Infancia y Legalidad en El Próximo

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INFANCIA Y LEGALIDAD EN EL PRÓXIMO ORIENTE ANTIGUO

DURANTE EL BRONCE RECIENTE CA. 15001100 A. C.


En este volumen Daniel Justel examina varios textos cuneiformes de
Mesopotamia y Siria de la Edad del Bronce Reciente (ca. 1500-1100 a. C.)
que se centran en algunos aspectos legales de la niñez, tales como las
adopciones de niños, el matrimonio, el aborto, el abandono de niños o
la esclavitud infantil. Justel analiza a fondo el papel de los niños en este
período y revela la percepción que los adultos tenían sobre ellos, así como
INFANCIA Y LEGALIDAD
el rol que los niños jugaron en los procesos activados por los adultos.
La imagen que estos tuvieran de los menores y el tratamiento hacia ellos EN EL PRÓXIMO ORIENTE
dispensado nos informará sobre la concepción que el hombre antiguo
tenía sobre este sector tan importante de la sociedad. ANTIGUO DURANTE
DANIEL JUSTEL es Profesor Asociado en la Facultad de Literatura
Cristiana y Clásica San Justino, Universidad San Dámaso (Madrid, EL BRONCE RECIENTE
España), donde enseña Sumerio, Acadio e Historia antigua. Es asimismo
Profesor Visitante en el Centro de Estudios de Historia del Antiguo
Oriente (Universidad Católica Argentina), el Instituto de Historia de las
CA. 15001100 A. C.
Civilizaciones Antiguas (Universidad Normal del Noreste de Changchun,
China) y en Seminarios Redemptoris Mater.

Ancient Near East Monographs


Monografías sobre el Antiguo Cercano Oriente

Society of Biblical Literature


Centro de Estudios de Historia del Antiguo Oriente (UCA)

Electronic open access edition (ISBN 978-0-88414-279-9) available at


http://www.sbl-site.org/publications/Books_ANEmonographs.aspx

Justel
Cover photo: Zev Radovan/BibleLandPictures.com
Daniel Justel

Ancient Near East Monographs


Monografías sobre el Antiguo Cercano Oriente
Society of Biblical Literature
Centro de Estudios de Historia del Antiguo Oriente (UCA)
INFANCIA Y LEGALIDAD EN EL PRÓXIMO
ORIENTE ANTIGUO DURANTE EL BRONCE
RECIENTE (CA. 1500–1100 A. C.)
ANCIENT NEAR EAST MONOGRAPHS
General Editors
Alan Lenzi
Juan Manuel Tebes

Editorial Board
Reinhard Achenbach
C. L. Crouch
Roxana Flammini
Esther J. Hamori
Christopher B. Hays
René Krüger
Graciela Gestoso Singer
Bruce Wells

Number 20
INFANCIA Y LEGALIDAD EN EL PRÓXIMO
ORIENTE ANTIGUO DURANTE EL BRONCE
RECIENTE (CA. 1500–1100 A. C.)

by
Daniel Justel
Atlanta

Copyright © 2018 by Daniel Justel

All rights reserved. No part of this work may be reproduced or transmitted in any form
or by any means, electronic or mechanical, including photocopying and recording, or by
means of any information storage or retrieval system, except as may be expressly permit-
ted by the 1976 Copyright Act or in writing from the publisher. Requests for permission
should be addressed in writing to the Rights and Permissions Office, SBL Press, 825 Hous-
ton Mill Road, Atlanta, GA 30329 USA.

Library of Congress Control Number: 2018940912

Printed on acid-free paper.


Para Teresa
ÍNDICE
Resumen ix
Lista de figuras y tablas xi
Lista de abreviaturas y convenciones xiii
Agradecimientos xxv

1. Introducción 1
1.1. La infancia en el Próximo Oriente Antiguo como tema
de investigación 1
1.2. Presentación y justificación del estudio 6

2. Abortos y abandonos infantiles 27


2.1. Introducción 27
2.2. Fuentes del Bronce Reciente 30
2.3. Valoración de la documentación del Bronce Reciente 39
2.4. Abortos voluntarios y abandonos infantiles del Bronce Reciente
dentro de su cntexto próximo-oriental antiguo 41
2.5. Conclusiones 56

3. Infancia y matrimonio 59
3.1. Introducción 59
3.2. Fuentes del Bronce Reciente 60
3.3. Cuestiones terminológicas en las fuentes presentadas 68
3.4. Generalidades históricas y contextualización de las fuentes del
Bronce Reciente 71
3.5. Infancia y matrimonio en el Bronce Reciente. Comentarios y
conclusiones 76

4. Adopciones infantiles 81
4.1. Introducción 81
4.2. Fuentes del Bronce Reciente 83
4.3. Términos y expresiones 90
4.4. Los actores del contrato 94
4.5. Economía en las adopciones infantiles 114
4.6. Causas y objetivos de las adopciones infantiles 116
4.7. Las adopciones infantiles del Bronce Reciente en su contexto
próximo-oriental antiguo 123
4.8. Conclusiones 129

vii
viii Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

5. Infancia y esclavitud 133


5.1. Introducción 133
5.2. Fuentes del Bronce Reciente 134
5.3. Términos y expresiones 147
5.4. La esclavitud infantil en el Oriente Próximo durante
el Bronce Reciente 156
5.5. La esclavitud infantil del Bronce Reciente en su contexto próximo-oriental
antiguo 188
5.6. Conclusiones 206

6. Ventas de niños 211


6.1. Introducción 211
6.2. Fuentes del Bronce Reciente 212
6.3. Términos y expresiones 224
6.4. Los actores del contrato de venta 234
6.5. Economía en las ventas de niños 275
6.6. Causas y objetivos de las ventas de niños 284
6.7. Las ventas de niños del Bronce Reciente en el contexto próximo-
oriental antiguo 292
6.8. Conclusiones 302

7. Conclusiones 305
7.1. Síntesis por ámbitos documentales 305
7.2. Conclusiones conjuntas 311

8. Bibliografía 323

9. Anexos 369
RESUMEN

En el presente trabajo estudiamos los textos cuneiformes de la Mesopotamia y


Siria del Bronce Reciente (ca. 1500–1100 a. C.) que nos informan sobre los as-
pectos legales de la infancia. La documentación analizada es variada, siendo
contratos y documentos administrativos los principales géneros que informan
sobre el tema. También heterogénea es la distribución geográfica de los textos
estudiados, que dividimos en cuatro ámbitos geográficos diferenciados tanto a
nivel cultural como en ocasiones político: Babilonia casita, Asiria, ámbito mit-
tanio y Siria.
A lo largo de los capítulos profundizamos en las principales cuestiones jurí-
dicas en torno a la infancia, tanto las de carácter positivo (adopciones y
matrimonio) como las que en principio se presentan como perjudiciales para el
menor (abortos, abandonos, esclavitud infantil). Todos estos mecanismos operan
sobre un trasfondo legal, por lo que el estudio se plantea desde esta perspectiva
jurídica. Para ello ponemos de relieve las características propias de cada cnjunto
documental, señalamos las semejanzas o disimilitudes entre ellos y contextuali-
zamos los mecanismos jurídicos estudiados dentro de la constante legal del
Próximo Oriente Antiguo.
Por tanto, el objetivo perseguido en el trabajo es analizar el papel que los
niños juegan en los procesos activados por adultos. La percepción que éstos
tengan de los menores y el tratamiento hacia ellos dispensado nos informará
sobre la concepción que el hombre próximo-oriental del Bronce Reciente tenía
sobre este sector tan importante de la sociedad.

ix
LISTA DE FIGURAS Y TABLAS

Figuras
1. Ámbitos documentales y principales archivos estudiados
en la investigación 19
2. Edad de los familiares en el primer matrimonio en el 1.er milenio a. C. 72
3. Copia de dos contratos arcaicos de ventas (ambos anversos, RTC 16
y RTC 15) 291
Tablas
1. Terminología sumeria general que concierne a niños 22
2. Terminología acadia general que concierne a niños (según CAD) 23
3. Expresiones sobre abandonos infantiles en las series ana ittišu (MSL I)
y ḪAR-ra ḫubullum (MSL V) 45
4. Fuentes del Bronce Reciente para el estudio de la relación entre infancia
y matrimonio 67
5. Distribución general de los participantes en los contratos de adopción
infantil 84
6. Fórmulas básicas empleadas de adopciones infantiles en el Bronce
Reciente 88
7. Fuentes del Bronce Reciente de ventas de niños conjuntamente 137
8. Número de niños en las listas mesobabilónica de trabajadores forzados 139
9. Fuentes del Bronce Reciente de ventas de niños individualmente 143
10. Ocurrencias de niños, divididos por edades, en listas mesobabilónicas
de trabajadores forzados 152
11. Términos para designar niños en la lista mesoasirias de deportados
VAT 18087+. 153
12. Distribución de niños lactantes por labores en listas mesobabilónicas
de trabajos forzados 167
13. Comparativa entre raciones alimentarias mensuales del 3.er milenio
a. C. y época mesobabilónica (en qû) 196
14. Número de personas vendidas conjuntamente en la documentación
mesobabilónica 216
15. Documentación de ventas de niños en el Bronce Reciente 223
16. Denominación y número de los niños vendidos 225
17. Fórmulas verbales referidas al pago 230

xi
xii Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

18. Fórmulas empleadas para subrayar el cambio de estatus del niño


vendido 233
19. Medidas de los niños vendidos 236
20. Medidas empleadas y equivalencias aproximadas 237
21. Distribución por edades de los niños vendidos 239
22. Principales características de las ventas de niños del Bronce Reciente 246
23. Precios de los niños vendidos 282
24. Esquema general de las ventas de personas con la información
correspondiente de RTC 16 294
LISTA DE ABREVIATURAS Y CONVENCIONES

Textos, obras de referencia y revistas


A. Número de signatura de la colección de Mari del Museo del
Louvre. París.
AAA Annals of Archaeology and Anthropology, Liverpool, 1908–
1948.
AAAS Les Annales archéologiques de Syrie. Revue d’archéologie et
d’histoire syriennes. Damasco, 1951–.
AASOR Annual of the American Schools of Oriental Research. New
Haven–Cambridge, etc., 1919/1920–.
AASOR 16 Pfeiffer, Robert H. y Speiser, Ephraim Avigdor. One Hundred
New Selected Nuzi Texts, AASOR 16. New Haven: The Ameri-
can Schools of Oriental Research, 1936.
AbB Kraus, Fritz Rudolf (ed.). Altbabylonische Briefe in Umschrift und
Übersetzung. Leiden: Brill, 1964–.
ABL Assyrian and Babylonian Letters. Chicago, 1982–1914.
ADD Johns, Claude Hermann Walter. Assyrian Deeds and Documents,
1–4. Cambridge: Deighton Bell and Co., 1898–1923.
AcAnt Acta Antiqua Academiae Scientiarum Hungaricae. Budapest,
1951/1952–.
AfO Archiv für Orientforschung. Berlín, etc., 1923–.
AfO Beih. Archiv für Orientforschung, Beiheft. Berlín, etc., 1933–.
AHw Soden, Wolfram von. Akkadisches Handwörterbuch. Wiesbaden:
Otto Harrassowitz, 1965–1981.
Akkadica Akkadica. Périodique bimestriel de la Fondation Assyriologi-
que Georges Dossin. Bruselas 1977–.
ALASPM Abhandlungen zur Literatur Alt-Syrien-Palästinas und Meso-
potamiens, Münster.
AlT Wiseman, Donald J. The Alalakh Tablets. Londres: The British
Institute of Archaeology at Ankara, 1953.
ANET Pritchard, James B. (ed.). Ancient Near Eastern Texts Relating to the
Old Testament. Princeton: Princeton University Press, 1950–
1969.
AnOr Analecta Orientalia, Roma, 1931–.

xiii
xiv Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

AO Número de signatura del departamento de Antiquités Orienta-


les del Musée du Louvre. París.
AOAT Alter Orient und Altes Testament. Neukirchen-
Vluyn/Münster, 1969–.
AÖAW Anzeiger der Österreichischen Akademie der Wissenschaften,
Viena.
AoF Altorientalische Forschungen. Schriften zur Geschichte und
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ArOr Archív Orientální. Quarterly Journal of African and Asian
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AS Assyriological Studies. Chicago, 1931–.
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AuOrS Aula Orientalis Supplementa. Barcelona 1991–.
B. Babylon-Sammlung, Tontafelarchiv, IAM. Estambul.
BA Beiträge zur Assyriologie und semitischen Sptrachwissenschaft.
Leipzig, 1889/1890–.
BagF Baghdader Forschungen. Mainz, 1979–.
BaM Baghdader Mitteilungen. Berlín.
BAM Köcher, Franz et al. Die babylonisch-assyrische Medizin in Texten
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BASOR Bulletin of the American Schools of Oriental Research. New
Haven, etc., 1921–.
BBSt King, Leonard William. Babylonian Boundary Stones and Memorial-
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tions, 1912.
BATSH Berichte der Ausgrabung Tall Šēḫ Hamad/Dūr-Katlimmu.
Wiesbaden, 1991–.
BBVO Berliner Beiträge zum Vorderen Orient. Berlín, 1982–.
BBVOT Berliner Beiträge zum Vorderen Orient, Texte. Berlín, 1990–.
BE The Babylonian Expedition of the University of Pennsylvania,
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BE 14 Clay, Albert T. Documents from the Temple Archives of Nippur dated
in the Reigns of Cassite Rulers (complete dates), BE 14. Filadelfia:
Department of Archaeology, University of Pennsylvania, 1906.
Abreviaturas y convenciones xv

BE 15 Clay, Albert T. Documents from the Temple Archives of Nippur dated


in the Reigns of Cassite Rulers (complete dates), BE 15. Filadelfia:
Department of Archaeology, University of Pennsylvania, 1906.
BE 17 Radau, Hugo. Letters to Cassite Kings from the Temple Archives of
Nippur, BE 17/1. Filadelfia: Department of Archaeology of the
University of Pennsylvania, 1908.
BiAr The Biblical Arch(a)eologist. Atlanta, 1938–.
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BM Sigla de tablillas de la colección del British Museum. Londres.
BWL Lambert, Wilfred G. Babylonian Wisdom Literature. Winona
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CAD Roth, Martha T. (Editor-in-Charge). The Assyrian Dictionary of
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Camb Strassmaier, Johann Nepomuk. Inschriften von Cambyses, König
von Babylon. Leipzig: Verlag von Eduard Pfeiffer, 1890.
CBS/CBM Sigla de tablillas de la colección del University Museum. Fila-
delfia.
CDA Black, Jeremy y George, Andrew y Postgate, Nicholas. A Con-
cise Dictionary of Akakdian. 2nd (corrected) printing, SANTAG 5.
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CE Código de Ešnunna.
CH Código de Ḫammurapi.
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CNIP Carsten Niebuhr Institute Publications. Copenague, 1986–.
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xvi Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

CT Cuneiform Texts from Babylonian Tablets in the British Mu-


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CTMMA III Cuneiform Texts in the Metropolitan Museum of Art. Nueva
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CUSAS Cornell University Studies in Assyriology and Sumerology.
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Cyr Strassmaier, Johann Nepomuk. Inschriften von Cyrus, König von
Babylon. Leipzig: Verlag von Eduard Pfeiffer, 1890.
DHA Dialogues d’histoire ancienne. Besançon, 1969–.
DK Gurney, Oliver R. “Texts from Dur-Kurigalzu”, Iraq 11
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Dt. Libro del Deuteronomio.
DUL del Olmo, Gregorio y Sanmartín, Joaquín. A Dictionary of Ugari-
tic Language in the Alphabetic Tradition, HdO 67. Leiden-Boston:
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E6 Arnaud, Daniel. Recherches au Pays d’Aštata. Emar VI.1, VI.2,
VI.3. Synthèse 18, París: Éditions Recherche sur les Civilisa-
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C. Hinrichs’sche Buchhandlung, 1915.
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EN 9/2 Morrison, Martha A. The Eastern Archives of Nuzi, SCCNH 4.
Winona Lake: Eisenbrauns. 1993.
Ex Libro del Éxodo.
Ez Libro de Ezequiel.
FAOS Freiburger Altorientalische Studien. Wiesbaden, etc., 1975–.
FLP Número de signatura del Free Library of Philadelphia Mu-
seum. Filadelfia.
FM Florilegium Marianum. París, 1991–.
GAG von Soden, Wolfram. Grundiss der akkadischen Grammatik,
AnOr33. Roma: Pontificium Istitutum Biblicum, 1995.
Gerión Gerión. Revista de Historia Antigua. Madrid 1983–.
Gn Libro del Génesis
HAL Koehler, Ludwig y Baumgartner, Walter. Hebräisches und
aramäisches Lexikon zum Alten Testament. Leiden: Brill, 1967–
1995.
HANEM History of the Ancient Near East Monographs. Padua 1996–.
Abreviaturas y convenciones xvii

HdO Handbuch der Orientalistik. Leiden 1948–.


HG Hammurabis Gesetz. Leipzig, 1904–1923.
Hir Tsukimoto, Akio. “Akkadian Tablets in the Hirayama Collec-
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HKL Borger, Rykle. Handbuch der Keilschriftliteratur. Berlín: de
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HSAO Heidelberger Studien zum Alten Orient. Wiesbaden-
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HUCA Hebrew Union College Annual. Cincinnati 1924–.
IB Išān-Baḫrīyāt (Isin). Signatura de textos de Isin.
ICK Inscriptions Cunéiformes du Kultépé, Praga 1952–1962
ICK 1 Hrozný, Bedřich. Inscriptions Cunéiformes du Kultépé 1, ArOr 14.
Praga: SPN, 1952.
IEJ Israel Exploration Journal. Jerusalén 1950/1951–.
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IMGULA Sommerfeld, Walter (ed.). Imgula. Münster-Marburg, 1996–.
Iraq Iraq. Journal of the British School of Archaeology in Iraq.
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JANES Journal of the Ancient Near Eastern Society of Columbia
University. Nueva York, 1968/1969–.
JAOS Journal of the American Oriental Society. New Haven,
1843/1849–.
Jc Libro de los Jueces.
JCS Journal of Cuneiform Studies. New Haven-Boston, etc., 1947–.
JEN Joint Expedition with the Iraq Museum at Nuzi. París-
Filadelfia, etc., 1927–.
JEN Joint Expedition with the Iraq Museum at Nuzi. París-
Cambridge, 1927–.
JESHO Journal of the Economic and Social History of the Orient.
Leiden 1957/1958–.
JNES Journal of Near Eastern Studies. Chicago, 1942–.
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KAJ Ebeling, Erich. Keilschrifttexte Juristischen Inhalts (KAJ), Ausgra-
bungen der Deutschen Orient-Gesellschaft in Assur. E:
Inschriften IV. Leipzig: Hinrichs, 1927.
KAV Schroeder, Otto. Keilschriften aus Assur verschiedenen Inhalts, Aus-
grabungen der Deutschen Orient-Gesellschaft in Assur 3.
Leipzig: J. C. Hinrichs’sche Buchhandlung, 1920.
xviii Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Ki Donbaz, Veysel y Yoffee, Norman. Old Babylonian Texts from


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KTEMA KTEMA. Civilisations de l’Orient, de la Grèce et de Rome
antiques. Estrasburgo, 1976–.
KTT Keilschrifttexte, Tuttul (Krebernik, Manfred. Tall Bi’a/Tuttul –
II. Die Altorientalischen Schriftunde, WVDOG 100. Saarbrüken:
Saarbrücker Druckerei und Verlag, 2001).
KTU Dietrich, Manfried y Loretz, Oswald y Sanmartín, Joaquín.
Die keilalphabetischen Texte aus Ugarit, Ras Ibn Hani und anderen Or-
ten. Dritte, erweiterte Auflage (KTU3), AOAT 360/1. Münster:
Ugarit-Verlag, 2013.
LAM Leyes Asirias Medias.
LAPO Littératures anciennes du Proche-Orient. París 1967–.
Lev Libro del Levítico.
LH Leyes Hititas.
LKA Ebeling, Erich. Literarische Keilschrifttexte aus Assur. Berlín: Berlin
Akademie-Verlag, 1953.
LLI Leyes de Lipit-Ištar.
LVTL Koehler, Ludwig y Baumgartner, Walter. Lexicon in Veteris
Testamenti libros. Leiden: Bill Archive, 1958.
M. Signaturas de textos de Mari.
MAH Signaturas de textos del Musée d’art et d’histoire. Ginebra.
MANE Monographs on the Ancient Near East, Malibú.
MBQ-II Mayer, Walter. Tall Munbāqa-Ekalte- II. Die Texte, WVDOG
102. Saarbrücken: Saarbrücker Druckerei und Verlag, 2001.
MC Mesopotamian Civilizations. Winona Lake, 1989–.
MDP Mémoirs de la Délegation en Perse. París, 1900–.
ME Número de signatura de la colección privada Meskene-Emar.
MEA Labat, René y Malbran-Labat, Florence. Manuel d’épigraphie
akkadienne. París: Geuthner, 1998.
MesZL Borger, Rykle. Mesopotamisches Zeichenlexikon. Zweite, revidierte und
aktualisierte Auflage, AOAT 305. Münster: Ugarit-Verlag, 2004.
MKGH 4 Franke, S.—Wilhelm, G. “Eine Mittelassyrische Fiktive Ur-
kunde zur Franke, Sabina y Wilhelm, Gernot. “Eine
Mittelassyrische Fiktive Urkunde zur Wahrung des Anspruchs
auf ein Findelkind”, Jahrbuch des Museums für Kunst und Gewerbe
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MRWH Petschow, Herbert P. H. Mittelbabylonische Rechts- und Wirtschaft-
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mittelbabylonischen Recht, ASAW 64/4. Berlín: Akademie-Verlag,
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Abreviaturas y convenciones xix

MSKH I Brinkman, John A. Materials and Studies for Kassite History I: A


Catalogue of Cuneiform Sources Pertaining to Specific Monarchs of the
Kassite Dynasty. Chicago: The Oriental Institute Publications,
1976.
MSL Materialen zum Sumerischen Lexikon. Roma, 1937–.
MUN Mittelbabylonische Urkunden aus Nippur (Sassmannshausen,
Leonhard. Beiträge zur Verwaltung und Gesellschaft Babyloniens in der
Kassitenzeit, BaF 21. Mainz am Rhein: von Zabern, 2001)
MVAG Mitteilungen der Vorderasiatischen Gesellschaft. Leipzig,
1896–.
NABU Nouvelles Assyriologiques Brèves et Utilitaires. París-Ruán
1987–.
Nbk Strassmaier, Johann Nepomuk. Inschriften von Nabuchodonosor,
König von Babylon. Leipzig: Verlag von Eduard Pfeiffer, 1889.
Nbn Strassmaier, Johann Nepomuk. Inschriften von Nabonidus, König
von Babylon, Leipzig: Verlag von Eduard Pfeiffer, 1889.
Ni. Signatura de textos del Museo Arqueológico de Estambul.
NT Nippur-Texte. Signatura de textos de Nippur. Chicago-
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OBO Orbis Biblicus et Orientalis. Friburgo/Göttingen 1973–.
OIC Oriental Institute Communications. Chicago, 1922–.
OIP Oriental Institute Publications. Chicago 1924–.
OIS Oriental Institute Seminars. Chicago, 2004–.
OLA Orientalia Lovaniensia Analecta. Lovaina, 1974/1975–.
OLP Orientalia Lovaniensia Periodica. Lovaina, 1970–.
OLZ Orientalistische Literaturzeitung. Monatsschrift für die Wis-
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(desde el vol. 9, Filadelfia, 1988–).
OrNS Orientalia Nova Series. Roma 1932–.
P Archivo Peiser (Peiser, Felix Ernst. Urkunden aus der Zeit der
dritten babylonischen Dynastie, Berlín: Wolf Peiser Verlag, 1905).
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PBS 1/2 Lutz, Henry Frederick. Selected Sumerian and Babylonian Texts,
PBS 1/2. Filadelfia: University Museum, 1919.
PBS 2/2 Clay, Albert T. Documents from the Temple Archives of Nippur dated
in the Reigns of Cassite Rulers, PBS 2/2. Filadelfia, University
Museum, 1912.
xx Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

PBS 8/2 Chiera, Edward. Old Babylonian Contracts, PBS 8/2. Filadelfia:
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ZDMG Zeitschrift der Deutschen Morgenländischen Gesellschaft.
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Otras convenciones
A. D. anno Dómini
AA. VV. autores varios
ac. acadio
a. C. antes de Cristo
C.C. complemento circunstancial
C.C.P. complemento circunstancial de procedencia
esp. especialmente
fem. femenino
fig. figura
l. línea
Abreviaturas y convenciones xxiii

lám. lámina
láms. láminas
lit. literalmente
ll. líneas
masc. masculino
n. nota
nn. notas
NP nombre personal
NPF nombre personal femenino
O. D. objeto directo
O. I. objeto indirecto
p. página
pl. plural
pp. páginas
s. siguiente / siglo
sing. singular
suj. sujeto
sum. sumerio
ss. siguientes / siglos
T.L. tutor legal
v. versículo
vv. versículos

Las transcripciones de los textos se rigen por el sistema habitual de la Asiriología


moderna:

m Determinativo personal masculino


f Determinativo personal femenino
d Determinativo de divinidad
<> Enmienda de introducción
[] Reconstrucción del texto
˹˺ Signos parcialmente dañados pero legibles
() En transcripciones, reconstrucción
/ En transcripciones, límite de la línea
AGRADECIMIENTOS

El presente volumen constituye la versión reducida, revisada y actualizada de


una investigación doctoral defendida en la Universidad de Zaragoza y con título
Aspectos legales de la infancia en el Próximo Oriente Antiguo durante el Bronce Reciente (ca.
1500–1100 a. C.). El período predoctoral transcurrió en buena parte en el ya
extinto Instituto de Estudios Islámicos y del Oriente Próximo (Consejo Superior
de Investigaciones Científicas—Universidad de Zaragoza—Cortes de Aragón),
siendo beneficiario en esta institución primero de una beca predoctoral CSIC–
I3P y después de una beca y contrato de Formación de Profesorado Universita-
rio del Ministerio de Educación y Ciencia. Adscrito al Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, desarrollé el programa de doctorado “Nuevas Ten-
dencias de Investigación en Ciencias de la Antigüedad” del Departamento de
Ciencias de la Antigüedad de la Universidad de Zaragoza. Tanto durante el
período predoctoral como postdoctoral he tenido la suerte de formarme y traba-
jar en instituciones de prestigio nacional e internacional dentro de la disciplina
de la Asiriología, visitando bibliotecas, museos y teniendo contacto diario con
personas y personalidades académicas de gran valía y competencia. Soy deudor
de todos ellos, y por ello no quiero dejar de mencionar a las personas que tanto
me han ayudado en este camino y gracias a las cuales este libro ve la luz.
Mi primer agradecimiento es para Juan Pablo Vita, mi director de Tesis, que
con tanta paciencia y competencia académica siguió mi trabajo de cerca. Nunca
podré compensar la gran ayuda que me ha prestado en todo momento. Quiero
asimismo mencionar y agradecer a los miembros del tribunal de la Tesis, titula-
res y suplentes, por aceptar juzgar el trabajo y por sus sugerencias de revisión del
manuscrito, las cuales han sido tomadas en cuenta para este volumen final: los
profesores Francisco Marco, Brigitte Lion, Joaquín Sanmartín, Juan Antonio
Belmonte, Adelina Millet, Juan Carlos Oliva y Francisco Beltrán.
Hago extensivas estas palabras a mis compañeros del IEIOP (José Ángel,
Luz, Pedro, Bárbara, Cristina, Pablo, Fernando, Silvia, etc.), con quienes madu-
ré en mi etapa predoctoral. Varias personas del Departamento de Ciencias de la
Antigüedad de la Universidad de Zaragoza me ayudaron de una forma u otra.
Pienso especialmente en el Dr. Francisco Marco, mi tutor en el Programa de
Doctorado, así como en Francisco Beltrán, Pilar Utrilla, Manuel Bea y Jorge
Angás. Una alusión particular, por su ayuda y atención en el período postdocto-
ral, va dirigida a José Miguel Justel (Universia).
A lo largo de varios eventos y estancias de investigación he podido conocer
otras realidades académicas y asiriólogos que me han ayudado en la tarea inves-

xxv
xxvi Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

tigadora. Mención especial merecen Florence Malbran-Labat y Sylvie Lacken-


bacher (CNRS-París), Robert Hawley y Carole Roche-Hawley (Institut
Catholique de Paris), Brigitte Lion (Université Lille 3), Betina Faist (Seminar für
Sprachen und Kulturen des Vorderen Orients de la Universität Heidelberg),
John A. Brinkman (Oriental Institute of the University of Chicago), Erle V.
Leichty †, Stephen J. Tinney, Grant Frame y Phil Jones (University of Pennsyl-
vania Museum of Archaeology and Anthropology), Roxana Flammini y Juan
Manuel Tebes (Centro de Estudios de Historia del Antiguo Oriente de la UCA,
Buenos Aires), Qiang Zhang, Sven Günther, Guangsheng Wang y Michela
Piccini (Institute for the History of Ancient Civilizations de la Northeast Normal
University of Changchun, China), Walther Sallaberger y Frans van Koppen
(Institut für Assyriologie und Hethitologie de la Ludwig-Maximilians Universität
München), Francesco Voltaggio y Armando Medina (Domus Galileae, Korazim)
y Felipe Torreblanca (Domus Mamre, Jerusalén). Su disponibilidad, bienvenida
y conocimientos han sido de valía capital para la consecución de este trabajo.
Reconozco asimismo de una forma especial a los editores de la serie Ancient
Near East Monographs, Juan Manuel Tebes y Alan Lenzi, por haber aceptado
el trabajo y por su profesional diligencia en el proceso de publicación. Un agra-
decimiento particular, por su profesional labor en el proceso de edición, está
dirigido a Nicole L. Tilford. Asimismo doy las gracias a los evaluadores anóni-
mos externos que han leído meticulosamente la monografía, han dado
profundidad a diversas cuestiones mediante pertinentes aclaraciones y me han
provisto con valiosísimos comentarios sobre algunos errores. Seguirá habiéndo-
los, sin duda alguna, y son de mi entera responsabilidad, pero han ayudado
considerablemente a mitigarlos.
En todo este período también he podido experimentar la gratuidad y amor
de diversos hermanos en la fe, como los de las parroquias de San Braulio (Zara-
goza) y Santiago y San Juan Bautista (Madrid), así como María Ángeles y
Thomas (Bonne Nouvelle de París), Josefina, Lalo, Alfonso y Gaby y familia (All
Saints Saint Anthony de Chicago), Pepe y Mary (First Church of the Lord Jesus
Christ de Filadelfia), Graciela, Fernando, Lili, Josefina, Pablo y Bernarda (Santa
Amelia de Buenos Aires), Joaquín y Paula (Sankt Korbinian de Múnich), los
hermanos de de la Domus Galileae (Korazim, Israel) y de la Domus Mamre
(Jerusalén). Su ayuda, fuera de lo estrictamente académico, ha sido una bendi-
ción que me va construyendo como persona diariamente.
Pienso de una manera singular en las dos instituciones donde actualmente
desarrollo mi trabajo, por su apoyo diario en todos los cometidos que tenemos
entre manos. A mis compañeros y amigos del Colegio Internacional Kolbe (Cla-
ra Fontana, Ángel Mel, Irene Llabrés, Onintza Pardilla y un larguísimo
etcétera), por permitir y facilitarme enormemente la tarea investigadora en un
mundo tan frenético como es el de la educación secundaria. Por otra parte, a
mis colegas de la Facultad de Literatura Cristiana y Clásica San Justino (Univer-
sidad Eclesiástica San Dámaso), especialmente a Patricio de Navascués, Andrés
Sáez y Manuel Crespo, así como al Rector de dicha institución, Javier Prades, y
al Director de la revista Estudios Bíblicos, Ignacio Carbajosa. La amistad de todos
Agradecimientos xxvii

ellos, CIK y UESD, va más allá de lo académico, y mi corazón estará siempre


agradecido por su ayuda y comprensión diarios. Varias estancias de investiga-
ción, esenciales para la ejecución de este trabajo, han sido auspiciadas por la
Oficina de Investigación y Relaciones Internacionales de la UESD. Por ello
agradecemos de manera particular a Víctor M. Tirado, José Antúnez, Héctor
González y Gema González.
Evidentemente, nada de esto habría sido posible sin el apoyo incondicional y
cariñoso de mi familia, tanto natural como política. Agradezco a mis padres el
haberme dado en todo momento la libertad para tomar decisiones, apoyándome
y aconsejándome con amor, y sobre todo por haberme transmitido la Fe. Una
mención particular es para Josué, hermano asiriólogo, por su paciente ayuda y
siempre desinteresada disposición.
El mayor premio del Doctorado no es este volumen, sino el haberme encon-
trado en mi primera estancia en París con Teresa, la que es ahora mi esposa y
madre de nuestros Alejandro, Esther, David y Pablo. Ella es la principal artífice
de este volumen, y ellos el motor que me ayuda a avanzar cada día. El Señor ha
estado grande con nosotros y estamos alegres. Os quiero.

Jerusalén, marzo de 2018


1
INTRODUCCIÓN

1.1. LA INFANCIA EN EL PRÓXIMO ORIENTE ANTIGUO COMO TEMA DE INVES-


TIGACIÓN

Cada grupo humano categoriza su estructura social basándose en criterios de


diversa índole, como sexo, parentesco o clase socio-económica. La edad consti-
tuye asimismo un elemento de clasificación, si bien en muchas sociedades
preindustriales este concepto tiende a la laxitud. Ello dificulta la aproximación
del investigador que pretende analizar una determinada fase de la vida humana,
puesto que la percepción que cada realidad histórica tenía de la adultez o la
vejez podía diferir tanto temporal como conceptualmente. Por tanto, y aunque
los estadios fisiológicos sean similares en todos los grupos humanos (p. ej., naci-
miento, pubertad, menopausia, muerte), la noción de “fase de la vida” no es
universal. Es tarea del estudioso el analizar los diferentes aspectos que configura-
ron en cada ambiente unos determinados patrones con roles implícitos y
socialmente aceptados.
La presente investigación está consagrada al análisis de una de esas etapas:
la infancia. Este período de la vida ha sido considerado en varios estudios a lo
largo de las últimas décadas. Podemos señalar la obra de Philippe Ariès (L’Enfant
et la vie familiale sous l’ancien régime. París: Éditions du Seuil, 1960) como el hito
fundacional de los estudios sobre la infancia en la Historia1. Tras él, numerosos
investigadores han analizado aspectos generales o puntuales de la niñez en dife-
rentes contextos históricos, partiendo para ello de diversos métodos de

1 Ariès, uno de los protagonistas de la tercera generación de la Escuela de los Anna-


les, defensor de la corriente de la Historia total, defiende que el concepto de “infancia”
habría sido inventado en el s. XVIII, con el renacido interés por la educación de los
niños. Hasta la Ilustración, por tanto, los menores habrían disfrutado de un tipo de vida
similar al de los adultos. El primer autor que desacreditó las tesis de Ariès fue Lloyd
deMause (“The Evolution of Childhood”, en Lloyd deMause [ed.], The History of Childhood
[Nueva York, 1974], 1–73), a partir de postulados basados en el psicoanálisis histórico.
Sobre estas y otras cuestiones véase Daniel Justel, “El estudio de la infancia en el Mundo
Antiguo”, en Daniel Justel (ed.), Niños en la Antigüedad: Estudios sobre la infancia en el Mediterrá-
neo Antiguo, Colección Ciencias Sociales 87 (Zaragoza: Prensas de la Universidad de
Zaragoza, 2012), 16–18.

1
2 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

aproximación científica, como la Filología, Antropología, Arqueología o incluso


el Psicoanálisis. La cantidad de artículos, monografías y proyectos consagrados
al tema ha crecido considerablemente durante las dos últimas décadas, de forma
paralela a los estudios de género2.
Los análisis sobre la infancia en el Mundo Antiguo siguen desarrollándose
con profusión en la actualidad. Buena prueba de ello es la reciente creación de la
Society for the Study of Childhood in the Past (SSCP), institución de carácter interdisci-
plinar que se dedica al estudio de la niñez en diferentes culturas del pasado3.
Aparte, determinados trabajos se centran en varios aspectos de la infancia en
distintas civilizaciones antiguas, como Egipto4, Israel5, Grecia6 o Roma7, mien-

2 Sobre la relación entre los estudios de género y de la infancia véanse Sally Craw-

ford y Carenza Lewis, “Childhood Studies and the Society for the Study of Childhood in
the Past”, Childhood in the Past 1 (2008): 10; Margarita Sánchez Romero, “Childhood and
the Construction of Gender Identities through Material Culture”, Childhood in the Past 1
(2008): 17–37 (esp. pp. 18–21).
3 La SSCP organiza periódicamente congresos y seminarios destinados a debatir dis-

tintos aspectos sobre la infancia, publica una revista (Childhood in the Past. An International
Journal, hasta la fecha diez números) y edita monografías (hasta el momento cinco: Lau-
rence Brockliss y Heather Montgomery [eds.], Childhood and Violence in the Western Tradition,
Childhood in the Past Monograph Series 1 [Oxford: Oxbow Books, 2010]; Grete Li-
llehammer [ed.], Socialisation: Recent Research on Childhood and Children in the Past; Proceedings
from the Second International Conference of the Society for the Study of Childhood in the Past in Stavan-
ger, Norway [Stavanger: Museum of Archaeology, University of Stavanger, 2010];
Katariina Mustakallio y Christian Laes [eds.], The Dark Side of Childhood in Late Antiquity and
the Middle Ages: Unwanted, Disabled and Lost, Childhood in the Past Monograph Series 2
[Oxford: Oxbow Books, 2011]; Dawn M. Hadley y Katie A. Hemer [eds.], Medieval
Childhood: Archaeological Approaches, Childhood in the Past Monograph Series 3 [Oxford:
Oxbow Books, 2014]; Margarita Sánchez Romero y Eva Alarcón García y Gonzalo
Aranda Jiménez [eds.], Children, Spaces and Identity, Childhood in the Past Monograph
Series 4 [Oxford: Oxbow Books, 2015]; Eileen Murphy y Mélie Le Roy [eds.], Children,
Death and Burial: Archaeological Discourses, Childhood in the Past Monograph Series 5 [Ox-
ford: Oxbow Books, 2017]). Al respecto véase http://www.sscip.org.uk/.
4 Rosalind M. Janssen y Jac J. Janssen, Growing Up in Ancient Egypt (Londres: The Ru-

bicon Press, 1990); Erika Feucht, Das Kind im alten Ägypten: Die Stellung des Kindes in Familie
und Gesellschaft nach altägyptischen Texten und Darstellungen (Fráncfort: Campus Verlag), 1995.
5 David Kraemer (ed.), The Jewish Family in Antiquity: Metaphor and Memory (Nueva

York: Oxford University Press, 1989); John Cooper, The Child in Jewish History (Northvale:
Jason Aronson, 1996); Charles Fontiony, “La naissance de l’enfant chez les Israélites de
l’Ancien Testament”, en Aristide Théodoridès y Paul Naster y Julien Ries (eds.), L’enfant
dans les civilisations orientales: Het Kind in de Oosterse Beschavingen, Acta Orientalia Belgica 2
(Lovaina: Peeters Publishers, 1980), 103–18.
6 Judith Blackmore Dann, The World of the Infant: Ideology of the Infant Condition and In-

fant Care in Ancient Greece, Tesis Doctoral inédita (Columbus: The Ohio State University,
1999); Mark Golden, Children and Childhood in Classical Athens (Baltimore-Londres: The
Introducción 3

tras otros tienden a la presentación de estudios de diferentes ámbitos culturales,


englobados en el mismo volumen8.
Las Mesopotamia y Siria de antes de nuestra era no son una excepción en
esta corriente historiográfica, y desde los años 70 del pasado siglo se están pro-
duciendo estudios al respecto, muy especialmente, al menos en origen, en el
ámbito académico francés. En 1971, M. Gonelle defendió su tesis doctoral con
título La condition juridique de l’enfant en droit suméro–babylonien, bajo la dirección del
Prof. G. Cardascia9. Este trabajo, que permanece inédito, es el primer volumen
monográfico que conocemos para los aspectos legales de la infancia en la Meso-
potamia antigua10. Por su parte, el primer congreso en que se trataron temas
sobre la infancia en el Próximo Oriente Antiguo tuvo lugar en Estrasburgo en
mayo de 1972, y fue organizado por la Societé Jean Bodin11. Sin embargo, pode-

Johns Hopkins University Press, 1990); Corinne O. Pache, Baby and Child Heroes in Ancient
Greece (Urbana-Chicago: University of Illinois Press, 2004). Sobre el niño en Israel, Egipto
y Grecia, cf. Andreas Kunz-Lübcke, Das Kind in den antiken Kulturen des Mittelmeers: Israel,
Ägypten, Griechenland (Neukirchen-Vluyn: Neukirchener Verlag, 2007).
7 Thomas E. J. Wiedemann, Adults and Children in the Roman Empire (Londres:

Routledge, 1989); Keith R. Bradley, Discovering the Roman Family: Studies in Roman Social
History (Nueva York: Oxford University Press, 1991); Véronique Dasen y Thomas Späth
(eds.), Children, Memory, and Family Identity in Roman Culture (Oxford: Oxford University
Press, 2010).
8 Véanse por ejemplo Véronique Dasen (ed.), Naissance et petit enfance dans d’Antiquité:

Actes du colloque de Fribourg, 28 novembre–1er décembre 2001, OBO 203 (Friburgo: Academic
Press, 2004) (Próximo Oriente, Grecia, Roma y Bizancio); Kunz-Lübcke, Das Kind in den
antiken Kulturen des Mittelmeers (Israel, Egipto y Grecia); Jacques Bouineau (ed.), Enfant et
romanité: Analyse comparée de la condition de l’enfant (París: L’Harmattan, 2007); Sánchez Ro-
mero, M. (ed.), Infancia y cultura material en Arqueología, monografía en Complutum 21.2,
Madrid, 2010; Justel, Niños en la Antigüedad (Mediterráneo antiguo).
9 Michel Gonelle, La condition juridique de l’enfant en droit suméro-babylonien, Tesis Docto-

ral inédita (París: Faculté de Droit et des Sciences Économiques, Université de Paris,
1971).
10 La dificultad de acceder al volumen de Gonelle, debido a su condición de inédito

y a sus escasos ejemplares en bibliotecas, hace que agradezcamos especialmente a los


profesores F. Joannès, C. Michel y B. Lion su permiso para trabajar con dicho estudio en
los fondos bibliográficos de la Université Paris X-Nanterre.
11 Las actas de este congreso se publicaron en cinco tomos, todos con título L’enfant

(Bruselas, 1975). Los volúmenes dedicados parcialmente a la Antigüedad son los n.os 35
(Antiquité- Afrique- Asie) y 39 (Le droit à l’éducation) (los demás se refieren a la Europa medie-
val y moderna [tomo 36], siglos XIX y XX [tomo 37] y la cuestión de la delincuencia
juvenil moderna [tomo 38] [cf. John Gilissen, “Preface”, en AA. VV. L’Enfant: Cinquième
partie: Le droit à l’éducation, Recueils de la Société Jean Bodin pour l’histoire comparative
des institutions, vol. 39 [Bruselas: Éditions de la Librarie Encyclopedique, 1975], 5–6]).
Entre ellos, sin embargo, solo encontramos dos artículos dedicados al niño en la literatura
4 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

mos considerar la obra coordinada por A. Théodoridès, P. Naster y J. Ries,


L’enfant dans les civilisations orientales, Lovaina, 1980, como la primera puesta en
común de carácter global sobre el mundo de la infancia en las sociedades orien-
tales12.
Tras la década de los 70 comenzaron a surgir otras perspectivas y novedosas
aproximaciones al ámbito de la niñez próximo-oriental antigua. Encontramos
ejemplos en este sentido en el volumen de W. Farber13 sobre la relación entre
rituales mágicos e infancia en Mesopotamia; en la tesis defendida por J. Fleish-
man14; en la publicación de una monografía por el mismo autor15; en el
concienzudo estudio de M. Stol sobre la concepción del nacimiento y primera
infancia a partir de textos cuneiformes y bíblicos16; o en el reciente trabajo de K.
H. Garroway sobre la situación del infante en el hogar17. Los congresos y semi-
narios sobre el tema también se siguieron produciendo, como la mesa redonda
organizada en 1997 por B. Lion, C. Michel y P. Villard y publicada en la revista
KTEMA bajo el título Enfance et éducation dans le Proche-Orient Ancien18. Con el paso

cuneiforme, tanto en la época de Ur III hasta Hammurapi (Michel Gonelle, “Le droit à
l’éducation, de l’époque de la 3e dynastie d’Ur à celle de la dynastie de Hammurabi”, en
AA. VV., L’Enfant. Cinquième partie, 63–77) como contextualizado en el archivo de Mari
(Josef Klíma, “Le statut de l’enfant d’après les documents cunéiformes de Mari (Première
moitié du 2E Millénaire avant J.C.)”, en AA. VV., L’Enfant. Première partie: Antiquité- Afri-
que- Asie, Recueils de la Société Jean Bodin pour l’histoire comparative des institutions,
vol. 35 [Bruselas: Éditions de la Librarie Encyclopedique, 1975], 119–30).
12 En este volumen editado en francés y holandés (Théodoridès y Naster y Ries,

L’enfant), y a diferencia de los publicados por la Societé Jean Bodin, encontramos una amplia
gama de artículos sobre la niñez en diferentes contextos culturales del Oriente antiguo,
como Mesopotamia (Limet, Naster, Vanstiphout, Sauren), Egipto (Mekhitarian, Théodo-
ridès), Israel (Fontinoy) o India (Verpoorten).
13 Walter Farber, Schlaf, Kindchen, Schlaf!: Mesopotamische Baby-Beschwörungen und –

Rituale, MC 2 (Winona Lake: Eisenbrauns, 1989).


14 Joseph Fleishman, Studies in the Legal Status of Children in the Bible and the Ancient Near

East, Tesis doctoral inédita (en hebreo) (Ramat Gan: Bar Ilan University, 1989).
15 Joseph Fleishman, Parent and Child in the Ancient Near East and the Bible, Ancient East

Bible Studies, Studies Perry Foundation for Biblical Research (en hebreo) (Jerusalén:
Hebrew University Mag, 1999). Ambos trabajos de Fleishman están dedicados a la condi-
ción jurídica del niño en Mesopotamia e Israel, con especial énfasis en la relación legal
existente entre padres e hijos. Al respecto véase también Joseph Fleishman, “On the
Legal Relationship between a Father and His Natural Child”, ZAR 6 (2000): 68–81.
16 Marten Stol, Birth in Babylonia and the Bible: Its Mediterranean Setting, CM 14 (Gronin-

gen: STYX Publications, 2000).


17 Kristine H. Garroway, Children in the Ancient Near Eastern Household, Explorations in

Ancient Near Eastern Civilizations 3 (Winona Lake: Eisenbrauns, 2014).


18 En este elenco de estudios los distintos autores analizan varias cuestiones relacio-

nadas con la infancia, como el nacimiento, las fases de la vida desde una perspectiva
artística, la familia, la educación infantil o las sepulturas de niños.
Introducción 5

al nuevo milenio, nuevos trabajos han salido a la luz, muy especialmente en


forma de artículos, tratando diversos aspectos concretos de la infancia en Meso-
potamia y Siria antiguas19.
Sin embargo, entre todos los análisis que se han publicado en las últimas dé-
cadas no encontramos ninguno centrado exclusivamente en la condición legal de
los niños a partir de los principales archivos próximo-orientales del Bronce Re-
ciente. Ello se puede deber, en primer lugar, a que los ámbitos documentales,
aunque parcial o totalmente contemporáneos, son culturalmente diferentes. Así,
y a modo de ejemplo, un especialista en el archivo de Nuzi tendrá necesidad de
profundizar, entre otras, en la documentación casita para encontrar paralelos
textuales, pero no tomará dicha documentación como principal objeto de estu-
dio. El sistema de investigación actual facilita esa disgregación, por lo que las
obras que tratan un tema transversalmente, a partir de varias realidades docu-
mentales, suelen ser ediciones con varios especialistas como colaboradores. Otra
causa para explicar la ausencia de estudios generales sobre la relación entre
infancia y legalidad en el Bronce Reciente responde también a la importante
cantidad de textos sin publicar. Como veremos a lo largo de la investigación, son
muchos los documentos sobre niños, especialmente en el contexto de la Babilo-
nia casita, que permanecen aún en los museos a la espera de su edición. Además,

19 Sin la pretensión de enumerar todos los análisis sobre la infancia en el Próximo

Oriente antiguo, véanse varios trabajos al respecto en Konrad Volk, “Von Dunkel in die
Helligkeit: Schwangerschaft, Geburt und frühe Kindheit in Babylonien und Assyrien”, en
Dasen, Naissance et petit enfance, 71–92; Erlend Gehlken, “Childhood and Youth, Work and
Old Age in Babylonia—A Statistical Analysis”, AOAT 330 (Münster: Ugarit-Verlag,
2005), 89–120; Konrad Volk, “Von Findel-, Waisen-, verkauften und deportierten Kin-
dern. Notizen aus Babylonien und Assyrien”, en Andreas Kunz-Lübcke y Rüdiger Lux
(eds.), “Schaffe mir Kinder, wenn nicht, so sterbe ich”: Beiträge zur Kindheit im alten Israel und in
seinen Nachbarkulturen, Arbeiten zur Bibel und ihrer Geschichte 21 (Leipzig: Evangelische
Verlagsanstalt, 2006), 47–87; Laura Culbertson, “A Life-Course Approach to Household
Slaves in the Late Third Millennium B.C.”, en Laura Culbertson (ed.), Slaves and Hou-
seholds in the Near East, OIS 6 (Chicago: The University of Chicago, 2011), 33–48; Daniel
Justel, “Some Reflections on the Age of Adopted Children and Their Adoptive Parents at
Nuzi”, en Brigitte Lion y Philippe Abrahami (eds.), The Nuzi Workshop at the Fifty-Fifth
Rencontre Assyriologique Internationale, SCCNH 19 (Bethesda: CDL Press, 2012), 141–57;
Daniel Justel, “Adopciones infantiles en el Próximo Oriente Antiguo”, en Justel, Niños en
la Antigüedad, 99–148; Jordi Vidal, “La infancia en las leyendas de Ugarit”, en Justel, Niños
en la Antigüedad, 149–62; Ulrike Bock, “Von seiner Kindheit bis zum Erwachsenenalter”: Die
Darstellung der Kindheit des Herrschers in mesopotamischen und kleinasiatischen Herrscherinschriften und
literarischen Texten, AOAT 383 (Münster: Ugarit-Verlag, 2012) (cf. Daniel Justel, BiOr
73.3–4 [2016]: 423–30); Garroway, Children (cf. Daniel Justel, BiOr 73.1–2 [2016]: 273–
79); Vitali Bartash, “Children in Institutional Households of Late Uruk Period Mesopo-
tamia”, ZA 105.2 (2015): 131–38.
6 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

se debe tener en cuenta en todo momento que las características de las fuentes
disponibles hacen que los casos relativos a la infancia sean marginales. Los casos
atestiguados de abandonos, abortos, adopciones o esclavitud infantil no repre-
sentan necesariamente a la infancia en sus diversos y heterogéneos grupos
sociales. Así, se tendrá en cuenta la excepcionalidad de las fuentes cuneiformes
tratadas, así como el azar de los hallazgos.
En este trabajo analizamos la condición legal de los niños a partir de la
documentación cuneiforme de los archivos casitas, mesoasirios, mittanios y si-
rios. Para ello hemos encontrado, entre otras, las dificultades anteriormente
expuestas, por lo que desde el comienzo de la investigación hemos intentando en
la medida de lo posible tener una correcta visión de conjunto de los diferentes
ámbitos culturales y los archivos que los componen. Así, el contacto y la discu-
sión con investigadores especialistas en la documentación de cada región ha sido
clave para la consecución del trabajo.
Creemos que la elección del tema y época queda justificada también por
la laguna historiográfica existente, analizándose por primera vez estas cuestiones
para el período comprendido aproximadamente entre el 1500 y el 1100 a. C.
1.2. PRESENTACIÓN Y JUSTIFICACIÓN DEL ESTUDIO
OBJETIVOS
El principal objetivo del trabajo es evaluar la condición legal de la infancia en las
diferentes realidades sociales de Mesopotamia y Siria durante el Bronce Recien-
te. Se estudia por tanto el papel que los niños jugaron en sus respectivos ámbitos
de vida. Para ello no solo contemplaremos a estos individuos como elementos
pasivos de la sociedad, sino que intentaremos evaluar también un protagonismo
activo dentro de su círculo vital. Así, son analizadas especialmente las ocasiones
en las que los niños (y en especial los adolescentes) tienen capacidad legal sufi-
ciente como para que de ellos emane la activación de ciertos mecanismos
jurídicos. Otras veces será evidente su papel activo, y desde muy pequeños, en la
producción manufacturera de determinados productos.
La relación legal entre los niños y los adultos —principalmente sus padres,
biologicos o adoptivos— es asimismo tomada en consideración. Para ello será
necesario contemplar y evaluar la posición que el menor tenía dentro de su
ámbito familiar, en relación a cuestiones como obligaciones para con los proge-
nitores, derechos de herencia, etc.
Con el estudio de las mismas cuestiones en diferentes realidades, otro de los
objetivos del trabajo será proceder a la comparación entre los distintos archivos.
No obstante, dicha confrontación será en ocasiones imposible de realizar, puesto
que la documentación disponible no es homogénea, ni cuantitativa ni cualitati-
vamente, a lo largo de todos los ámbitos geográficos del estudio. Aún así, sí se
podrán trazar unas líneas generales para evaluar los principales aspectos legales
de la infancia en las distintas zonas analizadas.
Introducción 7

Por último, un propósito de la investigación es la inserción de las cuestiones


estudiadas para el Bronce Reciente dentro de la constante próximo-oriental
antigua. La relación entre la jurisdicción sobre la infancia de épocas anteriores o
posteriores con la aquí estudiada evidenciará en ocasiones un desarrollo lineal,
mientras que otras veces apreciaremos innovaciones o rupturas de tradiciones y
determinados comportamientos legales.
METODOLOGÍA
La metodología empleada tiene como base principal la documentación cunei-
forme que proporcionan los archivos mencionados abajo. Por tanto, las
cuestiones filológicas serán las primeras en tomarse en consideración, constitu-
yendo el primer fundamento de la presente investigación. Examinados los textos,
procederemos al análisis histórico, insertando la documentación en un contexto
social, económica y culturalmente determinado. A la hora de estudiar y explicar
las cuestiones generales o específicas en relación con la infancia, acudiremos al
derecho familiar antiguo, y muy especialmente al mesopotámico, plasmado en
códigos legislativos y casos de práctica legal. Asimismo la antropología histórica
conferirá un trasfondo importante a los modelos sociales imperantes en las so-
ciedades del Bronce Reciente. Debido a la naturaleza de sus fuentes, otras
disciplinas históricas serán tomadas en consideración solo de forma parcial. Por
ejemplo, la Arqueología arroja luz sobre cuestiones sobre la infancia como en-
fermedades de niños o ritos funerarios, pero no guarda una relación directa —o
al menos aparente— con el planteamiento jurídico en el que se desarrolla el
trabajo.
Por último, y puesto que la mayor parte de la documentación cuneiforme
empleada de forma directa, tanto a través de colaciones personales como del
estudio de ediciones de textos, corresponde a la época estudiada, la comparación
con otras realidades sociales, contemporáneas o no, se ha llevado a cabo a partir
de la bibliografía disponible. A pesar de que no existía hasta la fecha un estudio
conjunto que tratara la relación entre infancia y legalidad en todos estos ámbitos
del Bronce Reciente, hemos podido consultar varios trabajos que de una u otra
forma guardan relación con el tema estudiado. Las diferentes ideas que varios
autores tiene sobre distintas cuestiones relacionadas con la infancia han enrique-
cido sobremanera nuestra perspectiva a la hora de abordar la presente
investigación.
DELIMITACIONES
DELIMITACIÓN CRONO-ESPACIAL. LOS ARCHIVOS ESTUDIADOS. La investiga-
ción se encuadra cronológicamente en el período conocido en la modernidad
8 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

como Bronce Reciente20. A grandes rasgos éste se corresponde con la segunda


mitad del 2.º milenio a. C. (esto es, 1500–1000 a. C.). Sin embargo, este marco
temporal variará asimismo tomando en cuenta las características de cada espacio
geográfico estudiado.
Los ámbitos documentales analizados en el trabajo se inscriben en cuatro
zonas geográficas y política y/o culturalmente determinadas del Próximo Orien-
te antiguo: Babilonia, Asiria, Mittani y Siria. Las tres primeras,
mesopotámicas21, se corresponden con entidades políticas de la época, goberna-
das por monarcas y por tanto con una concepción de unidad. Por su parte, Siria
responde más bien a una concepción cultural, también común, que facilita su
estudio conjunto al investigador.
A continuación exponemos brevemente estas cuatro realidades documenta-
les en el orden arriba nombrado, incidiendo especialmente en sus límites crono-
espaciales, y presentando una valoración sobre los textos que atañen a nuestra
investigación.
DOCUMENTACIÓN EMPLEADA. A lo largo del estudio se analiza la documenta-
ción cuneiforme, principalmente redactada en acadio, de varios archivos. El
criterio que hemos seguido para filtrar el corpus ha sido principalmente la elec-
ción de textos que guardan relación con la condición jurídica de los niños de la
época. Por tanto, por lo general la documentación tiene una naturaleza legal, lo
que se expresa en contratos de ventas, adopciones, testamentos, etc. Otro tipo de
textos son asimismo tomados en consideración. Entre éstos merecen mención
especial las listas de trabajadores forzados o de raciones, de las que, aun pose-
yendo naturaleza administrativa, subyace información de carácter legal crucial
para entender la relación de dependencia entre dichos trabajadores —entre los
que hay niños— y la administración palaciega y del templo.
Así pues, atenderemos a la documentación del Bronce Reciente mesopotá-
mico y sirio que nos informe directa o indirectamente sobre cualquier aspecto
general o puntual de carácter jurídico en relación a los niños de la época.
Ámbito mesobabilónico. El período mesobabilónico se corresponde con el gobierno
de la dinastía casita, que reinó en la Mesopotamia meridional desde 1595 a. C.
hasta la toma de Babilonia a manos elamitas, en 1155 a. C.22 Tradicionalmente

20 Otras denominaciones de esta época en la historiografía hispana, igualmente váli-

das, son “Bronce Final” o “Bronce Tardío”. Nosotros escogemos, por tanto, la
nomenclatura francesa (“Bronze Récent”).
21 Con la excepción siria de Alalaḫ, que incluimos en la órbita mittania. Véase más

adelante al respecto.
22 Para una historia política y bien estructurada del período en que los monarcas ca-

sitas reinaron en Babilonia véase Susanne Paulus, “Babylonien in der 2. Hälfte des 2. Jts.
v. Chr.—(K)ein Imperium? Ein Überblick über Geschichte und Struktur des mittelbaby-
lonischen Reiches (ca. 1500–1100 B.C.)”, en Michael Gehler y Robert Rollinger (eds.),
Introducción 9

considerada como una “edad oscura”, debido principalmente a su posición


cronológica entre dos grandes imperios (el paleobabilónico y, tras la Segunda
Dinastía de Isin, el neobabilónico), se trata de la dinastía que más tiempo reinó
en la historia de Babilonia23. La documentación cuneiforme que conocemos se
concentra en los dos últimos siglos de la dinastía, a partir de mediados del s. XIV
a. C.24.
Uno de los principales problemas al que se enfrenta el investigador actual
que aborda la realidad casita es la gran proporción de documentos inéditos. De
los aproximadamente 13.000 textos que configuran el corpus mesobabilónico
conocido, el elenco publicado no llega al 15%25. Este aspecto dificulta enorme-
mente la aproximación a cualquier tema basado en el corpus, y el de la infancia
no es una excepción.
Dejando de lado ciudades como la capital Dūr-Kurigalzu, Larsa, Eridu, Isin
o Uruk, cuya documentación publicada no nos informa sobre los niños de la
época, los archivos mesobabilónicos estudiados en esta investigación son, por
orden cuantitativo decreciente, Nippur, Ur, Tell Imliḥiye y Babilonia.
Nippur fue el centro administrativo y religioso del reino casita. Desde que
en 1888 la Universidad de Pennsylvania comenzara las campañas arqueológicas
de manos de Peters, Hilprecht y Haynes, más de 10.000 tablillas mesobabilóni-
cas del yacimiento han salido a la luz26. Este archivo constituye nuestra mayor
fuente textual a lo largo de la presente investigación, su naturaleza es tanto pri-
vada como pública y su amplitud cronológica general se sitúa entre 1350 y 1150
a. C. Documentos de géneros diversos nos informan sobre la infancia de la épo-

Imperien und Reiche in der Weltgeschichte: Epochenübergreifende und globalhistorische Vergleiche (Wies-
baden: Harrassowitz Verlag, 2014), 66–76. Cf. asimismo, de forma muy especial y
referido a varios aspectos sobre época casita, el reciente trabajo en Alexa Bartelmus y
Katja Sternitzke (eds.), Karduniaš: Babylonia under the Kassites (2 vols) (Berlín: de Gruyter,
2017).
23 Para un análisis sobre Babilonia durante la dinastía casita véase especialmente

John A. Brinkman, “Babylonia under the Kassites: Some Aspects for Consideration”, en
Bartelmus y Sternitzke, Karduniaš, 1–44.
24 Daniel Justel, “La Babilonia casita: Historia de las investigaciones y perspectivas

futuras de estudio”, en Juan Carlos Oliva y Juan Antonio Belmonte (coords.), Esta Toledo,
aquella Babilonia, Colección Estudios 131 (Cuenca: Ediciones de la Universidad de Casti-
lla-La Mancha, 2011), 75.
25 Sobre esta y otras cuestiones sobre la documentación mesobabilónica véanse espe-

cialmente Justel, “La Babilonia casita”, 73–74, 78; Susanne Paulus, “The Limits of
Middle Babylonian Archives”, en Michele Faraguna (ed.), Archives and Archival Documents in
Ancient Societies, Legal Documents in Ancient Societies IV, Graeca Tergestina, Storia e
Civiltà 1 (Trieste: Edizioni Università di Trieste, 2013), 87–103.
26 Sobre las expediciones arqueológicas a Nippur y las principales ediciones de textos

del archivo véase Justel, “La Babilonia casita”, 68–70, 72–73.


10 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

ca, a través de ventas de niños, listas de trabajadores forzados o de raciones de


cereal, entre los que se consignan menores. Gran parte de los textos estudiados
permanecen aún sin editar, si bien muchos de ellos, además de otros paralelos,
han sido objeto de colación personal en el University Museum (Filadelfia) y el British
Museum (Londres)27.
El yacimiento de Ur fue excavado por L. Woolley entre 1922 y 1934. En la
campaña de 1926–1927 el equipo halló alrededor de cien textos de época meso-
babilónica, publicados décadas después por Gurney28 y encuadrados
cronológicamente entre 1292 y 1079 a. C. El corpus del Ur casita posee un
carácter eminentemente legal y económico. De hecho, una decena de documen-
tos del archivo guarda relación directa con el mundo de la infancia,
informándonos especialmente del fenómeno de vender niños. Ello hace que Ur
se convierta en una pieza fundamental en este estudio, aportando en particular
sugerentes comparaciones entre su documentación y la de Nippur29.
En lo que concierne al corpus mesobabilónico hay que referirse al archivo
de Tell Imliḥiye. Se trata de un emplazamiento excavado por el Instituto
Alemán de Arqueología entre 1979 y 1980, a escasos kilómetros del río Diyala.
Su cronología se inscribe entre 1263 y 1255 a. C., y las decenas de tablillas casi-
tas encontradas conciernen a una sola familia, la de Ilī-šēmi y sus hijos, Apil-
Nergal y Burna-Nergal. Apenas un documento de este archivo nos informa
sobre cuestiones relacionadas con la infancia: un texto en el que Apil-Nergal
vende una niña pequeña30.
El último archivo casita del que nos nutrimos es la ciudad de Babilonia,
donde el alemán R. Koldeway desarrolló su labor arqueológica entre 1899 y
1917. Hasta quinientas sesenta y cuatro documentos mesobabilónicos salieron a
la luz durante estos años, si bien, al igual que ocurre con Tell Imliḥiye, solamen-
te uno nos interesará al analizar la infancia: un texto inédito de venta de tres
adolescentes31.

27 A lo largo de sendas estancias en septiembre y octubre de 2010 (Filadelfia) y abril

de 2015 (Londres).
28 Oliver R. Gurney, Middle Babylonian Legal Documents and Other Texts, UET 7 (Lon-

dres: British Museum Publications, 1974); The Middle Babylonian Legal and Economic Texs
from Ur (Londres: British School of Archaeology in Iraq, 1983).
29 Sobre la documentación del Ur mesobabilónico véanse Leonard Woolley, The Kas-

site Period and the Period of the Assyrian Kings, UE 8 (Londres: British Museum Publications,
1965), 101–108; MSKH I, 43–44; Justel, “La Babilonia casita”, 71.
30 Sobre el archivo mesobabilónico de Tell Imliḥiye véanse Rainer M. Boehmer y

Heinz-Werner Dämmer, Tell Imlihiye, Tell Zubeidi, Tell Abbas, Baghdader Forschungen 7
(Mainz: Von Zabern, 1985); Justel, “La Babilonia casita”, 72.
31 Se trata de B.143 + B.227, que sera analizado especialmente en el Capítulo 6,

consagrado a las ventas de niños. Véase una visión general de la demás documentación
casita de Babilonia en MSKH I, 44; Olof Pedersén, Archive und Bibliotheken in Babylon,
Introducción 11

Así pues, la documentación mesobabilónica aporta, a través de cuatro ar-


chivos32, una información fundamental para aproximarnos al análisis de
cuestiones legales sobre la infancia. Este estudio se hace necesario, puesto que
hasta la fecha dicho corpus no ha sido tomado en consideración conjuntamente33.
Ámbito mesoasirio. El período conocido como mesoasirio se corresponde aproxi-
madamente con la segunda mitad del 2.º milenio a. C. (ca. 1420–1050 a. C.).
Son varios los emplazamientos de la Mesopotamia meridional donde los arqueó-
logos, especialmente alemanes, han hallado archivos con textos cuneiformes. Si
bien contamos con varios yacimientos con este tipo de documentación, como
Šibaniba, Tell Rimaḫ o Tell Fekhariya, solamente el corpus de Aššur, Ḫarbe y la
capital del imperio, Kār-Tukultī-Ninurta, proporcionan información acerca de
la condición legal de los niños en sendas ciudades34.

ADOG 25 (Berlín: Saarländische Druckerei und Verlag, 2005), 69–108; Justel, “La Babi-
lonia casita”, 70.
32 Si bien no es de significancia capital sobre la cuestión de la infancia, se debe men-

cionar la existencia de un lote de textos casitas quizás provenientes del archivo de Dūr-
Enlilē. Esta ciudad, cuyo emplazamiento exacto desconocemos (solamente se puede
hipotetizar que se situaría en las inmediaciones de un canal o un río, vía por la que se
comerciarían diferentes bienes), fue un importante centro económico dependiente de la
administración de Nippur. A los más de 450 textos recientemente publicados (cf. Wilfred
H. van Soldt, Middle Babylonian Texts in the Cornell University Collections I: The Later Kings,
CUSAS 30 (Bethesda: CDL Press, 2015), y datados a partir del reinado de Kadašman-
Turgu, habrán de añadirse otros cuatro centenares que aparecerán próximamente. La
publicación de este segundo lote de textos, datados entre los siglos XV y XIV a. C., co-
rrerá a cargo de Elena Devecchi dentro de la serie estadounidense CUSAS. Para nuestro
estudio, la importancia de este archivo radica en las referencias a terminología sobre
actividades laborales.
33 El único análisis conjunto que conocemos sobre la infancia en época casita es el de

Leonhard Sassmannshausen, Beiträge zur Verwaltung und Gesellschaft Babyloniens in der Kassiten-
zeit, BaF 21 (Mainz am Rhein: von Zabern, 2001), 202–10, bajo apartado
“Kaufverträge”. Sin embargo, el autor no toma como eje principal la condición legal de
los niños comprados, sino que el criterio lo constituye la naturaleza de los documentos,
compra-ventas de personas. Es por ello que también presenta en su estudio textos de
ventas de adultos, como el contrato de Ur UET 7 74. Lo mismo ocurre con el estudio de
Jonathan S. Tenney (Life at the Bottom of Babylonian Society: Servile Laborers at Nippur in the
Fourteenth and Thirteenth Centuries B.C. [Leiden: Brill, 2011]), quien examina las listas meso-
babilónicas de trabajadores forzados, donde solo una parte de los individuos son niños.
34 Otros archivos mesoasirios serán referenciados a lo largo del trabajo. Baste men-

cionar aquí el de Dūr-Katlimmu, en cuya reciente publicación de textos sobre raciones


aparecen consignados ocasionalmente menores (cf. Saqer Salah, Die Mittelassyrischen Perso-
nen- und Rationenlisten aus Tall Šēḫ Ḥamad / Dūr-Katlimmu, BATSH 18 [Wiesbaden: de
Gruyter, 2014]).
12 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Las excavaciones alemanas en Aššur, en la actual Qal’at Sherqaṭ, fueron


llevadas a cabo por equipos alemanes, y en menor medida iraquíes, en diferentes
fases desde 1900. Las campañas sacaron a la luz cientos de tablillas mesoasirias,
mostrando no solo a nivel documental sino también arqueológico —espacios
públicos y templos en el norte y casas privadas en el sur— un florecimiento
especial de la urbe entre los reinados de Aššur-uballiṭ y Tiglat-Pileser I (ca.
1365–1076 a. C.)35. Los géneros literarios de los textos de Aššur son variados:
listas lexicales, himnos, mitos, rituales reales, etc. Asimismo encontramos docu-
mentos legales en torno a menores, entre los que se encuentran las escasas pero
significativas fuentes que analizamos en el trabajo, fundamentalmente referidas a
adopciones infantiles.
El archivo de Ḫarbe (actual Tell Chuēra) se encuentra a 6 km al sur de la
frontera entre Siria y Turquía, en el territorio sirio entre los ríos Khabur y Ba-
likh. Las excavaciones del yacimiento, también llevadas a cabo por equipos
alemanes desde 1958, sacaron a la luz alrededor de sesenta tablillas cuneiformes
del reinado de Tukulti-Ninurta I (1243-1207 a. C.)36. Aparte de una veintena de
cartas, el resto de documentos son en su mayoría listas de personas con su co-
rrespondiente asignación de cereal. Son precisamente algunos de estos textos los
que consignan niños entre los receptores de raciones, aspecto que pondremos en
relación con los documentos administrativos del mismo tipo pero procedentes
del archivo de Nippur.
El último archivo mesoasirio analizado es Kār-Tukultī-Ninurta (actual
Tulul al-‘Aqar), situada apenas a tres kilómetros al norte de Aššur, en la orilla
opuesta del Tigris. Excavada por equipos alemanes en 1913–1914 y 1986–1989,
se trata de una fundación ex novo del monarca Tukultī-Ninurta I (1243–1207 a.
C.), que promovió el cambio de capital de su imperio, anteriormente en Aššur.
Hasta la fecha se conocen cuatro archivos de la ciudad, si bien la mayor parte de
los textos permanecen aún inéditos. Muchos de estos documentos son de carác-
ter administrativo, principalmente listas. Es precisamente uno de estos textos,
VAT 18087+, el que nos informa sobre el tratamiento de la infancia por los
contemporáneos a través de un elenco de deportados hurritas entre los que se
consignan niños.
Al igual de lo que ocurre con el ámbito casita, la historiografía no ha incidi-
do expresamente en la figura del niño en la Asiria de la época a través de un
análisis específico a nivel jurídico. Si bien no contamos con gran cantidad de
textos que nos informen sobre la niñez en dicho contexto, se hará especialmente

35 Para la documentación de Aššur durante este período véanse Olof Pedersén, Archi-

ves and Libraries in the City of Assur: A Survey of the Material from the German Excavations, Part 1
(Uppsala: Almqvist & Wiksell, 1985); Archives and Libraries in the City of Assur: A Survey of the
Material from the German Excavations, Part 2 (Uppsala: Almqvist & Wiksell, 1986).
36 Sobre el yacimiento de Ḫarbe véase Olof Pedersén, Archives and Libraries in the An-

cient Near East. 1500–300 B.C. (Bethesda: CDL Press, 1998), 98–100.
Introducción 13

interesante la puesta en común de los documentos de Aššur con las adopciones


nuzitas o sirias, los de Ḫarbe con las listas de raciones mesobabilónicas y el de
Kār-Tukultī-Ninurta con la práctica próximo-oriental antigua de deportar pri-
sioneros de guerra.
Archivos mittanios. Con la debilidad del poder hitita tras la caída del reino semítico
de Yamḫad, a comienzos del s. XVI a. C., se concretó la “formación estatal” de
Mittani37. Es en el s. XV a. C. cuando Mittani adquiere crucial importancia en
el contexto socio-económico del Oriente próximo, disfrutando de una situación
geoestratégica privilegiada entre los imperios asirio, hitita y egipcio. Tras un
período de dominación hitita de Mittani, el reino fue finalmente anecionado por
el rey asirio Salmanasar I, en el s. XIII a. C.
La cohesión del territorio mittanio, debido no solo a cuestiones políticas sino
también culturales, como su evidente sustrato hurrita, hace que estudiemos
conjuntamente dos archivos que nos proporcionan significativa información
para el tema. Nos referimos a Nuzi y Alalaḫ, en los actuales Iraq y Siria respecti-
vamente.
A nivel documental conocemos el antiguo reino de Arrapḫe, perteneciente
al imperio de Mittani, en especial gracias al archivo de Nuzi (actual Yorgan
Tepe), una de las capitales provinciales del territorio38. Las excavaciones arqueo-
lógicas americano-iraquíes llevadas a cabo entre 1925 y 1931 sacaron a la luz en
el yacimiento alrededor de cinco mil textos procedentes de varios archivos, da-
tados entre los siglos XV y XIV a. C. y provenientes tanto de contextos
palaciegos como del templo o privados. Entre estos últimos destacan los archivos
familiares de Teḫip-Tilla, llamados así aunque abarquen cinco generaciones,
que cuentan con más de 1.000 tablillas. Asimismo importantes son los archivos

37 El Ḫanigalbat de asirios y babilónicos. Para una introducción actualizada sobre el

territorio de Mittani véanse Bárbara Eugenia Solans, Poderes colectivos en la Siria del Bronce
Final (Barcelona: Universidad de Barcelona, 2014), 59–60; y especialmente Eva Cancik-
Kirschbaum y Nicole Brisch y Jesper Eidem (eds.), Constituent, Confederate, and Conquered
Space: The Emergence of the Mittani State, Topoi Berlin Studies of the Ancient World 17 (Go-
tinga: De Gruyter, 2014). Para una visión política de todo el territorio mittanio, con
énfasis en aspectos cronológicos y territoriales y una atención especial sobre el territorio
de Cárquemis, cf. Juan Antonio Belmonte, “Reflexiones sobre el territorio de Cárquemis
durante el periodo mittanio”, en Alberto Bernabé Pajares y Juan Antonio Álvarez Pedro-
sa (eds.), Orientalística en tiempos de crisis: Actas del VI Congreso Nacional del Centro de Estudios del
Próximo Oriente (Zaragoza: Libros Pórtico, 2015), 52.
38 Sobre los archivos de Nuzi véanse especialmente Brigitte Lion, “Les archives

privées d'Arrapḫa et de Nuzi”, SCCNH 10 (Bethesda: CDL Press, 1999), 35–62; May-
nard P. Maidman, Nuzi Texts and Their Uses as Historical Evidence, WAW 18 (Atlanta:
Society of Biblical Literature, 2010).
14 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

de Šilwa-Teššup, con más de 700 o los de Akkuya y Zike, con unos 200 docu-
mentos.
Teniendo en cuenta estos últimos archivos, y si bien los géneros de las tabli-
llas de Nuzi son diversos en su naturaleza literaria, una buena parte de los
documentos se inscribe en el ámbito legal y jurídico. Será este corpus de carácter
familiar el que nos informe sobre cuestiones relacionadas con la infancia, espe-
cialmente a través de contratos de adopción y ventas de niños. Hasta la fecha la
historiografía no ha aportado ningún estudio detallado sobre la infancia en Nu-
zi39, y la comparativa del elenco textual nuzita con otros contemporáneos o
ligeramente posteriores arrojará luz para insertar determinados mecanismos
legales en el contexto próximo-oriental del Bronce Reciente.
El yacimiento de Alalaḫ (actual Tell Açana) fue excavado por la expedición
inglesa dirigida por L. Woolley, entre 1937–1939 y 1946–1949. Este emplaza-
miento sirio posee varios niveles arqueológicos con archivos cuneiformes, entre
los que destacan Alalaḫ VII (ca. 1800–1650 a. C.) y Alalaḫ IV (ca. 1500–1400 a.
C.). En este estudio tomaremos en consideración el último, puesto que se encua-
dra cronológicamente en el Bronce Reciente40. De esta época, y
contextualizados en archivos administrativos palaciegos, provienen casi trescien-
tos textos escritos en el dialecto babilónico del acadio con fuerte influencia
hurrita. Su naturaleza literaria es variada, presentando contratos de diversa
índole, procesos legales o registros administrativos41. Sin embargo, la documen-
tación que concierne a la infancia es tan escasa que la historiografía no ha
aportado ningún estudio centrado en este aspecto. Aún así, dos contratos de
compra-venta de jóvenes esclavos procedentes de Alalaḫ darán una amplitud
mayor al análisis de este fenómeno en el Bronce Reciente.
Archivos sirios. A lo largo del estudio entenderemos por “Siria” la región norocci-
dental de la actual República Árabe de Siria, donde se sitúan los archivos

39 Aún así, y por su relación obvia con el tema, véase un trabajo sobre las nodrizas

en el Próximo Oriente antiguo, con atención especial al archivo de Nuzi, en Helga Sch-
neider-Ludorff, “Die Amme nach Texten aus Nuzi”, SCCNH 18 (Bethesda: CDL Press,
2009), 479-89. Para la cuestión desde una perspectiva legal, cf. Sophie Démare-Lafont,
“Women at Work in Mesopotamia: An attempt at a legal perspective”, en Brigitte Lion y
Cécile Michel (eds.), The Role of Women in Work and Society in the Ancient Near East, Studies in
Ancient Near Eastern Records 13 (Berlín: de Gruyter, 2016), 319–23.
40 Sobre la cronología de los textos de Alalaḫ IV véase Christian Niedorf, Die mittel-

babylonischen Rechtsurkunden aus Alalaḫ (Schicht IV), AOAT 352 (Münster: Ugarit-Verlag,
2008), 9–17.
41 Sobre la documentación de la Alalaḫ del Bronce Reciente véase especialmente

ibíd., así como Eva von Dassow, State and Society in the Late Bronze Age: Alalaḫ under the Mittani
Empire, SCCNH 17 (Bethesda: University Press of Maryland, 2008).
Introducción 15

estudiados de Emar, Ekalte, Ugarit y Tuttul42. Esta nomenclatura ha sido ambi-


gua desde la Antigüedad, y responde a una alteración que los jonios, que
frecuentaban esa parte de la costa mediterránea, introdujeron a partir del con-
cepto de “Asiria” en el s. VIII a. C., cuando los ninivitas redujeron la región a
provincia del imperio neoasirio43. Por tanto, esta denominación griega será de
carácter exógeno.
Sea como fuere, el concepto de Siria constituye en la historiografía moderna
la manera más práctica de agrupar los archivos mencionados en un ente con
rasgos comunes44. Éstos, además de geográficos, son asimismo culturales, algo
evidente al examinar las lenguas de la zona. Hasta el momento todos los docu-
mentos de la Siria de la época emplean la escritura cuneiforme silábica y la
lengua acadia, con la notable excepción de Ugarit, donde, además, se emplea un
alfabeto cuneiforme para redactar textos en ugarítico, la lengua local. En la
lengua acadia empleada en estos archivos se aprecian, en cada uno, elementos
procedentes de los sustratos lingüísticos locales, tanto semítico-noroccidentales
como hurritas. Otros archivos que no comparten estas características, aun es-
tando ubicados en la Siria actual, no son tomados en consideración en la
designación de “Siria del Bronce Reciente”45.
La ciudad de Emar (actual Tell Meskéne), a orillas del Éufrates, era cono-
cida al menos desde 1929, pero no fue excavada sistemáticamente hasta 1972
por el equipo francés dirigido por J.–C. Margueron. En fechas posteriores ha
sido U. Finkbeiner el encargado de la excavación del yacimiento.46 Los años

42 El archivo de Alalaḫ bien podría haber sido insertado dentro de esta zona, actual

Siria, si bien decidimos clasificarlo dentro de la influencia mittania, primando los criterios
políticos y culturales sobre los estrictamente geográficos.
43 Por esta razón, Homero, probablemente contemporáneo al momento de creación

de este nuevo concepto, y con toda seguridad desconocedor del mismo, no cita el nuevo
término. Así, se referirá a esta región sirviéndose de su nombre oriental: “Aram” (alterado
en “Arimeen” y “Erembos”). Estas cuestiones ya aparecen expuestas en los diarios de
diferentes viajeros y exploradores de la Ilustración, como en el capítulo “Viage a Siria”,
en AA. VV. El viagero universal, ó Noticia del Mundo Antiguo y Nuevo: Obra recopilada de los mejores
Viageros por D. P. E. P., Tomo II, Suplemento (Madrid: Imprenta de Villalpando, 1801)
(esp. pp. 79ss).
44 Sobre el concepto de “Siria”, véanse especialmente Joaquín Sanmartín, “«Siria»:

historia de un mapa”, en AA. VV. Séptimo Centenario de los Estudios Orientales en Salamanca,
Estudios Filológicos de la Universidad de Salamanca 337 (Salamanca: Ediciones Univer-
sidad Salamanca, 2012), 153–61; Trevor Bryce, Ancient Syria: A Three Thousand Year History
(Oxford: Oxford University Press, 2014), 5.
45 Es por ejemplo el caso de Ḫarbe (Tell Chuēra), que aun estando en Siria pertene-

ce a la órbita del imperio mesoasirio, o el ya expuesto de Alalaḫ.


46 Véase un resumen sobre los aspectos arqueológicos de Emar en Uwe Finkbeiner,

“Die Stratigraphie von Emar”, en Jörg Becker, Ralph Hempelmann y Ellen Rehm (eds.),
16 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

siguientes estuvieron dedicados a la excavación de los niveles del Bronce Recien-


te, tanto en áreas privadas como en las que se supuso en un principio que
pertenecían a espacios públicos de carácter cultual47. Las más de 1200 tablillas
cuneiformes procedentes de estos archivos datan de finales del s. XIV hasta la
destrucción de la ciudad (ca. 1180 a. C.)48. Durante este período la ciudad estuvo
integrada en el Imperio Hitita, dependiendo directamente del reino de Cárque-
mis. La documentación emariota, en su mayoría escrita en el dialecto babilónico
del acadio49, refleja estas circunstancias históricas, con la presencia también de
textos en hurrita e hitita. Los documentos acadios presentan gran variedad de
géneros: listas lexicales, registros administrativos, textos literarios y mágicos,
rituales, cartas, etc.50 Cuantitativamente destacan los documentos de tipo eco-
nómico y jurídico-legal. Entre los primeros encontramos préstamos o compra-
venta de propiedades o personas. Por su parte, los textos legales nos informan
sobre testamentos, matrimonios o adopciones. Ambos corpora conformarán la

Kulturlandschaft Syrien: Zentrum und Peripherie, Fetschrift für Jan-Waalke Meyer, AOAT 371
(Münster: Ugarit-Verlag, 2010), 197–205 (con bibliografía). Una introducción al archivo
emariota se encuentra en Betina I. Faist, “Emar”, en Hubert Cancik y Helmuth Schnei-
der (eds.), Der Neue Pauly. Enzyklopädie der Antike 12.2 (Sttutgart: J.B. Metzler, 2002), 950 (cf.
asimismo Solans, Poderes colectivos, 99–103). Para un elenco bibliográfico detallado sobre
los estudios de Emar véase especialmente Betina I. Faist y Josué Javier Justel y Sakal,
Ferhan y Vita, Juan Pablo, “Bibliografía de los estudios de Emar (6)”, UF 45 (2014): 95–
110.
47 En la actualidad, sin embargo, los llamados “Templos de Emar” son interpretados

por la mayoría de autores como verdaderos archivos privados. Al respecto véase por
ejemplo Daniel E. Fleming, Time at Emar: The Cultic Calendar and the Rituals from the Diviner’s
House, MC 11 (Winona Lake: Eisenbrauns, 2000), 13–47.
48 Sobre la cronología del corpus emariota véanse Aaron Skaist, “The Chronology of

the Legal Texts from Emar”, ZA 88 (1998): 45–71; Fleming, Time at Emar, 21–25; Fran-
cesco di Filippo. “Notes on the Chronology of Emar Legal Tablets”, SMEA 46 (2004):
175–214; Maurizio Viano, “Problemi di datazione di alcuni testi legali di Emar”, KASKAL
4 (2007): 245–59; Lorenzo d’Alfonso y Yoram Cohen y Dietrich Sürenhagen (eds.), The
City of Emar among the Late Bronze Age Empires: History, Landscape, and Society. Proceedings of the
Emar Conference, 25–26.04.2006, AOAT 349 (Münster: Ugarit-Verlag, 2008); Francesco di
Filippo, “Emar Legal Tablets: Archival Practice and Chronology”, en d’Alfonso y Cohen
y Sürenhagen, The City of Emar, 45–64; así como la controversia al respecto entre Ma-
samichi Yamada (“The Chronology of the Emar Texts Reassessed”, Orient 48 [2013]:
125–56) y Yoram Cohen (“Problems in the History and Chronology of Emar”, KASKAL
10 [2013]: 281–94). Cf. el último trabajo sobre la cuestión en Sophie Démare-Lafont y
Daniel E. Fleming, “Emar Chronology and Scribal Streams: Cosmopolitanism and Legal
Diversity”, RA 109 (2015): 45–77.
49 Sobre el acadio de Emar véase Stefano Seminara, L’accadico di Emar, Materiali per

il vocabulario sumerico 6 (Roma: Herder, 1998).


50 Sobre estas cuestiones véase especialmente Faist y Justel y Sakal y Vita, “Biblio-

grafía”, 106–9.
Introducción 17

base de nuestro elenco documental, ya que el archivo de Emar nos informa


profusamente sobre cuestiones como ventas de niños o adopciones infantiles.
Por último, hay que subrayar que la heterogeneidad que apreciamos en el
archivo, a distintos niveles, se ve acentuada por la coexistencia de dos tradiciones
escribales marcadamente diferenciadas: la siria y la siro-hitita51. La primera
responde a unos rasgos más formalistas, herederos de la tradición paleobabilóni-
ca. Por su parte, la tradición siro-hitita presenta textos con formato heterogéneo,
gran variedad gramatical y temática —incluso dentro el mismo documento. Es
precisamente dentro de esta segunda tradición donde se inscriben la mayoría de
los textos emariotas analizados en el trabajo que presentamos.
El yacimiento Ras Shamra (antigua Ugarit) se sitúa a apenas 1 km de la
costa mediterránea, en el noroeste sirio, próximo a la actual localidad de La-
takia. Las excavaciones francesas comenzaron en 1929, dirigidas por C.
Schaeffer, y han continuado hasta la actualidad dirigidas por diversos arqueólo-
gos52. Si bien la zona estuvo ocupada desde el Neolítico, el esplendor de Ugarit
se sitúa en el Bronce Reciente, coincidiendo con su condición de vasallo de Ḫatti
y conservando una dinastía propia. Las numerosas campañas arqueológicas han
aportado más de 2.000 tablillas cuneiformes, divisibles en dos grupos similares a
nivel cuantitativo pero diferentes lingüísticamente53. El primero se corresponde
con documentos escritos en acadio y pertenecientes a distintos géneros literarios:

51 Recientemente denominadas de “formato convencional” (siria) y de “formato li-

bre” (siro-hitita). Al respecto véanse Sophie Démare-Lafont y Daniel E. Fleming, “Tablet


Terminology at Emar: ‘Conventional’ and ‘Free Format’”, AuOr 27 (2009): 19–26; Yoram
Cohen, “The Scribal Traditions of Late Bronze Age Emar”, en Daisuke Shibata y Shigeo
Yamada (eds.), Cultures and Societies in the Middle Euphrates and Habur Areas in the Second Mi-
llennium BC—I: Scribal Education and Scribal Tradition (Wiesbaden: Harrassowitz Verlag,
2016), 119–31. Sobre estas cuestiones véase asimismo Sophie Demare-Lafont, “Éléments
pour une diplomatique juridique des textes d’Émar”, en Sophie Démare-Lafont y André
Lemaire (eds.), Trois millénaires de formulaires juridiques, EPHE, Sciences Historiques et Philo-
logiques II, Hautes Études Orientales-Moyen et Proche-Orient 4, 48 (Ginebra: Droz,
2010), 43–84.
52 Véanse varias referencias bibliográficas sobre las excavaciones arqueológicas en

Ugarit en Marguerite Yon, La cité d’Ougarit sur le tell de Ras Shamra (París: Éditions Recher-
che sur les Civilisations, 1997); The City of Ugarit at Tell Ras Shamra (Winona Lake:
Eisenbrauns, 2006).
53 A estos dos grandes grupos habrá que añadir otros textos hallados en Ugarit que

fueron redactados en hurrita, hitita, jeroglífico egipcio o chipro-minoico. Sobre la presen-


cia de estas lenguas en Ugarit véanse, entre otros, Florence Malbran-Labat, “Langues et
écritures à Ougarit”, Semitica 49 (1999): 65–101; Juan Pablo Vita, “Los estudios ugaríticos:
breve presentación y bibliografía”, en Josué Javier Justel y José Ángel Zamora y Juan
Pablo Vita (eds.), Las culturas del Próximo Oriente Antiguo y su expansion mediterránea (Zaragoza:
Instituto de Estudios Islámicos y del Oriente Próximo, 2008), 181–85.
18 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

textos lexicales, jurídicos, religiosos, literarios, legales, tratados internacionales,


etc.54. El segundo grupo lo constituyen textos —míticos, epistolares, jurídicos,
administrativos, etc.— redactados en la lengua autóctona, denominada ugaríti-
co, por medio de un alfabeto cuneiforme55. En ninguno de los documentos de
Ugarit, tanto acadios como ugaríticos, se consigna la fecha de redacción56. Aún
así, se puede afirmar que la amplitud temporal de los archivos se sitúa entre
mediados del s. XIV y principios del s. XII a. C.57.
La documentación publicada de Ugarit apenas ofrece información para
evaluar distintos aspectos legales de la infancia58. El corpus del archivo con el
que trabajamos en este estudio es por tanto restringido, y se limitará en lo esen-
cial a un texto redactado en ugarítico en el que se presenta una lista de
deportados compuesta por mujeres y niños.
Tuttul (actual Tell Bi’a) constituye el último archivo sirio de la época del que
presentamos documentación en el trabajo. Situada en la confluencia de los ríos
Éufrates y Balikh, fue objeto de excavaciones alemanas en la segunda mitad del s.
XX. Ya importante desde finales del 3.er milenio a. C., fue en la primera mitad
del 2.º milenio a. C. cuando la ciudad adquiere mayor relevancia, especialmente

54 Sobre la naturaleza textual de la documentación acadia de Ugarit véase Wilfred


H. Van Soldt, “The Syllabic Akkadian Texts”, en Wilfred G. E. Watson y Nicolas Wyatt
(eds.), Handbook of Ugaritic Studies (Leiden-Boston-Colonia: Brill, 1999), 36–40; así como
Sylvie Lackenbacher, Textes akkadiens d’Ugarit, LAPO 20 (París: Éditions du Cerf, 2002).
Por su parte, las principales gramáticas de referencia sobre el acadio del archivo siguen
siendo las de John Huehnergard (The Akkadian of Ugarit, HSS 34 (Atlanta: Scholars Press,
1989) y Wilfred H. van Soldt (Studies in the Akkadian of Ugarit: Dating and Grammar, AOAT
40 (Neukirchen-Vluyn: Butzon & Bercker, 1991).
55 Para el ugarítico véanse las gramáticas de Josef Tropper (Ugaritische Grammatik,

AOAT 273 [Münster: Ugarit-Verlag, 2000]) y Pierre Bordreuil y Dennis Pardee (Manuel
d’Ougaritique [París: Geuthner, 2004]; A Manual of Ugaritic [Winona Lake, Eisenbrauns,
2009]), así como los diccionarios de Gregorio del Olmo y Joaquín Sanmartín (A Dictionary
of Ugaritic Language in the Alphabetic Tradition, HdO 67 [Leiden-Boston: Brill, 2003]) y Josef
Tropper (Kleines Wörterbuch des Ugaritischen, Elementa Linguarum Orientis 4 [Wiesbaden:
Harrassowitz Verlag, 2008]). Sobre el ugarítico véase una breve introducción en Vita,
“Los estudios ugaríticos”, 180–81 (con varias referencias bibliográficas de gramáticas
ugaríticas en pp. 182–83).
56 Vita, “Los estudios ugaríticos”.
57 Sobre la discusión de la cronología de los textos de Ugarit véanse Horst Klengel,

Syria 3000 to 300 B.C. A Handbook of Political History (Berlín: Akademie Verlag, 1992); Juan
Pablo Vita, “Datation et genres littéraires à Ougarit”, en Françoise Briquel-Chatonnet y
Hélène Lozachmeur (eds.), Proche-Orient Ancien: Temps vécu, temps pensé (París: Éditions
Maisonneuve, 1998), 39–52; Itamar Singer, “A Political History of Ugarit”, en Watson y
Wyatt, Handbook, 603–733; Jacques Freu, Histoire politique du Royaume d’Ugarit (París:
L’Harmattan, 2006).
58 Otros temas relacionados con la niñez sí son susceptibles de recibir un análisis a

partir del corpus de Ugarit (cf. al respecto Vidal, “La infancia”).


Introducción 19

por ser el gran centro religioso del dios Dagan. La mayor parte de la documenta-
ción cuneiforme de Tuttul proviene de esa época (Bronce Medio). Sin embargo,
la presencia de algunas tablillas del Bronce Reciente evidencia la ocupación pos-
terior de la ciudad, ya en su declive. Nuestro corpus del archivo se ve reducido a
una venta de niña (KTT 382), única referencia a la realidad infantil en el Tuttul
del Bronce Reciente.
Los emplazamientos presentados constituyen una amalgama de archivos con
características sociales, económicas o lingüísticas diferentes. Se extienden a lo
largo de toda Mesopotamia y el ámbito mediterráneo y continental sirio (fig. 1) en
etapas cercanas del Bronce Reciente (ca. 1500–1100 a. C.). Esta diversidad geo-
gráfica y cronológica lo será también a nivel jurídico. Cada ámbito documental
presenta expresiones legales bien definidas, aspectos asimismo característicos de
los textos cuneiformes sobre niños: ventas infantiles, adopciones de menores, rela-
ción entre infancia y matrimonio, etc. El que unos archivos nos informen más que
otros sobre la condición legal de la niñez en el Bronce Reciente hace que centre-
mos más la atención en determinados ámbitos a la hora de analizar una cuestión
específica. La mayor dificultad residirá por tanto en trazar una idea común, si
realmente la hubiere, sobre la relación entre legalidad e infancia en el Oriente
Próximo durante el Bronce Reciente.

Fig. 1. Ámbitos documentales y principales archivos estudiados en la investigación


20 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

DELIMITACIÓN TEMÁTICA Y TERMINOLÓGICA. Las edades de la vida. La noción de


“fase de la vida” estaba muy presente en el ideario de los antiguos mesopotámi-
cos59. Si bien generalmente la documentación cuneiforme no hace referencia
explícita a la edad de las personas en términos de años60, determinados textos
categorizan la vida humana tomando como criterio diferentes fases de la vida.
Así, encontramos tablillas sumerias que ya en el 3.er milenio a. C. distinguen los
siguientes grupos61:

(1) Niños hasta cinco años


(2) Niños de cinco a diez años
(3) Niños de diez a trece años
(4) Adultos
(5) Ancianos

Esta división no es universal para todas las culturas próximo-orientales anti-


guas, y ni siquiera para el cada región en la misma época. Los criterios, de
hecho, pueden ser de distinta naturaleza. El hebreo bíblico, por ejemplo, distin-
gue tres edades de la vida a nivel jurídico: (1) infancia; (2) período entre el
comienzo de la madurez y la llegada a la misma; (3) madurez y plena senectud62.

59 Sobre las fases de la vida en el Próximo Oriente antiguo, desde distintas perspecti-

vas (jurídica, arqueológica, artística, por sexos, etc.), véanse Martha T. Roth, “Age at
Marriage and the Household: A Study of Neo-Babylonian and Neo-Assyrian Forms”,
Comparative Studies in Society and History 29.4 (1987): 716–19; Marten Stol, “Private Life in
Ancient Mesopotamia”, en Jack M. Sasson (ed.), Civilizations of the Ancient Near East (Far-
mington Hills: Hendrickson Publishers, 2006), 486–87; Dominique Parayre, “Les âges de
la vie dans le répertoire figuratif oriental”, KTEMA 22, 1997, 59–89; Brenda J. Baker y
Tosha L. Dupras y Matthew W. Tocheri. The Osteology of Infants and Children, Texas A&M
University Antrophology Series (Austin: Texas A&M University Press, 2005), 10; Josué
Javier Justel, La capacidad jurídica de la mujer en la Siria del Bronce Final: Estudio de las estrategias
familiares y de la mujer como sujeto y objeto de derecho, SPOA 4 (Zaragoza: Instituto de Estudios
Islámicos y del Oriente Próximo, 2008), 278; Kristine H. Garroway, “Gendered or
(Un)Gendered? The Perception of Children in the Ancient Near East”, JNES 71 (2012):
96–97; Children, 16–19. Para la Antigüedad en general véase Justel, “El estudio de la
infancia”, 15–29.
60 Roth, “Age at Marriage”, 716.
61 Esquema basado en Stol, “Private Life in Ancient Mesopotamia”, 487.
62 Respectivamente yōnēq, ṭāp o na´ar (primer período), bāḥūr, betūlāḫ (segundo período)

y ´īš, ´iššāḫ o zāqēn (tercer período). Amplíese en Hans-Walter Wolff, Anthropology of the Old
Testament (Filadelfia: Hymns Ancient & Modern Ltd, 1974), 120–21; Joseph Fleishman,
“The Age of Legal Maturity in Biblical Law”, JANES 21 (1992): 35. Para estas tres épocas
en la Mesopotamia antigua véase Rivkah Harris, Gender and Aging in Mesopotamia: The
Gilgamesh Epic and Other Ancient Literature (Norman: University of Oklahoma Press, 2000),
3–31.
Introducción 21

Mientras tanto, la plena pubertas llegaría para los israelitas a los veinte años63. Esta
subdivisión por edades del pueblo judío carece de precisión cronológica, y res-
ponde sin duda a la inexistencia de conceptos concretos sobre las diferentes
etapas vitales.
Aunque a primera vista ocurre algo similar en las culturas mesopotámicas
del Bronce Reciente, el análisis detenido de determinados textos cuneiformes
puede arrojar luz sobre esta cuestión, y muy especialmente para el caso de los
menores. Por ejemplo, en decenas de textos mesobabilónicos de trabajadores
forzados éstos son organizados según períodos generales de edad, nunca en
términos concretos de años, presentando terminología específica al respecto64:

(1) Niños lactantes


(2) Niños destetados
(3) Niños
(4) Adolescentes
(5) Adultos
(6) Ancianos

Es interesante comprobar cómo el período de la infancia se subdivide en va-


rias etapas en estos textos casitas, al igual que se hace en otros documentos
mesoasirios65. Por tanto, es evidente que el hombre mesopotámico del Bronce
Reciente tenía una concepción diferenciada de cada fase de la infancia, algo que
nos ha llegado principalmente a través de documentos administrativos. Su per-
cepción de los menores no se se constreñía por tanto a individuos que pasaban
de ser niños a adultos inmediatamente, sino que eran contemplados como per-
sonas en proceso de crecer66.

63 Fleishman, “The Age of Legal Maturity in Biblical Law”, 48. Compárese este caso

con la antigua Grecia, donde la autonomía jurídica de los varones comenzaría a los dieci-
siete o dieciocho años, tras la ejecución de la δοχιμασία, especie de examen que debía
realizar el candidato a ciudadano de pleno derecho (C. Simantiras, “L’enfant dans la
Grèce Antique”, en AA. VV., L’Enfant: Première partie, 200). Otros retrasan esa edad a los
catorce años (cf. Blackmore Dann, The World of the Infant, 29). Por su parte, según el dere-
cho romano la infancia concluía con la pubertas (unos catorce años para los varones y doce
para las mujeres), mientras que textos literarios establecen el límite de la pueritia a los
diecisiete años (Stefano Tafaro, “La responsabilité de l’enfant dans le droit romain”, en
Bouineau, Enfant et romanité, 121).
64 Amplíese dicha división terminológica en §5.3.
65 Véanse por ejemplo los documentos VAT 18087+, KAJ 180, 92.G.127 y

92.G.172.
66 En la línea de Joanna Sofaer Derevenski, “Where Are the Children? Accessing

Children in the Past”, Archaeological Review from Cambridge 13.2 (1994): 13.
22 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Identificación de documentos. Para proceder a la identificación de textos sobre niños a


lo largo del trabajo hemos recurrido tanto a evidencias directas como indirectas.
Entre las primeras se encuentra la terminología, especialmente en lenguas sume-
ria y acadia. La variedad de términos para referirse a los niños ha sido en
muchas ocasiones debatida historiográficamente, sin llegarse a veces a un con-
senso por parte de la comunidad científica.
Los principales términos sumerios que encontramos en los textos del Bronce
Reciente se resumen en los aportados por las comentadas listas mesobabilónicas
de trabajadores forzados procedentes de Nippur:

Masculino Femenino

GURUŠ.TUR, “adolescente”67 SAL.TUR, “adolescente”

GURUŠ.TUR.TUR, “niño”68 SAL.TUR.TUR, “niña”

DUMU.GABA, “niño lactante” DUMU.SAL.GABA, “niña lactante”

Tabla 1. Terminología sumeria general que concierne a niños

Sin embargo, y si bien la identificación de algunos términos con su franja de


edad es evidente69, en otros casos dependerá del contexto en el que sean nom-
brados, a lo que hay que añadir la exclusividad de algunos vocablos en
determinados archivos. Así, en la ciudad casita de Ur no se empleará el término
GURUŠ.TUR, sino LÚ.TUR. Además, en algunas ventas de niños de este
archivo es evidente que el niño denominado LÚ.TUR (o su equivalente feme-
nino SAL.TUR) no se corresponde con un adolescente, sino que es en realidad
mucho más joven. Este problema, teniendo en cuenta que el logograma TUR
(ac. ṣeḫru) actúa como un adjetivo con el sentido de “pequeño”, “menor de
edad”, se puede explicar mediante el análisis filológico de ambos sustantivos. El
sumerio LÚ es el término genérico para “hombre” (ac. awīlu), por lo que un

67 Las traducciones de “adolescente” para GURUŠ.TUR y SAL.TUR y de “ni-

ño/a” para GURUŠ.TUR.TUR y SAL.TUR.TUR no dejan de ser anacrónicas al hacer


referencia al Oriente Próximo. Al no poder asegurar con certitud que existiera un con-
cepto similar al nuestro moderno en la Antigüedad mesopotámica, seguiremos las
traducciones proporcionadas tradicionalmente por John A. Brinkman, “Sex, Age, and
Phisycal Condition Designations for Servile Laborers in the Middle Babylonian Period”,
en Govert van Driel y Theo J. H. Krispijn y Marten Stol y Klaas R. Veenhof (eds.), Zikir
Šumim: Assyriological Studies Presented to F. R. Kraus on the Occasion of His Seventieth Birthday
(Leiden: Brill, 1982), 1–8.
68 La reduplicación del sumerograma TUR reforzará sin duda la idea de “pequeño”,

por lo que un GURUŠ.TUR.TUR será menor que un GURUŠ.TUR (lo mismo que
SAL.TUR.TUR vs. SAL.TUR).
69 Véase por ejemplo DUMU.GABA, que con el significado literal de “hijo de pe-

cho” se refiere evidentemente a un pequeño lactante.


Introducción 23

LÚ.TUR será en sentido general un “hombre pequeño”70. Por su parte, GU-


RUŠ se corresponde con el acadio eṭlu, “hombre” (referido a un individuo en
concreto), y unido al logograma TUR tendrá un significado más próximo al de
“joven”71. Así, este último término se presta a componer una lista graduada de
categorías de edad, mientras que LÚ.TUR no precisa terminológicamente una
edad u otra.
Por otro lado, como profundizaremos más adelante, entre las categorías de
GURUŠ/SAL.TUR.TUR y de DUMU(.SAL).GABA se encuentra una fase
vital denominada en acadio pirsu (masculino y femenino) y pirsatu (femenino en
textos mesobabilónicos), para la cual última no conocemos —y quizás no hubie-
ra— equivalencia sumeria.
El vocabulario acadio que concierne a niños también delimita en nuestra
investigación lo que entendemos por “niño”. Los términos principales, tanto
verbos como sustantivos y adjetivos, derivan de la raíz semítica ṣḫr. A continua-
ción exponemos lo señalado en el Chicago Assyrian Dictionary para estos términos:

Categoría Referencia
Masculino Femenino
gramatical en CAD

Verbo ṣeḫēru, “ser menor” CAD Ṣ 121a


ṣeḫru, “pequeño”, ṣeḫertu, “pequeña”,
Adjetivo CAD Ṣ 180
“joven” “joven”
ṣuḫāru, “niño”, “ado- ṣuḫārtu, “niña”, “adoles-
Sustantivo CAD Ṣ 231
lescente” cente”
Tabla 2. Terminología acadia general que concierne a niños (según CAD)

Sin embargo, la correspondencia de estos vocablos acadios con una u otra


construcción logográfica sumeria ha sido debatida, y lo es aún, en la historiogra-
fía moderna72. La posibilidad de que cada uno de los términos pueda asimismo

70 Y no necesariamente un lactante (šerru, “nourrison”), como identifica Labat (MEA


144).
71 CAD E 407b. Nótese que en textos de Bogazköy se emplean en ocasiones ambos

términos conjuntamente: LÚ.GURUŠ (cf. CAD).


72 Además, la concepción de lo que implican en último término este tipo de palabras

es un tanto laxa (cf. André Finet, “Le ṣuḫarum à Mari”, en Dietz Otto Edzard [ed.], Gese-
llschaftsklassen im Alten Zweistromland und in den angrenzenden Gebieten- XVIII: Rencontre
Assyriologique Internationale, München, 29. Jun ibis 3. Juli 1970 [Múnich: Verlag der Baye-
rischen Akademie der Wissenschaften, 1972], 65–72; Le Code de Hammurabi, LAPO 6
[París: Éditions du Cerf, 2004], 30, n. 3). Sobre estos conceptos en la literatura cuneifor-
me véanse Finet, “Le ṣuḫarum à Mari”; Hans-Peter Stähli, Knabe-Jüngling-Knecht:
Untersuchungen zum Begriff ‫ נ ע י‬im Alten Testament, Beiträge zur biblischen Exegese und
24 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

referirse a la esfera de la esclavitud73 complica aún más el análisis de fondo de


cada caso. Ante la importancia que a nuestro juicio tiene un examen detenido de
los aspectos terminológicos, en la presente investigación dedicaremos en cada
capítulo un apartado a analizar el vocabulario presente en los diferentes ámbitos
geográficos y temáticos. Teniendo una visión de conjunto procederemos en las
conclusiones de cada capítulo a trazar una visión sobre la cuestión en la docu-
mentación del Bronce Reciente.
Sea como fuere, y en comparación con otras lenguas contemporáneas74, el
acadio no precisa con detalle las diferentes etapas de la infancia. Aún así, y fuera
de los textos que consideramos, encontramos diversos términos que hacen refe-
rencia a la misma realidad: la’û, “niño pequeño”75, šerru, “niño”, batūlu, “hombre
joven, “adolescente”76, etc.77
Por último, queremos subrayar que a lo largo del trabajo son precisamente
los aspectos terminológicos los que van a delimitar el concepto de “niño”. La
concepción de “infancia” que tenemos en nuestra sociedad moderna es en gene-
ral ambigua. Si bien el punto de partida es el nacimiento, el límite posterior
puede variar dependiendo de la jurisdicción imperante, de aspectos fisiológicos o
incluso de opiniones personales y por tanto no compartidas por todos. Así, por

Theologie, Band 7 (Fráncfort-Berna-Las Vegas: Peter Lang, 1978), 249–54; Wilfred H.


van Soldt, JAOS 98 (1978): 500; René Lebrun, “Notes sur la terminologie et le status de
l’enfant hittite”, en Théodoridès y Naster y Ries, L’enfant, 43–58; Claus Wilcke, “Fami-
liengründung im alten babylonien”, en Ernst Wilhelm Müller (ed.), Geschlechtsreife und
Legitimation zur Zeugung (Múnich: Alber, 1985), 213–317; Farber, Schlaf, Kindchen, Schlaf!,
132–36; Karen Radner, Die Neuassyrischen Privatrechtsurkunden als Quelle für Mensch und
Umwelt, SAAS 6 (Helsinki: Eisenbrauns, 1997), 152ss; Cécile Michel, “Les enfants des
marchands de Kaniš”, KTEMA 22, 1997, 93–95; Stol, Birth in Babylonia and the Bible, 176;
Nicoletta Bellotto, Le Adozioni a Emar, HANEM 9 (Padua: Sargon, 2009), 58.
73 Como “segundo en rango”, “sirviente”, “esclavo”, etc.
74 Véase por ejemplo el léxico egipcio, que cuenta con unos treinta vocablos para re-

ferirse a un niño (David N. MacDonald, “Terms for ‘Children’ in Middle Egyptian: A


Sociolinguistic View”, Bulletin of the Australian Centre for Egyptology 5 (1994): 53–59; Feucht,
Das Kind im alten Ägypten, 503–49).
75 Sobre el concepto de la’û véase Farber, Schlaf, Kindchen, Schlaf!, 136–38.
76 CAD B 174. Sobre el concepto de batūlu (fem. batultu) véanse especialmente Roth,

“Age at Marriage”, 745 (con argumentos corregidos por la propia autora en Martha T.
Roth, Babylonian Marriage Agreements: Seventh–Third Centuries B.C., AOAT 222 (Neukirchen-
Vluyn: Neukirchener Verlag, 1989); Jerrold S. Cooper, “Virginity in Ancient Mesopota-
mia”, en Simo Parpola y Robert M. Whiting (eds.), Sex and Gender in the ancient Near East:
Proceedings of the Forty-Seventh Rencontre Assyriologique Internationale. Helsinki, July 2–6, 2001
(Helsinki: Neo-Assyrian Text Corpus Project, 2002), 91–112; Radner, Die Neuassyrischen
Privatrechtsurkunden, 152ss.
77 Para otra terminología sobre bebés y niños véase Farber, Schlaf, Kindchen, Schlaf!,

139ss.
Introducción 25

ejemplo, un niño puede ser concebido tanto como un individuo de cero a doce
años78 como de cero a dieciocho años79.
Sin embargo, un criterio observado a lo largo del estudio ha sido en la me-
dida de lo posible la no extrapolación de nuestra concepción moderna de
“infancia” a la del Bronce Reciente mesopotámico y sirio. ¿Qué entendían esas
sociedades por “niño”?, ¿dónde está el límite temporal en el que pasan a ser
considerados “mayores” o “adultos”? La clave al respecto, como hemos apunta-
do, yace en la terminología empleada. Mientras que nosotros podemos
considerar que un adolescente ha concluido ya el período infantil, las listas me-
sobabilónicas de trabajadores forzados expresan esta fase de la vida añadiendo a
GURUŠ, “hombre”, el adjetivo TUR, “pequeño”, “menor”. Así pues, y aún
teniendo en cuenta el riesgo que comporta generalizar lo evidente en Babilonia
para zonas como Asiria, Arrapḫe o Siria, podemos intuir que en todos estos
ámbitos los sujetos de edad inmediatamente inferior a la madurez80 serán consi-
derados como menores (eso sí, graduando las diferentes etapas de la infancia,
como por ejemplo mediante la reduplicación del adjetivo TUR81). Por tanto, al
emplear el término “adolescente” a lo largo del trabajo no nos referiremos solo a
lo que esta palabra implica en español, sino que poseerá una connotación lige-
ramente diferente, probablemente más corta y restringida al período
inmediatamente anterior a la madurez legal.
Entre las evidencias indirectas encontramos los casos en los que es el propio
contexto del documento, o la mención a determinados mecanismos legales, el
que nos informa sobre la existencia de niños entre los individuos mencionados.
En estos textos no se designa a los menores de forma aclaratoria, sino mediante
términos genéricos, especialmente DUMU (ac. māru), “hijo”, lo que no implica
necesariamente la adscripción del individuo al mundo de la infancia. Este hecho
se ve frecuentemente en las adopciones de niños, donde solo mediante un análi-
sis de la relación entre las partes contractuales se podrá llegar a la certeza de
estar encontrarnos ante un menor.
ESTRUCTURA DEL ESTUDIO. La estructura del presente trabajo viene determi-
nada, al menos en su primera parte, por las fases de la vida de los niños
estudiados. Así, tras el capítulo introductorio (§1), analizaremos las situaciones en
las que de una forma u otra se pretende eliminar voluntariamente al niño, me-
diante las prácticas del aborto y el abandono (§2). En los siguientes apartados

78 Por tanto, con el comienzo aproximado de la pubertad.


79 Esto es, con la madurez legal en España.
80 Entendiéndose “madurez” por lo que expresan los términos GURUŠ (ac. eṭlu) o

LÚ (ac. awīlu).
81 Un GURUŠ.TUR.TUR es en este sentido menor que un GURUŠ.TUR (mismo

caso con SAL.TUR.TUR y SAL.TUR).


26 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

profundizaremos en cuestiones en las que los menores pueden ser desde lactan-
tes hasta adolescentes. En primer lugar presentaremos las situaciones en las que
los niños salen beneficiados, al reglar su futuro matrimonio (§3) o a partir de
contratos de adopción (§4). Posteriormente trataremos los casos en los que los
menores viven situaciones más complicadas, especialmente las relacionadas con
la esclavitud (§5). En conexión con este último apartado, dedicaremos un capítu-
lo a estudiar la mayor fuente a nivel cuantitativo sobre los niños esclavos: las
ventas infantiles (§6). La cantidad de documentos de la época sobre esta cuestión,
con la consiguiente riqueza a nivel comparativo entre diferentes realidades,
justificará la inclusión de un capítulo consagrado únicamente a los contratos de
ventas de niños.
Cada uno de estos capítulos se estructura por lo general de manera similar.
Así, primeramente exponemos las fuentes del Bronce Reciente que conocemos
para el análisis de la cuestión. En ocasiones estas fuentes se presentan por ámbi-
tos documentales, mientras que otras veces, debido a una mayor riqueza de
variedad en lo que respecta a la naturaleza de la documentación, dividimos los
textos por géneros. A continuación realizamos propiamente el estudio, desmenu-
zando la información de los documentos en la medida de lo posible, conforme
éstos nos lo permitan. Previamente a la presentación de las conclusiones de cada
capítulo, nos ha parecido conveniente dedicar un subapartado a inscribir cada
fenómeno estudiado para el Bronce Reciente dentro del contexto histórico del
Próximo Oriente antiguo. De esta forma hemos pretendido impedir el herme-
tismo en lo estudiado, confiriendo a nuestros textos cierta singularidad y
autonomía, pero subrayando a la vez la medida en que continúan o no una
constante en el desarrollo de mecanismos jurídicos mesopotámicos y sirios.
Tras el estudio de los capítulos centrales de la investigación presentamos las
conclusiones generales (§7). Éstas resumen las principales características de los
temas analizados, haciendo especial hincapié en las tesis propuestas a lo largo del
estudio. Para una mayor claridad expositiva dividiremos las conclusiones por
ámbitos geográficos diferenciados, subrayando cómo se comporta cada uno
desde un punto de vista jurídico en relación con la infancia. Al final presentamos
una síntesis general del tema para el Bronce Reciente y su emplazamiento den-
tro del devenir histórico próximo-oriental antiguo.
En la parte final del estudio, tras la lista bibliográfica de las obras referen-
ciadas a lo largo del trabajo (§8), presentamos los índices (§9). Están divididos por
materias, aportando listas de tablas, textos citados, equivalencias, antropónimos,
teónimos, topónimos o términos y expresiones recurrentes. Por último, el elenco
se completa con un índice detallado de las principales cuestiones tratadas a lo
largo de la investigación (§10).
2
ABORTOS Y ABANDONOS INFANTILES:
La eliminación voluntaria del niño y sus consecuencias
jurídicas

2.1. INTRODUCCIÓN
La práctica de abortar o abandonar niños fue algo conocido en la mayoría de
sociedades antiguas. Especialmente documentada es la del abandono, en ámbi-
tos como Egipto, Grecia, Roma, Israel o China, donde encontramos numerosos
documentos de género textual diverso que atestiguan dicho fenómeno, así como
el más radical del infanticidio82. Estas cuestiones, unidas a otras con característi-
cas similares, como maltratos o abusos infantiles, están recibiendo cada vez más
atención por parte de la comunidad científica, formando parte de la corriente
historiográfica de estudios de género83.

82 Para estas cinco sociedades antiguas véase en general Sander J. Breiner, Slaughter of

the Innocents: Child Abuse through the Ages and Today (Nueva York: Springer US, 1990).
83 Además del estudio de Breiner (ibíd.), véanse otros análisis históricos generales so-

bre la relación entre infancia y violencia, abandonos o abortos en L. F. R. Germain,


“L’exposition des enfants nouveau-nés dans la Grèce ancienne: aspects sociologiques”, en
AA. VV., L’Enfant. Première partie, 211–46; John Boswell, “Expositio and Oblatio: The
Abandonment of Children and the Ancient and Medieval Family”, The American Historical
Review 89.1 (1984): 10–33; The Kindness of Stranger: The Abandonment of Children in Western
Europe from Late Antiquity to the Renaissance (Chicago: University of Chicago Press, 1988);
Ryoji Motomura, “The Practice of Exposing Infants and Its Effects on the Development
of Slavery in the Ancient World”, en Tōru Yuge y Masaoki Doi (eds.), Forms of Control and
Subordination in Antiquity (Leiden-Nueva York-København-Colonia: Brill, 1988), 410–15;
Pierre Brulé, “Infanticide et abandon d’enfants. Pratiques greques et comparisons anth-
ropologiques”, DHA 18 (1992): 53–92; Stephen D. Ricks, “Abortion in Antiquity”, en
David Noel Freedman (ed.), The Anchor Bible Dictionary (New Haven: Yale University Press,
1992), 31–35; Simon Mays, “Infanticide in Roman Britain”, Antiquity 67.257 (1993): 883–
88; Marshal Joseph Becker, “Infanticide, Child Sacrifice and Infant Mortality Rates:
Direct Archaeological Evidence as Interpreted by Human Skeletal Analysis”, Old World
Archaeological Newsletter 18.2 (1995): 24–31; Meir Malul. “Some Measures of Population
Control in the Ancient Near East”, en Yitzhak Avishur y Robert Deutsch (eds.), Michael.
Historical, Epigraphical and Biblical Studies in Honour of Prof. Michael Heltzer (Tel Aviv-Jaffa:

27
28 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Si bien la realidad es común en los distintos ámbitos, detrás de cada aborto


o exposición infantil subyacen rasgos peculiares y diferenciadores: limitación
planificada de la población, incapacidad económica para criar al niño, preferen-
cia no satisfecha por tener descendencia de un determinado sexo,
malformaciones físicas del pequeño, etc. Aunque se analice cada caso por sepa-
rado, en muchas ocasiones las circunstancias en que se producían los abandonos
son oscuras para los ojos del historiador.
La documentación del Próximo Oriente antiguo también nos informa sobre
niños expósitos. El corpus cuneiforme, además, arroja cuantitativamente más luz
sobre la cuestión de los abandonos que sobre los infanticidios. Sin duda éstos
existirían, pero las fuentes cuneiformes, al contrario de lo que ocurre con otros
ámbitos, como por ejemplo la Esparta clásica, guardan por lo general silencio
con respecto a dicha realidad84.
En el presente capítulo estudiamos dos formas sobre el deseo de eliminar un
niño: el aborto y el abandono. La razón para agruparlas conjuntamente respon-
de a la voluntad materna, y paterna en menor medida, de prescindir del
pequeño sin mirar por los intereses de éste. Ello difiere de otras prácticas permi-
tidas por las que los padres también se deshacen de sus hijos, como las

Archaeological Center Publications, 1999), 221–36; Cornelia Wunsch, “Findelkinder und


Adoption nach neubabylonischen Quellen”, AfO 50 (2003/2004): 174–244; Francesca
Stavrakopoulou, King Manasseh and Child Sacrifice: Biblical Distorsions of Historical Realities
(Berlín: de Gruyter, 2004); Jonathan A. Silk, “Child Abandonment and Homes for Un-
wed Mothers in Ancient India: Buddhist Sources”, JAOS 127 (2007): 297–314; Jaqueline
S. du Toit, “‘These Loving Fathers’: Infanticide and the Politics of Memory”, en Izak
Cornelius y Louis Jonker (eds.), “From Ebla to Stellenbosch”: Syro-Palestinian Religions and the
Hebrew Bible, Abhandlungen des Deutschen Palästina-Vereins 37 (Wiesbaden: Harrasso-
witz Verlag, 2008), 49–65; Brockliss y Montgomery, Childhood and Violence; Sally Crawford
y Martin Ingram y Alysa Levene y Heather Montgomery y Kieron Sheehy y Ellie Lee,
“Infanticide, Abandonment and Abortion”, en Brockliss y Montgomery, Childhood and
Violence, 57–104; Laura Sancho Rocher, “Τεκνοποιία: Estrategias de natalidad en las
ciudades griegas de época clásica”, en Justel, Niños en la Antigüedad, 163–98; Andrew Whi-
te, “Abortion and the Ancient Practice of Child Sacrifice”, Journal of Biblical Ethics in
Medicine 1:2 (2012): 27–42; Jean-Manuel Roubineau, “Pauverté, rationalité économique
et abandon d’enfants dans les cités greques”, en Estelle Galbois y Sylvie Rougier-Blanc
(eds.), La pauvreté en Grèce ancienne: Formes, représentations, enjeux, Scripta antiqua 57 (Burdeos:
Ausonius Éditions, 2014), 145–64.
84 La disposición CH 194 del Código de Hammurapi (s. XVIII a. C.) es el único tex-

to legislativo procedente de la Mesopotamia antigua que presenta la posibilidad de que


un niño lactante muriera por culpa de la nodriza. Sin embargo, es evidente que este caso
no constituye un ejemplo de infanticidio, puesto que el niño moriría de forma inintencio-
nada, y no entra en el ánimo de la nodriza causarle la muerte (de hecho, lo que se
penaliza es que la mujer se procurara otro niño sin conocimiento del padre y de la ma-
dre).
Abortos y abandonos infantiles 29

adopciones infantiles o las ventas de menores. Así, como veremos, el aborto


intencionado por parte de la madre estaba abiertamente penalizado, al menos
en el Bronce Reciente85.
Hay varios aspectos que deben ser analizados para comprender los abando-
nos y abortos voluntarios de niños. La situación de la madre, por ejemplo,
constituye un elemento esencial86. No solo es la persona que vive en primera
persona el embarazo y parto, sino la que cuida y protege al niño durante sus
primeros años de vida. El tratamiento que recibe la madre durante esta época
por parte de su círculo social más inmediato nos ayudará a entender cada caso
de aborto o abandono. En muchas ocasiones, sin embargo, desconocemos el
estatus de las madres que tuvieron que acudir a tan drásticas soluciones.
El contexto socio-económico del momento es otra cuestión para tener en
consideración a la hora de estudiar el fenómeno de los abortos y abandonos. Los
períodos de crisis son en principio más propensos para encontrar ejemplos con-
cretos al respecto. Además, algunos motivos religiosos, como la prohibición de
engendrar descendencia, serían asimismo cruciales para que las madres aborta-
ran o abandonaran a sus hijos. Por último, el sistema patriarcal y de transmisión
hereditaria por línea masculina, imperante en la mayoría de sociedades antiguas,
hace plantearse la posibilidad de que se produjeran más abandonos de niñas que
de niños87.
A lo largo del presente capítulo analizamos las fuentes que conocemos para
el estudio de los abortos voluntarios y los abandonos de niños durante el Bronce
Reciente mesopotámico y sirio. Para ello presentaremos el elenco textual (§2.2),
comentando cada texto por separado, atendiendo a sus interpretaciones tradi-
cionales y, en su caso, proponiendo una nueva visión, particular y de conjunto

85 Diversos códigos legislativos mesopotámicos, como el Código de Hammurapi, las

Leyes Hititas o las Leyes Asirias Medias, condenan la práctica del aborto (cf. Justel, “El
estudio de la infancia”, 21–22). Lo mismo hace el Juramento hipocrático (s. V a. C.) (Stol,
Birth in Babylonia and the Bible, 47–48), así como el Digesto romano (s. VI d. C.), que consi-
dera al niño qui in utero est una verdadera vida autónoma en relación a la madre (Maria
Pia Baccari, “Sept notes pour la vie”, en Bouineau, Enfant et romanité, 113). Por otra parte,
y aunque las fuentes mesopotámicas sobre abortos sean más numerosas que las que tratan
los infanticidios, no debemos interpretar automáticamente que hubo más casos de los
primeros que de los segundos. De hecho, en palabras de S. Crawford, “if the aim was to
destroy the life of an unwanted child, infanticide offered a far safer and more certain
remedy than abortion” (Sally Crawford, “Infanticide, Abandonment and Abortion in the
Graeco-Roman and Early Medieval World: Archaeological Perspectives”, en Crawford e
Ingram y Levene y Montgomery y Sheehy y Lee, “Infanticide, Abandonment and Abor-
tion”, 60).
86 Véase al respecto Breiner, Slaughter of the Innocents, 2.
87 Ante el desconocimiento del sexo del bebé antes de nacer, obviamente este aspec-

to no incluye los abortos, sino solamente la exposición de niños.


30 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

(§2.3). Tras este estudio central inscribiremos las fuentes del Bronce Reciente en
su contexto próximo-oriental antiguo (§2.4), para luego proceder a trazar las
principales conclusiones sobre el tema (§2.5).
2.2. FUENTES DEL BRONCE RECIENTE
Los archivos mesopotámicos y sirios del Bronce Reciente presentan contados
ejemplos de textos que nos informan sobre el deseo de eliminar la vida de un
niño. Exceptuando el ámbito fenicio y cananeo del 1.er milenio a. C., de las
escasas atestiguaciones de infanticidio con que contamos para todo el Próximo
Oriente, ninguna se corresponde con la documentación de la época que nos
ocupa. Tampoco conocemos caso alguno de puesta en práctica del aborto, si
bien la única mención de tal cuestión proviene de una cláusula legal mesoasiria.
Por último, y aunque estemos mejor informados sobre el fenómeno de las expo-
siciones de niños a lo largo del período, los contados ejemplos deben ser
revisados en su naturaleza y propósito mismo del abandono infantil. El objetivo
de este apartado es enumerar, analizar y reinterpretar los documentos que cono-
cemos al respecto, tanto los que nos hablan sobre estas realidades de forma
directa como indirecta.
ABORTOS VOLUNTARIOS
LAM 53. Aparte de la cuestión de los abandonos de niños, el corpus documental
mesoasirio nos informa sobre la práctica del aborto, tanto involuntario como
voluntario. Así, las disposiciones de las Leyes Asirias Medias (s. XI a. C.88) LAM
21, LAM 50, LAM 51 y LAM 52 presentan el supuesto de que una mujer emba-
razada perdiera su hijo como consecuencia de ser golpeada por un hombre89.
Sin embargo, lo significativo para el estudio es el artículo LAM 53.
Esta disposición constituye la única de todos los códigos legales próximo-
orientales en la que se presenta de forma explícita el aborto deseado por parte de
la madre90. Como se aprecia, la pena por matar al niño que lleva dentro será la
muerte por empalamiento, práctica sin duda alguna severa no solo a nivel físico

88 Sobre las distintas propuestas de datación de este código legislativo véase Roth,

“Age at Marriage”, 154. Seguimos la propuesta de Roth (p. 153) al datarlo en el s. XI a.


C. (ca. 1076 a. C.).
89 Se contemplan las opciones de que la mujer fuera la hija de un hombre libre

(LAM 21, LAM 50, LAM 51) o una prostituta embarazada (LAM 52). LAM 50, además,
presenta el caso de que la mujer encinta muriera. En ese caso la condena es clara: “que
ejecuten al hombre: tendrá que pagar el valor de una vida en substitución del fruto de sus
entrañas” (traducción en Joaquín Sanmartín, Códigos legales de tradición babilónica, Pliegos de
Oriente 2 [Barcelona: Trotta, 1999], 232).
90 Victor H. Matthews, “Marriage and Family in the Ancient Near East”, en Ken

Campbell (ed.), Marriage and Family in the Biblical World (Downers Grove: InterVarsity
Press, 2003), 21.
Abortos y abandonos infantiles 31

sino también religioso: su cadáver es privado de sepultura91. El texto, perdido en


su segunda parte, penalizaría probablemente con la muerte a quienes intentaran
ocultar el asesinato llevado a cabo por esta madre.
En primer lugar debemos intentar comprender qué repercusiones sociales,
económicas e incluso sentimentales sufriría una mujer tras un aborto voluntario.
La antropología histórica muestra cómo el aborto es una actividad llevada a
cabo normalmente en la más estricta intimidad. Cada caso sería conocido bien
solo por la madre, bien por su círculo más íntimo —novio, marido, familia,
médico, etc.—. Así pues, y por cuestiones naturales y sociales, el aborto no cons-
tituye en sí un fenómeno susceptible de ser anunciado deliberadamente, puesto
que las madres lo querrían mantener en secreto. En nuestra opinión, el Próximo
Oriente antiguo se adscribiría a esta constante histórica, razón por la cual no
poseemos documentos de práctica abortiva voluntaria92. Ello no es óbice para
pensar que los abortos voluntarios no serían comunes entre las mujeres mesopo-
támicas. De hecho, tal sería la cotidianeidad de dichas prácticas, conocidas por
todos y no tratadas abiertamente por nadie, que incluso se legislaría en contra de
lo considerado como un verdadero asesinato.
La segunda cuestión se refiere a las consecuencias y características legales del
aborto voluntario. Tomando como base la disposición LAM 53, es innegable que
el acto abortivo a propósito se equiparaba con un asesinato, puesto que la pena
sufrida por la madre era si cabe más dura que la de un simple homicidio. En este
caso la muerte para ella era físicamente atroz —el empalamiento—, además de ser
privada de sepultura a través de los habituales ritos funerarios93. De esta manera se
considera que la mujer no tiene el derecho exclusivo sobre su descendencia. El
niño pertenecerá en último término a su marido, e incluso mediante la práctica del
aborto estaría cometiendo un crimen contra la sociedad94.

91 Arnaud, D. “Le fœtus et les dieux au Proche-Orient sémitique ancien. Naissance

de la théorie épigénétique”, Revue de l’Histoire des Religions 213 (1996): 129, n. 27. La seve-
ridad de esta pena plantea dicho crimen como si estuviera al nivel de otros como el robo
de algo propio de su marido o la práctica misma del adulterio (Matthews, “Marriage and
Family”, 22).
92 Por tanto, nos mostramos en desacuerdo con la idea esgrimida por Arnaud. Al tra-

tar los abortos voluntarios, y tras lanzar la pregunta “¿este crimen era frecuente?”,
responde que “On peut en douter raisonnablement puisque aucun document de la prati-
que, retrouvé à ce jour, ne traite de l’avortement volontaire” (Arnaud, “Le fœtus”, 129).
93 Godfrey Rolles Driver y Miles John C. (The Assyrian Laws [Darmstadt: Scientia

Verlag Aalen, 1975], 117, n. 3) apuntan que esta pena de privación de sepultura de la
mujer que aborta voluntariamente es la misma que la sufrida por los suicidas de Grecia o
Inglaterra.
94 En la línea de lo defendido por Guillaume Cardascia (Les lois assyriennes, LAPO 2

[París: Éditions du Cerf, 1969], 245ss) o Stol (Birth in Babylonia and the Bible, 41).
32 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Por tanto, la disposición legal mesoasiria LAM 53 nos informa sobre la reali-
dad del aborto voluntario, fenómeno conocido en Mesopotamia pero para el
que no contamos con ningún ejemplo concreto en el que vislumbremos las cir-
cunstancias en que se producía. Este documento del Bronce Reciente, por tanto,
es sumamente importante a la hora de confirmar dicha práctica, sin referencias
en códigos legislativos de otras épocas pero probablemente extrapolable a todo
el Próximo Oriente antiguo.
ABANDONOS INFANTILES
MKGH 4. La documentación mesoasiria es parca en cuanto a fuentes sobre
abandonos infantiles se refiere. La única excepción que conocemos al respecto la
constituye el documento MKGH 4 (s. XIII a. C.), de barro y con forma de pier-
na humana, de apenas 7 cm de longitud, e inscrito con trece líneas95. Este
exvoto, más de carácter votivo que jurídico y por completo inhabitual en su
forma física, presenta el caso de un niño abandonado en el río, salvado por una
mujer y posteriormente adoptado por ésta. Las cuatro primeras líneas del texto
dicen así:

1- f.dḪU.TI-re-mi-ni GEMÉ ša fkur-ṣib-te


2- SAL É.GAL-li ša maš-šur-i-din ša mÍD-SU
3- LÚ pa-gu-ú i+na ÍD ta-ši-a-ni
4- tu-ur-tab-bi-šu DUMU-ša šu-ut

“ḪU.TI-rēminni, esclava de Kurṣubtu, la mujer del palacio de Aššur-iddin, la


que ha recogido del río a Nāru-erība, el hombre-pagû; ella lo crió (y ahora) es su
hijo”

A partir del documento, el pequeño Nāru-erība es abandonado en un río y


salvado por la mujer ḪU.TI-rēminni. Los editores del texto interpretaron esta
tablilla como un caso ficticio de abandono y posterior adopción96. Por su parte,
Démare-Lafont se refiere a MKGH 4 como “an atypical document”, pero no

95 Véase la editio princeps de este documento en Sabina Franke y Gernot Wilhelm,

“Eine Mittelassyrische Fiktive Urkunde zur Wahrung des Anspruchs auf ein Findelkind”,
Jahrbuch des Museums für Kunst und Gewerbe Hamburg 4 (1985): 19–26. Otros comentarios en
Meir Malul, “Adoption of Foundlings in the Bible and Mesopotamian Documents. A
Study of Some Legal Metaphoes in Ezekiel 16.1–7”, JSOT 46 (1990): 116, n. 23, 121, n.
67; Sohpie Démare-Lafont, “Middle Assyrian Period”, en Raymond Westbrook (ed.), A
History of the Ancient Near Eastern Law (Leiden-Boston: Brill, 2003), 540 sub §5.3.3; Rocío da
Riva, “La Guerra en el Antiguo Oriente: el asedio a las ciudades y las penurias de la
población”, Historiae 5 (2008): 7.
96 Como muestra incluso el mismo título del artículo de Franke y Wilhelm, subraya-

do por nosotros aquí: “Eine Mittelassyrische Fiktive Urkunde zur Wahrung des
Anspruchs auf ein Findelkind”.
Abortos y abandonos infantiles 33

incide en la cuestión de su correspondencia histórica con un caso real97. En la


misma línea encontramos la interpretación que lleva a cabo Malul98. A nuestro
parecer, varias son las razones para creer que no estamos ante un abandono ni
posterior adopción reales.
La primera cuestión anormal es el aspecto de la tablilla, con forma de pier-
na humana. A lo largo de la documentación cuneiforme mesopotámica y siria
encontramos diferentes ejemplos de impresiones de pies infantiles en arcilla,
tanto escritas como anepígrafas. Sin duda con fines identificatorios en relación
con ventas y adopciones infantiles, dicha práctica está atestiguada en series lexi-
cales99, códigos legales100 y casos de práctica legal101. Sin embargo, la forma de
pierna responde más bien a un exvoto a modo de ofrenda o relación con los
dioses, quienes además actúan como testigos del documento (véase abajo).
El nombre del expósito, Nāru-erība, tiene el significado literal de “el río me
ha compensado”102. Este antropónimo no desmiente en principio un caso real de
abandono, puesto que conocemos otros apelativos parecidos para otras épocas
(§2.4). Sin embargo, ninguno de ellos guarda relación con un niño abandonado

97 Démare-Lafont, “Middle Assyrian Period”, 540. De hecho, que la autora estudie

el texto entre otros documentos de la época, sin duda alguna relativos a ejemplos reales
(por ejemplo KAJ 1, KAJ 2, KAJ 3, KAJ 4, KAJ 5, KAJ 6), hace que implícitamente le
esté confiriendo veracidad histórica. En otro apartado, Démare-Lafont (p. 540 sub §5.3.4)
cita MKGH 4 como evidencia incontestable de que la adopción de un expósito por parte
de una mujer (en este caso ḪU.TI-rēminni) podía ofrecer a ésta mantenimiento durante
su vejez. El otro ejemplo que arguye para probar este último aspecto es el sin duda caso
práctico KAJ 1, por el que un hombre adopta a su sobrino (cf. en este estudio §4.2).
98 Malul, “Adoption of Foundlings”, 116, n. 23. Otros autores, como Garroway

(Children, 104) sí que admiten explícitamente la condición de texto ficticio.


99 Serie ana ittišu III iii 39–ss.
100 Véase al respecto la disposición 20 de las Leyes de Lipit-Ištar (Roth, “Age at Ma-

rriage”, 29).
101 Como ejemplos en los que en la misma impresión del pie del niño se encuentra

redactado su nombre véanse los textos emariotas E6 218, E6 219, E6 220. Para impresio-
nes anepígrafas véase el ejemplo de Nippur CBS 7052 (foto escala 1:1 en Erle Leichty,
“Feet of Clay”, en Hermann Behrens y Darlene Loding y Martha T. Roth [eds.], DU-
MU-E2-DUB-BA-A. Studies in Honor of Åke Sjöberg, Occasional Publications of the Samuel
Noah Kramer Fund 11 [Filadelfia: Samuel Noah Kramer Fund, University Museum,
1989], 356). Véase un pie de niño sin escritura en la impresión pero sí en el anverso de la
tablilla en el documento neobabilónico Nbk 439 (copia y dibujo en Wunsch, “Findelkin-
der”, 220). En general sobre este tema cf. Meir Malul, “Foot Symbolism in the Ancient
Near East: Imprinting Foundlings’ Feet in Clay in Ancient Mesopotamia”, ZAR 7 (2001):
353–67.
102 Sobre este antropónimo véase Franke y Wilhelm, “Eine Mittelassyrische Fiktive

Urkunde”, 21–22.
34 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

en un río. Esta exposición de Nāru-erība, teóricamente en una canasta o reci-


piente similar103, recuerda a casos míticos como el de Sargón o Moisés104. Sin
embargo, en la realidad resulta complicado pensar que un niño arrojado al agua
pudiera sobrevivir. Las leyendas mencionadas responden sin duda a una preten-
sión de ensalzar la capacidad del niño, predestinado, elegido y tocado por la
mano de los dioses. El pequeño Nāru-erība no constituye, al menos para nuestro
conocimiento, un ejemplo similar al del rey de Acad o el líder fugitivo hebreo.
La adopción de Nāru-erība por parte de ḪU.TI-rēminni presenta, al igual
que otros contratos del mismo tipo, una cláusula contra futuras reclamaciones.
En este caso se estipula que “quien fuera (contra el acuerdo) a través de un juicio
(y) una acusación, deberá entregar ˹seis˺ hijos (y ḪU.TI-rēminni) le dejará ir (a
Nāru-erība)” (ll. 5–7). Por comparación con otros documentos, como adopciones
infantiles (§4.4) o ventas de niños (§6.4), podemos concluir que la penalización
expuesta en MKGH 4 es totalmente desmedida, triplicando la poena duplex, multa
común que presentan otros textos105.
Por último hay que mencionar la peculiaridad de encontrar cuatro divini-
dades mesopotámicas como testigos del documento: Sîn, Šamaš, Ištar y Gula106.
Aunque en ocasiones constatemos dioses testificando en textos mesobabilónicos
contemporáneos107, este hecho es insólito dentro del corpus mesoasirio.
Así pues, y basándonos en los datos y comentarios expuestos108, creemos
que MKGH 4 no se corresponde con un caso real de abandono infantil y poste-

103 Aunque este aspecto no se señala en el documento.


104 Franke y Wilhelm, “Eine Mittelassyrische Fiktive Urkunde”, 21; §2.4 en este es-
tudio.
105 Cf. §6.4 al tratar la previsión de rupturas del acuerdo en las ventas de niños por
parte de los actores del contrato.
106 MKGH 4: 12–13: <m>d30 IGI dUTU IGI dIŠTAR / IGI dgu-la.
107 Franke y Wilhelm, “Eine Mittelassyrische Fiktive Urkunde”, 24 y 26 n. 37.
108 Otros aspectos de MKGH 4 llaman la atención por su peculiaridad. No sabemos,

por ejemplo, cómo se debe interpretar la aposición que acompaña al nombre de Nāru-
erība: LÚ pa-gu-ú (l. 3). Literalmente “hombre-mono”, el calificativo del expósito apenas
cuenta con paralelos conocidos, estando abierto a interpretaciones (Franke y Wilhelm,
“Eine Mittelassyrische Fiktive Urkunde”, 22–24). El texto recuerda a otros ejemplos
reales, ya cercanos a nuestro tiempo, en los que ciertos niños crecieron en un contexto
salvaje, sin contacto con humanos. Sirvan como ejemplos el pequeño Victor de Aveyron,
hallado en 1800 tras pasar largo tiempo —aproximadamente de sus cinco a sus doce
años— en un bosque al sur de Francia (historia recogida por François Truffaut en 1970
en la película L’enfant sauvage); el bautizado como “John”, un hombre de unos veintiséis
años con el comportamiento de primates y capturado en 1982 en un bosque al este del
Lago Victoria (Kenia); o Robert, un niño sordo-mudo de tres años perdido en la Guerra
Civil de Uganda, en 1982, alimentado y criado por monos cercopitecos verdes y recogido
por humanos cuando tenía seis años. Para estas y otras historias similares véase Lucienne
Strivay, Enfants sauvages: approches anthropologiques (París: Gallimard, 2012).
Abortos y abandonos infantiles 35

rior adopción del niño. Podría tratarse, eso sí, de un ejercicio escolar de un
alumno en período de formación, o incluso constituir una actividad innovadora
de algún escriba que quisiera plasmar mediante fórmulas conocidas un ejemplo
inexistente de exposición infantil. Por último, no hay que descartar una posible
naturaleza cultual del texto, a modo de exvoto, si bien una interpretación en esta
línea escapa a nuestro conocimiento al desconocer paralelos similares.
E6 256. Por su parte, el corpus de la Siria del Bronce Reciente ofrece al menos
dos documentos que tradicionalmente han sido interpretados, al menos por
algunos autores, como abandonos infantiles. Procedentes ambos del archivo de
Emar, nos referimos a los textos E6 256 y Subartu 17.
El primero constituye el único caso sirio que conocemos de abandono y pos-
terior adopción. Si bien analizaremos este documento por su naturaleza de
adopción (§4.2), determinadas cláusulas sobre la exposición infantil anterior
justifican la creación de dicho contrato adoptivo. En él se dice:

Abandono (ll. 1–14): “En el día de hoy así dice Addu, hijo de Awiru: «He aquí
que los dos bastones de Ḫulāu, mi hijo, se han quebrado. Mi hijo ya no está, y
ahora Ḫulāu está muerto, y sus dos hijos fueron arrojados a la calle durante el
Año de la Guerra. Pero Abī–kāpī, hijo de Ḫam˹su˺, (los) ha adoptado, y a los
hijos de ˹Ḫu˺[lā]˹u˺, [hijo de Addu], los salvó (lit. “los levantó”) de la call[e]»”.

Adopción (ll. 23–32): “En es˹te˺ día Abī-kāpī, hijo de Ḫamsu, así dice: «He aquí
que he adoptado a Aḫiu e Ištarte y Aḫa-mi, los hijos de Ḫulāu, (respectivamen-
te) como mi hijo y (como) mis dos hijas»”.

El texto presenta desde el principio peculiaridades propias: es la única


adopción infantil de nuestro corpus en la que los niños son tomados directamen-
te por el adoptante (ll. 23–32), sin mediación de tutor legal alguno109. Por otra
parte, las fórmulas empleadas para marcar el acto del abandono y la consiguien-
te salvación de los tres niños recuerda a textos de otras épocas, como el
neobabilónico Nbk 439 (§2.4), presentándose dos fases diferenciadas por el em-
pleo de distintas preposiciones:

(1) exposición (preposición ana, “a”, “hacia”): l. 9: a-na ri-bi-ti ṣa-al-ú, “fueron
arrojados a la calle”;
(2) salvación (preposición ištu, “de”, “desde”): ll. 13–14: iš-tu ri-bi-[ti] iš-ši-šu-nu,
“los sacó de la call[e]”.

La estructura de este documento emariota, única en su archivo, cuenta con


abundantes paralelos en la literatura próximo-oriental, especialmente en textos

109 Se trata, pues, de una “adopción directa”, y no de una “entrega en adopción”.


36 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

de adopciones infantiles. Es dentro de ese contexto en el que E6 256 se debe


analizar, planteando si realmente se trata de un abandono infantil, mediante la
expresión ana ribīti ṣālû, o responde más bien a fórmulas tradicionalmente esta-
blecidas para justificar la adopción.
El texto en sí ha sido interpretado tradicionalmente como un abandono in-
fantil múltiple. Se presenta el caso de Aḫiu, Ištarte y Aḫa-mi, tres hermanos que
tras la muerte de su padre fueron “arrojados a la calle el año de la guerra”110.
Posteriormente, y a instancias de su abuelo paterno Addu, un hombre llamado
Abī-kāpī “los levantó de la calle”111 y los adoptó112.
Muchos autores han visto en E6 256 un caso de exposición real de los tres
niños. Joannès, por ejemplo, habla de estos pequeños como “gens sans toit, qui
vivent dans la rue”113. Por su parte Westbrook afirma, sin comillas114, que “the
adopter takes abandoned orphan children from the street”115. Más recientemen-
te Bellotto apunta, de nuevo sin entrecomillado, que los niños “sono
abbandonati sulla pubblica piazza”116.
La tesis que defendemos para E6 256, en relación al abandono, es diferente a
la interpretación de estos y otros autores. Este texto emariota, si bien representa el
único caso del archivo en este sentido, constituye un buen ejemplo de adopción
justificada mediante dos actos simbólicos: el abandono y la salvación de los niños.
El primero se plasma mediante una fórmula sumamente gráfica, “arrojar a la
calle”, que recuerda a otras expresiones próximo-orientales: “arrojar a la boca del
perro”, “tirar a un pozo”, “meter en un horno”, etc. El segundo se presenta como
“levantarlos de la calle” (esto es, salvarlos de una muerte segura). Algunos autores
han defendido el carácter simbólico de estos actos en otros textos117. Nosotros
interpretamos de igual manera el documento que nos ocupa.

110 E6 256: 9-10: a-na ri-bi-ti ṣa-al-lu / a-na MU.KÁM ša KÚR.MEŠ nu-ku-ur-˹ti˺.

Sobre esta expresión véase Seminara, L’accadico, 606.


111 E6 256: 13-14: iš-tu ri-bi-[ti] / iš-ši-šu-nu. Sobre esta expresión en Emar véase

ibíd., 471.
112 Sobre las cuestiones relacionadas con la adopción en E6 256 véase §4.3.
113 Francis Joannès, šêpê ina ṭiṭṭi šakânu, NABU 1989.109, 82.
114 Y, por tanto, sin citar literalmente la fuente acadia, sino confiriéndole la categoría

de hecho que aconteció. Otros autores, sí que se refieren al hecho del abandono mediante
el entrecomillado y la cita literal. Sirva como ejemplo en este sentido Josef Tropper y
Juan Pablo Vita, “Texte aus Emar”, TUAT NF 1 (Gütersloh: Gütersloher Verlagshaus,
2004), 148: “Daraufhin wurden sein Sohn und Seine zwei Töchter von einer Person
names Abī-kāpī »von der Straße aufgelesen« (Z. 11-14) und formell adoptiert”.
115 Raymond Westbrook, “Emar and Vicinity”, en Westbrook, A History, 672.
116 Bellotto, Le Adozioni a Emar, 148. Al hablar de “due bambini abbandonati” Bellot-

to (p. 147) se refiere obviamente a tres (cf. Daniel Justel, “La adopción en Emar en su
contexto próximo-oriental antiguo”, Historiae 8 [2011]: 113).
117 Véanse por ejemplo Elena-M. Cassin, “Symboles de cession immobilière dans

l’ancien droit mésopotamien”, L’année sociologique, 3e série (París: Presses Universitaires de


Abortos y abandonos infantiles 37

Hemos visto las dos fases de la primera parte de en este sentido, para los ca-
sos de Emar en este sentido, para los casos de Emar E6 256, divididas por el
distinto empleo de preposiciones. Creemos que el “arrojar a la calle” no implica
una exposición infantil triple, sino una renuncia jurídica del abuelo de los niños,
Addu, en relación a sus tres nietos118. El hecho de “arrojar” tiene en este sentido
la connotación implícita —y quizás explícita para sus contemporáneos— de
“rechazar”119, por lo que comporta un abandono legal, pero en ningún caso una
exposición física. Addu pierde de tal forma cualquier derecho que tuviera por
vía sanguínea sobre los niños, y en su lugar es Abī-kāpī quien adquiere dichas
prerrogativas legales mediante el segundo acto de redención, plasmado a través
de la expresión “los levantó de la calle”. Gracias a estas fórmulas, dramáticas en
su forma y con un aparente final nada prometedor para los pequeños, la adop-
ción posterior (ll. 23–32) queda plenamente justificada. Por tanto, en E6 256 se
emplea el conocido recurso del abandono, convertido ya en tópico literario, para
argumentar y razonar la necesidad de que los niños fueran adoptados. Mediante
este tipo de construcciones el adoptante, además de hacerse con tres individuos
más en el hogar, se presenta como el salvador de los niños.
SUBARTU 17. En segundo lugar encontramos el documento Subartu 17, actual-
mente en una colección privada suiza y procedente de la ciudad de Emar120.

France, 1952), 119, n. 1; Joseph Fleishman, “Who Is a Parent? Legal Consequences of


Child Maintenance”, ZAR 7 (2001): 401–2. Por su parte, Malul, refiriéndose a expresio-
nes como “arrojado a la boca del perro”, dice lo siguiente: “It is not clear how one should
visualize the way this ceremony was actually performed. Was it indeed carried out in
reality? It is also possible that these are no more than frozen legal formulae which do not
necessarily reflect any actual performed ceremony” (“Adoption of Foundlings”, 129, n.
64).
118 En la línea de lo sugerido, pero no explicado y relacionado con otros paralelos,

por Daniel Arnaud (“Humbles et superbes à Emar (Syrie) à la fin de l’âge du Bronze
récent”, en André Cacot y Mathias Mathias [eds.], Mélanges bibliques et orientaux en l´honneur
de Henri Cazelles, AOAT 212 [Münster: Ugarit-Verlag, 1981], 12, n. 3).
119 En el sentido de nasāḫu 1a 2’ (cf. CAD N/2 3a–b). Véase asimismo Fleishman,

“Who Is a Parent?”, 402, n. 11.


120 El documento en cuestión fue publicado en André Cavigneaux y Dominique Be-

yer, “Une orpheline d’Emar”, en Pascal Butterlin y Michel Lebeau y Jean-Yves


Monchambert y Juan Luis Montero Fenollós y Béatrice Muller (eds.), Les Espaces Syro-
Mésopotamiens: Dimensions de l’expérience humaine au Proche-Orient ancient. Volume d’hommage offert
à Jean-Claude Margueron, Subartu 17 (Turnhout: Brespols Publishers, 2006), 497–500. Aún
dentro de Emar, el archivo concreto de procedencia es desconocido, si bien su emplaza-
miento original podría corresponderse con el Templo M1 (Cavigneaux y Beyer, “Une
orpheline d’Emar”, 497). Sobre este texto véase asimismo Démare-Lafont, “Éléments
pour une diplomatique juridique”, 78ss.
38 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Este texto, de estilo siro-hitita121, expone una serie de disposiciones sobre la


pertenencia de una niña, por nombre Al-ummī, presuntamente abandonada en
su momento, que fue salvada “en el año de la miseria y el año de la guerra”122.
Con casi toda probabilidad la niña es huérfana, tanto de padre como de madre,
por las siguientes razones:

(1) El nombre del padre, Zū-Ba’la, es conocido por el patrónimo de Al-


ummī123, pero no interviene en el documento. Este hecho es extraño, puesto
que, como apuntan Cavigneaux y Beyer, “il (el padre) devrait être le premier
ayant-droit sur la jeune fille”124.
(2) El antropónimo de la pequeña Al-ummī, con significado literal de “¿Dónde
está mi madre?”, podría evidenciar su condición de huérfana de madre. Otra
posibilidad complementaria sería que la madre hubiera muerto durante el par-
to, siendo la niña una hija póstuma.

Sea como fuere, la niña no tiene a nadie que se haga cargo de ella, siendo
objeto de las decisiones que varias personas toman en torno a ella. ¿Responde
realmente este caso a un abandono infantil? ¿Por esa supuesta razón los persona-
jes que aparecen en el texto arreglan lo conveniente, en beneficio de la niña,
puesto que su familia no podría asumir su carga? ¿Cabría explicarse este docu-
mento mediante razones caritativas y sentimentales hacia la pequeña Al-ummī?

121 Para las diferencias entre las tradiciones siria y siro-hitita, con características pro-

pias, véanse en general Daniel Arnaud, “Catalogues des textes cunéiformes trouvés au
cours des trois premières campagnes à Meskéné qadimé Ouest (Chantiers A, C, E, et
trouvaille de sourface)”, AAAS 25 (1975): 87–88; Dominique Beyer, “Les empreintes de
sceaux”, en Dominique Beyer (ed.), Meskéné-Emar, Dix ans de travaux, 1972–1982 (París:
Éditions recherche sur les civilisations, 1982), 61–62; Claus Wilcke, “AH, die ‘Brüder’
von Emar. Untersuchungen zur Schreibtradition am Euphratknie”, AuOr 10 (1992): 115–
50; Seminara, L’accadico, 9–20; Démare-Lafont, “Éléments pour une diplomatique juridi-
que”.
122 Subartu 17: 19-20: i-na MU.KAM dan-na-ti / ù i-na MU.KAM ša nu-ku-ra-ti. So-

bre esta cuestión véanse Carlo Zaccagnini, “War and Famine at Emar”, OrNS 64 (1995):
92–109; Murray, R. Adamthwaite, Late Hittite Emar: The Chronology, Synchronisms, and Socio-
Political Aspects of a Late Bronze Age Fortress Town, Ancient Near Eastern Studies Supplement
Series 8 (Lovaina: Peeters, 2001), 133–75; Démare-Lafont, “Éléments pour une diploma-
tique juridique”, 80, n. 70. Es difícil estimar la edad de Al-ummī, aunque sin lugar a
dudas se tratará de una niña pequeña puesto que: (1) ha sido salvada en épocas de cares-
tía, en el sentido de “ser salvado para vivir” (empleo del verbo balāṭu, “dar vida”, cf. CAD
B 48a c); (2) no cuenta con capacidad jurídica propia y es tratada en todo momento como
sujeto pasivo, a merced de las decisiones de los adultos.
123 Subartu 17: 1: fal-um-mi DUMU.SAL mzu-ba-la, “Al-ummī, hija de Zū-Ba’la…”.
124 Cavigneaux y Beyer, “Une orpheline d’Emar”, 499.
Abortos y abandonos infantiles 39

Los editores del texto propusieron que se tratara bien de una garantía por
deudas, bien de la incapacidad de que la familia de la pequeña asumiera su
carga125. Esta última posibilidad podría apuntar a un caso de abandono anterior,
quizás por parte de su padre126 o como resultado de quedar totalmente huérfa-
na, cuando un tal La-abu-Dāgan la salvó “en el año de la miseria y el año de la
guerra” (ll. 19–20).
Más convincente a nuestro juicio es la propuesta de Démare-Lafont, quien
ha defendido que el texto Subartu 17 se corresponde realmente con el único
caso de anticresis femenina conocido en Emar127. El fenómeno de la anticresis
personal es común en Emar, y consiste en el acto por el que el acreedor toma al
deudor a su servicio, aprovechándose de su trabajo para reembolsar los intereses
(es decir, el capital del préstamo) hasta que la deuda es cancelada128. Subartu 17
se podría explicar en este sentido, siendo Al-ummī el recurso humano tomado
por el prestamista en relación a la deuda contraída —sin valor económico cono-
cido— por Matiya, un familiar de la pequeña sin parentesco explícito en el
texto129. El documento, firmado y sellado por el poder colectivo de los “Grandes
de Emar”130, está encaminado a proteger a Al-ummī de las manos de su familiar
Matiya. Como se expone en el texto, La-abu-Dāgan permitió a la niña vivir en
tiempos de penurias, por lo que incluso queda justificado que le pertenezca a él,
y no a Matiya. De esta manera, dudamos que Subartu 17 se trate realmente de
un abandono infantil.
2.3. VALORACIÓN DE LA DOCUMENTACIÓN DEL BRONCE RECIENTE
Expuestos los posibles casos de abortos y abandonos infantiles en los textos cu-
neiformes del Bronce Reciente mesopotámico y sirio, podemos realizar algunos
comentarios y valoraciones al respecto. En primer lugar, y en comparación con

125 Ibíd.
126 Puesto que la madre habría fallecido con casi total seguridad.
127 Démare-Lafont, “Éléments pour une diplomatique juridique”, 78ss.
128 Sobre la anticresis personal en Emar véase especialmente ibíd., 75–78. Cf. tam-

bién el documento de Nuzi de anticresis personal en la persona de una niña BM 102353,


en Josué Javier Justel y Daniel Justel, “An Unpublished Nuzi-Type Antichretic Loan
Contract in the British Museum: With Some Comments on Children in the Kingdom of
Arrapḫe”, Iraq 77 (2015): 129–42. Sobre los ṭuppi tidennūti como contratos anticréticos
nuzitas cf. §5.2.
129 Sobre la esclavitud por deudas en el Oriente antiguo véanse §5.2 y §5.5.
130 Subartu 17: 7: GAL.MEŠ IRI e-mar. Además, los testigos (fórmula ana pāni, ll. 21-

26) se corresponden con seis miembros de esta institución, al frente de la cual parece estar
Bēlu-malik (Démare-Lafont, “Éléments pour une diplomatique juridique”, 79), en cuya
casa reside Al-ummī en calidad de fianza y garantía. Se trata de “uno de los pocos contra-
tos emariotas que invocan a autoridades locales para servir de testigos institucionales”
(Solans, Poderes colectivos en la Siria del Bronce Final, 103).
40 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

los corpora de otras épocas, se puede afirmar que la documentación de la época


que nos ocupa es proporcionalmente mucho menos numerosa. El contexto so-
cio-económico del que surgen estos textos debería en principio habernos
proporcionado más evidencias sobre dichos fenómenos, puesto que las épocas de
carestía, como la que vivió Mesopotamia y especialmente Siria en el s. XIII a.
C., son teóricamente propicias para el desarrollo de prácticas como abortos o
exposiciones infantiles. Las madres sumidas en un ambiente de crisis económica
no se podrían hacerse cargo de sus hijos, y el aborto o el abandono podría haber
constituído una solución a tal problema131. Por otro lado, ninguno de los docu-
mentos de práctica legal analizados en torno al fenómeno de los abandonos de
niños son clarificadores. Para nuestro período no contamos con ningún texto
que presente, al igual que otros ejemplos próximo-orientales antiguos132, un caso
de un expósito abandonado de forma evidente, sin prestarse a otro tipo de inter-
pretaciones. La ambigüedad y sobriedad documental a la que nos enfrentamos
para estas formas deliberadas de deshacerse de un niño deberá ser explicada
convenientemente, presentando las alternativas tomadas por los padres que no
podían o no querían hacerse cargo del mantenimiento de sus hijos.
Incluso dentro de la documentación del Bronce Reciente hay corpora que
guardan silencio sobre las cuestiones de los los abortos voluntarios y los abando-
nos de niños. En Nuzi no contamos con ningún texto que haga alusión directa o
indirecta al respecto. La naturaleza legal de la mayor parte de los documentos
del archivo complican una explicación a esta falta de textos, puesto que tanto
abortos como abandonos de niños presentan un trasfondo jurídico.
Por su parte, y a pesar de la habitual información que los textos mesobabi-
lónicos nos ofrecen para el estudio de determinados aspectos de la infancia, no
tenemos constancia de documentos casitas sobre abandonos, abortos o infantici-
dios una vez nacido el niño. Las ventas de menores, ampliamente atestiguadas
en el corpus mesobabilónico (§6.2), fueron probablemente una alternativa eficaz
a la hora de no recurrir a soluciones tan drásticas en torno a un niño no deseado.
Además, al menos para el caso de las listas de trabajadores forzados de Nippur,
parece que las familias poseen suficientes recursos para criar a los niños peque-
ños. El alimento que reciben es proporcional a la edad o la actividad
desarrollada (§5.4), y las cantidades de grano serán dispensadas por la adminis-
tración palaciega o del templo, y no por las mismas familias. Por último, y
siempre que trabajaran y se comportaran de la manera demandada y deseada
por la institución imperante, los adultos eran conscientes de que sus hijos no
sufrirían maltrato alguno, teniendo además la posibilidad de formarse en un
oficio y creando en el futuro una familia. Por tanto, creemos que todas estas
características facilitarían en cierta medida la vida de los niños, aún siendo sier-

131 Otras soluciones en este sentido, estudiadas en otros capítulos, son las adopciones
(§4) o las ventas de niños (§6).
132 Véase al respecto el documento de Mari ARM 6 43 (§2.4).
Abortos y abandonos infantiles 41

vos, impidiendo tácitamente a los padres el recurrir al abandono o asesinato de


sus hijos.
Sea como fuere, la parquedad de las fuentes del Bronce Reciente sobre las
cuestiones analizadas deben ser inscritas en su contexto próximo-oriental anti-
guo, aspecto que trataremos brevemente a continuación.
2.4. ABORTOS VOLUNTARIOS Y ABANDONOS INFANTILES DEL BRONCE RE-
CIENTE DENTRO DE SU CONTEXTO PRÓXIMO-ORIENTAL ANTIGUO

Las fuentes cuneiformes del Bronce Reciente mesopotámico y sirio sobre abortos
y abandonos infantiles se inscriben en una constante histórica y textual próximo-
oriental extensamente generalizada133. Buena prueba de ello son no solo la can-
tidad de documentos que aluden a la cuestión, sino también la diversidad de
textos de distinta naturaleza literaria: ejercicios escolares, contratos, cartas, tex-
tos administrativos, etc. Por tanto, la reproducción documental del fenómeno
responde también en otras épocas a una realidad existente.
En primer lugar nos referimos a la práctica de los abortos en el Oriente anti-
guo134, contextualizando nuestro documento mesoasirio LAM 53. Hay que
subrayar en primer lugar que la mayor parte de las referencias próximo-
orientales a abortos responden a casos involuntarios, ajenos a la madre, bien por
causas naturales, bien provocados por un tercero por medio de maltratos físicos.
Fenómeno atestiguado en la literatura cuneiforme, las fuentes de naturaleza
legislativa, desde Sumer hasta el Pentateuco, presentan regulaciones contra el
aborto135. El hombre mesopotámico era muy consciente de lo que significaba
realmente el feto: un ser vivo, que podía incluso llorar o ser percibido, y median-
te el aborto se cometía un asesinato136. Este hecho es corroborado desde los
primeros códigos legislativos. Encontramos cronológicamente el primer ejemplo
en las Leyes de Lipit-Ištar (Isin, ca. 1930 a. C.)137:

133 Al respecto, véase el estudio comparativo entre abandonos infantiles mesopotá-

micos y bíblicos en Daniel Justel, “Abandonos infantiles en la literatura cuneiforme y


bíblica”, en Santiago Rostom y Pablo Andiñach (eds.), Revista Bíblica 77–78 (2015–2016):
Homenaje a Armando Levoratti (Buenos Aires: Editorial PPC, 2017), 337–53.
134 Sobre la cuestión de la muerte —deliberada o no— del feto en la antigua Meso-

potamia véanse especialmente Andrew E. Hill, “Abortion in the Ancient Near East”, en
James K. Hoffmeier (ed.), Abortion: A Christian Understanding and Response (Grand Rapids:
Baker Book House, 1987), 31–48; Arnaud, “Le fœtus”, 123–42 (esp. pp. 129ss.);
Matthews, “Marriage and Family”, 21–22; Stol, Birth in Babylonia and the Bible, 39–48.
135 Ibíd., 39. Véanse las principales leyes mesopotámicas y bíblicas en relación al

aborto en pp. 39–46.


136 Arnaud, “Le fœtus”, 135.
137 Corríjase, por tanto, la afirmación de Stol (Birth in Babylonia and the Bible, 39),

quien dice que “the oldest example (of abortion) is from a Sumerian legal textbook”,
42 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

§d: “Si un […] golpea a la hija de un hombre (libre) y causa la pérdida de su fe-
to, deberá […] pagar 30 siclos de plata”;
§e: “Si ella muere, ese hombre deberá ser ejecutado”;
§f: “Si un […]138 golpea a la esclava de un hombre (libre) y causa la pérdida de
su feto, deberá […] pagar 5 siclos de plata”139.

Apreciamos por tanto que las penas por matar el feto son considerables des-
de un principio, si bien siempre se tendrá en cuenta el estatus social de los
agraviados140. Otros códigos legales próximo-orientales que tratan la realidad del
aborto son el Código de Hammurapi141, las Leyes Hititas142 o las Leyes Asirias
Medias143.

citando para ello la tablilla de ejercicios legales sumerios YOS 1 28 (p. 39, n. 93). En
realidad, dicho documento data aproximadamente del año 1800 a. C. (Martha T. Roth,
Law Collections from Mesopotamia and Asia Minor, WAW 6 [Atlanta: Scholars Press, 1997],
42), siendo más de un siglo posterior a las Leyes de Lipit-Ištar arriba referenciadas (ca.
1930 a. C.). Sobre las Leyes de Lipit-Ištar véanse en general Francis R. Steele, “The
Lipit-Ishtar Law Code”, AJA 52 (1948): 425–50; Samuel N. Kramer, Lipit-Ishtar Lawco-
de”, ANET (Princeton: Princeton University Press, 1955), 159–61.
138 El sujeto de esta acción será el mismo que en §d y §e (Manuel Molina, La ley más

antigua: Textos legales sumerios (Barcelona: Trotta, 2000), 94, n. 20).


139 Probablemente la siguiente disposición (§f), perdida en su práctica totalidad

(Roth, Law Collections, 27), se refiriera al supuesto por el que la esclava muriera por la
paliza recibida. Para las Leyes de Lipit-Ištar hemos seguido la división y nomenclatura
presentada en Roth, Law Collections, 26–27.
140 En la legislación próximo-oriental antigua el matar un hombre libre estaba más

fuertemente penado que el matar un esclavo. Véanse por ejemplo las leyes CH 209, CH
210, CH 211, CH 212, CH 213, CH 214 del Código de Hammurapi; o, respecto a una
muerte sin relación con el aborto, CH 229, CH 230, CH 231.
141 CH 209, CH 211, CH 212, CH 213, CH 214. Estas disposiciones del Código de

Hammurapi son similares a las mencionadas Leyes de Lipit-Ištar, pero exceptuando el


hecho de que si el hombre mataba a la hija de un hombre libre (awīlum), estando encinta,
el asesino no sería condenado a muerte, pero sí la hija de éste, en caso de que existiera (cf.
CH 210). Si la mujer embarazada fuera hija de un individuo cualquiera (muškēnum), la
pena será el pago de 30 siclos de plata (CH 212), mientras que si se trata de la esclava de
un awīlum (esto es, una amtu), la cantidad será de 20 siclos (CH 214). Las penalizaciones
por no matar a la madre, sino solo al nonato, serán de 10 siclos (hija de un awīlum, CH
209), 5 siclos (hija de un muškēnum, CH 211) y 2 siclos de plata (esclava de un awīlum, CH
213).
142 LH 17, LH 18 (cf. Roth, Law Collections, 219). La disposición LH 17 de las Leyes

Hititas dice así: “Si alguien provoca que una mujer libre expulse un feto, si es al décimo
mes, da 10 siclos de plata; si es al quinto, 5 siclos de plata. Y por ello él mira en su casa”
(traducción en Alberto Bernabé Pajares y Juan Antonio Álvarez Pedrosa, Historia y Leyes de
los Hititas: Textos del Imperio Medio y del Imperio Nuevo (Madrid: Akal, 2004), 184; cf. asimismo
Alberto Bernabé Pajares, “La mujer en las leyes hititas”, en Josué Javier Justel y Bárbara
Abortos y abandonos infantiles 43

Aunque la mayoría de las disposiciones legales anteriores se refieren al abor-


to no natural, generalmente como consecuencia de maltratos físicos, en el
Próximo Oriente antiguo también se llevaba a cabo la pérdida voluntaria del
niño. Así, hemos visto que LAM 53 constituye el único presupuesto legislativo
que trata explícitamente sobre el aborto deseado por la madre144.
Así como los mesopotámicos conocían y empleaban determinadas plantas
para estimular y promover la concepción o evitar el aborto145, otras medicinas
naturales eran usadas deliberadamente como anticonceptivos o métodos aborti-
vos146. BAM 3 246: 1 recomienda a la mujer “romper ocho plantas y beberlas,

Eugenia Solans y Juan Pablo Vita y José Ángel Zamora (eds.), Las aguas primigenias: El
Próximo Oriente Antiguo como fuente de civilización. Actas del IV Congreso Español de Antiguo Oriente
Próximo (Zaragoza, 17 a 21 de Octubre de 2006), vol. 1, Serie Próximo Oriente Antiguo 3
(Zaragoza: Instituto de Estudios Islámicos y del Oriente Próximo, 2007), 85–97, 89. Esta
ley implica una valoración y penalización distinta dependiendo del mes de gestación en
que se encuentre la madre. La interpretación más probable, según Stol (Birth in Babylonia
and the Bible, 42), sería la de penalizar con 5 siclos de plata quien causara un aborto entre
el primer y quinto mes. A partir del sexto, hasta el décimo, se deberían pagar 10 siclos.
Por su parte, Gary M. Beckman (Hittite Birth Rituals, Second Revised Edition), StBoT 29
[Wiesbaden: Harrassowitz, 1983], 10) propone la posibilidad de que la multa guardara
una relación numéricamente directa con el mes de gestación: a los tres meses, 3 siclos; a
los seis meses, 6 siclos; etc. Esta segunda opción afirmaría aún más la conciencia que los
próximo-orientales antiguos tenían sobre el feto como individuo con derecho a vivir.
Sobre las posibles causas por las que los hititas —al igual que los romanos más adelante—
contemplaban un embarazo normal de diez meses, y no de nueve (como en la sociedad
moderna occidental), véase Isabelle (Klock-)Fontanille, “Les lois hittites: traduction,
commentaire”, KTEMA 12, 1987, 212. Sobre la concepción del embrión en la antigüedad
bíblica y judía véase Étienne Lepicard, “L’embryon dans la Bible et la tradition rabbini-
que: les représentations de la conception”, Éthique: La vie en question 3 (París: Éditions
Universitaires, 1992), 37–47 (hiver 1992), 58–80 (printemps 1992).
143 LAM 21, LAM 50, LAM 51, LAM 52, LAM 53.
144 Ricks, “Abortion in Antiquity”, 31a. Más adelante Flavio Josefo (Contra Apionem II

202) dice que “La Ley ordena alimentar a todos los hijos y prohíbe a las mujeres abortar
o destruir el semen por cualquier otro medio; una mujer sería considerada infanticida por
destruir una vida y disminuir la raza” (traducción en Flavio Josefo. Autobiografía—Contra
Apión, Edición de L. García Iglesias [introducción] y M. Rodríguez de Sepúlveda [traduc-
ción y notas], Biblioteca Clásica Gredos 189 [Madrid: Gredos, 2008], 270).
145 Sirva como ejemplo un texto ofrecido por CAD N/1 79b 2’ (sub nadû 1e): LKA 9

r. iii 8: ana erīti… ša libbiša la ŠUB-e, “in order that a pregnant woman not have a misca-
rriage”. Sobre este tipo de plantas véase especialmente Stol, Birth in Babylonia and the Bible,
52–59.
146 Si bien los métodos anticonceptivos y abortivos serían contemplados como con-

ceptos diferentes, véase la reflexión de Stol (ibíd., 42), quien dice que “the borderline
between them was thin in Antiquity”.
44 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

acompañadas de vino y con el estómago vacío”147. En CT 14 36 se habla de


“una planta para inducir el aborto”148. En estos y otros documentos la acción de
“abortar”, tanto como objetivo perseguido como por incidencia involuntaria
sufrida, se expresa mediante una acepción del verbo nadû (sum. ŠUB)149.
Estamos menos informados sobre la práctica del aborto voluntario en Me-
sopotamia que sobre el aborto no deseado150. Aún así, y como acontece con los
abandonos de niños, las madres que llevaran a cabo tal acción no estarían in-
teresadas en que su caso se conociera ni en su círculo social más íntimo, y mucho
menos en que fuera plasmado por escrito. Ello sería perseguido probablemente
mediante el derecho consuetudinario en todas las épocas, si bien en el Bronce
Reciente esta legalidad iría más allá, haciendo constar explícitamente las Leyes
Asirias Medias una ley para impedir tal práctica.
Por otra parte, y refiriéndonos a los abandonos de niños en el Oriente anti-
guo, tal era su cotidianeidad que varios códigos legales mesopotámicos incluso
ofrecen en distintas épocas cláusulas sobre el tema. Estas disposiciones tratan
generalmente la adopción que se produciría tras el rescate del niño expósito por
alguien. De hecho, abandono y adopción son dos fenómenos que con frecuencia
van de la mano en la cultura próximo-oriental antigua. Tras el primero se da la
segunda, y aunque no siempre se plasmara de tal manera, la mayor parte de los
supuestos legales o casos prácticos responden a estas características151.

147 Sobre estas cuestiones véanse Julio César Pangas, “Notas sobre el aborto en la
Antigua Mesopotamia”, AuOr 8 (1990): 215–16; Gary M. Beckman y Benjamin R. Foster,
“Assyrian Scholary Texts in the Yale Babylonian Collection”, en Erle Leichty y Maria
deJ. Ellis (eds.), A Scientific Humanist: Studies in Memory of Abraham Sachs, Occasional Publica-
tions of the Samuel Noah Kramer Fund 9 (Filadelfia: Samuel Noah Kramer Fund, The
University Museum, 1988), 12.
148 CT 14 36 79-7-8, 22 rev. 5: Ú šá-mi ARḪUŠ ŠUB-e, lit. “planta para inducir el

aborto en el seno materno”. Sobre este texto —sin cita por parte del autor— véase asi-
mismo Arnaud, “Le fœtus”, 129, n. 25.
149 Cf. CAD N/1 79b 2’. Hay que señalar que en otras culturas contemporáneas a

las mesopotámicas también se conocían remedios naturales para abortar voluntariamen-


te. Sirva como ejemplo un remedio del antiguo Egipto, que consistía en un preparado de
dátiles, cebollas y frutas de acanto. Tras machacar tales ingredientes y añadirles miel, el
combinado debería ser esparcido en un trapo para finalmente aplicarlo en la vulva de la
mujer encinta. Sobre este documento en papiro véase Cyril P. Bryan, Ancient Egyptian
Medicine: The Papyrus Ebers (Chicago: Ares Publisher, 1974), 83.
150 Las causas para abortar voluntariamente podrían ser variadas: incapacidad eco-

nómica de la madre para criar al niño, embarazo fuera del matrimonio, embarazo
producto de infidelidades o incluso deseo de no engordar (sobre este último aspecto véase
Arnaud, “Le fœtus”, 129).
151 Sobre la relación entre abandonos de niños y su posterior rescate y adopción

véanse Gonelle, La condition juridique, 179–96; Malul, “Adoption of Foundlings”, 97–126;


Justel, “Adopciones infantiles”, 132–35.
Abortos y abandonos infantiles 45

Así, dicha relación, analizada en textos como MKGH 4 o E6 256, tiene su


origen al menos desde las series lexicales ana ittišu y ḪAR-ra ḫubullum. Éstas,
datadas a fines del 3.er milenio a. C.152, constituyen ejercicios de escuela que
reproducen fórmulas de práctica legal, atestiguadas en ejemplos posteriores. Su
importancia, aún restringiéndose a lo meramente formulístico, evidencia la habi-
tual práctica de exponer recién nacidos.

Sumerio Acadio Español


MSL I, 3 ka-ur-[zí]r-ta ba- i-na pi-i kal-bi e-ki- “Lo ha rescatado de la boca
III: 34s an-[da]-kar im-šu del perro”
MSL V 50: ka-ur-ku-a-ni-šè ba- i-na pi-i kal-bi e- “Ha sido rescatado de la
5-6 an-da-kar kim boca del perro”
MSL I, 3 “Ha sido hallado en un
túl-ta-pàd-da i-na bur-ti a-tu-šu
III: 32 pozo”
MSL V 50: “Ha sido hallado en un
túl-ta-pàd-da i-na bur-ti a-tu
3 pozo”
MSL I, 3
sil-t[a ba-an-t]u-ra i-na su-qí šu-ru-ub “Tomado de la calle”
III: 33
MSL V 50: i-na su-ú-qí šu-ru-
síl-ta ì-tu-ra “Tomado de la calle”
4 ub
Tabla 3. Expresiones sobre abandonos infantiles en las series ana ittišu (MSL I) y ḪAR-ra
ḫubullum (MSL V)

Como vemos en la tabla 3, las expresiones son sumamente gráficas, si bien a


nuestro juicio responden, siguiendo la idea trazada para los documentos del
Bronce Reciente analizados, a una manera deliberadamente drástica y simbólica
de exponer el acto del abandono, que no se produciría realmente de tal forma153.

152 Martin David (Die Adoption im altbabylonischen Recht [Leipzig: Theodor Weicher,

1927], 5) dató la serie ana ittišu en la Dinastía de Ur III (2112–2004 a. C.), mientras que
Benno Landsberger (Die Serie ana ittišu [Roma: Pontificium Istitutum Biblicum, 1937], II)
interpretó su origen como más tardío, en la Primera Dinastía de Isin (2017–1794 a. C.).
La serie ḪAR-ra ḫubullum podría ser contemporánea. Sobre estos ejercicios de escuela
véanse Landsberger, Die Serie ana ittišu; The Series ḪAR-ra = ḫubullu, MSL 5 (Roma:
Pontificium Istitutum Biblicum, 1957); The Series ḪAR-ra = ḫubullu, MSL 6 (Roma: Ponti-
ficium Istitutum Biblicum, 1958); The Series ḪAR-ra = ḫubullu, MSL 7 (Roma: Pontificium
Istitutum Biblicum, 1959); André Cavigneaux, “Lexikalische Listen”, RlA 6 (1980–1983):
609–41; Cécile Michel, “Listes lexicales”, en Francis Joannès (dir.), Dictionnaire de la Civili-
sation Mésopotamienne (París: Éditions Robert Laffont, 2001), 475–76.
153 Es la idea que hemos defendido en Justel, “Adopciones infantiles”, 132–135, o en

este estudio para el caso emariota E6 256, en §2.2. En la misma línea, basándose en
adopciones paleobabilónicas, véase Cassin, “Symboles de cession immobilière”, 119, n. 1:
46 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Diversos códigos legislativos ofrecen también varias disposiciones sobre


adopciones de niños expósitos. El primero cronológicamente es el artículo 20 de
las Leyes del rey Lipit-Ištar (1934–1924 a. C.): “Si un hombre rescata a un niño
de un pozo, deberá [tomar sus] pies [y sellar una tablilla con la medida de sus
pies (como identificación)]”154.
El posterior Código de Hammurapi (s. XVIII a. C.) trata idéntica cuestión,
si bien la expresión empleada para evidenciar el supuesto de niño abandonado
es esta vez ina mêšu: CH 185: “Si un hombre adopta a un niño ina mêšu y lo cría,
ese niño no podrá ser reclamado”155. La mencionada construcción fue tradicio-
nalmente traducida como “en su nombre”, interpretando el signo me como
derivación del sumerio MU (ac. šumu, “nombre”). Yaron, sin embargo, propuso
que la fórmula se entendiera como “en sus aguas” (del acadio mû, “aguas”),
haciendo referencia al líquido amniótico156. De esta forma quedaría patente que
el expósito era realmente un recién nacido, abandonado completamente a su
suerte y sin ninguna opción de sobrevivir por sí solo157. Tras el trabajo de Yaron
la mayor parte de los autores se han mostrado de acuerdo con dicha interpreta-
ción158. El documento MDP 23 288, paleobabilónico redactado en acadio y
procedente de Elam, confirma la lectura de Yaron, puesto que añade la cláusula
u dāmēšu, “y (en) su sangre”159. El hecho de que el acto del nacimiento no solo

“il s’agit d’un acte purement symbolique […] par le fait que l’on ait eu recours à cette
procédure formaliste”.
154 Para LLI 20 hemos seguido la restitución de Roth (Law Collections, 29), basada en

la serie ana ittišu (p. 35, n. 2) (al respecto véase Molina, La ley más antigua, 88 y 95, n. 22).
155 CH 185: šum-ma a-wi-lum ṣe-eḫ-ra-am i-na me-e-šu a-na ma-ru-tim il-qé-ma úr-ta-ab-bi-

šu tar-bi-tum ši-i ú-ul ib-ba-aq-qar.


156 Reuven Yaron, “Varia on Adoption”, Journal of Juristic Papyrology 15 (1965): 171–

73.
157 Véanse algunos ejemplos de la expresión ina mêšu en los textos CH 185, MDP 23

388 (ina mêšu u damēšu), YOS 12 331 y CT 52 103. Sobre estos textos en relación a dicha
fórmula véase Malul, “Adoption of Foundlings”, 106–13.
158 Véanse varias referencias a importantes ediciones del Código de Hammurapi que

siguen la interpretación de Yaron en Justel, “Adopciones infantiles”, 112, n. 40, añadien-


do Garroway, Children, 51–54, 100–101. Para otros autores que tras el trabajo de Yaron
siguen entendiendo el texto como “en su nombre”, véase por ejemplo A. R. Colón, A
History of Children. A Socio-Cultural Survey Across Millennia (Westport: Greenwood Press,
2001), 62.
159 MDP 23 288: 8-11: i-na me-e-šu / ù da-mé-šu i-zi-ib-šu-ma / [a]-na f.dtu-zi-dam-

qa-at / [mu-še]-ni-iq-ti ta-ad-di-iš-šu-ma (“Ella lo ha abandonado en sus aguas y en su san-


gre, y lo ha entregado a Tuzi-damqat, la nodriza”).
Abortos y abandonos infantiles 47

esté relacionado con el agua, sino también con la sangre160, hace que nosotros
también optemos por la relación con el líquido amniótico161.
Aunque no se conserven más referencias de códigos mesopotámicos que re-
gulen aspectos sobre abandonos de niños, las citadas arriba muestran que se
premiaría en cierta manera a los salvadores de los expósitos. Este aspecto está
confirmado por los documentos de práctica legal del Bronce Reciente comenta-
dos en el capítulo.
Aparte de las series lexicales, las disposiciones de códigos legislativos y algún
caso de colecciones paleobabilónicas de “casos modelo”162, en la documentación
cuneiforme también poseemos referencias a casos concretos de abandonos a
través de documentos de diversa naturaleza literaria, como leyendas163, cartas,

160 Stol, Birth in Babylonia and the Bible, 125.


161 Interesante en este sentido es el paralelo bíblico de Ez 16, 1–7, sobre el que Malul
(“Adoption of Foundlings”, 108–9) llama la atención. En él se presenta una alegoría de la
infidelidad de Israel, personificada en una niña pequeña que simboliza la ciudad de
Jerusalén. Tras explicar el abandono de esa niña (vv. 1–5), Yahveh la salva (vv. 6–7):
“Pero pasé junto a ti y te vi revolcada en tu sangre, y te dije «¡En tu sangre vive!» Díjete,
pues: «¡En tu sangre vive y crece!»”. Este pasaje veterotestamentario será un paralelo más
que confirme la interpretación de Yaron arriba expuesta. Al respecto véanse asimismo
Marius Gerhardus Swanepoel, “Ezekiel 16: Abandoned Child, Bride Adorned or Un-
faithful Wife?”, en Philip R. Davies y David J. A. Clines (eds.), Among the Prophets: Language,
Image and Structure in the Prophetic Writings, JSOT Suppl. Series (Sheffield: Bloomsbury T&T
Clark, 1993), 84–104; Marjorie D. Gursky, Reproductive Rituals in Ancient Israel, Tesis docto-
ral inédita (Nueva York: New York University, 2001), 85ss; Joseph Fleishman, “Did a
Child’s Legal Status in Biblical Israel Depend upon his beign Acknowledged?”, ZAW 121
(2009): 363; Garroway, Children, 101.
162 Nos referimos a documentos que, sin ser de práctica legal, presentan compendios

de cláusulas contractuales con terminología específica. Sirva como ejemplo el texto esco-
lar de época paleobabilónica CBS 11324, tratado más adelante en el presente
subapartado. Sobre este documento véase Jacob Klein y Tonia M. Sharlach, “A Collec-
tion of Model Court Cases from Old Babylonian Nippur (CBS 11324)”, ZA 97 (2007): 4–
9. Para el caso de un niño que es adoptado tras ser arrojado a un horno véase asimismo el
texto ZA 101 §44 (cf. Gabriella Spada, “A Handbook from the Eduba’a: An Old Babylo-
nian Collection of Modern Contracts”, ZA 101 [2011]: 241–42).
163 Estas leyendas forman parte de la mitología próximo-oriental y suponen la cons-

trucción de héroes de diferentes pueblos antiguos. Un ejemplo paradigmático es el de


Sargón de Acad: “Mi madre, gran sacerdotisa, me concibió y me dio a luz en secreto. Me
puso en un cesto de juncos y selló con pez sus aberturas. Me depositó en el río, que no se
alzó contra mí. El río me llevó hasta Akki, el escanciador de agua. Akki, el escanciador de
agua, me sacó cuando hundía su cubo en el río. Akki, el escanciador de agua, me adoptó
como su hijo y me crió” (véanse las copias cuneiformes en CT 13 42 [láms. 42–43], así
como un breve estudio en Benjamin R. Foster, Before the Muses: An Anthology of Akkadian
Literature [Bethesda: CDL Press, 2005], 912–13). Para profundizar en estos pasajes de la
48 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

textos administrativos o contratos de adopción. Son estos últimos especialmente


significativos e importantes para estudiar el fenómeno, no solo a nivel cuantitati-
vo —contamos con decenas de textos al respecto, para prácticamente todas las
épocas—, sino también por su claridad de interpretación a nivel jurídico. El
orden de los eventos es generalmente el mismo para todos los casos, y casa per-
fectamente con el analizado en nuestros documentos MKGH 4, E6 256, e
incluso Subartu 17:

(1) un niño es abandonado, generalmente por sus padres biológicos, y no tiene


capacidad de salvación164;
(2) un adulto se apiada165 del pequeño expósito, y actúa conforme a la legalidad
para salvarle (cf. 3);
(3) el adulto adopta al niño, expresándose el acto mediante fórmulas legales
comunes con las demás adopciones (§4.3).

En estos y otros textos, tanto de forma —aspectos filológicos— como de


fondo —aspectos jurídicos—, se expresan dos actos simbólicos marcadamente
diferenciados. En primer lugar se encuentra el abandono, por el que los padres
biológicos repudian a su hijo, cortando por tanto todo el vínculo legal que confe-
ría la relación sanguínea. La terminología que subraya este primer acto es
sumamente elocuente, empleándose verbos como nasāku, “arrojar” (Nbk 439: 3);

leyenda de Sargón véase Brian Lewis, The Sargon Legend: A Study of the Akkadian Text and the
Tale of the Hero Who Was Exposed at Birth, American Schools of Oriental Research Disserta-
tion Series 4 (Cambridge: American Schools of Oriental Research, 1980), así como Joan
Goodnick Westenholz, JNES 43.1 (1984): 73–79. Quizás el caso más famoso de exposi-
ción infantil y posterior adopción en la literatura próximo-oriental antigua es el de
Moisés, abandonado en las aguas del Nilo y adoptado posteriormente por la hija del
Faraón (Ex 2, 1–10) (para comentarios comparativos entre las historias de Sargón y Moi-
sés, cf. Justel, “Abandonos infantiles”, 349–50). Posteriormente, el tema del expósito fue
empleado en obras griegas de teatro con gran componente dramático. Autores como
Aristófanes, Eurípides, Menandro, Plauto o Terencio se sirvieron del motivo del niño
abandonado para presentar desenlaces emotivos y felices. Por último debemos reseñar un
ejemplo significativo para la cultura occidental, constituido por la leyenda romana de
Rómulo y Remo, hijos de Marte, abandonados por su madre Rea y posteriormente
salvados y amamantados por la loba Luperca.
164 La imposibilidad para salvar la vida por sí mismo se expresa mediante fórmulas

tan gráficas como las de las comentadas series lexicales.


165 Las razones y objetivos para que el adulto se apiade del niño podrán responder

sin duda a causas de carácter caritativo (véase por ejemplo el caso de E6 256 en §4.6), si
bien en otras ocasiones el objetivo no sería tan desinteresado: hacerse con un heredero,
con una fuerza de trabajo en el hogar, etc.
Abortos y abandonos infantiles 49

nadû166, “tirar” (CT 13 42: 6); o ezēbu, “dejar, abandonar” (MDP 23 288: 9). En
lo que a nuestra documentación del Bronce Reciente compete, podemos añadir
el empleo del verbo ṣalû, “arrojar”, presente en el texto de Emar E6 256 (l. 9: ṣa-
al-lu). Además, la voz Š de ṣalû en época mesoasiria adquiere el sentido genérico
de “abortar”167, fenómeno que relacionamos con los abandonos de niños. Todos
estos términos, si bien expresan un acto físico, se refieren realmente a la acción
jurídica de “rechazar”. Los padres naturales se desentienden de tal forma de su
hijo mediante su abandono, no solo a nivel de cuidados básicos —alimento,
vestido, etc.—, sino también legal.
El segundo acto es el de la adopción, por el que el padre adoptivo se hace
con el niño tras el abandono168. Para ello se emplean asimismo distintos verbos,

166 El equivalente hebreo del acadio nadû es ‫לשך‬, “arrojar”. Véase un ejemplo en el

libro de Ezequiel, bajo la forma hof’al 2.ª pers. fem. sing. ‫יכלשת‬: “Fuiste (Jerusalén) arro-
jada sobre la superficie del campo” (Ez 16, 5). Acerca del caso de Moisés en el libro del
Éxodo, es interesante evidenciar el distinto empleo de verbos en dos pasajes. Primera-
mente, con el objetivo de expresar las órdenes del faraón de matar a los hebreos varones
recién nacidos se utiliza ‫לשך‬, (al igual que en Ezequiel) bajo la forma hif’il futura 2.ª pers.
masc. pl. ‫והכילשת‬: “Luego Faraón dio orden a todo su pueblo, diciendo «A todo hijo que
nazca de los hebreos le arrojaréis al río»” (Ex 1, 22). Así, el propósito del Faraón es sin
duda que esos niños murieran. Empero, el objetivo de la madre de Moisés no era que su
hijo muriera, sino que se salvara de un destino trágico. Para ello el redactor de Éxodo no
emplea el verbo ‫ךלש‬, “arrojar (al río)”, sino ‫םוש‬, “poner, colocar”: “Como no pudiese
ocultarle (a Moisés) por más tiempo, cogió una cesta de papiro, la calafateó con betún y
pez, colocó (‫ )וםשת‬en ella al niño y la colocó en el juncal, a la orilla del Nilo” (Ex 2, 3).
Sobre estas cuestiones véanse en general Morton Cogan, “A Technical Term for Exposu-
re”, JNES 27 (1968): 133–35; Malul, “Adoption of Foundlings”; Erkki Koskenniemi, The
Exposure of Infants among Jews and Christians in Antiquity, The Social World of Biblical Anti-
quity, Second Series, 4 (Sheffield: Sheffield Phoenix Press, 2009), 16ss.; Garroway,
Children, 99. Sobre este mismo fenómeno de dos tipos de expositio (con el objetivo de matar
al neonato y de que fuera salvado) en época romana véase el estudio de Alberto Sevilla
Conde, “Morir ante suum diem. La infancia en Roma a través de la muerte”, en Justel,
Niños en la Antigüedad, 199–233.
167 AHw 1077a: “Leibesfrucht abwerfen lassen”. Cf. CAD Ṣ 71b d, sub ṣalā’u.
168 La creación del contrato de adopción o de otro tipo no es cuestión baladí, puesto

que el simple hecho de recoger a un niño abandonado no confiere automáticamente un


tipo de filiación legítima o una existencia legal del expósito. Salvando las distancias tem-
porales respecto a nuestro corpus, es interesante en este sentido en el texto neobabilónico
VAS 6 116. Un documento anterior (Nbn 990) presenta el caso de la mujer Ṣiraya, que es
dada en matrimonio a Nabû-nādin-šumi, y entre la dote aportada hay tierras, bienes
muebles y dos esclavas. Una de ellas es Šēpītaya, objeto principal del posterior VAS 6
116. En este texto se menciona que Ṣiraya “levantó (a Šēpītaya) de la calle y la crió” (ll. 7-
8: ul-tu su-ú-qu / ta-šá-am-ma tu-ra-bu-ú), puesto que la sirvienta fue en su día abandonada.
Estas afirmaciones fueron leídas en público, ante testigos, creándose entonces la existencia
50 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

algunos también muy gráficos: našû, “levantar, cuidar” (Nbk 439: 4, VAS 6 116:
8169); šaqû, “levantar”; o leqû, “tomar, adoptar” (CT 52 103: 16170). Nuestros
ejemplos del Bronce Reciente añaden dos verbos en el acto redentor: rubbû /
rabû, “criar, educar” (MKGH 4: 4); y lamādu, “reconocer” (E6 256: 11). Median-
te el empleo de estos términos se subraya la naturaleza redentora del acto por
parte de los padres adoptivos, quedando la adopción completamente justificada
—a un nivel jurídico especialmente en E6 256— y a su vez evitando futuras
reclamaciones171.

legal de Šēpītaya y justificando la posesión de la esclava por parte de Ṣiraya y Nabû-


nādin-šumi. Así, y tomando como ejemplo el momento anterior a la creación de VAS 6
116, en palabras de Joannès, se puede afirmar que “ce status d’enfant recueilli ne permet-
tait pas à Ṣiraia ni à son époux Nabû-nādin-šumi de justifier de leur droit de propriété sur
Šēpītaia” (šêpê ina ṭiṭṭi šakânu, 81–82). Si bien es posible que VAS 6 116 no constituya una
verdadera adopción tras el abandono, sino la confirmación del estatus de esclava de
Šēpītaya (en la línea de Mariano San Nicolò, “Über Adoption und die Gerichtsbarkeit
der mâr-bânî im neubabylonischen Rechte”, ZSS 50 [1930]: 450), el documento muestra
claramente que tras la exposición y salvación de un abandonado se debía crear un víncu-
lo y existencia legal del mismo, careciendo en el intervalo de realidad jurídica alguna.
Sobre estas cuestiones véanse San Nicolò, “Über Adoption”, 445–55; Roth, Babylonian
Marriage Agreements, 71–73; Joannès, šêpê ina ṭiṭṭi šakânu, 81–82; da Riva, “La Guerra en el
Antiguo Oriente”, 7–8; Muhammad A. Dandamaev, Slavery in Babylonia: From Nabopolassar
to Alexander the Great (626–331 B C) (DeKalb: Northern Illinois University Press, 2009),
103; Garroway, Children, 105; Josué Javier Justel, Mujeres y Derecho en el Próximo Oriente
Antiguo: La presencia de mujeres en los textos jurídicos cuneiformes del segundo y primer milenio a. C.
(Zaragoza: Libros Pórtico, 2014), 84–85.
169 VAS 6 116: 8: ta-šá-am-ma. Sobre esta forma del verbo našû véase Joannès, šêpê ina

ṭiṭṭi šakânu, 82, n. 2.


170 En este contexto se emplea frecuentemente la versión sumeria de leqû, bajo la

forma ŠU BA.AN.TI (véase un ejemplo en un texto paleobabilónico de abandono y


adopción de niño en YOS 12 331: 7).
171 Sobre la relación entre las fases de abandono y adopción en este tipo de textos

véase Fleishman, “Who Is a Parent?”, 401–2. Un texto en el que se aprecian claramente


los dos actos legales de abandonar y salvar, empleándose terminología similar pero con
distinto uso de verbos y preposiciones, es el neobabilónico Nbk 439. En él la mujer soltera
Ṣiraya “arrojó a su hijo a la boca del perro” (ll. 2–3: DUMU-˹šú˺ a-na / [pi-i] kal-bi ta-as-
su-ku). El acto de salvación está representado por la misma imagen, pero sin emplear la
preposición a-na, “a, hacia”, sino ištu, “de” (sentido del inglés “from”, y en su variante
neobabilónica ultu; véase la colación de Wunsch [“Findelkinder”, 219], contra la restitu-
ción de Oppenheim [“Assyriological Gleanings I”, BASOR 91 (1943): 36]: [i]š (!)-tu): “(y)
Nūr-Šamaš lo ha salvado (lit. “lo ha levantado”, forma verbal de našû) de la boca del
perro” (ll. 3–4: m[nū]r-dUTU / [u]l-tu pi-i kal-bi iš-šu-ú-u’-ma). Sobre esta cuestión véanse
A. Leo Oppenheim, “Assyriological Gleanings I”; Wunsch, “Findelkinder”, 220, Z. 3. Es
interesante constatar la existencia de BM 59804, documento paralelo al anterior y redac-
tado inmediatamente tras el mismo, en el que Nūr-Šamaš, el adoptante, contrata en
Abortos y abandonos infantiles 51

Otra expresión común en algunos contratos mesopotámicos de adopción


tras el abandono, especialmente de época paleobabilónica, es la fórmula acadia
šilip rēmim, cuyo análisis ha sido historiográficamente controvertido172. Mientras
que Szlechter tradujo la fórmula šilip rēmim de MAH 15951: 1 como “(arraché) à
un taureau sauvage”173 (esto es, del ac. rīmu, “toro salvaje”), CAD Ṣ 232a (sub
ṣuḫāru 1b) la entiende como “(little boy) who had to be pulled out of the womb (at
birth)” (esto es, del ac. rēmu, “útero”). Tanto si se trata de “arrojado a un toro
salvaje” como “extraído del útero (al nacer)”, el ejemplo de šilip rēmim podría
referirse a un abandono infantil174.
Respecto a la terminología empleada, hay que señalar que la documenta-
ción del Bronce Reciente presenta las mismas características que la constante
próximo-oriental general, en la que algunos nombres de niños que fueron aban-
donados nos informan sobre el fenómeno de la exposición infantil. Hemos visto
a partir de las series lexicales cómo ciertas expresiones referentes a los niños
hacen alusión a su condición de abandonados, aspecto presente asimismo en
textos de práctica legal: “el que no tiene padre ni madre” (ša aba u umma lā īšû),
“el que no conoce a su padre (ni) a su madre” (ša abašu ummašu lā īdû), o “el pro-
cedente de la boca del cuervo” (ina pî aribi ušaddi)175.

calidad de nodriza a la madre biológica (cf. Justel, Mujeres y Derecho, 83–84). A partir de
estos documentos neobabilónicos se produce por tanto un fenómeno parecido al que
encontrábamos siglos antes en el archivo de Nuzi, con los textos HSS 19 86 y HSS 19
134 (cf. especialmente Daniel Justel, “New Proposals of Family Relationship at Nuzi
Based on HSS 19 134 and 19 86”, NABU 2010.83; y §3.2 en este trabajo).
172 Véanse algunos textos con dicha expresión en CT 48 70, MAH 15951, BM

78811/78812, BE 6/1 58 (Claus Wilcke, “Noch einmal: šilip rēmim und die Adoption ina
mê-šu. Neue und alte einschlägige Texte”, ZA 71 [1981]: 91). Cf. asimismo Klaas R.
Veenhof, “Two šilip rēmim Adoptions from Sippar”, en Hermann Gasche y Michel Tarnet
y Caroline Janssen y Ann Degraeve (eds.), Cinquante-deux réflexions sur le Proche-Orient ancien
offertes en hommage à Léon de Meyer. MHE Occasional Publications 2 (Lovaina: Peeters,
1994), 143–52.
173 Émile Szlechter, Tablettes juridiques de la 1re Dynastie de Babylone, 2ème Partie (París:

Recueil Sirey, 1958), 3 y n. 1.


174 Sobre esta expresión véanse también Jacob J. Finkelstein, “šilip rēmim and Related

Matters”, en Barry L. Eichler (ed.), Kramer Anniversary Volume: Cuneiform Studies in Honor of
Samuel Noah Kramer, AOAT 25 (Kevelaer: Verlag Butzon & Bercker, 1976), 187–94;
Wilcke, “Noch einmal”, 91. Otras posibles explicaciones apuntan a que los niños deno-
minados con la fórmula šilip rēmim podrían ser bien hijo de una nadītu, bien haber nacido
mediante una intervención de cesárea (cf. Garroway, Children, 109).
175 Para estas cuestiones véase especialmente Malul, “Adoption of Foundlings”, 105,

121, n. 66. En este sentido es importante señalar el ejercicio escolar CBS 11324, proba-
blemente procedente del Nippur paleobabilónico (Klein y Sharlach, “A Collection of
Model Court Cases”, 2). Se trata de un documento que presenta tres casos típicos de
52 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Ahora bien, también encontramos antropónimos sobre dicha cuestión176. El


nombre Ša-pî-kalbi, por ejemplo, tiene el sentido literal de “el de la boca del
perro”177. Stamm lo puso en relación con la serie ana ittišu, concretamente el
pasaje acadio i-na pi-i kal-bi e-ki-im-šu, “lo ha rescatado de la boca del perro”,
considerando el nombre como característico de un niño expósito178. Por su par-
te, Oppenheim arguyó que dicho antropónimo era demasiado frecuente como
para ser objeto de una interpretación de tipo sentimental179, proponiendo que el
nombre se refería más bien a un tipo de adopción que a la “escapatoria de una
muerte ignominiosa”180. Sea como fuere, este nombre podría tener relación con

naturaleza jurídica familiar: (1) la adopción de un niño abandonado; (2) la disputa de un


hombre y su tío en torno a una herencia; (3) la disputa de una herencia por dos herma-
nos. Si bien la primera parte (1) no constituye un caso real de abandono, sino un modelo
de las fórmulas legales para referirse a tal cuestión, véanse las gráficas expresiones que
sirven de apelativos del expósito recién nacido (ll. 1–7): “(Acerca de) un niño lactante, halla-
do en un pozo, salvado de la boca de un perro, sin padre, sin madre, sin hermana, sin
hermano, y sin hermano adoptivo: Ištar-rīmti-ilī le adoptó como hijo, y le puso el nombre
de Ilī-tūram” ([DUMU.NIT]A2.GABA / [TÚL.T]A ˹PÀ.DA˺ KA UR.GI7.RA.TA KAR /
[A]D.DA NU.TUKU AMA NU.TUKU NIN9 NU.TUKU / ŠEŠ NU.TUKU Ù
ŠEŠ.BAR.RA NU.TUKU / mINANNA-ri-im-ti-ì-lí / NAM.DUMU.˹NITA˺.A.NI.ŠÈ
˹BA.DA.AN˺.RI / mì-lí-tu-ra-am ˹MU.NI MU.SA4˺). Sobre esta primera parte de CBS
11324 véase Klein y Sharlach, “A Collection of Model Court Cases”, 4–9. Para una traduc-
ción completa en castellano, cf. Justel, Mujeres y Derecho, 83.
176 En la cultura occidental encontramos asimismo antropónimos que indican explí-

citamente la condición de niños abandonados. El caso probablemente más conocido en


España es el nombre Expósito, “el colocado fuera” (ex pósitus), designación para los aban-
donados que ha pervivido en dicho país hasta hace menos de una centuria. Otras
fórmulas empleadas en España para nombrar a los niños abandonados fue poner como
apellido el santo del día o elegirlo arbitrariamente por los responsables del hospicio donde
eran recibidos.
177 Sobre este antropónimo véanse Johann Jakob Stamm, Die Akkadische Namengebung

(Darmstadt: Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1968), 320; Oppenheim, “Assyriological


Gleanings I”; Wunsch, “Findelkinder”; Dandamaev, Slavery in Babylonia, 103–104; Ga-
rroway, Children, 100 y n. 38.
178 Stamm, Die Akkadische Namengebung, 320.
179 Véase al respecto Arnaud, “Le fœtus”, 130, n. 29.
180 Oppenheim, “Assyriological Gleanings I”, 37. Por su parte, Dandamaev (Slavery

in Babylonia, 104), apuntando que Oppenheim se basa en el documento Nbk 439, dice
sobre el texto que “nothing is said about adoption in the text, and, if it is kept in mind
that contracts dealing with adoption were composed according to a specific formula […],
one may assume that the lot of a slave frequently awaited children who were picked up”.
Por otro lado, en el documento BM 94589 el niño descrito como Ša-pī-kalbi aparece
referenciado como un niño esclavo, aunque en este caso el niño entró en dicha esfera
legal tras su rescate (Wunsch,“Findelkinder”, 174ss, 215–17). Véanse otras referencias al
Abortos y abandonos infantiles 53

un niño abandonado, o al menos con un individuo rechazado en su momento


por sus padres biológicos y luego admitido en un distinto círculo familiar. Otros
ejemplos en la literatura cuneiforme son: Sūqā’a/Šūqā’ītum/Sulâ’a/ Šulâ’a (“El
/ la de la calle”181), Aba-lā-īdi (“no conoce al padre”),182 É.A.BA-ul-īšu (“no
tiene casa paterna”183).
Es aquí donde deben encuadrarse dos antropónimos de nuestros textos del
Bronce Reciente. Nos referimos a los comentados Nāru-erība (“El río me ha
compensado”, MKGH 4) y Al-ummī (“¿Dónde está mi madre?”, Subartu 17). A
ellos podría añadirse la lista mesobabilónica inédita de trabajadores forzados Ni.
5989. En ella se referencia un recién nacido (DUMU.GABA) llamado Aba-lā-
īdi, literalmente “(El que) no conoce al padre” (rev. ii’ 9’). Sin embargo, el con-
texto familiar, preservado perfectamente, explica la situación: su padre y antigua
cabeza de familia, Šamaš-uballissu, falleció, dejando a su mujer, ya viuda, a
cargo de los hijos de ambos: un adolescente, un niño pequeño recién destetado y
el mencionado Aba-lā-īdi. El nombre de este niño, huérfano de padre, responde
probablemente a su condición de hijo póstumo, por lo que no creemos en la
posibilidad de que su madre no supiera realmente quién era el padre de dicho
niño184. Por tanto, el antropónimo del pequeño, que en otras ocasiones podría
ser interpretado como referente a un niño abandonado, es con probabilidad un
ejemplo de hijo póstumo pero con madre aún viva y cuidando de él.
Así pues, la documentación cuneiforme próximo-oriental nos informa de
manera abierta sobre los abandonos de niños con su consiguiente adopción.
Tenemos ejemplos al respecto para prácticamente todas las épocas, como la que
nos ocupa del Bronce Reciente, si bien este tipo de textos es especialmente proli-
jo en los corpora paleobabilónico y neobabilónico185. Por otra parte, no

nombre Ša-pî-kalbi en VAS 5 56: 6 (femenino: fšá-pi-i-kal-bi) o en PSBA 9: 29 (masculino:


mšá-pi-i-kal-bi; cf. ibíd., 219). Cf. asimismo Garroway, Children, 100, n. 38).
181 Stamm, Die Akkadische Namengebung, 251.
182 Véase una variante de este nombre en el documento casita inédito Ni. 5989 rev.

ii’ 9’: aba-lā-īdi.


183 Godfrey Rolles Driver y John C. Miles, The Babylonian Laws, vol. I: Legal Commen-

tary (Oxford: At the Clarendon Press, 1952), 391, n. 2. Al respecto véanse en general
Malul, “Adoption of Foundlings”, 105, 121, n. 67; Garroway, Children, 100. Aunque
probablemente el nombre del Moisés bíblico se trate en realidad de un teóforo egipcio,
hay que mencionar el significado tradicional que se le ha conferido a dicho antropónimo,
aceptado por autores como Flavio Josefo en sus Antigüedades judías. Ex 2, 10 reza: “Cuando
el niño hubo crecido, llevóselo a la hija de Faraón, la cual le tuvo como hijo y púsole por
nombre Moisés, pues dijo: «¡En verdad que lo he sacado del agua!»”.
184 Como se plantea en Tenney, Life at the Bottom, 195, n. 16.
185 Sobre los abandonos-adopciones en época paleobabilónica no conocemos ningún

estudio global. Se pueden ver, no obstante, varias referencias en los trabajos de Gonelle,
La condition juridique, 179–96; Wilcke, “Noch einmal”; Malul, “Adoption of Foundlings”.
54 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

poseemos tanta información sobre los abandonos en los que el expósito muere,
casos que se presentan generalmente de forma velada y cuyo estudio se puede
acometer más bien a través de evidencias indirectas. Hay, sin embargo, claras
excepciones, como la carta procedente del archivo de Mari ARM 6 43 (s. XVIII
a. C.):

Di a mi Señor: así dice Bahdî-Lîm, tu siervo: «Un niño lactante, nacido el año
pasado, yacía en frente del Antiguo Palacio, que se encuentra bajo la región in-
ferior, cerca del canal. Este niño había sido cortado por la mitad: solo
quedaban sus restos desde el pecho hasta la cabeza, pero no la cabeza, y no
quedaba nada de él hasta los pies. Niño o niña, ¿quién lo puede saber? Del bus-
to hasta la parte inferior no se conservaba nada de su cuerpo. El mismo día en
el que llegó a mis oídos esta historia dí las órdenes convenientes, y pregunté de
forma incisiva a los jefes del barrio, a los maestros obreros y a los extranjeros
domiciliados, pero ni el responsable del niño, ni su padre, ni su madre, ni per-
sona al corriente del asunto se presentó ante mí»186.

Pese a la crudeza del texto anterior, por lo general la documentación que


concierne abandonos de niños presenta un final muy diferente: el niño, lejos de
morir, es salvado por algún adulto mediante el mecanismo legal de la adopción.
Las fuentes suelen guardar silencio sobre los casos en que los niños corrieron
peor suerte.
Podemos trazar algunas conclusiones sobre los abortos y abandonos infanti-
les de nuestro corpus dentro del contexto mesopotámico antiguo. En primer
lugar, hay que señalar que las causas para abandonar o abortar no son expresa-
das en los documentos de ninguna época. Las que podemos proponer como tales
responden por tanto a conjeturas basadas en evidencias indirectas, en el conoci-
miento de los mecanismos socio-económicos de la sociedad mesopotámica y en
la antropología histórica de la familia. Las dificultades económicas de muchas
familias estarían indudablemente detrás de muchos abandonos de niños. La
incapacidad de los padres para proveer alimento a sus hijos será una causa co-

Respecto a la documentación neobabilónica el trabajo de referencia es sin duda el de


Cornelia Wunsch (“Findelkinder”), en el que la autora presenta un elenco con las fuentes
y realiza un estudio de todos los textos conocidos para el tema y época, editando y reedi-
tando algunos de ellos. Sobre esta cuestión para el Próximo Oriente antiguo en general,
véase Garroway, Children, 99–112.
186 Traducción basada en las restituciones de Jean-Marie Durand, Les Documents Épis-

tolaires du Palais de Mari, LAPO 18 (París: Éditions du Cerf, 2000), 236–37. Sobre este
documento véanse Jean R. Kupper, Correspondance de Baḫdi-Lim, ARM 6 (París: Imprime-
rie nationale, 1954), 67–69; Klíma, “Le statut de l’enfant”, 124–25; Jean-Marie, Durand,
“La population de Mari”, MARI 5, 1987, 664.
Abortos y abandonos infantiles 55

mún en las exposiciones infantiles187. Las razones religiosas, especialmente refe-


ridas a sacerdotisas del templo que no pudieran por cuestiones de culto tener
descendencia, llevaría a muchas de estas mujeres a abortar o abandonar sus
hijos. La soltería de una madre estaría socialmente mal contemplada, al igual
que en muchas otras sociedades históricas. Este hecho, unido a su posible inca-
pacidad económica para satisfacer todas las necesidades del pequeño, podrían
inducir a dichas madres a recurrir a tales soluciones188. El deseo insatisfecho de
tener hijos de un determinado sexo, especialmente varones —mayor fuerza de
trabajo y con derechos hereditarios plenos—, podría ser otra causa para aban-
donar, en este caso a las niñas189. Por otra parte, es más que probable probable
que niños con malformaciones físicas fueran asimismo abandonados tras su
nacimiento.
En cuanto a la práctica abortiva voluntaria, estamos menos informados que
sobre las exposiciones infantiles. Sin duda se producirían, puesto que contamos
con varias prescripciones médicas a tal efecto, y para la época que nos ocupa
incluso tenemos una ley contra dicha práctica. Aún así, no tenemos información
sobre documentos concretos de aborto. Podemos intuir que, si bien algunas
madres recurrirían a tal solución, otras preferirían esperar a que el pequeño
naciera para abandonarlo, puesto que el abandono constituye, al igual que el
infanticidio, un remedio más eficaz que el aborto, amén de ser más seguro para
la madre190.
En cuanto a estos abandonos infantiles, estos son, tanto en el Bronce Reciente
como en otras épocas, un hecho conocido para el cual tenemos información tex-
tual a través de documentos de distinto tipo. Especialmente prolijos son los textos
de adopción tras la mención del abandono, lo que hace plantearse la posibilidad
de que éste no se produjera de la manera expresada (“arrojado a la boca del pe-
rro”, “recogido de la calle”, etc.), y que dichas fórmulas constituyan un recurso
estilístico para subrayar la condición infantil de desamparados por completo.

187 En muchos contratos de adopción próximo-orientales los padres entregan sus hi-

jos en adopción con el objetivo declarado de que el adoptante mantuviera (ac. zanānu B,
cf. CAD Z 44 a) a su nuevo hijo, tanto con alimento como con ropa. Véase al respecto
Justel, “Adopciones infantiles”, 137–38.
188 Sirva como ejemplo en este sentido el texto neobabilónico Nbk 439. Si seguimos

la lectura propuesta por Wunsch (“Findelkinder”, 219), Ṣiraya, la madre del niño aban-
donado, era una mujer soltera: l. 2: ˹amēl-tú NAR˺-tu4 (contra Oppenheim, “Assyriological
Gleanings I”, 36: amêl[ ]-tum (?).
189 El corpus neobabilónico, el más prolijo en textos de abandonos infantiles, presen-

ta al menos para el caso de Nippur una mayoría abrumadora de niñas vendidas y


abandonadas frente a expósitos y vendidos varones (cf. Francis Joannès, “La mention des
enfants dans les listes néo-babyloniens”, KTEMA 22, 1997, 125).
190 Crawford, “Infanticide, Abandonment and Abortion”, 60.
56 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Sea como fuere, los abandonos de un bien tan preciado como un niño lle-
gaban incluso a estar penados por la ley. Siglos más adelante, los judíos, por
ejemplo, no admitían esta práctica, puesto que la otra opción —esta vez con-
templada legalmente en casos de extrema pobreza— era vender los hijos191. Así
pues, esta relación entre abandono-venta e ilegalidad-legalidad también fue
característica de los pueblos próximo-orientales antiguos.
Así, los abortos y los abandonos de niños estuvieron presentes de una mane-
ra u otra a lo largo de la historia del Oriente antiguo, y el Bronce Reciente, aun
con menos documentos al respecto cuantitativamente, no constituye una excep-
ción a esta constante histórica.
2.5. CONCLUSIONES
En el presente capítulo hemos analizado las fuentes cuneiformes del Bronce
Reciente mesopotámico y sirio que conocemos para el estudio de los abortos
voluntarios y los abandonos infantiles. Ambas realidades son formas de desha-
cerse de un niño intencionadamente, y poseen definidas peculiaridades sociales,
económicas y jurídicas. La parquedad de la documentación al respecto podría
ser un indicador de la magnitud cuantitativa de dichas prácticas, si bien esta
conclusión no es enteramente generalizable. El hecho de conocer más textos
sobre abandonos de niños que sobre abortos voluntarios para todo el Próximo
Oriente antiguo en general, y para el Bronce Reciente en particular, podría no
ser una coincidencia. Abandonar un recién nacido era una solución más segura
que el abortar durante el embarazo192. Otro indicio de ello es que las literaturas
mesopotámica y bíblica emplearon este tópico del niño abandonado en más
ocasiones que los casos de abortos voluntarios.
Sin embargo, y en comparación con otros corpora textuales anteriores y
posteriores, la documentación del Bronce Reciente es especialmente exigua en
casos reales de abandonos de niños. Hemos visto cómo ninguno de los documen-
tos que presentan forma de abandono infantil, si bien se han analizado
historiográficamente como tales, se corresponden realmente con verdaderos
ejemplos de abandonos. Al inscribirse en un corpus limitado es complicado

191 Como atestiguan autores clásicos como Estrabón (Geografía XVII 2, 5) o Diodoro
Sículo (Bib. Hist. I 77, 80). Al respecto véanse Arminda Lozano Velilla, Importancia Social y
Económica de la Esclavitud en el Asia Menor Helenística, Tesis Doctoral inédita (Salamanca:
Universidad de Salamanca, 1974), 131; Carlos Alonso Fontela, La esclavitud a través de la
Biblia, Bibliotheca Hispana Biblica 9 (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Cien-
tíficas, 1986), 40–41; James K. Hoffmeier, “Abortion and the Old Testament Law”, en
Hoffmeier, Abortion, 49–63.
192 Crawford, “Infanticide, Abandonment and Abortion”, 60. Entendiéndose el con-

cepto “segura” no solo como el término inglés “safe (method)”, sino también como
“secure” o “certain” (esto es, un fenómeno seguro a nivel sanitario pero también con
mayor efectividad práctica).
Abortos y abandonos infantiles 57

proceder a generalizaciones. Aún así, podemos argüir que en épocas de crisis,


como la que vivió la Siria de los siglos XIII–XII a. C., un recurso humano sería
realmente importante a la hora de contribuir en trabajos del hogar, o incluso
con el objetivo de ser vendido posteriormente y así recibir una suma económica.
Las familias que tuvieran hijos no deseados optarían por lo general por dichas
soluciones, así como por las entregas en adopción, recomendables a varios nive-
les: social —no estaría mal visto, sino que eran prácticas legales—, económica —
recibían dinero por sus hijos— o sentimental —no condenaban a su descenden-
cia a una muerte segura o a un futuro incierto.
Fenómeno diferente es el presentado en textos como E6 256, con multitud
de paralelos en la literatura próximo-oriental antigua en lo que se refiere a las
dos fases conocidas de abandono y posterior adopción. Como hemos defendido,
la primera etapa no se correspondería a un abandono real, sino que se presenta
más bien como modo de justificación jurídica de la adopción misma: al estar el
niño abandonado— es decir, sin relación legal con sus progenitores —el adop-
tante tiene derecho pleno para adoptarlo, presentándose además como un acto
de redención altruista. Además, y al igual que el abortar intencionadamente, el
abandonar un niño podría tener connotaciones sociales negativas, pero en varios
documentos de “abandonos” con la consiguiente adopción incluso se aporta
información sobre los padres biológicos. Creemos que este hecho es impensable
en los casos en que los padres querían que su hijo muriera. La solución que
llevarían a cabo estos padres en esos casos sería la del infanticidio, práctica para
la que apenas contamos con información en la literatura cuneiforme193.
Por tanto, se puede afirmar que la documentación del Bronce Reciente ana-
lizada, al igual o incluso más que en otras épocas, da un valor especial al niño.
Éste es considerado un bien preciado que hay que proteger convenientemente.
Apenas poseemos referencias, por ejemplo, de niños abandonados que poste-
riormente son salvados y hechos esclavos194. Todo lo contrario: los “abandonos”
acaban felizmente para padres e hijos. La legalidad protegerá asimismo a los
más débiles e indefensos, y la disposición mesoasiria LAM 53 constituye el major
ejemplo en este sentido.

193 Y que por supuesto tampoco estaría contemplada socialmente de forma positiva.
194 Con alguna excepción conocida, como el texto neobabilónico BM 94589
(Wunsch, “Findelkinder”, 174ss, 215–17). Aún así, no nos mostramos de acuerdo con la
afirmación generalizadora de Alonso Fontela (La esclavitud, 40, siguiendo a Lozano Velilla,
Importancia Social), quien dice que “La costumbre de abandonar a los niños (expositio) […]
puede considerarse como fuente de esclavitud”. Sobre esta cuestión, y para el período
neobabilónico, véanse San Nicolò, “Über Adoption”, 450; Dandamaev, Slavery in Babylo-
nia, 104. Para el Mundo antiguo en general véase Motomura, “The Practice of Exposing
Infants”.
58 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

La eliminación intencionada de un niño, tanto antes de salir del vientre de


su madre como poco después de nacer, es un tema para el que no contamos
apenas con información en el Bronce Reciente. Por comparación con documen-
tación de otras épocas podemos imaginar que tanto abandonos infantiles reales
como abortos se producirían, y quizás de forma especial en el caso de las ni-
ñas195. Sin embargo, a día de hoy los textos —o la ausencia de los mismos—
muestran que en la época que nos ocupa dichos fenómenos respondían a casos
procedentes de una esfera radicalmente privada, sin emanación de documentos,
y probablemente se tratarían más bien de casos aislados.

195 Por ejemplo F. Joannès, quien al hablar de la documentación neobabilónica de


Nippur afirma que “les enfants vendus ou abandonnés sont presque exclusivement des
filles” (“La mention des enfants”, 125).
3
INFANCIA Y MATRIMONIO

3.1. INTRODUCCIÓN
En el presente capítulo analizamos las fuentes cuneiformes del Bronce Reciente
mesopotámico y sirio en las que se concibe, de una forma u otra, el matrimonio
de personas cuando no han entrado aún en la adultez196.
El concepto de “matrimonio” hace referencia a la unión de un hombre y
una mujer adultos concertada mediante determinados ritos o formalidades lega-
les. Esta definición es igualmente aplicable a las uniones del mundo antiguo. El
Próximo Oriente en la época que nos ocupa no es una excepción, y el matrimo-
nio constituía asimismo un fenómeno por el que hombre y mujer se vinculaban a
través de un contrato, un rito de paso por el cual ambos se hacían con derechos
y deberes sobre el cónyuge y su futurible descendencia.
El matrimonio en el ámbito próximo-oriental antiguo es generalmente mo-
nógamo. En ciertos casos, sin embargo, el derecho familiar era permisivo y daba
la posibilidad al hombre de tomar una esposa secundaria. Las causas para casar-
se con otra esposa podían ser varias: ausencia del hogar durante largo tiempo del
marido —especialmente comerciantes—, esterilidad de la mujer, esposa relacio-
nada con actividades cultuales —con la prohibición de engendrar
descendencia—, etc.197.
Uno de los objetivos principales del matrimonio era el de tener descenden-
cia, no solo por cuestiones económicas —proveerse de un heredero, fuerza de
trabajo, etc.—, sino también por razones sentimentales de los esposos. Los res-
pectivos suegros, por su parte, se aseguraban por esta vía de que su linaje
familiar se perpetuara, encargándose ellos frecuentemente —y en especial los
padres de la novia— de arreglar los contratos de matrimonio. Si bien la natura-

196 Así pues, no son menores en el momento del matrimonio, sino en el momento del

planteamiento del mismo.


197 Al respecto véase Brigitte Lion y Cécile Michel, “Mariage”, en Joannès, Diction-

naire, 504b; así como el análisis de Josué Javier Justel, “The Involvement of a Woman in
Her Husband’s Second Marriage and the Historicity of the Patriarchal Narratives”, ZAR
18 (2012): 191–207.

59
60 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

leza de dicho concepto ha variado a lo largo de la historiografía moderna, nues-


tra meta aquí no será analizarlo en su globalidad198.
Por tanto, nuestro objetivo se encamina a analizar este tipo de documentos
en los que se plantea la unión matrimonial futura de determinados niños y niñas.
Hasta la fecha ningún trabajo ha sido consagrado a dicha cuestión, por lo que
un estudio del fenómeno, además de la comparativa entre los distintos sujetos
por sexos y edades, es original desde el planteamiento. Para exponer el tema con
claridad nos parece necesario presentar las principales fuentes de la época (§3.2)
y realizar algún comentario sobre terminología específica (§3.3), para luego pro-
ceder a su contextualización en el Próximo Oriente antiguo (§3.4) y trazar una
serie de comentarios y conclusiones sobre el tema (§3.5).
3.2. FUENTES DEL BRONCE RECIENTE
Al igual que en períodos anteriores y posteriores, la documentación del Bronce
Reciente nos informa de una manera u otra sobre la relación entre los niños y la
institución del matrimonio. En determinadas ocasiones los padres se planteaban
el futuro de sus hijos siendo todavía éstos, tanto varones como mujeres, menores
de edad y generalmente —aunque no siempre— fértiles. A continuación expo-
nemos las fuentes cuneiformes que conocemos al respecto, dividiéndolas por
ámbitos geográficos diferenciados: Babilonia, Mittani y Siria.
BABILONIA
De los más de mil documentos mesobabilónicos publicados199, alrededor de una
decena nos informan sobre cuestiones matrimoniales. Además, la interpretación
de algunos de ellos ha sido historiográficamente controvertida, sin llegarse a un
consenso final200. Sin embargo, determinados textos de este elenco legal, además

198 Sobre la naturaleza del matrimonio y sus diversas interpretaciones para el Próxi-

mo Oriente antiguo véanse el análisis y bibliografía presentados en Justel, La capacidad


jurídica, 35–36; Mujeres y Derecho, 27ss.
199 Justel, “La Babilonia casita”, 78.
200 Nos referimos al grupo de textos englobados bajo la apelación de ṭuppi zununnê,

“tablilla de mantenimiento” (cinco ejemplos: DK 5, UET 7 51, UET 7 52, UET 7 53,
UET 7 54), y ṭuppi aḫuzati, “tablilla de matrimonio” (un ejemplo: DK 4), expresiones que
aparecen en la parte inicial del documento. En los seis documentos se presentan bienes de
diverso tipo, generalmente de primera necesidad, que son tomados, entregados y distri-
buidos entre varios individuos: novio, novia, padre de ésta, o incluso personas sin relación
aparente entre sí. Samuel Greengus, basándose solamente en DK 5, en conexión con el
texto paleobabilónico UET 5 636, dedujo al respecto que estos bienes estaban en relación
con celebraciones de bodas, en la misma línea de lo asumido en CAD Z 162–63 (Samuel
Greengus, “Old Babylonian Marriage Ceremonies and Rites”, JCS 20 [1966]: 67). Más
tarde, Oliver R. Gurney planteó como posibilidad la existencia del fenómeno conocido
como “matrimonio erēbu”, presente cuando un padre solo tiene una o varias hijas, y esco-
ge un marido para ella(s) a condición de que el nuevo esposo sea considerado su propio
Infancia y matrimonio 61

de otros de carácter administrativo, pueden indicarnos que los sujetos casade-


ros201 eran aún niños en el momento de creación del contrato202.
El documento MSHK I 9 es hasta la fecha la única adopción matrimonial
casita publicada203. En la edición del texto, Brinkman interpretó que se trataba
de la venta de una niña, denominada SAL.TUR y “comprada como esposa”204.

hijo —por tanto, a modo de adopción—, pasando a vivir en la casa del adoptante y
suegro (The Middle Babylonian Legal and Economic Texs from Ur, 137). Sin embargo, quizás en
esos casos las entregas de transferencias matrimoniales, como podría ser el caso, no ha-
brían sido necesarias (Justel, La capacidad jurídica, 270). Sea como fuere, y debido a la
dificultad de encontrar una explicación satisfactoria (Kathryn E. Slanski [“Middle Baby-
lonian Period”, en Westbrook, A History, 502] tampoco propone nada novedoso al
respecto), nos mostramos de acuerdo con Gurney cuando afirma: “In view of all these
contradictions and obscurities it is probably best to suspend judgement on the nature of
these transactions and to await further evidences” (The Middle Babylonian Legal and Economic
Texs from Ur, 138). Asimismo, véase un caso mesobabilónico de proceso judicial en torno a
un matrimonio en UET 7 8 (cf. Oliver R. Gurney, “A Case of Conjugal Desertion”, en
van Driel y Krispijn y Stol y Veenhof, Zikir Šumim, 91–94; Claus Wilcke, “šumßulum “den
Tag verbringen”, ZA 70 [1980]: 138–40). Hay que señalar, por último, la existencia de
dos textos, creemos que aún inéditos, vendidos por la casa Bonhams (subasta “10187:
Antiquities” de 13 de mayo de 2003), con referencias 235 y 236 (ambos con fotografías de
anverso y reverso en el catálogo, así como con resumen de cada uno de ellos). Bonhams
236, procedente del reinado de Nazi-Maruttaš, consigna la entrega de varios bienes,
sobre todo comida para un período de varios años, fenómeno que recuerda los documen-
tos comentados de Ur y Dūr-Kurigalzu. Por su parte, Bonhams 235, proveniente de
época de Kadašman-Turgu, presenta un caso en el que una mujer, probablemente viuda,
arregla el matrimonio de su hijo, pactándolo así con los padres de la muchacha y futuri-
ble esposa. Al llegar a la edad de casarse, la joven había desaparecido, argumentando los
padres que debido a su situación económica precaria la habían tenido que vender. Así
pues, estos padres ofrecieron a la viuda otra muchacha para que pasara a ser su esclava,
junto con una variedad de regalos a modo de dote. Nada se regula en esta segunda oca-
sión sobre el matrimonio de la joven con el hijo de la viuda, aunque él mismo recibe,
junto con su madre, grandes bienes por la transacción. La presencia de personalidades
importantes del Nippur casita actuando como testigos podría indicar que las partes con-
tractuales pertenecieran a un círculo social de clase elevada.
201 Para referirnos a estos niños empleamos el adjetivo “casaderos” sin el sentido

moderno de “el que está en edad de casarse” (Diccionario de la Real Academia Españo-
la), sino haciendo alusión al individuo que ya está prometido —conociéndose o no con
quién—, aunque sea menor de edad.
202 Para el estudio de la relación entre infancia y matrimonio en la documentación

mesobabilónica emplearemos asimismo referencias a textos inéditos, corpus que cuando


sea publicado podrá arrojar determinante luz para comprender dicha cuestión.
203 En este sentido, añádase a MSKH I 9 el recientemente señalado texto Bohnams 236.
204 MSKH I, 384: “(NP1) […] bought her as wife (lit.: for daughter-in-lawship)”.
62 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

En un principio, Wilcke siguió considerando el texto como una venta205. Sin


embargo, Petschow argumentó que la traducción “as her purchase price”206 no
era la más conveniente, debido a que en vez del esperado logograma ŠÁM (ac.
šimu, “compra”), encontrábamos la formación ana KÙ.BABBAR-ša “como su
dinero (de ella)”207. Además, el verbo empleado para marcar la transacción de la
niña no era šâmu, “comprar”, sino una forma acabada del verbo leqû, “tomar,
recibir”, con el sentido de “adoptar” (AHw 544b I; CAD L 137b)208.
La clave para interpretar este texto nos la da la expresión ana kallūti leqû,
“recibir en estatus de kallatu” (ll. 7–8)209. Como se estudia más adelante (§3.3), el
empleo del término kallatu en su forma abstracta (-ūt-) conlleva la existencia de
una adopción matrimonial. Así, MSKH I 9 no es una venta, sino la entrega que
unos padres hacen de su hija a otro hombre para que éste la entregue en matri-
monio a su hijo menor.
De las trece mujeres conocidas designadas con el término kallatu en las listas
casitas de trabajadores forzados210 solo conocemos la categoría de edad de cinco
de ellas211. Tres son designadas como SAL, “mujer”212, mientras que en dos
ocasiones son SAL.TUR, “adolescentes”, como la kallatu de la adopción matri-
monial MSKH I 9213.

205 Wilcke, “šumßulum”, 140. Aún así, aunque incluye MSKH I 9 entre los documen-

tos de venta (“[…] in der analog den Kaufverträgen gestalteten Urkunde…”), Wilcke
opta por emplear el término “adquisición” (“Erwerb”) en vez del sustantivo “compra”.
206 MSKH I: 384.
207 Herbert P. H. Petschow, “Die Sklavenkaufverträge des šandabakku Enlil-kidinnī

von Nippur (I)”, OrNS 52 (1983): 145, n. 8.


208 MSKH I 9: il-qí-ši. Aparte de Petschow, otros autores siguen idéntica interpreta-

ción. Por ejemplo, el mismo Wilcke (“Familiengründung”, 244) diferencia, con la


consiguiente interpretación de MSKH I 9, los términos leqû y šâmu. De igual forma véase
Sassmannshausen, Beiträge, 202, n. 3200.
209 Bajo la forma a-na kal-lu-t[i] […] il-qí-ši.
210 Sabemos de la existencia de al menos diez listas mesobabilónicas que señalan la

existencia de kallatu: ocho en listas de raciones, una entrada en un texto contable relacio-
nado con tejedores y un ejemplo más de tipología sin identificar.
211 En otros casos la designación de edad está dañada. Cf. los documentos BE 14 58,

BE 14 126, CBS 3484, CBS 3646, CBS 7092, CBS 7752, CBS 11868, CBS 11937, PBS
13 64 + MUN 9, UM 29-15-730, Ni. 1574.
212 Como en el texto legal Ni. 1574, donde una mujer adulta (l. 8: SAL Ina-šamê-

rabi’at) es designada como É.GI.A.NI (“su kallatu”).


213 Sobre la cuestión de las kallātu en las listas de trabajadores forzados de Nippur

véase Tenney, Life at the Bottom, 74, n. 45.


Infancia y matrimonio 63

El último documento casita en este breve corpus es P 88, perteneciente al


llamado “Archivo Peiser”214. Al principio del mismo se presenta el caso de la
crianza de un niño (bajo la forma adjetival ṣeḫru) y su posterior matrimonio. Sin
embargo, el texto se encuentra en muy mal estado de conservación. Probable-
mente se trate de un contrato legal, pero de cualquier manera no podemos llegar
a entender cuál es el argumento principal del acuerdo. Para nuestro propósito
aquí, lo importante es la relación entre los conceptos de “niño” y “matrimonio”.
MITTANI
Como en los otros ámbitos estudiados, tampoco en Nuzi existen análisis consa-
grados a las prácticas matrimoniales en las que aparecen niños como casaderos.
En un breve comentario, J. M. Breneman habla de cinco documentos que po-
drían presentar tales características: JEN 89, JEN 437, HSS 19 75, HSS 19 76 y
HSS 19 88215. Hay que recordar que la naturaleza del archivo de Nuzi es emi-
nentemente privada y de carácter familiar, razón por la que contamos con hasta
un centenar de contratos matrimoniales, además de varias adopciones y testa-
mentos donde se regulan diferentes cuestiones relacionados con estas uniones
legales. Si bien Breneman analizó algunos de estos contratos matrimoniales
nuzitas hace más de cuarenta años216, nuevos textos que han salido a la luz desde
entonces, unidos a paralelos de otros archivos217, hacen cada vez más necesaria
la realización de un estudio global al respecto218. Lo mismo ocurre con los do-
cumentos sobre la relación entre infancia y matrimonio, por lo que también nos
referiremos a otros textos sobre los que Breneman no llamó la atención.
En Nuzi se contempla la posibilidad de que los niños varones se casen en el
futuro. En HSS 19 76 Ašua-našši, probablemente adulta y con capacidad jurídi-
ca propia219, es entregada a otra mujer, Uriš-elli, para que ésta a su vez la

214 Texto publicado en Felix Ernst Peiser, Urkunden aus der Zeit der dritten babylonischen

Dynastie (Berlín: Wolf Peiser Verlag, 1905), 2–3. Sobre dicha colección privada y de pro-
veniencia desconocida véase MSKH I, 46.
215 J. Marvin Breneman, Nuzi Marriage Tablets, Tesis Doctoral inédita (Brandeis Uni-

versity, 1971), 271–72.


216 Ibíd.
217 Especialmente provenientes de la Siria del Bronce Reciente, donde las prácticas

jurídicas matrimoniales, adoptivas o testamentarias, parecen haber sido similares en


algunos aspectos. Al respecto véanse por ejemplo Josué Javier Justel, “L’adoption matri-
moniale à Emar (Syrie, XIIIe s. av. J.-C.)”, RHD 86 (2008): 1–19; “A New Expression of
the Adoption from Nuzi and Ekalte: Some Remarks on the Role of Adoption during the
Late Bronze Age”, ZDMG 161 (2011): 1–15.
218 Véase en este sentido Carlo Zaccagnini, “Nuzi”, en Westbrook, A History, 587ss.
219 Ya que se plantea la posibilidad de que esta mujer casadera pueda reclamar tras

el contrato (ll.12–14).
64 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

entregue en matrimonio a Elḫip-šarri. Como apunta Breneman220, quizás Elḫip-


šarri se trate de un niño, o en cualquier caso sería demasiado joven para poder
casarse con Ašua-našši justo tras la creación del contrato.
En HSS 19 75 Akawatil entrega su hija Ḫaluia como esposa de Tanna. Par-
te de la dote es transferida a la familia del novio. Sin embargo, aún faltarían 15
siclos de plata, lo que se pagaría cuando Ḫaluia comenzara a vivir con Tanna (ll.
12–15). El hecho de que aún no vivieran juntos podría significar que él, ella, o
ambos, serían demasiado jóvenes para salir de sus respectivas casas paternas.
En los contratos de adopciones infantiles nuzitas JEN 572, HSS 5 57, HSS 5
67, HSS 19 45 y HSS 19 51 también se aprecia la relación entre los jóvenes
adoptados y sus matrimonios221. En JEN 572, HSS 5 57 y HSS 19 45 el padre
adoptivo deberá proveer de una esposa a su nuevo hijo. Por otra parte, los jóve-
nes adoptados en HSS 5 67 y HSS 19 51 acaban de recibir una esposa, lo que
implica un cambio significativo en su condición legal: son adoptados y en ese
momento se casan, pasando de tal manera a la adultez. Como se verá más ade-
lante (§4.6), el fenómeno de proveer al joven adoptado de un cónyuge es uno de
los objetivos básicos perseguidos en las adopciones infantiles.
Por su parte, las mujeres en Nuzi podían ser dadas en matrimonio, o al me-
nos entrar en la esfera de kallatu222, siendo menores de edad. Seguramente fue
una práctica generalizada, y en casi todos los contratos matrimoniales la esposa
o futura esposa podría haber sido joven. Aún así, la documentación cuneiforme
disponible apenas nos ofrece información directa sobre tal cuestión.
HSS 19 86 es el texto nuzita en el que comprobamos más evidentemente el
planteamiento del futuro matrimonio de una niña siendo ésta sin duda peque-
ña223. Se trata de una adopción matrimonial en la que Karrate da su hija Nūru-
mātu como hija adoptiva a Utḫap-tae, quien a su vez deberá entregarla como
esposa. De nuevo se emplea el verbo rabû D, “criar”, esta vez como obligación
de Utḫap-tae224. Sin embargo, la evidencia directa para interpretar la edad de la
pequeña Nūru-mātu es la expresión DU[MU.SAL i+na] tù-li-ú, “hija de pecho”
(ll. 3–4)225. Ya que el período de lactancia se podría alargar aproximadamente
hasta los tres años, podríamos encuadrar a Nūru-mātu en esta edad226.

220 Breneman, Nuzi Marriage Tablets, 271–72.


221 Sobre estos textos véase Justel, “Some Reflections”, 148–49.
222 Esto es, kallūtu.
223 Añádase este ejemplo HSS 19 86 al elenco presentado por Breneman (Nuzi Ma-

rriage Tablets, 271–72).


224 HSS 19 86: 7: ˹ú-ra˺-ab-bá-áš.
225 Véase idéntica expresión en HSS 19 134: 7.
226 Sobre HSS 19 86 y la relación directa que guarda con HSS 19 134 véase una

propuesta de relaciones familares en Nuzi en Justel, “New Proposals”, aceptada, entre


otros, por Marten Stol (Vrouwen van Babylon: prinsessen, priesteressen, prostituees in de bakermat
van de cultuur [Utrecht: Kok, 2012], 204, 458, n. 16). Al corpus documental en el que una
Infancia y matrimonio 65

Por su parte, en la adopción matrimonial JEN 437 Tulpi-šenni da su hermana


Warḫa-zizza en adopción matrimonial (como kallatu) a Teḫip-Tilla. Éste debería
entregar en matrimonio la recién adoptada Warḫa-zizza a cualquiera de sus escla-
vos227. La adoptada es denominada como una ṣuḫārtu228, lo que podría implicar,
además de una baja condición social —esclava—, una edad temprana —niña.
En el documento HSS 19 89 se nos informa de la crianza de la pequeña Irte
por parte de Šarua-alla. Tras ello, la segunda adopta a la menor, que pasa a un
estatus no explícito de kallatu, contemplándose su futuro matrimonio por medio
de pagos de dote. Si bien la descripción filológica de Irte no aporta ninguna
clave en relación a su edad229, la forma verbal empleada para el acto de criar a
la niña (rabû D) sí que podría indicar su edad temprana, incluso durante sus
primeros meses de vida230. Algo parecido ocurre con el documento EN 9/2 299,
donde Uante da su hermana Elwini en adopción a Pašši-Tilla, quien a su vez la
deberá dar en matrimonio. En el texto se expresa que Pašši-Tilla no crió a Elwi-
ni (utilizándose para ello una forma de rabû D), sino que será su propio hermano,
Uante, quien se encargaría de ello231.
SIRIA
La documentación cuneiforme de la Siria del Bronce Reciente nos informa de
una cincuentena de casos de matrimonios a través de adopciones, veredictos y
procesos legales, entregas de dote, donaciones reales, manumisiones de esclavos
y actas de divorcio232. Por lo general, a partir de dicho corpus es complicado

niña es dada en matrimonio, Breneman (Nuzi Marriage Tablets, 272) añade HSS 19 88. Sin
embargo, no encontramos diferencias significativas entre dicho documento y otros del
mismo tipo, también susceptibles de implicar a pequeñas.
227 JEN 437: 6-7: mte-ḫi-ip-til-la ˹a-na˺ ÌR.MEŠ-šu ga14-ab-bi-im-ma a+na aš-šu-ti SUM-

in (“Teḫip-Tilla deberá dar[la] como esposa a cualquiera de sus esclavos”).


228 JEN 437: 12: ṣú-ḫa-ar-tù. Véase el mismo empleo del término ṣuḫartu en la adop-

ción matrimonial nuzita JEN 440+/638: 11 (cf. Garroway, Children, 82–84).


229 Al contrario que en JEN 437: 12 (ṣuḫartu, “esclava”, “joven”), en HSS 19 89 se

empleará el término genérico de “hija” (l. 2: DUMU.˹SAL˺).


230 HSS 19 89: 4: ú-ra-ab-bu-ú. El uso de la forma D de rabû, “criar” (AHw 939a,

CAD R 45b 7), está relacionado a lo largo de la documentación acadia con la crianza de
niños pequeños. Al respecto véase Justel, “Some Reflections”, 144–45.
231 EN 9/2 299: 15-18: mpa-aš-ši-til-la mel-wi-[ni la] ur-te-eb-bi ki-ma ur-te-bi-šu a+na ma-

ar-tù-ti mú-a-an-te a+na mpa-aš-ši-til-la-ma id-dinin (“Pašši-Tilla [no] crió a Elwi[ni]. Tras
haberla criado, Uante la entregó como hija a Pašši-Tilla”). Sobre este texto véase Brigitte
Lion y Diana Stein, L’Archive de Pašši-Tilla fils de Pula-Ḫali: Une famille de financiers du Royau-
me d’Arrapḫa au XIV.e s. Av. J.-C., SCCNH 11 (Bethesda: CDL Press, 2001), 40–41, 154–56.
232 Sobre este tema en la Siria de la época véase un reciente estudio en Justel, La ca-

pacidad jurídica, 35–101.


66 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

evaluar la edad de los novios o recién casados, o incluso el momento de sus vidas
en que tal cuestión se plantea.
El documento emariota E6 216 es el más claro ejemplo sirio en que se plan-
tea la posibilidad del matrimonio de una mujer cuando todavía es menor. En él,
Ku’e entrega su hija Ba’ala-Bea en estatus de kallatu a ’Anat-ummī233. Si la últi-
ma no tuviera hijos con su marido Šegal, éste recibiría en matrimonio a Ba’ala-
Bea con vistas a tener descendencia. Más adelante veremos la relación existente
entre dicho texto y la venta de cuatro niños (entre ellos Ba’ala-Bea) en E6 217,
así como las impresiones de sus pies (E6 218–220) (§4.2). Aunque la terminología
no aporte información importante a la hora de identificar la edad de Ba’ala-Bea,
el tamaño de su pie (E6 218) muestra que tendría alrededor de dos años. Te-
niendo en cuenta que E6 217 y 218 son posteriores a E6 216, es evidente que
Ba’ala-Bea tendría en este último texto dos años de edad a lo sumo. Así pues, su
caso constituye el más claro de Siria en el que una niña pequeña es contemplada
como futura esposa.
Por su parte, el contrato matrimonial E6 124 presenta el caso de Eza, sacer-
dotisa qadištu, que tiene tres hijas. Entrega la mayor, Ba’ala-ummī, como esposa
de Tatu, su nuevo marido (de Eza), por lo que Ba’ala-ummī deberá desposarse
con su padre adoptivo234. En principio habría que considerar a Ba’ala-ummī
como recién entrada en la adultez, caso parecido a otros contratos matrimonia-
les sirios235. Sin embargo, en E6 124 se contempla la posibilidad de que Ba’ala-
ummī, presumiblemente joven por ser su primer matrimonio, muriera. En tal
caso, su hermana Dagan-nammertī (segunda hija de Eza y obviamente menor
que la joven hermana Ba’ala-ummī) debería casarse con Tatu. Así, es muy pro-
bable que Dagan-nammertī fuera menor en el momento de creación del
acuerdo.

233 Si seguimos la interpretación de J. J. Justel (“L’adoption matrimoniale”, 6, n. 27),


quien tiene en cuenta colaciones posteriores a la edición de D. Arnaud (véase Jean-Marie
Durand y Lionel Marti, “Chroniques du Moyen-Euphrate: Relecture de documents
d’Ekalte, Émar et Tuttul”, RA 97 [2003]: 180).
234 Probablemente ello se explique por la prohibición a las sacerdotisas qadištu de te-

ner descendencia. De esta forma, Ba’ala-ummī sería a efectos legales la esposa de Tatu,
mientras que las dos hijas menores de Eza actuarían como su (de él) verdadera progenie.
Véanse varios paralelos paleobabilónicos de esta práctica en los documentos CT 4 39a,
CT 8 22b, CT 48 48, TIM 4 49 (Raymond Westbrook, “The Female Slave”, en Victor
H. Matthews y Bernard M. Levinson y Tivka Frymer Kensy [eds.], Gender and Law in the
Hebrew Bible and the Ancient Near East [Sheffield: T&T Clark, 1998], 228, n. 32). Al respecto
véase asimismo Lucile Barberon, “Quand la mère est une religieuse: le cas d’Ilša-hegalli
d’après les archives d’Ur-Utu”, NABU 2005.98.
235 Véanse por ejemplo RE 6, RE 61, RE 76, RAI 47/2 (Emar), AlT 87, AlT 91

(Alalaḫ), RS 16.151 (Ugarit) o MBQ-II 37/40 (Ekalte).


Infancia y matrimonio 67

A continuación se exponen las fuentes cuneiformes que conocemos para el


estudio de este fenómeno durante el Bronce Reciente236.

Ámbito Babilonia Arrapḫe Siria

Archivo Nippur Nuzi Emar

Sexo Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer


(2) HSS (1) E6 216
Recién
19 86, (E6 217,
nacidos
89 218)
(2) JEN
(1) P
Niños 437, EN (1) E6 124
88237
9/2 299
(7) JEN
Pre- 572,
adolescentes (1) HSS 5 (1) HSS
/ adolescen- MSKH I 57, 67, 19 75
tes 9 HSS 19
45, HSS
19 51,
HSS 19
75, HSS
19 76

Tabla 4. Fuentes del Bronce Reciente para el estudio de la relación entre infancia y ma-
trimonio

Aunque sea complicado generalizar con un elenco textual heterogéneo en


su forma literaria y reducido cuantitativamente, la tabla 4 permite realizar algún
comentario al respecto. Para empezar, el corpus de Nuzi, debido a su naturaleza
privada y familiar, es el único archivo que nos informa sobre el tema para las
diversas etapas de la infancia, al menos en el caso de las mujeres. Por su parte, y

236 Con seguridad otros documentos del período harán referencia, directa o indirec-

ta, a esta realidad. Probablemente sea el caso, por ejemplo, de la lista mesoasiria de
deportados hurritas VAT 18087+ (VAS 21 6). Al respecto véase §3.4.
237 Debido a su procedencia desconocida, es posible que el documento casita P 88 no

provenga de Nippur. Aún así, la probabilidad de que se encuadre en dicho yacimiento es


alta, ya que los documentos de Nippur constituyen más del 90% de la documentación
mesobabilónica (Justel, “La Babilonia casita”, 73–74).
68 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

si bien en otros casos precisa la edad de los pequeños238, la documentación me-


sobabilónica aporta menos información concreta y clarificadora para la relación
entre infancia y matrimonio. En Emar, por último, apreciamos solo casos de
mujeres, y siempre en sus primeros años de vida, con el ejemplo paradigmático
de E6 216.
Por lo general hay más fuentes cuneiformes que nos hablan del arreglo ma-
trimonial de mujeres que de hombres. De hecho, la mayoría de los ejemplos de
varones se corresponden con niños que rondan la adolescencia y son presentados
en un formato documental jurídico de Nuzi muy concreto: las adopciones infan-
tiles239. Se puede asimismo comprobar una diferencia evidente tomando la edad
como criterio: las mujeres eran objeto de previsión del matrimonio antes que los
hombres, fenómeno con paralelos próximo-orientales y explicación también a
nivel antropológico.
3.3. Cuestiones terminológicas en las fuentes presentadas
Como hemos apuntado, la relación entre infancia y matrimonio se pone nor-
malmente de relieve a partir de evidencias indirectas. Ello hace que la
terminología no juegue un papel determinante en muchos de los textos estudia-
dos. Sin embargo, conviene analizar brevemente los términos que sí apuntan de
forma directa a una edad temprana de los casaderos.
ṢUḪĀRU Y ṢUḪĀRTU

El adjetivo ṣeḫru240 aparece en el texto mesobabilónico P 88, pudiendo hacer


referencia tanto a un niño como a un sirviente mayor de edad. En este ejemplo
casita, sin embargo, y aún teniendo en cuenta el deteriorado estado del docu-
mento, se plantea el matrimonio del sujeto con el apelativo ṣeḫru, por lo que
probablemente éste sería un niño.
Por otra parte, y con idéntica raíz que en el caso anterior, en el texto de Nu-
zi JEN 437 encontramos el sustantivo femenino ṣuḫārtu241. También en este
ejemplo el texto podría referirse a una sirvienta adulta, aunque por la misma
razón de plantearse el futuro enlace con un hombre estamos probablemente
ante una niña242.

238 Como en el de los niños esclavos, no solo a nivel terminológico (§5.3) sino tam-

bién a través de aspectos como la cantidad de raciones alimentarias asignadas, el orden


en que aparecen listados, etc. Sobre estos aspectos véase en general §5.
239 Sobre la cuestión de la previsión de esposas para estos niños en los documentos

de adopción nuzitas véase Justel, “Some Reflections”, 149, así como §4.6 en este estudio.
240 Fem. ṣeḫertu, CAD Ṣ 179b-ss, AHw 1088b.
241 Masculino ṣuḫāru, CAD Ṣ 213b-ss, AHw 1108b.
242 El término ṣuḫārtu se emplea a lo largo de la documentación cuneiforme mesopo-

támica independientemente de la labor específica que realice la mujer. Así, resulta un


Infancia y matrimonio 69

Ambos términos, por tanto, no excluyen el hecho de que los sujetos así de-
nominados no fueran esclavos. Sin embargo, todo apunta a que se trataría de
niños —siervos o no— sin capacidad legal propia.
INA TULÎ

Encontramos esta expresión, con significado literal de “de pecho”243, en el texto


de Nuzi HSS 19 86244. Al referirse a una niña pequeña, el sentido no deja lugar
a interpretaciones erróneas: se trata de una niña lactante en sus primeros años
de vida, y probablemente durante sus primeros meses245.
KALLATU

Entendemos por kallatu (sum. É.GI4.A246) a la mujer que se encuentra dentro de


un período de la vida con características jurídicas propias, y que abarca desde

tanto complicado precisar si estamos ante una siervienta, una empleada, una esclava, etc.
(cf. en general Démare-Lafont, “Women at Work”, 311).
243 Construcción formada mediante la preposición ina (con el sentido aquí de “de”

[inglés “from”]), unida al sustantivo tulû (“pecho”, CAD T 467b-ss, AHw 1369b).
244 HSS 19 86: 4: [i+na] tù-li-ú. Restituimos la preposición ina a partir del texto nuzi-

ta HSS 19 134: 7 (i+na tù-li-i![copia:mi]-šu), donde la expresión seguramente se refiere a la


misma niña, Nūru-mātu (Justel, “New Proposals”). Véase otro paralelo del Bronce Re-
ciente, con la misma preposición ina, en el texto acadio de Ugarit sobre conjuras mágicas
RS 17.155 (l. 23’: ina tu-le-e-i-šu).
245 Probablemente la pequeña Nūru-mātu se encontraría en su primer año. La razón

que nos lleva a conferirle esta edad tan temprana se basa en la seriación cronológica de
los documentos HSS 19 86 y HSS 19 134. Así, en el primeramente redactado HSS 19 86
se entrega a la cría en adopción matrimonial, mientras que en HSS 19 134, escrito poste-
riormente, la pequeña sigue siendo lactante. Además, el caso del primer texto (HSS 19
86) responde aparentemente a un ejemplo concreto en el que la madre biológica podría
haber pactado pronto (¿incluso antes del nacimiento de Nūru-mātu?) el contrato de
adopción de su hija. Sea como fuere, y aunque el texto no precise si la niña tiene uno, dos
o tres años, estas evidencias hacen que nos inclinemos por una edad realmente temprana
de Nūru-mātu, especialmente en HSS 19 86.
246 A la hora de señalar la condición de kallatu de una muchacha, la elección de la

forma acadia o la sumeria parece haber sido indistinta, y el uso de una u otra podría
responder a tradiciones escribales diferentes de cada época y lugar. En Nuzi, por ejemplo,
nunca se emplea la forma sumeria, sino siempre las acadias kál-la-tu, kál-la-tù, kál-la-tu4 o
kál-la-ti. Por otra parte, en los textos del Nippur mesobabilónico alojados actualmente en
el University Museum (Filadelfia) predomina la redacción sumeria É.GI4.A o E.GI4.A
sobre la versión acadia kallatu. Véanse diferentes ocurrencias en la documentación de
dicha época casita en MSKH I 9: 7 (a-na kal-lu-t[i]); BE 14 58: 50 (É.GI4.A); BE 14 126: 6
(É.GI4.A); PBS 2/2 103: 25 (É.GI4.A); PBS 13 64 + MUN 9: 6 (˹É.GI4˺.A); CBS 3646 ii’
23’ (É.GI4.A); CBS 7752 rev. ii’ 6 (˹E.GI4˺.A); CBS 11937 i 14’ (E.GI4.A) y i 17’
(E.GI4.A); CBS 11868 ii’ 8 ([É].GI4.A). En este último caso nuestra reconstrucción de É
70 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

que pasa de la autoridad de su tutor —generalmente su padre— a la del guar-


dián receptor, hasta que éste la entrega en matrimonio al esposo (en ocasiones el
propio guardián receptor). Dicho estatus legal se expresa mediante la forma
abstracta kallūtu, lo que implica la existencia de una adopción matrimonial247.
El término acadio kallatu, traducible por “nuera”, “cuñada” o “novia” (CAD
K 79a-ss, AHw 426a), no está relacionado en principio con la edad de la mu-
chacha calificada de tal manera. No obstante, historiográficamente se ha
interpretado a la mujer kallatu como una joven núbil. Lipiński va más allá, de-
fendiendo que el término kallatu se corresponde directamente con el ugarítico
mtrḫt, “consorte, esposa” (DUL 601), lo que aumentaría la edad de este grupo
femenino248.
Sin embargo, la mayor parte de las mujeres calificadas como kallatu a lo lar-
go de la documentación de Babilonia, Arrapḫe y Siria, serían probablemente
muchachas jóvenes, muy cercanas a la edad de casarse y poder concebir descen-
dencia. Otras no reciben esta designación, pero sin duda entraban
implícitamente en la misma esfera jurídica de kallūtu.
Así, tal y como defendemos en el comentario general y conclusiones al res-
pecto, parte del corpus del Bronce Reciente con el que trabajamos en este
capítulo demuestra que el concepto kallatu no implica una edad mínima. En este
sentido destaca el documento emariota E6 216, donde la niña entregada en
estatus de kallatu249 tendría unos dos años.

en lugar de E se basa en que la parte dañada consta de una pequeña hendidura vertical, y
no dos, por lo que se asemeja más a un completamente destruido signo É). Por último, y
si bien en CBS 10450 i’ 5’ encontramos la forma kal-la-t[u4], se trata realmente de parte
de un nombre personal. Así pues, todas las ocurrencias que poseemos para las kallātu,
exceptuando la fórmula acadia de adopción matrimonial de MSKH I 9: 7, están redacta-
das en la versión sumeria. Con la excepción del texto BE 14 58, en cuyo teórico
emplazamiento del University Museum encontramos una nota que señalaba “CBS 3323:
Loan to Mexico” (septiembre de 2010), todas las referencias anteriores se basan en cola-
ción personal. Por tanto, en el elenco anterior no se citan las referencias que no hemos
tenido oportunidad de colacionar, como la venta de ocho personas Ni. 1574, entre las
que se encuentra la kallatu (l. 8: É.GI.A) Ina-šamê-rabi’at.
247 Justel, La capacidad jurídica, 94.
248 Edward Lipiński, “mōhar”, en G. Johannes Botterweck y Helmer Ringgren y

Heinz-Joseph Fabry (eds.), Theological Dictionary of the Old Testament vol. 8 (Grand Rapids:
Eerdmans Publishing, 1997), 147.
249 E6 216: 5-7: a-na ˹E˺.[GI4.A] […] at-ta-din-ši (“he entregado […] en estatus de

kallatu”).
Infancia y matrimonio 71

3.4. GENERALIDADES HISTÓRICAS


Y CONTEXTUALIZACIÓN DE LAS FUENTES DEL BRONCE RECIENTE

Como se ha señalado, por regla general la documentación cuneiforme no nos


aporta información concreta, en términos de años, al referirse a las edades de la
vida. Así, es difícil conocer con exactitud la edad concreta en que hombres y
mujeres se casaban.
Las fuentes con las que trabajamos en el presente capítulo se integran en
unos parámetros históricos estudiados y definidos por diversos especialistas. En
el siguiente subapartado analizaremos este corpus del Bronce Reciente, contex-
tualizándolo en un marco más amplio. Para ello enfocaremos la atención en el
fenómeno por el que se contempla el casamiento de un sujeto, pero en el mo-
mento justo de dicho planteamiento y no de la boda en sí.
MODELOS FAMILIARES
Tomando con cautela esta división debido a la hora de ponerla en relación con
la época que nos ocupa, es interesante mencionar que en la Europa moderna se
pueden extraer tres tipos de modelos de hogares, en conexión directa con la
edad del primer matrimonio250:

(1) Modelo occidental. Hombre y mujer se casan a una edad relativamente


avanzada, y la diferencia de edad entre ellos es mínima. Hay una baja propor-
ción de gente que se casa, y abundan las familias de tipo nuclear (padres e
hijos), en contraposición a las familias extensas (incluidos abuelos, primos, tíos,
etc.).
(2) Modelo oriental. Hombre y mujer se casan a una edad temprana, y la dife-
rencia de edad entre ellos es mínima. Hay una alta proporción de gente que se
casa, y abundan las familias extensas.
(3) Modelo mediterráneo. Por lo general similar al oriental, pero en este caso,
en el primer matrimonio, el hombre se casa a una edad relativamente avanzada
y la mujer a una edad temprana251.

250 Esta clasificación responde a lo expuesto en Roth, “Age at Marriage”, 720–22

(bibliografía en 720, n. 12).


251 Aunque proveniente de un contexto histórico radicalmente distinto al que nos

ocupa, sirva como ejemplo el medieval de la reina Petronila de Aragón y del Conde de
Barcelona Ramón Berenguer IV. Siendo éste adulto, ella contaba solo con un año cuan-
do se firmaron sus capitulaciones matrimoniales en Barbastro (Huesca, España). El
Derecho Canónico por entonces marcaba como límite para casarse los catorce años de
edad, por lo que trece años después de las capitulaciones se pudo oficiar la boda.
72 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Este último modelo es el imperante por regla general en el Próximo Oriente


antiguo. Martha T. Roth, en su estudio sobre la edad de los primeros matrimo-
nios en las Babilonia y Asiria del 1.er milenio a. C., concluye lo expuesto en el
siguiente esquema:

Fig. 2. Edad de los familiares en el primer matrimonio en el 1.er milenio a. C.252

Aunque obviamente generalizador y sin contemplar excepciones, ¿podría


ser el gráfico anterior extrapolable al desarrollo global de las familias en las so-
ciedades próximo-orientales anteriores al 1.er milenio a. C.? En el momento de
su primer matrimonio, la mujer es más joven que su marido en unos diez años.
El nuevo esposo, cuyo padre probablemente habría fallecido, crea un nuevo
hogar. Para ello cuenta con el apoyo de su suegro, quien a su vez tendría hijos
demasiado pequeños para ayudar económicamente en casa, aspecto del que se
encargaría el nuevo nuero. En caso de que el recién creado matrimonio no tu-
viera hijos pronto, podrían adoptar un hijo, normalmente menor mientras los
esposos continúan siendo jóvenes253.
Esta relación de esposo mayor/esposa joven ha sido puesta en evidencia en
varios ámbitos del Próximo Oriente antiguo, y cada uno de ellos a partir de
corpora con características propias254. Ello hace que en los siguientes comenta-

252 Esquema basado en Roth, “Age at Marriage”, 747. Las dos fuentes para las que
la autora cuenta a la hora de llegar a dichas conclusiones son, por una parte, contratos
matrimoniales y donaciones de dotes neobabilónicos; por otra, el designado como “Assy-
rian Doomsday Book”, grupo de textos neoasirios de carácter censual (reeditados en
Frederick M. Fales, Censimenti e catasti di epoca neo-assira, Centro per l’Antichità e la Storia
dell’Arte del Vicino Oriente, Studi economici e tecnologici 2 (Roma: Istituto per
l’Oriente, 1973).
253 Es la tesis que hemos defendido para Nuzi, y generalizable para el Próximo

Oriente antiguo, en Justel, “Some Reflections”, 150–53.


254 Aparte del estudio de Roth, varios autores han llegado a idéntica conclusión, en

Ugarit e Israel (Hennie J. Marsman, Women in Ugarit and Israel: Their Social and Religious
Position in the Context of the Ancient Near East [Leiden-Boston: Brill, 2003], 54), Emar (Gary
M. Beckman, “Family Values on the Middle Euphrates in the Thirteenth Century
B.C.E.”, en Mark Williams Chavalas [ed.], Emar: the History, Religion and Culture of a Syrian
Town in the Late Bronze Age [Bethesda: CDL Press, 1996], 68), el Nippur mesobabilónico
Infancia y matrimonio 73

rios nos refiramos tanto a hombres como a mujeres, si bien el caso de estas últi-
mas es más susceptible de relacionarse con sujetos de menor edad.
HOMBRES
En general, los casos en que un varón se podría casar a una edad muy temprana,
antes de los quince años, son excepcionales. En las llamadas “Instrucciones de
Ankhsheshonq” del Egipto antiguo255, el sacerdote de Ra Ankhsheshonq reco-
mienda a su hijo: “Toma una esposa cuando tengas veinte años, (para) que
puedas tener un hijo mientras eres joven”256. En el mismo sentido, los judíos han
creído que la edad óptima para casarse un joven sería la de dieciocho años, y un
hombre de veinte sin haberse desposado sería considerado incluso como un
pecador257.
Estos ejemplos, exceptuando el caso extremo de LAM 43, comentado más
adelante (§3.5), nos informan de que los varones en diversas sociedades próximo-
orientales antiguas se casarían por lo general a lo largo de la década de los vein-
te, algo en consonancia con lo expuesto en la fig. 2. Por su parte, en algunos de
nuestros textos, especialmente procedentes del archivo de Nuzi, el planteamiento
de los matrimonios de los varones podría comenzar cuando éstos tuvieran ape-
nas unos diez años.
MUJERES
El caso de las esposas es diferente. Teniendo en cuenta que un objetivo funda-
mental del matrimonio era el de concebir descendencia, la madurez de las
mujeres comenzaba biológicamente con su primera menstruación y concluía con
la menopausia. Desde una perspectiva jurídica, el inicio de ese período de madu-

(Tenney, Life at the Bottom, 78 y n. 59), o en las altas esferas de la sociedad mesopotámica
(Harris, Gender and Aging, 108). En el mismo sentido véase Marten Stol, “Women in Meso-
potamia”, JESHO 38 (1995): 132.
255 Aunque la redacción que conservamos de estas “Instrucciones de Ankhsheshonq”

se correspondan con los ss. II–I a. C., la composición podría ser muy anterior. Probable-
mente basadas en proverbios, son consejos que combinan pragmatismo y humor,
persiguiendo actitudes más prácticas que idealistas. Sobre este documento véase Stephen
R. K. Glanville, Catalogue of Demotic Papyri in the British Museum, vol. 2: The Instructions of
‘Onchsheshonqy (British Museum Papyrus 10508) (Londres: Trustees of the British Museum,
1955). Sobre los matrimonios en el antiguo Egipto véase Janet H. Johnson, “Sex and
Marriage in Ancient Egypt”, en Nicolas Grimal y Amr Kamel y Cynthia May-
Sheilholeslami (eds.), Hommages à Fayza Haikal, Bibliothèque d’étude 138 (El Cairo: Institut
français d’archéologie orientale du Caire, 2003), 149–59.
256 Traducción del inglés en Miriam Lichtheim, Ancient Egyptian Literature, vol. 3: The

Late Period (Berkeley: University of California Press, 2006), 68.


257 Driver y Miles, The Assyrian Laws, 185.
74 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

rez lo constituía el matrimonio, terminando con la viudez258. En términos exac-


tos de años, y refiriéndonos a las mujeres, la amplitud cronológica de dicho
espacio temporal dependería de cada caso, pero por regla general nos encontra-
remos entre los doce años y la década de los cuarenta259.
Así pues, la relación entre los factores biológicos y los jurídicos nos habla, en
el caso de las mujeres, de una edad mínima de doce años para contraer matri-
monio260. Ello no es enteramente definitorio, pero sí constituye al menos el
primer punto de partida, en términos cronológicos, para que una mujer pudiera
casarse. De todas maneras, no debemos caer en generalizaciones en este sentido,
ya que probablemente en determinados ámbitos sociales, como la realeza, la
edad de las mujeres para el primer matrimonio podría ser ligeramente mayor261.
PLANTEAMIENTO DEL MATRIMONIO EN HOMBRES Y MUJERES
Por tanto, y siempre haciendo referencia a la práctica general, las conclusiones
de Roth con respecto a la edad del primer matrimonio parecen plausibles (fig. 2).
En ese momento las mujeres serían normalmente más jóvenes que sus nuevos
esposos, fenómeno característico de cada generación e imperante en el Próximo

258 Siempre y cuando la mujer no se volviera a casar (Justel, La capacidad jurídica, 279
y n. 98).
259 Al respecto véase Justel, “Some Reflections”, 152, n. 50.
260 En India de principios de nuestra Era, sin embargo, y aunque en períodos previos
era normal que las mujeres contrajeran matrimonio una vez adultas, la tradición (Smṛtis)
recomendaba que, mientras que el marido debería tener al menos veinte años de edad
para casarse, la chica se tendría que casar justo antes de la pubertad. La ortodoxia hindú,
de hecho, declaraba que un padre que no daba a su hija antes de su primera menstrua-
ción incurría en una falta comparable a la de amparar un aborto, pecado considerado
incluso mayor que el del asesinato. Sobre estas cuestiones en la India antigua véase Art-
hur L. Basham, The Wonder that was India (Noida: Rupa. Co., 1996), 165–70.
261 Es lo que defiende Simo Parpola para las princesas de la corte neoasiria durante

el s. VII a. C.: “If it is accepted that Assyrian princes must have been at least 20 years old
before they could be introduced into the Succession Palace, and that they married at
approximately the same age (cf. ABL 308)…” (Letters from Assyrian Scholars to the Kings Esar-
haddon and Assurbanipal, Part II, AOAT 5/2 [Kevelaer: Eisenbrauns, 1983], 231, n. 390).
Aún así, para argüir que las princesas neoasirias se casaban teniendo unos veinte años,
Parpola cita como ejemplo el texto de Nínive ABL 308, donde nada se dice sobre una
edad concreta (véase una traducción de dicho documento en A. Leo Oppenheim, Letters
from Mesopotamia: Official, Business, and Private Letters on Clay Tablets from Two Millennia
[Chicago: The University of Chicago Press, 1967], 158). Sobre esta cuestión cf. Roth,
“Age at Marriage”, 718, n. 6. Sobre la opción de que miembros de las familias reales se
casaran incluso antes que la mayoría de la población véase Eckart Frahm, “Observation
on the Name and Age of Sargon II and on Some Patterns of Assyrian Royal Onomas-
tics”, NABU 2005. 47.
Infancia y matrimonio 75

Oriente moderno262. Ahora bien, ¿a partir de qué edad se podía plantear el


matrimonio? Dentro de estos patrones demográficos de la Mesopotamia antigua
encontramos ejemplos en los que, ya desde que sus hijos son menores, los padres
se plantean la posibilidad de casarlos en el futuro. Este aspecto se da con mayor
asiduidad en el caso de las mujeres263, consideradas de forma general como un
bien reproductivo para el que un pronto arreglo de un matrimonio era suma-
mente importante264.
En el Antiguo Testamento, por ejemplo, se diferenciaban los conceptos de
“casadero” y “púber”. Así, a diferencia de la mujer denominada en hebreo
‫בתולה‬, “mujer casadera”, encontramos el término ‫עלמה‬, “mujer púber” (y por
consiguiente capaz de concebir). Las mujeres hebreas podían ser dadas en ma-
trimonio mucho antes de su pubertad (siendo por tanto ‫ בתולה‬pero no ‫)עלמה‬,
según Lipiński incluso desde los cinco años265. Hay que señalar asimismo que los
veinte años marcan la frontera legal a partir de la cual los hombres entraban en
la plena pubertas, adquiriendo la madurez plena266.
En su estudio sobre los contratos matrimoniales nuzitas, Breneman expone
lo siguiente: “[…] it may be assumed that the marriage was not arranged until
the girl and boy were eligible for married life. This was probably soon after pu-
berty”267. Por su parte, autores como J. J. Justel identifican el término acadio
kallatu, referido a mujeres normalmente jóvenes, con el sentido de “mujer en
edad de casar”268. Cabe plantearse la cuestión de si ambas explicaciones son

262 John Gulick, The Middle East: An Anthropological Perspective (Pacific Palisades:
Goodyear Pub. Co., 1976), 183.
263 Algo similar a lo que ocurre en el mundo clásico, donde encontramos muchachas

dadas en matrimonio a una temprana edad. Es el caso de la hermana del griego Demós-
tenes, a la que su padre lega en testamento una dote, teniendo ella cinco años y
entregándola a uno de sus tutores. Para el mundo romano véase en este sentido Aline
Rousselle, “La politique des corps. Entre procréation et continence à Rome”, en Pauline
Schmitt Pantel (dir.), Histoire des femmes: L’antiquité (París: Plon, 1991), 319–59.
264 Se incide de tal manera en un aprovechamiento óptimo de los años fértiles de la

mujer, aspecto nada baladí en sociedades con baja edad media de la población y alto
índice de mortalidad infantil. A lo largo de este estudio consideraremos como mujeres
“jóvenes” las mujeres durante sus primeros años fértiles (esto es, aproximadamente de los
doce a los dieciséis años).
265 Lipiński, “mōhar”, 145. Este autor aporta tal referencia basándose en el pasaje de

Lev 27: 5, donde Yahveh comunica a Moisés el valor monetario de los varones y mujeres
de cinco a veinte años (20 y 10 siclos respectivamente). La propuesta de Lipiński es sin
duda plausible, pero no creemos que pueda concluirse esa edad a partir de dicha cita
bíblica.
266 Fleishman, “The Age of Legal Maturity in Biblical Law”, 48.
267 Breneman, Nuzi Marriage Tablets, 272.
268 Justel, La capacidad jurídica, 70, 96 y n. 329, 260.
76 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

correctas para todos los casos del período que nos ocupa, momento para el que
no existe ningún estudio, por separado o global, consagrado a dicha cuestión.
La aseveración de Breneman implica equiparar a hombres y mujeres en el
mismo plano en cuanto a la edad en la que los adultos planteaban el futuro
matrimonio. La tesis defendida por nosotros para el Bronce Reciente, por con-
tra, no se corresponde con su idea. Por nuestra parte, además de creer que por
lo general las mujeres se casaban más jóvenes que los hombres269, pensamos que
el planteamiento de su futuro matrimonio tenía lugar asimismo más prematu-
ramente. Los diferentes casos comentados arrojan luz sobre esta cuestión.
3.5. INFANCIA Y MATRIMONIO EN EL BRONCE RECIENTE.
COMENTARIOS Y CONCLUSIONES
La documentación cuneiforme del Bronce Reciente mesopotámico y sirio nos
informa sobre la práctica de algunos padres de reglar y prever el futuro matri-
monio de sus hijos cuando éstos todavía eran menores. Tomando como base la
institución del matrimonio, y siguiendo a Martha T. Roth, se pueden proponer
varios modelos familiares imperantes a lo largo de la Historia. El corpus aquí
estudiado, al igual que ocurre en la Mesopotamia de otras épocas270, responde al
modelo mediterráneo, en el que en un primer matrimonio el hombre tiene una
edad avanzada, mientras que la mujer es considerablemente más joven. Dejando
a un lado causas como trabajos forzados o guerras, esta diferencia de edad expli-
ca, por ejemplo, la preponderancia de viudas sobre viudos, fenómeno reflejado a
lo largo de la documentación cuneiforme de cualquier época271.
Sin embargo, el proceso por el cual los padres se planteaban el matrimonio
de sus hijos podía comenzar mucho antes del fin de su infancia, la cual jurídica-
mente concluía a la vez que la soltería. De esta forma, tanto hombres como
mujeres podían ser objeto de una planificación previa sobre sus futuros enlaces.

269 Este podría ser también el caso del documento mesoasirio VAT 18087+ (VAS 21
6). En esta lista de deportados hurritas a Asiria por el monarca Tukultī-Ninurta encon-
tramos cincuenta y siete niños y treinta y cinco niñas, organizados en familias. En su
análisis al respecto, Helmut Freydank interpreta que esta descompensación se explicaría
confiriendo a las mujeres una edad más temprana que los hombres a la hora de casarse
(“Zur Lage der deportierten Hurriter in Assyrien”, AoF 7 [1980]: 101). De esta manera las
mujeres recién casadas pasarían a ser consignadas en sus nuevas familias, mientras que los
niños se desposarían más adelante.
270 Es el caso, por ejemplo, de la zona babilónica en el 1.er milenio a. C. (Roth, “Age

at Marriage”).
271 Aún así, hay que tener en cuenta la naturaleza de la documentación cuneiforme,

que muestra más viudas que viudos. Los hombres solían hacer constar en sus testamentos
cláusulas en favor de sus mujeres, para protegerlas en caso de que ellos murieran. Sin
embargo, en principio la situación económica de un hombre no cambia cuando enviuda,
por lo que no hay razón para hacerlo constar en el testamento de las mujeres.
Infancia y matrimonio 77

Son las evidencias indirectas, más que las terminológicas, las que nos ayu-
dan a configurar el elenco textual sobre la cuestión. Esto implica realizar con
cada documento un proceso distinto, puesto que, a diferencia de lo que ocurre
en documentos como ventas o adopciones infantiles, los textos sobre la relación
entre infancia y matrimonio no tienen un formato jurídico propio. Todo lo con-
trario: la conexión entre ambas ideas puede esconderse de una forma u otra en
diversas tipologías documentales: adopciones matrimoniales, textos de ventas de
niños, listas de trabajadores forzados, listas de deportados, etc. Así, debido a la
variedad de los géneros literarios de estos textos, un minucioso análisis compara-
tivo entre los documentos no resultaría provechoso para nuestro objetivo: el
estudio de la relación entre los conceptos de “infancia” y “matrimonio”. Por
tanto, habiendo profundizando en cada texto por separado a lo largo del presen-
te estudio, podemos extraer varias conclusiones generales al respecto.
Hasta la fecha no conocemos ningún estudio sobre el planteamiento del fu-
turo matrimonio de menores en los ámbitos de Babilonia, Arrapḫe y Siria.
Probablemente ello es debido a la dificultad que entraña identificar la edad de
los futuros casaderos. En ciertas ocasiones es la propia terminología la que señala
una edad temprana de dichos niños. Términos como ṣeḫru (P 88) o ṣuḫārtu (JEN
437), o expresiones como ina tulî (HSS 19 86), indican la franja de edad de los
pequeños.
El concepto de kallatu no tiene en principio relación directa con una edad
temprana. Incluso algunas kallātu del Nippur casita son designadas como SAL,
“mujer (adulta)”272. Sin embargo, de la documentación de Arrapḫe, Siria, e
incluso mesobabilónica —esta última en menor medida—, se desprende que las
kallātu eran generalmente muchachas jóvenes, anteriores a la pubertad o recién
entradas en ella.
Tras el examen detenido de los textos de Nuzi se desprende que los matri-
monios de las mujeres se planteaban con anterioridad al de los hombres,
fenómeno que se encuadra en una constante histórica, incluso hasta la moderni-
dad.
Por lo general, un niño podría tener como mínimo unos diez años cuando
sus padres —biológicos o adoptivos— reglaban su matrimonio. En ninguno de
los textos de nuestro corpus, especialmente en Nuzi, es evidente que los mucha-
chos fueran tan pequeños ni en el momento de casarse ni a la hora de ser
planteado el matrimonio, por lo que una edad adecuada para este hecho, al
menos en dicho archivo, rondaría los 15–18 años. Sin embargo, en algunos casos

272 Cf. al respecto Ni. 1574: 8: SAL Ina-šamê-rabi’at É.GI.A.NI.


78 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

sí se podría rebajar la edad en tal planteamiento hasta esta edad de diez años,
aunque ello no se pueda afirmar con precisión273.
Las contemporáneas Leyes Asirias Medias aportan en este sentido un intere-
sante paralelo. En LAM 43 se contempla la posibilidad de que un esposo muera
o desaparezca274. Si el padre del fallecido tuviera más hijos, debería dar en ma-
trimonio a la viuda a cualquiera entre ellos que tuviera al menos diez años. Otra
posibilidad es que, en caso de que el fallecido hubiera tenido hijos en un primer
matrimonio, uno de ellos, de nuevo de al menos diez años, desposara a la viuda.
Por último, y si no se hubiera podido arreglar el matrimonio con las opciones
expuestas, el suegro de la viuda podría anular el matrimonio, devolviendo la
dote, o incluso también entregarla a un hijo menor de diez años275. Sea como
fuere, la documentación del Bronce Reciente sigue idéntico patrón a la próximo-
oriental en cuanto a la mínima edad casadera de los varones276.
En cuanto a las mujeres, recordamos que la pequeña Nūru-mātu de HSS 19
86 entregada como kallatu no pasaría en ningún caso de los tres años, mientras
que Ba’ala-Bea en E6 216 tendría como mucho dos. Aunque no contemos con
muchos ejemplos al respecto, parece evidente que los matrimonios de las muje-
res se reglaban con anterioridad a los de los hombres, fenómeno asimismo
explicable a un nivel antropológico.
Primeramente, en el modelo familiar característico de región y época, las
mujeres se casaban antes que los hombres, por lo que el proyecto de desposar a
una hija se plantearía asimismo con anterioridad al caso de los hijos varones. Por
otra parte, uno de los objetivos básicos de la mujer próximo-oriental antigua,
desde el punto de vista de sus contemporáneos, tendría sin duda que ver con la

273 Véase una estimación de la edad de estos varones adoptados en Nuzi en Justel,
“Some Reflections”, 150.
274 Véase una traducción de LAM 43 en Sanmartín, Códigos legales, 229.
275 Sanmartín (ibíd., 251, n. 180), por su parte, interpreta que el suegro de la viuda

debería esperar a que el hijo menor de diez años llegara a tal edad. Esta práctica de
levirato con un hermano del fallecido de al menos nueve años (y un día) está también
atestiguada en el Talmud babilónico (Nidaah 45a [cf. Roth, “Age at Marriage”, 717, n.
2]). Sobre el levirato en el antiguo Oriente, a partir de un documento de Ugarit, cf. Josué
Javier Justel, “El levirato en Ugarit según el documento jurídico RS 16.144”, Estudios
Bíblicos 65 (2007), 416–25.
276 El artículo CH 166 del Código de Hammurapi nos informa de la práctica, sin

duda habitual, por la cual un padre arreglaría el matrimonio de su descendencia, pero no


así de su hijo menor (ṣeḫru), demasiado pequeño para que su progenitor se planteara tales
cuestiones. Idéntico caso, en cuanto a la no precisión de la edad mínima para poder
desposarse, es el que encontramos en las leyes hebreas con respecto al levirato. En un
pasaje del Pentateuco, Judá tiene tres hijos. El mayor toma a Tamar como esposa. Tras
morir él, Tamar pasa a ser la esposa del segundo hijo. Tras fallecer también éste, Judá le
dice a Tamar, su nuera y dos veces viuda: “Mantente viuda en casa de tu padre hasta que
crezca mi (tercer) hijo, Šelaḫ” (Gn. 38:11).
Infancia y matrimonio 79

procreación. Siendo esta una cuestión capital, los matrimonios de las jóvenes se
arreglarían con mayor antelación, frecuentemente antes de la primera mens-
truación. Los hombres, sin embargo, podrían desempeñar tareas de diversa
índole tras su pubertad, sin estar socialmente obligados a desposarse. La respues-
ta a este fenómeno tiene una relación directa con los ciclos naturales, ya que el
período fértil del hombre está menos limitado que el de la mujer.
A partir de la documentación cuneiforme es imposible conocer cuál es el
primer momento en que los padres se plantean casar a sus hijos. El consignarlo
por escrito, cualquiera que fuera la razón, responde obviamente a una segunda
fase de la cual sí que tenemos constancia. Partiendo de esta base, la edad de los
niños en ese momento puede variar, desde recién nacidos hasta núbiles. Los
adultos, en un deseo previsor para con sus hijos, no esperarían normalmente a
que éstos estuvieran en edad de casarse, sino que atarían diferentes cabos de
cara a sus futuros matrimonios. Un paso definitivo sería entregarlos en matri-
monio al cónyuge (caso de los núbiles). Otro distinto, y más común en edades
tempranas, es el de hacer entrar a las mujeres en un estatus de kallatu, mujer
casadera en lo legal pero inmersa aún en un paso previo a desposarse. La previ-
sión de los padres, a veces poco después del nacimiento de sus hijos, subraya la
importancia de la institución del matrimonio. Los padres se asegurarían de tal
manera la continuidad de la saga familiar, con todo lo que ello conlleva econó-
micamente (dote, contradote, herencia, etc.).
¿Hasta qué punto las cuestiones económicas influirían en la previsión de los
padres para casar a sus hijos? El documento emariota E6 216 es muy elocuente
al respecto. En un período de fuerte crisis una niña es entregada como kallatu
cuando apenas cuenta con dos años. De esta forma los padres biológicos gana-
rían una suma importante de dinero —30 siclos de plata—, por lo que el
propósito del contrato no solo se refería a la hija y su futuro matrimonio, sino en
realidad a toda la familia.
El carácter excepcional del contexto de E6 216 podría indicar que el propio
caso de dar a una niña tan pequeña como kallatu sería también anormal. Sin
embargo, del ejemplo nuzita HSS 19 86 no se desprende una situación econó-
mica crítica de los padres, que también entregan a su hija lactante en adopción
matrimonial —e implícitamente como kallatu.
Sea como fuere, tanto estos dos casos como los demás analizados responden
a situaciones familiares, sociales y económicas diversas. No solo familias con
suficientes recursos económicos, sino también otras indudablemente necesitadas,
preverían lo necesario de cara al futuro matrimonio de sus hijos e hijas. Hemos
visto cómo en ocasiones, y conforme requería cada situación concreta, dicha
previsión se realizaba con mucha antelación.
4
ADOPCIONES INFANTILES

4.1. INTRODUCCIÓN
En el antiguo Oriente, por regla general las adopciones tienen por objeto básico
el proveer de descendencia a aquellos que carecen de la misma277. Para ello se
crea un vínculo entre el adoptante y el adoptado, en principio idéntico al resul-
tante de una filiación legítima278. Este mecanismo se realiza mediante una
declaración prefijada (verba solemnia), en la que el adoptante reconoce al adoptado
generalmente en estatus de hijo279.

277 Martin David, “Adoption”, RlA 1 (1928): 37b.


278 Émile Szlechter, “Des droits successoraux dérivés de l’adoption en droit babylo-
nien”, RIDA 14 (1967): 79.
279 Aun así, en el Próximo Oriente antiguo esa relación puede ser también de frater-

nidad, como en Elam y Ugarit (RS 16.344 y RS 25.134) (Sohpie Démare-Lafont,


“Adoption”, en Joannès, Dictionnaire, 17b). Ello puede ser completado con otros ejemplos
de este fenómeno en Nuzi y época neobabilónica. Para Nuzi véanse Ernest R. Lacheman,
“Real Estate Adoption by Women in the Tablets from URU Nuzi”, en Harry A. Hoffner,
(ed.), Orient and Occident: Essays Presented to Cyrus H. Gordon on the Occasion of His Sixty-Fifth
Birthday, AOAT 22 (Kevelaer: Butzon & Becker, 1973), 99–100; Katarzyna Grosz, “On
Some Aspects of the Adoption of Women at Nuzi”, SCCNH 2 (Winona Lake: Eisen-
brauns, 1987), 131–52; Gudrun Dosch, Zur Struktur der Gesellschaft des Königreichs Arrapḫe,
HSAO 5 (Heidelberg: Heidelberger Orientverl, 1993), 92–114; Zaccagnini, “Nuzi”, 595.
Para el período neobabilónico véase Wunsch, “Findelkinder”, 203–4. Cf. asimismo, para
época paleobabilónica, Sara González Moratinos, Antropología del parentesco en Babilonia:
Estudio de los grupos consanguíneos y residenciales en el periodo paleobabilónico, Tesis Doctoral inédi-
ta (Barcelona: Universidad de Barcelona, 2017), 140–57. Por otra parte, la relación de
filiación puede ser no completamente plena, si atendemos a la posibilidad de recibir
menor herencia en el caso de que los padres adoptivos tuvieran hijos biológicos tras el
acto de adopción. Sobre estas cuestiones véase Daniel Justel, “La Filiación en la Antigua
Mesopotamia a partir de las adopciones infantiles”, en Andrés Sáez Gutiérrez y Guiller-
mo Cano Gómez y Clara Sanvito (eds.), Filiación VI: Cultura pagana, religión de Israel, orígenes
del cristianismo (Madrid: Editorial Trotta-Fundación San Justino, 2016), 19–31.

81
82 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

El estudio de referencia sobre las adopciones en el Próximo Oriente antiguo


fue publicado por David280. En él se trataba el fenómeno de la adopción a través
de contratos de época paleobabilónica, la serie lexical ana ittišu, el Código de
Hammurapi y cinco contratos mesoasirios. A partir de ese momento, la historio-
grafía ha aportado varios trabajos generales sobre las adopciones en el antiguo
Oriente, como los de Koschaker281, Cuq282, Cassin283 o, ya en la segunda mitad
del siglo XX, Stohlman284, Stone y Owen285, Obermark286 y Bellotto287.
La mayor parte de las adopciones próximo-orientales conocidas son de adul-
tos. Ello, unido a la dificultad que entraña en ocasiones identificar el rango de
edad de un adoptado, hace que hasta el momento no se haya llevado a cabo un
estudio global y pormenorizado sobre las adopciones infantiles288. En el presente
capítulo analizamos las fuentes que nos informan directa o indirectamente sobre
este último fenómeno durante el Bronce Reciente. Para ello presentaremos el
elenco documental que conocemos sobre adopciones de niños (§4.2), analizando
las expresiones más recurrentes (§4.3) y señalando los aspectos que definen a los
participantes en los contratos de adopción (§4.4). Tras dedicar un apartado a los
aspectos económicos de las adopciones de niños (§4.5), enumeraremos las principa-
les causas y objetivos de estos contratos (§4.6), para pasar a continuación a inscribir
la documentación del Bronce Reciente en su constante próximo-oriental antigua
(§4.7). Finalmente se presentarán las conclusiones del capítulo (§4.8).

280 David, Die Adoption. Véanse los principales resultados de la obra en David,

“Adoption”, 37–39.
281 Paul Koschaker, Neue keilschriftliche Rechtsurkunde aus der El-Amarna Zeit, ASAW 39.5

(Leipzig: Hirzel, 1928).


282 Édouard Cuq, Études sur le droit babylonien: Les lois assyriennes et les lois hittites (París:

Geuthner, 1929).
283 Elena-M. Cassin, L’adoption à Nuzi (París: Adrien-Maisonneuve), 1938.
284 Stephen Ch. Stohlman, Real Adoption at Nuzi, Tesis Doctoral inédita (Waltham:

Brandeis University, 1972).


285 Elizabeth C. Stone y David I. Owen, Adoption in Old Babylonian Nippur and the Archi-

ve of Mannum-mešu-liṣṣur, MC 3 (Winona Lake: Eisenbrauns, 1991).


286 Peter Raymond Obermark, Adoption in the Old Babylonian Period, Tesis Doctoral

inédita (Cincinnati: Hebrew Union College- Jewish Institute of Religion, 1992).


287 Bellotto, Le Adozioni a Emar.
288 Véanse algunos análisis dedicados exclusivamente a las adopciones infantiles en

Justel, “Adopciones infantiles”; Garroway, Children, 48–91 (Próximo Oriente antiguo en


general); Justel, “Some Reflections” (archivo de Nuzi); Justel, Mujeres y Derecho, 75–86
(adopciones de niñas).
Adopciones infantiles 83

4.2. FUENTES DEL BRONCE RECIENTE


La mayor dificultad que se plantea a la hora de identificar las adopciones infanti-
les del Bronce Reciente es diferenciarlas de las de adultos289. Este problema,
inexistente en otras zonas u otros tipos de contratos, es eminentemente termino-
lógico290. Así, al joven adoptado se le denomina DUMU, “hijo”, al igual que en
los casos de adopciones de adultos291. Las fórmulas de adopción, también idénti-
cas en su estructura, dificultarán asimismo la clasificación a un nivel textual292.
Sin embargo, en algunos documentos son los propios padres biológicos —
padre, madre o ambos; cf. tabla 5— quienes dan a su hijo en adopción293, lo que
implica que el niño no tiene capacidad jurídica para decidir su suerte. Ello indi-
ca que nos encontraríamos ante un adoptado no necesariamente recién nacido,
pero sin duda alguna joven294.
En comparación con otras cuestiones analizadas a lo largo del trabajo, son
pocos los archivos que nos informan sobre la práctica de adoptar niños en el Bron-
ce Reciente. De la Babilonia casita apenas poseemos un contrato de Ḫana, en
cuyo fragmento superviviente se regla la disolución de una adopción295, y otra
adopción de Nippur (BE 14 40), donde una joven (SAL.TUR) es adoptada por
una mujer. De entre todos los corpora sirios, solo Emar suministra documentación

289 No así en períodos anteriores, con el empleo de voces como el adjetivo ṣeḫru, “jo-

ven” (CAD Ṣ 179ss) tanto en códigos legales (p. ej., ṣe-eḫ-ra-am, CH 185: 2) como en
contratos de adopción (en este caso bajo la forma sustantiva femenina: ṣu-ḫa-ru-um, “niña
pequeña”, MAH 15951: 1). Cf. Garroway, Children, 58–68.
290 Véanse en este sentido los textos de ventas de niños de la Babilonia casita, que

denominarán a éstos con términos como LÚ.TUR, “hombre pequeño” (p. ej., UET 7 21:
1) o su equivalente acadio ṣuḫāru (p. ej., SAL ṣe-ḫe-er-tu4, “mujer pequeña”, BE 14 128a: 1),
lo que nos indica desde el principio la edad del sujeto (cf. §6.3).
291 P. ej., RE 28: 8: mbu-bi-ú DUMU ab-bi.
292 A modo de ejemplo: a-˹na˺ ma-ru-ti i-te-pu-uš en una adopción infantil (HSS 19 45:

5) y a-na ma-ru-ti-ša il-qí (KAJ 3: 4) en una de mujer adulta.


293 Los contratos, por tanto, se inscribirán en el grupo de “entregas en adopción” (cf.

§4.2 en el presente capítulo).


294 Como defiende Brigitte Lion (“Les adoptions d’hommes à Nuzi (XIVe s. av. J.-

C.)”, RHD 82 [2004]: 545).


295 Texto RBC 779, editado en Amanda H. Podany y Gary M. Beckman y Gudrun

Colbow, “An Adoption and Inheritance Contract from the Reign of Igid-Lim of Ḫana”,
JCS 43–45 (1991/1993): 39–51. Véanse al respecto Dominique Charpin, “Chroniques du
Moyen-Euphrate. 1. Le «Royaume de Hana»: Textes et Histoire”, RA 96 (2002): 61–92,
y nn. 112–16; Slanski, “Middle Babylonian Period”, 505, 507. Además, y debido al dete-
rioro de la tablilla, es imposible dilucidar si se trata de una adopción de niño o de adulto.
Aun tratándose probablemente del segundo caso, pondremos este texto en relación a
nivel terminológico con otros textos nuzitas y asirios de adopciones infantiles. Sobre el
texto casita MSKH I 9, de otro tipo de adopción, véase §3.2.
Archivo Texto Parte que entrega al adoptado296 Adoptado/s Adoptante/s

Nuzi JEN 571 PB H H

Nuzi JEN 572 PB H H

Nuzi BM 80388 PB y MB H H

Nuzi HSS 5 7 PB H H/HerB

Nuzi HSS 5 57 PB H H

Nuzi HSS 5 67 PB H H

Nuzi HSS 19 22 PB H H

Nuzi HSS 19 43297 TL/M298 H M

Nuzi HSS 19 45 PB H H

296 Aunque los padres biológicos sean stricto sensu tutores legales (TL) de su hijo que dan en adopción, en el presente cuadro los diferenciaremos

de los TL, que no tienen lazos sangüíneos con los adoptados.


297 HSS 19 43 presenta cuatro fases y tipos de adopción: (1) Zilipša’u (TL) da a Utḫaya (adoptado) como hijo adoptivo de Kuntuya (adoptante)

(entrega en adopción, ll. 3–6); (2) Kuntuya (ahora TL) da a Utḫaya (adoptado) como hijo adoptivo de Ḫanātu (adoptante) (entrega en adopción,
ll. 22–24); (3) Kuntuya (adoptante) toma a Utḫaya (adoptado) de Ḫanātu (TL) (a mitad de camino entre entrega en adopción y adopción directa,
ya que Kuntuya toma a Utḫaya directamente, aunque sea “de Ḫanātu”, a-šar mḫa-na-tù, ll. 25–26); (4) Kuntuya (TL) da a Utḫaya (adoptado) como
hijo adoptivo de Šušenna (adoptante) (entrega en adopción, ll. 7–10 y 27). Mientras no se indique lo contrario, nos referiremos a la cuarta fase (d)
de esta serie de adopciones, en las que la preponderancia legal y el punto de vista de la redacción es en todo momento de Kuntuya (sea TL o
adoptante) y donde Utḫaya es siempre el joven adoptado. Sobre este texto en particular véase Justel, “Some reflections”, 148.
298 Nótese que en la fase a) (ver nota anterior) la parte que entrega al adoptado es Zilipša’u, la madre natural de Utḫaya.
Archivo Texto Parte que entrega al adoptado296 Adoptado/s Adoptante/s

Nuzi HSS 19 51 PB H H

Aššur KAJ 1 PB H H

Aššur KAJ 6 PB H H

Emar E6 91 TL/H 3H M

Emar E6 256 --- 1Hy2M H

Emar TBR 77 MB 1Hy1M M

Emar RE 82299 MB 2H H

Ḫana RBC 779 Desconocido 1H H

Nippur BE 14 40 ¿PB? 1M M

Tabla 5. Distribución general de los participantes en los contratos de adopción infantil


Claves: PB: padre biológico; MB: madre biológica; TL: tutor legal; H: hombre; M: mujer; HerB: hermano biológico del adoptado

299 En RE 82 hay dos fases y tipos de adopción: (1) Sînduši adopta a Amzaḫi (ll. 4–5, adopción directa); (2) Sînduši (tutora legal) da a Amzaḫi

(su hijo adoptivo en (1) y adoptante en (2), a sus dos hijos, Aḫlati-Dagan y a Tura-Dagan (entrega en adopción, ll. 6–8). Obviamente, por tratarse
de jóvenes nos referiremos en todo momento a la fase (2) de la adopción.
86 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

al respecto300. Aun así, y unidos a este último caso, Aššur y sobre todo Nuzi nos
proporcionan información interesante para entender dicho fenómeno en la alta
Mesopotamia y en la periferia siria301.
En Nuzi se tiene constancia de hasta diez contratos en los que un niño es
entregado o tomado en adopción, apareciendo siempre al menos uno de los
padres biológicos302. Para Aššur poseemos dos textos de idénticas característi-
cas303, mientras que en Emar habrá al menos cuatro ejemplos304.
El tipo de adopción empleado en estos documentos es el de “entrega en
adopción”. En él una persona (NP1, tutor legal) da otra (NP2, niño/joven adop-
tado) en adopción a un tercero (NP3, adoptante). NP1, salvo en HSS 19 43 y E6
9, se identificará con uno —o los dos— de los progenitores biológicos (véase
tabla 5).
E6 256 constituye en este sentido un caso aislado en cuanto a la tipología
formal, ya que se inscribe dentro de lo que podríamos denominar “adopción
directa”. En ella, el adoptante toma directamente al adoptado, sin mediación de
un tutor legal. Este es el método más utilizado en las adopciones de adultos,
tanto en época paleobabilónica como en Nuzi305, Asiria306 y Siria del Bronce
Reciente307.

300 Sobre el fenómeno de la adopción en Emar véanse Nicoletta Bellotto. “Adoptions

at Emar: An Outline”, en d’Alfonso y Cohen y Sürenhagen, The City of Emar, 179–94; Le


Adozioni a Emar, 2009; Justel, “La adopción en Emar”.
301 No conocemos ningún estudio global sobre la adopción en el Aššur mesoasirio,

excepto lo mencionado escuetamente por Démare-Lafont (“Middle Assyrian Period”,


539–41) o el análisis de documentos concretos por parte de otros autores (véase por ejem-
plo Hillel A. Fine, “Two Middle Assyrian Adoption Documents”, RA 46 [1952]: 205–11).
Por otra parte, para Nuzi contamos con más bibliografía al respecto, puesto que la canti-
dad de textos sobre adopción es también mayor. Véanse en general Cassin, L’adoption à
Nuzi; Stohlman, Real Adoption at Nuzi; Lion, “Les adoptions d’hommes à Nuzi”, 537–76.
302 JEN 571, JEN 572; BM 80388; HSS 5 7, HSS 5 57, HSS 5 67; HSS 19 22, HSS

19 43, HSS 19 45, HSS 19 51. Aparte de estos textos, se debe señalar el archivo privado
nuzita de una mujer, Tulpun-naya, que adopta niñas menores para entregarlas en ma-
trimonio a sus esclavos, aparentemente de cara a que nazcan más esclavos y por tanto
contar con mayor personal servil en el hogar (véase por ejemplo AASOR 16 33, en el que
tras un proceso Tulpun-naya obtiene el derecho de casar a Kisaya, la joven que adoptó
[cf. Brigitte Lion y Philippe Abrahami, “L’archive de Tulpun-naya”, en Lion y Abraha-
mi, The Nuzi Workshop, 34–36]). En este archivo encontramos asimismo personas que
entran al servicio de Tulpun-naya junto con sus hijos, contratos tidennūtu, procesos legales
varios, etc. Sobre este archivo véase especialmente Lion y Abrahami, “L’archive de Tul-
pun-naya”, 3–86.
303 KAJ 1, KAJ 6.
304 E6 91, E6 256; TBR 77; RE 82.
305 P. ej., HSS 5 56: 1–4: “Tablilla de adopción por la que Šukri-Tešup, hijo de

Arrumti, ha establecido en estatus de hijo a Kunnu, hijo de Tarmiya” (ṭup-pí ma-ru-ti ša


mšuk-ri-te-šup DUMU ar-ru-um-ti ù mku-un-nu DUMU tar-mi-ia a-na ma-ru-ti i-te-pu-uš).
Adopciones infantiles 87

Sin embargo, en el documento emariota E6 256 tres recientes huérfanos —


al menos de padre— son adoptados sin mediación alguna de tutor legal por Abī-
kāpī (ll. 23–32). Éste tiene potestad para tomarlos, ya que se habría encargado de
ellos tras la muerte de su padre, en período de dificultades308. Por tanto, y aun
siendo de niños, la adopción es considerada como “directa”.
La primera gran diferencia que apreciamos al comparar a un nivel general
los documentos de adopciones infantiles de los tres archivos es la naturaleza
misma del texto. Tanto los ejemplos nuzitas como los mesoasirios corresponden
a contratos de adopción, e incluso algunos están introducidos por la fórmula
ṭuppi mārūti, “tablilla de adopción”309. El objetivo de estos documentos es única-
mente el de reglar la adopción del joven en relación con todos los participantes
del acto legal.
Los emariotas, empero, se corresponden con testamentos310. Este tipo de
textos jurídicos puede tratar más puntos que el de la adopción311, y el propósito
básico es disponer los bienes y asuntos que atañen al adoptado para después de
la muerte del adoptante.
Es asimismo interesante analizar los puntos de vista desde los cuales están
redactados estos documentos. Al no poseer el joven adoptado capacidad legal
propia, en ninguno de los textos aparece como ente jurídico que interviene con

306 P. ej., KAJ 3: 1–4: “Am˹mi˺nišina, hija de Arad-Šerua […] ha tomado en estatus

de hijo a Aḫat-uqrat, hija de Belassunu” (fam-˹mi˺-ni-ši-na DUMU.SAL ÌRd-še-ru-a […] fa-


ḫa-at-uq-ra-at DUMU.SAL be-la-sú-nu a-na ma-ru-ti-ša il-qí).
307 P. ej., RE 26: 1–2: “Ipḫur-Dagan, hijo de Ilī-dudu, así dice: «He aquí que he to-

mado ahora <en estatus de hijo> a Duppli-linna»” (mip-ḫur-dKUR DUMU DINGIR-lì-


du-du a-kán-na iq-bi ma-a a-nu-ma mdup-pí-li-in-na <a-na DUMU-ut-ti-ia>). Para comprobar
la abrumadora preponderancia de las “adopciones directas” en Siria véase Justel, La
capacidad jurídica, 92, nn. 22–24. Obsérvese en el mismo estudio que ninguna adopción
infantil corresponde al Tipo 3 (p. 92), en el que “una persona declaró una relación de
filiación respecto a otra”.
308 Lit., “en el año de los enemi˹gos˺” (E6 256: 10: a-na MU.KÁM ša KÚR.MEŠ nu-

ku-ur-˹ti˺).
309 Todos procedentes del archivo de Nuzi, se corresponden con HSS 5 57, HSS 5

67; HSS 19 22, HSS 19 45, HSS 19 51. Hay que señalar que contamos con una ingente
cantidad de contratos ṭuppi mārūti en Nuzi que no son adopciones reales, sino ventas en-
mascaradas en un formato adoptivo.
310 De nuevo la excepción la constituye E6 256, documento difícilmente clasificable

en un tipo concreto, ya que no es ni un testamento ni un contrato de adopción normal,


aunque posee características de lo último. Aun así, el objetivo primero del texto es consta-
tar que Abī-kāpī establece como sus hijos a Aḫiu, Ištarte y Aḫa-mi (ll. 23–32).
311 Cf. E6 91. Lo mismo ocurre en época paleobabilónica, donde las adopciones

conviven en la misma tablilla con otro tipo de operaciones, como matrimonios, ventas,
etc. (cf. en general Stone y Owen, Adoption in Old Babylonian Nippur).
Archivo Texto Fórmula Traducción

Nuzi JEN 571 a-na ma-ru-˹ti˺ in-din “Ha entregado en estatus de hijo”

Nuzi JEN 572 a-na ma-˹ru˺-ti it-ta-din “Entregó en estatus de hijo”

Nuzi BM 80388 a-na ma-ru-ti i-˹id˺-din-na-aš-šu “Lo entregaron en estatus de hijo”

Nuzi HSS 5 7 a-na ma-ru-ti SUM-nu “He entregado en estatus de hijo”

Nuzi HSS 5 57 a-na ma-ru-ti SUM-nu “Ha entregado en estatus de hijo”

Nuzi HSS 5 67 a-na ma-ru-ti [SUM-nu] “[Ha entregado] en estatus de hijo”


a-na DUMU-ti [SUM-nu] // “[Ha entregado] en estatus de hijo” //
Nuzi HSS 19 22
“Le constituyó en estatus de hijo”
Nuzi HSS 19 43 a-˹na ma˺-ru-˹ti˺ at-ta-dì-in “He entregado en estatus de hijo”
a-na ma-ru-ti ˹i˺-[te-pu-uš]

a-na ma-ru-ti SUM-nu // “Ha entregado en estatus de hijo” //


Nuzi HSS 19 45
a-˹na˺ ma-ru-ti i-te-pu-uš “He hecho en estatus de hijo”
Nuzi HSS 19 51312 a-na ma-ru-ti ˹it˺-ta-din // “Entregó en estatus de hijo” //

312 En cada uno de los textos HSS 19 22, HSS 19 45 y HSS 19 51 encontramos dos fórmulas de adopción. En la primera, un hombre entrega

a su hijo Kinnuya en adopción a Aripšelli (HSS 19 22: 2–3), Ipšaḫalu entrega a su hijo Utḫaptae en adopción a Eḫli-Tešup (HSS 19 45: 1–4) y
Kai-Tilla entrega a su hijo Arim-matka en adopción a Kelipukur (HSS 19 51: 1–3). Por tanto, en esta primera fase es el tutor legal (Suj.) quien da
al adoptante (O. I.) el adoptado (O. D.). La peculiaridad de estos tres documentos es que tras esas expresiones se añade otra fórmula en la que el
adoptante (Suj.) toma al adoptado (O. D.). Así, Aripšelli adopta a Kinnuya (HSS 19 22: 4–5), Eḫli-Tešup adopta a Utḫaptae (HSS 19 45: 4–5) y
Kelipukur adopta a Arim-matka (HSS 19 51: 6–7). Además, en este último caso el adoptante hablaría en estilo directo, por lo que en principio se
podría interpretar como una “adopción directa”. Aun así, no la consideraremos como tal, ya que para que fuera de este modo no debería mediar
a-na ˹ma˺-ru-ti <<e>>-te-pu-uš313 “<<He>> constituido en estatus de hijo”

Aššur KAJ 1 a-na mar-ú-ti ˹id˺-din-šu “Lo entregó en estatus de hijo”

Aššur KAJ 6 a-na DUMU-ú-ti ša-aṭ-ru “Le he establecido en estatus de hijo”

Emar E6 91 “Los he entregado como hijos”


a-na ˹DUMU˺.MEŠ

a-na DUMU.NITÁ-ia ù “Los he establecido como mi hijo y


Emar E6 256
˹at˺-ta-din-šú-nu

2 DUMU.SAL-ia aš-ku-nu-šu-nu (como) mis dos hijas”


Emar TBR 77 a-˹na˺ DUMU-˹ut-ti˺ at-ta-din “(Le) he entregado en adopción”
a-na DUMU-ut-ti
Emar RE 82 “Los he entregado en estatus de hijo”
˹at˺-ta-din-šu-nu

Tabla 6. Fórmulas básicas empleadas de adopciones infantiles en el Bronce Reciente (todas con el sentido de “adoptar”)

en ningún momento el tutor legal, y no es el caso (ll. 1–3). Nótese que en la segunda fase este fenómeno coincide con el empleo del verbo epēšu
(HSS 19 22: 5, 45: 5 y 51: 7) en vez de nadānu, como sería habitual en todo este corpus nuzita.
313 La forma del verbo epēšu, “hacer” (CAD E 191b) de HSS 19 51: 7 se redacta, al igual que en HSS 19 45: 5, i-te-pu-uš, en 3.ª p. m. s. Aunque

gramaticalmente sea correcto, abogamos por la corrección a <<e>>-te-pu-uš, en 1.ª p. m. s., ya que el contexto lo requiere, siendo Kelupukur
quien, en estilo directo, dice que “A Ari˹m˺ma˹t˺[ka] en estatus de ˹hi˺jo he adoptado” (HSS 19 51: 6–7). Partiendo de la base de que la edición
de la copia cuneiforme sea correcta, dicho error escribal no es señalado ni en la transcripción de Stohlman (Real Adoption at Nuzi, 165) ni en la de
Jonathan S. Paradise (Nuzi Inheritance Practices, Tesis Doctoral inédita [Filadelfia: University of Pennsylvania, 1972], 49).
90 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

decisión en el acuerdo. Todo lo contrario: su no participación en este sentido


hace que sea en todo momento un sujeto pasivo, condicionado por las decisiones
de las otras partes.
Lo habitual en las entregas en adopción dentro de las adopciones infantiles
es que el texto se redacte desde la óptica del tutor legal, casi siempre en tercera
persona314. Es éste quien lleva la iniciativa legal del acuerdo, mientras el adop-
tante cuenta en todo momento con menor capacidad de decisión315.
Ello nos indica que el contrato emana de los padres biológicos del adoptado,
quienes velan en todo momento para que el acuerdo beneficie en la mayor me-
dida posible a su hijo. También este hecho refuerza la inmadurez e ínfima
capacidad jurídica de estos jóvenes, supeditados aún a las decisiones legales de
sus padres.
4.3. TÉRMINOS Y EXPRESIONES
Los términos empleados para referirse a los participantes en actos de adopción
infantil procedentes del Bronce Reciente son los mismos que en sus homólogos
de adultos. El sustantivo que se utiliza para el niño adoptado es siempre el ideo-
grama sumerio DUMU, “hijo”316, mientras que los padres, tanto biológicos
como adoptivos, serán denominados mediante el acadio abu, “padre”317.

314 En Emar, sin embargo, las cláusulas de adopción son frecuentemente formuladas

como una declaración en primera persona en boca del adoptante (Bellotto, Le Adozioni a
Emar, 21).
315 Casos excepcionales serían las adopciones de huérfanos, como E6 256, donde el

tutor legal es el abuelo de los tres niños adoptados. Además, el adoptante declara en
primera persona que ha tomado a los jóvenes bajo su protección (ll. 23–32).
316 Siempre en contexto de filiación: JEN 571: 2, JEN 572: 2, BM 80388: 4, HSS 5

7: 2, HSS 5 57: 2, HSS 5 67: 2, HSS 19 22: 3, HSS 19 43: 3, HSS 19 45: 2, HSS 19 51:
2, KAJ 1: 4, KAJ 6: 3, E6 91: 4, E6 256: 8 (SAL.NITÁ.MEŠ), TBR 77: 6–7, RE 82: 7.
317 CAD A/1 67ss. Padre biológico: KAJ 1: 5: [a-bi-šu] y KAJ 6: 5: a-bi-šu-ma. Padre

adoptivo: KAJ 1: 7: a-bu-šú, KAJ 6: 10: a-bu-šu; RE 82: 14: a-bu-šu-nu. Nótese que en los
textos KAJ 1 y KAJ 6 se nombran, con el mismo nombre, los padres biológicos y los
adoptivos. Sobre el término ummu, “madre”, lo restituimos en KAJ 1: 7 (˹um˺-[mu-šu]).
Aun así, ¿se podría considerar esa madre, al contrario que hace David (Die Adoption, 101),
primero solo y luego con Ebeling (Martin David y Erich Ebeling, Assyrische Rechtsurkunden
[Stuttgart: Ferdinand Enke, 1929], 4), como parte de una fórmula establecida, y que se
estuviera refiriendo al mismo sujeto, varón y padre adoptivo (Azukiya, hijo de Šamaš-
ameri)? Nos encontraríamos entonces ante otra fórmula, “ser padre y madre”, algo aun
con todo diferente a lo que constatamos con frecuencia en la concesión de estatus legal
masculino a las mujeres en la Siria de la época (véase, p. ej., E6 181: 9; Justel, La capacidad
jurídica, 143ss). De todas maneras, no la trataremos como una expresión aparte, ya que
parece haber un signo ˹nu˺ en KAJ 1: 8 tras la forma del verbo palāḫu, “honrar”. Ello hace
que traduzcamos como “les honrará” (a sus padres) y no “le honrará” (a su padre como
“padre y madre”).
Adopciones infantiles 91

Las expresiones básicas de adopción infantil durante el Bronce Reciente tie-


nen su origen filológico en las tradiciones formulísticas paleobabilónicas318,
siguiendo el mismo esquema: preposición ana + sustantivo en forma abstracta +
verbo.
El sustantivo en forma abstracta, al contrario que en épocas anteriores319,
deriva siempre de māru, “hijo”320 (así pues, mārūtu). En la mayoría de las ocasio-
nes el término se redacta silábicamente321, aunque en otras se emplea el
ideograma DUMU322. Además, en dos textos de Emar no se redacta la forma
abstracta, aunque el sentido de fondo es sin duda el mismo323.
Respecto a los verbos, el más utilizado es nadānu, “dar”, “entregar”324, se-
guido por epēšu, “hacer”325, šaṭāru, “escribir”, “establecer”326 y šakānu,
“establecer”327. Los tiempos verbales empleados suelen ser tanto el perfecto328
como el acabado329, resaltando que la acción del contrato ya ha tenido lugar330.

318 Sobre el empleo de distintas fórmulas de adopción en la literatura cuneiforme y

bíblica véase Shalom M. Paul, “Adoption Formulae: A Study of Cuneiform and Biblical
Legal Clauses”, MAARAV 2.2 (1979/1980): 173–85.
319 Donde, además de marūtu, encontraremos aplūtu (ana ittišu, MSL I, III, iii, l. 65),

eṭlūtu (ḪAR.RA=ḫubullum, MSL V, II, 52), šunūqu (CE 32, en forma no abstracta), o tarbītu
(CH 188).
320 CAD M/1, 308a–ss.
321 En Nuzi (90%: JEN 571, JEN 572, BM 80388, HSS 5 7, HSS 5 57, HSS 5 67,

HSS 19 22: 3, HSS 19 43, HSS 19 45 [ambas veces], HSS 19 51 [ambas veces]) y en
Asiria (50%: KAJ 1).
322 En Nuzi (10%: HSS 19 22: 3), Asiria (50%: KAJ 6) y Emar (50%: TBR 77, RE

82). Nótese que el ejemplo nuzita marca la forma abstracta con un sufijo -ti, mientras que
tanto el asirio como los emariotas alargan la terminación: ú-ti y ut-ti respectivamente.
323 Estos son E6 91 y E6 256.
324 CAD N 42a–ss. Este verbo se emplea en Nuzi (100%: JEN 571: 4, JEN 572: 5;

BM 80388: 6; HSS 5 7: 4, HSS 5 57: 4; HSS 19 43: 10, HSS 19 45: 4, HSS 19 51: 3 [sin
duda alguna habría que restituir también nadānu en HSS 5 67: 3 y HSS 19 22: 3]), Asiria
(50%: KAJ 1: 6) y Emar (75%: E6 91: 5, TBR 77: 9, RE 82: 8).
325 CAD E 191a–ss. En contexto de adopciones infantiles, solo vemos este verbo en

Nuzi (30%: HSS 19 22: 5, 45: 5, 51: 7), cuando el adoptante toma al adoptado sin que se
mencione el tutor legal.
326 CAD Š/2 225a–ss. Ejemplo asirio (50%) en KAJ 6: 7. Dicho verbo ya se utiliza

en contexto de fórmulas de adopción en la serie ana ittišu, mediante la expresión a-na ap-
lu-ti-šú iš-ṭur-šú (MSL I, III, iii, l. 65).
327 CAD Š/1 116b–ss. El único caso que encontramos con este verbo es E6 256: 32,

que además se encuentra en estilo directo, algo asimismo anormal (25% del corpus ema-
riota).
328 JEN 572, HSS 19 43, HSS 19 45, HSS 19 51 (en las dos ocasiones); E6 91, TBR

77, RE 82.
329 JEN 571, BM 80388, KAJ 1, E6 256.
92 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Así, el verbo por antonomasia en las adopciones infantiles antes del Bronce
Reciente, leqû, “tomar, coger”, no se utilizará ya en esta época para las adopcio-
nes de niños. Este hecho es fácilmente explicable, ya que la inmensa mayoría de
los contratos en dicho período son entregas en adopción, y leqû se empleará más
bien en adopciones directas331.
En cuatro de estos documentos aparecen fórmulas indicando que, si tras la
adopción del niño el padre adoptivo tuviera hijos biológicos, éstos heredarían
como si fueran primogénitos, y el joven adoptado sería considerado menor332.
Lo que le corresponderá en ese caso al descendiente natural será normalmente
la doble parte de la herencia. Esta expresión la encontraremos en otras adopcio-
nes de adultos de la época333, pero cuantitativamente será más común en las
infantiles.
Aunque no se indique la cláusula tipo “si tras la adopción se engendrara un
hijo …”, otro texto de adopción de joven dice asimismo que el adoptado es
considerado menor, por lo que el hijo biológico del adoptante “tomará dos par-
tes (de herencia)”334. En la misma línea se encuentra el mencionado documento
mesobabilónico de Ḫana RBC 779, aunque no se pueda asegurar con certitud
que se refiera a una adopción de un niño, debido a su mal estado de conserva-
ción335. Por tanto, en estos dos últimos casos la pareja que adopta ya tendría sin
duda descendencia natural336.

330 También indicando tiempo pasado, otros ejemplos utilizan el sumerograma

SUM (nadānu) con el complemento fonético –nu (HSS 5 7, HSS 5 57, también restituido
por nosotros en HSS 5 67 y HSS 19 22). Además, el caso de KAJ 6 es único, ya que
emplea una forma permansiva con la vocalización asiria a-u.
331 De hecho, encontraremos con facilidad adopciones de adultos del Bronce Re-

ciente donde se emplee este verbo (véase p. ej., KAJ 3: 4: a-na ma-ru-ti-ša il-qí).
332 Textos de Nuzi (HSS 5 7: 10–15, HSS 5 67: 8–11, HSS 19 51: 10–12) y Asiria

(KAJ 1: 20–24). Al respecto cf. Justel, “Some Reflections”, 150–53.


333 P. ej., HSS 5 60: 8–13.
334 Se trata de HSS 19 22: 6–11, donde Aripšelli, joven adoptado, es considerado

menor (l. 10: mte-er-te-nu). Resáltese el determinativo personal antes del adjetivo, lo que
confiere a Aripšelli categoría plena de hijo pequeño: “el Menor”.
335 Este texto ha sido estudiado por Brigitte Lion (“Adoptions médio-babyloniennes

et médio-assyriennes dans les royaumes de Hana, d’Arraphe et d’Aššur”, NABU 2004.35


[sobre el título cf. Brigitte Lion, NABU 2004.62]), quien a nuestro parecer realiza una
correcta interpretación del mismo. Basándose en los paralelos nuzitas y el asirio KAJ 1,
propone que Igmil-Dagan, del que solo tenemos la información de que “es el hijo mayor
y recibirá dos partes (de herencia)”, es el hijo biológico de Išme-Dagan; por otra parte,
Ṣilli-Dagan, el hijo que “vendrá tras Igmil-Dagan” es el adoptado del mismo padre.
336 En este sentido, un nuevo paralelo contemporáneo de adopción de adultos lo

constituye el texto HSS 19 37. Para el período paleobabilónico véase BE 6 57. En él una
pareja adoptan a un adulto, que recibirá lo mismo que el resto de sus hijos con excepción
Adopciones infantiles 93

Encontramos esta expresión acadia, referida a que si se tuviera un nuevo hi-


jo biológico éste se haría con el doble de los bienes heredables, tanto en
sentencia propia del contrato337 como en estilo directo338. Para ambos casos se
empleará el término sumerio ḪA.LA (ac. zittu, “porción de herencia”) en Nuzi339
y el acadio qātu (“una de varias partes iguales”) en Asiria340. Por otra parte, el
verbo empleado es en todos los casos leqû, resaltándose que es el posible futuro
hijo natural el que deberá “tomar” esas dos partes de herencia, en un sentido
más activo que pasivo341.
Tras las fórmulas básicas de adopción y de herencia encontramos expresio-
nes en las que se regulan las obligaciones de las partes del contrato. Destaca en
este sentido el deber de los adoptados de honrar a sus padres adoptivos, con
expresiones tipo “NP1 honrará a NP2”342. Ello se plasma por medio del verbo
palāḫu, “cuidar, servir”343, tanto en Nuzi344 como en Asiria345. En Emar, aunque

del primogénito, quien tomará una parte preferencial de la herencia (Stone y Owen,
Adoption in Old Babylonian Nippur, 47–48).
337 HSS 5 67: 8–9, HSS 19 22: 6–14, HSS 19 51: 10–12, KAJ 1: 20–24.
338 HSS 5 7: 10–12.
339 CAD Z, 139a–ss (HSS 5 7: 12, HSS 5 67: 9; HSS 19 22: 9, HSS 19 51: 11). So-

bre esta expresión véase Dosch, Zur Struktur, 134–39.


340 CAD Q 194 11 (KAJ 1: 21). Veremos el empleo del sustantivo qātu con dicho sen-

tido, aunque menos generalizadamente que el de zittu, desde época paleoasiria en Asiria,
Mari e incluso como acadograma hitita (véase CAD).
341 Resaltamos el valor activo del verbo leqû en HSS 5 7: 12, ya que el matiz nos pa-

rece importante: sería el futuro niño natural, en edad adulta, el que debería hacerse con
su parte de la herencia, puesto que el contrato le confiere esa prerrogativa legal. Así pues,
preferimos esta interpretación a otras traducciones como la de Cassin: “Si un fils à moi
vient à naître, il sera l’aîné et recevra deux parts (d’héritage)” (L’adoption à Nuzi, 293).
Como es obvio, la forma verbal de leqû que encontraremos será el inacabado, ya que en el
momento de la redacción del contrato no habría nacido ningún hijo natural (HSS 5 7: 12,
HSS 5 67: 11, HSS 19 22: 9, HSS 19 51: 12, KAJ 1: 22).
Cabe señalar también que esta fórmula contradice la expresión que vemos en la se-
rie ana ittišu, anterior cronológicamente, sobre que “(incluso) si el adoptante tuviera diez
hijos, el adoptado será el hermano mayor”, lo que se puede interpretar en clave de pre-
ponderancia hereditaria (li-qu-šu DUMU.MEŠ e-še-ri-it li-ir-ši li-qu-šu-ma a-ḫu GAL-ú
(MSL I III, iv, ll. 3–7).
342 Para el tema, y de manera general en el Próximo Oriente antiguo, véanse Jonas

C. Greenfield, “Adi balṭu: Care for the Elderly and its Rewards”, AfO Beih. 19 (1982): 309–
16; Marten Stol y Sven P. Vleeming (eds.), The Care of the Elderly in the Ancient Near East
(Leiden-Boston-Colonia: Brill, 1998). Cf. uno de los muchos ejemplos paleobabilónicos,
esta vez procedente del archivo de Šaduppum, en BM 63303: “Mientras Tarām-Kūbi
tenga salud, su hija la mantendrá y nadie le reclamará nada” (cf. Justel, Mujeres y Derecho,
78–79).
343 CAD P 45b–ss.
94 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

el empleo de dicho término sea normal346, no se encuentra en el contexto de


adopciones infantiles. Sin embargo, sí que vemos el verbo wabālu, “mantener”347
en el documento emariota TBR 77: 5348 y en el asirio KAJ 1: 9, mientras que en
Nuzi no es utilizado349.
Cabe subrayar asimismo la ausencia casi total de la fórmula ampliamente
utilizada en Mesopotamia para las rupturas de contratos de adopciones: “tú no
eres mi hijo/padre”. Corresponden a expresiones prefijadas350 que en el contex-
to de adopciones infantiles solo aparecen en el texto emariota RE 82: 10–19.
4.4. LOS ACTORES DEL CONTRATO
Podemos distinguir de modo general tres tipos de participantes en los contratos
de adopciones infantiles. En primer lugar encontramos al joven adoptado y al
adoptante, partes básicas que encontramos en todos los textos estudiados. Por
otro lado, en la práctica totalidad de ellos aparece el tutor legal o guardián,
responsable de dar el niño (O. D.) al adoptante (O. I.), por lo que se convierte en
el sujeto de la acción y el contrato se suele redactar desde su punto de vista. Por
último, una parte común a dichos contratos la constituyen los testigos, que co-
rroboran y dar validez legal al acuerdo tomado. A lo largo del siguiente
subapartado realizamos una prosopografía general de estos miembros que inter-
actúan en los acuerdos, señalando cuestiones como la edad, condición social u
obligaciones contractuales.
EL ADOPTADO
En los textos de nuestro corpus el adoptado se corresponde por lo general con
un joven varón351. Como ya hemos apuntado, no existe ningún indicio filológico

344 80% de los textos: JEN 571: 12, JEN 572: 10, HSS 5 7: 20, HSS 5 57: 7, HSS 5

67: 13, HSS 19 22: 17, HSS 19 43: 12, HSS 19 45: 9.
345 En los dos documentos: KAJ 1: 8 y KAJ 4: 12.
346 Siempre en documentación de tradición siro-hitita (Klaas R. Veenhof, “Old

Assyrian and Anatolian evidence for the Care of the Elderly”, en Stol y Vleeming, The
Care of the Elderly, 128).
347 CAD A1 23b, 7c.
348 Pero refiriéndose a la obligación de la adoptante de servir a la tutora legal y her-

mana.
349 La aparición de esta forma verbal en el texto de Emar TBR 77 es singular junto a

E6 181, ya que son los únicos documentos emariotas de estilo siro-hitita en los que vemos
dicho término (Veenhof, “Old Assyrian and Anatolian evidence”, 128).
350 O verba solemnia, como denomina a este tipo de fórmulas Marcel Sigrist, “Gestes

symboliques et rituels à Emar”, en Jan Quaegebeur (ed.), Ritual and Sacrifice in the Ancient
Near East, OLA 55 (Lovaina: Uitgeverij Peeters en Departement Oriëntalistiek, 1993),
386–87. Al respecto véase Justel, “Adopciones infantiles”, 106–7.
351 Véase tabla 5. Sobre la diferenciación por sexos en las adopciones infantiles pa-

leobabilónicas véase Gonelle, La condition juridique, 64, n. 1.


Adopciones infantiles 95

para estimar la edad del adoptado, que siempre portará un nombre propio y al
que se denominará en contextos de filiación con el término sumerio DUMU,
“hijo”. Sin embargo, su condición de no adulto viene dada por su escasa capaci-
dad jurídica en los contratos, en los que juega un papel totalmente pasivo.
¿Hasta qué punto serían jóvenes estas personas adoptadas? ¿Podríamos hablar
de niños adoptados, o más bien muchachos en una temprana adolescencia?
Realmente es difícil responder a tales cuestiones con precisión, ya que nunca se
nos informa de los años del sujeto en cuestión. Aun así, hay ciertas claves que
deberemos analizar para conferir una edad u otra a los adoptados352.
En primer lugar, la forma mu-˹re-eb-bi˺-šu de JEN 571: 6 implica que el joven
Mušapu está en período de formación como aprendiz353. Lo mismo ocurre en
JEN 572, donde Tirwaya, padre adoptivo y a su vez de condición servil, es el
encargado de instruir en el oficio de tejedor al joven adoptado Naniya354.
Por otra parte, el término hurrita teḫambašḫu es también un indicador de la
edad del niño. Esta palabra, según Fincke, se identifica con el pago de la crianza
de un niño de pecho355, cantidad variable que se daría a la nodriza para que le
amamantara356. Esta cuantía, en especie y no en dinero, se refiere explícitamente

352 Aunque no se explicite en ningún momento, parece lógico pensar que los adop-

tados fueran los segundos hijos de sus padres naturales, o al menos no los primogénitos.
De esta manera pasarían a heredar, mediante el derecho de primogenitura, de su nueva
familia adoptiva.
353 Se trata del verbo rabû, con el sentido de “hacer ser grande” o “educar” (véase al

respecto Lion, “Les adoptions d’hommes à Nuzi”, 546).


354 Estos dos contratos de adopción recuerdan a CH 188 (fórmula ana tarbitim leqûm),

disposición referida a un aprendiz sin duda joven (šum-ma DUMU UM.MI.A DUMU a-
na tar-bi-tim il-qé-ma ši-pí-ir qá-ti-šu uš-ta-ḫi-sú ú-ul ib-ba-qar, “Si un artesano adopta a un
niño para criarlo y le enseña su oficio, (este niño) no podrá ser reclamado”). El caso de
JEN 572, además, está relacionado con CH 189, ya que se presenta la posibilidad de que
el adoptante no le enseñara al joven adoptado el oficio convenido (CH 189: šum-ma ši-pí-ir
qá-ti-šu la uš-ta-ḫi-sú tar-bi-tum ši-i a-na É a-bi-šu i-ta-ar, “Si no se le enseña su oficio, ese
niño podrá volver a casa de su padre”). Sobre estas cuestiones véase Justel, “Some Reflec-
tions”, 146–47.
355 Jeanette Fincke, “Beiträge zum Lexikon des Hurritischen von Nuzi”, SCCNH 7

(Bethesda: CDL Press, 1995), 6. Antes del trabajo de Fincke, el significado era incierto
(véase al respecto Maynard P. Maidman, “The Nuzi Texts of the British Museum”, ZA
76 [1986]: 271). Incluso CAD T 324b, posterior al artículo de Finke, habla de “significa-
do desconocido” (“mng. uncert.”) para dicho término. Sobre este término véase Justel,
“Some Reflections”, 144 y n. 11 (con bibliografía).
356 Sobre otro tipo de pagos a nodrizas véase §5.2 (bajo “Raciones alimentarias”).
96 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

en el caso de BM 80388357: 9 a los padres naturales de Artiwe, al que por tanto


podremos considerar lactante, en principio de no más de tres años.
Del texto emariota E6 256 se deduce también la corta edad de los tres adop-
tados. Una de las claves es aportada por la expresión ana ribīti ṣālu (l. 9), lit.
“arrojados a la calle” tras la muerte de su padre, refiriéndose a los tres niños.
Esta fórmula, normalizada dentro de los documentos de abandonos infantiles
(§2.2), nos indica la indefensión de los huérfanos, que se mantienen en una situa-
ción pasiva a lo largo del contrato, tanto cuando el punto de vista es el de su
abuelo paterno Addu (ll. 1–22) como cuando Abī-kāpī los toma en adopción
directa (ll. 23–32).
De otros textos se puede asimismo concluir que estos adoptados se encon-
traban en una etapa cuando menos preadolescente358. La existencia de un tutor
legal en adopciones de varones es un indicador normalmente definitivo para
interpretar la capacidad jurídica de los adoptados, lo que está relacionado con la
edad359: cuanto menor sea la primera, menor será la segunda.
Un segundo punto sobre los adoptados se refiere a su condición general (li-
bre/esclavo, heredero/no heredero, etc.). Hemos visto cómo en todos los
contratos analizados se toma al joven ana mārūti, “en estatus de hijo”. ¿Qué signi-
fica realmente esa expresión? Normalmente para el adoptado supone una
recepción de derechos hereditarios, por lo que cambia de una esfera jurídica a
otra a partir de esos verba solemnia. Sin embargo, no siempre ocurre así en los
textos tratados360.

357 La colación personal de este documento de Nuzi (marzo de 2015) confirma, co-

mo trazaba Müller en la editio princeps del texto de manera sobre-rayada y por tanto
dañada, la existencia del último signo nu dentro del posesivo plural —šu-nu. Este último
signo se halla dañado en su parte derecha, pero conserva la cuña de ambos trazos. De
esta manera, parece claro que el concepto de teḫambašḫu se refiere a los padres naturales y
no al niño. Por tanto, Ila-nīšu entrega el teḫambašḫu de Bēlīya y Šapikurti, no el del peque-
ño Artiwe. Así lo entienden también las otras tres traducciones disponibles (cf. Fincke,
“Beiträge”, 5; Gerfrid G. W. Müller, Londoner Nuzi-Texte, SANTAG 4 [Wiesbaden: Otto
Harrassowitz Verlag, 1998], 126). En JEN 139: 7, sin embargo, el teḫambašḫu se podría
referir al niño, a partir del análisis de Fincke, “Beiträge”, 7: te-ḫa-am-˹pa˺-aš-ḫu ša! ṣú-ḫa-ru,
“teḫambašḫu des Knaben”. Al respecto véase Fincke, “Beiträge”, 9. Sobre el concepto
general de teḫambašḫu véanse Schneider-Ludorff, “Die Amme”; Justel, “Some Reflec-
tions”, 143–44.
358 Por ejemplo, sobre RE 82 Beckman apunta que “presumably all of the offspring

of Šaggar-duši were still rather young and far from social maturity for such an arrange-
ment to have been necessary” (Gary M. Beckman, Texts from the Vicinity of Emar in the
collection of Jonathan Rosen, HANEM 2 [Padua: Sargon, 1996], 105).
359 No será así siempre, ya que, por ejemplo, en E6 256 no aparece ningún tutor le-

gal, y los tres adoptados son niños.


360 Para adopciones de adultos en Nuzi en las que el adoptado sea un esclavo véase

Lion, “Les adoptions d’hommes à Nuzi”, 544–45.


Adopciones infantiles 97

JEN 571 nos presenta a Mušapu, un joven adoptado ana mārūti que entra en
la familia de Teḫip-Tilla, su padre adoptivo. Mušapu deberá servir a Teḫip-
Tilla361 hasta la muerte de éste, tras lo cual el joven pasaría a servir a Enna-mati,
hijo de Teḫip-Tilla (ll. 10–12). Cuando también Enna-mati muriera, Mušapu
serviría a la descendencia362 de Enna-mati. Por tanto, este documento se puede
identificar con una entrada del adoptado a una condición no explícita de semi-
servidumbre363, ya que no es considerado heredero en ningún momento, y lo
único que obtiene es alimento y vestido364. Otro hecho que ayuda a resaltar la
posición servil del niño es que ya existen herederos —hijos biológicos o no— en
el momento de su adopción, en este caso Enna-mati. Además, que se contemple
la posibilidad de que Mušapu pudiera servir al nieto de su padre adoptivo re-
fuerza la edad temprana del adoptado.
Por otra parte, en JEN 572 el joven Naniya es adoptado por el esclavo y te-
jedor Tirwaya para que éste le enseñe su oficio. Tirwaya se encargará de
encontrarle una esposa a Naniya, por lo que la edad del adoptado no será tan
prematura como la de otros contratos365. Sin embargo, en ninguna cláusula se
habla de cuestiones hereditarias, y lo único que tendría que hacer en el futuro
Naniya es, junto a su mujer, servir y mantener a Tirwaya hasta la muerte de
éste. En ese momento se rompería cualquier vínculo entre ambas partes sin
darse ningún tipo de transmisión de bienes366, por lo que, en palabras de Lion,
“leur dépendance n’est donc que temporaire”367, y se presupondría aún una
relación entre el adoptado y su familia biológica.

361 JEN 571: 10: ˹i˺-pá-˹al˺-la-˹aḫ˺-šu.


362 Preferimos traducir como “descendencia” en este caso porque no queda claro si
el texto se refiere a “hijo” o “hijos” de Enna-mati. El logograma MEŠ acompañando a
DUMU se aprecia en la copia (JEN 571: 14), pero el verbo “honrar” se encuentra en
forma singular y sin que se aprecie una terminación de persona tipo -šu ni -šunu (l. 15: i-
pá-˹al˺-la-aḫ), por lo que una posibilidad de interpretación es que Enna-mati, en el mo-
mento de redacción del contrato, no tuviera aún hijos.
363 Como lo entiende Cassin (L’adoption à Nuzi, 41–42), que denomina a este tipo de

adopciones adoptio servi loco, por “la servitude jusqu’à la mort de l’adoptant” y por “le fait
aussi d’avoir un héritage conditionnel”.
364 Lion, “Les adoptions d’hommes à Nuzi”, 546.
365 Aun así, en ningún caso Naniya sería un hombre adulto, ya que se trata de una

entrega en adopción de un sujeto libre y estaría en la primera fase de la fase de aprendiz


de tejedor.
366Las dos partes salen ganando: Naniya aprende un oficio y recibe una esposa mien-

tras que Tirwaya es mantenido es su vejez. En todo caso, Tirwaya, en su condición de


esclavo de Enna-mati (JEN 572: 4), no poseería en principio capacidad jurídica para
adoptar con el objetivo de tener herederos.
367 Lion, “Les adoptions d’hommes à Nuzi”, 546.
98 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

También HSS 5 57 es una adopción con peculiaridades propias. En ella el


joven adoptado Baltešup, al que su padre adoptivo Belaya le ha entregado una
esposa, tiene la posibilidad de elegir tras la muerte de Belaya entre hacerse o no
cargo de parte del ilku368 de éste. Si eligiera la segunda opción, tomaría a su
mujer y posibles hijos y dejaría las tierras que le correspondían. Por tanto, esta-
mos ante una “herencia condicional”, como define Cassin una de las
características de las adoptio servi loco369.
En el resto de contratos de Nuzi y Aššur el joven adoptado parece ser de
condición libre y tiene el derecho a heredar todo el patrimonio del adoptante o
al menos una parte de él370. Sin embargo, en los documentos emariotas no se
subraya la parte de herencia que le corresponde al adoptado. Ello se debe sin
duda a la distinta tradición escribal entre Siria y Asiria, ya que también los adop-
tados de Emar recibirían su porción hereditaria a la muerte de su padre
adoptivo.
Podremos concluir en este aspecto que el que un joven sea tomado ana
mārūti no es sinónimo, al menos en Nuzi, de que sea adoptado en estatus de hijo
a todos los efectos, si por ello entendemos entre otras cosas la recepción de dere-
chos plenos a nivel jurídico371. En el antiguo Oriente probablemente estos casos
para nosotros anómalos se entenderían como adopciones cotidianas y normales,
y un niño como el Mušapu de JEN 571 sería un adoptado más, pero jugando
distinto rol que sus homólogos de otros contratos372.
Por otra parte, los contratos de adopciones infantiles, al igual que los de
adultos, expresan los derechos y obligaciones de cada parte del acuerdo. El prin-
cipal deber del adoptado es el de servir a sus padres adoptivos en su adultez y
senectud373. Ello se señala con la fórmula tipo “NP1 honrará a NP2” mediante el

368 Sobre el concepto de ilku, las obligaciones fiscales, véanse Ignacio Márquez

Rowe, “Royal Land Grants and ilku-Service in Ugarit. The Legal Mechanism”, en Horst
Klengel y Johannes Renger (eds.), Landwirtschaft im Alten Orient, BBVO 18 (Berlín: Reimer
Verlag, 1999), 171–78; Sophie Démare-Lafont, “ilku”, en Joannès, Dictionnaire, 407–8.
369 Cassin, L’adoption à Nuzi, 42.
370 En la línea de los contratos paleobabilónicos de adopciones de niños, como apun-

ta Garroway: “the social status of the adopted child in the OB period appears almost
equal to that of a free child” (Children, 85).
371 En este sentido véase ibíd., 91.
372 Aun así, para los contratos de Nuzi no se debe caer en el error de comparar las

diez adopciones infantiles con todas en la que la expresión ana mārūti aparezca, ya que
también en las “falsas adopciones”, cuya objetivo principal es la transferencia de bienes,
encontramos idénticas expresiones.
373 Se indica en textos de Nuzi (JEN 571: 12, JEN 572: 10, HSS 5 7: 20, HSS 5 57:

7, HSS 5 67: 13, HSS 19 22: 17, HSS 19 43: 12, HSS 19 45: 9) y de Aššur (KAJ 1: 8,
KAJ 4: 12). En este sentido, un paralelo posterior interesante se plasma en la epopeya
ugarítica de Aqhatu, en el apartado denominado por del Olmo como “el hijo ideal”
(KTU 1.17: 16–23). En él se expone un “catálogo de virtudes” que un hijo debía tener
Adopciones infantiles 99

empleo de los verbos palāḫu o wabālu. Vemos así que también a la hora de redac-
tar el contrato de adopciones infantiles se regla esta obligación futura y no
solamente en los casos en los que los adoptados son adultos374.
Además, en tres textos nuzitas el joven adoptado se debería hacer cargo de
las obligaciones fiscales375. Ciertas propiedades pasaban a pertenecer parcial-
mente al adoptado, que compartía su usufructo con descendientes directos del
adoptante376. En todos los casos el verbo utilizado para referirse a trabajar y
mantener el ilku es našû377, que ya en época paleobabilónica se emplea en contex-
tos parecidos378.
Por tanto, el adoptado en estos tres documentos de Nuzi no poseerá juris-
dicción suficiente para reglar por él mismo el contrato de adopción, ya que su
posición es pasiva, pero sí que tendrá la capacidad para trabajar el ilku de su
padre adoptivo. Esta obligación y responsabilidad indicaría que Baltešup (HSS 5
57), Kinnuya (HSS 19 22) y Arim-matka (HSS 19 51) no pueden ser considera-
dos como adoptados excesivamente jóvenes, y probablemente se encontrarían a
las puertas de la adolescencia, estando en edad potencialmente casadera.
EL ADOPTANTE
En la mayoría de los contratos de adopciones infantiles estudiados la parte adop-
tiva se corresponde con un varón379. HSS 19 43 es el único texto de Nuzi en el

con relación a su padre, como por ejemplo recogerle cuando se emborrachara. Al respec-
to véase Gregorio del Olmo, Mitos y Leyendas de Canaán según la tradición de Ugarit, Fuentes
de la ciencia bíblica 1 (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1981), 372 y 336.
374 Van Driel, sin embargo, defiende que solo aquellos padres necesitados de cuida-

dos adoptarían a hijos adultos para que éstos les mantuvieran (Govert van Driel, “Care of
the Elderly: The Neo-Babylonian Period”, en Stol y Vleeming, The Care of the Elderly, 189).
En varios documentos de adopción de Nuzi el adoptante es el que debe encargarse de la
alimentación y el vestido del adoptante, como en Gadd 51, HSS 5 60, HSS 13 490, HSS
19 56, JEN 18/JEN 405, JEN 59 y JEN 595. Sin embargo, como apunta Lion, “il s’agit
dans tous ces cas d’adoptions que l’on peut assimiler à des ventes en viager, dans lesque-
lles l’adopté n’a pas de fils biologiques” (Brigitte Lion y Diana Stein, The Tablets from the
Temple Precinct at Nuzi, HSS 65 [Bethesda: CDL Press, 2016], 172, ll. 23–26).
375 HSS 5 57, HSS 19 22 y HSS 19 51.
376 Al menos con dos hijos naturales en HSS 5 57 (l. 11: it-ti DUMU.MEŠ mtil-la-a-a)

y HSS 19 22 (l. 26: it-ti DUMU.MEŠ <m>a-rip-˹še˺-[el-li], y con la hija —y mujer del
adoptado— en HSS 19 51 (l. 9: ˹it-ti˺ [DUMU]-ti-ia).
377 CAD N/2 97a, 2’. Restituimos en HSS 19 22: 26 dicho verbo por comparación

con HSS 5 57 y HSS 19 22.


378 Véase al respecto “The Care of the Elderly in Mesopotamia in the Old Babylo-

nian Period”, en Stol y Vleeming, The Care of the Elderly, 62.


379 Además, en todos los casos del Bronce Reciente solo es uno el adoptante, al con-

trario que en la mayoría de textos paleobabilónicos, donde una pareja es quien adopta
100 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

que la adoptante es una mujer380, mientras que en Emar encontramos otros dos
casos similares, E6 91 y TBR 77. Aun así, es lógico pensar que si el padre adop-
tivo aparece en los documentos como titular del acto, detrás podría haber una
mujer —su esposa y madre adoptiva—, como realmente algunos casos mues-
tran381.
Con una sola excepción reciente382, la bibliografía disponible referente a las
adopciones en el Próximo Oriente antiguo no nos informa en ningún momento
sobre la edad de los padres adoptivos. Sin embargo, ciertas evidencias indirectas
en los textos cuneiformes pueden encaminarnos a conferir una edad u otra a este
grupo de individuos con rol compartido dentro de las adopciones infantiles383.
En un corpus documental reducido del Bronce Reciente mesopotámico
aparece, en contexto de derechos hereditarios —testamentos y adopciones— la
fórmula tipo “el hijo mayor recibirá doble parte de herencia, mientras que el
menor (o el resto de hijos) recibirá según su rango”384. Ya atestiguada en el pe-
ríodo paleobabilónico385, encontramos esta expresión principalmente en el
archivo de Nuzi386, aunque también en Aššur387 y Ḫana388. Los documentos de

(Gonelle, La condition juridique, 65). A modo de ejemplos en este sentido, véanse los docu-
mentos BE 6/2 24, BE 6/2 57 y PBS 8/2 107 (Stone y Owen, Adoption in Old Babylonian
Nippur, n.os 9, 11 y 13 respectivamente). Aun así, habrá ocasiones contemporáneas a
Hammurapi en las que un solo adoptante (hombre o mujer, esta última más frecuente a
la luz de la documentación) adopte un niño (Gonelle, La condition juridique, 66–68).
380 Entre las “adopciones reales” de hombres adultos en Nuzi poseemos pocos casos

en los que el adoptante es una mujer. Al respecto véase Lion, “Les adoptions d’hommes à
Nuzi”, 544.
381 Por ejemplo, HSS 5 7, donde Bekušḫe es la mujer del padre adoptivo y solamente

aparecerá nombrada cuando se trate una posible futura ruptura del contrato, y no al
principio del mismo. Algo parecido en HSS 19 51 con Ušeli. En HSS 19 22 el padre
adoptivo tiene al menos dos hijos biológicos, Ilušemi y Utḫapae, por lo que es más que
probable que contara con una mujer. Para Aššur, en KAJ 1 (si seguimos la interpretación
de David [Die Adoption, 101] y David y Ebeling [Assyrische Rechtsurkunden, 4]), también se
nombraría a la madre, aunque el texto está fragmentado (l. 7). En un texto emariota la
parte adoptiva, Amḫazi, tiene a Dagan-nawārī como esposa (RE 82: 21: ˹DAM˺-ti-˹šu˺).
382 Justel, “Some Reflections”.
383 Los aspectos tratados en este subapartado se encuentran explicados con mayor

detalle en ibíd., 150–53.


384 Esto es, menor cantidad para heredar.
385 En el texto sumerio de Nippur BE 6/2 57 Ṭāb-balāṭu y su esposa Beltiya adoptan

a Ḫabil-aḫi. Empero, su hijo primogénito (l. 5: ŠEŠ.GAL), Ninurta-gamil, deberá tomar


primero una parte preferente en la herencia (l. 5: SÍB.TA; Stone y Owen, Adoption in Old
Babylonian Nippur, 47–48).
386 JEN 166, HSS 5 7, HSS 5 21, HSS 5 46, HSS 5 60, HSS 5 67, HSS 5 71, HSS 5

72, HSS 5 77, HSS 5 99, HSS 9 24, HSS 19 5, HSS 19 6, HSS 19 22, HSS 19 37, HSS
19 46, HSS 19 50, HSS 19 51.
387 KAJ 1.
Adopciones infantiles 101

adopción nos hablan de que es el hijo biológico el que se hará con el doble de la
herencia, y el adoptivo se quedará con el resto del patrimonio389.
Una parte de dichos textos plantea la posibilidad de que los padres adopti-
vos tengan una descendencia natural tras el acuerdo de adopción390, pudiéndose
referir estos contratos tanto a adultos como a menores adoptados391. Aun así,
entre estos tres documentos de adopciones de adultos hay dos que presentan
peculiaridades que los diferencian: HSS 19 50 es una “falsa adopción” y en C-8
la herencia se reparte equitativamente entre el hijo biológico y el adoptado392.
Por tanto, solamente una adopción de adulto muestra las cláusulas “Si NP1
tuviera un hijo …” y “(Ese hijo) será el primogénito, y recibirá doble parte en la
herencia” (HSS 5 60393). Mientras tanto, son cuatro los textos de adopciones
infantiles donde vemos ambas fórmulas (HSS 5 7, HSS 5 67, HSS 19 51, KAJ
1), cuando proporcionalmente esos casos deberían ser mucho menos numero-
sos394.

388 RBC 779 (cf. Podany y Beckman y Colbow, “An Adoption and Inheritance Con-

tract”, 39–51).
389 Tales adopciones son HSS 5 7, HSS 5 60, HSS 5 67, HSS 19 22, HSS 19 37,

KAJ 1, RBC 779. Para un reciente análisis comparativo entre ellas, véase Lion, “Adopti-
ons médio-babyloniennes”.
390 Mediante la introducción condicional šumma (prótasis tipo “si NP1 tuviera un hi-

jo…”). Speiser habla de este tipo de fórmula, aunque no llega a una conclusión sobre la
edad de adoptados y adoptantes (Ephraim Avigdor Speiser, “New Kirkuk Documents
Relating to Family Laws”, AASOR 10 [1928/1929]: 1–71, 7–8, punto 3). Para la Siria del
Bronce Reciente posemos tres textos de adopción de adultos en los que se prevé que la
pareja adoptante pueda tener descendencia natural: TBR 43, TBR 72 y RAI 47/1. Aun
así, en ninguno de los tres casos aparece la fórmula referente a heredar el doble, por lo
que centraremos dicha línea de trabajo en la zona mesopotámica septentrional, especial-
mente en Nuzi.
391 Adultos: HSS 5 60, HSS 19 50, C-8 (Paradise, Nuzi Inheritance Practices, 52ss). Ni-

ños: HSS 5 7, HSS 5 67, HSS 19 51, KAJ 1 (este último ejemplo según nuestra
restitución en Justel, “Some Reflections”, 152, n. 48: [šum-ma (i-na EGIR) DUMU.MEŠ]
˹i-ra˺-šu-ú-ni, “[Si (en el futuro) hijos (O. D.)] ˹tu˺vieran”).
392 La única diferencia entre los hijos es que el natural se hará cargo de los “dioses”

del padre, a un nivel más simbólico que propietario.


393 Cf. Garroway, Children, 69–72.
394 Además, es difícil pensar que ambas expresiones se dieran en cada uno de los diez

textos con el que cuenta nuestro corpus de adopciones infantiles en el Bronce Reciente.
Así, por ejemplo, hemos visto cómo en JEN 571 el joven Mušapu entra en un estatus no
explícito de semi-servidumbre, así como Baltešup en HSS 5 57, cuya futura herencia es
aún de carácter condicional. También en JEN 572 la dependencia del muchacho apren-
diz para con su padre adoptivo es temporal, y lo único que heredaría de él sería su saber
profesional (véase Lion, “Les adoptions d’hommes à Nuzi”, 547; sobre CH 188, en la
misma línea, cf. Raymond Westbrook, “The Adoption Laws of Codex Hammurabi”, en
102 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

En nuestra opinión, dicho fenómeno no se trata de una coincidencia, y pue-


de ser explicado desde una perspectiva antropológica. Así como van Driel
defiende que solo aquellos padres necesitados de cuidados adoptarían a hijos
adultos para que éstos les mantuvieran395, nosotros creemos, basándonos en
estos textos, que los padres adoptivos más jóvenes serían más proclives que los
ancianos a la hora de adoptar niños pequeños. Las causas para adoptar tan
tempranamente podrían ser varias: pronta provisión de un heredero por parte
del joven matrimonio, creerse estéril por no haber tenido descendencia durante
los primeros años de convivencia en pareja, etc. Además, es ciertamente difícil
imaginar dos ancianos adoptando un niño pequeño, ya que los primeros necesi-
tarían cuidados en el mismo momento de la adopción, y el segundo no tendría
capacidad física suficiente para satisfacer tal urgencia.
El hecho de que en estos documentos de adopciones infantiles se plantee la
posibilidad de que los padres adoptivos puedan tener hijos biológicos después del
contrato nos ayuda a comprender dicha cuestión. La mujer y madre adoptiva se
encuentra en período fértil, inscribiéndose en una franja de edad variable pero a
su vez concreta: desde la pubertad hasta la menopausia.
Así, y aunque de manera no completamente generalizada, estos textos de
adopciones de niños nos informan indirectamente de la temprana edad de sus
padres adoptivos. Éstos, en plena madurez pero no senectud, tienen por una
parte energía vital suficiente como para hacerse cargo de un preadolescente. Por
otra parte, son plenamente conscientes de que aún pueden tener un hijo biológi-
co, causa por la que en los contratos encontraríamos la fórmula “Si NP1 tuviera
un hijo…”.
Respecto al estatus social de los adoptantes, podemos generalizar que serían
de condición libre396. Algunos de ellos no están atestiguados en ningún otro
texto397, mientras que en ciertos casos sus actividades son bien conocidas398.

Anson F. Rainey [ed.], kinattūtu ša dārâti: Raphael Kutscher Memorial Volume [Tel Aviv:
Institute of Archaeology of Tel Aviv University, 1993], 198–99). Ello hace lógico el no
encontrar ambas fórmulas en todos los textos de adopciones infantiles de Nuzi, ya que las
cuestiones hereditarias quedan relegadas en estos casos a un segundo plano.
395 Van Driel, “Care of the Elderly”, 189. Este estudio de van Driel se centra en la

época neobabilónica, pero su tesis podría generalizarse para todo el Próximo Oriente
antiguo. Aunque en cierta manera nos mostremos de acuerdo con su propuesta, dicha
relación causa-efecto no se dará en todos los casos.
396 Aun así, y respecto al caso nuzita de los archivos del príncipe Šilwa-Teššup, Stein

defiende que “little can be said about the status of the adopters” (Diana Stein, The Seal
Impressions (Text), en Gernot Wilhelm [ed.], Das Archiv des Šilwa-Teššup [vol. 8] [Wiesbaden:
Harrasowitz Verlag, 1993], 63).
397 No está claro, por ejemplo, que el Šuriḫilu de HSS 5 67 sea el mismo que vemos

en otros textos (HSS 5 2, HSS 5 30, HSS 5 47, HSS 5 48, HSS 5 49, HSS 5 59, HSS 5
62, HSS 5 72, HSS 5 96).
Adopciones infantiles 103

Una excepción al respecto la constituye el documento nuzita JEN 572. En


él, Naniya es entregado por su padre a Tirwaya399. Éste último es el esclavo de
Enna-mati400, por lo que estamos ante el único ejemplo de adopción infantil del
Bronce Reciente en el que el adoptante es un sirviente401. Ello se deberá explicar
desde una óptica profesional: aunque Tirwaya adopte a Naniya “en estatus de
hijo” (l. 3), la dependencia entre ellos podría ser temporal, ya que el objetivo del
contrato es que Naniya aprenda un oficio. Así, en este caso el adoptante sería el
maestro tejedor de la casa de Enna-mati, cargo quizás importante solo hasta
cierto punto, ya que no se traduce en su aparición en más textos de Nuzi402.
En ciertas ocasiones los adoptados adoptan a un niño o joven de su propia
familia. En HSS 5 7 Zike entrega su hijo Šelluni (O. D.) a otro de sus hijos,
Akap-šenni (O. I.)403. En este caso Akap-šenni no cuenta con descendencia,
aunque el tenerla es una posibilidad que se contempla para el futuro404. Adop-

398 Ejemplo de Teḫip-Tilla de JEN 571, que aunque carezca de filiación, probable-

mente se corresponda con el bien atestiguado hijo de Puḫišenni (interpretado así por
Lion, “Les adoptions d’hommes à Nuzi”, 567). Otros sujetos conocidos son Eḫli-Tešup
(HSS 19 45, también en HSS 5 74, AASOR 16 95, AASOR 16 96) o Kelipukur (HSS 19
51, también en HSS 19 12).
399 Ll. 1-5: mḫu-i-til-la DUMU wa-ar-de4-e-a / ù mna-ni-ia DUMU-šu / a-na ma-˹ru˺-ti /

a-na mti-[ir]-˹wa˺-ia ÌR ša men-na-ma-ti / it-ta-din, “Ḫui-Tilla, hijo de Warteya, ha entregado


su hijo Naniya en adop˹ción˺ a T[ir]˹wa˺ya, esclavo de Enna-mati”.
400 JEN 572: 4: ÌR ša men-na-ma-ti, “esclavo de Enna-mati”. Probablemente este es el

Enna-mati hijo de Teḫip-Tilla que encontramos en varios documentos de Nuzi, como


precisamente en JEN 571. Esto hace que ambos textos estén íntimamente relacionados,
tanto por el trasfondo legal —adopciones infantiles— como por pertenecer a los archivos
de la misma familia, la de Teḫip-Tilla, que nos ha legado el mayor corpus privado nuzita.
401 Podríamos considerar HSS 19 43 como otro ejemplo en el que el adoptante es un

esclavo, en este caso mujer. En la primera fase de la adopción de dicho texto (ll. 3–6),
complejo como hemos visto (§4.3), Kuntuya, esclava de Arip-šerri (l. 2: GEMÉ ša ma-ri-ip-
˹še-ri˺) había recibido a Utḫaya para criarle (l. 6: a-na ru-ub-bi-i it-ta-di-in). Aun así, la
adopción en cuestión que se regla en dicho documento es la correspondiente a las ll. 7-10
y 27, y la primera fase no correspondería por otra parte a una adopción normal, o al
menos eso se desprende del hecho de que no encontremos en esa cláusula la forma ana
mārūti + verbo (única expresión en Nuzi, cf. tabla 6). Para adopciones de adultos en las que
el adoptante es un esclavo —en este caso esclava— véase Katarzyna Grosz, The Archive of the
Wullu Family, CNIP 5 (Copenague: Museum Tusculanum Press, 1988), 57, texto 9.
402 Ya que el Tirwaya que aparece en JEN 572 no es el mismo que el de JEN 482 ni

JEN 677.
403 Ll. 1–4: um-ma mzi-gi-ma DUMU ak-ku-ia / DUMU-ia mše-el-lu-ni a-na / ma-ru-ti a-

na ma-kap-še-en-ni / DUMU zi-gi SUM-nu, “Así (dice) Zike, hijo de Akkuya: «He entregado
mi hijo Šelluni en adopción a Akap-šenni, hijo de Zike»”.
404 Mediante la fórmula “Si un hijo mío naciera, será el mayor, y tomará dos partes

en la herencia” (ll. 10–12). En esta ocasión se quiere resaltar que Šelluni, si tiene un nue-
104 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

tando a su hermano menor, Akap-šenni se hace con un heredero principal cono-


cido en caso de no tener sucesores biológicos.
Otros ejemplos lo constituyen los textos asirios KAJ 1 y KAJ 6, donde es de
nuevo un hombre el que adopta a sus sobrinos405. En ambos casos el acuerdo
está redactado desde el punto de vista del padre natural y hermano del adopta-
do, que entrega a su hijo biológico en adopción406.
Por último, en el documento emariota TBR 77 Gugatu da sus hijos Ilī-abī y
Bitti-Dagan a su hermana Ummī-namī407. Probablemente Gugatu fuera viuda,
ya que no se alude a su esposo, y necesitaría una mujer que se pudiera encargar
convenientemente de sus dos hijos408. Constituye éste el único ejemplo del Bron-
ce Reciente sirio en el que una mujer adoptante es la tía de los adoptados409.
Por tanto, y aunque no poseamos muchos ejemplos en los que un joven es
adoptado dentro de su entorno familiar, podemos pensar, debido al alto porcen-
taje dentro de la documentación, que los parientes directos intervenían
frecuentemente en estos contratos en calidad de adoptantes. Mediante este fe-

vo sobrino, no recibirá tanta herencia. Para ello el texto explicita: “La mujer de Akap-
šenni que tenga un hijo, (éste será) el primogénito, (mientras que) Šelluni será el menor”
(ll. 13–15). ¿Por qué tal reiteración? Probablemente ello guarde relación con el hecho de
que Šelluni es de la misma familia que Akap-šenni, con lazos fuertes en lo personal y en lo
económico, y solamente la repetición de una cláusula de este tipo podría resolver una
posible futura disputa.
405 En KAJ 1 Aniya entrega su hijo Gimillu (O. D.) a su hermano (de Aniya) Azukiya

(O. I.): ll. 2, 4–6: ma-ni-ia DUMU dUTU-a-me-ri / […] / mgi-mil-la DUMU-šu / a-na ma-
zu-ki-ia DUMU dUTU-a-me-[ri a-bi-šu] / a-na mar-ú-ut-ti ˹id˺-din-šu (“Aniya [Suj.], hijo de
Šamaš-ameri, Gimillu [O. D.] su hijo, a Azukiya, hijo de Šamaš-ame[ri, su padre] [O. I.],
en estatus de hijo lo ˹en˺tregó”). En KAJ 6 será Eriš-ilu el que haga lo mismo con su hijo
Nakidu (O. D.) con respecto a Kiniya (O. I.): ll. 2–7: mna-ki-i-du / DUMU KAM-
DINGIR / a-na pa-i ṭup-pí-e / ša-a a-bi-i-šu-ma / mKAM-DINGIR ša a-na DUMU-ú-ti / a-
na ki-ni-ia ša-aṭ-ru. Obsérvese que en ambos ejemplos se nombra la misma filiación de los
dos adultos. Aunque adopción de adulto, obsérvese que en el mismo archivo de Aššur
encontramos una adoptio in fratris loco, en la que Bēlum-karad es adoptado en estatus de
hijo por su hermano (nombre perdido) (KAJ 4).
406 Sobre tales cuestiones de KAJ 1 y en especial de la familia de Eriš-ilu de KAJ 6

véase Fine, “Two Middle Assyrian Documents”.


407 TBR 77: 6–9: ˹a˺-nu-um-ma mDINGIR-lì-˹a˺-bi DUMU-ia / ˹ù f˺bi-it-ti-dKUR

DUMU.SAL-˹ia˺ / a-˹na˺ DUMU-˹ut-ti˺ ša ˹fum˺-mi-na-˹mi˺ / ˹NIN-ia-˺ at-ta-din ˹šu˺-nu-ti


(“y ˹he˺ aquí que [yo, Suj.] a Ilī-˹a˺bī, mi hijo, ˹y a˺ Bitti-Dagan, ˹mi˺ hija [2 O. D.], e˹n
estatus˺ de hijos de ˹Um˺mī-namī [O. I.], ˹mi hermana˺, ˹l˺es he entregado).
408 Así pues, ¿qué mejor mujer que su propia hermana para hacerse cargo de unos

niños quizás huérfanos de padre? Sobre la posibilidad de la muerte del padre en el caso
de TBR 77 y otros ejemplos véase Justel, La capacidad jurídica, 115.
409 Otras relaciones, y siempre en adopciones de adultos, podrían ser de madrastra

(TBR 42) o de hijastra (TBR 21, Hir 29, MBQ-II 37) (al respecto véase Justel, La capacidad
jurídica, 117).
Adopciones infantiles 105

nómeno legal saldrían ganando los familiares más cercanos, que probablemente
no tendrían descendencia o que en todo caso necesitarían de ella. También los
pequeños heredarán de sus padres adoptivos, y sus progenitores naturales deja-
rían de encargarse de sus hijos, fuera por posible viudedad —TBR 77— o por
otros casos desconocidos pero posiblemente con causas de índole económico:
asegurar la herencia de los hijos.
Por otra parte, y al igual que para el caso de los adoptados adultos, los con-
tratos de adopciones infantiles regulan las obligaciones futuras de los adoptantes.
En JEN 572 el acuerdo explicita que Tirwaya debía instruir a su recién hijo
adoptivo, Naniya, en el oficio de tejedor410, conteniendo dicho texto una cláusu-
la en el caso de que el adoptante no cumpliera con tal obligación en el futuro411.
Sin embargo, lo más generalizado es la responsabilidad del adoptante de
suministrar determinados tipos de bienes al adoptado. Primeramente, en ciertos
documentos el primero da al segundo sus campos y las pertenencias, a modo de
compromiso hereditario412. En segundo lugar, en ocasiones es deber del padre
adoptivo proporcionar una esposa al joven adoptado, fenómeno frecuentemente
atestiguado en Nuzi413. Ello pone de relieve sin duda una mayor edad de los

410 JEN 572: 5–7: <m>ti-ir-wa-ia / mna-ni-ia […] / ù a-na [iš]-pa-ru-ti ú-la-am-ma-as-sú

(“Tirwiya (a) Naniya […] el oficio de [te]jedor le enseñará”).


411 JEN 572: 15–18: šum-ma mti-ir-˹wa˺-ia mna-ni-ia / a-na iš-pa-ru-ti la ú-la-˹am˺-ma-

˹as˺-sú / ù mḫu-i-til-la i-ma-aq-qú-ut-ma / ˹ù mna˺-ni-ia DUMU-šu i-le-eq-˹qè˺ (“Si Tir˹wa˺ya


el oficio de tejedor no le ˹ense˺ñara, entonces Ḫui-Tilla llegará ˹y a Na˺niya, su hijo, se
lleva˹rá˺ [consigo]”).
412 Tres textos nuzitas: HSS 5 67: 4-7: mšu-ri-ḫi-DINGIR mše-en-ni-[ma] / mi-nu-um-

me-e A.ŠÀ.MEŠ-ti an-[nu-ti] / ma-na-ḫa-ti-šú mi-im-ma šum-šú / 1-en NÍG-šú a-na mše-en-ni-
ma SUM-din (“Šuriḫilu [Suj.] a Šenni[ma] [O. I.] de cada uno de es[tos] campos, de todas
sus pertenencias, de cualquier (cosa), (de todo eso) una parte a Šennima dio”); HSS 19 22:
6-9: i+na A.ŠÀ.MEŠ-šu i+na [É.ḪI.A.MEŠ-šu] / ˹i+na mi˺-im-mu-šu [ša ma-ri-ip-še-el-li] /
˹DUMU˺-šu ša ma-ri-˹ip˺-[še-el-li] / 2-šu ḪA.LA i-leq-˹qè˺ (“En sus campos (y) en [sus
terrenos], ˹en to˺das las propiedades [de Aripšelli], el ˹hijo˺ de Ari˹p˺[šelli (Kinnuya)] 2
partes toma˹rá˺”); HSS 19 51: 7–8: [A].˹ŠA˺.GA-ia / É.ḪÁ.[MEŠ] ma-na-ḫa-ti-ia ˹ù˺ šá-a-
ši ˹i-zi˺-im-me-ḫu (“Mis [ca]˹mp˺os (mis) casa[s] (y) mis pertenencias, por tanto él (mi hijo
Arim-matka) recibirá”).
413 Cinco textos nuzitas: JEN 572: 5–6: <m>ti-ir-wa-ia / mna-ni-ia aš-ša-ta ú-ša-aḫ-ḫa-

az-zu (“Tirwaya (a) Naniya una esposa le proporcionará”); HSS 5 57: 4–5: mbe-la-a-a /
mbal-te-šup DAM ú-ša-aḫ-az-zu (“Belaya a Baltešup una esposa le proporcionará”); HSS 5

67: 16–17: fgi-li-im-ni-nu a-na aš-šu-[ti] / a-na mše-en-ni-ma SUM-din (“Gilimninu en (estatus)
de esposa a Šennima ha sido dada (por Šuriḫilu, el adoptante)”; HSS 19 45: 6: aš-˹ša-ta˺
ú-ša-ḫa-az-zu (“Una mujer [O. D.] proporcionará (Eḫli-Tešup a Utḫaptae)”; HSS 19 51:
4-5: ké-li-pu-kùr DUMU.SAL-˹šu˺ f˹ta˺-[du]-˹ni˺ / a-na aš-šu-ti a-na ma-ri-im-˹ma-at˺-[ka4]
˹id˺-din (“Kelipukur [Suj.], a ˹su˺ hija ˹Ta˺[du]˹ni˺ [O. D.] en estatus de esposa, a Arim-
˹mat˺[ka] [O. I.] ˹di˺o”). Nótese que en HSS 19 51 y probablemente en HSS 5 67 (según
106 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

sujetos adoptados de tales textos, en el período de la adolescencia y con edad


suficiente para desposarse.
En algún documento nuzita se expresa también la obligación de los adop-
tantes de pagar algo a los padres naturales del joven adoptado. En JEN 571
Teḫip-Tilla paga 1 talento de cobre a Ḫutiya por la educación de Mušapu414.
Algo parecido acontece en JEN 572415, aunque esta vez el precio abonado será
en especie: cinco ovejas416. Asimismo, en el documento BM 80388 el adoptante
pagará un buey y un asno a los padres naturales del niño recién nacido, en con-
cepto de la crianza del pequeño adoptado (teḫambašḫu)417.
Vemos, por tanto, que solo en el archivo de Nuzi se explicitan las obligacio-
nes de los padres adoptivos. Aun existiendo cláusulas tipificadas en los textos de
Aššur y Emar, ninguna de ellas se referirá a este fenómeno, sin duda alguna
debiéndose a estar inmersas en otra tradición escribal que no notaría dichas
exigencias para cumplir.
EL TUTOR LEGAL
En las adopciones denominadas “entregas en adopción”418 entendemos por tutor
legal el sujeto con potestad sobre el adoptado antes de la creación del contra-

Lion, “Les adoptions d’hommes à Nuzi”, 559, 565) el adoptante entrega a su propia hija
como esposa de su recién hijo adoptivo.
414 JEN 571: 6: 1 ˹GUN˺ URUDU ˹ki˺-ma mu-˹re-eb-bi˺-šu (lectura basada en cola-

ción personal de noviembre de 2009; corríjase la lectura de CAD R 46 a en lo referido a


la conservación de signos: 1 GÚ.UN URUDU mu-˹re-eb˺-bi-šu).
415 Según la interpretación de Lion (“Les adoptions d’hommes à Nuzi”, 546, n. 27),

que aporta la idea de restituir [mu-re-eb-bi]-šu (“por su educación”) en la l. 20 de JEN 572,


por comparación con el mu-˹re-eb-bi˺-šu de JEN 571: 6, algo que no hacen otros autores
(como Stohlman, Real Adoption at Nuzi, 158). La colación del molde de JEN 572 (JENu
1160) en la Tablet Room del Oriental Institute, hace que nos inclinemos por la restitu-
ción [NÍG.BA]-šu, “(como) su regalo”, en lugar de [mu-re-eb-bi]-šu, debido principalmente
a la extensión del espacio dañado. Para profundizar en esta cuestión véase Justel, “Adop-
ciones infantiles”, 114, n. 49.
416 JEN 572: 19–25: [ù mti]-ir-wa-ia 5 UDU.MEŠ ki-˹ma˺ / [mu-re-eb-bi]-šu a-na mḫu-i-

til-la / [i-na]-˹an-din˺ ù EME-šu / [ša mḫu]-i-til-la ˹iq˺-ta-˹bi˺-[ma] / [a-an]-˹ni˺-mi 5


UDU.MEŠ / [a-šar m]ti-ir-wa-ia / [el-te]-qè-e-mi (“[Y Ti]rwaya cinco ovejas por su [educa-
ción] a Ḫui-Tilla [da]˹rá˺, y (como) su declaración, de Ḫui-Tilla, él ˹d˺i[jo]:
“[Efec]˹tiva˺mente, cinco ovejas [de] Tirwaya [he re]cibido”).
417 BM 80388: 7–10: ù mDINGIR-ni-TUK 1 GU4 ù 1 ˹ANŠE˺ / a-na mbe-li-ia ù a-na
f˹ša˺-[bi-ku-ur-ti] / ki-ma te-ḫa-am-ba-aš-ḫé-šu-n[u] / it-ta-din-šu-nu-ti (“E Ila-nīšu les dio un

buey y un ˹asno˺ a Bēlīya y a ˹Ša˺[bikurti] en concepto de s[u] (de ellos) teḫambašḫu”).


418 Por tanto, no podrá existir un tutor legal en las “adopciones directas” como E6

256, ya que Abī-kāpī establece sin intermediarios (aspecto este interpretable solo a partir
de la redacción, ya que realmente Addu, abuelo de los adoptados, se podría considerar
como tutor de los niños) a tres huérfanos (ll. 23–32).
Adopciones infantiles 107

to419. Una vez concluido el acuerdo, dicha jurisdicción pasará directamente al


padre adoptivo.
Aunque no se explicite en la documentación, el tutor legal en las adopciones
infantiles se corresponde con los padres naturales de los niños, y actuará como el
Complemento Circunstancial de Procedencia (C. C. P.) de la acción: NP1
(Suj./adoptante) adopta a NP2 (O. D./adoptado) de NP3 (C. C. P./tutor legal).
Esta situación se marcará en textos similares del período paleobabilónico me-
diante la preposición sumeria KI, acadio itti, “con”, aunque aquí con el sentido
de procedencia “de”, en el que el sujeto de la acción suele ser el adoptante420.
Aun así, en casi todos los textos de nuestro corpus de adopciones infantiles —a
excepción obviamente de la adopción directa E6 256— el contrato se redacta
desde el punto de vista del tutor legal, que es por tanto quien generalmente
emprende la acción de hacer adoptar a su hijo421.
El tutor legal es en la mayoría de los textos de adopciones de jóvenes el pa-
dre natural de los mismos422, aunque este papel también lo puede desempeñar la
madre423, ambos progenitores424 o incluso sujetos biológicamente ajenos a la
familia del niño425.
Al no encontrar apenas información sobre esta parte del contrato, la edad
de los tutores legales es difícilmente rastreable. Podremos pensar, sin embargo,
que al tener hijos de edad temprana estos padres no serían ancianos en todo
caso, aunque el tutor legal, normalmente varón a partir de la documentación,
podría tener descendencia natural hasta ya entrado en la vejez. En todo caso
estos sujetos tampoco serían excesivamente jóvenes, ya que en algunos textos
comprobamos que poseían más hijos naturales que el entregado en adopción.

419 Este individuo se definirá en la terminología anglosajona como guardian, por lo

que en la historiografía española el tutor legal será denominado asimismo como “guar-
dián”.
420 En relación con los padres naturales, el empleo de esta preposición implica “qu’ils

donnent eux-mêmes l’enfant en adoption” (Gonelle, La condition juridique, 64). También


encontramos la utilización de dicho término en este sentido en los contratos casitas de
ventas de niños (§6.4), algo frecuente en la época y zona mesobabilónica (Jussi Aro, Studien
zur Mittelbabylonischen Grammatik, Studia Orientalia 20 [Helsinki: Societas Orientalis Fenni-
ca, 1995], 99 b1).
421 Así, el tutor legal sigue siendo el C. C. P. del acto, pero no como mero sujeto de

procedencia, sino que de él emana el contrato, poniéndose de relieve su preponderancia


en el acuerdo.
422 Generalizado en Nuzi y Aššur: JEN 571, JEN 572, HSS 5 7, HSS 5 57, HSS 5

67, HSS 19 22, HSS 19 45, HSS 19 51, KAJ 1, KAJ 6.


423 Solo en Emar: TBR 77, RE 82.
424 BM 80388.
425 HSS 19 43, E6 91.
108 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Por otra parte, la condición social del tutor legal parece corresponderse de
manera general con la de un hombre libre. Ello se puede defender debido a que:
(1) el sujeto tiene capacidad jurídica suficiente como para crear un contrato, ya
que se redacta desde su punto de vista; y (2) conocemos algunas de estas perso-
nas por otros textos, en los que se desenvuelven en otros contratos legales como
gente con plena jurisdicción426.
Un caso especial en este sentido lo constituye la tutora legal de HSS 19 43,
Kuntuya427, esclava (l. 2: GEMÉ) sin paralelos en otros textos nuzitas. Aun así, la
sirvienta debería tener importancia dentro de la familia de su señor, Arip-
šerri428, ya que desde el punto de vista de Kuntuya se plantean los cuatro dife-
rentes niveles de la adopción de dicho contrato (§4.3). Su capacidad jurídica, aun
como esclava, sería por tanto significativa429.

426 Ejemplos del Ḫui-Tilla de JEN 572 (también en JEN 218 y JEN 1118), Aniya en

KAJ 1 (KAJ 36 y KAJ 54), Eriš-ilu en KAJ 6 (KAJ 155) o del muy bien atestiguado Zike,
hijo de Akkuya, de HSS 5 7 y HSS 5 67 (véase Ignace J. Gelb y Pierre M. Purves y Allan
A. MacRae, Nuzi Personal Names, OIP 62 [Chicago: The University of Chicago Press,
1943], 173a). Otros tutores legales, como el Eteššenni de HSS 5 57: 1, solo estarán atesti-
guados en estos textos de adopción.
427 Con casi toda seguridad una mujer diferente a las también llamadas Kuntuya que

aparecen en JEN 673, JEN 1028 y SMN 347.


428 Encontramos el nombre de Arip-šerri en otros documentos (Gelb y Purves y

Mac-Rae, Nuzi Personal Names, 29a), aunque es difícil dilucidar si se trata del mismo que
en HSS 19 43.
429 Aunque solo conozcamos este ejemplo de tutor legal como esclavo —en este caso

tutora legal—, cabe plantearse aquí si en un contexto de adopción los hijos de un esclavo
le pertenecerían a él o a su dueño; es decir, si un esclavo podría de manera general actuar
como tutor legal de sus hijos en un proceso de adopción. En principio podríamos sugerir
que la respuesta es negativa, pero el documento de Nuzi AASOR 16 39, del archivo
privado de Tulpun-naya, podría apuntar en otro sentido. Se trata de un proceso legal
entre Tulpun-naya y la madre de un bebé, llamada Zamminni. En él Tulpun-naya inten-
ta que se reconozcan sus derechos sobre el niño, puesto que el padre de la criatura, un tal
Arrumpa, es uno de sus esclavos (ll. 10–13: “el bebé de Zamminni ha nacido de Arrum-
pa, mi esclavo”; še-er-ru-šu ša fza-am-mi-in-[ni] a-na mar-ru-u[m]-pá ÌR-ia wal-du-mi; cf. Lion y
Abrahami, “L’archive de Tulpun-naya”, 40, n. 135). La sola existencia de este proceso,
en el que aparentemente los jueces dictan sentencia favorable a Tulpun-naya (cf. líneas
dañadas 18–24), es sumamente interesante a la hora de valorar a quién pertenecía un hijo
de un esclavo, ya que la legalidad permitía a Zamminni hacerse reconocer como progeni-
tora del bebé no solo a nivel biológico, sino también legal. Sobre este texto cf.
especialmente Lion y Abrahami, “L’archive de Tulpun-naya”, 40; Garroway, Children,
151–52. Este documento nuzita se puede poner en relación con el mesobabilónico proce-
dente de Nippur, y aún inédito, Ni. 2885. En este texto, a partir del cual proponemos una
anterior venta infantil implícita (cf. §6.2), muestra que el dueño de Ātamar-qāssa, quien a
instancias de su hermana pugna por su libertad, quería tomarla formalmente como espo-
sa (a Ātamar-qāssa), para que sus futuros hijos fueran reconocidos como libres.
Adopciones infantiles 109

La figura del tutor legal no está ligada a obligaciones contractuales para con
el adoptante o el adoptado. Su papel por tanto será el de un sujeto que se limita
a entregar su hijo a un tercero. A cambio recibe por parte del adoptante una
suma de dinero o bienes de otro tipo (§4.5), lo que no implica necesariamente
que se trate de una venta430.
El tutor legal será en principio un sujeto importante en el contrato, ya que el
segundo emana del primero, y la documentación de adopciones de jóvenes se
redactarán desde su óptica. En segundo lugar dicho tutor legal suele perder sus
derechos jurídicos que antes poseía sobre su hijo biológico431, ya que éste pasa de
una esfera legal a otra mediante la firma del acuerdo.
LOS TESTIGOS Y SELLADORES
Tanto los testigos como las partes que sellan el documento forman también
parte del contrato de adopción432. En el archivo nuzita de la familia de Pašši-
Tilla, por ejemplo, las tablillas están siempre selladas por los testigos433, y a veces
también por una de las partes en el acuerdo434. Ello se puede explicar mediante

430 Sin embargo, es sospechoso que el único texto de adopción infantil en el que el

adoptante da al tutor legal dinero por el niño (1 talento de cobre en JEN 571) es el único
ejemplo que poseemos para la adopción “en estatus de hijo” de un semi-siervo sin dere-
cho para heredar. ¿Se trataría, pues, de una venta de niño enmascarada en una
formulación prefijada de adopción? No sería una idea descabellada, por lo que en ningún
caso consideraremos este ejemplo como una adopción real en el sentido pleno del tér-
mino.
431 Aun así, a veces aunque la adopción sea ana mārūti (“en estatus de hijo”) la depen-

dencia del niño con respecto al adoptante podría ser temporal (véase JEN 572).
432 Sobre el empleo de los sellos en la Mesopotamia antigua véanse Cassin, E.-M.

“Le sceau: un fait de civilisation dans la Mésopotamie ancienne”, Annales 15 (1969): 742–
51; McGuire Gibson y Robert D. Biggs, Seals and sealing in the Ancient Near East, BiMes 6
(Malibú: Undena Publications, 1977); Dominique Charpin, “Des scellés à la signature:
l’usage des sceaux dans la Mésopotamie antique”, en Anne-Marie Christin (ed.), Écritures
II (París: Le Sycomore, 1985), 13–23; Nicoletta Bellotto y Simonetta Ponchia (eds.), Wit-
nessing in the Ancient Near East. I Testimoni nella documentazione del Vicino Oriente Antico. Acta
Sileni 2 (Padua: Sargon, 2009).
433 Como ocurre normalmente en toda Mesopotamia, donde, “souvent, le sceau de

quelques-uns des témoins est ajouté comme signe d’authentification supplémentaire: c’est
la garantie de leur présence lors de la conclusion du contrat” (Charpin, “Des scellés à la
signature”, 20).
434 El estudio de referencia sobre los sellos del archivo de Šilwa-Teššup se encuentra

en Stein, The Seal Impressions.


110 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

existencia de una relación —familiar o de amistad— entre el tutor legal y los


adoptantes435.
En algunos textos de adopciones de jóvenes de nuestro corpus de Nuzi es el
padre biológico del niño quien, entre otros, sella el contrato436. Son los casos de
Ḫui-Tilla en JEN 572, Zike en HSS 5 7437, Kai-Tilla en HSS 19 51, y quizás
Bēlīya en BM 80388438. Siguiendo a Lion, ello podría significar dos cosas. En
primer lugar, que el niño intervenga como objeto de la operación implicará que
es demasiado joven para poseer un sello439. Otra explicación posible es que el
padre biológico abandona su autoridad sobre el pequeño, la cual pasa directa-
mente al padre adoptivo440.
En el documento asirio KAJ 1 es el padre adoptivo, y no el biológico, quien
sella la tablilla441. En ese caso el adoptante no perdería los derechos sobre el
adoptado, sino precisamente lo contrario. Así, podríamos pensar que el acto de

435 Es lo que defiende Stein para el caso del archivo de la familia Pula-Ḫali (Diana
Stein, “The Pula-Ḫali family Archive. Seals and Sealing Practice”, en Lion y Stein,
L’Archive de Pašši-Tilla, 259). Para el caso de las adopciones infantiles emariotas, las perso-
nas que aparecen en el acto de adopción ni sellan ni son testigos. Sobre la práctica de
sellar documentos en Emar, véanse Stefania Mazzoni, “Les sceaux d’Emar”, Syria 82
(2005): 331–36; Dominique Beyer, Emar VI: Les sceaux, Orbis Biblicus et Orientalis Series
Archaelogica 20 (Friburgo: Academic Press Fribourg, 2001); Maria Elena Balza, “Les
pratiques sigillaires à Emar: quelques donnés préliminaires à propos des documents
d’achat et vente”, en d’Alfonso y Cohen y Sürenhagen, The City of Emar, 153–77; Cohen,
“The Scribal Traditions”, 120–21.
436 Lion, “Les adoptions d’hommes à Nuzi”, 570. En otra ocasión encontramos a

Akap-šenni, adoptante de su hermano Šelluni en HSS 5 7, como testigo en el contrato en


el que Belaya adopta a Baltešup (HSS 5 57: 25).
437 Aun así, y debido al gran número de veces que el nombre Zike aparece en el ar-

chivo de Nuzi, no es seguro que el Zike que encontramos como sellador (HSS 5 7: 50) sea
el mismo que el padre del joven Šelluni (l. 1) (Lion, “Les adoptions d’hommes à Nuzi”,
570, n. 93).
438 Si reconstruyéramos BM 80388: 25 como [NA4 mbe-li]-ia, idea posible pero no se-

gura. Al igual que en el caso de HSS 5 7, necesitaríamos un estudio de los sellos de dichos
textos para poder afinar la interpretación.
439 Lion, “Les adoptions d’hommes à Nuzi”, 570.
440 En palabras de Charpin, “dans le cas d’une vente, le propriétaire renonce pour

toujours à ses droits sur le bien qu’il cède” (“Des scellés à la signature”, 20). En este caso,
pues, el joven constituirá ese “bien”, asemejándose el contrato a una venta. Aun así, y
para el ejemplo de JEN 572, la propia Lion (“Les adoptions d’hommes à Nuzi”, 546)
apunta que la dependencia del joven Naniya solamente sería temporal, por lo que el
padre natural, sellando la tablilla, no abandonaría completamente los vínculos con su
hijo.
441 KAJ 1: 1: ˹NA4 m˺a-zu-˹ki˺-[ia]. Sobre los testigos en las contemportáneas Leyes

Asirias Medias véase Nicoletta Bellotto, “The Functions of Witnesses in the Middle Assy-
rian Laws”, en Bellotto y Ponchia, Witnessing, 117–29.
Adopciones infantiles 111

sellar implicaría aquí una recepción de la autoridad legal sobre el niño. En este
sentido el texto de Aššur KAJ 6 complica una única interpretación al respecto,
ya que es el mismo joven adoptado quien sella el documento442. ¿A partir de qué
edad tendría capacidad una persona de poseer su propio sello? Aunque sea difí-
cil responder a tal cuestión con precisión, podemos pensar que el tener sello
podría marcar con frecuencia en la vida de un joven una especie de “rito de
paso” hacia la adultez. En todo caso, y sin plantearnos la posibilidad de un error
escribal en KAJ 6: 1, probablemente el adoptado Nakidu no sería un niño pe-
queño443.
Por tanto, no en todos los documentos los participantes como adoptados,
adoptantes o tutores legales actuarán también en el acuerdo como testigos y
selladores. Aun así, no deja de ser significativo que en algunos textos de Nuzi y
en los dos de Aššur —pero no así en los casos emariotas— sean los padres bioló-
gicos, o el adoptado en menor medida, quienes sellen el acuerdo. Hemos visto
que no se puede afirmar con total seguridad que los padres sellaran como acto
de ruptura de sus lazos con sus hijos naturales —ejemplo de JEN 572, ni que
dicho fenómeno sería sinónimo de una edad demasiado temprana del adoptado.
Por otra parte, el hecho de que el adoptado en KAJ 6 sellara significará sin duda
que éste estará próximo al fin de su adolescencia.
PREVISIÓN DE RUPTURAS DEL ACUERDO POR PARTE DE LOS ACTORES DEL
CONTRATO

Es posible que en algún momento tras el acuerdo, éste llegue a romperse. Dicha
ruptura puede tener como origen a cualquier parte del contrato: tutor legal,
adoptado, adoptante, e incluso cualquier sujeto externo444. Previendo esta posi-
bilidad encontramos cláusulas que regulan tal fenómeno, por lo que sin duda los
quebrantamientos de los contratos se producían habitualmente.
En primer lugar, existen fórmulas fijadas tipo “cualquiera entre ellos que
transgrediera (el acuerdo), pagará X”445. Vemos esta expresión en Nuzi446 y
Asiria447, y siempre formulada para el caso nuzita con las mismas palabras448. En

442 KAJ 6: 1: ˹NA4˺ na-ki-i-˹du˺.


443 Aunque poseamos sellos de niños, éstos son ejemplos realmente excepcionales, ya
que se trata de objetos de príncipes muertos antes de llegar a una edad adulta. De todas
formas, no conocemos bien las condiciones concretas en las que una persona obtenía un
sello (Charpin, “Des scellés à la signature”, 16).
444 Sobre la prevision de rupturas de contratos de adopciones infantiles para todo el

Próximo Oriente antiguo véase Justel, “Adopciones infantiles”, 119–21.


445 ma-an-nu-me-e i-na be-ri-šu-nu KI.BAL-tu4 X ú-ma-al-la.
446 En un total de cinco textos: JEN 572, HSS 5 7, HSS 5 57, HSS 5 67, HSS 19 22,

HSS 19 45.
447 Solamente en un documento: KAJ 1.
112 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

KAJ 1, empero, el verbo para referirse al incumplimento del contrato no es


nabalkutu (“romper un contrato”449), sino pasālu (“incumplir un contrato”450). La
cantidad para abonar en caso de ruptura del contrato suele ser siempre la mis-
ma: 1 mina de plata y 1 de oro451. Solamente en HSS 5 57 y KAJ 1 encontramos
otra tipo de multa: seis bueyes en buen estado452 y 5 minas refinadas453 respecti-
vamente.
En ocasiones, sin embargo, la ruptura del acuerdo se regula en relación a
una parte concreta del mismo. Por ejemplo, en dos textos nuzitas se especifica
qué deberá hacer el tutor legal si quebrantara el contrato. En ambos casos debe-
rá pagar una mina de plata y una de oro al adoptante454. Así, la cantidad para
abonar es la misma que veíamos antes en el mismo ejemplo de HSS 5 7 y que no
aparecía en HSS 19 45.
Al contrario que en las ventas de niños (§6.4), en las adopciones infantiles se
contempla la posibiliad de que sea el propio adoptado el que acabe con el
acuerdo. Dicho ejemplo aparece en más ocasiones, aunque no nos atrevemos a
aventurar por ello que el adoptado rompiera el contrato con más frecuencia en
la realidad. En todo caso, el joven que en su día fuera adoptado no podría here-
dar455, debería pagar al padre adoptivo456 o simplemente tendría que dar a éste
un esclavo de su mismo valor457.

448 El único aspecto diferente entre los textos nuzitas es la indistinta utilización de
sumerogramas o signos silábicos. Por ejemplo, el verbo nabalkutu, “transgredir un acuer-
do” (CAD N/1 11a, 1), se redactará en ideogramas en JEN 572 (l. 38: KI.BAL-ka4-tu4),
HSS 5 7 (l. 32: KI.BAL-tu4), HSS 5 57 (l. 16: [KI].BAL-tù) o HSS 19 22 (l. 27: KI.BAL-
tu4); mientras que en HSS 5 67 se desarrolla la forma acadia (l. 33: ip-pa-[la-ka-tu]). Por
otra parte, HSS 19 22 es el único texto de este tipo en el que la introducción habitual ma-
an-nu-me-e i-na be-ri-šu-nu (“cualquiera entre ellos…”) es sustituido por un pronombre
relativo con idéntica función (l. 27: ša, “el que…”). Igual ocurre el texto de Aššur KAJ 1
(l. 25: ša i-na be-ri-šu-nu…). Solamente en HSS 5 57 la preposición ina de esta última ex-
presión se redacta en sumerio (l. 15: AŠ).
449 Cf. AHw 694b-ss, CAD N/1 11a.
450 Bajo la forma subjuntiva asiria i-pa-si-lu-ni (l. 25). En esta ocasión, y para textos

mesoasirios como KAJ 1, el CDA nos da un sentido del verbo pasālu que se semeja más
que el aportado por el CAD respecto a su empleo en dicho documento: “incumplir un
contrato” (CDA 268a).
451 1 ma-na KÙ.BABBAR ù 1 ma-na KÙ.GI (JEN 572: 38–39, HSS 5 7: 32-33, HSS

5 67: 34, HSS 19 22: 27).


452 6 GU4.MEŠ SIG5-qá (HSS 5 67: 16).
453 5 ma-na ṣar-pa (KAJ 1: 2 6). El adjetivo ṣarpu, “refinado”, se suele emplear en refe-

rencia a la plata (CAD Ṣ 113a 1).


454 HSS 5 7: 8–9, HSS 19 45: 21–23.
455 HSS 5 7: 27–30: “Entonces la porción de herencia de NP (adoptado) 2 NP (adop-

tantes, sujetos) romperán” (ù ki-ir-ba-an-šu ša mNP mNP ù fNP i-ḫé-ip-pe-šu-nu-ti); HSS 5 57:
Adopciones infantiles 113

El padre adoptivo, como parte del contrato, también podría quebrarlo. A


partir de JEN 572, si se diera tal caso, el padre natural se podría hacer de nuevo
con su hijo458. En el ejemplo emariota RE 82, el adoptante, en el supuesto de
que renunciara a los dos hijos adoptados, les debería abonar una determinada
cantidad de dinero459. En este documento, además, si el adoptante repudiara a
su esposa le pagaría a ella 60 siclos de plata, tomando asimismo sus dos hijos
recién adoptados460.
Por último, cabe la posibilidad de que una parte externa a las partes con-
tractuales interfiriera con el objetivo de hacerse con los adoptados. En E6 256,
por ejemplo, si el tío de los dos huérfanos quisiera que sus sobrinos pasaran a ser
sus hijos, debería pagar al padre adoptivo 1.000 siclos de plata461. Includo pro-

13–14: “su mujer y su descendencia tomará, pero los campos dejará y se irá” (DAM-sú ù
še-ir-ra-šu i-li-iq-qì ù A.ŠÀ.MEŠ i-iz-zi-bi ù ú-uṣ-ṣí).
456 RE 82: 12–13: “60 siclos de plata […] pagará” (60 KÙ.BABBAR.MEŠ […] li-

din).
457 HSS 19 45: 14–17: “Un hombre de ˹Nu˺ll˹u˺ […] (y) una mujer de Nullu […] ˹a

NP˺ (adoptante) [dará] y entonces se irá” (1 LÚ […] ˹nu˺-ul-lu-a-˹i˺ 1 SAL nu-ul-lu-a-i […]
˹a˺-na m˹NP˺ [i-na-an-din] ù at-ta-a-ṣi). Interpretamos la naturaleza de esclavos del reem-
bolso a pagar por el adoptado gracias al gentilicio empleado: nulluai, “de Nullu”. De este
lugar procedía gran parte de los siervos de dichas época y lugar (véase Jeanette Fincke,
Die Orts- und Gewässernamen der Nuzi-Texte, RGTC 10 [Wiesbaden: Ludwig Reichert,
1993], 190–93, esp. 192). HSS 19 51: 21 y E6 91: 7–8 regulan asimismo el caso de que el
adoptado rompiera el contrato, aunque las cláusulas son demasiado fragmentarias para
poder estudiarlas.
458 JEN 572: 17–18: “Entonces NP (el padre natural) irá ˹y a NP˺, su hijo (el adopta-

do), se lleva˹rá consigo˺” (ù mNP i-ma-aq-qú-ut-ma ˹ù mNP˺ DUMU-šu i-le-eq-˹qè˺).


459 RE 82: 18–19: “60 siclos de plata a NP1 (y) NP2 (adoptados) pagará” (60

KÙ.BABBAR.MEŠ a-na mNP1 mNP2 li-din). El hecho de que los hijos adoptivos puedan
recibir una (gran) suma de dinero nos lleva a pensar que estos jóvenes estarían cerca de la
adolescencia. Aún no tendrían suficiente prerrogativa jurídica para reglar por ellos mis-
mos una adopción, pero sí la capacidad de recibir 60 siclos de plata “e ir donde quieran”
(l. 19). La contraposición a JEN 572 en este sentido es, pues, clara: en el texto nuzita el
niño está en toda ocasión a expensas de lo que decidan padre natural y adoptivo, y en
ningún momento se le ofrece una posibilidad como la del documento emariota RE 82 (ll.
18–19).
460 RE 82: 20–23: “Y si NP1 (adoptante) a fNP2, ˹su mu˺jer, así dijera: “˹No˺ (eres)

mi esposa”, la mano de los niños [to]˹ma˺rá, ˹60 siclo˺[s] ˹de plata pa˺gará y donde
quieran irán” (ù šum-ma mNP a-na fNP ˹DAM˺-ti-˹šu˺ a-kán-na i-qa-bi ma-a ˹ul˺ DAM-ti-ia
˹at˺-ti-mi qa-ta 2 DUMU.MEŠ [li]-˹iṣ˺-bat ˹60 KÙ.BABBAR˺.[MEŠ] ˹li˺-din a-šar ŠÀ-bi-šu-
nu li-li-ku).
461 E6 256: 20–22: “1.000 siclos de ˹plata˺, su ración, deberá pa˹gar˺ [y podrá to-

marles]” (1 li-im KÙ.˹BABBAR˺ ip-te4-ri-šu-˹nu˺ li-id-dì-˹ín˺ [ù lil-qè-šu-nu]). Sobre la


cantidad para pagar en E6 256 en caso de ruptura de contrato véase Bellotto, Le Adozioni
114 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

cedente de fuera de la familia de los adoptados podría ser quien, en TBR 77,
quisiera romper el acuerdo previamente tomado. En ese caso, tendría la obliga-
ción de entregar dos esclavos en el lugar de los adoptados, y podría tomar a
éstos462.
Los verbos utilizados para subrayar la obligación de pagar son tres, y su
empleo se corresponde con cada uno de los archivos estudiados. Así, en Nuzi
vemos el uso de malû, “pagar (completamente)”, siempre en forma inacabada463
y en una ocasión en escritura logográfica464. En el texto asirio KAJ 1, y con el
mismo significado, encontramos el verbo ḫâṭu, “pagar”465, mientras que en Emar
las expresiones emplearán nadānu, “dar, entregar”466.
Por tanto, y en lo que a las expresiones de rupturas de contratos se refiere,
vemos una clara diferenciación entre los tres archivos: Nuzi, Aššur y Emar. Esta
desigualdad se aprecia tanto en el fondo —cantidades para pagar en caso de
quiebra del acuerdo— como en la forma —diversos verbos utilizados. Aun así,
el objetivo de tales fórmulas es obviamente el mismo: la multa por transgredir un
pacto legal, con el que un día las partes contractuales mostraron su acuerdo.
4.5. ECONOMÍA EN LAS ADOPCIONES INFANTILES
Al igual que en todo tipo de documento jurídico, aspectos económicos de diversa
índole juegan un rol importante en las adopciones infantiles. Fenómenos como

a Emar, 148–49. Preferimos restituir la forma propuesta por Arnaud en E6 256: 22, lil-qì,
como lil-qè-šu-nu, por la misma razón que lo hacemos en TBR 77: 16 (véase nota siguien-
te). Además, podemos añadir una partícula copulativa (ù) entre los dos verbos de la
apódosis, a modo de conexión de unas acciones relacionadas entre sí.
462 TBR 77: 15–16: “Un esclavo y una esclava en su lugar deberá entregar y podrá

tomarlos (a los adoptados)” (ÌR ù GEMÉ ma-li-iš-šu-nu li-id-˹din ù˺ [lil-qè-šu-nu]). Esta


fórmula recuerda a los contratos de ventas de niños de época casita, donde se paga en
personas del mismo valor (§6.5). Sobre la forma verbal del verbo leqû, en la edición de
TBR 77 Arnaud la restituye lil-qi (l. 16), al contrario que en E6 256: 22, donde restituye
lil-qì. Merece la pena realizar dos observaciones al respecto. En primer lugar, la utiliza-
ción del signo qi no es normal en estos casos, y sí qè, debido al carácter colorante en e del
verbo leqû en acadio periférico (al menos en Ugarit, cf. Huehnegard, The Akkadian of Uga-
rit, 181–82). Por otro lado, y aún no convencidos totalmente de que dos signos más
cupieran en la parte fragmentada (y siempre a partir de su copia), preferimos restituir lil-
qè-šu-nu, ya que el verbo necesita un objeto (en esta ocasión, personal: los dos niños adop-
tados).
463 CAD M/1b 6, con un sentido también de “to make restitution”. Ejemplos en

JEN 572: 39 (ú-ma-˹al-la˺); HSS 5 7: 9 y HSS 5 33 (i-ma-al-la y ú-ma-al-la), HSS 5 57: 16


(ú-ma-al-la); HSS 19 22: 28 (ú-ma-al-la) y HSS 19 45: 23 (ú-ma-al-˹la˺).
464 Caso de HSS 5 67: 34, mediante el empleo de SA5 (o SI.A).
465 KAJ 1: 26: i-ḫi-aṭ (CAD Ḫ 159a 4).
466 E6 256: 22: li-id-dì-˹ín˺; TBR 77: 16: li-id-˹din˺ (no dinero, sino un esclavo y una

esclava); RE 82: 13 y 19: li-din (CAD N/1 56a b’).


Adopciones infantiles 115

que los padres naturales reciban de los adoptivos una cantidad de dinero son,
aunque atípicos, merecedores de ser estudiados para comprender mejor dichos
contratos. Las sanciones por romper el acuerdo son también relevantes a tal
efecto, así como las obligaciones de los contractantes y las herencias de los jóve-
nes adoptados. Aunque estos dos últimos puntos se estudien en otro apartado,
indudablemente están relacionados con la economía familiar en la que nos mo-
vemos.
En algunos documentos de adopciones infantiles hay una transmisión de di-
nero entre las partes del contrato. Aunque de manera general el padre adoptivo
recibe gratuitamente al joven bajo su jurisdicción —por lo que el fin de este tipo
de contratos no es que los padres biológicos obtengan bienes a cambio de su
hijo—, hay excepciones en ese sentido.
¿Qué función tendrían los bienes transferidos a los padres naturales? En tres
documentos de Nuzi se especifica la función que tiene esta cuantía: 1 talento de
cobre (JEN 571), cinco ovejas (JEN 572) y un buey y un asno (BM 80388). Éstas,
aunque cantidades para tener en cuenta en un contexto de economía familiar,
serán probablemente precios simbólicos467. Se tratará, por tanto, de una forma
de compensación por perder la prerrogativa legal sobre el hijo, que jurídicamen-
te pasa a pertenecer a la esfera del padre adoptivo.
En estos tres documentos, todos de Nuzi, se especifica la función que tiene
esa cuantía. En el caso de JEN 571 y 572, el padre natural la recibirá de manos
del padre adoptivo “por su educación” (JEN 571)468 o “como su regalo” (JEN
572)469. Mientras, en BM 80388 el buey y asno convenidos son pagados a los
padres biológicos en concepto de crianza del niño lactante (término hurrita
teḫambašḫu).
Uno de los principales objetivos de las adopciones infantiles se adscribe
también dentro del mundo de la economía familiar: la trasferencia de bienes del
adoptante al heredero adoptado. Aunque en todos los documentos de adopcio-
nes de niños la cuestión se presuponga, solo en una parte de ellos se especifican
cuestiones sobre la herencia. Dicha circunstancia se da en la mayoría de los
textos, pero solamente en el archivo de Nuzi.
En primer lugar, son tres los contratos en los que se aclara que el joven
adoptado tendrá que hacerse con el ilku470. Ello, aunque obligación, debe ser

467 Así, en otro tipo de adopciones el precio normal para estos casos es de 30 siclos

de plata, y una oveja tendría un coste aproximado de un siclo (cf. Ephraim Avigdor Spei-
ser, “A Significant New Will from Nuzi”, JCS 17 [1963]: 68, n. 11).
468 JEN 571: 6. ˹ki˺-ma mu-˹re-eb-bi˺-šu.
469 JEN 572: 19–20: ki-˹ma˺ [NÍG.BA]-šu (según nuestra restitución; cf. Justel, “Some

Reflections”, 114, n. 49, y en el presente estudio §6.4).


470 En HSS 5 57 el adoptado, Baltešup, se ocuparía en el futuro del ilku del padre

junto a los hijos naturales de éste (ll. 11–12); idéntico caso en HSS 19 22 en el caso de
116 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

interpretado también en un sentido hereditario, ya que implica que el hijo adop-


tivo toma algo de su nuevo padre. También de carácter general son las cláusulas
en las que se habla de la recepción por parte del adoptado de “porciones de
herencia”471. En otras ocasiones, sin embargo, se detalla con más precisión cuá-
les son los bienes que el adoptado obtiene: campos472, casas473, pertenencias
varias474 e incluso una esposa475.
4.6. CAUSAS Y OBJETIVOS DE LAS ADOPCIONES INFANTILES
Como hemos visto, la causa principal para adoptar un hijo es no tener descen-
dencia natural. Ello no es totalmente definitorio, ya que parejas con uno o varios
hijos —frecuentemente una hija única— también adoptaban, tanto a adultos
como a niños. La explicación historiográfica del por qué de tal práctica ha sido
normalmente la necesidad de transmitir los bienes a los hijos. Nosotros, aunque
estando de acuerdo con dicha tesis hasta cierto punto, no encontramos esta
definición enteramente satisfactoria, y debe ser revisada a partir de ejemplos
concretos. Para ello, y plasmando esta última idea en primer lugar, realizaremos
una lista de las posibles causas —relacionadas directamente con los objetivos—
para querer adoptar un niño476.
TENER UN HEREDERO
Ya Koschaker incidió en el carácter hereditario de las adopciones del Oriente
antiguo477. Efectivamente, en varios contratos de adopciones infantiles del Bron-
ce Reciente se explicitan cláusulas que regulan esta cuestión. Mediante dicho
mecanismo, de naturaleza económica, todas las partes del contrato obtienen un
beneficio evidente.
El padre adoptivo encuentra un recurso humano que se haga cargo de su il-
ku478, transmitiéndole la hacienda que, desde ese momento o en un futuro no

Kinnuya (ll. 25–26); en HSS 19 51 ocurrirá algo parecido, aunque el adoptado Arim-
matka se encargaría del ilku con su futura esposa e hija del adoptado (ll. 9–10).
471 BM 80388: 12: ḪA.LA (ac. zittu, “porción de herencia”, CAD Z 139a).
472 HSS 5 57: 10: 2 ANŠE A.ŠÀ.MEŠ; HSS 19 22: 6: A.ŠÀ.MEŠ; HSS 19 51: 7:

[A].˹ŠÀ˺.GA (A.ŠÀ. eqlu, “campo”, CAD E 249b-ss).


473 HSS 19 22: 6: É.ḪI.A.MEŠ (según la restitución en Gernot Wilhelm, “Nuzi Note

10”, SCCNH 7, 1995, 144); HSS 19 51: 8: É.ḪÁ.[MEŠ].


474 HSS 19 51: 8: ma-na-ḫa-ti-ia (mānaḫtu, “equipamiento”, CAD M/1 203a 3).
475 Veremos este fenómeno más adelante (§6.6). Basten citar aquí los textos en los

que el padre adoptivo le entrega una esposa a su recién hijo adoptado: JEN 572, HSS 5
57, HSS 19 45, HSS 19 47.
476 Para ampliar este subapartado en el contexto próximo-oriental de esta y otras

épocas véase Justel, “Adopciones infantiles”, 122–39.


477 Koschaker, Neue keilschriftliche Rechtsurkunde, 56–60.
478 Especialmente en Nuzi: HSS 5 57, HSS 19 22, HSS 19 51. Para cuestiones sobre

herencia en Nuzi véase Zaccagnini, “Nuzi”, 600–605.


Adopciones infantiles 117

muy lejano, el adoptado administrará. Hay que subrayar la importancia que


tendría para el adoptante tener un heredero legítimo479, bien porque no tuviera
hijos, bien porque solo tuviera hijas (éstas con menor capacidad jurídica para
heredar480).
También el adoptado sale ganando en este sentido mediante la creación del
acuerdo. Cabe la posibilidad de que la familia de éste no tuviera un estatus social
especialmente prominente, y el joven recién incorporado a la familia adoptiva
podría heredar lo que no obtendría de mano de los progenitores naturales.
También podría darse el caso de que fuera el segundo hijo de sus padres biológi-
cos, por lo que no tendría nada para heredar en su hogar.
Sea como fuere, y teniendo en cuenta que cada caso llevaría implícitas sus
propias causas concretas, parece claro que los padres naturales eran los primeros
interesados en realizar el contrato481. Mediante éste se aseguran de que su hijo
tendría unos recursos económicos que ellos con toda seguridad no le podrían
proporcionar.
Así pues, la herencia —hacerse con ella o con un heredero— juega un papel
clave en los contratos de adopciones infantiles. Sin embargo, lo que para unos
puede ser una única causa para realizar tal acuerdo, para nosotros constituye
una de las múltiples interpretaciones y objetivos que llevarían a las distintas
partes a formalizar el contrato.
APRENDER UN OFICIO
Otro objetivo en las adopciones de jóvenes puede ser el de procurarse un apren-
diz. Ello se atestigua por ejemplo en el texto nuzita JEN 572, donde Tirwaya
(adoptante) debería enseñar a Naniya (adoptado) el oficio de tejedor. Aunque la
dependencia del niño en este caso sea probablemente temporal, una de la finali-
dades de esta adopción está relacionada sin duda alguna con este tipo de
aprendizaje482. Si bien encontramos el propósito de aprender esta profesión en

479 Al contrario de los que ocurre en el derecho bíblico, la legitimidad en este caso

viene dada no por los lazos sanguíneos, sino por la creación de un contrato con validez
legal a todos los efectos.
480 Aun así, las mujeres en ciertas ocasiones podrían actuar como testadoras, tutoras,

y herederas/beneficiarias. Sobre las mujeres en el derecho hereditario en el Próximo


Oriente antiguo en general y en Siria del Bronce Reciente en particular véase Justel, La
capacidad jurídica, 121–69.
481 Ello parece obvio teniendo en cuenta el punto de vista desde el que los documen-

tos de adopciones infantiles se suelen redactar, el de los tutores legales.


482 El otro objetivo de JEN 572, como veremos, es el de una adopción con matrimo-

nio, ya que el adoptante tiene el deber de proporcionar una esposa al adoptado (l. 6: aš-
ša-ta ú-ša-aḫ-ḫa-az-zu, “le proporcionará una esposa”).
118 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

otra adopción de Nuzi, JEN 572 es el único caso en el que es el joven adoptado
el que se formará en dicho oficio483.
Mediante el mecanismo presente en este documento, tanto el adoptante
como el adoptado obtienen un beneficio. Tirwaya se constituye en artesano que,
a partir de la creación del acuerdo, cuenta con un sujeto más —sea el único o
no— en su taller. Además, en el contrato no se especifica que le tuviera que
pagar un salario, y lo único que sale de su casa es su hija, futura esposa del adop-
tado Naniya. Éste, aparte de una mujer, no recibe una herencia “física”
(campos, casas, obligaciones fiscales, etc.), sino el saber como tejedor. El joven
Naniya comienza por tanto su formación en calidad de aprendiz, carrera que en
un hipotético futuro le llevará a escalar puestos en el oficio. La herencia, por
tanto, comienza por su aprendizaje484.
En la actualidad no entenderíamos este ejemplo como una adopción stricto
sensu, pero probablemente los mesopotámicos sí lo hacían, o al menos en parte.
Aunque el caso de JEN 572 sea diferente a los demás estudiados, incluso de
Nuzi, el empleo de fórmulas de adopción, unido a la obligación del adoptante de
proporcionar una esposa —amén de ser su propia hija— al adoptado, hace que
consideremos el caso como una adopción. Aun así, estamos ante un documento
peculiar, ligado a la esfera de la esclavitud, y que sin duda posee una línea clara
de los objetivos que se persigue conseguir para ambas partes.
PROVEERSE DE UN CÓNYUGE
Aunque se trate en capítulo aparte (§3), debemos mencionar en este apartado las
adopciones en las que se regla el futuro matrimonio de los jóvenes adoptados. Se
trata de un fenómeno contextualizado en las adopciones infantiles, y no llega a
ser un contrato matrimonial en sentido estricto485.

483 Por contra, en la adopción HSS 19 44 el adoptado (adulto) deberá instruir en el

oficio de tejedor al primogénito del adoptante (ll. 19–21), con toda seguridad joven, ya
que su barba aún no había crecido (cf. ll. 4’–6’). Sobre este documento véanse especial-
mente Justel, “Adopciones infantiles”, 125, n. 77 y Lio y Stein, The Tablets, 169–73. Sobre
la condición de imberbe en relación a la juventud, véase Justel, “Some Reflections”, 149 y
n. 35.
484 Ya Westbrook (“The Adoption Laws”, 199) plantea esta cuestión en relación a

CH 188–189, artículo legal del que sin duda bebe el caso concreto de JEN 572 (cf. Justel,
“Some Reflections”, 146–47; “Adopciones infantiles”, 125–26). Para él, “if adoption gives
the adoptee the status in law of a son, then all the incidents of that status should apply,
including inheritance. The inheritance of a craftsman, however, is not his property, but
his craft”. Este hecho se refuerza a través del texto palaciego de Nuzi HSS 16 384, donde
se consignan dos o tres generaciones de tejedores que pertenecen a la misma familia (cf.
Brigitte Lion, “Work and Gender in Nuzi Society”, en Lion y Michel, The Role of Women,
361).
485 Los contratos matrimoniales (ac. ṭuppi riksi en Nuzi), sin embargo, son documen-

tos jurídicos cuya pretensión fundamental es certificar el matrimonio entre un hombre y


Adopciones infantiles 119

Hasta en cinco ocasiones, todas procedentes de Nuzi, el adoptante se com-


promete a proporcionar en el futuro una esposa al recién adoptado486. Ésta
puede ser la hija del primero487 o una mujer de fuera de la familia488.
De nuevo el adoptante se hará con un heredero, pero además proporciona-
rá un esposo a su hija en los documentos JEN 572 y HSS 19 51. Es probable que
estas jóvenes fueran hijas únicas, por lo que mediante este contrato el padre se
asegurará de conformar una familia joven en torno a sí.
Por su parte, el adoptado recibe una herencia y la garantía de recibir una
esposa a corto o medio plazo. Ello se debe poner en relación directa con la edad
del adoptado: si se plantea su condición de casaderos, nos encontraríamos ante
sujetos en época adolescente, y nunca de recién nacidos489.
Todos estos contratos están redactados desde la perspectiva del padre bioló-
gico. Obviamente ello hace que éste sea una parte interesada en el acuerdo, por
lo que uno de sus objetivos para la creación del mismo será asegurar una esposa
a su hijo.
Sin embargo, y aunque las cláusulas que hablan de este fenómeno sean im-
portantes, no definen este tipo de adopciones. No se trata en ningún caso de
contratos de matrimonio, y ese aspecto solo será uno más para reglar, adyacente
y complementario al hecho de la adopción. De todas maneras, se puede afirmar
que en ocasiones la obligación del adoptante de proporcionar una esposa —a
veces su propia hija— al adoptado constituye uno de los objetivos internos de las
adopciones infantiles nuzitas.

una mujer, habiéndose éste producido de antemano. Para el caso de Nuzi véase Brene-
man, Nuzi Marriage Tablets.
486 JEN 572, HSS 5 57, HSS 5 67, HSS 19 45, HSS 19 51.
487 Casos de HSS 5 67 (según Lion [“Les adoptions d’hommes à Nuzi”, 559], esta

mujer “est très probablement sa fille”) y HSS 19 51.


488 Casos de JEN 572, HSS 5 57 y HSS 19 45. En ninguno de los tres ejemplos se

explicita que la mujer tuviera que ser de fuera de la familia, pero tampoco se regla lo
contrario. El término para esa futura esposa será el genérico, tanto en acadio (aššatu en
JEN 572: 6 y HSS 19 45: 6) como en sumerio (DAM en HSS 5 57: 5).
489 Aun así, hay que tener en cuenta que un niño podría tomar una mujer a partir de

los diez años en casos excepcionales (Breneman, Nuzi Marriage Tablets, 271, a partir de
LAM 43). Dicha edad es muy temprana pero de esta forma se explica, por ejemplo, que
un chico casadero pudiera estar a la vez en pleno período de aprendizaje de un oficio
(caso de JEN 572).
120 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

CUIDAR DE LOS PADRES EN EL FUTURO


Otro objetivo por parte de los adoptantes para adoptar a un joven es asegurarse
el mantenimiento y cuidado durante su vejez490. Aunque las fórmulas sean ca-
nónicas y prefijadas491, creemos que esta expresión respondería en gran parte a
la realidad.
Posiblemente joven, o al menos no anciano, el padre adoptivo ve entre otros
beneficios de la adopción la posibilidad de ser mantenido y honrado en el futuro.
Esta obligación de los adoptados puede ser presupuesta en los textos de Emar, si
bien no se expresa en la documentación492.
En todo caso, y aunque el mantenimiento de los padres adoptivos en el futu-
ro no se perfile como el último objetivo de la adopción, éste es sin duda un
propósito más dentro del contrato. La importancia que la sociedad próximo-
oriental antigua concedía a este tipo de actividad deviene en una “obligación
natural” para con los padres. Aun así, en ocasiones deberá estar debidamente
formulizada, como hemos visto a lo largo de los ejemplos anteriores.
CUESTIONES SOCIALES, RELIGIOSAS Y SENTIMENTALES
Al estudiar las posibles causas y objetivos de las adopciones infantiles los factores
planteados normalmente son de naturaleza socio-económica. Los trabajos gene-
rales sobre el tema señalan que el principal propósito de las adopciones era
conseguir un heredero al que transmitir los bienes familiares. Ya hemos visto que
otras razones argumentadas pueden ser perfiladas en este sentido.
Es importante subrayar aquí que las adopciones del Bronce Reciente apenas
nos informan sobre los motivos religiosos a la hora de adoptar niños. En otros
archivos y épocas, especialmente en los Sippar y Nippur paleobabilónicos, en-
contramos numerosas religiosas nadītu, mujeres consagradas a una deidad, que
solían poder casarse pero no concebir descendencia493. Estas mujeres podían

490Como hemos visto, esto se comprueba documentalmente en adopciones infantiles


de Nuzi (JEN 571: 12, JEN 572: 10, HSS 5 7: 20, HSS 5 57: 7, HSS 5 67: 13, HSS 19 22:
17, HSS 19 43: 12, HSS 19 45: 9) y Asiria (KAJ 1: 8, KAJ 6: 12).
491 Tipo “NP1 honrará a NP2”; cf. §4.3.
492 Lo que sí se marca en TBR 77 es la obligación de la adoptante a honrar (wabālu)

a la Tutora Legal y a su vez hermana (ll. 3–5). De todas formas, en los contratos de adop-
ción emariotas de adultos la cláusula con el verbo palāḫu y wabālu será común. ¿Quizás al
adoptar a un niño no se piense en un futuro tan próximo como es la senectud de los
padres adoptivos? Podría ser en el caso de Emar, pero no así en los de Nuzi y Aššur, ya
que la fórmula aparece con frecuencia.
493 Sobre la realidad de las nadiātu paleobabilónicas, que parecen no haber sido pro-

piamente sacerdotisas, sino un tipo de religiosas dedicadas a una ciudad en concreto,


véanse en general Rivkah Harris, “The Naditu Woman”, en Robert D. Biggs y John A.
Brinkman (eds.), Studies Presented to A. Leo Oppenheim. June 7, 1964 (Chicago: University of
Chicago Press, 1964), 106–35; Stephanie Budin, The Myth of Sacred Prostitution in Antiquity
Adopciones infantiles 121

adoptar personas para que las cuidaran en la ancianidad y llevaran a cabo a su


muerte los ritos funerarios pertinentes. Si bien contamos con varios textos al
respecto, procedentes de otras épocas494, nuestra única fuente del Bronce Re-
ciente es la adopción mesobabilónica BE 14 40. En ella, la mujer Ina-Uruk-rišat
adopta a la joven Ēṭirtu “porque no tenía hija”495. Contemplándose la futura
muerte de la adoptante, se explicita que la adoptada debería “verter agua para
ella”496 (l. 15: me-e i-na-aq-qí-ši). Esta obligación, que sin duda tiene un cariz de
ritual funerario497, puede entenderse asimismo en clave jurídica. La expresión mê
naqû, “verter agua”, fue interpretada por Pognon como sinónimo de “here-
dar”498. Sea como fuere, se contempla la posibilidad de que Ina-Uruk-rišat,
sobre la que no conocemos su condición socio-religiosa499, entregara a Ēṭirtu a
un marido o la hiciera ḫarimtu500, pero nunca esclava (§5.2). Por tanto, el docu-
mento casita BE 14 40 es único en nuestro corpus, ya que nos podría informar
sobre motivos religiosos para adoptar, especialmente la obligación de Ēṭirtu de
preparar los ritos funerarios tras la muerte de Ina-Uruk-rišat. Con todo, y si bien
las causas religiosas para adoptar estarían presentes sin duda alguna, no pode-

(Nueva York: Cambridge University Press, 2008), 22–23; Lucile Barberon, Les religieuses et
le culte de Marduk dans le royaume de Babylone, Mémoires de NABU 14 (París: Société pour
l’étude du Proche-Orient ancien, 2012).
494 Como el caso de la religiosa —qadištu— del texto paleobabilónico del archivo de

Ur-Utu (Sippar) CT 48 57, llamada Aḫatum, una mujer casada que tiene hijos legítimos
pero no biológicos. La interpretación más verosímil es que, o bien estos nacieron de una
segunda esposa, o bien fueron adoptados por la pareja (cf. Barberon, “Quand la mère est
une religieuse”, 13; Michel Tanret, “Learned, Rich, Famous, and Unhappy: Ur-Utu of
Sippar”, en Karen Radner y Eleanor Robson [eds.], The Oxford Handbook of Cuneiform
Culture [Nueva York: Oxford University Press, 2011], 273).
495 Cf. Daniel Justel, “Un cas de justification d’adoption à l’époque cassite”, NABU

2014.86.
496 Esto es, para la adoptante.
497 Para la libación de agua y otros líquidos a partir de los textos cuneiformes véase

CAD N.1 337a (sub naqû 1)


498 Para Pognon, en época casita “le droit de faire des libations sur un tombeau ap-

partenait donc à l’héritier du mort, et l’accomplissement de cette formalité lui permettait


de jouir légalement de l’héritage” (Henri Pognon, “Lexicographie Assyrienne”, RA 9
[1912]: 130). Esta hipótesis explicaría en BE 14 40 la ausencia de cláusulas sobre heren-
cias, que sí encontraremos en otras adopciones, contemporáneas o no.
499 Cabría imaginar que Ina-Uruk-rišat podría ser una mujer consagrada, si bien no

hay argumentos para sostener en este caso convenientemente esta teoría.


500 Si bien varias obras de referencia traducen este término por “prostituta”, es pos-

sible que una ḫarimtu fuera una mujer jurídicamente independiente, al margen de la tutela
de padre o hermanos (cf. Justel, Mujeres y Derecho, 130).
122 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

mos por el momento acceder a comprenderlas convenientemente a partir de las


fuentes del Bronce Reciente.
Por otra parte, la historiografía habla más bien poco o nada sobre un objeti-
vo difícil de rastrear a un nivel puramente filológico y que, en relación con las
adopciones de adultos, se acrecienta sobremanera en las infantiles. Las causas
sentimentales y más íntimas, que van más allá de lo social, económico o incluso
religioso, deben ser estudiadas a la luz de la antropología y sociología histórica,
sin olvidar el transfondo presente de la documentación cuneiforme y siempre
con cautela.
Al estudiar textos antiguos estamos analizando la expresión directa de gente
con preocupaciones y necesidades cotidianas, al menos no anormales. La distan-
cia temporal de esos días a los nuestros no debe hacernos olvidar el carácter
humano del pueblo próximo-oriental, en este caso de la época del Bronce Re-
ciente. Es lógico pensar que los matrimonios sin hijos quisieran en dicha
sociedad antigua tener descendencia directa para poder cuidar del niño que sus
vecinos podían tener y ellos no. El sentimiento paternal/maternal podría en ese
caso ir más allá de lo meramente económico, teniendo una fuerza considerable
que no alcanzamos a evaluar con certeza. En otras palabras: tener un hijo por la
necesidad vital de tenerlo. Para ello, el mecanismo y solución del mundo meso-
potámico y sirio de la época sería la adopción de menores.
Hemos visto cómo en ocasiones el dinero o bienes que el adoptante podría
recibir del padre natural del joven son de carácter simbólico. De hecho, es obvio
que los padres adoptivos no tienen por objetivo en el acuerdo ganar esa suma de
dinero. Éste, por otra parte, constituye una ínfima parte de lo que puede supo-
ner la crianza de un niño o el mantenimiento de un joven. Si uno de los
propósitos fundamentales de la adopción es hacerse con un heredero, ¿por qué
no adoptar a un adulto, que indudablemente requerirá menos atenciones?
Uno de los puntos de partida para esta interpretación nos lo ofrece el texto
de Emar E6 256. En él tres huérfanos son adoptados por Abī-kāpī, con el que no
tienen lazos familiares. El adoptante no recibe nada a cambio, haciéndose cargo
a partir de entonces de los tres niños de forma gratuita. El formulario no deja
lugar a dudas de que se trata de una adopción501, pero en ningún momento se
puntualizan temas de herencia, ilku, obligaciones de las partes del contrato, etc.
La creación de esta tablilla implica que, por una razón u otra, era necesaria.
El punto de vista del comienzo del documento (ll. 1–22) se corresponde con el
del abuelo de los huérfanos, aún vivo. Si éste ya hubiera muerto, ¿se habría
redactado un contrato? Probablemente no, por lo que pensamos que muchas

501 Ll. 23–32: “A partir de es˹te˺ día, Abī-kāpī, hijo de Ḫamsu, así dice: “He aquí

que Aḫiu e Ištarte y Aḫa-mi, los hijos de Ḫulāu, como mi hijo y (como) mis dos hijas les
he establecido” (iš-tu u4-mi an-˹ni-im˺ ma-bi-ka-pí DUMU ḫa-am-sí ki-ia-am iq-bi a-nu-um-ma
ma-ḫi-ú ù fi-šar-te ù fa-ḫa-mi DUMU.MEŠ mḫu-la-i a-na DUMU.NITÁ-ia ù 2 DUMU.SAL-

ia aš-ku-nu-šu-nu).
Adopciones infantiles 123

adopciones de huérfanos —lo que sin duda existiría— no se llegaban a reflejar


por escrito.
E6 256 es, pues, paradigmático en este sentido. Una razón posible para que
Abī-kāpī adoptara a los tres niños en época de dificultades (l. 10) podría ser pre-
cisamente benéfica502. Ver que los tres pequeños no tenían garantizadas las
necesidades básicas para subsistir puede constituir el único motivo para adoptar-
les, sin pensar —pues no se explicita en el texto— en elementos como los
mencionados y de naturaleza económica.
Aunque quizás sea difícil y arriesgado evaluar este factor caritativo-social de
algunas adopciones infantiles, creemos que existiría. Características como las de
E6 256 (o como HSS 19 22, donde el padre adoptivo, que tiene al menos dos
hijos naturales, adopta a un tercero) deben hacer reflexionar en esta línea desde
una perspectiva antropológica pero siempre con una base textual. Es posible que
una familia adinerada adoptara a los hijos de una pobre por el mero hecho de
llevar a cabo una “obra social”, o incluso por el deseo de que esos hijos honraran
a los dioses familiares en el futuro. Por tanto, y siempre y cuando haya un reflejo
documental, por mínimo que sea, creemos que no hay que dejar de esgrimir
argumentos de este tipo para acercarnos a las intimidades humanas, tan poco
analizadas, de la sociedad próximo-oriental antigua.
4.7. LAS ADOPCIONES INFANTILES DEL BRONCE RECIENTE EN SU CONTEXTO
PRÓXIMO-ORIENTAL ANTIGUO

Analizados los aspectos principales de las adopciones infantiles del Bronce Re-
ciente, en el presente subapartado inscribiremos este fenómeno legal dentro de
su contexto próximo-oriental antiguo. La documentación de la época que nos
ocupa no debe ser contemplada como un corpus aislado, y presenta una conti-
nuidad general, y a veces ruptura y discontinuidad, dentro de las tradiciones
jurídicas desde el 3.er milenio a. C. A continuación comentaremos las principales
características de las adopciones infantiles a lo largo de la documentación cunei-
forme próximo-oriental, haciendo especial hincapié en las semejanzas o
disimilitudes de los textos paleobabilónicos con los analizados del Bronce Re-
ciente.
La mayor parte de las adopciones próximo-orientales antiguas atestiguadas
son de adultos. Junto con las infantiles, están ya constatadas desde finales del 3.er
milenio o principios del 2.º milenio a. C.503, y en origen poseerían solamente

502 Tomamos los términos “benéfico”, “caritativo” u “obra social” con cautela y sin

extrapolar completamente su significado actual a lo que el hombre mesopotámico sentiría


sobre dichas realidades.
503 Los primeros textos referentes a adopciones son contratos de Tello y la serie lexi-

cal ana ittišu, y su datación no está clara. Mientras que David (Die Adoption, 5) los inscribe
en la época de Ur III, Landsberger (Die Serie ana ittišu, II–III) lleva esa fecha más adelan-
124 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

cláusulas del tipo “Tú eres mi hijo”. Con posterioridad se haría necesario escri-
bir contratos con varias especificaciones504, adiciones que se harían gracias a la
influencia de los contratos de Nippur y a series lexicales. Por ejemplo, ana ittišu505
es una “serie gramatical”506, redactada en sumerio y en su equivalente acadio,
compuesta por cláusulas y fórmulas normalizadas de carácter legal que servirían
como ejercicio escribal507. Otra lista lexical, de similares características, es la
denominada ḪAR-RA=ḫubullum508. También de finales del 3.er o principios del
2.º milenio a. C., la conocemos gracias a varios fragmentos posteriores509, inscri-
biéndose las copias sobre fórmulas de adopción en época neobabilónica510.

te, tras la toma de Nippur por Hammurapi, antes de la promulgación de su Código (esto
es, a mediados del s. XVIII a. C. Para las conquistas de Hammurabi véase Dominique
Charpin, Hammu-rabi de Babylone [París: Presses Universitaires de France, 2003], 83–100).
Por su parte, Driver y Miles (The Babylonian Laws, vol. I, 25) se mostraron de acuerdo con
David, calificando de “conjetural” el datar la lista en el reinado de Hammurapi. Aun así,
la mayoría de autores, siguiendo a Landsberger, la sitúan en el s. XVIII a. C. Véanse, por
ejemplo, Hildegard Lewy y Julius Lewy, “The Origin of the Week and the Oldest West
Asiatic Calendar”, HUCA 17 (1942/1943): 89 y n. 355; Kilian Butz, “Landwirtschaft”,
RlA 6 (1980): 477a; Joseph Fleishman, “Continuity and Change in Some Provisions of the
Code of Hammurabi’s Family Law”, en Sefati, Yitzhak (ed.), “An Experienced Scribe who
Neglects Nothing”: Ancient Near Eastern Studies in Honor of Jacob Klein (Bethseda: CDL Press,
2005), 492; Klein y Sharlach, “A Collection of Model Court Cases”, 3 (este último a la
luz de CBS 11324 [§2.4], ejercicio escolar con evidente relación con las series ana ittišu y
ḪAR-RA=ḫubullum). Nosotros generalizaremos la datación de la serie ana ittišu, contex-
tualizándola en el período paleobabilónico, aunque siendo conscientes de que su
tradición textual se remontaría sin duda al 3.er milenio a. C.
504 David, Die Adoption, 8.
505 Ibíd., 80; Jean Gaudemet, Institutions de l’Antiquité (París: Sirey, 1967), 44. Edición

(transcripción, traducción y comentarios) de la lista lexical en Landsberger, Die Serie ana


ittišu. Para el significado literal de la expresión ana ittišu, “en su momento”, véase Driver y
Miles, The Babylonian Laws, vol. I, 25, n. 1.
506 Como la denomina Bruno Meissner (“Studien zur serie ana ittišu”, ZA 7 [1892]:

16) al referirse a los elementos lingüísticos.


507 Roth, Law Collections, 2.
508 Publicada por Landsberger en tres tomos (The Series ḪAR-ra = ḫubullu, MSL 5

(tablillas I–IV); The Series ḪAR-ra = ḫubullu, MSL 6 (tablillas V–VII); The Series ḪAR-ra =
ḫubullu, MSL 7 (tablillas VIII–XII).
509 Esto es, a lo largo de todo el 2.º milenio a. C., también en regiones periféricas

respecto a Mesopotamia (encontraremos copias en Bogazköy, Ugarit o Emar). Sobre la


serie ḪAR-RA=ḫubullu en particular véase Cavigneaux, “Lexikalische Listen”, 626b–28b.
Sobre las listas lexicales en general véase Miguel Civil, “Ancient Mesopotamian Lexico-
graphy”, en Sasson, Civilizations, 2305–2314.
510 Texto EAH 197, estudiado en John A. Maynard, “A Neo-babylonian Grammati-

cal School Text”, JSOR 3 (1919): 65–69.


Adopciones infantiles 125

El objetivo básico de estas dos listas era eminentemente didáctico a nivel


lingüístico: se pretendía no tanto formar a los escribas como verdaderos hombres
de leyes como enseñarles las expresiones legales utilizadas en los documentos
jurídicos de práctica legal. El carácter escolar queda patente en algunos errores
claros del redactor-aprendiz, además de apreciarse rasgos definitorios del len-
guaje de la época511. Aun así, la terminología que aparece evidencia una
influencia obvia en los contratos posteriores —por ejemplo, de adopción—, que
la emplearán como fórmulas canónicas512.
Estas series lexicales y los primeros contratos de adopción tenían como obje-
tivo principal, según David513, el de perpetuar la saga familiar en los casos de
parejas sin hijos, algo extrapolable a todo el Oriente antiguo514. Sin embargo,
dicha tesis fue rebatida por Koschaker515 o Mendelsohn516, quienes subrayan los
factores económicos y de fuerza de trabajo del adoptado. Con ello también se
continuaría con la línea familiar, pero el eje básico del contrato de adopción
sería el recibir mano de obra barata y apoyo en la vejez (caso de los adoptantes)
y hacerse con una herencia (caso de los adoptados)517. Así, los dos factores que
mueven los contratos de adopción en el Próximo Oriente antiguo son las cues-
tiones de herencia y sucesión. El objetivo de estos acuerdos era conceder al
adoptado el derecho de suceder al adoptante, relación en principio análoga a
una paternidad legítima. El adoptado dejaría de poseer esa prerrogativa sola-
mente si se producía una ruptura del pacto acordado. Además, por lo general el
derecho sucesorial del adoptado estaba determinado por el del adoptante518.
Por tanto, el fin último de la adopción ha sido analizado historiográficamen-
te por estos y otros autores en clave económica. En este sentido las adopciones

511 Driver y Miles, The Babylonian Laws, vol. I, 26.


512 George W. Coats, Exodus 1–18 (vol. 2A de Rolf P. Knierim y Gene M. Tucker
(eds.), The Forms of the Old Testament Literature (Grand Rapids: Eerdmans Publishing, 1998),
27.
513 David, Die Adoption, 1.
514 La única excepción al respecto se encuentra en el derecho hebreo, donde es difícil

que hubiera adopciones de este tipo, ya que la idea misma de la adopción de un niño
ajeno a la familia es inconcebible entre los israelitas. Éstos, al no existir ningún lazo de
sangre, verían el fenómeno como una apropiación del hijo de otro individuo (Lucien-Jean
Bord, “L’adoption dans la bible et dans le droit cunéiforme”, ZAR 3 (1997): 174).
515 Koschaker, Neue keilschriftliche Rechtsurkunde, 56–60.
516 Isaac Mendelsohn, Slavery in the Ancient Near East (Nueva York: Greenwood Press,

1949), 19.
517 Stone y Owen, Adoption in Old Babylonian Nippur, 6. También se querría continuar

con los ritos religiosos familiares tras la muerte del adoptante (Driver y Miles, The Babylo-
nian Laws, vol. I, 383), incluso en la periferia mesopotámica, como en el caso de Emar
(Démare-Lafont, “Adoption”, 17b).
518 Szlechter, “Des droits successoraux”, 106.
126 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

infantiles estudiadas para el Bronce Reciente presentan más variedad en su


casuística en relación con las adopciones de adultos. De hecho, una de las prin-
cipales diferencias que apreciamos entre los dos corpora es precisamente la
complejidad de causas, justificadas o no expresamente, que encontramos dentro
de las adopciones infantiles, donde lo económico juega un papel fundamental,
pero no siempre constituye la causa principal para adoptar.
Si bien las series lexicales pueden ser puestas en relación con nuestro elenco
documental del Bronce Reciente por referirse a adopciones infantiles, e incluso
presenta semejanzas a un nivel terminológico519, el género literario de nuestros
textos se acerca más a los documentos de práctica legal bien atestiguadas a partir
del 2.º milenio a. C. Éstos beben a su vez de códigos legislativos que nos infor-
man entre otras cuestiones de posibles casos de adopciones de niños.
Por ejemplo, tras el Código de Ur-Nammu, las Leyes de Lipit Ištar constitu-
yen el texto legislativo redactado en sumerio más antiguo que conocemos hasta
la fecha520. Además, es el primero que contiene disposiciones relacionadas con
las adopciones infantiles, con un total de cuatro artículos521. Por su parte, el
llamado Prisma de Filadelfia, compendio de cláusulas contractuales y provisio-
nes legales del período paleobabilónico tardío, contiene asimismo referencias a

519Nos referimos a las fórmulas de adopción. Generalmente a la preposición ana le


acompaña un sustantivo en forma abstracta (-ut; p. ej., mārum > mārūtum; “hijo” > “estatus
de hijo”), y finalmente el verbo correspondiente. Aun así, en la mayoría de los casos el
verbo se omite. Sobre fórmulas de adopción en el Próximo Oriente antiguo véase Paul,
“Adoption Formulae”.
520 La importancia de las Leyes de Lipit Ištar vendrá marcada no solo por el cono-

cimiento de sus leyes a un nivel particular, sino porque nos permite comparar el derecho
sumerio con el acadio (Émile Szlechter, “Les anciennes codifications en Mésopotamie”,
RIDA 4 [1957]: 77). Sobre las cláusulas y fórmulas sumerias de adopciones infantiles en
período paleobabilónico véase Gonelle, La condition juridique, 58–63. El autor concluye que
las expresiones redactadas en sumerio se encuadran en los textos de la Mesopotamia
septentrional, mientras que en el norte, de forma generalizada, se encontrarían en acadio
(Gonelle, La condition juridique, 58, n. 2).
521 LLI 20, LLI 20a, LLI 20b y LLI 20c. Al respecto véase Molina, La ley más antigua,

88–89.
Adopciones infantiles 127

adopciones de niños522, al igual que los documento de idéntico género CBS


11324523 y ZA 101524.
Tras ellos, y ya en acadio, encontramos menciones de la cuestión en el Có-
digo de Ešnunna525 y el Código de Hammurapi526. En el primero, las cláusulas
se refieren a la crianza de los niños pequeños, utilizándose la expresión ana
tarbītim (“para educación/crianza”)527. Debemos interpretar en esa clave este
tipo de adopción, que por tanto podría ser temporal —para tres años en CE
32—, no como se entiende normalmente —de por vida, con finalidad heredita-

522 PF iv 25–26, 27–28, 29–30. Edición del Prisma en Martha T. Roth, Scholastic

Tradition and Mesopotamian Law: A Study of FLP 1287, a Prism in the Collection of the Free Library
of Philadelphia, Tesis Doctoral inédita (Filadelfia: University of Pennsylvania, 1979). Sobre
la cronología, nótese que este documento es de finales del s. XVIII a. C. o incluso de los
albores del s. XVII a. C., por lo que beberá de compendios legales anteriores (Código de
Ur-Nammu, Leyes de Lipit-Ištar, Código de Ešnunna, Código de Hammurapi, etc.).
523 La adopción posterior al abandono del niño se plasma en las ll. 1–25 (cf. Klein y

Sharlach, “A Collection of Model Court Cases”, 4–9). Véanse transcripción y traducción


de esta parte de CBS 11324 en §2.4, y traducción completa en Justel, Mujeres y Derecho, 83.
524 Publicado por Spada (“A Handbook from the Eduba’a”), véase la adopción de un

niño abandonado en §44 (cf. ibíd., 241–42).


525 CE 32–35. El documento, fragmentado en tres partes, está editado en Albrecht

Goetze, “The Laws of Eshnunna discovered at Tell Harmal”, Sumer 4 (1948): 63–102;
“Texts and Fragments”, JCS 2 (1948): 305–308 (dos primeros fragmentos) y en Farouk N.
H. al-Rawi, “Assault and Battery”, Sumer 38 (1982): 117–20 (tercero y último). Para otras
traducciones y estudios más recientes, véanse Albrecht Goetze, “The Laws of Eshnunna”,
ANET (Princeton: Princeton University Press, 1950), 161b–63b; Rykle Borger, “Der
Codex Eschnunna”, TUAT I/1 (Gütersloh: Gütersloher Verlagshaus, 1982), 32–38;
Claudio Saporetti, Le leggi della Mesopotamia (Florencia: Le Lettere, 1984), 41–48; Reuven
Yaron, The Laws of Eshnunna (Jerusalén: Brill, 1988); Roth, Law Collections, 57–70; Sanmar-
tín, Códigos legales, 55–78.
526 CH 185, CH 186, CH 187, CH 188, CH 189, CH 190, CH 191, CH 191, CH

193. Editado por primera vez por Vincent Scheil (“Code des Lois de Hammurabi, roi de
Babylone, vers l’an 2000 avant Jésus-Christ”, MDP 4 [1902]: 11–162), el CH es sin duda
el más completo de los códigos mesopotámicos de la época que han llegado hasta noso-
tros. Para otras ediciones y estudios del texto véanse Theophile James Meek, “The Code
of Hammurabi”, ANET (Princeton: Princeton University Press, 1955), 163b–80a; Émile
Szlechter, Codex Hammurapi (Roma: Pontificia Universitas Lateranensis, 1977); Saporetti,
Le leggi, 49–92; Roth, Law Collections, 71–142; Mervyn Edwin John Richardson, Hammura-
bi’s Laws: Text, Translation and Glossary (Sheffield: T&T Clark, 2000); Sanmartín, Códigos
legales, 79–183; Finet, Le Code de Hammurabi; Dieter H. Viel, The Complete Code of Hammurabi
(2 vols.) (Múnich: Lincom Europa, 2005).
527 Sobre la crianza y mantenimiento de los niños en el CE véase Joseph Fleishman,

“Child Maintenance in the Laws of Eshnunna”, ZAR 7 (2001): 374–83.


128 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

ria528. En la época se identificaría igualmente este acto como una adopción, ya


que en CE 35 se emplea el término lēqû, “adoptante”529. Respecto al Código de
Hammurapi, todas las disposiciones se refieren a adopciones en las que una
persona adopta a un niño directamente, sin la mediación de los padres naturales
del pequeño530. La fórmula normalizada que se empleará en todos los casos,
salvo en una excepción531, será ana mārūtim leqûm, “tomar en estatus de hijo”,
teniendo como resultado el paso del niño de una esfera familiar y social a otra.
Debido a la variedad temática de sus artículos —adopción de niños abandona-
dos, crianza, aprendices, ruptura de contratos, etc.—, el Código de Hammurapi
constituye una documento sin igual para el estudio de las adopciones infantiles
en el Próximo Oriente antiguo, apreciándose tales características en textos coti-
dianos de adopción, especialmente del Bronce Medio y Reciente. Un ejemplo en
este sentido son las disposiciones CH 188–189, que tratan la adopción de un
niño en calidad de aprendiz, y que hemos puesto en relación directa con el do-
cumento de Nuzi JEN 572 (§4.4).
Para la época anterior al Bronce Reciente los textos legislativos que tratan
adopciones infantiles destacan por su número, aunque también contemos con
varios casos de práctica legal. Para otros contextos anteriores al Bronce Reciente
no conocemos este tipo de documentos de adopción porque aún no se han en-
contrado archivos de naturaleza privada532, al contrario que en el Nuzi
posterior, en los que proliferen este tipo de prácticas atestiguadas. Otra explica-
ción se refiere a la preponderancia en los corpora paleobabilónicos de
adopciones con fines de transacciones de propiedades en comparación con las
adopciones verdaderas533. Por tanto, a día de hoy podemos afirmar que la do-
cumentación del Bronce Reciente nos informa más sobre la práctica legal de las
adopciones infantiles que archivos de épocas anteriores. Sea como fuere, dichos
contratos podrían ser en la primera mitad del 2.º milenio a. C. cuantitativamente
numerosos, dada la importancia —y el período paleobabilónico no es una ex-

528 Aun así, para el Bronce Reciente alguna adopción podría ser temporal (caso del

documento de Nuzi JEN 572).


529 Participio de presente del verbo leqû, “tomar, adoptar” (CAD L, 131a y ss.).
530 En otro tipo de adopciones el adoptante toma al niño de sus padres. En ambos

casos el resultado legal es la adquisición de un estatus diferente por parte del adoptado
(Westbrook, “The Adoption Laws”, 195).
531 CH 188, donde la expresión es ana tarbūti leqû, “tomar en estatus de niño para

criarlo / como aprendiz”.


532 Como apunta Veenhof (“Old Assyrian Period”, en Westbrook, A History, 455) pa-

ra el caso de Aššur.
533 Este hecho es evidente en el Ur paleobabilónico, donde son pocos los casos de

práctica legal en que se adoptan menores. Para un ejemplo en el que dicho niño es aún
lactante véase UET 5 93 (cf. Marc van de Mieroop, Society and Enterprise in Old Babylonian
Ur, BBVO 12 [Berlín: D. Reimer, 1992], 217).
Adopciones infantiles 129

cepción en el tiempo— de que los padres tuvieran un hijo que heredara sus
bienes, o alguien que les mantuviera a lo largo de su senectud534.
Más que a nivel cuantitativo, las conclusiones al respecto deberán ser valo-
radas en clave cualitativa. Estos textos, sean leyes o contratos de adopciones
infantiles, van a constituir sin duda el origen, a un nivel tanto terminológico
como de significado de fondo, de la documentación del Bronce Reciente. Así, en
Nuzi y Emar vemos algunas de las fórmulas paleobabilónicas que expresan la
adopción de un niño pequeño535, aunque aún no se emplearán enunciados como
ana mārūti šakānu, “establecer en estatus de hijo”, que se dará con posterioridad
en acadio periférico536, o ana mārūti leqû, “tomar en estatus de hijo”, tan presente
en el Código de Hammurapi y apenas utilizado en el Bronce Reciente. Así, en
estas expresiones de adopción se empleará normalmente el verbo nadānu, “entre-
gar”, término que en rara ocasión constatamos en períodos anteriores.
Lo que se deduce de la documentación conservada sobre las adopciones in-
fantiles de la época anterior a la aquí estudiada es que esta última es por lo
general más compleja en su casuística y en la forma de expresar el mecanismo
legal. Por una parte, de los textos paleobabilónicos se desprenden dos objetivos
básicos en la adopción: la transmisión de la herencia y la formación de un niño
como aprendiz (Código de Ešnunna y CH 188–189). Por otra parte, los textos
sobre adopciones infantiles del Bronce Reciente no presentan las estructuras
prefijadas, canónicas y homogéneas que vemos en la documentación cuneiforme
anterior, sino que responden más bien a una amalgama de cuestiones, expresa-
das muchas veces en el mismo documento. Por último, cabe señalar que los
motivos religiosos —explícitos o no en el documento— para adoptar, plenamen-
te atestiguados en época paleobabilónica, apenas aparecen en la documentación
del Bronce Reciente.
4.7. CONCLUSIONES
Al contrario que lo que ocurre con las adopciones de adultos, la documentación
para el estudio de las adopciones infantiles en el Próximo Oriente antiguo du-
rante el Bronce Reciente es escasa. Apenas dieciocho textos nos aportan
información al respecto, especialmente de Nuzi, aunque también de los archivos
de Nippur, Aššur y Emar. De esta manera hay que tomar con cautela las genera-
lizaciones que se puedan realizar sobre el tema. No obstante, parte de la

534 Si bien estos herederos podrían ser adultos, por comparación con otras épocas y

lugares una parte de estas adopciones corresponderían a niños. Véanse varias referencias
a adopciones infantiles paleobabilónicas en Gonelle, La condition juridique, 23ss.
535 Por ejemplo, y respectivamente, HSS 5 7: 2–4: a-na ma-ru-ti […] SUM-in; RE 82:

7–8: [2] ˹DUMU˺.MEŠ-ia a-na DUMU-ut-ti […] ˹at˺-ta-din-šu-nu.


536 Véase el texto emariota E6 256: 30–32: a-na DUMU.NITÁ-ia ù 2 DUMU.SAL-ia

aš-ku-nu-šu-nu.
130 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

documentación no se encuentran apenas estudiada, y en ningún momento se ha


analizado conjuntamente en dichos archivos con objeto de profundizar en dife-
rencias y semejanzas.
Estos contratos están relacionados indudablemente con sus homólogos pa-
leobabilónicos, los cuales se hallan inscritos en una época para la cual, al
contrario que en el Bronce Reciente, también poseemos leyes sobre la cuestión.
La conexión entre los textos de los dos períodos es evidente no solo a nivel lin-
güístico537, sino en similitudes que se adentran de lleno en el derecho familiar538.
Ante la dificultad de distinguir con criterios estrictamente filológicos las
adopciones de adultos de las de jóvenes539, la diferenciación debe proceder de un
análisis contextual de cada contrato. Así, el hecho de que un padre (Suj.) dé su
hijo (O. D.) a un tercero (O. I.) implica que el hijo posee una nula capacidad
jurídica, siendo un elemento pasivo en el acuerdo legal. Otras causas para dilu-
cidar si estamos ante una adopción infantil es poseer referencias a aprendices
(JEN 572) o a huérfanos indefensos (E6 256).
El adoptante y el tutor legal son quienes reglan los contratos en estas adop-
ciones. Es especialmente de éste último de donde emanan los textos, redactados
desde su óptica. Aun así, los grandes beneficiados a un nivel puramente econó-
mico serán tanto el padre adoptivo como el adoptado. El primero se hace con un
recurso humano que antes no tenía, mientras que el segundo se asegura gene-
ralmente la recepción de una herencia en el futuro.
Sin embargo, hemos analizado que no solo la transmisión hereditaria es im-
portante para que estos contratos se realicen. Los textos nos hablan de otros
objetivos buscados en las adopciones de jóvenes: aprendizaje de un oficio, provi-
sión de una mujer o hacerse con un hijo que cuide a los padres adoptivos en el
futuro .
Finalmente, subrayamos dos causas más que sin duda contribuirían a poner
en marcha el mecanismo de estos contratos. En primer lugar señalamos los mo-
tivos religiosos, que apenas aparecen referenciados en BE 14 40, texto
mesobabilónico donde la adoptada debería a la muerte de la adoptante encar-
garse de los ritos funerarios, y en el que además se justifica la adopción (la
adoptante “no tenía hija”). Por otro lado, y aún más difícilmente rastreables, se
hallan los motivos sentimentales o caritativos a la hora de adoptar un niño, in-
dependientemente de si tuviera previamente o no descendencia. Aunque resulte
difícil vislumbrar estos aspectos a lo largo de la documentación disponible, sin
duda éstos existirían en la sociedad donde se inscriben dichos contratos.

537Por ejemplo, en el empleo de idénticas fórmulas (§2.3).


538A modo de ejemplo, relación existente entre la disposición CH 188 paleobabiló-
nica y los contratos nuzitas JEN 571 y JEN 572 (§4.4).
539 Sí encontramos un indicio terminológico en la adopción casita BE 14 40, donde

Ēṭirtu es denominada como SAL.TUR, “adolescente”.


Adopciones infantiles 131

Es precisamente esta variedad de causas para adoptar la que diferencia de


manera clara las adopciones infantiles de las de adultos. Mientras que las varia-
bles son evidentes en el primer caso, en el segundo los objetivos perseguidos son
estrictamente de índole económica, teniendo como los dos únicos pilares la
transmisión de los bienes patrimoniales y el cuidado inmediato de los adoptan-
tes.
Por último, hemos propuesto que los padres adoptivos de niños fueran por
lo general de temprana edad, o al menos no ancianos. Este hecho, visible espe-
cialmente en Nuzi, Ḫana o Aššur a partir de fórmulas hereditarias, abre una
nueva visión del contexto familiar donde se producíala adopción. La relación
entre pareja joven —adoptante y niño— adoptado no debe ser tomada de forma
generalizadora para todos los casos, pero la documentación del Bronce Reciente
nos informa en ese sentido, siendo la única entre todos los corpora de adopcio-
nes infantiles de la Mesopotamia antigua que apunta en esta dirección.
5
INFANCIA Y ESCLAVITUD

5.1. INTRODUCCIÓN
La esclavitud en el Mundo Antiguo es una cuestión analizada especialmente
desde el s. XIX, tras las publicaciones de Marx de El Manifiesto comunista (1848) y
(con Engels) El Capital (1864–1894). Desde entonces diversos autores han centra-
do sus estudios en aspectos relacionados con este fenómeno, desde el Próximo
Oriente antiguo hasta la Tardoantigüedad, pasando por Egipto, India, Grecia y
Roma clásicas, etc.
La definición que los diccionarios ofrecen para el concepto “esclavo” guar-
da relación directa con la idea de “libertad”: un esclavo es una persona que
carece de libertad por estar bajo el dominio de otra540. Dicha explicación, sin
embargo, no es enteramente definitoria para el caso de la Antigüedad.
Hace más de tres décadas Gelb541 subrayó que el concepto de “libertad” no
constituye un criterio útil a la hora de definir el de “esclavitud” ni en los ámbitos
mesopotámico y bíblico ni en las Grecia y Roma clásicas. Comparar análoga-
mente esta realidad en el mundo moderno con la Antigüedad nos conduciría a
errar en interpretaciones y en las consiguientes conclusiones. La definición de
esclavitud en el Mundo Antiguo es por tanto mucho más ambigua542.
La historiografía moderna analiza el fenómeno de la esclavitud en el Próxi-
mo Oriente antiguo basándose en el criterio de la propiedad. Un esclavo sería de
esta manera una persona supeditada a la ley de propiedad, más que a la legisla-

540 Diccionario de la Real Academia Española, 23.ª edición, 2014.


541 Ignace J. Gelb, “Definition and Discussion of Slavery”, UF 11 (1979): 284.
542 Philip J. King, “Slavery in Antiquity”, en J. David Schloen (ed.), Exploring the Longe

Durée: Essays in Honour of Lawrence E. Stager (Winona Lake: Eisenbrauns, 2009), 243b. Sobre
las definiciones e interpretaciones de la esclavitud a lo largo de la historiografía del s. XX
véase Gelb, “Definition”. Véase una comparación entre la esclavitud antigua y moderna
en Enrico dal Lago y Constantina Katsari, Slave Systems: Ancient and Modern (Cambridge:
Cambridge University Press, 2008). Por su parte, Robert McC. Adams (“Slavery and
Freedom in the Third Dynasty of Ur: Implications of the Garshana Archives”, CDL
Journal 2010:2, 1a) apunta que el concepto de “esclavitud” es una designación retórica del
estatus de una persona, mientras que el de “libertad” es esencialmente una aspiración.

133
134 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

ción familiar o contractual543. Así, los esclavos, considerados como propiedades,


eran adultos o niños comprados, heredados o, en otro plano legal, contratados o
entregados en matrimonio. Por tanto, en términos generales entendemos por
“esclavitud” la institución de servidumbre involuntaria en la que una persona
ejerce derechos de propiedad sobre otra544.
En el presente capítulos estudiamos las fuentes cuneiformes de la Mesopota-
mia y Siria del Bronce Reciente que nos informan sobre la esclavitud infantil. Para
ello, en primer lugar presentaremos el corpus documental de diferentes ámbitos
geográficos: Babilonia, Asiria, mundo mittanio y Siria (§5.2). A continuación anali-
zaremos los términos y expresiones recurrentes en este tipo de textos (§5.3), para
luego estudiar a fondo las principales características del fenómeno en la época que
nos ocupa (§5.4). Tras ello, inscribiremos esta documentación en su contexto pró-
ximo-oriental antiguo, subrayando las diferencias y semejanzas que nuestro corpus
tiene en su constante histórica y documental (§5.5), para terminar exponiendo las
conclusiones generales sobre el tema (§5.6).
5.2. FUENTES DEL BRONCE RECIENTE
Al igual que para todo el Próximo Orientre Antiguo (§5.5), los documentos con
que contamos para estudiar el fenómeno de la esclavitud infantil en el Bronce
Reciente son variados. La relación de documentos que exponemos a continua-
ción constituye a nuestro conocimiento el primer elenco detallado sobre el tema.
Casi todo el corpus se encuentra publicado, a excepción de decenas de tablillas
mesobabilónicas de Nippur545. A continuación dividimos los textos cuneiformes
por su presentación formal: listas conjuntas de personas y documentos que ata-
ñen a sujetos individualmente.
LISTAS DE PERSONAS
En primer lugar nos referimos al sistema de raciones alimentarias del Bron-
ce Reciente, que está ampliamente atestiguado en toda Mesopotamia, y muy

543 Raymond Westbrook, “The Character of Ancient Near Eastern Law”, en

Westbrook, A History, 40.


544 King, “Slavery”, 243a. Para profundizar en estos aspectos desde una perspectiva

económica Frederic L. Pryor, The Origins of the Economy: A Comparative Study of Distribution in
Primitive and Peasant Economies (Nueva York-Londres: Harcourt Brace Jovanovich, 1977),
218–22.
545 Varios de estos documentos han sido colacionados en el University Museum de Fi-

ladelfia. Asimismo hemos tenido acceso a información sobre textos casitas relativos a la
esclavitud infantil, especialmente procedentes del Museo Arqueológico de Estambul,
gracias a comunicaciones del Prof. Brinkman y al estudio de Tenney (Life at the Bottom). De
este último autor es esperada la publicación de tablillas legales y administrativas sobre los
trabajadores del Nippur casita (Middle Babylonian Administrative and Legal Documents Concerning
the Public Servile Population of Nippur).
Infancia y esclavitud 135

especialmente en el contexto casita. El período mesobabilónico aporta decenas


de textos de raciones546, si bien tras la caída de los monarcas casitas (1155 a. C.)
no se producirán más documentos de este tipo, como resultado de los cambios
socio-económicos de la época547. Era habitual que las asignaciones de comida
fueran mensuales y se organizaran por familias, tanto consignando a cada traba-
jador una ración determinada —caso de listas mesobabilónicas— como dando
una cantidad general a la familia —caso de listas mesoasirias.
Dependiendo del contexto en que nos encontremos, se aprecian diferentes
tipos de listas de raciones alimentarias. Generalmente en todas aparecen niños
entre los destinatarios de comida. En ciertos textos este aspecto se aprecia clara-
mente, si bien en otros no se especifica. Por ejemplo, la división por edad no se
emplea normalmente en las listas mesobabilónicas de cebada (ŠE.BAR) y aceite
(Ì.BA) destinadas a personas y familias para períodos de seis meses como máxi-
mo, y por lo general solo en los casos que presentan niños esta cuestión se
anotará548. En otro tipo de listas de raciones se podrá intuir que hay niños por la
situación del nombre del pequeño en relación al nombre de los adultos, y espe-
cialmente por la cantidad entregada549. A los niños se les destinará una cantidad
inferior de raciones, siempre medidas en qû, y la documentación casita seguirá
por regla general el mismo patrón a nivel cuantitativo que los textos de otras
épocas, como en Ur III550.
Respecto al corpus mesoasirio, determinados documentos consignan tam-
bién raciones a trabajadores junto con sus niños. Los casos de Ḫarbe 92.G.127 y
92.G.172, ligados al sector de la construcción551, son paradigmáticos en este
sentido552. Lamentablemente, y si bien se dividen en familias, al igual que los

546 Hasta el momento hay documentadas ciento cuarenta y siete documentos casitas de

raciones alimentarias (Tenney, Life at the Bottom, 24). Gran parte de ellos permanece inédita.
547 La creciente urbanización, con el consiguiente incremento de la clase artesanal y

la distribución de tierras, resultado de las invasiones amorritas, crearon una nueva clase
de campesinado que se articulaba de manera menos centralizada. Así, las distribuciones
de raciones alimentarias por parte del palacio o templo dejan lugar a la producción a
nivel local, especialmente en la región babilonia post-casita. Al respecto véase en general
Ignace J. Gelb, “The Ancient Mesopotamian Ration System”, JNES 24 (1965): 230–43
(esp. p. 243).
548 Cf. Tenney, Life at the Bottom, 25 y n. 49.
549 Para los diferentes tipos de listas de raciones alimentarias para el Nippur casita

véase ibíd., 23–31.


550 Véanse las principales semejanzas y diferencias entre el sistema de raciones de Ur

III y el mesobabilónico en la comparativa expuesta en la tabla 13 (§5.5).


551 Todas las familias de estos documentos mesoasirios están encabezadas por un

DÍM (ac. bānû), “constructor”.


552 Ambos documentos se refieren a las mismas familias, pero en momentos diferen-

tes. No podemos conocer con exactitud cuánto tiempo hay entre ambos textos, puesto
136 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

ejemplos mesobabilónicos, en estos casos no se puede analizar la cantidad que


recibía cada niño553. La razón es simple: la asignación de comida no se realiza
nominalmente, sino que se confiere a cada familia un determinado número de qû
que ellos mismos (¿el padre de familia?) se encargarían de repartir. Así, y aunque
no podamos hacer un seguimiento pormenorizado de lo que recibiría cada niño,
al menos sí que se constata que la terminología diferencia a los pequeños por el
grado de edad, como veremos más adelante (§5.3).
También contamos con listas de distribución de raciones de grano en la do-
cumentación de Nuzi, especialmente en el archivo de Šilwa-Teššub. Esta
documentación, estudiada hace décadas por Wilhelm554, muestra que los traba-
jadores de menor categoría de edad —ṣuḫārū y ṣuḫārātu— recibían menor
cantidad de grano que los adultos555, si bien no conocemos la función laboral
que desarrollaban.
En varias listas de personas vendidas también se consignan niños entre
los sujetos. Debido a las características de esta documentación, susceptible de un
análisis más pormenorizado, estudiaremos las ventas de niños en un capítulo apar-
te (§6). Baste decir aquí que este tipo de textos es característico de la Babilonia
casita, aunque en otros lugares periféricos, como en Emar, también encontraremos
ventas de niños conjuntamente, si bien con formato textual distinto556.
Los documentos con los que contamos al respecto son los siguientes:

que la datación de 92.G.127 se encuentra dañada (ll. 61–62). Sin embago, el lapso tem-
poral entre los dos documentos no sería muy amplio, puesto que los individuos listados
coinciden por regla general en sus denominaciones por edad. Sobre estos textos véanse
Cord Kühne, “Mittelassyrisches Verwaltungsarchiv und andere Keilschrifttexte”, en
Winfried Orthmann (ed.), Ausgrabungen in Tell Chuēra in Nordost Syrien I: Vorbericht über die
Grabungskampagnen 1986 bis 1992, Vorderasiatische Forschungen der Max Freiherr von
Oppenheim-Stiftung 2 (Saarbrücken: Saarbrücker Druckerei und Verlag, 1995), 221–25;
Stefan Jakob, Die mittelassyrischen Texte aus Tell Chuēra in Nordost-Syrien, Vorderasiatische
Forschungen der Max Freiherr von Oppenheim-Stiftung 2, III (Wiesbaden: Harrasso-
witz, 2009), 99–102.
553 El mismo caso de Ḫarbe lo encontramos en documentos mesobabilónicos de

Dūr-Katlimmu sobre distribución de raciones alimentarias, en las que se consigna el total


entregado a cada familia. Véase por ejemplo el texto BATSH 18 55, ejemplar en este
sentido, ya que presenta hasta ocho unidades familiares en las que aparece algún menor
(cf. Salah, Die Mittelassyrischen, 233–36).
554 Gernot Wilhelm, Das Archiv des Šilwa-Teššup. Heft 2: Rationenlisten I (Wiesbaden:

Otto Harrassowitz, 1980); Das Archiv des Šilwa-Teššup. Heft 3. Rationenlisten II (Wiesbaden:
Otto Harrassowitz, 1985).
555 Sirva como ejemplo el documento HSS 14 638 (cf. Brigitte Lion, “Male and Fe-

male Palace Servants in the Kingdom of Arraphe”, Orient 51 [2016]: 72). Sobre las
referencias a niños en las listas de raciones alimentarias de Nuzi, cf. ibíd., 72–73.
556 Lo mismo ocurrirá con el caso del texto casita de Babilonia B.143 + B.227.
Infancia y esclavitud 137

Total
Nippur Babilonia Emar
textos
(8) BE 14 7, PBS 8/2 162,
(4) E6 118, 217 (216,
MUN 8, PBS 13 64 + (1) B.143 +
218, 219, 220), 212, 13
MUN 9, Ni. 1574, 1854, B.227
AuOr 5/11
6192, 6558
Tabla 7. Fuentes del Bronce Reciente de ventas de niños conjuntamente557

Otra fuente del Bronce Reciente en la que aparecen niños esclavos son las
listas de trabajadores forzados. Esta designación, de carácter general,
engloba otro tipo de listas, como de raciones alimentarias o ventas de niños
conjuntamente. Sin embargo, determinados documentos, de nuevo característi-
cos del Nippur mesobabilónico558 y en menor medida de Dūr-Enlilē559, se
limitan a hacer una relación de trabajadores adultos y niños, clasificándolos a
través de criterios como el sexo, la edad, actividad profesional560 o las condicio-
nes físicas561.

557 Para la distinción entre el número de adultos y niños vendidos, cf. tabla 14.
558 El abanico cronológico de las listas mesobabilónicas de trabajadores forzados
comprende ochenta y nueve años: desde el año 13.º de Kurigalzu II hasta el 1.º de Kašti-
liašu IV (esto es, de 1320 hasta 1232 a. C., ambos años incluidos). Sobre la cronología del
corpus véase Tenney, Life at the Bottom, 42–43.
559 Cf. van Soldt, Middle Babylonian Texts.
560 Sobre las actividades llevadas a cabo por los trabajadores forzados de Nippur, y en

menor medida de Dür-Enlilē, véase Daniel Justel, “Middle Babylonian Terminology related
to Workforce”, en García-Ventura, A. (ed.), What’s in a name? Terminology related to work force
and job categories in the ancient Near East, AOAT 440 (Münster: Ugarit-Verlag, en prensa).
561 Dichos textos rondan el medio millar (Tenney, Life at the Bottom, 8). Otros aspectos

que se consignan son: nombres personales, relaciones familiares con demás trabajadores,
último lugar de residencia conocido, origen geográfico, etc. Tenney ha tratado reciente-
mente la cuestión de las listas mesobabilónicas de trabajadores forzados. Diferencia entre
“listas simples”, cuando tras los nombres de los trabajadores no se incluye su ración ali-
mentaria, y las “listas de raciones”, cuando sí se hace (ibíd., 9). Sobre los trabajos forzados
en el Nippur mesobabilónico véase un breve esbozo en John A. Brinkman, “Forced La-
borers in the Middle Babylonian Period”, JCS 32 (1980): 17–22. Para profundizar en las
diferentes clasificaciones de trabajadores véase Brinkman, “Sex, Age, and Phisycal Condi-
tion Designations”. Sobre los artesanos casitas en general, y desde una perspectiva en
relación a su itinerancia, véase Danielle Deheselle, “Meuniers et brasseurs kassites, tra-
vailleurs itinérants”, Amurru 3 (2004): 273–85. Por último, hay que señalar que las
numerosas listas de trabajadores forzados del Nippur casita provienen de archivos bien
definidos. Por ello no debemos caer en una generalización a la hora de interpretar el
fenómeno, siendo peligroso conferir a este corpus la cualidad de representativo de toda la
138 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Algunos autores, como Brinkman562, ponen en duda el grado de esclavitud


al que estarían sometidos estos trabajadores forzados563. Sin embargo, y como él
mismo acepta, al menos la condición de “no libres” es evidente, ya que los textos
aluden frecuentemente a casos de huidas, muertes, compra-ventas de personas,
gente encadenada, etc.
Estas listas, que consignan individuos controlados por el gobernador de la
provincia de Nippur, tienen un formato heterogéneo564 y siempre están organi-
zadas en grupos con un supervisor a la cabeza. Se encuentran generalmente
divididas en familias, y pueden hacer referencia tanto a un pequeño grupo como
a grandes entidades familiares, incluso con más de una esposa/madre565. En
algunos de estos conjuntos aparecen uno o varios niños, cuya edad se puede
definir y precisar a través de terminología específica (§5.3) y cuyas relaciones
sanguíneas se anotan566. Como veremos, los niños conformarían una fuerza de
trabajo tan pronto como sus aptitudes físicas les permitieran ser explotados567,
por lo que es esta una de las fuentes más importantes del Bronce Reciente para
estudiar el fenómeno de la esclavitud infantil.
En la tabla 8 se exponen los niños consignados en las listas mesobabilónicas
de trabajos forzados568:

región Babilonia e incluso del Nippur de la época. En este sentido véase Brinkman, “Sex,
Age, and Phisycal Condition Designations”, 8, n. 51.
562 “Forced Laborers”, 21.
563 Brinkman habla de la imposibilidad de asignar un término moderno (inglés) a la

realidad que vivieron estos antiguos trabajadores.


564 Sobre el formato de dichos documentos, véase en general Tenney, Life at the Bot-

tom, 9–12.
565 Es el caso del inédito Ni. 2793, en el que un hombre mayor tiene dos mujeres,

asimismo ancianas, que han tenido numerosos hijos (ibíd., 90). Este texto incluye seis
familias distintas (ibíd., 148, n. 5), y a pesar de su mal estado de conservación se estima
que consignaría a más de doscientos cincuenta trabajadores en total (Brinkman, “Forced
Laborers”, 17). Sobre otros casos de poliginia a partir de la documentación de trabajado-
res forzados de Nippur, cf. CBS 7092+, UM 29-15-292. Para el tema en Ugarit, véase la
reflexión en Josué Javier Justel, “Is Poliginy Attested in the Administrative Texts from
Ugarit?”, UF 40 (2008): 445–52.
566 Véase por ejemplo el documento inédito CBS 3650 (colación personal): rev. i’ 7’:

[NP] DUMU.GABA DUMU.A.NI (“[NP], niño de pecho, su hijo”); rev. i’ 8’: [NPF]
DUMU.SAL.GABA DUMU.SAL.A.NI (“[NPF], niña de pecho, su hija”).
567 Incluso desde su condición de lactantes (cf. Daniel Justel, “Niños lactantes en las

listas de trabajadores forzados de Nippur durante la época mesobabilónica”, en Bernabé


Pajares y Álvarez Pedrosa, Orientalística, 233–47).
568 Para precisar su edad con más detalle véase la tabla 10 en §5.3. Con la excepción

de BE 14 58, todos los demás documentos de la tabla 8 permanecen inéditos. Cabe seña-
lar la posibilidad de que los textos CBS 3472 y CBS 13455 se refieran a la misma familia,
pero consignadas sus características momentos diferentes. Para esta cuestión, difícil de
Infancia y esclavitud 139

Número de niños
Texto
(recién nacidos-adolescentes)
BE 14 58
18
y UM 29-15-760
BE 14 142 1
CBS 3472 17
CBS 3650 3
CBS 7752 2
CBS 8558 2
CBS 11505 7
CBS 11969 2
CBS 13455 6
Ni. 177 ¿1?
Ni. 890 1
Ni. 1066 + 1069 12
Ni. 1574 2
Ni. 2793 10
Ni. 5989 2
Ni. 6192 2
Ni. 6208 1
Ni. 6444 4
Ni. 6816 4
UM 29-15-292 2
UM 29-15-298 1

Tabla 8. Número de niños en las listas mesobabilónicas de trabajadores forzados

Al igual que en otras épocas (cf. §5.5), en el Bronce Reciente encontramos


listas de deportaciones de prisioneros de guerra en las que, junto con adultos,
aparecen niños. Sin duda es la documentación mesoasiria la que para esta época

dilucidar, habida cuenta del desconocido lapso temporal entre ambos documentos y su
fragmentario estado de preservación, véase Jonathan S. Tenney, “Additions and Correc-
tions to Jonathan S. Tenney, Life at the Bottom of Babylonian Society, CHANE 51. Leiden:
Brill, 2011”, NABU 2015.43, 63–64.
140 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

más nos informa acerca de tal fenómeno. El monarca Tukultī-Ninurta I (1244–


1208 a. C.) llevó a cabo una empresa tan importante como la construcción de
una nueva ciudad, centro administrativo con su propio nombre (Kār-Tukultī-
Ninurta). La mano de obra para tamaña iniciativa debía ser, pues, cuantitativa-
mente ingente. El rey asirio empleó para ello, entre otros, población deportada
de origen casita o hurrita, además de esclavos procedentes de Idu, Nairi o ámbi-
tos como Arrapḫe y Kilizu569. Ciertos documentos reflejan unas condiciones
pésimas de estos deportados, como los šelenāiu, procedentes de Šelenu570.
Freydank habla de una tasa de mortalidad del 17% en un período de un mes
para los casi mil deportados šelenāiu, trabajadores que sufrirían castigos, falta de
alimento y labores forzadas571.
El documento de deportaciones mesoasirias que más luz arroja sobre los ni-
ños es VAT 18087+, procedente de Kār-Tukultī-Ninurta y datado en época de
Tukultī-Ninurta I572. Se trata de una lista en la que se enumeran doscientos seis
hurritas deportados a la nueva capital asiria. Hasta veitisiete familias son consig-
nadas con el padre (o viuda) a la cabeza573, aportándose, al igual que en las listas
de trabajadores forzados mesobabilónicas, una clasificación por edad y sexo,
además de otras características como las capacidades profesionales de niños y
adultos, la mayoría de los cuales son constructores.
Los niños son designados de distinta manera, según su edad, y con sus seten-
ta y ocho casos representan casi el 40% de todos los deportados hurritas574. La
proporción de bebés recién nacidos es de un 15,38% respecto a los demás niños
y de un 5,83% en relación a todos los deportados575. En cuanto al sexo de los

569 Sobre estas cuestiones véase en general el estudio de Jaume Llop Raduà (Aportació

a l’estudi de les relacions polítiques i militars entre Assíria i Babilònia durant la segona meitat del segon
mil.leni a.C., Tesis Doctoral inédita [Barcelona: Universidad de Barcelona, 2001], 245ss),
junto con la abundante bibliografía desplegada.
570 Khaled Nashef, Die Orts- und Gewässernamen der mittelbabylonischen und mittelassyrischen

Zeit, RGTC 5 (Wiesbaden: L. Reichert, 1982), 246.


571 Freydank, “Zur Lage der deportierten Hurriter in Assyrien”. De los novecientos

ochenta y siete trabajadores, ciento sesenta y siete habrían muerto en las primeras sema-
nas tras la deportación.
572 El texto, publicado asimismo en VAS 21 6, fue estudiado hace más de tres déca-

das por Freydank (ibíd.).


573 Ibíd., 92–98.
574 Así pues, y en términos proporcionales, el porcentaje de niños con respecto a

adultos es similar al que encontramos en las seis ciudades que sufrieron la deportación de
sus gentes a manos del rey Zimrî-Lîm de Mari (1763 a. C.) (§5.5). Basándonos en el estu-
dio de Lion (“Les enfants des familles déportées de Mésopotamie du nord à Mari en ZL
11’”, KTEMA 22, 1997, 113), el porcentaje de pequeños para estos casos son: Ḫurwaš:
36,26%; Širšiphi: 46,60%; Eqlum-bana: 42,96%; Till-abna: 35,33%; Ṣidqan: 33,33%;
Till-badi: 42,17%.
575 Lion, “Les enfants”, 114.
Infancia y esclavitud 141

niños, hay una preponderancia de varones sobre a las mujeres576, lo que se pue-
de poner en relación con la diferencia de edad al casarse577. Un aspecto que
merece la pena subrayar es la poligamia que se aprecia en varias de estas fami-
lias. La mayoría de los padres de familia tienen una sola esposa, oscilando su
descendencia entre ninguno y cinco hijos por mujer578. En otras ocasiones estos
cabezas de familia aparecen con más mujeres, hasta cinco579.
Junto a este documento, hay otros textos mesoasirios que nos informan asi-
mismo sobre la práctica de deportar niños. KAJ 180, por ejemplo, habla de
varios pequeños deportados, desde aprendices adolescentes hasta niños recién
nacidos.
Como analizaremos más adelante, estos documentos mesoasirios arrojan luz
de manera considerable sobre el papel de los niños en las listas de deportados del
Bronce Reciente. Además, dichos casos apenas han sido puesto en relación en la
historiografía moderna con otros textos similares, como las listas mesobabilóni-
cas de trabajadores forzados, por lo que un análisis en el mismo sentido es
totalmente novedoso.
Por último, haremos referencia al texto de Ugarit KTU 4.102, escrito en
lengua ugarítica por medio del alfabeto cuneiforme, que probablemente haga
referencia al fenómeno de las deportaciones. El texto presenta un elenco de
mujeres y niños que tienen en común el topónimo chipriota Alašia580. Se trata de
un documento que ha recibido interpretaciones diversas581; recientemente, por
ejemplo, van Soldt piensa que estamos ante una lista de asignación de bienes
inmuebles582. Sin embargo, un texto aún inédito hallado en Ugarit trata de un
emisario del rey de Alašia que llega a Ugarit con el fin de obtener la liberación

576 Cincuenta y siete casos frente a trenta y cinco respectivamente.


577 Aspecto comentado a partir de este texto en §3.4 (en nota).
578 Los ejemplos más abundantes son los de una mujer con un hijo, lo que se repite

hasta en once familias.


579 Un caso con un solo hijo. Sobre la relación entre número de esposas y de niños

que nacieron de las mismas véase un cuado explicativo en Freydank, “Zur Lage der
deportierten Hurriter in Assyrien”, 101.
580 KTU 4.102: 31: […] URUa-la-ši-ia[ki]. Para las distintas categorías expuestas en el

texto véase Josef Tropper, “Elischa und die ‘große’ Frau aus Schunem (2 Kön 4,8–37)”,
KUSATU 3 (2001): 77.
581 Para las distintas interpretaciones del texto en la historiografía moderna véase

Kevin M. McGeough y Mark S. Smith, Ugaritic Economic Tablets. Text, Translation and Notes,
ANES Supp. 32 (Lovaina, Peeters, 2011), 40.
582 Wilfred H. van Soldt, “The City-Administration of Ugarit”, en Leonid Kogan y

Natalia Koslova y Sergey Loesov y Sergey Tishchenko (eds.), City Administration in the
Ancient Near East: Proceedings of the 53e Rencontre Assyriologique Internationale, vol. 2, Babel &
Bibel 5 (Winona Lake: Eisenbrauns, 2010), 258.
142 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

de chipriotas retenidos en Ugarit583. En este contexto, el texto KTU 4.102 po-


dría recoger una lista de mujeres y niños chipriotas que el rey de Ugarit habría
recibido como compensación por la ayuda prestada a Ḫatti en su conquista
(probablemente parcial) de Chipre584. Sin embargo, como señala Malbran-
Labat, aunque KTU 4.102 parece ser realmente un censo de familias, conviene
permanecer cautos acerca de la posible relación entre la mención de Alašia en la
última línea del texto y las personas mencionadas en el documento585.
TEXTOS QUE CONCIERNEN A NIÑOS INDIVIDUALMENTE
Al igual que haremos con las listas conjuntas de personas vendidas, en el siguien-
te capítulo (§6) analizaremos el fenómeno de las ventas de niños de forma
individual a partir del corpus del Bronce Reciente mesopotámico y sirio. Cita-
remos por ahora, al tratarse de una fuente para el estudio de la esclavitud, las
principales fuentes con las que contamos sobre los niños vendidos individual-
mente. Como en las largas listas de gente vendida, el ámbito mesobabilónico nos
proporciona determinante información al respecto. Además, no habrá una pre-
ponderancia radical del archivo de Nippur en este tipo de textos, al contrario de
lo que ocurre con las ventas conjuntas de niños, sino que el corpus casita de Ur
aportará asimismo una documentación valiosa, al igual que Tell Imliḥiye y la
propia Babilonia.
Sin embargo, es en el ámbito mittanio y en Siria donde se aprecia un corpus
de este tipo cuantitativamente mayor que en la Mesopotamia meridional. He-
mos recogido de estas dos realidades más de una decena de ventas de niños
vendidos individualmente. Además, las únicas ventas conjuntas de pequeños que
conocemos para dichos ámbitos son los contratos emariotas E6 118, E6 212, E6
217 y AuOr 5/11, que realmente poseen el mismo formato que las ventas indi-
viduales, sin estar formados por listas de vendidos.
Así pues, las fuentes con las que contamos para el fenómeno de ventas de un
solo niño o niña son las siguientes:

583 En este sentido véanse Juan Pablo Vita, El ejército de Ugarit, Banco de datos filoló-

gicos semíticos noroccidentales 1 (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones


Científicas, 1995), 108 y n. 7; Florence Malbran-Labat, “Nouvelles données épigraphi-
ques sur Chypre et Ougarit”, en Report of the Department of Antiquities (Nicosia: Report of the
Department of Antiquities. Nicosia: Department of Antiquities of Cyprus, 1999), 122.
584 Cf. Albrecht Alt. “Bemerkungen zu den Verwaltungs- und Rechtsurkunden von

Ugarit und Alalach”, WO 3, Heft 1/2 (1964): 3–18.


585 Florence Malbran-Labat, “Alašiya et Ougarit”, Res Antiquae 1 (2004): 369–70.
Infancia y esclavitud 143

Archivos mit-
Babilonia Siria
tanios
Tell Total
Tutt
Ur Nippur Im- Babilonia Nuzi Alalaḫ Emar tex-
ul
liḥiye tos
(5) EN
(9) 9/1
UET 409, (4) E6
7 1, HSS 7, E6
(4) (1)
2, 21, 19 125, 83,
MRW (1) KT
22, HSS (2) AlT ASJ 26
H 1, 7, BaM T
23, 19 115, 69, 70 10/E,
BE 14, 13/1 382
24, YBC Hir
1, 128a
25, 5143, 20
26, BM
27 17600
Tabla 9. Fuentes del Bronce Reciente de ventas de niños individualmente

En el Próximo Oriente antiguo un niño esclavo podía ser adoptado, e inclu-


so uno libre también podía entrar en la esfera de la esclavitud tras el contrato de
adopción. Aunque este fenómeno no constituya la norma general, poseemos
ejemplos del Bronce Reciente en este sentido, especialmente en el archivo de
Nuzi586. Los documentos nuzitas JEN 571, JEN 572 y HSS 5 57 apuntan a que
los pequeños adoptados pasarían a considerarse siervos de sus nuevos padres
adoptivos, aunque las fórmulas empleadas en la adopción fueran las canónicas:
ana mārūti nadānu, “entregar en estatus de hijo”587. Además, la condición de teje-
dor del joven Naniya adoptado en JEN 572 podría guardar relación con el

586 Como el comentado AASOR 16 39 (cf. Lion y Abrahami, “L’archive de Tulpun-

naya”, 40, y en este estudio §4.4). Para la expresión acadia ana ardūti nadānu, “entregar en
estatus de esclavo”, en el archivo de Nuzi, véanse por ejemplo los documentos G 12: 32;
HSS 9 24: 21. Sobre terminología específica relacionada con la esclavitud en Nuzi cf.
Aapeli Saarisalo, New Kirkuk Documents relating to Slaves, StOr 3 (Helsinki: Societas Orienta-
lis Fennica, 1934), 93–94. El corpus emariota también presenta casos en los que los
adoptados son esclavos. Véanse dos ejemplos en AuOrSI 41 (esp. ll. 36-37) y E6 91 (Josué
Javier Justel, “Remarks on Inheritance and Adoption in the Middle Euphrates during the
Late Bronze Age”, NABU 2008.2).
587 JEN 571: 3–4: a-na ma-ru-˹ti˺ in-din, “ha entregado en adopción”; JEN 572: 3, 5:

a-na ma-˹ru˺-ti it-ta-din, “entregó en adopción”; HSS 5 57: 3–4: a-na ma-ru-ti SUM-un, “ha
entregado en adopción”. Sobre las fórmulas de adopción en la documentación de adop-
ciones infantiles del Bronce Reciente véase §4.3. Para todo el Próximo Oriente antiguo cf.
Justel, “Adopciones infantiles”, 105–7.
144 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

mundo de la esclavitud infantil. Por su parte, la pequeña Warḫa-zizza, dada en


adopción matrimonial en el también documento de Nuzi JEN 437, es entregada
ana kallūti (“en estatus de kallatu”) a Teḫip-Tilla588, y éste debería darla ana aššūti
(“como esposa”) a cualquiera de sus esclavos (de él)589. La niña es designada por
medio del sustantivo ṣuḫārtu, “esclava (joven)”590.
Sea como fuere, el mecanismo jurídico de la adopción encamina general-
mente al propio adoptado hacia un ámbito distinto al de la esclavitud. Un
ejemplo paradigmático es el documento casita BE 14 40 (Nippur, 1312 a. C.),
adopción de una joven (SAL.TUR), posiblemente con fines religiosos, en la que
se expresa que la adoptada no podría en ningún caso pasar a ser esclava en el
futuro591. El fenómeno por el cual un adoptado pasa a ser esclavo es, por tanto,
excepcional.
La esclavitud por deudas constituye una fuente cuantitativamente nu-
merosa a la hora de analizar la esclavitud en el Próximo Oriente antiguo (§5.5).
Multitud de familias se endeudaban tan gravemente que pasaban a formar parte
del patrimonio del prestamista. Así, junto con los adultos deudores entraban en
servidumbre —temporal o no— sus hijos592.
La documentación mesobabilónica no es prolija en textos que nos informen
al respecto. Solamente los inéditos CBS 11106 y Ni. 2885 pueden hacer referen-
cia al fenómeno. Si bien sobre el primero la posibilidad de que fuera joven es
solo una opción593, el último tiene aparentemente que ver con una niña. Una
mujer, Ātamar-qāssa, fue vendida durante el reinado de Kadašman-Turgu

588 JEN 437: 1-5: mtu-ul-pí-še-˹en˺-ni / DUMU el-ḫi-ip-LUGAL ù a-ḫa-as-sú / fwa-ar-

ḫa-zi-iz-za / a+na ka-al-lu-ti a+na mt[e-ḫ]i-ip-til-la / DUMU pu-ḫi-še-en-ni S[U]˹M˺-[i]˹n˺


(“Tulpi-šenni, hijo de Elḫip-šarri, ha [entre]gado a su hermana Warḫa-zizza como kallatu
a T[eḫ]ip-Tilla”).
589 JEN 437: 6–7: ù mte-ḫi-ip-til-l˹a˺ (a-na) ÌR.MEŠ-šu / ga14ab-bi-˹im˺-ma a+na aš-šu-ti

SUM-in (“Y Teḫip-Tilla deberá entregar(la) ˹a˺ cualquiera de sus esclavos como esposa”).
590 JEN 437: 12: ṣú-ḫa-ar-tù. Transcripciones de JEN 437 basadas en colación de J. J.

Justel (Oriental Institute, agosto de 2010).


591 BE 14 40: 6–8: “Tanto si (la adoptante) la entrega a un marido, como si le hace
¿prostituta?, no le hará esclava” (šum-ma a-na mu-˹tim˺ i-nam-din-ši / šum-ma ḫa-ri-mu-ta ip-

pu-us-si / GEMÉ-sa ú-ul i-ša-ka-an). Sobre las causas religiosas para adoptar niños en el
Próximo Oriente antiguo véase Justel, “Adopciones infantiles”, 135–37. Sobre este do-
cumento véase asimismo Justel, “Un cas de justification”.
592 Sobre los niños en el contexto de esclavitud por deudas para todo el antiguo

Oriente véase Garroway, Children, 113–40.


593 Véase §5.4. En CBS 11106 se presenta a Rabâ-ša-ilī, un hombre de edad inde-

terminada, confinado en una prisión de Nippur tras huir del ambiente donde sufría
trabajos forzados y ser posteriormente capturado en Abu, en las proximidades de Nippur.
Su padre, Kittatu, lo libera, constituyéndose en su garante. Tenney (Life at the Bottom, 128)
interpreta como posibilidad que se trate de un caso de esclavitud por deudas, si bien la
cuestión no es completamente evidente (cf. n. 202).
Infancia y esclavitud 145

cuando era menor594. Décadas después, y a instancias de su hermana, fue libera-


da mediante un decreto zakûtu del rey Šagarti-Šuriaš. Dicho decreto liberaba a
todas las mujeres nacidas libres en Nippur, como era el caso de Ātamar-qāssa.
¿Entró esta mujer, siendo pequeña, en la esclavitud debido a las deudas de sus
padres? Podría ser una opción, como interpreta Tenney595, si bien no lo podría-
mos afirmar con total seguridad.
Los ejemplos más claros de esclavitud infantil por deudas de sus padres pro-
vienen del ámbito mittanio y la Siria del Bronce Reciente. En el primer caso, y
siempre provenientes del archivo de Nuzi, encontramos numerosos ejemplos de
ṭuppi tidennūti, contratos anticréticos por los cuales el deudor consiente que su
acreedor disfrute de los frutos que le entrega hasta que la deuda quede salda-
da596. Dichos frutos podían ser bienes inmuebles o personas, y la producción de
la tierra o el trabajo del individuo constituirían el interés de la deuda. Cuando
esta era saldada, dicha persona quedaba libre. Así pues, el individuo “entregado
en tidennūtu”597 entraba en un estatus de servidumbre, me manera —al menos
teóricamente— temporal. En ocasiones los deudores entraban voluntariamente
en tidennūtu, si bien en otros casos entregaban a tal efecto a sus hijos. Hace déca-
das Eichler identificó diecinueve de casos de este fenómeno598. A ellos hay que
añadir algún documento publicado posteriormente599.
Sobre la documentación de Siria, el texto emariota E6 205, por ejemplo,
presenta un caso en el que un hombre, deudor de 25 siclos, fallece, y sus dos
hijos pasan automáticamente a ser esclavos del prestamista600. Por su parte, J. J.

594 Según la hipótesis defendida por nosotros (cf. §6.2).


595 Tenney, Life at the Bottom, 128.
596 Sobre los contratos ṭuppi tidennūti / titennūti véanse especialmente Barry L. Eichler,

Indenture at Nuzi: The Personal tidennūtu Contract and its Mesopotamian Analogues, Yale Near
Eastern Researches 5 (New Haven: Yale University Press, 1973); Gregory D. Jordan,
“Usury, Slavery, and Land-Tenure: The Nuzi tidennūtu Transaction”, ZA 80 (1990): 76–
92. El término tidennu haría referencia a la persona o propiedad que pasaba a ser contro-
lada por el acreedor (Justel, Mujeres y Derecho, 203).
597 Esto es, “en estatus de tidennu”.
598 Junto con estos casos inventoriados por Eichler (Indenture at Nuzi, 34–35) se en-

cuentran ejemplos en los que el deudor se entrega a sí mismo o a otra persona que no
sean sus hijos (hermanos, hermanas o esclavos).
599 Cf. por ejemplo EN 9 10, EN 9 11. En este sentido es interesante el estudio de

BM 102353, documento de anticresis de Nuzi en el que Nai-šeri, esclavo de Zike, entrega


una muchacha a Tae e Ipša-ḫalu. En compensación, Tae entra en el hogar de Nai-šeri en
calidad de tidennu por un período de dos años. Sobre este documento véase Justel y Justel,
“An Unpublished Nuzi-Type Antichretic Loan Contract”.
600 Este documento, proveniente de Emar, ofrece un caso sumamente gráfico, en el

que se litiga sobre la liberación o no de los dos huérfanos. Al respecto véase Raymond
Westbrook, “Slave and Master in Ancient Near Eastern Law”, en James Lindgren y
146 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Justel enumera hasta cuatro documentos de Emar en los que una mujer pasó a
ser esclava por las deudas de sus padres: RE 67, Hir 36, ASJ 10/A y E6 217601.
Especialmente en este último podemos evaluar la edad de los cuatro niños que
entran en una condición de esclavitud tras la incapacidad de sus progenitores
para saldar las deudas602.
Por último, y al igual que señalaremos para el Próximo Oriente antiguo en
general (§5.5), la documentación del Bronce Reciente es escasa en referencias a
niños nacidos esclavos. El hijo de dos siervos era automáticamente conside-
rado esclavo. La documentación mesobabilónica de trabajos forzados permite
afirmar que la descendencia de un hombre libre y una mujer esclava se incorpo-
raba asimismo a la población servil603. El contexto de cada documento es el que
generalmente aporta más pistas para evaluar si un niño nació o no esclavo.
Sin embargo, en otras ocasiones los textos explicitan la condición de siervo
de una persona desde su nacimiento. Por ejemplo, los documentos casitas inédi-
tos CBS 11978 y Ni. 2228 listan respectivamente ciento cincuenta y seis y veinte
personas nacidas en familias de trabajadores forzados y denominadas ildu, “des-
cendencia”604. El caso de Ni. 2228 es relevante, ya que estos individuos no solo
son recién nacidos605, sino también niños pequeños606 e incluso adolescentes607.
Aunque no poseamos demasiados documentos que lo evidencien, todo apunta
a que la esclavitud desde el nacimiento sería cuantitativamente la mayor fuente
para estudiar el fenómeno también en el Bronce Reciente. Los textos que hemos
tratado hasta aquí constituyen un escaso porcentaje de la totalidad de esclavos, por
lo que es tentador imaginar que el resto lo serían desde su nacimiento608.
CONSIDERACIONES EN TORNO A LAS FUENTES
A partir del género documental al que se adscriban, las fuentes que nos informan
sobre los niños esclavos en el Bronce Reciente son heterogéneas. Esta amplitud

Laurent Mayali y Geoffrey P. Miller (eds.), Symposium on Ancient Law, Economics & Society.
Part II, CKLR 70 (Chicago: Chicago-Kent Law Review, 1995), 1651.
601 Justel, La capacidad jurídica, 236–37.
602 Sobre dicho texto y la cuestión de la edad de los pequeños esclavos cf. §6.4.
603 Tenney, Life at the Bottom, 127. Cf. en este sentido el documento legal casita Ni.

2885, en el que el dueño de una mujer que fue esclava pretende casarse con ella y que sus
hijos fueran libres, por lo que en principio debían ser esclavos (cf. §4.4).
604 Brinkman, “Forced Laborers”, 22 y n. 68; Tenney, Life at the Bottom, 115. Ade-

más, ninguno de estos dos documentos se halla en perfecto estado de conservación, por lo
que faltarían otras personas denominadas ildu.
605 Por ejemplo, Ni. 2228: 14: DUMU GABA (caso de mdan-nu-mu-u-šu).
606 GURUŠ.TUR.TUR (ibíd., 114, n. 123).
607 Por ejemplo, Ni. 2228: 13: GURUŠ.TUR (caso de mi-na-É.SU.GAL-mil-ku).
608 Es la tesis que plantea Brinkman (“Forced Laborers”, 22) para la documentación

casita, donde los niños vendidos o los prisioneros de guerra constituyen apenas veinte
ejemplos en relación a los más de 12.000 textos conservados para la época.
Infancia y esclavitud 147

temática, donde encontramos textos sobre deportaciones, ventas, adopciones,


raciones alimentarias, etc., responde sin duda a una práctica común y extensa-
mente generalizada. La complejidad resultante se plasma en una variedad de
documentos al respecto.
En todos los ámbitos geográficos analizados encontramos textos que eviden-
cian la relación entre infancia y esclavitud. Si bien acudiremos a todos ellos a la
hora de tratar una cuestión u otra, son las listas mesobabilónicas de Nippur de
trabajadores forzados las que en términos generales se pueden considerar el hilo
conductor del presente capítulo. Dada la cantidad y calidad de estas fuentes
casitas, en su inmensa mayoría todavía inéditas, podremos comprobar la reali-
dad de los niños esclavos desde cuestiones como el trabajo, la alimentación, la
mortalidad o su condición jurídica. En paralelo a ellas, los textos de Asiria, Mit-
tani y Siria también nos informarán sobre esta cuestión.
5.3. TÉRMINOS Y EXPRESIONES
En el siguiente subapartado nos referiremos a la principal terminología emplea-
da en los textos que nos informan sobre niños esclavos en el Bronce Reciente.
Sin embargo, antes de adentrarnos en dicha empresa nos parece conveniente
distinguir dos conceptos de fondo que no se plasman con precisión a nivel ter-
minológico ni en sumerio ni en acadio. Se trata de dos realidades sociales, con
sus consiguientes implicaciones jurídicas, y relacionadas ambas con el ámbito de
dependencia personal: la esclavitud y la servidumbre. Sendos conceptos reciben
distinta nomenclatura en varias lengas modernas609, pero no así en sumerio o
acadio, donde el vocabulario para referirse a un esclavo y a un siervo es idéntico.
Es nuestra tarea analizar cada caso por separado, atendiendo a criterios en este
caso legales para identificar a cual de los dos ámbitos se refiere el ejemplo en
cuestión610.
La diferencia principal entre ambos conceptos tiene una base jurídica: los
esclavos se encuentran a nivel legal en una situación inferior a la de los siervos.
Estos últimos, aun siendo dependientes como los primeros, están capacitados
para activar mecanismos legales, como el matrimonio, la entrada de kallātu en
determinadas familias, etc. Así pues, poseen ciertas prerrogativas de las que los
esclavos carecen por completo, si no es en operaciones en las que el peso legal lo
tienen sus dueños, y los esclavos son contemplados siempre como objeto y no
sujeto del acto legal.

609 Respectivamente “siervo” y “esclavo”, véanse algunos ejemplos en inglés (serf y

slave), francés (serviteur y esclave), italiano (servo y schiavo), alemán (Leibeigene y Sklave), etc.
610 Generalmente, y debido precisamente a la dificultad que entraña distinguir niños

esclavos de niños siervos, la asiriología analiza ambas realidades conjuntamente. Véase un


reciente ejemplo al respecto en Garroway, Children, 141–58 (“The Slave and Hired
Child”).
148 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Esta división es apreciable en numerosos ejemplos del Bronce Reciente meso-


potámico y sirio, tanto en adultos como en niños dependientes. En las próximas
páginas intentaremos arrojar luz sobre esta cuestión, empleando en término “es-
clavitud” de forma generalizadora de la situación de dependencia jurídica, pero
precisando cuando sea necesario los casos en que se aprecie claramente que un
niño puede ser considerado más “siervo” que “esclavo” o viceversa.
Los primeros términos sumerios para designar a los esclavos tienen su ori-
gen en los prisioneros de guerra traídos de territorios extranjeros montañosos.
Así, el sumerograma ÌR, “esclavo”, está compuesto por LÚ y KUR, “hombre de
la montaña”, al igual que GEMÉ, “esclava”, compuesto por SAL y KUR, “mu-
jer de la montaña”611.
En cuanto a los niños, las fuentes acadias emplean por regla general los tér-
minos ṣuḫāru (masc.) y ṣuḫārtu (fem.) para referirse tanto a niños libres como
esclavos. Teniendo presente este problema, en ocasiones solo el contexto de cada
documento podrá guiarnos hacia la interpretación conveniente612. Aún así, hay
que tener en cuenta determinadas expresiones o terminología específica relacio-
nada con la esclavitud. En el presente subapartado enumeraremos estos
aspectos, comentando las peculiaridades más relevantes de cada uno de ellos.
En los textos mesobabilónicos de ventas de niños, además de en casi todos
sus homólogos emariotas, se expresa el nombre propio de los pequeños vendidos
(§6.4). La documentación casita sigue siempre el mismo patrón: tras el nombre
personal se añade la expresión MU.NI(.IM), ac. šumšu, “(NP es) su nombre”613.

611 La cuestión de la terminología relacionada con la esclavitud en el Próximo Orien-

te antiguo fue analizada por Ignace J. Gelb (“Terms for Slaves in Ancient Mesopotamia”,
en Muhammad A. Dandamaev [ed.], Societies and Languages of the Ancient Near East: Studies in
Honour of M. Diakonoff [Warmister: Aris & Phillips Ltd, 1982], 81–98). Véanse otras refe-
rencias al respecto en Mendelsohn, Slavery, 1, 137, n. 4; Westbrook, “Slave and Master”,
1634; Robert K. Englund, “The Smell of the Cage”, CDL Journal 2009:4, 1–27; Wu
Yuhong, “The Earliest Slavery Documents from Mesopotamia”, Journal of Ancient Civiliza-
tions 24 (2009): 2; Manuel Molina, “Sklave, Sklaverei A. Im 3. Jahrtausend”, RlA 12
(2011): 562–64; Gebhard J. Selz, “Zu einer frühdynastischen Bezeichnung von “Un-
freien”: Ur(a)du(-d), eine Bemerkung zum “Haus-geborenen Sklaven”, NABU 2011.70.
612 Westbrook, “Slave and Master”, 1634–35. En muchas ocasiones, además, los

términos para designar a un niño esclavo son simplemente los sumerios DUMU y DU-
MU.SAL o sus equivalentes acadios māru y mārtu, “hijo” e “hija” respectivamente. De
nuevo será el contexto del documento el que nos dé la clave para interpretar la condición
jurídica de estos niños.
613 Teniendo en cuenta que la expresión MU.NE es una versión de la fórmula

MU.BI.IM, y es característica del período mesobabilónico tardío (John A. Brinkman,


“Assyrian Merchants at Dūr-Kurigalzu”, NABU 2001.73), sirvan como ejemplo los textos
casitas de Ur UET 7 2: 1–2: 1 LÚ.TUR Ù.TU kurkar-du-ni-ia-aš / mbu-un-ni-d30 MU.NE
(“Un joven muchacho, natural de Babilonia, de nombre Bunni-Sîn…”); y de Nippur BE
14 128a: 1–2: 1 SAL ṣe-ḫe-er-tu4 Ù.TU kurka-r[a-a]n-du-ni-ia-aš / ½ KÙŠ la-an-ša
Infancia y esclavitud 149

La relación entre esta fórmula sumeria y la esfera de la esclavitud ya fue


puesta de relieve por Schorr, quien defendió que la combinación entre la expre-
sión y el hecho de no mencionar la filiación serviría para designar a un
esclavo614. Por su parte, Szlechter cree que se trataría de una persona sin origen
servil, sino esclavizada615. Otros autores, aportando distintos matices pero en
una misma línea de interpretación, dan por buena la relación directa entre la
expresión y el fenómeno de la servidumbre616. Sin embargo, determinadas opi-
niones niegan la existencia de una conexión entre ambos aspectos617.
Sea como fuere, parece evidente el estatus servil de los niños vendidos indi-
vidualmente en la documentación mesobabilónica. La expresión MU.NI(.IM)
solo aparece en este tipo de contratos de ventas. Si a ello unimos características
relacionadas con textos sobre esclavos, como la habitual mención de su origen
geográfico, podemos afirmar, como hace la mayoría de autores, que el corpus
mesobabilónico de ventas de niños continúa la tradición mesopotámica ya cono-
cida en Ur III618: relacionar la expresión MU.NI(.IM) con el ámbito de la
esclavitud.
La terminología empleada en el Bronce Reciente para hacer referencia a los
niños esclavos sigue el mismo patrón que en otras épocas. Si bien se analizarán los
términos utilizados para designar a los pequeños en las ventas mesopotámicas y
sirias durante este período (§6.3), cabe señalar aquí la posibilidad de graduar la
edad de los niños a partir de las bien estructuradas listas de raciones y de trabaja-
dores forzados619. Estas últimas, analizadas hace décadas por Brinkman620, dividen
a los trabajadores tomando dos criterios básicos: la edad y las condiciones físicas
(muertos, ciegos, enfermos, etc.). Es el primer criterio el que nos da la clave para

f.dLAMMA-˹ú˺-a MU.UN.NE (“Una joven muchacha, natural de Ba[bi]lonia,½ codo es


su estatura, Lammas˹ū˺’a es su nombre…”. Lectura basada en colación personal.
614 Moses Schorr, Urkunden des altbabylonischen Zivil-und Prozess-rechts (Leipzig: J. C.

Hinrichs’sche Buchhandlung, 1913), 47.


615 Szlechter, Tablettes juridiques.
616 Véanse por ejemplo David, Die Adoption, 68–69; Obermark, Adoption, 92, n. 2; En-

glund, “The Smell of the Cage”, 19–20 y 19, n. 52.


617 Es el caso de Ellis, quien apunta que “there is in fact no evidence that the term

MU.NI.IM need at any time be taken as a certain indication of slave status or descent”
(Maria deJ. Ellis, “An Old Babylonian Adoption Contract from Tell Harmal”, JCS 27
[1975]: 139). Para este aspecto véase en general ibíd., 139–40. Sobre los nombres de los
niños esclavos en el antiguo Oriente véase en general, con bibliografía, Garroway, Chil-
dren, 148–49.
618 En archivos como Nippur, Ur, Wilayah, Umma o Girsu (cf. ejemplos concretos

en Englund, “The Smell of the Cage”, 20a).


619 Sobre la clasificación general, en términos de edad, que se realizó en los documen-

tos de raciones alimentarias en la antigua Mesopotamia, véase Stol, “Private Life”, 487a.
620 “Sex, Age, and Phisycal Condition Designations”, 2–4.
150 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

encuadrar a los niños, separándolos de los adultos e incluso precisando una franja
de edad u otra dentro del mismo grupo infantil. Los términos, generalmente re-
dactados en sumerio, excepto los casos de pirsu y pirsatu, son los siguientes621:
VARONES

(1) ŠU.GI, “anciano” (ac. šību). Está raramente atestiguado en estas listas, qui-
zás porque pocos sobrevivían a las duras condiciones impuestas por los
responsables de cada grupo.
(2) GURUŠ, “adulto” (ac. eṭlu). Normalmente es consignado como la cabeza de
familia.
(3) GURUŠ.TUR, “adolescente” (ac. batūlu). En ocasiones se les confieren las
mismas características que a los adultos (actividadaes, cantidad de raciones,
etc.), estando próximos a la adultez.
(4) GURUŠ.TUR.TUR, “niño”. Se desconoce su equivalente acadio, y no son
muy frecuentes en las listas mesobabilónicas de trabajadores forzados622. Según
Brinkman623, se refiere a un joven entre el destete y la adolescencia (esto, es, un
período muy laxo), si bien se podría solapar en el tiempo con los denominados
pirsu.
(5) pirsu, “bebé destetado”. Siempre saparece redactado de forma silábica (pir-su), y
se correspondería a un niño de unos tres o cinco años aproximadamente624.
(6) DUMU.GABA, “niño lactante” (ac. mār irti, lit. “hijo de[l] seno”). Se trata
de recién nacidos, aunque en ocasiones incluso a ellos se les otorgará una fun-
ción laboral625.

621 Para ampliar la siguiente enumeración, con ejemplos y peculiaridades, véase ibíd.
622 El largo texto BE 14 58, sin embargo, consigna hasta cuatro muchachos con esta
denominación: Nuska-kīna-uṣur (l. 9), Duqqin-ilī (l. 14), Lultamar-Nusku (l. 3’) y Rabi-
Nergal (l. 4’).
623 Brinkman, “Sex, Age, and Phisycal Condition Designations”, 3.
624 Coincidimos, por tanto, con la asignación aproximada de edad que propone

Freydank (“Zur Lage der deportierten Hurriter in Assyrien”, 103) para las ocurrencias de
pirsu en la larga lista mesoasiria VAT 18087+: “Junge oder Mädchen einer Altersklasse
zwischen 3 und 5/6 Jahren (?)”. Por su parte, Joannès (“La mention des enfants”, 121)
presenta para los casos del Harrân neoasirio una edad aproximada de dos a tres años
para pirsu (basándose en Fales, Censimenti, y Roth, “Age at Marriage”), si bien para época
neobabilónica encuadra en esa misma franja de edad a los lactantes (ša šizbi; Joannès, “La
mention des enfants”, 123). La denominación de pirsu está atestiguada desde el Bronce
Reciente mesopotámico, como los 4 LÚ.MEŠ pir-su del documento mesoasirio KAJ 180:
5. Véase un ejemplo posterior en la adopción neoasiria de un niño TCL 9 57 (l. 3: pi-ir-
su). Sobre este texto véase J. Nicholas Postgate, Fifty Neo-Assyrian Legal Documents (Warmins-
ter: Aris & Phillips Ltd., 1976), 112–14.
Infancia y esclavitud 151

MUJERES

(1) (SAL.)ŠU.GI, “anciana” (ac. šībtu). Aunque estas referencias no sean muy
comunes, y debido a la alta mortalidad de ancianos hombres, la presente cate-
goría se repite mucho más que su equivalente varón.
(2) SAL, “adulta” (ac. šinništu o sinniltu). Por idéntica razón, también este grupo
sería cuantitativamente mayor que el de GURUŠ.
(3) SAL.TUR, “muchacha adolescente” (ac. SAL ṣeḫertu). Basándonos en la ven-
ta de una niña BE 14 128a, interpretamos que la equivalencia acadia de
SAL.TUR, al menos en período casita626, es ṣuḫārtu (§6.3). Nótese, como apunta
Brinkman627, que en este sentido no está atestiguada la forma femenina de
batūlu (GURUŠ.TUR), batūltu, a lo largo de dicha documentación.
(4) SAL.TUR.TUR, “niña”. Al igual que GURUŠ.TUR.TUR, equivaldría a
una niña entre el destete y la adolescencia, y tampoco aquí contamos con mu-
chos ejemplos a lo largo de las listas628.
(5) pirsatu, “bebé destetada”. Al igual que pirsu, se redacta siempre silábicamente
(pir-sa-tu[m]), y no tiene equivalencia sumeria conocida629.
(6) DUMU.SAL.GABA, “niña lactante” (ac. mārat irti, lit. “hija de[l] seno”)630.

625 Encontramos ocurrencias de DUMU.GABA en multitud de textos. Sirvan como

ejemplos los cinco pequeños designados como tales en el inédito CBS 3472: Taklāku-ana-
Šuqamuna (anv. i’ 15’), Iddin-Adad (anv. i’ 16’), Kidin-Šuqamuna (anv. ii 8’), Kidin-
dNIN-x (rev. i’ 6’) y mx-x-[…] (rev. i’ 7’).
626 Véase la misma interpretación para el período neobabilónico en Radner, Die Neu-

assyrischen Privatrechtsurkunden, 149–52.


627 Brinkman, “Sex, Age, and Phisycal Condition Designations”, 4, n. 18.
628 El único claro lo constituye el caso de la pequeña Šarrat-ālīša, denominada

SAL.TUR.TUR en el texto inédito CBS 8558: 5’.


629 Si bien el término pirsu sirve generalmente para hacer referencia a los dos sexos,

como en los casos mesoasirios de deportaciones KAJ 180 (l. 9: SAL.MEŠ pir-˹su˺) y KAJ
251 (l. 5: SAL pi-ir-si), o de raciones 92.G.127 (l. 19: mna-al-ka-me-en-na DUMU-šu [p]ír-su
[varón]; l. 13: fnap-še-ri-um—mi […] pír-su [mujer]) y 92.G.172 (l. 45: mmuKAR-da-šur
DUMU-šu pír-su [varón]; l. 6: fim-[ma-te]-a-mar […] pír-su [mujer]) (véase asimismo la
explicación de Freydank [“Zur Lage der deportierten Hurriter in Assyrien”, 103] sobre el
término para dicha época: “Junge oder Mädchen”), en las listas mesobabilónicas también
encontramos el femenino que esperamos gramaticalmente, mediante el infijo –at, bajo la
forma pirsatu (cf. CAD P 412b). Apenas hay ejemplos de este sustantivo en los textos
casitas. Junto con algún caso de una sola ocurrencia (Ni. 6444, 6816, UM 29-15-292),
sirvan como ejemplos dos documentos inéditos: (1) Ni. 2793, con dos casos: Šallī-lūmur
(iv’ 9’) y f˹x-x˺-tum (iv’ 29’); (2) Ni. 1066 + 1069, donde encontramos cuatro pequeñas
denominadas de tal manera: Bēlet-sinnišāti (rev. i’ 13’), Šunuḫtu (rev. ii’ 11’), Dipārītu
(rev. ii’ 16’) y ˹x˺-pa-ni?-˹x˺-[…] (rev. ii’ 37’).
152 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

A continuación se expone el número de menciones a niños (desde el naci-


miento hasta la adolescencia) que encontramos en las listas casitas de
trabajadores forzados:

GURUŠ.TUR.TUR

DUMU.SAL.GABA
SAL.TUR.TUR

DUMU.GABA
GURUŠ.TUR

SAL.TUR

pirsatu
pirsu
BE 14 58 (+UM 29-15-760) 3 3 4 2 6
BE 14 142 1
CBS 3472 5 3 5 4
CBS 3650 1 2
CBS 7752 1 1
CBS 8558 1 1
CBS 11505 2 2 2 1
CBS 11969 2
CBS 13455 3 1 2
Ni. 177 1?
Ni. 890 1
Ni. 1066 + 1069 2 1 3 4 1 1
Ni. 1574 2
Ni. 2793 5 1 1 2 1
Ni. 5989 1
Ni. 6192 2
Ni. 6208 1
Ni. 6444 1 2
Ni. 6816 1 1 1 1
UM 29-15-292 1 1
UM 29-15-298 1
Tabla 10. Ocurrencias de niños, divididos por edades, en listas mesobabilónicas de traba-
jadores forzados

630 Al igual que las ocurrencias de DUMU.GABA en CBS 3472 (cinco casos), encon-

tramos en dicho texto cuatro ejemplos de DUMU.SAL.GABA: Rabât-bēlet-Akkade (anv.


i’ 17’), Akītu-rīšat (rev. i’ 9’), Irišša-pān-māti (rev. ii’ 18’) y Bāltī-Nergal (rev. ii’ 19’). Sobre
las dos últimas referencias en este documento, así como sobre la posible relación con el
hogar de CBS 13455, cf. Tenney, “Additions”, 63.
Infancia y esclavitud 153

Respecto a la estructuración de las listas mesobabilónicas de racionamiento,


éstas presentan asimismo una división por edades. Por lo general, sin embargo,
no son tan precisas como las de trabajadores forzados, al menos en lo que con-
cierne a los niños. En estas ocasiones solo se consignan los varones adultos
(GURUŠ), adolescentes (GURUŠ.TUR.GAL) y menores (GURUŠ.TUR.TUR),
además de las mujeres (SAL). Los demás grupos, como los bebés pirsu(-atu) y
DUMU(.SAL).GABA, serán englobados bajo la categoría de tenēštu, término que
genéricamente se emplea para “gente”, “población”631, pero que en estos textos
mesobabilónicos hace referencia al personal que no pertenece a las categorías
más adultas632.
Hay que señalar que ciertas listas mesoasirias de prisioneros de guerra y de
asignación de raciones computan entre el personal deportado individuos califica-
dos con criterios y términos similares a los que encontramos en la zona babilonia.
VAT 18087+, por ejemplo, divide a los niños en categorías de edad me-
diante calificativos para los que a veces no contamos con una traducción
satisfactoria633:

Términos Traducción Ocurrencias

ša UŠ-pi (desconocida) 6

ša kukulli (desconocida) 12

talmettu aprendiz 5

tariu, tarītu niño634 26

pirsu niño destetado 17

ša irti lactante 12

Tabla 11. Términos para designar niños en la lista mesoasiria de deportados VAT
18087+

631 CAD T 340a.


632 CAD T 341a b) 1’. Véase un caso claro en la larga lista MUN 93, donde hay has-
ta setenta y cuatro personas perteneciendo a esta categoría de teneštu (l. 1: te-nes-tu4).
633 Tabla basada en las categorías infantiles de lo expuesto en Freydank, “Zur Lage

der deportierten Hurriter in Assyrien”, 102–103. Las categorías de adultos consignadas


en VAT 18087+ son: DÍM (ac. bānû, “constructor”), ša KIN (ša + ac. šipru, “trabajador”),
šēbu (“anciano”) y šēbtu (“anciana”).
634 Aunque este adjetivo califique a un niño pequeño (CAD T 245a), Freydank (ibíd.,

103) pone una marca de interrogación en el espacio reservado a la traducción del tér-
mino. Para CAD (T 245b) tariu designa a un niño destetado pero que aún no es apto para
trabajar.
154 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Otro caso mesoasirio, KAJ 180, gradúa asimismo a los deportados según la
edad y el sexo. Tras la mención a los adultos encontramos un aprendiz635, cuatro
niños636, cuatro recién destetados637 y tres pequeños lactantes638. Entre las muje-
res se consignan tres niñas639, tres recién destetadas640 y otras tres aún
lactantes641.
En cuanto a las listas mesoasirias de raciones, dos ejemplos interesantes de
terminología similar son los procedentes de Ḫarbe 92.G.127 y 92.G.172, que
consignan las mismas familias. Teniendo en cuenta que esta vez no se agrupan
por edades, como el anterior KAJ 180, sino que se ordenan por familias642, baste
citar los casos de 92.G.127: dos varones ša kukulli, dos mujeres aprendices (talmi-
dātu), un niño643 y una niña644, tres recién destetados varones y cuatro mujeres645
y dos niños de pecho646.
Aunque encontremos términos diferentes647, la nomenclatura empleada en
estas y otras listas mesoasirias de deportados648 o de raciones siguen idéntico
patrón al de las mesobabilónicas de trabajadores forzados649.
Dada la menor diversidad de géneros textuales en las fuentes mittanias y si-
rias para el estudio de la esclavitud infantil en el Bronce Reciente próximo-

635KAJ 180: 3: 1 LÚ tal-mi-du.


636KAJ 180: 4: 4 LÚ.MEŠ ˹ta˺-ri-ú.
637 KAJ 180: 4: 4 LÚ.MEŠ pir-su.
638 KAJ 180: 6: 3 LÚ.MEŠ ša GABA.
639 KAJ 180: 8: 3 SAL.MEŠ ta-ri-[a-t]ú.
640 KAJ 180: 9: 4 SAL.MEŠ pir-˹su˺.
641 KAJ 180: 10: 1 SAL ša GABA.
642 Con la excepción del recuento final, en ll. 54–58.
643 92.G.127: 44: ta-ri-ú.
644 92.G.127: 36: ta-r[i-tu].
645 pirsu.
646 92.G.127: 4: DUMU-šu ša [G]ABA. Editado por Jakob (Die mittelassyrischen Texte,

97–99), otros caso de lista mesoasiria de raciones procedente de Ḫarbe en la que se con-
signan niños entre las familias es VF 2/3 69. Pese a su estado fragmentario, se aprecian
términos relativos a pequeños como pirsu (l. 6) o ša GABA (l. 7). Cf. asimismo varias refe-
rencias a lactantes en textos mesoasirios de raciones, procedentes de Dūr-Katlimmu (cf.
índice en Salah, Die Mittelassyrischen, 335, sub irtu, “Brustkind”).
647 Por ejemplo, tarû (mesoasirio) y no GURUŠ.TUR(.TUR) (mesobabilónico).
648 Véase otro ejemplo mesoasirio de deportaciones de niños en VAS 19 57.
649 Pocos autores han comparado estas dos realidades desde un punto de vista termi-

nológico. Una de las pocas referencias al respecto es la de Llop (Aportació, 248, n. 1050),
cuando dice que “aquesta classificació [la de las listas mesoasirias] és, en part, paral.lela a
la mesobabilònica”. Amplíese considerablemente la cuestión de las listas de raciones
mesoasirias con los textos provenientes de Dūr-Katlummu, en varias ocasiones con refe-
rencias a niños ša GABA (lactantes) o pirsu (destetados) en Salah, Die Mittelassyrischen. Para
el período neoasirio véase en este sentido Radner, Die Neuassyrischen Privatrechtsurkunden,
125–73.
Infancia y esclavitud 155

oriental, la terminología en estos dos ámbitos se ve restrinjida y no es tan amplia.


Sin embargo, resulta significativo constatar que los términos comunes para refe-
rirse a los niños esclavos en Nuzi siguen la constante general de Mesopotamia.
Así, en HSS 19 115 (l. 6) se designa a un joven esclavo como ˹ÌR˺-du4, mientras
que en HSS 19 125 (ll. 4, 6, 10 y probablemente 12) a una niña se le describe
como GEMÉ650. Por su parte, en Alalaḫ sí se precisa el término correspondiente
a un esclavo joven: ṣuḫāru651 o SAL-tum652. En Emar es menos común el empleo
de terminología relacionada con la esclavitud infantil. De hecho, como hemos
visto en las ventas emariotas de menores, los sustantivos para referirse al vendido
suelen ser DUMU, “hijo”, o DUMU.SAL, “hija”, pero nunca “esclavo/a”. Por
último, en el documento ugarítico KTU 4.102 las personas mencionadas —
posibles deportados de Chipre—, en su mayoría mujeres, también son nombra-
das atendiendo a su edad: mujeres mayores (aṯt adrt), mujeres (aṯt), mujeres
jóvenes (pġt), muchachas (n‘rt) o muchachos (ġzr)653.
Así pues, diferentes términos y expresiones nos informan sobre la edad o
condición de los niños esclavos del Bronce Reciente mesopotámico. En ocasio-
nes somos capaces de evaluar la condición del niño gracias a dicho vocabulario
(ṣuḫāru, ṣuḫārtu, MU.NI[.IM], etc.). En otras ocasiones conocemos la esfera legal
de los pequeños por el contexto. Especialmente significativas en este sentido son
las listas mesobabilónicas de trabajadores forzados, con numerosas ocurrencias
de niños entre los individuos consignados. Proporcionalmente menores, encon-
tramos las listas mesoasirias de deportados y raciones, si bien su información es
crucial para diferenciar la manera de designar a los esclavos menores de edad
entre la documentación mesopotámica septentrional (Asiria) y meridional (Babilo-
nia). Teniendo en cuenta todos estos aspectos terminológicos podremos analizar
los principales aspectos legales de la infancia en la época que nos ocupa.

650 El texto nuzita HSS 15 247, si bien no refleja la realidad de la esclavitud infantil,

presenta una denominación anómala en referencia a los niños: TUR.TUR.MEŠ (l. 3). Es
evidente que se trata de niños pequeños, puesto que el contexto es el del pago del tēniqu
por el amamantamiento de nodrizas. Aún así, en tal caso esperaríamos una forma DU-
MU.(GABA.)MEŠ o parecida. De hecho, este es el único ejemplo de nuestro corpus en el
que este sintagma, teóricamente con equivalencia adjetival (ṣiḫḫirūtu; cf. CAD Ṣ 174b),
actuaría como un sustantivo, sin presentar otro sumerograma antes de dicha construcción
(como por ejemplo serían en los casos de GURUŠ.TUR.TUR o SAL.TUR.TUR).
651 AlT 69: 4: ṣú-ḫa-ru.
652 AlT 70: 2: SAL-tum (cf. Juan Carlos Oliva, “Collations of Middle Babylonian Ala-

lakh Tablets in the British Museum”, en del Olmo, Gregorio y Feliú, Lluis y Millet,
Adelina [eds.], Šapal tibnim mû illakū: Studies Presented to Joaquín Sanmartín on the Occasion of His
Sixty-Fifth Birthday, AuOr Supp. 22 [Barcelona: AUSA, 2006], 327).
653 Sobre esta terminología véase especialmente Josef Tropper y Juan Pablo Vita,

“Texte aus Ugarit”, TUAT NF 1 (Gütersloh: Gütersloher Verlagshaus, 2004), 123.


156 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

5.4. LA ESCLAVITUD INFANTIL EN EL ORIENTE PRÓXIMO


DURANTE EL BRONCE RECIENTE

EL CONCEPTO DE “ESCLAVO”
Siguiendo los estudios de Gelb sobre las definiciones de esclavitud, podemos
dividir el grupo poblacional de trabajadores dependientes en dos subdivisiones
diferenciadas para toda la Antigüedad oriental654:

(1) Esclavos en sentido estricto (inglés chattel slaves). Se trata de los esclavos típi-
cos del sector privado, considerados como bienes muebles y propiedad directa
de sus dueños.
(2) Siervos semi-libres. Siervos desde el nacimiento, empleados a tiempo parcial
o completo en labores de producción, generalmente en el sector público.

A este segundo grupo Gelb le confiere una autonomía relativa con respecto
a los esclavos en sentido estricto. Sin embargo, la documentación con la que
trabajamos para el Bronce Reciente desmiente en cierta medida este aspecto, ya
que las condiciones de trabajo, fenómeno apreciable incluso a nivel legal, son a
veces peores entre los siervos semi-libres que entre los esclavos del sector priva-
do. Esta diferenciación se aprecia también
Antes de analizar las principales características de la esclavitud infantil en
las Mesopotamia y Siria del Bronce Reciente, hemos puesto de relieve la diversi-
dad de fuentes en cuanto a su naturaleza: adopciones, ventas, listas de raciones,
de trabajadores forzados, etc. Dicha amalgama de diferentes tipos de textos hace
que no podamos comparar en la forma todo el corpus655, pero sí extraer conclu-
siones de fondo a partir del elenco documental.
Esta diversidad no solo se aprecia en un nivel de naturaleza textual —
contratos, cartas, documentos administrativos, etc.—, sino también en cuanto a
las fuentes mismas de la esclavitud. Hemos analizado estas cuestiones separando
dichas fuentes, y si bien todas ellas nos proporcionan ingente material al respec-
to, todo hace pensar que la esclavitud desde el nacimiento constituiría, para el
Bronce Reciente y otras épocas, la mayor fuente de esclavitud a un nivel cuanti-
tativo.
El concepto de “esclavo”, incluso más que el de “siervo”, está ligado intrín-
sicamente al de “dependencia”. En este fenómeno una persona ejerce derechos

654Ignace J. Gelb, “Quantitative Evaluation of Slavery and Serfdom”, en Barry L.


Eichler (ed.), Kramer Anniversary Volume: Cuneiform Studies in Honor of Samuel Noah Kramer,
AOAT 25 (Kevelaer: Verlag Butzon & Bercker, 1976), 204; “Definition”, 294. En sus
análisis Gelb toma en consideración las realidades de las antiguas Grecia (micénica y
homérica), Mesopotamia, India y China.
655 Como sí es posible hacerlo en los contratos adopciones infantiles (§4) o de ventas

de niños (§6).
Infancia y esclavitud 157

de propiedad sobre otra, algo que se acentúa si el sujeto dependiente es un niño.


Los individuos que estudiamos en el presente capítulo son, por tanto, determi-
nantemente dependientes, formando parte de dos círculos como puede ser el
institucional (Templo, Estado, etc.) y familiar (padres naturales o adoptivos,
institución “de acogida”, etc.).
TRABAJOS INFANTILES
La documentación del Bronce Reciente mesopotámico nos informa considera-
blemente sobre el trabajo de los niños esclavos. Aunque no nos centraremos solo
en ellas, especialmente reveladoras en este sentido son las listas mesobabilónicas
de trabajadores forzados procedentes de Nippur, base de este apartado y que
generalmente consignan la labor desempeñada por cada niño, e incluso la que
cada recién nacido estaba llamado a desempeñar656.
La mayor parte de las ocupaciones mencionadas en estas listas casitas se co-
rresponden con el cuidado de ganado y aves, seguido de trabajadores de textiles
e individuos relacionados con la producción alimentaria. En los últimos lugares
en cuanto a referencias se encuentran los inspectores, oficiales, escribas, albañiles
o nodrizas. Si apenas un 15% de estos casos se corresponde con mujeres, hay
que destacar que una buena parte de los ejemplos listados se refieren a adultos
varones (GURUŠ)657, únicos que desarrollan labores como la de guardianes de
la ciudad658.

656 Al respecto cf. Justel, “Niños lactantes”. Las referencias del presente subapartado

han sido obtenidas a partir de tablillas editadas, de comunicaciones personales del Prof.
Brinkman, de colaciones personales en el UM (Filadelfia) y del estudio de Tenney (Life at
the Bottom). El número de entradas y referencias a esta documentación mesobabilónica
crece continuamente, especialmente desde la constitución del Middle Babylonian Research
Group (enero de 2015), dirijido por Brinkman y Tenney, por lo que los datos y estadísticas
presentados aquí podrían pronto variar. Debido a que BE 14 58 es el único texto publi-
cado de la lista de trabajadores forzados, incluiremos habitualmente más referencias a
este que a otros documentos, especialmente en lo que se refiere a antropónimos y casos
concretos de individuos.
657 Un total de ciento ochenta y cinco respecto a los cuatrocientos setenta y ocho

ejemplos totales de individuos en listas casitas de trabajos forzados (ibíd., 232).


658 Parece obvio que sea un hombre adulto el encargado de realizar este tipo de acti-

vidad militar. Las listas casitas consignan este trabajo a través de diferentes términos
(todos referentes a GURUŠ): un caso de EN.NU.UN KÁ.GAL (ac. maṣṣar abulli, como
Šadmezi en BE 14 58: 27), otro de maṣṣaru (término general), nueve de āpil KÁ (ac. āpil
bābi, como Qaqqadānu en BE 14 58: 31; otras nueve entradas sin indicación de edad
conocida) u otros cinco de Ì.DU8 (ac. atû). Véase un ejemplo de este último (Ì.DU8) en el
documento publicado BE 14 58 con el caso de Dayyānī-Šamaš (l. 5).
158 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

En estos y otros textos comprobamos fehacientemente cómo los niños partici-


pan, de una forma u otra, forzados o no, en trabajos de diversa índole659. De los
doscientos sesenta y tres trabajadores sobre los que conocemos la edad, noventa y
dos casos corresponden a pequeños, desde el nacimiento (DUMU/SAL.GABA)
hasta la adolescencia (GURUŠ/SAL.TUR). En las listas casitas tenemos constan-
cia de niños desempeñando diversas labores660: constructores albañiles661,
pastores662, trabajadores de juncos663, artesanos especializados664, cocineros665,
cerveceros666, carniceros667, jardineros668, alfareros669, grabadores670, ganaderos671,
cuidadores de caballos672, de pájaros673, pastores de cabras y ovejas674, escribas675 e
incluso artistas676.
Sin embargo, la actividad más desarrollada por niños a partir de estos do-
cumentos de Nippur es la relacionada con la industria textil, ampliamente
desarrollada y sumamente floreciente en la Babilonia casita677. Diferentes térmi-

Véase un reciente análisis estadístico para la relación entre infancia y trabajo en


659

el 1.er
milenio a. C. próximo-oriental en Gehlken, “Childhood and Youth”.
660 Véanse diversas referencias a las siguientes y otras labores desempeñadas por

adultos y niños en listas mesobabilónicas de trabajadores forzados y de raciones, casi


todas inéditas, en Brinkman, “Forced Laborers”, 19, nn. 10–43.
661 DÙ (ac. bānû): un GURUŠ.TUR.TUR con nombre Duqqin-ilī (BE 14 58: 14).
662 SIPA (ac. rē’û): un GURUŠ.TUR.
663 AD.KID (ac. atkuppu): un GURUŠ.TUR.
664 UM.MI.A (ac. ummânu): un DUMU.GABA, quizás una pirsatu en CBS 3523 rev.

ii’ 11. Este término está atestiguado desde época paleobabilónica (cf. CH 188: 54:
UM.MI.A) hasta época neobabilónica (cf. YOS 6 216: 17: LÚ.um-ma-nu). Véase un ejem-
plo silábico casita en PBS 2/2 92: 10: um-ma-a-nu.
665 MUḪALDIM (ac. nuḫatimmu): un GURUŠ.TUR y una DUMU.SAL.GABA.
666 LÙNGA (ac. sirašû): dos GURUŠ.TUR.
667 GÍR (ac. ṭābiḫu): un GURUŠ.TUR.
668 NU.gišKIRI6 (ac. nukarribu): tres GURUŠ.TUR y tres GURUŠ.TUR.TUR. La

mayoría de los jardineros, al menos veintiséis, se corresponden con adultos varones (GU-
RUŠ) (véanse Ni. 614, Ni. 1624, Ni. 8199).
669 BÁḪAR (ac. paḫāru): un GURUŠ.TUR y un DUMU.GABA.
670 BUR.GUL (ac. purkullu). Junto con dos casos de adultos varones (GURUŠ) y otros

dos de mujeres (SAL), encontramos un ejemplo de niña recién nacida (DU-


MU.SAL.GABA) con la función de “grabadora”.
671 ÁB.GU4.ḪI.A (ac. rē’i lâti o sugulli): cinco GURUŠ.TUR.
672 SIPA ANŠE.KUR.RA (ac. rē’i sisê): tres GURUŠ.TUR, tres SAL.TUR, un DU-

MU.GABA y cuatro DUMU.SAL.GABA.


673 MUŠEN.DÙ (ac. usandû): cuatro GURUŠ.TUR.
674 Ac. rē’i ṣēni: un GURUŠ.TUR.
675 DUB.SAR (ac. ṭupšarru): dos GURUŠ.TUR.
676 KUR.GAR.RA (ac. kurgarrû): dos GURUŠ.TUR.
677 Como atestiguan centenares de textos, publicados e inéditos, sobre compra-venta

de tejidos (a nivel local o internacional), listas administrativas de diferentes paños, etc. Al


Infancia y esclavitud 159

nos hacen alusión a dicha labor, precisando un tipo u otro de manufactura678.


Así, encontramos referencias de ÁZLAG (ac. ašlāku)679, AŠGAB (ac. aškāpu)680,
ḪÚB.BI (ac. ḫuppu)681, UŠ.BAR (ac. išparu)682, TÚG.KA.KEŠDA (ac. kāṣiru)683 y

respecto, a los seis documentos publicados por Jussi Aro (Mittelbabylonische Kleidertexte der
Hilprecht-Sammlung Jena [Berlín: Akademie Verlag Berlin, 1970], 12–21, con copias en
Inez Bernhardt, Sozialökonomische Texte und Rechtsurkunden aus Nippur zur Kassitenzeit, TMH
NF 5 [Berlín: Akademie-Verlag, 1976], hay que añadir otros textos de Nippur [BE 14 3,
BE 14 46, MRWH 69, MSKH I 7, OIC 22 17, TBER lám. 24, TCL 9 55, MUN 363,
MUN 364, MUN 365, MUN 366, MUN 367, MUN 368, MUN 369, MUN 370, MUN
371, MUN 372, MUN 373], Ur [UET 7 79] y Dūr-Kurigalzu [DK3-9 [cf. Betina I. Faist,
Der Fernhandel des assyrischen Reiches zwischen dem 14. Und 11. Jh. V. Chr., AOAT 265 [Müns-
ter: Ugarit-Verlag 2001], 167]; Brinkman, “Assyrian Merchants at Dūr-Kurigalzu”],
DK3-11, DK4-28, Oliver R. Gurney, “Texts from Dur-Kurigalzu”, Iraq 11 [1949]: n.º 7).
Véase un elenco de algunos de los textos casitas inéditos sobre tejidos en Sassmannshau-
sen, Beiträge, 405, n. 3513.
678 Nótese una similitud en este sentido con la documentación contemporánea pro-

veniente de la Grecia micénica (ca. 1200 a. C.). Unas doscientas listas consignan, en
Lineal B, niños como miembros de unidades familiares, receptores de raciones y ayudan-
tes de adultos en labores especializadas. De estos textos se desprende que los niños
contribuyeron activamente en la industria textil micénica. Así, varios documentos consig-
nan niños desempeñando labores de hiladores, tratadores de lino, tejedores, etc.
(Chrysanthi Gallou, “Children at Work in Mycenaean Greece [c. 1680–1050 BCE]: A
Brief Survey”, en Brockliss y Montgomery, Childhood and Violence, 165). Hasta la fecha no
se ha realizado un análisis comparativo entre estos aspectos de ambas realidades, alejadas
geográficamente pero cercanas en el tiempo, por lo que podrá constituir un interesante
futuro objeto de estudio.
679 Dos ejemplos de DUMU.GABA, como el pequeño Nusku-ibni de BE 15 96: 17 o

BE 15 111: 17 (Monika Hölscher, Die Personennamen der Kassitenzeitlichen Texte aus Nippur,
IMGULA 1 [Münster: Rhema, 1996], 163b). El término ÁZLAG (CAD A2 445b-ss, sub.
ašlāku) está atestiguado en varios textos mesobabilónicos procedentes de Nippur (aparte de
los citados, véanse PBS 2/2 118: 50 y BE 14 73: 50). Podría hacer referencia, en la fase
final de la producción de tejidos de lana, a la persona que lava y espesa la ropa (cf. Ten-
ney, Life at the Bottom, 229, n. 4).
680 Tres ejemplos de GURUŠ.TUR, uno de DUMU.GABA y cuatro de DU-

MU.SAL.GABA. Estos trabajadores se dedicarían a la industria del cuero.


681 Cuatro ejemplos de SAL.TUR y uno de DUMU.GABA. Aunque ḪÚB.BI se

vincule en el período paleobabilónico a un acróbata (CAD Ḫ 240a 1), en la documenta-


ción casita de Nippur este término hace referencia a un tipo de tejedor, como en PBS 2/2
92: 5, BE 15 97: 8 o BE 15 190 ii 31. Además, algunos nombres personales mesobabilóni-
cos muestran que el sujeto en cuestión podría ser un tejedor (véase al respecto el
antropónimo mḫu-up-pi-i en BE 17 58: 6, así como Hölscher, Die Personennamen, 85b).
682 Dos ejemplos de GURUŠ.TUR y uno de GURUŠ.TUR.TUR. Véase este últi-

mo caso, el del joven Lultamar-Nusku de BE 14 58: 19.


160 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

kunšillu684. En suma, casi un 30% de los niños relacionados con una actividad se
corresponde con este ámbito de producción685.
La industria textil tuvo en Mesopotamia, en distintos períodos, una relación
intrínseca con el ámbito de la esclavitud y trabajos forzados. Los tejedores escla-
vos podían estar altamente valorados en la sociedad, participando activamente
en la producción de sus dueños e incluso estando ligados a la producción de
diversas instituciones686. Las mujeres, adultas o menores, y siguiendo los patro-
nes que vemos en otras épocas687, tuvieron una importancia crucial en dicho

683 Un ejemplo de DUMU.GABA y otro de DUMU.SAL.GABA. Este sustantivo,

derivado del verbo kaṣāru, “atar”, podría hacer referencia a la persona que confeccionaba
paños mediante alguna técnica basada en nudos (CAD K 264a habla simplemente de “a
craftsman producing textiles by a special technique”). Véanse diversos ejemplos mesoba-
bilónicos en CAD K 264a–b, nuzitas en Lion, “Work and Gender”, 356–57, así como un
caso neobabilónico de un tejedor-kāṣiru en Camb 245. Por su parte, J. Nicholas Postgate
(“Wool, Hair and Textiles in Assyria”, en Catherine Brequinet y Cécile Michel [eds.],
Wool Economy in the Ancient Near East and the Aegean: from the Beginnings of Sheep Husbandry to
Institutional Textile Industry, Ancient Textile Series 17 [Oxford: Oxbow Books, 2014], 408)
considera al kāširu un artesano que trabaja con lana y nudos, algo opuesto al clásico teje-
dor (esto es, el UŠ.BAR/išpāru), quien produciría sobre todo tejidos y tapices no
compuestos de nudos. En la documentación de Nuzi (Lion, “Work and Gender”, 358) y
en la mesoasiria (Postgate, “Wool, Hair and Textiles”, 408) todos los kāṣīru son varones,
no así en la casita (cf. en esta misma nota el caso de una niña lactante).
684 Dos ejemplos de GURUŠ.TUR, tres de SAL.TUR, uno de DUMU.GABA y

otro de DUMU.SAL.GABA. Véanse a modo de ejemplo los casos de las adolescentes


Dalīlūša y Basundu (ambas SAL.TUR) en BE 14 58 (ll. 7 y 15 respectivamente). El em-
pleo de este término acadio para referirse a trabajadores dedicados a cardar paños está
solo atestiguado en la documentación mesobabilónica (CAD K 542b 2). Aparece también
en listas de raciones provenientes de Nippur como BE 14 19: 69, BE 14 62: 14, BE 15
152: 9, BE 15 171: 13, BE 15 200 iv 29, PBS 2/2 95: 27, etc. En ocasiones, además, se
abrevia mediante la sílaba kun8 (BE 14 58: 15, BE 15 69: 4, BE 15 190 i 23s., etc.).
685 Algún ejemplo en BE 15 96: 17, BE 15 111: 17 o en el inédito Ni. 1860: 3’ (cf.

Brinkman, “Forced Laborers”, 18, n. 5).


686 Es por ejemplo el caso de Bakua, esclavo tejedor que trabajó junto a su amo Na-

bu-naṣir-apli para el templo de Ebabbar en Sippar durante al menos veintiún años (552–
31 a. C.). Si bien se dedicaba habitualmente a la manufactura textil en general (se deno-
mina LÚ išparu en documentos como Nbn 349: 5, Nbn 544: 2 y Cyr 352: 8), en ocasiones
su producción estaba ligada al tintado de paños, actividad para la que se necesitaba ma-
yor especialización (Isaac Mendelsohn, “Free Artisans and Slaves in Mesopotamia”,
BASOR 89 [1943]: 26). Sobre este individuo véase en general Dandamaev, Slavery in Baby-
lonia, 290–94.
687 Por ejemplo, y tomando como fuente el texto HSS 4 3, en el distrito de Gu2-ab-

baki del período de Ur III, de los 6.200 individuos consignados, 4.272 eran mujeres y
1.800 eran niños, todos ellos dedicados a la industria textil (Benjamin Studevent-
Hickman, The Organization of Manual Labor in Ur III Babylonia, Tesis Doctoral inédita [Har-
Infancia y esclavitud 161

sector de producción688. La manufactura de tejidos requería un aprendizaje de al


menos dos años, que se podría alargar hasta seis en algunos casos689. En este
sentido, varios textos muestran que los centros productores de tejidos compra-
ban niños nacidos esclavos (wilid bītim), ya que habrían aprendido el oficio desde
pequeños en su propia casa, generalmente instruidos por sus madres690.

vard: Harvard University, 2006], 312). Los niños trabajarían junto a sus madres, como
muestra la documentación del distrito de GIR2-SUki (véase la tabla 3.7 en p. 137). En
época paleobabilónica también las mujeres controlan la manufactura textil (Mendelsohn,
“Free Artisans”, 26).
688 Brinkman, “Sex, Age, and Phisycal Condition Designations”, 4. Otros sectores en

los que se aprecia una preponderancia de mujeres, o al menos una importancia especial,
son los alimentarios y de cuidado de caballos. Aparte de las listas casitas de trabajadores
forzados, y como ejemplo mesobabilónico de una joven esclava tejedora, véase el docu-
mento de Ur UET 7 1. En él, la SAL.TUR Inbūša es entregada por el Gobernador del
País (šakin māti) Sîn-ašarēd a Iddin-Nergal, a su vez maestro tejedor (UŠ.BAR). La espe-
cialidad que debería aprender y desarrollar Inbūša sería la del hilado: “Sîn-ašarēd la
tomó (a Inbūša) procedente de Aḫa-iddina-Marduk, el šaknu, y la entregó a Iddin-Nergal,
el tejedor, para ser formada como hiladora (UET 7 1: 4–6: i-na ŠU mŠEŠ.SUM-na-
dAMAR.UTU lúGAR-ni / m.d30-SAG.KAL il-qí-ši-ma a-na mSUM-dU.GUR / UŠ.BAR a-

na ṭa-mu-ti id-din-ši-ma). Sobre este texto véase Gurney, The Middle Babylonian Legal and
Economic Texs from Ur, 17–22. Sobre las actividades de mujeres en el context servil de
Nippur y Dūr-Enlilē, cf. Daniel Justel, “Labores femeninas en época mesobabilónica”, en
Josué Javier Justel y Agnès García-Ventura (eds.), Las mujeres en el Oriente cuneiforme (Alcalá
de Henares: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alcalá, en prensa).
689 Ello se aprecia bien en la documentación neobabilónica del s. VI a. C. Por ejem-

plo, el documento Cyr 64 puntualiza que un joven aprendiz debía permanecer en la casa
de su maestro durante cinco años. Éste debería instruirle en “todo el oficio de tejedor” (iš-
pa-ru-tu gab-bi ú-lam-mad-su) (Mariano san Nicolò, Der neubabylonische Lehrvertrag in rechtsver-
gleichender Betrachtung, SBAW 1950/III [Múnich: Verlag der Bayerischen Akademie der
Wissenschaften, 1950], 8). En Cyr 313 un esclavo es entregado a un maestro para un
período de seis años para “completar el aprendizaje de tintorero” (LÚ pu-ṣa-am-mu-ú-tu
qa-tu-ú ú-la-mad-su) (Ludwig Demuth, “Fünfzig Rechts- und Verwaltungsurkunden aus der
Zeit des Königs Kyros (538-529 v.Chr.)”, BA 25 [1898]: 422). Por otra parte, el texto
posterior Camb 245 habla de un lapso de dos años y tres meses para aprender “comple-
tamente el oficio de manufacturero textil” (qà-ṣi-ru-tu qa-ti-ti ú-lam-mad-su) (Dandamaev,
Slavery in Babylonia, 286). Complétense estos ejemplos con otros en Mendelsohn, “Free
Artisans”; Dandamaev, Slavery in Babylonia, 282ss. Por su parte, en su estudio de trabaja-
dores del 1.er milenio en Mesopotamia, Gehlken (“Childhood and Youth”, 107) dice que
tras un período de aprendizaje de tres a cinco años, un muchacho comenzaría a trabajar
a la edad de dieciséis o diecisiete años.
690 Mendelsohn, Slavery, 57. Véase a modo de ejemplo un documento expuesto en

Driver y Miles, The Assyrian Laws, 272ss, en el que un mercador ordena a su agente com-
prar una esclava, especificando que ésta debía ser esclava desde su nacimiento, además de
162 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Este es probablemente el caso de los niños trabajadores de las listas mesoba-


bilónicas de Nippur. En ocasiones se aprecia dicha tradición familiar a nivel
laboral, como en la relación de textos BE 14 58 y BE 14 91a. En el primer do-
cumento (ll. 18–21) la mujer Bēlta-balāṭa-īriš, cabeza de familia (l. 18), aparece
ligada a su joven hijo Lultamar-Nusku, tejedor691, y a sus —de ella— dos hijas
recién nacidas Rabâ-ša-Išḫara (l. 20) y Dīni-ilī-lūmur (l. 21)692. Si BE 14 58 está
datada en 1295 a. C.693, BE 14 91a, tablilla administrativa sobre pago de sueldos
y raciones, se fecha dieciséis años más tarde (1279 a. C.)694. En este último texto
la joven Dīni-ilī-lūmur695, ya de unos diecisiete años de edad, no se consigna

tejedora. Por otra parte, la formación de niños esclavos por parte de sus padres, en diver-
sas actividades productivas, está bien atestiguada a lo largo de la Antigüedad. Para Roma,
por ejemplo, véase Christian Laes, “Child Slaves at Work in Roman Antiquity”, Ancient
Society 38 (2008): 260.
691 BE 14 58: 19: GURUŠ.TUR.TUR mLultamar-Nusku DUMU.A.NI UŠ.BAR

(“Un niño, de nombre Lultamar-Nusku, su hijo [de Bēlta-balāṭa-īriš, l. 18], tejedor”). Por
otra parte, apréciese la inclusión de otro GURUŠ.TUR.TUR, con nombre Rabi-Nergal,
en el documento inédito UM 29-15-760, de idéntico formato, posterior a BE 14 58 (el
nombre de la cabeza de familia, Bēlta-balāṭa-īriš, se encuentra borrado en UM 29-15-760
por una línea incisa, indicando quizás que ésta habría muerto) y que consigna el mismo
hogar. La colación del documento muestra que este individuo (UM 29-15-760: 2’: [GU-
RUŠ].TUR.TUR mGAL-dIGI.DU), si bien no se incluye en BE 14 58, aparece aquí justo
antes de las recién nacidas Rabâ-ša-Išḫara y Dīni-ilī-lūmur (ll. 3’ y 4’ [BE 14 58: 20 y 21,
véase nota siguiente]). Tenney (Life at the Bottom, 152–53) interpreta que el pequeño Rabi-
Nergal sería consignado en UM 29-15-760 tras Lultamar-Nusku (así, entre las correspon-
dientes ll. 19 y 20 de BE 14 58). Aún así, la l. 1’ de UM 29-15-760 se encuentra casi
completamente perdida, pudiéndose apenas vislumbrar los trazos inferiores. Además, no
se identifican los logogramas UŠ.BAR, “tejedor”, que nos darían la clave para relacionar
este sujeto desconocido con el tejedor Lultamar-Nusku de BE 14 58: 19. Sobre lo que le
depararía el futuro a Rabi-Nergal véase en nota más adelante.
692 No podemos asegurar que las pequeñas Rabâ-ša-Išḫara y Dīni-ilī-lūmur, ambas

con el apelativo de DUMU.SAL.GABA (“niña lactante”), fueran gemelas. Si no fuera así,


apenas habría dos años de diferencia entre ellas.
693 BE 14 58: 51: 13 MU na-zi-mu-ru-ut-ta-aš, “Año 13.º de Nazi-Maruttaš” (ref.

U.2.24.164 en MSKH I 273).


694 BE 14 91a: 2: 3 MU ka-dáš-man-tur7-gu, “Año 3.º de Kadašman-Turgu” (ref.

L.2.13.17 en MSKH I 156). Entre ambos textos (BE 14 58 y BE 14 91a) la misma familia
aparece listada en BE 14 60: 14, BE 14 62: 8, en el año 14.º de Nazi-Maruttaš (1294 a.
C.) (refs. respectivas U.2.24.180 [MSKH I 273] y U.2.24.188 [MSKH I 274]) y en el
inédito Ni. 12412: 4’ ([…]˹fGAŠGAN?˺-TI.LA-UR[U4-iš], cf. Tenney, Life at the Bottom,
66–67, n. 5, 69, n. 23).
695 BE 14 91a: 12: mdi-in-DINGIR-lu-mu. Corríjase Hölscher, Die Personennamen, 61a,

que incluye el determinativo personal femenino para la joven. Sobre el distinto empleo de
determinativos masculinos o femeninos en la documentación mesobabilónica véase John
A. Brinkman, “Masculine or Feminine? The Case of Conflicting Gender Determinatives
Infancia y esclavitud 163

como casada, y además ha seguido los pasos de su hermano Lultamar en la


industria textil, pasando a ser una hiladora (ac. ṭāmītu)696. Este ejemplo constituye
posiblemente la normalidad en las listas casitas de trabajadores forzados, donde
el aprendizaje de un oficio tendría lugar en el seno mismo de la familia697. Aún
así, entre el material publicado y el inédito al que hemos tenido acceso no son
muchos los casos evidentes de este fenómeno698.
Otros ejemplos del Bronce Reciente muestran cómo los niños esclavos po-
dían aprender el oficio de tejedor de distinta manera. Como se ha señalado

for Middle Babylonian Personal Names”, en Martha T. Roth y Walter Farber y Matthew
W. Stolper y Paula von Bechtolsheim (eds.), Studies Presented to Robert D. Biggs: June 4, 2004:
From the Workshop of the Chicago Assyrian Dictionary, Volume 2 (Chicago: The Oriental Insti-
tute Publications, 2007), 1–10. Por su parte, Rabâ-ša-Išḫara aparece como cabeza de
familia, pero no casada. Sobre este hecho véase Tenney, Life at the Bottom, 70, n. 24. Para
otro caso en el que Rabâ-ša-Išḫara es cabeza de familia cf. CT 51 19: 5, tablilla perdida
en su mitad pero con una datación aproximada entre los reinados de Nazi-Maruttaš y
Kadašman-Turgu (cf. por ejemplo Hölscher, Die Personennamen, 43b).
696 BE 14 91a: 12: ṭa-mi-tu4. Es muy interesante comparar en este sentido a Rabi-

Nergal, el hermano de Rabâ-ša-Išḫara y Dīni-ilī-lūmur consignado en UM 29-15-760: 2’


pero no en BE 14 58, con el Rabi-Nergal de BE 14 91a: 25 (m˹GAL˺-dIGI.DU). Debido a
que aparece en el mismo contexto que las anteriores personas, y a que no es un nombre
común en la documentación casita (BE 14 91a es la única referencia en Hölscher, Die
Personennamen, a la que habrá que añadir la del inédito UM 29-15-760: 2’), es más que
probable que estemos ante el mismo individuo. La tesis que defendemos aquí es que el
Rabi-Nergal de UM 29-15-760, texto del que lamentablemente no podemos conocer la
datación debido a conservación de la tablilla, pasaría más adelante, al igual que su her-
mana menor Dīni-ilī-lūmur, a trabajar en la industria textil. Este hecho se evidencia a
partir de BE 14 91a: 25, que expresa la condición de UŠ.BAR, “tejedor”, tras el nombre
de Rabi-Nergal. Este será, por tanto, un apoyo fehaciente a la tesis que presentamos en el
cuerpo del texto (véase arriba), por la cual en un contexto familiar de trabajadores forza-
dos, los menores heredarían el saber de los mayores, y muy especialmente en el sector
textil.
697 Para otra comparación entre BE 14 58 y BE 14 91a, tomando el lapso de dieci-

séis años entre ellos como criterio pero esta vez en relación a las raciones recibidas por los
trabajadores, véase el subapartado dedicado a la alimentación de los niños esclavos (§5.4).
698 Otro ejemplo que mostraría el aprendizaje de un oficio en el seno familiar podría

ser la lista BE 15 190, ordenada según la labor de cada grupo. Aún así, la categoría gene-
ralizadora de tenēštu, unida a la pésima conservación de la tablilla en las zonas que
podrían aportar información al respecto, hace que no podamos estudiar pormenorizada-
mente el texto en relación al trabajo infantil. Más claro parece el documento de Ur UET
7 1, contrato de redención de una niña esclava. En él la joven (SAL.TUR) Inbūša fue
entregada ana ṭamūdi a Iddin-Nergal, el tejedor (UŠ.BAR); es decir, para ser formada
como hiladora. Sobre este documento casita véase Gurney, The Middle Babylonian Legal and
Economic Texs from Ur, 17–22.
164 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

(§4.6), uno de los objetivos perseguidos a la hora de adoptar un niño era que éste
se formara en esta u otra disciplina laboral699. De esta manera, los padres bioló-
gicos sin posibilidad de ofrecerle algo mejor a su hijo se asegurarían de que el
pequeño aprendiera un oficio. El maestro se haría con un aprendiz que le ayu-
daría en el taller, mientras que el niño adquiriría el conocimiento suficiente para
dedicarse a ello profesionalmente.
El documento nuzita JEN 572 (s. XV a. C.) es un buen ejemplo en este sen-
tido. En él, el pequeño Naniya es adoptado por Tirwaya, quien a su vez es
esclavo de Enna-mati700. El esclavo Tirwaya deberá instruir a su nuevo hijo
adoptivo, Naniya, en el oficio de tejedor701. El hecho de ser adoptado por un
esclavo y de que no recibiera una herencia en términos de propiedad702 hace que
la condición de Naniya se pudiera acercar más a la de un esclavo que a la de un
niño libre. Aún así, el formato de adopción del documento, unido a que la de-
pendencia entre maestro y aprendiz era temporal703, infiere a este caso unas
peculiaridades propias, por lo que será difícil evaluar con precisión la condición
legal del joven Naniya704. Por otro lado, el mismo archivo de Nuzi provee ciertos
textos de trabajadores o raciones en los que ocasionalmente aparecen menores
dedicados a la industria textil705.
El documento emariota E6 217 constituye un caso singular en cuanto al
trabajo infantil. Como veremos (§6.2), en él se expone la venta de cuatro niños
pequeños por sus padres a Ba’al-mālik, hijo de Ba’al-qarrād, prominente perso-
naje de la sociedad de Emar (§6.4). La interpretación tradicional de dicha venta,
en un contexto de fuerte crisis en la zona, ha apuntado a una entrada en servi-
dumbre de los hermanos, desde Ba’la-bia, de unos dos años, hasta la lactante

699 Sobre este tema para las adopciones infantiles en el Próximo Oriente antiguo
véase Justel, “Adopciones infantiles”, 125–26.
700 JEN 572: 4: ÌR ša men-na-ma-ti.
701 JEN 572: 7: a-na [iš]-pa-ru-ti ú-la-am-ma-as-sú.
702 Otros autores, como Westbrook (“The Adoption Laws”, 199), piensan que la he-

rencia que daría un artesano no es su propiedad, sino el saber y conocimientos mismos de


su oficio.
703 Ya que tras la muerte de Tirwaya el joven Naniya quedaría libre y podría ir don-

de quisiera (ll. 32-36). Este fenómeno por el cual el adoptado pasa a ser libre tras la
muerte del adoptante es susceptible de ser analizado en el futuro. Especialmente intere-
sante será el estudio de la relación entre la documentación de Nuzi y de la Siria del
Bronce Reciente. Para un caso emariota véase E6 91 (cf. Justel, “Remarks on Inheritan-
ce”).
704 Sobre este documento de Nuzi, cuyo molde (JENu 1160) hemos colacionado,

véanse Justel, “Some Reflections”, 146–47; Daniel Justel, “A Small Fragment Joined to
JEN 572 (Lines 26–28)”, en Lion y Abrahami, The Nuzi Workshop, 262–62; “Adopciones
infantiles”, 125–26.
705 Por ejemplo, el texto HSS 13 46, en el que encontramos seis jóvenes tejedores

(ṣuḫārū UŠ.BAR). Cf. Lion, “Work and Gender”, 356–57.


Infancia y esclavitud 165

Ba’ala-ummī, pasando por los probablemente gemelos de un año Ba’al-bēlu e


Išma-Dagan706.
Un estudio de Cohen planteaba la hipótesis por la cual estos dos últimos ni-
ños, lejos de realizar labores pesadas dirigidas a esclavos convencionales, habrían
sido formados como escribas en la escuela de su nuevo dueño, Ba’al-malik707. La
educación en una escuela escribal comenzaba a muy temprana edad, y si bien
los gemelos aún deberían esperar cierto tiempo para empezar a formarse, pronto
serían susceptibles de iniciar sus estudios708. Si la hipótesis de Cohen es acertada,
algo que el mismo autor pone en duda en otro comentario más reciente709, la
condición de esclavos de estos dos niños podría por tanto relativizarse. De cual-
quier manera, conocemos otros ejemplos a lo largo de la documentación
mesopotámica en los que tanto población servil como niños adoptados se forma-
rían desde edades tempranas como escribas710.
Sea como fuere, la documentación cuneiforme del Bronce Reciente pone en
evidencia que los niños esclavos trabajarían o al menos comenzarían a formarse
ya a una edad muy temprana711. Si bien en los casos expuestos de Nuzi y Emar

706 Sobre la edad de los niños vendidos en E6 217 véase §6.4.


707 Yoram Cohen, “Feet of Clay at Emar: A Happy End?”, OrNS 12 (2005): 165–70.
708 Para el curriculum que deberían seguir los escribas en Emar véanse en general

Miguel Civil, “The Texts from Meskene-Emar”, AuOr 7 (1989): 5–25; Yoram Cohen, The
Transmission and Reception of Mesopotamian Scholary Texts at the City of Emar, Tesis doctoral
inédita (Harvard: Harvard University, 2003), 28–40. Sobre los escribas en el mismo
archivo véase Faist y Justel y Sakal y Vita, “Bibliografía”, 102–3.
709 Yoram Cohen, The Scribes and Scholars of the City of Emar in the Late Bronze Age, HSS

59 (Winona Lake: Eisenbrauns, 2009), 132.


710 Véanse al respecto la carta encontrada en Nippur OIC 114 83 (s. VIII a. C.), so-

bre el aprendizaje de la labor de un escriba por parte de un esclavo (Steven W. Cole,


Nippur IV: The Early Neo-Babylonian Governor’s Archive from Nippur, OIP 114 [Chicago: The
University of Chicago Oriental Institute Publications, 1996], 177–79; Manfried Dietrich,
“Babylonische Sklaven auf der Schreiberschule”, en Wilfred H. van Soldt y Jan Gerrit
Dercksen y Bert N. J. C. Kouwenberg y Theo J. H. Krispijn [eds.], Veenhof Anniversary
Volume: Studies Presented to Klaas R. Veenhof on the Occasion of His Sixty-Fifth Birthday, PIHANS
89 [Leiden: Nederlands Institut voor het Nabije Oosten, 2001], 73; Cohen, “Feet of
Clay”, 169, n. 21), así como la adopción neobabilónica CTMMA III 53, por la que Na-
bû-aḫḫē-iddin forma al pequeño Kalbaya como escriba y luego le adopta (Paul-Alain
Beaulieu, “New Light on Secret Knowledge in Late Babylonian Culture”, ZA 82 [1992]:
104; Cohen, “Feet of Clay”, 169, n. 22).
711 Lo mismo ocurrirá en otras épocas en el Próximo Oriente. Sobre este aspecto en

época pre-sargónida véase Henri Limet, “La condition de l’enfant en Mésopotamie au-
tour de l’an 2000 av. J.-C.”, en Théodoridès y Naster y Ries, L’enfant, 10. Por otra parte,
la documentación del Bronce Reciente proveniente de la Grecia micénica evidencia que
algunos niños, como los recolectores de moluscos, desempeñarían estas actividades sin
166 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

no se puede afirmar con total seguridad la edad a la que los niños empezarían su
período formativo712, las listas casitas de trabajadores forzados sí lo especifican
con mayor claridad. La mayor parte de los noventa y dos niños referenciados en
estos documentos mesobabilónicos de Nippur son adolescentes, preparados ya
para entar en la vida adulta. De ellos solo cinco casos de varones son denomina-
dos GURUŠ.TUR.TUR, mientras que no poseemos ningún ejemplo de su
variante femenina (SAL.TUR.TUR). Tampoco hallamos referencias claras a
trabajadores pirsu o pirsatu713. Interesante es la presencia de recién nacidos entre
los indidivuos relacionados con un trabajo, hasta nueve varones (DUMU.GABA)
y doce mujeres (DUMU.SAL.GABA)714:

haber cumplido siquiera los tres años de edad (Gallou, “Children at Work”, 165–66).
Numerosas referencias en monografías y artículos especializados constatan la capacidad a
lo largo de la historia de los más pequeños para producir objetos de diverso tipo. Desde
una óptica arqueológica, véase un ejemplo de menores productores de cerámica en la
cultura pre-colombina de Sinagua (Arizona) (cf. Kathryn A. Kamp, “Prehistoric Children
Working and Playing: A Southwestern Case Study in Learning Ceramics”, Journal of
Anthropological Research 57.4 [2001]: 427–50).
712 Sí que se puede estimar una edad para el joven Mušapu de JEN 572, que empe-

zaría a formarse como tejedor a partir aproximadamente de los cuatro o cinco años
(Justel, “Some Reflections”, 150). Los Ba’al-bēlu e Išma-Dagan de E6 217 comenzarían
su formación escribal a una edad más temprana, probablemente ya hacia los tres años.
Sin embargo, estas son conjeturas a partir de informaciones indirectas, y nunca de evi-
dencias terminológicas o expresamente consignadas.
713 Tenney apunta que “there are no children in the second-youngest age categories

(pirsu, pirsatu) who are listed with occupations” (Tenney, Life at the Bottom, 101). Años atrás,
sin embargo, Brinkman afirmaba que “it is worth noting that even persons in the very
youngest categories [ = pir-su, DUMU.GABA, pir-sa-tu(m), DUMU.SAL.GABA] are
occasionally listed as having occupations” (“Sex, Age, and Phisycal Condition Designa-
tions”, 3). Al menos un texto apunta en este sentido. Se trata del inédito CBS 3523 rev. ii’
11, que podría consignar una artesana especializada (UM.MI.A, ac. ummânu) (Tenney,
Life at the Bottom, 232, n. 43). Sea como fuere, no hay razón para pensar que los pirsu y
pirsatu no pudieran estar relacionados con una actividad laboral concreta.
714 Sobre el trabajo de estos niños lactantes en el Nippur mesobabilónico véase espe-

cialmente Justel, “Niños lactantes”.


Infancia y esclavitud 167

Producción textil715 Otras producciones

Cuidador de caballos (SIPA

Alfarero (BÁḪAR, paḫaru)


ANŠE.KUR.RA, rē’i sisê)
Grabador (BUR.GUL,

Artesano especializado

Cocinero (unḫatimmu)
(UM.MI.A, ummânu)
TÚG.KA.KEŠDA
AŠGAB (aškāpu)
ÁZLAG (ašlāku)

ḪÚB.BI (ḫuppu)

purkullu)
kunšillu
(kāṣiru)
DUMU.GABA 2 1 1 1 1 1 1 1716
DUMU.SAL.GABA 4 1 1 1 4 1
Tabla 12. Distribución de niños lactantes por labores en listas mesobabilónicas de traba-
jos forzados

Si encuadramos a estos niños en una edad siempre anterior a los tres años,
debido a su condición de lactantes, es difícil imaginarlos en el desempeño de
ciertas tareas. Una posibilidad es interpretar que los pequeños serían consigna-
dos de tal manera nada más nacer, confiriéndoles a tan temprana edad la
función que desarrollarían en un futuro próximo. El tipo de trabajo sería fácil de
elegir, y podría generalmente coincidir con el desempeñado por sus padres.
Incluso a un nivel administrativo y funcional este procedimiento sería conve-
niente y provechoso, ya que las autoridades encargadas de regular y evaluar los
trabajadores sabrían el personal con que contaban en ese momento y con el que
pronto contarían.
Ahora bien, esta explicación podría no ser enteramente satisfactoria. Si se
diera el caso anterior, se debería haber explicitado de alguna manera el hecho
de que en el instante de la creación de la lista ciertos individuos no constituían
una fuerza real de trabajo. Nuestra interpretación sigue, pues, esta segunda
posibilidad. Si un sujeto es presentado como trabajador es realmente porque
estaría capacitado para llevar a cabo dicha labor. Como hemos visto, el período
de aprendizaje de un oficio podría comportar más de un lustro de dura prepara-
ción, por lo que sería conveniente iniciar lo antes posible esta etapa formativa.

715 A modo de ejemplos véanse BE 14 58: 38, CBS 3484, Ni. 1860, etc. (cf. Brink-

man, “Sex, Age, and Phisycal Condition Designations”, 4, n. 15).


716 Este DUMU.GABA artesano (UM.MI.A) se corresponde con el lactante que en-

contramos en el inédito CBS 3523 rev. ii’ 12. Quizás sería el ayudante de otro artesano,
mayor que él aunque aún menor, listado justo antes de él (Tenney, Life at the Bottom, 101,
n. 54).
168 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Además, y si bien un pequeño de un año a duras penas podría ser provechoso a


un nivel productivo, hay que admitir que un caso totalmente distinto sería un
niño en su última etapa de lactante, alrededor de los tres años. Con esta edad ya
se presenta cierta destreza manual para actividades básicas, y más aún a fuerza
de repetirlas, como pueden ser cortar, cordar, atar, raspar, etc. Incluso en una
labor aparentemente tan complicada como la de los cuidadores de caballos717,
donde encontramos cinco casos de niños lactantes718, éstos podrían sin duda ser
provechosos en alguna actividad menor, como limpiar herrajes, establos o
amontonar paja719.
Por último, hay que tener en cuenta las condiciones pésimas en las que vivi-
rían estas familias con niños siervos y esclavos, tanto en la Babilonia casita como
en otras regiones mesopotámicas y sirias del Bronce Reciente. La pobreza y la
necesidad avivarían el ingenio y desarrollo laboral, también a base de experien-
cias infantiles física y psicológicamente duras. De esta manera algunos de estos
niños sobrevivirían720, constituyendo pronto una fuerza de trabajo con que sos-
tener las instituciones y administración de turno721.
ALIMENTACIÓN DE NIÑOS ESCLAVOS
La alimentación de los niños esclavos del Bronce Reciente mesopotámico y sirio
no ha sido historiográficamente objeto preferente de estudio. Ello se debe en
ocasiones a las limitadas referencias al respecto de determinados corpora textua-

717 SIPA ANŠE.KUR.RA.


718 Un DUMU.GABA y cuatro DUMU.SAL.GABA.
719 Aún desde nuestra perspectiva occidental moderna, donde es difícil concebir la

idea de un lactante trabajando, hay que poner de relieve que en la Antigüedad (e incluso
en el s. XX de nuestra civilización) el período de lactancia rondaría los tres años, e incluso
en ocasiones mucho más tiempo (el destete natural se puede posponer hasta los siete años;
cf. Katherine A. Dettwyler, “Time to Wean: The Hominid Blueprint for the Natural Age
of Weaning in Modern Human Populations”, en Patricia Stuart Macadam y Katherine
A. Dettwyler [eds.], Breastfeeding Perspectives [Nueva York: Transaction Publishers, 1995],
39–73; José María Paricio Talayero y María Teresa Hernández Aguilar, “Aspectos histó-
ricos de la alimentación al pecho”, en AA. VV. Manual de lactancia materna: De la teoría a la
práctica, Asociación Española de Pediatría [Madrid: Editorial Médica Panamericana,
2008], 16). Así, la falta de recursos alimentarios podría ser una de las razones para que el
niño siguiera lactando hasta que su madre no produjera leche suficiente para nutrirle. Por
tanto, la capacidad física de un pequeño de tres o cuatro años, aún lactante, será induda-
ble. Sobre estas cuestiones y las prácticas de lactancia en el Próximo Oriente antiguo
véase Justel, “Some Reflections”, 144, n. 10.
720 Si bien otros no tendrían la misma suerte (cf. en el presente §5.4 el subapartado

“Natalidad y mortalidad de niños esclavos”).


721 Dicha importancia de los niños de la época, también a un nivel productivo, echan

por tierra aseveraciones como la de Harris, quien afirma que “in death, as in life, infants
had little impact on the community” (Gender and Aging, 15).
Infancia y esclavitud 169

les. En el caso de las listas casitas de racionamiento, sin embargo, la causa prin-
cipal se corresponde con que la mayor parte de la documentación permanece
aún inédita722. Aún así, evidencias directas o indirectas nos informan en ocasio-
nes sobre el grado de importancia con que los adultos enfocarían el tema.
Evidentemente los niños más pequeños no podrían hacerse por sí mismos con
alimentos, pero documentación de diversa naturaleza nos dará la clave para
interpretar cada caso y extraer conclusiones al respecto.
Antes de analizar la alimentación de los niños ligados a la esclavitud, nos
parece conveniente hacer una breve referencia a la cuestión de la provisión de
alimentos y cuidados en general en relación a otro tipo de realidades sociales: los
menores procedentes de familias de clase media-alta —incluso real, en el caso de
Nuzi—, o al menos cuyo estatus no entraría dentro del ámbito servil.
Debido a su complicada interpretación sobre la condición social de algunos
de estos niños, una mención especial merecen las asignaciones (ac. tēniqu o tarbītu)
que recibían algunas nodrizas (ac. mušēniqtu). Para el Bronce Reciente conocemos
el fenómeno del pago a las nodrizas principalmente a través de documentos
administrativos mesobabilónicos y nuzitas, que consignaban lo recibido por estas
profesionales del amamantamiento723. A la hora de estudiar la alimentación y
cuidado de los menores, hay que añadir, para el caso del archivo del Palacio de
Nuzi, las raciones distribuidas a las mujeres e hijos del rey724. Muchos de estos
textos presentan una distribución de alimentos, como cebada725, pero también

722 Como apunta Tenney (Life at the Bottom, 145), hay suficiente material para estu-
diar la relación entre edad y cantidad de comida recibida. Por otra parte, no contamos
con suficientes fuentes sobre las raciones de aceite o lana destinados a trabajadores forzados.
723 Véase la bibliografía principal sobre las nodrizas en el Próximo Oriente antiguo

en Maria Giovanna Biga, “Enfants et nourrices à Ebla”, KTEMA 22, 1997, 36, n. 4, así
como en Stol, Birth in Babylonia and the Bible, 181–92; Schneider-Ludorff, “Die Amme”.
Para la historia de la lactancia desde una perspectiva médica véase Paricio Talayero —
Hernández Aguilar, “Aspectos históricos”.
724 Provenientes casi todos estos documentos de la habitación R 76 de los archivos

palaciegos, los textos aparecen referenciados en Walter Mayer, Nuzi Studien I: Die Archive
des Palastes und die Prosopographie der Berufe, AOAT 205/1 (Neukirchen-Vluyn: Butzon &
Becker, 1978) (habiendo que añadir varias tablillas, en Brigitte Lion y Philippe Abrahami,
“Remarks to W. Mayer’s Catalogue of the Nuzi Palace Texts”, Cuneiform Digital Library
Bulletin 2012:1, 5 sub §4.3). Véase al respecto Brigitte Lion, “Les femmes comme signe de
puissance royale: la maison du roi d’Arrapha”, en Gernot Wilhelm (ed.), Organization,
Representation, and Symbols of Power in the Ancient Near East: Proceedings of the Fifty-Fourth Rencon-
tre Assyriologique Internationale at Würzburg, 20–25 July 2008 (Winona Lake: Eisenbrauns,
2012), 531–42 (para las referencias a niños cf. esp. p. 539).
725 Véase al respecto el texto de Nippur BE 15 184: 15, o los documentos de Nuzi

provenientes del archivo del Palacio HSS 14 212 (cebada recibida por la nodriza Nuḫu-
nazi, que sella el documento), HSS 13 77 (cebada para cinco “hijas del rey” para un
170 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

prendas de vestir, en general726, y lana en particular727. Sin embargo, el aceite


constituye el elemento que encontramos en más ocasiones en estos textos, aspec-
to relacionado con las raciones de amamantamiento mesopotámicas, ya
tipificadas en la tradición legal paleobabilónica728. El aceite (sum. Ì, ac. šamnu)
era un elemento vegetal que no solo servía a las nodrizas en tareas culinarias,
sino especialmente para el cuidado de su cuerpo y del bebé al que amamanta-
ba729. En este sentido, con más frecuencia está atestiguada la variante del aceite
de sésamo (sum. ŠE.Ì.GIŠ, ac. šamaššammū), elemento abundantemente presente
en los textos cuneiformes del 2.º y 1.er milenio a. C.730.
Estos documentos guardan relación con los pagos del teḫambašḫu nuzita, si
bien las referencias a este último término se encuadran en textos de adopciones
infantiles (§4.3). De hecho, resulta difícil conocer el estrato social en el que deben
inscribirse estos lactantes, y aunque las nodrizas pertenecerían en otras épocas a
una clase social baja731, es indudable que las asignaciones mencionadas de ceba-
da u otros productos en el archivo del Palacio de Nuzi están destinadas a
mujeres cercanas al rey732. Para otros archivos del Bronce Reciente, poco o nada
sabemos sobre este aspecto.

período de dos meses) y HSS 14 216 (cebada recibida por tres mujeres, para el período de
un mes y destinada a cinco mujeres). Para otros casos de niños receptors de grano, cf.
HSS 16 7, HSS 16 333 o HSS 16 408. Proveniente del mismo archivo palaciego, véase el
documento HSS 14 90, que muestra la entrega de una planta-salḫu para cuatro hijas del rey.
726 El pago a nodrizas mediante prendas está atestiguado tanto en Nippur (p. ej., BE

14 46: 2) como en Nuzi (p. ej., la prenda-ziyanatu en HSS 13 165: 5).


727 Sirva como ejemplo el documento de Nuzi HSS 13 227: 14.
728 Como muestran incluso textos legislativos, como el Código de Ešnunna (CE 32):

“Si un hombre entrega a su hijo para que lo amamanten, para que lo críen, y no da las
raciones de grano, aceite ni lana durante tres años, que pague 10 siclos de plata por la
cría de su hijo y podrá llevarse consigo a su hijo” (traducción en Sanmartín, Códigos legales,
68). Complétese este aspecto en Stol, Birth in Babylonia and the Bible, 182, n. 67.
729 Sobre los usos del aceite en la Mesopotamia antigua véase Cécile Michel, “Hui-

le”, en Joannès, Dictionnaire, 395 (con bibliografía en p. 396).


730 Sirva como ejemplo el texto de Nuzi procedente del archivo palaciego HSS 15

247, que reza así (ll. 1-6): “La nodriza ha tomado 5 qû de aceite de sésamo para los niños,
en el mes de Arkapinni” (sobre HSS 15 247 véase CAD Š/1 304b, sub šamaššammū, así
como Schneider-Ludorff, “Die Amme”, 485 y n. 44). Este documento, mediante el sin-
tagma ana TUR.TUR.MEŠ, “para los niños”, muestra que el empleo del aceite de
sésamo estaba también destinado al cuidado corporal de los pequeños. Sobre las caracte-
rísticas y funciones de este tipo de aceite en Mesopotamia véanse en particular Fritz
Rudolf Kraus, “Sesam im alten Mesopotamien”, JAOS 88 (1968): 112–19; Maynard P.
Maidman, JAOS 102 (1992): 391–92; Brigitte Lion, “Sésame”, en Joannès, Dictionnaire, 778.
731 Al respecto véase Stol, Birth in Babylonia and the Bible, 182.
732 Como en Nuzi, el pago a nodrizas está ampliamente atestiguado en el Mari pa-

leobabilónico, donde encontramos varios casos en los que estas mujeres reciben aceite y
vestimentas por amamantar niños. Éstos pertenecen a un estrato social elevado, puesto
Infancia y esclavitud 171

Por último, y aunque no sea una práctica generalizada, los documentos de


Nuzi HSS 14 212 y HSS 15 247 plantean un aspecto novedoso. Aunque nor-
malmente el tēniqu es entregado directamente a las nodrizas733, quienes en teoría
disfrutarían de los beneficios del pago, en estos documentos son explícitamente
destinados a los niños734. Por tanto, y si bien los bebés no tendrían capacidad de
recibir por ellos mismos este pago, podrían ser destinatarios del mismo de alguna
forma: cereales para complementar su alimentación de leche de la nodriza,
vestimentas, aceite para ingerir o para recibir tratamientos corporales, etc.
Centrándonos en el corpus del Bronce Reciente que nos informa sobre la
alimentación de niños esclavos, debemos hacer primeramente referencia a las
listas mesobabilónicas de racionamientos. Estas no aportan por regla general
información alguna sobre la duración de los trabajos, y por lo tanto resulta com-
plicado estimar las necesidades alimentarias de los individuos, así como la
adecuación de las raciones735. Lo que sí se evidencia es que los niños recibían
menor cantidad de raciones que los adultos, fenómeno obvio y constante en la
documentación cuneiforme de esta y otras épocas736.
Por otra parte, podemos observar la evolución de las raciones en la docu-
mentación casita atendiendo a casos concretos de individuos. Este análisis es
posible debido a que poseemos diversas listas mesobabilónicas de raciones que
consignan los mismos individuos en un lapso temporal determinado737. Como

que son herederos potenciales del trono de Mari o niñas destinadas a ser sacerdotisas o a
un enlace matrimonial de carácter político. Sobre esta cuestión, y mentando algunos
ejemplos concretos, véase Nele Ziegler, “Les enfants du palais”, KTEMA 22, 1997, 45–57
(esp. pp. 46–47).
733 Como muestran por ejemplo los textos de Nuzi HSS 13 165: 5 (a-na mu-še-ni-iq-

tu4), HSS 14 102: 6 (a-na SAL.MEŠ mu-še-ni-qa-ti) y HSS 16 234: 19 (a-na mu-še-ni-iq-ti).
Para otros corpora en que se señala que el pago irá destinado a las nodrizas, en este caso
designando el nombre personal de las nodrizas, véanse por ejemplo los textos de Mari
MARI 3 71, ARM 7 50, ARM 7 55, ARM 7 61, ARM 7 32, M.18121, T.108 (al respecto
cf. Ziegler, “Les enfants”, 47).
734 HSS 15 247: a-na TUR.TUR.MEŠ (5 qû de aceite de sésamo).
735 Es la conclusión a la que llega Brinkman (“Forced Laborers”, 20) tras una prime-

ra evaluación de las fuentes (la inmensa mayoría aún inéditas).


736 Como aparece en las listas de raciones de Nuzi procedentes del archivo de Šilwa-

Teššup, o como mostramos en una comparativa entre los datos casitas y la información
de las listas de raciones de época de Ur III (§5.5).
737 Véase al respecto la tabla presentada por del Giuseppe F. del Monte (“Razioni e

classi d’età in Nippur medio-babilonese”, en Aldo Zanardo [ed.], Stato, Economia, Lavoro nel
Vicino Oriente antico [Milán: Francoangeli, 1988], 28), que compara diferentes individuos a
lo largo de varios documentos mesobabilónicos ordenados cronológicamente. Para la
terminología y otras cuestiones específicas de las listas de raciones mesobabilónicas véanse
especialmente Giuseppe F. del Monte, “Su alcune tecniche contabili delle amministrazio-
172 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

hemos visto para las actividades laborales de los tejedores, los documentos BE 14
58 y BE 14 91a —en orden temporal respectivo— están separados por dieciséis
años. En esta relación se aprecian bien los matices de edad que consignan los
casitas a través de terminología específica (§5.3)738. Así, y a modo de ejemplo, el
aún lactante (DUMU.GABA) y tejedor (UŠ.BAR) Ina-pī-Marduk-dīnu recibe 5
qû en BE 14 58, mientras que en BE 14 91a se hará con 15 qû739. Otros casos
muestran lo contrario —es decir, un descenso en la cantidad de ración percibi-
da—, si bien son ejemplos que también se explican tomando como criterio
principal la edad de los individuos. Aunque no se refiera a niños, sirva como
paradigma en este sentido el molinero (lúÀR.ÀR, ac. arraru) Ugišiya-Saḫ, adulto
(GURUŠ) que en BE 14 58: 32 recibe 60 qû740, y dieciséis años más tarde su
ración se reduce a 40 qû (BE 14 91a: 17). Este hecho se puede explicar teniendo
en cuenta que un anciano (ŠU.GI) como el Ugišiya-Saḫ de BE 14 91a no necesi-
taría tanto alimento como cuando era más joven, amén de que no desempeñaría
la labor de molinero con la misma destreza que antes741.

ni di Nippur medio-babilonese”, en Maria Giovanna Biga y Mario Liverani (eds.), Ana


turri gimilli: Studi dedicati al Padre Werner Mayer, S. J. da amici e allievi (Roma: Universitá di
Roma La Sapienza, 2010), 85–104; “Finanza creativa in Nippur medio-babilonese”, en
Giovanni B. Lafranchi y Daniele Morandi Bonacossi y Cinzia Pappi y Simonetta Ponchia
(eds.), Leggo! Studies Presented to Frederick Mario Fales on the Occasion of His Sixty-Fifth Birthday
(Wiesbaden: Harrassowitz Verlag, 2012), 223–28; “Tre set di registry da Nippur medio-
babilonese dell’amministrazione del tempio di Ninlil”, en Paola Corò y Elena Devecchi y
Nicla De Zorzi y Massimo Maiocchi (eds.), Libiamo ne’ lieti calici: Ancient Near Eastern Studies
Presented to Lucio Milano on the Occasion of His Sixty-Fifth Birthday by Pupils, Colleagues and
Friends, AOAT 436 (Münster: Ugarit-Verlag, 2016), 257–67.
738 Véase una comparación entre ambos documentos en Harry Torczyner, Altbabylo-

nische Tempelrechnungen (Viena: A. Holder, 1913), 66.


739 Ina-pī-Marduk-dīnu no es clasificado por edad en BE 14 91a. La designación que

esperaríamos, según del Monte (“Razioni”, 20), es la de GURUŠ.TUR.TUR. En nuestra


opinión, sin embargo, una posibilidad más acertada sería su adecuación con un GU-
RUŠ.TUR. Si en BE 14 58 el pequeño Ina-pī-Marduk-dīnu contaría con al menos dos
años, en BE 14 91a el mismo individuo sería un joven de unos dieciocho (por tanto,
mucho más cercano a la franja de adolescente [incluso habiéndola superado] que a la de
niño). Además, poseemos un paralelo de un GURUŠ.TUR que recibe 15 qû, con el caso
de Arad-Nusku (BE 14 58: 8). Véase otro ejemplo de niño tejedor (UŠ.BAR) que recibe
menor ración siendo niño (BE 14 58: 19: GURUŠ.TUR.TUR) que siendo adulto (BE 14
91a: 10: GURUŠ) en el caso de Lultamar-Nusku. Al respecto véase del Monte, “Razio-
ni”, 29, n. 11.
740 Misma cantidad de la que el mismo individuo recibe en las listas (posteriores pero

próximas en el tiempo a BE 14 58) BE 14 60: 5, 12 y BE 14 62: 12, 19.


741 El caso de Ugišiya-Saḫ de BE 14 91a es uno de los pocos ejemplos en los que se

da una cantidad de ración a un anciano, aunque su condición de edad no se especifique


terminológicamente. Así, hay que matizar las palabras de Snell, cuando para el período
mesobabilónico afirma que “Such ‘men’ and ‘women’ could get rations for an entire year,
Infancia y esclavitud 173

De las listas mesobabilónicas de raciones se desprende una idea fidedigna de


lo que suponía la alimentación de los siervos de la época. Se premiarían de esta
manera las aptitudes de un trabajo y el nivel de especialización, además de des-
tinarse más comida a los individuos mayores —exceptuando los ancianos— y
con más necesidades calóricas742. A los niños lactantes se les asignaba asimismo
una cantidad determinada de grano, algo que podría sorprendernos si tomamos
en cuenta que su base alimentaria sería la leche de su madre o nodriza. Ello se
puede explicar por dos vías. En primer lugar, la asignación de grano a un lactan-
te pone en evidencia que éste no se encuentra en sus primeros meses de vida, ya
que a partir de determinada edad, incluso siendo aún lactante, los niños comen-
zarían a ingerir alimentos sólidos743. La segunda reflexión se refiere a la
adecuación de lo recibido por un lactante en comparación con lo recibido por su
madre. Documentos cuneiformes sobre raciones de otras épocas muestran cla-
ramente cómo a veces las mujeres reciben una cantidad suplementaria de grano
por tener hijos744. No es el caso de los textos mesobabilónicos analizados, donde
el hecho de tener descendencia infantil no implica recibir mayor cantidad de

and their ranks included all age groups except the old” (Daniel C. Snell, “Slavery in the
Ancient Near East”, en Keith R. Bradley y Paul Cartledge [eds.], The Cambridge World
History of Slavery. Volume I: The Ancient Mediterranean World [Cambridge: Cambridge Univer-
sity Press, 2011], 13).
742 En la línea de lo expuesto en Daniel C. Snell, Fligth and Freedom in the Ancient Near

East (Leiden-Boston-Colonia: Brill, 2001), 35, n. 8.


743 El hecho de que se distribuyan cereales obviamente no quiere decir que estos tra-

bajadores, lactantes incluídos, solo se alimentaran de ellos. Este producto será no obstante
la base de la alimentación, que sería compensada en la medida de lo posible con frutas,
carnes y verduras.
744 Michel (“Les enfants”) ha estudiado este aspecto a partir de la documentación pa-

leoasiria de Kaniš. La autora ofrece un ejemplo claro con BIN 4 22, en el que la mujer
Šāt-Aššur, de condición libre, se queja por no recibir más cantidad de raciones que las
sirvientas (ibíd., 101 y n. 69). La explicación a dicha aparente anomalía se evidencia al
constatar cómo tales sirvientas reciben un suplemento por sus hijos, ascendiendo su ra-
ción mensual a 20 litros de grano (ibíd., 104). Algo parecido ocurre con los recientemente
publicados archivos de la princesa Iltani (s. XVIII a. C.). En ellos apreciamos que las
mujeres que pertenecen a la casa real reciben raciones extras por sus hijos (15 litros de
grano, con la excepción de uno, que se hace con 30 litros). Al respecto, véase Anne-
Isabelle Langloise, Les archives de la princesse Iltani découvertes à Tell al-Rimah (XVIIIe siècle av.
J.-C) et l’histoire du royaume de Karana/Qaṭṭara, Volumen 1, Mémoires de NABU 18 (París:
Société pour l’étude du Proche-orient ancien, 2017), 215.
174 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

ración alimentaria. Por tanto, quizás se consignara confiriéndole una suma de-
terminada directamente al pequeño745.
Aparte de la documentación mesobabilónica de listas de raciones, son pocos
los textos que arrojan luz sobre la alimentación de los niños esclavos en el Bron-
ce Reciente. Determinadas listas mesoasirias, especialmente procedentes de
Ḫarbe y Dūr-Katlimmu (§5.2), hacen referencia a la cuestión. Sin embargo,
estos documentos no consignan la cantidad recibida por los niños, sino que el
total de grano se suma para toda la unidad familiar conjuntamente. Hay que
señalar asimismo los textos relativos a raciones del archivo nuzita de Šilwa-
Teššub746. También aquí varias categorías de edad son diferenciadas, y los más
pequeños recibían menor cantidad de raciones. Aún así, los destinatarios de
dichas raciones eran los sirvientes del príncipe, empleados de su hogar, y no
conocemos exactamente las labores que desempeñaban.
Por su parte, en la Siria de la época la realidad de la intensa crisis reinante
se traduce en evidencias textuales directas de falta de alimentos y alza de los
precios747. Esta es sin duda la causa principal por la que Zadamma y su esposa
Ku’e venden sus cuatro hijos en E6 217748. Las dificultades de abastecimiento de
alimentos serán, en esta y otras épocas749, una de las principales razones por las
que los padres se veían obligados a vender sus hijos750. En otros casos —y mu-
chos que no quedan consignados por escrito— esta falta de comida se traducirá
directamente en la muerte de los niños (véase siguiente subapartado).
NATALIDAD Y MORTALIDAD DE NIÑOS ESCLAVOS
Aunque resulte ciertamente complicado evaluarlo con precisión, el índice de
natalidad entre la población servil del Bronce Reciente parece seguir las mismas
pautas que en otros contextos sociales, por lo que podríamos situarla en torno a
tres hijos por pareja.

745 Es lógico pensar que las cantidades destinadas a los niños, especialmente los
DUMU(.SAL).TUR, pirsu / pirsatu e incluso GURUŠ/SAL.TUR.TUR serían gestiona-
das por sus progenitores.
746 Cf. Wilhelm, Das Archiv des Šilwa-Teššup. Heft 2: Das Archiv des Šilwa-Teššup. Heft 3.
747 Sobre esta crisis véase en general Adamthwaite, Late Hittite Emar, 133–75. Sobre

la consecuencias de la misma, traducidas en hambrunas, véase especialmente Carlo


Zaccagnini, “War and Famine at Emar”, OrNS 64 (1995): 92–109 (para el alza de precios
en Emar, en comparación con la documentación neoasiria y neobabilónica, véanse pp.
104–105).
748 Aunque no se explicite en este documento, esta razón de crisis se expone en el an-

terior E6 216 (ll. 7–8). Sobre la relación entre ambos textos véase §6.2.
749 Para el período neobabilónico véase A. Leo Oppenheim, “Siege Documents from

Nippur”, Iraq 17 (1955): 69–89.


750 Sobre estas cuestiones véase con mayor detalle el capítulo sobre ventas infanti-

les (§6).
Infancia y esclavitud 175

Así, a lo largo de la documentación mesobabilónica de trabajadores forza-


dos encontramos una proporción elevada de niños, desde el nacimiento hasta la
adolescencia, que situaría el índice de natalidad en torno a 2–3 hijos por mu-
jer751. Una media similar es la imperante en la lista mesoasiria de deportados
hurritas VAT 18087+ (§5.2). Si bien presenta casos de poligamia —hasta cinco
esposas752—, los ejemplos de matrimonios monógamos arrojan una cifra de 2,2
hijos por mujer con descendencia753. En Siria es más difícil evaluar este aspecto,
ya que no poseemos textos que consignen muchos niños siervos, como listas de
trabajadores forzados, raciones, deportados, etc. Sin embargo, ciertos documen-
tos precisan el número de menores esclavos, como los cuatro de la venta
emariota E6 217754.
Aunque la falta de estudios sobre la natalidad infantil en un contexto servil
sea manifiesta, podemos plantear de forma provisional esta ratio de 2–3 hijos
por matrimonio (monógamo). Aún así, las informaciones textuales en las que nos
basamos no contemplan por regla general los casos previos de mortalidad infan-
til. Como ésta sería sin duda elevada, la media propuesta deberá entonces ser
más alta, llegando quizás a duplicarse.
Por otra parte, y como para cualquier otro período, las condiciones de los
niños esclavos del Bronce Reciente no serían las óptimas, por lo que la mortali-
dad infantil sería asimismo elevada. La alimentación, si no insuficiente, era como
mucho altamente racionada. Las listas mesobabilónicas muestran en ocasiones
las características físicas de los trabajadores, desde enfermos (GIG) hasta ciegos
(IGI NU GÁL755) e incluso muertos (ÚŠ, IM.ÚŠ, BA.ÚŠ)756. Si bien a partir de
la documentación disponible no se puede hacer una valoración de los niños

751 Este dato es aproximado y responde a una evaluación personal de los textos pu-

blicados e inéditos a los que hemos tenido acceso. En la misma línea véase Tenney, Life at
the Bottom, 136, donde el autor realiza un cálculo de 4,36 personas por cada unidad fami-
liar (contando al menos un progenitor), señalando que “the parent(s) rarely cared for
more than two or three children”.
752 En el ejemplo en el que más niños hay por varón encontramos a un hombre con

tres mujeres, sumando entre ellas siete hijos (Freydank, “Zur Lage der deportierten Hu-
rriter in Assyrien”, 101).
753 Esta cifra ha sido calculada a partir de la información ofrecida por Freydank

(ibíd.). Hay que precisar que otras seis mujeres no engendraron descendencia.
754 Sobre la posibilidad de que fueran más de cuatro los hijos de este matrimonio en

E6 217 véase §6.2.


755 O mediante la abreviatura NU.
756 Otras formas de calificar a los trabajadores se refieren a su condición general,

anotando que son desertores o escapados (ZÁḪ, ZÁḪ GIBIL o ZÁḪ LIBIR.RA), confi-
nados (ka-mu, ki-lum), etc. Las referencias inéditas a los textos sobre ciegos y fallecidos se
basa principalmente en la incluida en Brinkman, “Sex, Age, and Phisycal Condition
Designations”, 5–6.
176 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

catalogados como “enfermos”, sí que encontramos ejemplos en los que los pe-
queños son ciegos757. Así, dentro del corpus en el que se consignan tanto las
franjas de edad de los trabajadores como sus condiciones físicas, apreciamos un
adolescente varón (GURUŠ.TUR) por ocho adultos (GURUŠ) y un anciano
(ŠU.GI), y en el caso de las mujeres vemos dos niñas recién destetadas (pirsatu) y
tres adolescentes (SAL.TUR) por doce adultas (SAL.TUR)758. La proporción de
niños ciegos, por tanto, es mayor en el caso de las mujeres, fenómeno incluso
característico del mundo moderno759. Por otra parte, el hecho de que no se listen
ciegos entre los niños recién nacidos (DUMU/SAL.GABA) podría responder a
la dificultad de identificar la malformación a una edad tan temprana760. Sea
como fuere, nada se dice en estos documentos acerca de la causa de la ceguera
de tales individuos. A la posibilidad de malformaciones congénitas habría que
añadir enfermedades de otro tipo, falta de alimentación o incluso ceguera deli-
berada, fenómeno ampliamente atestiguado en la literatura próximo–oriental
antigua (§5.5).
Este tipo de características, resultados obvios de una precaria condición de
vida, explica la alta mortalidad de niños esclavos que se aprecia en la documen-
tación del Bronce Reciente, especialmente en el corpus mesobabilónico761. Al

757 Para la información sobre los trabajadores ciegos en el Nippur mesobabilónico

hemos consultado lo aportado por Tenney (Life at the Bottom, 61–62), si bien él sólo ha
trabajado con diecinueve de los cuarenta y seis textos en los que se consigna este tipo de
individuos. El resto de documentos se halla mayoritariamente en el Museo Arqueológico
de Estambul, a la espera de una futura publicación.
758 Ninguna mujer anciana (SAL.ŠU.GI) está atestiguada como ciega, algo estadísti-

camente esperable habida cuenta de que en todo el corpus solo contamos con cuatro
ancianas (ibíd., 61, n. 70).
759 Al respecto véase ibíd., 61.
760 En la línea de lo defendido por Tenney (ibíd., 61, n. 70). Aún así, las series Šumma

izbu sí plantean la opción de vislumbrar una malformación en los ojos justo tras el parto
(cf. Nicla De Zorzi, “The Omen Series Summa izbu: Internal Structure and Hermeneutic
Strategies”, KASKAL 8 [2011]: 56).
761 De los doscientos treinta y seis individuos listados individualmente (niños, adultos

y ancianos) catalogados como “muertos”, el 53,4% corresponde a varones, el 35,6% a


mujeres y el 11% son casos dudosos (Tenney, Life at the Bottom, 59). La tasa de mortalidad
masculina sería por tanto mayor que la femenina. Las condiciones laborales y el tipo de
trabajo serán las causas principales de este hecho, característico también de las sociedades
modernas. Por otra parte, encontramos el mayor porcentaje de muertos —varones y
mujeres de cualquier edad— en un grupo de trabajadores que aún desarrollan su labor en
el texto UM 29-13-441, con un total del 72,7% fallecidos (ibíd., 105, n. 83). La alta mor-
talidad en unidades de trabajadores forzados también está atestiguada en otros
documentos, como Ni. 5989 (46%), CBS 3225 + 3291 (41%), CBS 10700 (31%) o Ni.
373 (23,5%). Sobre estos aspectos véase ibíd., 60, n. 62. Como comparación con otro
corpus anterior, y respecto a la documentación pre-sargónica de listas de trabajadores,
Limet (“La condition de l’enfant”, 13) constata una alta mortalidad infantil, concluyendo
Infancia y esclavitud 177

igual que para el caso de los catalogados mediante características físicas, posee-
mos contados ejemplos de individuos listados como “fallecidos” en relación con
la edad762. Entre los varones de este grupo, el 33% corresponde a adolescentes
(GURUŠ.TUR) y el 8% a recién nacidos (DUMU.GABA)763. En cuanto a las
mujeres, el 13% serán adolescentes (SAL.TUR)764, mientras que la proporción
de recién nacidas muertas (DUMU.SAL.GABA) ascenderá a 18%765. En deter-
minados documentos la proporción de niños muertos entre los individuos
listados es abrumadoramente grande. Quizás el mejor ejemplo lo constituya el
inédito Ni. 1066 + 1069, con un 75% de menores fallecidos766.
Aunque estas proporciones sean tomadas de un reducido elenco textual,
constituyendo solo un 5% de todos los individuos clasificados por la edad767,
creemos que los datos expuestos aportan una idea fidedigna de la magnitud de

que ésta no se debería tanto a la falta de alimento como a la vida precaria de los niños.
Nuestra interpretación de la documentación del Bronce Reciente, por tanto, sigue idénti-
cos parámetros.
762 La explicación a este hecho es simple. Generalmente en las listas mesobabilónics

de trabajadores forzados solo existe un espacio (cuadrante) para consignar una caracterís-
tica de la persona en cuestión, por lo que se opta por hacer constar bien la edad, bien la
condición física. Si bien hay excepciones al respecto en las que se listan ambas cualidades
(información ésta en la que nos basamos), el caso de los ya fallecidos es quizás más radical
en este sentido, ya que la designación de “muerto” deja normalmente sin validez la edad
que pudiera tener el malogrado individuo. Los ejemplos que contemplamos en el cuerpo
del texto, por tanto, pueden ser proporcionalmente representativos, pero no constituyen
la normalidad de la documentación. Sirva de ejemplo un dato: de los ciento diecisiete
varones consignados como “muertos”, solo conocemos la edad de doce entre ellos. Según
Tenney (Life at the Bottom, 58), esta es una pista para pensar que muchos de esos muertos
sin edad catalogada habrían muerto en los primeros años de su vida, sin llegar siquiera a
la adolescencia. Sobre la mortalidad infantil en períodos anteriores véase en general
Limet, “La condition de l’enfant”, 13–14.
763 Como los tres lactantes de Ni. 2228: mba-šá-dMAŠ, m.dla-ta-ra-ak-še-mi y mki-din-
dgu-la, catalogados como ÚŠ.
764 Como los cuatro casos de CBS 13311 (PAB 4 SAL.TUR BA.ÚŠ.MEŠ).
765 Como la pequeña Amat-Nuska de BE 14 58: 25 y UM 29-15-760: 8’, probable-

mente gemela de Innamar, la cual sobrevive a la primera.


766 En este y otros casos similares, sin embargo, es complicado conocer con precisión

el lapso temporal en que todas estas muertes prematuras se produjeron (Jonathan S.


Tenney, “Household Structure and Population Dynamics in the Middle Babylonian
Provincial “Slave” Population”, en Culbertson, Slaves and Households, 139, n. 12).
767 De un total de 2.100 trabajadores con información de edad disponible (1.092 va-

rones y 1.008 mujeres), las proporciones comentadas se basan en cincuenta ejemplos de


personas para las que se expresa su condición de fallecidos junto con sus edades (doce
varones y treinta y ocho mujeres).
178 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

los índices de mortalidad en general768, e infantil en particular, de la sociedad


servil mesobabilónica en estas listas de trabajadores forzados. Sin duda en otros
contextos de trabajos forzados, como las Asiria y Siria de la época, poseerían
unas ratios parecidas de niños fallecidos. Dicha documentación, sin embargo, no
se presta a ser analizada en este sentido, por lo que para llevar un estudio parale-
lo y comparativo con el corpus casita, la aparición de nueva documentación es
totalmente necesaria.
NIÑOS ESCLAVOS FUGITIVOS
El fenómeno por el cual los esclavos huían de de su ámbito habitual de trabajo
está bien documentado en la literatura cuneiforme próximo-oriental769. La falta
de alimento, los maltratos físicos y psicológicos o la explotación desmedida por
parte de los dueños y patrones serían las causas principales de estos actos, que a
veces terminaban con un fin no tan feliz como el deseado por el fugado. El que
un siervo escapara era tan común en las antigua Mesopotamia y Siria770 que por
lo general, y muy especialmente en los períodos neobabilónico771, aqueménida772
y helenístico773, en los contratos de compras de esclavos el vendedor garantizaba
que el vendido no se escapara774. El primero, tras una posible fuga del segundo,

768 Apréciese, por ejemplo, la ínfima proporción de ancianos en las listas casitas: siete

varones sobre 1.092 y cuatro ancianas sobre 1.008.


769 Diversos autores han analizado esta cuestión en la historiografía moderna. Pue-

den encontrarse estudios generales al respecto en Mendelsohn, Slavery, 58–64; Aleksandr


Il’ich Tiumenev, Gosudarstvennoe Khoziaistvo Drevnego Shumera (Economía estatal de la antigua
Sumer), Moscú, 1956; Snell, Fligth and Freedom. Para la documentación casita véanse
Brinkman, “Sex, Age, and Phisycal Condition Designations”, 5; Snell, Fligth and Freedom,
58–59; Tenney, Life at the Bottom, 104–21. Para la mesoasiria véase Llop, Aportació, 174, n.
732. Sobre los textos neobabilónicos en particular véase Dandamaev, Slavery in Babylonia,
220–28.
770 Para el caso de Emar véase Démare-Lafont, “Éléments pour une diplomatique

juridique”, 52 c). En este sentido es interesante el documento de Mari A.1945. Se trata de


una carta de Mari en la que un siervo de Ḫardûm escapa a Šubartu y luego es capturado.
A partir de este texto vemos cómo, al menos en Mari, la capacidad condenatoria del
escapado no depende de su dueño inmediatamente superior, en el ámbito familiar, sino
de un responsable de mayor importancia: el mismo rey. Sobre este texto véanse especial-
mente Sohpie Démare-Lafont, “Un «cas royal» a l’époque de Mari”, RA 91 (1997): 109–
19; Juan Pablo Vita, “La pena de muerte en la Siria-Palestina del Bronce Final”, en Oliva
y Belmonte, Esta Toledo, 305.
771 Cf. Nbk 346.
772 Cf. NRVU 96.
773 Cf. TCL 13 248.
774 Generalmente esta obligación se estipulaba para un período de cien días a partir

de la venta del esclavo (Dandamaev, Slavery in Babylonia, 184, 220). Para la figura del
garante en la documentación mesobabilónica de ventas infantiles véase §6.4.
Infancia y esclavitud 179

estaba obligado a encontrarlo y devolverlo al comprador, o bien reemplazarlo


con otro esclavo de características similares. Si no pudiera satisfacerle con una
de las dos opciones, el contrato quedaría cancelado y el vendedor debería devol-
verle al comprador el dinero invertido por éste.
Parece lógico pensar que la mayor parte de los fugados serían esclavos adul-
tos varones. Este sector sufriría peores condiciones que las mujeres y niños, ya
que desempeñaban labores físicamente más duras y quizás recibían un peor
trato. Además, las mujeres poseen una relación más próxima e íntima con los
hijos pequeños, lactantes o no, por lo que serían reacias a huir y por tanto aban-
donar a sus hijos775. Estos hechos son confirmados en la documentación
mesobabilónica de trabajadores forzados, donde el 92% de los escapados (sum.
ZÁḪ, ac. ḫalāqu) son hombres adultos776. Lamentablemente, y al menos para el
caso de dicho curpus textual, es difícil evaluar la cantidad de niños esclavos que
escaparían. Ello se debe a que, al igual que ocurre generalmente con la incom-
patibilidad de información de edad y sexo en relación a la de características
físicas, cuando se consigna la condición de fugitivo no se suele indicar su sexo y
edad777. La excepción la constituyen ciertos textos que computan todas estas
cualidades, aunque solamente aportan información sobre treinta y cinco perso-
nas. Con esta cifra tan reducida será arriesgado caer en generalizaciones, pero sí
es importante señalar que, si bien entre las ocho mujeres escapadas todas son
adultas (SAL), entre los veinticinco varones, además de veintitrés adultos (GU-
RUŠ), encontramos dos adolescentes (GURUŠ.TUR) y dos recién nacidos
(DUMU.GABA)778. Estos dos últimos casos son significativos, pues constatan
que muchos fugitivos huirían llevándose consigo sus hijos menores. Por otra
parte, el 99% de los escapados varones carece de esposa o descendencia, por lo
que probablemente buena parte entre ellos no habría llegado aún a la adultez779.

775 En la línea de lo defendido por Snell (Fligth and Freedom, 54) cuando analiza la do-

cumentación de Ur III, que sigue idénticos parámetros que la mesobabilónica de trabajos


forzados. En otras ocasiones (véase más adelante), sin embargo, el hecho de que recién
nacidos, aún lactantes, aparezcan entre los fugitivos indicará probablemente que sus
madres los han tomado con ellas en su huída.
776 Tenney, “Household Structure”, 141. Por otra parte, de los ciento setenta y un

esclavos escapados con sexo conocido (de otros dieciocho casos se desconoce este aspecto)
ciento cincuenta y seis serán varones y quince (Tenney, Life at the Bottom, 109).
777 Así, el cuadrante destinado en principio para las características de sexo-edad po-

drían ser ocupadas bien por las condiciones físicas, bien por la condición de fugitivo.
778 Véase esta información en la tabla 20 en ibíd., 109.
779 Nótense los ejemplos CBS 11051 y CBS 3736, en los que varios hermanos (tres

en CBS 11051 y tres pares [2+2+2] en CBS 3736) son consignados entre los escapados.
Estos individuos serían probablemente menores.
180 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Los fugitivos capturados eran confinados en prisión (kīlu)780 o asignados a un


nuevo dueño. Un reducido elenco de documentos casitas, sin equivalente legal
conocido para otras épocas, presenta un formato homogéneo al tratar el tema de
la captura de fugitivos y su posterior reinserción en el trabajo781. Dicha vuelta a
su antiguo trabajo estaba mediada por un garante, que se comprometía a que el
esclavo siguiera trabajando como antes. El hecho de que en ningún caso (excep-
to en CBS 11106, véase a continuación) el capturado tenga relación aparente
con el garante indicará que, de una forma u otra, éste obtiene algún beneficio.
Probablemente la compensación estaría destinada a que el garante se hiciera con
una fuerza de trabajo en su propio hogar: sacando a un esclavo de la cárcel
contaría con una fuerza más en los servicios domésticos.
El documento inédito CBS 11106 es en este sentido excepcional. Constituye
el único caso en el que garante y fugitivo encarcelado tienen relación evidente.
Rabâ-ša-ilī huyó a la ciudad de Abu782, donde fue capturado por el hijo de Šin-
di-Enlil, que lo devolvió a Nippur y lo confinó en prisión. Posteriormente Rabâ-
ša-ilī cayó enfermo, y fue su propio padre, Kittatu, quien se constituyó en su
garante, liberándolo783. Podemos hacer dos comentarios e interpretaciones al

780 Ciertos textos incluso especifican que los prisioneros estaban encadenados, si bien
no hay indicación explícita del lugar donde se ajustaban los hierros (cuello, brazos, pier-
nas, pies, etc.). Véanse algunos ejemplos en CBS 3493, CBS 10713, CBS 11103, Ni. 1066
+ 1069, Ni. 1075, Ni. 5993, Ni. 6033, Ni. 6068, Ni. 6237, Ni. 6244, Ni. 6468, Ni. 6470,
Ni. 11055.
781 Algunos de estos textos son BM 17626, BE 14 11, BE 14 127, BE 14 135, CBS

8600A, CBS 11106, CBS 11453, MRWH 10, Ni. 1333, Ni. 1390, Ni. 2204, Ni. 7195,
PBS 2/2 161, UM 29-13-984. Tales documentos pueden ser identificados por una termi-
nología característicamente similar en las primeras líneas. En ellas se especifica quién
huyó (NP1 [DUMU NP2] + ZÁḪ-ma: “NP1 [hijo de NP2] se fugó”), quién le custodió en
prisión tras la captura (NP3 [DUMU NP4] [ištu + lugar + šūlu o leqû] ina kīli kalû: “NP3
[hijo de NP4] [lo tomó de x lugar] (y) le confinó en prisión”) y quién garantizó su poste-
rior reinserción (NP5 [DUMU NP6] pūta + maḫāṣu + šūṣû: “NP5 [hijo de NP5] asumió la
garantía, efectuando su liberación”). Nótese que no en todos los textos se consignan las
tres partes indicadas. Véanse comentarios al respecto en Herbert P. H. Petschow, Mittel-
babylonische Rechts- und Wirtschaftsurkunden der Hilprecht-Sammlung Jena: Mit beiträgen zum
mittelbabylonischen Recht, ASAW 64.4 (Berlín: Akademie-Verlag, 1974), 31–36; Sassmanns-
hausen, Beiträge, 194, 218–19; Tenney, Life at the Bottom, 34–35, 115–18.
782 CBS 11106: 2: uruADki (cf. Tenney, “Additions”, 63).
783 CBS 11106: 1–7 (colacionado): mGAL-šá-DINGIR DUMU mkit-ta-ti / ZÁḪ-ma

TA URU.UNUG.KI / DUMU mši-˹in˺-[d]i-den-líl ú-še-la-šu-ma / i-na ˹ki-li˺ ik-lu*-šu-ma /


GIG-ma mkit-ta-tum a-bu-šu / pu-us-su im-ḫa-aṣ-ma / ú-še-ṣi-šu (“Rabâ-ša-ilī, hijo de Kittatu,
se fugó, y el hijo de Šindi-Enlil lo trajo desde Uruk y lo confinó en prisión. Entonces
[Rabâ-ša-ilī] enfermó y Kittatu, su padre, se constituyó en su garante y procedió a su
liberación”). Nótese que la forma verbal esperada para la voz G del acabado de 3.ª per-
sona singular masculino del verbo kalû (“arrestar”, “confinar”) es ikla (verbo en a), y no
iklu, como consigna el texto (l. 4). Podemos atender a dos interpretaciones posibles: (1)
Infancia y esclavitud 181

respecto. En primer lugar, cabe la posibilidad de que, puesto que el padre es


libre y está legalmente autorizado a liberar a su hijo, éste hubiera entrado en la
esfera de la esclavitud a través de sus deudas784. Una segunda opción se refiere a
la edad de Rabâ-ša-ilī. En ningún caso contemplamos que se tratara de un re-
cién nacido (DUMU.GABA) o niño pequeño (pirsu), por su incapacidad física
para huir. Sin embargo, la posibilidad de que fuera un adolescente (GU-
RUŠ.TUR), o incluso más pequeño (GURUŠ.TUR.TUR), parece coherente e
incluso muy probable. Como hemos visto, no es habitual que el padre del esca-
pado asuma garantías por su hijo en casos de fugas. Mediante este mecanismo el
niño regresaría a estar jurídicamente bajo la potestad paterna, circunstancia que
no se daría si fuera un adulto con capacidad legal plena. Aún así, lamentable-
mente no podemos asegurar completamente esta hipótesis, ya que en el reducido
corpus al que pertenece CBS 11106 no se consignan las edades de los reinserta-
dos tras la fuga. Quizás un futuro estudio comparativo, cuando todos estos textos
sean publicados, podrá arrojar luz sobre las edades de estos individuos.
LA CONDICIÓN LEGAL DE LOS NIÑOS ESCLAVOS EN EL BRONCE RECIENTE
Los documentos sobre esclavitud infantil en el Bronce Reciente no precisan con
claridad la condición legal de los niños siervos o esclavos. Además, la gran diver-
sidad de fuentes para estudiar el fenómeno amplía la gama de posibles
interpretaciones, obligando a atender a cada documento o grupo textual por
separado y dificultando las generalizaciones. El punto de partida, no obstante, es
común: los niños de los documentos analizados se encuentran en un contexto
legalmente de esclavitud, o al menos de no libertad.
Al estudiar las ventas infantiles de la época veremos cómo los niños vendi-
dos de forma individualizada son designados con mayor detalle, apreciándose
hacia ellos un tratamiento con mayor atención con respecto a los vendidos entre
su familia. Quizás por ello los primeros estarían más cerca del concepto de “sier-
vo” que del de “esclavo”. Por tanto, si bien carecerían de libertad, disfrutarían a
su vez de cierta autonomía dentro de sus hogares. Los vendidos de manera con-
junta, por su parte, podrían inscribirse en una esfera legal ligeramente inferior.
Sin embargo, dichos documentos de ventas no aportan información suficiente
para valorar aspectos como los trabajos desempeñados por los niños, su alimen-
tación o las tasas de natalidad o mortalidad infantil. En ese sentido las listas del

Presencia de un error escribal, puesto que en otros documentos del mismo tipo sí se re-
dacta como se espera gramaticalmente (BM 17626: 4: ik-la-šu-ma; Ni. 1333: 6: ik-la-šu); (2)
La escritura del verbo ik-lu-šu-ma es correcta, y responde a cuestiones fonéticas: el signo la
antepuesto a šu queda mimetizado con este último, coloreándose y adquiriendo el mismo
valor vocálico.
784 La esclavitud por deudas para el caso de CBS 11106 es una posibilidad de inter-

pretación según Tenney (Life at the Bottom, 128).


182 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Nippur mesobabilónico de trabajadores forzados analizadas en el presente capí-


tulo arrojan más luz sobre estas y otras cuestiones. Tales aspectos prácticos nos
ayudarán para dichos casos a evaluar con mayor precisión la condición legal de
los niños de esta amalgama documental.
Varios autores han tratado parcialmente la condición legal de los individuos
consignados en las listas casitas de trabajadores que reciben raciones785. Clay786,
por ejemplo, ya interpretaba que las designaciones basadas en edad y sexo ha-
cían referencia a esclavos, empleados del templo (É.GAL). Más adelante
Torczyner constató que la mayoría de los individuos no tenían nombres semíti-
cos, por lo que se corresponderían con trabajadores de origen extranjero787. Por
su parte, Petschow interpretó dos documentos por él publicados, del mismo tipo,
como listas de personal esclavo788. Brinkman, en dos breves trabajos consagrados
a estos textos789, recalcó las duras condiciones bajo las cuales se hallaban los
trabajadores. Subrayó asimismo la relativa normalidad en las distintas estructu-
ras familiares presentes, aunque puso en duda el grado de esclavitud al que
estarían sometidos790. Poco después de nuevo Petschow, al analizar las activida-
des comerciales de compra-venta de esclavos del gobernador Enlil-kidinnī,
mantuvo que el término qinnu (“familia”), frecuente en las listas casitas de racio-
nes, haría referencia a gente carente de libertad791. Posteriormente,
Sassmannshausen afirmó que el fenómeno de la esclavitud estaba ampliamente
atestiguado en la Babilonia casita, si bien no analizó con detalle el fenómeno792.
En su recensión de la obra de Sassmannshausen, Brinkman apuntó que la mayor
parte de los extranjeros consignados en los textos casitas de Nippur eran de
condición social baja y controlados por instituciones económicamente podero-

785 Véase un análisis más exhaustivo del tratamiento de estos textos en la historiogra-

fía moderna en Tenney, Life at the Bottom, 2–4.


786 Albert T. Clay, Documents from the Temple Archives of Nippur dated in the Reigns of Cassite

Rulers (complete dates), BE 14 (Filadelfia: Department of Archaeology, University of


Pennsylvania, 1906); Documents from the Temple Archives of Nippur dated in the Reigns of Cassite
Rulers (incomplete dates), BE 15 (Filadelfia, Department of Archaeology, University of
Pennsylvania, 1906).
787 Torczyner, Altbabylonische Tempelrechnungen.
788 Petschow, Mittelbabylonische Rechts, 97–101 (MRWH 50 y MRWH 51). Sin embar-

go, nótese que los términos que Petschow interpreta como ARAD ša (“esclavo de”) en
MRWH 51: 3 y 3’ deberán leerse más bien como NIM.MA (“elamita”) (al respecto véase
Tenney, Life at the Bottom, 3, n. 8). Si esta interpretación es la correcta, no obstante, esta-
ríamos ante otro caso de un trabajador forzado con origen extranjero.
789 Brinkman, “Forced Laborers”; “Sex, Age, and Phisycal Condition Designations”.
790 Brinkman, “Forced Laborers”, 21.
791 Petschow, “Die Sklavenkaufverträge”, 154.
792 Sassmannshausen, Beiträge.
Infancia y esclavitud 183

sas793. Por su parte, Roche asignó a los trabajadores forzados casitas una condi-
ción jurídicamente libre, siendo aún así dependientes económicamente, lo cual
limitaría su libertad de movimiento794. Por último, Tenney puso de relieve las
pésimas condiciones de los trabajadores de estas listas, argumentándolo median-
te cuestiones como la alta mortalidad, la más que común opción de fuga o la alta
proporción de extranjeros entre el personal795. Todos estos autores evidencian,
implícita o explícitamente, la dificultad de valorar la condición legal de los traba-
jadores a partir de la información mostrada en los documentos. Con el caso de
los niños de estas familias ocurre algo similar, si bien se pueden extraer conside-
raciones provisionales al respecto.
En primer lugar, es obvio que los pequeños nacidos de familias de trabaja-
dores en el Nippur mesobabilónico eran incorporados automáticamente al
sistema servil. Desde pequeños se les asignan labores, tanto aparentemente duras
(tejedores, albañiles, constructores de caminos, etc.) como en teoría más llevade-
ras físicamente (cuidadores de pájaros, grabadores, artistas, etc.). El que dos
adolescentes (GURUŠ.TUR) sean calificados de DUB.SAR, escribas, evidencia
que en determinados casos la formación de los jóvenes no sería tan agresiva a
nivel físico. Los responsables de los grupos podrían elegir a los niños más aptos
para desempeñar tareas especializadas en las que se requiriera cierta destreza.
Otros niños sin tales aptitudes se dedicarían a menesteres que no implicaran
tanta especialización, sino más bien fuerza física.
Sin embargo, en ambos casos los niños tienen dos características en común:
por una parte están supeditados laboralmente a la institución (templo, palacio,
etc.), pero por otra también se hallan dentro de un contexto familiar. En nuestra

793 John A. Brinkman, “Administration and Society in Kassite Babylonia”, JAOS 124

(2004): 284–85.
794 Carole Roche, “Serviteurs ou esclaves?”, en Pierre Bordreuil Françoise Briquel-

Chatonnet y Cécile Michel (eds.), Les débuts de l’Histoire: Le Proche-Orient, de l’invention de


l’écriture à la naissance du monothéisme (París: Éditions de La Martinière Jeunesse, 2008), 268.
795 Tenney, Life at the Bottom. Nótese que en las ventas de niños de forma individuali-

zada se expresa el origen del pequeño vendido (cf. §6.4); véanse dos excepciones en los
documentos MRWH 1 [un GURUŠ.TUR y un GURUŠ.TUR.TUR procedentes “del
país de Amurru”, MAR.TUki] y el babilónico B.143 + B.227 (un GURUŠ.TUR y una
SAL.TUR “del país de Aššur”, KUR aš-šur). En el caso de las listas mesobabilónicas de
trabajadores forzados lo normal es no encontrar el origen de los esclavos. Sin embargo,
en los casos en que éste se apunta, la normalidad es que se haga referencia a un país
extranjero, al contrario que en las ventas de niño, donde los únicos ejemplos en que los
niños no proceden de Babilonia (Karduniaš) son los anteriormente mencionados MRWH
1 y B.143 + B.227. Así, y tomando como excepción el texto inédito Ni. 1627, donde se
consignan seis individuos calificados de “acadios” (esto es, babilónicos: i 8: PAP 6 ak-ka-
du-ú), el resto de trabajadores con origen explícito provienen de Asiria, Arrapḫe, Lullubu,
Ḫanigalbat o, especialmente, Elam. Al respecto véase Tenney, Life at the Bottom, 121, n. 159.
184 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

opinión, este último punto es la clave para conferir una condición legal u otra a
los niños de las listas mesobabilónicas de trabajadores. Los pequeños de estos
documentos, al contrario que los de las ventas de niños, no se contemplan como
propiedad susceptible de ser comprada o vendida796. Constituyen, por el contra-
rio, un elemento activo en la economía no solo estatal, sino también familiar. Es
evidente que no poseen un amplio margen de libertad, puesto que se deben a los
responsables de la organización laboral (jefes, capataces, maestros, etc.), pero en
otra esfera distinta, aunque perfectamente compatible con la primera, se encuen-
tran bajo la patria potestas de sus progenitores. Este cierto grado de libertad en
este segundo ámbito permitirá a los niños crecer dentro de un contexto familiar,
en cierto modo similar a nivel jurídico al de otros niños completamente libres.
Así, podrán hacer libre uso del derecho familiar mesopotámico, siendo objetos
de activación de mecanismos legales —especialmente en el caso de los adoles-
centes— como la entrada de las kallātu en un régimen especial anterior al
matrimonio797.
De esta manera podemos identificar a los trabajadores forzados de las listas
de Nippur, y a sus niños entre ellos, con individuos carentes de libertad total,
pero con cierta autonomía para tomar iniciativas legales. No son esclavos en el
sentido más crudo del término, sino más bien siervos. En dicha esfera servil
estarán condenados a vivir perpetuamente798, si bien el sistema legal sí que les
permite determinadas licencias jurídicas. Este grupo del Nippur mesobabilónico
se correspondería por tanto con los “siervos” mencionados por Gelb799, individuos
que representaban en la antigua Mesopotamia la gran parte del sector laboral
dependiente, empleados en la producción y con permisividad para disfrutar de una

796 Nótese que, aunque coincidan en el tiempo (ss. XIV–XIII a. C.), espacio (Nippur)

y ambiente social (servidumbre–esclavitud), no hay ninguna coincidencia ni ocurrencia


paralela entre los niños vendidos y los pequeños trabajadores. Los fenómenos son comple-
tamente diferentes, por lo que se justifica el distinto trato que hemos hecho para ambos,
estudiándolos en capítulos separados.
797 Fuera de las listas de trabajadores forzados de Nippur, donde encontramos dos

kallātu menores (dos SAL.TUR, cf. Tenney, Life at the Bottom, 74, n. 45), el único ejemplo
mesobabilónico claro de identificación entre kallatu y menor de edad es la adopción ma-
trimonial MSKH I 9 (§3.2). A partir de las primeras listas se desprende por tanto la idea
de que también niñas pequeñas podrían ser consideradas como kallātu. En varias ocurren-
cias de kallatu la designación de edad se encuentra dañada, pero por su posición en las
listas (generalmente las últimas) queda claro que se encuentran bajo la potestad de sus
tutores legales.
798 La salida del ámbito servil solo se podrá conseguir por medio de edictos-zakûtu, la

huída o la muerte. Al respecto véase §6.2


799 Gelb, “Quantitative Evaluation”, 204.
Infancia y esclavitud 185

actividad familiar plena800. Nuestro único punto discordante con la tesis de Gelb es
que en el ejemplo casita los siervos no tendrían normalmente origen nativo, como
él generaliza para el antiguo Oriente, sino más bien extranjero.
Por último, la cuestión de las diferencias sociales e incluso legales entre las
numerosas familias de trabajadores forzados en el Nippur mesobabilónico ha de
ser estudiada en el futuro, puesto que podría poner de relieve una posible rela-
ción entre siervos mejor tratados que otros y por tanto desempeñando labores
menos pesadas. Lamentablemente, la documentación con que a día de hoy
contamos no nos permite adentrarnos en este tipo de análisis801.
Debido a un determinado género documental y a un contexto geográfico y
conológico concreto (Nippur, finales s. XIV–s. XIII a. C.), el corpus casita de
trabajadores forzados constituye un corpus cerrado. Ello, unido a que dichos
textos constituyen cuantitativamente la mayor parte de las fuentes sobre esclavi-
tud infantil de la época, dificulta sobremanera la comparación directa con otros
elencos documentales mesopotámicos y sirios contemporáneos. Sin embargo,
también respecto a éstos se pueden realizar comentarios acerca de la condición
legal de los niños esclavos.
Poco sabemos del tratamiento al que eran sometidos los niños esclavos de
las listas mesoasirias de deportados. Para ellos no poseemos tanta información
como en el caso de los jóvenes trabajadores de Nippur, ya que solo se consignan
por sexo y edad. Aún así, su condición —esta vez sí802— de esclavos de guerra,
elimina posiblemente determinadas prerrogativas jurídicas. Hay que señalar, no
obstante, que los pequeños podrían, al igual que sus padres, disfrutar de institu-
ciones como el matrimonio. No hay duda de que los supervisores y responsables
de los grupos de deportados concederían estas licencias a los deportados esclavos
y muy especialmente a los niños, puesto que éstos constituían la gran parte del
grueso de individuos803. Teniendo en cuenta que la institución de poder mesoasi-

800 En contraposición a los esclavos en sentido estricto (inglés chattle-slaves), quienes

eran comprados por un precio, y una vez en las casas de sus dueños vivían sin vínculos
familiares.
801 La única graduación posible dentro del personal laboral del Nippur mesobabiló-

nico son las escasas ocurrencias en las listas de los términos ÌR (“esclavo”) y GEMÉ
(“esclava”). Al respecto véase Tenney, Life at the Bottom, 131–32.
802 Las referencias a prisioneros de guerra en las listas mesobabilónicas de trabajado-

res forzados son ambiguas. Tres documentos hablan de determinados grupos de


trabajadores calificados como ḫubbutānu, término acadio desconocido relacionado con
ḫubtu (“prisionero de guerra”) o el verbo ḫabātu (“robar”, “saquear”) (Tenney, Life at the
Bottom, 124, n. 171). No hay constancia del lugar de origen de tales trabajadores, aunque
sus nombres se listan junto a otros para los cuales sí se consigna su procedencia. Sobre
estas y otras cuestiones relacionadas, véase ibíd., 125.
803 Hasta un 40% en VAT 18087+ y una proporción similar en KAJ 180.
186 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

ria necesitaba recursos humanos para trabajar en el futuro, no es de extrañar


que se permitiera (¿incluso alentara?) a estos deportados a practicar la poligamia.
Las mujeres se casarían jóvenes (§3.4), y su principal objetivo sería el de procurar
descendencia que pronto se convertiría en mano de obra al servicio del monarca
de Aššur. Por tanto, todo apunta a que la capacidad legal de estos niños depor-
tados, y eventuales hijos de deportados, era nula, y los únicos mecanismos
jurídicos que podían disfrutar estaban encaminados a satisfacer las necesidades
de la institución a la que pertenecían legalmente.
Otro caso es el de las familias mesoasirias de constructores que conocemos
gracias a las listas de raciones. Al igual que en los documentos casitas de trabaja-
dores forzados o de racionamiento, en estos ejemplos se aprecian unidades
familiares perfectamente estructuradas e incluso consolidadas. Su autonomía a
ese nivel es, por tanto, total, si bien estarán supeditadas a sus respectivos respon-
sables.
Es arriesgado proceder a generalizaciones sobre la condición legal de los ni-
ños esclavos de forma individualizada. Tras analizar los principales aspectos en
este sentido acerca de los niños vendidos, es evidente que cada caso sería parti-
cular804, pero su condición de siervos, más que de esclavos805, es por lo general
extrapolable a las escasamente atestiguadas adopciones infantiles y adopciones
matrimoniales de menores en las que un niño pasa a una condición legal infe-
rior. En dichos documentos de adopción, característicos especialmente del
archivo de Nuzi, no se estipula que los pequeños reciban una herencia por parte
de sus padres adoptivos. Esta es una diferencia determinante con el fin mismo de
las adopciones reales de este u otro archivo próximo-oriental806.
Por otro lado, en estos ejemplos el propio formato de adopción indica que
jurídicamente el individuo adoptado no podrá ser considerado esclavo. Proba-
blemente este hecho resultaría tan evidente para los contratantes mesopotámicos
y sirios que no se veían en la necesidad de contemplarlo por escrito. En ámbitos
con posible mayor proporción de esclavos entre la población, como el Nippur

804 Por ejemplo, compárese cualquier venta mesobabilónica de un niño, en la que

todo apunta a que el pequeño servirá a su amo con labores domésticas, con el documento
emariota E6 217, en el que los dos varones vendidos, de un año cada uno, podrían haber
recibido una formación literaria, pasando a ser escribas (§6.6).
805 Así, como veremos para el caso de E6 217, y al igual que ocurre con otros ejem-

plos de ventas de niños de Nuzi, Emar y Tuttul (§6.2), tendemos a relativizar la expresión
tipo ana ardūti / amūti nadānu, “entregar en estatus de esclavo / esclava”. Más bien la
entendemos con el sentido de “entregar en estatus de siervo / sierva” (los acadios no
harían distinción terminológica entre ambas acepciones).
806 Sobre la recepción de la herencia por parte de niños adoptados en el Bronce Re-

ciente, como uno de los objetivos básicos perseguidos en las adopciones infantiles, véase
§4.6. Para todo el Próximo Oriente antiguo amplíese la cuestión en Justel, “Adopciones
infantiles”, 123–24.
Infancia y esclavitud 187

mesobabilónico, encontramos ejemplos en los que sí se considera necesario regu-


lar la prohibición de devenir esclavo en un futuro807. En cualquier caso, los niños
adoptados relacionados con el ámbito de la esclavitud se encontrarán en una
situación legal inferior a la de los adoptados con plenos derechos —como here-
dar—, pero en ningún caso serán esclavos en sentido estricto.
Generalmente resulta complicado evaluar la condición jurídica de los niños
que entraron en la esfera de la esclavitud por vía de deudas de sus progenitores.
Con la única excepción de los gemelos Ba’al-bēlu e Išma-Dagan del texto de
Emar E6 217, cuyo final podría haber sido la manumisión por parte de su due-
ño808, los demás ejemplos no aportan información al respecto809.
Por último, tampoco podemos rastrear con detalle los pasos de los niños es-
clavos desde el nacimiento. Las menciones en listas casitas de trabajadores a
individuos denominados ildu (“descendencia”) supondrá en principio que estos
bebés, niños y adolescentes, poseían idéntica jurisdicción que sus progenitores.
A modo de conclusión acerca de la condición legal de los niños esclavos del
Bronce Reciente, e insistiendo en la imposibilidad total de generalizar, podemos
afirmar que la documentación se presta a una interpretación ambivalente. Por
una parte es obvio que los niños estudiados en este capítulo carecen de la liber-
tad que se aprecia en los niños adoptados. Su condición de siervos no solo
responde a cuestiones terminológicas (§5.3), sino también a la práctica cotidiana
de labores. En ocasiones el gran número de fugas o intentos de huídas, con niños
implicados en ellas —corpus mesobabilónico de trabajos forzados— o las ham-
brunas existentes —corpus sirio—, evidencian que las condiciones de vida serían
extremadamente duras no solo para los adultos.
Sin embargo, también se aprecian algunas características que apuntan a
una interpretación menos radical que la anterior. Los niños esclavos poseen
determinadas prerrogativas legales. En nuestra opinión, la única manera de
comprobar documentalmente dicha afirmación es acudir al derecho familiar,

807 Como se ha visto, un buen ejemplo en este sentido es la adopción casita BE 14

40, en la que se explicita que la adoptada no podrá nunca considerarse esclava.


808 Aún así, este hecho no es seguro para los gemelos que podrían haber sido final-

mente escribas (§6.6). Una segunda posibilidad es que ellos mismos saldaran las cuentas
de sus padres (si consideramos, como otros autores [cf. por ejemplo Justel, La capacidad
jurídica, 236–37], que esta es la razón de su esclavitud), por lo que el mecanismo que se
activaría sería en de la redención. La última opción es que estos jóvenes escribas conti-
nuaran en un ámbito servil, aún desempeñando una labor sumamente especializada (para
otro ejemplo del Bronce Reciente de escriba esclavo véase el texto de Nuzi JEN 613.
809 Aún así, es lógico pensar que la única opción del niño sería la de obedecer a su

padre, ya que se encontraba en una situación de dependencia legal. Las leyes 168 y 169
del Código de Hammurapi, sin embargo, plantea la posibilidad de que un hijo desobede-
ciera a su padre. Sobre estas y otras cuestiones al respecto, cf. Garroway, Children, 137–40.
188 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

especialmente en lo relativo al matrimonio. Así, los niños pequeños son objeto de


arreglos matrimoniales, mientras que los adolescentes pueden tomar ellos mis-
mos la iniciativa. Incluso en un contexto de explotación laboral como la que vive
Nippur durante los siglos XIV y XIII a. C. se comprueba que la institución de la
familia, intacta en mecanismos y desarrollo legal, salvaguarda y protege a cada
niño, amparándolo en cierta medida e impidiendo que cayera en una esclavitud
en sentido estricto. Como atestiguan documentos de género literario heterogé-
neo, ambas esferas legales son perfectamente compatibles, constituyendo una
dualidad incluso coherente a nivel jurídico. Así, nuestra interpretación tiende a
suavizar, al menos en la generalidad de los casos y siempre en lo que se refiere a
la legalidad810, el concepto de “esclavo” para los niños del Bronce Reciente
mesopotámico y sirio.
5.5. LA ESCLAVITUD INFANTIL DEL BRONCE RECIENTE
EN SU CONTEXTO PRÓXIMO-ORIENTAL ANTIGUO

Tras analizar las principales características de la esclavitud infantil en las cultu-


ras del Bronce Reciente mesopotámico y sirio, nos parece conveniente inscribir
el fenómeno en su contexto próximo-oriental antiguo, refiriéndonos especial-
mente a niños pero contemplando asimismo, en primer lugar, la realidad de la
condición servil de adultos811.
De entrada, se puede afirmar que la esclavitud tuvo una profunda influencia
en la estructura social, ideología, legislación y psicología social de las culturas del
Próximo Oriente antiguo812. Los principales factores causales para el estudio del
fenómeno en Mesopotamia y Siria–Palestina fueron expuestas hace décadas por
Isaac Mendelsohn813:

810 Por supuesto, no se debe confundir la tesis que defendemos a nivel legal, por la

que los niños esclavos disfrutarían de ciertos beneficios jurídicos, con el hecho obvio de
que muchos sufrirían maltratos físicos, hambre, enfermedades debido a un hábitat insalu-
bre, etc. Ambas realidades son compatibles aunque su naturaleza y campo de actuación
sean completamente diferentes.
811 Subrayamos aquí la falta de referencias al fenómeno de la esclavitud en el Bronce

Reciente en la entrada “Sklave, Sklaverei” del Reallexikon der Assyriologie (vol. 12, 2011),
donde se pasa del apartado “Altbabylonisch” (pp. 564ss) al “Neuassyrisch” (pp. 571ss).
812 Muhammad A. Dandamaev, “Slavery (Old Testament)”, en Freedman, The An-

chor Bible Dictionary, 65. Por su parte, Chester G. Starr (“An Overdose of Slavery”, Journal
of Economic History 18.1 [1958], 17–32) defiende a lo largo de su trabajo que la esclavitud
en las sociedades antiguas no solo fue una realidad, sino incluso una norma. Véase un
reciente análisis del fenómeno para el antiguo Oriente en Snell, “Slavery”; Molina,
“Sklave, Sklaverei”; Selz, “Zu einer frühdynastischen Bezeichnung von “Unfreien”.
813 Mendelsohn, Slavery, 1–33. El autor incluye aquí tipologías no expuestas por él

mismo en Isaac Mendelsohn, “Slavery in the Ancient Near East”, BiAr 9 (1946): 74–80, y
especialmente en Legal Aspects of Slavery in Babylonia, Assyria and Palestine: A Comparative Study
(3000–500 B.C.) (Williamsport: Bayard Press, 1932), 2–27 (donde añade los apartados
Infancia y esclavitud 189

(1) Prisioneros de guerra


(2) Esclavos extranjeros814
(3) Exposición y secuestro de niños
(4) Venta de niños
(5) Venta de uno mismo
(6) Adopción de niños nacidos libres
(7) Insolvencia

Al igual que los primeros documentos sobre compra-venta de personas815,


los textos conocidos más antiguos sobre esclavitud datan del 4.º milenio a. C.
Una de las primeras discusiones sistemáticas en torno a términos sumerios sobre
esclavos de esa época816 fue la ofrecida por Vaiman817. Tras él, Damerow y
Englund estudiaron textos proto-elamitas de Tepe Yahya818. Otros análisis al
respecto son los ofrecidos en Englund (períodos de Uruk III y Jemdet Nasr, ca.
3100–2900 a. C.)819, Yuhong820, Molina821 y Selz822. Estas aproximaciones apun-
tan a que la civilización mesopotámica pudo nacer como una sociedad esclavista.
Los términos sumerios atestiguados más antiguos para hacer referencia a
una persona de condición servil son ARÁD o ÌR (esclavo) y GEMÉ (esclava)823.
Estos signos se componen de dos partes diferenciadas: el signo que indica el sexo
del esclavo (NITÁ para varón y SAL para mujer) más el logograma KUR,
“montaña”. Así pues, el término sumerio para un esclavo varón (ARÁD e ÌR) se

arriba expuestos [a], [b] y [c], aunque excluye el apartado de “venta de esposas” [ibíd.,
25–26]). Véase una breve pero dura crítica al trabajo de Mendelsohn, Legal Aspects, en
Theophile James Meek, JAOS 53 (1933): 72–73. A lo largo del presente trabajo utilizare-
mos la versión revisada y considerablemente mejorada de 1949, uno de los estudios más
importantes sobre estas cuestiones para el Próximo Oriente antiguo.
814 Esta segunda categoría categoría expuesta por Mendelsohn quizás debería incor-

porarse a la primera, “prisioneros de guerra”.


815 Véase al respecto Stephen Langdon, “Some Sumerian Contracts”, ZA 25 (1911):

206, así como §6.7 en el presente estudio.


816 Desde los documentos de Uruk IV, ca. 3400 a. C.
817 Aizik A. Vaiman, “Die Bezeichnung von Sklaven und Sklavinnen in der proto-

sumerischen Schrift”, BaM 20 (1989): 121–33.


818 Peter Damerow y Robert K. Englund, The Proto-Elamite Texts from Tepe Yahya, The

American School of Prehistoric Research Bulletin 39, 3.ª edición (1.ª edición de 1989)
(Bethesda: Peabody Museum of Natural History, 2003), 24, 53–57.
819 Englund, “The Smell of the Cage”.
820 Yuhong, “The Earliest Slavery Documents”.
821 Molina, “Sklave, Sklaverei”.
822 Selz, “Zu einer frühdynastischen Bezeichnung von “Unfreien”.
823 Gelb, “Terms for Slaves”, 81. El documento más antiguo conocido que consigna

claramente los sumerogramas ARÁD y GEMÉ es el proveniente de Ur UET 2 259,


datado hacia el 2800 a. C. (Englund, “The Smell of the Cage”, 6, n. 13).
190 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

forma mediante los signos NITÁ + KUR, mientras que su femenino GEMÉ está
compuesto de SAL + KUR824. Por tanto, a través de estas atestaciones de escla-
vos en la Mesopotamia meridional, con el significado literal y metafórico de
“hombres y mujeres de los territorios de montañas”, comprobamos cómo los
primeros siervos provendrían de países extranjeros montañosos, especialmente
de los orientales montes Zagros825. Estos grupos fueron traídos a modo de botín
a lo largo de diversas expediciones militares llevadas a cabo por los monarcas
mesopotámicos. Tras su captura, los prisioneros de guerra pasarían de forma
automática de la condición libre a la servil826. Ampliamente documentados des-
de el 3.er milenio a. C.827, estos cautivos constituyen los primeros esclavos
atestiguados en el Próximo Oriente antiguo.
Si bien este tipo de siervos eran en su origen extranjeros, había otras vías
por las que se accedía a la esfera de la esclavitud. En conexión con el mundo de
la infancia, tema que analizamos en el presente capítulo, encontramos otros
puntos expuestos por Mendelsohn: exposiciones, secuestros (3) y ventas de niños
(4), además de las adopciones de pequeños nacidos libres (6). Como veremos,
todos estos casos guardan relación con la condición servil.
Donde solo intervienen adultos en la forma, aunque teniendo claras reper-
cusiones para los niños en el fondo, es en las ventas de uno mismo (5) y en los
casos de insolvencia (7). Ambos fenómenos están íntimamente relacionados,
parcialmente en las causas y especialmente en las consecuencias. La venta volun-
taria de uno mismo fue una práctica habitual en la Mesopotamia antigua, sobre
todo entre aquellos extranjeros que no contaban con familiares junto a ellos que
pudieran ayudarles en tiempos de dificultades. Aún así, también personas nativas
tenían que recurrir a esta solución828. Una causa fundamental para venderse a sí
mismo era la falta de trabajo. Otra, común con los insolventes, era la incapaci-
dad de abonar las deudas contraídas. La consecuencia más inmediata para
ambos era la entrada en la esclavitud.

824 Amplíese esta cuestión con las distintas combinaciones de signos presentadas en
Yuhong, “The Earliest Slavery Documents”, 2–3.
825 Otros autores piensan que el concepto de “esclavo” fue representado original-

mente por hijos de individuos endeudados que fueron tomados como avales o garantías.
Para ello se basan en el término sumerio AMA.AR.GI4, cuya traducción general es la de
“manumitir”, “liberar a un esclavo”, pero cuyo significado literal es el de “volver a la
madre”. Al respecto véase Ignace J. Gelb, “Prisioners of War in Early Mesopotamia”,
JNES 32 (1973): 88.
826 Ibíd., 95.
827 El trabajo de referencia para los prisioneros de guerra en la Mesopotamia arcaica

(ca. 2500–2000 a. C.) sigue siendo el de Gelb (“Prisioners of War”). En él, el autor analiza
diacrónicamente parte de la documentación de la época, amén de exponer interesantes
consideraciones sobre las principales características de la conocida realidad de dicho
grupo social.
828 Mendelsohn, Slavery, 14.
Infancia y esclavitud 191

La llamada “esclavitud por deudas” es probablemente, en términos cuanti-


tativos, la mayor fuente con que contamos para estudiar el fenómeno de la
esclavitud en el Oriente antiguo829. Un hombre de clase baja, al no tener sufi-
cientes recursos económicos, podría recurrir a un préstamo, normalmente
proporcionado por otra persona de clase social más elevada. Las causas para
pedir estos préstamos podrían ser varias: guerra, hambre, malas cosechas, en-
fermedad, etc. El problema residía en los exorbitantes intereses que los
prestamistas fijaban: alrededor de un 25% en plata y un 33% en grano en época
paleobabilónica830. Al encontrarse incapacitados los deudores para abonar tales
intereses, el sistema legal y financiero próximo-oriental proponía una segunda
solución: el préstamo con garantía en la persona del deudor, y no solamente de
él, sino por extensión de toda su familia. Así, en caso de no poder pagar, el deu-
dor pasaría, junto a su familia, a servir a su prestamista831.
Si bien la forma normal de que un esclavo obtuviera su libertad era la ma-
numisión por parte de su propietario832, en la esclavitud por deudas, al igual que
en la esclavitud por hambre, el mecanismo debería ser el de la redención. Por
medio de ésta el mismo esclavo u otro individuo pagaba la cantidad estipulada
en el contrato833. En otros ámbitos, como las aquí estudiadas listas mesobabiló-
nicas de trabajadores forzados, las únicas opciones de salir del sistema servil
serían los raramente promulgados edictos de libertad por parte del monarca834,
la huída o la muerte.

829 Véase por ejemplo este aspecto a partir de la documentación de Ur III (Hans
Neumann, “Slavery in Private Households Toward the End of the Third Millennium
B.C.”, en Culbertson, Slaves and Households, 24).
830 El Código de Hammurapi mantendrá esta proporción, aunque amenaza con la

pérdida del crédito a aquellos prestamistas que carguen un interés mayor (Mendelsohn,
Slavery, 23).
831 Aparte de en Mesopotamia e Israel (Gregory C. Chirichigno, Debt-Slavery in Israel

and the Ancient Near East, JSOT supp. 141 [Sheffield, A&C Black, 1993]), la esclavitud por
deudas fue también característica del período helenístico posterior, especialmente en Asia
menor. En Grecia y Roma, por su parte, este fenómeno existió, pero su importancia
disminuyó considerablemente (Lozano Velilla, Importancia Social, 15).
832 Para las diferentes formas de manumisión en el Próximo Oriente antiguo véase

especialmente Westbrook, “Slave and Master”, 1648–1651.


833 Sobre el fenómeno de la redención cf. ibíd., 1651–1660. La documentación me-

sobabilónica, como hemos visto, ofrece asimismo un reducido elenco textual, exclusivo
del ambiente casita, por el que un esclavo huído, tras ser capturado y confinado en pri-
sión, podía ser liberado por mediación de un garante. Para un reciente análisis de los
garantes y su relación con la prisión en esta época casita véase el reciente trabajo de
Yuval Levavi, “Four Middle-Babylonian Legal Documents concerning prison”, RA 111
(2017), 87–108.
834 Esto es, los edictos-zakûtu.
192 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Todo este elenco de fuentes cuneiformes arrojan luz sobre el fenómeno de la


esclavitud en el Próximo Oriente antiguo. Esta realidad no es, por tanto, uni-
forme en cuanto a causas, naturaleza y propias consecuencias. Sin ahondar
pormenorizadamente en la cuestión, baste señalar aquí la diferencia entre los
esclavos en los ámbitos público y privado, dicotomía asimismo presente en rela-
ción a la esclavitud infantil.
Generalmente, la historiografía se ha centrado con mayor interés en la rela-
ción entre los esclavos e instituciones como estado, templo u otras unidades
administrativas mayores que los hogares domésticos. Los estudios tradicionales,
de corte marxista, incidían en la idea de que tal relación tendía a la opresión,
trabajos forzados o gestión de cautivos extranjeros. Sin embargo, a mediados del
siglo XX varios trabajos comenzaron a evidenciar que determinados esclavos
disfrutaron de cierta movilidad en las casas reales, ascendieron socialmente y
adquirieron acceso a nuevas parcelas de poder835.
Por su parte, la investigación moderna hace cada vez más hincapié en la re-
lación entre esclavitud y ámbito doméstico, contexto más común e inmediato de
esta realidad en las sociedades antiguas836. El concepto de “hogar” sería enten-
dido así como una unidad económica, legal o social, a la que pertenecen los
esclavos y a la que contribuyen con su fuerza de trabajo837. Si bien estos esclavos
suelen ser definidos en contraposición a los esclavos en sentido estricto (inglés
chattel slaves), el Próximo Oriente antiguo muestra que habría más de estas dos
formas de esclavitud, e incluso diferentes tipos de esclavos domésticos tendrían

835 Véanse al respecto los trabajos de Starr (“An Overdose of Slavery”) y Carl N.
Degler (“Starr on Slavery”, Journal of Economic History 19.2 [1959]: 271–77). Sobre la
evolución historiográfica del concepto de “esclavitud” para los orientalistas, desde las
ideas de Marx en adelante, véase especialmente Dandamaev, Slavery in Babylonia, 67–80.
836 Cabe señalar cómo la historiografía de hace décadas relegaba a un segundo plano

la importancia económica de la esclavitud doméstica. Las primeras palabras de Jones en


su artículo “Slavery in the Ancient World” de 1956 son muy elocuentes en este sentido:
“As the subject of this paper is the economic importance of slavery, little need be said of
domestic servants” (Arnold Hugh Martin Jones, “Slavery in the Ancient World”, en
Moses I. Finley [ed.], Slavery in Classical Antiquity [Londres: Heffer, 1960], 1). Acerca de
este fenómeno de la esclavitud en el hogar, tuvimos la oportunidad de asistir a un simpo-
sio sobre el tema, organizado por la Dra. Laura Culbertson en el Oriental Institute of the
University of Chicago (5–6 de marzo de 2010), con título “Slaves and Households in the
Near East”. Algunas consideraciones a lo largo del presente capítulo responden a ideas y
comentarios de estas jornadas. La edición del volumen con los resultados de las mismas
fue publicada en Culbertson, Slaves and Households. Agradecemos a la asistente administra-
tiva Mariana Perlinac la posibilidad que nos brindó de convivir con los ponentes y otros
investigadores a lo largo de los dos días de seminario.
837 En esta línea véase Pryor, The Origins of the Economy, especialmente pp. 234–35.
Infancia y esclavitud 193

cabida dentro de una sola familia838. Es más, en ocasiones resulta verdaderamen-


te dificil identificar la frontera entre esclavo y familiar dentro del mismo hogar,
puesto que el primero también puede participar activamente en el desarrollo
biológico de la casa —concubinas, segundas esposas, etc—, además de ser capaz
de pasar a pertenecer a dicha familia a través de determinados mecanismos
legales como el aprendizaje, la adopción o el matrimonio.
Así pues, la esclavitud en el Próximo Oriente antiguo se presenta como una
institución sumamente compleja, en la que se aúnan varios tipos de esclavos, con
prerrogativas y características marcadamente diferenciadas pero muchas veces
oscuras para el estudioso que se acerca a esta realidad. Quizás la definición que
más se acerque a dicho fenómeno es la aportada por la historiografía moderna,
que subraya la condición de involuntariedad de pertenecer a esta institución, y
de estar supeditado, en términos de propiedad, a otra persona o institución.
La imposibilidad de definir con precisión el concepto de “esclavo” en las
Mesopotamia y Siria antiguas hace que las fuentes para el estudio de la esclavi-
tud sean diversas. Cada una, con sus subdivisiones propias, englobará varios
tipos de servidumbre, que deberán ser contemplados como un todo pero tenien-
do siempre en consideración las diferencias evidentes entre ellas.
Por su parte, la relación entre infancia y esclavitud en el Próximo Oriente
antiguo es un tema que no ha sido sistemáticamente tratado en la historiografía
moderna839. Los estudios que analizan el fenómeno en esta época y lugar tienen
vocación generalizadora, sin centrarse concretamente en la figura de los niños.
Sin embargo, hay cientos de textos cuneiformes que nos informan, de una ma-
nera u otra, acerca de esta realidad.
En varias culturas del mundo antiguo el concepto de “niño” guarda relación
con el de “esclavo”, sin ser éste necesariamente menor. En la Grecia clásica, por
ejemplo, el término παῖς, literalmente “niño”, hace referencia a un joven del
hogar —siervo— e incluso a un esclavo adulto840. El hebreo na’ar sirve para
designar tanto al joven libre (LVTL 623a 2) como al esclavo (LVTL 623a 3)841.

838 Véanse al respecto los trabajos de Bernard J. Siegel (Slavery during the Third Dynasty

of Ur, Memoirs Series 66, American Anthropological Association 49 [Whitefish: Literary


Licensing, 1943]) y Dandamaev (Slavery in Babylonia).
839 Véase el reciente trabajo de John Nicholas Reid (“The Children of Slaves in

Early Mesopotamian Laws and Edicts”, RA 111 [2017], 9–23), quien analiza el papel de
los niños esclavos en época paleobabilónica a partir de dos fuentes legales específicas:
códigos legales y edictos reales.
840 Paul Cartledge, Spartan Reflections (Berkeley: University of California Press, 2003),

137.
841 Probablemente el término ‫ נער‬tuvo como sentido original el de “joven libre”, y

luego evolucionó hacia el de “esclavo”. Lo contrario ocurre con ‫דבע‬, ‫ המא‬y ‫החפש‬, que en
un principio se referirían a esclavos, pasando posteriormente a designar a mujeres y
194 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Como hemos visto, en acadio sucede lo mismo con las voces ṣeḫru/ṣuḫāru, que no
solo se refieren a menores (CAD Ṣ 182b-ss), sino también a esclavos adultos
(CAD Ṣ 184b)842. Por tanto, cabe plantearse el por qué de esta conexión tan
clara entre ambas realidades, compatibles pero no necesariamente equivalentes.
Esta relación tan estrecha entre los conceptos de “infancia” y “esclavitud” difi-
culta en ocasiones la interpretación de casos concretos, en los que no podemos
asegurar si ciertos individuos son niños, esclavos o ambas cosas. En muchos
casos solo el contexto del documento puede arrojar luz sobre dicha cuestión.
Hemos visto cómo las vías por las que un niño o niña podían acceder a la
esfera de la esclavitud eran varias: exposiciones, secuestros, deportaciones, ven-
tas, adopciones, etc. Así pues, las fuentes cuneiformes con que contamos para
evaluar el fenómeno de la esclavitud infantil en la generalidad del Próximo
Oriente antiguo, siguiendo lo expuesto para el Bronce Reciente, son variadas. A
la hora de clasificar ordenadamente estos documentos, con el objetivo de inscri-
bir nuestro corpus en un comentario más general, dividimos la documentación
en dos partes, atendiendo a características de forma y no de fondo, manera a
nuestro juicio más clara de exponer este elenco: listas de personas y textos que
conciernen a un solo individuo.
Un tipo de documentos que permite estudiar la cuestión son las listas de in-
dividuos no libres, como trabajadores forzados, deportados, vendidos, etc. Se
trata de textos, algunos realmente largos y de carácter por lo general administra-
tivo, en los que se enumeran las personas de forma individualizada, añadiendo
de forma habitual una cualidad de cada una: sexo, edad, estado civil, profesión,
condición fisica, etc. Estas listas se conocen bien desde el 3.er milenio a. C., y
permiten trazar un análisis prosopográfico de los sujetos implicados.
Por ejemplo, el sistema de raciones alimentarias que vemos en nuestro cor-
pus está ampliamente atestiguado en la documentación próximo-oriental
antigua. Diferentes tipos de esclavos, como prisioneros de guerra o siervos sin
salario que trabajaban generalmente para el templo recibían determinadas can-
tidades de grano (casi siempre cebada, sum. ŠE.BAR), aceite (sum. Ì.BA), lana
(sum. SÍG.BA) u otras materias primas. En ocasiones especiales algunos esclavos
se hacían con raciones de cerveza, carne843, sal e incluso dinero en vez de comi-

hombres (no niños) libres. Sobre estos aspectos véase en general Alonso Fontela, La esclavi-
tud, 11–17.
842 Este mismo fenómeno de ṣeḫru se da con el sumerio TUR. Sobre esta cuestión

véanse Westbrook, “Slave and Master”, 1634–1635; Finet, “Le ṣuḫarum à Mari”.
843 Como apunta Gelb (“Prisioners of War”, 83) al analizar las raciones alimentarias

de los prisioneros de guerra en la Mesopotamia arcaica, es posible que el alto porcentaje


de carne en estas clases bajas se debiera a que no se trataba de carne fresca, sino que se
emplearía carne de animales viejos o enfermos. Solamente así se pueden entender casos
como el que presenta el texto de Ur III TRU 326, donde se indica que “dos vacas [son]
Infancia y esclavitud 195

da844. Basándonos en la documentación cuneiforme disponible, parece que los


grupos de trabajadores compuestos por prisioneros de guerra recibían ínfimas
cantidades de alimentos, o incluso nada, nada más ser capturados. Tras la muer-
te de los más débiles, especialmente mujeres y niños, sí que se asignaría a cada
uno de los supervivientes una ración parecida a la que recibirían los demás tipos
de siervos845.
A modo de ejemplo, entre la época de Fara y Ur III (ss. XXV–XXI) encon-
tramos los llamados “Textos GEMÉ-DUMU” (“mujer/esclava-hijo/niño”),
listas generalmente de raciones de comida que consignan mujeres y niños rela-
cionados con los trabajos del templo846. En cuanto a los pequeños, estos
documentos presentan grupos desde niños lactantes hasta adolescentes próximos
a la madurez847. De hecho, y aun teniendo en cuenta la distancia temporal entre
sendos corpora, es significativa la comparación de la documentación de Ur III
con la mesobabilónica. El siguiente cuadro responde al análisis de raciones del
3.er milenio a. C. de Gelb848 y de época casita de del Monte849:

comidas por esclavos prisioneros de guerra” (2 ÁB SAG nam-ra-ag ba-ab-kú), algo total-
mente desproporcionado.
844 Véase algún ejemplo de recepción de dinero en los textos neobabilónicos Cyr

287, Nbn 33, CT 22 144 y VAS 20 42. Sobre las raciones de alimentos a esclavos véanse
especialmente Ignace J. Gelb, “The Ancient Mesopotamian Ration System”, JNES 24
(1965): 230–43; Dandamaev, Slavery in Babylonia, 500–505.
845 Por ejemplo, el texto sargónico MDP 14 71 consigna 11580 qû de cebada para

1034 “esclavos del hogar” (ARÁD É). Tomando en cuenta que la cantidad media que
recibirían los esclavos rondaba los 40 qû por persona mensualmente , esta cantidad sería
la adecuada para trescientos esclavos, y no para el más de un millar existentes aquí. Este
texto, que proviene de la casa real de Susa, en Elam, establecimiento militar de los con-
quistadores de Acad, documenta unos tiempos de guerra en los que los 1.034 esclavos
serían probablemente prisioneros de guerra recientemente capturados. La cantidad de
cebada destinada para ellos sería, por tanto, realmente ínfima. En otros documentos,
como los administrativos TCL 5 6039, Dok. 2 329 y YBC 3666 (Ur III, 2052–2043 a. C.),
aparecen mujeres y niños recibiendo una cantidad adecuada de raciones alimentarias
(cebada, harina y carne). Sin embargo, el gran número de muertos y enfermos que se
consignan paralelamente hace pensar que en un momento previo los supervivientes no
habrían tenido la suerte de hacerse con tal cantidad de comida. Sobre estas cuestiones
véase en general Gelb, “Prisioners of War”.
846 Véase un estudio de estos documentos en Ignace J. Gelb, “The Arua Institution”,

RA 66 (1972): 1–32.
847 Sobre la designación filológica de los niños y adolescentes que reciben raciones de

comida en estos textos véase Gelb, “The Ancient Mesopotamian Ration System”, 238.
848 Ibíd., 232.
849 “Razioni”, 19. Hay que subrayar que del Monte no diferencia las referencias a

DUMU.GABA con las de pirsu (p. 25), ni las de DUMU.SAL.GABA con las de pirsatu (p.
196 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Nippur casita
3.er milenio a. C.
(ss. XIV–XIII a. C.)
Adulto (GURUŠ) 60 60

Adulta (SAL) 30 40
Niño / Adolescente varón (DU-
30 30
MU.NITA / GURUŠ.TUR)
Niña / Adolescente mujer (DU-
20 15/25
MU.SAL / SAL.TUR)
Niño (GURUŠ.TUR.TUR) 10/20

Niña (SAL.TUR.TUR) 20

Niño / niña (pirsu, pirsatu) 10


Niño/a de pecho (DUMU.GABA,
10 5/10
DUMU.SAL.GABA)
Tabla 13. Comparativa entre raciones alimentarias mensuales del 3.er milenio a. C. y
época mesobabilónica (en qû)

Tomando en cuenta los datos arriba expuestos, y aunque su información se


extraiga apenas de una veintena de textos, podemos concluir provisionalmente
ciertas ideas, siempre basándonos en la unidad de ración: el qû o sūtu850. En pri-
mer lugar, parece que por regla general la cantidad dada a los adultos y
adolescentes sigue idéntico patrón entre los textos de Ur III y los casitas. La
primera disimilitud entre ambas realidades comienza a la hora de designar los
niños de una edad anterior a la adolescencia (esto es, por debajo de las acepcio-
nes mesobabilónicas de GURUŠ.TUR y DUMU.SAL; cf. §5.3). Los textos de

27). Nosotros, siguiendo otros trabajos de Brinkman (por ejemplo, “Forced Laborers”, o
“Sex, Age, and Phisycal Condition Designations”), preferimos dividir ambas acepciones,
ya que sin duda los redactores de estas tablillas sí que diferenciaban los recién destetados
de los aún lactantes. Ello se ve incluso en la cantidad de raciones recibidas por cada
grupo, que difieren entre sí. Los demás datos concretos aportados por del Monte corres-
ponden a la media trazada por él. Aunque el autor solo se basara en documentación
publicada (BE 14 58, BE 14 60, BE 14 62, BE 14 105, BE 15 84, BE 15 91a, BE 15 96,
BE 15 111, PBS 2/2 53), parece que la inédita a la que hemos tenido acceso sigue idénti-
co patrón. Aún así, esta cuestión debería ser estudiada en profundidad cuando el corpus
casita sin publicar vea la luz, puesto que la comparativa entre los textos mesobabilónicos
y sus homólogos anteriores será sin duda interesante.
850 1 qû (sum. SÌLA) equivalía aproximadamente al actual litro, y tenía un valor es-

timado de 60 siclos de plata. Por su parte, el sūtu (sum. BÁN) eran unos 10 litros (esto es,
10 qû). Sobre estas cuestiones véase en general Marvin A. Powell, “Masse und Gewichte”,
RlA 7 (1990): 457–517, así como una tabla de equivalencias de dichas medidas en Roth,
Law Collections, xvi.
Infancia y esclavitud 197

Ur III no diferencian las distintas etapas de la niñez, al contrario que los casitas,
que sí lo hacen, sino que engloban todo ese laxo período infantil bajo las deno-
minaciones de DUMU.NITA (“niño”) y DUMU.SAL (“niña”) por un lado, y de
DUMU.GABA (“niño lactante”) y DUMU.SAL.GABA (“niña lactante”) por
otro. La documentación mesobabilónica es más precisa en este sentido, aportan-
do también aquí, como en las listas de trabajadores forzados, el matiz de un
orden de edad dentro mismo de la infancia: GURUŠ.TUR.TUR /
SAL.TUR.TUR, pirsu / pirsatum y DUMU.GABA / DUMU.SAL.GABA. En
estas listas de raciones un adolescente podría recibir hasta 30 qû851, un niño hasta
20 qû852, un recién destetado 10 qû853 y un lactante 10 qû854. En cuanto a las
mujeres, la asignación de raciones es parecida, aunque en ocasiones reciben
menos cantidad que los varones: las adolescentes recibirían en torno a 20 qû855,
al igual que las niñas856, mientras que las recién destetadas se harían con 10 qû857
y las aún lactantes entre 5 y 10 qû858.

851 Como el GURUŠ.TUR Talziya-enni en BE 14 58: 36.


852 Caso del GURUŠ.TUR.TUR Duqqin-ilī en BE 14 58: 14, quien a su vez apare-
ce catalogado como constructor (DÙ).
853 Véase un ejemplo en el pirsu Arad-Ninsar de PBS 2/2 53: 21.
854 Sirvan como ejemplos los pequeños DUMU.GABA Gab-Martaš (BE 14 58: 10) e

Ina-pī-Marduk-dīnu (BE 14 58: 17).


855 Aunque encontremos casos como el de la SAL.TUR Ūrī en BE 14 58: 37, que

reciben 20 qû, la mayor parte de los ejemplos para las SAL.TUR son de 15 qû, como
Minde-iballuṭ (PBS 2/2 53: 17). La SAL.TUR que más cantidad recibe es Basundu (BE
14 58: 15), hasta un total de 25 qû. Quizás esta última se haga con mayor cantidad que las
demás adolescentes debido a que se trata de una tejedora kunšillu, premiándose la especia-
lización de cada cual. Sea como fuere, parece que al menos en el ejemplo de las
SAL.TUR la cantidad recibida es diferente en cada texto, fenómeno distinto al de otros
casos, como el de las DUMU.SAL.GABA, donde la documentación sigue idéntico patrón
para todos los individuos (véase más abajo).
856 Del Monte (“Razioni”, 27), basándose en la copia cuneiforme de Clay (Documents

from the Temple Archives of Nippur, BE 14, lám. 40), consigna un ejemplo de SAL.TUR.TUR
en BE 14 105: 6, una niña con nombre GABA.LU[…] que recibiría 20 qû. Hölscher (Die
Personennamen, 133a), sin embargo, interpreta este antropónimo como Lu-[ ]. El otro
ejemplo que pone es el también dañado PBS 2/2 5: 9, que se refiere al padre de un tal
Sîn-ēriš (por tanto, ejemplo de un varón: mlu[…]). ¿Por qué no consigna Hölscher el
logograma GABA dentro del nombre? Ello solo sería debido si contempláramos la posibi-
lidad de leer la construcción SAL.TUR.TUR.GABA, pero no hay ninguna razón para
hacerlo, puesto que sobraría al menos un signo. Así pues, nos mostramos de acuerdo con
del Monte en la separación entre SAL.TUR.TUR y GABA. Este último logograma, por
tanto, será el principio del nombre personal de la niña, perdido en su segunda parte. Otro
argumento a favor de que se tratara de una SAL.TUR.TUR es el hecho de que a la
pequeña se le asignen 20 qû, puesto que en la línea siguiente (l. 7) encontramos una niña
lactante (DUMU.SAL.GABA), por nombre KASKAL.KASKAL-[…], a la que se le da
198 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Se constata de esta manera que la cantidad recibida por cada franja de edad
es por regla general similar entre los textos de Ur III y los mesobabilónicos de
Nippur. Sin embargo, dos diferencias llaman nuestra atención. La primera se
refiere a las mujeres (SAL), quienes en UR III reciben siempre 30 qû859, mientras
que en la documentación casita se hacen con 40 e incluso 60 qû860. Todo apunta
a que estas mujeres tendrían una actividad prominente en el contexto servil en
que vivían, como evidencia su predominio en producciones como la industria
textil (§5.4). En este sentido es importante diferenciar estas mujeres, cabezas de
familia, de las designadas como DAM (“esposa”), ya que estas últimas, en todos
los ejemplos casitas, solo recibirán 25 qû. La posición independiente de las pri-
meras tiene sin duda que ver con la cantidad recibida por las segundas.
En segundo lugar, y contrariamente al caso de las mujeres, la documenta-
ción mesobabilónica sobre raciones a trabajadores forzados muestra que los
recién nacidos podrían recibir menor cantidad en dicha época casita que en la
de Ur III. En la documentación de este último período todos los ejemplos con-
signan 10 qû para los lactantes861, mientras que en la documentación casita se
nos presentan casos de 10, pero también de 5 qû. Aún así, hay que reseñar el

solo 10 qû, respetando por tanto la normalidad al dar mayor cantidad de ración al que es
realmente mayor.
857 Al igual que hace con los pirsu, del Monte (“Razioni”, 27) incluye a las pirsatu jun-

to con las DUMU.SAL.GABA. Si bien estas últimas oscilan entre los 5 y 10 qû recibidos
(véase nota siguiente), las pirsatu consignadas siempre recibirán 10 qû. Sirvan como ejem-
plo los casos de las pirsatu Šīma-ilat (PBS 2/2 53: 7) y Ninlil-ilatni (PBS 2/2 53: 14). En
este texto PBS 2/2 53, además, se aprecia la diferencia entre lo que reciben las pirsatu (10
qû) y lo que reciben las DUMU.SAL.GABA (5 qû).
858 Es interesante apreciar cómo incluso dentro del mismo texto las diferentes DU-

MU.SAL.GABA pueden recibir distinta cantidad de ración. EL mejor ejemplo en este


sentido lo constituye de nuevo BE 14 58, donde mientras las DUMU.SAL.GABA Ḫulāla-
tu (l. 16), Rabâ-ša-Išḫara (l. 20; cf. también UM 29-15-760 anv. 3’), Adad-nada (l. 38) y
Eṭirtu (l. 42) reciben 10 qû, las demás DUMU.SAL.GABA Innamar (l. 24) y Dīni-ilī-
lūmur (l. 21; cf. también UM 29-15-760 anv. 4’) solo se harán con 5 qû. La creación de
una base de datos con las informaciones de lo recibido por los pequeños a lo largo de la
documentación casita —especialmente la inédita, debido a su gran magnitude— nos
ayudaría quizás a comprender el hecho de que unas personas reciban más que otras, para
lo cual a día de hoy no encontramos explicación alguna.
859 Ejemplos en HSS 10 193, HSS 10 187, HSS 10 188, HSS 10 190, MDP 14 11,

MDP 51, MDP 61 y MDP 71.


860 Este último caso corresponde a Dīni-ilī-lūmur (BE 14 91a: 12), que recibirá 60 qû.

Por otro lado, no se entiende que la mujer Bittinnatu (BE 14 91a: 20) reciba hasta 160 qû,
cantidad desproporcionada en comparación con las demás, y no superada por ningún
varón (problema, por otra parte, obviado por del Monte, “Razioni”, 20–21). Ante nuestra
falta de comprensión al respecto, no nombraremos este ejemplo como caso paradigmáti-
co de un mayor abastecimiento de las mujeres casitas en comparación a las de Ur III.
861 Casos de HSS 10 187, HSS 10 188, MDP 14 11, MDP 51, MDP 61 y MDP 71.
Infancia y esclavitud 199

caso de Nusku-ibni, DUMU.GABA en BE 15 96: 17 y BE 15 111: 17, constituye


la excepción que confirma la regla. Este lactante recibe hasta 30 qû, algo total-
mente anormal para su edad. La explicación que proponemos al respecto
responde a su relación con la actividad por él desempeñada. Se trata de un ÁZ-
LAG (ac. ašlāku), muchacho que se dedicaría a trabajar con lana en la fase final
de la producción. Esta labor requeriría probablemente mayor esfuerzo físico que
las demás, o incluso se valoraría como un trabajo de mayor especialización. Sea
como fuere, apreciamos dicha amplitud de asignación de raciones (de 5 a 30 qû)
entre un mismo rango de edad tan reducido (de uno a tres años).
Las listas de trabajadores forzados, entre las que se incluyen niños, son asi-
mismo comunes a lo largo de la documentación mesopotámica. Para su estudio
no solo contamos con textos administrativos, sino también legales o epistolares.
Quizás el mejor exponente de este corpus es el más de medio millar de tablillas
procedentes de la Nippur mesobabilónico, elenco analizado que constituye
cuantitativa y cualitativamente una fuente básica analizada en las páginas ante-
riores.
Otro tipo de listas que incluyen infantes, como hemos visto también para el
Bronce Reciente, son las de deportaciones de prisioneros862. A lo largo de toda la
Antigüedad la guerra fue una de las principales —amén de más antiguamente
atestiguadas— fuentes de esclavitud. Este fenómeno es bien conocido en el
mundo próximo-oriental antiguo, y se refiere de forma concreta a esclavos ex-
tranjeros863. Por lo general, los hombres vencidos eran matados, y sus mujeres y
niños pasaban a ser el botín de guerra, algo común con otros contextos históricos
de la Antigüedad, como la Grecia homérica. Posteriormente, en los períodos
helenístico y clásico, todo tipo de prisioneros de guerra, incluídos los adultos
varones, serían tomados como cautivos, permaneciendo esclavos el resto de sus
vidas864.
El trato dispensado hacia estos adultos, junto con los niños, era en un prin-
cipio pésimo, como evidencia el hecho de que apenas recibieran raciones de
alimentos durante las primeras semanas tras la captura (§5.2). Otro ejemplo para
reseñar sería la práctica de cegar a prisioneros de guerra, especialmente hombres
adultos, fenómeno común en la antigua Mesopotamia865. Esta cruenta actividad,

862 Para esta cuestión véase en general el estudio de Volk, “Von Findel”.
863 Sobre los prisioneros de guerra en la Mesopotamia arcaica (ca. 2500–2000 a. C.)
véase Gelb, “Prisioners of War”. Para la misma realidad en el mundo bíblico (AT), desde
la perspectiva israelita, véase Ronald de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento (Barcelo-
na: Herder, 1985), 125–27.
864 Gelb, “Prisioners of War”, 72.
865 Sobre la práctica de cegar esclavos véanse Gelb, “Prisioners of War”, 87; Llop,

Aportació, 248, n. 1050.


200 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

especialmente atestiguada en Mari866, en el período neoasirio y en el mundo


bíblico867, podría asimismo complementarse con la mutilación de miembros
como manos, nariz u orejas868. Teóricamente solo se cegarían adultos varones,
infringiéndoles el severo castigo por sus capacidades guerreras869. Aún así, cabe
imaginar que los niños, listados junto con esos adultos mutilados, recibirían
maltratos físicos constantes870.
A la hora de contextualizar nuestro corpus del Bronce Reciente en la cons-
tante próximo-oriental antigua, sirva como paralelo —especialmente de los
documentos mesoasirios (§5.2)— un caso anterior. Se trata de un pequeño elen-
co textual proveniente de Mari, fechado durante el año 11.º del rey Zimrî-Lîm
(1763 a. C.), que ofrece información sobre la deportación de la población de seis
ciudades septentrionales por parte del monarca mariota. Una buena parte de los
aproximadamente 1500 extranjeros deportados se corresponden con niños. Al
igual que los textos GEMÉ-DUMU, estas listas de Mari presentan clasificaciones
por edad, pero los jefes de grupo aparecen raramente registrados y las familias
no se encuentran unidas, sino dispersadas871. Aparte, en estos casos también
aparecen hombres, y la distribución principal tendrá como base el nombre de las
ciudades conquistadas872. El estudio de los niños de estos documentos, llevado a

866 Véanse al respecto los casos de músicos ciegos de Mari, entre los cuales podría

haber niños que son cegados deliberadamente (cf. Nele Ziegler, Les Musiciens et la musique
d’après les archives de Mari, Mémoires de NABU 10, Floriegium marianum IX [París: Socié-
té pour l’étude du Proche-orient ancien, 2007], 21–23).
867 Véanse a modo de ejemplo los casos de Sansón, al que sus enemigos filisteos “le

sacaron los ojos, le bajaron a Gaza, le aherrojaron con doble cadena de bronce y se vio
reducido a dar vueltas a una muela en la cárcel” (Jc 16, 21); y de Sedecías, a quien el rey
de Babilonia “mandó sacar los ojos, le hizo aherrojar con cadenas y le condujo a Babilo-
nia” (2 R 25, 7).
868 Aunque no se refiera específicamente a prisioneros de guerra, véase por ejemplo

el artículo 4 de las Leyes Asirias Medias: “Si un esclavo o una esclava aceptan algo de
manos de la esposa de un hombre, al esclavo o a la esclava les cortarán las narices y las
orejas, y tendrán que restituir lo robado; el marido le cortará las orejas a su esposa” (tra-
ducción en Sanmartín, Códigos legales, 218). Para otros casos en el mismo sentido véase
CAD A2 185b 1a, sub appu A, “nariz”.
869 Acerca del documento mesoasirio KAJ 180, entre los cuarenta y seis (no cuarenta y

siete, como apunta Gelb [“Prisioners of War”, 87]) prisioneros tomados como botín (l. 11: 46
ERÍN.MEŠ šal-lu-tu), hay nueve hombres ciegos (l. 2: 9 LÚ.MEŠ IGI.NU.TU[KU].MEŠ),
especificándose los tres que sí podían ver (l. 1: 3 LÚ.MEŠ da-gi-lu).
870 De hecho, poseemos casos atestiguados en listas mesobabilónicas de trabajos for-

zados en los que hay niños catalogados con el apelativo de “ciegos”.


871 Al respecto véase Brigitte Lion, “Les familles royales et les artisans déportés à

Mari en ZL 12’”, en Christophe Nicolle (ed.), Nomades et sédentaires dans le Proche-Orient


ancien. CRRAI 46, Amurru 3 (París: Études et Recherches sur les Civilisations, 2004),
217–24, esp. 221–24.
872 Ḫurwaš, Širšiphi, Eqlum-bana, Till-abna, Ṣidqan y Till-badi.
Infancia y esclavitud 201

cabo por Lion, muestra que el porcentaje de pequeños deportados en relación al


resto de la población rondaba el 40%873, mientras que los lactantes constituían el
12–28% en relación a los demás niños874. Por tanto, y al igual que ocurre con
otras listas de individuos en las que se consignan niños, se pone de relieve la
importancia de precisar mediante términos concretos la edad aproximada de los
pequeños875.
Por su parte, otras listas de siervos o esclavos en las que aparecen niños son
las que presentan personas vendidas876. A diferencia del caso anterior, estos
sujetos no serían necesariamente extranjeros, y en algunos casos no se podría
hablar aquí de esclavos en sentido estricto —como los deportados—, si bien la
proximidad a la esfera de la esclavitud podría ser mayor que en los pequeños
vendidos individualmente.
Aparte de los diferentes tipos de listas, la documentación próximo-oriental
antiguo ofrece otro tipo de fuentes y mecanismos para analizar e interpretar la
esclavitud infantil. Este corpus es más heterogéneo en su naturaleza que el ante-
rior, no siendo solo textos de carácter administrativo, sino también textos legales,
cartas, etc.
Los previamente mencionados niños vendidos por separado constituyen
otra fuente para estudiar la servidumbre infantil. Constituyen una de las solucio-
nes más empleadas por familias en períodos de crisis y hambrunas, que se veían
obligadas a vender a los hijos para suavizar las penurias económicas. En el si-
guiente capítulo (§6) veremos que las ventas de niños con una constante en las
antiguas Mesopotamia y Siria, por lo que se darán con frecuencia a lo largo de
estas realidades históricas.
Otra manera de que un niño, normalmente oriundo del lugar, entrara en la
esclavitud era mediante su rapto, fenómeno que hasta el momento no está ates-
tiguado para el Bronce Reciente877. Los códigos legales próximo-orientales
prohíben explícitamente la práctica de los secuestros de personas. Los ejemplos

873 Lion, “Les enfants des familles déportées”, 113.


874 Ibíd., 114.
875 Para estos textos mariotas concretos véase Lion, “Les enfants des familles dépor-

tées”, 117, sub §2.5.


876 Para las ventas de personas en listas mesobabilónicas véase §6.2.
877 Sobre esta realidad en el Próximo Oriente antiguo véanse por ejemplo Mendel-

sohn, Slavery, 5; Westbrook, “Slave and Master”, 1642; Sophie Démare-Lafont,


“Enlèvement et sequestration à l’époque paléo-babylonienne”, en Dominique Charpin y
Jean-Marie Durand (eds.), Recueil d’études à la mémoire d’André Parrot, Florilegium marianum
VI, Mémoires de NABU 7 (París: Société pour l’étude du Proche-orient ancien, 2002),
69–88; “Réflexions juridiques autour de l’enfance en Mésopotamie”, en Bouineau, Enfant
et romanité, 76–78.
202 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

del Código de Hammurapi y del Código de la Alianza bíblico son paradigmáti-


cos en este sentido878:

CH 14: Si un hombre rapta a un hijo menor de edad de otro hombre, será eje-
cutado.
Éx 21, 16: Quien rapte a un hombre, ya lo haya vendido, ya se halle en su po-
der, deberá ser muerto.

Aunque tanto un hombre como un niño pudieran ser objeto de un rapto,


como se entreve en el versículo del Éxodo, el Código de Hammurapi especifica a
estos últimos entre los aludidos en la cláusula879. Parece evidente que un menor
de edad es físicamente más propenso a ser raptado que un adulto, además de
tener menor discernimiento que este último880. De hecho, aparte de los códigos
legislativos, los documentos de práctica próximo-orientales nos informan más
frecuentemente sobre raptos de niños. Sirvan como ejemplos los siguientes casos:
el del José bíblico, hijo de Jacob, raptado por sus hermanos, los cuales se cubren
las espaldas vendiéndolo a unos mercaderes en su ruta a Egipto881; y el texto
paleobabilónico procedente de Larsa CHJ 70-74 (1762 a. C.), en el que la pe-
queña Aḫassunu, entregada por su padre Ṣilli-Eštar a la nodriza Kullupat, es
luego raptada por un pastor llamado Dadâ. Tras una larga búsqueda de su hija,
Ṣilli-Eštar logra encontrarla en casa de Dadâ, y tras un juicio el inocente padre
gana la causa, por lo que su hija Aḫassunu vuelve junto a él882.
Probablemente el primer objetivo perseguido al raptar a un niño era escla-
vizarlo883. Por tanto, este tipo de textos constituye una fuente más para estudiar
el fenómeno de la esclavitud infantil en el Próximo Oriente antiguo.

878 Traducciones respectivas en Sanmartín, Códigos legales, 104; Francisco Cantera y

Manuel Iglesias, Sagrada Biblia: Versión crítica sobre los textos hebreo, arameo y griego (Madrid:
Biblioteca de Autores Cristianos, 2003), 77.
879 CH 14: DUMU awīlim ṣiḫram ištariq (“… raptara al hijo [menor de edad] de otro

hombre [libre]”).
880 En la línea de los expuesto en Démare-Lafont, “Enlèvement et sequestration”, 76.
881 Gn 37, 25–28. Como muestra este caso bíblico, y siguiendo la reflexión de

Westbrook (“Slave and Master”, 1643), es interesante comprobar cómo la forma más
segura para deshacerse de un raptado era venderlo a una región extranjera. En este
sentido véase también el documento paleobabilónico AbB 6 80, en el que una nodriza
rapta presumiblemente a la pequeña a su cargo y la vende a los elamitas, siendo la niña
deportada de tal manera. Sobre este texto véase Siegel, Slavery, 44, 46.
882 Sobre este texto de Larsa véase Dominique Charpin, “Lettres et procès paléo-

babyloniens”, en Francis Joannès (dir.), Rendre la justice en Mésopotamie: Archives judiciaires du


Proche-Orient ancien (IIIe-Ier millénaires avant J.-C.) (París: Presses Universitaires de Vincennes,
2000), 100–101.
883 En la línea de Sanmartín (Códigos legales, 161, n. 72), quien no pone en duda dicha

relación entre rapto y posterior esclavitud.


Infancia y esclavitud 203

La exposición de niños es considerada en ocasiones como otra fuente de es-


clavitud infantil884. Se trata de otra realidad conocida en el Próximo Oriente
antiguo y tratada en este estudio (§2). Recordemos que, al igual que los raptos de
pequeños, es una cuestión contemplada en códigos legislativos y textos de prácti-
ca legal, por lo que probablemente se recurriría a tal solución con relativa
frecuencia.
Mediante los contratos de adopciones infantiles era posible que un joven es-
clavo fuera adoptado o incluso que el niño adoptado pasara a ser esclavo a partir
de entonces885. La serie lexical ḪAR.RA=ḫubullum, entre el ocaso del 3.er y los
albores del 2.º milenio a. C., nos aporta diferentes expresiones empleadas para
marcar el acto de la adopción: adoptar “en estatus de hijo”, “en estatus de here-
dero”, “en estatus de padre”, etc. Se presenta asimismo la forma sumeria
NAM.ARAD.A.NI.ŠÈ, con su equivalente acadio ana àr-du-ti-šú y con el sentido
de “(adoptar) en estatus de esclavo”.
De entre los al menos treinta contratos de adopción paleobabilónicos en los
que se adopta esclavos886, algunos se refieren sin duda a niños. Es el caso, por
ejemplo, de MAH 15954, donde se denomina a la adoptada como “joven escla-
va”887. En otras ocasiones se añade una cláusula por la que si el adoptado
rompiera el contrato de adopción, pasaría a ser esclavo888. La documentación
del Bronce Reciente nos permite analizar el fenómeno, mientras que en época
neobabilónica la adopción de esclavos apenas está atestiguada889. Sea como

884 Sobre la relación entre exposiciones de niños y esclavitud véase Mendelsohn, Sla-
very, 5. Sin embargo, en otros casos los abandonos de niños no desembocaban en la
entrada de éste en la esfera de la esclavitud, sino que eran adoptados, pasando a contar
con mayor libertad, aún estando supeditados a sus nuevos padres. Sobre esta cuestión a lo
largo del Próximo Oriente antiguo véase Justel, “Adopciones infantiles”, 132–35 (para el
Bronce Reciente cf. §2).
885 Sobre las adopciones de niños libres como una fuente para la esclavitud en el

Próximo Oriente antiguo véanse en general Mendelsohn, Legal Aspects, 2–7; Slavery, 19–23.
886 Véase el elenco de estos textos en Obermark, Adoption, 92, n. 1.
887 MAH 15954: 1: SAL.LÚ.TUR.RA. Sobre este documento en este contexto

véanse Justel, “Adopciones infantiles”, 116; Justel, Mujeres y Derecho, 78.


888 Sirva como ejemplo el texto paleobabilónico de Kiš Ki 618/607: “Y si Mal-

gumlibluṭ dijera a Gimillum, su padre, o a Ištaribbi, su madre: “No eres mi padre, no eres
mi madre”, entonces le venderán (como esclavo)” ((20’)ù šu-gar-tur-l[á-bi ma-al-gu-um-li-ib-
lu-uṭ] (21’)a-na gi-mil-[lum ad.da.a.ni] (22’)ù [eš4-dar-i-bi ama.a.ni] (Ki 607) (4’)ad-da-mu nu-
me-en ama-mu nu-me-en (5’)ba-na-an-du11-meš (6’)kù-babbar in-na-ab-sum-meš. Sobre
este documento véase Veysel Donbaz y Norman Yoffee, Old Babylonian Texts from Kish
Conserved in the Istanbul Archaeological Museums, BiMes 17 (Undena Publications, Malibú,
1986), 45–47 (copias cuneiformes en pp. 71–73).
889 Solamente conocemos un texto neobabilónico que alude de forma clara a dicha

práctica. Se trata del contrato Nbn 626, estudiado entre otros por Herbert P. H.
204 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

fuere, e independientemente de la información directa, la condición de esclavo o


libre del niño adoptado deberá ser por regla general interpretada a partir del
contexto de cada documento890.
Sobre la relación entre infancia y matrimonio, también podemos extraer in-
formación acerca de niños esclavos a través de leyes, disposiciones, contratos y
cartas. En el Próximo Oriente antiguo está atestiguada la práctica de que un
hombre o mujer libre se casaran con una esclava o esclavo891. ¿Cuál sería la
condición legal de la posible progenie? CH 170, por ejemplo, trata el caso mode-
lo en que los hijos de un hombre libre con una concubina esclava, siempre que el
primero los reconociera, serían tomados por igual en derechos hereditarios con
respecto a los nacidos de la esposa principal892. En época paleobabilónica se
asume que el dueño de una esclava o esclavo que habían tenido descendencia
con un hombre o mujer libre no podría reclamar ese hijo, por lo que éste pasa a
ser automáticamente libre893. En el período neobabilónico, sin embargo, parece
que esta constante cambia, y los hijos de una esclava que no fue adoptada por su
dueño permanecerán por lo general en una condición servil894.
Como hemos visto, también en ciertos textos del Bronce Reciente, como la
adopción matrimonial de Nuzi JEN 437 (§3.2) o el litigio legal AASOR 16 39
(§4.4), procedente del mismo archivo, se puede asimismo valorar la naturaleza
jurídica de los niños en relación con la esclavitud de sus padres.
La esclavitud por deudas, fenómeno ampliamente atestiguado en Mesopo-
tamia desde finales del 3.er milenio a. C.895 y también presente en nuestro
corpus, no solo competía a los adultos, ya que la insolvencia de éstos repercutía
directamente en sus hijos. Así, encontramos numerosos documentos en los que
aparecen niños esclavos que entraron junto con sus padres en dicha condición
porque éstos no pudieron abonar el crédito al prestamista896. En otras ocasiones

Petschow (Neubabylonisches Pfandrecht, ASAW 48.1 [Berlín: Akademie-Verlag, 1956], 138) y


Dandamaev (Slavery in Babylonia, 439–40).
890 En la línea de lo expuesto en Obermark, Adoption, 83.
891 Al respecto véase por ejemplo Mendelsohn, Slavery, 55–57; Dandamaev, Slavery in

Babylonia, 411–14.
892 Raymond Westbrook, Old Babylonian Marriage Law, Tesis Doctoral inédita (New

Haven: Yale University, 1982), 5–6.


893 Véase en este sentido CH 175 (Mendelsohn, Slavery, 55–56).
894 Dandamaev, Slavery in Babylonia, 411.
895 Al respecto véase Chirichigno, Debt-Slavery, 54, así como las cuestiones sobre es-

clavitud por deudas de adultos al inicio del presente subapartado (§5.5).


896 El documento mesobabilónico BE 14 135 (1239 a. C.), por ejemplo, nos informa

de la entrada de un deudor en la cárcel, incapaz de abonar a su acreedor una determina-


da suma. Su familia (en este caso se especifica su mujer, l. 13) pasará a ser propiedad del
prestamista, y por tanto devendrán esclavos. Al respecto véase Mendelsohn, Legal Aspects,
12–13.
Infancia y esclavitud 205

los padres se verían obligados a vender a sus hijos, lo que constituiría para estos
últimos una entrada en principio definitiva en la esfera servil.
Al elenco de listas de esclavos entre los que se consignan niños y a los prin-
cipales mecanismos por los que un pequeño entraba individualmente en la
esclavitud habrá que añadir una realidad sin duda importante pero en realidad
muy poco documentada: los niños nacidos esclavos. Aunque sea arriesgado
aventurarlo, debido a los escasos textos conservados, estos pequeños constitui-
rían probablemente, en términos cuantitativos, la mayor masa de esclavitud
infantil del Próximo Oriente antiguo. El problema reside en que, exceptuando
los documentos administrativos relacionados con fuerza de trabajo servil, de una
familia de esclavos, con hijos igualmente esclavos, no emanaría apenas docu-
mentación escrita. Por tanto, al no producir material textual solamente las
evidencias indirectas nos ayudarán a confirmar esta realidad, si bien en otras
ocasiones sí que se afirma que una persona nació esclava897. Donde quizás esta
cuestión se aprecie con mayor claridad es en los textos hebreos del Antiguo Tes-
tamento. En ellos la terminología es indicadora directa de la distinción entre los
nacidos esclavos (‫ילד בית‬: “esclavo de la casa”) y los que en un determinado
momento de su vida pasan al ámbito servil (‫“[ מקנת כסף‬esclavo comprado”], ‫בית‬
‫“[ בן‬hijo de la casa”] o ‫“[ אנשי בית‬personal del hogar”, “personal doméstico”]898).
Sean cuales fueren la manera por la que un niño accede a la esclavitud y la
reproducción documental que nos informa de ello, la amalgama y variedad de
todos estos casos hacen que la esclavitud infantil se contemple desde el principio
como algo socialmente natural, e incluso lógico, por sus contemporáneos, tanto
en la generalidad próximo-oriental como en nuestro corpus del Bronce Reciente.
Se trata de un fenómeno cotidiano y aceptado por los antiguos mesopotámicos y
sirios, quienes aun siendo conscientes de la diferencia de edad entre diferentes
esclavos, valoraban funcionalmente a los siervos más jóvenes para ubicarlos en
determinadas tareas. La relación entre los conceptos de “infancia” y “esclavitud”
es por consiguiente estrecha, y el Bronce Reciente no será en ese sentido una
excepción.

897 Sirva de ejemplo el documento paleobabilónico YOS 13 248, en el que se dice

que un esclavo era un “nacido en casa” (l. 2: wilid bītim). Sobre la posibilidad de que la
expresión mār bītim (“hijo de casa”) sea interpretada como la de wilid bītim (“nacido en
casa”) véase Mendelsohn, Slavery, 143, n. 129 (ejemplo de BE 9 68). Sobre la esclavitud
desde el nacimiento véanse ibíd., 57–58; Westbrook, “Slave and Master”, 1643. Por su
parte, las fuentes cuneiformes de Ur III sí que hace una distinción terminológica entre los
esclavos desde el nacimiento y los comprados, pero raramente en textos sobre ventas de
esclavos o actas de litigio (Culbertson, “A Life-Course Approach”, 37).
898 Esta última expresión (‫ )אנשי בית‬incluye también a los nacidos esclavos, como

muestra Gn 17, 27: “También todos los hombres de su casa, los nacidos en ésta y los
adquiridos de un extranjero por dinero, fueron circuncidados con él”.
206 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

5.6. CONCLUSIONES
La documentación cuneiforme muestra que la esclavitud infantil fue un fenó-
meno común en las culturas próximo-orientales del Bronce Reciente. Este hecho
se confirma al comprobar cómo determinados términos —no solo en sumerio o
acadio— hacen referencia común a las realidades de “infancia” y “esclavitud”.
Los textos analizados en el presente capítulo atestiguan ampliamente esta reali-
dad, concebida por sus contemporáneos como un paso previo a la esclavitud de
adultos. Por tanto, el principal criterio de distinción entre ambos grupos huma-
nos es la edad, y lo que ello conlleva por naturaleza: capacidades físicas,
posibilidad de formar una familia, etc. A un adulto se le otorgaría una labor
adecuada a su edad, formación, destreza y aptitudes físicas. Con idénticos crite-
rios a un niño se le conferiría otro trabajo. Sin embargo, y al menos a partir de
la información de los documentos, no se aprecia una diferenciación jurídica por
razones de edad entre los adultos y los niños esclavos. Así como los códigos legis-
lativos anteriores y posteriores al Bronce Reciente presentan cuestiones para
defender a los más pequeños899, las escasas referencias a este tipo de textos en
nuestra época parecen seguir el mismo patrón.
Tal concepción, conjunta a un nivel legal, que los mesopotámicos de la épo-
ca tendrían para los esclavos adultos y niños, dificulta nuestro análisis del
fenómeno. Así, es complicado definir convenientemente el concepto de “escla-
vo”, y más aún explicar con fidelidad la idea de “niño esclavo”, ya que el estatus
de estos menores no era ni uniforme ni estático. En determinados textos la ter-
minología apunta a una condición servil de algunos niños900, pero las menciones
a dicha realidad son escasas901. Teniendo en cuenta las cuestiones terminológi-
cas, las evidencias para estudiar la esclavitud infantil en el Bronce Reciente son
eminentemente indirectas, extraídas del contexto de cada documento. Gracias a
ambas vías hemos podido identificar un elenco con varios textos de distintos
ámbitos: Babilonia, Asiria, Mittani y Siria. Sin el objetivo de generalizar, puesto

899 Véanse a modo de ejemplo determinadas disposiciones del Cógido de Hammu-

rapi (s. XVIII a. C.), como CH 185, CH 186, CH 187, CH 188, CH 189, en la que se
regulan diversas cuestiones sobre niños adoptados y aprendices.
900 En determinadas adopciones de Nuzi encontramos la expresión ana ardūti nadānu,

“entregar en estatus de esclavo” (cf. §5.2, en nota bajo “Textos que conciernen a niños
individualmente/ventas de niños).
901 Es el caso de las listas mesobabilónicas de trabajos forzados. En ellas encontramos

raramente los términos ÌR (ac. ardu, “esclavo”) y GEMÉ (ac. amtu / andu, “esclava”).
Además, no está claro que este tipo de sustantivos implique, al menos para estas listas,
una determinada clase social, como sí ocurre con el wardum del Código de Hammurapi.
Encontramos el mismo problema con otros términos relacionados, presentes en la docu-
mentación casita, como arad, amat ekalli, ḫurādu, qinnu, tenēštu, etc. Al respecto véase
Brinkman, “Sex, Age, and Phisycal Condition Designations”, 7–9, n. 49.
Infancia y esclavitud 207

que la diversidad de las fuentes es amplia —al igual que el marco geográfico—,
podemos realizar con varios comentarios al respecto.
Como en otras sociedades antiguas, la esclavitud infantil para la época y lu-
gar que nos ocupan estaba aceptada socialmente y constituía una práctica
cotidiana. Esto, a pesar de la ingente cantidad de niños esclavos que muestra la
documentación cuneiforme, no implica obviamente que estuviera bien contem-
plada por sus contemporáneos902. Los menores podrían estar a duras
condiciones, desde prácticamente su nacimiento hasta la adolescencia. Las listas
de trabajos forzados, deportaciones o raciones nos informan de multitud de
fugas, con niños y jóvenes entre los protagonistas. Los pequeños comenzaban a
trabajar a una edad muy temprana, empezándose a formar incluso en sus pri-
meros tres años de vida. La alimentación era por lo general deficiente, tanto
debido a factores externos —época de carestía en Siria— como internos —
propia condición de esclavos—, algo apreciable en las listas de raciones mesoba-
bilónicas903. La alta tasa de mortalidad de los esclavos, especialmente entre la
población de varones adultos, multiplicó el número de huérfanos que quedarían
junto con sus madres904.
Un futuro análisis de las cantidades recibidas por los niños en las fuentes
mesobabilónicas de raciones, cuando éstas sean publicadas en su totalidad, po-
drá arrojar significante luz para comprender mejor estos aspectos. Con los
documentos con que hemos contado para estudiar el fenómeno apreciamos que
la cantidad de alimentos destinada a los niños sigue el mismo patrón que en
textos similares de otras épocas905. Aunque dichas cantidades fueran en ocasio-
nes insuficientes, con el aparente y único objetivo de mantener en vida al
trabajador, en otros casos determinados individuos reciben una proporción
considerablemente superior a la media. Este fenómeno, interpretado a veces

902 Paradigmática en este sentido es la adopción mesobabilónica BE 14 40, en la que

se especifica que la adoptada podría ser desposada o pasar a ser prostituta sagrada
(ḫarimtu), pero nunca debería entrar en la esfera de la esclavitud.
903 Como hemos visto (§5.2), los documentos mesoasirios de raciones no especifican

lo que se destinaba a los pequeños, sino solamente la cantidad para toda la familia.
904 Este fenómeno es apreciable claramente en la documentación mesobabilónica de

trabajos forzados y raciones. En numerosas ocasiones (en torno al 35%; cf. Tenney, Life at
the Bottom, 86–87) es una mujer, y no su marido, quien aparece como cabeza de familia.
Véase un posible ejemplo de huérfano de padre en el documento inédito Ni. 5989. En él
encontramos un recién nacido (DUMU.GABA) con nombre Aba-lā-īdi (rev. ii’ 9’), lite-
ralmente “(el que) no conoce al padre”. Así, probablemente se trataría de un hijo
póstumo (cf. §2.4).
905 Esta afirmación, si bien responde a la comparación realizada en la tabla 13 con la

documentación de Ur III, se deberá matizar teniendo en cuenta que este último corpus,
al contrario de lo que ocurre con el casita, no diferencia terminológicamente a los niños a
lo largo de las distintas etapas de la infancia.
208 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

como premio por la situación en una familia o el desempeño de actividades


especializadas906, podría corresponderse incluso, en palabras de del Monte, con
“un verdadero salario” sin que mediara un contrato de por medio907.
La conclusión general y tesis que planteamos en lo que concierne a las listas
mesobabilónicas y mesoasirias se refiere a la condición legal de los niños traba-
jadores. Aunque fueran dependientes a un nivel administrativo de instituciones
como estado o templo, estos niños trabajadores se encuadran en un contexto
jurídicamente libre. Así, las estructuras familiares son las establecidas por el
derecho común, tanto escrito como consuetudinario. Es verdad que estas estruc-
turas podrían tambalearse en cierta medida, puesto que las circunstancias
económicas y sociales de su ambiente servil no dejaban otra opción. Estos niños
no recibían una educación aparte de la estrictamente formativa a nivel producti-
vo; tampoco poseían una movilidad social que les permitiera ascender a puestos
de relevancia, ni emprender proyectos a gran escala a partir al menos de su
adolescencia.
Sin embargo, y a pesar de las muchas contrariedades y elementos negativos
(explotación laboral, alta mortalidad, etc.), los pequeños trabajadores de la Me-
sopotamia del Bronce Reciente disfrutaban desde su nacimiento de cierta
autonomía jurídica, y por tanto eran capaces de activar —o de que sus padres
activaran en ellos— mecanismos legales a un nivel familiar. La identificación de
estos niños con el término castellano de “siervos”, más que con el de “esclavos”,
queda así justificada.
Aunque las fuentes con que contamos para analizar la esclavitud infantil en
Mesopotamia y Siria durante la época son variadas, no hemos encontrado nin-
gún documento en el que se describan explícitamente los abusos sufridos por
estos pequeños. Dichos corpora tampoco ofrecen referencias a maltratos de
niños esclavos o a cuestiones como abusos sexuales. Los únicos ejemplos en los
que se consignan expresamente aspectos negativos en relación a niños esclavos
responden a casos de extrema necesidad o de pragmatismo administrativo. Los
paradigmas de la primera parte los encontramos en la documentación de Emar.
En E6 216, contrato anterior a la venta de cuatro niños en E6 217 y con el que
forma un conjunto sobre el mismo caso (§4.2), se expresa que la adoptante de la
hija mayor debería mantener a los niños menores “en el año de la dificultad”908.
Nótese que en ningún momento se mencionan cualidades negativas de los niños,
sino de la situación general. En segundo lugar, en las listas mesobabilónicas de
trabajadores hay niños que consignados como “muertos” (§5.4). Este hecho
responde a un criterio objetivo con el único fin de constar administrativamente
la pérdida de una fuerza de trabajo.

906 Véase al respecto el caso del pequeño Nusku-ibni, que siendo lactante (DU-

MU.GABA) recibe hasta 30 qû mensuales (cf. §5.5).


907 Del Monte, “Razioni”, 21.
908 E6 216: 7: i-na MU dan-na-ti.
Infancia y esclavitud 209

Si bien la explotación de niños esclavos, en el sentido más crudo del término


—violaciones, abusos, etc.—, podría haberse dado con frecuencia una en el
Oriente antiguo durante el Bronce Reciente, no hay manera de constatarla a lo
largo del heterogéneo corpus cuneiforme. Aún así, las fuentes expresan la reali-
dad servil de miles de estos jóvenes, que comenzarán a ser explotados
laboralmente desde pequeños, pasando a constituir una fuerza de trabajo en
instituciones públicas u hogares. La importancia de su labor queda patente des-
de el mismo momento en que son consignados en diversos documentos. Este tipo
de niños fueron por tanto un motor básico y completamente necesario para el
desarrollo económico de la sociedad próximo-oriental antigua. La rapidez de
aprendizaje, unida a la capacidad de sometimiento a los mandatos de los adul-
tos, facilitarán su entrada en esta esfera de servidumbre. Desde ella, y al menos a
partir de los textos existentes, estos niños disfrutarán de ciertas prerrogativas
legales, pero estarán siempre carentes de una libertad total.
6
VENTAS DE NIÑOS

6.1. INTRODUCCIÓN
Una venta es un contrato por el cual se transfiere a dominio ajeno una cosa
propia por el precio pactado. Por tanto, cualquier acuerdo de este tipo presenta
al menos tres elementos: vendedor, comprador y producto transferido. Este bien
vendido puede ser tanto un bien inmueble como una prebenda, un animal o una
persona909. A lo largo del Mundo Antiguo encontramos numerosos contratos de
ventas, especialmente de casas y tierras. Sin embargo, la práctica de vender
gente como esclavos también es conocida a lo largo de la Historia Antigua. El
Próximo Oriente no es una excepción, y en él encontramos centenares de do-
cumentos cuneiformes reflejando este fenómeno de ventas de personas, entre
ellas menores.
En el presente capítulo abordamos la cuestión de las ventas de niños en el
Bronce Reciente mesopotámico y sirio. Este fenómeno constituye una fuente
más para el estudio de la esclavitud infantil (§5), en cuyo capítulo hemos hecho
alguna referencia a la cuestión. Sin embargo, las ventas de menores son estudia-
das por separado y en profundidad por varias razones. En primer lugar,
constituyen una fuente cuantitativamente importante, con prácticamente todos
los casos conocidos publicados. Además, están presente en varios corpora textua-
les con que trabajamos para el Bronce Reciente, lo que facilitará la comparación
entre distintas realidades contemporáneas. Por último, los documentos de ventas
de niños —individuales o conjuntas— poseen en ocasiones un formato tipificado,
lo que le confieren entidad documental propia y especial. Así, tras exponer las
fuentes que conocemos para analizar esta realidad (§6.2) y examinar la termino-
logía principal relacionada sobre el tema (§6.3), estudiaremos en profundidad las
principales características de los documentos, desde los actores que intervienen en
los contratos de compra-venta (§6.4) y los aspectos económicos esenciales de los
acuerdos (§6.5) hasta profundizar en las causas y consecuencias de las ventas para
los intervinientes en las operaciones (§6.6). Por último, inscribiremos el fenómeno

909 Sobre estas cuestiones véase Démare-Lafont, “Vente”, en Joannès, Dictionnaire,


907a.

211
212 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

de las ventas de niños del Bronce Reciente dentro del contexto próximo-oriental
antiguo (§6.7) para finalmente presentar las conclusiones (§6.8).
6.2. FUENTES DEL BRONCE RECIENTE
La documentación próximo-oriental del Bronce Reciente sobre ventas de niños
proviene de tres ámbitos diferenciados: Babilonia, Mittani y Siria. Cada una de
estas tres realidades posee sus propias características sociales, culturales, lingüís-
ticas o políticas, aspectos que se reflejan a lo largo de dichos textos. Éstos son de
naturaleza literaria diversa, si bien la mayor parte de ellos son contratos cuyo
principal objetivo es hacer constar la transacción realizada, siendo el niño el
objeto un niño.
En el ámbito babilónico encontramos la práctica generalizada de ventas de
niños en diferentes archivos: Nippur, Babilonia, Ur y Tell Imliḥiye. Las similitu-
des entre estos diferentes corpora son evidentes no solo a nivel terminológico,
sino también en aspectos como causas y objetivos de los contratos, precio de los
vendidos, orden de cláusulas, etc. Aunque en menor medida cuantitativa y con
distintas características, también poseemos textos sobre ventas de niños en Mit-
tani (archivos de Nuzi y Alalaḫ) y Siria (archivos de Emar y Tuttul).
Estudiaremos de esta manera las tres realidades mencionadas, cuyo conjunto no
ha recibido hasta la fecha un análisis comparativo. El objetivo de las siguientes
páginas es, por tanto, realizar una actualización de la documentación conocida
referente a ventas de niños, tanto publicada como inédita.
BABILONIA
El mayor corpus textual sobre ventas de niños en la Mesopotamia y Siria del
Bronce Reciente se corresponde con el de la Babilonia casita. La cronología de
estos documentos se encuadra entre 1370 (Kadašman-Enlil I) y 1186 a. C. (Meli-
Šipak). La mayor amplitud cronológica la tendrá el archivo de Nippur (1370–
1297 a. C.), seguido de Ur (1261–1224 a. C.)910. Los documentos de Tell Im-
liḥiye (BaM 13/1) y Babilonia (B.143 + B.227) están datados respectivamente en
1231 y 1186 a. C.911.
Poseemos hasta diecinueve textos publicados que nos informan al respec-
to912, además de al menos seis inéditos913. La tipología de todos ellos no es

910 Para la cronología de los documentos mesobabilónicos de Ur véase Gurney, The

Middle Babylonian Legal and Economic Texs from Ur, 13–14.


911 Para estudios sobre cronología de época casita véase Justel, “La Babilonia casita”,

81–82.
912 Distribuidos por archivos: Ur (9: UET 7 1, UET 7 2, UET 7 21, UET 7 22, UET

7 23, UET 7 24, UET 7 25, UET 7 26, UET 7 27), Nippur (8: MRWH 1, MRWH 7, BE
14 1, BE 14 7, BE 14 128a, PBS 8/2 162, MUN 8, PBS 13 64 + MUN 9), Tell Imliḥiye
(BaM 13/1). No conocemos ninguna edición completa de los textos de Nippur BE 14 1,
Ventas de niños 213

idéntica, pudiéndose distinguir dos tipos formales: ventas infantiles individuales y


conjuntas.
VENTAS INFANTILES INDIVIDUALES. En primer lugar encontramos los contratos
de venta de un solo niño o una sola niña914. Estos documentos, presentes al me-
nos en los archivos de Ur, Nippur y Tell Imliḥiye, poseen una disposición y
orden de las cláusulas perfectamente establecidos, estando redactados normal-
mente desde el punto de vista del comprador915. De manera general podemos
dividir las distintas partes en el siguiente esquema916:

BE 14 7, BE 14 128a, sino solamente la copia cuneiforme en Clay Documents from the Tem-
ple Archives of Nippur, BE 14, y algunas transcripciones y traducciones parciales.
Otro documento que nos podría informar indirectamente de la compra de una niña
es el inédito Ni. 2885. En él la mujer esclava Ātamar-qāssa pretende adquirir, por medio
de su hermana, la condición de libre tras el decreto real (zakûtu, CAD 32b 3) del rey
Šagarti-Šuriaš, por el que se concedía la libertad a todas las mujeres de Nippur que hu-
bieran nacido libres (ultu šarru Šagarakti-Šuriaš zakût Nippurêti iškunu; “después de que el rey
Šagarakti-Šuriaš estableciera la libertad de las mujeres de Nippur”). La escena se desarro-
lla durante el reinado de dicho monarca, pero en el texto se menciona que esta mujer fue
vendida como esclava en el año 16.º de Kadašman-Turgu, décadas antes. Aunque no
poseamos el contrato de esa primera venta de carácter privado, es más que probable que
Ātamar-qāssa fuera vendida siendo tan solo una niña (al respecto véanse John A. Brink-
man, JNES 32 (1973): 259; Tenney, Life at the Bottom, 127, n. 200, así como §5.2 en este
estudio). Información sobre Ni. 2885 cortesía del Prof. Brinkman.
913 Distribuidos por archivos: Nippur (5: CBS 10733, Ni. 1574, Ni. 1854, Ni. 6192,

Ni. 6558) y Babilonia (1: B.143 + B. 227). El texto UM 29-15-598, también inédito y con
idénticas características que los anteriores, pertenece a la Segunda Dinastía de Isin, du-
rante el período post-casita.
914 Doce textos publicados (UET 7 2, UET 7 21, UET 7 22, UET 7 23, UET 7 24,

UET 7 25, UET 7 26, UET 7 27, MRWH 7, BaM 13/1, BE 14 1, 128a) y uno inédito
(CBS 10733).
915 El único ejemplo en que el documento de venta se expone desde la perspectiva de

los vendedores es el texto de Ur UET 7 23. Aunque el contrato esté dañado en la parte
donde habría estado el verbo, podemos esperar que éste se correspondiera con la noción
de “vender”, y no “comprar”, como en los demás casos. La clave nos la da el hecho de
que el comprador, presentado esta vez en primer lugar, está en caso dativo (l. 2: a-na
m.dUTU-e-ṭi-rù, “a Šamaš-eṭir”). Por tanto, el caso de UET 7 23 es único para el período

mesobabilónico, tanto en ventas de personas como de otro tipo (no así para otras zonas,
como Siria). Sobre este ejemplo véanse Gurney, The Middle Babylonian Legal and Economic
Texs from Ur, 5, 79; Slanski, “Middle Babylonian Period”, 508 y n. 115.
916 Véase una clasificación general sobre las cláusulas de los contratos mesobabilóni-

cos de Ur en Gurney, The Middle Babylonian Legal and Economic Texs from Ur, 4–5. Otro
listado del mismo género y referido a este tipo de textos de ventas de niños, aunque sin
consignar todos nuestros ejemplos, puede encontrarse en Sassmannshausen, Beiträge, 203.
214 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

(1) Denominación del niño vendido (gentilicio, estatura, nombre).


(2) Vendedor/es.
(3) Comprador y cantidad pagada en siclos de oro o plata.
(4) Desglose de la suma monetaria en bienes muebles.
(5) Total de la suma, confirmación del pago y recepción del dinero.
(6) Conformidad de los participantes en el contrato.
(7) Cláusula regulando futuras reclamaciones.
(8) Testigos.
(9) Datación.
(10) Marcas de uñas o sellos.

Esta relación puede variar de unos contratos a otros, tanto en el orden de las
cláusulas como en el hecho de excluir algunas de ellas917.
Tanto en la estructura como en las características del esquema anterior se
puede apreciar un desarrollo escribal lineal con respecto tanto a corpora de
épocas anteriores —documentación paleobabilónica918— como posteriores —
documentación post-casita y neobabilónica919. Por tanto, ni el tipo de cláusulas
ni el orden de las secuencias son característica propia ni del período mesobabi-
lónico ni de los contratos de ventas de niños.
Estos documentos son, pues, significativos para el estudio de los contratos de
ventas de niños en la Babilonia casita. La relativa homogeneidad en fórmulas,
orden de expresiones o vocabulario específico empleado, subraya sin duda el
carácter canónico de dichos textos. Éstos se configuran asimismo como el mayor
corpus sobre ventas infantiles para todo el Bronce Reciente, con un total de al
menos trece ejemplos conocidos.
VENTAS INFANTILES CONJUNTAS. De distinta tipología aunque de la misma
época son las listas de ventas de varias personas de forma conjunta, general-

917 Así, y a modo de ejemplo, en textos como UET 7 21 aparecerán todas, mientras
que en MRWH 7 faltan las partes 1, 6 y 7 de la clasificación anterior, además de cam-
biarse la secuencia mayoritaria (en este caso el orden sería: 4, 5, 3, 2, 8, 9 y 10). Además,
en ocasiones las mismas líneas de ordinatio realizadas por los escribas en los textos separan
las ideas generales claramente: (para el caso de UET 7 22) presentación de las partes del
contrato / desglose de la suma en bienes muebles / total de la suma, conformidad de las
partes y parte de cláusulas contra reclamaciones / cláusulas contra reclamaciones / testi-
gos y marcas de uñas.
918 Aunque reducido, véase al respecto un esquema similar para el período paleoba-

bilónico en Mariano San Nicolò, Die Schlussklauseln der altbabylonischen Kauf- und
Tauschverträge (Múnich: C.H. Beck, 1974), 26. Para la relación de dichas cláusulas con los
textos de Nippur BE 14 1, BE 14 7 y BE 14 128a, véanse p. 27 y n. 50.
919 Véase en general Herbert P. H. Petschow, Die neubabylonischen Kaufformulare, Leip-

ziger rechtswissenschaftliche Studien 118 (Leipzig: Verlag von Theodor Weicher, 1939).
En el mismo sentido cf. san Nicolò, Die Schlussklauseln, 27ss y n. 51.
Ventas de niños 215

mente pertenecientes a la misma familia, y en las que aparecen niños entre los
vendidos920.
A pesar del estado fragmentario de alguno de estos documentos921, podemos
hacer de nuevo un esquema general señalando las partes más importantes de los
contratos922:

(1) Listado de personas vendidas con el valor de cada una en siclos de oro.
(2) Vendedor/es.
(3) Comprador.
(4) Total de la suma y confirmación del pago.
(5) Cláusula regulando futuras reclamaciones.
(6) Testigos.
(7) Datación.
(8) Sellos.

Al igual que lo que acontece con los documentos de niños vendidos indivi-
dualmente, de nuevo esta clasificación evidencia una continuidad en expresiones
y estructuras respecto a los niños vendidos conjuntamente en períodos anteriores
y posteriores.
Además, y si bien dicha clasificación posee paralelos con la de ventas de un
solo niño, tanto a nivel filológico como de orden de fórmulas, también encon-
tramos diferencias que señalaremos más adelante. Baste decir aquí, y como idea
general, que las personas vendidas en dichas listas no son descritas de manera
detallada —aparecerán sin gentilicio, sin mención a su estatura, etc. De esta
forma se produce una especie de “desnaturalización” del vendido, con un estatus
más de objeto que de sujeto.

920 Cinco listas publicadas (BE 14 7, PBS 8/2, 162, MRWH 1, MUN 8, PBS 13 64

+ MUN 9) y cinco inéditas (B.143 + B.227, Ni. 1574, Ni. 1854, Ni. 6192, Ni. 6558). Las
características expuestas sobre estos cinco últimos documentos a lo largo de este estudio
responden a la información personal proporcionada por el Prof. Brinkman. Por otra
parte, se presentan aquí conjuntamente los documentos PBS 13 64 y MUN 9, publicados
respectivamente en Léon Legrain, Historical Fragments, PBS 13 (Filadelfia: University
Museum, 1922) y Sassmannshausen (Beiträge), y que hasta fecha reciente no se han con-
templado de forma conjunta (cf. transliteración y traducción en Justel, “Niños lactantes”,
235–36).
921 Por ejemplo, en PBS 13 64 + MUN 9 apenas se conserva el reverso (especialmen-

te la parte correspondiente a PBS 13 64). Por su parte, en MUN 8 es la zona izquierda


del anverso la que más información nos aporta.
922 Exceptuamos en esta clasificación los documentos casitas B.143 + B.227 y

MRWH 1. Aunque se vendan tres y dos jóvenes respectivamente, poseen las mismas
características que las ventas individuales. Sobre este aspecto véase §6.6.
216 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Además, características como que todos los documentos se validen con uñas
—y nunca con sellos— podrían conferir otras características al contrato, siendo
igualmente legal (§6.4). Por otra parte, y como tendremos ocasión de analizar, el
precio de los niños de las listas es menor que el de los vendidos individualmente
(§6.5).
El número de personas vendidas en estos documentos mesobabilónicos se
resume en el siguiente cuadro:
Número de personas Número de niños entre los
Texto
vendidas vendidos
BE 14 7 8 1 (o más)

PBS 8/2 162 4 3

MRWH 1 2 2

B.143 + B.227 3 3

MUN 8 9 (o más) 5

PBS 13 64 + MUN 9 22 11 (o más)

Ni. 1574 8 2

Ni. 1854 18 10

Ni. 6192 25 2 (o más)923

Ni. 6558 2 2

Tabla 14. Número de personas vendidas conjuntamente en la documentación mesobabi-


lónica

Así pues, los textos de ventas individuales y conjuntas reflejan una misma
realidad: ventas de niños a través de acuerdos legalizados. Las fuentes de la
Babilonia casita son realmente importantes para el estudio de dicho fenómeno
durante el Bronce Reciente, tanto cualitativa como cuantitativamente. Como
veremos, este elenco textual se presta a paralelos historiográficamente novedosos
con la documentación mittania y siria.

923 Debido al mal estado del texto, no es posible conocer la información sobre sexo y

edad de la mayoría de las veinticindo personas vendidas en Ni. 6192. Las únicas excep-
ciones de este grupo las constituyen los dos últimos ejemplos, dos niñas lactantes
([DUMU.SA]L.GABA).
Ventas de niños 217

ARCHIVOS MITTANIOS
Las ventas de personas como esclavos están ampliamente atestiguadas en la zona
mittania, especialmente en el reino de Arrapḫe, siendo un fenómeno que cono-
cemos gracias al archivo de Nuzi. Las funciones de estas ventas eran variadas,
pudiéndose tratar la compra adquirida desde criados de alto nivel hasta esclavos
de rango mínimo considerados como bienes muebles de sus dueños924. Al igual
que ventas de adultos, también encontramos este fenómeno relacionado con
jóvenes.
Los textos conservados sobre ventas de niños en Nuzi son proporcionalmen-
te menos numerosos que los de adopciones en el mismo archivo. Además, es
realmente difícil conocer con precisión la edad de los sujetos vendidos, ya que la
medida de éstos, entre 2 y 2,5 codos de estatura, complica su identificación en
una franja u otra de edad (§6.4)925.
Es precisamente esta mención a la estatura lo que nos ofrece la posibilidad
de catalogar cuatro de los cinco documentos estudiados aquí como ventas de
menores926: EN 9/1 409927, HSS 19 125928, HSS 19 115929, YBC 5143930 y BM
17600931. Estos textos no poseen un esquema que se repita, como en el caso de

924 Zaccagnini, “Nuzi”, 584.


925 En la mayoría de las ocasiones en Nuzi, el término acadio ammatu, “codo” (CAD
A/2 70a), no se refiere a personas, sino a medidas relacionadas con campos o casas.
Véanse en este sentido algunos ejemplos en HSS 9 21, HSS 9 110, HSS 13 161, JEN 76,
JEN 213 y JEN 403.
926 No consideraremos los textos HSS 5 13 y HSS 5 16 como ventas de niñas peque-

ñas, sino como pagos de dotes matrimoniales, al contrario que Mendelsohn (Slavery, 10,
132, n. 55), quien cataloga ambos textos entre los ejemplos de “sale of minors”. Véanse
ambos documentos en Cyrus H. Gordon, “Nuzi Tablets Relating to Women”, AnOr 12
(1935): 166–67.
927 Cf. Lion y Stein, The Tablets, 63–65.
928 Cf. ibíd., 61–62.
929 Aunque cataloguemos el texto HSS 19 115 dentro de las ventas de niños, hay que

puntualizar que su naturaleza se acercaría más a una operación de trueque. Así, un padre
da a su hijo a cambio de un esclavo de dos codos de estatura. En ningún momento, por
tanto, aparece mención alguna a sumas monetarias (incluso el pago que debería hacerse
por romper el contrato no sería dinero, sino un esclavo). De todas maneras, creemos que
la naturaleza de este documento tiene guarda relación con el fenómeno de las ventas de
niños, ya que es sin duda un intercambio de bienes, en este caso de personas.
930 Publicado en Ernest R. Lacheman y David I. Owen, “Texts from Arrapḫa and

from Nuzi in the Yale Babylonian Collection”, SCCNH 1 (Winona Lake: Eisenbrauns,
1981), 383–84 (copia cuneiforme en p. 411).
931 En el documento BM 17600 (publicado en Cyril John Gadd, “Tablets from Kir-

kuk”, RA 23 [1926]: n.º 52) no encontramos referencia alguna a la medida de la persona


vendida, una mujer (al igual que EN 9/1 409 y HSS 19 125). Sin embargo, el hecho de
218 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

las ventas de niños en la Babilonia casita, aunque se aprecia cierta continuidad


entre esta documentación y la paleobabilónica. Encontramos tres litigios legales
y declaraciones, en juicio932 y ante testigos933, en el que se tratan aspectos que
conciernen a jóvenes mujeres934. Los otros dos contratos935 son disposiciones que
se arreglan entre las dos partes —comprador y vendedor— sin necesidad de
intervención de un estamento jurídicamente superior936.
La diversa naturaleza y riqueza en términos de este reducido elenco textual
nuzita nos ofrece interesante información para el análisis de las ventas de jóve-
nes. Aunque la cronología de estos documentos sea ligeramente más antigua que
la de los casitas y algunos sirios, la comparación entre los tres corpora pone de
relieve que estamos ante el mismo fenómeno de ventas de jóvenes, encontrando
además terminología similar entre todos ellos.
Por su parte, el nivel mesobabilónico de Alalaḫ (IV) presenta hasta la fecha
siete textos de ventas de personas. De ellos, dos se corresponden con ventas de
niños: AlT 69 y AlT 70. En el primer caso un hombre compra a un joven (ṣuḫāru)
por 5,5 talentos de cobre. Por otra parte, y tomando como base la lectura de
Wiseman, AlT 70 había sido tradicionalmente interpretado como una venta de
una esclava de edad indeterminada: SAL.LÚ-tum937. Una posterior colación de
Oliva muestra que este término, solo presente en Alalaḫ IV, se debería más bien
leer como SAL-tum, por lo que podrá ser interpretado como šinništu938.

que un hombre entregue su hija —ambos nombres perdidos— a otro hombre, Urḫi-
Tešup, pone de relieve la ínfima capacidad jurídica de la muchacha. Aunque sea difícil
precisar con ello una edad concreta, podemos estar sin duda ante una “hija joven” (véase
la misma denominación sobre el documento de adopción matrimonial nuzita EN 9/2
299 en Lion y Stein, L’Archive de Pašši-Tilla, 40–41).
932 EN 9/1 409: 3: i-na di-ni, “en el juicio”, y no a-na di-ni, como muestra la copia de

Lacheman (Ernest R. Lacheman y David I. Owen y Martha A. Morrison, “Part III. Texts
in the Harvard Semitic Museum”, SCCNH 2 [Winona Lake: Eisenbrauns, 1987], 635)
(cf. Lion y Stein, The Tablets, 64, l. 3). El otro ejemplo es BM 17600, por restitución en la
l. 2 (a-na ˹pa˺-[ni LÚ.MEŠ ŠI.MEŠ]) a partir de la l. 20 (a-na pa-ni LÚ.MEŠ ŠI.MEŠ).
933 HSS 19 125: 2–3: a-na pa-ni ˹LÚ˺[(MEŠ) ši-bu-t]i-MEŠ, “ante los testigos”.
934 EN 9/1 409, HSS 19 125 y BM 17600.
935 HSS 19 115 y YBC 5143.
936 Estos cinco documentos provenientes de Nuzi no han sido hasta la fecha analiza-

dos de forma conjunta, si bien se refieren a una misma realidad. Desde una perspectiva
más cercana al fenómeno de “esclavitud” que al de “venta de persona” véase Dosch, Zur
Struktur, 155–62. Aún así, y aunque los demás textos estuvieran ya publicados en 1993,
Dosch solamente nombra de nuestro corpus, bajo el epígrafe “Kinder in die Sklaverei
verkaufen” (pp. 157–58), los documentos BM 17600 y HSS 19 115.
937 Donald J. Wiseman, The Alalakh Tablets (Londres: The British Institute of Ar-

chaeology at Ankara, 1953), 51.


938 Cf. Oliva, “Collations”, 327 y n. 15; 332 (poco después, Niedorf [Die mittelbabylo-

nischen Rechtsurkunden, 317, 318Z. 2-7] llega al mismo resultado que Oliva sin conocer la
Ventas de niños 219

SIRIA
El tercer ámbito del Bronce Reciente en el que se constatan textos sobre ventas
de niños es Siria, cuya mayor parte documental se inscribe cronológicamente en
el siglo XIII a. C., con los casos emariotas. El documento de Tuttul KTT 382
deberá asimismo encuadrarse en el Bronce Reciente939. Todos estos textos, al
igual que en Nuzi pero al contrario que en el corpus mesobabilónico, carecen de
una estructura general y prefijada. Además, su naturaleza literaria es radical-
mente diversa, reflejando de tal manera la generalidad de los archivos sirios, y
muy especialmente de Emar, de tratar varias cuestiones en un mismo documen-
to940. Hay que señalar, por último, que la mayor parte de los textos emariotas de
ventas de niños se encuadran en la tradición escribal siro-hitita, caracterizada
por su gran diversidad de formas, estructuras y temas tratados, rompiendo con el
desarrollo paleobabilónico del que es deudora la tradición siria941.
En el corpus de Emar encontramos dos claros ejemplos de ventas infantiles
en E6 83 y E6 217. En el primero un hombre vende su hija, aún en período de
lactancia942. Para el estudio de E6 217, en el que se venden cuatro niños peque-
ños, habrá que añadir cuatro documentos más, dada la íntima relación existente
entre ellos: E6 218, E6 219, E6 220 (improntas de pies de tres de los niños) y E6
216 (adopción matrimonial de la hija mayor que luego será vendida en E6

colación de este último. Por su parte, Klengel (“Zur Sklaverei in Alalaḫ”, AcAnt 11 [1963]:
12, n. 72) había identificado el término SAL.LÚ-tum con el acadio awēltum, “junge Sklavin
(?)”. Véase un análisis de estos logogramas, tanto en su versión femenina (SAL.LÚ-tum)
como en la masculina (AlT 66 y AlT 67: LÚ.SAL-tum) en Niedorf, Die mittelbabylonischen
Rechtsurkunden, 301–2. Baste decir que los logogramas SAL.LÚ no se corresponderían en
todo caso con los términos ṣuḫartu (ni LÚ.SAL con ṣuḫāru), oposición presente en los ejem-
plos AlT 233 y 234 (al respecto véase Klengel, “Zur Sklaverei”, 14, n. 96).
939 Si bien la mayor parte del corpus de Tuttul se contextualiza en el Bronce Medio,

el texto aquí estudiado KTT 382 data del Bronce Reciente. Manfred Krebernik lo cata-
loga como “Nach-altbabylonische Texte” (Tall Bi’a/Tuttul—II: Die Altorientalischen
Schriftunde, WVDOG 100 [Saarbrüken: Saarbrücker Druckerei und Verlag, 2001], 159),
mientras que Durand habla propiamente de “Bronze Récent” (Durand y Marti, “Chro-
niques du Moyen-Euphrate”, 141, n. 2). Sea como fuere, y sin bien no podemos
conferirle una fecha exacta, este documento sería contemporáneo de parte de nuestro
corpus, especialmente el nuzita.
940 En Emar no es extraño ver reguladas varias cuestiones, como adopciones, ventas

o matrimonios, en el mismo texto, siendo éste de naturaleza, por ejemplo, testamentaria.


941 Démare-Lafont, “Éléments pour une diplomatique juridique”, 45.
942 Sobre las ventas de esclavos en Emar véanse Démare-Lafont, “Éléments pour

une diplomatique juridique”, 45, 50–52; Lena Fijałkowska, Le droit de la vente à Emar
(Wiesbaden: Harrassowitz Verlag, 2014), 98–115.
220 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

217)943. Si bien los hechos que narran los documentos E6 216 y E6 217 han sido
reconstruidos en más de una ocasión944, conviene aquí hacer un esquema básico
de ambos textos:

(1) En un contexto de crisis económica, el matrimonio de Zadamma y Ku’e no


puede hacerse cargo de la alimentación de sus cuatro hijos945.
(2) Anat-‘ummī alimenta a los pequeños, quizás habiendo pactado previamente
el contrato de la fase (3).
(3) Deudora por lo ocurrido en (2), Ku’e da en estatus de kallatu a su hija mayor,
Ba’ala-Bea, a Anat-‘ummī. El precio que habría que abonar por esta última se
fija en 30 siclos de plata.
(4) Anat-‘ummī no paga el precio convenido por Ba’ala-Bea, por lo que el con-
trato de adopción matrimonial queda sin validez.
(5) Zadamma y Ku’e, inmersos aún en una fuerte crisis, venden sus cuatro hijos a
Ba’al-malik por 60 siclos de plata (menos dinero, proporcionalmente, que en (3).
(6) Quizás con el objetivo de que no se pudiera cambiar a los niños vendidos
por otros946, se realizan las impresiones en arcilla de los tres niños mayores: E6
218, E6 219, E6 220947.

E6 211, relacionada con E6 212, es la otra venta emariota en la que se ven-


den varios niños conjuntamente948. En esta ocasión un esclavo llamado Šalilu es

943 Para E6 217 véase Tropper y Vita, “Texte aus Emar”, 151–52. Sobre la edad de

estos niños véase §6.4 en el presente capítulo.


944 Véanse por ejemplo Jean-Marie Durand, “Comptes rendus”, RA 84 (1990): 74;

Justel, La capacidad jurídica, 220–21; Cohen, The Scribes and Scholars, 174–75.
945 A partir de la información textual de E6 217 no hay razones para pensar que el

matrimonio tuviera más de estos cuatro hijos, pero tampoco las hay para negar tal posibi-
lidad. Zaccagnini (“Feet of Clay at Emar and Elsewhere”, OrNS 63 [1994]: 2), por
ejemplo, contempla esta segunda opción, cuando dice que “Ku’e and Zadamma sell
Ba’ala-bi’a, together with other three children of theirs” (y no “their other three children”).
Más atrevido en este sentido es Cohen (“Feet of Clay”, 165), quien habla de “a woman
named Ku’e, her husband Zadamma, and four of their children” (y no “their four children”).
Más adelante, Cohen (The Scribes and Scholars, 174) se decanta por que fueran cuatro los
hijos. Sea como fuere, lo evidente es que venden cuatro hijos y no más, por lo que si un
quinto o más hubieran existido, serían con toda seguridad mayores, posibilidad que
exponemos pero no contemplamos en nuestro análisis.
946 Como defiende Leichty (“Feet of Clay”, 356).
947 No contamos con documentación que atestigue si los cuatro hijos de Zadamma y

Ku’e fueron finalmente entregados a Ba’al-malik. No obstante, podemos suponer que la


pequeña lactante, Ba’ala-ummī, permanecería con su madre hasta que fuera destetada
(Durand, “Comptes rendus”, 75).
948 Sobre este documento de Emar véase Marsman, Women in Ugarit and Israel, 439.
Ventas de niños 221

vendido junto con su mujer y sus cinco hijos949. Si bien es difícil precisar la edad
de éstos, puesto que son denominados simplemente como DUMU.MEŠ (“hijos”)
y DUMU.SAL.MEŠ (“hijas”), probablemente algunos de los hijos serían meno-
res de edad en el momento del contrato. Por su parte, E6 212 presenta un caso
judicial por el que Dagan-taliḫ, antiguo propietario de los vendidos, reivindicó a
sus antiguos esclavos tras la muerte de su comprador, Ba’al-qarrād. El hijo de éste,
Ba’al-malik, presentó el contrato del primer acuerdo (E6 211), ganando de esta
manera el proceso y conservando los esclavos que un día comprara su padre950.
Aunque no poseamos evidencias terminológicas para calcular la edad exacta
de la persona vendida en ASJ 10/E, muy fragmentario, todo hace pensar que se
trata de un menor. En época de carestía una madre se ve obligada a vender a su
único hijo. Quizás el precio de la transacción nos podría indicar una edad u otra
del muchacho, pero esa parte se encuentra dañada951. También complicado es
precisar la edad de Iram-ela, vendida en Hir 20 por varias personas952, o de
Bēlu-taliḫ, vendido en E6 7 por su abuela materna.
Otro documento emariota en este sentido es E6 118, en el que tres hombres
venden a su cuñada junto con el hijo de ésta por 42 siclos de plata. Por otra
parte, de procedencia desconocida, aunque sin duda próximo a Emar, encon-
tramos el texto AuOr 5/11953. En él, un hombre vende a su propio hermano,
junto con la mujer e hija de éste, por un total de 70 siclos de plata. Aunque es
posible que en ambos ejemplos se trataran de niños, tampoco aquí podemos
conocer su edad concreta, si bien el hecho de que dependan de sus padres, hasta
el punto de ser vendidos junto a ellos, habla de una capacidad de autonomía
legal mínima.
Por último, en el archivo de Tuttul encontramos el texto KTT 382954, con-
textualizado en período de hambruna y en el que una muchacha es vendida

949 Dos niños y tres niñas.


950 Sobre esta relación entre ambos textos véase Bellotto, Le Adozioni a Emar, 41.
951 El joven vendido de ASJ 10/E no sería un recién nacido, ya que viaja (presumi-

blemente solo) hasta Tuttul, donde es vendido.


952 Varias mujeres y un hombre de la ciudad de Karša (ASJ 12/17: 2: LÚ.MEŠ
urukar-ša).
953 Catalogado por Arnaud (“La Syrie du moyen-Euphrate sous le protectorat hittite:

contrats de droit privé”, AuOr 5 [1987]: 229–31) como ME 120. A lo largo del presente
estudio nos referiremos a AuOr 5.11 como procedente de Emar. Sobre su proveniencia
más precisa véase ibíd., 229.
954 Editado en Krebernik, Tall Bi’a/Tuttul, 159–60 y láms. 49, 63. Véase un análisis

más completo del texto en Durand y Marti, “Chroniques du Moyen-Euphrate”, 170–73.


222 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

probablemente por su padre955. Al igual que ocurre con otros ejemplos anterio-
res, no se puede definir la edad concreta de la muchacha vendida, quien tiene
poco que decir en su defensa y es legalmente pasiva en la transacción.
CONSIDERACIONES EN TORNO A LAS FUENTES
Al contrario de lo que hemos visto con las adopciones infantiles del Bronce Re-
ciente, que se concentran principalmente en Nuzi, el corpus de ventas de niños
se distribuye de forma más equitativa entre los diferentes ámbitos: Babilonia,
Mittani y Siria. La Babilonia casita, sin embargo, ofrece un corpus especial,
tanto por la cantidad de tablillas halladas como por las dos tipologías que pre-
sentan dichos documentos: (1) ventas de un solo niño; y (2) ventas de varias
personas, entre ellos niños —aspecto este último también apreciable en Emar,
aunque con distinto formato. Las características similares de estos textos dentro
de ambas categorías, a nivel terminológico o de orden de cláusulas, ponen de
relieve que en la Babilonia del Bronce Reciente este tipo de contratos eran habi-
tuales.
En Nuzi y Emar el elenco textual responde también al trasfondo social y
económico subyacente. En el primer archivo están documentados abundante-
mente los contratos que conciernen a ventas de esclavos. Asimismo en Emar y
Tuttul estas actividades están atestiguadas, ya que la situación económica de la
zona hacia el 1200 a. C. era sin duda crítica956.
Así pues, y divididas por ámbitos socio-políticos, archivos y tipología de tex-
tos, las fuentes con las que contamos para el estudio de las ventas infantiles
durante el Bronce Reciente son las siguientes:

955 Si seguimos la restitución de Durand de la l. 2: KI ba-ah-lu-[…] a-[bi-ši], “de

Baḫlu…, su padre” (ibíd., 171). Otra posibilidad de restitución sería a-[na GEMÉ-ut-ti],
“e[n estatus de esclava]”.
956 Como muestra por ejemplo, en Emar o Ekalte, la fórmula ina MU KALA.GA-ti

nukurti, “en el año del desastre y la guerra”. Encontramos dicha expresión no solo en
ventas de personas, sino también en ventas de campos y casas, esclavitud por deudas,
adopciones o contratos sobre herencias. Sobre este aspecto véase un elenco textual en
Adamthwaite, Late Hittite Emar, 133–75, completándolo con el ofrecido por Démare-
Lafont (“Éléments pour une diplomatique juridique”, 80, n. 70).
Tipo de
Babilonia Archivos mittanios Siria
texto
Tell
Babi-
Ur Nippur Imli- Nuzi Alalaḫ Emar Tuttul Total textos
lonia
ḫiye
(5) EN
9/1 409,
HSS 19
(9) UET 7 (4) MRWH (1)
Ventas de 125, HSS (2) AlT (4) E6 7, 83, (1) KTT
1, 2, 21, 1, 7, BE 14, BaM 26
un niño/a 19 115, 69, 70 ASJ 10/E, 382
22, 23, 24, 1, 128a 13/1
YBC Hir 20
25, 26, 27
5143, BM
17600
(8) BE 14 7,
PBS 8/2
Listas de (4) E6 118,
162, MUN
vendidos 217 (216, 218,
8, PBS 13 64 (1) B.143 +
(entre ellos 219, 220), 13
+ MUN 9, B.227
al menos 212, AuOr
Ni. 1574,
un niño/a) 5/11
1854, 6192,
6558

Tabla 15. Documentación de ventas de niños en el Bronce Reciente


224 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

6.3. TÉRMINOS Y EXPRESIONES


Aunque existan diferencias entre los términos y expresiones empleados en Babi-
lonia, Arrapḫe y Siria en relación a las ventas de niños, la realidad a la que se
refieren es la misma. Por esta razón, tanto los vocablos para designar a los ven-
didos como las fórmulas relacionadas con la venta misma y el momento en que
los niños pasan de una esfera legal a otra distinta deben ser estudiados conjun-
tamente. En las siguientes páginas analizaremos estos términos y expresiones en
relación directa con las ventas. Otros tipos de fórmulas, presentes aquí pero no
exclusivas de las ventas de niños, serán estudiadas más adelante957.
Al contrario de lo que sucede con las adopciones infantiles, donde la termi-
nología empleada para definir a los niños es semejante a la de los adultos (§4.3),
en las ventas infantiles el vocabulario nos da claves para definir la edad de dichos
sujetos. Este hecho está presente especialmente en la documentación de los ar-
chivos babilónicos, aunque en menor medida también en Mittani y Siria.
Estos términos nos informan del rango de edad aproximado de los niños,
desde recién nacidos hasta adolescentes. En otras ocasiones deberemos conferir-
les una edad u otra por el contexto, ya que se denominarán simplemente
“DUMU NP” (“hijo de NP”). Los términos empleados para definir de los pe-
queños son los que muestra la siguiente tabla, que incluye asimismo el número
de vendidos:

Estas expresiones, generalmente relacionadas con fórmulas para impedir la rup-


957

tura de los contratos, son analizadas en §6.4. Véase un análisis de estas y otras fórmulas
en Sassmannshausen, Beiträge, 204–8.
Texto Término
LÚ.TUR (o GURUŠ.TUR)/ LÚ.TUR.TUR/ DUMU(.SAL) DUMU/
ṣuḫāru/GEMÉ, SAL-tum
SAL.TUR SAL.TUR.TUR (ša) GABA DUMU.SAL
(esclavo/esclava)
(joven adolescente) (niño/niña) (niño/a lactante) (hijo/hija)
UET 7 1 1

UET 7 2 1

UET 7 21 1

UET 7 22 1

UET 7 23 1

UET 7 24 1

UET 7 25 1

UET 7 26 (parte rota)

UET 7 27 [1]

MRWH 1 1 1

MRWH 7 1

BaM 13/1 1

BE 14 1 [1]

BE 14 7 1
Texto Término
LÚ.TUR (o GURUŠ.TUR)/ LÚ.TUR.TUR/ DUMU(.SAL) DUMU/
ṣuḫāru/GEMÉ, SAL-tum
SAL.TUR SAL.TUR.TUR (ša) GABA DUMU.SAL
(esclavo/esclava)
(joven adolescente) (niño/niña) (niño/a lactante) (hijo/hija)
BE 14 128a 1

PBS 8/2 162 3

MUN 8 4 2
PBS 13 64 +
[¿5?] [1], 1 11
MUN 9
CBS 10733 (parte rota)
B.143 +
3
B.227
Ni. 1574 2

Ni. 1854 3 7

Ni. 6192 2

Ni. 6558 2

EN 9/1 409 1

HSS 19 115 1

HSS 19 125 1
Texto Término
LÚ.TUR (o GURUŠ.TUR)/ LÚ.TUR.TUR/ DUMU(.SAL) DUMU/
ṣuḫāru/GEMÉ, SAL-tum
SAL.TUR SAL.TUR.TUR (ša) GABA DUMU.SAL
(esclavo/esclava)
(joven adolescente) (niño/niña) (niño/a lactante) (hijo/hija)
YBC 5143 1

BM 17600 1

E6 7 1

E6 83 1

E6 118 1

E6 211 5

E6 217 1 3

ASJ 10/E 1

Hir 20 1

AuOr 5/11 1

AlT 69 1

AlT 70 1

KTT 382 [1]

Tabla 16. Denominación y número de los niños vendidos


228 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Los términos acadios que se esconden bajo los sumerogramas


LÚ/GURUŠ.TUR958 y SAL.TUR son respectivamente ṣuḫāru y ṣuḫārtu, “ni-
ño/a” o “sirviente/a”959. Ahora bien, ¿cuál de los dos conceptos prevalece sobre
el otro a lo largo de nuestro corpus?
Entre otros, CAD ofrece como significados posibles de ṣuḫāru los de “niño”,
“sirviente” o, en conexión con el adjetivo ṣeḫru, “niña-ṣiḫirtu”960. El primero,
“niño”, es el más empleado a lo largo de la documentación que manejamos,
considerablemente más que el concepto de “sirviente”961. El significado que
aporta el CAD como “niña-ṣiḫirtu”, por su parte, es difícilmente traducible. Pro-
bablemente se refiere a una niña pequeña962, o en todo caso joven, quizás
cercana a un ámbito de esclavitud, siendo con toda probabilidad el concepto
más cercano a la realidad de nuestro corpus mesobabilónico.
Sea como fuere, y teniendo en cuenta que las definiciones que los dicciona-
rios ofrecen no expresan ni explican completamente las realidades históricas y
sociales, parece evidente que los términos ṣuḫāru y ṣuḫārtu presentes en la docu-
mentación casita de ventas de niños tienen que ver directamente con el mundo

958 El término LÚ.TUR es característico del Ur mesobabilónico, y equivale por regla


general al GURUŠ.TUR que encontramos en Nippur (Tenney, Life at the Bottom, 33). A lo
largo de este subapartado, y aunque la explicación valga asimismo para la forma GU-
RUŠ.TUR, nos referiremos al “niño” como LÚ.TUR. Sobre este concepto véase van
Soldt, JAOS 98 (1978): 500.
959 AHw 1109a, CAD Š 179bss. Sassmannshausen (Beiträge, 122) defiende que no es

posible por el momento precisar si la construcción sumeria LÚ.TUR —y por extensión


su femenino SAL.TUR— se refiere en los textos mesobabilónicos a ṣeḫru (adjetivo) o a
ṣuḫāru (sustantivo). En su estudio sobre dichos términos (pp. 121–23), sin embargo, no cita
el documento a nuestro juicio clave para enfocar la interpretación de TUR como ṣeḫru:
BE 14 128a, un ejemplo más de ventas de niños de época casita. Normalmente en dichos
documentos se denomina al joven vendido como LÚ/GURUŠ.TUR o SAL.TUR, pero
en este caso la niña vendida es designada como SAL ṣe-ḫe-er-tu (l. 1 y l. 18). Por tanto, la
redacción en BE 14 128a del sumerograma TUR como ṣeḫertu hace que la inclusión del
determinativo personal femenino SAL no fuera gramaticalmente necesario si estuviéra-
mos ante una forma adjetiva. Así, la equivalencia acadia básica de los sumerogramas
LÚ/GURUŠ.TUR y SAL.TUR podría ser la de un sustantivo (al que se le yuxtapone la
cualidad del adjetivo TUR [ṣeḫru/ṣeḫertu]), respectivamente awīlu/eṭlu ṣeḫru y sinništu ṣeḫertu.
Sobre estas cuestiones para el período neoasirio, véase Radner, Die Neuassyrischen Privatre-
chtsurkunden, 149–52. Para las diferentes interpretaciones sobre estos terminos a lo largo de
la historiografía, cf. Langloise, Les archives de la princesse Iltani, 217.
960 Respectivamente CAD Ṣ 231b, CAD Ṣ 232b y CAD Ṣ 184b-ss.
961 Véanse algunos ejemplos de ṣeḫru con significado de “sirviente” —nunca en do-

cumentación mesobabilónica— en VAS 7 91: 5, CT 29 34: 28 o ARM 9 24.


962 El documento neoasirio ADD 1099 nos informa acerca de varias

TUR.SAL.MEŠ, entre las que hay alguna niña recién nacida (SAL ša GA, literalmente
“mujer de leche”).
Ventas de niños 229

de la infancia963. Aun así, dichos conceptos guardan también relación con el


estatus servil al que entrarían a formar parte estos niños, algo admitido por la
historiografía más reciente964.
En el ámbito mittanio se emplearán otras denominaciones para designar a
estos niños vendidos. Si bien en Siria lo normal será referirse a ellos con el tér-
mino DUMU, “hijo”, en dos ocasiones de Nuzi vemos el empleo de GEMÉ,
(amtu, “esclava”, “sirvienta”965), término frecuentemente atestiguado en este
archivo966, mientras que los textos de Alalaḫ AlT 69 y AlT 70 presentan los
sustantivos ṣuḫāru y SAL-tum respectivamente.
Las expresiones para referirse al acto de pagar el precio del niño varían asi-
mismo entre las diferentes regiones. En la Babilonia casita encontramos el verbo
šâmu, “comprar”, normalmente en su versión sumeria, IN.ŠI.SA10, acompañan-
do a la fórmula tipo “(IN.ŠI.SA10) ana ŠÁM.TIL.LA.BI.ŠÈ”967, “(compró) por su
precio total”. Esta fórmula, perfectamente establecida en el período paleobabi-
lónico, se empleará hasta bien entrado el 1.er milenio a. C.968

963 Para acentuar este carácter de juventud e infancia, véase el empleo doble del su-

merograma TUR en MRWH 1: 3: GURUŠ.TUR.TUR (contra Sassmannshausen


[Beiträge, 70b], quien denomina a ambos vendidos como GURUŠ.TUR). Aparte de en el
mundo casita, la relación entre este término y la edad pueril se comprueba en Kaniš o en
el Levante del 2.º milenio a. C. En Mari, sin embargo, es posible que la voz ṣuḫāru no
tuviese que ver con el concepto de “infancia” (John MacDonald, “The Role and Status of
the ṣuḫārū in the Mari Correspondence”, JAOS 96 [1976], 57–68), así como posiblemente
en los archivos paleobabilónicos de la princesa Iltani (Langloise, Les archives de la princesse
Iltani, 216–20, esp. 218).
964 Es lo que defienden, por ejemplo, Sassmannshausen (Beiträge, 121–23, dentro del

apartado “Sklaven und Diener”) o Brinkman (“Administration and Society”, 284, n. 6),
quien habla de “[…] legal texts recording the sale of young children (presumably into
slave status)”.
965 AHw 45a, CAD A/2 80a-ss.
966 A modo de ejemplos véanse los textos JEN 515: 2, JEN 637: 19 o HSS 9 25: 2.

En la Babilonia casita no es tan frecuente el uso del sustantivo GEMÉ. Apréciese que en
CAD A/2 82 solamente hay ejemplos de dicho empleo en regiones contemporáneas
como Alalaḫ, Elam o Ugarit. Sobre el término GEMÉ (amtu) en la documentación casita
proveniente de Nippur y Dūr-Kurigalzu véase Sassmannshausen, Beiträge, 119.
967 Acadio (išāmuma) ana šīmīšu gamrūti.
968 MEA 187 expone que el signo ŠÁM de la expresión ŠÁM.TIL.LA.BI.ŠÈ aparece

solamente en textos neoasirios. Sin embargo, apreciamos su empleo frecuente en época


paleobabilónica en archivos como Ur, Larsa o Kutalla (Wu Yuhong, “Two OB Tablets
and the Sale Document Formula šám-til-la-ni(or –bi)-šè”, NABU 1993.79), o en la que
nos ocupa mesobabilónica. Además, esta fórmula en forma acadizada está presente a lo
largo de varios archivos del Próximo Oriente antiguo: Elam (MDP 28 421: 4), Alalaḫ
(AlT 7, AlT 62: 5), Ugarit (RS 16.145: 15), Ḫana (ZA 79: 196–97) o Aššur (KAJ 147: 9ss).
Obviamente, y aparte de esta fórmula prefijada, el uso del verbo šâmu, “comprar”, está
230 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

En otras ocasiones, principalmente en Nuzi, Alalaḫ y Emar, los verbos na-


dānu (“dar”) o leqû (“tomar”) se emplearán también para referirse al acto de
compra969. En Emar encontramos otra expresión relacionada con la acción de
“dar” (esto es, “vender”): ištu SAG.DU, “por (su) voluntad”970. Tanto los verbos
como las expresiones utilizadas se reflejan en el siguiente cuadro:

Texto Verbo Expresiones

UET 7 2 IN.ŠI.SA10 a-na ŠÁM.TIL.LA.BI.ŠÈ

UET 7 21 IN.SA10 a-na ŠÁM.TIL.LA.BI.ŠÈ

UET 7 22 IN.ŠI.˹SA10˺ ˹ŠÁM.TIL.LA.BI˺.[ŠÈ]

UET 7 23 […] […]

UET 7 24 [i-ša]-˹am˺-ši-ma a-na ši-mi-ša gam-ru-˹ti˺

UET 7 25 IN.ŠI.SA10 ŠÁM.TIL.LA.˹BI˺.ŠÈ

UET 7 26 id-˹di-in˺

UET 7 27 IN.ŠE.˹SA10˺ ˹ŠÁM˺.TIL.LA.BI.[ŠÈ]

MRWH 1 IN.ŠI.IN.ŠÁM ŠÁM.TIL.LA.BI.ŠE.NE.NE

MRWH 7 ma-ḫi-ir a-na ŠÁM

plenamente atestiguado también sin relación a la comentada expresión. Sobre el logo-


grama ŠÁM véase Petschow, Mittelbabylonische Rechts, 24, Z.7.
969 Dependiendo del punto de vista del comprador o vendedor. Nos referimos aquí a

la terminología referente al pago —dinero, tabla 17—, y no al bien transferido —niño(s),


tabla 18.
970 Acadio ištu ramāni, lit. “de (él/ella) mismo/a”. El significado exacto de esta formu-

lación no está del todo claro, como muestra Zaccagnini (“War and Famine”, 103). Aun
así, Arnaud (“Humbles et superbes”, 6, n. 2) propone entender los logogramas SAG.DU
como ramānu, “uno mismo”. En Nuzi también encontraremos dicha expresión (a modo de
ejemplo véase la adopción infantil HSS 19 43: 5). Al respecto véase Lion, “Les adoptions
d’hommes à Nuzi”, 548, n. 33. Véanse otros ejemplos emariotas en E6 7, E6 83, E6 205,
E6 215, E6 217, TBR 26, TBR 52, Hir 17, Hir 18, AuOr 5/11 y quizás ASJ 10/E. Por
su parte, Seminara (L’accadico, 640–41) no apunta nada al respecto. Sobre las diversas
interpretaciones de esta expresión véase Justel, La capacidad jurídica, 235, n. 73.
Ventas de niños 231

BaM 13/1 ˹IN˺.ŠI.˹ŠÁM˺ a-˹na ŠÁM˺.TIL.LA.BI.ŠÈ

BE 14 1 IN.ŠI.IN.ŠÁM ŠÁM.TIL.LA.BI.ŠÈ

BE 14 7 IN.ŠI.ŠÁM ŠÁM.TIL.LA.NU.˹NU˺

BE 14 128a ˹id˺-di-[in] a-na ŠÁM.˹TIL˺.[LA.BI.ŠÈ]


IN.ŠI.IN.
PBS 8/2 162 ŠÁM.TIL.LA.BI.[ŠÈ]
˹ŠÁM˺
MUN 8 […] […]

PBS 13 64 + MUN 9 […] ŠÁM.TIL.LA.BI.ŠÙ.NE.NE

CBS 10733 IN.ŠI.ŠÁM a-na ŠÁM.TIL.LA.BI.˹ŠÈ˺

B.143 + B.227 IN.ŠÁM ¿?

EN 9/1 409 ˹at˺-[ta-din]

HSS 19 115 i-na-an-˹din˺

HSS 19 125 [e]l-te-qè-mi

YBC 5143 il-te-qè

BM 17600 el-te-qè

AlT 69 a-pil ši-im-šu

AlT 70 <a-pil> ŠÁM SAL-tum

E6 7 ŠÁM.TIL.LA / iš-tu SAG.DU-šú-ma

E6 83 [ŠÁM.TIL.LA] / ˹iš-tu SAG˺.DU-ši

E6 118 ŠÀM.TIL.LA

E6 211

E6 217 ŠÁM.TIL.LA / iš-tu SAG.DU-šú-nu-ma

ASJ 10/E ŠÁM.TIL.LA / [iš-tu SAG.D]U-š[i-ma]


a-na ŠÁM.TIL.˹LA.ÀM˺ / a-na SAG.DU-
Hir 20
ši-ma
232 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

AuOr 5/11 ŠÁM.TIL.LA /iš-tu SAG.DU-šú-nu-ma

KTT 382 ¿[ŠÁM.TIL.LA]?971

Tabla 17. Fórmulas verbales referidas al pago

Como se puede apreciar en la tabla 17, en la Babilonia casita se emplean


generalmente verbos, además de expresiones relacionados con éstos, para subra-
yar el acto de la venta y refiriéndose específicamente al bien abonado. En el
ámbito mittanio, sin embargo, los verbos utilizados serán nadānu (“dar”), leqû
(“tomar”) y apālu (“pagar”), pero no encontramos fórmulas prefijadas que acom-
pañen al verbo de la acción principal972. Al contrario que en los dos casos
anteriores, en Emar y en Tuttul no encontramos un verbo que haga referencia
directa al precio pagado por el joven vendido. Ello se debe a la presencia de la
preposición ana, “por” —redactada u omitida—, antes de dicha cifra, lo que
hace innecesaria la inclusión de una forma verbal referida específicamente al
dinero973.

971 En el documento de Tuttul KTT 382 no apreciamos la expresión ŠÁM.TIL.LA,

aunque se podría esperar tras el precio del vendido, en la fragmentada l. 4. En su edición


del texto, Krebernik (Tall Bi’a/Tuttul, 159) no propone ninguna restitución para dicha
parte: a-na 11 GÍN KÚ.˹BABBAR˺ xxx. Durand, sin embargo, lee la línea como a-na 11
GÍN KÙ[.BABBAR ṣar]-pí it-b[a?-al-ši] (Durand y Marti, “Chroniques du Moyen-
Euphrate”, 171). El mal estado de conservación de esta parte del texto complica nuestra
interpretación (véanse copia y fotografía en Krebernik, Tall Bi’a/Tuttul, láms. 49 y 63
respectivamente). Ello hace que la relectura de Durand no quede clara respecto a las
formas [ṣar]-pí it-b[a?-al-ši] por las siguientes razones: (1) el signo de interrogación que
presenta en su restitución; (2) en su comentario no hace referencias a esta forma propues-
ta, sino solamente al verbo paṭāru; (3) en ningún caso esperaríamos un verbo en ese lugar,
sino la fórmula ŠÁM.TIL.LA, presente siempre tras el precio de los bienes pagados (en
este caso una niña). Sea como fuere, el texto KTT 382 es peculiar, por ejemplo, en el
empleo del verbo paṭāru para marcar el hecho de la venta, al igual que se hace en el Ni-
ppur del 1.er milenio a. C. (Oppenheim, “Siege Documents”). Preferimos, por tanto, no
restituir con total certitud la forma ŠÁM.TIL.LA en la l. 4, pero al menos presentar esa
posibilidad, ya que la lógica del texto lo demanda.
972 Con excepción de la expresión “su precio (ha sido abonado)” del documento de

Alalaḫ AlT 69: 9: ši-im-šu a-pil. El empleo del verbo acadio apālu en este documento es
único dentro de nuestro corpus de ventas infantiles. En él nos basamos para la enmienda
de introducción de AlT 70: 12 <a-pil>.
973 A modo de ejemplo véase E6 83: “NPF1 […], por 9 (siclos) de plata […] dio (a su

hija)”. Véanse otros ejemplos en el mismo sentido en E6 7: 4: a-na 42 GÍN KÙ.BABBAR;


E6 217: 4: a-na 60 KÙ.BABBAR.MEŠ; ASJ 10/E: 6: (reconstruído) [a-na X G]ÍN
˹KÙ.BABBAR.MEŠ˺; Hir 20: 3: a-na 15 GÍN.KÙ.BABBAR.MEŠ; KTT 382: 4: a-na 11
GÍN KÙ.[BABBAR].
Ventas de niños 233

Los textos de Nuzi, Emar y Tuttul presentan otro tipo de expresión que no
hace referencia al precio, sino directamente a los jóvenes vendidos. Se trata de la
conocida fórmula ana ardūti / amūti nadānu, “dar en estatus de esclavo / esclava”.
Al contrario de lo que normalmente vemos con ana ŠÁM.TIL.LA.BI.ŠÈ, donde
el verbo se encuentra en primer lugar, la expresión ana ardūti se encuentra antes
de la forma verbal —generalmente del verbo nadānu, “entregar.”

Texto Expresión Verbo

HSS 19 115 a-na ÌR-du-ti ad-din-˹mi˺

HSS 19 115 a-na ÌR-du-ti ad-din-˹mi˺

BM 17600 a-na GEMÉ-ti at-ta-din

E6 7 a-na ÌR-ut-ti it-ta-din-šú

E6 83 [a-na GEMÉ-ut-ti]974 id-˹din˺-ši

E6 217 a-na ÌR-ut-ti it-ta-din

ASJ 10/E a-na ÌR-ut-[t]i ˹ta-ta˺-din-šú

AuOr 5/11 a-na ÌR.MEŠ it-ta-din-šú-nu-ti

KTT 382 -----975 ip-ṭú-ur-ši976

Tabla 18. Fórmulas empleadas para subrayar el cambio de estatus del niño vendido

974 Restitución de la editio princeps de Arnaud, con quien nos mostramos de acuerdo

en este aspecto.
975 En el documento de Tuttul KTT 382 no aparece la expresión ana GEMÉ-ut-ti,

“dar en estatus de esclava”. Sin embargo, podríamos restituir esta fórmula al final de la
dañada l. 3, donde solamente se aprecia un signo similar a una a (MEA 579). De todas
formas, dicho signo está demasiado cerca del borde derecho respecto a lo que cabría
esperar si fuera parte de la preposición a-[na]. Por tanto, y si bien no podemos estar to-
talmente seguros, tendremos también en cuenta la restitución que propone Durand: a-[bi-
ši] (Durand y Marti, “Chroniques du Moyen-Euphrate”, 171).
976 El empleo en KTT 382 del verbo paṭāru, “soltar”, “liberar”, tiene paralelos en

otras ventas de niños del Nippur del 1.er milenio a. C. (Oppenheim, “Siege Documents”).
Durand propone que en el ejemplo de Tuttul esta forma no se trata de un eufemismo,
como Oppenheim defiende para los casos de Nippur, sino más bien de un dialectismo de
la zona (Durand y Marti, “Chroniques du Moyen-Euphrate”, 172). Sea como fuere, la
ausencia de los verbos šâmu (“comprar”), nadānu (“dar”) o leqû (“tomar”) hacen de KTT
382 un ejemplo único en este sentido. Véase la traducción que propone Durand (p. 171):
“[…] pour 11 sicles d’argent raffiné il l’a emportée et l’a « séparée »”.
234 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Como vemos en la tabla 18, la redacción de los sustantivos ardu, “esclavo”, y


amtu, “esclava”, se plasma siempre mediante sus valores ideográficos (ÌR y GE-
MÉ respectivamente). El esquema de esta fórmula es el mismo que apreciamos
en las adopciones (ana mārūti + verbo; cf. §4.3): preposición ana + sustantivo en
forma abstracta (partícula –ūt–) + verbo. En los textos que presentan estas fór-
mulas los menores entran, en el momento del contrato, en la esfera de la
esclavitud977.
Los términos y expresiones analizados son característicos, aunque no exclusi-
vos, de las ventas de niños y jóvenes en el Bronce Reciente. En los ámbitos de
Babilonia, Mittani y Siria se aprecian diferencias en algunos aspectos relaciona-
dos con la nomenclatura empleada, pero en muchos casos esa terminología es
similar. Este hecho pone de relieve que estamos sin duda ante el mismo fenó-
meno de ventas de niños, con idéntica concepción y posiblemente con la misma
relación entre causas y efectos.
6.4. LOS ACTORES DEL CONTRATO
En las ventas infantiles de la Mesopotamia y Siria del Bronce Reciente intervie-
nen varias partes contratantes. El niño es lógicamente el sujeto central de la
operación, pero su ínfima potestad legal, unida a la obvia incapacidad de parti-
cipar en el acuerdo por ser demasiado joven —a veces incluso lactante—, hace
necesarios el estudio y análisis de los otros sujetos que aparecen en estos docu-
mentos. En estos procesos de ventas hay al menos tres partes diferenciadas:
vendedor, persona vendida y comprador. Analizaremos los tres, aportando asi-
mismo algunas reflexiones sobre otros sujetos secundarios pero no por ello
menos importantes: garantes, testigos y selladores.
EL NIÑO VENDIDO
NÚMERO, SEXO Y EDAD. El corpus con el que trabajamos presenta un total de
cincuenta y ocho niño vendidos. Entre ellos encontramos veintiséis varones y
treinta y dos mujeres978. Con la información proporcionada en los textos es
difícil señalar con precisión la edad de todos estos jóvenes vendidos, si bien cier-

977 Es esta precisamente la razón por la cual no encontramos esta fórmula en los tex-

tos EN 9/1 409 y HSS 19 125, los únicos documentos de este tipo que presentan el
desarrollo de litigios. Así pues, en el momento en que estos dos documentos fueron redac-
tados, sendas esclavas ya eran tales desde un tiempo indeterminado, por lo que
simplemente vemos su denominación como GEMÉ, sin ser necesario el expresar la fór-
mula ana amūti nadānu.
978 Las otras dos personas vendidas corresponden a los textos CBS 10733 y YBC

5143. En el primer caso el texto está fragmentado en el espacio de la denominación del


niño/a. En el segundo ejemplo se llega a un acuerdo para que se entregue bien a un
joven varón, bien a una joven mujer (en cualquier caso esclavos).
Ventas de niños 235

tos indicios, filológicos o de contexto, nos pueden dar la clave para estudiar este
aspecto.
En primer lugar, y al igual que ocurre con otro tipo de documentación so-
bre niños, éstos no poseen capacidad jurídica alguna. Dichos jóvenes se
presentan, por tanto, como sujetos legalmente pasivos y a merced de las decisio-
nes de otras personas (adultos). Ello abre dos posibilidades de interpretación: que
se traten de esclavos adultos —también sin potestad legal— o de niños. Para
dilucidar tal problema debemos acudir a la terminología utilizada para designar
a estos sujetos.
La gama de términos empleados para referirse a cada uno de ellos es variada:
LÚ/SAL.TUR, LÚ/SAL.TUR.TUR, SAL-tum, GURUŠ.TUR, DU-
MU.SAL.GABA, ṣuḫāru, ṣeḫertu, GEMÉ, DUMU / DUMU.SAL. Con estas
denominaciones podemos encuadrar a los vendidos en diferentes edades, pero
siempre dentro del período comprendido entre el nacimiento y la adolescencia979.
En algunos documentos casitas980 y otros procedentes de Nuzi se señala la
medida o estatura del joven vendido en relación con una parte del cuerpo. Para
ello en el ámbito babilónico se emplea normalmente el sumeograma KÙŠ981,
“codo”, aunque también encontramos su valor acadio, ammatu982. Asimismo en
Nuzi se utiliza el término ammatu983, acompañado en ocasiones por el sustantivo
ūṭu, “palmo”984, ubānu, “dedo”985 o por kinṣu, medida de longitud solamente
atestiguada en Nuzi986.

979 Véase al respecto la tabla 21.


980 En la mayor parte de ventas infantiles en las que se vende un solo niño o niña,
pero nunca en listas. Añádanse los textos UET 7 22, UET 7 26, UET 7 27, BaM 13/1 y
CBS 10733 a la información proporcionada en Petschow, “Die Sklavenkaufverträge”,
144, n. 8. En el presente subapartado, referido a las medidas de las ventas de niños, aña-
dimos la referencia de MSKH I 9 (§3.2), adopción matrimonial en la que la pequeña
UD.9.KAM-bēlet es designada como una adolescente (SAL.TUR) de ½ codo de estatura
(l. 2: ½ KÙŠ la-an-˹ša˺).
981 UET 7 21, UET 7 22, UET 7 25, UET 7 26, ¿UET 7 27?, [BE 14 1], BE 14

128a, CBS 10733.


982 BaM 13/1: 3: am-ma-at ˹la-an˺-ša, “un codo es su (de ella) estatura”.
983 EN 9/1 409, HSS 19 115, HSS 19 125, YBC 5143.
984 YBC 5143. El ūṭu se correspondería con la mitad de un ammatu (Powell, “Masse

und Gewichte”, 472–73; cf. tabla 20).


985 YBC 5143: 4: 2 am-ma-ti ú-uṭ-ṭá ù 4 ú-ba-ni, “dos codos, un palmo y cuatro dedos”.
986 CAD K 375b (cf. EN 9/1 409 y HSS 19 125). Sobre este tipo de medidas en Nu-

zi, tanto en relación con bienes muebles como con esclavos, véanse Dorothy Cross,
Movable Property in the Nuzi Documents, AOS 10 (New Haven: Graduate School of Arts and
Sciences, University of Pennsylvania, 1937), 11–12; Powell, “Masse und Gewichte”, 473.
Refiriéndose a la esclava vendida en HSS 19 125, Lion expresa que “la servante mesure-
236 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Texto Medida

UET 7 21 1 KÙŠ

UET 7 22 ˹1 KÙŠ˺

UET 7 25 ˹2˺ KÙŠ

UET 7 26 ½ KÙŠ

UET 7 27 ¿[1 KÙŠ]?

BaM 13/1 (1) am-ma-at

BE 14 1 ¿[1 KÙŠ]?

BE 14 128a ½ KÙŠ

CBS 10733 1 KÙŠ


MSKH I 9
(adopción ½ KÙŠ la-an-˹ša˺
matrimonial)
EN 9/1 409 2 am-ma-ti ù m[a-la ki-in-ṣ]i

HSS 19 115 2-na am-ma-ti

HSS 19 125 2 am-ma-ti ù ma-la ki-in-ṣí

YBC 5143 2 am-ma-ti ú-uṭ-ṭá ù 4 ú-ba-ni

Tabla 19. Medidas de los niños vendidos

El valor exacto de la medida de longitud “codo” en época casita no se en-


cuentra totalmente clarificado987. Aunque varía ligeramente según la época y
lugar donde nos encontremos, un codo normal988 podría equivaler para esta

rait donc environ 1,35 ou 1,40 m, ce qui fait penser à une toute jeune fille, ou à une
femme adulte de petite taille” (Lion y Stein, The Tablets, 62).
987 En su estudio sobre diferentes medidas en el Próximo Oriente antiguo, Powell

(“Masse und Gewichte”, 481–82) solamente analiza para la época mesobabilónica medidas
de superficie, y no de longitud, como los codos que encontramos en las ventas de niños.
988 Hay que diferenciar el “codo normal” (KÙŠ, ammatu: 40–50 cm) del “gran codo”

(KÙŠ.GAL, ammatu rabītu: 70–75 cm), siendo el primero el empleado en las ventas de
niños. Aparte, hay que contemplar la posibilidad de que estas medidas tuvieran variacio-
nes a lo largo del tiempo, e incluso contemporáneamente dentro de un mismo ámbito o
archivo. Véase al respecto el caso de Ur, donde las medidas de los niños transferidos
varían de ½ a 2 codos, o el de Nuzi YBC 5143 (cf. nota siguiente).
Ventas de niños 237

época a 30 dedos; esto es, unos 40–50 cm989. Un palmo se correspondería con
unos 20–25 cm990, mientras que un dedo equivaldría a 1,3–1,5 cm. No conoce-
mos la longitud del kinṣu nuzita, aunque probablemente rondaría los 20 cm, al
igual que el palmo. Para tales medidas véase la siguiente tabla:
Codo
Palmo Dedo
Medida (KÙŠ, kinṣu
(ūṭu) (ubānu)
ammatu)
Equivalencia
40–50 cm 20–25 cm 1,3–1,5 cm ¿20 cm?
aproximada
Tabla 20. Medidas empleadas y equivalencias aproximadas
Estas medidas se refieren en principio a la estatura de los vendidos, ya que ge-
neralmente encontramos tras la medida misma el complemento lān-šu/ša, “(x es) su
estatura”. Sin embargo, y teniendo en cuenta que la estatura de los recién nacidos
a término991 se sitúa en torno a los 48–52 cm, resulta difícil imaginar un niño de
un codo (40–50 cm) denominado LÚ.TUR, “joven, adolescente”992, y aún menos
verosímil es encontrar una niña de medio codo (20–25 cm)993, independientemen-
te de su denominación de edad994. Por tanto, ¿a qué se refieren los textos que

989 Este dato se vería apoyado por el paralelo de la contemporánea Emar, donde pa-

rece haber un consenso en asignar a un codo el valor de 50 cm (Grégory Chambon,


“L’écriture des mesures de longueur à Emar”, en d’Alfonso y Cohen y Sürenhagen, The
City of Emar, 142). Véase sin embargo el documento nuzita YBC 5143, donde se expresa
que el esclavo entregado deberá medir “según (la medida) del codo de Wullu” (l. 5: i-na
am-ma-at mwu-ul-lu). Lacheman y Owen (“Texts from Arrapḫa”, 383, l. 5) proponen la
idea de que, al menos en Nuzi, no hubiera una medida estandarizada para el codo, y por
ello se especificara aquí la relación entre el codo de Wullu, el comprador, y la longitud del
niño o niña vendidos.
990 Sobre la medida de ūṭu (o rūṭu), “palmo”, véanse Benno Landsberger, “Einige

unerkannt gebliebene oder verkannte Nomina des Akkadischen”, WZKM 56 (1960): 109–
12; Wolfram von Soden, “Zu einigen akkadischen Wörten”, ZA 67 (1977): 240–41; Po-
well, “Masse und Gewichte”, 472–73. Sobre este término en relación al de ammatu,
“codo”, véase Hildegard Lewy, “Origin and Development of the Sexagesimal System of
Numeration”, JAOS 69 (1959): 3, n. 13.
991 Esto es, tras cuarenta semanas de gestación.
992 UET 7 21, UET 7 22, BaM 13/1, CBS 10733.
993 UET 7 26, BE 14 128a.
994 Otros casos, como el mesobabilónico UET 7 25 o los nuzitas EN 9/1 409, HSS

19 115, HSS 19 125 y YBC 5143, podrían reflejar la realidad, puesto que los vendidos
medirían en torno a un metro o poco más. El texto de Nimrud ND 2082, del s. VII a. C.,
nos informa de la venta de una niña que mide 3 codos de estatura (3 ru-ṭu la-an-šá). Estos
aproximadamente 60 cm también podrían reproducir la estatura real de la pequeña
238 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

presentan las medidas de los niños? Lamentablemente no lo sabemos con total


certidumbre, aunque se pueden exponer diversas explicaciones al respecto.
La primera posibilidad apunta a errores en la consignación de esta informa-
ción, bien escribales, bien en la edición de los documentos. Además, los textos
que comportan este tipo de dudas no son demasiado numerosos: solo son tres los
que implican a un niño vendido menor de 50 cm: UET 7 26, BaM 13/1 y BE
14 128a995. Otra opción posible se refiere a un problema historiográfico de com-
prensión de las medidas anteriormente expuestas. Esto afectaría de manera
especial al codo casita996, puesto que todos los textos de Nuzi podrían responder
perfectamente a la realidad a un nivel etrictamente físico.
Por otra parte, hay que subrayar que este tipo de anotaciones de longitud son
características de las ventas de niños y adolescentes. Por tanto, podríamos encon-
trarnos ante una referencia a sus edades, apoyando lo expresado anteriormente
a través de la terminología empleada para designar al vendido997. Otra opción es
que se tipificaran las medidas de los niños, a los cuales no se les mediría física-
mente, y la referencia fuera aproximativa y en relación con su estatura: ½ codo
para niños pequeños, 1 para medianos y 2 para grandes. Por otro lado, teniendo
en cuenta que estos documentos guardan relación con el mundo de la esclavitud,
¿podría la mención de una medida de longitud extremadamente corta hacer
referencia a la ínfima fuerza legal de la persona vendida? Como última posibili-
dad planteada, la mención de las medidas de los niños vendidos podría guardar
relación con el precio abonado por ellos. Así, constatamos que los dos menores
en UET 7 26 y BE 14 128a, de ½ codo cada uno, son comprados por los precios
más bajos de nuestro corpus: 5 prendas de vestir y 9 siclos de plata (2 ¼ siclos de
oro) respectivamente (cf. tabla 23)998.
De todas formas, y a partir de la documentación disponible, no podemos ex-
plicar convenientemente esta relación entre medidas y esclavitud, calidad de los

vendida, que contaría entonces con apenas dos o tres meses de edad (Barbara Parker,
“The Nimrud Tablets, 1952-Business Documents”, Iraq 16 [1954]: 34).
995 De los tres documentos hemos colacionado BE 14 128a, que claramente muestra

los signos ½ KÙŠ, confirmando la fidelidad de la copia de Clay. También colacionada,


algo idéntico ocurre con la adopción matrimonial de Nippur MSKH I 9, donde la pe-
queña es asimismo designada —claramente— con una estatura de ½ codo.
996 Y especialmente en Ur, donde las medidas varían desde ½ hasta 2 codos, pasan-

do por ejemplos de 1 codo (cf. tabla 19).


997 Parker (“The Nimrud Tablets”, 34, n. 3), por ejemplo, defiende esta relación de

estatura en relación directa con la edad de los vendidos.


998 Esta última propuesta estaría avalada por la cantidad abonada por la pequeña

kallatu, también de ½ codo de estatura, en la adopción matrimonial MSKH I 9: dos


prendas muḫtillû de buena calidad, equivalentes a 2 siclos de oro, y el compromiso del
adoptante de proveer de alimento a los padres de la niña.
Ventas de niños 239

niños, precio abonado por ellos o condición social999. Lo que sí parece claro es
que hay un interés especial en consignar las medidas de los niños, aspecto rela-
cionado con cualquier venta de propiedad. El niño en estos acuerdos es
considerado un objeto más, y recordamos que otro tipo de bienes, como animales
o campos, son en todas las épocas transferidos constándose por escrito sus princi-
pales características (color y calidad de animales, medidas y lindes de campos, etc.).
Sea como fuere, parece evidente que la anotación de la estatura de estos suje-
tos tiene que ver en cierta medida con sus edades, ya que nunca la encontramos
referenciada en ventas de adultos. Las denominaciones que encontramos
(LÚ.TUR, DUMU.GABA, etc.) apoyan por otra parte la opción de la conexión
entre medida y edad, si bien hay que tomarla con cautela por las estaturas ex-
tremadamente cortas.
Pre-adolescente/
Recién nacido Niño pequeño
Texto adolescente
(1–3 años) (3–10 años)
(a partir de 10 años)
Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer

UET 7 1

UET 7 2 x

UET 7 21 x

UET 7 22 x

UET 7 23 x

UET 7 24 x

UET 7 25 x

UET 7 26 ¿x?

UET 7 27 x

MRWH 1 x x

MRWH 7 x
BaM
x
13/1

999 Interesante sería en este sentido realizar un elenco exhaustivo de todos los docu-

mentos próximo-orientales antiguos conocidos en los que se mencionen las medidas de los
niños, poniendo dichas medidas en relación con el contexto de cada documento (ventas,
adopciones, etc.).
240 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Pre-adolescente/
Recién nacido Niño pequeño
Texto adolescente
(1–3 años) (3–10 años)
(a partir de 10 años)
BE 14 1 x

BE 14 7 x
BE 14
x
128a
PBS 8/2
x xx
162
MUN 8 xx x xxx
PBS 13 64
[xxx] x xxx xxxxx
+ MUN 9
CBS
¿x?
10733
B.143 +
x xx
B.227
Ni. 1574 xx

Ni. 1854 x xxxxxx xxx

Ni. 6192 xx

Ni. 6558 xx
EN 9/1
x
409
HSS 19
x
115
HSS 19
x
125
YBC
5143
BM
x
17600
E6 7 x

E6 83 x

E6 118 ¿x?

E6 211 ¿xx? ¿xxx?

E6 217 xx xx
Ventas de niños 241

Pre-adolescente/
Recién nacido Niño pequeño
Texto adolescente
(1–3 años) (3–10 años)
(a partir de 10 años)
ASJ 10/E x

Hir 20 x
AuOr
x
5/11
AlT 69 x

AlT 70 x

KTT 382 x

Tabla 21. Distribución por edades de los niños vendidos (cada “x” representa un individuo)
Por último, mencionamos el texto de Emar E6 217, donde se puede estimar
con mayor exactitud la edad de los cuatro niños vendidos. Para la pequeña
Ba’ala-ummī, la mención DUMU.SAL.GABA, “niña lactante”, es suficiente a la
hora de encuadrarla en sus primeros años o incluso meses de edad. Para los
demás, las impresiones de sus pies en arcilla nos dan la clave para interpretar sus
edades1000. Basándose en estas características, Zaccagnini realizó un breve estu-
dio en el que concluyó lo siguiente sobre las edades de los vendidos en el
momento de la creación del contrato1001:
• Ba’ala-ummī: durante sus tres primeros meses de edad.
• Ba’al-bēlu e Išma-Dagan: un año cada uno (probablemente gemelos).
• Ba’ala-Bea: dos años1002.

NOMBRES Y PROCEDENCIA. Aparte de las medidas, los documentos de nuestro


corpus informan sobre más aspectos en relación a los jóvenes vendidos. Uno de
ellos es su nombre, que aparece en los textos casitas y emariotas1003. Los docu-

1000 E6 218, E6 219, E6 220.


1001 Zaccagnini, “Feet of Clay at Emar and Elsewhere”.
1002 Por tanto, se desmontaría así la teoría de Leichty (“Feet of Clay”, 356), quien dice

para los casos de Ba’ala-Bea, Ba’al-bēlu e Išma-Dagan que “they are probably triplets”.
1003 Con la excepción de E6 83, donde no se menciona el nombre de la niña lactan-

te. En la documentación mesobabilónica el nombre de los vendidos es acompañado de la


formula sumeria MU.NI.IM (ac. -šumšu), “es su nombre”, expresion quizás relacionada
con el ámbito de la esclavitud. Al respecto véase un análisis en §5.3. Por su parte, varios
autores apuntan a que el acto de nombrar un niño, consignando el nombre de uno o los
dos progenitores tras él, era una forma de reconocer al menor como miembro de la so-
ciedad (cf. Garroway, Children, 148–49). Analizando la documentación del 1.er milenio a.
C., Baker propone que los niños adquirían un nombre entre los dos y cuatro años, por lo
242 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

mentos de Nuzi son en este sentido un caso excepcional, ya que los nombres de
los vendidos no se mencionan. Esta falta de designación personal responde sin
duda a la tradición escribal nuzita, que no consigna este tipo de información en
las ventas de esclavos1004.
Por otra parte, en ocaciones se menciona el origen geográfico de los niños
que son vendidos, mediante los logogramas Ù.TU, con el sentido de “natural
de” + topónimo1005. Esto ocurre con frecuencia en varios textos babilónicos, así
como en el nuzita EN 9/1 409. Sin bien la joven vendida en este último texto
procede de Nullu1006, la mayoría de los niños en la documentación mesobabiló-
nica tienen por origen “el país de Karduniaš”1007, nombre con que los casitas
designaban a Babilonia1008.
Otros documentos mesobabilónicos son en este sentido particulares. En
MRWH 1 el joven vendido procede del país de Amurru (MAR.TUki), mientras
que en BaM 13/1 y el inédito B.143 + B.227 los niños provienen respectivamen-
te del “país de Kaššû” (KUR kaš-ši-i) y del “país de Aššur” (KUR aš-šur)1009.

podrían ser nombrados cuando eran capaces de sobrevivir por ellos mismos (Heather D.
Baker, “Degrees of Freedom: Slavery in the Mid-first Millennium BC Babylonia”, World
Archaeology 33.1 [2001]: 22). Sin embargo, varios textos de nuestro corpus, como el nuzita
HSS 19 86 o los emariotas E6 217, E6 218, E6 219 y E6 220, consignan los nombres de
los pequeños, algunos de ellos con toda seguridad recién nacidos. Por tanto, nos mostra-
mos de acuerdo con Stol, cuando apunta que “Soon after birth the baby received a
name” (Stol, “Private Life”, 491).
1004 Sí que lo hará, por ejemplo, con textos de adopciones de niños (§4.4).
1005 Bajo estos sumerogramas se esconde el participio acadio ildu, del verbo alādu,

“dar a luz”.
1006 EN 9/1 409: 5: 1 GEMÉ [nu-ul-la-ú] (“una esclava [nulla]”) (también en l. 18).

La región de Nullu, también denominada en ocasiones “Lullu”, está frecuentemente


atestiguada en los textos de Nuzi (Fincke, Die Orts, 190–93; Lion y Stein, The Tablets, 59).
Aun así, no se conoce el emplazamiento exacto de esta zona, de donde procedía habi-
tualmente mano de obra esclava como muchos documentos muestran (cf. por ejemplo
AASOR 16 42, AASOR 16 32, JEN 467, JEN 488, etc.).
1007 Bien KUR kar-du-ni-aš o KUR ka-ra-an-du-ni-ia-aš.
1008 El topónimo “Karduniaš”, posiblemente de origen casita, se refiere tanto a la

ciudad como a la región de Babilonia. Durante la dominación casita en el 2.º milenio a.


C. esta designación se incluía en la titulatura real (por ejemplo, TCS 5171: 2: LUGAL
KUR kar-an-dun-ia-àš, “Rey de Karduniaš”). Tras la caída de la dinastía encontramos este
término en inscripciones asirias, y hará referencia solamente a Babilonia como ciudad
(John A. Brinkman, “Karduniaš”, RlA 5 [1980]: 423). Para los textos mesobabilónicos y
mesoasirios con mención a la región de Karduniaš véase Nashef, Die Orts- und Gewässer-
namen, 150–51. Véase una discusión sobre dicho término en Kemal Balkan, Studies in
Babylonian Feudalism of the Kassite Period, Monographs on the Ancient Near East 2/3 (Mali-
bú: Undena Publications, 1986), 95–96.
1009 UM 29-15-598, documento inédito de venta de niño y proveniente de la Segun-

da Dinastía de Isin, presenta un joven que procede del “país de Lullumû” (John A.
Ventas de niños 243

La mención sobre los orígenes de estos niños pone implícitamente de mani-


fiesto la gran escala que tendría el tráfico de esclavos en Mesopotamia. Los niños
pertenecerían a ese marco geográfico o tendrían la calidad suficiente como para
ser designados de esta forma. Proceder de un sitio u otro tendría sin duda conno-
taciones sociales o económicas distintas, aunque este aspecto es difícilmente
analizable a partir del corpus disponible.
En los textos de ventas infantiles de Ur, sin embargo, encontramos un hecho
que quizás no deba ser tratado como mera coincidencia. La media pagada por
cada niño o niña calificado como Ù.TU KUR Karduniaš (“natural del país de
Karduniaš”), siempre en términos monetarios, es de 9,58 siclos1010. En UET 7 23
y 26 no se menciona el origen del vendido, y en ambos casos lo abonado por los
pequeños se computa en especie1011, cuya suma equivale a una cantidad conside-
rablemente menor a 9,58 siclos1012. Aunque estos datos deban ser tomados con
cautela debido a la escasa documentación disponible, todo indica que los niños
calificados como naturales de Karduniaš tenían más valor que los demás, al
menos en Ur1013. Esto explicaría la naturaleza y razón de este gentilicio, que
equivaldría a una especie de certificado de calidad del vendido, bien por sus
características físicas o bien por la misma procedencia1014.

Brinkman, “A Second Isin Dynasty Economic Text”, NABU 1996.67). El topónimo


Lullumû aparece normalmente designado como “Lullubê” o “Lullumê” (Nashef, Die Orts-
und Gewässernamen, 188–89). En el texto de Isin IB 1018a, probablemente contemporáneo
de UM 29-15-598, el vendido procede del “país de Akkad” (KUR ak-ka-di-i) (Petschow,
“Die Sklavenkaufverträge”, 145, n. 8). Por su parte, en el texto neobabilónico de Nippur
2 NT 301 el pequeño vendido proviene de “la ciudad de Marad” (l. 2: uruMARAD.DA-ú-
a [cf. Oppenheim, “Siege Documents”, 89]).
1010 Textos UET 7 2, UET 7 21, UET 7 22, UET 7 24, UET 7 25, UET 7 27.
1011 En UET 7 23: 4 parte de lo abonado se expresa también en dinero: 3 ˹GÍN˺

KÙ.˹GI˺ SA5, “3 siclos de oro rojo”.


1012 UET 7 23: 3–5: ˹ŠÁM˺.TIL.LA.BI 3 muḫ-til-˹li˺ 3 ˹GÍN˺ KÙ.˹GI˺ SA5 3 (GUR)

ŠE.BAR ki-i 3 GÍN KÙ.GI, “el precio total son tres prendas de vestir, 3 siclos de oro rojo
(y) 3 (sūtus) de cebada equivalentes a 3 siclos de oro”; UET 7 26: ki-i ˹5 TÚG˺.ḪÁ, “por
cinco vestimentas”.
1013 Sería arriesgado realizar este tipo de análisis con la documentación de Nippur,

ya que la amplitud cronológica de este archivo es mayor que la de Ur. En Nippur, de esta
forma, los precios de los individuos vendidos presentan mayor disparidad entre sí que en
Ur, donde la documentación está temporalmente más concentrada.
1014 Ello explicaría en parte el texto UET 7 2 (§6.4, bajo “Previsión de rupturas del

acuerdo por parte de los actores del contrato”). Se trata de una disputa legal en la que
Šamaš-ēṭir, que había comprado a un niño, no está satisfecho con su adquisición y lo
devuelve. Sin duda alguna Šamaš-ēṭir esperaba en el momento de la compra que el pe-
queño fuera de mejor calidad, y quizás sus expectativas guarden relación con que el niño
fuera “natural del país de Karduniaš” (l. 1). Este hecho apoyaría nuestra proposición de la
244 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

CONDICIÓN SOCIAL. Aunque se trate parcialmente en otro apartado (§6.6),


conviene resaltar aquí otra característica de los niños vendidos: su condición
social. Dos claves nos pueden ayudar a precisar este aspecto: la terminología
empleada y el contexto.
Como hemos visto, los términos ṣuḫāru (LÚ.TUR) o ṣuḫārtu (SAL.TUR) en la
documentación casita, ardu (ÌR) o amtu (GEMÉ) en Nuzi y ṣuḫāru y SAL-tum en
Alalaḫ, hacen referencia al mundo de la esclavitud. Sin embargo, en otras oca-
siones encontramos nombres que nada tienen que ver con esa esfera jurídica:
DUMU.(SAL.) (ša) GABA (“niño/a lactante”), DUMU (“hijo”) o DUMU.SAL
(“hija”). Estos últimos términos aparecen en los tres ámbitos geográficos y do-
cumentales estudiados: Babilonia, Mittani y Siria. Aún así, aunque nos
encontremos ante el mismo fenómeno de ventas de niños, las diferencias de
contexto entre las tres unidades hace que haya que analizar este aspecto por
separado, explicando en cada una el por qué de la terminología empleada.
Al igual que en otras épocas, en la región de Babilonia durante el Bronce
Reciente el tráfico de esclavos fue sin duda una práctica generalizada. Si inter-
pretamos los términos ṣuḫāru y ṣuḫārtu como “esclavo” y “esclava”
respectivamente, tendríamos que conferirle ese mismo sentido —aunque no
traducción— a DUMU/SAL.GABA, “niño/a lactante”. ¿Estaríamos por tanto
en todos estos casos ante niños esclavos? Si el objetivo de tener esclavos era que
éstos pudieran trabajar en un ámbito familar en servicios de diversa naturaleza,
un niño de pecho era, en principio, el menos indicado para ello, si bien hay
documentos de otro tipo, especialmente las listas administrativas de trabajadores
forzados, que muestran lo contrario (§5.2). Aún así, hay que recordar que los
únicos niños recién nacidos del corpus de ventas casitas son vendidos junto con
sus madres1015. Éstas son denominadas solo por su nombre, sin indicación alguna
a su posible condición servil. Sin embargo, la naturaleza misma del documento
—una venta— pone de manifiesto que no sería libre, por lo que sus hijos compar-
tirían idéntico estatus. Todo parece indicar así que el concepto de ṣuḫāru en la
Babilonia casita guarda relación con el mundo de la esclavitud, pudiéndose asi-
mismo traducir por “niño esclavo” pero también con el sentido simple de “niño”.
En Mittani la esclavitud está asimismo ampliamente atestiguada1016. El sig-
nificado de los logogramas ÌR (ardu, “esclavo”) y GEMÉ (amtu, “esclava”) son
más claros en su interpretación que el recién mencionado término ṣuḫāru1017. Sin
duda alguna ÌR y GEMÉ se refieren por tanto a la esfera de la esclavitud, por lo

conexión entre gentilicio y calidad, ya que el comprador conoce bien este tipo de com-
pras, como atestiguan los textos UET 7 21, UET 7 22, UET 7 23 o UET 7 25.
1015 BE 14 7, MUN 8 y PBS 13 64 + MUN 9.
1016 Véanse en general Dosch, Zur Struktur, 155–62; Zaccagnini, “Nuzi”, 584–87.
1017 Aún así, en el documento nuzita YBC 5143 se expresa que el sujeto que se debe-

ría entregar por 30 siclos de plata sería “bien un esclavo o bien una esclava”,
empleándose para ello los términos ṣuḫāru y ṣuḫartu (l. 3: lu-ú ṣú-ḫa-ru ù lu-ú ṣú-ḫa-ar-tu4).
Ventas de niños 245

que los niños vendidos en Nuzi son de condición servil. Lo mismo ocurrirá, en
conexión con la terminología mesobabilónica, con la documentación de de Ala-
laḫ (ṣuḫāru y SAL-tum).
Como ocurre con otros documentos, la terminología empleada en los textos
sirios es más similar a la de Nuzi que a la de Babilonia. El logograma común
para referirse a las niñas vendidas es GEMÉ, utilizándose asimismo la expresión
ana ardūti / ana amtūti para marcar el paso al estatus de esclavo (tabla 18)1018.
Aunque las causas por las que se venden los niños emariotas difieren en ocasio-
nes de lo que apreciamos en Babilonia o Nuzi, los términos de la documentación
siria también indican la condición servil de los vendidos.
Por tanto, y tomando como base tanto la filología como el contexto de cada
documento, podemos concluir que los niños vendidos en el corpus textual del
Bronce Reciente mesopotámico y sirio pertenecen a una esfera legal íntimamente
ligada a la esclavitud. En ocasiones forman parte de dicha categoría porque sus
padres también son esclavos. Otras veces, sin embargo, son sus propios progenito-
res, de condición libre, quienes los venden como siervos. Por último, hay casos en
los que sus padres no aparecen nombrados en los contratos, siendo también obvio
el estatus inferior al que pertenecen los pequeños, quizás huérfanos1019.
Al contrario de lo que ocurre en las adopciones infantiles del Bronce Re-
ciente (§4.4), en los documentos de compras de niños no se especifican los
derechos y obligaciones de los vendidos. Este simple hecho apoya la evidente
condición servil de estos niños. Así, un esclavo no tiene derechos, y la obviedad
de sus obligaciones, inherentes a su estatus social, llevaría a no ser necesario
consignarlas por escrito1020.

1018 Encontramos el sumerograma GEMÉ, “esclava”, en el texto emariota E6 83: [4]

y 6. La expresión ana ardūti aparece redactada como a-na ÌR-ut-ti, “en estatus de esclavo”
(E6 7: 5, E6 217: 4, ASJ 10/E: 6) y a-na GEMÉ-ut-ti, “en estatus de esclava” (Hir 20: 5).
1019 Véase un análisis más pormenorizado sobre la condición social de los niños ven-

didos en §6.6.
1020 Se constata de esta manera que a estos niños, como a cualquier otro esclavo

adulto, solamente se les valoraba en su tiempo presente. Esta privación de futuro, que no
se contempla en ningún momento —ni tan siquiera en la reglamentación de posibles
obligaciones—, ayuda a subrayar la condición servil de estos sujetos considerados como
mano de obra.
Texto N.º y sexo Denominación Origen Medidas Nombres

UET 7 2 1 varón LÚ.TUR kurkar-du-ni-ia-aš Bunni-Sîn

UET 7 21 1 varón LÚ.TUR kurka-kar-du-ni-ia-aš 1 KÙŠ Ikalrūa

UET 7 22 1 varón LÚ.TUR [kurkar-du-ni-ia-aš] ˹1 KÙŠ˺ Ikalrūa

UET 7 23 1 varón LÚ.TUR Kabtiya

UET 7 24 1 mujer SAL.TUR kurkar-du-˹ni˺-[ia-aš] Rabāt-qibi-dumqi

UET 7 25 1 mujer SAL.TUR kurkár-˹du˺-[ni]-˹ia˺-aš ˹2˺ KÙŠ Gula-šemat

UET 7 26 1 varón DUMU NPF ½ KÙŠ Indalik-Bēl

UET 7 27 1 mujer SAL.TUR ¿? ¿? Šalašetu


1 GURUŠ TUR Imenizenni /
MRWH 1 2 varones
1 GURUŠ TUR.TUR MAR.TUki Alimmini
MRWH 7 1 mujer SAL.TUR No se dice

BaM 13/1 1 mujer SAL.TUR kurkaš-ši-i (1) am-ma-at Bāltī-Nergal


Taklāku-ana-
BE 14 1 1 varón [LÚ.TUR] kurka-ra-du-ni-ia-aš [¿1? KÙŠ]
Kamulla
BE 14 7 1 mujer DUMU.SAL.GABA Ina-Isin-rabât
kurka-˹ra-an˺-du-˹ni-
BE 14 128a 1 mujer SAL ṣe-ḫe-er-tu4 ½ KÙŠ Lammasū’a
ia˺-aš
Texto N.º y sexo Denominación Origen Medidas Nombres
Arad-Gula /
1 varón 1 GURUŠ TUR
PBS 8/2 162 Ummī-Šerū’a y
2 mujeres 2 SAL.TUR
Tukulti-Gula
[…] / Alšiš-abluṭ,
Bīt-Sîn-¿naya?, Gula-
1 varón
3 SAL.TUR rēmanni / Šī-
5 mujeres
1 ˹GURUŠ.TUR˺

MUN 8 2 DUMU.SAL.GABA kabta[…], Rabât-


Bēlet-Akka[de]
2 [GURUŠ TUR],
[…]
3 [DUMU.GABA]
5 varones […]
PBS 13 64 5 [SAL.TUR]
4 (ó 5) mujeres […] / Sîn-lūdul
+ MUN 9 1
Sîn-bāltī
[DUMU].SAL.GABA
CBS 10733 […] [SAL.TUR] […] 1 KÙŠ ¿?
1 varón GURUŠ TUR ¿?
B.143 + B.227 KUR aš-šur
2 mujeres 2 SAL.TUR ¿?
Ni. 1574 2 varones 2 DUMU.GABA ¿?
4 varones 3 GURUŠ.TUR
Ni. 1854 1 DUMU.GABA
¿?
4 mujeres 4 DUMU.SAL.GABA
2
Ni. 6192 2 mujeres ¿?
[DUMU.SA]L.GABA
Ni. 6558 2 varones 2 GURUŠ.TUR
Texto N.º y sexo Denominación Origen Medidas Nombres
2 am-ma-ti ù ma-la ki-
EN 9/1 409 1 mujer GEMÉ [nu-ul-la-ú]
in-ṣi No se dice
HSS 19 115 1 varón 2-na am-ma-ti No se dice
2 am-ma-ti ù ma-la ki-
˹ÌR˺-du4

HSS 19 125 1 mujer GEMÉ No se dice


in-ṣí
lu-ú ṣú-ḫa-ru ù lu-ú ṣú- 2 am-ma-ti ú-uṭ-ṭá ù 4
YBC 5143 1 varón o 1 mujer No se dice
ḫa-ar-tu4 ú-ba-ni
BM 17600 1 mujer DUMU.SAL […]

E6 7 1 varón DUMU Bēlu-taliḫ

E6 83 1 mujer DUMU.SAL ša GABA No se dice

E6 118 1 varón DUMU Lubašu


2 varones DUMU.MEŠ
E6 211 No se dice
3 mujeres D[UMU.SAL-MEŠ]
DUMU.MEŠ /
Ba’al-bēlu, Išma’-
2 varones DUMU.SAL.MEŠ
E6 217 Dagan / Ba’ala-bia,
2 mujeres (una también
Ba’ala-ummī
DUMU.SAL.GABA)
ASJ 10/E 1 varón DUMU Zue’ya

Hir 20 1 mujer DUMU.SAL (GEMÉ) Iram-ela


Texto N.º y sexo Denominación Origen Medidas Nombres

AuOr 5/11 1 mujer DUMU.SAL Ku’li

AlT 69 1 varón ṣú-ḫa-ru No se dice

AlT 70 1 mujer SAL-tum No se dice

KTT 382 1 mujer [DUMU.SAL] Ahî-damiq

Tabla 22. Principales características de las ventas de niños del Bronce Reciente
250 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

EL COMPRADOR
Al centrarse en las características de los niños vendidos, estos textos apenas nos
proporcionan información sobre los demás sujetos que interactúan en los contra-
tos. Los compradores son un ejemplo en este sentido. Su figura se corresponde
normalmente con un varón. Solamente en un caso mesobabilónico, BE 14 128a,
es una mujer quien desempeña esta función1021.
Aparte de en el sexo, también podemos generalizar en el número de com-
pradores en los contratos. En todos los ejemplos solo hay una persona que
compra al niño, salvo en el también casita PBS 8/2 162, donde encontramos dos
hombres jugando este rol1022.
Al contrario de lo que ocurre en las adopciones infantiles, donde es posible
valorar la edad de los receptores del niño1023, en estas ocasiones la información
extratextual no nos permite conocer dicho aspecto. Aún así, parece obvio que los
compradores de niños serían personas adultas.
Tampoco somos informados acerca de su condición social, si bien todo hace
pensar en personajes libres inmersos en este tipo de negocios. Cuatro buenos

1021 Aunque en BE 14 128a se nombre en tres ocasiones a la compradora Yā’ūtu, es-

te antropónimo se emplea también para referirse a un hombre (PBS 8/2 161, BE 14 110,
BE 14 168, BE 15 190). Los determinativos personales femeninos son en los tres casos
claros en BE 14 128a (ll. 6, 14, 20; colación personal). Aún así, en la l. 6 esperaríamos el
empleo de DUMU.SAL, “hija”, en vez de DUMU, “hijo”, al referirse a Yā’ūtu. Por otra
parte, esta es la única ocurrencia en la que Yā’ūtu es hija de Rabâ-ša-Kūbu, quien a su
vez no aparece en ningún otro documento casita conocido por nosotros. Ello hace que no
podamos realizar un análisis prosopográfico sobre la compradora, aunque el hecho de
que no aparezca su marido nos podría señalar que se trata de una viuda que compra una
joven esclava. Sobre los conflictos de género en los determinativos personales mesobabi-
lónicos véase el trabajo de Brinkman (“Masculine or Feminine?”), quien llega a idénticas
conclusions que Philippe Abrahami (“Masculine and Femenine Personal Determinatives
before Women’s Names at Nuzi: A Gender Indicator of Social or Economic Independen-
ce?”, Cuneiform Digital Library Bulletin 2011:1), este último al tratar los determinativos
masculinos que preceden nombres femeninos en Nuzi: estas mujeres, que actúan como
agentes independientes de su marido, tendrían un estatus prominente en su sociedad (en
este sentido, para los casos de Emar, véanse Justel, La capacidad jurídica, 156–69; Brigitte
Lion, “Sexe et genre (1). Des filles devenant fils dans les contrats de Nuzi et d’Emar”, en
Françoise Briquel-Chatonnet y Saba Farès y Brigitte Lion y Cécile Michel (eds.), Femmes,
cultures et sociétés dans les civilisations méditerranéennes et proche-orientales de l’Antiquité, Topoi
suppl. 10 (Lyon: Éditions de Boccard, 2009), 9–25.
1022 Uno de los dos compradores de PBS 8/2 162 es Enlil-Kidinnī, personaje impor-

tante de su época y quien parece haberse dedicado habitualmente a la compra-venta de


personas (sobre Enlil-Kidinnī cf. más adelante).
1023 Esto es, los padres adoptivos. Véanse al respecto Justel, “Some Reflections”,

150–53 y §4.4 en el presente estudio.


Ventas de niños 251

ejemplos en este sentido son Šamaš-ēṭir (Ur), Enlil-Kidinnī (Nippur)1024, Ilimi-


limma (Alalaḫ) y Ba’al-malik (Emar)1025.
Šamaš-ēṭir, hijo de Diyānātu1026, actúa como comprador de niños en los do-
cumentos UET 7 2, UET 7 21, UET 7 22, UET 7 23 y UET 7 25. Fue sin duda
una persona importante a nivel económico en la sociedad de Ur, al menos en la
década de los años 20 del s. XIII a. C.1027. Ello se puede comprobar, aparte de
por los negocios de los que tenemos constancia, por su condición de “cervecero
del templo de Ekišnugal”1028, cargo quizás honorífico pero que sin duda implica-
ría una cierta reputación social. Su función parece haber quedado relegada a
Ur, ya que no es nombrado en ninguna ocasión a lo largo de la documentación
de otros archivos.

1024 Aparte de Enlil-Kidinnī, en el reinado de Burna-Buriaš II, otro personaje de la

sociedad de Nippur que se dedicaría a tales menesteres sería Amīl-Marduk, durante los
reinados de Šagarakti-Šuriaš y Kaštiliašu IV (Brinkman, “Sex, Age, and Phisycal Condi-
tion Designations”, 8, n. 50).
1025 Aunque aparezca en más de un texto de Nuzi como comprador de jóvenes, no

pondremos a Ilaya, hijo de Ḫapira, al mismo nivel que estos cuatro personajes, ya que su
importancia solo viene reflejada en esos textos (EN 9/1 409, HSS 19 125) y en pocos más
(por ejemplo, HSS 5 4, HSS 9 100, SMN 3610). Al que sí podemos considerar una per-
sona de alto rango es a Adad-šar-ilāni, hijo de Bēlī-emūqāya. Además de conocerlo por
otros textos (PBS 2/2 98), es el comprador de PBS 8/2 162, y a su vez denominado (l. 8)
lúSAG <m>en-líl-ki-di-ni ˹GÁ-DUB˺-BA-A ˹NIBRU˺ki, “eunuco de Enlil-kidinnī, šandabak-

ku de Nippur”. Por tanto, estos dos personajes guardan relación, pero solo Adad-šar-ilāni
sería en este caso el comprador (contra la interpretación de Edward Chiera [Old Babylo-
nian Contracts, PBS 8/2 [Filadelfia: University Museum, 1922], 134], quien propone que
tanto él como Enlil-kidinnī actuarían como tales). Al respecto, Sassmannshausen (Beiträge,
205) dice que “in PBS 8/2 162 fungierte vermutlich der genannte Käufer im Auftrag des
eigentlichen Käufers, des “Kanzlers” (donde, a partir de su interpretación, ese Kanzler,
“canciller”, sería Enlil-Kidinnī. Sobre dicha controvertida interpretación, más que tra-
ducción, véase más adelante, en nota).
1026 La filiación de Šamaš-ēṭir, “hijo de Diyānātu”, aparece consignada en UET 7

22: 5 (˹DUMU˺ m˹di-ia˺-[na-ti]) y UET 7 25: 8 (˹DUMU f˺da-a-a-na-ti). Sobre el distinto


determinativo personal en ambos casos (masculino en UET 7 22 y femenino en UET 7
25) véase Brinkman, “Masculine or Feminine?”, 6 y n. 21.
1027 Década en la que se inscriben todos estos textos, desde 1231/1230 (UET 7 25,

según Gurney, The Middle Babylonian Legal and Economic Texs from Ur, 82) hasta 1222 a. C.,
año de ascensión al trono de Adad-šuma-iddina (UET 7 21, UET 7 23). Por semejanza a
UET 7 21, UET 7 22 podría datar también del año 1222 a. C., ya que ambos textos
comparten algunas fórmulas idénticas o aparecen los mismos personajes y testigos (cf.
MSKH I 87, n. 2).
1028 UET 7 22: 6: LÚ.ŠIM ˹ša É˺-kiš-˹nu˺-[gal] (interpretación en sumerogramas de

É.KIŠ.N[U.GÁL] según van Soldt [JAOS 98 [1978]: 501a]).


252 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Hace más de tres décadas Petschow estudió la figura de Enlil-Kidinnī, hijo


de Ninurta-nādin-aḫḫē1029. Se trata de un oficial, portador del importante título
de “šandabakku de Nippur”1030, y que interviene en la compra de más de medio
centenar de personas a lo largo de siete textos1031. De estos sujetos, veintiuno son

1029 Petschow, “Die Sklavenkaufverträge”.


1030 El oficial con el título de šandabakku (sumerio GÁ.DUB.BA.A o GÚ.EN.NA)
desempeñó una labor diferente dependiendo de la época y lugar donde nos encontremos.
Durante el período de Ur III (s. XXI a. C.) el šandabakku era un oficial de muy alto rango
ligado a la administracion del templo (Benno Landsberger, “Remarks on the Archive of
the Soldier Ubarum”, JCS 9 [1955]: 125, n. 22). En la Babilonia de Hammurapi (s.
XVIII a. C.) la función del šandabakku guardaría relación con actividades como cultivos,
cosechas o impuestos (Maria deJ. Ellis, Agriculture and the State in Ancient Mesopotamia: An
Introduction to Problems of Land Tenure, Occasional Publications of the Babylonian Fund 1
[Filadelfia: The Babylonian Fund, 1976], 37, 46–49).
En la época casita que nos ocupa, el šandabakku de Nippur (generalmente
GÚ.EN.NA NIBRUki) era un personaje tan importante que su campo de actuación tras-
pasaría los límites de dicha ciudad e incluso del reino mesobabilónico. Reyes como el
asirio Enlil-nīrārī (1327–1318 a. C.), enemigo por entonces de los monarcas Mursil II de
Ḫatti o Kurigalzu II de Babilonia, enviaban cartas directamente a este oficial (Steven W.
Cole, Nippur in Late Assyrian Times (c. 755–612 BC), SAAS 4 [Helsinki: Neo-Assyrian Text
Corpus Project, 1996], 48 y n. 21). El šandabakku de Nippur mesobabilónico se encargaría
de tareas de diversa índole, tales como supervisar las raciones de trabajadores (PBS 2/2
56), resolver asuntos legales en la corte (BE 14 39) o incluso administrar los excedentes
alimentarios (BE 14 136). Desde la Segunda Dinastía de Isin hasta mediados del s. VIII a.
C. no tenemos constancia de más šandabakku de Nippur. Más adelante, bajo los reinados
de Asarhaddón y Asurbanipal, el šandabakku de Nippur fue deportado a Asiria y allí ejecu-
tado (Albert K. Grayson, Assyrian and Babylonian Chronicles, TCS 5 [Nueva York:
Eisenbrauns, 1975], 83 iv 1–2, 84 iv 14–15, 126: 10–11).
Sobre la historia de los šandabakku de Nippur véase Cole, Nippur in Late Assyrian Times.
Para época casita, además del estudio de Petschow (“Die Sklavenkaufverträge”), quien
solo se centra en la figura de Enlil-kidinnī, véanse los análisis de Benno Landsberger (Brief
des Bischofs von Esagila an König Asarhaddon, Koninklijke Nederlandse Akademie van We-
tenschappen [Amsterdam: Noord-Hollandsche Uitgevers Maatschappij, 1965], 76–77);
Edmon Sollberger (“Two Kassite Votive Inscriptions”, JAOS 88 [1968]: 191–92); Balkan,
Studies, 10–11; Sassmannshausen (Beiträge, 16–21); o Tenney (Life at the Bottom, 102). Sass-
mannshausen analiza los ocho šandabakku de Nippur de época casita, proponiendo la
traducción de “canciller” (“Kanzler”). Brinkman (“Administration and Society”, 283), por
su parte, desaconseja traducciones categóricas de este tipo de oficiales. Al referirnos a este
cargo, nosotros lo designaremos en su forma acadia, šandabakku.
1031 MRWH 1, BE 14 1, BE 14 7, Ni. 1574, Ni. 6192, PBS 13 64 + MUN 9, PBS

8/2 162 (incluímos en este análisis este último documento, aunque Enlil-kidinnī no actúe
directamente como comprador). Enlil-kidinnī es bien conocido no solamente por estos
siete documentos, sino por otros muchos procedentes de Nippur. Véanse a modo de
ejemplos los textos BE 14 2, BE 14 8, BE 17 55, BE 15 78, BE 15 79, BE 15 88, BE 15
92, Ni. 641 (Albrecht Goetze, “Two Letters from Dilmum”, JCS 6 [1952]: 137–45),
Ventas de niños 253

niños, encuadrándose cronológicamente los documentos en el reinado de Burna-


Buriaš II (1359–1333 a. C.): (número de niños entre paréntesis) MRWH 1 (1),
BE 14 1 (1), BE 14 7 (1), PBS 13 64 + MUN 9 (15)1032 y PBS 8/2 162 (3)1033.
Dada la importancia de Enlil-kidinnī en la administración y diplomacia de la
época, se plantea la cuestión de si estas compras eran realizadas a título privado
o público. Probablemente la segunda opción se adecúe mejor a este caso, encar-
gándose Enlil-kidinnī de estas adquisiciones de personal servil palaciego o del
templo. Nutriría, por tanto, a las instituciones —políticas y/o religiosas— con
jóvenes esclavos que pudieran desempeñar diversas tareas1034. Sin embargo, hay
que señalar que ni el precio de los niños ni las fórmulas empleadas difieren de lo
que encontramos en los demás documentos de ventas de jóvenes. Otros parale-
los contemporáneos, como los textos Ni. 6558 y B.143 + B.227, responderían
más bien a compras de carácter privado1035.

MRWH 2, MRWH 10, MRWH 13, MRWH 14, PBS 1/2 60, PBS 1/2 81, PBS 1/2 82,
PBS 8/2 162, TBER 5: AO 2597, 6 o el inédito Ni. 1333: 5. Los textos Ni. 1574 y Ni.
6192 deberán ser añadidos al elenco estudiado por Petschow (“Die Sklavenkaufver-
träge”).
1032 El número total de niños y su división por edades en PBS 13 64 + MUN 9 es

dudoso debido al fragmentario estado del texto. Al respecto cf. Justel, “Niños lactantes”,
235–36.
1033 Estos textos se desarrollan entre el tercer año de Burna-Buriaš II (1357 a. C. [BE

14 1: 30]) hasta el vigésimo cuarto de dicho monarca (1336 a. C. [PBS 8/2 162: 28]). El
texto en el que Enlil-kidinnī compra adultos, MRWH 2, también se encuadra en este
margen temporal (1342 a. C.). Posiblemente toda la actividad —o la práctica totalidad—
de este šandabakku de Nippur se desarrolló mientras Burna-Buriaš estuvo en el trono,
siendo éste uno de los reyes casitas que más tiempo gobernó el reino (cf. John A. Brink-
man, “La Cronología de Mesopotamia en época histórica” (apéndice en A. Leo
Oppenheim, La Antigua Mesopotamia: Retrato de una civilización extinguida, edición ampliada
por Erica Reiner, versión española de Ignacio Márquez Rowe [Madrid: Gredos, 2003],
318).
1034 Quizás dentro de este tipo de compras de carácter público haya que contextuali-

zar el grupo de nueve documentos neobabilónicos estudiados por Oppenheim (“Siege


Documents”). En ellos también hay un único comprador, Ninurta-uballiṭ (en ocasiones
asociado con otros hombres), quien a lo largo de unos años (656–617 a. C.) adquiere
varios pequeños, en su mayoría niñas. Como defiende Oppenheim (ibíd., 71), Ninurta-
uballiṭ sería la cabeza de un grupo de gente especializada en la compra de niños peque-
ños. Aún así, el ejemplo casita de Enlil-kidinnī no es comparable, ya que este “šandabakku
de Nippur” no tendría la necesidad de especializarse en dicha actividad, siendo su cargo
superior al de un simple comerciante.
1035 Véase en este sentido el también documento inédito Ni. 2885. En él se presenta

el caso de la mujer Ātamar-qāssa, vendida como esclava en un intercambio de carácter


privado durante el reinado de Kadašman-Turgu, y liberada décadas más tarde por medio
del decreto real (zakûtu) de Šagarti-Šuriaš, por el que todas las mujeres de Nippur que
254 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Con respecto al archivo de Alalaḫ, Bunnens1036 mostró hace más de tres dé-
cadas la importancia del comprador de AlT 70: Ilimilimma, hijo de Tuttu,
figura analizada posteriormente por von Dassow1037. Se trata de uno de los per-
sonajes mejor conocidos de la sociedad de Alalaḫ IV, siendo además un
maryannu1038. Ilimilimma, sujeto perteneciente a esta alta esfera social, estaba
envuelto en operaciones relacionadas con campos, animales o esclavos. Quizás
sus sobrados recursos económicos apoyen la veracidad del exorbitado valor de la
quizás joven esclava comprada en AlT 70: 1.000 siclos de plata refinada (§6.5).
Entre la documentación de Emar encontramos dos clanes familiares, enca-
bezados por Zū-Bala y Kutbe, y dedicados a la compra-venta de esclavos. Ba’al-
qarrād, un hijo de Zū-Ba'la, actúa como comprador de la familia entera —un
matrimonio con sus cinco niños— en E6 211, y como sellador en E6 216. Ade-
más, su hijo Ba’al-malik es el comprador en E6 217 de cuatro pequeños1039. Por
su parte, un nieto de Kutbe, segundo tratante de esclavos, y llamado asimismo
Zū-Ba’la, es testigo en E6 83: 19 y probablemente también sellador1040. Varios
miembros de ambas familias se dedicarían por tanto a esta actividad, y sin duda
serían gente prominente, tanto económica como socialmente1041. Por consiguien-
te, los compradores Ba’al-qarrād (E6 211) y Ba’al-malik (E6 217) se deberán
inscribir en estos importantes clanes.
Aunque no todos los compradores de niños serían personas tan prominentes
como Enlil-kidinnī de Nippur e Ilimilimma de Alalaḫ, o incluso Šamaš-ēṭir de
Ur y Ba’al-qarrād y Ba’al-malik de Emar, todo indica que serían personas libres
y de un nivel social medio-alto.

habían nacido libres adquirían de nuevo su antiguo estatus. Este ejemplo es el único
mesobabilónico conocido en el que un esclavo adscrito a un ámbito privado se beneficia
de este tipo de promulgaciones reales. Al respecto véanse Brinkman JNES 32 (1973): 259
y §4.4 y §6.2 en el presente estudio.
1036 Guy Bunnens, “Ilim-Ilimma, fils de Tuttu “bourgeois-gentilhomme” d’Alalakh

au XVe s av. N. è.”, Akkadica 10 (1978): 2–15.


1037 Von Dassow, State and Society, 294–97.
1038 Los maryannūma eran individuos de la elite social, cuya característica más visible

era el empleo de carros de guerra tirados por caballos. Sobre el concepto de maryannu
véase von Dassow, State and Society, 96–97, 268ss.
1039 Aparte de en E6 217, Ba’al-malik compra esclavas en emplazamientos cercanos

a Emar (E6 214, E6 224), hace entrar en servidumbre a un deudor incapaz de saldar sus
deudas (E6 215) y proteje a unos esclavos que fueron comprados por su padre, Ba’al-
qarrād (E6 211, E6 212). Al respecto véase Cohen, “Feet of Clay”, 165, n. 5.
1040 Reconstrucción de E6 83: 14.
1041 Como muestra el hecho de que Zū-Ba'la, testigo de E6 83: 19, presente una filia-

ción no solo nombrando a su padre, Aḫī-malik, sino también a su abuelo paterno y


cabeza de familia, Kutbe. Sobre esta familia y la de Zū-Ba’la, en relación a las ventas de
esclavos, véase Adamthwaite, Late Hittite Emar, 145–48.
Ventas de niños 255

EL VENDEDOR
La figura del vendedor nos ayuda a comprender mejor las ventas de niños. ¿Qué
motivos les lleva a venderlos? ¿Quiénes eran realmente estas personas? La im-
portancia de dichas figuras es capital a la hora de entender estos contratos. A
partir de la treintena de textos de ventas de niños con los que trabajamos pode-
mos generalizar que en prácticamente todos estos acuerdos al menos un hombre
actúa como vendedor1042. En diversas ocasiones, además, son los padres quienes
venden sus hijos. Sin embargo, el número y características de los vendedores
difiere según el ámbito documental en que nos encontremos.
En el ámbito mesobabilónico el nombre del vendedor viene frecuentemente
precedido por la preposición sumeria KI (ac. itti), “con”, pero en época casita
con el valor general de complemento circunstancial de procedencia1043, forman-
do cláusulas del tipo NP1 NP2 KI NP3 IN.ŠI.SA10 (“NP1 [comprador] compró a
NP2 [niño] procedente de NP3 [vendedor]”). Hasta en seis ocasiones la madre
del pequeño figura como vendedora de su propio hijo1044. En todos estos ejem-
plos la madre está acompañada de más personas: su hermano1045, su marido y
padre del hijo1046, el hermano del vendido1047, el garante1048 u otros hombres1049.
En los demás documentos actúan como vendedores un hombre1050, dos1051,
tres1052 o cuatro1053.
No podemos proponer una tesis general respecto al estatus social de los
vendedores a partir de los archivos mesobabilónicos de Ur y Nippur. Habría,
por tanto, que estudiar ciertos casos por separado para llegar a conclusiones
satisfactorias. En primer lugar, el hecho de que familiares del niño/a vendido/a
—especialmente sus madres— formen parte del contrato1054 hace pensar en
necesidades económicamente imperiosas por su parte. El ejemplo de Ur UET 7

1042 La única excepción es el texto de Emar E6 7, donde es Asda-aḫī, abuela mater-

na del pequeño vendido Bēlu-taliḫ, quien figura como única vendedora en la transacción.
1043 Aro, Studien, 99.
1044 UET 7 2, UET 7 22, UET 7 25, UET 7 27, BE 14 128a y CBS 10733.
1045 UET 7 2, UET 7 25.
1046 UET 7 25, CBS 10733.
1047 BE 14 128a.
1048 UET 7 2, UET 7 25, UET 7 27.
1049 UET 7 22, UET 7 27, BE 14 128a.
1050 UET 7 24, UET 7 26, MRWH 1, MRWH 7, BaM 13/1, BE 14 1, PBS 8/2 162.
1051 PBS 13 64 + MUN 9.
1052 UET 7 21, entre ellos un garante.
1053 BE 14 7 y UET 7 23 (en este último ejemplo entre los vendedores hay un garan-

te). Por su parte, el mal estado de conservación de la lista de vendidos MUN 8


imposibilita conocer cualquier información sobre el vendedor.
1054 Alrededor del 30% de las ocasiones conocidas.
256 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

25 es paradigmático en este sentido. En este documento figuran como vendedo-


res el padre, la madre, el tío materno y un garante. Este es el segundo texto de
Ur en el que menos se paga por la niña: 8 siclos de oro1055. Podríamos imaginar
por consiguiente un caso ejemplar en el que la familia, pasando por una fase de
penurias económicas, se ve en la obligación de vender su hija, como aparece
atestiguado en otros ámbitos geográficos, contemporáneos o no1056.
Diferentes son los ejemplos en los que el vendedor no tiene vínculos sanguí-
neos con el niño vendido. En estas ocasiones, estudios prosopográficos muestran
la importancia de algunos de estos personajes: Rā’imu1057, Adadma-ilu1058 o
Adaggal-pān-ilī1059 aparecen calificados como DAM.GÀR, “comerciante”. Estos
individuos, que podrían también dedicarse a otro tipo de operaciones económi-
cas, están atestiguados en otros textos de compra-venta de personas1060. Su
actividad habitual casa perfectamente con la posibilidad de que ejercieran una
labor de reventa, adquiriendo sujetos para posteriormente venderlos a mejores
precios.
El vendedor del texto de Nippur PBS 8/2 162 es Gimillu, hijo de Ubāya, y
porta un apelativo más importante: “Ungido de Ninlil”1061. Sin embargo, entre
los vendedores de niños en la Babilonia casita destaca el šandabakku Enlil-kidinnī
en PBS 13 64 + MUN 9, quien actúa como comprador en varios contratos.
Estos ejemplos (especialmente el último) nos muestran la otra cara de la moneda,
en comparación con los padres obligados a vender a sus hijos: gente acomodada
cuyo objetivo último sería el de ganar dinero y no el de proveerse de bienes de
subsistencia.
Aunque a otra escala debido a la menor cantidad de este tipo de textos en el
ámbito mittanio, podemos comprobar que en Nuzi la figura del vendedor de
niños parece seguir el mismo patrón que en la Babilonia casita. En dos ocasiones

1055 En UET 7 21 el precio del joven Ilabrūa es 7½ siclos de oro. Sin embargo, este
caso es excepcional, dada su relación con UET 7 22 (cf. §6.4 bajo el subapartado “El
garante”).
1056 Véase un caso contemporáneo de dificultades económicas en Emar. Por otra

parte, las ventas de niños por sus padres debido a problemas financieros está atestiguada
a lo largo de la documentación próximo-oriental antigua. Véanse a modo de ejemplos
algunos textos neobabilónicos de Nippur en Oppenheim, “Siege Documents”.
1057 MRWH 1. Abreviatura de su nombre completo, Enlil-rā’im-nišīšu (MRWH 14:

41’; cf. Petschow, Mittelbabylonische Rechts, 48, n. 2).


1058 MRWH 7.
1059 BE 14 1.
1060 Rā’imu: MRWH 1, MRWH 14; Adadma-ilu: MRWH 7, BE 14 51, BE 14 72,

BE 15 131, BE 15 175, BE 15 196; Adaggal-pān-ilī: BE 14 1, MRWH 14.


1061 GUDU4 dNIN-LÍL-LÁ (cf. asimismo MRWH 14: 15’). Sobre este título véase

especialmente Sassmannshausen, Beiträge, 66.


Ventas de niños 257

los padres de los niños son los vendedores, actuando como tales en solitario1062.
En el resto de textos es solo un hombre quien actúa como vendedor1063. En YBC
5143, además, el vendedor se presenta como comerciante1064, por lo que quizás
se dedicara profesionalmente, entre otras actividades, al comercio de personas.
Por su parte, en Alalaḫ los vendedores no guardan relación sanguínea con
los pequeños vendidos. Mientras en AlT 69 el vendedor es solo un hombre, en
AlT 70 serán hasta siete personas, entre ellas una mujer1065. Este último caso es
más característico de Alalaḫ, donde era común que varias personas actuaran
como vendedoras de esclavos1066.
Por último, en el ámbito sirio la figura de los individuos que venden los ni-
ños guarda evidente relación con las causas de la propia venta. Así, en estos

1062 BM 17600 y HSS 19 115. Es este último documento Ḫampizi entrega su hijo

Unaya como esclavo a Akap-tukke. Aún así, el menor al que nos referimos a lo largo de
este estudio es el esclavo de dos codos que Akap-tukke tendría que dar a Ḫampizi. Todo
hace pensar, de todas maneras, que Unaya sería un niño pequeño —o al menos pre-
adolescente—, estando aún bajo la autoridad de su padre.
1063 EN 9/1 409, HSS 19 125, YBC 5143.
1064 YBC 5143: 2: LÚ.DAM.GÀR.
1065 La mayoría de autores piensan que este antropónimo referido a un/a vende-

dor/a debe ser leído como femenino. Wiseman (The Alalakh Tablets, 51) y von Dassow
(State and Society, 403) leen fSilalli, ambos con signos de interrogación. Bunnens (“Ilim-
Ilimma, fils de Tuttu”, 11) y Jacob Hoftijzer y Wilfred H. van Soldt (“Texts from Ugarit
Concerning Security and Related Akkadian and West Semitic Material”, UF 23 [1991]:
203) lo hacen como fSilarari. Por su parte, Draffkorn (Anne D. Kilmer, Hurrians and Hu-
rrian at Alalaḫ: An Ethno-Linguistic Analysis, Tesis Doctoral inédita [Filadelfia: University of
Pennsylvania, 1959], 131) ya había interpretado este antropónimo como masculino bajo
la forma mEllali, lectura contemplada asimismo por Niedorf (Die mittelbabylonischen Rechtsur-
kunden, 318–19) como mElalle. Aún así, Niedorf (ibíd., 319) no cierra categóricamente la
interpretación como fSilalle.
En su reciente colación del documento, Oliva (“Collations”, 327, l. 6, copia en p.
332) no señala que se trate de una mujer, aunque su lectura como Zulalli (o Sulalli),
nombre probablemente de etimología hurrita, implica la existencia del determinativo
femenino f (SAL) antes del primer zu o sú. Así, donde Niedorf interpreta mel-, deberíamos
leer m.fzu-. Además, el término hurrita Zula- es conocido en Nuzi (JEN 11: 5), y el hecho
de presentar un determinativo masculino y otro femenino (m.fZulalli) no debería consti-
tuir un problema, tanto por paralelos en Alalaḫ (AlT 92: 6: m.fna-i-du) como en otros
textos de la época (véanse ejemplos mesobabilónicos en Brinkman, “Masculine or Femi-
nine?” y nuzitas en Abrahami, “Masculine and Femenine Personal Determinatives”). Por
tanto, siguiendo la interpretación de Oliva, quien ha colacionado AlT 70, consideramos
este antropónimo como femenino, por lo que probablemente habría que añadir a Zulalli
al grupo textual sirio en que una mujer actúa como vendedora de esclavos (cf. Justel, La
capacidad jurídica, 193, n. 45).
1066 Klengel, “Zur Sklaverei”, 11 y n. 68.
258 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

ejemplos los vendedores son el padre1067, padre y madre1068 e incluso la abuela


materna1069. El único documento de Emar en el que vemos otro sujeto actuando
como vendedor es Hir 20. En él, quizás la pequeña Iram-ela sería huérfana, lo
que explicaría el hecho de que fueran los “hombres de la ciudad de Karša”1070
quienes se responsabilizaran de la niña, siendo al menos tres los vendedores1071.
Los vendedores de niños en la Babilonia casita, Mittani y Siria no pueden,
por tanto, ser definidos conjuntamente y procederse a una generalización. En
Ur, Nippur y Nuzi se dan ejemplos en los que los padres venden sus propios
hijos, pero en otras ocasiones, al igual que en Alalaḫ, la figura del vendedor se
corresponde con personajes importantes a nivel comercial1072, político1073 o in-
cluso religioso1074. Es probable que estos sujetos se dedicaran profesionalmente al
comercio de personas.
En la Siria del Bronce Reciente el modelo del vendedor de niños cambia, o
al menos es semejante a solo parte de los casos de Babilonia y Arrapḫe. En Emar
y Tuttul son los ascendientes directos —padres o abuelos— los que venden sus
descendientes, algo que no sorprende si se toma en cuenta la más que conocida
crisis que afectó la región durante parte del s. XIII a. C y que obligó a realizar
semejantes actividades1075. De todas formas, y aunque los pequeños fueran ven-
didos como esclavos, probablemente los padres no pertenecerían a un estatus
servil, por lo que seguirían conservando su condición de libres1076.
Por último, y desde la óptica del vendedor familiar directo del niño, se pue-
de explicar la toma de esta difícil decisión aduciendo determinadas ventajas:
estos vendedores se harían con un dinero ciertamente necesario en los momen-
tos de crisis; tendrían la seguridad de que sus hijos, aún en una esfera servil,

1067 ASJ 10/E, KTT 382, E6 83.


1068 E6 217.
1069 E6 7.
1070 Hir 20: 2: LÚ.MEŠ URUkar-ša.
1071 Aunque probablemente cinco, si seguimos la interpretación que hace Akio Tsu-

kimoto (“Akkadian Tablets in the Hirayama Collection (II)”, ASJ 13 [1991]: 276, 277, n.
1) sobre los logogramas DUMU.SAL (l. 1), que traduce como nombre personal femenino
(Mārat) en vez de como elemento de filiación (“Ummiši, hija de Nina’e”).
1072 MRWH 1, MRWH 7, BE 14 1, YBC 5143.
1073 PBS 13 64 + MUN 9.
1074 PBS 8/2 162.
1075 Véanse al respecto Zaccagnini, “War and Famine”; Adamthwaite, Late Hittite

Emar, 133–75; Démare-Lafont, “Éléments pour une diplomatique juridique”, 80, n. 70.
Otra solución a los problemas económicos inherentes a esta fuerte crisis sería la adoptada
por la viuda del contrato de Emar AOS 1 65. En él, la mujer no vende a sus cuatro hijos
huérfanos de padre, sino que opta por vender la casa familiar por una baja cantidad: 42
siclos de plata.
1076 El único ejemplo en que los padres sí que son esclavos, y sus hijos se venden jun-

to a ellos, es el emariota E6 211.


Ventas de niños 259

poseerían los recursos suficientes para comer, vestir e incluso aprender un oficio;
además, es probable que siguieran teniendo contacto con sus hijos en el lugar
donde vivieran1077.
EL GARANTE
El término acadio qātātu, “garantía, promesa”1078, hace referencia a la garantía o
al propio garante de un contrato1079, y lo encontramos bajo su forma sumeria en
AlT 701080. En ciertos textos del Próximo Oriente antiguo, sin embargo, a la
figura del garante se le denomina kattû (sum. LÚ INIM.GI.NA1081), “el que con-
firma la declaración”1082 (a partir de ahora “garante”), sujeto encargado de dar
fe y garantizar la validez de una operación legal y actuar en caso de futuribles
problemas1083. Aunque no contemos con muchos ejemplos de este último tér-
mino, encontramos garantes desde época paleobabilónica hasta el 1.er milenio a.
C.1084. En nuestro corpus, estas personas debían garantizar de una forma u otra

1077 Especialmente Ur y Emar, archivos donde se concentran los textos en los que los

padres venden sus hijos.


1078 CAD Q 168ss.
1079 El primer estudio que conocemos para las actividades y características del garan-

te en el Próximo Oriente antiguo fue el de Paul Koschaker (Babylonisch-Assyrisches


Bürgschaftrecht [Berlín: Druck und Verlag von B.G. Teubner, 1911]). Véanse asimismo los
estudios de Meir Malul (Studies in Mesopotamian Legal Symbolism, AOAT 221 [Münster:
Neukirchener Verlag, 1988], 209–85) y Raymond Westbrook y Richard Jasnow (Security
for Debt in Ancient Near Eastern Law, CHANE 9 [Leiden: Brill, 2001], 79–83, 104–25, 161–
221). Para un análisis sobre este fenómeno en Ugarit en el contexto de Siria del Bronce
Reciente y la Palestina bíblica véase Hoftijzer y van Soldt, “Texts from Ugarit”. Sobre la
figura del garante en contratos de compra-ventas en épocas anteriores véase Claus
Wilcke, “Kauf. A.II”, RlA 5 (1980): 507, §II.
1080 L. 15: ŠU.DU8.A. Véase al respecto Niedorf, Die mittelbabylonischen Rechtsurkunden,

321, l. 15.
1081 MSL 5 78, 352. Cf. AHw 466a, CAD K 307ss.
1082 “Der die Aussage bestätigt” (AHw 466a). Este término proviene del raramente

atestiguado verbo katā’u, “tomar como (elemento de) seguridad”, referido tanto a bienes
materiales como a esclavos (CAD K 308b).
1083 En época mesoasiria encontramos el término kattû referido solamente a propie-

dades activas (como campos o bienes inmuebles) que actúan de garantía. Al respecto
véase el estudio de Kathleen Abraham. “The Middle Assyrian Period”, en Westbrook y
Jasnow, Security for Debt, 189–216. En el presente estudio, al hablar de garantes nos referi-
remos a los denominados kattû.
1084 Véanse como ejemplos para época paleobabilónica los textos TIM 2 101, TBL 4

83, PBS 8/2 140 o los documentos de Alalaḫ AlT 23 y AlT 24. Para el 1.er milenio a. C. cf.
CT 22 110 (dudoso), BWL 74: 49 o MVAG 21 86: 37. En Ugarit podríamos encontrar,
también referido a una persona, una forma del verbo katā’u, “tomar como (elemento de)
seguridad”, y relacionado con el término kattû, en el texto acadio RS 17.329: 3, si seguimos
260 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

que los resultados de las ventas de niños fueran los convenidos entre las dos
partes contractantes. Además, es interesante señalar que en todos los casos los
garantes aparecen entre los vendedores, por lo que se les puede considerar como
uno más de ellos, pero aún así con características propias.
Dentro de nuestro corpus, el vocablo kattû abunda especialmente a lo largo
de la documentación casita, y más concretamente en las ventas de niños de Ur:
UET 7 2, UET 7 211085, UET 7 23, UET 7 25 y UET 7 271086. Fuera de Ur, el
único ejemplo de un garante kattû a lo largo del corpus de ventas de niños es el
inédito Ni. 65581087. Por su significado de fondo hay que poner en relación el
término mūdûtu, “conocedor, testigo”1088, con kattû. Bēl-muballiṭ, kattû en UET 7
21: 5, aparece como mūdûtu en la operación que se desarrolla poco después en
UET 7 221089. Ambos textos son próximos entre sí, ya que actúan los mismos
personajes: niño vendido, comprador, vendedores y testigos. Gurney plantea la
posibilidad de que Bel-muballiṭ jugara como mudûtu en UET 7 22 un rol menor
que el que había tenido anteriormente en UET 7 21 como kattû1090. De esta
manera la cualidad del garante (kattû) sería jurídicamente más elevada a la de un
simple conocedor o testigo (mudûtu). Sea como fuere, parece obvia la relación
entre los dos términos, ya que en ambos casos se refieren a idénticos persona
(Bel-muballiṭ) y caso (la venta del mismo niño).
Afortunadamente, a partir de la documentación de Ur donde aparecen es-
tos kattû no debemos simplemente teorizar sobre sus funciones, sino que

la restitución de Hoftijzer y van Soldt, “Texts from Ugarit”, 195–96: ik-t[u-ú]. Nougayrol, en
su editio princeps (PRU 6 69), y Lackenbacher (Textes akkadiens d’Ugarit, 326 y n. 1178) interpre-
tarán sin embargo la forma ik-t[u-um] como del verbo katâmu, según Nougayrol con el
sentido figurado de “couvrir moralement quelqu’un” (PRU 6 69, p. 64, n. 3).
1085 Corríjase CAD K 308a 1c), ya que donde pone UET 7 22 se refiere realmente a

UET 7 21 (ll. 5 y 14).


1086 Cf. CAD K 308a 1c.
1087 Al documento CT 43 60, considerado como el único caso mesobabilónico en el

que un garante kattû no interviene en ventas de niños (van Soldt, JAOS 98 [1978]: 500),
habrá que añadir ahora el inédito Ni. 7190. En él, un hombre actúa como garante en la
compra de un caballo. En caso de problemas, este individuo debería abonar una compen-
sación en animales, y no en dinero. Aún así, probablemente haya más garantes kattû entre
el material sin publicar de Nippur (información cortesía del Prof. Brinkman).
1088 CAD traduce mudûtu como “conocimiento”, “información”, “sabiduría”, e inclu-

so cita el texto que nos ocupa, UET 7 22: 5 (CAD M/2 168; conta Gurney [The Middle
Babylonian Legal and Economic Texs from Ur, 79, rev. 5-6], quien dice que “CAD s.v. mudûtu
does not offer a translation”). La inclusión de la partícula prefijada mu-, que forma parti-
cipios y nombres de profesión, daría un sentido de adjetivo al verbo semítico con
radicales YD’ (edû, “conocer”).
1089 UET 7 22: 5’–6’: a-na mu-du-ti šá m.d30-lul-tar-ri-iḫ mEN-mu-bal-liṭ ú-ši-ib, “Bel-

muballiṭ estaba presente como mudûtu (conocedor, testigo) de Sin-liltarriḫ”.


1090 The Middle Babylonian Legal and Economic Texs from Ur, 79 n. Rev. 5–6.
Ventas de niños 261

poseemos un claro ejemplo del desarrollo posterior en caso de problemas: UET


7 21091. En este documento casita se explica que Šamaš-ēṭir había comprado el
pequeño Bunni-Sîn procedente de su tío materno, de su madre y de Irība-ilī,
garante. El comprador evaluó al pequeño y no quedó convencido de su cali-
dad1092. Lo que esperaríamos entonces sería que Šamaš-ēṭir, insatisfecho con su
compra, devolviera al niño a cambio de dos del mismo valor o un tipo de opera-
ción similiar. Sin embargo, es en estos momentos en los que se hace presente la
figura e importancia del garante, desarrollándose los acontecimientos de una
forma relatada de manera estructurada: Šamaš-ēṭir no solo devuelve a Bunni-Sîn
a su madre natural1093, sino que arresta en su casa a Riḫītuša, esposa del garante
Irība-ilī1094. Comienza entonces un proceso judicial que no entendemos comple-
tamente debido al mal estado del documento. Aún así, comprobamos que el
propio hermano del garante acabó siendo detenido por un sacerdote de Eridu
con potestad judicial1095.
Este singular ejemplo merece ser comentado en el contexto del corpus don-
de aparecen garantes. En primer lugar, y como ya hemos apuntado, el niño
debía cumplir unos requisitos mínimos para poder llevar a cabo su cometido tras

1091 UET 7 24 constituye otro ejemplo en el que probablemente un garante, para el

que no se conserva el apelativo de kattû, tuviera que actuar debido a la ruptura del contra-
to. Sin embargo, el texto está demasiado fragmentado para poder ser estudiado. Para una
reconstrucción de los hechos véase Gurney, The Middle Babylonian Legal and Economic Texs
from Ur, 81–83.
1092 UET 7 2: 7: m.dUTU-KAR-ir LÚ.TUR al-˹tuk˺-ma, “Šamaš-ēṭir pro˹bó˺ enton-

ces al niño”. El verbo utilizado para marcar el acto de “probar” es latāku (AHw 540, CAD
L 111 3), empleado normalmente para comprobar medidas o trabajos en progreso pero
en ocasiones también referido directamente a personas. Por otra parte, la forma verbal
que esperaríamos sería un acabado de tercera persona singular: il-tuk.
1093 UET 7 2: 8–9: ù (a-na) f˹ta˺-ri-ba-ti ˹ú˺-tir-šu-˹ma˺, “y a Tarībatu lo devolvió” (em-

pleo del verbo târu en voz D, “devolver”; cf. AHw 1332, CAD T 250ss).
1094 UET 7 2: 9–10: fri-ḫi-tu-˹ša˺ DAM-ti mSU-DINGIR kát-te-e<<a>> m.dUTU-

KAR-ir i-˹na˺ É-šu ik-˹la-ši-ma˺, “y Šamaš-ēṭir arrestó en su casa a Riḫītuša, la esposa de


Irība-ilī, el garante” (nótese, al igual que en las listas mesobabilónicas de trabajadores
forzados que mencionan fugitivos (§5.4), el empleo del verbo kalû, “arrestar, confinar”; cf.
AHw 428, CAD K 95ss).
1095 Este sacerdote de Eridu, “tras haber examinado su caso, detuvo [¿en Eridu?] a

[mNP], hermano de Irība-ilī, el garante” (UET 7 2: 21–24). Tras varias fases enrevesadas
con juicios de por medio, el texto concluye presumiblemente que una niña, Unnunu, fue
dada como sustituta del pequeño Bunni-Sîn. Riḫītuša (esposa del garante), por su parte,
debería volver con Amurrea (tío de Bunni-Sîn y su pasado vendedor). Véase una plausible
reconstrucción del documento en Gurney, The Middle Babylonian Legal and Economic Texs
from Ur, 22–23.
262 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

ser vendido. En caso contrario, como en UET 7 2, sería devuelto al vendedor —


en este caso su madre— después de ser examinado1096.
En este documento casita se pone de manifiesto la gran responsabilidad que
tendrían dichos sujetos. Al actuar como elementos garantizadores de los contra-
tos, no solo ellos se exponían a diversas repercusiones en caso de problemas, sino
que su propia familia podría jugar un papel en los posibles vaivenes legales. La
normalidad con que UET 7 2 muestra la actividad del garante1097 implica sin
duda que estos casos sucedían en ocasiones, siendo obvio y aceptado por todos el
importante papel que jugarían los garantes. Con casi toda seguridad éstos, al
figurar entre los vendedores, recibirían parte del precio del niño por garantizar
el acuerdo. Sin embargo, deberían rendir cuentas y responsabilizarse de futuri-
bles complicaciones a las que se pudiera llegar, como la mala calidad de un niño
(UET 7 2) o incluso su posible fuga1098.
LOS TESTIGOS Y SELLADORES
En todos los textos de nuestro corpus de ventas de niños el nombre de los testi-
gos está precedido por el término sumerio IGI (ac. šību), “testigo”1099. Su papel es
el de certificar la creación del contrato, hecho que les infiere una cierta respon-
sabilidad pero en cualquier caso diferente a la de los garantes. Las mismas u
otras personas procedían asimismo a ratificar los acuerdos mediante la impronta
de sus sellos (especialmente en los ámbitos mittanio y sirio) o incluso de sus uñas
(caso de la Babilonia casita).
En la mayor parte de los textos casitas de ventas infantiles hay tres o cuatro
testigos, aunque otros documentos muestran hasta dieciséis de estos persona-
jes1100. El número de testigos es por tanto variado, y probablemente dependa de

1096 Comprobamos de esta manera que existía una cierta protección del menor, que

es devuelto a su madre directamente. Se pone de relieve que el pequeño no tendría la


culpa de no satisfacer las necesidades de Šamaš-ēṭir, quien carga de inmediato contra la
esfera del garante, incluso confinando en su casa (de Šamaš-ēṭir) a su esposa (del garante).
1097 Esto es, sin justificar ninguno de los hechos que no tendrían lugar sin la existen-

cia de su figura.
1098 Cf. Sassmannshausen, Beiträge, 204, n. 3213.
1099 El término sumerio IGI se empleará casi siempre acompañando al nombre del

testigo. En algún caso mesobabilónico, no relacionado con ventas infantiles, este vocablo
se redacta sin embargo mediante dos signos, interpretables bien como un logograma con
complemento fonético (IGI-bu, como lee Gurney para los textos de Ur UET 7 15: 12’, 13’
y UET 7 32: 1’, 3’ [cf. Gurney, The Middle Babylonian Legal and Economic Texs from Ur, 100]),
bien como escritura silábica acadia (ši-bu, como interpreta Civil para el documento de
Nippur OIC 22 19: 4 y 5 [cf. Miguel Civil, “Texts and fragments”, en McGuire Gibson,
Excavations at Nippur. Eleventh Season, OIC 22 [Chicago: The University of Chicago Press,
1976], 131]). Al respecto véase van Soldt, JAOS 98 (1978): 499.
1100 Es el caso de nuestra reconstrucción de PBS 13 64 + MUN 9 (testigos en ll. 9’–

24’). Por su parte, MRWH 1 y MUN 8 presentan once y nueve testigos respectivamente.
Ventas de niños 263

las circunstancias de cada contrato. Aun así, es interesante relacionar los textos
donde el šandabakku de Nippur Enlil-kidinnī compra un niño con los textos en los
que más testigos hay: MRWH 1 (11), BE 14 1 (8) y BE 14 7 (7)1101. El caso de
PBS 13 64 + MUN 9 es paradigmático en este sentido, ya que Enlil-kidinnī es el
vendedor de varias personas, y el texto consigna dieciséis testigos. ¿Podrían estos
dos hechos guardar relación? Si fuera así, se demostraría que un personaje im-
portante como el šandabakku de Nippur se podría encargar de aportar un buen
número de sus propios testigos para que constaran en el contrato1102. En ocasio-
nes, no obstante, encontramos testigos que no aparecen a lo largo del
contrato1103. Por otra parte, y como ocurre en Nuzi (cf. abajo), también en el
ámbito mesobabilónico el escriba figura en ocasiones como testigo1104. Hay que
destacar asimismo que los tres testigos de UET 7 21 y UET 7 22 son los mismos,
siendo documentos en relación por venderse al mismo niño pequeño.
A lo largo de la documentación casita se da un fenómeno a la hora de sellar
los documentos único en nuestro corpus: las presencia de marcas de uñas1105. De
hecho, existe una fórmula prefijada típica que encontramos en la parte final de
estos contratos: ṣu-pur NP1 ki-ma NA4.KIŠIB-šú, “(marca de) uña de NP1, en lugar
de su sello”. Dichas marcas actúan como verdaderos sellos, poseyendo idéntica
validez a efectos legales1106.

1101 PBS 8/2 162 es el único documento en el que Enlil-kidinnī actúa como compra-

dor de varias personas y los testigos son solamente dos.


1102 No es de extrañar, por tanto, que algún personaje coincida en estas listas, como

Rabâ-ša-Ninurta, hijo de Ninurta-bānî (BE 14 1: 23, BE 14 7: 33).


1103 Véanse como ejemplos los documentos UET 7 25 y MRWH 7.
1104 BE 14 1: 27, BE 14 7: 37, PBS 8/2 162: 26.
1105 Dudamos sobre la existencia de marcas de uñas en el contrato nuzita YBC 5143.

La copia de Lacheman (Lacheman y Owen, “Texts from Arrapḫa”, 411) muestra trece
pequeños trazos verticales en el reverso del documento, pero la ausencia de comentarios
al repecto dificulta su identificación y puesta en relación con marcas de uñas. De todas
formas, probablemente no se trate de este fenómeno, ausente en Nuzi según Georges
Boyer: “Les empreintes d’ongle ne se rencontrent ni dans les textes de Nuzi, ni dans les
contrats du Moyen Age assyrien” (“ṣupur X kima kunnukišu”, en Georges Boyer, “ṣupur X
kima kunnukišu”, en Johannes Friedrich y Julius Georg Lautner y John Charles Miles y
Theunis Folkers (eds.), Symbolae ad Iura Orientis Antiqui Pertinentes Paulo Koschaker dedicatae, SD
2 (Leiden: Brill, 1939), 212.
1106 El estudio de referencia sobre la fórmula ṣupur kīma kunnukkišu, “(marca de) uña

en lugar de su sello”, y su significado, sigue siendo el de Boyer (“ṣupur X kima kunnukišu”).


Véanse otros ejemplos de marcas de uña en documentación casita, sin relación con ventas
infantiles, en Boyer, “ṣupur X kima kunnukišu”, 212, n. 23. Por otra parte, y como apunta
Oelsner, esta expresión seguirá idénticos patrones en el período neobabilónico posterior
(Joachim Oelsner y Bruce Wells y Cornelia Wunsch, “Neo-Babylonian Period”, en
Westbrook, A History, 946).
264 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Las personas que plasman sus uñas en la arcilla del documento pueden ser
testigos, desconocidos para nosotros, o también ser los actores del contrato. En
UET 7 2, por ejemplo, se dice que Amurrea, el tío materno del niño vendido,
imprime sus uñas. Los tres vendedores, primero de UET 7 21 (garante incluído)
y después de UET 7 22 (los mismos excepto el garante, y ahora más la madre)
incluyen estas marcas en el documento. Lo mismo ocurre en UET 7 23, que
presenta las marcas de uñas de dos de los cuatro vendedores, entre ellos las del
garante. En UET 7 25 las marcas que aparecen pertenecen a Iddin-SUKKAL,
padre y a su vez vendedor, mientras que el garante sella el documento. En el
inédito de Nippur CBS 10733 se mencionan las marcas de uña de los vendedo-
res: el padre y la madre de la niña vendida1107.
En algunas ocasiones, sin embargo, el texto habla de la existencia de marcas
de uñas, pero éstas no se aprecian a lo largo de la tablilla1108. Gurney propone algo
a nuestro juicio muy plausible: que estas tablillas formaran parte de una “copia
archivística”, por lo que solo el texto original presentaría dichas marcas1109.
Aunque en menor medida, también encontramos impresiones de sellos a lo
largo de los contratos mesobabilónicos de ventas de niños. Por regla general los
sellos corresponden a los vendedores de los niños1110, si bien también los testigos
podrían sellar1111.
A lo largo de los textos mittanios de ventas infantiles también encontramos
testigos. En Nuzi, tanto en HSS 19 115 como en YBC 5143 se consignan siete,
mientras que en HSS 19 125 aparecen nueve. EN 9/1 409, por su parte, solo
presenta cuatro nombres de personas, con sus respectivos sellos pero sin sustanti-
vo sumerio IGI, “testigo”. Su función, no obstante, sería probablemente la

1107 CBS 10733: 23’ y 24’: [ṣu-pu]r (colación personal). Ocho de esas marcas —más
otras dos en parte fragmentada— se consignan en el borde izquierdo.
1108 Véanse los textos UET 7 2, UET 7 21 y UET 7 27. Otros ejemplos en MRWH

13 y probablemente UET 7 35. Sobre la forma de incidirse la uña en la Babilonia casita y


otros ámbitos véase Boyer, “ṣupur X kima kunnukišu”, 208, n. 2.
1109 Gurney, The Middle Babylonian Legal and Economic Texs from Ur, 28, rev. 27. La teo-

ría de Gurney parece más posible que lo defendido por Boyer (“ṣupur X kima kunnukišu”,
208, n. 2), quien dice que quizás —aunque no siempre— este fenómeno se podría expli-
car por el deterioro de la tablilla o una omisión del copista.
1110 Tanto en Ur (UET 7 26) como en Nippur (MRWH 7, BE 14 1, BE 14 7). Para

UET 7 26 véase Gurney, Middle Babylonian Legal Documents and Other Texts, lám. 79 n. 26.
Para MRWH 7 véase Bernhardt, Sozialökonomische Texte, láms. 125–26.
1111 Caso de Rabâ-ša-Ninurta e Ilī-bānî en BE 14 7: 41-42. Es posible que otros tex-

tos casitas de ventas de niños presentaran sellos, pero el mal estado de conservación de
algunos de ellos hace difícil su identificación. En MUN 8: 28’ y PBS 13 64 + MUN 9: 28’,
por ejemplo, Sassmannshausen (Beiträge, 211, 212; el último caso, que estudia antes de
realizarse el “join”, corresponde a su MUN 9: 28’) restituye (con interrogante) la fórmula
NA4.KIŠIB NP1 (“sello de NP1”), si bien admite que no hay signos de sellos (“Keine
Siegelspuren erkennbar”), aspecto confirmado a través de colación personal.
Ventas de niños 265

misma. Al igual que lo señalado anteriormente para el caso mesobabilónico, e


incluso en mayor medida, en Nuzi uno de los testigos se corresponde con el
escriba del documento. Es el caso de los tres textos que presentan una lista legi-
ble de testigos1112: HSS 19 115: 19, HSS 19 125: 32 y YBC 5143: 14. También
encontramos impresiones de sellos, normalmente también referidos a la gente
que testifica al final del contrato1113, o, al igual que ocurre en la Babilonia casita,
al vendedor1114.
Con respecto a los documentos de Alalaḫ, y si bien en AlT 70 vemos tres o
más testigos1115, en AlT 69 apreciamos hasta 10 de estos personajes1116. Hay que
subrayar con respecto a AlT 70 que Ilimilimma, hijo de Tuttu, actúa como
comprador y al mismo tiempo sella el documento. Sin duda este hecho guarda
relación con la importancia de este maryannu de Alalaḫ (cf. arriba).
En los documentos de ventas de niños de la Siria del Bronce Reciente ni los
testigos ni los selladores guardan relación con el desarrollo del contrato, limitán-
dose su función a la de testificar. Si bien suele haber pocos testigos (tres o
más1117, dos1118 o ninguno1119), el texto Hir 20 presenta ocho. Es un caso este sin
duda peculiar, ya que se trata de la venta de una niña por parte de cinco vende-
dores, “hombres de la ciudad de Karša”. Cusiosamente, siete de los testigos, aún
sin coincidir en esos cinco vendedores, se denominan de la misma manera1120,
por lo que sin duda este documento emanaría de dicha institución colectiva.
También encontramos sellos a lo largo de la documentación emariota1121.
Como ocurre en el texto nuzita EN 9/1 409, los contratos ASJ 10/E, E6 7, E6
118 y AuOr 5/11 no presentan testigos pero sí personas que sellan1122. Por otra

1112 El mal estado del reverso de BM 17600 (colacionado), especialmente en la parte

superior izquierda del reverso, donde esperamos la mención de testigos, hace imposible
conocer el número de estos. Probablemente contaría con unos seis testigos, si atendemos
al número de sellos (unos seis, difícilmente apreciables, en la mitad inferior del reverso).
1113 En HSS 19 115, por ejemplo, de los siete selladores, seis son testigos. En HSS 19

125 de nueve, ocho.


1114 Es el caso de Tiwirra, en HSS 19 125.
1115 En este texto hay tres testigos según Wiseman (The Alalakh Tablets, 51, con signo

de interrogación) y cuatro según la restitución de Niedorf (Die mittelbabylonischen Rechtsur-


kunden, 318, 321–22).
1116 Contra Wiseman (The Alalakh Tablets, 51), quien habla de nueve testigos para el

caso de AlT 69. Al respecto véase Niedorf, Die mittelbabylonischen Rechtsurkunden, 315, l. 2.
1117 E6 83. Sobre los sellos en Emar véase Beyer, Emar VI: Les sceaux.
1118 E6 217.
1119 E6 7, ASJ 10/E.
1120 Hir 20: 20: LÚ.MEŠ urukar-ša.
1121 El mal estado del reverso del texto de Tuttul KTT 382 hace imposible conocer

más sobre posibles testigos o sellos.


1122 Número de selladores: ASJ 10/E (2), E6 7 (4), E6 118 (6) AuOr 5/11 (7).
266 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

parte es significativo constatar el número de testigos y selladores de E6 217: dos


y siete respectivamente. En E6 216, documento anterior en el tiempo e íntima-
mente relacionado con E6 217 (§6.2), había solo un testigo y cinco selladores.
Aunque no se pueda afirmar con seguridad, podría haberse dado el caso de que
en E6 217 hubiera más personas que dieran fe del acuerdo, debido a que una
parte de E6 216 (el comprador) no había cumplido el contrato1123.
Al igual que en el resto de la documentación próximo-oriental antigua, la
función de los testigos y selladores es la de testificar que cada acuerdo se haya
llevado a cabo, estando presentes en el momento en que se formaliza el contrato.
Los testigos en los textos de ventas de niños pueden tener que ver con el desarro-
llo mismo de cada caso, o ser gente para nosotros anónima. Especialmente en la
documentación casita los testigos se corresponden con actores del contrato (pa-
dres, madres o tíos del vendido), a través de una forma de sellar común en
muchos de estos textos mesobabilónicos: las marcas de uñas. En Nuzi, sin em-
bargo, la mayor parte de los testigos imprimen su sello personal en la arcilla. La
generalidad en Emar habla de testigos con nula relación en el desarrollo del caso
expuesto, y los selladores, por su parte, son personas diferentes a los testigos.
PREVISIÓN DE RUPTURAS DEL ACUERDO POR PARTE DE LOS ACTORES DEL
CONTRATO

Independientemente del ámbito documental en que nos encontremos, la posibi-


lidad de que el acuerdo de compra de un niño pueda romperse se contempla en
prácticamente todos los documentos estudiados1124. Este fenómeno es recurrente
a lo largo de los contratos próximo-orientales antiguos, cuyos creadores eran
plenamente conscientes de los problemas que podían derivarse si una o más de
las partes contractantes no cumplía lo acordado. Por tanto, las cláusulas, fórmu-
las y expresiones que tratan este tema se refieren a los actores de los contratos,
razón por la cual tratamos dicha cuestión en este apartado. Como en muchas
otras ocasiones, también en la previsión de rupturas de estos acuerdos se aprecia
la diferencia entre los ámbitos de Babilonia, Mittani y Siria durante el Bronce
Reciente. Sin embargo, en esta ocasión hay características comunes que permiti-
rán estudiar el fenómeno de forma global.
En ciertos contratos de Ur y Nippur, nada más presentarse el precio —
desglosado o no— del niño vendido, se emplea la fórmula aplū zakû u ruggumâ ūl
īšû, “(se ha) pagado, (están) conformes, y no tendrán reclamación alguna”1125.

1123Como se puede comprobar en E6 217: 11–14.


1124El único caso en que no se regula la posible ruptura del contrato es el nuzita
YBC 5143.
1125 Ejemplo de UET 7 21: 14–15: ap-lu za-ku-ú ù ru-gu-ma-a ul i-šu-u. Esta expresión,

con variantes pero siempre con el verbo ragāmu, “hacer una reclamación”, se da en UET
7 21, UET 7 22, UET 7 25, UET 7 26, UET 7 27, BaM 13/1, BE 14 7 (añádanse los dos
últimos documentos al análisis de Sassmannshausen, Beiträge, 207a). El texto de Alalaḫ
Ventas de niños 267

Esta expresión tipificada hace referencia a los compradores, vendedores y —en


el caso de que exista— al garante, y tiene como objetivo exponer la conformidad
de los mismos.
Tanto en el ámbito mesobabilónico como en Mittani y Siria existen expre-
siones parecidas, aunque no tan homogéneas, en las que también se subraya la
prohibición de reclamar en el futuro por el acuerdo. Para ello se emplean distin-
tos verbos, siempre en clara alusión a la ruptura del contraro, como ragāmu,
“hacer una reclamación”1126, baqāru, “reclamar”1127, tebû, “levantarse”1128, (ina
muḫḫi) dabābu, “conspirar”1129; enû III, “alterar”1130, GÁ (ac. šakānu), “poner”1131,
GI4.GI4 (ac. apālu), “contestar”1132, KI.BAL (ac. nabalkutu), “transgredir”1133, zakû
II, “ser libre de reclamación”1134, o šalû II, “arrojar (un contrato)”1135.
En algunos documentos casitas, además, consta la existencia de un juramen-
to que los actores del contrato realizan sobre varios dioses1136 y el rey. La
fórmula empleada para ello, aunque pueda variar el número de divinidades, es
del tipo1137 MU dND1 dND2 dND3 ù NR LUGAL UR-bi IN.PÀD.DA.NE.EŠ,
“Juntos han jurado ante los dioses dND1 dND2 y dND3, y (ante) el rey NR”1138.

AlT 70 presenta una forma del verbo zakû, “ser libre de reclamaciones”: l. 14: [ú-za-a]k-
ku-ú, “(el comprador) será libre de reclamaciones”.
1126 UET 7 26: 15: ul ˹i-rag˺-gu-[um].
1127 UET 7 25: 7’: i-paq-qa-ru; BM 17600: 16: pa-qi-ra-na; E6 7: 11: a-na pa-qa-ri-šu il-

la-a; Hir 20: 9: i-bá-qa-ar-ši.


1128 UET 7 25: 5’: i-te-eb-ba-am-ma.
1129 UET 7 25: 5’-6’: i-na UGU […] i-da-ab-bu-bu.
1130 UET 7 25: 7’: in-nu-ú.
1131 MRWH 1: 18: KA.NU.UM.GÁ.GÁ.A; PBS 8/2 162: 19: KA.NU.GÁ.GÁ.
1132 MRWH 1: 19: KA.NU.UM.GI4.GI4.DÈ; BE 14 7: 28: KA.NU.GI4.˹GI4˺; PBS

8/2 162: 20: KA.NU.GI4.GI4-ÀM. Véase asimismo la versión acadia en AlT 69: 9: a-pil
(enmienda de introducción en AlT 70: 12 <a-pil>).
1133 HSS 19 115: 10: ˹KI˺.BAL-tu4.
1134 E6 83: 7: za-a-ku.
1135 Esto es, “romperlo” (E6 217: 16: ú-še-la-a).
1136 Divinidades tanto de origen casita como de tradición babilónica.
1137 dND: Nombre de divinidad; NR: nombre de rey.
1138 Encontramos este tipo de expresión en los textos BE 14 1: 18–20, BE 14 7: 28–

30, MRWH 1: 21 y PBS 8/2 162: 21–23. Aunque con la parte superior del reverso des-
truída en su práctica totalidad, y debido al perfectamente legible signo bi de la l. 7’
(colación personal), probablemente el documento PBS 13 64 + MUN 9 presentara esta
fórmula (ll. 7’–8’: [UR]-bi / [IN PÁD.DA.NE-EŠ]). Por su parte, en el documento
MRWH 1: 21 se redacta el verbo en escritura silábica acadia: za-kir (verbo zakāru, “ju-
rar”). Véase otro ejemplo de la construcción verbal sumeria IN.PÀD.DA.NE.EŠ en
MRWH 2: 21. Sobre esta expresión véase Sassmannshausen, Beiträge, 207a.
268 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Esta fórmula pone de relieve la importancia del acto, haciendo hincapié en la


validez del mismo.
En algunas ocasiones de los tres ámbitos estudiados se dispone que si los
vendedores reclaman al niño y lo quieren recuperar, tendrán que pagar a los
compradores el doble; esto es, dos niños1139. Este fenómeno, conocido como
stipulatio duplae o poena duplex en derecho romano, está atestiguado en referencia a
bienes muebles e inmuebles en el Mundo Antiguo desde la época de Ur III1140,
pasando por el Código de Ešnunna1141, el de Hammurapi1142, la legislación he-
brea1143 o la Grecia Clásica1144.
En nuestro corpus de ventas de niños este tipo de disposición es frecuente
en Ur1145, pero también lo encontramos en Nippur1146, Emar1147 y quizás Nu-

1139 Sobre este fenómeno en el Próximo Oriente antiguo, y no solamente referido a

ventas de personas, véanse Bahijah K. Ismail, B. K. y Matthias Müller, “Einige bemerke-


nswerte Urkunden aus Tell al-Faḫḫār zur altmesopotamischen Rechts-, Sozial- und
Wirtschaftsgeschichte”, WO 9 (1977–1978): 21–22; van Soldt, JAOS 98 (1978): 500;
Gurney, The Middle Babylonian Legal and Economic Texs from Ur, 22, rev. 3–8.
1140 Especialmente en los pagos de deudas (cf. Henri Limet, “La clause du double en

droit néo-sumérien”, OrNs 38 [1969]: 520–32).


1141 CE 23, CE 25.
1142 En el Código de Hammurapi no solo encontramos ejemplos de pagar el doble (CH

101, CH 120, CH 124, CH 126, CH 160, CH 161, CH 254), sino también hasta el séxtuple
(CH 107). En época neobabilónica hay ejemplos en los que en caso de ruptura de contratos
habría que pagar hasta doce veces más (san Nicolò, Die Schlussklauseln, 203, n. 50).
1143 Ex 22: 3: “Si le hallare vivo en su poder lo robado, trátese de toro, oveja o asno,

pagará el doble”; Ex 22: 6: “Cuando un hombre hubiere entregado a su prójimo dinero u


objetos en custodia y fueren robados de la casa de esta persona, si se descubre al ladrón,
pagará el doble”; Ex 22: 8: “Cualquiera que sea el objeto del delito, trátese de toro, asno,
cordero, vestido o cualquier cosa extraviada, del que uno diga «¡Esto es cierto!», vendrá a
Ha-�Ĕlohim el asunto de ambas partes: aquel a quien Ha-�Ĕlohim condene pagará a su
prójimo el doble”.
1144 En las ciudades griegas la pena por ruptura de contratos, especialmente relacio-

nados con deudas, se correspondería con pagar doble de su valor o bien una parte y
media del mismo (ἡµιóλιον) (Ludovie Beauchet, Histoire du droit privé de la république athénien-
ne: Le droits des obligations, vol. 4 [París: Chevalier-Marescq et C. Éditeurs, 1897], 430).
1145 Ejemplo de UET 7 21: 4’–7’: LÚ.TUR ip-pa-qar-ma ša 1 LÚ.TUR 2

LÚ.TUR.MEŠ NP1 NP2 ù NP3 kát-tu-ú NP4 i-ta-nap-pa-lu, “(Si) el niño es reclamado,
entonces por ese niño NP1, NP2 y NP3, el garante, pagarán dos niños a NP4”. Otros
ejemplos en UET 7 22, [UET 7 23], UET 7 24 (según Gurney [The Middle Babylonian
Legal and Economic Texs from Ur, 82-83], a quien hemos seguido en nuestra interpretación;
cf. UET 7 24 en el apéndice de textos), UET 7 25, UET 7 27. Otros textos mesobabilóni-
cos de Ur donde encontramos la poena duplex, esta vez referido a compras de vacas, son
UET 7 33: 7’–11’ y UET 7 34: 8’–9’.
1146 BE 14 128a: 18–20: [S]AL ṣe-ḫe-er-tu4 i[p-pa-qa-ar-ma] / 2 SAL ṣe-ḫe-ri-ti mk[u-ru-ú

a-na] / fia-ú-ta ˹i˺-[ta-nap-pa-lu], “(si) la niña es re[clamada], NP pa[gará] [a] NPF dos
Ventas de niños 269

zi1148. Los verbos empleados para marcar el hecho de pagar el doble son diferen-
tes en los tres ámbitos: apālu, “pagar” (zona mesobabilónica1149), malû IV,
“pagar” (Nuzi) y nadānu, “entregar” (Emar). Probablemente, y tomando como
paralelo el texto emariota de adopción infantil TBR 77: 15–16, los dos sujetos
para pagar deberían ser del mismo valor que el vendido. Aún así, solamente la
adopción emariota RE 82 podría constituir en este sentido un caso de poena
duplex en caso de rescisión del contrato1150. Sea como fuere, el fin perseguido será
siempre el de dificultar y poner trabas a la ruptura del acuerdo.
Idéntico objetivo siguen las cláusulas que expresan castigos de tipo econó-
mico o incluso físico en caso de ruptura del contrato. No abundan los casos en
que se imponen penas monetarias, ya que ello se suple con la poena duplex. En un
ejemplo nuzita, sin embargo, se señala que “quien transgreda (el acuerdo) debe-
rá pagar 1 mina de plata y 1 mina de oro”1151.
Aunque dudosos por el mal estado de conservación, los textos mesobabiló-
nicos de ventas de niños UET 7 25 y CBS 10733 (procedentes de Ur y Nippur
respectivamente) presentan otro tipo de fórmula en la que se insta a la persona
que rompa el contrato a pagar un caballo al rey1152: “dará un caballo blanco del

niñas”. En MRWH 1, al venderse dos jóvenes, se tendrían que pagar cuatro niños (ll. 22–
23: ša da-ba-ba an-na-a in-nu-ú 4 DUMU.MEŠ i-nam-din, “quien cambie este acuerdo
entregará cuatro niños”). Véase otro caso de poena duplex de Nippur en MRWH 3: 8–10.
1147 E6 83: 11–12: 2 ZI [ma-lu-uš-ši] ˹li˺-din-˹šu˺ [ù] GEMÉ lil-qì, “Entonces dos al-

mas [entregará] ˹en su˺ lugar, [y] tomará a la esclava”. También procedente de Emar, cf.
TBR 52: 9–14 (Fijałkowska, Le droit de la vente à Emar, 154 y n. 237). Véase asimismo nues-
tra propuesta de existencia de poena duplex en la adopción emariota de dos niños de RE 82
en Justel, “Adopciones infantiles”, 120–21, n. 66.
1148 Si restituimos [2] GEMÉ, “[dos] esclavas”, en HSS 19 125: 18. La copia de La-

cheman muestra esa línea 18 dañada, y solo se aprecia parte de una cuña vertical donde
quizás hubiera dos. No parece descabellado restitur con ese numeral, teniendo en cuenta
los varios ejemplos de poena duplex que encontramos en Nuzi en documentos de ventas de
esclavos (JEN 115: 14–17, JEN 179: 21–23, HSS 9 25: 18ss, HSS 9 96: 16–18), de true-
ques con esclavos (JEN 280: 12ss) o de préstamos de esclavos (RA 23 54: 21–23 [p.156]).
En este sentido, véase el comentario de Lion al respecto: “On pourrait aussi supposer
[K]I.BAL-˹at? x˺ [1]+˹1˺ ˹GEME2˺.[MEŠ], si en cas de rupture du contrat il faut rendre
le double du bien concerné” (Lion y Stein, The Tablets, 62, l. 18).
1149 La única excepción es el caso de Nippur MRWH 1: 23, donde se emplea el ver-

bo nadānu, “dar”.
1150 Cf. Justel, “Adopciones infantiles”, 120–21, n. 66.
1151 BM 17600: 21–23: ša KI.BAL-tù 1 ma-na KÙ.BABBAR 1 ma-na KÙ.GI ú-ma-al-

la. El precio pagado en este caso por la rescinsión del contrato es el que encontramos en
otros textos provenientes de Arrapḫe, como por ejemplo en casi todas las adopciones
infantiles.
1152 Kaštiliašu en UET 7 25 y Kudur-Enlil en CBS 10733.
270 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

tipo minzir a NR”1153. Lamentablemente, no comprendemos el sentido último de


esta expresión, ni el significado del término casita acadizado minzir1154. Esta
fórmula, presente en otros textos mesobabilónicos y en la Segunda Dinastía de
Isin1155, incidirá de nuevo en la obligatoriedad de cumplir el contrato1156.
Más comunes son, en las ventas de niños del Ur mesobabilónico, las alusio-
nes a castigos físicos en caso de reclamación del contrato por parte de cualquier
participante en éste. Al que reclamara lo firmado y convenido “se le clavará un
clavo de cobre en su boca”1157. Este tipo de expresión está bien atestiguada a lo
largo de la documentación próximo-oriental1158, tratándose sin duda de un gesto

1153 Sirva como ejemplo el caso del documento inédito CBS 10733: 13’–14’ (colacio-

nado): 1 ANŠE.KUR.RA BABBAR ša mi-gi-˹ri-šu˺ GE6 / a-na LUGAL dku-du-ur-den-[líl i-


nam]-din.
1154 CAD M/2 100a. Probablemente se trataría de un tipo de caballo blanco y mo-

teado de algún color, pero en ningún caso negro (Balkan, Kassitenstudien, 26–27). Sobre los
calificativos casitas en relación al color de los caballos véase John A. Brinkman, “Kassite
timiraš and sirpi as Cattle Designations”, NABU 1996.40.
1155 Véanse respectivamente el texto inédito CBS 14195: 8’ (colacionado) y el kudurru

BBSt 30: 8–10.


1156 Sobre esta expresión de “dar un caballo blanco de tipo minzir al rey” véase John

A. Brinkman, “On a Twelfth-Century Babylonian Legal Penalty (BBSt no.30, rev.3-10)”,


RA 73 (1979): 188–89.
1157 si-kát URUDU i-na pi-šu i-ri-tu-ú. Encontramos esta expresión en los documentos

de Ur UET 7 21: 16-3’, UET 7 22: 13’-14’, ¿[UET 7 26]?, UET 7 27: 19 (cf. sub retû
CAD R 298a 2’). Véase al respecto van Soldt, JAOS 98 (1978): 501a. Sobre otro tipo de
castigos corporales en rupturas de contratos véase san Nicolò, Die Schlussklauseln, 21ss.
1158 A partir del 3.er milenio a. C., como muestra por ejemplo el texto pre-sargónico

RTC 16 rev ii, 1–2: GIŠ.KAK KA.KIRIx (KA).NA ŠÈ.GAZ, “se le clavará una estaca en
su nariz y boca” (otros ejemplos en Samuel Greengus, “A Textbook Case of Adultery in
Ancient Mesopotamia, HUCA 40–41 [1969–1970]: 41–42, n. 25). En Nuzi y la cercana
Tell al-Faḫḫār vemos esta fórmula en JEN 79: 11 e IM 70826: 15 respectivamente. En
ambas ocasiones el verbo empleado para marcar la acción de “clavar” no es retû (“cla-
var”), como en el Ur mesobabilónico, sino maḫāṣu (“golpear, clavar”). Sirva como ejemplo
IM 70826: 15: GAG a-na KA-šu i-ma-ḫa-a[ṣ], “(con) un clavo se (le) golpeará en su boca”
(Ismail—Müller, “Einige bemerkenswerte Urkunden”, 23, n.º 2). Sobre expresiones
relacionadas con clavos (sikkatu) y ambos verbos véase Meir Malul, “GAG-RÙ: sikkatam
maḫāṣum/retûm ‘To Drive in the Nail’. An Act of Posting a Public Notice”, OrAn 26 (1987):
1–19.
Ventas de niños 271

simbólico1159: el hecho de querer romper el contrato se enfoca en la boca, de


donde salen las palabras que formulan la reclamación1160.
Por otra parte, en el caso de UET 7 25 esta fórmula se desarrolla de otra
manera más elocuente e incluso gráfica: ll. 9’–12’: “(a quien rompa el acuerdo)
una mina de pelo (y) una mina de lana arrojarán1161 a su boca; una flecha de
cobre clavarán en su boca; una mina de […]; una mina de plomo verterán en su
boca”1162. Este documento se convierte por tanto en el ejemplo que más insiste
en no romper el contrato, no solo por la expresión mencionada, sino por todos
los verbos empleados en las oraciones precedentes1163.
En Ur, y refiriéndose a quienes rompieran el contrato, encontramos la fór-
mula acadia kî rikilti šarri NR ippušušu, “se le aplicará (una pena determinada)
según el decreto del rey NP”1164. Aunque el término rikistu, que no está atesti-
guado antes del Bronce Reciente, pueda tener varios significados en el período
mesobabilónico, en estos textos se refiere a un edicto promulgado por el rey de
turno, y en el que se especifican las penas que deberían ser impuestas a quienes

1159 Para este tipo de gestos simbólicos, en relación a la ruptura de contratos, véanse

algunos casos de Alalaḫ y Ugarit en Anne D. Kilmer, “Symbolic Gestures in Akkadian


Contracts from Alalakh and Ugarit”, JAOS 94 (1974): 177–83. Sobre el caso concreto de
la boca en dichas expresiones, cf. ibíd., 182, n. 24.
1160 Los textos mesoasirios VAS 1 108, VAS 1 109 y probablemente VAS 1 106 ex-

presan ambos tipos de penas, tanto la económica como la física. Sirva como ejemplo VAS
1 108: 5ss: mannu ša ina birišunu ibbalakkatu 1 bilat kaspim 1 bilat ḫurāṣim inaddin ù sikkat erîm
ana pîšû imaḫḫaṣū, “el que entre ellos rompa el contrato deberá pagar 1 talento de plata (y)
1 talento de oro, y se le clavará una estaca de cobre en su boca” (cf. Greengus, “A Text-
book Case of Adultery”, 42, n. 25).
1161 Nótese que el verbo ḫarāṣu (l. 10’: i-ḫar-ra-ṣu, traducido por nosotros como “arro-

jarán”) no tiene el significado tradicional de “determinar, cortar” (CAD Ḫ 92b, sub ḫarāṣu
A), sino, como en UET 6 19: 30, el menos frecuente de “rellenar, tapar” (CAD Ḫ 95b,
sub ḫarāṣu B). AHw, por su parte, no distingue ambos conceptos.
1162 1 ma-na šar-ta 1 ma-na SÍG.ḪI.A a-na ˹pi-i˺-šu i-ḫar-ra-ṣu GIŠ.GAG URUDU i-na

pi-i-šu i-ri-it-˹tu˺-ú 1 ma-na ¿AN.MU? 1 ma-na A.˹GAR5 a˺-na pi-i-šu ú-˹šap˺-[pa-ku].


1163 También por la fraseología empleada al precisar qué tipo de personas podrían

emprender acciones legales contra el trato acordado (cf. CAD T 316b, c, sub tebû).
1164 Textos UET 7 21, UET 7 22, UET 7 25. Sirva como ejemplo UET 7 21: 1’–2’:

ki-i ri-kil-ti LUGAL m.dIŠKUR-MU-SUM-na ip-pu-šu-šu, “Se le aplicará según el decreto


del rey Adad-šuma-iddina”. Para otros casos mesobabilónicos con idéntica fórmula véan-
se la adopción matrimonial MSKH I 9: 22 o la tablilla inédita B.151: 27-29. Para otro
ejemplo posterior, datado en la Segunda Dinastía de Isin (reinado de Itti-Marduk-Balatu,
1139–1132 a. C.), véase el kudurru BBSt 30: 24–25 (cf. John A. Brinkman, “Political Co-
venants, Treaties, and Loyalty Oaths in Babylonia and between Assyria and Babylonia”,
en Luciano Canfora y Mario Liverani y Carlo Zaccagnini [eds.], I Trattati nel Mondo
Antico. Forma, Ideologia, Funzione, Saggi di Storia antica 2 [Roma: L’Erma di Bretschneider,
1990], 92, n. 45).
272 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

alteraran el acuerdo legal1165. Así, su sentido es el de “decreto”1166 o “pronun-


ciamiento oficial”1167, y forma parte de una expresión encaminada de nuevo a
impedir la ruptura de contratos.
Por último, en los tres ámbitos estudiados poseemos ejemplos en los que se
rompe el contrato de venta de niño: Ur (UET 7 2, UET 7 24), Nuzi (EN 9/1
409) y Emar (E6 216, E6 217). Mientras UET 7 24 presenta una disputa sobre
una niña, en cuyo caso no podemos profundizar debido al mal estado de la tabli-
lla1168, en UET 7 2 apreciamos el desarrollo de la ruptura de un contrato. En
este texto, el comprador no quedó satisfecho con el niño adquirido, por lo que
inicia un proceso relatado con detalle a lo largo del documento.
Las leyes babilónicas tradicionales no reconocían una garantía especial para
los bienes vendidos defectuosos. La única excepción la constituían los esclavos,
sobre los que había cláusulas de garantía —para el comprador— de un mes
contra la epilepsia (bennu) y de tres días contra la “búsqueda” o “investigación”
(teb’ītu)1169. Este último caso es el que se presenta en UET 7 2, si bien no aparece
el término teb’ītu, solamente atestiguado en ventas de esclavos adultos1170. San
Nicolò propuso que esos tres días de garantía estuvieran en relación con la posi-
bilidad de que el esclavo escapara1171. Si el nuevo propietario encontrara
durante los tres días siguientes a la compra al esclavo huído, éste volvería bajo la
potestad del primero. Sin embargo, nos parece más plausible la propuesta de
Driver y Miles, quienes defienden que el término teb’ītu haría referencia al dere-
cho de inspección y examen del esclavo por parte del comprador, para
comprobar que la información provista por el vendedor fuera veraz1172. Ese

1165 Para los cuatro significados que poseería el término rikiltu en época mesobabiló-

nica cf. Brinkman, “Political Covenants”, 92–93.


1166 CAD R 345b.
1167 Brinkman, “Political Covenants”, 92.
1168 Véase una posible reconstrucción de los hechos de UET 7 24 en Gurney, The

Middle Babylonian Legal and Economic Texs from Ur, 81–83.


1169 CAD T 305b, b.
1170 Gurney, The Middle Babylonian Legal and Economic Texs from Ur, 23.
1171 San Nicolò, Die Schlussklauseln, 212–15.
1172 Driver y Miles, The Babylonian Laws, vol. I, 480, n. 3. Encontramos un interesante

paralelo moderno a este fenómeno en la “Common Law” británica. Concretamente, en


el §34 de las Actas del año 1893 del Parlamento del Reino Unido de Gran Bretaña e
Irlanda, sobre la regulación de bienes comprados y vendidos, se estipula que “(1) Where
goods are delivered to the buyer, which he has not previoulsy examined, he is not deemed
to have accepted them unless and until he has had a reasonable opportunity of examining
them for the purpose of ascertaining whether they are in conformity with the contract. (2)
Unless otherwise agreed, when the seller tenders delivery of goods to the buyer, he is
bound, on request, to afford the buyer a reasonable opportunity of examining the goods
for the purpose of ascertaining whether they are in conformity with the contract” (Frank
Newbolt, The Sale of Goods Act, 1893 [Londres: Sweet & Maxwell, 1894], 94). Aunque sin
Ventas de niños 273

derecho a confirmar la calidad del esclavo duraría tres días1173, pero no se men-
ciona en UET 7 2. Sea como fuere, este caso mesobabilónico parece que sigue el
mismo patrón: Šamaš-ēṭir compró un niño como esclavo, durante los (¿tres?)
primeros días lo inspeccionó, y al no estar satisfecho con su adquisición quiso
romper el contrato, comenzando entonces el comentado proceso.
En texto de Nuzi EN 9/1 409 se presenta un proceso judicial tras un contra-
to que no fue cumplido por el vendedor. Éste había recibido del comprador el
precio de una esclava de dos codos y un kinṣu de estatura (§6.4), pero no le habría
entregado dicha esclava. Así pues, los jueces1174, tras interrogar al vendedor1175,
le obligaron a pagar al comprador la esclava, además de 3 imēru de cebada1176.
El ejemplo más evidente de ruptura de un acuerdo de venta de niño lo en-
contramos en Emar: E6 216 y E6 217. En el primer documento unos padres dan
a su hija “como kallatu y como hija” a una mujer1177. Sin embargo, el texto pos-
terior en el tiempo E6 217 nos informa de que la receptora de la muchacha no
había abonado a los padres los 30 siclos de plata convenidos1178. Por esta razón
los padres venderán de nuevo su hija, junto sus tres hijos menores, a otras perso-
nas.
Por tanto, la posibilidad de quebrar el acuerdo está contemplada en todo
momento a lo largo de la documentación de ventas de niños. Aún así, ello se
dificulta a través de mecanismos como expresiones conocidas o regulación de
penas económicas o físicas para la parte que incumpla el contrato. Dicha parte,
sin embargo, no se corresponderá en ningún caso con los jóvenes vendidos,

el carácter de ley propiamente dicho, véase la sección §2–513 de las “Uniform Commer-
cial Code-Sales” estadounidenses sobre el derecho de inspección por parte del comprador
respecto de los bienes adquiridos en http://www.law.cornell.edu/ucc/2/article2.htm.
Agradecemos esta referencia a Stefano Gennarini (Center of Legal Studies, Center for Family &
Humans Rights, Nueva York–Washington DC).
1173 Dando entonces validez final al contrato.
1174 Encontramos la sentencia de los jueces en las ll. 1’–7’. Según restitución personal

(confirmada por Lio y Stein, The Tablets, 65, l. 1’) , estos magistrados aparecerían nom-
brados en la l. 1’. La clave nos la da la forma it-ta-du-uš (l. 7’), perfecto plural de tercera
persona del verbo nadû, “sentenciar a una persona” (CAD N 88a i 2’). Véanse otros para-
lelos nuzitas de esta forma verbal en HSS 5 52: 30 y en AASOR 16 73: 33. Agradecemos
a Brigitte Lion la ayuda con este documento.
1175 Parte muy dañada (ll. 15–22).
1176 La cebada equivaldría a una compensación por los tres meses que no habría tra-

bajado la esclava para el comprador.


1177 E6 216: 5–6: a-na ˹É˺.[GI.A ù] a-na DUMU.SAL-ša ša NPF. Sobre el estatus de

kallatu y las adopciones matrimoniales en Emar véase Justel, “L’adoption matrimoniale à


Emar”.
1178 E6 217: 13–14: fNPF 30 KÙ.BABBAR.MEŠ ŠÀM fNPF2 la-a i-din, “fNPF no

pagó los 30 (siclos) de plata, el precio de fNPF2”.


274 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

quienes, al contrario de lo que sucede con los adoptados (§4.4), no tendrían


capacidad para rescindir el contrato.
CONSIDERACIONES SOBRE LOS ACTORES DEL CONTRATO
En los contratos de ventas infantiles, al igual que en los de adopciones, los niños
no tienen capacidad jurídica propia. Ello implica que en dichos acuerdos tenga
que haber al menos dos partes intervinientes más: el vendedor y el comprador.
Los tres actores constituyen el núcleo de este tipo de documentos, aunque tanto
los garantes como los testigos han sido analizados separadamente debido a su
incuestionable importancia. A partir de toda esta documentación no se pueden
extraer grandes generalizaciones para ninguna de las cinco partes, ya que cada
ámbito (Babilonia, Mittani y Siria) es distinto y cada caso dentro de ellos necesita
un análisis por separado.
La edad de los niños vendidos, por ejemplo, puede oscilar entre recién naci-
dos y pre-adolescentes, aunque la mayoría se corresponden con estos últimos. Su
condición sería generalmente servil, como se deduce de la terminología emplea-
da —especialmente en Babilonia y Nuzi— y del contexto del que emana el
documento. Es interesante comprobar que su naturaleza de no libres hace, al
contrario de lo que ocurre con las adopciones de niños, que en los contratos no
se subrayen ni los derechos ni tan siquiera las obligaciones que tendrían en el
futuro. Su capacidad propia de decisión es, por tanto, nula.
Los compradores, por su parte, son adultos de condición libre y en ocasio-
nes sujetos adinerados. Algunos de ellos se dedicarían —exclusivamente o no—
al comercio de personas (entre ellas niños).
Los vendedores de menores también podían ser personas inmersas en nego-
cios similares, aunque destacan por su cantidad los textos en los que los padres,
conjuntamente o no, venden sus hijos. Esto se manifiesta especialmente en Siria,
donde el fatídico s. XIII, lleno de hambrunas y crisis, obligó a muchos padres a
vender sus hijos. Los textos sirios, al igual que en los contratos de ventas mesoa-
sirias1179, y a diferencia del resto de la tradición próximo-oriental antigua, se
redactan desde el punto de vista del vendedor y no del comprador1180. Ello po-
dría subrayar la imperiosa necesidad de estos padres de vender sus hijos, si bien
responde también a la tradición escribal siro-hitita, donde se inscribe la mayoría
de estos contratos de ventas. Dicha tradición, conviviendo con la más canónica y

Démare-Lafont, “Vente”, 907b.


1179

Esto ocurre con todos los ejemplos de ventas de personas —niños o adultos— de
1180

Emar, con la única excepción de E6 224 (Raymond Westbrook, “Emar and Vicinity”, en
Westbrook, A History, 684, n. 70). La misma singularidad presenta el documento AlT 75
de Alalaḫ IV (Ignacio Márquez Rowe, “Alalakh”, en Westbrook, A History, 712). Véase
un ejemplo único en la Babilonia casita en UET 7 23, donde, al igual que en Emar o
Alalaḫ, se redactará el contrato desde el punto de vista de los vendedores (§6.2, en nota
bajo “Ventas infantiles individuales”).
Ventas de niños 275

rígida siria, tiende al amorfismo, rompiendo con las estructuras formalistas y


conservadoras de origen y desarrollo paleobabilónico1181.
La figura de los garantes aparece frecuentemente en la documentación casi-
ta. Son los encargados de garantizar que el acuerdo se lleve a cabo tras su
creación. El interesante documento de Ur UET 7 2 nos ayuda a comprender
mejor la función de estos sujetos en caso de problemas; en este caso, por la su-
puesta mala calidad del niño vendido.
Para este tipo de contratos, como de cualquier otra naturaleza, es asimismo
importante la existencia los testigos y selladores. Si bien a veces coinciden con los
propios actores del contrato, en otras ocasiones solamente figuran como testigos
del acuerdo. Su cometido es sin embargo fundamental a la hora de crear al
documento, puesto que solo así un contrato de este tipo podría tener categoría
legal.
Por último, la mayoría de estos personajes, e incluso otros que no aparecen
en los contratos, podrían romper el contrato mediante una reclamación. Si bien
los documentos presentan varias expresiones encaminadas a impedir la ruptura
del acuerdo, éste se llegaba a producir en ocasiones. Es interesante recordar
cómo en las adopciones de jóvenes se contempla la posibilidad futura de que los
mismos adoptados puedan llegar a romper el contrato (§4.4). La diferencia con
el corpus de ventas de niños es evidente: en él no se expresa siquiera la opción de
que el vendido dé algún paso para quebrar el acuerdo. Esto habla sin duda de
una menor capacidad jurídica de los niños vendidos como esclavos con respecto
de los adoptados, estando los primeros totalmente abandonados a la suerte que
otros les imponían.
6.5. ECONOMÍA EN LAS VENTAS DE NIÑOS
Las cuestiones económicas juegan un papel fundamental en cualquier tipo de
contratos. Los documentos de ventas de niños de nuestro corpus no son una
excepción, sino todo lo contrario: la naturaleza de venta subraya la importancia
de estos aspectos, obligando a exponerlos de manera aislada.
Como en otros temas analizados, también en las características económicas
de las ventas de niños se pueden comprobar las diferencias existentes entre los
ámbitos de la Babilonia casita, Mittani y Siria. La cuestión principal dentro del
mundo de la economía de estos contratos es el precio del niño vendido. Esta
cantidad de dinero equivale al valor en que se fija la calidad del joven, previa-
mente acordado por comprador y vendedor, y arroja luz no solo en relación a la
cantidad pagada, sino también en la misma forma de pagar: en dinero o en
bienes (tanto básicos como de prestigio).

1181 Sobre estas cuestiones cf. especialmente Démare-Lafont, “Éléments pour une

diplomatique juridique”, 44ss.


276 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Nuestro corpus textual de ventas de niños posee peculiaridades dentro de la


documentación próximo-oriental antigua en lo que al precio del objeto vendido
—en este caso, personas— se refiere. Muchos de estos textos se inscriben en
momentos de crisis general o dificultades que asolaban a las familias. Estas nece-
sidades imperiosas hacen que, según Powell, uno considere realmente al
comprador como el depredador y al vendedor como la presa1182. Así, y sin nin-
guna duda, los compradores en muchos de los ejemplos de nuestro corpus se
aprovecharían del pésimo momento económico de los vendedores para adquirir
un niño al menor precio posible1183.
En los documentos casitas de Ur, Nippur, Babilonia y Tell Imliḥiye, se suele
utilizar el patrón oro. Con ello, se desglosan los bienes pagados y se aporta la
suma total en siclos de oro mediante el empleo del sumerograma PAP (ac. napḫa-
ru), “total”1184. En una ocasión de Nippur el precio de los vendidos se consigna
también en plata: en el inédito Ni. 6558 por los dos GURUŠ.TUR vendidos se
pagan “16 siclos de oro y 15 siclos de plata”. Teniendo en cuenta que en la Babi-
lonia casita la relación entre siclos de oro de plata solía estar, al igual que en
Ugarit1185, en un 4–1 respectivamente1186, hay que señalar asimismo el docu-

1182 Marvin A. Powell, “Preise”, RlA 10 (2005): 609.


1183 Como apunta Westbrook (“Slave and Master”, 1645), “The sale of a child in ti-
mes of famine could always be regarded as a sale made under duress with the price being
a debt”. Este aspecto será especialmente característico en la Siria del Bronce Reciente. El
caso paradigmático es el de E6 217 (en relación con E6 216, E6 218, E6 219 y E6 220),
en el que un matrimonio vende sus cuatro hijos por 60 siclos de plata (cf. §6.2). En el
también documento emariota E6 7, sin embargo, se venderá una joven por 42 siclos de
plata. Por tanto, la diferencia proporcional entre los precios por persona es obvia, subra-
yándose las dificultades económicas en que estarían inmersos Zadamma y Ku’e,
vendedores de sus cuatro hijos en E6 217.
1184 El documento con mayor importe pagado es el proceso en torno a la compra de

dieciocho personas Ni. 1854, con 143 siclos de oro. Aunque su interpretación sea compli-
cada en lo que a los vendedores se refiere, todo apunta a que son Uballissu-Marduk e
Ilšu-ibnīšu, hijos de Kidin-Enlil, y Ḫunābu, hijo de Ezida-NAM.TI.LA (uno de los dos tío
paterno de los primeros), los que venden ocho mujeres (SAL, 10 siclos cada una), tres
jóvenes (GURUŠ.TUR, 7 siclos cada uno), un niño lactante (DUMU.GABA, 6 siclos) y
seis niñas lactantes (DUMU.SAL.GABA, 6 siclos cada una) por dicha cantidad, pagada
por Enlil-kininnī. El segundo texto con más dinero abonado es la también lista inédita Ni.
6192, con un total de 135 siclos de oro entre los veinticinco vendidos. Así, en ella se ven-
den más personas, pero el valor de cada una es menor que en Ni. 1854 (por ejemplo, una
pequeña lactante costaría en Ni. 1854 6 siclos de oro, mientras que en Ni. 6192 su valor
descendería a 2 siclos de oro).
1185 Véanse PRU 5 100 y PRU 5 101, así como Michael Heltzer, Goods, Prices, and the

Ortanisation of Trade at Ugarit (Wiesbaden: Ludwig Reichert Verlag, 1978), 28.


1186 Al respecto véanse Matthias Müller, “Gold, Silber und Blei als Wertmesser in

Mesopotamien Während der zweiten Hälfte des 2.Jahrtausends v.u.Z.”, en Muhammad


A. Dandamaev (ed.), Societies and Languages of the Ancient Near East: Studies in Honour of M.
Ventas de niños 277

mento de Nippur BE 14 128a, en el que la niña tiene un valor de 9 siclos de


plata1187. Por último, en el texto inédito de Babilonia B.143 + B.227 se emplea
también el concepto de mina de cobre para referirse al total (PAP) del precio de
los vendidos.
Sin embargo, en algunas ocasiones, especialmente en ventas individuales
(§6.2)1188, el precio del niño se desglosa en bienes de primera necesidad y de
prestigio1189. Entre los primeros cabe destacar animales domésticos1190, prendas
de vestir1191 o alimentos —especialmente cereales1192. En cuanto a los bienes de
prestigio, podemos incluir prendas específicas de vestir1193, así como objetos de
metal1194. De todas maneras, estos últimos objetos no deben ser considerados
como bienes de excepcional calidad ni propios de la clase más pudiente, sino que
actúan simplemente como complemento de los bienes básicos1195.
Siempre en relación con el precio de los niños, es interesante hacer una dife-
renciación dentro del ámbito mesobabilónico entre archivos sexo/edad de los
vendidos. En primer lugar, y de manera general, se constata que en Ur, así como

Diakonoff (Warmister: Aris & Phillips Ltd, 1982), 271; Gurney, The Middle Babylonian Legal
and Economic Texs from Ur, 14–15.
1187 BE 14 128a: 14: [9] ˹GÍN˺ KÙ.BABBAR. Sobre las relaciones monetarias entre

siclos de oro, plata y plomo, véase un análisis en Müller, “Gold, Silber und Blei”.
1188 En las listas de vendidos, como MUN 8 y PBS 13 64 + MUN 9, no se desglosa el

precio total en bienes, sino que se consigna directamente el valor monetario de los mis-
mos.
1189 Cf. textos con asterisco (*) en la tabla 23.
1190 Asnos (ANŠE), bueyes (GU4), vacas (ÀB), vacas lecheras (ÀB.GA), ganado va-

cuno (GU4 ÁB), etc.


1191 “Prendas” en sentido general (túgmuḫtillû), chales (túgSIG), camisas (túgGÚ), mantos

(túgAN.TA.DUL), capas pesadas (tùgDÙG muḫtille), etc. UET 7 26 es el único ejemplo en el


que el niño es vendido solamente a cambio de prendas de vestir, sin nombrarse en ningún
momento su valor monetario equivalente: ll. 7–8: ki-i ˹5 TÚG˺.ḪÁ
m.dSUKKAL.DUB.NUMUN a-na mki-˹rim˺-mu-˹ša˺ id-˹di-in˺, “SUKKAL-šapik-zēri dio (el

pequeño Indalik-Bēl) a Kirimiša por cinco vestimentas”.


1192 Grano en general (ŠE.GUR), aunque especialmente cebada (ŠE.BAR), aceite

(Ì.GIŠ), etc.
1193 túgtūnšu, túgkabrum, etc.
1194 Dagas de bronce (gírGAG ZABAR).
1195 Aún así, la “daga puntiaguda de bronce” (gírGAG ZABAR) de MRWH 7: 5 tie-

ne un valor de ½ siclo de oro. Este precio es semejante al de cada vaca lechera del mismo
documento: l. 3: 2 ÀB.GA ki-i 1 GÍN KÙ.GI, “dos vacas lecheras por 1 siclo de oro”. Por
tanto, el cuchillo de bronce actuaría sin duda alguna como un bien de relativa importan-
cia. Para un breve análisis y bibliografía sobre bienes de primera necesidad y de prestigio,
aunque refiriéndose al 1.er milenio a. C., véase Péter Vargyas, “Preise. B”, RlA 10 (2005):
611–14.
278 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

en el ejemplo BaM 13/1 de Tell Imliḥiye, el precio pagado por los niños es
mayor que el pagado en Nippur1196. Por otra parte, y esta vez refiriéndose a
ambos archivos, podemos argumentar que cuanto mayor sea el niño, más alto es
su precio1197, y que los varones cuestan más que las mujeres1198. Ninguno de los
dos puntos deben sorprendernos, ya que el objetivo que se desprende de la do-
cumentación mesobabilónica a la hora de comprar un niño es el de servir como
esclavo, y la fuerza física jugaría sin duda un papel importante en este sentido.
Por último, y a falta de más documentos con los que comparar el fenómeno,
podemos proponer provisionalmente y de forma general que los niños vendidos
en grupo costarían menos que los vendidos individualmente. Sin embargo, el
único archivo en el que se puede constatar y comparar este fenómeno es Nippur,
donde contamos con varias ventas de ambos tipos. Allí, donde una joven

1196 Sobre los precios pagados por los pequeños en estos documentos véase
Petschow, “Die Sklavenkaufverträge”.
1197 Aunque este hecho se aprecie claramente en varios documentos, sirva de ejem-

plo el texto de Nippur MRWH 1. En él, un joven (GURUŠ.TUR) es vendido por 8 siclos
de oro (ll. 1–2), mientas que un chico aún más joven (GURUŠ.TUR.TUR) es vendido
por 6 siclos de oro (ll. 3–4) (contra Gurney [The Middle Babylonian Legal and Economic Texs
from Ur, 15], quien presenta a ambos jóvenes con diferente precio pero idéntica denomi-
nación: GURUŠ.TUR). Otro ejemplo que merece la pena ser reseñado en este sentido es
el que ofrecen los documentos de Ur UET 7 21 y UET 7 22, relacionados entre sí. Como
se ha visto, en ellos actúan prácticamente las mismas personas: niño vendido, comprador,
casi todos los vendedores, testigos, etc. Sin embargo, el precio del —mismo— niño en
UET 7 21, anterior en el tiempo, es considerablemente menor que en UET 7 22: de 7½
se pasa a 11 siclos de oro. Quizás para incrementar el precio del niño habría más razones
que las que nos exponen ambos documentos, pero la información con la que contamos
hace relacionar directamente la edad del vendido con el precio del mismo. Lamentable-
mente, no podemos saber cuánto tiempo pasó exactamente entre ambos contratos,
debido al mal estado del final del reverso de UET 7 22, donde probablemente se encon-
traría la datación (l[l]. 18’–[19’]).
1198 Este hecho se puede constatar bien en las listas de varias personas vendidas,

aunque también en las ventas individuales, como en la compra de una recién nacida en
BE 14 7 por tan solo 3 siclos de oro. A modo de ejemplo, en PBS 8/2 162 se vende un
joven (GURUŠ.TUR) por 7 siclos de oro. Otras dos muchachas (SAL.TUR) son vendi-
das por 6 siclos de oro cada una. Ambas denominaciones, aunque perteneciendo cada
una a un género distinto, son equivalentes entre sí (Brinkman, “Sex, Age, and Phisycal
Condition Designations”, 2–4). Tomando como base la relación entre sexo de vendidos y
precio, y al contrario que Sassmannshausen (Beiträge, 211–12), quien no añade nada al
respecto, podemos proponer las restituciones de MUN 8 (precio) y PBS 13 64 + MUN 9
(denominación de vendidos) (cf. tabla 23). De todas formas, el que por los esclavos varo-
nes se pague más que por las mujeres no es solo característico de las ventas de niños, sino
que también se constata en las ventas de adultos a lo largo del todo el Próximo Oriente
antiguo. Al respecto véase una comparativa de precios en Mendelsohn, Slavery, 117–18.
Ventas de niños 279

(SAL.TUR) vendida sola cuesta 12 ¾ siclos1199, otra joven de las mismas carac-
terísticas (SAL.TUR), si se vende en grupo, costaría 51200 o 61201 siclos. Se daría
por tanto una especie de descuento por comprar un grupo, en el que al menos
una persona de las vendidas en listas como MUN 8 o PBS 13 64 + MUN 9,
resultaría gratis para el vendedor que adquiriera varios sujetos a la vez1202.
En la documentación de Mittani se aprecian características distintas a las
que encontramos en la Babilonia casita en lo que se refiere al precio de los niños
vendidos. En Nuzi encontramos dos que no son típicos contratos de ventas, sino
más bien procesos judiciales en torno a dicha cuestión: EN 9/1 409 y HSS 19
1251203. Así, se preven varias disposiciones sobre el pasado y el futuro de la
transacción, pero sin consignarse en ningún momento el precio total de las pe-
queñas vendidas1204. En HSS 19 115 tampoco se menciona el precio del “esclavo
de dos codos”1205, ya que se trata de una operación de trueque entre dos partes
(§6.2). Por el contrario, los documentos YBC 5143 y BM 17600 sí presentan el
precio de los vendidos. En el primer ejemplo el pequeño que deberá ser entrega-
do cuesta 30 siclos de plata. En el segundo caso encontramos un esquema que en
nuestros corpus solo se repite en el documento emariota Hir 20: se consignan los
diversos bienes pagados por el niño, pero no el precio total1206.

1199 MRWH 7.
1200 PBS 13 64 + MUN 9.
1201 PBS 8/2 162.
1202 Aún con el peligro que conlleva comparar precios de lugares y ambientes distin-

tos, incluso siendo casi contemporáneos, véase que en Ur el niño más barato (LÚ.TUR,
todos vendidos individualmente) costaba 7½ siclos de oro (UET 7 21), mientras que en
Nippur el precio de los mismos niños (GURUŠ.TUR) vendidos en grupo ronda los 7
(PBS 8/2 162) y sobre todo 5 siclos de oro (BE 14 1, [MUN 8], PBS 13 64 + MUN 9).
Las características de LÚ.TUR y GURUŠ.TUR son idénticas, y la distinta denomina-
ción responde simplemente a una tradición escribal distinta entre Ur y Nippur
respectivamente (Tenney, Life at the Bottom, 33). Lo mismo ocurre con el caso de las muje-
res (SAL.TUR), vendidas de manera individual en Ur por 8 (UET 7 25) y 12 siclos de oro
(UET 7 24), y en Tell Imliḥiye por 10 siclos (BaM 13/1), mientras que en las listas de
Nippur, con idéntica denominación (SAL.TUR), las encontramos por 6 (PBS 8/2 162) o
5 siclos (PBS 13 64 + MUN 9).
1203 Algo similar a lo que ocurre con el documento mesobabilónico inédito, de época

de Kadašman-Enlil I, Ni. 1854.


1204 Por ejemplo, Tiwirra, vendedor de una niña en HSS 19 125, dice (ll. 4-6): “De

Ilaya, hijo de Ḫapira, he tomado el precio por una esclava, la cual tiene por estatura dos
codos y un kinṣu” ([ši-im]-˹šu˺ ša ˹1 GEMÉ ša˺ 2 i-na <am>-ma-ti ù ma-la ki-i[n-ṣí] [a-šar]
˹m˺DINGIR-a-a DUMU ḫa-pí-ra [e]l-te-qè-mi).
1205 HSS 19 115: 6–7: ˹ÌR˺-du4 ša 2-na am-ma-ti.
1206 Aunque el documento BM 17600 tenga la mayor parte del reverso ilegible, pa-

rece poco probable que en esa parte de la tablilla se expresara el valor monetario total de
280 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Por su parte, en Alalaḫ el joven vendido en AlT 69 tiene un valor de 5½ ta-


lentos de cobre. Sin embargo, AlT 70 presenta una mujer (SAL-tum) comprada
por 1.000 siclos de plata refinada1207. Teniendo en cuenta que el precio de los
esclavos en Alalaḫ oscila entre los 25 y 50 siclos de plata1208, esta cantidad parece
desorbitada. La mayoría de autores han propuesto la existencia de un error
escribal en la suma total1209. Bunnens, por su parte, cree que dicha cifra podría
ser real, constituyendo la esclava un producto de lujo, destinada a satisfacer las
distracciones de un hombre tan rico como el maryannu de Alalaḫ Ilimilimma
(§6.4)1210. Von Dassow, quien se muestra de acuerdo con Bunnens, propone
como otra posibilidad que la suma de 1.000 siclos de plata actuara como una
redención de miembros capturados de su familia1211.
Respecto a la documentación siria de ventas de niños, se constata una dife-
rencia sustancial del precio pagado en relación con otros ábitos de estudio1212.
Los pagos se realizan normalmente en siclos de plata. Proporcionalmente, la
mayor cantidad pagada por una joven son 42 siclos de plata (E6 7), mientras que
en E6 217 se venden cuatro niños pequeños por 60 siclos de plata1213 y en E6

la niña vendida, ya que ese sería un lugar reservado para testigos, sellos y otro tipo de
fórmulas y expresiones.
1207 AlT 10: 1 li-im KÙ.BABBAR ṣár-pi. La interpretación tradicional de esta mujer

como una joven vendida hace que la incluyamos en nuestro repertorio. Aún así, en este
caso debemos ser sumamente cautos, puesto que es posible que nos encontremos ante una
mujer que ya ha pasado la adolescencia (SAL-tum=šinništu).
1208 Al respecto véase Niedorf, Die mittelbabylonischen Rechtsurkunden, 320.
1209 Ephraim Avigdor Speiser, JAOS 74 (1954), 24; Isaac Mendelsohn, “On Slavery

in Alalakh”, IEJ 5 (1955): 68, n. 25; Klengel, “Zur Sklaverei”, 12; Geschichte Syriens im 2.
Jh. V.u.Z. Teil 1- Nordsyrien, Deutsche Akademie der Wissenschaften zu Berlin. Institut für
Orientforschung. Veröffentlichung 40 (Berlín: Akademie Verlag, 1965), 243, n. 37;
Burkhart Kienast, “Kauf. E”, RlA 5 (1980): 539; Hoftijzer y van Soldt, “Texts from Uga-
rit”, 203, n. 38; Ignacio Márquez Rowe, “A Number of Measure? The Hurrian Gloss in
AlT 46”, ZA 87 (1997): 253, n. 11.
1210 “Qu’a-t-elle donc de si extraordinaire? Sa beauté? Son talent? S’agit-il d’une

“artiste lyrique” de valeur exceptionnelle?” (Bunnens, “Ilim-Ilimma, fils de Tuttu”, 8).


1211 Von Dassow, State and Society, 296. Sin embargo, en ese caso, como la misma von

Dassow puntualiza (ibíd. 296, n. 93), esperaríamos que la persona vendida presentara un
antropónimo. Sobre estos aspectos de AlT 70 véase Niedorf, Die mittelbabylonischen Rechtsur-
kunden, 320, l. 10.
1212 Según el estudio, basado en la documentación Emar, de Arnaud, “Humbles et

superbes”, 3ss.
1213 En E6 217 se nos informa que en un anterior contrato (E6 216, donde no se con-

signa el precio de la niña) se había vendido a Ba’ala-bia por 30 siclos de plata (dinero que
por otra parte no fue abonado, véase E6 217: 11–14). Esta muchacha entra en el global
de la venta en E6 217, junto con sus tres hermanos menores, sin especificarse el precio
concreto de cada uno de ellos. De todas maneras, y teniendo en cuenta el valor anterior
de Ba’ala-bia (30 siclos de plata), parece claro que ésta tendría más valor que sus herma-
Ventas de niños 281

211 la cantidad asciende a 1201214. El precio del vendido en E6 83 son 9 siclos de


plata, y en el documento de Tuttul KTT 382 ascienden a 11. Probablemente
algo parecido costaría el joven vendido en ASJ 10/E, pero esa parte del texto se
encuentra dañada1215. Como veremos (cf. tabla 23), Hir 20 desglosa el precio
pagado por la joven vendida, pero no expresa la suma total en valor monetario1216.
Los factores económicos juegan por tanto un papel fundamental en los con-
tratos de ventas de niños analizados. Las diferencias entre las distintas realidades
(babilónica, mittania y siria) son evidentes, aún refiriéndose al mismo fenómeno
y con idénticos actores en el acuerdo. En Ur, por ejemplo, poseemos varios
contratos de similar tradición escribal (fórmulas, expresiones, etc.), y donde el
patrón oro está generalizado: se enumeran varios bienes —precio de la com-
pra— y se da su valor total en siclos de oro. Lo mismo ocurre en las ventas
individuales —como en Ur— de Nippur y Tell Imliḥiye. La excepción en este
sentido la constituyen las listas de vendidos conjuntamente. En estos documentos
no se desarrolla el precio, sino que se da su valor monetario en siclos áureos, que
sería presumiblemente lo que en realidad se abonaría al vendedor en dichos casos.
Asimismo apreciamos diferencias de precios entre jóvenes y menores y entre
niños y niñas (de más a menos precio respectivamente en ambos casos), aspecto
que también se puede constatar en Emar.
En Mittani y Siria la cuestión del precio de los niños se aborda de distinta
manera. En ninguno de ambos ámbitos existe el patrón oro, y si se consigna el
desglose de lo pagado por el joven, no se expresa su equivalencia ni en oro ni en
plata (BM 17600 y Hir 20). La documentación de estas dos realidades es menor
proporcionalmente a la que encontramos en el sur de Mesopotamia. Aún así, y a
partir del material disponible, podemos concluir que los precios para los niños
en Mittani y Siria son más bajos que lo que constatamos en Ur, Nippur y Tell
Imliḥiye1217. Dejando a un lado el caso de Nuzi, donde solo en dos documentos

nos, quizás por ser la mayor de todos. Con ello se apoyaría la teoría defendida en la
documentación casita, en la que hemos visto que cuanto mayor sea el vendido, más caro
resultará.
1214 E6 211 es el documento emariota de venta de esclavos, y entre ellos esclavas, en el

que más dinero se transfiere del comprador al vendedor (cf. Justel, La capacidad jurídica, 240).
1215 ASJ 10/E: 6: [a-na x G]ÌN ˹KÙ.BABBAR.MEŠ˺, “[por x si]clos de ˹plata˺”.
1216 Aunque sí encontramos la expresión a-na ŠÁM.TIL.LA.ÀM, “por su precio total”

(l. 4). El montante total sería sin duda superior a 15 siclos de plata, ya que esta cantidad es
uno de los bienes que se enumeran, junto a un asno y 500 siclos de cobre (ll. 3-4).
1217 Si tenemos en cuenta la relación de 1–4 entre siclos de oro y de plata, solo los

textos YBC 5143 (30 siclos de plata = 7½ de oro) E6 7 (42 siclos de plata = 10½ de oro ),
E6 211 (120 siclos de plata = 30 de oro) y, el en este aspecto controvertido, AlT 70 (1.000
siclos de plata refinada=250 siclos de oro), podrían compararse a los documentos casitas
en cuanto al precio de los vendidos. Por otra parte, a la hora de analizar esta diferencia
282 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

—YBC 5143 y BM 17600— se menciona el precio, en los documentos de Alalaḫ


y sirios esto se puede explicar fácilmente a la luz de la crisis generalizada, que
obligaría a mucha gente a vender niños —generalmente sus hijos— por una
cantidad ínfima.
Texto Denominación Precio varón Precio mujer
9 siclos de oro
UET 7 2 LÚ.TUR
blanco
UET 7 21* LÚ.TUR 7 ½ siclos de oro
UET 7 22* LÚ.TUR 11 siclos de oro
[12 siclos de oro
UET 7 23* LÚ.TUR
blanco]
12 siclos de oro
UET 7 24* SAL.TUR
blanco
UET 7 25* SAL.TUR 8 siclos de oro
UET 7 26 DUMU NPF 5 prendas de vestir
UET 7 27* SAL.TUR 10 siclos de oro
GURUŠ TUR 8 siclos de oro
MRWH 1
GURUŠ TUR.TUR 6 siclos de oro
MRWH 7* SAL.TUR 12 ¾ siclos
BaM 13/1* SAL.TUR 10 siclos de oro
BE 14 1* [GURUŠ.TUR] 5 siclos de oro
BE 14 7 DUMU.SAL.GABA 3 siclos de oro
BE 14
SAL ṣe-ḫe-er-tu4 9 siclos de plata
128a*
GURUŠ TUR 7 siclos de oro
PBS 8/2
SAL.TUR 6 siclos de oro
162
SAL.TUR 6 siclos de oro
˹GURUŠ.TUR˺ / [6–7 siclos de oro]
SAL.TUR [5–6 siclos de oro]
SAL.TUR [5–6 siclos de oro]
MUN 8
SAL.TUR DU- [5–6 siclos de oro]
MU.SAL.GABA [3–4 siclos de oro]
DUMU.SAL.GABA [3–4 siclos de oro]

de precios entre el reino casita y los Mittani y Siria de la época, hay que tener en cuenta
el contexto económico de cada ámbito (por ejemplo, a partir de la documentación casita
no se desprende la idea de una crisis tan acusada como en la zona siria).
Ventas de niños 283

Texto Denominación Precio varón Precio mujer


[GURUŠ TUR] 5 siclos de oro
[GURUŠ TUR] 5 siclos de oro
[DUMU.GABA] 4 siclos de oro
[DUMU.GABA] 4 siclos de oro
[DUMU.GABA] 4 siclos de oro
PBS 13 64
SAL.TUR 5 siclos de oro
+ MUN 9
SAL.TUR 5 siclos de oro
SAL.TUR 5 siclos de oro
SAL.TUR 5 siclos de oro
[DUMU].SAL.GABA 4 siclos de oro
CBS 10733 [SAL.TUR] 4 siclos de oro
GURUŠ TUR
B.143 +
SAL.TUR 1 siclo y 50 minas de cobre (por todos)
B.227
SAL.TUR
146 siclos [de oro]
DUMU.GABA
Ni. 1574 (por todos, incluídos
DUMU.GABA
otros seis adultos)
GURUŠ.TUR 7 siclos de oro
GURUŠ.TUR 7 siclos de oro
GURUŠ.TUR 7 siclos de oro
DUMU.GABA 6 siclos de oro
Ni. 1854 DUMU.SAL.GABA 6 siclos de oro
DUMU.SAL.GABA 6 siclos de oro
DUMU.SAL.GABA 6 siclos de oro
DUMU.SAL.GABA 6 siclos de oro
[DUMU.SA]L.GABA 2 siclos de oro
Ni. 6192
[DUMU.SA]L.GABA 2 siclos de oro
16 siclos de oro y 15
GURUŠ.TUR
Ni. 6558 siclos de plata
GURUŠ.TUR
(por ambos)
EN 9/1 409 GEMÉ ---
HSS 19 115 ˹ÌR˺-du4 ---
HSS 19 125 GEMÉ ---
lu-ú ṣú-ḫa-ru ù lu-ú ṣú-ḫa-
YBC 5143 3 siclos de plata (por un chico o una chica)
ar-tu4
30 minas de plo-
mo, 7 imēru de
BM 17600 DUMU.SAL
cebada, 5 ovejas
(no se dice el total)
E6 7 DUMU 42 siclos de plata
E6 83 DUMU.SAL ša GABA 9 siclos de plata
284 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Texto Denominación Precio varón Precio mujer


42 siclos de plata
E6 118 DUMU
(incluídos los padres)
DUMU.MEŠ 120 siclos de plata (por todos, incluídos los
E6 211
D[UMU.SAL.MEŠ] padres)
DUMU.MEŠ /
DUMU.SAL.MEŠ (una 60 siclos de plata (por todos)
E6 217
también DUMU.SAL
GAB)
ASJ 10/E DUMU […] siclos de plata
15 siclos de plata,
1 asno, 500 siclos
Hir 20 DUMU.SAL (GEMÉ)
de cobre (no se
dice el total)
70 siclos de plata
AuOr 5/11 DUMU.SAL (incluídos los
padres)
5 ½ talentos de
AlT 69 ṣú-ḫa-ru
cobre
1.000 siclos de
AlT 70 SAL-tum
plata refinada
11 siclos de plata
KTT 382 [DUMU.SAL]
refinada
Tabla 23. Precios de los niños vendidos
(con * cuando se presenta el valor monetario y también se desglosa en bienes diversos)

6.6. CAUSAS Y OBJETIVOS DE LAS VENTAS DE NIÑOS


Generalmente una venta de cualquier bien implica la necesidad, imperiosa o no,
por parte del vendedor de realizar dicha transacción. Esta característica también
se dará en las ventas de personas, incluyendo en ellas a los niños y jóvenes. Aho-
ra bien, ¿por qué vender niños? ¿Cuál era el objetivo de vendedores y
compradores? ¿En qué afectaba al pequeño vendido? A continuación se presen-
tan algunos comentarios sobre estas cuestiones, exponiendo las principales
causas, consecuencias y objetivos perseguidos a partir del contrato de venta de
uno o varios niño.
CAUSAS Y CONSECUENCIAS PARA COMPRADORES Y VENDEDORES
En mayor o menor medida las razones económicas siempre están presentes a lo
largo de la documentación del Bronce Reciente sobre ventas de niños. La conse-
cuencia más inmediata tras la creación del contrato es siempre la transferencia
de bienes —generalmente dinero— del comprador al vendedor a cambio del
niño. El principal objetivo que se desprende a partir de estos documentos es, por
Ventas de niños 285

parte del vendedor, el de ganar una cierta cantidad de dinero; por parte del
comprador, hacerse con un niño que pudiera desempeñar una labor por lo ge-
neral de carácter servil.
Las actividades que desarrollarían los niños tras su compra (y, por tanto, las
consecuencias de ésta) estarían relacionadas asimismo con el mundo de la eco-
nomía: el trabajo de los pequeños, fuera cual fuera la esfera en que se llevara a
cabo, tendría como objetivo principal incrementar la producción del comprador,
o simplemente aumentar su bienestar en el hogar. En este apartado se inscribi-
rían indudablemente personajes importantes dedicados entre otras actividades a
la compra-venta de niños. Šamaš-ēṭir en Ur, Enlil-Kidinnī en Nippur, Ba’al-
qarrād y Ba’al-malik en Emar o Ilimilimma en Alalaḫ (§6.4) podrían considerar
dicha tarea como fin o complemento de sus negocios, pero más probablemente
como una labor pública1218.
Aún así, la figura en la que más significativas y evidentes son las causas para
vender a los niños es la del propio vendedor. Es él quien se ve obligado, por unas
razones determinadas, a tener que prescindir de lo que antes le pertenecía, gene-
ralmente sus hijos. Así pues, hay varias causas relacionadas con la economía
familiar que conducen al esta figura a vender jóvenes, pero generalmente éstas
tienen que ver con un ambiente de crisis.
Los documentos no explicitan claramente las razones concretas para vender
a los niños, pero varios factores nos pueden dar la clave para interpretar el fe-
nómeno. En primer lugar, el hecho de que los padres vendan sus hijos implica
una necesidad imperiosa de hacerlo. Los recursos económicos de la familia con
nivel medio durante el fin del Bronce Reciente, especialmente en Siria1219, no
era boyante. En este contexto se dieron épocas de hambrunas bien atestiguadas,
lo que conducía en ocasiones al tipo de servidumbre conocida como “esclavitud
por hambre”1220. Los padres que vendían sus hijos no solamente se proveían
legalmente de cierto dinero, que sin duda les ayudaría en esos momentos críti-
cos, sino que asegurarían a sus hijos una manutención que ellos no podrían
dispensarles1221.

1218 En este sentido véase en especial el caso del šandabakku de Nippur, Enlil-Kidinnī.
1219 Aunque también en Babilonia y antes en Nuzi.
1220 Sobre este fenómeno (“Enslavement for famine”) véase Westbrook, “Slave and

Master”, 1645–46.
1221 La legalidad de estas ventas en casos de extrema necesidad tiene paralelos en

otros ámbitos de la Antigüedad. Sirva como ejemplo un caso de la Tebas alejandrina, en


el que un padre vende a su hijo, en William Linn Westermann, The Slave Systems of Greek
and Roman Antiquity (Filadelfia: American Philosophical Society, 1955), 6.
286 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Por otra parte, cabría la posibilidad de que se vendieran los hijos para poder
pagar las deudas en las que los padres habrían incurrido1222. En los contratos
próximo-orientales antiguos de venta en relación a la “esclavitud por deudas” se
suele enfatizar la naturaleza voluntaria de la venta por parte del deudor. Si bien
dicha característica se cumple en nuestro corpus de ventas infantiles, ese fenó-
meno se da especialmente cuando el deudor se vendía a sí mismo1223, fenómeno
diferente al de nuestro corpus1224.
Es obvio que las causas de carácter económico para vender y comprar un ni-
ño difieren del punto de vista respectivo del vendedor y comprador. La situación
del primero puede variar entre la obligatoriedad de vender jóvenes —caso de los
padres— y su deber profesional —caso de comerciantes o gente ligada a la ad-
ministración pública. Los compradores, por otro lado, poseen suficientes
recursos económicos como para hacerse con el servicio de los menores.
Las consecuencias son evidentes, y desde el punto de vista económico positi-
vas para ambas las partes. Los vendedores logran dar salida a una situación en
ocasiones económicamente insostenible. Los padres que juegan ese rol también
se asegurarían de que sus hijos tuvieran cubiertas las necesidades básicas para
vivir1225. Por otro lado, los compradores obtienen un recurso humano capaz, casi
siempre1226, de producir y satisfacer sus necesidades diarias.

1222 Como apunta Westbrook, “If a debt fell due and the debtor was unable to pay,

the creditor could seize goods or members of the debtor’s family in order to force him to
pay the sum owing” (Westbrook, “Slave and Master”, 1643).
1223 Ibíd., 1643.
1224 Además, en la Babilonia casita, y con las dudosas excepciones de los documentos

inéditos CBS 11106 y Ni. 2885, no parece haber existido el fenómeno de la esclavitud por
deudas (Tenney, Life at the Bottom, 128). En Emar, sin embargo, la mayoría de los ejemplos
de paso de condición de libre a esclavo tendría relación con las deudas, el hambre o
ambas (Westbrook, “Emar and Vicinity”, 664). Un ejemplo en este sentido se encuentra
en el documento emariota E6 205, en el que dos hijos (quizás niños) pasan a ser esclavos
tras la muerte de su padre, quien tenía una deuda con su acreedor. Nótese que ambos
hijos entran en la esfera de la esclavitud voluntariamente (según la reconstrucción de
Arnaud [Recherches au Pays d’Aštata. Emar VI.3, Textes sumériens et accadiens, Synthèse 18
[París: Éditions Recherche sur les Civilisations, 1986], 216], l. 12: iš-tu [ra-ma-ni-šu-n]u a-
na ÌR-ut-tu-ia it-ta! a[r-bu], “han entrado voluntariamente bajo mi servidumbre”]).
1225 Especialmente alimentación y ropa, además de algún tipo de formación profe-

sional.
1226 La compra de niños lactantes no implica que en el momento del contrato dichos

individuos constituyeran un elemento productivo. Sin embargo, hay que tener en cuenta
que estos recién nacidos son vendidos en todas las ocasiones (excepto en los ejemplos
emariotas inmersos en fuerte crisis E6 83 y E6 217) junto con otros miembros, tanto
jóvenes como adultos (cf. tabla 23).
Ventas de niños 287

CAUSAS Y CONSECUENCIAS PARA EL NIÑO VENDIDO


Separadamente hay que destacar la figura del niño, quien juega en estos contra-
tos un rol económico básico. Su venta es la resulta del acuerdo entre los adultos,
y él mismo se constituye involuntariamente como el bien en torno al cual se
desarrollan los acuerdos. Es por tanto un elemento económico productivo para
ambas partes, pero su consecuencia personal inmediata no tiene tanto que ver
con beneficios económicos como con el cambio social de estatus resultante.
A partir de la venta, el niño pasa a depender automáticamente del compra-
dor. La esfera legal en la que sumergen la mayoría de los vendidos de nuestro
corpus no se define de manera concreta, pero este tipo de contratos equivaldría
con gran probabilidad a una entrada en semi-servidumbre o servidumbre. Aún
así, es complicado adscribir a estos jóvenes en un grupo específico u otro. En este
sentido, Chirichigno clasificó hace años la sociedad mesopotámica en tres estra-
tos y clases sociales diferenciados1227:

(1) Personas libres: sacerdotes, nobleza, oficiales, comerciantes y terratenientes.


(2) Personas semi-libres: individuos que trabajaban para los hogares relaciona-
dos con el Estado (templo, palacio, etc.) pero sin controlar los sistemas de
producción.
(3) Esclavos en sentido general: propiedad de sus dueños, cautivos extranjeros,
etc.

¿En qué grupo de los anteriores se deberían clasificar a los niños vendidos?
Parece claro que deberemos eliminar de nuestro discurso el primero de ellos, al
que solamente pertenecerían algunos de los compradores y vendedores de nues-
tros contratos. La terminología empleada en los textos casitas de ventas de niños,
así como la de Nuzi, Alalaḫ y Emar, apunta a una condición del niño más cer-
cana a la servidumbre. Sin embargo, es difícil aseverar si pertenecerían a los
estratos (2) o (3) de la clasificación anterior.
Si bien en cada documento y ámbito en que nos encontremos se podría
concebir la situación jurídica de figura del vendido de forma diferente, preferi-
mos englobar a estos niños en el segundo y último grupo en que Gelb clasifica,
en clave económica, la sociedad mesopotámica1228:

1227 Chirichigno, Debt-Slavery, 49–50. En la misma línea véase Mendelsohn, “Free Ar-

tisans”, 26.
1228 Gelb, “Definition”, 293–94. Esta desaparición de la clase media también había

sido defendida por Bruno Meissner (Babylonien und Assyrien I [Heidelberg: Carl Winter
Universitätsbuchhandlung, 1920], 385) para el período neobabilónico.
288 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

(1) Clase alta: personas que controlan los mecanismos de producción.


(2) Resto de la población: trabajadores dependientes: siervos, esclavos, campe-
sinado libre, etc.

Nuestra propuesta para la mayoría de estos niños vendidos es no identificar-


los automáticamente con esclavos condenados a sufrir trabajos forzosos, sino
quizás más bien con siervos cuya actividad se desarrollaría de forma general en
hogares1229 y ámbitos tanto de carácter privado como público. De esta manera el
joven seguiría considerándose un producto para su nuevo dueño, incluso pu-
diendo éste volver a venderlo, pero su función no conllevaría probablemente un
importante gasto de fuerza física, sino un trabajo cotidiano de servicio en casas
particulares, templo o palacio1230. Habría sin duda una diferencia social y eco-
nómica entre varios tipos de esclavos, como ocurre en otros ámbitos de la
Antigüedad1231, pero el desconocimiento de las actividades de los vendidos tras
cada contrato nos impiden corroborar totalmente esta hipótesis.
Las consecuencias de estos contratos tampoco serían iguales para hombres y
mujeres vendidos. En el primer caso se buscarían quizás los trabajos más pesa-
dos en ámbitos familiares o en relación con instituciones políticas y religiosas1232.
Si bien las mujeres también podrían servir en ámbitos similares, no se debe
desechar la posibilidad de que compartieran dicha función con el de concubinas
de sus dueños, fenómeno atestiguado en las ventas de niñas en el Próximo
Oriente antiguo1233.
Es posible que las consecuencias sociales para los niños vendidos de forma
individual fueran diferentes en comparación con los vendidos, en listas, junto
con sus familiares u otras personas1234. Ello es visible a la luz de los textos meso-

1229Entendiéndose el concepto de “hogar” en sentido abstracto (inglés household).


1230Parece lógico pensar que si un comprador necesitaba un sujeto para ayudarle en
trabajos pesados, preferiría comprar un joven (siempre varón) más cercano a la adultez.
Además, el tipo de personas sometidas a trabajos forzados se contempla en otro tipo de
documentación con características diferentes (§5.2).
1231 En este sentido, para la Roma antigua véase Keith R. Bradley, Slavery and Society

at Rome (Cambridge: Cambridge University Press, 1994).


1232 Como se ha apuntado (§6.4), es posible que una de las actividades del šandabakku

de Nippur Enlil-Kidinnī fuera adquirir jóvenes esclavos que sirvieran en el palacio o


templo.
1233 Aún así, en las ventas de mujeres menores con ese objetivo se expresaba nor-

malmente el propósito de emplearla también como concubina (Mendelsohn, Slavery, 8),


algo ausente en nuestro corpus.
1234 Una possible excepción se podría haber encontrado en el documento emariota

E6 217, con el caso de los probablemente gemelos Ba’al-bēlu e Išma-Dagan, sobre los que
Cohen (“Feet of Clay”) interpretó en un primer momento que habrían devenido escribas.
No obstante, el mismo autor, basándose en detalles epigráficos y al hablar de los dos
escribas que portan idéntico nombre al de los vendidos en E6 217, cambia su opinion,
Ventas de niños 289

babilónicos, donde encontramos ambas tipologías. En el caso de ventas indivi-


duales, los documentos se detienen en las caraterísticas del niño vendido
(estatura, procedencia, etc.). La designación en ocasiones de “naturales del país
de Karduniaš”, “de Kaššû o “de Aššur”1235 podría implicar una categoría espe-
cial de los vendidos (§6.2).
En el primer caso, los niños son calificados como “procedentes de Karduni-
aš”1236. Si bien en esta época la dinastía casita controlaba políticamente el reino,
la gran masa de población era de origen babilónico1237. Por tanto, teniendo en
cuenta que la sociedad sería mayoritariamente babilónica, es difícil pensar que el
apelativo de “babilónico”, referido a niño o adulto, poseyera connotaciones
negativas e hiciera referencia al esclavo de más bajo rango. En el último supues-
to, si el vendido hubiera sido de procedencia babilónica dicho origen se habría
probablemente obviado.
Además, nuestra tesis de identificación de estos niños con siervos más que
con esclavos tiene paralelos en el Próximo Oriente antiguo. En general, Gelb
identifica a los esclavos (inglés chattel slaves) como extranjeros, mientras que los
siervos (inglés serfs) serían de origen nativo1238. El presente caso de niños natura-
les de la región de Karduniaš sigue el segundo patrón, puesto que se venden en
el propio país de Babilonia. Además, Gelb equipara el concepto de “siervo” con
el logograma GURUŠ, término que encontramos en nuestras ventas infanti-
les1239.
Especialmente significativos en este sentido son los ejemplos de niños proce-
dentes de Kaššû (BaM 13/1) y Aššur (B.143 + B.227). De forma general se
puede afirmar que los casitas y asirios son los únicos grupos minoritarios de la
sociedad mesobabilónica que no están relacionados de forma directa con traba-
jos forzados bajo el poder de instituciones babilónicas controladas por casitas1240.
Poseemos por consiguiente varios ejemplos que no desmienten la relación entre

aseverando con posterioridad que “these two students were not the same as the two boys
bought into slavery” (Cohen, The Scribes and Scholars, 132; cf. 174, n. 75). Corríjanse, por
tanto, interpretaciones posteriores como las de Fijałkowska, Le droit de la vente à Emar, 103,
n. 39.
1235 Aunque en él se vendan tres niños, el documento inédito babilónico B.143 +

B.227 posee las mismas características que las ventas individuales, al igual que el de Ni-
ppur MRWH 1 (dos jóvenes).
1236 Esto es, Babilonia como capital y región
1237 Justel, “La Babilonia casita”, 85.
1238 Gelb, “Quantitative Evaluation”, 204. Como apunta Gelb, los siervos constitui-

rían la mayor parte de la clase trabajadora, siendo cuantitativamente mucho más


numerosos que los esclavos.
1239 Con su equivalente de Ur, LÚ.
1240 Al respecto véase Brinkman, “Administration and Society”, 284–85.
290 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

los términos empleados y el ámbito servil infantil1241, pero probablemente estos


niños no serían esclavos en el sentido más crudo del término1242.
El caso de las ventas conjuntas de niños junto a otras personas podría ser di-
ferente en la percepción de sus contemporáneos. La composición en listas casitas
de hasta veinticinco sujetos (Ni. 6192) recuerda a los documentos de trabajado-
res forzados de Nippur. Si bien en este tipo de textos también se expresan
algunas características de los niños vendidos1243, éstos se enumeran como unos
más, sin recibir una atención especial, y en ningún momento se consigna su
origen. Además, el precio medio pagado por estos niños sería menor que el de
sus contemporáneos en ventas individuales (§6.5). El diferente tratamiento del
que son objeto estos dos tipo de jóvenes vendidos se observa incluso incluso
dentro de las excepciones de este pequeño corpus: en MRWH 1 y B.143 +
B.227, donde se venden dos y tres jóvenes respectivamente, se realiza un trata-
miento más personal de los vendidos1244.
En este sentido hay que recordar el caso atípico, al menos en cuanto a las
fuentes disponibles, de los niños varones vendidos en el documento emariota E6
217: Ba’al-bēlu e Išma-Dagan. Estos dos bebés, probablemente gemelos de un
año, han sido objeto de análisis por parte de Cohen1245. El autor plantea la posi-
bilidad de que ambos niños fueran formados en una escuela escribal, pasando
más tarde a ser verdaderos escribas, como algunos documentos demuestran. Así
pues, su condición de esclavos, puesto que fueron vendidos como tales1246, po-
dría en ese caso suavizarse y tender más hacia la servidumbre que hacia la
esclavitud1247.

1241 LÚ/GURUŠ.TUR, SAL.TUR o ṣeḫru / ṣeḫertu, etc.


1242 El caso de Tell Imliḥiye BaM 13/1 es significativo por el contexto geográfico del
documento. Esta zona del Diyala, incluyendo también los yacimientos de Tell Zubeidi y
Tell Abbas, constituía una unidad rural en época mesobabilónica (Boehmer y Dämmer,
Tell Imlihiye). El archivo hallado en Tell Imliḥiye es de naturaleza eminentemente admi-
nistrativa y familiar (Justel, “La Babilonia casita”, 72), y en él en principio no cabría
esperar la mención a esclavos forzados.
1243 Denominación por sexo y edad, nombre, precio y tipo de relación con otros in-

dividuos.
1244 En el caso de B.143 + B.227, por ejemplo, se consigna el origen del joven vendi-

do (KUR aš-šur).
1245 Cohen, “Feet of Clay at Emar”.
1246 Al respecto véase la expresión de E6 217: 4-5: a-na ÌR-ut-ti […] / […] it-ta-din

(“[los] entregaron en estatus de esclavos”).


1247 Esta hipótesis debe ser tomada como tal, puesto que posteriormente el propio

Cohen (The Scribes and Scholars, 132) admite la posibilidad de que los dos individuos que él
había tomado por los vendidos en E6 217 fueran en realidad otros sujetos llamados asi-
mismo Ba’al-bēlu e Išma-Dagan. De todas formas, son varios los contextos en los que un
esclavo podría desempeñar la labor escribal. En el texto de Nuzi JEN 613, por ejemplo,
Attalimmu, un hombre adulto de origen asirio, entra al servicio (a-na ÌR-ti) de Teḫip-Tilla
Ventas de niños 291

Sea como fuere, y exceptuando los corpora de Nuzi y Siria, donde se expre-
sa que los niños fueron vendidos en calidad de esclavos1248, la documentación
mesobabilónica de ventas infantiles no consigna claramente el estatus de los
niños vendidos. Ello hace que diversos autores pongan al menos en duda la
naturaleza, de esclavos o no, de estos sujetos1249. La tesis que proponemos con
respecto al estatus social de los niños tras su venta1250, y aún teniendo en cuenta
de que cada caso y ámbito documental podrían ser diferentes, se resume en tres
puntos1251:

(1) La capacidad jurídica de los niños vendidos es siempre ínfima. Mientras que
en otros tipos de contratos se contempla la posibilidad de que el objeto del
acuerdo —el niño— quiebre el contrato en el futuro (ejemplo de adopciones in-
fantiles), en las ventas infantiles dicha opción no es nunca contemplada.
(2) Los niños vendidos pasan por tanto de una esfera legal de libertad o semi-
libertad a otra de servidumbre o semi-servidumbre1252.
(3) Los niños vendidos de manera individual entrarían en un estatus de servi-
dumbre privada doméstica (incluyendo B.143 + B.227) o servidumbre estatal
(incluyendo MRWH 1) en relación con palacio o templo, especialmente en
determinados ejemplos mesobabilónicos. Los pequeños vendidos en
largas listas podrían corresponderse con un estrato servil inferior, es-
tando más cercanos a la esclavitud. Existe, por tanto, una diferencia
entre los conceptos “esclavitud” y “servidumbre”, siendo la condición
legal del primero menor que la del segundo.

y trabaja a partir de entonces para él como escriba. Al respecto véase especialmente Paola
Negri Scafa, “Die ‘assyrischen’ Schreiber des Königtums Arrapḫe”, en Hartmut Waetzo-
ldt y Harald Hauptmann (eds.), Assyrien im Wandel der Zeiten, CRRAI 39 (Heidelberg, 1992)
(Heidelberg: Heidelberger Orientverlag, 1997), 123–32.
1248 Cf. tabla 18.
1249 “[…] verkauft wird ein kleines Mädchen (als Sklavin?)” (Karlheinz Kessler,

“Kassitische Tontafeln vom Tell Imliḥiye”, BaM 13 [1982]: 60); “Presumably into slave
status” (Brinkman, “Administration and Society”, 284, n. 6); Sassmannshausen (Beiträge,
203ss) identifica todos los textos de nuestro corpus, tanto ventas individuales como listas
conjuntas, con un estatus de pura esclavitud bajo el epígrafe “Die Mittelbabylonischen
Sklavenkaufverträge”.
1250 Esto es, sus consecuencias a partir del contrato.
1251 Para unas conclusiones más generales sobre las características jurídicas de los ni-

ños vendidos cf. §6.8.


1252 A excepción de los posibles casos de reventa del niño, plausibles en contratos en

los que no intervienen los padres naturales.


292 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

6.7. LAS VENTAS DE NIÑOS DEL BRONCE RECIENTE


EN EL CONTEXTO PRÓXIMO-ORIENTAL ANTIGUO

VENTAS DE PERSONAS
Las ventas infantiles del corpus del Bronce Reciente no deben ser contempladas
ni analizadas como un fenómeno aparte, descontextualizado y sin tradiciones
anteriores y posteriores. El elenco documental estudiado en el presente capítulo
responde a un desarrollo concreto de este tipo de textos, que beberán de una
forma u otra de las tradiciones escribales con origen en los contratos de compra-
venta de diferentes productos ya desde el 4.º milenio a. C.
En este subapartado analizaremos brevemente la naturaleza y desarrollo de
las ventas de personas —entre ellos niños— en las Mesopotamia y Siria antiguas,
desde los albores de la escritura hasta finales del 1.er milenio a. C. En dicho cor-
pus inscribiremos el elenco de ventas de niños estudiadas del Bronce Reciente,
subrayando cómo estas se comportan en el contexto próximo-oriental antiguo.
La obra de referencia sobre ventas en Mesopotamia sigue siendo la de M.
san Nicolò (Die Schlussklauseln der altbabylonischen Kauf- und Tauschverträge), publicada
en 1922 y reeditada por su discípulo H. P. H. Petschow, con la colaboración de
W. Farber, en 1974. En este estudio el autor analiza mayoritariamente los bienes
inmuebles, aunque teniendo en cuenta también los esclavos vendidos, a lo largo
de la Mesopotamia antigua y con especial atención al período paleobabilónico.
Profundiza asimismo en aspectos como el producto vendido, las cláusulas en las
que comprador y vendedor impiden futuras reclamaciones, los tipos de juramen-
tos o los testigos de los acuerdos. Sin embargo, la obra de San Nicolò no ofrece
un análisis global y exclusivo de las ventas de personas en el Próximo Oriente
antiguo1253. Este tema ha sido tratado transversalmente en numerosos estudios
relacionados con la esclavitud1254, pero no ha sido objeto de investigación to-
mando el fenómeno de la venta como punto común de partida y base del análisis.
Los primeros documentos cuneiformes que conocemos datan de mediados
del 4.º milenio a. C., y guardan relación con cuentas de naturaleza económi-
ca1255. El logograma ŠÁM, “precio”, aparece en estos primeros textos del estrato

1253 Tampoco es el objeto preferente de estudio del análisis de Georges Boyer, “Na-
ture et formation de la vente dans l’ancien droit babylonien”, RIDA 2 (1953): 45–85.
1254 Por ejemplo, a lo largo de las obras de Mendelsohn, Slavery; Frans van Koppen,

“The Geography of the Slave Trade and Northern Mesopotamia in the Late Old Baby-
lonian Period”, en Hermann Hunger y Regine Pruzsinszky (eds.), Mesopotamian Dark Age
Revisited: Proceedings of an International Conference of SCIEM 2000 (Vienna 8th–9th November
2002), AÖAW 32 (Viena: Austrian Academy of Sciences Press, 2004), 9–33; Dandamaev,
Slavery in Babylonia. Para las ventas de personas en Emar véase Adamthwaite, Late Hittite
Emar, 133ss.
1255 Al respecto véase especialmente Jean-Jacques Glassner, Écrire à Sumer. L’invention

du cunéiforme (París: Éditions du Seuil, 2000), 87–112.


Ventas de niños 293

IV de Uruk1256. Los productos —trigo, cebada, cerveza, etc.— se consignan de


cara a una óptima organización administrativa. En ocasiones encontramos el
precio de cada producto, lo que implica desde el principio un sistema de com-
pra-venta.
Los contratos de ventas de personas responden a la misma realidad, y pre-
sentan idéntico objetivo con respecto a las ventas de productos: plasmar por
escrito un acuerdo por el cual alguien pasa de un ámbito jurídico a otro, perte-
neciendo a partir de entonces a otra persona o institución. Este fenómeno de
compra-venta de individuos, al igual que el de la esclavitud, está presente en la
documentación también a partir del 4.º milenio a. C.1257, y los contratos serán
desde los orígenes parecidos a los de ventas de productos, incluso en la apariencia
física de las tablillas (punto este último que se puede apreciar en la siguiente fig. 3):

Fig. 3. Copia de dos contratos arcaicos de ventas (ambos anversos), uno de una mujer
(izquierda, RTC 16) y otro de campos (derecha, RTC 15)1258

La información expuesta en estos contratos de ventas de personas solía se-


guir siempre un mismo patrón, parecido al posterior de ventas mesobabilónicas
individuales de niños. Para las diferentes partes, sirva a modo de ejemplo uno de
los documentos sumerios más antiguos sobre ventas de individuos, RTC 16:

1256 Véase la comparación entre el signo sumerio del 4.º milenio a. C. y el clásico
posterior ŠÁM (MEA 187) en Adam Falkenstein, Archaische Texte aus Uruk, Ausgrabungen
der Deutschen Forschungsgemeinschaft in Uruk-Warka, Band 2 (Leipzig: Harrassowitz,
1936), n.º 288. La forma originaria de este sumerograma representa un recipiente lleno
de grano, lo que indicaría que en esta época arcaica la única moneda conocida sería el
cereal (Boyer, “Nature et formation”, 47, n. 2).
1257 Langdon, “Some Sumerian Contracts”, 206.
1258 Copias extraídas de François Thureau-Dangin, Recueil de Tablettes Chaldéennes (Pa-

rís: Ernest Leroux, 1903).


294 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Esquema general1259 RTC 16

(1) Nombre del vendido Ginartapaddan


(2) Nombres de vendedores y
Zanini y “Devota de Ningursu”
compradores
10 siclos de plata, 2 qa de vino mezclado y 2 qa de
(3) Precio
pan
“Si en el futuro se produjera una reclamación […],
(4) Cláusulas sobre la posible
que se mate a cada uno (de los actores del contrato)
ruptura del contrato
con la espada por sus palabras”
(5) Juramentos ---
Girnibadur el comerciante; Burezen el suegro del
sacerdote; Šuldumu […]; Urezida el heredero de
Arabasum; Ennaname el panadero; Kitilanalumepi
(6) Nombres de testigos
el escriba; Enigasud el panadero; la mujer de Din-
girmu, esclavo del sacerdote; Nammagni […];
Šeškisigduli.
“En el tiempo en que Entemena era Ensi de Lagaš y
(7) Datación
Enlitarzi era sacerdote de Ningirsu, en el 19.º año”
Tabla 24. Esquema general de las ventas de personas con la información correspondiente
de RTC 16
En el 3.er milenio a. C. encontramos más ejemplos de ventas de personas. A
partir de época sargónida (ss. XXIV–XXIII a. C.) en este tipo de contratos se
emplea en la parte principal de la venta (apartados anteriores 1–3) el término
sumerio GIŠ.GAN.NA (ac. bukānu). Si bien su significado es el de “mano de
mortero”1260, esta construcción formará parte de la expresión bukānam šūtukum,
literalmente “entregar una mano de mortero”, pero con el sentido de “concluir
una venta”1261. Esta fórmula, presente también en documentos de Ur III (ss.
XXII–XXI a. C.) y de Larsa (ss. XXI–XX a. C.)1262, no aparece tras el período

1259 Esquema general basado en Mendelsohn, Slavery, 34. Cada realidad documental

tendría, no obstante, un esquema particular, pero siguiendo normalmente los mismos


patrones. A modo de ejemplos véanse en el estudio de Kienast (“Kauf”) las diferentes
partes en los contratos de ventas durante el Bronce Reciente en Ugarit (533a) y Alalaḫ
(538a); para el período neoasirio cf. Herbert P. H. Petschow, “Kauf”, sub. C. III, RlA 5
(1980): 521. En este sentido véase también van Koppen, “The Geography of the Slave
Trade”, 10.
1260 CAD B 308a 1.
1261 CAD B 308b; Démare-Lafont, “Vente”, 908a; Dominique Charpin, Lire et écrire à

Babylone (París: Presses Universitaires de France, 2008), 132 y 149 (con bibliografía).
1262 Véanse algunos ejemplos de estas tres realidades (períodos sargónido, Ur III y

Larsa) en Mendelsohn, Slavery, 36–38. Asimismo cf. Wilcke, “Kauf”, 502b–503a. Véanse
otras ventas de personas en el período neosumerio en Adam Falkenstein, Die neusumerischen
Ventas de niños 295

paleobabilónico. Por su parte, esta última época (primera mitad del 2.º milenio
a. C.) presenta un amplio corpus de personas vendidas, tanto a particulares
como en relación con ámbitos estatales (palacio y templo). Aunque también
existentes en períodos anteriores1263, en esta época se subrayan las garantías que
el vendedor daba al comprador en cuanto a la persona transferida. La compra
en sí implica un cierto riesgo para el comprador, ya que el producto, amén de la
complejidad que comporta que éste sea una persona, le es desconocido total-
mente. Una primera inspección del esclavo podría ser satisfactoria en una fase
previa, pero no tanto tras su venta, como podemos comprobar posteriormente
en el documento mesobabilónico de Ur UET 7 2 (§6.4).
A partir de la época de Hammurapi los vendedores garantizaban ocasio-
nalmente que el esclavo no sufriera ninguna enfermedad, generalizando ésta en
el caso de la “epilepsia” (ac. bennu)1264, y con un lapso temporal de un mes a
partir de la venta para comprobar que el comprado estuviera sano. Otro dere-
cho para el comprador era poseer un período de gracia de dos o tres días para
que investigara sobre los antecedentes del vendido (derecho de teb’ītu, “investiga-
ción”)1265.

Gerichtsurkunden, SBAW 44 (Múnich: Verlag der Bayerischen Akademie der Wissenschaf-


ten, 1955), 88ss; Joachim Krecher, “Neue sumerische Rechtsurkunden des 3.
Jahrtausends”, ZA 63 (1973): 192–93 (textos 14–19); Claus Wilcke, Early Ancient Near
Eastern Law: A History of its Beginnings. The Early Dynastic and Sargonic Periods, SBAW 2003/2
(Múnich: Verlag der Bayerischen Akademie der Wissensschaften, 2003), 109.
1263 En Ur III, por ejemplo, ya aparece la figura del garante, encargado de garanti-

zar que el contrato se llevara a cabo y sus consecuencias fueran las pactadas (Wilcke,
“Kauf”, 507). Sobre la figura del garante en nuestro corpus casita cf. §6.4.
1264 Como legisla por ejemplo el Código de Hammurapi (CH 278). Al respecto véase

Marten Stol, Epilepsy in Babylonia, CM 2 (Groningen: Brill, 1993), 133–34. Para una cláu-
sula en este sentido, en un contrato de venta de un esclavo adulto de Nuzi, véase Gernot
Wilhelm, “Die šu-dingir-ra Krankheit als Hauptmangel innerhalb der Gewährfrist bei
Sicherheitsleistung in Form einer Sklavin”, ZA 77 (1987): 127–35. Para el mismo fenó-
meno de garantía por posible enfermedad en Roma y Grecia véanse las pp. 132–33.
1265 Como se ha visto (§6.4), es probable que el derecho de teb’ītu, que no aparece en

el Código de Hammurapi, estuviera presente —sin el empleo de dicho término— bajo la


compra infantil mesobabilónica de Ur UET 7 2. Sobre este derecho véanse Claus Wilcke,
“Zu den spät-babylonischen Kaufverträgen aus Nordbabylonien”, WdO 8 (1976): 254–85,
258–62, 281; Innocenzo Cardellini, Die biblischen “Sklaven”-Gesetze im Lichte des keilschriftli-
chen Sklavenrechts: Ein Beitrag zur Tradition, Überlieferung und Redaktion der alttestamentlichen
Rechtstexte (Königstein: Peter Hanstein Verlag, 1981), 97, n. 11; Karel van Lerberghe, Old
Babylonian Legal and Administrative Texts from Philadelphia, OLA 21 (Lovaina: Peters, 1986),
39: 14–19 (cf. textos VAS 22 20: 2, VAS 22 6: 8). A modo de ejemplo en que aparece la
responsabilidad del vendedor de garantizar ambos derechos de teb’ītu y bennu véase el
texto de la Ḫana arcaica (primera mitad s. XVII a. C.) en Amanda H. Podany, The Land
296 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Si bien algunos códigos legales, como el de Hammurapi1266 o las Leyes Asi-


rias Medias1267 tratan las ventas de personas, la inmensa mayoría de estos
ejemplos lo constituyen los contratos cotidianos de arcilla. Durante el Bronce
Reciente, como se ha analizado, encontramos varios acuerdos de este tipo. La
mayor parte de ellos se corresponden con ventas de adultos que pasan al estatus
legal de esclavos. Este fenómeno no ha sido tratado de forma global para el
período hasta la fecha, y su estudio sería interesante al comparar realidades
contemporáneas o próximas en el tiempo, como Babilonia1268, Asiria1269, Mitta-
ni1270 o Siria1271. No obstante, y ateniéndonos al menos a nuestro análisis sobre
ventas de niños, parece que las diferentes tradiciones escribales hacen que los
tipos de contratos, con sus características propias —fórmulas, expresiones, pre-
cios, actores, etc.—, se diversifican en esta época.
Por su parte, en el 1.er milenio a. C. encontramos asimismo documentos de
ventas de personas. En el período neobabilónico, por ejemplo, esta práctica está

of Hana: Kings, Chronology, and Scribal Tradition (Bethseda: CDL Press, 2002), 110–14 (texto
8, ll. 15–17).
1266 CH 278, CH 279, CH 280.
1267 LAM C 2, LAM C 3. Para la numeración de las Leyes Asirias Medias seguimos

el orden expuesto en Roth, Law Collections.


1268 Slanski, “Middle Babylonian Period”, 508–10.
1269 En la zona asiria predominarían sin embargo las ventas de campos sobre las de

personas (al respecto cf. Démare-Lafont “Middle Assyrian Period”, 546–48). Véanse dos
ejemplos de ventas mesoasirias de individuos en KAJ 169 y KAJ 170.
1270 Para Nuzi véanse Dosch, Zur Struktur, 158; Zaccagnini, “Nuzi”, 605–6. En Ala-

laḫ IV, al contrario que en el nivel VII, no hay ventas de bienes muebles, sino solamente
de bueyes y esclavos (Márquez Rowe, “Alalakh”, 712). Para el fenómeno de las ventas de
personas en Alalaḫ, Nasgowitz habla de seis documentos de compras de esclavos: AlT 66,
AlT 67, AlT 68, AlT 69, AlT 70, AlT 71 (David Walter Nasgowitz, Prices of Commodities,
Slaves, and Real State at Ugarit in the Fourteenth-Thirteenth Centuries B.C., Tesis Doctoral inédita
(Chicago: University of Chicago, 1976). A ellos habría que añadir AlT 75, posible venta
de varias esclavas (Wiseman, The Alalakh Tablets, 52). Sobre este texto véase Niedorf, Die
mittelbabylonischen Rechtsurkunden, 325ss. Sobre las ventas de esclavos en Alalaḫ véanse
Kienast, “Kauf”; Niedorf, Die mittelbabylonischen Rechtsurkunden, 174ss.
1271 Para Emar véanse Zaccagnini, “Nuzi”; Adamthwaite, Late Hittite Emar, 133–54;

Westbrook, “Emar and Vicinity”, 664–68, 684. Los documentos emariotas en los que se
venden esclavos son los siguientes: E6 7, E6 35, E6 79, E6 83, E6 84, E6 118, E6 211, E6
214, E6 217, E6 224, TBR 52, Hir 17, Hir 18, Hir 40, AuOr 5/12, Iraq 54/5, JCS 40/1,
ASJ 10/E. Por su parte, y aunque contemos con algunos ejemplos, en Ugarit no son
frecuentes las ventas de personas (Ignacio Márquez Rowe, “Ugarit”, en Westbrook, A
History, 732). Véanse los casos de Ugarit de ventas de individuos en Nasgowitz, Prices of
Commodities, 225–32. Por último, y en relación con el ámbito sirio, para las ventas de
personas en Ekalte véanse los textos MBQ-II 57, MBQ-II 61, MBQ-II 85.
Ventas de niños 297

atestiguada en varias ocasiones1272. Sin embargo, el corpus neoasirio es quizás el


más prolijo en este tipo de textos, especialmente de ventas individuales de escla-
vos, aunque también encontramos casos de ventas conjuntas1273. Por otro lado,
en el Antiguo Testamento también constatamos ventas de personas, especial-
mente en el Pentateuco1274.
En cuanto al valor de los esclavos vendidos, cabe recordar que en las socie-
dades del Oriente antiguo las personas eran valoradas económicamente y
tratadas a nivel penal según su estatus social. En los códigos legales mesopotámi-
cos el valor de los vendidos rondaría el 25% en relación al individuo libre1275,
proporción ligeramente menor a la que encontraríamos a lo largo de la legisla-
ción de la Antigüedad en conjunto (33%)1276. Además, el esclavo trabajaba a
cambio de menos salario que el hombre libre1277. Hay que tener presente este
hecho a la hora de valorar el precio de los vendidos (§6.5). Así, nuestro corpus de
ventas infantiles en el Bronce Reciente no es una excepción en la constante de la
Antigüedad por la que una persona vendida tiene menor valor económico que

1272 Véanse por ejemplo los documentos Camb 334 y Camb 143. Sobre estos y otros

textos neobabilónicos de ventas de personas véanse Oelsner y Wells y Wunsch, “Neo-


Babylonian Period”, 928ss; Dandamaev, Slavery in Babylonia, 107–11.
1273 Véanse al respecto Theodore Kwasman, Neo-Assyrian Legal Documents in the

Kuyunjik Collection of the British Museum, StPohl, Series Maior 14 (Roma: Pontificium Istitu-
tum Biblicum, 1988), xxi; Betina I. Faist, Alltagstexte aus neuassyrischen Archiven und
Bibliotheken der Stadt Assur, StAT 3 (Wiesbaden: Harrassowitz, 2007), 6 (cf. copias cunei-
formes en Betina I. Faist, Neuassyrische Rechtsurkunden III: Mit einem Beitrag von Evelyn Klengel-
Brandt, WVDOG 110 [Saarwellingen: Saarländische Druckerei & Verlag, 2005]). Sirva
como ejemplo de ventas conjuntas neoasirias la lista VAT 9762, en la que se venden
dieciocho personas, entre ellas dos niños lactantes (ša zi-zi) y uno ya destetado (pirsu)
(Faist, Alltagstexte, 21–23).
1274 Véanse algunos ejemplos en Ex 21, 2; Lv 25, 39; Dt 15, 12 (cf. más adelante en

este subapartado §6.7).


1275 Leyes de Lipit-Ištar: 17%; Código de Ešnunna: 38%; Código de Hammurapi:

25% (James Lindgren, “Measuring the Value of Slaves and Free Persons”, en Lindgren y
Mayali y Miller, Symposium on Ancient Law, 202, cuadro 30).
1276 Al respecto véase ibíd., 152. Para ofrecer estos datos, el autor se basa en docu-

mentación legal antigua como los códigos mesopotámicos, textos griegos, leyes romanas o
tardo-antiguas.
1277 Véanse algunos ejemplos babilónicos tardíos de este hecho en Waldo H. Dub-

berstein, “Comparative Prices in Later Babylonia (625–400 B.C.)”, AJSL 56 (1939): 40, n.
93. Por su parte, en la Roma de la Ley de las XII Tablas (mediados del s. V a. C.) com-
probamos cómo una persona que pegara a un cuidadano libre debería pagar trescientos
ases, mientras que si el que recibía los golpes era un esclavo, la cantidad se reduciría a
ciento cincuenta ases (Tabla VII, Ley XII). El valor de un esclavo era por tanto el 50%
del de un hombre libre.
298 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

una totalmente libre. Además, como hemos visto, el precio de los niños vendidos
también es inferior al de los adultos, fenómeno asimismo característico de otras
sociedades antiguas, como la clásica1278 o la hebrea1279.
Por tanto, la práctica de vender personas y considerarlas como un producto
más fue algo habitual en la Mesopotamia antigua. Es posible que las primeras
personas vendidas de las que tenemos constancia fueran prisioneros de guerra
provenientes de países extranjeros, como se desprende tras el análisis de deter-
minados términos1280. Aún así, la mayoría de ventas de personas tendría que ver,
quizás ya desde una época muy antigua, con la entrada voluntaria en servidum-
bre debido a las deudas, fenómeno bien atestiguado en todo el Próximo
Oriente1281. Sea como fuere, por medio de estos contratos de carácter cotidiano
los vendidos, en su mayoría adultos, entrarían en un estatus jurídico de esclavi-
tud o semi-esclavitud, abandonando su condición anterior de libres.
VENTAS DE NIÑOS
Adentrándonos en las ventas de niños, comprobamos que nuestro corpus del
Bronce Reciente mesopotámico y sirio sigue la constante de la Antigüedad,
siendo en ocasiones una práctica no solo generalizada, sino legal1282. El hecho de

1278 Al respecto véase Westermann, The Slave Systems, 100ss.


1279 El libro del Levítico (Lev 27, 1–7) tasa a las personas, en siclos de plata, según su
edad y sexo. Así, un hombre mayor de sesenta años costaba 15 siclos, mientras que una
mujer de la misma edad valía 10 siclos. Entre los veinte y sesenta años el hombre valía 50
siclos y la mujer 30. Los jovenes comprendidos entre los cinco y veinte años costaban 20
siclos para el caso de los varones y 10 siclos para las mujeres. Por último, los niños entre
un mes y cinco años estaban tasados en 5 siclos y las niñas en 3 siclos. Se aprecia, por
tanto, que tanto los más mayores como los más pequeños tenían para la sociedad judía
antigua un menor valor en comparación con los adultos con plenas capacidades físicas.
1280 De hecho, el término sumerio para esclavo (ÌR) sería en su origen LÚ.KUR,

“hombre del país extranjero”, o su versión femenina GEMÉ (SAL.KUR), “mujer del país
extranjero”, algo relacionado con los sumerogramas LÚ.GÁN, “cautivo”. Sobre estos
términos véanse Gelb, “Terms for Slaves”, 91–92; Molina “Sklave, Sklaverei” (esp. pp.
562–63); Selz, “Zu einer frühdynastischen Bezeichnung von “Unfreien”. Sobre los prisio-
neros de guerra véanse Mendelsohn, Slavery, 1–3; Gelb, “Prisioners of War” (para los
niños cautivos en Ur, véase la p. 83).
1281 Véase en general Chirichigno, Debt-Slavery. Para el caso de Emar cf. Adamthwai-

te, Late Hittite Emar, 139–44. Para el Antiguo Testamento véase asimismo Alonso Fontela,
La esclavitud, 33–34.
1282 Por ejemplo, un edicto durante la Dinastía Han de China (202 a. C.–220 A. D.)

permitió vender a los hijos en casos de extrema hambruna familiar (cf. Clarence Martin
Wilbur, Slavery in China during the Former Han Dynasty. 206 B.C.–A.D. 25 [Chicago: Field
Museum of Natural History, 1943], 86). Los ejemplos próximo-orientales de ventas de
niños analizados en este capítulo también entran indudablemente en la legalidad, ya que
actores que intervienen como testigos, selladores, e incluso altas personalidades públicas,
le dan este carácter de validez.
Ventas de niños 299

que se trate de jóvenes implica características propias en los contratos, puesto


que ellos no tendrán en ningún caso potestad en el acuerdo1283. Actúan por tanto
como sujetos pasivos y como un bien preciado en torno al cual comprador y
vendedor realizan las operaciones económicas más satisfactorias para ambas
partes.
El tema de las ventas de niños en el Próximo Oriente antiguo no ha sido ob-
jeto de ningún análisis monográfico amplio hasta el momento. El estudio de
referencia es el de Burkhart Kienast, “Kinderkauf, -verkauf”, RlA 5 (1980), pp.
598–601. En él se nombran los aspectos esenciales de las ventas infantiles de
Mesopotamia, como la naturaleza de los contratos o las fórmulas y expresiones
básicas. Sin embargo, en este breve examen de las fuentes próximo-orientales
antiguas, el autor no toma en consideración algunos textos ya publicados para
entonces1284, a lo cual habría que añadir los editados con posterioridad. Si bien
este fenómeno se ha estudiado desde una perspectiva economicista1285, fue Op-
penheim quien mostró por vez primera el trasfondo social de penurias que
podrían acompañar a determinadas ventas infantiles1286. Los padres se verían
entonces obligados a vender sus propios hijos debido a la crisis que asolaría su
región. Es en este contexto en el que deben inscribirse varios de los documentos
analizados por nosotros, especialmente los procedentes de Emar1287.
Por tanto, en prácticamente todos los ámbitos de la Mesopotamia antigua
poseemos ejemplos de ventas de niños. Ya desde el 3.er milenio a. C. la docu-

1283 Por ejemplo, no podrán entrar voluntariamente en un estatus servil, como los
adultos aquejados de deudas.
1284 Por ejemplo, las ventas de niños mesobabilónicas del archivo de Ur, analizadas

en el presente capítulo, cuyas copias cuneiformes fueron publicadas en Gurney, Middle


Babylonian Legal Documents and Other Texts.
1285 Petschow (Neubabylonisches Pfandrecht, 60ss) identificaba a los niños vendidos con

las garantías y fianzas que daban los padres (deudores) a sus acreedores, función que no
podrían tener las esposas. Sin embargo, los documentos del Nippur neobabilónico publi-
cados un año antes por Oppenheim (“Siege Documents”) muestran que estos casos serían
excepcionales. Al respecto véanse Guillaume Cardascia, BiOr 15 (1958): 31–36; Émile
Szlechter, OrNS 27 (1958): 124.
1286 Oppenheim, “Siege Documents”.
1287 Además de mencionar los textos neobabilónicos publicados por Oppenheim

(“Siege Documents”) y el mesoasirio KAJ 167, los documentos emariotas E6 216, E6 217,
E6 218, E6 219, E6 220 son los únicos de nuestro corpus de ventas de niños que trata
Démare-Lafont en su análisis sobre este fenómeno en Mesopotamia (“Réflexions juridi-
ques”, 74–76). Sobre el estatus de los niños vendidos en el crítico contexto del asedio de
Nippur por parte de Aššurbanipal, cf. Kristine H. Garroway, “Neither Slave Nor Free:
Children Living on the Edge of a Social Status”, en Bill T. y Nancy Erickson y John H.
Walton (eds.), Windows to the Ancient World of the Hebrew Bible: Essays in Honor of Samuel Green-
gus (Winona Lake: Eisenbrauns, 2014), 121–37.
300 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

mentación se refiere al fenómeno1288, al igual que en el período paleobabilóni-


co1289. Tras el Bronce Reciente, período analizado en este estudio, en el 1.er
milenio a. C. encontramos más ejemplos de ventas infantiles. A los documentos
estudiados por Oppenheim1290 y Dandamaev1291 para la zona meridional de
Mesopotamia, hay que añadir también varios ejemplos neoasirios1292. En el
Antiguo Testamento también quedan atestiguadas las ventas de niños, princi-

1288 Encontramos el primer caso claro de dicho fenómeno en el documento RTC 17,

datado en la época de En-entarzi, Ensi de Lagaš (ca. 2389 a. C.) (copia cuneiforme en
Thureau-Dangin, Recueil de Tablettes. Véanse transcripción, traducción y comentarios en
Dietz Otto Edzard, Sumerische Rechtsurkunden des III. Jahrtausends (Múnich: Verlag der Baye-
rischen Akademie der Wissenschaften, 1968), 91–92). Durante el período de Ur III (ss.
XXII–XXI a. C.) también se atestigua esta realidad (Falkenstein, Die neusumerischen Ge-
richtsurkunden, 85ss; Culbertson, “A Life-Course Approach”, 36–41).
1289 Véanse como ejemplos en este sentido los documentos paleobabilónicos CT 8

22; Josef Kohler y Arthur Ungnad, Hammurabis Gesetz, Band III (Leipzig: E. Pfeiffer,
1909), 115, n.º 424; los paleoasirios ICK 1 27, ICK 1 35; o el de la Ḫana de la época AO
9056. Este último, datado durante el reinado de Šuniḫru-ammu (mediados del s. XVII a.
C.), presenta a una hija, probablemente menor, vendida por sus padres a un hombre por
5/6 minas y un siclo de plata (Podany, The Land of Hana, 110–13). Fenómeno común con
otros códigos legales, como los de Ešnunna o las Leyes Asirias Medias, también el Código
de Hammurapi legisla en torno a la posibilidad de que un padre fuertemente endeudado
se viera obligado a entregar a su acreedor a su mujer e hijos. Éstos deberían trabajar para
el acreedor durante tres años, constituyendo este caso un buen ejemplo de venta por
deudas. CH 117 reza así: “Si las deudas se apoderan de un hombre y tiene que vender a
su esposa, a su hijo o a su hija, o andar entregándolos para que sirvan por la deuda, que
trabajen tres años para la casa del que los compró o del que los tomó en servicio; el cuar-
to año se efectuará su puesta en libertad” (traducción en Sanmartín, Códigos legales, 121).
La naturaleza de venta de este artículo es confirmada por el hecho de que el acreedor sea
definido como šāyamānum “comprador” (cf. AHw 1134a, CAD Š/1 112b). Al respecto
véanse Fritz Rudolf Kraus, Ein Edikt des Königs Ammi-šaduqa von Babylon, SD 5 (Leiden:
Brill, 1958), 170–72; Chirichigno, Debt-Slavery, 89ss. Compárese esta cláusula del CH con
los pasajes del Pentateuco Ex 21, 2; Lev 25, 39; Dt 15, 12. Sobre la esclavitud por deudas
en el Antiguo Testamento cf. Alonso Fontela, La esclavitud, 35–38. Véase un ejemplo
paleobabilónico de venta de un niño por deudas de sus progenitores (en este caso es la
madre la vendedora) en UET 5 190. En la Babilonia del 1.er milenio a. C., por otra parte,
no está atestiguado el fenómeno de la esclavitud por deudas (Francis Joannès, “Les textes
judiciaires néo-babyloniens”, en Joannès, Rendre la justice, 230).
1290 Oppenheim, “Siege Documents”.
1291 Dandamaev, Slavery in Babylonia, 173ss.
1292 Véase un buen estudio sobre las fuentes de ventas de niños en el período neoasi-

rio en Radner, Die Neuassyrischen Privatrechtsurkunden, 134–37. Asimismo cf. varios textos en
Josef Kohler y Arthur Ungnad, Assyrische Rechtsurkunden (Leipzig: E. Pfeiffer, 1913), 35–38,
StAT 3 16 19, StAT 3 16 72, StAT 3 16 76.
Ventas de niños 301

palmente hijos, como esclavos1293. Estos hijos podían asimismo constituir la


fianza de los padres (deudores), tras cuya muerte podrían pasar a pertenecer al
acreedor1294.
Se ha analizado cómo las ventas de niños en el Bronce Reciente responden
a varias causas. Los factores económicos juegan un papel fundamental en este
tipo de contratos, tanto para los compradores como para los vendedores. Estos
últimos son normalmente los más acuciados por las crisis económicas o sociales
que se vivirían en determinadas regiones y épocas de la Mesopotamia antigua y
su periferia1295. Ésta, unida a las altas deudas de algunas personas, serían las
principales causas de la alta proporción de padres actuando como vendedores de
sus propio hijos, como bien pone de manifiesto nuestro elenco de ventas infanti-
les. A ello habrá que añadir las ocasiones en que no se consignarían por escrito
este tipo de acuerdos, inscritos en un contexto quizás cercano al de la familia.
Por tanto, las ventas de niños se contemplaban bien como una salida a una
crisis, bien como un negocio. Ambas cuestiones se ejemplifican en nuestro cor-
pus, tanto en documentos inscritos en períodos económicamente difíciles como
referidos a individuos dedicados a la transacción de personas, entre otros pro-

1293 Ex 21, 7–9: “7 Cuando un hombre venda a su hija por esclava, no saldrá como

salen los esclavos. 8 Si ella resulta desagradable a los ojos de su dueño que la había desti-
nado para sí, la permitirá rescatar, y no estará autorizado a venderla a un pueblo
extranjero, habiendo sido desleal con ella. 9 Si la destina para su hijo, obrará respecto a
ella con arreglo al derecho de las hijas”. Sobre las leyes en Éxodo sobre las ventas de
niñas como esclavas véase especialmente Joseph Fleishman, Father-Daughter Relations in
Biblical Israel (Bethesda: CDL Press, 2011), 7–92. Véase asimismo un gráfico pasaje del
libro de Nehemías, donde el pueblo se queja de las dificultades económicas: (5, 2–5) “2 Y
había quienes decían: «Nuestros hijos, nuestras hijas y nosotros somos numerosos. ¡Ten-
gamos grano con que poder comer y vivir!». 3 Decían otros: «Estamos empeñando
nuestros campos, nuestras viñas y nuestras casas a fin de obtener trigo en esta penuria».
4Y otros decían: «Hemos tomado dinero a préstamo para el tributo del rey. 5 Ahora bien,

nuestra carne es identica a la carne de nuestros hermanos, y como sus hijos son nuestros
hijos; mas he aquí que nosotros tenemos que someter a nuestros hijos e hijas a la esclavi-
tud, y parte de nuestras hijas están ya reducidas a esclavas, sin que podamos impedirlo,
pues nuestros campos y nuestros viñedos pertenecen a los magnates»”. Sobre la venta de
los hijos en el Antiguo Testamento véase Alonso Fontela, La esclavitud, 34–35.
1294 2 R 4, 1: “Una mujer, de entre las mujeres de los discípulos de los profetas, cla-

mó a Eliseo diciendo: «Mi marido, tu siervo, ha muerto, y tú sabes que tu servidor era
temeroso de Yahveh. Ahora bien, el acreedor ha venido para convertir en esclavos a mis
dos hijos»”.
1295 Sirvan como ejemplos varios pasajes de las Cartas de Amarna. En ellas se refleja

la situación vivida por los campesinos, quienes a causa de los ataques de los Habiru
(SA.GAZ) se empobrecieron aún más, viéndose obligados a vender sus hijos (EA 75: 13–
14, EA 81: 39–40, EA 85: 13–14, EA 90: 36–39).
302 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

ductos. Si bien un niño no tenía la capacidad física ni intelectual para realizar


determinados trabajos, sí que representaría un valor importante en el contexto
económico. Su trabajo en el hogar, como sirviente, o su actividad en el palacio o
templo, hacen que fuera sin duda un bien preciado para las sociedades mesopo-
támicas antiguas en general y del Bronce Reciente en particular.
6.8. CONCLUSIONES
Los contratos de ventas de niños, ligados al fenómeno de la esclavitud (§5), cons-
tituyen una de las fuentes principales para el estudio de la infancia en el Bronce
Reciente próximo-oriental. Teniendo en cuenta que este tipo de acuerdos pro-
bablemente también se llevarían a cabo sin consignarlo por escrito1296, podemos
afirmar que la documentación de esta época se comporta de manera irregular en
cuanto a la continuidad de tradiciones escribales. Así, el corpus mesobabilónico
presenta elementos similares a los que encontramos en el período paleobabilóni-
co o incluso anterior, con estructuras canónicamente prefijadas. El otro extremo
lo constituye la documentación de Emar, de tradición siro-hitita en las ventas
infantiles, y que rompe radicalmente con ese orden establecido en el Bronce
Medio e incluso con anterioridad. Los textos emariotas de ventas de niños son
presentados por los escribas como una amalgama de ideas, casos, justificaciones
y tipologías, conviviendo todos estos aspectos en una misma tablilla. Entre estos
dos opuestos podemos emplazar los corpora mittanios de Nuzi y Alalaḫ, que
guardan un sobrio aspecto en sus formas pero presentando asimismo ciertas
concesiones con respecto a las tradiciones cristalizadas a principios del 2.º mile-
nio a. C.
En los estratos arqueológicos mesobabilónicos, y quizás debido a que las ex-
cavaciones han incidido más en archivos de instituciones como palacio y templo,
la naturaleza de estos acuerdos es eminentemente pública, aunque poseemos
ejemplos de lo contrario1297. Por su parte, a lo largo de la documentación de
Arrapḫe y Siria los contratos apuntan a un carácter normalmente privado, ins-
critos por regla general en una economía familiar. Sea como fuere, en todos ellos
se refleja vívamente la baja condición legal de estos jóvenes, subordinados jurídi-
camente a las decisiones que sobre ellos toman los adultos. Aunque esa
característica se puede comprobar en otro tipo de acuerdos que tienen al niño
como objeto principal, en las ventas se acentúa esta falta de prerrogativa legal de
los pequeños, ya que ni tan siquiera pueden romper en un futuro lo pactado1298.
Por tanto, al analizar este tipo de textos hay que tener presentes a los demás
actores que intervienen en el contrato. Los principales son los que obtienen

1296 De hecho, y aunque no se encuentre documentado, es posible que muchos niños

fueran vendidos sin que mediara un contrato por escrito, expresión legal que conllevaría
sin duda cierto gasto económico.
1297 Ni. 6558 o B.143 + B.227 son compras de carácter privado.
1298 A diferencia, por ejemplo, de las adopciones de niños (cf. §4.4).
Ventas de niños 303

beneficios económicos: compradores y vendedores. Los primeros suelen ser


individuos libres, en ocasiones dedicados al negocio de la compra-venta de es-
clavos. Si bien los vendedores también pueden formar parte de este grupo de
comerciantes, se corresponden normalmente con los propios padres de los niños
vendidos. Comprobamos de tal manera que estos contratos reflejan situaciones
de crisis económica y social extremas. Ello es especialmente visible en Emar,
aunque también encontramos casos similares en la Babilonia casita y en el reino
de Arrapḫe. Estos padres optan por tanto por vender sus hijos, obteniendo más
beneficios que los que obtendrían al vender otro tipo de bienes.
Sin embargo, el elemento alrededor del cual se establece el acuerdo, aún sin
expresar su opinión o condiciones, es el niño vendido. Para él el contrato implica
un cambio de naturaleza jurídica y social. Con pocas excepciones1299, los niños
parecen haber sido antes del acuerdo sujetos libres, al igual que sus progenitores.
Aún así, el resultado del proceso legal no es el mismo en todos los documentos
estudiados, difiriendo tanto en los corpora de los diferentes ámbitos (Babilonia,
Mittani, Siria) como en la tipología de cada cual. Por consiguiente, basándonos
en las ventas infantiles no podemos extraer unas conclusiones concretas a nivel
legal para toda la infancia de la Mesopotamia del Bronce Reciente. Cada situa-
ción es diferente, y responde a la situación social concreta de vendedores y
compradores.
Los niños podían ser vendidos a cualquier edad, desde su nacimiento en
adelante. Exceptuando los documentos emariotas E6 83 y E6 217, en todos los
textos en que se venden pequeños lactantes, éstos van acompañados de otros
jóvenes mayores e incluso de adultos1300. Por regla general, cuanto mayores
fueran los niños, mayor valor se pagaba por ellos. La diferencia de género tam-
bién es evidente, ya que los varones tenían un valor económico mayor que las
mujeres.
Algunos niños vendidos en los ámbitos mesobabilónico y nuzita presentan la
peculiaridad de estar acompañados por un gentilicio. Quizás el ser procedente
de Karduniaš u otros lugares implicara una cierta calidad del vendido. Sea como
fuere, en Babilonia esta característica solamente se da en las ventas individuales.
Ello, unido a que se paga menor cantidad por los pequeños de las ventas conjun-
tas casitas1301, nos lleva a interpretar de forma diferente ambos tipos. En la
región babilónica los niños vendidos individualmente, de los que se nos propor-
ciona más información personal, pasarían a formar parte de una servidumbre
familiar o estatal. Los vendidos en largas listas se acercarían más a un estatus de
esclavitud, quizás incluso desempeñando trabajos forzados. Aún siendo sujetos

1299 Como el texto de Emar E6 211.


1300 caso este último de las listas casitas de vendidos y el documento emariota E6 211.
1301 Exceptuando MRWH 1 y B.143 + B.227, que tienen por otra parte característi-

cas similares a las ventas individuales.


304 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

pasivos, la posible mayor capacidad jurídica de los primeros se puede apreciar


en el texto de Ur UET 7 2, en el que tras romperse el contrato no se actúa en
ningún momento contra el niño, principal causa de la disputa debido a su condi-
ción de no satisfactorio para el comprador, sino que los actores del acuerdo
resuelven los problemas respetando la legalidad del vendido. Aunque éste no
resultara satisfactorio, es devuelto convenientemente a su madre, sin causarle
ningún tipo de daño (§6.4).
En el ámbito mittanio, y especialmente en Arrapḫe, el fenómeno de las ven-
tas de niños parece seguir el mismo patrón que el de sus homólogos adultos,
tanto a nivel social como terminológico. Hasta la fecha no poseemos ningún
documento de Nuzi que presente ventas de recién nacidos. Su edad, sin embar-
go, es difícilmente abordable, y la única información que tenemos al respecto es
su estatura, que rondaría poco más de un metro (¿de cuatro a seis años?), si bien
no hay que tomar estas medidas, al menos en la Babilonia casita, como algo fiel
a la realidad (cf. §6.4).
Las ventas infantiles más características de la documentación siria son las
inscritas en períodos de dificultades económicas. Los padres se ven obligados a
vender sus hijos a cambio de dinero o bienes básicos de subsistencia, fenómeno
atestiguado a lo largo de todo el Próximo Oriente antiguo.
Por tanto, todos estos niños se presentan como sujetos pasivos de un proceso
legal de venta. Tienen en común un paso de una esfera legal a otra inferior. El
hecho de que no se contemplen sus derechos, y ni tan siquiera sus obligaciones,
confiere a estos individuos una naturaleza de “nulos” legalmente, totalmente a
merced de las decisiones de otros. Así, un niño podría ser de esta forma una
mano de obra barata y eficaz, y las diferencias entre comprar uno y comprar un
adulto podrían ser diversas: realizarían mejor determinadas actividades, serían
más sumisos en muchos sentidos1302, etc.
Por tanto, las ventas de niños eran contempladas por sus contemporáneos
como algo normal y cotidiano. Sus fórmulas redaccionales no difieren de lo que
apreciamos en otros tipos de textos, constituyendo unos contratos más, aunque
esta vez con recursos humanos de por medio, encaminados a reactivar la eco-
nomía familiar o estatal de la época.

1302 También en el sexual al hablar de mujeres.


7
CONCLUSIONES

A lo largo del estudio hemos analizado los documentos cuneiformes del Bronce
Reciente mesopotámico y sirio que nos informan sobre varios aspectos legales
relacionados con la infancia. Dichos corpora, además de ser de naturaleza tex-
tual variada, proceden asimismo de contextos geográficos y culturales diversos.
La relación entre infancia y legalidad parece seguir un patrón común en general,
pero cada ámbito documental estudiado presenta unas características propias,
inmersos como están en un contexto político, económico y social determinado.
En la primera parte de este capítulo trazaremos una breve síntesis de lo es-
tudiado a lo largo del trabajo, tomando como criterio clasificador las diferentes
áreas que de por sí forman una unidad diferenciada a varios niveles (§7.1). Tras
estas conclusiones por ámbitos documentales, procederemos a presentar las
conclusiones conjuntas (§7.2). En ellas expondremos en primer lugar los aspectos
más significativos y novedosos de nuestra investigación para el Bronce Reciente.
Posteriormente, y al igual que hemos realizado en los diferentes capítulos, dedi-
caremos un subapartado a inscribir las distintas realidades de la época estudiada
dentro del Próximo Oriente antiguo. De esta manera comprobaremos cómo se
comporta la documentación del Bronce Reciente en el devenir histórico de las
antiguas Mesopotamia y Siria.
7.1. SÍNTESIS POR ÁMBITOS DOCUMENTALES
ÁMBITO MESOBABILÓNICO
La documentación mesobabilónica empleada en el estudio proviene de los ar-
chivos de Nippur, Ur y, en menor medida, Tell Imliḥiye. En contraposición a los
dos últimos, Nippur presenta peculiaridades en cuanto a su diversidad textual, y
dificultades en lo que se refiere a la cantidad de documentos publicados. Más de
la mitad de los textos de Nippur referenciados a lo largo del trabajo permanecen
aún inéditos, principalmente en museos de Filadelfia y Estambul1303.

1303 Respectivamente en los Museo de la Universidad y Museo Arqueológico de Es-

tambul. Hemos tenido acceso, en unos casos total y en otros parcial, a dicho corpus, por
lo que esta visión de conjunto para la documentación casita, en lo que a la infancia se
refiere, no dejará de ser válida una vez las tablillas sean editadas y publicadas en un futuro.

305
306 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Los textos mesobabilónicos aportan una información crucial a la hora de


evaluar la condición legal de la infancia en el Bronce Reciente mesopotámico.
La diversidad de géneros documentales es la más amplia de todos los ámbitos
estudiados, presentando contratos de adopción matrimonial, ventas individuales
de niños, ventas conjuntas de personas entre las que se encuentran niños, listas
de trabajadores forzados o listas de raciones alimentarias que también incluyen
menores. Esta amalgama de géneros ha enriquecido la investigación, mostrando
además la realidad de decenas de niños, representación sin duda de lo que serían
cientos o miles de ellos, ligados de una forma u otra al ámbito de la esclavitud.
Al contrario de lo que ocurre con otros archivos contemporáneos, el corpus
casita no nos informa sobre adopciones de niños. Este hecho puede ser explicado
por la fuerte preponderancia cuantitativa de los archivos públicos en relación a
los privados. Si bien éstos últimos están representados especialmente por Ur y
Tell Imiḥiye, donde encontramos textos de ventas de niños, el principal archivo
para la época es Nippur, con algunos documentos de carácter privado, pero aún
así, por lo general, de naturaleza netamente pública. Es probable que la práctica
de la adopción, de adultos y menores, fuera extendida en la Babilonia casita1304,
pero hasta el momento no poseemos suficiente información como para proceder
a una comparación entre dicha realidad en los archivos mesobabilónicos y en
otros como Aššur, Nuzi o Emar.
Donde sí podemos profundizar a partir de la documentación casita es en los
aspectos jurídicos de la infancia en relación a la esclavitud. En primer lugar, Ur
y Nippur nos informan profusamente sobre la práctica de compra-venta de
niños. Este fenómeno se plasma documentalmente a través de contratos de ven-
tas individuales o conjuntas, pero siempre siguiendo un mismo patrón, canónico,
heredero de las antiguas tradiciones paleobabilónicas e incluso remontándose
hasta el 3.er milenio a. C.
Por otra parte, y también en conexión con el mundo servil, el archivo de
Nippur nos informa con decenas de documentos sobre los niños esclavos. Se
tratan por lo general de listas de individuos, agrupados en familias y entre los
que aparecen menores. Especialmente importantes serán en este sentido las listas
de trabajadores forzados y las de racionamientos. Si las primeras arrojan luz
sobre las labores infantiles, mortalidad, posición en la familia o vicisitudes varia-
das como fugas de niños, los textos de raciones nos informan sobre su
alimentación, aspecto que presenta continuidad en relación a documentos ante-
riores, como algunos de Ur III. Todo este elenco evidencia las dificultades en
que las familias mesobabilónicas estaban inmersas, y no solo las de condición
servil, sino también las libres, que en muchas ocasiones se veían en la imperiosa
necesidad de vender sus hijos.

Como podemos imaginar a partir de la variedad geográfica de los únicos cinco


1304

contratos mesobabilónicos de adopción conocidos por nosotros: Babilonia (Bab 39032),


Nippur (D 85, BE 14 40, MSKH I 9) o el periférico Ḫana (RBC 779).
Conclusiones 307

Aún así, estas vías de entrada en la esclavitud deben en ocasiones relativi-


zarse. El análisis detallado de los documentos comentados anteriormente dejan
entrever que incluso en los ambientes familiares con mayores dificultades se
podían activar determinados mecanismos legales, como el matrimonio. Nos
encontraríamos, por tanto, ante una esfera jurídica complementaria a la esclavi-
tud y en cierto modo paralela. En este sentido los niños de estas familias se
encontrarán a veces más cerca de la condición servil, entendiéndose ésta como
un ámbito legal próximo a la esclavitud pero indudablemente menos radical1305.
ÁMBITO MESOASIRIO
Si bien la documentación mesoasiria es la menos numerosa de todos los ámbitos
estudiados, ofrece por contrapartida una interesante variedad de géneros textua-
les que se prestan a comparaciones con paralelos contemporáneos. Además, este
elenco presenta ciertas peculiaridades, especialmente en cuanto a cuestiones de
terminología. Tres son los principales archivos que proveen información sobre la
infancia en el contexto mesoasirio: Aššur, Ḫarbe y Kār-Tukultī-Ninurta.
La documentación mesoasiria nos informa a través de dos textos sobre el
deseo voluntario de deshacerse de un niño. En primer lugar, la disposición 53 de
las Leyes Asirias Medias constituye el único artículo legislativo que habla el
aborto voluntario por parte de una madre. Las consecuencias para éstas serían
fatídicas, al ser condenada al empalamiento. Este castigo atroz tiene asimismo
una lectura a nivel jurídico: la eliminación voluntaria del niño se equipara al
asesinato, e incluso a un nivel superior, puesto que la madre, lejos de ser ejecu-
tada de otra manera, a través de su condena es privada de recibir sepultura
conforme a los ritos funerarios pertinentes. Por otro lado, el documento MKGH
4 presenta el abandono ficticio de un niño, arrojado a un río, rescatado y poste-
riormente adoptado. Este caso, apenas tratado en la historiografía moderna,
constituye un paralelo interesante al mitema de exposiciones infantiles, ponién-
dose en relación directa con ejemplos conocidos en la literatura como los de
Sargón o Moisés.
De Aššur provienen los dos únicos ejemplos de adopciones infantiles de la
época y lugar. Aunque no presentan un vocabulario específico relacionado con
la infancia, su adhesión al tipo de de contratos denominados “entrega en adop-

1305 Hay que subrayar la importancia que en el futuro tendrá la publicación de todos

los textos mesobabilónicos sobre trabajadores forzados, raciones o ventas de personas, a


la hora de evaluar la condición jurídica de la infancia en la Babilonia casita. Una vez
editado este corpus, se podrá proceder al estudio prosopográfico de determinados indivi-
duos atestiguados a lo largo de los años. Por ahora este seguimiento personal solo es
posible hacerlo con ciertos sujetos (por ejemplo, con los presentes en BE 14 58 y BE 14
91a), pero una vez dichos documentos vean la luz en su totalidad comprenderemos mejor
el desarrollo de numerosos niños al analizar su evolución vital y su paso a la adultez.
308 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

ción” hace que estemos indudablemente ante casos de adopciones de menores.


La semajanza con las adopciones de adultos en cuanto a fórmulas, expresiones o
penas por romper los acuerdos, deja entrever que la sociedad mesoasiria con-
templaría ambos fenómenos de forma similar, con la edad de los adoptados
como única diferencia.
Los textos de Aššur, Ḫarbe y Kār-Tukultī-Ninurta también confirman la
presencia de niños esclavos en la sociedad mesoasiria. Estas evidencias provienen
de listas con deportados de guerra (Aššur y Kār-Tukultī-Ninurta) y listas de
raciones (Ḫarbe). Entre los individuos nombrados se consignan menores, for-
mando parte de grupos de esclavos generalmente ligados a la administración
palaciega y con el más que probable objetivo de constituir una fuerza de trabajo
en el sector de la construcción. La terminología empleada para referirse a los
niños se asemeja en parte a la que vemos en la documentación casita, pero otros
términos serán exclusivos de la mesoasiria (cf. §5.3).
Hay que subrayar, además, que a lo largo de este corpus sobre la relación
entre infancia y esclavitud no encontramos en ningún momento un tratamiento
individual de los menores, al contrario de lo que constatamos en los demás ám-
bitos documentales analizados. Los niños esclavos forman por tanto parte de un
todo, y por ello no se puede profundizar en la percepción que la administración
palaciega tendría de forma individualizada de estos menores. Este tipo de “des-
personalización” es reafirmada incluso en las listas de raciones de Ḫarbe, donde,
siguiendo distinto patrón del de sus homólogas mesobabilónicas, se consigna el
total del grano adjudicado a una familia, sin diferenciar la cantidad por rangos
de edad.
En conclusión, la documentación mesoasiria sobre la infancia ofrece dos
vertientes bien diferenciadas. Los textos administrativos, en los que se consignan
niños esclavos a través de deportaciones o raciones alimentarias, dan una idea
desnaturalizada de los menores, algo por otra parte lógico si tenemos en cuenta
su naturaleza administrativa. Por otro lado, tanto LAM 53 como MKGH 4
confirman lo que vemos en la generalidad del Bronce Reciente: la importancia
que los niños tendrían para la sociedad de la época y la protección jurídica que
les amparaba.
ÁMBITO MITTANIO
La información sobre la capacidad legal de la infancia en el ámbito mittanio
proviene tanto del reino de Arrapḫe —archivo de Nuzi— como de Alalaḫ. Res-
pecto al primero, que nos aporta más información que el sirio de Alalaḫ, de los
cientos de textos cuneiformes publicados del sitio hemos extraído un elenco
documental que arroja luz sobre la cuestión, a través de adopciones infantiles,
ventas de niños o procesos judiciales en torno a menores. A partir de estos textos,
y al igual que ocurre con los demás ámbitos estudiados, la condición jurídica de
los niños de Nuzi varía en función del tipo de documento con que nos encon-
tremos.
Conclusiones 309

Así como el fenómeno de la adopción de adultos está ampliamente atesti-


guado en este archivo, lo mismo acontece con las adopciones infantiles. Varios
contratos nos informan sobre la práctica de adoptar niños, quienes en el mo-
mento de la creación del acuerdo podrán ser desde recién nacidos hasta
adolescentes próximos a ser desposados. Por lo general, los adoptados en este
tipo de contratos suelen ser varones, mientras que las mujeres son más bien
objeto de las llamadas “adopciones matrimoniales”, por las que pasan a otra
familia, en calidad de kallatu, para ser posteriormente entregadas a un hombre.
Ambos tipos de adopciones muestran cómo se podía prever el matrimonio de
hombres y mujeres mientras éstos eran solo niños.
Un fruto novedoso de la presente investigación se refiere a los padres adop-
tivos1306. Aunque éstos no sean objeto principal del estudio, a partir de las
adopciones infantiles podemos entrever que los adoptantes de niños eran por lo
general más jóvenes que los adoptantes de adultos. Esta afirmación no es defini-
toria ni exclusiva del Bronce Reciente, pero el archivo de Nuzi muestra, a partir
de fórmulas hereditarias canónicas, que los padres adoptivos estudiados contem-
plaban generalmente la posibilidad biológica de procrear, fenómeno no
contemplado en las adopciones de adultos de Nuzi u otro archivo.
Las ventas de niños están asimismo atestiguadas en Nuzi y Alalaḫ. En todos
los casos se procede a un tratamiento individualizado del menor, sin presentar
ningún caso de venta infantil de dos o más sujetos. Este hecho comporta la inclu-
sión de las principales características de cada vendido, especialmente en Nuzi,
desde su designación mediante terminología ligada a la esclavitud hasta la men-
ción de sus medidas. De todas formas, este tipo de documentación no se inscribe
en una sola tipología textual, sino que somos informados sobre las ventas de
niños en Nuzi tanto a través de contratos de ventas como de procesos judiciales
en torno a dichos vendidos. La sola existencia de estos litigios pone de relieve la
importancia que la sociedad nuzita confería a los más pequeños.
Por tanto, se puede afirmar que la documentación del ámbito mittanio, es-
pecialmente procedente de Nuzi, dispensa un tratamiento primordial a los
menores. Ya sea en contratos de adopción, adopción matrimonial, o en acuerdos
de ventas y litigios, la figura del niño, libre o esclavo, es contemplada como algo
merecedor de una atención preferencial. Se trata de un sujeto sobre el que se
ejerce poder, pero siempre dentro de unos parámetros legales.
ÁMBITO SIRIO
El último ámbito documental analizado en la investigación se corresponde a
grandes rasgos con lo que actualmente conocemos por Siria. Como hemos sub-
rayado (§1.2), los criterios para agrupar los archivos de Emar, Ekalte o Ugarit

1306 Cf. asimismo Justel, “Some Reflections”.


310 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

son eminentemente culturales, pero también políticos. En esta región de la peri-


feria mesopotámica encontramos una amalgama de formas y situaciones,
presentando características exclusivas de la región pero aún así con relación
documental con los archivos mesopotámicos.
La práctica totalidad de los textos sirios del Bronce Reciente que nos infor-
man sobre los aspectos legales de la infancia ponen de relieve el contexto de
turbulencia social y crisis económica del que emanan. El fenómeno de la adop-
ción, por ejemplo, fue ampliamente empleado en Emar como mecanismo legal
para mitigar a escala local esta crisis. Los adoptantes se hacían con un sujeto
capaz de perpetuar la línea familiar, mientras que el tutor legal, entregando en
adopción al niño, impedía la disgregación de su patrimonio. Aún así, y si bien
estas últimas características son comunes con otros corpora próximo-orientales
antiguos, de la documentación de Emar sobre adopciones infantiles, al igual que
lo que ocurre con las adopciones matrimoniales de las que las menores son obje-
to, se desprenden situaciones de urgencia y necesidades radicales.
De hecho, y aunque sean realidades distintas a nivel jurídico, en Emar po-
demos poner en relación directa los fenómenos de adopciones y ventas infantiles.
Esa conexión viene evidenciada especialmente por los textos E6 216 y E6 217.
En el primero se entrega a una niña en adopción matrimonial, a partir de la cual
la familia de origen espera recibir una compensación económica pactada. Al no
recibir finalmente nada a cambio, en E6 217 se opta por “radicalizar” ese meca-
nismo, pasando directamente a vender no solo la misma kallatu que en E6 216,
sino a (los) otros tres hijos. La mención al “Año de la Dificultad”1307 pone de
relieve el contexto económico que obligaría a muchos padres a vender sus hijos.
Este fenómeno, además, no solo está presente en Emar, sino en otros archivos de
Siria, como Tuttul o el emplazamiento que no debemos desligar completamente
de Siria, Alalaḫ. De esta manera se refleja la necesidad de los padres de desha-
cerse de tal forma de sus hijos, algo que no veremos con tanta desesperación
hasta el Nippur de época neobabilónica.
Ligado a esta esfera servil en la que entrarían los niños vendidos, mención
aparte merece el documento ugarítico KTU 4.102, que nos podría informar
sobre mujeres y niños procedentes de Chipre que son deportados a Ugarit en
calidad de botín de guerra. Si bien hay diversas interpretaciones sobre la natura-
leza y cometido mismo del documento ugarítico, el fenómeno de hacer constar
menores entre prisioneros de guerra no sería anormal en un contexto de guerra,
estando además atestiguado para todo el Oriente antiguo, como por ejemplo en
el texto contemporáneo mesoasirio VAT 18087+.
Por último, un mecanismo mucho más radical a la hora de deshacerse de los
hijos sería el del abandono. Si bien la historiografía moderna ha visto en algún
documento emariota casos de niños expósitos, en la presente investigación he-

1307 E6 216: 7: MU dan-na-ti.


Conclusiones 311

mos argumentado en contra de esta situación para dichos casos. El texto E6 256
ha sido contemplado tradicionalmente como un caso “físico” de abandono, por
el que tres niños fueron, según reza el texto, “arrojados a la calle”. A través de
paralelos cuneiformes proponemos un caso de justificación de la posterior adop-
ción de los menores. El hacer constar expresamente la indefensión de los niños
expósitos conferiría al adoptante, a un nivel jurídico y conforme a una legalidad
consuetudinaria, el derecho a adoptar los supuestamente expósitos.
Así pues, la documentación siria nos informa sobre diversas situaciones jurí-
dicas en las que los niños de la época se veían inmersos. Todas ellas tienen un eje
común, con rasgos de dificultades socio-económicas, fruto sin duda del ambiente
de crisis imperante en la periferia mesopotámica durante el Bronce Reciente.
7.2. CONCLUSIONES GENERALES
LA INFANCIA EN EL BRONCE RECIENTE
A la hora de delimitar temáticamente la investigación hemos atendido a la idea
que el hombre del Bronce Reciente tendría del concepto de “infancia”, sin extra-
polar nuestra percepción occidental moderna a la mesopotámica antigua. Un
examen terminológico nos da la clave para proceder a esta comprensión, y pone
de manifiesto que el lapso temporal que nosotros entendemos por “infancia”
transcurriría, a los ojos del hombre próximo-oriental antiguo, desde el nacimien-
to hasta la adolescencia. Si bien el primer límite es evidente, el segundo viene
dado por la inclusión en determinados textos mesobabilónicos del sumerograma
TUR (“pequeño”, “menor”) formando una construcción junto con los ideogra-
mas GURUŠ (“hombre”) y SAL (“mujer”), todo ello (GURUŠ.TUR,
SAL.TUR) con el sentido de “adolescente”. Así pues, la idea de “adolescencia”
se pone en conexión directa con la de “menor”, por lo que dicha categoría es
contemplada como algo temporal y conceptualmente inferior a la de adultez —
genéricos GURUŠ y SAL. La primera conclusión, por tanto, es que la sociedad
de la que emanan los textos analizados en el presente trabajo sí que poseería una
idea, aún siendo general y vaga, del concepto de “infancia”, o al menos de “mi-
noría de edad”. Si bien la terminología sumeria profundiza por lo general más
en las diferenciaciones de etapas a lo largo de la infancia, la acadia se restringirá
en la documentación empleada al campo semántico de la raíz ṣḫr1308.
Pasando de los aspectos terminológicos al aspectos de fondo, a lo largo de
los documentos analizados se aprecia por lo general un tratamiento “personali-
zado” de los niños. Este hecho, indicador evidente de la importancia que los
menores tenían para la sociedad de la época, es subrayado por ejemplo a través
de la mención de características de ciertos niños: nombre, medidas, procedencia

1308 En otros textos cuneiformes contemporáneos, otros términos para referirse a ni-

ños serán los acadios la’û, šerru o batūlu (cf. §6.3).


312 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

geográfica, etc. En la mayor parte de la documentación estudiada se trata al


menor de una forma positiva, buscando siempre su beneficio, o al menos sin
perjudicarle deliberadamente, incluso en los textos que presentan niños esclavos.
En el capítulo §2 se han analizado dos formas que las fuentes cuneiformes
ofrecen para estudiar la eliminación voluntaria del niño: los abortos intenciona-
dos y los abandonos.
Respecto al primer fenómeno, entre el corpus de la investigación se encuen-
tra el artículo 53 de las Leyes Asirias Medias, única disposición de un código
legal próximo-oriental antiguo que trata el aborto voluntario por parte de la
madre. El consignar una ley como LAM 53 implicaría sin duda que estos actos
se producirían, si bien no tenemos constancia de puestas en práctica concretas.
Sea como fuere, la misma existencia de esta ley, aunque la pena expuesta pudie-
ra no ser ejecutada en la práctica de manera literal, evidencia que al menos para
la sociedad mesoasiria el valor del niño comenzaba desde el momento de la
concepción, y no solo desde el alumbramiento. Se vela por la protección del feto,
puesto que se considera una verdadera vida. Siempre a partir de LAM 53, al
matarle de forma voluntaria se infiere a la madre un castigo destinado a los
peores delincuentes: tal es la afrenta hacia el niño, el padre y la misma sociedad,
que no solo se la ejecutaría, sino que se la empalaría, negándole la posibilidad de
recibir sepultura conforme a los ritos funerarios pertinentes.
Respecto a las exposiciones infantiles, se trata de un fenómeno bien atesti-
guado a lo largo de la documentación próximo-oriental antigua, tanto a través
de casos reales como míticos. En casi todos ellos se nos presenta un final positivo
para el expósito, quien finalmente es salvado por su redentor para ser posterior-
mente adoptado. Así, las realidades de abandono y adopción están íntimamente
relacionadas a nivel jurídico: a partir de la primera fase —abandono— el niño se
encuentra en posición indefensa en un plano legal, mientras que tras la segunda
etapa —adopción— el menor pasa a depender de su nuevo padre, el adoptivo.
En relación a las Mesopotamia y Siria del Bronce Reciente, un reducido
grupo textual ha sido tradicionalmente interpretado como ejemplos de práctica
de abandonos infantiles. A lo largo del capítulo hemos analizado cada uno de
estos documentos, procedentes de Aššur (MKGH 4) y Emar (Subartu 17, E6
256), defendiendo su no pertenencia a casos verdaderos de exposición de meno-
res. Nuestra argumentación se ha basado en diversos criterios, puesto que cada
ejemplo presenta sus propias peculiaridades. MKGH 4 es en realidad un texto
que no refleja una práctica real de abandono, mientras que Subartu 17 es más
bien un contrato de anticresis femenina. Si bien estas ideas habían sido esboza-
das por algunos autores, especialmente novedosa es la interpretación de E6 256.
Este documento emariota presenta las dos fases comentadas: abandono y adop-
ción. En nuestra opinión, la expresión “fueron arrojados a la calle”, en
referencia a los tres huérfanos supuestamente abandonados, debe ser entendida
no como un acto físico, sino como una justificación de la posterior adopción. De
esta manera el tutor legal de los niños, su propio abuelo, Addu, permite que esta
Conclusiones 313

fórmula, con paralalos claros a lo largo de la literatura cuneiforme, aparezca en


el contrato. Así, interpretamos el texto como si el mismo Addu “arrojara a la
calle” a sus nietos, manera más gráfica de significar que “renunciara jurídica-
mente” a ellos. A partir de ese momento la adopción de los tres menores queda
plenamente justificada, dejando vía libre para que un tercer actor del contrato
les adopte, presentándose además como el salvador de los niños.
A lo largo del capítulo dedicado a la relación entre infancia y matrimonio
(§3) hemos tratado los casos en los que se plantea el matrimonio futuro de diver-
sos sujetos, siendo éstos aún menores en el momento de tal planteamiento. La
naturaleza de este corpus es variada, si bien los textos que nos informan sobre el
tema son en su mayoría adopciones y adopciones matrimoniales.
El primer caso arroja luz sobre la regulación del matrimonio de varones.
Varios contratos de adopción señalan explícitamente que el adoptado deberá ser
provisto de una mujer en un plazo indeterminado. La documentación evidencia
por lo general que estas cuestiones son planteadas especialmente con respecto a
los adolescentes varones, algo visible en particular en Nuzi. Esta edad podría
comprender aproximadamente los 15–20 años, si bien la contemporánea dispo-
sición 43 de las Leyes Asirias Medias deja entrever que el futuro casadero podría
contar con apenas 10 años. El último ejemplo es excepcional y atípico, por lo
que, para el caso de los varones, podremos concluir que la edad en la que co-
mienzan sus arreglos matrimoniales está realmente próxima a su desposamiento.
El modelo de las mujeres parece seguir otro patrón a partir de la documen-
tación del Bronce Reciente. Las adopciones matrimoniales nos informan sobre el
paso de una mujer, menor o adulta, al estatus de kallatu, paso previo al matrimo-
nio. El apelativo de “casadera”, con el sentido de “la que está en edad de
casarse”, frecuentemente ligado a estas kallātu en la historiografía moderna,
deberá ser definitivamente abandonado para hacer referencia a dicha realidad.
De hecho, determinados documentos ponen de manifiesto que el planteamiento
del matrimonio de ciertas mujeres se podía dar cuando éstas eran aún niñas
pequeñas. Aunque poseamos varias evidencias en este sentido, como en Nippur
(MSKH I 9) o Emar (E6 216–220), el caso más claro es el que presentan los
textos de Nuzi HSS 19 86 y HSS 19 134, en los que una niña es entregada en
adopción matrimonial siendo aún lactante. Los demás ejemplos apuntan a la
misma línea concerniendo a las mujeres, en relación a las cuales se plantea el
matrimonio a una edad más temprana.
Por tanto, la documentación del Bronce Reciente sobre infancia y matri-
monio ofrece un modelo por el que los arreglos matrimoniales de mujeres, y en
menor medida hombres, se producen con suficiente antelación a la propia boda.
Esta forma de asegurarse un cónyuge con el que perpetuar el linaje familiar tiene
asimismo repercusiones directas en cuanto al momento del desposorio, ya que
por regla general las mujeres se casarán antes que los varones.
314 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Por su parte, en las adopciones infantiles del Bronce Reciente (§4) encon-
tramos distintas fórmulas que regulan cuestiones en torno a las partes del
contrato. Todas estas disposiciones están encaminadas a beneficiar a todos los
contractantes, y en especial al adoptado. Teniendo en cuenta la indefensión legal
de estos y otros niños estudiados, el derecho próximo-oriental antiguo les confie-
re ciertas prerrogativas jurídicas, a corto, medio o largo plazo, como heredar el
patrimonio de los adoptantes. Por contra, y como si de un contrato que concier-
nen a adultos se tratara, estos menores también tendrán determinados deberes,
como hacerse cargo de las obligaciones fiscales familiares o mantener a los pa-
dres adoptivos durante su vejez.
La principal tesis defendida para las adopciones del Bronce Reciente se re-
fiere a su complejidad casuística en comparación con las adopciones de adultos.
Éstas, más numerosas en el corpus cuneiforme de la época, tienen por lo general
una finalidad eminentemente económica. En el corpus que nos ocupa, sin em-
bargo, los objetivos perseguidos por los contractantes en lo que se refiere al niño
son mucho más variados. Aparte de la transmisión del patrimonio, objetivo
común con las adopciones de adultos, en las de niños encontramos por ejemplo
el deseo de proveer al menor con la formación en un oficio. Al identificarse por
lo general los padres adoptivos de niños con parejas fértiles, también se reglarán
los cuidados que los adoptados, una vez ya adultos, deberán dispensar a sus
padres en el futuro. Otro objetivo frecuentemente expuesto en las adopciones
infantiles es el de arreglar el matrimonio del adoptado, justo tras la creación del
contrato o tras un tiempo indeterminado. Por otra parte, los aspectos religiosos
se encontrarían indudablemente en el trasforno de muchas adopciones, espe-
cialmente encaminadas a asugurarse el adoptante los ritos funerarios tras su
muerte. Sin embargo, nuestros corpora del Bronce Reciente apenas apuntan
explícitamente a esta cuestión. Por último, en ciertos contextos de crisis, situa-
ción evidente en la Siria de la época, apreciamos que las adopciones persiguen
propósitos de carácter social o incluso sentimental. Teniendo en cuenta que la
adopción se presenta como un mecanismo activado frecuentemente tras ciertos
casos de abandonos, estos contratos reflejarán el deseo por parte de los adultos
de que los menores salieran de situaciones problemáticas a las que se veían en
ocasiones abocados, como la orfandad, la indigencia, la falta de herencia o de
posibilidad de desposarse en el futuro.
Todas estas peculiaridades se observan, en un grado u otro, en los textos es-
tudiados sobre adopciones infantiles en el Bronce Reciente. Aún así, es evidente
que cada ámbito documental sigue tradiciones escribales diferentes, algo presen-
tado separadamente en las conclusiones por archivos (§7.1). En Nuzi, por
ejemplo, se aprecia un tratamiento más estandarizado en cuanto a fórmulas,
expresiones o estructuras de los contratos. Esta continuidad es evidente asimismo
en los escasos textos de adopciones infantiles de Aššur, pero no así en los sirios.
Efectivamente, en la documentación emariota sobre la cuestión se aprecia una
diversidad a varios niveles: formulísticos, estructurales, de participantes en con-
Conclusiones 315

tratos, etc. De esta manera se rompe radicalmente con el hieratismo de las tradi-
ciones paleobabilónicas, aportando nuevas realidades jurídicas, expresiones
lógicas de la amalgama de lenguas, pueblos y situaciones de la Siria de la época.
Aparte de las ventas de niños, analizadas aparte, en el capítulo 5 se ha pro-
fundizado en la realidad de la esclavitud infantil. Atendiendo a las tipologías de
textos sobre este fenómeno, hemos dividido el corpus en listas conjuntas y textos
que conciernen a un solo niño. Entre las primeras encontramos listas de raciones
alimentarias, de trabajadores forzados, de deportados o las ya comentadas listas
de personas vendidas.
Las listas de raciones alimentarias son de naturaleza pública y administrati-
va, siendo características de los reinos casita y mesoasirio. Los niños consignados
en estos documentos son objeto de nuevo de un tratamiento despersonalizado,
recibiendo una cantidad de grano en relación directa con los otros grupos de
edad, información evidente cuando se consta expresamente (solo en el ámbito
casita: por ejemplo, los menores recibirán menor cantidad que los adultos).
Por su parte, las listas de trabajadores forzados, procedentes en su totalidad
de Nippur, son la mayor fuente de la presente investigación en cuanto al número
de textos, la gran parte inéditos en la actualidad. En dichas listas, también de
carácter público y administrativo, se consignan los trabajadores, además de por
nombres y edades, agrupados por familias. Esta última información es crucial a
la hora de analizar, por un lado, los modelos familiares imperantes en la socie-
dad servil del Nippur mesobabilónico; por otro, el papel que los niños
desempañaban en este contexto. El estudio de las categorías de edades inferiores,
encuadradas dentro del período infantil (lactantes, destetados, niños y adolescen-
tes), pone de relieve la importancia que los niños de dichas categorías tuvieron
en el contexto laboral de la capital administrativa del reino. Los menores, ya
desde una temprana edad —siendo incluso lactantes—, aportan una fuerza de
trabajo fundamental para sostener el sistema servil, llevando a cabo labores
como alfareros, artesanos, cuidadores de caballos o escribas —caso este último
de dos adolescentes. Aún así, la tarea más desempeñada por niños es la relacio-
nada con la industria textil, producción en la que encontramos multitud de
menores especializados en una actividad u otra dentro de dicho campo.
La última fuente que presenta varios niños esclavos son las listas de depor-
tados, presentes en la documentación mesoasiria (Kār-Tukultī-Ninurta y Aššur)
y de Ugarit. La condición jurídica de los menores presentes en estos textos es la
más baja que podemos apreciar a lo largo de todo el corpus del trabajo, puesto
que constituyen con gran probabilidad prisioneros de guerra.
Respecto a los documentos que conciernen a un solo niño, y aparte de las
comentadas posteriormente ventas individualizadas, se aprecia algún caso de
entrada en una esfera servil a partir de contratos que toman el formato de la
adopción. Asimismo la esclavitud por deudas es una fuente por la que varios
316 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

menores pasarían a ser esclavos. Por último, y aunque no encontremos demasia-


das evidencias directas para analizar el fenómeno, podemos afirmar que la
esclavitud desde el nacimiento constituiría una de las mayores, si no la mayor,
fuente de esclavitud infantil en las Mesopotamia y Siria del Bronce Reciente.
Casi todos los documentos descritos insertan de una forma u otra al menor
en un contexto familiar. Si bien parece una obviedad señalar que estos niños
crecerían en este tipo de ambiente, a nuestro juicio este hecho generalizado debe
guiarnos hacia una interpretación en clave jurídica. Los menores son desprovis-
tos de un grado determinado de libertad, pero sin romper en ningún modo el
sistema familiar donde nacen y se desarrollan. Esta institución está implícitamen-
te ligada de algún modo al concepto de “libertad”, puesto que permite activar
mecanismos legales como la adopción o el matrimonio. En nuestro propio cor-
pus podría encontrarse la excepción que confirmaría esta tesis: el documento
administrativo ugarítico KTU 4.102. En él los niños deportados solo están
acompañados por mujeres adultas, probablemente sus madres. Las interpreta-
ciones al respecto pueden ser varias, pero, aún teniendo en cuenta posibilidades
como que los progenitores varones hubieran muerto en batalla, sido ejecutados o
vendidos aparte, creemos más bien que en este caso se buscaría deliberadamente
una disgregación familiar. Separar expresamente las partes básicas de la familia
(padre, madre e hijos) conllevaría inferir un grado de esclavitud elevadísimo a los
objetos de tal acto. La condición legal de dichos sujetos sería, por tanto, real-
mente ínfima.
Así pues, el análisis de los niños presentes en los documentos sobre esclavi-
tud del Bronce Reciente nos informa sobre los distintos grados de servidumbre
de las familias donde se inscriben estos menores. La generalidad de los textos
estudiados pone de manifiesto que la familia es el ámbito donde la mayoría de
mecanismos legales pueden ser activados, incluso en relación con los niños, aún
estando estos individuos supeditados a un poder privado o público.
Por su parte, el fenómeno de vender niños, desde su nacimiento hasta su
adolescencia, está ampliamente atestiguado en las Mesopotamia y Siria del
Bronce Reciente (§6). Dentro del contexto de la infancia en un ámbito servil, las
fuentes documentales sobre ventas de niños han sido estudiadas en un capítulo
aparte debido a sus peculiaridades y características propias, como contar con
ejemplos para todos los ámbitos de estudio —lo cual facilita el análisis compara-
tivo— o el hecho de que casi todos los ejemplos han sido publicados y su
conocimiento por tanto es más completo. Las principales fuentes que nos infor-
man al respecto son contratos de ventas individuales (un niño o una niña) o
conjuntas (varios niños juntos o, por regla general, listas de individuos entre los
que se consignan niños). El análisis de estos textos pone de manifiesto la institu-
cionalización de dicha realidad en determinadas zonas del Próximo Oriente.
Así, en la Babilonia casita (Nippur, Ur y Tell Imliḥiye) los contratos de ven-
tas de niños son generalmente de carácter público, y están estandarizados en lo
que respecta a fórmulas, participantes en el contrato o precios de los vendidos.
Conclusiones 317

Aunque en el ámbito mittanio (Nuzi y Alalaḫ) ocurre algo parecido —aunque de


forma no tan evidente—, de nuevo Emar —al igual que el único ejemplo de
Tuttul— constituye la excepción, ya que la heterogeneidad de formas complica
una categorización de rasgos comunes para todos los ejemplos de ventas infanti-
les. Aún así, prácticamente todos los casos analizados presentan rasgos comunes
que conviene comentar.
En primer lugar, en la mayoría de documentos encontramos importantes
personalidades que aparecen en la transacción, como compradores o vendedo-
res. Si uno de los casos más evidentes es el de Enlil-kidinnī, šandabakku de
Nippur, también en los otros archivos vemos individuos prominentes, dedicados
total o parcialmente a la compra-venta de personas, como Šamaš-ēṭir en Ur,
Ilimilimma en Alalaḫ o Ba’al-malik en Emar.
En otras ocasiones, sin embargo, los vendedores de los niños se correspon-
den con sus padres. Esta práctica es especialmente común en Siria, donde la
crisis económica, que afectó de forma particularmente fuerte la zona, es la prin-
cipal causa por la que los padres se verían obligados a optar por vender sus hijos,
fenómeno atestiguado en contratos de carácter privado. Como en dicho ámbito
cada caso era singular, con problemática propia y sin responder a situaciones
comunes, los documentos sirios sobre ventas de niños, al contrario de lo que
vemos en Babilonia o Mittani, no siguen un patrón establecido, siendo heterogé-
neos en la presentación de cada caso.
La última conclusión en torno a los niños vendidos debe hacer referencia a
su condición jurídica. Es común para todos los ejemplos de la época que el me-
nor pasa de una esfera legal a otra inferior. Ahora bien, dependiendo de los
ámbitos en que nos encontremos, así como a la tipología textual, apreciamos
diferencias de estatus de unos niños u otros. En Babilonia determinadas caracte-
rísticas apuntan a un estatus menor de los pequeños vendidos conjuntamente en
comparación con los que aparecen de forma individual. Éstos últimos, por
ejemplo, tienen mayor valor monetario, se expresan sus medidas, procedencias
geográficas, nombres e incluso proveniencia familiar. Empero, las ventas conjun-
tas tratan a los menores de forma desnaturalizada, consignándoles con un simple
sustantivo unido a su precio. La terminología española que hemos empleado
para marcar esta diferencia es, respectivamente, “servidumbre” y “esclavitud”.
Más difícil es expresar en qué grado se encontrarían los niños vendidos en
los ámbitos de Mittani y Siria. Cada caso es difícilmente rastreable en este senti-
do, pero todo apunta a que, a excepción del documento emariota E6 211, todos
los menores vendidos eran libres antes de la transacción. Su cambio jurídico será
por tanto evidente, pasando a engrosar, por la razón que fuera (crisis económica,
deudas paternas, situaciones familiares concretas, etc.), el nutrido grupo de niños
esclavos del Bronce Reciente.
318 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

De manera generalizada podemos concluir que la documentación estudiada


pone de relieve la importancia que los niños tenían para la sociedad del Bronce
Reciente mesopotámico y sirio. Herederos en parte de la tradición jurídica pa-
leobabilónica, los contratos y listas administrativas presentados ofrecen una
especie de trato de favor hacia los niños, algo evidente en el único código legisla-
tivo mesopotámico conocido para la época, las Leyes Asirias Medias. De todo
nuestro corpus se desprende esta idea de permisividad legal para con los meno-
res, incluso en las ocasiones en que el contexto no es precisamente el más
adecuado para que se den dichas circunstancias, como respecto a la esclavitud
infantil (incluidas las ventas de niños). El hombre del Bronce Reciente, inmerso
en una sociedad que conocía y aceptaba la existencia de niños sufrientes, trataba
en la medida de lo posible que éstos constituyeran la excepción, y ya fuera por
cuestiones interesadas o altruistas, intentaría proteger a los menores también
dentro de los parámetros legales.
LA INFANCIA DEL BRONCE RECIENTE EN EL CONTEXTO PRÓXIMO-ORIENTAL
ANTIGUO

La documentación del Bronce Reciente mesopotámico y sirio sobre los aspectos


legales de la infancia no debe ser contemplada como un corpus cerrado, sin
relación alguna con los períodos anteriores y posteriores. En cada capítulo se ha
dedicado un subapartado a contextualizar nuestras fuentes dentro de la constan-
te del Próximo Oriente antiguo. En esta última parte de las conclusiones
procederemos a resumir brevemente el comportamiento de los mecanismos
jurídicos de la época en su contexto próximo-oriental antiguo, señalando el
grado de innovación o conservadurismo que presentan en relación con las tradi-
ciones anteriores y su reflejo posterior en documentos del 1.er milenio a. C.
En primer lugar, la inserción de las fuentes sobre abortos voluntarios de la
época dentro del contexto mesopotámico y sirio antiguo se dificulta por la au-
sencia general de textos al respecto. La disposición LAM 53, por tanto,
constituye un documento excepcional en la constante del Próximo Oriente anti-
guo.
Por otra parte, a lo largo de la investigación hemos argumentado a favor de
la inexistencia de ejemplos claros de abandonos reales de niños para la época
que nos ocupa. En la documentación próximo-oriental antigua, sin embargo, sí
que disponemos de varios ejemplos de exposiciones infantiles, en las que en
ocasiones el niño sobrevive pero en otras corre peor suerte. Aún así, la tesis que
hemos defendido para este punto (es decir, el constar expresamente la indefen-
sión de los niños expósitos a modo de justificación a la posterior adopción) tiene
una relación evidente en la literatura mesopotámica antigua. De hecho, la pre-
sencia de esta realidad en épocas anteriores ha sido determinante para
comprender los ejemplos del Bronce Reciente que se presentan formalmente
como abandonos. Por tanto, también el fenómeno de justificar la custodia legal
de un menor a través de un caso de abandono, real o simulado, tiene cabida en
Conclusiones 319

la documentación del Bronce Reciente, época para la que contamos con pocas
pero significativas fuentes al respecto.
En cuanto a la relación entre infancia y matrimonio, la documentación del
Bronce Reciente presenta ciertas peculiaridades distintas con respecto a la cons-
tante próximo-oriental antigua. Los textos mesopotámicos de cualquier período
nos informan sobre las edades a las que hombres y mujeres se desposaban, ha-
ciéndolo estas últimas, por regla general, con anterioridad a los primeros.
Nuestro corpus no es una excepción en este sentido, y los casos que contamos
para estudiar el fenómeno apuntan en esa dirección. También es común para
todo el Próximo Oriente antiguo, incluidos los textos del Bronce Reciente, el
hecho de que la edad de las mujeres a la hora de convenir su matrimonio era
menor que la de los hombres.
Sin embargo, nuestro corpus aporta una información crucial a la hora de
afirmar que el matrimonio, al menos para el caso de mujeres sin relación con la
realeza o altas esferas de la sociedad, donde esta práctica era común, podría ser
arreglado siendo las niñas aún lactantes. Esta peculiaridad es evidente en espe-
cial a partir de dos grupos textuales, de Nuzi (HSS 19 86, HSS 19 134) y Emar
(E6 216, E6 217). En ellos dos niñas en sus primeros años de vida entran en un
estatus de kallatu, tanto implícito (Nuzi) como explícito (Emar). Sus padres, al
igual que harían otros en numerosas ocasiones no atestiguadas hasta el momen-
to, querrían por las razones que fueran —claramente económicas en el caso
emariota— reglar cuanto antes el futuro matrimonio de sus hijas. Si bien este
fenómeno podría ser común para el resto del Oriente antiguo, no conocemos
otras fuentes que nos informen tan directamente sobre la cuestión.
Lo primero que llama la atención al comparar las adopciones infantiles del
Bronce Reciente con los corpora anteriores es la ausencia para nuestra época de
fuentes legislativas. Así, todos los documentos aquí analizados son de práctica
legal, al contrario de lo que sucede, por ejemplo, en época paleobabilónica,
donde varias disposiciones de códigos hablan sobre la cuestión. Sin embargo, y
exceptuando matices como la preponderancia de fórmulas de adopción como
ana mārūti nadānu en relación a otras empleadas más frecuentemente con anterio-
ridad, como ana mārūti leqû, en general se aprecia una continuidad de estas
tradiciones en cuanto a adopciones de niños, algo evidente en especial en algu-
nos casos. La adopción de Nuzi JEN 572 es un buen ejemplo en este sentido, ya
que supone uno de los ejemplos más claros de práctica legal de lo tratado siglos
atrás en las disposiciones 188 y 189 del Código de Hammurapi. Por otro lado, y
debido a la crisis siria de la época, determinados textos de adopción de Emar
muestran un carácter de urgencia más radical que lo que apreciamos en las
adopciones paleobabilónicas, pero similar a otras posteriores de época neobabi-
lónica.
320 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

La conclusión general sobre la comparación entre las adopciones infantiles


del Bronce Reciente y de otras épocas se refiere a sus similitudes en cuanto a
complejidad casuística. En todos estos corpora los textos de adopciones de niños
exponen, explícita o implícitamente, más objetivos perseguidos que llevan a
adoptar un niño que los que encontramos en sus homólogos de adultos. Siendo
muy común en el período paleobabilónico, solamente el motivo religioso para
adoptar, y quizás con la excepción de la adopción mesobabilónica BE 14 40,
está ausente en nuestro corpus.
En el Bronce Reciente encontramos el mismo tipo de documentos sobre es-
clavitud infantil que en otras épocas anteriores y posteriores. Ya desde el 3.er
milenio a. C. se nos informa sobre la práctica de vender, deportar u obligar a
niños a realizar trabajos forzados, fenómenos todos presentes asimismo en la
primera mitad del 2.º milenio y a lo largo de todo el 1.er milenio a. C. Como en
dichos períodos, la sociedad del Bronce Reciente acepta la esclavitud infantil
como algo inherente a sus culturas, conscientes del aporte que los trabajos infan-
tiles daban a la economía a niveles público y familiar.
En este sentido hay que poner de relieve la labor que los niños esclavos
desempeñarían en la industria textil a lo largo de toda la historia del Próximo
Oriente antiguo, para lo cual el Bronce Reciente tampoco es una excepción.
También comunes entre estas épocas son las cantidades de raciones recibidas
por estos menores, así como su consignación general dentro de un contexto
familiar.
Así pues, la documentación de la época que nos ocupa no ofrece cambios
significativos en cuanto a la institución de la esclavitud en Mesopotamia y Siria.
Aún así, constituye un nexo de unión entre el 2.º y 1.er milenio a. C., subrayando
la importancia que en todas estas épocas tuvo la esclavitud infantil en el Oriente
antiguo.
Por su parte, la práctica de vender niños constituye una realidad bien cono-
cida en la literatura cuneiforme de cualquier época. Al igual que en la constante
próximo-oriental antigua, en el Bronce Reciente apreciamos ventas infantiles
individuales y conjuntas, tanto de naturaleza privada como pública (y no necesa-
riamente de manera respectiva). Así, algunas ventas, especialmente atestiguadas
en la Babilonia casita, estaban institucionalizadas por el poder dominante, algo
común con determinada documentación paleobabilónica.
Sin embargo, son las ventas de niños en la Siria del Bronce Reciente las que
de algún modo rompen con la tradición anterior. Este cambio tiene como prin-
cipal motivo la fuerte crisis económica de época y lugar, y de los contratos de
ventas se desprenden situaciones límite de los vendedores, generalmente los
padres. Documentalmente esta realidad solo es comparable, a nuestro juicio, al
corpus del Nippur neobabilónico, donde numerosos textos muestran el fenó-
meno de las ventas de niños como una de las pocas salidas a las dificultades
económicas a las que las familias se veían sometidas.
Conclusiones 321

Como conclusión sobre el comportamiento de nuestro corpus sobre los as-


pectos legales de la infancia dentro de su contexto próximo-oriental antiguo,
podemos afirmar que a grandes rasgos sigue idénticos parámetros. Las peculia-
ridades vienen determinadas por las vicisitudes socio-económicas imperantes en
cada ámbito de estudio, y tendrán relación directa con las mismas u otras zonas
que presentaran situaciones similares en otras épocas.
A lo largo del estudio hemos podido comprobar cómo es imposible entender
la documentación sobre la infancia del Bronce Reciente sin tener en cuenta el
desarrollo anterior, de tradición paleobabilónica, de los aspectos legales sobre los
niños. De igual manera ocurrirá con el corpus del 1.er milenio a. C., también
deudor de la misma tradición y con características comunes con el elenco textual
analizado para el Bronce Reciente.
8
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9
ANEXOS

9.1. ANTROPÓNIMOS
Aba-lā-īdi 53, 53 n. 182, 207 n. Arip-šerri 103 n. 401, 108 n. 428
904 Asda-aḫī 255 n. 1042
Abī-kāpī 35, 36, 36 n. 114, 37, 87 Aššur-iddin 32
n. 310, 96, 106 n. 418, 122, 122 n. Aššur-uballiṭ 12
501, 123 Ašua-našši 63, 64
Adadma-ilu 256 n. 1060 Ātamar-qāssa 108 n. 429, 144, 145,
Adad-nada 198 n. 858 213 n. 912, 253 n. 1035
Adad-šar-ilāni 251 n. 1025 Azukiya 90 n. 317, 104 n. 405
Adad-šuma-iddina 251 n. 1027, Bahdî-Lîm 54
271 n. 1164 Baḫlu 222 n. 955
Adaggal-pān-ilī 256, 256 n. 1060 Baltešup 98–99, 101 n. 394, 105
Addu 35–37, 96, 106 n. 418, n. 413, 110 n. 436, 115 n. 470
312–13 Bāltī-Nergal 152 n. 630, 246
Aḫa-mi 35–36, 87 n. 310, 122 n. Basundu 160 n. 684, 197 n. 855
501 Belaya 98, 105 n. 413, 110 n.
Aḫassunu 202 436
Aḫiu 35–36, 87 n. 310, 122 n. Bēlī-emūqāya 251 n. 1025
501 Bēlīya 96 n. 357, 106 n. 417,
Akap-šenni 103, 103 n. 403, 104, 110
104 n. 404, 110 n. 436 Bēlta-balāṭa-īriš 162, 162 n. 691
Akap-tukke 257 n. 1062 Bēlu-malik 39 n. 130
Akawatil 64 Bēlum-karad 104 n. 405
Akītu-rīšat 152 n. 630 Bēlu-taliḫ 221, 248, 255 n. 1042
Akki 47 n. 163 Bitti-Dagan 104, 104 n. 407
Akkuya 14, 103 n. 403, 108 n. Bunni-Sîn 148 n. 613, 246, 261,
426 261 n. 1095
Al-ummī 38, 38 nn. 122–23, 39, Burezen 294
39 n. 130, 53 Burna-Buriaš II 251 n. 1024, 253,
Amurrea 261 n. 1095, 264 253 n. 1033
Aniya 104 n. 405, 108 n. 426 Burna-Nergal 10
Apil-Nergal 10 Dadâ 202
Arabasum 294 Dayyānī-Šamaš 157 n. 658
Arad-Ninsar 197 n. 853 Dingirmu 294
Arad-Nusku 172 n. 739 Dīni-ilī-lūmur 162, 162 n. 691, 162
Arim-matka 172 n. 739 n. 692, 163 n. 696, 198 n. 860

369
370 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Diyānātu 251, 251 n. 1026 Ilī-bānî 264 n. 1110


Duqqin-ilī 150 n. 622, 158 n. 661, Ilimilimma 251, 254, 265, 280, 285,
197 n. 852 317
É.A.BA-ul-īšu 53 Ilī-šēmi 10
Eḫli-Tešup 88 n. 312, 103 n. 398, Ilšu-ibnīšu 276 n. 1184
105 n. 413 Iltani 173 n. 744, 229 n. 963
Elḫip-šarri 64, 144 n. 588 Ina-pī-Marduk-dīnu 172, 172 n.
Elwini 65 739, 197 n. 854
Enigasud 294 Inbūša 161 n. 688, 163 n. 698
Enlil-Kidinnī 182, 250 n. 1022, Indalik-Bēl 246, 277 n. 1191
251, 251 nn. 1024–25, 252, 252 nn. Innamar 177 n. 765, 198 n. 858
1030–31, 253, 253 nn. 1033–34, Iram-ela 221, 248, 258
254, 256, 263, 263 n. 1101, 285, 285 Išma-Dagan 165, 166 n. 712, 187,
n. 1218, 288 n. 1232, 317 241, 241 n. 1002, 288 n. 1234, 290,
Enlil-nīrārī 252 n. 1030 290 n. 1247
Enlitarzi 294 Ištarte 35, 36, 87 n. 310, 122 n.
Enna-mati 97, 97 n. 362, 97 n. 366, 501
103, 103 nn. 399–400, 164 Judá 78 n. 276
Ennaname 294 Kadašman-Turgu 11 n. 32,
Entemena 294 61 n. 200, 144, 162 n. 694, 163 n.
Eriš-ilu 104 nn. 405–6, 108 n. 426 695, 213 n. 912, 253 n. 1035
Eṭirtu 121, 130 n. 539, 198 n. Kai-Tilla 88 n. 312, 110
858 Kalbaya 165 n. 710
Eza 66, 66 n. 234 Karrate 64
Ezida-NAM.TI 276 n. 1184 Kaštiliašu 137 n. 558, 251 n. 1024,
Faraón 49 n. 166, 53 n. 183 269 n. 1152
Gab-Martaš 197 n. 854 Kelipukur 88 n. 312, 103 n. 398,
Gimillu 104 n. 405, 203 n. 888, 105 n. 413
256 Kidin-dNIN-x 151 n. 625
Ginartapaddan 294 Kidin-Enlil 276 n. 1184
Gugatu 104 Kidin-Šuqamuna 151 n. 625
Ḫaluia 64 Kiniya 104 n. 405
Ḫampizi 257 n. 1062 Kinnuya 88 n. 312, 99, 105 n.
Ḫamsu 35, 122 n. 501 412, 116 n. 470
Ḫapira 251 n. 1025, 279 n. Kirimiša 277 n. 1191
1204 Kitilanalumepi 294
ḪU.TI-rēminni 32, 33 n. 97, 34 Kittatu 144 n. 593, 180, 180 n.
Ḫulālatu 198 n. 858 783
Ḫulāu 35, 122 n. 501 Kudur-Enlil 269 n. 1152
Ḫunābu 276 n. 1184 Kullupat 202
Iddin-Adad 151 n. 625 Kuntuya 84 n. 296, 103 n. 401,
Iddin-Nergal 161 n. 688, 163 n. 698 108, 108 n. 427
Iddin-SUKKAL 264 Kurigalzu II 137 n. 558, 252 n. 1030
Ilaya 251 n. 1025, 279 n. Kurṣubtu 32
1204 Kutbe 254, 254 n. 1041
Ilī-abī 104 La-abu-Dāgan 39
Anexos 371
Lultamar 163 Šamaš-eṭir 213 n. 915, 243 n. 1014,
Lultamar-Nusku 150 n. 622, 159 n. 251, 251 n. 1026, 254, 261, 261 n.
682, 162 n. 691, 172 n. 739 1092, n. 1094, 262 n. 1096, 273,
Mārat 258 n. 1071 285, 317
Matiya 39 Ša-pî-kalbi 52, 52 n. 180, 53 n. 180
Meli-Šipak 212 Sargón 34, 47 n. 163, 48 n. 163,
Minde-iballuṭ 197 n. 855 307
Moisés 34, 48 n. 163, 49 n. 166, Šāt-Aššur 173 n. 744
53 n. 183, 75 n. 265, 307 Šelaḫ 78 n. 276
Mursil II 252 n. 1030 Šelluni 103, 103 n. 403, n. 404,
Mušapu 95, 97, 98, 101 n. 394, 104 n. 404, 110 nn. 436–37
106, 166 n. 712 Šennima 105 nn. 412–13
Nabû-aḫḫē-iddin 165 n. 710 Šēpītaya 49 n. 168
Nabû-nādin-šumi 49 n. 168, 50 n. 168 Šeškisigduli 294
Nakidu 104 n. 405, 111 Ṣillī-Eštar 202
Nammagni 294 Šilwa-Teššup 14, 102 n. 396, 109
Naniya 95, 97, 97 nn. 365–66, n. 434, 171 n. 736
103, 103 n. 399, 105, 105 n. 410, n. Šīma-ilat 198 n. 857
413, 110 n. 440, 117, 118, 143, 164, Sîn-ašarēd 161 n. 688
164 n. 703 Šindi-Enlil 180, 180 n. 783
Nāru-erība 32, 33, 34, 53 Sîn-ēriš 197 n. 856
Nazi-Maruttaš 61 n. 200, 162 nn. Ṣiraya 49 n. 168, 50 n. 171, 55 n. 188
693–95 Šuldumu 294
Ninlil-ilatni 198 n. 857 Šuriḫilu 102 n. 397, 105 nn.
Ninurta-nādin-aḫḫē 252 412–13
Ninurta-uballiṭ 253 n. 1034 Taklāku-ana-Šuqamuna 151 n.
Nūru-mātu 64, 69 nn. 244–45, 78 625, 246
Nuska-kīna-uṣur 150 n. 622 Talziya-enni 197 n. 851
Nusku-ibni 159 n. 679, 199, 208 n. Tamar 79 n. 276
906 Tanna 64
Pašši-Tilla 65, 65 n. 231, 109 Tatu 66, 66 n. 234
Qaqqadānu 157 n. 658 Teḫip-Tilla 13, 65, 65 n. 227, 97,
Rabâ-ša-ilī 144 n. 593, 180, 180 n. 103 n. 398, n. 400, 106, 144, 144 n.
783, 181 598, 290 n. 1247
Rabâ-ša-Išḫara 162, 162 nn. 691– Tiglat-Pileser I 12
92, 163 nn. 695–96, 198 n. 858 Tirwaya 95, 97, 97 n. 366, 103,
Rabâ-ša-Kūbu 250 n. 1021 103 n. 402, 105, 105 n. 413, 106 n.
Rabâ-ša-Ninurta 263 n. 1102, 264 n. 416, 117, 118, 164, 164 n. 703
111 Tiwirra 265 n. 1114, 279 n.
Rabât-bēlet-Akkade 152 n. 630 1204
Rabi-Nergal 152 n. 630 Tukultī-Ninurta 12, 76 n. 269, 140
Riḫītuša 261, 261 nn. 1094–95 Tulpi-šenni 65, 144 n. 588
Šadmezi 157 n. 658 Tuttu 254, 265
Šagarti-Šuriaš 145, 213 n. 912, Uante 65, 65 n. 231
253 n. 1035 Ubāya 256
Šallī-lūmur 151 n. 629 Ugišiya-Saḫ 172, 172 n. 741
372 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Ummī-namī 104 Warḫa-zizza 65, 144 n. 588


Ummiši 258 n. 1071 Zadamma 174, 220, 220 n. 945, n.
Unaya 257 n. 1062 947, 276 n. 1183
Urezida 294 Zanini 294
Urḫi-Tešup 218 n. 931 Zike 14, 103, 103 n. 403, 108
Ūrī 197 n. 855 n. 426, 110, 110 n. 437, 145 n. 599
Uriš-elli 63 Zimrî-Lîm 140 n. 574, 200
Utḫaptae 88 n. 312, 105 n. 413 Zulalli 257
9.2. TÉRMINOS Y EXPRESIONES
SUMERIO
ÁB.GU4.ḪI.A 158 n. 671 É.GAL 32, 182
AD.KID 158 n. 663 E.GI4.A 69, 69 n. 246
AMA.AR.GI4 190 n. 825 GEMÉ 32, 103 n. 401, 108, 114
ana ŠÁM.TIL.LA.BI.ŠÈ 229, 233 n. 462, 144 n. 591, 148, 155, 185 n.
ARAD 182 n. 788, 189, 189 n. 801, 189, 189 n. 823, 190, 195 y 200
823, 195 n. 845 (GEMÉ-DUMU), 206 n. 901, 222 n.
AŠGAB 159, 167 955, 224–27, 229, 229 n. 966, 233,
ÁZLAG 159, 159 n. 679, 167, 233 n. 975, 234, 234 n. 977, 235,
199 242 n. 1006, 244, 245, 245 n. 1018,
BA.ÚŠ 175, 177 n. 764 (.MEŠ) 248, 269 nn. 1147–48, 283, 298 n.
BÁḪAR 158 n. 669, 167 1279
BUR.GUL 158 n. 670, 167 GIG 175
DAM 100 n. 381, 105 n. 413, GÍR 158 n. 667
113 n. 455, n. 460, 119 n. 488, 198, GIŠ.GAN.NA 294
261 n. 1094 GURUŠ 25, 25 n. 80, 150, 151,
DÍM 135 n. 551, 153 n. 633 153, 157, 157 n. 658, 158 n. 668, n.
DÙ 158 n. 661, 197 n. 852 670, 172, 172 n. 739, 176, 179, 196,
DUB.SAR 158 n. 675, 183 289, 311
DUMU.GABA 22, 22 n. 69, 53, GURUŠ.TUR 22, 22 nn. 67–68,
138 n. 556, 150, 151 n. 625, 152, 23 n. 71, 25, 25 n. 81, 146, 607, 150,
152 n. 630, 158 n. 664, n. 669, n. 151, 152, 154 n. 647, 158, 158 nn.
672, 159 nn. 679–81, 160 nn. 683– 662–63, nn. 665–69, nn. 671–76,
684, 166, 166 n. 713, 167, 167 n. 159 n. 680, n. 682, 160 n. 684, 172
716, 168 n. 718, 172, 177, 179, 181, n. 739, 176, 177, 179, 181, 183, 183
195 n. 849, 196, 197, 197 n. 854, n. 795, 196, 197 n. 851, 225–28, 228
199, 207 n. 904, 208 n. 906, 239, nn. 958–59, 229 n. 963, 235, 247,
247, 276 n. 1184, 283 276, 276 n. 1184, 278 nn. 1197–98,
DUMU.SAL.GABA 22, 138 n. 566, 279 n. 1202, 282, 283, 290 n. 1241,
151, 152, 152 n. 630, 158 n. 665, n. 311
670, n. 672, 159 n. 680, 160 nn. GURUŠ.TUR.TUR 22, 22 nn. 67–
683–84, 162 n. 692, 166, 166 n. 713, 68, 23, 25 n. 81, 141 n. 606, 150,
167, 168 n. 718, 177, 195 n. 849, 151, 152, 153, 154 n. 647, 155 n.
196, 197, 197 n. 855, n. 856, 198 nn. 650, 158 n. 661, n. 668, 159 n. 682,
857–58, 235, 241, 246, 247, 248, 162 n. 691, 166, 172 n. 739, 174 n.
276 n. 1184, 282, 283
Anexos 373
745, 181, 183 n. 795, 196, 197, 197 681, 160 n. 684, 161 n. 688, 163 n.
n. 852, 229 n. 963, 278 n. 1197 698, 176, 177, 177 n. 764, 183 n.
ḪA.LA 93, 105 n. 412, 116 n. 795, 184 n. 797, 196, 197 n. 855,
471 225–28, 228 n. 959, 235, 235 n. 980,
ḪÚB.BI 159, 159 n. 681, 167 244, 246–47, 278 n. 1198, 279, 279
Ì.BA 135, 194 n. 1202, 282–83, 290 n. 1241, 311
IM.ÚŠ 175 SAL.TUR.TUR 22, 22 nn. 67–68,
IN.ŠI.SA10 229, 230, 255 23, 25 n. 81, 151, 151 n. 628, 152,
KUR.GAR.RA 158 n. 676 155 n. 650, 166, 174 n. 745, 196,
LÚ.GÁN 298 n. 1280 197, 197 n. 856, 225–27, 235
LÚ.KUR 298 n. 1280 SAL-tum 218, 229, 235, 244, 245,
LÙNGA 158 n. 666 249, 280, 280 n. 1207, 284
MUḪALDIM 158 n. 665 ša KIN 153 n. 633
MUŠEN.DÙ 158 n. 673 ŠE.BAR 135, 194, 277 n. 1192
NAM.ARAD.A.NI.ŠÈ 203 ŠE.GUR 277 n. 1192
NU.gišKIRI6 158 n. 668 SIPA 158 n. 662
SAL 62, 77, 151, 153, 154 SIPA ANŠE.KUR.RA 158 n. 672,
nn. 639–41, 158 n. 670, 179, 189, 167, 168 n. 717
190, 196, 198, 228 n. 959, 257 n. ŠU.GI 150, 172, 176
1065 (como determinativo), 276 n. TÚG.KA.KEŠDA 159, 167
1184, 311 UM.MI.A 158 n. 664, 166 n. 713,
SAL.KUR 190, 298 n. 1280 167, 167 n. 716
SAL.LÚ-tum 155, 155 n. 652, 218, UR-bi IN.PÀD.DA.NE.EŠ 267
219 n. 938 ÚŠ 175, 177 n. 763
SAL.LÚ.TUR.RA 203 n. 887 UŠ.BAR 159, 160 n. 683, 161 n.
SAL ša GA 228 n. 962 688, 162 n. 691, 163 n. 696, n. 698,
SAL.ŠU.GI 151, 176 n. 758 164 n. 705, 172, 172 n. 739
SAL.TUR 22, 22 nn. 67–68, 25 n. ZÁḪ GIBIL 175 n. 756
81, 61, 62, 83, 130 n. 539, 144, 148, ZÁḪ LIBIR.RA 175 n. 756
151, 152, 158, 158 n. 672, 159 n.
ACADIO
amat ekalli 206 n. 901 aplūtu 91 n. 319
ana ardūti 143 n. 586, 186 n. 805, arad 206 n. 901
206 n. 900, 233, 245, 245 n. 1018 ašlāku 159, 159 n. 679, 167,
ana ittišu 33 n. 99, 45, 45 n. 152, 199
46 n. 154, 52, 82, 91 n. 319, n. 326, aškāpu 159, 167
93 n. 341, 123–24 n. 503, 124 n. 505 atkuppu 158 n. 663
ana kallūti 62, 144 bānû 135 n. 551, 153 n. 633,
ana mārūti nadānu 143, 319 158 n. 661
ana mārūti šakānu 129 bennu 272, 295, 295 n. 1265
ana mārūti leqû 129, 319 bukānam šūtuk 294
ana ribīti ṣālu 36, 96 bukānu 294
ana tarbūti leqû 128 n. 531 epēšu 89 nn. 312–13, 91
ana ṭamūdi 163 n. 698 erēbu 60 n. 200
aplū zakû ù rugguma ūl īšû 266 eṭlūtu 91 n. 319
374 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

ezēbu 49 nukarribu 158 n. 668


ḫabātu 185 n. 802 paḫāru 158 n. 669, 167
ḫâṭu 114 palāḫu 90 n. 317, 93, 99, 120 n. 492
ḫubbutānu 185 n. 802 pasālu 112, 112 n. 450
ḫubtu 185 n. 802 paṭāru 232 n. 971, 233 n. 976
ḫuppu 159, 167 pirsatu 23, 150–51, 151 n. 629,
ḫurādu 206 n. 901 152, 153, 158 n. 664, 166, 166 n.
ildu 146, 146 n. 604, 187, 713, 174 n. 745, 176, 195 n. 849,
242 n. 1005 196–97, 198 n. 857
ina mêšu 46, 46 n. 157 pirsu 23, 150, 150 n. 624, 151,
ina mêšu u damēšu 46, 46 n. 157 151 n. 629, 152–53, 154 nn. 645–46,
ina tulî 69, 77 n. 649, 166, 166 n. 713, 174 n. 745,
išparu 159, 160 n. 683, n. 686 181, 195 n. 849, 196–97, 197 n. 853,
kallatu 62, 62 n. 210, 212–13, 198 n. 857, 297 n. 1273
64–65, 66, 69–70, 69–70 n. 246, 75, purkullu 158 n. 670, 167
77–79, 144, 147, 184, 184 n. 797, qinnu 182, 206 n. 901
220, 238 n. 998, 273, 273 n. 1177, rabû 50, 64–65, 65 n. 230, 95 n. 353
309–310, 313, 319 rē’i lâti 158 n. 671
kāṣiru 159, 160 n. 683, 167 rē’i sisê 158 n. 672, 167
kattû 259, 259 nn. 1083–84, rē’û 158 n. 662
260, 260 n. 1087, 261 n. 1091 rubbû 50
kî rikilti šarri NR ippušušu 271 sirašû 158 n. 666
kīlu 180 sugulli 158 n. 671
kinṣu 235, 237, 273, 279 n. ṣalû 49
1204 ṣeḫertu 23, 68 n. 240, 151, 228
kunšillu 160, 167, 197 n. 855 n. 959, 235, 290 n. 1241
kurgarrû 158 n. 676 ṣeḫru 22–23, 63, 68, 77, 78 n.
lamādu 50 276, 83 n. 289, 194, 194 n. 842, 228,
leqû 50, 50 n. 170, 62, 62 n. 228 n. 959, n. 961, 290 n. 1241
208, 92, 93, 93 n. 341, 114 n. 462, ṣuḫārtu 23, 65, 65 nn. 228–29,
128, 128 n. 529, 180 n. 781, 230, 68, 68 n. 242, 77, 144, 148, 151,
232, 233 n. 976 155, 219, 228, 244, 244 n. 1017
malû 114, 269 ṣuḫāru 23, 51, 68, 68 n. 241, 83
mār bītim 205 n. 290, 136, 148, 155, 164 n. 705,
mārūtu 91, 91 n. 319, 126 n. 519 194, 218, 219, 225–28, 228 n. 959,
minzir 270, 270 n. 1156 229, 229 n. 963, 235, 244, 244 n.
mušēniqtu 169 1017, 245
nabalkutu 112, 112 n. 448, 267 ṣupur kīma kunnukkišu 263 n. 1106
nadānu 89 n. 312, 91, 91 n. 324, ša kukulli 153–54
92 n. 330, 114, 129, 230, 232–33, ša šipri 153 n. 633
269, 269 n. 1149 ša šizbi 150 n. 624
nadû 43 n. 145, 44, 49, 49 n. ša UŠ-pi 153
166, 273 n. 1174 šakānu 91, 267
nasāku 48 šakin māti 161 n. 688
našû 50, 50 n. 169, n. 171, 99 šaknu 161 n. 688
nuḫatimmu 158 n. 665
Anexos 375
šandabakku 252, 252 n. 1030, 253 ṭupšarru 158 n. 675
nn. 1033–34, 256, 263, 285 n. 1218, ṭuppi aḫuzati 60 n. 200
288 n. 1232, 317 ṭuppi mārūti 87, 87 n. 309
šaqû 50 ṭuppi riksi 118 n. 485
šalû 267 ṭuppi zununnê 60 n. 200
šaṭāru 91 ubānu 235, 237
šilip rēmim 51, 51 n. 174 ummânu 158 n. 664, 166 n. 713,
šūnuqu 91 n. 319 167
talmettu 153 usandû 158 n. 673
talmidātu 154 ūṭu 235 n. 984, 237, 237 n.
tarbītu 91 n. 319, 169 990
tarītu 153 wabālu 94, 99, 120 n. 492
tenēštu 153, 153 n. 632, 163 n. wilid bītim 161, 205 n. 897
698, 206 n. 901 zakûtu 145, 184 n. 798, 191 n.
tēniqu 155 n. 650, 169, 171 834, 213 n. 912, 253 n. 1035
ṭābiḫu 158 n. 667 zittu 93, 93 n. 340, 116 n.
ṭāmītu 163 471
UGARÍTICO
aṯt 155 ġzr 155
aṯt adrt 155 pġt 155
n‘rt 155
HURRITA
teḫambašḫu 95, 96 n. 357, 106, 115,
170
LATÍN
adoptio servi loco 97 n. 363, 98 poena duplex (o stipulatio duplae) 34, 268,
268 n. 1145, 269, 269 nn. 1146–48
GRIEGO
δοχιµασία 21 n. 63 παῖς 193
9.3. TEÓNIMOS
Gula 34 Sîn 34
Ištar 34 Šamaš 34
9.4. TOPÓNIMOS
Akkad 243 1084, 265, 266 n. 1125, 271 n. 1159,
Alalaḫ 8 n. 21, 13–14, 14 nn. 274 n. 1180, 280, 282, 285, 287, 294
40–41, 15 n. 42, n. 45, 143, 155, n. 1259, 296 n. 1270, 302, 308–10,
212, 218, 223, 229, 229 n. 966, n. 317
968, 230, 232 n. 972, 244–45, 251, Alašia 141–42
254, 257, 257 n. 1065, 258, 259 n. Amurru 183 n. 795, 242
376 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Arrapḫe 13, 25, 67, 70, 77, 140, 136-137, 153, 145 n. 600, 146, 155,
183 n. 795, 217, 224, 258, 269 n. 164–65, 165 n. 708, 174 n. 747, 178
1151, 302–4, 308 n. 770, 186 n. 805, 187, 208, 212,
Asiria 8, 12, 15, 25, 72, 76 n. 219, 219 n. 940, n. 942, 220 n. 948,
269, 86, 91 nn. 321–22, n. 324, 92 n. 221, 221 n. 953, 222, 222 n. 956,
332, 93, 93 n. 340, 98, 111, 120 n. 223, 230, 232–33, 237 n. 989, 241,
490, 134, 147, 155, 178, 183 n. 795, 250 n. 1021, 251, 254, 254 n. 1039,
206, 252 n. 1030, 296 255 n. 1042, 256 n. 1056, 258, 258
Aššur 11–12, 12 n. 35, 13, 85– n. 1075, 259 n. 1077, 265 n. 1117,
86, 86 n. 301, 89, 98, 98 n. 373, 100, 266, 268-269, 269 n. 1147, 272–73,
100 n. 381, 194 n. 405, 106, 107 n. 273 n. 1177, 274 n. 1180, 280 n.
422, 111, 112 n. 448, 114, 120 n. 1212, 281, 285, 286 n. 1224, 287,
492, 128 n. 532, 129, 131, 183 n. 292 n. 1253, 296 n. 1271, 298 n.
795, 186, 229 n. 968, 242, 289, 306– 1281, 299, 302, 303, 303 n. 1299,
308, 312, 314–15 306, 309–10, 312–13, 317, 319
Babilonia 5, 8, 8 n. 22, 9, 9 n. 23, Eqlum-bana 140 n. 574, 200 n. 872
10, 10 n. 31, 25, 60, 67, 70, 72, 77, Eridu 9, 261, 261 n. 1095
83, 83 n. 290, 134, 135 n. 547, 136, Girsu 149 n. 618
136 n. 556, 137, 138 n. 561, 142– Ḫana 83, 85, 92, 100, 131, 229
143, 148 n. 613, 155, 158, 168, 182, n. 968, 295 n. 1265, 300 n. 1289,
183 n. 795, 200 n. 867, 206, 212, 306 n. 1304
213 n. 913, 214, 216, 218, 222–24, Ḫanigalbat 13 n. 37, 183 n. 795
229, 229 n. 966, 232, 234, 242, 242 Ḫarbe 11, 12, 12 n. 36, 13, 15
n. 1008, 244–45, 252 n. 1030, 256, n. 45, 135, 136 n. 553, 154, 154 n.
258, 262, 264 n. 1108, 265, 266, 646, 174, 307–8
274, 274 n. 1180, 275–77, 279, 285 Ḫardûm 178 n. 770
n. 1219, 286 n. 1224, 289, 289 n. Ḫatti 17, 142, 252 n. 1030
1236, 296, 300 n. 1289, 303–4, 306, Ḫurwaš 140 n. 574, 200 n. 872
306 n. 1304, 307 n. 1305, 316–17, Idu 140
320 Isin 9, 41, 45 n. 152, 213 n.
Cárquemis 13 n. 37, 16 913, 242 n. 1009, 243 n. 1009, 252
Dūr-Enlilē 11 n. 32, 137 n. 560, n. 1030, 270, 271 n. 1164
161 n. 688 Kaniš 173 n. 744, 229
Dūr-Kurigalzu 9, 61 n. 200, 159 n. Karduniaš 183 n. 795, 242,
677, 229 n. 966 242 n. 1008, 243, 243 n. 1014, 289,
Ekalte 15, 66 n. 235, 222 n. 303
956, 296 n. 1271, 309 Karša 221 n. 952, 258, 265
Ekišnugal 251 Kaššû 242, 289
Emar 15, 15 n. 46, 16 nn. 46– Kilizu 140
49, 17, 35, 36 n. 111, 37, 37 n. 120, Kutalla 228 n. 968
39, 39 n. 128, 49, 66 n. 235, 67–68, Lagaš 294, 300 n. 1288
72 n. 254, 83, 85–86, 86 n. 300, 89, Larsa 9, 202, 202 n. 882,
90 n. 314, 91, 91 n. 322, n. 324, 93, 229 n. 968, 294, 294 n. 1262
94 n. 349, 98, 100, 106, 107 n. 423, Lullu (cf. Lullubê, Lullumê, Lullumû)
110 n. 435, 114, 120, 120 n. 492, 242 n. 1006, 242–43 n.
122, 124 n. 509, 125 n. 517, 129, 1009
Anexos 377
Marad 243 103 n. 401, 105, 106, 107 n. 422,
Mari 4 n. 11, 40 n. 132, 54, 108 n. 429, 110, 110 n. 437, 111,
140 n. 574, 170–71 n. 732, n. 733, 114–15, 116 n. 116 n. 478, 118, 118
178 n. 770, 200, 200 n. 866, 229 n. nn. 484–85, 119, 119 n. 485, 120 n.
963 490, n. 492, 128, 128 n. 528, 129,
Nairi 140 131, 136, 136 n. 555, 143, 143 n.
Nimrud 237 n. 994 586, 144–45, 145 n. 599, 155, 160 n.
Nippur 9, 9 n. 26, 10, 11 n. 32, 683, 164, 164 nn. 703-704, 165, 169,
12, 22, 33 n. 101, 40, 51 n. 175, 55 169, 169 n. 725, 170, 170 nn. 726–
n. 189, 58 n. 195, 61 n. 200, 62 n. 27, n. 730, n. 732, 171, 171 n. 733,
213, 67, 67 n. 237, 69 n. 246, 72 n. n. 736, 174, 186, 186 n. 805, 187 n.
254, 77, 83, 85, 100 n. 385, 108 n. 808, 204, 206 n. 900, 212, 217, 217
429, 120, 124, 124 n. 403, 129, 134, n. 925, 218 n. 936, 219, 222–23,
134 n. 545, 135 n. 549, 137, 137 nn. 229–30, 230 n. 970, 233, 235, 235 n.
560–61, 138, 138 n. 561, n. 565, n. 986, 237 n. 989, 238, 242, 242 n.
567, 142–44, 144 n. 593, 145, 147, 1006, 244, 245, 250 n. 1021, 251 n.
148 n. 613, 149 n. 618, 157, 158, 1025, 256, 257, 258, 263, 263 n.
159 n. 677, n. 679, 681, 160 n. 684, 1105, 264–66, 269, 269 n. 1148, 270
161 n. 688, 162, 165 n. 710, 166, n. 1158, 272–74, 279, 281, 285 n.
166 n. 714, 169 n. 725, 170 n. 726, 1219, 287, 290 n. 1247, 291, 295 n.
176 n. 757, 180, 182–84, 184 nn. 1264, 296 n. 1270, 302, 304, 306,
796–97, 185, 185 n. 801, 186, 188, 308–9, 313–14, 317, 319
196, 198–99, 212, 212 n. 912, 213, Ṣidqan 140 n. 574, 200 n. 872
213 nn. 912–13, 214 n. 918, 223, Šelenu 140
228, 229 n. 966, 232 n. 971, 233 n. Šibaniba 11
976, 238 n. 995, 243 n. 1009, n. Širšiphi 140 n. 574, 200 n. 872
1013, 251, 251 n. 1024, 252, 252 nn. Tell Abbas 290 n. 1242
1030–31, 253 nn. 1033–35, 254–56, Tell al-Faḫḫār 270 n. 1158
256 n. 1056, 258, 260 n. 1087, 262 Tell Fekhariya 11
n. 1099, 263–64, 264 n. 1110, 266, Tell Imliḥiye 9–10, 10 n. 30, 142–43,
268–69, 269 n. 1146, n. 1149, 276– 212, 212 n. 912, 213, 276, 278, 279
78, 278 n. 1197, 279 n. 1202, 281, n. 1202, 281, 290 n. 1242, 305, 316
285, 285 n. 1218, 288 n. 1232, 289 Tell Rimaḫ 11
n. 1235, 290, 299 n. 1285, n. 1287, Tell Zubeidi 290 n. 1242
305–6, 310, 313, 315–17, 320 Tello 123 n. 503
Nullu 113 n. 457, 242, 242 n. Till-abna 140 n. 574, 200 n. 872
1006 Till-badi 140 n. 574, 200 n. 872
Nuzi 5, 13, 13 n. 38, 14, 14 n. Tuttul 15, 18–19, 186 n. 805,
39, 39 n. 128, 40, 51 n. 171, 63, 64, 212, 219, 219 n. 939, 221, 221 n.
64 n. 226, 67–69, 69 n. 246, 72 n. 951, 222–23, 232, 232 n. 971, 233,
253, 73, 77, 78 n. 273, 81 n. 279, 82 233 nn. 975–76, 258, 265 n. 1121,
n. 288, 84–86, 86 n. 301, 87 n. 309, 281, 310, 317
88, 91 nn. 321–25, 92 n. 332, 93–94, Ugarit 15, 17, 17 nn. 52–53,
96 n. 357, 98 n. 360, 98, 98 n. 372, 18, 18 n. 54, nn. 57–58, 69 n. 244,
99, 99 n. 374, 100, 100 n. 380, 101 72 n. 254, 78 n. 275, 81 n. 279, 114
n. 390, 102 n. 394, 103, 103 n. 400, n. 462, 124 n. 509, 138 n. 565, 141–
378 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

42, 229 n. 966, 229 n. 968, 259 n. 243 n. 1013, 251, 255, 260, 266, 268
1079, 259 n. 1084, 271 n. 1159, 276, n. 1145, 269, 270 n. 1157, 276, 278
294 n. 1259, 296 n. 1271, 309–10, n. 1197, 289 n. 1239, 299 n. 1284
315 Uruk 9, 293
Umma 149 n. 618 Wilayah 149 n. 618
Ur 10, 22, 61 n. 200, 142,
212 n. 910, 213, 236 n. 988, 243,
9.5. TEXTOS

FUENTES DEL 3.ER MILENIO A. C.


Dok. 2 329 195 n. 845 61 198 n. 859, n. 861
HSS 71 198 n. 859, n. 861
10 187 198 n. 859, n. 861 RTC
10 188 198 n. 859, 198 n. 861 16 270 n. 1158, 293–94
10 190 198 n. 859 17 300 n. 1288
10 193 198 n. 859 TCL 5 6039 195 n. 845
MDP TRU 326 194 n. 843
14 11 198 n. 859, 198 n. 861 UET 2 259 189 n. 823
14 71 195 n. 845 YBC 3666 195 n. 845
51 198 n. 859, n. 861
FUENTES PALEOBABILÓNICAS
A.1945 178 n. 770 CBS 11324 47 n. 162, 51–52 n. 175,
AbB 6 80 202 n. 881 124 n. 503, 127, 127 n. 523
AlT CE
7 229 n. 968 23 268 n. 1141
10 280 n. 1207 25 268 n. 1141
23 259 n. 1084 32 91 n. 319, 127, 127 n.
24 259 n. 1084 525, 170 n. 728
62 229 n. 968 35 128
AO 9056 300 n. 1289 CH
ARM 14 202, 202 n. 879
6 43 40 n. 132, 54 101 268
7 32 171 n. 733 107 268 n. 1142
7 50 171 n. 733 117 300 n. 1289
7 55 171 n. 733 120 268 n. 1142
7 61 171 n. 733 124 268 n. 1142
9 24 228 n. 961 126 268 n. 1142
BAM 3 246 43 160 268 n. 1142
BE 161 268 n. 268
6/1 58 51 166 78 n. 276
6/2 24 100 n. 379 170 204
6/2 57 100 n. 379, n. 385 175 204 n. 893
9 68 205 n. 897 185 46, 46 n. 155, n. 157, 83
BM 78811/78812 51 n. 172 n. 289, 127 n. 526, 206 n. 899
Anexos 379
186 127 n. 526, 206 n. 899 Ki 618/607 203 n. 888
187 127 n. 526, 206 n. 899 Kohler—Ungnad, Hammurabis Gesetz
188 91 n. 319, 95 n. 115 n.º 424 300 n. 1289
354, 101 n. 394, 118 n. 484, 127 n. LLI
526, 128, 128 n. 531, 129, 130 n. 20 46 n. 154, 126 n. 521
538, 158 n. 664, 206 n. 899 20a 126 n. 521
189 95 n. 354, 118 n. 484, 20b 126 n. 521
127 n. 526, 128–29, 206 n. 899 20c 126 n. 521
190 127 n. 526 M.18121 171 n. 733
191 127 n. 526 MAH
193 127 n. 526 15951 51, 51 n. 172, 83 n. 289
194 28 n. 84 15954 203, 203 n. 887
209 42 nn. 140–41 MARI 3 71 171 n. 733
211 42 nn. 140–41 MDP
212 42 nn. 140–41 23 288 46, 46 n. 159, 49
213 42 nn. 140–41 28 421 229 n. 968
214 42 nn 140–41 MSL I 45, 91 n. 319, n. 326, 93
229 42 n. 140 n. 341
230 42 n. 140 PBS
231 42 n. 140 8/2 107 100 n. 379
254 268 n. 1142 8/2 140 259 n. 1084
278 295 n. 1264, 296 n. T.108 171 n. 733
1266 TBL 4 83 259 n. 1084
279 296 n. 1266 TIM
280 296 n. 1266 2 101 259 n. 1084
CHJ 70–74 202 4 49 66 n. 234
CT UET
4 39a 66 n. 234 5 93 128 n. 633
8 22 300 n. 1289 5 636 60 n. 200
8 22b 66 n. 234 YOS
14 36 44, 44 n. 148 1 28 42 n. 137
29 34 228 n. 961 12 331 46 n. 157, 50 n. 170
48 48 66 n. 234 13 248 205 n. 897
48 57 121 n. 494 ZA 101 47 n. 162, 127
48 70 51 n. 172
FUENTES PALEOASIRIAS
BIN 4 22 173 n. 744 ICK
1 27 300 n. 1289
1 35 300 n. 1289
380 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

FUENTES DEL BRONCE RECIENTE


Los textos subrayados se corresponden con documentos inéditos.
ÁMBITO MESOBABILÓNICO
Nippur
BE 14 73 159 n. 679
14 1 143, 212 n. 912, 213 n. 14 91a 162, 162 nn. 694–95,
914, 214 n. 918, 223, 225, 231, 235 163 nn. 696–97, 172, 172 n. 739, n.
n. 981, 236, 240, 246, 252 n. 1031, 741, 198 n. 860, 307 n. 1305
253, 253 n. 1033, 225 n. 1050, 256 14 105 196 n. 849, 197 n. 856
nn. 1059–60, 258 n. 1072, 263, 263 14 110 250 n. 1021
n. 1102, n. 1104, 264 n. 1110, 267 n. 14 126 62 n. 211, 69 n. 246
1138, 279 n. 1202, 282 14 127 180 n. 781
14 2 252 n. 1031 14 128a 83 n. 290, 143, 148 n.
14 3 159 n. 677 613, 151, 212–13 n. 912, 213 n. 914,
14 7 137, 159 n. 679, 212–13 214 n. 918, 226, 228 n. 959, 231,
n. 912, 214 n. 918, 215 n. 920, 216, 235 n. 981, 236, 237 n. 993, 238,
223, 225, 231, 240, 244 n. 1015, 238 n. 995, 240 246, 250, 250 n.
246, 252 n. 1031, 253, 255 n. 1053, 1021, 255 n. 1044, n. 1047, n. 1049,
263, 263 n. 1102, n. 1104, 264 nn. 268 n. 1146, 277, 277 n. 1187, 282
1110–11, 266 n. 1125, 267 n. 1132, 14 135 180 n. 781, 204 n. 896
n. 1138, 278 n. 1198, 282 14 136 252 n. 1030
14 8 252 n. 1031 14 142 139, 152
14 11 180 n. 781 14 168 250 n. 1021
14 19 160 n. 684 15 78 252 n. 1031
14 39 252 n. 1030 15 79 252 n. 1031
14 40 83, 85, 121, 121 n. 498, 15 84 196 n. 849
130, 130 n. 539, 144, 144 n. 591, 15 88 252 n. 1031
187 n. 807, 207 n. 902, 306 n. 1304, 15 91a 196 n. 849
320 15 92 252 n. 1031
14 46 159 n. 677, 170 n. 726 15 96 159 n. 679, 160 n. 685,
14 51 256 n. 1060 196 n. 849, 199
14 58 62 n. 211, 69 n. 246, 70 15 97 159 n. 681
n. 246, 138 n. 568, 139, 150 n. 622, 15 111 159 n. 679, 160 n. 685,
152, 157 n. 656, n. 658, 158 n. 661, 196 n. 849, 199
159 n. 682, 160 n. 684, 162, 162 n. 15 131 256 n. 1060
691, nn. 693–94, 163 nn. 696–97, 15 152 160 n. 684
167 n. 715, 172, 172 nn. 739-740, 15 171 160 n. 684
177 n. 765, 196 n. 849, 197 nn. 851– 15 175 256 n. 1060
52, nn. 854–55, 198 n. 858, 307 n. 15 190 159 n. 681, 160 n. 684,
1305 163 n. 698, 250 n. 1021
14 60 162 n. 694, 172 n. 740, 15 196 256 n. 1060
196 n. 849 15 200 160 n. 684
14 62 160 n. 684, 162 n. 694, 17 55 252 n. 1031
172 n. 740, 196 n. 849 17 58 159 n. 681
14 72 256 n. 1060 BM 17626 180 n. 781, 181 n. 783
Anexos 381
CBS 225, 229 n. 963, 230, 239, 242, 246,
3225 + 3291 176 n. 761 252 n. 1031, 253, 255 n. 1050, 256
3323 (BE 14 58) 70 n. 246 n. 1057, n. 1060, 258 n. 1072, 262 n.
3472 138 n. 568, 139, 151 n. 1100, 263, 264 n. 1108, 267 n. 1131,
625, 152, 152 n. 630 n. 1138, 269 n. 1146, n. 1149, 278 n.
3484 62 n. 211, 167 n. 715 1197, 282, 289 n. 1235, 290–91, 303
3493 180 n. 780 2 253 n. 1031, n. 1033,
3523 158 n. 664, 166 n. 713, 267 n. 1138
167 n. 716 3 269 n. 1146
3646 62 n. 211, 69 n. 246 7 223
3650 138 n. 566, 139, 152 10 180 n. 781, 253 n. 1031
3736 179 n. 779, 179 n. 779 13 253 n. 1031
7052 33 n. 101 14 253 n. 1031, 256 n.
7752 62 n. 211, 69 n. 246, 1057, nn. 1060–61
139, 152 50 182 n. 788
8558 139, 151 n. 628, 152 51 182 n. 788
8600A 180 69 159 n. 677
10450 70 n. 246 MSKH I
10700 176 n. 761 7 159 n. 677
10713 180 n. 780 9 61 n. 203, 62, 62 n. 205,
10733 213 nn. 913–14, 226, n. 208, 67, 69 n. 246, 70 n. 246, 83
231, 234 n. 978, 235 nn. 980–81, n. 295, 184 n. 797, 235 n. 980, 236,
236, 237 n. 992, 240, 247, 255 n. 238 n. 995, n. 998, 271 n. 1164, 306
1044, n. 1046, 264, 264 n. 1107, n. 1304, 313
269, 269 n. 1152, 270 n. 1153, 283 MUN
11051 179 n. 779 8 137, 212 n. 912, 215 nn.
11103 180 n. 780 920–21, 216, 223, 226, 231, 240, 244
11106 144, 144 n. 593, 180, n. 1014, 247, 255 n. 1053, 262 n.
180 nn. 781–83, 181, 181 n. 784, 1100, 264 n. 1111, 277 n. 1188, 278
286 n. 1224 n. 1198, 279, 279 n. 1202, 282
11453 180 n. 781 9 (cf. PBS 13 64 + MUN 9)
11505 139, 152 93 153 n. 632
11868 62 n. 211, 69 n. 246 363 159 n. 677
11937 62 n. 211, 69 n. 246 364 159 n. 677
11969 139, 152 365 159 n. 677
13311 177 n. 764 366 159 n. 677
13455 138 n. 568, 139, 152, 367 159 n. 677
152 n. 630 368 159 n. 677
14195 270 n. 1155 369 159 n. 677
CT 370 159 n. 677
43 60 260 n. 1087 371 159 n. 677
52 103 46 n. 157, 50 372 159 n. 677
51 19 163 n. 695 373 159 n. 677
MRWH Ni.
1 183 n. 795, 212 n. 912, 177 139, 152
215 n. 920, 215 n. 922, 216, 223, 373 176 n. 761
382 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

614 158 n. 668 7190 260 n. 1087


641 252 n. 1031 7195 180 n. 781
890 139, 152 8199 158 n. 668
1066 + 1069 139, 151 n. 629, 11055 180 n. 780
152, 177, 180 12412 162 n. 694
1075 180 n. 780 OIC 22 17 159 n. 677
1333 180 n. 781, 181 n. 783, PBS
253 n. 1031 1/2 60 253 n. 1031
1390 180 n. 781 1/2 81 253 n. 1031
1574 62 nn. 211–12, 70 n. 1/2 82 253 n. 1031
246, 77 n. 272, 137, 139, 152, 213 n. 2/2 5 197 n. 856
913, 215 n. 920, 216, 223, 226, 240, 2/2 53 196 n. 849, 197 nn.
247, 252 n. 1031, 253 n. 1031, 283 855–56, 198 n. 857
1624 158 n. 668 2/2 56 252 n. 1030
1627 183 n. 795 2/2 92 158 n. 664, 159 n. 681
1854 213 n. 913, 215 n. 920, 2/2 95 160 n. 684
216, 226, 240, 247, 276 n. 1184, 279 2/2 98 251 n. 1025
n. 1203, 283 2/2 103 69 n. 246
1860 160, n. 685, 167 n. 715 2/2 118 159 n. 679
2204 180 n. 781 2/2 161 180 n. 781
2228 146, 146 n. 605, n. 607, 8/2 107 100 n. 379
177 n. 763 8/2 140 259 n. 1084
2793 138 n. 565, 139, 151 n. 8/2 161 250 n. 1021
629, 152 8/2 162 137, 212 n. 912, 215 n.
2885 108 n. 429, 144, 146 n. 920, 216, 223, 226, 231, 240, 247,
603, 213 n. 913, 253 n. 1035, 286 n. 250, 250 n. 1022, 251 n. 1025, 252
1224 n. 1031, 253, 253 n. 1031, n. 1033,
5989 53, 53 n. 182, 139, 152, 255 n. 1050, 256, 258 n. 1074, 263
176 n. 761, 207 n. 904 n. 1101, n. 1104, 267 nn. 1131–32,
5993 180 n. 780 n. 1158, 278 n. 1198, 279 nn.
6033 180 n. 780 1201–2, 282
6068 180 n. 780 13 64 + MUN 9 62 n. 211, 69
6192 139, 152, 213 n. 913, n. 246, 137, 212 n. 912, 215 nn.
215 n. 920, 216, 216 n. 923, 226, 920–21, 216, 223, 226, 231, 240, 244
240, 247, 252 n. 1031, 253 n. 1031, n. 1015, 247, 252 n. 1031, 253, 253
276 n. 1184, 283, 290 n. 1032, 255 n. 1051, 256, 258 n.
6208 139, 152 1073, 262 n. 1100, 263, 264 n. 1111,
6237 180 n. 780 267 n. 1138, 277 n. 1188, 278 n.
6244 180 n. 780 1198, 279, 279 n. 1200, n. 1202, 283
6444 139, 151 n. 629, 152 TBER 5 (AO 2597) 253 n. 1031
6468 180 n. 780 TBER lám. 24 159 n. 677
6470 180 n. 780 TCL
6558 213 n. 913, 215 n. 920, 9 57 150 n. 624
216, 226, 240, 247, 253, 260, 276, 9 55 159 n. 677
283, 302 n. 1297 TCS 5171 242 n. 1008
6816 139, 152
Anexos 383
UM 29-15-298 139, 152
29-13-441 176 n. 761 29-15-730 62 n. 211
29-13-984 180 n. 781 29-15-760 139, 152, 162 n.
29-15-292 138 n. 565, 139, 691, 163 n. 696, 177 n. 765, 198 n.
151 n. 629, 152 858
Ur
UET 7 24 212 n. 912, 213 n. 914,
71 143, 161 n. 688, 163 n. 225, 230, 239, 239 n. 1010, 246, 255
698, 212 n. 912, 223, 225, 239 n. 1050, 261 n. 1091, 268 n. 1145,
72 148 n. 613, 212 n. 912, 272, 272 n. 1168, 279 n. 1202, 282
213 n. 914, 225, 230, 239, 239 n. 7 25 212 n. 912, 213 n. 914,
1010, n. 1014, 246, 251, 255 nn. 225, 230, 235 n. 981, 236, 237 n.
1044–45, n. 1048, 260, 261, 261 nn. 994, 239, 239 n. 1010, 244 n. 1014,
1092–95, 262, 264, 264 n. 1108, 246, 251, 251 nn. 1026–27, 255 nn.
272–73, 275, 282, 295, 295 n. 1265, 1044–46, n. 1048, 260, 263 n. 1103,
304 264, 266 n. 1125, 268 n. 1145, 269,
78 61 269 n. 1152, 271, 271 n. 1164, 279
7 15 262 n. 1099 n. 1202, 282
7 21 83 n. 290, 212 n. 912, 7 26 212 n. 912, 213 n. 914,
213 n. 914, 214 n. 917, 225, 235 n. 225, 230, 235 nn. 980–81, 236, 237
981, 236, 237 n. 992, 239, 239 n. n. 993, 238, 239, 243, 239 n. 1012,
1010, 244 n. 1014, 246, 251, 251 n. 255 n. 1050, 264 n. 1110, 266 n.
1027, 255 n. 1052, 256 n. 1055, 260, 1125, 267 nn. 1126–30, 270 n. 1157,
260 n. 1085, 263, 264, 264 n. 1108, 277 n. 1191, 282
266 n. 1125, 268 n. 1145, 270 n. 7 27 212 n. 912, 213 n. 914,
1157, 271 n. 1164, 278 n. 1197, 279 225, 230, 235 nn. 980-981, 236, 239,
n. 1202, 282 239 n. 1010, 246, 255 n. 1044, nn.
7 22 212 n. 912, 213 n. 914, 1048–49, 260, 264 n. 1108, 266 n.
214 n. 917, 225, 235 nn. 980–81, 1125, 268 n. 1145, 270 n. 1157, 282
236, 237 n. 992, 239, 239 n. 1010, 7 32 262 n. 1099
244 n. 1014, 246, 251, 251 nn. 7 33 268 n. 1145
1026–28, 255 n. 1044, n. 1049, 256 7 34 268 n. 1145
n. 1055, 260, 260 n. 1085, nn. 1088– 7 35 264 n. 1108
89, 263, 264, 266 n. 1125, 268 n. 7 51 60 n. 200
1145, 270 n. 1157, 271 n. 1164, 278 7 52 60 n. 200
n. 1197, 282 7 53 60 n. 200
7 23 212 n. 912, 213 nn. 7 54 60 n. 200
914–15, 225, 230, 239, 243, 239 nn. 7 74 11 n. 33
1011–12, 244 n. 1014, 246, 251, 251 7 79 159 n. 677
n. 1027, 255 n. 1053, 260, 264, 268
n. 1145, 274 n. 1180, 282
Babilonia
B.143 + B.227 10 n. 31, 136 n. 913, 215 n. 920, n. 922, 216, 223,
556, 137, 183 n. 795, 212, 213 n. 231, 240, 242, 247, 253, 277, 283,
384 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

289, 289 n. 1235, 290, 290 n. 1244, 291, 302 n. 1297, 303 n. 1301
Tell Imliḥiye
BaM 13/1 143, 212, 212 n. 912, 239, 242, 246, 255 n. 1050, 266 n.
213 n. 914, 223, 225, 231, 235 n. 1125, 278, 279 n. 1202, 282, 289,
980, n. 982, 236, 237 n. 992, 238, 290 n. 1242
Dūr-Kurigalzu
DK DK3-
4 60 n. 200 11 159 n. 677
5 60 n. 200 9 159 n. 677
DK4-28 159 n. 677

Ḫana
RBC 779 83 n. 295, 85, 92, 101 ZA 79 229 n. 968
nn. 388–89, 306 n. 1304
Procedencia desconocida
P 88 63, 67, 67 n. 237, 68, 77
Fuentes post-casitas
BBSt 30 270 n. 1155, 271 n. UM 29-15-598213 n. 913, 242 n. 1009,
1164 243 n. 1009
IB 1018a 243 n. 1009
ÁMBITO MESOASIRIO
Aššur
KAJ 6 33 n. 97, 85, 86 n. 303,
1 33 n. 97, 85, 86 n. 303, 89, 90 nn. 316–17, 91 n. 322, n. 326,
89, 90 nn. 316-317, 91 n. 321, n. 92 n. 330, 104, 104 nn. 405–6, 107
324, n. 329, 92 n. 332, n. 335, 93 n. n. 422, 108 n. 426, 111, 111 n. 442,
337, n. 340, 93 n. 341, 94, 94 n. 345, 120 n. 490
99 n. 373, 100 n. 381, n. 387, 101, 36 108 n. 426
101 n. 389, n. 391, 104, 104 nn. 54 108 n. 426
405–6, 107 n. 422, 108 n. 426, 110, 147 229 n. 968
110 n. 441, 111 n. 447, 112, 112 n. 155 108 n. 426
448, n. 450, n. 453, 114, 114 n. 465, 167 299 n. 1287
120 n. 490 169 296 n. 1269
2 33 n. 97 170 296 n. 1269
3 33 n. 97, 83 n. 292, 87 180 21 n. 65, 141, 150 n.
n. 306, 92 n. 331 624, 151 n. 629, 154, 154 nn. 635–
4 33 n. 97, 94 n. 345, 99 41, 185 n. 803, 200 n. 869
n. 373 251 151 n. 629
5 33 n. 97
Anexos 385
LAM 3 296 n. 1267
21 30, 30 n. 89, 43 n. 143 MKGH 4 32, 33 n. 97, 34, 34 n.
43 73, 78, 78 n. 274, 119 n. 489 106, n. 108, 45, 48, 50, 53, 307–8,
50 30, 30 n. 89, 43 n. 143 312
51 30, 30 n. 89, 43 n. 143 VAS
52 30, 30 n. 89, 43 n. 143 1 106 271 n. 1160
53 30–32, 41, 43, 43 n. 143, 1 108 271 n. 1160
57, 308, 312, 318 1 109 271 n. 1160
LAM C 19 57 154 n. 648
2 296 n. 1267
Ḫarbe
92.G.127 21 n. 65, 135, 136 n. 92.G.172 21 n. 65, 135, 151 n.
552, 151 n. 629, 154, 154 nn. 643– 629, 154
44, n. 646
Kār-Tukultī-Ninurta
VAS 21 6 (VAT 18087+) 67 n. 236,
76 n. 269, 140 n. 572
ARCHIVOS MITTANIOS
Nuzi
AASOR 237 n. 994, 240, 242, 242 n. 1006,
16 32 242 n. 1006 248, 251 n. 1025, 257 n. 1063, 264,
16 33 86 n. 302 265, 272, 273, 279, 283
16 39 108 n. 429, 143 n. 586, 204 EN 9/2 299 65, 65 n. 231, 67, 218 n.
16 42 242 n. 1006 931
16 73 273 n. 1174 G 12 143 n. 586
16 95 103 n. 398 HSS
16 96 103 n. 398 43 160 n. 687
BM 52 102 n. 397
17600 143, 180 n. 781, 217, 54 251 n. 1025
217 n. 931, 218 n. 932, n. 934, n. 57 84, 86 n. 302, 88, 90 n.
936, 223, 227, 231, 233, 240, 248, 316, 91 n. 321, n. 324, 92 n. 330, n.
257 n. 1062, 265 n. 1112, 267 n. 332, 93 nn. 338–39, n. 341, 94 n.
1127, 269 n. 1151, 279, 179 n. 1206, 344, 98 n. 373, 100 n. 381, 100 n.
281, 282, 283 386, 101, 101 n. 398, n. 391, 103,
80388 84, 86 n. 302, 88, 90 n. 107 n. 422, 108 n. 426, 110, 110 nn.
316, 91 n. 321, n. 324, 91 n. 329, 96, 436-438, 111 n. 446, 112, 112 n.
106, 106 n. 417, 107 n. 424, 110, 448, n. 451, nn. 454–55, 114 n. 463,
110 n. 438, 115, 116 n. 471 120 n. 490, 129 n. 535
C-8 101, 101 n. 391 5 13 217 n. 926
EN 9/1 409 143, 217, 217 n. 931, 5 16 217 n. 926
218 n. 932, n. 934, 223, 226, 231, 5 21 100 n. 386
234 n. 977, 235 n. 983, n. 986, 236, 5 30 102 n. 397
386 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

5 46 100 n. 386 15 247 155 n. 650, 170 n. 730,


5 47 102 n. 397 171, 171 n. 734
5 48 102 n. 397 16 234 171 n. 733
5 49 102 n. 397 16 384 118 n. 484
5 52 273 n. 1174 19 5 100 n. 386
5 56 86 n. 305 19 6 100 n. 386
5 57 64, 67, 84, 86 n. 302, 87 19 22 84
n. 309, 88, 90 n. 316, 91 n. 321, n. 19 37 86 n. 302, 87 n. 309, 88,
324, 92 n. 330, 94 n. 344, 98, 98 n. 88 n. 312, 90 n. 316, 91 nn. 321–22,
373, 99, 99 nn. 375–77, 101 n. 394, nn. 324–25, 92 n. 330, n. 334, 93 n.
105 n. 413, 107 n. 422, 108 n. 426, 337, n. 339, n. 341, 94 n. 344, 98 n.
110 n. 436, 111 n. 446, 112, 112 n. 373, 99, 99 nn. 375–77, 100 n. 381,
448, n. 455, 114 n. 463, 115 n. 470, n. 386, 101 n. 389, 105 n. 412, 107
116 n. 472, n. 475, n. 478, 119 n. n. 422, 111 n. 446, 112 n. 448, n.
486, n. 488, 120 n. 490, 143, 143 n. 451, 114 n. 463, 115 n. 470, 116 n.
587 472, n 473, n. 478, 120 n. 490, 123
5 59 102 n. 397 19 43 84, 84 n. 297, 86, 86 n.
5 60 92 n. 333, 99 n. 374, 302, 88, 90 n. 316, 91 n. 321, n. 324,
100 n. 386, 101, 101 n. 389, n. 391 n. 328, 94 n. 344, 98 n. 373, 99, 103
5 62 102 n. 397 n. 401, 107 n. 425, 108, 108 n. 428,
5 67 64, 84, 86 n. 302, 87–88, 120 n. 490, 230 n. 970
90 n. 316, 91 n. 321, n. 324, 92 n. 19 45 64, 67, 83 n. 292, 84, 86
330, n. 332, 93 n. 337, n. 339, n. n. 302, 87 n. 309, 88, 88 n. 312, 89
341, 94 n. 344, 98 n. 373, 100 n. n. 313, 90 n. 316, 91 n. 321, 91 n.
386, 101, 101 n. 389, n. 391, 102 n. 324, 91 n. 328, 94 n. 344, 98 n. 373,
397, 105 nn. 412–13, 107 n. 422, 103 n. 398, 105 n. 413, 107 n. 422,
108 n. 426, 111 n. 446, 112 n. 448, 111 n. 446, 112, 112 n. 454, 113 n.
nn. 451–52, 114 n. 464, 119 nn. 457, 114 n. 463, 116 n. 475, 119 n.
486–87, 120 n. 490 486, n. 488, 120 n. 490
5 71 100 n. 386 19 46 100 n. 386
5 72 100 n. 386, 102 n. 397 19 50 100 n. 386, 101, 101 n.
5 74 103 n. 398 391
5 77 100 n. 386 19 51 64, 67, 85, 86 n. 302, 87
5 96 102 n. 397 n. 309, 88, 88 n. 312, 89 n. 313, 90
5 99 100 n. 386 n. 316, 91 n. 321, n. 324, n. 328, 92
9 21 217 n. 925 n. 332, 93 n. 337, n. 339, n. 341, 99,
9 24 100 n. 386, 143 n. 586 99 nn. 375–76, 100 n. 381, n. 386,
9 25 229 n. 966, 269 n. 1148 101, 101 n. 391, 103 n. 398, 105 nn.
9 96 269 n. 1148 412–13, 107 n. 422, 110, 113 n. 457,
9 100 251 n. 1025 116 n. 470, nn. 472–74, n. 478, 119,
9 110 217 n. 925 119 nn. 486–87
13 161 217 n. 925 19 56 99 n. 374
13 165 170 n. 726, 171 n. 733 19 75 63, 64, 67
13 227 170 n. 727 19 76 63, 67
14 102 171 n. 733
Anexos 387
19 86 51, 64, 64 nn. 223–24, 571 84, 86 n. 302, 88, 90 n.
n. 226, 67, 69, 69 nn. 244–45, 77– 315, 91 n. 321, n. 324, n. 329, 94 n.
78, 79, 242 n. 1003, 313, 319 344, 95, 97, 97 nn. 361–62, 98, 98 n.
19 88 63, 65 n. 226 373, 101 n. 394, 103 n. 398, n. 400,
19 89 65, 65 nn. 229–30 106, 106 nn. 414–15, 107 n. 422,
19 115 143, 155, 217, 217 n. 109 n. 430, 115, 115 n. 468, 120 n.
929, 218 nn. 935–36, 223, 226, 231, 490, 130 n. 538, 143, 143 n. 587
233, 235 n. 983, 236, 237 n. 994, 572 64, 67, 84, 86 n. 302, 88,
240, 248, 257 n. 1062, 264, 265, 265 90 n. 316, 91 n. 321, n. 324, n. 328,
n. 1113, 267 n. 1133, 279, 279 n. 94 n. 344, 95, 95 n. 354, 97, 97 n.
1205, 283 366, 98 n. 373, 101 n. 394, 103, 103
19 125 143, 155, 217, 217 n. n. 400, n. 402, 105, 105 nn. 410–11,
931, 218 nn. 933–34, 223, 226, 231, n. 413, 106, 106 nn. 415–16, 107 n.
234 n. 977, 235 n. 983, n. 986, 236, 422, 108 n. 426, 109 n. 431, 110,
237 n. 994, 240, 248, 251 n. 1025, 110 n. 440, 111, 111 n. 446, 112 n.
257 n. 1063, 264, 265, 265 nn. 448, n. 451, 113, 113 n. 458, 114 n.
1113–14, 269 n. 1148, 279, 279 n. 463, 115, 115 n. 469, 116 n. 475,
1204, 283 117, 117 n. 482, 118, 118 n. 484,
19 134 51 n. 171, 64 nn. 225– 119, 119 n. 486, nn. 488–89, 120 n.
26, 69 nn. 244–45, 313, 319 490, 128, 128 n. 528, 130, 130 n.
JEN 538, 143, 143 n. 587, 164, 164 nn.
11 257 n. 1065, 700–701, n. 704, 166 n. 712, 319
76 217 n. 925 637 229 n. 966
79 270 n. 1158 673 108 n. 427
89 63 677 103 n. 402
115 269 n. 1148 1028 108 n. 427
139 96 n. 357 1118 108 n. 426
166 100 n. 386 RA 23 54 269 n. 1148
179 269 n. 1148 SMN
213 217 n. 925 347 108 n. 427
218 108 n. 426 3610 251 n. 1025
280 269 n. 1148 YBC 5143 143, 217, 218 n. 935,
403 216 n. 925 223, 227, 231, 234 n. 978, 235 nn.
437 63, 65, 65 nn. 227–29, 983-985, 236, 236 n. 988, 237 n.
67–68, 77, 144, 144 nn. 588–90, 204 989, n. 994, 240, 244 n. 1017, 248,
467 242 n. 1006 257, 257 nn. 1063–64, 258 n. 1072,
482 103 n. 402 263 n. 1105, 264–65, 266 n. 1124,
488 242 n. 1006 279, 281 n. 1217, 282–83
515 229 n. 966
Alalaḫ
AlT 69 143, 155 n. 651, 218,
66 219 n. 938, 296 n. 1270 223, 227, 229, 231, 232 n. 972, 241,
67 219 n. 938, 296 n. 1270 249, 257, 265, 265 n. 1116, 267 n.
68 296 n. 1270 1132, 280, 284, 296 n. 1270
388 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

70 155 n. 652, 218, 227, 71 296 n. 1270


229, 231, 232 n. 972, 241, 249, 254, 75 274 n. 1180, 296 n. 1270
257, 257 n. 1065, 259, 265, 267 n. 87 66 n. 235
1125, n. 1132, 280, 280 n. 1211, 281 91 66 n. 235
n. 1217, 284, 296 n. 1270 92 257 n. 1065
Tell al-Faḫḫār
IM 70826 270 n. 1158
SIRIA
Emar
ASJ 118 137, 142, 221, 223, 227,
10/A 146 231, 240, 248, 265, 265 n. 1122,
10/E 143, 221, 221 n. 951, 284, 296 n. 1271
223, 227, 230 n. 970, 231, 232 n. 124 66, 67
973, 233, 241, 245 n. 1018, 248, 258 181 94 n. 349
n. 1067, 265, 265 n. 1119, 265 n. 205 145, 230 n. 970, 286 n.
1122, 281, 281 n. 1215, 284, 296 n. 1224
1271 211 220–21, 227, 231, 240,
AuOr 248, 254, 254 n. 1039, 258 n. 1076,
5/11 137, 142, 221, 223, 227, 281 n. 1214, n. 1217, 284, 296 n.
230 n. 970, 232, 233, 241, 249, 265, 1271, 303 nn. 1299–1300, 317
265 n. 1122, 284 212 142, 220–21, 254 n.
5/12 296 n. 1271 1039
AuOrSI 41 143 n. 586 214 254 n. 1039, 296 n.
E6 1271
7 143, 221, 223, 227, 230 215 230 n. 870, 254 n. 1039
n. 970, 231, 232 n. 973, 233, 240, 216 66–68, 70, 70 n. 249,
245 n. 1018, 248, 255 n. 1042, 258 78–79, 174 n. 748, 208, 208 n. 908,
n. 1069, 265, 265 n. 1119, 265 n. 219–20, 254, 266, 272–73, 273 n.
1122, 267 n. 1127, 276 n. 1183, 280, 1177, 276 n. 1183, 280 n. 1213, 299
281 n. 1217, 283, 296 n. 1271 n. 1287, 310, 310 n. 1307, 313, 319
35 296 n. 1271 217 66–67, 142, 146, 164,
79 296 n. 1271 165, 166 n. 712, 174, 175, 175 n.
83 143, 219, 227, 230 n. 754, 186 nn. 804–5, 187, 208, 219,
970, 231, 232 n. 973, 233, 240, 241 220, 220 n. 943, n. 945, 227, 230 n.
n. 1003, 245 n. 1018, 248, 254, 254 970, 231, 232 n. 973, 233, 240–41,
n. 1040, 254 n. 1041, 258 n. 1067, 242 n. 1003, 245 n. 1018, 248, 254,
265 n. 1117, 267 n. 1134, 269 n. 254 n. 1039, 258 n. 1068, 265 n.
1147, 281, 283, 286 n. 1226, 296 n. 1118, 266, 266 n. 1123, 267 n. 1135,
1271, 303 272–73, 273 n. 1178, 276 n. 1183,
84 296 n. 1271 280, 280 n. 1213, 284, 286 n. 1226,
91 85, 86 n. 304, 87 n. 311, 288 n. 1234, 290, 290 n. 1246, 290
89, 90 n. 316, 91 nn. 323–24, n. 328, n. 1247, 296 n. 1271, 299 n. 1287,
100, 107 n. 425, 113 n. 457, 143 n. 303, 310, 319
586, 164 n. 703
Anexos 389
218 33 n. 101, 66, 219–20, RAI
241 n. 1000, 242 n. 1003, 276 n. 47/1 101 n. 390
1183, 299 n. 1287 47/2 66 n. 235
219 33 n. 101, 66, 219–20, RE
241 n. 1000, 242 n. 1003, 276 n. 6 66 n. 235
1183, 299 n. 1287 26 87 n. 307
220 33 n. 101, 66, 219–20, 28 83 n. 291
241 n. 1000, 242 n. 1003, 276 n. 61 66 n. 235, 146
1183, 299 n. 1287 67 146
224 254 n. 1039, 274 n. 76 66 n. 235
1180, 296 n. 1271 82 85, 85 n. 299, 86 n. 304,
256 35–36, 36 nn. 110–12, 89, 90 nn. 316–17, 91 n. 322, n. 324,
37, 45, 45 n. 153, 48, 48 n. 165, 49- n. 328, 94, 96 n. 358, 100 n. 381,
50, 57, 85, 86, 86 n. 304, 87, 87 n. 107 n. 423, 113, 113 n. 456, nn.
308, n. 310, 89, 90 n. 315, 90 n. 316, 459–60, 114 n. 466, 129 n. 535, 269,
91 n. 323, n. 327, 91 n. 329, 96, 96 269 n. 1147
n. 359, 106 n. 418, 107, 113, 113 n. Subartu 17 35, 37, 38 nn. 122–23,
461, 114 nn. 461–62, n. 466, 122– 39, 39 n. 130, 48, 53, 312
123, 129 n. 536, 130, 311–12 TBR
21 104 n. 409
Hir 26 230 n. 970
17 230 n. 970, 296 n. 1271 42 104 n. 409
18 230 n. 970, 296 n. 1271 43 101 n. 390
20 143, 221, 223, 227, 231, 52 230 n. 970, 269 n. 1147,
232 n. 973, 241, 245 n. 1018, 248, n. 1271
258, 258 n. 1070, 265, 265 n. 1120, 72 101 n. 390
267 n. 1127, 279, 281, 284 77 85, 86 n. 304, 89, 90 n.
29 104 n. 409 316, 91 n. 322, n. 324, n. 328, 94, 94
36 146 n. 349, 100, 104, 104 nn. 407–8,
40 296 n. 1271 105, 107 n. 423, 114, 114 nn. 461–
Iraq 54/5 296 n. 1271 62, n. 466, 120 n. 492, 269
JCS 40/1 296 n. 1271
Ugarit
KTU RS
1.17 98 n. 373 16.145 229 n. 968
4.102 141, 141 n. 580, 142, 16.151 66 n. 235
155, 310, 316 16.344 81 n. 279
PRU 6 69 260 n. 1084 17.155 69 n. 244
25.134 81 n. 279
Ekalte
MBQ-II 57 296 n. 1271
37 104 n. 409 61 296 n. 1271
37/40 66 n. 235 85 296 n. 1271
390 Infancia y legalidad en el Próximo Oriente antiguo

Tuttul
KTT 382 19, 219, 219 n. 939, 221, 973, 233, 233 nn. 975–76, 241, 249,
223, 227, 232, 232 n. 971, 232 n. 258 n. 1067, 265 n. 1121, 281, 284
AMARNA
EA
75 301 n. 1295 85 301 n. 1295
81 301 n. 1295 90 301 n. 1295
ÁMBITO HITITA
LH
17 42 n. 142 18 42 n. 142
FUENTES NEOBABILÓNICAS
2 NT 301 243 n. 1009 544 160 n. 686
BWL 74 259 n. 1084 626 203 n. 889
CT 990 49 n. 168
22 110 259 n. 1084 OIC 114 83 165 n. 710
22 144 195 n. 844 PSBA 9 53 n. 180
CTMMA III 53 165 n. 710 VAS
EAH 197 124 n. 510 5 56 53 n. 181
MVAG 21 86 259 n. 1084 6 116 49 n. 168, 50, 50 nn.
Nbk 168–69
346 178 n. 771 7 91 228 n. 961
439 33 n. 101, 35, 48, 20 42 195 n. 844
50, 50 n. 171, 52 n. 180, 55 n. 188 22 6 295 n. 1265
Nbn 22 20 295 n. 1265
33 195 n. 844 YOS 6 216 158 n. 664
349 160 n. 686
FUENTES NEOASIRIAS
ABL 308 74 n. 261 StAT
ADD 1099 228 n. 962 3 16 19 300 n. 1292
CT 13 42 47 n. 163, 49 3 16 72 300 n. 1292
LKA 9 43 n. 145 3 16 76 300 n. 1292
ND 2082 237 n. 994 TCL 9 57 150 n. 624
VAT 9762 297 n. 1273
FUENTES POSTERIORES
AQUEMÉNIDAS
Cyr 287 195 n. 844
NRVU 96 178 n. 772
Anexos 391

HELENÍSTICAS
TCL 13 248 178 n. 773
TALMUD BABILÓNICO
Nidaah 45a 78 n. 275
ANTIGUO TESTAMENTO
Gn Lev
17 205 n. 898 25 300 n. 1289
37 202 n. 881 27 75 n. 265, 298 n. 1279
Ex Dt 15 297 n. 1274, 300 n.
1 49 n. 166 1289
2 48 n. 163, 49 n. 166, 53 Jc 16 200 n. 867
n. 183 2R
21 202, 297 n. 1274, 300 n. 4 301 n. 1294
1289, 301 n. 1293 25 200 n. 867
22 268 n. 1143 Ez 16 47 n. 161, 49 n. 166
AUTORES CLÁSICOS
Estrabón, Geografía 56 n. 191 Flavio Josefo, Antigüedades judías
Diodoro Sículo, Bibliotheca Historica 53 n. 183
56 n. 191 Flavio Josefo, Contra Apionem 43 n. 144

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