Plan Lector Actividad 06 El Barranco
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2. Comprende las frases célebres de algunas de sus obras de José María Arguedas y coméntalo con algún miembro de tu
familia.
“La tarea verdaderamente
“La lucha es un bien, el más
“El hombre hace la literatura y heroica y difícil fue la de
grande bien que le ha sido
extender a la mayoría de la
otorgado al hombre, pero después la literatura contribuye a
población capitalina esta
siempre que la lucha no sea modelar al hombre. Las artes comprensión por el arte llamado
irremediablemente estéril o
forman la médula de un país, rigen indígena.”
inútil, porque entonces ya no es
una lucha, es el infierno al ser humano.”
„Casi todos esos artistas no han tenido la oportunidad de convivir íntimamente con el pueblo
cuya vida tratan de interpretar ni han sentido muy hondo el propio mensaje andino.“
El indigenismo
Es el movimiento de reivindicación, pujanza del poblador
andino frente a la clase dominante que atropellaba los
derechos humanos. Manteniendo al poblador andino a una
clase obrera sumisa.
Este movimiento tiene su mayor auge entre la década de 1920
a 1930 y uno de sus máximos exponente es el escritor
indigenista José María Arguedas.
Pero la piara atropelló. En el camino que cruza el barranco, se revolvieron los becerros, llorando.
-¡Sujetaychis!
Las mulas se animaron en el camino, sacudiendo sus cabezas; resoplando las narices, entraron a
carrera en la quebrada, las madrineras atropellaron por delante. Atorándose con el polvo, los
becerritos se arrimaron al cerro, algunos pudieron volverse y corrieron entre la piara. La mula
nazqueña de don Garayar levantó sus dos patas y clavó sus cascos en la frente del “Pringo”. El
“Pringo” cayó al barranco, rebotó varias veces entre los peñascos y llegó hasta el fondo del abismo.
Boqueando sangre murió a la orilla del riachuelo.
-¡Antes, uno nomás ha muerto! ¡Hubiera gritado, pues, más fuerte! -Hablando, el mulero de don
Garayar se agachó en el canto del camino para mirar el barranco.
-¡Ay señorcito! ¡La señora nos latigueará; seguro nos colgará en el trojal!
-¡Pringuchallaya! ¡Pringucha!
La Ene, madre del “Pringo”, era la vaca más lechera de la señora Grimalda. Un balde lleno le
ordeñaban todos los días. La llamaba Ene, porque sobre el lomo negro tenía dibujada una letra N, en
piel blanca. La Ene era alta y robusta, ya había dado a la patrona varios novillos grandes y varias
lecheras. La patrona la miraba todos los días, contenta:
Esta vez, su cría era el “Pringo”. La vaquera lo bautizó con ese nombre desde el primer día. “El
Pringo”, porque era blanco entero. El Mayordomo quería llamarlo “Misti”, porque era el más fino y el
más grande de todas las crías de su edad.
Pero todos los concertados de la señora, los becerreros y la gente del pueblo lo llamaron “Pringo”.
Es un nombre más cariñoso, más de indios, por eso quedó.
Los becerreros entraron llorando a la casa de la señora. Doña Grimalda salió al corredor para saber.
Entonces los becerreros subieron las gradas, atropellándose; se arrodillaron en el suelo del corredor;
y sin decir nada todavía, besaron el traje de la patrona; se taparon la cara con la falda de su dueña, y
gimieron, atorándose con su saliva y con sus lágrimas.
-¡Mamitay!
Ganándose, ganándose, los becerreros abrazaron los pies de doña Grimalda, uno más que otro;
querían besar los pies de la patrona.
-¡Corran a K’ello-k’ello! ¡Se ha desbarrancado el “Pringo”! ¿Qué hacen esos, amontonados allí?
¡Vayan, por delante!
Los becerreros saltaron las gradas y pasaron al zaguán, arrastrando sus ponchos. Toda la gente de
la señora salió tras de ellos.
Trajeron cargado al “Pringo”. Lo tendieron sobre un poncho, en el corredor. Doña Grimalda, lloró,
largo rato, de cuclillas junto al becerrito muerto. Pero la vaquera y los mak’tillos, lloraron todo el día,
hasta que entró el sol.
-¡Súmak’ wawacha!
Mientras el Mayordomo le abría el cuerpo con su cuchillo grande; mientras le sacaba el cuerito;
mientras hundía sus puños en la carne, para separar el cuero, la vaquera y los mak’tillos, seguían
llamando:
Al día siguiente, temprano, la Ene bajaría el cerro bramando en el camino. Guiando a las lecheras
vendría como siempre. Llamaría primero desde el zaguán. A esa hora, ya goteaba leche de sus
pezones hinchados.
Y la señora aceptó.
Rayando la aurora, don Fermín clavó dos estacas en el patio de ordeñar, y sobre las estacas un palo
de lambras. Después trajo al patio el cuero del “Pringo”, lo tendió sobre el palo, estirándolo y
ajustando las puntas con clavos, sobre la tierra.
A la salida del sol, las vacas lecheras estaban ya en el callejón llamando a sus crías. La Ene se
paraba frente al zaguán; y desde allí bramaba sin descanso, hasta que le abrían la puerta. Gritando
todavía pasaba el patio y entraba al corral de ordeñar.
Esa mañana, la Ene llegó apurada; rozando su hocico en el zaguán, llamó a su “Pringo”. El mismo
don Fermín le abrió la puerta. La vaca pasó corriendo el patio. La señora se había levantado ya, y
estaba sentada en las gradas del corredor.
La Ene entró al corral. Estirando el cuello, bramando despacito, se acercó donde su “Pringo”;
empezó a lamerle, como todas las mañanas. Grande le lamía, su lengua áspera señalaba el cuero
del becerrito. La vaquera le maniató bien; ordeñándole un poquito humedeció los pezones, para
empezar. La leche hacía ruido sobre el balde.
-¡Mamaya! ¡Y’astá mamaya! -llamando a gritos pas- del corral al patio, el Pablucha.
La señora entró al corral, y vio a su vaca. Estaba lamiendo el cuerito del “Pringo”, mirándolo
tranquila, con sus ojos dulces.
Así fue, todas las mañanas; hasta que la vaquera y el Mayordomo, se cansaron de clavar y
desclavar el cuero del “Pringo”. Cuando la leche de la Ene empezó a secarse, tiraban nomás el
cuerito sobre un montón de piedras que había en el corral, al pie del muro. La vaca corría hasta el
extremo del corral, buscando a su hijo; se paraba junto al cerco, mirando el cuero del becerrito.
Todas las mañanas lavaba con su lengua el cuero del “Pringo”. Y la vaquera la ordeñaba, hasta la
última gota.
Como todas las vacas, la Ene también, acabado el ordeño, empezaba a rumiar, después se echaba
en el suelo, junto al cuerito seco del “Pringo”, y seguía, con los ojos medio cerrados. Mientras, el sol
alto despejaba las nubes, alumbraba fuerte y caldeaba la gran quebrada
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2. Realiza un comentario del cuento: El sueño del pongo puedes considerar: el tema, el escenario, la
imaginación, los personajes, los hechos, el desenlace. Así como también tu opinión reflexiva del cuento etc.
COMENTARIO
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