Lacan Los Hermanos

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¿Fraternidad y segregación?

Acerca de la función
del testigo en psicoanálisis*
Lu c i a n o Lu t er e au**
Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina

¿Fraternidad y Fraternité et Fraternity and


segregación? Acerca de ségrégation? Sur la Segregation? About the
la función del testigo en fonction du témoin en Function of the Witness
psicoanálisis psychanalyse in Psychoanalysis

En sus desarrollos sobre lo ima- Pour ses articulations sur l’imagi- In his developments on the ima-
ginario, Lacan partió de la inter- naire, Lacan est parti de l’inter- ginary, Lacan departed from the
pretación freudiana de la relación prétation freudienne des relations Freudian interpretation of the oedi-
edípica entre hermanos, aunque oedipiens entre frères, même s’il a pal relationship between brothers,
tomó “distancia” de la idea que pris «distance» de l’idée que Freud but he “distanced” himself from
Freud tenía de los celos; posterior- se faisait de la jalousie. Plus tard, Freud’s idea of jealousy; then, in the
mente, en el contexto del seminario dans le cadre du séminaire 17, lors context of Seminar 17, when rein-
17, al reinterpretar el mito freudiano de sa réinterprétation du mythe terpreting the Freudian myth of the
de la horda primitiva, planteó una de la horde primitive, il a posé primitive horde, he came up with
nueva concepción de la fraternidad. une nouvelle idée sur la fraternité. a new concept of brotherhood. It
Puede afirmarse que Lacan avanzó On peut dire que Lacan est allé can be said that, regarding the re-
“más allá del Edipo” en cuanto a la «au-delà de l’Œdipe» en ce qui lationship between brothers, Lacan
relación entre hermanos. Para com- concerne le rapport entre frères. moved “beyond the Oedipus”. To
plementar el desarrollo lacaniano La fonction du témoin nous permet complement this Lacanian develop-
recurrimos a la función del testigo d’introduire un complément au ment, we turn to the function of the
como una forma de aprehender développement lacanien, comme witness as a way of apprehending
* Proyecto referido: UCES R06/11: “Fenomeno-
ese punto en que el hermano no es une façon d’appréhender ce point the point where the brother is not
logía y Psicoanálisis: convergencias y diver-
solo un semejante, sino una figura où le frère n’est pas seulement un only a fellowman, but a figure of
gencias ontológicas, gnoseológicas y éticas
del prójimo. autrui mais une figure du proche. the neighbor.
entre una filosofía de la conciencia y la
ciencia del inconsciente”. Director: Luciano Palabras clave: fraternidad, prójimo, Mots-clés : fraternité, proche, ségré- Keywords: fraternity, neighbor, segre-

Lutereau. segregación, semejante, testigo. gation, autrui, témoin. gation, fellowman, witness.

** e-mail: lucianolutereau@hotmail.com
© Ilustraciones: Lorenzo Jaramillo

artículo de investigación | f e c h a d e r e c e p c i ó n : 3 0 / 0 1 / 2 0 13 . f e c h a d e a c e p t a c i ó n : 2 8 / 0 2 / 2 0 13 .
Desde el Jardín de Freud [n.° 13 , Enero - Diciembre 2013 , Bogotá] issn : ( impr e s o ) 1657-3986 ( en líne a ) 2256-5477, pp. 121-136. 121
D
esde sus inicios, la relación entre hermanos es un tópico de interés para
el psicoanálisis. Así lo demuestran, por ejemplo, los historiales clínicos de
Freud, que podrían ser leídos a partir de la posición que cada analizante
tomó respecto de su hermano —Dora y su recuerdo infantil (en función
del cual se organizaría su vida fantasmática posterior)1 de una escena en la que se
dedicaba al chupeteo mientras tironeaba de la oreja de su hermano mayor; la “joven
homosexual” y el efecto que produjo el nacimiento del hermano menor, circunstancia
a la que Freud atribuye la causa psíquica del acto de “hacerse a un lado” y “dar la
espalda al padre”2 que fundamenta su cambio en la elección de objeto—. Agreguemos,
con algo más de detalle, el caso del Hombre de las ratas:
Recuerdo una escena, yo debo de haber tenido 7 años. Estábamos sentados juntos, al
anochecer, la señorita, la cocinera, otra muchacha, yo y mi hermano, menor que yo
en dos años y medio. De repente escuché, de la conversación de las muchachas, que
la señorita Lina decía: ‘Con el pequeño es claro que una lo podría hacer, pero Paul
es demasiado torpe […]’. No entendí con claridad a qué se referían, pero sí entendí el
menosprecio y empecé a llorar.3

1. “[…] Dora, probablemente todavía infans,


En este punto, es significativo que antes que la referencia al acto, lo que ubica al
chupándose el pulgar izquierdo, al tiempo pequeño Paul en un lugar degradado es la comparación con su hermano. Y, por cierto,
que con la mano derecha tironea la oreja esta no es la única indicación de Freud al respecto, ya que la vida infantil del Hombre de
de su hermano, un año y medio mayor las ratas está teñida por la relación con su hermano, dado que, según sus palabras, “nos
que ella. Parece que tuviésemos aquí la
queríamos mucho y éramos inseparables”4. Es una asociación a propósito de un incidente
matriz imaginaria en la que han venido a
vaciarse todas las situaciones que Dora ha con su hermano lo que pone a Freud en la pista del complejo de hostilidad y culpabilidad
desarrollado en su vida”. Jacques Lacan, que, finalmente, reconduciría a la figura del padre como instancia de prohibición:
“Intervención sobre la transferencia
Entonces, tras una oportunidad […] hice lo siguiente: Teníamos unas escopetas de
(1951)”, en Escritos 1
(Buenos Aires: Siglo XXI, 2002), 207. juguete, del tipo consabido; cargué la mía con el taco, le dije que debía mirar adentro
2. Sigmund Freud, “Sobre la psicogénesis
de un caso de homosexualidad femenina 3. Sigmund Freud, “A propósito de un caso de neurosis obsesiva (el ‘Hombre de las
(1920)”, en Obras completas, vol. XVIII ratas’) (1909)”, en Obras completas, vol. X (Buenos Aires: Amorrortu, 1988), 129.
(Buenos Aires: Amorrortu, 1988), 152. 4. Ibíd., 146.

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del caño, pues vería algo, y cuando se puso a mirar adentro yo disparé. [...] Me puse
entonces totalmente fuera de mí, me arrojé al suelo y me pregunté: “¿Cómo he podido
hacer eso? ”.5

Sin embargo, si la presencia de los hermanos es permanente en la clínica


freudiana, es notable que su forma de aproximación a esta figura del prójimo sea a
través de la interpretación edípica: la función del hermano radica en asumir el lugar
del competidor (frente al amor de los padres), respecto del cual los celos son el afecto
primordial, en la medida en que se disputa el valor narcisista del niño.
Desde el punto de vista de la clínica lacaniana, podría decirse que, en un primer
momento (en sus desarrollos sobre lo imaginario)6, Lacan retomó la interpretación
freudiana, aunque ya en ese entonces se destaca cierta “distancia” con Freud en
torno a la concepción de los celos fraternos. Asimismo, años después, en el contexto
del seminario 17, Lacan plantearía una nueva concepción de la fraternidad —esta
vez, al reinterpretar el mito freudiano de la horda primitiva (en lugar de la referencia
edípica)—. De este modo, en términos generales, y de acuerdo con la argumentación
que se sostiene en este artículo, puede afirmarse que Lacan avanzó “más allá del
Edipo” —para retomar un giro de su enseñanza— en la concepción de la relación
entre hermanos. No obstante, la respuesta de Lacan en este último contexto dista
de ser exhaustiva. Para complementar dicho desarrollo, en este artículo recurriremos
a la función del testigo como una forma de poder aprehender ese punto en que el
hermano no es solo un semejante (con el cual se viven los fenómenos transitivistas de
la relación imaginaria), sino una figura del prójimo —si entendemos este término en
el sentido que le atribuyera Lacan en el seminario 7 como “proximidad de goce”—7.

5. Ibíd.
A cerca del complejo… fr aterno 6. Véase Luciano Lutereau, La forma
especular. Fundamentos fenomenológicos
En un artículo reciente, Pablo Muñoz se dedicó a estudiar los antecedentes de la
de lo imaginario en Lacan (Buenos
cuestión a partir de un esclarecimiento de la utilización lacaniana de la noción de Aires: Letra Viva, 2012).
complejo8. En el llamado “complejo fraterno” podría verse un antecedente que avanza 7. Véase Jacques Lacan, El seminario. Libro 7.
más allá de la interpretación edípica de la fraternidad —de hecho, el “complejo La ética del psicoanálisis (1959-1960)
fraterno” y el “complejo de Edipo” son distinguidos por Lacan—. A esta diferencia nos (Buenos Aires: Paidós, 2007), 220-225.

dedicaremos en este primer apartado. 8. Véase Pablo Muñoz, “Sobre el


complejo fraterno”, Psicoanálisis
En la última parte de “Más allá del principio de realidad” Lacan remite al “uso
y el hospital 32 (2007).
genial que Freud supo hacer de la noción de imagen”9. Sin embargo, critica al maestro
9. Jacques Lacan, “Más allá del principio
del psicoanálisis por no haber podido liberar dicho término de cierta gravitación de realidad (1936)”, en Escritos 1
asociacionista. Al mismo tiempo, Lacan enuncia que dicha noción sería elucidada en (Buenos Aires: Siglo XXI, 2002), 81.

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una segunda parte del artículo, de la que, sin embargo, no hay constancia en el material
publicado en los Escritos y, seguramente, nunca fue escrita. En este punto cabe recurrir
al artículo sobre los complejos familiares para esclarecer una primera formulación de la
concepción lacaniana de imago. P. Muñoz sostiene que el escrito sobre los complejos
familiares constituye un hito determinado:
[…] un punto de llegada en el sentido que confluyen en ella una serie importante de
concepciones que [Lacan] venía desarrollando desde años anteriores, confluencia orien-
10. Pablo Muñoz, “La familia de Lacan: tada a la consecución de un objetivo ambicioso: reordenar la nosología psiquiátrica de
preludios de una teoría psicoanalítica su época a partir de un criterio evolutivo determinado por lo que llama ‘la constitución
de la función paterna”, Psicoanálisis
de la personalidad consumada o verdadera’.10
y el hospital 30 (2006): 89.
11. “Lapulsión, justamente, es el montaje
Esta afirmación permite entrever que si bien el escrito se presenta como un
a través del cual la sexualidad participa
en la vida psíquica”. Jacques Lacan, El ensayo fundamentado en la sociología, su rango de interlocución se encuentra en
seminario. Libro 11. Los cuatro conceptos una discusión psiquiátrica. En primer lugar, cabe destacar que la noción de complejo,
fundamentales del psicoanálisis (1964) según Lacan, cumple el papel de desbancar la aplicación de la categoría de instinto
(Buenos Aires: Paidós, 2007), 183. De
para comprender la conducta humana. De este modo, podría arriesgarse la hipótesis
este modo, Lacan destaca que la pulsión
es un modo de nombrar la disfunción de que en dicha noción se encuentra un antecedente de un aspecto de la posterior
de la sexualidad biológica. En el caso concepción lacaniana de la pulsión11, al menos en el punto en que “por la vía del
de la noción complejo, este es uno complejo se instauran en el psiquismo las imágenes que informan a las unidades más
de los primeros aspectos que Lacan
destaca a partir de su utilización.
vastas del comportamiento”12, esto es, imágenes que establecen un cortocircuito
12. Lacan, “Más allá del principio
con la naturalidad en el mundo humano. Asimismo, la noción de complejo permite
de realidad”, 83. dar cuenta de lo que, posteriormente, podría entenderse con la insistencia de
13. “[…]
la constelación original que presidió Lacan sobre la concepción mítica de la novela fantasmática del neurótico13: “En ella
el nacimiento del sujeto, su destino pueden reconocerse los mismos personajes que han sido tipificados por el folklore,
y diría casi su prehistoria, a saber las
los cuentos y el teatro para el niño o para el adulto: el ogro, el fustigador, el tacaño,
relaciones familiares fundamentales
que estructuraron la unión de sus
el padre noble”14.
padres, resulta tener una relación muy En segundo lugar, la noción de complejo cumple el propósito de distinguir el
precisa y quizás definible a través de campo de la naturaleza del dominio cultural. De ahí que Lacan recurra en el artículo
una fórmula de transformación, con lo
sobre los complejos familiares a los datos de la sociología y a la familia como institución,
que aparece como más contingente,
más fantasmático […]”. Véase Jacques nombrando una “estructura cultural de la familia humana”15, antes que a la herencia
Lacan, “El mito individual del neurótico biológica. De este modo, se encuentra también un antecedente en la noción de
(1953)”, en Intervenciones y textos 1 complejo de las estructuras elementales de parentesco que Lacan, años más tarde,
(Buenos Aires: Manantial, 1999), 42.
citaría al recurrir, esta vez, a los datos de la antropología estructural de Lévi-Strauss.
14. Lacan, “Más allá del principio
La definición general de la noción de complejo presenta tres niveles:
de realidad”, 83.
15. Jacques Lacan, La familia (1938) (Buenos [D]ominado por factores culturales; en su contenido, representativo de un objeto, en
Aires: Homo Sapiens, 1977), 47. su forma, ligado a un etapa vivida de la objetivación; por último, en su manifestación

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de carencia objetiva frente a una situación actual, es decir, bajo su triple aspecto de
relación de conocimiento, de forma de organización afectiva y de prueba de confron-
tación con lo real, el complejo se comprende en su referencia al objeto.16

Tres complejos se destacan en la descripción de Lacan:


a) El complejo de destete, que representa la forma principal de la imago materna,
tiene tres vertientes correlativas en las que puede ser aprehendido: 1) Como
ablactancia: regulado por un condicionamiento cultural, puede manifestar un
trauma psíquico cuyos efectos, de relativa gravedad (desde anorexias llamadas
mentales hasta toxicomanías, neurosis gástrica, etc.), se revelan como familiares a
la experiencia analítica. 2) Como traumático: pudiendo ser aceptado o rechazado,
el rechazo del destete instaura el rasgo positivo del complejo, entendido este a
partir de la constitución de una imago nutricia. El contenido de esta imago está
dado por sensaciones (exteroceptivas, propioceptivas e interoceptivas), previas
al advenimiento de la forma del objeto (y del yo). Por eso Lacan sostiene que no
remite, en este punto, como lo hace Freud, a la postulación de un autoerotismo
—dado que el yo no se ha constituido aún—, ni a una instancia de narcisismo —ya
que no existe ninguna imagen del yo—. La imago del seno materno se relaciona,
en todo caso, con los “malestares primordiales”17 debidos a la prematuración
específica del nacimiento humano. Así, el destete “otorga su expresión psíquica,
la primera y también la más adecuada, a la imago más oscura de un destete
anterior, más penoso y de mayor amplitud vital: el que separa en el nacimiento
al niño de la matriz, separación prematura en la que se origina un malestar que
ningún cuidado materno puede compensar”18. 3) Una vez constituida, la imago
del seno materno domina el modelo de las relaciones de separación en la vida
del hombre, por lo que no debe ser entendida como una objetivación vivida
ocasionalmente, sino como una condición de posibilidad de la experiencia. Si
un decurso corresponde a la mentada imago es el de la sublimación, en el punto
en que su traspaso abre el vínculo con el grupo social:

[P]ara que se introduzcan nuevas relaciones con el grupo social, para que nuevos
complejos la integren al psiquismo, la imago debe ser sublimada. En la medida en que
resiste a estas nuevas exigencias, que son las del progreso de la personalidad, la imago,
beneficiosa en un principio, se convierte en un factor de muerte.19
16. Ibíd., 56.
Distintas patologías y reacciones (suicidios, anorexias, toxicomanías, etc.) son 17. Ibíd., 66.
interpretadas por Lacan como un intento de reencontrar la imago de la madre, 18. Ibíd.

a partir de no superar el complejo de destete. 19. Ibíd., 62.

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b) El complejo fraterno, que distribuye principalmente dos lugares en la sucesión
familiar (el de heredero o usurpador) instituye que la rivalidad se explicita de
acuerdo con una forma de “identificación mental”20. Cabe destacar aquí ciertos
puntos introductorios, que luego serán retomados: 1) El partenaire considerado
en la rivalidad es un “otro” como objeto semejante, respecto del cual se plantea
un registro de conductas específicas: las del alarde, seducción, despotismo. Lo
significativo es que dichas conductas indeterminan el origen y el destinatario de
cada una de ellas:
[…] si no, obsérvese al niño que prodiga sus tentativas de seducción sobre otro, ¿dónde
está el seductor? Por último, al niño que goza del dominio que ejerce y a aquel que se
complace en someterse a él: ¿cuál de los dos es el más sojuzgado?21

Por eso ha podido afirmarse que una de las leyes del campo especular es el
transitivismo. Lo mismo cabría decir de los celos, en cuanto reflejan un punto de
identificación narcisista con el otro celado. Si la imagen del hermano no sometido
al destete suscita una agresión especial no sería sino porque repite en el sujeto la
imago de la exclusión materna. Puede advertirse, en este punto, que los complejos
pueden entrelazarse y cobrar significado retroactivamente. 2) La identificación con
la imagen especular supone un “ponerse en el lugar del otro”, con lo que puede
advertirse un nuevo desplazamiento que sufre, en este momento, el método de
las relaciones de comprensión establecido en su tesis de 1932 sobre la paranoia
de autopunición. Un segundo aspecto a tener presente, en este punto, radica en
subrayar que la construcción del registro imaginario se detiene exclusivamente en
su aspecto especular: el drama de los celos, soportado en la imagen especular
y en la estructura narcisista del yo, no incumbe, al menos en esta época, a otra
cosa más que la identificación con el partenaire. El otro no es más que un “doble
de mí mismo”, esto es, ese mundo “no contiene al prójimo” ni al otro en cuanto
alteridad radical. 3) Finalmente, el complejo fraterno se entrelazaría, al igual que
el de destete, con el complejo de Edipo:
[…] si el intruso […] se manifiesta recién después del complejo de Edipo, se lo adopta,
por lo general, en el plano de las identificaciones paternas, afectivamente más densas
y de estructura más rica […]. Ya no constituye para el sujeto el obstáculo o el reflejo,
sino una persona digna de amor o de odio. Las pulsiones agresivas se subliman en
ternura o en severidad.22
20. Ibíd., 72.
21. Ibíd., 73. Puede advertirse de qué modo, en esta época, se encuentra anticipada la función
22. Ibíd., 84. pacificadora de la función paterna que, luego, Lacan destacaría en el seminario 5.

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c) El complejo de Edipo, que Lacan afronta con el propósito de realizar una revisión
que permitiría situar en la historia a la familia paternalista, ilustra el motivo de una
relación estrecha con la neurosis contemporánea. Tres aspectos se revelan como
fundamentales en la descripción que realiza Lacan del Edipo: 1) La función de
agente de prohibición sexual que el complejo atribuye al progenitor. Su resultado
decanta en la constitución del superyó, como instancia de represión, y del ideal del
yo, como soporte de la sublimación, en la crisis edípica. 2) El complejo de Edipo
tiene en su centro el complejo de castración, destacando que el condicionamiento
recíproco que se produce entre deseo y represión solo tiene un alcance limitado
para el niño varón. Desde un comienzo, entonces, puede advertirse que Lacan
conserva el campo de la feminidad como un territorio inexplorado. Asimismo,
curiosamente, Lacan no hace ninguna mención a la envidia del pene. 3) Lacan
despacha el mito freudiano de la horda primitiva que demuestra la eficacia pa-
terna en el momento de su muerte y la instauración del reconocimiento de una
ley. El padre lacaniano no solo es el perturbador del goce, sino que también tiene
una función de habilitación: “La imago del padre concentra en ella la función
de represión con la de sublimación”23. Siguiendo la antropología funcionalista
de Malinowski —antes que al estructuralismo de Lévi-Strauss— Lacan enfatiza
la distinción entre el padre como progenitor real y la función simbólica que
puede encarnar, punto en que se manifiesta como un operador de estructura:
“[al] demostrar un proceso real de ‘apertura’ del vínculo social en la autoridad
paternalista y decir que, a través del conflicto funcional del Edipo, ella introduce
en la represión un ideal de promesa”24. Finalmente, la función paterna aislada por
Lacan es el correlato de una investigación acerca de la historia de la cultura, en
la que se entrevé el descubrimiento freudiano de las neurosis en una declinación
de la imago paterna a fines del siglo XIX con el avance del capitalismo.

Con el reservado estatuto de una hipótesis a demostrar, podría aventurarse que


en esta descripción de 1938 se encuentran todos los elementos que la descripción
del seminario 5, con la formulación de la metáfora paterna, y aún elaboraciones
posteriores (como el seminario 17), con el recurso de la estructura significante,
habrían de plantear. Por ejemplo, Lacan critica el estatuto real de amenaza de la
castración, proponiendo, en la referencia a los ritos que la sociología ilumina, el
carácter simbólico de una operación que tiene como dominio un objeto imagi-
nario: “Para definir en el plano psicológico esta génesis de la represión, se debe 23. Ibíd., 105.
reconocer en la fantasía de castración el juego imaginario que la condiciona, en 24. Ibíd., 107.
la madre el objeto que la determina”25. 25. Ibíd., 100.

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Sin embargo, no puede soslayarse que Lacan proponga el complejo de Edipo
26. Ibíd., 81.
como una estructura triangular, aspecto que solo la introducción del falo como signi-
27. Ibíd., 105.
ficante, y como posición imaginaria, podría deslizar hacia una estructura cuaternaria.
28. El término kakón (cuyo significado
es ‘Mal’) designa un punto de goce Por otro lado, cabría preguntarse si la presencia de tantos elementos comunes a las
supuesto —o, mejor dicho, transferido— descripciones posteriores de Lacan no implica, acaso, que la doctrina del significante
al partenaire especular, en que el yo es una condición necesaria pero no suficiente de la lectura lacaniana del Edipo.
no puede reconocerse aunque le
pertenezca. Es conocido el caso de
los odios acérrimos en los que para
cualquiera es notorio que los rasgos De los celos a l a env idia , m á s all á del E dipo
por los que alguien odia a determinada Podría proponerse que los tres complejos enumerados dan cuenta de una estructura se-
persona —y en función de los cuales la cuenciada de constitución del sujeto: a) el complejo de destete describe la introducción
acusa de gozar de un modo u otro—
no hacen más que describir su propia
en el campo propiamente humano, campo de pérdida de la naturaleza (y separación
posición. Es por esto que el caso Aimée del seno), que posteriormente en la enseñanza de Lacan sería tematizada a partir del
fue paradigmático (como los escritos encuentro del viviente con el significante; b) el complejo fraterno, en su relación con la
previos al comienzo de la enseñanza de estructura narcisista del yo, describe la constitución del campo imaginario en la relación
Lacan lo demuestran) para dar cuenta de
especular con el otro, en que “la tendencia por la cual el sujeto restaura la unidad
la estructura del registro imaginario, y sus
leyes de organización, antes que de la perdida de sí mismo surge en el centro de la conciencia”26; c) al complejo de Edipo, por
especificidad de una categoría nosológica. un lado, “se lo debe comprender en función de sus antecedentes narcisistas”27; pero,
29. En el artículo “La agresividad en por otro lado, el complejo de Edipo ordena y regula la rivalidad que en ese campo
psicoanálisis” (1948) —luego de una se promueve. De este modo, los tres complejos articulados se proponen como una
primera mención en “Acerca de la
estructura de lugares que distribuye distintas posiciones del sujeto. Por eso los complejos
causalidad psíquica” (1946)—, Lacan
expone la cuestión en estos términos: propuestos por Lacan no deben ser leídos como estadios (al modo de los “estadios de
“‘Vi con mis propios ojos y conocí bien la libido” de Abraham) sino como momentos lógicos constitutivos del sujeto.
a un pequeñuelo presa de los celos. No Respecto del complejo fraterno en particular, y en lo que a este artículo
hablaba todavía y ya contemplaba, todo
concierne, importa destacar que si bien Lacan retoma la cuestión de los celos a
pálido y con una mirada envenenada,
a su hermano de leche’. Así anudaba partir de la interpretación edípica, el transitivismo implica una instancia precedente
imperecederamente [...] la situación de en la que el otro se presenta como partenaire que expone el “mal”28 más íntimo del
absorción espectacular: contemplaba, sujeto. Así ya lo había entrevisto Lacan en su comentario del caso Aimée en relación
la reacción emocional: todo pálido, y
al desconocimiento que funda la estructura paranoica del yo. He aquí entonces el
esa reactivación de las imágenes de la
frustración primordial: y con una mirada
núcleo de la identificación proyectiva, que es irreductible a una versión edípica, sino
envenenada, que son las coordenadas que orienta la concepción especular del semejante hacia un destino que interpreta
psíquicas y somáticas de la agresividad esa rivalidad con independencia del amor del Otro. En este contexto es que Lacan
original”. Jacques Lacan, “La agresividad retoma la experiencia descrita por San Agustín en sus Confesiones29, aunque cabe
en psicoanálisis” (1948), en Escritos 1
apreciar que, años después de su primer comentario al respecto, no dudaría en
(Buenos Aires: Siglo XXI, 2002), 107.
Cabría preguntarse si la presentación desligar dicha situación de los celos, sino que —en el seminario 11— la vincularía
que Lacan realiza de este fenómeno con la envidia30:

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Para comprender qué es la invidia, en su función de mirada, no hay que confundirla
con los celos. El niño, o quien quiera, no envidia forzosamente aquello que apetece.
¿Acaso el niño que mira a su hermanito todavía necesita mamar? Todos saben que la
envidia suele provocarla comúnmente la posesión de bienes que no tendrían ninguna
utilidad para quien los envidia, y cuya verdadera naturaleza ni siquiera sospecha.31

De este modo, Lacan distingue ambas experiencias, y aquí precisa la relación


corresponde efectivamente a la
que la envidia tiene con la mirada, a través de destacar que invidia viene de videre.
experiencia de los celos. En principio, los
Se trata —en consonancia con lo presentado en 1948— de una “mirada amarga”32 celos pueden actualizarse en función de
que le “produce a él el efecto de una ponzoña”33, esto es, una mirada envenenada. cualquier objeto de amor —y la figura de
Pero, ¿de dónde proviene este veneno, que no se vincula con el deseo que desplaza la madre es un primer sustituto privilegiado
para frustrar el narcisismo del celoso—.
al competidor, ni reclama el amor del Otro? La referencia temprana al kakón puede
De este modo, en términos generales,
permitir ampliar esta indicación, conservando aún su vigencia: se trata de la mostración podría pensarse que aquí nos encontramos
de un goce ignorado del cual el envidioso se siente privado, pero que supone realizado con el caso princeps de la posición
en el partenaire especular. No se trata de que se desee el objeto del deseo del semejante, edípica ante los celos, con el consecuente
desencadenamiento de la tensión agresiva
sino que se envidia la satisfacción supuesta:
dada por la identificación narcisista. Sin
Esa es la verdadera envidia. Hace que el sujeto se ponga pálido, ¿ante qué? —ante la embargo, Lacan enfatiza el “resentimiento”
imagen de una completitud que se cierra, y que se cierra porque el a minúscula, el y la “mirada envenenada” con que el
niño asiste al espectáculo, que parecieran
objeto a separado, al cual está suspendido, puede ser para otro la posesión con la que
indicar también un matiz diferente.
se satisface, la Befriedigung.34
30. En este punto, cabe recordar la lucidez
de la interpretación kleiniana de la
Entonces, podría pensarse en el caso del neurótico quien —al desplazar al envidia que la distingue de los celos en
campo del Otro la búsqueda del objeto perdido, a la espera de que le sea reintegrado la medida en que si estos implican una
a través de la demanda—, encuentra en la envidia un cortocircuito para la realización situación triangular, este no es el caso
de aquella. De este modo, puede verse
del deseo a través del desconocimiento imaginario o, mejor dicho, de la puesta en
que este tipo de relación no puede
forma de una escena que interrogue su posición subjetiva. En este punto, la idea de ser aprehendida con las coordenadas
Lacan es convergente con lo que alguna vez sostuviera Spinoza, respecto de que la edípicas y por eso Klein afirmaba que
envidia solo puede darse entre pares, a lo que cabe añadir —luego de este planteo es un fenómeno de los más difíciles
de reducir en la experiencia analítica.
sobre la mirada— que la coordenada imaginaria es la condición que la vincula no solo
Véase Melanie Klein, Envidia y gratitud
con la agresividad, sino también con la suposición de un goce “dado a ver” en que el (1957) (Buenos Aires: Hormé, 1977).
sujeto no se reconoce (pues el yo lo desconoce) como causa. 31. Lacan,El seminario. Libro 11. Los
Por esta vía, puede advertirse cómo desde el comienzo de su obra —incluso cuatro conceptos fundamentales
antes del inicio de su enseñanza— Lacan se ocupó de esclarecer la relación entre del psicoanálisis (1964), 122.
hermanos más allá de las coordenadas edípicas. Este planteo es el prolegómeno 32. Ibíd.

necesario a los desarrollos propios del seminario 17, donde se encuentra una de las 33. Ibíd.

afirmaciones más significativas de Lacan, motivo del próximo apartado. 34. Ibíd.

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En el principio (de l a segregación) er a el padre
“Los hermanos sean unidos. Porque ésa es la ley primera. Tengan unión verdadera.
En cualquier tiempo que sea. Porque si entre ellos pelean. Los devoran los de afuera”.
He aquí uno de los pasajes más célebres del poema nacional argentino Martín Fierro
(1872), escrito en verso por José Hernández, y que expone una conclusión que bien
podría ser suscrita a partir de la relectura de la obra freudiana “Tótem y tabú” (1913)
que realiza Jacques Lacan en el Seminario 17. El reverso del psicoanálisis (1969-70). En los
siguientes términos se refería Lacan al mítico asesinato del padre en la horda primitiva:
El viejo papá las tenía a todas para él, cosa ya fabulosa —¿por qué las tendría a todas
para él— pero resulta que de todos modos hay otros chicos, ellas también pueden
tener algo que decir. Le matan. Las consecuencias son muy distintas que en el mito de
Edipo. Como matan al viejo, al viejo orangután, ocurren dos cosas. Una la pongo entre
paréntesis, porque es una fábula —descubren que son hermanos. En fin, eso puede
darles alguna idea de lo que es la fraternidad […].35

La segunda de las dos cosas que ocurren es que “luego deciden todos a una
que nadie tocará a las mamaítas”36. Respecto de esta segunda consecuencia, Lacan
destaca su carácter inconsecuente, dado que no todos son hijos de la misma mujer;
entonces, “podrían acostarse con la mamá del hermano, precisamente porque solo
son hermanos de padre”37. En definitiva, esta observación apunta a mostrar hasta qué
punto “Tótem y tabú” no puede ser reducido a la interpretación edípica —es desde
esta perspectiva que se muestra frívolo—, sino que implica otra coordenada mucho
más significativa: una versión del padre que va más allá de la concepción lacaniana
de la metáfora paterna, introducida en los primeros seminarios (especialmente en los
seminarios 4 y 5) que hacía de aquel un nombre del Ideal que intercedía en la relación
fálica de la madre con el hijo. A partir de esta nueva referencia, el deseo de la madre
dejaría de funcionar como instancia de mediación entre el padre y el hijo, y podría
plantearse una relación directa entre ambos, vinculada a otro de los tópicos centrales
del seminario 17, esto es, la transmisión entendida como sucesión. Al criticar una vez
más la referencia edípica y el modo en que Edipo accede al poder, Lacan pregunta:
¿Qué quiere decir esto sino que surge la pregunta de saber si lo que debe pagar es
35. JacquesLacan, El seminario. Libro 17.
El reverso del psicoanálisis (1969-1970) haber al trono, no por la vía de la sucesión […] Si —fantasma que siempre se indica,
(Buenos Aires: Paidós, 2009), 120. es curioso, pero sin vincularlo propiamente con el mito fundamental del asesinato del
36. Ibíd., 121. padre— si la castración golpea al hijo, no le hace acceder también por el camino ade-
37. Ibíd. cuado a lo que constituye la función del padre? Toda nuestra experiencia lo muestra.
38. Ibíd., 128-129. ¿No se indica así que es de padre a hijo como se transmite la castración?38

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130 Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis
En este contexto, ya no se trataría tanto de apreciar el lugar de privador del
padre, cuya operación era fundamentalmente sobre la madre, sino su participación
como transmisor de la castración, la cual no debe ser entendida en términos prohibitivos
(como la suele fantasear el neurótico) sino positivamente: el padre se ofrece a la sucesión
cuando transmite una versión singular del goce —su respuesta a la falta intrínseca de
la estructura a través del objeto a—. Por esta vía se abre un campo de investigación
en la enseñanza de Lacan que conduce a la noción de pére-version y a esa célebre
formulación del seminario R. S. I. (1974-75): “Un padre no tiene derecho al respeto,
sino al amor, más que si el dicho amor, el dicho respeto está père versement orientado,
es decir, hace de una mujer objeto a minúscula que causa su deseo”39.
Este breve recorrido sobre el desplazamiento de la figura del padre en la
enseñanza de Lacan es capital para entender el contexto de las afirmaciones en torno
a la fraternidad en el seminario 1740. Olvidar este contexto de producción podría
recaer en una mera definición negativa: hermanos serían los que comparten una
asociación exterior, una diferenciación respecto de lo demás —y, de hecho, así podría
entenderse de modo superficial la expresión “segregación”—. Recordemos para el
caso, la continuación de la cita anticipada del seminario 17:
Este empeño que ponemos en ser todos hermanos prueba evidentemente que no lo
somos. Incluso con nuestro hermano consanguíneo, nada nos demuestra que seamos
su hermano […]. Solo conozco un origen de la fraternidad […], es la segregación. […]
Incluso no hay fraternidad que pueda concebirse si no es por estar separados juntos,
separados del resto […].41

Desde un punto de vista apresurado, podría reducirse la fraternidad a la


“unión contra otros”, esto es, entreverla en función de su separación del resto; sin
embargo, este esquema interpretativo no haría más que regresar al planteo freudiano
de “Psicología de las masas y análisis del yo” —que, justamente, Lacan busca superar
con su relectura del mito de la horda, ya que el padre ocupa el lugar de amo solo de
39. JacquesLacan, Seminario 22. R . S. I.
una manera subsidiaria—. Para avanzar más allá de esta interpretación infundada,
(1974-75). Clase del 21 de enero de
sería importante interrogar ese otro resto cuya función es unir a los hermanos en un 1975. Texto traducido por la Escuela
pacto de complicidad. ¿De qué goce compartido se habla en la fraternidad? ¿Qué Freudiana de Buenos Aires. Inédito.
extraña cercanía es la que se denota en la culpabilidad por el asesinato, cuyo carácter 40. En este punto, sigo los desarrollos de Ph.
paradójico radica en ser un signo del amor por el padre? Julien en torno a su lectura del mito de
la horda primitiva. Véase Phillipe Julien,
De este modo, si no respondiéramos a estas preguntas, la fraternidad sería —para
L’étrange jouissance du prochain. Éthique
decirlo con Lacan— una suerte de “fábula”. De hecho, Lacan es explícito respecto de et psychanalyse (Paris: Seuil, 1995).
que su afirmación del motivo de la segregación es meramente aproximativa: “Se trata 41. Lacan,
El seminario. Libro 17. El
de captar esa función y saber por qué es así […]. Esto que les digo es medio decir. Si reverso del psicoanálisis, 120-121.

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no les digo por qué es así, es de entrada porque si digo que es así no puedo decir por
qué es así”.42

La función del testigo


El fundamento clínico de este artículo está en el caso de una analizante que, luego de
la muerte de su madre (su padre había muerto unos años antes), al venir a sesión, se
recostó en el diván y dijo: “Mis padres podrían no estar muertos. La única seguridad
que tengo al respecto es la presencia de mis hermanos. Ellos dan cuenta de la certeza
de su muerte. Ellos son los únicos testigos”.
De acuerdo con esta formulación, la declinación misma de la frase podría hacer
pensar en la escena misma de un asesinato. Sin embargo, en el curso de la asociación
esta intervención fue dejada a un lado y el decir se orientó en otra perspectiva. Esta
analizante testimoniaba acerca de una historia que solo se construye a través de los otros,
que decanta a partir de que otros hayan pasado por una experiencia compartida (aunque
hayan adoptado posiciones diferentes). En todo caso, esos hermanos eran partícipes de
un mismo “trauma”, no la muerte en sí de los padres, sino el fragmento de pasado que
luego no dejaría de insistir como un presente que resiste al olvido (en el duelo), una
especie de futuro congelado en anécdotas que denotan la transmisión que esos padres
hicieron como hombre y mujer respecto de la relación de deseo que los unió alguna vez.
De acuerdo con el título de un libro reciente (L’ère du témoin de A. Wieviorka)43
puede decirse que hoy vivimos en una época en que la función del testigo cobra una
especial relevancia. Para el caso, no hay más que pensar en los diferentes autores que
se han ocupado del lugar del sobreviviente después del Holocausto (por ejemplo, G.
Agamben en su clásico libro Lo que queda de Auschwitz: el archivo y el testigo… en una
dirección que conduce a las inevitables intervenciones de Primo Levi). R. Dulong, en su
libro Le témoin oculaire (1998) define al testigo en los siguientes términos: “ser testigo
no es solamente haber sido espectador de un evento sino declarar haberlo visto”44.
De este modo, puede destacar que el testigo no es un mero “espectador” porque,
justamente, en esa declaración —que puede ser efectiva o no, es decir, no se trata de
42. Ibíd., 121. un hecho empírico— se inmiscuye la cuestión de la marca de una transmisión: “[Los
43. Annette Wieviorka, L’ère du témoin testigos] deben plantearnos el problema de la transmisión, vale decir todo aquello que
(1998) (Paris: Plon, 1998).
gira en torno de lo que designa la expresión inglesa ‘Vicarious Witness’”45.
44. Renaud Dulong, Le témoin oculaire.
Les conditions sociales de l’attestation
En este sentido, el testigo no es tampoco un historiador, sino que se encuentra
personnelle (Paris: EHESS, 1998). afectado por eso que se transmite. De ahí la importante figura del “superviviente”,
45. Francois Hartog, “El testigo y el historiador que indica el papel que ocupa la experiencia compartida. En su célebre Vocabulario
(2000)”, Gradhiva 27 (2000): 12. de las instituciones indoeuropeas, É. Benveniste relaciona la figura del testigo con la

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132 Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis
del superstes, definida como “aquel que subsiste más allá”46. A su vez, en griego se
lo denominada martus, cuya etimología conduce hacia la raíz del verbo recordar (en
sánscrito smarati, en griego mermina, de donde deriva el latín memoria). De los diferentes
vocablos del latín estudiados por Benveniste, cabe destacar también los siguientes,
que amplían el campo semántico que delimita la función del testigo: arbiter (aquel que
asistió); testis (quien participa como tercero); auctor (garante), siendo que esta última
deriva conduce hacia el papel de verdad que ocupa el testigo.
De regreso a la afirmación de la analizante mencionada en el comienzo de
este apartado, puede entenderse con mayor amplitud el registro de su decir cuando
otorgaba a sus hermanos la función de certificar la muerte de sus padres; o bien —como
dijera en otro contexto, en una descripción ciertamente visceral de su duelo— que
“solo ellos pueden juzgarme, porque son los que saben de dónde vengo”. De este
modo, la función del testigo permite cernir con mayor especificidad esa complicidad
que los hermanos pueden tener, más allá de la interpretación edípica que los reduce
a una situación de semejanza y rivalidad, y con respecto a ese goce próximo que se
transmite de padres a hijos.
Para dar cuenta con mayor énfasis de la relación entre hermanos a partir de la
función del testigo, presentaremos a continuación un breve comentario de la novela
del escritor italiano C. Samonà, titulada justamente Hermanos (1978), un libro que da
fe de la influencia de la lectura de Lacan —como dijera P. Milano en su comentario
para el periódico Espresso—.
Desde las primeras páginas, Samonà expone una situación que va más allá del
reconocimiento especular: “Cada uno de los dos representa para el otro, según los casos,
el compañero de juegos, el interlocutor paciente, el contrincante imprevisible”47. Se
trata de la historia de dos hermanos que viven en la misma casa, uno (presentado como
“enfermo mental”) al cuidado del otro (el narrador). Este último relata la extrañeza de
una relación que siempre defrauda la anticipación y la simetría, de la cual se defiende
a través del intento de imposición de una rutina:
Yo soy el que organizo cuidadosamente los mecanismos del juego, adjudico los papeles
y los recorridos, cambio el nombre de los objetos […]. [Él] acepta vivir la ficción que le
propongo a condición de ser yo el primero en respetar las reglas del juego. Engañarle
sería difícil […]. Puede romper mis silencios con preguntas inesperadas, cuando advierte, 46. Émile Benveniste, Vocabulaire
sin necesidad de mirarme, imperceptibles titubeos […].48 des institutions indo-européenes
(Paris: Minuit, 1969), 276.
He aquí el mecanismo de un conflicto sutil, que se sostiene en la concesión 47. CarmeloSamonà, Hermanos (1978)
transitoria y que prescinde de la mirada. La “ficción” de la semejanza, desbancada en el (Barcelona: Anagrama, 1983), 9.
momento inesperado, en un juego que admite una sola regla: “El tema prácticamente es 48. Ibíd., 20.

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solo uno: la búsqueda del otro”49. En este contexto, un término insiste: “complicidad”50:
“Me había hecho cómplice involuntario de su decadencia y definitiva desaparición de
nuestros juegos”51.
Ahora bien, ¿de qué complicidad se trata en este punto? Evidentemente, no
se trata de una relación que se fundamente en la empatía (“Nunca será como yo”)52,
dado que el narrador afirma que vive “como si me hallase en un país extranjero cuya
lengua ignoro”53. Una frase cadenciosa es la que el hermano dirige al narrador cuando
lo interpela: “Búscame otra vez —añade—, aunque ya me hayas encontrado”54. Por
esta vía, la novela comienza a dar cuenta de una temporalidad diferida, en la que esa
búsqueda se consigue a través de la espera, al dejar que el prójimo aparezca según sus
modos de aparición al “romper la servidumbre del emparejamiento”55.
Sin embargo, esta paridad es difícil de conjurar, ya sea a través de la infanti-
lización del “enfermo” (“¿Quieres que te coja la mano como a un niño?”)56, o bien
por la reducción del déficit en un costado “animal” (“Viene a mi encuentro con el
afectuoso trotecillo del viejo perro fiel”)57. Sin embargo, a pesar de estos fracasos o,
mejor dicho, justamente en ellos, se revela el prójimo como figura imposible, en el
límite de la relación de semejanza. De este modo, en este desfile de reacciones que
buscan apresar al “enemigo-hermano”58, se perfila la absolución de la presencia del
narrador como testigo de una extraña mismidad que lo une con su hermano. Al buscar
a su hermano, busca aquello que lo une con él y descubre que eso no puede ser puesto
en palabras. Es el fin de la narración, en el punto en que esta se cancela a sí misma
49. Ibíd., 25. porque no hay descubrimiento que sorprenda al lector. La relación entre hermanos es
50. Ibíd., 12. una relación hecha con base en la “no-relación” o, mejor dicho, constituida a partir de
51. Ibíd., 25. compartir una única falta familiar que les concierne y que hace que esas dos personas,
52. Ibíd.,34. “Aunque no renuncio a los a pesar de ser completamente distintas, provengan de una misma raíz: el padre y su
intentos de recuperarle y adiestrarle, causa (en la castración).
sé muy bien que en esos momentos
lo único que hago es reproducirme
yo mismo en un espejo cóncavo”.
C onclusiones
53. Ibíd.,
26. “Tengo la sensación de
hallarme en presencia de otra lengua, En este artículo hemos elaborado conceptualmente la relación entre hermanos
más rica en sobreentendidos que la a partir de la orientación lacaniana que avanza “más allá” de la interpretación
que bastaría para comunicarme”. freudiana de la cuestión. En esta última, el hermano es rival y competidor, respecto
54. Ibíd., 42. del amor del Otro, mientras que en la obra de Lacan —incluso antes del comienzo
55. Ibíd., 60. de su enseñanza, como en el artículo sobre “Los complejos familiares” (traducido
56. Ibíd., 75. al castellano como “La familia”)— la función del hermano se recorta en otro lugar
57. Ibíd., 76. que el del semejante. Así lo demuestra su análisis temprano de los celos fraternos,
58. Ibíd., 58. que luego sería reinterpretado en la década de los años sesenta a partir de la noción

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134 Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis
de envidia. Por esta vía, el otro se constituye como prójimo en cuanto encarna una
inminencia de goce.
Sin embargo, es en el seminario 17 donde Lacan reelabora la relación entre
hermanos con una radicalidad conceptual mucho mayor, a partir de su relectura del
mito freudiano de la horda primitiva. En este contexto, la relación fraterna no puede ser
reducida a la versión del Edipo, sino a una “nueva” versión del padre que allí comienza
a formularse y que hallaría su culminación en desarrollos de seminarios posteriores
con el concepto de père-version. He aquí aquellos que los hermanos comparten e
incorporan en el asesinato primitivo, el vínculo de goce que los une y que enlaza culpa
y amor. De este modo, la segregación no se define como un límite exterior, sino como
una fundación intrínseca.
Por último, para avanzar en esta dirección propuesta por Lacan, hemos
circunscrito la función del testigo como un modo de precisar el modo en que el
hermano puede dar cuenta de su “complicidad” de goce con su prójimo fraterno.
En este último caso, de acuerdo con los estudios recientes de la función del testigo,
el hermano no sería un semejante, sino aquel que ha sido afectado por la historia
y por un hecho marcado por la transmisión —que, eventualmente, puede ser
“traumático”—. El testigo (se) expone a partir de una experiencia compartida y, por
lo tanto, autentifica el relato del otro con su propia vida. Hemos justificado esta
deriva a partir de una breve indicación clínica de una analizante y, luego, la hemos
ejemplificado a través de la lectura de una novela de Carmelo Samonà.
Para futuras investigaciones, dejamos planteada la pregunta acerca de la
implicación de la función fraterna en la comunidad analítica y, en particular, con
respecto al lugar de los “testimonios” del pase. Confiamos en que esta articulación
podría abrir en dicho campo una perspectiva novedosa. A este tema dedicaremos
futuros trabajos.

B ibliogr afía
Agamben, George. Lo que queda de Auschwitz. Freud, Sigmund. “A propósito de un caso de
El archivo y el testigo. Valencia: Pre-textos, neurosis obsesiva (el ‘Hombre de las ratas’)
2000. (1909)”. En Obras completas, vol. X. Buenos
Benveniste, Émile. Vocabulaire des institutions Aires: Amorrortu, 1988.
indo-européenes. Paris: Minuit, 1969. Freud, Sigmund. “Sobre la psicogénesis de un
Dulong, Renaud. Le témoin oculaire. Les condi- caso de homosexualidad femenina” (1920).
tions sociales de l’attestation personelle. En Obras completas, vol. XVIII. Buenos Aires:
Paris: EHESS, 1998. Amorrortu, 1988.

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XXI, 2002. de una teoría psicoanalítica de la función
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