Apunte #2 Constitucional I Curso de Verano 2017
Apunte #2 Constitucional I Curso de Verano 2017
Apunte #2 Constitucional I Curso de Verano 2017
-El auge del liberalismo (finales del siglo XVIII, primera mitad del XIX)
presenta el Estado Constitucional como un Estado de Derecho, es decir, un
Estado en el que la acción de los poderes públicos se limita jurídicamente para
garantizar la libertad.
CAPITULO 1º: Teoría del Estado (1): Concepto y elementos del Estado
fuerza física, y sus decisiones pueden ser impuestas por la fuerza; f) por
regla general, se trata de un poder centralizado, ya que emana de un
solo centro de impulsión político o gubernamental, salvo en los casos
que se trate de un Estado Federal o de otras formas específicas de
descentralización política, en cuyo caso existen diversos centros de
impulsión política; g) se trata de un poder temporal, por cuanto rige sólo
los aspectos prácticos y humanos de la sociedad, dejando libre la
conciencia y expresión religiosa o espiritual de sus habitantes; h) es un
poder civil, es decir, el poder como tal siempre emana de la sociedad
civil, y las fuerzas armadas siempre deben estar subordinadas a dicho
poder; i) el poder estatal está delimitado territorialmente, es decir, se
ejerce dentro de los límites del Estado; j) el poder estatal es
institucionalizado (como expresaba Burdeau), es decir, existe un titular
del poder, que es el Estado, y los agentes de ejercicio, que son los
gobernantes.
Teorías sobre la soberanía del Estado: la crisis de la idea de
soberanía y la desaparición del Estado. Como se ha dicho, una de las
características del poder estatal es ser soberano, es decir, que no existe
otro poder superior o concurrente con él. De acuerdo a la doctrina general
la soberanía posee tres elementos fundamentales: La supremacía, que
implica que no existe grupo humano entre la población del Estado que
tenga mayor jerarquía que él; la dominación, en cuanto el Estado debe ser
obedecido por todos los habitantes de la República; la independencia, lo
que significa que el Estado toma sus decisiones soberanamente y no debe
ser afectado por influencias o presiones de orden internacional. Los dos
primeros elementos mencionados constituyen lo que se denomina la
soberanía interna, y el tercer elemento constituye la soberanía externa.
Dentro de este punto se debe estudiar las teorías sobre la soberanía, que se
pueden clasificar en: 1º La Soberanía Clásica. El primer autor que
fundamenta la tesis de la soberanía de los Estados es Jean Bodin en su obra
“Los seis libros de la República” de 1576. La motivación que llevó a Bodin a
la elaboración de su concepto de soberanía se encuentra en su evidente
propósito de justificar teóricamente el poder del rey de Francia frente a las
corporaciones y estamentos y frente a los poderes del Imperio y de la
Iglesia. Sin embargo, su doctrina de la soberanía no reduce su alcance a ser
un puro reflejo de una situación histórica concreta; por el contrario, al
conceptuar la soberanía como característica esencial de los Estados
modernos, Bodin no sólo opone una nueva forma de organización política a
la dominante en la Edad Media, sino que construye las bases mismas sobre
las que había que levantarse la teoría del Estado de la época moderna. Así,
la soberanía para Bodin es la cualidad del poder de ser absoluto y perpetuo,
y se manifiesta en la capacidad del monarca de dictar leyes que deben ser
obedecidas por todos los súbditos. En consecuencia define la soberanía
como el poder perpetuo y absoluto de la República. Con posterioridad,
precisamente, en el año 1648, con la denominada Paz de Westfalia, se
planteó un principio fundamental en el Derecho Internacional, cual es el
principio de la igualdad de los diversos Estados europeos, los cuales como
sujetos de Derecho Internacional poseen independencia y
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conceptual liberal burgués, los cuales dan todo su sentido a esta vinculación, a
esta limitación del poder estatal por el Derecho.
En definitiva, la concepción del Estado de Derecho pretende consolidar un
modelo de Estado presidido por la idea central de limitación jurídica del poder,
es decir, la conveniencia de controlar el poder político (que no es otra cosa que
la verificación de limitaciones preestablecidas). La conveniencia de controlar el
poder político había sido ya motivo de preocupación de diversos autores a lo
largo de la historia, pero cobra mayor auge durante el siglo XVII, en la obra
de Locke y, durante el siglo XVIII, en las teorías de Montesquieu que formula
el principio de división de poderes como medio de control del poder político.
La expresión Estado de Derecho aparece en los primeros años del siglo XIX
en el Derecho alemán (Rechtsstaat o Estado racionalmente organizado) y fue
Robert Von Mohl quien, en 1832, más nítidamente formula esta teoría. La
noción de Estado de Derecho es muy semejante al concepto anglosajón de
Rule of Law porque básicamente implica la subordinación del poder político a
normas preestablecidas en función de ciertos valores individuales. Existe,
empero, una diferencia fundamental entre el Rule of Law y el Estado de
Derecho, pues mientras este último implica un Estado que se autolimita, el
Rule of Law supone la existencia de un Derecho que no es estatal, sino
consuetudinario, que es producto de las relaciones sociales y, como tal, es
acogido por los jueces que administran justicia, y luego se convierte en un
Derecho de pura elaboración judicial.
Es importante señalar que no toda subordinación del Estado al
ordenamiento jurídico es Estado de Derecho, sino sólo aquella que responde a
determinados presupuestos o elementos materiales inexcusables (es decir,
como lo ha puesto de manifiesto Elías Díaz, no todo Estado “con” Derecho es
un Estado “de” Derecho, sino sólo aquél que responde a un determinado
contenido material y no formal: ver texto, que se adjunta, de Elías Díaz,
Estado de Derecho y legitimidad democrática, pp. 61-95), los cuales se podrían
sintetizar en los siguientes:
i. La supremacía del Derecho: que se refleja en la superioridad de la
Constitución o, en su caso, la ley, entendiendo por ésta aquella norma
general y abstracta aprobada por los representantes del pueblo
democráticamente elegidos. Constituye la antigua formulación del
imperio de la ley; sin embargo en el constitucionalismo contemporáneo
se propugna más que un Estado legal un Estado de Derecho (más
precisamente un Estado constitucional de Derecho), esto es, el clásico
principio de legalidad tiene su expresión actual como principio de
juridicidad (art. 6º de la Constitución), lo que implica una sujeción de los
poderes públicos al Derecho. Es decir, ya no sólo se circunscribe a la ley
(propio del Estado legal), sino también a parámetros constitucionales y
principios fundamentadores de éstos. Ver texto, que se adjunta, de
Luigi Ferrajoli, Pasado y Futuro del Estado de Derecho, pp. 187-
204.
ii. La división de poderes: se traduce en que los poderes del Estado
aparezcan distribuidos entre distintos órganos dotados de competencias
específicas para lograr que el “poder detenga al poder” (es decir,
mediante la separación del mismo en distintos órganos que asumen
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CAPITULO 2º: Teoría del Estado (2): Las formas jurídicas de Estado o
la distribución vertical del poder
a) El Estado Unitario
Es aquel en que el poder conserva su unidad en cuanto a su estructura, en
cuanto al elemento humano y en cuanto al territorio en que se ejerce el poder,
dicho en otros términos, es aquél que posee un solo centro de impulsión
política, al servicio de un titular único que es el Estado.
i. Principales características:
1º Posee un solo centro de impulsión política y gubernamental. Por
ejemplo, en un régimen presidencial como el chileno esa labor se encuentra
radicada en el Presidente de la República, en el caso del régimen
parlamentario en el Primer Ministro.
2º La estructura del poder y la organización política es única, es decir, los
individuos obedecen a una sola y misma autoridad, viven bajo un mismo
régimen constitucional y el poder del Estado se ejerce respecto de todo el
territorio.
Cuando se habla de Estado unitario inmediatamente se debe hacer
referencia al fenómeno de la centralización, donde existe un poder central y
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Del mismo modo, la Constitución indica que “su administración será funcional y
territorialmente descentralizada, o desconcentrada en su caso, en conformidad
con la ley”. Con ello se incorporan los conceptos de descentralización y
desconcentración, como paliativos al concepto de centralización propio del
Estado unitario.
Por último, hay que mencionar que la reforma constitucional de 2007 (Ley n°
20.193), crea la figura de los territorios especiales, de Isla de Pascua y
Archipiélago de Juan Fernández, en el nuevo art. 126 bis, que expresa: “Son
territorios especiales los correspondientes a Isla de Pascua y al Archipiélago de
Juan Fernández. El Gobierno y Administración de estos territorios se regirá por
los estatutos especiales que establezcan las leyes orgánicas constitucionales
respectivas”. Precepto que hay que coordinar con la disposición
Vigésimosegunda transitoria de la Carta.
b) El Estado Federal
Tiene su primer antecedente en el mundo en la Constitución norteamericana
de 1787, la cual transformó los trece Estados confederados que originaron
los Estados Unidos de Norteamérica, pasando a ser Estados miembros de la
estructura federal norteamericana.
i. Concepto:
Existen diversos conceptos de Estado Federal, los cuales atienden a sus
múltiples características, solamente se mencionarán dos de ellos.
1º En primer lugar está el autor francés Marcel Prélot, quien define el
Estado Federal desde el punto de vista de la Constitución, y lo define como
aquél donde existe una pluralidad de ordenamientos constitucionales, entre los
cuales destaca uno como el principal, al cual deben someterse los otros
ordenamientos (existe lo que se denomina la supremacía de la Constitución
Federal).
2º El autor español Manuel García Pelayo también define el Estado Federal,
pero hace hincapié en el tema de la descentralización política, y señala que es
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una distribución del poder político que va más allá de la división de funciones
del Estado.
ii. Características del Estado Federal:
1º En primer lugar, existe un poder central y poderes locales. El poder
central posee órganos propios. Por ejemplo, en Estados Unidos, el poder
central está encarnado por el Presidente de los Estados Unidos, el Congreso,
etc.; y, a su vez, se enfrenta a diversos poderes locales, donde están los
Estados miembros del orden federal.
2º La segunda característica es la Constitución Federal. La Federación se
organiza sobre la base de una Constitución que juega el rol de norma central y
suprema para todo el territorio del Estado Federal, es decir, es la norma de
mayor jerarquía, y las demás constituciones deben subordinarse a la
Constitución Federal. También una de las características de la Constitución
Federal es que, en relación a su reforma, puede ser calificada como una
Constitución rígida, es decir, que no puede ser modificada en los mismos
términos que una ley ordinaria.
3º La distribución de competencias. La Constitución Federal debe fijar
taxativamente las atribuciones de la Federación y las atribuciones de los
Estados miembros, a fin de lograr una coordinación entre ellos. Sin embargo,
existen ciertas atribuciones que necesariamente deben estar establecidas en el
orden federal, y todas las otras atribuciones que no estén taxativamente
reguladas como de competencia federal pueden ser reguladas, por vía residual,
por los Estados miembros. Es lo que se denomina como la competencia
residual de los Estados miembros. Por ejemplo, son materias de atribución
exclusiva del orden federal las siguientes: el manejo de las relaciones
internacionales, la defensa nacional, el sistema monetario de un país, el
sistema de pesos y medidas, las normas sobre nacionalidad, etc.
4º La soberanía es indivisible. Esto significa que, no obstante la distribución
del poder político, ello no significa que la soberanía se encuentre radicada en
cada Estado miembro, sino que sólo está radicada en el orden federal.
5º Posee un sistema bicameral. Por regla general, los Estados federales
suelen tener sistemas bicamerales. Por ejemplo los Estados Unidos poseen
dentro de su Congreso una Cámara de Representantes, cuyos integrantes son
elegidos en proporción al número de habitantes de cada Estado miembro (así,
debido a su mayor número de habitantes, el Estado de Florida elige una mayor
cantidad de representantes que el Estado de Arkansas). A su vez, está el
Senado, donde se eligen por cada Estado miembro de la federación dos
senadores. En este punto se da con mayor claridad el llamado principio de
participación igualitaria de los Estados miembros, que, como se estudiará a
continuación, constituye uno de los elementos fundamentales de la estructura
federal.
iii. Principios que rigen el Estado Federal:
1º Principio de autonomía: significa, en general, que cada Estado miembro
es autónomo para estructurar, con independencia del orden federal, la gestión
de sus asuntos propios. Fundamentalmente la autonomía se traduce en una
autonomía constitucional, es decir, la facultad de establecer un determinado
orden constitucional, como asimismo la facultad de establecer determinados
órganos dentro de cada Estado miembro, como puede ser la elección de su
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Por esta razón, desde esta perspectiva, la Constitución puede ser clasificada
de la siguiente manera: 1° Constitución formal, pues se está ante una norma
jurídica, y más concretamente ante la norma básica de mayor jerarquía dentro
del ordenamiento. 2° Constitución material, por cuanto también la Constitución
posee un contenido o sustancia, que se refiere al régimen político de un país, a
los poderes públicos, a las garantías individuales y a todo cuanto se considere
como constitutivo esencial del respectivo régimen político, se está haciendo
referencia al conjunto de valores que globalmente constituyen el régimen
político respectivo (v. gr., derechos fundamentales, principio democrático,
etc.).
Toda esta conformación de la noción de Constitución tiene por finalidad
regular el proceso político, en el sentido de cómo se adquiere el poder, cómo
se ejerce y cómo se controla. Dentro de este contexto, siguiendo a Rubio
Llorente, "la Constitución es el acto prístino, de afirmación del poder originario
de un pueblo sobre sí mismo, y sobre el espacio que ocupa. En ella se funda la
legitimidad de los poderes a los que el pueblo se sujeta y la validez del
Derecho que lo obliga. La Constitución establece el sistema de relaciones y el
equilibrio entre los diversos poderes y los límites que el Derecho creado por
éstos encuentra en los derechos que la decisión constituyente proclama como
fundamentales".
2. El movimiento constitucional
La significación moderna de la Constitución tiene su origen en las doctrinas
del Contrato Social, formuladas en el siglo XVII (Locke) y dominantes en el
siglo XVIII (Rousseau) que remitían el nacimiento de la sociedad política a un
pacto social originario. Desde esa perspectiva, la Constitución aparece como la
confirmación de ese pacto, que no puede sino ser el fruto de la voluntad
creadora del pueblo soberano.
El movimiento constitucional trataba de sustituir las leyes de naturaleza
consuetudinaria que se habían ido forjando a través de la historia, por
Constituciones escritas concebidas para limitar el despotismo de los poderes
monárquicos. En el espíritu de los hombres del siglo XVIII, la Constitución
tiene por objeto no sólo contener el ejercicio del poder, sino también proteger
a los individuos de la arbitrariedad de quien detenta ese poder. Por ello, a
partir de ese momento, el régimen constitucional no es sólo un régimen que
posee una Constitución, sino también que garantiza la libertad personal y,
especialmente, la seguridad individual.
En este sentido se debe resaltar el paralelismo existente entre el
movimiento constitucional y la afirmación de las libertades individuales a
través de las declaraciones de derechos. Desde el "Bill of Rights" (1689), a las
famosas declaraciones Norteamericana (1776) y Francesa (1789), que, entre
otras cosas, formula el trascendental artículo 16.
Para analizar el movimiento constitucional se debe hacer mención a los
hechos ocurridos en Inglaterra, en Norteamérica y en Francia.
a) Inglaterra:
En Inglaterra el movimiento constitucional clásico comienza durante el
período de Crommwell en 1653, donde se dicta el "Instrument of
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Ampliación del cuerpo electoral: esto permitió una participación más activa
de los ciudadanos en el proceso político y trajo como consecuencia la
aplicación del sufragio universal, es decir, aquél que permite el voto de
todas las personas, sean hombres o mujeres, mayores de 18 años, sean o
no analfabetos. En Chile, el sufragio universal en las votaciones comienza a
ser aplicado en el año 1970, con la elección presidencial de ese año.
Se reconoce constitucionalmente a los partidos políticos: es decir, a estas
fuerzas políticas se les incorpora en los textos constitucionales y se les
reconoce como elementos fundamentales dentro del sistema democrático.
En la actualidad no puede concebirse un sistema democrático sin la
existencia de partidos políticos. En Chile se reconocen constitucionalmente
los partidos políticos a partir del año 1970, a raíz de la reforma
constitucional que se llevó a cabo de la Carta de 1925 y que se denominó
“Estatuto de Garantías Democráticas o Constitucionales”. En la Constitución
de 1980 hay un reconocimiento expreso de los partidos políticos en el art.
19 Nº 15, inciso 5º, y existe también la Ley Orgánica Constitucional que
regula el funcionamiento de dichos partidos.
fuerza de ley, o como acontecía hasta hace poco con la creación de comisiones
especiales de fiscalización por parte de la Cámara de Diputados (no obstante
que el antiguo art. 48 nº 1 no se considera expresamente dicha opción, si lo
considera en la actualidad el art. 52 nº 1 letra c)
o como también sucedía con la cuenta al país –del estado administrativo y
político de la Nación ante el Congreso Pleno- que estaba obligado a dar el
Presidente de la República todos los 21 de mayo de cada año (fecha que ahora
recoge expresamente el inciso 3º del art. 24, después de la reforma de 2005).
Si bien es cierto que ante todo la Constitución es una norma jurídica, no hay
que olvidar asimismo el significado político de la Constitución, esto es, como la
más relevante expresión jurídica de un sistema político, de modo que éste le
da sentido a aquélla. De ahí que se diga que la Constitución sea la expresión
jurídica de un determinado orden político.
De esta forma la reflexión sobre el contenido de la Constitución, además de
ser una reflexión eminentemente jurídica, no puede olvidar la trascendencia
política, es decir, la pretensión de legitimidad que la Constitución encarna por
esa vía.
Dentro de este contexto la Democracia juega un rol esencial, ya que
democracia y Constitución son conceptos que se generan y complementan.
Abordar esta reflexión significa hace frente a lo que la doctrina ha denominado
como teoría constitucional de la democracia, donde la democracia, como
expresión de la soberanía del pueblo y como categoría jurídica, juegue el rol
que se requiere, como principio legitimador de una Constitución
auténticamente democrática.
Para la doctrina general, el consenso que se debe dar a fin de generar una
Constitución democrática, necesariamente se debe circunscribir a dos ámbitos
del principio legitimador del pueblo: 1º La esfera externa, a partir de la cual se
logre el concierto suficiente en torno a la forma procedimental que origina la
respectiva Constitución, que debe ser lo más democrática posible (por ejemplo,
a través de una comisión constituyente, lo más pluralista posible y que la
Constitución elaborada por ésta sea a su vez ratificada mediante plebiscito por
el pueblo); 2º La esfera interna, esto es, lo que la propia Constitución dice
acerca de su propia legitimidad de contenido, que debe configurar un sólido
consenso en torno a su Estado de Derecho y a los valores que rigen su orden
fundamental. Respecto al principio legitimador externo pueden acontecer dos
cosas: a) como es el caso de la Constitución chilena, que la Carta haya sido
originada mediante un procedimiento no democrático, en cuyo supuesto se
adolece de una clara falta de legitimidad de origen, sin perjuicio de que
pretenda legitimar su contenido mediante una eficacia basada exclusivamente
en razones jurídico-formales, lo que trae como consecuencia una aceptación
tácita de ella; b) también puede ocurrir que una Constitución haya sido
generada democráticamente pero en su contenido no se ha establecido un
Estado democrático. En esta circunstancia puede tener en el principio
democrático su validez y eficacia, pero nunca su legitimidad, es decir, no sería
exactamente una Constitución democrática. Por último, en cuanto al principio
legitimador interno, se debe plantear una legitimidad de la Constitución en su
contenido, esto es, si su contenido material manifiesta la congruencia entre la
soberanía del pueblo y el Estado democrático que el pueblo a través de la
Constitución establece. Congruencia que tampoco existe en la Carta chilena, ya
que ésta no ha sido generada por la soberanía del pueblo, ni se ha establecido
un verdadero Estado democrático en ella.
Acerca de la jurisdicción difusa hay que recordar que este sistema aparece
íntimamente relacionado con la noción de Constitución como norma,
particularmente con la experiencia constitucional de los Estados Unidos en
1787. El constitucionalismo norteamericano determina una técnica de atribuir a
la Constitución el valor normativo superior, es lo que se denomina como el
“higher law”, que significa el Derecho superior o más alto, el que, a su vez,
será apoyado sobre la llamada “judicial review”, o sea la facultad de declarar
inconstitucional las leyes que se contrapongan a la Constitución. Esta doctrina
tiene su punto de partida en la importante sentencia del juez Marshall en 1803,
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en el caso Marbury v/s Madison. En esa sentencia el Juez Marshall aplica por
primera vez el parámetro constitucional como Derecho superior sobre las Leyes
Federales, estableciendo la doctrina de que la Constitución es la norma de
jerarquía superior y que todos los jueces están encargados de velar por dicha
supremacía.