El Principito
El Principito
El Principito
Símil
“El agua que me has dado de beber era como una música”
"Le hice comprender al principito que los baobabs nos son
arbustos sino árboles tan grandes como iglesias."
"En el planeta del principito había semillas terribles como
las baobabs."
"No quería salir, ya ajada como las amapolas."
"Me puse en pie de un salto herido como un rayo."
Hipérbole
“Las serpientes boas devoran su presa entera, sin masticarla”
“Ella lo había atormentado con su vanidad”
“Estaba más aislado que un naufrago en medio del océano”
Humanización
“La flor elegía con cuidado sus colores. Se vestía lentamente
y se ajustaba uno a uno sus pétalos”
“La flor tosió, pero no porque estuviera resfriada”
“Las rosas se sentían molestas”
14.- Cambia el final de esta historia por una creada por ti.
Luego de transcurridos ocho años el aviador quien se casó
con una bella mujer, tuvo un hijo, a quien le conto la historia del
principito, este le dice, en una oportunidad:
- Papá, ¿por qué siempre que miras las estrellas te ves
triste?
- Echo de menos a mi amigo que está lejos. El amaba una
rosa y mantenía su planeta limpio para ella. Quisiera
verlo nuevamente.
- Tal vez pueda ayudarte papá, te dibujare una ventana por
la cual puedas ver su planeta.
El niño con su inocencia, tomó un papel y colores, dibujo
una ventana con su marco y vidrio. Luego dijo esperaremos al
anochecer y podrás verlo nuevamente.
El aviador desconcertado por las indicaciones del niño e
ilusionado por que todo pudiera hacerse realidad, no podía
contener la emoción de esperar lo que estaba por ocurrir.
Al llegar la noche, ambos se adentran al desierto donde el
principito había llegado y luego de un año se había ido, el infante
tomo el papel, y cuando alzó este al cielo, sorprendentemente en
el papel se comenzó a visualizar movimiento, al asomarse el
aviador pudo ver que por medio de esa ventana estaba del otro
lado el principito en su planeta, arrancando los brotes de baobabs
El aviador se emocionó tanto que reía, aun cuando de sus ojos
brotaban lagrimas sin cesar, porque había visto a su gran amigo
nuevamente, por una última vez.