La Iglesia Somos Todos
La Iglesia Somos Todos
La Iglesia Somos Todos
mente una agrupación formada por los obispos, sacerdotes, religiosas y frailes, que
ofrece a la sociedad cosas como obras de beneficencia o actos que alimentan el
sentimiento religioso. También se suele pensar que se trata de una organización que
dispuso en el pasado de un poder que hoy ha perdido, y por eso constantemente
pretende imponer su doctrina sobre lo que es bueno y lo que es malo. Esta concepción
de Iglesia viene alimentada por la presentación que hacen de ella los medios de
comunicación social, que lo hacen a veces por un desconocimiento de lo que es en
realidad la Iglesia, y a veces por una intención maliciosa de presentarla como algo
lejano a las “personas normales”.
Esperamos que lo que hemos explicado haya sido lo bastante comprensible. Pero queda
por responder una pregunta: ¿cómo afecta todo esto a mi vida? La respuesta la debe
buscar cada uno, buscando el silencio, situándose con sinceridad ante Dios, y
preguntándole como San Pablo: “¿Qué quieres que haga?”
Quizás tú, que te encuentras en una situación de alejamiento de la Iglesia, escuches
cómo Dios te llama a su cercanía, para hacerte ver que eres muy importante para Él, y
que Él no se olvida de ti aunque tú vivas como si no existiera. Quizá escuches que está
esperándote, para compartir contigo ese proyecto que tiene pensado para ti desde que te
creó.
O posiblemente tú, que llevas una vida en la que te limitas a “cumplir con los mínimos”
en lo que a Dios se refiere, te sientas llamado a vender todo lo que tienes, en un sentido
espiritual. O sea, renunciar a las costumbres o actitudes cómodas que te apartan de
Dios, y optar por ponerte por entero a disposición de Dios y del hermano necesitado.
Para esto no hace falta irse al tercer mundo con una ONG: puedes empezar por hacer el
bien a tus familiares, amigos, compañeros...
O tal vez tú, que estás en un momento decisivo en tu vida, en el que tienes que decidir
qué rumbo vas a tomar, oigas a Cristo llamándote a una entrega total a Él, en la vida
sacerdotal o la vida consagrada. No creas que la llamada de Dios se produce con rayos,
truenos y apariciones. Dios suele actuar de manera suave, sin violentarnos. El sencillo
hecho de que te sientas atraído por este género de vida, es una señal de que Dios te está
llamando: la ayuda de un sacerdote, en la dirección espiritual, será el mejor modo por el
que podrás discernir en qué consiste concretamente esa llamada. No dudes en responder
a Dios que sí, sin miedo, porque Él sabe muy bien todas tus aspiraciones y deseos más
íntimos, y lo único que quiere es colmarlos para hacerte feliz.