Bolivar Ferrer Benimeli
Bolivar Ferrer Benimeli
Bolivar Ferrer Benimeli
Palabras clave
Bolívar; masonería; historia; mito; Latinoamérica.
Keywords
Bolívar; Freemasonry; History; Myth; Latin America.
Resumen
La figura de Simón Bolívar con relación a la masonería, así como del resto de los próceres de las inde-
pendencias hispanoamericanas sigue controvertida a pesar de las investigaciones que se han venido
sucediendo estos últimos años para aclarar la cuestión. Se trata pues de actualizar los conocimientos
históricos –no masónicos ni antimasónicos- sobre esa relación a través de los últimos estudios.
Abstract
The figure of Simón Bolívar in relation to Freemasonry, as well as the rest of the heroes of Spanish
American independence, remains controversial despite recent research to clarify the issue. It is
therefore a matter of updating historical knowledge -neither Masonic nor anti-Masonic- about
this relationship through the latest studies.
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Introducción
Este trabajo es continuación y complemento del publicado en 1983 con motivo del bicentenario
del nacimiento de Simón Bolívar (Caracas, 24 julio 1783) y de los presentados en 2014 en Cart-
agena de Indias en el IX Coloquio de Historia Social y de las Ciencias “La Masonería y la Inde-
pendencia Americana” (Gran Logia Nacional de Colombia, 20-24 marzo); en 2017 en México en
el Coloquio Internacional “Masonería y Sociedades Secretas” (UNAM, 12-13 junio) y en 2019 en
Gijón (España) en el “Seminario permanente interdisciplinar de las masonerías” (Biblioteca
Jovellanos, 22-25 febrero)1.
Los cuatro textos fueron escritos con la intención de superar ‘ideas, prejuicios y mitos’2. Prejuicios
y mitos que a fuerza de ser repetidos una y otra vez, al margen de la más elemental crítica históri-
ca, han llegado a convertirse en dogmas históricos, poco menos que inamovibles, a pesar de su
fragilidad histórico documental.
Este enfoque afecta, especialmente, a la presunta o real pertenencia a la masonería de los llamados
próceres de la Independencia americana y en particular al caso del libertador Simón Bolívar3, el
único de los que hay constancia documental fidedigna de que perteneció a una logia masónica, al
menos en un período breve de su vida. Lo que no ocurre, por ejemplo, con Miranda, San Martín4,
O’Higgins, Sucre y tantos otros convertidos en héroes y símbolos de la patria y de la masonería,
aunque su filiación masónica no siempre resulte clara o tan suficientemente probada como la de
Bolívar. Aquí, como afirma Alain Keghel, “la leyenda y el imaginario han jugado un papel impor-
tante en la constitución de un corpus histórico-legendario, teñido a veces de una cierta fantasía”5.
Precisamente, uno de los problemas previos que conlleva el estudio biográfico de Simón Bolívar
es el carácter confuso y polémico que supone su iniciación masónica, negada por unos, afirmada
por otros y desconocida o ignorada por los demás. Pero que en cualquier caso queda convertida
en prueba o contraprueba de actuaciones políticas independentistas, no siempre suficientemente
probadas con su vinculación o no masónica.
1 José Antonio Ferrer Benimeli, “Bolívar y la masonería”, Revista de Indias XLIII, no. 172 (julio-diciembre 1983): 631-632;
Revista Estudos Ibero-americanos IX, no. 1 (julho-dezembro 1983): 1-51; “Masonería e independencia de Hispanoamérica:
Miranda y las logias Lautaro”, en La Masonería en la Independencia de América. Tres siglos de fundación de la masonería
simbólica (1717-2017), eds. Diana Elvira Soto Arango, Miguel Angel Puig-Samper y José Pascual Mora-García (Tunja: Uni-
versidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 2018), 15-45; “Las logias Lautaro, los Caballeros Racionales y el movimiento
independentista americano”, en Masonería y sociedades secretas en México, coords. José Luis Soberanes Fernández y Carlos
Francisco Martínez Moreno (México: UNAM, 2018) 41-70; “Mito, olvido y manipulación de la historia de la masonería”,
REHMLAC+, 17, no. 1 (mayo-noviembre 2019) 1-11, https://doi.org/10.15517/rehmlac.v11i1.36976
2 Expresión que utiliza Fernando Marqués da Costa en su excelente prefacio a Alain de Keghel, La Francmasonería en América
latina. Idealismo, complejidades y poder (Oviedo: Masonica.es, 2019), 15.
3 Simón Bolívar en realidad se llamaba Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, siendo sus padres Juan
Vicente Bolívar y Ponte y Concepción Palacios y Blanco.
4 A pesar de que Angel Guisado Cuellar, “Masonería británica en Cádiz durante la guerra peninsular”, St. Bernard’s Lodge of
Research No. 1817 S.C. Gibraltar Masonic Papers 1 (2015): nota 14, diga que “lo único demostrado de forma indudable es que
el líder argentino San Martín fue masón”, pues ninguno de los dos trabajos en que se apoya tienen ese valor probatorio. Vida
española del general San Martín, coord. Antonio Lago Carballo (Madrid: Instituto Español Sanmartiniano, 1994).
5 Keghel, La Franc-Masonería en América latina, 273.
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Las biografías de Bolívar, al igual que ocurre con tantos diccionarios y enciclopedias6, en gran
parte son ajenas al hecho de si fue o no masón. En general, resultan más bien decepcionantes
por sus carencias, vaguedades y reiteraciones en esta cuestión. Si tomamos como ejemplo tres
biografías de carácter popular y gran difusión, observamos que en una de ellas se habla solo de
“Sociedad Patriótica”7; en otra de “la logia de Cádiz” vinculada a la Gran Reunión Americana, cuya
sede se encontraba en Londres8; y en una tercera en un capítulo titulado “las logias en acción”. Lo
único que se dice es que el movimiento de Miranda y Bolívar, como más tarde el de San Martín,
habían sido apoyados por sociedades secretas llamadas “logias” como la que llevaba el nombre de
Lautaro y funcionaba en Cádiz durante la guerra de independencia de España contra Napoleón9.
Como contrapartida en el entorno de la masonería existe la tradición que vincula a Bolívar con la
masonería y en especial con las sociedades patrióticas o logias Lautaro10.
El masón William R. Denslow, en su obra 10.000 masones famosos dice que Bolívar ingresó en
la masonería en Cádiz y añade que recibió los grados del rito escocés en París, siendo elevado a la
jefatura de Caballeros Templarios en Francia en 1807, y que durante su misión diplomática en Lon-
dres, en el año 1810, llevó una vida activa en ese país. Después, fundó la logia Protectora de las Vir-
tudes no. 1 en Venezuela, y la Libertad no. 2 en Perú, de las que habría sido su venerable maestro11.
Pero no baja a más detalles como, por ejemplo, la fecha de su ingreso en la masonería de Cádiz, el
nombre de la logia, ni qué masonería era esta. Hoy día sabemos que la primera logia masónica se
constituye en Cádiz en enero de 180712 y para esas fechas Bolívar ya había regresado a América, por
lo que difícilmente pudo ingresar en la masonería en Cádiz.
Por su parte, el doctor Buenaventura Briceño Belisario, que fue Soberano Gran Comendador
del Supremo Consejo 33 del rito escocés antiguo y aceptado para Venezuela, en su libro Humanos
Inmortales13, asegura que Bolívar fue iniciado por Francisco de Miranda en una logia Lautaro −sin
indicar cuál, dónde y cuándo− y recibió el grado de maestro en la logia venezolana de Carúpano14.
A su vez Carnicelli, al igual que Mancini a quien cita15, aseguran que se inició en la “ma-
sonería mirandista” en la ciudad de Cádiz, en la logia Lautaro, sin tampoco indicar la fecha ni
6 A título de ejemplo basta acudir a la voz Simón Bolívar en alguna de las muchas enciclopedias o diccionarios que de él se
ocupan para constatar que omiten cualquier referencia a su presunta pertenencia a la masonería. Esto ocurre, por ejemplo, con
la Enciclopedia Universal Ilustrada europeo-americana (Barcelona: José Espasa e Hijos Ed. 1908), tomo VIII, 1408-1413;
Diccionario enciclopédico Hispano-Americano de literatura, ciencias y artes (Barcelona: Montaner y Simón, 1888), tomo
III, 744-745; Diccionario Enciclopédico Salvat (Barcelona: Salvat, 1955), 249-251; Gran Enciclopedia del Mundo (Bilbao:
Durvan, 1962) tomo III, 725. Una excepción es la Nueva Enciclopedia Larousse (Barcelona: Planeta, 1980), 1262-1263, donde,
bien informados, se dice que en Paris “se afilió a una logia masónica”.
7 Demetrio Ramos Pérez, Simón Bolívar el Libertador (Madrid: Anaya, 2004), 47-49.
8 Nelson Martínez, Simón Bolívar (Madrid: Hª 16 Quorum, 1986), 15-16.
9 R. Ballester Escalas, Simón Bolívar (Barcelona: Toray, 1963), 145.
10 La elección del título “Lautaro” -el guerrero mapuche- es ya muy significativa, pues Lautaro, caudillo araucano, fue el que
venció a Valdivia, el conquistador de Chile, en Tucapel en 1554.
11 William R. Denslow, 10.000 famous freemasons (Richmond: Macoy, 1957).
12 Ferrer Benimeli, Masonería española contemporánea (Madrid: Siglo XXI de España ed., 1980), 42-46.
13 Buenaventura Briceño Belisario, Humanos inmortales (La Habana: Lex, 1961).
14 Carúpano: ciudad de Venezuela situada en la costa del mar de las Antillas, en el estado de Sucre, a 65 kms. de Caracas.
15 Américo Carnicelli, La Masonería en la independencia de América (1810-1830) (Bogotá: El autor, 1970), tomo I, 207. Jules
Mancini, Bolívar y la emancipación de las colonias españolas desde los orígenes hasta 1815, citado por Carnicelli, La Masonería,
tomo I, 207.
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dar más detalles. Y añaden que en Londres, en 1810, recibió del precursor Miranda el supremo
grado iniciático en la Gran Logia Americana. Y como complemento de lo anterior traen el tes-
timonio del historiador marqués de Villa Urrutia16 en su estudio La reina María Luisa y Bolívar
donde se afirma que Bolívar fue iniciado a fines de 1803 no en la logia Lautaro, sino en la Ca-
balleros Racionales también de la ciudad de Cádiz17.
Michel Vaucaire’s, en Bolívar el Libertador, relata que tras su viaje a Europa en 1803 −una
vez fallecida su esposa María Teresa el 22 de enero de ese año− y ya de retorno a Venezuela, vía
Estados Unidos, en 1806, le enseñó su diploma masónico y le refirió la visita a la logia de Cádiz
“a la que acudió por curiosidad y no por convicción”18.
Este testimonio, al igual que los anteriores no tienen valor para Seal-Coon en su riguroso trabajo
Simón Bolívar, freemason19. Los primeros por ser contradictorios y no aportar ninguna prueba. Este
último porque Bolívar a finales de 1803 tenía 20 años y era un oficial español, no un revolucionario,
que venía a Madrid a mitigar el dolor de haber perdido a su esposa a los seis meses de casado20. Y para
Seal-Coon ninguna de estas circunstancias era favorable para pensar en la posibilidad de la iniciación
de Bolívar en una logia política. Lo más que admite es una visita como no masón.
Pero es más importante saber que la “logia” Lautaro o de Caballeros Racionales, de Cádiz,
no existía todavía en 1803 ya que fue fundada en 1811 por Carlos de Alvear y no por Miranda,
como se ha dicho. Además, la Lautaro no era una logia masónica, sino una sociedad secreta
patriótica que tenía como fin la independencia de la América española21. La leyenda de la ini-
ciación de Bolívar en Cádiz no tiene sentido, ya que en las fechas indicadas no había ninguna
logia masónica en Cádiz, y la supuesta Lautaro tampoco existía y todavía tardaría siete u ocho
años en ser constituida por Alvear, según su propio testimonio22.
Tampoco hay pruebas de que Bolívar fuera miembro, ni mucho menos fundador, de la
logia Protectora de las Virtudes que fue establecida en Barcelona (Venezuela) el 1º de julio de
1810 por Diego Bautista Urbaneja; ni tampoco de la logia Orden y Libertad no. 2, de Lima (Perú).
Fundación que se atribuye al general Antonio Valero con quien Bolívar tendría en 1826 palabras
no excesivamente fraternales, a causa de las logias constituidas por dicho general Valero23. Los
primeros contactos de Bolívar con la masonería fueron poco después, y no con la masonería
16 Wenceslao Ramírez de Villaurrutia (La Habana 1850-Madrid 1933), diplomático (embajador en Viena, Londres, Roma y París),
historiador (miembro de la Real Academia de la Historia) y político (senador vitalicio en 1905 y ministro de Estado del 27
de enero al 23 de junio de 1905 en el gobierno presidido por Raimundo Fernández Villaverde) sin embargo no tiene ninguna
autoridad como historiador de la masonería.
17 Wenceslao Ramírez de Villaurrutia, “La reina María Luisa y Bolívar”, Boletín de la Real Academia de la Historia 90 (1927):
297-315.
18 Michel Vaucaire’s, Bolívar the liberator, citado por F.W. Seal-Coon, “Simón Bolívar, freemason”, Ars Quatuor Coronatorum
90 (1977): 232.
19 Seal-Coon, Bolívar, freemason, 231-247.
20 Simón Bolívar quedó viudo a los 19 años de edad al fallecer en Caracas su esposa María Teresa “de una fiebre maligna” el 26
de enero de 1803.
21 Ferrer Benimeli, “Cádiz y las llamadas logias Lautaro o Caballeros Racionales”, en De la Ilustración al Romanticismo. Ideas y
movimientos clandestinos (Cádiz: Universidad, 1988); “Las logias Lautaro, los Caballeros Racionales”, 41-70.
22 Enrique de Gandía, “La política secreta de la Gran Logia de Londres”, Boletín de la Academia Nacional de la Historia (Buenos
Aires, 1976), 208. Nicolás Eugenio Navarro, Tópicos Bolivarianos. Glosas al “Diario de Bucaramanga” (Caracas, 1933), 31-
32. Emilio Ocampo, Alvear en la guerra con el Imperio del Brasil (Buenos Aires: Claridad, 2003).
23 Carnicelli, La Masonería, tomo II, 64.
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templaria como apunta Denslow, ni con la logia americana de Carúpano como asegura Briceño
Belisario, sino con la masonería escocesa parisina.
Sociedades secretas
En cualquier caso estamos ante unas instituciones como Lautaro, Caballeros Racionales,
Reunión de Americanos, Conjuración de Patriotas, Unión Americana, Supremo Consejo de Améri-
ca, Gran Logia Americana, entre otras. Todos estos nombres reciben para significar lo mis-
mo24, instituciones o sociedades que en verdad no tenían nada de masonería, aunque a veces
adoptaran el nombre de logias25.
El propio testimonio de San Martín nos hace dudar de si la, por algunos llamada, logia Re-
unión de Americanos de Cádiz, fuera una sociedad o logia, o más bien “una reunión de america-
24 Francisco Morales Padrón, Historia de América (Madrid: Espasa Calpe, 1962), 87, en lugar de Caballeros Racionales dice
Caballeros Nacionales.
25 D. Duthu, “San Martín y la logia Lautaro”, Revista Eclesiástica del Arzobispado de Buenos Aires V (1905): 900-902; Juan
Canter, “La Sociedad Patriótica y la logia Lautaro”, La Nación, Buenos Aires, 10 octubre 1934; “La logia Lautaro y la revolu-
ción de octubre de 1812”, La Nación, Buenos Aires, 3 octubre 1934; “La logia Lautaro y la independencia de América según
Antonio R. Zúñiga”, Crítica Histórica (Buenos Aires, 1933): 1-14; “La logia Lautaro y Mendoza”, Revista de la Junta Provin-
cial de Estudios Históricos II (Santa Fe, 1936): 79-80; Raúl Ruiz y Ruiz, “La logia Lautaro y la independencia de América”,
Revista de la Junta Provincial de Estudios Históricos XIV (Santa Fe, 1946): 73-82 y Revista San Martín 13 (Buenos Aires,
1947): 117-126; Fabián Onsari, San Martín, la logia Lautaro y la franc-masonería (Avellaneda, 1951); F. Pacífico Otero, “La
logia Lautaro. Su valor y significado histórico”, La Nación, Buenos Aires, 12 junio 1910; Benjamín Oviedo Martínez, “La logia
lautarina”, Revista Chilena de Historia y Geografía LXII (1929): 105-126; Mariano F. Paz Soldán, “La logia Lautaro”, en His-
toria del Perú independiente (Lima, 1868-1870): tomo I, 228-232; Rómulo Avendaño, “La sociedad Lautaro. Rectificaciones
históricas”, Revista de Buenos Aires 19 (1869): 439-445; Augusto Barcia, San Martín y la logia Lautaro (Buenos Aires, 1950);
Jaime Eyzaguirre, La logia lautarina y otros estudios sobre la independencia (Santiago de Chile, Ed. Fco. de Aguirre, 1973);
Guillermo Furlong. “La logia Lautaro”, Criterio X (Buenos Aires), 1930): 721-722; Enrique de Gandía, La política secreta de
la Gran Logia de Londres (Buenos Aires, 1977); José Pettenghi, “San Martín en Cádiz, camino de América”, en Vida española
del general San Martín, coord. Antonio Lago Carballo (Madrid, Instituto Español Sanmartiniano, 1994): 186-193.
26 Ramón Martínez Zaldúa, La masonería en Hispanoamérica (México, 1965), 15; Enrique de Gandía, “Los orígenes probables
de la logia Lautaro”, Símbolo (Buenos Aires) 47 (agosto 1990): 15-18.
27 Fernando Nadra, San Martín hoy (Buenos Aires: Ed. Cartago, 1974) 26.
28 María Teresa Berruezo León, “Londres una pionera de la propaganda americana independentista en Europa, 1808-1830”, Cádiz
e Iberoamérica 7 (1984): 18-22.
29 Nicolás E. Navarro, La masonería y la independencia (Caracas: Ed. Sur-America, 1928), 15-16.
30 Pedro A. Barboza de la Torre, Simón Bolívar y la francmasonería (Maracaibo: s.c. 1977).
31 Sobre la masonería bonapartista en España: Ferrer Benimeli, Masonería española contemporánea (Madrid: siglo XXI de
España Ed. 1980), 38-81.
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nos”, con minúscula, como refiere el propio San Martín en una carta escrita al general Ramón
Castilla dos años antes de su muerte desde su destierro voluntario de Boulogne-sur-Mer, en
Francia, en la que dice:
Como usted yo serví en el ejército español, en la península, desde la edad de trece a treinta
y cuatro años, hasta el grado de teniente coronel de caballería. Una reunión de americanos
en Cádiz32, sabedores de los primeros movimientos, acaecidos en Caracas, Buenos Aires,
etc., resolvimos regresar cada uno al país de nuestro nacimiento, a fin de prestarle nuestros
servicios en la lucha, pues calculábamos se había de empeñar.
Este testimonio aportado por José Pettenghi concluye con el siguiente y lapidario comen-
tario: “Todo lo que se añada no son más que suposiciones”33.
Por su parte, William Spence Robertson, el más prestigioso biógrafo de Miranda, consid-
era como una hipótesis la fundación en Londres por Miranda de esa influyente sociedad de
revolucionarios hispanoamericanos que se llamó la logia Lautaro, que luego desempeñaría en
la América del sur una gran actividad que fomentó la revolución. Además, añade que del ex-
amen de sus papeles inéditos “nada revela que pueda probar, sea que perteneciera a la Orden
Masónica, sea que fuese el fundador de la logia Lautaro”.
De esta misma opinión es el masón Seal-Coon, quien concluye su valioso trabajo “La míti-
ca masonería de Francisco de Miranda” con estas palabras: “A mi juicio es mucho más proba-
ble que nuestro famoso y pintoresco sudamericano no haya sido nunca miembro de un organ-
ismo masónico regular o irregular”34.
Sin embargo, la opinión de que Miranda fue el fundador de un club revolucionario his-
panoamericano es adoptada entre otros muchos que no pudieron conocer ni consultar el rico
archivo personal de Miranda, por el masón e ilustre historiador Bartolomé Mitre. En su Histo-
ria de San Martín y de la emancipación sudamericana35 dice a propósito de las conocidas como
“logias mirandistas”36 que las sociedades secretas compuestas de sudamericanos, con tenden-
32 El subrayado es mío.
33 Pettenghi, “San Martín en Cádiz, camino de América”, 188. Manuel Jesús Segado-Uceda, “José Francisco de San Martín. De
héroe a proscrito”, Iberian 2 (2011) 30-39.
34 “Tampoco se han encontrado pruebas susceptibles de indicar que haya iniciado jamás a revolucionarios como San Martín y
Bolívar en una asociación de ‘carbonari’ sudamericanos. En realidad, ni siquiera existen rastros indicadores de que Miranda se
encontrara nunca con San Martín”. William Spence Robertson, La vida de Miranda (Caracas: Academia Nacional de la Histo-
ria, 2006): 158. F.W. Seal-Coon, “La mítica masonería de Francisco de Miranda”, en La Masonería española entre Europa y
América, coord. Ferrer Benimeli (Zaragoza: Gobierno de Aragón, 1993), tomo I, 107-126.
35 Bartolomé Mitre, Emancipation of South America (Londres, 1893). Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana
(Buenos Aires: Eudeba, 1968).
36 Francisco de Miranda es considerado el creador de unas asociaciones secretas a las que se afiliaron los americanos disper-
sos por Europa (O’Higgins de Chile, Nariño de Nueva Granada, Montúfar y Rocaforte de Quito, Caro de Cuba, Alvear de
Argentina...). Sin embargo, en sus papeles privados que el propio Miranda encuadernó en más de 60 volúmenes y que de 1812
a 1926 estuvieron custodiados en Inglaterra no hay la menor alusión a estas sociedades. Cuando Miranda fue hecho prisionero
en Venezuela en 1812, su secretario particular Antonio Leleux embarcó los documentos en un navío inglés rumbo a Curaçao
donde permanecieron durante dos años. Después fueron remitidos a Inglaterra bajo la custodia de lord Barthust cuya familia
los custodió hasta que el diplomático venezolano e historiador Caracciolo Parra Pérez los compró y trasladó a Caracas. La
Academia Nacional de Historia de Venezuela publicó los primeros 14 tomos entre 1929 y 1933. Otros diez lo fueron entre
1934 y 1950. Mantienen la clasificación que Miranda dió a sus papeles: Viajes (1750-1805), Revolución francesa (1792-1808)
y Negociaciones (1790-1810). Wilfredo Padrón Iglesias. “La masonería, un punto sombrío en la trayectoria de Francisco de Mi-
randa”, Revista de Estudios Latinoamericanos 2, no. 61 (2015): 23-24. Gloria Henríquez-Uzcátegui. Los papeles de Francisco
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cias a la emancipación de la América del Sur sobre la base del dogma republicano, se aseme-
jaban mucho por su organización y por sus propósitos a las ventas carbonarias calcadas sobre
los ritos de la masonería de las que no tenían sino sus formas y sus símbolos”37.
Estas mismas ideas las encontramos también en su otra obra Historia de Belgrano y de la
independencia argentina donde en el capítulo XXIV del tomo segundo, bajo el epígrafe de “Bel-
grano y San Martín” dice que estas sociedades secretas
revestían todas las formas de las logias masónicas; pero sólo tenían de tales los signos,
las fórmulas, los grados y los juramentos. Su objeto era más elevado, y por su organi-
zación se asemejaban mucho a las ventas carbonarias. Compuestas en su mayor parte
de jóvenes americanos fanatizados por las teorías de la revolución francesa, no inicia-
ban en sus misterios sino a aquellos que profesaban el dogma republicano, dispuestos a
trabajar por la independencia de la América38.
En estos pasajes se aprecia con claridad cómo Bartolomé Mitre describe la asociación
política secreta atribuida a Miranda. Asociación muy distinta de la masonería e incluso de la
carbonería de las que tan solo había tomado una superficial apariencia de signos, fórmulas,
grados y juramentos secretos. Era una asociación secreta sí, pero una sociedad secreta de
carácter político, para un propósito perfectamente definido que nada tenía que ver con el que
pretendía la masonería39.
Pero como este es un tema que no hace mucho aborde ya en Cartagena de Indias. Centra-
do precisamente en la persona de Miranda, me remito a lo allí dicho y publicado40 así como a
lo que en su día publiqué sobre las logias Lautaro41, pues lo que ahora nos interesa es lo rela-
cionado con Bolívar y su iniciación masónica.
Al dejar de lado las características políticas y no masónicas de las logias Lautaro, Cabal-
leros Racionales o como se les quiera llamar, y al prescindir incluso del hecho, no probado, de
que Bolívar tuviera sus contactos con dichos caballeros racionales en Cádiz o en Londres, por
curiosidad o por convencimiento. Lo cierto es que Bolívar, cosa que no se puede probar de
Miranda42, sí perteneció a la masonería europea al menos durante su breve estancia en París
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A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo. El día 11 del 11º mes del año de la Gran Luz
580544 los trabajos de Compañero han sido abiertos al Este por el R. hº de la Tour d’Auvergne,
siendo iluminados el Oeste y Sur por los RR. hh. Thory y Potu. Hecha y sancionada la lectu-
ra de la última plancha trazada, el Venerable ha propuesto elevar al grado de Compañero
al hº Bolívar recientemente45 iniciado, a causa de un próximo viaje que está en vísperas de
emprender. Habiendo sido unánime la opinión de los hermanos para su admisión y el es-
crutinio favorable, el hº Bolívar ha sido introducido en el templo, y tras las formalidades de
rigor ha prestado al pie del trono la obligación acostumbrada, situado entre los dos Vigi-
lantes, y ha sido proclamado caballero Compañero masón de la R. Logia Madre Escocesa de
San Alejandro de Escocia. Este trabajo ha sido coronado con una triple aclamación (hurra)46,
y el hº habiendo dado las gracias ha tomado lugar a la cabeza de la Columna del Mediodía.
A continuación, vienen ocho firmas, entre ellas la de Simón Bolívar. Se trata de una hoja
del libro de actas de la logia San Alejandro de Escocia47, ubicada en París “en un subterráneo
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Una posible explicación de este desfase en la datación de ambos documentos tal vez se
deba a que este último se refiera no solo a 1804, sino también a 1805, ya que no especifica ni
el día ni el mes, los cuales están en blanco. Podría tratarse de un encabezamiento ‘standard’
en el que no se rellenaron los datos precisos, incluida la corrección del año, como a veces
ocurre con los impresos de hoy día. También, puede tratarse del cuadro de 1804 al que se le
añadieron nuevos datos de 1805, como también solía ocurrir. En cualquier caso, estamos ante
otro documento auténtico, que ha sido conservado en la Biblioteca Nacional de París, en el
fondo masónico del Gabinete de Manuscritos [F.M.2. 100 bis, Dossier 3].
Allí aparecen seguidos dos nombres: Emmanuel Campos “noble español, maestro masón”
y Simón Bolívar “oficial español, maestro masón”. A título de curiosidad hay que añadir que
este es el único cuadro lógico en que aparece el nombre de Bolívar. En la columna correspon-
diente no figuran las firmas reglamentarias de ninguno de los dos, ni la de Campos, ni la de
Bolívar. Esto quiere decir que o bien no asistieron a la tenida o reunión masónica de final de
año (generalmente el 27 de diciembre, día de San Juan) para consignar sus firmas en el docu-
mento en cuestión; o bien que para esas fechas estaban ausentes de París. Al menos, por lo que
48 Antoine Coen - Michel Dumesnil de Gramont, La Franc-Maçonnerie Écossaise (París: E.E. Figuière, 1934) 25-26. Jacques
Simon, Histoire du Rite Écossais Ancien et Accepté en France. Tome I: Des origines de la franc-maçonnerie à 1900 (París:
Dervy, 2019), 90.
49 La fecha masónica utilizada, al no ser uniforme el calendario masónico, no es fácil precisar su correspondencia en nuestro
calendario gregoriano. A este propósito Manuel Pérez Vila, “La experiencia masónica de Bolívar en París” en Visión diversa de
Bolívar (Caracas: Ed. de Pequiven, 1984), 333-334, dice lo siguiente: “Si el acta perteneciese a una logia inglesa o norteamer-
icana del rito ortodoxo (que no es el caso), no habría duda alguna: el 11º día del mes 11º del año 5805 sería el 11 de noviem-
bre de 1805, pues allí el año masónico empieza al mismo tiempo que el civil, el 1 de enero, y al año se le agregan 4000 para
remontarse a lo que entonces se consideraba la fecha de la creación del mundo. Pero si el acta hubiese sido hecha en una logia
francesa dependiente del Gran Oriente de Francia, el 11º día del 11º mes de 5805 correspondería al 11 de enero de 1806, pues
esas logias también le agregaban 4000 años al de la era cristiana, pero hacían empezar el año masónico en marzo y no en enero.
Pero como el acta relativa a Bolívar corresponde a una logia escocesa del rito antiguo y aceptado, el asunto se vuelve más
complicado, pues, además de agregar 4000 años y de empezar el cómputo en marzo, los escoceses no principian forzosamente
su año el día 1 de marzo sino que siguen el calendario hebráico en el que los meses son lunares, y no son idénticos de un año
para otro, siendo necesario establecer una tabla de equivalencias. Lo más que se puede decir es que el día en que Bolívar fue
ascendido a compañero en la logia San Alejandro de Escocia, de Paris, debe situarse dentro de la primera quincena de enero de
1806”. Sobre Calendarios masónicos en La Masonería, Extra IV de Historia 16 (noviembre 1977): 134-136.
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respecta a Bolívar sabemos que la urgencia en recibir el grado de compañero fue por causa de
un inminente viaje que tenía que hacer, y que de hecho hizo, bien se trate del año 1804 o del
año 1805.
Efectivamente, Bolívar que tenía una gran admiración por Napoleón como símbolo de la
libertad y de la gloria, experimentó una gran decepción a raíz de su autocoronación como em-
perador en la catedral de París el 2 de diciembre de 180450. El hecho de que Napoleón ciñera la
corona imperial rompió en Bolívar el mito que se había forjado en torno a su figura:
Esta decepción se agravó cuando unos meses después, el 15 de agosto de 1805, en Milán,
volvía Napoleón a coronarse, esta vez como rey de los italianos. Eso hizo que Bolívar que se
encontraba en Italia, evocando las glorias de la República Romana y tenía como testigo a su
preceptor Simón Rodríguez, hiciera en el Monte Sacro de Roma su célebre juramento: “Juro
por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor, y juro por mi patria que no daré
descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por
voluntad del poder español”52.
50 Bolívar estaba en París cuando Napoleón se coronó emperador. Más aún el embajador de España invitó a Bolívar a formar parte
de su séquito para presenciar la ceremonia en la catedral de Notre-Dame; pero no solo rehusó la invitación, sino que −según
Villaurrutia− “se encerró todo el día en su casa”. Ramírez de Villaurrutia, La reina, 314.
51 Ramírez de Villaurrutia, La reina, 313-314.
52 Nelson Martínez, Simón Bolívar, 18.
53 Pérez Vila, La experiencia, 334.
54 Miriam Blanco-Fombona de Hood, “La Masonería y nuestra Independencia”, El Repertorio Americano I (julio 1979): 59-70.
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Esta cuestión enlaza con otra dificultad menor o pequeña anomalía de los cuadros en
cuestión. Y es que, según los Estatutos de la Orden Masónica en Francia57, publicados en 1806,
se prohibía la recepción del grado de compañero antes de los veintitrés años, y del grado de
maestro antes de los veinticinco. Por otra parte, la colación de los grados estaba supeditada
a la asiduidad de las logias. Un aprendiz no podía ser recibido compañero si no había par-
ticipado al menos en cinco sesiones; la maestría se concedía al compañero solo después de
haber justificado su asistencia a siete asambleas. En síntesis, bastaba la presencia en las re-
uniones masónicas de un año para conseguir la posibilidad de acceder al grado supremo de
la masonería azul, es decir, al de maestro. Sin embargo, los militares −y este era el caso de
Bolívar− no solamente podían ser iniciados antes de los veintiún años, al igual que los hijos
de masones58, sino que podían, excepcionalmente, ver cómo se les concedía más de un grado
en un mismo día cuando su salida era inminente. Circunstancias ambas que se dieron en la
persona de Simón Bolívar por ser militar y por tener que salir de viaje de forma inmediata. De
hecho es sintomático que su nombre no figure ni en los cuadros de miembros de la logia de
San Alejandro de Escocia anteriores a 1804 y 1805, ni tampoco en los posteriores59. Sin embargo,
sí aparece el nombre de Emmanuel Campos en el cuadro de 1806, gentilhombre español de
veinticuatro años, maestro masón, que vivía en la calle Richelieu. En este caso, sí está la firma
de Manuel Campos60.
Y aquí hay que hacer todavía un par de reflexiones más. La primera que estamos en pres-
encia, no de una sociedad patriótica americana al estilo de los Caballeros Racionales, sino de
55 Que son tres: un mariscal del Imperio y dos doctores en medicina, los tres oficiales del Gran Oriente de Francia.
56 En realidad subteniente del Regimiento de Milicias de Voluntarios Blancos de los Valles de Aragua. Fue en junio de 1810 −seis
años después− cuando Bolívar sería promovido a coronel de milicias. Sin embargo en la filiación dada por él a la policía de
París en abril de 1806 figura como “negociante domiciliado en España”, aunque en la proporcionada a la logia lo hace como
“oficial español”.
57 Statuts de l’Ordre Maçonnique en France (París, 1806), cap. XII, sec. VII, 205.
58 Nótese aquí ya el influjo de Napoleón Bonaparte en la configuración de la que acabaría denominándose masonería bonapartista.
Ferrer Benimeli, “A Maçonaria Bonapartista na Espanha”, en Formaçao Historica da Maçonaria (Rio de Janeiro: Academia
Brasileira Maçonica de Letras, 1983), tomo I, 102-165.
59 Como recoge Demetrio Ramos en la biografía de Bolívar, este alarmado por los intentos de Miranda sobre Venezuela, decidió
regresar a su patria. De París se dirigió a Hamburgo donde embarcó a finales de 1806 en un barco neutral llegando a Charleston
el 1 de enero de 1807. Ramos, Simón Bolívar, 38.
60 De Manuel Campos, que se presenta como ‘noble’ o ‘gentilhombre’ español, es poco lo que se sabe. Posiblemente fuera
iniciado por las mismas fechas que Bolívar, dado el orden de inscripción en el cuadro lógico. Unos años antes he localizado
precisamente a un Manuel Campos, capitán de la Compañía provisional de Inválidos destacada en la Alhambra y que fue el que
recibió como prisionero el 29 de agosto de 1794 al conde Aranda a raíz de su destitución como primer ministro y del proceso
incoado por Carlos IV a instancias de Godoy. Pero no es posible se trate de la misma persona pues si Manuel Campos tenía
24 años en 1806, debería tener doce en 1794. Rafael Olaechea y Ferrer Benimeli, El Conde de Aranda. Mito y realidad de un
político aragonés (Zaragoza: Ibercaja, 1998) 376.
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una masonería francesa que muy pronto acabaría, por un lado identificándose como una ma-
sonería bonapartista al servicio y uso de Napoleón; y por otro siendo el origen y principal ór-
gano de la masonería escocesa de Francia. Masonería que no tiene nada que ver con las logias
Lautaro mirandistas o sanmartinianas, que de masonería no tenían más que la utilización de la
palabra logia, pues ni en sus estatutos o constituciones, ni en sus fines y reclutamiento tenían
el más mínimo parecido con la masonería. Como muy bien lo atestigua, entre otras muchas
cosas, el juramento que tenían que prestar los miembros de las “logias” lautarinas61.
Por otro lado, la masonería en la que ingresó Bolívar en París no tenía nada de “ameri-
cana”. A pesar de lo escrito por Vicente González Loscertales, quien asegura que Bolívar se
impregnó en París de las ideas ilustradas, de las nociones de independencia, soberanía popu-
lar, progreso y civilización, “que le llevaron a incorporarse a la masonería americana de París,
donde alcanzó el grado de maestro”62.
Si analizamos la composición social de los 47 miembros que integraban la logia San Ale-
jandro de Escocia el año en el que figura el nombre de Bolívar, encontramos el siguiente resul-
tado: en primer lugar no hay más “americano” que Bolívar, quien, sin embargo, está inscrito
como oficial español. Todos los demás son franceses a excepción de dos nobles venecianos y
Manuel Campos, noble español. Entre las profesiones aparecen 10 militares, incluido Bolívar,
6 abogados y hombres de leyes, 6 médicos y doctores en medicina (entre ellos el regente de la
Facultad de Medicina de París), 6 altos funcionarios, 5 propietarios, 2 empleados, negociantes
y músicos, respectivamente, y uno de cada una de las siguientes profesiones: rentista, pintor,
académico, marino, senador..., así como los tres nobles citados63. También, llama la atención
que frente a la juventud de Bolívar que el 24 de julio de 1804 había cumplido veintiún años,
figuran bastantes jubilados o antiguos militares, antiguos médicos, antiguos abogados, antiguos
empleados, antiguos marinos, antiguos magistrados... Así, a la vista de los componentes de la
logia y sus calidades, parece que queda excluida toda posible “conexión” americana. En la logia
de Bolívar destacan, entre otros, dos miembros por sus obras y actividades posteriores, los dos
grados 33: el conde Antoine Thory64 y Auguste de Grasse Tilly65.
Américo Carnicelli también aporta un nuevo documento titulado “Lista nominal de los
61 La fórmula del juramento del segundo grado era la siguiente: “Nunca reconoceré por gobierno legítimo de mi patria sino a
aquel que sea elegido por la libre y espontánea voluntad de los pueblos; y siendo el sistema republicano el más adaptable al go-
bierno de las Américas, propenderé por cuantos medios estén a mi alcance, a que los pueblos se decidan por él”. Mitre, Historia
de Belgrano, vol. II, 213.
62 Vicente González Loscertales, “Bolívar: El hombre y el mito”, Historia 16 87 (julio 1983): 50.
63 No deja de ser curioso, pero así figuran en el Cuadro: de profesión, noble. Biblioteca Nacional de París. Gabinete de Manuscri-
tos. Fondo F.M.2 100 bis. Dossier 3.
64 El historiador Antoine Thory es autor de Annales originis magni Galliarum O. ou Histoire de la fondation du Grand Orient
de France et des révolutions qui l’ont précédée, accompagnée et suivie, jusqu’en mil sept cent quatre vingt dix neuf, époque
de la réunion à ce corps de la Grande Loge de France, connue sous le nom de Grand Orient de Clermont ou de l’Arcade de
la Pelleterie (París: Dufart, 1812) que posteriormente adoptó el título de Acta Latomorum ou Chronologie de l’Histoire de la
Franche-maçonnerie française et étrangère (París: Dufart, 1815).
65 El conde Auguste de Grasse-Tilly, capitán de artillería, comisionado por el Supremo Consejo de Charleston, tras su estancia en
las Antillas, desembarcó en Burdeos a comienzos de julio de 1804. Poco después está ya en París como propagandista y difusor
del rito escocés antiguo y aceptado, fundador del Supremo Consejo del Grado 33 y miembro de la logia San Alejandro de Esco-
cia. En 1806 lo encontramos en Italia, en 1809-1811 en España y en 1817 en Bélgica, según Carnicelli, Díaz y Pérez y Clavel.
Carnicelli, La masonería, tomo I, 43; Nicolás Díaz y Pérez, La Franc-Masonería Española (Madrid: R. Fe, 1894), 211-213;
F.T.B. Clavel, Histoire Pittoresque de la Franc-Maçonnerie et des Sociétés Secrètes anciennes et modernes (París: Pagnerre,
1843), 206 y 241.
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Mazones [sic] de altos grados que se saben en diversos cuerpos en el mes de abril de 1824”,
hecha por el Gran Comendador M. Ilt. Hº José Cerneau66. Son un total de 84 presuntos ma-
sones en posesión del grado 33. En dicha lista figura Simón Bolívar en el lugar cincuenta y
ocho. Siguen otros listados con los grados 32 y 30. Se trata de un documento sin ningún mem-
brete o sello oficial, que perteneció al prócer José Félix Blanco, y que hoy se encuentra en
Caracas en el Archivo General de la Nación67.
Personalmente, creo que el valor histórico de este documento es bastante escaso, por no
decir nulo, aunque sí lo tenga desde el punto de vista testimonial. Presenta un parecido ex-
traordinario con las numerosas listas que de presuntos masones existen entre los Papeles res-
ervados de Fernando VII del Archivo del Palacio Real de Madrid, y que fueron confeccionados
por la policía con base en presunciones, denuncias, sospechas, etc. Curiosamente, Seal-Coon
en su ya citado y prestigioso trabajo titulado Simón Bolívar Freemason desecha este documento
que ni siquiera menciona, a pesar de utilizar a Carnicelli como una de sus principales fuentes
de información.
Nelson Martínez va más lejos en su Simón Bolívar al decir que desde que salió de Europa
obró al margen de las decisiones de “una masonería cuya aparatosidad y misterio no parecen
atraerle”68. De hecho Bolívar no figura ya en ninguna otra logia europea o americana. El propio
Carnicelli que tanta documentación masónica utiliza, aunque no siempre señala las fuentes, es
incapaz de decirnos una sola logia americana en la que Bolívar figure como miembro. Y cuando
proporciona la Lista de masones de 1809 a 182869 no puede menos de señalar a Simón Bolívar,
Libertador, como miembro de la logia San Alejandro de Escocia de París, siendo el único que
no aparece en logia americana. Lo que supone un reconocimiento indirecto de su no actividad
masónica en la tierra que él liberó o independizó. Dicho con otras palabras, frente a uno o dos
años de militancia masónica en París, estamos ante 25 o 26 años posteriores de alejamiento
masónico, o al menos de ausencia de noticias de una participación directa.
Testimonio que coincide con lo que el edecán de Simón Bolívar, Louis Perú de Lacroix es-
cribe en su Diario de Bucaramanga. Allí dice que el Libertador le confesó: primero que se había
hecho masón en París; luego que había abandonado la masonería porque no encontraba nada
nuevo en ella, solamente repeticiones insustanciales”70.
66 De este mismo autor se conoce una obra titulada Senda de las luces masónicas (New York: Wingslang, 1821).
67 Archivo General de la Nación (Caracas). Papeles del prócer José Félix Blanco. tomo I, no. 298.
68 Nelson Martínez, Simón Bolívar, 16.
69 Carnicelli, La masonería, tomo II, 374-376.
70 Luis Perú de Lacroix, Diario de Bucaramanga (Caracas: Ed. de Nicolás E. Navarro, 1935), 77. Luis Perú de Lacroix, nacido en
Francia el 14 de septiembre de 1780 en realidad se llamaba Luis Gabriel Juan de Lacroix Peroux, según Seal-Coon, y descendía
de un linaje distinguido. Su biografía, según el mismo autor, se resume así: Sirvió de oficial en el ejército de Napoleón pero con
la restauración de Luis XVIII tuvo que huir a las Antillas donde se unió al corsario francés Luis Aury en 1814. Este operaba
bajo bandera mejicana y conquistó a los españoles la isla Old Providence. Establecido allí nombró a Lacroix comandante gen-
eral, y Secretario de Estado de su “gobierno”. Por este tiempo Lacroix adoptó una forma españolizada de sus nombres y apel-
lidos. Aury murió en agosto de 1821 y entonces Perú de Lacroix ofreció sus servicios a la nueva república de Gran Colombia
y fue enviado a Cartagena; luego encontró a Simón Bolívar con quien trabó amistad y fue condecorado por él en Bucaramanga
donde escribió su famoso Diario de Bucaramanga. Elevado a general en 1830 fue llamado por Manuela Sanz, la querida de
Bolívar en noviembre del mismo año, para que acudiera a San Pedro Alejandrino, Santa Marta, pues Bolívar quería verle. Llegó
pocos días antes del fallecimiento de El Libertador. El otoño siguiente Perú de Lacroix fue exiliado por el gobierno anti-boli-
variano y se marchó de Bogotá para Jamaica. En 1833 estaba en Caracas y en julio de 1835 se puso a la cabeza del movimiento
rebelde reformista. Fue derrotado y Perú de Lacroix abandonó Venezuela y su familia, refugiándose en Francia. En París, a la
edad de 56 años se suicidó. Seal Coon, “La isla de Jamaica y su influencia masónica en la Región”, en Masonería española y
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A raíz del fracaso de la Convención de Ocaña en junio de 1828, que enfrentó a los partidarios
del general Santander y los de Bolívar, y del también fracaso de la conspiración contra Bolívar y su
intento de asesinato por la Sociedad Filológica, a finales de septiembre del mismo año71, Bolívar y sus
ministros estimaron conveniente prevenir futuras conspiraciones, por lo cual, evitaron reuniones
ilegales bajo el pretexto de sociedades culturales. Y al efecto expidieron el decreto de 8 de noviembre
de 1828, donde prohíben en el territorio de la república de Colombia “las asociaciones o confraterni-
dades secretas”. Ciertamente, en el decreto no se menciona de manera concreta la masonería, pero
tácitamente quedó incluida. Desde el 8 de noviembre de 1828 quedó disuelta de forma oficial la ma-
sonería en Colombia. Masonería que, introducida especialmente desde Jamaica, a partir de la década
de 1820 adquirió un notable desarrollo, con mayor fuerza en el estamento militar.
De esta prohibición de Simón Bolívar, a quien junto con Francisco Miranda se suele situar en
las filas de la masonería, siendo este precisamente uno de sus títulos de gloria o denigración (según
el ángulo con que se mira) se suele hablar poco. No obstante, resulta curiosa la fundamentación
ideológica que el mismo Bolívar hace en dicho decreto de la subsiguiente prohibición. Dice así:
SIMÓN BOLÍVAR
Habiendo acreditado la experiencia tanto en Colombia como en otras naciones, que las
sociedades secretas sirven para preparar los trastornos políticos, turbando la tranquilidad
pública, y el orden establecido; que ocultando tras ellas todas sus operaciones con el velo
del misterio, haciendo presumir fundamentalmente que no son buenas ni útiles a la socie-
dad, y por lo mismo excitan sospechas y alarmas a todos aquellos que ignoran los objetos de
que se ocupan, oído el dictamen del Consejo de Ministros,
DECRETA:
Artículo 1.º Se prohiben en Colombia todas las asociaciones o confraternidades secretas,
sea cual fuere la denominación de cada una.
Artículo 2.º Los gobernadores de las provincias, por sí y por medio de los jefes de la Policía de
los Cantones, disolverán e impedirán las reuniones de las sociedades secretas, averiguando
cuidadosamente si existen algunas en sus respectivas provincias.
Artículo 3.º Cualquiera que diera o arrendare su casa o local para una Sociedad Secreta incurrirá
en la multa de 200 pesos, y cada uno de los que concurran, en la de 100 pesos por la primera vez
y segunda vez; por la tercera y demás será doble la multa; los que no pudieren satisfacer la multa
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sufrirán por la primera y segunda vez dos meses de prisión; y por la tercera y demás, doble pena.
Parágrafo 1.º Las multas se destinan para gastos de policía, bajo la dirección de los gober-
nadores de provincia.
El Ministro Secretario de Estado del Despacho del Interior queda encargado de la ejecución
de este Decreto.
El Ministro Secretario de Estado del Despacho del Interior, José Manuel Restrepo.
Respecto a este decreto sobre las sociedades secretas hay quienes afirman que tal provi-
dencia estaba dirigida especialmente contra la masonería, como resultado de las divergencias
suscitadas entre Bolívar y Santander. Sin embargo, más bien parece que con dicho decreto se
pretendió acabar con ciertos grupos políticos que de otra forma más o menos velada conspi-
raban contra la estabilidad del gobierno. La masonería que contaba con partidarios, tanto de
Bolívar como de Santander, no podía ser excluida a pesar de que Bolívar hubiese sido iniciado
en ella veinticuatro años antes.
Edicto del Ilustrísimo señor Arzobispo de Granada en el que se comunica a todos los fieles
de esta diócesis y se manda observar la Real Cédula de S.M. y señores del Consejo, por la que
se manda guardar y cumplir la Bula, que en ella se inserta, de nuestro santísimo Padre León
XII, en que se prohibe y condena de nuevo toda secta o sociedad clandestina, cualquiera que
sea su denominación, con lo demás que se expresa72.
Decreto que coincide con la declaración casi textual al delimitar lo que se entiende por socie-
dades clandestinas. Al igual que Bolívar lo hace con las asociaciones o confraternidades secretas.
A raíz del decreto de 8 de noviembre de 1828 dado por el masón Simón Bolívar, se clausu-
raron todas las logias masónicas existentes en las diferentes ciudades de la República73. De esta
forma, el Libertador de 1819 se convirtió en el Liberticida de 1828, según Antonio Caballero74.
72 Sobre los decretos similares que por esos años dio Fernando VII en España contra las sociedades secretas se ocupa Ferrer Ben-
imeli, Masonería española, tomo I, 152-160.
73 Según Carnicelli, La masonería, tomo II, 307 fueron al menos una treintena de logias: La Unión, Fraternidad Colombiana y
Concordia Colombiana, de Caracas; Concordia y Valor y Constancia, de Valencia; Unanimidad, Bolívar y La Guaira, de La
Guaira; La Amistad y Libertad, de Puerto Cabello; Los Hermanos Regeneradores, de Maracaibo; Protectora de las Virtudes, de
Barcelona; Perfecta Armonía, de Cumaná; La Virtud Premiada, de Carúpano; Amistad, de Barquisimeto; Unión Filantrópica,
de Coro; Aurora, de San Felipe; San Juan de la Constancia, de Tocuyo; The Eastern Star of Colombia no. 379 y La Concordia
no. 792, de Angostura; San Juan de la Margarita, de Isla Margarita; Fraternidad, Las Tres Virtudes Teologales y Beneficencia,
de Cartagena; Fraternidad Bogotana y Los Corazones sensibles no. 20, de Bogotá; Concordia de Boyacá, de Tunja; Hospitali-
dad del Magdalena, de Honda; La Mejor Unión, de Panamá; y Ley Natural, de Guayaquil.
74 Antonio Caballero, “La acción inútil”, Historia 16 VIII, no. 87 (julio 1983): 65-69.
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Conclusión
Nos movemos entre el hombre y el mito, entre la leyenda y la historia. Mito y leyenda que
no por eso empañan la historia ni al hombre, sino que los enriquecen enseñándonos a aceptar-
los con sus paradojas y contradicciones, con su multiplicidad de matices, tal como son79. Sin
más ropajes que los del interés que nos aproxima a la realidad y verdad de un hombre que
en este caso tiene la doble aureola más que centenaria, y que a los doscientos treinta y siete
años de su nacimiento se le sigue mirando, quizá excesivamente, mitificado y manipulado
en su imagen en beneficio de supuestas ideologías bolivarianas muy alejadas de su realidad
personal. Bolívar es un hombre del que, como se dijo en el Congreso Bolivariano de Caracas
de 1983, hay que bajar de su pedestal y pasearlo por los barrios extremos de las ciudades y por
tantas naciones hispanoamericanas para recordar su mensaje político o patriótico, masónico
o simplemente humano, de confraternización, de integración, de independencia de coloniajes
trasnochados (externos e internos), y de implantación definitiva de prácticas verdaderamente
constituyentes y democráticas frente a tantos atropellos de derechos humanos, tantas inmor-
alidades administrativas y tantos gobiernos dictatoriales.
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APÉNDICE I
Los Bolívar tienen su origen en Marquina, señorío de Vizcaya (España). De los primeros
que hay noticias fidedignas son Simón Bolívar, el Viejo, que fue secretario de la Real Audiencia
en Santo Domingo. En 1587 se encuentra ya en Caracas junto a su hijo Simón Bolívar el Mozo o
el Americano, nacido en Santo Domingo. Fue el sacerdote fundador del Seminario Tridentino
de Caracas. En 1593 recibió la encomienda de los indios quiriquires en la villa de San Mateo,
germen de la hacienda familiar de los Bolívar.
A lo largo de los siglos XVII y XVIII los Bolívar ocuparon altos cargos en la administración
colonial y en las milicias del rey de España. Fueron propietarios de minas, de extensas pos-
esiones de tierras y de esclavos negros para el cultivo de sus plantaciones. La familia Bolívar
alcanzó un gran prestigio social, formó parte de la llamada aristocracia mantuana. Contribuy-
eron a la construcción del puerto de La Guaira y a la defensa del territorio como oficiales de
la Corona española.
En 1783, cuando Simón Bolívar tenía 3 años de edad falleció su padre el coronel Juan Vi-
cente Bolívar y Ponte. Y en 1792, apenas cumplidos los 9 años vio morir también a su madre
Concepción Palacios y Blanco. Ambos víctimas de la tuberculosis. La misma enfermedad que
acabaría con Simón Bolívar en 1830 a los 47 años de edad. Simón y sus otros tres hermanos
( Juan Vicente, Juana y María Antonia) quedaron al cuidado de su abuelo materno Feliciano
Palacios. Simón, el más indisciplinado, tuvo como preceptor a Simón Rodríguez, autodidacta
que marcó profundamente a su pupilo, y a Andrés Bello que le inculcó el interés por la his-
toria y la geografía. A los 14 años empezó a recibir instrucción militar en el Regimiento de
Voluntarios Blancos de los Valles de Aragua, donde un par de años después alcanzó el grado
de subteniente.
En enero de 1799, cuando Simón Bolívar tenía 16 años embarcó rumbo a España en el puer-
to de La Guaira. Al estar La Habana bajo asedio de los ingleses, su barco se vio obligado a hacer
escala en Veracruz. De ahí se hizo a la mar y arribó en Santander el 30 de mayo, de donde se
trasladó a Madrid. Allí le esperaba su tío Esteban Palacios en buenas relaciones de amistad con
el Secretario de Estado Francisco de Saavedra, antiguo Intendente de Venezuela y amigo del
padre de Simón Bolívar. Francisco de Saavedra, un año antes, en 1798 había sustituido a Godoy
en la primera magistratura del Estado. El año 1800 el joven Bolívar participó de la vida social
y política de Madrid gracias al prestigio y amistades de su tío Esteban Palacios que también
gozaba del favor de Francisco de Saavedra.
Pero en 1801 Godoy recuperó el poder, Saavedra fue desterrado y Esteban Palacios y su
entorno encarcelados. Simón Bolívar fue acogido en la casa del caraqueño marqués de Ustáriz,
antiguo ministro del Supremo Consejo de Guerra, ilustrado, liberal promotor de tertulias. Se
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ocupó de la formación de Bolívar, quien conoció a María Teresa, hija de otro criollo caraqueño,
Bernardo Rodríguez del Toro, de la que se enamoró de tal manera que le pidió el matrimo-
nio. Esto hizo que Rodríguez del Toro trasladara su hija a Bilbao a donde no tardó en llegar
el propio Bolívar, perseguido por la policía de Godoy. De Bilbao se marcó Bolívar a Francia,
donde en París fue testigo de los festejos por la paz de Amiens entre Napoleón e Inglaterra, y
donde buscó cierta inmunidad o seguridad personal para poder volver a Madrid.
Así lo hizo poco después, y a los 19 años, el 25 de mayo de 1802 tuvo lugar en Madrid la boda
de Simón con María Teresa. De Madrid marcharon los recién casados a La Coruña donde em-
barcaron con destino Caracas y la hacienda de San Mateo donde se asentaron. Pero a los cinco
meses fallecía María Teresa de la fiebre amarilla, Bolívar quedó viudo a los 19 años.
A finales de octubre de 1803 iniciaba su segundo viaje a España. Esta vez desembarcó en
Cádiz donde se encontraba su tío Esteban Palacios que había recobrado la libertad. Su estancia
en Cádiz debió de ser breve pues en febrero de 1804 estaba ya en Madrid de donde partió con
Fernando Rodríguez del Toro, primo de su esposa, hacia París. Allí se encontró, entre otros
americanos, con Simón Rodríguez, su preceptor. Sabemos que Bolívar estableció su domicilio
en la calle Vivienne, en el triángulo entre la Opera, la Bolsa y la Biblioteca Nacional. En París
frecuentó las tertulias de Madame Fany, se encontró con Alexander von Humboldt y el natu-
ralista Bonpland, con los americanos Montúfar, Rocafuerte, Tristan, entre otros. Y en París se
inició en la masonería en la logia San Alejandro de Escocia...
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APÉNDICE II
Tableau Générale des Membres qui composent la Rble.·. L.·. Écossaise de St. Alexandre d’Écosse à
l’Époque du ... Jour du ... Mois de la Gde.·. L.·. 5804, de la Resturation 5564 et de l’Ère Vulgaire le An 13
Thory Cde. Antoine ancien avocat en Par- Gd.·. Inspecteur du 33º 1er.·. Survt.·.
lement
Potu Pierre François Rentier Gd. Eco.·. 2e.·. Surv.·.
Burard Guilleaume Docteur en médecine S.·.P.·.R.·.S.·. Ex-Vble.·.
de Pescheloche Joseph-Louis Louvain Major du 19º Régiment Gd. Inspecteur du 33º Vble. .·. d’honneur a
de Dragons perpetuité fondateur
Duron Jean-Jacques Jerôme docteur régent de la “ K.·.S.·. ex-venerable
faculté de médecine de
París
Demouze (?) médecin oculiste Gd.·. Ec.·. Ex-maître
de Haupt Fréderic Ch. Jn. membre de l’academie Gd. Inspecteur du 33º Orateur
Royale de Florence
Carion de Nisan Henry Tribun Chas. de a Gd. R+.·. Ec.·. Ad. a l’Orateur
Charte Ide La (?)
Bernin de Champetre ancien employé M.·.P.·. Secrétaire
(?)
de Salase François ancien avocat Gd.·. E.·. Sece. adjoint
Bermond d’Alez Jean Joseph Augustin ancien Chuc.(?) et Vi-Gal S.·.Gd.·.I.·. Gal. du 33º Trésorier
d’Anduze
Dutillet de Villar Joseph Henri Propriétaire R.·.+ .·.d’H.·. off. du 1. diacre
G.C.
Jeanne de la Salle Thomas ancien marin Grand Ecossais 2e diacre
Pipelet de Montijeaux ancien avocat Gd.·. Ec.·. Garde des Sceaux
Burard idem ut supra M.·. P.·. aumonier
Boudier de la Moulière ancien D . Régent
cier
aumonier
Le Clerc ancien Docteur Régent M.·.P.·. architecte
Martin de Mentque ancien Magistrat Gd. E.·. Me. de Cerem.
Borie médecin de l’Hôtel Elu.·. Me. de Cerem.
Dieu
Valeure Cirus Senateur Gd.·. Consteur de l’Ordre Me. de Cerem.
33e
d’Agrain Destribat Charles Philippe ancien Cap . ne
K.H. Me. de Cerm.
Thory de la Móthe Hippolytte au regt.. (?) P.·.D.·.R.·.S.·. Expért
Bourdoi de la Mothe ancien avocat G .·. E.·.
d
Ord.·. des Banets.·.
Lucipide(?) Gd.·. Chancelier Gd.·. Adcer.·. du 33º
de Grasse Tilly Auguste Capne. de Caval .·. e
Rept. du Gd. Me.·. du 33º
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APÉNDICE III
Por su parte, los escoceses habían constituido la Grande y Soberana Logia de San Juan de
Jerusalén, conocida también como la de los Emperadores de Oriente y Occidente80. El Consejo
de esta Gran Logia envió a Etienne Morin para difundir el sistema escocés en los Estados Uni-
dos y las Antillas donde predominaban las logias inglesas.
Los norteamericanos aceptaron el sistema escocés, llamado Rito de Perfección, que lle-
gaba solo hasta el grado 25, pero lo aumentaron hasta el grado 33 y procedieron a la codifi-
cación del escocismo dando origen al rito escocés antiguo y aceptado. En 1801, en la ciudad de
Charleston, en Carolina del Sur, fue creado el primer Supremo Consejo del grado 3381 en el que
había un francés, con nacionalidad estadounidense, el capitán de artillería Alejandro Francis-
co Agusto, conde de Grasse-Tilly, que en 1804 fue comisionado por el Supremo Consejo como
propagandista y difusor del rito escocés antiguo y aceptado. Tras una breve estancia en las
Antillas, desembarcó en Burdeos a comienzos de julio de 1804. Poco después lo encontramos
en París como fundador del Supremo Consejo del Grado 3382 y miembro de la logia San Alejan-
dro de Escocia que se había mantenido fiel al escocismo frente al ya poderoso Gran Oriente. Al
poco tiempo y gracias a las gestiones de Grasse-Tilly San Alejandro de Escocia se convertía en
la Logia Madre Escocesa de Francia y Gran Logia General Escocesa del rito antiguo y acepta-
do83 con la intención de ser el centro de las diferentes logias de obediencia escocesa que hasta
entonces habían permanecido en Francia sin relación entre ellas.
La constitución de esta Gran Logia General Escocesa tuvo lugar el 22 de octubre de 1804 en
la sede la logia San Alejandro de Escocia. Acudieron, además de la logia anfitriona, San Alejan-
dro de Escocia, las logias escocesas parisinas: La Parfaite Union, La Réunion des étrangers, Les
Élèves de Minerve y Le Cercle oriental des Philadelphes. Ese mismo día Luis Bonaparte fue inves-
tido Gran Maestre de dicha Gran Logia General Escocesa, y un mes después, el 27 de noviem-
bre, su hermano José Bonaparte se convertía en el Gran Maestro del Gran Oriente de Francia.
De esta forma se hizo patente y oficial la división de la masonería francesa que ya existía
previamente. Frente al Gran Oriente de Francia se erigía el Supremo Consejo del Grado 33. Sin
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embargo, pocos días después, apenas tres semanas84 los responsables de ambos cuerpos, José
Bonaparte en cuanto Gran Maestre del Gran Oriente de Francia y su hermano Luis Bonaparte,
Gran Maestre de la Gran Logia General Escocesa, llegaron a un acuerdo. Según el cual el Gran
Oriente de Francia ejercería su autoridad sobre los grados 1 al 18 y el Supremo Consejo del 19 al
3385. Pero este acuerdo resultó ser muy efímero pues el 6 de septiembre de 1805 los dignatarios
del rito escocés rompieron con el Gran Oriente de Francia, y ambas instituciones volvieron a
separarse86.
Bolívar que fue testigo directo de estas desavenencias, y que ya tenía otras preocupa-
ciones políticas más vitales y urgentes, no es extraño que se muestre decepcionado de su
experiencia masónica parisina.
84 El tercer día del décimo mes del año 5804, según el calendario del sistema masónico escocés.
85 Según Clavel, Histoire Pittoresque, 242, el acuerdo se logró en la residencia del mariscal Kellerman. Albert Lantoine, La
Franc-Maçonnerie écossais en France (París, 1925).
86 Clavel, Histoire Pittoresque explica con detalle esta crisis que se hizo ya patente en marzo de 1805. Jacques Simon, Histoire du
Rite Écossais, 86-94. El 3 de diciembre de 1804 De Grasse Tilly fue destinado a Italia en calidad de adjunto al príncipe Eugène
de Beauharnais y cesó como Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33 en Francia siendo reemplazado
por el príncipe archicanciller Cambacérès, nombrado el 8 de julio de 1806 e instalado el 13 de agosto. Poco después, el 4 de
marzo de 1807, fue designado también gran maestre del rito escocés filosófico.
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APÉNDICE IV
* Alexandre François Auguste, conde Grasse, marqués de Tilly, Jefe de Escuadrón. Grado
33 desde el 21 de febrero de 1802.
Jean Nicolas Le Trichet, recaudador del registro del 8º distrito de Paris. Grado 33 des-
de el 30 de septiembre de 1804.
Jean-Baptiste Marie Paul Vidal, 24 años, propietario, natural de Marsella (Gran Secre-
tario General). Grado 33, desde el 10 de octubre de 1804.
* Claude Antoine Thory, antiguo agente de cambio, banca y finanzas de la villa de Paris,
propietario, 45 años. Grado 33 desde el 12 de octubre de 1804.
* Jean Joseph Henri Auguste Bermond d’Alez d’Anduze, antiguo canónigo, conde del an-
tes capítulo noble y real de los condes de Vienne y vicario general de la diócesis de Bayeux.
Grado 33 desde el 14 de octubre de 1804.
* Bernardin Renier, ex-noble veneciano, miembro del antiguo consejo del Dogo. Grado
33 desde el 19 de octubre de 1804.
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