Vampiros

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Es probable que el mito del vampiro en el folclore de muchas culturas desde tiempos

inmemoriales, provenga inicialmente de la necesidad de personificar la “sombra”, uno de los


arquetipos primordiales en el inconsciente colectivo, según la conceptualización de Carl Gustav
Jung, y que representa los instintos o impulsos humanos reprimidos más primitivos. Así, sería la
encarnación del mal como entidad y una representación del lado salvaje del hombre o de su
atavismo bestial, latente en su sistema límbico y en conflicto permanente con las normas sociales
y religiosas.[2][3]

Aun así, el mito tal como es conocido en nuestros días proviene, además del citado temor a los
bajos instintos, de una compleja combinación de varias supersticiones, entre las que se incluyen
las creencias sobre la sangre (a la que se atribuye el ser fuente de poder o vehículo del alma); el
temor a la depredación, a la enfermedad y a la muerte (de la cual la expresión más palpable es el
cadáver), así como fascinación temerosa por la inmortalidad y el instinto de supervivencia.[4]

Algunos estudiosos sugieren que el mito del vampiro, sobre todo el que se popularizó en Europa
después del siglo XVII, se debe en parte a la necesidad de explicar, en un contexto de pánico
colectivo, las epidemias causadas por enfermedades reales que asolaron Europa, antes de que la
ciencia lograra explicarlas racionalmente ("Vampiro" es una palabra que comenzó a ser usada en
Europa en el siglo XVIII. En el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española, fue
incluida por primera vez en la novena edición, de 1843.[5] Tiene origen en el término "vampire"
del inglés y francés, proveniente a su vez del término vampir en lenguas eslavas y del alemán,
derivado del polaco wampir y este a su vez del eslavo arcaico oper, del cual existen raíces
indoeuropeas paralelas en el turco y el persa. Significa a la vez: "ser volador", "beber o chupar" y
"lobo". Por otra parte, hace también referencia a cierto tipo de murciélago hematófago. Según el
Diccionario Oxford de Inglés, la primera aparición de la palabra "vampire" (vampiro, en inglés) fue
en 1734, en un diario de viaje titulado Travels of three English gentlemen (Viajes de tres caballeros
ingleses), publicado posteriormente en el "Harleian miscellany" en 1745.[6][7] El término inglés
deriva (posiblemente a través del "vampyre" francés) del "vampir" alemán, que aparece a
principios del siglo XVIII proveniente del término serbio "вампир/vampir.[8][9][10][11][12] La voz
serbia wampira (wam = sangre, pir = monstruo) designa al muerto que, según leyendas de la
Europa Central, regresa a alimentarse con la sangre —y, según ciertas variantes, con la carne— de
los seres que en vida estuvieron más próximos a él. De tal raíz surgen las siguientes
denominaciones: vampyr en neerlandés; wampior o upior en polaco; upir en eslovaco; upeer en
ucraniano. Este término ingresó "oficialmente" a la lengua alemana en (1732) cuando fue
reportado el caso de Arnold Paole (Ver: El vampiro en la edad moderna). Sin embargo, los
vampiros no eran un tema nuevo para las publicaciones en alemán. Después de que Austria
obtuvo el control del norte de Serbia y Oltenia con el Tratado de Passarowitz en 1718, los
funcionarios reportaron las prácticas locales de exhumar cuerpos y "matar vampiros". Estos
informes, elaborados entre 1725 y 1732, recibieron amplia difusión.[13] En el año 1613, la palabra
Vampire fue también empleada en idioma francesa para describir las murciélagos vampiro
(Desmodontinae) que viven únicamente en Latinoamérica.[14] Aunque la etimología exacta no es
clara,[15] entre las formas proto-eslavas propuestas están *ǫpyrь y *ǫpirь.[16] Otra teoría menos
extendida es que las lenguas eslavas han tomado la palabra de un término turco para "bruja" (por
ejemplo, del tártaro "ubyr").[16][17] El primer uso registrado de la forma antigua rusa "Упирь
(Upir')" comúnmente se cree que está en un documento del año 655 (del calendario bizantino o
1047 d. C.)[18] Se trata de un colofón en un manuscrito del Libro de los Salmos escrito por un
sacerdote que transcribió el libro del alfabeto glagolítico al cirílico para el príncipe de Nóvgorod
Vladímir Yaroslávich.[19] El sacerdote afirma que su nombre es "Upir' Lijyi " (Оупирь Лихыи), lo
que significa algo así como "Vampiro perverso" o "Vampiro hiriente".[20] Este nombre
aparentemente tan extraño ha sido citado como un ejemplo de supervivencia del paganismo y el
uso de apodos como nombres de personas.[21] Otro uso temprano de la antigua palabra rusa se
encuentra en la traducción rusa de la homilía "Palabra de San Gregorio", fechada muchas veces
entre los siglos XI al XIII, donde se menciona el culto pagano de los "upyri".[22][23] La descripción
de estas criaturas varía según el folclore de cada región. Además la mayoría de atributos de un
vampiro según la cultura contemporánea provienen de la literatura, sobre todo de la novela
Drácula y las películas basadas en ella, así como de los cómics y videojuegos, a veces
contradiciendo la naturaleza primordial del vampiro tradicional original. Por eso, de las siguientes
características, solo algunas son las esenciales o comunes en el folclore general o como parte de
las creencias de ciertas regiones; otras son inventadas por los novelistas y libretistas de cine o
diseñadores de videojuegos.

Fueron humanos, pero ahora están en un estado intermedio entre la vida y la muerte, de ahí que
se les llame no-muertos, revinientes o redivivos. Esta naturaleza determina su aspecto físico
básico:

Entre los eslavos, griegos[25] y pueblos de Europa del este, un cadáver desenterrado era
considerado vampiro si su cuerpo parecía hinchado y le salía sangre (presuntamente de sus
víctimas) de la boca o la nariz. También si notaban que sus uñas, pelo y dientes eran más largos
que cuando había sido enterrado e incluso poseía un aspecto más saludable de lo esperado,
mostrando piel sonrosada y pocos o ningún signo de descomposición.[1]

En Transilvania (Rumanía) se consideraba que los vampiros eran flacos, pálidos, y poseían unas
largas uñas y largos y puntiagudos caninos (colmillos).

En Bulgaria y Polonia se les atribuye tener un solo orificio nasal así como una especie de aguijón en
la punta de la lengua.[30]

Según la creencia en el folclore rumano, tienen la posibilidad de transformarse en animales como


gatos o perros, ovejas y caballos.[24]La forma más mencionada en la ficción popular es la del
murciélago y en niebla.

Otras características:
Se alimentan primordialmente de la sangre de sus víctimas aunque hay descripciones de que
también son antropófagos y en algunas culturas se consideraba que la sangre no era la base de su
sustento, sino el “fluido vital” humano o la energía psíquica.

No se reflejan en los espejos ni tienen sombra, tal vez como una manifestación de la carencia de
un alma. Este atributo no es universal, pues por ejemplo el vampiro griego vrykolakas/tympanios
poseía tanto sombra como reflejo, pero es muy popular gracias a novelistas como Bram Stoker,
que lo menciona en su novela Drácula.

Los vampiros, por su naturaleza demoníaca o su origen sacrílego, no soportan los símbolos
cristianos y por ello pueden ser alejados usando una cruz cristiana o agua bendita, y no pueden
cruzar por terrenos consagrados como los de una iglesia.

Son indestructibles por medios convencionales y son extremadamente fuertes y rápidos pero se
debilitan junto a las corrientes de agua.

Aunque en general se supone los vampiros son vulnerables a la luz del sol, entre los eslavos se
creía que no solo pueden resistir la luz del sol, sino que en algunos casos podían viajar a otro
pueblo y llevar allí una vida normal.[30]

Algunas tradiciones sostienen que un vampiro no puede entrar en una casa si no es invitado por el
dueño; pero que una vez es invitado puede entrar y salir a placer.

En algunas zonas de Europa del este, se cree que el vampiro es un ser lujurioso que vuelve al lecho
conyugal a procrear con su esposa, engendrando así criaturas con características especiales (que
varían en cada región) a las que se conoce como dhampiros.

Tienen una afinidad natural con la magia negra y concretamente con la nigromancia, que dominan
con mayor facilidad que el hechicero no vampiro más diestro.

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