Poemas - Paul Morand
Poemas - Paul Morand
Poemas - Paul Morand
ebookelo.com - Página 2
Paul Morand
Poemas
ePub r1.0
Titivillus 27.09.2018
ebookelo.com - Página 3
Paul Morand, 1996
Traducción: Marie Christine Castillo
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.0
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PRÓLOGO
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D E su primer libro de poemas Lampes à arc (1919), lo menos que puede decirse
es que fue recibido con mucha reserva. Solamente una revista pide
información: se trata de una revista técnica de electricidad. El malentendido le
encanta. Tiene treinta y un años pero ya aguarda en un cajón, un manuscrito que
publicará veinticinco años más tarde, su Journal d’un attaché d’ambassade, llevado
durante los años de esta primera guerra mundial que él no hizo. Diario frívolo y grave
de la vida de un hombre de mundo, en el París azul de los años angustiosos, época en
que los hombres mueren a carretadas, lejos en las trincheras de barro y horror. Al
margen, escribe poemas de un tono tan novedoso que deja a la crítica perpleja. Desde
luego que Biaise Cendrars y Apollinaire han abierto el camino, pero Morand trae una
inquietud nueva que los surrealistas serán los primeros en celebrar. Salta las barreras,
devora el tiempo y el espacio. Con demasiada prisa para perder el tiempo, escribe
como quien manda telegramas que acaban a menudo con llamamientos: «SOS
Mayday, nos hundimos. Dese prisa en traer un recuerdo, su equipaje de mano». Lo
esencial debe ser dicho rápida y escuetamente. A la muerte que ha merodeado por la
Europa desgarrada, le responde con puñetazos y bofetadas, con pintura al cuchillo.
¿Indiferente? Claro que no. Las imágenes de la guerra están ahí, pero también
todo lo que la rechaza: los amores breves, el dinero, la violencia y la ingenua dulzura
de vivir con que sueñan los hombres. Después de las noches friolentas, en los
refugios de la defensa pasiva, el cielo se despejó, se abren las fronteras, el mundo
aparece, abigarrado, extraño, sensual, hormigueante, mágico en su podredumbre
como en su esplendor. Morand lo recorre a paso de carga, embriagado, cegado por las
imágenes, ensordecido por los gritos de la multitud. El presente desenrolla una
película acelerada de la que no quiere perderse nada. La poesía será su libreta de
apuntes a granel, antes de que se derrumben civilizaciones agonizantes. La guerra ha
cambiado la vida. Ahí están los primeros aviones que llevan a Lewis et Irène y
l’homme pressé. Las noticias crepitan en el télex, los transatlánticos alcanzan veinte,
treinta nudos, los coches con un ruido infernal, los doscientos kilómetros por hora.
Hambriento de velocidad, Morand quiere verlo todo, lo ve todo. De vez en cuando,
una pena le detiene y rompe la loca carrera. Excéntricas y bellas, las mujeres pasan de
los brazos del marido a los brazos de un amante, vuelven al marido para rebotar
mejor hasta los brazos de otro amante. No se está seguro de nada. Y luego, está la
literatura. Aflora en los poemas, una admirable oda a Proust, un retrato enfurruñado
de Claudel, venido, no se sabe porqué, al borde del Gran Cañón, un día de nieve.
Giraudoux asoma la cabeza. Ahí están los contemporáneos, los amigos, ya sus
iguales. Morand se cruza con ellos como una estrella fugaz. Apenas se le ha visto
entre dos trenes, dos barcos, al volante de su Bugatti, de una Voisin, a bordo de un
avión. Nada escapó a su ojo oblicuo de buda dotado de ubicuidad.
Los poemas llegan a ser sarcásticos telegramas: «En el ayuntamiento, hay una
urna para las cenizas de la voluntad del pueblo». Por la ventana abierta, consciente de
que el viento llevará estas riquezas ya inútiles y pronto caducadas, arroja una
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profusión de imágenes de las que una sola bastaría al éxito de un libro: «Mirando los
huevos pasados por agua al trasluz, se ve el sol». Por todas partes, reina la muerte, la
descomposición. Las vence con horarios: al girar alrededor de la tierra de Este a
Oeste, se gana una hora por meridiano. Una agotadora carrera contra la muerte es el
precio de la eterna juventud.
Se precipita a cuerpo descubierto hacia los países que mantienen carácter. España
la primera. Un cuarto de siglo más tarde, publicará su novela más rica, más barroca,
La flagellant de Séville, sobre la que Julio Gómez de la Serna escribirá: «Es la única
novela francesa que no dice tonterías sobre España». Como a su amigo Valéry
Larbaud, le deslumbran las almas feroces y suntuosas. Aborrece la afectación, los
paisajes llanos.
América es aún el Nuevo Mundo, gobernado por un rey verde: el dólar. La
maquinaria de Wall Street le embriaga, menos, sin embargo, que la vida de los indios,
el desierto erizado de cactus. Apenas llegado a Nueva Orleans, huye hacia la costa
Oeste, pasa una noche con Charlie Chaplin, escribe un asombroso poema en el que el
pequeño hombre del sombrero hongo y del bastón aparece aún más humano que al
natural. Y ¡qué despreciativa compasión hacia los que atrae y devora el espejismo de
Hollywood! Tenía razón: el cinema le perjudicará siempre, pero es que resulta
inasequible.
Jean Cocteau definirá en una fórmula soberbia el secreto de este estilo lacónico,
expeditivo y de una precisión fulgurante: «Más pobre que Creso y más rico que Job».
La poesía de Morand es un arma de acero templado: ahonda las heridas y
descubre el corazón que late desenfrenadamente. Con la cuarentena y el éxito —y
aunque casi apenas toca la poesía, sino en momentos de amarga nostalgia—, sigue
prefiriendo el verso, pero para hablar de Budapest, de Irlanda, de un baño de
medianoche. La emoción demasiado cruda se mitigaría en la prosa. Para este hombre
que lo quiere abarcar todo, un aparato de radio, sus noticias breves, su parte
meteorológico es el lazo más seguro con el alma del mundo en efervescencia.
Fallecido en 1976, ha conocido mal el implacable robo de la televisión que despoja la
tierra de sus misterios. Ha abandonado, antes de que se le arrebate, su papel de gran
mensajero del nacimiento de una civilización, de la que presintió y saludó la locura
suicida. ¿La música de las palabras? No, casi ni piensa en ello. Sus poemas avanzan
por el caos, fuerzan las puertas, atracan los bancos y las costumbres, escuchan la
música de su tiempo, el jazz, como un orgasmo. Si se asoma una lágrima, la enjuga
antes de que alguien la note.
Era un ladrón de imágenes, la policía pisándole los talones. Sólo la muerte tenía
poder para detenerle.
Una noche, en su casa de campo del Bourdonné, en los alrededores de París,
siente que la Pelona le aprieta el corazón. Se pone rápidamente un pantalón y una
chaqueta por encima de su pijama, sube en su Lotus, llega a tumba abierta a París, en
su piso de la avenida Charles Floquet, llama a un médico que le manda en seguida a
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un hospital. Se muere en la tarde. Aquel verano de 1976 fue el verano más caliente de
Europa desde hacía ochenta y ocho años. Exactamente su edad.
MICHEL DÉON
de la Academia Francesa
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LÁMPARAS VOLTAICAS
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HOTEL CONTRA LA NOCHE
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EN EL PARQUE DEL OESTE
PASA el automóvil
reflejando en sus resplandecientes puertas
la imagen torcida de los paseantes, los eucaliptus convexos,
un césped alabeado.
En el asiento delantero hay un lacayo de luto
con unos aros.
En el interior, veo una preciosa familia española.
En los traspontines, tres chicas malvas,
pesos pesados,
con un bozo bajo el que hay demasiada boca,
con una ceja bajo la que hay demasiado ojo,
bañándose en una agua azul.
En el fondo, está el señorito sin barbilla,
con, en lugar de nariz,
un cuadradito de tela negra.
Campanas, cláxones.
Envuelto en ropa sucia
cae el sol.
El relente llega del Guadarrama.
Los escapes libres estremecen el aire:
hacen morir la rosaleda.
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RAVENA
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SAN SEBASTIÁN
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ODA A MARCEL PROUST
SOMBRA
nacida del humo de sus fumigaciones,
el rostro y la voz
gastados
por el uso de la noche,
Celeste,
con su rigor, suave, me mete en el jugo negro
de su habitación
que huele a tapón tibio y a chimenea muerta.
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dice: que le han causado un gran pesar.
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PINTURA SOBRE SEDA
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EDÉN-CONCIERTO
Bajo el telón
pasan unos pies desnudos en sus zapatillas.
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bate con sus senos cansados,
descubiertos,
una especie de nata monstruosa
que lamen los arrieros
y el policía de servicio.
Tánger
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NOCTURNO
ABAJO,
las acacias aplastan el paseo con su perfumería.
En esta pomada
las lámparas voltaicas,
pálidas como unas Juanas de Arco,
arrojan al pie de las farolas
que enmarca una noche de sinople,
sus aureolas de caolín.
Bochorno, como bajo un edredón de Andrinópolis.
Las ovejas negras de St. James’ Park
pastan una niebla delgada alrededor
de la Guardia que hace estragos de amor sobre los bancos.
La orquesta ladra a la luna Itchikoo.
El señor de Kuhlmann posa sobre su bigote recortado
una uña plana como una chincheta:
—«No lo comente; he comprado más Piraneses.
Venga a verlos… el mes próximo,
porque mañana marcho a Irlanda».
Londres, julio 1914
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AGOSTO-SEPTIEMBRE DE 1914
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EL CANTO DE CHARING CROSS
INGLATERRA,
joya de hulla, engarzada de tiza,
cubierta de hierba, recortada por setos,
por lentos ríos que mueve el pulso de la marea en los estuarios con forma de
caracola,
vertiendo tu labor manufacturada al mar,
por difíciles arroyos en los que saltan los salmones,
ciudades visitadas por estridentes gaviotas, esparcidas
como cartas echadas al viento,
patria del hierro exacto y del acero cultivado y de los telares,
país de los humos grasos, carbones mojados por las olas, cagafierros, escorias,
perspectivas de lívidos ladrillos,
inútiles jardines muriendo bajo los impuestos,
lluviosos domingos que dora el Génesis,
noches sin estrellas cuyas negras cosechas caen bajo la guadaña de los faros,
conocíamos todo esto;
nos contentábamos con tu sonido mate,
comíamos en tus grandes periódicos como en pesebres repletos de noticias,
sabíamos que tu amistad nos daría el mar,
tejido vivo que traman las hélices,
los banknotes de seda,
las fortalezas flotantes,
los cables dóciles, sensibles, oxidados,
por fin la victoria con sabor a sal
que tus hombres llevan sobre su rostro de mentón seguro,
pero ignorábamos tu ejército sacado de tu carne de marineros,
los soldados novatos que tienen el movimiento de las olas:
la madera de los fusiles es rosa,
los claros arneses no han servido
y en el jardín público
los veteranos del Afganistán explican el cañón.
La pelea será magnífica:
Ya los Maories cuecen el maíz a la sombra de las Pirámides,
los Hindúes relevan de una noche de acecho en la rubia Flandes
a los Canadienses cazadores de osos
y las gaitas caledonias despiertan a los guerreros de Troya.
Llegan los grandes acordes de la artillería pesada,
canta el obús armonioso,
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no conoceréis nada mejor,
¡oh moribundos que apretáis vuestras cantimploras!
Caed contentos:
ya llega el gran momento,
y es un poema de sangre
que canta el viento sobre las liras del alambrado.
Órganos de los motores,
cantad un ardiente Requiem
por estas muertes de comerciantes.
1915
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PARA que tantas cosas malas,
que aún subsisten, fueran destruidas
¿hacía falta destrozar
tantas cosas buenas que ya no son?
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VERBENA DE LA FLORIDA
a Darius Milhaud
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VACACIONES
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DESPLAZAMIENTO
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para ver pasar.
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BOULOGNE
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UN HERMOSO DÍA
LA mañana
encajonada en sus horas estridentes pero reducidas,
ya se ensancha,
fluye,
en la tarde luminosa.
Los tranvías vacíos cantan como cajas sonoras.
Las hojas caen
con un estrépito de papel quemado y
los Campos Elíseos, antaño tensos
entre dos horizontes, se doblegan en el Rond-Point,
como un azufaifo.
Un macadán indiferente anota todos los paseos.
Seis Autralianos a remojo en un simón tibio,
las piernas en el vacío.
Glorious day.
El embajador británico vuelve andando del Quai d’Orsay.
Como Inglaterra,
está limitado abajo por unas polainas de tiza blanca
y arriba,
por un cañón de chimenea.
Para no estropearle el éxito del día,
los heridos van a prometer no sufrir más.
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UN DÍA DE GLORIA
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CASA RECOMENDADA
Roma, 1917
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NOCHE DE HUELGA
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MUERTE DE UN JUDÍO
EL rostro
como un plato
descansa sobre la cama.
Devuelve la vida
por sus ojos de albúmina,
sin pestañas, roídos de rosa.
Han esparcido paja sobre la grava
y puesto trapos alrededor de los timbres
pero no han tirado aceite al mar
que abajo rompe contra el espigón.
No han puesto paja sobre Boldi,
sería demasiado gasto,
por eso desde el dining-room sube el violín perfumado
con salsa a la cazadora.
«Vivirás —dice Ezequiel a Israel—
en casas que no has construido».
Baja la mandíbula:
«No se pagará al médico
hasta que el cambio no esté a 80».
Bajo un abrigo Ulster extendido
las rodillas huecas tiemblan;
en sus palmas suda el miedo.
Y también:
«Cora… morir no… mis Suez…
habrá que cambiar el agua de los peces chinos…»
El pantopón[1] cae de repente sobre él
como un telón de terciopelo.
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MUERTE DE OTRO JUDÍO
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Por esto el cadáver despojado de sus zapatos,
yace, en esta mañana de hielo,
al pie del Maximilianeum.
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MEDIODÍA EN GIBRALTAR
Mientras tanto
en la estación de T.S.F.
el operador con cabellera de níquel
se sienta ante su teclado,
ya que de repente hay una crepitación
(como un aplastar escarabajos secos).
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LA ESPERANZA
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guardas de jardines públicos.
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LA PLACA INDICADORA
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o no poder serlo.
Esto será mucho menos doloroso que todo lo que fue hasta ahora.
Si escribimos,
habrá de ser entonces en plena inquietud.
Dictadura, no.
No hay que colocar las palabras en columnas de a cuatro,
la rima no debe obligar a elegir los pensamientos
según palabras ricas, comúnmente aceptadas,
debe ser rara o mejor, raramente empleada.
Todo aquello que debe ir y venir
debe ir y venir muy libremente.
No hay que declarar el estado de sitio en casa alguna,
ni en la propia casa.
Un libre y serio dibujo de su pensamiento,
una mera efusión de sí mismo,
con más bondad y una completa buena fe.
Esto no es un motín,
sino un método
para lograr perdurar y vencer por fin
la anarquía que vendrá,
y de donde, gracias a nosotros, si somos fuertes,
renacerá un estado mejor,
tan infaliblemente como el desorden
de esta hora que llega
que del orden apenas si tiene la apariencia,
y que no es sino odio y confusión.
Yo mismo, esta noche, le prometo que así será
a esta frontera en la que se ensancha la vía férrea,
al río en el que los peces pertenecen a dos países,
a los rubios maízes que oxigena el otoño.
Hendaya, 1918
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HOJAS DE TEMPERATURA
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FAUNA DE LA CALLE RÉAUMUR
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MINAS DE ORO
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LOS SIN-HUESOS
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DON JUAN
a Marie Laurencin
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LOCK-OUT EN TOLEDO
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NIZA
SE VENDEN
Las pagodas y las fortalezas
y las villas de jedive 1868.
Los lebreles rusos lloran a sus princesas
sin collar,
en la perrera.
Los magnates húngaros ahorcadores de gatos trabajan de criados.
Adiós, jefes mejicanos precinematográficos,
a los que una sola diligencia enriquecía lo suficiente,
queridos viejos monos con anillos de filigrana,
condes polacos cuyas camas aún no están hechas
en el crepúsculo,
adiós, viejos niños ingleses
driblando a sus sombras hasta la comida
bajo la agitación estúpida de las golondrinas.
¡Victoria!, ¡Victoria!
A orillas de las olas de tafetán,
los sanatorios quiebran,
YA NADIE MUERE.
Los grandes necróforos de la guerra
piden Coñac Napoleón en su sopa.
Guiso de becadas color platino.
Diez mil lámparas,
Lunch. Lynch.
¿Quién hubiera creído tantas cibelinas
en los depósitos americanos?
El azul P.L.M[3]. sabe a áloe.
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BUSINESS
5000 dólares
para quien demuestre
que se puede hacer oír una sola palabra en la fábrica
a la hora en que se fraguan las calderas tubulares.
Los chasis vuelan, colgados;
el cráneo estalla
bajo los martillos pilón.
Me gusta eso.
Conduzco mi día a la velocidad del ferrocarril aéreo,
invito a mis amigos por el megáfono,
como de pie,
las cotizaciones de la Bolsa se enroscan en el suelo;
el metropolitano me hace temblar las piernas.
Me gusta esto.
Mientras tanto,
en un diván negro,
mi mujer ofrece sus senos a una amiga.
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CABEZA DE REBAÑO
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EJÉRCITO Y MARINA
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ELECCIÓN
CEREMONIAS planetarias:
Asamblea nacional de Versalles. Medrano[4].
Veo mi cansancio en el casco del bombero.
Los circos dispuestos en gradas fibrosas,
conducen muchedumbres
a las que no dividen las opiniones
ni los vomitorios SALIDA.
Los hemiciclos se reflejan en la estera,
anillos de risa y entusiasmo.
Fluidas, las voluntades republicanas nievan
en las urnas antárticas,
mientras que los Fratellini[5] colocan en su sombrero
otra venganza líquida.
Bajo las gradas, uno se pinta las cejas
de tinta china,
entre los exvotos de cartón.
El amoníaco huye de las cuadras.
Los niños y los payasos trabajan con los juguetes.
En la cesta, unas frutas de paño negro
se pelan, voto por voto.
ESTÁ ABIERTA LA SESIÓN.
El Presidente pasa a través
de los artículos constitucionales.
El traje Eton de goma, deja atónito
por sus vísceras en su bolsita:
sin los nudos, ¿se acordaría de su cuerpo?
El señor Lionel[6] —su autoridad urbana—
separa los odios confusos y gélidos de magnesia
de los Augustos[7].
Las ediciones especiales se deshojan
apasionadamente.
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INFORMACIÓN
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REVERENCIA
HE cenado.
El mundo me parece ligero
como después de un baño turco.
Por una vez
no se oyen ya retumbar en la cabeza
las repercusiones del conflicto austro-serbio.
He recibido la noche como una bofetada,
pero rechazo los duelos.
En el fondo de los raíles se estancaba una agua dulce
para las ratas.
Como sus raíces se nutren de gas
la sombra de los castaños es azul.
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CURVAS USUALES
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39° 5
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SÍNCOPE
DESMAYADO,
me ofrezco para todas las inspecciones
mientras el calor me pega
a la corteza terrestre.
Alguien viene a leer en mis pupilas.
Oigo:
«Su edad avanzada no le da derecho
a las circunstancias atenuantes».
El capellán me ofrece sus servicios:
«Gracias por la molestia.
Procuren que no se convide al sol».
Ya no tengo esperanza más que en mi indolencia,
o en el divino abandono,
o en las bromas del destino,
o en las Euménides, una tras otra acariciadas
y tumbadas por un guasón en un diván,
porvenir inflexible, ¡caduco mañana!
Muerte, lo más eficaz contra la jaqueca.
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BENEFICIOS DE GUERRA
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COTIZACIÓN DEL DÍA
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SALVOCONDUCTO
PAISAJES enmarcados,
todas las cantinelas de los ejes,
nueva dosificación del oxígeno, ráfagas de los bultos,
el espía de la Embajada de Alemania,
por suerte, está aquí para llevar las maletas,
dialectos absurdos,
desorden de las estrellas,
discursos a los miembros de la colonia francesa
fallecidos hace treinta y nueve años.
El prisionero de las redes
cena con recortes de prensa.
Vive de telepatías y hechizos.
Marca en la mesa con su mondadientes
el nombre de sus amigos;
«cada recuerdo perfora, dice,
cortadme siguiendo el punteado».
Un día,
trae dos nuevos cócteles
y tres malabarismos con cuerdecitas
para entretener en sociedad.
Una parada.
La línea ha sido suprimida,
los retretes están atascados,
el teléfono está requisado
por la autoridad militar:
¡Hurra! Esto es Francia.
¡Ojalá, le prohíban el acceso
a los trenes, autobuses y coches!
Como a la gente en estado de ebriedad
o a los que llevan bultos molestos.
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SOLUCIÓN DE CONVENIENCIA
LÍVIDA desmonetización,
una luna vacante.
Unas sombras se apresuran a lo largo de las casas
para un cambio escénico.
Se desea un alba maquillada
y la electrocución
de todos los arquitectos de mutualidades egoístas,
por los niños de las escuelas.
Pero ¡ay!
es el mismo decorado:
uñas negras, intereses, enteritis.
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CURA DE PRIMAVERA
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hay que volver a hacer el mundo.
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MIENTES
[MELODÍA]
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la obsesiva melodía que usted tararea tan a menudo.
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RESPETO HUMANO
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AGUINALDO
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PAISAJE EN PAPEL JAPONÉS
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y se forman las nuevas nebulosas.
¡Qué fastidio!
pero por otro lado
ya que la muerte todavía será trabajo,
aburrirse llegará a ser un placer.
Exijamos pues la vida auténtica.
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MEDIDA DEL TIEMPO
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LIQUIDACIÓN
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MALA VOLUNTAD
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MUESTRARIO
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JOYA
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RECLAMO
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CONSTRUCCIÓN
CONTRA la luz
huyen las nubes de corazón de trapo.
Cerca de mí estalla un telegrama
y esparce sus palabras en semillas de desdicha.
Las frases se ensanchan;
unos retruécanos pasan zumbando
con ruido de trueno,
precursores de hemiplejias.
Oigo unos valses triangulares.
La cama resulta un inaguantable estuche.
Espero una frase gélida
o una bebida helada.
Las palabras: excelente, delicioso, exquisito
vienen a cuajar sobre mis manos y sobre mi rostro.
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GLOBO-PANORAMA
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VEINTICINCO POEMAS SIN PÁJAROS
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INAUGURACIÓN DE UN CAÑÓN
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INAUGURACIÓN DE UN TRANSATLÁNTICO
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SEÑAL DE ALARMA
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Los negros cubiletes de las estaciones término me han
[lanzado, como un dado, hasta aquí;
sólo tuve un tanto por ciento sobre los ingresos
de la Yunnan Car Co.,
pero esa línea estaba maldita
porque la sombra de los troles pasaba sobre los antepasados
y sobre la cola de los dragones.
¡Vapores!
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POEMA COSIDO A MANO
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UN GRAN SALUDO
El cielo es azul
el mar hermoso,
no olvide lo enseñado
separe los pies, señorita,
y extienda los brazos hacia adelante.
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AVANCES DEL OTOÑO
AMAR es hablar.
Ante la imposibilidad de un discurso sostenido
se sale del paso con unas palabras prometedoras.
Cómplices del verano,
nos sentimos partidarios de una causa perdida
delante de las villas precintadas.
El otoño es un serio aviso.
Las vacaciones se matan
tirándose bajo las locomotoras.
Las idas y las vueltas
están cubiertas de hojas secas y uvas chupadas.
Las estrellas fugaces y otras sorpresas agradables,
las miradas bajo las faldas
y otros fenómenos sin mayor consecuencia,
la fecundación por los anuncios periodísticos o por las abejas,
las púdicas viñas locas y su perfume terrorífico
las palabras de la mañana embozadas en el bostezo
infectan nuestra detención a perpetuidad.
Vino caliente para quien vuelve temprano,
fulares para quien vuelve tarde,
sensualidad para los encamados,
escopetas de acero para los financieros.
Descomposición del sol en tierra.
Composición. Material escolar.
Buenos propósitos para el año entero.
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LEONTINA DA UNA VOLTERETA
El poeta vuelve
a casa, evocando
su juventud.
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ni las evasivas, ni los circunloquios.
A la vez criminales y absueltos,
ya no tenemos tiempo de acabar
con nada ni con nadie.
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HORRIBLE ESPECTÁCULO
SOBRE Grenelle
prosigue la luna sus operaciones a plazo.
Humos negros de carbón animal duermen encogidos
como nubes chinescas.
Los parados caminan, con balanceo de manos;
los pájaros remontan el vuelo o piedras lanzadas.
Los Estados extienden cheques sin fondo,
pero los Estados no conocen la cárcel.
Agonía de Antígona, enfermera en tea-gown.
Bajo el carbono y sus dagas
un ruiseñor de agua canta entre las algas del saxofón
y se comprende entonces hasta qué punto las riquezas
[mobiliarias
son eminentemente fungibles.
Está en los ojos de todos:
DINERO INMEDIATO
En Moscú,
el hombre de altos pómulos ha suprimido el comercio
y la industria
y gobierna con un gato sobre sus rodillas.
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ESPÍRITU EMPRENDEDOR
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ARRABAL
a Irène Lagut
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OMNIUM - PARTICIPACIÓN
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PARADISO-BELVEDERE
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RECUERDO DE ISTRIA
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SABBAT
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BAÑOS PÚBLICOS
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CONTENCIOSO
EL instituto avanza.
Almendras dulces, almendras amargas,
y esta niñez con el Profesor Plume: la enseñanza secundaria.
Todo fue atacado y saqueado
por un pálido corsario,
un conquistador a punto de destruirse a sí mismo.
¡Y tantas veces en el cuello el nudo corredizo de las horas!
Tales desfallecimientos, áloe en los dedos,
hielo sobre el cuerpo y el cuerpo en el agua helada del espejo.
Ejercicios de memoria en el circo de la lámpara,
—memoria, vicio latino—
y el azar de las palabras invertidas en el papel secante.
7000 noches
bordeando abismos, grandes ollas llenas de ideas tristes,
buscando a mujeres coloreadas
que dan en las esquinas paseos con forma de anzuelos,
la noche que vencí a Fléchier a los puntos con guantes de ocho onzas,
y aquella otra por las avenidas de Hyde Park
donde por poco me salto la tapa de los sesos,
—tanto por mí como por ella—;
hasta que pasaron unas chicas riéndose y diciendo:
«¡Aquí hay un hombre que va a saltarse la tapa de los sesos!»
7000 noches, y hoy delante de este instituto,
un mismo niño malo y blando como carne cruda.
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PARA RECORDAR
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SERENATA CARDÍACA
a Francis Poulenc
Si de un amante ya provista,
me dedico a la tercería;
pero si solitaria, enredada
en un sueño en el que se me espera
Ruth está sola arriba en camisón…
La persiana
nada tamiza;
inútiles nuestros cantos
litúrgicos.
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mi amor disminuye singularmente mientras usted duerme.
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BENEFICIOS AGRÍCOLAS
En la ciudad
que empieza por el campo de maniobras y el cementerio
duermen los burgueses enroscados.
En adelante los trenes de abastecimiento
llegarán vacíos a las estaciones
y retumbarán bajo los altos techos desiertos
como las ideas en la cabeza de quien ayuna.
Los artistas se secarán, lagartos aplastados.
Serán arrancadas de las ubres de las vacas
las pupilas de la Beneficencia Pública,
que maman, pequeñas culebras;
los sacos de harina ya no bajarán por cuerdas,
actrices empolvadas, salvadas de un incendio.
Los teatros subvencionados
se reservarán para los gastos atigrados
y ejércitos de monos
que adorarán a dioses con cabezas de motor.
Honor. Agricultura.
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la deflagración de los gérmenes, los beneficios de la leche
y de los estanques que los pescadores siegan con redes;
para los que cavan con sus manos
la noche más dura que la roca,
para los obreros de la cerusa y de la verdad
que pierden mucho más aún que un dedo o una nariz,
para aquéllos cuyos muslos son magros y blandos
en sus medias,
para los huesos de gelatina,
para los que hablan, bajo el alba de zinc,
con el olor a imprenta y un vaso de Kirsch.
El propietario reconoció
que había cuidado mal de su bestia
y que bebía vodka;
confesó que cuando estaba enferma
llamaba al hechicero.
A Mac Orlan
DE golpe,
el cemento armado y la tubería de hierro
ya no crecen.
Calles estrechas, combadas,
con libreros de lance como a orillas del Sena,
donde se encuentra la literatura francesa de La Harpe, desparejada,
cubierta del moho verde de los trópicos.
Detrás de las celosías
hay ancianas con camafeos que se creen que la última guerra
es la guerra de Secesión,
y que the sedamnedyankees se escribe en una sola palabra.
Nunca fueron más allá de la calle del Rempart.
Sus negras de pelo cano leen a Volney y os dicen en francés: «Soyez assis».
Toda esta gente está arruinada
y organiza bailes.
Se hicieron Americanos para escapar a la Francia jacobina.
Pero también se dicen Franceses para fastidiar a los Americanos.
Son las únicas personas en Estados Unidos que emplean la palabra: detestar.
Justamente después de Canal St.,
este escándalo cesa
y entramos en la ciudad americana.
UN beso
abrevia la vida humana en 3 minutos,
afirma el Departamento de Psicología
del Western State College,
Gunnison (Col.).
El beso
provoca tales palpitaciones
que el corazón trabaja en 4 segundos
más que en 3 minutos.
Las estadísticas demuestran
que 480 besos
acortan la vida en un día,
que 2360 besos
os privan de una semana
y que 148 071 besos,
son sencillamente un año perdido.
ANOCHECER.
El combate se hace en los terrenos de polo.
Últimos rascacielos
cuyos arquitectos han apilado los pisos como los avaros,
el dinero.
Calles, desfiladeros que la oscuridad estrangula.
Tranvías vacíos, apretados en el término.
Caras sajonas, orejas irlandesas, ojos latinos,
narices judías,
bocas negras,
pieles chinas,
sin hablar de los Niam-Niam, Magiares, Bosnios, Rumanos, Lituanos,
Napolitanos
y otros braquicéfalos morenos severamente juzgados por Gobineau, Lapouge y
Houston Chamberlain.
Polo Grounds.
Oscuridad, menos en el centro del césped ahogado bajo veinte reflectores de
guardacostas.
Los boxeadores están ya trabajando;
cada golpe que se da, es encajado por todos los bancos del circo
y duele al mismo tiempo a cincuenta mil personas.
Luna desdibujada, verdosa,
a lo lejos,
desolada por no ser moderna.
Como una horca,
la tribuna de la prensa, levantada a diez pies en el vacío.
Los aparatos tomavistas enrollan el drama.
El operador radiofónico,
encorvado sobre las cuerdas blancas del ring,
habla por un disco agujereado
y cuenta,
cuando aún suena el ruido del guante de cuero,
sí, ya, explica el golpe
para millones de auditores invisibles, a cuatro días de aquí,
cow-boys al acecho en la pradera,
negros del Misisipí,
Japoneses de Los Angeles,
amontonados bajo las duchas de los altavoces.
ESTO es el Suroeste
donde las influencias mejicanas se hacen notar
en la forma de los caballos y de los campanarios.
La gente guarda su billete en la cinta de su gran sombrero de fieltro.
La locomotora,
con su ojo en el vientre,
alumbra la vía y las traviesas
haciendo alternar la sombra y la luz, como en un teclado.
Arizona está al lado de California
como una chica flaca al lado de una mujer gorda.
The Chief, Santa-Fe-de-Luxe,
es esperado a las horas siguientes:
Bagdad 5 h.
Troie 5 h. 30
Cadix 5 h. 52
Siam 6 h 21
Seligmann 7 h.
Albuquerque 7 h. 12
Gallinas 7 h. 45
Mission 8 h. 1
Levy (desayuno) 8 h. 32
Optimo 8 h. 47
Dumas 9 h. 3
Hambourg 9 h. 28
Syracuse 9 h. 50
Wagner 10 h. 5
Raton 10 h. 17
Marinette 11 h.
Hamlet 11 h. 31
SÍ, pero
estos cuchillos de plata para cortar carne congelada,
estas paradas obligatorias en las curvas menos cerradas,
estos trenes en los que hay que ir a fumar a los servicios,
estas habitaciones demasiado calientes,
este exceso de agua helada,
estas mujeres que siempre llevan razón,
este café pálido,
estos taxis, en lugar de despachos particulares,
estos 22 millones de automóviles que sirven para no poder circular más,
estas mousses de chocolate servidas con la becada,
estos coche-camas en los que le pisan a uno los pies descalzos,
estos niqueles de propina, estos matrimonios forzados,
esta comida, tan especial que las camareras van vestidas de enfermeras,
estos hoteles en los que nadie viene cuando se llama,
esta policía de los adulterios, en motocicleta,
descendiente de «esa rara gendarmería americana armada con arcos y flechas»
que un día, impidió el paso a Chateaubriand…
No señor, no: ¡Safety first!
Seguridad después,
mucho después,
como en Europa.
Lido, Sevilla, Rue de la Paix, Bond St., La Rotonde,
Manet, Cartier, Dostoievsky, Pommery, Larue, Napoleón, Chabanais, Marcel
Proust,
¿prefieren ustedes
todos estos nuevos Estados de la Unión, anexionados
desde 1917?
Sí, sí. Ya, yeâ, yep, yep.
Agosto de 1927
Hymen o Hymenaee,
Hymen ades o Hymenaee!
(Catulo)
T RANQUILO y seguro el paso, andaba seguida por una turba agitada de jóvenes
y viejos, ricos y pobres, vencedores y vencidos. Etérea, se deslizó entre los
brazos tendidos hacia ella y diáfana, escapó a su abrazo como por encantamiento.
Dijo:
«Todos vosotros, que queréis olvidar, venid conmigo. Tengo sonrisas para secar
vuestras lágrimas y curar vuestras heridas, tengo caricias y besos en la punta de los
dedos…
»Estoy vestida de Quimeras y vuestros deseos son mis más bellos adornos. Venid
y dormíos, niños, entre los pliegues de mi largo vestido teñido con los tornasolados
colores de vuestros caprichos y de vuestros sueños…
»Venid hacia mí como hacia la Esperanza. Coged, pobres caminantes, mis
inagotables tesoros de proyectos deslumbrantes y las joyas de mi imaginación con sus
fulgurantes espejismos.
»Soy el espíritu de la Luz, el Consuelo de los Afligidos, el Puerto de la
Esperanza:
¡Soy Mañana!»
MI sueño no es un castillo
con un jefe de cocina
que prepara platos siempre demasiado exquisitos;
con criados de barbillas
azules, llenos de resentimiento en los sótanos;
con gordos chóferes que ríen entre ellos
comparando sus facturas de neumáticos,
contando historias sucias
sobre sus monos; con invitados
de nota que ponen sal
en la cama de la gente casada.
E STOY pálido. Las ideas agujerean la piel de las palabras; las palabras se vacían
de su sentido. Beso cabellos postizos en un colgante. Mi casa, con toda su
tubería, mi conocimiento de la sintaxis, tantos falsos testimonios, mi sentimiento de
las distancias, los cambio por dinero. Adelante, pase.
—Claro que no; le dejo trabajar, solo.
—¡Qué más quisiera yo que ser molestado por usted!
EL final de un cañonazo…
y detrás de ti
un trampolín vibra, como un diapason.
No mires al agua,
es en el cielo donde te zambulles.
Ya el fondo.
Abre los ojos. Estrellas…
tocas con el pie la baldosa pegajosa y azul.
A pesar tuyo
hay que salir a flote;
aspira a la superficie, salta tras ella
como la trucha tras la mosca.
ESTROFAS
(Música de: «Elle est épatante cette petite femme-là!»)
I
Como niñera, supe comportarme;
Ahora no me atrevo a hacer mi pan-egírico.
Porque soy la niñera del pequeño Paul Morand
y ¡este chiquillo me vuelve loca!
Riñe con todo el mundo, lo lleva en la sangre.
Nada puede tranquilizarle, nada puede complacerle.
Le ha tomado manía al mil novecientos
y ¡todo lo que ve le pone fuera de sí!
ESTRIBILLO
¡Qué pesado es este chiquillo!
Me lleva a abuchear a ese pobre señor Zola
y cada vez que llegan los agentes
¡es a mí a quien se llevan!
Como es artista e incluso demasiado,
quiere prender fuego a las estaciones de Metro,
y en público, dice que el señor Bonnat,
¡pinta con caca!
II
Está siempre indignado.
No le gusta Jaurès, se burla de Dérouléde,
y se aburrió en la Exposición,
¡Sarah Bernhardt, le parece fea!
Los vestidos de las señoras, le hacen reventar de risa,
o al contrario, de repente, la moda le exaspera.
No más tarde que ayer, Popaul se zampó
ESTRIBILLO
¡Qué pesado es este chiquillo!
Dice que Barrés está chocheando
y que Anatole France —que tiene éxito—
¡no se expresa en francés!
Y cuando en la escuela, el profesor
encuentra que escribe mal —tanto que da miedo—
«¡Así es! —dice el granuja—
¡como más tarde se escribirá!».
Sin fecha (¿1931, después de la publicación de 1900?)
A Robert Couzinou
A Martial Singher
A Roger Bourdin
¡MALDITO el bastardo,
ilustre Dama,
que para perderme a vuestros dulces ojos
dice que el amor y el vino viejo
ponen de luto mi corazón, mi alma!
Maldito el celoso,
morena amada,
que gime, llora y jura
ser siempre ese pálido amante
que añade agua a su ebriedad.
A Charles Trenet
ALFONSO Reyes
en nuestros días de carnaval y figuración sangrienta
el único
que va sin máscara.
Su monarquía
es reino de luz,
su fiebre sin delirio,
su camino sin extravío,
durable el metal de su prosa,
sin duplicado su talento,
su droga poética sin adulteración,
y su comercio de amistad,
—un cuarto de siglo—
sin fisura.
Boum! Boum! Boum!
Tánger, abril de 1955
<<
«Cinq poèmes inédits». En realidad, son cuatro poemas. Hemos trasladado el cuarto:
«Antología de la Puerta del Sol» al capítulo APÉNDICE, al tratarse de un poema que
sólo existe en la traducción castellana de Rafael Cansinos-Assens. <<
Critique (1696-1697).
Louis Moreri: erudito francés (1643-1680), autor del Grand Dictionnaire Historique
ou Mélange curieux de l’histoire sacrée et profane (1674). <<
Chanson épique - Chanson à boire): tres poemas escritos en 1932 para una película
realizada por Georg Wilhelm Pabst (Paul Morand y Alexandre Arnoux, guionistas)
con música de Maurice Ravel. Ravel, enfermo, no pudo terminar la música de la
película que fue encargada a Jacques Ibert. Otros dicen que Fedor Chaliapine, el gran
cantante ruso, rechazó la música de Ravel. <<
traducción tanto del libro como del poema es de Julio Gómez de la Serna. Nueva
York, ediciones Ulises, Madrid, 1930. El poema, inédito, no aparece en la edición
francesa. Según el traductor, Paul Morand lo escribió para una película parlante. <<