Actividad. Alegoría de La Caverna

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Actividad 3.

ALEGORÍA DE LA CAVERNA

Hola chicos. Les paso la actividad tres. Está se enfoca en la alegoría de la caverna de
Platón. Probablemente el texto más conocido de la historia de la filosofía. Por ello, un paso
casi inevitable para un curso de filosofía.
Ahora, ¿de qué se trata esta alegoría que nos propone Platón? Platón nos propone una
historia para graficar ciertas ideas o concepciones que tiene sobre el hombre en su vida
cotidiana y sobre la filosofía. Esta historia consta de tres secciones. En la primera nos relata
sobre un grupo de hombres encerrados y encadenados en una caverna durante toda su vida,
no pudiendo ver más que sombras de objetos proyectadas sobre un muro. (Para comprender
esto, les adjunto la imagen que tienen al principio y que grafica bastante bien la alegoría).
Platón, pues señala que estos hombres, que solo ven sombras, tomarán a estas por lo
realmente existente en el mundo. No de otra forma podría ser, pues jamás han visto que
dichas sombras son, en realidad, proyecciones de objetos reales. Ahora bien, Platón usa este
relato alegórico para comparar a estos prisioneros con el hombre o mujer en su vida
cotidiana. Este, desconocería en su cotidianeidad cual es la verdadera realidad de las cosas o,
por decirlo de otro modo, cual es el fundamento sobre el que nuestra vida cotidiana se
sostiene. La filosofía implicaría entonces, salir de la caverna, para ver el verdadero ser de las
sombras en que nos movemos normalmente.
En la segunda sección, nos cuenta sobre la salida de uno de los presos hacia el mundo
exterior. Esta idea de la salida de la caverna, según se desprende de la alegoría, no es de fácil
realización. Los hombres encadenados, nos cuenta la alegoría, deben ser forzados a salir al
exterior, pues por su propia voluntad no lo harían. Demasiado atados a las imágenes de las
sombras, no tendrían mayor interés en salir al exterior a conocer lo que realmente se esconde
detrás de ellas. Grafica Platón, con ello, una cierta concepción sobre el hombre: el
acostumbramiento que tenemos en nuestros comportamientos cotidianos, hace que sea muy
difícil indagar sobre el fundamento del mundo en que vivimos. La filosofía, luego, resulta
incómoda en sus primeros momentos, pues obliga a replantear el modo en que vivimos, la
manera en que nos relacionamos, los vínculos que establecimos. Como un ejemplo, les
contaba la clase pasada, qué ocurriría si, de pronto, pensara en que es lo se oculta detrás de la
hamburguesa que, de vez en cuanto, me gusta comer. Seguramente me vería llevado a
investigar el modo en que la industria alimenticia está organizada, la manera en que las vacas
son tratadas, puestas en líneas de montaje, con una vida de encierro total en una espera para
ser matadas. Todo, para finalmente producir esa hamburguesa que tanto me gusta (al
respecto, al que le interese, hay muchos documentales en Netflix sobre la industria
alimentaria). No sería entonces, tan fácil seguir con mi dieta mensual de hamburguesas. No
sé si el mejor ejemplo, pero de alguna manera muestra lo que Platón quiere expresar en la
alegoría: Es más sencillo vivir sin hacer preguntas. Lo cual no quiere decir que sea más
agradable o saludable. La apuesta de Platón, indudablemente, es que, a pesar de la dificultad,
solo una vida examinada merece ser vivida.
En la tercera sección, el liberado vuelve hacia la caverna, con la intención de liberar al
resto. Pero se encuentra con que sus antiguos compañeros se burlan de él y descreen de la
verdad que este les quiere mostrar.

Les dejo entonces el texto de la alegoría. Sobre la lectura de la misma, tienen que
contestar algunas preguntas. Para cambiar un poco la dinámica de reponer lo que dice el
texto, en las preguntas les propongo que piensen o interpreten la alegoría a partir de
cuestiones que les interesen a ustedes o que hagan a su vida cotidiana o a la sociedad. La idea
es que puedan pensar ciertas cuestiones a partir de la alegoría que propone Platón

ALEGORÍA DE LA CAVERNA

I. –Y ahora –proseguí- compara con el siguiente cuadro imaginario el estado de nuestra


naturaleza según esté o no esclarecida por la educación. Represéntate a unos hombres
encerrados en una especie de vivienda subterránea en forma de caverna, cuya entrada,
abierta a la luz, se extiende en toda su longitud.
Allí, desde su infancia, los hombres están encadenados por el cuello y por las piernas,
de suerte que permanecen inmóviles y sólo pueden ver los objetos que tienen delante,
pues las cadenas les impiden volver la cabeza. Detrás de ellos, a cierta distancia y a
cierta altura, hay un fuego cuyo resplandor los alumbra, y entre ese fuego y los
cautivos, se extiende un camino escarpado, a lo largo del cual imagina que se alza una
tapia semejante al biombo que los titiriteros levantan entre ellos y los espectadores y por
encima del cual exhiben sus fantoches.

-Imagino el cuadro, -dijo.

-Figúrate además, a lo largo de la tapia, a unos hombres que llevan objetos de toda clase
y que se elevan por encima de ella objetos que representan, en piedra o en madera,
figuras de hombres y animales y de mil formas diferentes. Y como es natural, entre
los que los llevan, algunos conversan, otros pasan sin
decir palabra.

-¡Extraño cuadro y extraños cautivos! –exclamó.


-Semejantes a nosotros –repliqué-. Y ante todo, ¿crees tú que en esa situación puedan ver,
de sí mismos y de los que a su lado caminan, alguna otra cosa fuera de las sombras que
se proyectan, al resplandor del fuego, sobre el fondo de la caverna expuesto a sus
miradas?

-No –contestó-, porque están obligados a tener inmóvil la cabeza durante toda su vida.

-Y en cuanto a los objetos que transportan a sus espaldas, ¿podrán ver otra cosa que no sea
su sombra?

-¿Qué más pueden ver?

-Y si pudieran hablar entre sí, ¿no juzgas que considerarían objetos reales las sombras que
vieran?

-Necesariamente.

-¿Y qué pensarían si en el fondo de la prisión hubiera un eco que repitiera las palabras de
los que pasan? ¿Creerían oír otra cosa que la voz de la sombra que desfila ante sus ojos?

-¡No, por Zeus! –exclamó.

-Es indudable –proseguí- que no tendrán por verdadera otra cosa que no sea la sombra
de esos objetos artificiales.

-Es indudable –asintió.

-Considera ahora –proseguí- lo que naturalmente les sucedería si se los liberara de sus
cadenas a la vez que se los curara de su ignorancia. Si a uno de esos cautivos se lo libra
de sus cadenas y se lo obliga a ponerse súbitamente de pie, a volver la cabeza, a
caminar, a mirar a la luz, todos esos movimientos le causarían dolor y el
deslumbramiento le impedirá distinguir los objetos cuyas sombras veía momentos antes.
¿Qué habría de responder, entonces, si se le dijera que momentos antes sólo veía vanas
sombras y que ahora, más cerca de la realidad y vuelta la mirada hacia objetos reales, goza
de una visión verdadera? Supongamos, también, que al señalarle cada uno de los
objetos que pasan, se le obligara, a fuerza de preguntas, a responder qué eran; ¿no
piensas que quedaría perplejo y que aquello que antes veía habría de perecerle más
verdadero que lo que ahora se le muestra?

-Mucho más verdadero –dijo.

II. –Y si se le obligara a mirar la luz misma del fuego, ¿no herirá ésta sus ojos? ¿No
habrá de desviarlos para volverlos a las sombras, que puede contemplar sin dolor? ¿No las
juzgará más nítidas que los objetos que se le muestran?
-Así es –dijo.

-Y en caso de que se lo arrancara por fuerza de la caverna –proseguí-, haciéndole subir


por el áspero y escarpado sendero, y no se lo soltara hasta sacarlo a la luz del Sol, ¿no
crees que lanzará quejas y gritos de cólera? Y al llegar a la luz, ¿podrán sus ojos
deslumbrados distinguir uno siquiera de los objetos que nosotros llamamos verdaderos?

-Al principio, al menos, no podrá distinguirlos –contestó.

-Si no me engaño –proseguí-, necesitará acostumbrarse para ver los objetos de la región
superior. Lo que más fácilmente distinguirá serán las sombras, luego las imágenes de
los hombres y de los demás objetos que se reflejan en las aguas y, por último, los
objetos mismos; después, elevando sus miradas hacia la luz de los astros y de la luna,
contemplará durante la noche las constelaciones y el firmamento más fácilmente que
durante el día el Sol y el resplandor del Sol.

-Sin duda.

-Por último, creo yo, podría fijar su vista en el Sol, y sería capaz de contemplarlo, no sólo
en las aguas o en otras superficies que lo reflejaran, sino tal cual es, y allí donde
verdaderamente se encuentra.

-Necesariamente –dijo.

-Después de lo cual, reflexionando sobre el Sol, llegará a la conclusión de que éste


produce las estaciones y los años, lo gobierna todo en el mundo visible y que, de una
manera u otra, es la causa de cuanto veía en la caverna con sus compañeros de cautiverio.

-Es evidente –afirmó- que, después de sus experiencias llegaría a esas conclusiones.

-Si recordara entonces su antigua morada y el saber que allí se tiene, y pensara en sus
compañeros de esclavitud, ¿no crees que se consideraría dichoso con el cambio y se
compadecería de ellos?

-Seguramente.

-Y suponiendo que allí hubiese honores, alabanzas y recompensas establecidos entre sus
moradores para premiar a quien discerniera con mayor agudeza las sombras errantes y
recordara mejor cuáles pasaron primeras o últimas, o cuales marchaban juntas y que, por
ello, fuese el más capaz de predecir su aparición, ¿piensas tú que nuestro hombre seguiría
deseoso de aquellas distinciones y envidiaría a los colmados de honores y autoridad en
la caverna? ¿O preferiría, acaso, como dice Homero, "trabajar la tierra al servicio de otro
hombre sin patrimonio" y sufrirlo todo en el mundo antes que volver a juzgar las cosas
como se juzgaba allí y vivir como allí se vivía?

-Yo, al menos –dijo-, creo que estaría dispuesto a sufrir cualquier situación antes que
vivir de aquella manera.
-Y ahora considera lo siguiente –proseguí-: supongamos que ese hombre desciende de
nuevo a la caverna y va a sentarse en su antiguo lugar, ¿no quedarán sus ojos como
cegados por las tinieblas al llegar bruscamente desde la luz del Sol?

-Desde luego –dijo.

-Y si cuando su vista se halla todavía nublada, antes de que sus ojos se adapten a la
oscuridad –lo cual no exigen poco tiempo-, tuviera que competir con los que continuaron
encadenados, dando su opinión sobre aquellas sombras, ¿no se expondrá a que se rían de
él? ¿No le dirán que por haber subido a las alturas ha perdido la vista y que ni siquiera
vale la pena intentar el ascenso? Y si alguien ensayara libertarlos y conducirlos a la
región de la luz, y ellos pudieran apoderarse de él y matarlo, ¿es que no lo matarían?

-Con toda seguridad –dijo.

PREGUNTAS

1) Describa la situación de los prisioneros en la caverna


2) ¿A qué corresponden en nuestras vidas las sombras en el fondo de la caverna?
3) Que representan la fuente de la luz que proyecta las sombras en el fondo de caverna?
4) ¿Qué simbolizan las cadenas?
5) ¿Qué significan los hombres encadenados y cuáles podrían ser las cadenas?
6) ¿Por qué es tan difícil salir y ver el mundo exterior?
7) ¿Con que reacciones humanas se podrían comparar las que manifiestan los prisioneros
de la caverna ante el hombre que les traía la iluminación de otro mundo?
8) ¿Con qué ceguera el hombre contemporáneo podría compararse las cegueras de las
cuales habla Platón?

Les dejo una imagen que, de alguna forma, interpreta y actualiza para el mundo
actual la alegoría de Platón. Quizás pueda servirles para responder las preguntas. En esta
se vincula a la alegoría con los medios de comunicación masivos.

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