Gutman, M. y Hardoy - Buenos Aires
Gutman, M. y Hardoy - Buenos Aires
Gutman, M. y Hardoy - Buenos Aires
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Capítulo 1
LAS DOS FUNDACIONES DE BUENOS AIRES
Según el texto de la capitulación que Pedro de Mendoza firmó con la Corona de España el 21
de mayo de 1534, se le encomendó "llevar de estos nuestros reinos a vuestra costa y misión
a mil hombres, los quinientos en el primer viaje en que vos habeis de ir con el mantenimiento
necesario para un año y cien caballos y yeguas, y dentro de dos años siguientes los otros
quinientos hombres con el mismo bastimento y con las armas y artillería necesaria..."1
Mendoza se ofrecía "ir a conquistar y poblar las tierras" y la Corona dejaba aclarado "que en
ningún tiempo seamos obligados a vos pagar, ni satisfacer los gastos que en ellos hicieres,
más de lo que con esta capitulación vos serás otorgado".
También se le dio licencia a Mendoza para llevar doscientos esclavos de las tierras del Rey,
"libres de todos derechos", y se le obligaba a llevar médico, cirujano y boticario y los religiosos
necesarios "para instrucción de los indios naturales de aquella tierra a nuestra santa fe
católica, con cuyo parecer y no sin ellos habeis de hacer la conquista, descubrimientos y
población de la dicha tierra".
Se le permitía construir, a costa suya, hasta tres fortalezas de piedra en los lugares más
convenientes "para guarda y pacificación de la dicha tierra", y de acuerdo al parecer de los
oficiales del rey. También se concedía a los vecinos y pobladores de solares para que
edificasen sus casas, y "tierras y caballerías y aguas, convenientes a sus personas conforme
a lo que se ha hecho y hace en la isla Española". Mendoza tenía poderes para organizar las
encomiendas de los indios de las tierras a ser ocupadas.
1 El texto de la capitulación está reproducido en RAZORI, AAmilcar, 1945, tomo I, págs. 367-
372.
2
fundaron en América docenas de asentamientos con el fin de apoyar la ocupación de los
territorios que conquistaban y el intercambio con sus pobladores, y también para concentrarse
en caso de ataque de los indígenas y servir a las comunicaciones y al comercio con España.
La mayoría de estas bases para la conquista, como fue la primera fundación de Buenos Aires,
estuvieron defendidas con empalizadas, muros de tierra, zanjas y, cuando era posible, torres
de piedra. Casi todas ocupaban un sitio que presentaba ventajas naturales para la defensa: la
costa de un río, una colina aislada, una barranca o una zona baja vecina. En todos los casos
se buscó un sitio cercano a una fuente de agua dulce y a una zona boscosa para abastecerse
de leña y de madera para construir, próximo a lo que se creía era una región con oro y plata
y, en lo posible, ocupada por indios pacíficos. Ya en el diario de su primer viaje, con fecha
domingo 14 de octubre de 1492, Colón menciona su intención de fundar una "fortaleza" y
enumera las favorables características de un sitio que había encontrado en la isla Guanahaní:
un puerto natural, "un pedazo de tierra que se hace como isla ... aunque yo no veo ser
necesario, porque esta gente es muy simple de armas ... (y) con cincuenta hombres los
tendrá todos sojuzgados y les hará hacer todo lo que quisiere", y otras cualidades del sitio
2
tales como "huertas de árboles las más hermosas que yo vi" y "mucha agua" .
Por diversas razones, la gran mayoría de esos asentamientos defendidos, "fortalezas" como
las llamó Colón, verdaderas bases de exploración y conquista de territorios desconocidos o
apenas explorados por los españoles, fueron abandonados a los pocos años o a los pocos
meses de establecidos. La principal causa de abandono parece haber sido la hostilidad de los
indígenas, debido a los malos tratos que recibían por parte de los conquistadores que
pretendían esclavizarlos o imponerles un sistema de trabajo o tributos que eran rechazados.
Existen numerosos ejemplos, tales como San Sebastián de Uraba, a pocos kilómetros de la
costa del Golfo de Uraba, en Colombia; Fonseca de Avila, Santa Cruz y el fuerte de
Tubanama en el Darién; la villa de Aguada en Puerto Rico; Sancti Spiritu, fundada por Gaboto
en 1527, en la margen del río Carcarañá, y varias poblaciones rápidamente establecidas
como bases en la península de Yucatán, en el sur de Chile y en otras áreas de prolongados
3
conflictos con la población indígena.
Otra razón importante fue la falta de abastecimientos. En muchos casos los indígenas
rehusaron apoyar a los españoles porque sus precarias bases alimenticias, en áreas con una
agricultura incipiente o casi totalmente dependientes de la caza, la pesca y la recolección, no
les permitían abastecer a una multitud de recién llegados. En otros casos, los españoles
hicieron una incorrecta evaluación de los abastecimientos que podrían obtener en una región,
en relación al número de viajeros que formaban una expedición. Prácticamente todas las
fundaciones que dependieron para su abastecimiento de provisiones y refuerzos enviados
desde España, como Santa María la Antigua del Darién y Buenos Aires, fracasaron.
3
población indígena o sus vidas nómades que impedían implantar el sistema de encomiendas,
y la carencia de fuentes minerales accecibles, especialmente de oro y plata, que alentasen el
interés de los expedicionarios y atrayesen a nuevos pobladores. Las múltiples razones que
hacían de un sitio un lugar atractivo o no para los expedicionarios pudo destruir en pocos
años, a veces en meses, las expectativas de muchos. Caparra fue abandonada porque el sitio
era malsano y difícil el embarque y desembarque de las mercaderías, y reemplazada once
años después de su fundación por San Juan de Puerto Rico; la Isabela, fundada por Colón en
1494, fue gradualmente abandonada porque la tierra no era fértil, el lugar carecía de
atractivos y el puerto era inseguro; Nueva Cadiz, en una isla árida y sin recursos frente a la
costa de Venezuela, fue definitivamente abandonada en 1543, cuando el rendimiento de las
pesquerías de perlas comenzó a disminuir. Existen numerosos ejemplos de una incorrecta
evaluación del sitio. Como bien dice Morrison, "los grandes descubridores y exploradores rara
vez son buenos colonizadores y las expediciones coloniales de avanzada casi nunca eligen
4
un lugar adecuado". Conflictos de intereses entre los conquistadores fueron también causa
del abandono o del cambio de ubicación de varios centros, especialmente en América
Central.
Varias de esas causas, combinadas con el liderazgo vacilante de un hombre enfermo desde
antes de partir de España y sin experiencia en América, como era Pedro de Mendoza,
provocaron el fracaso de la primera fundación de Buenos Aires. Los navíos de Mendoza
fondearon en la isla de San Gabriel, frente al actual emplazamiento de la ciudad uruguaya
Colonia del Sacramento, a principios de 1536. Desde allí, Mendoza ordenó el reconocimiento
de ambas orillas del río de la Plata buscando el mejor sitio para fundar un asentamiento y
establecer un puerto. El sitio elegido fue una suave planicie cruzada por varios arroyos y
bordeada al este por una barranca que se elevaba entre ocho y doce metros sobre la costa
pantanosa del río de al Plata. El sitio era cercano al riachuelo que serviría de fondeadero
natural a Buenos Aires hasta bien entrado el siglo XVIII. Hacia el oeste, noroeste y sudoeste
se extendía la llanura.
4
MORRISON, Samuel Eliot, 1949, p 519.
5
SCHMIDEL, Ulrico, 1942, p 20.
4
6
riachuelo o se refugiaron en toldos improvisados con las velas de los navíos.
Por sus características físicas, la primera fundación de Buenos Aires tiene semejanzas con
las fortalezas improvisadas, y sin una correcta evaluación previa de las ventajas del sitio, que
los españoles establecieron en muchas regiones costeras de América a partir de la última
década del siglo XV y que constituyeron una larga lista de fracasos. España parece haber
tenido razones políticas para apresurar la ocupación del río de la Plata, ya que Portugal
estaba organizando una expedición para reclamar esos territorios visitados en 1531 por
Martín Alfonso de Souza.
La fundación de Buenos Aires tenía antecedentes en la región. El más importante fue el fuerte
de Sancti Spiritu, fundado por Sebastián Gaboto el 9 de junio de 1527 durante su viaje de
reconocimiento del río Paraná.7 Pero Sancti Spiritu fue atacado y quemado por los indios
timbúes poco después y abandonado. Otros ensayos de construcción de asentamientos en la
margen norte del río de la Plata probablemente no alcanzaron a concretarse ni siquiera en un
precario fuerte.
A diferencia de los sitios elegidos para otras ciudades latinoamericanas que con el tiempo se
convertirían en capitales nacionales y provinciales, como Ciudad de México, Antigua, Bogotá,
Quito, Lima, Cusco, Trujillo (Perú), Oaxaca y Cuenca, el de Buenos Aires estaba desprovisto
8
de poblados indígenas permanentes. Los querandíes recorrían una vasta región cazando y
pescando, pero favoreciendo la costa del Paraná donde se han encontrado la mayoría de los
restos arqueológicos. Los querandíes no eran agricultores, razón que explicaría su escaso
número y dispersión entre el río Samborombón, a unos 150 kilómetros al sur de Buenos Aires,
y el río Carcaraña, que desemboca en el Paraná a más de 400 kilómetros al norte,
extendiéndose hacia el interior de la actual provincia de Córdoba. El primero en representarlos
fue Ulrico Schmidel. Los grabados que incluyó Schmidel en su Viaje al Río de la Plata indican
algo sobre sus armamentos -arcos y flechas, dardos arrojados con propulsores y boleadoras-
y sus técnicas de asar y secar el pescado que extraían del río mediante redes. Al parecer los
querandíes enfrentaron a los españoles cuando se vieron obligados a suministrarles
abastecimientos que no poseían.
Mendoza llegó al Río de la Plata con mil quinientos hombres y no con los quinientos que
estipulaba la Capitulación que había firmado con el Rey de España. La región ya había sido
visitada por Juan de Solís en 1515, Fernando de Magallanes en 1519, Sebastián Gaboto en
1526 y Diego García en 1528. A pesar del cuidado con que fue organizada una expedición
que pretendía poblar un amplio territorio, muy pronto el hambre y la mala relación con los
indios querandíes quedó reflejada en la rápida disminución en el número de expedicionarios.9
6
Díaz de Guzmán en su libro La Argentina, terminado en 1612, la describe como "un fuerte de tapias
de poco más de un solar en cuadro, donde pudiese recojer la gente, y poderse defender de los indios de
guerra, los cuales luego que sintieron a los españoles, vinieron a darles algunos arrebatos, por
impedirles su población". DIAZ DE GUZMAN, Ruy, 1943. La edición príncipe fue hecha en 1835.
7
Gaboto partió de Sevilla el 3 de abril de 1526 y regresó al mismo puerto en julio de 1530.
8
Aún en un territorio desprovisto de grandes aglomeraciones indígenas, como la Bahía de
Guanabara, elegida por los portugueses para fundar Río de Janeiro, existían aldeas de los indios
tupinamba.
9
Escribía Juan Francisco de Aguirre dos siglos y medio después: "Se puede afirmar fué la armada
5
Buenos Aires fue sitiada por los querandíes el 24 de junio de 1536. Varios barcos y casas
fueron incendiados, iniciándose de este modo una prolongada agonía para sus habitantes que
recién terminó en 1541, cuando fue ordenado su despoblamiento y el traslado de sus ya
escasos ocupantes a Asunción, convertida en la única ciudad permanente de la vasta región.
Durante los meses que siguieron a su desembarco Mendoza intentó consolidar la ocupación
del territorio con otras fundaciones. A las pocas semanas de fundar Buenos Aires, Mendoza
envió a su Aguacil Mayor, Juan de Ayolas, a remontar el río Paraná en busca de una ruta al
Perú. El 15 de junio de 1536 Ayolas fundó Corpus Christi cerca de la laguna Coronda, y poco
después, el mismo Mendoza fundó la fortaleza de Nuestra Señora de la Buena Esperanza,
ambas aguas arriba del sitio del ya desaparecido fuerte de Sancti Spiritu. Las dos fundaciones
tuvieron una corta existencia. En cambio, distinta fue la suerte de Asunción, fundada el 15 de
agosto de en 1537 por Juan Salazar de Espinosa quién junto a Domingo Martínez de Irala
10
había sido enviado por Mendoza en busca de Ayolas. El fuerte de la Asunción fue
establecido en una zona de comparativamente densa población indígena, que al mezclarse
con la española dio origen al mestizaje y a una producción agrícola-pastoril que aseguraron el
abastecimiento de los nuevos pobladores.
Buenos Aires languideció mientras Asunción se fortalecía como centro indicutido de la vasta
región del Rio de la Plata. Algunosa abstecimientos llegados de España en 1538 permitieron
su subsistencia, pero en 1539 Buenos Aires quedó nuevamente abandonada. En junio de
1541 Irala, que gobernaba en Asunción, ordenó el despoblamiento de Buenos aires y el
traslado de su población a Asunción. Sus motivos no han sido aclarados e incluso existían
discrepancias sobre el estado de la fundación de Mendoza por parte de testigos de su
11
despoblación.
más florida y más desgraciada que pasó a la conquista de la Indias". Este Discurso formaba parte del
diario que llevó Aguirre mientras integraba la comisión que debía delimitar los territorios de España y
Portugal en América. El Discurso Histórico fue terminado por Aguirre en España en 1793 al regresar de
Asunción. DE AGUIRRE, p 30.
10
Salazar de Espinosa y Martínez de Irala tenían rango de capitanes en la expedición de Mendoza.
11
TORRE REVELLO, José, p 14.
6
La segunda fundación de Buenos Aires
La segunda fundación de Buenos Aires fue una empresa muy diferente. La gran mayoría de
los 63 hombres que envió Juan de Garay por tierra y por agua como avanzada habían nacido
en los territorios que pretendía poblar, hijos de españoles e indios. El mismo Garay, aunque
nacido en el país vasco, era respaldado por sus condiciones de líder y de soldado, y por sus
cualidades humanas y lealtad hacia sus superiores y sus subordinados. Ya había fundado
Santa Fe en 1573, en el sitio de las actuales ruinas de Cayastá, junto a un brazo del río
Paraná. Para el trazado de Santa Fe adoptó la trama regular adoptada desde décadas antes
en toda América.
El viejo emplazamiento de Buenos Aires, unos 450 kilómetros río abajo al sur de Santa Fe,
era propicio para abrir el comercio de las provincias del interior - de Tucumán, Asunción y
hasta del Alto Perú- con España. Hasta el sitio elegido fue prácticamente el mismo: un lugar,
también en lo alto de la misma barranca, unos centenares de metros al norte de la primera
fundación.
Garay hizo trazar un plano con el repartimiento de los solares que nos han llegado a través de
una copia del siglo XVIII, de autor desconocido, que se guarda en el Archivo General de
12
Indias de Sevilla (figura Nº 3). No existen muchos planos fundacionales del siglo XVI y casi
todos incluyen el nombre de los beneficiados con solares, además de un croquis en el que su
autor señalaba los usos institucionales y religiosos principales como acompañamiento al acta
de fundación. Estas actas abundan en detalles sobre quién era el fundador, en nombre de
quién realizaba la fundación y los títulos de ambos, el nombre de los alcaldes y regidores y
detalles del acto cumplido.
Cuando Garay fundó Buenos Aires por segunda vez, el 11 de junio de 1580 de acuerdo al
acta labrada, se había esparcido por toda Hispanoamérica una modelo de ciudad que se
distinguía de otros modelos urbanos de la época por tener algunas características
12
En el reverso del plano se indica que es el "Plano que manifiesta el repartimiento de solares que
hizo el general Juan de Garay a los fundadores de Buenos Aires, Año de 1583".
7
particulares. Su trazado era un damero de elementos idénticos, cuadrados la mayoría de las
veces, y otras rectangulares. Las manzanas estaban bordeadas por calles de anchura
idéntica, aunque existieron diferencias de ancho especialmente en las fundaciones tardías. La
plaza principal o plaza de Armas tenía la forma de una de esas manzanas sin construir. Las
plazas ocupaban un lugar central o casi central en la planta de las ciudades, aunque en las
fundaciones que bordeaban el mar o un río fueron ubicadas junto a la costa, como en Buenos
Aires. Alrededor de la plaza de Armas eran designados lotes para la Iglesia Mayor, el Cabildo
y, en muchos casos, para la Gobernación. En los lados de la plaza Mayor y, a veces, en las
calles que nacían de sus ángulos, fueron construidas arcadas. Frente a la fachada principal
de las iglesias y, en muchos casos, a lo largo de una de sus fachadas laterales, se dejaban
plazoletas. La forma cuadrada o rectangular de las manzanas facilitaba su división en lotes de
tamaño y proporciones idénticas: cuatro lotes en las primeras y seis u ocho en las segundas.
Las manzanas fueron gradualmente subdivididas pero respetando, al principio, proporciones
iguales, aunque con el correr de los años adquirieron formas caprichosas.
De los 148 artículos que forman las Ordenanzas de Descubrimiento y Población de 1573, 36
se relacionan con la localización, fundación, planeamiento y diseño de las ciudades coloniales
y de ellas sólo 18 se ocupan de su diseño.13 Las más importantes y sus antecedentes eran los
siguientes.
13
El texto de las Ordenanzas puede consultarse en la obra de ALTAMIRA Y CREVEA, Rafael, 1950,
pp 213-282.
8
La ordenanza Nº 111 se ocupaba del trazado de la ciudad, especificando que el lugar donde
sería establecida una nueva fundación no debía perjudicar a los indios y debía contar con su
libre consentimiento. Elegido el sitio, la planta de la ciudad debía ser trazada "a cordel y regla
comenzando desde la plaza mayor de Armas" dejando espacio suficiente para poder seguir
creciendo de la misma manera. Ninguno de los antecedentes a esta Ordenanza -que eran el
punto séptimo de la Instrucción a Pedrarias Davila, la Real Cédula de 1521 y la Instrucción a
Cortés de 1523- teníen la misma precisión.
La Ordenanza Nº 114 también se ocupaba del trazado de la ciudad y disponía que de la plaza
partiesen las cuatro calles principales, una en el medio de cada costado de ella, y dos de cada
una de las cuatro esquinas, las que debían mirar a los cuatro vientos principales para evitar su
exposición a ellos. Esta Ordenanza no tenía antecedentes. La Ordenanza Nº 115 disponía la
construcción de portales alrededor de la plaza y en las cuatro calles principales para
comodidad de los comerciantes. Las calles que partían de las cuatro esquinas debían salir
libres a la plaza. Esta Ordenanza tampoco tenía antecedentes. La Ordenanza Nº 119 disponía
el emplazamiento de la Iglesia Mayor, la que debía ser construida en una "isla entera" o
manzana, junto a la plaza. No conocemos antecedentes a esta Ordenanza.
Las dos fundaciones de Buenos Aires revelan dos fases diferentes de la colonia. La primera
fundación es un centro de conquista a pesar de los términos de la Capitulación firmados por
Pedro de Mendoza, que insinúan ya un intento de ocupación permanente y colonización. El
Rey demuestra, en los términos de esta Capitulación, su interés en poblar. Como otros
centros establecidos en zonas poco pobladas de América aunque ya reconocidas de manera
preliminar, Buenos Aires no pudo vivir de su región y dependió, durante su corta existencia, o
pretendió depender, de otras regiones más alejadas o de la Metrópolis. El hecho de no haber
sido trazada y sus lotes divididos de manera sistemática, como otras fundaciones previas de
la década de 1520 y 1530, como Puebla, Oaxaca, Guadalajara, Lima, Trujillo (Perú), Quito,
Cali y muchas más, parecería revelar una duda sobre la conveniencia de encarar una
fundación definitiva en un territorio tan poco conocido y con un potencial dudoso para los
objetivos de Mendoza y sus acompañantes. Siempre existió un móvil económico en todo viaje
9
de exploración o expedición de conquista.
Esas décadas estuvieron dominadas por el sistema de encomiendas, "un sistema transitorio
14
entre la conquista y una sociedad establecida", cuya declinación estuvo asociada con la
brusca caída demográfica de la población indígena. En 1542, Carlos V sancionó las Leyes
Nuevas que establecieron el sistema futuro de explotación de los indígenas y anunciaban el
comienzo de la fuerte centralización que caracterizaría al sistema administrativo colonial de
España en América. "La monarquía española", escribía Gibson, "delegó al principio poderes
para que el imperio pudiese ser fundado. Luego enfrentó el problema de recuperar el control
de sus propios agentes".15
En lo urbanístico fue, sin duda, un período de experimentación. Tan reducido fue el esfuerzo
oficial de España en América que durante las primeras dos décadas la administración de las
Indias estaba en manos del Obispo Juan de Fonseca y del Secretario del Consejo de Castilla
Lope de Conchillos.16 Recién a partir de la década de 1510 comenzó la corte de España a
conocer algo sobre las Indias. Las capitulaciones, en general, y las instrucciones que se
refieren a la fundación de nuevos asentamientos y sus características físicas se hacen más
precisas. Como bien dice Ballesteros, "no era lo mismo contratar con conocimientos que sin
ellos. Podría creerse que a medida que los reyes de España tomaban medidas centralizadas
y adquiría forma el sistema de gobierno de España en América, fue paralelamente tomando
forma una política urbanística que buscó superar errores iniciales y definir un tipo o forma de
ciudad de fácil trazado y subdivisión, dentro de la cual podían caber las instituciones que la
17
Corona necesitaba para el gobierno de las Indias". El nuevo mundo, escribe Wolf,"no tendría
que crecer fragmentariamente a la sombra de antiguas complejidades: sería un mundo
planeado proyectado por el deseo real y sus ejecutantes en la realidad".18
La ciudad colonial del siglo XVI y XVII no fue concebida como una obra de arte. No podía
serlo por la personalidad y educación de sus fundadores, por la vastedad de la empresa que
14
GIBSON, Charles, Spain in America, p 63.
15
Idem, p 90.
16
SIMPSON, Lesley Bird, 1953, p 29.
17
BALLESTEROS GAIBROS, Manuel, 1960, p 69.
18
WOLF, Eric, 1959, p 163.
10
significó la conquista de América y porque los tesoros capturados casi no quedaron en
América y los que quedaron fueron preferentemente invertidos en la defensa de los puertos.
La ciudad, como obra de arte, recién comenzó a insinuarse en el siglo XVI en algunos países
europeos y de manera sólo parcial, remodelando algunas plazas antiguas, diseñando algunas
plazas nuevas, buscando visuales hacia algunos edificios religiosos existentes, regularizando
19
algunas calles e incorporando algunos monumentos escultóricos. Sólo en la segunda mitad
del siglo XVI, comenzó a plantearse en Europa la ciudad como totalidad y a encararse el
remodelamiento de la ciudad medieval y renacentista heredada.
En la ciudad colonial de los siglos XVI y XVII la obra de arte no se encuentra en el diseño de
la ciudad, totalmente desprovista de proyectos urbanos aun de modesta escala, sino en el
interior de los edificios religiosos y en algunas fachadas. Algunas ciudades coloniales
hispanoamericanas fueron centros de creación artística pero, en definitiva eran fundaciones
prácticas destinadas a administrar territorios a veces de enorme superficie, construidas al
principio con un mínimo de inversiones para residencia de gobernantes, militares,
eclesiásticos, comerciantes, encomenderos y mineros, de artesanos y de la población
indígena y de los esclavos negros que los servían. "El español", escribe Francisco de Solano,
20
"inventa su propia ciudad en América". Consolida la conquista apoyándose en las ciudades
indígenas y en la población que ocupa las áreas más pobladas pero, salvo algunos casos,
fueron nuevas fundaciones, siguiendo una concepción general traída desde España pero
perfeccionada en las primeras décadas del siglo XVI en América hasta adquirir, hacia fines de
la década de 1520 o principios de la siguiente, las características físicas que serían luego
confirmadas por la legislación.
El trazado ordenado por Garay se ajusta a esa concepción. Como no existían poblados
indígenas permanentes, ni recursos mineros vecinos, el fundador tenía libertad para elegir el
sitio más accesible, con un desembarcadero y agua potable. El texto incluido en el plano de
repartimiento de los solares, cuyo original data de 1583, no incluye otra consideración que la
de fijar pobladores concediéndoles pedazos de tierra "para hacer sus labores más seguras y
con menos riesgos de sus personas y sementeras". A la Corona de España le interesaba
controlar las costas del Río de la Plata de cualquier invasión extraña y sólo podía hacerlo
ocupando el territorio y fijando pobladores. El Acta de fundación de Buenos Aires, firmada por
Juan de Garay y el escribano público Pedro Jérez, de fecha 11 de junio de 1580, se refiere a
la traza hecha de la ciudad. Se la llamó ciudad de la Trinidad, se dan los nombres de dos
conquistadores y pobladores como alcaldes y de seis regidores, y se indica que es el mejor
sitio que hasta ese momento se había encontrado. Así quedaron ubicados en las manzanas
de simple trazado cuadricular "los pedazos de tierra", como dice el Acta de repartimiento, para
que los nuevos pobladores construyan sus viviendas, críen sus ganados y cultiven la tierra,
para que los religiosos construyan sus iglesias, y la ciudad tenga su Cabildo y cárcel.
19
El urbanismo del Renacimiento elaboró "elementos especiales de la ciudad". GIEDION, Sigfrid,
1955, p 56.
20
DE SOLANO, Francisco, 1990, p 70.
11
Capítulo 2
Buenos Aires vivió en un gran aislamiento hasta mediados del siglo XVIII, a pesar de que
desde 1617 era sede de una Gobernación y desde 1620 de un Obispado, evidencias de su
rango entre los centros poblados del Virreinato del Perú y de la Audiencia de Charcas.
Condenada a ser un puerto cerrado por el monopolio comercial establecido por España, que
beneficiaba a los comerciantes de Lima en su intermediación con las metrópolis comerciales
de Europa y los mercados del Virreinato del Perú, Buenos Aires, sin recursos minerales
próximos y sin población indígena, languideció durante casi 150 años a partir de su segunda
fundación. La única riqueza de las llanuras vecinas que encontraban salida por el precario
embarcadero que comenzó a formarse en el Riachuelo eran los cueros, las astas y la grasa
del ganado vacuno y caballar que se reprodujo de manera sorprendente.
La primera designación que recibió la campaña que rodeaba Buenos Aires correspondió a la
denominación de "pagos". Existen ciertas referencias sobre algunos nombres de los
alrededores de la ciudad que ya utilizaban a finales del siglo XVI Juan de Garay y sus
sucesores.21 A comienzos del siglo XVII, este territorio estaba dividido en tres regiones no
demasiado bien definidas: los pagos de Monte Grande y Las Conchas, al norte; el de La
Matanza, al oeste y el de Magdalena, al sur. En esos años toda la zona estaba dedicada a
actividades netamente extractivas, con Buenos Aires como centro de intermediación y único
núcleo poblado. A principios del siglo XVII, la población de Buenos Aires no sobrepasaba el
millar de habitantes mientras que la de Lima, por ejemplo, era veinticinco veces mayor.22
El paso de las escasas importaciones que entraban por su puerto, muchas de ellas traídas de
contrabando, fue controlado con el establecimiento de una aduana seca establecida en 1622
en la ciudad de Córdoba, paso obligado de dos de los tres caminos que conectaban Buenos
Aires con el interior del futuro territorio de la Argentina, el que se dirigía, después de atravesar
Córdoba, hacia el noroeste y el Alto Perú, con etapas en Santiago del Estero, Tucumán, Salta
y Jujuy hasta llegar a Potosí y La Plata (Sucre), y el que se desviaba en Córdoba hacia el
oeste y a través de San Luis y Mendoza llegaba a Santiago de Chile. El tercer camino llegaba
a Asunción, con etapas en Santa Fe y Corrientes. Eran esas las principales ciudades de la
Audiencia de Charcas.
21
Es el caso de La Matanza y Las Conchas. El primero haciendo referencia a la masacre india,
ocurrida en la zona, en tiempos de la primera fundación de Buenos Aires. Las Conchas (característica
del lecho del río homónimo) es el nombre que Garay dio al paraje. UADONDO, Enrique, 1934, p 27, y
SORS DE TRICERRI Guillermina (a), 1941, tomo II, p 357.
22
Segun el censo de 1613 ordenado por el Virrey del Perú, Juan de Mendoza y Luna, marqués de
Montesclaros, Lima contaba con 25.000 habitantes aproximadamente. Ver BROMLEY, Juan y José
Barbagelata, 1945, pp 8 y 9.
12
del tráfico a lo largo de los caminos principales, como consecuencia de la más densa
ocupación del territorio y un aumento del comercio. Cuando en 1658 y 1659, el comerciante
francés Acarette du Biscay recorrió el camino entre el puerto de Buenos Aires y Potosí, el
campo estaba despoblado y las aldeas de españoles diseminadas. Acarette se detiene en su
trayecto en Córdoba, Santiago del Estero, Esteco, Salta, Jujuy, Humahuaca, hasta llegar a
23
Potosí por el único camino que unía Tucumán con el Alto Perú. Un siglo después aparece
impreso un nuevo libro dedicado a explicar el recorrido entre Buenos Aires y Potosí y de allí,
por Cusco, hasta Lima.24 El famoso texto del Lazarillo de ciegos caminantes, escrito por Juan
de Bustamante o Concolorcorvo, más de un siglo después, refleja algunos cambios
interesantes a lo largo de la nueva ruta. Entre Buenos Aires y Córdoba, Concolorcorvo se
detiene en la Villa de Luján y en Arrecifes, fundadas ambas alrededor de capillas, en
Pergamino, donde había un fuerte, y en Cruz Alta, pequeño pueblito y asiento de una
guarnición y de una casa de posta.
En la tercera década del siglo XVII, el religioso carmelita descalzo Vázquez de Espinosa
completó un Compendio y descripción de las Indias Occidentales, las que recorrió durante
varios años, posiblemente a partir de 1612, en que llegó a México, hasta 1622, año en que
habría regresado a España. Vázquez de Espinosa completó la redacción de su libro en 1628
y lo revisó en 1629.25 Vázquez de Espinosa dejó una estimación del número de vecinos que
poblaban las ciudades y territorios de América basado en la información recogida en su
prolongado viaje.26 De acuerdo a esa estimación, Córdoba, con 500 vecinos, habría sido la
ciudad de la actual República Argentina con mayor población, seguida por Santiago del
Estero con 400; Tucumán, La Rioja y Esteco (abandonada algunas décadas después) con
250, y Buenos Aires con 200. Vázquez de Espinosa no visitó Buenos Aires, pero incluye una
sugerencia interesante que era la de crear una nueva Audiencia o mudar a la ciudad de
Córdoba la sede de la Audiencia que en esos años existía en Santiago de Chile, "pues en
aquel Reyno no es tan necessaria, y estar tan distante la de los Charcas, con que se
remediarían muchos males, y sessarian grandes agravios que se hazen a los pobres, por no
poder acudir tan lejos a pedir justicia, y con el amparo del audiencia se poblaría mas aquella
tierra...".27
Buenos Aires y su puerto fueron mencionados en tres textos escritos a principios del siglo
XVII. Fray Reynaldo de Lizarraga menciona el puerto y pueblo de Buenos Aires en un capítulo
23
ACARETTE DU BISCAY, 1943.
24
CONCOLORCORVO, 1946. La primera edición del libro de Concolorcorvo fue impresa en Gijón en
1773.
25
CLARK, Charles Upson, 1948, pp VII y 55.
26
El número de vecinos fue frecuentemente utilizado durante el período colonial como medida de la
importancia poblacional de una ciudad o villa, aunque no reflejase su real tamaño; otras veces se utilizó
el número de fuegos o de casas. Un vecino era, por lo general, un poblador español o hijo de español
que podía ser elegido al Cabildo local y estaba autorizado a portar armas.
27
VAZQUEZ DE ESPINOSA, Antonio, 1948, p 642.
13
de la Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile, y se limita
a mencionar la multiplicación del ganado en los llanos vecinos y a analizar las tribus indígenas
28
que habitaban la región del río de la Plata próxima a Buenos Aires. El segundo texto fue
29
obra de Ruy Díaz de Guzmán, nacido en Asunción en 1558, hijo y nieto de conquistadores.
Díaz de Guzmán residió en Buenos Aires hacia el año 1604. En los capítulos iniciales de su
obra, destinados a una descripción de ambas costas del Río de la Plata, se limita a mencionar
la primera fundación y la abundancia de caballos y yeguas en las llanuras vecinas. De
comienzos del siglo XVII es una descripción anónima del Virreinato del Perú que incluye una
brevísima descripción de Buenos Aires, una ciudad sin defensas, con "hasta cuatrocientos
vecinos españoles" que "no tiene ninguna fuerza", con pocos indios, algunos vecinos muy
ricos, abundantes alimentos y tres conventos de frailes y monjes con hasta doce religiosos en
30
cada uno.
El sitio de Buenos Aires no apareció representado en varios mapas geográficos del siglo XVI.
El nombre de Buenos Aires no aparece en el mapa de América de Diego Gutiérrez, publicado
en 1562 después de su muerte, y tampoco en el Theatrum Orbis Terrarum de Abraham
Ortelius, el primer atlas moderno, cuyos 70 mapas, basados en cartas e información
contemporánea, fueron reproducidos en un tamaño uniforme. Con el título "Americae sive
novi orbis nova descriptio" (Nueva descripción de América, o del nuevo mundo), Ortelius
incluyó un mapa del continente en su famosa obra publicada en 1570. La primera fundación
de Buenos Aires no aparece registrada; en cambio, Ortelius indicó con bastante exactitud la
ubicación de Sancti Spiritu, abandonada antes que Buenos Aires fuera fundada por primera
vez. Sancti Spiritu aparece nuevamente en el mapa de Sud América incluido por Jan Huyghen
van Liuschoten en su Itinerario, cuyas primeras ediciones en holandés y latín datan de la
década de 1590, pero tampoco aparece incluida Buenos Aires, fundada por segunda vez
pocos años antes. Lo mismo ocurrió en otros mapas de América, como el publicado en 1594
por Peter Plancius, en el planisferio publicado en 1587 por Rumold Mercator -hijo del famoso
Gerardo Mercator-, en el planisferio de Jodocus Hondius, en el Gran Atlas del mundo de
Christian Sgrooten de 1588 y el mapa de América Meridional de Joao Martius de 1587. En el
mapa de América Meridional del geógrafo francés Guillermo Sanson, impreso en la década
de 1670, aparece Buenos Aires junto a Santa Fe, Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán,
Salta, Esteco, Mendoza y San Juan. Parecería que a partir de esos años Buenos Aires
aparece ubicada en las mejores obras de la cartografía europea, entre otras en el planisferio
de de L'Isle.
Buenos Aires aparece emplazada en prácticamente todos los mapas del siglo XVIII. Por
ejemplo, en el mapa de América del Sur del ingeniero geógrafo francés George Le Rouge
(1746), en el mapa de la gobernación del Paraguay y de la de Buenos Aires de Joseph
Cardiel (1759), en un mapa anterior (1752) señalando la línea del límite trazado ese año entre
28
DE LIZARRAGA, Fray Reginaldo, 1968, p 192. Lizarraga habría escrito su obra durante la primera
década del siglo XVII cuando era obispo de La Imperial, al sur de Chile. A partir de 1610 fue obispo de
Asunción hasta su muerte en 1615. Al escribir su Descripción no conocía el Paraguay, como él mismo lo
menciona en el capítulo LXVIII de su obra. La obra fue impresa por primera vez en 1908 en Lima, y al
año siguiente en Madrid. Ver Estudio preliminar, de Mario Hernández Sánchez-Barra, a la edición de
1968, p X.
29
DIAZ DE GUZMAN, Ruy. 1943, cap. IV, p 20.
30
LEWIN, Boleslao, 1958, pp 101 y 102.
14
España y Portugal para dividir sus territorios en América del Sur, y en el plano del Río de la
Plata de Francisco Becerra y Juan Antonio González (1771).
Población
Buenos Aires era un pequeño poblado sin atractivos en 1658, cuando la visitó el comerciante
francés Acarette du Biscay. Su Relación de un viaje al Río de la Plata que escribió es una de
31
las primeras obras escritas por alguien que visitó la ciudad. Algunos párrafos de la misma
son de interés. "Las casas del pueblo están hechas de barro, porque hay poca piedra en
todas estas regiones hasta el Perú; están techadas con paja y cañas y no tienen pisos altos;
todas las habitaciones son de un solo piso y muy espaciosas; tienen grandes patios y detrás
de las casas amplias huertas, llenas de naranjos, limoneros, higueras, manzanos, perales y
otros frutales, con abundancia de hortalizas, zapallos, cebollas, ajo, lechuga, alverjas y habas;
y especialmente sus melones son excelentes, pues la tierra es muy fértil y buena".32 Después
de referirse a la abundancia y bajo costo de las provisiones, salvo el vino,. Acarette describe
la forma de vida que llama "de la clase elevada: todos aquellos que tienen un pasar tolerable
son servidos en vajilla de plata y tienen muchos sirvientes negros, mulatos, mestizos, indios,
cafres o zambos, los cuales son todos esclavos".33 La riqueza de los habitantes consistía en
ganados cuyos cueros eran exportados, alentando un tráfico tan activo que cuando Acarette
visitó la ciudad había veintidós buques holandeses cargando 13.000 ó 14.000 cueros de toro
cada uno.
Los blancos constituían el grupo social de mayor jerarquía en la estructura social de la ciudad
que conoció Acarette, vinculados de alguna manera a la organización administrativa y
comercial de la metrópoli. La gran mayoría eran españoles y portugueses, aunque vivían en la
ciudad "unos pocos franceses, holandeses y genoveses, pero todos pasan por españoles, de
otro modo no podrían residir aquí, especialmente aquellos que difieren en su religión de la
Católica Romana, porque aquí está establecida la Inquisición".34 Los funcionarios civiles y
militares de mayor jerarquía y los clérigos más importantes constituían, junto a los
comerciantes y propietarios rurales más adinerados una especie de élite, algunos de cuyos
miembros se beneficiaron del contrabando, especialmente a partir de la fundación portuguesa
de Colonia del Sacramento en la costa del Río de La Plata, frente a Buenos Aires, en 1680. El
número de portugueses, especialmente después de establecerse la Colonia del Sacramento,
fue siempre elevado, desempañándose en actividades comerciales o como artesanos. Los
31
El navegante holandés Henrich Ottsen llegó a Buenos Aires en agosto de 1599 como piloto del
navío "El Mundo de Plata", con el propósito de comerciar. El texto explica los peligros que planteaban los
bajos y bancos de arena antes de llegar a Buenos Aires, pero no incluye descripción alguna de la ciudad.
OTTSEN, Henrich, 1945. La primera edición en holandés fue publicada en 1603.
32
ACARETTE DU BISCAY, 1943, p 43. Acarette llegó por primera vez a Buenos Aires hacia marzo de
1658. Viajó a Potosí y regresó a Buenos Aires embarcándose en viaje a Santander en mayo de 1659. Su
segundo viaje tuvo lugar poco tiempo después.
33
Idem, p 44.
34
Idem, p 47. En el padrón de vecinos levantado en 1664, poco después de la última visita de
Acarette, se anotaron en Buenos Aires 183 vecinos españoles y 27 vecinos portugueses. Los otros tres
extranjeros eran un irlandés, un flamenco y un genovés. TORRE REVELLO, José, 1970, p 48.
15
blancos nacidos en América tenían una jerarquía inferior aunque por entrar, la mayoría, en la
categoría de vecinos podían acceder a ser miembros del Cabildo y, ocasionalmente, a rangos
importantes de la jerarquía administrativa y eclesiástica. Muchos españoles-criollos se
desempeñaron como comerciantes o cumplían funciones de fleteros, artesanos y propietarios
rurales menores. Muy pocos deben haberse dedicado al trabajo manual, siempre escaso en
Buenos Aires, el que era desempeñado por los mulatos, muchos de ellos libres, que
trabajaban como zapateros, sastres, constructores, carpinteros, herreros, pequeños
comerciantes y transportistas. Algunas de las tareas manuales también las desempeñaron
negros libres o esclavos, estos últimos trabajando para aumentar la renta de sus
35
propietarios. Buenos Aires y su región vivían del contrabando. El inmenso territorio de su
gobernación incluía a las ciudades de Santa Fe y Corrientes, pero la influencia del puerto
alcanzaba también a Tucumán y Cuyo.
En la ciudad de Buenos Aires, y especialmente en su campaña, el número de indígenas fue
siempre escaso. En la ciudad, especialmente entre la década de 1710 y fines de la de 1740,
durante las cuales los ingleses controlaron el comercio de esclavos en Hispanoamérica, los
negros constituyeron el segundo grupo racial en importancia de Buenos Aires, muy inferior en
número al de los blancos pero superior al de los mulatos, pardos, indígenas o mestizos. A
pesar de sucesivas epidemias la población se duplicó entre 1643 y 1674 y nuevamente entre
1674 y 1720. La fiebre tifoidea o tabardillo, la viruela, la tuberculosis y la sífilis fueron
acontecimientos recurrentes en la ciudad y en la campaña, con impactos serios en la
población negra e indígena.
36
Hacia 1720, la ciudad de Buenos Aires tenía 8.908 habitantes y 22.007 habitantes en
1770;37 de esta última cifra, 3.639 (16,55%) eran hombres españoles, categoría que incluía a
los nacidos en España y en otros puntos de Europa y a 1.785 criollos; 4.508 (20,45% eran
mujeres españolas; 3.985 (16,11%) eran niños de ambos sexos descendientes de familias
europeas y criollas; 5.712 (25,96%) oficiales y soldados, clérigos, frailes, monjas y
dependientes de ellos, indios, negros y mulatos libres de ambos sexos y de diferentes
edades, y presos y presidiarios, y 4.163 (18,92%) eran esclavos negros y mulatos de ambos
sexos y edades. En la ciudad vivían 674 eclesiásticos, entre clérigos seculares y miembros de
las distintas comunidades religiosas residiendo en diferentes conventos. Las órdenes más
numerosas eran la de los franciscanos y dominicos, dos de las primeras en instalarse en la
ciudad al ser fundada por segunda vez.
35
A partir de 1597 fueron frecuentes las introducciones de contrabando de esclavos negros; la gran
mayoría de ellos eran llevados a Charcas y a Perú para su venta. Muchos fueron decomisados y
vendidos en Buenos Aires. TORRE REVELLO, José, 1970, p 78.
36
BESIO MORENO, Nicolás, 1939.
37
CONCOLORCORVO, pp 42 y 43.
16
La estructura urbana
De esos años son dos planos del sargento mayor José Bermúdez, quién había sido
designado ingeniero en la provincia del Río de la Plata por el rey. Algo posteriores son las
breves descripciones de dos misioneros jesuitas.
El primer plano de Bermúdez, fechado en 1708, abarca la ciudad y la costa vecina del Río de
la Plata desde el Riachuelo, que servía como puerto de Buenos Aires al sur, hasta un punto al
norte, a la altura del retiro, señalado con la casa de Agustín de Robles, ex Gobernador de
estas provincias. En una escala mayor resalta por sus dimensiones la planta pentagonal del
fuerte y de la ampliación proyectada, que parecen haber sido el verdadero propósito de
Bermúdez al dibujar un plano que posee diversos errores. Son en realidad dos planos
distintos, en diferentes escalas, utilizando el autor un detalle mayor en el proyecto de la
fortaleza que comenzó a diseñar en España antes de viajar a América. El error más evidente
del plano son las proporciones de la plaza, que dibuja con un frente de tres manzanas y
cuatro calles cuando nunca tuvo más de una manzana. De este modo intercaló dos hileras de
manzanas centrales en dirección este-oeste, a ambos lados de la que ocupó realmente el
Cabildo. La ubicación de los conventos de San Francisco, Santo Domingo y de la Merced y
del Colegio de la Compañía de Jesús es la correcta, así como la del Cabildo, que recién fue
construido en 1711, y de la Catedral, que en esos años, aunque inconcluso, era un edificio de
cierta importancia. Otros detalles interesantes del plano son la ubicación de un muelle a ser
construido frente al fuerte, de los pozos donde anclaban los navíos frente a la ciudad, de la
terraza baja entre la barranca y el río, del curso del Riachuelo y del canal de acceso y del
incipiente caserío formado alrededor de las barrancas y hornos de San Pedro, fuera de los
límites de la ciudad.
El segundo plano de Bermúdez, dibujado en 1713, es más preciso (figura Nº 4). Su finalidad
militar es obvia en el tamaño del fuerte, dibujado en una escala, en relación a la planta de la
ciudad y los alrededores, dibujados en otra, y en la importancia otorgada a la ubicación del
fondeadero y de otras defensas de la ciudad. Contiene también varios errores en las
proporciones de la plaza, en la ubicación del convento de los jesuitas -que no existía en el
anterior- y en el número de manzanas y media manzanas paralelas a la barranca.
El plano de 1713 es interesante por otras razones. Es el primero en presentar el curso de los
arroyos que cruzaban la planta de la ciudad y los alrededores drenando sus cursos en el Río
de la Plata y en el Riachuelo, y en dibujar con cierto detalle la terraza inundable de tosca que
bordeaba la barranca. Estos dos elementos naturales tuvieron mucha importancia en la
dirección de los accesos a la ciudad, los que a su vez determinarían el trazado posterior de
algunas de las principales avenidas y hasta de algunas calles y cortadas. Aparecen también
señalados algunos arrabales, como el del alto de San Pedro y el caserío junto al Riachuelo,
donde existía una guardia de infantería al sur, del Retiro al norte, y la ubicación -en ambos
planos- de la iglesia de San Juan, a cuyo alrededor se formó una parroquia de indios, y del
llamado "barrio recio".
Los planos de las ciudades coloniales, por lo general, no incluyeron a los suburbios. Sus
autores representaban el trazado de la ciudad y los usos principales de un área equivalente a
la superficie más densamente construida y, a veces, indicaban algunos edificios y elementos
geográficos fuera de ella.
En una carta escrita en 1730, el misionero jesuita Cayetano Cattaneo contrastaba el orden de
las calles en el centro de la ciudad y la dispersión de las casas en las afueras, tan ocultas por
17
38
huertos con árboles que no permitían distinguirlas. La arquitectura de las casas no había
experimentado grandes cambios con respecto a las descriptas por Acarette 70 años atrás,
pero poco antes, otro jesuita había comenzado a cocer ladrillos y tejas y encontrado caleras,
39
lo que permitió reemplazar el adobe y la paja en la construcción de las viviendas. Las
ventanas carecían de vidrios, salvo que fueran traídos de Europa, y eran reemplazados con
40
alabastro, una piedra transparente que provenía de San Luis.
Por Resolución Real de 1769 fueron creadas las parroquias de Buenos Aires. La parroquia
Catedral era la que tenía mayor número de habitantes. Rodeaba la plaza de Armas y se
extendía unas ocho cuadras hacia el norte, bordeando la barranca del Río de la Plata, hasta
41
la antigua calle Santa Rosa, la actual avenida Córdoba. Vivían en la parroquia Catedral, en
1770, 8.146 personas, y 5.176 en la parroquia San Nicolás que se extendía hacia el oeste de
la anterior a partir de la antigua calle San Juan, actuales calles Piedras y Esmeralda.42 La
parroquia de la Concepción, con 3.529 habitantes, se extendía al sur de las dos parroquias
anteriores. Monserrat, con 2.468 habitantes y La Piedad con 1.746 habitantes, al oeste de la
ciudad, eran las otras dos parroquias. Aún estaban estos distritos parcialmente construidos,
predominando en ellos huertas y quintas, con calles incompletas bordeadas con tapias o
cercos de tierra.
A mediados del siglo XVIII comenzó a crecer la población de Buenos Aires, y a extenderse la
superficie construida. En el año 1770 la población de la ciudad aumentó en 589 habitantes, lo
que significó una tasa de crecimiento anual de 2,79%. En ese año se registraron en la ciudad,
según los libros parroquiales, 1.520 nacimientos (7,21%) y 931 muertes (4,42%). En las
parroquias de Catedral y San Nicolás, donde vivía la población de mayores ingresos, las tasas
de mortalidad en ese año fueron del 3,87% y 3,57%, respectivamente; en cambio, en la
parroquia periférica de la Piedad la tasa de mortalidad alcanzó el 5,21%, y en La Concepción
el 4,47%.
Concolorcorvo, que visitó la ciudad en dos oportunidades, la segunda en 1771, dice que
Buenos Aires "se adelantó muchísimo en extensión y edificios desde el año 1749, que estuve
en ella", y agrega, "hay pocas casas altas, pero unas y otras bastante desahogadas y muchas
bien edificadas, con buenos muebles, que hacen traer de la rica madera del Janeiro por la
43
Colonia del Sacramente". Concolorcorvo señaló la existencia de un buen número de
comerciantes, con "tiendas de ropa" hasta en las calles más remotas, pero muy pocos con un
volumen importante de operaciones y ninguno comparable a la de los mayores comerciantes
38
"Segunda carta del Padre Cattaneo S.J., a su hermano José de Modena". BUSCHIAZZO, Mario J.,
1942, p 145.
39
Idem, p 148.
40
"Primera carta del Padre Carlos Gervasoni al Padre Comini de la Compañía de Jesús".
BUSCHIAZZO, Mario J., 1942, p 205.
41
Manuel Ricardo Trelles preparó en 1856 un plano de la ciudad de Buenos Aires indicando las
parroquias creadas en 1769. DIFRIERI, Horacio (director), 1981, tomo II, Lámina XXa, p 60.
42
CONCOLORCORVO, p 42.
43
CONCOLORCORVO, 1946, p 40.
18
de Lima. Tampoco conoció estancieros importantes. La ambición de los ricos parece haber
sido poseer una buena casa y una quinta para su recreación. Sólo existían dieciséis coches
en una ciudad que por su extensión podía recorrerse a pie de un extremo al otro sin grandes
demoras, de no mediar las fuertes lluvias que convertían en intransitables a las calles sin
pavimentos. Los hombres y mujeres se vestían como "los españoles europeos", pero los
vestidos de las mujeres no podían compararse por su costo con los que se veían en Lima.
Los servicios de la ciudad eran muy precarios. A pesar del evidente progreso Buenos Aires
recién tuvo servicio de correos con la provincia de Tucumán a partir de 1747. La gente
humilde bebía el agua impura que quedaba en las hondonadas al bajar el río; en cambio, los
ricos, tomaban la precaución de dejarla reposar en grandes tinajones de barro para que se
clarificase. Tampoco tenía Buenos Aires casas de estudios adecuadas, enviando quienes
podían a sus hijos, a estudiar a Córdoba o a Santiago de Chile.
Seis años después de creado el Virreinato del Río de la Plata, durante la administración de
44
Juan José de Vértiz , fue dibujado el plano más detallado de la ciudad y de sus alrededores
del período colonial. Cuando en 1782 un autor desconocido lo dibujó, la ciudad tenía
alrededor de 25.000 habitantes.45 De acuerdo al plano, las manzanas totalmente construidas
eran unas 140, incluyendo las ocupadas por los conventos de San Francisco, Santo Domingo,
La Merced, y el Colegio de los Jesuitas y, algo separado al norte, el convento de las monjas
Catalinas. El crecimiento de la ciudad se orientaba hacia el sur y ocupaba el área incluida
entre las actuales calles Esmeralda al oeste, Corrientes al norte y México al sur, y las antiguas
calles San Juan, San Nicolás y San Bartolomé, respectivamente.
44
Juan José de Vértiz y Salcedo, segundo virrey del Rio de la Plata, fue el funcionario de la Corona
Española que más se preocupó por el aspecto físico Buenos Aires y la organización política y
administrativa de la ciudad y su campaña. Ver apéndice "Microbiografías".
45
Según el censo de 1778 la ciudad tenía 24.235 habitantes.
46
Andres Blanqui nació en Roma en 1617 y murió en Córdoba (Argentina) en 1740; había llegado a
Buenos Aires en 1717. Ver
DE PAULA, Alberto, 1987, pp 10-13.
19
del Cabildo, de la iglesia del Pilar, de la actual iglesia de San Pedro González Telmo, del
convento de monjas de Santa Catalina de Siena y también de secciones de la Catedral de
Córdoba. A diferencia de otras ciudades de América, donde la Corona española invirtió
importantes sumas, especialmente en proyectos defensivos y de gobierno a partir de la
segunda mitad del siglo XVII, en Buenos Aires se limitó a la construcción del Fuerte y del
Cabildo.
En la década de 1760 la ciudad estaba compuesta por unas 700 cuadras con diferentes
47
grados de ocupación. Rodeando las cien cuadras del centro existía una zona de transición
de menor densidad formada por unas trescientas cuadras, algunas enteramente construidas y
otras con muchos huecos, que se extendía hasta las quintas de los suburbios utilizadas como
lugares de veraneo por la clase adinerada o dedicadas a la producción de frutas y verduras
para abastecer la ciudad. En la zona de transición vivían los empleados de menor jerarquía de
la administración, pequeños comerciantes y artesanos libres en viviendas de menor tamaño,
algunas construidas alrededor de un patio, otras con los cuartos alineados frente a las calles
sin empedrar y sin iluminación. La mayoría de las manzanas de la zona de transición estaban
ocupadas por unas cuantas viviendas, pero eran pocas las calles enmarcadas por los muros
corridos de las fachadas. El plano anónimo de 1782 (figura Nº 5) indica la tendencia de la
ciudad a crecer hacia el norte de la actual calle Lavalle hasta el Retiro, y también hacia el sur
de la actual calle México. En esas zonas de la ciudad, que llegaban hasta más allá de los
límites del ejido fijado en 1764, aún con escasos comercios y de difícil tránsito después de las
lluvias, existían ya en 1782 algunos edificios que pronto quedaron incorporados a la planta
urbana.
Otras trescientas cuadras, algunas con construcciones agrupadas pero la mayoría con
viviendas aisladas cercadas con tunas, marcaban el inicio de la zona de quintas. Comenzaba
en las tierras del ejido, a doce cuadras al norte y al sur de la actual plaza de Mayo y a algunas
menos hacia el oeste. Allí, donde la cuadrícula se desdibujaba, donde los terrenos
despoblados predominaban con respecto a los ocupados, estaban en 1782 las quintas de los
dominicos, de los betlemitas y de los jesuitas, así como la quinta del Retiro, que había
pertenecido a los ingleses, y donde sería construida años después la plaza de toros. También
estaban las quintas de las familias adineradas, como los Ortíz de la Rosa, Rivadavia,
Altolaguirre, Mancilla, Peña, Moreno, Merlo, Bustamante, Ugarte, Warnes, Zavala y otros.
Algunos de esos apellidos aún existen así como los Azcuénaga, Riglos, Correa y Palomeque,
que aparecen mencionados en el Plano topográfico de la ciudad, dibujado en los últimos años
del siglo XVIII por el capitán de navío Martín Boneo.48
La zona de quintas rodeaba la ciudad extendiéndose una legua hasta más allá de la actual
avenida Pueyrredón al oeste y hasta la Convalecencia al norte o más allá. Algunas quintas
eran utilizadas como lugares de veraneo por sus propietarios, que se trasladaban anualmente
a ellas desde sus residencias permanentes ubicadas en la zona céntrica. Sólo residían de
manera permanente en las quintas los capataces, peones asalariados y esclavos. Más allá de
las quintas existían numerosos hornos de ladrillo y viviendas nuevas aisladas que indicaban el
continuo crecimiento de la ciudad.
47
MILLAU, Francisco José, 1947.
48
Boneo acompaño a Félix de Azara en la Comisión demarcadora de los límites con Portugal y fue
Intendente de Policía durante la administración del virrey Arredondo.
20
El Reglamento de Libre Comercio de 1778 impulsó las actividades comerciales y, por
consiguiente, el movimiento portuario. Los exportadores buscaron nuevos mercados para los
cueros, la grasa, las carnes saladas, las astas y otros productos derivados de la actividad
ganadera y habían comenzado a transportar harina y trigo a La Habana. Otros comerciantes
transportaban la plata del Alto Perú o importaban de España y de otros países artículos que
introducían en todo el territorio de la Argentina y hasta el Alto Perú, Paraguay y algunas
ciudades de Chile. Las mercaderías que llegaban de España y se enviaban al interior eran
transportadas en carretas, utilizándose embarcaciones para las que se dirigían al Paraguay.
Del Paraguay llegaban al puerto de Las Conchas, a unos 30 kilómetros al norte de Buenos
Aires, yerba mate, tabaco de hoja, azúcar, miel, algodón y grandes troncos que descendían
por el río formando grandes balsas. De Tucumán, plata labrada, tejidos de la región, lana de
vicuña y cueros curtidos. De Chile y Cuyo, vinos, aguardiente, aceite y frutas secas. La
campaña de Buenos Aires producía trigo y maíz, toda clase de verduras y legumbres, y
abastecía de carne a la ciudad.
A fines de 1789 o principios de 1790 llegó por primera vez a Buenos Aires el joven naturalista
austríaco Tadeo Hanke, tratando de unirse a la expedición científica española liderada por
Alejandro Malaspina. Hanke regresó a Buenos Aires cuatro años más tarde en viaje de
regreso a Europa, después de haberse disvinculado de la expedición a la que se había unido
en Valparíso en abril de 1790 después de haber cruzado la Argentina y Chile en carreta,
berlina, a caballo y a pie. En el texto de Hanke sobre su viaje de regreso, incluye una corta
pero interesante descripción de Buenos Aires, su población e intercambio en un momento de
rápido crecimiento demográfico y comercial debido a las franquicias y libertad para comerciar,
49
y a la creación de nuevos tribunales y del Virreinato del Río de la Plata. La necesidad de
expandir el territorio de Buenos Aires hacia el sur Hanke justificaba llevándolo hasta las
riberas del río Negro, por ser "demasiado estrecho y reducido para la debida multiplicación de
los ganados y vastos proyectos de agricultura de una capital como aquélla".50
21
los dormitorios de los propietarios. A ambos lados del zaguán, con puertas a la calle, estaban
el recinto comercial del propietario, si éste se dedicaba a esa actividad, o una pieza construida
para ser alquilada con el mismo propósito. Un corredor comunicaba el primer patio con el
segundo, rodeado por los cuartos utilizados para cocinar, la despensa, el alojamiento de la
servidumbre y los servicios sanitarios de uso común a todos los ocupantes de la casa.
El primer gran cambio administrativo dentro de la esfera civil que experimentó la región se
produjo entre 1783 y 1789. En 1783 comenzó a regir la denominada Ley de Intendencias
sancionada en 1782, que dividió el virreinato en 8 subregiones a las que "se le asignó un
intendente con facultades cuidadosamente definidas en los cuatro departamentos de justicia,
hacienda, guerra y administración general".54 La transformación que introdujo en el territorio
fue sustancial, ya que determinó la desaparición de las primitivas gobernaciones y el
reagrupamiento de las primeras jurisdicciones. La gobernación-intendencia de Buenos Aires
abarcaba las actuales provincias de Buenos Aires (al norte del río Salado), Santa Fe,
Corrientes, Entre Rios y, nominalmente, toda la región Patagónica. Sin embargo, antes de la
Ley de Intendencias ya existían las alcaldías de hermandad. La figura del alcalde es una de
las más antiguas y típicas del sistema colonial y en la zona se nombraron funcionarios de este
tipo desde principios del siglo XVII, con el fin de prolongar la autoridad civil de Buenos Aires.
En 1784 se reorganizaron estas alcaldías y cinco años mas tarde, la Real Audiencia de
Buenos Aires fijó, aunque provisoriamente, las atribuciones de los alcaldes. Sintéticamente,
consistían en "(..) celar los pecados públicos, andar de los vagos y prender en las causas
graves de heridas, muertes o semejantes, dando cuenta inmediatamente a cualquiera de los
55
jueces y formando sumaria instructiva dentro de las 24 horas o a mas tardar de tres días".
52
En 1680 una expedición portuguesa había fundado, en la margen oriental del Río de la Plata, una
ciudad y un fuerte con los nombres de Nova Colonia Lusitania y Santísimo Sacramento
respectivamente. Ver ASSUNCAO, Fernando, 1982, pp 8 y 9.
53
GIUNTA, Rodolfo, 1991, p 32.
54
LYNCH, John (a), 1983, p 39.
55
DE LAZARO, Juan y Roberto Marfany, 1941, p 154.
22
Tomando como referencia los primeros curatos, que a su vez comprendían los territorios de
los pagos de Las Conchas, La Matanza, Monte Grande y La Magdalena, existieron tantas
jurisdicciones como parroquias se habían creado desde 1730 a 1784. El mapa administrativo
de la zona quedó así conformado con un alcalde para la parroquia de Monte Grande o San
Isidro, uno para la de Las Conchas (Tigre), otro para la de Buen Viaje (Morón) y otro para el
paraje de La Matanza. Tres alcaldes más se repartieron las jurisdicciones parroquiales del
sur: Magdalena, San Vicente y Quilmes. La única excepción la constituyó la alcaldía de La
Matanza, que debido a la extensión de la zona fue creada "ex novo", no organizándose
56
alrededor de una delimitación parroquial previa. Podemos establecer una secuencia en el
proceso de organización y poblamiento de toda la zona que comprende desde la simple
denominación de los parajes, continuando con el establecimiento de los primeros caseríos, la
delimitación de las juridicciones (religiosa primero, civil, después), la reorganización
administrativa de la etapa independiente, los procesos fundacionales y la delimitación
territorial durante la segunda mitad del siglo XIX, donde se encuentra el origen de los partidos
actuales. En los próximos capítulos se desarrollarán estos temas y se verá la importancia de
estas antiguas jurisdicciones en la estructura político-administrativa del área metropolitana
moderna de Buenos Aires.
Este sistema colonial de distritos -que definió jurisdicciones civiles en base a divisiones
eclesiásticas- se organizó tomando como cabeceras una serie de asentamientos fundados
durante el siglo XVII al interior del río Salado y que quedaron dentro de la línea de fuertes y
57
fortines creados entre 1738 y 1810. Algunos pueblos que hoy se encuentran incorporados
al Area Metropolitana de Buenos Aires, tuvieron distintos orígenes. Por ejemplo, Quilmes
surgió a partir de una reducción de indios y San Martín y San Isidro crecieron alrededor de
una primitiva ermita construida por algún devoto, laico o religioso. No fueron muchas las villas
de españoles que, como Merlo, tuvieron una finalidad económica exclusivamente local.
Además, varios pueblos fueron establecidos a lo largo de la red de caminos reales que
conectaban Buenos Aires con distintas ciudades y asentamientos en el interior del país.
Los caminos, que partían de la plaza de Buenos Aires y se desarrollaban a lo largo de las
tierras altas, vadeando ríos y arroyos, constituyeron los primeros ejes de crecimiento de la
ciudad. Así, y a modo de ejemplo, Merlo se ubicó sobre el camino real a Chile, Avellaneda
tuvo como origen un asentamiento en el camino real del sur, y San Martín en el camino que
dirigiéndose a Luján, seguía hacia Córdoba, y la Gobernación del Tucumán y de allí hacia el
Virreinato del Perú. Este sistema radial de caminos, reforzado siglos después por el trazado
del ferrocarril y más tarde por el trazado de las rutas de acceso a Buenos Aires, definió no
solo las direcciones del crecimiento del Area Metropolitana, sino que caracterizó también la
conformación territorial de la Argentina hasta nuestros días.
En 1795, la ciudad de Buenos Aires contaba ya con algo más de 35.000 habitantes que se
58
abastecían, no sin dificultad, desde la vecina campaña. A finales del siglo XVIII, el ganado
56
SORS DE TRICERRI, Guillermina (b), 1941, p 113.
57
Fundamentalmente la línea de fronteras creada en 1779 por el comandante Betbezé, quien
menciona para ese año a los fuertes y fortines de Rojas, Salto, Areco, Luján (Mercedes), Navarro,
Lobos, Monte y Zanjón (San Vicente), aunque ya existían Ranchos, Juncal, San Borombón y
Chascomús. RAZORI, Amilcar, 1945, tomo II, p 93.
58
COMADRAN RUIZ, Jorge, 1969, p 83.
23
cimarrón comenzó a desaparecer y la población indígena, para procurarse sustento, atacó -
59
con los temidos "malones"- los alrededores de Buenos Aires. Además, la actividad agrícola
fue seriamente afectada por el sistema de adquisición de las tierras rurales. El que las
compraba, generalmente ocultaba a las autoridades la cantidad de ocupantes que tenían los
predios y, sin más, los expulsaba, mecanismo que conspiró contra el incipiente poblamiento
60
de la campaña. El sistema de venta de tierras, que sólo los acaudalados adquirían como
inversión improductiva, fue denunciado en su época por Félix De Azara como el origen de
"muchísimos campos desiertos y de que la ciudad de Buenos Aires no posea hoy más tierras
61
que las que repartió su fundador".
Si hacia fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX se verificó un notable crecimiento de la
población de Buenos Aires, distinta fue la situación de sus alrededores que evolucionaron de
manera despareja y lenta. En la estancada campaña comenzó un proceso de repoblamiento
en las primitivas chacras de San Isidro, cuyo origen había sido el reparto de tierras que hizo
Garay; además, se formaron corrales de hacienda en la zona oeste, hornos de ladrillo cerca
del Riachuelo y fueron habilitados los actuales puertos fluviales de San Fernando y el Tigre.
59
DE AZARA, Félix, 1923.
60
MARFANY, Roberto, 1941, p 56.
61
DE AZARA, Félix, 1923.
24
Capítulo 3.
LA CIUDAD REPUBLICANA
En 1810 vivían en Buenos Aires 42.540 personas 62. Aproximadamente dos tercios eran de
63
raza blanca y un tercio negros y mulatos; el 1% eran indios y mestizos. En ese mismo año,
del total de 5.547 trabajadores censados, cerca de un tercio, el 34,65%, eran artesanos y
obreros calificados; los comerciantes constituían el 28.68%; un valor similar lo formaban
profesionales, militares, clérigos y funcionarios del gobierno (28,70%); el 5,23% eran obreros
no calificados, mientras que el 2.74% se dedicaba a la explotación rural y a la pesca 64. Entre
los artesanos y obreros calificados, cuatro de cada diez habían nacido en Buenos Aires; tres
de cada diez en otros paises hispanoamericanos y tres de cada diez en otros paises
europeos, en su mayoría españoles.
62
Varios autores han estudiado el incompleto censo de 1810, del que se perdieron los datos de
algunas parroquias. Nos remitiremos a los valores revisados incluídos en los trabajos de JOHNSON,
Lyman, 1979 y JOHNSON, Lyman y Susan Midgen Socolow, 1980. Cabe destacar que estos datos son
indicativos y existen dudas sobre la precisión de algunos de ellos.
63
JOHNSON, Lyman y Susan Midgen Socolow, 1980, ob. cit., p 333.
64
Idem, p 342.
65
La frase pertenece al viajero francés Alcides D'Orbigny que recorrió, entre 1826 y 1833, varios
paises de América del Sur, formando parte de una misión científica. D'ORBIGNY, Alcides, p 474.
66
Mariquita Sánchez fue una ilustre ciudadana de Buenos Aires, vinculada a los sectores políticos de
la época. Sus memorias fueron publicadas en 1953. SANCHEZ, Mariquita, p 26.
25
centro de la ciudad representaban un microcosmos de su vida social y económica ya que
67
alojaban bajo un mismo techo a las familias del sector comercial, burocrático y artesanal" .
Buenos Aires resignó en parte su papel hegemónico y no fue sede del acto de declaración de
la independencia de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, que se realizó en la ciudad de
Tucumán el 9 de julio de 1816. Aun así, "cuando las guerras civiles consagraron su caída
como capital de las Provincias Unidas, Buenos Aires pasó a ser en 1821 la capital de la
68
provincia mas próspera, mas progresista y mas europeizada"
Sin duda el mejor libro sobre la ciudad en los años inmediatos a la independencia fue Cinco
años en Buenos Aires 1820-1825. Escrito pocos años después de la visita del acuarelista
Emeric Essex Vidal70, es un complemento poco común de sus ilustraciones (Figura Nº 7).
Pero a diferencia de Vidal, el autor anónimo inglés se vinculó estrechamente con la sociedad
porteña y en lenguaje sencillo y ameno, dejó capítulos inolvidables sobre la población
extranjera que residía en la ciudad, sobre el culto católico y sobre el teatro y la ópera en esos
años, así como sobre otros temas. Son particularmente minuciosas las descripciones de las
costumbres de los habitantes y de las prácticas religiosas. Una de ellas, el suministro del
Santísimo Sacramento a los agonizantes, reclamó una especial atención del autor: "(...) Una
campana anuncia a los transeuntes que la procesión está cerca. Cuando se aproxima, éstos
deben descubrirse y, al llegar el coche, ponerse de rodillas. Como esta operación suele ser
muy enojosa en las calles sucias, los extranjeros suelen huir al toque de las campanas. Los
jinetes descienden de sus caballos y se arrodillan. Cuando el Sacramento pasa de noche se
67
JOHNSON, Lyman y Susan Midgen Socolow, 1980, pp 345 y 346.
68
ROMERO, José Luis, 1983, tomo I, p 173.
69
ROMERO, Luis Alberto, 1983, tomo I, p 182. Ver también GIBERTI, Horacio, pp 119-123.
70
Famoso por las acuarelas que constituyen un valioso testimonio gráfico de la ciudad en aquellos
años.
26
iluminan las casas y sus habitantes se ponen de rodillas. -¿Por qué te arrodillas? -le pregunté
a un muchacho esclavo de la casa en que me hallaba. -Porque Dios está en el coche -me
71
contestó."
En el mes de abril de 1824 llegó a Buenos Aires Woodbine Parish, quien se desempeñó como
cónsul general británico. Parish traía instrucciones del primer ministro Canning, de reunir toda
la información y mapas que pudiese. En 1839 fue publicado en Londres su libro Buenos Aires
y las provincias del Río de la Plata, calificado por José Luis Busaniche como "una pequeña
enciclopedia de conocimientos sobre el país argentino en la primera mitad del siglo pasado,
donde todo es genuino, acendrado, de primera mano, podríamos decir de primera agua".72
En la segunda edición de su libro, aparecida en Londres en 1852, Parish incorporó
documentación que le había sido enviada desde Buenos Aires y, especialmente, de la
Colección de Obras y Documentos relativos a la historia antigua y moderna de las Provincias
del Río de la Plata, por Pedro de Angelis, publicada entre 1836 y 1837.73
Parish residió en Buenos Aires ocho, años regresando a Inglaterra en 1832. Durante esos
años las casas de las familias acomodadas sufrieron grandes transformaciones, entre las que
Parish destaca el uso de empapelados franceses para recubrir las antiguas paredes
blanqueadas y la incorporación de estufas a carbón en reemplazo de los sofocantes braseros,
pero se mantenía el uso de rejas como protección, a veces decoradas con plantas. El valor de
las propiedades impulsó la construcción de pisos altos, que cambiaron el aspecto de la
ciudad, y el empedrado de las calles principales. Resalta Parish la importancia del caballo en
las actividades de la ciudad: "Casi todo lo que se introduce en la ciudad se hace a caballo:
más aún, puede decirse que todo se toma a caballo". (...) "Las redes para pescar eran
tendidas por un hombre a caballo y eran así arrastradas hasta la costa, el agua de los pozos
era sacada por un hombre a caballo y hasta los mendigos recorrían las calles de Buenos
Aires a caballo. Los pasajeros recién llegados a Buenos Aires eran desembarcados en carros
74
tirados por caballos."
71
AUTOR ANONIMO ("Un inglés"), p 139.
72
BUSANICHE, José Luis. Estudio preliminar del libro de Woodbine Parish, Buenos Aires y las
provincias del Río de la Plata, 1958, p 25.
73
Idem, p 21.
74
PARISH, Woodbine, 1958, ob. cit., p 186.
27
1854 sólo existieron 90 días hábiles de trabajo sobre un total de 182 días del semestre.
Ademas, entre 1826 y 1845 el puerto sufrió tres bloqueos prolongados de las flotas brasileña,
francesa y anglo- francesa que, en conjunto, representaron mas de ocho años de casi total
paralización de sus actividades.
Este proyecto estuvo vigente poco más de un año: el breve lapso del gobierno de Rivadavia.
Los terratenientes consideraron que el proyecto constituía un ataque a sus intereses, ya que
se les quitaba la zona mas productiva de la provincia, que incluía los ingresos provenientes
76
del puerto, representando éstos el 75% de la renta del gobierno provincial. La presión
ejercida por los terratenientes -encabezados, entre otros por Nicolás de Anchorena y el futuro
gobernador, Juán Manuel de Rosas- determinó la renuncia de Rivadavia en junio de 1827.
Poco tiempo antes de este suceso, Rivadavia había propuesto lo que se puede considerar
como el primer plan para la ciudad de Buenos Aires. En la introducción, el decreto del 9 de
mayo, establecía claramente sus objetivos: "El Departamento Topográfico ha presentado la
necesidad de establecer un sistema de comunicación entre la Capital y los diferentes puntos
de la campaña, antes que el aumento de población y de edificios haga mayores las
dificultades que ya se sienten para realizar una medida de tanto interés y comodidad (...)".77
Este plan vial, respetado por los sucesores de Rivadavia, incorporó varios elementos que
determinaron buena parte de la traza actual de la ciudad. Las calles y avenidas que se
proyectaron orientaron, posteriormente, las características urbanísticas del área central,
debido a las distintas ampliaciones y ensanches de que fueron objeto a partir de la década de
1880. Basicamente el plan consistió en una avenida de circunvalación en la periferia del
municipio
78
-las actuales avenidas Callao y Entre Rios - de la que partían otras nueve. Dos avenidas en
ubicaciones opuestas fueron creadas a trece cuadras al norte y diecinueve cuadras al sur de
la calle de la Plata (actual avenida Rivadavia): son las actuales calles Juncal e Ituzaingó (hoy
Caseros), respectivamente. Las siete avenidas restantes, comprendidas entre las anteriores,
siguieron la traza de algunas calles existentes: de norte a sur, las avenidas Santa Fe,
75
El resto de la provincia de Buenos Aires quedó dividida en otras dos: la de Paraná, al norte, con
capital en San Nicolás y la del Salado, al sur, con capital en Chascomús. TANZI, Hector José, pp 299 y
300. Véase también UBEIRA, Alcira Mercedes, pp 313-322.
76
LYNCH, John (b), 1983, tomo I, p 190.
77
PRADO Y ROJAS, Aurelio, 1877, tomo III p 246.
78
Esta avenida poseía 30 varas de ancho (unos 27 metros), el mayor de todas las calles de Buenos
Aires. Su diseño es atribuido a Felipe Senillosa. DE LA FUENTE MACHAIN, Ricardo, 1962, p 35.
28
Córdoba, Corrientes, Belgrano, Independencia, San Juan y Patagones (hoy Brasil). El plan
incluyó reglamentaciones para el trazado y la línea de edificación de los caminos que
comunicaban la ciudad con otros pueblos importantes de la campaña, como San Isidro, San
79
José de Flores y Barracas.
A unos tres kilómetros al sur de la plaza central de la ciudad, en una zona rural, se ubicaban
los barrios de Barracas al Norte y Barracas al Sur, en el actual partido de Avellaneda), en el
estratégico cruce del camino que llevaba al sur con el Riachuelo. Allí se desarrolló una
importante actividad económica que, a partir de la creación de los primeros saladeros en 1815
y 1816, generó un notable movimiento de mercancías desde y hacia el puerto de La
80
Ensenada que siguió acentuándose en las décadas posteriores. Los barrios comprendidos
entre el puerto del Riachuelo y la ciudad, crecieron a través de este eje de gran tránsito
comercial, materializado en la estructura física de la ciudad.81 El visionario plan rivadaviano
estableció una mejor conexión entre la ciudad y su puerto con la todavía escasamente
poblada campaña de Buenos Aires.
El país atrajo en esas décadas a varios arquitectos europeos que dejaron obras significativas
79
Otro decreto, también fechado el 9 de mayo de 1827, indicaba en su artículo 1o que para estos
caminos "(...) la línea de cercos o edificios nuevos será determinada continuando la que tiene la mayor
parte de los edificios antes existentes." El artículo 2o, refiriéndose a reglamentaciones aprobadas
cuando Rivadavia era ministro de gobierno de Martín Rodríguez (Director Supremo de la Provincias
Unidas del Rio de la Plata), expresaba: "En estas delineaciones se observarán las disposiciones
generales sobre el ancho de las calles y caminos, y muy particularmente la que recomienda que en
ningún caso se disminuya la extensión de la via pública, aunque sea con objeto de que ella sea mas
recta". PRADO Y ROJAS, 1877, pp 245 y 246.
80
El antiguo puerto de La Ensenada se ubicaba a unos 45 Kilómetros al sur de la desembocadura del
Riachuelo, en el actual partido homónimo. Fue uno de los mas activos durante el período colonial. En el
mismo lugar se construyó un nuevo puerto (1883-1890) que tuvo relevancia hasta 1904, año en que fue
adquirido por el Gobierno Nacional.
81
SARGENT, Charles, 1974, p 5 y GUERIN, Miguel, 1980, tomo I, p 221.
82
ROMERO, Luis Alberto, 1983, p 182.
29
por su tamaño y, a veces, por la calidad de los diseños. Un ejemplo paradigmático fue la
fachada neoclásica de la Catedral de Buenos Aires (1822-1826), obra del arquitecto francés
Próspero Catelin y basada en el Palais Bourbon de París (actual Asamblea Nacional de
Francia). Dignos de mencionar también son la Catedral Anglicana, obra neodórica proyectada
en 1831 por el escocés Richard Adams, y la primitiva iglesia de San José de Flores (en el
pueblo homónimo) proyectada por el español Felipe Senillosa, demolida en 1879. Este
arquitecto fue también el autor del desaparecido caserón que hizo construir Juan Manuel de
Rosas, como residencia particular y sede de su gobierno, en los jardines de Palermo de San
83
Benito .
Luego de la caída de Rosas, las diferencias entre la Confederación Argentina, formada por las
provincias del interior, y el gobierno de la provincia de Buenos Aires, culminaron con la
seseción de ésta en 1852, convirtiéndose en un verdadero estado independiente. La
Constitución Nacional, sancionada en 1853, fue aceptada siete años mas tarde por el
gobierno porteño, con algunas reformas. Los recursos originados en el puerto de Buenos
Aires y su aduana fueron, a partir de 1860, administrados por el Estado Nacional. Sin
embargo, estas resoluciones no terminaron con la dificil relación entre la ciudad de Buenos
Aires y el resto del pais. El problema que representaba para la Confederación Argentina la
existencia de un único puerto habilitado para el comercio exterior, y que a través de él Buenos
Aires controlase la navegación en los rios de la cuenca del Plata hasta el Paraguay, determinó
que el Congreso Nacional sancionase una ley por la cual se establecía como capital del pais a
la ciudad de Rosario. La ley fue vetada por el presidente Bartolomé Mitre (1862-1868). El
tema fue nuevamente planteado a su sucesor, Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874),
pero llegado el momento de decidir sobre el rol de Buenos Aires, ejerció su poder de veto
sobre las leyes del Congreso, en tres oportunidades: 1869, 1871 y 1873. Las ubicaciones
sugeridas fueron nuevamente Rosario, Villa María (provincia de Córdoba) y, por tercera vez,
84
Rosario, respectivamente.
83
DE PAULA, Alberto (a), 1984 pp 57-92.
84
HARDOY, Jorge Enrique y María Elena Langdon, 1980, pp 208 y 209.
85
ROMERO, José Luis (a), 1983, tomo I, p 310.
86
SCALABRINI ORTIZ, Raúl, 1983, p 29.
30
Un plano topográfico de los alrededores de Buenos Aires, que incluye la cuadrícula de la
ciudad, levantado por Adolfo Sourdeaux hacia 1850, indica la ubicación de los núcleos de
Barracas, al sur, junto al Riachuelo; de San José de Flores, al oeste, y de Blanqueadas
(Belgrano) y Palermo de San Benito, al norte. De esos años es una descripción de Buenos
Aires del comerciante inglés William Hadfield. Aunque en su trazado y estructura seguía
siendo una ciudad colonial, Buenos Aires, en la década de 1850, era una aglomeración de
sorprendente dinamismo. A pesar de ello, algunos aspectos de la vida cotidiana no
presentaban grandes cambios con respecto a los indicados por el autor anónimo inglés de
Cinco años en Buenos Aires, 1820-1825 y años después por Parish, como la precaria forma
87
de desembarco en el puerto y el alto precio del agua.
31
provincia, de los cuales dos terceras partes eran ingleses y franceses en partes iguales. Pero
en 1850, mientras el número de franceses que vivían solamente en Buenos Aires y sus
suburbios superaba los 20.000, trabajando como artesanos, obreros y comerciantes, el
número de ingleses no había aumentado en igual proporción. Los norteamericanos,
especialmente de Nueva York, los italianos y los alemanes estaban bien representados.
Los principales productos exportados por el puerto de Buenos Aires a fines de la década de
1840, durante los últimos años del gobierno de Rosas eran, por su valor, cueros vacunos
salados, sebo, lana y carne salada. El conjunto de esos artículos representó en 1851 el 98,4%
del valor de las exportaciones totales por el puerto de Buenos Aires; las exportaciones de
cueros vacunos solamente representaron el 61,1% del total, las de sebo el 10,3%, las de lana
el 8,9% y las de carne salada el 8,1%. Otros artículos exportados eran cerda, astas, diversos
tipos de cueros, etc. Los principales importadores de cueros vacunos salados y astas eran
Gran Bretaña, Francia, Italia y Alemania; de cueros vacunos secos, Estados Unidos y
España. Cuba y Brasil eran los principales mercados para la carne salada que era utilizada
como alimentación de los esclavos.
89
Fundado en 1852 ocupó un predio en la calle Perú hasta 1856, año en que se lo trasladó al Palacio
Muñoa, obra del arquitecto Eduardo Taylor. Estaba ubicado en la actual calle Hipólito Yrigoyen. El
edificio fue demolido en 1971.
90
De Nicolás Canale es el trazado del pueblo de Almirante Brown (Adrogué), al sudoeste de la ciudad,
resuelto con un amanzanamiento en damero y plaza central a la que convergen dos diagonales. El
arquitecto Juan A. Buschiazzo, que tuvo tanta importancia durante la década de 1880, fue discípulo de
Canale. DE PAULA, Alberto (b), 1984, pp 67-71.
32
91
y Juan Martín Burgos, además del mencionado Juan A. Buschiazzo.
En 1869 Argentina era un gran vacío demográfico. El Primer Censo Nacional de Población,
realizado en 1869, arrojó una población de 1.877.990 habitantes incluidos los que vivían en
los llamados territorios nacionales del noreste, o sea, en las actuales provincias de Chaco,
Formosa y Misiones, y en la Patagonia, formada por las actuales provincias de La Pampa, Río
Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
En 1869 la población argentina se concentraba a lo largo de la costa sur del río Paraná y del
río de la Plata y en algunos puntos de las provincias de Córdoba, Mendoza y Tucumán,
alrededor de las capitales provinciales. Ya en 1869, el 27.5% de la población nacional era
clasificada como urbana. El rápido crecimiento demográfico de la Argentina durante esos
años se debió, en buena parte, al saldo de inmigrantes extranjeros que en 1869 ya
representaban el 12,2% de la población nacional (211.000 personas). Hasta 1869 los saldos
anuales de inmigrantes extranjeros, formados esencialmente por italianos y en menor grado
por españoles, franceses, ingleses, suizos y alemanes, fueron bajos. Casi la mitad regresaron
a sus países de origen. Hasta la década de 1850 las inversiones extranjeras en la Argentina
fueron muy escasas. En su mayoría eran inversiones británicas en minería, empresas de
colonización y promoción de la inmigración, así como un préstamo al Gobierno de las
Provincias Unidas del Río de la Plata.
91
Buschiazzo nació en Italia, pero su familia arrivó a Buenos Aires cuando sólo tenía 4 años de edad.
Egresó como arquitecto de la Universidad de Buenos Aires en 1868.
92
RAZORI, Amilcar, tomo III, pp 431-477.
33
Hacia 1869 la distribución de la población en el pais ya mostraba la tendencia a concentrarse
en sus centros urbanos y, especialmente, en Buenos Aires y en otras ciudades y pueblos que
actualmente forman la principal conurbación del país que se extiende desde Rosario al norte
hasta La Plata -que sería fundada trece años después- al sur. Entre 1855 y 1869 la población
de la ciudad de Buenos Aires se duplicó. Sus 178.000 habitantes en 1869 representaban el
10,2% de la población nacional. Si agregamos la población que vivía en los partidos
suburbanos que forman actualmente el Area Metropolitana, el Gran Buenos Aires alcanzaba
en ese año a 242.215 habitantes, que representaban el 12,8% de la población nacional. La
primacía de Buenos Aires sobre la segunda ciudad del país -en 1869 Córdoba tenía 28.523
habitantes- comenzaba a acentuarse y su población era casi 30% superior a la población
agregada de las diez ciudades que la seguían en orden de importancia, nueve de ellas
capitales provinciales y, además, Rosario.93
El puerto de Buenos Aires era el más activo del país. Por ese puerto, aún sin instalaciones
adecuadas, se realizaban exportaciones tradicionales y otras hacia Francia, Bélgica, Gran
Bretaña y Estados Unidos, tasajo a Brasil y cueros a Gran Bretaña y Estados Unidos. La
oveja desplazó al vacuno en la producción ganadera convirtiendo a la lana en el principal
producto de exportación, siendo la provincia de Buenos Aires la principal área de cría del país.
Al promediar la década de 1850 existía una línea naviera que transportaba regularmente
pasajeros entre Liverpool y el río de la Plata, prolongado el recorrido iniciado años antes hasta
Río de Janeiro. El transporte de cargas era aún irregular, manejado por pequeñas empresas.
Simultáneamente, adquirieron mayor valor las tierras rurales de la provincia de Buenos Aires.
A diferencia de las iniciativas privadas en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, ningún
esfuerzo parecido por colonizar las tierras rurales se produjo en la de Buenos Aires. Muchos
inmigrantes transatlánticos se quedaron en Buenos Aires, donde encontraron trabajo en la
construcción o como jornaleros en el puerto y en otras actividades. Buenos Aires comenzó a
convertirse en una ciudad cosmopolita de comerciantes, empleados públicos, dependientes y
rentistas. Como consecuencia, creció la demanda de profesionales, especialmente de
médicos, abogados, ingenieros y escribanos.
El área de influencia del puerto de Buenos Aires era aún reducida. En 1870 existían sólo 732
kilómetros de vías férreas en un país que practicamente carecía de caminos 94. El ferrocarril
llegó al Tigre en 1865, a San Vicente y Brandsen, al sur de la ciudad, y a Chascomús en
1866, y a Luján, Mercedes y Chivilcoy antes de finalizar la década de 1860. Todos estos
centros de servicio de la campaña estaban a menos de 100 kilómetros de Buenos Aires o a
una distancia escasamente mayor.
Aunque la incorporación del ferrocarril, al disminuir los fletes, amplió el área de influencia del
puerto, recién a partir de la década de 1860 la red ferroviaria comenzó a adquirir una
dimensión nacional. La línea de fronteras avanzaba lentamente. Circunscripta hasta casi
mediados del siglo XIX a la antigua línea de fortines que partía de Magdalena al sur y
93
Rosario fue la ciudad que creció más rápido entre 1858 y 1869. Su tasa anual de crecimiento entre
esos años fue del 7,86%, una de las más altas de Iberoamérica y del mundo.
94
La Argentina construyó su primer ferrocarril algunos años después del Perú, Chile, Brasil, México y
Jamaica. El primer ferrocarril que operó en América del Sur fue el que unió Lima con el puerto de El
Callao en abril de 1851, pero la línea Veracruz-Moimbro, en México, comenzó a operar un año antes.
34
enlazaba a Ranchos, Montes, Lobos, Navarro, Luján, Areco y Salto, y hacia el oeste
avanzaba hasta Rojas y Melincué, sus distancias desde la costa del río de la Plata y del
Paraná oscilaban entre 100 y 150 kilómetros. Era la zona más segura. Más al sur existían
otros centros poblados muy vulnerables a los malones indígenas, como Dolores, Tandil,
Lobería, Bahía Blanca, y algunas estancias ovinas. Hasta la década de 1860, incluso el
camino a Córdoba presentaba riesgos y el camino directo a Mendoza solo era utilizado por los
viajeros en caso de gran necesidad.
En 1869, cuando se realizó el Primer Censo Nacional de Población, dentro de los límites de la
actual ciudad de Buenos Aires vivían 187.126 habitantes, incluidos aquellos aglomerados en
95
Los 8 nuevos partidos fueron Rivadavia, Viedma, Gral. Las Heras, Suipacha, Chacabuco, Ramallo
y , dentro del actual territorio del Area Metropolitana, Moreno y Merlo. Diario de Sesiones de la Cámara
de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, año 1869, p. 362.
96
Las leyes de división de territorio sancionadas en 1864 y 1865 fueron la causa fundacional de las
ciudades de Balcarce, Rauch, Lincoln, Ayacucho, Necochea, Castelli y Maipú. RAZORI, Amilcar, tomo
III, pp 386 y 387.
97
"Registro Gráfico de las propiedades rurales de la Provincia de Buenos Aires construido por el
Departamento Topográfico. Gobierno de la Provincia", mapa grabado por Julio Vigier, Buenos Aires,
1864.
35
el pueblo de Flores, al oeste, y de Belgrano al norte, y en los incipientes caseríos de la Boca y
de Barracas en la zona sur y dispersos en chacras y quintas. El 80% de la población de
Buenos Aires estaba concentrada en el área delimitada y trazada por Juan de Garay casi tres
siglos antes o en las prolongaciones del damero original. La ciudad ya mostraba un
importante crecimiento hacia el oeste, llegando a la plaza de las Carretas (la actual plaza
Once de Septiembre) y hacia el sur.
El Censo de 1869 registraba 14 pequeños poblados dentro de los límites de la actual Area
Metropolitana, pero fuera de los límites de la actual Capital Federal o ciudad de Buenos Aires.
La mayoría de los poblados se alineaban a lo largo de los tres caminos que unían el centro de
la ciudad con el área rural inmediata y con el resto del país. El camino Real hacia el oeste
cruzaba por el pueblo de Flores y luego atravesaba Morón (fundado en 1784) y,
posteriormente Moreno (fundado en 1864), en un área dedicada a la agricultura. El camino del
sur cruzaba el Riachuelo por el puente de Barracas y atravesaba el actual partido de
Avellaneda, rumbo a Quilmes, que surgió a partir de una reducción de indios que le dio su
nombre (1666), y el aislado pueblo de Ensenada, a unos 50 kilómetros de distancia; era una
zona esencialmente ganadera, marcando Ensenada el límite sur de las estancias distribuidas
durante la colonia. En las márgenes del Riachuelo surgieron, durante la década de 1810,
como ya se ha mencionado, una serie de saladeros de carne vacuna cuya producción era en
gran parte exportada. Avellaneda, con 8.003 habitantes, y Quilmes con 6.809 habitantes, eran
los partidos mas poblados en la vecindad de Buenos Aires fuera de los límites de la ciudad.
Hacia el norte partía el camino al Tigre, un puerto fluvial con 3.329 habitantes en 1869,
después de cruzar San Isidro y San Fernando. Por el puerto del Tigre, se desembarcaba la
madera utilizada en la construcción y como leña, además de frutas y verduras que consumían
los habitantes de la ciudad. Ya en la década de 1860, Tigre comenzaba a convertirse en un
lugar de veraneo de las familias ricas de Buenos Aires. San Fernando y San Isidro, con 4.154
y 3.955 habitantes respectivamente producían verduras y trigo. El camino del Norte o del
litoral, conocido también como Camino del Alto, era utilizado para ir a Santa Fe. El pueblo de
San Martín, al noroeste de la ciudad, se desarrolló junto a un camino secundario. De esos
años es el excelente Plano Topográfico de la ciudad de Buenos Aires y de todo su municipio
levantado por el Departamento Topográfico de la Provincia de Buenos Aires, dibujado por
Carlos Glade y publicado en 1867, y el libro Buenos Aires y otras provincias argentinas del
médico inglés Thomas J. Hutchinson, publicado en inglés por primera vez en 1863.
La ciudad contaba con seis mercados, cuatro de ellos inaugurados unos pocos años antes, y
bien ubicados para servir a los barrios más densamente poblados; existían cuatro teatros,
todos en la zona céntrica, y tres hospitales establecidos por las comunidades italiana, inglesa
y francesa. De la ciudad partían cuatro líneas de ferrocarril: la línea hacia San Fernando,
inaugurada en 1862, cruzaba el pueblo de Belgrano fundado en 1855 y ya convertido en el
primer suburbio residencial de la clase adinerada de Buenos Aires; la línea hacia el oeste
progresó lentamente -recién en 1860 llegó a Moreno-; otras dos líneas avanzaron hacia el
sur, llegando una de ellas a Barracas en 1865, con un ramal a la Boca, y siete años después
a Quilmes.
En esos años fueron levantados varios planos de la ciudad y su entorno de chacras y quintas.
Uno de los más detallados es el ya citado "Plano topográfico de los alrededores de Buenos
Aires" levantado hacia 1850 por el ex-capitán de la marina francesa Adolfo Sourdeaux, quién
preparó una importante Descripción Geográfica y Estadística de la Conferación Argentina.
Sourdeaux incluyó en su plano un área territorial muy amplia que se extendía hasta el pueblo
de San José de Flores al oeste, el futuro sitio de Belgrano -en esos años un modesto caserío
alrededor de una pulpería- al norte y el pueblo de Barracas en la margen sur del Riachuelo.
Indicó también los caminos que se dirigían hacia el interior en esas tres direcciones y los
caminos que cruzaban el área en todas direcciones, prescindiendo de las direcciones de la
cuadrícula original a medida que se alejaban del área construida. Así aparecen marcados,
algunos por primera vez, hitos importantes de la ciudad contemporánea, como el trazado
incompleto de la avenida Pueyrredón, que comenzaba a formar y forma un semicírculo de
norte a sur, del río de la Plata al Riachuelo, rodeando la primera extensión del centro de la
ciudad; el trazado de las actuales avenidas Las Heras y Santa Fe y la extensión de ésta hasta
el norte, hasta mas allá de Belgrano; el mercado del Oeste (en la actual plaza Lorea, al final
de la Avenida de Mayo) y plaza de las Carretas (actual plaza Once de Septiembre) y la quinta
de Lezica (actual parque Rivadavia), entre otros detalles. La ciudad se extendía más hacia el
Sur y el oeste que hacia el Norte. Hacia el Sur funcionaba aún el puerto de Buenos Aires,
cerca de la boca del Riachuelo, donde había sido construida la Aduana de la Boca, y aguas
arriba, en el poblado de Barracas, estaban los saladeros de Llambí y Cambaceres, Cobos,
Dowdall, Pizarro, el saladero "de la Francesa", el "del Relox" y otros que ya comenzaban a
contaminar el rio.
Mucho más detallado es un plano de 1856 de la ciudad propiamente dicha, desde la avenida
Callao y Entre Ríos al oeste hasta el río, y desde Retiro hasta el parque Lezama, enriquecido
por numerosas referencias y adornado con numerosos dibujos de edificios y paseos de la
ciudad. Su autor fue el ingeniero Nicolás Grondona, oficial del ejército del Reino de Cerdeña
contratado por la Confederación Argentina. El plano, que cubre 468 (ó 484) manzanas, no
todas construidas, indica la ubicación del viejo muelle de madera construido para el
desembarque de pasajeros en 1855, el trazado del primer ferrocarril argentino, inaugurado en
1857, que partía de la plaza del Parque, actual plaza Lavalle, y el Paseo de Julio o Alameda,
el primer paseo público construido en el borde inferior de la barranca. El plano indica la
ubicación de los edificios públicos y religiosos, de los hospitales, clubes y salas culturales
públicos.
Estas sucesivas referencias cartográficas señalan los profundos cambios físicos que habían
tenido lugar en la ciudad. En 1857 tuvo su primer plan de pavimentación y, al año siguiente, la
iluminación a gas llegó a las calles Victoria (Hipólito Yrigoyen), Chacabuco y Bolívar.99 "Era el
triunfo del liberalismo y la modernizacion: el atildado gentleman del Club de Progreso podía
98
HUTCHINSON, Thomas, 1945.
99
ROMERO, José Luis (b), 1983, p 311.
37
100
esperar que Buenos Aires se pareciera a París".
100
Idem.
38
Capítulo 4
Federalización de la ciudad
La ley de federalización de 1880 fijaba para la ciudad los mismos límites que habían sido
101
ROMERO, José Luis, 1976.
102
CORTES CONDE, Roberto y Ezequiel Gallo, 1986, p 38.
103
La Ley Nº 1029, declarando el Municipio de Buenos Aires Capital de la República, fue sancionada
por el Congreso el 20 de septiembre de 1880 durante la presidencia de Nicolás Avellaneda.
39
104
determinados en 1867. Estos límites fueron ampliados en 1887 y se anexaron las
jurisdicciones de los pueblos y partidos de Belgrano y de Flores que la bordeaban por el norte
y por el oeste. Quedó así definida una extensa área de 18.869 hectáreas, que en su mayor
parte comprendía terrenos de usos rurales y baldíos. Estaba limitada hacia el sur por el río de
la Matanza o Riachuelo que la separaba del entonces partido de Barracas al Sur, hacia el este
y noreste por el río de la Plata, hacia el norte y noroeste por los entonces partidos de San
Isidro y de San Martín y hacia el oeste y suroeste por el partido de Matanza (ver figura Nº 8).
Composición demográfica
Al promediar la década de 1880, Buenos Aires era la ciudad con mayor número de habitantes
de América Latina, habiendo superado pocos años antes a Río de Janeiro y México. La tasa
promedio anual de crecimiento de la población de Buenos Aires entre el Censo Nacional de
Población de 1869 y el Censo Municipal de la ciudad de Buenos Aires de 1887, alcanzó al
4,77%. Su crecimiento era más bajo que el de otras ciudades de rápido crecimiento de
América del Norte durante los mismos años, como Chicago (6,8% entre 1870 y 1880) y San
Francisco (5,6% entre 1870 y 1880) y de América Latina, como Montevideo (5,87%) y Bogotá
(6,26%) en la década de 1880. Sin embargo, la tasa de Buenos Aires era mayor a la
experimentada en la década de 1880 por Rosario (4,52%) y en la década de 1890 por Río de
Janeiro (3,64%) y San Pablo (4,2%).105
El Censo Municipal del 15 de septiembre de 1887 arrojó una población de 433.375 habitantes
para el recientemente designado Distrito Federal que comprendía el antiguo municipio
(404.173 habitantes), los antiguos partidos de Flores (15.575 habitantes) y Belgrano (9.810
habitantes), y la población fluvial (3.817 habitantes).106 Los residentes extranjeros (228.641)
representaban el 52,8% de la población total. Entre éstos predominaban los italianos (31,1%),
los españoles (9,0%) y los franceses (4,6%); el restante 8,1% tenía como nacionalidades más
representativas a los uruguayos, ingleses, alemanes, suizos y austríacos.107 Los argentinos
(204.734) representaban el 47,2% de la población total. Entre los argentinos predominaban
los migrantes de otras provincias (29,6%) sobre los nacidos en la Capital Federal (17,6% del
total). Entre los oriundos de otras provincias, el 27,1% provenían de la provincia de Buenos
Aires y sólo el 2,5% del resto del país, predominando los provenientes de las provincias de
Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes y Tucumán.
La ciudad de Buenos Aires absorbió el mayor número de los inmigrantes que llegaron a la
Argentina entre 1871 y 1887. La mayoría de los inmigrantes declaraban ser agricultores
104
El antiguo municipio estaba limitada al norte por el arroyo Maldonado, al sur por la Riachuelo y al
este por el río de la Plata; el límite oeste lo determinaban las actuales calles Córdoba, Medrano, Castro
Barros y Boedo hasta alcanzar el Riachuelo en el puente Alsina.
105
HARDOY, Jorge E. y María Elena Langdon, 1978, pp 115-173.
106
Censo Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, 1887, tomo II, pp 6-8
107
2.015 habitantes (0,67%) provenían de otras cinco naciones latinoamericanas: Paraguay, Brasil,
Chile, Perú y Bolivia. No puede descartarse un número mayor de latinoamericanos incluidos en el censo
bajo otras nacionalidades de origen.
40
(76,2%), otros dijeron ser jornaleros (5,0%) o artesanos o artistas (2,6%) o comerciantes
(1,9%) y no faltaban los que declaraban no tener profesión (7,8%) o desempeñar oficios
diversos. En el cuadro Nº 1, que nos muestra el número total de inmigrantes que entraron al
país entre 1857 y 1887, se observa el alto porcentaje de mujeres italianas y portuguesas
(estas últimas incluidas en el conjunto de varias nacionalidades) y el comparativamente bajo
porcentaje de niños y niñas; la mayoría eran hombres solteros o casados solos. Mayor
porcentaje de mujeres inmigraron en los años prósperos, como fueron algunos de la década
108
de 1880. Fueron los años 1885, 1886 y 1887 los que dejaron el mayor número de
inmigrantes durante la década de 1880.
Sus ocupaciones
El Censo Municipal de 1887 intentó clasificar a la población mayor de 14 años por sus
profesiones, distinguiéndola por sexo y entre argentinos y extranjeros.109 De las 299.840
personas mayores de 14 años censadas, 96.568 (32,21%) no especificaron su profesión.110
Como el censo no registra el número de inactivos debe asumirse que esas 96.568 personas
que no especificaron su profesión incluyen a un importante número de mujeres (76.310) y de
hombres (20.258) de más de 14 años, algunos de las cuales estarían buscando trabajo, así
como a enfermos e inválidos.
Tampoco quieren decir las cifras del censo que todas las personas que declararon su
profesión estuviesen efectivamente empleadas el día del censo. Simplemente es una
indicación de la experiencia profesional de la oferta de mano de obra. De todos modos refleja
una cierta estructura del mercado laboral. Domésticos y jornaleros representaban el 9,96% y
el 9,10%, respectivamente, de las profesiones declaradas. Entre los domésticos
predominaban las mujeres nacionales y extranjeras distribuidas de manera muy equilibrada.
Del total de jornaleros, el 87,8% eran varones extranjeros. Otras profesiones bien
representadas eran las de lavanderas (1,51%) y planchadoras (1,50%), mano de obra casi
totalmente femenina.
108
El porcentaje de mujeres que inmigraron entre 1857 y 1887 fue el 21,27% del total de inmigrantes.
109
En 1887, la población de 14 años y menos sumaba 129.749 personas y representaba el 29,93% de
los 433.375 habitantes que constituían la totalidad de las personas que se hallaban presentes en el
recientemente formado Distrito Federal el día del censo (15 de septiembre de 1887).
110
Tenemos la impresión de que también fueron excluidos de esta pregunta la población con 71 años
de edad y más. Si a la población total (433.375 habitantes) se le resta la de 14 años y menos (129.749
habitantes), la de 71 años y más (2.965 habitantes) y sin especificar edad (714) suman 299.947
habitantes, cifra prácticamente igual a las 299.840 a quienes se registró en el censo por profesiones.
41
y como domésticas, costureras, modistas, lavanderas y planchadoras las mujeres.
Recreación y lecturas
Durante las dos últimas décadas del siglo XIX el teatro fue una de las principales actividades
recreativas de la ya cosmopolita población de Buenos Aires. En esos años el centro de la
ciudad contaba con varias salas, siendo las mas importantes el antiguo Teatro Colón,
construido en 1887, el Variedades, el Politeama, el Odeón y el Opera, situado sobre la calle
Corrientes, en el predio del actual cine que lleva el mismo nombre.
La actividad teatral porteña estuvo ubicada entre las cuatro o cinco más importantes del
mundo, por la cantidad de espectadores, por el número de obras y por la puesta en escena
de óperas y clásicos universales, algunos representados por actrices de la talla de Sara
Bernhardt y Eleonora Duse. A la par de estas manifestacones de la cultura europea, hubo en
Buenos Aires otra vertiente teatral de neto corte nacional, compuesta por el drama gauchesco
111
y algo después por el sainete, que tuvieron un enorme éxito de público. En 1872, José
Hernández publicó el extenso poema El gaucho Martín Fierro, unos de los clásicos de la
literatura argentina. Su representación teatral lo consagró como una pieza cumbre del teatro
gauchesco. Otras obras del mismo género que obtuvieron los favores del público fueron Juan
Moreira (1884), de Eduardo Gutiérrez, y Calandria (1896), de Martiniano Leguizamón. El circo
criollo, un producto verdaderamente original de la cultura argentina de finales del siglo XIX,
presentaba en un mismo espectáculo al circo tradicional con trapecistas, malabaristas y
payasos, seguido por la representación de obras del teatro nacional y, a veces, también
universal. A la familia Podestá se debe la invención de este "género", que dio al país gran
parte de sus mejores actores.112
Algunos periódicos de gran tirada y larga trayectoria como formadores de opinión fueron
creados en esta época, como La Prensa y La Nación. La Prensa fue fundado en 1869 por la
familia Gainza Paz; un año después, otra familia patricia -los Mitre- fundó La Nación. Ambas
publicaciones se constituyeron en los órganos de difusión del pensamiento liberal-
conservador, como continuan siéndolo en la actualidad.
En paralelo a esa cultura oficial y muy ligados al proceso de expansión del drama gauchesco
y el circo criollo, se desarrollaron los folletines -novelas impresas en libros de pésima factura-
dirigido al nuevo público lector formado por la aplicación de las políticas de educación pública.
El criollismo, como texto escrito o representación teatral o circense, fue el medio a través del
cual, hasta cerca de 1910, el vasto mosaico étnico y cultural que poblaba la ciudad, adquiría
carta de ciudadanía a nivel cultural.117
La vivienda
Las 20 secciones censales que componían el antiguo municipio se densificaron, aún las que
constituían el centro que estaban más ocupadas.118 En algunas secciones inmediatas al
115
WILDE, Eduardo. "La carta de Recomendación", del libro Tiempo perdido, en Obras completas,
tomo XI, p 159.
116
Nos referimos a las "causeries" que Mansilla dedicó, por ejemplo, a Eduardo Wilde, a Lucio V.
López, a Torcuato de Alvear, a Carlos Pellegrini y a Bartolomé Mitre. VIÑAS, David, 1982, pp 151-153.
117
Ver de Rodolfo PRIETO, El discurso criollista en la formación de la Argentina moderna, Editorial
Sudamericana, Buenos Aires, 1988.
118
Las secciones de la Capital Federal establecidas para el Censo Municipal de 1887, comprendieron
las 20 secciones electorales del antiguo municipio de Buenos Aires, más los ex-partidos de Flores y
Belgrano. A esta nomenclatura nos remitiremos para este capítulo. En el Censo Municipal de 1904 se
redefinieron las secciones del terrritorio del Distrito Federal y, en 1909, el nuevo Censo Municipal las
identificó como barrios. Esta delimitación y nomenclatura, se mantuvo en censos municipales y
nacionales hasta 1960. El primitivo centro de la ciudad, compuesto en 1887 por las secciones de
43
antiguo centro, como las de Balvanera, Pilar y San Cristóbal el aumento de la densificación
fue notable (cuadro Nº 3 y figura Nº 9). Fueron las secciones donde se construyeron el
mayor número de casas. En Balvanera (sección 10), cuya densidad pasó de 8 a 98 personas
por hectárea entre 1869 y 1887, el número de casas pasó de 392 a 3.260.
La gran mayoría de las casas eran de una sola planta. De las 33.804 casas registradas en el
Censo Municipal de 1887, sólo 36 tenían 4 pisos y 436 tres pisos, concentradas en las seis
119
secciones del centro. Las 4.979 casas de dos pisos tenían una dispersión mayor. Una casa
de cada tres (12.211) estaba alumbrada a gas, pero la mitad estaban en las seis secciones
céntricas. En cambio, sólo una casa de cada cinco estaba conectada al servicio de aguas
corrientes y, nuevamente, las secciones céntricas eran las mejor servidas. Más de la mitad de
las casas extraían agua de pozos y en más del 21% habían sido construidos aljibes; el 6% de
las casas no tenían agua. En algunas de las secciones con más rápido crecimiento de
población, como las de Balvanera y San Cristóbal, el agua era extraída de pozos, a pesar de
que la densidad general de esas secciones superaban, en algunos distritos, las 100 personas
por hectárea. El censo de 1887 no menciona la existencia de ranchos, lo que parece muy
improbable; en 1869 existían 1.300 casas con techos de paja (es decir, ranchos según el
censo de 1869) y el número de casas construidas entre 1869 y 1887 fue muy inferior a la
demanda por crecimiento de la población.
La típica casa de la ciudad tenía entre 3 y 6 piezas. Las casas con este número de piezas
constituian el 45,7% del total de casas. Existía un importante número de casas con 11 a 15
piezas (3.338 sobre un total de 33.804 casas) repartidos en todas las secciones pero con una
elevada concentración en las secciones de Balvanera, El Pilar, El Socorro, en la Boca y en las
seis secciones centrales. Igualmente, 462 de las 793 casas con 30 piezas o más estaban en
las seis secciones céntricas, 158 en las secciones 13 a la 16, y 24 en la 10. El número de
habitaciones no discriminaba la calidad de ocupación, fuera esta en grandes casonas o
conventillos.
La casa patriarcal
A principios de la década de 1870 las familias adineradas de la ciudad emigraron de su
tradicional barrio al sur de la Plaza de Mayo, para ubicarse al Norte de la avenida Rivadavia
(Catedral al Norte, El Socorro, Pilar). En ese mismo año, la población de Buenos Aires fue
afectada por una epidemia de cólera y al año siguiente por otra, mas grave aún, de fiebre
amarilla, que causó la muerte de 17. 000 personas, cerca del 10% de la población de la
120
ciudad. Se ha reconocido en estos factores la causa principal del traslado del habitat de las
familias acaudaladas.121 Sin embargo, es posible que también figurase entre los motivos de
la mudanza, la necesidad de definir un espacio propio dentro de la ciudad, que fuera
identificado con las importantes transformaciones que el país estaba manifestando. Las
Catedral al Norte, Catedral al Sur, San Miguel, San Nicolás, Piedad y El Socorro (1 a 6, respectivamente)
equivalía aproximadamente a lo que posteriormente fueron las secciones de Montserrat (13a) y de San
Nicolás (14a), entre 1904 y 1960.
119
En 1869, cuando se realizó el Primer Censo Nacional de Población, no existían en Buenos Aires
casas de 4 pisos, 183 tenían 3 pisos, 2.078 tenían 2 pisos y 18.597 un solo piso.
120
RAWSON, Guillermo, 1876, p 151.
121
Como por ejemplo las familias Anchorena, Ocampo, Azcuénaga, Pacheco, Guerrero, entre otras.
IGLESIA, Rafael, 1985, pp 137-141.
44
mejoras urbanas ejecutadas en el área norte de la Capital, bajo la intendencia de Alvear,
aceleraron el traslado de la alta burguesía que se instaló en casas compactas de 2 o 3 pisos
tipo "petit-hotel".
¿Qué casas se estaban abandonando en el barrio sur? Fundamentalmente las viejas casonas
122
coloniales de una sola planta, con sucesivos patios rodeados de habitaciones , herederas
de la casa española e italiana del Mediterráneo. A mediados del siglo XIX, estas casas,
algunas de estilo "italianizante", mantenían el patio como centro de la vida familiar y su
número definía la categoría de la vivienda. Al primer patio daban la sala y el comedor; al
segundo los dormitorios; y al tercero (si lo había), los servicios y era también utilizado como
huerto. Algunos de estas grandes casonas del sur fueron abandonadas, otras alquiladas por
piezas. En ambos casos, su destino fue el mismo: el conventillo, casi la única opción
disponible para la creciente masa migratoria.
Conventillos
Los conventillos constituyeron la respuesta del sector privado a la demanda de vivienda de los
sectores con bajos ingresos. Existían conventillos en todas las secciones del antiguo
municipio, en Flores y en Belgrano, pero las secciones en las cuales existían los más altos
porcentajes de conventillos eran la Boca, las seis secciones que formaban el centro
tradicional y las secciones vecinas al centro, como El Socorro y Balvanera, en rápida
expansión urbana debido al desarrollo de la red de tranvías (cuadro Nº 3, columna II).
"Un cuarto de conventillo, como se llaman esas casas ómnibus que albergan desde el
122
También denominada "casa patriarcal". Idem, pp 137-138.
123
De acuerdo al censo de 1887 existían 33.804 casas en el nuevo distrito federal que incluía también
a los antiguos partidos de Flores y Belgrano.
124
El 34,3% de los habitantes en conventillos (39.843) eran argentinos y el 65,7% extranjeros
(76.324). El número de varones extranjeros (49.993) era muy superior al de mujeres (26.331). Entre los
argentinos el número de mujeres (20.388) era ligeramente superior al de varones (19.455).
45
pordiosero al pequeño industrial, tiene una puerta al patio y una ventana,
cuando más; es una pieza cuadrada de cuatro metros por costado, y sirve para
todo lo siguiente: es la alcoba del marido, de la mujer y de la cría, como dicen
ellos en su lenguaje expresivo; la cría son cinco o seis chicos debidamente
sucios; es comedor, cocina, despensa, patio para que jueguen los niños, sitio
donde depositar los excrementos, a lo menos temporalmente, depósito de
basura, almacen de ropa sucia y limpia si la hay, morada del perro y del gato,
depósito de agua, almacén de comestibles, sitio donde arde a la noche un
candil, una vela o una lámpara; en fin, cada cuarto de éstos es un
pandemonium donde respiran, contra prescripciones higiénicas del organismo
mismo, cuatro, cinco o más personas. De manera que si hubiera algo hecho
con el propósito de contrariar todos los preceptos higiénicos, al hacer un
conventillo no se hubiera acertado mejor."125
Mercado inmobiliario.
La venta de inmuebles y los alquileres constituyeron un excelente negocio. Entre 1885 y 1887
los precios de 22 productos de almacén no sufrieron casi alteraciones, sin embargo, el valor
medio de las propiedades tuvo, entre 1886 y 1887, una fuerte alza: en 1886 se vendieron en
el antiguo municipio 4.403 inmuebles con 5.064.725 m2 por un total de 38.426.792 $ a un
valor medio de 7,5 $ el m2 y de 8.727,41 $ por propiedad. En 1887 el número de inmuebles
vendidos se elevó a 6.416 con 7.424.259 m2 y un valor total de 83.895.209 $ y un valor medio
de 11,30 $ el m2 y de 13.086,13 $ por propiedad. Los barrios donde se realizaron el mayor
número de ventas fueron Pilar, San Cristóbal y Balvanera, que eran tres áreas recientemente
incorporadas a la expansión del centro de la ciudad: el 67,94% de las ventas en 1886 y el
70,82% de las ventas en 1887 se concretaron en esos tres barrios.
Los precios más altos por metro cuadrado se registraron en la parroquia de Catedral al Sur.
En 1886 fueron vendidas en la calle Rivadavia 3 propiedades con un total de 3.099 m2, a un
promedio de 181,70 $ el m2 y un año después, dos propiedades en la misma calle, con un
total de 2.739 m2 alcanzaron un promedio de 368,75 el m2. Una venta realizada en 1887 en la
calle Victoria (actual Hipólito Yrigoyen) alcanzó un máximo de 346,32 $ el m2 (se trataba de
una pequeña propiedad de sólo 231 m2) cuando un año antes, el promedio de cuatro ventas
fue de 37,59 $ el m2. Los valores superiores a 300 $ el m2 eran excepcionales, pero en casi
todas las calles de las parroquias Catedral al Norte y Catedral al Sur y en algunas calles de
las parroquias de San Miguel y San Nicolás, se alcanzaron en 1887 precios superiores a 100
$ el m2.126 Los valores del m2 subieron en todas las secciones, pero porcentualmente los
mayores incrementos se produjeron en las parroquias del Pilar donde los precios promedio
subieron de 4,09 $ a 7,26 $ el m2 y en San Cristóbal donde los precios promedio subieron de
2,39 $ a 5,44$ el m2.
Había sólo 411 casas desocupadas en el Capital Federal en 1887 que representaban
el 1,21% de las 33.804. Una casa de cada tres (12.910) estaban ocupadas por sus
125
WILDE, Eduardo. Curso de Higiene Pública, en Obras Completas, Tomo III, Talleres Peuser,
Buenos Aires, 1923, pp 29 y 30.
126
Las calles más cotizadas eran Rivadavia (la más cara), Victoria (actual Hipólito Yrigoyen), Piedad
(Bartolomé Mitre), Cuyo (Sarmiento), Paseo de Julio (Leandro N. Alem), Cangallo (Juan D. Perón), Artes
(Carlos Pellegrini), Belgrano, Bolívar, Esmeralda y Suipacha, siempre en la proximidad de Rivadavia y de
la Plaza de Mayo.
46
propietarios. Los alquileres eran altos, en relación a los ingresos de quienes buscaban
alojamiento, y en continua alza. "Casas que en 1880 producían un alquiler mensual de 100
pesos hoy, sin ninguna mejora ni aumento de comodidades producen un alquiler mensual de
127
300, 400 y hasta 500 pesos." Era tal la demanda, que las casas y los departamentos se
alquilaban antes de estar terminados.
La gran masa de la población no tenía acceso a la propiedad. El salario medio mensual de los
trabajadores industriales oscilaba entre un máximo de 90 pesos para los litógrafos y tapiceros,
75 pesos para los armeros, carpinteros, herreros, zapateros, pintores y tipógrafos, y un
mínimo de 30 pesos para las costureras y 45 pesos para los panaderos, modistas y
colchoneros. El salario mensual promedio de las 20.033 personas que trabajaban en el
comercio por un salario fijo era de 48,75 $, oscilando entre un mínimo de 36 $ por mes para
los peones y un máximo de 139 $ para los tenedores de libros. Los jornales diarios para
obreros y aprendices de ambos sexos, oscilaban en septiembre de 1887 entre 0,50 $ o
menos y 3,00 $ o más, aunque para la gran mayoría los jornales oscilaban entre 1,00 $ y 2,50
128
$ por día.
Con esos salarios era imposible acceder a los créditos del Banco Hipotecario Nacional que,
desde su creación el 14 de septiembre de 1886 hasta el 31 de diciembre de 1887, habría
otorgado un total de 2.042 préstamos por 26.728.400 $m/n y un promedio de 13.089,32 $m/n
por préstamo.129 Del total de 2.042 préstamos, 25 fueron por valores que oscilaban entre
100.100 y 250.000 pesos con un promedio de 178.400 $ por préstamos; 61 préstamos fueron
por valores entre 50.100 y 100.000 pesos y 194 por valores entre 20.100 y 50.000 pesos, con
promedios de 78.918 $ y 34.412 $, respectivamente. En otras palabras, para esos 281
préstamos fueron utilizados más de 15,5 millones de $m/n que representaban el 59,66% de
los montos otorgados. Cerca de la mitad de las unidades de vivienda (15.262) se alquilaban a
50 $ y menos y otros 3.329 alquileres oscilaban entre 51 y 60$. La gran mayoría de los
alquileres más bajos estaban en secciones como la 10, 15, 17, 18, 19 (Barracas) y 20 (Boca)
y en Belgrano y Flores donde podía alquilarse una pieza de 4 x 4 metros o menos por 12 ó 15
$ mensuales.
127
Censo Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, 1887, tomo II, p 102.
128
Idem, pp 230 y 231 y pp 347 y 348.
129
Al ser creado el banco Hipotecario Nacional, el Banco de la Provincia de Buenos Aires dejó de
acordar créditos a las propiedades ubicadas en la Capital Federal.
47
Capítulo 5
La propuesta presentada en 1872 a las cámaras de la provincia de Buenos Aires por Carlos
Carranza y Daniel Solier era mucho más simple. Propusieron la apertura de una avenida de
40 metros de ancho, entre las calles Rivadavia y Victoria, entre la actual Plaza de Mayo y el
límite oeste del antiguo municipio. "Pedían estos señores que se les permitiese expropiar
todas las propiedades que componen las manzanas comprendidas por la avenida y se
comprometían a entregar ésta al servicio público perfectamente adoquinada, con veredas de
5 varas de ancho (4,325 metros); a establecer una doble vía de tramways dividida por una
calle o hilera de árboles, y a edificar a cada lado elegantes edificios, dotados de todas las
comodidades".133 Ninguno de los dos proyectos fue tomado en consideración, aunque en la
década de 1880 y siguientes, sus ideas principales fueron varias veces retomadas y algunas,
como la apertura de la Avenida de Mayo, fueron realizadas.
130
Buena parte de este capítulo esta basado en el trabajo de Margarita Gutman y Jorge Enrique
Hardoy "La ciudad que intentó transformar el intendente Torcuato de Alvear. Buenos Aires 1880-1890",
presentado en el Seminario de Homenaje a José Luis Romero, organizado por la Universidad de Buenos
Aires, en abril de 1988.
131
Un "distinguido ciudadano de Buenos Aires". MARTINEZ, Alberto B., 1889, tomo I, p 105.
132
El nombre de las calles cambiaba, como actualmente, en la Avenida Rivadavia.
133
MARTINEZ, Alberto B., 1889, tomo I, p 106.
48
Durante la década de 1880 el área ocupada por el antiguo municipio quedó casi totalmente
cubierta por un damero que se extendía uniformemente, sin otras modificaciones que las
determinadas por el curso de los arroyos y por el trazado de caminos surgidos tiempo atrás.
Los principales caminos partían de tres grandes espacios abiertos ubicados al norte, oeste y
sur de la ciudad, conectándola con la campaña luego de atravesar los antiguos pueblos de
Belgrano al norte y Flores al oeste, y a través del puente del Riachuelo con el suburbio de
134
Barracas al Sur.
Otra explicación que no excluye sino, más bien, complementa a la anterior, era que el damero
se ajustaba a los intereses especulativos que guiaban y densificaban a la ciudad en esos
años. Grandes fortunas se hicieron rápidamente especulando con la tierra rural y urbana y en
esas transacciones estuvieron involucradas personas allegadas al presidente Roca y al
intendente Alvear y, posiblemente, los mismos funcionarios de la intendencia. El damero era,
además, fácil de implantar en el terreno y no exigía grandes inversiones para incorporar
extensas superficies, hasta entonces suburbanas, a un mercado también formado por
especuladores menores y constructores de casas para alquilar y por pequeños propietarios de
ingresos medianos que buscaban una casa propia.137
134
El espacio abierto ubicado al norte estaba en las cercanías de lo que hoy es Plaza Francia; el del
oeste y el del sur son actualmente las plazas Miserere y Constitución, respectivamente.
135
Juan Antonio Buschiazzo fue uno de los funcionarios de mayor peso de la intendencia de Torcuato
de Alvear. Hasta el 2 de noviembre de 1883, fue el segundo de la Oficina de Obras Públicas. En esa
fecha, por disposición de Alvear, pasó a ocupar el cargo de Ingeniero Director. Probablemente,
Buchiazzo fue el arquitecto que realizó el mayor número de obras en Buenos Aires durante esos años
(ver apéndice "Microbiografías").
136
En enero de 1881, siendo Buschiazzo arquitecto de la oficina de Obras Públicas de la
Municipalidad de Buenos Aires (aún circunscripta a sus antiguos límites), elevó al Director de esa oficina
un informe señalando la falta de personal y la necesidad de dar importancia a la sección de Arquitectura
debido a la gran cantidad de proyectos que debían iniciarse. Córdova, Alberto O., 1983, pp 34 y 55.
137
Un buen análisis de los diferentes tipos de damero y su evolución en los Estados Unidos en
MARCUSE, Peter, 1987, p 287.
49
Las manzanas cuadradas e idénticas se prestaban a una división interna de cada bloque que
permitía un máximo aprovechamiento de los frentes a la calle. En este sentido, el damero
favorecía las pretensiones de los especuladores. No existió, en esos años, ningún intento
serio por modificar el damero de bloques cuadrados, introduciendo nuevos bloques de distinto
tamaño o de forma rectangular, ni de interrumpirlo, como era frecuente en las ciudades
europeas, con grandes plazas cuadradas o circulares o con visuales más o menos
prolongadas. La incorporación de algunos parques, que por lo general habían sido quintas
privadas hasta poco tiempo antes, y de nuevas plazas, invariablemente con las proporciones
de uno de los bloques sin construir, no destruían la monotonía de un trazado que parecía
ajustarse a los conocimientos tecnológicos de la época y a los intereses especulativos.
Fue a esta ciudad monótona y desprolija, sin grandes obras arquitectónicas ni servicios
adecuados, que duplicaba su población cada diez años, que desde la Intendencia intentaron
mejorar su fachada - según la feliz frase de Scobie- con los conocimientos y modelos
utilizados en las ciudades europeas.138 Las dos principales figuras que impulsaron esas
transformaciones fueron el intendente Torcuato de Alvear y uno de sus principales
colaboradores, el arquitecto Juan Antonio Buschiazzo. Este último estaba informado de los
proyectos de remodelación de París, iniciados en la década de 1850, y de otros proyectos
urbanísticos en Europa. Por su parte, Alvear tenía gran admiración por las iniciativas del
prefecto del departamento del Sena, Georges Haussmann, que había modificado
sustancialmente la imagen de París durante su gestión. Sin embargo, las ideas de
Haussmann fueron aplicadas parcialmente y se limitaron sólo a algunos proyectos puntuales.
En otras ciudades de América Latina también se realizaron reformas similares.139
138
SCOBIE, James R., 1977, p 141.
139
Como, por ejemplo, las reformas en Santiago de Chile, durante la intendencia de Benjamín Vicuña
Mackenna (1872-1875) y, de mayor envergadura, la renovación urbana de Rio de Janeiro, bajo la
prefectura de Francisco Pereira Passos (1903-1906). HARDOY, Jorge Enrique, 1988, pp 109-111.
140
Integraban la Comisión Municipal Torcuato de Alvear, Juan Darquier, José L. Ocampo, Eduardo
Madero, Nicolás Anchorena, Eustaquio Díaz Vélez, Benjamín Villegas, José Ledesma, Andrés Egaña,
José M. Bosch, Carlos Uriarte y Jaime Cibils.
141
Fueron las leyes Nº 1129 del 31 de octubre de 1881 y Nº 1260 del 23 de octubre de 1882.
50
En 1880 Buenos Aires tenía 270.000 habitantes que ocupaban una superficie de unas 4.000
hectáreas. La ciudad comenzaba a extenderse rápidamente hacia el norte y el oeste,
desbordando los límites del antiguo municipio, pero alrededor del 40% de la población vivía
142
aún en las seis secciones centrales que sólo ocupaban 208 hectáreas. Es, precisamente,
en estas seis secciones donde Alvear y sus colaboradores concentraron sus mayores
esfuerzos aunque, como veremos, los alcances de sus proyectos y realizaciones fueron más
amplios.
Alvear fue un intendente muy personal, emprendedor y obstinado. Sus vínculos sociales con
la élite dirigente del país le permitieron emprender tareas que a muchos les parecían
143
imposibles y tuvo conflictos continuos con el Concejo Deliberante. Procuraba mantenerse
actualizado sobre las iniciativas que en temas urbanísticos se estaban desarrollando en
Europa a través de amigos personales, residentes ocasionales en diversos países europeos,
que le escribían periódicamente, o de personas especializadas a quienes Alvear, durante su
gestión, les encomendaba informes específicos. Entre los primeros se contaron Miguel Cané,
Nicolás Avellaneda y Carlos Pellegrini y entre los últimos el doctor Pedro Arata, que
organizaría la Oficina Química de la municipalidad durante su intendencia, y Francisco
Seeber, que sería intendente entre mayo de 1889 y mayo de 1890.
Alvear había visitado algunos países de Europa en 1851.144 A su regreso militó en la rama
autonomista del partido liberal y apoyó activamente la pre-candidatura de Adolfo Alsina a
presidente de la Nación en las elecciones de 1874 que consagraron presidente a Nicolás
Avellaneda. Años después, muerto Alsina, apoyó la candidatura de Julio A. Roca cuya
primera presidencia se desarrolló entre 1880 y 1886. Fueron Avellaneda y Roca quienes
crearon las oportunidades para que Alvear pudiese realizar sus ideas para transformar la
ciudad.
Dos fueron los proyectos de la administración de Alvear que cambiaron la imagen física del
centro de la ciudad: la remodelación de la Plaza de Mayo y la apertura de una avenida que,
partiendo de dicha plaza, se dirigía hacia el oeste y debía culminar en una gran plaza y
edificio público.
A principios de la década de 1870, la actual Plaza de Mayo estaba formada por dos plazas -la
plaza de la Victoria al oeste y la plaza 25 de Mayo al este- separadas por una recova que hizo
construir el Cabildo de Buenos Aires, entre 1803 y 1805, y que albergaba dos grupos de diez
tiendas cada uno.145 Ambas plazas ocupaban el espacio libre definido para ese fin en la
142
En 1869 vivían en las secciones 1 a 6, 87.460 personas que representaban el 49,15% de la
población de la ciudad; en 1887 los 108.326 residentes de esas seis secciones representaban el 25,01%
de la población.
143
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Memoria del Presidente de la Comisión Municipal al
Consejo, correspondiente al ejercicio de 1880, Buenos Aires, 1881, p. 334.
144
Alvear nació en Montevideo en 1822 y murió en Buenos Aires en 1890. Era hijo del general Carlos
María de Alvear. Fue dueño de importantes estancias en la campaña y uno de los primeros socios de la
Sociedad Rural Argentina. Una breve pero detallada biografía de Torcuato de Alvear se encuentra en
Pedro FERNANDEZ LALANNE, 1980.
145
La Recova fue propiedad de la familia de Nicolás Anchorena desde 1835.
51
segunda fundación de Buenos Aires en 1580. La preparación de los planos para remodelar la
actual plaza de Mayo y la estimación del costo de expropiación de la recova fueron
encomendados por Alvear a Buschiazzo en julio de 1882. Solucionados los permisos y
trámites de expropiación, la demolición de la Recova y el arreglo de la plaza se realizó en dos
semanas, en mayo de 1884.
El segundo proyecto fue la apertura de una avenida -la avenida de Mayo- desde la plaza de
Mayo hacia el oeste, hasta la plaza Lorea, cortando una hilera de manzanas densamente
ocupadas entre las calles Rivadavia y Victoria. Alvear justificaba la apertura de la avenida en
base a las nuevas necesidades derivadas del crecimiento de la población de la ciudad. La
ceremonia inaugural de los trabajos se realizó en mayo de 1888 con la presencia del
presidente de la Nación Juárez Celman y del nuevo intendente Antonio F. Crespo, quién
había sucedido a Alvear el año anterior. La construcción de la avenida, detenida por los
pleitos que ocasionaron las expropiaciones, comenzó recién en 1889.
Para la "ciudad de clase alta" fueron prioritarias las necesidades de una ciudad moderna. Por
lo tanto, el embellecimiento, tomado del modelo europeo, definió su transformación inspirando
la demolición de la Recova, la apertura de la Avenida de Mayo, los parques y los
monumentos. Este embellecimiento contenía criterioss de ordenamiento de la circulación y de
armonía edilicia que se manifestaron en la rectificación del trazado de las calles, en la
reglamentación de alturas y en la regulación de ciertas actividades. La amenaza de las
epidemias y el desarrollo de los conceptos higienistas volcó la acción municipal sobre la
infraestructura: se construyeron redes de agua corriente y cloacas, se rellenaron los antiguos
arroyos, se adoquinaron las calles y también se controló la limpieza y salubridad de los
146
HURET, 1986, p 45.
147
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Memoria del Presidente de la Comisión Municipal al
Concejo, correspondiente al ejercicio 1880, Buenos Aires, 1881, p 39.
52
inquilinatos del Barrio Sur próximos a la Plaza de Mayo.
Así como para la remodelación del distrito central pareciera que operaba un claro concepto de
"ciudad como obra de arte", para el resto de la ciudad se imponía el concepto de "ciudad
como negocio". De todos modos, este concepto de "ciudad como obra de arte" aplicado al
distrito central no dejaba de ser una fantasía, ya que también en el centro el negocio
especulativo y la puja de intereses comerciales impusieron su sello indeleble, que se
manifestó en la ampulosidad de los grandes edificios y en la miseria de los conventillos.
148
John La Trobe Bateman, Plano "Mejoras de Buenos Aires. Obras de Saneamiento", ca.1883, en
DIFRIERI, Horacio, 1981, tomo II, p. 161. Más que demostrar lo ya realizado, evidencia intenciones. La
construcción de las cloacas comenzada en 1873, se suspende y recién se reanuda en 1882. En 1889
hay 167 casas conectadas al sistema cloacal domiciliario; en 1890, 2.287; en 1891, 4.349; en 1892,
10.309 y en 1901, 26.219. Los barrios mas alejados del centro habrían de esperar décadas para
disponer de cloacas domiciliarias. DIFRIERI, ob. cit., p 160.
149
SCOBIE, James R., 1977, pp 91-146.
150
Municipalidad de Buenos Aires, Actas del Honorable Concejo Deliberante, 1881, pp 125-29 (citado
por SCOBIE, ob. cit.).
53
151
ribereña más cercana al centro de la ciudad. La propuesta Madero, importante comerciante
de la ciudad que contó con la asistencia técnica de la firma británica Hawkshaw, Son &
Hayter, fue aceptada por el Congreso Nacional en 1882. La construcción se inició en 1887 y
consistió en dos dársenas ubicadas en los extremos norte y sur del conjunto de cuatro docks
de gran tamaño que ocupaban al frente costero lindero a las secciones céntricas. Se
inauguraron en 1889 y la obra se completó, con varios inconvenientes, nueve años mas
152
tarde.
Las decisiones que determinaron la evolución de los sistemas ferroviarios, cuyas concesiones
dependían directamente del gobierno nacional, fueron tomadas por financistas, políticos e
ingenieros. Recién en 1890-1900 se inició el control sobre la expansión ferroviaria; en 1891 el
Congreso creó la Dirección General de Ferrocarriles, que constituyó el primer esfuerzo por
imponer controles estatales sobre los deberes y derechos de las compañías y por regular el
crecimiento del sistema ferroviario.153 Si bien el municipio de Buenos Aires no tomaba estas
decisiones rectoras, se beneficiaba en gran escala con los recursos nacionales que se
volcaban sobre sus obras públicas. Tanto obras de salubridad como numerosos e importantes
edificios públicos fueron financiados por la Nación y proyectados en sus oficinas.
151
Según la tesis de Scobie, tras el proyecto del ingeniero Huergo se alinearon comerciantes y
ciudadanos del sur de Plaza de Mayo (en especial de la Boca y Barracas), autoridades de la provincia de
Buenos Aires, el Diario La Prensa y, en general, los que entendían que la nación y la ciudad debían
evolucionar gradualmente sobre la base de recursos y capacidades locales. A Madero lo apoyaba la
mayoría de los funcionarios más importantes del gobierno nacional (Carlos Pellegrini, durante la
administración de Julio A. Roca, presentó el proyecto en el Senado), los comerciantes y empresarios
extranjeros residentes en la ciudad, casi todos los importadores e importadores y comerciantes
mayoristas, y los periódicos La Nación, El Diario y La Tribuna. SCOBIE, James, 1977, pp 94-95.
152
Para una historia del Puerto Madero, véase la obra de Guillermo MADERO, 1955.
153
SCOBIE, James, 1977, pp 119-135.
154
Además, debe citarse el Banco de la Provincia de Buenos Aires; la Escuela Normal de Profesores
(que ocupaba media manzana con frente a las calles Moreno, Caridad y 24 de Noviembre); la Escuela
Superior de Medicina (ocupaba media manzana con frentes a las calles Córdoba, Viamonte y Andes,
hoy J. E. Uriburu); el Rectorado de la Universidad de Buenos Aires, luego la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales, actual Museo Etnográfico, ubicado en la calle Moreno entre Balcarce y Defensa y la
Escuela Petronila Rodríguez, actual Ministerio de Educación y biblioteca en la esquina de Rodríguez
Peña y Charcas (hoy Marcelo T. de Alvear) con un amplio frente sobre la primera.
54
155
construcción, como el Palacio de Justicia, el Teatro Municipal y el Palacio para el Congreso.
La mayoría de los edificios mencionados continúan actualmente en uso con las funciones
para las cuales fueron construidos.
Entre los los nuevos organismos creados para regular el funcionamiento urbano, se cuenta la
Asistencia Pública, el Registro Civil, la Oficina Química Municipal, la Oficina de Estadística y
Archivo y la Biblioteca de Obras Públicas. Se promulgaron ordenanzas para la vacunación
obligatoria, para reglamentar el descanso dominical, el funcionamiento de los espectáculos
públicos y para definir el radio abastecido por los mercados municipales. Se reglamentó la
altura de la edificación, la altura y dimensiones de los balcones salientes y de las ochavas y el
sistema de evacuación de las aguas servidas. Disposiciones especiales organizaban el
barrido de calles, la numeración de las casas y la confección de planos topográficos. También
fue dictado el reglamento que definía el área de competencia y el funcionamiento de la oficina
de Obras Públicas Municipal. Entre los proyectos de Ordenanzas formulados y no
sancionados figuraban, entre otros, la creación de la Oficina de Costumbres y Servicio Medico
(que reglamentaba la prostitución) y un Reglamento de Construcciones.
Si bien no existía un plan orgánico de desarrollo, ni teoría urbana explicitada, esta intensa
actividad se ajustó a criterios urbanísticos europeos construyendo, desde el espacio legal
municipal, la imagen urbana que plasmaba la ideología positivista y moderna de la generación
del 80. Este sistema liberal no contemplaba la existencia de un organismo municipal que
poseyera una fuerte capacidad de definir el desarrollo urbano, que quedaba manifiestamente
librado a las tendencias del mercado. De todos modos, desde el municipio se manejaba
discrecionalmente el poder ya que era posible favorecer o no ciertas tendencias; por ejemplo,
155 2
El Gobierno Nacional había adquirido un terreno de 16.900 m limitado por las calles Callao,
Rodríguez Peña, Paraguay y Charcas, que luego fue destinado a una plaza y el Congreso fue instalado
en la manzana que ocupa actualmente. También en estos años se encargó al arquitecto francés Norbert
Maillart el edificio para Correos y Telégrafos cuya construcción fue autorizada por el Congreso en 1887,
en una manzana ganada al río, al este del centro.
55
la apertura de calles abría el negocio del loteo; la aprobación de concesiones de tranvías
valorizaba los terrenos, y la asignación de las áreas que abastecían los mercados de
productos de consumo diario decidía las ganancias que podían obtener. Por lo tanto, dichas
regulaciones constituían una manera indirecta de decidir sobre la dirección y el modo que iba
adoptando la expansión edilicia de la ciudad.
El trazado del plano que apoyaba el proyecto fue encomendado al ingeniero Pastor del Valle,
entonces Ingeniero Director de la Oficina de Obras Públicas, pero es posible que haya sido
confeccionado por el técnico de confianza y mano derecha de Alvear en la transformación del
municipio, el arquitecto Juan A. Buschiazzo. En un principio el Boulevard fue pensado con 50
metros de ancho y luego de 100 metros. Su traza se acercaba a la que en 1887 definió los
límites del nuevo municipio y, por lo tanto, anticipaba el trazado de la actual avenida General
Paz que limita a la Capital Federal por el norte y el oeste. El proyecto quedó detenido en las
Cámaras Legislativas de la Provincia y Alvear volvió a insistir en 1881 invocando la urgencia
debida al constante incremento de la población y "en salvaguarda de la higiene". Planteaba en
esa apelación una redistribución de los usos del suelo urbano, proponiendo el traslado del
Hospital de enfermos crónicos, el Asilo de Mendigos, el de Alienados, el cementerio, el
servicio y maestranza de basuras, los corrales del abasto y aún los cuarteles, a los parajes
157
"aireados y salubres" del futuro boulevard de circunvalación. EL proyecto de reubicación de
estos servicios en la periferia de la ciudad, anticipaba un criterio que se cumplió
inexorablemente -excepto el traslado de los hospitales Borda, Muñiz y Ramos Mejía y los
cementerios-, a lo largo de las décadas siguientes y que continuó, hasta años recientes, con
el traslado del Mercado de Abasto a las nuevas instalaciones del Mercado Central al suroeste
de la actual Area Metropolitana de Buenos Aires.
Con esta reubicación, fundamentada en razones de higiene, Alvear liberaba al uso urbano -y
especulativo- terrenos que en algunos casos tenían una excelente ubicación. Propuso
entonces al municipio solventar las nuevas construcciones necesarias con la venta de los
terrenos y los edificios que ocupaban dichas dependencias. Señalaba, además, el despilfarro
que constituía el mejorar y terminar las instalaciones asistenciales y de servicios existentes,
ya que necesariamente deberían ser trasladadas a la ancha vía "que sirva de válvula
156
En 1870 desde el diario 'El Nacional', Sarmiento retoma la idea, ya en boga, de la expropiación de
las manzanas flanqueadas por las calles Victoria (hoy H. Yrigoyen) y Rivadavia, desde el Cabildo hasta
plaza Lorea, pero se desalienta "porque ese pensamiento es demasiado gigantesco para nuestras
fuerzas y por consiguiente imposible de realizar, porque se necesitan muchos millones para ello y no hay
empresa alguna en nuestro país que pudiera llevarlo a efecto; ni tampoco nuestra atrasada y pobre
Municipalidad". 'El Nacional', 14 de marzo de 1870, citado por BECCAR VARELA, Adrián, 1926, p 50.
157
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Memoria del Presidente de la Comisión Municipal al
Concejo, correspondiente al ejercicio 1880, Buenos Aires, 1881, vol. I, pp 70-74.
56
respiratoria, y por donde tengan fácil salida los aires infestados de establecimientos tales
158
como los he designado."
Debemos señalar que en el acto de trazar el límite de la ciudad hay un acto de posesión del
fenómeno urbano, aunque más no sea por la percepción de su unidad territorial. Reubicando
los servicios y establecimientos asistenciales en la periferia, Alvear contribuía a la higiene y al
embellecimiento de la ciudad al quitar del medio estos tristes edificios, pero también implicaba
una comprensión del funcionamiento de la ciudad y de su creciente complejización.
El registro de los nacimientos, casamientos y defunciones fue secularizado con la creación del
Registro Civil en 1884, cumpliendo las disposiciones del Código Civil vigente y contando con
el asesoramiento del Dr. Guillermo Rawson, que había estudiado en Europa por encargo de
Alvear, tanto cuestiones de higiene como de administración comunal.160
En el ámbito específico de la salud, con el asesoramiento del Dr. José María Ramos Mejía y
"cuando era aún una novedad en París"161 fue creada en 1883 la Asistencia Pública, que
centralizaba la asistencia y acción del municipio sobre las enfermedades de los pobres. En
espacios de reclusión, se separó de la vida urbana a los enfermos, ancianos e indigentes. Ya
158
Idem, p 72.
159
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Memoria del Intendente al Honorable Concejo
Deliberante, correspondiente al ejercicio 1887, Vol. I, Buenos Aires, 1888, p 553.
160
Según los informes de Rawson a Alvear ver BECCAR VARELA, ob. cit., p 452. Rawson,
prestigioso médico higienista argentino, fue uno de los más valiosos colaboradores de Alvear en el
campo social. Rawson conocía los principios del movimiento sanitarista impulsado en Europa a partir de
las leyes de Salud Pública sancionadas en Inglaterra en 1848 y 1875 y de las leyes de 1868 y 1875
sobre erradicación de conventillos. La Ley de Salud Pública de 1875 fue la base de muchos códigos
urbanos sancionados en Europa durante la década de 1880 (ver apéndice "Microbiografas").
161
Idem.
57
no bastaba la internación en ámbitos especiales como el Lazareto, el Asilo de Huérfanos, el
Asilo de Mendigos, el Hospicio de las Mercedes y los hospitales, cuyo traslado a la periferia
de la ciudad fue propuesto por Alvear. No sólo se trataba de aislar la enfermedad, el contagio,
la miseria y la vejez desvalida, sino de llevarla cuan lejos fuera posible del ambiente
utópicamente sano y saludable de la ciudad.
162
Fue reglamentada por el Decreto del 7 de noviembre de 1883, con pequeñas modificaciones
seguía vigente en 1926. Idem, p 459.
163
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Memoria del Intendente al Honorable Concejo
Deliberante, correspondiente al ejercicio 1885, Vol. I, Buenos Aires, 1886, pp 215-225.
164
Desde el municipio se insistía sobre la necesidad de incrementar aún más el número de
empleados; "...para llenar debidamente las exigencias de una buena organización"; un arquitecto para
reforzar a los 2 encargados de las obras nuevas, un ingeniero para vías públicas y un contador para
"llevar orden y método a la contabilidad de la repartición". Memoria del Intendente..., 1884, ob. cit., vol. I,
pp 234 a 236.
165
Memoria del Intendente..., 1884, vol I, p 146.
58
Ordenanzas existentes y, obviamente, las experiencias en este campo de los países
166
europeos.
Una eficaz administración y control de la ciudad requería un mapa fisico exacto, por lo tanto,
una de las primeras tareas encaradas por la gestión de Alvear fue la confección de un plano
topográfico, por considerar inexactos y poco confiables los existentes. Hizo levantar un Plano
General del Municipio a través de la Oficina de Catastro Nacional (a quien subvencionó el
sueldo de los empleados agregados al efecto), destinado al "trazado general y definitivo de
167
todas las calles de la ciudad" que sería elevado al Concejo Deliberante para su aprobación.
El municipio tampoco descuidó la memoria de la ciudad; para salvar del deterioro los libros de
Actas del antiguo Cabildo de Buenos Aires hizo tomar copia de ellos, continuando una
operación ya comenzada en 1873. Organizó también el Archivo y Biblioteca de Obras públicas
haciendo clasificar y ordenar los documentos y planos más antiguos; incrementó la Biblioteca
Municipal e hizo un inventario de las propiedades del municipio.168
Si tomamos el total de metros lineales construidos entre 1881 y 1886, obtendremos 149
manzanas cubiertas con edificios,más 107 cercadas, con un total de 256 manzanas
construidas o cercadas. Estos valores no tienen en cuenta la densidad por sectores, pero
166
CORDOVA, Alberto, 1983, pp 35-37.
167
Memoria del Intendente..., 1884, vol. I, p 172.
168
Memoria del Intendente..., 1884, vol. I, pp 236-237.
169
Memoria al Intendente..., 1884, ob. cit. pp 144-146.
170
Calcula cada manzana de 150 varas: 130 metros lineales por lado.
171
Memoria del Intendente..., 1884, ob cit p 145.
172
Memoria ..., 1886, ob. cit., p 281.
59
visualizadas en conjunto muestran la construcción de un compacto volumen de 12 por 21
manzanas de edificios privados construidos en sólo 6 años. No incluyen la gran cantidad de
edificios públicos o asistenciales que no pagaban estos derechos de alineación, como
escuelas, hospitales, edificios municipales y cuarteles. También se excluyen de estas 256
manzanas los edificios que no pagaban estos derechos por haber cedido el propietario una
superficie del terreno para ajustarse a la apertura, ensanche o rectificación de la calle. Si se
tiene en cuenta la gran cantidad de aperturas, ensanches y rectificaciones de calles
ejecutadas durante la intendencia de Alvear, el volumen construido o cercado se incrementa
sensiblemente. Estas 256 manzanas constituyen un 41% de las 616 manzanas más
173
densamente edificadas en 1887. En este período también se observa la paulatina
densificación de la ciudad debido al incremento de las construcciones de un piso alto y de dos
pisos altos.
Infraestructura y servicios
A fines de 1880 Buenos Aires estaba unida por ferrocarriles con las ciudades de La Plata,
Mendoza, San Luis, San Juan, Rosario, Santa Fe, Córdoba y Santiago del Estero y poco
después con La Rioja, Salta y Jujuy.174 La ciudad y puerto fluvial de Rosario cuyo crecimiento
demográfico hasta la primera Guerra Mundial fue espectacular, se convirtió en el primer nudo
de transportes del interior. Gran parte de esas obras fueron el resultado de inversiones
directas o de préstamos ingleses y, en menor grado franceses. Las inversiones de capitales
ingleses en la Argentina pasaron de 20.338.709 libras esterlinas a fines de 1880 a
156.978.788 a fines de 1890 (cuadro Nº 4). En ese lapso disminuyeron porcentualmente algo
las inversiones en bonos públicos (del 52,2% al 45,9% del total de inversiones en la
Argentina); en cambio aumentaron las inversiones en empresas públicas, particularmente en
ferrocarriles y otras. En la ciudad de Buenos Aires, invirtieron en las compañías de alumbrado
a gas de Buenos Aires (1875), Belgrano (1878) y Barracas (1888) y en las compañías de
tranvías de Buenos Aires (en varias oportunidades) y de Belgrano (1898).175 En 1863 el
Banco de Londres, Buenos Aires y el Río de la Plata, formado en Londres el año anterior,
abrió una oficina en Buenos Aires.176 Además, operaban en tierras en la Argentina a fines de
1890, once empresas de capitales inglesas.
Alumbrado.
Dos compañías prestaban el servicio de alumbrado público en 1887. La Compañía Nueva de
173
En el plano de Saint-Yves, 1887, se distinguen 22 x 28 manzanas más densamente edificadas.
174
Entre 1880 y 1890 la red ferroviaria arngentina se amplió de 2.516 a 9.397 kilómetros, la mayoría
construida con inversiones de capital británico. ORTIZ, Ricardo M., 1955, pp 243-309.
175
Otras inversiones urbanas en el pais fueron, entre otras, la compañía de alumbrado a gas de Bahía
Blanca (1907), la de tranvías de Córdoba (1896) y un frigorífico en Campana (1883).
176
JOSLIN, David, 1963, pp 28-59.
60
Gas de Buenos Aires servía al antiguo municipio y la Compañía de Gas de Belgrano servía a
Belgrano, 3 de Febrero y Flores y en muy pequeña medida al antiguo municipio. En ese
municipio se encendían más de 4.000 faroles a kerosene y 5.770 faroles a gas en la nueva
capital. Dos compañías se encargaban del servicio de alumbrado particular. Se habían
presentado varias propuestas para alumbrar Buenos Aires con luz eléctrica y en 1888 el
Gobierno de la Nación estaba ensayando la iluminación eléctrica en el Parque 3 de Febrero y
en el paseo de la Recoleta.
Tranvías
Los primeros tranvías fueron incorporados en 1870 y tres años después operaban en la
ciudad seis empresas distintas que transportaban a más de 12 millones de pasajeros anuales
hasta la Boca, Barracas, Palermo, Almagro, Parque de los Patricios, Flores y Belgrano. En
ese año, la red de vías tenía 122,3 kilómetros de longitud y se había adelantado a las
necesidades reales de la población, ya que atravesaba áreas casi deshabitadas,
especialmente en los trayectos a la Chacarita y Puente Alsina.
Durante la década de 1880 la expansión de la red de tranvías fue constante alcanzando 176,3
kilómetros en 1888. El número de pasajeros transportados por año registró un aumento
sorprendente: 13.617 en 1880, en una ciudad con 270.000 habitantes (50 viajes anuales por
pasajero o uno cada 7.3 días), y 36.277.659 en 1887, en una ciudad con 433.000 habitantes
(83 viajes anuales por pasajero o uno cada 4.4 días). El tranvía se había convertido en el
medio que permitía evitar una excesiva concentración de la población al facilitar, con una
eficacia que ningún otro medio masivo de transporte tuvo antes, el desplazamiento de
100.000 personas todos los días de la semana o sea uno de cada cuatro habitantes.
La población de Buenos Aires utilizaba otros medios de transporte. Más de 1.500 carruajes
particulares de primera y segunda clase y 333 carruajes de alquiler en cocherías, sin contar
los tilbury de dos y cuatro ruedas, los carruajes de cochería con cochero y otros de menor
tamaño, utilizados por las clases adineradas para movilizarse y pasear.
La empresa Omnibus de la Capital utilizaba las vías de las empresas de tranvías. Este
sistema de transporte, basado en la adaptación de carruajes especiales adaptados a las vías
y tan de moda desde años antes en París y otras capitales europeas, no llegó a difundirse en
Buenos Aires del mismo modo.
61
Escuelas
A comienzos de la década de 1880 el municipio de Buenos Aires no tenía edificios apropiados
para ser utilizados como escuelas, las que funcionaban en casas privadas que eran
alquiladas con ese fin. Eran locales que no servían para aulas por su inadecuado diseño y su
pobre iluminación y ventilación. Durante las décadas anteriores, Buenos Aires había recibido
una importante inmigración exterior y un considerable número de migrantes del interior. Entre
los recién llegados y entre los antiguos residentes había un importante porcentaje de
analfabetos, especialmente entre los de origen italiano, español y, en menor grado francés.
Cuando fue levantado el Censo Municipal de 1887, 4 de cada 10 italianos y uno de cada cinco
españoles mayores de 8 años de edad no sabían leer ni escribir. Igualmente elevado era el
porcentaje de analfabetismo entre los inmigrantes de otras nacionalidades menos
representadas en el número total de inmigrantes, como eran los uruguayos, portugueses y
brasileños y entre la población argentina.
Según Torcuato de Alvear: "una de las causas que mayormente pueden dificultar la higiene
pública, es la agrupación de moradores en casas con habitaciones estrechas, húmedas, con
malos pisos, donde la circulación del aire se hace difícil y la luz escasa. Esas casas, que dicho
sea de paso, no son todas, y que consultan únicamente el deseo de lucro en los
constructores, han sido objeto de una atención constante por la Corporación (Municipalidad),
y perseguidos sus dueños obstinadamente, hasta que fueran puestas en condiciones
180
habitables."
62
181
problemática de los sectores dominantes. La falta de higiene se asociaba también a la
especulación. Se trataba de contenerla regulando sus efectos y no sus causas, tratando de
encauzar sus excesos. Mal podrían haber regulado sus causas, ya que la especulación en
tierras y construcciones aceleró el crecimiento físico de la ciudad, tanto en extensión como, en
ciertos distritos, en altura. En este proceso, los propios sectores dirigentes obtuvieron
considerables ganancias.
Según las autoridades los resultados fueron positivos y claros; según ellos se habían
erradicado los focos de infección. Sin embargo, la realidad de hacinamiento y miseria no
hacía más que comenzar.184 Esta dura situación empujó a las autoridades a proponer,
inspirándose en la actuado en los países europeos, un modelo de casa de obreros, que
cumpliese con las normas de higiene. El tema de la moral planteado en el modelo inglés
"cuyos legisladores se preocupan por una cuestión tan grave bajo el punto de vista de la
higiene y la moral", se deslizaba fuera del discurso cuando se referían a las soluciones
locales.185 La municipalidad decidió construir ella misma cuatro de esas casas para obreros
para demostrar la viabilidad de las soluciones propuestas y su rentabilidad comercial.186 A
pesar de los cálculos realizados y de las excenciones impositivas anunciadas para aquellos
propietarios que cumpliesen las propuestas del modelo, parece que el incentivo no fue
suficiente, o que los particulares no pagaban demasiados impuestos. Luego de un trámite
lento que contrastaba con la rapidez de las decisiones de Alvear para llevar a cabo sus
intervenciones urbanas, se eligió la manzana limitada por las calles Centro América (actual
181
GUTIERREZ, Leandro, 1983, pp 67-83.
182
Ordenanza del 14 de junio de 1871, Reglamento del 16 de junio y Ordenanza del 17 de diciembre
de 1879, que perfeccionaba la anterior. Memoria..., 1882, p 222, vol. I.
183
Idem.
184
En 1880, había 55.337 habitantes en conventillos, esta cifra se triplica en 1907: 150.000; mientras
el número de conventillos pasa de 1.800 en 1880 a 2.500 en 1907. SCOBIE, James, ob. cit., p 342.
185
Memoria ..., 1882, vol. I, p 224.
186
Se describen otras propuestas y experiencias en vivienda obrera en Buenos Aires hasta la década
del 80 en RADAVANOVIC, Elisa y Alicia Busso, 1985, pp 169-185.
63
187
avenida Pueyrredón), Larrea, Chavango (Las Heras) y Melo. En 1886 se licitaron 18 casas
188
y la de la Administración y sólo se construyeron, al fin, cuatro pares de casas.
187
Cuando se licita en 1886, la manzana se reduce a Azcuénaga, Larrea, Las Heras y Melo.
Memoria..., 1886, pp 57-58.
188
VINUALES, Graciela, 1984, pp 161-179.
64
Capítulo 6
A principios del siglo XX Buenos Aires crecía rápidamente y se afirmaba como la ciudad más
importante del país. Era consecuencia directa de la consolidación del modelo agroexportador
instalado en las últimas décadas del siglo XIX en la Argentina. Las exportaciones de granos y
carnes producidas en la cada vez más intensamente explotada Pampa Húmeda, cuya
superficie se extendía a medida que avanzaba el ferrocarril, y el desarrollo del comercio
exterior, se canalizaban a través de las ampliadas aunque siempre poco eficientes
instalaciones del puerto de Buenos Aires. Todas las actividades comerciales y financieras
relacionadas con la exportación y la importación se incrementaron y adquirieron una
importancia económica, social y política decisiva. Durante esos años llegaron cuantiosas
inversiones británicas, y en menor magnitud francesas y alemanas y luego norteamericanas.
Estas se destinaron en su mayoría a la financiación de obras públicas en la ciudad de Buenos
Aires, como la construcción de los servicios urbanos de aguas corrientes, gas, luz y tranvías,
el puerto y los ferrocarriles. Entre 1890 y 1916 dos tercios del total de las inversiones
extranjeras radicadas en el país eran inglesas. Los mayores dividendos de los capitales
británicos en 1913 eran obtenidos por las compañias de tierras e hipotecas, los bancos y las
189
compañias de seguros y los frigoríficos.
Precedidos por los agudos conflictos sociales que caracterizaron la década de 1910, también
se produjeron en este período cambios de orden político. En 1912 el presidente Roque Saenz
Peña presentaba al Congreso de la Nación la ley de sufragio universal que daba fin a la
democracia restrictiva de la denominada República Conservadora, permitiendo la emergencia
de nuevos sectores sociales cuyos representantes asumieron el gobierno nacional en 1916.
Durante las dos últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX la población de la
ciudad Buenos Aires creció aceleradamente con la incorporación de grandes contingentes de
inmigrantes europeos y la ciudad se expandió físicamente a un ritmo desconocido hasta
entonces. En esos años se consolidó, densificó y equipó el antiguo distrito central adquiriendo
buena parte de la imagen que hoy lo caracteriza, y se formaron y poblaron los barrios de la
ciudad, que se constituyeron en importantes ámbitos sociales durante las décadas
posteriores.
Si bien las mayores transformaciones físicas de la ciudad se registraron en los tipos, estilos,
perfiles y alturas de los edificios, también se produjeron algunas transformaciones en el
trazado urbano, que no llegaron a alterarar su estructura básica. El trazado colonial de calles
estrechas, que caracterizaba el casco antiguo de la ciudad, fue abierto en algunos distritos: la
Avenida de Mayo, que terminó de construirse poco despues del Centenario y el comienzo de
la apertura de las avenidas diagonales convergiendo hacia Plaza de Mayo, modificaron el
distrito central; el ensanche de la avenida Alvear (hoy Avenida del Libertador General San
Martín) cambió la fisonomía del borde este de la ciudad, y el paulatino ensanche de las
avenidas dispuestas por Rivadavia casi un siglo antes, fue transformando el centro y
definiendo los nuevos barrios que se extendían hacia el oeste.
Las antiguas calles angostas del centro parecían más estrechas aún por la mayor altura de
los nuevos edificios, por la congestión de peatones, carruajes y coches de alquiler, y por los
numerosos tranvías que circulaban constantemente. Pero las calles ganaron en limpieza, en
desagues, en pavimentos y en iluminación con el tendido de las redes sanitarias y de
iluminación en el centro y sus adyacencias. Los nuevos barrios repitieron de modo general el
antiguo trazado en damero, con ligeros giros en su dirección -motivados muchas veces por el
trazado de un viejo camino que se dirigía a través de los suburbios al interior del país- y con
mayor número de avenidas. En contraste con el distrito central, las calles de los barrios eran
más anchas y de perfiles más bajos, compuestas por una edificación de una o dos plantas
realizada mayormente por constructores y albañiles recién llegados al país. Ellos fueron los
que levantaron las innumerables casas sobre lote propio que adquirieron en cuotas los
obreros y empleados más acomodados y dieron forma a los barrios porteños.
XIX. Se basaba en la combinación de formas y estilos de las arquitecturas "históricas" según ciertas
reglas de composición.
66
por los grupos dirigentes asociados a los intereses de los grupos agropecuarios,
terratenientes, exportadores y comerciantes, que disponían de los destinos del país entero. La
ciudad de Buenos Aires, aun hasta la actualidad, nunca se gobernó a sí misma. El intendente,
desde el comienzo de la vida municipal en 1856, siempre fue nombrado por autoridades de
nivel superior. Hasta 1880 era designado por las autoridades provinciales y desde esa fecha
191
en adelante por el presidente de la Nación. En cambio, los intendentes de los diversos
municipios que más adelante conformaron el Area Metropolitana, eran elegidos por la
población, juntamente con los miembros de los respectivos Concejos Deliberantes. Este
sistema se mantuvo hasta la actualidad, con excepción de los períodos de interrupción militar
de la vida cívica.
En la década de 1900, el crecimiento urbano superó hacia el sur los límites de la Capital
Federal y comenzó el proceso de metropolización. Algunos pueblos cercanos a la Capital,
como Avellaneda en el sur, se conurbaron y otros crecieron rapidamente como La Matanza y
San Martín. La expansión urbana estuvo relacionada con el desarrollo de industrias
orientadas a la exportación como los frigoríficos y los molinos harineros, y de otras orientadas
al consumo, algunas de características artesanales como fosforerías, jabonerías, herrerías e
imprentas. Sin embargo, la base industrial no fue la que determinó el gran crecimiento
metropolitano. Este fue producido por el enorme desarrollo del comercio exterior y los
servicios, y por el impulso de las enormes ganancias que producía la especulación
inmobiliaria.
El cosmopolitismo se convirtió en uno de los rasgos más notables del Buenos Aires del
Centenario. El peso demográfico de la masa inmigrante y la europeización de la vida y la
191
A pesar de algunos intervalos en los cuales las autoridades municipales estuvieron bajo la
juridicción del gobierno nacionalo gozaron de relativa autonomía, en líneas generales, hasta 1880, el
gobierno provincial mantuvo el control sobre la ciudad. Una vez que pasó a depender del gobierno
nacional, su órgano deliberativo, el Consejo Deliberante, fue elegido hasta 1917 -5 años más tarde de la
promulgación de la Ley Saenz Peña de sufragio universal (1912)- por un reducido grupo de vecinos
calificados. En esa fecha se levantaron las restricciones y el Consejo se convirtió por pocos años, entre
1918 y la revolución de 1930, en el parlamento local al ser elegido por sufragio universal. En 1890
habían participado 4.034 electores en la eleccion de Consejo Deliberante, sobre 5.754 electores
inscriptos y sobre una población urbana de cerca de 500.000 personas. Una vez que el radicalismo
reformó el sistema electivo municipal en 1917, en la elección de 1918 los electores fueron 221.000,
sobre un total de cerca de 1.576.000 habitantes censados en 1914. BOURDE, Guy, 1977, p 76.
192
Francis Korn refuta la hipótesis de Oscar Yujnovsky sobre la "segregación ecológica" que este
autor encuentra en Buenos Aires, reflejando la estructura de clases sociales. Cuestiona el argumento
demostrando que los propietarios de la ciudad no conformaban una clase social. Sostiene que si la
segregación realmente existió, no se reflejó entre los propietarios de inmuebles en las zonas mas caras
de la ciudad. Ver KORN, Francis y Lidia de la Torre, 1985, pp 251-253, y YUJNOVSKY, Oscar, 1974.
67
cultura de los grupos dirigentes provocó la emergencia, en algunos círculos culturales y
artísticos, de un discurso nacionalista que intentaba reapropiarse de los viejos patrones
tradicionales e imponerlos como modelos de homogeneización. Impregnando los planes de
educación pública, cuya aplicación durante décadas había reducido drásticamente el
analfabetismo y apoyados en la sanción del servicio militar obligatorio, los grupos dirigentes y
sus intelectuales, intentaban asimilar y "argentinizar" una heterogénea población compuesta
por gente de habla castellana y extranjera en partes iguales. Estos grupos dirigentes se
encontraron de pronto con que la inmigración no era para ellos un factor de progreso, como lo
había sido para los hombres de la Generación del 80, sino portadora de una nueva barbarie.
Se desarrolló entónces una opinión ambigua sobre la inmigración. Según José Luis Romero,
el signo más visible de esta contradicción fue la aparición de un sentimiento xenófobo por el
cual el criollo menospreció al inmigrante y subestimó sus formas de vida. De este modo, el
"criollo", despreciado por bárbaro en el siglo XIX, adquirió un valor positivo en oposición al
193
"gringo" y al inmigrante y tomó un sentido popular.
Hubo un rápido pero aparente cambio de costumbres. Una recorrida por el centro de la ciudad
194
daba la impresión de "un pueblo europeo bien vestido y bien alimentado". Sin embargo
persistían, por debajo de esas nuevas apariencias, los viejos moldes hispanos que solo un
viajero que estuviese meses en Buenos Aires conseguía distinguir. Personajes y viajeros
célebres acudieron a Buenos Aires con motivo de las fiestas del Centenario y muchos
escribieron sobre la ciudad. Sus libros fueron editados en Londres, París, Nueva York, Río de
Janeiro, Madrid, Barcelona y Hannover.195
Población e inmigración
193
ROMERO, José Luis, 1982, p 136 y ROMERO, José Luis, 1965, p 16. Ver también ALTAMIRANO,
Carlos y Beatriz Sarlo, 1983, p 94.
194
SCOBIE, James, 1977, p 55.
195
Entre ellos figuraban George Clemenceau y Jules Huret. CLEMENCEAU, George, 1986. HURET,
Jules, 1986.
68
196
de este período sus tasas de crecimiento anuales fueron superiores al 5% anual. (ver
cuadros Nros. 9 y 10).
Es de destacar que los partidos que años más tarde se integrarían al Area Metropolitana de
Buenos Aires, crecieron con un ritmo parecido al de la Capital entre 1869 y 1914: primero lo
hicieron con una tasa algo más baja de 4,77% (1869-1895) y luego con una más alta de
5,19% anual (1895-1914). Los partidos limítrofes fueron los que más rápidamente crecieron
entre 1895 y 1914 con tasas que en algunos casos duplicaron las de la Capital: hacia el sur la
localización de las primeras industrias cercanas al Riachuelo determinó el rápido crecimiento
de Avellaneda (11,41% anual). También hacia el sur crecieron rápidamente Lomas de
Zamora (6,77%) y Quilmes (6,35%), y al oeste La Matanza (7,55%), Morón (6,18%) y San
Martín (10,96%). Entre las industrias se contaban los ya citados frigoríficos y todas las
industrias subsidiarias de la ganadería bobina y ovina que se ubicaron en forma
practicamente excluyente en el partido de Avellaneda, y las textiles que comenzaron su
radicación en el partido de San Martín.
La inmigración europea
Una gran proporción de los inmigrantes de ultramar que llegaron al puerto de Buenos Aires se
instalaron en la ciudad formando una parte importante del rápido crecimiento de la Capital. Si
bien no existen datos específicos, algunos autores estiman que la ciudad de Buenos Aires
197
absorbió cerca de un tercio del total de la inmigración europea que llegó al país.
196
El mayor crecimiento de la ciudad de Buenos Aires se produjo entre 1887 y 1895 con una tasa de
5,7% anual; posteriormente, entre 1895 y 1904, disminuyó al 3,9% y luego se mantuvo alto entre 1904-
1909 y entre 1909-1914 con tasas de 5,2 y 5,5% respectivamente. De 1914 a 1947 la Capital registró un
crecimiento mucho más lento, del 1,95% anual, para pasar a tasas muy bajas o negativas a partir de
1947 en adelante. Las tasas corresponden a las calculadas en la Base de Datos IIED-AL y han sido
comparadas con las de RECCHINI DE LATTES, Zulma, 1971, cuadro 2.9, p 31.
197
En 1895 la ciudad de Buenos Aires concentraba el 34,3% de la población extranjera del país, y en
1914 el 32,9%. Guy Bourdé destaca la importancia de las migraciones interiores dentro del país, dado
que el inmigrante llegado al puerto tenía gran movilidad entre las distintas regiones y ocupaciones antes
de instalarse definitivamente o regresar a su país. BOURDE Guy, 1977, pp 152-153.
198
Canadá recibió el 8,7%, Brasil el 7,4% y Australia el 5%. GERMANI, Gino, 1977, p 243.
199
Si bien en 1810 se abrió el país a la inmigración y tambien fue promocionada durante la
presidencia de Bernardino Rivadavia, fue la Constitución de 1853 la que auspició liberalmente la
inmigración de ultramar. Los saldos migratorios del país tomaron dimensión masiva recién en la década
de 1880 con 638.000 personas, bajaron en la década siguiente por efectos de la crisis económica a
320.000 y en la década de 1900, coincidiendo con el auge económico de 1903 a 1913, se recibió el
mayor saldo migratorio de la historia del país: 1.120.000. En la década de 1910 bajó a 269.000 y repuntó
nuevamente en la década de 1920 con 878.000. GERMANI, Gino, 1977, p 244. El saldo neto
69
distribuyeron en el país de manera desigual, concentrándose en las provincias de la región
pampeana, en algunas provincias del litoral y de Cuyo y en la ciudad de Buenos Aires y sus
alrededores. La concentración de extranjeros, en relación a la población, fue mucho mayor en
las ciudades del litoral y en Rosario pero especialmente en la ciudad de Buenos Aires, donde
el impacto demográfico, social, cultural y económico de la inmigración fue más fuerte.
Entre 1895 y 1914, la proporción de extranjeros en Buenos Aires fue mucho mayor que la
202
proporción de extranjeros en el país y se mantuvo cerca del 50%. La gran mayoría de los
inmigratorio en la Argentina entre 1857 y 1941 suma un total cercano a los 3.472.952 personas. Según
el Departamento de Inmigración en ochenta años desembarcaron 6.611.000 inmigrantes, regresaron
3.138.000 y quedaron afincados 3.473.000 en la Argentina. Un inmigrante de cada dos dejó la Argentina
después de una estadía mas o menos prolongada. BOURDE, Guy, 1977, p 132.
200
En el "espacio abierto" de la Argentina la la radicación de la inmigración dependió de las políticas
inmigratorias y del régimen de la tierra pública. Ver PANETTIERI, José, 1970. Sobre el tema de la
inmigración y su impacto sobre la urbanización ver GERMANI, Gino, 1977; BOURDE, Guy, 1977.
Trabajos más recientes elaboraron enfoques más detallados sobre la dinámica de algunos grupos
inmigratorios en el país, por ejemplo ver DEVOTO, Fernando y Gianfausto Rosoli, 1985 y BAILY,
Samuel, 1982.
201
LATTES, Alfredo, 1973, p 851.
202
La proporción de extranjeros en Buenos Aires fue el 52% en 1895; 45,5% en 1909 y 49,3% en
1914. Luego desciende en los registros censales constantemente, constituyendo el 27% en 1947 y el
22% en 1960. Zulma Recchini de Lattes ha demostrado la participación de la migración en el cambio de
la población, comparando crecimiento vegetativo y migraciones de nativos y no nativos en el Area
Metropolitana de Buenos Aires. RECCHINI DE LATTES, Zulma, 1971, p 130; y RECCHINI DE LATTES,
70
extranjeros radicados en Buenos Aires eran italianos y españoles. En 1914, italianos y
españoles constituían por partes iguales cerca del 90% de los extranjeros y cerca del 40% del
total de la población de la ciudad. Los italianos predominaron desde el comienzo de la
inmigración masiva, pero fueron declinando su participación al tiempo que aumentaba la de
los españoles. En 1895 los italianos constituían el 27% de la población de Buenos Aires, para
declinar en 1936 al 12,3%. Los españoles fueron el 12,1% de la población total de la ciudad
203
en 1895, aumentaron al 19,4% en 1914 y se redujeron al 13,4% en 1936.
Si consideramos como principales profesiones aquellas que tenían 1% o más del total general
(cuadro Nº 12) se observa que en 1914 las más numerosas eran las que nucleaban a los
comerciantes (5,4%) y a los empleados del gobierno y de la administración (4,4%). Le
seguían cada una de las actividades del servicio doméstico cuyos ocupados sumaban el
7,5%. Los dedicados a la confección -costureras (1,7%), modistas (1,7%) y sastres (1,1)-,
constituían el 4,5% del total. También era importante la sumatoria de los ocupados en la
construcción -albañiles (2,3 %), carpinteros (1,5%), herreros (0.9%), mecánicos (0,9%) y
pintores (0,9%)- quienes constituían el 6,5% del total de los ocupados.
71
Esta fuerza laboral estaba constituída en su mayor parte por extranjeros. El censo de 1914
revela que eran extranjeros el 68,6% de los habitantes ocupados en la industria y actividades
manuales; el 78,8% de los ocupados en el servicios personales y jornaleros; y el 56,0% de los
empleados en el comercio. Eran inmigrantes tres o más de cada cinco albañiles, carpinteros,
sastres, zapateros, comerciantes y domésticos. También lo eran dos o más de cada cuatro
herreros y mecánicos. Los argentinos predominaban notablemente -el triple o más- entre los
empleados de la administración y el gobierno y entre los estudiantes. Profesiones como
costureras, modistos, rentistas y cocineros tenían partes iguales de argentinos y extranjeros.
Esparcimiento y lecturas
El teatro congregaba a inmigrantes y criollos que se volcaban principalmente, como en
décadas anteriores, a los dramas gauchescos y al sainete. En la década de 1910 el género
del sainete, cultivado por cerca de 200 autores entre 1890 y 1930, llegó a su apogeo. Obras
como Tu cuna fue un conventillo de Alberto Vacarezza, sobrepasaron las 1000
representaciones. Contenían la irresistible fórmula de representar con fresca imaginación la
cotidianeidad de personajes estereotipados, tanto de la inmigración con sus "tanos",
206
"gallegos", "turcos" y "rusos", como los criollos compuestos por "guapos" y "compadritos".
La fuerte tradición teatral de los italianos y españoles, así como la posibilidad de ver teatro por
secciones -que permitía la asistencia de la familia en forma completa-, contribuyeron al gran
auge del teatro nacional. Los casi 28.000 espectadores que asistieron a 222 funciones en
1897 crecieron a más de 450.000 en 1910, repartidos en 1234 representaciones.207 También
se representaban numerosas zarzuelas y revistas. Estas últimas, otro género, que en Buenos
Aires adquirió las características de expresión original, reemplazó al sainete que
practicamente desapareció hacia finales de la década de 1920.
Entre 1880 y 1930 se inauguraron en el centro de la ciudad unas 60 salas teatrales. Las 13
que había en 1906 crecieron a 21 en 1911. En 1925 existían 32 salas y 43 en 1928. Barrios
cercanos al centro, como Boedo, Almagro (Once) y Villa Crespo, así como otros más
alejados, como Flores y Belgrano, tuvieron también sus teatros. Hacia el sur, en el barrio de la
Boca donde la inmigración genovesa tenía su asiento más importante, hubo 7 salas que
incluían una dedicada a la lírica.208 Este género tuvo su ámbito privilegiado en el nuevo teatro
Colón, inaugurado el 25 de mayo de 1908 con la representación de la ópera "Aida" de
Giusseppe Verdi. La alta sociedad porteña, mostrándose a si misma en los suntuosos
interiores del Colón, podía disfrutar de las mejores piezas de la lírica universal.209 Los años del
206
Nombres genéricos dados popularmente a los italianos, españoles, árabes y armenios y judíos
europeos respectivamente.
207
DE DIEGO, Jacobo, 1983, p 146.
208
MAZZIOTTI, Nora, 1990, p. 74.
209
Representaciones sobresalientes de esos años fueron: Sigfrido, de Wagner (1908); La Wally, de
Catalani (1909) y El Oro del Rin, también de Wagner (1910), entre otras. CAMPS, Pompeyo, 1983, pp
350 y 351.
72
Centenario también ofrecieron al público porteño otra opción recreativa: el cine mudo. En
1908 se estrenaba la primera película argentina: El fusilamiento de Dorrego, aunque el primer
éxito comercial data de 1915 con Nobleza gaucha. El verdadero auge de esta "novedosa"
forma de espectáculo se produjo en la década de 1920.
Con los festejos del Centenario, una gran cantidad de prostitutas francesas llegó a la
Argentina. Organizadas por "macros", el negocio de la prostitución y el rufianismo francés en
Buenos Aires tuvo su centro de operaciones en la "Librería Francesa", en la calle Cerrito 445,
a pocos metros de donde en la actualidad se levanta el Obelisco, en pleno centro de la
ciudad. Gran parte de la prostitución criolla se afincó en el sur, en el barrio de la Boca. El
gigoló, la prostituta y el burdel tuvieron su traducción en el argot porteño de "cafiolo" (con sus
distintas versiones), el "giro" y el "quilombo" respectivamente.
En estos parajes situaba Manuel Galvez los personajes de su Historia de Arrabal. Rosalinda,
la muchacha que por amor cae en la prostitución, y "el Chino", su vividor:
El ambiente de los arrabales, de proxenetismo y prostitución, fue la cuna del género musical
que se constituyó en el símbolo de la ciudad de Buenos Aires, representándola a nivel
mundial: el tango. El origen de esta música urbana es sumamente impreciso, sin embargo la
mayoría de los autores coinciden en ubicarlo en los difusos arrabales prostibularios de la
década de 1890. Mantuvo un carácter clandestino hasta que fue introducido en los ambientes
de la alta burguesía por algunos de sus miembros que frecuentaban los prostíbulos. El terceto
orquestal original (flauta, guitarra y violín) que se utilizaba para la ejecución en los burdeles
210
Luego denominada Aroma y que finalmente sería anulada con la construcción del Edificio del
Ministerio de Obras Públicas en la avenida 9 de Julio, en la década de 1930. GOLDAR, Ernesto, 1985, p
2.
211
Una de ellas, la sociedad Zwi Migdal, llegó a controlar 2.000 prostíbulos donde trabajaban
alrededor de 30.000 prostitutas en todo el país, en especial en Buenos Aires y Rosario. Idem, p 7.
212
GALVEZ, Manuel, 1980, p 50.
73
213
fue reemplazado por el piano, más adecuado para los salones formales.
Para 1910 el tango había arraigado en la sociedad porteña. Pocos años antes, Héctor Angel
Villoldo había compuesto algunos tangos que se convertirían en clásicos, como "El choclo",
"El porteñito" y la letra de "La morocha", todas grabadas en Paris en 1907. Durante el
Centenario, el gramófono le dio a este género musical la principal herramienta de difusión. La
compañía de discos Columbia lanzó en ese año a dos bandoneonistas, Vicente Greco -el
creador del término "orquesta típica criolla"- y Juán Maglio que constituyeron el primer
antecedente de este tipo de orquestación, disputado luego por las compañias grabadoras que
214
comenzaban a multiplicarse. En la década de 1920 y siguientes, las composiciones de
intérpretes y autores como Carlos Gardel y Alfredo Lepera inmortalizaron el tango canción,
con obras como "Cuando tú no estás" o "El día que me quieras".
Los inmigrantes, que formaban buena parte del público lector, accedían a la lectura con las
habilidades elementales proporcionadas por la educación primaria consolidada luego en los
empleos de comercio y administración. El público femenino (desde pianistas y recitadoras
hasta costureras, empleadas, estudiantes pobres y poetas aficionadas) tuvo otros tiempos y
otras actitudes con respecto a la lectura. En estos años del Centenario se encuentra el
gérmen de las revistas que alcanzaron grandes tiradas en las décadas posteriores, que se
dirigían principalmente al público femenino.218 En el desarrollo del periodismo y la literatura,
los escritores se profesionalizaron, e hicieron de estas actividades a veces su único medio de
213
STILMAN, Eduardo, 1983, p. 166.
214
Idem, p. 170.
215
MAZIOTTI, Nora, 1990, p 76.
216
FORD, Anibal; Jorge Riviera y Eduardo Romano, 1985, pp 33 y 34.
217
Idem, p. 34, Tanto Para Ti, como Billiken y El Gráfico siguen saliendo en la actualidad.
218
SARLO, Beatriz, 1985, pp 21 y 29.
74
vida. Ya no eran, como sus predecesores de la generación del '80, "gentleman" escritores que
alternaban altos cargos públicos con la escritura.
Expansión de la ciudad
En sólo cuarenta años, entre 1870 y 1910, la fisonomía de Buenos Aires cambió
radicalmente. La plácida Gran Aldea se transformó en "La París de América del Sur" y estaba
en camino de convertirse, al menos en el área céntrica, en un digno par de las mejores
ciudades europeas.219 Para el Centenario, contaba ya con un centro que concentraba lo
mejor de los esfuerzos públicos y privados, con una buena dotación de agua corriente,
cloacas, pavimientos e iluminación, un nutrido equipamiento comercial, administrativo y
recreativo, una notable modernización edilicia y urbana y un buen número de edificios en
altura. Formando un abanico alrededor del centro surgieron numerosos barrios de edificación
baja y mayormente modesta, que crecieron espontánemente, con escasa infraestructura, sin
planificación y casi sin inversión pública alguna.
Dos tendencias de crecimiento, sucesivas pero distintas, dieron forma en este período a la
imagen física y urbana actual de la ciudad de Buenos Aires: la primera se produjo en las
últimas décadas del siglo XIX, cuando la ciudad se densificó en población y en edificios sobre
la traza hasta entonces ocupada; la segunda se desarrolló en las primeras décadas del siglo
XX, cuando la ciudad se expandió sobre la entonces periferia creando y consolidando nuevos
barrios.
Hasta 1900 la ciudad, y en especial la zona céntrica y sus adyacencias, se densificó con la
radicación de los grandes contingentes de inmigrantes, que se instalaban preferentemente en
los conventillos del centro y en los distritos aledaños. Se concentraron y coexistieron en el
centro y sus inmediaciones las dos caras de la nueva Buenos Aires: la opulenta, reflejada en
los nuevos edificios comerciales, administrativos y grandes residencias, y la mas pobre,
concentrada en los conventillos. Patricios y mendigos, inmigrantes y nativos poblaban las
calles y casas del centro.
75
aumento del salario producido por la bonanza económica de los años 1904-1912, fueron los
factores más destacados que alentaron la expansión urbana hacia zonas hasta entonces
periféricas. Las empresas de tranvías y el mercado de tierras se constituyeron en unos de los
más importantes negocios de la época y regularon y orientaron este proceso de creación y
consolidación de los barrios. El gobierno municipal tuvo solo una incidencia indirecta sobre el
mismo, a través de la débil regulación ejercida por el otorgamiento de las concesiones de
tranvías y por la alineación, apertura y pavimentación de las calles. El trazado del arribo de los
221
ferrocarriles a la ciudad, tampoco dependió directamente de la municipalidad.
El crecimiento de los distintos barrios y zonas de la ciudad fue desparejo: algunos barrios
crecieron mucho y otros poco (cuadros Nº 13 y 14). Entre 1904 y 1914, las secciones que
conformaban el distrito central (Monserrat y San Nicolas) y las secciones adyacentes al sur y
al oeste (Concepción, San Cristobal, y Balvanera Oeste Sud y Norte), las más densas y
pobladas hasta el 1900, crecieron muy poco.
Tampoco crecieron mucho Socorro y Pilar, aledañas al centro por el norte, que se habían
densificado antes de 1900 con las residencias de las familias más adineradas. En cambio,
fueron las secciones más alejadas del centro y más despobladas las que crecieron con
mayores tasas y más se densificaron: San Bernardo y Vélez Sarsfield. Belgrano, también en
la periferia pero algo más poblada, junto a las circunscripciones ubicadas al norte y oeste de
la ciudad a mitad de camino entre el centro y los límites del municipio, como Palermo y Flores,
también tuvieron un importante crecimiento.
Tampoco existió una neta segregación étnica entre los sectores tradicionalmente acaudalados
y los que se iban enriqueciendo, aquéllos que se ubicaron en las últimas décadas del siglo al
norte de la Plaza de Mayo, sobre la calles Florida y San Martín y luego más al norte, en los
barrios del Socorro y Pilar (Barrio Norte). Si se observa el origen de los propietarios, para
tomar un factor que indique mayor nivel económico, no se evidencian fuertes segregaciones
espaciales.
221
El control gubernamental sobre los ferrocarriles fue laxo a pesar de la ley nacional de 1872 que
creó la Dirección Nacional de Ferrocarriles para supervisar la conservación de las vías y la seguridad y
velocidad de los trenes. Recién despues de la crisis de 1890 el Congreso Nacional estableció (1891) la
Dirección General de Ferrocarriles y se hizo el primer esfuerzo por imponer ciertos controles estatales y
regular la ampliación del sistema ferroviario. SCOBIE, James, 1977, pp 126 y 127.
76
77
Capítulo 7
Regulaciones urbanas
Las primeras ordenanzas municipales que regularon las edificaciones fueron sancionadas en
1871 como reacción a la epidemia de fiebre amarilla. Su objeto fue proteger la salud de la
población a través del control de la higiene en los conventillos, que eran considerados como
los focos de irradiación de las enfermedades al resto de la ciudad. Las ordenanzas regulaban
el uso y la cantidad máxima de habitantes por cuarto, así como las dimensiones, materiales y
estado de las habitaciones y patios de los conventillos. Si bien las contravenciones eran
sancionadas con el desalojo, estas disposiciones rara vez fueron respetadas y cumplidas.
En la década de 1870 se definieron las alturas máximas de los edificios en función de los
distintos anchos de las calles existentes y se establecieron, para las calles más angostas de
9,52 metross (11 varas), trazadas 300 años antes por Garay, una altura máxima edificable
de 12,12 metros. Reglamentaciones posteriores aumentaron la altura a 16 metros, hasta que
el Nuevo Reglamento de Construcciones sancionado en 1910 la amplió a 21 metros
permitiendo edificios de hasta 7 pisos. En avenidas, calles más anchas y plazas se podía
llegar a 10 y 13 pisos. Sin embargo, las nuevas y mayores alturas límites entraron de hecho
anticipadamente en vigencia cuando, ante numerosos pedidos, el Concejo Deliberante
222
comenzó a acordar permisos especiales en vistas a la futura sanción del Reglamento.
El paulatino aumento de la altura permitida a los edificios puso en crisis los criterios
higienistas que habían orientado la promulgación de las ordenanzas. A pesar de las críticas y
protestas que arreciaron en la década de 1900 por la falta de ventilación y asoleamiento
adecuado de las calles, frentes y habitaciones, la Municipalidad sancionó en 1910 el Nuevo
Reglamento de Construcciones, que permitiendo mayores alturas daba lugar a una mayor
densidad de ocupación y aseguraba una mayor renta a los terrenos urbanos. Este
reglamento, que siguió en vigencia hasta 1928, fue calificado como un verdadero atentado a
la salud de la población. Los numerosos edificios altos que en el centro de la ciudad fueron
construidos en esas décadas, estrecharon la perspectiva de las angostas calles, redujeron el
asoleamiento de los frentes y condenaron a las habitaciones que no daban a las calles a
ventilar a estrechos patios, donde no sólo no penetraba el sol, sino tampoco el aire y ni
siquiera la luz diurna en las habitaciones de las plantas más bajas.
El objeto principal de la regulación era, sin duda, la zona del centro, donde se producía en
mayor grado la renovación urbana y la presión especulativa era más fuerte. Esa era la causa
de la continua preocupación por elevar las alturas permitidas en las calles más angostas. Para
la regulación de los materiales de construcción empleados en los edificios, el nuevo
Reglamento prohibió el uso de barro o madera en el exterior y en el interior de las casas en
una amplia zona que abarcaba las áreas más urbanizadas de la Capital Federal.
222
"Notas Edilicias, Resoluciones del Concejo Deliberante Municipal", Revista Técnica. Suplemento
de Arquitectura, Nº 58, Buenos Aires, octubre de 1909, p. 141. "El Nuevo Reglamento de
Construcciones", Revista Técnica. Suplemento de Arquitectura, Nº 66, Buenos Aires, noviembre-
diciembre de 1910, pp 138-146.
78
Proyectos y planes urbanos
Tanto el Virrey Vertiz (1778-1784) como el Presidente Bernardino Rivadavia (1826-1827),
pueden ser considerados como los primeros planificadores de la ciudad de Buenos Aires.
Basándose en la estructura de la ciudad, modificada por Rivadavia mediante la creación de
avenidas orientadas de oeste a este, como se ha mencionado anteriormente, el Municipio
intentó regular a fines del siglo XIX, su crecimiento edilicio a través de ordenanzas y
reglamentos. Asimismo, trataba de mejorar y encauzar el crecimiento urbano con directivas
que modificaron el trazado de las calles mediante ensanches, rectificaciones y apertura de
nuevas calles.
En realidad, el problema es que no hubo planes generales que abarcasen la totalidad del
municipio. No es extraño que así fuera. Los límites del municipio, establecidos en 1887, eran
enormes e incluían vastos territorios de usos todavía rurales, aun cuando estuviesen en
rápida transformación. Cuando se hablaba de la ciudad, se la identificaba todavía con una
superficie que no se extendía mucho más allá del ejido diseñado por Juan de Garay 330 años
antes, de 25 cuadras de frente y 1 legua de fondo, que abarcaba las actuales calles Arenales
al norte, San Juan al sur, la Avenida La Plata al oeste y el río de la Plata.
Los primeros planes que abarcaron el conjunto de la ciudad fueron diseñados durante la
primera década del siglo XX impulsados, en parte, por la ansiedad de adecuar dignamente a
la ciudad para los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo.223 Estuvieron precedidos
por la creación de algunos instrumentos técnicos como el Catastro, creado en 1892, y el
Plano Oficial del Municipio, preparado en 1895. En base al mismo y en el mismo año se le
encargó a una comisión municipal el plan del trazado definitivo de las calles de la ciudad.
Aprobado por el Concejo Deliberante, fue utilizado para el trazado de nuevas calles y
avenidas hasta 1901, al menos.224
223
Así lo expresaba en 1906 el arquitecto Alejandro Christophersen en "Conmemoración del Gran
Centenario. Proyecto sometido a la Comisión Nacional", Revista Técnica. Suplemento de Arquitectura,
Nº 39, Buenos Aires, julio/agosto de 1906, pp 87-90.
224
En el plan elaborado en 1895 por la comisión municipal se dejaron los grandes caminos, a pesar
de su trazado irregular; se proyectó la avenida Norte-Sur (aprobada ya en 1880) entre las calles Artes
(hoy Carlos Pellegrini) y Cerrito y cuatro avenidas diagonales que partían de los ángulos noroeste y
sudoeste del futuro palacio del Congreso y de los ángulos nordeste y sudeste de la plaza Lorea. Aun sin
una Ley de Catastro, en 1901 se había confeccionado 1.600 parcelarios, sobre un total de 145.440
casas y 5.375 manzanas edificadas. MORALES, Carlos María, 1901, pp 5-6.
79
de estas iniciativas, al tiempo que numerosos proyectos de apertura y trazados de diagonales
y avenidas eran formulados y presentados ante el Concejo Deliberante.
Las idas y vueltas fueron numerosas: en 1906, cuando el intendente trató de revivir el
proyecto de apertura de la avenida Norte-Sur, que había sido aprobado por la ley en 1880 y
modificado en 1895, le fue devuelto por el Concejo Deliberante para que fuese sometido a un
nuevo estudio. La apertura de esta avenida tuvo que esperar hasta 1936 para concretarse y
hasta la década de 1980 para completarse. A fines de 1906, el intendente Carlos de Alvear
encargó al arquitecto francés J. Bouvard, jefe de trabajos públicos de París, un plan general
de transformaciones de la ciudad para que orientase las futuras modificaciones. Bouvard lo
presentó recién en 1909. En esos mismos años, Enrique Chanourdie, director de la Revista
Técnica y miembro de la Sociedad Central de Arquitectos, proponía también un plan de
transformación de la traza urbana.225
Tanto el Plan de Bouvard como el que formulara Chanourdie, con algunas variantes, partían
de ideas similares. Ambos avanzaban sobre los proyectos puntuales anteriores trazando
avenidas, parques y plazas para toda la superficie de la ciudad, aun cuando las más
estudiadas y controvertidas en ambos se referían a la zona central. Ambos planes estaban
basados en objetivos similares, a pesar de plantear una distinta jerarquización de objetivos: la
"higiene", el "ornato" y el "tráfico". La tradición higienista del siglo XIX era fielmente respetada
así como la búsqueda del ornato a través del embellecimiento de las perspectivas urbanas. A
estos dos factores se le sumaba uno nuevo, causado por la nueva e imperiosa necesidad de
resolver los problemas de un tránsito congestionado debido al aumento de la densidad de
población, construcciones, actividades, peatones, coches y tranvías en el distrito central.
Las diagonales, concebidas como la solución de todos estos problemas, tuvieron activos
defensores, entre los que se contaban tanto Bouvard como Chanourdie, y también enconados
adversarios. Sin embargo, la discusión se centró en el trazado de las mismas antes que en su
real eficacia, enfrentándose los partidarios de trazarlas en las áreas aún no muy construidas
225
Para estos planes ver BOUVARD, J., 1910; CHANOURDIE, Enrique, 1906, pp 57-87;
CHANOURDIE, Enrique, 1911, pp 102-109.
80
226
con los partidarios de abrirlas en el sector más denso y céntrico de la ciudad. Bouvard
propuso, además, la creación de rotondas como dispositivos adecuados para resolver los
problemas de tránsito. Observando su plano, se destaca la utilización de ese mismo
dispositivo para todos los sectores de la ciudad, tanto para las zonas más densas, que
requerían demoliciones y expropiaciones importantes, como para las más deshabitadas. Sus
contemporáneos atacaban dicho plan por superficial y poco estudiado y porque no estaba
fundado sobre un profundo conocimiento de la ciudad. Benito Carrasco, paisajista y discípulo
227
de Carlos Thays, algunos años más tarde criticaba al plan porque no "resultó el plan técnico
228
esperado, sino un ligero esbozo empírico, falto de estudios básicos preliminares ..." Por los
mismos motivos lo criticaba Chanourdie, quien lo contrastaba con su propuesta destacando
en ella el respeto y conocimiento de las particularidades de la ciudad, reflejado en un más
cuidadoso trazado y cruce de ciertas avenidas que comunicaban los barrios entre sí y con el
centro. Chanourdie evidenciaba una preocupación que iba más allá del centro y se ocupaba,
al menos, del tránsito y de la circulación entre los barrios.
Pareciera que la expansión de la ciudad en base al damero no fue puesta en duda. Lo notable
es que los proyectos de remodelación del centro acapararon la atención y las discusiones,
mientras crecían rapidamente nuevos barrios, para los que sólo se pensaba, en el mejor de
los casos, sobre cómo conectarlos con el centro. En ningún momento, en términos generales,
se evaluó en estos planes la posibilidad de cambiar la traza o modelo urbano, que seguía
siendo útil en su racionalidad, para el mercado inmobiliario. Sin embargo, se identificaban
como debilidades del damero la monotonía, la falta de perspectivas variadas y realzadoras de
monumentos, la ausencia de comunicaciones directas entre ciertos lugares y la amenaza de
insalubridad en las calles angostas con edificios altos.
229
Chanourdie, seguidor de Camillo Sitte, propuso el ensanche de las calles orientadas oeste-
este para permitir su mejor asoleamiento y circulación y una diferenciación en la trama de las
calles, reservando algunas para el tráfico vehicular y otras para los peatones. Benito Carrasco
proponía, en cambio, que en lugar de seguir concentrando los esfuerzos de remodelación
226
La polémica puede seguirse en las memorias de Bouvard y Chanourdie y en el texto de BADARO,
Eugenio (1905), donde se hace un fuerte alegato en contra. Las diferencias entre Bouvard y Chanourdie
no fueron muy grandes pero provocaron controversias. Desde una visión aparentemente más realista en
cuanto a costos y tomado en cuenta la necesidad de descongestionar el centro, Víctor Jaesche proponía
una apertura de diagonales que no llegaban a la Plazo de Mayo. JAESCHKE, Victor Julio, 1911. pp 137-
167.
227
Carlos Thays, ingeniero, paisajista y urbanista francés, fue durante 22 años Director de Paseos de
la ciudad de Buenos Aires e intervino en el diseño de sus parques más importantes (ver apéndice
"Microbiografías").
228
CARRASCO, Benito, 1927, p 73.
229
Sitte tuvo mucho influencia en Europa y sus proyectos y escritos eran conocidos en América
Latina. En 1889 publicó Der Stadtebahn, conocido en la Argentina principalmente a través de la
traducción de Camille Martín y publicada en 1912 con el título L'art de ..... les villes. La primera edición
española fue publicada en 1926. Sitte fundó con Theodor Goecke la revista Der Stadtebahn cuyo primer
número apareció en 1904, un año después de su muerte. Sitte fue un enérgico defensor de la
irregularidad y asimetría y de las experiencias del pasado. Se interesó en las relaciones espaciales de
las ciudades del pasado y en la importancia de incorporar plazas que respondiesen a las necesidades de
la comunidad.
81
sobre la traza más antigua de la ciudad, se remodelara la zona que se desarrollaba al oeste
de la avenida Callao, donde surgiría "la verdadera ciudad, la grandiosa ciudad del futuro no
lejano, la ciudad que llenará de orgullo a América y la raza ... donde el trazado pueda
responder a las exigencias de las ciudades modernas, abandonando la famosa disposición
230
del damero". Oponiéndose a la consolidación y concentración del centro sobre el antiguo
distrito central, Carrasco proponía una descentralización hacia el centro geográfico de la
ciudad. Para los barrios, sobre los que no había prácticamente plan alguno, proponía el
modelo tipo "cottage u otros" con jardines y retiros de la línea municipal. Después de más de
una década de discusiones sobre los proyectos de avenidas y diagonales, en 1913 la
intendencia sancionó la apertura de las diagonales norte y sur. Esas fueron las únicas dos
diagonales que la ciudad obtuvo en después de tanta controversia.
Cambios en el centro
230
CARRASCO, Benito, "La ciudad del porvenir", en Caras y Caretas, 22 de febrero de 1908, en
CARRASCO, Benito, 1927, p 72.
231
Para este período puede considerarse que el distrito central se extendía sobre el antiguo trazado
de Juan de Garay; es decir sobre las 135 manzanas primitivas que corrían entre las calles Balcarce, 25
de Mayo, Viamonte, Libertad, Salta e Independencia y estaban incluidas aproximadamente en las
secciones de Montserrat y San Nicolás.
232
Scobie sotiene que la tendencia de crecimiento de Buenos Aires fue definida en la década de 1880
por la cuestión capital, la instalación del puerto y el tendido de los ferrocarriles. Si bien fueron factores
importantes parece más indicado incorporar asimismo factores históricos, culturales y topográficos. Ver
SCOBIE, James, 1977.
82
centro. Sobre esa tranformación incidieron también decisivamente, los nuevos proyectos de
remodelamiento urbano como la apertura de avenidas, la fijación de nuevos anchos de calles
y las primeras reglamentaciones de la construcción, mencionadas anteriormente Asimismo,
esta metamorfosis fue impulsada y apoyada por la instalación de los servicios de alumbrado
eléctrico y de la red de agua corriente y cloacas -que permitieron la limpieza de sus calles-, la
construcción de pavimentos y veredas, y el entubamiento de los pequeños cursos de agua
que atravesaban la ciudad. Inevitablemente, las angostas calles del distrito central
comenzaron a congestionarse.
Otra de las grandes proyectos en el centro fue la apertura de las discutidas avenidas
diagonales. Durante la intendencia de Anchorena se dictó la Ley que sancionaba su apertura
y rápidamente se abrió e inauguró la primer cuadra de la Diagonal Norte, pero su continuación
fue muy demorada por los juicios expropiatorios y luego por el impacto económico que tuvo la
primer guerra mundial en el país. Tambien se tomaron medidas para ensanchar las avenidas
rivadavianas (Santa Fe, Córdoba, Corrientes y Belgrano). El más importante de estos
ensanches fue el de la avenida Alvear (hoy Libertador) entre la Recoleta y el barrio de
Belgrano.233
A medida que se ampliaban y diversificaban las actividades del centro aumentó el número de
personas que acudía a trabajar, a pasear por la calle Florida o a encontrarse con amigos en
las tertulias de los bares de la avenida de Mayo o a asistir a los numerosos teatros. A los
viajeros de la época les llamaba la atención el bullicio y la actividad del centro y el aire de
ciudad europea que se respiraba en sus calles.234 Asimismo, todos destacaban el fuerte
contraste que se percibía en ellas, tanto en el tipo, altura y categoría de sus edificios -por
ejemplo, entre las grandes mansiones de una alta y dispendiosa burguesía y los conventillos-
como entre sus habitantes. Se cruzaban en la misma vereda acaudalados comerciantes con
aspectos de dandies, con empleados, mendigos y una multitud de trabajadores inmigrantes.
233
Entre otras obras de la intendencia de Anchorena, debe mencionarse la habilitación de los Parques
Lezama, Olivera (actual Avellaneda) y Chacabuco; plazas en varios barrios; un conjunto de 116
viviendas obreras para 560 habitantes comenzado con anterioridad y ubicado en las calles Aconcagua,
Cachi, San Francisco y avenida Arena; la parquización de la "Rosaleda" en el Parque 3 de Febrero,
realizada por el sucesor de Carlos Thays, Benito Carrasco; el ensanche del Palacio Municipal; la
pavimentación de calles mediante la emisión de bonos y la higienización de los arroyos que cruzan la
ciudad. MAYOCHI, Enrique Mario, 1985, pp 28-34.
234
HURET, Jules, c. 1911, pp 43-49; CLEMENCEAU, Georges, 1986.
83
Este contraste era mucho más acusado en el centro y en los distritos más acomodados, como
el Socorro y Pilar, que en los barrios populares como Balvanera o, un poco más lejos, la Boca
o Barracas, más homogéneos económica, social y étnicamente.
Estos contrastes eran los signos de una situación que preanunciaba importantes conflictos
sociales. La Argentina opulenta del centenario, magníficamente representada en la nueva
imagen del centro y en las viviendas de los barrios del Socorro y del Pilar, se completaba con
los paseos vespertinos de los carruajes y coches en los jardines de Palermo y en la vida de
235
los clubes de hombres fundados en esos años. Este despliegue de riqueza en la ciudad, en
las estancias y en los viajes a Europa, tuvo un importante costo social. Este se manifestó en
el agudo malestar obrero de la década de 1900, en las huelgas de inquilinos, en la incipiente
organización de los partidos políticos contestatarios, en los atentados a representantes del
orden, en los conatos de revoluciones políticas, en la sanción de las primeras leyes sociales y,
por contrapartida, en la Ley de Residencia que permitía la expulsión de los activistas
extranjeros. Estos síntomas prepararon el ocaso del régimen politico y económico instalado
en 1880, denominado por algunos autores "la República Conservadora". Entre 1902 y 1912 el
país estaba pasando por uno de sus períodos de mayor bonanza económica. En los años de
1911 y 1912 comenzaba la primer crisis económica del siglo.236
Las grandes transformaciones de la escena urbana que tuvieron lugar fundamentalmente en
el distrito central, se extendieron luego hacia el Pilar y el Socorro, habitado desde las últimas
décadas del siglo XIX por la alta burguesía y, gradualmente, se extendieron también hacia los
barrios del oeste alcanzando las tres secciones de Balvanera -sur, norte y oeste-,
incorporadas al actual macrocentro de la ciudad. En el resto del ámbito municipal capitalino la
ciudad se expandía sobre terrenos hasta entonces ocupados por actividades rurales y
periurbanas, como chacras, huertas y hornos de ladrillo.
235
El Jockey Club fue fundado en 1881. Fue y sigue siendo un reducto de una élite argentina
apasionada por los caballos de raza, las carreras y más recientemente por la esgrima, el polo, el golf y
otros deportes.
236
Para los conflictos sociales del Centenario ver: GUTIERREZ, Leandro, 1983; SURIANO, Juan,
1983; PANETTIERI, José, 1982; MATSUSHITA, Hiroshi, 1986; y GODIO, Julio, 1973. Para el análisis
político y económico del Centenario ver BOTANA, Natalio, 1985; CORTES CONDE, Roberto y Ezequiel
Gallo, 1986; PANETTIERI, José, 1986. Para el impacto de las crisis y bonanazas sobre la ciudad de
Buenos Aires ver CORTES CONDE, Roberto, 1983.
237
Buena parte de las disposiciones de la Ley nacional que establecía los festejos del Centenario
(sancionada por las Cámaras el 8 de febrero de 1909), se referían a la ciudad de Buenos Aires. En el
art. 1o. se diponía la erección en la Plaza de Mayo de un monumento conmemorativo, la apertura y
ornato de una plaza frente al edificio del Congreso Nacional con dos monumentos conmmemorativos, la
erección en diversas lugares y plazas de la ciudad de monumentos varios dedicados a España, a
Mariano Moreno, a Bernardino Rivadavia, al Almirante Brown, al General Alvear, a Pueyrredón y a los
84
Para culminar los festejos del Centenario, fue programado un conjunto de exposiciones
destinadas a demostrar a la población del país y a los extranjeros el gran crecimiento
económico adquirido. En paralelo con el Congreso Panamericano que se realizaba en el
Palacio del Congreso Nacional, se montaron seis exposiciones de las cuales cuatro eran
internacionales -las de Arte, Higiene, Agricultura y Ganadería y Ferrocarriles y Transportes
Terrestres-, una estaba dedicada exlusivamente a los productos Españoles y otra, de carácter
industrial, fue netamente nacional.
El ambicioso plan de construcciones iniciado en 1909 tuvo que adaptarse a las presiones y
demandas de la otra cara de la Argentina "moderna", que reaccionaba con repetidas huelgas
obreras contra este despliegue económico. La problemática construcción de las exposiciones
y la consecuente postergación de las inauguraciones, testimoniaban la agitada situación
social y económica del país en esos años. Las exposiciones no tuvieron la repercusión
esperada, ni en recaudación, ni en público asistente. El éxito no fue parejo en todas ya que
algunas fueron muy visitadas, como la Industrial, y otras no tuvieron una buena recaudación,
como la Agrícol-ganadera, o atrajeron muy poco público, como la de Higiene. Casi todas las
provincias del interior, numerosos países extranjeros y cerca de 10.000 industriales
238
participaron en las diferentes exposiciones.
A pesar que la mayoría de los pabellones fueron desmontados, las seis exposiciones
constituyeron un emprendimiento urbano de envergadura que dejó sus huellas en la ciudad.
Las exposiciones se desarrollaron sobre seis grandes terrenos, de los cuales algunos eran ya
parques y otros terrenos baldíos ubicados sobre las avenidas Alvear (hoy Libertador General
San Martín) y Santa Fe entre Retiro y Palermo, eje caminero y ferroviario hacia la zona norte
de la ciudad y de la campaña.239 Una vez desmontadas las exposiciones, los terrenos
utilizados quedaron formando parte de los parques a los que pertenecían. Ese fue el destino
de las superficies utilizadas de la plaza San Martín, del Parque 3 de Febrero y de la avenida
Alvear, frente al actual edificio del Automóvil Club Argentino. Los terrenos que pertenecían o
estaban anexos a las instituciones, como el de la Sociedad Rural y el del Regimiento 1, fueron
85
devueltos. El restante, uno de los mejor ubicados sobre la avenida Alvear, fue urbanizado y
loteado en la década de 1920 y es actualmente parte del exclusivo barrio de Palermo Chico.
Los terrenos para las Exposiciones fueron elegidos en el norte de la ciudad, continuando la
tendencia a privilegiar esa zona, dotada de una mejor cobertura de infraestructura,
transportes y servicios. En cada una de los terrenos utilizados se realizaron importantes obras
paisajísticas a cargo de jardineros muncipales dirigidos por Carlos Thays: se abrieron y
pavimentaron calles y avenidas, entre ellas la actual avenida Intendente Bullrich, se canalizó
parte del arroyo Maldonado y se realizaron movimientos de tierra para la nivelación de
terrenos bajos.
240
Con el nombre genérico de "art nouveau" se conoce a la línea artística originada en Bélgica a
finales del siglo pasado y desarrollada hasta comienzos de la Primera Guerra Mundial. Se caracterizó
por el uso de ciertos materiales (hierro y vidrio sobre todo) que produjeron formas naturalistas y
abstractas en espacios distintos a los elécticos. De Fusco incluye dentro de esta clasificación de "arte
nuevo", además de la corriente belga, a vertientes importantes como la Secesión Vienesa, la Escuela
Escocesa y el Modernismo Catalán, entre otras. Ver DE FUSCO, Renato, 1983, pp 97-130.
241
En 1933 el Cabildo fue declarado Monumento Histórico Nacional. VILARDI, Julián, 1940, pp 25 y
55; LUQUI LAGLEYZE Julio, 1975, p 53. El actual cabildo es producto de la reconstrucción realizada
86
ubicado frente al Cabildo, en el encuentro avenida de Mayo y la recientemente inaugurada
243
Diagonal Norte, fue concluido en 1914.
Alrededor de la plaza San Martín, convertida en uno de los lugares más atractivos de la
ciudad, fueron construidos varios palacios para la alta burguesía porteña, entre ellos el
encargado por Inés Peña de Ortiz Basualdo al arquitecto belga Jules Dormal. Era un buen
ejemplo de las enseñanzas de "L'Ecole de Beaux Arts" y el conjunto componía una imagen de
residencia moderna que se oponía a las viejas casonas coloniales de patios. Fue demolido en
1969 y después de permanecer baldío durante años, el predio es ocupado actualmente por la
sede central de American Express.
Frente a esta casa y sobre la calle Arenales, Alejandro Christophersen, arquitecto de origen
noruego -pero afincado desde las últimas décadas del siglo XIX en la Argentina donde
desarrolló una vasta y calificada obra- diseñó para Mercedes Castellanos de Anchorena un
gran palacio conteniendo tres residencias para la familia. Actualmente pertenece a la
Cancillería y constituye, quizá, el mejor exponente del Beaux Arts en la Argentina.
Cruzando la plaza San Martín, el actual edificio del Círculo Militar fue concluido en 1912,
originariamente concebido como residencia para José C. Paz, miembro de otra de las más
importantes familias del país y propietario del diario La Prensa. En la construcción del edificio,
que fue proyectado en Paris por Louis Sortais 244, se utilizaron, como en casi todos los
ejemplos anteriores, materiales importados para los revestimientos, herrajes, artefactos y todo
tipo de accesorios. También en los alrededores de la plaza San Martín se destaca la Basílica
del Santísimo Sacramento, obra encargada en estilo románico poitevino y proyectada por
arquitectos franceses.245 En el Centenario, la plaza San Martín albergaba la primera sede del
por Mario J. Buschiazzo en 1940. BUSCHIAZZO, Mario J., 1971 y DE PAULA, Alberto, 1982, pp. 23-37.
242
La denominación de "neoborbónico" apela a la recreación que la arquitectura ecléctica hizo de
aquella producida durante el reinado de los borbones franceses en los siglos XVII y XVIII.
243
El actual Palacio Municipal se contruyó en un predio ocupado anteriormente por un edificio colonial,
donde se había establecido en 1856 la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Este edificio había
sido casa del obispo y Seminario colonial, y despues de la independencia fue habilitado como sede de la
policía y cárcel de encausados. El Palacio Muncipal fue comenzado en 1891 y ampliado en 1911 sobre
otros terrenos lindantes sobre Bolivar y Rivadavia. MELERO GARCIA, Ramón, 1976.
244
Las obras fueron dirigidas por el arquitecto Agote quien, junto al ingeniero Gainza, diseñó el edificio
del diario La Prensa en Avenida de Mayo, en 1897.
245
El estilo románico poitevino es una variante del estilo romántico difundida en la región de Poitiers,
Francia, durante los siglos XI y XII. Esta basílica fue encargada y donada por la familia Anchorena. Los
arquitectos Coulomb y Chauvet fueron autores de los planos y la obra fue dirigida por el sacerdote
salesiano y arquitecto Ernesto Vespignani, quien también es autor de algunas obras religiosas en los
barrios, como la iglesia de San Carlos Borromeo (1909) y la Basílica de Nuestra Señora de Buenos Aires
(1912).
87
Museo de Calcos de Bellas Artes, donde se expusieron las obras de arte internacionales
durante los festejos. El Museo estaba instalado en la construcción metálica del Pabellón
Argentino en la Exposición Universal de París de 1889 que fuera desarmado, embarcado y
montado nuevamente en Buenos Aires.
El edificio del Congreso Nacional fue uno de los proyectos más ambiciosos entre los
destinados al gobierno nacional. La nueva sede, ubicada en la manzana formada por la
avenida Entre Ríos, Rivadavia, Combate de los Pozos e Hipólito Yrigoyen, enfrenta la actual
plaza de los Dos Congresos; fue proyectado por el italiano Victor Meano en 1895 y terminado
en 1906. El edificio y su gran cúpula rematan la perspectiva "parisina" de la avenida de Mayo
en cuyo otro extremo está la Casa de Gobierno. Otros edificios construidos en esos años para
la administración nacional fueron el Palacio de los Tribunales, comenzado en 1904 frente a la
plaza Lavalle; el Palacio de Correos, ubicado sobre el entonces Paseo de Julio (hoy avenida
Leandro N. Alem), ambos diseñados por Norbert Maillart, y el edificio de la Aduana,
246
proyectada por Pablo Hary y Eduardo Lanús en 1911.
Entre las grandes residencias urbanas de las principales familias porteñas ubicadas en la
zona de la Recoleta, sobresalen, además de los tres ejemplos paradigmáticos de la plaza San
Martín ya mencionados, la residencia de Daniel Ortiz Basualdo, proyectada por el francés
Pablo Pater entre 1912 y 1914 (hoy Embajada de Francia), y la actual sede de la Nunciatura
Apostólica, diseñada en 1909 por Edouard Le Monier para Adelia María Harilaos de Olmos,
ubicada en la calle de los grandes palacios porteños, la actual avenida Alvear, utilizando el
mismo modelo de "grand hotel particulier" que habían adoptado la mayoría de las grandes
residencias de la época. Eduardo Wilde, quien describió con particular dramaticidad la vida en
los conventillos, describió también, pero con ironía, la decoración, el amoblamiento y el tipo de
vida que se llevaba en estos palacios. En una hipotética carta a un amigo escrita desde la
ciudad de Río Cuarto, decía:
"¿Sabes por qué me he venido? Por huir de mi casa donde no podía dar un paso sin
romperme la crisma contra algún objeto de arte. La sala parecía un bazar, la
antesala idem, el escritorio ¡no se diga!, el dormitorio o los veinte dormitorios,
la despensa, los pasadizos y hasta la cocina estaban repletos de cuanto Dios
crió. No había número de sirvientes que diera abasto; la luz no entraba en las
piezas por causa de las cortinas; yo no podía sentarme en un sillón sin
hundirme hasta el pescuezo en los elásticos; el aire no circulaba por culpa de
los biombos, de las estatuas, de los jarrones y de la grandísima madre que los
247
dio a luz".
88
Palacio Errázuriz (1911-1916), hoy Museo Nacional de Arte Decorativo, y la residencia de
Jose M. Bosch (1912-1914), actualmente residencia del embajador de los Estados Unidos. En
ambas fue adoptado el clasicismo francés del siglo XVIII.
Dentro de los programas de edificios destinados a la educación pública, uno de los más
importantes dispositivos gubernamentales destinados a "argentinizar" la heterogénea masa
social, sobresalieron la Escuela Presidente Roca que condensa el espíritu clásico y riguroso
248
que se pretendía para la enseñanza media. En otra clave estilística dentro del eclecticismo
generalizado, se debe destacar el Colegio Nacional de Buenos Aires (1912) ubicado en la
calle Bolívar entre Alsina y Moreno, también obra de Maillart. Para la educación universitaria
fue construido el edificio neogótico, primitivamente destinado a Facultad de Derecho (1910) y
más tarde a la Facultad de Ingeniería, y la Facultad de Filosofía y Letras (1910), utilizada
actualmente como sede del rectorado de la Universidad de Buenos Aires, diseñada por Emilio
Agrelo.
Las tiendas Bon Marche (1891), ubicadas en Florida y Córdoba, actuales Galerías Pacífico,
fueron transformadas en la década de 1940 y restauradas nuevamente a partir de 1990.
Originariamente se concibieron a la manera de las grandes galerías comerciales parisinas y
tomaron como modelo las Galerías Vittorio Emanuelle de Milán. Constituyeron un anticipo de
las primeras modificaciones de la trama peatonal de la ciudad, al perforar la manzana con
calles peatonales cubiertas, entre los que se cuenta la Galería Güemes, en la calle Florida,
construida en 1915.249
Importantes construcciones fueron destinadas a prestar servicios urbanos, entre ellas las
terminales de los ferrocarriles Mitre y Belgrano en la zona de Retiro. Las cubiertas metálicas
de los andenes del Mitre, que por sus dimensiones y tecnología fueron de las más avanzados
de la época, estan precedidas por un gran edificio que adoptó los modelos académicos
imperantes.250
La ciudad de Buenos Aires aumentó tres veces y media su población entre 1887 y 1914. A
pesar del vertiginoso crecimiento físico conservó su integración y unidad. Según Scobie, esto
fue posible gracias a dos factores que funcionaron como fuertes elementos de cohesión: la
consolidación de los barrios y el mantenimiento y fortalecimiento del centro.251
248
Fue diseñada por Carlos Morra, autor tambien del Edificio para Loterías de la Calle México, que fue
inaugurado como Biblioteca Nacional.
249
Las tiendas Bon Marche fueron diseñadas por Emilio Agrelo. La Galería Güemes, diseñada por el
italiano Fracisco Gianotti, constituye el basamento de un edificio de 15 pisos, considerado como el
primer "rascacielos" de Buenos Aires.
250
El edificio del actual Ferrocarril Mitre fue proyectado por Eustace Lauristone Conder, Sydney Follet
y Francis Farner (ingleses) para el Ferrocarril Central Argentino construído entre 1911 y 1914. Más al
este y de menores dimensiones, la terminal del actual ferrocarril Belgrano fue proyectada por Louis
Faurri Dujarric, (c.1912) para el entonces ferrocarril Central Cordoba. ORTIZ, Federico, 1988, pp 324-
329.
251
SCOBIE, James y Aurora Ravina de Luzzi, 1983, pp 182-187.
89
Así como el distrito central conservó, acrecentó y concentró las actividades administrativas,
comerciales y culturales de la ciudad, reforzando sus funciones representativas a nivel urbano
y nacional, los barrios nuevos y viejos fueron los escenarios del lento proceso de integración
social y cultural de los porteños. Criollos de la llanura pampeana e inmigrantes italianos y
españoles se mezclaron y convivieron en los barrios, dando lugar a formaciones culturales
252
inéditas, distintas a la tradicional.
Tanto el centro como los barrios fueron objeto de distintos niveles de preocupación por parte
de la Intendencia Municipal y de los organismos públicos nacionales. Al igual que en la
década de 1880, las principales inversiones y trabajos públicos estuvieron concentrados en el
distrito central. Mientras tanto, los barrios más alejados del centro permanecieron por muchos
años con escasa o nula infraestructura de servicios, y una edificación más bien baja,
construida por albañiles y constructores, con pocos edificios importantes ubicados sobre las
calles principales y alrededor de las plazas. Los tranvías y en algunos casos los trenes fueron
los primeros servicios urbanos de estos barrios y posibilitaron, con la venta a plazos de tierras
de escaso valor, vivir en un barrio alejado del centro y dirigirse diariamente al trabajo. Al
tiempo que arreciaban las discusiones acerca de la transformación del centro y sus
inmediaciones, en los barrios se invertía muy poco en obras públicas o en grandes
emprendimientos privados. Los barrios se formaron mayormente al ritmo de pequeñas
inversiones privadas destinadas a la construcción de la casa propia. Sobre su crecimiento la
municipalidad ejercía un control indirecto, a través de la apertura de calles y de las
concesiones de líneas de tranvías y de mercados. La respuesta municipal a los
requerimientos de los vecinos -transporte, pavimentos, alcantarillado, alumbrado, agua
corriente y desagües cloacales- fue lenta y se resolvía, en los casos del transporte y el
alumbrado, mediante convenios con compañias privadas.
Los barrios de Flores, Belgrano, Barracas y la Boca eran pequeños núcleos de edificios
separados del centro por áreas despobladas o escasamente pobladas formadas por grandes
zonas baldías, chacras, quintas o tierras de cultivo o pastoreo, atravesadas por algunos
caminos de tierra que se dirigían a los pueblos del interior: la avenida Rivadavia salía hacia el
oeste, Montes de Oca y el camino a puente Alsina hacia el sur, la avenida San Martín y la
avenida Libertad (hoy Constituyentes) hacia el partido de San Martín, y la avenida Santa Fe
hacia Palermo, Belgrano y los pueblos del norte. Otros caminos vinculaban entre sí a distintas
252
ROMERO José Luis, 1983, pp 9-18.
90
zonas de la ciudad, como el camino de la Floresta o la calle Lacarra (en el barrio de Floresta)
que unían el Camino a puente Alsina con la avenida Rivadavia; el Camino conocido como de
Campana y de Pilar (hoy avenida del Trabajo) que llevaba a Nueva Chicago; la calle Larga del
Ministro Inglés (hoy Scalabrini Ortiz y ex-Canning) que vinculaba Palermo con Villa Crespo, y
la calle Pampa que unía Belgrano con Villa Las Catalinas (hoy parte de Villa Urquiza).
Los terrenos del vasto sector del sur y suroeste de la Capital (Velez Sarsfield) eran los más
bajos y despoblados y estaban subdivididos en grandes quintas. En el oeste y el noroeste de
la Capital, también había grandes terrenos apenas cruzados por caminos. A estas extensas
tierras despobladas, no transformadas aún en terrenos urbanos, se le debían sumar los
terrenos vacíos en muchos barrios, que si bien estaban loteados y con sus calles trazadas en
un plano, no siempre estaban abiertas y tenían aún muy baja ocupación en edificios y
población, como Villa Las Catalinas y Villa Modelo (hoy Villa Urquiza) en el deslinde norte de
la capital, o Villa Crespo en el camino a la Chacarita. "Todo era campo por aquí -describía un
antiguo poblador de Villa Modelo en 1900- en cuatro manzanas sólo había dos casas. Una era
de unos vascos pasteros que llegaron al lugar en 1874. Tenían hornos de ladrillo y tambien
253
sembraban alfalfa". Muchos terrenos de la Capital conservaban aún sus actividades
periurbanas agrícolas -quintas y pasturas- pero ya habían incorporado otras actividades
subsidiarias de la ciudad, como la fabricación de ladrillos para una demanda incesante y
creciente de materiales de construcción.
Gran parte de los antiguos caminos se convirtieron en los ejes que orientaron el trazado de
las calles de los nuevos loteos y, en muchos casos, determinarían las direcciones
predominantes de la nueva cuadrícula que iría rellenando las áreas aún no urbanizadas de la
ciudad. En los diversos giros de la cuadrícula pueden leerse hoy las distintas etapas de
urbanización de áreas enteras de la ciudad. Antiguas calles de extenso recorrido, como la
avenida Rivadavia, fueron marcando la dirección ortogonal de las calles que la cruzaban y la
de las calles vecinas. Los encuentros con la traza girada originaron algunos cruces irregulares
demasiado aislados para interrumpir la monótona cuadrícula. Otras calles como la avenida
San Martín y la avenida Juan B. Justo (que más adelante cubriría el entubamiento del arroyo
Maldonado) no marcaron direcciones preponderantes de la traza y permanecieron como
diagonales en un trazado que obedecía leyes más generales.
Nuevos barrios, como Villa Devoto y Villa Urquiza se formaron alrededor de las estaciones del
ferrocarril con el parcelamiento y la venta de las viejas quintas o solares. Otros crecieron
espontánemente alrededor de un foco como el barrio del Abasto en torno al Mercado ubicado
en Corrientes y Laprida (1889), o Nueva Pompeya donde estuvieron los Corrales Viejos, o
Palermo en torno a plaza Italia. Otros barrios de crecimiento espontáneo se desarrollaron a lo
253
DEL PINO, Diego, 1974, p 24.
91
254
largo de las vías de los tranvías y avenidas, como Villa Crespo y Almagro.
Cercanos al oeste y suroeste, los barrios de Balvanera y de San Cristóbal eran los de mayor
densidad en 1910. También tuvieron un moderado crecimiento entre 1904 y 1909. Un 15% de
la población del barrio vivía, a principios de siglo, en conventillos ocupados por una mezcla de
inmigrantes muy similar a la del promedio de la ciudad. Estaban bien aprovisionados de agua
corriente, cloacas, recolección de residuos e iluminación a gas. Sus calles parejas estaban
asfaltadas y muchas veredas arboladas. Tenían un excelente servicio de tranvías que en 30
minutos llegaban a la plaza de Mayo.
Vecinos al centro por el norte el Socorro y el Pilar, eran los barrios elegantes por excelencia.
Al igual que el centro, presentaban marcados contrastes. Al lado de viviendas muy precarias
se desplegaban enormes mansiones y en sus calles se cruzaban los elegantes con los más
pobres, mendigos y patricios, viejos nativos y recién llegados. El Socorro creció y se consolidó
entre 1870 y 1900. Para el Centenario era uno de los barrios ya consolidados adyacentes al
distrito central. Tenía una buena cobertura de servicios de agua corriente, cloacas y
recolección de residuos, sus calles estaban adoquinadas, con veredas e iluminadas a gas y
estaba muy bien vinculado a otros barrios con tranvías. El Pilar, que incluía el Barrio Norte y la
Recoleta, tampoco creció mucho entre 1904 y 1914 ya que se había consolidado en las dos
últimas décadas del siglo XIX. También aquí, junto a los adinerados habitantes de las
mansiones y "petit hotels" se encontraban los habitantes de los conventillos que sumaban el
30% del total de la sección. Al lado de manzanas ocupadas por sólo 4 grandes mansiones se
encontraba otra habitada por mil inmigrantes turcos. Tenía una infraestructura completa y
estaba muy bien aprovisionado con líneas de tranvías ya que rara vez se debía caminar más
de 2 cuadras para tomar uno.
Lejos del centro, el sur y suroeste era en 1910 el área menos desarrollada de la ciudad,
predominando los terrenos bajos y anegadizos vecinos al Riachuelo. Exceptuando La Boca y
Barracas era el área más deshabitada y de menor valor inmobiliario. Allí se ubicaron las
primeras incipientes industrias y las actividades que requerían mucho espacio y producían
olores y residuos, como los mataderos y el basural. Excepto en La Boca y Barracas, las
nuevas urbanizaciones carecían de agua corriente, cloacas, pavimentos, veredas e
iluminación de las calles; tampoco se recolectaban los residuos y no existían líneas de
tranvías directas a otros barrios y al centro excepto la línea que salía desde Flores. El muy
bajo valor de la tierra atrajo a muchos trabajadores para establecerse en la zona. Se alejaban
del hacinamiento e insalubridad de los conventillos del centro para adquirir a largos plazos su
terreno, contruir su casilla primero y luego su casa propia de material, pero no tuvieron hasta
muchos años más tarde las facilidades del centro.
Uno de los barrios del sur fue el de Parque de los Patricios que no fundado ni formalmente
trazado; su nombre no provenía de ordenanza alguna. Se desarrolló en las cercanías del sitio
donde funcionaron los Mataderos del Sur, traladados en 1901 a los nuevos de terrenos más
alejados aún de Nueva Chicago, en el deslinde suroeste de la capital. En los terrenos
vacantes se creó el Parque de los Patricios, que fuera inaugurado en 1913. Nativos e
inmigrantes componían la población de ese barrio. A los primitivos trabajadores de los
mataderos (matarifes, enlazadores y reseros) que eran predominantemente de origen
pampeano, se agregaron, a partir de 1880 italianos que recalaban en "el barrio de la sangre y
254
ROMERO, José Luis, 1983, pp 9-19.
92
los malos olores", en busca de trabajo en las fábricas de bolsas, velas, sebo, graserías y
255
curtiembres, herrerías y saladeros que se desarrollaron en las cercanías de los mataderos.
Los inmigrantes levantaron la mayoría de las humildes casas del barrio utilizando los ladrillos
provenientes de hornos cercanos, todas bajas y muchas sin sala ni comedor. Para los que no
podían acceder a un terreno y casa propia, las empresas inmobiliarias contruyeron en la zona
grandes inquilinatos.
El barrio de Villa Urquiza, ubicado cerca del límite noroeste de la Capital, fue fundado, trazado
y loteado en la década de 1880. Tuvo una rápido crecimiento en las primeras décadas del XX.
El pasaje denominado en ese entonces "Lomas Altas", por ser unos de los puntos más altos
de la Capital Federal, fue adquirido por la sociedad "Muelle de las Catalinas" con el objeto de
rellenar unos terrenos ribereños del centro de la ciudad, donde la sociedad proyectaba
construir las instalaciones necesarias para el funcionamiento del Muelle ubicado en Paseo de
256
Julio y calle Paraguay. Con ese fin se desmontó buena parte de estos terrenos y en chatas
y carretas fue llevada la tierra a lo largo de las actuales avenidas Constituyentes y Triunvirato-
Corrientes hasta la ribera. Por haber servido de relleno, el paraje perdió parte de su antigua
arboleda y principalmente buena parte de su altura, disminuida también por el consumo de
tierra para fabricar ladrillos en los hornos que allí se instalaron. Una vez rellenados los
terrenos ribereños, la sociedad decidió vender las "Lomas Altas" y le encargó al ingeniero
Emilio Agrelo el trazado del nuevo barrio que fue inaugurado en 1887 con el nombre de "Villa
257
Las Catalinas". Constaba de unas 60 manzanas ubicadas al norte de las vías del ferrocarril
que se dirigía a Rosario, cuya estación se inauguró en 1889. A partir de esa fecha, el
poblamiento del barrio se incrementó. A las primitivas familias de inmigrantes italianos y
españoles que explotaban chacras y hornos de ladrillo, desde antes de 1880, se le agregaron
los que trabajaron en el acarreo de tierra al centro y luego aquellos inmigrantes que pudieron
acceder a la compra de lotes. Villa Las Catalinas y Villa Modelo, creada poco después al otro
lado de las vías, constituyen hoy el barrio de Villa Urquiza, con escasas construcciones hasta
1900. En esos años comenzó su rápida ocupación con el concurso de las empresas
loteadoras, uno de cuyos anuncios proclamaba lo que fue casi el lema de la época: "La tierra
es oro".258
255
LLANES, Ricardo, 1974, p 13.
256
Francisco Seeber (Intendente de la ciudad de Buenos Ares entre 1889 y 1890) obtuvo en 1872 la
concesión para fundar la empresa "Sociedad Muelle y Depósitos las Catalinas". DEL PINO, Diego, 1974,
p 15.
257
Idem, p 17.
258
Idem, p 31.
93
Al norte de la Capital, los barrios de Belgrano y Palermo tuvieron un rápido crecimiento y
hacia 1910 estaban vinculados a la ciudad mediante el ferrocarril y la paulatina extensión de
los tranvías, a lo largo de las avenidas Santa Fe y Cabildo. El acceso por ferrocarril, cuyo
boleto era más caro que el del tranvía, concentró en esos barrios una población más próspera
formada por obreros y empleados en ascenso, profesionales y comerciantes, que se
agregaron a los viejos vecinos instalados en Belgrano desde el éxodo producido por la fiebre
amarilla. No tenía conventillos y su crecimiento relativo y absoluto era uno de los mayores de
la ciudad. En algunos sectores de Belgrano había agua corriente y su centro estaba
pavimentado y alumbrado a gas. Si bien casi no tenía conventillos, en los terrenos bajos
cercanos al río se encontraba la zona insalubre y marginal llamado el Bajo Belgrano, donde
se habían isntalado precarias casillas.
Escasas fueron las opciones de vivienda que tuvo la población trabajadora de Buenos Aires,
tanto la inmigrante como la nativa. Los conventillos ubicados en el centro y en algunos barrios
aledaños, como San Cristóbal, Balvanera y el Socorro, y en barrios un poco más alejados
como La Boca y Barracas, fueron los receptores por excelencia de los trabajadores
inmigrantes. Las ventajas que tenían estos hacinados conventillos era la cercanía a los
lugares de trabajo y la posibilidad de disponer, aún en los precarios baños, piletas y cocinas
del conventillo, de agua corriente y cloacas, así como de veredas y pavimentos, escuelas y
atención médica y comercios en las cercanías.
El conventillo fue la forma de vivienda de los sectores populares que concentró la mayor
preocupación pública e institucional, así como los mayores esfuerzos de control, por lo
dramático de la presencia de estas precarias condiciones de vida en el mismo corazón de la
ciudad. Pero, a pesar de ser la forma de vivienda sobre la que hay más información, no fue la
única alternativa habitacional de los trabajadores ni la mas extendida ya que, en los años de
mayor carencia de viviendas, no absorbió mas del 20% de la población. En el centro, muchas
familias de trabajadores vivían en condiciones habitacionales malas y bastantes similares a
las de los conventillos. Ocupaban casas de pensión o casas de familias que alquilaban
cuartos o piezas subarrendadas por el inquilino principal, o en departamentos pequeños o
estrechas casas de dos o más pisos que albergaban como inquilinos a varias familias.259
Otras opciones para los pobres fueron las casillas hechas con materiales baratos y de
desechos colocadas en los barrios alejados y en zonas de rápida urbanización, a veces sobre
terreno propio. Se agregaban también las viviendas ocasionales como los vagones
abandonados y las viviendas constituidas en el mismo lugar de trabajo que incluían, desde las
residencias de los domésticos en las casas de familia, hasta los empleados u obreros que
dormían sobre o detrás de los mostradores de los comercios o y en los talleres. Por último
debe destacarse que gran número de las viviendas y de los cuartos eran utilizados como
lugares de trabajo y las condiciones de habitabilidad en ellos eran las más desventajosas.260
En términos generales, considerando la calidad de la vivienda y de su entorno y su
accesibilidad, La Boca y San Cristóbal Sur estaban en las peores condiciones, seguidas por
259
SCOBIE, James, 1977, p 187.
260
Scobie identifica algunos de estos tipos de vivienda de los sectores populares en el centro. Idem, p
187; Para las distintas formas que adoptó la vivienda popular ver ARMUS, Diego, 1985, p 60.
94
condiciones regulares en el resto de la ciudad, con excepción del centro, Balvanera Norte y
Pilar, Flores, San Carlos Sur y las extensas y despobladas secciones de Belgrano y Palermo,
261
que poseían aceptables condiciones de habitabilidad.
A partir de la compra del lote, comenzaba para los nuevos y modestos propietarios un largo
esfuerzo que partía con la instalación de una casilla de materiales precarios y terminaba diez
o quince años más tarde con la casa de material. Si bien las condiciones de vida eran difíciles
en estos barrios apartados, que carecieron durante mucho tiempo de agua, cloacas y
pavimentos, al embarcarse en la aventura de la casa propia, los trabajadores más
acomodados, por una cuota mensual menor al alquiler que pagaban por la pieza en el centro,
cambiaron el hacinamiento y los riesgos de enfermedades de los conventillos por la
esperanza de una vida más saludable y menos promiscua.
El gran auge de la casa propia no sólo fue movilizado por el mercado sino que fue apuntalada
por valores ideológicos, ya que implicaba una mayor arraigo y seguridad para los
trabajadores. También constituyó, durante décadas, un signo inequívoco de positivo ascenso
social. Para la élite dirigente era un modo instrumental adecuado para mantener a los
263
trabajadores contenidos dentro de modelos no contestatarios.
En los barrios de reciente poblamiento, como Villa Urquiza, Parque de los Patricios y Villa
Devoto, la ausencia de redes de agua corriente y cloacas era casi total. En 1904, sobre el
total de población de la ciudad de Buenos Aires solamente poco más de la mitad tenía
servicio de agua y sólo un tercio de cloacas. Con las obras de salubridad en plena ejecución,
en 1914 la población servida con agua corriente aumentó al 73% pero la proporción
abastecida con cloacas se mantuvo cerca del tercio.264 Sin embargo, la diferencia entre el
261
FACCIOLO, Ana María, 1981, pp 549-554.
262
YUJNOVSKY, Oscar (a), 1974, p 357.
263
Joaquín Samuel de Anchorena, Intendente de la Ciudad de Buenos Aires entre 1910 y 1914,
solicitando la aprobación de un contrato de construcción de casa para obreros, decía: "Interesa, sobre
todo, la salud y el bienestar de los habitantes y la influencia moral del hogar higiénico y cómodo, por esa
sugestión educativa de las cosas que nos rodean y porque la casa propia arraiga las traciciones y
despierta hábitos de ahorro y de orden y mantiene e intensifica los sentimiento conservadores" Boletin
del Departamento Nacional del Trabajo Nº 25, diciembre de 1913. Citado por YUJNOVSKY, Oscar (a),
idem, p 347.
264
Idem, p 359.
95
centro y sus cercanías y los barrios alejados eran muy marcadas. Mientras los distritos
centrales o vecinos al centro estaban perfectamente abastecidos con agua y cloacas, los
distritos más alejados, como Vélez Sarsfield, San Bernardo y Belgrano no tenían cloacas ni
agua corriente. Solamente en un sector de Belgrano, al igual que en Flores, un poco menos
de la mitad de la población tenía agua corriente (ver cuadro Nº 16).
265
Sobre a huelga de inquilinos ver: SURIANO, Juan, 1983.
266
YUJNOVSKY, Oscar (a), 1974, pp 343-347 y SCHTEINGART, Martha, Ana María Facciolo, Marta
Kallinsky, Alicia Toribio y Beatriz Broide, 1974, p 16.
267
Sobre le desarrollo de la discusión parlamentaria de la Ley de Casas Baratas, que situa los límites
entre los cuales se concebían las soluciones al problema de la vivienda obrera ver: YUJNOVSKY, Oscar
(b), 1974; SCHTEINGART, Martha y otros, 1974, p 16 y GUTIERREZ, Ramón y Margarita Gutman,
1989, pp 21-32.
96
Capítulo 8
Una vez concluida la recesión provocada por la Primera Guerra Mundial se produjo en la
Argentina una importante reactivación económica.268 Durante la década de 1920 aumentó
significativamente el capital de las sociedades comerciales y creció cuantitativa y
cualitativamente la producción material, especificamente de aquellos productos que eran
importados, en gran parte hasta comenzar la Primera Guerra Mundial, tales como alimentos,
textiles, máquinas y vehículos, metales y sus manufacturas. Entre 1911 y 1935 el personal
industrial en el país creció de 410.000 a 600.000 ocupados, duplicándose el valor de la
producción y casi triplicándose el capital de los establecimientos industriales.
Simultáneamente, la fuerza motriz instalada por establecimiento se septuplicó de 7,2 HP en
1914 a 50,2 HP en 1935, evidenciando una mayor tecnificación. Durante la década de 1920,
la superficie sembrada con cereales y lino creció de 14 millones de hectáreas en 1921 -la
misma superficie que en 1914- a 19,5 millones de hectáreas en la campaña en 1929-30,
aumentando considerablemente las exportaciones agrícolas que alcanzaron cifras máximas -
269
15 millones de toneladas o más- durante los años 1927, 1928 y 1929. En el Area
Metropolitana de Buenos Aires esta reactivación se expresó en un gran incremento de la
actividad industrial y de la construcción privada.
El auge económico de los años 20 concluyó bruscamente con la crisis económica mundial de
1929 y la caída de los precios de las exportaciones argentinas. Pocos meses después,
cincuenta años de estabilidad institucional fueron quebrados cuando el 6 de septiembre de
1930, una revolución encabezada por militares y apoyado por civiles conservadores derrocó a
Hipólito Irigoyen en el ejercicio de su segunda presidencia. Comenzaron los años de la
llamada "década infame" durante los cuales la teoría del "fraude patriótico" convalidó las
elecciones de presidente y gobernadores. El General Agustín P. Justo fue elegido presidente
en 1932 con el apoyo de conservadores, radicales, antipersonalistas contrarios a Yrigoyen y
socialistas independientes, reemplazando el proyecto de la revolución del General José Felix
Uriburu.
En los primeros años de la década de 1930, la crisis económica prácticamente paralizó todas
las obras en marcha. Muchas de las grandes empresas constructoras quebraron y miles de
obreros y empleados quedaron sin trabajo, en un clima de desocupación y pobreza reflejado
magistralmente en las letras de algunos tangos de esa época, como en "Yira... Yira..." (1930)
270
de Enrique Santos Discépolo.
268
En el trienio 1914-1917 las industrias manufactureras en la Argentina cayeron el 16,9% y la
construcción el 82,4%. En los doce años siguientes, hasta la crisis de 1929, la recuperación económica
del país se evidencia en un crecimiento de un 146,7% de la industria manufacturera y en un 749,8% de
la construcción. DIAZ ALEJANDRO, Carlos, 1983.
269
ORTIZ, Ricardo M., 1955.
270
..."cuando estás bien en la vía,
sin rumbo, desesperao,
97
El Estado, conducido nuevamente desde 1930 por la clase dirigente ligada a la exportación
agropecuaria, formuló un nuevo modelo económico de tipo proteccionista, fomentó el
desarrollo de la industria orientada a la sustitución de los productos importados y emprendió
grandes obras públicas. A mediados de la década de 1930 comenzaron a sentirse los efectos
de la recuperación económica.
Las élites literarias, artísticas y arquitectónicas acercaban a Buenos Aires ideas y personajes
de las vanguardias europeas, mientras intelectuales como Scalabrini Ortiz y los fundadores de
un nuevo movimiento contestatario -FORJA (1935)- entre los que se encontraban Arturo
Jauretche, Homero Manzi272 y Luis Dellepiane, denunciaban el régimen político, "la
colonización pedagógica" y la sujeción económica al imperialismo británico.273 Denunciaba así
Scalabrini Ortiz en 1936: "Todo está aquí bajo el dominio extranjero. Extranjero es la mayoría
del capital bancario, extranjeras las grandes empresas de relaciones públicas, extranjera una
parte abrumadora del capital invertido en hipotecas, extranjeros los tranvías y casi todos los
medios urbanos de movilidad, extranjeros los poseedores de acciones de una increible
proporción de las sociedades anónimas que embanderan sus edificios los días patrios (...)
Extranjeras son las usinas de luz y fuerza, la fábrica de gas y muchas empresas de
construcción (...)"274
La firma del tratado Roca-Runciman entre el gobierno argentino y Gran Bretaña otorgaba
trato preferencial a los capitales ingleses y una de sus consecuencias fue el intento de
cuando no tengas ni fe
ni yerba de ayer
secándose al sol,
cuando rajés los tamangos
buscando ese mango
que te haga morfar,
la indiferencia del mundo
que es sordo y es mudo
recién sentirás"...
Fragmento de "Yira... Yira..." de Enrique Santos Discépolo. GOBELLO, José y Jorge A. Bossio, 1991. p
63.
271
Para el desarrollo de los medios de comunicación popular ver FORD, Aníbal; Jorge Rivera y
Eduardo Romano, 1985; SARLO, Beatriz, 1985.
272
Sobre Homero Manzi, como poeta de Buenos Aires, ver apéndice "Microbiografías".
273
Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA) fue creado en 1935 y nucleaba a los
yrigoyenistas opuestos a la conducción del partido liderada por Marcelo T. de Alvear.
274
SCALABRINI ORTIZ, Raúl, 1984, p 23.
98
monopolización de los servicios de transporte en la Capital para frenar la competencia del
automotor. Sin embargo, este tratado no fue obstáculo para que se desarrollaran a nivel
regional planes viales de envergadura. En 1932 fue aprobaba la ley Nacional de Vialidad y
creada la Dirección Nacional de Vialidad. Su labor en la pavimentación de rutas entre pueblos
vecinos y la ciudad de Buenos Aires preparó y facilitó la gran expansión urbana del Area
Metropolitana en las décadas de 1940 y 1950.
En la década de 1940 las industrias productoras de manufacturas que reemplazaban las
importadas, iniciada en las décadas anteriores, tomaron nuevo impulso cuando la Segunda
Guerra Mundial paralizó el comercio europeo. Pero su incremento fue mayor desde 1946,
cuando el recién electo presidente General Juan D. Perón, transformó la política industrialista
en uno de los objetivos básicos del Estado. Esta política fue complementada con la
nacionalización de los servicios públicos, la repatriación parcial de la deuda pública externa y
el fomento del mercado interno.275 En el ámbito social se orientó a mejorar la distribución de
los ingresos favoreciendo a la creciente masa trabajadora, a los empleados y a los pequeños
y medianos comerciantes. Factores de orden político y económico gestaron el golpe militar de
1955 con el que se inicia la llamada "Revolución Libertadora".
La aglomeración de Buenos Aires, por su anterior desarrollo industrial, por la red existente de
transportes, comunicaciones y servicios, la cantidad de población y la dimensión del mercado
interno, seguía ofreciendo las mejores ventajas comparativas del país para la industria. En
1941, la Capital y la provincia de Buenos Aires reunían en su conjunto más del 69% del total
de los empleados y obreros ocupados en la industria en todo el país, el 60% de la fuerza
276
motriz instalada y el 65% de los sueldos pagados en efectivo. El Area Metropolitana de
Buenos Aires era el más importante mercado del país a la vez que concentraba a la mayor
cantidada de mano de obra industrial, a la mayor parte de las fábricas y talleres y a un
enorme y creciente número de migrantes del interior, expulsados del campo por la crisis
agraria y atraídos por las oportunidades de trabajo de la metrópoli.
En estos años se consolidó el Area Metropolitana que ya había comenzado a formarse
décadas atrás, tomando básicamente sus principales rasgos actuales. La creciente dimensión
y complejización de la aglomeración, que se extendía cada vez más y con mayor número de
habitantes, fue al fin reconocida oficialmente a fines de la década de 194O: el Censo Nacional
de Población de 1947 identificaba 17 partidos integrando el Gran Buenos Aires y en 1948, un
Decreto de la provincia de Buenos Aires que rigió hasta 1957, adoptaba oficialmente la
denominación "Gran Buenos Aires" para el área urbana y rural de los 14 partidos
circunvencinos a la Capital Federal.
En ese mismo año (1947) se crearon nuevos organismos encargados de dotar, esta vez a la
aglomeración en su conjunto, de un Plan Regulador destinado a encauzar el vertiginoso
crecimiento metropolitano. En la Capital, se creó el "Estudio del Plan Regulador" que sucedía
a oficinas semejantes que existían desde 1932. En el Gran Buenos Aires, una "Comisión
Asesora" compuesta por el arquitecto José M. F. Pastor y el ingeniero José Bonilla debía
expedirse acerca de las "medidas permanentes y provisorias, mediatas e inmediatas" para
regular su funcionamiento. La Capital obtuvo su plan en 1962, pero los municipios no. En
1966 sólo 3 partidos tenían un Plan Regulador aprobado: Tigre, San Isidro y Morón.277
275
FERRER, Aldo, 1989, p 23.
276
En 1947, la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires reunían el 45,5% del total de la
población del país.
277
"Gran Buenos Aires", Revista de Arquitectura, Nº 324, Buenos Aires, diciembre de 1947, p 452-
99
Población, industrias y expansión metropolitana
Durante las décadas de 1920 y 1930 la expansión de la ciudad sobrepasó los amplios límites
administrativos trazados en 1887. No se extendió, como a principios de siglo, solamente hacia
Avellaneda, sino que alcanzó a otras localidades vecinas ubicadas a lo largo de las vías del
ferrocarril, como Lanús y Lomas de Zamora al sur, Morón al oeste, San Martín al noroeste y
Vicente López al norte. Los más atentos observadores de la ciudad, como el ingeniero y
278
urbanista Carlos María della Paolera, comenzaron a hablar del "Gran Buenos Aires" para
referirse a la aglomeración, a pesar de que hubo pocos censos que documentasen las cifras
279
del crecimiento de la población.
Si bien la ciudad creció físicamente sobre los partidos del Gran Buenos Aires, ese crecimiento
fue más lento que el aumento de la población, produciéndose una densificación general de la
Capital Federal y de los partidos más cercanos a ella. Recién en las décadas de 1940 y 1950
y en coincidencia con el segundo período de crecimiento acelerado de la población del Area
Metropolitana de Buenos Aires, se produjo la gran expansión de la superficie urbanizada
acompañada de una baja general de las densidades.
Población
Entre 1914 y 1947 -fechas del Tercer y Cuarto Censo Nacional de Población,
respectivamente- la población de Area Metropolitana agregó cerca de dos millones
seiscientos mil habitantes, a los dos millones cien mil habitantes que tenía en 1914 (cuadro
Nº 9). Más de la mitad de esa nueva población se instaló en la ciudad de Buenos Aires y algo
menos de la mitad en los partidos adyacentes del primer anillo del Gran Buenos Aires.
Entre 1947 y 1960 se aceleró nuevamente el crecimiento total del Area Metropolitana. Aun
cuando la tasa anual de crecimiento de la población no fue tan alta como durante el primer
período de expansión, entre 1895 y 1914, los valores absolutos fueron mucho mayores. Entre
1947 y 1960 se agregaron a los 25 partidos del Gran Buenos Aires dos millones cien mil
personas. Dos tercios de ellas -un millón y medio- se instalaron en los partidos del primer
anillo que duplicaron su población y constituían en 1960 casi la mitad de toda la población del
Area Metropolitana. Al mismo tiempo que se urbanizaban estos partidos del primer anillo, la
metrópoli tambien se extendió rápidamente hacia la periferia, a lo largo de los rieles del
ferrocarril y de los caminos asfaltados. Aun con valores absolutos mucho menores, los
partidos del segundo anillo fueron los que en este período crecieron más rápidamente
100
(cuadro Nº 9 y 10).
De dónde venían
Desde la década de 1930, pero fundamentalmente durante las décadas de 1940 y 1950, este
importante crecimiento demográfico fue impulsado por las migraciones provenientes del
interior del país. La inmigración europea prácticamente concluyó por efectos de la crisis de
1930 y aunque tuvo una recuperación en los años que siguieron a la Segunda Guerra
Mundial, nunca volvió a tener volúmenes importantes. La población migrante provenía de
todas las provincias del país, pero preferentemente de la provincia de Buenos Aires.
Abandonaban el campo por la falta de oportunidades de alcanzar ingresos adecuados, pero
eran también atraídos por las oportunidades de trabajo ofrecidas por el rápido desarrollo
industrial del Area Metropolitana y por las mejoras en la calidad de vida que la acelerada
urbanización prometía. Entre 1936 y 1947 la proporción de migrantes del interior que se
radicaron en el Area Metropolitana de Buenos Aires representó casi la mitad del crecimiento
280
vegetativo de la población de las provincias.
Durante las décadas de 1940 y 1950 la mayor parte de los nuevos habitantes del Area
Metropolitana ya no fueron los inmigrantes de ultramar, como lo habían sido a principios de
siglo, sino argentinos del interior a los que se agregaron luego contingentes de paraguayos,
bolivianos y chilenos. En 1946 gran parte de la clase obrera urbana estaba formada por los
recién llegados de las provincias.281 Ellos constituyeron la masa obrera que en 1945 se
apropió de los lugares simbólicos de la ciudad en la gran manifestación que culminó el 17 de
octubre de 1945 en Plaza de Mayo reclamando la libertad del entonces Coronel Perón, quién
accedió constitucionalmente al gobierno pocos meses después.
Sin embargo, entre 1930 y 1945 varios establecimientos químicos y textiles se ubicaron aún
en el sur, como Dockoil, Papelera, La Bernalesa, Firestone y Ducilo, muchos de ellos
282
producto de las inversiones norteamericanas que habían comenzado en la década de 1920.
280
GERMANI, Gino, 1977, p 323.
281
GERMANI, Gino, 1973, p 451.
282
A partir de la década de 1920, a las primitivas inversiones norteamericanas en los frigoríficos, se
agregaron inversiones en establecimientos dedicados en su mayoría a artículos industriales,
maquinarias, vehículos, artefactos eléctricos, refinerías de petróleo, alimentos, bebidas y productos
farmaceúticos como Remington Rand (1913), Kodak (1915), Standard Electric y General Electric (1919 y
1920), Standard Oil (1922), Ford (1923), General Motors (1925), Colgate Palmolive (1927), Refinerías de
Maíz (1928), RCA Victor y Philco (1931), y las textiles Sudamtex (1934), Anderson Clayton (1936) y
Ducilo (1937). RAPAPORT, Mario D.,1980, p 26.
101
El censo industrial de 1935 evidenciaba el importante proceso de industrialización de los
partidos de la zona sur, con la concentración en sólo 3 partidos -Avellaneda, Quilmes y Lomas
de Zamora- del 70% del total de los obreros que trabajaban en establecimientos industriales
283
en el Gran Buenos Aires. La mayoría de ellos trabajaban en industrias de alimentos y
bebidas, como la elaboración de carnes y frigoríficos, fideerías y cervecerías, en las tejedurías
e hilanderías, en los talleres del ferrocarril y en la manufactura de metales. Entre 1914 y 1947,
el sur fue el área más poblada del Gran Buenos Aires y Avellaneda el partido más
densamente habitado en 1947. Otro signo de la importancia adquirida en ese período por el
sector sur fue la creación del único nuevo partido en este período, Lanús, como un
desprendimiento del partido de Avellaneda.
Entre las industrias establecidas entre 1930 y 1945 en otros partidos del oeste y norte
cercanos a la Capital, se encontraban la fábrica de neumáticos Good Year en La Matanza, la
fábrica de pinturas Colorín en San Martín, la alimenticia Armco y la química Atanor en Vicente
López, y la Standard Electric en San Isidro. Mas adelante, entre 1945 y 1960 se instalarían
Textil Oeste, Chrysler y Borgward en La Matanza, Scholnik en Morón, Mercedes Benz en
Esteban Echeverría y sobre el Acceso Norte se instalaron BGH y Fate en San Fernando y
284
Ford en Pacheco, partido de Gral. Sarmiento. En estas nuevas radicaciones industriales
perdió importancia la cercanía al ferrocarril y la posibilidad de desaguar hacia el Riachuelo, y
fue determinante la cercanía a los grandes accesos pavimentados: entre 1936 y 1941 se
construyó la avenida General Paz que circunvalaba la capital, y pocos años después se
agregaba el Acceso Norte, como parte de la Ruta Panamericana, que facilitaría a partir de la
década de 1960 la entrada a la Capital del tránsito del norte y del oeste del país. De ese
modo, entre 1930 y 1960, se conformó el cordón industrial del Area Metropolitana y comenzó
a delinearse la formación de un área industrial más nueva en el norte del Gran Buenos Aires a
lo largo de la Panamericana, que se desarrolló en los años posteriores.
102
Pocos años más tarde la proporción de los obreros industriales en la ciudad de Buenos Aires
se redujo y hasta disminuyó su número total a partir de la década de 1950, debido a que a las
industrias les resultaba más rentable y eficaz localizarse en terrenos suburbanos ubicados
fuera de la Capital.
La ciudad capital se terminó prácticamente de poblarse durante las décadas de 1930 y 1940,
alcanzando una población de cerca de 3 millones de habitantes en 1947 que se ha mantenido
con muy pocas variaciones hasta la actualidad. Sin embargo, a pesar de esta establización
demográfica, se produjeron en la misma Capital, cambios en la distribución espacial de la
población, en las densidades por distritos, y en la localización y desarrollo de los usos
industriales comerciales y de servicios. Durante esas décadas se poblaron y consolidaron los
barrios de la Capital con viviendas y con numerosos talleres, fábricas pequeñas y medianas y
algunas grandes. Sus calles y plazas, bares, clubes y bibliotecas fueron el escenario donde se
conformó una nueva cultura urbana de la ciudad.
Entre 1947 y 1960 la Capital Federal perdió algunos habitantes y sólo creció algo la población
de los barrios de la sección Velez Sarsfield (cuadro Nº 13). Todos los demás barrios o
mantuvieron su población, como Devoto, Belgrano, Pilar, Socorro, Palermo, Flores y Caballito,
o perdieron población residente al tiempo que aumentaban las actividades comerciales como
Balvanera, Concepción y San Cristobal -que más adelante conformarían el macrocentro de la
ciudad- y las secciones céntricas, de netas funciones administrativas, comerciales y
financieras, como Montserrat y San Nicolás. En los barrios del norte como Pilar y Socorro y en
el distrito central, la renovación edilicia cobró nuevo impulso.
Expansión metropolitana
A partir de la década de 1940, coincidiendo con el rápido aumento de población que se
produjo entre 1947 y 1960, la aglomeración se expandió físicamente tranformando en suelo
urbano extensos y cada vez más alejados terrenos a lo largo de los rieles del ferrocarril y las
rutas. No fue sólo el desarrollo de las comunicaciones viales lo que permitió esta gran
suburbanización. La impulsaron también dos políticas estatales de redistribución del ingreso:
el subsidio a las tarifas de transporte automotor suburbanas, y las facilidades otorgadas a
pequeños propietarios para obtener créditos oficiales para viviendas. De ese modo, se
multiplicaron los pequeños propietarios suburbanos que se instalaban en suburbios cada vez
más alejados ayudados por los créditos -verdaderos subsidios- otorgados por el Banco
Hipotecario Nacional. También aumentaron los propietarios en la Capital, cuando los
inquilinos de los departamentos y casas, cuyos alquileres fueron congelados en 1943,
pudieron optar después de la sanción de la Ley de Propiedad Horizontal en 1948, por la
286
FACCIOLO, Ana María, (inédito).
103
compra de la vivienda alquilada que los dueños querían vender por la nula rentabilidad que
287
obtenían de ellas. Aquéllos que no podían acceder a la propiedad pudieron alquilar pero
sólo hasta que en 1943 la ley de congelamiento de alquileres redujo el mercado de alquiler.
Muchos migrantes rurales sin acceso a los planes de vivienda pública y sin poder alquilar,
aumentaron el número y población de las villas miserias, que rápidamente crecieron en el
cinturón suburbano y en algunas zonas de la Capital.
Buscando precios de lotes accesibles a sus ingresos, aumentaron las distancias y el tiempo
insumido en los viajes a los lugares de trabajo y ya en 1947 era evidente un mayor
alejamiento entre las zonas de vivienda y las áreas industriales y comerciales. Esta situación
se agudizaría entre 1960 y 1970 con la instalación de viviendas en los partidos más alejados,
288
menos industrializados y con peores condiciones de habitabilidad. Las localizaciones de las
viviendas estuvieron, entonces, definidas más por la oferta de lotes baratos a pagar en cuotas
que por la cercanía a las fuentes de trabajo. Esta dispersión planteó con el tiempo graves
problemas de infraestructura, como la provisión de agua, desagües cloacales y pluviales, y la
recolección de basura, y serias dificultades para el traslado de la población trabajadora.
Tranasportes
El ferrocarril, cuyo primer tramo se inauguró entre el centro y Flores en 1857, fue el primer
medio moderno de transporte colectivo de pasajeros en la ciudad, pero fue el tranvía, cuya
primera línea fue inaugurada en 1869 y electrificada en 1897, el que permitió superar el
aislamiento de los barrios que se desarrollaron en las primeras décadas del siglo y permitió su
poblamiento. A partir de su creación en 1928, el colectivo ayudó a la formación de los
suburbios de Buenos Aires especialmente durante las décadas de 1940 y 1950.
Ferrocarriles
El ferrocarril fue el medio de transporte que tuvo mayor impacto en el crecimiento físico de la
ciudad al atravesarla en dirección a las dársenas y depósitos del puerto de Buenos Aires, que
fue la llave del comercio de exportación e importación de la región pampeana y del país
entero entre 1880 y 1930. Las vías del ferrocarril ocasionaron numerosos problemas a la
287
En 1947 en los 17 partidos que entonces formaban la primera y segunda corona del Gran Buenos
Aires, el 43% de las viviendas eran ocupadas por propietarios, con mayor proporción en La Matanza,
San Isidro y Vicente López. En 1960 se duplicó la población y las unidades de viviendas y aumentó el
porcentaje de propietarios a 61,6%. En la Capital Federal, en 1947 solo el 17,6% eran propietarios. Los
mayores porcentajes estaban ubicados en las secciones más alejadas del centro. En 1960 el total de las
viviendas en propiedad habían subido a 45,6% y los mayores valores se siguieron ubicando en las
secciones periféricas, a las que se agregó un gran crecimiento de viviendas privadas en el Pilar, que
preanunciaba la densificación del barrio norte que caracterizaría a la década de 1960-1970. Idem.
288
FACCIOLO, Ana María, 1981, pp 555-562.
104
circulación en la ciudad como consecuencia de las numerosas barreras, de los cercos que
rodeaban las vías y del generalizado estancamiento de la urbanización de los lotes
adyacentes a ellas. Las compañías privadas propietarias de los ferrocarriles poseían grandes
extensiones de tierra urbana y suburbana que ocuparon con instalaciones destinadas a playas
de maniobras, talleres, galpones y estaciones. Hacia 1932, cerca de 800 ha -el 4% del total
289
de la superficie de la Capital Federal- eran propiedad de las compañías ferroviarias.
En las primeras décadas del siglo XX se realizaron algunas obras para ordenar la presencia
del ferrocarril en la Capital, concentrando las estaciones terminales de las siete líneas que
entraban en la ciudad en cuatro estaciones ubicadas en puntos exteriores al distrito central:
Constitución, Plaza Once, Retiro y Chacarita. Para llegar a estas estaciones terminales los
ferrocarriles debían atravesar distritos que estaban construyéndose rápidamente, para lo cual,
una densa red de vías, con sus respectivos cortes de calles, segmentaba especialmente la
zona norte y oeste de la ciudad. El trazado poco regulado de las vías del ferrocarril afectó no
solo al Distrito Federal sino tambien a los municipios suburbanos, algunos de los cuales,
como Avellaneda, Lanús, San Martín, Vicente López y San Isidro también estaban cruzados
por numerosas vías.
289
En 1932 había 7 empresas de ferrocarril que entraban en la ciudad de Buenos Aires; la 8va.,
pertenecía al ferrocarril provincial y tenía su terminal en Avellaneda. Ocupaban, en conjunto, sumadas
las superficies ocupadas por las 32 estaciones, los talleres, galpones, playas de maniobras y terrenos
reservados para futuras ampliaciones, 500 hectáreas a las que se sumaban 300 hectáreas más
utilizadas para los 111 km de rieles. Las empresas eran propietarias de valiosos inmuebles urbanos
como la antigua Galería "Bon Marche", hoy Galerías Pacífico. Al ser expropiados los ferrocarriles en
1949, estas propiedades pasaron a poder del estado. ROTTA, Vicente, 1933, pp 7 y 8.
290
DIFRIERI, Horacio y Graciela Pelicano, S/F, p 348.
105
del 10% del total de viajes diarios anuales realizados por el transporte colectivo (tranvías,
subterráneos y ómnibus) en la ciudad de Buenos Aires y su participación iba en paulatina
291
disminución, tal como ocurría en otras ciudades del mundo.
Tranvías
En 1932 casi el 50% de los pasajeros transportados en la ciudad de Buenos Aires utilizaban el
tranvía. Las numerosas compañias tranviarias habían expandido entre 1900 y 1930 la red por
toda la ciudad, y facilitaban con sus viajes baratos el traslado de pasajeros entre el centro y
los barrios, relacionando también, aun cuando en menor medida, a los barrios entre sí. La
expansión de los servicios tranviarios, junto al tendido de redes de agua y desagues y un
mejoramiento en la recolección de los residuos domiciliarios, posibilitó la radicación de una
mayor población en los barrios que fueron tomando su imagen edilicia actual. La presencia
cotidiana del tranvía en las calles de la ciudad quedó reflejada en la poesía, la música y la
literatura porteña que incorporaron a los tranvías al folklore de la ciudad y de sus barrios.
También ayudaron los tranvías a pagar buena parte del pavimento y la conservación de las
calles, porque las concesiones otorgadas a las empresas les imponían la obligación de
adoquinar unas veces toda la calles por donde pasaban y otras sólo el ancho ocupado por las
vías.
La red tranviaria cubría en 1900 de manera densa sólo el centro de la ciudad hasta la avenida
Callao, y se extendía con algunos ramales hasta la Boca y Barracas, Flores, Floresta y
Belgrano. Entre 1914 y 1924 hasta zonas alejadas del centro de la ciudad, aún escasamente
pobladas. Durante varias décadas fue un medio de transporte fundamental para los
habitantes de la ciudad de Buenos Aires. El ciclo de expansión del tranvía terminó en la
década de 1930, cuando comenzó a desarrollarse el transporte automotor. En 1960, la red de
tranvías ya había sido muy raleada en toda la ciudad, inclusive en el centro, y fue levantada
definitivamente como medio de transporte urbano poco después.
Subterráneos
Más aún que el tranvía, el "subte" fue un medio de transporte netamente capitalino. Resultó
útil casi exclusivamente para aliviar el acceso al centro de la ciudad desde los barrios. Tres de
las líneas del subterráneo fueron construidas en su mayor parte durante la década de 1930,
cuando se resolvió el conflicto que tuvo paralizado la aprobación de nuevas líneas, desde que
la Anglo Argentina había construido la primera línea entre Primera Junta y Plaza de Mayo en
1914. A pesar de que varias empresas propusieron en 1930 sistemas más reticulares para las
líneas de subterráneo, al final se adoptó el trazado de tipo concéntrico hacia el centro, que
había sido el adoptado en 1909 al aprobarse la concesión a la Anglo Argentina. Este trazado
privilegiaba las direcciones oeste-este porque tenían una mayor demanda que las norte-
sur.292
291
ROTTA, Vicente, 1933, p 8.
292
El "subte" A (Plaza de Mayo-Primera Junta) fue construido entre 1913 y 1914; el B (Federico
Lacroze-Leandro Alem) entre 1930 y 1931; el C (Retiro-Constitución) en 1934; el C (Palermo-Catedral)
entre 1938 y 40 y las últimas estaciones en 1964; el E (Boedo-Constitución) entre 1944 y 1964 y su
último tramo hasta Plaza de los Virreyes entre 1966 y 1973. En 1913 había 7 km de vías; en 1930, 15
km; en 1940, 26 km y en 1975, 34 km. TORRES, Horacio, 1975, p 297. Ver también CLICHEVSKY,
Nora, 1988, pp 97-100.
106
Autos, ómnibus, colectivos y red vial
Los primeros automóviles llegaron a Buenos Aires en 1901. Fueron utilizados como
automóviles particulares y a partir de 1904 algunos de ellos prestaron servicios como coches
293
de alquiler adoptando los relojes que le dieron el nombre a los "taxis". A la par que se
incrementaba el parque automotor de la ciudad, en 1921 se formó la primera de una serie de
compañías de ómnibus que rápidamente se multiplicaron con permisos precarios otorgados
por la Municipalidad. Los ómnibus complementaban los trayectos del tranvía cubriendo
recorridos distintos, pero principalmente conectaron a la ciudad con los suburbios permitiendo
la urbanización de terrenos que habían quedado sin ocupar. Pero su desarrollo fue contenido
por la acción de las grandes compañías que monopolizaban el tranporte en la ciudad, como la
Anglo Argentina, de capitales ingleses. Esta compañía fue comprando los activos de las
compañías de ómnibus y siguió controlando otros sistemas de transporte urbano hasta que
consiguió monopolizarlo a través de la Corporación de Transporte creada en 1936, y la
Coordinación Nacional del Tranporte (1937). Estos organismos intentaban subordinar el
transporte automotor de pasajeros y de carga al transporte ferroviario. Ambas organizaciones
fueron creadas por el gobierno nacional como parte del trato preferencial otorgado a los
capitales ingleses en el pacto Roca-Runciman, a cambio de una cuota de exportación de
carne argentina a Inglaterra. Esta situación fue denunciada desde diversos ámbitos donde se
sostenía que "es un error creer que el público de una gran ciudad como la de Buenos Aires
294
puede ser concedido como una mina de carbón (...)".
Este monopolio frenó el desarrollo del colectivo, una nueva y original modalidad de transporte
público que, como ya se mencionó, se había desarrollado en la ciudad desde 1928. El
colectivo fue una respuesta alternativa a los agudos problemas de una metrópoli cada vez
más centralizada y también a la crisis económica. Algunos taxis privados comenzaron a
realizar recorridos fijos con frecuencias regulares, una vez que llenaban su capacidad de
pasajeros. Cobraban un poco más que el tranvía y el tren pero aseguraban un viaje más
cómodo y flexible. En pocos días se agruparon los dueños de los taxis formando empresas
compuestas de tantos componentes como propietarios de taxis.
Pero la creación de la Corporación del Transporte en 1936 obligó a las empresas creadas
despues de 1934 a integrarse a ella y el servicio comenzó a desmejorar. Ante las dificultades
para trabajar en la Capital, los colectivos se volcaron hacia los suburbios constituyendo de ahí
en más la pieza clave de su desarrollo urbano. El servicio de colectivos se expandió años más
tarde, cuando el Poder Ejecutivo suspendió las expropiaciones a las empresas de colectivos
en la Capital(1943) y disolvió la Corporación (1948), dando fin al monopolio.
Durante las décadas de 1940 y 1950 se produjo el gran desarrollo del transporte automotor de
pasajeros, conectanto a la ciudad de Buenos Aires con los suburbios. Las bajas tarifas
funcionaban como subsidios a la vivienda y a la industria y fueron utilizados principalmente
por los obreros y los grupos de menores ingresos.
El parque automotor registrado en la ciudad de Buenos Aires aumentó seis veces entre 1920
y 1940, alcanzando, en esta última fecha, 76.927 vehículos entre automóviles, vehículos de
carga y de pasajeros. En la década de 1930 habían comenzado las obras para adecuar el
293
El taxi es declarado servicio público en 1942. PARAPUGNA, Alberto, 1980, p 74.
294
Diario La Prensa, Buenos Aires, 10 de marzo de 1928. Citado por STOK, Jacobo, 1930, p 8.
107
295
sistema caminero a la nueva demanda. Entre 1930 y 1940 se mejoró la conexión de los
municipios suburbanos con la ciudad de Buenos Aires que permitió el rápido desarrollo
metropolitano de las décadas de 1940 y 1950. Fue precedido en la década de 1920 por
algunas obras viales, tales como el pavimento de varios caminos que unían a las cabeceras
de los partidos, y el adoquinado y asfaltado de tramos de calles en los partidos de Avellaneda,
Lomas de Zamora, Quilmes, Morón, La Matanza y San Martín. También se construyeron
obras de desagüe, puentes, obras de defensa, limpieza y rectificación de los arroyos y
296
canales que cruzaban el Area Metropolitana.
Las obras de mayor envergadura fueron ejecutadas o iniciadas durante la gobernación del
conservador Manuel Fresco (1936-1940).
Un gran impacto urbano tuvo la construcción de la avenida General Paz, inaugurada en 1941
y proyectada con los criterios de un "parkway" con amplias zonas para jardines y árboles.297
La avenida bordeaba los límites de la ciudad de Buenos Aires por el norte y oeste y actuaba
como distribuidora del tráfico entre diferentes zonas de la capital y de los partidos vecinos.
Fue un factor importante en la localización de las nuevas industrias.
La conexión de la Capital con el sur del Gran Buenos Aires, siempre dificultada por el cruce
del Riachuelo, fue facilitada por la terminación de tres importantes puentes: el puente
Avellaneda (1935) que comunica con el partido homónimo; el puente Uriburu (1938), antiguo
puente Alsina que lleva a Lomas de Zamora, y el puente La Noria (1941) en el encuentro de la
avenida General Paz con el Riachuelo, que también conduce a Lomas de Zamora. También
se mejoró la comunicación interna de la zona sur del Gran Buenos Aires, la más densa y
poblada en la década de 1930, con tres obras de envergadura: el ensanche del Camino
General Belgrano, que unía desde 1912-16 a la Capital con la ciudad de La Plata con un
afirmado, y que debido a su tránsito y accidentes fue rebautizado con el nombre de "camino
de la muerte"; la pavimentación del Camino del Centenario, que existía como camino de tierra
desde 1909 y era utilizado como ruta alternativa hacia La Plata, y la construcción de la
avenida costanera, entre Quilmes y la localidad balnearia de Punta Lara, en el partido de la
Ensenada, cercano a La Plata. También se mejoró la comunicación interna entre los partidos
del Gran Buenos Aires con la construcción del Camino de Cintura, que replicaba el arco de la
avenida General Paz una decena de kilómetros hacia el oeste, uniendo los partidos de
Quilmes al sur con el de San Isidro al norte.
295
INIGO CARRERAS, Héctor J., 1982, p 40.
296
Entre 1926 y 1930 se construyó el afirmado entre Avellaneda y Quilmes y el que unía Morón con
Lujan, el adoquinado entre Temperley y Monte Grande (Lomas de Zamora) así como tramos tramos en
Ciudadela, Caseros, San Martín, Lomas de Zamora y La Matanza. Entre las obras de desagüe en la
zona sur figuran el Canal Santo Domingo, defensas en el arroyo Sarandí y puentes, y el relleno de la
Avenida Mitre en Villa Domínico y puentes sobre la Avendia Mitre en Avellaneda. Gobierno de la
Provincia de Buenos Aires, S/F, (c.1930).
297
En el art. 6° de la ley 2029 de 1887 que fijaba los nuevos límites de la capital, se establecía la
construcción, a costa de la Nación, de una avenida de 100 metros de ancho en el límite de la capital. La
Ley de 1904 declaró de utilidad pública la expropiación de los terrenos y en 1926 otra ley definía el tipo
de expropiacion y adjudicaba presupuesto. Con proyecto del arquitecto Ernesto Vautier, su construcción
comenzó en 1936 y fue inaugurada en 1941. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1945.
108
Capítulo 9
El "Proyecto Orgánico" no fue sólo un plan de "embellecimiento" urbano que jerarquizaba las
áreas centrales de la ciudad. Proponía la división de la ciudad en 6 zonas a partir de los
barrios existentes y en base a una clasificación de funciones; establecía para cada una de
esas zonas restricciones diferenciales al dominio y proponía reestructurar el interior de las
manzanas obligando la creación de los corazones de manzana. Además, reglamentaba el uso
de los edificios, el volumen edificable en relación a la superficie del lote, las alturas máximas
de edificación y los espacios verdes. De ese modo, el plan de la Comisión de Estética Edilicia
pretendía disminuir los volúmenes y las alturas edificables permitidas, desde el centro hacia
las zonas de la periferia capitalina, mientras aumentaba en la periferia los espacios verdes
requeridos y el tamaño de lo corazones de manzanas. Muchos de estos planteos fueron más
tarde retomados por el Reglamento de 1928 y el Código de la Edificación de 1944.
298
La Comisión de Estética Edilicia fue presidida por el Intendente Carlos María Noel y estaba
formada por el arquitecto René Karman, representante de la Municipalidad; el arquitecto Carlos Morra,
presidente de la Sociedad Central de Arquitectos; el ingeniero Sebastián Ghiglia, ya director de
Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas, y el arquitecto Carlos Martín Noel, presidente de la
Comisión Nacional de Bellas Artes. Carlos M. Noel fue nombrado intendente por Marcelo T. de Alvear,
quién ejerció la presidencia de la Argentina entre 1922 y 1928, durante uno de los períodos más
prósperos del país.
299
El Plan alertaba sobre "el gran número de importantes y progresistas poblaciones que existen en
los suburbios de la ciudad...Con el progreso rápido y continuo del país...dentro de pocos años si no se
109
El Plan contenía detallados proyectos de remodelación para el centro, donde se buscaba una
disposición "regular y equilibrada", dejando el "sugestivo de lo imprevisto y pintoresco" para
300
los barrios. Proponía varias versiones de remodelación de la plaza de Mayo, donde edificios
históricos como el Cabildo, la Casa de Gobierno e incluso la Catedral, eran removidos y
reeemplazados para dar lugar a conjuntos monumentales y a vistas hacia el río que el centro
nunca volvió a recuperar. Varias avenidas diagonales complementaban, entre la futura
avenida Norte-Sur (hoy avenida 9 de Julio) y Leandro Alem, las ya comenzadas diagonales
Norte y Sur que partían de la plaza de Mayo. En el proyecto de la avenida transversal Norte-
Sur, se preveía un conjunto municipal ubicado en el cruce con la avenida Independencia. Otro
conjunto administrativo alojaría oficinas nacionales en la plaza de los Dos Congresos, para la
que se establecía una reglamentación de alturas especialmente adecuada al perfil del edificio
del Congreso Nacional. En todas las obras de remodelación proyectadas se trataba de
ampliar los escasos espacios verdes de la ciudad, insuficientes según las estadísticas y las
teorías ubanas de la época.
El Proyecto Orgánico de 1925 no estaba respaldado por una legislación que proveyera los
mecanismos necesarios para su aplicación. Sin embargo, su influencia sobre el desarrollo
urbano de la Capital fue considerable, en tanto muchas de sus ideas inspiraron varias
transformaciones urbanas realizadas en las décadas posteriores y otras ideas fueron
retomadas en planes posteriores. Entre ellas figuraba, en primer lugar, la "reconquista del río",
para la cual se proponía la creación de la avenida Costanera Norte a continuación del Puerto
Nuevo, la complementación del Balneario Municipal en la Costanera Sur, la continuación de
los jardines frente a la casa de gobierno (Casa Rosada) y la unificación de la plaza San Martín
con la plaza del Retiro.
En 1928 fue sancionado un nuevo Reglamento de Construcciones que tomó como base
algunas propuestas planteadas en el Plan de 1925 y tambien el Código de la ciudad de Nueva
York. Su alcance se limitaba la Capital Federal.301 La gran mayoría de los partidos del Gran
Buenos Aires no contaban aún, ni contarían por mucho tiempo, con reglamento alguno.
Dividió a la ciudad en tres grandes zonas: la central, donde se aceptaba una gran densidad, y
dos zonas concéntricas de densidades y alturas decrecientes.302 Definió distintas alturas
máximas y perfiles de fachadas en relación al ancho de la calle, disminuyendo alturas y
aumentando las exigencias de patios y corazones de manzana desde la zona central a las
periféricas. Asimismo, reguló las medidas y los perfiles de los patios interiores, por tamaño de
lote y por zona. Permitió cuerpos salientes y construcciones en torre por arriba del plano límite
prevén los acontecimientos..Buenos Aires se encontrará prisionera entre suburbios edificados a prisa y
en desorden" Comisión de Estética Municipal, 1925, pp 361-362 y 386.
300
Idem, p 293.
301
En 1923 por ordenanza muncipal se creó una Comisión Especial encargada de revisar y proyectar
las reformas del Reglamento General de Construcciones vigente, sancionado en 1910. Luego de
numerosas postergaciones fue aprobado por el Concejo Deliberante en 1928. "Antecedendes de la
sanción del nuevo reglamento General de Construcciones" y Revista de Arquitectura, suplemento de
julio de 1928.
302
El sector central estaba delimitado por las calles Brasil, Entre Ríos, Independencia, Jujuy y
Pueyrredon y el Río de la Plata. También se incluía en dicho sector los frentes sobre avenidas
importantes como Rivadavia, Santa Fé y Cabildo.
110
y en grandes parcelas. Este reglamento estuvo en vigencia hasta la sanción del Codigo de la
Edificación de 1944 y definió el perfil de buena parte de la ciudad. Durante la vigencia del
Reglamento de 1928 fueron construidos los primeros rascacielos de la ciudad y una buena
cantidad de nuevas casa de renta y edificios de oficinas. Ubicados en la zona central
modificaron, con su altura y su nueva imagen arquitectónica moderna, el tradicional paisaje
urbano del Buenos Aires finisecular.
El primero de los edificios en altura fue la Galería Güemes, con un pasaje peatonal y negocios
en la planta baja, construido en 1915 sobre la calle Florida, en esos años la calle más
prestigiosa del centro. Le siguieron dos de los edificios en altura de mejor calidad de la
ciudad: el Pasaje Barolo (1921), un gran edificio de oficinas, también con pasaje y negocios
en la planta baja, proyectado por el italiano Mario Palanti, cuya amplia fachada y magnífica
torre definen la imagen de casi toda la sección oeste de la avenida de Mayo, y el edificio
Mihanovich (1929) de departamentos para la alta burguesía, en la esquina de las calle Arroyo
y Juncal, cuyo remate escalonado se destacó durante mucho tiempo como un hito en el perfil
de la ciudad que divisaban los viajeros desde el río. Otra obra significativa fue el nuevo edificio
del Concejo Deliberante (1926-1931) proyectado por Héctor Ayerza. Estaba ubicado en el
comienzo de la recién abierta Diagonal Sur y su torre se incorporó al paisaje de la plaza de
Mayo.
En algunas avenidas del centro se levantaron edificios de 5 a 7 pisos que utilizaban la altura
máxima que permitía el Reglamento de 1910 y luego el de 1928. Comenzaron a formarse asi
303
Puerto Nuevo, ubicado al norte del Puerto Madero, fue licitado en 1908 y comenzado en 1911. Su
construcción fue lenta hasta que en 1922 se aceleraron los trabajos y fue habilitado paulatinamente. La
terminación de las dársenas y las instalaciones portuarias continuó hasta la década de 1940. ORTIZ,
Ricardo M., 1943, pp 19-22. Para una descripción del estado y funcionamiento de los puertos de Buenos
Aires en las décadas de 1930 y 1940, ver las ediciones The Mar Year Book, River Plate Shipping
Manual.
111
lo que con el tiempo serían, en algunas calles, frentes compactos con alturas más o menos
uniformes. A pesar del tiempo transcurrido ese perfil compacto y uniforme sólo se ha logrado
en pocas calles y avenidas de Buenos Aires. Aún hoy, muchas calles y avenidas del centro de
Buenos Aires dan la impresión de una obra incompleta y de escasa calidad urbanística como
conjunto, al orientarse las nuevas iniciativas edilicias hacia otros distritos urbanos periféricos
al centro. La avenida de Mayo adquirió altura y fue compactándose, con casas de renta y
edificios de oficinas rematados en las esquinas por cúpulas. También tomaron una altura más
o menos uniforme algunos sectores de la avenida Callao y de la avenida Santa Fe, y otros
sobre la avenida Corrientes. Estas operaciones inmobiliarias dieron buenas rentas hasta
1943, cuando fueron congelados los alquileres. Los departamentos eran amplios y alojaban
familias de ingresos medios, pero las dependencias interiores estaban mal ventiladas e
iluminadas. En el barrio Norte y en Palermo Chico continuó, hasta la década de 1940, la
construción de "petit hotels" de 2 ó 3 pisos para familias de altos ingresos.
112
Muchos de los nuevos programas de arquitectura como los cines y los garages fueron
construídos con el lenguaje "art decó" hasta la década de 1940, entre ellos los cines
306
Broadway y Suipacha (1930) de Jorge Kalnay y el Capitol (1930) de Alejandro Virasoro.
Otro de los estilos utilizados desde 1915 aproximadamente, fue el neocolonial que inspiraba
su lenguaje formal en la arquitectura colonial americana. Muchas veces fue empleado para
transmitir significados tradicionales y nacionales, con una clara intención de fijar los
parámetros de una expresión nacional en una sociedad altamente cosmopolita y europeizada
como era la de Buenos Aires. Edificios como el del diario La Nación, actual Galería Mitre; el
Palacio Noel (1922), actual Museo Fernández Blanco, y la Casa de Ricardo Rojas (1928), hoy
307
museo e Instituto de Investigaciones Casa del Maestro, testimonian esa actitud. Martín
Noel y Angel Guido, autores de los dos últimos ejemplos respectivamente, fueron los más
destacados representantes del neocolonial.
Durante la década de 1920, las obras públicas en el centro fueron pocas. Entre ellas se
cuenta la continuación de la apertura de la Diagonal Norte hasta plaza Lavalle, la apertura de
la explanada de la plaza San Martín en Retiro y la construcción de la plaza de los Dos
Congresos, frente al Congreso Nacional, que remataba la avenida de Mayo hacia el oeste.
Fuera del centro se abrieron algunos parques barriales importantes, como el Parque
Avellaneda (en la vieja quinta de Olivera), el Parque Rivadavia (en terrenos de Lezica) y se
comenzaron obras de nivel metropolitano como la transformación del primitivo Balneario
Municipal y la prolongación de la avenida Costanera Sur. Esta avenida que, con sus pérgolas,
faroles, monumentos, edificios para bares y restaurantes fue el paseo predilecto del público
porteño durante décadas, en la actualidad ha quedado alejada del río por las obras de relleno
donde se instaló la Reserva Ecológica.
306
Destacado arquitecto, constructor y empresario autor también de la Casa del Teatro (1927), del
banco El Hogar Argentino (1926, hoy Banco Santander) y del edificio de la Compañía La Equitativa del
Plata (1929), entre otras obras.
307
GUTMAN, Margarita, 1988, pp 48-55 y GUTMAN, Margarita, 1990, pp 165-183.
113
308
campo y sistematizó estadísticamente el material recopilado.
En 1932 tuvo lugar la Primer Exposición Municipal de Urbanismo y años más tarde, en 1935,
el Primer Congreso Nacional de Urbanismo en Buenos Aires. Se crearon sendas cátedras de
urbanismo en la Universidad Nacional del Litoral en Rosario en 1929 y en 1933 en la entonces
Escuela de Arquitectura, ambas con Della Paolera como Profesor Titular. El urbanismo tuvo
mucha presencia en la prensa, debatiéndose allí los grandes problemas de la ciudad a través
de los trabajos de difusión de los profesionales mencionados y de otros. Los problemas
derivados de la rápida e incontrolada conurbación de Buenos Aires eran señalados ya por
especialistas como Della Paolera, desde la década de 1920 y especialmente en las décadas
de 1930 y 1940, al tiempo que se iba consolidando el Area Metropolitana. En 1936 Della
Paolera estimaba que la aglomeración metropolitana cubría 50.000 hectáreas -de las cuales
sólo cerca de 16.000 correspondían a la Capital- y se extendía en un radio de 30 kilometros,
incluyendo en el extremo de sus ejes de expansión localidades como Tigre al norte, Ituzaingó
309
al oeste, y Burzaco y Quilmes al sur. Trece años más tarde, en 1949, el mismo Della
Paolera estimaba que la extensión de los ejes principales de la conurbación (sur, oeste y
norte) llegaban ya a 50km de la plaza Congreso. La gravedad de este desarrollo incontrolado
era denunciada frecuentemente. Cerca de 1950 Della Paolera decía: "La desorganización
integral del 'Gran Buenos Aires' actual proviene del monstruoso desarrollo de la aglomeración
y del uso indiscriminado de la tierra para toda clase de funciones, que han convertido a los
alrededores de la Capital Federal en un verdadero caos que es cada día más difícil de
ordenar. El desarrrollo incontrolado de la edificación ha creado extensas barriadas en las que
la provisión de los servicios públicos elementales (aguas corrientes, electricidad, pavimentos,
cloacas, etc,) recargará en forma prohibitiva los presupuestos de las comunas suburbanas
(...) Los efectos de esta desorganización funcional en el uso de la tierra son hoy en día muy
visibles en el "Gran Buenos Aires", donde la industria libremente ubicada, sin plan previo de
zonización, no obedece a una localización racional con respecto a las vías de acceso e
invade, con sus humaredas y con los gases y partículas desprendidos a las zonas
residenciales y afecta a la provisión normal de aguas potables del subsuelo, pues, con sus
extracciones en masa para su uso intensivo, produce absorciones que llegan hasta anular el
310
aprovisionamiento en regiones de viviendas y de quintas de cultivo".
Otro de los planes que integra la lista de aquellos con mucha prensa pero nunca aprobados,
fue el que hizo Le Corbusier en su oficina de París junto a los arquitectos argentinos Juan
Kurchan y J. Ferrari Hardoy en 1938.311 Algunas de sus propuestas retomaban y
308
"La oficina Técnica Municipal del Plan de Urbanización", nota editorial de la Revista de
Arquitectura, Nº 148, Buenos Aires, marzo de 1933, p 213.
309
Según figura en los planos del "Desarrollo de la aglomeración bonaerense" de 1934, en DELLA
PAOLERA, Carlos M., 1940, p 11.
310
Esta cita pertenece a un texto firmado por Della Paolera, posterior a 1949, escrito desde el Intituto
Superior de Urbanismo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.
Está incluído en una recopilación de sus artículos en distintas publicaciones. DELLA PAOLERA, Carlos
M., 1977, pp 79 y 80.
311
El plan fue elaborado en París durante 1937 y 1938 con la documentación que llevaron Kurchan y
Ferrari Hardoy. Su publicación fue demorada por la guerra y recién en 1946 apareció una versión
abreviada del plan en la versión castellana de L'Architecture D'Ajourdhui. La arquitectura de hoy, Nº 4,
Buenos Aires, abril de 1947.
114
desarrollaban ideas que habían sido planteadas en el Plan de 1925, y otras respondían a los
lineamientos del urbanismo de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna
(CIAM) y los postulados desarrollados por Le Corbusier para la "Ville Radieuse" publicados en
312
1935. El plan proponía la recuperación del frente sobre el río eliminando Puerto Madero,
colocando en su lugar un centro de esparcimiento y penetrando en el río con una isla artificial
con 5 rascacielos para la "cité" de los negocios; la integración de los sectores norte y sur de la
ciudad a través de vías de circulación rápidas; una fuerte concentración de la ciudad en un
sector central que llegase hasta las avenidas José María Moreno y Acoyte rodeado de una
zona verde, y de allí hacia el oeste proponía la conformación de ciudades satélites en Flores,
Belgrano y San Isidro; la especialización de diversas áreas creando un centro de
esparcimiento, un centro municipal, uno gubernamental, uno hotelero y una zona industrial,
entre otros. Planteaba la reestructuración del sistema vial diferenciando la circulación peatonal
de la vehicular e incorporando autopistas al tejido urbano. Su propuesta se traducía en una
transformación del tradicional damero de la ciudad.
Transformaciones en la traza del centro durante las décadas de 1930, 1940 y 1950
La crisis económica de 1929 paralizó la construcción de edificios durante varios años.
Numerosas empresas contructoras quebraron y la desocupación alcanzó a todos los sectores
de la vida económica. Durante los años de muy poco trabajo que siguieron a la crisis, los
arquitectos transitaban por los empleos públicos, interesándose por el tema de la vivienda
económica y por los problemas que el acelerado crecimiento de la ciudad había puesto en
evidencia y que se pretendían solucionar mediante la planificación urbana. El "tráfico" y la
zonificación -el "zoning" de la ciudad- estuvieron en la primera plana de las discusiones.
El congestionamiento del centro a niveles nunca visto con anterioridad y la solución de este
problema se convirtió en uno de los principales temas de debate durante la década de 1930.
Se hablaba de mejorar la circulación ensanchando las angostas y antiguas calles, abriendo
nuevas avenidas y diagonales, construyendo trenes, subterráneos y conectando el ferrocarril
con el puerto a bajo nivel. En realidad, eran las mismas soluciones que se habían empezado
a discutir cuando aparecieron los problemas en la ciudad moderna del Centenario. Muchas de
estas soluciones ya habían sido planteadas en el "Proyecto Orgánico para la Urbanización del
Municipio" 1925.
Algunos intentaban atacar las causas y no los efectos del problema y proponían quebrar la
histórica centralidad de la ciudad desconcentrando las actividades administrativas y
diseñando, además, un centro cívico monumental acorde con los modelos de una ciudad
moderna. No faltaron tampoco propuestas inspiradas en el modelo norteamericano de
312
LE CORBUSIER, 1935.
313
No poca influencia debe haber tenido en este impacto la labor que sus autores argentinos, Ferrari
Hardoy y Kurchan desarrollaron en las décadas siguientes en los organismos que preparaban el plan
Director en la Municipalidad de Buenos Aires.
115
sistemas viales en varios niveles. Así, por ejemplo, se proponía resolver el acceso ferroviario
y vehicular al Puerto Nuevo, que estaba aún en construcción, utilizando el piso de los viejos
docks de Puerto Madero desecados. También se proponía la circulación a distinto niveles
314
para la avenida de circunvalación y para la proyectada gran avenida Norte-Sur. Nunca
tuvieron estos proyectos de desconcentración del centro y de reorganización vial visos de
concretarse en su totalidad. De haberse llevado a cabo algunos proyectos de la Dirección
Nacional de Arquitectura, entre otros, hubiera quedado destruido, por ejemplo, la histórica
plaza de Mayo.
En las décadas de 1930 y 1940 comenzaron los grandes trabajos que irían definiendo el perfil
que aún hoy se mantiene en muchas calles y áreas del centro. Empezaron a ponerse en
marcha ni bien el General Justo (1932-1938) se hizo cargo del gobierno, interviniendo en los
mecanismos económicos y organizando grandes obras públicas mientras se iban paliando los
efectos de la crisis económica y empezaban a percibirse los efectos del crecimiento industrial.
En 1936, en ocasión del IV Centenario de la Primera Fundación de la ciudad Buenos Aires,
fue abierta la avenida más ambiciosa de la ciudad demoliendo una hilera entera en el borde
del primitivo trazado de 1580 de Garay: la avenida 9 de Julio. En su cruce con la avenida
Corrientes -la mítica calle de la noche literaria, teatral y bohemia de Buenos Aires- el centro
adquirió su principal hito urbano: el obelisco.
314
Son interesantes los proyectos de Vicente Rotta (ROTTA, 1933), Jacobo Stok (STOK, 1930),
Eduardo Schiaffino (SCHIAFFINO, 1927), y los de Fermín Bereterbide (BERETERBIDE, 1932) y Ernesto
Vautier (VAUTIER, 1933).
315
Los antecedentes de la avenida Norte-Sur se remontan al proyecto de José María Lagos de 1869.
La ley 2698 de 1889 declaraba de utilidad pública la expropiación de las propiedades particulares que
fueran necesarias para la construcción de una avenida de 30 metros de ancho, desde la calle Pavón
hasta el paseo de Julio entre las calles Cerrito, Lima, Artes y Cambaceres El diputado Pedro Luro
presentaba en 1911, basándose en el diseño del Plan Bouvard para Buenos Aires de 1909, un proyecto
para abrir una avenida de 33 metros de ancho, que se convirtió en la Ley 8855 el mismo año. Sobre éste
se basó el proyecto que durante la intendencia de Mariano de Vedia y Mitre se tomó para la apertura en
1936. RAZORI, Amílcar, 1937, p 67; DEL MAZO, Marcelino, 1937, pp 36 y 37. En 1936 se decidió por
una ancho de 140 metros, tomando todo una manzana y sus dos calles laterales, a raíz de ser una obra
de caracter metropolitano, según lo atestigua Della Paolera como Director Técnico del Plan de
Urbanización. DELLA PAOLERA, Carlos M., 1940, p 29.
316
BERETERBIDE, Fermín, 1932; VAUTIER, Ernesto, 1933; ACOSTA, Wladimiro, 1940; GUIDO,
Angel, 1941.
116
La función de gran colector del tránsito norte-sur para la que fue pensada la avenida 9 de
Julio, en realidad se completó en los últimos años con la construcción de la autopista elevada
que conecta Constitución con el Puente Avellaneda.
El perfil de los retiros permitidos por los reglamentos vigentes modelaron cuadras enteras del
centro y del norte de la ciudad y, en general, todos los lugares donde la presión especulativa
llevaba a aprovechar al máximo la inversión inmobiliaria y donde la valorización de los
terrenos propiciaba una construcción densa y continua. Muchos de los edificios construidos en
la década de 1930 y siguientes -casas de renta, oficinas y luego edificios en propiedad
horizontal- cambiaron radicalmente su estilo respecto a los utilizados en la década anterior.
Sus interiores respetaban el nuevo reglamento y eran más aireados e iluminados,
incorporaban adelantos propios del confort moderno y mejoraban el equipamiento de cocinas
y baños, simplificando la organización interior y la decoración. Las riquezas y complicaciones
ornamentales del eclecticismo fueron reemplazadas por líneas simples y los frentes lisos y
318
blancos inspirados en el lenguaje del racionalimo europeo. El racionalismo fue utilizado en
Buenos Aires como paradigma de modernidad por las vanguardias artísticas y difundido en la
317
ARLT, Roberto, 1975, pp 10-13. Sobre Roberto Arlt ver apéndice "Microbiografías".
318
Este racionalismo, denominado no ortodoxo, es tratado por María Isabel DE LARRANAGA, 1988,
pp 50-68.
117
revista Martín Fierro y en las conferencias y publicaciones de la asociación Amigos del Arte
319
inspirada por la escritora Victoria Ocampo en los últimos años de la década de 1920. Pero
en su aplicación perdió su significado, inicialmente asociado a los proyectos de vivienda de
tipo social con que había surgido en Europa. En la década de 1930, el racionalismo se instaló
en Buenos Aires como un estilo disponible más, pero como el más adecuado a los
requerimientos de confort y de modernidad que el mercado inmobiliario solicitaba, y a los
intereses de las empresas de la construcción que encontraban en la simplificación
constructiva y ornamental una notable economía en los costos. Edificios como el de oficinas
de la calle Uruguay al 400 de los arquitectos Birabén y Lacalle Alonso, que marca la imagen
de toda la cuadra, o el de la Nordiska Kompaniet en la calle Florida, del ingeniero Antonio U.
Vilar, ejemplifican esta tendencia estilística así como el proceso de compactación de las
calles, tan poco habitual en el conjunto de la ciudad que se caracteriza por una enorme falta
de unidad, no solamente estilística, sino de alturas y tipologías.
Las únicas avenidas que adquirieron durante esos años un perfil neto determinado por una
regulación especial fue la Diagonal Norte y la corta sección de la Diagonal Sur que llegó a
construirse siguiendo especificaciones de alturas, balcones, cornisas y materiales uniformes
previstas en el Reglamento de 1928. Los resultados se observan en la fuerte unidad que
adquirió el conjunto y se mantiene actualmente.
Los nuevos rascacielos, cuyas normas también ajustó el Reglamento de 1928, fueron
proyectados con mayor altura, perfeccionando la técnica del hormigón armado. Se
diferenciaron de los rascacielos construidos en las décadas anteriores por el neto
racionalismo de su estilo: volumenes simples, prismáticos, blancos y sin ornamentos. Algunos
de ellos, como el Kavanagh (1934) constituyen, por su calidad técnica y arquitectónica, su
ubicación frente a la plaza San Martín y la cuidada relación con el entorno, uno de los mejores
edificios de la ciudad.320 Otros dos rascacielos construidos sobre la avenida Corrientes
cortaron el perfil del centro: el Comega (1932) de Joselevich y Doulliet, y el Safico (1933) de
Walter Moll, cuyo remate escalonado materializa los perfiles del Reglamento vigente. Uno de
los edificios que mejor experimentaron las posibilidades estructurales del hormigón fue el
nuevo Mercado de Abasto (1931) situado en la avenida Corrientes y Agüero, que con
levísimas bóvedas de nervaduras y cristales cubre grandes luces destinadas al
almacenamiento de frutas y verduras.321 La construcción en hormigón armado tomó mayor
impulso de 1930 en adelante, cuando el país comenzó a abastecerse de cemento. En 1936
fue creada la Cámara Argentina de la Construcción, asociación de empresarios que desde
entonces ha jugado un rol importante en la realización de las grandes obras públicas y
también en la selección de las autoridades nacionales vinculada a las políticas de vivienda y
obras públicas.
319
Victoria Ocampo fundó la Revista SUR en 1930 y la dirigió hasta su muerte en 1978.
320
El Kavanagh, obra del estudio Sánchez, Lagos y de la Torre, edificio de viviendas de muy alta
calidad, ubicado sobre el lado suroeste de la Plaza San Martín, fue en su época el edificio en hormigón
armado más alto del mundo. Su basamento tomó la altura del Plaza Hotel, situado en la esquina de la
plaza con la calle Florida.
321
BERJMAN, Sonia y José Fiszelew, 1984. El mercado fue desactivado cuando se inauguró el
Mercado Concentrador en el sur del Gran Buenos Aires. Fue comprado por la Cooperativa del Hogar
Obrero para centro comercial y cultura, hoy se encuentran sus obras paradas. Debido a su situación
financiera la Cooperativa llamó a convocatoria de acreedores.
118
En el sector este de la plaza de Mayo fueron construidos, durante las décadas de 1930 y
1940, grandes edificios para diversas reparticiones de la administración nacional: la casa
central del Banco de la Nación Argentina, que abrió la perspectiva de la plaza hacia el parque
Colón en dirección hacia el puerto y el río, fue obra de Alejandro Bustillo y se terminó en 1952;
el Banco Hipotecario fue ubicado sobre el lado sur de la plaza y el Ministerio de Hacienda
cerró el sector sureste de la Plaza. Muy cerca de la plaza, en el contiguo parque Colón, la
Dirección de Ingenieros del Ejército levantó en 1938 la sede del Ministerio de Guerra. En la
"city" bancaria, al norte de la plaza de Mayo, se construyó en 1940-42, el Banco de la
provincia de Buenos Aires obra de Sánchez, Lagos y de la Torre. Estos edificios y los
construidos en ambas aceras de las Diagonales Norte y Sur, configuraron una arquitectura
monumental inspirada en los modelos de la arquitectura estatal de Alemania, Italia y los
Estados Unidos, y se basaron en una depuración de modelos académicos y clasicistas. Un
estilo similar, aunque con características más monumentales, se repite en otros edificios algo
más alejados del centro como la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales sobre la avenida
Figueroa Alcorta (1940), y más tarde la Fundación Eva Perón sobre Paseo Colón (hoy
322
Facultad de Ingeniería). Igualmente monumentales pero con un lenguaje más depurado,
fueron construidos el edificio del Automovil Club Argentino (1940) y el Hospital de Clínicas y la
Facultad de Medicina (1947).
Luego de varios intentos que se remontaban a 1860, la Municipalidad organizó en 1942 el
Catastro de la Ciudad de Buenos Aires.323 De esa manera se dispuso de la herramienta
indispensable para un más adecuado ordenamiento de la ciudad, mejorando sus rentas al
determinar con exactitud lo que cada inmueble deberia contribuir y posibilitando la
actualización y control de los cobros. El Catastro permitió asimismo delimitar las zonas
residenciales, comerciales, bancarias e industriales de un nuevo Código de la Edificación que
se sancionó en 1944 y mejoró las condiciones de habitabilidad de la ciudad. Este Código
establecía una serie de normas que definieron la morfología de los edificios de la ciudad entre
1944 y 1977 (fecha de promulgación del Código de Planeamiento Urbano). Se definían
también las alturas máximas permitidas y las áreas edificables de los lotes. La nueva
324
zonificación impulsó usos mixtos en la mayor parte de la ciudad. Tanto los corazones de
manzana como los patios de aire y luz permitidos mejoraron un poco la aireación de los
locales internos.
En 1948 fue sancionada la Ley de Propiedad Horizontal que tuvo importantes efectos sobre el
centro y norte de la ciudad, como también en los barrios y los suburbios. Permitió a distintos
propietarios adquirir unidades de un mismo edificio, flexibilizando el régimen de propiedad
indivisa anterior y posibilitando un uso más intensivo del suelo. Este régimen canalizó gran
322
El edificio de la Facultad de Derecho fue proyectada en 1942 por los arquitectos Arturo Ochoa,
Ismael Chiappori y Pedro Vinent y se terminó en 1949. La Fundación Eva Perón se construyó entre 1950
y 1952.
323
Los primeros ensayos catastrales datan de 1860 y 1888. En 1892 se levantaron algunas zonas de
la ciudad. En 1929 por iniciativa del Instituto Geográfico Militar se nombró una Comisión de Catastro y se
llamó a concurso para la ejecuación de un pre Catastro. En 1933 se reglamentó la Ordenanza de
Nomenclatura Parcelaria y en 1935 un decreto organizó la percepción de la tasa de alumbrado, barrido y
limpieza. En 1938 la Ordenanza Nº 8856 del Honorable Concejo Deliberante dispuso la ejecución de los
trabajos de Catastro. PORTILLO, Gregorio A., 1942, p 462.
324
SUAREZ, Odilia, 1986, p 73.
119
parte de la actividad contructiva privada, que antes había frenado sus inversiones
inmobiliarias por el congelamiento de los alquileres, auspiciando un gran desarrollo de la
industria de la construcción. Numerosos edificios de departamentos en propiedad horizontal y
también de oficinas fueron construidos en los terrenos más valorizados. Como resultado, las
calles del centro y norte de la ciudad alcanzaron mayor altura y un perfil más o menos parejo,
en su mayoría el más alto que el código de la Edificación permitía.
En esos años, por impulso de la acción intervencionista del Estado se realizaron importantes
obras públicas y proyectos de equipamiento social, especialmente durante el primer gobierno
del presidente Juan Domingo Perón (1946-1952). El Primer (1946-51) y Segundo Plan
Quinquenal (1952-1957) sentaron las bases de una política de vivienda que también
contemplaba planes de salud, educación, recreación y culturales. Comenzaba así una
respuesta a las crecientes necesidades de los trabajadores y grupos de ingresos medios, en
constante aumento. Insertados en el Plan Nacional de Salud, que consistía en una red de
unidades sanitarias, hospitales urbanos y "ciudades-hospitales" regionales, diseñado por el
Dr. Ramón Carrillo como ministro del área, se terminaron en el Gran Buenos Aires, los
policlínicos de Avellaneda, Lanús y San Martín y fueron comenzados otros, como el Hopital de
Clínicas y Cirujía del Torax en Ramos Mejía.326
120
Aires mediante la construcción de la autopista Riccheri (1948) que unía por el suroeste las
dos vías de circunvalación, la General Paz y el Camino de Cintura. Mejorada su accesibilidad
con esta autopista, la zona suroeste del Gran Buenos Aires fue elegida para la instalación de
complejos recreativos a escala metropolitana, como piletas populares y el bosque de Ezeiza.
Asimismo, en la zona suroeste de la Capital, históricamente la menos urbanizada, se
comenzó el Parque Almirante Brown sobre un terreno de 1.400 hectáreas y la construcción
del Autódromo. También en esa zona suroeste del Gran Buenos Aires y de la Capital y a lo
largo de la avenida General Paz fueron instalados los primeros conjuntos de monoblocks de
viviendas, que iniciaron una tendencia a densificar la ocupación del suelo en función de
grandes conjuntos de vivienda colectiva que continuó desarrollándose durante las décadas
posteriores, modificando el perfil urbano del sector suroeste de la ciudad.
En la década de 1940, por primera vez en la historia del país, la política de vivienda fue
asumida por el gobierno nacional e incorporada a un plan general de gobierno. Antes la
construcción de vivienda había dependido de la iniciativa privada y sólo hubo en el Area
Metropolitana escasos emprendimientos públicos, tanto de acción de directa como indirecta.
La política de vivienda entre 1943 y 1955 estuvo dirigida a mejorar las condiciones de vida de
los trabajadores, al tiempo que se promocionaba a la industria de la construcción por su
efecto multiplicador sobre la industria y la economía en general. El Estado se reservaba una
intervención fundamental en esta política, tanto en las medidas de fomento de la actividad
privada como en las acciones directamente por él ejecutadas.
El fomento a la construcción de viviendas a través del crédito subsidiado fue auspiciado por la
sanción de un cuerpo legislativo nuevo, compuesto fundamentalmente por la ley de
Locaciones Urbanas de 1943, la ley que establecía la nueva Carta Orgánica del Banco
Hipotecario Nacional (1947), la ley de Propiedad Horizontal (1948), y la ley de Venta de lotes
en mensualidades (1950).327 La Ley de Alquileres, sucesivamente prorrogada hasta 1957,
rebajó los alquileres, prorrogó los contratos, impidió los desalojos y creo la Cámaras de
Alquileres. Tuvo un enorme impacto en la ciudad Capital, donde casi dos tercios de sus
habitantes vivían en viviendas alquiladas. Pero significó la casi total paralización de las
inversiones privadas destinadas a los grupos de ingresos medios, y una distorsión en el
mercado inmobiliario ya que no se intervino sobre el mercado de tierras y la ley de alquileres
no alcanzaba a las unidades que comenzaron a construirse años después.
121
Con la ley de venta de lotes en mensualidades se frenaron los contratos muy exigentes que
impedían obtener la propiedad, y por lo tanto edificar, hasta tanto se terminase de pagar toda
la deuda, y se evitaba perder todo lo pagado en caso de un atraso en las cuotas.
El instrumento básico fue el Banco Hipotecario Nacional, quien desde la reforma bancaria de
329
1946 se transformó en el organismo responsable del crédito para la vivienda. El Banco
Hipotecario Nacional desplegó una gran actividad en la financiación de la construcción privada
e individual de la vivienda propia, abarcando tanto la construcción de nuevas unidades como
la terminación de viviendas existentes y la adquisición de las ya terminadas. Los modelos tipo
fueron recién incoporados en 1952 con el Plan Eva Perón, que estableció las condiciones
más favorables para la obtención del crédito. La actividad crediticia del Banco Hipotecario
Nacional se incrementó a niveles nunca conocidos, cuadruplicando entre 1947 y 1957 el
número de créditos otorgados durante los 60 años anteriores de funcionamiento.330 El mejor
aprovechamiento del suelo de la Capital y su infraestructura fue promovido por el Decreto Nº
16465 de 1947, que otorgaba facilidades impositivas y crediticias para construir un piso más
331
sobre las plantas bajas de las viviendas existentes. Mediante estos mecanismos se
construyeron numerosas viviendas, tanto en la Capital como en el Gran Buenos Aires,
determinadas por el mercado inmobiliario, al cual las tasaciones del Banco Hipotecario
Nacional que presionaban hacia abajo los valores del suelo, intentaba contener.
Además del otorgamiento de pequeños créditos con amplias facilidades para la construcción
de viviendas en forma individual, también promovió el Banco Hipotecario Nacional la
construcción directa de viviendas. A pesar de no ser muchas en su número, tuvieron gran
visibilidad en la ciudad y en el Area Metropolitana y marcaron tendencias de localización y
tipologías.332 Los nuevos conjuntos se fueron ubicaron preferentemente en zonas periféricas
de la Capital, en los barrios de Saavedra, Nuñez, el bajo Flores, Villa Soldati y Mataderos, y
en la zona sur y suroeste del Gran Buenos Aires, la de mayor concentración industrial, como
Quilmes, Lanús, Avellaneda, La Matanza y también San Martín.
Dos fueron las tipologías predominantes utilizadas: los barrios de casas bajas e individuales
en terreno propio que modificaban la trama urbana existente según sus dimensiones y el
nuevo diseño de sus calles, y los barrios de monobloques, generalmente ubicados en zonas
poco urbanizadas, que marcaron un ordenamiento urbano diferente al tradicional.333
329
YUJNOVSKY, Oscar (b), 1974, p 16.
330
La cifra de créditos otorgados por el Banco Hipotecario Nacional, en total, entre 1947 y 1957 fue de
390.000, SCHTEINGART, Martha y Beatriz Broide, 1974, p 73.
331
Es el Decreto Nº 16.465/47. "Préstamos de edificación de viviendas sobre planta Baja y espacios
libres" Revista de Arquitectura, septiembre de 1947, p CCCXXXII.
332
La construcción directa se implementó desde 1947 en el Banco Hipotecario Nacional, cuando se
incorporó la Administración Nacional de Vivienda. Esta había reemplazado en 1944 a la Comisión
Nacional de Casas Baratas y se había localizado en la Secretaría de Trabajo y Previsión al mismo
tiempo que se creaba el fondo Nacional para la Vivienda FONAVI. Revista Arquitectura y Comunidad
Nacional Nº 4, Buenos Aires, noviembre 1986, p 19.
333
Entre los conjuntos de monobloques en la Capital figuran el Barrio General Paz, sobre la autopista
Riccheri (1.254 unidades, 1951-1954), que incluye monobloques altos, tiras bajas y viviendas
122
Los barrios de casas bajas recrearon la casa individual compacta retirada de la línea
municipal, con techo a dos aguas y paredes blancas que habían sido anticipadas por las
casas neocoloniales y retomaban algunos códigos formales del hábitat de las provincias. El
estilo "chalet argentino", utilizado individualmente en numerosos barrios de viviendas, fue una
tipología ampliamente extendida en el suburbio donde tuvo una favorable recepción entre los
grupos medios y bajos, para quienes representaba la concresión del sueño de una vivienda
"digna". Fueron asimismo utilizados como modelos sistematizados en las bases de los
334
créditos individuales del Plan Eva Perón.
Los barrios de viviendas colectivas en monobloques intentaron dar respuesta en gran escala
a las viviendas de interés social y se aplicaron en ellos, desde las oficinas técnicas del Estado,
los principios de racionalización del diseño, de la documentación y de la construcción
inspirados en el racionalismo europeo, así como las principales ideas urbanísticas
desarrolladas en La Carta de Atenas.335
337
La participación de los gastos de vivienda en la composición del costo del nivel de vida descendió
del 16,7% en 1943 al 5,1% en 1960. Datos de "Bases para una política Nacional de Vivienda" Consejo
Federal de Inversiones (CFI), Buenos Aires, 1964, citado por SCHTEINGART, Martha y Beatriz Broide,
1974, p 74.
338
Idem, p 74. Esta es una de las conclusiones acerca de las políticas de vivenda de este período
desarrolladas en este trabajo, que nos parece ajustada.
339
Las villas aparecieron en la Capital cerca de Puerto Nuevo en la década de 1930, pero
posiblemente hayan existido villas antes. En 1946 y 1948 se construyeron en Puerto Nuevo barrios de
viviendas precarias de materiales y con servicios el "Barrio Inmigrantes" para dar alojamiento con
caracter transitorio. A su alrededor creció la enorme Villa de Retiro. Otra villa de emergencia, Lacarra,
fue construida en el bañado de Flores, también en su alrededor creció una villa miseria. En el Gran
Buenos Aires se encontraba en Lanús la villa miseria apodada "Villa Jardín". YUJNOVSKY, Oscar (c),
1984, p 98.
124
Los barrios porteños entre 1920 y 1950
Durante las décadas de 1920, 1930 y 1940 tomó forma en estos barrios una cultura propia,
vivida con orgullo por sus habitantes, que pasó a integrar el imaginario urbano a través de la
literatura y el tango. Con el desarrollo de los transportes y el auge de las comunicaciones
radiales y del cine sonoro, con las grandes tiradas de los diarios, entre los que figuraban los
nuevos diarios populares y sensacionalistas como Crítica, y con la amplia difusión de revistas
para el hogar y la mujer que circulaban profusamente en una sociedad donde casi todos leían
y escribían, la ciudad se compactó y se unificó. Los barrios no perdieron su individualidad pero
constituyeron junto al centro, una entidad indivisa.
Los barrios dejaron de ser el suburbio donde las casas raleadas eran "abrumadas por
inmortales distancias" y se perdían en "la honda visión de cielo y de llanura" y se
transformaron en un escenario más compacto y urbano, con amplias y arboladas calles con
los frentes generalmente continuos de casas "chorizo" y luego de tipo "cajón", con escuelas y
negocios en algunas esquinas. Comentando los versos de Evaristo Carriego, dice Borges en
1930 de este cambio: "Carriego, que publicó en 1908 El alma del suburbio, dejó en 1912 los
materiales de La canción de barrio. Este segundo título es mejor en limitación y en veracidad
que el primero. Canción es una intención más lúcida que alma; suburbio es una titulación
recelosa, un aspaviento de hombre que tiene miedo de perder el último tren. Nadie nos ha
informado Vivo en el suburbio de tal; todos prefieren avisar en qué barrio. Esa alusión el
barrio no es menos íntima, servicial y unidora en la parroquia de la Piedad que en Saavedra.
La distinción es pertinente: el manejo de las palabras de lejanía para elucidar las cosas de
esta república, deriva de una propensión a rastrearnos barbarie"347
345
En el lunfardo porteño, "fiacas" es el modo en que se designan a los perezosos.
346
ARLT, Roberto, 1975, pp 8-9.
347
BORGES, Jorge Luis, 1967, pp 74 y 75.
126
una nueva oposición donde la Capital Federal en su conjunto, en vías de convertirse en un
nuevo centro, se enfrentaba a la periferia suburbana de los dilatados partidos del Gran
Buenos Aires. Esta oposición entre Capital y suburbio, que va tomando forma en la década de
1940 y 1950 marca, aún hoy, la vida y la imagen del Buenos Aires metropolitano.
El ideal de la casa propia, perseguido por los pequeños propietarios en los barrios, fue
concretándose en un tipo de vivienda de distinta disposición y destino de los cuartos, sin
348
patios interiores y más compacta y reducida, denominada "casa cajón". En las calles de
barrio se alternaban distintos estilos componiendo las fachadas de las "casas chorizo".
Construidas por albañiles y constructores anónimos, porque a las pequeñas casas de los
barrios no llegaban arquitectos ni ingenieros, sus frentes recreaban versiones barriales de los
diversos estilos que se sucedían y coexistían en las construcciones del centro. A los fachadas
inspiradoa en los estilos italianos difundidos en el siglo anterior, seguidos por los eclécticos y
"art nouveau" de principios del siglo XX, le sucedieron en las décadas de 1920, 1930 y 1940
interpretaciones del "art decó", que mostraba la nota de modernización de sus propietarios, y
del neocolonial, que incluía asociaciones con la vida tradicional de provincias. Estos dos
estilos tuvieron una gran aceptación en las casas barriales y se difundieron a través de un
amplio sistema de mediaciones entre los cuales figuraron las revistas semanales o mensuales
y el cine. El "decó barrial" y en menor medida el neocolonial, llegaron a definir la imagen de
cuadras enteras, como aún hoy se encuentra en el barrio de Caballito, de Belgrano, Villa del
Parque y Villa Devoto.
El neocolonial fue utilizado como telón de muchas casas chorizo, pero tambien en otras casas
compactas, retiradas de la línea municipal y con techos a dos o más aguas. Su volumetría
más compleja, alejada de la fachada telón sobre la calle, alteraba la imagen urbana de las
calles porteñas, proporcionando una imagen más suburbana con sus jardincitos y techos
inclinados. Estas casas eran ya similares en ciertos aspectos a otra tipología de casa propia,
el chalet, que se difundió espontáneamente por los barrios y el suburbio durante los años
1930, 1940 y 1950 y fue muy utilizado en las construcciones oficiales de vivienda del período
1945-1955.
Casi todos los barrios de la Capital fueron tomando forma sobre el extendido trazado en
damero. Solo dos tuvieron un trazado especial y novedoso que incorporaban las teorias de un
paisaje urbano menos monótono y más rico en visuales y lugares imprevistos. Ambos se
trazaron en 1920 con calles calles curvas que definieron ámbitos urbanos netamente
diferentes al resto de los barrios: el exclusivo Barrio Parque, hoy Palermo Chico, ubicado en el
norte sobre la actual avenida del Libertador, en el área de mayor valor inmobiliario de la
ciudad, y el Parque Chas entre los actuales barrios de Agronomía y Villa Urquiza. Sin
embargo, a pesar del comun denominador de sus calles curvas, son más las diferencias que
las semejanzas entre esos dos barrios. Los separan la brecha de dos muy distintos niveles
de ingreso y formas de vida. Ubicado entre el Barrio Norte y los bosques de Palermo, el
elitista barrio de Palermo Chico se transformó en el más elegante de la ciudad; con lotes más
amplios y vistas moduladas sobre tranquilas calles, es hasta hoy uno de los sitios más caros
de Buenos Aires. Mucho más semejante al resto de los barrios porteños en sus hábitos, barrio
Parque Chas tiene una fuerte vida barrial y está habitado por grupos de ingresos medios. Su
trazado de calles elipsoidales y concéntricas le permitieron, dentro de este común
348
LIERNUR, Jorge, 1984, pp 113-118.
127
349
denominador de los barrios porteños, el desarrollo de una cierta mitología propia.
En los barrios del norte de la ciudad, y en las avenidas importantes de barrios como Once,
Flores y Caballito, comenzó en la década de 1930 la construcción en altura primero con casas
de renta y en la década de 1950 con edificios construidos bajo el régimen de la propiedad
horizontal. Este crecimiento en altura adquirió en algunas calles de los barrios características
estilísticas bastante unitarias, como las que otorgaron las casas de renta "blancas", que
arquitectos y constructores, algunos no tan conocidos como los que diseñaban los edificios
importantes del centro, construyeron con gran calidad. Este "racionalismo no ortodoxo" se
encuentra, entre otros, en el barrio de Belgrano, en el barrio Sur y en barrio Norte y Palermo
sobre las avenidas Santa Fe -frente a plaza Italia- y Libertador, con obras de Birabén y Lacalle
Alonso, Leon Dourge, Antonio U. Vilar, Kalnay y otros.
349
BERJMAN, Sonia, 1985.
128
Capítulo 10
En 1955, después de casi 10 años de gobierno constitucional, la vida política argentina fue
una vez más interrumpida por un golpe militar. Entre 1955 y 1983 todas las presidencias
constitucionales, elegidas con o sin proscripciones de candidatos o partidos, fueron
interrumpidas por los militares. En 1983, al término de los oscuros y penosos años de un
gobierno castrense, se recuperó el sistema democrático en el país, con plena vigencia de la
constitución, la libertad de expresión y la vida cívica.
La última etapa industrialista, puesta en marcha durante la presidencia del Dr. Arturo Frondizi
(1958-1962) produjo una sostenida expansión industrial, que se prolongó hasta mediados de
la década de 1970. El "desarrollismo" -nombre con el que se conoce a esta política
económica- incorporó capitales y tecnología del exterior y auspició las inversiones de capital
intensivas que complejizaron el aparato productivo y desarrollaron las ramas de la industria
pesada y semipesada.350 El Area Metropolitana de Buenos Aires concentró, como en las
décadas anteriores, la mayor parte de este desarrollo industrial.
La política económica aplicada por el último gobierno militar (1976-1983) basada en medidas
económicas de tipo monetarista y en la apertura de las importaciones, y afectada por los
efectos de la crisis ecomómica mundial, las políticas de ajuste y la deuda externa, llevaron al
país a un estado económico netamente recesivo. No sólo la Argentina sufrió los efectos de la
crisis económica, sino también otros países latinoamericanos, en mayor o menor grado,
tuvieron un gran deterioro social y económico durante la llamada "década perdida" de 1980.
Por haber concentrado históricamente el mayor desarrollo industrial del país, el Area
Metropolitana de Buenos Aires sufrió los peores efectos de la crisis, perdiendo empleos y
establecimientos industriales en los partidos del Gran Buenos Aires. Mientras tanto la Capital
Federal ganaba en actividades comerciales, burocráticas, financieras y de comunicación. La
diferencia de calidad de vida entre la Capital y la mayor parte de los partidos del Gran Buenos
Aires aumentó. La Capital mantuvo e incrementó su rol de centro de decisiones políticas,
económicas y sociales más importante del país, mientras los municipios periféricos
350
. ROFMAN, Alejandro y Nora Marqués, 1988, p 8.
351
. FERRER, Aldo, 1989, p 65.
129
concentraron buena parte de los habitantes más pobres de la Argentina.
130
Población: el Area Metropolitana crece cada vez más lentamente
Entre 1960 y 1991, la población del Area Metropolitana pasó de 6.875.000 personas a
11.323.000. Las 4.450.000 personas incorporadas en los últimos 30 años, se incorporaron a
la población de los partidos del Gran Buenos Aires, tal como venía sucediendo desde la
década de 1940.
El crecimiento cada vez más lento de la población es una de las características más notables
del Area Metropolitana en su conjunto durante las últimas tres décadas, aún cuando el
número de nuevos habitantes representa cifras muy grandes. Desde 1960 en adelante se
sumaron por década cada vez menor número de personas: entre 1960 y 1970 se agregaron
1.670.000, entre 1970 y 1980 alrededor de 1.500.000 y entre 1980 y 1991 cerca de
1.270.000. Se quebró, de ese modo, de la década de 1960 en adelante, una de las
tendencias históricas más características del Area Metropolitana de Buenos Aires: su peso
creciente en la población urbana del país. A partir de 1980 tambien fue disminuyendo su peso
respecto al total de la población argentina (Cuadros Nº 5, 6, 7 y 8). Por primera vez, la tasa
anual de crecimiento de la población del Area Metropolitana esta por debajo de la tasa anual
de crecimiento de la población del país
Debido a estos cambios, desde mediados de 1970 el Area Metropolitana de Buenos Aires
dejó de atraer a migrantes del interior del país, en igual medida como lo había hecho antes.
Más aún, los datos estadísticos del período intercensal 1980-1991 indican que algunos de los
residentes del Area Metropolitana regresaron al interior y probablemente otros engrosaron el
creciente contingente de emigrantes al exterior, proceso este que venía acentuándose desde
la década de 1960. El Area Metropolitana comenzaba a dejar de ser atractiva porque ofrecía
352
. VAPNARSKY, Cesar A. y Nestor Gorojovsky, 1990, pp 43 y 44.
131
menores oportunidades de trabajo formal mientras aumentaba la inestabilidad de las
relaciones laborales y el número de gente que trabajaba por su cuenta. Esta situación, más la
escasa infraestructura existente en la que el gobierno invertía cada menos, los largos viajes
en omnibus y los cada vez menos eficientes y más inseguros viajes en tren y en los
colectivos, desmejoraron notablemente las condiciones de vida en los partidos suburbanos de
353
la metrópoli y desalentaron la radicación de población.
En las últimas tres décadas, la composición del crecimiento de la población del Area
Metropolitana de Buenos Aires cambió nuevamente y comenzó a depender más del
crecimiento vegetativo y menos de las migraciones internas. A partir de 1970 el crecimiento
natural fue el responsable de las dos terceras partes del aumento de población, mientras las
354
migraciones netas sólo representaban un tercio del mismo. El crecimiento natural aumentó
su importancia durante la década de 1970. El censo de 1980 registraba los menores valores
de migración interna e inmigración del exterior del siglo.
En 1980, el 90.5% de los habitantes del Area Metropolitana eran argentinos. La mitad había
nacido en la provincia de Buenos Aires, mientras que el 40% provenía de otras provincias del
interior del país, fundamentalmente de Entre Rios, Corrientes, Santiago del Estero, Tucumán,
Chaco, Santa Fe y Córdoba. La mayor proporción de nacidos en la provincia de Buenos Aires
(entre el 50% y el 77%) se encontraban en los partidos del sur del primer y segundo anillo y
en todos los del tercer anillo. El mayor porcentaje de migrantes de otras provincias (entre el
45% y 55%) se encontraba al oeste y norte del primer y segundo anillo. De los extranjeros,
que representaban el 9.4% de la población del Area Metropolitana, el 3% provenía de los
países limítrofes y el 6.3% de otros países. Los porcentajes más altos de nacidos en los
países limítrofes -paraguayos y uruguayos mayormente- se habían establecido en La
Matanza, Lomas de Zamora y Quilmes, y en el oeste y sur del segundo anillo. En todo el Area
Metropolitana quedaban muy pocos extranjeros nacidos en los países europeos. Los mayores
porcentajes de italianos y españoles se encontraban en la Capital y en los partidos
adyacentes.
Mayor crecimiento en los partidos más alejados de la capital y menor o nulo en los más
cercanos
Si bien entre 1960 y 1991 fue cada vez más lento el crecimiento de la población en el Area
Metropolitana de Buenos Aires, este comportamiento no fue parejo: algunas ciudades
353
. ROFMAN, Alejandro y Nora Marqués, 1988, p 27.
354
. LATTES, Alfredo E. y Sonia Mycshaszula, 1986 (trabajo mimeografiado), citado por ROFMAN,
Alejandro, 1988, p 35.
132
administrativas se mantuvieron estables, como la Capital Federal; otros crecieron a un ritmo
bajo y cada vez más lento, como los partidos del primer anillo; otros mantuvieron un ritmo
decreciente pero alto, como los partidos del segundo anillo y, por último, sólo crecieron
rápidamente los partidos más periféricos y menos poblados del tercer anillo (Cuadros 9 y 10
y Figura Nº ).
Del 1.670.000 personas que se agregaron en total al Area Metropolitana entre 1960 y 1970,
poco más de 900.000 se instalaron en el primer anillo y poco menos de 700.000 en la
segunda. Mientras las personas que se agregaban al primer anillo eran cada vez menos -
720.000 entre 1970 y 1980 y 370.000 entre 1980 y 1991- las personas que se agregaban
cada década en el segundo anillo se mantuvieron alrededor de 700.000.
En 1991, dos tercios de la población se concentraba en el primer y segundo anillo del Gran
Buenos Aires -el 45% en la primera y el 24% en la segunda-; es decir que, casi la mitad de
toda la población del Area Metropolitana vivía en los partidos del primer anillo, un poco
menos de un cuarto en el segunda y algo más de un cuarto en la Capital Federal. La situación
era inversa a la registrada en 1914, cuando a fines del primer período de gran crecimiento del
Area Metropolitana, la Capital concentraba el 74% de la población de la aglomeración.
Expansión urbana
355
. SCHWARTZER, Jorge, 1983, p 232.
133
a definirse una nueva zona industrial a lo largo de este acceso, inaugurada por la empresa
Ford en la localidad de Pacheco, partido de Tigre. Esta nueva concentración se integró al
denominado Eje Fluvial Industrial, que corre a lo largo del río Paraná y de la Plata desde el
área metropolitana de Rosario, en la provincia de Santa Fé, a 320 km al norte de la ciudad de
Buenos Aires, al área metropolitana de La Plata, Capital de la provincia de Buenos Aires, 70
356
km al sur.
Durante los años de vigencia del modelo económico "desarrollista" (1958-1975), las
inversiones intensivas en capital y tecnologías predominantemente extranjeras, se habían
volcado hacia la fabricación de automóviles, tractores, química, petroquímica, máquinas
herramientas, farmacia y siderurgia. Por las ventajas comparativas que ofrecía el polo
industrial del Gran Buenos Aires, los nuevos establecimientos industriales se radicaron
principalmente en él. La desindustrialización promovida por la aplicación, a mediados de la
década de 1970, de las nuevas políticas económicas, tuvieron su mayor impacto en el Area
Metropolitana de Buenos Aires, ya que concentraba la mayor actividad industrial de las ramas
que, hasta entonces, habían sido los motores de la actividad industrial y que fueron las más
afectadas en este proceso: la metalmecánica y las industrias de base en general. Las cifras
de la evolución del empleo evidencian la magnitud del impacto: en 1984 el Area Metropolitana
de Buenos Aires -que era la más diversificada del país con 169 ramas industriales- ocupaba al
51% del total de la ocupación industrial del país, habiendo disminuído en un -8.72% con
357
respecto a 1973.
356
. El Eje fluvial industrial fue identificado en el Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE), en 1969 y
fue retomado por la Comisión Nacional del Area Metropolitana de Buenos Aires (CONAMBA), en 1989.
357
. GATTO, Francisco; Graciela Gutman y Gabriel Yoguel, 1988, p 88 y 89.
358
Según la categorización de Francisco Gatto. Las otras cuatro categorías son: 1- "áreas de nuevo
desarrollo industrial" (resto de la província de Buenos Aires, parte de Misiones y de Chubut); 2- "áreas de
industrialización reciente" (Tierra del Fuego, Chubut, La Rioja, Neuquén, Catamarca, San Juan y San
Luis); 3- "áreas agroindustriales tradicionales" (Entre Ríos, Mendoza, Tucumán, Río Negro y Salta) y 4-
"áreas sin desarrollo industrial" (Santiago del Estero, Formosa, Santa Cruz y La Pampa). Idem p 139.
359
La Ley provincial 7270 de erradicación de industrias dispone su ubicación a no menos de 60 km de
aquellas industrias consideradas indesables, en un plazo de 10 años. SCHWARTZER, Jorge, 1983, p
233.
134
promoción industrial provinciales, que en los últimos años fueron suspendidos. Otro factor
relevante fue la tendencia general hacia la "terciarización" de la economía, es decir, el mayor
desarrollo del sector finanazas, comercio, servicios y comunicaciones.
Despues de 1960 la ubicación de las industrias no tuvo el mismo efecto que habían tenido las
industrias de la década de 1920 y 1930 en el sur, atrayendo población en sus cercanías y
densificando partidos como Avellaneda, Lanus y Quilmes. Con el desarrollo del transporte
colectivo y las rutas y el aumento del valor de los terrenos provocado por la urbanización, la
vivienda de los trabajadores industriales de bajos salarios tendió a ubicarse en zonas más
periféricas, en los partidos del segundo y tercer anillo. Allí también se instalaron, por ser los
lugares donde podían comprar un terreno o armar una casilla en una villa miseria, buena
parte de los trabajadores por cuenta propia con ingresos más bajos y los que conseguían
empleo esporádicamente. Lo hacían en zonas de baja densidad, con escaso o ningún servicio
de agua corriente, cloacas y recolección de basura, en casas autoconstruídas sobre un lote
propio o en terrenos invadidos, muchas veces inundables. La inversión pública en
infraestructura y servicios en esas zonas era escasa y además decreciente. Tras los loteos y
sus facilidades de pago, los grupos más pobres, fueron alejándose no sólo de las
instalaciones fabriles, cuyo empleo era cada vez menos numeroso, sino también del centro y
de la Capital Federal en general, que constituía un gran mercado de trabajo en el comercio y
en los servicios. Despues de 1960 la localización de las viviendas de los trabajadores
dependió más de los precios del mercado de lotes a plazos y menos de su cercanía a las
361
zonas fabriles, aumentando el número y el tiempo empleado en los viajes diarios.
Durante las últimas décadas aumentaron los niveles de pobreza de los habitantes del Area
Metropolitana. Según un estudio basado en el Censo de 1980, un cuarto de la población del
Area Metropolitana vivía en condiciones precarias, hacinados y sin servicios sanitarios en sus
viviendas. La distribución de esta población no era pareja en todo el Area Metropolitana:
mucho menor era el porcentaje que se encontraba en la Capital Federal (7,4%) que en el
Gran Buenos Aires, donde algunos partidos del segundo y tercer anillo, como Florencio
Varela, Moreno, Escobar y Pilar, tenían cerca del 40% de su población con necesidades
360
Comisión Nacional del Area Metropolitana de Buenos Aires, 1989, p 84.
361
. FACCIOLO, Ana María, 1981, pp 567-568.
135
básicas insatisfechas (Cuadro Nº 20). En cifras absolutas, sin embargo, el mayor número de
pobres se encontraba en la misma Capital y en el populoso partido de La Matanza.
Hacia 1990, por efecto de los factores ya mencionados y por la constante retracción de la
participación del Estado en la promoción de políticas sociales, el aumento de la pobreza no
fue un problema de magnitudes sino tambien de tipo: no sólo hubo más pobres sino que se
multiplicaron las diferentes clases de pobres. Además de aquellos que nunca pudieron salir
de la pobreza -los pobres estructurales, como se los denomina- entraron en la clasificación de
pobres -con la denominación de "pauperizados"- muchos miembros de los tradicionales
grupos con ingresos medios, con educación y vivienda, cuyos salarios bajaron tanto que ya
no les alcanzaba para cubrir los gastos de alimentación, ropa y el pago de servicios públicos e
impuestos. Esta situación obedeció a una polarización muy fuerte de los ingresos,
caracterizada por una marcada baja en la franja de los salarios medios.362
Tanto la extrema pobreza como la extrema riqueza no se ven mucho en las calles del centro
de la ciudad ni en la Capital Federal en general. Muchos pobres no pueden llegar al centro
porque no pueden pagarse el pasaje y pasan la mayor parte de sus vidas en los suburbios y
barrios del Gran Buenos Aires. Al mismo tiempo, muchas personas de alto nivel económico
trabajan, se reunen y asisten a espectáculos tambien fuera del centro, en barrios como
Belgrano y Palermo, o en los enclaves caros del Gran Buenos Aires, como los que se
encuentran en los pertidos de Vicente Lopez y San Isidro. Se arman así circuitos cada vez
más cerrrados de uso y de vida de diferentes áreas de la metrópoli. No es infrecuente
encontrar gente, de una u otra condición que jamás ha visitado ciertas localidades de la
metrópoli y ni siquiera tiene cabal idea de donde están ubicados.
Aunque actualmente Buenos Aires no sea una aglomeración muy segregada espacialmente,
como tantas otras de América Latina, la segregación espacial tiende a aumentar. En algunos
lugares de alto poder adquisitivo del Gran Buenos Aires es frecuente ver las garitas callejeras
de los servicios de vigilancia privados pagados por los vecinos para controlar su seguridad,
ante el aumento de los robos y la disminución de la vigilancia policial. En el otro extremo, hay
lugares del Gran Buenos Aires, como algunos conjuntos de viviendas en el sur y oeste, que
se han vuelto de circulación restringida por la inseguridad, aún para las fuerzas policiales que
362
. Para la evolución de la pobreza en la Argentina ver: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos
(INDEC), 1984; Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), 1990. Para el Area Metropolitana
de Buenos Aires ver BECCARIA, Luis, 1991 MINUJIN, Alberto, 1991.
136
no dominan buena parte del territorio del Gran Buenos Aires.
Hay excepciones, como las antiguas zonas residenciales de Adrogué y Lomas de Zamora y
los nuevos enclaves de los "countries" en la zona norte y oeste del Gran Buenos Aires,
ubicados muy cerca de viviendas precarias o de asentamientos no legalizados.364 Los
saqueos a varios supermercados de principios de 1989, evidenciaron con dramaticidad estas
coexistencias y las necesidades básicas insatisfechas de muchas familias.
La mejor habitabilidad de los partidos del norte sobre los del sur se observa en la calidad de
las viviendas, en la disponibilidad de servicios de recolección de basuras, de redes viales y de
transporte. Las obras viales, por ejemplo, han sido en el norte de mayor importancia que en el
sur: el Acceso Norte tiene varias ramificaciones y recorridos extensos que llegan hasta
ciudades como Rosario y Santa Fe, mientras el Acceso Sudeste tiene aún una extensión
reducida no llega a la Plata, la cercana capital provincial, ni se conecta con la Capital Federal
como autopista. Lo mismo sucede con el Acceso Oeste, que si bien se prolonga 80 km hasta
la ciudad de Luján, termina algunos kilómetros antes de la Capital, entorpeciendose el transito
al tener que atravesar zonas muy urbanizadas cruzada por numerosas calles y avenidas de
tránsito local.
363
. FERRER, Aldo, 1989, p 101.
364
Se denomina "countries" a los conjuntos de casas de fin de semana rodeadas por un cerco, con
viligilancia privada y otros servicios compartidos.
137
las autopistas y el desarrollo del mercado automotor, fueron factores que aumentaron el
histórico privilegio de la Capital sobre los suburbios y del norte sobre el sur. El análisis de los
medios de tranporte utilizados para entrar y salir de la capital evidencian también esta
diferenciación global. En valores agregados y siguiendo la tendencia registrada ya desde la
década de 1940, entre 1960 y 1980 los viajes en ferrocarril decayeron en un 40%, los viajes
en colectivos y autotransporte de pasajeros aumentaron un 30% y los viajes en automoviles
particulares se cuadruplicaron al ritmo del desarrollo de la industria automotriz y las
autopistas. En líneas generales, entre 1960 y 1980 aumentó el número de viajes desde los
partidos ubicados al norte y el oeste del Area Metropolitana de la Capital y disminuyeron los
viajes desde el sur. Sin embargo, fueron diferentes las cantidades de viajes y los medios de
transporte más usuales según provenían del norte, oeste o sur del Gran Buenos Aires: en
1980 la mayor parte de los viajes desde el norte se hacían en automóviles particulares, los
provenientes del sur en omnibuses y los provenientes del oeste se repartían equilibradamente
365
entre el ferrocarril, el automóvil y el omnibus.
En los 36 últimos años no hubo en el área metropolitana otros cambios físicos significativos
que los producidos por la continuación, y en algunos casos la aceleración, de tendencias
preexistentes. En líneas generales, se acentuó la diferencia -en la cobertura de infraestructura
y servicios urbanos y en la calidad de la vivienda- entre la Capital y los partidos del Gran
Buenos Aires, con un mejoramiento en la capital y un empeoramiento en los partidos. De
hecho, se profundizó la brecha entre las zonas más carenciadas y las más privilegiadas. En el
Gran Buenos Aires, las zonas más pobres y peor servidas aumentaron su población y
superficie urbana, y sólo mejoraron los sectores históricamente bien servidos de los partidos
del norte y algunos centros suburbanos y enclaves residenciales del oeste y sur. En la Capital,
las mejoras fueron más marcadas en el distrito central y el norte que en el resto.
La Capital tuvo planes y códigos urbanos más elaborados y contó con mejores instrumentos
de aplicación. El Plan Director de la Capital Federal, aprobado en 1962 y aún no derogado,
sólo contenía sugerencias para el Area Metropolitana, y para su área de influencia -delimitada
por un radio de 100 kilómetros-, algunas indicaciones generales. Para el Area Metropolitana
se sugería una zonificación funcional y administrativa, un sistema vial que enfatizara las
comunicaciones paralelas a la costa del río de la Plata y una remodelación de las áreas
industriales existentes, entre otros. Asimismo planteaba un sistema de coordinación
intermunicipal para superar la histórica fragmentación administrativa del área, que aún no ha
sido revertida, a pesar de los organismos creados en la década de 1980 para su coordinación
y los diversos planes formulados desde organismos nacionales.366
365
KRALICH, Susana, 1985, pp 29-30
366
. En 1984 fue creado el AMBA, Area Metropolitana de Buenos Aires, integrado por representantes
de la Capital y los 19 partidos de la primera y segunda corona. En 1970 desde el CONADE, Consejo
Nacional de Desarrollo, se formulaba el "Esquema Director para el Año 2000"; en 1977 desde la SETOP
Secretaría de Transporte y Obras Publicas se planteaba el "Sistema Metropolitano Bonaeresese" que
enfatizaba un crecimiento longitudinal sobre la costa del Rio de la Plata hacia Rosario y La Plata; y en
1989 el CONAMBA, Comisión Nacional del Area Metropolitana de Buenos Aires, planteaba el "Proyecto
90".
138
En la capital: mejoras
Centro. La histórica preeminencia del centro se mantuvo y se intensificó en estas últimas
décadas. El distrito central reforzó su rol como principal centro de decisiones del país y del
área metropolitana, y siguió concentrando las más importantes actividades comerciales,
financieras, de comunicaciones y de servicios. En el centro estan ubicadas las principales
oficinas administrativas del gobierno nacional y, naturalmente, las del gobierno municipal de la
Ciudad de Buenos Aires.
Dejó de ser, sin embargo, el principal centro recreativo y de consumo de los grupos de
ingresos más altos, quienes se volcaron hacia los subcentros comerciales más sofisticados
ubicados en el norte, como Belgrano en la Capital- y Acassuso y San Isidro en el Gran
Buenos Aires, y a los grandes shoppings urbanos y suburbanos construídos durante la última
década. Los tradicionales cines del centro fueron desplazados por nuevas salas
cinematográficas más pequeñas y mejor equipadas, construídas cerca de estos subcentros,
rápidamente complementadas con restaurantes, bares y negocios. Los principales teatros del
centro no se mudaron, pero muchos se cerraron. Otros más pequeños y numerosos "café
concert" se abrieron tanto en el centro como en el norte de la Capital.
Obras de la intendencia militar. A la vez que el gobierno militar (1976-1983) aplicaba políticas
monetaristas y recesivas y se endeudaba con créditos externos, y al tiempo que la
construcción privada comenzaba a retraerse, el intendente nombrado por los militares llevó a
cabo en la ciudad Capital una serie de obras. Entre ellas se cuentan las encomendadas para
organizar el Campeonato Mundial de Futbol de 1978, como la remodelación de dos grandes
estadios (River Plate y Velez Sarsfield), la ampliación del Aeroparque Metropolitano y el
edificio para Argentina Televisora Color (ATC); la Terminal Central de Omnibus, en el barrio
139
de Retiro, escuelas primarias en toda la capital y el rediseño de numerosas plazas públicas.
Una las obras que más impacto tuvo sobre el tejido urbano fue la construcción de las
autopistas urbanas elevadas. Para ello se expropiaron y demolieron todos los edificios del
centro de las manzanas que las autopistas atravesaban, constituyendo uno de los planes de
demolición de más envergadura llevados a cabo en la Capital. Por primera vez en la historia
de la ciudad, las autopistas penetraron hasta el centro de la Capital, que de ese modo quedó
conectado directamente con el Aeropuerto Internacional de Ezeiza y con la avenida de
circunvalación General Paz. A pesar de la instalación de estacionamientos, canchas de tenis y
paddle, clubes, sedes policiales y otros usos bajo las autopistas, estan lejos de estar resueltos
los problemas que traen las superficies cubiertas residuales ubicadas por debajo de ellas.
Paradójicamente, mientras en Buenos Aires se construían estas autopistas urbanas, en
algunas grandes ciudades europeas, como Madrid, se las demolía por sectores debido a los
serios problemas que causaban. Tambien completó el gobierno militar la apertura total de la
avenida 9 de Julio entre Constitución y la avenida Libertador, vía que se une a la autopista
del Sur y secciona en dos el antiguo barrio de Barracas, debido al gran ancho de su trazado.
Borde costero. En los últimos años, el borde costero de la ciudad fue nuevamente
modificado. En el sur se rellenaron terrenos que se destinaron originariamente a la ciudad
Deportiva del club Boca Junior, y más tarde se inició un relleno en gran escala frente a la
avenida Costanera Sur, donde se formó la llamada Reserva Ecológica. Este relleno no
contempló la posibilidad de dejar espejos o entradas de agua frente a la Costanera y dejó, a
este otrora paseo dominguero favorecido por los porteños, convertido en una avenida
mediterránea que no conduce a ninguna parte ni bordea río alguno. Secó también al antiguo
Balneario Muncipal, hoy invadido por viviendas precarias, que ya había sido desactivado años
atrás por la contaminación de las aguas del Río de la Plata.
En cambio, la Costanera Norte tiene un nuevo desarrollo y en los pocos sectores donde se
rellenó el río, se han multiplicado en los últimos años "solariums", instalaciones deportivas y
confiterías. Dado su caracter privado y sofisticado estas facilidades excluyen a los que no
pueden afrontar los gastos de su uso. La construcción de grandes restaurantes,
reemplazando los antiguos, pintorescos y poco higiénicos despachos de carne asada
llamados "carritos", de la Ciudad Universitaria de Nuñez (1962-68), donde funcionan 2
facultades de la Universidad de Buenos Aires, y el aeroparque, constituyen otros factores de
vitalización de la mencionada Costanera Norte, pero de separación física y visual del río
desde la ciudad.
Una transformación extrema de un viejo barrio se puede observar en Belgrano, entre las
avenidas Libertador y Cabildo, en la zona de las torres de vivienda de alta calidad construída
en las últimas décadas. Las viejas calles se desdibujaron en esa zona más que en ningún
otro barrio de la ciudad, tanto en su aspecto físico como en las costumbres. Algunos edificios
se retiraron de la línea municipal y de los límites laterales del terreno y desaparecieron los
140
muros medianeros y los frentes continuos y compactos sobre las calles. El estacionamiento
en las plantas bajas o sótanos, el aumento de las compras realizadas en los cada vez más
numerosos supermercados y "shoppings", la escuela y el trabajo alejados de la vivienda a los
que se llega en autobuses privados o automóviles, los fines de semana en las casas de los
"countries", y el aumento de tránsito automotor, son algunos de los factores que vaciaron las
veredas de gente y modificaron la antigua vida de barrio. A pesar del mayor número de
personas por cuadra, hay menos personas en las calles, los encuentros casuales en la
vereda, en la esquina y en los almacenes son más escasos y se distanciaron las relaciones
personales, tan características de la vida de los barrios de viviendas unifamiliares.
Otra zona de vivienda en altura de gran calidad es el Barrio Norte, donde se concentró buena
parte de la construcción en propiedad horizontal de las últimas décadas, definiendo un frente
casi compacto de edificios sobre las calles. Es, actualmente, el área más densa de la ciudad,
albergando la mayor proporción de habitantes con ingresos altos. Cambios semejantes en los
perfiles de las calles y en el modo de vida, aunque de menor envergadura, se produjeron en
algunos sectores centrales de barrios como Caballito, Villa Crespo y Almagro.
A pesar de los cambios registrados en algunos sitios de la ciudad, en la mayor parte de los
barrios se mantiene la continuidad del tejido urbano y social que otorga la vivienda y el trabajo
de los grupos medios más antiguos, aquellos cuyos abuelos poblaron los barrios, compraron
el terreno y construyeron la casa. Muchos de aquellos habitantes de los barrios que no se
mudaron a los departamentos en altura ubicados en el Barrio Norte o en los sectores más
valorizados de sus propios barrios, o no tuvieron que vender la casa heredada para irse a vivir
más lejos, han quedado en los barrios. Las viejas casas familiares a veces agregaron un piso,
o construyeron en el fondo más dependencias o fueron divididas para alojar a más familias.
Otras fueron vendidas y refaccionadas por sus nuevos dueños -algunos que volvían ansiosos
a la vida de barrio- sin perder su imagen original, tal como sucedió en Palermo Viejo. Allí, las
viejas calles añoradas por Borges se poblaron de nuevos nostálgicos de la vida de barrio.
Pero están cerca del centro, en una zona hasta hace poco muy deprimida en su valor
inmobiliario y con todo el excelente equipamiento del barrio de Palermo disponible a pocas
cuadras de distancia. Otras casas fueron reemplazadas por nuevas viviendas bajas
modernas; y por último otras fueron convertidas en negocios, oficinas, institutos privados,
jardines de infantes, escuelas privadas, o simplemente demolidas para construír un edificio en
propiedad horizontal en las cercanías de las avenidas o calles más valorizadas.
Otro cambio, esta vez de tipo étnico, se ha producido en la zona sur de Flores con la
radicación de numerosos inmigrantes asiáticos que se instalaron en la ciudad con capitales
suficientes para comprar bienes inmuebles y desarrollar actividades comerciales e
141
industriales. Algunos son propietarios de numerosos pequeños y medianos supermercados
en los barrios, y otros se han integrado a la vida comercial del antiguo barrio del Once
dedicándose, principalmente, a la confección de vestimenta.
Reciclajes
La industria se va yendo. Los antiguos edificios fabriles desocupados por el desplazamiento
de la industria de la Capital, han sido en algunos casos utilizadas y reciclados para nuevos
usos. Entre ellos se cuenta la antigua fábrica de cigarrillos Piccardo, transformada en Museo
de Arte Moderno, los talleres del diario La Prensa actualmente sede de un centro deportivo, y
una vieja imprenta en el barrio de Belgrano que junto con antiguas caballerizas fueron
reciclados como pequeños centros comerciales con bares, "pubs" y restaurantes
semicubiertos, definiendo una nueva y atractiva zona de esparcimiento.
Algunos grandes establecimientos industriales del área suburbana también están cambiando
de usos, como por ejemplo las instalaciones y terrenos de la Volkswagen en La Matanza que
fueron comprados por el gobierno nacional para instalar la futura Universidad de La Matanza,
y los terrenos de la fábrica textil Sniafa, en el sur, comprados por la provincia de Buenos Aires
para instalar viviendas, comercios, talleres y centros comunitarios. También se han
concursado las obras para la tranformación del ramal ferroviario costero del norte, a lo largo
de la costa del Río de la Plata, en un paseo público.
Centro histórico. El barrio de San Telmo, ubicado al sur de la Plaza de Mayo, es el centro
histórico de la ciudad. En las décadas de 1950 y 1960 fueron formulados varios planes para
su remodelación, ninguno aplicado, entre los que no faltaron los que proponían demolerlo y
construírlo a nuevo. Aunque un poco deteriorado física y socialmente, San Telmo conservó en
líneas generales sus características arquitectónicas de mediados y fines del siglo XIX. La
acción desplegada por el Museo de la Ciudad en la década de 1970 impidió una drástica
renovación urbana y fomentó las actividades artesanales, fiestas y exhibiciones, que atrajeron
a artesanos, comerciantes y público. Actualmente, es un centro de ventas de artesanías y
antiguedades, complementado con restaurantes y bares, que constituye una visita obligada
para los turistas y es muy frecuentado por los habitantes de la ciudad durante los fines de
semana y en las tardes y noches veraniegas. Una nueva reglamentación de protección de
áreas históricas que incluye el barrio de Montserrat y la avenida de Mayo, sancionada en
diciembre de 1991 por el Concejo Deliberante, espera compatibilizar las necesidades de
renovación de las zonas declaradas áreas históricas (APH) con la protección de su patrimonio
edilicio y urbano. A principios de 1992 se licitaron 5 de los viejos galpones de Puerto Madero,
otro fue transformado por la Municipalidad en un centro cultural y 5 más saldrían a licitación
próximamente. Reciclados y conservando su aspecto exterior serán utilizados para usos
mixtos de comercios, viviendas y lugares recreativos. Actualmente se está elaborando el plan
urbano para Puerto Madero. De este modo, el predio de 170 hectáreas que es hasta el
142
momento propiedad de la Nación, será ofrecido en venta a la actividad privada, a través de la
gestión de la "Corporación Antiguo Puerto Madero" formada por partes iguales por el
367
Municipio y la Nación. Se concreta de este modo, el viejo proyecto de remodelación del
Puerto Madero formulado varias décadas atrás. Constituye, por su envergadura, una de las
tranformaciones más importantes de la Capital y su evolución probará la eficacia o ineficacia
del sistema utilizado, de gestión coordinada entre el gobierno y la empresa privada.
Durante la mayor parte de las últimas tres décadas, la actividad privada fue el sector más
dinámico en la construcción y financiación de viviendas tanto en la Capital, donde tuvo mayor
auge la construcción en propiedad horizontal, como en los partidos del Gran Buenos Aires.
La ingerencia del sector público en la construcción de viviendas, que había disminuído
anualmente entre 1955 a 1965, adquirió mayor peso en la década de 1970.368 Diversos
organismos fueron creados para ocuparse de la construcción y financiación pública de
vivienda para grupos de población de ingresos bajos, incluso para la erradicación de villas
miserias.369 En la práctica, la mayor parte de las unidades fueron adquiridas por grupos de
ingresos medios. En la Capital, en la zonas bajas del suroeste, fueron construídos por la
Comisión Municipal de la Vivienda algunos barrios de gran envergadura que, determinaron el
nuevo perfil urbano de esa zona. El Barrio General Savio I y II (ex Lugano) es el de mayor
tamaño con cerca de 10.000 viviendas y 50.000 personas sobre un predio de 68 hectareas. El
diseño de este barrio, en base a edificios altos en forma de pantallas quebradas con
comercios y servicios en las plantas bajas y primeros pisos y pasillos elevados -que no son
utilizados por los habitantes-, define un modo de vida urbano muy diferente y de peor calidad
que el de cualquier calle, tradicional o no, de la ciudad. Su tamaño, diseño, funcionamiento y
ubicación relativamente aislada en la ciudad, condujo a que se la denomine -y también se la
perciba- como una "ciudad satélite". El conjunto de Catalinas Sur (1965), ubicado cerca del
río, entre los barrios de San Telmo y La Boca, con 2.200 viviendas en 32 torres, tiene en
cambio un funcionamiento bastante integrado al barrio que lo rodea y ofrece una calidad de
vida aceptable, muy cerca del centro de la ciudad. Otros conjuntos de grandes dimensiones
fueron posteriormente construídos en las zonas bajas del suroeste como el Piedrabuena entre
1973 y 1983, (676 viviendas, para 2.800 habitantes) y el de Villa Soldati (3.200 viviendas),
compuesto por torres y tiras de bloques unidas por puentes donde a la gente le es difícil
367
. Entrevista con Cristina Fernández, Directora de Proyectos de la Municipalidad de la Ciudad de
Buenos Aires. Febrero, 1992.
368
AA. VV. "El problema de la vivienda", en revista Summa, Nº 100/101, Buenos Aires, junio/julio
1976.
369
. En 1961 se creó el Fondo Federal de la Vivienda dependiente del Banco Hipotecario Nacional; en
1964 el Plan de Erradicación de Villas de Emergencia (PEVE); en 1965 se creaba la Secretaría de
Estado de Vivienda dependiente del Ministerio de Economía y actualmente Secretaria de Vivienda y
Ordenamiento Ambiental (SVOA), dependiente del Ministerio de Salud Pública y Acción Social, con
representaciones en las provincias a través de los respectivos Institutos de la Vivienda, y en Capital por
la Comisión Municipal de la Vivienda creada en 1967; en 1968 se implementa el Plan de Viviendas
Económicas (VEA) y en 1972 del Fondo Nacional de la Vivienda (FONAVI), modificado en años
posteriores. Está constituído por un porcentaje sobre las recaudaciones impositivas. Es administrado por
la SVOA y sus institutos provinciales.
143
orientarse y organizar el mantenimiento de los edificios y los espacios comunes. Al primitivo
conjunto Parque Almirante Brown, Sectores A y C (1962, 1700 viviendas) se le agregó entre
1984 y 1988 el Sector E con una capacidad de 1232 unidades.
Entre 1976 y 1986, en la Capital y los 19 partidos del primer y segundo anillo del Gran Buenos
Aires, el Fondo Nacional de la Vivienda (FONAVI) financió, a través del la Secretaría de
Vivienda y Ordenamiento Ambiental y los Institutos de Vivienda repectivos, la construcción de
cerca de 27.000 unidades de viviendas a través de contratos con las grandes empresas
370
constructoras. Entre los de mayor envergadura figuran el conjunto de Villa Tranquila
(1974), ubicado en Avellaneda, compuesto por 5.000 viviendas organizadas en torres unidas
por puentes descubiertos; Las Catonas (1981) en Moreno, con 1600 viviendas en diversos
tipos de bloques; Don Orione (1981) ubicado en Claypole, partido de Almirante Brown, de
4290 viviendas dispuestas en bloques y viviendas individuales.371 Es éste, quizá, uno de los
conjuntos que presenta mayores problemas de sociales, de equipamiento y de falta de
seguridad en todo el Gran Buenos Aires. Otros conjuntos de menores dimensiones como el
Ciudadela I y II (960 y 2400 viviendas, respectivamente) o el de San Justo, en La Matanza,
tambien presentan problemas de seguridad.
Mientras se desarrollaba esta actividad constructiva, tanto privada como pública, la población
instalada en villas miserias en la Capital aumentó: los 33.920 habitantes villeros de 1956
mencionados en el capítulo anterior, aumentaron a 179.322 en 1975 y a cerca de 280.000
372
en 1977. Hubo varios intentos de erradicación de villas, de los cuales el de fines de la
década de 1970, llevado a cabo por el gobierno del proceso militar, fue el más drástico ya
que no contempló plan alguno para realojar a la población expulsada. En 1978 se estimaba
que la población que quedaba en las villas de la Capital había disminuído a cerca de 50.000
personas.373 En los hechos, esta erradicación auspició la creación de nuevas villas miseria en
los partidos más cercanos a la Capital, principalmente los del eje sur: Avellaneda, Lomas de
Zamora, Lanús y Quilmes.374
En 1990 se estimaba que en los 19 partidos del primer y segundo anillo había 580.000
personas en villas miserias, el 6,49% del total de la población de esos partidos, con la
375
mayores concentraciones en Avellaneda, Lanús, Quilmes, La Matanza y San Fernando.
370
En esta cifra también se incluye a las viviendas construidas mediante créditos otorgados por el
Banco Hipotecario Nacional. MINISTERIO DE SALUD Y ACCION SOCIAL DE LA NACION, Secretaría
de Ordenamiento Ambiental, 1988, p 22.
371
. POMAR, María Luz y Félix Bombarolo, 1991 , pp 112 y 115.
372
. YUJNOSKY, Oscar, 1984, p 249.
373
. Yujnovsky señala, para 1978, 35.847 personas correspondientes a las cinco villas miseria mas
populosas de la ciudad (72,6% del total). Idem
374
. En 1981 en los 19 partidos del primer y segundo anillo cerca de 290.000 habitaban en villas
miseria, es decir el 4,3% del total de esos partidos y había unos 100.000 más en la Capital. Pareciera
que hubiesen sido considerados solo los instalados en las villas de mayores dimensiones. En 1981
Lanús tenía 15,5 de su población viviendo en villas, La Matanza el 12,4% y Quilmes el 12.3%. Idem, p
252.
375
RUBINO, Oscar, 1990, cap. 2., p 23.
144
Desde 1987 a 1991, en los partidos del Area Metropolitana, como consecuencia de un cambio
de política a nivel provincial, se comenzó a descentralizar la gestión de vivienda derivando
fondos del FO.NA.VI. hacia los municipios. A través de ellos se otorgaron en venta mediante
cuotas muy bajas, lotes con servicios destinados a una franja de población de muy escasos
recursos, se diseñaron y construyeron localmente pequeños grupos de viviendas y tambien se
alentó la autoconstrucción y la cooperación con organizaciones no gubernamentales. Son
iniciativas de desentralización muy bien orientadas, pero cuyos resultados es aun prematuro
evaluar, dada la enorme dimensión que tiene el problema de la vivienda en el Area
Metropolitana de Buenos Aires.
Algunos viejos problemas se agudizaron, como las inundaciones que siempre fueron parte de
la historia de la ciudad, y aparecieron otros nuevos. Entre los nuevos problemas los más
graves surgieron en el Gran Buenos Aires y son: la contaminación del agua, tanto en sus
cursos superficiales como subterráneos y el agotamiento y la salinización de las napas
freáticas; las insuficientes conexiones de agua potable y redes de desague cloacal y pluvial en
gran parte del Gran Buenos Aires; y el escaso y casi inexistente sistema de recolección de
residuos. Las inundaciones, que en los últimos años fueron importantes en la Capital por los
efectos de la mayor impermeabilización de los terrenos suburbanos tributarios de los arroyos
entubados como el Maldonado, han tenido sin embargo, mucho mayor impacto sobre los
partidos suburbanos. Los mayores daños se produjeron en la cuenca del río Matanza-
Riachuelo afectando las viviendas precarias de un gran número de habitantes que estaban
sentados en terrenos inundables. También se muda el litoral costero del río de la Plata,
cuando sopla el viento del sudeste "la sudestada", especialmente la costa sur, donde donde
sus efectos son más destructivos que antes, porque involucran un mayor número de
habitantes ubicados en terrenos no aptos para la vivienda, y la cuenca del río Reconquista al
norte del Area Metropolitana.
En el caso de las inundaciones, como en los demás problemas ambientales del Area
Metropolitana, son los más pobres los que mayores problemas padecen. Lo mismo sucede en
las áreas no servidas con redes de agua potable, donde la contaminación del agua
subterranea de las napas más superficiales y el descenso del nivel del agua en las napas
perjudica más a quien no pueden pagar la construcción de un pozo profundo.
La población no cubierta por las redes de agua corriente hace perforaciones individuales, pero
la de pocos recursos llega solamente a la primera napa freática que está casi totalmente
contaminada en toda el Area Metropolitana. Un acuífero más profundo, que constituye la
reserva de agua más importante y más utilizada, está contaminado en extensas zonas.
También ha influido un descenso en el nivel de las aguas debido a la sobreexplotación a la
que fue sometido por las industrias que se abstecieron casi en su totalidad de aguas
subterráneas, con excepción de las industrias ubicadas sobre las costas de los ríos.381
146
382
se supone que tenderán a ampliarse. Los sectores más afectados por este proceso estan
ubicados en la zona paralela al río de la Plata y sobre la márgenes del río Matanza, afectando
el noroeste de los patidos de La Matanza, Lomas de Zamora y Avellaneda. Tambien se han
383
encontrado salinizado otras perforaciones ubicadas en Avellaneda y Bernal.
La red de desague cloacal, que abastece una menor proporción de población que la de agua
corriente, tiene parte de sus cañerías deterioradas y obstruídas y le falta un sistema de
depuración de agua. EL sistema de desagues se canaliza hacia el sur, donde descarga la
mayor parte su contenido sin depuración previa directamente en el río dela Plata, aguas abajo
a la altura de Berazategui. Cuando sopla la sudestada el agua contaminada llega a la
estación Bernal, que tuvo que internar más adentro su torre de captación por este motivo. Hay
una planta de tratamiento en La Matanza que es de proceso incompleto, y vuelca sus aguas
insuficientemente tratadas al río Matanza aumentando su contaminación.
De toda el Area Metropolitana de Buenos Aires sólo la Capital y 3 partidos tienen cubierta el
100% de la recolección domiciliaria, el resto lo hace de manera parcial con mayores
problemas en los partidos más periféricos, donde la basura que no se recoje de manera
"oficial" y se deriva a basurales a cielo abierto en terrenos baldios y hondonadas del mismo
partido, creando focos contaminates de alta peligrosidad. Hay estimaciones que computan
más de 100 zonas de este tipo con una superficie de 600 has y aproximadamente 5 millones
384
de metros cúbicos de residuos. Esta actividad ilegal tiene la forma de una red de
operaciones que selecciona ciertos elementos de la basura y luego los vende, lo que
popularmente se denomina "cirujeo". Se calcula que ocupa unas 300.000 personas y solo en
la Capital, en el circuito clandestino de basura, intervienen cerca de 250 camiones diarios.385
Para canalizar el problema de la basura, en 1977 fue creado el Cinturón Ecológico del Area
Metropolitana, Sociedad del Estado (CEAMSE). Integrada por representantes de la Capital y
de la provincia de Buenos Aires su objetivo era disponer los residuos como relleno sanitario.
En los terrenos destinados para esta fin se creó una franja verde anular entre los partidos del
primer y segundo anillo, y en ellos se trazó la tercera ruta de circunvalación: el "Camino del
Buen Aire". Sin embargo, las consecuencias de esta nueva ordenación fueron nefastas, ya
que los municipios, por no estar en condiciones de abonar lo que el CEAMSE estipula para
tirar la basura en los terrenos del Cinturón Ecológico, habilitan como basurales otros
382
. Entre los conos de depresión uno de los más extendidos es el de Banfield/Lomas de Zamora, que
tiene además un proceso de salinización en dos frentes y un sector -el noreste- que no se explota por el
grado de salinización. Otra gran área salinizada por el alto ritmo de consumo industrial es el cono de
Berazategui. Se han detectado otros conos en Ramos Mejía/Villa Madero, Quilmes/Florencio Varela,
Hurlingham y Villa Ballester. Albini y otros, Informe Preliminar para el Plan Trienal, citado por RUBINO,
Oscar, 1990, cap. 7, p 18.
383
. Idem, p 7-19.
384
Idem, p 7-25.
385
FEDEROVISKY, Sergio, 1990.
147
386
terrenos. En numerosos municipios prácticamente no se hace la recolección de basura en
toda su extensión y las bolsas desechas con la basura desperdigada por las orillas de los
caminos importantes y secundarios, es uno de las constantes más habituales del paisaje
suburbano, y uno de los mayores peligros para la salud de la población.
Con este proyecto se pretendía descongestionar el mayor centro de decisiones del país
concentrado históricamente en la ciudad de Buenos Aires, reformar y descentralizar el Estado
y promocionar el desarrollo de la región patagónica. Se presentó como una respuesta al
histórico malestar de las provincias respecto al mayor desarrollo y privilegio de Buenos Aires,
y como un modo de federalizar efectivamente el país. Sin embargo, no contenía un plan viable
de reordenamiento económico y estructural del territorio nacional, tendiente a superar las
desigualdades regionales agudizadas en la última centuria por el desarrollo centrado en la
región pampeana.
Tampoco se tuvo en cuenta que el desequilibrio regional había afectado mayormente a las
provincias de la región noroeste, mientras las provincias patagónicas, a pesar de estar muy
387
poco pobladas, registraron el mayor crecimiento relativo de población del país.
Entre las numerosas opiniones vertidas acerca de los presupuestos básicos de la Ley, la
nueva ubicación elegida y la planificación -escasamente difundida-, pocas se preocuparon por
el futuro que le esperaba al Area Metropolitana de Buenos Aires. No se llegó a formular un
modelo legal posible para la administración de la Capital Federal ni para el Area
386
Las 143.000 toneladas recibidas en junio de 1981 disminuyeron a poco mas de 96.000 en el
mismo mes de 1989. DI PACE, María; Sergio Federovisky y Jorge E. Hardoy, 1991, p 14.
387
. Carlos Reboratti pone en duda los mitos existentes sobre la patagonia, en cuanto a región vacía,
estratégicamente vulnerable, postergada y de gran potencial de desarrollo económico. Aun cuando la
última afirmación es discutible, el trabajo deja con poca base de sustentación uno de los objetivos
básicos del proyecto del traslado. REBORATTI, Carlos, 1986, pp 16-23.
388
. HARDOY, Jorge Enrique, 1992, p
148
Metropolitana. Entre las variadas alternativas, muchas descartadas por presiones políticas, se
propuso la provincialización o transformación en territorio nacional de la ciudad de Buenos
Aires y/o del Area Metropolitana. Otra proponía la partición de toda la aglomeración a lo largo
de la Avenida Rivadavia, para formar las capitales de dos nuevas provincias en las que se
dividiría la actual provincia de Buenos Aires. Pocos indicaron la necesidad de una
reordenación administativa que estuviera de acuerdo a las necesidades del Area
Metropolitana que, con o sin sus funciones centrales concentadas en su distrito central,
seguiría ocupando un lugar decisivo en la estructura urbana del país.
Tampoco se discutieron los problemas con los que se enfrentaría la ciudad al retirarse gran
parte de sus funciones administrativas nacionales -aunque no se había aclarado cuáles se
mudarían-, ni se pensó en el uso probable de los numerosos edificios que quedarían
vacantes, ni el modelo de gestión urbana que permitiese un reciclaje y una desconcentración
adecuada.
No solo la ciudad de Buenos Aires fue olvidada en esta euforia del traslado, tampoco se tuvo
en cuenta la reubicación de la capital de la provincia de Río Negro, hasta entonces ubicada en
Viedma.
Toda la discusión se hizo en el contexto de una economía recesiva y en crisis que restaba
credibilidad a la propuesta produciendo una escasa receptividad de la población en general. A
pesar de todo, se fijó como fecha de la mudanza las postrimerías de 1989. El traslado nunca
se hizo. En medio de sucesivas y violentas crisis económicas y oleadas inflacionarias,
Alfonsín renunció 6 meses antes de cumplirse su mandato y en julio de 1989 asumió el
presidente electo Carlos Menem. Las tres comisiones nacionales encargadas del traslado
fueron disueltas, la última en 1990, y todo el proyecto fue dejado de lado. La nueva capital,
para quien nadie logró formular un nuevo nombre que fuese aceptable, fue rápidamente
olvidada. Pero la Ley Nacional, no ha sido aun derogada.
149
Capítulo 11
Es frecuente oir que todos los países en vías de desarrollo están urbanizándose rapidamente.
En realidad, la población urbana del Tercer Mundo es ya mayor que la suma de la población
total de Europa, América del Norte y Japón. Durante la última década de este siglo se estima
que la población urbana combinada de Africa, Asia y América Latina crezca en cerca de 55
millones de nuevos habitantes urbanos por año, alcanzando a 1900 millones en el año
2000.389 Entre los continentes que forman el Tercer Mundo, América Latina y el Caribe era el
que presentaba en 1990, como conjunto, el porcentaje más alto de su población clasificada
como urbana (75,9%) y la tasa anual más baja de crecimiento de la población urbana prevista
para la década de 1990 (2,5%), porque no sólo es el continente más urbanizado sino también
es el que tiene las tasas anuales más bajas de crecimiento de su población total. La población
rural de América Latina y el Caribe practicamente ha dejado de crecer y varios países, como
Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Uruguay y Venezuela, pierden población rural en
cifras absolutas desde hace una o más décadas. Además, la región como conjunto, se ha
convertido en un área de emigración hacia los países desarrollados del hemisferio norte cuyos
volúmenes no son bien conocidos.
Venezuela, Uruguay, Argentina y Chile eran, en ese orden y en 1990, los países de América
Latina y el Caribe con el más alto porcentaje de su población total respectiva clasificada como
urbana -en los tres casos superior al 85% de la población nacional- sino también los que
tuvieron las tasas anuales más bajas de crecimiento de su población nacional durante la
década de 1980, en los tres últimos casos inferior al 1,6% anual y en Venezuela del 2,7%
390
anual. Esta situación contrasta con la de otros países de la región. Los países menos
urbanizados y, por consiguiente, con el mayor porcentaje de población rural eran en 1980
Honduras, la República Dominicana, Haití, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Paraguay. Todos
tuvieron durante la década de 1980 tasas anuales comparativamente altas de crecimiento de
su población urbana -superior al 3,7% y en los cuatro primeros al 4% anual- y de su población
total. Sólo México, entre los países de mayor población de la región, tuvo durante esos años
una tasa anual comparativamente alta de crecimiento de su población urbana, superior al 4%
anual, y una tasa alta de crecimiento de la población nacional.
Tanto en Brasil, como en Colombia y Perú, las tasas anuales de crecimiento de la población
nacional y urbana comenzaron a declinar en la década de 1960 o de 1970 y es posible que
los dos primeros comiencen a perder población rural en cifras absolutas durante la década de
1990. En general, en los países de América Latina y el Caribe de mayor tamaño y población
se notan también una disminución lenta de la primacía poblacional de la principal, área
metropolitana de cada país, un crecimiento más rápido de algunas áreas metropolitanas de
tamaño medio y una expansión de la urbanización a ecosistemas que hasta hace treinta o
389
United Nations Centre for Human Settlements (Habitat), Global Report on Human Settlements,
1986, cuadro Nº 1, Oxford University Press, Oxford, 1987.
390
Idem, cuadro Nº 1.
150
cuarenta años estaban poco poblados o despoblados. En cambio, en los países de menor
tamaño y población existe, por lo general -Honduras sería la excepción- una única área
metropolitana dominante y luego una red de centros regionales de tamaño medio de menor
gravitación nacional.
Población en la Argentina
Entre 1980 y 1991 la Argentina siguió perdiendo población rural en cifras absolutas; en
cambio la población urbana continuó creciendo a una tasa superior a la nacional y en 1991
representaba el 86% o más de la población argentina, algo superior al 82,6% de 1980. Entre
1980 y 1991 la población urbana argentina creció en aproximadamente 4.4 millones de
habitantes, a un promedio de 400.000 personas por año. El Area Metropolitana de Buenos
Aires creció algo por debajo de la tasa de crecimiento de la población nacional. La población
del área metropolitana de Buenos Aires representaba el 34,94% de la población nacional en
1980 y el 33,50% en 1991.392 Las tasas anuales de crecimiento dentro del Area Metropolitana
de Buenos Aires fueron muy desparejas, como se indicará a continuación. Igualmente fueron
391
Censo Nacional de Población y Vivienda, 1991. Resultados preliminares, Instituto Nacional de
Estadística y Censos (INDEC), Buenos Aires, 1991, pp 19 y 24.
392
Considerando en ambos porcentajes la Capital Federal más los 19 partidos del primer y segundo
anillo.
151
bajas las tasas anuales de crecimiento de las dos áreas metropolitanas que le siguen en
orden de importancia: Córdoba y Rosario. En cambio, fue rápido el crecimiento de las
capitales de las provincias mencionadas -todas con más de 100.000 habitantes en 1991- y
especialmente de Neuquén, Posadas (Misiones), Formosa, Jujuy, Catamarca, Río Gallegos
(Santa Cruz) y Ushuaia (Tierra del Fuego). Otras capitales provinciales, como Tucumán y San
Luis, y varios centros de tamaño medio, como Mar del Plata (Buenos Aires), San Carlos de
Bariloche (Río Negro) y Río Grande (Tierra del Fuego) tuvieron también tasas
comparativamente altas de crecimiento de su población.
Según el Octavo Censo Nacional de Población el Area Metropolitana de Buenos Aires tenía,
en mayo de 1991, una población de 10.881.376 habitantes. La ciudad de Buenos Aires tenía
2.955.002 habitantes -o sea el 27,15%- y los 19 partidos del Gran Buenos Aires 7.926.379
habitantes, o sea el 72,85%. Entre 1980 -fecha del Séptimo Censo Nacional de Población- y
1991, la población del Area Metropolitana pasó de 9.766.030 habitantes a 10.881.381, es
decir con un crecimiento de 1.115.351 personas en once años, algo más de 100.000 nuevos
habitantes por año.
En cambio, los partidos que forman el tercer anillo, los de más reciente ocupación en la
mayoría de los casos, aunque los núcleos iniciales de algunos de ellos se originaron hace dos
siglos o más, y algunos del segundo anillo, tuvieron una variación más pronunciada entre
1980 y 1991. Es el caso de Tigre y General Sarmiendo al norte, de Moreno y Merlo al oeste,
de Esteban Echeverría, Florencio Varela y Almirante Brown al sudoeste. Son partidos que aún
conservan amplios espacios vacíos, parcialmente ocupados con actividades productivas
hortícolas y pequeñas explotaciones agropecuarias, con pocas industrias de tamaño medio o
152
pequeño y numerosos talleres y comercios que sirven a la población del partido y de los
partidos vecinos. El contraste en el crecimiento de los partidos de uno y otro grupo es
importante.
153
Los problemas del Area Metropolitana de Buenos Aires
El Area Metropolitana de Buenos Aires inició la última década del siglo XX con numerosos y
muy serios problemas sin resolver. Los más graves son: un alto porcentaje de la población
tiene ingresos tan bajos que no puede satisfacer algunas de sus necesidades básicas de
alimentación, vivienda, acceso a los servicios de salud y vestimenta; muchos de ellos viven en
villas miserias, asentamientos que constituyen una amenaza para su salud y hasta para sus
vidas, debido a la mala calidad de las vivienda, al hacinamiento, a la falta casi total de
infraestructura y al deterioro de los servicios de salud; la falta de adecuadas condiciones de
trabajo, debido a la falta de aplicación de normas básicas sobre control del ruido, del polvo y
las emanaciones, y a la mala ventilación e iluminación en muchas plantas industriales; y la
contaminación ambiental, especialmente debido a la polución de las aguas superficiales y
subterráneas y de los suelos, debido a controles inadecuados sobre la evacuación de
residuos industriales. A medida que crecía la expansión física del Area Metropolitana fueron
ocupadas por las familias de bajos ingresos terrenos bajos, que se inundan periódicamente, y
antiguos basureros. Nadie sabe con certeza el número de personas que vive en esas
condiciones. Es posible que los resultados finales del último censo de población permitan
precisar cifras que, por ahora, se estiman en más de un millón de personas ocupando
viviendas precarias en villas miserias y en algunos centenares de miles las que viven en
piezas de inquilinato.
Las villas miserias están en todas partes. Las hay de todo tamaño. Algunas tienen varias
decenas de miles de habitantes, otras tienen unos pocos centenares de personas. Nadie sabe
a ciencia cierta el número que vive en cada una de ellas ni en qué trabajan. Por lo general, las
familias que viven en ellas están formadas por matrimonios jóvenes, con muchos niños y
adolescentes. En todas hay más gente buscando trabajo que empleos, aunque el número de
desocupados varía de acuerdo a ciclos muy cortos.
En cierto modo constituyen una nueva frontera -poco conocida, sin mapear y casi sin censar-
entre lo urbano y lo rural que está siendo construida permanentemente por los nuevos
migrantes y por los desplazados de barrios urbanos más consolidados. Las villas o sus
organizaciones tienen nombres de santos -San Jorge, Santa Lucía, San José Obrero, San
Jerónimo- en otras su nombre declara la aspiración a una vida mejor -Ciudad Jardín, La
Esperanza, Villa Tranquila, Progreso, La Paz, La Union- o el orgullo continental, nacional o
regional de sus habitantes, como América Latina o Argentina. Otras tienen nombres cuyo
origen es difícil de precisar, como Villa Azul, en el partido de Avellaneda, y Churrasco, en el
partido de Ensenada, o recuerdan algún lugar de veneración popular, como Itatí en el partido
de Quilmes,393 y no faltan los nombres que recuerdan a héroes de la gesta libertadora de
hace 180 años, como Libertador San Martín, o políticos recientes como Juan Domingo Perón,
o el nombre del propietario de los terrenos invadidos, como Villa Hall o rescatan el nombre del
distrito donde están ubicadas, como Villa Retiro, Cuartel Noveno y Hudson. La guerra del
Atlántico Sur dio origen al nombre de la villa Malvinas Argentinas y villa 2 de Abril, fecha de la
ocupación argentina de las islas.
Las villa miserias son barrios sin hitos destacados. Por lo general no tienen plazas ni
comercios iluminados hasta tarde, no tienen casi árboles y pocas casas tienen jardines,
porque las estrechas dimensiones de los lotes -con frecuencia de 100, 80 o menos metros
cuadrados- obliga a su ocupación total. Son barrios de casas en planta baja porque son auto
393
Itatí es el nombre de un santuario en la provincia de Corrientes.
154
construidas por sus ocupantes a lo largo de varios años, invirtiendo sus escasos ahorros y su
tiempo y con tecnologías muy elementales.
La Argentina ha pasado por una crisis económica y de liderazgo que intenta penosamente
superar. Sin embargo, aunque se superen parcialmente sus peores características, el impacto
de la crisis va a seguir durante bastante tiempo. Esto significa que las posibilidades del
gobierno central -el tradicional promotor e inversor de las grandes obras públicas- de actuar
sobre los problemas urbanos es, por ahora, marginal. La globalización de la economía y la
escasa capacidad de reacción de la Argentina la ha llevado a una situación marginal que
incide en la distribución espacial de su población. Tampoco puede esperarse que a corto y
mediano plazo, la privatización de ciertas empresas públicas y la descentralización de
servicios básicos a los municipios, incidan efectivamente en las condiciones de vida de los
grupos sociales más necesitados.
Los habitantes del Gran Buenos Aires pueden pasarse otra generación construyendo el Area
Metropolitana como lo hicieron durante la generación pasada. Por un lado, los gobiernos
municipales, sin recursos de inversión y actuando de manera descoordinada, anunciando
proyectos y programas que su burocracia sobredimensionada, ineficiente, con bajas
remuneraciones y sin compromisos, no pueden cumplir; por el otro, el gobierno de la provincia
de Buenos Aires -a la que pertenecen los 25 municipios que forman el primero, segundo y
tercer anillos que rodean la Capital Federal- tratando de introducir una mejor coordinación en
sus programas y proyectos, de asesorar a los gobiernos municipales y de incorporar nuevas
ideas rectoras al crecimiento metropolitano; las empresas privadas, construyendo
supermercados, algunas viviendas individuales y numerosos comercios, talleres o empresas
de reducido tamaño, reduciendo sus actividades al mínimo indispensable para sobrevivir la
crisis económica; finalmente, el número creciente de familias pobres, tratando de mejorar la
calidad de sus vidas y de acceder a un ingreso mínimo para poder mejorar la calidad de sus
vidas. En el medio, una clase alta y media alta, con estilos de vida y pautas de consumo
semejantes a las de sus pares en los países industrialziados, reclamando el mantenimiento de
los servicios y una infraestructura en buen estado, pero negándose a aceptar que esas tareas
requieren el pago de tasas y de una contribución inmobiliaria que eluden.
394
Alsogaray, Alvaro, "La privatización de ENTEL", La Nación, p 16, Buenos Aires, 30 de marzo de
1992. Alsogaray es el gran impulsor del liberalismo en la economía y fue hasta hace pocos meses
asesor del presidente Menem.
156
descapitalizada, donde se invierte muy poco en la ampliación de sus servicios y en el
mantenimiento de su infraestructura y de sus instalaciones sociales, donde cada vez más el
mercado regula hasta el acceso de la población de bajos ingresos a los servicios más
indispensables, la nueva población presionará bastante menos de lo esperado hasta hace
pocos años. Pero la crisis de solidaridad y una actitud de sálvese quien pueda, agudizada por
la inflación de los últimos años, ha agravado los desequilibrios sociales.
El Area Metropolitana tiene muchos recursos sin utilizar o que utiliza mal. El gobierno central,
el gobierno provincial y los municipios tienen tierras baldías y edificios sin utilizar, maquinaria
que no funciona por falta de mantenimiento, abundancia de funcionarios y de "asesores" sin
responsabilidades definidas y falencias enormes en el campo de la salud, de la educación y
de la asistencia social. Un mejor diseño de la ciudad y de las áreas de futura ocupación
permitiría incorporar al erario público y controlar nuevos terrenos. Es muy difícil pedirle a la
población nuevos sacrificios y nuevos impuestos si los gobiernos que participan en la
construcción, mantenimiento y administración de la ciudad no cambian de actitud.
Tal vez, el Buenos Aires metropolitano futuro, dada la escasez de recursos de inversión
previsible, deberá construirse y administrarse de una manera diferente. Por ahora, Buenos
Aires metropolitano se construye en gran parte gracias a la multiplicidad de pequeñas
iniciativas lanzadas por los usuarios pobres de la ciudad. Los pobres auto-construyen sus
barrios, por lo general sin créditos ni asistencia técnica. Invaden un terreno, se organizan y
luego reivindican la tenencia de la tierra. En algunos casos el Estado construye algunas
instalaciones sociales -escuelas, centros de salud o centros maternos infantiles-, la mayoría
de las veces en la periferia del barrio o fuera de sus límites. El municipio autoriza una línea de
autobuses que corre durante las horas con luz y por una calle pavimentada periférica y el
gobierno provincial o nacional prolonga una cañería de agua hasta uno de los límites del
barrio. Una línea de electricidad corre por uno de sus bordes. Los pobladores utilizan estos
servicios como pueden. Muchos se conectan clandestinamente a la red eléctrica y a la red de
agua.
Más de un millón de habitantes del área metropolitana viven en esas condiciones, que
constituyen una amenaza a su salud, en viviendas de muy mala calidad, sin o con muy
escasa infraestructura y servicios esenciales para su salud. Otro millón, tal vez, vive hacinado
en conventillos y pensiones precarias, compartiendo cuartos en edificios antiguos y con
servicios también precarios. Nadie sabe bien el número de personas o de familias que vive en
tales condiciones. Muchos trabajadores tienen escasa protección en sus lugares de trabajo. Si
158
son obreros con empleos estables, porque las fábricas, comercios y depósitos donde trabajan
no han implementado en muchos casos la legislación ambiental de higiene y de seguridad
existente. Y si son trabajadores informales, por la falta de condiciones higiénicas y de
seguridad en que operan, con frecuencia sin protección ante los cambios climáticos y los
accidentes. Además, muchos talleres y negocios informales ocupan cuartos en las viviendas
de asentamientos ilegales y precarios, con los consiguientes peligros de incendio, la
evacuación descontrolada de residuos y ruidos que molestan a la comunidad, sin contar con
la falta de control de la calidad de los alimentos y bebidas que venden los trabajadores
informales en sus casas y en la calle.
Estos nuevos barrios periféricos y marginales son distritos urbanos porque sus habitantes
trabajan en actividades propias de las ciudades o que sólo pueden mantenerse en las
ciudades, ya sean las fuentes de ingresos estables o las informales, pero en su apariencia
física no tienen nada que los asemeje a los barrios más antiguos de Buenos Aires y presentan
un contraste muy marcado con los suburbios arbolados, de baja densidad y bien equipados
construidos para los ricos y para aquéllos con ingresos medios. Unos y otros -los suburbios
residenciales y las barriadas construidas ilegalmente- están a veces a corta distancia: las
Lomas de San Isidro, uno de los barrios suburbanos más caros y de más baja densidad, está
a unos centenares de metros de la Cava, una villa miseria con miles de habitantes y una
densidad de varios centenares de personas por hectárea.
Tres problemas parecen preocupar más que otros a la mayor parte de los habitantes pobres
del Area Metropolitana y de la ciudad de Buenos Aires: el empleo y el mejoramiento del poder
adquisitivo de los ingresos; la vivienda y la calidad de los servicios, y la calidad del medio
ambiente. Para muchos, el empleo es el más importante porque temen su estabilidad y en
mejorar el poder adquisitivo de los mismos, aunque las agresiones en los trenes y en los
colectivos han adquirido características sin precedentes. Tres problemas muy distintos
parecen concentrar la atención y las críticas de los grupos con ingresos altos y adecuados: la
violencia, los congestionamientos del tráfico y mantener los impuestos lo más bajo que sea
posible. No son muchos los que se preocupan abiertamente por la decadencia de la
educación y el desarrollo científico y tecnológico del país a pesar de que las ventajas
competitivas del país en el futuro pasan por esa vía. Es irónico que pocas semanas antes de
escribir estas líneas la ciudad de Buenos Aires haya sido declarada capital cultural de
Iberoamérica.
No se discute el futuro posible de Buenos Aires. No deja de ser curiosa esta actitud en un
momento de transición entre la ciudad subsidiada y la ciudad que deberá pagar los costos
reales de lo que consume aunque los que consumen menos sean los más perjudicados.
Los "porteños" no son diferentes a los habitantes de Nueva York, Ciudad de México o Río de
Janeiro. Critican a Buenos Aires pero muy pocos la abandonan y tampoco hacen nada para
mejorarla. Esperan que esta o aquella repartición municipal o provincial o nacional les
solucionen sus problemas, pero se niegan a aceptar cambios en los reglamentos de
construcción o de tránsito, aplicar las normas existentes de control ambiental o pagar
impuestos más elevados o tasas mayores por los servicios -no muy buenos por cierto- que
reciben. Los ricos y la clase media vivieron en una ciudad subsidiada que fue
irresponsablemente descapitalizándose a través de sucesivas y múltiples administraciones
municipales, algunas elegidas de acuerdo al no muy representativo sistema electoral vigente,
la mayoría digitadas por las dictaduras de turno. Se beneficiaron con las políticas de control
de los precios de los alimentos, con las bajas tarifas de los ferrocarriles, de los subterráneos,
y de los teléfonos y de la nafta o del agua, servicios todos administrados por empresas
nacionales hasta hace poco.
160
Los pobres esperan. Crean sus organizaciones comunitarias, lanzan nuevos agentes y líderes
con una historia distinta a la de los políticos y tecnócratas tradicionales y tratan, en lo posible
solidariamente, de mejorar sus condiciones de vida. Para ellos, los grandes proyectos de
obras públicas, financiados o no con créditos o por inversiones internacionales los afectan
poco o nada. Sus problemas, como todos los problemas relacionados con la pobreza, no se
han convertido en un tema de discusión nacional, no han sido incorporados a la agenda de
los partidos políticos. Su sobrevivencia cada vez depende más de un gran número y
diversidad de actividades y mínimas empresas informales que no constituyen una garantía de
ingresos, tienen poco o ningún futuro, y no otorgan cuberturas sociales. Los pobres de
Buenos Aires, como en todos los países poco desarrollados, no pueden jubilarse, no tienen
vacaciones ni días de descanso.
Ojalá nos equivoquemos, pero creemos que va a pasar bastante tiempo antes de que se
comience a indagar lo que realmente está pasando y se comience a discutir el futuro del Area
Metropolitana de Buenos Aires con una perspectiva de equidad social y generacional.
161
MICROBIOGRAFIAS
5-TORCUATO DE ALVEAR
Hacendado y político argentino. Nació en la ciudad de Montevideo (Uruguay) en 1822 y murió
en Buenos Aires en 1890, ciudad donde su familia se estableció antes de que cumpiera el
primer año de edad. Fue el primer intendente de Buenos Aires desde su federalización, en
1880, ejerciendo un segundo período entre 1885 y 1887. Durante su gestión tuvo lugar una
importante modernización del aparato municipal que incluyó la creación del Registro Civil, la
Asistencia Pública y las Oficinas Química y de Estadística. Asimismo organizó y amplió la
Oficina de Obras a través de la cual se realizaron numerosas intervenciones urbanas que
transformaron el centro de la ciudad, entre las que se cuentan la apertura de la Avenida de
Mayo, la demolición de la Recova Vieja, la remodelación general de la Plaza de Mayo y la
diagramación de los jardines de Palermo y de la Recoleta. (Ver capítulo 4)
9-ALEJANDRO CHRISTOPHERSEN
Arquitecto y artista plástico de nacionalidad noruega. Nació en Cádiz en 1866 y murió en
Buenos Aires en 1946. Cursó estudios de arquitectura en Bélgica y de pintura en París. Llegó
a Buenos Aires en 1887, ciudad donde desarrolló una importante obra arquitectónica, tanto
por su calidad cuanto por su cantidad. Es considerado por la bibliografía especializada como
la figura central de la arquitectura ecléctica en la Argentina. Fue socio fundador de la
Sociedad Central de Arquitectos y profesor titular de la Escuela de Arquitectura de la Facultad
164
de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Publicó numerosos
artículos y ensayos sobre el tema. Entre sus principales obras se destacan el palacio
construído para la familia Anchorena (hoy sede del Ministerio de Relaciones Exteriores y
Culto), la Basílica de Santa Rosa de Lima, la Bolsa de Comercio, el Hospital de Niños y la
Iglesia de los Noruegos, demolida. (Ver capítulo 7)
13-ROBERTO ARLT
Escritor y poeta argentino. Nació en Buenos Aires en el año 1900 y murió en la misma ciudad
en 1942. En los primeros años de su labor utilizó el seudónimo de Roberto Godofredo. Fue
uno de los escritores que describió con mayor agudeza y dinamismo el ámbito físico y las
costumbres de la ciudad en que le tocó vivir. Su obra literaria esta compuesta por cuatro
novelas: El juguete rabioso (1926), Los siete locos (1929), Los lanzallamas (1931) y El amor
brujo (1932); dos libros de cuentos: El jorobadito (1933) y El criador de gorilas (1941), además
de varias obras de teatro entre las que se destacan Trescientos millones; El fabricante de
fantasmas; La isla desierta y Saverio, el cruel. Los artículos que publicó -fundamentalmente
en el diario El Mundo- hasta mediados de la década de 1930, fueron editados en dos
recopilaciones: Aguafuertes porteñas, en 1933 y Aguafuertes españolas, en 1936. (Ver
capítulo 9)
14-HOMERO MANZI
Poeta argentino (cuyo verdadero nombre era Homero Nicolás Manzione). Nació en Añatuya
(provincia de Santiago del Estero) en 1907 y murió en Buenos Aires en 1951, ciudad donde
cursó estudios. Por su calidad artística y su capacidad descriptiva figura entre los mas
destacados letristas de tangos. Es característico en sus obras el lenguaje refinado y
sutilmente combinado con el argot porteño -el "lunfardo"- con que evoca a los personajes,
situaciones y lugares de la ciudad. Su primer éxito fué "Viejo ciego" (música de Sebastián
Piana y Cátulo Castillo), tema principal del sainete "Patadas y serenatas en el barrio de las
latas" (1926), de Ivo Pelay. Sin embargo, algunas de sus letras posteriores lo consagraron en
la categoría de "tangos clásicos". Entre ellas figuran composiciones memorables como "El
pescante" (música de Sebastián Piana), "Malena" (música de Lucas Demare), "Discepolín" y,
especialmente, "Sur" (ambas musicalizadas por Aníbal Troilo). (Ver capítulo 8)
Referencias bibliográficas:
La mayor parte de la información utilizada para esta sección fue obtenida del Nuevo
Diccionario Biográfico Argentino, de Vicente Osvaldo Cutolo, Ediar Sociedad Anónima de
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COMENTARIOS BIBLIOGRAFICOS
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Con una organización precisa y claramente delimitada, esta edición dirigida por historiadores
de la importancia de José Luis Romero y su hijo Luis Alberto, es uno de los libros mas
completos sobre la historia de la ciudad. Los ocho capítulos en que esta dividida la obra
corresponden a otros tantos períodos de la historia de Buenos Aires. Los tres primeros siglos
estan contemplados en el tomo I, que incluye los orígenes, el período colonial, la etapa
independiente y la organización nacional hasta la década de 1880, en los capítulos 1, "Las
fundaciones"; 2, "La ciudad indiana"; 3, "La ciudad jacobina"; 4,"La ciudad criolla" y 5, "La
ciudad patricia". El siglo XX es el tema fundamental del tomo II desarrollado en "La ciudad
burguesa" y "La ciudad de masas", (capítulos 6 y 7 respectivamente), además de la visión de
una probable Buenos Aires en "La ciudad del futuro" (capítulo 8). A su vez, cada uno de estos
capítulos (excepto el primero y el último) estan estructurados de la misma forma, según cinco
items: "La vida política" y "La vida ecónomica" (únicos puntos considerados en "La ciudad
criolla"); "La vida social"; "La vida cultural" y "La ciudad física". Los capítulos 4, 5 y 6 incluyen
un sexto item; "La ciudad y el pais". Este recurso proporciona a la obra una gran unidad, no
obstante que los distintos temas fueron encargados a diferentes especialistas.
2 * James R. Scobie. Buenos Aires del centro a los barrios, 1870-1910, Ediciones Solar,
Biblioteca "Dimensión Argentina", dirigida por Gregorio Weinberg Buenos Aires, 1977, 370
pags. Título original en inglés: Buenos Aires. Plaza to Suburb, Oxford University Press, Nueva
York, 1974.
El análisis que este autor elabora sobre crecimiento y desarrollo de Buenos Aires, desde las
últimas décadas del siglo pasado, hasta la primera década del siglo XX, hace que esta obra
sea un trabajo de consulta necesario para comprender la urbanización de la ciudad en este
período. El libro se estructura según siete capítulos. En los dos primeros ("La fundación" y "Un
estudio de contrastes: el París de América del Sud y la Gran Aldea") se seleccionan algunos
antecedentes que obran como introducción contextual. Los capítulos 3, 4 y 5 se dedican a los
aspectos físicos, con especial énfasis el tema de los transportes. Los temas socioculturales
constituyen el eje del capítulo 6, en cambio los aspectos económicos se relatan en el capítulo
7; el trabajo se complementa con una serie de cuadros estadísticos. La particular selección de
temas y casos obligó al tratamiento sintético de ciertos temas (como la vida social y cultural),
en beneficio de la profundización de otros (el puerto, los transportes de superficie) que, en su
conjunto, permiten una buena comprensión global de la ciudad en el origen del proceso de
metropolización.
3 * Guy Bourdé. Buenos Aires: Urbanización e Inmigración, Editorial Huemul S.A., Colección
Temas Básicos, Buenos Aires, 1977, 240 pags. Título original en francés: Urbanisation et
Immigration en Amérique latine. Buenos Aires, Editions Aubier-Montaigne, Paris.
El tema de la inmigración entre 1850 y 1950 aproximadamente, uno los factores mas
influyentes en la caracterización de la ciudad, es abordado en esta obra con un importante
apoyo estadístico. El libro posee catorce capítulos: el primero ("La ciudad criolla"), que
desarrolla aspectos generales de la vida urbana, y otros trece repartidos en cuatros partes. La
186
primera de ellas (capítulos 2, 3 y 4) expone el marco económico en un relato no
necesariamente cronológico; los capítulos 5, 6, y 7 (que componen la segunda parte) narran
las características del ambiente físico e institucional de la ciudad. El tema principal se
desarrolla en las dos últimas secciones (capítulos 8 a 13) mediante un acercamiento que
contempla la influencia en el crecimiento demográfico y en la composición social de la
inmigración en Buenos Aires. El último capítulo (14), incluído en la cuarta parte, es la
conclusión del trabajo con un diagnóstico sobre la ciudad contemporánea. Cabe destacar la
importante investigación realizada en esta obra y, especialmente, la reelaboración de las
fuentes primarias.
4 * Odilia Suárez. Planes y Códigos para Buenos Aires 1925-1985, Secretaría de Extensión
Universitaria, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Buenos Aires, Serie
Ediciones Previas, Buenos Aires, 1986, 105 pags.
La obra dirigida por el Dr. Levene, a mas 50 años de haber sido publicada, continua siendo
uno de los trabajos mas importantes sobre el origen y formación de los pueblos de la
Provincia de Buenos Aires. El tomo I se compone de una "Introducción Geográfica" y 26
capítulos donde se narra la historia general de la provincia, desde la conquista y colonización
hasta el año 1910. En este volumen son particularmente interesantes los capítulos 4 ("El
régimen colonial de la tierra"), de Roberto Marfany; el 8 ("Partidos y curatos de la campaña.
Comunicaciones con el Interior"), de Guillermina Sors de Tricerri; el 11 ("Autoridades
coloniales de la ciudad") y el 18 ("El primer gobierno de Rosas. Triunfo de la causa federal"),
de Ricardo Levene. A la historia de los 110 partidos que en ese momento estaba dividida la
Provincia de Buenos Aires, se dedica el tomo II. Todos ellos estan estructurados según cuatro
items: "Origen y evolución política", "Aspecto económico", "Aspecto religioso y cultural" y
"Límites, extensión y población". Esta recurso confiere gran homogeneidad al texto a la vez
que permite una rápida comparación de la evolucíon de los distintos territorios. La historia de
los partidos que en la actualidad integran el Area Metropolitana de Buenos Aires fue escrita en
su totalidad por Guillermina Sors de Tricerri.
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6 * Autor anónimo. Cinco años en Buenos Aires 1820-1825, prólogo de Alejo Gonzalez
Garaño, Ediciones Solar/Hachette, Buenos Aires, 1962 (primera edición: A five
years'residence in Buenos Aires during the years 1820 to 1825. By an Englishman, G.
Herbert, Londres, 1825)
El libro de este autor anónimo, firmado "un inglés" es, quizás, el mejor entre aquellos relatos
de viajeros que visitaron la ciudad de Buenos Aires en las dos décadas posteriores a la
Independencia. La obra esta organizada según once capítulos. Los dos primeros describen
basicamente aspectos físicos de la ciudad. El capítulo 3 se dedica a comentar las
caracteríscas de los extranjeros establecidos en la ciudad; Las costumbres de la población se
narran en los capítulos 4 y 5; "Población" , "Religión", "Policía" y "Gobierno y política" son
temas abordados en los capítulos 6 a 9, respectivamente. El capítulo 10 es la conclusión del
relato, con las ventajas del pais y las posibilidades de radicación que ofrece a los inmigrantes
ingleses. A modo de apéndice, el capítulo 11 describe algunas características de la ciudad de
Colonia del Sacramento (Uruguay). La importante información contenida en este volumen
(que incluye datos no contemplados por sus contemporáneos), a sido la base de numerosos
ensayos históricos sobre el Buenos Aires de las primeras décadas del siglo XIX.
Las políticas habitacionales de los distintos gobiernos que se sucedieron dentro del período
considerado, y su relación con los factores económicos y sociales es el tema desarrollado en
este trabajo, que reúne el fruto de varias investigaciones previas del mismo autor. El libro se
compone de catorce capítulos, divididos en cuatro partes. El marco teórico necesario para
abordar el tema de la vivienda se enuncia en la primera parte (capítulo 1); a los intereses de la
industria privada de la construcción se dedica el capítulo 2 (el único de la segunda parte); las
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políticas estatales sobre la vivienda son comentadas cronológicamente en la tercera parte ,
que además incluye los antecedentes previos a 1955 (capítulos 3 al 10). En la cuarta parte se
consideran los efectos de estas políticas en cuatro niveles: "La producción de viviendas"
(capítulo 11), "Mercado financiero" (capítulo 12), "Mercado de servicios habitacionales"
(capítulo 13) y "Situación habitacional de la población" (capítulo 14). El estudio realizado se
complementa con cuatro apéndices que incluyen comentarios sobre las instituciones
intervinientes y cuadros estadísticos. Esta investigación presenta un panorama histórico lo
suficientemente amplio y, a la vez minucioso, para acercar una valiosa interpretación del
deficit habitacional argentino.
En realidad, además del estudio cartográfico que promete el título de "atlas", este trabajo
desarrolla una importante investigación sobre la historia urbana de la ciudad de Buenos Aires,
con aportes de diferentes autores. A este tema se dedica el tomo 1 "textos", organizado en
cuatro partes que pueden leerse como secciones autónomas. La primera de ellas ("El
escenario", 3 capítulos) desarrolla una descripción geográfica y también algunas referencias
sobre los antiguos pobladores aborígenes de la región. "Las edades urbanas" es el título de la
segunda parte (6 capítulos), que se dedica a comentar los distintos períodos de la historia de
Buenos Aires, desde el Virreinato hasta el año de su capitalización (1880). Ciertos temas
puntuales como industria, población, transporte y cultura son abordados en la tercera parte
("la metrópoli", 5 capítulos). Finalmente la compleja trama de relaciones de la ciudad con el
resto de los partidos que conforman el área metropolitana, su desarrollo y características
constituyen el tema de la cuarta parte ("La conurbación", 4 capítulos). El tomo se completa
con una breve cronología y la evolución de los nombres de las calles céntricas.
Indudablemente el mayor interés que despierta la obra es la lujosa edición de la cartografía
urbana de la ciudad de Buenos Aires (tomo II, "Mapas y planos") desde el primitivo plano
fundacional de Juan de Garay hasta el plano que elaboró el Departamento de Obras Públicas
de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires en 1916. Cada mapa esta acompañado de
algunas acotaciones sobre la importancia del mismo, sobre el autor, comentarios sobre las
leyendas impresas, y el lugar de ubicación de la pieza cartográfica. La cantidad y calidad de la
información ofrecida hacen de esta edición -junto con la que dirigió José Luis Romero, ya
comentada), uno de los trabajos mas importantes sobre la ciudad de Buenos Aires.
Este pequeño libro es una de las primeras obras de envergadura escritas sobre la historia de
la arquitectura nacional, siendo su autor un verdadero pionero de la especialidad. Esta
edición, resume la labor de varias investigaciones anteriores. El trabajo esta divido
simplemente en dos unidades cronológicas (1810-1862 y 1862-1930). En la primera se evalúa
parte de la producción arquitectónica, desde la Revolución de Mayo hasta la reincorporación
del Estado de Buenos Aires a la Confederación Argentina. La segunda parte comprende a la
arquitectura, a partir de este último acontecimiento hasta 1930, año considerado -por varias
razones- como un punto de inflexión en la historia del pais. No obstante presentarse como
una apretada síntesis, este libro contiene una calificada recopilación de información
acompañada de comentarios críticos. Como recorte espacial se muestra particular interés en
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las obras realizadas en la ciudad de Buenos Aires; en cuanto al desarrollo conceptual se hace
incapié en las clasificaciones estilísticas. El nivel general propuesto no permite
pormenorizados estudios de casos ni demasiada profundidad en el desarrollo de los temas,
pero la labor realizada por Buschiazzo se convirtió en el punto de partida de numerosas
investigaciones de, por lo menos, las dos generaciones de historiadores de la arquitectura y el
arte que le sucedieron.
11 * Gino Germani. Política y sociedad en una época de transición, Editorial Paidós, Buenos
Aires, 1977, 371 pags.
Este trabajo constituye uno de los aportes mas significativos de la sociología argentina a la
comprensión del fenómeno de las masivas sociedades contemporáneas. El libro denota una
organización sumamente ajustada, que va aumentando el nivel de profundización a medida
que se progresa en la lectura. La estructura abarca cuatro partes. En la primera de ellas
(capítulos 1 y 2) se desarrolla el marco teórico general y la explicación de algunos conceptos
básicos. Las tres partes siguientes se definen en base a la variación de la escala de análisis
adoptada. De este modo la segunda parte (capítulos 3 y 4) se dedica a describir las
características comunes y también ciertas particularidades sociológicas a nivel mundial. Aquí
tambien se presenta el par opositivo de "sociedad tradicional" y "sociedad industrial", que
constituye el tema central de la obra. Algunas observaciones sobre este modelo de transición
en América Latina se reflejan en la tercera parte (capítulos 5 y 6). Como particular estudio de
casos, la problemática social de la Argentina de los últimos cien años es desarrollada en la
cuarta parte (capítulos 7 a 10). Dentro de esta sección hay que destacar los dos capítulos
extremos: "La inmigración masiva y su papel en la modernización del pais" y "La familia en
transición en la Argentina", respectivamente. Finalmente cabe acotar que la obra de Germani
es un instrumento idóneo para explicar los rasgos sociológicos esenciales, en cuanto a los
proceso de modernización, de la Argentina del siglo XX.
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13 * Charles S. Sargent. The Spatial Evolution of Greater Buenos Aires, Argentina, 1870-
1930, Center of Latin American Studies, Arizona State University, Tempe Arizona, 1974, 164
pags. (edición original en inglés. Sin traducción al castellano).
No son numerosos los estudios disponibles sobre el origen y desarrollo de Area Metropolitana
de Buenos Aires en su conjunto.
Este trabajo, junto con el de Horacio Torres constituyen, probablemente, los aportes mas
significativos al tema. La obra se organiza en seis capítulos e incluye apéndices con las
fuentes consultadas y diversos cuadros estadísticos. Luego de una introducción donde se
describen las características particulares del área de estudio, se aborda sintéticamente la
evolución de la zona entre los años 1580 y 1870 (capítulo 1). Los comienzos del crecimiento
moderno de la ciudad de Buenos Aires y el desarrollo de los partidos de la periferia (ambos
análisis ubicados en las últimas tres décadas del siglo XIX) son contemplados en los capítulos
2 y 3 respectivamente. El capítulo 4 se dedica a la creación de la moderna Buenos Aires -
1900-1930- y el capítulo 5 a la creación del Gran Buenos Aires, establecida en el mismo
período. En el capítulo 6 se establecen algunas consideraciones generales que obran como
conclusión del trabajo. El período que Sargent investiga con detenimiento son, basicamente,
las tres primeras décadas del siglo XX, lo que permite cierta profundidad en la investigación
de los aspectos físicos, demográficos, sociales y económicos.
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