Hematología - Seminario 2 (Órganos H y SMM)
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Los sitios de la hematopoyesis cambian varias veces desde la formación del embrión hasta la
adultes. En general se reconocen tres fases o periodos:
1) Periodo Mesoblástico.
2) Periodo Hepático y
3) Periodo Medular o Mieloide.
Período Mesoblástico: Durante muchos años se pensó que toda la hematopoyesis se originaba
en los islotes sanguíneos del mesodermo extraembrionario del saco vitelino. Sin embargo, se
demostró que solo los eritroblastos se desarrollan en el saco vitelino y que las células troncales
(stem cells) hematopoyéticas, que dan lugar a la hematopoyesis definitiva, de hecho surgen de
una fuente intraembrionaria cerca de la aorta.
La hematopoyesis temprana es transitoria, cesando a las 6 - 8 semanas de gestación.
Los productos hematopoyéticos medibles en este momento son las hemoglobinas
Portland, Gower 1 y Gower 2.
Fase medular (mieloide): Alrededor del 5to mes de desarrollo fetal, los islotes dispersos de
células mesenquimáticas comienzan a diferenciarse en células sanguíneas de todos los tipos.
La producción medular comienza con la osificación y el desarrollo de médula en el centro del
hueso. La clavícula es el 1er hueso que muestra actividad hematopoyética medular. A esto le
sigue la osificación rápida del resto del esqueleto con el desarrollo posterior de una médula
activa. La actividad de la médula ósea aumenta, lo que genera una médula roja en extremo
hiperplásica. Al cabo del 6to mes la médula se convirtió en el sitio primario de hematopoyesis.
Entre los productos medibles en este momento se incluyen representantes de las diversas
etapas de maduración de todas las líneas celulares, eritropoyetina (EPO), hemoglobina fetal y
formas adultas de hemoglobina.
Algunas células reticulares en la médula ósea se localizan en la superficie externa de los senos
venosos, con ramificaciones estrechas y largas que se extienden hacía el espacio perivascular,
para proveer así un sostén para el desarrollo de células hematopoyéticas, macrófagos y
mastocitos.
Durante la niñez temprana la médula se mantiene exclusivamente roja.
Entre los 5 y los 7 años aparece la grasa en los huesos largos, en las áreas antes ocupadas
por médula roja.
Se produce un retroceso, por lo que la médula roja activa que da restringida a los huesos
planos (El esternón, las vértebras, la pelvis, las costillas, el cráneo y la porción proximal de los
huesos largos). Las células hematopoyéticas desaparecen en forma gradual de áreas
específicas, para dejar sólo tejido reticular y células grasas, que constituyen la médula amarilla.
Todas las células que abandonan la médula penetran la pared sinusoidal mediante su pasaje a
través de las células de la adventicia y su salida por espacios en el revestimiento endotelial.
Microambiente hematopoyético: El ambiente hematopoyético inductivo en la médula ósea
cumple un papel importante en la diferenciación y la proliferación de las células troncales
hematopoyéticas. Las necesidades satisfechas por el microambiente son:
1) Una atmósfera con predominio de CO2
2) Una superficie húmeda y pegajosa en la cual fijarse (formada por células de la estroma, y
osteoblastos, fibroblastos, adipocitos, miocitos, células endoteliales, células dendríticas y
macrófagos), y
3) Una población “normal" de células de la médula roja necesaria para la interacción celular.
El hígado está compuesto por dos lóbulos situados debajo del diafragma en la cavidad
abdominal. La posición del hígado respecto del sistema circulatorio es óptima para recolectar,
transportar y eliminar sustancias por medio de la bilis. En términos anatómicos las células
hepáticas están organizadas en lóbulos hepáticas radiados que provienen de una vena central.
Adyacentes a los lóbulos longitudinales del hígado y separados sólo por un espacio pequeño se
encuentran los sinusoides, revestidas por dos tipos de células, las de Kupffer y las epiteliales.
Las primeras funcionan como macrófagos, al eliminar desechos celulares y ajenos de la sangre
que circula por el hígado; también participan en la síntesis proteica. Las células epiteliales
están ordenadas en el revestimiento de forma que se encuentran se paradas por un área no
celular; esta organización permite el acceso directo del plasma a los hepatocitos.
El Bazo: Es el órgano linfoide más grande del organismo. Es importante aunque no esencial
para la vida. Está ubicado justo por debajo del diafragma detrás del fondo del estómago. Es
ovoide, y su forma puede variar de grado considerable de un individuo a otro, incluso en la
misma persona en distintos momentos. En un individuo sano el bazo con tiene alrededor de
350 ml de sangre.
La arteria esplénica central ingresa en el bazo por el hilio y se ramifica hacia el exterior a través
de una acumulación densa de linfocitos en la pulpa blanca. Luego se divide para formar
arteriolas y por último capilares, que irrigan la pulpa roja. Los senos venosos, que se ubican en
la pulpa roja, se unen y abandonan el bazo como venas esplénicas.
Los ganglios linfáticos: Son miembros del sistema linfático localizados a lo largo de los
capilares linfáticos que son paralelos a sistema circulatorio aunque no forman parte de él. Los
vasos linfáticos aferentes transportan linfa (un líquido similar a la sangre pero que se
caracteriza por una concentración baja de proteínas y ausencia de eritrocitos) hacia los
ganglios. La linfa circula por el ganglio y lo abandona a través de los vasos linfáticos eferentes
ubicados en el hilio del ganglio linfático.
Los ganglios linfáticos son cuerpos con forma de poroto (1-5 mm de diámetro), dispuestos por
lo general en cadenas en intervalos a lo largo de los vasos linfáticos. Pueden ser superficiales
(inguinales, axilares, cervicales, supratrocleares) o profundos (mesentéricos,
retroperitoneales). Con estructura similar a la del bazo, los ganglios linfáticos están
compuestos por una cápsula externa que forma trabéculas y actúa como sostén para los
macrófagos y la población predominante de linfocitos. Las trabéculas dividen el interior de los
ganglios linfáticos en áreas específicas. Entre las trabéculas se encuentran los nódulos
corticales. Dentro de ellos hay folículos, la mayoría abocados la producción de linfocitos B,
denominados centrogerminal. Estos nódulos se organizan en círculos en la capa externa del
ganglio linfático. La paracorteza con tiene la mayoría de los linfocitos T. Los cordones
medulares yacen hacia el interior del ganglio linfático y rodean los vasos linfáticos eferentes.
Están compuestos por cordones de plasmocitos y linfocitos B.
El Timo: Para comprender el papel del timo en el adulto, deben considerarse algunos procesos
formatívos intrauterinos que afectan la función:
1) El tejido del timo se origina del endodermo al igual que el tejido mesenquimático y
2) El Timo se puebla en principio con linfocitos del saco vitelino e hígado. Este incremento de
la población linfoide separa físicamente las células epiteliales, sin embargo, sus
prolongaciones permanecen unidas mediante desmosomas.
De acuerdo con la evaluación macroscópica, el tamaño del timo se asocia con la edad. En el
momento del nacimiento, el timo pesa de 12 a 15 g; en la pubertad, de 30 a 40 g y luego, de 10
a 15 g. Es difícil reconocerlo en la vejez, debido a que se encuentra atrofiado.
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El sistema está formado por los monoblastos y promonocitos de la médula, los monocitos y los
macrófagos tanto libres como unidos a los tejidos. Normalmente no se incluyen en el SMF al
endotelio vascular, las células reticulares y las células dendríticas de los centros germinales
linfoides, aunque el término, actualmente arcaico, de sistema retículoendotelial incluía estas
células que tenían un papel complementario con los fagocitos mononucleares.
Células Dendríticas: Por otra parte, las células dendríticas también comportan un origen
común con los macrófagos y se originan en la médula ósea a partir de un progenitor CD34+
cuya diferenciación es regulada por la unidad formadora de colonias dendrítico-células de
Langerhans CFU-DL. Los precursores de la célula dendrítica entran en la circulación desde la
médula ósea, y llegan a los tejidos para transformarse en células dendríticas, cuya misión
principal es la presentación de antígenos.
Moléculas de membrana: En su membrana, los Møs poseen varios receptores y moléculas que
les facilitan reconocer patógenos e interactuar con otras células. Los más importantes son:
CD15 y CD16, receptores para los factores de crecimiento M-CSF, GM-CSF.
Varios TLRs que les permiten reconocer PAMPs de los microorganismos patógenos.
CR1 y CR3, receptores para el factor C3 del complemento.
Receptores para las citoquinas IL-4, TNF, IL- 7, IFN-γ.
Receptores para inmunoglobulinas, CD16, CD32, CD64, por medio de los cuales se
unen a las distintas clases de Acs que se hayan unido a microorganismos.
Receptores de manosa y basureros (“scavenger”) gracias a los cuales remueven restos
de células o microorganismos.
Moléculas HLA-I y HLA-II para presentar Ags a los Ls.
Moléculas de adherencia ICAM-1 (CD54), LFA-3 (CD58) y selectina L (CD62L) que les
facilitan la migración del torrente circulatorio hacia los tejidos.
El proceso de la fagocitosis por parte de los Møs es similar al de los PMNs, pero tiene algunas
características adicionales. En contraposición a los PMNs, los Møs no mueren al cumplir su
función fagocitaria. Pueden reconstruir parte de su arsenal enzimático y armarse para un
nuevo ataque de fagocitosis. Por otra parte, conservan la capacidad de reproducirse en los
tejidos. Pueden fusionarse o tener un proceso de segmentación parcial del núcleo, mas no del
citoplasma, para formar las células epitelioides y las células gigantes, características de algunos
procesos inflamatorios crónicos.