Resumen de Literatura Infantil
Resumen de Literatura Infantil
Resumen de Literatura Infantil
¿Para qué sirve la ficción? Los lectores vamos a la ficción para intentar comprendernos, para
conocer algo más acerca de nuestras contradicciones, miserias y grandezas, es decir acerca de lo
más profundamente humanos.
Una mirada sobe el mundo, la obra de un buen escritor no puede definirse por sus intenciones sino
por sus resultados. Un buen escritor es diferente a otros escritores.
Un buen escritor se niega a escribir a demanda. Un buen escritor se resiste a escribir bajo dogmas
estéticos y/o políticos, por supuesto se niega a escribir a demanda de las tendencias del mercado y
las modas de lecturas. El trabajo de un escritor no puede definirse de antemano, porque el
pensamiento se modifica en el proceso mismo de escritura que es incierto.
Rentabilidad y calidad, la lectura y la experiencia estética se encuentra entre los ejercicios más
radicalizados de libertad, pero por estrategias económicas se condiciona de antemano. La
rentabilidad suministra las pautas que debe seguir un libro para que tanto el escritor como el
escritor como el lector/consumidor se adecuen a ellas
Hacia una literatura sin adjetivos, considerar a la literatura en infantil y/o juvenil, es un peligro
porque parte de ideas preconcebidas sobre lo que es un niño y un joven. Si la obra de un escritor
no coincide con la imagen de lo infantil o juvenil que tienen el mercado, las editoriales, os medios
audiovisuales, la escuela o quien fuere, deduce que esto libros no pueden ser ofrecidos a lectores
potenciales.
Peligro, el gran peligro que acecha a la literatura infantil y a la juvenil, es la categorización como
literatura. No es importante la adaptabilidad a un destinatario sino sobre todo de su calidad.
La industria editorial, las leyes de mercado, hacen que se confunda literatura con cifras de ventas
por título. Un buen editor, un editor preocupado por la literatura, es alguien capaz de construir un
catálogo perdurable, capaz de atender a una mejor calidad y a una mayor diversidad, tal vez con
una menor concentración de ventas por título para mejores libros.
Las ediciones del Estado, el Estado debe implementar mecanismo de selección de altísima
transparencia, en busca de libros de la mayor calidad, que permitan dar cuenta de la diversidad de
autores, de editores, ya existentes en nuestra literatura. En vez de fabricar cuadernillos como si
fueran caramelos.
Un niño, joven o adolescente tiene derecho a convertirse en lectores por derecho, debe incluir
ocasiones y espacios de encuentro.
Un buen libro es un libro menos funcional, un buen libro por lo general tiene un campo de lectores
más pequeños que un libro funcional a ciertas tenencias o requerimiento del mercado. Algunos
libros trascienden fronteras y se difunden y crucen ciertas barreras es otro fenómeno, pero las
buenas obras, por lo menos en sus comienzos, circulan de un modo más restringido y secreto
porque no responden al único juego de oferta y demanda. Los buenos libros tienen, una
multiplicación de sentido que es al mismo tiempo una restricción a su uniformidad y masividad.
“¿Por qué la literatura es también para los niños?” por Marcela Carranza
La literatura pensada para los niños, necesitó para su aparición que primero existieran los niños
como idea en la mente de los adultos. Junto a la creación del concepto de infancia surgió la
escuela. Los pedagogos vieron la necesidad de crear libros que les facilitan llevar a cabo sus
objetivos. Fue así que surgió toda la literatura específicamente creada para el niño- alumno, al
servicio de inculcar en él representaciones, valores, contenidos, normas, identidades considerados
legítimos por la sociedad del momento. La literatura infantil comienza a conformarse como sistema
a partir del surgimiento de una literatura y principalmente de un modo de lectura cuyo principal
objetivo no era estético, sino formativo. Está instrumentalización del texto literario, como dice
Graciela Montes se trata de FORMAS DE DOESTICACIÓN MÁS TRADICIONAL Y PRESTIGIOSA
DE LA LITERATURA.
Los libros para niños son ante todo una expresión artística, Gianni Rodari dice “que ese niño que
juega, es finalmente el verdadero vencedor, porque los libros nacidos para el niño alumno, no
pertenece, no resiste al paso del tiempo, las transformaciones sociales, las modificaciones de la
moral ni tan siquiera a las conquistas sucesivas de la pedagogía y de la psicología infantil. Los
libros nacidos de la imaginación y para la imaginación, sin embargo, permanecen y a veces, hasta
incluso se hacen más grande con el tiempo. Se tornan en clásicos”.
Mucho de lo que llamamos LITERATURA queda afuera. La literatura y el arte dejan de ser también
para los niños, y o que le ofrecemos es un producto que simula ser arte y simula ser literatura. La
literatura y el arte en general (el que ignora las restricciones) es peligroso, inadecuado y molesto.
Puede suceder que un texto sea escrito o elegido con el único propósito de transmitir un contenido
considerado legítimo socialmente. Este tipo de producción perdiguen fines comerciales, esos son
los libros que más venden.
No sólo se censuran los textos también censuran a los lectores imposibilitándoles construir sus
propios sentidos, transitar sus propios caminos dentro de la historia que está leyendo.
Impidiéndoles actuar como creadores de su propia lectura.
La literatura es también para los niños, la experiencia de la lectura como experiencia estética es
todo lo contario a recibir las instrucciones oficiales de cómo interpretar el mundo y actuar en él. La
literatura no transmite certezas, más bien abre interrogantes Por ellos los silencios, las sorpresas,
las ambigüedades son tan frecuentes en los textos literarios.
No es de extrañarnos que existiera una literatura para niño, que permita disfrutarlo los adultos.
“La literatura al servicio de los valores o cómo conjugar el peligro de la literatura” de Marcela
Carranza
La literatura sería dejarse decir algo por el texto, algo que uno no sabe ni espera, algo que
compromete al lector.
La experiencia lectora tiene que ser una lectura libre, que nos moviliza para la búsqueda
personales, para la compresión del mundo y de nosotros mismo. La literatura es plurisignitividad, es
ambigua.
La selección de los textos debe por lo tanto privilegiar esta plurisignitivdad, favorecer esta libertad y
apertura en la interpretación del lector. La literatura es peligrosa porque actúa sobre los lectores
justamente en sentido contrario que cualquier modalidad de transmisión considerada socialmente.
La litera es búsqueda y descubrimiento de significados y no reproducción pasiva de verdades
dirigidas por otros. Como el juego, el arte, la literatura es gratuita, inútil, indomesticable.
La literatura y el arte son inquietantes porque no nos permiten conformarnos con lo que ya creemos
que sabemos sobre el mundo. El niño lector no implica en absoluto limitaciones sino por el
contrario, la posibilidad de abrir inexplorados caminos para la creación.
La propuesta del uso de los textos literarios para la transmisión de valore vigentes, se multiplican
geométricamente en las escuelas en proyectos institucionales, prácticas de lectura y escritura
literaria en las aulas.
Existe toda una producción pensada a priori con el fin de enseñar al niño o joven entender el mundo
a sí mismo desde un ideal oficial en una sociedad democrática. Los libros creados para enseñar a
ser tolerantes, a no discriminar, a resolver los conflictos dialogando, a cuidar el medio ambiente, a
vivir en paz; libro que se ocupan en problemáticas sociales, son libros a la carta, hechos a la
medida, libro para cualquier necesidad didáctica de transmisión de contenidos para los niños-
alumnos.
Utilizar la literatura para la transmisión de un mensaje, no sería otra cosa que valerse de un
instrumento sostificado para convencer al lector hacer de alguna verdad dada.
El discurso de los valores, se apropia de la literatura con el fin de transmitir con eficacia sus
contenidos. Para ello se selecciona el texto según los criterios morales, que nada tiene que ver con
lo literario, se establece un modo “legítimo y único” en relación con el texto. Se controla que esa
relación responda al proyecto de transmisión de mensaje, finalmente se evalúa el logro de dicha
transmisión.
Para el éxito de una lectura pedagógica el mediador asegura de que el texto contenga de forma
evidente posible mensaje a transmitir o bien tutelada de modo tal que se imponga el sentido
“correcto”. Este modo de lectura pedagógico dogmático puede, por supuesto, aplicarse a toda la
literatura, sin embargo, encuentra su medio ideal en la literatura para un destinatario infantil.
Hay dos clases de niños que leen: lo que lo hacen para la escuela y los que leen para ellos mismos.
La literatura en sus inicios, sierva de la pedagogía y de la didáctica, dirigía al niño escolar según los
criterios escolares basados en el rendimiento, en la capacidad de adecuarse al modelo escolar
establecido. La literatura infantil es uno de los vehículos de la ideología de las clases dominantes.
El “NIÑO QUE JUEGA” es finalmente el verdadero vencedor, porque os libros nacidos para “EL
NIÑO ALUMNO” no permanecen, no resisten el paso el tiempo, las transformaciones sociales, las
modificaciones de la moral ni tan siquiera a las conquistas sucesivas de la pedagogía y de la
psicología infantil.
Definir el libro como “un juguete” no significa en absoluto faltarle el respecto, sino sacarlo de la
biblioteca para lanzarlo a la vida, para darle vida. El mundo de los juguetes no tiene límites.
Muchos se han escrito sobre la importancia del juego en la formación humana. Pero quizás no
creemos en aquello que escribimos y decimos, porque en la realidad cotidiana el juego y los
juguetes aún son considerados como parte de lo que es superfluo y no como elementos de lo que
es necesario, en la escuela, en la que para el juego existe la “hora de recreo”, bien diferente de la
hora de “clase”, es una equivocación. En la escuela tendría que haber una “ludoteca”, como existe
una biblioteca, el juego es tan importante como la historia o la matemática.
Para que la literatura infantil no caiga sobre los niños como un peso externo o como una tarea
aburrida, sino que alga de ellos, viva con ellos, para ayudarlos a crecer y a vivir más arriba,
tendríamos que conseguir relacionar íntimamente estos tres sustantivos. IMAGINACIÓN- JUEGO-
LIBRO.
- El papel de la imaginación
Jugar con las palabras y las imágenes no es la única manera que los niños tienen para aproximarse
a la realidad, pero esta no significa ninguna pérdida de tiempo. Significa apoderarse de las palabras
y de las cosas. Por eso sostengo que el libro- juguete (las fábulas, las aventuras, la poesía en la
que la lengua juega consigo misma) ha de tener un lugar adecuado en la literatura infantil, junto a
otros libros que actúan sobre otros componentes de la personalidad infantil, abriendo otros
caminos. Hasta esos otros libros, no podrán olvidar el lenguaje de la imaginación para dirigirse a o
niños: su autor deberá sentir sus vivencias en la imaginación si quiere que el mensaje llegue a su
destinatario.
Amigos míos defienden a una literatura para niños, moderna y progresista, debería estar basada
exclusivamente en el conocimiento racional del mundo. Yo les discuto esta teoría, porque incluso
para mostrar la realidad escondida por las apariencias, es indispensable el recurso de la
imaginación.
Hasta cierta edad, los niños necesitan juguetes. Después no necesitan del objeto-símbolo, el objeto
mediador sino la confrontación directa con el mundo.
Es conveniente dejar libres a los chicos para que puedan buscar el libro que les conviene, en ese
momento, para sus proyectos (no para los nuestros), para sus necesidades intelectuales o morales
(no para las que nosotros imaginamos); y que se lo busquen libremente sin interponer barreras
entre ellos y los libros de todas las literaturas. Ayudémoslos a apropiarse del mundo, de la cultura,
de la poesía, a hacer pasos bien largos cuando sientan que deben haceros.
Será importante que ante la estantería de los adultos sean buscar no sólo informaciones sino
también espacios para su imaginación.
Un libro para niños se puede considerar como logrado cuando interesa a los niños, estimula y
compromete sus energías morales, toda su personalidad, es igual que hace un buen juguete. Esto
quiere decir que el libro debe responder a cualquier pregunta fundamental, a cualquier necesidad
real de los niños, debe ser un instrumento de su crecimiento. Libros al servicio de los niños y no
niños al servicio de los libros.
Mientras se va creciendo, el niño conoce adultos diferentes y, cada uno de ellos, le puede interesar
por un motivo particular y entrar en un sistema de relaciones que será más estimulante cuanto más
rico sea. Un escritor le ayudará a descubrir la lengua, sus capacidades de sorpresa y de inversión.
Otro le ofrecerá instrumentos para descubrir las cosas que penetrar su significado.
Para poder ayudar al niño lector, el adulto tiene que seguir siendo el mismo, no tiene que fingir ser
un niño también. A los niños les gusta jugar con el adulto, su experiencia le puede hacer más
interesante.
Hay que imponer límites, el que escribe para los niños no acepta límites, escoge una clave de su
propia experiencia escogerá lo que no parezca a la experiencia infantil demasiado extraño o lejano.
Si escribe sobre temas de ciencias, evitará el lenguaje familiar a los científicos, etc. sí escribe
historias fantásticas deberá controlar su fantasía para que sus imágenes no resulten
incomprensibles, como si fueran palabras desconocidas. Una vez encontrado el punto justo para el
encuentro con el niño, seguirá siendo un adulto, se comprometerá completamente, dirá toda su
verdad. Lo difícil es encontrar ese punto justo. Es el fruto del trabajo y de la experimentación más
que de la intuición. Es necesario el contacto con niños, ellos siempre son nuevos.
Los libros destinados a los niños deberían procurar no ser libres fuera del tiempo. Los libros para
los niños de nuestro siglo no pueden aparentar que el siglo no existe y que no transcurre. Un buen
libro para los niños de hoy debe ser un libro que sintonice con el calendario y con sus problemas.
Con los niños puede hablarse de todo, siempre que se les pida ayuda para hallar el lenguaje justo
para hacerlo.
Es posible que en un primer momento haya que marcar el comienzo de ese espacio- tiempo con
gestos, rutinas, llamados. A medida que se trate genuinamente a esa experiencia mucho más
natural y formará parte del trato diario del aula.
La escuela puede dar lugar de muchas maneras de leer, pero aquí nos interesa poner en énfasis
recuperar la comunidad del aula, la primer y rica comunidad de lectura que puede generar la
escuela. La escuela si está dispuesta a asumirse como a gran ocasión y realmente enseñar a leer.
La literatura es un espacio donde curen hechos maravillosos y sorprendentes sin importar por quien
estén escritos, ni quien los lea.
Sin embargo, en este campo se excluye LIJ y se desestiman autores y obras importantes ya que se
lo relacionan más a lo didáctico que con lo literario y se lo ubica en el campo de lo artístico.
Debemos decir que no todo lo que circula como LIJ corresponde a la misma y se debe entender a
esta como una convención a través de la cual nos estamos refiriendo a un modo de
comportamiento posible de la literatura dentro de la cultura. Tenemos que apostar a una literatura
donde el receptor participe activamente del proceso creativo y que se apropie de sus significaciones
disfrutando estéticamente la obra literaria.
Cada época, cada omento histórico, cada escritor, cada mediador tiene una concepción de infancia
y de juventud que aparece a la hora de promover la situación comunicativa.
Esta idea está relacionada con la idea de infancia que predomina en la sociedad en un momento
histórico.
o En el siglo XVIII la literatura estaba impregnada de una carga moralizante que formaba al
corazón y al espíritu, se escribía para chico, desde la concepción de niño como adulto en
miniatura al que había que tutelar.
o En la actualidad existen diversas concepciones, por un lado, pervive la idea de una infancia
como un mundo diferente, ideal de emoción y por el otro la idea del niño como un ser débil
que hay que instruirle valores y normas de la sociedad en la que hay que vivir.
En esta idea se producen textos que realmente no se considera como literarios, que no se
puede pensar en un lector como un ser incapaz en el que hay que depositar moralejas o
valores.
o Por otro lado, hay una idea de niño al que se respeta como humano y sujeto pleno portador
de cultura y poseedor de posibilidades como un sujeto de formación.
El uso del lenguaje en la LIJ
En lo que respecta a los chicos, hay algunas creencias que influyen en la selección de textos que
son como el lenguaje que tiene que ser claro y sencillo, el vocabulario debe apropiarse a la edad
del destinatario, las oraciones deben ser breves al igual que el texto.
Cuando en realidad, el lenguaje del niño es por naturaleza sugerente, metafórica y construye su
propia realidad.
Los textos demuestran una preocupación por la enseñanza, por la inculcación de normas que lo
alejan de lo literario.
Cuando hablamos de ideológico nos referimos a determinado nivel de discurso que alude a una
visión del mundo, visto ante una postura de la sociedad y ante las estructuras y relaciones de poder
que requiere el análisis diferente del literario pero inevitable cuando leemos críticamente un texto.
También debemos afirmar que ningún texto es inocente ni neutro si no, que la ideología es un
componente ineludible del discurso literario ya que el discurso es lenguaje y el lenguaje es
ideológico.
Cuando un texto presenta ideologías explicitas por parte del autor es decir cuando la literatura está
al servicio de la ideología, desaparece toda posibilidad de creación estética.
o El autor no debe someter sus obras al servicio de una ideología al igual que sus lectores
no debe dejarse llevar por una lectura meramente ideológica. La literatura centrada en la
inculcación es mala literatura. porque si se descuida lo estético desaparece lo literario.
o Hay que prestar atención al modo en el que se considera al receptor de esa literatura, la
concepción de infancia y juventud y lector construido en el texto y también si es una
literatura para el control social o no.
o Debemos tener cuidado en la selección, en la censura y el totalitarismo, es necesario
conocer mucha literatura para elegir, es necesario conocer muchos mundos para crecer y
es necesario conocer otras ideologías para construir la propia.
La literatura infantil no ha podido crear su propio campo de saber y es por eso que se reconoce
como un campo hibrido, donde intervienen la didáctica, la pedagogía y la psicología evolutiva, estas
disciplinas aportaron a los textos para chicos y conformaron al cuerpo teórico de la materia.
EL DISCURSO LITERARIO, es un universo de palabras con reglas de juegos propios que propone
literaturizar la literatura, se caracteriza por ser un discurso ficcional e independiente de cualquier
perspectiva o didactismo que lo limite, no refleja la realidad, pero si construye la propia.
El discurso ficcional
El discurso connotativo
También debemos decir que no existe una palaba ni una frase solo connotativa, sino que se toma el
texto completo como connotativo. Este plus que nombramos también se suma por parte del lector
que pone a lo que le da significación que el crea.
Todo discurso se construye en la base de otros discursos, donde cada texto dialoga, interroga,
responde, niega y recrea otros textos. Estas características del discurso se conocen como
INTERTEXTUALIDAD.
La intertextualidad es un plus de significado al texto que se está leyendo y constituye una referencia
directa para el lector al que está dirigido. Le pide que se acuerde de la obra nombrada y la relacione
es decir requiere un trabajo extra que debe completar para darle sentido.
Capitulo 4: La narrativa
La historia: es lo que ha ocurrido, lo que se cuenta, los acontecimientos que son comunicados
a lo largo de la obra. Es un conjunto de acontecimientos vinculados entre sí que nos son
comunicados a lo largo de la obra, que sigue un orden natural, cronológico, caudal de
acontecimientos con independencia que han sido dispuestos en el texto
El discurso son la forma en la que se organizan los hechos y la forma de contrario, es la
estructuración y organización lingüística del relato, propone un orden de aparición en la
obra, que resulta ser la forma en la que el lector de entera de lo sucedido, cabe resaltar que
no son acontecimientos referidos lo que se cuenta sino la manera en cómo el narrador nos
los da a conocer, también resaltamos que es la forma en la que se presenta la construcción
artística del relato.
El pacto narrativo
Es la forma por la cual el lector acepta lo que el texto le propone y respeta las condiciones
impuestas como un sí de la ficción. Debe cumplir con la condición de verosimilitud y si no
aceptamos esta propuesta y no creemos en la ficción estamos rompiendo el pacto.
El narrador
Es quien al construir el relato asume la fundación del mundo ficcional, por lo cual sus decisiones
afectan a todo el entramado textual y todos los elementos que intervienen en el relato. Es la voz
encargada de entablar un verdadero diálogo con el lector.
Las marcas que nos dejan el narrador nos obligan a separar quien cuenta la historia del autor que
es quien escribe el libro. También se debe aceptar el estatuto ficcional del narrador que es producto
del discurso construido por el texto y deducido por el lector en el trascurso de la lectura. Si no
aceptamos esto estamos desficcionalizando la literatura.
El lector modelo
Es aquel lector que pensó el autor del texto, también podemos llamarlo lector implícito. LA
MODALIDAD POLIFONÍA.
La poesía
Se diferencia de los otros géneros por una actitud de lectura sancionada socialmente, propone la
creación de un mundo ajeno y diferente, profundamente extrañado, que se define no solo por sí
mismo sino por la actitud de lectura particular que genera en el lector, es decir que propone un
pacto especial de lectura.
Plurivocidad y polisemia
En el lenguaje poético alberga y genera muchos sentidos aún más que la narrativa donde el plan de
escritura del autor pretende ofrecer más datos, más información sobre los hechos, los personajes y
las situaciones.
“Para construirse como lector el niño tiene que ir volviéndose más astuto en la búsqueda de
indicios, libre de pensamientos, más ágil en el punto de vista, más ancho en horizontes, dueños de
sus propias significaciones y esto se da con la lectura continua. Leer vale la pena”
La escuela tiene que asumirse como la gran ocasión para que todos los ciudadanos lleguen a ser
lectores plenos. La lectura no es algo que la escuela pueda desentenderse.
Leer es construir sentido, no solo se lee lo que está cifrado en letras .se puede leer a través de una
imagen, lo que nos rodea, ruidos, etc. Muchos antes de disponer del lenguaje, un bebé lee el
mundo que lo rodea desde que nacemos.
Tomar la palabra
La escuela tendrá a ese lector frente a nuevos desafíos: las letras. Leer lo que está ahí, delante de
los ojos encerrado en la letra, descifrar esas marcas, les exigirá al recién llegado a 1° grado nuevos
trabajos, para poder leer lo que está escrito hay que entrar al mundo escrito.
La lectura permite que se actualicen, entren en diálogo, se entretejen unos con otros y se vayan
transformando. Para quien vive dentro de una sociedad de escritura no es lo mismo leer que no
leer. Tampoco de esto se puede desentenderse la escuela, es la que enseña a leer y con esto
están pidiendo que se dé la posibilidad de adueñarse de la cifra, de la clave de la letra, sino que se
les franqueé la entrada al mundo e o escrito.
El lector se toma un tiempo para mira y para pensar. Hay un momento de perplejidad de sorpresa,
descontento, pero enseguida el lector toma el reto. Entra al juego con buena gana, con ánimo,
curioso, tenaz, inconformista. Así es la actitud del lector y se convierte en quien lee. Estar en frente
de un libro no supone haber adoptado la posición de lector. Se puede estar en frente de un libro
decodificar, memorizar sin haberlo leído, sin haber construido nada, como si el juego perteneciera a
otro.
En la escuela “leer por placer” empezó siendo una fórmula refrescante frente al rigor de obligatorio.
Algunos lo veían como sinónimos de “lectura recreativa” de “pasatiempo”, “leer por leer”, “que cada
uno lee lo que trajo de su casa”, cada uno entendió la consigna a su modo. A menudo hay una
confusión entre el placer sinónimo de facilidad.
El que lee es el lector. Él, personalmente, se hace cargo de su lectura y eso es algo en lo que nadie
podrá reemplazarlo. Cada lector, cada lectora construye su propia lectura, no hay dos lecturas
iguales en su mismo texto.
La lectura no es consumo, sino producción. No funciona con un sello sobre masilla blanda,
formando al lector a su imagen y semejanza, sino que el lector, que no es pasivo, ofrece una
resistencia se coloca frente al texto entra en juego con él y produce su lectura.
El lector no es una tabla rasa, lo que lee no cae al vacío sino a su espacio personal. Cada nueva
lectura va a suponer una reestructuración de ese espacio simbólico, va a suponer una relectura de
lo ya leído.
Todo lector dispone de un espacio de lectura acumuladas (un pasado de lecturas) y también de
ciertas reglas de juego: una poética.
El lector nunca deja de estar presente en su lectura, hasta en el rechazo a leer está presente.
Leer y escribir
La práctica de la lectura y la práctica de la escritura están muy cerca, más cerca de lo que en
general se piensa.
Escribir es una forma de estar leyendo, del mismo modo en que contar es una forma de leer lo que
se cuenta. El niño pequeño que va por el mundo nombrando cosas, está en cierto modo leyendo y
además escribiendo, registrando con la enunciación, su lectura.
Enseñar a leer
La escuela es una institución de tradiciones fuertes, donde el maestro ha sido colocado con el papel
de “dador”. Ese papel de dador entra en crisis cuando se piensa en la lectura como experiencia
personal. El maestro por mucho saber y muchas lecturas que tenga en su espacio personal, no
será el constructor del sentido del otro. Puesto que ya dijimos, cada uno construye personalmente
su lectura.
Lo primero que puedo hacer un maestro que quiere “enseñar a leer” es crear la ocasión, un tiempo
y un espacio.
Los mediadores que hacen de nexo entre el lector y el texto, quedan ligados a la experiencia
misma. La voz de quien lee un cuento en voz alta, su presencia en el libro, las ilustraciones que se
ven, el lugar en que se desarrolla la escena, los olores y sonidos forman parte de la experiencia.
La ocasión a veces no está, en ese caso habrá que crearla. La escuela tiene sus rutinas, pero si
quiere dar lugar a la experiencia de la lectura personal y permitir que se despliegue en todas sus
posibilidades, deberá reservarle un lugar en el tiempo y un lugar, de modo que quede claro para
todos que lo que se hará en ese espacio y tiempo elegido sea leer.
Es posible que en un primer momento haya que marcar el comienzo de ese espacio- tiempo con
gestos, rutinas, llamados. A medida que se trate genuinamente a esa experiencia será mucho más
natural y formará parte del trato diario del aula.
La escuela puede dar lugar muchas maneras de leer, pero aquí nos interesa poner en énfasis
recuperar la comunidad del aula, la primera y rica comunidad de lectura que puede generar la
escuela. La escuela si está dispuesta a asumirse como la gran ocasión y realmente enseñar a leer,
no puede desaprovechar esa escena.
Cuando el lector se pone en frente al texto, el lector se desconcierta frente a lo que fue escrito. Hay
un momento inquietante, enigmático, en el que uno “no sabe” si saldrá adelante con el juego. No
está mal que el lector, frente al enigma se sienta perplejo, incluso un poco asustado justo antes de
que inicie la lectura.
Lo mejor que puede hacer el maestro, es no interponerse, permitir ese encuentro enigmático. El
lector que empezará a leer entrará al texto. El maestro debe mantenerse atento y curioso a lo que
está sucediendo.
Cuando los maestros dicen “no entienden lo que leen” es que o bien no han construido un sentido o
han construido un sentido que se considera aberrante.
Nadie se hace dueño de un texto que no ha pasado por él. Que entender viene junto con el ser
parte, con hacerse cargo, con apropiarse sin ese trabajo de construcción personal todo texto
seguirá siendo ajeno y resbalará por la atención sin dejar huella. Para entenderlo habrá que entrar
en trato con él, abrazarlo, hacerse frente. Sin ese riesgo personal nada puede tener sentido.
Los lectores se hacen a sí mismo y se hacen en la práctica, leyendo cada uno a su manera.
Los textos literarios son los mejores a la hora de enseñar a leer. Porque los textos proponen lectura
y son lugar de experimentación, práctica y juego para los lectores y todos los textos dan un lugar al
despliegue de estrategias de lecturas personales, la literatura crea mundos es un terreno
inmejorable para el entrenamiento del lector.
Leyendo literatura el lector se encuentra en territorios mucho más extendidos del que suele transitar
a diario, donde aparecerán palabras y maneras peculiares de decir las cosas, los universos
literarios permiten muchas entradas no son unívocos.
La historia del lector, comienza precozmente, cuando no es dueño todavía de la palabra, es una
historia sin fin. N se inicia en la alfabetización ni termina en tercer grado, ni en séptimo, n en la
universidad. La historia de un lector se confunde con su vida. Siempre se estará aprendiendo a leer.
Y siempre quedarán lecturas por hacer, un tapiz por tejer y destejer. También puede haber, algún
otro maestro que nos de espacio, tiempo y compañía, nos insufle su confianza y nos deje leer.
1. Los escritores dividen la cuestión en dos bandos, los que piensan que la literatura es una
actividad exclusivamente individual, privada y los que piensan que lo importante en la literatura
es lo oral, lo social o lo político. Es algo que está desde el comienzo mismo de los tiempos.
2. La literatura infantil era sierva de la pedagogía y de la didáctica. Hemos luchando contra eso
en los años 70 o 80, intentando que la literatura infantil fuera literatura. Pero hoy gran parte de la
producción de libros para niños y jóvenes, es sierva de venta y del mercado. Si el cliente (la
escuela) hace compras mas voluminosas incluye en su curricula la educación en valores. Y si no
hay libros adecuados, habrá que editarlos.
Es tentador para un escritor saber que se pueden escribir libros y entregarlos rápidamente a
edición y verlo en las librerías, también es importante que esos libros puedan venderse a la
escuela. Es muy tentador para la escuela tener resuelta la enseñanza de ciertos contenidos de la
curricula, en este caso la educación en valores. Por la cual otra vez estamos al comienzo: la
literatura sierva de la pedagogía y la didáctica.
3. Muchas editoriales promocionan en su catálogo una literatura apta para educar en valores. El
valor es entendido aquí como una abstracción, algo absoluto y unívoco susceptible de ser
aislado, una cualidad que no puede ser inteligida más que con un significado, el mismo para
todos los lectores. Cuando un texto propone ser utilizado de modo univoco como vehículo de
trasmisión de un contenido predeterminado, lo primero que emprende retirada es la
plurisignificación. Se tergiversa la dirección plural de los textos para convertirlos en pensamiento
global, unitario, así lo literario se subordina a un fin predeterminado que tiende a homogeneizar
la experiencia.
Los autores tienden a satisfacer la demanda de los editores produciendo textos aptos para
ciertas necesidades de consumo, y la producción de libros de las editoriales tiende a satisfacer la
demanda de la escuela que reclama productos para cubrir ciertos contenidos de la curricula.
4. La educación y el arte son puntos extremos de un campo de tensiones que se alimentan uno
por el otro. Se dice que la literatura infantil y la moral son viejas conocida.
La literatura no es, autónoma, como creo que tampoco puede serlo ninguna expresión de la
cultura. Es bastante más compleja de lo que parece la cuestión de los valores. Una estrategia de
venta de las grandes editoriales. Hay un corrimiento ostensible que está cuestión desde la
lectura hacia la producción de los textos: no estamos ya ante una lectura de intenciones
pedagógicas o moralistas que interpreta los textos de un modo direccionada hacia un único
sentido, sino que estamos ante escritura cargadas de oportunismo que reduce a cero las
posibilidades de mutifignificación. Para escribir son necesarios cabeza y corazón.
5. Ética es carácter. Enseñar, significa dejar una marca en alguien. Ética y educación trabajan
en el sentido de dejar una impronta, delinear un modo de comportamiento. El aire intenta
capturar algo de lo que es, esa zona donde el comportamiento y el carácter, así como lo justo, lo
adecuado y lo correcto.
6. La experiencia de la lectura (como la de la escritura) es uno de los últimos reductos de la
libertad que tiene el hombre.
“Algunas consideraciones sobre el humor, el carnaval y los libros para niño” de Marcela Carranza
El humor, dice Gilbert K. Chesterton, es un término que no sólo se resiste a ser definido, sino que en
cierto sentido se precia de ser indefinible; y en general, señala el autor, se consideraría una falta de
sentido del humor intentar definir el humor.
El humor no siempre está acompañado de la risa, ni la alegría; y que, siendo una actitud frente al
mundo, atraviesa todos los géneros y no sólo los literarios.
Durante la década de los años ’70, muchas revistas, particularmente Humor, se configuraron como
un espacio para hablar de aquello de lo que no se podía hablar en ese momento de nuestra
sociedad. Un lugar de resistencia al discurso oficial, particularmente durante los períodos de
dictadura militar en nuestro país. Por su parte Humi puede ser definida como una revista para niños
absolutamente heterodoxa. El humor atraviesa no sólo a la literatura, sino a cuanto discurso social
se nos pueda ocurrir; se sirve de la televisión, la radio, el cine, el teatro, la música, las artes gráficas,
la plástica.
Pablo De Santis dice, “que la literatura acepta y exige la incorporación de otros discursos:
periodismo, historieta, cine, política… y de allí que el humor fue siendo aceptado como una
modalidad que podía ser considerada literaria”.
Aunque, claro está, el humor en la literatura existe desde tiempos antiguos y no es ninguna
invención del reciente siglo XX.
Aristóteles considera la risa como algo propio de las clases bajas, algo menor y por lo tanto algo no
digno de la “verdadera literatura”. Y en algunos ámbitos sigue siendo así, aun cuando una larga
tradición de reconocidos autores, en nuestro país.
Julio Cortázar, Fontanarrosa, junto con muchos otros, tuvieron al humor como centro de su
producción.
Sin embargo, existieron otros filósofos contemporáneos a Aristóteles, pensaban muy diferente al
conocido sabio. Para los cínicos, la risa, la ironía, la sátira fueron instrumentos de conocimiento,
formas de desmantelamiento del pensamiento oficial.
La literatura infantil está plagada de parodias. Podemos nombrar algunas, como Los cuentos en
verso para niños perversos.
Existen textos de la literatura infantil que provienen o poseen resabios de la cultura popular, como
también autores contemporáneos que utilizan recursos que podemos asociar al humor del carnaval.
Buena parte del acervo de la literatura infantil se constituyó a partir de textos que, sin estar dirigidos
explícitamente a los niños, eran leídos por ellos.
Para Bajtín, la cultura cómica popular ofrecía una visión del mundo, del hombre y de las relaciones
humanas diferentes a la oficial. Durante carnaval la ley, el orden instituido, era derrocado, invertido,
y reinaba un orden distinto, opuesto al anterior.
El humor carnavalesco instaura un mundo al revés, donde los bufones se suben al púlpito a dar
misa, y los tontos son coronados.
Bufones y payasos son los personajes característicos de la cultura cómica de la Edad Media. Como
el carnaval mismo, se situaban en una frontera: la frontera entre la vida y el arte.
Este carácter ambivalente de la parodia carnavalesca es muy importante para Bajtín porque señala
un modo de comprender la realidad, un modo deliberadamente contradictorio y relativista.
Lo que estos textos medievales simbolizan es la finitud de la vida, la vanidad de las jerarquías
sociales frente a la muerte, y no están exentos de una ironía estremecedora. La muerte tomada en
broma no sólo forma parte de las imágenes, rimas y canciones populares, también se hace presente
en los cuentos de tradición oral. También el diablo carnavalesco es un diablo jocoso y alegre, un
espantapájaros grotesco e inofensivo. Podemos pensar en las narraciones y obras de títeres de
Javier Villafañe, con diablos burlados y fracasados.
En los libros para niños el humor y en particular el humor paródico, puede hallarse presente tanto en
la ilustración como en el texto, o en la relación entablada entre ambos lenguajes. Así en muchos
libros del autor inglés Anthony Browne, el humor suele cobrar especial protagonismo en las
imágenes.
Una docente leyó el cuento “La escoba vieja” en una sala 5. El libro seleccionado por la docente
para leer a pequeños de cinco años podría decirse que es un libro "difícil", sin embargo, es esta
"dificultad" la que favorece múltiples lecturas en la resolución de la anécdota. Es posible que piense
que los niños no comprendieron correctamente, y considere sus diversas interpretaciones como
erróneas, un fracaso en la comprensión del texto.
Lo que no podrá objetarse a esta escena de lectura es la ferviente y activa participación de los niños
en la construcción personal de significados. Su posición de lectores comprometidos con la historia.
A los cinco años, los niños ya poseen representaciones acerca de la literatura que les está
destinada. Muchos de estos supuestos, provienen de su contacto con los textos infantiles en la
escuela.
El cuento maravilloso; desde el título mismo hay una serie de trasgresiones a este modelo obliga al
lector a reconstruir parte de lo sucedido, son algunos de estos elementos trasgresores.
El "no entendí, pero igual me encantó" del pequeño lector de la cita nos sitúa en un modo de
acercarse a la literatura que no siempre la escuela habilita.
Clasificaciones por edades y preceptos de todo tipo, abundan para impedir que los niños aborden
textos que supuestamente no están destinados a ellos por su edad, por su extracción social, por sus
circunstancias personales.
Robison Crusoe, Las mil y una noches, Los viajes de Gulliver, no fueron pensados ni escritos para
niños y sin embargo pasaron a formar parte de la biblioteca infantil.
Según Perry Nodelman, la selección de libros según las edades de los niños es una forma de
censura. "La selección de libros que se orienta a partir del criterio de que niños de cierta edad no
están listos para ellos es sumamente antipedagógico, ya que es una forma de evitar que los niños
aprendan cosas que nosotros suponemos que desconocen." Debemos pensar en ofrecer a los niños
libros desafiantes, que pongan en jaque sus anteriores experiencias con los textos.
Elegir los libros porque el mundo representado responde a lo supuestamente cercano al niño,
significa como contrapartida descartar un gran número de textos, autores, géneros por resultar
(supuestamente) "ajenos" al niño. Esto permite abrir el canon de lecturas introduciendo toda clase
de géneros, autores nacionales, autores extranjeros, clásicos, cuya inclusión en un libro infantil
primer acercamiento cultural. No temer a las ediciones y traducciones hechas en el extranjero; el no
conocer un vocablo no es un impedimento real para leer un texto.
Es frecuente que los mediadores intenten atraer a los lectores a través de textos que supuestamente
tienen algo que ver con ellos. Sin embargo, los niños y los jóvenes a menudo se sienten atraídos por
lo exótico, lo extraño, por aquellos mundos lejanos y enigmáticos.
En la literatura infantil, la relación entre productores y consumidores del texto es asimétrica, se trata
de un adulto y de un niño con desiguales condiciones de poder y de saber. La adaptación busca
superar tal asimetría, pero este lector en el texto no está dado por lo que los niños reales y
concretos son, sino por las representaciones de niños en una sociedad.
Muchas adaptaciones, producen verdaderos "mutantes" de los textos originales. "He decidido leerles
a los chicos de 6º grado todo el 'arsenal' de adaptaciones de Caperucita Roja. Me interesa que
descubran las similitudes y diferencias entre cada versión, que descubran el porqué de los cambios
y finalmente que establezcan las características de la parodia (quizás en un futuro me atreva a
proponerles que elaboren una parodia ellos).
Una docente elige leer a sus alumnos las diferentes versiones de Caperucita Roja, porque tiene un
propósito pedagógico, quiere que los chicos descubran los cambios de las diversas adaptaciones y
versiones, y que puedan definir los efectos de sentido que esos cambios provocan. Logrará
acercarlos a Caperucita Roja desde otro lugar, desde una mirada extrañada.
Lo formativo y lo estético
La selección de los textos es una de las cuestiones claves en relación con las prácticas de lectura (y
escritura), ligadas a una situación de enseñanza literaria.
Podemos pensar a la selección de los textos como una invitación, como un desafío a "aprender a
leer" ese libro en particular.
Cuando uno lee textos de humor infantil, aparece la rebelión contra esos mensajes, la reacción de lo
que en nosotros se resiste a ser “normalizado”.
El héroe cómico nos libera del peso de la autoridad, de cumplir con planificaciones y órdenes. Su
humor se dispara cuando la autoridad se convierte en dogma y el punto de vista en una manera
excluyente de ver las cosas. Subvierte los valores, haciéndonos reír de lo que nos preocupaba y
volviendo importante lo que era trivial.
En realidad, esos son motivos de risa idénticos a los de los adultos, no hay dos tipos de comicidad. A
medida que se crece, lo cómico no varía en su naturaleza, sino en matices, temática y complejidad.
Por lo mismo que a los adultos, porque divierten, causan placer y permiten burlarnos de algo que
nos pesa o preocupa, con lo cual dan cierta sensación de superioridad en relación a lo burlado,
invierten una relación que nos desfavorecía.
El humor está muy ligado al juego. Para que surja lo cómico la persona tiene que poder jugar con
ideas y elementos y disponerlas de otro modo. El humor, al igual que el juego, se da en un terreno
de “como si”. El juego es una manera de conocer y discurrir el mundo, los chistes pueden ser una
manera de conocer y discurrir las reglas del mundo y las reglas del lenguaje. Para que haya risa
tiene que haber un conocimiento mínimo, de contexto, de reglas de comportamiento y de lenguaje,
de cómo es “lo normal”, de saber si algo es adecuado en un momento.
Puede haber risa sin que haya humor (cuando nos hacen cosquillas), y puede ser gracioso sin que
haya humor (si alguien se cae, podemos decir que fue gracioso, pero difícilmente podamos decir que
fue humorístico). Para que haya humor, tiene que haber una intencionalidad por parte de quien lo
produce. Intencionalidad que implica cierto dominio, control, conocimiento.
Fomentar el humor, es una manera elaborada de trabajar el lenguaje. Enseña a hacer una segunda
lectura, ya que los chistes se basan en oscilar entre dos interpretaciones posibles.
“Con la profundidad del mar y la levedad de la espuma. Un recorrido por la poesía infantil argentina”
de Pilar Muñoz Lascano y María Victoria Ramos.
Porque la poesía responde sin que la interroguemos a las grandes preguntas existenciales que nos
hacemos los seres humanos.
La poesía responde con las libertades del juego: la rima, el sinsentido, la música y la madurez de
aceptar que a veces el lenguaje no alcanza. Un sentido que se busca con todos los sentidos, con los
ojos y la boca curiosos de devorar palabras.
La poesía nos sacude y nos despierta del largo sueño sin sueños, y nos ayuda a conciliar otros. Nos
alimenta, abre el apetito del curioso y satisface la voracidad del hambriento de creatividad y
desparpajo.
Creemos que se trata de una poesía que pueden escuchar, leer y disfrutar también los niños.
Pensamos en un concepto inclusivo, sin delimitar si fue o no escrita o publicada para ellos
exclusivamente. Ante todo, tiene que tratarse de poesía y que el adjetivo “infantil” debe ser un
atributo secundario como dicen María Teresa Andruetto.
Una poesía infantilizada bien contiene algunas características propias del género, carece de
intensidad, de tensión, de armonía, conformados por versos rimados de modo previsible.
En cambio, la poesía para niños se caracteriza por el trabajo con el lenguaje que da cuenta de la
belleza de las palabras y, al mismo tiempo, por los juegos rítmicos, el humor y la experimentación en
el espacio. Así como también, por la riqueza sonora y retórica. La poesía infantil es una expresión
artística de calidad literaria y estética.
“Lectura de poesía en la escuela: “El pez que no se ve” por María Cristina Ramos.
La poesía tiene una función especial, tanto para quienes la componen como para quienes la reciben.
La poesía no apunta a contar esto o lo otro, a demostrar una u otra tesis política, sino que apunta a
hacer que el lazo de cada individuo con esa memoria, con su idioma, sea lo más precioso posible
La poesía en la escuela
Durante el trabajo de aula, los chicos y las chicas debieran poder, deambular dentro de sí mismos,
explorarse para dar con su propio perfil. La lucidez del docente que sí acompaña y qué sí espera, no
siempre es respetada ni considerada relevante.