Al-Mulk n2 1961 1962

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REAL ACADEMIA DE CORDOBA

Instituto de Estudios Califales

AU.MULK
Anuario de Estudios Arabistas

Suplemento al "Boletín de la Real Academia de Córdoba"

AÑO 1961-62
NÚM. 2
DEPÓSITO LEGAL
CO 27-1959

Tipografi• Artístico. - Cordoba


SUMARIO
PÁGINAS

I El codo en la historiografía árabe de la Mezquita Mayor


de Córdoba : contribución al estudio del monu-
mento, por Félix Hernández Jiménez ... . . 5
II Los barios árabes de Córdoba, por Miguel Muñoz Vázquez 53
III Madinat al-Zahra en los autores árabes, por Rosario
119
IV Lápida bilingüe hallada en Córdoba, por Manuel Ocaña
Jiménez ... 157
V Restauración de la Albolafia . .. 16I
VI Breve biografía del Califa Abderrahman III, por M.
175
VII Hallazgo arqueológico de braserillos y otras piezas ára-
bes, por Samuel de los Santos Jener 183
VIII El alcantarillado árabe de Córdoba, por F. Azorín 192
IX Varia. Semana de Estudios Islámicos en Córdoba, 196o 194
Milenario de Abderrahman III, 1961 197
I Congreso Internacional de Estudios Arabes, 1962 2o9
Conferencias y coloquios ... 216
X Los Monumentos árabes de Córdoba.
La gran Mezquita Aljama ... 220
Datos para la historia de la Mezquita : informes
sobre el pavimento ... 221
Medina al-Zahra . . . . . 238
Excavaciones en el Alcázar de los Califas 24o
Datos documentales y bibliográficos para los Barios
del Alcázar califal . .. 242
Excavaciones para localizar las tumbas de los Califas 245
Excavaciones en el presunto Alcázar del Bostan 254
XI Bibliografía ... 257
XII Revistas ... 261

AL-MULK
Anuario del Instituto de Estudios Callfales
Patronato de Medina al Zahra

VELAZQUEZ BOSCO, 9
CÓRDOBA
AL-MULK
Anuario de Estudios Arabistas

1 961-62

Córdoba
REAL ACADEMIA DE CORDOBA

Instituto de Estudios Califales

AL.MULK
Anuario de Estudios Arabistas

Suplemento al "Boletín de la Real Academia de Córdoba"

DONACIÓN
AÑO 1961-62
J. GÓMEZ CRESPO
NÚM. 2
El codo en la Historiografía Arabe
de la Mezquita Mayor de Córdoba
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DEL MONUMENTO

Por FELIX HERNÁNDEZ JIMÉNEZ

1
PREVENCIONES RELATIVAS AL CASO

Empleo, bajo la común denominación de codos, de unidades que di-


fieren entre sí.

Ij AS más de las noticias consignadas por los autores árabes res-


pecto a dimensiones de la Mezquita de Córdoba resultan de im-
posible o, cuando menos, de muy aventurado aprovechamiento. Cons-
tituye, ya, no pequeña dificultad para sacar algún partido de la refe-
rida información, el que tales dimensiones no aparezcan registradas en
todos los casos en una misma unidad de medida. Es cierto que con el
carácter acabado de indicar figura preferentemente utilizado el codo ;
pero, poco o mucho, se encuentran también empleados : la toesa, el
palmo e, incluso, el dedo. Sin embargo, esto que a veces impide la con-
frontación de dimensiones facilitadas por autores distintos, nada signi-
fica comparado con lo desconcertante de las equivalencias, tan dispa-
res entre sí, que algunas de dichas noticias proporcionan para el pa-
trón métrico utilizado, casi con carácter general, en ellas. Y ello, no
sólo para cada autor, sino incluso para los distintos pasajes en que,
en un mismo texto, se ofrece empleada la unidad reputable en él co-
mo predilecta.
La disparidad de equivalencias de que hablamos es resultado, en
unas ocasiones, de motivos estimables como de orden natural y, en
otras, de razones meramente accidentales. Por lo que respecta al co-
do, que conforme tenemos indicado es, en relación con la Mezquita,
la unidad más empleada, cuenta fundamentalmente entre aquellos mo-
tivos el de que, bajo la denominación de codo, juegan, en las medi-
das del citado santuario, dos unidades que discrepan bastante entre sí.
Pero son también incluíbles entre dichos motivos : el descuido que
haya podido presidir en la toma de datos de que las citadas medidas
6 Félix Hernández Giménez

proceden ; el desprecio de las fracciones de unidad, frecuente en los


escritores árabes y que, si supone muy poco en magnitudes de con-
sideración, puede tener importancia en dimensiones de nimia expre-
sión numérica ; y, finalmente, los hábitos locales en cuestión de men-
sura. Todo lo cual implica una cierta oscilación, en más o en menos,
para cada tipo de codo en que las referidas medidas nos han sido su-
ministradas.
Como razones de índole accesoria, causa de la referida dispari-
dad de equivalencia, son invocables : los errores en que, en la trans-
cripción de manuscritos, pueda haberse incurrido, sea en lo relativo a
guarismos, sea en la especificación de los patrones en que las susodi-
chas medidas fueron computadas originariamente ; y los que proce-
den —y son los más temibles— de haberse formado dimensiones de
conjunto mediante la adición de medidas parciales, heterogéneas en-
tre sí. Y es también incluíble, entre las razones acabadas de indicar,
la asignación de determinadas medidas a partes del santuario distintas
de aquellas a que propiamente corresponden.
Con todo, siendo bastantes, a poco que se analice, las que de esas
noticias se ofrecen como en absoluto correctas, no cabe un expeditivo
desentenderse de todas ellas. Y esto, no sólo por lo posible de que al-
gunas proyecten luz sobre fases del crecimiento de la Mezquita, de
que estemos deficientemente informados o de que carezcamos en ab-
soluto de referencia, sino porque, el llegar a conocer cual fué el efec-
tivo valor de algunas de las unidades en juego en las referidas noti-
cias, puede ilustrarnos acerca de edificaciones de nuestra etapa ome-
ya, hoy total o parcialmente perdidas, pero cuyas medidas capitales
conozcamos. Por ello creemos de señalado interés, el llegar a estable-
cer : por una parte, cuáles de las citadas noticias son terminantemen-
te desechables ; y, por otra, qué equivalencias corresponden a los pa-
trones métricos en que fueron tomadas aquellas otras medidas de la
Mezquita, que todo induce a reputar como correctas. Y esto último,
mayormente, cuanto que es indudable que las noticias que decimos,
cualquiera que sea la naturaleza de quienes las aporten, han de ema-
nar, literariamente, de fuente cordobesa. Porque, conforme es sabido,
la copiosa producción escrita de la Córdoba musulmana, ,que de tan
diversos temas llegó a ocuparse, no dejó de tratar con detenimiento
del material desarrollo del principal santuario, a la vez de la localidad
y del Andalus, lo que presupone que las más de las medidas de que
hablamos han de hallarse registradas en patrones de muy generalizado
uso en la propia Córdoba.
Historiografía Arabc de la Mezquita de Córdoba 7

Clases de codo a considerar en el presente caso.

A juzgar por lo hasta el día divulgado, los autores árabes sólo ha-
cen concreta mención, con referencia a la Mezquita, de dos varieda-
des de codo : la ma'muniyya y la rassasiyya. Sobre los valores de esas
dos variedades nos orienta un interesante pasaje de Ibn Luyun, publi-
cado ya hace tiempo por Lerchundi y Simonet (I). Según ese pasaje,
contaban en el codo ma'muni 24 dedos, y 3o de éstos en el codo ras-
sasi, lo que supone la relación de 4 : 5 entre ambas variedades. Así,
adoptando para el debo un grosor, en promedio, de 19,585 mms., el
primero de tales codos hubo de corresponderse con 47 cms., y el se-
gundo con 58,76 cms., equivalencias que, como proporcionadas por
texto no sospechoso de viciado, cabe aceptar, si no de manera firme,
todavía, sí, corno base de trabajo para una provisional clasificación de
las medidas registradas en los mencionados patrones, en : aceptables,
fácilmente subsanables, o desechables, según el mayor o menor grado
en que resulten o no conciliables con esas equivalencias mismas. Y ve-
rificada esa clasificación, el mero cotejo de las cantidades de resulta-
dos obtenidos de cada clase, nos hará ver, con la convincente expre-
sividad de los números, que las equivalencias acabadas de indicar,
aceptadas por el momento, sólo de modo provisional, son realmente
las efectivas y, por ende, que las medidas consignadas en los patrones
a que tales equivalencias corresponden, son, en su mayoría, no tan
desdeñables como a primera vista pudiera estimarse.
Del codo rassasi, dice Ahmad b. Alí Mahallí, en pasaje traducido
por Fagnan (2), que es el de la Meca. Eso mismo indican Dozy y de
Goeje en su edición del texto del Idrisi (3), quien por su parte mani-
fiesta, describiendo el Faro de Alejandría, que el valor de ese patrón
de mensura es de tres palmos (4), lo que se compagina bien con los
58,76 cms., equivalentes a los 3o dedos de que habla Ibn Luyun. Y
que esta variedad de codo fué bastante utilizada en Córdoba, se des-
prende de un interesante pasaje del cordobés Ibn al-Faradí —muerto
en I o 13—, texto que el señor Dessus Lamare traduce según sigue :
"c'est une coudee de dimension (el codo rassasi) attribuee a Muh, aro-
mad Ibn al-Faraj ar-Rachchach, laquelle est Bravee sur une des colon-
nes de la mosquee-cathédral de Cordoue oú aujourá'hui elle est pri-
se de préférence comme étalon" (5)
De los autores que aportan medidas de la Mezquita, tan sólo el
Idrisi y quienes le plagian declaran valerse de esta clase de codos. Lo
efectúan así, al ocuparse de la altura total del alminar de Abd al-Rah-
8 Félix Hernández Giménez

man III, no obstante ser el codo ma'muni, conforme en otro estudio


probaremos, el que realmente utilizan, unos y otros, en dicho caso
(6). En cambio, al-Maqqari, que no puntualiza la variedad de codos
en que facilita ninguna de sus medidas, hace empleó del codo rassasi
bien sin percatarse de ello— al consignar la altura del primer
' cuerpo del mencionado. alminar y la existente hasta lo cimero del cas-
quete de cobertura, del segundo cuerpo de ese alminar mismo, así co-
mo alguna otra medida del santuario. Y esto es también lo que efectúa
al proporcionar —tomándolo de autor de que no especifica quién fue-
se— la longitud este-oeste de la ampliación de Almanzor (7), ocasión
en que agrega a otros errores el de sumar codos de una variedad con
los de variedad distinta.
Pero tal vez constituya indicio de que alguna variedad más de
codo, aparte de las citadas, haya tenido empleo en las mediciones de
la Mezquita, el que resulten entre sí conciliables, si bien conduciendo
a equivalencias diferentes de las más arriba obtenidas, algunas de las
medidas de longitud y ancho de la referida aljama proporcionadas
conjuntamente por un autor mismo.

Sobre el orden aquí seguido, en el análisis de referencias.

Dado que una de las principales dificultades, para establecer el


exacto valor del patrón en cada caso utilizado en las medidas de la
Mezquita, estriba en que no se nos informa, al suministrársenos éstas,
acerca de cómo han de considerarse tomadas, hemos creido que de-
bíamos analizar en primer término aquellas de tales medidas menos
propicias a duda en el pormenor acabado de indicar, estimando, en
principio, como grandemente aproximadas las que incluyen fracción
del patrón en que fueron registradas, ya que esta circunstancia misma
constituye indicio de una cierta escrupulosidad en la toma de los da-
tos de que esas medidas proceden.
Esto aparte, hemos considerado que debíamos desentendernos del
orden cronológico en que fueron redactados los textos en que las ci-
tadas medidas figuran registradas, tanto por no resultar fácil, a veces,
el precisar cuál, de dos o más de esos textos, sea en su origen el más
antiguo, cuanto porque una inflexible rigidez en el susodicho aspecto,
antes entorpecería que simplificaría la identificación de los errores o
alteraciones en que, en cada caso, puedan haber incurrido, bien los
autores de tales textos, bien quienes copiaron o utilizaron lo que los
indicados autores escribieron. Y hemos creído que, tanto para evitar
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 9

repeticiones, como por menos expuesto a confusión para quienes se


propongan seguirnos en argumentación tan poco amena, como inevi-
tablemente ha de resultarlo la de este trabajo, se imponía el no diso-
ciar noticias correspondientes a dimensiones distintas, pero suminis-
tradas conjuntamente por un autor mismo, mezclándolas con las su-
ministradas por otro.

MEDIDAS DE QUE SE HALLA PERFECTAMENTE DEFINIDA LA


EXACTA LONGITUD CON QUE SE CORRESPONDEN

Dimensiones generales del mihrab de al-Hakam II.

Entre las medidas que, con arreglo al criterio acabado de expo-


ner, requieren preferente atención en el caso a que nos referirnos,
cuentan parte de las proporcionadas por al-Maqqari para el mihrab
del santuario (8), medidas que, como procedentes de Ibn Baskuwal,
aludirán al mihrab que este autor conociera, esto es, al de al-Ha-
kam II. En total son tres las medidas que para el mihrab da al-Maq-
qari, de dos de las cuales es completamente seguro de dónde a dónde
se computaron. Esas tres medidas son : una de ancho, en sentido este-
oeste ; otra de longitud, en sentido norte-sur ; y otra de altura. De
ellas, la primera es la más concretamente definida, ya que la propia -
disposición del octógono de planta del simbólico nicho (fig. 6), es-
quinada y con su más calificado vértice sobre el eje ritual del santua-
rio, obligará siempre a la mensura transversal de ese nicho —es decir,
en sentido del ancho— entre vértices enfrentados. En consecuencia,
los 7,5 codos que para esa primera medida proporciona Ibn Baskuwal,
han de corresponderse con 3,56 ms., lo que supone un valor para el
codo de 47,5 cros.
Como altura de ese mismo nicho consigna Ibn Baskuwal 13,5 co-
dos. Pero con relación a ello se plantea la disyuntiva, de si esa medi-
da abarca hasta la envolvente de las aristas que separan unos de otros
los gallones del abovedado de cobertura, o hasta el fondo del central
de dichos gallones. No obstante, como la diferencia que esos dos mo-
dos de medir implican excede poco de tres centímetros, sin escrúpulo
puede admitirse que la medida en cuestión es la de altura máxima.
Así, los 13,5 codos del texto analizado han de corresponderse con
6,38 ms. lo que proporciona para cada uno de aquéllos una equivalen-
10 Félix Hernández Giménez

cia de 47,3 cms., prácticamente idéntica a la obtenida al analizar la


medida de ancho.
Como longitud norte-sur del mihrab, esto es, como profundidad,
consigna Ibn Baskuwal 8,5 codos. Cabe aquí el distingo, de si se mi-
dió : desde los haces externos del arco de acceso al nicho ; desde la
tangente N. a las dos columnas exteriores, del juego de cuatro de és-
tas, de soporte de ese mismo arco ; o desde la tangente S. a las colum-
nas interiores del propio juego acabado de indicar. Con arreglo, pues,
a la noticia ahora analizada, el valor del codo sería (fig. 6) :

428 cms.
de = 5o,4 cms., en el primer caso :
8, 5
417 cms.
de = 49,1 cms., en el segundo caso ;
8, 5
364 cms.
de = 42,8 cms., en el tercer caso.
8, 5

De estas tres equivalencias, la tercera discrepa tanto —en me-


nos— de las inicialmente adoptadas por nosotros como base de tra-
bajo, para las dos especies de codo en que suelen aparecer registradas
las dimensiones de la Mezquita que, por el momento, juzgamos lo más
adecuado el desentendernos de ella relegándola a elucidativa cuaren-
tena. En cambio, las dos primeras —prácticamente una misma— con-
ducen a equivalencias no muy dispares de la que, a reserva de ulterior
comprobación, tenemos admitida para el codo ma'muni, muy en favor
de la cual deponen.

Anchura del alminar de Abd al-Rahman III.

Otra medida que se ofrece como de capital interés para el estudio


aquí abordado, ya que es conocida la exacta longitud con que se co-
rresponde, es la del ancho del alminar de que dotó Abd al-Rahman III
a la Mezquita. Por dos veces consigna al-Maqqari ese ancho : en la
primera no menciona la fuente cuya información recoge (9), pero en
la segunda, si bien, por la forma en que este autor se expresa, no re-
sulta afirmable con certeza que la fuente puesta por él a tributo en el
presente caso, fuese Ibn Baskuwal, parece que realmente ocurrió así,
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 11

aunque no directamente, sino actuando Ibn Said de informador in-


termedio (1 o). En ambas ocasiones refiere al-Maqqari que ese ancho
era de 18 codos, aunque sin que en ninguna de ellas consigne la espe-
cie de éstos. En la actualidad, recuperada parte considerable del pri-
mer cuerpo • de ese alminar, dentro del propio campanario en que vi-
no a quedar englobado, la medida en cuestión resulta exactamente co-
tejable con la efectiva realidad con que hubo de corresponderse. Y
como ese primer cuerpo, de planta completamente cuadrada, mide,
entre los que son vértices consecutivos de ésta, 8,485 ms., se llega a
una equivalencia para el codo, a base de lo escrito, al parecer, por
8,485 ms.
lbn Baskuwal, de = 47,14 cms., que excede en me-
i8
nos de milímetro y medio de la que provisionalmente hemos adopta-
do para el codo ma'mum, de la que propiamente viene a constituir
confirmación (I 1).
Algunas otras medidas de tan celebrado alminar proporcionan los
autores árabes, pero el estudio de ellas no es verificable sin entrar en
la descripción de aquél, labor que rebasaría en mucho los que deben
ser naturales límites de este trabajo. Con todo haremos constar, por
lo que significa en relación con el tema debatido en estas páginas,
que tanto el grueso de los muros, como el ancho de las idas de esca-
lera del primer cuerpo de ese alminar, se ajustan a múltiplo exacto
del codo rna'muni, ya que lo mismo una que otra de tales dimensiones
miden 94 cms., es decir, dos codos de los acabados de indicar, cir-
cunstancia que induce a considerar también como buena la equiva-
lencia resultante para el codo . ma'muni y, consiguientemente, la ob-
tenida para el codo rassasi a base de la referencia de Ibn Luyun.
12 Félix Hernández Giménez

III

MEDIDA S RELATIVAS A DI MEN S IONES GENERALES CON S I GNADA S


...POR IBN IDARI

Lo adicionado por Abd al-Rahman II al santuario.

Refiere Ibn Idari en su Bayan al-Mugrib, que lo adicionado por


Abd al-Rahman II a la Mezquita, medía so codos de ancho por go
de longitud, "desde los pies derechos [al-aryul] que están entre las
columnas [al sawaril, hacia la qibla", seg-ún versión que de la frase
entrecomillada aporta el señor Margais ( íz). Y este pormenor, de que
la tal ampliación contaba desde los pilares existentes entre las arcadas
décimosegunda y décimotercera del interior del oratorio —verificado
el cómputo de ellas desde el patio—, resulta confirmado por un pasa-
je de al-Hasan b. Mufarry, escrito antes de la entronización de al-Ka-
kam II, y por dos textos más, de que luego hablaremos. El de aquel
autor dice así, según traducción del malogrado Lévi-Provengal que
publicó el señor Lambert : elle fut prolongée [zidat tawla, la Mezqui-
ta de Córdoba] de l'espace compris á parto, des gros pilastres (aryul)
de pierre qui s'elevent a l'intérieur de l'édifice et apparaissent aux re-
gards de celui qui Pénetre dans la mosquée, jusqu'au fond du sane-
tuaire constitué par l'arriére du mihrab. (13).
Por lo que respecta a la primera de las dos indicadas medidas de
Ibn Idari, es de recordar, antes de proceder a analizarla, que hasta fe-
cha relativamente reciente, ha existido unánime creencia de que el
oratorio de la primitiva Mezquita constaba de once naves, amplitud
que supone la delimitación occidental de ese oratorio, por la actual
fachada O. del monumento, así como la delimitación oriental del mis-
mo por eI muro norte-sur en que principia, en sentido transversal, la
ampliación de Almanzoat Pero el hallazgo por Lévi-Provengal del
volumen del Muqtabis dedicado por Ibn Hayyan a los emiratos de al-
Hakam I y de Abd al-Rahman II, en el que figura un pasaje de Ah-
mad al-Razi, y otro de Ibn al-Nazzam, que escribía en tiempo de al-
Hakam II, alusivos ambos textos a la Mezquita, ha planteado la cues-
tión de si este santuario hubo de tener originariamente sólo nueve na-
ves, y de si a ellas les fueron añadidas dos —una por el E. y otra por
el O.— reinando Abd al-Rahman II, con las que el edificio llegó a
Historiografía Arabe de la Mezquita de Corioba 13

contar las once que como primitivas se le venían reconociendo ; y de


que fué algo más tarde, en una segunda ampliación verificada por el
propio emir acabado de citar, cuando se agrandó por primera vez ha-
cia S. el santuario (iii.).
Pero • tratada no hace mucho esta cuestión por el señor Torres
Balbás, en libro llamado a mucha difusión, se hace innecesario el que
hablemos aquí de ella muy en detalle. (I 5) Así, nos limitaremos a
agregar, a las razones aducidas por nuestro prestigiado colega y buen
amigo, en contra de ese santuario de nueve naves —razones que to-
das ellas hacemos nuestras —estas otras :
a) Que la demolición de los muros de flanqueos de una mezqui-
ta basilical de nueve naves, para adicionarle sólo dos de éstas al ora-
torio y ellas, sobre más angostas que las primitivas, no contiguas una
a otra, sino organizadas una a cada lado del edificio, tiene poco de
razonable, dado el costo de la obra a que semejante innovación obliga.
b) Que de haber existido esa mezquita de nueve naves, era na-
tural que la parte de sus presuntas demolidas fachadas laterales, situa-
da por debajo del pavimento de la sala de rezos, así como los cimien-
tos de ellas, hubieran sido aprovechados como fundación corrida dé
las arquerías extremas de naciente y poniente del, hasta aquí, reputa-
do como primitivo oratorio. Y sucede, no sólo que no se registra se-
mejante aprovechamiento, sino que no existen restos de tales muros,
que, utilizados como decimos, habrían hecho innecesaria la habilita-
ción, para cada columna de esas dos arquerías, de un cimiento aisla-
do, que, por su deficiente ejecución —análoga a la de los cimientos
de las restantes columnas de la primitiva Mezquita (fig. 8)— en nada
mejora la estabilidad que habría podido valerle al conjunto el apro-
vechamiento de lo soterrado, de los imaginarios desaparecidos muros,
en calidad de cimientos. Y es de advertir, en relación con la inexis-
tencia de más o menos parte de tales muros, que la destrucción de lo
soterrado no resulta compensada, en general en las demoliciones, por
la utilidad que ulteriormente puedan reportar los materiales desmon-
tados susceptibles de nuevo empleo.
c) Que el del mida'a aparecido en el subsuelo de la Mez-
quita, al E. inmediatamente del santuario de once naves ampliado ha-
cia S. por Abd al-Rahman II, mida'a que Ibn Idari menciona como
de Hisam I (16) y al que recubrió el arrecife organizado en contigüi-
dad de aquélla al ampliarla al-Hakam II, se acusa como francamente
adicionado a ese santuario de once naves y, no, como resto allí sub-
sistente de edificación premusulmana. Y es de considerar, en relación
14 Félix Hernández Glinénez

con el caso, que existiendo concreta referencia de un mida'a construí-


do por iniciativa del citado Hisam, así como de otros pabellones del
mismo indicado género, obra de al-Hakam II, se carece, en cambio,
de noticia de una edificación, del destino de la de que hablamos, co-
rrespondiente a tiempo de Abd al-Rahman II, no obstante la abundan-
te información con que hoy se cuenta acerca de la labor de este emir
en la Mezquita.
No puede ser puesto en duda, sin embargo, que —por lo que
quiera que así lo aconsejara— las andanas de arcos extremas, del más
antiguo sector de la Mezquita, fueron reconstruídas en época de Abd
al-Rahman II. Lo acredita así, el que los modillones de soporte de los
pilares en que asienta el segundo orden de arcos de esas dos andanas,
difieran de los que se dan en las ocho arquerías centrales del oratorio
de Abd al-Rahman I, en tanto los de la andana extrema de naciente
hermana totalmente con los de la primera ampliación del oratorio,
hacia S. y los de la andana extrema de poniente, aun sin igualar ente-
ramente con los de esa misma ampliación, ofrecen perfil inscribible en
el de estos últimos, con grandes visos, lo acabado de indicar, de de-
berse a retoque, en fecha posterior a la reconquista de Córdoba, de
unos modillones iguales en todo a los restantes de dicha amplia-
ción (17).
Por lo demás, es de imaginar que, con las dos arquerías extremas
del primitivo oratorio, se reconstruiría la techumbre de las naves ado-
sadas a las fachadas E. y O. de aquél, naves que en los textos salva-
dos por el Muqtabis —que si no derivan, en parte, uno en otro, de-
penderán más o menos, ambos, de una fuente misma— pasaron a con-
tar como obra completamente nueva. Pero no siendo menos indudable
que la reorganización de dichas dos naves, el que fueron once de és-
tas las que contaron en el primitivo oratorio, se ha de continuar bus-
cando convincente explicación a aquélla, así como tratando de averi-
guar cuál pudo ser el exacto alcance de la misma.
Pero en definitiva, en relación con el tema aquí abordado, poca
importancia tiene que la Mezquita de once naves sea obra de Abd al-
Rahman I o de Abd al-Rahman II, porque de hecho, los so codos
de que Ibn Idari habla, a ella han de referirse y no a la de nueve na-
ves. De otra suerte, tal medida resultaría incompatible con los so co-
dos de profundidad, consignados por ese autor mismo, al no haber
modo de cumplirse en la realidad, ni aun de manera admisiblemente
aproximada, la mutua relación en que se encuentran las dos referidas
cifras de codos.
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 15

Esos i so codos de Ibn Idari, de constituir medida interior, pro-


porcionaría para el indicado patrón un valor de 49,3 cms. al corres-
ponderse los mismos (fig. 2) con 74,005 ms. (18) ; mientras de cons-
tituir medida exterior habrian de imaginarse computados : sea entre
los haces de ambas fachadas laterales, lo que supone una longitud de
76,285 ms. y una equivalencia, para el codo, de 50,9 cms. sea entre las
esquinas más distanciadas entre sí, de uno y otro , de los contrafuertes
de ángulo del muro de qibla, lo que implicaría una longitud de 79,225
ms. y un valor para el codo de 52,8 cms.
Por lo que respecta a los 5o codos de longitud norte-sur, el que
se encuentren computados, según traduce el señor Margais, desde las
pilastras que separan del primitivo santuario la referida ampliación,
deja traslucir que constituyen medida interior, carácter que, confor-
me hemos de ver, parece también adjudicable a la relativa a anchura.
En ese cómputo de los so codo, incluye el arqueólogo acabado de
citar nueve tramos, englobando, consiguientemente en la medida, las
susodichas pilastras. Ello supone un total de 27,18 ms. para la referi-
da longitud y proporciona para el codo una e q u i valencia
27,18 ms.
de 5 4,4 cms. Es de advertir, sin embargo, que las
5o
mencionadas pilastras, con ser realmente obra de Abd al-Rahman II,
no figuran incluídas en el cómputo de Ibn Idari, según se infiere le
la frase misma entrecomillada sobre la que el señor Margais llama la
atención. No jugando pues en el presente caso, más que los 24,46 ms.
(I 9) correspondientes a las ocho arcadas de la ampliación de que aho-
ra hablainos, los so codos consignados por Ibn Idari suponen, para la
24,36 ms.
unidad métrica acabada de citar, un valor de = 48 ,9
50
cms., indicativo de que aquélla fué consignada en codos de especie
ma muni, cualquiera que sea, milímetros más o menos, la exacta equi-
valencia que a los codos de esa especie les resulte realmente atribuí-
ble.

Segunda ampliación del santuario hacia mediodía.

Hablando del sector de la Mezquita obra de al-Hakam II, dice


Ibn Idari, que lo prolongado en ella, en sentido norte-sur, por dicho
soberano fueron 95 codos, adición a la que, en sentido transversal, se
le dió la anchura misma del preexistente santuario (2o). Explícitamen-
16 Félix Hernández Giménez

te pues, da a entender la segunda de estas otras referencias que en el


sentido indicado en último término, la Mezquita de al-Hakam al-
Mustansir quedó con los 5o codos mismos que tuvo en tal sentido lo
ampliado por Abd al-Rahman II, medida que luego veremos conside-
rablemente alterada por quien la reprodujo, tomándola, sea del pro-
pio Ibn Idari, sea de autor que la recogiera de la fuente misma que
aprovechó para su información el autor del Bayan.
No especifica Ibn Idari tan concretamente para este sector, como
para el de Abd al-Rahman II, de dónde a dónde se extienden las me-
didas que suministra. Si, conforme es verosímil, también ahora habla
de medidas interiores, la consignada en primer término, esto es, la de
profundidad, hubo de computarse, entre el frente S. del muro, que,
sustituyendo al de qibla de Abd al-Rahman II, separa, una de otra, las
dos primeras ampliaciones de que fué objeto, hacia S., el santuario,
y la cara interior del testero de mediodía de la actual Mezquita ; no
del muro límite de la sala de preces por esa parte, porque, más allá
de éste, queda aún la crujía ocupada, en su tramo occidental, por el
pasadizo de comunicación con el alcázar califal y, en su tramo de na-
ciente, por los locales que, tanto en época musulmana como posterior-
mente, han estado reservados al tesoro. Y ello supondría (fig. 4) una
longitud de 44,zo ms., que proporcionaría para el codo una equiva-
44,2o ms.
lencia de = 46,5 cms.
95
Dice Codera, traduciendo este mismo pasaje de Ibn Idari ( i)
—ignoramos si debido, ello, a variante de manuscrito— que esa me-
dida norte-sur era de 99 codos. Pero, a reserva de lo que realmente
r e_s311,t_e d_e -ellabloArA éáffiay de-) AY.07,# fox Teee- hor
cuenta, se nos antoja más correcta la versión facilitada por Dozy y
por Fagnan, que la del citado arabista español, ya que los 99 codos
nos alejan más que los 95 del valor proporcionado para el codo ma .
muni por la inestimable referencia de Ibn Luyun, valor abonado por
su coincidencia con el resultante de las medidas de altura y anchura
del mihrab y de anchura del alminar, facilitadas a lo que parece, la
primera cuando menos, por Ibn Baskuwal.
Pudiera pensarse en si los 95 codos de que hUbla Ibn Idari, con
haber sido medidos por dentro del edificio, se computaron verdade-
ramente entre los que son haces murales exteriores de la ampliación
de al-Hakam II, considerada ésta en sentido norte-sur, caso en que la
referida dimensión se correspondería con una longitud de 47,18 ms.
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 17

Pero, no siendo verosímil que la medida de Ibn Idari incluya el gro-


sor -del testero N. de esa ampliación —no obstante constituir, dicho
testero, obra de al-Hakam II— es presumible que si dicha medida se
tomó, por uno de sus extremos, desde los haces internos por el opues-
to se tomase de ese modo mismo.
No se opone, lo acabado de indicar, a que la profundidad de la
ampliación de al-Hakam II se tomase, realmente, por el exterior de la
Mezquita. Más, de haber sucedido así, es lo lógico el que esa medida
comprendiera, desde el costado S. del contrafuerte más meridional de
Abd al-Rahman II, a la alineación de mediodía de los contrafuertes
de la fachada meridional del sector de la Mezquita obra de al-Ha-
kam, que es lo que exteriormente viene ofreciéndose, desde las pos-
trimerias del siglo X, como adición de este califa. De cualquier otra
manera, la obtención de esa medida habría supuesto tarea, si no di-
fícil, engorrosa, justificada hoy, en casos análogos al referido, por la
importancia que otorgamos a detalles que, siendo baladíes en aparien-
cia, no carecen en el fondo de interés, pero inconcebible en época en
que, incluso al repetir en las ampliaciones de la propia Mezquita dis-
posiciones ya registradas en otros sectores' de ella, se incurrió en erro-
res no menospreciables de replanteo. Ahora bien, distando una de
otra, las dos indicadas alineaciones de contrafuertes (fig. 4), 45,5 ms.
la medida analizada proporcionaria para el codo una equivalencia de
45,51 ms.
= 47,9 cros., no muy dispar de la obtenida midiendo in-
95
riormente.
No dejaría de constituir incongruencia el que, mientras el ancho
de esta segunda ampliación hacia S. hubiera sido tomado interiormen-
te, el largo de ella' hubiera sido medido por el exterior, pero esto es
minucia que no se debe sobrestimar. Porque, en realidad, Ibn Idari
no registra en guarismos la anchura de lo adicionado por al-Hakam
II, sino que dice de ella que es idéntica a la de lo ampliado por Abd
al-Rahman II. Pero fuerza es reconocer, que tal modo de expresarse
ha podido inducir a erróneos resultados a quienes al utilizar esos mis-
mos datos del Bayan, para determinar las dimensiones totales del edi-
ficio, no hayan sido lo necesariamente cautos.
18 Félix Hernández Gimenez

IV

MEDIDAS SUMINISTRADAS POR EL "KITAB MAYMU AL-MUFTARIQ" Y

RECOGIDAS POR AL-MAQQARI.

La ampliación de al-Hakam 11.

Refiere al-Maqqari que la Mezquita, según el Kitab maymu al-


muftariq, de autor que aquél no menciona, medía de N. a S. (de la
qibla al yauf) 225 codos, que, sumados a los os de lo ampliado por
al-Hakam II, componían una longitud, en la misma expresada direc-
ción de 33o codos ; mientras que, de E. a O. y antes de verificada la
ampliación de Almanzor, medía el citado santuario os codos (22).
De estas dos dimensiones, la de ancho, común a lo construído
por Abd al-Raman II y por al-Hakam II (fig. 4) mide, según tene-
mos consignado, 74,00s ms. *entre haces interiores (23), en tanto la de
profundidad, es decir, la paralela al eje ritual del santuario se corres-
ponde con 175,o2 ms., de considerarla tomada desde el frente S. de
los contrafuertes de la fachada meridional a los haces exterior,es de la
fachada N. del patio, y con medida ligeramente más reducida, de ha-
llarse computada interiormente. Así, los os codos de ancho, de que
habla el referido Kitab, proporcionan para cada uno de aquéllos un
74,00s ms.
valor de = 7o,s cms., de corresponder a medida inte-
tos
rior y algo mayor todavía, de constituir medida externa, valores de
los que, incluso el consignado en primer término, exceden con mu-
cho de los adoptados inicialmente con carácter* provisional en el pre-
sente trabajo.
Pero ese dato de los os codos de ancho lo desautoriza el propio
175,o2 ms.
texto que nos lo proporciona. Porque, siendo de -2,21,
79,29 ms
la efectiva relación enfre la total longitud norte-sur y la anchura es-
te-oeste, también total, de la Mezquita al morir al-Hakam, de medir
la anchura del santuario, en la fase de él acabada. de indicar, los os
codos, la longitud del mismo en ese momento no hubiera excedido de
232 codos, que distan mucho de los 33o. que para tal dimensión regis-
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 19

tra el mencionado texto. Y ocurre, conforme luego explicaremos que


aún esos 33o codos constituyen medida errónea por defecto y que, de
hecho, lo mismo significa en el presente caso el considerar tomadas
las medidas interior, que exteriormente, ya que, en definitiva, el com-
putarlas de una o de otra forma, sólo supone que dividendo y divisor
de la referida relación numérica disminuyan o aumenten en cantida-
des similares, si 'bien exiguas, comparadas con los valores de tales tér-
minos y que, por tanto, sólo muy reducidamente pueden influir en el
coeficiente expresivo de la susodicha relación.
Propiamente, esos tos codos registrados por el Kitab maymu al-
muftariq como anchura de la ampliación de al-Hakam II, no son otra
cosa que error de copia, existente ya en el manuscrito de la indicada
obra de que se valdría al-Maqqari. Cuando menos, da pie para esti-
marlo así el que este mismo autor, luego de reproducir la mencionada
cifra, la haga intervenir en una operación aritmética de resultado no
objetable. Y ese error de copia se explica bien, dada la nimia diferen-
cia existente, tanto en lo gráfico como en lo fonético, entre las ex-
presiones árabes g31.., Lyd/OZ ■ jams wa-mi'at) y g3L. 3 UT?!""+'
(jamsin wa-mi at), equivalentes a tos y 15o respectivamente. Sin es-
crúpulo, pues, puede enmendarse el texto en cuestión, sustituyendo
los io5 codos de que habla, por los 15o consignados por Ibn Idari, lo
que conduce a la misma equivalencia obtenida para esta unidad al es-
tudiar las medidas que suministra el Bayan.
Con arreglo al propio pasaje ahora analizado, la Mezquita me-
día, en sentido norte-sur, en vísperas de que al-Hakam II la ampliase
(fig. 3), 225 codos. De ser ésta, una medida interior, hubo de corres-
ponderse con 125,46 ms., lo que implica para el codo un valor de
I 25,46 ms.
= 55,8 cros., mientras, de hallarse computada exterior-
225
mente, habría que considerarla tomada entre la esquina que forman,
en su encuentro, las fachadas N. y O. del patio y el frente S. del con-
trafuerte más meridional de la Mezquita de Abd al-Rahman II, lo que
supone, con muy corta diferencia, 129,51 ms. y proporciona para el
'29,51 ms.
codo un valor de = 57,6 cros. Tanto uno como otro
225
de estos dos resultados ultimos, inducirían a admitir resueltamente
que los codos en juego en el presente caso fueron de especie rassasi,
si a ello no pareciera oponerse el que conforme tenemos advertido, re-
sulte dada en codos ma'munies la anchura que ese texto mismo que
20 Félix Hernández Gimenez

ahora analizamos proporciona. Y dicho se está, que, de hallarse regis-


trada también en codos de esta especie la longitud que ese mismo tex-
to asigna a la Mezquita, tal como ella se encontraba al ser proclamado
califa al-Hakam II, habría que pensar en la existencia de error en la
cifra de 225 de tales unidades.
Viniendo ahora a la medida de ros codos, facilitada también por
el Kitab maymu al-muftariq, como longitud norte-stir de la amplia-
ción de al-Hakam II, ocurre que, de estimarla computada desde el
frente S. del muro que separa esa ampliación, de la de Abd al-Rah-
man II, hasta los haces interiores del muro de cierre meridional del
pasadizo, tendría que corresponderse (fig. 4) con 44,2o ms., lo que su-
pone para el codo un valor de 42, cms. En cambio, de considerar
tomados esos o5 codos entre la cara N. del muro indicado en primer
término, y esa misma cara del muro S. del citado pasadizo —ya que,
conforme tenemos advertido, no es probable que hacia mediodía se
midiera exteriormente —se corresponderían con 45,86 ms. lo que pro-
porcionaria para el codo un valor de 43,7 cms., bastante inferior al
adoptado por nosotros como base de trabajo para el codo ma'muni,
si bien no tanto como el de 42,1 cms. precedentemente obtenido.
Por su parte, los 33o codos de longitud total norte-sur de que
hemos hablado anteriormente, supondrían para el codo un valor de
171,o6 ms.
= 51,8 cms., de constituir aquéllos medida interior, va
3 30
75,o2 ms.
lor que se convertiría en = 5 3 cms., de corresponder
33o
tales codos a medida exterior. Estas dos equivalencias, en nuestra opi-
nión inadmisibles, hacen pensar conforme tenemos anticipado, sea en
la existencia de error, en la cuantía de uno de los sumandos, cuando
menos, de que es resultado la cifra analizada, sea en la asignación de
tal sumando a sector del edificio distinto de aquél a que propiamente
corresponde, lo que en definitiva induce a reputar como desechable
la referencia de que tales equivalencias dependen.

El ancho de las naves del oratorio.

Conforme ha podido verse, las dos dimensiones de orden general


suministradas por el Kitab maymu al-muftariq, últimamente analiza-
das, no permiten intuir cómo fueron tomadas las mismas, ni la espe-
cie y exacta equivalencia del patrón o patrones con que fueron obte-
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 21

nidas. Pero ese texto mismo nos compensa de la vaguedad de sus in-
formes ya discutidos, al acompañarlos de otros de positivo interés, en
relación con las dimensiones a que los primeros afectan. Porque, lue-
go de manifestar que la Mezquita, antes de que Almanzor la ampliara,
contaba con once naves, verifica entre éstas el siguiente reparto de
medidas:

Amplitud de la nave axial, 16 codos. .

Id. de cada una de las dos colaterales más in-


mediatas a la nave central, por una y otra
banda, 14 codos ;
Id. de cada una de las seis naves extremas, só-
lo, 11 codos.

Con arreglo a este reparto, el ancho de la Mezquita habría sido


de 16 codos + (4 x 14 codos) — (6 x I I codos) = 138 codos (24).
Algo de inexactitud existe en esta referencia, porque, en la Mez-
quita anterior al gobierno de Almanzor, no fueron seis las naves de
anchura mínima, sino solamente las dos extremas, mientras las de di-
mensiones intermedias, si bien con escasa diferencia iguales entre sí,
sumaron ocho y no cuatro. Sin embargo, restituyendo a cuatro de
dichas naves intermedias los tres codos que de ancho les cercena a
cada una el texto ahora estudiado, los 138 codos de qu éste nos habla
quedan convertidos en los 15o que registra Ibn Idari. Y ello, a la vez
que confirma la existencia del error de copia más arriba inferido, com-
prueba que esos 15o codos constituyen medida interior y son de espe-
cie ma muni, conforme ha quedado ya de manifiesto al analizar las
referencias del autor mismo acabado de invocar.
Pero, todo esto aparte, el que, al sumar las medidas asignadas por
el Kitab maymu al-muftariq a cada una de las naves, resulte exacta
la magnitud total de 15o codos, evidencia que el ancho de éstas fué
tomado, en cada caso, no entre fustes, sino entre las alineaciones axia-
les de las andanas de ellos. Medida de este modo, la nave central arro-
ja, en número redondos, 7,8o ms. de ancho, lo que supone para el co-
do un valor de 48,8 cms. Por su parte y también en números redon-
dos, las naves intermedias miden 6,90 ms., lo que proporciona para el
patrón estudiado una equivalencia de 49,3 cms. Finalmente la anchu-
ra de las dos naves extremas, siempre redondeando números, es sólo
de 5,5o ms. lo que hace ascender el valor del codo a 5o cms. Las tres
equivalencias acabadas de obtener exceden de la que inicialmente he-
22 Félix Hernández Gnnénez

mos adoptado para el codo ma muni. Mas, en relación con esto, es de


tener en cuenta que, si en medidas largas el desprecio de fracciones
afecta exiguamente a los resultados, en las de nimia expresión numé-
rica, como lo son las de ancho de las naves, puede motivar diferen-
cias de consideración.
Ibn al-Nazzam, en su texto precedentemente invocado consigna
como ancho de cada una de las naves extremas, según él adicionadas
a la mezquita originaria bajo Abd al-Rahman II, 9,5 codos (25). Y es-
to, dado que esas naves miden transversalmente 5,5o ms. —efectuado
el cómputo, en cada caso, desde la línea de ejes de fustes de la corres-
pondiente danza de arcos— proporciona para el codo una equivalen-
cia de 57,9 cms. indicadora de que el patrón en juego en el presente
caso fué de especie rassasi, y no mal avenida con que, los codos ma
munis, de anchura de esas dos naves extremas, fuesen 1, conforme
aun silenciando la especie de ellos, consigne el Kitab maymu al-muf-
tariq.

La ampliación lateral de Almanzor.

Según este mismo Kitab maymu invocado por al-Maqqari, lo aña-


dido de ancho a la Mezquita, actuando como hayib Almanzor, fueron
8o codos : esto es, o de ellos para todas y cada una de las ocho na-
ves entonces agregadas, con lo que (26) resulta exacto aquel número
de unidades métricas. De suerte que también en este caso la medida
total fué registrada interiormente y las parciales se tomaron entre ejes
de columnas y no entre los haces de ellas. Y correspondiéndose, esa
medida total, con los 47,76 ms. que existen entre los muros límites en
anchura de lo edificado gobernando Almanzor (fig. 5), se obtiene pa-
ra el codo, a base de la misma, un valor de 59,7 cms., que, por lo
aproximado que resulta al obtenido inicialmente para el codo rassasi,
mueve a creer que la magnitud de que procede tal medida figura re-
gistrada en unidades de la propia variedad acabada de indicar.
Es desde luego indudable que, tanto esa medida de So codos, co-
mo las de ancho de las naves de las ampliaciones de al-Hakam II y de
Almanzor, se tomaron grosso modo. Porque a todas las naves del sec-
tor acabado de indicar, les adjudica el referido Kitab una anchura
misma, que fija en diez codos, cuando de hecho cada una de las seis
naves centrales mide, entre ejes de columnas y en números redondos,
6,1 o ms. y las dos extremas 5,6o ms. únicamente. Pero este error es
cosa de detalle, que en nada afecta a la anchura total, que ese mismo
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 23

texto atribuye a la ampliación de Almanzor, confirmada, según se ha


visto, por la cifra de codos resultante de la suma de los anchos atri-
buídos a las ocho naves componentes de ese sector del santuario. En
cambio, tiene su importancia el que la medida de que hablamos se
halle dada, no en codos ma munies, sino en codos rassasies.
Luego de fijar en So codos la anchura de lo adicionado 'por Al-
manzor a la Mezquita, indica el referido Kitab, siempre según al-Maq-
qari (27), que, como la anchura de lo construído con anterioridad al
gobierno de tan afamado personaje era de 105 codos, la total de la
Mezquita pasó a ser 185 de éstos .Aquí existe ya error por partida
doble : de un lado se mantiene el lapsus —probablemente de copia—
relativo a los io5 codos, en que incurrieron, sea el anónimo del Ki-
tab, sea al-Maqqari al copiar a aquél, y, de otro, se suman codos que,
antes de padecer alteración en su efectiva variedad, contaron como
ma mu . con otros rassasies. De ser correcta la medida consignada
en último término, como el total ancho interior de la Mezquita es de
123,1o5 ms., nos enfrentaríamos con un valor 66,5 cros. para el codo.
Y esta equivalencia, p o r sí ya sospechosa, resulta desautorizada
totalmente al aumentar en más de una tercera parte el propio
al-Maqqari, la cifra de 185 codos, de que la tal equivalencia deri-
va, haciéndose con ello eco este autor, conforme luego se verá de
texto que en definitiva procede de Ibn Baskuwal. Consiguientemente
sin escrúpulo, puede ser reputada como errónea, por escasa, esa me-
dida de ancho.

El patio.

Para el patio consignaba el Kitab maymu al-muftariq, también se-


gún referencia de al-Maqqari, una anchura este-oeste de 128 codos,
sin precisar si ello era para antes o después de ampliado por Alman-
zor (28). Pero, si 185 codos constituyen medida insuficiente, como
ancho total de la Mezquita, aun computado en codos rassasies, idén-
ticamente habian de constituirlo para el patio, incluídas sus galerías y
conforme quedó luego de agrandado por postrera vez el monumento ;
y con mayor razón, aún, tenían que constituirlo los citados 128 codos,
aun no comprendidas en ellos las galerías. Ahora bien, esos 128 codos,
de referirse a la anchura este-oeste del patio del primitivo santuario,
junto a la fachada septentrional del mismo, hubieran tenido que co-
rresponderse con una anchura interior de 73,425 ms. (fig. ), lo que
24 Félix Hernández Giménez

7 3,425 ms.
proporcionaría, para el codo, un valor de = 57,4 cms.,
28
coincidente, de manera bastante aproximada, con el provisionalmente
adoptado por nosotros para el codo rassasi. Y esto induce a tener por
buena, en principio, esta medida, de corresponder realmente al patio
originarío y hallarse computada en codos rassasies.
Por lo que respecta a la longitud norte-sur del patio, especificaba
el Kitab maymu al-muftariq, según al-Maqqari, que era de os co-
dos (29), medida que, de corresponderse (fig. 4) con los 58,5o ms. que
en la expresada dirección mide este sector del santuario, supone para
el codo un valor de 55,7 cms. Nos enfrentamos, pues, con indicio de
que también debe ser buena esta medida, y de que, como la de 128
codos antes analizada, fué registrada inicialmente en codos rassasies.
Es verdad que éstos resultarían en el presente caso con valor algo in-
ferior al de 58,7 cms., proporcionado por el pasaje de Ibn Luyun. Pe-
ro esa diferencia en menos tiene fácil explicación: indudablemente,
los o5 codos a que aludimos se computaron luego de alzado el almi-
nar con. que Abd al-Rahman III hizo patente su afecto a la más pres-
tigiada mezquita del Andalus —334 H. o 34o H. (3o)—, así como de
construído el actual hastial N. del patio de ella —obras ambas indu-
dablemente coetáneas—, si bien antes de reorganizarse el hastial N. de
la sala de preces, labor ultimada en du-hiyya de 346 H. (23 fbr. a 24
marzo de 958 (31). Quedó el patio en tal lapso de tiempo (fig. 3) con
una longitud de 6o,32 ms., esto es, de 1,82 m. más de lo que actual--
mente mide, lo que eleva a 57,4 cms. la equivalencia del codo utiliza-
do en este caso en la mensura, aproximándola considerablemente a la
que con arreglo al decir de Ibn Luyun pudo corresponderle al codo
rassasi. Y esa equivalencia acabada de obtener coincide exactamente
con la lograda partiendo de la anchura atribuída al patio por el pro-
pio texto anónimo a que venimos haciendo referencia, lo que con-
firma como buenas las medidas de que, tanto una como otra de tales
equivalencias derivan, a la vez que pone de manifiesto que las dos fue-
ron computadas interiormente y en codos rassasies.
Por lo demás, lo correcto de esas dos magnitudes, de 128 y ros
codos, facilitadas por e/ Kitab como ancho y longitud norte-sur res-
pectivamente del patio, resultaba en cierto modo previsible al encon-
1,219
trarse ambas en la mutua relación 'de , casi idéntica a la de
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 25 •

I ,2 I S
, mutuamente existente también entre las medidas de 73,435

ms. y 60,42 ms. correspondientes, de hecho, a aquellas dimensiones en


el susodicho lapso, lo que en definitiva las acredita como congruen-
tes entre sí.
En resumen, pues, el Kitab maymu al-muftariq proporcionaba, en
la referencia últimamente analizada, la anchura y el largo del patio en
los años inmediatamente precedentes a la renovación del hastial N. del
oratorio, período en que esas dos medidas fueron de 128 codos, la pri-
mera, y de I o5 codos, la segunda, que unos y otros, repetimos, han
de estimarse de especie rassasi.
Para los galeriones del patio consignaba este mismo Kitab un an-
cho de I o codos, coincidente con el que adjudicaba a las naves de la
zona de oratorio obra de Almanzor. Es desde luego lo natural, el que
el galerión oriental del patio haya medido, de ancho, lo que la nave
extrema de naciente de la sala de preces, como lo es que los otros dos
galeriones —el septentrional y el de poniente— fuesen de igual ancho
que las naves extremas de la primitiva Mezquita, que a su vez son ca-
si de la misma anchura que las naves extremas de la postrera amplia-
ción del santuario. Así, es reputable como buena en absoluto la indi-
cación del Kitab, de que "la anchura de los pórticos, que... rodeaban
(al patio) era de ¡o codos", los cuales habían de ser necesariamente de
especie rassasi e incluirían probablemente los fustes en que apean las
arquerías de tales pórticos. Tornada de esta forma, se corresponde esa
medida con 5,7o ms., lo que supone para el codo de la especie en cues-
tión una equivalencia de 57 cros., bastante aproximada a la adoptada
inicialmente por nosotros.
26 Félix Hernández Gitnénez

MEDIDA S S UMIN I S TRADA S POR I BN BA S KUWAL, DADAS A CONOCER


TAMBIEN POR AL-MAQQARI

Dimensiones de orden "general".

Además de las medidas analizadas ya, procedentes del Kitab


maymu al-muftariq, facilita al-Maqqari estas otras, que manifiesta to-
mar de Ibn Said, quien por su parte, las atribuye a Ibn Bas kuwal

largo de la Mezquita, de la qibla al yawf, 33o codos ;


medida del patio, parte no cubierta —del edificio total
es de imaginar que se pretende dar a entender— 8o
codos ; ancho de la Mezquita, 25o codos (32).

De los 33o codos como longitud total de la Mezquita hemos tra-


tado ya, llegando a la conclusión de que constituían referencia recu-
sable. Por su parte la tercera de las medidas acabadas de consignar,
de ser interior, proporcionaría para el codo una equivalencia (fig. 5)
123,1os ms.
de = 49,2 cms. que, correspondiéndose, sólo con ligero
25o
exceso, con la que provisionalmente hemos admitido para el codo ma
muni, aceptaremos también de modo provisional como buena.
En cuanto a los 8o codos que el propio pasaje ahora analizado
adjudica a la zona no cubierta, esto es, al patio, lógicamente han. de
estimarse cómputados en sentido norte-sur, al ser la anchura este-oeste
de esa zona, la de la propia Mezquita comprendida su postrera amplia-
ción. Porque la medida de 33o codos, registrada en ese mismo pasaje
como longitud de la qibla al yawf, obliga a admitir que Ibn Basku-
wal alude en el presente caso al edificio total, y antes ha quedado de
manifiesto que la anchura del primitivo patio, aun computada en co-
dos rassasies, era ya de 128 de tales unidades.
Esos 8o codos de longitud norte-sur del patio, de ser ma munies
y computarse a razón de 47 cms., supondrían 37,6o ms. correspon-
dencia bastante más importante de lo a primera vista imaginable, al
diferir, sólo (fig. I) en 26 cms., de la profundidad interior de la sala
de preces de la primitiva Mezquita, contada tal profundidad desde el
Historiografía Arabc de la Mezquita de Córdoba 27

patio mismo. Como luego nos será dado observar, en esa noticia de
Ibn Baskuwal trasluce algo más que la explicación de la desmesurada
equivalencia resultante para los 33o codos registrados por el Kitab
maymu al-muftariq y por Ibn Baskuwal, como largo total de la Mez-
quita, número de codos que no puede proceder de medición sobre
el propio edificio, sino de la suma de acotaciones parciales figuradas
en textos diferentes o en lugares distintos de un texto mismo.
Y la presunción a que induce el análisis de esa medida de 8o co-
dos acabada de citar, de que las partes cubierta y destechada de la
Mezquita de Abd al-Rahman I fueron iguales entre sí en profundidad
se convierte en certeza de que en la referida dirección los dos citados
sctores midieron realmente lo mismo, considerado que, por su propia
ssncillez, es sumamente verosímil que al planear el edificio se previe-
ran idénticas entre sí, en superficie, las dos zonas en que orgánica-
mente había de dejarse repartido el mismo. Y ello mayormente teni-
do en cuenta que los 36,72 ms. que, en sentido norte-sur;medía lo te-
chado de la primitiva Mezquita, constituyen mitad justa de lo que de
E. a O. media ese primitivo santuario en su línea de separación entre
patio y oratorio, y que, por tanto, de haberse dado dicha presumible
identidad, la planta de la originaria aljama cordobesa hubo de cons-
tituir un cuadrado perfecto.
El alminar de Hissam 1 y la ampliación del patio hacia norte.
Una exploración emprendida en la zona de poniente del primiti-
vo patio, para establecer lo que en la apreciación acabada de apun-
tar pudiese existir de realidad, si bien inicialmente no reportó vesti-
gio de interés, extendida luego hacia la zona axial proporcionó el ha-
llazgo de la cimentación del primer alminar de la Mezquita (33). Co-
mo el de Abd al-Rahman II, ese primer alminar fué de planta cuadra-
da y se correspondió con la nave adosada, por el O., a la que en to-
do tiempo ha sido la principal del santuario, aunque sin ofrecerse cen-
trado con ella, sino algo desplazado hacia el E. de la misma. Esa pri-
mera torre de la Mezquita midió, en su cimentación, 6,o6 ms. de lado
y fué de ejes paralelos a los del primitivo oratorio, de cuyos haces de
fachada sobre el patio dista 36,43 ms.,* circunstancia esta última que
confirma en principio, si no absolutamente, la conclusión a que, al pa-
recer, conduce el texto de Ibn Baskuwal recogido por Ibn Said y de
que se hizo eco al-Maqqari, de que en la Mezquita originaria los com-
partimientos cubiertos y destechado fueron idénticos, uno a otro, en
longitud norte-sur.
28 Félix Hernández Giménez

Pero haya de cierto lo que haya acerca de esa presumible iden-


tidad, el hallazgo citado proporciona sólido fundamento para afirmar
que el patio de la originaria aljama cordobesa fué menor que el ac-
tual, en sentido norte-sur, y que, conforme sospechó Amador de los
Ríos, a quien en el presente caso ha de otorgársele toda la razón (34)
existió un efectivo agrandamiento del indicado sector hacia el N.
y qu semejante agrandaminto hubo de llevarse a cabo, según es de
creer, justamente al sustituirse el primitivo alminar por otro de ma-
yor porte, ya en los arios últimos de Abd al-Rahman III.
Constituye indicio muy a tener en cuenta, acerca de que esa am-
pliación del patio date realmente de cuando decimos, el aparejo de la
sillería de parte considerable de los muros de cierre N. y O. de dicho
sector del santuario (figs. 7 y 8), aparejo que es el usual en la Córdo-
ba de mediados del siglo X, tanto en lo relativo a formato y dimen-
siones de las piezas, como en lo relativo a alternancia en los paramen-
tos de un sillar colocado a soga con otros dos o tres que atizonan. Co-
mienza a registrarse semejante disposición en los citados muros, en
la jamba septentrional de la Puerta de Deanes, en la fachada O. del
patio (35), desde donde prosigue repitiéndose hasta lo que en la facha-
da N. es obra ya de tiempo de Almanzor. Y, contrariamente a lo que
sucede en el tramo acabado de indicar, hacia mediodía ese muro ofre-
ce en todo, a contar de la citada puerta, las particularidades mismas
de aparejo observables de los más antiguos lienzos del que es contor-
no mural del oratorio.
Por lo demás, presta verosimilitud a que realmente haya habido
reconstrucción de parte considerable del muro O. del patio, el que las
dos fracciones en que, en su contextura, se encuentra repartid(' ese
muro, responda a alineaciones que forman entre sí ligero ángulo, con
vértice en la jamba S. de la Puerta de Deanes, alineaciones de las que
la más meridional coincide, sensiblemente, con la de la fachada O. del
oratorio y, como ésta, va distanciándose progresivamente del eje de
la nave central conforme se avanza desde el patio hacia la qibla.

Confirmación historiográfica de la ampliación del patio como de obra


de Abd al-Rahmann

Amador de los Ríos se preguntó ya (36) si Abd al-Rahmann III


habría repartido por igual el terreno entre patio y oratorio, al planear
su prestigiada fundación. Le indujo a ello uno de los pasajes de más
oscuro sentido, de los que Idari consagra a la Mezquita. Este pasaje
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 29

fué traducido conforme sigue por Gayangos: "Y An-nasir fué el que
añadió a la Mezquita-Aljama de Córdoba la parte de edificio conoci-
da con su nombre, en la cual está la gran tribuna, en que los mueda-
nos se ponían en hilera delante de él y pregonaban el azala de los días
de chumá (viernes) ; la cual tribuna es una de las construcciones más
maravillosas (que se ha nhecho)" (37). Ese mismo pasaje fué interpre-
tado de este otro modo por Codera : "Anasir Abderraman III, fué
quien añadió en la Mezquita-Aljama de Córdoba el celebrado aumen-
to : En él estaba el gran nicho Á:01 delante del cual se colocaban
7
en orden los almuedanos el viernes para dirigir la oración y era de
construcción maravillosa", versión que su autor ilustra, indicando que
,0 significa... bóveda, nicho". (38)
Y
A estas dos traducciones juzgo de interés adicionar aquí la de
Fagnan, quien interpretó así dicho pasaje : "C'est a En-Nacir que sont
dus les agrandissements bien connus de la grande mosquée de Cor-
doue, parmi lesquels figure la grande arcade voutée devant laquelle
se rangent les muezzins le vendredi pour faire l'appel a la priere, et
qui est une construction des plus remarquables". (39)
Pero con anterioridad, tanto a Codera corno a Fagnan, el propio
Amador de los Ríos, enmendando la versión de Gayangos, había pro-
porcionado esta otra del citado pasaje : "Y An-Nássir fué quien aña-
dió a la Mezquita-Aljama de Córdoba su ampliación celebrada ; en
ella está el minarete grande, en el cual los muedzanos se colocaban en
fila con su Imám el día de Chuma, para pregonar el al-idzan...", in-
terpretando la locución .7,0 en el sentido de "edificio levantado
a alguna altura del suelo" (4o) y, consiguientemente, en el de torre.
Y, ya en fecha reciente, Levi-Provengal facilitó noticia de otra refe-
rencia más sobre este mismo paisaje, figurada en un nuevo manuscrito
disponible del tomo segundo del Bayan de Ibn Idari, según la cual
Abd al-Rahman III, "proceda a une addition dans la grande mosquée
de Cordoue, en depa de celle que son fils al-Hakam II devait ordon-
ner, et qu'il fit edifier un passage vouté pour les muezzins". (41). •
Y es completamente obvio que esa Al!' —que no es sino el
,•
passage vouté de la traducción de Levi-Prov engal— ante la que se co-
locaban en los viernes los muaddines al prepararse para hacer la llama-
da a la oración, no era en definitiva más que el segundo cuerpo del
alminar, cuerpo que Ibn Idari menciona como representativo ,del al-
minar mismo, sin duda por ser, específicamente, lo que más caracteri-
za a esta clase de torres.
Amador de los Ríos (42) adujo en apoyo de su interpretación del
30 Félix Hernández Giménez

pasaje transcrito, en sentido de deberse a Abd al-Rahman III la am-


pliación del patio, lo indicado por Girault de Prangey al verter al
francés la traducción de Conde, de la lápida del arco de Bendiciones
de la propia Mezquita (43). Pero en esto anduvo menos atinado que
en la cuestión que se formulara acerca de la distribución del área de
la Mezquita, sin reparar en que de Prangey interpretó resueltamente
como agrandamiento espacial, lo que, tanto en una como en otra de
las dos lecturas que de la mencionada inscripción proporcionó Conde,
resuka dudoso, si (44) alude a agrandamiento físico o a magnificación
suntuaria. Y es notable que el propio Amador de los Ríos, al traducir
la referida lápida, adjudicase a la voz árabe base de equívoco, la acep-
ción consignada en segundo término, que precedentemente le habían
atribuído Conde y Gayangos y que después continuó asignándole Le-
vi-Provengal (45).
La puerta denominada del Alminar, en el santuario del siglo /X.
Literariamente existe base para estimar que, el cierre N. de la
Mezquita, se correspondiese o no con una de las fachadas de direc-
ción este-oeste del alminar de Hisam I, enlazaba con ese alminar en el
siglo IX. La proporcionan dos pasajes de la "Historia de los Jueces
de Córdoba", de al-Jusani, referentes a actualidad anterior a la demo-
lición de ese primer alminar. Aluden esos dos pasajes, a la Bab al-Saw-
mu'a, puerta que, lo mismo uno que otro de aquéllos, permiten iden-
tificar con la que contiguamente al alminar proporcionaba entrada,
no a éste, sino al patio.
El primero de tales pasajes reza así, según tradujo Ribera : "...
después de haber salido Yahia por la puerta del Alminar [de la mez-
quita-aljama] y haber montado en su caballería y llegado cerca de la
plazuela, volvióse otra vez, entró [en la mezquita] donde estaba el
juez y le dijo..." (46). Y es seguro que la mezquita a que alude este
pasaje es la mayor de Córdoba, ya que era en ella donde actuaba el
juez en cuestión, Ibrahim b. al-Abas Al-Quraysi, titular por dos veces
del citado cargo bajo Abd al-Rahman II (47). En cuanto al segundo
pasaje hace referencia a Sulayman b. Aswad al-Gafiqi, juez también
en dos etapas, en tiempo del emir Muhammad, y depuesto del cargo,
en la segunda, al comenzar el emirato de al-Mundir (48). De este juez
refiere. al-Jusani, que se había oído decir : "Cuando sea la hora de
los oficios, no los retraséis ni un momento, aunque. sepáis que yo esté
bajando de la cabalgadura, junto a la puerta del alminar : no me es-
peréis ; llamad a la oración y rezad" (49).
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 31

Singular emplazamiento del primitivo alminar.

Hasta fecha relativamente reciente, cabía pensar en si pudo ha-


ber llegado a constituir fórmula habitual, en los primeros siglos de
Islamismo en Occidente, la de que el alminar constituyese organismo
no avanzado hacia el exterior, en el acotado total de una mezquita. A
esa disposición se acomodan en Córdoba, además del alminar alzado
de Abd al-Rahman III en el santuario mayor, de esta ciudad, tres de
los cuatro que, con aquél, son hasta ahora los únicos identificados co-
mo subsistentes de época omeya, en la capital del Andalus, sin que re-
sulte suficientemente claro si el cuarto de ellos respondió o no a seme-
jante disposición (5o). No se hubiera alejado, pues, de lo razonable, el
suponer que el cierre septentrional del patio de la primitiva aljama
cordobesa se alineaba con el costado N. de la torre de Hisam y, no,
con el meridional de ella.
Pero el que, con arreglo a la primera de estas disposiciones, el pa-
tio originario hubiese medido una profundidad de 41,35 ms., no muy
conciliable con los 8o codos de que habla Ibn Baskuwal —cualquiera
que sea la variedad de ellos, de las aquí estudiadas— vino a plantear
la cuestión de si, en la gran mezquita de Córdoba anterior al siglo X,
el alminar habría formado saliente en planta, hacia el exterior, dispo-
sición confirmada, luego, como efectiva y explicable por el hecho de
no haber surgido conjuntamente alminar y aljama, en el presente ca -
so, sino el primero como aditamento de la segunda después de cons-
truida la misma.
Porque el hallazgo de que tenemos hecha indicación, de lo sub-
sustente del primitivo alminar, proporcionó norte para practicar al-
gún otro registro en el propio patio, de que podía aguardarse que hi-
ciera luz, sobre si tuvo, o no, efectividad la situación inducida para
aquél como posible. Hacia poniente, no se dió en este segundo regis-
tro con vestigio de la cimentación del cierre septentrional del primi-
tivo patio, resultado por lo demás no muy extraño. Porque, dado lo
más que deficiente de las fundaciones de la Mezquita originaria, in-
cluso en su parte de oratorio, nada tiene de particular que el contor-
no mural, de la zona no techada del primitivo santuario, careciera de
verdaderos cimientos en lo que es sector O. del patio —al parecer, el
más plagado de restos de edificación premusulmana utilizables, con li-
gera labor de adaptación, como firme de obra nueva— o que, si po-
seyó cimientos, preparados de exprofeso como tales, fuesen tan esca-
32 Félix Hernández G'iménez

samente profundos y de tan reducida consistencia que por sí solos se


dsemoronaron al procederse al desmonte de dicho muro.
En cambio, en el que, con arreglo a las medidas de Ibn Baskuwal,
cabía estimar como probable emplazamiento del ángulo NE. del in-
dicado cierre, se tropezó en ese segundo registro con un cimiento co-
rrido, orientado meridianamente y de 2,10 ms. de grueso, ligeramen-
te convergente hacia N., con el que fué eje litúrgico del santuario, y
simétrico en alineación con la fachada O. de la originaria sala de pre-
ces. Se halla formado este cimiento : en sus hiladas bajas, por mam-
puestos y trozos de sillares, colocados unos y otros a hueso ; y, en la
de lo alto, exclusivamente por sillares, colocados también a hueso. Las
piezas de esa hilada cimera, se ofrecen uniformes, en grueso y altura,
dimensiones que coinciden cori sus homólogas de los sillares de la pri-
mitiva Mezquita. Esto y el que todas las piezas de esa misma hilada
difieran en largo, —menor siempre que el de los sillares del primiti-
vo oratorio— evidencia que tales piezas constituyen despojo del mu-
ro de cierre que allí se demoliera, como a su vez las empleadas para
la reorganización del tramo N. de la fachada O. del propio patio, pro-
cederán, en gran parte del muro de cierre desmontado en ese lateral.
Sin duda, pues, ese cimiento que, según pudo observarse, se prolonga
bastante a N. de la alineación septentrional del alminar de Hisam I,
ha de ser referido a época de Abd al-Rahman III.
Y con ese muro de cimentación, por sus haces de poniente, pero
sin trabar con él y sin correspondencia entre sus respectivas juntas
horizontales, intesta otro de dirección este-oeste (fig. 4), a una y otra
banda del cual se registra absoluta identidad de nivel, en cada una
de las juntas de aquella disposición del primero. También en su mate-
rialidad difieren no poco esos dos muros. Así, mientras en el que es
sensiblemente paralelo al eje ritual del santuario, las piedras de lo al-
to hermanan, por su naturaleza, con las de la Mezquita, en el de orien-
tación este-oeste, las piezas con disposición simulada de sillares, de lo
bajo, además de discrepar considerablemente entre sí, no ofrecen con
las del monumento analogía ninguna ; y las de la parte superior —cu-
ya permanencia in situ es atribuible a que no habrán llegado a cons-
tituir estorbo para edificación alguna, luego de derribado el muro de
que las mismas son resto— resultan idénticas en material y dimensio-
nes, en cuanto es apreciable por lo que de ellas subsiste, a las de las
fechadas del primitivo oratorio.
Ese muro soterrado acabado de citar es aproximadamente parale-
lo a la actual fachada N. del santurio y mide 1,14 m. de ancho, dimen-
Historiografía Arabe de la Mezquita de Cordoba 33

sión, que, sobre repetir la de los demás muros de la primitiva Mezqui-


ta no es una magnitud cualquiera, sino equivalente con muy corta di-
ferencia a dos codos rassasies, con arreglo al valor que inicialmente
hemos admitido para éstos. En su extremo de naciente dista ese mu
ro 37,3o ms. (fig. 3) —esto es, alrededor de i,00 m. más que el primi-
tivo alminar— de la fachada N. del oratorio, lo que significa que no
es exactamente paralelo a ella. Sin embargo, el que ese muro se ofrez-
ca en sus haces de mediodía perfectamente alineado con la cara S. de
la torre de Hisam I, acredita al mismo como seguro resto del cierre sep-
tentrional del primitivo patio, a la vez que abona que la medida de
éste, en sentido norte-sur, fué realmente la de So codos ma'munies su-
ministrada por Ibn Baskuwal.
Pero, además, el que ese muro se halle en alineación con el frente
de mediodía de la primitiva torre evidencia que ésta sobresalió casi
por entero de los haces interiores del muro de cierre N. de la primi-
tiva Mezquita. Semejante disposición, lejos de resultar insólita en el
Andalus, explica la que verosímilmente ofreció en su origen, la torre
de la colegiata del Salvador de Sevilla, templo identificado, hace ya
algunos arios, como sucesor en su emplazamiento de la aljama cons-
truída bajo Abd al-Rahman II en dicho núcleo urbano, no mucho
después de adicionarse a la de Córdoba su primer alminar. Como éste,
el de la mezquita mayor sevillana, del que nos ocupamos con deteni-
miento en estudio en preparación, parece haber formado saliente ha-
cia el exterior, en el acotado de la misma, en las inmediaciones del
que debió de ser eje ritual de ella.

El toldo del patio

Es noticia relacionada probablemente también con la ampliación


del patio hacia N., la proporcionada por Ibn Jaldun, al decir de al-
Maqqari, en pasaje que, según traduce el distinguido epigrafista y
buen amigo nuestro don Manuel Ocaña, dice de este modo : "Final-
mente mandó hacer [Abd al-Rahman III] el al-zulla = tol-
do, sombrajo] sobre el patio de la al-Yami de Córdoba para preser-
var a las gentes del calor del sol" (9). El dotar de toldo a un patio de
las dimensiones del de la Mezquita de Córdoba, ofrece dificultades ta-
les —aún de tratarse del primitivo de ella--, que, de por sí, evidencia
especial interés por el templo agraciado con semejante iniciativa. Por
ello es poco verosímil que de haberse llevado ésta a cabo, antes de arn-
pliarse hacia N. el sector a cielo abierto del santuario, se prescindiera
34 Félix Hernández Giménez

de ella, al agrandarse el expresado sector y sustituirse el primer al-


minar por otro nuevo, precisamente por el soberano que había orde-
nado la referida instalación.
Es presumible pues, que, si no inicialmente, poco más tarde, el
toldo salvara, en la dirección de su menor lado, que naturalmente se-
ría la de los cables maestros de la propia vela, una luz que —por lo
crecida— tenía que engendrar fuerte tensión por parte de éstos en las
fachadas en que amarraran. De esas fachadas, la del oratorio pudo
aguantar en condiciones admisibles el mencionado esfuerzo, luego de
reorganizada por Abd al-Rahman III; antes no, porque vencida hacia
el patio, como comprobadamente se encontraba ya esa fachada por el
empuje de las arquerías divisorias de las naves, el tal esfuerzo no hu-
biera tardado en dar con ella en el suelo (52). Pero el frontis opuesto
al oratorio, con longitud, en su tramo de naciente, no inferior a 30,00
ms., no habria podido soportar dicha tensión, de hallarse constituído
exclusivamente, sea por un cierto número de arcos estribados en co-
lumnas, sea por otros tantos cargaderos leñosos asentados en angostos
pies derechos. Porque en un hastial de no escasa longitud organizado
como va dicho, cualquier fallo en el atirantado de la cubierta apeada
en aquél por uno de sus extremos, trasciende en un mayor o menor
desplome del propio hastial hacia el ojo del patio. Y ese fallo rara-
mente deja de producirse, en entramados como los que cabe suponer
en las cubiertas de la Mezquita.
Induce esto a pensar en si la actual organización de fachada de
los galeriones, obra de principios del siglo XVI (53), en la que agru-
paciones de tres peraltados medios puntos de ladrillo —en lugar de
ese mismo número de ultrasemicírculos de cantería— alternan con
machones de 2,4o ms. de frente, amparados en su comedio por sen-
dos contrafuertes de Loo m. de saliente hacia el centro del patio, no
hará sino perpetuar la organización adoptada, bajo Abd al-Rahman III
para esas fachadas mismas, bastante adecuada para que no fuera mu-
cho lo que se venciese, por efecto del toldo, la del galerión N. En par-
ticular, lo indicado en último término, de haberse ejercido la tensión
del toldo en cada tramo de hastial, no directamente, sino actuando so-
bre un durmiente de madera, alojado en la parte cimera de dicho tra-
mo y de la misma dirección de éste y, tornapuntado, en cada uno de
sus extremos, por uno de los referidos contrafuertes. Y el que la mo-
derna organización de las fachadas de los galeriones datara, en su ori-
gen, del siglo X, se compaginaría bien con la presencia en ellas, con
craácter de elemento básico sistemáticamente repetido, del juego de
Historiografía ,.4rabe de la Mezquita de Córdoba 35

tres arcos agrupados, tan en boga en la arquitectura califal --como


trasunto de la bizantina—, a la vez que explicaría la peculiar dispo-
sición de tales fachadas.
Esa agrupación de tres arcos se da en Córdoba, en época de Abd
al Rahman III en el testero S. de la nave principal del salón recupe-
rado, en estos arios últimos, en la zona central inferior del sector pa-
la,tino de Madina al-Zahra, así como en las fachadas E. y O. del gran
alminar de la Mezquita, según ha comprobado la exploración de lo
subsistente de él y pudo ver, aún, Ambrosio de Morales (54). Esa mis-
ma disposición se repetía, hasta cuatro veces, en la nave mayor de la
ampliación de al-Hakam, de la propia Mezquita, y otras tantas en el
gran salón también de los arios de al-Hakam II, si es que no de los ter-
minales de Abd al-Rahman III, excavado por D. Ricardo Velázquez
en la citada residencia de corte, si bien en este último caso, en la se-
paración entre la nave central y sus colaterales, no en el testero S. de
esas mismas naves, en donde el excavador acabado de citar indicó, in-
fundadamente, que se daba el referido tipo de agrupación (55). Y ya,
como influjo de la arquitectura califal, tornó a verificarse empleo del
juego de tres arcos agrupados : en la Alcazaba de Málaga, a mediados
del siglo XI (56) ; en los costados N. y S. del Patio del Yeso en el Al-
cázar de Sevilla, en el siglo XII ; y en lo construido en ese mismo Al-
cázar, bajo el rey don Pedro, en la segunda mitad del siglo XIV, sec-
tor en el que se registra hasta tres veces en el salón de Embajadores,
y una en el existente a N. del Patio de las Doncellas.
No nos es conocida referencia, acerca de si el toldo llegó a afec-
tar, o no, a la parte de patio obra de Almanzor. Pero predispone a
admitir que sucediese así, el que ello no habría suscitado mayores di-
ficultades, que las que precisó afrontar para la organización del vela-
rium en el sector O. Porque en definitiva la suspensión de lona y ca-
bles había de disponerse, en la ampliación de Almanzor, para la misnia
luz qu een la Mezquita de los arios últimos de Abd al-Rahman III.

• Las columnas del Patio y los accesoriós de ellas

A la misma época en que se realizó la ampliación del patio hacia


N. corresponderán, en su mayoría, los cimacios, capiteles, fustes y ba-
ses en que apean las arcadas de .los galeriones de aquél, construidas se-
gún tenemos indicado, en los albores del siglo XVI. Da pie para tal
apreciación, la casi absoluta ausencia de ejemplares romanos y visigo-
dos entre las mencionadas piezas ; porque, si para la sala de preces,
36 Félix Hernández Giménez

principal sector del santuario, fué forzoso recurrir para tales elemen-
tos a piezas de época premusulmana, más justificado se hallaba, toda-
vía, el que se recurriese a estas otras para parte tan secundaria del
conjunto, como lo fueron los indicados galeriones, si es que estos exis-
tieron y precisamente con columnas como soportes, en la Mezquita
originaria.
Es verdad que, con las que de dichas piezas son con certeza is-
lámicas, figuran varias que se dirían ajenas a la Mezquita. Pero el más
somero examen del expresado material permite identificar, en él, sen-
dos copiosos lotes de fustes, de bases y de capiteles, bastante homo-
géneos cada uno por su parte, estimables como de época de Abd al-
Rahman III o, cuando menos, muy similares a los que se dan en el
refuerzo de 958, de la fachada septentrional del oratorio. Y esto in-
duce a sospechar: por un lado, que al ampliarse el patio, gobernando
Almanzor, hallaron nuevo empleo, en los dos tramos de arquerías en-
tonces organizados, las piezas del tramo de galerión demolido en tal
momento ; y, por otro, que también en la obra de hacia 1515, fueron
aprovechadas las .piezas subsistentes de las galerías, a la sazón en buen
uso, mientras las restantes se reemplazaron por otras de muy diversas
procedencias.
Los referidos lotes de piezas pueden constituir también indicio de
que los tríos de arcos de los hastiales de los galeriones, como fórmula
compositiva —no en su actual ser, cristiano incuestionablemente-
constituyen innovación de los días de Abd al-Rahman III, y de que,
de datar la primitiva organización de esos hastiales de antes de am-
pliarse el patio hacia N., se la reprodujo en todo lo adicionado o re-
construido en dichos galeriones, al ampliarse el patio en la dirección
acabada de indicar.
Ahora bien, de los propios galeriones es afirmable, que no conta-
ron en el originario plan de la Mezquita. De que sucedió realmente
como decimos, constituye buena prueba el hallazgo, en exploración
practicada al consolidar el monumento,. de un pilar adosado exterior-
mente al machón de común apóyo de las dos arcadas de la primitiva
fachada del oratorio sobre el patio, situadas más al E. Se halla en eje,
ese pilar, con la andana de columnas que separa, una de otra, las na-
ves con que las citadas arcadas se corresponden ; pero, en su fábrica
como en su guarnecido, dicho pilar se ofrece desligado del referido
machón, como obra que evidentemente constituye más tardía que la
de éste. Y es, por delante del guarnecido de la cara N. del indicado
pilar, que se halla organizado el machón de común estribo de las dos
Historiografía Arabe de. la Mezquita de Córdoba 37

arcadas, que en el refuerzo del primitivo hastial del oratorio sobre el


patio, obra de Abd al-Rahman III, se corresponden con las dos citadas
naves. Y también ahora, la falta de traba entre los menciondos pilai y
machón —en la fábrica, como en el guarnecido— acredita que uno y
otro datan de fechas distintas y que, de ambos, el situado más a N. es
el más reciente.
El pilar que decimos (fig. 9) es de planta rectangular, mide o685
m. de N. a S., por 1,43 m. de E. a O., y según hemos podido com-
probar, no se repite en los demás machones de la mitad oriental del
testero N. del oratorio, donde la obra de Abd al-Rahman II se ante-
pone directamente a la primitiva. Pero por lo que respecta a la mitad
occidental de esa fachada misma, no nos es permitido hablar de visu,
en el" particular de que ahora lo hacemos, debido a las reconstruccio-
nes de que fué objeto esa mitad a finales del siglo XV o al comenzar
el XVI ; si bien la simetría induce a admitir un pilar análogo al des-
crito, embebido en el machón en que conjuntamente apean, por uno
de sus extremos, las arcadas de acceso desde el patio a las dos naves
extremas de poniente.
Propiamente el citado pilar sólo es explicable como soporte, sea
de una arcada, sea de un adintelado de madera, de dirección norte-
sur, correspondientes a la fachada sobre el patio de una galería adi-
cionada a éste en su zona de naciente. Y esa adición —que, como tal,
sería más tardía que el primitivo hastial N. de la sala de preces-- hu.
bo de llevarse a cabo antes del ario 958 en que Abd al-Rahman III re-
forzó, sin demolerlo, el indicado hastial dándole mayor grosor hacia
N. del que inicialmente tuvo. Es de advertir con todo, que, de ser
anteriores a al-Nasir lo mismo la adición de dicha galería que la de
otra que le hiciera bis en el sector O. (57), la reedificación de ambas,
cuando menos parcial al procederse por este soberano a la ampliación
del patio, es casi segura. Y no sólo porque la reconstrucción, poco
menos que total, de los muros del contorno exterior obligara al des-
monte de los techos y, aún quizá de los hastiales, de los indicados ga-
leriones, sobre lo que es zona a cielo abierto del patio, sino para la
homogénea reorganización de los indicados hastiales en toda su Ion
gitud, en consonancia con las que fueron fórmulas artísticas en boga
en Córdoba al ser prolongados los mismos hacia N. Y es lógico ad-
mitir que cuando quiera que se reorganizasen los galeriones de nacien-
te y poniente, se organizaría también el del costado N.
Por lo demás es probable —y la ausencia precedentemente invo-
cada de fustes y de sus habituales accesorios anteriores a Abd al-Rah-
38 Félix Hernández Giménez

man III parece confirmarlo— que las arquerías o adintelados de los


galeriones, de haber bordeado tales elementos realmente el patio lle-
gado a este soberano, no asentaran sobre columnas. Porque el patio
porticado en derredor sobre soportes de la citada clase, no parece ha-
ber sido solución muy en uso —salvo en las mezquitas— en nuestra
etapa omeya, a juzgar por lo puesto al descubierto en Madina al-Zah-
ra, en donde hasta ahora no ha sido identificado y en donde es de ima-
ginar que con las innovaciones del momento, no dejarían de encon-
trarse representadas las soluciones con firme arraigo en el país, al ini-
ciarse la construcción de dicha residencia.
No deja de intrigar el que ampliado el patio en 944 o en 951, al
edificarse el nuevo alminar y demolerse el antiguo y reconstruidos
entonces verisímilmente los citados galeriones —si es que éstos no
constituyen innovación de ese periodo— no se abordase hasta siete
años más tarde la obra del hastial N. de la sala de preces, hastial al
que tan en malas condiciones ha de haber tenido siempre el empuje
de las arquerías divisorias de las naves. Porque es indudable que la re-
novación del indicado hastial, sobre ser más apremiante que las demás
obras acabadas de citar, era de carácter preferente con relación a és-
tas, ya que mientras aquélla afectaba al principal sector del santuario,
cuanto se realizase en los galeriones afectaba a zona del edificio un
tanto secundaria. Por ello consideramos probable, que esa obra de la
fachada guarde relación con suceso que Ibn Idari reseña como acae-
cido en 344 H. y que, según Fagnan, relata en estos términos : "la
7 jamada (29 agosto 955), un violent at bruyant trémblement de terre
se fit sentir a Cordoue: une autre secousse analogue eut lieu le same-
di 11 du meme mois, vers l'heure du midi" (58). Y posiblemente a este
mismo seismo alude la noticia registrada en el Noyum de haberse pade-
cido un violento y prolongado temblor de tierra en Egipto en ese año
de 344 H. (59).

Efectivas dimensiones del patio originario

Cuanto precede, acerca del patio y de sus principales accesorios,


es digresión a que nos ha forzado la importancia de determinados por-
menores, del sector a que aquélla afecta, del todo desconocidos, o so-
bre los que aún no ha sido llamada suficientemente la atención y de
los que algunos son de capital interés, por lo que respecta a las medidas
de dicho sector —y consiguientemente del propio santuario— regis-
tradas en codos.
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 39

Tornando ya al que concretamente es nuestro tema, flOS encon-


tramos con que según Ibn Baskuwal, la longitud norte-sur del primi-
tivo patio fué de 8o codos ma'munies, que, de corresponderse con
36,57 ins., proporcionaría para dicha clase de codos una equivalencia
de 45,7 centímetros. No coincide ésta, de modo exacto, con la que
inicialmente hemos adoptado para el codo ma'muni; pero no se pierda
de vista que, de haberse medido esos 8o codos sobre el eje norte-sur
del santuario, habría posibilidad —proporcionada por la puerta prin-
cipal de la Mezquita, es decir, por la desaparecida, denominada del
Alminar— de que en ellos quedara comprendido el grueso del muro
N. del patio. De ocii rr.r realmente así, esos So codos se corresponde-
rían (fig. i) con 37,71 ms., lo que proporcionaría para cada uno de
esos codos un valor de 47,i cms. que es con exigua diferencia y a re-
serva de ulterior comprobación, el que tenemos admitido para ei co -
do ma'muni. Y todo esto viene a confirmar la veracidad del pasaje de
Iba Idari relativo a una ampliación, obra de Abd al-Rahman III, pa-
saje que ya Amador de los Ríos intuyó que tenía que aludir a un
agrandamiento del patio hacia N., empresa, la del agrandamiento
meramente, que ya Girault de Prangey dió por probable (6o), si
bien sin autorizar adecuadamente su apreciación al basarla en la lá-
pida del Arco de Bendiciones, ajena por completo al asunto.

Disposición general de la Mezquita al finalizar el siglo VIII y en al-


gunas otras fases del monumento.

De lo indicado al hablar de las referencias atribuidas a Ibn Bas-


kuwal se sigue, que, mientras la anchura interior de la primitiva Mez-
quita, medida sobre el testero de qibla fué (fig. I) de 73,773 ms., la
longitud del santuario tomada también interiormente, pero sobre la
que es línea axial del mismo en lo litúrgico, fué de 74,43 ms. Consi-
guientemente sólo existieron 65,7 cms. de diferencia entre la longitud
y el ancho en la Mezquita originaria, lo que prácticamente autoriza a
estimar el total recinto del santuario como cuadrado, sin que obste
para tal estimación la ligera convergencia de los costados E. y O. del
edificio hacia N. ya que ésta supone únicamente, aumentar hasta 1,31
m. la diferencia entre aquellas dos dimensiones, lo que, considerada la
magnitud de las mismas, nada o muy poco significa. Y aun esa dife-
rencia quedaría reducida a 14,1 cms. de haberse tomado las dimen •
siones en cuestión exteriormente, caso en que éstas se elevarían a
79,on ms. y 78,88 ms. respectivamente, medida la primera sobre el
40 Félix Hernández Giménez

muro de qibla (6 ). Puede admitirse, pues, que el santuario fué en su


fase originaria de planta cuadrada, con reparto de la superficie por
igual entre patio y oratorio, conforme ya barruntó Amador de los
Ríos que hubiera sucedido (62). De este conjunto inicial vino a cons-
tituir primera alteración el alminar de Hisam I, formando muy acu-
sado saliente hacia N. en el recinto total. Con ello quedó constituido
el modelo (fig. ) a que, dados el carácter de capitalidad de estado
concurrente en Córdoba y la reconocida preeminencia, por lo menos
hasta la segunda mitad del siglo XII, de la aljama de esta localidad so-
bre sus congéneres del Andalus, es probable que se acomodasen las res-
tantes mezquitas mayores de nuestros Omeyas no investidos todavía
como califas.
Y es posible que la identidad de dimensiones adoptadas, al pare-
cer, en la fase acabada de indicar para los dos sectores en que habi-
tualmente se ofrece repartida la total superficie en las mezquitas de
Occidente, influyese tanto o más que el propio azar, en las que llega-
ron a ser líneas capitales de la aljama cordobesa, a seguida de ampliar •
la Abd al-Rahman III. Porque no parece mera casualidad el que, mien-
tras Abd al-Rahman II se limitó a agrandar el oratorio, llevando los
haces exteriores del muro de qibla (fig. 2) 27,28 ms. más a mediodía
de su primitiva alineación, Abd al-Rahman III aumentase, cien arios
más tarde, la profundidad del sector a cielo abierto, adicionándole
(fig. 3) 23,75 ms. y restableciendo, casi, el inicial equilibrio entre am-
bas zonas, equilibrio roto de nuevo no mucho después, y ahora ya de-
finitivamente, por al-Hakam II, al proceder éste a la tercera amplia-
ción del monumento.
En líneas generales, pues, parece que puede darse por conocido
el patrón a que se ajustaron nuestras aljamas de las postrimerías del
siglo VIII y de todo el siglo IX. Y ello permite enjuiciar sobre cómo
serían entre otras las de Jaén y Sevilla, edificadas por Abd al-Rah-
man II en 210 H. —24 de abril 825 a 12 id. 826 (63) y 214 H.— I
marzo 829 a 27 febrero 83o, —respectivamente y la de Elvira, obra
cierta del emir Muhammad ultimada en du-l-qa'da de 25o H. —6 dic.
864 a 2. enero 865—. (65)

Rectificación de las medidas de total profundidad del santuario.

Constatada la existencia de una ampliación de Abd al-Rahman


hallan fácil explicación los 225 y 33o codos, atribuídos de profundi-
dad al edificio por el Kitab maymu al-muftariq para antes y después
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 41

de construido el sector al-Hakam II, medidas de las que la segunda


es consignada también por Ibn Baskuwal y la primera, conforme se
recordará, ha sido ya objeto de reparo por nuestra parte. Esa amplia-
ción de Abd al-Rahman III proporcionó una profundidad de santua-
rio que subsistió menos de veinte arios ; nada tiene, pues, de particular.
que medidas de la Mezquita suministradas sin mayor precisión corno
correspondientes al lapso comprendido entre el fallecimiento de Abd
al-Rahman II y la entronización de al-Hakam II, correspondan de he-
cho a momento anterior a la instauración del califato en Córdoba.
De ocurrir realmente así, como la distancia entre los haces inte-
riores de los muros de qibla y de cierre N. del total acotado de la
Mezquita, luego de ampliado por primera vez hacia mediodía el san-
tuario, pero antes de ser agrandado hacia N., el patio fué (fig. 2) de
o 1,71 ms., los 225 codos ma'munies habrían supuesto para esta
unidad métrica, de constituir ellos medida interior, un valor de
101,71 ms.
= 45,2 cms. Mientras, de haberse computado esos codos
225
entre los haces exteriores de los muros mismos acabados de citar,
la equivalencia para cada una de tales unidades hubiera sido de
o5,76 ms.
= 47 cms. La identidad del resultado ahora obtenido
225
con el valor adjudicado de modo provisional, en estas páginas, al
codo ma'muni da pie para creer que la medida de que ahora hablamos
fué tomada, precisamente, por el exterior y no contiene error en lo 'fue
atañe a cifra. Pero a su vez esto último es indicio de haberse incu-
rrido en lapsus, por quienquiera que fuese, de quienes integraran la
cadena informativa en el caso en cuestión, al atribuir esos 225 co-
dos al edificio que se propusiera agrandar al-Hakam II, como lo es,
también, de que la referida cifra de codos corresponde, propiamen-
te, a realidad anterior en algunos años a la ampliación de la Mezqui-
ta por este soberano.
Y por su parte, el indicado lapsus dió lugar a error de bastante
consideración. Porque, los 33o codos registrados como profundidad
total de la Mezquita, son resultado de adicionar a los erróneos 225
codos, los Io5 correspondientes, según el anónimo del Kitab n'upad
al-muftariq, a la ampliación de al-Hakam II. Supone esto haberse
prescindido, en el cómputo de lo adicionado por Abd al-Rahman III
al patio, adición que, en la copiosa historiografía musulmana del mo-
numento, es la que menos concreta referencia parece haber suscita-
42 Félix Hernández Girnénez

do. La cuantía del error en juego en el presente caso se halla, pues,


perfectamente definida y, al ser ella de 23,75 ms., equivalentes con
exigua diferencia a 5o codos ma'munies, la verdadera profundidad
del edificio resulta haber sido de 38o codos de especie ma'muni. Es
de toda verosimilitud, p,or consiguiente, que ninguno de los dos es-
critores árabes invocados en último lugar midió o hizo medir, real-
mente, o se atuvo en absoluto a indicaciones de toda solvencia del
personal afecto al santuario, sino que laboró con mayor o menor
acierto sobre referencias literarias. Y ello llama la atención, singu-
larmente por lo que respecta a Ibn Baskuwal, dado el carácter de na-
tivo y de habitante por no poco tiempo de Córdoba, concurrente
en este historiador.
V I
CONCLUSIONES

Carácter de efectivas de las. equivalencias que, como provisionales,


tenemos propuestas para los codos ma'muni y rassasi de uso en
Córdoba.
Para el fácil cotejo de los resultados obtenidos hasta aquí, en re-
lación con los patrones métricos estudiados, cotejo en que hemos de
fundamentar nuestras conclusiones acerca de las exactas equivalen-
cias de dichos patrones, hemos hecho reseña, en el cuadro a seguido
consignado, de las diversas medidas analizadas, indicando para cada una
de ellas: las referencias de que tales medidas proceden; las equivalen-
cias correspondientes a los mencionados patrones, según esas medidas
se consideren tomadas; y los lotes de ellas, en que respectivamente las
estimamos clasificables, acotando con idéntico número de asteriscos las
de cada uno de los citados lotes.
Practicando, ahora, recuento: del número de referencias rnétricas
de orden general y de detalle de la Mezquita, en definitiva analizadas;
del total de dimensiones, de que tenemos admitido que, enmendadas o
no, procedía dar de momento como buenas; y de la exigua cantidad de
medidas que hemos juzgado como francamente desechables, se llega al
resultado a continuación expresado, admitido un cierto margen de
aproximación en más o menos, para catalogar o no como aceptables
las equivalencias obtenidas para los patrones de que hablamos.
De ls 22 medidas diferentes que, de manera explícita, facilitan en
conjunto Ibn al-Nazzam, Ibn Baskuwal, el Anónimo del Kitab maymu
al-muftariq e Ibn Idari: 13 proporcionan equivalencias coincidentes
Sectores a que Fuente de que las DIMENSIONES Equiva
afectan las refe- referencias pro- lencias Modo de estar com-
Grupos
rencias. ceden. Codos. en cmts. putada la medida.

anch. 7.5 47,5


al t. 13,5 47,3 *
Mibrab. s/ lbn Bask. 50,4
profundi-
49,1 * **
dad. 8,5
42,8
Gran Alminar. s/ Ibn. Bask. a n c h. lel 18 47,14 *
cuerpo

49,3 int
anch = a. 150 50,9
ext. sin contrafts. * **
ampl. s/ Ibn 'Idari. lext. con contrafts.
52,8
long N-S. 50 48,9 8 arcadas, pero no
la pilastra que
las precede.
*
anch = a. 150
s/ lbn 'Idari. 46,5 in t.
) long N-S. 95
*
Ampl. 2 47,4 ext. sin contrafs
kam II. 47,9 ext. con contrafs.
42,1 int.
***
s/ Kitab Mayin. long. N-S. 105 43,7 ext.
45,2 int. agrandado, ya
Mezq al morir s/ Kitab Maym. long. N S. 225 el patio.
' Ahd, al-
R. III. 47 ext. íd. íd.
Mezq al moral
AI-Hakam 11 s/ Kitab Maym 1 anch. 105 70,5 int.
51,8 int.
Mezq. total. s/ Kítab e Inbl long. N-S. 330 53 ext
Bask.
Ampl. Almanz. i s Kítab Maym. anch. 185 66,5 int
s/ Kitab Maym anch. 80 59,7 int.
anch . 128 57,4
Patio /s Kitab Maym, E-O. ' int. ya ampliado,
57,4 pero antes de re-
long. N-S. 105 forzarse el has-
tial N. del ora-
torio.
Nave central. 55,7 int. bajo Al-Ha-
Id. colaterales. Kam II.
Id. extremas. anch. 16 48,8 entre ejes de fustes.
*
Galerías del pa-
s / Kitab Maym. anch. 14 49,3 Id , íd. id.
*
tio. anch. 11 50 + +++
hasta íd , id.
Naves extremas anch. 10 57
incluidos id.
s/ Ibn al-Nazz. anch. 9,5 57,9 hasta ejes de fustes.
Patio. s/ Ibn Bask anch. 250 49,2
45,7 int.
long N-S. 80 47 ext.
44 Félix Hernández Giméne`Z

con las admitidas por nosotros de modo provisional, para una u otra
de las variedades en estudio, o que difieren muy poco de ellas ; 2 re-
sultan conciliables, mediante corrección en un caso y aclaración en
otro —ambas tan naturales como sencillas— con las equivalencias mis-
mas acabadas de indicar ; 4 se ofrecen corno admisibles o no, según
sea la forma —para nosotros imposible de intuir— en que se tomaran ;
y 3, únicamente, conducen a equivalencias que, cualquiera que sea la
manera en que esas medidas se •consideren tomadas, ni aún de modo
aproximado resultan compatibles con las equivalencias adoptadas en el
presente estudio como base de trabajo.
Pero esas equivalencias que difieren de las que hemos admitido
como probables, lo verifican en términos que a los efectos aquí per-
seguidos autorizan a desentenderse de los informes de que las mismas
proceden y a dar como buenas y definitivas esas otras mencionadas en
segundo término. Mayormente cuando, entre esas equivalencias que
calificamos de probables, figuran las res' ultantes de noticias alusivas a
magnitudes de que no es dudoso el cómo se tomaron y que, aún en el
día, resultan perfectamente cotejables con la realidad. Y por si ello fue-
ra poco, cuando, conforme se ha podido ver, se acomodan a múltiplos
exactos de esas equivalencias, dimensiones tan significadas, por lo que
atañe al codo ma'muni, como la del grueso de los muros y la de ancho
de las idas de escalera del alminar de Abd al-Rahman III —que una y
otra miden 94 cms.— y por lo que respecta al codo rassasi, como la del
grueso de las fachadas de la Mezquita originaria —que por su parte es
de 1,14 m.—, es decir, sin diferencia grande, 2 codos de la variedad
misma citada últimamente.
Han de admitirse, pues, como equivalencias de los codos ma'muni
y rassasi de uso en Córdoba, las de 47 y 58,7 cms., a que se llega anali-
zando, tanto lo consignado por Ibn Luyun, como las referencias dis-
ponibles acerca de la anchura y la altura del mihrab y de la anchura
del alminar. Pero en nuestra opinión aún cabe precisar más, al resul-
tar confirmadas como correctas las tres medidas acabadas de indicar
que, respectivamente, proporcionan para el codo las equivalencias de
47'5, 47'3 y 47'14 cms. Y descartada la segunda de estas tres medidas,
no tan concretamente definida como las otras dos, por lo que respecta
a la real longitud con que cada una de las tres se corresponde, juzgamos
más en razón el optar por la tercera que por la primera, ya que, mien-
tras aquélla contiene 18 veces el patrón en que figura registrada, la
primera sólo comprende 15 veces la fracción de medio codo, que es par-
te de esa medida misma. Sin contar con que tiene más visos de hecho
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 45

real, que el ancho del primer cuerpo del alminar respondiese a número
exacto de unidades métricas, que el que se ajustara a número de ellas,
acompañado de fracción de la categoría de una mitad, la anchura del
mihrab, al hallarse tomada ésta, conforme a su tiempo advertimos, no
entre haces murales paralejos al eje principal del nicho, sino entre dos
de los vértices enfrentados de ese nicho.
Por lo demás, depone muy en favor de la equivalencia a que otor-
gamos nuestra preferencia, el que no parece haber tenido carácter de
insólito en el Andalus, el que el primer cuerpo de los alminares de las
mezquitas mayores se ajustaran, en su ancho, a número exacto de co-
dos, toda vez que se sabe de varios de ellos, que midieron, en el refe-
rido sentido, número de tales unidades métricas, tan calificado como
diez, que por su carácter de base aritmética diríase que excluye el que
le acompañase aditamento fraccionario alguno. Al número de codos
acabado de indicar se acomodó en anchura, en su primer cuerpo, se-
gún referencia literaria de que se dispone, el alminar de la aljama de
Medina al-Zahra (66) y eso mismo les sucedió, a lo que parece, al al-
minar de que Hisam I dotó a la Mezquita de Córdoba y al de la mez-
quita de Ibn Adabbas de Sevilla, ejemplares, los dos últimos, en que
los codos resultan haber sido de especie rassasi (67).
En definitiva, pues, es estimable como exacta equivalencia del co-
do ma'muni la de 47,14 cms., que, a su vez, supone la de 58,93 cms.
para el codo rassasi, e implica como grosor del dedo, base de que he-
mos partido para la determinación del valor del codo, no 19,585 mms,
sino 19,643 mms., magnitud, esta última, superior a aquélla sólo en po-
co más de media décima de milímetro.
Y lo efectivo de ese valor de 47,14 cms., para uno de los codos
empleados en la Córdoba musulmana, tiene confirmación en una inesti-
mable referencia de Ahmad al-Razi. Figura ésta, en la versión portu-
guesa, tan acertadamente identificada como primorosamente editada
por el señor Lindley Cintra, de la descripción del Andalus, del citado
historiador cordobés, versión en la que, reseñando el término de la ci-
tada capital, se dice : E enos muros do alcacer del rey ha trinta e tres
myl covedos: e tres myl covedos ha hua quarta de legoa e assy fazen
duas legoas e tres quartos (68). La primera parte de esta noticia resul-
taría de difícil interpretación, de no hallarse recogida, aunque sin espe-
cificación de procedencia, por al-Maqqari. Porque no es fácil explicar-
se cómo el contorno del alcázar cordobés pudo medir dos leguas y tres
cuartos. Pero en la traducción de E. Fernández Alvarez, de esa noticia
de al-Razi salvada por al-Maqqari, se dice : "el circuito de Córdoba, es
46 Félix Hernández Gimenez

decir, de la parte amurallada sin contar los arrabales es de treinta y tres


mil codos ; el del Alcázar de su emirato es de mil ciento", versión coin-
cidente, en lo fundamental, con la tan escueta y manipulada de Gayan-
gos (69). No era, pues, el recinto del alcázar del rey, como tergiver-
sando pretendiera el mudéjar traductor al portugués de la obra de al-
Razi, sino el de la propia Córdoba, el que medía 33.000 codos de con-
torno. Pero, en fin de cuentas, de ninguna utilidad es para el tema aquí
estudiado esa primera parte de dicha referencia.
En cambio, de la segunda parte de esa noticia se infiere, partiendo
de la equivalencia de 47,14 cms. para el codo ma'muni, que

de legua = 3.000 x 0,4714 m. = 1414,zo ms.,


4
y, consiguientemente, que

legua = 4 X 1.4 1 4,20 MS. = 5.656,8 0 .MS.,

resultado que sólo en poco más de un 1,5% difiere de los 5.572,7o ms.
con que oficialmente se corresponde la legua castellana.

La longitud de almena, patrón métrico múltiplo de uno de los codos


utilizados en Córdoba.

Pero, aparte de las noticias analizadas ya, que dan a conocer los
valores de las dos especies de codo habitualmente empleadas en Cór-
doba, algún elemento de juicio más existe, que abona lo efectivo de
tales valores. En la propia Mezquita de Córdoba se necuentran abun-
dantemente representados los principales tipos a que, desde las postri-
merías del siglo VIII a las del X, se ajustó en el Andalus la almena de-
corativa. Esta, conforme es apreciable cotejando unos con otros los
ejemplares de tan surtido lote, vió esencialmente alteradas en el decur-
so del tiempo sus proporciones. Así, mientras las más viejas de esas al-
menas son más altas que anchas, las de mediados y de fines de la déci-
ma centuria tienen igual altura que ancho, salvo en los contados casos
en que hubo insoslayable precisión de sacrificar la dimensión consig-
nada en último término. Y examinando en detalle todas esas piezas, se
observa que, en las alargadas en sentido vertical, anteriores al siglo X,
los tramos ascendentes de la línea de contorno ofrecen la misma incli-
nación en el rediente inferior que en los restantes, circunstancia que
impide situar a tope, a todo lo alto de ese rediente de lo bajo, cada dos
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 47

almenas consecutivas. Prácticamente tiene esto la virtualidad de conver-


tir en arbitraria la separación entre ejes de almenas contiguas, en con-
traste con lo iguales que se ofrecen todas ellas en altura. En cambio,
en las almenas de al-Hakam II y de Almanzor, el tramo ascendente del
rediente inferior es completamente vertical, lo que, al permitir el per-
fecto adosado de las mismas por esa parte, les proporciona ancho inva-
riable, que, como su altura, es de 94 cms., es decir, del doble práctica-
mente de lo obtenido para el codo ma'muni.
Esa correspondencia de la longitud frontal de la almena con un
múltiplo exacto del codo, no puede en verdad sorprendernos, ya que
existe texto en que, como reconociéndole a tal clase de piezas el ca-
rácter de patrón métrico, la longitud del recinto cordobés figura re-
gistrada precisamente en número de ellas. Claro que, mientras las al-
menas del amurallado de Córdoba serían eminentemente utilitarias, las
de la Mezquita son fundamentalmente decorativas, disparidad que im-
plica, entre unas y otras, sustancial diferencia. Pero, aún no contando,
sea con referencia gráfica o literaria, sea con vestigio material ilustra-
tivo, acerca de la disposición de las almenas militares de la Córdoba
omeya, si de ellas hemos de juzgar por las de fortaleza de Baños de la
Encina —ultimada en agosto de 968 (7o) y en que tan manifiesta son
dirección y mano de obra cordobesas— no diferirían mucho en sus di-
mensiones básicas, cualquiera que haya sido su forma, de las almenas de
coronación de las dos más tardías ampliaciones de la Mezquita.
Proporciona el texto a que ahora nos referimos, el benemérito al-
Maqqari, quien omitiendo en este caso, como en otros, su fuente infor-
mativa, indica que Córdoba contaba con 4.30o almenas (71). Y esto,
computado el largo de cada una de esas piezas en dos codos ma'inunies,
o sea en 94,28 cms., supone una longitud total de 4.054,04 ms., que con
no gran diferencia es lo que mediría el perímetro de lo que en Córdo-
ba, hasta bastante después de reconquistada, continuó denominándose
la Almedina.

Patrones métricos del mugrib africano, confirmatorios del valor obte-


nido para el codo ma'muni de uso en Córdoba.

Es también circunstancia a tener en cuenta, a favor de la equiva-


lencia a que en conclusión hemos llegado para el codo ma'muni utili-
zado en Córdoba, el que en Tremecén y Fez, localidades tan influídas
ambas por los hábitos del Andalus, el codo real abdelwadi, de uso en
la primera en el año 728 H. (17 nov. 1327 a 4 nov. 1328) (72) y el de
48 Félix Hernández Giménez

Abu Inan, de uso en la segunda en el ario 755 H. (26 enero 1354 a 15


enero 1355) (73), hayan medido 47 y 46 cms. respectivamente.

Razones de una omisión y previsora advertencia final.

Consagradas primordialmente estas páginas al estudio de las refe-


rencias literarias alusivas a dimensiones de orden general de la gran
mezquita cordobesa, y siendo el Idrisi uno de los autores árabes que
más valiosa información aporta acerca de dicho santurio, debemos una
explicación, siquiera sea muy sumaria, del por qué de no haber toma-
do en consideración las medidas de la expresada índole, referentes al
mismo, que este geógrafo suministra. La aljama que describe el Idrisi
es la misma que, ampliada por postrera vez a fines del siglo X, nos le-
gó éste ; así, a la Mezquita llegada a nosotros parece que han de atri-
buirse las medidas de orden general, de que dicho autor da noticia. Son
éstas ioo ba de largo, por 8o ba de ancho (74), magnitudes que se en-
cuentran en la mutua relación de 5 : 4, de ancho, acusadamente dis-
tinta de la de 5 : 3,65, que en realidad existe entre la longitud y la
anchura del edificio (fig. 5). Prueba, esto, lo equivocado de una cual-
quiera de las dos medidas en cuestión, si es que no son erróneas am-
bas. Pero no logrando atinar con el intríngulis de ese error, hemos con-
siderado que debíamos desentendernos de la información en que el
mismo figura.
Y no hemos de terminar sin prevenir que los errores, como las
deficiencias, de que tan plagados se encuentran los pasajes en que los
escritores árabes nos proporcionan medidas de la Mezquita, si por una
parte desposeen de toda validez a los reparos que, en términos genera-
les, pudieran oponerse a la introducción de las correcciones o adicio-
nes, en cada caso indispensables para acomodar los textos a la realidad
que las proporcionó origen, por otra imponen muy extremada cautela
ante toda medida que, resultando de imposible comprobación directa,
no se ofrezca en sí misma como francamente verosímil.
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 49

NOTAS

(x) Lerchundi y Simonet, Crestomatía arábigo-española. Vocabulario, p. 124.


(2) Ahmad b. Alí Mahalli, Tuhfat al-Muluk, tr. de E. Fagnan en Extraits
médits relatifs au Magreb. Argel 1924, p. 136.
(3) Idrisi, Description de l'Afrique et de l'Espagne, trad. de R. Dozy et M.
J. Goeje, Leyde 1866, p. 261, nota de los traductores basada en al-Maqqari; Nafb
al-tib min al-Andalus... edic. de Leyden 085z-1860 por Dozy, Dugat, Krehl y
Wright, bajo el título Analectes sur Phistoire et littérature des Arabes d'Espagne
par Al-Maqqari, t. I, p. 367.
(4) Idrisi, obra cit. p. 166.
(5) A. Dessus Lamare, Description de la Grande Mosquée de Cordoue, texto
árabe y trad. francesa acompañada de notas, del relato de Idrisi, p. 5o, n° 149.
(6) Al-Himyari, Kitab ar rawd al-mPtar..., trad. E. Lévi-Provencal en La
Péninsule ibérique au moyen áge..., p. 186.
(7) Al-Maqqari, obra citada... Proporciona trad. de este paisaje, P. de Ga-
yangos en The bistory of the mohammedan dynasties in Spain, t. I, p. 220.
(8) Al-Maqqari, obra cit., edic. Anals., t. II, p. 362. Gayangos proporciona
traducción de este pasaje en obra cit., t. I, p. 222.
(9) Al-Maqqari, obra cit., edic. Anals., t. cit. p. 36o. Gayangos no incluye
trad. de este pasaje en obra cit.
(lo) Al-Maqqari, obra cit., edic. Anals., t. cit., p. 369. Gayangos da traduc-
ción de este pasaje en obra y t. cits., p. 225.
(u) L. Torres Balbás —"Arte Hispano Musulmán", en Hist. de Esp., dirigi-
da por R. Menéndez Pidal, t. V, p. 467, n. 8— acepta como equivalencia del co-
do la de 0,47 m., partiendo para ello de un ancho de 8,46 ms., para el alminar
de la gran mezquita cordobesa, obra de Abd al-Rahman III.
02) G. Marcais, Manuel d'art musulman, París, 1926, t. I, p. 216. En la trad.
de E. Fagnan, del Bayan al-Mugrib, figura el referido pasaje en la p. 38o; pero
en la 137 se hace otra alusión, por parte de Ibn Idari, a esta ampliación, efectua-
da, "a partir des pilastres qui sont entre les colonnes jusqu'a la kibla".
(13) Inserta este pasaje E. Lambert, en art. Hist. de la Grande Mosquée de
Cordoue aux VIII et IX siecles d'aprés des textes inédits, en Ans. de l'Institut
de'Etudes Orientales, t. II —1936--, p. 167.
4) E. Lambert, en art. Anns. y t. cit. pp. 165 a 779.
5) L. Torres Balbás, ob. cit. pp. 389 a 392.
6) Ibn Idari, Al-Bayan al-Mugrib, trad. E. Fagnan, Argel 19oz-19N, t. II p.
380. Hallamos los restos de este mida'a y con ellos la citada calzada y una esca-
lera de doble acceso a la Mezquita, construída indudablemente en época de Abd
al-Rahman II, en excavación realizada en 1932, en que todos ellos se dejaron vi-
sitables.
(17) Se da también este perfil sobre el fuste de la arquería 7a —comenzado el
cómputo de éstas desde el 0.—, adosado al muro de separación entre las mez-
quitas de Abd al-Rahman II y al-Hakam II.
8) Los costados E. y O. de la primitiva Mezquita, no son paralelos uno a
otro, sino que convergen simétricamente hacia N. en relación con el eje de la
nave central, que, por su parte, es perpendicular a los testeros N. y S. de la zo-
na de oratorio. De ello resulta que el ancho interior del santuario de Abd al-
Rahman I, a lo largo de su muro de fondo, excede en 33,8 cms. de ese mismo
ancho, tomado junto al testero de fachada al patio y cosa análoga ocurre en lo
ampliado por Abd al-Rahman II, con diferencia de 57 cms. entre las medidas in-
teriores a lo largo de los testeros N. y S. del oratorio de la mezquita, luego de
realizada esa ampliación.
9) Al tomar esta medida hemos partido del supuesto de que las arcadas
contiguas al testero de mediodía de la ampliación de Abd al-Rahman II apoyaban
en fustes y pilastras adosadas al muro de qibla, similarmente a como sucede en el
50 Félix Hernández Giménez

testero N. de la primitiva Mezquita. Semejante disposición requiere que el muro


de qibla de la ampliación de referencia se hallase centrado con el construído por
al-Hakam II, en la divisoria de lo adicionado por él y lo preexistente del edifi-
cio. Hace presumible que en realidad sucediese lo acabado de indicar, el que,
contrariamente a lo que ocurre en la Mezquita originaria las fundaciones de lo
ampliado por Abd al-Rahman II son impecables, circunstancia que es natural que
aconsejara el aprovechamiento de las que, de aquéllas, corresponden al muro del
fondo de la primera ampliación, como cimentación del que vino a sustituirlo, lo
que entraña la coincidencia de las respectivas líneas de eje de ambos. Consiguien-
temente, como el grueso del primero de tales muros parece haber sido de 1,14
m., en tanto el grueso del segundo se eleva a 1.66 m., es casi seguro que, de ha-
ber existido en aquél pilastras adosadas, tuviesen éstas o,37 m. de saliente y no
o,r z m., como por término medio tienen las allí existentes.
(2o) Ibn Idari, obra cit., t. II, p. 386.
( 2I ) E. Codera, Papeletas, depositadas en la Esc. de Est. Arabes de Ma-
drid, caja 129.
(22) Al-Maqqari, obra cit. edic. Anals., t. I, p. 359; pasaje trad. por Ga-
yangos en obra cit., t. I p. 220.
(23) En lo construído por al-Hakam, los costados E. y O. no se atienen
a las alineaciones de ellos en la Mezquita originaria y su primera ampliación,
sino que son paralelos al eje N. S. del primitivo santuario. Como resultado de
ésto la cabecera de la Mezquita de Abd al-Rahman II y la de la ampliación
de al-Hakam son iguales en medida, tanto interior como exteriormente.
(24) Al-Maqqari, obra cit., f° 127 del ms. de la Bibl. R. Francesa, trad.
Reinaud, publicada por Girault de Prangey en Essais sur l'architecture des
arabes et des mores en Espagne, en Sicile et en Barbarie, p. z6 n° 1. Gayan-
gos da trad. de este pasaje en obra y t. cits. p. 220.
(25) Inserta trad. de este pasaje, efectuada por E. Lévi-Provengal, E.
Lambert en art., Anns y t. cits., p. 171.
(z6) A l-Maqqari, obra cit., edic. Anals., t. I, p. 355. Gayangos da trad. de
este pasaje en obra y t. cits. p. 220.
(27) Al-Maqqari, obra, man. y fol. cits., trad. Rainaud, pasaje publicado
por Girault de Prangey en obra, pág. y nota cits.
(28) Al-Maqqari, obra cit., edic. Anals., t. I, p. 360. Gayangos da traduc-
ción de este pasaje en obra y t. cits., p. 22o.
(29) Al-Maqqari, obra cit., Anals, t. I. p. 36o. Gayangos da traducción
de este pasaje en obra y t. cits., p. 22o.
(30) Da la fecha de construcción de este alminar, al-Maqqari, obra cit.,
trad. Rainaud, hecha sobre ms. cit. y publicada por Girault de Prangey, obra
cit., p. 28, nota. En esta traducción se registra como año de la indicada cons-
trucción el 34o H. ( 9 junio 951 a 28 mayo 952). Esa misma fecha figura en la
edic. Anals, de la obra de al-Maqqari, así como en la de Bulak, según versión
de que somos agradecidos deudores al esclarecido arabista Mr. Georges Co-
lin. Pero, en la edición del Cairo, utilizada por Van-Barchem, se habla del
año 334 H. (13 agosto 945 a z agosto 946), a juzgar por la traducción, efec-
tuada por este profesor para el libro de H. Tirsch, "Pharos", p. 127, nota z.
(3 I) E. Lévi-Provengal, Inscriptions arabes d'Espagne, p. 8.
(32) Al-Maqqari, obra cit., edic. Anals, t. I, p. 361 ; trad. de este pasaje,
apud. Gayangos, en obra y t. cits., p. 220.
(33) Se llevó a cabo esta exploración en 1934.
(34) R. Amador de los Ríos, Inscripciones árabes de Córdoba, p. 56.
(35) La más cercana al oratorio, por esta parte.
(36) R. Amador de los Ríos, obra cit., p. 53.
(37) Memorial Histórico Español, t. VI, p. VI, p. 319.
(38) F. Codera, Papeletas cits.
(39) Ibn Idari, obra y trad. cits., t. II, p. 377.
(4o) R. Amador de los Ríos, obra cit., p. 56.
(41) E. Lévi-Provengal, en Hist. de l' Espagne Mus., de R. Dozy, ed. r 95o,
t. II, p. 14o, n° 3.
(42) R. Amador de los Ríos, obra cit., p. 57 n° 2.
(43) Girault de Prangey, obra cit.; p. 3z .
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 51

(44) E. Llaguno y Amírola, Noticia de los Arquitectos y Arquitectos de


España. Madrid 1829, t. I, p. 24°. — J. A. Conde, Historia de la dominlición
de los árabes en España, Madrid, 182o, t. I, p. 446«
(45) E. Lévi-Provengal, Inscriptions... cits. p. 9.
(46) Al-Jusani, H. de los Jueces de Córdoba, trad. J. Ribera, p.
(47) Al-Jusani, obra cit., pp. io a 116.
(48) Al-Jusani, obra cit., pp. 155 a 189.
(49) Al-Jusani, obra cit. p. i72.
150) Son los transformados, con mayor o menor obra de adaptación, en
campanarios de las iglesias de Santiago, San Juan de los Caballeros, San Lo-
renzo y Santa Catalina.
(51) Al-Maqqari, obra cit., t. I, p. 380. Publica traduc. inglesa de este pa-
saje Gayangos en apéndices obra cit., t. II p. 467, n° 39. Dice así esta ver-
sión : "He [abd al-Rahman III] ordered an awning to the trown over the
cour of the great mosque of Cordova, to guard the peohle, who frequented
it, from the rays of the sun".
(52) Alude a esta obra la lápida colocada en. el frente exterior de la jam-
ba E. del Arco de Bendiciones, lápida de la que, aparte de las traducs. cits.,
de Conde, se dispone : de la de Gayangos, art. Inscripciones árabes de Córdo-
ba, en Mem. Hist. Español, t. VI, p. 318; de la de Amador de los Ríos, obra
cit., p. 19o; y de la de E. Lévi-Provencal, Inscriptions, cits., p. 8.
(53) Fechan la renovación de dichos galeriones, dos escudos del Obispo
Martín Fernández de Angulo —15io a 1516--, existente en los que, de aqué-
llos, corresponden a los costados O. y N. del patio.
(54) Ambrosio de Morales, Las antigüedades de las Ciudades de España,
en Crónica General de España, que recopilaba el maestro Florián de Ocam-
po, edic. B. Cano, t. X p. 54.
(55) R. Velázquez Bosco, Excavaciones en Medina Azabara, Publics. de la
J. Sup. de Excs. y Ants. (1922-23), lám. VIII.
(56) L. Torres Balbás, arts. Hallazgos en la Alcazaba de Málaga y Exca-
vaciones y Obras en la Alcazaba de Málaga, en Crón. Arq. de rev. Al-Anda-
lus, vol. II, fasc. láms. 8 y 9 y vol. IX, fasc. láms. io , 1, 12 y 13, respec-
tivamente.
(57) Tal vez guarde relación con las galerías laterales del patio, deter-
minado pasaje de Ibn al-Atir, que, en su primera parte, no ha logrado expli-
cación satisfactoria hasta el presente. Dice así el referido autor (trad. E. Fag-
nan e nAnnales du Magbreb et de l'Espagne..., p. 23o): "Il [Abd al-Rahman
ajouta deux portiques a la mosquée de Cordoue: la mort l'empecha de
terminer l'ornamentation de cet édifice, qui fut achevée par son film Pero
quizá aluda este pasaje a la ampliación de que hablan al-Rasi e Ibn al-Nazzam.
(58) Ibn Idari, obra y t. cits., trad. Fagnan, p. 365.
(59) Referencia de E. Fagnan en el t. II de la trad. del Bayan, p. 365 n°
(6o) Girault de Prangey, obra cit., p. 3z.
(6i) No existiendo exacto paralelismo entre la orientación del cierre N.
del patio originario y las unánimemente adoptadas para los muros que suce-
sivamente han cerrado la Mezquita por mediodía, las medidas de profundidad
parciales o totales que afectan al primitivo sector descubierto, las considera-
mos tomadas sobre el eje N. S. del edificio.
(6z) R. Amador de los Ríos, obra cit., p. 53.
(63) Ibn al-Atir, Kamil fi al-tarij, t. VI, p. 282, pasaje traducido por E.
Fagnan en Annales citados, p. 201 ; Ibn Idari, obra cit., p. 134. En Nuwayri,
Historia de España y Africa, trad. M. Gaspar Remiro, Granada 1(917-'919,
P« 37«
(64) Ver pasaje de Ibn Sahi al-Sala, traducido por M. Antufia, en Sevilla
y sus monumentos árabes, Escorial 193o, p. 113 y E. Lévi-Provengal, Inscrip-
tions..., cits,, p. 198.
(65) Ibn al-Jatib: Al-lhata, tomándolo de Hayyan, pasaje de la edición de
El Carpio, t. I, p. 12, traducido por R. Dozy en Recherches sur l'histoire et la
littérature de l'Espagne, 3a ed. t. I, pp. 331 y 332 y por E. Lévi-Provengai,
Inscriptions..., p. XLIV.
52 Félix Hernández Gimenez

(66) Al-Maqqari, obra cit., pasaje de que da trad. Gayangos en obra cit.,
t. I, p. 237.
(67) Midió el alminar de Hisam, en sus fundaciones, 6,29 ms., 6,o6 ms., 6,o6
ms. y 5,93 ms. en los costados N. E. S. y O. respectivamente, lo que, para
que aquél fuese de planta exactamente cuadrada por encima de aquéllas, exi-
ge que no midiese más de 5,93 ms. de lado. Ahora bien, con arreglo a la equi-
valencia para el codo rassasi a oue en conclusión hemos llegado, lo codos de
esa clase suponen 5,87 ms., es decir, solamente 6 cms. más de lo que es de ima-
ginar que midiese de ancho este alminar.
Por su parte el alminar de la mezquita de Ibn Adabbas de Sevilla, mi-
dió 5,85 ms. de lado, esto es, z cms. menos de lo que suponen zo codos de es-
pecie rassasi.
(68) L. F. Lindley Cintra, Crónica Gerald de Espanha de 1344, vol. II, p. 43
(69) E. Fernández Alvarez, "Notas geográficas de algunos autores árabes
sobre Córdoba", en Rey. del C. E. H. de Granada, año II, p. 113. Gayangos
(7o) E. Lévi-Provenlal, Inscriptions..., cits., p. 134•
(71) Lo insertaron en su Crestomatías, Lerchundi y Simonet, y ha sido in-
cluído por E. Fernández Alvarez en art., rev. t. y p. cits. Gayangos, obra cit.,
t. I, no traduce este pasaje entre los de al-Maqqari dedicados a la descripción
de Córdoba.
(72) W. Marlais, Musée de Tlemcem, p. 1, n. 5 y lám. i a, cit. por A. Bel,
en Inscriptions arabes de Fes, París, 1919, p. 7, nota I.
(73) A. Bel, obra cit., p. 4.
(74) Idrisi, obra y trad. cits., p. 257. Dozy y de Goeje traducen la voz ba
empleada por Idrisi, por toesas; pero E. Lévi-Proven9al, en La Péninsule Ibé-
rique au moyen-dge..., p. 183, al verter al francés el pasaje en que al-Himya-
ri copia las medidas de largo y ancho de la Mezquita de Córdoba, traduce
ba por pasos; y, por su parte, A. Dessus Lamare (obra cit., p. 3) traduce la
voz árabe en cuestión por brazas, ilustrando su interpretación con interesante
nota.
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Fig. 1.— Planta de la Mezquita Mayor de Córdoba a fines del siglo VIII

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Fig. 2.—Planta de la Mezquita Mayor de Córdoba, ultimadas las obras de


Abd al-Rahmán II y de Muliammad I.
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Fig 3. —Planta de la Mezquita Mayor de Córdoba al morir A6d al-Rakmán III.


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Fig. 4. —Planta de la Mezquifa Mayor de Córdoba al morir al Hakam II. -


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DE OTRA DE EPOCA DESCUBIER- 0 5 W 20 30 fT1
MUSULMANA. TA EN 1929

Fig. 5. — Planta de la Mezquita Mayor de Córdoba, luego de ampliado el edificio por Almanzor
Fig. 7. — Mezq u ita May or de Córdo ba, fac ha da O. de l patio :


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Fig. 6 - Mezquita Mayor de Córdoba, planta del mihrab de al-Hakam II.

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PILAR ADICIONAL ANTERIOR


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Fig. 9. —Mezquita Mayor de Córdoba, planta del pilar de la fachada N. del Oratorio
comprendido entre las dos naves del edificio originario situadas más al E
Capitel almanzoreño, con decoración vegetal y figuras animales, procedente de la Casa
del Gran Capitán, en Córdoba, y koy en el Museo Arqueológico Nacional.
Los Baños Arabes de Córdoba
POR

MIGUEL MUÑOZ VAZQUEZ

Cuando se considera la magnificencia y suntuosidad de que los


árabes ennoblecieron la Corte de su imperio de Occidente con edifi-
cios notables de todo género : Mezquitas, Alcázares, Jardines, Forta-
lezas, Casas de recreo, Baños ; y, que todo ello ha ido pereciendo con
raras excepciones debido más que a la acción demoledora del tiempo,
a aquella incomprensión que para estos edificios tuvieron sus nuevos
dueños, que después quisieron imitar y aún se valieron de artífices
mudéjares para la reconstrucción de algunos de ellos. Viene a. nuesrta
mente, cuál hubiera sido la grandiosidad de Córdoba monumental si
se hubieran conservado las producciones de su cultura árabe y romana.
Los califas de Córdoba se habían rodeado de todo el lujo de la
vida oriental. Tenían magníficos palacios, jardines encantadores, serra-
llos poblados de hermosas mujeres. Las ciudades de la Europa de hoy
no presentan más gusto, más refinamiento, más elegancia que la que
se veía en la época de que hablamos en nuestra ciudad. Sus .calles
,

estaban alumbradas y embaldosadas ; los muros de las casas cubiertos


de frescos y de alfombras los suelos ; en invierno caldeadas con bra-
seros y templadas de los ardores del verano por aire perfumado que
conducían tubos ocultos bajo los pisos, desde ramilletes de flores. En
la ciudad y en el campo, siempre había fiestas y bailes al son del laud
y de la mandolina ; y el lugar de la glotonería y la embriaguez de
sus vecinos del Norte en sus orgías, distinguíanse los moros por la
sobriedad de sus fiestas. Allí se congregaban los delicados poetas mu-
sulmanes entre los que había lindas mujeres que componían versos
primorosos, allí se oyeron por vez primera las guitarras acompañadas
de sentidas coplas origen de los cantos flamencos. Las encantadoras
noches de la luna de Córdoba eran empleadas por los moros en sus
54 Miguel Muñoz Vázquez

retirados jardines de hadas o en los bosquecillos de naranjos en escu-


char algún romance o en discutir algún tema filosófico. En el siglo
décimo, el califa Alhaken II había hecho de Córdoba el paraíso de la
tierra. Cristianos, musulmanes y judíos se reunían sin temor. Ya en
sus palacios, ya en estos baños o en los jardines del Alhadra. Entre
muchos nombres célebres que han llegado hasta nosotros se halla el
de Gerberto que más tarde fué Papa ; allí también estaban Pedro el
Venerable y muchos otros mozárabes. Pedro dice que encontró hom-
bres instruídos que habían venido hasta de Bretaña para estudiar as-
tronomía. Todos los sabios, cualesquiera que fuese el país y la reli-
gión que profesaran eran bien recibidos. Pero, ya de tanto esplendor
apenas nos ha quedado nada. Entre los pocos edificios que se salvaron
de aquella demolición se hallan los baños árabes de Santa María y de
la Pescadería ; no sin que sufrieran por el natural desgsate la restau-
ración mudéjar gracias a la cual han llegado a nuestros días. Quedán-
donos aún patente en ellos elementos de la arquitectura árabe que
alcanzó su máximo esplendor durante el Califato de Córdoba, ciudad
tantas veces faro de luz y sabiduría.
En esta época, la más brillante del Califato de Occidente, los em-
bajadores del Imperio bizantino difundieron por España el gusto de
los adornos de su arquitectura dando así lugar a que se formase un
género de arquitectura propio y exclusivamente en Córdoba con cuyo
estilo edificaron con todo lujo los baños que vamos a estudiar.
Pero, los mismos omeyas de Córdoba vieron eclipsarse el sol del
Califato, luego que la decadencia moral de su raza debilitó los resortes
de aquella esplendorosa y fugaz civilización ; y, apagado el rayo vital
cayó ésta desmoronada entre las sombras de la anarquía y la igno-
rancia llevándose tras sí la destrucción de tantas mezquitas, de sober-
bios palacios y de la mayoría de estos baños.
Antes de entrar en el estudio histórico-artístico de los baños ára-
bes cordobeses, vamos a dar una ligera idea de las distintas formas co-
mo estos hacían sus lavatorios.
Conocido es, que el Islam o religión mahometana consta de dos
partes principales: el "imám", la fe o parte teórica, y el "diu", reli-
gión o parte práctica ; de las cuales la primrea comprende la doctrina
religiosa ; la segunda, las obligaciones de los musulmanes. Estas obli-
gaciones para el islamita son cuatro : la oración, la limosna, el ayuno
y la peregrinación o romería. En el artículo de la oración está asi
mismo comprendida la ineludible ablución o purificación, que es la
Plano de Córdoba donde indico los baños árabes que hasta ahora
la ciudad, con el bario mudéjar del Alcázar de los Reyes Cristiane
bañuelo de la Albaida, extramuros de la ciudad y el de San Lorenz
cubierto últimamente en una de las casas junto a la referida
he hallado en
n ; excepto el
o que he des-
e iglesia.
Los Baños Arabes de Córdoba 55

puerta para llegar a la oración, sin cuyo requisito les está vedado
entrar en las mezquitas.
Para ello tenían difernetes lavatorios que aún practican ; tres re-
fiere Cuspiciano (1) ; el primero, el general para todo el cuerpo, el
cual hacen con tanta proligidad, que ha de tocar el agua todas las
partes del mismo, y así, llevan peines para peinarse la barba y la ca-
beza los hombres y la cabeza las mujeres, porque con el peine espar-
cen el cabello, de suerte que se bañe y lave bien el casco. Este es el
más principal entre ellos ; es el llamado zeagirmeg. Es como el que se
purifica las manchas del cuerpo y del alma. El segundo lavatorio, es
el llamado tachriat, el cual es de toda necesidad hacer después del
ayuntamiento carnal o acercars ea un cadáver ; además para las mu-
jeres después de sus partos o menstruación. Al tercero llaman abdas ;
este lo hacen lavándose los cinco sentidos : orejas, ojos, nariz, boca,
manos hasta los codos y pies hasta las rodillas ; que han de hacer
con agua o arena donde quiera y de cualquier modo que dirijan las
súplicas al cielo. Sin este lavatorio o el primero no pueden tener ora-
ción, ni hacer el Zala.
De aquí que para seguir esta práctica que en realidad es un mero
tipo del cuidado de la pureza interna, los árabes prodigasen los barios
y lavatorios en esta ciudad, que los pudientes tenían en sus casas y
para los que no podían tenerlos existían barios públicos donde acudían
los hombres desde las diez de la noche hasta el medio día siguiente, y
las mujeres desde esta hora en adelante. Las damas se acompañaban
de sus esclavas o del otáner. La mayor parte de los casamientos se
originan en el maño, y son los padres del joven que ha de casarse los
que se toman este cuidado ; ven en el bario la mayor parte de las
jóvenes y las hacen el retrato al natural.
A los judíos les estaba señalado cierto día de la semana (2) ; asi
pues, si un judío o cristiano entraba en ellos en día no señalado para
cada pueblo y era herido o maltratado perdía todo derecho a la jus-
ticia. Por esta circunstancia, en esta ciudad edificaron los hebreos un
baño público que denominaron la "bañera de la Judería" donde sólo
asistía este pueblo. Los barios eran de ordinario grandes corrales al-
rededor de los que había aposentos que servían para el arreglo de los
bañistas. En los barios lujosos, cuya arquitectura pertenía a la árabe-
bizantina embellecida con las galas que supieron hallar en su imagi-
nación ardiente en este arte caprichoso, que parece agotar sus tesoros,
como para demostrar que la arquitectura puede con sus fábricas igua-
lar las más fantásticas descripciones de su poesía ; había una habita-
56 Miguel Muñoz Vázquez

ción (lúe precedía al baño propiamente dicho, donde el bañista en-


contraba un estrado provisto de alfombras y colchones entre los que
escogía uno para descansar después del baño. Depositaba las prendas
de vestir en unos estantes colocados sobre el colchón y entregaba el
dinero y las alhajas al dueño del establecimiento o encargado que las
guardaba fielmente. Los empleados eran jóvenes de 16 a 18 años, va-
rones o hembras, según el caso, que cubrían su cuerpo desnudo con
sólo una tela azul a forma de bañador y calzaban zuecos. El bañista
se arreglaba del mismo modo y conducido por el ayudante, pasaba
primero a una de las tres dependencias principales del baño, la llama-
da "al bayt-al voasla ni", donde percibía el vapor del agua y en la
que su temperatura era de unos 3o á 35 grados, en cuya habitación
había una especie de anfiteatro de mármol rodeado de bancos de iguai
materia. Sentado el bañista en estos bancos debajo de los cuales había
una estufa, con la que empezaba a sudar copiosamente. Acto seguido,
el ayudante tendía al cliente en el pavimento —que en los de lujo so-
lía ser de mármol— sobre el cual previamente había extndido un paño
limpio y comenzaba a darle fricciones con un cepillo muy suave mo-
jado en jabón espumoso con lo cual producía muy pronto al bañista
un gran bienestar. Después de esta parte del baño, pasaba el cliente
al baño caliente o "al Bayt al-sajún", cuyos recipientes estaban en esta
misma depnednecia o en otra contigua a ella, embutidos en sus muros.
Terminado este baño, si apetecía el contraste, el cliente era conducido
a la dependencia del baño frío donde estaba el estanque. Era la más
suntuosa y de mayores proporciones, llamada "al-bayt-al vadid". Ter-
minada esta última parte del baño, el ayudante con una sábana y algu-
nos paños perfumados, le secaba el cuerpo y le acompañaba al vestí-
bulo donde tenía sus prendas de vestir. Allí en una cama bien abrigado
descansaba el rato que quería.
Además, había en estos baños un recinto destinado a caldear "al-
burma", que ésta era de cobre ; la leñera y la noria que sacaba el
agua par ael baño de un pozo, cuando no la recibía de las conduc-
ciones de la ciudad.
LA ILUMINACION.—En los baños de esta ciudad como de cos-
tumbre, la iluminación se conseguía por medio de lucernas en cada
nave a tres bolillos o en hilera ; unas en forma de estrella a ocho
puntas, otras restangulares y cuadradas. Del primer tipo nos queda
las del baño de la Pescadería, en los del Alcázar Califal y Alcázar
de los Reyes Católicos, y referencias en el de San Pedro. Y del se-
Los Barios Arabes de Córdoba 57

gundo y tercer tipo en el bario de Santa María y de Doña Muña o


"Bariuelo".
OTROS USOS DE LOS BAÑOS.—Utilizaban los árabes con fre-
cuencia los edificios de los barios públicos para cárcel, hospe-
dería y en tiempo de epidemia como hospitales ; ésto se hacía costar
en los contratos de arrendamiento determinando en ellos esta salve-
dad. El bario de Santa María sirvió de cárcel a los cristianos cautivos
del califa, el cual estaba bajo la custodia del guardián que era el Alcai-
de de los barios. Es posible, que la columna que en nuestra Mezquita
quedó con la impronta del "Cautivo" perteneciese a uno de estos ba-
rios-cárceles ; puesto que per el Islám les estaba vedado tener prisio-
neros en el interior de los templos. Y, por mudanzas de la vida vere-
mos cómo estos barios y cárceles de cristianos, tiempo después siguie-
ron siendo barios a la vez que encierro para cautivos mahometanos,
cuando la ciudad fué conquistada por San Fernando. De este tipo de
bario-cárcel, nos quedan noticias documentadas del referido de Santa
María, unido aún en tiempo de San Fernando con la cárcel que des-
pués separaron dejando paso a la calle de quien tomó este nombre,
conocida en la actualidad con el de Velázquez Bosco.
Del tipo bario-hospital, quedan escritos del conocido en el siglo
XIII con el nombre de bario de Santa Catalina, más tarde el de Lava-
torio de la Alcaicería (3). Cuya hospitalidad estaba a cargo de las dis-
tintas órdenes. Los antonistas, de las enfermedades inflamatorias y
viscerales, particularmente de la disentería, llamada entonces fuego de
San Antón. Los sanjuanistas y hermanos del Espíritu Santo, de la pes-
te. Los lazaristas de la lepra, viruela y enfermedades carbuncosas. Los
Templarios, además de su misión de hospital trataban de las hericias
graves y de las oftálmicas.
NOMBRE POR EL QUE SE CONOCIAN ESTOS BAÑOS Y
SU UBICACION.—No han llegado a nuestros días noticias de todos
aquellos barios árabes públicos y privados que embellecían nuestra
ciudad semejándola a las fatuosas cortes de Oriente ; debieron ser muy
numerosos a juzgar por la extensión de la población y su riqueza du-
rante el califato cordobés ; aunque parece exagerado el número de
novecientos barios públicos que señalan los cronistas musulmanes ; se-
gún deduzco de los que nos ha quedado referencias documentadas
entre gran número de escritos del siglo XIII, que se aproximan bas-
tante a los arios califales.
Igualmente son desconocidos sus nombres árabes exceptos los dos
que citan las crónicas ; el del Astil y Zarieb, que recoge de ellas el
58 Miguel Muñoz Vázquez

ilustre arabista Sr. Castejón, en su obra "Córdoba Califal". (4) ; que


no los hemos podido identificar con los nombres que recibieron de
sus nuevos dueños ; que los distinguían en : baños, bañuelos, lavato-
rios y bañeras, según fueran destinados a la total inmersión del cuer-
po en el agua y aspersión de su vapor, o solo lavar una parte del mis-
mo. El nuevo nombre que recibieron cuando el rey Fernando III el
Santo rescató la ciudad del poder sarraceno, responde en unos casos
a la toponimía del lugar —baño de la Pescadería—; en otros, al nom-
bre y apellidos de su dueño —baño de Don Juan Ponce de Cabrera—;
o al de la iglesia, cuya mezquita servía —baño de San Pedro.
Los árabes construyeron sus baños y lavatorios en esta ciudad
junto a las mezquitas y morabitos ; también cerca de las puertas de
entrada a la misma. El señor Castejón en su referida "Córdoba Ca-
lifal" (5) nos hace mención de algunas de las mezquitas que en Cór-
doba nos dejó este pueblo. "Mezquita de Santa Clara, que acaso se
puede identificar esta mezquita con la llamada de Aboutman". En
efecto, en otro lugar (6) hablo de esta mezquita que tenía Don Juan
de Funes en 1241, en préstamo entre otras cosas del obispo Don Lo-
pe de Fitero (7) y donde más tarde (1264), el Arcediano don Miguel
Díaz, funda el convento de Santa Catalina con monjas de la Orden de
Santa Clara. Próximo a ella he localizado donde estuvo el baño de
Santa Catalina ; después lavatorio de la Alcaicería. También dónde
fué el baño de la "Calle del Duque" casi frente a esta mezquita y jun-
to a otra que ya se la conocía, a finales del siglo XIII, por iglesia de
Santiago el Viejo ; que he localizado en la esquina izquierda cómo se
baja esta .calle del Duque, actual José Rey y primeramente de Fran-
cos.
Gran importancia debió tener en la Córdoba árabe, este recinto
que comprendía la referida mezquita de Santa Clara, el palacio que
dió en repartimiento el Rey San Fernando a su segunda esposa doña
Juana de Poithieu, la gran bodega anexa a este palacio y próximos los
baños de Santa Catalina. Era el edificio que seguía en suntuosidad al
gran Alcázar.
La mezquita de San Juan de los Caballeros, actual convento de
las Esclavas. Muy cerca de ella he localizado el baño de "Doña Mu-
fla" según escritos de la época. También tengo sospechas de que jun-
to a este baño, en el edificio que ocupó después el convento de Je-
sús Crucificado, actual hospital de Hermanitas de los Pobres, fuese
un morabito, junto a un gran palacio que tocó en el Repartimiento
de Córdoba a los señores de El Carpio, sus propietarios, y donde des-
Los Barios Arabes de Córdoba 59

pués fundó en 1496, doña María Méndez de Sotomayor el referido


hospital. "Mezquita de San Miguel se desconoce el nombre árabe".
No cabe la menor duda que fué mezquita esta iglesia de San Miguel
puesto que aparece cómo tal entre las collaciones de la ciudad en el
ario 1242 (8) ; cuando por razones de los pocos arios que habían trans-
currido desde esta fecha a la de la conquista de la ciudad, el hallarse
toda su población ocupada en la reconquista de su término, y la ar-
quitectura que nos presenta el edificio, es imposible que estuviese edi -
ficada en aquella fecha de 1242. Junto a esta iglesia he localizado P1
la calle de Mármol de Bañuelos, el bario que denomino de "San Mi-
guel" por la proximidad a esta parroquia.
El baíío de San Pedro, próximo a otra mezquita, en la que des-
pués fué edificada esta iglesia ; de ello, lo que puedo aseverar es, que
ya se menciona como tal en 1238 según acreditan los documentos (9).
y de cuyo historial discrepan estos escritos por mí hallados, a las ase-
veraciones de Ambrosio de Morales. Y, alrededor de la mezquita prin-
cipal se hallaban y aún nos quedan algunos de estos barios en magní-
fico estado, el referido de Santa María y el de la Pescadería, otros
desaparecidos ; como el de Santa Catalina y Lavatorio de Cárdenas,
éste, junto a las casas episcopales. Nos hablan escritos documentados
del baño de la Orden de Calatrava próximo a la mezquita, que des-
pués en 1238 fué parroquia de Santo Domingo de Silos, situada fren-
te a la actual iglesia de este nombre.
Todos estos datos, más las noticias que nos suministran otros es-
critos documentados que más adelante transcribiremog, nos aclaran
de una vez para siempre, que la mayoría de las parroquias de esta ciu-
dad fueron en un principio, mezquitas consagradas al culto cristiano.
El baño de don Juan Ponce de Cabrera o de la Judería que des-
pués se llamó de Hinestrosa junto a la puerta de Almodóvar. El baño
de la Casa de los señores de Aguilar, los descendientes de don Gon-
zález Ibáñez Dovinal, sito en sus casas principales en la collación de
Santa Marina en la plazuela del Rector, casa núm. 1.
El bario que denominamos de "San Nicolás de la Villa por hl-
fiarse junto a esta iglesia, el cual ubicamos en la casa número6 de la
plazuela de San Felipe ; cuya iglesia fué otra mezquita su primera edi-
ficación, puesto que ya aparece cómo perteneciente a tal collación
en 124o ( o), fecha en la que aún no se había levantado esta iglesia.
Además se hallaron restos de la planta del bario Califal, en el bien lla-
mado Campo Santo de los Mártires, detrás del Palacio Episcopal de
los que nos dejó un apunte don Rafael Ramírez de Arenan°. Los ba-
60 Miguel Muñoz Vázquez

ños del Alcázar de los Reyes Cristianos, últimamente descubiertos.


"La Torre del baño", como la llama nuestro Pedro Díaz de Rivas (i 1)
que se hallaba embutida desde finales del siglo XVII, frente al mencio-
nado alcázar, en una casa de la que ya afortunadamente se ha sepa-
rado. Y la "Bañera" de la Judería qu es el baño de don Juan Ponce.
También tenían los árabes algunos de sus baños fuera del recinto mit-
rado de la ciudad. De éstos, sólo nos queda noticias del "baño de la
Albayda" próximo a un morabito o santuario en el camino de Tras-
sierra.
En España había una verdadera pasión por los baños desde el
siglo XI ; más tarde en virtud de escenas "non santus" que venían
ocurriendo en ellos, el rey Alfonso XI los prohibió en absoluto —me
refiero a los públicos—, prohibición que duró poco tiempo, al menos
a los de esta ciudad, los que pocos meses después seguían utilizándo-
se, incluso como lugares de diversión, algo parecido a lo que ocurre
en las piscinas de nuestro tiempo. En las ordenanzas de los baños (1 2)
se ponía como condición "que cada vez que quemasen cuernos tron-
cos de árboles) para encender el hogar de la caldera paguen escudo
por su uso y cada vez que no lo hicieren paguen en pena mil mora-
vedís. Esto por el mar olor y humo que se producía al emplear otra
clase de combustibles. Además de otras condiciones que se acostum-
braban poner en los contratos de arrendamiento ; tales como tomar-
los en arriendo desde el día de San Pedro al mismo del año siguiente
y al cobro de un escudo a los bañistas cada vez que lo usasen —esto
por los años de 1470. También en las Ordenanzas de los Alarifes de
Córdoba ( 13) sacadas del libro antiguo de la ciudad queda la siguien-
te noticia. "Todos los baños de la ciudad quieran sean de algún hom-
bre quieran sean del Rey débelo hacer sin perjuicio de ningún veci-
no y en tal lugar que no agravie con caño de agua, con estiércol de
paja, con fuego, humo ni ceniza y no se excuse porque sea Honie
poderoso pues que lo hace y puede ser sin perjuicio de sus vecinos
salvo si el baño fué hecho primero que las casas de los vecinos".
Pero los baños públicos de Córdoba cerraron sus puertas para
siempre. No he hallado noticia por donde se nos aclare la razón de
esta prohibición que a mi juicio dimana de los Reyes Católicos, mo-
tivada con ocasión de la expulsión de los moros y judíos en 1502 que
eran sus más asiduos concurrentes. También por coincidir en estos ba-
ños la nefacta actuación del inquisidor Lucero en esta ciudad, y la
epidemia de peste que poco tiempo después la habia invadido, en cu-
ya ocasión se utilizaron los baños públicos como hospitales. De todos
ellos, hago por separado su estudio histórico y arquitectónico.
Plano y alzadas del bario árabe de Santa María.

Distintas vistas de la dependencia nombrada "al-bayt-al valid" o bario con agua


fría, en el de Santa María
Habitación destinada al bario con vapor de agua o "al bayt-al voasla ni" del ba-
rio de Santa María. En primer término la galería que lleva al aljibe, al fondo
uno de los dos recipientes del bario con agua caliente o "al bayt al-sajun".
Bóveda de la dependencia nombrada "al bayt-al voasla ni", con lucernas de
forma rectangular, en el baño de Santa María.
Los Baños Arabes de Córdoba 61

BAÑO ARABE DE SANTA MARIA

En la colación de Santa María (Catedral), con fachada a las calles


de Céspedes y Velázquez Bosco, que corresponden a las del Baño y
Cárcel respectivamente, en los años primeros después de la entrada
de San Fernando en la ciudad, se halla la casa señalada con los núme-
ros 9 y 8 de las respectivas calles, donde se conserva casi en su tota-
lidad el baño árabe público de tipo califal que denominaron sus nue-
vos poseedores "Baño de Santa María". Gracias al espíritu cosnervador
de sus distintos propietarios : primero, los señores de la Casa de Cór-
doba después, el Excelentísimo Cabildo Catedral, y desde mediados
;

del pasado siglo, la ilustre familia de los señores Condes de Cañete de


las Torres y su sucesor el actual propietario del baño don Enrique
Cañas Velasco, ha podido Córdoba, por medio de su Comisión de
Monumentos conservar para su rico catálogo monumental una de los
más prceiadas joyas del arte califal gloria de su pasado, con la que
hoy se enorgullece nuestra ciudad y reverbera su cultura ante la co-
rriente turística de todos los confines del mundo.
Su entrada fué siempre por la mencionada calle del Baño y aun-
que aquélla se modificó algo a llevantar la actual vivienda y otras
colaterales a él, afortunadamente por las causas ya expuestas han lle-
gado a nuestros días todas las dependencias de que constaba este baño
público que los artífices árabes labraron con sus mejores galas. A i2
quierda del portal de entrada se conserva un patio cuadrado forman.
do peristilo de ocho columnas que no responden a la época. Esta de-
pendencia servía de descanso a los clientes antes y después del baño,
donde fumaban sus pipas sentados sobre ricos cojines y alfombras traí-
das de Tiro, mientras ardían en los pebeteros inciensos olorosos que
embalsamaban el ambiente, cuando la Córdoba mahometana, y se char-
laba, bebían y divertían como en nuestras piscinas actuales, cuando la
Córdoba de San Fernando.
A continuación sigue la dependencia destinada a baño caliente y
de vapor o "el-buyt al-sajun" así denominado por los árabes ; tiene
bóveda de cañón de sillería, como sus muros, con tres órdenes de
lumbrera a tres bolillos de forma rectangular. En el muro de frente
a la puerta de entrada y simétricos a sus rincones se conservan aún
los lugares donde estuvieron los recipientes para el baño de agua ca-
liente, en vanos con portada de dintel de arco de herradura, y entre
éstos, hay una galería abovedada de unos seis metros de longitud y
altura de i'8o aproximadamente que conduce a un algibe de forma
62 Miguel Muñoz Vázquez

elíptica, maravillosamente construído con grandes sillares y cuya pro-


fundidad es de o metros. Se ha podido comprobar por su dueño, que
al final de él (nos dice) sigue una glaería de longitud desconocida,
seguramente, para darle mayor capacidad a este algibe, de donde se
extraía el agua por medio de una noria que vertía por sus canalillos
a la caldera que estaba en la casa colindante a este bario. De esta de-
pendencia se pasa a la habitación destinada al baño de agua fría, es
la mayor de todas, de forma retcngular 04.). Consta de diez colum-
nas en medio de las cuales estaba el estanque y la rodea una estrehca
galería en cuya bóveda se ven lucernas cuadradas a trechos ; pero
habiendo querido a fines del siglo XVIII convertir en casa-vivienda
el bario y todo lo que le pertenecía, demolieron el cañón de la bóveda
que cubría el estanque y rellenaron éste para hacerlo patio, al mismo
tiempo quitaron las columnas del centro de los arcos que en primer
y último término se ve desde la puerta que se abrió a la calle de Ve-
lázquez Bosco, convirtiéndolos, en uno solo, los dos arco sárabes. Los
capiteles de esta dependencia están suntuosamente labrados, pertene-
cen a la época califal y algunos de ellos se labró para rinconera, lo
cual prueba que estos fueron de acarreo. Las bases de las columnas
se taparon al macizar el estanque. En los lados de las galerías hay dos
piezas pequeñas, una de ellas de metro y medio de longitdu por poco
más de uno de anchura, la otra servía para colocar los perfumes. Los
muros de este edificio, parte del cual está incorporado ya en una de
las casas contiguas por donde se puede observar la alteración que ha
sufrido, son de un espesor considerable y todos como los bóvedas de
piedra caliza muy dura.
HISTORIA.—De su historia bajo el dominio árabe nada nos di-
cen las crónicas árabes hasta ahora conocidas. Cuando el Rey Fer-
nando III el Santo reconquista la ciudad, dió este baño en su Repar-
timiento a la familia de los Córdoba, a Domingo Muñoz el Adalid,
de quien pasó por su sobrina doña Oro de Córdoba, hija de un her-
mano de aquél, Miguel Muñoz casada con Fernán Núñez de Témez
—todo ello en oposición a lo que afirma el abad de Rute sobre el
origen de la casa de los Córdoba (I 5); lo que en otro lugar demos-
traremos— a don Alonso Fernández, señor de esta Casa, hijo de los
referidos Fernán Núñez y Doña Oro. Según una escritura de dona-
ción y convenio otorgada entre el Deán y Cabildo de esta Catedral
y don Alonso Fernández, hijo de Gonzalo Fernández, biznieto del re-
ferido Alfonso Fernández ( LO. En la que se declara que don Alonso
Fernández "obo dado e assignado al Cabildo trescientos e sesenta ma-
Los Baños Arabes de Córdoba 63

ravedís de renta de un año en la renta del baño de Santa María por


los officios e memorias que abia de fazer en la dicha capilla —capilla
de San Felipe y San Jacobo— por las almas de su padre e de su ma-
dre e de los de su linaje". Aquí yerra también el abad de Rute (17),
pues supone a estos señores enterrados en la capilla de San Bartolo-
mé, y consta por escritos documentos que he hallado, que quien se
enterró en esta capilla fué Martín Muñoz, sobrino de Domingo Mu-
ñoz el Adalid, hermano de Doña Oro y los de su linjae. Sigamos el
escrito : "e el dicho baño por no estar reparado estovo algu tienpo
que non rendia cosa alguna e fue fecha conveniencia entre el Cabildo
e don Alonso Fernández adelantado (aquí le llaman Adelantado) e sul
herederos e los otros herederos del dicho don Alonso Fernández que
el Cabildo repase el dicho baño a su consta edlas costas que fiziesse
se entregasse despues de repado en las rentas del. E dende enadelante
entregado al Cabildo en las dichas castas e sacados los dichos trezien-
tos e sesenta maravedís que el Cabildo ha de aber pa los dichos offi-
cios lo que de más rentare el dicho baño que lo aya el Cabildo pa
que lo ffaga cantar en missas en la dicha capilla para siempre jamas
por las almas del dicho don Alonso Fernández e sus descendientes".
Por este escrito cuya fecha es de 1380,• vemos que en un principio
tiene el referido Cabildo el baño en usufructo y después, quedó pro-
pietario de todo él según el convenio establecido.

SU UBICACION EN EL SIGLO XIII Y SU NOMBRE


La más antigua mención que nos ha quedado de este baño consta
por un documento (i 8) de compraventa de fecha 15 de noviembre de
1262, otorgado entre don Cague Aben Sancho y doña Paloma su
mujer, judíos, vecinos de la Judería de Córdoba y don Rodrigo y su
amiga doña María Díaz la Gallega, vecinos de la collación de Santa
María, de unas casas que aquéllos tenían en esta collación "que an
linderos por arrededor el baño e casas de Juan Gonzalvez e la calle
que pasa ante la carcel". Pero aún con mayor precisión, se determi-
nan los límites de este baño por otro documento de venta de las refe-
ridas casas, otorgado dos años después que el antreior, a 8 de febrero
de 1264, por el que los citados don Rodrigo y doña María Díaz la
Gallega, su amiga, venden al Prior don Gonzalvo "unas casas en esta
collación misma que an linderos por arrededor el baño de la una parte
e de la otra casas de Juan Gonzalvez e de las otras dos partes la calle
que pasa ante la carcel e la calle del Rey". Esta calle del Rey —como
lo eran todas las de la ciudad, cuando entró en ella San Fernando-
64 Miguel NIartoz Vázquez

es la que en fecha 4 de octubre de 1359 se cita con el nombre de


calle del Baño, y en la actualidad de Céspedes en una escritura por la
que el Cabildo de esta Santa Iglesia cambia con Martín Diego en esta
misma fecha, "una casa en esta collación en la calle que dicen del
Baño de Santa María que linda con dicha bario... por una haza de
tierra propiedad de Martín Diego junto a la alameda del Obispo".
Ya dijimos en otro lugar, que no nos ha quedado el nombre por el
que los árabes conocían este bario. Los cristianos, sus nuevos dueños,
lo nmbraban bario de Santa María, según parece, por estar próximo
a esta Iglesia Catedral a cuya Mezquita servía, también como sucedió
'con el baño de Santa Catalina, por hallarse frente a una de las puertas
principales de esta Iglesia, que en un principio se llamó de Santa Ma-
ría y más tarde tomó el nombre de Puerta del Perdón, por ser el lugar
donde el Obispo y Cabildo en pleno, concedían perdón con toque de
campanas y velas encendidas a los penitentes que lo demandaban por
estar excomulgados por la Iglesia (i9). Y con este nombre de Bario
de Santa María, lo vemos citado por vez primera a 3o de enero de
1272, en la escritura (2o) de venta que otorga Pedro Fernández nieto
de Gonzalo Martínez al alfayate vecino de la collación de Santa Ma-
ría de esta ciudad y a su Cabildo de un solar que estaba en esta colla
ción frente a la casa de "don Bernal el ferrero que han linderos dl un
cabo los barios de la eglia de Santa María e dl otro cabo casas de
Alfonso Domínguez e dlos otros dos cabos las callse dl Rey". Es ló-
gico pensar que a este bario afectase la prohibición que sobre su uso
hizo Alfonso XI a los barios públicos de la España cristiana, por los
motivos que ya expusimos ; aunque podemos asegurar que poco tiem-
po después seguían en pleno uso, el cual lo tenía ya el Cabildo arren-
dado a particular incluso a sus mismos individuos.
En este bario se originó aquella famosa "juerga" que finalizó en
otra de las tantas sangrientas hazañas del belicoso don Alonso de Agui-
lar, hermano del Gran Capitán (2i). Después de tomar el bario con-
vidaron a don Alonso sus amigos a que fuese a un baile que se cele-
braba en la casa de los Sosas en la calle de las Cabezas. Era la noci-e
del domingo 28 de junio de 1465 ; allá se encaminaron todos, los ami-
gos y algunos criados de don Alonso de quienes siempre iba acompa-
ñado. Apostó éste que bailaría con una de las jóvenes de la casa que
se hallaba prometida en casamiento con un caballero de Córdoba, dama
de extraordinaria belleza, cuyo prometido estaba presente. "Sacó don
Alonso del brazo a aquella doncella de los Sosas, bailó con ella y del
brazo se la llevó a su casa ante el asombro de los asistentes, dejando
Los Baños Arabes de Córdoba 65

tras sí una sangrienta lucha entre ambos bandos. Quedó con ella y
dijo que ya no se casaba y tuvo en ella a Pedro Fernández de Cór-
doba que después fué canónigo en esta Santa Iglesia Catedral. Este
para que conste de su potencia y cómo era el rey de esta tierra". Es-
ta noticia fué enviada en la madrugada de aquel mismo día al pueble
de Aguillar, llevóla Julián González que llegó el lunes a las vísperas.
La referida doncella fué doña María de Sousa después monja en e;
Convento de Santa Clara de esta ciudad.
OBRAS.—La restauración o reedificación de los baños públic ,,s-
de esta ciudad de los que nos han quedado edificios o noticias fueron
llevadas a cabo en un principio por los alarifes mudéjares, grandes
maestros en el arte de albañilería, y a ellos se debe la de este Baño.
realizada por la mano maestra del cantero Maestre Mohamed y ik
su yerno Yucuff el carpintero, hacia 1329. Por no hallarse el refe-
rido Baño en buen estado según nos dice la composición anterior quL
hizo don Alonso Fernández hijo de don Gonzalo Fernández, prirnei
señor de Aguilar con el Cabildo eclesiástico sobre dicho baño "estuve
algun tiempo que non rendia cosa alguna... que el cabillo repasse el
dicho baño a su costa". En efecto el Cabildo toma a su cargo el refe-
rido baño para lo cual, a 29 de mayo de este mismo año de 1392,
ordena a sus beneficiados que paguen la parte que les corresponde
del reparto que se hace para la construcción de una caldera nueva
de cobre y demás dependencias de las salas desde la fecha indicada
al próximo lunes "sopena de incurrir en falta por lo que serán san-
cionados". Fueron prólijas estas obras a juzgar por el dinero invertido
en ellas. Recojo algunos de los datos sobre la aportación que los se-
ñores del Cabildo hicieron para sufragar los gastos, en las que se nos
da una idea de cuanto valía entonces una fanega de trigo terciado con
cebada (22) "del rediezmo del arcediano de Córdoba que pertenecía
a las collaciones de San Lorenzo y Santa María se vendió a Alonso
Fernando de Vargas el caiz de trigo terciado a 21 maravedís en can-
tidad hasta 18o fanegas, para la obra del baño de Santa María". La
citada caldera, estaba fabricándose en miércoles 8 de mayo de este
año de 1392 según nos refiere este otro escrito (23), por el que el
Cabildo manda a Alfonso Fernández compañero ; "que de los mara-
vedís que tiene en guarda del Cabilo de a Juan García canónigo y a
Miguel García compañero mil maravedís para la obra de la caldera
que acia el Cabillo en el bañode Santa María e que se lo den a Tomás
García calderero que ace la dicha caldera". Otras obras que se hicie-
ron en este baño constan por un escrito fechado en miércoles 21 de
66 Miguel Muñoz Vázquez

enero de 15°9, en que el Cabildo concedió su mandamiento para pago


de 400 maravedís que gastaron en la labor del baño que el mayor-
domo los pague al bañador o se los reciba en cuenta del alquiler del
dicho bario porque los gastó por mano de Domingo García de Ca-
breros, racionero, e se gastaron en adobar la caldera y las puertas de
lo caliente del bario". En 17 de septiembre de 1512 se manda por el
Cabildo que tomen al mayor en cuenta a la bañadera del bario de
Santa María 1.68o maravedís los cuales ella gastó por mandado del
Cabildo en cierta labor y puertas que puso en dicho bario. La última
noticia que nos queda de las obras hechas en este bario consta por el
siguiente escrito de fecha 5 de febrero de 1524 (24). "En este día
mandaron sus mercedes que la caldera del bario de Santa María se
adobase con los tableros que ubiesen buenos dla caldera que se sacó
del bario de San Pedro y que para que esto se haga, tenga el cargo
el señor Rodrigo Jarana con el mayordomo y que el señor canónigo
Martín Fernández del Pozo tenga cuidado de visitar la obra". Pero
en este bario repercutió la decadencia que se inició en la ciudad cuan-
do la corte de los Reyes Católicos se traladó a Granada después de.
su conquista. Así lo refleja el siguiente escrito (25): "Junio 15 de
mayo de 1513, los señores Deán y Cabildo ficieron gracia al bañador
del bario de Santa María de 5oo maravedís en la renta del bario de
este ario e mandáronlo dar por mandamiento". Y por este otro docu-
mento de fecha 27 de enero que dice (26): "En este día los señores
Deán y Cabildo respondiendo a una petición que dió Mari Ruiz ba-
ñadera del bario de Santa María diciendo que... Almoguera que está
fugido, que está enfermo dla excomunión, que esta a pedimiento dl
dicho cabillo por lo que debe del arrendamiento dl dicho baño y que
ella se obliga con licencia de su marido a pagar toda la renta dl dicho
bario hasta San Juan venidero, recibiendo el mayordomo .en cuenta
los aprecios que tiene del dicho bario que sus mercedes lo mandaron
asi lo ficiese por lo menguado que abian sido las ganancias". Ambos
escritos demuestran los pocos clientes que ya en estos arios tenían los
famosos baños árabes de Córdoba.
ARRENDAMIENTOS.—E1 referido Cabildo de Santa María tu-
vo en arrendamiento el bario a particulares como de ello nos qued
testimonio en varios escritos documentos que guarda el dicho Cabildo
eclesiástico (27) "fué arrendado este bario de Santa María en 15 de
junio de 1496 a Antón Ruiz Castillo, tejedor, vecino de Santa María
por tiempo de cuatro arios desde el día de San Pedro y San Pablo
por precio de once mil maravedís e doce gallinas en cada ario paga-
Los Baños Arabes de Córdoba 67

das por meses e las gallinas por San Andrés con la condición que
cuando quemase cuernos (28) ponga escudo por cada vez e cada vez
que no ficiesen paguen en pena mil maravedís e con las otras con-
diciones con que acostumbran a arrendar dichos barios". Otra escri-
tura de arrendamiento del baño es la otorgada "a veynte días ck
setiebre de noventa e siete años (1497) los señores Deán y Cabillo
arrendaron en su Cabillo el su bario de Santa María a Rodrigo, vecino
de Santa María, fijo de Juan Rodríguez, organista, e estan desde cinco
días de agosto deste año fasta el día de San Juan vneidero por precio
de cinco mill seyscientos maravedís que recibió de moneda blanca ca-
da año, pagados por los meses los que montare cada mes e de paga::
en los meses dos mill doscientos treinta maravedís que recibió en apre-
cio de casas del baño e que cuando salda dexe aquellas cosas de ser-
vicio del baño e el bañador como los encontró testigos Alonso Fer-
nández de Cabrero, cura de la iglesia e Pedro Ruiz, clérigo". ¿Cuándo
se cerraron al público estos barios? A mi juicio su uso disminuyó ha-
cia el ario 15o2, cuando comenzó la actuación del inquisidor Lucero y
se decretó por los Reyes Católicos la expulsión de los moros de Es-
paña, de cuyo decreto recogió el Cabildo la sigúiente nota : "Sábado
diecinueve días del mes de febrero de 15o2 arios se pregonó por cartJ
Real del Rey don Fernando e doña Isabel nuestros señores que todos
los moros de los de Castilla se tornaren xpianos. E donde non que les
daba plazo pa ello de cinco meses primeros siguientes a los que no
quisieran que dexaren sus fosedos pa sus fijos que acá quedasen xpia-
nos. E los padres e madres que les daba el puerto de Biscaya e de
Aleredo para pasarse allende enl dicho término". Suprimidos los ba-
ños, el Cabildo eclesiástico utiliza su edificio para casa de vecinos, y.
gracias a la cuidadosa atención que este Cabildo le ha venido prestan-
do por su interesante y rico valor arquitectónico ha podido llegar a
nosotros la mayor parte de todo su edificio que contribuyó al esplen-
dor que tuvieron estos baños en los días califales.
A continuación transcribo el contrato de arrendamiento de fechg
más antigua que he hallado del baño convertido ya en vivienda (29):
"El Cabildo de Santa María arrienda a vos Antonio del Corral Bar
bero, fijo de Juan del Corral, unas casas en la collación de Santa
María, linde con nosotros asi mismo solían ser bario asi mismo con
casa del sevillano médico difunto... Córdoba treynta días de mayo
del ario 16i 1".
Igual suerte corrió la cárcel califal, después Real, que fué junto
68 Miguel Muñoz Vázquez

a estos baños, formando parte de ellos, trasladóse a un edificio de la


Corredera y nombróse a su antigua emplazamiento "Cárcel Vieja". En
161o, a 5 de febrero se destinó este edificio a casa de las Comedias
(3o) de la que tomó el nombre la calle, y en la actualidad el de Ve-
lázquez Bosco.
Los Baños Arabes de Córdoba 69

BAÑO ARABE DE SANTA CATALINA O LAVATORIO


ORIO
DE LA ALCAICERIA

Llegamos a uno de los baños árabes públicos que más importan..


cia debieron tener por la gran concurrencia de sus usuarios, debido a
estar situados junto a la Alcaicería de esta ciudad y cuya pérdida es
irreparable a la Córdoba monumental, por ser también uno de los más
antiguos erigidos en esta ciudad, como lo fué el baño de la Pescade-
ría. Los árabes en todas las ciudades y pueblos importantes que ocu-
paron en España tenían un sitio determinado bajo el nombre de Al-
caicería que quiere decir mercado público, donde celebraban las ven-
tas y obraban los artesanos su oficio. En Córdoba, después de la con-
quista de la ciudad, siguió en ella este mercado hasta primeros del si-
glo XVIII. Centro comercial que adquirió. gran fama, donde se ven-
dían productos de fabricación propia ; cordobanes, objetos de fili-
granas, borceguíes, y las más diversas mercancías; sedas, paños, joyas,
tapices y perfumes traídos del lejano Oriente. Junto a este zoco, le-
vantaron los árabes un baño y lavatorio que en ocasiones utilizaron
como hospital ; y a este mismo fin benéfico lo convirtieron los cris-
tianos un siglo después de su entrada en la ciudad.
Fué otro de los baños que rodeaban la suntuosa Mezquita cordo-
besa, conocido a mediados del siglo XIII con el nombre de Santa
Catalina ; ya por estar frente a la puerta de este nombre de la referida
Mezquita, o por hallarse próximo a otra mezquita a la que San N er-
nando dió este nombre ubicada en el cal de francos, entre las calles
del Rey, Francos, plazo de Malcocinado y Francos en 1241. Que co-
rresponde en la actualidad a las de Osio, José Rey, Plaza de los Aba-
des y Portería de Santa Clara. Recinto todo este, que formaba el pa-
lacio y bodega de la reina doña Juana.
El edificio del baño desapareció totalmente, y para hacer su bre-
ve historia, nos quedan una serie de escritos documentados de los que,
uno de ellos, el más antiguo, es una carta de privilegio que se halla
transcrita en el "Libro de las Tablas" (31), que fué otorgada por el
Rey San Fernando cuando hizo su Repartimiento en esta ciudad de
fecha 15 de marzo Era de M.a, CC. LXX, nona (año de Cristo de
1241), por la que hace donación al Prior don Gonzalvo de Córdoba
aquella alfondiga que tiene dos paris qes cerca del alcazeria Et dovo
el corral ques cerca •de los baños de sant Katrina e cerca del alfon-
diga que tiene Pedro Royz Tafut. Et dovo los baños que son cerca
70 Miguel Muaoz Vázquez

deste mismo corral e cerca de don Domingo de Valladolit con sus


entradas e con sus salidas".
Este interesante documento, que nos dice del primer propietario
del bario de Santa Katalina después de la conquista de la ciudad, con
la parte de este otro que transcribo, que nos habla de "unas casas
encima del hospital de San Sebastián que decían el alfondig del Deán
don Gonzalvo" ; nos localizan exactamente el lugar donde se hallaba
el bario que corresponde a la calle Cardenal Herrera casa núm. 16 en
la que fué hospital de San Sebastián, el cual edificó sobre el emplaza-
miento este baño que es el lugar que hoy ocupa la Posada del Sol. No
he hallado noticias cómo este bario pasó a propiedad del referido Ca-
bildo Eclesiástico ; es de suponer fuese por donación que del mismo
le hizo el prior don Gonzalvo. Lo que sí consta documentalmente, es
que el referido Cabildo era dueño del bario en 27 de febrero de 1363
y que aún seguía prestando sus servicios como tal, aunqvic por esta
fecha a causa de una de las mayores epidemias de peste que afectaba
a esta ciudad se estaba utilizando como hospital. Todo ello aparece en
la siguiente carta de donación que el Cabildo hace a la cofradía de
San Sebastián del bario de Santa Catalina para que en su lugar levan-
tase el referido hospital : (33) "Avido su acuerdo (el Cabildo) en su
deliberación sobre esto de dar libremente un solar ques en linde del
alaicería de nuestro señor alfonso el cual solar disen las casas del la-
vatorio pa que fagan los cofrades dla cofradia de san sebastian anby
los señores dla eglia de cordova como todos los otros cofrades cii-
gos e legos que son e serán en la dicha cofradia pa que fagan un
ospital pa coger pobres en Reverencia del bienaventurado márth san
sebastián pa en todo el tiempo e pa siempre jamás... e dierongelo pa
que lo tengan bien labrado e reparado de todas las cosas que son per-
tinentes pa el dicho ospital... con esta condición que den los oines
buenos dla dicha cofradia de cada ario al cabildo dla dicha eglia diez
moravedis dla moneda que fase diez dineros"... Para instalar el hos-
pital hubo necesidad de desmantelar todo el edificio del baño, causa
por la que no nos ha quedado resto visible de su edificación excepto
algunos capiteles y columnas que se utilizaron en el nuevo edificio.
El hospital de San Sebastián estuvo en este lugar hasta el año 1515
fecha en la que se le trasladó a otro solar y casas que fueron parte
del bario y lavatorio de Cárdenas propiedad del Cabildo Eclesiástico,
las cuales tenía en arrendamiento a Antón Sánchez medio racionero
y la "dejó libre en 19 de marzo de 1512 para facer el ospital de san
sebastián" (34). La obra en su mayor parte fué financiada por don Pe,-
Los Baños Arabes de Córdoba 71

dro Ponce de León chantre de esta Santa Iglesia Catedral a quien su


Cabildo en recompensa de lo que había gastado y trabajado en hacer
este Hospital que ascendió a más de cien mil moravedis, le digeseii
especialmente en dicho hospital una misa cada día, así como si se qui-
siese enterrar en su capilla que él mismo hizo. En la actualidad este
edificio lo ocupa la casa de Maternidad ; y el local antiguo que ocu-
pó el referido Hospital de San Sebastián que fué baño y lavatorio de
Santa Catalina y de la Alcacería, fué adquirido por el convento de
frailes de San Pablo al Cabildo Eclesiástico, en 5 de enero de 1524,
(35) por precio de ciento cincuenta mil moravedís en cuyo lugar se
estableció en el referido año el Mesón del Sol que aún llegó a nues-
tros días.
72 Miguel Muñoz Vazquez

BAÑO ARABE DE LA PESCADERIA.—Se localiza este bario.


en el barrio de Francos y calles del Rey y del Adarve, en 1236, cuan-
do San Fernando conquista la ciudad ; demarcación que corresponde
en la actualidad a la collación de Santa María o barrio de la Cate-
dral, entre las calles del Cardenal González Francés y la de la Cara,
en las casas señaladas con los números 53, 55 y 16, 18, 2o y 22 de las
respectivas calles.
Se desconoce el nombre que recibiera de los árabes, que pudiéra-
mos identificar con este otro de "Bario de la Pescadería", con el que fué
denominado por sus nuevos usuarios. Con toda seguridad, el pueblo mu-
sulman, lo conocía por esta misma toponimia, por hallarse cerca de la
puerta Piscatoria que salía a las Pescaderías del Río, de las que la Puerta
tomó nombre. Según nos dice un escrito fechado en 1244 (36). Se, que
se hallaba frente a este bario una pequeña mezquita o morabito que uti-
lizarían los peregrinos y pueblo islamita en general para hacer sus
primeras oraciones después de haber recibido el zeagirmeg o princi
pal ablución en este bario. Por su situación junto a una de las puertas
principles que daban acceso a la ciudad, y por la edificación que de él
nos ha quedado, responde en su arquitectura al tipo de los barios más
antiguos que los sarracenos nos dejaron en España, el de mayor capa-
cidad y mejor ornamentado, por lo que el Rey Fernando III el Santo
se lo dió en su repartimiento al Obispo de esta ciudad, don Lope de
Fitero y a su Cabildo ; según consta por el privilegio otorgado por
este Rey (37) en Burgos a 17 de mayo de 1237 por el que entre otras
cosas daba a los referidos "aquellos barios que son cerca de la puerta
piscatoria".
OBRAS REALIZADAS EN EL BAÑO DE LA PESCA-
RIA.—No debió quedar el bario y sus dependencias en buen uso des-
pués de la sangrienta lucha que los musulmanes sostuvieron en la de-
fensa de esta ciudad contra las tropas del rey San Fernando ; y para
su restauración y ponerlo a uso del público, el obispo don Fernando
de Mesa, a quien había pasado la propiedad de los prelados sus ante-
cesores, hace donación del bario a don García Rodríguez hermano del
gran Comendador de los cinco reinos de España don Pedro Rodrí-
guez y a la mujer de aquél doña María Rodríguez ; según una escri-
tura otorgada por el referido obispo en esta ciudad en 9 kalendas agos-
to Era de M. CC. LXXXX e septa, que corresponde al año de Cristo
de 1258 a 24 de agosto ; (38) la cual dice "damos ayos don garcia ro-
dríguez aquellos baños que nos abemos a la puerta de la pescadería
que los fagades e que los cunplades de todos sus conplimientos e que
Dependencia nombradá', ."al-Bayt al-valid" del baño árabe de la Pescadería.
Los Barios Arabes de Córdoba 73

fagades ayi las tiendas que pudieredes ayi facer e que las esquimede3
vos e vuestra muger toda vuestra vida e después que finquen los ba-
ños con todos sus adobos e las tiendas e las casas que ayi faredes
estos barios en nuestro cabillo e vos que fagades luego una capiella e
su altar en la Eglia de santa maria". Esta restauración que hace en el
bario don García Rodríguez, es la obra mudéjar, parte de la cual ha
llegado a nuestros días : dos arquerias de arcos peraltados, una de tres
con sus alfices, faltando otras de ellas, que formaban el total de la de-
pendencia donde estaba el estanque para el bario de agua fría, el cual
fué macicado a finales del siglo XVI, así cómo la bóveda que lo cu-
bría la cual debió desaparecer más recientemente. Los siete capiteles
de esta dependencia y sus columnas, unos visigodos y otros magníficos
ejemplares de los primeros arios de la época califal, uno de ellos con
la inscripción "Obra de Fateh el tallista" y la fecha 363 (973-974) no
han pertenecido al baño, como los de otra dependencia contigua a és-
ta, que debió utilizarse por los bañistas para descanso, la cual pone en
comunicación con las dependencias destinadas al bario templado y ai
de inmersión en agua caliente situados en ellas. Son de forma rectan-
gular, con bóveda de medio cañón y otra parte de arista, una de ellas
en la crujia exterior de la casa núm. 18 de la calle de la Cara que mi-
de aproximadamente o,4o x 3,5o m. y la otra en la segunda crujía de
la casa núm. 16 de la misma calle que mide 12,8o x 5,50 m. ; todas
ellas como sus muros, son de ladrillo con lucernas cuadradas a tresbo-
lillo. Por la forma y dimensiones de los sillares que quedan en los mu-
ros y bóvedas puede fecharse este bario en los arios de Abd-el-Rah-
man III a principios del siglo X. Estas dependencias tienen hoy entra-
da por la calle de la Cara, cuya entrada no existió cuando estaban en
uso, como se observa por la ruptura de sus muros para darle paso a
la puerta de acceso. El agua para el bario se sacaba de un aljibe que
aún existe en la casa número 20 de la referida calle de la Cara. Y la
caldera para calentar las aguas que debió ser de dimensiones colosa-
les, a juzgar por la importancia y magnitud de este bario, se hallaba
próxima a estas dependencias hoy en un lugar muy modificado.
En 8 de enero de 1264 pasa toda la propiedad del bario al Cabildo
eclesiástico y a su mesa capitular por cambio de la parte que el obis-
po don Fernando de Mesa tenía en él por otros bienes del referido Ca-
bildo. Según escritura otorgada entre ambos en la villa de Lucena con
esta misma fecha y en la que aún llevaba su arrendamiento el citado
don García Rodríguez (39) "...e otro ssi les diemos toda la nuestra
74 Miguel Muñoz Vázquez

parte que aviamos en los baños que son ala puerta dla pescaderia que
solie tener garcia rodriguez..."
A finales del siglo XIV se hizo en el baño otras obras como pue-
de observarse en las dependencias de bóveda de cañón destinadas a
baño caliente. Así consta por el siguiente escrito fechado el año 1392
por el que... "en este mismo día biernes rrecibió el cabillo de pedro
ferrandez boticario el baño dla pescaderia por rreparado de todas
aquellas cosas que estaba obligado de faser el dicho pedro ferrandes.
Et otro ssi quarenta cubos buenos. Et dieronle carta de quitamiento
de todo ello salvo que ha de facer, echar torta de armassa al alcabo en
el mes de otubre o de novienbre primos vernan. Et fizo obligacion
dello dlante pedro rruys notario". (4o).
Seguía prestando su servicio público este baño, en 16 de diciem-
bre de 1427 a cristianos y a los musulmanes que quedaron en nuestra
ciudad ; los que después de transcurridos siete siglos de convivencia
en ella, habían tomado no pocas costumbres de los españoles ; así ob-
servamos la libertad que lograron disfrutar las mujeres de estos mo-
ros según los demuestra la asistencia a un mismo tiempo de mujeres
cristianas y árabes a los baños a pesar de impedirlo sus principios re-
ligiosos y la condición de africanas... (40 "Et eran muy ossequiadas
por los caballeros cristianos e mahometanos que las acompañaban a
los baños"...
De esta fecha anterior nos queda una escritura de arrendamiento
entre el Cabildo eclesiástico de la Catedral, cerca de las pescaderías y
del baño, con dos casas tiendas que están con ellas, linde con casas
tiendas de gonzalo gonzález de Biedma y con otras que fueron de
Juan Arias" En 1453 el Cabildo Eclesiástico vende a Bartolomé Ro-
dríguez Zapatero las casas del baño de la Pescadería (42).
¿Qué fué en adelante de este baño? No he hallado más noticias
de su servicio público ; parece por el anterior escrito, que el Cabildo
su propietario, fué adaptando parte de las dependencias del mismo a
casa vivienda; y, como los demás de esta ciudad, tras la expulsión dt
los moros y judíos y hallarse muy diezmados sus usuarios, el baño
fué cerrado en los primeros años del siglo XVI. Gracias a la Comi-
sión de Monumentos y al que fué su gran paladín el Ilmo. Sr. Don
Enrique Romero de Torres ; Córdoba conserva en su rico acervo mo-
numental esta joya de los primeros tiempos de la arquitectura árabe
en España, que de lo contrario hubiera pasado como tantos otros al
solo recuerdo histórico.
Los Barios Arabes de Córdoba 75

BAÑO ARABE DE DOÑA MUÑA.—Otro de los barios ára-


bes públicos que enriquecía el catálogo artístico y monumental de
nuestra ciudad, en éste que denominó de Doña Muña, por la toponi-
mía del lugar donde se hallaba, a causa de no quedarnos el nombre
por el que lo distinguían los musulmanes, ni sus nuevos dueños los
cristianos, al que éstos llamaron el "bañuelo". De él nos ha llegado
noticias documentadas que nos permiten hacer su ubicación, obras
realizadas y sus distintos propietarios, por los que podemos hacei
aunque muy breve, su historia y algo de su parte artística, la cual
desapareció totalmente. El bario de Doña Muña, como todos los de
esta ciudad, de procedencia árabe delata la proximidad de una mez-
quita o morabito ; oratorio que supongo se hallaría en la casa pala-
cio que junto a este baño fué de don Luis Méndez de Sotomayor, se
ñor de El Carpio, lugar en donde una hija de éste, doña María Mén-
dez fundó el Hospital, después convento de Jesús Crucificado, en
140, que es en la actualidad, Asilo de las Hermanitas de los Pobres
Desamparados (43); también estaban estos baños próximos a la Mez-
quita que ya en el siglo XIII se le llamaba Santiago el Viejo. Fué do-
ña Muña señora principal que vivía en esta ciudad a finales del siglo
XIII y primeros del XIV ; esposa del Adalid Martín Sánchez, quie-
nes tenían sus casas principales por repartimiento que de ella les hi-
zo a sus antecesores el rey Fernando III el Santo en la Plazuela, de
cuya señora tomó el nombre, en la collación de Santa María (Cate-
dral), que corresponde actualmente a la casa señalada con los núme-
ros 4 y 5 de la barrera que se halla en la plazuela del Buen Pastor. Ca-
sas que nos ubican, así como al referido baño y plazuela, una serie de
documentos inéditos por lo que han permanecido en el más recóndito
silencio, esta célebre Plazuela y sus barios.
La mención más antigua que nos queda del baño de "Doña Mu-
fla" consta por una escritura (44) de arrendamiento otorgada en esta
ciudad a 28 de julio de 13oo ante los escribanos públicos de la misma
Ferrant Ruíz y García Pérez en la que el Excmo. Cabildo Catedral_
de Córdoba como propietario del baño y Domingo Pérez Lobatón
yerno de Domingo Vidal y la esposa de aquél le arrienda un solar }-
baño que está junto al solar que en la collación de Santa María tenía
por linderos a su derecha en solar del referido Cabildo que estaba en-
tre el que alquilaban, las casas que fueron de Pedro Ibáñez de Mon-
tefrio y con casas que son también del Cabildo, que dan a la plazuela ;
a su izquierda, con las casas de Doña Muña que se tienen con la ba-
rrera que sale a la Plazuela de Doña Muña ; detrás con casas que fue-
76 Miguel Muñoz Vázquez

ron de Juan Pérez Lobatón y con casas del referido Cabildo que sa-
len a la calle que tenía Juan Martínez de Tapia y por delante a la ca-
lle del Rey. Y, en el Libro Verde (45) sin que conste la fecha del do-
cumento ni la del entablamiento del mismo ; aparece un escrito por
el que Juan Domínguez d eCartagena dejó como bienes a la Iglesia
Catedral unas casas que fueron de Martín Sánchez el Adalid, en la
plazuela de Doña Munda que las tenía en arriendo Ferrant Martínez
y después Ferrant Alvarez, racionero, que lindaban con las casas del
baño. Pero todos estos límites con los que venimos localizando el ba-
ño o bañuelo serían imprecisos por no hacer referencia a un lugar
del que nos quede un punto para su localización en la actualidad ; y,
esta ambiguedad he logrado vencer, al hallarme tras prólija investiga-
ción un escrito entablado en el Libro Verde, (46) el que nos dice
"que en la barrera de los capellanes juan domínguez de carrascosa de-
jó unas casas cerca de las de martín sánchez el aladid y de su muger
doña muña en la plazuela de su nombre en dicha barrera dentro de
la plazuela de las casas de luis mendez de sotomayor señor de El Car-
pio". Y de este otro escrito de 148o por el que consta que había una
casa bodega allende del dicho baño en la esquina de la calleja do en-
tran a la casa de luis mendez". Límites por los que podemos traducir
exactmaente, en dónde se hallaba este baño ; en la calleja sin salida
que hay junto al convento de Jesús Crucificado que fué el palacio del
referido don Luis Méndez de Sotomayor, y la plazuela, de Doña Mu-
fla, la que tiene delante este palacio, hoy llamada del Buen Pastor,
todo ello en collación de Santa María (Catedral).
Pero no sólo es interesante aquel mentado documento (47) por
cuyo escrito se nos dan en parte los límites de este baño ; sino porque
en él, se hace referencia de una de las grandes obras que se hicieron
en el baño, posiblemente, la primera después de recuperada la ciudad
a los sarracenos. Se obliga aquel arrendatario Domingo Pérez Loba-
tón hijo de Juan Pérez Lobatón, uno de sus colindantes en el men-
cionado año de c 30o a hacer en el solar a la mano derecha como se
entraba una casa de nuevo que llegue hasta la puerta del solar del Ca-
bildo que tiene Juan Martínez Canónigo, de elevar el que fué de
Juan Martínez como sigue la calle hacia la casa de Pedro Fernández ;
ha de hacer otra casa sobre el baño o la casa cabeza donde solía estar
la caldera, que fuese de la misma extensión que la casa del fondón del
baño, de tres tapias sin el cimiento, a pavimentar todo el suelo del ba-
ño con argamasa y a encalarlo todo él con cal. Ya se usaba la cal pa-
ra blanquear a primeros del siglo XIV. A hacer un portal de nuevo
Los Barios Arabes de Córdoba 77

como antes estaba hecho ante el bario. Todas estas obras a costa del
arrendatario que debería tener terminadas desde el día de la fecha del
arriendo en los diez arios primeros sopena de una multa de 200 mora-
vedis de la moneda de la guerra que acuñó el rey Alfonso X. Pagan-
do todos los arios por renta del bario zoo moravedis de esta moneda
desde San Juan al del siguiente ario, dividida la renta en tres tercios.
como era costumbre, pero con la condición que después de la vida
de estos arrendatarios pase el bario y las obras hechas en él, al refe-
rido Cabildo Eclesiástico.
Once arios más tarde, el 6 de julio de 1311, nos quedan noticial
del bario por un escrito (48) otorgado en esta ciudad ante los escri-
banos públicos de la misma Ruy Fernández y García Sánchez, por
el que Juan González, canónigo de la iglesia de Santa María de Cór-
doba da a labrar a Juan Núñez el carpintero y a su mujer Nuria Fer-
nández, moradores en la collación de Santo Domingo, un solar tapiado
en la collación de Santa María que linda con casas y con plaza de
Doña Muria y con el bariuelo y el solar del Cabildo e casas de García
Pérez el carpintero. Pero un siglo después de la gran obra que rea-
lizaron en el bario los Lobatones, el lunes 6 de febrero de 1392, el
célebre bario de Doña Muria había dejado de prestar sus indispensa-
bles servicios. Había cerrado sus puertas para siempre. No sabemos
con certeza la causa que lo motivó ; acaso la decadencia cada vez más
acentuada de nuestra ciudad por estos años, por las continuas epíde-
mias de peste que padeció. Creemos que fué ésta la razón por la que
el Cabildo eclesiástico convirtió el bario en vivienda hacia el ario 1392
que ya lo tenía en arriendo el Arcediano de Córdoba (49), según cons-
ta por el siguiente escrito : No hallándose las casas que fueron bario
en buen estado el Cabildo envía a varios de sus miembros para que
vieren las obras que eran necesarias hacer en ellas. El procurador del
Arcediano que las habitaba pidió varios plazos para hacer la obra co-
mo fué condicionado en su arrendamiento ; transcurridos éstos el Ca-
bildo quita las casas al Arcediano y se las arrienda a don Fernando
González Maestrescuela, por precio de 45o maravedís al ario con la
condición de su reparación. El viernes 26 de abril de este mismo ario
de 1392 renuncia el citado Maestrescuela las casas que fueron bariuelo
y el Cabildo las arrienda a su criado Juan Díaz y su mujer Sol Ro-
dríguez. Pero ya bien reparado por el Cabil, obra en la que segu-
ramente se hizo desaparecer la totalidad del edificio del bario de Do-
ña Muria, célebre dama cordobesa. Esta última obra que se hace en
las casas del bario de Doña Muña, donde ésta gentil y noble dama,
78 Miguel Mu;toz Vázquez

émula de tantas otras arabescas beldades, nitificaron sus pulidas y es-


beltas figuras con las límpidas aguas icensadas con los romeros y to-
millos de nuestra incomparable Sierra, acaba para siempre con la parte
arquitectónica de él y sólo hemos podido dejar su recuerdo histórico,
para otra de las páginas gloriosas de la historia de nuestra ciudad.
Los Baños Arabes de Córdoba 79

BAÑO Y LAVATORIO ARABE DE CARDENAS

Particular interés tuvieron los árabes al edificar sus baños en esto


ciudad, de dotarlos de todas aquellas manifestaciones que su bella ar-
quitectura puso en las manos de sus artífices. Todos ellos obedecen
más o menos a un mismo tipo de construcción y ornamentación, co
mo se observa en los ya estudiados. Tal ocurría, con este otro baño
y lavatorio que denomino de Cárdenas, porque se hallaba situado en
la vivienda y corrales que la familia de este ilustre apellido tenía en
esta ciudad, y no habernos quedado noticias de su nombre, cuando
los árabes eran dueños de Córdoba, ni aún de aquel otro, que reci-
biera cuando San Fernando entró en la misma.
Cabe la sospecha por estar este baño y lavatorio colindantes con
la Casa Episcopal, la cual se cree una de las dependencias del gran
Alcázar Califal, que éstos, perteneciesen exclusivamente al servicio de
sus ministros ; y otros baños califales cuyos restos fueron hallados en
el bien llamado Campo Santo de los Mártires, los que utilizase el Califa
y su harén, el cual se ubica, aproximadamente, sobre este lugar; pues-
to que parece extraño, levantasen los musulmanes un baño y lavatorio
público junto al palacio califal, y más extraño aún, que desde éste
hubiese una puerta de acceso a los mismos según nos dicen los do-
cumentos (5o) cuya puerta fué macicada cuando Fernando III el San-
to hizo la donación de estas viviendas. Desde luego no se utilizaron
para el servicio público el referido baño y lavatorio de Cárdenas des-
pués de la conquista de la ciudad por el Santo Fey. No he hallado
noticia en contrario, acaso en este año (1238), por su proximidad al
ya Palacio Episcopal a que fué destinada esta dependencia califal, lo
cual viene a confirmar nuestro anterior aserto. Todo el recinto que
ocupaba el baño, corrales y vivienda fué dado en Repartimiento por
el Rey San Fernando al Arcediano de Córdoba para su morada como
bienes raíces no enajenables según se manifiesta en los siguientes do-
cumentos. El testamento del referido don Miguel Díaz (5i ) otorgado
en esta ciudad a 14 días de agosot Era de M. CCC e Quatro años (año
de Cristo de i 266) en el que dice "que si por aventura acaeciese a
tiempo que estas casas e estas tiendas que yo vos do non rendiessen
estos moravedis todos los que miguaren asigno que lo ayades en to-
das las mis casas que he cerca de sta maría do fago mi morada". Pa-
saron el baño, lavatorio y morada de don Miguel Díaz a propie-
dad de don Gonzalo Pérez alcalde mayor por el rey en esta ciudad,
con el cargo de que las rentas de los mismos cumpliese ciertas man-
80 Miguel Muñoz Vázquez

das en la capilla que fundó para su enterramiento dicho Arcediano en


esta Catedral, según consta en el testamento que otorga en esta ciu-
dad el mentado alcalde a 13 días de junio de 1311 (52) "Et mando lo
que rendieren las casas e solares que yo he en estas casas dichas que
se tienen con la calle del Rey que va ante sata maria e con el adarve
de las casas dl obispo e con el bario e lavatorio que fué en tienpo de
moros e con la barrera que entra a estas moradas fasta la juderia"...
que dejó el arcediano don miguel días para su capilla"...
Vemos por esta cláusula, cómo se aclara la referida del testamen-
to de don Miguel Díaz, y se ubica perfectamente dónde estaban este
bario y lavatorio de Cárdenas, que al arcediano referido, dejó el rey
Fernando III el Santo, así cómo, de que no se utilizaban este bario y
lavatorio por los cristianos sus nuevos dueños, pues como se dice en
la referida cláusula : "fueron en tiempos de moros". Del alcalde don
Gonzalo Pérez y por su hija doña Marina González mujer de Sancho
López de Cárdenas, pasaron el bario, lavatorio y viviendas a un hijo
de éstos, Pedro Ruíz de Cárdenas y a su esposa dofia Sol Fernández,
según consta por una escritura de convenio entre el Excmo. Ca-
bildo eclesiástico y el mencionado Pedro Ruíz, otorgada en esta ciu-
dad a 6 días de mayo de 1365 (53), en la que se manifiesta entre otros
cosas : "...que ovieredes vos Pedro Ruiz de Cárdenas e sol ffernan-
des vuestra muger en salvo estas casas e corral huerta e solar e bario
e lavatorio e que dexedes a esta eglia e anos después de vuestros días
devos amos marido e muger bienes rraices que renten seiscientos mo-
ravedis para la capilla que dejo don miguel díaz..."
Pero en ninguno de estos escritos, ni en otros muchos referentes
a estos barios, que por prolijo no enumreo, se habla del uso público
de ellos y de obras efectuadas en los mismos ; los cuales hacia el ario
1381 fueron convertidos en casa de vivienda no -quedando parte algu-
na de su edificación excepto capiteles y columnas que se aprovecha-
ron para la construcción de éstas. Transformación que consta en un
documento otorgado en este año de 1381 a 7 de noviembre entre el
Cabildo eclesiástico e Inés Cabrera ante los escribanos públicos de es-
ta ciudad, Pedro García y Juan Sánchez por la que auqélla dona al
referido Cabildo (54) "nueve casas con su corral que ella tenía en las
casas que fueron de pedro ruiz de cardenas su suegro por las animas
de pedro cabrera su padre, leonor garcia su madre e de gonzalo pe-
rez de cardenas su marido".
Pero el Cabildo eclesiástico adquiere la propiedad de todo el re-
cinto que fueron los barios y vivienda de los Cárdenas. Porque la par-
Los Baños Arabes de Córdoba 81

te de casas que aún quedaba de ellos y que ocupaban los señores de


la casa de Córdoba según consta por una escritura otorgada entre el
cabildo mencionado y Alfonso Sánchez y la mujer de éste Elvira
Sánchez despensero que fué del obispo, por la que aquél le arrienda
(a 13 de septiembre de 1402 (55) "unas casas que son el corral que di-
cen de cardenas en el apartadillo que dicen que han linderos el adar-
ve e de la otras casas de martin fernandez alcayde de los donceles".
Casas, que más tarde, en 23 de agosto de 1443 vende don Gonzalo
Fernández de Córdoba nieto del anterior al bachiller Pedro Martínez
de Salinas canónigo en esta iglesia de Córdoba, con autorización de
doña Beatriz de Angulo y de sus hermanos (56), Diego Fernández
de Córdoba, señor de la villa de Lucena, Alfonso de Córdoba alcaide
de los Donceles y don Pedro de Córdoba, arcediano de Castro, según
consta por sendas escrituras otorgadas en la villa de Espejo en esta
misma fecha ante los escribanos públicos de la misma (57) "como yo
gonzalo fernandez de cordova vasallo del Rey uno de los veinticuatro
regidores dla dicha ciudad de cordova... vendo ayos el bachiller pe-
dro martinez de salinas canónigo de le eglia desta ciudat de cordova...
las mis casas e corral que dicen de cardenas e huertas e fuentes que
en ellas estan... en la collación de la dicha eglia de santa maria que
han linderos casas de la obispalia dla dicha ciudat dla otra parte ca-
sas dla dicha eglia cathedral que tiene agora por vida mi hermano D.
pedro doctor en decretos arcediano de Castro". Pero necesitaba la
cofradia del hospital de San Sebastián un local más amplio y adecua-
do para instalar este centro benéfico que aquél que ocupaba. Para ello
cambió esta Cofradía y Hospital unas casas que tenía en el Pozo de
Cueto en la collación de Santa María a las Pescaderías, por parte de
esta casa de los Córdoba y otros solares que el Cabildo tenía en el re-
ferido corral de Cárdenas donde se había de levantar el nuevo edifi-
cio para este hospital (58).
Y según testimonia el presente escrito (59) : "En 19 de febrero
de 1511 mandaron los señores deán y cabildo que dé el señor Alonso
Ruiz y Moyano Racionero, administrador del ospital del señor san
sebastián quince ducados de oro de peso a bartolomé salgunt maestro
de órganos en ratifusión y equivalencia de lo que ha gastado en la
labor que fizo en lapartado en que mora en el corral de cárdenas
pues lo deja pa ospital". Así como de este otro escrito por el que
consta que (6o) : "El día 19 de marzo de 1512 el señor antón sán-
chez medio racionero fizo dejación de las casas que tenía en el corral
de cárdenas a los señores deán y cabildo para que sean pa facer el
82 Miguel Muñoz Vázquez

hospital de san sebastián". Todo ello como vemos, en el lugar que


ocuparon el bario y lavatorio que denominamos de Cárdenas. Y, fi-
nalmente, como consta en el estudio que dejamos hecho del bafío de
la Alcaicería ; a 4 de mayo de 1515 el Deán y Cabildo en recompensa
a don Pedro Ponce de León, Chantre y Canónigo de esta Iglesia por
lo que había gastado y dejado en su testamento para la obra del refe-
rido hospital, más de cien mil maravedís, le hace gracia para que se
le digan en la iglesia de este hospital todos los días una misa por su
alma, así como si se quiere enterrar en la capilla de dicho hospital
que se está haciendo, bajo el arco de el altar mayor.
Y tiempo después en este edificio que ocupó el Hospital de San
Sebastián se instaló la Casa de Maternidad. Es digna de conservarse en
el catálogo monumental y artístico de nuestra ciudad la maravillosa
portada de su iglesia del más puro estilo Isabel ; obra de la mano
maestra del cantero cordobés Hernando Ruíz maestro mayor de las
obras de esta Santa Iglesia Catedral (6i).
Los Barios Arabes de Córdoba 83

BAÑO ARABE DE DON JUAN PONCE DE CABRERA

Se sitúa este baño en los primeros días después de la Conquista


de la ciudad por San Fernando, en la collación de Santa María y
calle Almanzor, que salía a la Puerta de Almodóvar, en las casas
de don Juan Ponce de Cabrera según consta por escritos que refe-
rimos (62): "María Sánchez hija de Sancho Miranda dejó unas casas
aquende la puerta de Almodóvar frent eal bario de don iohan ponce".
En efecto estos señores vivieron hacia la última mitad del siglo XIII
cerca de la referida puerta. Y, por este otro escrito, en el que (63):
"maría lópez fija de lopes aznare, vecina dla collación de santa ma-
ría... manda a garcía gonzález su marido las casas que son en la co-
ilación de santa maría que salen a la barrera de delante de las casas
que ffueron de don iohan ponce que se tiene con cassas de passiellas
e con otras casas suyas... fecha en cordova a primero día de junio
era de mill e trescientos e setenta e cinco arios (Año de Cristo de
1337). Ubicación que corresponde en la actualidad a la Parroquia
de Santa María, calle Almanzor, número y calleja de Abulcasis.
Las crónicas árabes nada dicen de este bario, su nombre quedó
ignorado, y hacia fines del siglo XVI, fué desmontado y convertido
su solar en viviendas. Es posible, que soterrados en el lugar que ocupó,
se hallen algunos de sus elementos arquitectónicos y otros fuesen a
formar parte de nuevas edificaciones de la ciudad. Los cristianos lo
denominaron "Bario de don Juan Ponce", de quien eran las casas que
ocupaba, así como las principales junto a él, que recibió por dona-
ción de su esposa doña María Fernández, hija de Ferrant Yenegues
Alcalde que fué de Córdoba por los arios de 127o, cuya familia tenía
por el rey San Fernando, por su repartimiento estas casas para la
guarda de esta importante puerta de la ciudad, así como la de la Ju-
dería, junto a mencionadas casas. Según se deduce del testamento de
doña María Fernández otorgado en esta ciudad a 14 días de octubre
de 1311, ante los escribanos públicos de la misma Ruy Fernández,
Juan Matheo, Alf ons() Fernández y Ferrant Ruiz en el que entre
otras cosas dice (64)... "et dejo todos mis bienes a juan ponce mi
marido"... ; y por este otro documento de fecha 24 de julio de 1292
(65), otorgado por la referida señora en esta ciudad ante los escriba-
nos públicos de la misma don Vicente hijo de don Lorenzo y don
Ferrant y Alfonso Vicente que lo escribió y signó ; por el cual ven-
de... "doña maria ffernandez muger de juan ponce e vecina que sso
en la collación de ssan salvador de cordova... a mestre fferrando
84 Miguel Muñoz. Vázquez

maestre escuela de cordova la quinta parte que yo he en un fforno


de pan coser e una tienda... que se tiene todo en uno... a la puerta
de almodovar...". Escrito, que además nos declara que en esta fecha
de 1292 se hallaba casado ya don Juan Ponce, así como, el horno de
pan que en él se menciona, que aún existe, en la casa más arriba de
la referida de don Juan Ponce en la calle de Almanzor, ambas de
doña María Fernández como el baño.
Fué don Juan Ponce hijo de don Pedro Ponce de Cabrera, Co-
mendador Mayor de Castilla y nieto del Conde don Pedro Ponce de
Cabrera, Rico-hombre de León y de su esposa doña Aldonsa Alonso
hija del rey don Alfonso de León y de doña Berenguela, hermana
del rey Fernando III el Santo.
El Conde don Pedro, obtuvo repartimiento por San Fernando en
esta ciudad por haber asistido a su conquista ; entre otros bienes, unas
casas principales en la collación de San Salvador, iglesia ha tiempo
desaparecida ; las que después fueron morada de don Juan Ponce y
su esposa doña María Fernández. Fallecida esta señora en 1311, se-
gún consta por su testamento y el siguiente documento de convenio
otorgado en esta ciudad entre el Cabildo eclesiástico y don Juan Pon-
ce, por el que convienen que este señor dejase unos bienes para dota-
ción de su capilla que tenía en esta Iglesia Catedral (66) "...por salud
de las animas de doña maña ffernandez ffija de don fferrant yenegues
vuestra muger que ffue e de don fferrant yenegues su padre...". De-
jó de este matrimonio una hija, doña María Díaz que murió muy jo-
ven. Casó don Juan Ponce, en segundas nupcias, con doña Inés Enrí-
quez de Arana, señora que ya aparece tenia su moradora en las
referidas casas de la puerta del Almodóvar donde estaba el baño de
don Juan Ponce su marido, según consta por un escrito que otorga
esta señora con el referido Cabildo, en esta ciudad a z8 días de junio
de 134o, fecha en que ya era viuda (67): "ynes anrriques mugex que
ffuy de don iohan ponce de cabrera vecina que sso en cordova en
la collación de santa maria". Y por este otro documento (68) otorga-
do por el Cabildo eclesiástico con fecha 21 de mayo de 1345 por
el cual había convenido doña Mayor darle unas casas por ciertas me-
morias... "casas que se dicen a la puerta de almodovar que se tiene
todo con casas e baño de doña ynes muger de ffue de don Juan ponce
e con casas de maestro ssamuel ffisico e con las calles..." ; en el que
se declara que doña Inés Enríquez habitaba en esta casa, a la que se-
guramente se trasladó después de la muerte de su esposo, y que el
bario seguía en uso público por estos años.
Los Barios Arabes de Córdoba 85

Pero don Juan Ponce, Adelantado Mayor de la frontera y señor


de Garciés se había apoderado de la villa y castillo de Cabra. Man-
dóle el rey Alfonso XI que entregase todo ello al Maestre de Cala-
trava de cuya Orden era y resistiéndose a este mandato ; después de
haber sido uno de los caballeros contra quienes resultaron graves car-
gas del tiempo de las tutorías y haber ocupado en esta ocasión la
Axerquía de esta ciudad con gente armada ; resolvió el rey citado
venir a Córdoba para hacer justicia sobre ello ; y en 1326, hallándose
en esta ciudad el referido rey, mandó degollar a don Juan Ponce y
a otros caballeros en la Plaza de San Salvador de ella. Pero los docu-
mentos, dicen que fué en la plazuela de delante del Alcázar de los
Reyes Cristianos, en una de cuyas torres estaba preso don Juan Ponce
de Cabrera. Don Juan Ponce dejó en su segunda esposa doña Inés
Enríquez, una hija, doña Sancha Ponce, que hereda todos los bienes
de sus padres y de su hermana doña María Díaz, entre ellos, las ca-
sas principales y el referido baño, según esta señora declara en una
escritura (69) de convenio con el Cabildo de Santa María, otorgada
en esta ciudad a veintitres días de octubre era de mill cuatrocientos
arios (ario del Señor de 1362), en la que dice : "...como yo doña
sancha ponce ffija de don juan ponce de cabrera e de doña ynes an-
rriquez de arana que ffue su muger vecina que sso en la muy noble
cibdad de cordova en la collacion de santa maria... por razón que
la dicha ynes anrriques mi madre ovo conveniencia... de dar a los
dichos dean e cabildo una posesión que rrendiese de cada ario qui-
nientos moravedís para la capilla... Et por esto yo, asi como su ffija
legitima de los dichos don juan ponce e doña ynes mis padres e he-
redera de fecho e d ederecho en todos sus bienes lo uno por heren-
cia de los dichos mis padres e lo al por herencia de doña maria dias
mi hermana".
Seis arios después, el 27 de febrero de 1381 otorga doña Sancha
Ponce su testamento (7o) en esta ciudad ante los escribanos públicos
de la misma Diego Fernández, Alfonso Fernández y Gutiérrez Al-
fonso que lo signó, en el que declara "...fué esposa de Ferrant Anrí-
quez de Castilla, vecina de la collación de Santa María de Córdoba...
Et mando que el rremanente que ffincare de todos mis bienes que lo
aya e lo herede mi ffija la condesa porque es mi ffija legítima here-
dera a la que establezco por mi heredera en dicho mi rremanente".
Según el anterior escrito, el bario y casas de don Juan Ponce pasaron
a la hija de doña Sancha Ponce a quien le llama la Condesa, llamada
doña Juana Enríquez de Castilla. Todo ello se aclara por un escrito
86 Miguel Muñoz Vázquez

que nos queda (7I) del Alcalde de Sevilla al Refrendario de esta ciu-
dad de fecha 28 de enero de 1398, ante el cual pareció Juan Alfonso,
abogado, en nombre de los Canónigos de Santa María de Córdoba y
le presentó una carta en la que entre otras cosas parece : "...Que
doña sancha ponce fija de los dichos don iohan ponce e ynes anrri-
ques asy como su heredera, otorgó de dar al cabillo una possession
que le rrindiese al dicho cabillo quinientos moravedís cada año... E
otrosi parescio por dicha carta que por cuanto dicho cabillo non era
pagado... que por oficio e mandado de Juez competente que Ruy
peres conpañero dela dicha eglia puesto en la tenencia e possession
de tres pares de casas pequeñas que son dentro en las casas mayores
que son en esa dicha cibdat que fueron del dicho don iohan ponce
e de la dicha doña ynes su muger e dla dicha doña sancha ponce su
fija pa que de los alquilefes e longueros dllas pudiese el dicho cabillo
cobrar los moravedís que le fueron demandados... Et el dicho don
iohan e a las sus partes les avian ffecho entender por dicha carta que
el conde de niebla don iohan alfonso e sus herederos del dicho conde
dieren e han de dar a algunas personas que es fecha entrega e excep-
ción e gela faran en las dichas casas o en alguna parte dellas e que
las venderan poniendo enl dicho rematamiento la dicha entrega de los
dichos mil ciento moravedís el dicho cabillo ha de ayer... e por ende
no desapoderedes de la tenencia e posesión de las dichas casas al dicho
cabillo... e sila persona en quien se remataren las dichas casas quieren
pagar al dicho cabillo de cada año los dichos mil ciento moravedís
entonces dat la dicha tenencia e posesion dellas". Según parece don
Juan Alfonso de Guzmán, a quien en el anterior escrito se le llama
Conde de Niebla era el esposo de la hija de doña Sancha Ponce de
quien aquella tomó el título. Las casas que se mencionan son las del
baño y sus colindantes que vende el Conde y sus herederos a la fa-
milia de los Hinestrosa, según parece por el siguiente escrito (72), que
dice : "Omnium Santorum — casas a la puerta de almodovar linde de
una parte con el baño de don martin lopez de henestrosa, año 1445".
Y de este otro (73): "el baño de henestrosa en la puerta de almodo-
var es el de don juan ponce". Vemos pues, claramente, que aquellas
tres casas que el Cabildo tenía adjudicadas para sostener la capilla de
los Ponce, fueron vendidos a la familia de los Hinestrosa y entre ellas
el Baño que lo tuvo esta familia hasta que se transforma en casa vi-
vienda.
Aún continuaba prestando sus servicios el baño de don Juan Pon-
ce en 18 días, de junio de 147o (71), fecha en la que el Cabildo ecle-
Los Baños Arabes de Córdoba 87

siástico ..."arrienda a maria de ayora muger de gonzalo de la Roma-


na unas casas en la collación de santa maria que lindan con casas de
la añora del baño que dicen de don juan ponce e con casas de gracia
martines e de anton de henestrosa". Así como consta por este escrito,
que el bario de don Juan Ponce se surtía del agua de un algibe, que
he tenido la curiosidad de ver en estas casas, la cual sacaba una noria
y-a desaparecida.
No queda noticia alguna en estos archivos de obras realizadas en
este Bario, que debió ser de gran interés artístico por pertenecer al
caudillo Almanzor ; por lo que puede colegirse su arquitectura.
El Bario siguió la misma suerte que los demás de la ciudad ; cerró
sus puertas, y su edificio se demolió para darle paso a la nueva civi-
lización que traía nuevas costumbres y mayores exigencias. Pero el
hecho de haberlo desmantelado totalmente, privó a nuestro ciudad de
otro elemento de rico acervo artístico que la cultura árabe legó a
Córdoba, que si no fué su cuna, sus órfebres, la ofrecieron con cariño
porque en ella adquirió su máximo esplendor.
88 Miguel Muñoz Vázquez

BAÑO ARABE DE SAN PEDRO

En la collación de San Pedro, entre las calles de Carlos Rubio y


la de la Paja, en las casas señaladas con los números Io, 12 y II, 13
de las respectivas calles ; ubicación que correspondía en 1238 a esta
misma collación y calles del Rey, según escritos de esta primera mi-
tad del siglo XIII y de la pintura que nos dejó D. Luis Ramírez de las
Casas Deza (75) ; se hallaba un baño árabe público de arquitectura ca-
lifal, conocido por los cristianos con el nombre de "Baño de San
Pedro", denominado así por su proximidad a esta iglesia parroquial, la
que parece fué la iglesia mozárabe de los tres Santos, sin que se pueda
aseverar como así lo hace sin sólido fundamento nuestro cronista Am-
brosio de Morales (76), pero sí demostraremos documentalmente en
su día, que fué mezquita en tiempo almohade, puesto que en 126o se
levantó sobre ella el edificio de nueva planta que hoy vemos, bajo el
pontificado de don Fernando de Mesa, y así la delatan los referidos
baños levantados a poco más de cien metros de ella, y junto a éstos,
la casa donde tenía su sala Capitular la Universidad de los beneficia-
dos —que llamaban las casas del Cabildo— (77), establecida en ella,
en 1238, por el Cardenal Egidio, cuando se hizo la primera demarca-
ción de las collaciones en la ciudad, se nombró el primer Cabildo
eclesiástico y se estableció el culto cristiano la Mezquita, en su capilla
del Mihrab, con la advocación de San Pedro. Fecha ésta, desde la que
sólo habían transcurrido dos años de la conquista de la ciudad, y San
Fernando no había levantado más templo cristiano en ella, de nueva
planta, que la bella iglesia de la Magdalena en 124.1 ; haciéndose por
tanto la distribución y asentamiento de los templos cristianos en aque-
llas mezquitas que nos dejó el pueblo árabe, con las mismas collacio-
nes e feligresías aproximadamente, que tenía señaladas el Islan en la
ciudad.
La noticia más antigua que se conserva del Baño de San Pedro
consta por un escrito documentado (78), en el que aparece que :
" ...payo jimenez y doña elvira su muger moran junto al baño de
sant pedro en 126o". De la parte arquitectónica de este baño no ha
quedado nada digno de mención a pesar de que se le indica en el
plano de la ciudad de 1920 como lugar de turismo. En vida de don
Luis Ramírez de las Casas-Deza ya estaba soterrado en el patio de
la casa sobre él edificada. Nos lo describe con estas palabras: "...su
bóveda se hallaba sostenida por 12 columnas de jaspe la cual fué des-
truída para convertir esta dependencia donde estaba el estanque para
Dependencia destinada a bario de agua fría o, al-bayt-al valid" del bario árabe
de San Pedro.
Los Baños Arabes de Córdoba 89

el bario de agua fría en corral o pocilga para cerdos, rodeado de una


galería no muy ancha, parte de la cual ocupaba una escalera de nueve
o diez peldaños por la que se bajaba entonces al bario ; y, la obra (le
todo él, era de sillares como el bario de Santa María".
Aún nos queda una más detallada descripción de este bario cuan-
do estaba ya destinado a vivienda y pertenecía éste a propiedad del
Cabildo Eclesiástico, por lo que en 156o, manda a su visitador, para
que informe del estado en que se hallaba la casa del Bario de San Pe-
dro, de cuya visita nos queda el siguiente escrito :
"Dentro de la bóveda con un mármol de losa que hace dos arcos
tienen una taza con su bastidor e puerta, desta dicha pieza e boveda
se entra a otra pieza que es el baño ; es de bóveda que tiene 8 varas
de largo y 5 de ancho, está armadas sobre cuatro pilares de losa y ca-
piteles y cimacios.
De este primer cuerpo de casa se entra por un arco de albañile-
ria con su punto de adulf e con su postigo e cerrojo por do se entra
a un zaguán dobardo de maderas de pino e alfagia e ladrillo por ta-
bla que tiene 8 varas de largo y dos varas y media de ancho es em-
pedrado de piedras menudas, por este zaguán se entra por otro arco
de ladrillo con sus puertas por do se entra a un patio pequeño que tie-
ne cuatro varas de largo y 2'5o de ancho. Por dicho patio se entra por
un arco de ladrillo a un portal que tiene 7 varas de largo y 41-3 de
ancho es sencillo e tiseras de todo monte e cava, he a la mano dere-
cha de este portal se entra a una pieza que era el baño que es bóveda
formado sobre pilares de piedra de mármol y sus basas que tiene 8 me-
tros de largo y siete de ancho. De este baño sale una puerta cerrada
que sale al dicho baño antes deste. Frontero de dicho portal está una
puerta de arco de ladrillo con su puerta de dos hojas por do se entra
a una sala de 7 varas largo y 4 v. de ancho e es de tisera de todo mon-
te con ventana a la mano izquierda con su embralla puertas que co-
rresponden a la casa.
Junto a esta sala está otra puerta a otra sala que tiene 7 varas de
largo por 3 varas de ancho con ventana, después una cocina. Volvien-
do al primer cuerpo de casa e a la puerta esta está junto a la puerta
de la calle una escalera por do se sube a lo alto el añora". (78 bis) Ar-
chivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba C. y F. n° 45o.
Su historia la he podido construir entre gran número de docu-
mentos que guardan los archivos de esta ciudad. San Fernando, cuan-
do conquistó Córdoba e hizo su repartimiento de ella, se reservó es-
tos baños para sí ; pocos años después, su hijo Alfonso X, hizo dona-
90 Miguel Muñoz Vázquez

ción de ellos a una bella dama cordobesa llamada doña Yllana ( Julia-
na). Según consta por una carta de privilegio otorgada en Sevilla por
este Rey a jueves 31 de mayo de 1263 (79) "damos e otorgamos a do-
ña yllana un solar en cordova que fueron baños en tiempo de moros
que ha por linderos dla una parte domingo garcia clerigo de sant pe-
dro e dla otro domingo lopez el cerrajero et dla dos partes las nues-
tras calles. Et este solar sobredicho le damos e le otorgarnos que lo
haya libre y quieto por furo de heredad para siempre iamas a ella e
sus fijos e sus nietos e cuantos della vinieren que lo suyo ovieren de
heredar e para venden empeñar... como de lo suyo mismo en tal ma-
nera que lo non pueda vender ni dar ni caviar ni enajenar en ninguna
manera a eglia ni a orden ninguna ni a ome de religión sin nuestro
mandado..." Doña Yllana tuvo por marido un tal Domingo López
que parece ser la misma persona que se cita en los límites del baño,
con el oficio de cerrajero y con el que debió casarse después de la
donación, puesto que no aparece citado en la escritura de ella. Reedi-
ficó esta "buena dueña", los baños en aquel solar y cuya obra mudé-
jar es parte de la que nos describe las Casa-Deza y reproduce en su
dibujo. Pocos años después pasó el baño por muerte de esta señora a
sus hijos: Elvira Gómez que no sé si fué casada, Martín Gil Com-
pañero (Racionero) en esta Iglesia Catedral y Melia Gómez casada
con Diego López. Por una escritura otorgada en esta ciudad a 17 días
de octubre de la Era de 1395 (año de Cristo de 1317), ante los escri-
banos públicos de la misma Bartolomé Ximénez, Miguel Díaz y Pedro
Pérez (8o) "recibe alfonso perez hijo de diego perez de jerez yerno
de elvira gomez, hermana de martin gil hijo de la referida doña yllana
y sancha alvarez muger de alfonso perez moradores en jerez recibie-
ron, de martin gil cuatrocientos moravedis de la moneda de la guerra
a diez dineros en moravedis por lo que se otorgaron de bien pagados
de todos los muebles y bienes raices que la dicha sancha alvarez de-
bia heredar de la referida elvira gomez su madre, de Domingo Lopez
y de doña Yllana sus abuelos (aquí se cita ya al marido de doña Ylla-
na), entre ellos de la parte del baño e de las casas que estaban junto al
baño que era todo en cordova en la collación de san pedro". El refe-
rido Racionero don Martín Gil deja al cabildo eclesiástico las dos par-
tes que tenia en el baño y casas. Más, como la condición que dejó es-
tablecida el rey don Alfonso X al donarlas a doña Yllana, era que no
podía venderlos ni donarlos a iglesias ni a hombre de religión sin su
consentimiento ; el Deán y Cabildo de esta Catedral pide autorización
para ello al entonces rey de Castilla don Alfonso XI quien autoriza la
Los Barios Arabes de Córdoba 91

referida donación al Cabildo según el avalá de este Rey fechado en


Valladolid a 6 de enero de 1322 (80 dirigido al alcalde y aguaciles de
la noble ciudad de Córdoba y hombres buenos del Concejo "que el
dean y cabillo de la iglesia de esta ciudad, le decian, "que el rey don
ferrando su abuelo cuando ganó cordova de los enemigos de la fe que
dió su privilegio al concejo porque se mandanse como por su fuero
que lo guardaron y guardan e que dicho rey por honrar a su iglesia
catedral que defiende en dicho fuero que ningún vecino ni morador
de cordova pueda dar ni vender ni enajenar en fotma alguna sus bie-
nes raices a orden ni a monsterio ni a eglia ni a persona religiosa sal-
vo a la dicha eglia catedral. e despues de esto el rey don alfonso su
bisabuelo hizo donación del referido solar en que fueron barios en
tiempo de moros a doña yllana quien resturo los barios e despues de
los dias de esta señora pasaron a sus fijos uno de ellos el citado don
gil que deja al cabildo eclesiástico dos partes de ellos y la otra parte
del racionero martin perez que los compra a uno de los herederos de
doña yllana". El Rey don Alfonso resuelve que se haga lo que en el
mencionado privilegio de Fuero se contiene ; esto es (82) "que es su
voluntad de llevar adelante y acrecentar las mercedes que los reyes
sus antecesores hicieron a la eglia catedral de cordova además por
honrra del cuerpo del rey don ferrando su padre que en ella está en-
terrado". Autorizada la donación a la Iglesia por parte del rey Alfon-
so XI el Racionero Martín Gil la lleva a efecto según consta en una
escritura otorgada en esta ciudad a 13 de marzo de 1322 (83) "ante
los escribanos públicos d ela misma semon ruiz sancho garcia e pedro
perez que la escribió e signo por la que deja al dean e cabillo de esta
eglia e a sus sucesores toda la parte que el tiene en el bario que es en
esta ciudad en la collación de san pedro que linda con las casas del
dicho martin gil con casas que fueron de domingo garcia prior que
fué de la dicha eglia y las calles. Más la ochava parte que de dicho
bario compró a su sobrina sancha alvarez hija de elvira gomes su her-
mana asi como la parte que su referida sobrina heredo de las casas
que fueron de diego lopez y de doña yllana sus padres de este racio-
nero que son en la collación de san pedro que lindan con dicho ba-
rio". Pasó la mitad del referido bario de San Pedro a propiedad del
Cabildo por donación que de la parte de él le hizo el racionero Mar-
tín Gil y la otra mitad también por donación que Martín Pérez racio-
nero hizo al referido Cabildo el cual había comprado a Martín Gil
según consta por un escrito otorgado en esta ciudad a días de fe-
brero de 1341 (84) ante los escribanos públicos de la misma Ferrand
92 Miguel Muñoz Vazquez

Gómez y Pedro García canónigo de esta Iglesia Catedral "en el que


martín perez clerigo racionero de la iglesia catedral de cordova...
mando al dicho cabillo todo el derecho que tiene en la ochava parte
que compró de los baños que son en la collación de san pedro que
fueron de martin gil racionero e la ochava parte que compró de las
casas de este baño". La otra mitad del referido baño pertenecia a Me-
lla Gómez esposa de Diego López hija de Gil Pérez de Gamarra cria-
do de don Alfonso Fernández de Córdoba del que era alcaide el refe-
rido Diego López en Cañete de las Torres según consta de una escri-
tura de convenio (85) otorgada entre los mencionados y Martín Al-
fonso procurador del Deaán y Cabildo otorgada en Cañete, castillo de
don Ferrant Alfonso a 29 días de septiembre de 1336 por la que el
referido cabildo demandó a éstos la mitad de los baños y casas que se
tienen co nellos en la collación de San Pedro cuya mitad de baños
lindaban con casas de los clérigos de la Universidad de la villa e con
casas de Martín Pérez con la barrera y con las calles la cual mitad de
baño y casas decía el Cabildo que eran suyas por donación que le hi-
zo Martín Gil hermano de la mencionada Melia Gómez y por com-
pra que había hecho a otras personas. Convienen los referidos por su
deseo de que se le dé una sepultura en la Iglesia Catedral tener duran-
te su vida el usufructo de todos los baños así de la mitad que dicho
Cabildo decia era suya como de la otra mitad de la mencionada Melia
Gómez y de las casas ; y, cuando finaren los dos pase todo el baño y
casas al referido Cabildo. Pagando éstos durante su vida el repara-
miento del baño y casas dándoles el deán y cabildo para ayuda de
ello cien moravedís todos los años para ayuda de adovar la caldera y
casas. Estos cien moravedís que los tomasen de la renta del baño que
dicho deán y cabildo tienen en la collación de Santa María que es el
que llaman el de la Pescaderia. Y que en tal maña mantengan el dicho
baño y casas dejándolo todo a su muerte bien adovados y bien repa-
rados y que bañen los dichos baños. En cambio les dejan a éstos el
Cabildo, en la Catedral, una sepultura en la nave de la capilla de San-
ta Lucía en que se han de enterrar sus cuerpos y dos memorias cada
ario.
OBRAS.—La primera gran obra que se hace en este baño es la
reedificación que llevó a cabo doña Yllana ; según la escritura de do-
nación que le otorgó el rey en 1263 la cual corresponde a la obra mu-
déjar cuya pintura nos dejó don Luis Ramíres de las Casas-Deza. Di-
bujo por donde se deduce que este baño era muy parecido en su plan-
ta y arquitectura al que nos queda de Santa María aunque algo más
Los Baños Aaubes de Córdoba 93

pequeña la parte en que se hallaba el estanque para el bario de agua fria


la cual estaba compuesta de una sala cuadrada con una galería a los
lados que era sostenida ésta y la bóveda por doce columnas de jaspe
con capiteles de época califal. Pero tenían estos barios como particula-
ridad entre los de la ciudad, que estaban más bajos que el pavimento
de la calle de Carlos Rubio y así, habia una escalera de nueve pelda-
ños para bajar a ellos. Llegamos a otras de las grandes obras que se
hicieron en él, cuando era propiedad del cabildo eclesiástico. Habían
transcurrido desde que doña Yllana los reedificó 213 años y no se
hallaban en buen uso, por lo que el referido cabildo los dá en arrien-
do para su restauración según escritura otorgada en esta ciudad a 24
de marzo de 14.76 ante los notarios públicos de las mismas Pedro Mar-
tínez de Barrio por autoridad apostólica y Miguel de Aguamenuda
público de Córdoba a Diego de Jarana y a Leonor Rodríguez su mu-
jer vecinos de esta ciudad para "bañar" desde el día que fué remata-
do en su cabildo para todos los días de la vida de aquéllos. Que dén
de renta 3.25o moravedís de la moneda vieja pagados en doblas mo-
riscas o en reales de plata, la dobla morisca de buen oro y de justo
peso, de precio de 36 moravedís y el real de plata bueno y de buen
peso de precio de tres moravedis de la moneda vieja más doce pares
de gallinas buenas y vivas. Se obligan estos arrendatarios hacer en el
corral de la alcabala de dicho bario una casa y palacio de seis asnados
de buena madera parda, para servidumbre del bario, las paredes con
cimiento de cal y canto, de buena carpinteria el tejado, todo ello he-
cho en el citado ario. También se comprometen a hacer una cámara
sobre la casa puerta desde el establo hasta la puerta de la calle para
servidumbre de dicho bario techada con buena madera que la hagan
ese mismo ario en enero porque las lumbreras de dicho bario decia que
se remanan, con amalgama a vista de maestros, que restauren las di-
chas lumbreras con una pared de dos tapias en alto para que no pue-
dan pasar a ellas bestias ni otro cosa que le dañen con sus patas ; "que
hagan una hilada de tapias alrededor de todo el corral que llaman el
alcabala del bario encima de las otras que tiene, también que el algibe
viejo que está perdido y hundido que lo abran e reparen de nuevo co-
mo antes solia estar con sus aliseres y las otras cosas necesarias éstos
que lo terminen dentro de los dos arios primeros así como la otras re-
paras en casa y añora del bario así en las bóvedas y lumbreras casas
puertas humeros caños éstos los de dentro como el que salia del dicho
baño e iba.por la calle hasta el caño de benceguerra, e el deán y cabi-
llo sobredicho se obligan al reparo de la caldera así a hacerla de nue-
94 .Miguel Muñoz Vázquez

ve cuando ,fuese necesario como en cualquier ;otra reparación de co-


bre, ;que los dicho :diego jarana y leonor ,rodrigues se obliguen .a :dar
vuelta a la caldera ;cada dos años como era costumbre estando ;pre-
sente en ;ello ‹el citado cabildo, que ;paguen las puertas que ,de :nuevo
se 'hicieron en la casa baño que :costaron 61,7 moravedís que reparen
los otros algibes de dentro y de fuera, que tni por ,esterilidad ni pesti-
lencia ni por otra causa se le tomará ;el baño salvo :cuando haya de
reparar o .hacer ;de nuevo la caldera".
Seguía ;en arrendamiento el baño, como así 'consta que lo saca en
almoneda para 'ello el 'Cabildo a 8 ,de mayo ;de 1 387 '(80, •más tarde
.

en 1417,, lo arrienda a Miguel .Díaz 'de Puertollano ,(87) y ,aún seguía


en arrendamiento y ;uso :público, •el baño ;de San Pedro a .25 días de
junio ;de 1496 (88) en que los señores •deán y cabildo ;de esta iglesia
de \Córdoba arriendan a Bartolomé López :texedor 'hijo ;de Gonzalo
López vecino de la collación de Santiago el baño de San Pedro "por
tiempo de .dos años comenzando por el día :de san ,pedro y san :pablo
de aquel año !por precio de 300 'reales ;de plata y :doce ;pares de :galli-
nas cada año los :moravedis cada mes y las gallinas por san andrés pre-
sentndo por fiador a alonso ;fernandes ,de salas además de las 'condi-
ciones que -se ,acostumbran ,a arrendar ;dicho baño y, finalmente :se-
gún consta por otro escrito ya ;citado (89) se :desmontó la ;caldera de
este •baño ,en 5 ;de febrero de 1524, el cual ya nao bañaba, :para com-
poner la ;del baño ;de santa ,maría7. Pocos años ,después este baño co-
mo tantos otros de la ciudad fué destinado a -vivienda entre :particu-
lares, de la cual parece se aprovecharon ,algunos 'vecinos desaprensi-
vos sin la debida autorización ;del cabildo, de ,quien aún era propiedad,
dando por ello lugar a :un pleito ;entre ambos, por •el que se •dá a cono-
cer la ,propiedad ;que aún seguía :en ;cabildo.; ;pleito que resuelve ;el
rey Felipe LI por su carta ;ejecutoria ;fechada en ;l'o de julio ;de ;1568.
Seguían aún en arrendamiento las ;casas que fueron baño :de .San Pe-
dro en 1608 :(90) .a Alonso ;Ruín 'Mercader, y •en •1.6,2o :(9i) ,a Juan Pé-
rez ,de jerez también mercader. .Últimamente aparece 'otra ,escritura
de ;(92) "unas .casas en la calle del baño las que dicen del baño de san
pedro en 8 de febrero de ;1688 a ,pedro ,de león Itexedor 'de tercioplo
hijo de pedro ;de león (también texeder ;por muerte de alonso .sanchez
y maria rodrigues .que lo ;tenian en arrendamiento".
Pero a pesar de :tantas Vicisitudes como pasó :el célebre baño de
San Pedro :destinado ,áltimamente a casa :de vecinos, conservése su
edificación :hasta tiempo ,después de Ramírez ,de las Casas Deza, ;que
tuvo la feliz idea de tomar un apunte :de él por dl que se la podido
Los. Barios Arabes de' Córdoba 95

en nuestros; días conocerse su. arquitectural califal si» creer éste, que
desgraciadamente tiempos más cultos, iban a cercenar del acervo ar-
quitectónico, e. histórico, de: nuestra ciudad; otro monumento de la
época califak eni el; que unt día,, la- pica, del cantero y. la palanca, del
peón de albafül,, hicieron esfuerzos para, arrancar y demoler los ricos
sillares. que. de- tiempos- atrás. se . trabajaron, y esculpieron- por manos
maestras e inteligentes.
96 Miguel Muñoz Vázquez

BAÑO DE SAN NICOLAS DE LA VILLA

No deja lugar a duda de que la iglesia de San Nicolás de la Villa


fuere su primera edificación una mezquita, por razón de que aparece
citada en un documento como tal parroquia en 1241 fecha en que,
ni por la arquitectura de su fábrica, ni por los pocos arios transcurri-
dos desde esta fecha a la de la entrada de San Fernando en Córdoba,
pudiera haberse levantado de nueva planta este templo cuando aún
no estaba consolidada la conquista de la ciudad. Nos delata aún más
la existencia de esta mezquita, los barios árabes que se hallaban pró-
ximos a ella y que debieron servir a este templo islámico.
Sólo he hallado un escrito por el que se nos dá noticias de estos
barios y en el que se determina su ubicación : Juan Domíguez dejó
unas casas al cabildo catedralicio que lindaban con el solar que fue-
on barios árabes en la barrera que sale a la iglesia de San Nicolás
de la villa en 12.4o (92 bis). Esta barrera se nombra hoy calleja de
Heredia y forma esquina con la casa número 6 donde se hallaban los
barios.
'También se comunicó que hace unos so arios se vió desmontar
parte de los capiteles de alguna de las dependencias del bario y otros
restos arquitectónicos de esta edificación en la referida casa número
6 de la plazuela de San Felipe donde se localiza el bario.
Es lamentable que así se prondiere con el tesoro artístico de nues-
tra ciudad, por la incomprensión de todos y los dólares americanos.
Los Baños Arabes de Córdoba 97

BAÑO DE LA CASA DE AGUILAR

Don Gonzalo Ibáñez de Aguilar, tercer señor de esta Casa, capi-


tán del ejército de las tropas de Córdoba que se hallaron en la batalla
del Salado, dejó heredado a su hijo mayor don Tello de Aguilar, en
unas casas en Córdoba y a su esposa doña Beatriz Alfonso, madre de
éste, de otras casas con su bario en esta misma ciudad, según consta
por su testamento otorgado en el real sobre Algeciras, a 15 días de
noviembre de 1342, en el que dice : "Et otro ssi mandó a mi ffi-
jo tello las mis casas de cordova que sson en la collacion de ssanta ma-
rina et mando a beatriz alfonso ssu madre por sservicio que me ffizo
las mis casas en cordova que ffueron de mi padre e de mi madre con
su bario e huerta que sson junto a las que dejo a mi ffijo tello en la
piala frente a la eglisia de ssanta marina (92 tri).
Se hallaba pues, el susodicho bario frente de la iglesia de Santa
Marina donde están las casas que ocupa el convento de Santa Isabel
de los Angeles que fueron propiedad de don Gonzalo Ibáñez de Agui-
lar de cuyo bario queda algún resto en uno de los patios de este con-
vento.
Esta es la única noticia que nos ha quedado del bario que en épo-
ca árabe debió prestar sus servicios a la mezquita sobre la que se le-
vantó a finales del siglo XIII la parroquia de Santa Marina.
98 Miguel. Muñoz Vtizquez

BAÑERA DE LA JUDERIA

En- la, juderia de muchas. ciudades: de. España. solía. haber un ba-
ño del mismo tipo que el de los. hispanos-musulmanes ; como pode,
mos, observar por la fotografía de alzado y plano de los baños judai-
cos de Palma. de Mallorca (93) en el que se aprecia que la bóveda que
cubría el. estanque para la. ablución en agua fría, era de rosca de la-
drillo con luceras, en forma de élipse para los que tenían planta cua-
drada, en esta. dependencia. De aquí podemos deducir que el. bario de
San Pedro en esta ciudad con, planta de igual forma. en esta dependen-
cia. tuviese, por bóveda la. que. describimos de el de la Judería mencio-
nada.
La, Judería de Córdoba: tenía una bañera dentro del, recinto, lla-
mado Castillo de la Judería donde solamente habitaban los judíos sin
ve.cindad de. cristianos ni conversos. El sábado era el día de la semana
señalado a este pueblo por el Tamul para asistir al. baño y donde. tam-
bién, se. purificaban antes de celebrar la Pascua. La única noticia que
he. hallado, de. esta bañera. de la Juderías es debida a: un. documento
(94) otorgado por el Cabildo de esta Santa Iglesia Catedral en 466
por el. que arrienda) a. Juana Rodríguez. unas casas en la, collación de
San. Bartolomé en el castillo, de la Judería. q,ue lindan conr casa de Isa-
bel Rodríguez con. casas. de. María. Fernández de Santa. Clara y con
la bañera que está junto a la sinagoga vieja y la calle junto al Adarve.
Según se desprende de estos límites, la referida bañera la Me-
mos ubicar formando parte del edificio destinado a sinagoga en la
lado correspondiente al adarve. Bañera que tenía acceso por la calle
de los Judíos de la que entonces y tiempo más atrás s uacera derecha
de los Judíos de la que entonces y tiempo más atrás su acera derecha
desde la puerta de Almodóvar estaba delimitada por el muro occiden-
tal de la ciudad.
Se cerró para siempre la bañera cuando la expulsión del pueblo
judío en 1492 y convirtióse este edificio con el que pertenecía a la
antigua sinagoga en casas viviendas que han llegado a nuestros días
con algunas modificaciones.
Los Barios trabes de %Córdoba 199

EAÑUELO DE LA CALLE DE I,A MADERA

,Es este 'T'añudo", .otro de los baños árabes que existían próximos
a las ,puertas ,de entrada a la ciudad; de él sólo nos ha quedado ,noticia
por un escrito (que .otorga en Córdoba, a Lo ,de marzo ,de 4.51 I (94
bi.%), Beatriz de Aguilar viuda del _Jurado 'Pedro de Molina por el ,que
impuso un censo Iperpetuo en da iglesia de ,Ormnium ,Sactorum ,(Trini-
dad), :sobre 'unas ,casas en la mencionada collación en que hacia ,su •mo-
rada ,en ,calle de da Madera .y de un lomo ,pan "oque linda (con
las casas del ,carral ,del ,bañuelo, .con ,otras de Antonio Rodríguez alba-
ñil, .el <adarme real y por delante la calle •de la Madera".
Por este :escrito finos queda el emplazamiento , de (dicho "bañuelo"
situado en la segunda casa de la :referida calle ,de la Madera ,subiendo
desde la Puerta de Almodóvar en la acera ,de su 'izquierda.
No quedan restos de su edificación, ni ,he :hallado más escritos
que do mencionen.
100 Miguel Muñoz Vázquez

BAÑUELO ARABE DE LA CALLE DEL DUQUE


No ha llegado a nosotros resto alguno arquitectónico del bariuelo
que apellido de la calle del Duque, nombre por el que ya se conocía
esta calle, en el documento más antiguo que hace referencia a dicho
bario (95). Es una escritura otorgada en esta ciudad a primero de
agosto de 1418, ante Juan López de Córdoba notario por autoridad
apostólica, por la que el Cabildo arrienda a Alfonso Rodríguez y a
su mujer Isabel Rodríguez, unas casas en la collación de Santa María
en la calle que dicen del Duque, que tenía por linderos la casa de do-
ña Juana madre del Duque, casa de Sancho Ximénez trapero, casa del
bariuelo y casa de Juan Alfonso y la caile. Límites que responden en
la actualidad a las casas señaladas con los números 9 y de la calle
de Rey Heredia en la collación de Santa María (Catedral).
Pocas noticias más nos han llegado del Bariuelo citado. Estaba
junto a una mezquita de la que ya he hablado en el comienzo de este
trabajo y en la que se asentó la iglesia de Santiago el Viejo cuando
Fernando III el Santo entró en la ciudad, se ubicaba en la esquina iz-
quierda como se baja esta calle. De su propietario en los primeros
ario del siglo XV nos lo van diciendo los siguientes documentos (96):
una escritura otorgada en esta ciudad en 25 días de mayo de 142o por
la que el Cabildo arrienda a Alfonso Jiménez y a su mujer Isabel Al-
fonso unas casas en la calle del Duque que lindan con casas de doña
Juana madre del Duque y con casas del bañuelo. Escritura que corro-
bora los términos de esta otra otorgada en Córdoba a 15 de enero de
1427 (97) por la que el referido cabildo arrienda las susodichas casas
cuyo lugar no se indica a Pedro Gómez hijo de Alfonso Jiménez e
Isabel Alfonso y a la mujer de aquél Catalina Rodríguez en la colla-
ción de Santa María, "que ha linderos de la una parte el baño de doña
Leonor López, otras del cabildo que tiene de arriendo Luis Fernán-
dez notario e la calle las cuales tenían en arriendo los padres del re-
ferido Pedro y renunciaron en el Cabildo". Vemos pués que este baño
era por este tiempo propiedad de doña Leonor López que según un
escrito otorgado por esta señora cuya fecha está ilegible pero que por
el notario que lo extiende García de Mora, corresponde a la primera
mitad del siglo XV ; se dice en él que es esposa de Miguel Ruiz te-
sorero y escribano público del rey don Juan II en esta ciudad a quien
este rey dejó grandes posesiones en casas y tierra. No he hallado más
noticias de este bañuelo, el que a principio del siglo XVI debió con-
vertirse ya en vivienda sin que en ésta quede al exterior resto algu-
no de su arquitectura.
Dependencia destinada al baño con vapor de agua o "al-bayt-al voasla ni" del
baño árabe de la calle del Duque (Rey Heredia).
Los -Baños Arabes de Córdoba 101

BAÑO ARABE DE LA ORDEN DE CABALLERIA DE


CALATRAVA

Pocas noticias nos han quedado para edificar la historia de este


baño y nada de su parte arquitectónica. Se hallaba situado cuando
San Fernando entró en la ciudad en la collación de Santo Domingo,
formando parte del gran palacio que el mencionado Rey dió en su
Repartimiento de la ciudad a su hermano el Infante don Alfonso, se-
ñor de Molina y Mesa. Según su privilegio dado en Burgos a 25 de
enero de 1237 (98). Ubicación que corresponde en la actualidad a la
collación o parroquia de Santo Domingo y San Salvador (Compañía)
y en el lugar que se halla la Plaza de José Antonio donde hasta 1922
se levantaba el edificio que fué café, fonda y confitería Suiza ; sitio
denominado en el siglo XV "Tendillas de Calatrava" por las tiendas que
tenía junto a sus casas principales la referida Orden de Caballería.
Cambió dicho Infante estas casas principales a la citada Orden de Ca-
latrava y con ellas los baños que estaban juntos a ellas como consta
por el siguiente documento otorgado por el referido Infante en Sevi-
lla a seis días de junio de la Era de mill e CC nonahenta e Nueve años
(año de Cristo de 1261) (99) en el que dice "que daquel heredamiento
que yo avie en Cordova lo que yo canvie con la orde de calatrava daba
cadaño Diezmo todo quanto ayi avie cadaño tan bien de pan Como vi-
no Como dlo al todo quanto que ha avie e días aceñas e de los baños
e de los ffornos". Seguían en uso público estos baños árabes según
consta por el testamento otorgado por el dean don Gil Pérez en esta
ciudad a 29 de febrero de 1341 ante los escribanos públicos de la mis-
ma ssancho garcia y pedro perez ; en él se nos da más concretamente
su ubicación: "Et mando a juan rruys mi criado e a doña mayor mi
parienta ssi en uno casaren por que son desposados mili voravedis...
et una meytad de un corral que es en la collación de ssanto domingo,
que se tienen con el baño de la orden de calatrava e con casas que
ffueron de fferrant garcia ortiz e con la otra mitad de este corral que
es de lopez Ortiz de marañon".
102 Miguel Muñoz Vázquez

TORRE DEL BAÑO

Nos dice Pedro Díaz de Rivas en sus "Antigüedades y Excelen-


cias de Córdoba" (99 bis) "que saliendo por la puerta del puente y
caminando rio abajo se ofrece primeramente el insigne edificio de la
Albolafia que labraron los moros para encaminar el agua que se toma
del río con prensa y después por el muro abajo era conducida en un
canal cuyas reliquias se descubren hasta la torre del bario, después ve-
mos la torre del bario la cual quizás eligieron los reyes moros para
bañarse en las aguas del Guadalquivir".
El muro de que nos habla Rivas, es el que circunda a la ciudad
por su parte Sur, paralelo al río.
De la existencia de la Albolafia, quedan muchos escritos docu-
mentados de finales del XIII que hablan de ella de la que en otra oca-
sión haremos su historia ; también se la reproduce en el sello de la
ciudad que se usó en aquel siglo, y hacia el ario de 1400, en otro se-
llo en papel, en el que queda bien marcada su figura.
Igualmente la Torre del bario se menciona en escritos del siglo
XIV y en otro fechado en esta ciudad a 13 agosto de 1432 en
el que se menciona la torre de las Arces o del Baño, donde tenían los
alaides del Alcázar armas para la defensa del Alcázar y Puente (99
tris) Que utilizasen como bario, los servidores del alcázar Califal, la
torre de los Arcas, es muy posible puesto que en los días del caluro-
so estío cordobés es más preciado tomar el bario al aire libre y con
las templadas aguas del Guadalquivir que cobijados bajo los baños
del Alcázar, que son umbríos y con aguas demasiado fríos.
La torre del bario estaba embutida en una casa que se levantó a su
alrededor, frente al mencionado Alcázar a primeros del siglo XVIII,
posiblemente para vivienda de alguno de los oficiales del tribunal de
la Inquisición, después, sirvió para el alcaide de la Cárcel a que fué
destinado aquel edificio. En nuestros días ha sido descubierta la men-
cionada Torre y demolida la casa que la envolvía. Parece que la Torre
del bario, como la Albolafia, van a ser restauradas ; es acertadísima la
idea de conservar estos edificios para el acervo monumental de Cór-
doba.
Los Baños Arabes de Córdoba 103

BAÑUELO DE LA ALBAIDA

Se desconoce su nombre árabe y se le denominó de la Albaida


por hallarse próximo al camino que conduce a esta finca de recreo
que fué del caudillo Almanzor. Es posible, que este bañuelo, estuviese
junto a un santuario o morabito del que no nos ha quedado resto al-
guno, así como del referido bañuelo.
Utilizóse para su uso del agua que conducían los caños de Eca-
rabita y del Bejarano, que manan en sus proximidades. Sólo he podido
conseguir su ubicación y el nombre que los cristianos . le dieron, para
hacer su breve historia, por unos escritos documentados de los que
uno de ellos, es una escritura (zoo) otorgada en esta ciudad en 1385
por la que el Cabildo eclesiástico arrienda a Martín Sánchez, vecino
de la collación de Santa María, un pedazo de tierra en la torre del
Viejo, cerca del bañuelo. Más aún, se concretan sus límites por otro
escrito que otorga el referido Cabildo eclesiástico en esta ciudad, a
6 de agosto de 1389, por la que arrienda a Juan Gómez, hijo de Juan
Gómez, morador en la collación de Santa María ( o r) "la mitad de
una viña que tiene en el término de esta ciudad en el pago del agui-
jón de domingo Ruys en cuya viña se acostumbraba a hacer el ca-
dalso que tiene por linderos viña del dicho cabildo por otra parte
viña de yañez domingo viña de gonzalo maitines escribano y el ca-
mino que va al bañuelo por la huerta del caño"..
A 3 de marzo de 140o el mencionado Cabildo arrienda ( ro2) "al
maestre Mahomat gesero vecino de esta cibdat seis pedacos de olivar
en la albayda que tiene por linderos el camino que va al bañuelo e de
la otra parte el arroyo que dice dla albayda". Aún, en 1502. se cita
este bañuelo y del que no sé si estaba en uso público, en una escri-
tura ( o3) por la que Juan Bautista racionero de la Iglesia Catedral
de Córdoba arrendó a Pedro Fernández hijo de Juan Sánchez vecino
de la collación de la Magdalena, un lagar en la sierra de esta ciudad
en el pago que dicen de la fuente de la Pila que linda con lagar de
Antón Sánchez de la pastora, por la otra el camino real y de la otra
el camino del bañuelo.
Y finalmente, queda localizado exactamente el bañuelo, por un
escrito en el que se delimita el "Donadió" en el que se hallaba ; que
tiene principio en el camino que de esta ciudad va al pago de los
lagares que llaman del bañuelo, comenzando desde una vereda que
pasa por delante de la casa que llaman de la Matriz propia del Conde
104 Miguel Muñoz Vázquez

de Gavia, baja la cuesta Barrida y prosigue por dicho camino del


bariuelo quedando a la derecha el cortijo que llaman del Tablero. Es
decir, que en las proximidades de este cortijo del Tablero es donde
se hallaba el referido bariuelo de la Albaida y que por hallarse fuera
del recinto murado de la ciudad y en su Sierra, no cabe la menor
duda prestó sus servicios a un santuario o morabito. De su parte ar-
quitectónica no ha quedado nada al exterior.
Torre del bario, nombrada también Torre de las Arcas, sobre la muralla, frente
al Alcázar de los Reyes Cristianos.
Los Baños Arabes de Córdoba 105

BAÑO ARABE DE SAN MIGUEL

Existía un baño árabe en la collación de San Miguel que dió ori-


gen al apellido "Bañuelos" en esta ciudad ; así como el nombre a una
de sus calles "Mármol de Bañuelos", enclavada en esta demarcación
parroquial donde se hallaba el referido baño. Como tantas otras pa-
rroquias de la ciudad, la de San Miguel se asentó en un principio so-
bre una mezquita.
Nos quedan noticias documentadas que la iglesia de San Miguel
se construyó en 1 31 o, sobre esta mezquita, en la que ya se habían hecho
algunas modificaciones cuando se adaptó al culto cristiano en 1241
(104). Mezquita, que igualmente nos delata la proximidad de los ba-
ños árabes que tenía a su servicio.
Pero a pesar de mi prólija investigación sobre este "bañuelo" sólo
he podido hallar un sólo escrito, aunque interesante, porque nos deja
noticias de él y su ubicación. Se trata de una escritura fechada en
esta ciudad, a 22 de junio de 1398, por la que el Cabildo Catedralicio
de ella arrienda una casa suya que tiene en la collación de San Miguel
"en la calle del jurado del bañuelo que linda con casas de los herma-
nos del dicho jurado religiososo e con el bañuelo e con la calle que
sale a dicha eglesia e arrendáronsela a Juan del bañuelo vecino de San
Miguel hijo de Luis Sánchez".
106 Miguel Muñoz Vázquez

BAÑO ARABE DEL ALCAZAR DE LOS


CALIFAS DE CORDOBA

Perteneció este bario, indudablemente, al Alcázar Califal de Cór-


doba por el lugar de su emplazamiento, posiblemente también para
uso del harén, que con ser éste tan numeroso entre los Califas de Cór-
doba, que más parecían coleccionistas de bellas y hermosas mujeres,
traídas de todos los ámbitos de la Tierra que desorbitados sexuales.
Labraron los califas junto a serrallo un bario cubierto y grandes
piscinas, donde además de las abluciones que les prescribía el Corán
distraían en ellos sus ocios obligados aquellas odaliscas prestas a servir
los caprichos de su señor.
No ha queda descripción de ellos en las crónicas árabes, tan da-
das a referir los más mínimos detalles, exceptos, "que existían unos ba-
ños en el recinto del palacio califal" (1434 bis).
Cuando Fernando III el Santo conquistó Córdoba reservó para su
morada una de las dependencias del Gran Alcázar y nombró a Alon-
so Téllez de Meneses su Alcaide ( 'os).
De cuatro pabellones constaba el Alcázar Califal, cuyos límites
y nombre de sus dependencias nos dejaron los historiadores árabes
(1°6): el Maylis-al Zahir ; el Behaw-al Kamil y Al Munif ; última-
mente Abderraham III construyó la dependencia llamada Dar-al Ra-
voda.
Uno de' estos pabellones, el que fué residencia del Jalifa, lo donó
el rey San Fernando en 1238 ( 07) al obispo de Córdoba don Lope
de Fitero, por estar éste más próximo a la Mezquita que, en aquella
fecha, fué convertida en Catedral para el culto cristiano, en la advo-
cación de Santa María ( '08).
Los restantes pabellones, que habían quedado más desmantelados,
juntos con la Casa de la Moneda y los baños ; como hemos referido,
se los reservó el Rey, y para habitación *de su Alcaide ; y los baños
seguían prestando sus servicios al Monarca y sus oficiales.
Los barios del Alcázar Califal prestaban sus servicios a los reyes
y sus alcaides, hasta que en 1328, Alf onso XI convierte la gran plaza
de armas de este Alcázar, en el que había de llamarse después, "Cam-
pill odel Rey", y los barios fueron soterrados al alzarse sobre muchos
de los escombros de otras dependencias califales, este "campillo".
Así permaneció el "Campillo del Rey", hasta que Ambrosio de
Morales levantó en él, en 1588 un monumento que le costó 7oo du-
cados, en el que colocó una lápida con inscripción mal concebida,
Los Baños Arabes de Córdoba 107

puesto que los que sufrieron en este lugar el martirio no fueron los
cristianos bajo el dominio árabe, sino algunas personas condenadas a
la hoguera por la Inquisición ; de los que se averiguó más tarde que
no habían cometido delito de herejía, por lo que se había pedido a la
reina Doña Juana, hija de los Reyes Católicos, autorizase a que en
este sitio se levantase un monumento o lugar consagrado en memoria
de aquellos que fueron, dice, "vilmente quemados por el inquisidor
Dieg oRodríguez Lucero" (109).
Mal interpretada esta inscripción por don Luis Ramírez de las
Casas-Deza, puesto que en el contexto de ella no parecen palabras alu-
sivas a que estos mártires lo hubieran sido por los sarracenos, quien
nos dice que, "se levantó tal monumento para promover la veneración
del sitio donde en Córdoba padecieron muchos mártires durante la do-
minaciónarábiga". Ni Morales, ni Casas-Deza, conocieron que en aquel
lugar, patio de las Armas del Alcázar, estaba prohibido por el Corán
tales martirios (11o). Cuando Ambrosio de Morales colocó aquel mo-
numento, se utilizaron algunas de las piezas de este baño en su erec-
ción, así consta en los escritos de su obra (1 1).
Habían pasado ignorados más de tres siglos los baños del Alcázar
Califal, hasta que un día de marzo de 1691, haciendo unas zanjas para
cimentación de una casa que se levantaba en el Campo Santo de los
Mártires, junto al adarve de la casa de las Pavas, se tropezó con la
bóveda de una de las dependencias del baño, acaso la destinada a des-
canso y se cundió la noticia de que en aquel lugar, había restos de
edificación antigua 2). Por entonces se edificaba la Iglesia de San
Pedro Alcántara de esta ciudad en el barrio que había sido Judería,
pero su obra iba muy lentamente porque la mayor parte de ella se
costeaba a expensas de las limosnas de los ciudadanos.
Vista la lixitud de la construcción y la urgente necesidad de que
se hallaba la ciudad de una casa para recogimiento de los desgracia-
dos enfermos mentales, Fray Juan de la Encarnación, definidor de San
Pedro Alcántara de esta ciudad, presentó un memorial al Concejo de
ella fechado a II de mayo de 1691 (113) ; en el que exponía el cono-
cimiento que tenía el Cabildo de los medios de los que se estaba va-
liendo para edificar dicha iglesia, siendo dicho Cabildo quien más ha-
bía contribuído a ella y que para proseguir su edificación le pedía
permiso para que de una bóveda que sin utilidad se hallaba en el refe-
rido Campo Santo junto a las casas que llamaban de las Pavas, a quien
no se le seguía perjuicio ni a otro interesado alguno, se sacase a costa
108 Miguel Muñoz Vázquez

de su parte la piedra o material que en ella se hallase que pudiera ser-


vir a la fábrica de dicha Iglesia.
En la misma acta Capitular se encarga esta diligencia a don Je-
rónimo de Acevedo, comunicándole que se trasladase al Campo Santo
para que reconociere dicha bóveda, acompañado de alarifes de esta
ciudad, y diesen su dictamen.
La comisión se llevó a efecto, su dictamen no consta en las actas
capitulares, pero la bóveda se deshizo, se arrancaron los zócalos del
baño, el pavimento y todo aquello que tenía alguna utilidad. Parte de
los materiales fueron a las casas del Cabildo Municipal y otra mayor
parte a las casas que por entonces edificaban los Armentas.
Pasaron los años y hasta dos siglos, y cuando en 1903 se plantaba
un jardín en el lugar donde se hallaba soterrado el bario del Alcázar
Calif al surge nuevamente éste del que Ramírez de las Casas-Deza nos
deja un croquis y la siguiente descripción : "El aposento de ingreso
está cubierto con bóveda de arista, tenía dos pilas ; seguían otras dos
dependencias con bóvedas de medio cañón provistas de lumbreras en
forma de estrellas de ocho puntos. El tercer aposento está atajado en
sus extremos por sendos arcos gemelos de herradura sobre pilares he-
chos con ladrillos octogonales y bajo él se reconoció el hipocaustro
por el que circulaba el aire caliente. El ancho de las tres habitaciones
es de dos metros, sus muros son de sillería, las puertas adinteladas o de
arco escarzano y de mármol los suelos. A través de una escalera co-
municaba el tercer aposento con una estancia de ocho metros en cua-
dro y galería en torno limitada por cuatro pilares angulares de piedra
con responsiones en los muros. Entre los pilares hubo columnas exen-
tas y otras estuvieron adheridas a ellos y a las responsiones, veintiocho
en total. La bóveda central era calada, formando estrellas y otros ador-
nos y todo iba pintado de atauriques rojos sobre el fondo blanco".
Nos sigue diciendo Casas-Deza, que en el Museo Arqueológico se
conserva un resto de decoración, encontrado e nel bario ; por donde ve-
mos que en esta ocasión se acabó de desmantelar el bario de sus ele-
mentos decorativos. Consistía en un arquillo ciego de yeso de tres
lóbulos y arranques de otros.
Sigue diciendo que en el mismo lugar aparecieron fragmentos de
una gran inscripción cúfica, de yeso, con cintas entrelazadas.
Hace un ario, poco más, vuelve la idea de rescatar el baño. Se ha
hecho una prólij a excavación sobre él y han surgido aquellas de-
pendencias que ya nos describiera Las Casas-Deza : dos habitaciones
destinadas al bario templado con muros de piedra de sillería así como
Vista general de los baños del Alcázar de los Califas de Córdoba.

Una de las dependencia destinadas al baño de vapor o "al bayt al-voasla ni" de
los baños del Alcázar Califal.
Los Baños Arabes de Córdoba 109

sus bóvedas que tienen seis lucernas en forma de estrella lobulada, una
de estas cubiertas, conserva aún, revoco exterior coloreado de ocre.
Una de las dependencias, conserva dos arcos gemelos de herradura
que estaba sostenido por columna mármol.
Se descombra la estancia destinada a descanso de los bañistas con
cuatro puertas cuyos arcos desaparecieron ; recintos de los baños ca-
lientes y otros patinillos y otras pequeñas dependencias sin bóveda.
Se descombra la estancia destinada a descanso de los bañistas que
tenia cuatro puertas cuyos arcos desaparecieron con bóveda de medio
cañón, de piedra, sostenida por columnas, de las que nos quedan dos
cimacios con arranque de los arcos, in situs ; a su alrededor había cua-
tro galerías pequeñas con bóvedas del mismo tipo, todas ellas caladas
por lucernas de forma de estrella. Esta dependencia era muy semejan-
te en todo a la que aún nos queda en el baño de Santa María, en la
calle Céspedes.
Durante la excavación se han encontrado en el baño trozos de ca-
piteles, uno de ellos, por su estilo, este baño parece corresponde a la
época de Al-Halcam II o algo posterior.
110 Miguel Muñoz, Vázquez

BAÑOS DEL ALCAZAR DE LOS REYES CRISTIANOS

Además de los barios árabes públicos que hemos descrito, existían


en Córdoba otros barios que los grandes señores tenían en sus palacios
para su uso particular ; pero, desgraciadamente, de éstos, sólo nos han
quedado algunos escritos que nos dan noticias muy escasas de los po-
cos que de ellos existían, cuando la conquista de Córdoba por los
cristianos.
En la Casa solariega de los "Córdóba", en la collación de San Nico-
lás de la Villa, en Trascastillos, se hallaba un bario de procedencia ára-
be, en la mansión que fué de Ben Nasges.
En un escrito fechado en 126o se habla del baño de la casa de
Pedro Ruiz Tafur, alcalde de Córdoba ( 14) ; y, del baño de la casa
de Domingo Muñoz el Adalid ( 5).
Pero, estos baños, desaparecieron por la continuada transforma-
ción de las casas donde se hallaban.
De los barios de procedencia particular, nos queda el del Alcázar
de los Reyes Cristianos en Córdoba, del más puro estilo mudéjar, le-
vantado por Alfonso XI en 1338, cuando las continuadas estancias de
su bella favorita Doña Leonor Núñez de Guzmán en este palacio ; a
pesar de que el Rey había prohibido los barios públicos en España
cristiana por razones de moral pública.
Pasaba Doña Leonor largas temporadas en Córdoba, donde espe-
raba el regreso de su regio amante cuando éste salía a guerrear contra
los próximos sarracenos.
En aquellas ocasiones, el Rey y la Ciudad, obsequiaban a Doña
Leonor con extensas y bellas fincas de labor y casas principales en
Córdoba.
Llevó la dirección de las obras del baño que se levantaba en el
Alcázar, Maese Mohamad, célebre cantero mudéjar de Córdoba y en
ellas trabajaron su yerno el carpintero Yugaff y otros alarifes mudé-
jares, según consta por escritura otorgada en esta ciudad, a 17 de ju-
nio Era 1376 (a. Cristo 1338) ( 16), ante Pedro Gonzálvez, Juan Mar-
tínez y Simón Ruys, escribanos públicos de la misma, por la que el
Deán y Cabildo de la iglesia de Santa María de Córdoba, "otorgan
que dan a labrar a Maestre Mahomad cantero e a vuestro yerno Yu-
gaff carpentero maestros de las obras de los baños del alcagar de nues-
tro señor el rrey"...
La mano del Maestre Mahomad quedó en Córdoba y su provincia
en otros muchos edificios. Están situados los bajíos en el .sector occi-
Los Baños Arabes de Córdoba 111

dental del Alcázar, junto a la Torre del Homenaje. Constan de las


siguientes dependencias : Una pieza pequeña a la entrada cubierta con
bóveda de medio cañón, de ladrillo, de planta rectangular de 3x2. me-
tros aproximadamente de lado ; por el lateral derecho de ella se pasa
a otra dependencia por puerta de arco de medio punto, de ladrillo.
Esta habitación es de forma rectangular, de 6x3 metros de lado ; sus
muros son de ladrillo, con lucernas de forma de estrella de ocho pun-
tas, las tres del centro y de seis puntas las del lateral izquierdo ; faltan
las del lado derecho por haberse levantado sobre esta dependencia el
muro de la Capilla de la Inquisición. De esta habitación se da acceso
por su lado derecho a otra sala de forma rectangular de 5x6 metros
aproximados, de lado. Los paramentos de sus muros son de ladrillo,
así corno su bóveda de aristas ; tiene siete lucernas de forma de es-
trella de ocho puntas. Detrás queda una pequeña dependencia destina-
da a ropero y frente a ella se pasa por arco de medio punto de ladrillo
a la habitación nombrada "al bay-al voasla ni", donde se percibía el
vapor de agua, que es una dependencia de forma rectangular de 8x3
metros aproximadamente de lado, de muros y bóveda de ladrillo, ésta
de forma de medio cañón, con tres lucernas de seis puntas. En esta
habitación estan los "al-bayt al-sajun", o baños de agua caliente que
son recipientes de un metro por uno y medio de lado ; así como el
lugar destinado a la caldera para calentar el agua.
Pero lo particular de estos baños, es su pobreza en elementos de-
corativos a pesar de estar destinados al servicio de los reyes; acaso
debido a la premura de que fueron levantados. Sobre ellos se edificó
en los primeros años del siglo XVI la capilla de la Inquisición, con-
vertida hoy en la gran sala Aulica de este Alcázar. Sirvieron los baños
de calabozo a la cárcel del Santo Oficio de la Inquisición y por las
lucernas de ellos —dicen escritos documentados (1 7)— se echaba por
orden del Inquisidor Lucero, escritas en papel las declaraciones que
éste quería dieran los presos.
112 Miguel Mulo,. Vázquez

LOS BAÑOS DE CORDOBA EN EL RIO GUADALQUIVIR

También se legislaba sobre los baños de Córdoba, en el río Gua-


dalquivir, al que acudió la población cuando se extinguieron y supri-
mió el uso de estos famosos barios árabes.
De ello nos queda un escrito del Obispo de Córdoba Don Miguel
Vicente Cebrián, fechado a 16 de julio de 1743, por el que parece,
que habiéndose informado de los muchos desórdenes y escándalos que
se producían en el río Guadalquivir de esta ciudad con motivo de los
barios en la concurrencia de personas de uno y otro sexo, —decía—,
que en cumplimiento de su Pastoral, y de los pecados tan grandes que
se cometían en ellos, era su deseo que enteramente se suprimiese el uso
de barios de mujeres en dicho río.
Pero por si por esta supresión viniera daño a la salud y por otra
parte debido a la flaqueza del sexo femenino quería que se hiciese se-
paración de sitios en los que se bañasen solamente hombres, y solamen-
te mujeres.
Había propuesto a los dos Cabildos de la ciudad que diesen las
providencias que aquellas circunstancias requerían ; por las que con-
venía destinar para barios de las mujeres los sitios de la Alameda, Pe-
dregal de la azuda, frente a las palambres y orilla que sigue que llama-
ban ceniceros hasta el Puente y el arenal, con señales que las distin-
guiesen. Por lo tanto mandaba pena de excomunión a aquellos hombres
que desde la campana de oración por la noche, hasta el amanecer del
día siguiente, estuviesen y se bañasen en aquel sitio, de cualquier edad,
condición o calidad que fuesen. Y señalaba para los hombres el sitio
del Pedregal hasta el Puente, pues en éste, no pueden bañarse las mu-
jeres hasta las ocho de la noche por ser sitio en que acostumbran a
bañarse los hombres, debiendo éstos abandonarlo a esta hora. También,
que no sacasen como se hacía frecuentemente, los hombres a las mu-
jeres del bario y menos que las enseñasen a bañar ; estas cosas habían
de hacerlas otras mujeres.
Que los hombres de cada familia ; padre, marido o hermano, cus-
todiasen los sitios expresados a pie o en barca o en coche y se man-
tuviesen el tiempo del bario a vista de sus familiares a distancia sufi-
ciente que no permitiera verlas ; "que no permitan que hombres ves-
tidos de mujeres se entren en el bario de éstas, como lo hacen en mu-
chas ocasiones con gran ofensa a Dios y el escándalo que de ello se
sigue". Luego que se bañasen las mujeres sean acompañadas de los
Barios del Alcázar de los Reyes Cristianos.—Entrada a los baños.

Bóveda de la habitación de entrada a los baños, con lucernas en forma de es-


trella de ocho puntas.
Dependencia destinada a "al bayt al-voasla ni" o baño con vapor de agua.

Lugar destinado a la caldera y uno de los dos recintos del baño con agua ca-
liente o "al bayt al-sajun".
Apéndice a los Barios árabes de Córdoba

BAÑO ARABE DE SAN LORENZO

Después de terminado mi trabajo sobre los "Barios árabes de


Córdoba" he hallado otro bario que existía en la collación de San
Lorenzo en la calle del 13ario.
Así consta por una escritura otorgada en Córdoba, en 12 de
abril de 149o, ante los escribanos Antón García y Pedro González,
por Juan de Cárdenas, Jurado de la collación de Santiago y Luis de
Cárdenas su hermano, Venticuatro de Córdoba por sí y en nombre
de sus hermanos, y D.a Elvira de Cárdenas por sí y en nombre de
los Beatos de las Casas del Alcaide Pedro de Cárdenas ; y Juan Sán-
chez, hermano mayor de la cofradía de la Caridad de esta ciudad
por sí y en nombre de dicha cofradía ; los cuales arrendaban a Ro-
drigo Alonso y a Ana Rodríguez su mujer, el bario de San Llorente,
con su caldera, desde mediados de abril hasta el día de San Juan, a
razón de 16.5oo maravedís cada ario O).
Con este otro bario árabe, junto a la iglesia de San Lorenzo, co-
mo de los demás anteriormente descrito, se demuestra una vez más,
que las parroquias de Córdoba se asentaron en los primeros arios des-
pués de la reconquista de la ciudad, sobre las mezquitas, como esta de
San Lorenzo, en las que los árabes tenían distribuídas su feligresías ;
y, estas mismas collaciones han seguido con límites muy aproximados
hasta nuestros días.

( i) Real Academia de Córdoba, Lbro. M. 5.


BAÑO ARABE DE LA CALLE DEL DUQUE

En mi trabajo sobre este baño árabe, que titulo "de la calle del
Duque", por el lugar de su emplazamiento, así como por desconocer
el nombre que tuviera en época árabe, escribí de él, que no había
quedado resto alguno de su edificación.
Mi búsqueda hasta ahora había sido infructuosa, nada sabían de
tal baño los propietarios de la casa en que se hallaba.
Pero, en la escritura de venta de la referida casa (2), en fecha
22 de septiembre de 1454 por su propietario entonces D. Diego de
Sousa, hallada por mí, después de lo que referí de dicho baño, se
menciona la existencia en esta casa de una habitación abovedada. Es-
ta noticia me ha llevado a nueva investigación sobre el referido ba-
rio ; y ahora, gracias a la amabilidad de D. Rafael Vázquez de la
Torre, hijo de los propietarios de esta casa que me aseveró la exis-
tencia en ella de la referida habitación abovedada, he podido com-
probar, a su vista, que ésta perteneció a la dependencia nombrada
"al bayt-al vo-asla-ni" donde se percibía el vapor de agua, a la que
tiempo después se le taparan sus lucernas.

(2) Real Academia de Córdoba, Lbro. M. s.


Los Baños Arabes de Córdoba 113

hombres de su custodia. Igualmente prohibe dicho Obispo, bajo pena


de excomunión, que a las horas que se bañen los hombres no puedan
estar las mujeres, ni en la orilla ni sitios, desde la Torrecilla y Cruz
contigua a ella, hasta el río ; ni en sitio desde la Cruz de la obra
nueva, hasta la Puerta de Hierro y sus cercanías, se sienten hombres,
por el riesgo que pueda haber en los imprudentes cuando pasan las
mujeres al bario acompañadas de sus familiares.
114 Miguel Muñoz Vázquez

INDICE DE LOS BAÑOS ARABES DE CÓRDOBA

(1)
Hospitales y baños de Argel. Btca. Palacio Episcopal de Córdoba. Est. 19.
(2)
Biblioteca Palacio Episcopal de Córdoba Est. 8.
Arch. del Evcmo. Cabildo Catedralicio de Córdoba Caj. F n°. 126.
(3)
(4)Boletín de la Real Academia de Córdoba. "Córdoba Califal".
(5) Idem.
(6) Repartimiento de Córdoba por San Fernando, Miguel Muñoz Vázquez,
inédito.
(7) 37
,,

91
(8) 17 If
(9) ,, 33
(lo)
(II) Pedro Díaz de Rivas. Antigüedades de Córdoba. Biblioteca Palacio Epis-
copal de Córdoba.
(12) Archv. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Cajón A, n° 3o
(13) Ordenanzas de Alarifes de Córdoba M. S. Btca Provincial de Córdoba
año 1788.
BAÑO DE SANTA MARIA
(14) Luis Ramírez de las Casas-Deza M. S. Notas Varias.
(i5) Abad de Rute. Origen de la Casa de Córdoba. B. Real Academia de
Córdoba.
(16) Archv. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Dotación de Cape-
llanías.
(17) Abad de Rute, origen de la Casa de Córdoba. B. de la Real Academia
de Córdoba.
(18) Archv. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba Cp. F n° 187.
(19) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 19o.
(2o) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 198.
(21) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Pleito de la Casa
de Aguilar.
(22) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba Cap. I n° 357.
(23) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón N, n° 254.
(24) Arch. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Actas Cabildo año 1524
(25) Arch. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Actas Cabildo año 1524
(26) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Actas Cabildo año
1520 - 1525.
(27) Arch. del Excmo Cabildo Catedral de Córdoba. Actas Cabildo año 1496
(z8) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Baño Santa Maria
C. F. n° 26.
(29) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 345.
(3o) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 214
(3i) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 216
(32) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Libro de las tablas.
(33) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón R, n°
(34) Arch. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Acta capitular año 1512
(35) Arch. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Acta Capitular año 1524
BAÑO ARABE DE LA PESCADERÍA

(36) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba Caj. T, n° 26.


(37) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Privilegio del Rey
Fernando III el Sant o.
(38) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Cajón T, n° 426.
(39) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón N, n° 26
Los Baños Arabes de Córdoba 115

(40) Arch. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Acta Capitular, año 1392
(40 Arch. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Acta Capitular año 1526
(4z) Arch. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Acta Capitular año 1453
BAÑO ARABE D EDOÑA MUÑA

(43) Testamento de doña María Menéndez de Sotomayor. Archivo de Pro-


tocolos de Córdoba. Oficio 14, año 1496
(44) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Libro de las Ta-
blas, folio 99. 77
(45)
II
Libro Verde sin foliar.
,, ), ff
(46) 77
(47)
>I
Libro de las Tablas folio 99.
(48) Archivo del Excmo Cabildo Catedral de Córdoba. Cajón E, n° 19
(49) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón E, n° 20
BAÑO Y LAVATORIO ARABE DE CARDEÑAS
(5o) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 26.
(50 Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 26.
(52) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Libro de las Ta-
blas, folio izq.
(53) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F n° 453.
(54) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba Cajón F, n° 4.5o.
(55) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 2o.
(56) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 36.
(57) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° io2
(58) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón L, n° 76.
(59) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° zos
(6o) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 3o6
(60 Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 78

BAÑO ARABE DE DON JUAN PONCE DE CABRERA


(62) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Libro Verde folio 13
(63) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón E, n° 237
(64) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 314
(6c) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 412.
(6(5) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 8g
(67) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón E, n° 38
(68) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón B, n° 200
(69) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón L, n° 72o
(7o) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón L, n° 4zo
(70 Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón T, n° 292
(72) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón E, n° uto
(73) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Registro H. S. n° iso
(74) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Cajón E, n° 16o
BAÑO ARABE DE SAN PEDRO
(75) Semanario Pintoresco Español año 1485, folio 186.
(76) Ambrosio de Morales. Antigüedades de España.
(77) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón D, n° 8
(78) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón C, n° 450
(79) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 562
(8o) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 5
(80 Archivo dei Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón D, n° 6
(8z) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón D, n° 3
(83) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba Cajón D, n° 7
(84) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón D, n° 19
116 Miguel Muñoz Vázquez

(85) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba Cajón D, n° 69


( 86) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón D, n° 2°9
(87) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón D, n° 272
(88) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón D, n° 34o
(89) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón D, n° 36o
(9o) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón D, n° 36z
(9 ) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón D n° 364
(92) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón D, n° 38o
BAÑO ARABE DE SAN NICOLAS DE LA VILLA
(92 bis) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Cajón E, n° z9.
BAÑO ARABE DE LA CASA DE DON GONZALO IBAÑEZ DE AGUILAR
(92 tris) Testamento de don Gonzalo Ibáñez de Aguilar : Archivo del Evcmo.
Cabildo Catedral de Córdoba. Cajón C, n° 80.
BAÑERA DE LA JUDERÍA
(93) Revista "Hispania" Tom. XVI año 1956
(94) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, C. F. n° 438
BAÑUELO ARABE DE LA CALLE DE LA MADERA
(94 bis) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón E, n° 98
BAÑUELO ARABE DE LA CALLE DEL DUQUE

(95) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 3S3


(96) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 396
(97) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón E, n° 142
BAÑO ARABE DE LA ORDEN DE CALATRAV A
(98) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón V, n° 79
(99) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón V, n° 572

TORRE DEL BAÑO


(99bis) Pedro Díaz de Rivas, Btca. Obispado de Córdoba, Est. r9 C. 31
(99 tris) Archivo del Cabildo Catedral de Córdoba C. D. n° 64.
BAÑO ARABE DE LA ALBAIDA
( oo Archivo del Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón Q, no 52
( roe) Archivo del Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón T, n° 129.
( 02) Archivo del Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón T, n° 62
( o3) Archivo del Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón T, n°
BAÑO ARABE DE SAN MIGUEL
( roo) Miguel Muñoz Vázquez, Repartimiento de Córdoba por San Fernando
inédito
( o4 bis) Miguel Muñoz Vázquez, Repartimiento de Córdoba por San Fer-
nando, inédito.
BAÑO ARABE DEL ALCAZAR DE LOS CALIFAS DE CORDOBA
( io4 tris) Miguel Muñoz Vázquez "Repartimiento de Córdoba por el Rey
San Fernando, inédito.
Los Baños Arabes de Córdoba 117

( zo5) Miguel Muñoz Vázquez "Repartimiento de Córdoba por el Rey San


Fernando, inédito.
( io6) Samuel de los Santos.
i07) Miguel Muñoz Vázquez "Repartimiento de Córdoba, por el Rey San
Fernando, inédito.
To8) Miguel Muñoz Vázquez "Repartimiento de Córdoba" por el Rey San
Fernando, inédito.
( ro9) Miguel Muñoz Vázquez, "Repartimiento de Córdoba" por el Rey San
Fernando, inédito.
(1 io) Don Fernando de Mesa, obispo de Córdoba M. S. 126o.
(1 i) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Cajón A, n° 8o
(1 12) Archivo del Ayuntamiento de Córdoba. Acta Capitular año 196i
(113) Archivo del Ayuntamiento de Córdoba. Acta Capitular, ario 1962

BAÑO DEL ALCAZAR DE LOS REYES CRISTIANOS EN CORDOBA


(I i4) Miguel Muñoz Vázquez "Repartimiento de Córdoba", por San Fernan-
do, inédito.
(1 i5) Miguel Muñoz Vázquez, Repartimiento de Córdoba, por San Fernan-
do, inédito.
( i6) Archivo del Ecxmo. Cabildo Catedral de Córdoba, C. A. n° 2o
(117) Miguel Muñoz Vázquez, La Judería de Córdoba, inédito.

BAÑOS DE CORDOBA EN EL RIO GUADALQUIVIR


Archivo del Excmo Cabildo Catedral de Córdoba, Libro de Varios n° 2.147
página 64.

BAÑOS, EXPLICACION DEL PLANO


O) Bario de Santa María
(2) Baño de Santa Catalina.
(3) Baño y Lavatorio de Cárdenas
(4) Baño de Don Juan Ponce (de Algianzor)
(5) Baño de San Pedro
(6) Bario de San Nicolás de la Villa
(7) Baño de Don Gonzalo Ibañez, de Aguilar
(8) Bañera de la Judería
(9) Baño de la calle de la Madera
(lo) Baño de la calle del Duque
(u) Baño de la Orden de Calatrava
(12) Torre del Baño
(i3) Bario de la Albaida
(i4) Bario de San Miguel
(15) Bario del Alcázar Califal
(i6) Bario del Alcázar de los Reyes Cristianos
07) Bario de Pedro Ruíz Tafur
(i8) Baño de Domingo Muñoz el Adalid
(i9) Baño de Doña Muña
(2o) Bario de las Pescaderías
hl) Bario de la Casa de los Córdoba
(22) Barios del Río Guadalquivir
Madinat al-Zahra en los autores árabes
POR

ROSARIO CASTEJON

II
TRADUCCIONES

MAQQARI

Nafb al-Tib.—Analectes sur l'histoire et la littérature des Arabes


d'Espagne, par al-Makkari, publiés par Dozy, Dugat, Krehl et Wright.
Leyden. Brill, 1855-1861.
Cotejado con la edición de El Cairo de 1885.
Tomo I.
Página 97.
1.—Dice al-Hiyari en al-Mushib Son como dos pendientes
(de Córdoba) al-Zahira y al-Zahra, las dos capitales del reino y los
dos horizontes de la felicidad y de la desgracia.

Página 19o.
2.-... todos los que sucedieron a Ayyub b. Yabib al-Lajmi tuvie-
ron igualmente su sede en Córdoba, al Zahra o al-Zahira —a ambos
lados de ella-- hasta que cayó la dinastía de los Banu Marwan...

Página 19 1.
al-Mandi Muhammad b. Hisam b. Abd al-Yabbar b. al-
Nasir —este fué el primer califa de la guerra civil (fitna)— en cuyo
tiempo fueron destruídas al-Zahra y al-Zahira y volvió el trono a
Córdoba.
120 Rosat lo Caste ión

Página 232.

4.—De lo más maravilloso que se cuenta del Príncipe de los Cre-


yentes al-Nasir, es que quiso sangrarse y se sentó en la nave (bahwu)
del gran salón que se eleva en lo más alto de su almedina en al-Zahra
y llamó al médico con este fin. El médico cogió el instrumento, tomó
la mano de al-Nasir, y he aquí que mientras estaba así asomó un es-
tornino, se posó en una vasija de oro que había en el salón y recitó :
" ¡ Oh, sangrador, trata con cuidado al Príncipe de los Creyentes pues
estás sangrando una vena en la que está la vida del mundo". Se puso
a repetirlo una vez y otra. El Príncipe de los Creyentes al-Nasir en-
contró en ésto el colmo del ingenio, alegrándose en extremo y pre-
guntó a quién se le ocurrió y había enseriado al estornino. Le dijeron
que había sido la sayida al-Kubrá Maryana, madre de su hijo el prín-
cipe heredero al-Hakam al-Mustansir bi-llah, quién había hecho aqué-
llo adiestrándole para este fin. (El Califa) le regaló más de treinta mil
dinares.

Página 236.

5.—Dicen Ibn Hayyan y otros al-Nasir li-din Allah se tras-


ladó desde el alcázar de al-Zahra al de Córdoba para recibir a los em-
bajados de Bizancio y les dió audiencia al sábado de rabi I del men-
cionado ario 338 (sábado 8 de septiembre de 949) en la nave (bahwu)
del Salón al-Zahir.

Página 24i.
6.—Dice Ibn Sa'id en el Mugrib al-Nasir encargó a Mundir b
Sa'id de dirigir la oración y de la predicación en la aljama de al-Zah-
ra, y al morir el qadi Muhammad b. Isa, le nombró qadi al-yamda
en Córdoba, encargándole que continuara dirigiendo la oración en
al-Zahra.

Página 243.
7.—Se cuenta que cuando al-Nasir circuncidó a los hijos de su
hijo Abu Marwan Ubayd Allah, preparó con este motivo un gran ban-
quete en su palacio de al-Zahra, al que no faltó nadie de su corte ;
mandó que asistieran para testimoniarle los jurisconsultos (fugaba al-
musawar) y además los ulemas, adules y los personajes principales.
Madinat al-Zahra en los autores árabes 121

Página 25o.
8.—Al-Hakam al-Mustansir subió al trono al segundo día de la
muerte de su padre, jueves (jueves 17 de octubre de 961) y se hizo
cargo de las responsabilidades del reino perfectamente...
9.—Tornó juramento a los eslavos de su palacio, los fityan co-
nocidos por los julafa al-akabir, como Ya'far, encargado de las caba-
llerizas y del tiraz, y otros magnates, que se hicieron cargo de tomar-
lo a los que le seguían y estaban bajo sus órdenes...
o.—Cuando terminó la jura de la gente del Alcázar, mandó a su
primer ministro Ya'far b. Utman que fuese en busca de su hermano
Abu Marwan Ubayd Allah, que se había retrasado, con el fin de que
le obligara a presentarse para la jura sin excusa. Ordenó a Musa b.
Ahmad b. Yudayr que fuese también en busca de Abu al-Asbag Abd
al-Aziz, su hermano segundo. Fueron en busca de cada uno con un
destacamento del ejército y regresaron con ambos al alcázar de Ma-
dinat al-Zahra. Además de estos dos, otros caballeros notables fue-
ron para traer a los demás hermanos, que eran entonces ocho.

Página 251.
► .—Todos llegaron a al-Zahra aquella noche y se hospedaron,

según su categoría, en las dependencias (fuslan) de la Dar al-Mulk.


i 2.—Se sentaron en los dos Salones, Oriental (sarqi) v Occiden-
tal (garbi).
13.—Al-Mustansir se sentó en el trono (sarir al-mulk )situado en
la nave central de las del mediodía, que están en al-Sath al-Muma-
rrad.
14.—Los hermanos fueron los primeros en llegar a él y en jurar-
lo. Escucharon la fórmula de la jura y se obligaron con los juramen-
tos rituales a todo lo que les comprometía en ellos. A continuación
juraron los ministros, sus hijos y sus hermanos ; luego los jefes de la
surta y las diferentes categorías de la servidumbre. Los hermanos, los
ministros y los notables se sentaron a su derecha y a su izquierda, ex-
cepto Isa b. Futays, que estaba de pie tomando la jura a la gente...
5.—Se alinearon en el salón (maylis). en el que se habían sentado
los grandes fityan, a derecha e izquierda, hasta el final de la nave
(bahwu), cada uno según su grado de categoría. Llevaban túnicas
blancas en señal de duelo, sobre las cuales se ceñían las espadas.
16.—Estaban a continuación los fityan al-causafa, que llevaban
largas cotas de malla y espadas desenvainadas, en dos filas ordenadas
en al-Sath, y en las dependencias (fuslan), contiguas a ella estaban los
122 Rosario Castej ón

lanceros, fityan eslavos eunucos, vestidos de blanco con las espadas


en sus manos...

Página 25 .
I7.—Se mantuvo la formación en Dar al-Yund y el orden de la
infantería de esclavos, que llevaban corazas y túnicas blancas, sobre
sus cabezas yelmos bruñidos y en sus manos escudos almagrados y
armas ornamentadas, que estaban alineados en dos filas hasta el final
de las dependencias (fusul).
18.— Junto a la gran Bab al-Sudda estában los porteros y sus au-
xiliares y desde la parte exterior de la misma hasta la Bab al-Aqba
los esclavos de caballería ; estaban a continuación los caballeros del
séquito y las diferentes unidades de esclavos y de arqueros del ejér-
cito, un grupo tras otro, hasta la puerta de la ciudad que da paso a
la Sahra (el campo exterior).
19.—Cuando se terminó la jura se permitió marchar a los con-
gregados, excepto los hermanos, los ministros y la servidumbre, quie-
nes permanecieron en el alcázar de al-Zahra, hasta que el cadáver de
al-Nasir —Dios tenga misericordia de él— se trasladó al Alcázar de
Córdoba para enterrarlo allí en el panteón (turba) de los califas.

Página 252.
(Expedición de Ordoño IV el Malo)
20.—Cuando llegó el sábado (fines de safar del año 351 (sábado
5 de abril de 962), al-Mustansir bi-llah envió la invitación a Ordoño
y a los que estaban con él...
2 .—Al-Mustansir bi-llah se sentó en el trono real de al-Maylis
al-Sarqi de los salones de al (sarir al-Mulk) Sath

Página 25 2.
2 2.—Muhammad b. al-Qasim b. Tumlus introdujo al rey Ordo-
fío y a sus compañeros...
23.—Rodeaban (a Ordoño) un grupo de los nobles cristianos tri-
butarios de al-Andalus, que eran íntimos suyos y le aconsejaban. En-
tre ellos estaban Walid b. Jayzuran, juez de los cristianos de Córdo-
ba, Ubayd Allah b. Qasim, arzobispo de Toledo y otros más.

Página 253.
24.—Entró Ordoño entre las dos filas ordenadas, mirando a uno
y otro lado su orden y valorando con la imaginación su magnifiicen-
Madinat al-Zahra en los autores árabes 123

cia, lo que estaba patente de sus armas y el brillo de sus adornos. Les
asustó lo que habían visto e hicieron la serial de la cruz sobre su ros-
tro, meditando cabizbajos y con los párpados caídos, pues teman sus
vistas deslumbradas, hasta que llegaron a la Bab al-Aqba, que es la
primera del alcázar de al-Zahra, donde descabalgaron todos los que
habían salido a recibirle. El rey Ordoño se adelantó con lo más se-
lecto de sus condes sobre sus cabalgaduras hasta que llegaron a la Bab
al-Sudda y allí se ordenó a los condes que se apeasen y marchasen a
pie. Bajaron de sus monturas y solamente entró montado el rey Or-
dofio con Muhammad b. Tumlus.
25.—Fué bajado de su montura (Ordofio) en el portal (banal) de
la nave central de las de mediodía (qibliya), que están en Dar al-Yund,
sobre un sillón elevado que tenía incrustadas las junturas con plata
—en este mismo lugar había descendido anteriormente su enemigo y
rival Sancho, hijo de Ramiro, que había visitado a al-Nasir li-din
Allah.
26.—Se adelantó (Ordofio) seguido de sus compañeros hasta que
llegó a al-Sath. Cuando estuvo en frente de al-Maylis al-Sarqi —don-
de estaba al-Mustansir bi-llah— se detuvo.
27.—Anduvo entre las dos filas ordenadas en el patio (saha) de
al-Satb hasta que atravesó ésta y llegó a la puerta de la nave (bahwu).
Cuando estuvo ante el trono se inclinó prosternándose un rato ; luego
se levantó y volvió a prosternarse ; repitió esto varias veces hasta que
llegó ante el Califa se volvió andando hacia atrás hasta un co-
jín de dibay, recamado de oro, que había sido colocado allí para él
a una distancia de diez codos del trono.
28.—Llegó con ellos Walid b. Jayzuran, juez de los cristianos de
Córdoba, que era el intérprete del rey Ordofio aquél día.

Página 254.
29.—Hicieron salir (a Ordofio) al Maylis al-Garbi que está en
ai Sath...
-

3o.—Cuando entró en el salón (Maylis al-Garbi) cayó su vista


sobre el trono del Príncipe de los Creyentes, que estaba vacío y se
humilló prosternándose en su homenaje. Luego los fityan se adelanta-
ron con él hacia la nave (bahwu) que estaba al Norte de este salón y
le hicieron sentar en un cojín recamado de oro (Página 255). Llegó
entonces el hayib Yafar. Cuando lo vió se levantó y se inclinó ante
él intentando besar su mano, que el hayib retiró e inclinándose le abra-
zó y se sentó con él, lo animó prometiéndole cumplir las promesas
124 Rosario Caste j án

del Califa y dió orden de que le entregaran numerosos regalos a él


y a sus compañeros.

Página 255.
31.—El rey Ordoño se marchó con sus compañeros. Le ofrecie-
ron un fogoso caballo que llevaba una silla y un freno fundido ador-
nados con pedrería para que lo montase, en el principio de la nave
central.
32.—Fué con Ibn Tumlus al palacio de al-Rusafa, lugar de su
hospedaje. Allí se le preparó todo lo que convenía a persona de su
rango, en muebles, colgaduras y utensilios. Siguió viviendo en a!-Ru-
safa, disfrutando de una hospitalidad generosa.

Página 297.
33.—Los Banu Umayya y sus califas no abandonaron este reino,
del cual alternaron sucesivamente en las tres cortes desde las que go-
bernaron su califato : Córdoba, al-Zahra y al-Zahira.

Página 298.
34•—Dice Ibn Said • La población se continuaba per los
edificios de Córdoba, al-Zahra, y al-Zahira hasta tal punto que ge an-
daba por ellos diez millas sin interrupción a la luz de las lámparts, se-
gún menciona al-Saqundi en su Risala.

Página 32o.
35.—Dice el autor de Manahiy al-ikar en su descripción de Cór-
doba : al-Nasir Abd al-Rahman construyó en frente de ella
una ciudad a la que llamó al-Zahra. Entre ambas (página 321) caría
un gran río.

Página 343.
36.—Dijo al-sayj sidi Muhyi al-din Ibn al-Arabi en al-Musann-
rat: He leído sobre Madinat al-Zahra, después de su destrucción y
de su conversión en morada de aves y fieras —su construcción es ma-
ravillosa ; está en el país de al-Andalus ., cercana a Córdoba— algunos
versos que hacen recordar al sagaz y llaman la atención del negli-
gente

Página 344.
37. Luego dijo : Me informó uno de los doctores de Córdoba

Madinat al-Zahra en los autores árabes 125

de la causa de la construcción de Madinar al-Zahra. Esta fué que al


morir una concubina de al-Nasir le dejó mucho dinero con el fin de
que fuesen redimidos los cautivos musulmanes. Buscaron por el país
de los francos algún cautivo pero no se halló ninguno. Al-Nasir
dió gracias a Allah por aquéllo y entonces le dijo la yariya al-Zahra
a la cual amaba apasionadamente : Desearía que me edificases (con
este dinero) una ciudad (madina), la llamases con mi nombre y me la
dedicases especialmente.
38.—La construyó bajo el Yabal al-Arus, al Sur del monte y al
Norte de Córdoba. Hay entre ambas tres millas aproximadamente...
39. La destinó para lugar de recreo y residencia de al-Zahra y

del séquito de los magnates del reino.


4o.—Hizo esculpir la figura de al-Zahra sobre la puerta.
41.—Cuando al-Zahra se sentó en su salón y contempló la blan-
cura y belleza de la ciudad en las faldas de aquel monte negro, dijo :
¡ Oh mi señor! ¿No ves la hermosura de esta bella muchacha en el
regazo de aquel etíope? (El Califa) ordenó arrasar el monte (pero fué
disuadido por sus consejeros).
42.—Entonces ordenó que fuesen cortados sus árboles y se plan-
tasen higueras y almendros. No hubo panorama más bello, sobre todo
en el tiempo de la floración.
43.—Al-Zahra está situada entre el monte y la llanura.
44. Dice Ibn Jallikan, textualmente, en la biografía de al-Mu

tamid b. Abbad: al-Zahra es una de las maravillosas constrúc-


ciones del mundo. Fué fundada por Abu Muzaffar Abd al-Rahman b.
Muhammad b. Abd Allah llamado al-Nasir, uno de los reyes omeyas
de al-Andalus.
45. Cerca de Córdoba.

46.—A principio del ario 325 (19 de noviembre de 936).


47.—La distancia que hay entre (Córdoba y al-Zahra), es de
cuatro millas y dos tercios.
48.—La longitud de al-Zahra, de Oriente a Occidente, es de 2.700
codos y su anchura, de Sur a Norte, i.5oo codos.
49.—E1 número de columnas que hay en ella es de cuatro mil y
el de sus puertas sobrepasa a quince mil (i).
5o.—Repartíanse los impuestos del país en tres partes: un tercio
para el ejército ; otro era guardado como reserva, y el tercero lo
gastaban en la construcción de al-Zahra. Ascendían entonces el im-
puesto fiscal (yibaya) de al-Andalus (página 345) a 5.480.00o dina-
126 Rosario Castejón

res y procedentes del mercado y de la propiedad particular del cali-


fa 765.000 dinares.
Todo esto lo narró Ibn Baskuwal en la Historia de al-Andalus.
51.—Dijo cierto historiador de al-Andalus: trabajaban en la cons-
trucción de al-Zahra diariamente, entre siervos (juddam) y obreros
asalariados (faala) o.000 hombres, y se empleaban 1.5o° bestias.

Página 345.
52.—Entre los obreros había quien cobraba dirhem y medio, dos
dirhemes y hasta tres.
53.—Se empleaban diariamente en ella 6.000 sillares tallados e
igualados, además de ladrillos y piedras sin igualar.
54.—Dijo Ibn Hayyan: al-Nasir comenzó la construcción de al-
Zahra el primero de muharram del año 325 (19 de noviembre de 936).
55.—Asignó a su longitud, de Oriente a Occidente, 2.7oo codos y
a su latitud, 99o.000 codos.
56.—Dijo: se pagaba por cada pieza de mármol, grande o pe-
queña diez dinares, sin contar lo que necesitaba para cortarla y trans-
portarla y el coste de su carga.
57.—Trajeron para ella el mármol blanco de Almería ; el veteado
(muyazza'a) de Rayyu y el rosado y el verde de Ifriqiya, Sfax y Car-
tago.
58.—La pila esculpida y dorada fué traída de Siria --también se
dice que de Constantinopla—. Había en ella tallas y efigies de figuras
humanas (2). No tenía precio. Cuando la importó Ahmad el Filóso-
fo —también se dice que fué otro— mandó al-Nasir que fuera insta-
lada en el centro de al-Maylis al-Sarqi, conocido por al-Mu nis. Pu-
so sobre ella doce estatuas.

Página 346.
59.—Edificó también en el alcázar (de al-Zahra) el salón (may-
lis) llamado Qasr al-Jilafa (Alcázar del Califato). Su techo era de oro
y mármol de grueso espesor, color puro y cuyos géneros eran de di-
ferentes colores. Las paredes de este salón eran como aquel. En su cen-
tro se colocó a Yatima (una perla sin igual) con la que León, empe-
rador de Constantinopla, obsequió a al-Nasir. Las tejas de este alcá-
zar eran de oro y plata.
60.--Este salón en su centro un gran estanque lleno de mer-
curio.
61.—Había en cada uno de los costados de este salón ocho puer-
Madinat al-Zahra en los autores árabes 127

th. que estaban enlazadas por arcos de marfil y ébano incrustado con
oro y diferentes clases de piedras preciosas, que se elevaban sobre co-
lumnas de mármol coloreado y de berilo puro. El sol entraba por eque-
llas puertas y sus rayos daban en el techo del salón y en sus paiedes
produciendo una luz que se apoderaba de la mirada.
62.—Cuando al-Nasir quería atemorizar a alguien de su corte ha-
cía una señal a uno de sus esclavos para que agitase el mercurio y
aparecía en el salón un resplandor como de relámpagos que sobreco-
gía totalmente los corazones, hasta el punto que parecia a todos los
que se hallaban en el salón que el local había volado con ellos, mien-
tras continuaba moviéndose el azogue.
63.—Se dice que este salón giraba poniéndose frente al sol y tam-
bién que estaba fijo lo mismo que el estanque.
64.—Una construcción como la de este salón no había sido hecha
antes por nadie ni en la Yahiliyya ni en el Islam, pero a él le había si-
do fácil a causa de la abundancia de azogue que tenían.

Página 346.
65.—Había en (al-Zahra) gran cantidad de mármoles y colum-
nas.
66.—Hizo correr en ella las aguas y la rodeó de jardines.

Página 369.
67.—Se presentó (al-Hakam) en la consulta que tenían los ulama
acerca del cambio de la qibla hacia la dirección del Oriente como lo
había hecho su padre al-Nasir con la qibla de la aljama de al-Zahra.
68.—(Construccia de alminar de la Mezquita de Córdoba). Cuan-
do se terminó salió al-Nasir a caballo desde Madinat al-Zahra hacia
ella. Subió al minarete por una de sus dos escaleras y bajó por la otra.
Luego salió y oró dos raqa'at en la maqsura.

Página 370.
69.—En cuanto al-Azhra —capital del reino— la fundó el Prín-
cipe de los Creyentes Abd al-Rahman al-Nasir li-din Allah, mencio-
nado anteriormente. Es una de las grandes ciudades plenas de poder
y majestad.
7o.—Dicen Ibn al-Faradi y otros, que trabajaban en su aljama,
cuando se empezó i.000 obreros especializados todos los días: de ellos
trescientos eran albañiles, doscientos carpinteros y quinientos entre
enladrilladores y de los restantes oficios.
128 Rosario Castejón

71.—Se terminó su construcción y se le dió la última mano en un


intérvalo de cuarenta y ocho días.
72.—Llegó al máximo de la perfección con cinco naves abba de
extraordinaria factura.
73.—Su longitud de Sur a Norte excepto la maqsura, era de trein-
ta codos, y la anchura de la nave central de Oriente a Occidente, tre-
ce codos y la de cada una de las cuatro naves adyacentes a ella, doce
codos. La longitud de su patio descubierto, de Sur a Norte, cuarenta
y tres codos y su anchura, de Oriente a Occidente, cuarenta y uno (3).

Página 371.
74. Estaba totalmente pavimentado (mafrus) con mármol vinoso

(rujam al-jamri) y en su centro tenía un surtidor (fuwwara) por el


que corría agua.
75. La longitud total de esta Mezquita, de Sur a Norte, excepto

el mihrab, es noventa y siete codos y su anchura, de Oriente a Oc-


cidente, cincuenta y nueve.
76.—La altura de su alminar (sawmu'a) es cuarenta codos y su su-
perficie diez por diez.
77. Al Nasir li-din Allah mandó elegir un minbar extraordinario
— -

para esta Mezquita que se fabricó con el máximo de belleza y fué co-
locado en su lugar. A su alrededor se cercó una maqsura de maravillo-
sa fábrica. Fué colocado este minbar en la Mezquita, a su terminación,
el jueves 7 días por pasar del mes de saban del ario 329 (hay que co-
rregir el siete por un nueve ; con la corrección dicha (jueves 20 de
mayo de 941).
78.—En Madinat al-Zahra se continuó el trabajo alrededor de
cuarenta arios, desde el 325 hasta el final del reinado de al-Nasir y
de su hijo al-Hakam.
79. Cuando se terminó de construir la mezquita de al-Zhra, se-

gún lo que se ha descrito, la primera oración que se hizo en ella fué


la salat al-magrib de la vela del viernes a los ocho días por pasar de
saban (anochecer del jueves 20 de mayo). Fué imam el qadi Abu
Abd Allah Muhammad b. Abi Isa y al día siguiente rezó al-Nasir en
ella la Salat al-yumu'a (viernes 21 mayo). Fué el primer predicador
que actuó en ella el mencionado qadi.

Página 372.
80.—Cuando al-Nasir construyó el alcázar de al-Zahra, extremo
de majestad y fastuosidad, corrió la voz entre la gente de que jamás
Madinat al-Zahra en los autores árabes '129

se había construído en el Islam nada semejante. Los que entraron en


él, ¡procedentes de países lejanos y de diferentes categorías sociales :
in rey que llega, un embajador que visita, un hábil comerciante, —y
entre estas clases de personas habrá conocimiento e inteligencia— juz-
garon todos que no habían visto nada igual, ni habían oído, ni siquie-
ra imaginado la existencia de algo semejante, hasta el punto que' lo
más asombroso que podía esperar uno que se dirigiera a al-Andalus
en aquella época era verlo y conversar sobre él.
8 .—Aunque solamente tuviera al -Sath al-Mumarrad, que asoma-
ba sobre los jardines, engalanada con el salón de oro maylis al-dahab
y la qubba, el extraordinario interior de perfecta construcción
el mérito del revestido y el paramento de mármol brillante y oro la-
minado, columnas como si hubieran sido fundidas en moldes, tallados
como jardines, grandes albercas, pilas de fabricación admirable y es-
culturas de figuras tan extraordinarias, q ue no hallarían las imagina-
ciones camino para representarlas con justeza.

Página 37 2.
82. —El historiador Abu Marwan b. Hayyan sahib al-surta, relata
que los edificios del alcázar de al-Zahra contenían cuatro mil colum-
nas —entre grandes y pequeñas, que sostienen y que son sostenidas—
y un pico, que es de trescientas doce columnas. Refiere también que
entre ellas habían unas importadas de la ciudad de Roma y otras las
regaló el Emperador de Constantinopla.
83.—Todos los batientes (masari) de sus puertas —grandes y pe-
queñas, que sobrepasaban a quince mil estaban revestidos de hierro

y cobre aleados.
84.—Algunos interpretaron aquel "pico" de su cita por trece.
85. Uno de los historiadores de al-Andalus dijo que el número

de los fityan, en al-Zahra, era trece mil setecientos cincuenta. Su apro-


visionamiento de carne, diariamente, sin contar las variedades de aves
y pescados, era de trece mil libras (rat1). El número de mujeres del
alcázar de al-Zahra —jóvenes, viejas y servidoras— ascendía a seis
mil trescientas catorce.

Página 373.
86. — Se ha dicho que el número de los fityan eslavos era de tres
mil setecientos cincuenta ; alguno puso en el lugar cincuenta, ochenta
y siete. Otros dicen que eran seis mil ochenta y siete, y que el racio-
namiento de pan para los peces de la alberca (buhayra) era de doce
130 Rosario Castejói,

mil panes y todos los días se descascarillaban para ellos seis cahices
de garbanzos negros.
87.—Dijo Ibn Hayyan : se repartía entre aquellos trece mil libras
tratl) de carne a diez libras por persona como máximo, sin contar las
gallinas, perdices, aves de todas clases y variedades de pescado.
88.—Dice Ibn Hayyan : encontré de letra de Ibn Dahun, el alfa-
quí : dijo Maslama b. Abd Allah, el arquitecto jefe : Abd al-Rahman
al-Nasir li-din Allah comenzó la construcción de al-Zahra, el día pri-
mero del ario 325 (19 de noviembre de 936).

Página 374.
89.—La cantidad de piedras esculpidas e igualadas (4) que se em-
pleaban en ella todos los días, era de seis mil, sin contar la piedra em-
pleada en la pavimentación (tablit) que no entra en este número.
9o.—Trabajaban en al-Zahra, diariamente, mil cuatrocientos mu-
los, —también se dice que fueron más de éstos—, cuatrocientas acé-
milas de al-Nasir li-din Allah, y de bestias de alquiler dedicadas a la
obra, mil mulos, cada uno por tres mataqil al mes, por lo que era ne-
cesario para ellas tres mil mataqil mensuales.
91.—Llegaban a al-Zahra, cada tres días, mil cien cargas de cal y
yeso.
92.—En ella había dos baños : vino para el alcázar y un segundo,
público.
93.—Uno de los servidores de al-Zahra refiere que su cálculo de
los gastos que se hacían en ella era de trescientos mil dinares anuales,
durante los veinticinco años que duró el reinado de al-Nasir, desde el
comienzo hasta que murió en el año cincuenta. El total de los gastos
que se hicieron en ella eran de una cuantía de quince bayt mal.
94.—Abd Allah b. Yunus, jefe de los albañiles, Hasan b. Muham-
mad y Ali b. Yafar el Alejandrino trajeron para al-Zahra el mármol
de Cartago Ifriqiya y Túnez. Les pagaba al-Nasir por cada pieza de
mármol (rujama) pequeña o grande, diez dinares. Sin embargo dicen
algunos historiadores fidedignos que pagaba por cada pieza de már-
mol pequeña tres dinares y por cada columna (sariya), ocho dinares.
95.—E1 número de las columnas importadas de Ifriqiya era de
mil trece ; del país de los francos, diez y nueve ; el emperador de Bi-
zancio le regaló ciento cuarenta y el resto de ellas era de las canteras
de al-Andalus —Tarragona y otras—, el mármol veteado era de Ray-
yu y el blanco de otros sitios ; el rosado y el verde de Ifriqiya, de la
iglesia de Sfax.
Madinat al-Zahra en los autores árabes 131

96.—La pila (hawd) esculpida y dorada, de extraordinaria forn-2


y elevado precio, se la trajo Ahmad al-Yunani de Constantinopla, con
Rabí el obispo, que procedía a su vez de Iliya (5). La pequeña fuente
(hawd) verde esculpida con representaciones humanas, se la trajo Ah-
mad de Siria —también se dice que de Constantinopla— en compañía
del Obispo Rabí. Se decía que no tenía precio, y era de una rareza y
hermosura sin límites. Había sido transportada de lugar en lugar has-
ta que llegó al mar. Al-Nasir la colocó en el bayt al-manam en el
Maylis al-Sarqi, conocido por al-Mu'nis. Puso sobre ella doce estatuas
(timtal) de oro rojo engastadas con perlas preciosas y de gran valor.
de las que se trabajaban en la dar al-sana'a en Córdoba. Eran : la fi-
gura de un león, a su lado una gacela, a su lado un cocodrilo y en
frente una serpiente, un cuervo y un elefante : en los dos costados ha-
bía una paloma, un gerifalte, un pavo real, una gallina, un gallo, un
milano y un águila (6). Todas eran de oro engarzado con piedras pre-
ciosas y salía el agua por sus bocas.
97.—Estaba encargado de las obras (de al-Zahra) su hijo al-Ha-
kam, pues al-Nasir no tuvo 'confianza para poner a su frente a otro
que no fuera él.
98.—En su tiempo se panificaban diariamente, para abastecimien-
to de los estanques (buhayrat) ochocientos panes, aunque se dice que
todavía eran más.
98.—Al-Nasir repartía —según hemos dicho antes-7 el impuesto
fiscal (yibaya) en tres partes: un tercio para el ejército ; otro para
las construcciones, y el tercero era atesorado. La recaudación de al-
Andalus era entonces: de las coras y alquerías, cinco millones cuatro-
cientos ochenta mil dinares, y de los bienes del califa, ochocientos se-
senta y cinco mil dinares (7). En cuanto a los quintos del botín no
podrían ser contados por ninguna administración.
too.—Se dice que la cantidad total de los gastos de la construc-
ción de al-Zahra era de cien almudes de dirhemes qasimiya, según la
medida de Córdoba. También se dice que la cantidad gastada en ella,
según las medidas mencionadas, fué de ochenta almudes y seis cahi-
ces (8) de los dirhemes antedichos.

Página 374.
oi.—La construcción de al-Zahra duró veinticinco arios durante
el tiempo de al-Nasir, esto es, la mitad de su reinado. Luego conti-
nuó, después de su muerte, durante todo el califato de su hijo al-Ha-
kam, que fué de quince arios y algunos meses.
132 Rosario Castejon

ioz.—Dice Ibn Asbag al-Hamadani y al-Fath en al-Matmah: al-


Nasir era aficionado a urbanizar terrenos, erigir señales de ruta, ex-
tender (9) sus aguas trayéndolas desde las más lejanas regiones y per-
petuar con monumentos simbólicos la fuerza del reino , hasta el
punto que le condujo su celo a edificar Madinat al-Zahra

Página 375.
io3.—(Al-Nasir) consumió sus energías en su embellecimiento, el
acabado de sus alcázares y la ornamentación de sus palacios. Se en-
tregó hasta el punto que suspendió su asistencia a la aljama que fre-
cuentaba, durante tres viernes consecutivos. Quiso el cadí Mundir lla-
marle la atención
o4.—El Califa tomó (de la represión de Mundir) la mayor par-
te, pues comprendió que habia sido aludido. Lloró y se arrepintió de
su omisión, buscando refugio en Dios contra su cólera. Sin embargo
había encontrado en Mundir la falta de reprenderle y se lamentó de
aquello a su hijo al-Hakam, después que salió Mundir: " ¡Por Allah!
me humilló Mundir en su predicación, pues no se refirió a otro sino
a mi, se propasó conmigo y se excedió en reprenderme. No tuvo di-
plomacia al aconsejarme, hizo estremecerse mi corazón y casi me gol-
peó con su báculo". Se acentuó su cólera contra él y juró que no re-
zaría tras (Mundir) la salat al-yumu'a y se comprometió a rezarla de-
trás de Ahmad b. Mutarrif, encargado de la oración en Córdoba, re-
huyendo rezar en al-Zahra. Le preguntó al-Hakam : " ¿Cuál es el mo-
tivo que te impide destituir a Mundir de hacer oración contigo y sus-
tituirlo por otro, puesto que lo aborreces?". Pero al-Nasir le repren-
dió y le riñó diciéndole : " ¿A uno como Mundir b. Sa'ib con su vir-
tud, su bondad y su sabiduría? No sabes lo que dices. ¿Destituirlo
sólo para complacer a un alma desviada de la verdád, que camina en
sentido opuesto a la meta? Esto no será, pues me sentiría avergonza-
do ante Dios si no pusiera entre El y yo, en la salat al-yumu'a, un
intercesor como Mundir, por su temor a Dios y su fidelidad, pero el
fué quién me exaltó y juré. Desearía encontrar un medio para anular
mi juramento, incluso con mi reino ?I

Página 376.
o5.—Entonces, ordenó el Califa que se amueblaran (farasa) los
palacios y fué tapizado (furisa) aquel salón con variados tapices de
dibay.
Madinat al-Zahra en los autores árabes 133

Página 377.
o6.—Dice Ibn al-Hasan al-Nubahi, cuyo original está en el Mat-
mah y otros: entre las noticias conservadas de Mundir sobre su des-
aprobación a la prodigalidad del Califa al-Nasir al construir, está que
éste había empleado para la azotea de la cupulita (li-sath al-qubayba)
—nombre diminutivo que indica particularización— que estaba incli-
nada hacia al-Sath al-Mumarrad —de famoso renombre en el
alcázar de al-Zahra— unas tejas (qaramid) de oro y plata en las que
había gastado mucho dinero y con las que había tejado (qarmada) sus
techos. Puso su techo desde un amarillo brillante hasta un blanco pu-
ro, que se apoderaba de la mirada con los rayos de su luz.
o7.—Recibió en ella un día, después que estuvo terminada, a la
gente de su reino y dijo a sus parientes, a los ministros que asistian y
a la gente del servicio, vanagloriándose con ellos por lo que había
edificado y por las creaciones peregrinas que estaban contiguas: " ¿Ha-
béis visto u oído que algún rey anterior a mí haya hecho algo se-
mejante a esto o hubiera sido capaz de hacerlo?" Contestaron: " ¡No,
por All.h, oh Príncipe de los Creyentes! Tú eres el único en tu gé-
nero y no hemos visto ningún rey que te haya precedido en estas
creaciones, no ha llegado a nosotros su noticia". Le halagaron sus pa-
labras y se alegró. Cuando estaba así, he aquí que entró cabizbajo el
qadi Mundir b. Sa'id y cuando tomó asiento le dijo (el Califa) lo mis-
mo que había dicho a sus ministros, refiriéndose al techo dorado y a
su capacidad para crearlo. (El qadi llora y reprende a al-Nasir, di-
ciéndole que Satanás se ha apoderado de él degradándole a la catego-
ría de los infieles. Recita el versículo 32 de la Sura XLIII para apo-
yar sus censuras y consigue el arrepentimiento del califa...).

Página 378.
108.—Se levantó (el Califa) de su salón, pidiendo perdón a Dios
—alabado sea—; ordenó que se desmontara el techo de la qubba y
lo repuso con tejas de barro como las demás.
to9.—Esto es copiado de al-Hiyari en al-Mushib fijaibar al-ma-
grib Prodigábale Mundir sus admoniciones sobre la edificación.
Una vez entró a verle cuando estaba en una qubba, cuyo tejado había
sido hecho de oro y plata y celebraba en ella un festejo, pensando que
ningún rey le había aventajado. Se levantó (Mundir) predicando, cuan-
do el salón estaba repleto con las autoridades del Estado... (Recitó el
versículo 32 de la Sura XLIII y a propósito de ella, reprende al Califa,
134 Rosano Castejón

Este manifiesta tristeza, pero calla tolerando a Mundir por su virtud


y ciencia

Página 379.
o.—Sucedió (la destrucción de al-Zahra) cuando se hizo cargo
del hiyaba, Abd al-Rahman b. al-Mansur b. Abi Amir, apodado San-
chuelo.
i.—Dijo Ibn al-Raqiq : De lo más extraordinario que se ha vis-
to es que desde el mediodía del martes, a los cuatro días por pasar
de Yumada II hasta el mediodía del miércoles (siguiente) (i o) se con-
quistó Córdoba, fué destruída al-Zahra (sic, por al-Zahira) se depuso
un Califa-al-Mu'ayyhd —se proclamó otro, al-Mandi—, acabó la
gran dinastía de los Banu Amir, fué muerto su ministro Muhammad
b. Asqalaya, se alzó un ejército del populacho.

Página 380.
I12.-El wali Ibn Jaldun se detiene brevemente en su Crónica
para hacer la descripción de al-Zahra, al hablar de las construcciones
de al-Nasir, diciendo textualmente: Cuando se consolidó el reino de
al-Nasir, dirigió éste su atención a intensificar la construcción de al-
cázares y edificios. Ya antes, su antepasado el Emir Muhammad y el
padre de éste Abd al-Rahman al-Awsat y su abuelo al-Hakam se ha-
bían ocupado de ello y edificaron sus palacios con la más completa
perfección y grandiosidad, contándose entre ellos al Maylis al-Zahir,
al-Bahwu, al-Kamil y al-Munif. El por su parte, edificó al lado de
al-Zahir su gran alcázar al que llamó Dar al-Rawda y trajo el agua a
los alcázares de ellos.
H3.—Llamó a los peritos, ingenieros y constructores de todas
partes y vinieron incluso de Bagdad y Constantinopla.

Página 380.
ri4.—Luego emprendió la construcción de los lugares de recreo
(muntazihat) y construyó Munyat al-Naura fuera de los alcázares y
condujo el agua hasta ella desde lo alto de la Sierra sobre muy dila-
tada distancia.
g.—Luego fundó Madinat al-Zahra y la tomó para residencia
suya y sede de su reino. Construyó en ella tal cantidad de edificios,
alcázares y jardines que hizo que cayeran en desuso las primitivas edi-
ficaciones de sus antepasados.
16.—Dispuso en ella estancias para las fieras, de gran extensión
Madinat al-Zahra en los autores árabes 135

de terreno y situadas a corta distancia del foso de protección (siyay)


y amplias pajareras protegidas con enrejados (sibak).
117.—Edificó en ella casas para fabricación de armas de guerra,
joyas de adorno y otras industrias más.

Página 383.
18.—Cuenta al-Humaydi en al-Y adwat al Muqtabis esta anéc-
dota ocurrida a Ibn Abi al- Jabab... Después de mencionar esta Mun-
yat al-Amiri, ya que está situada hacia el lado de al-Zahra... (la anéc-
dota es sobre tres azucenas).

Página 364.
1 19.—Se fabricaban anualmente (en tiempos de Almanzor) doce

mil escudos amiries para los palacios de al-Zahira y al-Zahra.

Página 395.
I 20.—Dice el autor del libro Rawdat al-azhar wa-bahyat al-nu-
fus wa-nuzhat al-absar: Cuando ordenó al-Mansur b. Abi Amir en-
carcelar a al-Mushafí en la prisión subterránea (al-mutbiq) en al-Zah-
ra

Página 411.

.—Cuenta al-Fath en la biografía de al-Mu'tamid b. Abbad :


me comunicó al-wazir al-faqih Abii al-Husayn b. Siray que se pre-
sentó con los ministros y secretarios en al-Zahra un día... ( i) no ce-
saron de trasladarse de un palacio a otro... de subir a las cámaras al-
tas y de darse copas de vino entre aquellas almenas, hasta que, por fín,
se instalaron en el jardín, después de haber concedido la merecida
atención a aquellos vestigios y de haber hecho reflexiones como para
cargar una caravana. Una vez en el jardín, se sentaron en tapices pri-
maverales, esmaltados de blancas flores y bordados de canales y arro-
yuelos..., dominados por las ruinas de aquellas construcciones que,
como las madres que han perdido sus hijos, lamentaban su devastación
y el fin de sus alegres fiestas, ahora que el lagarto jugaba entre sus
sillares y que el cuervo graznaba sobre sus paredes. No quedaban en
efecto, más que fosos y piedras : las cúpulas se habían derrumbado y
la juventud se había tornado decrepitud ; que, en ocasiones, también
el hierro se ablanda y lo nuevo se pudre. Y mientras se daban copas
de vino y las hacían circular, a la vez alegres y meditabundos, he aquí
136 Rosario Castejór

que vino un emisario de Mu'tamid trayéndoles un billete en que les


decía:
El Alcázar, por culpa vuestra, envidia a al-Zahra
y, por mi vida y la vuestra, no hace mal.
Salísteis en al-Zahra como soles por la mañana.
Salid junto a nosotros como lunas por la noche.
Y entonces se trasladaron al Qasr al-bustan, en Bab al-Attarin, en
eI que formaron una reunión indescriptible..., pasando toda la noche
sin que les entrase sueño ni el tedio les apartase del placer.

Tomo II.
Página 62-63.
122.—(Sobre la prisión de Mushafi). Fué encarcelado en la pri-
sión subterránea (al-mutbiq), en al-Zahra, hasta que pereció y fué en-
tregado a su familia muerto.

Azhar al-riyad. Edición de El Cairo, 1942.

Tomo II.
Página 26o.
1.—A fines de este mes rabi I del ario 338 (septiembre de 949)
al-Nasir li-din Allah dió una segunda audiencia a los embajadores del
emperador de Bizancio, en el Alcázar de al-Zahra. Acudió también a
ésta mucha gente. Se completaron los preparativos para ella y se cui-
dó de que tuviera una brillante presentación.
2.-E1 sahib al-madina se sentó junto a la Bab al-Sudda con los
urafa, los surat y los haras, que se le habían reunido y permanecían
alineados. A lo largo de la muralla del Alcázar había, de pie, una ali-
neación de los clientes (al-mawali), con bellas vestiduras y armados de
pies a cabeza. Junto a las dependencias (fuslan) estaban todos los sier-
vos (abid), el séquito (al-hasam), los porteros (al-buwabuna) y otros,
en la forma que acostumbraban.
3.—Más tarde volvió a darles otra recepción en al-Zahra, —ésta
fué la tercera—, el jueves, a tres por pasar del mismo mes (12).
Los preparativos y solemnidad de la fiesta fueron como las veces
anteriores.
4.—A mediados de yumada I 338 (mediados de noviembre de
Madinat al-Zahra en los autores árabes 137

949) al-Nasir li-din Allah recibió personalmente a estos embajadores,


en audiencia especial (maylis jassa). Los recibió en el alcázar de al-
Zahra en el salón que asoma sobre los jardines.

Página 26i.
5.—Cuando se separaron de él, visitaron las dar al-sana'at y dar
al-udda (casa de los oficios y casa de los equipos militares), a los lados
de al-Zahra, (bi-aknaf al-Zahra) y la dar al-sikka (casa de la moneda).
Se les dió la vuelta a todos los lugares de ella (al-Zahra) y luego se
les volvió a llevar a la casa donde se hospedaban.
6.—Prosiguió su estancia en Córdoba con homenajes continua-
dos. Los regalos se sucedieron sin interrupción, hasta que la ofrenda
llegó a ser igual a la que había enviado el emperador. Les fué entre-
gada, con sus respuestas y se les ordenó la partida.
7.—Al-Nasir li-din Allah les recibió de nuevo a mediados del ario.
Entraron a despedirse. Les fueron renovados los vestidos de honor y
emprendieron su viaje, maravillados de lo que habían visto del pode-
río del Islam.

Página 265.
8.—E1 mencionado al-Nasir fué quién construyó Madinat al-Zah-
ra a la que dió grandes dimensiones. Trabajaban en su aljama cuando
se comenzó, mil obreros especializados (continua igual que el párra-
fo 7o de la traducción de Analectes).
9.—( Igual al 71).
o.—(Igual 72).

Página 266.
II.—(Igual al 73).
12.—(Igual al 74).
I3.—(Igual al 75).
14.—(Igual al 76).
15.—(Igual al 77).

Página 267.
6.—(Igual al 78).
7.—(Igual al 79).
8.—(Igual al 8o).
138 Rosario Castejón

Página 268.
9.—(Igual al 8 1).
20.—El historiador Abu Marwan b. Hayyan sahib al-surta, rela-
ta que los edificios del alcázar de al-Zahra contenían cuatro mil co-
lumnas —entre grandes y pequeñas, que sostienen y son sostenidas—
y un pico de más de trescientas columnas, que algunos interpretan por
trece. Entre ellas las había importadas de la ciudad de Roma, y otras
las regaló el emperador de Constantinopla.
2 I .—(Igual al 83).
22.—(Igual al 85).

Página 269.
23.—He visto en un registro —que debe ser verídico— que el nú-
mero de los fityan era de tres mil setecientos cincuenta ; alguno puso
en el lugar de cincuenta, ochenta y siete.
24.—Y el número de las mujeres en el alcázar de al-Zahra igual
a lo que dijimos primero.
25.—(Igual al 87).
26.—(Igual al 88).
2 7.—(Igual al 89) (i3).

28.—(Igual al 90 excepto que omite "Y se dicen que fueron más


de estos").
29.—(Igual al 91).
3o.—(Igual al 92).
3 .—(Igual al 93).

Página 27o.
32. — (Igual al 94 excepto que omite "Ibn Muhammad detrás de
"Hasan", y detrás de "ocho dinares" añade siyil'masies).
33• — (Igual al 95).
34. — ( Igual al 96 hasta "al-Nasir la colocó en el bayt al-manara",
y sigue "en el salón que domina hacia la parte de Oriente, conocido
por al-Munis. Puso sobre ella doce estatuas (timtal) de oro rojo en-
garzadas con piedras preciosas de gran valor, de las que se trabajan
en la dar al-sana'a en Córdoba. Eran: la figura de un león, a su lado
una gacela, a su lado un cocodrilo y en frente una serpiente y un
cuervo, y en (Página 271) los dos costados había una paloma, un ge-
rifalte, un pavo real, una gallina, un gallo, y el nombre del duodéci-
mo no lo recuerdo ahora". Tampoco debe acordarse del nombre del
undécimo porque no lo menciona. Continúa igual que el párrafo 96 :
Madinat al-Zahra en los autores árabes 139

"Todos eran de oro engarzado con piedras preciosas". Y el editor


completa con Nafh al-Tib: "y salía el agua por sus bocas").
35.—(Igual al 97).
36.—En su tiempo se panificaban diariamente, para abastecimien-
to del estanque (al buhayra) ochocientos panes. (El editor completa
con Nafh al-Tib y "se dice que todavía era más").
37.—(Igual al 99, siguiendo a la edición de El Cairo).
38.—(Igual al oo).
39.—(Igual al o ).
4o.—E1 califa al-Nasir li-din Allah era aficionado a urbanizar te-
rrenos, erigir señales de ruta y perpetuar con monumentos simbóli-
cos la fuerza del reino , hasta el punto que le Condujo a edificar
Madinat al-Zahra.
4 .—(Igual al o3 hasta "sus palacios". Omite lo siguiente y des-
pués continúa igual : "Quiso el qadi Mundir llamarle la atención...)

Página 278.
42.—(Igual al o4. La página 278 empieza en `juró el Califa que
no rezaría tras (Mundir) la salat al-yuma'a).
43.—(Igual al os ) excepto que al final omite "incluso con mi
reino").

Página 280.
o el qadi Abu al-Hasan : que al-Nasi r había empleado
para la azotea de la qubayba (sigue igual al párrafo o6), después de
"tejas (qaramid)", añade " recubiertas de oro y plata".

Página 28i.
45.—(Igual al o7), excepto que omite "y por las creaciones Pe-
regrinas que estaban contiguas a él").

Página 28 2.
46.—Ordenó (el Califa) que se desmontara el techo de la qubay-
ba y lo repuso con teja de barro como las demás.

NUBAHI

Al-Marqabat al-Ulya. Editado por E. Levi. Provenga] con el tí-


tulo "Tarij qudat al-Andalus". El Cairo, 1948.
140 Rosario Casttión

Página 66.
i.—Dice Ibn Asbag al-Hamadani: el califa al-Nasir era afiiciona-
do (igual al párrafo 102 de Analectes, excepto que omite "extender
sus aguas trayéndolas desde las más lejanas regiones").
2.—(Igual al io6), salvo que omite "incluso con mi reino").

Página 7i.
3.—Entre las noticias conservadas (de Mundir) sobre su desapro-
bación a la prodigalidad del califa Abd al-Rahman al construir, está
que al-Nasir había empleado para el techo de la cupulita (li-saqf al-
qubayba) —nombre diminutivo que indica particularización— que es
parecida (mmlnlat) a la Sarb al-Mumarrad —de famoso renombre en el
alcázar de al-Zahra— unas tejas (qaramid) recubiertas de oro y plata en
las que había gastado mucho dinero y con las que había tejado (qar-
mada) sus techos, que se apoderaban de las miradas con el brillo de
su luz.
4.—Recibió en ella un día, después que estuvo terminada, a la gen-
te de su reino y dijo a sus parientes, a los ministros, y a la gente del
servicio, vanagloriándose por lo que había edificado : "¿Habéis visto
u oído que algún rey anterior a mí haya hecho algo semejante a ésto
o hubiera sido capaz de hacerlo?". Contestaron: "No, oh Príncipe
de los Creyentes,. Tú eres el único en tu género y no hemos visto nin-
gún rey que te haya precedido en estas creaciones, ni ha llegado a
nosotros su noticia". Le halagaron (Página 72) sus palabras (sigue el
párrafo 107 de Analectes).
5.—(Igual al io8).
IBN JALDUN

Al-Ibar wa-diwan al-mubtada wa-l-jabar.—Bulak 1867.


Tomo IV.
Página 1 44.
1.—Cuando se consolidó el reino de al-Nasir, dirigió éste su aten-
ción a intensificar la construcción de los edificios y alcázares. Ya an-
tes su antepasado el Emir Muhammad y el padre de éste Abd al-Rah-
man al-Awsat y su abuelo al-Hakam se habían ocupado (13) de ello
y edificaron sus palacios con la más acabada armonía, contándose en-
tre ellos el Maylis al-Zahir, al-Bahwu, al-Kamil y al-Qasr al-Munif.
El, por su parte edificó el lado de al-Zahir su gran alcázar al que lla-
mó Dar al-Rawda y trajo el agua desde el monte a los alcázares de
ellos. (Cf. con el párrafo 112 de Analectes).
Madinat al-Zahra en los autores árabes 141

2.—(Igual al 113).
3.—(Igual al 114, excepto la grafía de Munyat al-Na'ura, que en
Ibn-Jaldun es mina al-naaurat.
4.—(Igual al ii5, excepto que sustituye (hizo que cayeran en des-
uso) por (superaron a).
5.—(Igual al 116, excepto que sustituye mhallat, por myallat, que
tiene una traducción parecida : espacios, campos, etc.)
6.—Edificó en ella una dar al-sana'a para fabricación de armas de
guerras, joyas de adorno y otras industrias más (Cf. con el párrafo
117 de Analectes).

USAN AL-DIN IBN AL-JATIB

Histoire de l'Espagne musulmane extraits du Kitab A'mal al-A


lam.—Texte árabe. Publié avec introduction et index par E. Levi-
Provengal.—Rabat 1934.
Página 43.
I.—(AI-Nasir) fué quien construyó al-Zahra. Empezó su cons-
trucción a primeros del ario 325.
2.—Se empleaban en ella diariamente seis mil piedras talladas
grandes y voluminosas sin contar la piedra de la pavimentación (ta-
blit) y de los cimientos (ta'asis).
3.—E1 mármol fué traído para ella de Túnez y Cartago.
4.—También para ella fueron traídas cuatro mil trescientas vein-
te y cuatro columnas (sariya).
5.—Envió Bizancio (al-Rum) por medio de Rabi el Obispo, una
pila esculpida con oro (manqus bi-l-dahab). Fué transportada cuida-
dosamente de lugar en lugar hasta que llegó al mar (Cf. con el
párrafo 96 de Analectes).

Página 44..
6.—Le trajo Ahmad b. Hazm una segunda pila esculpida, en la que
había figuras que no tenía precio. Empleó todo su ingenio para transpor-
da al-Maylis al-Sarqi, conocido por al-Mu'nis. Tenía encima (la pila)
doce figuras de oro rojo engastado con perlas preciosas de elevado
precio. (Cf. con el párrafo 96 de Analectes).
7.—Relata un informador que el racionamiento de los peces que
estaban en las albercas de sus alcázares (birkat qusurihu) llegaba diaria-
mente hasta doce mil panes.
142 Rosana Castejón

8.—Era repartido su impuesto (yibaya) en tres partes : una para


el ejército, otra para la construcción y la tercera para guardarla en
caso de necesidad.
9.—Cuenta el autor de Tabat al-qudat que al-Nasir li-din Allah
empleó en al-sath de la qubba que estaba inclinada sobre el Sarh al-
Mumarrad, célebre en al-Zahra por su magnificencia, unas tejas (qa-
ramid) recubiertas de oro y plata, en las que gastó una gran cantidad
de dinero y tejó (qarmada) su techo con ellas desde un (amarillo) in-
tenso hasta un blanco puro, que se apoderaba de las miradas con los
rayos de su luz resplandeciente. (Cr. con los párrafos o6 de Analec-
tes, 44 de Azhar al-Riyad y 3 de Nubahi).
o.—Después que hubo terminado (la qubba), se sentó en ella pa-
ra recibir a la gente de su reino y dijo a sus ministros y a sus íntimos,
vanagloriándose por lo que había hecho y por las maravillas que ha-
bía conseguido : " ¿Acaso habéis oído o visto (sigue casi igual que
el párrafo o7 de Analectes). (Cf. también con los párrafos 45 de
Azhar al-Riyad y 4 de Nubahi).
TI .—Mandó quitar el techo de la qubba y volverle a poner sus
tejas de barro como las demás. (Cfr. con los párrafos o8 de Analectes,
46 de Azhar al-Riyad y 5 de Nubahi).

Página 47.
12.-El número de los fityan de Madinat al-Zahra ... era de tres
mil setecientos cincuenta y el número de mujeres del alcázar, seis
mil setecientas cincuenta : Preparaban para todos carnes, el pan, las
aves y los pescados, además de otros servicios y de atender a las ne-
cesidades usuales de las casas.
Página '18.
13.—Hacían anualmente trece mil escudos y doce mil arcos de
los dos estilos, árabe y turco : seis mil por parte de Abu al-Abbas
al-Bagdadi, el maestro mayor, en Córdoba, e igual número por parte
de Talha al-Saqlabi en al-Zahra. Hacían al mes veinte mil flechas.
Páginas 133 y siguiente.
4.—Los bereberes mataron a Ermengol, rey de los cristianos y
a centenares de los nobles de su pueblo. De (los bereberes) murieron
aproximadamente trescientos infantes pues de los jinetes no mataron
a ninguno. (Página 134). Se retiraron hacia al-Zahra, recogieron a sus
hijos y huyeron con sus jefes. Sulayman salió huyendo hacia Játiba
y la plebe de Córdoba saqueó los enseres de los bereberes y mataron
a los que encontraron.
Madinat al-Zahra en los autores árabes 143

Página 136.
15.—A fines de rabí I de este año (4o ) los bereberes hicieron
alto en Córdoba y entraron en Medinat al-Zahra.
Página 139.
16.—Sulayman se trasladó a al-Zahra y fijó su residencia en ella.

M U HYI AL-DIN IBN AL-ARABI


Muhadarat al-abrar. El Cairo. 13o 5 h.

Tomo II.
Página i95.
i.—Visitaron un día a este califa los emisarios de los francos (al-
ifranch) y se atemorizaron al darse cuenta de la magnificencia
del reino. Extendió para ellos las esteras desde la puerta de Cór-
doba hasta la puerta de al-Zahra, a una distancia de una para-
sanga. Puso a los hombres a derecha e izquierda del camino. En sus
manos tenían largas y anchas espadas desenvainadas, uniéndose la es-
pada del que estaba a la derecha con la del que estaba en la izquierda,
hasta formar como unos arcos de bóveda. Se ordenó a los embajado-
res que marchasen entre ellas y bajo su sombra como si formasen un
pasadizo (sabat). Se amedrentaron lo que sólo sabe Allah ensalzado
sea!—. Cuando llegaron a la puerta de al-Zahra les extendió los dibay
(sedas floreadas) desde la puerta de la ciudad (b ab al-madina) hasta
su trono, para continuar asombrándolos. Hizo que estuvieran, en de-
terminados lugares, una chambelanes (huy y ab) como si fueran reyes,
sentados sobre sillones adornados con dibay y sedas. No vieron un
hayib ante el cual no se prosternaran, creyendo que era el Califa, pero
les decían : "Levantad vuestras cabezas ; éste es solamente uno de sus
siervos". Así siguieron hasta que llegaron a un patio cubierto con
arena, en cuyo centro estaba sentado el Califa con vestiduras viejas y
cortas, no valiendo todo lo que llevaba más de cuatro dirhemes. Es-
taba sentado sobre el suelo, con la cabeza baja. Ante él había un
Alcorán, una espada y fuego. Se les dijo a los embajadores: "Este es
el Califa", y se prosternaron ante él. Levantó la cabeza hacia ellos an-
tes de que hablasen y les dijo : "En verdad, Allah nos ordenó que os
exhortemos a abrazar éste", y señaló al Alcorán. "Si rehusáis, ésta",
y señaló la espada, "y cuando os matemos ,vuestro final será éste" y
señaló el fuego. (Los embajadores) hicieron salir sin que hubieran
empezado a hablar e hicieron sus pactos según los deseos de (el Ca-
lifa).
144 Rosario Castejón

IBN AL-ATIR

Al-Kamil fi-l-Tarij. Cairo 884-1 885.


Tomo VIII.
Página 223.
i.—Entró un día (Mundir b. Sa id) a ver a Abd al-Rahman al-
Nasir, señor de Al-Andalus, después que hubo terminado la construc-
ción de al-Zahara y sus alcázares. Estaba sentado en una qubba ador-
nada con oro y cuya maravillosa construcción no tenía precedentes.
Estaban con él el conjunto de sus nobles, cuando dijo Abd al-Rah-
man al-Nasir : " ¿ Os ha llegado la noticia de que alguien haya cons-
truído algo semejante a este edificio? ". Le contestaron todos : "No
hemos visto ni oido nada parecido" y continuaron haciendo alaban-
zas y ponderaciones. Sin embargo el qadi guardó silencio con la mí-
rada baja. Le interrogó Abd al-Rahman y el qadi lloró y dijo mien-
tras corrían las lágrimas por su barba : " ¡ Por Allah no había pen-
sado que Satanás —confúndalo Dios Altísimo— te hubiese degradado
hasta este extremo". (Continúa parecido al párrafo o7 de Analectes).

Tomo IX.
Página 75.
2.—Cuando los bereberes perdieron la esperanza (i 5) de recibir
ayuda de los francos (al-franch) se marcharon y acamparon en las
cercanías de Córdoba, en safar del ario (septiembre-octubre o o).
Comenzó su caballería a hacer incursiones por uno y otro lado, cau-
sando la ruina del país... Sulayman asedió Córdoba durante cuarenta
y cinco días, pero no la conquistó. Se dirigió a al-Zahra. La sitió y
luchó con sus defensores tres días hasta que uno de los guardianes le
dejó libre la puerta que custodiaba. Los bereberes escalaron la mu-
ralla y combatieron a los que la defendían... Se apoderaron violenta-
mente de la ciudad y mataron a la mayor parte de la guarnición.
3.—Algunos habitantes se refugiaron en el monte y otros se re-
unieron en la aljama donde los cogieron los bereberes y los degolla-
ron incluso a las mujeres y los niños. Incendiaron la aljama, el alcá-
zar y las casas. Ardió en su mayor parte y fueron robadas sus ri-
quezas.
Madinat al-Zahra en los autores árabes 145

IBN SA ID AL-MAGRIBI

Al-Mugrib fi bula al-Magrib. Editado por el Dr. Sawqi Dayf en


la colección Daja'ir al-arab.—X.—El Cairo, 1935.
Página 174.
Ibn Hawqal : Al-Nasir construyó (al-Zahra) al Occi-
dente de Córdoba, al pie de un monte.
2.-Y mandó a su pregonero que voceara : "A quien quiera cons-
truir en la vecindad del sultán le serán dados cuatrocientos dirhemes".
La gente se apresuró hacia ella...
3.—Dice al-Hiyari : Mundir b. Sa id qadi y predicador de al-Na-
sir le reprendía y amonestaba con mucha frecuencia por lo que dila-
pidaba en sus construcciones. Entró a verlo un día en que estaba ab-
sorbido por completo en la construcción y le reprendió...
4.—Fué a verlo una vez que estaba en una qubba cuyo tejado
(qarmad) había sido hecho de oro y plata. (Mundir) se levantó cuan-
do el salón estaba repleto de gente y le reprendió recitando [el ver-
sículo 32 de la Sura XLIII]. Al-Nasir lo toleró por la dignidad que
tenía...

Página 175.

5.—Al-Mutamid b. Abbad cita (a al-Zahra) en las palabras con


que invitó a sus ministros y secretarios que estaban convidándose en
al-Zahra a venir al Alcázar de Córdoba. (Sigue como el párrafo 121
de Analectes).
6. También la menciona el wazir Abu al-Walid b. Zaydun en

la poesía con que se dirige a su amada Wallada : (basit).

Desde al-Zahra con ansia te recuerdo.


¡ Qué claro el horizonte! ¡ Qué serena
nos ofrece la tierra su semblante! ... (16)

7.—Al-Nasir construyó al-Zahra y la habitó. Después la habitó


su hijo al-Mustansir.

Página 1 78.
8.—Cuenta al-Hiyari : Un viernes asistió (al-Nasir) a la aljama
146 Rosario Castejón

de al-Zahra. Cuando predicó Mundir b. Said, dijo en su alocución:


"Os construis en cada colina elevada un monumento, vanamente",
(Sura XXVI. Versículo 128). Se conmovió la gente y comprendió
al-Nasir que había sido aludido. Cuando se terminó, refirió a su hijo
al-Mustansir lo que le había ocurrido con (Mundir). Luego dijo :
"Pero juro por Allah que no rezaré detrás de él mientras viva". Cuan-
do llegó el segundo viernes dijo a su hijo : " ¿Qué haremos con el
juramento?" Contestó (al-Mustansir): "Se le ordena que se retrase
y se sustituye por otro". Se enfureció al-Nasir y dijo : " ¿Cómo me
aconsejas esta idea nefasta? Por Allah, que ya estoy arrepentido de
haber proferido el juramento. Me avergonzaría de poner entre él y
yo otro que no fuera Mundir". Luego pensó que rezaría en la alja-
ma de Córdoba y así continuó haciéndolo el resto de su vida.

1BN IDAR1 AL-MARRAKUSI

Al-Bayan al-Mugrib. Editado por R. Dozy. Leyden. 1849.


Tomo II.
Página 225.
1.—Al-Nasir mandó edificar Madinat al-Zahra en el ario 325
(936).
2.—Se empleaban en ella diariamente seis mil piedras talladas (17)
sin contar los bloques utilizados en los cimientos 08).

Página 228.
3.—Muhammad b. Abi al-Ais b. Umar b. Idris llegó al alcázar
de al-Zahra (a mediados de rabi I del afio 333) (principios de noviem-
bre de 944). Al-Nasir le recibió en una audiencia solemne haciéndo-
le llegar hasta sí y tratándole con grandes honores. Se marchó de la
misma manera que había entrado.

Página 23o.
4.—E1 viernes 9 de muharram del ario 336 (viernes 3o de julio
de 947) llegó un escrito de Qand, cliente de al-Nasir y qa'id de To-
ledo a la sazón, dando cuenta de la victoria que Allah había concedi-
do, por mediación suya, contra sus enemigos, la gente de Galicia. Fué
leído en las aljamas de Córdoba y al-Zahra...
5. — (En el ario 336 - 947) al-Nasir destituyó a Abd Allah b. Mu-
hammad (encargado) de la Casa de la Moneda (al-Sikka) pues se en-
colerizó con él a causa de su negligencia y ordenó su encarcelamien-
Madinat al-Zahra en los autores árabes 147

to. Puso al frente a Abd al-Rahman b. Yahya b. Idris, el Sordo, y


trasladó la Casa de la Moneda desde Córdoba a la Sahra (19).

Página 23i.
6.—A mediados de muharram de 337 (finales de julio de 948)
dió al-Nasir, en el alcázar de al-Zahra, una fastuosa recepción a la
que asistió Hamid b. Yasal ; después de él llegaron Mansur y Abu
al-Ais, hijos los dos de Ibn Abi al-Afiya, acompañados de Hanza b.
Ibrahim, señor de Argel. Recibieron regalos y vestidos de honor...

Página 233.
7.—En el año 339 (950-95i) llegaron a Córdoba los dos hijos de
al-Buri b. Musa b. Abu al-Afiya, emir de al-Garb. También llegó el
emir al- Jair, jefe de los Zanata y el principal de los emires de al-
Garb, que según los designios de Allah, había entrado en Tahar y
había batido a Maysur y Abd Allah b. Bikar al-Yifrani, generales de
la Si'. Se dió lectura de su carta en las aljamas de Córdoba y al-Zahra.

Páginas 236 y 237.


8. El primo paterno de Hamid b. Yasal llegó a Córdoba en el

año 344 (955-956) con treinta y seis magnates de los Kutama y de las
otras tribus, que le pedían protección contra los ejércitos si'ies. Al-
Nasir les hospedó y dió en su honor una recepción, para la cual se
sentó en su trono (Página 237) el martes, a cuatro (pasados) de este
mes.

Página 246.
9.—El total de lo que. Abd al-Rahman al-Nasir gastó en la cons-
trucción de Madinat al-Zahra fué veinticinco almudes de dirhemes
qasimies, seis cahices y tres kayles y medio.
o.—Se empezó a edificar en los días de al-Nasir a principios
del año 325 (19 de noviembre de 936).
.—Se empleaban en ella diariamente seis mil piedras talladas
(al-sajar al-manyur) sin contar los bloques utilizados en los cimientos
(al-tiblit fi al isas).
12.-El mármol se traía para ella de Cartago Ifriqiya y Túnez.
Abd Allah b. Yunus, Hasan al-Qurtubi y Alí b. Yafar al Askandara-
ni fueron los hombres de confianza que lo trajeron.
13.—Al-Nasir les pagaba por cada pieza de mármol (rujarna) tres
dinares y por cada columna (sariya) ocho dinares siyilmasies.
148 Rosario Caste j

14.—Había en (al-Zahra) cuatro mil trescientas trece columnas


(sariya) importadas. De ellas, mil trece eran de Ifriqiya, el emperador
de Bizancio le regaló ciento cuarenta y el resto era de mármol de
al-Andalus.

Página 247.
I5.—La maravillosa pila (bawd) tallada, dorada, con figuras (tim-
tal), no tenía precio. La trajo el Obispo Rabi desde Constantinopla,
de lugar en lugar, hasta que llegó al mar. La colocó al-Nasir en el
bayt al-manarn, en el Maylis al Sarqi, conocido por al-Munis. Tenía
sobre ella doce figuras (timtal) de oro rojo engastado con perlas de
elevado precio, que se hacían en la dar al-sana'a del Alcázar de Cór-
doba.
16.—Al frente de la mencionada edificación estaba su hijo al-
Hakam, pues al-Nasir no había otorgado su confianza para aquéllo a
otro sino a él.
i7.—Se hacian en su tiempo diariamente, para los peces de los
estanques (al-bubayrat), ochocientos panes...
18.—A1-Nasir repartía el impuesto fiscal (yibaya) en tres tercios:
uno para el ejército, otro para las edificaciones y el tercero era ate-
sorado. Los impuestos fiscales (yibaya) de al-Andalus eran entonces:
de las coras y alquerías, cinco millones cuatrocientos ochenta mil ch-
nares, y de las propiedades particulares del califa y de los mercados,
setecientos sesenta y cinco mil dinares.
19.—E1 número de casas (dur) que había en su alcázar de al-Zah-
ra, era de cuatrocientas, para alojamiento del Califa, su séquito y la
gente de su casa.
20.—E1 número de fityan eslavos era tfes mil setecientos cincuen-
ta y el número de mujeres que había en el alcázar de al-Zahra, entre
viejas, jóvenes y de la servidumbre, era de seis mil trescientas.
21.—A todos estos se suministraban trece (mil) libras (rat-1) de
carne que se repartían a razón de diez libras por persona, como má-
ximo, sin contar los pollos, perdices y demás especies de aves y pes-
cados variados.

Página 251.
22.—En el ario 353 (964) hubo en Córdoba una gran hambre. Al-
Hakam tomó a su cargo a los enfermos y desvalidos, tanto de los arra-
bales de Córdoba como de al-Zahra, subviniendo a su manutención.
23.—Se dió lectura en las dos aljamas, la de Córdoba y la de al-
Madinat al-Zahra en los autores árabes 149

Zahra al escrito en el que Saad al Yafari, cliente del Califa y qaid en


el Norte, daba cuenta de la victoria que Allah había obtenido, por
mediación suya, contra los Gallegos...

Página 2 53.
24.—En la década media de sawal (del año 354) (9-19 de octubre
de 965) al-Hakam al-Mustansir bi-llah fué a caballo desde al-Zahra
a la Aljama (de Córdoba) donde entroó a inspeccionar la ampliación...

Página 254.
25.—El viernes a tres pasados de [rabi I del año 355] (966) (2o)
se dió lectura en Córdoba y en al-Zahra a la noticia de la victoria
conseguida por el wazir Yahyá a la noticia de la victoria conseguida
por el wazir Yahyá b. Hasim, y también de las conseguidas por Sa'd
al-Yafari y por Hariz b. Habil...

Página 255.
26.—A mediados de sawal [del año 356] (mediados de septiem-
bre de 967) se sentó el califa al-Hakam en su trono en al-Zahra pa-
ra una audiencia deslumbrante, a la que se dió gran solemnidad. Hi-
zo llegar hasta sí a los dos embajadores enviados por los príncipes
Idrisies de al-Garb, quienes presentaron documentos en los que decian
que a causa de su amistad sincera y de su afecto firme (se compro-
metían) con su adhesión a la obediencia y al reconocimiento de su
gobierno ...

Página 287.
27.-L-(Sobre la prisión de Ya'far b. Utman al-Mushafi). Se le hi-
zo volver a su prisión subterránea (mutbiq) en al-Zahra y fué la a
tima vez que le vieron.

Página z88.
z8.—Se dice que ( Mushafi) fué estrangulado en la habitación co-
nocida por Cuarto de las pulgas (Bayt albaragit) que estaba en la pri-
sión subterránea (mutbiq). También se dice que se le envió secreta-
mente una bebida envenenada.
z9.—Dice Muhammad b. Isma'il, secretario de al-Mansur : "Fuí
con Muhammad b. Maslama a al-Zahra a rescatar el cadáver de Ya-
far para su familia y sus hijos".
150 Rosario Casteión

Tomo III. Editado por E. Lévi-Provengal.—París 193o.


Página 42.
3 o.—Dice Ibn Hayyan : El califa Hisam b. al-Hakam se trasla-
dó desde Qasr Nasih hacia Madinar al-Zahra, oculto entre su séquito,
con su familia, el sábado n de rabi I de este ario (13 de noviembre
de oo8).

Página 92.
31.—(Durante las luchas de Sulayman al-Musta'in y al-Mandi)...
La sede de los bereberes estaba en al-Zahra

Página 95.
32.—Cuando vieron los bereberes la fuga de Sulayman se retira-
ron hacia al-Zahra y sacaron a sus familias, sus bienes y sus hijos. Sa-
lieron de ella la tarde del sábado [17 de sawal del ario 400] (3 de ju-
nio de mi o) sin que quedase ninguno en ella. Sulayman salió huyen-
do con su séquito hacia Játiba.
33.—La plebe de Córdoba salió hacia al-Zahra. Robaron lo que
encontraron allí de los enseres que pertenecían a los bereberes y ma-
taron a los que hallaron en ella. Entraron en la aljama y robaron sus
esteras, sus lámparas, sus libros sagrados, las cadenas de sus lámparas
y las planchas metálicas de sus puertas.

Página lo'.
34.—En el ario 4o1 los bereberes se situaron en Córdoba y entra-
ron en al-Zahra el sábado a seis por pasar de rabi I del mismo ario
(4 de noviembre de io o). Había en al-Z/hra una guarnición del ejér-
cito. Condenaron a muerte a unos y dejaron a otros con vida. Per-
manecieron allí y no hubo ninguno del ejército que atravesara el fo-
so (jandaq)...

Página o 2.
35.---Se marcharon los bereberes de al-Zahra el cinco por pasar
de saban [del ario 4o r] (2 de abril de ion) y comenzaron a hacer
algaras por las partes próximas del país y también por las más lejanas,
robando, destruyendo, incendiando y asesinando...

Página '07.
36.—Un grupo de hombres de la gente de Córdoba prendió fue-
go a la aljama de al-Zahra. Se apoderaron de lo que había quedado
Madinat al-Zahra en los autores árabes 151

de sus lámparas, de las planchas metálicas de sus puertas, de su min-


bar y de sus alfombras.

Página I13.
37. — Dice Ibn Hayyan : ...Sulayman al-Musta'in billah se tras-
ladó a al-Zahra con la totalidad de sus bereberes y de su ejército. Fué
insuficiente para ellos y se alojaron también en sus alrededores.

Página 248.
38.—En el año 45o ( o58) se propalaron en Córdoba rumores
alarmantes de que Abbad al-Mu'tadid quería acampar en su (de Cór-
doba) al-Zahra destruída... y precedió la noticia de que hacía diri-
girse hacia ella a su hijo Isma-il...

1BN - JAQAN

Matmah al-Anfus.-19o7 (s. 1.)


Página 45.
1.—Cuando terminó al-Nasir la aljama en al-Zahra, encargó (a
Mundir b. Sa id) de la oración y de la predicación en ella. Cuando
murió Muhammad b. Isa, el qadi, le nombró qadi al-yama'a en Cór-
doba, dejándole el cargo de la oración en el Zahra.
2.—(Igual al 102 de Analectes. Ver nota 2 del mismo).
3. (Igual al Io3 de Analectes, salvo que en vez de tanmitaha (su

embellecimienot), pone tanyidaha (su amueblamiento) y además su-


prime "tres viernes consecutivos".
4. (Parecido al párrafo I o4 de Analectes).

Página 5o.
5.—Se paseaba un día (Mundir) a solas con al-Hakam al-Mustan-
sir bi-llah por el jardín de al-Zahra, junto a una alberca rebosante
de agua que estaba en medio del jardín perfumado...
6. Buscó refugio (Mundir) sentándose en las gradas del estan-

que (dary al-sahriy).

Página si.
7.—Es una de las noticias conservadas de Mundir b. Sa'id sobre
su desaprobación de la prodigalidad del califa Abd al-Rahman en la
edificación, que éste había elegido para al-sath al-ambasa al-sugra, la
cual estaba inclinada (manlat) hacia al-Sarh al-Mumarrad, conocida
152 Rosario Casteján

por Qasr al-Zahra y célebre porque tenía unas tejas de oro y plata
en las que había gastado una gran cantidad de dinero y había pues-
to su techo desde un amarillo intenso hasta un blanco puro que se
apoderaba de las miradas con los rayos de su luz resplandeciente (2.1).

Página 5 2.
8.—(Parecido al o7 de Analectes).
9.—Se levantó el Califa de aquel salón pidiendo perdón a Allah
alabado sea !— y ordenó que se desmontara el techo de la qubba
y volvió a poner sus tejas de barro.

IBN JALLIKAN

Wafayat al-A'yan.—Bulak.-1882.
Tomo II.
Página 38.
.—(Al-Mu tamid) escribió, desde su alcázar en Córdoba, a sus
compañeros de bebida, que estaban convidándose en al-Zahra por la
mañana, invitándolos a que bebieran con él por la tarde.
El Alcázar, por culpa vuestra, envidia a al-Zahra ... (sigue la poe-
sía como el párrafo 121, de Analectes).
2.—(Igual al 44 de Analectes). -
3. — (Igual al 45 de Analectes).
4.—(Igual al 46 de Analectes).
5. — (Igual al 47 de Analectes).
6.—(Igual al 48 de Analectes, pero hay que corregir ala al-ynub
por ala al-yuf.
7.—(Igual al 49 de Analectes, excepto que dá el número de 4.3oc
columnas y solamente de 15 puertas).
8.—(Igual al 5o de Analectes).

IDRISI
Nuzhat al-Mustaq.—Leyden.—Brill, 864.
Página 75.
i.—En la provincia (Iqlinz) de la campiña (Kanbaniya) están
las ciudades de Córdoba, al-Zahra, Ecija, Baena, Cabra y Lucena.

Página 212.
2.—Hay cinco millas desde la ciudad de Córdoba hasta Madinat
al-Zahra. Esta subsiste aún con sus murallas y las ruinas de sus alcá-
Vladinat al-Zahra en los autores árabes 153

',ares. Hay un grupo de habitantes, con sus familias y sus hijos, pero
ion escasos. En sí misma es una gran ciudad de construcción escalo-
iada, almedina sobre almedina ; el suelo del tercio superior está al
livel de lo alto del tercio inferior. Cada uno de sus tercios tiene mu-
alla. En su parte superior estaban los palacios, para cuya descrip-
:ión son insuficientes los epítetos. En la parte media están los huertos
jardines, y en la tercera, las casas y la aljama. Ahora son unas ruí-
us en trance de desaparición.

HIMY ARI
La península ibérique au moyen-aye d'aprés le Kitab ar-Rawd
rl-mi'tar...—Ed. E. Lévi-Provengal.—Leyden.—Brill, 19 38.

Página 95. Núm. 85. Al-Zahra.


1.—Es una ciudad al Occidente de Córdoba. La construyó al -
■Tasir Abd al-Rahman b. Muhammad. Así se dice y no sé si será al-
Zahira, la mencionada anteriormente, u otra distinta.
2.—Entre ella y Córdoba hay cinco millas. Subsiste aún, con sus
nurallas y las ruinas de sus alcázares. Hay en ella un grupo de habi-
:antes con sus familias y sus hijos. Es, en sí misma, grandiosa, de
:onstrucción escalonada. Esto es, una almedina sobre otra almedina.
?Á suelo del tercio superior está sobre el término del tercio medio y
:1 de éste sobre el del tercio inferior. Cada una de sus tres partes tie-
le una muralla. En la superior estaban los alcázares, que los narrado-
•es son incapaces de describir; en la media, huertos y jardines, y en
a inferior, las casas y la mezquita.
3.—Luego se arruinó todo aquello

NUWAYRI
Historia de los musulmanes de España y Africa.—Texto ára-
)e y traducción de M. Gaspar Remiro.—Centro de Estudios históri-
:os.—Granada, 1917.
Tomo I.—Texto árabe.
>a' gin
' a 61.
.—(Al-Nasir) atacó a los cristianos en doce campañas, hasta
me sometió sus pueblos y les impuso un tributo... Entre las condi-
:iones que les puso, fué una que doce mil artesanos (sana'i) trabaja-
•an para él en la ciudad que edificaba y a la que había llamado al-
!ahra.
154 Rosario Castejór

Página 62.
2.—Está a tres millas de Córdoba, apoyada sobre la falda de
monte.
3.—Condujo las aguas hasta ella.
4.—La dividió en tres parte, la tercera, que está junto al monte
para sus alcázares y mansiones ; otra tercera parte para las casas eh
los servidores, que eran doce mil, con cinturones de oro y espada:
ornamentadas, que cabalgaban o desmontaban según (el Califa) Ic
hacía; la otra tercera parte, bajo sus miradores (manazir) y palacios
para los jardines, a los que trajo diversas especies de frutales.
5.—Lo más extraordinario que edificó en ella fué un salón (may-
lis) que asomaba sobre los jardines, elevado sobre columnas (umud).
construído con mármoles recubiertos de láminas de oro incrustadol
con jacintos y piedras preciosas y trabajados en mosáico (muyazza'a',
Construyó delante del salón un gran estanque que llenó de azogue
y desde el que se reflejaba la luz hacia el salón.
6.—Se presentó a Abd al-Rahman el qadi de Córdoba, el faqik
al-Mundir b. Said al-Balluti y recitó (los versículos 32-4 de la Sura
LXIII, reprendiéndole).
7.—(Al-Nasir) le contestó : "Amonestaste e hiciste bien" y man-
dó que fuesen desprendidas las láminas.
8.—Se terminó la construcción de al-Zahra en doce arios, con
mil albañiles diariamente y cada albañil con doce peones.
9.—(Al-Nasir) la habitó veinticinco arios.
o.—Su muerte fué la vela del miércoles, a dos noches —y se
dice que a tres— pasadas del mes de ramadan, al-mu'azam, del año
35o (15 o 16 de octubre de 961) en al-Zahra. Fué trasladado a Cór-
doba y enterrado en ella con sus antepasados los Banu Umayya.
Página 63.
ri.—Mundir b. Said fué su juez (de al-Hakam) y de su padre ;
cuando murió fué nombrado qadi Ibn Basir, el faqih. Puso como con-
dición a al-Mustansir dictar las sentencias tanto contra él como con-
tra los demás.
I2.—Una mujer desamparada tenía un solar (ardiya) vecino a
uno de los palacios del Emir. Lo necesitó éste para edificar en él al-
go que deseaba construir. El intendente le ofreció por él (a la mujer)
un precio bajo en la compra. Ella rehusó y el intendente lo tomó por
la fuerza. Edificó en él un mirador (manzara) extraordinario en el que
se gastó una abundante suma. La mujer se presentó al qadi Ibn Basir
Madinat al-Zahra en los autores árabes 155

y le contó el caso. (Este dió cuenta a al-Hakam ingeniosamente de


la injusticia cometida y el Califa se entristeció al saberlo).
13.—Luego salió de aquel lugar y lo entregó a la mujer con todo
lo que había construído y plantado en él.

Página 66.
14—Cuando (Almaníor) salía de campaña a las tierras de los
cristianos, confiaba a Hisam a quiénes le impidiesen disponer, mos-
trarse en público y conceder permisos para ser visitado, hasta que
volvía (Almanzor) de su expedición. Al cabo de unos años lo hacia
montar a caballo y le ponía un burnus y vestía a sus esclavas con
burnuses (semejantes) a fin de que no se distinguiera entre ellas. Po-
nía en los caminos a unos encargados de alejar a la gente de ellos,
hasta que (el Califa) llegaba a al-Zahra o a otro de los lugares de re-
creo (mustanzihat). Luego le volvía a llevar de la misma manera.

Página 67.
5 .—La gente se reunió y se dirigió a al-Zahra, diciendo : Es
necesario que aparezca al-Mu'ayyad y que se haga cargo del man-
do personalmente.

AL - DIMISQ1

Nukahbat ad-Dahr fi adscha'ib al-barr wal-babr... Cosmogra-


phie de ... ed-Dimichqui.—Texte árabe. Publié ... par M. A. F. Meh-
ren.—Leipizig, 1923.
Página 39.
.—Una de las construcciones más maravillosas es el puente de
al-Zahra, que está en las cer.canías de Córdoba, en al-Aandalus. Lo
construyó Umar b. Abd al-Aziz, Allah esté satisfecho de él ! —
en el waliato del emir Abd al-Rahman al-Gafiqi. Su longitud es de
ochocientos codos (22) ; su anchura, veinte brazas, y su altura, se-
senta codos. El número de sus arcos es de veinte y ocho (23) y tie-
ne diecineye torres.

Página 242.
2.—Abd al-Rahman al-Nasir... construyó Madinat al-Zahra en
frente de Córdoba. Corría entre ambas un gran río, del que luego
haremos mención. Unía las dos riberas un puente que es una de las
maravillas del mundo. Fué construído en tiempo de Umar b. Abd al-
156 Rosario Castejon

Aziz, — Allah esté satisfecho de él!— en el waliato de Abd al-Rah-


man al-Gafiqi. Su longitud es de ochocientas brazas y su anchura de
veinte ; su altura es sesenta codos, el número de sus arcos, 18 y tiene
diecinueve torres.

NOTAS

(1) En la edición de El Cairo dice que hay cuatro mil trescientas colum-
nas.
(2) Edición de El Cairo, I, p. 246
(3) Naturalmente como la verdadera dirección de la mezquita es hacia
Sureste, al dar las medidas de Norte a Sur, o de Oriente a Occidente, hay que
suponer, que lo hacen para abreviar pues de lo contrario, habría un ligero error.
(4) L ► jit.4.31 19:1,•kod I G. L. S. al-mnyur. La O. al-mnhut al-mnyur.
(5) En la edición de El Cairo iblia. En L. P. p. 367, nota 154: Jerusalén.
Simonet. Crestomatia Ilia, la antigua Iria Flavia, hoy el Padrón, en Galicia.
(6) Aquí nombra trece figuras. En la edición de El Cairo da también las
trece.
(7) Edición de El Cairo:
(8) Edición de El Cairo: 7 cahices.
(9) Matmah: tktir.
(to Por los sucesos que relata debe ser el año 399. Pero en este año el 4
por pasar de yumada II no cae en martes.
(u) He copiado la traducción de este párrafo que publica don Emilio
García Gómez en su artículo: Algunas precisiones sobrel a ruina de la Cór-
doba Omeya. Al-Andalus, volumen XII, Fasc. 2. 1947.
(12) No coincide en jueves el tres por pasar de rabi I, ni el de rabi II,
ni tampoco el tres pasado de rabi II.
(13) Al-sajir al-mnbut al-mnyur al-madl.
(14) En Analectes viene corregido ajtlfua por ajtflua.
(15) En el original min jarfat. He traducido por mzhrfat.
(16) Traducción de don Emilio García Gómez en sus "Qasidas de An-
dalucía puestas en verso castellano", Madrid 194o, páginas 41-55, según el tex•
to de Ibn Jaqan. Qala id. Marsella-París 1277-186o pp. 82-85.
(17) Al-mnyur.
(18) Al-tablit fi al-isas.
(19) Es posible que haya que corregir por al-Zahra.
(ío) Es posible que haya que leer: "viernes, a trece pasados", en cuyo ca-
so sería viernes nueve marzo de 966, pues el pasado 3 de este mes no coincide
en viernes.
(21) El texto debe estar alterado.
(22) St. Pet. et. L. baa = braza.
(23) L. tmani axera. St. Pet tmnia axer=dieciocho.
Lápida bilíngüe hallada en Córdoba

Epitafio de un mozárabe fallecido en 1109

En 1957, el conocido anticuario cordobés don Juan Rodríguez


Mora me facilitó reproducción fotográfica de una lápida sepulcral bi-
lingüe, con textos latino y árabe, y supuestamente hallada en el sector
de la Ciudad Jardín de nuestra ciudad, al abrir las zanjas de cimen-
tación para un edificio de nueva planta. El señor Rodríguez Mora es-
taba muy interesado en conocer mi parecer sobre esta pieza por te-
nerla ofrecida en venta al Museo Arqueológico Nacional, que trami-
taba, a la sazón, la adquisición de la misma. Mas, en mi opinión resul-
taba bastante aventurado emitir juicio alguno sobre ella si no se co-
nocía, a ciencia cierta, dónde habia aparecido en realidad, y, como se
daba la circunstancia de que este importante dato se me presentaba
confuso, preferí reservar mis comentarios sobre el tal documento epi-
gráfico para el momento en que se acreditara de manera fehaciente su
procedencia. Todas las indagaciones que realicé a continuación para
comprobar el lugar y los pormenores del hallazgo resultaron infruc-
tuosas, por lo cual me desentendí de la cuestión en absoluto y me abs-
tuve de dar a la luz dicho epitafio por considerar que éste había per-
dido casi todo su valor, gracias a los clásicos manejos de los trafican-
tes en antigüedades. En 196o y adjudicándole "procedencia segura de
la ciudad de Córdoba", fué publicada esta lápida por L. V. P. —Luis
Vázquez de Parga—, en Memorias de los Museos Arqueológicos co-
rrespondientes a los arios 1955 a 57, como adquirida por el Museo Ar-
queológico Nacional en 3o de noviembre de 1957, y dando la lectura
del texto latino acompariada de un atinadísimo comentario sobre el
mismo y de una ligera versión castellana del texto árabe debida a don
Jorge de Navascués y de Palacio O). Y hoy se me invita en esta Re-
vista a dar los dos textos completos del epitafio, lo que hago con su-

(1) Págs. 70-71 y Iám. VIII.


158 M. ()caña Jiménez

mo placer, ya que ello me dá ocasión de exponer aquí la opinión que


tengo formada sobre el mismo.
Se trata de una lápida rectangular que mide 3z cm. de ancho por
57 cm. de altura y fué labrada en piedra caliza blanca. Está encabeza-
da por el texto latino, que dice así :

i* IN HOC TUMULO REQUIES * 2 * CIT CORPUS


IOANNI CHISTICO *3* LI SIT ILLI BEATA RE-
QUIE. *4* OBIIT DIE DOMINICO XIIM *5* KA-
LENDAS MARTIAS *6* IN ERA MILESIMA *7*
CENTSIMA CUADRA *8* GINTA SEPTIMA.
Epitafio de un niozárabe 159

A continuación, figura el texto árabe escrito en cúfico simple, cu-


ya transcripción es como sigue :

2
Ali>5 coT ..„,-...f1J1 (sic)

/45? r''`A- 4- /192 et.-4°


(1706 b--;,-0-2„)13 (.9-0 c)..)..4.74)

(:)'11*

En este sepulcro descansa el cuerpo de un siervo fiel e ínte-


gro. Murió la mañana del domingo en once días quedantes para el MeV
de marzo del año mil ciento cuarenta y siete de la era de al-Safar.

La fecha del óbito, como L. V. P. hace notar acertadamente, está


mal redactada en ambos textos, pues la que, sin duda, quiso expresar
el lapidario, fué la del día 21 de marzo y no la del 18 de febrero, que
labró en realidad. Este error es fácil de demostrar, ya que en el ario
de referencia, 114.7 de la Era Hispánica o 11o9 de la Cristiana, el 18
de febrero cayó en jueves, en tanto que el 21 de marzo fué domingo,
es decir, la feria que reza en los contextos.
He aquí, por tanto, una inscripción cuya data coincide virtual-
mente con la de inauguración de la política de intolerancia religiosa
que los alfaquíes malikíes pusieron en práctica bajo la égida del califa
almorávide Alí ben Yúsuf (11o6-114.3), política dirigida tanto contra
los cristianos afincados en al-Andalus cuanto contra los teólogos mu-
sulmanes de otras escuelas, y que fué la causante, v. gr., de la quema
pública en Córdoba de las obras de Algazel (III I) y de la deportación
de muchos mozárabes al Magrib (1125), entre otros sucesos importan-
tes. Y, si esta lápida ha aparecido efectivamente en nuestra ciudad co-
mo se asevera, tenemos en ella, además, una pieza única, pues resulta
ser la primera bilingüe que poseemos de todo el período de dominio
musulmán en Córdoba.
M. OCAÑA JIMENEZ
Restauración en el Molino
de la Albolafia, de Córdoba
El Alcalde de la ciudad de Córdoba,
don Antonio Cruz Conde, ha tenido el deci-
dido empeño de restaurar el popular Molino
de la Albolafia, cuya gran rueda hidráulica
fué emblema de Córdoba en el siglo XIV.
De la memoria técnica de restauración, re-
dactada por el Arquitecto de la Zona Artís-
tica, don Féliz Hernández, son los datos que
reproducimos a continuación.

Este molino, situado en la primera azuda existente en el Guadal-


quivir aguas abajo del Puente viejo y en contigüidad de la margen
derecha del rio, se proyecta reponerle su rueda elevadora y retornar-
lo en lo posible al funcionamiento de la misma.
Esta obra, planeada por loable iniciativa de la Alcaldía cordo-
besa, tiene como primordial finalidad, la de restituirle uno de sus
más atractivos ornamentos, accesorios a un paraje de la población
que siempre ha contado como el más calificado de ella tanto histó-
rica como monumentalmente.
Se tiene hoy por seguro que las ruedas del citado género entre
nosotros denominadas norias, constituyeron novedad importada de
Oriente a España en época musulmana. Y consta que ya en las pos-
trimerías del siglo IX existió en la margen derecha del Guadalquivir,
en las inmediaciones de Córdoba, una Muniat al-Naura, que induda-
blemente cobró nombre de uno de tales artefactos. Por su parte, tan-
to las fuentes geográficas árabes relativas al Andalus, como nuestra
documentación cristiana, contienen abundantes referencias a otras rue-
das, mayores o menores, de la propia clase indicada, que en los siglos
El Molino de la Albolafia 162

XI, XII y XIII existieron en Toledo y su alfoz, en Talavera, en Al-


meria, en el campo de Murcia y en Valencia.
Y se sabe además que las tan conocidas de Fez fueron construí-
das por personal andaluz, lo que permite tomarlas en consideración
para enjuiciar acerca de cómo hubieron de ser en su disposición ge-
neral las norias de nuestro país.
De muchos otros ingenios de la clase citada, hoy casi en su to-
talidad desaparecidos, se tiene concreta noticia por documentacióin
de siglos posteriores a los indicados últimamente o el testimonio grá-
fico o literario de quienes, todavía, los vieron funcionando. Entre és-
tos otros ejemplares cuentan: los de Flix y Rueda de Escatrón, en
el Ebro ; de Camarasa, en el Sagre ; de Benamejí y Palma del Río,
en el Genil ; de Castro del Río, en el Guadajoz ; y al parecer bas-
tantes más repartidos en el Guadiana y en los afluentes y subafluen-
tes de este río. Y en el día, es denominado aún de Majaneque un cor-
tijo de las inmediaciones de Córdoba, ribereño del Guadalquivir, del
que su apelativo deformativo de la voz árabe mayaniq, designativa de
esta clase de ingenios, rememora la existencia de una de tales ruedas
en esa finca.
No consta de manera fidedigna cuándo comenzó a funcionar
una de esas ruedas en la referida azuda cordobesa siendo segura úni-
camente su existencia al reconquistarse la ciudad ya que está repre-
sentada en el sello del Concejo local. Bien es verdad que los dos ejem-
plares de que se dispone de tal sello, correspondientes a arios distin-
tos, convalidan documentos del siglo XIV, pero aún de no depender
ninguno de dichos ejemplares de la matriz originaria, es indudable
que ambos la perpetuan al ser el sello ejecutoria de concesión real,
otorgada conjuntamente con el Fuero por Fernando el Santo en el
caso de Córdoba y no alterable por decisión unilateral del Concejo.
Un documento de la niitad central del siglo XIV habla de unas
aceñas en el Guadalquivir de yuso de la puente de Cordoua en el
Apuda que llaman del Anoria, pasaje del que parece desprenderse que
todavía en ese tiempo no le era aplicada a la rueda allí establecida,
la designación de "la Albolafia". Pero esa misma rueda mencionada
en el documento u otra que la sustituyera funcionó hasta 485 en
que, por molestar su ruido a Isabel la Católica, residente a la sazón
en el Alcázar, fué desmontada.
Es seguro que la rueda existente en las inmediaciones del Puen-
te, al otorgarse sello a Córdoba, era musulmana, pero también lo es
que la llegada a las postrimerías del siglo XV fué de construcción
eaopenap apana el ap auteaau 'euelocuy e' ap ougow

IMIIIWKWI/1211"
111111111■71~7~A"
164 El Molino de la Albolafia

cristiana, o si se quiere mudéjar. Porque lo subsistente, así del sopor-


te de esa elevadora como del acueducto en que la misma vertía es
suficientemente explícito acerca de aquel particular, tanto que inclu-
so permite la identificación de dos obras. De ellas, la más antigua, a
la que corresponde lo mejor conservado de tal soporte, es obra to-
talmente homogénea del siglo XIV, mientras que la del acueducto
anejo será de fecha algo más avanzada del propio siglo XIV o de las
décadas iniciales del siguiente. Y ésto mueve a creer que la Albola-
fia, de cuya parte fija sólo perdura resto, fué obra de nueva organi-
zación llevada a cabo con verosimilitud al edificar Alfonso XI el nue-
vo alcázar real y que quizá no supuso de momento la desaparición de
la rueda efigiada en el sello del Concejo, con la que es posible que
coexistiese durante más o menos tiempo.

e * *
Fueron las ruedas elevadoras de dimensiones muy diversas, ajus-
tadas en cada caso, conforme es natural, al mayor o menor desnivel
a salvar por el agua, ya que definido éste, el caudal elevable depen-
día, exclusivamente de la velocidad de la corriente con que en el pun-
to de la actuación de la rueda se contara, velocidad resultante siem-
pre de un determinado salto de agua.
En España las hubo tan excepcionales de tamaño, como la de
Toledo, citada por el Edrisi, que debió tener, por lo que este autor
especifica, no menos de 42 metros de diámetro. También debió ser
de crecida magnitud la que abasteció a la Alcazaba de Almería.
En el sector de Córdoba las ha habido de medidas muy diver-
sas. Así, mientras las ruedas de Castro del Río y algunas de Palma
han medido de 6 a 8 metros de diámetro, las hubo también en este
último lugar de hasta t4 varas de diámetro, doce metros de modo
aproximado, que es precisamente lo que medían algunas de Hama,
sobre el Orontes, y solo un metro más de lo que midiera la de Cama-
rasa, provincia de Lérida, desmontada ya en el segundo cuarto dcl
presente siglo.
Sobre la de Córdoba proporcionan interesantes datos, en primer
término, las huellas dejadas por ella misma en su soporte al evolucio-
nar, las cuales dan a conocer el exacto emplazamiento de la misma ;
y en segundo lugar el nivel del agua en los portillos cabeceros de la
cárcava, la disposición y rasante del cauce del callejón de giro de la
rueda y el cimero del canalillo por el cual el agua llegada que era
a lo alto, se dirigía hacia su punto de destino.
El Molino de la Albolafia 165
De todos estos antecedentes resulta que el diámetro de tal ele-
vadora fué de 15 metros, lo que supone que sin alcanzar, ni con mu-
cho, las dimensiones de la toledana, esta noria de Córdoba era clasi-
ficable entre las de gran tamaño. Y esto ya era inferible de las pro-
porciones que en relación con edificaciones de tanto volumen como
el Puente, la Mezquita y el alminar de ésta, asignen los sellos del Con-
cejo a la rueda figurada en ellos, que en definitiva tenia que recoger
y depositar el agua en niveles idénticos o muy análogos a los que con-
dicionaban la elevadora desmontada en las postrimerías del siglo XV.
Las ruedas que hemos podido estudiar directamente, o de que he-
mos podido agenciarnos representación gráfica, de Ecija, Palma, Cas-
tro del Río, Camarasa, la Alcantarilla y Fez, ponen de manifiesto que,
con corresponder todas a un ramo de obra que más tiene de aladre-
ria que de carpintería, no dejó de prestarse, incluso en las menos cui-
dadas estéticamente, algo de atención al aspecto decorativo. Y, en el
caso de Córdoba las dimensiones de la rueda influirían tanto segura-
mente, corno el emplazamiento de ella, para que se cuidara de dicho
aspecto. Porque el que se le concediera a esta especial importancía
en la Albolafia lo demuestra la elegante traza de los arquillos habili-
tados en el muro de soporte de la rueda entre dos de los cuales es-
tuvo centrada. Por lo demás semejante preocupación estética es muy
explicable, dado que la rueda de Córdoba fué organismo que por sus
dimensiones hubo de contar bastante en paisaje considerado siempre
como sumamente bello.
***
En esencia contaban en estos ingenios elevadores dos elementos,
uno estético, de soporte, y otro móvil formado por la rueda en sí. El
primero ha sido en ocasiones, y así ocurría en varias de las norias
de Palma y de Castro del Río, de madera, con organización ligera y
rudimentaria no mal concebida. Pero, habitualmente, y desde luego
en las ruedas de grandes dimensiones, el soporte ha sido de albañile-
ría o de cantería.
En Toledo, como en la Albolafia, como en la ñora de la Alcan-
tarilla y en algunas ruedas de Fez, estuvo constituido ese soporte, en
su estribo interior, esto es en el de la margen a abastecer de agua,
por un muro bastante elevado, calado por dos o tres arquillos, en el
caso de Córdoba, y por una gran arcada en la Alcantarilla.
En cuanto al estribo exterior, en general fué de mucha menor
corporeidad que el interior, si bien en Toledo parece haber alcanza-
do iguales dimensiones que éste último, y dadas las dimensiones de
la rueda es natural que así sucediera.
166 El Molino de la Albolafia

En Córdoba, el soporte de la rueda representada en los sellos del


Concejo, si hemos de atenernos a lo que de aquél se trasluce en es-
tos, lo compusieron dos potentes pilares más un pequeño arco estri-
bado en ellos y con trasdós horizontal en el que asentaría una zapata
de madera con una degolladura central destinada a cojinete de giro
del eje de la rueda. Esto concuerda con el hecho de que en la rueda
de mayor monumentalidad de Fez, de la cual contamos con represen-
tación gráfica, como igualmente en la Alcantarilla, ese estribo exte-
rior, sobre ser de dimensiones bastante reducidas, rebasa en muy po-
co el nivel del eje de la noria para asiento del cual ofrece una oquedad.
De la parte baja del estribo exterior de la Albolafia perdura res-
to, no pequeño, enmascarado por la edificación llevado a cabo en el
molino en diversos momentos, para aprovechamiento del local como
batán o como factoría de molturación de granos una vez desmontada
la rueda. Hoy no es muy identificable en su detalle dicho resto de
soporte, pero es de imaginar que cuando se desmonten los escombros
y recrecido de obra de que está recubierto lo que resta de tal orga-
nismo podrá obtenerse interesante información acerca de su verdade-
ra contextura.
Estas ruedas han sido siempre organismos sumamente ligeros, a
pesar de sus dimensiones, construídas todas de madera, si bien algu-
nos ejemplares de fecha ya reciente, de Fez y de Palma, se constru-
yeron parcial o totalmente de hierro, como lo fué en absoluto la co-
locada no hace mucho en sustitución de la antigua obra en la Alcan-
tarilla.
En su canto llevan estas ruedas, espaciadas de modo uniforme y
dispuestas radialmente, un cierto número de paletas trasversales y pla-
nas, denominadas alabes, las cuales ponen en movimiento estos inge-
nios impelidas por el agua.
Por lo que respecta al modo de verificarse la elevación del agua
desde el punto de recogida hasta su vertida en el acueducto, han exis-
tido entre nosotros, que sepamos, dos variantes de ruedas. En una, los
aros de reborde de uno y otro costado están constituídas por sendas
llantas huecas, fraccionadas interiormente en tantos compartimentos
como paletas motrices posee el artefacto elevador, compartimentos
que llevan todos en su extremo delantero considerado el sentido de
avance de las paletas al girar, una escotadura lateral exterior, por la
que se produce en lo bajo la recojida del agua y en lo alto el vertido
de la misma, disposición sustituida en Camarasa por un cierto número
de cangilones rectangulares adosados exteriormente a cada aro de la
rueda.
El Molino de la Albolafia 167

En la otra variedad de ruedas la elevación del agua la verifican


sendos rosarios de arcaduces de barro organizados a uno y otro cos-
tado de cuanto en la rueda constituye organización radial intermedia,
rosarios en los que contaba un arcaduz entre cada dos álabes conse-
cutivos. Estos arcaduces van atados en cada rosario a un par de ca-

Sección N. S. del sector central


bles de varetas de taraje entretejido que atraviesan las paletas por ta-
ladros perforados en éstos, cables que poseen a la vez que gran con-
sistencia una flexibilidad que impide su rotura, o la de los arcaduces,
de producirse en éstos, por cualquier circunstancia, la entrada o sa-
lida del agua con brusquedad.
Como es natural el tamaño de los arcaduces ha sido proporciona-
do al de las ruedas. Así, mientras en las de Castro, cuyo diámetro
conforme hemos dicho era de seis a ocho metros, dichas piezas me-
dían 34 cmts. de alto por 19 cmts. de diámetro en lo más ancho y 18
litros de capacidad. En las grandes ruedas de Palma esas dimensiones
y capacidad fueron de 47 y 27 ctms. y 23 litros respectivamente ; si
bien en esta última localidad hubo ruedas con arcaduces de 57 cen-
tímetros de altura por 3o de diámetro, que probablemente fué lo que
midieron los de la Albolafia.
De la disposición de la rueda de Córdoba, desmontada por de-
seo de Isabel la Católica, no contamos con dato alguno, pero algo es
inferible por los borrosos trazos de la rueda figurada en los sellos
del Concejo, ejemplar del que es indudable que la rueda primeramen-
168 El Molino de la Albolafia

te mencionada constituiría réplica más o menos fiel ; y algo dicen


también con sus mútuas analogías las ruedas de Palma y Castro, más
rudimentarias las de este último lugar que las de aquél.
En relación con este postrer antecedente es de tener en cuenta
que hallándose Palma y Castro, a la vez que muy próximas a Cór-
doba, en sectores sin directa conexión entre sí, razonablemente las ci-
tadas analogías han de atribuirse a la supeditación —que podrá ser
todo lo remota que se quiera— de los grupos de ruedas de aquellas
dos localidades, o un mismo modelo representado, sea por Albolafia,
sea por cualquier otro ejemplar de la propia Córdoba, o de sus inme-
diaciones, del que la Albolafia constituyera trasunto. Así no es extra-
ño que a juzgar por lo perceptible en los sellos del Concejo de Cór-
doba, las ruedas de Palma y Castro se ofrezcan en su organización
como simplificadas réplicas de la rueda representada en los mismos.
En Palma, en donde hace pocos lustros funcionaban todavía trein-
ta y dos ingenios de la expresada clase, hoy no subsiste ninguno. Pe-
ro a falta de información suministrada por las propias ruedas, respec-
to a la disposición de éstas, hemos tenido la fortuna de que nos fa-
cilitaran una minuciosa descripción de cómo fueron tales artefactos,
en cada uno de sus elementos, los dos últimos maestros, uno de ellos
de 9z años, que allí han actuado en la construcción y reparación de
tal clase de ingenios ; cuya descripción nos ha resultado tanto más
provechosa, cuanto que afecta no a un caso particular sino a un con-
junto de ellos, y no solo a la parte visible sino a detalles de organiza-
ción que pueden quedar total o parcialmente ocultos y que únicamen-
te al tener oportunidad de reconocer las ruedas desmontadas permite
formar idea exacta. De dicha información constituyen útil comple-
mento las fotografías que nos han sido facilitadas de varios de dichos
ingenios cuando no habían sido todavia desmontados.
También en Castro han sido bastantes las ruedas en funciona-
miento hasta fecha reciente. De ellas hemos podido estudiar cuatro
aún en uso y de alguna más hemos obtenido noticia, unas y otras
llamadas probablemente a desaparecer en plazo breve. Y tanto por lo
visto en las ruedas de estas dos localidades, como por lo apreciable
en las fotografías que conocemos de las elevadoras de Fez, la Alcanta-
rilla y Camarasa, es afirmable que preside en estas ruedas una senci-
llez que las hace poco menos que ingrávidas, tanto que en las mayores
de Palma, el volumen de madera no excedía, sin computar el eje, de
o mts. 3.
El conjunto de antecedentes de que dejamos hecha indicación nos
El Molino de la Albolafia 169

ha permitido llegar a una reconstitución ideal, que estimamos bastan-


te verosímil, del referido ingenio de Córdoba. En ella nos hemos ate-
nido, para todo lo de carácter visible, a los dispositivos y soluciones
reputables como clásicos en esta clase de artefactos, como igualmen-

-7'

Frente S. luego de verificada la obra


te lo hemos hecho en lo relativo a la clase de material a emplear en
cada uno de los elementos de que creemos se halló formada esta rue-
da. En cambio para las partes que quedan ocultas hemos admitido
cuantas innovaciones podían coadyuvar a un mejor funcionamiento
o a una mayor duración, bien de la propia rueda, bien de sus acceso-
rios de soporte, organismos a los que lógicamente debe otorgarse pie-
ferente atención. Así, hemos proyectado el refuerzo del eje de made-
ra de la rueda con un alma de hierro embutida en dicha pieza; co-
mo igualmente la colocación de sendos cojinetes de bolas en las zapa-
tas de asiento de ese eje, que al aminorar considerablemente la fricción
del mismo, amortigüe en bastante el ruido que por su estridencia les
ha proporcionado en el sector de Palma el expresivo nombre de "chi-
rriones".
A1 planear la reorganización de este conjunto nos ha parecido
de interés no solo que la Albolafia recupere sus genuinos aspecto y
funcionamiento, sino que resulte visitable, dado lo hermoso del paisa-
je que desde ella se divisa.
En consecuencia. hemos previsto la conservación de todo lo edi-
ficado del molino en que estuvo emplazada la rueda que con ser de
momento posterior al refirado de ésta, lejos de trastocar la que hubo
de ser peculiar fisono ia de la originaria instalación, resulta franca-
mente aprovechable ieri para organizar- un local de exposición de
170 El Molino de la Albolafia

gráficos y enseres referentes a la vida del río en relación con Córdo-


ba o como local en que puedan tenerse instalados, como evocativo
recuerdo uno o más juegos de muelas, similares a las que hasta fecha

Frente E. luego de verificada la obra


reciente han funcionado en las aceñas de la propia azuda en que es-
tuvo instalada la Albolafia.
***
La memoria técnica detalla la retirada de limos y escombros que
casi ciegan el abandonado molino, el afianzado y resanado de la edi-
ficación, recalzo de cimentación, reposición del muro y elementos de '
soporte desaparecidos, colocación de una losa de hormigón armado
en la planta baja, enlucidos interiores, colocación de hojas de puerta
y rejas en su caso, reposición del andito de entrada y escalerilla de
acceso e instalación definitiva de la rueda elevadora.
Se recomienda el más escrupuloso respeto en todo ello así como
en detalles que pudieren aparecer en el curso de la obra, así como
la mayor estabilidad en su realización y materiales a emplear, a cuyo
objeto se acompaña un detallado pliego de condiciones relativas a con-
diciones facultativas, calidad de materiales, etc. Se detallan especial-
mente calidad de maderas a emplear. El presupuesto global se eleva
a unas 400.000 pesetas.
* * *
Los datos hasta aquí reseñados pertenecen a la Memoria técnica
redactada por el arquitecto de la Zona Artística, don Félix Hernán-
El Molino de la Albolafia 171

dez Giménez, suyo es también el proyecto de restauración del moli-


no y rueda o noria, que en la misma se detallan y los dibujos del pro-
yecto, de algunos de los cuales insertamos el grabado correspondiente.
Queremos destacar por nuestra parte dos datos fundamentales, el

Planta actual
primero de ellos de gran valor arqueológico, se refiere a la definición
terminante de que la obra más antigua de este molino de la Albolafia
de Córdoba, "es obra totalmente homogénea del siglo XIV", mien-
tras que el acueducto superior y otras obras complementarias son de
fecha algo más avanzada, del propio siglo XIV o de las primeras dé-
cadas del siguiente.
Esta conclusión de arqueólogo tan competente como Hernández
Giniénez, gran especialista en arquitectura califal, termina de abatir
las suposiciones de mayor antigüedad del molino de la Albolafia, so-
bre las cuales se han montado tantas teorías.
Sin embargo, se conserva una hermosa fotografía, muy demos-
trativa, que insertamos, en la que aparece la totalidad del edificio, an-
tes de que fuera demolido el cuerpo interior del mismo para la cons-
trucción del nuevo malecón que hoy existe.
Esta fotografía, de principios de siglo, aparece reproducida en
muchas obras modernas que pretenden ver en ella los restos de un
viejo palacio árabe.
172 El Molino de la Albolafia

Lo más interesante de ello es el magnífico arco roto que aparece


sobre el camino, entonces de baja rasante, que formaba el arrecife al
pie de la muralla de la ciudad.
Ese resto de arcada, de dovelas casi colosales y sillares de gran-
des dimensiones, es fechable en el siglo IX, en tiempos de Abderrah-
man II o de su hijo Mohamed I. Acaso quedaba cerrado con una

Planta después de la obra


cancela o portón que le dió el nombre de Puerta de Hierro, una de
tantas que llevaron esa designación en Córdoba a través de los siglos.
Cuales otras partes de la construcción pudieran ser contempo-
ráneas de esa gran puerta no podemos precisarlas sobre esta foto, pe-
ro parecen de fecha más adelantada, aunque se advierte en ellas apa-
rejo califal, parecido siempre muy sospechoso porque es sabido que
el mudéjar cordobés se caracteriza por su construcción en sillares de
piedra aparejados en sistema califal, ya que se utilizaban los sillares
arrancados de los viejos monumentos del esplendor islámico y se co-
locaban en análoga disposición.
Esto mantiene no ya la sospecha de una construcción de viejos
tiempos musulmanes en este lugar, sino la seguridad de su existencia,
aunque por hoy no se puedan precisar ni sus dimensiones ni su na-
turaleza.
El otro dato que debemos destacar es el de la etimología de "Al-
bolafia", sobre cuya voz también se ha fantaseado tanto que, sin fun-
E 1 Molino de la Albolafia 173
damento alguno, ha sido corriente entre todos los eruditos locales de
los siglos renacentistas definir tal vocablo como equivalente en árabe
a "la rueda hidráulica que Vitrubio llama témpano" y acepciones aná-
logas.
Sentemos ya un no rotundo a tan equivocada etimología. Albola-
fía es metátesis de un nombre propio o de persona que en lengua
árabe es Abul-Afia, cuya traducción es algo así como "el padre de la
felicidad".
En el terreno de las hipótesis podríamos suponer que así se lla-
mó bien el maestro de obras constructoras del molino que soporta-
ba la rueda de noria, o algún molinero famoso que allí trabajó o
fué propietario del mismo.
Como nombre propio y aún como apellido, el Albolafia fué muy
corriente en Córdoba en la baja Edad Media. La casa del judío Al-
bolafia, que actualmente está declarada en ruína en la Plaza de los
Judíos o de Maimónides, según informa nuestro erudito medievalis-
ta local e ilustre académico don Miguel Muñoz Vázquez. Martínez de
Albolafia es apellido cordobés corriente en aquellos siglos, y un re-
gidor de la ciudad de tal nombre aparece en la lápida que existe
bajo el arco de la Torre de la Malmuerta.
Por vulgares y corrientes hemos creído oportuno destacar estas
acotaciones, ya que la Albolafía, o mejor dicho el Molino de la Albo-
lafía constituye un elemento del pueblo cordobés sobre el cual toda
corrección es interesante y necesaria.
Breve biografía de Abderrahmán III
Abd al-Rahman III, Al-Nasir Li-Din Allah (891-96i ; 912-96x)
(Córdoba-ibid). Octavo soberano omeya de al-Andalus y el primero
de ellos que tomó el título de califa. Nació el día 7 de enero del 891,
y fueron sus padres el príncipe Muhammad, el desgraciado hijo pri-
mogénito del monarca Abd Allah una cautiva franc o mejor vas-
cona, apodada Muzna ; a su vez, Muhammad había nacido de la
princesa lñiga, hija de Fortún el F9.--rto y nieta, por tanto, del reye-
zuelo vascón Iñigo Arista, lo que quiere decir que por las venas de
Abd al-Rahmán corrió, cuando menos, tanta sangre española como
asiática. El trágico fin de Muhammad, asesinado por su hermano al-
Mutarrif en 28 de enero del 891, hizo que la predilección de Abd
Allah fuera, desde entonces, el hijo de su malogrado heredero y el
pequeño Abd al-Rahmán creció y se educó al pie del solio real por
voluntad expresa de su abuelo, que no tardó en designarle su sucesor
y hacerse acompañar de él en las fiestas cortesanas donde, veces, le
obligaba a ocupar el trono, en lugar suyo, para recibir las felicitacio-
nes de los altos cargos del Estado. Tales personajes tenían puestas sus
esperanzas en el joven príncipe, seguros de que a él iría a parar la
autoridad, y, así, cuando murió Abd Allah, nadie se atrevió a dispu-
tar el poder a Abd al-Rahmán y éste proclamado soberano de al-An-
dalus, a los veintiún años de edad, el mismo día —15 de octubre del
912— en que se celebraron las exequias de su abuelo. Una vez en el
trono, el joven monarca se propuso restaurar la autoridad y el pres-
tigio de la dinastía omeya en todo al-Andalus y encauzó inmediata-
mente sus actividades hacia este fin. Dos victorias iniciales —la derro-
ta del cabecilla beréber al-Fath ben Musa ben Zennún, por tierras de
Calatrava, a finales del 912, y la toma de Ecija, a principios del 913—
que se apuntaron los ejércitos reales sobre sus enemigos, fueron sen-
dos acicates que lanzaron a Abd al-Rahmán hacia la consecución de
sus propósitos y, en la primavera del 913, mandó en persona la pri-
mera de las campañas encaminadas a terminar con las dos grandes en-
176 Biografía de Abderrahmán III

demias que corrían la España musulmana del momento : la rebelión


andaluza y los principados independientes. Esta campaña, llamada de
Monteleón, supuso para el omeya la rendición de los principales ca-
becillas muladíes de los distritos de Jaén y Elvira —Sa'id ben Hud-
hayl, Ibn al-Shaliya, Ibn 'Attaf, los Banu Habil, etc.— y la ocupación
en estas zonas de unas setenta plazas fuertes de primera categoría y
hasta trescientas fortalezas más, entre castillos, torres y alcazabas, de
importancia secundaria. En diciembre del mismo año, y por efecto de
desavenencias surgidas entre los últimos miembros de los Banu Hach-
ffiach, fué ocupada Sevilla por el hachib Badr en nombre de Abd al-
Rahmán III. Este, al siguiente año, realizó una fructífera campaña por
tierras de Reyyo y Algeciras e inició sus ataques a las posesiones de
Umar ben Hafsún, al cual derrotó ante los muros del castillo de Ojén.
Desde entonces, y aparte de otras campañas que se realizaron en 916 y
dieron por fruto las sumisiones de Valencia y Tudmir en el Este y las
de Mérida, Niebla y Santarén en el Oeste, las aceifas o campañas es-
tivales se sucedieron por las expresadas tierras del mediodía penínsu-
lar, primero contra el campeón de la independencia española, y luego,
desde que Umar murió en septiembre del 917, contra sus hijos, hasta
que el último de ellos, Hafs ben Umar, se vió forzado a rendir Bo-
bastro, la cuna misma de la rebelión andaluza, en enero del 928. En-
tretanto, habían sido sometidos ya los demás sediciosos de la región,
todos los señores que se daban aires en ella de príncipes independien-
tes e incluso el estado federativo de los marinos de Pechina, por lo
que la ocupación de Bobastro no sólo señalaba el término anhelado de
la rebelión andaluza, sino también el restablecimiento de la soberanía
omeya en toda Andalucía.
Por tales motivos, el júbilo que se apoderó de Abd al-Rahmán
cuando le notificaron la capitulación de Bobastro fué inmenso ; pero
después este júbilo se trocó en salvaje espíritu de venganza que im-
pelió al soberano a visitar la fortaleza contra la que se habían estrella-
do los mejores ímpetus de sus mayores, hollar todas las dependencias
de la misma y proceder, por último, a la exhumación infamante del
cadáver. de Ibn Hafsún para que fuese trasladado a Córdoba y expues-
to al desprecio y a las maldiciones de los musulmanes. Una vez de
_vuelta a- la capital, Abd al-Rahmán quiso subrayar ante sus súbditos
la definitiva consolidación de su autoridad soberana, que ya ningún
,agitador podría disputarle, dentro de las fronteras del reino, sin ex-
ponerse a su implacable rigor y, a tal efecto, al comenzar el año 929,
tomó la decisión. más significativa de su carrera política : ordenar que
lografia de Abderrahrnán 111 -177

se le llamase en las cartas a él dirigidas y se le invocase en los almirn-


bares con los títulos supremos de "califa" (jalifa) y "príncipe de los
creyentes" (amir almu'minín), y que se le asignase desde entonces el
laqab o sobrenombre honorífico de al-Nasir li-dín Allah, "el que com-
bate victoriosamente por la religión de Allah". En consecuencia, y con-
forme a estas órdenes, los predicadores de todas las aljamas de al-An-
dalus comenzaron a hacer la invocación en favor del califa Abd al-
Rahmán al-Nasir li-dín-Allah príncipe de los creyentes, siendo el pri-
mer sermón público o jutba en que se hicieron votos por la vida y salud
de Abd al-Rahmán, dando a éste los expresados títulos supremos, el
que se pronunció desde el púlpito de la Gran Aljama de la capital el
viernes 16 de enero del año de referencia. Sin embargo, al flamante ca-
lifa quedaban todavía muchos días de lucha contra sus enemigos del
interior para que, no ya la soberanía espiritual que acababa de adjudi-
carse, sino su mera soberanía terrena fuera una realidad tangible en
todo al-Andalus, aún cercenando del mismo toda la Marca Superior
en la que Abd al-Rahmán había tenido que contentarse, desde el día
de su entronización, con ejercer una especie de protectorado sobre el
gobernador semi-independiente de Zaragoza, Muhammad el Tuerto,
para que el tuchibí siguiera contrarrestando los ataques, cada vez más
inofensivos ya, de los Banu Qasi de Tudela, de los Banu-l-Tawwil de
Huesca y de los Banu Zennún de Santaver. Por de pronto, al-Nasir
hubo de proceder personalmente, en el mismo ario 929, a la sumisión
de los principados de Beja y Ocsonoba, en tanto que otras fuerzas
omeyas conquistaban Játiva y Sagunto ; luego, en 93o, obligó al últi-
mo príncipe de los Banu Marwán de Badajoz a rendir esta plaza tras
algunos meses de asedio, y, finalmente, dos arios después —los mismos
que la tuvo cercada—, hizo doblegarse a su voluntad a la ciudad de
Toledo. A partir de este momento, si puede decirse que todos los te-
rritorios de la España musulmana de aquella época, con la única ex-
cepción ya señalada de los correspondientes a la Marca Superior, que-
daron reintegrados a Córdoba y pagaron sus tributos con toda norma-
lidad al estado omeya, el cual se convirtió pronto en el más rico, pro-
bablemente, de toda Europa.
Mucha fué la actividad desplegada durante todo el reinado de
Abd al-Rahmán por los reyes cristianos de la Península contra al-An-
dalus, y mucha, igualmente, la que el soberano cordobés desplegó con-
tra la España cristiana de su época. Así, el 19 de agosto del año 913,
Ordorio II, atacó Evora, que fué tomada y entregada a la matanza, en
la que perecieron el gobernador musulmán y unos setecientos hombres
178 Biografía de Abderrahmén III

de la guarnición ; dos días después, Ordoño abandonó la plaza y se


volvió a sus tierras, llevándose cautivos cerca de cuatro mil mujeres y
niños. Un año o dos más tarde, el monarca leonés atacó el castillo de
Alanje, en la región de Mérida, e hizo correr a la guarnición y a la
población musulmanas de la fortaleza la misma suerte que a las de
Evora. Con estas audaces incursiones, Ordoño sembró el pánico en-
tre las poblaciones del Algarve, y hubo señor musulmán, concretamen-
te el príncipe Abd Allah, de los Banu Marwán de Badajoz, que para
atraerse la clemencia del rey cristiano, le envió un tributo importan-
tísimo. La reacción del soberano omeya no se hizo esperar y, en el ve-
rano del 916, encomendó a su general Ibn Abi Abda el mando de una
aceifa por tierras de León, la cual resultó particularmente provechosa
para las tropas cordobesas y fué la primera que las mismas realizaron
contra los territorios cristianos de la Península bajo la égida de Abd
al-Rahmán III. Al siguiente verano, el mismo general Ibn Abi Abda
trató de apoderarse de la posición leonesa de San Esteban de Gormaz,
en el valle del Duero ; más tanto él como la inmensa mayoría de sus
soldados, perdieron la vida en el curso de una memorable batalla que
hubieron de librar contra las huestes de Ordoño, ante las puertas mis-
mas de dicha plaza, el día 4 de septiembre del 917.
Luego el rey leonés ajustó una alianza con Sancho Garcés I de
Navarra y, en la primavera del 918, se dirigió a tomar Talavera, so-
bre el Tajo, mientras el soberano de Pamplona atacaba el feudo de los
Banu Qasi, sus vecinos y asolaba los alrededores de Nájera, Tude!a y
Valtierra. Unos meses más tarde, en agosto del 918, el hachib Badr ben
Ahmad infligió a Ordoño una derrota de consideración cerca de una
localidad llamada Mitonia o Mudania, cuya situación se desconoce. En
el verano del 919, el general Ishaq ben Muhammad al-Qurashí desba-
rató los contingentes del rey leonés cuando éste trataba de adentrarse
nuevamente por los territorios musulmanes. Al siguiente año (92o),
Abd al-Rahmán se decidió a salir personalmente contra Ordoño y San-
cho y llevó a feliz término la célebre "campaña de Muez" que duró
tres meses y cuyas fases principales fueron: el saqueo e incendio de
Osma (8 de julio); la toma y desmantelamiento de San Esteban de
Gormaz, al día siguiente ; la ocupación de las fortalezas de Carcar y
Calahorra días más tarde ; el sangriento descalabro de navarros y leo-
neses en el valle de Junquera o célebre derrota de Valdejunqucra el
día z6 y, por último, la conquista al asalto del castillo de Muez, del
que tomó nombre la campaña, el día 29. En 921, Ordoño II hizo una
profunda incursión por territorio musulmán sin ser molestado por las
Biografía de Abderrahmán III 179

fuerzas del gobierno de Córdoba. En 923, el monarca leones se adue-


ñó de Nájera, mientras Sancho Garcés I atacaba a los álcimos miem-
bros de los Banu Qasi en el castillo de Viguera. Al año siguiente, Alxi
al-Rahmán emprendió por sí mismo una aceifa de castigo contra el
rey navarro y, durante ella, saqueó e incendió los castillos de Peralta,
Falces, Tafalla y Carcastillo, derrotó e hizo huir a Sancho Garcés en
el valle del Irati, atacó Pamplona, cuya ciudadela fué ocupada, saquea-
dos sus barrios e incendiadas su catedral y finalmente, bajó contra la
vieja fortaleza musulmana de Sajra Qays (Azagra), que destruyó y em-
prendió el camino de regreso a sus dominios por Tudela. En 932, tras
un periodo de inactividad por ambas partes de siete arios —los mismos
que disiparon las luchas dinásticas en León— Ramiro II se adueñó de
Madrid. Al siguiente año las tropas musulmanas fueron derrotadas por
este mismo rey leonés ante los muros de Osma. En 934, Ramiro que-
dó cercado en Osma, en tanto que Abd Al-Rahmán III marchó con-
tra Burgos y algunas otras fortalezas y las desmanteló. En 937. el go-
bernador de Zaragoza, Muhammad ben Hashim, un nieto de Aluham-
mad el Tuerto, concertó una alianza con León y Navarra, y al-Nasir
-

marchó inmediatamente contra el rebelde y le hizo volver a la obe-


diencia, luego de rescatar dicha plaza. Dos años despues, el cHa de
agosto del 939, el califa sufrió el gravísimo desastre del toso (jandaq)
de Simancas, donde los contingentes leoneses de Ramiro II, los caste-
llanos del conde Fernán González y los navarros de 'a reing Toda o
Tota se cubrieron de gloria.
Desde 94o a 945 menudearon las incursiones de los musulmanes
por tierras de León y Galicia, de las que volvían repletos de botín.
En 946, el cuartel de operaciones de la Marca Media de 11-Andalus
fué trasladado desde Toledo a la vieja fortaleza de Medinaceli, que
había estado abandonada durante mucho tiempo y hubo de ser pre-
viamente reconstruida. Desde 947 a 954 se registraron algunas expedi-
ciones más de los musulmanes al sector gallego, una a tierras salman-
tinas y el descalabro infligido, hacia el 95o, por las huestes de Rami-
ro II a un ejército omeya en Talavera. En julio del 956, una coali-
ción de oficiales fronterizos musulmanes hizo más de diez mil muer-
tos a los cristianos al atacar por sorpresa un fuerte de incierta loca-
lización ; Ordoño III, el rey leonés de entonces, bajó a saquear Lis-
boa y su suegro, Fernán González, obtuvo un buen éxito sobre los
musulmanes cerca de San Esteban de Gormaz. Al año siguiente, al-
Nasir concertó un ventajoso tratado con Ordoño y el codde castella-
no; más, en seguida, murió el rey de León, y su hermano y sucesor,
180 Biografía de Abderrahmán III

Sancho el Craso, se negó a ratificar las cláusulas del doctanento, por


,

lo que el califa ordenó proseguir la lucha y Sancho sufró un serio


descalabro, ya en 957, que le supuso la pérdida del trono leonés y el
salir hacia Navarra para colocarse bajo la protección de su abuela To-
da. Y poco tiempo después, y a consecuencia de haberse decidido' la
reina de Navarra a emprender el camino de Córdoba con su hijo Gar-
cía I y su nieto Sancho para rendir solemne homenaje al califa y pe-
dir a éste ayuda militar, al-Nasir envió un ejército contra Zamora,
que fué ocupada, coadyuvó a que Sancho I recobrase el trono leonés
en 96o y terminó siendo árbitro de los decadentes Estados cristianos
de la Península, los cuales fueron desde entonces tributarios suyos has-
ta que murió. Por lo que respecta a las relaciones entre Cóteloba y
Barcelona por esta época, parece ser que, por lo general, fueron amis-
tosas, si bien la plaza de Tarragona fué recuperada por los sumulma-
nes en los últimos días de al-Nasir y sin que se sepa a ciencia cierta
qué circunstancias concurrieron en el suceso.
O tra faceta interesante del reinado de al-Nasir, la constituyó la
_

gran actividad política y guerrera que este soberano se vió forzado a


desarrollar en el septentrión africano para librar a la España musul-
mana de la amenaza fatimí ; más, para exponer aquí dicha actividad,
se haría preciso relatar también las innumerables luchas que tuviei-Jn
lugar por esta época en el Magrib entre fatimíes, idrisíes y baréberes,
y, a la postre, se llegaría a la conclusión de que Abd al-Rahmán, me-
diante la práctica de una política tan audaz como atinada y oportu-
nista, no sólo logró inmiscuirse en los asuntos de Africa y atraer ha-
cia la órbita omeya un buen número de partidarios con bastante an-
,

telación al único intento de los fatimíes contra al-Andalus —el sa-


queo de Almería, en 955, por los soldados del califa al-Muizz--, sino
que consiguió, además, posesiones de Ceuta (927) y Tánger (951), las
plazas marítimas más importantes del litoral africano en el Estrecho.
El primero y más grande de los califas cordobeses tuvo la tez
blanca y algo sonrosada ; las facciones, regulares y componiendo un
rostro atractivo ; los ojos, azul oscuro y muy vivos; los cabellos, ru-
bios tirando a rojizos, que se teñía de negro para disimular su brillo
leonado, y el cuerpo, un tanto deforme : recio y largo de tronco y
corto 'de piernas. A causa de esta imperfección corporal, cuando mon-
taba a caballo parecía de talla aventajada, aunque sus talones apenas
bajaban un palmo de la silla; más de pie, resultaba bastante bajo y re-
choncho. Sus biógrafos dicen de él que atesoraba los mejores dones
Biografía de Abderrahmán 181

intelectuales y morales, y que sus cualidades predominantes eran una


inteligencia realista y metódica y una tenacidad a prueba de todo con-
tratiempo. Siempre se manifestó como un hombre de ideas amplias y
de ambiciosos proyectos al que no cuadraba la general estrechez de
miras de los cortesanos que formaban su camarilla. En materia reli-
giosa, fué el más tolerante de los príncipes de su dinastía y los cris,tia-
nos y judíos de al-Andalus llevaron una vida tranquila y próspera ba-
jo su reinado y le devolvieron, en afecto y fidelidad, las simpatías que
por ellos manifestó. Poseyó un sentido exacto de la majestad real y
se impuso a sí mismo una etiqueta tiránica que le obligó a vivir apar-
tado del pueblo y a no presentarse a sus súbditos sino en muy conta-
das ocasiones y rodeado siempre de gran fausto y ostentación, según
un protocolo que se hizo cada vez más pomposo y teatral, a medida
que fueron aumentando las posibilidades económicas del Estado ome-
ya. En razón de este aumento, se fué incrementando también el capí-
tulo de obras públicas y ello dió ocasión a Abd al-Rahmán para dar a
conocer su mucha capacidad creadora. Esta empezó a traslucirse en
ciertas construcciones de poca monta que el soberano realizó en Cór-
doba durante la primera década de su reinado ; luego, se fué haciendo
cada vez más visible en obras cordobesas de mayor categoría, tales co-
mo las de la Dar al-Sikka o Ceca a fines del 928 y las de la Dal al-
Rawda o "Casa del jardín florido", dentro del Alcázar, algo niás tar-
de, y terminó por manifestarse totalmente en la fundación de Nladi-
nat al-Zahra en 936, en la de las atarazanas de Tortosa, en 944 45, en
-

las obras que llevó a cabo al-Nasir en la Mezquita de Córdoba y, pot


último, en las que implicó la restauración de la Aljama de Tarragona
y la construcción del castillo de Tarifa en 96o. Por otra parte, el pro-
gresivo mejoramiento de los ingresos estatales permitió al califa incie-
mentar también la cantidad de siervos y libertos que se movían en
torno suyo, tanto en su vida privada como en la oficial, y los saqaliba
o esclavos afectos a su casa civil llegaron a alcanzar, en sus días, un
número considerable, y comenzaron a formar en Córdoba una ciase
social superprivilegiada, que no tardaría mucho en desempeñar un
papel nefasto en la política de al-Andalus.
Finalmente, en los últimos años de al-Nasir, se reanudaron las re-
laciones diplomáticas entre Córdoba y Bizancio, y los reyes de 14. ran-
cia, Alemania e Italia solicitaron la alianza del califa cordobés, y hubo
intercambio de embajadores con tal motivo.
182 Biografía de Abderrahmán III

Abd al-Rahmán murió en Córdoba el 16 de octubre del 961, en


pleno apogeo de su fama y de su poderío, y fué inhumado en la Rav, -
da del Alcázar, junto a sus antepasados. Le sucedió su hijo Abul-Así
al-Hakam, o al-Hakam II, al-Mustansir bi-llah.

DICCIONARIO DE HISTORIA DE ESPAÑA. Revista de Oc-


cidente.—Madrid.

M. O. J.
Hallazgo Arqueológico
de braserillos y otraS piezas

Las industrias comes y ias onras saiomoniegas de corona

Ni las tropas berberiscas de Tarik (7i i) ni las sirias del chund


de Balch que al invadir otra vez España en 74.1 saquearon los tesoros
de Toledo, Mérida, Sevilla y Córdoba, pudieron disfrutar de tales ri-
quezas porque siendo el botín parte exclusiva del Califa, voló con Mu-
za hacia Damasco.
Las tropas berberiscas se consumieron en el primer encuentro o
quedaron merodeando en el país (unos cinco mil africanos). Los 17.000
jinetes sirios que Balch tenía acantonados en Ceuta, acudieron en 741
al grito de alarma dado por el emir Abdelmélik al ocurrir la subleva-
ción de los berberiscos, vencidos al fin en Anua Portora (Córdoba) y
en Toledo donde recogen inmenso botín. Pero en 743 Abul-Jattar te-
meroso de que los sirios prosiguiesen en Córdoba sus luchas tradicio-
nales entre caysies y kalbies, los echó de aquí y asentó en las huertas
de Málaga a los Jordanos, en Sevilla a los de Emesa, en Jaén a los
Quinnasarin y en Sidonia a los palestinos, provincias agrícolas que
abandonadas por los godos recuperaron la próspera actividad de la
época mmana en sus huertas, minas, industrias y comercio de expor-
tación por Almería. Córdoba vivió ya tranquila y los Emires indepen-
dientes comenzaron a disfrutar de riquezas y bienestar, logrando ser
erigida en capital del Emirato y convertirse en un importante empo-
rio comercial de Occidente. El progreso agrícola renació con la len-
titud que por sus guerras pudo imprimirle Hixen I y Abderramán II,
monarca este último, amigo de la buena administración, de la justicia,
de las artes y de las mujeres.
Su real mecenazgo favoreció la mineria, la acuñación de la mone-
da y las artes suntuarias que convirtió en monopolio real. Lo misme
hizo con la metalurgia y la industria de guerra, con las artes de la se-
da, la exótica eboraria, (marfiles) y la joyería, pues gustaba de hacer
184 Samuel de los Santos Tener

regalos de joyas a sus mujeres y cortesanas. Aún quedan calles en Cór-


doba cuyos nombres recuerdan a los industriales que las habitaron : la
Collación de Santa Maria tuvo muy cerca de la Mezquita la Alcay-
cería de la seda cuyo jefe (Sahib-al-Tiraz) llamado Harir-ben-Bazi te-
jía tiraces, cortinas, vestiduras cortesanas bordadas con el nombre del

BRASERILLO. Longitud de lado: 0,25 m. Altura: 0,25 m.

BRASERO. Longitud lados: 0,46 m Altura: 0,25 m.

Califa reinante y que los judíos de España y Narbona dispersaban por


el mundo desde el puerto de Almería. El obispo mozárabe Recemundo
llamaba a este barrio "Vicus Tiraceorum".
La Dar-as-Sikka o "Casa de la Moneda" fué también monopolio
real para el patrón oro y estuvo en las inmediaciones del Alcázar, fa-
chada occidental y más tarde en Medina-Az-Zahra.
Al frente de ella puso Abderrahmán II a Harit-Ben-Sihbl. La Or-
febrería prohibido a los "saiyag" (plateros) por las prescripciones co-
ránicas para las artes suntuarias fué muy favorecida por los califas y
cortesanos que rivalizaban en regalar a sus waladas y xartiyas joyas tan
Hallazgos arqueológicos 185

preciosas como el "Collar de los escorpiones de oro" que Abder Rhe-


man compró a la reina Zubaida, mujer de Harum-ar-Raschid en o.000
dinares para regalo de su favorita Al-Shifa. Estos talleres reales se ha-
llaban, con sus bazares en Dar-al-Sinaa, cuyo jefe fué en tiempos de
Abderramán II, Sahib al-Saga que imitaba las joyas iraquesas y persas

N.° 3, altura 0,245; lado, 0,190

puestas en moda por el músico aúlico Ziryab. Para guardar estas alha-
jas y presentarlas se creó otra industria palatina, la Eboraria que en
Medina-az-Zhara y en Cuenca fabricaban las famosas arquetas y boLes
de marfil jamás igualadas en el mundo musulmán por su belleza artís-
tica como la de Silos (354 héj.) la de Pamplona (395 héj) y la de Za-
mora (353 héj) verdaderas fantasías de dibujo y ornamentación. El
arte de la Cosmética elaboró perfumes en los laboratorios de Hagua-
nit-Ar-Raihan cerca de la Puerta de este nombre en el Alcázar y de
186 Samuel de los Santos Jener

su harem, donde aún es frecuente hallar las pinzas, cucharillas, espátu-


las de bronce para manejar y batir las unturillas y cosméticos feme-
niles. Sevilla gozó de gran fama por sus talleres de metalistería donde
Saffar y Hadab, herreros y latoneros eran famosos aún en tiempos de
Alfonso X el Sabio, quien en 1254 fundó en esta capital las "Escuelas
Generales de Arábigo" para la enseñanza de las Artes Industriales.
La Dar-as-sanáa (atarazanas) de Medina-az-Zahra fundieron en
bronce las doce figurillas de animales y aves que Abderramán III man-
dó colocar sobre la pila de fuente traida desde Constantinopla por el
obispo Rasis y Ahamed-Yunani, para el salón al-Munis del Palacio ca-
lifa'. También allí se fundieron en hierro damasquinado o en ataujia,
hay aún industrias nacionales en Eibar y Toledo, las armaduras de cor-
te como la de plata que usó el príncipe Abdelmélik cuajada de brillan-
tes carbunclos.
Pero junto a estas industrias palatinas, tan favorecidas y costeadas
por los Califas, estaban los talleres de modestos artesanos saffari que
trabajaban con arte exquisito el bronce y el latón. Industria que por
ser exclusivo de judios y cristianos recibió el nombre de Obras salo-
moniegas.
Se fabricaban en azófar ceni u "oro rojo" fundiendo el cobre a
partes iguales con el estaño, como nuestro latón. Recordemos también
que el barrio de los Alfayates o sastres debió estar por la actual calle
de María Cristina, el de los pergamineros y guadamacileros en Santia-
go donde aún vió Ambrosio de Morales los tendederos de cordoba-
nes con sus cueros policromados y donde se distinguió después en la
calle del Viento el guadamecilero Juan Carrillo. Los latoneros saffari .
nodejarquizámbcleportnsua lDr-
Sanaa de Medina-az-Zahra.
De estos objetos de latonería hemos tenido la suerte este pasado
mes de febrero de hallar un lote de ¡o piezas y fragmentos en el lu-
gar más céntrico de la Almedina la actual Plazuela de Chirinos, a tres
metros de profundidad y algo reunidos, como si se tratase de un ta-
ller de composturas. Los objetos hallados son tan importantes como
los del hallazgo de la Mezquita de Elvira aunque no tanto como la del
llamado "vaso Barberini".
Son los siguientes: 1.° Un brasero de bronce construido en for-
ma exagonal en su borde superior con una moldura y bajo ella una
faja horizontal epigráfica en letra cúfica de adorno.
En la parte media de su altura un festón de semicírculos y en el
borde inferior otro de postas. Cada una de sus seis patas rematan en
Hallazgos arqueológicos 187

pirinolas arriba y bolas abajo. Mide o,46 m. de ancho y o,25 m. de


altura.
Número 2 (Fig. 2—).Braserillo hispano-árabe de latón azofar cons-
truído en forma exagonal con esquinas achaflanadas, lados planos ador-
nados con fajas de inscripción cúficas caladas y buriladas y otras gra-

Aguamanil: Alto, 0,285 m.; diámetro 0,013. Jarrita: Alto 0,154 m.; diámetro 0,062 m.
Mortero: Alto 0,069; diámetro 0,072

badas en cada una de los seis lados. En su parte superior tiene una fa-
ja de almena adornada con hojas de acantos y ocupando la parte me-
dia de su altura unas inscripciones.
En las fajas verticales hay además un dibujo de liebres contra-
puestas. Las figuras de las asas tienen forma de omega y sus clavos
figuran cabecitas de león. Mide o,28 m. de alta y 0,25 m. de diáme-
tro exagonal. La última faja de inscripciones está adornada con postas
188 Samuel de los Santos lener

y en los rem,Ates de cada pie tiene arriba pirinolas con lises grabadas
y abajo torneado a carrete y bolas. En el borde superior tiene solda-
das unas medias lunas que servirían, como los mesmer actuales para
poner los asadores para asar trocitos de carne (pinchitos). La forma
de estos dos braserillos es muy diferente al tan conocido brasero del
Museo del Conde de Valencia de Don Juan.
Número 3 (Fig. 3). Otro braserillo o arqueta de latón carente de
tapa y fondo como el número y de forma casi cuadrado, pues mide
o,i6 por o,i8 de altura. Sobre sus cuatro patas posan cuatro palomas
y sus costados están profusamente adornados con rombos foliáceos que
dan apariencia de arte ojival a su conjunto, por estar cubiertos de gra-
bados en ese y acorazonados en forma de hojas califales enrrolladas
tan frecuentes en la decoración de Medina-az-Zahra. Tiene además
dos asas encajadas entre bolas y que también sirven de peana a cada
uno de los cuatro pies. Estaba desarmada en cuatro piezas y se ha re-
construído con remaches nuevos de latón.
Núm. 4 (fig. 4). Platillo circular de latón de o'225 m. de diáme-
tro y muy escasa altura : sus paredes son muy delgadas y se quiebran
con facilidad. Carece de adornos.
Núm. 5. Pebetero de latón cuya oxidación no ha permitido reco-
nocer bien la policromia de que estaba adornado en sus fajas y esmal-
te en los arcos lobulados, pero que son reconocibles por los tonos ver-
des de los polígonos estrellados y los matices dorados de su epígrafe
inferior, más tonos azulados del óxido de cobre. Está compuesto de una
caja circular de escasa altura fundida en latón diferente al de la tapa
que parece plata repujada en forma semiesférica unidas ambas median-
te bisagras y sostenidas por tres pies doblados en sus extremos. La ta-
pa adornada con finísimas labores caladas de ataurique que permiten
el paso del aire para la combustión y la salida del sahumerio.
Está labrada por el procedimiento del repujado de una delgada
chapa de latón sobre un molde de mastic formado con pezrrubia y ce-
ra virgen para darle forma semiesférica a martillo : Después trazaron
los dibujos de arcos lobulados finamente grabados a buril con pacien-
te labor de orfebre cuyos ramitos, cogollos y parejas de grullas o de
gacela dan vida al conjunto como si los animales posaran en una bó-
veda enrramada. En el bote de marfil de la Seo de Braga hay arcos
de herradura y en la arqueta del Museo de Artes decorativas de Pa-
rís arcos mixtilíneos.
La decoración cordobesa prefiere el adorno de ataurique y no
guarda las prescripciones coránicas sobre figuras humanas, pues se ins-
Hallazgos arqueológicos 189

piró mucho en las miniaturas de los manuscritos del s. X. En un círcu-


lo inferior tiene una faja que muy posiblemente estuvo dorada al mer-
curio.
Es la pieza más bella del lote y su arte de una perfección tan so-
lo comparable con las más delicadas labores de eboraria tan bien re-
presentada como en el bote de marfil de la catedral de Zamora, hoy
en el museo Arqueológico Nacional.
La fuerte oxidación ha deslucido su policromia.
El cuerpo inferior o caja para las brasas es de metal mejor con-
servado, es circular con poca altura, tres pies acodados y dos asas de

Plato: diámetro 0,022 m., alto 0,033

barras anilladas sujetas con clave en forma de cabecitas de leones. Los


costados están adornados con medalloncitos rellenos con leoncitos, pa-
lomas y ciervos. Es algo parecido al braserillo del Museo municipal
de Córdoba en su forma, pero no en su arte que es muy inferior y con
el aditamento de un mango calado. El remate o asidero de la tapa es
una flor de azahar. Mide 0,1 6o por 0,095 m.
Núm. 6 (Fig. 6). Jarras o aguamanil hispano-árabe de latón muy
corroido adornada con zonas de inscripciones, medalloncitos y figu-
ras de ciervos, pavos y palomas. En el borde de su boca, que es lo-
bulada del tipo oinochoc, tiene pintada una faja amarilla. Sus epígra-
fes son los siguientes :
Mide 0,28 m. de altura por 0,13 de diámetro.
Núm. 7. (Fig. 7). Candil de dos mechas fundido en latón y ador-
nado con una estrella salomónica en la tapa que es calada. La entra-
da de ambos mecheros tiene forma de arco angrelado que podría mar-
car la fecha del siglo XI.
Núm. 8. (Fig. 8). Morterito o almirecero de bronce con una ar-
golla para sujetarle al majar. Su forma en tronco-cónica inversa, boca
abocinada y adornos laterales de mal gusto en forma de porras, pero
muy frecuentes en el arte cordobés, como en el almirez de Monzón
procedente de Córdoba y el de Alhama de Granada que poseyó For-
tuny, y otro en el Museo Metropolitano de Nueva York.
Núm. 9. Jarrita fundida en latón con figura de oinochoe. Su asa
en forma de ese está falta de una de las esferillas que la adornaban. En
190 Samuel de los Santos Jener

la panza fajas verticales con postas y medalloncitos con leones, cier-


vos y pavos reales, o,o6o x 43,154.
Núm. o al 13 son un asa, una arandela calada y una anilla sin
interés artístico mencionable.
Todas estas piezas eran frecuentes en el ajuar casero, pues como
es sabido el mobiliario musulmán era mucho más reducido que el nues-
tro y sin estilo fijo. El célebre juez de Córdoba Ya bian-ben-Mahamar
tenía solamente en su casa como mobiliario una estera, una tinaja, pa-
ra la harina, un plato, un vaso para el agua y su aguamanil y una ca-
ma. Mohamed I ordenó que le diesen a su secretario Hamid al-Chaha-
li un tapiz "como aquellos en que solían sentirse sus ministros". Tam-
bién las mezquitas tenian su mobiliario, ricos mimbares, para la pre-
dicación, armarios de bronce llamados kursis para guardar el Corán y
elegantes lámparas de bronce como la que Mohamed V regaló a la
mezquita de Elvira y los candelabros en forma de minarete con palo
mas sobre sus almenas. Para los alminares se fabricaban manzanas que
en número de 4 remataban la cúpula y espárrago donde se situaba el
muezim. Un juego de 4 tiene también este Museo cordobés y además
una fuente agallonada de bronce, y una de las figuras de ciervo que
estuvieron colocadas en la fuente de Medina-az-Zahra. El pavo del
Museo del Lovre tiene grabada la inscripción OBRA DE ABDEL
MILIK EL CRISTIANO, así como en un candil de la Col. Gómez
Moreno esta obra OPUS SALOMONIS ERAT. En el motín del 9 de
mayo en que los cordobeses sublevados incendiaron todos los palacios
de la aristocracia musulmana dice Aben-Hazam en su "Collar de la
Paloma" que perecieron todos los ricos muebles de maderas olorosas
y solo quedarían algunos de los utensilios de metal recogidos después
por los saqueadores a sueldo de Suleiman-al-Mostain.
Dejamos para especialistas la tradución de los epígrafes que a
nuestro juicio son simples dibujos copiados por el artista sin entender
su significado o por desconocer la escritura cosa muy frecuente en to-
dos los objetos de artes industriales de todos los Museos del mundo.
Lar márgenes del Guadalquivir pobladas de almunias y cortijos
fueron escenario como ahora, de tertulias nocturnas o vespertinas bá-
quicas o poéticas como en nuestros días, en que el vino escanciado de
las jarras y aguamaniles corria espumoso y burbujeante en las copas
puestas en bandejas o sobre mesitas volantes donde cada invitado sen-
tado en el césped tomaba viandas o golosinas. A veces algún inspirado
recitador improvisaba poesías que otros continuaban o algún cantor
Hallazgos arqueológicos 191

acompañado de laudes entonaba zej eles bailados por esclavas entre al-
bahacas y hierbabuena y mastranzo, cuyo olor acre se mezclaba con

Arqueta del Victoria and Del bofe de Almoguira.


Albert Museum. Londres Museo del Louvre

los perfumes y candelas de los pebeteros en que ardian sahumerios de


espliego y sándalo.
Escenas como estas las vemos en los medalloncitos de las arquetas
de marfil de Palma de Mallorca, la de Zamora y las que procedentes
de Córdoba se conservan en los Museos de Marsella, La Haya y Bal-
timore.

Samuel de los SANTOS JENER

Córdoba, 1956.
El alcantarillado árabe de Córdoba
Cuando en 1236 conquistaron los cristianos esta ciudad de Cór-
doba, se disfrutaba en ella de una refinada civilización. Elevada por
Abderramán al poco tiempo de la invasión musulmana al rango de ca-
pital de un emirato independiente, gozó de todos los privilegios de la
riqueza y la cultura: tuvo una Mezquita majestuosa, ornada con to-
das las galas artísticas del genio oriental ; tuvo su magnifico Alcázar,
tan bello por la silueta de sus airosos torreones como por el esplendor
de sus jardines, bordeados por el Guadalquivir ; tuvo regios palacios
en la falda de su Sierra bravía ; tuvo los campos fértiles de su térmi-
no bien regados, las calles empedradas, las casas con baños marmóreos,
surtido abundante de agua cristalina.
La conquista truncó su vida. La Mezquita estuvo a punto de ser
destruída totalmente ; el Alcázar fué destrozado y ha venido a parar
en cárcel ; desaparecieron en absoluto sus millares de baños, por inúti-
les, y los acueductos se destrozaron en su trayecto, sustituyendo el
abastecimiento de agua por pozos abiertos en cada casa.
La Córdoba árabe poseía también una completa red de alcantari-
llado unitario, del llamado sistema perpendicular; una serie de amplios
colectores bajaban hacia el río desde la parte alta de la ciudad por las
calles principales, recogiendo en su trayecto las aguas de las alcanta-
rillas secundarias. Aún quedan trozos abundantes, en gran parte utili-
zables; he logrado reconocer algunos, y hasta he conseguido que el
Ayuntamiento restaure y aproveche el de una calle : la de Rey Here-
dia. Es fácil todavía reconstruir su trazado completo, que nos daría
en esquema el de la ciudad, y he podido dibujar el de un sector prin-
cipal que comprende la Mezquita.
Las alcantarillas se construían con sillares de piedra caliza, se cu.
brían con losas enormes y se revestían a veces de hormigón de cal pin-
tado de rojo. Sus secciones rectangulares alcanzan las dimensiones de
',o° por 2,00 metros ; llevan pendientes muy pronunciadas y no van
generalmente muy profundas.
El alcantarillado árabe de Córdoba 193

Principalmente los ramales que bordeaban, que bordean aún, la


Mezquita, y los que atravesaban el Alcázar, son magníficos, como pa-
ra recoger las enormes cantidades de agua de las fuentes de sus patios
y jardines, de sus albercas y de sus barios. Las servidumbres de esstos
edificios han sido destrozadas más o meno recientemente.
La contextura, el trazado en su final y su estado de conserv ación
pudieron ser bien observados cuando en el siglo pasado sr. construyó
el murallón que defiende la ciudad de las crecidas del río, y en este
ario anterior, al urbanizar la ronda de Isasa, he podido ver descubierto
buen número de desagües de edificios.
El abandono lamentable de este alcantarillado fué debido : prime-
ro, a la reducción evidente, a que al principio aludo, de la dotación de

Sección del alcantarillado árabe de Córdoba

aguas, que forzosamente perjudicaría la circulación residuaria ; se gun-


do, a las costumbres en materias sanitarias de los conquistado tes, que
más pronto o más tarde fueron construyendo pozos negros absorben-
tes ; a veces, estos pozos eran abiertos ante la casa, en plena calle, y
si tropezaban con una alcantarilla, la tapiaban por arriba y por abajo
para conformar el pozo ; tercero, a la variación del trazado de alguna
calle, y cuarto al descuido total de la conservación, limpieza y repa-
ración.
Y el abandono fué tal, que, al encargarse hace unos arios al inge-
niero Uhagón que redactase un proyecto de alcantarillado, ni encon-
tró datos, ni se le apuntó como aprovechable vestigio alguno. Como
consecuencia, decretó su destrucción total.
Destrucción antieconómica. Porque estos colectores normales al
río son aprovechables todos ellos en gran parte de su recorrido y su
restauración ha de ser menos costosa que una construcción nueva. Un
colector general que los unifique es ya preciso y posible.
Destrucción bárbara, sobre todo. Un alcantarillado árabe tan con-
servado como el de Córdoba no existe, y no he de encomiar yo el va-
194 El alcantarillado árabe de Córdoba

lor arqueológico que tiene, como muestra de arquitectura sanitaria de


los árabes, como prueba de la cultura y grado de civilización que al-
canzó Córdoba.
Divulgar la existencia de este alcantarillado es, por muchos con-
ceptos, interesante ; pero tiene la finalidad práctica inmediata de que
las Academias e instituciones arqueológicas, históricas y artísticas de
España se enteren de que su desaparición real está acordada por un
Ayuntamiento cordobés y aceptada y aprobada por un Gobierno de
S. M. al visar el proyecto Uhagón.

Francisco AZORIN (Arquitecto)

Nota.—Reproducimos este artículo, publicado en la


Revista "Andalucía", Córdoba, núm. 167, 19 noviembre
1919, y en "Arquitectura", Madrid, II, 1919, porque ha
sido recogido en textos magistrales (Torres Balbás, "Ar-
te hispano-musulmán", en tomo V de Historia de Es-
paña, por Menéndez Pidal, pág. 664), ya que proporcio-
na datos arqueológicos sobre un tema poco conocido
de gran interés.

Red de alcantarillado árabe del barrio de la Mezquita


VARIA
Semana en Córdoba del Instituto de Estudios Islámicos

La prestigiosa institución científica que la RAU tiene establecida


en la capital de España, organizó en la semana del 13 al 19 de marzo
de 196o una semana de trabajos científicos bajo el lema general de
"Evocación milenaria del Califato de Córdoba".
En esta semana trabajaron conjuntamente egipcios y españoles,
constituyendo toda ella una muestra de colaboración científica estima-
bilisima y de amistad fraterna entre sus pueblos nativos.
Fué honrada con la presencia del Embajador de la RAU en Es-
paña, Excmo. señor Abdel-Rahman El-Azem, y el alcalde de Córdoba,
Excmo. señor don Antonio Cruz Conde y el presidente del Círculo Li-
ceo de la Amistad, don Antonio Muñoz y Ramírez de Verger, presta-
ron todo su aliento y colaboración a la Semana de cultura islámica.
Los actos se ajustaron al siguiente programa :
Domingo, 13 de marzo : Mañana (12 h.) Sesión de apertura eii el
Salón de Actos del Excmo. Ayuntamiento, bajo la presidencia de el
Excmo. señor alcalde de Córdoba, D. Antonio Cruz Conde ; el Excmo.
señor Embajador de la República Arabe Unida, Abdel-Rahman El-
Azem.
Lunes, día 14: Mañana (1 h.) En el Círculo de la Amistad. Pa-
labras de don José del Hoyo y Algar, arquitecto, presidente de la
Agrupación Cultural Hispano Arabe. Conferencia del doctor Monés,
director del Instituto de Estudios Islámicos. Tarde : (19 h.) Inauguia-
ción de la Exposición de pintura del señor Mohamed Sabry.
Martes, día 15 : Mañana, visita a la Mezquita ; tarde, (19 h.) Con-
ferencias: Ilmo. señor don Rafael Castejón y Martínez de Arizala, di-
rector de la Real Academia de Córdoba, sobre el tema : "Arqueología
Arabe de los alrededores de Córdoba". Ilmo. señor don Juan F. Mari-
na Encabo, doctor en Derecho y Filosofía y Letras, sobre el tema :
"Instituciones Jurídicas de la España Musulmana".
196 Semana de Estudios Islámicos

Miércoles, día 16 : Mañana, (i 2 h.) Conferencia del señor M.


Tawfiq Balbaa, sobre el tema: "Cordobeses en Fez, Alejandría y la
Isla de Creta". Proyección de documentales.
Jueves, día 17 : Mañana, visita a Medina Azahara. Tarde (19 h.)
Conferencias : don Manuel Ocaña Jiménez, de la Escuela de Estudios
Arabes, sobre el tema : "Arquitectos y mano de obra en la construc-
ción de la Gran Mezquita de Occidente".
Viernes, día 18 : Tarde, (19 h.) conferencias: Ilmo. señor don Jo-
sé M. Rey Díaz, cronista oficial de Córdoba ; Dr. Mahmoud Makki,
subdirector del Instituto de Estudios Islámicos.
Sábado, día 19 : Mañana, (I 2 h.) Sesión de clausura con la inter-
vención de : don Antonio Muñoz y Ramírez de Verger, abogado, pre-
sidente del Círculo de la Amistad ; Dr. Mahmoud Makki, subdirector
del Instituto de Estudios Islámicos ; Ilmo. señor don Rafael Castejón
y Martínez de Arizala, director de la Real Academia de Córdoba.

Personalidades que asístíeron a la Semana de Estudios Islámicos


El milenqrio del Califa de Córdoba
Abderrahmán III Al Násir

El ario 1929 la Real Academia de Córdoba organizó el milenario


de la proclamación del Califato en el imperio omeya andaluz, al cual
dedicó además un número extraordinario de su Boletín (núm. 25, año
1929), para reseñar la calidad de los actos celebrados, junto con tra-
bajos eruditos de los maestros del arabismo español.
Esta celebración alcanzó gran resonancia en el mundo islámico y
situó a Córdoba en situación propicia para organizar otras conme-
moraciones, que no ha cesado de señalar y que se concretaron, en el
año 1956 en la creación de un Instituto de Estudios Califales, del cual
es órgano esta revista anuario titulada "Al Mulk".
La fecha milenario del fallecimiento del gran Califa Abderrah-
man III, el 16 de octubre de 961, ha sido ahora escogida para señalar
otro de los hitos históricos que enmarcan la gloria del califato espa-
ñol.
La Academia solicitó del Ayuntamiento de la ciudad el patroci-
nio de la conmemoración milenaria, y su alcalde, Excmo. señor don
Antonio Cruz Conde, que en sus diez arios de primer regidor de la
ciudad cordobesa ha sido el más celoso instigador de las glorias histó-
ricas de su urbe nativa, acogió el proyecto y lo llevó a cabo, con la
colaboración académica.
Fueron invitados a participar en estos actos los Embajadores de
Países árabes acreditados en España y la Escuela de Estudios Arabes
y el Instituto de Estudios Islámicos de la RAU, ambas de Madrid.
Asistió en representación del Gobierno de la Nación, el director
general de Relaciones Culturales del Ministerio de Asuntos Exteriores
Iltmo. señor don José Miguel Ruíz Morales.
Los Embajadores de países árabes que asistieron a estos actos fue-
ron: de la Arabia Saudita, Xeik Faisal Al Hegelan ; del Pakistán ;
198 El milenario de Abderrahmán III

de la RAU (Egipto), señor Ahmed Anwar, del Irak, señor Ahmed Al-
hardan y de Túnez (encargado de Negocios) señor Hamuda Sfaxi.
El Instituto Hispano Arabe de Cultura, de Madrid, estuvo re-
presentado por su director interino el P. Félix Pareja y el secretario
don Emilio Beladiez.
La Escuela de Estudios Arabes, de Madrid, asistió plenamente con
su director don Jaime Oliver Asin, y sus miembros los profesores don
Elías Terés y don Fernando Granja, y la señorita Soledad Gibert y
don Manuel Ocaña.
El Instituto de Estudios Islámicos de la RAU estuvo representado
por sus directivos los doctores Hussein Monés y Mahmud Makki.
Hubo adhesiones entusiastas, entre las que hemos de destacar por
sus iniciativas y celosa colaboración, la Casa Hispano-Arabe, de Ma-
drid y su entusiasta secretario general don Luis Domenech.
El programa de actos se desarrolló de la siguiente manera :
El sábado 14 de octubre de 196i , a las once de la mañana se hi-
zo la visita protocolaria a la Mezquita, a la que concurrieron todos los
invitados y selecto público. Terminado el recorrido del templo, se hi-
zo el acto inaugural de la columna votiva.
Es una hermosa columna de mármol rosado de Cabra, proceden-
te de la Mezquita, que se guardaba en el museo de la mezquita-cate-
dral sito en la calle Velázquez Bosco, antes Comedias.
En ella aparece grabada una inscripción bilingüe, en español y
árabe, cuyo texto es el siguiente :

AL GRAN CALIFA
ABDERRAHMAN III
HOMENAJE MILENARIO
DE CORDOBA, SU PATRIA
i6 OCTUBRE 1961.

El texto árabe fué cuidado por los señores Makki y Ocaña, con
la colaboración del profesor Lababidy. Fué grabado en los talleres
del marmolista señor García Rueda y los caracteres en cursiva, apa-
recen con fondo dorado.
El milenario de Abderrahmán 199

He aquí dicho texto :

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*4•4»4».0104.0rocy*

VVIJátt./WteiSi
¿ni ro. r
,:t9P1b:kwriLio.v
ra144
El mismo día a las siete y media de la tarde hubo solemne acto
académico en el Salón Liceo del Círculo de la Amistad, bajo la pre-
sidencia del director general de Relaciones Culturales, don José Mi-
guel Ruíz Morales, que ostentaba la representación del Ministro de
Asuntos Exteriores, el alcalde de la ciudad, el presidente del Círculo
Liceo y el director de la Academia. Ocupaban sitio de honor el Go-
bernador civil don José Manuel Mateu de Ros y señora ; el Gober-
nador militar accidental don Juan Astorga y señora, los Embajadores
árabes y señoras' autoridades de los diversos ramos, directores de cen-
tros docentes, personal diplomático, representaciones eclesiásticas, aca-
démicas, numerosas señoras y distinguido público.
Habló el alcalde don Antonio Cruz Conde para explicar la sig-
200 El milenario de Abderrahmán III

nificación del acto, que colocó en la serie de los que se vienen reali-
zando desde hace tiempo en la serie conmemorativa del Milenio cali-
fal y terminó haciendo votos por la amistad entre los pueblos islámi-
cos y España.
El director de la Academia, señor Castejón, hizo una conferen-
cia sobre la personalidad del Califa recordado. Recorrió las fechas de
su dilatado reinado, de una media centuria de duración, en el que pa-

Descubrimiento de la columna conmemorativa del milenario de Abderrahmán III

cificó y engrandeció toda la Península sujeta a su mando, enumeró sus


principales campañas que le llevaron a dominar además en todo el
norte africano, habló de su tolerancia y espíritu de justicia que le ha
hecho ser llamado el rey de las tres religiones, enumeró las obras pú-
blicas, caminos, puertos, marina, saneamiento, fuentes, murallas y otras
muchas que realizó, describió sus tareas diplomáticas que le relacio-
naron con los principales jefes de Estado de su época y fué contando
numerosas anécdotas, recogidas de las crónicas árabes, que matizan la
vida y la obra del insigne personaje. Dirigiéndose el orador a los re-
presentantes de países árabes asistentes al acto, les describió el senti-
miento constante de admiración y respeto que los cordobeses han te-
nido siempre al Califa que dió a la ciudad un imperio de esplendor
El milenario de Abderrahmán III 201

inusitado, y al mundo islámico unas relaciones amistosas que ahora se


consolidan nuevamente entre España y los países árabes, confirmando
en esa unión que la paz se enseñoree sobre todos los pueblos.
Cerró el acto el director general de Relaciones Culturales, desta-
cando la importancia de los actos milenarios celebrados y glosando la
aportación del anterior discurso destacó la esencialidad española del
Califa. Se refirió a diversos aspectos de la historia de los árabes en
España, a las huellas que dejaron y expuso atinadas ideas sobre la
amistad hispano árabe, explicando también su estimación real por los

Embajadores y autoridades ante la columna conmemorativa

contactos que ha tenido con personalidades de distintos países ára-


bes, especialmente en un viaje que hizo por el próximo Oriente, en
todos cuyos países halló las más cordiales y gentiles acogidas. Termi-
nó saludando a las representaciones islámicas presentes, en nombre
del Gobierno español y deseando que la amistad hispano árabe sea
cada vez más cálida, estrecha y fecunda.
En agasajo a los participantes a las once de la noche se hizo un
recorrido por las calles típicas de la zona artística, desde la Puerta de
Almodóvar y barrio de la Mezquita, acompañados por una rondalla de
la Estudiantina del SEU, terminando el paseo en el patio del Zoco
202 el milenario de Abderrahman

del Museo Municipal, donde hubo fiesta andaluza de baile y cante


flamenco.
El día siguiente, domingo 15, hubo en los Jardines del Alcázar
de los Reyes Cristianos una bonita fiesta con exhibición hípica de los
hermosos caballos de raza que tiene el 7.a Depósito de Caballos Se-
mentales, durante la cual se servió un agasajo ofrecido por el Ayun-
tamiento.
A las cuatro de la tarde se celebró un solemne acto conmemora-
tivo en el salón de Abderrahman III, en reconstrucción, en Medina
Al Zahra, cuya organización fué especialmente cuidada por el alcal-
de señor Cruz Conde, que lo significó simbólicamente como el primer
acto oficial que se celebraba en la magnífica ciudad cortesana del Ca-
lifato después de su destrucción.
El salón fué exornado en su nave entral en más de su mitad, con
tapices y alfombras y las banderas de los países árabes y musulmanes.
La mesa presidencial la ocuparon el director general de Rela-
ciones Culturales, señor Ruíz Morales, el Gobernador civil, señor Ma,-
teu de Ros, el alcalde, señor Cruz Conde y el director de la Acade-
mia, señor Castejón.
En bancas de honor en las naves laterales tomaron asiento los
Embajadores árabes, esposas y acompañamiento, así como autorida-
des de Córdoba, centros académicos, invitados y gran número de
señoras y público especialmente invitado.
El director de la Academia hizo una documentada conferencia
sobre lo que significó Medina al-Zahra en el califato cordobés, y
especialmente en la vida y fausto cortesano del califa fundador Al
Násir, refiriendo citas y anécdotas de aquellos años milenarios, termi-
nando con datos sobre la gran importancia que en la historia del arte
tiene esta maravillosa creación.
A continuación el alcalde leyó las siguientes cuartillas
"Hemos escuchado la impresionante descripción de lo que
fueron los palacios de Medina Azahara. Magnífico testimonio de
una época de grandeza y símbolo de la gran obra de un gober-
nante.
Este lugar es sin duda el que mejor evoca el recuerdo de
Abderramán ya que aquí durante z5 arios ejerció su mandato y
murió bajo los muros de Medina Azahara.
Alguien dijo que toda creación es aristocracia y siendo así
hemos de admirar la aristocracia del pensamiento de Abderra-
El milenario de Abderrahmán III 203

mán capaz de concebir una obra de monumentalidad y riqueza


extraordinaria. Como esta ciudad no fué edificada por pura ne-
cesidad, sino por puro entusiasmo cabe aceptar también el origen
legendario de su destino femenino con el bello nombre de Azahara.
Si fué bello el origen, monumental la obra y rico el conte-
nido de Medina Azahara ello fué también causa de su muerte al
sucumbir por la codicia de sus riquezas.
Las luchas intestinas que dieron fin al Califato, el saqueo y
el incendio de los bereberes, la explotación d e sus ruinas
trajeron el final de Medina Azahara.
El aplastamiento, la destrucción, el enterramiento, la disper-
sión de sus piedras por toda Andalucía, todo esto, debía suponer
que la obra de Abderramán pasase al olvido de la Historia.
Pero Medina Azahara que terminó en luchas fratricidas y a
traición ha conocido como obra del arte la resurección de la be-
lleza. Los españoles no podíamos aceptar que este símbolo, ex-
presión elocuente de la cultura hispano-árabe muriese definitiva-
mente. Y así gracias a las excavaciones de su Estado esta mara-
villosa obra de civilización común está emergiendo de nuevo.
Las basas, las columnas y capiteles que conocieron el paso
de los guerreros y los dignatarios han vuelto al sol de nuestros
días y se encontrarán envueltas ante su paisaje de siempre, pero
en silencio.
Es consolador pensar que en esta época de avance y progre-
so cuando todo esfuerzo lo requieren las industrias y los panta-
nos, España acometa la tarea ingente de desenterrar la obra de
una civilización milenaria. Especialistas del mayor prestigio a
quienes debemos nuestra especial gratitud, dedicados toda su vi-
da a la investigación llevan a cabo con absoluta fidelidad la re-
construcción de estas ruinas. Solamente el ritmo de estos traba-
jos es inferior al mejor deseo de todos. La ciudad de Córdoba que
sigue con atenta impaciencia los estudios y las obras, incluso re-
cabó para sí en solemne ocasión ante la Academia de Bellas Artes
de San Fernando, el honor y la tarea gozosa de tomar a su car-
go estas excavaciones.
Comprendemos que el Estado español ha de atender a toda
la geografía peninsular sembrada de monumentos, pero nuestra
impaciencia no se colma, porque sabemos que un mundo sumer-
gido espera aquí mismo el hecho de nuestro rescate.
204 El milenario de Abderrahmán III

Las excavaciones de Medina Azahara son de tan alto estilo


que exceden al interés del erudito para impresionar incluso la in-
diferencia del profano. Es urgente encontrar una civilización dis-
tante en el derivo, pero cercana a nuestras manos.
Los tesoros artísticos ocultos, nacieron de la obra conjunta
de musulmanes y cordobeses y acaso el interés de estas excava-
ciones deberia rebasar las fronteras para que nuevamente coinci-
diera el interés por su obra común ; de árabes y de españoles.
Volviendo a nuestra cita de hoy quiero hacer resaltar como
tras un silencio de diez siglos que la ciudad muerta de Medina
Azahara recobra hoy nueva vida al celebrar este primer acto pre-
cisamente en el salón de Abderramán. Nos sentimos orgullosos
de poder ofrecer este emotivo homenaje a su memoria. En el mi-
lenario de su muerte, este salón recibe, como tantas veces ocurrió
en su vida, a embajadores de los países amigos.
Yo deseo exteriorizar a nuestros huéspedes, los diplomáticos
del mundo islámico, cuán agradable nos resulta esta coincidencia
que honra a nuestro califa y al mismo tiempo aprovechar para
poner de manifiesto los mejores deseos de Córdoba, nuestra ciu-
dad, para los países cuya representación tan dignamente osten-
táis".

Se cerró el acto con la lectura de poesías por el profesor del Con-


servatorio don Miguel Salcedo Hierro, quien recitó poemas de autores
árabes, otros propios y otro del poeta cordobés Ricardo Molina.
Los asistentes recorrieron después las ruinas bajo la explicación
del arquitecto don Félix Hernández, terminando con un agasajo en
el salón occidental (máyalis al garbi), excavado desde el año 1912,
aunque sin reconstruir.
El mismo domingo, a las diez de la noche, se cerraron los actos
con una cena ofrecida por el Ayuntamiento en el salón de los Mosai-
cos del Alcázar cristiano de Córdoba, que se celebró con gran bri-
llantez tanto por la calidad de los participantes, como por la suntuo-
sidad del lugar, en el que lucieron los jardines una artística ilumina-
ción.
Las felicitaciones y agradecimientos recibidos por los organiza-
dores fueron numerosos, especialmente, por la señorial gentileza con
que el alcalde, señor Cruz Conde, agasajó a los concurrentes y el di-
El milenario de Abderrahmán III 205

rector general en nombre del Ministro de Asuntos Exteriores expre-


só su gratitud y complacencia más afectuosa.
Los representantes de los países árabes hicieron patente su admira-
ción y su gratitud por cuanto significaba el homenaje respecto al pa-
sado islámico de Córdoba y la cortesía de sus autoridades, de todo
lo cual se han forjado hondos vínculos recíprocos.

El Director de la Real Academia de Córdoba ante la mesa presidencial


en el Salón real de Medina Al Zahra

La Casa Hispano Arabe de Madrid proyectó numerosos actos, de


los cuales llegaron a celebrarse algunos de ellos. Entre sus proyectos
figuraron la emisión de un sello de correos, la declaración del Día de
la Amistad Hispano-Arabe, una exposición de pintura, juegos depor-
tivos hispano-árabes, ciclo de conferencias, festival de música y poe-
sía hispano-árabe, semana de cine árabe, festivales de arte, exposición
del libro árabe, exposición de prensa y publicaciones árabes, creación
de un colegio mayor universitario hispano-árabe, contacto con la Aca-
demia de Córdoba para fiestas de primavera, exposición de artesanía.
De las varias repercusiones que la celebración cordobesa tuvo en
el mundo islámico, recogemos la que tuvo lugar en El Cairo, rese-
ñada de la siguiente manera emotiva en nuestra prensa local:
206 El milenario de Abderrahmán III

REFLEJO CORDOBES EN EL CAIRO

EL MILENARIO DE ABDERRAHMAN III

Un gran cordobés, el profesor Rafael Blanco Caro, que esta


en Egipto en misión arqueológica española, nos escribe desde El
Cairo una sentidísima carta, con ese inmenso cariño que dá la pa-
tria lejana y añorada.
Nos acompaña en su carta el programa de la sesión home-
naje dedicada por el Centro Cultural Hispánico de la capital de
Egipto, en el milenario de Abderrahmán III, al califato de Cór-
doba y su fundador.
Hace ahora mil arios, dice ese programa, murió uno de los
máximos españoles de todos los tiempos. Los hombres nacidos en
las mismas tierras, que conocieron sus pasos y sus hechos glorio-
sos, y que nos esforzamos por volver a dar a España el inmenso
prestigio que con él alcanzara, le ofrecemos conmovidos nuestro
homenaje.
Para ello, siguen diciendo aquellos españoles del Cair9, nada
mejor que mostrar la vigencia de su obra en la existencia histó-
rica de España, en Córdoba, motivo de inspiración perenne en el
genio artístico español, que con su sierra y con su río, después
de mil arios, sigue musitando, a través de la Mezquita y de Me-
dina Azahara, sus más rendidas gracias al hombre que la levantó
a lo más alto de su gloria, a su Califa Abderrahmán al-Naser.
La sesión se inició con un ofrecimiento del doctor Abdala-
zis al-Ahwani, profesor de aquella Universidad y terminó con la
proyección de un cortometraje en color titulado "El poema de
Córdoba".
Tuvo una primera parte musical con la danza andaluza de
Granados, la Moraima de Espinosa y la Córdoba de Albéniz, in-
terpretados al piano por Augusto Valera.
La segunda parte fué el homenaje poético y se recitó el so-
neto de Góngora a Córdoba, en versión árabe del señor Nagah
Mahmud y en versión castellana por Blanco Caro ; la famosa poe-
sía de Aben Zeidun desde las ruinas de Medina al-Zahra, tradu-
cida por García Gómez ; el poema sobre la mezquita de Córdo-
doba de Ahmed Shauqui, con versión española del profesor Mar-
El milenario de Abderrahmán III 207

tínez Montávez, director del Centro ; y por fin la elegía de Me-


dina Azahara de Ricardo Molina, en versión árabe del señor Luf-
ti Hamed.
Nos habla nuestro comunicante del entusiasmo nostálgico del
acto allí celebrado, parejo, pensamos nosotros ahora, del desple-

Directivos de la Escuela de Estudios Arabes de Madrid, señores Teres, Granja, Olíver Asin

y señorita Gibad, con el Embajador del Pakistán y señores Castejón y Ocaña

en los jardines del Alcázar

gado aquí el 16 de octubre, cuando Córdoba, su patria, ha cele-


brado con diversos actos aquella fecha milenaria.
Pero el programa trae aún algo más porque inserta en feliz con-
junción poética aquel dístico del cordobés Aben Házam, lleno
de patriotismo peninsular, que termina "me basta a mí con mi
rubí de España" y con aquel otro poema de Machado : "Soy de
la raza mora vieja amiga del sol, tengo el alma de nardo del ára-
be español".
Agradecemos al profesor Blanco Caro su preciosa informa-
ción para la cual invoca su corresponsalía de la Academia cordo-
besa, y sobre todo su gran amor a la patria chica, que heredó de
aquel otro gran cordobés y poeta que fué su padre Marcos Ra-
fael Blanco Belmonte.—Rafael Castejón.
208 El milenario de Abderrahmán III

Las conferencias e informaciones de prensa, en general, fueron


buenas y abundantes y de ellas damos algunos títulos por representa-
tivas :
Don Rafael Fuentes Guerra, dió unas conferencias en Madrid, en
la Casa de Córdoba (Seminario de estudios cordobeses), con el títu-
lo "Amplitud científica del Califato de Córdoba", el 25 de octubre ;
y otra el 14 del mismo mes en la Casa Hispano Arabe bajo el título
"Del Nilo y del Guadalquivir", con motivo del Milenario del Califa,
por el publicista don Rodolfo Gil Benumeya.
"Hoy hace mil arios que murió Abderramán III creador del Cali-
fato español, la Casa Hispano Arabe conmemora esta fecha íntegra-
mente hispánica", por Luis Javier Domenech, Hoja del Lunes, Ma-
drid, 6 octubre 196 .
"Para una valoración sobre Abderramán III, por Manuel Marín
Campos, "El Correo de Andalucía", Sevilla, 17 octubre.
"El milenario de Abd Al-Rahman III a la luz de la ética occiden-
tal", por Rafael Fuentes Guerra, revista Obras, Madrid, 94, 1961.
El I Congreso Internacional de Estudios Arabes
Córdoba 16-22 septiembre 1962

ORGANIZACION.—Consecuencia del acuerdo privado tomado


en Moscú el año 196o, con motivo del XXV Congreso de Orientalis-
tas, por un grupo internacional de arabistas, que señalaron a Córdoba
como sede de un primer Congreso de Estudios Arabes, se encomendó
la organización del mismo al P. Félix M. Pareja, S. J., del Instituto de
Cultura Hispano Arabe de Madrid, en calidad de Secretario general
técnico.
Con diligencia ejemplar, el P. Pareja procedió a las gestiones con-
ducentes a la realización del Congreso, invitando a Universidades, Cen-
tros especialistas y arabistas distinguidos. Se recibieron unas ciento
cincuenta inscripciones, principalmente de países europeos y america-
nos donde se habían hecho las invitaciones.
Los Ministros de Asuntos Exteriores y de Educación Nacional,
de España, junto con otras autoridades superiores se dignaron patro-
cinar el Congreso. En Córdoba, sede del Congreso se constituyó una
Junta Organizadora, bajo la presidencia efectiva del Alcalde de la ca-
pital y directivos culturales de ella.
CELEBRACION.—Los días 16 a 22 de septiembre de 1962 tuvo
lugar el desarrollo del Congreso.
La sesión de apertura tuvo lugar en el Salón de los Mosaicos del
Alcázar de los Reyes Cristianos.
En días sucesivos se celebraron las sesiones científicas en la Fa-
cultad Universitaria de Córdoba, con lectura de comunicaciones, con-
ferencias, proyecciones, etc. Cada sesión científica tuvo dos presidentes.
De los inscritos asistió cerca de un centenar de congresistas per-
tenecientes a 24 naciones distintas. Entre ellos son de citar:
Alemania : Horst, Peret, Singer, Spies, Wagner, Profitlich, Wa-
ller, Eilers. Argelia : P. Valverde. Escocia : Honeyman, Cachia, Mont-
gomery Wat, Trimingham, Walsh. Estados Unidos: Schacht, Bone-
bakker, Grunebaum, Fahir. Egipto : Anawati. Francia: Pellat, Vajda,
210 Congreso Internacional de Estudios Arabes

Goichon. Holanda : Drewes, Elwell Sutton, Van Enter. Inglaterra :


Lewis, Harvey, Haywood, Latham, De Somogvi, Barbour Neville,
Dunlop, Serjeant, Hopkins, Stern. Italia : Bausani, Gabrieli, Moreno,
Nallino, Sarnelli, Filippani-Ronconi, Levi della Vida in Piacentini,
Minganti, Scardia, Vacca, Veccia Vaglieri. Marruecos : Ben Tawit,
Arribas Palau, Cambuzat, De Premáre. Portugal : García Domínguez.
Siria : Eliseef. Suecia : Lofgren. Turquía : Karahan.
Funcionó un comité técnico para diriáir toda la organización, que
queda como Comité permanente de sucesivas organizaciones, lo cons-
tituían los profesores Francesco Gabrieli, de Roma ; Bernard Lewis,
de Londres ; Rudi Paret, de Tübingen ; Charles Péllat, de París ; Jo-
seph Schacht, de Nueva York ; Helmut Scheel, de Mainz ; Henri Te-
rrasse, director de la Casa Velázquez en Madrid y secretario el P. Pa-
reja.
Las sesiones se desarrollaron del siguiente modo :
Lunes día 17. Presidentes : Profesores Rudi Paret y M. M. Mo-
reno.
Dr. Douglas Morton Dunlop : The Arabic Manuscripts of the
Academia das Ciencias, Lisboa.
Profesor Joseph Schacht : The Muktasar of Abú Mus'ab (d. 242),
preserved in a unique manuscript written in Cordova in 359.
Profesor S. A. Bonebakker : Two manuscripts of al-Qali's redac-
tion of Ibn Qutayba's "Adab al-Kátib".
Dr. V. Polentinos Franco : Cordobeses musulmanes en el Escorial.
Profesor Charles Pellat : Mahom, Terragan et Apollin.
Martes día 18 : Presidentes : Profesores J. Schacht y A. Abel.
Profesor Georges Vaj da : Comment le philosophe juif Moíse de
Narbonne, commentateur d' Ibn Tufayl, comprenait-il les paroles ex-
tatiques (Sátahat) des soufis?
Profesor G. C. Anawati : Hayy Ibn Yaqzan chez Ibn Tofayl
(Abubacer) et Avicenne d'aprés les travaux récents.
Dr. Nevill Barbour : Two Christian Embassies to the Almohad
emir Muhammad al-Nasir at Seville in 1211.
Dr. W. Montgomery Watt : Philosophy and Politics under the
Almohads.
Profesor J. de Somogyi : Goldziers's Spanish Arabs.
Dr. J. D. García Domíngues : Antroponimos árabes na "Crónica
dos Reis de Portugal".
Miércoles día 19. Presidentes : Profesores Ch. Pellat y G. E. V.
Grunebaum.
Congreso Internacional de Estudios Arabes 211

Profesor A. Karahan : Spain in Turkish Literature.


Dr. L. P. Harvey : Religious doctrina and practice amonggt the
Muslims of Spain after 1492.
Dr. V. Flórez de Quiñones : Los notarios en al-Andalus.
Dr. M. Arribas Palau : Relaciones políticas de los soberanos de
al-Andalus con los estados vecinos.

Sesión de apertura del Congreso en el Salón del Alcázar

Dr. T. García Figueras : Relaciones fronterizas entre Jerez y el


reino de Granada.
Viernes día 21. Presidentes : Profesores F. Gabrieli y G. C. Ana-
wati.
Dr. R. Castejón: Nuevas identificaciones en la topografía de la
Córdoba califal.
Dr. M. Ocaña : El cúfico almeriense y su evolución.
Dr. F. Hernández : Notas de arquitectura arábigo-andaluza.
Profesor S. M. Stern : Andalusian Muwashashahs in the musical
repertoire of North Africa.
Profesor J. A. Haywood : A Spanish-Arab Lexicographer. Ibn
Sida.
Profesor J. D. Latham : The content of the "Lahn al-awwam
212 Congreso Internacional de Estudios Arabes

(MSS. 2229, al-maktaba al-abdaliyya al-zaytüniyya, Tunis) of Abu Alí


Umar b. Muhammad b. Halil al-Sakuni al-Isbili.
Sábado día 22. Presidentes : Profesores L. Veccia Vaglieri y O.
Spies.
Profesor T. Sarnelli : Sul primato di Cordova nella medicina ara-
ba di Occidente.
Profesor A. M. Goichon : L'exegése coranique d'Avicenne jugee
par Averroés.
Profesor M. M. Moreno : Mugahid al-Amiri in un recente libro
in arabo della Signora Clelia Sarnelli Cerqua.
Profesor A. M. Honeyman : Ishaq b. Amran of Qayrawan.
Profesor G. C. Anawati : Les idées d'Ibn Khaldoun sur l'alchimie.
Fueron leídas las comunicaciones más principales cuyos autores
estaban presentes y extractadas en plabo zreve de veinte minutos de
lectura y discusión. Alguna, como la del profesor Arévalo, de Barce-
lona, sobre la familia en el derecho malekita constituye un grueso li-
bro cuya publicación ha sido recomendada. Todas serán publicadas en
el libro del Congreso.
Se imprime un libro del Congreso con las comunicaciones, actos,
etc. lo que nos evita mayor información.
También fué acordado editar un anuario con el movimiento ara-
bista mundial.
OTROS ACTOS DEL CONGRES0.—Aparte las sesiones cien-
tíficas del Congreso tuvieron lugar otros actos sociales, entre los cua-
les son de citar las visitas a los monumentos árabes de Córdoba, como
la gran Mezquita, las ruinas de Medina al-Zahra, excavaciones en el
Alcázar califal, la sala árabe del Museo Arqueológico, etc.
Se visitó además la Universidad Laboral, el Parador de Turismo
sito en la Rusafa, el Noviciado San Francisco de Borja, museos, ins-
talaciones notables, etc.
Una comisión de señoras atendió a las señoras congresistas que
dedicaron las mañanas a visitar otros monumentos y museos, y espe-
cialmente casas solariegas.
En todas partes fueron agasajados los congresistas y familias con
la conocida generosidad andaluza.
Especialmente los congresistas encontraron un verdadero hogar en
el Círculo Liceo de la Amistad, el cual nombró socios de honor a to-
dos ellos para que disfrutaran los servicios y comodidades del Casino.
En la Facultad sede del Congreso, se instaló una exposición de
libros árabes, en la que se exhibieron en vitrinas especiales los manus-
Congreso Internacional de Estudios Arabes 213

critos árabes que guarda la ciudad, los fondos arabistas de la Real Aca-
demia de Córdoba, el Instituto de Estudios Califales, bibliotecas parti-
culares (Flórez de Quiñones, Castejón, etc.) y editoriales nacionales y
extranjeras (Brill, de Leiden ; Steiner y Harrasowitz, de Wiesbaden ;
Walter de Gruyter, de Berlín ; Maisonneuve, de París ; Universidad

Miembros del:Congreso de Estudios Arabes en el patio del Museo Arqueológico

de Rabat ; Instituto Hispano Arabe de Cultura, Consejo Superior de


Investigaciones Científicas, Plus Ultra y Fax, de Madrid ; Librería Lu-
que y otras, de Córdoba).
La semana siguiente al Congreso fué organizada una expedición
turística a las ciudades andaluzas de mayor tradición árabe : Málaga,
Granada, Ronda, Jerez y Sevilla, en cada una de las cuales, bajo el
patrocinio de las autoridades se habían designado comités locales que
atendieron a los congresistas, les acompañaron a las visitas eruditas a
monumentos y museos, y en todas fueron agasajados según costumbre.
ADHESIONES.—Se recibieron de la UNESCO, de la Unión des
Orientalistes, de la Deustche Morgenlandische Gesellschaft, de Uni-
versidades e Instituciones arabistas, y de aquellos miembros inscritos
que no pudieron asistir por causas diversas.
CLAUSURA Y CONCLUSIONES.—La sesión de clausura fué
presidida por el Gobernador Civil de la provincia, quien dió lectura al
214 Congreso Internacional de Estudios Arabes

siguiente mensaje del Ministro de Asuntos Exteriores y declaró cerra-


do el Congreso en nombre del Jefe del Estado.
Mensaje del Ministro de Asuntos Exteriores :
"Señores congresistas: Al llegar al final de estas fructíferas jorna-
das que han dedicado ustedes al estudio de la cultura árabe, quiero ex-
presarles un sincero reconocimiento y admiración por la labor efectua-
da y aprobación de los objetivos logrados, y, una vez más, mi profun-
do agradecimiento por la vicepresidencia de honor que con tanto gus-
to acepté. Córdoba, la ciudad califal por excelencia, les ha acogido a
ustedes estos días, y estoy seguro que con su grandeza de espíritu ha-
brá sabido ayudarles en su labor, inspirarles y al mismo tiempo hacer-
les su estancia lo más grata posible. Pero es España entera la que ba
puesto sus ojos en esta nueva muestra de la amistad hispanoárabe, de
nuestro interés por mantener viva esa cultura que a lo largo de la Edad
Media alimentó los impulsos de nuestro propio saber. En este renacer
de nuestras grandes tradiciones históricas, Córdoba ha tomado sobre
sí la responsabilidad de dar vida a la Casa de la Cultura de Córdoba,
que albergará, entre otros, al Instituto de Estudios Califales. Al señor
Gobernador, al señor Alcalde —gran inspirador de este Congreso— y
a todos los que han colaborado en el proyecto, mi más sincera felici-
tación, porque espero de este nuevo centro la colaboración y ayuda
necesarias a nuestro constante al gran mundo árabe. De nuevo ¡Mil
gracias a todos!
Firmado: Fernando M.a Castiella".

CONCLUSIONES APROBADAS POR UNANIMIDAD EN LA


ASAMBLEA GENERAL DE MIEMBROS ACTIVOS DEL
CONGRESO DE ESTUDIOS ARABES DE CORDOBA EN
SU SESION DE CLAUSURA
i.—Este Congreso de Estudios Arabes es el primero de una serie
de ellos que se han de celebrar en intervalos de dos o tres arios.
2.—El fin de estos Congresos es favorecer las ocasiones de inter-
cambio de información y de opiniones entre los especialistas de Euro-
pa occidental, en cuyo ámbito han de celebrarse tales Congresos.
3.—Podrán ser miembros quienes en la actualidad desempeñen
cargos académicos relacionados con este campo de estudios o los ha-
yan desempeñado en el pasado. También podrán serlo otros especia-
listas especialmente invitados por los comités que se mencionan en los
párrafos siguientes.
Congreso Internacional de Estudios Arabes 215

4. — Se constituirá un Comité permanente que asegure la continui-


dad y regule el funcionamiento de los Congresos.
5.—El Comité permanente consistirá de quince miembros de los
cuales habrá dos de cada uno de los países siguientes : Alemania, Es-
paña, Francia, Gran Bretaña, Italia.
6. El Comité técnico de este Congreso será el núcleo del Comi-

té permanente, con poderes para cooptar otros miembros hasta el nú-


mero indicado.
7.—Una tercera parte de los miembros del Comité permanente
cesará en su cargo en cada uno de los congresos, y los puestos vacan-
tes se llenarán por elección. Los miembros salientes podrán ser reelegi-
dos para un segundo período en el cargo. Las vacantes que ocurran
en el intervalo entre dos Congresos serán computadas en el tercio de
miembros salientes. En el segundo y en el tercer Congreso los mie ►
-brosalientádgosprlauet.
8.—Habrá un Comité organizador encargado de la preparación y
de la organización de cada Congreso. Este Comité se constituirá bajo
los auspicios de la institución que invita al Congreso.
9.—El cometido de cada Congreso y las materias que han de dis-
cutirse serán determinados por el Comité permanente en consulta con
el Comité organizador.
o.—El Comité permanente solicitará el reconocimiento de los
Congresos de Estudios Arabes por parte de la "Unión Internationale
des Orientalistes".
El Secretario general, firmado : F. M. Pareja.
Córdoba, 2 2 septiembre, i 962
* * *
El Instituto de Estudios Califales de Córdoba, nombró Miembros
de Honor a los inscritos en el Congreso de Estudios Arabes, y enviará
los diplomas a los que no estuvieron presentes, en orden a la impor-
tancia de este I Congreso Internacional de Estudios Arabes, con cuya
celebración se ha honrado la ciudad de Córdoba. Además se pone a
disposición de todo el que desee información supletoria sobre el
mismo.
Conferencias y Coloquios

Recogemos temas y conferenciantes de interés :


Agrupación Cultural Hispano-Arabe, Madrid : 18 enero 1961,
"Mahoma y la estructura jurídica del pueblo musulman", por don
Juan Francisco Marina Encabo ; febrero, "El milenario del Califa-
to de Córdoba", por don Rafael Fuentes Guerra.
Instituto Arqueológico Alemán, Madrid : mayo 1954, "Las
fuentes clásicas y orientales del arte hispano-árabe", por el profesor
Ernst Kühnel, director de la sección Islámica de los Museos de Berlín.
Cátedra San Fernando de la Universidad de Sevilla : 7 diciembre
1958, "La marina medieval andaluza y la guarda del Estrecho", por
don Florentino Pérez Embid.
Instituto arabo-islamique dans l'ascien monde", por el profesor
M. A. Enan.
Asociación Española para el estudio de la Filosofía Medieval. Sep.
Estudios Lulianos, VI, 3, 1962. Crónica por Gómez Nogales, S. Se dá
cuenta de la reunión inaugural de esta sociedad filosófica, en abril de
1962. Se describen la de don Miguel Cruz Hernández sobre historia
y estado actual de los estudios de filosofía árabe en España, y la de
don José María Millás Vallicrosa sobre análogo tema de la filosofía
hebrea.
Círculo-Liceo de Córdoba : En un curso de conferencias de arte,
se celebraron las siguientes :
17 noviembre 1961 : "Epigrafía hispano-árabe", por Manuel Oca-
ña Jiménez. El valioso contenido de dicha conferencia nos mueve a
dar su temario :
Breve introducción al tona.—E1 alfabeto árabe. Veinti-
ocho signos. Vocales y signos ortográficos. No hay mayúscu-
las ni minúsculas. Lo fundamental y lo secundario en las tra-
zas. Efectos ortográficos y estéticos de los nexos. Cada signo
tiene una fuerza ornamental extraordinaria. Combinados, al-
canzan un valor plástico inapreciable. Alfabeto ornamental
cien por cien. Esta escritura no pasa a ser, sin embargo, la
Conferencias y Coloquios 217

monumental del Islam. El Qur'an. Los primeros alcoranes. La


unificación del califa Abu Utzmán (65o). Resistencia de la
gente de Qufa (Siria). Posible componenda política. Los pri-
meros alcoranes oficiales se escriben en Qufa y en caracteres
cufíes o cúficos. Diferencias entre los signos cúficos y los
nasjíes o cursivos. Diecisiete signos. Dificultades de interpreta-
ción. Los errores en la lectura del Alcorán. Se ponen puntos

El 4 de noviembre de 1957 visitó Córdoba S. E. Camilo Chamun,


Presidente del Líbano. Nuestro Director señor Castejón agradece al
ilustre visitante la concesion de la Orden Nacional del Cedro,

diacríticos e inclusivo vocales a los textos sagrados. La escritu-


ra monumental permanece invariable : se quiere conservar la pu-
reza de las trazas primitivas, que tienen carácter sagrado.--
El cúfico en España. La escritura monumental de los musul-
manes de la conquista : la cúfica por excelencia. Su escasa
evolución y razones de la misma. Lo que nos dirían al res-
pecto los artesanos cordobeses de la Córdoba de mediados
del IX. Lo mismo en cualquier ciudad del mundo islámico
de entonces, de antes y de después. Otros ejemplos muy sig-
nificativos. Cúfico arcáico, florido y simple. Córdoba corno
directora del arte hispano-árabe en general. Cese de la he-
gemonía cordobesa. Nuevas trayectorias para el cúfico. Los
reinos de Taifas. Los Almorávides. El milagro de Almería.—
Contenido de las inscripciones de todo este período. Los tex-
218 Conferencias y Coloquios

tos alcoránicos. Los textos de fundación : su redacción más


frecuente. Los monumentos funerarios : tipos y redacción más
frecuente de laudas. Las inscripciones propiciatorias.—La con-
quista almohade. Aparece la escritura nasjí en al-Andalus.
Pugna entre los caracteres cúficos y los nasjíes. Se imponen
los segundos a los primeros. Empieza a desarrollarse el cú-
fico de forma inusitada.—E1 reino de Granada. El cúfico al-
canza su máximo desarrollo y pleno valor ornamental. La es-
critura nasjí pasa a ser la andaluza por excelencia.—Las ins-
cripciones almohades y granadinas. Escasez de las primeras
y sus causas. El autobombo en las segundas. Una cara edi-
ción literaria : las poesías de Ibn Zamrak, el poeta de la Al-
hombro.—Proyecciones. Resurnen. Los hitos en la epigrafía
arábigo-española : caída del Califato y conquista almohacie.
Caída del Califato : pluralidad de escuelas en el diseño del
cúfico. Conquista almohade : pugna entre caracteres cúficos
y nasjíes, imposición de éstos sobre los primeros y alcance
por los nasjíes, ya bajo la égida de los Banu Nasr de Grana-
da, de signos andalusíes por excelencia.
24 noviembre : "La conquista de Córdoba y las iglesias fernandi-
nas", por Miguel Angel Ortí Belmonte.
diciembre : "Influencias califales (mozárabes, almohades, naza-
ríes, mudéjares), por Rafael Castejón.
Febrero y marzo de 1962: "Estudio histórico artístico de edificios
mudejares de Córdoba : conventos de Santa Marta, Capuchinos y San-
ta María de Gracia" y "Las acenas de Córdoba sobre el Guadalquivir,
historia de la Albolafía", por Miguel Muñoz Vázquez.
Coloquio sobre la Enseñanza de la lengua árabe a los no árabes.
El Instituto de Estudios Islámicos, de Madrid, organizó un coloquio
científico de la mayor importancia sobre este tema, al que asistieron
destacadas personalidades del mundo linguístico árabe. Nos limitamos
a dar la noticia, cuyo contenido y conclusiones esperamos apreciar
en publicaciones pertinentes.
"Los árabes en España", conferencia de don Rafael Castejón, el
6 de septiembre de 1962 a los cursillistas extranjeros en la Casa Inter-
nacional, de Córdoba.
Conferencias y Coloquios 219

S.M. la Reina Zaínab, de Jordania, madre del Rey Hussein, en su


visita a Córdoba, el año 1956, acompañada del Alcalde de Córdoba
señor Cruz Conde, en el interior de la gran Mezquita.
Los monumentos árabes de Cordoba
La gran Mezquita Aljama
(Monumento Nacional en 21 noviembre 1882)

El Estado sigue atendiendo las obras de conservación y restau-


ración del gran monumento cordobés, con consignaciones anuales, pa-
ra estos dos arios de 196 y 1962, de 25o.000 pesetas cada uno.
Las obras principales han consistido en consolidación y arreglo
de tej ados, en alguno de los cuales ha sido preciso colocar grandes
vigas de cemento armado, porque su estado de conservación era pe-
ligroso. En estas obras se ha invertido la principal actividad.
También se está procediendo a la restauración del pavimento de
la lonja del Patio de los Naranj os, al que provisionalmente, como
decíamos en el número anterior se le había tendido un liso vulgar de
cemento para facilitar el paso de las procesiones de Semana Santa.
Se está quitando este horrible emparchado, y los sillarejos de piedra
caliza que forman esta pavimentación, muy desgastados y molestos
para el transeunte, se están levantando en mayor parte y sustituyen-
do por losas de iguales dimensiones hechas de picado de la misma
caliza y cemento blanco, lo que les da una gran dureza y segura-
mente mayor duración.

BIBLIOGRAFIA
En estos arios, han sido publicados con referencia a la Mezquita-
Catedral de Córdoba, los siguientes trabajos :
Rafael Aguilar Priego : Obras en la Catedral de Córdoba duran-
te el reinado de Carlos V, Boletín de la Real Academia de Córdoba,
enero-junio, i96
Klaus Brisch : Las celosías de las fachadas de la Gran Mezquita
de Córdoba, Al-Andalus, Madrid, 1961, XVII, 2.
Félix Hernández Jiménez : El codo en la historiografía árabe de
Monumentos árabes de Córdoba 221

la Mezquita Mayor de Córdoba, contribución al estudio del monu-


mento. Madrid, Imp. Maestre, 1961. Lo insertamos íntegramente en
este número por su trascendencia para el mejor conocimiento del
gran templo cordobés.

Datos para la historia de la Mezquita


La rebaja del pavimento en la parte más vieja de la Mezquita,
produciendo un escalón o desnivel con el resto del templo, se inició
antes de la guerra de Liberación del ario 1936, y pasada ésta se rea-
nudaron los trabajos de los que dábamos datos en el anterior núme-
ro de esta publicación.
Estos trabajos motivaron criterios diversos, algunos expuestos ofi-
cialmente, como atestiguan los informes que insertamos a continua-
ción
Moción presentada a la Comisión de Monumentos de Córdoba
por el Vocal Académico D. Rafael Castejón:
El pavimento de la Mezquita-Catedral de Córdoba.
La reforma de rebaja del pavimento que se viene haciendo en la
gran Mezquita de Córdoba, empezada hacia el ario 1929 con motivo
de la exploración arqueológica verificada para buscar los cimientos
o vestigios de la basílica visigoda (i), la estimamos poco acertada.
222 Monumentos árabes de Córdoba

Estas obras de rebaja han seguido con diversa fortuna, y a fina-


les de este año de 1943, han sido reanudadas con sin igual decisión
y llevan la traza de remover todo el pavimento de la vieja Mezquita
de Abderrahman I.
Estimamos que la reforma es equivocada. Suponen quienes la eje-
cutan, al parecer, que con ella se rebaja el pavimento de dicha parte
de Mezquita a su nivel primitivo, y que además, las naves a las cua-
les afecta la rebaja, ganan en altura y elegancia de líneas y pers-
pectiva.
He aquí las consideraciones contrarias que esta reforma nos su-
giere :
I. La Mezquita, hoy Catedral de Córdoba, es un templo vivo,
es el primer templo de la ciudad y es visitado a diario por numerosos
fieles que acrecen su número multitudinariamente en las grandes fes-
tividades. Pues bien, estos fieles se encuentran a su ingreso en el
templo por dos puertas de las más principales, con rampas, de cerca
de 45 grados de inclinación, producidas por la reforma que comen-
tamos, en las cuales se han producido caídas y fracturas de grave-
dad. Por la puerta occidental, del Cristo de la Luz, es el caso grave,
porque este ingreso está muy oscuro, y el visitante nota de pronto
que el suelo huye bajo sus pies y la caída es segura. En estos mismos
días finales de 1943, se empieza a levantar el pavimento de la nave
central por el Arco de las Bendiciones, para hacerle la consabida re-
baja, y ya empiezan a condenarse postigos y a producirse innumera-
bles molestias a los fieles.
Antes de entrar en otras consideraciones de índole artística o
arqueológica, creemos que ésta es la más estimable y atendible de
todas. Habría de tratarse de una restauración necesaria o de una
consolidación forzosa, y la consideración de no producir molestias
a los fieles, ni mucho menos de poner en peligro su integridad, se
tendría en cuenta como la más importante y principal.
En las restauraciones hechas por D. Ricardo Velázquez, se dió
al problema de la pavimentación de la Mezquita una solución que se
podría llamar ecléctica, pero que atendía principalmente a la consi-
deración que venimos comentando.
¿Cómo era el primitivo pavimento de la Mezquita?, se han pre-
guntado muchos arqueólogos, sin hallar texto preciso que lo defina,
ni dato arqueológico que lo presuma.
Hay una referencia literaria, que más bien parece simil poético
en un autor árabe, el cual refiriéndose al pavimento ante el mihrab,
Monumentos árabes de Córdoba 223

un día de gran solemnidad religiosa, dice que relucía como si fuera


de plata, y esto ha hecho suponer a algunos comentadores que se
hiciera alusión a mármol blanco. A nuestra generación, esta parte de
la Mezquita, como todo el resto, ha llegado pavimentada de ladrillo.
Solamente el interior mismo de la cobba del mihrab conserva su pa-
vimento de mármol blanco, con el rebaje de la losa en huella circular
por todo su contorno, que ha dado motivo a explicaciones popu-
lares (2).
Pero, como decimos, todo el resto, o sea todo el templo, estaba
pavimentado de ladrillo común de x 28 cms., o bien de losa cua-
drada, también de barro cocido, de 25 x 25 cms., tan en boga desde
el siglo XVIII.
El estar pavimentada la Mezquita de ladrillo o baldosín de barro
cocido, de color más o menos rosado, y renovado periódicamente a
medida que el uso desgataba esta pavimento, ha sido siempre, a juicio
de personas discretas, la más segura serial de que su pavimento ori-
ginal en época musulmana también debió ser de baldosa de barro
cocido, que desgastada por el uso del tiempo, habría de ser recom-
puesta constante y parcialmente, como en nuestros días hubo de
serlo también por la blandura de este material, si no es que en al-
guna primitiva ocasión hubiera estado terrizo. Ambas soluciones ex-
plican que no haya llegado a nuestros días el pavimento musulman,
salvo acaso algún rincón escondido que no se ha identificado.
Corrobora esta suposición el gran antecedente arqueológico de
Medina al-Zahra. Los pavimentos interiores de aquel alcazai son de
baldosa de barro rojo de 41 x 41, por término medio, y en menos
casos de conglomerado uniforme de cal y gravilla, bien untados en
ambos casos y pulidos con grasa de almagre o polvos de calderero en
aceite, como aún hoy es costumbre en muchas localidades de Anda-
lucía, lo cual da al pavimento un bello lustre rojo. Para que no se
dude que esto también debió hacerse en la Mezquita, en un basa-
mento puesto al descubierto en la faena de rebaje apareció sobre
el mármol el betón rojo que señalamos.
Pavimentos de mármol, ya del mármol vinoso de que habla Al-
maoari (3), o del blanco, se encuentran en Medina Az-Zahra gene-
ralmente en patios o retretes. Por esto no es de suponer que el de
la Mezquita fuera de otra cosa que de baldosa de barro cocido.
Hay además otro argumento en favor de esta suposición, que es
el confortable. Para prosternarse, besar el suelo o sentarse, aunque
fuere sobre una esterilla, el pavimento de barro cocido es más agra-
L24 Monumentos árabes de Córdoba

dable y aislador, y en cambio el mármol es húmedo y frío. Ha sido


observado en nuestros días que cuando el arquitecto restaurador se-
ñor Velázquez llegó a solar de mármol cierta extensión de la Mez-
quita, la temperatura interior del templo se vió notablemente reba-
jada en su grado medio, lo que es muy desagradable en los días fríos
del invierno en tan vasto recinto.
Pero, como decíamos más arriba, cuando dicho restaurador se
decidió a sustituir el viejo pavimento de ladrillo o baldosa, por gran-
des losas de mármol blanco, llegando a pavimentar de esta manera
las tres primeras porciones históricas de la Mezquita, a excepción de
la ampliación de Almanzor, que es la que hoy subsiste con aquellos
viejos solados de ladrillo rojo, le dió al problema una solución ecléc-
tica, en la que sobresale como factor principal, aparte la mayor sun-
tuosidad que alcanza el templo, la comodidad para el público que
acude a los actos del culto, el cual halla un pavimento igual y con-
tínuo y duradero, sin los relieves y hondonadas que el ladrillo des-
gastado produce.
Pues bien, han pasado unos cuarenta años desde que el Estado,
por medio de su arquitecto restaurador, sustituyó el pavimento de la
Mezquita y dió solución a los diversos problemas que el hecho plan-
teaba (4), cuando aquellas mismas losas se levantan, se rebajan cerca
de medio metro y se dejan en su unión con el resto no rebajado,
unas rampas, al parecer permanentes, que son molestas y peligrosas
y rompen la armonía del templo.
Creemos que contra esta reforma se manifiesta unánime la opi-
nión de la ciudad, no sólo de aquellos elementos como el público cu-
ya opinión podemos llamar vulgar, sino también de aquellos otros, co-
mo el Cabildo y la Comisión de Monumentos, a cuya atención, estu-
dio y custodia está confiado el primer templo cordobés.
II. Consideraciones arqueológicas.—En las reformas que Abde-
rrahman III An Násir introdujo en la Mezquita se encuentra acaso
la única mención histórica referente a pavimento de tiempos mu-
sulmanes. Dicen los cronistas contemporáneos que este Califa igualó
o regularizó el pavimento de la Aljama (5).
Dos antecedentes hay .que tener en cuenta para valorar bien esta
cita. El primero es que al tiempo de esta reforma de Abderrah-
man III la Mezquita sólo constaba del primitivo templo de nueve
naves construído por Abderrahman I y de la ampliación de dos na-
ves laterales más y alargamiento de las once resultantes en ocho nue-
vas trasversales por Abderrahman II (6). Si el piso de ambas por.-
Monumentos árabes de Córdoba 225

ciones no estaba a nivel, la reforma de An Násir tuvo por objeto


igualar el conjunto interior del templo para comodidad de los cre-
yentes, y entonces es cuando se debieron tapar las basas de la pri-
mitiva Mezquita, originándose la solución, tan típica del arte califal
cordobés, de la columna sin basa, que luego se repite adrede, sobre
todo en lugares como los templos, en los cuales, la afluencia de gen-
tío hace molesto y expuesto a tropezones el saliente de la basa (7).
Acorde con esta nivelación del pavimento, Abderrahman III eje-
cuta la obra de consolidación de la fachada de que da cuenta la lá-
pida del Arco de las Bendiciones y mencionan todos los cronistas
musulmanes, y tanto las gradillas de estas arcadas de ingreso, como
la lonja del Patio de los Naranjos que corre por su frente (rebajada
y restaurada por Velázquez) debieron de sujetarse a dicha nivelación.
Todo esto, o sea, nivelación de Abderrahman III, originalidad
de columna sin basa, ingreso a nivel por las portadas del Patio de los
Naranjos, etc., se destruye ahora con la reforma que venimos co-
mentando.
Y se plantea el ingenuo problema siguiente : cuando los restau-
radores actuales se refieren a un nivel original de la Mezquita, ¿cuál
entienden por tal ; el de Abderrahman I en su primitiva creación del
siglo VIII o el de Abderrahman III en su nivelación del siglo X?
Porque si, para un restaurador como el Sr. Velázquez debe respe-
tarse este último, para el actual tiene más valor el primero, y enton-
ces, cada vez que la Mezquita de Córdoba goce de un nuevo restau-
rador, el pavimento subirá o bajará, se igualará o se desigualará, se-
gún el capricho o la interpretación personal del asunto.
Debemos referirnos a un argumento que parece apoyar el crite-
rio de la rebaja actual, cual es el de que las basas de la primitiva
Mezquita, tapadas desde tiempos de Abderrahman III y puestas a luz
al cabo de mil arios, quedan al descubierto para ser... ¿admiradas...?
por el visitante. Menguado descubrimiento y puesta a luz. Desigua-
les, rotas y mordidas, desituadas de la verticalidad y a distinta altura
cada una, constituyen un conjunto de piezas que para el vulgo son
feas a la vista y molestas para los pies, y para el arqueologo son
anodinas y con su mención literaria • o gráfica hubieran salido bien
despachadas (8).
La solución arqueológica la dió Velázquez al dejar las basas al
descubierto, tapando su desnivel con el pavimento con un tablerillo
de madera que los guías levantaban para mostrarlas al turista.
Creemos incluso que fué demasiada concesión al respeto arqueo-
226 Monumentos árabes de Córdoba

lógico. Opinamos, como en otros casos parecidos, cuando se trata


de piezas vulgares, que su medición, dibujo, fotografía y descripción
son suficientes, trasladados a memorias oficiales o publicaciones ar-
tísticas, para que los eruditos y especialistas las conozcan y estudien.
Pero su interés no merece, no que se haga el volumen de obra que
se está llevando a cabo actualmente para deshacer lo que ya Veláz-
quez solucionó, ni que se exponga a los cordobeses a molestias y caí-
das cada vez que visiten su admirado y querido monumento. Opi-
namos una vez más que el criterio más intangible debió ser el de
Abderrahman III cuando igualó el pavimento de la Mezquita.
Se utiliza además otro argumento : al rebajar el pavimento, el
visitante dirige su mirada hacia la altura y encuentra más elevadas
y grandiosas las arquerías. Desde luego. Pero ya se destruye el efec-
to de achaparramiento de techos tan original de la Mezquita y tan
impresionante, como acreditan las descripciones literarias de viajeros
célebres, y se da una elevación más típica de templo cristiano, que
lo acerca a una catedral gótica.
Otra consideración merece esta reforma que, dicho con gran
respeto para todos, es no menos mortificante, cual es su duración.
Hace unos quince años que comenzaron las exploraciines • arqueoló-
gicas en busca de los cimientos de la basílica cristiana preislamita (las
segundas investigaciones, porque las primeras las hizo Velázquez hace
más de cincuenta años), las cuales dieron origen, una vez removido
cierta porciento de pavimento, para pensar en removerlo todo, y to-
davía, al cabo de este tiempo, no se ha rebajado ni la mitad de lo que
se piensa rebajar. ¿Es que los cordobeses van a padecer otros quince
años más, siguiendo al mismo ritmo, para ver terminada una obra
innecesaria que sólo tiene las condenaciones de quien la sufre o con-
templa?
Fué preciso que llegara el G. M. N. para que la autoridad mi-
litar ordenara, con el aplauso general de la ciudad, que se tapara
inmediatamente una cata arqueológica hecha en el Patio de los Na-
ranjos y que al cabo de seis u ocho años se había convertido en un
vertedero de inmundicias y un juego de chiquillos. El resultado de
esta exploración, como el de tantas otras, ha sido nulo para la Ar-
queología, porque lo allí visto no se ha reflejado en dato, nota, ni
publicación alguna (9).
Y aun cabe otra consideración. El punto que se toma como ni-
vel para rebaje del pavimento es sumamente opinable. Unas colum-
nas dejan su basa al descubierto totalmente e incluso gran parte del
Monumentos árabes de Córdoba 227

basamento, y en otras apenas queda la basa someramente visible. O


sea, que rebajando el pavimento actual, como se está haciendo, cerca
de medio metro, no se puede decir con seguridad si esta rebaja deja
exactamente el nivel en su línea primitiva. En la ampliación de Al-
hakem II, al ser pavimentada por el Sr. Velázquez con solado de
mármol, las necesarias rectificaciones de nivel obligaron a rebajar la
línea primitiva en algunos casos hasta doce y quince centímetros y
subirla ligerament en otros. Es obvio aclarar que esto se debe a que
en la gran superficie de este templo los niveles eran muy desiguales
y se imponen las necesarias rectificaciones. La desorientación sube
de punto cuando se trata de hallar un nivel del siglo VIII, enterrado
en el siglo X, acaso tan desigual como los que han llegado a nues-
tros días y que hoy sólo a cálculo se pueden fijar.
Concluimos nuestra opinión totalmente contraria a la rebaja que
ahora se continúa por la nave principal de la Mezquita. Si los orga-
nismos que informan en las restauraciones de este templo entendieron
hace cincuenta arios que la solución Velázquez era acertada, no se
ha debido autorizar que ahora se deshaga, sin aducir un dato ni pu-
blicar una opinión.
Estimamos que la Mezquita de Córdoba debe ser tratada como
un templo vivo, sin colocarle estorbos a los fieles, sin dejar los pro-
blemas abiertos y con molestia arios y arios, como sucede con las
lonjas, los techos, las graderías de acceso y tantos otros que la llenan
de suciedad y abandono, en vez de acudir a problemas secundarios y
puramente interpretativos, como este de la rebaja, en daño y mengua
de otros más principales y necesarios.
Creemos innecesaria la aclaración personal de nuestra admiración
y devoción amistosa hacia el actual arquitecto restaurador D. Félix
Hernández, quien seguramente ha continuado a fortiori un problema
planteado con anterioridad, ya que tan admirables y profundos tra-
bajos tiene verificados no sólo en esta Mezquita (plano general, pro-
blema de techumbres, alminar, miharabs antiguos, problemas de ci-
mentaciones, etc.), sino también en Medina Az-Zahra y en general
en toda la Arquiología musulmana española y sus derivaciones, pero
que en este problema del pavimento, como decimos, ha seguido Stl-
gestiones, a nuestro parecer, completamente equivocadas. Sírvanle es-
tas líneas de satisfacción personal, y permítasenos, como justificación
de este trabajo, evocar las frases con las cuales nuestro paisano Díaz
de Rivas comentaba los errores del gran Ambrosio de Morales : "Yo,
si algunas veces me opongo a Ambrosio de Morales, procedo con mu-
228 Monumentos árabes de Córdoba

cho tiento, por respeto a su autoridad..., ¿a quién daremos más cré-


dito, a la autoridad singular, o a los vestigios que claman?".
Córdoba, diciembre, 1943.
RAFAEL CASTEJON

NOTAS

(1) La discutida cuestión de la basílica visigoda anterior a la Mezquita,


su ubicación y sus restos arqueológicos, pretendió ser resuelta por D. Ricardo
Velázquez, a fines del pasado siglo, antes de pavimentar con losa de mármol
las naves occidentales de la primitiva Mezquita de Abderrahman I. Parece que
halló los restos buscados, pero las notas y dibujos que tomara, no los publicó,
como solía hacer, y su hallazgo se lo llevó al sepulcro. A su muerte se hicieron
gestiones cerca de la familia para que facilitara dichas notas, que constaba las
tenía en libros de apuntes con croquis y dibujos, junto con otras muchas de
la Mezquita, de Medina Az-Zahra, de monumentos musulmanes de Oriente, etc.,
pero, según parece, los papeles del Sr. Velázquez los recogió su continuador, el
Arquitecto D. Antonio Flores, cuya etapa, por fortuna breve, como restaurador
de la Mezquita, fué una de las más inútiles en la conservación de este Monu-
mento Nacional. Al encargarse de la conservación de la Mezquita, como suce-
sor de Flores, el Arquitecto D. Luis Rodríguez Cano, y como sustituto y luego
en propiedad D. Félix Hernández Jiménez, se han hecho muchas exploraciones
arqueológicas con excelente resultado, como las de la torre alminar, la situa-
ción de los dos primitivos miharab, y otras muchas, también por desgracia iné-
ditas a la hora actual. Como decimos en el texto, se ha buscado la basílica vi-
sigoda en la parte occidental de la primitiva Mezquita de Abderrahman I, y en
su promedio parece haber sido hallados los restos de aquella iglesia o basílica,
con tres naves y de muy pobre traza. Ya en 1932 daba cuenta H. Terrasse en
L'art hispano-mauresque, pág. 59, nota 3, de estas exploraciones, que resume y
amplía ligeramente, siempre por referencias de D. Félix Hernández, M. Ocaña
Jiménez, en La Basílica de San Vicente y la Gran Mezquita de Córdoba, pu-
blicado en Al-Andalus, 1942, fascículo 2.
(2) La depresión en el pavimento de mármol del interior del miharab,
muy acusada, ha dado origen a la versión popular de que los musulmanes en-
traban de rodillas en ese contorno, produciendo el desgaste circular anotado.
Un profesor de la Universidad India de Hiderabad, que visitó Córdoba por el
año 1927, nos hizo notar que no es una depresión de desgaste, sino que está
labrado exprofeso, notándose fácilmente la labor del cincel, y nos aclaró que
este rebaje es un detalle preciso de la liturgia musulmana, para que por dicho
surco circule el Imam, única persona que penetra en este recinto alrededor del
Libro Sagrado colocado sobre su dikké o atril en el centro, previniéndo aquella
depresión el desgraciado caso de que el Corán cayese al suelo y así quedara
siempre a un nivel superior al de las plantas del Imám, al fin y al cabo im-
puras apesar de su jerarquía.
(3) Almaccari, trad. Gayangos, tomo I, pág. 241.
(4) El solado de la Mezquita con grandes losas de mármol blanco lo em-
pezó D. Ricardo Velázquez, el año 189o. La cuestión de niveles la resolvió to-
mando un término medio entre las irregularidades del existente, ya que las re-
petidas sustituciones de la pavimentación de ladrillo habrían producido peque-
ñas diferencias. Ahora mismo, la unión del pavimento de mármol con los viejos
de ladrillo que subsisten en toda la ampliación de Almanzor bajo los grandes
arcos de comunicación con aquella, tiene una pequeña rampa. Al remover el
pavimento y hallar que las columnas tenían basa enterrada ( el hecho era muy
conocido), les dejó esta visitable, como curiosidad arqueológica, pero cubriendo
el recuadro de su depresión con una tapa transportable de madera. La obra de
solado de mármol se empezó el año 1 890 por la nave central en la delantera
Monumentos árabes de Córdoba 229

del miharab, pavimentándose las tres naves centrales por contrata con grandes
losas muy bien colocadas, y haciéndose todo el resto por administración hasta
el ario 19°4 en que se terminó.
(5) Bayan ul Mogreb, II, 246. Inscripciones árabes de Córdoba, por R.
Amador de los Ríos, 1875, pág. 47. En la traducción Fagnan de Al Bayano'l
Mogrib, 19o4, II, 381, se ha interpretado defectuosamente la palabra árabe
taadil por "regularización", en tanto que todos los demás traductores lo hacen
por "igualar el piso".
(6) Recordamos que se venía admitiendo por todos los historiadores que

Obras de rebaje del pavimento de la Mezquita


la primitiva Mezquita fundada por Abderrahman I, el ario 169 H. 785 JC.,
constaba de once naves, hasta la publicación por E., Lambert de unos textos
hallados por Mr. Levy-Provengal, los cuales prueban que dicha primera mez-
quita, como lo hacían suponer ciertos detalles arqueológicos, especialmente de
los modillones que ostentan las pilastras de las arquerías, só10 constaba de nue-
ve naves, habiendo sido ampliada en dos laterales y prolongada en ocho tras-
versas por Abderrahman II en 234 H. 848 JC. V. E, Lambert, Histoire de la
Grande Mosqué de Cordoue auR VIII° et IX° siécles d'aprés des textes inédits,
en Annales de l'Institut d'Etudes Orientales, II, 1936.
(7) Las columnas que hay por la cabecera de las naves de la ampliación
de Almanzor tenían algunas una basa irregularmente cúbica, sin desbastar, en
la que trapezaban los visitantes, por lo cual, hará unos sesenta arios, fué rozada
dicha basa al mismo diámetro del fuste, lo cual se nota claramente por la falta
de pulimento.
(8) El estado de conservación tan deplorable de estas basas ha hecho
preciso remendarlas con yeso para darles siquiera la armonía de sus perfiles.
Además, resulta que tampoco las basas de esta primera parte estaban a un ni-
vel, ni remotamente, porque las primeras han quedado al descubierto, aún con
230 Monumentos árabes de Córdoba

basamento supletorio, con el rebaje de unos cuarenta centímetros, pero al llegar


ahora a la nave central con este nivel quedan las basas correspondientes sin
descubrir del todo, planteando un nuevo problema, o mejor dicho agravando
el que plantea esta reforma.
(9) Al lado occidental del emplazamiento del alminar de Hixem I (con
tanto acierto señalado su emplazamiento por al Arquitecto restaurador señor
Hernández), se hizo una cata arqueológica acaso por el ario 193o, que dejó al
descubierto unos restos, al parecer visigodos, por su mísera construcción de
mampuesto pobre, y que parecían pertenecer a un pequeño ábside más o me-
nos circular con restos de hornacinas trasdosadas, los cuales fueron tapados co-
mo decimos en el texto, después de varios años al descubierto.

Informe emitido por el Arquitecto Conservador de la Mezquita,


D. Félix Hernández :
"En su conjunto, el interesante trabajo presentado ante esta Co-
, misión Provincial de Monumentos por el Vocal de la misma, Sr. Cas-
tejón, en sesión de 20 del presente mes, relaúiva al rebaje del pavi-
mento de la Mezquita, ofrece un acusado matiz sentimental, como de
quien siente pasión, que le honra, por su tierra y las bellezas de ella,
así como la preocupación dominante del bien público. Esto explica
que naturalmente falte en dicho trabajo la precisión objetiva que a
otros nos impone el deber y la vocación, único impulso que nos mue-
ve a contribuir con unas modestas aclaraciones al mejor examen del
problema, aportación en otro sentido obligada, en correspondencia
a la atención que al darnos conocimiento del citado trabajo se nos ha
inmerecidamente dispensado.
Expuestos brillantemente en la exposición de referencia los datos
históricos y los antecedentes indispensables para poder enjuiciar de
la parte general del asunto, sólo, nos resta puntualizar sobre cada uno
de los extremos a que aquella se extiende.
En síntesis, las razones y motivos que en contra del rebaje se
aducen en el citado escrito, se reparten en dos órdenes distintos: uno
que pudiéramos denominar de interés público, relacionados con los
fines a que como edificio está destinado el monumento, y otro, de
carácter científico, de índole puramente arqueológica.
En cuanto al primero, hemos de confesar nuestro temor al abor-
darlo, puesto que nos reconocemos incapaces para percibir y recoger
y condensar esas vibraciones del ambiente público y de la opinión
general, que la fina y experta sensibilidad, llamémosle política en su
más alto y noble sentido, del autor del trabajo, sabe captar con auto-
ridad que nos abruma hasta impedir toda réplica.
Nos limitaremos, por tanto, en este aspecto a precisar algunos
datos, facilitar noticias y anticipar algún propósito, a saber :
Monumentos árabes de Córdoba 231

La entrada en el templo se producirá en rampa por la Puerta del


Cristo de las Penas, ya que el Arco de Bendiciones se seguirá entran-
do a pie llano como se entra ahora.
La rampa que forzosamente ha de utilizarse para entrar por la
Puerta del Cristo de las Penas no es de cerca de 45°, sino de 17'5°,
que resultaría fatigosa por un prolongado recorrido, pero que no lo
es tratándose de un tramo de solo 86 cms., en el que en definitiva se
salva un desnivel de 25'5 cms.
Esta rampa se encuentra en paraje que ha de ser uno de los me-
jores iluminados de la Mezquita, ya está prevista por la Dirección
la obra de colocación de una cristalería con superficie diáfana de 28
metros cuadrados, en cada una de las arcadas que comunican las na-
ves de Poniente con el patio, cristalera de las que una se halla en
ejecución para ser colocada durante la actual etapa de trabajos en
la IV nave, contadas éstas desde el Oeste.
Por lo que se refiere al reciente cierre de postigos, es bien sabido
que de ordinario no funciona más que uno en el cancel de la nave
axial, postigo que efectivamente se ha cerrado desde que se han rea-
nudado los trabajos ; pero como en cambio se ha previsto que quede
abierto el postigo frontero, creemos que en nada resultan perjudica-
dos quienes se encaminen al interior del edificio. Más bien pudiera
decirse que quedan beneficiados, toda vez que el postigo de la iz-
quierda, entrando, a que nos referimos, abre sobre ámbito bien ilu-
minado en las horas solares, mientras que el frontero corresponde a
zona que hasta que se haya instalado la cristalera de que hemos he-
cho indicación continuará siendo obscura.
Por lo que se refiere a la unión general de lo rebajado con lo no
rebajado, debemos indicar, que el rebaje no es de medio metro, sino
d 34 cms., en donde alcanza la cota máxima, y que las rampas son :
para la nave 2.a de 15'75°, muy admisible para un recorrido horizontal
de 1'15 ; en la 3.a y 4.a naves de 5'6o° para un recorrido de 3'5o, y en
la 5.a de 7'2o° para 2 ' 90 mts., pendientes las dos últimas que cierta-
mente no pueden calificarse de molestas.
Con respecto a la duración de las obras hemos de hacer constar,
que la exploración y rebaje del pavimento del sector de que trata-
mos se iniciaron en 1934 es decir hace 12 años y, no 15, como dice
el Sr. Castejón. Pero que, como es lógico, no podemos aceptar que
para juzgar del tiempo invertido en las obras se incluya en cuenta el
comprendido entre 1936 y la reorganización de servicios, una vez
terminada la guerra. Concretamente, hasta el 16 de febrero de 1942
232 Monumentos árabes de Córdoba

no fué cobrada la primera consignación para la Mezquita en esta nue-


va etapa, de lo que resulta que de doce arios han de deducirse cinco
y medio, con lo que el tiempo de que hablamos queda reducido a
seis arios y medio, período que podrá parecer excesivo, sólo en rela-
ción con la superficie rebajada, pero que no puede ni en este aspecto
extrañar a quien conozca las realidades presupuestarias del país en es-
te orden de actividades. Y que por parte del servicio de conservación
no falta el deseo de ultimar cuanto antes este trabajo, lo dice el que
se le haya concedido preferencia sobre otras obras a realizar en el
edificio, tanto por el propio Sr. Castejón reconoce al comienzo de
su exposición que se está procediendo con singular rapidez.
Acerca de las molestias que las obras producen, concedemos que
la "integridad de los fieles", considerada en su total generalidad y
extensión, merece el mayor aprecio, pero no puede en buena lógica
admitirse, ni es lícito afirmar, que se encuentre amenazada, por oue
algún determinado concurrente haya tenido la malaventura o inep-
titud de resbalar o caer.
En todos los trabajos de esta índole se toman siempre, como es
natural, las debidas precauciones para prevenir estos pequeños acci-
dentes, y sin embargo es raro que no ocurran ; pero, si ninguna obra
ni empresa humana se deja de acometer por miedo a tales percances,
no consideramos que debe ser pero el sino de ésta de la consolida-
ción, restauración y mejora de nuestro más preciado monumento lo-
cal, objeto de mundial admiración.
De todos modos, en este punto algo habrá que fiar para lo por-
venir, en que, al natural interés y celo, ha de añadirse en el ánimo de
cuantos intervienen en la marcha de las obras el respeto a las indi-
caciones que en el erudito trabajo se contienen, para poner todo es-
fuerzo y cuidado en evitación de semejantes accidentes.
En cuanto a los motivos y razones de índole puramente arqueo-
lógica alegados contra la prosecución de estas obras, nos permitimos
la siguiente consideración : Organizadas como están las rampas entre
los contrafuertes, prácticamente, no tienen visualidad lateral y al ser
visibles sólo de frente, si no perfeccionan el conjunto, tampoco lo
perjudican y aún en cierto modo, proporcionando el efecto no bus-
cado de elevar el muro de fondo a expensas del rebaje, mejoran el
efecto perspectivo. Pero en fin de cuentas, si se quiere ver en estas
rampas un perjuicio para el conjunto, todo queda reducido a consi-
derar si ese perjuicio resulta suficientemente compensando con el be-
neficio que indirectamente se obtiene de ellas.
Monumentos árabes de Córdoba 233

La falta d base no es típica, a lo que conocemos, del arte cali-


fal, sino exclusivamente de las arquerías de separación entre naves
distintas de los templos. Concretamente en la parte de la Mezquita
correspondiente al momento califal, llevan base los fustes de todas
las ventanas, de las bóvedas, del alminar y de las arcadas del oratorio
sobre el patip, del muro que comienza la ampliación de Al-Hakem
y de la prolongación de dicho muro en el sector de Hixen II.
En Medina Az-Zahra el número de bases representadas, entera
o fracmentariamente, no es inferior al de capiteles encontrados. Así
la originalidad de este sector, después de las obras de Abd er-Rahman
III, consistía en haberle hecho perder la propia a la edificación de
Abd er-Rahman I.
Desde luego toda obra antigua es merecedora de respeto, pero
no hay por qué considerar que la de Abd er-Rahman III lo sea más
que la de su antecesor, el instaurador de la dinastía entre nosotros.
Antes bien, lo hacen merecedora de mejor estima, primero su mayor
antigüedad ; segundo, el haber constituído modelo para las amplia-
ciones del santuario por otros Omeyas, con ligeras modificaciones
unas veces, y otras, con mayores, pero vanagloriándose siempre el
ampliador de reproducir el modelo original, y tercero, por su mejor
logrado efecto estético, como en el propio escrito que se nos ha co-
municado se reconoce, al decir que se dió, así, mayor grandiosidad.
Por esto, aparte la originalidad de la Mezquita, como sala hipós -
tila, sin bases, no se pierde, ya que la disposición queda dignamente
representada en el monumento por las tres ampliaciones de que fué
objeto el oratorio. Es de tener en cuenta, que esta preferencia para
la obra de Abd er-Rahman III no implica la destrucción de ningún
elemento de tiempo antiguo, puesto que del solado actual ya se hace
la historia en el mismo trabajo que glosamos.
El achaparramiento común a toda la Mezquita empieza a partir
del siglo X y siendo, como es, solución a que fortuitamente hubo de
llegarse no puede merecer preferencia sobre las proporciones adop-
tadas por Abd er-Rahman I que se distinguen por todo lo contrario.
Considera el Sr. Castejón, que uno de los motivos que han pe-
sado en el ánimo de quienes se han inclinado por la solución de
Abd er-Rahman I es el deseo de dejar visibles las bases. Ciertamente
es así, pero no por las bases mismas, que, aunque maltrechas, no son
menospreciables, sino por lo que suponen en el conjunto al que trans-
forman substancialmente, como reconoce el informe a que nos refe-
rimos, y como se aprecia visitando el monumento. Y esta transfor-
234 Monumentos árabes de Córdoba

mación ni es en perjuicio, sino todo lo contrario, en términos que


compensa cualquier objeción que desde el punto de vista estético pu-
diera formularse contra el rebaje.
En cuanto a que las bases son propicias a tropezones, es argu-
mento inoperante, ya que el saliente que los brazos y los hombros
suponen en el cuerpo humano obligan a quien marcha por la Mez-
quita a despegarse de los fustes lo preciso para no tropezar en aque-
llas con los pies.
Respecto a que no se tiene conocimiento exacto del nivel de so-
lería, hemos de decir que no es así. Conocimiento sí se tiene, ya que
lo define para cada caso la cara inferior de las citadas bases. Ahora
bien, esos niveles determinan, no una superficie plana, sino pródiga
en sinuosidades en todos sentidos y que en su conjunto no puede
conceptuarse horizontal, sino inclinada de norte a sur, con su parte
más elevada en la linde del patio y con desnivel entre los puntos ex-
tremos de cada arquería que supone unos 18 cmts., lo que ha obli-
gado a adoptar una rasante horizontal intermedia, precisamente por
la consideración de que la Mezquita es un monumento vivo, consi-
deración que no ha dejado de pesar, aunque otra cosa se crea, en el
ánimo de quienes se han inclinado por el rebaje.
Se ha pretendido de este modo llegar a una solución que puede,
humanamente, preveerse como definitiva en este complejo problema,
y que pueda hacer presumir que con ella se ahorra a la posteridad
tamaña preocupación, pero el que por desgracia así no resultare y el
que un restaurador o conservador posterior encontrara razones o mo-
tivos para abordar de nuevo esta o parecida empresa, riesgo es que
en ningún modo podría evitarse ahora, como tampoco y cualquiera
que fueren los acuerdos adoptados podría coartarse la libertad de
opinar sobre el tema, libertad que indudablemente recabaría para sí
la Comisión de Monumentos coetánea del presunto tercer restaurador.
Antes de terminar, permítasenos una pequeña nota personal ; no
procedemos en relación con estas obras a fortiori, ni por simple aca-
tamiento a órdenes superiores, ni influídos por la admiración que
sentimos por personalidad científica determinada, creemos firmemen-
te en la conveniencia de ellas y esperamos que, una vez realizadas y
apreciadas en su conjunto y resultado, serán favorablemente juzgadas
por todos. De este convencimiento, obtuvimos fuerzas para redactar
estas modestas notas que, de otro modo, nunca nos hubiéramos atre-
vido para oponer al brillante trabajo del Sr. Castejón, para quien re-
servamos siempre el mayor afecto y la más sincera admiración y aho-
Monumentos árabes de Córdoba 235

ra, además la profunda gratitud a que nos obliga la gentileza con que
en su exposición nos ha tratado.
Córdoba, 28 de enero de 1944.
El Arquitecto Conservador de
Monumentos de la 6. a zona
FELIX HERNANDEZ"

Resolución de la Dirección General de Bellas Artes e informe


de la Comisaría General del Servicio de Defensa del Patrimonio Ar-
tístico Nacional:
"Escudo Nacional.—Ministerio de Educación Nacional.—Direc-
ción General de Bellas Artes.—Sección II.—Tesoro Artístico.
Iltmo. Sr.: Por la Comisaría General del Servicio de Defensa del
Patrimonio Artístico Nacional, a quien se remitieron los trabajos de
D. Rafael Castejón y D. Félix Hernández, enviados por V. I., relati-
vos a las obras que se están realizando en la Mezquita de esa capital,
se informa lo siguiente :
"Iltmo. Sr.: Examinados los adjuntos trabajos suscritos por Don
Rafael Castejón y Don Félix Hernández sobre la rasante del nuevo
pavimento de la Mezquita de Córdoba, tengo la honra de informar
a V. I. lo siguiente :
Plantean ambos informes desde opuestos puntos de vista tres pro-
blemas: El de comodidad de los fieles, el arqueológico y el estético.
I.—Comodidad de los fieles.—Tiene a su vez dos partes: Dura-
ción de las obras y molestias permanentes, luego de terminadas.
La duración de las obras es un mal que, indudablemente, molesta
al culto y a los fieles, más que si hubiera de impedir los trabajos en
los Monumentos obligaría a dejarlos hundir y a no intentar en ellos
ni obras de mejora ni de restauración, criterio inadmisible sin duda,
puesto que su ritmo no depende, en la mayoría de los casos, del de-
seo y buena voluntad del Servicio, sino de dificultades presupuesta-
rias y administrativas.
Las molestias permanentes luego de terminados los trabajos son
mínimas y recuerda quién suscribe la discusión planteada hace años
sobre si convenía solucionar los empalmes del pavimento e ingreso
a distintos niveles por rampa o por escalones, accediéndose a las ram-
pas como menos molestas, sobre todo teniendo en cuenta que las tres
que han de permanecer son cortas y de poca pendiente. Por consi-
236 Monumentos árabes de Córdoba

guiente, estos trastornos son tan pequeños que no deben tenerse en


cuenta si son mayores las ventajas obtenidas en otro orden.
2.—Problema arqueológico.—En síntesis el planteado es éste : Si
las obras son o no un disparate por reformar una obra de Abd er-
Rahman III y quitar carácter a la Mezquita.
Comenzada por Abd er-Rahman III y seguidas por sus suceso-
res, existe la obra que iguala los suelos y que oculta parte de sus ba-
sas ; obra que más tarde se va ampliando hasta igualarlos por comple-
to y ocultarlas todas. De aquí el que se haya supuesto por algunos
que la arquitectura califal no tiene basas y que las tapa cuando exis-
ten, porque no les gustan.
El problema de los suelos se ve por estos datos que es bien añejo
y ha preocupado en todas las épocas, hasta llegar en nuestros días a
unificarse en un, nivel perfectamente inadmisible y que no es en
modo alguno el de Abd er-Rahman III. Bien conocido es de todos el
problema de la elevación gradual del suelo de las iglesias, entre las
que no existe una sola con su pavimento en la rasante primera.
De modo que las obras iniciadas así no tienen por objeto modifi-
car otras del siglo X, que no existen, sino resolver un pavimento ló-
gico que realce las proporciones viejas de la Mezquita, dentro de las
necesidades actuales de culto.
Respecto del carácter de la arquitectura musulmana sin basas,
coincide quien suscribe con la opinión sustentada por D. Félix Her-
nandez sobre que no es típica del arte califal, en cuyo momento no
hay columna que no las tenga ni en la Mezquita ni en Medina Aza-
hara y suponiendo que Abd er-Rahman III las ocultase no es fácil
definir que su obra merezca más respeto que la de Abd er-Rahman I,
fundador de la Mezquita y de la dinastía, cuya obras fueron modelo
para todos los siguientes, que se enorgullecen de copiarlas. La origi-
nalidad de la arquitectura sin basas queda así más patente en las tres
ampliaciones que no las tienen.
3.—Problema estético.—También tiene dos partes : El efecto pro-
ducido por las rampas y el de aumento de altura de las arcadas.
Sólo quedará una rampa de ingreso por la Puerta del Cristo de
las Penas, de 86 cms. de larga por 25'5 cms. de altura. Ni su lon-
gitud, ni su altura, ni su situación, dentro del muro, permiten efec-
tos desagradables.
Las rampas entre zonas rebajadas y otras que han de quedar en
su lugar son en su altura máxima de 34 cms. Todas quedarán entre
los contrafuertes de reparación de obra, por consiguiente sin visua-
Monumentos árabes de Córdoba 237

lidad lateral, que sería molesta, y sólo apreciable de frente, en cuya


perspectiva se pierden.
El aumento de altura de las naves por el contrario, compensa
cualquier sacrificio. Ganan en esbeltez de modo insospechado y no
es admisible en modo alguno el argumento de que se le da a la Mez-
quita una elevación "más típica de templo cristiano, que la acerca
a una catedral gótica", destruyéndose el "achaparramiento de techos
tan original y tan impresionante, como acreditan las descripciones li-
terarias de viajeros célebres". El Sr. Castejón es aquí apasionado, pues
la proporción que resta es la original de Abd er-Rahman I, la que él
quiso dar, y menos de medio metro en una superficie tan extensa
en nada afecta a impresiones de conjunto, que tampoco habrían de
tenerse en cuenta, pese a las bellas descripciones literarias, si no fue-
sen auténticas".
Y esta Dirección General conformándose en un todo con el pre-
inserto informe ha resuelto que se continúen las obras suspendidas
con la máxima celeridad posible de conseguir, para que se atenúen
los inconvenientes reales de la duración de las mismas.
Dios guarde a V. I. muchos años.—Madrid, 7 de mayo de 1944.
El Director General, JUAN DE CONTRERAS.
Iltmo. Sr. Presidente de la Comisión de Monumentos Históricos y
Artísticos de Córdoba".
Nota final.—La publicación de estos informes al cabo de unos
veinte años, obliga a recordar y enmendar datos que posteriormente
se han esclarecido. Por ejemplo, al decir que en Medina al-Zahra los
pavimentos de mármol se encuentran por lo general en patios y re-
tretes, se debe a que en aquella fecha sólo estaba excavado el gran
salón Occidental, cuya solería es de gran baldosa de barro de un codo
cuadrado. aunque poco tiempo después, en 1944, se iniciara la exca-
vación del salón real, todo él pavimentado con grandes losas de már-
mol blanco. La sospecha emitida también por el año 1943 de que la
Mezquita hubiere tenido su suelo terrizo alcanzó poco después defi-
nitiva confirmación, al ser hallados numerosos datos y documentos,
publicados algunos por nosotros en los números 54 y 56 del Boletín
de la Real Academia de Córdoba, correspondientes a los segundos se-
mestres de 1945 y 1946, en los que queda ciertamente demostrado
que el pavimento de la Mezquita era terrizo, y que su pavimentación
con ladrillo y baldosa fué realizándose a través de los siglos cristia-
nos casi hasta el XVIII. Por fin, la aserción de que la Mezquita pri-
mitiva de Abderrahman I tuviera nueve naves, y se le aumentaron
238 Monumentos árabes de Córdoba

dos más laterales en la ampliación de Abderrahman III, basada en


textos señalados por Lambert y Lévy Provengal, ha sido después re-
batida por el testimonio arqueológico, y hoy está muy en tela de
juicio, prescindiendo por ahora de la bibliografía sobre el particular,
que no hace al caso.

Medina Al Zahra
(Monumento Nacional en 12 1923)

Durante los años 196i y 62 ha seguido gozando este monumento


igual consignación de 400.000 pesetas señaladas en los Presupuestos
del Estado.
Las obras que fundamentalmente se han ejecutado han sido las
de continuación de la restauración del salón real (Dar al-Mulk, o sa-
lón rico de Gómez Moreno), acabando de colocar las últimas colum-
nas, la mayoría de ellas nuevas en todos sus elementos de basa, fuste,
capitel y cimacio, si bien conservando los capiteles viejos que se han
copiado fielmente, porque es sabido que fueron hallados todos me-
nos uno, como también las basas, habiendo consistido la depredación
principal que sufrió este bellísimo salón la de arranque y saca de 'os
fustes, de los que sólo quedaron los trozos de los que salieron rotos,
por donde se ha venido a conocer la naturaleza de ellos o la recom-
posición excepcional de los adosados.
Han sido también montadas las portadas del salón, la central de
tres arcadas, y las dos laterales de dos cada una.
Se está restaurando en lo posible la pavimentación de grandes lo-
sas de mármol y el zócalo también de mármol blanco, de este salón.
Las losas estaban en general casi todas levantadas y muy rotas. Se
han podido recomponer algunas de ellas, y el resto se ha recom-
puesto con enlosados de cemento blanco, que se pueden sustituir
cuando se reconstruyan nuevas losas de los trozos que aún subsisten.
Con esta pavimentación de la galería de entrada (báhui) y de las na-
ves del salón, no terminada, ha adquirido mayor prestancia y suntuo-
sidad la magnífica estancia.
Se ha continuado pacientemente la restauración de la decoración
en ataurique de piedra labrada que adorna los muros del salón, de
la que aún quedan grandes cantidades por colocar, aunque las líneas
generales están conseguidas.
Monumentos árabes de Córdoba 239

El difícil problema de reconstitución de la alberca delantera del


salón, sobre todo en su sector meridional, que estaba muy impreci-
so, está casi resuelto, y los alrededores, sobre todo las dos alas late-
rales a esta alberca se han empezado a enjardinar, con toda la limi-
tación que supone la falta de agua.
Valgan estos datos generales como esquema de la labor realiza-
da, de gran técnica y paciencia, que desarrolla personalmente el Ar-
quitecto conservador D. Félix Hernández.
240 Monumentos árabes de Córdoba

Excavaciones en el Alcázar de los Califas


En el otoño de 196i, y por feliz iniciativa municipal (Alcalde
D. Antonio Cruz Conde ; Teniente Alcalde, D. Miguel Manzanares,
y Jefe del Servicio de Turismo, D. Manuel Salcines), se iniciaron en
el Campo Santo de los Mártires excavaciones en búsqueda de los ba-
rios árabes que por el ario 1903 fueron explorados, al hallarlos con
motivo de la plantación de arbolado en dicha plaza.
De dichas excavaciones, muy comentadas en su tiempo, y de las
que damos al pie referencia bibliográfica, quedaron datos arqueoló-

Plano levantado por Ramírez de Arellano en las excavaciones


de los barios del ario 1903
gicos, recogidos por Gómez Moreno (Ars Hispaniae, III, 171) y To-
rres Balbás (Arte Califal, en tomo V de Historia de España, pág. 617).
Esencialmente fueron descubiertas las dos bóvedas con lumbreras de
un bario y habitación de reposo, ya ricamente decorada, y piezas di-
versas (salmeres, arco decorativo, etc.) que se depositaron en el Mu-
seo Arqueológico Provincial. Cuando hubo que cerrar las excavacio-
nes, se levantaron muretes en la boca de las bóvedas para que no se
volvieran a llenar de tierra.
Las excavaciones iniciadas ahora, tienen por objeto identificar lo
hallado hace sesenta arios, puesto que se trata de dependencia del pro-
Monumentos árabes de Córdoba 241

pio Alcázar Califal, ya que esta vasta plaza, hoy enjardinada, se co-
rresponde con el llamado en el siglo XIV el Campillo del Rey, cuan-
do al construir el Alcázar Nuevo el Rey de Castilla Alfonso XI, en
1328, arrasa y nivela casi todo el tercio occidental del Alcázar mu-
sulmán para disponer una gran explanada delante del suyo.
La Dirección de Bellas Artes ha dado la correspondiente auto-
rización en 23 de febrero de 1962, bajo la dirección técnica del Ar-

Estudiantes del S U. T. en las excavaciones del Alcázar


quitecto D. Félix Hernández y la académica de D. Rafael Castejón,
y financiadas por el Excmo. Ayuntamiento de Córdoba. Diremos co-
mo, nota curiosa que la mayoría de los trabajos de excavación los
hace un equipo de estudiantes del SUT (Servicio Universitario del
Trabajo).
Los trabajos actuales han dado el esperado resultado de descu-
brir nuevamente lo ya conocido, rectificando algunos datos ligera-
mente, y comprobando además nuevas estancias, de rica construcción
de sillares, pero todo muy destruído y saqueado. No se hallan colum-
nas o capiteles, cuya huella aparece apeando los arcos de ingreso, y
aún parece que quedan referencias literarias de su extracción en los
siglos XVI y XVII.
Los baños mismos aparecen con mucha obra de remiendo, por-
242 Monumentos árabes de Córdoba

que debieron estar en uso al menos durante la baja Edad Media, pero
las líneas generales de su construcción son manifiestas.
Ahora se recoje bastante cerámica, desde la típica califal, en sus
tres variantes principales de melada con dibujo en negro, blanca con
dibujo verde y morado y dorada o de reflejo metálico, de estas úl-
timas escasos trozos, y otra vulgar medieval. Se procede a su clasi-
ficación y estudio.
También han sido hallados unos trozos de ataurique fino labrado
en piedra, y estucos con azules y dorados muy bellos.
La excavación sigue bajo los auspicios del Municipio cordobés,
que ha dedicado también un edificio inmediato a museo provisional
de los hallazgos y trabajos cerámicos, y mantiene los propósitos de
continuar los trabajos en cuanto sea posible, permitiendo ello precisar
la distribución del viejo Alcázar de los Califas cordobeses en su ter-
cio occidental, ya que el tercio medio y el oriental frontero a la
Mezquita lo ocupan respectivamente los jardines y estancias del Pa-
lacio Episcopal.

Datos para los Baños del Alcázar Calífal


DOCUMENTALES Y BIBLIOGRAFICOS
Actas de la Comisión de Monumentos.
19-abril-i9o3.—Ramírez de Arellano, presidente, da cuenta de los
trabajos que se vienen realizando en el Campo Santo de los Mártires,
que han permitido el hallazgo de unas bóvedas, merced a una sub-
vención de mil pesetas concedida por el Ayuntamiento. Se acuerda
rogar al Arquitecto provincial Sr. Castiñeira que emita informe y le-
vante plano, y que también se comunique a las RR. Academias de
Madrid, invitando a los Sres. Velázquez y Casanova que visiten e in-
formen.
28-abril-19o3.—Dada cuenta de haberse extinguido la subvención,
y en vista de la dificultad para que la Diputación provincial ayude, se
acuerda solicitar del Gobierno, que preside el Sr. Maura una consig-
nación especial, que los objetos hallados pasen al Museo Arqueológi-
co y que se felicite a Ramírez de Arellano.
24-mayo-19o3.—En vista del escrito de la Junta de Sanidad se
acuerda : 1.°, levantar plano de todo lo hallado entre las cocheras y
las casas ; 2.°, formar unos (muretes) en las bocas o entradas de las
dos bóvedas; 3.°, que se cubra lo demás, que no se destruyan las 1•6-
Monumentos árabes de Córdoba 243

vedas y muros bajo el pretexto de plantar árboles y que se deje serial


visible del perímetro de las excavaciones ; 4.°, que se saque un dibujo
de la parte de ornamentación descubierta.
Colección de "El Defensor de Córdoba".
27-marzo-i9o3.—Se hace el hallazgo con motivo de la plantación
de árboles y la Alcaldía oficia a la Comisión de Monumentos.
28-marzo.—Se han hallado dos galerías de estufa de baños, una
bastante ruinosa en la que se hacen trabajos de reparación, y hay
indicios de pavimento de mármol blanco.
i3-abril.—Se halla una habitación cuadrada con losas blancas y
azules, de los que sólo faltan tres, bóveda de arista, dos pilas de baños
una más grande y otra chica y conducción de agua.
i7-abril.—Se hallan nueve peldaños de escalera y estuco rojo con
labores sobre fondo blanco y unas almenas de piedra con el fondo
teñido de carmín y otra estancia con ornamentación lujosa.
22-abril.—Se hallan trozos de piedra decorados entre los escom-
bros, de los cuales se compone un arco trebolado, como de un metro
de altura, sobre fustes y capiteles muy curiosos, que debió formar
parte de una fila de arquillos sobre una puerta ante la cual están caí-
dos. La estancia está toda pintada con labores de hojas y flores rojas
sobre fondo blanco y debió ser claustrada aunque no queda ningu-
na columna.
-mayo.—Una gacetilla titulada "Peligro", dice que puede hun-
dirse lo descubierto.
28-mayo.—Reunión de la Junta de Sanidad, en la cual se reco-
jen denuncias del vecindario sobre el peligro de las excavaciones, y
teniendo en cuenta además la vecindad de dos hospitales, y otros
centros benéficos, se recomienda a las autoridades que cierren los
trabajos. El Alcalde, Sr. Pineda de las Infantas, hace constar que así
se hará, y espera que cuando los excavadores cuenten con medios
económicos para proseguir, será ocasión, etc.
Colección de "El Diario de Córdoba".
Se dan aproximadamente las mismas noticias y casi en iguales fe-
chas que el anterior. Don Rafael Ramírez de Arellano, el ilustre his-
toriador de Córdoba, publica por esas fechas una serie de artículos
en este decano de la prensa local, recogiendo todos los datos históri -
cos que en su época se conocían sobre el Alcázar califal, y cuando
ve perdido el porvenir de las excavaciones, sus últimos artículos, del
28 y 29 de mayo de i9o3 están llenos de santa indignación por la
incomprensión del problema y describe minuciosamente lo hallado.
244 Monumentos árabes de Córdoba

El informe de la Junta de Sanidad que también publica la prensa de


aquellos días, aún visto con benevolencia cronológica, es torpe y de
intención servil. Fué el argumento oficial para tapar rápidamente lo
excavado.

Recordemos que las fechas en las cuales se han recogido restos


arqueológicos en el Alcázar Califal de Córdoba han sido las siguientes :
En 1867, al abrir cimientos para construir una biblioteca en el
Seminario de San Pelagio, son hallados fragmentos que se envían al
Museo Arqueológico Nacional, entre ellos un fragmento de mármol
blanco con el nombre de Abd-el-Krim, háchib de Abderrahman II,
muerto en 2o9 H-824 C. De ello da cuenta Rodrigo Amador de ios
Ríos, en "Apuntes para la historia monumental de Córdoba durante
la dominación musulmana", Revista de España, 1885, 37o y 389, y
Revista de Bellas Artes, Barcelona, III, 159.
En 1922 la Sociedad Cordobesa de Arqueología obtiene permiso
del Obispado para hacer excavaciones, cuyo resultado publica en su
Boletín el ario 1928. Se hizo una zanja que atravesaba el patio meri-
dional del Palacio, de norte a sur, próximamente de una puerta a
otra centrales, y se obtuvo un lote de cerámica califal melada prin-
cipalmente que se envió al Museo provincial y se creyó reconocer
un muro de fachada en línea con la posterior de la Mezquita. Hubo
que terminar por falta de toda clase de medios.
En 1928, con motivo de las obras generales de alcantarillado de
la ciudad, al abrir la zanja de un colector que sale de la calle- de las
Pavas o Tomás Conde recto hacia mediodía, atravesando el Campo
de los Mártires, fueron cortadas una serie de habitaciones califales
con zócalo rojo y se halló mucha cerámica, deficientmente recogida,
que se envió con algún otro fragmento decorativo al Museo Muni-
cipal en formación. Apesar de buenos propósitos no se hizo nada efi-
ciente.
Hay un "Informe acerca de los datos y restos arqueológicos del
Alcázar califal de Córdoba", de ro de abril de 1928, suscrito por Ra-
fael Castejón, presentado a la Comisión de Monumentos, y publica-
do en "Anales" de la misma, de 1927-28, en que se da cuenta de este
hallazgo.
En 1903 se hallaron el bario y dependencias que ahora se excava,
yde los que antes damos referencia.

En la prensa local han sido publicadas diversas inforMaciones re-


Monumentos árabes de Córdoba 245

lativas a estos nuevos trabajos de investigación arqueológica en el re-


cinto del viejo alcázar califal correspondiente al Campo de los Már-
tires, de los cuales d'amos la titulación, que informa sobre lo más
esencial de lo hallado.
Restos árabes en el subsuelo de Campo Santo de los Mártires:
se trata de los baños árabes del palacio califal. "Córdoba", 17 de di-
ciembre de 196i.
Los baños del palacio califal de Córdoba localizados: Fueron
descubiertas dos estancias con magníficos juegos de lucernarias. Fran-
cisco Navarro Calabuig, "Córdoba", 26 de diciembre de 1961.
El genio artístico del Califato no se extingue con el ocaso del
período califal: Piezas únicas del arte hispano-árabe han sido encon-
tradas en el Campo Santo de los Mártires. F. N. C., "Córdoba", 4 de
noviembre de 1962.

Excavaciones para localizar las tumbas


de los Califas
Autorizadas por la Dirección General de Bellas Artes en 13 de
junio de 1962, bajo la dirección de don Rafael Castejón, Delegado Pro-
vincial del Servicio Nacional de Excavaciones Arqueológicas y la co-
laboración del Arquitecto de la 6.a Zona D. Félix Hernández, financia-
das por la Inspección General del Servicio Nacional de E. A. con la
cantidad de 25.000 pesetas.
Todos los historiadores hispano-musulmanes están contestes en
que los soberanos omeyas de Córdoba fueron enterrados en la rauda
situada dentro del propio alcázar de su residencia. De ello damos al
final las referencias más manejables.
Es seguro además que el gran califa Abderrahman III construyó
o reconstruyó con cierto lujo esta dependencia. Un arrabal inmediato
tomó nombre de ella.
Sin embargo, no suponemos que la rauda califal de Córdoba fue-
ra suntuosa, por lo menos los sepulcros de los soberanos. El rito ma-
lekita, tan celosamente seguido en el Andalus por los omeyas, no auto-
riza lujos extraordinarios.
De todos modos, una investigación arqueológica dentro del Al-
cázar cordobés, siempre es interesante, sea cual fuere su resultado.
Por nuestras referencias, en tiempos modernos se han obtenido
ligeros datos del Alcázar, convertido en Palacio Episcopal a raiz de la
246 Monumentos árabes de Córdoba

reconquista cristiana de Córdoba (1236), en las siguientes fechas :


1867, al abrir cimientos para construir una biblioteca en el Seminario
de San Pelagio, que se halló un trozo de inscrifición de Abd-el-Karim,
háchib del emir Abderrahman II la cual se conserva en el Arqueoló-
gico Nacional ; en 1922 por excavación hecha por la Sociedad Cordo-
besa de Arqueología en el patio meridional del Palacio, que se recono-

Planta del Palacio Episcopal, antiguo Alcázar de los Califas,


donde está señalado con un aspa el lugar excavado.
ce un muro de fachada y se recoge cerámica califal ; en 1928, al abrir
zanjas de alcantarillado en el Campo de los Mártires, que viene a ser
casi el tercio occidental del recinto palatino, en que se ven plantas de
habitaciones y se recoje cerámica.
Estos toques del azar, aunque inconexos, unidos a las referencias
descriptivas e históricas referentes al Alcázar cordobés, van proporcio-
nando los datos que un día permitan reconstituir la planta completa
del mismo.
Seguros, por las referencias literarias, que la rauda o cementetio
califal estuvo dentro e inmediato a la línea meridional del Alcázar,
convenía confirmar la hipótesis.
Puede asegurarse que la distribución general del Alcázar de Cór-
doba, cuya forma era próximamente la de un rectángulo amurallado,
se podría distribuir idealmente de esta manera : el tercio de ese rectán-
Monumentos árabes de Córdoba 247

gulo alargado más inmediato a la Mezquita, era el de la propia residen-


cia califal, al que se ingresaba por la puerta llamada Bab al-sudda, muy
citada y descrita por numerosos autores ; el tercio central era próxima-
mente el de los jardines, con su puerta llamada Bab al-yennan (chanan,
chinán, grafiada de muy distinta manera) o Puerta de los Jardines, en
el mismo lienzo meridional que la anterior; y el tercio más occiden-
tal que ocupa el hoy llamado Campo de los Mártires. En este se reali-
zan excavaciones oficiales que se describen aparte, y que, por lo pron-
to han puesto al descubierto un hammán o baño que ya se vió en 19o3
y dependencias del mismo.
Parecía lógico que si la rauda califal estuvo dentro del Alcázar,
la zona de jardines del mismo sería la más indicada para su explora-
ción. Algún soberano marroquí, visitando Córdoba en las primeras
décadas de este siglo, señalaba esta orientación.
Solicitado permiso para la excavación al Excmo. Sr. Obispo de
Córdoba, D. Manuel Fernández Conde y García del Rebollar, lo con-
cedió generosamente y los trabajos se hicieron en los meses finales del
año de 1962 en un cuadro de situación media de los jardines del pa-
lacio.
Fué señalada esta zona de jardines del actual palacio de común
acuerdo con el representante del Obispado señor Vilela como la más
a propósito para una primera investigación y además la más factible
por el momento. El cuadro de jardín señalado es uno de los centrales
en el eje norte-sur, e inmediato a la tapia de cerramiento a poniente
con el Campo de los Mártires. En la fotografía de un plano general
del Palacio Episcopal levantado a principios de siglo, por el arquitec-
to D. Félix Caballero, que adjuntamos, hemos indicado con una cruz
el cuadro de jardín donde se ha hecho la exploración.
Acompañamos plano de planta y alzado con el resultado de la ex-
cavación, que brevemente ha sido el siguiente.
Se removió casi todo el cuadro en una extensión de cuatro por
cuatro metros aproximadamente. A una profundidad media de i'so
metros aparecieron las cabezas de dos grandes pilastras cuadradas, trun-
cadas, conservando una altura de '3o metros una y de o'88 metros,
otra hasta piso original. Conservan ambas el típico estuco .pintado en
rojo, con franja roja mas arriba, como en numerosas estancias califales
de Medina al-Zahra y otros lugares.
Su construcción es de sillares de caliza, a soga y tizón de clásico
aparejo califal, con un resalte de 5 a 7 ctms. en todo su alrededor que
la forma reborde o repisa a la altura de 58 ctms. del suelo. Las medidas
248 Monumentos árabes de Córdoba

de las pilastras son de i m. por 1'24 m. que se aumentan a 1'14 y i'38


respectivamente por el grueso de enchapado de un ladrillo hasta el re-
borde o repisa indicado.
Están separadas una de otra 3'66 metros. El piso original es de hor-
migón homogéneo de cal, pintado al rojo y hacia mediodía está la ga-
lería interior, toda ella pintada de rojo el suelo de hormigón calcáreo.
Se descubrió esta galería en una anchura a partir de pilastras de 2'9o,
y todo su borde opuesto aparecía roto a partir de una línea paralela a
la de pilastras, señalando acaso la línea de muro interior, posiblemente
arrancado de raíz, pero no pudimos avanzar por ese lado.
El espacio entre pilastras tiene hacia norte una faja de mármol
blanco de unos 45 ctms., que indica el escalón hacia el hueco de patio.
El piso original de dicha galería y salida entre pilastras está a
2'5o metros de profundidad de la actual rasante del jardín.
Era lógico buscar más pilastras en la misma línea, porque el tama-
ño de las dos halladas señala indudablemente un gran patio, análogo,
por ejemplo al que está excavado en Medina al-Zahra y figura en el
plano anejo a nuestra memoria oficial "Excavaciones del Plan Nacio-
nal en Medina Azahra (Córdoba), campaña de 1943", número 8, Ma-
drid, 1945.
En la descripción de dicho patio en la página 29 de tal memoria,
señalamos que tiene 2o'62 metros por 22 7 I2 metros lo que hace una
superficie de 44o metros cuadrados. Tiene galería en sus cuatro fren-
tes de 2'5o metros de anchura, y las pilastras cuadradas que lo flan-
quean tienen de 0'82 a o'95 de frente, por o'92 a o'95 de costado, de-
jando entre sí vanos de 2'92 a 3'15 metros de luz. La solería de tal pa-
tio y sus galerías adyacentes es del llamado mármol vinoso por los
cronistas árabes, o sea una caliza primaria de textura esquistosa y color
morado propia de la Sierra de Córdoba.
Véase, por consiguiente, que por las medidas de pilastras, vanos
y galería interior, este patio de Medina al-Zahra se podría comparar
con el aparecido en el subsuelo del jardín episcopal.
También podemos hacer en éste igual consideración que en aquél,
por cuanto se refiere al cerramiento superior de pilastras, que no de-
bía ser por arcos, sino por fuertes entablamentos, por cuanto no sólo
no aparecen entre los restos o escombros de ambos, vestigio alguno de
dovelaje, sino que se recogen enormes clavos de hierro de cerca de
cuarenta centímetros de longitud, seguramente para unir el fuerte ma-
deramen, En el de Medina al-Zahra además, hay una pilastra de ángu-
Monumentos árabes de Córdoba 249

lo que está íntegra hasta su coronación y dá la certeza de que no hubo


arquería sobre ella.
Hemos buscado la línea de pilastras hacia poniente, pero no pu-
diéndolo hacer dentro del jardín palaciego por corresponder a uno de
los paseos del mismo, lo hemos investigado fuera de la cerca del jar-
dín, en la plaza pública del Campo de los Mártires, pero no hemos to-
pado con más pilastras por ese lado.
En cambio, ha sido hallada a nivel análogo al de las pilastras, una
irregular construcción, ovalada, como pozo de noria, horno de cal o
cosa parecida, inclasificable desde cualquier punto de vista, que ha
vuelto a ser soterrada, porque entraba bajo la tapia de cerramiento del
jardín episcopal y podía ser causa de ruina.
Terminada la excavación, hemos levantado el plano adjunto, de
alzado y planta, con las referencias inmediatas, para que se puedan
buscar en otra ocasión las dos pilastras reseñadas, que han vuelto a scr
tapadas cuidadosamente con la misma tierra extraída.
Debemos señalar que en la profundidad alcanzada de 2'5o m. has-
ta alcanzar los pavimentos descritos, próximamente la mitad superior
corresponde a un relleno o remocion posterior a la otra mitad más
profunda que debe corresponder a la destrucción original.
Sin que entremos en datos documentales, débese recordar que por
este lugar el primitivo Alcázar califal, aparte las depredaciones que
sufriere en los últimos tiempos de dominación musulmana y recon-
quista cristiana, por este lugar, decimos, debió ser arrasado exprofeso
cuando en la primera mitad del siglo XIV el rey de Castilla, Alfonso
XI construyó "a caballo" sobre la vieja muralla meridional de la ciu-
dad su nuevo Alcázar y delante de él, hacia norte, arrasando precisa-
mente y nivelando la ruina del viejo Alcázar, hizo la necesaria expla-
nada que se designó con el nombre de "Campillo del Rey", hasta el si-
glo XVI, en que por sugestiones del erudito cordobés Ambrosio de
Morales se le llamó "Campo Santo de los Mártires".
Acaso corresponda el nivel inferior que hemos señalado en nues-
tra excavación, a este primer arrasamiento y nivelación, del que se
debieron aprovechar los materiales constructivos, y aún algún que
otro decorativo para el Alcázar Nuevo cristiano.
También por el siglo XVII el Obispado solicita del Cabildo de la
ciudad que le ceda terrenos del Campo de los Mártires para ampliar
sus jardines, a lo que accede éste, y a cuya segunda explanación acaso
corresponda la mitad o estrato superior de nuestra excavación.
No hemos hallado piedra labrada ni ataurique alguno. Trozos del
250 Monumentos árabes de Córdoba

grueso estuco a la cal pintado en rojo, propio de pavimento, han sali-


do en cantidad, pero muy destrozados, del tamaño de un puño el que
más. Hemos guardado alguno de muestra, aunque ésto es muy abun-
dante en cualquier excavación de tiempos califales, por pobre que sea
el yacimiento.
Ya dijimos que han salido algunos fortísimos clavos de hierro.
Cerámica ha salido alguna, pero no en la proporción que en otros
lugares de este emplazamiento, como la misma excavación de los ba-
ños, fuera del palacio, en el Campo de los Mártires, que a pesar de ha-
ber sido registrada en n9o3 y recogida ya alguna cerámica, todav ía
ha dado más que nuestra excavación del jardín.
El lote ha sido pobre. Un fondo de plato de cerámica dorada, una
media docena de trozos de la califal típica con fondo blanco y dibu-
jos en verde y morado, generalmente de tema floral, como una doce-
na de trozos de la melada con dibujo negro (que Rafael Ramírez de
Arellano la creía mudéjar de los siglos XIII y XIV) y que es abundan-
tísima en Medina al-Zahra y en todo yacimiento califal ; y trozos de
cerámica basta inclasificable con precisión y que lo mismo puede ser
musulmana que mudéjar. Todo el lote está provisionalmente en el pe-
queño museo accidental que el Municipio ha dispuesto para las me-
zas halladas en la excavación de los barios, donde se puede con como-
didad lavar, estudiar e intentar alguna reconstrucción por el equipo
del SUT que trabaja en ello.
Digamos que los trabajos de esta excavación han sido hecho por
un equipo del Servicio Universitario de Trabajo (SUT), de estudian-
tes cordobeses, que hacían compatible su horario de clases y estudios
con esta labor, dirigidos por su jefe provincial, también estudiante, D.
Juan Zaldivar Ortega, y auxiliados por el jefe municipal de Turismo,
D. Manuel Salcines. Señalemos el entusiasmo y celo juvenil desplegado
por este equipo estudiantil, que nos informan ha sido por primera vez
empleado en trabajos de exploración arqueológica. Durante la campa-
ña, tanto este equipo como el que igualmente trabaja fuera del Palacio
episcopal en el sector de los barios, fué visitado por el jefe nacional
del SUT, el rector de la Universidad de Sevilla y otras autoridades
que veían con agrado y elogio esta cooperación estudiantil, a través
de una organización oficial como es el SUT y que ha dado lugar a
proyectos de más envergadura para el porvenir.
Resumen. La excavación intentada para localizar las tumbas de los
califas cordobeses, no ha dado resultado alguno en este sentido, pero
Monumentos árabes de Córdoba 251

ha permitido localizar en los actuales jardines del Palacio episcopal


de Córdoba, que ocupa el recinto del viejo Alcázar musulmán, los res-
tos de un gran patio, con dos pilastras y galería interior, cuyo hallaz-
go contribuye a ir definiendo la topografía del histórico monumento is-
lámico. En lo sucesivo parece que las nuevas exploraciones deberán
dirigirse más a mediodía, en línea paralela a la presunta fachada sur
del Alcázar, a cuyo lugar se refieren las más precisas citas de los cro-
nistas islámicos.

SECCION ■ ASA/RE XL »A

PERFIL PERFIL

IRSO n, ESTUCO fN ROIO

RAJA DE IRRAMOL BLANCO


124

IJ

SOLERIA DE ESTUCO EN ROJO

PLANTA

Plano de la excavación en el jardin del Palacio Episcopal

Apéndice. — Referencias históricas sobre el enterramiento


de los Califas.
Ibn Idhari, Bayan, traducción E. Fagnan, 19o4.
(Abderrahman I) fué enterrado en el palacio de Córdoba. (p. 74)
(Hixem I) fué enterrado en el palacio de Córdoba (p. 04).
El emir Muhammad murió en la noche del miércoles al jueves 28
sáfar (4 agosto 886). Este príncipe fué inhumado en el palacio, pero
Al-Mondhir pudo llegar antes de ese momento y pronunciar sobre él
las últimas oraciones (p. 175).
(Al-Mundir) fué inhumado en el palacio de Córdoba y las últimas
252 Monumentos árabes de Córdoba

nraciones fueron dichas sobre él por su hermano Abdalláh, abuelo de


En-Nacir (p. 187).
El cuerpo del emir difunto (Al-Mundir) fué trasportado a dorso
de camello a Córdoba, donde fué inhumado al lado de sus antepasa-
dos (p. 195).
El imán Abdallah fué inhumado en el palacio de Córdoba, al la-
do de los califas antepasados suyos (p. 25o).
Al-Muqtabis de Ibn Hayyan, traducción por J. E. Guráieb en
"Cuadernos de Historia de España, XIII, 195o, p. 16o y 162.
Sus ministros (del emir Abdallah) le aconsejaron abandonar el lu-
gar y así lo hizo, llevando consigo el cadáver de su hermano Al-Mun-
dir. También se le aconsejó enterrarlo allí y no dejar rastro de su se-
pultura, cosa que le causó profunda indignación, pues tenía mucho
respeto por los lazos de la sangre y por las tradiciones y dijo : Aun-
que supiere que la muerte me arrebatara, no le dejaría de trás de mi,
expuesto a la profanación de los infieles y de los degenerados. En el
acto ordenó que todo el mundo se pusiera en marcha, llegando a Cór-
doba en compañía de cuarenta jinetes el día del mes de Sáfar. Hizo
el oficio religioso y luego lo sepultó en la necrópolis de sus padres los
jalifas en al-Raudah (p. 162).
Oró por su hermano Al-Mundir y lo sepultó al lado de su padre
el Emir Muhammud, en el cementerio de los jalifas, lugar llamado de
al Raudáh (el vergel), dentro del mismo palacio (p. 16o).
Al-Maccari, Nafh al-tib. (Al llegar al Alcázar Ordoño IV) cuando
pasaron junto a las puertas Bab al-sudda y Bab al-chanan, Ordoño pre-
guntó a uno de la escolta dónde estaba la tumba de Abd al-Rahman y
al escuchar que se hallaba muy próxima a donde se encontraban, en el
cementerio unido al palacio, se apeó del caballo, se descubrió, se acer-
có al sitio indicado y de rodillas oró largo rato. Después siguió cami-
nando hacia la residencia que se le había designado, el palacio llamado
al-Naurah (la Noria) para él alhajado con alfombras, cojines y toda
clase de muebles. (La España Musulmana, Sánchez Albornoz, I, 288).
Cuando se terminó la jura (de Alhaquem II), se permitió marchar
a los congregados, excepto los hermanos, los ministros y la servidum-
bre, quienes permanecieron en el alcázar de al-Zahra hasta que el ca-
dáver de Al-Násir —Dios tenga misericordia de él— se trasladó al al-
cázar de Córdoba para enterrarlo allí en el panteón (turba) de los ca-
lifas. (Edic. Dozy, I, 251).
(Al-Násir) por su parte edificó al lado de el mayalis (palacio) al-
Monumentos árabes de Córdoba 253

Zahir, su gran alcázar, al que llamó Dar-al-Rawda y trajo el agua a


los alcázares de ellos. (Edic. Dozy, I, 38o).
Y pasaron por la puerta del Alcázar de ella (Córdoba) y cuando
llegó Ordoño a lo que hay entre la Bab-al-Sudda y la Bab-al-Chinnan,
preguntó por el lugar del enterramiento de Al-Násir li-din-Alláh, y
se le informó que su emplazamiento era frontero por la parte interior
del Alcázar, en la Rauda, y se quitó su bonete y se dirigió humilde-
mente hasta las proximidades de la sepultura y rezó, después se colo-
có su bonete sobre su cabeza y ordenó Al-Mustansir bil-láh que fuese
alojado en la munyat Al-Naura. (Edic. Dozy, I, 252). (trad. literal del
párrafo por M. Ocaña Jiménez).
Nuwayri. Historia de los musulmanes de España y Africa, trad.
Gaspar Remiro, Granada, 1917.
Su muerte (de Al-Násir) fué la vela del miércoles a dos noches
—y se dice que a tres— pasadas del mes de ramadán del año 35o (15
o 16 de octubre de 961) en al-Zahra. Fué trasladado a Córdoba y en-
terrado en ella con sus antepasados los Banu Umayya (I, 62).
Levi-Provengal. España musulmana, trad. García Gómez en His-
toria de España, IV, 195o.
Abd al-Rahman I murió en Córdoba el 3o de septiembre de 788,
con menos de sesenta años. Fué enterrado en una capilla sepulcral
(rawda) del Alcázar de los emires, que a partir de entonces se convir-
tió en El Escorial, a la vez palacio y panteón, de la dinastía, (p. 91).
Al-Hakam I moría el 21 mayo 822, recibió sepultura en la Raw-
da del palacio, junto a su padre y su abuelo (p. 22).
Murió el viejo soberano (Abd al-Rahman III) en Córdoba el 15
de octubre de 961, en el apogeo de su fama y de su poderío, y como
sus antepasados fué inhumado en el panteón de la dinastía en el Alcá-
zar (p. 358).
Ordoño IV, lo primero que hizo al entrar en Córdoba (para visi-
tar a Al-Hakam II, (el 8 de abril de 962) fué preguntar por el sitio
en que había sido enterrado Al-Nasir y al pasar de largo ante el Alcá-
zar, al otro lado del panteón real, se detuvo, se quitó el bonete y mu-
sitó unas oraciones. Lo alojaron en la munya de al-Naura (p. 379).
Torres Balbás. Arte hispano-musulman, en tomo V de la Historia
de España, 1957.
Dentro de las murallas del Alcázar estaba el cementerio en el que
se enterraban los príncipes omeyas. Algunos cronistas concretan más
al decir que era al-Rawda el lugar de la necrópolis regia (p. 594).
254 Monumentos árabes de Córdoba

Hallazgo presunto del Alcázar del Bostan

En mayo de 1961 ha construido el Ayuntamiento de la ciudad,


en los jardínes del Alcázar de los Reyes Cristianos, una glorieta en re-
cuerdo de Julio César.
Efectivamente, el gran gobernante del imperio romano estuvo en
Córdoba con arios aún juveniles, desempeñando el puesto de Procura-
dor Augustal, que hoy llamaríamos Delegado de Hacienda o Recauda-
dor de Contribuciones. En libros corrientes de Historia se lee que por
estar el palacio de esta procuraduría junto al río, en Córdoba adqui-
rió Julio César una gota perlática que le duró toda la vida. Por demás
sabido es que en otra gran ocasión histórica visitó Córdoba el sober-
bio artífice del Imperio, que fué con ocasión de la decisiva batalla de
Munda, en la campiña cordobesa, entre Montilla y Espejo, viniendo
después a la capital para tomar sañuda venganza contra los partidarios
pompeyanos derrotados.
La noticia de un gran palacio a orillas del río, asoma vaga y cons-
tantemente en la historia cordobesa. Acaso fué el que tomó para vi-
vienda el conquistador árabe Mugueit el Rumí, tomando entonces el
nombre arabizado de Balats Mugueit y dando nombre además al arra-
bal que ya existiera o se formara a su alrededor.
No hemos de aportar datos y bibliografías sobre ese hecho gene-
ral, que en nuestros días, al restaurar el Alcázar cristiano, ha recobra-
do actualidad, al hallar en su subsuelo hermosas piezas romanas, como
un magnífico capitel, y sobre todo una espléndida columna acanalada,
de mármol cárdeno, hallada en su emplazamiento, bien es verdad que
sobre basa de mayores proporciones, pero erecta, y con la cabeza des-
mochada para que no sobresaliera en la superficie actual. Restos de
muros romanos, un trozo de arquitrabe de bella decoración hallado en
la barriada hace años y constantes vestigios, demuestran la existencia
de construcciones romanas de importancia en este lugar, que los siglos
posteriores con sus continuas reformas en tal sitio, se han encargado
de borrar y pulverizar. Unos metros río abajo del Molino de la Albo-
lafía ha existido un podium o malecón, de grandes sillares que pudo
recordar el puerto sobre el Betis, y que ahora lo ha enterrado la pinto-
resca obra de ingeniería desarrollada sobre él.
Evocamos de pasada estos datos, para justificar el proyecto muni-
cipal de construir una glorieta en recuerdo de Julio César, que se ha
hecho en estos jardines del Alcázar Cristiano, al final de la zona de
Monumentos árabes de Córdoba 255

nuevas albercas, y que consiste en un estanque cuadrado, revestido de


mosaico imitado, y sobre uno de sus ángulos ha sido sembrado un plá-
tano, para recordar con el poema de Marcial la estancia de César en
la capital bética.
Al excavar para la construcción de este estanque se comenzaron
a encontrar trozos de ataurique calif al. Interesados los técnicos muni-
cipales y bajo la decidida protección del alcalde don Antonio Cruz
Conde, se ampliaron las excavaciones alrededor de la proyectada glo-
rieta, y a profundidad poco mayor de un metro del suelo actual, se
han reconocido vestigios de una construcción de importancia de la épo-
ca califal.
Trozos del típico decorado en plancha, análogos a los de Medina
al-Zahra o construcción palatina contemporánea han sido hallados en
número de 250 a 300, permitiendo hacer con ellos cases o pequeñas
reconstrucciones.
Una basa de columna pequeña, con decoración desarrollada en la
escocia y ensogados en los dos toros o salientes de ella, y una inscrip-
ción árabe cuya traducción es "de lo que hizo Muhammad".
Trozos de capiteles, como una voluta de pequeño capitel alhaque-
mí y hojas de acanto de otro más clásico, muy semejantes a los dei
tiempo de Abderrahman II.
Trozos abundantes de una hermosa inscripción cúfica, del tipo de
las fundacionales, sobre los que ya han trabajado los señores Ocaña y
Hernández sin lograr en sus primeros intentos hacer lectura útil toda-
vía.
De cerámica no ha sido hallado prácticamente nada, salvo algún
gollete de ánfora árabe y trozos de ella.
También se han hallado, junto con el ataurique, listeles o cenefas
lisas, de la misma piedra caliza con que aquél se fabrica, y que gene-
ralmente sirven para hacer recuadros en los pavimentos de baldosa
roja.
Estucos de cal, teñidos en almagre, de pared más delgados y de
pavimento más gruesos, se han recogido trozos abundantes.
Fustes de columna de mármol rosado de Cabra han sido hallados
cuatro o cinco trozos, y también de columna acanalada en piedra ca-
liza vulgar, esta ciertamente romana, y los primeros, califales. Aclare-
mos que dos columnas robustas y de grosera construcción, de granito
gris, colocadas en los ángulos meridionales del estanque conmemorati-
vo y casi ciertamente romanas, son piezas de acarreo, cuyo origen
por ahora desconocemos.
256 Monumentos árabes de Córdoba

Digamos, por fin, que lo primeramente hallado, precisamente en


el fondo de la excavación para el estanque, fueron unos canales cons-
truídos en caliza de sillería, algo cruzados en diagonal, que parecen
juegos de agua. Se han dejado tal como son en el fondo del estanque.
Pocos metros separado de éste se ha encontrado un pavimento de
grandes sillares, a estilo de la lonja de la Mezquita o patios de Medina
al-Zahra, sobre fuerte cimentación de sillares bastos, en número de
más de treinta los que forman el solado, con vestigios de pintura de
almagra.
La zona no ha sido acabada de explorar, y es de esperar que la
reanudación de los trabajos permitirá hallar nuevos elementos, y sobre
todo las dimensiones y planta de la construcción que allí levantaron
los califas, que los expertos suponen han de pertenecer a la época de
Alhaquem II.
El emplazamiento de esta construcción, fuera de los conocidos re-
cintos amurallados de época califal, hacen suponer que este pudiera
ser el citado Alcázar del Bostán, cuyo emplazamiento señala R. Caste-
jón en el plano de "Córdoba Califal", publicado en el Boletín de la
Real Academia de Córdoba, año 1929, y en cuyo trabajo se apuntan
algunas referencias de lo que aquí reseñamos.
Quede, por tanto, hasta que nuevas exploraciones permitan confir-
mar la identificación del hallazgo, que el Alcázar del Bostán, uno de
tantos como edificaron los califas y magnates en la Córdoba de los si-
glos IX y X, está señalado arqueológicamente en el lugar donde ya lo
hacían presumir las referencias literarias.
BIBIAOGR AFTA
Georges Marcais. L'Architecture musulmane d'Occidente. Tuni-
sie, Algerie, Marec, Espagne, Sicile. Gouvernement General de 1'Alge-
rie. París, 1954.
El gran maestro del arte árabe de Occidente ha ampliado, con es-
ta obra espléndida, el Manual de arte musulman que editara en 1926.
Las descripciones son más detalladas y sabias, los resúmenes históricos
han superado si ello es posible la más admirables síntesis característi-
cas de la buena ciencia francesa, la bibliografía ha sido puesta al dia
las ilustraciones, que en aquel manual precursor eran bellísimos dibu-
jos, se han aumentado con abundantes y buenas fotografías. La obra
en fin merece toda clase de elogios para el autor y los editores. Para
el arte español de la época árabe constituye un tratado completo, que
encuentra su lógica conexión con el estudio del mismo en los países
vecinos tan influenciados recíprocamente. En la bibliografía magistral
del tema esta obra constituye un hito espléndido e insustituible.

Claudio Sánchez Albornoz. La España musulmana. Buenos Aires.


196o. Segunda edición. Dos tomos.
Esta antología de autores islamitas y cristianos medievales, pone
a disposición del lector, los más interesantes textos que se refieren al
dominio árabe en España, con lo cual se vulgarizan a primera mano
las fuentes más puras de tal periodo. La mano del gran maestro del
medievalismo español se revela en la elección de textos y su lógico enca-
denamiento, en el comentario que a cada uno de ellos le antecede y
en la magnífica introducción de la obra llena de juicios y síntesis so-
bre la historia de nuestro país, todo ello enmarcado en una hermosa
presentación tipográfica.

Ibn Bassal. Libro de Agricultura. Traducido y anotado por José


María Millas Vallicrosa y Mohamed Aziman. 1955. Tetuán.

"Abu Hamid el Granadino y su relación de viaje por tierras eura-


258 Bibl lograi I a

siáticas". Texto árabe, traducción e interpretación, por César E. Du-


bler. Madrid, 1953.

Al-Muqadasi. Description de l'Occident musulman au IV-X sie-


cle. Texte árabe et traduction francaise par Charles Pellat. Alger. Ed.
Carbonel, 195o. Bibl. árabe-franc.

Ibn Rushd (Averroes). Kitab fasl al-Makal. With its appendix (Da-
mima) and an extract from Kitab al-Kashfan Manahif al-adilla. Arabic
text edited by G. F. Hourani. 1959. 20 p. 56 (art. t.) p. 2 facs).

Miguel Cruz Hernández. La Filosofía Arabe. Madrid, 1963.


Es un admirable tratado histórico del origen del pensamiento ára-
be, de la constitución de su filosofía y sus principales escuelas, y del
estudio de sus cuatro grandes figuras orientales (Al-Kindi, Al-Farabi,
Avicena y Algacel), seguido de los orígenes de la filosofía árabe oc-
cidental, centrada en Ibn Masarra y su escuela y en las cuatro gran-
des figuras de la filosofía árabe occidental (Ibn Házam, Avempace,
Ibn Tufáil y Averroes), con sus escuelas y seguidores. Las últimas fi-
guras españolas como Ibn Tumlús, de Alcira. Ibn Arabí de Murcia,
Ibn Sabin e Ibn Jaldún, con el agotamiento de las escuelas y su rena-
cer actual, hasta el moderno pensamiento árabe de los momentos ac-
tuales, constituyen magníficos cuadros dignos de la alta mentalidad de
su autor.

Al-Ghazali. L'obligation d'ordonner le bien et d'interdire le mal


(Livre XIX, vol. II de l'Ihya ulum al-din), traduction francaise par
Leon Bercher. Publications de l'Institut des Belles Lettres Arabes, Tu-
nis.

Pedro Martínez Montávez. Poesía árabe contemporánea. Madrid


1958. Prólogo de García Gómez. En una introducción se estudian las
líneas del renacimiento árabe, la evolución de la poesia árabe contem-
poránea y los principios estéticos de ella. Se señalan las influencias
europeas, la formación de núcleos literarios en América y los influjos
comunes. El denso contenido del libro recoje, en traducción española
hecha por el autor, los más caracterizados ejemplos de los poetas más
distinguidos del moderno movimiento poético de los árabes. Desde su
puesto de director del Centro Cultural Hispánico de El Cairo, Mar-
tínez Montávez ha vivido este renacer literario del nuevo mundo is-
Al-Mulk. Instituto de Estudios Califales 259

lamita y de su conocimiento ha sacado el jugoso fruto que denota este


libro.

David Cowan. Modern Literary Arabic. Cambrigde. University


Press. 1958.

Ahmad Darrag. L'Egypte sous le régne de Barsbay, 82.5-841 1 .422-


1438. Institut Francais de Damas. Damas,

Publicaciones del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos en Ma-


drid.
"Selecciones de las sentencias sabias y la belleza de las buenas
palabras". Abu al Wafa al-Mubachir Ibn Fatik.
Texto árabe publicado, documentado y prologado por el Dr.
Abdul-Rahman Badawi.
Imprenta del Instituto en Madrid, 1958. (1377 de la Hégira).

INSTRUCCION GENERAL
"Selecciones de las sentencias sabias y la belleza de las buenas pa-
labras" de Abu al Wafa al-Mubachir Ibn Fatik al Amuri. "Es el pri-
mer libro árabe en la Historia de la Filosofía en el cual su autor re-
unió en él noticias de los filósofos, seguidas por unas selecciones de
sus dichos que entran en el Capítulo de las sentencias cortas de sabi-
duría y ejemplos".
Así el Dr. Badawi empieza su prólogo sobre el libro, al que de-
dicó varios años de estudio e investigaciones para encontrar el ma-
nuscrito correcto en varias ciudades europeas que diferían entre sí,
hasta que encontró el manuscrito que creyó sea el original y que
varios comentaristas le han traducido trozos, según sus opiniones per-
sonales, o grados de conocimientos del árabe.
El libro es una recopilación de las palabras sabias y ejemplos de
los filósofos griegos y otros varios.
Entre las diversas traducciones del libro destaca la española, que
ha tenido varias ediciones, en distintas ciudades bajo el título "Las
bocados de oro" y que el Dr. Badawi dice, que las ediciones de la tra-
ducción española, una es copia del original, la de Hermann Knust,
que se encuentra en El Escorial y en la Biblioteca Nacional de Ma-
drid y varias otras apócrifas, entre ellas, las de Sevilla, Toledo y Va-
lladolid.
260 Bibl iograf í a

Así el Dr. Badawi publica en árabe, la traducción española, he-


cho que no pudo efectuar antes de encontrar el original árabe del libro.

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Henri Fleisch: Traité de Philologie Arabe, I. Beirut, 1961.
(ZDMG).
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Muhammad Hamidullah: Le Prophéte de Islam. París, 1959
(ZDMG).
Wadie Jwaides: The Introductory Chapters of Y aques Mu'gam
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Paul Kunitsch: Arabische Sternnamen in Europa. Harrassowitz,
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Paul Kunitsch: Untersuchunge zur Strnnomenklatur der Araber.
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Egipto, 1952. O mistico louletano Al Oriani, 1954. O pensamento
filosófico teológico do sufismo muridinico, 1954. Novos aspectos da
Silves arábica, 1956. Os objectivos de Dar al Islam e os seus reflexos
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Ibne Mahfote, 1958. Filólogos luso arabes, 1959. Silves, 196o. A obra
jurídica e teológica de Abul Walid al Baji, 196o. O Garb extremo do
Andaluz e "Bortuqal" nos historiadores e geografos arabes, 196o. Fi-
losofía e mistica dos luso-arabes, 196o. O primeiro projecto de expan-
sao ultramarina portuguesa no reinado de Don Alfonso Enriques, 1961.

Obras de don Fermín Requena Díaz, Capitán Moreno, 4 Antequera.


Madina Runda, 1954.
Madina Antakira.
Añoranzas, 1958.
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Visión de conjunto sobre los tratados de agricultura y botánica
que se escribieron en la España musulmana, en los que hay referencias
a los clásicos anteriores (Columela, Varrón), y se apoyan en la geopo-
nia contemporánea (bizantinos, la Nabatea), hasta dar la magnífica flo-
ración española (Ibn Wafid, Ibn Bassal, al-Tignari), y el último com-
pilador Abu Zacaría. Bibliografía muy adecuada.

Francisco García Romero.


Lo pre-musulman (visigodo), lo hispano-musulman y lo mozára-
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fos. Entre sus obras (M. R. Acad. Hist. 1790 figura informe sobre
dos cuadernos de inscripciones arabigas de las que existían en la Ca-
tedral de Córdoba en el siglo XVI ; la inscripción cufica en la arqui-
lla de marfil que contiene los cuerpos de Nunilo y Alodia en el mo-
nasterio de Leyre desde 842. Reputa como la obra maestra de Casiri,
aún más que la Biblioteca Arábico Hispana, la Colección Canónica lla-
mada Escurialense o traducción latina del original árabe de la 'Sacro-
rum Canonum Colectio ad usum Hispaniae Ecclesiae", verdadero mo-
numento de la iglesia mozárabe aún sin editar, fechado en 17 octubre
de la era 1087 o sea año 1049.

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toria de Granada según la descripción de un testigo presencial). Said
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española en la gramática). Luis Seco de Lucena : Los documentos ará-
bigos granadinos y su valor histórico. Mahmud Ali Makki : Wata'iq
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Este apasionante problema histórico lo acomete el autor con abun-
dante bibliografía. Sitúa históricamente las primeras emigraciones an-
daluzas a Túnez en la primera mitad del siglo XIII, cuando las gran-
des conquistas en la Península de Fernando III, que obliga a los ha-
bitantes de Murcia, Jaén, Córdoba, Sevilla y otras grandes capitales
andaluzas al exilio, eligiendo la capital tunecina por las grandes rela-
ciones que en quellos tiempos tuvo el Hafside Abu Zakaria y después
su hijo Al-Mamum con Sevilla, en la que parece llegó a tener cierta
soberanía. Este movimiento inmigratorio a Túnez se reforzó en la se-
gunda mitad del XV, y luego en el XVII con la expulsión de los mo-
riscos. Señala el autor con detalle la influencia andaluza en barrios y
calles (la medina tunecina llegó a estar poblada casi íntegramente por
andaluces), en descendencia de familias muy conocidas en régimen ad-
ministrativo y político, en el lenguaje, costumbres, habitación, cocina,
oficios, agricultura, etc.

Les Cahiers de Tunisie. Université de Tunis. 36, 4 tra. 1961. A.


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Rafael Gálvez. «El Calendario mozárabe de Recemundo». Nueva edición.
1924. 36 pp.
Félix Hernández. «Noticia del Corán del Califa Osman». 1925. 8 pp.
Rafael Castejón. «La orfebrería del Califato de Córdoba». 1925. 4 pp.
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Manuel Gómez Moreno. «El entrecruzamiento de arcadas en la arquitectura
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