Al-Mulk n2 1961 1962
Al-Mulk n2 1961 1962
Al-Mulk n2 1961 1962
AU.MULK
Anuario de Estudios Arabistas
AÑO 1961-62
NÚM. 2
DEPÓSITO LEGAL
CO 27-1959
AL-MULK
Anuario del Instituto de Estudios Callfales
Patronato de Medina al Zahra
VELAZQUEZ BOSCO, 9
CÓRDOBA
AL-MULK
Anuario de Estudios Arabistas
1 961-62
Córdoba
REAL ACADEMIA DE CORDOBA
AL.MULK
Anuario de Estudios Arabistas
DONACIÓN
AÑO 1961-62
J. GÓMEZ CRESPO
NÚM. 2
El codo en la Historiografía Arabe
de la Mezquita Mayor de Córdoba
CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DEL MONUMENTO
1
PREVENCIONES RELATIVAS AL CASO
A juzgar por lo hasta el día divulgado, los autores árabes sólo ha-
cen concreta mención, con referencia a la Mezquita, de dos varieda-
des de codo : la ma'muniyya y la rassasiyya. Sobre los valores de esas
dos variedades nos orienta un interesante pasaje de Ibn Luyun, publi-
cado ya hace tiempo por Lerchundi y Simonet (I). Según ese pasaje,
contaban en el codo ma'muni 24 dedos, y 3o de éstos en el codo ras-
sasi, lo que supone la relación de 4 : 5 entre ambas variedades. Así,
adoptando para el debo un grosor, en promedio, de 19,585 mms., el
primero de tales codos hubo de corresponderse con 47 cms., y el se-
gundo con 58,76 cms., equivalencias que, como proporcionadas por
texto no sospechoso de viciado, cabe aceptar, si no de manera firme,
todavía, sí, corno base de trabajo para una provisional clasificación de
las medidas registradas en los mencionados patrones, en : aceptables,
fácilmente subsanables, o desechables, según el mayor o menor grado
en que resulten o no conciliables con esas equivalencias mismas. Y ve-
rificada esa clasificación, el mero cotejo de las cantidades de resulta-
dos obtenidos de cada clase, nos hará ver, con la convincente expre-
sividad de los números, que las equivalencias acabadas de indicar,
aceptadas por el momento, sólo de modo provisional, son realmente
las efectivas y, por ende, que las medidas consignadas en los patrones
a que tales equivalencias corresponden, son, en su mayoría, no tan
desdeñables como a primera vista pudiera estimarse.
Del codo rassasi, dice Ahmad b. Alí Mahallí, en pasaje traducido
por Fagnan (2), que es el de la Meca. Eso mismo indican Dozy y de
Goeje en su edición del texto del Idrisi (3), quien por su parte mani-
fiesta, describiendo el Faro de Alejandría, que el valor de ese patrón
de mensura es de tres palmos (4), lo que se compagina bien con los
58,76 cms., equivalentes a los 3o dedos de que habla Ibn Luyun. Y
que esta variedad de codo fué bastante utilizada en Córdoba, se des-
prende de un interesante pasaje del cordobés Ibn al-Faradí —muerto
en I o 13—, texto que el señor Dessus Lamare traduce según sigue :
"c'est une coudee de dimension (el codo rassasi) attribuee a Muh, aro-
mad Ibn al-Faraj ar-Rachchach, laquelle est Bravee sur une des colon-
nes de la mosquee-cathédral de Cordoue oú aujourá'hui elle est pri-
se de préférence comme étalon" (5)
De los autores que aportan medidas de la Mezquita, tan sólo el
Idrisi y quienes le plagian declaran valerse de esta clase de codos. Lo
efectúan así, al ocuparse de la altura total del alminar de Abd al-Rah-
8 Félix Hernández Giménez
428 cms.
de = 5o,4 cms., en el primer caso :
8, 5
417 cms.
de = 49,1 cms., en el segundo caso ;
8, 5
364 cms.
de = 42,8 cms., en el tercer caso.
8, 5
III
IV
nidas. Pero ese texto mismo nos compensa de la vaguedad de sus in-
formes ya discutidos, al acompañarlos de otros de positivo interés, en
relación con las dimensiones a que los primeros afectan. Porque, lue-
go de manifestar que la Mezquita, antes de que Almanzor la ampliara,
contaba con once naves, verifica entre éstas el siguiente reparto de
medidas:
El patio.
7 3,425 ms.
proporcionaría, para el codo, un valor de = 57,4 cms.,
28
coincidente, de manera bastante aproximada, con el provisionalmente
adoptado por nosotros para el codo rassasi. Y esto induce a tener por
buena, en principio, esta medida, de corresponder realmente al patio
originarío y hallarse computada en codos rassasies.
Por lo que respecta a la longitud norte-sur del patio, especificaba
el Kitab maymu al-muftariq, según al-Maqqari, que era de os co-
dos (29), medida que, de corresponderse (fig. 4) con los 58,5o ms. que
en la expresada dirección mide este sector del santuario, supone para
el codo un valor de 55,7 cms. Nos enfrentamos, pues, con indicio de
que también debe ser buena esta medida, y de que, como la de 128
codos antes analizada, fué registrada inicialmente en codos rassasies.
Es verdad que éstos resultarían en el presente caso con valor algo in-
ferior al de 58,7 cms., proporcionado por el pasaje de Ibn Luyun. Pe-
ro esa diferencia en menos tiene fácil explicación: indudablemente,
los o5 codos a que aludimos se computaron luego de alzado el almi-
nar con. que Abd al-Rahman III hizo patente su afecto a la más pres-
tigiada mezquita del Andalus —334 H. o 34o H. (3o)—, así como de
construído el actual hastial N. del patio de ella —obras ambas indu-
dablemente coetáneas—, si bien antes de reorganizarse el hastial N. de
la sala de preces, labor ultimada en du-hiyya de 346 H. (23 fbr. a 24
marzo de 958 (31). Quedó el patio en tal lapso de tiempo (fig. 3) con
una longitud de 6o,32 ms., esto es, de 1,82 m. más de lo que actual--
mente mide, lo que eleva a 57,4 cms. la equivalencia del codo utiliza-
do en este caso en la mensura, aproximándola considerablemente a la
que con arreglo al decir de Ibn Luyun pudo corresponderle al codo
rassasi. Y esa equivalencia acabada de obtener coincide exactamente
con la lograda partiendo de la anchura atribuída al patio por el pro-
pio texto anónimo a que venimos haciendo referencia, lo que con-
firma como buenas las medidas de que, tanto una como otra de tales
equivalencias derivan, a la vez que pone de manifiesto que las dos fue-
ron computadas interiormente y en codos rassasies.
Por lo demás, lo correcto de esas dos magnitudes, de 128 y ros
codos, facilitadas por e/ Kitab como ancho y longitud norte-sur res-
pectivamente del patio, resultaba en cierto modo previsible al encon-
1,219
trarse ambas en la mutua relación 'de , casi idéntica a la de
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 25 •
I ,2 I S
, mutuamente existente también entre las medidas de 73,435
patio mismo. Como luego nos será dado observar, en esa noticia de
Ibn Baskuwal trasluce algo más que la explicación de la desmesurada
equivalencia resultante para los 33o codos registrados por el Kitab
maymu al-muftariq y por Ibn Baskuwal, como largo total de la Mez-
quita, número de codos que no puede proceder de medición sobre
el propio edificio, sino de la suma de acotaciones parciales figuradas
en textos diferentes o en lugares distintos de un texto mismo.
Y la presunción a que induce el análisis de esa medida de 8o co-
dos acabada de citar, de que las partes cubierta y destechada de la
Mezquita de Abd al-Rahman I fueron iguales entre sí en profundidad
se convierte en certeza de que en la referida dirección los dos citados
sctores midieron realmente lo mismo, considerado que, por su propia
ssncillez, es sumamente verosímil que al planear el edificio se previe-
ran idénticas entre sí, en superficie, las dos zonas en que orgánica-
mente había de dejarse repartido el mismo. Y ello mayormente teni-
do en cuenta que los 36,72 ms. que, en sentido norte-sur;medía lo te-
chado de la primitiva Mezquita, constituyen mitad justa de lo que de
E. a O. media ese primitivo santuario en su línea de separación entre
patio y oratorio, y que, por tanto, de haberse dado dicha presumible
identidad, la planta de la originaria aljama cordobesa hubo de cons-
tituir un cuadrado perfecto.
El alminar de Hissam 1 y la ampliación del patio hacia norte.
Una exploración emprendida en la zona de poniente del primiti-
vo patio, para establecer lo que en la apreciación acabada de apun-
tar pudiese existir de realidad, si bien inicialmente no reportó vesti-
gio de interés, extendida luego hacia la zona axial proporcionó el ha-
llazgo de la cimentación del primer alminar de la Mezquita (33). Co-
mo el de Abd al-Rahman II, ese primer alminar fué de planta cuadra-
da y se correspondió con la nave adosada, por el O., a la que en to-
do tiempo ha sido la principal del santuario, aunque sin ofrecerse cen-
trado con ella, sino algo desplazado hacia el E. de la misma. Esa pri-
mera torre de la Mezquita midió, en su cimentación, 6,o6 ms. de lado
y fué de ejes paralelos a los del primitivo oratorio, de cuyos haces de
fachada sobre el patio dista 36,43 ms.,* circunstancia esta última que
confirma en principio, si no absolutamente, la conclusión a que, al pa-
recer, conduce el texto de Ibn Baskuwal recogido por Ibn Said y de
que se hizo eco al-Maqqari, de que en la Mezquita originaria los com-
partimientos cubiertos y destechado fueron idénticos, uno a otro, en
longitud norte-sur.
28 Félix Hernández Giménez
fué traducido conforme sigue por Gayangos: "Y An-nasir fué el que
añadió a la Mezquita-Aljama de Córdoba la parte de edificio conoci-
da con su nombre, en la cual está la gran tribuna, en que los mueda-
nos se ponían en hilera delante de él y pregonaban el azala de los días
de chumá (viernes) ; la cual tribuna es una de las construcciones más
maravillosas (que se ha nhecho)" (37). Ese mismo pasaje fué interpre-
tado de este otro modo por Codera : "Anasir Abderraman III, fué
quien añadió en la Mezquita-Aljama de Córdoba el celebrado aumen-
to : En él estaba el gran nicho Á:01 delante del cual se colocaban
7
en orden los almuedanos el viernes para dirigir la oración y era de
construcción maravillosa", versión que su autor ilustra, indicando que
,0 significa... bóveda, nicho". (38)
Y
A estas dos traducciones juzgo de interés adicionar aquí la de
Fagnan, quien interpretó así dicho pasaje : "C'est a En-Nacir que sont
dus les agrandissements bien connus de la grande mosquée de Cor-
doue, parmi lesquels figure la grande arcade voutée devant laquelle
se rangent les muezzins le vendredi pour faire l'appel a la priere, et
qui est une construction des plus remarquables". (39)
Pero con anterioridad, tanto a Codera corno a Fagnan, el propio
Amador de los Ríos, enmendando la versión de Gayangos, había pro-
porcionado esta otra del citado pasaje : "Y An-Nássir fué quien aña-
dió a la Mezquita-Aljama de Córdoba su ampliación celebrada ; en
ella está el minarete grande, en el cual los muedzanos se colocaban en
fila con su Imám el día de Chuma, para pregonar el al-idzan...", in-
terpretando la locución .7,0 en el sentido de "edificio levantado
a alguna altura del suelo" (4o) y, consiguientemente, en el de torre.
Y, ya en fecha reciente, Levi-Provengal facilitó noticia de otra refe-
rencia más sobre este mismo paisaje, figurada en un nuevo manuscrito
disponible del tomo segundo del Bayan de Ibn Idari, según la cual
Abd al-Rahman III, "proceda a une addition dans la grande mosquée
de Cordoue, en depa de celle que son fils al-Hakam II devait ordon-
ner, et qu'il fit edifier un passage vouté pour les muezzins". (41). •
Y es completamente obvio que esa Al!' —que no es sino el
,•
passage vouté de la traducción de Levi-Prov engal— ante la que se co-
locaban en los viernes los muaddines al prepararse para hacer la llama-
da a la oración, no era en definitiva más que el segundo cuerpo del
alminar, cuerpo que Ibn Idari menciona como representativo ,del al-
minar mismo, sin duda por ser, específicamente, lo que más caracteri-
za a esta clase de torres.
Amador de los Ríos (42) adujo en apoyo de su interpretación del
30 Félix Hernández Giménez
principal sector del santuario, fué forzoso recurrir para tales elemen-
tos a piezas de época premusulmana, más justificado se hallaba, toda-
vía, el que se recurriese a estas otras para parte tan secundaria del
conjunto, como lo fueron los indicados galeriones, si es que estos exis-
tieron y precisamente con columnas como soportes, en la Mezquita
originaria.
Es verdad que, con las que de dichas piezas son con certeza is-
lámicas, figuran varias que se dirían ajenas a la Mezquita. Pero el más
somero examen del expresado material permite identificar, en él, sen-
dos copiosos lotes de fustes, de bases y de capiteles, bastante homo-
géneos cada uno por su parte, estimables como de época de Abd al-
Rahman III o, cuando menos, muy similares a los que se dan en el
refuerzo de 958, de la fachada septentrional del oratorio. Y esto in-
duce a sospechar: por un lado, que al ampliarse el patio, gobernando
Almanzor, hallaron nuevo empleo, en los dos tramos de arquerías en-
tonces organizados, las piezas del tramo de galerión demolido en tal
momento ; y, por otro, que también en la obra de hacia 1515, fueron
aprovechadas las .piezas subsistentes de las galerías, a la sazón en buen
uso, mientras las restantes se reemplazaron por otras de muy diversas
procedencias.
Los referidos lotes de piezas pueden constituir también indicio de
que los tríos de arcos de los hastiales de los galeriones, como fórmula
compositiva —no en su actual ser, cristiano incuestionablemente-
constituyen innovación de los días de Abd al-Rahman III, y de que,
de datar la primitiva organización de esos hastiales de antes de am-
pliarse el patio hacia N., se la reprodujo en todo lo adicionado o re-
construido en dichos galeriones, al ampliarse el patio en la dirección
acabada de indicar.
Ahora bien, de los propios galeriones es afirmable, que no conta-
ron en el originario plan de la Mezquita. De que sucedió realmente
como decimos, constituye buena prueba el hallazgo, en exploración
practicada al consolidar el monumento,. de un pilar adosado exterior-
mente al machón de común apóyo de las dos arcadas de la primitiva
fachada del oratorio sobre el patio, situadas más al E. Se halla en eje,
ese pilar, con la andana de columnas que separa, una de otra, las na-
ves con que las citadas arcadas se corresponden ; pero, en su fábrica
como en su guarnecido, dicho pilar se ofrece desligado del referido
machón, como obra que evidentemente constituye más tardía que la
de éste. Y es, por delante del guarnecido de la cara N. del indicado
pilar, que se halla organizado el machón de común estribo de las dos
Historiografía Arabe de. la Mezquita de Córdoba 37
49,3 int
anch = a. 150 50,9
ext. sin contrafts. * **
ampl. s/ Ibn 'Idari. lext. con contrafts.
52,8
long N-S. 50 48,9 8 arcadas, pero no
la pilastra que
las precede.
*
anch = a. 150
s/ lbn 'Idari. 46,5 in t.
) long N-S. 95
*
Ampl. 2 47,4 ext. sin contrafs
kam II. 47,9 ext. con contrafs.
42,1 int.
***
s/ Kitab Mayin. long. N-S. 105 43,7 ext.
45,2 int. agrandado, ya
Mezq al morir s/ Kitab Maym. long. N S. 225 el patio.
' Ahd, al-
R. III. 47 ext. íd. íd.
Mezq al moral
AI-Hakam 11 s/ Kitab Maym 1 anch. 105 70,5 int.
51,8 int.
Mezq. total. s/ Kítab e Inbl long. N-S. 330 53 ext
Bask.
Ampl. Almanz. i s Kítab Maym. anch. 185 66,5 int
s/ Kitab Maym anch. 80 59,7 int.
anch . 128 57,4
Patio /s Kitab Maym, E-O. ' int. ya ampliado,
57,4 pero antes de re-
long. N-S. 105 forzarse el has-
tial N. del ora-
torio.
Nave central. 55,7 int. bajo Al-Ha-
Id. colaterales. Kam II.
Id. extremas. anch. 16 48,8 entre ejes de fustes.
*
Galerías del pa-
s / Kitab Maym. anch. 14 49,3 Id , íd. id.
*
tio. anch. 11 50 + +++
hasta íd , id.
Naves extremas anch. 10 57
incluidos id.
s/ Ibn al-Nazz. anch. 9,5 57,9 hasta ejes de fustes.
Patio. s/ Ibn Bask anch. 250 49,2
45,7 int.
long N-S. 80 47 ext.
44 Félix Hernández Giméne`Z
con las admitidas por nosotros de modo provisional, para una u otra
de las variedades en estudio, o que difieren muy poco de ellas ; 2 re-
sultan conciliables, mediante corrección en un caso y aclaración en
otro —ambas tan naturales como sencillas— con las equivalencias mis-
mas acabadas de indicar ; 4 se ofrecen corno admisibles o no, según
sea la forma —para nosotros imposible de intuir— en que se tomaran ;
y 3, únicamente, conducen a equivalencias que, cualquiera que sea la
manera en que esas medidas se •consideren tomadas, ni aún de modo
aproximado resultan compatibles con las equivalencias adoptadas en el
presente estudio como base de trabajo.
Pero esas equivalencias que difieren de las que hemos admitido
como probables, lo verifican en términos que a los efectos aquí per-
seguidos autorizan a desentenderse de los informes de que las mismas
proceden y a dar como buenas y definitivas esas otras mencionadas en
segundo término. Mayormente cuando, entre esas equivalencias que
calificamos de probables, figuran las res' ultantes de noticias alusivas a
magnitudes de que no es dudoso el cómo se tomaron y que, aún en el
día, resultan perfectamente cotejables con la realidad. Y por si ello fue-
ra poco, cuando, conforme se ha podido ver, se acomodan a múltiplos
exactos de esas equivalencias, dimensiones tan significadas, por lo que
atañe al codo ma'muni, como la del grueso de los muros y la de ancho
de las idas de escalera del alminar de Abd al-Rahman III —que una y
otra miden 94 cms.— y por lo que respecta al codo rassasi, como la del
grueso de las fachadas de la Mezquita originaria —que por su parte es
de 1,14 m.—, es decir, sin diferencia grande, 2 codos de la variedad
misma citada últimamente.
Han de admitirse, pues, como equivalencias de los codos ma'muni
y rassasi de uso en Córdoba, las de 47 y 58,7 cms., a que se llega anali-
zando, tanto lo consignado por Ibn Luyun, como las referencias dis-
ponibles acerca de la anchura y la altura del mihrab y de la anchura
del alminar. Pero en nuestra opinión aún cabe precisar más, al resul-
tar confirmadas como correctas las tres medidas acabadas de indicar
que, respectivamente, proporcionan para el codo las equivalencias de
47'5, 47'3 y 47'14 cms. Y descartada la segunda de estas tres medidas,
no tan concretamente definida como las otras dos, por lo que respecta
a la real longitud con que cada una de las tres se corresponde, juzgamos
más en razón el optar por la tercera que por la primera, ya que, mien-
tras aquélla contiene 18 veces el patrón en que figura registrada, la
primera sólo comprende 15 veces la fracción de medio codo, que es par-
te de esa medida misma. Sin contar con que tiene más visos de hecho
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 45
real, que el ancho del primer cuerpo del alminar respondiese a número
exacto de unidades métricas, que el que se ajustara a número de ellas,
acompañado de fracción de la categoría de una mitad, la anchura del
mihrab, al hallarse tomada ésta, conforme a su tiempo advertimos, no
entre haces murales paralejos al eje principal del nicho, sino entre dos
de los vértices enfrentados de ese nicho.
Por lo demás, depone muy en favor de la equivalencia a que otor-
gamos nuestra preferencia, el que no parece haber tenido carácter de
insólito en el Andalus, el que el primer cuerpo de los alminares de las
mezquitas mayores se ajustaran, en su ancho, a número exacto de co-
dos, toda vez que se sabe de varios de ellos, que midieron, en el refe-
rido sentido, número de tales unidades métricas, tan calificado como
diez, que por su carácter de base aritmética diríase que excluye el que
le acompañase aditamento fraccionario alguno. Al número de codos
acabado de indicar se acomodó en anchura, en su primer cuerpo, se-
gún referencia literaria de que se dispone, el alminar de la aljama de
Medina al-Zahra (66) y eso mismo les sucedió, a lo que parece, al al-
minar de que Hisam I dotó a la Mezquita de Córdoba y al de la mez-
quita de Ibn Adabbas de Sevilla, ejemplares, los dos últimos, en que
los codos resultan haber sido de especie rassasi (67).
En definitiva, pues, es estimable como exacta equivalencia del co-
do ma'muni la de 47,14 cms., que, a su vez, supone la de 58,93 cms.
para el codo rassasi, e implica como grosor del dedo, base de que he-
mos partido para la determinación del valor del codo, no 19,585 mms,
sino 19,643 mms., magnitud, esta última, superior a aquélla sólo en po-
co más de media décima de milímetro.
Y lo efectivo de ese valor de 47,14 cms., para uno de los codos
empleados en la Córdoba musulmana, tiene confirmación en una inesti-
mable referencia de Ahmad al-Razi. Figura ésta, en la versión portu-
guesa, tan acertadamente identificada como primorosamente editada
por el señor Lindley Cintra, de la descripción del Andalus, del citado
historiador cordobés, versión en la que, reseñando el término de la ci-
tada capital, se dice : E enos muros do alcacer del rey ha trinta e tres
myl covedos: e tres myl covedos ha hua quarta de legoa e assy fazen
duas legoas e tres quartos (68). La primera parte de esta noticia resul-
taría de difícil interpretación, de no hallarse recogida, aunque sin espe-
cificación de procedencia, por al-Maqqari. Porque no es fácil explicar-
se cómo el contorno del alcázar cordobés pudo medir dos leguas y tres
cuartos. Pero en la traducción de E. Fernández Alvarez, de esa noticia
de al-Razi salvada por al-Maqqari, se dice : "el circuito de Córdoba, es
46 Félix Hernández Gimenez
resultado que sólo en poco más de un 1,5% difiere de los 5.572,7o ms.
con que oficialmente se corresponde la legua castellana.
Pero, aparte de las noticias analizadas ya, que dan a conocer los
valores de las dos especies de codo habitualmente empleadas en Cór-
doba, algún elemento de juicio más existe, que abona lo efectivo de
tales valores. En la propia Mezquita de Córdoba se necuentran abun-
dantemente representados los principales tipos a que, desde las postri-
merías del siglo VIII a las del X, se ajustó en el Andalus la almena de-
corativa. Esta, conforme es apreciable cotejando unos con otros los
ejemplares de tan surtido lote, vió esencialmente alteradas en el decur-
so del tiempo sus proporciones. Así, mientras las más viejas de esas al-
menas son más altas que anchas, las de mediados y de fines de la déci-
ma centuria tienen igual altura que ancho, salvo en los contados casos
en que hubo insoslayable precisión de sacrificar la dimensión consig-
nada en último término. Y examinando en detalle todas esas piezas, se
observa que, en las alargadas en sentido vertical, anteriores al siglo X,
los tramos ascendentes de la línea de contorno ofrecen la misma incli-
nación en el rediente inferior que en los restantes, circunstancia que
impide situar a tope, a todo lo alto de ese rediente de lo bajo, cada dos
Historiografía Arabe de la Mezquita de Córdoba 47
NOTAS
(66) Al-Maqqari, obra cit., pasaje de que da trad. Gayangos en obra cit.,
t. I, p. 237.
(67) Midió el alminar de Hisam, en sus fundaciones, 6,29 ms., 6,o6 ms., 6,o6
ms. y 5,93 ms. en los costados N. E. S. y O. respectivamente, lo que, para
que aquél fuese de planta exactamente cuadrada por encima de aquéllas, exi-
ge que no midiese más de 5,93 ms. de lado. Ahora bien, con arreglo a la equi-
valencia para el codo rassasi a oue en conclusión hemos llegado, lo codos de
esa clase suponen 5,87 ms., es decir, solamente 6 cms. más de lo que es de ima-
ginar que midiese de ancho este alminar.
Por su parte el alminar de la mezquita de Ibn Adabbas de Sevilla, mi-
dió 5,85 ms. de lado, esto es, z cms. menos de lo que suponen zo codos de es-
pecie rassasi.
(68) L. F. Lindley Cintra, Crónica Gerald de Espanha de 1344, vol. II, p. 43
(69) E. Fernández Alvarez, "Notas geográficas de algunos autores árabes
sobre Córdoba", en Rey. del C. E. H. de Granada, año II, p. 113. Gayangos
(7o) E. Lévi-Provenlal, Inscriptions..., cits., p. 134•
(71) Lo insertaron en su Crestomatías, Lerchundi y Simonet, y ha sido in-
cluído por E. Fernández Alvarez en art., rev. t. y p. cits. Gayangos, obra cit.,
t. I, no traduce este pasaje entre los de al-Maqqari dedicados a la descripción
de Córdoba.
(72) W. Marlais, Musée de Tlemcem, p. 1, n. 5 y lám. i a, cit. por A. Bel,
en Inscriptions arabes de Fes, París, 1919, p. 7, nota I.
(73) A. Bel, obra cit., p. 4.
(74) Idrisi, obra y trad. cits., p. 257. Dozy y de Goeje traducen la voz ba
empleada por Idrisi, por toesas; pero E. Lévi-Proven9al, en La Péninsule Ibé-
rique au moyen-dge..., p. 183, al verter al francés el pasaje en que al-Himya-
ri copia las medidas de largo y ancho de la Mezquita de Córdoba, traduce
ba por pasos; y, por su parte, A. Dessus Lamare (obra cit., p. 3) traduce la
voz árabe en cuestión por brazas, ilustrando su interpretación con interesante
nota.
79'021
1'14
"4'
r-«
PUERTA DE
SANTUARIO SAN ESTEBAN
t•I
1'14
1'14
73'435 CO
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ALMINAR DE
1
HIIiM I.
DESCUBIERTO
B.5'93 ms. SEGUN LA MENOR EN 1934 ESCALA GRAFICA
DIMENSION DEL APROXIMADO 0 5 10 20 30 Mb.
CUADRADO DE PLANTA.
Fig. 1.— Planta de la Mezquita Mayor de Córdoba a fines del siglo VIII
- 76'285
29'225
1'14
F. — -
74'005 11~1111W
m m o
eo 1-•
tv N
0'10
PU RTA DE
1'14 SAN STEBAN
1'14
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73'4 3 5 =
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1'14 7.3 425 114
PATIO
en
ALMINAR DE
1411ÁM 1. ESCALA GRÁFICA
S 10 tO 30 ffitS.
POSTIGO DE
'ABC/ ALLÁN
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(-4)
cs,
PUERTA DE 'A BD
AL-RAI:1M ÁN 11. O
DE MUFIAMMAD.
1'14 PUERTA DE
to I
SAN ESTEBAN
i'14
73'435
152a O]
1'14 73'425
PUERTA DE
PUERTA SUPUESTA
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PATIO
I E o
......... • -•••• .....
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MUSULMANA. TA EN 1929
Fig. 5. — Planta de la Mezquita Mayor de Córdoba, luego de ampliado el edificio por Almanzor
Fig. 7. — Mezq u ita May or de Córdo ba, fac ha da O. de l patio :
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Fig. 9. —Mezquita Mayor de Córdoba, planta del pilar de la fachada N. del Oratorio
comprendido entre las dos naves del edificio originario situadas más al E
Capitel almanzoreño, con decoración vegetal y figuras animales, procedente de la Casa
del Gran Capitán, en Córdoba, y koy en el Museo Arqueológico Nacional.
Los Baños Arabes de Córdoba
POR
puerta para llegar a la oración, sin cuyo requisito les está vedado
entrar en las mezquitas.
Para ello tenían difernetes lavatorios que aún practican ; tres re-
fiere Cuspiciano (1) ; el primero, el general para todo el cuerpo, el
cual hacen con tanta proligidad, que ha de tocar el agua todas las
partes del mismo, y así, llevan peines para peinarse la barba y la ca-
beza los hombres y la cabeza las mujeres, porque con el peine espar-
cen el cabello, de suerte que se bañe y lave bien el casco. Este es el
más principal entre ellos ; es el llamado zeagirmeg. Es como el que se
purifica las manchas del cuerpo y del alma. El segundo lavatorio, es
el llamado tachriat, el cual es de toda necesidad hacer después del
ayuntamiento carnal o acercars ea un cadáver ; además para las mu-
jeres después de sus partos o menstruación. Al tercero llaman abdas ;
este lo hacen lavándose los cinco sentidos : orejas, ojos, nariz, boca,
manos hasta los codos y pies hasta las rodillas ; que han de hacer
con agua o arena donde quiera y de cualquier modo que dirijan las
súplicas al cielo. Sin este lavatorio o el primero no pueden tener ora-
ción, ni hacer el Zala.
De aquí que para seguir esta práctica que en realidad es un mero
tipo del cuidado de la pureza interna, los árabes prodigasen los barios
y lavatorios en esta ciudad, que los pudientes tenían en sus casas y
para los que no podían tenerlos existían barios públicos donde acudían
los hombres desde las diez de la noche hasta el medio día siguiente, y
las mujeres desde esta hora en adelante. Las damas se acompañaban
de sus esclavas o del otáner. La mayor parte de los casamientos se
originan en el maño, y son los padres del joven que ha de casarse los
que se toman este cuidado ; ven en el bario la mayor parte de las
jóvenes y las hacen el retrato al natural.
A los judíos les estaba señalado cierto día de la semana (2) ; asi
pues, si un judío o cristiano entraba en ellos en día no señalado para
cada pueblo y era herido o maltratado perdía todo derecho a la jus-
ticia. Por esta circunstancia, en esta ciudad edificaron los hebreos un
baño público que denominaron la "bañera de la Judería" donde sólo
asistía este pueblo. Los barios eran de ordinario grandes corrales al-
rededor de los que había aposentos que servían para el arreglo de los
bañistas. En los barios lujosos, cuya arquitectura pertenía a la árabe-
bizantina embellecida con las galas que supieron hallar en su imagi-
nación ardiente en este arte caprichoso, que parece agotar sus tesoros,
como para demostrar que la arquitectura puede con sus fábricas igua-
lar las más fantásticas descripciones de su poesía ; había una habita-
56 Miguel Muñoz Vázquez
tras sí una sangrienta lucha entre ambos bandos. Quedó con ella y
dijo que ya no se casaba y tuvo en ella a Pedro Fernández de Cór-
doba que después fué canónigo en esta Santa Iglesia Catedral. Este
para que conste de su potencia y cómo era el rey de esta tierra". Es-
ta noticia fué enviada en la madrugada de aquel mismo día al pueble
de Aguillar, llevóla Julián González que llegó el lunes a las vísperas.
La referida doncella fué doña María de Sousa después monja en e;
Convento de Santa Clara de esta ciudad.
OBRAS.—La restauración o reedificación de los baños públic ,,s-
de esta ciudad de los que nos han quedado edificios o noticias fueron
llevadas a cabo en un principio por los alarifes mudéjares, grandes
maestros en el arte de albañilería, y a ellos se debe la de este Baño.
realizada por la mano maestra del cantero Maestre Mohamed y ik
su yerno Yucuff el carpintero, hacia 1329. Por no hallarse el refe-
rido Baño en buen estado según nos dice la composición anterior quL
hizo don Alonso Fernández hijo de don Gonzalo Fernández, prirnei
señor de Aguilar con el Cabildo eclesiástico sobre dicho baño "estuve
algun tiempo que non rendia cosa alguna... que el cabillo repasse el
dicho baño a su costa". En efecto el Cabildo toma a su cargo el refe-
rido baño para lo cual, a 29 de mayo de este mismo año de 1392,
ordena a sus beneficiados que paguen la parte que les corresponde
del reparto que se hace para la construcción de una caldera nueva
de cobre y demás dependencias de las salas desde la fecha indicada
al próximo lunes "sopena de incurrir en falta por lo que serán san-
cionados". Fueron prólijas estas obras a juzgar por el dinero invertido
en ellas. Recojo algunos de los datos sobre la aportación que los se-
ñores del Cabildo hicieron para sufragar los gastos, en las que se nos
da una idea de cuanto valía entonces una fanega de trigo terciado con
cebada (22) "del rediezmo del arcediano de Córdoba que pertenecía
a las collaciones de San Lorenzo y Santa María se vendió a Alonso
Fernando de Vargas el caiz de trigo terciado a 21 maravedís en can-
tidad hasta 18o fanegas, para la obra del baño de Santa María". La
citada caldera, estaba fabricándose en miércoles 8 de mayo de este
año de 1392 según nos refiere este otro escrito (23), por el que el
Cabildo manda a Alfonso Fernández compañero ; "que de los mara-
vedís que tiene en guarda del Cabilo de a Juan García canónigo y a
Miguel García compañero mil maravedís para la obra de la caldera
que acia el Cabillo en el bañode Santa María e que se lo den a Tomás
García calderero que ace la dicha caldera". Otras obras que se hicie-
ron en este baño constan por un escrito fechado en miércoles 21 de
66 Miguel Muñoz Vázquez
das por meses e las gallinas por San Andrés con la condición que
cuando quemase cuernos (28) ponga escudo por cada vez e cada vez
que no ficiesen paguen en pena mil maravedís e con las otras con-
diciones con que acostumbran a arrendar dichos barios". Otra escri-
tura de arrendamiento del baño es la otorgada "a veynte días ck
setiebre de noventa e siete años (1497) los señores Deán y Cabillo
arrendaron en su Cabillo el su bario de Santa María a Rodrigo, vecino
de Santa María, fijo de Juan Rodríguez, organista, e estan desde cinco
días de agosto deste año fasta el día de San Juan vneidero por precio
de cinco mill seyscientos maravedís que recibió de moneda blanca ca-
da año, pagados por los meses los que montare cada mes e de paga::
en los meses dos mill doscientos treinta maravedís que recibió en apre-
cio de casas del baño e que cuando salda dexe aquellas cosas de ser-
vicio del baño e el bañador como los encontró testigos Alonso Fer-
nández de Cabrero, cura de la iglesia e Pedro Ruiz, clérigo". ¿Cuándo
se cerraron al público estos barios? A mi juicio su uso disminuyó ha-
cia el ario 15o2, cuando comenzó la actuación del inquisidor Lucero y
se decretó por los Reyes Católicos la expulsión de los moros de Es-
paña, de cuyo decreto recogió el Cabildo la sigúiente nota : "Sábado
diecinueve días del mes de febrero de 15o2 arios se pregonó por cartJ
Real del Rey don Fernando e doña Isabel nuestros señores que todos
los moros de los de Castilla se tornaren xpianos. E donde non que les
daba plazo pa ello de cinco meses primeros siguientes a los que no
quisieran que dexaren sus fosedos pa sus fijos que acá quedasen xpia-
nos. E los padres e madres que les daba el puerto de Biscaya e de
Aleredo para pasarse allende enl dicho término". Suprimidos los ba-
ños, el Cabildo eclesiástico utiliza su edificio para casa de vecinos, y.
gracias a la cuidadosa atención que este Cabildo le ha venido prestan-
do por su interesante y rico valor arquitectónico ha podido llegar a
nosotros la mayor parte de todo su edificio que contribuyó al esplen-
dor que tuvieron estos baños en los días califales.
A continuación transcribo el contrato de arrendamiento de fechg
más antigua que he hallado del baño convertido ya en vivienda (29):
"El Cabildo de Santa María arrienda a vos Antonio del Corral Bar
bero, fijo de Juan del Corral, unas casas en la collación de Santa
María, linde con nosotros asi mismo solían ser bario asi mismo con
casa del sevillano médico difunto... Córdoba treynta días de mayo
del ario 16i 1".
Igual suerte corrió la cárcel califal, después Real, que fué junto
68 Miguel Muñoz Vázquez
fagades ayi las tiendas que pudieredes ayi facer e que las esquimede3
vos e vuestra muger toda vuestra vida e después que finquen los ba-
ños con todos sus adobos e las tiendas e las casas que ayi faredes
estos barios en nuestro cabillo e vos que fagades luego una capiella e
su altar en la Eglia de santa maria". Esta restauración que hace en el
bario don García Rodríguez, es la obra mudéjar, parte de la cual ha
llegado a nuestros días : dos arquerias de arcos peraltados, una de tres
con sus alfices, faltando otras de ellas, que formaban el total de la de-
pendencia donde estaba el estanque para el bario de agua fría, el cual
fué macicado a finales del siglo XVI, así cómo la bóveda que lo cu-
bría la cual debió desaparecer más recientemente. Los siete capiteles
de esta dependencia y sus columnas, unos visigodos y otros magníficos
ejemplares de los primeros arios de la época califal, uno de ellos con
la inscripción "Obra de Fateh el tallista" y la fecha 363 (973-974) no
han pertenecido al baño, como los de otra dependencia contigua a és-
ta, que debió utilizarse por los bañistas para descanso, la cual pone en
comunicación con las dependencias destinadas al bario templado y ai
de inmersión en agua caliente situados en ellas. Son de forma rectan-
gular, con bóveda de medio cañón y otra parte de arista, una de ellas
en la crujia exterior de la casa núm. 18 de la calle de la Cara que mi-
de aproximadamente o,4o x 3,5o m. y la otra en la segunda crujía de
la casa núm. 16 de la misma calle que mide 12,8o x 5,50 m. ; todas
ellas como sus muros, son de ladrillo con lucernas cuadradas a tresbo-
lillo. Por la forma y dimensiones de los sillares que quedan en los mu-
ros y bóvedas puede fecharse este bario en los arios de Abd-el-Rah-
man III a principios del siglo X. Estas dependencias tienen hoy entra-
da por la calle de la Cara, cuya entrada no existió cuando estaban en
uso, como se observa por la ruptura de sus muros para darle paso a
la puerta de acceso. El agua para el bario se sacaba de un aljibe que
aún existe en la casa número 20 de la referida calle de la Cara. Y la
caldera para calentar las aguas que debió ser de dimensiones colosa-
les, a juzgar por la importancia y magnitud de este bario, se hallaba
próxima a estas dependencias hoy en un lugar muy modificado.
En 8 de enero de 1264 pasa toda la propiedad del bario al Cabildo
eclesiástico y a su mesa capitular por cambio de la parte que el obis-
po don Fernando de Mesa tenía en él por otros bienes del referido Ca-
bildo. Según escritura otorgada entre ambos en la villa de Lucena con
esta misma fecha y en la que aún llevaba su arrendamiento el citado
don García Rodríguez (39) "...e otro ssi les diemos toda la nuestra
74 Miguel Muñoz Vázquez
parte que aviamos en los baños que son ala puerta dla pescaderia que
solie tener garcia rodriguez..."
A finales del siglo XIV se hizo en el baño otras obras como pue-
de observarse en las dependencias de bóveda de cañón destinadas a
baño caliente. Así consta por el siguiente escrito fechado el año 1392
por el que... "en este mismo día biernes rrecibió el cabillo de pedro
ferrandez boticario el baño dla pescaderia por rreparado de todas
aquellas cosas que estaba obligado de faser el dicho pedro ferrandes.
Et otro ssi quarenta cubos buenos. Et dieronle carta de quitamiento
de todo ello salvo que ha de facer, echar torta de armassa al alcabo en
el mes de otubre o de novienbre primos vernan. Et fizo obligacion
dello dlante pedro rruys notario". (4o).
Seguía prestando su servicio público este baño, en 16 de diciem-
bre de 1427 a cristianos y a los musulmanes que quedaron en nuestra
ciudad ; los que después de transcurridos siete siglos de convivencia
en ella, habían tomado no pocas costumbres de los españoles ; así ob-
servamos la libertad que lograron disfrutar las mujeres de estos mo-
ros según los demuestra la asistencia a un mismo tiempo de mujeres
cristianas y árabes a los baños a pesar de impedirlo sus principios re-
ligiosos y la condición de africanas... (40 "Et eran muy ossequiadas
por los caballeros cristianos e mahometanos que las acompañaban a
los baños"...
De esta fecha anterior nos queda una escritura de arrendamiento
entre el Cabildo eclesiástico de la Catedral, cerca de las pescaderías y
del baño, con dos casas tiendas que están con ellas, linde con casas
tiendas de gonzalo gonzález de Biedma y con otras que fueron de
Juan Arias" En 1453 el Cabildo Eclesiástico vende a Bartolomé Ro-
dríguez Zapatero las casas del baño de la Pescadería (42).
¿Qué fué en adelante de este baño? No he hallado más noticias
de su servicio público ; parece por el anterior escrito, que el Cabildo
su propietario, fué adaptando parte de las dependencias del mismo a
casa vivienda; y, como los demás de esta ciudad, tras la expulsión dt
los moros y judíos y hallarse muy diezmados sus usuarios, el baño
fué cerrado en los primeros años del siglo XVI. Gracias a la Comi-
sión de Monumentos y al que fué su gran paladín el Ilmo. Sr. Don
Enrique Romero de Torres ; Córdoba conserva en su rico acervo mo-
numental esta joya de los primeros tiempos de la arquitectura árabe
en España, que de lo contrario hubiera pasado como tantos otros al
solo recuerdo histórico.
Los Barios Arabes de Córdoba 75
ron de Juan Pérez Lobatón y con casas del referido Cabildo que sa-
len a la calle que tenía Juan Martínez de Tapia y por delante a la ca-
lle del Rey. Y, en el Libro Verde (45) sin que conste la fecha del do-
cumento ni la del entablamiento del mismo ; aparece un escrito por
el que Juan Domínguez d eCartagena dejó como bienes a la Iglesia
Catedral unas casas que fueron de Martín Sánchez el Adalid, en la
plazuela de Doña Munda que las tenía en arriendo Ferrant Martínez
y después Ferrant Alvarez, racionero, que lindaban con las casas del
baño. Pero todos estos límites con los que venimos localizando el ba-
ño o bañuelo serían imprecisos por no hacer referencia a un lugar
del que nos quede un punto para su localización en la actualidad ; y,
esta ambiguedad he logrado vencer, al hallarme tras prólija investiga-
ción un escrito entablado en el Libro Verde, (46) el que nos dice
"que en la barrera de los capellanes juan domínguez de carrascosa de-
jó unas casas cerca de las de martín sánchez el aladid y de su muger
doña muña en la plazuela de su nombre en dicha barrera dentro de
la plazuela de las casas de luis mendez de sotomayor señor de El Car-
pio". Y de este otro escrito de 148o por el que consta que había una
casa bodega allende del dicho baño en la esquina de la calleja do en-
tran a la casa de luis mendez". Límites por los que podemos traducir
exactmaente, en dónde se hallaba este baño ; en la calleja sin salida
que hay junto al convento de Jesús Crucificado que fué el palacio del
referido don Luis Méndez de Sotomayor, y la plazuela, de Doña Mu-
fla, la que tiene delante este palacio, hoy llamada del Buen Pastor,
todo ello en collación de Santa María (Catedral).
Pero no sólo es interesante aquel mentado documento (47) por
cuyo escrito se nos dan en parte los límites de este baño ; sino porque
en él, se hace referencia de una de las grandes obras que se hicieron
en el baño, posiblemente, la primera después de recuperada la ciudad
a los sarracenos. Se obliga aquel arrendatario Domingo Pérez Loba-
tón hijo de Juan Pérez Lobatón, uno de sus colindantes en el men-
cionado año de c 30o a hacer en el solar a la mano derecha como se
entraba una casa de nuevo que llegue hasta la puerta del solar del Ca-
bildo que tiene Juan Martínez Canónigo, de elevar el que fué de
Juan Martínez como sigue la calle hacia la casa de Pedro Fernández ;
ha de hacer otra casa sobre el baño o la casa cabeza donde solía estar
la caldera, que fuese de la misma extensión que la casa del fondón del
baño, de tres tapias sin el cimiento, a pavimentar todo el suelo del ba-
ño con argamasa y a encalarlo todo él con cal. Ya se usaba la cal pa-
ra blanquear a primeros del siglo XIV. A hacer un portal de nuevo
Los Barios Arabes de Córdoba 77
como antes estaba hecho ante el bario. Todas estas obras a costa del
arrendatario que debería tener terminadas desde el día de la fecha del
arriendo en los diez arios primeros sopena de una multa de 200 mora-
vedis de la moneda de la guerra que acuñó el rey Alfonso X. Pagan-
do todos los arios por renta del bario zoo moravedis de esta moneda
desde San Juan al del siguiente ario, dividida la renta en tres tercios.
como era costumbre, pero con la condición que después de la vida
de estos arrendatarios pase el bario y las obras hechas en él, al refe-
rido Cabildo Eclesiástico.
Once arios más tarde, el 6 de julio de 1311, nos quedan noticial
del bario por un escrito (48) otorgado en esta ciudad ante los escri-
banos públicos de la misma Ruy Fernández y García Sánchez, por
el que Juan González, canónigo de la iglesia de Santa María de Cór-
doba da a labrar a Juan Núñez el carpintero y a su mujer Nuria Fer-
nández, moradores en la collación de Santo Domingo, un solar tapiado
en la collación de Santa María que linda con casas y con plaza de
Doña Muria y con el bariuelo y el solar del Cabildo e casas de García
Pérez el carpintero. Pero un siglo después de la gran obra que rea-
lizaron en el bario los Lobatones, el lunes 6 de febrero de 1392, el
célebre bario de Doña Muria había dejado de prestar sus indispensa-
bles servicios. Había cerrado sus puertas para siempre. No sabemos
con certeza la causa que lo motivó ; acaso la decadencia cada vez más
acentuada de nuestra ciudad por estos años, por las continuas epíde-
mias de peste que padeció. Creemos que fué ésta la razón por la que
el Cabildo eclesiástico convirtió el bario en vivienda hacia el ario 1392
que ya lo tenía en arriendo el Arcediano de Córdoba (49), según cons-
ta por el siguiente escrito : No hallándose las casas que fueron bario
en buen estado el Cabildo envía a varios de sus miembros para que
vieren las obras que eran necesarias hacer en ellas. El procurador del
Arcediano que las habitaba pidió varios plazos para hacer la obra co-
mo fué condicionado en su arrendamiento ; transcurridos éstos el Ca-
bildo quita las casas al Arcediano y se las arrienda a don Fernando
González Maestrescuela, por precio de 45o maravedís al ario con la
condición de su reparación. El viernes 26 de abril de este mismo ario
de 1392 renuncia el citado Maestrescuela las casas que fueron bariuelo
y el Cabildo las arrienda a su criado Juan Díaz y su mujer Sol Ro-
dríguez. Pero ya bien reparado por el Cabil, obra en la que segu-
ramente se hizo desaparecer la totalidad del edificio del bario de Do-
ña Muria, célebre dama cordobesa. Esta última obra que se hace en
las casas del bario de Doña Muña, donde ésta gentil y noble dama,
78 Miguel Mu;toz Vázquez
que nos queda (7I) del Alcalde de Sevilla al Refrendario de esta ciu-
dad de fecha 28 de enero de 1398, ante el cual pareció Juan Alfonso,
abogado, en nombre de los Canónigos de Santa María de Córdoba y
le presentó una carta en la que entre otras cosas parece : "...Que
doña sancha ponce fija de los dichos don iohan ponce e ynes anrri-
ques asy como su heredera, otorgó de dar al cabillo una possession
que le rrindiese al dicho cabillo quinientos moravedís cada año... E
otrosi parescio por dicha carta que por cuanto dicho cabillo non era
pagado... que por oficio e mandado de Juez competente que Ruy
peres conpañero dela dicha eglia puesto en la tenencia e possession
de tres pares de casas pequeñas que son dentro en las casas mayores
que son en esa dicha cibdat que fueron del dicho don iohan ponce
e de la dicha doña ynes su muger e dla dicha doña sancha ponce su
fija pa que de los alquilefes e longueros dllas pudiese el dicho cabillo
cobrar los moravedís que le fueron demandados... Et el dicho don
iohan e a las sus partes les avian ffecho entender por dicha carta que
el conde de niebla don iohan alfonso e sus herederos del dicho conde
dieren e han de dar a algunas personas que es fecha entrega e excep-
ción e gela faran en las dichas casas o en alguna parte dellas e que
las venderan poniendo enl dicho rematamiento la dicha entrega de los
dichos mil ciento moravedís el dicho cabillo ha de ayer... e por ende
no desapoderedes de la tenencia e posesión de las dichas casas al dicho
cabillo... e sila persona en quien se remataren las dichas casas quieren
pagar al dicho cabillo de cada año los dichos mil ciento moravedís
entonces dat la dicha tenencia e posesion dellas". Según parece don
Juan Alfonso de Guzmán, a quien en el anterior escrito se le llama
Conde de Niebla era el esposo de la hija de doña Sancha Ponce de
quien aquella tomó el título. Las casas que se mencionan son las del
baño y sus colindantes que vende el Conde y sus herederos a la fa-
milia de los Hinestrosa, según parece por el siguiente escrito (72), que
dice : "Omnium Santorum — casas a la puerta de almodovar linde de
una parte con el baño de don martin lopez de henestrosa, año 1445".
Y de este otro (73): "el baño de henestrosa en la puerta de almodo-
var es el de don juan ponce". Vemos pues, claramente, que aquellas
tres casas que el Cabildo tenía adjudicadas para sostener la capilla de
los Ponce, fueron vendidos a la familia de los Hinestrosa y entre ellas
el Baño que lo tuvo esta familia hasta que se transforma en casa vi-
vienda.
Aún continuaba prestando sus servicios el baño de don Juan Pon-
ce en 18 días, de junio de 147o (71), fecha en la que el Cabildo ecle-
Los Baños Arabes de Córdoba 87
ción de ellos a una bella dama cordobesa llamada doña Yllana ( Julia-
na). Según consta por una carta de privilegio otorgada en Sevilla por
este Rey a jueves 31 de mayo de 1263 (79) "damos e otorgamos a do-
ña yllana un solar en cordova que fueron baños en tiempo de moros
que ha por linderos dla una parte domingo garcia clerigo de sant pe-
dro e dla otro domingo lopez el cerrajero et dla dos partes las nues-
tras calles. Et este solar sobredicho le damos e le otorgarnos que lo
haya libre y quieto por furo de heredad para siempre iamas a ella e
sus fijos e sus nietos e cuantos della vinieren que lo suyo ovieren de
heredar e para venden empeñar... como de lo suyo mismo en tal ma-
nera que lo non pueda vender ni dar ni caviar ni enajenar en ninguna
manera a eglia ni a orden ninguna ni a ome de religión sin nuestro
mandado..." Doña Yllana tuvo por marido un tal Domingo López
que parece ser la misma persona que se cita en los límites del baño,
con el oficio de cerrajero y con el que debió casarse después de la
donación, puesto que no aparece citado en la escritura de ella. Reedi-
ficó esta "buena dueña", los baños en aquel solar y cuya obra mudé-
jar es parte de la que nos describe las Casa-Deza y reproduce en su
dibujo. Pocos años después pasó el baño por muerte de esta señora a
sus hijos: Elvira Gómez que no sé si fué casada, Martín Gil Com-
pañero (Racionero) en esta Iglesia Catedral y Melia Gómez casada
con Diego López. Por una escritura otorgada en esta ciudad a 17 días
de octubre de la Era de 1395 (año de Cristo de 1317), ante los escri-
banos públicos de la misma Bartolomé Ximénez, Miguel Díaz y Pedro
Pérez (8o) "recibe alfonso perez hijo de diego perez de jerez yerno
de elvira gomez, hermana de martin gil hijo de la referida doña yllana
y sancha alvarez muger de alfonso perez moradores en jerez recibie-
ron, de martin gil cuatrocientos moravedis de la moneda de la guerra
a diez dineros en moravedis por lo que se otorgaron de bien pagados
de todos los muebles y bienes raices que la dicha sancha alvarez de-
bia heredar de la referida elvira gomez su madre, de Domingo Lopez
y de doña Yllana sus abuelos (aquí se cita ya al marido de doña Ylla-
na), entre ellos de la parte del baño e de las casas que estaban junto al
baño que era todo en cordova en la collación de san pedro". El refe-
rido Racionero don Martín Gil deja al cabildo eclesiástico las dos par-
tes que tenia en el baño y casas. Más, como la condición que dejó es-
tablecida el rey don Alfonso X al donarlas a doña Yllana, era que no
podía venderlos ni donarlos a iglesias ni a hombre de religión sin su
consentimiento ; el Deán y Cabildo de esta Catedral pide autorización
para ello al entonces rey de Castilla don Alfonso XI quien autoriza la
Los Barios Arabes de Córdoba 91
en nuestros; días conocerse su. arquitectural califal si» creer éste, que
desgraciadamente tiempos más cultos, iban a cercenar del acervo ar-
quitectónico, e. histórico, de: nuestra ciudad; otro monumento de la
época califak eni el; que unt día,, la- pica, del cantero y. la palanca, del
peón de albafül,, hicieron esfuerzos para, arrancar y demoler los ricos
sillares. que. de- tiempos- atrás. se . trabajaron, y esculpieron- por manos
maestras e inteligentes.
96 Miguel Muñoz Vázquez
BAÑERA DE LA JUDERIA
En- la, juderia de muchas. ciudades: de. España. solía. haber un ba-
ño del mismo tipo que el de los. hispanos-musulmanes ; como pode,
mos, observar por la fotografía de alzado y plano de los baños judai-
cos de Palma. de Mallorca (93) en el que se aprecia que la bóveda que
cubría el. estanque para la. ablución en agua fría, era de rosca de la-
drillo con luceras, en forma de élipse para los que tenían planta cua-
drada, en esta. dependencia. De aquí podemos deducir que el. bario de
San Pedro en esta ciudad con, planta de igual forma. en esta dependen-
cia. tuviese, por bóveda la. que. describimos de el de la Judería mencio-
nada.
La, Judería de Córdoba: tenía una bañera dentro del, recinto, lla-
mado Castillo de la Judería donde solamente habitaban los judíos sin
ve.cindad de. cristianos ni conversos. El sábado era el día de la semana
señalado a este pueblo por el Tamul para asistir al. baño y donde. tam-
bién, se. purificaban antes de celebrar la Pascua. La única noticia que
he. hallado, de. esta bañera. de la Juderías es debida a: un. documento
(94) otorgado por el Cabildo de esta Santa Iglesia Catedral en 466
por el. que arrienda) a. Juana Rodríguez. unas casas en la, collación de
San. Bartolomé en el castillo, de la Judería. q,ue lindan conr casa de Isa-
bel Rodríguez con. casas. de. María. Fernández de Santa. Clara y con
la bañera que está junto a la sinagoga vieja y la calle junto al Adarve.
Según se desprende de estos límites, la referida bañera la Me-
mos ubicar formando parte del edificio destinado a sinagoga en la
lado correspondiente al adarve. Bañera que tenía acceso por la calle
de los Judíos de la que entonces y tiempo más atrás s uacera derecha
de los Judíos de la que entonces y tiempo más atrás su acera derecha
desde la puerta de Almodóvar estaba delimitada por el muro occiden-
tal de la ciudad.
Se cerró para siempre la bañera cuando la expulsión del pueblo
judío en 1492 y convirtióse este edificio con el que pertenecía a la
antigua sinagoga en casas viviendas que han llegado a nuestros días
con algunas modificaciones.
Los Barios trabes de %Córdoba 199
,Es este 'T'añudo", .otro de los baños árabes que existían próximos
a las ,puertas ,de entrada a la ciudad; de él sólo nos ha quedado ,noticia
por un escrito (que .otorga en Córdoba, a Lo ,de marzo ,de 4.51 I (94
bi.%), Beatriz de Aguilar viuda del _Jurado 'Pedro de Molina por el ,que
impuso un censo Iperpetuo en da iglesia de ,Ormnium ,Sactorum ,(Trini-
dad), :sobre 'unas ,casas en la mencionada collación en que hacia ,su •mo-
rada ,en ,calle de da Madera .y de un lomo ,pan "oque linda (con
las casas del ,carral ,del ,bañuelo, .con ,otras de Antonio Rodríguez alba-
ñil, .el <adarme real y por delante la calle •de la Madera".
Por este :escrito finos queda el emplazamiento , de (dicho "bañuelo"
situado en la segunda casa de la :referida calle ,de la Madera ,subiendo
desde la Puerta de Almodóvar en la acera ,de su 'izquierda.
No quedan restos de su edificación, ni ,he :hallado más escritos
que do mencionen.
100 Miguel Muñoz Vázquez
BAÑUELO DE LA ALBAIDA
puesto que los que sufrieron en este lugar el martirio no fueron los
cristianos bajo el dominio árabe, sino algunas personas condenadas a
la hoguera por la Inquisición ; de los que se averiguó más tarde que
no habían cometido delito de herejía, por lo que se había pedido a la
reina Doña Juana, hija de los Reyes Católicos, autorizase a que en
este sitio se levantase un monumento o lugar consagrado en memoria
de aquellos que fueron, dice, "vilmente quemados por el inquisidor
Dieg oRodríguez Lucero" (109).
Mal interpretada esta inscripción por don Luis Ramírez de las
Casas-Deza, puesto que en el contexto de ella no parecen palabras alu-
sivas a que estos mártires lo hubieran sido por los sarracenos, quien
nos dice que, "se levantó tal monumento para promover la veneración
del sitio donde en Córdoba padecieron muchos mártires durante la do-
minaciónarábiga". Ni Morales, ni Casas-Deza, conocieron que en aquel
lugar, patio de las Armas del Alcázar, estaba prohibido por el Corán
tales martirios (11o). Cuando Ambrosio de Morales colocó aquel mo-
numento, se utilizaron algunas de las piezas de este baño en su erec-
ción, así consta en los escritos de su obra (1 1).
Habían pasado ignorados más de tres siglos los baños del Alcázar
Califal, hasta que un día de marzo de 1691, haciendo unas zanjas para
cimentación de una casa que se levantaba en el Campo Santo de los
Mártires, junto al adarve de la casa de las Pavas, se tropezó con la
bóveda de una de las dependencias del baño, acaso la destinada a des-
canso y se cundió la noticia de que en aquel lugar, había restos de
edificación antigua 2). Por entonces se edificaba la Iglesia de San
Pedro Alcántara de esta ciudad en el barrio que había sido Judería,
pero su obra iba muy lentamente porque la mayor parte de ella se
costeaba a expensas de las limosnas de los ciudadanos.
Vista la lixitud de la construcción y la urgente necesidad de que
se hallaba la ciudad de una casa para recogimiento de los desgracia-
dos enfermos mentales, Fray Juan de la Encarnación, definidor de San
Pedro Alcántara de esta ciudad, presentó un memorial al Concejo de
ella fechado a II de mayo de 1691 (113) ; en el que exponía el cono-
cimiento que tenía el Cabildo de los medios de los que se estaba va-
liendo para edificar dicha iglesia, siendo dicho Cabildo quien más ha-
bía contribuído a ella y que para proseguir su edificación le pedía
permiso para que de una bóveda que sin utilidad se hallaba en el refe-
rido Campo Santo junto a las casas que llamaban de las Pavas, a quien
no se le seguía perjuicio ni a otro interesado alguno, se sacase a costa
108 Miguel Muñoz Vázquez
Una de las dependencia destinadas al baño de vapor o "al bayt al-voasla ni" de
los baños del Alcázar Califal.
Los Baños Arabes de Córdoba 109
sus bóvedas que tienen seis lucernas en forma de estrella lobulada, una
de estas cubiertas, conserva aún, revoco exterior coloreado de ocre.
Una de las dependencias, conserva dos arcos gemelos de herradura
que estaba sostenido por columna mármol.
Se descombra la estancia destinada a descanso de los bañistas con
cuatro puertas cuyos arcos desaparecieron ; recintos de los baños ca-
lientes y otros patinillos y otras pequeñas dependencias sin bóveda.
Se descombra la estancia destinada a descanso de los bañistas que
tenia cuatro puertas cuyos arcos desaparecieron con bóveda de medio
cañón, de piedra, sostenida por columnas, de las que nos quedan dos
cimacios con arranque de los arcos, in situs ; a su alrededor había cua-
tro galerías pequeñas con bóvedas del mismo tipo, todas ellas caladas
por lucernas de forma de estrella. Esta dependencia era muy semejan-
te en todo a la que aún nos queda en el baño de Santa María, en la
calle Céspedes.
Durante la excavación se han encontrado en el baño trozos de ca-
piteles, uno de ellos, por su estilo, este baño parece corresponde a la
época de Al-Halcam II o algo posterior.
110 Miguel Muñoz, Vázquez
Lugar destinado a la caldera y uno de los dos recintos del baño con agua ca-
liente o "al bayt al-sajun".
Apéndice a los Barios árabes de Córdoba
En mi trabajo sobre este baño árabe, que titulo "de la calle del
Duque", por el lugar de su emplazamiento, así como por desconocer
el nombre que tuviera en época árabe, escribí de él, que no había
quedado resto alguno de su edificación.
Mi búsqueda hasta ahora había sido infructuosa, nada sabían de
tal baño los propietarios de la casa en que se hallaba.
Pero, en la escritura de venta de la referida casa (2), en fecha
22 de septiembre de 1454 por su propietario entonces D. Diego de
Sousa, hallada por mí, después de lo que referí de dicho baño, se
menciona la existencia en esta casa de una habitación abovedada. Es-
ta noticia me ha llevado a nueva investigación sobre el referido ba-
rio ; y ahora, gracias a la amabilidad de D. Rafael Vázquez de la
Torre, hijo de los propietarios de esta casa que me aseveró la exis-
tencia en ella de la referida habitación abovedada, he podido com-
probar, a su vista, que ésta perteneció a la dependencia nombrada
"al bayt-al vo-asla-ni" donde se percibía el vapor de agua, a la que
tiempo después se le taparan sus lucernas.
(1)
Hospitales y baños de Argel. Btca. Palacio Episcopal de Córdoba. Est. 19.
(2)
Biblioteca Palacio Episcopal de Córdoba Est. 8.
Arch. del Evcmo. Cabildo Catedralicio de Córdoba Caj. F n°. 126.
(3)
(4)Boletín de la Real Academia de Córdoba. "Córdoba Califal".
(5) Idem.
(6) Repartimiento de Córdoba por San Fernando, Miguel Muñoz Vázquez,
inédito.
(7) 37
,,
91
(8) 17 If
(9) ,, 33
(lo)
(II) Pedro Díaz de Rivas. Antigüedades de Córdoba. Biblioteca Palacio Epis-
copal de Córdoba.
(12) Archv. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Cajón A, n° 3o
(13) Ordenanzas de Alarifes de Córdoba M. S. Btca Provincial de Córdoba
año 1788.
BAÑO DE SANTA MARIA
(14) Luis Ramírez de las Casas-Deza M. S. Notas Varias.
(i5) Abad de Rute. Origen de la Casa de Córdoba. B. Real Academia de
Córdoba.
(16) Archv. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Dotación de Cape-
llanías.
(17) Abad de Rute, origen de la Casa de Córdoba. B. de la Real Academia
de Córdoba.
(18) Archv. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba Cp. F n° 187.
(19) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 19o.
(2o) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 198.
(21) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Pleito de la Casa
de Aguilar.
(22) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba Cap. I n° 357.
(23) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón N, n° 254.
(24) Arch. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Actas Cabildo año 1524
(25) Arch. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Actas Cabildo año 1524
(26) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Actas Cabildo año
1520 - 1525.
(27) Arch. del Excmo Cabildo Catedral de Córdoba. Actas Cabildo año 1496
(z8) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Baño Santa Maria
C. F. n° 26.
(29) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 345.
(3o) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 214
(3i) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón F, n° 216
(32) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Libro de las tablas.
(33) Archivo del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba, Cajón R, n°
(34) Arch. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Acta capitular año 1512
(35) Arch. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Acta Capitular año 1524
BAÑO ARABE DE LA PESCADERÍA
(40) Arch. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Acta Capitular, año 1392
(40 Arch. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Acta Capitular año 1526
(4z) Arch. del Excmo. Cabildo Catedral de Córdoba. Acta Capitular año 1453
BAÑO ARABE D EDOÑA MUÑA
ROSARIO CASTEJON
II
TRADUCCIONES
MAQQARI
Página 19o.
2.-... todos los que sucedieron a Ayyub b. Yabib al-Lajmi tuvie-
ron igualmente su sede en Córdoba, al Zahra o al-Zahira —a ambos
lados de ella-- hasta que cayó la dinastía de los Banu Marwan...
Página 19 1.
al-Mandi Muhammad b. Hisam b. Abd al-Yabbar b. al-
Nasir —este fué el primer califa de la guerra civil (fitna)— en cuyo
tiempo fueron destruídas al-Zahra y al-Zahira y volvió el trono a
Córdoba.
120 Rosat lo Caste ión
Página 232.
Página 236.
Página 24i.
6.—Dice Ibn Sa'id en el Mugrib al-Nasir encargó a Mundir b
Sa'id de dirigir la oración y de la predicación en la aljama de al-Zah-
ra, y al morir el qadi Muhammad b. Isa, le nombró qadi al-yamda
en Córdoba, encargándole que continuara dirigiendo la oración en
al-Zahra.
Página 243.
7.—Se cuenta que cuando al-Nasir circuncidó a los hijos de su
hijo Abu Marwan Ubayd Allah, preparó con este motivo un gran ban-
quete en su palacio de al-Zahra, al que no faltó nadie de su corte ;
mandó que asistieran para testimoniarle los jurisconsultos (fugaba al-
musawar) y además los ulemas, adules y los personajes principales.
Madinat al-Zahra en los autores árabes 121
Página 25o.
8.—Al-Hakam al-Mustansir subió al trono al segundo día de la
muerte de su padre, jueves (jueves 17 de octubre de 961) y se hizo
cargo de las responsabilidades del reino perfectamente...
9.—Tornó juramento a los eslavos de su palacio, los fityan co-
nocidos por los julafa al-akabir, como Ya'far, encargado de las caba-
llerizas y del tiraz, y otros magnates, que se hicieron cargo de tomar-
lo a los que le seguían y estaban bajo sus órdenes...
o.—Cuando terminó la jura de la gente del Alcázar, mandó a su
primer ministro Ya'far b. Utman que fuese en busca de su hermano
Abu Marwan Ubayd Allah, que se había retrasado, con el fin de que
le obligara a presentarse para la jura sin excusa. Ordenó a Musa b.
Ahmad b. Yudayr que fuese también en busca de Abu al-Asbag Abd
al-Aziz, su hermano segundo. Fueron en busca de cada uno con un
destacamento del ejército y regresaron con ambos al alcázar de Ma-
dinat al-Zahra. Además de estos dos, otros caballeros notables fue-
ron para traer a los demás hermanos, que eran entonces ocho.
Página 251.
► .—Todos llegaron a al-Zahra aquella noche y se hospedaron,
Página 25 .
I7.—Se mantuvo la formación en Dar al-Yund y el orden de la
infantería de esclavos, que llevaban corazas y túnicas blancas, sobre
sus cabezas yelmos bruñidos y en sus manos escudos almagrados y
armas ornamentadas, que estaban alineados en dos filas hasta el final
de las dependencias (fusul).
18.— Junto a la gran Bab al-Sudda estában los porteros y sus au-
xiliares y desde la parte exterior de la misma hasta la Bab al-Aqba
los esclavos de caballería ; estaban a continuación los caballeros del
séquito y las diferentes unidades de esclavos y de arqueros del ejér-
cito, un grupo tras otro, hasta la puerta de la ciudad que da paso a
la Sahra (el campo exterior).
19.—Cuando se terminó la jura se permitió marchar a los con-
gregados, excepto los hermanos, los ministros y la servidumbre, quie-
nes permanecieron en el alcázar de al-Zahra, hasta que el cadáver de
al-Nasir —Dios tenga misericordia de él— se trasladó al Alcázar de
Córdoba para enterrarlo allí en el panteón (turba) de los califas.
Página 252.
(Expedición de Ordoño IV el Malo)
20.—Cuando llegó el sábado (fines de safar del año 351 (sábado
5 de abril de 962), al-Mustansir bi-llah envió la invitación a Ordoño
y a los que estaban con él...
2 .—Al-Mustansir bi-llah se sentó en el trono real de al-Maylis
al-Sarqi de los salones de al (sarir al-Mulk) Sath
Página 25 2.
2 2.—Muhammad b. al-Qasim b. Tumlus introdujo al rey Ordo-
fío y a sus compañeros...
23.—Rodeaban (a Ordoño) un grupo de los nobles cristianos tri-
butarios de al-Andalus, que eran íntimos suyos y le aconsejaban. En-
tre ellos estaban Walid b. Jayzuran, juez de los cristianos de Córdo-
ba, Ubayd Allah b. Qasim, arzobispo de Toledo y otros más.
Página 253.
24.—Entró Ordoño entre las dos filas ordenadas, mirando a uno
y otro lado su orden y valorando con la imaginación su magnifiicen-
Madinat al-Zahra en los autores árabes 123
cia, lo que estaba patente de sus armas y el brillo de sus adornos. Les
asustó lo que habían visto e hicieron la serial de la cruz sobre su ros-
tro, meditando cabizbajos y con los párpados caídos, pues teman sus
vistas deslumbradas, hasta que llegaron a la Bab al-Aqba, que es la
primera del alcázar de al-Zahra, donde descabalgaron todos los que
habían salido a recibirle. El rey Ordoño se adelantó con lo más se-
lecto de sus condes sobre sus cabalgaduras hasta que llegaron a la Bab
al-Sudda y allí se ordenó a los condes que se apeasen y marchasen a
pie. Bajaron de sus monturas y solamente entró montado el rey Or-
dofio con Muhammad b. Tumlus.
25.—Fué bajado de su montura (Ordofio) en el portal (banal) de
la nave central de las de mediodía (qibliya), que están en Dar al-Yund,
sobre un sillón elevado que tenía incrustadas las junturas con plata
—en este mismo lugar había descendido anteriormente su enemigo y
rival Sancho, hijo de Ramiro, que había visitado a al-Nasir li-din
Allah.
26.—Se adelantó (Ordofio) seguido de sus compañeros hasta que
llegó a al-Sath. Cuando estuvo en frente de al-Maylis al-Sarqi —don-
de estaba al-Mustansir bi-llah— se detuvo.
27.—Anduvo entre las dos filas ordenadas en el patio (saha) de
al-Satb hasta que atravesó ésta y llegó a la puerta de la nave (bahwu).
Cuando estuvo ante el trono se inclinó prosternándose un rato ; luego
se levantó y volvió a prosternarse ; repitió esto varias veces hasta que
llegó ante el Califa se volvió andando hacia atrás hasta un co-
jín de dibay, recamado de oro, que había sido colocado allí para él
a una distancia de diez codos del trono.
28.—Llegó con ellos Walid b. Jayzuran, juez de los cristianos de
Córdoba, que era el intérprete del rey Ordofio aquél día.
Página 254.
29.—Hicieron salir (a Ordofio) al Maylis al-Garbi que está en
ai Sath...
-
Página 255.
31.—El rey Ordoño se marchó con sus compañeros. Le ofrecie-
ron un fogoso caballo que llevaba una silla y un freno fundido ador-
nados con pedrería para que lo montase, en el principio de la nave
central.
32.—Fué con Ibn Tumlus al palacio de al-Rusafa, lugar de su
hospedaje. Allí se le preparó todo lo que convenía a persona de su
rango, en muebles, colgaduras y utensilios. Siguió viviendo en a!-Ru-
safa, disfrutando de una hospitalidad generosa.
Página 297.
33.—Los Banu Umayya y sus califas no abandonaron este reino,
del cual alternaron sucesivamente en las tres cortes desde las que go-
bernaron su califato : Córdoba, al-Zahra y al-Zahira.
Página 298.
34•—Dice Ibn Said • La población se continuaba per los
edificios de Córdoba, al-Zahra, y al-Zahira hasta tal punto que ge an-
daba por ellos diez millas sin interrupción a la luz de las lámparts, se-
gún menciona al-Saqundi en su Risala.
Página 32o.
35.—Dice el autor de Manahiy al-ikar en su descripción de Cór-
doba : al-Nasir Abd al-Rahman construyó en frente de ella
una ciudad a la que llamó al-Zahra. Entre ambas (página 321) caría
un gran río.
Página 343.
36.—Dijo al-sayj sidi Muhyi al-din Ibn al-Arabi en al-Musann-
rat: He leído sobre Madinat al-Zahra, después de su destrucción y
de su conversión en morada de aves y fieras —su construcción es ma-
ravillosa ; está en el país de al-Andalus ., cercana a Córdoba— algunos
versos que hacen recordar al sagaz y llaman la atención del negli-
gente
Página 344.
37. Luego dijo : Me informó uno de los doctores de Córdoba
—
Madinat al-Zahra en los autores árabes 125
Página 345.
52.—Entre los obreros había quien cobraba dirhem y medio, dos
dirhemes y hasta tres.
53.—Se empleaban diariamente en ella 6.000 sillares tallados e
igualados, además de ladrillos y piedras sin igualar.
54.—Dijo Ibn Hayyan: al-Nasir comenzó la construcción de al-
Zahra el primero de muharram del año 325 (19 de noviembre de 936).
55.—Asignó a su longitud, de Oriente a Occidente, 2.7oo codos y
a su latitud, 99o.000 codos.
56.—Dijo: se pagaba por cada pieza de mármol, grande o pe-
queña diez dinares, sin contar lo que necesitaba para cortarla y trans-
portarla y el coste de su carga.
57.—Trajeron para ella el mármol blanco de Almería ; el veteado
(muyazza'a) de Rayyu y el rosado y el verde de Ifriqiya, Sfax y Car-
tago.
58.—La pila esculpida y dorada fué traída de Siria --también se
dice que de Constantinopla—. Había en ella tallas y efigies de figuras
humanas (2). No tenía precio. Cuando la importó Ahmad el Filóso-
fo —también se dice que fué otro— mandó al-Nasir que fuera insta-
lada en el centro de al-Maylis al-Sarqi, conocido por al-Mu nis. Pu-
so sobre ella doce estatuas.
Página 346.
59.—Edificó también en el alcázar (de al-Zahra) el salón (may-
lis) llamado Qasr al-Jilafa (Alcázar del Califato). Su techo era de oro
y mármol de grueso espesor, color puro y cuyos géneros eran de di-
ferentes colores. Las paredes de este salón eran como aquel. En su cen-
tro se colocó a Yatima (una perla sin igual) con la que León, empe-
rador de Constantinopla, obsequió a al-Nasir. Las tejas de este alcá-
zar eran de oro y plata.
60.--Este salón en su centro un gran estanque lleno de mer-
curio.
61.—Había en cada uno de los costados de este salón ocho puer-
Madinat al-Zahra en los autores árabes 127
th. que estaban enlazadas por arcos de marfil y ébano incrustado con
oro y diferentes clases de piedras preciosas, que se elevaban sobre co-
lumnas de mármol coloreado y de berilo puro. El sol entraba por eque-
llas puertas y sus rayos daban en el techo del salón y en sus paiedes
produciendo una luz que se apoderaba de la mirada.
62.—Cuando al-Nasir quería atemorizar a alguien de su corte ha-
cía una señal a uno de sus esclavos para que agitase el mercurio y
aparecía en el salón un resplandor como de relámpagos que sobreco-
gía totalmente los corazones, hasta el punto que parecia a todos los
que se hallaban en el salón que el local había volado con ellos, mien-
tras continuaba moviéndose el azogue.
63.—Se dice que este salón giraba poniéndose frente al sol y tam-
bién que estaba fijo lo mismo que el estanque.
64.—Una construcción como la de este salón no había sido hecha
antes por nadie ni en la Yahiliyya ni en el Islam, pero a él le había si-
do fácil a causa de la abundancia de azogue que tenían.
Página 346.
65.—Había en (al-Zahra) gran cantidad de mármoles y colum-
nas.
66.—Hizo correr en ella las aguas y la rodeó de jardines.
Página 369.
67.—Se presentó (al-Hakam) en la consulta que tenían los ulama
acerca del cambio de la qibla hacia la dirección del Oriente como lo
había hecho su padre al-Nasir con la qibla de la aljama de al-Zahra.
68.—(Construccia de alminar de la Mezquita de Córdoba). Cuan-
do se terminó salió al-Nasir a caballo desde Madinat al-Zahra hacia
ella. Subió al minarete por una de sus dos escaleras y bajó por la otra.
Luego salió y oró dos raqa'at en la maqsura.
Página 370.
69.—En cuanto al-Azhra —capital del reino— la fundó el Prín-
cipe de los Creyentes Abd al-Rahman al-Nasir li-din Allah, mencio-
nado anteriormente. Es una de las grandes ciudades plenas de poder
y majestad.
7o.—Dicen Ibn al-Faradi y otros, que trabajaban en su aljama,
cuando se empezó i.000 obreros especializados todos los días: de ellos
trescientos eran albañiles, doscientos carpinteros y quinientos entre
enladrilladores y de los restantes oficios.
128 Rosario Castejón
Página 371.
74. Estaba totalmente pavimentado (mafrus) con mármol vinoso
—
para esta Mezquita que se fabricó con el máximo de belleza y fué co-
locado en su lugar. A su alrededor se cercó una maqsura de maravillo-
sa fábrica. Fué colocado este minbar en la Mezquita, a su terminación,
el jueves 7 días por pasar del mes de saban del ario 329 (hay que co-
rregir el siete por un nueve ; con la corrección dicha (jueves 20 de
mayo de 941).
78.—En Madinat al-Zahra se continuó el trabajo alrededor de
cuarenta arios, desde el 325 hasta el final del reinado de al-Nasir y
de su hijo al-Hakam.
79. Cuando se terminó de construir la mezquita de al-Zhra, se-
—
Página 372.
80.—Cuando al-Nasir construyó el alcázar de al-Zahra, extremo
de majestad y fastuosidad, corrió la voz entre la gente de que jamás
Madinat al-Zahra en los autores árabes '129
Página 37 2.
82. —El historiador Abu Marwan b. Hayyan sahib al-surta, relata
que los edificios del alcázar de al-Zahra contenían cuatro mil colum-
nas —entre grandes y pequeñas, que sostienen y que son sostenidas—
y un pico, que es de trescientas doce columnas. Refiere también que
entre ellas habían unas importadas de la ciudad de Roma y otras las
regaló el Emperador de Constantinopla.
83.—Todos los batientes (masari) de sus puertas —grandes y pe-
queñas, que sobrepasaban a quince mil estaban revestidos de hierro
—
y cobre aleados.
84.—Algunos interpretaron aquel "pico" de su cita por trece.
85. Uno de los historiadores de al-Andalus dijo que el número
—
Página 373.
86. — Se ha dicho que el número de los fityan eslavos era de tres
mil setecientos cincuenta ; alguno puso en el lugar cincuenta, ochenta
y siete. Otros dicen que eran seis mil ochenta y siete, y que el racio-
namiento de pan para los peces de la alberca (buhayra) era de doce
130 Rosario Castejói,
mil panes y todos los días se descascarillaban para ellos seis cahices
de garbanzos negros.
87.—Dijo Ibn Hayyan : se repartía entre aquellos trece mil libras
tratl) de carne a diez libras por persona como máximo, sin contar las
gallinas, perdices, aves de todas clases y variedades de pescado.
88.—Dice Ibn Hayyan : encontré de letra de Ibn Dahun, el alfa-
quí : dijo Maslama b. Abd Allah, el arquitecto jefe : Abd al-Rahman
al-Nasir li-din Allah comenzó la construcción de al-Zahra, el día pri-
mero del ario 325 (19 de noviembre de 936).
Página 374.
89.—La cantidad de piedras esculpidas e igualadas (4) que se em-
pleaban en ella todos los días, era de seis mil, sin contar la piedra em-
pleada en la pavimentación (tablit) que no entra en este número.
9o.—Trabajaban en al-Zahra, diariamente, mil cuatrocientos mu-
los, —también se dice que fueron más de éstos—, cuatrocientas acé-
milas de al-Nasir li-din Allah, y de bestias de alquiler dedicadas a la
obra, mil mulos, cada uno por tres mataqil al mes, por lo que era ne-
cesario para ellas tres mil mataqil mensuales.
91.—Llegaban a al-Zahra, cada tres días, mil cien cargas de cal y
yeso.
92.—En ella había dos baños : vino para el alcázar y un segundo,
público.
93.—Uno de los servidores de al-Zahra refiere que su cálculo de
los gastos que se hacían en ella era de trescientos mil dinares anuales,
durante los veinticinco años que duró el reinado de al-Nasir, desde el
comienzo hasta que murió en el año cincuenta. El total de los gastos
que se hicieron en ella eran de una cuantía de quince bayt mal.
94.—Abd Allah b. Yunus, jefe de los albañiles, Hasan b. Muham-
mad y Ali b. Yafar el Alejandrino trajeron para al-Zahra el mármol
de Cartago Ifriqiya y Túnez. Les pagaba al-Nasir por cada pieza de
mármol (rujama) pequeña o grande, diez dinares. Sin embargo dicen
algunos historiadores fidedignos que pagaba por cada pieza de már-
mol pequeña tres dinares y por cada columna (sariya), ocho dinares.
95.—E1 número de las columnas importadas de Ifriqiya era de
mil trece ; del país de los francos, diez y nueve ; el emperador de Bi-
zancio le regaló ciento cuarenta y el resto de ellas era de las canteras
de al-Andalus —Tarragona y otras—, el mármol veteado era de Ray-
yu y el blanco de otros sitios ; el rosado y el verde de Ifriqiya, de la
iglesia de Sfax.
Madinat al-Zahra en los autores árabes 131
Página 374.
oi.—La construcción de al-Zahra duró veinticinco arios durante
el tiempo de al-Nasir, esto es, la mitad de su reinado. Luego conti-
nuó, después de su muerte, durante todo el califato de su hijo al-Ha-
kam, que fué de quince arios y algunos meses.
132 Rosario Castejon
Página 375.
io3.—(Al-Nasir) consumió sus energías en su embellecimiento, el
acabado de sus alcázares y la ornamentación de sus palacios. Se en-
tregó hasta el punto que suspendió su asistencia a la aljama que fre-
cuentaba, durante tres viernes consecutivos. Quiso el cadí Mundir lla-
marle la atención
o4.—El Califa tomó (de la represión de Mundir) la mayor par-
te, pues comprendió que habia sido aludido. Lloró y se arrepintió de
su omisión, buscando refugio en Dios contra su cólera. Sin embargo
había encontrado en Mundir la falta de reprenderle y se lamentó de
aquello a su hijo al-Hakam, después que salió Mundir: " ¡Por Allah!
me humilló Mundir en su predicación, pues no se refirió a otro sino
a mi, se propasó conmigo y se excedió en reprenderme. No tuvo di-
plomacia al aconsejarme, hizo estremecerse mi corazón y casi me gol-
peó con su báculo". Se acentuó su cólera contra él y juró que no re-
zaría tras (Mundir) la salat al-yumu'a y se comprometió a rezarla de-
trás de Ahmad b. Mutarrif, encargado de la oración en Córdoba, re-
huyendo rezar en al-Zahra. Le preguntó al-Hakam : " ¿Cuál es el mo-
tivo que te impide destituir a Mundir de hacer oración contigo y sus-
tituirlo por otro, puesto que lo aborreces?". Pero al-Nasir le repren-
dió y le riñó diciéndole : " ¿A uno como Mundir b. Sa'ib con su vir-
tud, su bondad y su sabiduría? No sabes lo que dices. ¿Destituirlo
sólo para complacer a un alma desviada de la verdád, que camina en
sentido opuesto a la meta? Esto no será, pues me sentiría avergonza-
do ante Dios si no pusiera entre El y yo, en la salat al-yumu'a, un
intercesor como Mundir, por su temor a Dios y su fidelidad, pero el
fué quién me exaltó y juré. Desearía encontrar un medio para anular
mi juramento, incluso con mi reino ?I
Página 376.
o5.—Entonces, ordenó el Califa que se amueblaran (farasa) los
palacios y fué tapizado (furisa) aquel salón con variados tapices de
dibay.
Madinat al-Zahra en los autores árabes 133
Página 377.
o6.—Dice Ibn al-Hasan al-Nubahi, cuyo original está en el Mat-
mah y otros: entre las noticias conservadas de Mundir sobre su des-
aprobación a la prodigalidad del Califa al-Nasir al construir, está que
éste había empleado para la azotea de la cupulita (li-sath al-qubayba)
—nombre diminutivo que indica particularización— que estaba incli-
nada hacia al-Sath al-Mumarrad —de famoso renombre en el
alcázar de al-Zahra— unas tejas (qaramid) de oro y plata en las que
había gastado mucho dinero y con las que había tejado (qarmada) sus
techos. Puso su techo desde un amarillo brillante hasta un blanco pu-
ro, que se apoderaba de la mirada con los rayos de su luz.
o7.—Recibió en ella un día, después que estuvo terminada, a la
gente de su reino y dijo a sus parientes, a los ministros que asistian y
a la gente del servicio, vanagloriándose con ellos por lo que había
edificado y por las creaciones peregrinas que estaban contiguas: " ¿Ha-
béis visto u oído que algún rey anterior a mí haya hecho algo se-
mejante a esto o hubiera sido capaz de hacerlo?" Contestaron: " ¡No,
por All.h, oh Príncipe de los Creyentes! Tú eres el único en tu gé-
nero y no hemos visto ningún rey que te haya precedido en estas
creaciones, no ha llegado a nosotros su noticia". Le halagaron sus pa-
labras y se alegró. Cuando estaba así, he aquí que entró cabizbajo el
qadi Mundir b. Sa'id y cuando tomó asiento le dijo (el Califa) lo mis-
mo que había dicho a sus ministros, refiriéndose al techo dorado y a
su capacidad para crearlo. (El qadi llora y reprende a al-Nasir, di-
ciéndole que Satanás se ha apoderado de él degradándole a la catego-
ría de los infieles. Recita el versículo 32 de la Sura XLIII para apo-
yar sus censuras y consigue el arrepentimiento del califa...).
Página 378.
108.—Se levantó (el Califa) de su salón, pidiendo perdón a Dios
—alabado sea—; ordenó que se desmontara el techo de la qubba y
lo repuso con tejas de barro como las demás.
to9.—Esto es copiado de al-Hiyari en al-Mushib fijaibar al-ma-
grib Prodigábale Mundir sus admoniciones sobre la edificación.
Una vez entró a verle cuando estaba en una qubba, cuyo tejado había
sido hecho de oro y plata y celebraba en ella un festejo, pensando que
ningún rey le había aventajado. Se levantó (Mundir) predicando, cuan-
do el salón estaba repleto con las autoridades del Estado... (Recitó el
versículo 32 de la Sura XLIII y a propósito de ella, reprende al Califa,
134 Rosano Castejón
Página 379.
o.—Sucedió (la destrucción de al-Zahra) cuando se hizo cargo
del hiyaba, Abd al-Rahman b. al-Mansur b. Abi Amir, apodado San-
chuelo.
i.—Dijo Ibn al-Raqiq : De lo más extraordinario que se ha vis-
to es que desde el mediodía del martes, a los cuatro días por pasar
de Yumada II hasta el mediodía del miércoles (siguiente) (i o) se con-
quistó Córdoba, fué destruída al-Zahra (sic, por al-Zahira) se depuso
un Califa-al-Mu'ayyhd —se proclamó otro, al-Mandi—, acabó la
gran dinastía de los Banu Amir, fué muerto su ministro Muhammad
b. Asqalaya, se alzó un ejército del populacho.
Página 380.
I12.-El wali Ibn Jaldun se detiene brevemente en su Crónica
para hacer la descripción de al-Zahra, al hablar de las construcciones
de al-Nasir, diciendo textualmente: Cuando se consolidó el reino de
al-Nasir, dirigió éste su atención a intensificar la construcción de al-
cázares y edificios. Ya antes, su antepasado el Emir Muhammad y el
padre de éste Abd al-Rahman al-Awsat y su abuelo al-Hakam se ha-
bían ocupado de ello y edificaron sus palacios con la más completa
perfección y grandiosidad, contándose entre ellos al Maylis al-Zahir,
al-Bahwu, al-Kamil y al-Munif. El por su parte, edificó al lado de
al-Zahir su gran alcázar al que llamó Dar al-Rawda y trajo el agua a
los alcázares de ellos.
H3.—Llamó a los peritos, ingenieros y constructores de todas
partes y vinieron incluso de Bagdad y Constantinopla.
Página 380.
ri4.—Luego emprendió la construcción de los lugares de recreo
(muntazihat) y construyó Munyat al-Naura fuera de los alcázares y
condujo el agua hasta ella desde lo alto de la Sierra sobre muy dila-
tada distancia.
g.—Luego fundó Madinat al-Zahra y la tomó para residencia
suya y sede de su reino. Construyó en ella tal cantidad de edificios,
alcázares y jardines que hizo que cayeran en desuso las primitivas edi-
ficaciones de sus antepasados.
16.—Dispuso en ella estancias para las fieras, de gran extensión
Madinat al-Zahra en los autores árabes 135
Página 383.
18.—Cuenta al-Humaydi en al-Y adwat al Muqtabis esta anéc-
dota ocurrida a Ibn Abi al- Jabab... Después de mencionar esta Mun-
yat al-Amiri, ya que está situada hacia el lado de al-Zahra... (la anéc-
dota es sobre tres azucenas).
Página 364.
1 19.—Se fabricaban anualmente (en tiempos de Almanzor) doce
Página 395.
I 20.—Dice el autor del libro Rawdat al-azhar wa-bahyat al-nu-
fus wa-nuzhat al-absar: Cuando ordenó al-Mansur b. Abi Amir en-
carcelar a al-Mushafí en la prisión subterránea (al-mutbiq) en al-Zah-
ra
Página 411.
Tomo II.
Página 62-63.
122.—(Sobre la prisión de Mushafi). Fué encarcelado en la pri-
sión subterránea (al-mutbiq), en al-Zahra, hasta que pereció y fué en-
tregado a su familia muerto.
Tomo II.
Página 26o.
1.—A fines de este mes rabi I del ario 338 (septiembre de 949)
al-Nasir li-din Allah dió una segunda audiencia a los embajadores del
emperador de Bizancio, en el Alcázar de al-Zahra. Acudió también a
ésta mucha gente. Se completaron los preparativos para ella y se cui-
dó de que tuviera una brillante presentación.
2.-E1 sahib al-madina se sentó junto a la Bab al-Sudda con los
urafa, los surat y los haras, que se le habían reunido y permanecían
alineados. A lo largo de la muralla del Alcázar había, de pie, una ali-
neación de los clientes (al-mawali), con bellas vestiduras y armados de
pies a cabeza. Junto a las dependencias (fuslan) estaban todos los sier-
vos (abid), el séquito (al-hasam), los porteros (al-buwabuna) y otros,
en la forma que acostumbraban.
3.—Más tarde volvió a darles otra recepción en al-Zahra, —ésta
fué la tercera—, el jueves, a tres por pasar del mismo mes (12).
Los preparativos y solemnidad de la fiesta fueron como las veces
anteriores.
4.—A mediados de yumada I 338 (mediados de noviembre de
Madinat al-Zahra en los autores árabes 137
Página 26i.
5.—Cuando se separaron de él, visitaron las dar al-sana'at y dar
al-udda (casa de los oficios y casa de los equipos militares), a los lados
de al-Zahra, (bi-aknaf al-Zahra) y la dar al-sikka (casa de la moneda).
Se les dió la vuelta a todos los lugares de ella (al-Zahra) y luego se
les volvió a llevar a la casa donde se hospedaban.
6.—Prosiguió su estancia en Córdoba con homenajes continua-
dos. Los regalos se sucedieron sin interrupción, hasta que la ofrenda
llegó a ser igual a la que había enviado el emperador. Les fué entre-
gada, con sus respuestas y se les ordenó la partida.
7.—Al-Nasir li-din Allah les recibió de nuevo a mediados del ario.
Entraron a despedirse. Les fueron renovados los vestidos de honor y
emprendieron su viaje, maravillados de lo que habían visto del pode-
río del Islam.
Página 265.
8.—E1 mencionado al-Nasir fué quién construyó Madinat al-Zah-
ra a la que dió grandes dimensiones. Trabajaban en su aljama cuando
se comenzó, mil obreros especializados (continua igual que el párra-
fo 7o de la traducción de Analectes).
9.—( Igual al 71).
o.—(Igual 72).
Página 266.
II.—(Igual al 73).
12.—(Igual al 74).
I3.—(Igual al 75).
14.—(Igual al 76).
15.—(Igual al 77).
Página 267.
6.—(Igual al 78).
7.—(Igual al 79).
8.—(Igual al 8o).
138 Rosario Castejón
Página 268.
9.—(Igual al 8 1).
20.—El historiador Abu Marwan b. Hayyan sahib al-surta, rela-
ta que los edificios del alcázar de al-Zahra contenían cuatro mil co-
lumnas —entre grandes y pequeñas, que sostienen y son sostenidas—
y un pico de más de trescientas columnas, que algunos interpretan por
trece. Entre ellas las había importadas de la ciudad de Roma, y otras
las regaló el emperador de Constantinopla.
2 I .—(Igual al 83).
22.—(Igual al 85).
Página 269.
23.—He visto en un registro —que debe ser verídico— que el nú-
mero de los fityan era de tres mil setecientos cincuenta ; alguno puso
en el lugar de cincuenta, ochenta y siete.
24.—Y el número de las mujeres en el alcázar de al-Zahra igual
a lo que dijimos primero.
25.—(Igual al 87).
26.—(Igual al 88).
2 7.—(Igual al 89) (i3).
Página 27o.
32. — (Igual al 94 excepto que omite "Ibn Muhammad detrás de
"Hasan", y detrás de "ocho dinares" añade siyil'masies).
33• — (Igual al 95).
34. — ( Igual al 96 hasta "al-Nasir la colocó en el bayt al-manara",
y sigue "en el salón que domina hacia la parte de Oriente, conocido
por al-Munis. Puso sobre ella doce estatuas (timtal) de oro rojo en-
garzadas con piedras preciosas de gran valor, de las que se trabajan
en la dar al-sana'a en Córdoba. Eran: la figura de un león, a su lado
una gacela, a su lado un cocodrilo y en frente una serpiente y un
cuervo, y en (Página 271) los dos costados había una paloma, un ge-
rifalte, un pavo real, una gallina, un gallo, y el nombre del duodéci-
mo no lo recuerdo ahora". Tampoco debe acordarse del nombre del
undécimo porque no lo menciona. Continúa igual que el párrafo 96 :
Madinat al-Zahra en los autores árabes 139
Página 278.
42.—(Igual al o4. La página 278 empieza en `juró el Califa que
no rezaría tras (Mundir) la salat al-yuma'a).
43.—(Igual al os ) excepto que al final omite "incluso con mi
reino").
Página 280.
o el qadi Abu al-Hasan : que al-Nasi r había empleado
para la azotea de la qubayba (sigue igual al párrafo o6), después de
"tejas (qaramid)", añade " recubiertas de oro y plata".
Página 28i.
45.—(Igual al o7), excepto que omite "y por las creaciones Pe-
regrinas que estaban contiguas a él").
Página 28 2.
46.—Ordenó (el Califa) que se desmontara el techo de la qubay-
ba y lo repuso con teja de barro como las demás.
NUBAHI
Página 66.
i.—Dice Ibn Asbag al-Hamadani: el califa al-Nasir era afiiciona-
do (igual al párrafo 102 de Analectes, excepto que omite "extender
sus aguas trayéndolas desde las más lejanas regiones").
2.—(Igual al io6), salvo que omite "incluso con mi reino").
Página 7i.
3.—Entre las noticias conservadas (de Mundir) sobre su desapro-
bación a la prodigalidad del califa Abd al-Rahman al construir, está
que al-Nasir había empleado para el techo de la cupulita (li-saqf al-
qubayba) —nombre diminutivo que indica particularización— que es
parecida (mmlnlat) a la Sarb al-Mumarrad —de famoso renombre en el
alcázar de al-Zahra— unas tejas (qaramid) recubiertas de oro y plata en
las que había gastado mucho dinero y con las que había tejado (qar-
mada) sus techos, que se apoderaban de las miradas con el brillo de
su luz.
4.—Recibió en ella un día, después que estuvo terminada, a la gen-
te de su reino y dijo a sus parientes, a los ministros, y a la gente del
servicio, vanagloriándose por lo que había edificado : "¿Habéis visto
u oído que algún rey anterior a mí haya hecho algo semejante a ésto
o hubiera sido capaz de hacerlo?". Contestaron: "No, oh Príncipe
de los Creyentes,. Tú eres el único en tu género y no hemos visto nin-
gún rey que te haya precedido en estas creaciones, ni ha llegado a
nosotros su noticia". Le halagaron (Página 72) sus palabras (sigue el
párrafo 107 de Analectes).
5.—(Igual al io8).
IBN JALDUN
2.—(Igual al 113).
3.—(Igual al 114, excepto la grafía de Munyat al-Na'ura, que en
Ibn-Jaldun es mina al-naaurat.
4.—(Igual al ii5, excepto que sustituye (hizo que cayeran en des-
uso) por (superaron a).
5.—(Igual al 116, excepto que sustituye mhallat, por myallat, que
tiene una traducción parecida : espacios, campos, etc.)
6.—Edificó en ella una dar al-sana'a para fabricación de armas de
guerras, joyas de adorno y otras industrias más (Cf. con el párrafo
117 de Analectes).
Página 44..
6.—Le trajo Ahmad b. Hazm una segunda pila esculpida, en la que
había figuras que no tenía precio. Empleó todo su ingenio para transpor-
da al-Maylis al-Sarqi, conocido por al-Mu'nis. Tenía encima (la pila)
doce figuras de oro rojo engastado con perlas preciosas de elevado
precio. (Cf. con el párrafo 96 de Analectes).
7.—Relata un informador que el racionamiento de los peces que
estaban en las albercas de sus alcázares (birkat qusurihu) llegaba diaria-
mente hasta doce mil panes.
142 Rosana Castejón
Página 47.
12.-El número de los fityan de Madinat al-Zahra ... era de tres
mil setecientos cincuenta y el número de mujeres del alcázar, seis
mil setecientas cincuenta : Preparaban para todos carnes, el pan, las
aves y los pescados, además de otros servicios y de atender a las ne-
cesidades usuales de las casas.
Página '18.
13.—Hacían anualmente trece mil escudos y doce mil arcos de
los dos estilos, árabe y turco : seis mil por parte de Abu al-Abbas
al-Bagdadi, el maestro mayor, en Córdoba, e igual número por parte
de Talha al-Saqlabi en al-Zahra. Hacían al mes veinte mil flechas.
Páginas 133 y siguiente.
4.—Los bereberes mataron a Ermengol, rey de los cristianos y
a centenares de los nobles de su pueblo. De (los bereberes) murieron
aproximadamente trescientos infantes pues de los jinetes no mataron
a ninguno. (Página 134). Se retiraron hacia al-Zahra, recogieron a sus
hijos y huyeron con sus jefes. Sulayman salió huyendo hacia Játiba
y la plebe de Córdoba saqueó los enseres de los bereberes y mataron
a los que encontraron.
Madinat al-Zahra en los autores árabes 143
Página 136.
15.—A fines de rabí I de este año (4o ) los bereberes hicieron
alto en Córdoba y entraron en Medinat al-Zahra.
Página 139.
16.—Sulayman se trasladó a al-Zahra y fijó su residencia en ella.
Tomo II.
Página i95.
i.—Visitaron un día a este califa los emisarios de los francos (al-
ifranch) y se atemorizaron al darse cuenta de la magnificencia
del reino. Extendió para ellos las esteras desde la puerta de Cór-
doba hasta la puerta de al-Zahra, a una distancia de una para-
sanga. Puso a los hombres a derecha e izquierda del camino. En sus
manos tenían largas y anchas espadas desenvainadas, uniéndose la es-
pada del que estaba a la derecha con la del que estaba en la izquierda,
hasta formar como unos arcos de bóveda. Se ordenó a los embajado-
res que marchasen entre ellas y bajo su sombra como si formasen un
pasadizo (sabat). Se amedrentaron lo que sólo sabe Allah ensalzado
sea!—. Cuando llegaron a la puerta de al-Zahra les extendió los dibay
(sedas floreadas) desde la puerta de la ciudad (b ab al-madina) hasta
su trono, para continuar asombrándolos. Hizo que estuvieran, en de-
terminados lugares, una chambelanes (huy y ab) como si fueran reyes,
sentados sobre sillones adornados con dibay y sedas. No vieron un
hayib ante el cual no se prosternaran, creyendo que era el Califa, pero
les decían : "Levantad vuestras cabezas ; éste es solamente uno de sus
siervos". Así siguieron hasta que llegaron a un patio cubierto con
arena, en cuyo centro estaba sentado el Califa con vestiduras viejas y
cortas, no valiendo todo lo que llevaba más de cuatro dirhemes. Es-
taba sentado sobre el suelo, con la cabeza baja. Ante él había un
Alcorán, una espada y fuego. Se les dijo a los embajadores: "Este es
el Califa", y se prosternaron ante él. Levantó la cabeza hacia ellos an-
tes de que hablasen y les dijo : "En verdad, Allah nos ordenó que os
exhortemos a abrazar éste", y señaló al Alcorán. "Si rehusáis, ésta",
y señaló la espada, "y cuando os matemos ,vuestro final será éste" y
señaló el fuego. (Los embajadores) hicieron salir sin que hubieran
empezado a hablar e hicieron sus pactos según los deseos de (el Ca-
lifa).
144 Rosario Castejón
IBN AL-ATIR
Tomo IX.
Página 75.
2.—Cuando los bereberes perdieron la esperanza (i 5) de recibir
ayuda de los francos (al-franch) se marcharon y acamparon en las
cercanías de Córdoba, en safar del ario (septiembre-octubre o o).
Comenzó su caballería a hacer incursiones por uno y otro lado, cau-
sando la ruina del país... Sulayman asedió Córdoba durante cuarenta
y cinco días, pero no la conquistó. Se dirigió a al-Zahra. La sitió y
luchó con sus defensores tres días hasta que uno de los guardianes le
dejó libre la puerta que custodiaba. Los bereberes escalaron la mu-
ralla y combatieron a los que la defendían... Se apoderaron violenta-
mente de la ciudad y mataron a la mayor parte de la guarnición.
3.—Algunos habitantes se refugiaron en el monte y otros se re-
unieron en la aljama donde los cogieron los bereberes y los degolla-
ron incluso a las mujeres y los niños. Incendiaron la aljama, el alcá-
zar y las casas. Ardió en su mayor parte y fueron robadas sus ri-
quezas.
Madinat al-Zahra en los autores árabes 145
IBN SA ID AL-MAGRIBI
Página 175.
Página 1 78.
8.—Cuenta al-Hiyari : Un viernes asistió (al-Nasir) a la aljama
146 Rosario Castejón
Página 228.
3.—Muhammad b. Abi al-Ais b. Umar b. Idris llegó al alcázar
de al-Zahra (a mediados de rabi I del afio 333) (principios de noviem-
bre de 944). Al-Nasir le recibió en una audiencia solemne haciéndo-
le llegar hasta sí y tratándole con grandes honores. Se marchó de la
misma manera que había entrado.
Página 23o.
4.—E1 viernes 9 de muharram del ario 336 (viernes 3o de julio
de 947) llegó un escrito de Qand, cliente de al-Nasir y qa'id de To-
ledo a la sazón, dando cuenta de la victoria que Allah había concedi-
do, por mediación suya, contra sus enemigos, la gente de Galicia. Fué
leído en las aljamas de Córdoba y al-Zahra...
5. — (En el ario 336 - 947) al-Nasir destituyó a Abd Allah b. Mu-
hammad (encargado) de la Casa de la Moneda (al-Sikka) pues se en-
colerizó con él a causa de su negligencia y ordenó su encarcelamien-
Madinat al-Zahra en los autores árabes 147
Página 23i.
6.—A mediados de muharram de 337 (finales de julio de 948)
dió al-Nasir, en el alcázar de al-Zahra, una fastuosa recepción a la
que asistió Hamid b. Yasal ; después de él llegaron Mansur y Abu
al-Ais, hijos los dos de Ibn Abi al-Afiya, acompañados de Hanza b.
Ibrahim, señor de Argel. Recibieron regalos y vestidos de honor...
Página 233.
7.—En el año 339 (950-95i) llegaron a Córdoba los dos hijos de
al-Buri b. Musa b. Abu al-Afiya, emir de al-Garb. También llegó el
emir al- Jair, jefe de los Zanata y el principal de los emires de al-
Garb, que según los designios de Allah, había entrado en Tahar y
había batido a Maysur y Abd Allah b. Bikar al-Yifrani, generales de
la Si'. Se dió lectura de su carta en las aljamas de Córdoba y al-Zahra.
año 344 (955-956) con treinta y seis magnates de los Kutama y de las
otras tribus, que le pedían protección contra los ejércitos si'ies. Al-
Nasir les hospedó y dió en su honor una recepción, para la cual se
sentó en su trono (Página 237) el martes, a cuatro (pasados) de este
mes.
Página 246.
9.—El total de lo que. Abd al-Rahman al-Nasir gastó en la cons-
trucción de Madinat al-Zahra fué veinticinco almudes de dirhemes
qasimies, seis cahices y tres kayles y medio.
o.—Se empezó a edificar en los días de al-Nasir a principios
del año 325 (19 de noviembre de 936).
.—Se empleaban en ella diariamente seis mil piedras talladas
(al-sajar al-manyur) sin contar los bloques utilizados en los cimientos
(al-tiblit fi al isas).
12.-El mármol se traía para ella de Cartago Ifriqiya y Túnez.
Abd Allah b. Yunus, Hasan al-Qurtubi y Alí b. Yafar al Askandara-
ni fueron los hombres de confianza que lo trajeron.
13.—Al-Nasir les pagaba por cada pieza de mármol (rujarna) tres
dinares y por cada columna (sariya) ocho dinares siyilmasies.
148 Rosario Caste j
Página 247.
I5.—La maravillosa pila (bawd) tallada, dorada, con figuras (tim-
tal), no tenía precio. La trajo el Obispo Rabi desde Constantinopla,
de lugar en lugar, hasta que llegó al mar. La colocó al-Nasir en el
bayt al-manarn, en el Maylis al Sarqi, conocido por al-Munis. Tenía
sobre ella doce figuras (timtal) de oro rojo engastado con perlas de
elevado precio, que se hacían en la dar al-sana'a del Alcázar de Cór-
doba.
16.—Al frente de la mencionada edificación estaba su hijo al-
Hakam, pues al-Nasir no había otorgado su confianza para aquéllo a
otro sino a él.
i7.—Se hacian en su tiempo diariamente, para los peces de los
estanques (al-bubayrat), ochocientos panes...
18.—A1-Nasir repartía el impuesto fiscal (yibaya) en tres tercios:
uno para el ejército, otro para las edificaciones y el tercero era ate-
sorado. Los impuestos fiscales (yibaya) de al-Andalus eran entonces:
de las coras y alquerías, cinco millones cuatrocientos ochenta mil ch-
nares, y de las propiedades particulares del califa y de los mercados,
setecientos sesenta y cinco mil dinares.
19.—E1 número de casas (dur) que había en su alcázar de al-Zah-
ra, era de cuatrocientas, para alojamiento del Califa, su séquito y la
gente de su casa.
20.—E1 número de fityan eslavos era tfes mil setecientos cincuen-
ta y el número de mujeres que había en el alcázar de al-Zahra, entre
viejas, jóvenes y de la servidumbre, era de seis mil trescientas.
21.—A todos estos se suministraban trece (mil) libras (rat-1) de
carne que se repartían a razón de diez libras por persona, como má-
ximo, sin contar los pollos, perdices y demás especies de aves y pes-
cados variados.
Página 251.
22.—En el ario 353 (964) hubo en Córdoba una gran hambre. Al-
Hakam tomó a su cargo a los enfermos y desvalidos, tanto de los arra-
bales de Córdoba como de al-Zahra, subviniendo a su manutención.
23.—Se dió lectura en las dos aljamas, la de Córdoba y la de al-
Madinat al-Zahra en los autores árabes 149
Página 2 53.
24.—En la década media de sawal (del año 354) (9-19 de octubre
de 965) al-Hakam al-Mustansir bi-llah fué a caballo desde al-Zahra
a la Aljama (de Córdoba) donde entroó a inspeccionar la ampliación...
Página 254.
25.—El viernes a tres pasados de [rabi I del año 355] (966) (2o)
se dió lectura en Córdoba y en al-Zahra a la noticia de la victoria
conseguida por el wazir Yahyá a la noticia de la victoria conseguida
por el wazir Yahyá b. Hasim, y también de las conseguidas por Sa'd
al-Yafari y por Hariz b. Habil...
Página 255.
26.—A mediados de sawal [del año 356] (mediados de septiem-
bre de 967) se sentó el califa al-Hakam en su trono en al-Zahra pa-
ra una audiencia deslumbrante, a la que se dió gran solemnidad. Hi-
zo llegar hasta sí a los dos embajadores enviados por los príncipes
Idrisies de al-Garb, quienes presentaron documentos en los que decian
que a causa de su amistad sincera y de su afecto firme (se compro-
metían) con su adhesión a la obediencia y al reconocimiento de su
gobierno ...
Página 287.
27.-L-(Sobre la prisión de Ya'far b. Utman al-Mushafi). Se le hi-
zo volver a su prisión subterránea (mutbiq) en al-Zahra y fué la a
tima vez que le vieron.
Página z88.
z8.—Se dice que ( Mushafi) fué estrangulado en la habitación co-
nocida por Cuarto de las pulgas (Bayt albaragit) que estaba en la pri-
sión subterránea (mutbiq). También se dice que se le envió secreta-
mente una bebida envenenada.
z9.—Dice Muhammad b. Isma'il, secretario de al-Mansur : "Fuí
con Muhammad b. Maslama a al-Zahra a rescatar el cadáver de Ya-
far para su familia y sus hijos".
150 Rosario Casteión
Página 92.
31.—(Durante las luchas de Sulayman al-Musta'in y al-Mandi)...
La sede de los bereberes estaba en al-Zahra
Página 95.
32.—Cuando vieron los bereberes la fuga de Sulayman se retira-
ron hacia al-Zahra y sacaron a sus familias, sus bienes y sus hijos. Sa-
lieron de ella la tarde del sábado [17 de sawal del ario 400] (3 de ju-
nio de mi o) sin que quedase ninguno en ella. Sulayman salió huyen-
do con su séquito hacia Játiba.
33.—La plebe de Córdoba salió hacia al-Zahra. Robaron lo que
encontraron allí de los enseres que pertenecían a los bereberes y ma-
taron a los que hallaron en ella. Entraron en la aljama y robaron sus
esteras, sus lámparas, sus libros sagrados, las cadenas de sus lámparas
y las planchas metálicas de sus puertas.
Página lo'.
34.—En el ario 4o1 los bereberes se situaron en Córdoba y entra-
ron en al-Zahra el sábado a seis por pasar de rabi I del mismo ario
(4 de noviembre de io o). Había en al-Z/hra una guarnición del ejér-
cito. Condenaron a muerte a unos y dejaron a otros con vida. Per-
manecieron allí y no hubo ninguno del ejército que atravesara el fo-
so (jandaq)...
Página o 2.
35.---Se marcharon los bereberes de al-Zahra el cinco por pasar
de saban [del ario 4o r] (2 de abril de ion) y comenzaron a hacer
algaras por las partes próximas del país y también por las más lejanas,
robando, destruyendo, incendiando y asesinando...
Página '07.
36.—Un grupo de hombres de la gente de Córdoba prendió fue-
go a la aljama de al-Zahra. Se apoderaron de lo que había quedado
Madinat al-Zahra en los autores árabes 151
Página I13.
37. — Dice Ibn Hayyan : ...Sulayman al-Musta'in billah se tras-
ladó a al-Zahra con la totalidad de sus bereberes y de su ejército. Fué
insuficiente para ellos y se alojaron también en sus alrededores.
Página 248.
38.—En el año 45o ( o58) se propalaron en Córdoba rumores
alarmantes de que Abbad al-Mu'tadid quería acampar en su (de Cór-
doba) al-Zahra destruída... y precedió la noticia de que hacía diri-
girse hacia ella a su hijo Isma-il...
1BN - JAQAN
Página 5o.
5.—Se paseaba un día (Mundir) a solas con al-Hakam al-Mustan-
sir bi-llah por el jardín de al-Zahra, junto a una alberca rebosante
de agua que estaba en medio del jardín perfumado...
6. Buscó refugio (Mundir) sentándose en las gradas del estan-
—
Página si.
7.—Es una de las noticias conservadas de Mundir b. Sa'id sobre
su desaprobación de la prodigalidad del califa Abd al-Rahman en la
edificación, que éste había elegido para al-sath al-ambasa al-sugra, la
cual estaba inclinada (manlat) hacia al-Sarh al-Mumarrad, conocida
152 Rosario Casteján
por Qasr al-Zahra y célebre porque tenía unas tejas de oro y plata
en las que había gastado una gran cantidad de dinero y había pues-
to su techo desde un amarillo intenso hasta un blanco puro que se
apoderaba de las miradas con los rayos de su luz resplandeciente (2.1).
Página 5 2.
8.—(Parecido al o7 de Analectes).
9.—Se levantó el Califa de aquel salón pidiendo perdón a Allah
alabado sea !— y ordenó que se desmontara el techo de la qubba
y volvió a poner sus tejas de barro.
IBN JALLIKAN
Wafayat al-A'yan.—Bulak.-1882.
Tomo II.
Página 38.
.—(Al-Mu tamid) escribió, desde su alcázar en Córdoba, a sus
compañeros de bebida, que estaban convidándose en al-Zahra por la
mañana, invitándolos a que bebieran con él por la tarde.
El Alcázar, por culpa vuestra, envidia a al-Zahra ... (sigue la poe-
sía como el párrafo 121, de Analectes).
2.—(Igual al 44 de Analectes). -
3. — (Igual al 45 de Analectes).
4.—(Igual al 46 de Analectes).
5. — (Igual al 47 de Analectes).
6.—(Igual al 48 de Analectes, pero hay que corregir ala al-ynub
por ala al-yuf.
7.—(Igual al 49 de Analectes, excepto que dá el número de 4.3oc
columnas y solamente de 15 puertas).
8.—(Igual al 5o de Analectes).
IDRISI
Nuzhat al-Mustaq.—Leyden.—Brill, 864.
Página 75.
i.—En la provincia (Iqlinz) de la campiña (Kanbaniya) están
las ciudades de Córdoba, al-Zahra, Ecija, Baena, Cabra y Lucena.
Página 212.
2.—Hay cinco millas desde la ciudad de Córdoba hasta Madinat
al-Zahra. Esta subsiste aún con sus murallas y las ruinas de sus alcá-
Vladinat al-Zahra en los autores árabes 153
',ares. Hay un grupo de habitantes, con sus familias y sus hijos, pero
ion escasos. En sí misma es una gran ciudad de construcción escalo-
iada, almedina sobre almedina ; el suelo del tercio superior está al
livel de lo alto del tercio inferior. Cada uno de sus tercios tiene mu-
alla. En su parte superior estaban los palacios, para cuya descrip-
:ión son insuficientes los epítetos. En la parte media están los huertos
jardines, y en la tercera, las casas y la aljama. Ahora son unas ruí-
us en trance de desaparición.
HIMY ARI
La península ibérique au moyen-aye d'aprés le Kitab ar-Rawd
rl-mi'tar...—Ed. E. Lévi-Provengal.—Leyden.—Brill, 19 38.
NUWAYRI
Historia de los musulmanes de España y Africa.—Texto ára-
)e y traducción de M. Gaspar Remiro.—Centro de Estudios históri-
:os.—Granada, 1917.
Tomo I.—Texto árabe.
>a' gin
' a 61.
.—(Al-Nasir) atacó a los cristianos en doce campañas, hasta
me sometió sus pueblos y les impuso un tributo... Entre las condi-
:iones que les puso, fué una que doce mil artesanos (sana'i) trabaja-
•an para él en la ciudad que edificaba y a la que había llamado al-
!ahra.
154 Rosario Castejór
Página 62.
2.—Está a tres millas de Córdoba, apoyada sobre la falda de
monte.
3.—Condujo las aguas hasta ella.
4.—La dividió en tres parte, la tercera, que está junto al monte
para sus alcázares y mansiones ; otra tercera parte para las casas eh
los servidores, que eran doce mil, con cinturones de oro y espada:
ornamentadas, que cabalgaban o desmontaban según (el Califa) Ic
hacía; la otra tercera parte, bajo sus miradores (manazir) y palacios
para los jardines, a los que trajo diversas especies de frutales.
5.—Lo más extraordinario que edificó en ella fué un salón (may-
lis) que asomaba sobre los jardines, elevado sobre columnas (umud).
construído con mármoles recubiertos de láminas de oro incrustadol
con jacintos y piedras preciosas y trabajados en mosáico (muyazza'a',
Construyó delante del salón un gran estanque que llenó de azogue
y desde el que se reflejaba la luz hacia el salón.
6.—Se presentó a Abd al-Rahman el qadi de Córdoba, el faqik
al-Mundir b. Said al-Balluti y recitó (los versículos 32-4 de la Sura
LXIII, reprendiéndole).
7.—(Al-Nasir) le contestó : "Amonestaste e hiciste bien" y man-
dó que fuesen desprendidas las láminas.
8.—Se terminó la construcción de al-Zahra en doce arios, con
mil albañiles diariamente y cada albañil con doce peones.
9.—(Al-Nasir) la habitó veinticinco arios.
o.—Su muerte fué la vela del miércoles, a dos noches —y se
dice que a tres— pasadas del mes de ramadan, al-mu'azam, del año
35o (15 o 16 de octubre de 961) en al-Zahra. Fué trasladado a Cór-
doba y enterrado en ella con sus antepasados los Banu Umayya.
Página 63.
ri.—Mundir b. Said fué su juez (de al-Hakam) y de su padre ;
cuando murió fué nombrado qadi Ibn Basir, el faqih. Puso como con-
dición a al-Mustansir dictar las sentencias tanto contra él como con-
tra los demás.
I2.—Una mujer desamparada tenía un solar (ardiya) vecino a
uno de los palacios del Emir. Lo necesitó éste para edificar en él al-
go que deseaba construir. El intendente le ofreció por él (a la mujer)
un precio bajo en la compra. Ella rehusó y el intendente lo tomó por
la fuerza. Edificó en él un mirador (manzara) extraordinario en el que
se gastó una abundante suma. La mujer se presentó al qadi Ibn Basir
Madinat al-Zahra en los autores árabes 155
Página 66.
14—Cuando (Almaníor) salía de campaña a las tierras de los
cristianos, confiaba a Hisam a quiénes le impidiesen disponer, mos-
trarse en público y conceder permisos para ser visitado, hasta que
volvía (Almanzor) de su expedición. Al cabo de unos años lo hacia
montar a caballo y le ponía un burnus y vestía a sus esclavas con
burnuses (semejantes) a fin de que no se distinguiera entre ellas. Po-
nía en los caminos a unos encargados de alejar a la gente de ellos,
hasta que (el Califa) llegaba a al-Zahra o a otro de los lugares de re-
creo (mustanzihat). Luego le volvía a llevar de la misma manera.
Página 67.
5 .—La gente se reunió y se dirigió a al-Zahra, diciendo : Es
necesario que aparezca al-Mu'ayyad y que se haga cargo del man-
do personalmente.
AL - DIMISQ1
Página 242.
2.—Abd al-Rahman al-Nasir... construyó Madinat al-Zahra en
frente de Córdoba. Corría entre ambas un gran río, del que luego
haremos mención. Unía las dos riberas un puente que es una de las
maravillas del mundo. Fué construído en tiempo de Umar b. Abd al-
156 Rosario Castejon
NOTAS
(1) En la edición de El Cairo dice que hay cuatro mil trescientas colum-
nas.
(2) Edición de El Cairo, I, p. 246
(3) Naturalmente como la verdadera dirección de la mezquita es hacia
Sureste, al dar las medidas de Norte a Sur, o de Oriente a Occidente, hay que
suponer, que lo hacen para abreviar pues de lo contrario, habría un ligero error.
(4) L ► jit.4.31 19:1,•kod I G. L. S. al-mnyur. La O. al-mnhut al-mnyur.
(5) En la edición de El Cairo iblia. En L. P. p. 367, nota 154: Jerusalén.
Simonet. Crestomatia Ilia, la antigua Iria Flavia, hoy el Padrón, en Galicia.
(6) Aquí nombra trece figuras. En la edición de El Cairo da también las
trece.
(7) Edición de El Cairo:
(8) Edición de El Cairo: 7 cahices.
(9) Matmah: tktir.
(to Por los sucesos que relata debe ser el año 399. Pero en este año el 4
por pasar de yumada II no cae en martes.
(u) He copiado la traducción de este párrafo que publica don Emilio
García Gómez en su artículo: Algunas precisiones sobrel a ruina de la Cór-
doba Omeya. Al-Andalus, volumen XII, Fasc. 2. 1947.
(12) No coincide en jueves el tres por pasar de rabi I, ni el de rabi II,
ni tampoco el tres pasado de rabi II.
(13) Al-sajir al-mnbut al-mnyur al-madl.
(14) En Analectes viene corregido ajtlfua por ajtflua.
(15) En el original min jarfat. He traducido por mzhrfat.
(16) Traducción de don Emilio García Gómez en sus "Qasidas de An-
dalucía puestas en verso castellano", Madrid 194o, páginas 41-55, según el tex•
to de Ibn Jaqan. Qala id. Marsella-París 1277-186o pp. 82-85.
(17) Al-mnyur.
(18) Al-tablit fi al-isas.
(19) Es posible que haya que corregir por al-Zahra.
(ío) Es posible que haya que leer: "viernes, a trece pasados", en cuyo ca-
so sería viernes nueve marzo de 966, pues el pasado 3 de este mes no coincide
en viernes.
(21) El texto debe estar alterado.
(22) St. Pet. et. L. baa = braza.
(23) L. tmani axera. St. Pet tmnia axer=dieciocho.
Lápida bilíngüe hallada en Córdoba
2
Ali>5 coT ..„,-...f1J1 (sic)
(:)'11*
IMIIIWKWI/1211"
111111111■71~7~A"
164 El Molino de la Albolafia
e * *
Fueron las ruedas elevadoras de dimensiones muy diversas, ajus-
tadas en cada caso, conforme es natural, al mayor o menor desnivel
a salvar por el agua, ya que definido éste, el caudal elevable depen-
día, exclusivamente de la velocidad de la corriente con que en el pun-
to de la actuación de la rueda se contara, velocidad resultante siem-
pre de un determinado salto de agua.
En España las hubo tan excepcionales de tamaño, como la de
Toledo, citada por el Edrisi, que debió tener, por lo que este autor
especifica, no menos de 42 metros de diámetro. También debió ser
de crecida magnitud la que abasteció a la Alcazaba de Almería.
En el sector de Córdoba las ha habido de medidas muy diver-
sas. Así, mientras las ruedas de Castro del Río y algunas de Palma
han medido de 6 a 8 metros de diámetro, las hubo también en este
último lugar de hasta t4 varas de diámetro, doce metros de modo
aproximado, que es precisamente lo que medían algunas de Hama,
sobre el Orontes, y solo un metro más de lo que midiera la de Cama-
rasa, provincia de Lérida, desmontada ya en el segundo cuarto dcl
presente siglo.
Sobre la de Córdoba proporcionan interesantes datos, en primer
término, las huellas dejadas por ella misma en su soporte al evolucio-
nar, las cuales dan a conocer el exacto emplazamiento de la misma ;
y en segundo lugar el nivel del agua en los portillos cabeceros de la
cárcava, la disposición y rasante del cauce del callejón de giro de la
rueda y el cimero del canalillo por el cual el agua llegada que era
a lo alto, se dirigía hacia su punto de destino.
El Molino de la Albolafia 165
De todos estos antecedentes resulta que el diámetro de tal ele-
vadora fué de 15 metros, lo que supone que sin alcanzar, ni con mu-
cho, las dimensiones de la toledana, esta noria de Córdoba era clasi-
ficable entre las de gran tamaño. Y esto ya era inferible de las pro-
porciones que en relación con edificaciones de tanto volumen como
el Puente, la Mezquita y el alminar de ésta, asignen los sellos del Con-
cejo a la rueda figurada en ellos, que en definitiva tenia que recoger
y depositar el agua en niveles idénticos o muy análogos a los que con-
dicionaban la elevadora desmontada en las postrimerías del siglo XV.
Las ruedas que hemos podido estudiar directamente, o de que he-
mos podido agenciarnos representación gráfica, de Ecija, Palma, Cas-
tro del Río, Camarasa, la Alcantarilla y Fez, ponen de manifiesto que,
con corresponder todas a un ramo de obra que más tiene de aladre-
ria que de carpintería, no dejó de prestarse, incluso en las menos cui-
dadas estéticamente, algo de atención al aspecto decorativo. Y, en el
caso de Córdoba las dimensiones de la rueda influirían tanto segura-
mente, corno el emplazamiento de ella, para que se cuidara de dicho
aspecto. Porque el que se le concediera a esta especial importancía
en la Albolafia lo demuestra la elegante traza de los arquillos habili-
tados en el muro de soporte de la rueda entre dos de los cuales es-
tuvo centrada. Por lo demás semejante preocupación estética es muy
explicable, dado que la rueda de Córdoba fué organismo que por sus
dimensiones hubo de contar bastante en paisaje considerado siempre
como sumamente bello.
***
En esencia contaban en estos ingenios elevadores dos elementos,
uno estético, de soporte, y otro móvil formado por la rueda en sí. El
primero ha sido en ocasiones, y así ocurría en varias de las norias
de Palma y de Castro del Río, de madera, con organización ligera y
rudimentaria no mal concebida. Pero, habitualmente, y desde luego
en las ruedas de grandes dimensiones, el soporte ha sido de albañile-
ría o de cantería.
En Toledo, como en la Albolafia, como en la ñora de la Alcan-
tarilla y en algunas ruedas de Fez, estuvo constituido ese soporte, en
su estribo interior, esto es en el de la margen a abastecer de agua,
por un muro bastante elevado, calado por dos o tres arquillos, en el
caso de Córdoba, y por una gran arcada en la Alcantarilla.
En cuanto al estribo exterior, en general fué de mucha menor
corporeidad que el interior, si bien en Toledo parece haber alcanza-
do iguales dimensiones que éste último, y dadas las dimensiones de
la rueda es natural que así sucediera.
166 El Molino de la Albolafia
-7'
Planta actual
primero de ellos de gran valor arqueológico, se refiere a la definición
terminante de que la obra más antigua de este molino de la Albolafia
de Córdoba, "es obra totalmente homogénea del siglo XIV", mien-
tras que el acueducto superior y otras obras complementarias son de
fecha algo más avanzada, del propio siglo XIV o de las primeras dé-
cadas del siguiente.
Esta conclusión de arqueólogo tan competente como Hernández
Giniénez, gran especialista en arquitectura califal, termina de abatir
las suposiciones de mayor antigüedad del molino de la Albolafia, so-
bre las cuales se han montado tantas teorías.
Sin embargo, se conserva una hermosa fotografía, muy demos-
trativa, que insertamos, en la que aparece la totalidad del edificio, an-
tes de que fuera demolido el cuerpo interior del mismo para la cons-
trucción del nuevo malecón que hoy existe.
Esta fotografía, de principios de siglo, aparece reproducida en
muchas obras modernas que pretenden ver en ella los restos de un
viejo palacio árabe.
172 El Molino de la Albolafia
M. O. J.
Hallazgo Arqueológico
de braserillos y otraS piezas
puestas en moda por el músico aúlico Ziryab. Para guardar estas alha-
jas y presentarlas se creó otra industria palatina, la Eboraria que en
Medina-az-Zhara y en Cuenca fabricaban las famosas arquetas y boLes
de marfil jamás igualadas en el mundo musulmán por su belleza artís-
tica como la de Silos (354 héj.) la de Pamplona (395 héj) y la de Za-
mora (353 héj) verdaderas fantasías de dibujo y ornamentación. El
arte de la Cosmética elaboró perfumes en los laboratorios de Hagua-
nit-Ar-Raihan cerca de la Puerta de este nombre en el Alcázar y de
186 Samuel de los Santos Jener
Aguamanil: Alto, 0,285 m.; diámetro 0,013. Jarrita: Alto 0,154 m.; diámetro 0,062 m.
Mortero: Alto 0,069; diámetro 0,072
badas en cada una de los seis lados. En su parte superior tiene una fa-
ja de almena adornada con hojas de acantos y ocupando la parte me-
dia de su altura unas inscripciones.
En las fajas verticales hay además un dibujo de liebres contra-
puestas. Las figuras de las asas tienen forma de omega y sus clavos
figuran cabecitas de león. Mide o,28 m. de alta y 0,25 m. de diáme-
tro exagonal. La última faja de inscripciones está adornada con postas
188 Samuel de los Santos lener
y en los rem,Ates de cada pie tiene arriba pirinolas con lises grabadas
y abajo torneado a carrete y bolas. En el borde superior tiene solda-
das unas medias lunas que servirían, como los mesmer actuales para
poner los asadores para asar trocitos de carne (pinchitos). La forma
de estos dos braserillos es muy diferente al tan conocido brasero del
Museo del Conde de Valencia de Don Juan.
Número 3 (Fig. 3). Otro braserillo o arqueta de latón carente de
tapa y fondo como el número y de forma casi cuadrado, pues mide
o,i6 por o,i8 de altura. Sobre sus cuatro patas posan cuatro palomas
y sus costados están profusamente adornados con rombos foliáceos que
dan apariencia de arte ojival a su conjunto, por estar cubiertos de gra-
bados en ese y acorazonados en forma de hojas califales enrrolladas
tan frecuentes en la decoración de Medina-az-Zahra. Tiene además
dos asas encajadas entre bolas y que también sirven de peana a cada
uno de los cuatro pies. Estaba desarmada en cuatro piezas y se ha re-
construído con remaches nuevos de latón.
Núm. 4 (fig. 4). Platillo circular de latón de o'225 m. de diáme-
tro y muy escasa altura : sus paredes son muy delgadas y se quiebran
con facilidad. Carece de adornos.
Núm. 5. Pebetero de latón cuya oxidación no ha permitido reco-
nocer bien la policromia de que estaba adornado en sus fajas y esmal-
te en los arcos lobulados, pero que son reconocibles por los tonos ver-
des de los polígonos estrellados y los matices dorados de su epígrafe
inferior, más tonos azulados del óxido de cobre. Está compuesto de una
caja circular de escasa altura fundida en latón diferente al de la tapa
que parece plata repujada en forma semiesférica unidas ambas median-
te bisagras y sostenidas por tres pies doblados en sus extremos. La ta-
pa adornada con finísimas labores caladas de ataurique que permiten
el paso del aire para la combustión y la salida del sahumerio.
Está labrada por el procedimiento del repujado de una delgada
chapa de latón sobre un molde de mastic formado con pezrrubia y ce-
ra virgen para darle forma semiesférica a martillo : Después trazaron
los dibujos de arcos lobulados finamente grabados a buril con pacien-
te labor de orfebre cuyos ramitos, cogollos y parejas de grullas o de
gacela dan vida al conjunto como si los animales posaran en una bó-
veda enrramada. En el bote de marfil de la Seo de Braga hay arcos
de herradura y en la arqueta del Museo de Artes decorativas de Pa-
rís arcos mixtilíneos.
La decoración cordobesa prefiere el adorno de ataurique y no
guarda las prescripciones coránicas sobre figuras humanas, pues se ins-
Hallazgos arqueológicos 189
acompañado de laudes entonaba zej eles bailados por esclavas entre al-
bahacas y hierbabuena y mastranzo, cuyo olor acre se mezclaba con
Córdoba, 1956.
El alcantarillado árabe de Córdoba
Cuando en 1236 conquistaron los cristianos esta ciudad de Cór-
doba, se disfrutaba en ella de una refinada civilización. Elevada por
Abderramán al poco tiempo de la invasión musulmana al rango de ca-
pital de un emirato independiente, gozó de todos los privilegios de la
riqueza y la cultura: tuvo una Mezquita majestuosa, ornada con to-
das las galas artísticas del genio oriental ; tuvo su magnifico Alcázar,
tan bello por la silueta de sus airosos torreones como por el esplendor
de sus jardines, bordeados por el Guadalquivir ; tuvo regios palacios
en la falda de su Sierra bravía ; tuvo los campos fértiles de su térmi-
no bien regados, las calles empedradas, las casas con baños marmóreos,
surtido abundante de agua cristalina.
La conquista truncó su vida. La Mezquita estuvo a punto de ser
destruída totalmente ; el Alcázar fué destrozado y ha venido a parar
en cárcel ; desaparecieron en absoluto sus millares de baños, por inúti-
les, y los acueductos se destrozaron en su trayecto, sustituyendo el
abastecimiento de agua por pozos abiertos en cada casa.
La Córdoba árabe poseía también una completa red de alcantari-
llado unitario, del llamado sistema perpendicular; una serie de amplios
colectores bajaban hacia el río desde la parte alta de la ciudad por las
calles principales, recogiendo en su trayecto las aguas de las alcanta-
rillas secundarias. Aún quedan trozos abundantes, en gran parte utili-
zables; he logrado reconocer algunos, y hasta he conseguido que el
Ayuntamiento restaure y aproveche el de una calle : la de Rey Here-
dia. Es fácil todavía reconstruir su trazado completo, que nos daría
en esquema el de la ciudad, y he podido dibujar el de un sector prin-
cipal que comprende la Mezquita.
Las alcantarillas se construían con sillares de piedra caliza, se cu.
brían con losas enormes y se revestían a veces de hormigón de cal pin-
tado de rojo. Sus secciones rectangulares alcanzan las dimensiones de
',o° por 2,00 metros ; llevan pendientes muy pronunciadas y no van
generalmente muy profundas.
El alcantarillado árabe de Córdoba 193
de la RAU (Egipto), señor Ahmed Anwar, del Irak, señor Ahmed Al-
hardan y de Túnez (encargado de Negocios) señor Hamuda Sfaxi.
El Instituto Hispano Arabe de Cultura, de Madrid, estuvo re-
presentado por su director interino el P. Félix Pareja y el secretario
don Emilio Beladiez.
La Escuela de Estudios Arabes, de Madrid, asistió plenamente con
su director don Jaime Oliver Asin, y sus miembros los profesores don
Elías Terés y don Fernando Granja, y la señorita Soledad Gibert y
don Manuel Ocaña.
El Instituto de Estudios Islámicos de la RAU estuvo representado
por sus directivos los doctores Hussein Monés y Mahmud Makki.
Hubo adhesiones entusiastas, entre las que hemos de destacar por
sus iniciativas y celosa colaboración, la Casa Hispano-Arabe, de Ma-
drid y su entusiasta secretario general don Luis Domenech.
El programa de actos se desarrolló de la siguiente manera :
El sábado 14 de octubre de 196i , a las once de la mañana se hi-
zo la visita protocolaria a la Mezquita, a la que concurrieron todos los
invitados y selecto público. Terminado el recorrido del templo, se hi-
zo el acto inaugural de la columna votiva.
Es una hermosa columna de mármol rosado de Cabra, proceden-
te de la Mezquita, que se guardaba en el museo de la mezquita-cate-
dral sito en la calle Velázquez Bosco, antes Comedias.
En ella aparece grabada una inscripción bilingüe, en español y
árabe, cuyo texto es el siguiente :
AL GRAN CALIFA
ABDERRAHMAN III
HOMENAJE MILENARIO
DE CORDOBA, SU PATRIA
i6 OCTUBRE 1961.
El texto árabe fué cuidado por los señores Makki y Ocaña, con
la colaboración del profesor Lababidy. Fué grabado en los talleres
del marmolista señor García Rueda y los caracteres en cursiva, apa-
recen con fondo dorado.
El milenario de Abderrahmán 199
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El mismo día a las siete y media de la tarde hubo solemne acto
académico en el Salón Liceo del Círculo de la Amistad, bajo la pre-
sidencia del director general de Relaciones Culturales, don José Mi-
guel Ruíz Morales, que ostentaba la representación del Ministro de
Asuntos Exteriores, el alcalde de la ciudad, el presidente del Círculo
Liceo y el director de la Academia. Ocupaban sitio de honor el Go-
bernador civil don José Manuel Mateu de Ros y señora ; el Gober-
nador militar accidental don Juan Astorga y señora, los Embajadores
árabes y señoras' autoridades de los diversos ramos, directores de cen-
tros docentes, personal diplomático, representaciones eclesiásticas, aca-
démicas, numerosas señoras y distinguido público.
Habló el alcalde don Antonio Cruz Conde para explicar la sig-
200 El milenario de Abderrahmán III
nificación del acto, que colocó en la serie de los que se vienen reali-
zando desde hace tiempo en la serie conmemorativa del Milenio cali-
fal y terminó haciendo votos por la amistad entre los pueblos islámi-
cos y España.
El director de la Academia, señor Castejón, hizo una conferen-
cia sobre la personalidad del Califa recordado. Recorrió las fechas de
su dilatado reinado, de una media centuria de duración, en el que pa-
Directivos de la Escuela de Estudios Arabes de Madrid, señores Teres, Granja, Olíver Asin
critos árabes que guarda la ciudad, los fondos arabistas de la Real Aca-
demia de Córdoba, el Instituto de Estudios Califales, bibliotecas parti-
culares (Flórez de Quiñones, Castejón, etc.) y editoriales nacionales y
extranjeras (Brill, de Leiden ; Steiner y Harrasowitz, de Wiesbaden ;
Walter de Gruyter, de Berlín ; Maisonneuve, de París ; Universidad
BIBLIOGRAFIA
En estos arios, han sido publicados con referencia a la Mezquita-
Catedral de Córdoba, los siguientes trabajos :
Rafael Aguilar Priego : Obras en la Catedral de Córdoba duran-
te el reinado de Carlos V, Boletín de la Real Academia de Córdoba,
enero-junio, i96
Klaus Brisch : Las celosías de las fachadas de la Gran Mezquita
de Córdoba, Al-Andalus, Madrid, 1961, XVII, 2.
Félix Hernández Jiménez : El codo en la historiografía árabe de
Monumentos árabes de Córdoba 221
NOTAS
del miharab, pavimentándose las tres naves centrales por contrata con grandes
losas muy bien colocadas, y haciéndose todo el resto por administración hasta
el ario 19°4 en que se terminó.
(5) Bayan ul Mogreb, II, 246. Inscripciones árabes de Córdoba, por R.
Amador de los Ríos, 1875, pág. 47. En la traducción Fagnan de Al Bayano'l
Mogrib, 19o4, II, 381, se ha interpretado defectuosamente la palabra árabe
taadil por "regularización", en tanto que todos los demás traductores lo hacen
por "igualar el piso".
(6) Recordamos que se venía admitiendo por todos los historiadores que
ra, además la profunda gratitud a que nos obliga la gentileza con que
en su exposición nos ha tratado.
Córdoba, 28 de enero de 1944.
El Arquitecto Conservador de
Monumentos de la 6. a zona
FELIX HERNANDEZ"
Medina Al Zahra
(Monumento Nacional en 12 1923)
pio Alcázar Califal, ya que esta vasta plaza, hoy enjardinada, se co-
rresponde con el llamado en el siglo XIV el Campillo del Rey, cuan-
do al construir el Alcázar Nuevo el Rey de Castilla Alfonso XI, en
1328, arrasa y nivela casi todo el tercio occidental del Alcázar mu-
sulmán para disponer una gran explanada delante del suyo.
La Dirección de Bellas Artes ha dado la correspondiente auto-
rización en 23 de febrero de 1962, bajo la dirección técnica del Ar-
que debieron estar en uso al menos durante la baja Edad Media, pero
las líneas generales de su construcción son manifiestas.
Ahora se recoje bastante cerámica, desde la típica califal, en sus
tres variantes principales de melada con dibujo en negro, blanca con
dibujo verde y morado y dorada o de reflejo metálico, de estas úl-
timas escasos trozos, y otra vulgar medieval. Se procede a su clasi-
ficación y estudio.
También han sido hallados unos trozos de ataurique fino labrado
en piedra, y estucos con azules y dorados muy bellos.
La excavación sigue bajo los auspicios del Municipio cordobés,
que ha dedicado también un edificio inmediato a museo provisional
de los hallazgos y trabajos cerámicos, y mantiene los propósitos de
continuar los trabajos en cuanto sea posible, permitiendo ello precisar
la distribución del viejo Alcázar de los Califas cordobeses en su ter-
cio occidental, ya que el tercio medio y el oriental frontero a la
Mezquita lo ocupan respectivamente los jardines y estancias del Pa-
lacio Episcopal.
SECCION ■ ASA/RE XL »A
PERFIL PERFIL
IJ
PLANTA
Ibn Rushd (Averroes). Kitab fasl al-Makal. With its appendix (Da-
mima) and an extract from Kitab al-Kashfan Manahif al-adilla. Arabic
text edited by G. F. Hourani. 1959. 20 p. 56 (art. t.) p. 2 facs).
INSTRUCCION GENERAL
"Selecciones de las sentencias sabias y la belleza de las buenas pa-
labras" de Abu al Wafa al-Mubachir Ibn Fatik al Amuri. "Es el pri-
mer libro árabe en la Historia de la Filosofía en el cual su autor re-
unió en él noticias de los filósofos, seguidas por unas selecciones de
sus dichos que entran en el Capítulo de las sentencias cortas de sabi-
duría y ejemplos".
Así el Dr. Badawi empieza su prólogo sobre el libro, al que de-
dicó varios años de estudio e investigaciones para encontrar el ma-
nuscrito correcto en varias ciudades europeas que diferían entre sí,
hasta que encontró el manuscrito que creyó sea el original y que
varios comentaristas le han traducido trozos, según sus opiniones per-
sonales, o grados de conocimientos del árabe.
El libro es una recopilación de las palabras sabias y ejemplos de
los filósofos griegos y otros varios.
Entre las diversas traducciones del libro destaca la española, que
ha tenido varias ediciones, en distintas ciudades bajo el título "Las
bocados de oro" y que el Dr. Badawi dice, que las ediciones de la tra-
ducción española, una es copia del original, la de Hermann Knust,
que se encuentra en El Escorial y en la Biblioteca Nacional de Ma-
drid y varias otras apócrifas, entre ellas, las de Sevilla, Toledo y Va-
lladolid.
260 Bibl iograf í a
A. Lézine y P. Sebag.
Remarques sur l'histoire de la Grande Mosquée de Kairouan.
"IBLA", Túnez, 99, III, 1962.
naql al-iwal (Ejemplos de lucha en el juego del ajedrez), por Ibn abi
Hajala, muerto en 776-1375.
12 pp.
Manuel Gómez Moreno. «El entrecruzamiento de arcadas en la arquitectura
árabe». 1929. 22 pp
Rafael Castejón. «Córdoba califal». 1929. 88 pp