09 Tres Pecados

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EE de mes 2012 - Tres pecados

MEDITACIÓN SOBRE LOS TRES PECADOS [45-54]

Entramos ahora en la primera semana de los Ejercicios, comenzando con el “primer ejercicio de
meditación con las tres potencias” del alma. [46]

Hemos visto cuál es nuestro fin y el de todas las creaturas. Y el plan de Dios en la creación.
Veamos ahora cuál ha sido la respuesta: el pecado. La creación es como un gran órgano, y nosotros
somos los organistas. Y lo que hicimos fue horrenda estridencia del pecado en vez del himno a la
gloria de Dios. El pecado es la negación práctica del principio y fundamento, negación del servicio de
Dios, de su alabanza, abuso irracional de las creaturas. Es el gran obstáculo en el camino. Es, por
esto, el anti-principio fundamento.
Es muy importante en nuestra vida, llegar a tener un verdadero “sentido del pecado”. Juan Pablo
II decía “Restablecer el sentido justo del pecado es la primera manera de afrontar la grave crisis
espiritual que afecta al hombre de nuestro tiempo” (Reconciliatio et poenitentia, 18) Y quizás no
hacía más que repetir con otras palabras aquello que decía Pío XII 50 años antes: “el pecado de éste
siglo es la pérdida del sentido del pecado”. Y cuánto más en nuestra época…
Por tanto, en esta tarea de ordenar nuestra vida según la voluntad de Dios, es necesario el
considerar aquello que más contraría esto, el pecado. Y verlo primero en otros (ángeles, Adán y Eva)
y luego en nosotros mismos, los pecados que hemos cometido.
San Ignacio pretende que nosotros lleguemos a ver el pecado –en lo que podamos- como Dios
mismo lo ve. Siempre en nuestra vida usamos de lo conocido para aproximarnos a lo desconocido. Si
bien la sabiduría divina supera nuestro entendimiento, podemos de todos modos estar seguros –lo
conocido- de que Dios es infinitamente justo, infinitamente misericordioso e infinitamente sabio. Por
tanto, si Él así ve y castiga el pecado –como lo contemplaremos- no hay dudas de que el pecado es
algo gravísimo.
En este caso nos presenta en esta contemplación el pecado en otros… ya que esto a veces ayuda
a contemplarlo en nosotros. Lo mismo hizo Dios con David –por medio de Natán- en el A.T.

2Sam 12 1 Envió Yahveh a Natán donde David, y llegando a él le dijo: « Había dos hombres en
una ciudad, el uno era rico y el otro era pobre. 2 El rico tenía ovejas y bueyes en gran abundancia; 3 el
pobre no tenía más que una corderilla, sólo una, pequeña, que había comprado. El la alimentaba y ella
iba creciendo con él y sus hijos, comiendo su pan, bebiendo en su copa, durmiendo en su seno igual que
una hija. 4 Vino un visitante donde el hombre rico, y dándole pena tomar su ganado lanar y vacuno para
dar de comer a aquel hombre llegado a su casa, tomó la ovejita del pobre, y dio de comer al viajero
llegado a su casa. » 5 David se encendió en gran cólera contra aquel hombre y dijo a Natán: « ¡Vive
Yahveh! que merece la muerte el hombre que tal hizo. 6 Pagará cuatro veces la oveja por haber hecho
semejante cosa y por no haber tenido compasión. » 7 Entonces Natán dijo a David: « Tú eres ese
hombre. Así dice Yahveh Dios de Israel: Yo te he ungido rey de Israel y te he librado de las manos de
Saúl. 8 Te he dado la casa de tu señor y he puesto en tu seno las mujeres de tu señor; te he dado la casa
de Israel y de Judá; y si es poco, te añadiré todavía otras cosas. 9 ¿Por qué has menospreciado a Yahveh
haciendo lo malo a sus ojos, matando a espada a Urías el hitita, tomando a su mujer por mujer tuya y
matándole por la espada de los ammonitas? 10 Pues bien, nunca se apartará la espada de tu casa, ya que
me has despreciado y has tomado la mujer de Urías el hitita para mujer tuya. 13 David dijo a Natán: «
He pecado contra Yahveh. » Respondió Natán a David: « También Yahveh perdona tu pecado; no
morirás. 14 Pero por haber ultrajado a Yahveh con ese hecho, el hijo que te ha nacido morirá sin

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remedio. »

Y el mismo efecto –la conversión- tenemos que buscar nosotros en estas meditaciones. No
meditamos sobre el pecado por gusto –a quién le puede gustar?- sino para arrepentirnos de ellos y no
volver a cometerlos.

PREÁMBULOS
1º Ponerse en la presencia de Dios,
2º. Oración preparatoria: [46]. Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis
intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su
divina majestad.
3º. Composición de lugar [47]
[47] 1º preámbulo. El primer preámbulo es composición viendo el lugar. Aquí es de notar,
que en la contemplación o meditación visible, así como contemplar a Christo nuestro Señor, el qual
es visible, la composición será ver con la vista de la imaginación el lugar corpóreo, donde se halla
la cosa que quiero contemplar. Digo el lugar corpóreo, así como un templo o monte, donde se halla
Jesu Christo o nuestra Señora, según lo que quiero contemplar. En la invisible, como es aquí de los
pecados, la composición será ver con la vista imaginativa y considerar mi ánima ser encarcelada en
este cuerpo corruptible y todo el compósito1 en este valle como desterrado; entre brutos animales.
digo todo el compósito de ánima y cuerpo.

Heme aquí en la tierra del destierro, como en una prisión de carne (un cuerpo corruptible
agobia el alma y esta tienda de tierra abruma el espíritu lleno de preocupaciones, Sab 9,15). Más
aún, bien puedo preguntarme si en ciertas horas de mi vida ¿fui un hombre o un animal sin razón?.
“Ver con la vista imaginativa; y considerarme como desterrado entre brutos animales”. Lo que busca
San Ignacio es tratemos de imaginar algo bien desagradable, que nos de una idea, aunque lejana, de lo
que es el pecado. Decía el Santo Cura de Ars: “Si tuviésemos fe y si viésemos un alma en estado de
pecado mortal, no s moriríamos de terror” (Sacerdoti nostri primordia, p. 221). Y que veamos
también que el pecado nos vuelve igual a las bestias. “el linaje humano convertido casi en un rebaño
de fieras salvajes que mutuamente se devoran”. Casanovas, p. 116.

4º Pedir a Dios: [48]


[48] 2º preámbulo. El segundo es demandar a Dios nuestro Señor lo que quiero y deseo. La
demanda ha de ser según subiecta materia2, es a saber, si la contemplación es de resurrección,
demandar gozo con Christo gozoso; si es de passión, demandar pena, lágrimas y tormento con
Christo atormentado. Aquí será demandar vergüenza y confussión de mí mismo, viendo quántos
han sido dañados por un solo pecado mortal y quántas veces yo merescía ser condenado para
siempre por mis tantos peccados.

Dos cosas hemos de pedir en los siguientes ejercicios: “vergüenza y confusión”.


Vergüenza por vernos tan pecadores delante de un Dios tan bueno y que tanto ha hecho pro
nosotros. Tendríamos que poder repetir con San Pedro, quien luego de reconocer la divinidad de

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Compuesto
2
según subiecta materia: según el tema que se medita o contempla.
2
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Cristo tras haber realizado la pesca milagrosa, exclamó: « Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre
pecador» Lc 5,8.
Hay mayor vergüenza, cuanto mayor es la sabiduría de quien nos ve. O cuando se trata de una
persona bien cercana a nosotros y nos conoce bien (por eso a veces nos cuesta confesarnos con algún
sacerdote amigo). También se tiene mayor vergüenza de aquél de quien he recibido grandes
beneficios, ya que lo defraudamos.
Pues bien, Cristo reúne todo esto. Es sapientísimo, se hizo hombre, cercano a nosotros, y es
nuestro gran Bienhechor, muriendo en la cruz por mis pecados (como vamos a ver en el Coloquio).
Lo segundo que debemos pedir es “confusión”. No comprendo, no entiendo lo que sucede...
¿por qué Dios me da tiempo a mí para purgar mis pecados? ¿Por qué me perdona, siendo que otros
fueron mejores que yo, y a mí me da más oportunidades? No sólo eso, sino que yo no hice más que
ofenderle y pecar contra él, y él no hacer más que amarme hasta dar la vida por mí. No comprendo,
tanto amor me sobrepasa. Raya con la locura. Dios está loco de amor por mí. Pidamos con fervor
“vergüenza y confusión de mí mismo”.

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San Ignacio nos pone en consideración de tres pecados para que comparemos con los nuestros y
la misericordia que Dios ha tenido con nosotros al permitirnos arrepentirnos y encaminar nuestra vida
al cielo.

EL PRIMER PECADO: DE LOS ÁNGELES [50] (o la primera comparación).


Comparar el gran número de mis pecados y el único pecado de los ángeles.
[50] 1º puncto. El primer puncto será traer la memoria sobre el primer pecado, que fue de los
ángeles, y luego sobre el mismo el entendimiento discurriendo, luego la voluntad, queriendo todo
esto, memorar y entender, por más me envergonzar y confundir; trayendo en comparación de un
pecado de los ángeles tantos pecados míos, y donde ellos por un pecado fueron al infierno, quántas
veces yo le he merescido por tantos. Digo traer en memoria el pecado de los ángeles; cómo siendo
ellos criados en gracia, no se queriendo ayudar con su libertad para hacer reverencia y obediencia a
su Criador y Señor, veniendo en superbia, fueron conuertidos de gracia en malicia, y lanzados del
cielo al infierno; y así, consequenter, discurrir más en particular con el entendimiento, y
consequenter moviendo más los afectos con la voluntad.

PUNTO 1: La realidad del hecho.


Ángeles, seres espirituales. Magnificencia divina de la creación angélica. Creados por Dios, por
amor, para ser felices a su lado. ¿Cuántos eran? No se sabe, pero muchos (para los Padres: la oveja
perdida es el hombre, las otras 99 son los ángeles).
Excelentes, espíritus puros, inmortales por naturaleza, independientes de todo influjo de la
materia. Inteligencia sutilísima, mucho más sabios. Energía de voluntad. Y creados en gracia, hijos de
Dios. Su destino: alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor.
Pero Dios no los quiso coaccionar a ser felices. Les dio un margen de libertad para que
libremente eligieran la felicidad. Muchos de ellos pecaron, la Sagrada Escritura nos habla de que una

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tercera parte de los ángeles del cielo fueron los que se revelaron.
No sabemos cuál fue su pecado. Según algunos: amor propio desordenado, por el que se
apartaron de Dios para volverse hacia sí; otros, que de envidia del hombre, hecho a imagen y
semejanza de Dios, y que un día había de serle igualado en gloria cuando el Hijo se encarnara. Pero,
como dice S. Agustín, la envidia sigue a la soberbia; luego el primer pecado de los ángeles habría
sido más bien de soberbia. Tal es la sentencia común de los Padres y Doctores: el diablo habría
pecado ambicionando ser como Dios.
S. Tomás enseña:
“El ángel, sin duda, pecó deseando ser como Dios... deseó como fin último de su
bienaventuranza aquello a lo cual podía llegar por la propia fuerza de su naturaleza, desviando su
voluntad de la bienaventuranza sobrenatural, que viene de la gracia de Dios.” (I,63,3).
Jeremías en 2,20: Oh tú, que rompiste desde siempre el yugo y, sacudiendo las coyundas,
decías: «¡No serviré!». “Non serviam”, es el grito que la Iglesia le aplica a Satanás.
El otro grito en relación con el diablo es el nombre del arcángel Mikael 3: que lucha contra el
diablo y sus ángeles:
“Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el
Dragón. También el Dragón y sus Angeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el
cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y
Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus Ángeles fueron arrojados con
él. Ap 12,7-9.
Al punto fueron condenados.
Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitados en el tártaro los entregó a
las prisiones tenebrosas (2Pe 2,4). A los ángeles que no guardaron su dignidad, y abandonaron su
propio domicilio los tiene reservados en perpetua prisión (Jud. 6).
Y Dios no los perdonó no porque no tuviera misericordia para ello, sino que la misma naturaleza
del ángel hace que esto no sea posible. Como carecen de cuerpo como nosotros, el acto de la voluntad
es tan perfecto que con un solo acto se determinan para siempre a aquello que eligen.

PUNTO 2: Consecuencia trágica del primer pecado


La justicia divina fue inexorable: los ángeles fueron castigados con el infierno,
inmediatamente, por el mismo Dios.

Fueron castigados con el infierno y privados del cielo: en lugar de Dios poseído, Dios perdido;
en lugar de la felicidad sin sombra, la desgracia eterna.
Infierno creado para su tormento. Dice S. Ignacio que “fueron convertidos de gracia en malicia,
y lanzados del cielo al infierno”.
Fueron castigados inmediatamente. En el momento mismo que, en sus mentes privilegiadas
lucía el relámpago fatídico de la rebeldía, cayó sobre ellos el rayo de la justicia. Antes del pecado eran
inocencia, belleza, bondad; después del pecado, malicia, fealdad, horror.

3
Mikael significa “quién como Dios”
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Sin consideración al número ni a la naturaleza de pecado, ni a la nobleza de la naturaleza de los


ángeles, formada a semejanza de Dios, ni a la excelencia de su inteligencia tan penetrante, ni a la
gloria que habrían procurado perpetuamente a Dios, si se hubieran convertido. Sin miramientos
tampoco a las desgracias que se seguirían de su condenación, del odio que concebirían contra Dios,
de las blasfemias que vomitarían contra él, de las asechanzas que tramarían contra los hombres y a los
males inmensos que seguirían en el mundo...
Fueron castigados por el mismo Dios: sin esfuerzo, bastándole para castigarlos retirarse de los
que se habían retirado de él, abandonándoles a su suerte miserable a los que se habían buscado a sí
mismos. Fueron castigados por un Dios bueno, pero justo.
Ponderemos esta realidad, pecaron una sola vez, era el primer pecado que se cometía en la
creación. Y Dios que es infinitamente misericordioso y justo a la vez, sin engaño posible, sin
exageración, los castigó de esta manera. ¡Quién no se sobrecoge de espanto ante al abismo del juicio
divino! Dios grande y terrible, a infinita altura sobre las criaturas.

PUNTO 3: La aplicación personal


Dice San Ignacio que entendiendo todo esto con la gracia de Dios, debo avergonzarme y
confundirme, trayendo en comparación de un pecado de los ángeles, tantos pecados míos. ¡Qué
horrible ha de ser el pecado! Ellos no cometieron más que un solo pecado, y yo he cometido
innumerables. Cada uno de mis pecados, graves o leves, ha sido una imitación, pálida, es cierto, pero
real, de aquel grito terrible satánico: ¡Non serviam!
Pero no estoy en el infierno. Estoy en ejercicios. Es que en vez de ser tratado con justicia, ha
sido tratado con misericordia. Cuantas veces he pecado, otras tantas he sido perdonado. Mis pecados
revelan una desproporción monstruosa entre los favores de Dios y los desdenes de su creatura. Estos
son un ultraje a la Bondad infinita [52]. Vergüenza y confusión. Y agradecimiento.

EL SEGUNDO PECADO: DE ADÁN Y EVA[51] (segunda comparación)


Pero alguno podría decir: eran ángeles, de naturaleza tan superior a la nuestra, y por lo tanto
su pecado era más grave. Segunda comparación: mis muchos pecados y el único pecado de Adán.

[51] 2º puncto. El segundo: hacer otro tanto, es a saber, traer las tres potencias sobre el
pecado de Adán y Eva; trayendo a la memoria cómo por el tal pecado hicieron tanto tiempo
penitencia, y quánta corrupción vino en el género humano, andando tantas gentes para el infierno.
Digo traer a la memoria el 2º pecado, de nuestros padres, cómo después que Adán fue criado en el
campo damaceno4, y puesto en el paraíso terrenal, y Eva ser criada de su costilla, siendo bedados
que no comiesen del árbol de la sciencia, y ellos comiendo, y asimismo pecando, y después
vestidos de túnicas pellíceas, y lanzados del paraíso, vivieron sin la justicia original, que habían
perdido, toda su vida en muchos trabajos y mucha penitencia; y consequenter discurrir con el
entendimiento más particularmente, usando de la voluntad como está dicho.

PUNTO 1: Por un hombre entró el pecado en el mundo


Dios hace al hombre a su imagen y semejanza.

4
Damaceno: originario de Damasco
5
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Para la reflexión patrística y premedieval el principio que rige toda la especulación patrística
en torno a Adán es la convicción de que Adán fue creado perfecto. Los motivos que aducían eran
dos: la perfección que corresponde a una naturaleza humana salida de las manos del Creador en
estado perfecto natural, y además por las dotes particulares que debía revestir Adán para cumplir
su misión de padre y educador del género humano. A la perfección natural de Adán los Padres
añaden dones preternaturales en la inteligencia, como la ciencia infusa, proyectada en él por el
Verbo de Dios5; en la voluntad, (San Juan Damasceno lo describe “decorado de todo género de
virtudes”6); y la gracia divina (San Juan Damasceno resume la enseñanza de los Padres anteriores
diciendo: “El soberano artesano que formó al hombre, le infundió su gracia divina, y por ella se
comunicó él mismo a su creatura”7); en cuanto al momento de la elevación al orden sobrenatural
favorecen la opinión de la creación y elevación simultánea en contra de la opinión de la creación
en un estado de rectitud natural y posterior elevación (tras la disposición de Adán para ser
elevado).
En cuanto a la esencia de la justicia original San Agustín la pone en la rectitud original de la
naturaleza, es decir, en la subordinación de lo inferior a lo superior: del cuerpo al alma, de la
concupiscencia a la voluntad, de la voluntad a Dios; sería un estado de ausencia de concupiscencia:
obedecer a Dios y no sentir en sus miembros la ley de la carne rebelándose contra la ley del Espíritu 8.
Dones naturales, preternaturales y sobrenaturales; dominio sobre las pasiones, sin movimiento
desordenados, inmortalidad corporal; reyes de la creación; sus cuerpos hermosísimos así como sus
almas. Todo esto se lo concedió Dios para un solo fin; para que, alabando a Dios, haciéndole
reverencia y sirviéndolo, llegasen a su perfección.
Pero les impone el deber de someterse al Creador. Como señal de esa sumisión les puso el
precepto de no comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Adán y Eva
desobedecieron; experimentaron por si mismos el bien y el mal y adquirieron al margen de Dios la
ciencia que había de hacerlos semejantes a Dios. Tentados por el demonio: Seréis como dioses.
Decía San Alberto Hurtado: “Es un pecado de la misma naturaleza que el de los ángeles. No
nos quedemos en el hecho externo que nos dice poco. Ponderemos lo que es alzarse contra Dios
Creador, contra Dios Padre, negarle lo único que quería en todo el mundo que es la santidad,
destruir nuestro ser sobrenatural”9.
Oyeron Adán y Eva a la serpiente y desconfiaron de Dios. Eso los llevó al pecado.

PUNTO 2: Las consecuencias del pecado original


El castigo que nos relata la Biblia lo sufrimos nosotros también: con dolor parirás los hijos... tu
marido te dominará... con fatiga sacarás el alimento... con el sudor de tu rostro comerás el pan... y
al polvo volverás.
Este pecado dejó tres heridas terribles en el alma de todos los hombres: ignorancia en el
entendimiento, inclinación de la voluntad al mal, debilidad ante la concupiscencia. Hagamos un acto
de fe en la realidad de este pecado y de su castigo.
“Mirarlo con una mirada llena de tristeza y dolor. Aquí no se trata de imaginar, sino de ver.
5
Por ejemplo, Juan Crisóstomo, Severiano de Gabala, San Agustín, San Cirilo de Alejandría (cf. In Ioann. I,9).
6
San Juan Damasceno, De Fide Orthodoxa, II,12.
7
San Juan Damasceno, De Fide Orthodoxa II,30.
8
San Agustín, De Nupt. et Concup., II, c.23.
9
SAN ALBERTO HURTADO, Un disparo a la eternidad, p. 196.
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Experimentalmente en mí veo los efectos: la gran dificultad que siento para las cosas del espíritu,
particularmente para la práctica de la virtud… desorden en los sentimientos, los hombres no se
entienden unos con otros, y cada uno tampoco consigo mismo; por todas partes mentira y maldad; no
encuentro un amigo fiel, ni un espíritu noble; en todas parte vicios e ignorancia... Es cierto que Dios
no quiso así el mundo. Lo que pasa ahora es efecto de la culpa del Paraíso”10.
Ej. subiendo a un cerro en Bariloche “qué macana se mandaron Adán y Eva”.
Ej. del Mochila: “maldita virtud”…
Pero lo más grave de todo: la pérdida del estado de gracia y la vida eterna.

PUNTO 3: Aplicación personal del hecho


Volvamos sobre nosotros, como hicimos al reflexionar en el pecado de los ángeles. Por un
pecado nuestros primeros padres tuvieron que sufrir tan horribles consecuencias, que habrían sido
peores sin la intervención de Cristo, consecuencias para ellos y todos nosotros, hasta el fin de los
tiempos.
Por un solo pecado.
¿Y mis pecados? Mis pecados ultrajan a un Dios bueno, con su gravedad, con su multiplicidad,
con su continuidad. Deben llenarme de vergüenza y confusión.

EL TERCER PECADO (tercera comparación) [52]


El gran número de mis pecados y el único pecado de algún hombre que estará actualmente
condenado en el infierno.

[52] 3º puncto. El tercero: asimismo hacer otro tanto sobre el tercero pecado particular de
cada uno que por un pecado mortal es ido al infierno, y otros muchos sin cuento por menos pecados
que yo he hecho. Digo hacer otro tanto sobre el 3 pecado particular, trayendo a la memoria la
gravedad y malicia del pecado contra su Criador y Señor, discurrir con el entendimiento cómo en el
pecar y hacer contra la bondad infinita, justamente a sido condenado para siempre, y acabar con la
voluntad, como está dicho.

PUNTO 1: La posibilidad del hecho es cierta


La revelación rigurosa no nos dice que un hombre haya sido de hecho condenado al
infierno por un solo pecado mortal; pero sí nos enseña que un solo pecado mortal merece el infierno
(Sant 2,10 “Porque quien observa toda la Ley, pero falta en un solo precepto, se hace reo de todos”).
San Gregorio Magno cuenta que en sus tiempos había en Roma un niño de unos 6 ó 7 años que
blasfemaba como un demonio por la menor cosa que le hiciesen. Un día, mientras su padre lo tenía en
sus brazos, el niño blasfemo gritó, temblando todo él: “Padre, defiéndeme, pues veo venir un animal
que me quiere llevar.” Y propinó una horrible blasfemia. Aquella fue la última, porque al instante
murió. Lloró aquél padre por no haber corregido nunca al hijo, aún tan pequeño y ya tan gran
pecador.
Ejemplo de Ananías y Safira: Hech 5, 1-9. Quienes formaban parte de la comunidad con los
primeros apóstoles, habían quedado de común acuerdo que venderían sus bienes y los pondrían en
10
Ibid, p. 196
7
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común, siendo los administradores los apóstoles.

“Un hombre llamado Ananías, de acuerdo con su mujer Safira, vendió una propiedad, y
se quedó con una parte del precio, sabiéndolo también su mujer; la otra parte la trajo y la puso
a los pies de los apóstoles.
Pedro le dijo: « Ananías, ¿cómo es que Satanás llenó tu corazón para mentir al Espíritu
Santo, y quedarte con parte del precio del campo? ¿Es que mientras lo tenías no era tuyo, y
una vez vendido no podías disponer del precio? ¿Por qué determinaste en tu corazón hacer
esto? Nos has mentido a los hombres, sino a Dios. »
Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y un gran temor se apoderó de cuantos lo
oyeron. Se levantaron los jóvenes, le amortajaron y le llevaron a enterrar. Unas tres horas más
tarde entró su mujer que ignoraba lo que había pasado.
Pedro le preguntó: « Dime, ¿habéis vendido en tanto el campo? » Ella respondió: « Sí, en
eso. » Y Pedro le replicó: « ¿Cómo os habéis puesto de acuerdo para poner a prueba al Espíritu
del Señor? Mira, aquí a la puerta están los pies de los que han enterrado a tu marido; ellos te
llevarán a ti. »
Al instante ella cayó a sus pies y expiró. Entrando los jóvenes, la hallaron muerta, y la
llevaron a enterrar junto a su marido.
Un gran temor se apoderó de toda la Iglesia y de todos cuantos oyeron esto”.

Pero pongamos un caso que podría ser más cercano a nosotros. Se trata de un hombre bonachón,
amable con todos, caritativo con los pobres, se preocupa por sus hijos, es trabajador, piadoso, va a
misa todos los domingos y hasta reza el rosario todos los días. Un día cedió ante una tentación... no
fue a Misa por un partido de fútbol, o por estar con los amigos; se quedó con una buena suma de
dinero en el trabajo, etc. Al otro día, ya no se levantó. Murió de un paro cardíaco. Un solo pecado
mortal. Un instante. La fe nos dice que si muere sin estar arrepentido, se condena.

Ej. ¿de una parienta del P. Larumbe?: ladrón que entra a robar y encuentra a la dueña de casa
escondida en el armario con esas cremas (máscaras) que usan las mujeres para la cara y con ruleros…
y se muere del susto.

PUNTO 2: Lo trágico
La justicia rigurosa de Dios se ejerce sobre el pecado personal del hombre con un castigo
personal. Después de mi primer pecado grave podría haber sido alcanzado por la muerte, y si hubiera
sido tan repentinamente que no hubiera sido posible arrepentirme, estaría yo en el infierno.
Hipótesis que no tiene nada de extraordinaria, cuando se piensa en las diarias eventualidades de
la presente vida.

PUNTO 3: Aplicación personal del hecho


No estoy en el infierno, sino en Ejercicios: es porque no he sido tratado por Dios según justicia,
sino con misericordia.
¡Si este sentimiento penetrase bien mi alma! ¡Si sintiese hasta lo más íntimo la amargura de una
vida pecadora que injurió al amor!
¡Cuánta humildad podría adquirir también ante tal consideración!
8
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Si he sido tantas veces perdonado, ha sido gracias a Cristo crucificado que me amó y se entregó
por mí (Gal 2,20). Su amor fue real, persona. Y está pidiendo mi amor, y en vez de dárselo; he
crucificado de nuevo a Cristo en mi corazón “Porque es imposible que quienes una vez fueron
iluminados, y gustaron también el don celestial, y llegaron a recibir el Espíritu Santo, y saborearon la
palabra divina y la manifestación de la fuerza del mundo venidero, y no obstante cayeron, vuelvan a
la conversión, ya que, para su propio daño, crucifican de nuevo al Hijo de Dios y lo exponen a
pública infamia” (Heb 6,4-6).

Coloquio de Misericordia [53]11


Terminemos esta meditación, no con angustia, sino con el alma henchida de
agradecimiento. Miremos el crucifijo y conversemos con el Señor “delante de mí y puesto en cruz,
que de criador es venido a hacerse hombre y de vida eterna a muerte Temporal, y así a morir por
mis pecados”.
Y luego de mirar largamente a Cristo, mirarme a mí mismo para ver lo que he hecho
por Cristo en mi vida pasada, si realmente he respondido bien a tanto amor; lo que hago ahora por
Cristo, con qué fervor estoy haciendo los Ejercicios, si me reservo algo, si estoy disipado,
desinteresado; y lo que haré por Cristo. Y así, contraponiendo lo que Cristo ha hecho por mí y lo que
yo hago por Cristo, ablandar mi corazón de roca, y hacerlo semejante al corazón de Jesús.
Estamos como San Ignacio luego de su conversión. Todavía no sabía qué debía hacer por
Cristo (lo mismo se preguntó San Pablo); pero ambos tenían la voluntad firme de hacer todo lo que
fuera en mayor servicio y alabanza de Dios; y por esos ambos fueron santos.
He pecado quizás más que el demonio, y quizás con más inteligencia que Adán, ya que
mis pecados han sido después de conocer a Cristo. La misericordia de Dios se explica en el crucifijo.
Mirarlo sin cansarme. No es sólo mi amigo sino el que me está reemplazando. Porque allí debería
estar yo. El no conoció el pecado pero fue colgado entre el cielo y la tierra. ¿Qué he hecho? ¿Qué
hago? ¿Qué haré? Ofrecerme al Señor, retractar mi mala voluntad. Vergüenza porque Cristo está
clavado en mi lugar. Amor, gratitud, reparación. Y terminar con un Pater noster.

11
En el punto siguiente, San Ignacio explica qué es un coloquio: [54] El coloquio se hace propiamente hablando,
así como un amigo habla a otro, o un siervo a su Señor; quándo pidiendo alguna gracia, quándo culpándose por
algún mal hecho, quándo comunicando sus cosas, y queriendo consejo en ellas; y decir un Pater noster. En el nº
199 lo explica con más detalle..
9

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