CPCCBA - Lopez Mesa - Tomo 1
CPCCBA - Lopez Mesa - Tomo 1
CPCCBA - Lopez Mesa - Tomo 1
TOMO I
(ARTS. 1º A 114)
LIBRO I
DISPOSICIONES GENERALES
TÍTULO I
ÓRGANO JUDICIAL
CAPÍTULO I
COMPETENCIA
Carácter
Art. 1º — La competencia atribuida a los tribunales provinciales es
improrrogable. Exceptúase la competencia territorial en los asuntos
exclusivamente patrimoniales, que podrá ser prorrogada de
conformidad de partes.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL(1)
A. Cuestiones generales
1. La determinación de la potestad jurisdiccional. Fundamento constitucional.
Ámbito de las medidas cautelares. La potestad jurisdiccional que invisten los
magistrados se encuentra circunscripta a la competencia en cada caso acordada
por la Constitución y/o las leyes (arts. 161, 166, 172 de la Constitución Provincial);
la competencia material es de orden público e improrrogable (Libro I, Título I,
arts. 1º a 6º, CPCC; Libro I, Título III, arts. 15 a 34, CPP; Capítulo I, arts. 1º a
6º, ley 11.653; Título I, Capítulo I, arts. 1º a 6º, CPCA) y, aun en el ámbito de las
medidas cautelares, el principio es que, salvo excepcionalísimas circunstancias,
deben abstenerse de actuar cuando el conocimiento de la causa no fuese de su
competencia(2) .
2 . La jurisdicción y sus límites . El desborde competencial es institucionalmente
negativo: i) genera incertidumbre ante la posible existencia de plurales decisiones
respecto de un caso, que se ve exacerbada si éstas resultan contradictorias; ii)
consecuentemente, dificulta o inhibe la concreción de las mandas y iii) conlleva un
dispendio de actividad jurisdiccional, a efectos de encauzar el déficit. De allí, la
directiva del legislador estableciendo el deber del juez de inhibirse de entender en
casos que no resultan de su competencia (art. 4º CPCC) (3).
3 . Demanda de inconstitucionalidad. Competencia. Suprema Corte de Justicia.
Orden público. La competencia que el art. 161 inc. 1º de la Constitución de la
Provincia atribuye a esta Suprema Corte es de orden público e improrrogable, por
lo que toda actuación de un magistrado en esta materia carece de uno de los
requisitos que hacen a su validez —competencia— y por lo tanto debe ser
anulada(4) .
4. Competencia. Determinación. Exposición de los hechos y el derecho. Para la
determinación de la competencia corresponde tomar en cuenta la exposición de
los hechos y el derecho que la actora invoca como fundamento de su
pretensión(5) .
5. Competencia. Concepto. Determinación por las limitaciones cuantitativas .
Competencia es el grado de aptitud que la ley confiere a un órgano jurisdiccional
frente a otros órganos de la jurisdicción, delimitando y regulando las relaciones
entre unos y otros. No es una aptitud sino un grado de aptitud, lo que implica un
conjunto de limitaciones cuantitativas, no tanto frente a la jurisdicción, sino frente a
otros órganos jurisdiccionales. Frente a una pluralidad de organismos
jurisdiccionales, es conveniente regular y delimitar el grado de aptitud de cada uno
de ellos(6) .
6. Competencia. Determinación. Cumplimiento de la obligación. Domicilio del
banco. Ejecución saldo deudor cuenta corriente . Corresponde al Juez del lugar
donde está el domicilio del banco conocer en la ejecución del saldo deudor de una
cuenta corriente, pues es allí donde debió cumplirse la obligación de mantener la
provisión de fondos(7) .
7. Competencia ordinaria. Determinación. Traba de la litis entre particulares. En
un pleito donde un particular persigue el resarcimiento de los perjuicios que afirma
haber padecido (daño material y daño moral por incumplimiento contractual, ante
la falta de instalación del servicio telefónico contratado) donde se trabó la litis entre
particulares y ninguno de los sujetos resulta ser persona aforada, ni tampoco el
interés del Estado Nacional se halla comprometido —siquiera indirectamente—,
ninguna duda cabe en cuanto a que es competente la justicia ordinaria(8) .
8. Competencia federal. Determinación . La Corte Sup. ha establecido que, en
atención a las expresas disposiciones de los arts. 2º, inc. 2º, 10 y 12, inc. 4º de
la ley 48, para que sea procedente el fuero federal mediante pluralidad de
litigantes, es necesario que cada uno de los actores o demandados tenga distinta
vecindad o nacionalidad respecto de su contraria y haya opuesto la excepción de
declinatoria, de modo que si alguno de ellos contestó la demanda sin hacerlo, ha
consentido la prórroga de jurisdicción en favor de la justicia provincial, impidiendo
a los demás reclamar el fuero federal(9) .
9. Competencia. Determinación en cuestión incidental. La cuestión incidental
respecto del juicio ejecutivo no puede quedar sometida a una competencia diversa
de la del juez de éste (art. 6º, inc. 1º del CPCC)(10) .
10. Competencia. Determinación. Alcance del "iura novit curia". La competencia
se determina, no en el momento de nacer la relación jurídica sino cuando se
reclama su protección al Juez. Conforme al art. 4º del Código Procesal Civil y
Comercial toda demanda debe interponerse ante juez competente, quien a su vez,
debe revisar su competencia. Ahora bien, si consideró que se encontraba
habilitado para intervenir y al contestarse la demanda no se planteó excepción
alguna, la contienda queda radicada. Una vez dado el consentimiento del
demandado la incompetencia queda purgada y ya no es posible repelar la
demanda. La posible corrección realizada por el Juez del error en el derecho
alegado por la actora de manera alguna puede modificar el objeto natural de la
demanda, ni puede justificar la introducción de oficio de acciones no planteadas
por la parte(11) .
11. Competencia. Por razón de la materia. Determinación. Pretensiones de
posible escisión. Existiendo en los autos dos pretensiones de posible escisión y
que, de esta manera, pueden tramitar autónomamente ante el juez competente en
razón de la materia, con el objeto de garantizar la tutela judicial continua y efectiva
(art. 15 de la Constitución provincial) y conservar la competencia ratione
materiae que, como regla, es improrrogable (cfr. arts. 1º del CPCC y 6º de la ley
12.008), cabe declarar la competencia del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil
y Comercial para entender en torno a la pretensión resarcitoria, y declarar la
competencia del Juzgado de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo
para conocer en la pretensión dirigida contra la Provincia de Buenos Aires por la
desaparición del cadáver de la morgue donde se condujo su autopsia(12) .
12. Competencia. Determinación. Exclusión de la autoridad eclesiástica. No
resulta competente la autoridad eclesiástica para entender en el proceso en que
se demanda la indemnización de los daños ocasionados por el supuesto
incumplimiento de deberes legales derivado de un contrato de trabajo (doct.
arts. 1º y 5º, inc. 3º, CPCC)(13) .
13. Competencia. Determinación. Importancia del perjuicio derivado de un acto
del poder público. El hecho de que el perjuicio denunciado provenga de un acto
del poder público no basta por sí solo para que sus consecuencias se diluciden
por la acción contencioso administrativa(14) .
14. Competencia. Determinación. Acción derivada de un accidente aéreo que no
afecta la navegación o el comercio aéreo . Si la acción versa sobre la pretensión
resarcitoria del derecho común derivada de un accidente aéreo que no afecta la
navegación o el comercio aéreo, ni se encuentra relacionada con el transporte
aéreo interprovincial, o vinculada con la seguridad, el comercio, los intereses de la
aeronavegación o con normas federales del derecho aeronáutico; resulta
competente para entender en las presentes actuaciones la justicia provincial(15) .
15. Competencia federal. Determinación. "Limitada. Necesaria. Privativa.
Excluyente". La competencia federal se asigna según distintos criterios (arts. 116 y
117 de la Constitución Nacional): "ratione materiae", "ratione personae" y "ratione
loci". La competencia federal se caracteriza por ser limitada y necesaria, privativa
y excluyente, e improrrogable cuando viene deferida por razón de la materia o del
lugar. Por tales motivos la incompetencia puede y debe declararse de oficio(16) .
16. Competencia. Determinación por la naturaleza de las pretensiones. La
competencia se ha de determinar de acuerdo con la naturaleza de las
pretensiones y exposición de los hechos que el actor concrete en su demanda y
no por las defensas opuestas por el accionado(17) .
17. Competencia. Ley nueva aplicable respecto de juicios ya iniciados. Las
leyes procesales modificatorias de la organización, jurisdicción o competencia de
los tribunales deben aplicarse de inmediato a los procesos pendientes, dejando a
salvo la validez de los actos cumplidos, en atención al carácter de orden público
que ostentan, pues tienden a la organización de la actividad jurisdiccional y no
afectan de ese modo, garantías, o principios de linaje constitucional. La ley que
cambia la organización o la competencia de un tribunal de justicia, si no dispone lo
contrario, se aplica desde la fecha de su vigencia. La irretroactividad de las leyes
procesales sólo rige respecto a los procesos terminados y actos de
procedimientos realizados; la ley nueva es aplicable en materia de competencia
aún respecto de juicios ya iniciados(18) .
18. Competencia. Carácter accesorio de la acción civil insertada en el proceso
penal. El carácter accesorio de la acción civil insertada en el proceso penal influye
fundamentalmente sobre su vigencia en dicho proceso frente a los avatares de la
acción penal. Así, cuando antes de comenzado el debate la persecución penal
cesa o queda suspendida conforme lo dispuesto en el art. 76 bis del Código Penal,
también se detiene el curso de la acción civil ejercida en el proceso penal,
quedando expedito el ejercicio de la misma en sede civil(19) .
19. Competencia. Fuero de menores. Cuestión debatida en torno a la
antigua ley 10.067. Si bien esta Corte ha resuelto, con criterio general y con
sustento en las disposiciones del decreto-ley 10.067, que el juez que ha prevenido
en el conocimiento de un menor, ya sea por motivos asistenciales o por hechos de
naturaleza penal, deberá entender en toda nueva causa que se origine respecto al
mismo, las particularísimas circunstancias del presente caso —varios menores
involucrados y la existencia de una causa asistencial respecto de uno de ellos que
tramitó en Bahía Blanca— determinan que sea conveniente la radicación de todos
los expedientes ante el Tribunal de Menores de La Plata que al disponer la
internación de otros menores (de la misma familia) en distintos hospitales de la
zona adoptando medidas de carácter tuitivo para el seguimiento de su evolución
—lo que implicó el ejercicio pleno de su competencia— excepcionan la aplicación
de aquel criterio, arribando a una solución en función de los principios procesales
de inmediación, economía y celeridad que imperan como pautas de conveniencia
en la resolución de los conflictos, más allá de la norma procesal aplicable(20) .
20. Competencia. La legislación local no puede regular rango y alcance de la
normativa de fondo. Habiendo delegado las provincias la facultad de dictar el
Código Civil al Congreso de la Nación y teniendo en cuenta el carácter netamente
procesal de las reglas sobre la competencia —contenidas en el Código Procesal
Civil y Comercial y el dec.-ley 9122/1978— no resulta procedente que la
legislación local pueda regular el rango y el alcance establecido por la normativa
de fondo (conf. arts. 31 y 75, inc. 12, de la Constitución Nacional)(21) .
21. Competencia. Conexidad. Las motivaciones deben revestir carácter de
actualidad . Constituye principio recibido que las motivaciones que llevan a
desplazar la competencia por razones de conexidad deben revestir carácter de
actualidad, esto es, involucrar a procesos pendientes (arts. 188, 189 y 194 CPC).
Por consiguiente, encontrándose concluido el proceso agregado por cuerda, se
desvanecen los lazos de conexidad y la posibilidad de emitir pronunciamientos
contradictorios(22) .
22. Competencia. Cuestión eclesiástica. La autoridad eclesiástica abarca todos
aquellos aspectos que hacen a la realización de sus "fines específicos" (art. I,
Acuerdo entre la Santa Sede y la República Argentina, suscrito el 10/10/1966,
aprobado por la ley 17.032), mas no es competente para conocer sobre las
cuestiones civiles (v.gr., acciones laborales, personales, reales, etc.)(23) .
COMENTARIO
1. La jurisdicción judicial
Todo acto cumplido por un juez o tribunal de justicia que contenga los
elementos del acto jurisdiccional constituye una exteriorización de la jurisdicción
judicial(24) .
El sistema de justicia se afirma en la existencia de un poder predictivo (25),
independiente (26), con la auténtica y exclusiva (27)finalidad de resolver conflictos
intersubjetivos (28).
Siempre que medie un conflicto entre particulares o entre un particular y el
Estado, referente a derechos subjetivos privados de aquéllos, o se encuentre en
tela de juicio la aplicación de alguna sanción de naturaleza penal, la intervención
de un órgano judicial resulta constitucionalmente ineludible. Tal exigencia resulta
de los arts. 18 y 109 de la Constitución Nacional(29).
Por tanto, la jurisdicción es la facultad que tiene el Estado para administrar
justicia por medio de los órganos judiciales instituidos al efecto, los cuales —en
función pública— tienen por finalidad la realización o declaración del derecho
mediante la actuación de la ley a casos concretos.
De tal suerte, podemos entenderla como la extensión funcional del poder
jurisdiccional, existiendo entre jurisdicción y competencia una relación cuantitativa
y no cualitativa, de género a especie. Por ello, decía con acierto Couture que
todos los jueces tienen jurisdicción; en rigor, posibilidad de realizar actos con
estructura sustitutiva, pero no todos tienen competencia para conocer un
determinado asunto. Un juez competente es, al mismo tiempo, juez con
jurisdicción; pero un juez incompetente es un juez con jurisdicción y sin
competencia (30).
El derecho del ciudadano a la jurisdicción (31)fue concebido en las
declaraciones de principios de los siglos XVIII y XIX que informaron a la
Declaración Universal de los Derechos Humanos del 10/12/1948. Ello permitió la
progresiva regulación de los derechos públicos subjetivos, primero en el plano
internacional y luego proyectándose en los ordenamientos jurídicos internos.
En nuestro país, fueron incluidos en el Pacto Internacional de los Derechos
Civiles y Políticos del 16/12/1966, en el Convenio Europeo para la Protección de
los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales del 4/11/1950 y en la
Constitución Federal reformada de 1994(32) .
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos y la labor de realización interna de sus decisiones e
interpretaciones, desarrollada a través de la voz decisiva de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación (33), construyen la línea ideológica a través de la cual se
puede dilucidar que el estándar básico en cuanto a juez natural (34)comprende los
siguientes elementos:
a) Que se trate de un tribunal competente, independiente e imparcial;
b) Que el tribunal haya sido establecido con anterioridad por la ley y sus
decisiones se enmarquen en un proceso legal(35) .
En el bloque de derechos y las garantías con proyección universal, se destaca,
junto con el derecho de vivir (36), el derecho a la integridad física, el derecho a la
libertad, el derecho a la igualdad, entre otros, el derecho a un proceso
equitativo (37), constituido por un conjunto de aspiraciones entre las que se
encuentra el derecho a un proceso justo (38), a concluirse dentro de un plazo
razonable (39)o, en expresión sinónima, sin dilaciones indebidas (40).
Vicente Gimeno Sendra define el acceso a un juez natural o legal como un
derecho fundamental que asiste a todos los sujetos del derecho, a ser juzgados
por un órgano creado conforme a lo prescrito por la Ley Orgánica correspondiente
y perteneciente a la jurisdicción ordinaria, respetuoso de los principios
constitucionales de igualdad, independencia, imparcialidad y sumisión a la ley y
constituido con arreglo a las normas comunes de competencia preestablecidos.
Añade que, en última instancia, el juez natural es el que señala la Constitución, el
designado conforme a las reglas y garantías plasmadas en el ordenamiento
jurídico, de suerte que la ley procesal no puede crear jueces ex post facto o con
posterioridad al hecho(41) , ni mucho menos, establecer dispensadores de justicia
especiales para un determinado caso o atribuir competencias a órganos extraños
a los jueces naturales, así se trate de circunstancias excepcionales o de
anormalidad(42) .
Couture dirá que la jurisdicción es la función pública realizada por órganos
competentes del Estado, con las formas requeridas por la ley en virtud de la cual,
por acto de juicio, se determina el derecho de las partes, con el objeto de dirimir
sus conflictos y controversias de relevancia jurídica, mediante decisiones con
autoridad de cosa juzgada, eventualmente factibles de ejecución.
Piero Calamandrei la define como la potestad o función que el Estado ejerce en
el proceso, por medio de sus órganos jurisdiccionales como garantía para la
observancia de las normas jurídicas.
2. La competencia
Si la jurisdicción(43) es un poder, y como tal único e indivisible(44) , definir la
competencia como una porción o como un límite de la jurisdicción, no esclarece el
concepto, sino que lo confunde haciendo aparecer a la jurisdicción como
fragmentada en competencias.
El criterio integralista de "porción o límite", figura en las definiciones de
Podetti(45) , y subyace la idea de que la jurisdicción es un presupuesto subjetivo
de la competencia, en tanto ésta significa el grado de aptitud que la ley confiere a
un órgano jurisdiccional para el ejercicio de sus funciones(46) , colocando el
concepto en la misma relación que existe entre persona y capacidad desde el
punto de vista civil, pero no es el único presupuesto, pues si lo fuera la institución
de la competencia no solamente carecería de autonomía, sino también de sentido.
El principio base relativo a la independencia de la judicatura es que toda
persona debe ser juzgada por tribunales ordinarios competentes, independientes e
imparciales, con arreglo a procedimientos legalmente establecidos para el
conocimiento y la resolución del caso que se le somete(47) .
Ahora bien, el presupuesto objetivo de la competencia es la pluralidad de
órganos jurisdiccionales(48) , lo cual hace necesario delimitar y regular las
relaciones de los tribunales entre sí, pues justamente se atribuye la parcela que
tiene cada juez para conocer y decidir el conjunto de causas con base en su
fracción de jurisdicción(49) .
Por tanto, la competencia consiste en el grado de aptitud que la ley confiere a
un órgano jurisdiccional frente a otros órganos de la jurisdicción(50) , delimitando y
regulando las relaciones entre unos y otros. En otros términos, concebida como
capacidad objetiva del juez(51) , es un presupuesto procesal para la constitución
de una relación jurídica procesal válida(52) .
La jurisdicción no obra oficiosamente, pues se encuentra en estrecha
vinculación con la facultad de los individuos de reclamar su actuación mediante el
"principio de demanda", a fin de incoar el procedimiento ordenado en los códigos
procesales y lograr, de tal modo, la justa composición del litigio.
En su regular ejercicio(53) , corresponde a los jueces decidir(54) . Interpretar y
aplicar la ley, absteniéndose de hacer declaraciones generales o abstractas(55) ,
dirimir cuestiones de intereses en los procesos contenciosos y declarar la certeza
legal en los procesos voluntarios, con el imperativo e indelegable deber de
motivación(56) .
En la jurisdicción contenciosa, sentenciando la causa de un modo particular,
concreto y declarativo, diferente de la instrucción y decisión de la causa en los
procesos voluntarios(57) .
Los límites internos de la jurisdicción están dados por la idea de competencia
que la ley le asigna a cada juez o tribunal atribuyendo una porción de la
jurisdicción. Así, cada tribunal ejerce su función dentro de su competencia y ésta
se determina mediante reglas.
Pueden generarse dos tipos de conflictos: las contiendas de competencia y las
cuestiones de competencia. La primera se refiere a la disputa entre dos o más
tribunales por considerarse a sí mismos competentes o incompetentes para
conocer de un asunto. Las cuestiones de competencia se activan mediante el
reclamo de una de las partes por considerar competente o incompetente al juez o
tribunal y existen dos formas de alegar por las partes, a saber: la inhibitoria y la
declinatoria.
3. Momentos jurisdiccionales
Son etapas que representan el desenvolvimiento del ejercicio de la función
jurisdiccional dentro del proceso.
La doctrina distingue algunas fases de la jurisdicción y tales momentos son tres:
de conocimiento, de juzgamiento, de ejecución. Las reglas competenciales son
aquellas disposiciones legales que permiten establecer la clase y jerarquía del
tribunal que debe conocer sobre un asunto determinado. Son de orden
público(58) , pues se refieren a la organización y a las atribuciones de los
tribunales de justicia. Por ello son irrenunciables y respecto de ellas no cabe la
prórroga de competencia, si un juez es incompetente de manera absoluta debe
declarar su incompetencia de oficio, Los factores de la competencia absoluta son
tres, a saber: cuantía, materia y fuero.
4. La jurisdicción federal(59)
El ámbito de la jurisdicción federal, esto es, la que corresponde al Poder Judicial
de la Nación, surge de los arts. 116 y 117 de la Constitución Nacional.
Es definida por Alsina como la facultad conferida al Poder Judicial de la Nación
(dígase el Estado federal) para administrar justicia en los casos, sobre las
personas y en los lugares especialmente determinados por la Constitución(60) .
Se establece que en la cima o cúspide de nuestro Poder Judicial se encuentra
la Corte Suprema(61) , que posee competencia originaria teniendo en cuenta la
calidad de las personas o sujetos de la litis (art. 117 "in fine" de la Constitución
Nacional), y apelada en razón de la materia (art. 116 de la Constitución Nacional).
Originariamente fue pensada para que funcionase como un tribunal de
apelaciones ordinarias en tanto se afectara al derecho federal sin perjuicio de su
competencia originaria. La ley 48(62) permitió ubicarla como un tribunal de
casación federal.
Al adoptar por su jurisprudencia la solución tomada por la Corte norteamericana
en el histórico caso "Marbury v. Madison", puso de manifiesto el papel de custodio
del orden constitucional que tiene el Poder Judicial; es claro que al respecto no se
lo puede considerar un tribunal constitucional a la europea.
La adopción por su jurisprudencia de la doctrina de la arbitrariedad afirmó su
vocación de convertirse en tribunal de garantías constitucionales, ya esbozada
desde antiguo. Sí se pauta claramente que una vez radicado un juicio ante los
tribunales de provincia, será sentenciado y fenecido en la jurisdicción provincial, y
sólo podrá apelarse a la Corte Suprema de las sentencias definitivas pronunciadas
por los tribunales superiores de la provincia(63) .
En los casos siguientes:
1) Cuando en el pleito se haya puesto en cuestión la validez de un tratado, de
una ley del Congreso, o de una autoridad ejercida en nombre de la Nación, y la
decisión haya sido contra su validez.
2) Cuando la validez de una ley, decreto de autoridad de provincia se haya
puesto en cuestión bajo la pretensión de ser repugnante a la Constitución
Nacional, a los tratados o leyes del Congreso, y la decisión haya sido a favor de la
validez de la ley o autoridad de provincia.
3) Cuando la inteligencia de alguna cláusula de la Constitución, o de un tratado
o ley del Congreso, o una comisión ejercida en nombre de la autoridad nacional
haya sido cuestionada y la decisión sea contra la validez del título, derecho,
privilegio o exención que se funda en dicha cláusula y sea materia de litigio.
Los jueces nacionales de sección tienen fijada su competencia originaria o de
primer grado en razón de la materia(64) , personas(65) , y del lugar(66) .
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
2. El turno
El turno, por último, consiste en una división temporal de órganos
jurisdiccionales que ejercen la misma competencia y atañe a una cuestión
puramente administrativa(122) .
Indelegabilidad
Art. 3º — La competencia tampoco podrá ser delegada, pero está
permitido encomendar a los jueces de otras localidades la realización de
diligencias determinadas.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Competencia. Indelegabilidad. Instancia extraordinaria. No se puede acceder
a esta instancia extraordinaria a través de una alegación de carácter
constitucional, pues contra la letra y el espíritu de la Constitución Nacional, los
tribunales superiores provinciales verían alterada la competencia que las propias
constituciones y leyes locales les asignan —facultad indelegada e indelegable a la
Nación (arts. 5º, 75 inc. 12, 116, 117, 121, 122 y 126, Const. Nac.)— pues para
otorgarle el conocimiento de causas que no les compete, bastaría que cualquiera
de los litigantes alegase con buen o mal fundamento que las leyes aplicables al
debate o la solución impugnada son contrarios a la Constitución Nacional(123) .
2. Competencia local. Cuestiones de derecho público local.
Indelegabilidad. Debe descartarse la existencia de materia federal cuando se trata
de una ejecución fiscal por cobro de la Tasa Municipal de Inspección de Seguridad
e Higiene; y su percepción por la Municipalidad, para asegurar su autonomía y el
cumplimiento de sus fines específicos, constitucionalmente tutelados (arts. 5º, 121,
123 Const. Nacional, y 190 y 192 Const. Prov.), no puede hacerse fuera de la
jurisdicción del Estado provincial pues el funcionamiento del régimen municipal es
materia propia del derecho público local y como tal, competencia indelegable de
los jueces de la provincia (124) .
3. Jurisdicción. Función del Estado indelegable. La competencia es la aptitud
otorgada a los jueces por la ley para conocer en las causas de determinada
materia, grado, valor o territorio. Si bien, la jurisdicción, como función del Estado,
es única, indelegable o indivisible, circunstancias de orden político hacen que la
Constitución Nacional haya organizado por delegación en el territorio de las
provincias una jurisdicción nacional o federal (arts. 108 y 110 Constitución
Nacional) encargada de conocer en las cuestiones que taxativamente prevén los
arts. 116 y 117. Esta jurisdicción federal, es limitada, excepcional y atribuida en
razón de la materia, de las personas o de los lugares(125) .
4. Competencia. Aptitud del juez indelegable para ejercer su jurisdicción. La
jurisdicción es indelegable y debe necesariamente ejercerse por la persona a
quien ha sido conferida. La competencia es la aptitud del juez para ejercer su
jurisdicción en un caso determinado, con exclusión de todo otro órgano
jurisdiccional(126) .
5. Competencia. Determinación. Indelegabilidad. Orden público federal.
Taxatividad. Si bien la jurisdicción como función del Estado es única, indelegable o
indivisible, circunstancias de orden público hacen que
la Constitución Nacional haya organizado una jurisdicción nacional o federal
(arts. 108 y 110 CN) encargada de conocer en las cuestiones que taxativamente
prevé en los arts. 116 y 117 del mismo cuerpo legal. Esta jurisdicción federal
es limitada, excepcional y atribuida en razón de la materia, de las personas o de
los lugares (127).
6. Competencia en materia concursal. Indelegable y excluyente. Las normas
atributivas de competencia en materia concursal resultan de orden público. Y,
como tal, es indelegable y excluyente, no derogable por la voluntad de las partes
pues todas las cuestiones de contenido patrimonial contra el concursado y los
reclamos sobre bienes deben ser resueltas por el juez del concurso,
sustanciándose un juicio de carácter universal para liquidar el patrimonio del
deudor y pagar pari gradu a todos los acreedores(128) .
COMENTARIO
1. La delegación funcional
El imperio es una manifestación de la jurisdicción(129) .
Es facultad inherente a ella(130) ser ésta indelegable. No obstante, es
pertinente comisionar a jueces de otros lugares para practicar determinadas
diligencias por medio de exhortos u oficios los que cuando son cursados dentro
del territorio de la República no requieren legalización(131) .
Para que la rogatoria pueda cumplirse es necesario que esté provista de los
recaudos necesarios y que basten para precisar en forma la medida
encomendada. Por lo general se tramitan con entrega al interesado, para que éste
lo presente ante el juez o tribunal que debe cumplirlo, según la naturaleza de la
causa en que ha sido librado, lo que no excluye su transmisión por vía postal o
electrónica(132) .
Conforme los arts. 131 y 132 del Código de forma las comunicaciones dirigidas
a autoridades judiciales nacionales, de otros Estados miembros o extranjeras se
realizan mediante exhorto. Respecto de estas últimas rigen los tratados y
acuerdos internacionales(133) . Como regulación subsidiaria se encuentra la
resolución 760 del año 1968 dictada por la Suprema Corte de Justicia que declara
su intervención formal en el trámite del exhorto librado a autoridades judiciales
extranjeras para el examen de la pieza, autenticación de la signatura del
magistrado, y elevación al Ministerio de Relaciones Exteriores de la Nación.
La competencia del juez encomendado se limita en principio al cumplimiento de
la rogatoria, de la que no puede excederse, ni aún con conformidad de las partes.
Declaración de incompetencia
Art. 4º — Toda demanda deberá interponerse ante juez competente, y
siempre que de la exposición de los hechos resultare no ser de la
competencia del juez ante quien se deduce, deberá dicho juez inhibirse
de oficio. Consentida o ejecutoriada la respectiva resolución, se
procederá en la forma que dispone el art. 8º, primer párrafo.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Reglas generales
Art. 5º — Con excepción de los casos de prórroga expresa o tácita,
cuando procediere, y sin perjuicio de las reglas contenidas en este
Código o en otras leyes, será juez competente:
1) Cuando se ejerciten acciones reales sobre bienes inmuebles, el del
lugar donde esté situada la cosa litigiosa. Si éstas fuesen varias o una
sola, pero situada en diferentes jurisdicciones judiciales, será el del
lugar de cualquiera de ellas o de alguna de sus partes, siempre que allí
tenga su domicilio el demandado. No concurriendo tal circunstancia,
será el del lugar en que esté situada cualquiera de ellas, a elección del
actor.
La misma regla regirá respecto de las acciones posesorias, interdictos,
restricción y límites del dominio, medianera, declarativa de la
prescripción adquisitiva, mensura y deslinde, y división de condominio.
2) Cuando se ejerciten acciones reales sobre bienes muebles, el del
lugar en que se encuentren o el del domicilio del demandado, a elección
del actor. Si la acción versare sobre bienes muebles e inmuebles
conjuntamente, el del lugar donde estuvieran situados estos últimos.
3) Cuando se ejerciten acciones personales, el del lugar en que deba
cumplirse la obligación, y, en su defecto, a elección del actor, el del
domicilio del demandado o el del lugar del contrato, siempre que el
demandado se encuentre en él, aunque sea accidentalmente, en el
momento de la notificación.
El que no tuviere domicilio fijo podrá ser demandado en el lugar en que
se encuentre o en el de su última residencia.
4) En las acciones personales derivadas de delitos o cuasidelitos, el
del lugar del hecho o del domicilio del demandado, a elección del actor.
5) En las acciones personales, cuando sean varios los demandados y
se trate de obligaciones indivisibles o solidarias, el del domicilio de
cualquiera de ellos, a elección del actor.
6) En las acciones sobre rendición de cuentas, el del lugar donde éstas
deban presentarse, y no estando determinado, el del domicilio del
obligado, el del domicilio del dueño de los bienes o del lugar en que se
haya administrado el principal de éstos, a elección del actor.
7) En las acciones fiscales por cobro del impuesto, tasas o multas, y
salvo disposición en contrario, el del lugar del bien o actividad gravados
o sometidos a inspección, inscripción o fiscalización; el del lugar en que
deban pagarse o el del domicilio del deudor, a elección del actor. Ni el
fuero de atracción ni la conexión modificarán esta regla.
8) En los procesos por declaración de incapacidad por demencia o
sordomudez, el del domicilio del presunto incapaz o, en su defecto, el de
su residencia. En los de rehabilitación, el que declaró la interdicción.
9) En los pedidos de segunda copia o de rectificación de errores de
escrituras públicas, el del lugar donde se otorgaron o protocolizaron.
10) En la protocolización de testamentos, el del lugar en donde debe
abrirse la sucesión.
11) En las acciones entre socios, el del lugar del asiento único o
principal de la sociedad, aunque la demanda se iniciare con
posterioridad a su disolución o liquidación, siempre que desde
entonces, no hubieren transcurrido dos años.
12) En los procesos voluntarios, el del domicilio de la persona en cuyo
interés se promuevan, salvo disposición en contrario.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Acciones reales(170)
1. Competencia. Obligaciones ambulatorias, reales o propter rem . Deuda
derivada del certificado de obra de extensión de red de gas natural. El fuero de
atracción que el art. 3284, inc. 4º, del Cód. Civil establece, a propósito del juez que
entiende en el proceso sucesorio sólo se ejerce sobre las acciones personales
pasivas contraídas en vida del causante. La ejecución promovida en autos sobre
la base de un certificado de deuda por obra de extensión de red de gas natural,
expedido por la Municipalidad de Quilmes, escapa a los principios que sustenta el
fuero de atracción, toda vez que la deuda que se reclama en el sub lite se
encuentra en la categoría de obligaciones propter rem que obligan
indeterminadamente al que aparece como titular del inmueble beneficiado por la
obra (art. 3266 del Cód. Civil). De tal modo, el hecho de que la sucesión de uno de
los titulares del inmueble tramite en la Capital Federal no altera la competencia del
juez lugar donde esta situado el inmueble para conocer de la acción que versa
sobre una peculiar obligación de la naturaleza prealudida (art. 5 inc. 7,
CPCC)(171) .
2. Competencia. Obligaciones ambulatorias, reales o propter rem . Medianería .
El art. 5 inc. 1º del CPC determina expresamente que cuando se ejerciten
acciones reales sobre bienes inmuebles, será juez competente el del lugar donde
esté situada la cosa litigiosa; y en su última parte establece que la misma regla
regirá respecto de la medianería por lo que cabe interpretar que la misma
comprende no sólo el derecho real de condominio sobre los muros o los cercos o
los fosos que se encuentran en los límites divisorios existentes entre inmuebles
vecinos y lindantes sino también los derechos y obligaciones que del mismo
emergen, tales como la obligación de contribuir a los gastos de conservación,
reparación o reconstrucción de la pared o muro medianero, o de la construcción y
conservación de paredes para cerramiento y división de sus heredades contiguas
o las de su pago(172) .
3. Competencia. Usucapión. Incidencia del proceso sucesorio del titular de
dominio. La acción de usucapión tiende a determinar la existencia de derechos
reales sobre un inmueble y no es atraída por el fuero sucesorio del titular del
dominio, por no tratarse de las acciones personales de los acreedores del difunto
ni de las relativas a bienes hereditarios suscitadas entre coherederos, que
determine el funcionamiento del fuero de atracción del art. 3284 del CCI(173) .
4. Competencia territorial. Acciones reales. Carácter relativo y renunciable. La
competencia territorial es de carácter relativo y renunciable, y puede ser
prorrogada, ya sea en forma expresa o tácita por las partes, se trate de acciones
reales o personales, pues no se opone a ello ningún principio de orden
público(174) .
5. Competencia territorial. Acciones reales. Prórroga expresa o tácita. La
competencia territorial en las acciones reales o personales, es de carácter relativa
y renunciable, siendo prorrogable en forma expresa e incluso tácita por las partes,
ya que no existe ningún principio que a ello se oponga(175) .
6. Competencia. Acciones reales inmobiliarias. Principio general. Lugar de
situación de la cosa litigiosa. El art. 5º, inc. 1º del ordenamiento ritual, dispone que
cuando se ejerciten acciones reales sobre bienes inmuebles —entre las que se
emplaza la división de condominio—, será juez competente... el del lugar en donde
esté situada la cosa litigiosa(176) .
7. Competencia territorial. Acciones reales. Pacto expreso de foro prorrogando .
La competencia territorial —trátese de acciones personales o reales que
correspondan al interés privado— es por regla prorrogable mediando conformidad
de partes, conformidad que puede ser expresa, si ha mediado un pacto de "foro
prorrogando", cuando se estipula por escrito cuál es el juez que ha de conocer de
los litigios que entre ellos se susciten, o bien tácita, cuando el actor promueve la
demanda y se somete al conocimiento de un juez por él elegido y, respecto del
accionado, cuando éste la contestara, dejara de hacerlo u opusiera excepciones
previas, pero sin articular la competencia(177) .
8. Competencia. Acciones reales. Imposibilidad de declaración oficiosa cuando
no existe planteado el impedimento procesal de incompetencia. Tratándose en el
caso de autos, de la competencia territorial, que es de carácter relativo y
renunciable, ésta puede ser prorrogada en forma expresa o tácita por las partes,
en las acciones reales, o personales como la presente, dado que no se opone a
ello principio alguno de orden público (arts. 1º, 2º y concs. del CPC). En
consecuencia, no habiéndose planteado el impedimento procesal de
incompetencia por medio de la excepción respectiva (art. 542 inc. 1º y concs. del
CPC), no resulta viable la declaración "ex officio"(178) .
9. Competencia. Acciones reales y posesorias. No influencia del fuero de
atracción. El fuero de atracción previsto por el art. 3284 del Código Civil no resulta
de aplicación a las acciones reales, ni a las posesorias, en las que prevalece la
competencia por el lugar donde esté situada la cosa litigiosa (art. 5º, inc. 1º del
ritual)(179) .
B. Acciones posesorias(180)
1. Competencia. Ejercicio de la acción posesoria. Exclusión de competencia
contencioso administrativa . Si la actora pretende ejercer una acción posesoria en
el marco de lo previsto por el art. 8º de la ley 24.734 a los fines de interrumpir la
prescripción interruptiva corta prevista en el art. 3999 del Código Civil, la materia
se encuentra expresamente excluida de la competencia contencioso administrativa
conforme lo previsto por el inc. 2 del art. 4º de la ley 12.008 —texto según ley
13.101—(181) .
C. Interdictos(182)
1. Competencia civil. Competencia contencioso administrativa. Interdictos.
Procedencia. Toda vez que la ley 12.008 —texto según ley 13.101— enumera
como un caso excluido de la competencia de los tribunales en lo contencioso
administrativo las controversias que tramiten mediante interdictos (art. 4º inc. 2º),
que la acción interpuesta es un interdicto de retener cuyo objeto es proteger la
posesión actual que tiene la actora sobre un inmueble de su propiedad ante la
amenaza de su afectación por parte de la comuna; al solo efecto de determinar
qué juez deberá entender en las actuaciones, la materia objeto de la pretensión es
ajena de la competencia que tienen atribuida los Juzgados en lo Contencioso
Administrativo (art. citado, y 604 y ss. del CPCC)(183) .
2. Competencia civil. Interdicto de obra nueva. Corresponde a la competencia
de la justicia en lo civil y comercial la acción de interdicto de obra nueva y de
retener interpuesta por el accionante, en tanto la ley 12.008 —texto según ley
13.101— excluye expresamente de la competencia de los tribunales en lo
contencioso administrativo las controversias que tramiten mediante interdictos
(art. 4º inc. 2º ley cit. y 608 y ss. del CPCC)(184) .
3. Competencia civil. Interdicto de retener . Más allá de que la demanda se
encauce contra uno de los sujetos enumerados en el art. 166 de la Constitución
provincial, si el objeto de la acción interpuesta es un interdicto de retener por parte
del actor; la cuestión resulta ajena a la competencia de los órganos del fuero en lo
contencioso administrativo, de la que expresamente se ha excluido a las
controversias que tramitan mediante los juicios de desalojo, interdictos y
pretensiones posesorias (art. 4º inc. 2º ley 12.008 —texto según ley 13.1018—
(185) .
D. Acciones personales
1. Competencia. Acciones personales. Facultad de opción del actor . La norma
contenida en el art. 5º inc. 4º del Código Procesal Civil y Comercial es clara al
establecer la facultad del actor de optar por la competencia territorial
correspondiente al lugar del hecho o al domicilio del demandado al ejercer una
acción personal, no siendo ocioso agregar que si existe un litisconsorcio pasivo,
esa elección puede ser hecha con relación a cualquiera de los mismos(186) .
2. Competencia. Acciones personales. Ámbito espacial de la Ley Procesal
provincial. El art. 5º inc. 4º del Código Procesal local establece la posibilidad, a
ejercer por el actor, de promover su acción en la jurisdicción del lugar donde el
hecho ocurriera, o en la correspondiente al domicilio del demandado, lo que se
traduce como la posibilidad de elegir entre jueces de distinta competencia
territorial. Esto no puede llevar a extender tales previsiones de manera de incluir
en ellas a otros territorios provinciales. Una recta interpretación del precepto en
cuestión, donde se tenga en cuenta el ámbito espacial de validez de la ley
procesal provincial y se apuntale la congruencia interna de la totalidad del
ordenamiento, indica que esta elección habrá de hacerse entre magistrados de
distinta competencia dentro del territorio de la provincia, sin que pueda concluirse
que también otorga derecho para optar entre las diversas jurisdicciones de la
totalidad del país, debiendo regirse estas cuestiones por aplicación de la regla
"locus regis actus"(187) .
3. Competencia. Acciones personales. Ausencia de lugar expreso o tácito.
Vigencia del domicilio del deudor. A los fines de determinar la competencia en las
acciones personales, si no existe lugar expreso de pago, ni tampoco tácito o
implícito, que debe surgir en forma clara y manifiesta sin dejar lugar a duda,
adquiere todo su vigor como punto determinante de la competencia, el domicilio
del deudor. Y aún en el supuesto del art. 5º inc. 3º del CPC, nadie puede sentirse
agraviado de ser demandado ante el juez de su propio domicilio, con sustento en
las normas procesales atributivas de competencia, sin que ni siquiera se haya
invocado un perjuicio o gravamen atendible que pueda derivarse de ser traído ante
estos Tribunales(188) .
4. Competencia. Acciones personales. Principio general del lugar de
cumplimiento de la obligación. Excepciones subsidiarias a la regla. Conforme con
lo establecido en el art. 5º inc. 3º del Código Procesal, el principio general para
determinar la competencia territorial en las acciones personales, es el lugar del
cumplimiento de la obligación, debiendo considerarse el domicilio del deudor o el
del lugar del contrato como excepciones subsidiarias a dicha regla general. En
esas condiciones, habiéndose otorgado la escritura pública en esta ciudad
resultan competentes los tribunales de este Departamento Judicial (art. 542 inc. 1º
CPCC) para conocer de la acción del escribano por el cobro de sus honorarios y
gastos(189) .
5. Competencia. Juicio de escrituración. Lugar de cumplimiento de la obligación.
Facultad de opción del actor. La regla general sobre competencia en los juicios por
escrituración está dada en el inc. 3º del art. 5º del CPCC cuando establece que si
se ejercitan acciones personales será competente el juez del lugar en que deba
cumplirse la obligación o, en su caso, cuando el actor lo elija el del domicilio del
demandado o el del lugar del contrato siempre que el demandado se encontrare
en él aunque sea accidentalmente en el momento de la notificación. Pero a no
dudar que ella encuentra su excepción en la posibilidad de prorrogar la jurisdicción
cuando las partes presten su conformidad —art. 1º Cód. cit.—(190) .
6. Competencia. Acción personal. Prestación alimentaria. Domicilio habitual del
acreedor. Cabe rechazar la excepción de incompetencia opuesta con fundamento
en el art. 5º inc. 3º del Cód. Procesal, que otorga preferencia en las acciones
personales —como los alimentos— al fuero del demandado, atento a la expresa
normativa del art. 228 del Cód. Civil (ref. por ley 23.515) que permite optar al actor
para demandar por alimentos ante el domicilio habitual del acreedor alimentario,
en la especie sito en otra ciudad distinta a la de aquél. En tal sentido ha de estarse
al denunciado por la actora, dado que la índole de su reclamo no permite presumir
que sea efectuado en jurisdicción ajena a su domicilio —donde se efectivizará
eventualmente la cuota— y sin que el demandado aportare, en tal sentido, prueba
en contrario(191) .
7. Competencia. Acciones personales de los acreedores del causante. Sucesión
demandada. Juez del último domicilio. Otorgándose jurisdicción en las acciones
personales de los acreedores del difunto al juez de su último domicilio (art. 3284
Cód. Civil) ello convierte en irrelevante, en orden a la aplicación de este precepto,
la apertura o no del sucesorio respectivo. Asimismo, funcionando el fuero de
atracción cuando la sucesión es demandada —como el sub júdice — pierde
virtualidad la alternativa procesal suscitada al actual la misma como reconviniente,
en tanto no le quita el carácter en cuya virtud quedó configurado de manera
definitiva el supuesto de atracción previsto por aquella norma(192) .
8. Competencia. Acciones personales. Principio general. La competencia para el
ejercicio de las acciones personales se establece, en virtud de lo estatuido por el
art. 5º inc. 3º del CPCC, por el lugar convenido expresa o tácitamente para el
cumplimiento de la obligación, quedando la elección del actor entre el domicilio del
demandado o el lugar del contrato sólo para el supuesto de falta de toda
determinación del primero(193) ..
9. Competencia. Acciones personales. Principio general. La competencia para el
ejercicio de las acciones personales se establece, en primer término por el lugar
convenido expresa o tácitamente para el cumplimiento de la obligación; y la
convención de las partes sobre el particular puede haber sido estipulada en forma
expresa o resultar tácitamente de otras circunstancias del negocio jurídico de que
se trata(194) .
10. Competencia. Acciones personales. Contrato de locación de obra. La
competencia para el ejercicio de las acciones personales se establece en primer
término, por el lugar expresa o tácitamente convenido para el cumplimiento de la
obligación y falta de toda determinación de éste —y a elección del actor— por el
domicilio del demandado o el del lugar del contrato con tal que el demandado
siquiera accidentalmente se encuentre en el mismo (art. 5º inc. 3º CPCC). El lugar
de cumplimiento de un contrato de locación de obra celebrado con un tallerista o
de un depósito comercial que pudiera derivarse al no concertarse el mismo y no
retirarse el vehículo que se dice confiado, es el del domicilio del propio taller tal
como surge de una costumbre notoria en la plaza(195) .
11. Competencia. Acciones personales. Jurisdicción estipulada en el contrato.
Acreedores directos y terceros demandantes . En las acciones personales, la
competencia se establece, en primer término, por el lugar convenido expresa o
tácitamente para el cumplimiento de la obligación y, a falta de toda determinación
de éste, y a elección del actor, por el lugar del domicilio del demandado o el lugar
del contrato. Tales reglas sufren excepciones en su aplicación, por la prórroga de
competencia, el compromiso de someter la cuestión a árbitros o amigables
componedores, la conexidad con un proceso pendiente, el fuero de atracción y la
excusación y recusación de los jueces. Tanto los acreedores directos al
cumplimiento de las obligaciones pactadas como los terceros sólo pueden
demandar a los deudores en la jurisdicción expresamente estipulada en el
contrato(196) .
12. Competencia. Acciones personales. Domicilio coincidente de la deudora y
acreedora en las facturas emitidas por la legitimada pasiva. En la competencia el
principio general en las acciones personales es la radicación del proceso en el
lugar de cumplimiento de la obligación, mientras los dos restantes extremos
fácticos para establecerla y que edicta el inc. 3º del art. 5º del Cód. Procesal,
conforman excepciones subsidiarias a la regla. Así entonces, si el "sub discussio"
se vertebra en tres facturas emitidas por la actora, donde tanto dicha parte como
demandada lucen con domicilio en la Ciudad de Quilmes y en las cartas
documentos emitidas por la legitimada pasiva se atribuye como domicilio la Ciudad
de Quilmes Oeste, el crédito reclamado que origina la articulación de la excepción
de incompetencia resulta inaudible, no sólo por lo preceptuado por el citado art. 5º
inc. 3º, sino, también, en función de la doctrina de los propios actos que veda
asumir actitudes que se perfilan netamente contrapuestas con las que les
precedieron y que se exhibieron como jurídicamente relevantes y plenamente
eficaces(197) .
13. Competencia. Acciones personales. Contrato de cuenta corriente bancaria.
Lugar de ubicación del banco donde la cuenta se ha abierto. Siendo que en el
caso de ejercitarse acciones personales será juez competente "el del lugar en que
deba cumplirse la obligación" (art. 5º, inc. 3º CPC) es advertible que es de la
naturaleza del contrato de cuenta corriente bancaria que la obligación de pago por
el cliente se cumpla en el lugar de ubicación del banco donde la cuenta se ha
abierto, en la que debe mantener suficiente provisión de fondos para que tal
institución cumpla con las órdenes de pago que emita (art. 791 Cód. Com. y regla
1.2.3.1. OPASI 2/88)(198) .
14. Competencia. Acciones personales. Lugar de celebración y cumplimiento
contractual. Constituye principio recibido, que nadie puede sentirse agraviado por
el hecho de ser demandado ante los jueces de su domicilio. Si a lo señalado se
aduna que en el "sub lite" coinciden con el domicilio de los demandados el lugar
de celebración y cumplimiento del contrato de marras, no cabe duda que la justicia
de ese lugar resulta competente para intervenir en estos obrados (art. 5º inc. 3º del
Código Procesal)(199) .
14. Competencia. Acciones personales. Supuestos de las obligaciones
solidarias y de las de objeto indivisible . Sienta como regla general el art. 5º inc. 3º
de la ley de enjuiciamiento que, para fijar la competencia territorial cuando se
ejerciten acciones personales, debe atenerse al lugar de cumplimiento del
compromiso o, a elección del actor, estarse al del domicilio del deudor; a lo que
cabe adunar lo normado por el inc. 5º del citado artículo, en cuanto establece que
cuando sean varios los demandados y se trate de obligaciones indivisibles o
solidarias, será juez competente el del domicilio de cualquiera de ellos, a elección
del actor(200) .
15. Competencia. Acciones personales de los acreedores del causante previas
a la división de la herencia. Atracción del sucesorio. El art. 3284 del Código Civil
contiene un precepto de naturaleza procesal al regular la competencia del Juez del
sucesorio. La norma impone una jurisdicción obligatoria, cuyo carácter de orden
público ha terminado por ser reconocida pacíficamente por los Tribunales.
Congruentemente con lo ordenado por el art. 3284 inc. 4º del Código citado, son
atraídos por el fuero del sucesorio las acciones personales de los acreedores del
causante antes de la división de la herencia. Queda así comprendida dentro de la
norma mencionada, la presente causa sobre cumplimiento de contrato y
escrituración(201) .
16. Competencia. Acciones personales. Contrato bilateral. Contratante que
acciona y circunstancias de la prestación . El inc. 3º del art. 5º del CPC dispone
que cuando se ejerciten acciones personales, la competencia se determina
prioritariamente por el lugar en que deba cumplirse la obligación cuyo
cumplimiento se reclama, y subsidiariamente, por el domicilio del demandado o
por el lugar del contrato, a elección del actor. Con respecto al lugar de
cumplimiento de la obligación, vale remarcar que si la misma emerge de un
contrato bilateral, resulta necesario distinguir cuál de los contratantes es el que
acciona, y es en base a las circunstancias de la prestación cuya satisfacción el
mismo exige que debe determinarse la competencia(202) .
17. Competencia. Acciones personales. Deudas nacidas con posterioridad a la
transmisión de la posesión hereditaria. Si bien el fuero de atracción se mantiene
hasta la partición hereditaria, lo hace sólo respecto de las acciones derivadas de
obligaciones y créditos nacidos o contraídos en vida del causante, con excepción
de las que constituyen, según la ley, cargas de la sucesión —con los gastos
funerarios o causídicos— (arts. 3474, 3490, Cód. Civ.) Aquellas nacidas con
posterioridad a la transmisión de la posesión hereditaria constituyen deudas
personales de los herederos, no siendo, entonces, las acciones a las que su
reclamo dé lugar comprendidas en el fuero de atracción. Ellas deben, pues,
tramitar por ante el juez que corresponda, según las reglas de competencia
generales que les sean aplicables(203) .
18. Competencia. Acciones personales. Deudas por alimentos incumplidas con
anterioridad al fallecimiento del obligado. Pasivo de la sucesión. El inc. 4º del
art. 3284 del Cód. Civil norma que son de competencia del Juez del sucesorio las
acciones personales de los acreedores del difunto hasta la división de la herencia.
La existencia de un reclamo por cuotas alimentarias que se denuncian incumplidas
con anterioridad a la fecha del fallecimiento, es suficiente para considerar
verificadas en el caso las razones de orden jurídico y práctico que dan fundamento
al fuero de atracción —uniformidad de la liquidación y transmisión de los bienes,
economía procesal y seguridad jurídica— desde que el intento de ejecución del
convenio ha dejado de ser eventual y se ha transformado en un claro reclamo
personal contra el causante. Asimismo, recuérdese que la deuda por alimentos
que en su caso se haya acumulado hasta la muerte del causante formará parte del
pasivo de la sucesión(204) .
19. Competencia. Acciones personales. Relación de consumo. Pagaré.
Limitaciones cognoscitivas de los procesos de ejecución. Domicilio de pago y
domicilio del deudor. Finalidad protectoria y equilibrante de la ley 24.240. La Sup.
Corte Bs. As., en el fallo C. 109.305, "Cuevas, Eduardo Alberto c/ Salcedo,
Alejandro René s/ Cobro Ejecutivo" del 1/9/2010, estableció que si bien imperan
en el ámbito de las relaciones de financiación para consumo las limitaciones
cognoscitivas propias de los procesos de ejecución, que impiden debatir aspectos
ajenos al título (conf. art. 542 CPCC), es posible una interpretación de la regla
aludida a la luz de los principios derivados de la legislación de protección de
usuarios (arts. 1º, 2º, 36 y 37, ley 24.240). Admitir que la abstracción
procedimental o cambiaria impida la aplicación del art. 36 de la citada ley
24.240, burlaría su finalidad protectoria y equilibrante. Aguardar que sea el deudor
(usuario o consumidor) quien por vía de excepción introduzca la cuestión,
importaría no sólo eventualmente posponer o diferir su análisis, sino también, lo
que es más importante, frustrar la protección que impone la ley. Es dable señalar
que sin perjuicio de la validez del domicilio de pago expuesto en el pagaré que
obra a fs. 3, a los fines netamente cambiarios (arts. 40 a 42, 45, 48 a 50, 64 a 70,
89, 103, 104 y concs. dec.-ley 5965/1963) y que el mismo de ordinario fija la
competencia territorial (arts. 1º, 2º, 101, 102, 103 y concs. dec.-ley citado), no es
posible atribuir a dicho domicilio esta última aptitud cuando el librador del
documento y ejecutado es consumidor en una relación de crédito (arts. 1º, 18, 42,
75 inc. 22 y concs. CN; 1º, 2º, 3º, 36, 37, 65, ley 24.240; 1º, 2º, 101, 102, 103,
dec.-ley 5965/1963; 1º, 2º, 34 inc. 5º "c" y "d" y 36 inc. 2º, 163, 352 inc. 1º, 375,
384 CPCC)(205) .
COMENTARIO
1. Acciones reales inmobiliarias, mobiliarias y pretensiones afines
Se establece la competencia territorial con sustento en la causa fuente de la
pretensión, ante la ausencia de acuerdo de prórroga.
En las acciones reales inmobiliarias determina por la situación de la cosa
litigiosa, que en caso de ser de varias las cosas y situadas en diversas
jurisdicciones, se determina por el lugar del domicilio del demandado, coincidente
con el de la situación de alguna de ellas, o por esta última variante pero a elección
del actor. Son de aplicación los arts. 2502, 2503, 2756 y 2757 del Código Civil y se
aplican estas reglas, para evitar discusiones, incidentes, en fin dilaciones, a las
acciones posesorias (arts. 617, 617 bis y 617 ter del CPCCBA) a los interdictos
(arts. 600/616 del CPCCBA), restricción y límites de dominio (art. 320 inc. 2º g) del
CPCCBA), medianería (arts. 320 inc. 2º b), acción declarativa de prescripción
adquisitiva (arts. 679/682 del CPCCBA), mensura (arts. 655/669 del CPCCBA),
deslinde (arts. 670/672 del CPCCBA) y división de condominio (arts. 673/675 del
CPCCBA). Asimismo, se ha declarado que rigen los mismos principios para el
juicio de expropiación(228) , aunque sea promovido por el propietario y el de
inscripción de la cancelación hipotecaria en el Registro de la Propiedad Inmueble.
Asimismo en el juicio de escrituración.
En lo referente a las acciones reales mobiliarias (arts. 2318, 2323 y ss. del
Código Civil), el actor puede optar por el domicilio del demandado y el del lugar en
el que la cosa de halle.
2. Acciones personales
En las acciones personales, el principio fundamental que sienta el precepto es
que debe estarse al lugar expresa(229) o implícitamente acordado por las partes
para el cumplimiento de la obligación, el que prevalece sobre el domicilio del
demandado. A falta de manifestación expresa o presunta de voluntad, la
competencia en dichas acciones se determina por el domicilio del demandado o el
del lugar del contrato, con tal que aquél se encuentre en él, aunque sea
accidentalmente, en el momento de la notificación, si no tiene domicilio conocido la
fijación se define por su última residencia o el lugar en que se halle a la fecha del
emplazamiento(230) .
En el caso de sujeto demandado plural donde surgen distintos domicilios y se
trate de obligaciones indivisibles en cuanto a su objeto o solidarias en cuanto a la
triple identidad de sus elementos(231) , el actor puede optar entre los jueces que
sean competentes en razón del domicilio de cualquiera de ellos.
En el juicio de pago por consignación(232) , el juez del lugar de la demanda
principal por el pago de la obligación.
3. Los títulos de crédito. Situación en que se constata fehacientemente
una relación de consumo. El cheque
En cuanto a los títulos circulatorios, concretamente la competencia atribuida
para la ejecución del pagaré, se rige por el lugar de creación del
instrumento(233) .
Sin embargo, tratándose de pagarés emitidos con base en una relación de
consumo(234) la jurisprudencia dominante(235) indica que la fijación de la
competencia debe regirse por el domicilio del deudor. En efecto, si bien impera en
el ámbito de las relaciones de financiación para consumo, las limitaciones
cognoscitivas propias de los procesos de ejecución, que impiden debatir aspectos
ajenos al título (conf. art. 542, CPCC), es posible una interpretación de la regla
aludida acorde con los principios derivados de la legislación de protección de
usuarios (arts. 1º, 2º, 36 y 37, ley 24.240)(236) y dicha lectura "armonizante"
consiste en autorizar a los jueces a declarar de oficio(237) la incompetencia
territorial a partir de la constatación (mediante elementos serios y adecuadamente
justificados) de la existencia de una relación de consumo a las que se refiere el
art. 36 de la LDC(238) .
Sin embargo, cuando no se constate (mediante elementos serios y
adecuadamente justificados) la existencia de una relación de consumo a las que
se refiere el art. 36 de la Ley de Defensa al Consumidor, que permita juzgar la
cuestión de un modo diverso, es correcta la ejecución de pagarés iniciada en los
tribunales competentes según el lugar de cumplimiento de las obligaciones
indicado en el propio documento (art. 5º inc. 3º, CPCC) y resulta prematura toda
declaración oficiosa de incompetencia(239) .
En cuanto al cheque, la determinación se observa por el domicilio del banco
girado, y subsidiariamente a opción del tenedor, por el domicilio del titular de la
cuenta que consta consignado en la institución bancaria. Empero, no priva al
portador a demandar al deudor ante el juez del domicilio real de éste, saldo el
endosante que queda sujeto a la competencia derivada de la demanda instaurada
contra el deudor principal. Los conflictos que versen sobre letras de cambio
quedan determinados por la competencia que deriva del lugar designado para el
cumplimiento, y en caso de ausencia de convenio, por el lugar designado al lado
del nombre del girado(240) .
6. El divorcio
El sistema procesal bonaerense no contiene disposición concreta que regule la
competencia en materia de divorcio, separación o nulidad de matrimonio(247) .
El art. 227 del Cód. Civil, por medio de la reforma de la ley 23.515, establece
que, tanto las acciones de separación personal y divorcio vincular como así
también las que versen sobre los efectos del matrimonio, deberán intentarse ante
el juez del último domicilio conyugal efectivo o ante el del domicilio del cónyuge
demandado.
El art. 104 de la ley 2393 disponía que tanto las acciones de divorcio como de
nulidad debían intentarse en el domicilio de los cónyuges.
Para resolver las dificultades que se creaban en virtud de los casos en donde no
coincidía el domicilio de los cónyuges con el que había sido el domicilio conyugal,
la doctrina y la jurisprudencia concluyeron por interpretar que las acciones de
divorcio y de nulidad de matrimonio debían interponerse ante el juez del último
domicilio conyugal, aunque esto no fuese el de los esposos al tiempo de
promoverse la demanda.
Esta es la solución adoptada por el art. 227 que alude al último domicilio
conyugal efectivo o sea el último domicilio que los cónyuges tuvieron de consuno.
Por lo tanto la competencia queda atribuida en todos los casos al juez del último
domicilio conyugal efectivo, aun cuando alguno de los cónyuges hubiese
trasladado su domicilio al extranjero al tiempo de promoverse la acción. Pero la ley
otorga una opción por parte del actor (esposa o esposo) para entablar la acción
ante el juez del domicilio del cónyuge demandado.
7. Cuestiones societarias
El art. 5º de la Ley de Sociedades Comerciales(248) fija la competencia de las
sociedades inscriptas en el lugar del domicilio social inscripto. Si se trata de una
sociedad de inscripta regularmente(249) será el del lugar del domicilio de la sede
social.
9. El proceso de adopción
De acuerdo a lo dispuesto por el art. 321 del Código Civil la demanda debe
interponerse ante el juez o tribunal del domicilio del adoptante o del lugar donde se
otorgó la guarda que debió serlo por el domicilio del niño o donde se hubiese
comprobado el abandono(258) .
En la Provincia de Buenos Aires la ley de procedimiento de adopción(259) ,
tiene por objeto establecer el procedimiento de adopción en la Provincia de
Buenos Aires.
Establece como principios básicos: a) el interés superior del niño; b) el respeto
por el derecho a la identidad; c) el agotamiento de las posibilidades de
permanencia en la familia de origen o ampliada; d) la preservación de los vínculos
fraternos, priorizándose la adopción de grupos de hermanos en la misma familia
adoptiva o, en su defecto, el mantenimiento de vínculos jurídicos entre los
hermanos, excepto razones debidamente fundadas; e) el derecho del niño, niña o
adolescente a ser oído y a que su opinión sea tenida en cuenta según su edad y
grado de madurez, siendo obligatorio su consentimiento a partir de los diez (10)
años. El Juez deber oír al niño(260) , niña o adolescente cada vez que éste lo
solicite. f) el derecho a no ser discriminado. g) el derecho a conocer sobre su
historia filiatoria de origen.
Respecto de la competencia(261) , afirma que es el Juez de Familia del
domicilio donde el niño, niña o adolescente resida habitualmente. Para el caso que
se desconozca dicho domicilio será competente el del lugar en que se encuentre
el niño, niña o adolescente, o el del Juez de Familia donde se hubiesen tomado
las primeras medidas de protección. Se encuentra regulada en los arts. 3º y 22. Si
bien no se especifica, corresponde interpretar que el art. 3º se refiere a la
competencia en el proceso tendiente a la declaración de adoptabilidad y
otorgamiento de la guarda con fines de adopción, y el art. 22 a la adopción
propiamente dicha. En el art. 22, al referirse a las normas sobre el proceso de
adopción, determina que la acción tramitará ante el juez de familia que otorgó la
guarda con fines de adopción o, a elección de los pretensos adoptantes, al del
lugar en que el niño tiene su centro de vida.
Cabe comparar dichas previsiones con las disposiciones contenidas en el
Código Civil en referencia a esta materia. Encontramos el art. 312 párrafo tercero,
que se refiere a la competencia para otorgar la guarda, asignándosela al juez del
domicilio del niño o donde se hubiere comprobado el abandono. En cuando a la
competencia territorial, sin perjuicio de las diferencias de redacción, el sentido es
el mismo. En cuanto a la competencia en razón de la materia, actualmente queda
determinada en el ámbito de la provincia de Buenos Aires la competencia del fuero
de familia para entender en la cuestión analizada, que anteriormente se le
asignaba a los jueces de menores(262) . Asimismo, el art. 312 inc. a), establece
que la acción debe interponerse ante el juez o tribunal del domicilio del adoptante
o el lugar donde se otorgó la guarda. Hay similitud entre ambas normas en cuanto
a la posibilidad de asignarle competencia al juez que intervino en la guarda. En
cuanto a la referencia del centro de vida del niño, se entiende que es el lugar
donde el niño, niña o adolescente, hubiese transcurrido en condiciones legítimas
la mayor parte de su existencia(263) , ya que la residencia del niño es el eje a
tener en cuenta para determinar el juez competente(264) .
Allí radica la diferencia entre ambas declaraciones normativas. La ley 14.528 se
acerca al principio general de este Código, que establece que los procesos
voluntarios será competente el juez del domicilio en cuyo interés se
promuevan(265) .
Otra novedad interesante que repercute en la celeridad del trámite es que la ley
le imprime los plazos del procedimiento sumarísimo y la habilitación de días y
horas inhábiles, de conformidad con el art. 496 del CPCC(266) .
10. El amparo(267)
La garantía de amparo podrá ser ejercida por el Estado en sentido lato o por
particulares, cuando por cualquier acto, hecho, decisión u omisión, proveniente de
autoridad pública o de persona privada, se lesione o amenace, en forma actual o
inminente con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, el ejercicio de los derechos
constitucionales individuales y colectivos.
El amparo procede ante cualquier juez siempre que no pudieren utilizarse, por la
naturaleza del caso, los remedios ordinarios sin daño grave o irreparable y no
procediese la garantía de "hábeas corpus". No procede contra leyes o contra actos
jurisdiccionales emanados del Poder Judicial. La ley regulará el amparo
estableciendo un procedimiento breve y de pronta resolución para el ejercicio de
esta garantía, sin perjuicio de la facultad del juez para acelerar su trámite,
mediante formas más sencillas que se adapten a la naturaleza de la cuestión
planteada.
En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se
funde el acto u omisión lesivos".
En virtud de la regla amplia de competencia en el amparo, "cualquier juez"
(art. 20.2 Constitución bonaerense) "de primera instancia" se halla habilitado para
conocer y decidir en el ámbito de la acción de amparo, sin que quepa efectuar
distinción alguna en razón de la materia, ni en función de la índole del tribunal al
que le toque intervenir.
La Sup. Corte Bs. As., con la resolución 1358/2006 del 14/6/2006, que
instrumenta el ingreso y asignación de los amparos deducidos ante la justicia
provincial, había puesto fin a reiteradas cuestiones de incompetencia, motivadas
por la inobservancia de la letra del art. 20.2 de la Constitución bonaerense.
En el art. 1º de dicha resolución se establece que: "El ingreso y asignación de
las acciones de amparo se sujetará al régimen de la presente. La receptoría
general de expedientes de cada Departamento Judicial deberá efectuar el sorteo
entre todos los órganos jurisdiccionales de primera instancia o de instancia única,
de los fueros civil y comercial, penal, laboral, familia, menores y contencioso
administrativo. Los Juzgados de Paz Letrados entrarán igualmente en el sorteo
sólo en la medida de su competencia territorial".
En esta línea, la nueva ley 13.928(268) , en el art. 3º parte 1ª, establece que:
"En la acción de amparo será competente cualquier Juez o Tribunal letrado de
primera o única instancia con competencia en el lugar donde el hecho, acto u
omisión cuestionados tuviere o hubiese de tener efectos".
Reglas especiales
Art. 6º — A falta de otras disposiciones, será juez competente:
1) En los incidentes, tercerías, citación de evicción, cumplimiento de
transacción celebrada en juicio, ejecución de sentencia, regulación y
ejecución de honorarios y costas devengadas en juicio, obligaciones de
garantía y acciones accesorias en general, el del proceso principal.
2) En los juicios de separación de bienes y liquidación de la sociedad
conyugal, el del juicio de divorcio o nulidad de matrimonio.
3) En la exclusión del cónyuge, tenencia de hijos, alimentos y
litisexpensas, el del juicio de divorcio o nulidad de matrimonio, mientras
durare la tramitación de estos últimos.
4) En las medidas preliminares y precautorias, el que deba conocer en
el proceso principal.
5) En el pedido de beneficio de litigar sin gastos, el que deba conocer
en el juicio en que aquél se hará valer.
6) En el juicio ordinario que se inicie como consecuencia del ejecutivo,
el que entendió en éste.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Incidentes
1. Competencia. Incidente de redargución de falsedad de certificado de
defunción integrado al proceso laboral. Si se plantea un incidente de redargución
de falsedad de una partida de defunción que fuera agregada a un juicio laboral
como prueba, es competente para entender en el incidente el Tribunal del Trabajo
ante quien tramita el juicio laboral(275) .
2. Competencia. Incidentes. Proceso principal. Por expreso imperativo legal, las
cuestiones planteadas en un incidente deben ser resueltas por el magistrado que
entiende en el proceso principal (arts. 6º inc. 1º del Código Procesal). Razones de
economía procesal, así como la vinculación jurídica, son precisamente las que
gravitan para que el incidente deba tramitarse ante el mismo juzgado donde lo
hace el proceso principal(276) .
3. Competencia. Cobro de honorarios. Naturaleza incidental. A las demandas
por cobro de honorarios debe atribuírseles el carácter de incidentes dentro del
juicio en que han sido devengados y su conocimiento es de la competencia del
juez que entendió en las actuaciones principales. Ello no significa, por cierto, que
la referida ejecución deba tramitar en el mismo expediente y por las normas del
art. 175 y sigtes. del CPCC, sino por las que rigen el proceso compulsorio, toda
vez que se trata de un proceso de esa índole que sólo es incidental por la relación
que tiene con otro principal(277) .
4. Competencia. Cuestiones de familia. Estrecha relación. Proceso original. Las
cuestiones propuestas por la actora deben plantearse y decidirse ante el mismo
tribunal que previno en el proceso original, pues si la esposa apartándose de lo
decidido con relación a la guarda y custodia de las hijas, dispuso modificar la
situación de éstas con el traslado a este país, excediendo sus facultades e
impidiendo al padre a realizar las visitas en la forma establecida, esta actitud
modifica sustancialmente lo que es de cumplimiento obligatorio en los términos de
los arts. 497 y 499 incs. 1º y 3º del Código Procesal. Ello no sólo porque los
incidentes deben ser resueltos por el juez del pleito principal, por cuanto
constituyen cuestiones contenciosas vinculadas al proceso que primero ha tenido
existencia y que guardan estrecha relación con él (arts. 6º inc. 1º y 499 incs. 1º y
3º Cód. Proc.), tanto más que estas actuaciones no se justifican sin las
precedentes tramitaciones en España, sino porque en materia de alimentos la
competencia del órgano jurisdiccional que intervino en el juicio de divorcio
encuentra fundamento normativo en los arts. 162, seg. párr. y 228 inc. 1º Cód.
Civil(278) .
5. Competencia. Conexidad. Homologación. Convenio de honorarios. Trámite
accesorio. La homologación de un convenio de honorarios tramitado por las reglas
del procedimiento de los incidentes por expreso pedido del letrado, y referido a "la
labor profesional de patrocinio y/o representación letrada en las actuaciones
judiciales y/o extrajudiciales a promoverse y/o continuarse" respecto de un trámite
sucesorio específico, es un accesorio que debe seguir la suerte de lo principal.
Nada obsta a ello la estipulación por las partes firmantes respecto a la jurisdicción
de un determinado Juzgado para el caso de contienda judicial, si el mismo se ha
declarado incompetente respecto de su entendimiento en el juicio universal.
Mucho menos aún si la prórroga de jurisdicción resultaba indisponible por haber
tenido la causante el último domicilio en otra provincia (arts. 523, 524, 3284 y
concs. Cód. Civil; art. 6º inc. 1º CPCC) (279).
6. Competencia. Conexidad. Diligencia preliminar ya iniciada. Acordada
2212/87. Fundamento en el artículo 34 inciso 5º del Código Procesal. Conforme
surge el art. 7 de la Acordada 2212/87 de la Excma. Sup. Corte Bs. As. "...los
incidentes y causas que deban radicarse en una determinada secretaría con
motivo de su vinculación con otra causa en trámite..." evadirán el sorteo siempre
que existan razones suficientes "...apreciadas por el magistrado..." (art. 8º Ac.
citado), función de los principios de conexidad y economía procesal (art. 34 inc. 5º
del CPCC), no habiendo disparidad en lo atinente a la competencia territorial y por
razón de la materia, y por aplicación analógica del acuerdo referenciado en el
apartado anterior, cabe entender, razonablemente, que la diligencia preliminar ya
iniciada, es una cuestión vinculada estrechamente a esta causa en trámite, que
configura un supuesto de excepción al sorteo previsto en el acuerdo citado(280) .
7. Competencia. Incidente de ejecución de sentencia. Obligaciones emanadas
de sentencia dictada en acción por despido de integrantes de sociedad
demandada. Resulta competente el juez Civil y Comercial para entender en el
incidente de ejecución promovido a fin de que se extienda el compromiso de
asumir las obligaciones emanadas de la sentencia dictada en la acción por
despido a los integrantes de la sociedad demandada(281) .
8. Competencia. Incidente de ejecución de sentencia. Normativa de la Ley de
Sociedades. Jurisdicción civil. El incidente de ejecución de sentencia promovido,
más allá de su procedencia, estando en juego normas de la ley de sociedades,
resulta ajeno a la competencia de los Tribunales del Trabajo y propio de la justicia
Civil y Comercial (arts. 1º, 3º, 4º y concs. del CPCC)(282) .
9. Competencia. Sucesión. Fijación de canon de un bien hereditario. Trámite
incidental. Si bien la sucesión, como procedimiento judicial, no tiende a satisfacer
pretensiones resistidas o insatisfechas que excedan su marco y desvirtúen su
finalidad, es lo cierto que el reclamo por fijación de un canon dirigido contra quien
usa en su exclusivo beneficio un bien hereditario, no puede ser dirimido dentro del
proceso sucesorio sino que debe tramitar como incidente por la vía prevista por los
arts. 175 y siguientes, con los recaudos que dichas normas contienen, ante el juez
de la sucesión, ya que se trata de uno de los supuestos clásicos de controversias
entre coherederos concernientes a los bienes hereditarios (arts. 3284 inc. 1º, Cód.
Civil)(283) .
10. Competencia. Incumplimiento del régimen de comunicación. Proceso
original. La cuestión propuesta —incumplimiento del régimen de visitas fijado
judicialmente— debe plantearse y decidirse ante el mismo tribunal que previno en
el proceso original, ello así porque los incidentes deben ser resueltos por el juez
del pleito principal, ya que constituyen cuestiones vinculadas al proceso que
primero ha tenido existencia y que guardan estrecha relación con él (art. 6º inc. 1º,
Cód. Procesal). El principio de la "perpetuatio juridictionis" impide que un nuevo
juez conozca lo que fue materia de un juicio ya resuelto, y si la nueva cuestión
planteada es una consecuencia o derivación de la anterior sometida a su
conocimiento, no cabe duda que la señora juez de menores que previno al fijar el
régimen de visitas debe entender en la petición formulada sobre el incumplimiento
de dicho régimen(284) .
11. Competencia. Ejecución de sentencia. Función controladora del órgano de
la administración. Mal pueden los socios que han intervenido previamente como
demandados en la causa sobre disolución de sociedad y en sus incidentes, actuar
como si ello no hubiera ocurrido y pretender, en la instancia administrativa llevar
adelante la adecuación de la sociedad. El órgano administrativo es un controlador
de la legalidad a fin de permitir a los particulares, con sujeción a la ley, llevar
adelante sus acuerdos. En modo alguno puede dirimir los conflictos, pues para ello
no tiene competencia. Va de suyo que en forma alguna podrá, por igual razón,
decidir sobre las cuestiones que siéndole ajenas han sido sometidas a la decisión
del órgano judicial competente. Existe contradicción entre la inscripción registral y
lo decidido por sentencia judicial, debiendo ser esta última quien fija la forma y
fecha de disolución de la Sociedad de Hecho, puesto que, la instancia judicial, fue
el mecanismo elegido inicialmente para disolver la mencionada Sociedad toda vez
que no hubo el suficiente acuerdo entre los socios para transitar otra vía.
Habiendo pues dirimido la contienda el mencionado Juzgado deberán seguirse los
pasos tendientes a la ejecución de la sentencia dictada por ante el mismo (art. 499
CPCC). Ello claro está, sin perjuicio del derecho de las partes de acordar, en todo
cuanto fuera permitido, y con la sujeción a las prescripciones legales, el modo de
llevar adelante aquella sentencia si hubiera acuerdo para su cumplimiento(285) .
12. Competencia. Acumulación de procesos. Impertinencia. Acción simulatoria y
liquidación de sociedad conyugal. Aun cuando el desplazamiento de competencia
por conexidad con un procedimiento pendiente (art. 6º, Cód. Procesal Civil y
Comercial) sea interpretado con amplitud, incluyéndose en sus previsiones no sólo
las cuestiones incidentales sino también las vinculadas estrechamente al proceso
que primero ha tenido existencia o que son su consecuencia, no basta al respecto
que lo actuado en uno de los juicios pueda resultar elemento útil para resolver el
caso en el otro. De tal modo, no reviste tal naturaleza la acción simulatoria que se
anuncia se intentará y en cuyo anticipo se pide como diligencia preliminar la
constatación sobre un inmueble perteneciente a la sociedad conyugal en
liquidación. Es que tal acción simulatoria contará con la participación de terceros
ajenos al proceso de disolución de tal sociedad y el proceso carece de los
suficientes elementos comunes que hagan viable el desplazamiento de la
competencia que propugna el juez interviniente(286) .
13. Competencia. Principio de conexidad. Subsistencia de la norma específica
por sobre la general. Liquidación de la sociedad conyugal. Juez del divorcio . El
art. 827 del Código Procesal según la ley 11.453 citada, establece en su inc. "c"
como norma genérica que los Tribunales de Familia son competentes para
conocer en la disolución y liquidación de la sociedad conyugal. No obstante,
subsiste y prevalece en el caso la norma específica del art. 6º, inc. 2º, según el
cual en los juicios de separación de bienes y liquidación de la sociedad conyugal,
es competente el juez del juicio de divorcio o nulidad de matrimonio, en tanto
ambas disposiciones coexisten en un mismo cuerpo legal, y están vigentes, no
siendo de aplicación aquí, por consiguiente, el principio por el cual la ley posterior
deroga a la anterior, sino el que establece que la norma específica prevalece
sobre la general, máxime cuando se suma a ello el principio de conexidad que
tiene la virtud de desplazar la competencia que ordinariamente pudiera
corresponder (arts. 6º, 89, 101, 175, 188 y concs., Cód. Procesal)(287) .
14. Competencia. Simulación de la venta de bienes. Sociedad conyugal.
Tribunal de familia. La demanda por simulación de la venta de bienes que, se
alega, pertenecían a la sociedad conyugal es de competencia del Tribunal de
Familia que entiende en la disolución de la sociedad conyugal(288) .
15. Competencia. Ejecución de honorarios derivada de actuación extrajudicial
de adjudicación de bienes conyugales. Tribunal de familia . Es competente el
Tribunal de Familia para entender en las actuaciones por las que se persigue la
ejecución de honorarios por la labor extrajudicial realizada en favor de la
demandada en la liquidación y adjudicación de los bienes que integraron la
sociedad conyugal disuelta a raíz del divorcio, por ser aquél el órgano que
intervino en el divorcio vincular, el cual, eventualmente, hubiera conocido en la
disolución de la sociedad conyugal, por ser el competente en la materia (conf. arg.
arts. 6º inc. 1º, CPCC y 55, ley 8904) (289).
16. Competencia. Homologación de convenio sobre disolución de sociedad
conyugal. Fuero de familia. La homologación de un convenio celebrado en el
Tribunal de Familia en un expediente sobre disolución de sociedad conyugal es de
clara competencia del fuero de familia, más aun cuando existen ya procesos —
entre las partes— tramitando en aquella jurisdicción(290) .
17. Competencia. Partición. Juez del sucesorio. Los herederos pueden realizar
la partición en la forma y por el acto que por unanimidad juzguen convenientes
(art. 3462 Código Civil), siendo esta norma, asimismo, aplicable para hacer cesar
la indivisión postcomunitaria originada en la disolución de la sociedad conyugal por
muerte. Cuando optan por esta sencilla vía, su instrumentación puede hacerse en
el juicio sucesorio, sin que resulte necesario distinguir según el origen de los
bienes, porque la sucesión es un procedimiento destinado a concluir, cuando
existe pluralidad de herederos y masa indivisa, con la partición, debiendo
considerarse dentro del concepto de herederos no sólo a éstos sino también al
cónyuge supérstite, y dentro del de "masa", tanto los propios como los
gananciales. En consecuencia, el juez del sucesorio es el competente para
entender en la partición en tales supuestos, co mo así también para homologar la
que los herederos y el cónyuge le sometan cualquiera sea la índole de los bienes
sobre los que recae(291) .
18. Competencia. Disolución de la sociedad conyugal y disolución del vínculo
matrimonial por divorcio. Fallecimiento de uno de los cónyuges . La disolución de
la sociedad conyugal halla su causa en el presente caso en la disolución del
vínculo matrimonial habido por el divorcio decretado y no por la muerte de quien
fuera la cónyuge, de lo que se tiene que no coexisten en el supuesto la indivisión
postcomunitaria y la comunidad hereditaria, sino que la primera antecede a la
segunda y su liquidación es presupuesto necesario para la determinación posterior
de los bienes integrantes del acervo hereditario respectivo(292) .
19. Competencia. Diligencias preliminares. Prueba anticipada. Fijación
competencial. Las diligencias preliminares a la iniciación del juicio (medidas
preparatorias art. 323 CPCC) o la producción anticipada de pruebas (art. 326
CPCC) conforme la regla especial que contiene el inc. 4º del art. 6º del
ordenamiento ritual, fijan la intervención de un Juez cuando existen más de uno
dentro de la circunscripción territorial y el fuero, y ante él debe radicarse el juicio
principal promovido con anterioridad al ser aquéllas un anticipo de
jurisdicción(293) .
20. Competencia. Principio de accesoriedad que emerge del artículo 6º, inciso
4º. El art. 6º inc. 4º del CPC, está inspirado en el principio de accesoriedad, con
arreglo al cual corresponde conocer al juez del proceso principal en las medidas
preliminares; su competencia se determina por las reglas aplicables a dicho
proceso principal y, así, si tales diligencias fueron decretadas por el juez que
hubiera sido competente para el principal éste debe tramitar ante él, aunque la
actuación de aquellas hubiesen concluido(294) .
21. Competencia. Medidas cautelares. Accesoriedad. El art. 6º inc. 4º del CPC,
está inspirado en el principio de accesoriedad, con arreglo al cual corresponde
conocer al juez del proceso principal en las medidas preliminares y precautorias.
En virtud de ello, si tales diligencias fueron decretadas por el juez que hubiera sido
competente para el principal, éste debe tramitar ante él, aunque la actuación de
aquél hubiera concluido(295) .
22. Competencia. Medidas cautelares. Accesoriedad. Economía. Practicidad.
Celeridad procesal. Las mismas razones que aconsejan incoar las medidas
preliminares o precautorias ante el juez que deba conocer en el proceso principal,
indican que en el caso sean aplicables las mismas reglas y que, iniciadas
aquéllas, la posterior radicación de este último (principal) deba hacerse ante el
juez que ya conoce en dichas medidas. No es aplicable aquí el principio de
accesoriedad, sino el de concentración ante un mismo magistrado de los procesos
que giran en torno a un mismo conflicto de derechos. No inciden en tal solución
únicamente razones de conexidad o la necesidad de evitar el dictado de
sentencias contradictorias, sino también razones de economía, practicidad y
celeridad procesales, que indican la conveniencia de que sea un solo magistrado
quien entienda en procesos vinculados entre sí en virtud de los sujetos, de los
títulos sobre los que recae la controversia y de los derechos cuya tutela
jurisdiccional se procura(296) .
23. Competencia. Dictado de sentencia. Proceso de apelación. Mantenimiento
de la competencia de grado en torno al perfeccionamiento e integración del acto .
Si bien en principio el pronunciamiento de primera instancia y su notificación no
produce otro efecto que el consistente en suspender provisionalmente la
competencia del juez hasta tanto recaiga sentencia con respecto al recurso
interpuesto y concedido contra aquél (arts. 166, primer apartado CPCC), importa
sin embargo observar que la suspensión de la competencia del juez no es
absoluta, sino que se limita a vedar a éste la potestad de subsistir o de alterar el
contenido sustancial de las declaraciones emitidas en la sentencia. Fuera de esa
limitación, el juez mantiene su competencia en orden al cumplimiento de diversos
actos procesales que atañen al perfeccionamiento e integración de la sentencia, al
dictado de decisiones respecto de facultades que la ley confiere a las partes como
consecuencia directa de aquélla, y a la sustanciación y resolución de cuestiones
incidentales. De allí que el art. 166 del Código Procesal luego de formular el
principio transcripto más arriba, añada en el inc. 3º que le corresponderá también
al juez ordenar, a pedido de parte, las medidas precautorias que fueren
pertinentes(297) .
24. Competencia. Suspensión de la subasta. Juez del concurso. El pedido de
suspensión de la subasta debe tramitarse ante el Juez del concurso y ser resuelto
por éste, aunque los remates o medidas precautorias cuya suspensión se
pretenda hayan sido ordenadas por otros jueces; sólo el juez del concurso está en
condiciones de apreciar si se reúnen la "necesidad y urgencia evidentes" para el
concurso y si resulta imprescindible para la continuación de las actividades del
deudor o en resguardo de los intereses del concurso. El juez de la ejecución
hipotecaria es incompetente para disponer la suspensión de la subasta, facultad
que sólo cabe al magistrado del concurso(298) .
25. Competencia. Juicio ejecutivo. Juicio ordinario posterior. Acumulación. Si un
proceso tramita conforme a la normativa que regla a los juicios ejecutivos, en tanto
otro lo hace por las previsiones legislativas insertas para los procesos plenarios
abreviados, ello configura ab initio una incompatibilidad que enerva el
desplazamiento de competencia, máxime que no se perfila el presupuesto de
excepción que edicta el último párrafo del art. 188 del ordenamiento ritual, habida
cuenta que la sentencia que ha de dictarse en la litis del proceso compulsorio no
hace, en principio, cosa juzgada material, puesto que no se coarta su revisión a
través de un subsiguiente juicio de conocimiento, donde es permisible hacer valer
las defensas que aquél no admite, dada su naturaleza, motivo por el cual la
negativa del juzgante anterior a admitir mentada acumulación, se torna arreglada a
derecho(299) .
26. Competencia. Prevención. Beneficio de litigar sin gastos. Juicio ordinario
posterior . Existe prevención cuando los jueces o tribunales han intervenido en el
proceso cualquiera sea la naturaleza o importancia de dicha intervención. Por lo
tanto, corresponde al Juzgado que previno en el trámite del beneficio de litigar sin
gastos, intervenir en el juicio ordinario posterior(300) .
27. Competencia. Juicio ejecutivo. Beneficio de competencia. Carril
incidental. No habiendo sido cuestionado que la demandada se encuentre entre
las personas comprendidas en el art. 800 inc. 3º del Código Civil, cabe considerar
que la misma está formalmente legitimada para solicitar el beneficio de
competencia previsto en el art. 799 de dicho ordenamiento, toda vez que la
limitación cognoscitiva del presente proceso ejecutivo no puede significar un
obstáculo para analizar la viabilidad de ese alegado derecho sustancial, desde que
dicha cuestión, por la trascendencia que posee y la inmediata gravitación que
puede llegar a tener en el patrimonio del deudor, resulta impropio reservar
exclusivamente su instrumentación para los procesos de conocimiento, pues es un
tema que no posibilita su revisión en un juicio ordinario posterior, a cuyo respecto
deberá habilitarse el carril incidental correspondiente (art. 175 y sgtes. Código
Procesal)(301) .
COMENTARIO
CAPÍTULO II
CUESTIONES DE COMPETENCIA
Procedencia
Art. 7º — Las cuestiones de competencia sólo podrán promoverse por
vía de declinatoria con excepción de las que se susciten entre jueces de
distintos departamentos judiciales, en las que también procederá la
inhibitoria. En uno y otro caso, la cuestión sólo podrá promoverse antes
de haberse consentido la competencia de que se reclama. Elegida una
vía, no podrá en lo sucesivo usarse de otra.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Declinatoria
1. Competencia. Declinatoria e inhibitoria. Competencia en razón de la materia y
de las personas. Las cuestiones de declinatoria e inhibitoria que los arts. 7º a 13
del rito regulan, están referidas en principio a la competencia en razón de la
materia y de las personas, pero no a las que emergen de una prórroga de
jurisdicción territorial, salvo que ella estuviera pactada o el juicio en que se ejerció
fuera primero en el tiempo, contara con la conformidad de todas las partes y
hubiere sido aceptada por el juez prorrogado dando curso al proceso(1) .
2. Competencia. Orden en que deben resolverse los impedimentos
procesales. El art. 351 del Código Procesal sólo prevé el orden en que deben
resolverse los impedimentos procesales de incompetencia —declinatoria— y de
litispendencia. Asimismo determina que si el órgano judicial se declarare
competente "resolverá al mismo tiempo sobre las demás excepciones previas...",
quedando al arbitrio judicial determinar el orden que éstas serán decididas. Desde
ese punto de vista resulta lógico que afirmada la competencia, si entre las
excepciones opuestas se halla la de prescripción, por los efectos que puedan
resultar de la misma a la luz del art. 3949 del Código Civil, sobre la pretensión
deducida, que sea resuelta con anterioridad a las otras. En consecuencia, el
hecho de que la demandada hubiera opuesto en primer lugar la excepción de falta
de legitimación para obrar activa, y en segundo momento la excepción de
prescripción, no obliga al juez a pronunciarse en el orden que el apelante las
opusiera, pues en materia de las formas y contenido de la resolución judicial no
prima el principio dispositivo, sino que el juez como director del proceso y por
aplicación de los principios de orden público que informan a la materia de la
resolución de la referida excepción de prescripción, pudo resolver como lo hizo
(arts. 34 inc. 5º y 344, 2º apart., Cód. Procesal)(2) .
3. Competencia. Pluralidad de litigantes. Materia federal. Distinta vecindad.
Necesidad de oponer excepción de declinatoria. Cuando existe pluralidad de
litigantes, para que sea procedente el fuero federal por distinta vecindad, es
necesario que cada uno de los actores o demandados tenga distinta vecindad
respecto de su contraria, y que hayan opuesto la excepción de declinatoria(3) .
4. Competencia. Declinatoria e inhibitoria. Medio de deducción y tiempo
específico de alegación. El tratamiento de la competencia —sea por declinatoria,
sea por inhibitoria— posee un medio de deducción y un tiempo específico,
encontrándose estos extremos contemplados en nuestra legislación procesal
(art. 1º, 4º, 635 y concs. del CPC). Y luego de tal oportunidad, no cabe discusión
alguna sobre tal aspecto quedando definitivamente fijada la competencia del
juez(4) .
5. Competencia. Demandado. Beneficio de litigar sin gastos. Posibilidad de
discutir la competencia. Siendo que la intervención del demandado en el beneficio
para litigar sin gastos se halla limitada al control de la prueba que su oponente
produzca al solo fin de demostrar su carencia de recursos (art. 80 CPC), en
ausencia de disposición expresa legal que contemple el supuesto, no puede
quedar privado en caso de guardar silencio, de ejercer el derecho que le asiste de
discutir la competencia impetrando la declinatoria por vía de la excepción de
incompetencia en el proceso principal (arts. 345, inc. 1º, 486, 542, inc. 1º, y concs.
del CPC)(5) .
6. Competencia. Tratamiento. Preclusión de ulterior discusión. El tratamiento de
la competencia —sea por declinatoria, sea por inhibitoria— posee un medio de
deducción y un tiempo específico, encontrándose estos extremos contemplados
en nuestra legislación procesal (arts. 1º, 4º, 336 y concs., CPCC). En el caso, no
sólo se ha prescindido de la vía y el momento adecuado para plantear el asunto,
sino que, además, no ha habido cuestionamiento por parte de los litigantes de la
competencia del juez interviniente por lo que tal circunstancia, unida al hecho que
éste no la declaró de oficio en la etapa procesal pertinente, dejó definitivamente
precluida la oportunidad de ulterior discusión sobre este aspecto, aun cuando
fuera admisible que la materia objeto de estos autos sea ajena strictu sensu a la
competencia de la justicia civil(6) .
7. Competencia. Ausencia de planteo de declinatoria. Ausencia de contienda de
competencia. No existe contienda de competencia que deba resolver esta Corte
en los términos del art. 161 inc. 2º de la Constitución provincial si ninguno de los
órganos judiciales actuantes ha planteado la declinatoria del otro en los
expedientes que tramitan ante ellos(7) .
8. Competencia. Aceptación del desplazamiento de la competencia prorrogable.
Ulterior inhibición impropia . El juez que aceptó el desplazamiento de la
competencia a su favor no puede, a la postre, inhibirse y devolver la causa al
magistrado primigenio por objetar su declinatoria. Ese criterio, sin embargo,
adquiere relieve únicamente cuando la competencia es prorrogable, pues en esa
situación su asunción no ha de implicar el quiebre de una directriz legal imperativa
cuya observancia impida ponderar, como causal de exclusión, la prístina
aceptación del desplazamiento por un juez incompetente (doct. art. 1º, CPCC)(8) .
B. Inhibitoria
1. Competencia. Juicio resuelto por sentencia. Cuestión de competencia
oportuna. Exhorto demorado. Improcedencia de su tratamiento . Estando el juicio
resuelto por sentencia consentida y, por otra parte, inapelable en razón de no
haberse opuesto excepciones declaradas admisibles (art. 10 dec.-ley 9122/1978),
es aplicable la jurisprudencia de la Corte Suprema Nacional que declara que si
bien la cuestión de competencia por inhibitoria fue iniciada oportunamente, el
respectivo exhorto no llegó a conocimiento del juez a quien fue dirigido y ante
quien prosiguió tramitando, sino que fue demorado hasta dictada la sentencia, por
lo que la cuestión de competencia resulta improcedente(9) .
2. Competencia. Contienda entre juez nacional y juez provincial. Órgano
competente. Ante una contienda suscitada entre un Juez Nacional y uno
Provincial, se hace evidente que el "Tribunal competente" para dirimirla, al no
existir un "órgano superior jerárquico común", es necesariamente la Corte
Suprema de Justicia de la Nación(10) .
3. Competencia. Inhibitoria. Escrito ante el juez que se considera competente .
La cuestión de competencia por inhibitoria debe promoverse mediante escrito
presentado ante el juez que el demandado considera competente(11) .
4. Competencia. Prorrogable. Inhibición de oficio. Improcedencia . No
corresponde la inhibición de oficio, de acuerdo a la previsión del art. 30 de la ley
7543 por parte del a quo , ya que la competencia territorial en los asuntos
exclusivamente patrimoniales puede ser prorrogada de conformidad de partes —
expresa o tácitamente— (arts. 1º y 2º CPCC), lo que determina que la
incompetencia es de tipo relativo y no puede ser declarada de oficio, debiendo el
juez dar oportunidad a las partes para que se allanen u opongan la excepción
respectiva dentro del plazo que a tal efecto otorga el código adjetivo(12) .
5. Competencia. Inhibitoria promovida antes de haber consentido la
demandada. La inhibitoria promovida antes de haber consentido la demandada,
resultando así intrascendente que la demandada no haya planteado excepción de
incompetencia al contestar la demanda, pues ello no es recaudo legalmente
exigido para la procedencia del planteo de la cuestión de competencia por vía de
inhibitoria (arts. 7º, 8º, 9º y 10 del CPCC)(13) .
6. Competencia. Inhibitoria. Decisión prematura previa a la viabilidad formal de
la pretensión reconvencional. Deviene prematura la inhibitoria formulada por
el iudex a quo para seguir conociendo en las presentes actuaciones, por entender
que carece de competencia para intervenir en la reconvención deducida por el
tercero citado al juicio por el demandado, si previamente no se ha expedido sobre
la viabilidad formal de la pretensión reconvencional introducida, que mereciera la
expresa oposición del actor (14) .
7. Competencia. Plazos del proceso sumarísimo. Inaplicabilidad al trámite de la
inhibitoria. Si bien dentro del proceso sumarísimo, el art. 496 inc. 2º del CPC fija,
salvo excepciones previstas que todos los plazos serán de dos días, es decir que
éste será para el recurso de apelación y en su caso, para el recurso de hecho, no
puede omitirse que la norma citada no incluye a los supuestos de sustanciación de
un planteo de inhibitoria. Esta incidencia se desenvuelve de conformidad a un
trámite que no está alcanzado por las previsiones de la norma adjetiva arriba
citada(15) .
8. Competencia. Negación de la apertura de la competencia. Análisis de formas
extrínsecas de un planteo. Mejor interés del niño. La negación de la apertura de la
competencia puede apreciarse como una situación aún más gravosa que una
declaración de incompetencia, pues detenerse en el análisis de si una resolución
de otro magistrado guarda las formas extrínsecas de una declinatoria o inhibitoria,
implica poner en riesgo los intereses del menor por la demora en la toma de
decisiones urgentes atingentes al mismo, máxime cuando la ley 13.634 establece
el órga no que —transitoriamente— resulta competente para entender en la
materia, lo que no se condice con un adecuado servicio de justicia (conf. art. 15,
Const. Prov.)(16) .
9. Competencia. Inhibitoria. Preclusión de la oportunidad para su declaración.
Largo tiempo de tramitación de un proceso. Sorpresa. Debe declararse precluida
la oportunidad del juez que, luego de largo tiempo transcurrido en la tramitación de
la causa donde se pretende el cobro ejecutivo de un pagaré, el magistrado —
sorpresivamente— se inhibe, argumentando la aplicación de la Ley de Defensa al
Consumidor y la aplicación del precedente de esta Suprema Corte "Cuevas" (C.
109.305, res. del 1/9/2010)(17) .
Declinatoria e inhibitoria
Art. 8º — La declinatoria se sustanciará como las demás excepciones
previas y, declarada procedente, se remitirá la causa al juez tenido por
competente. La inhibitoria podrá plantearse hasta el momento de oponer
excepciones o de contestar la demanda si aquel trámite no se hallare.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
A. Contienda negativa
1. Competencia. Resolución que implica la acumulación necesaria. Reducción
de tiempo, esfuerzo y gastos . En el caso de marras, la cuestión va más allá de
una competencia negativa entre dos Jueces Departamentales. Por la información
obrante en autos y la solicitada por la Cámara, la resolución de la competencia
también implicará la acumulación de todas las causas que se encuentren en
trámite en los seis Juzgados Civiles Departamentales, porque existe
indudablemente relación entre ellas, que hacen necesario el dictado de una única
sentencia evitando con ello incurrir en sentencias contradictorias y también atiende
a la reducción de tiempo, esfuerzo y gastos que comporta el tratamiento conjunto
de dos o más pretensiones conexas, en virtud de la causa, del objeto o de ambos
elementos a la vez(18) .
2. Competencia. Conflicto negativo. Delimitación. Los conflictos negativos de
competencia se presentan cuando habiéndose declarado incompetente un juez
para entender en las actuaciones, la misma declaración es emitida por el
magistrado que pasa a conocer en la causa seguidamente(19) .
3. Competencia. Conflicto. Medidas precautorias. Beneficio de litigar sin gastos.
Previos a la demanda principal. Efectos. Iniciadas las medidas precautorias y el
beneficio de litigar sin gastos con anterioridad al proceso principal no nos hallamos
frente a actuaciones introductivas de la instancia principal ni productoras de
estado de litispendencia. A su vez los incs. 4º y 5º del art. 6º de la ley de
enjuiciamiento prevén el supuesto inverso al ocurrido en estas actuaciones, no
existiendo razón atendible que aconseje o autorice a formular una interpretación
en contrario sentido al previsto por dicha norma, aun cuando pueda mediar
conexidad o relación entre ambos procesos(20) .
4. Competencia. Conflicto negativo. Sucesión. Influencia de atracción cuando el
causante es demandado. El fuero de atracción de los juicios sucesorios tiene
efecto, únicamente, en los casos en que el causante es demandado y no en
aquellos en que interviene como actor(21) .
5. Competencia. Contienda negativa. Fuero de atracción de los juicios
ejecutivos en la quiebra del demandado. Es la propia ley 26.086 la que en su art.
7º —mediante el que sustituye el art. 132 de la ley 24.522 y sus modificatorias—,
establece la atracción de los juicios ejecutivos al juzgado en el que tramita la
quiebra del demandado. Ergo, no resulta aplicable en la especie la cláusula
transitoria prevista en el art. 9º de la norma citada en primer término, puesto que
ella se refiere a los juicios excluidos del fuero de atracción, supuesto al que —
reiteramos— resulta ajeno el presente proceso ejecutivo(22) .
6. Competencia revisora. Conflicto negativo. Especificidad de la materia. La
transitoria circunstancia de que los jueces actualmente competentes a que hace
referencia el art. 6º de la mentada ley 13.435 —en la especie, los de Primera
Instancia en lo Civil y Comercial Departamental—, deban continuar recibiendo y
tramitando las ejecuciones de créditos por tributos de la provincia y de las
municipalidades, hasta la puesta en marcha de los Juzgados de Primera Instancia
de Ejecuciones Tributarias, en modo alguno importa desconocer la competenci a
revisora que —en atención a la especificidad de la materia— se atribuye mediante
el art. 5º de la norma examinada, a las Cámaras de Apelación en lo Contencioso
Administrativo que ya se encuentran en pleno funci onamiento(23) .
7. Competencia. Amparo. Cuestiones previas. Impedimento. El art. 21 de la ley
7166 —t.o. por decreto 1067/95— establece con meridiana claridad, en lo que
aquí interesa destacar, que en los procesos de amparo —como el que nos
ocupa— "...no podrán articularse cuestiones previas...". Siendo así, fácil resulta
colegir que yerra el titular del juzgado en lo Civil y Comercial nº 5 dptal. al disponer
el pase de los autos a despacho a fin de resolver la conexidad planteada por la
parte demandada, atentando ello contra la celeridad que campea en todo el
procedimiento regulado por la ley 7166 y cuyo trámite fuera impuesto a estos
actuados(24) .
8. Competencia. Contienda negativa. Excusación. Cuestión abstracta.
Magistrado interino. Reintegro del magistrado titular. Deviene abstracto que esta
Alzada se expida en torno a la contienda negativa de competencia planteada en
autos. Ello así pues, obsérvese que ha perdido virtualidad y resulta inoficioso que
se examine si a tenor del estadío procesal en que se encuentran las actuaciones
ha sido acertado o no el modo en que el magistrado interinamente a cargo del
Juzgado originario —en el que ya ha tomado posesión de su cargo el titular—,
interpretó el alcance de los arts. 17 y 30 del Código adjetivo, tal como lo propone
su par(25) .
9. Competencia. Desplazamiento. Fuero de atracción. Reconvención.
Continuidad del trámite. Producido el desplazamiento de la competencia del juez
natural —originario— y radicado el juicio en la dependencia del magistrado del
sucesorio — por obra del fuero de atracción— al ser reconvenido por uno de los
accionados el causante actor, con la posterior tramitación de las actuaciones por
dicho juzgador, allí se debe continuar entendiendo en las mismas aunque hayan
desaparecido los motivos que determinaron su intervención (arts. 28 y 31, Cód.
Procesal)(26) .
10. Competencia. Conflicto negativo. Tribunal de menores. Intervención
jurisdiccional asistencial. Situación de niños no vinculados . Habiéndose declarado
incompetente el Tribunal de Menores nº 3 de La Matanza por considerar que
existe expediente asistencial en trámite ante el Tribunal de Menores nº 2 de Morón
respecto a J. J. Z., hermana y tía de los menores, y no aceptando este último la
competencia atribuida manifestando que su intervención en autos se limitó a la
situación de J. J. Z. y que la citada menor nunca integró un mismo grupo familiar
conviviente con los hermanos y sobrinos por parte de madre, desde que fue
abandonada por su progenitora de recién nacida y por su familia paterna; esta
Suprema Corte resuelve conforme el art. 161 inc. 2º de la Constitución de la
Provincia que en estos obrados no se perciben razones para remitir al Tribunal de
Menores de Morón la causa iniciada respecto de los menores A. S., G. O. y M. R.
K. y de los hijos de esta última, en tanto si bien ambas se refirieron a
intervenciones jurisdiccionales asistenciales, no tenían en común a uno de los
menores involucrados (conf. doct. art. 13 dec. ley 10.067)(27) .
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. El incidente institucional
El trámite de la inhibitoria, cuando ambos jueces mantienen su competencia se
trata de un conflicto que no prevé la intervención de las partes(46) . Es un
"incidente institucional atinente a la competencia de órganos judiciales en el que
sólo éstos se hallan involucrados"(47) .
COMENTARIO
1. El efecto suspensivo
Se suspende el expediente principal mientras se defina la cuestión de
competencia planteada(48) . Es un resguardo con base en la actividad estéril que
podría resultar de actividad jurisdiccional incompetente (art. 350, párrafo segundo).
Quedan fuera de la regla las medidas urgentes. El momento oportuno del acto
suspensivo del trámite original deberá serlo luego de que el juez preventor
conozca la aceptación de la inhibitoria(49) . Antes de esa oportunidad, no hay
noticia de cuestionamiento alguno por lo que los plazos corren regularmente(50) .
COMENTARIO
1. El conflicto negativo
Cuando se suscita un conflicto negativo de competencia, es decir ambos jueces
entienden que son incompetentes, la ley dispone, al igual que en el trámite de la
inhibitoria, que lo dirima un tribunal superior. Los conflictos entre jueces de
distintas provincias o entre un juez local y otro del fuero nacional o federal si
carecen de un tribunal superior común que pueda resolver la cuestión, serán
decididos por la Corte nacional(51) .
La Suprema Corte, conoce y resuelve originaria y exclusivamente causas de
competencia entre los poderes públicos de la Provincia, y en las que se configuren
entre los tribunales de justicia con motivo de su jurisdicción respectiva(52) .
CAPÍTULO III
RECUSACIONES Y EXCUSACIONES
Por Marcelo J. López Mesa(1)
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Límites
Art. 15 — La facultad de recusar sin expresión de causa podrá usarse
una vez en cada caso. Cuando sean varios los actores o los
demandados, sólo uno de ellos podrá ejercerla.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Es sabido que la facultad de recusar sin expresión de causa sólo puede ser
ejercitada una vez por cada parte en el proceso; usada esta facultad, ella se
consume o agota y no es recuperable. Lo mismo sucede cuando, sin haberse
deducido, precluyó la posibilidad de su ejercicio. Precluida la facultad de recusar
sin causa, no renace ante la actuación de otro juez que interviene por recusación
con causa del primitivo magistrado(33) .
2 . Si en la especie el apoderado de la actora había recusado incausadamente,
con anterioridad a la designación que hace la Receptoría General de Expedientes,
la nueva recusación con reserva de causa que se formula contra el magistrado
interviniente y una vez conocida la resolución que rechaza la ejecución promovida,
no puede ser admitida, toda vez que la recusación sin expresión de causa sólo
puede ejercitarse una vez por cada parte del proceso. La facultad de recusar no
renace ante la intervención de un nuevo juez, sea por haber sido designado en
substitución del anterior, sea como consecuencia de la excusación o de la
recusación, pues usada esa facultada, ella se consume y no es recuperable, pues
si se admitiera ello atentaría contra la seriedad y buena fe con que deben actuar
los letrados y las partes ante la jurisdicción(34) .
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
a) Parentesco
El parentesco por consanguinidad dentro del cuarto grado y segundo de
afinidad con alguna de las partes, sus mandatarios o letrados.
La causal de recusación por parentesco se funda en la influencia o injerencia
que, incluso de forma inconsciente, tienen los afectos en la racionalidad del
juzgador.
Incidan o no tales afectos familiares en la psique del juez, la sola posibilidad de
que ello ocurre, basta para que el legislador haya receptado esta causal, que
busca evitar, por un lado interferencias espirituales o afectivas en una faena
racional, como la de juzgar. Y, por otra, impedir que las partes de un juicio queden
rehenes de relaciones tan estrechas que tornan prescindibles sus intereses, que
pueden ser sacrificados a una deuda de gratitud, a una pertenencia familiar o a un
afecto inmanejable para el juez.
En algún caso se ha resuelto que el vínculo matrimonial entre la juez de 1ª
instancia que emitió el pronunciamiento apelado y el juez de Cámara integrante de
la sala que intervendrá en el recurso, no es una circunstancia reveladora de un
interés de los recaudos en el resultado del pleito que comprometa su
imparcialidad(124) . No coincidimos en absoluto con el criterio.
La experiencia indica que muchas juezas de primera instancia, celosas de su
sitio y seguras de sí —en ocasiones en exceso— no trepidan en cuestionar a
camaristas por revocarle algún fallo, lo que nunca hemos visto en el caso de un
juez, pues eso sería tomado como una señal de debilidad o de falta de ubicación,
simplemente.
Imagínese con esta experiencia a la vista, la situación en que queda colocado el
juez de alzada que debe revisar el trabajo de su esposa. El mismo queda colocado
en la opción de tener una diferencia grave, hasta una discusión en su casa o de
perjudicar a un tercero, pasando por la situación más simple, en la que
intuitivamente el juez le dé la razón a su esposa y no profundice mucho en la
mecánica de la causa. Y es sabido que la solución a darse a una causa, muchas
veces depende de cuántas veces se la lea y con qué atención.
Nos parece que un juez de Cámara pariente de un juez a quo debe ser apartado
de la causa en que, de permanecer, debiera supervisar el trabajo de su cónyuge.
Ello constituye una violencia moral indecible e intolerable para el juez y un riesgo
enorme para una de las partes del pleito. No se debe exponer a ninguno de ellos a
ese peligro, por lo que tal juez debe ser apartado, en dicho caso.
Bien se ha dicho en otro caso que si bien en el art. 30 CPCC —con remisión al
art. 17—, no se contempla como causal de recusación la relación conyugal, resulta
un deber ético del magistrado excusarse de actuar en una causa en la que
interviene su cónyuge, pues cabe entender que el vínculo matrimonial debe
asimilarse a la causal del art. 17 inc. 1º CPCC —art. 16 CCiv.—(125) .
Claro que debe tratarse de una relación de parentesco con la parte o el letrado
actuante, no con otro que figure en el poder, pero no intervenga en la litis. En un
caso así se resolvió que la mera circunstancia que un profesional emparentado
con el juez de la causa dentro del grado previsto por el art. 17 inc. 1º CPCC figure
en el instrumento de apoderamiento judicial junto con otros abogados pero sin
actuación alguna en el expediente es insuficiente a los efectos de fundamentar la
causal prevista en el citado artículo(126) .
b) Interés
Tener el juez o sus consanguíneos o afines dentro del grado expresado en el
inciso anterior, interés en el pleito o en otro semejante, o sociedad o comunidad
con algunos de los litigantes, procuradores o abogados, salvo que la sociedad
fuese anónima.
De momento que el juez es, ontológicamente, un tercero imparcial, quien tiene
interés en la resolución de una litis, no puede ser juez de ella.
El interés puede ser directo o indirecto, pero basta con que el juez pueda estar
en la situación de aprovechar u obtener una ventaja de una resolución o verse
perjudicado por una de sentido contrario, para que se pueda predicar la existencia
de interés en el caso y el juez deba ser apartado de la causa.
Esta causal importa la existencia de interés, siempre que el juez (o pariente) se
encuentre en situación de aprovechar o sufrir las consecuencias del fallo. La sola
invocación de la disposición legal no es suficiente para tener por deducida la
recusación con causa, máxime si como en el inciso mencionado se contemplan
distintas causales(127) .
Claro que el interés debe ser constatable y concreto, no pudiendo apartarse a
un juez de una causa esgrimiendo excusas pueriles.
La causal de recusación de interés en el pronunciamiento se refiere a intereses
económicos o pecuniarios (128), de índole personal (129).
En la recusación con causa, el interés directo o indirecto de los jueces respecto
del pleito u otro semejante y la sociedad o comunidad con algunos de los
litigantes, procuradores o abogados (art. 17 inc. 2º CPCCN) debe entenderse
como el provecho, la ventaja, utilidad, ganancia o conveniencia de orden moral o
material que el juez pueda tener en relación con el objeto litigioso o a raíz de su
vinculación jurídica con las partes(130) .
Por ejemplo, no hay que ser un augur o un fenómeno del derecho para darse
cuenta de que todo y cualquier juez debe excusarse en la causa que remite al
estudio del régimen de intangibilidad de las remuneraciones de los
magistrados(131) .
El interés al que se refiere el art. 17 inc. 2º CPCC es, en principio, de carácter
material, por lo que se descarta la supuesta existencia de interés político como
causal de recusación(132) .
Bien se resolvió en un caso así que no es correcto inferir que necesariamente el
juez ante quien se plantea una nulidad de procedimiento, pierda imparcialidad o
adquiera, por ese hecho, un interés personal en la cuestión, que legitime apartarlo
de la causa radicada en el juzgado a su cargo(133) .
Es que, no constituye interés del juez en el pleito, a los efectos de la causal de
recusación que prevé el art. 17 inc. 2º CPCC, la contingencia procesal en virtud de
la cual el magistrado se halla, frente a determinados planteos sometidos a su
conocimiento, en la necesidad de admitir o no la existencia de un equívoco o error
suyo en una resolución anteriormente dictada, con la consiguiente posibilidad de
eludir eventuales supuestos de responsabilidad derivados de esas presuntas
equivocaciones. Ello así, pues esa contingencia se verifica con asiduidad en
numerosas situaciones suscitadas a lo largo del proceso, muchas de las cuales se
encuentran expresamente previstas por el ordenamiento adjetivo, sin que por ello
resulten aptas para dar lugar a irregularidad, impidiendo la intervención del mismo
magistrado(134) .
En cambio, se ha decidido que corresponde hacer lugar a la recusación con
causa en los términos del art. 17 inc. 2º CPCC del juez que entiende en una causa
en la que se investigan ciertos hechos dañosos y su reparación, vinculados con
actos cumplidos ante el magistrado de grado y con resoluciones por él adoptadas,
pues, en consecuencia, puede quedar de algún modo comprometida su actuación
en el proceso, de manera que es dable considerar que se verifica la causal
derivada de interés en el pleito(135) .
c) Litispendencia
Tener el juez pleito pendiente con el recusante.
El juez debe ser apartado también cuando mantiene pleito pendiente con una de
las partes en otra litis, la que debe ser anterior al momento de excusarse o ser
recusado o, al menos, estar el conflicto formalizado a ese momento, por ejemplo,
a través de un intercambio epistolar intimatorio o de la formulación de un reclamo
extrajudicial.
Si bien la causal de recusación es la litispendencia, por más que no esté todavía
planteado judicialmente el diferendo entre el juez y la parte, si el mismo ya ha sido
formalizado de algún modo fehaciente, el juez no tiene la tranquilidad espiritual
para juzgar a una persona con la que mantiene un litigio. Y, si se tratase de un
juez excepcionalmente dotado de valores superiores —lo que en estos días no es
dado presumir— tampoco dejarlo juzgar el caso de su oponente sería la solución,
pues perfectamente sus opositores impugnarían su sentencia bajo cualquier
argumento, si no bajo cualquier excusa.
Incluso en protección de la dignidad del juez y de la respetabilidad de su
sentencia, el magistrado que mantiene un diferendo o reclamo ya formalizado con
una de las partes, en otro expediente, debe ser apartado de la causa, sea a su
pedido o sea por recusación.
La causal de apartamiento por litispendencia, para ser entendida correctamente
exige algunas precisiones, que comúnmente no se hacen, motivo por el cual
abundan —en esta causal como en otras de apartamiento, infinitos equívocos,
dados por doctrina recibida —.
La jurisprudencia casi unánime declara que para que la causal expresada en el
art. 17 inc. 3º CPCC sea procedente es necesario que el juicio se haya iniciado
con anterioridad al momento en que el juez comienza a conocer en el proceso,
pues de lo contrario sería fácil apartarlos de la causa indicando una demanda
contra él, a posteriori (136) .
En la misma senda, se ha dicho que a efectos de la recusación por la causal de
pleito pendiente, es necesario que el pleito se haya promovido antes de haber
tomado el juez intervención en la causa(137) .
Y que el pleito que hipotéticamente involucraría al juez recusado y a la parte,
incoado en la misma fecha de introducción de la recusación con causa, no
configura la causal esgrimida con base en la previsión del art. 17 inc. 3º
CPCC(138) .
Toda la jurisprudencia espigada hasta aquí, en este tema, es compartible; el
problema es que no hace las necesarias aclaraciones que habría que formular en
algunos casos.
Sin la menor duda, que el supuesto del art. 17 inc. 3º CPCC es aplicable sólo al
pleito pendiente en el momento en que el juez comienza a conocer, puesto que de
otra manera bastaría con promover un juicio cualquiera contra un juez para
excluirlo(139) . Pero ello es así, cuando el juicio es contra el juez y lo promueve
una de las partes del caso a resolver por él.
En este caso, de no exigirse el recaudo del pleito pendiente, se correría el
riesgo de que la parte eligiera juez ad gustum , bajo el simple recurso de
demandar a cualquier juez que no le caiga en gracia, para luego dejar morir la
causa, por ejemplo, por no correr traslado de ella o, simplemente, desistirla luego
de apartar al juez.
Obvio que un litigante que proceda así no sería un monje franciscano, pero
hace mucho tiempo que la conducta de los litigantes promedio que uno ve en
tribunales todos los días, se diferencia claramente no ya de la de los monjes, sino
siquiera de la que pudiera ser admisible en buenos padres de familia.
Es una constatación irrefutable que la contemplación de la moralidad media del
foro, incluidos lamentablemente algunos jueces, funcionarios y empleados
judiciales, muestra un descenso notable respecto de la que imperaba cuando
nosotros nos recibimos de abogado e hicimos nuestras primeras armas en el
Poder Judicial. Cosas que hoy pasan por normales, a vista y paciencia de todos,
en la década de 1980 —ni qué hablar de antes de esa fecha — constituirían un
escándalo de proporciones y expondrían al sujeto que las actúa a graves
sanciones y al desdén o a la mofa de sus colegas.
Ni qué hablar del nivel medio de formación de los operadores jurídicos, sean
ellos abogados, empleados o funcionarios judiciales e incluso jueces. Hoy día ver
en una sentencia —publicada— yerros graves de cita legal es algo que no
sorprende, por lo reiterado. Lo propio ocurre con el nivel de las peticiones hechas
en los escritos, que muchas veces son indescifrables y otras, ocurrencias
peregrinas.
En el tiempo de nuestra formación, nosotros —y digo nosotros para referirme a
una generación coetánea a nuestra persona— éramos verdaderas esponjas,
intentando absorber el conocimiento jurídico, allí donde lo encontráramos. Nos
hacíamos cargo de que ya nuestra formación no era la que había sido en la época
de oro.
Comparado lo que nos enseñaron a nosotros con lo que —en promedio y salvo
excepciones honrosas— se imparte hoy en nuestras universidades, nuestros
claustros eran equiparables a los de la Universidad de Córdova, en época de los
califas, lugar que fue un refugio de la ciencia de Occidente en un marasmo
europeo de oscurantismo e ignorancia general, como fue la Edad Media.
Pero, en comparación a lo que veíamos en nuestros maestros, advertíamos que
nos faltaba bastante, por lo que nuestra generación —que se graduó en la década
de 1980— buscaba por todos los medios, cubrir sus vacíos con ciencia verdadera.
Y hay otra diferencia fundamental: entonces no hacían falta "escuelas de
capacitación judicial", porque los juzgados y las cámaras eran verdaderas
escuelas de derecho. Los jueces y camaristas que nos formaron a nosotros eran,
lo supieran o no, verdaderos maestros, que compartían su conocimiento con los
más jóvenes, sobre todo con aquellos que no eran díscolos, ni creídos, ni "nenes
de papá" y sabían advertir que les faltaba formación.
Imbéciles que creen saberlo todo ha habido siempre; no es cosa de ahora. Es
más, es casi una característica de los "nenes de papá", que pretenden cubrir con
prosapia y relaciones familiares sus carencias formativas. Y muchas veces lo
logran, desafortunadamente, lo que es fácil de advertir, visto que muchos cargos
no están ocupados precisamente por los más idóneos o contraídos al trabajo.
Pero, como la ignorancia consciente es un paso hacia la evolución, hoy se ve
mucha más ignorancia inconsciente, esto es, persona que ignorando los
rudimentos del derecho, creen actuar con maestría en su ámbito. Inútil advertir,
que para este tipo de necios es innecesaria cualquier escuela, pues quien cree
tener la ciencia infusa, rechaza toda indicación, sugerencia o enseñanza y, aún, la
juzga como una afrenta a la alta dignidad académica que cree tener. Es algo así,
como la conocida fábula española del "maestro de Siruela" (sí, con "s"), que no
sabía leer y tenía escuela.
Repase el lector mentalmente el universo conocido de operadores jurídicos que
frecuenta y seguramente ya habrá identificado a varios de éstos y seguramente
algunos en altas posiciones de poder y dando órdenes destempladas a
subalternos, a quienes pretender humillar, sino quebrar su ánimo. Cuanto mayor
es la ignorancia, suele ser mayor la soberbia y la agresividad en el trato.
Para terminar con esta digresión y volver al tema que nos ocupa, baste decir
que tuvimos el privilegio de ser meritorios en el Juzgado Civil 24 de La Plata,
donde la mano maestra del juez, Dr. Jorge Edgardo Crespi, pero también la gran
experiencia y caballerosidad del Oficial Mayor, Sr. Edgardo Bonomo —que había
entrado a tribunales, casi de pantalones cortos—, en el tiempo que allí estuvimos
nos cambió la carrera, al mostrar nos "otro" derecho del que habíamos aprendido
en el aula, un derecho vivo, flexible, con posibilidades de ser aplicado a la praxis
sin forzamientos ni injusticias, etc.
Cuando le preguntábamos algo al juez, nos contestaba de inmediato con la idea
justa, la solución correcta, sin declamaciones, e incluso nos exhortaba a
preguntarle siempre que no supiéramos algo, "porque incluso si él no lo sabía, en
el piso superior al de su juzgado, varias de las eminencias grises del derecho de la
Provincia de Buenos Aires, ocupaban las vocalías de la Excma. Cámara de
Apelaciones de La Plata y ellos seguramente sabrían lo que él no".
Eran otros tiempos. Hoy nadie pregunta nada; o lo saben todo, lo que parecen
esconder bien a nuestra vista o tienen vergüenza de inquirir, lo que es un
disparate, porque la vergüenza no es errar, siendo joven, sino la de permanecer
en el error, ya no siéndolo.
Disculpe el lector la digresión, pero como la gente repite lo que ve o escucha y
nadie habla de estas cosas, habiéndose generado en muchos foros, verdaderas
sociedades de halagos mutuos, donde todo el mundo se alaba, se arrojan flores y
zalamerías, sin advertir que el resultado final de su desempeño dista mucho de
tanta algarabía.
Nuestro desempeño como jurado en concursos para nombrar empleados,
funcionarios y también jueces, en los que uno escucha bastante seguido
conceptos imposibles, respuestas que son verdaderas confesiones implícitas de
ignorancia jurídica, nos han convencido de que el descenso de la formación en
derecho es algo estructural, no ya coyuntural. Así que habrá que adecuarse a él,
en vez de negarlo, buscar paliativos, para que no incida tanto ahora y soluciones,
para que se revierta hacia adelante.
Volviendo al tema de la recusación por esta causal, si el juez es el que tiene un
reclamo pendiente contra una de las partes del juicio que tiene a resolver, lo haya
ya iniciado o no, si el diferendo está formalizado, sea en una intimación fehaciente
o en un reclamo administrativo, el juez debe ser apartado de la causa, lo que
ocurrirá normalmente a su pedido.
En esta línea, se ha pronunciado correctamente un fallo entrerriano, que ha
sostenido agudamente que a efectos de la recusación por la causal de pleito
pendiente, es necesario que éste se haya promovido antes de haber tomado el
juez intervención en la causa, porque como se ha sostenido "en caso contrario
estaría en manos de cualesquiera de las partes crear una causal de recusación
mediante el simple arbitrio de entablar una demanda contra aquél. Distinto sería el
caso, naturalmente, si fuese el propio juez quien iniciase el pleito(140) .
Lo que se busca con la limitación de la preexistencia del conflicto entre el juez y
la parte es evitar manipulaciones de la selección del juzgador, que permitan una
elección indirecta del juez por la parte.
Si no existe ese peligro y es el juez el que promueve el reclamo, el requisito de
preexistencia se cambia por el de formalización del reclamo, lo que basta para su
apartamiento, justamente para evitar que la sentencia del juez sea fácilmente
impugnable por parcialidad.
e) Ser o haber sido el juez denunciador o acusador del recusante ante los
tribunales, o denunciado o acusado ante los mismos tribunales, con
anterioridad a la iniciación del pleito
Constituye causal de recusación la circunstancia de que el juez haya sido autor
de denuncia o querella contra el recusante con anterioridad a la iniciación del
pleito. El carácter de denunciante se refiere tanto a juicios penales, como
correccionales o contravencionales y alcanza no sólo a las partes sino también a
los abogados y procuradores(147) .
Conforme el art. 17 inc. 5º CPCC, la calidad de denunciante o querellante no
puede ser invocada, si la querella o denuncia se promueve después de
comenzado el pleito, con el objeto de evitar la creación artificial de la causal
invocada(148) .
La resolución que dispone la formulación de una denuncia a fin de que se
deslinden eventuales responsabilidades penales, bien puede ubicarse entre las
obligaciones inherentes a los hechos perceptibles por todo funcionario en ejercicio
de sus funciones, lo cual descarta la configuración de la causal que contempla el
inc. 5º del art. 17 CPCC. En este mismo orden de ideas, se ha sostenido que la
denuncia hecha por el juez en virtud del cumplimiento del deber impuesto por el
art. 177 CPP, torna inaplicable el art. 17 inc. 5º CPCC también citado, pues
aquélla responde a un imperativo legal sin afectar la garantía de imparcialidad que
la recusación tiende a salvaguardar. Es que no debe perderse de vista que el
magistrado no actúa en estos casos a título personal sino en cumplimiento de una
prescripción legal de carácter general. En efecto, la denuncia contemplada por el
ordenamiento de rito conlleva necesariamente una afectación personal del juez
denunciante, puesto que, de otro modo, no se advierte la posible pérdida de
objetividad e imparcialidad para resolver en la causa, que subyace como
fundamento de las causales de recusación(149) .
En otro caso se resolvió que toda vez que la causal invocada es la prevista en el
art. 17 inc. 6º CPCC —esto es, la denuncia formulada por el recusante tendiente a
lograr que el juez sea removido de su cargo— cabe adelantar desde ahora que no
se encuentran satisfechos los recaudos establecidos en dicha norma. ante todo,
no se presenta la identidad exigida por la ley, puesto que la recusación ha sido
deducida por un sujeto distinto del que formuló la denuncia aludida, conclusión
ineludible ante la distinta denominación que ostentan las sociedades y la ausencia
de elementos de juicio que permitan sostener que se trata de la misma persona
jurídica. Esa divergencia no se encuentra suplida por el hecho de que la actora se
encuentre representada y patrocinada por los mismos letrados que la sociedad
denunciante, pues la causal de recusación invocada está prevista con relación a
las partes litigantes y no a sus profesionales. En tales condiciones, la denuncia fue
formulada para obtener que el tribunal, ejerciendo sus facultades disciplinarias, se
abocara al análisis de la situación e impusiera al magistrado, y eventualmente a su
secretario, las sanciones que estimara menester. A renglón seguido, se hacía
formal reserva de efectuar las denuncias que correspondieran ante el consejo de
la magistratura; como el curso que consiguientemente, le otorgó este tribunal, que
analizó la denuncia y, estimándola manifiestamente improcedente, resolvió
remitirla al H. Consejo de la Magistratura, decisión notificada a la denunciante
mediante cédula dirigida a su apoderado y sus letrados sin que ello motivara
objeción alguna, se advierte que en la especie no encuadra en el art. 17 inc. 6º
CPCC, que se refiere a la solicitud de remoción del juez por medio del mecanismo
constitucional pertinente, hipótesis ciertamente diferente al pedido de aplicación de
sanciones por inobservancia de los deberes que el citado cuerpo legal impone a
los magistrados. en función de estas consideraciones, la recusación deducida por
la parte actora es infundada(150) .
i) Amistad
Tener el juez con alguno de los litigantes amistad que se manifieste con gran
familiaridad o frecuencia de trato.
La amistad actúa en nuestro sistema procesal como una causal de
incompetencia subjetiva del juez, que inclina su ánimo hacia una de las partes,
produciendo una predisposición favorable del magistrado respecto a una de las
partes(176) , justamente hacia aquella a la que lo liga un vínculo de amistad.
La amistad comprobada con una de las partes basta para apartar al juez y para
que éste tenga el deber de excusarse; pero la amistad suele ser a veces la excusa
buscada para no llamar a las cosas por su nombre: y así vínculos amatorios o
sentimentales entre el juez y una parte no son denunciados o son enmascarados,
en ocasiones, bajo la piadosa sábana cobertora de la amistad.
Como sea, la predisposición favorable que la amistad, el amor o la pasión
amatoria producen, configuran causas de inhabilidad del juez, que determinan su
apartamiento de la causa, por cuestiones relativas a las personas, como las que
también instituyen los incs. 1º, 2º, 4º, 8º y 10 del art. 17 CPCC.
Se configura esta causal de apartamiento cuando el magistrado se encuentra
ligado a una de las partes por una relación tan estrecha que causa su parcialidad
o dependencia afectiva o espiritual de una de las partes.
Claro que la causal de excusación por amistad, requiere la existencia de un lazo
afectivo perdurable, durante, y constatable entre el magistrado interviniente y uno
de los sujetos procesales actuantes en la litis.
No basta cualquier relación fugaz, pasajera o de alguna cordialidad para tenerla
por configurada, ya que lo que el Código Procesal busca es evitar interferencias
afectivas intolerables en la inteligencia del juez, mas no suministrar a éste excusas
para que produzca un fácil autoapartamiento de la causa.
Así, tener trato cordial y afable con una de las partes del juicio, por ejemplo, el
que pudiera evidenciarse en forma pública en numerosas tertulias, en haber
compartido cenas, ya sea en soledad o en la compañía de otros comensales o
reuniones con amigos comunes, no configura el ti po que esta norma exige para
permitir el apartamiento del juez de una causa por amistad con una de las partes.
La comensalidad no equivale a la amistad, por lo mismo que los contertulios no
son necesariamente amigos, con lo que predicar lo primero no quiere decir
acreditar lo último.
No cabe confundir, entonces, a la amistad con las situaciones de simple
contacto social entre personas que, aun cuando ocurran con asiduidad, sólo
derivan del desempeño de funciones comunes, de la simple vecindad o de
frecuentar los mismos lugares.
Y, si bien siempre debe respetarse el razonable escrúpulo de un magistrado
honesto, ello no llega hasta tolerar el exceso de celo o admitir excusas en lugar de
causales de apartamiento, las que son regladas, en vez de discrecionales.
Por ende, el respeto hacia elementales reglas de cortesía no debe hacer
confundir amistad con simple relación de socialización o de conocimiento; éstas no
bastan para configurar aquélla.
Tampoco implica necesariamente amistad el hecho de ser antiguos compañeros
de estudios el juez y una de las partes. En esta línea se ha dicho que aun cuando
el magistrado interviniente haya admitido conocer a la parte actora, por haber sido
compañeros de estudio, hace más de quince años, si ese trato, en la actualidad,
ya no se continúa, a lo que cabe sumar que el magistrado acota que dicha
vinculación no afecta su libertad de resolver con justicia y sin ninguna parcialidad
el litigio, no corresponde hacer lugar a la recusación con causa(177) .
Así, bien se ha dicho que "para que se configure la causal de excusación por
amistad, no basta cualquier lazo afectivo sino que debe alcanzar el grado de
intensidad que señala la ley. La amistad, vale decir, la vinculación afectiva, debe
ser íntima, lo que equivale a estrecha, en razón del trato frecuente y
constante"(178) .
Excusarse por amistad no implica el ejercicio por el juez de una facultad
discrecional, sino reglada; ello, pues el autoapartamiento requiere de una situación
o sustrato objetivo, verificable y no dudoso o sometido a cavilaciones, lo que
resulta exigible para evitar apartamientos funcionales injustificados, repentinos,
oportunistas o carentes de motivación.
Si bien la norma no lo dice expresamente, ella requiere que la amistad invocada
sea manifiesta; la fórmula legal "amistad que se manifieste con gran familiaridad o
frecuencia de trato", impide que se aleguen como amistad a situaciones de
encuentros clandestinos, soterrados, escondidos o infrecuentes.
La amistad, para dar causal a la excusación del juez, debe ser manifiesta,
indudable, y ella debe expresarse a través de actos externos que le confieran la
posibilidad de ser conocida por terceros.
Cabe aclarar, además, que en todo caso la amistad debe ser entre el juez y la
parte y no con los letrados de una de ellas, a diferencia de lo que ocurre en el
ordenamiento santafesino, en el que la amistad con el letrado de la parte también
genera una causal de apartamiento.
En el sistema procesal de la Provincia de Buenos Aires, en el de la Nación y en
el de aquellas provincias que han adoptado como suyo el Código Procesal
sancionado por ley 17.454 o siguen sus aguas, es un principio recibido e
inmutable que la amistad de magistrado con el letrado de la parte no constituye
causal de excusación ni de recusación(179) .
Y ello, porque la propia fórmula legal no deja lugar a dudas, al exigir la que la
amistad vincule al juez con alguno de los litigantes. Litigantes son aquellas partes
del proceso que mantienen un litigio con otra, lo que excluye a los letrados, que
simplemente vienen al juicio o en asistencia o en representación de otro, pero no
tienen litigio abierto con la contraparte a título personal.
Litigantes son los comparecientes a juicio, que tienen carácter de parte y, por
ende, litigio abierto en la liza.
Tampoco cabe el apartamiento del juez alegando tener amistad con la parte, si
se trata de una sociedad comercial y el juez es amigo de uno de sus socios o
representantes.
Es que, la recusación prevista en el art. 17, inc. 9º, CPCC, no puede
configurarse como principio cuando las partes son sociedades anónimas y la
amistad se invoca respecto de uno de sus integrantes. Ello así dada la naturaleza,
estructura y características propias de estas personas jurídicas, en las que el
elemento personal aparece diluido. Cabe añadir que la litigante es "Televisora
Federal SA Telefé" y no el letrado de modo que no concurre aquí la circunstancia
prevista en la norma que funda la excusación —amistad del juez con alguna de las
partes—(180) .
Ahora bien, sentado todo ello, queda por preguntarse respecto de la amistad
como causal de recusación o excusación si ella debe ser recíproca o no.
Con frecuencia uno siente frente a otra persona un sentimiento que no es
correspondido plenamente, tanto sea en cuanto al amor, al aprecio o a la amistad.
No es descabellado pensar que en una relación de dos amigos, uno puede sentir
la amistad más profundamente que el otro o, llegado al extremo, sentirse amigo
uno de ellos y no corresponder el sentimiento el otro.
Por eso, ¿la amistad debe ser recíproca en los términos del art. 17 CPCC?
Un procesalista santafesino ha respondido a esta pregunta, afirmando que la
"amistad" como causal de apartamiento de un juez no demanda la reciprocidad o
el mutuo afecto. De allí que, según él, conforme al art. 16 Cód. Civil, basta con el
sentir unilateral, basta con que el juez se sienta "amigo" del otro, aunque este
último no le corresponda, secreta o expresamente(181) .
Otro sector de la doctrina se opone a este criterio, sosteniendo que la amistad
excusatoria debe ser mutua; no bastando al efecto meramente, la amistad del juez
hacia la parte (el consabido caso de un sentimiento no correspondido), o a la
inversa. No basta para esta tesis que el juez se sienta amigo del litigante, sin
importar qué siente ese litigante hacia el juez(182) .
Por nuestra parte, adherimos a la tesitura de que la amistad, aun no
correspondida, constituye una causal de excusación o recusación. Es que, el
criterio contrario exigiría indagaciones profundas y complejas sobre la intensidad
de los sentimientos de las personas, amén de que permitiría colusiones gravosas
entre amigos, que resulta ser que no eran tan amigos, justo cuando el juez tiene
que fallar.
Qué es lo peor que puede producir la amistad unilateral, como postura ante el
proceso, que algún vivillo, vestido de juez, se excuse para sacarse trabajo de
encima en alguna causa, pretextando una amistad que no es real. Es preferible
ese pequeño precio a que un delincuente, vestido de juez, no se excuse cuando
debiera hacerlo y termine fallando a piacere de sus amigos y en perjuicio de las
personas comunes.
Nunca hemos comprendido el "criterio" que muchos jueces esgrimen en las
excusaciones y recusaciones, que muchas veces terminan plasmando soluciones
de una gran hipocresía, cuando no de una irrealidad indudable.
La amistad de uno solo basta para que el juez deba excusarse. Por otra parte, y
sin ofender a nadie, en tantos años de tribunales hemos conocido una nutrida y
diversa fauna, cuya contemplación permite ver que no deben dejarse resquicios
para que la maledicencia y el amañamiento se cuelen en los expedientes.
El criterio más estricto en estos casos, creemos, es el mejor, en vista sobre todo
de las graves consecuencias del reblandecimiento de los requisitos de habilidad
del juez.
j) Enemistad
Tener contra el recusante enemistad, odio o resentimiento, que se manifieste
por hechos conocidos. En ningún caso procederá la recusación por ataques u
ofensas inferidas al juez después que hubiese comenzado a conocer del asunto.
Esta causal es el anverso de la anterior: aquí tenemos delante una causal de
incompetencia subjetiva del juez, idónea para su apartamiento, en este caso, por
la parcialidad que puede producir —y muchas veces produce— la predisposición
negativa del juez hacia una de las partes.
La enemistad, odio o resentimiento que menta el inc. 10 de la norma
comentada, es un sentimiento adverso que el juez puede abrigar respecto de un
litigante, pero que para apartarlo de la causa requiere que se manifieste por actos
externos que le den estado público (183).
No se trata de una mera frialdad, ni siquiera de alguna desafortunada
descortesía; se requiere odio o resentimiento tangibles, para apartar a un juez de
una causa.
Los hechos que fundamentan la recusación por esta causal deben importar un
desafecto grave, sin que basten por si solo los que trasuntan indiferencia o
descortesía(184) .
Para que sea aplicable esta causal que analizamos, se requiere que tal
enemistad, odio o resentimiento se concrete en forma clara y ostensible por
hechos que puedan resultar perjudiciales para alguna de la partes. De no ser así,
cualquier altercado de discusión propia de la vida judicial podría generar la
potestad de apartar la causa al magistrado que, por disposición de la ley,
corresponde intervenir(185) .
Por ende, las sensaciones subjetivas generadas con motivo de la actuación del
órgano jurisdiccional y del dictado de resoluciones en juicios de su competencia,
no son susceptibles de dar lugar a la recusación del magistrado(186) .
Muchas veces los litigantes, en ocasiones acicateados por terceros, cuando no
por sus letrados, creen ver enemistad hacia ellos donde no la hay. Por caso, en
ocasiones, se ha pretendido fundar el pedido de apartamiento de un juez por
causales que rozan la hilaridad, como solicitar el apartamiento de un juez, por no
haber recibido a la parte en audiencia(187) .
Algunas partes y letrados tienen, ante el pedido de entrevista o audiencia con el
juez, una actitud casi infantil, dado lo caprichoso de su postura. Un buen juez no
debe recibir a una de las partes ni a sus letrados, sin la presencia de la
contraparte, porque ello se presta a toda clase de malos entendidos,
maquinaciones, ardides, corruptelas, etc. El rechazo de una petición de audiencia,
no significa nada. Nada más, que el juez ha cumplido con su deber y con el
principio de bilateralidad.
La enemistad debe ser anterior al proceso y no generarse en el, razón por la
cual no queda configurada por la aplicación de sanciones procesales, ni por la
calificación de arbitrariedad que el recusante otorga a una actuación judicial, ni por
la comisión de posibles errores de derecho o en la apreciación de los hechos que
puede realizar el juez, ni por la desestimación de un planteo del recusante. La
arbitrariedad no es causal de recusación ni expresiva, de por si, de enemistad,
odio o resentimiento(188) .
Las consideraciones y calificativos utilizados por el juez en sustento de la
imposición de una sanción al recusante, en pleno ejercicio de la jurisdicción y
dentro del marco de sus atribuciones legales, no lo tornan incurso en la causal del
art. 17 inc. 10 CPCC(189) .
Es indudable que la enemistad debe verificarse del juez hacia la parte, pero no
compartimos el criterio de que nada importa qué es lo que sienta la parte respecto
del juez(190) .
Consideramos que cuando una de las partes de un proceso es un enemigo
declarado del juez, éste debe excusarse de intervenir en él.
Una vez, nos tocó resolver un caso en que teníamos como parte a un Vocal del
Superior Tribunal de Justicia, que años antes había hecho gratuitas
manifestaciones descomedidas hacia nuestra persona, descendiendo de su alta
condición para empeñarse en los diarios contra un camarista con descalificaciones
propias de un gamberro y sin fundamento alguno, que no sea la envidia y la
competencia hacia los logros académicos que él tenía vedados.
Allí nos excusamos, sosteniendo que si bien no guardábamos rencor hacia
quienes habían intentado zaherirnos o se habían equivocado en su actuación en
nuestro perjuicio, porque apegamos todo lo posible nuestros actos al Evangelio,
no obstante siempre hemos creído que el juez no sólo debe ser imparcial sino
parecerlo.
Dijimos allí en nuestra excusación que, a efectos de preservar a todo trance la
imparcialidad, la probidad y la propia sensación de imparcialidad que igualmente
debe custodiar la magistratura respecto de su intervención, nos veíamos en la
obligación de excusarnos de intervenir en esta causa, justamente para que no
quede duda alguna de la solución que se de al caso, máxime tratándose de una
disputa de este tipo y entre ex socios de un estudio jurídico, cuestión que puede
causar un serio strepitu fori en un reducido ámbito profesional como el una ciudad
mediana.
Expusimos allí que resolver esa cuestión nos planteaba motivos graves de
decoro y delicadeza que nos hacían solicitar nuestro apartamiento de la causa.
Lamentablemente no nos fue aceptada esa excusación.
Por nuestra parte pensamos que para configurar la causal de enemistad, basta
con la enemistad del juez hacia la parte, pero si el juez no siente odio hacia la
parte y la parte sí lo detesta con todas sus fuerzas y en forma pública, a efectos de
que no se dude de la solución tomada en la causa, el juez debe excusarse
igualmente.
Sentado ello, diremos que la causal de enemistad debe ser personal y previa al
proceso. La norma en comentario, en su in fine, limita la recusación a los hechos
previos, ya que establece que en ningún caso procederá la recusación por
ataques u ofensas inferidas al juez después que hubiese comenzado a conocer
del asunto.
Es ésta una sabia limitación, pues ella impide que cualquier desvergonzado elija
juez ad gustum , quitándose magistrados de encima recurriendo al fácil recurso de
agraviarlos, una vez iniciado el pleito.
Por ende, no puede considerarse causal de recusación en los términos de este
inciso, el dictado de medidas precautorias contra el peticionante o la resolución de
incidencias producidas durante el desarrollo del proceso(191) .
A los efectos de una recusación con causa, la pasión del ánimo reprochado al
juez de la anterior instancia —enemistad, resentimiento y animadversión
manifiesta hacía el peticionante— debe ser personal e individualizada y, asimismo,
no puede ser consecuencia del ejercicio de la actividad jurisdiccional, aunque lo
crea arbitrario quien deduce la recusación(192) .
En tanto los ataques, diferendos u ofensas al juez le fueron dirigidas con
anterioridad al inicio del litigio, no tiene importancia dónde ellas se produjeron ni
en qué momento, bastando con que tengan entidad suficiente como para
mantener en el espíritu del magistrado una profunda animadversión hacia la parte,
lo suficientemente grave, como para alterar su juicio y disponerlo con
prescindencia de los hechos y pruebas de la causa, en contra de quien siente su
enemigo.
Bien ha dicho Chiappini que "después de todo, ¿qué importa si el odio proviene
de que al juez le han birlado una novia o unos dinerillos o le han cantado las
cuarenta en una reunión social o le dijeron de todo menos bonito en un pleito de
antaño? ¿Qué diferencia hay si el odio es el mismo? ¿Por qué incursionar en el
escenario que desencadenó el odio, en sus cronologías, más allá de la expresa
cortapisa que establece la norma? El odio siempre será odio, siempre
predisposición desfavorable... El odio siempre es 'personal' porque se concibe que
gravita si odia el juez... no importa si se originó en un pleito anterior (por ejemplo,
lo insultaron de arriba a abajo en una audiencia o en un escrito) o extramuros de
los tribunales. Se trataría de disquisiciones impertinentes, por lo cual mejor
aventarlas..."(193) .
A modo de cierre, cabe aclarar que, en principio, no puede experimentarse un
sentimiento de odio respecto de una persona jurídica de carácter público, como
sería la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires(194) .
En esta línea se ha dicho también que la causal de recusación prevista por el
art. 17 inc. 10º CPCC, no puede darse con respecto a una sociedad, pues los
sentimientos que comprende sólo pueden presentarse entre personas
físicas(195) .
Ahora bien, si bien ello es así en principio, puede ocurrir que exista algún juez
concreto que haga gala de ideas extremistas que, por ejemplo, lo coloquen en una
situación ideológica anárquica, que lo lleve a anhelar fervientemente causarle
daño al Estado o a alguna institución pública. Hemos conocido sujetos así en
tribunales, los que pueden ser muchas veces calificados en puridad de psico-
bolches , porque proclaman ideas libertarias, pero viven como maharajáes y
usufructúan todas las ventajas de un sistema al que dicen odiar y combaten con
todas sus fuerzas, aunque normalmente en forma soterrada y sin renunciar a
privilegio alguno que el mismo les confiera.
En estos casos, un juez fuertemente prevenido contra determinada institución o
persona jurídica, sea pública o privada, también debe ser apartado de la causa,
sea por enemistad o, si se considera que ella no es posible hacia una entidad
ideal, por mero odio o prevención del espíritu. Pero un juez así no debe
fallar(196) .
En palabras de Chiappini, "el odio siempre es 'personal' porque se concibe que
gravita si odia el juez. Es cierto que en general odia a personas aunque veces, por
ejemplo, a una sociedad comercial (si lo estafó) o a un club de fútbol (el juez se
desgañita por el rival tradicional)..."(197) .
En casos donde se compruebe que el juez abriga en su ánimo odio hacia una
determinada institución o persona jurídica, el mismo debe ser apartado de las
causas en que ella actúa.
Oportunidad
Art. 18 — La recusación deberá ser deducida por cualquiera de las
partes en las oportunidades previstas en el artículo 14. Si la causal fuere
sobreviniente, sólo podrá hacerse valer dentro del quinto día de haber
llegado a conocimiento del recusante y antes de quedar el expediente en
estado de sentencia.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Esta norma debe ser interpretada con cuidado, ya que literalmente aprehendida
puede dar margen a equívocos.
Cuando la regla edicta que "La recusación deberá ser deducida por cualquiera
de las partes en las oportunidades previstas en el art. 14. Si la causal fuere
sobreviniente, sólo podrá hacerse valer dentro del quinto día..." siempre se refiere
a la recusación con causa, que es el supuesto al que esta norma se endereza.
No existe recusación sin causa sobreviniente, posterior a las oportunidades que
menta el art. 14 CPCC, por lo que esta norma se corresponde exclusivamente con
el apartamiento del juez con causa o motivo.
La norma se alinea con el supuesto de recusación por causa sobreviniente. Esto
implica que la causa de la recusación debe ser sobreviniente o, al menos, que la
parte no debe haberla conocido con anterioridad.
La parte que esgrime una recusación sobreviniente debe decirlo en el escrito en
que la plantee, debiendo hacer una relación fáctica que se corresponda con ese
supuesto, pero no siendo necesario que preste juramento de ello o que lo exprese
en su escrito bajo juramento.
Y, si el juez recusado negare que la causal es sobreviniente o que la parte no la
conocía, será a su cargo demostrar tal extremo, debiendo presumirse que la parte
ha actuado regularmente, a mérito de la presunción de buena fe que beneficia a
todos los sujetos, hasta que se pruebe lo contrario (art. 4008 Cód. Civil).
Quien conociendo la existencia de una causa de recusación guarda silencio o
permanece ensimismado, está con ello configurando un supuesto de "silencio
permeable", esto es, de aquellos que permiten inducir una clara orientación a la
conducta del silente: y esa orientación es la falta de interés en recusar al
magistrado.
Claro que se trata de un plazo de cinco días el que debe permanecer en
silencio, el que se cuenta desde que llegare a conocimiento del recusante la
existencia de la causal de recusación.
Exigir otra conducta a la parte o contar el plazo de otro modo, implicaría
obligarle a ésta a plantear una recusación eventual o preventiva, para anticiparse
a casos hipotéticos. El derecho no puede exigir eso, sino que los derechos o
facultades se ejercen en el proceso ante hechos acaecidos y en circunstancias
concretas y no en forma eventual o hipotética.
El plazo de cinco días, dentro del que puede hacerse ejercicio de una
recusación con causa sobreviniente, es el mismo plazo que contempla el art. 170
CPCC para la subsanación de una nulidad. El fundamento de ambas reglas es el
mismo: la parte que no hace valer un derecho suyo dentro del plazo de cinco días
está manifestando larvada o indirectamente un desinterés por la facultad no
ejercida, que hace que se considere que la misma no tiene interés en ejercerla en
el futuro y se le dé por perdida.
Este fundamento se corresponde con el principio de celeridad: los derechos y
facultades deben ser ejercidos en el proceso en forma célere, so pena de
perderlos en caso contrario. Ello, pues al ordenamiento le interesa evitar el
alongamiento indefinido de los procesos, por la falta de ejercicio de facultades por
los interesados, a quienes corresponde peticionar y urgir todo lo necesario para la
salvaguarda de sus potestades.
La facultad de recusar por causas sobrevinientes precluye al quedar el
expediente en estado de dictar sentencia, no pudiendo ejercerse en adelante.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
En los casos en que resulta recusado un juez de la Primera Instancia —tal como
aquí ocurre— el tribunal competente para decidir tal cuestión es la Cámara de
Apelación respectiva, motivo por el cual se perfilaría impropia la resolución,
mediante la cual el propio magistrado recusado desestimó in limine el aludido
planteo(205) .
COMENTARIO
Esta norma distingue con claridad dos supuestos: el primero es el de los jueces
superiores, integrantes de cuerpos colegiados, en el que la recusación de ellos es
resuelta por los jueces del mismo cuerpo que éstos integran que quedaran
hábiles. La regla es, entonces, que la recusación con causa de un juez de un
tribunal colegiado es resuelta por sus colegas del mismo tribunal.
Excepcionalmente, si no existiese posibilidad de que el tribunal resuelva con los
jueces que quedaron hábiles, por quedar desintegrado y sin jueces suficientes
para dictar resolución válida, en ese caso, se integrará el tribunal con los jueces
naturales, lo que se hará en la forma prescripta por la ley orgánica del Poder
Judicial.
En estos casos, se integrarán los jueces de las otras salas del tribunal si las
hubiera y si se ha agotado la lista de jueces del mismo rango, se comenzará a
integrar a los subrogantes, de acuerdo al orden de subrogancia establecido
legalmente para el caso.
En segundo lugar, la norma contempla el caso de la recusación de los jueces de
primera instancia, la que será resuelta por la Cámara de Apelaciones de la que
ellos dependan.
Forma de deducirla
Art. 20 — La recusación se deducirá ante el juez recusado y ante la
Suprema Corte o Cámara de Apelaciones, cuando lo fuese de uno de
sus miembros.
En el escrito correspondiente, se expresarán las causas de la
recusación, y se propondrá y acompañará, en su caso, toda la prueba de
que el recusante intentare valerse.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
Si resulta del informe efectuado en los términos del art. 22 del Cód. Procesal por
el magistrado involucrado en la recusación, que reconoció la exactitud del hecho
fundado en lo dispuesto por el art. 17 inc. 5º del Código Procesal, en virtud de lo
normado por el art. 23 del Código citado debe tenérselo por separado de la
causa (222).
COMENTARIO
El informe del juez recusado puede adoptar tres tesituras distintas: a) admitir los
hechos en que se basa la recusación; b) admitir los hechos en que se basa la
recusación y, a su vez, excusarse, solicitando su propio apartamiento, para el caso
de que la cuestión pudiera presentar alguna duda; y c) negar los hechos en que se
funda la recusación o sostener que ellos, pese a ser ciertos, no dan cabida a un
supuesto de recusación procedente.
Si el recusado reconociese los hechos, se le tendrá por separado de la causa, al
igual que si lo hace y pide su apartamiento.
En cambio, si negare los hechos afirmados por el recusante o los reconociere,
pero indicare que no configuran una causal admisible de recusación, las
manifestaciones del juez recusado darán cuerpo a un incidente, que se formará
para resolver el tema de la procedencia o improcedencia de la recusación y que
tramitará por expediente separado al principal en que ella se hubiera formulado.
Apertura a prueba
Art. 24 — La Suprema Corte o Cámara de Apelaciones, integradas al
efecto si procediere, recibirán el incidente a prueba por diez (10) días.
Cada parte no podrá ofrecer más de tres (3) testigos.
COMENTARIO
Esta norma está prevista para el caso en que, habiendo negado el juez
recusado la procedencia de su recusación, se haya formado incidente y se deba
producir prueba para resolver el tópico, al no contarse con prueba suficiente en la
litis y no ser la cuestión de puro derecho.
Es un caso bastante infrecuente ya que, en general, cuando se producen
incidentes de recusación, ellos se basan en una diferente inteligencia de una
norma, en rigor de alguno de sus incisos —nos referimos al art. 17 CPCC— o a
una diferente lectura de los hechos alegados por el recusante.
Es verdaderamente infrecuente que un magistrado niegue hechos que se
alegan para recusarlos, si los mismos han existido, puesto que una negativa tal, si
luego se probaran tales extremos implicaría la configuración de una causal de mal
desempeño del cargo, supuesto al que muy pocos jueces, que estén en sus
cabales, se expondrían.
Consecuentemente, lo más común es que exista discrepancia sobre la
interpretación de los hechos o de su encuadramiento en la norma, pero no sobre
la existencia o no de los mismos hechos, lo que normalmente evita que se deba
producir prueba al respecto.
Resolución
Art. 25 — Vencido el plazo de prueba y agregadas las producidas, se
dará vista al juez recusado y se resolverá el incidente dentro de cinco (5)
días.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1 . La redacción del informe del art. 26 del CPC sobre las causas que se hayan
alegado constituye un deber para el magistrado recusado, en tanto deviene
imprescindible para el trámite del instituto de la recusación, quedando en cabeza
del Tribunal, en su rol de superior jerárquico, la decisión sobre la procedencia —o
no— de aquélla (224).
2 . Planteada la recusación con causa, el juez recusado debe limitarse a elevar
a la Cámara de Apelaciones el escrito de la parte con el informe sobre las causas
alegadas, no pudiendo pronunciarse sobre la recusación, por ser esta materia
privativa del Tribunal(225) .
COMENTARIO
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Recusación maliciosa
Art. 29 — Desestimada una recusación con causa, se aplicarán las
costas y una multa de hasta quinientos pesos ($ 500), por cada
recusación, si ésta fuere calificada maliciosa por la resolución
desestimatoria.
(Art. 29: Sustituido por ley 11.593, art. 1º —B.O. 9/1/1995 al 13/1/1995—,
Adla, LV-C, 3809).
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1 . El carácter malicioso al que alude el art. 29 del CPCC, debe ser apreciado
restrictivamente. Deben surgir con claridad y elocuencia los extremos que habilitan
esa calificación, los que, en el caso concreto, no se revelan con la nitidez que la
situación requiere(228) .
2 . La aplicación de la sanción prevista en el art. 29 del ritual requiere la
comprobación de una conducta enderezada a obstaculizar y retardar la tramitación
del proceso y, en tanto ella no surge en forma manifiesta y ostensible de las
constancias de autos, no corresponde actuarla(229) .
3 . El rechazo por razones formales de la recusación no determina, sin más, su
carácter malicioso. Es menester para ello que la sinrazón del planteo desemboque
su espíritu eminentemente obstructivo o dilatorio del normal trámite del proceso, o
que su contenido resulte injurioso o agraviante de la investidura del magistrado
recusado(230) .
4 . La decisión de la Cámara en cuanto desestima las recusaciones planteadas
e impone multa al letrado y su patrocinado en los términos del art. 29 del Código
Procesal Civil y Comercial, además de no constituir sentencia definitiva en el
concepto de los arts. 278 y 296 del Código citado, no es susceptible de ser
recurrida por ante esta Suprema Corte(231) .
COMENTARIO
Excusación
Art. 30 — Todo juez que se hallare comprendido en alguna de las
causas de recusación mencionadas en el artículo 17 deberá excusarse.
Asimismo podrá hacerlo cuando existan otras causas que le impongan
abstenerse de conocer en el juicio, fundadas en motivos graves de
decoro o delicadeza.
No será nunca motivo de excusación el parentesco con otros
funcionarios que intervengan en cumplimiento de sus deberes.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
3. Algunos supuestos
Como supuestos en que se ha admitido la configuración de la causal de motivos
graves de decoro y delicadeza, pueden mencionarse los que siguen:
a) En un caso se admitió, por estricta aplicación de motivos graves de decoro y
delicadeza, la excusación formulada por un magistrado para entender en una
causa en la que el letrado que patrocina a la accionante, es uno de los titulares del
estudio jurídico en el que su hijo se desempeña como abogado; ello así, a fin de
despejar cualquier duda que pudiera existir en el ánimo de las partes sobre la
imparcialidad del juzgador(276) .
b) La invocación de un vínculo de amistad del juez con la parte justifica su
excusación, en la medida que su apartamiento no traduzca un exceso de
susceptibilidad o simples razones de delicadeza personal(277) .
c) Corresponde hacer lugar a la excusación planteada por el magistrado, dado
que la misma invocación de motivos graves de decoro y delicadeza permite
presuponer que la situación puede afectar el debido equilibrio que debe observar a
la hora de tomar decisiones de fondo en la causa que se encuentra en trámite en
su juzgado, en la que interviene el letrado con quien guarda una relación
públicamente amistosa(278) .
d) Corresponde declarar admisible la causal de excusación fundada en motivos
graves de decoro y delicadeza, cuando en la especie, a pesar de haberse
configurado en el curso del proceso, haya sido susceptible de provocar violencia
moral o serio daño a la delicadeza personal del juez(279) .
e) La excusación fundada en motivos graves de decoro o delicadeza, requiere
que aquéllos estén íntimamente unidos con el interés del pleito(280) .
Oposición y efectos
Art. 31 — Las partes no podrán oponerse a la excusación ni dispensar
las causales invocadas. Si el juez que sigue en el orden del turno
entendiese que la excusación no procede, se formará incidente que será
remitido sin más trámite al tribunal de alzada, sin que por ello se
paralice la sustanciación de la causa.
Aceptada la excusación el expediente quedará radicado en el juzgado
que corresponda, aun cuando con posterioridad desaparecieren las
causas que la originaron.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
El texto de esta norma muestra una clara divergencia entre la conformación del
tribunal que va a juzgar la recusación de un juez, con relación a la que va a juzgar
su excusación, si se entiende que esta última es improcedente.
La presente norma establece que las partes no pueden oponerse a la
excusación ni dispensar las causales invocadas. Ello, ya que las causales de
excusación y el propio régimen de apartamiento de magistrados es de orden
público y, como tal, está al margen de la capacidad de disposición de las partes,
ya que en él se involucran importantes aspectos publicísticos, de grado máximo,
ya que en el tema de la correcta aplicación del régimen de apartamiento de
magistrados se juega, nada menos que, el tema de la garantía del debido proceso
y de la defensa en juicio, como que un juez parcial interviniente pone en crisis
tales valores sustanciales al extremo.
Sentado que las partes no pueden oponerse ni prestar conformidad alguna
válida al juez excusado, los únicos que pueden oponerse a la excusación son los
jueces que siguen en orden de turno al del excusado.
Si, por ejemplo, los integrantes de un tribunal colegiado entendieran que un
colega suyo que se excusó no lo ha hecho por una causal procedente, no pueden
resolver ellos la cuestión, sino formalizar una oposición, solicitando la integración
de jueces hábiles para resolverla.
Esto muestra la radical diferencia entre la recusación y la excusación. En la
recusación de unos jueces de Cámara, por caso, los restantes jueces del cuerpo
deciden la misma. En la excusación, en cambio, ellos no pueden resolver
válidamente el tópico, debiendo formalizar una oposición a la misma y dejar la
cuestión a ser resuelta por jueces hábiles, que normalmente serán los
subrogantes de ellos.
En el caso de jueces de primera instancia no hay tal diferencia, porque siempre
será la Cámara la que resuelva el diferendo ente jueces inferiores. Al efecto, si el
juez que sigue en el orden del turno entendiese que la excusación no procede, se
formará incidente que será remitido sin más trámite al tribunal de alzada, lo que no
paralizará el trámite de la causa.
El art. 31 CPCC contempla que una vez aceptada la excusación, el expediente
quedara radicado en el juzgado que corresponda. Así se ha dicho que el juez
subrogante es quien ejerce el control de la causal, pero al solo efecto de formar un
contradictorio en caso de oposición y que, si no hay objeción, la radicación es
definitiva. En la medida en que los jueces a quienes se asignó la causa en forma
sucesiva no asumieron su conocimiento (por encontrarse alcanzados por causales
de excusación), con lo cual la causa no obtuvo su radicación definitiva, nada
impide que el juez, llamado a intervenir en ella, cuestione la procedencia de una
causal expresada por quien lo precedió, aunque no en un orden inmediato(282) .
Una vez aceptada la excusación, el juez excusado queda definitivamente al
margen del caso, cualesquiera sean los hechos posteriores.
Es que aceptada la excusación, el expediente queda radicado en el juzgado que
corresponda, aun cuando con posterioridad desaparecieren las causas que
originaron la excusación.
Falta de excusación
Art. 32 — Incurrirá en las causas previstas en la Constitución
provincial para la remoción de los magistrados judiciales, el juez a quien
se probare que estaba impedido de entender en el asunto y a sabiendas
haya dictado en él resolución que no sea de mero trámite.
COMENTARIO
Es ésta una de las normas más sabias de todo el Código Procesal. El problema
radica en que, pese a ella y su acierto, el legislador procesal instrumentó el
sistema de apartamiento de magistrados al revés de lo que debiera ser.
Si esta norma marca el principio o criterio general de que todo juez debe
excusarse no bien advierta que se encuentra incurso en una causal de
apartamiento, so pena de ser considerada su pasividad o silencio como causal de
mal desempeño de su cargo, fuerza es admitir que el régimen de apartamiento
debió comenzar por la excusación y, sólo subsidiariamente, continuar luego con la
recusación.
Es que esta última sólo jugaría en caso de que el juez no cumpliera su deber de
apartarse de las litis en que deba considerarse inhábil, por mediar alguna causal
de apartamiento. Desafortunadamente se ha estructurado el sistema al revés.
Posiblemente, el eje o quicio de la norma sea el concepto jurídico indeterminado
de "dictado de una resolución que no sea de mero trámite, a sabiendas de su
deber de apartarse de la causa".
Al interpretarse el concepto no puede dejar de tenerse en cuenta el arraigado
criterio judicial de que si bien los jueces deben abstenerse de emitir
pronunciamiento en determinados supuestos previstos por el ordenamiento a fin
de no llegar a comprometer en sus decisiones su calidad de tercero imparcial, so
riesgo de incurrir en mal desempeño de sus funciones, la excusación —al igual
que la recusación con expresión de causa— constituye un mecanismo de
excepción, y por lo tanto, debe ser interpretado restrictivamente, toda vez que su
operatividad entraña, entre otras cosas, múltiples trastornos que pueden llegar a
afectar el desarrollo normal del procedimiento, provocando el desplazamiento de
la legal competencia de los jueces y la consecuente alteración del principio
constitucional del juez natural(283) .
Si bien no estamos de acuerdo con que la excusación de un juez, aún opinable,
ponga en jaque el principio del juez natural, como ya lo hemos dicho supra ,
siendo esta idea una muletilla fácilmente rebatible, es indudable que los jueces no
pueden excusarse sin causas graves que lo ameriten.
Por ende, el concepto jurídico de "a sabiendas", debe interpretarse en el sentido
de que el juez, para no caer en situación de mal desempeño del cargo, debe
excusarse en todos aquellos casos en que sea manifiesto su deber de apartarse,
pudiendo reivindicar para sí las situaciones de duda, en las que no cabe formularle
reproches, pues ante un régimen de apartamiento como el que nos rige y dada la
interpretación mayoritaria de nuestros tribunales, en la duda no cabe reprochar al
juez mal desempeño por no excusarse de intervenir en una causa.
Y creemos, en el anverso de la situación que jamás cabe reprochar al juez por
haber pedido su apartamiento en una causa, pues en casos en que está en juego
del principio del juez imparcial, su exceso de celo al excusarse, no debe ser
motivo de reproche, máxime cuando no se trata de una resolución que pueda
perjudicar a nadie y no es él, sino un juez hábil, quien la resuelve.
Ministerio Público
Art. 33 — Los funcionarios del Ministerio Público no podrán ser
recusados.
Si tuviesen algún motivo legítimo de excusación, deberán manifestarlo
al juez o tribunal y éstos podrán separarlo de la causa, dando
intervención a quien deba subrogarlos.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
CAPÍTULO IV
Deberes
Art. 34 — Son deberes de los jueces:
1º) Asistir a las audiencias de prueba, bajo pena de nulidad, cuando
cualquiera de las partes lo pidiere con anticipación no menor de dos (2)
días a su celebración, y realizar personalmente las demás diligencias
que este Código u otras leyes ponen a su cargo, con excepción de
aquellas en las que la delegación estuviera autorizada.
En los juicios de divorcio y de nulidad de matrimonio, en la providencia
que ordena el traslado de la demanda se fijará una audiencia a la que
deberán comparecer personalmente las partes y el representante del
Ministerio Público, en su caso. En ella el juez tratará de avenirlas sobre
las cuestiones relacionadas con la tenencia de hijos, régimen de visitas
y atribución del hogar conyugal.
2º) Decidir las causas, en lo posible, de acuerdo con el orden en que
hayan quedado en estado, salvo las preferencias a los negocios
urgentes y que por derecho deban tenerlas.
3º) Dictar las resoluciones con sujeción a los siguientes plazos:
a) Las providencias simples, dentro de los tres (3) días de presentadas
las peticiones por las partes o del vencimiento del plazo conforme a lo
prescripto en el artículo 36, inciso 1°, e inmediatamente, si debieran ser
dictadas en una audiencia o revistieran carácter urgente.
b) Las sentencias interlocutorias, salvo disposición en contrario,
dentro de los diez (10) días o quince (15) días de quedar el expediente a
despacho, según se trate de juez unipersonal o de tribunal colegiado.
c) Las sentencias definitivas, salvo disposición en contrario, dentro de
los cuarenta (40) o sesenta (60) días, según se trate de juez unipersonal
o de tribunal colegiado. El plazo se computará, en el primer caso, desde
que el llamamiento de autos para sentencia quede firme, y en el
segundo, desde la fecha del sorteo del expediente.
4º) Fundar toda sentencia definitiva o interlocutoria, bajo pena de
nulidad, respetando la jerarquía de las normas vigentes y el principio de
congruencia.
5º) Dirigir el procedimiento, debiendo, dentro de los límites
expresamente establecidos en este Código:
a) Concentrar, en lo posible, en un mismo acto o audiencia todas las
diligencias que sea menester realizar.
b) Señalar, antes de dar trámite a cualquier petición, los defectos u
omisiones de que adolezca, ordenando que se subsanen dentro del
plazo que fije, y disponer de oficio toda diligencia que fuere necesaria
para evitar nulidades.
c) Mantener la igualdad de las partes en el proceso.
d) Prevenir y sancionar todo acto contrario al deber de lealtad,
probidad y buena fe.
e) Vigilar para que en la tramitación de la causa se procure la mayor
economía procesal.
6º) Declarar, en oportunidad de dictar las sentencias definitivas, la
temeridad o malicia en que hubieren incurrido los litigantes o
profesionales intervinientes.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
El tema que comentaremos ahora es uno de los más difíciles —si no el más
complejo— de todo el Código Procesal. Es un tema que no se puede desarrollar
correctamente copiando párrafos de aquí y de allá, sino que requiere aunar al
tratarlo un adecuado conocimiento técnico con una experiencia cierta en la función
judicial.
Es, como mínimo, curioso que quienes nunca han sido jueces se explayen con
suficiencia sobre las facultades y deberes del juez. Es como dar cátedra de cirugía
no habiendo tenido nunca un bisturí en la mano; es un abordaje teórico, de temas
con un importante contenido práctico. Algo así como la cátedra de Medicina de la
Universidad de París en el siglo XVII, que prohibía a estudiantes y médicos no
sólo experimentar con cadáveres, sino siquiera tenerlos a la vista.
Todo un contrasentido, como que se digan expertos en recursos, jueces que
entraron de adolescentes al Poder Judicial y nunca hicieron más que rechazar
impugnaciones, en vez de escribirlas y triunfar en el embate.
Por ende, creemos que no se puede ser juez sin haber ejercido la profesión de
abogado —y no funciones administrativas o judiciales que sustituyan la invalorable
experiencia del ejercicio de la abogacía — durante el tiempo que la Constitución
exige.
La Constitución es sabia, pero ha sido corrompida por la praxis y su
hermenéutica en este tema es deplorable.
Exigiendo el previo ejercicio efectivo de la abogacía se ahorrarían muchos
problemas en tribunales; si los jueces han litigado, ello hace que sepan qué
pueden exigir y qué no a los abogados y se destierran los prejuicios que los jueces
que no han ejercido nunca la abogacía tienen hacia los abogados litigantes, que
suelen ser intensos y desafortunados en sus efectos.
Sentado ello, cabe decir, que el tema de las facultades y deberes de los jueces
amerita un desarrollo bastante más dilatado y profundo que otros tópicos de este
Código. Pedimos disculpas al público lector por la extensión de este comentario,
pero consideramos que el tema la merece.
Habremos de escribir seguidamente no sólo desde el conocimiento que
tenemos de la temática sino desde la experiencia práctica de años de función
judicial y de magistratura y de ejercicio de la labor de abogado especializado en
recursos ordinarios y extraordinarios, que ejercimos antes de ser juez de Cámara.
Facultades disciplinarias
Art. 35 — Para mantener el buen orden y decoro en los juicios, los
jueces y tribunales podrán:
1º) Mandar que se teste toda frase injuriosa o redactada en términos
indecorosos u ofensivos.
2º) Excluir de las audiencias a quienes perturben indebidamente su
curso.
3º) Aplicar las correcciones disciplinarias autorizadas por este Código.
El importe de las multas que no tuvieren destino oficial establecido en el
mismo, se aplicará al que le fije la Suprema Corte de Justicia. Hasta
tanto dicho tribunal determine quiénes serán los funcionarios que
deberán promover la ejecución de las multas, esa atribución
corresponderá a los representantes del Ministerio Público Fiscal ante
los respectivos departamentos judiciales. La falta de ejecución dentro
de los treinta (30) días de quedar firme la resolución que las impuso, el
retardo en el trámite, o el abandono injustificado de éste, será
considerado falta grave.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. El principio de autoridad
La aplicación de sanciones disciplinarias, sea a abogados, a las mismas partes
o a testigos o terceros, en el marco de las medidas autorizadas por el art. 35,
inc. 3º CPr. constituye una facultad privativa de los jueces de la causa, siendo una
herramienta que debe utilizarse para salvaguardar el principio de autoridad,
cuando las partes o sus auxiliares, o terceras personas, con sus conductas
producen una ponderable alteración del buen orden de un juicio, alteran su
desarrollo, perturban la realización de ciertos actos procesales o menoscaban el
decoro que debe resguardar siempre la práctica de los tribunales y la actuación de
quienes concurren ante los estrados judiciales.
Para la salvaguarda y afianzamiento del principio de autoridad, indisolublemente
ligado a la función judicial y al importante rol asignado a los jueces como
directores del proceso —la concepción del juez-director de Alcalá-Zamora —, los
magistrados se hallan investidos de una serie de potestades disciplinarias y de
policía del foro, alineadas con una finalidad preventiva primero, evitar que la
dignidad y eficacia de la justicia se vea comprometida y, después, con una
funcionalidad sancionatoria, punir a quienes se atrevieran a desafiar la
magnificencia y dignidad de la justicia; a través de ellas se sancionan conductas
que, de cualquier modo, afectan la eficacia o dignidad de la justicia, alteren el
buen orden y el decoro de los juicios o perturben el trámite del proceso.
Las sanciones disciplinarias son así, por un lado, el acicate para evitar o
disuadir el atentado contra el principio de autoridad y la dignidad de la justicia y,
por el otro, el condigno castigo a quienes no se han visto disuadidos de
menoscabar la dignidad de la magistratura o el orden regular de los juicios.
Preventiva, por el ejemplo y la docencia que implican y sancionatoria, por el
impacto de ella sobre vísceras sensibles de los sujetos procesales, como el ego y
el bolsillo, son las dos facetas que cumplen las sanciones disciplinarias.
Ellas tienen con el principio de autoridad una relación estrecha y hasta circular,
pues quienes no tienen autoridad no suelen imponerlas y, por otro lado, quienes
no las imponen ante una afrenta grave, no suelen conservar su autoridad, pues su
inercia es tomada por debilidad por los pillos y groseros del foro —que los hay y
cada vez en mayor cantidad desafortunadamente —, siendo para ellos la
pasividad una invitación a agraviar al magistrado timorato o excesivamente
contemporizador.
Si bien es cierto que debe obrarse con prudencia en la imposición de sanciones,
también lo es que nunca existen dos ocasiones para hacer lo correcto la primera
vez. Y que si no se hace lo correcto la primera vez, los desaforados suelen
aprovecharse y agraviar cada vez más a quien juzgan débil, lo que suele terminar
saliéndose de cauce pronto.
Ergo, cuando el abogado se pase de la raya que separa el derecho de defensa
de los derechos de su cliente, para internarse en el terreno de la franca agresión y
la catarsis judicial de sentimientos, el buen juez no debe dudar de imponer
sanciones. Y si las impone, no debe dudar de que ellas sean firmes.
De nada sirve amenazar con imponer sanciones; la amenaza es una muestra de
impotencia. Las sanciones se imponen o no. Por eso siempre hemos sostenido la
nula eficacia de los apercibimientos y los llamados de atención. Ni qué decir de los
"severos llamados de atención", que lo que más hacen es irritar y favorecer la
inventiva al que se le imponen, en vez de disuadirlo de volver a intentar un ataque
solapado o artero contra la honra o dignidad del juez.
Desafortunadamente nuestra experiencia en tres foros distintos nos ha
enseñado que o no se imponen sanciones, o ellas son contundes y en dinero, para
que tengan alguna efectividad. Sólo cuando se percute sobre su bolsillo los
mentecatos o los empecinados reflexionan.
Y permítasenos un consejo, fruto de los largos años pasados trajinando los
estrados judiciales, sucesivamente de uno y otro lado de la mesa de entradas. La
abogacía es una labor difícil, que no suele ser para todo el mundo y para la que
hay que tener un carácter especial y ejercer con cierta templanza, porque de otro
modo, afecta el alma y agría el carácter. Pues bien, ciertos personajes del foro que
tras mucho batallar se han cargado de rencores y por norma actúan tratando de
forzar a sus interlocutores a hacer lo que a ellos les place, a darles un trato distinto
al resto, afrentan a todos sus interlocutores judiciales, a quienes descalifican
sistemáticamente, no entienden otro lenguaje que el de la multa.
A veces las pasiones de estos abogados querulantes se desbordan, y ellos
pasan a cultivar un "humor dudoso" por llamarlo de algún modo, o pretendiendo
cultivar la ironía —que requiere buen manejo del idioma y gran cultura, por lo que
sólo los muy inteligentes pueden darse el lujo de ser irónicos — terminan siendo
simplemente atrevidos o meramente chuscos. Cómo no recordar aquella aguda
frase del maestro Jorge Luis Borges: "La ignorancia siempre es atrevida".
El aspirante a la realización de finas ironías sin la cultura suficiente suele
terminar siendo simplemente un palurdo, un grosero, un simplón con pretensiones
culturales desproporcionadas para sus luces y nada más. De la ironía fallida a la
comicidad involuntaria no suele haber ni un paso, lo que no son capaces de
advertir los necios que, para peor, suelen estar orgullos de sí mismos. Necedad y
ego desbordado suelen ser, muchas veces, sinónimos.
La abogacía era otrora una profesión de señores; costumbres que hoy se
juzgan normales hubieran sido vistas como propias de gentuza o lunmpenaje, en
otra época.
En otro tiempo, cuando comenzábamos nuestra carrera por ejemplo, daba gusto
leer ciertos escritos judiciales, generalmente preparados por abogados
consagrados — los que Sentís Melendo llamaba "los príncipes del foro", es decir,
esos abogados descollantes que a nosotros —modestos y recientes abogados
noveles— nos maravillaban con su ciencia y su ingenio— . Hoy en muchos
escritos judiciales hay que munirse de la "piedra roseta" para descifrar jeroglíficos.
Y ante la pérdida de las artes argumentales, la reducción de la variedad y
eficacia en el dominio y uso del idioma, del dominio del derecho en profundidad,
se apela cada vez más al insulto, a la bajeza, a la descalificación, a los agravios al
juez, a la contraria, al letrado de la contraria, etc., a una suerte de todo vale en el
proceso.
La eficacia argumental y el dominio del derecho y de la lengua castellana suelen
ser —inversamente— proporcionales al uso virulento del idioma en los escritos.
Normalmente utilizan la violencia verbal sólo los desesperados, los inexpertos,
los impotentes; aquellos que quieren expresar en un escrito las verdades y
razones que su inteligencia o cultura no alcanza a explicitar, ellos suelen apelar a
cualquier exceso verbal o fáctico, creyendo que con eso mejoran su posición como
abogados, sin advertir que se deslucen y degradan.
Si nos tomamos algún tiempo para escribir estas reflexiones cuasi-sociológicas
del foro, es porque tenemos la esperanza de que alguno de los que lee, que se ha
formado en los últimos años y al ver que esta forma de ejercer la abogacía que
hemos descripto es corriente, es aceptada sin mayores cuestionamientos,
comprenda que en realidad es una corruptela muy difundida, pero corruptela al fin
y que no prestigia ni ennoblece a quienes la cultivan, sino al contrario.
Por ello, cabe decir que cuando se abandonan las buenas maneras y los artes
argumentales para pasar lisa y llanamente al agravio descarnado, a la afrenta
personal, para evitar que se fustigue al juez por deporte, deben aplicarse
sanciones disciplinarias, so riesgo de que ellas luego lleguen tarde y no solucionen
el problema, sino que lo agraven.
Es una cuestión de tiempos y proporciones, que no enseñan los libros y para la
que algunos jueces no están preparados, porque han sido formados en una
mecánica excesivamente contemplativa de la función o son personas timoratas
que tienen miedo de todo y, a veces, toleran demasiadas agresiones sin
reaccionar y luego reaccionan violentamente un día, en que por cualquier motivo
—normalmente no vinculado con esa causa— estaban con la guardia baja o la
adrenalina alta. Conviene evitar estos desbordes, para lo cual deben atacarse los
problemas a tiempo y con proporcionalidad y mesura y no a destiempo, tarde y
mal.
Las medidas que autoriza esta norma a adoptar conforman un elenco de
medidas que hace al poder de policía del foro, para evitar que se afecte la
dignidad, orden y decoro de los juicios.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
2. El juez y la prueba
En esta materia es donde se plasmaba una de las características más
terminantes y netas del principio dispositivo: la limitación probatoria del juez, que
no podía indagar la existencia de hechos no afirmados por las partes, ni de hechos
admitidos por ellas.
Pero el texto del inciso segundo de esta norma, sin afectar el centro de
gravedad del ordenamiento, que sigue siendo el principio dispositivo, le dio un
nuevo punto de apoyo, con la concesión al juzgador de facultades oficiosas para
ordenar las diligencias necesarias para esclarecer la verdad de los hechos
controvertidos, respetando el derecho de defensa de las partes (art. 36, inc. 2°,
CPCC), imponiéndole a la par como, un deber inexcusable el mantenimiento de la
igualdad de las partes en el proceso (art. 34, inc. 5°, CPCC).
Esta atenuación del principio dispositivo, ha producido que tal principio ya no rija
en estado puro, sino que él deba sufrir numerosas cortapisas, bajo la forma de
poderes oficiosos concedidos al juez.
Sanciones conminatorias
Art. 37 — Los jueces y tribunales podrán imponer sanciones
pecuniarias compulsivas y progresivas tendientes a que las partes
cumplan sus mandatos, cuyo importe será a favor del litigante
perjudicado por el incumplimiento.
Las condenas se graduarán en proporción al caudal económico de quien
deba satisfacerlas y podrán ser dejadas sin efecto, o ser objeto de reajuste, si
aquél desiste de su resistencia y justifica total o parcialmente su proceder.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
CAPÍTULO V
SECRETARIOS
Deberes
Art. 38. — Sin perjuicio de los deberes que en otras disposiciones de
este Código y en las leyes de organización judicial se imponen a los
secretarios, éstos deberán:
1º) Firmar las providencias simples que dispongan:
a) Agregar partidas, exhortos, pericias, oficios, inventarios, tasaciones,
división o partición de herencia, rendiciones de cuentas y, en general,
documentos y actuaciones similares.
b) Remitir la causa a los ministerios públicos, representantes del fisco
y demás funcionarios que intervengan como parte.
c) Devolver escritos presentados fuera del plazo, o sin copias.
d) Dar vista de liquidaciones.
Dentro del plazo de tres (3) días, las partes podrán pedir al juez que
deje sin efecto lo dispuesto por el secretario
2º) Suscribir certificados y testimonios; y sin perjuicio de la facultad
conferida a los letrados por el artículo 398, suscribir los oficios
ordenados por el juez, excepto los que se dirijan al Gobernador de la
Provincia, ministros y subsecretarios del Poder Ejecutivo, funcionarios
de análoga jerarquía y magistrados judiciales.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
El secretario judicial, colaborador del juez o tribunal, basa sus funciones en el
desempeño de un cargo para el que fue nombrado específicamente, siendo el
único funcionario competente para dar fe con plenitud de efectos de las
actuaciones judiciales, carácter de fedatario cuya actuación no requiere la
participación adicional de testigos de abono.
El secretario tiene asignada, además de la facultad de dar fe de actos y de
firma, la facultad de documentación de los actos procesales, por ejemplo,
registrando ciertos actos como recaudos de validez (registro de sentencias y de
resoluciones interlocutorias): esta facultad de documentación se extiende también
a la colocación de ciertas menciones en los expedientes, por ejemplo, dando fe de
que se hizo tal o cual actividad o se expidió tal o cual documento.
También corresponde al secretario expedir copias certificadas de las
actuaciones y practicar los actos de comunicación y de cooperación judicial que el
juez le indique.
También dentro de esa facultad de documentación se incluye que el secretario
levante actas dejando constancia de la realización de un acto o hecho procesal;
practicando diligencias de constancia, de ordenación, de comunicación o de
ejecución.
Asimismo el secretario es uno de los funcionarios judiciales que tiene la facultad
de dejar constancia de los días y horas de presentación de un escrito sujeto a
plazo, lo que lo convierte en uno de los vigías o guardianes de las preclusiones
con que cuenta el juzgador entre sus colaboradores.
También dentro de esta función documentadora, el secretario debe llevar los
protocolos o libros de archivo del juzgado, función que atañe a la conservación e
inalterabilidad de las sentencias judiciales.
Las demás funciones del secretario surgen prístinamente de la norma anotada,
no requiriendo mayores comentarios.
Recusación
Art. 39 — Los secretarios de primera instancia únicamente podrán ser
recusados por las causas previstas en el artículo 17.
Deducida la recusación, el juez se informará sumariamente sobre el
hecho en que se funde, y sin más trámite dictará resolución que será
inapelable.
Los secretarios de la Suprema Corte y los de las cámaras de
apelaciones no serán recusables; pero deberán manifestar toda causa
de impedimento que tuvieren a fin de que el tribunal lo considere y
resuelva lo que juzgare procedente.
En todos los casos serán aplicables, en lo pertinente, las reglas
establecidas para la recusación y excusación de los jueces.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
TÍTULO II
PARTES
CAPÍTULO I
REGLAS GENERALES
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL(1)
COMENTARIO
1. Domicilio procesal
a) Concepto
Aunque no es el domicilio legal del art. 90 del Código Civil, pues se trata de un
domicilio regulado por normas rituales con efectos limitados a las notificaciones
del proceso judicial, la ley presume que en ese lugar se ha de encontrar
efectivamente a la persona a quien se va a notificar o a alguien que haga las
veces de ella, al punto que si nadie responde la cédula puede ser fijada en la
puerta de acceso(16) , resultando inatendibles a partir de allí las argumentaciones
relativas a los motivos por los cuales la cédula no hubiera llegado a su poder.
Tiene por objeto dar seguridad y facilitar las notificaciones por cédula, porque
suprime las distancias —ver infra acerca del lugar donde debe estar— y simplifica
la diligencia (no hay que dejar aviso previo y no queda supeditada a la conducta
que pudiera observar la persona con quien se entienda la notificación al punto que
si nadie responde la cédula puede ser fijada en la puerta de acceso(17) ).
Se lo denomina domicilio procesal, ad litem o constituido.
Toda persona que intervenga en un proceso judicial debe constituir un domicilio
a fin de recibir allí las notificaciones por cédula que le sean cursadas. No sólo las
partes en procesos contenciosos tienen que hacerlo, también los peticionarios en
procesos de jurisdicción voluntaria, los terceros e incluso los auxiliares de la
justicia como peritos y martilleros.
El domicilio constituido en el principal también sirve para los incidentes como
v.gr. las tercerías.
b) Constitución
La constitución de domicilio se debe llevar a cabo:
b.1) Tiempo
En el primer escrito que se presente o audiencia a que se concurra si es ésta la
primera diligencia en que se interviene, en suma, en la primera actividad que se
despliegue en el proceso. Desde luego, ello no impide que se lo constituya más
tarde, pero mientras tanto y hasta tanto se lo haga se harán sentir los efectos del
incumplimiento del deber.
b.2) Lugar
En un edificio sito en el radio urbano o dentro del perímetro de la ciudad donde
tenga su asiento o sede el juzgado o tribunal que entiende en el proceso.
b.3) Modo
De manera clara, precisa y exacta, indicando calle, número, piso, departamento,
casillero, etc., en general, todas las circunstancias que permitan su perfecta
individualización. Corolarios de ello son: a) si el domicilio procesal ha sido
correctamente constituido, podría no ser válida la notificación que no se dirija
prolijamente allí; b) la constitución imprecisa, deficiente o incompleta del domicilio
procesal podría ser asimilada a una falta de constitución, si el lugar, así como fue
designado, no existiese (art. 42, párr. 2°, Cód. Procesal); c) si en la constitución se
incurre en error pero el lugar sí existe tal y como fue designado, el constituyente
podría verse expuesto a notificaciones válidas que no le habrán de llegar.
2. Domicilio real
a) Concepto
Según el art. 89 del Código Civil el domicilio real de las personas es el lugar
donde tienen establecido el asiento principal de su residencia y de sus
negocios(20) .
b) Denuncia
En cuanto a modo y tiempo, son aplicables aquí mutatis mutandis las
consideraciones vertidas supra para la constitución de domicilio, no así en cuanto
al lugar porque es obvio que nadie está a obligado a vivir en el radio urbano o
dentro del perímetro de la ciudad donde tenga su asiento o sede el juzgado o
tribunal donde nada más tiene que litigar, ni lo está tampoco a faltar a la verdad
indicando que vive en ese radio o perímetro si vive en cualquier otro lugar del
planeta.
Así que:
a) Al iniciar la actividad procesal, en las mismas oportunidades en que debe
constituirse el domicilio procesal, cada parte debe denunciar su propio domicilio
real.
b) La denuncia del propio domicilio real debe efectuarse con claridad, precisión
y exactitud. Secuelas de ello son: a) si el domicilio real ha sido correctamente
denunciado, podría no ser válida la notificación que no se dirija prolijamente allí; b)
la denuncia imprecisa, deficiente o incompleta del domicilio real podría ser
asimilada a una falta de denuncia si el lugar, así como fue designado, no existiese
(art. 42, párr. 2°, Cód. Procesal); c) si en la denuncia se incurre en error pero el
lugar sí existe tal y como fue designado, el denunciante podría verse expuesto a
notificaciones válidas que no le habrán de llegar.
4. "Mail constituido"
Según el art. 40 CPCC reformado por el art. 1º de la ley 14.142(43) :
a) los obligados a constituir domicilio, en las mismas ocasiones en que deben
hacerlo, deben constituir también casilla de correo electrónico;
b) la casilla constituida de correo electrónico será la asignada oficialmente al
abogado apoderado o patrocinante y allí se cursarán las notificaciones por cédula
que no requieran soporte papel y la intervención del oficial notificador(44) .
Más que "casilla constituida de correo electrónico", la expresión más apropiada
sería "domicilio electrónico constituido", más lisa y llanamente, "mail constituido" :
a) la voz inglesa mail es usada pacíficamente entre nosotros como sinónimo de
correo electrónico(45) . Cuando hoy se le pide a alguien que envíe un correo
electrónico se le dice que "mande un mail". El significado de la voz "mail" es entre
nosotros, aquí, en plena era informática, un hecho notorio;
b) "mail constituido", aunque frase en sí misma imprecisa o hasta incorrecta, se
desliza como breve y compacta, y tiene la ventaja de remitir a conceptos que
forman parte de la jerga procesal y de una mínima cultura informática en la
actualidad, que así, juntos, no requieren mayor explicación y que la mayoría fácil e
intuitivamente entiende o puede entender.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
3. Expedientes paralizados
Entonces, el domicilio procesal constituido y el real denunciado duran lo que
dura el proceso; perduran, más precisamente, hasta la terminación del proceso o
su archivo.
No obstante, se ha acotado que cuando la paralización de las actuaciones se
produce durante un lapso prolongado resulta equiparable al archivo, de manera
que el domicilio constituido deja de subsistir debiendo de practicarse en el
domicilio real la notificación de la primera providencia que se dicte al producirse la
desparalización, solución que tiende a evitar tanto cualquier eventual nulidad como
que se lesione la garantía constitucional consagrada por el art. 18 de la
Constitución de la Nación(113) . Si en esas condiciones deja de subsistir el
domicilio procesal constituido, eadem ratio también debería dejar de subsistir el
domicilio real denunciado, de modo que debería procederse a notificar en el
domicilio real actual del litigante.
¿Qué ha de entenderse por expediente "paralizado"?
El legislador bonaerense ha delegado en la Sup. Corte Bs. As. la prerrogativa
de dictar las medidas reglamentarias que aseguren el mejor cumplimiento de las
normas del Código Procesal (art. 852 CPCC, numeración anterior a la ley 11.453).
Ejercitando esa prerrogativa ese superior tribunal local suele emitir diversos
acuerdos extraordinarios, de tinte reglamentario. En cuanto es de interés aquí, el
Ac. 3397/08, derogatorio del Ac. 2212/87 Sup. Corte Bs. As.
Según el Ac. 3397/08, debe ser dispuesta la paralización de los casos civiles,
comerciales, laborales, contencioso administrativos o de familia, que no han sido
activados por las partes durante más de dos años desde la fecha de la última
petición, resolución, decreto o diligencia (art. 85.b, antes, art. 51, Ac. 2212/87 Sup.
Corte Bs. As.).
Esos expedientes que son paralizados, están sometidos a un régimen especial
(art. 86, Ac. 3397/08, antes art. 53, Ac. 2212/87): como regla, no podrán ser
remitidos a los Archivos para su depósito, pero cuando cabe excepcionalmente su
remisión siguen perteneciendo al juzgado o tribunal remitente, pueden ser
extraídos del Archivo sin limitación de tiempo, pero únicamente por orden escrita
del Juez o Tribunal ante el que hubiesen tramitado, y, una vez extraídos, puede
reanudarse su trámite, practicarse desgloses y obtenerse testimonios, certificados,
copias e informes conforme lo disponga el Juez o Tribunal interviniente.
Incluso en la práctica los juzgados suelen paralizar expedientes con falta de
trámite menor a dos años, aunque conservándolos en legajos que no pueden o no
deberían ir al archivo. Ingeniosamente, se los suele denominar "expedientes pre-
paralizados ".
De manera que los expedientes paralizados, conforme la normativa
reglamentaria emanada de la Sup. Corte Bs. As., son expedientes que no están en
condiciones de ser archivados porque aún no han terminado (art. 82, Ac. 3397/08),
pero, por la inactividad procesal que se registra en ellos, tampoco ameritan ser
mantenidos en estado de encasillamiento para su consulta en dependencias de
los juzgados, agravando la crónica falta de espacio físico que agobia a éstos,
espacio que, escaso, debe usarse dando prioridad a los expedientes en efectivo
trámite.
Y bien, es improbable que el CPCC cuando indica que debe notificarse por
cédula la primera providencia que se dicte luego de haber estado "paralizado" el
expediente por más de 3 meses, esté haciendo referencia a los expedientes
"paralizados" cuya situación fue reglamentada varios años después en el Ac.
2212/87 y ahora por el Ac. 3397/08 (1969 vs. 1987 vs. 2008, respectivamente).
Antes bien, es razonable creer que cuando el CPCC utiliza la voz "paralizado"
quiere significar carente de impulso, quieto, inmóvil, desactivado, y nada más.
Muerte o incapacidad
Art. 43 — Cuando la parte que actuare personalmente falleciere o se
tornare incapaz, comprobando el hecho, el juez o tribunal suspenderá la
tramitación y citará a los herederos o al representante legal en la forma
y bajo el apercibimiento dispuesto en el artículo 53, inciso 5º.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Fallecimiento o incapacidad del litigante que actúa personalmente. a) La
muerte de la parte que actúa personalmente en el proceso, una vez acreditada,
provoca la suspensión del trámite hasta que, transcurrido el plazo señalado por el
juez, se continúe válidamente con el sucesos o sucesores, o en rebeldía, o con el
defensor oficial, según sea el caso (arts. 43 y 53 inc. 5°, CPCC). Se trata,
entonces, de uno de los supuestos en que, por resolución judicial, debe operarse
la suspensión de los plazos.
b) Cuando la parte que actuare personalmente falleciere, comprobado el hecho,
el juez debe suspender la tramitación del proceso y citar a los herederos
directamente si conociere sus domicilios o por edictos en caso contrario, a
comparecer a estar a derecho (arts. 43 y 53, inc. 5°, del CPC) (116).
c) La muerte de la parte que actúa personalmente en el proceso, una vez
acreditada, provoca la suspensión del trámite hasta que continúe válidamente con
el sucesor o sucesores, o en rebeldía, o con el defensor oficial, según sea el caso
(arts. 43 y 53, inc. 5°, CPC). Se trata, entonces, de uno de los supuestos en que,
por resolución judicial, debe operarse la suspensión de los plazos (117).
d) Cuando la parte que actuare personalmente falleciere, comprobado el hecho,
el Juez debe suspender la tramitación del proceso y citar directamente a los
herederos si se conocieren sus domicilios, o por edictos si éstos no fueren
conocidos, para que concurran a estar a derecho, bajo apercibimiento de continuar
el juicio en rebeldía en el primer caso y de nombrarles defensor oficial en el
segundo (arts. 43 y 53, inc. 5°, Cód. Procesal) (118).
e) Si bien es cierto que, de acuerdo a lo dispuesto por el art. 43 del Código
adjetivo, cuando la parte que actuare personalmente falleciere, es una vez
comprobado el hecho que el juez habrá de suspender la tramitación y citará a los
herederos o al representante legal en la forma y bajo el apercibimiento dispuesto
en el art. 53, inc. 5º del mismo ordenamiento, no lo es menos que, en principio, en
el lapso que media entre el deceso y la efectiva presentación de los herederos no
pueden ejecutarse actos procesales válidos (119).
f) El fallecimiento de quienes se ven involucrados en un proceso judicial en que
se debaten cuestiones patrimoniales, impone la continuación del trámite con
quienes revistan calidad de herederos o sucesores, conforme lo ha previsto el
art. 43 del CPCB. La introducción al proceso de tales nuevos sujetos pasivos del
reclamo, impone que la citación que a su respecto ha previsto el art. 53 inc. 3º de
dicho cuerpo normativo, sea acometida en el domicilio real de los mismos, sin que
pueda invocarse la constitución del domicilio especial que por norma constituyen
los consorcistas en el departamento cuya titularidad detentan (120).
g) Cuando una parte fallece el tribunal suspende la tramitación y cita a los
herederos (art. 43 del CPCC) porque la muerte opera el desplazamiento de la
legitimación procesal del causante a los herederos, que no lo hacen
voluntariamente sino a consecuencia de dicho hecho y es posible que no se haya
iniciado la sucesión, por lo que al comparecer tendrán que demostrar que se
encuentran incluidos en los parientes del causante con vocación hereditaria (121).
2. Incapacidad del litigante que actúa mediante apoderado. La suspensión
del procedimiento con citación al representante legal del incapaz, requiere la
previa comprobación del hecho de la incapacidad de la parte (art. 43 Cód.
Procesal), lo que en autos recién quedaría establecido, en su caso, una vez
realizada la pericia médica dispuesta a fs. 67. Ínterin, el letrado apoderado deberá
continuar ejerciendo su mandato hasta que, producida la citación al representante
legal del incapaz, éste tome intervención u omita presentarse dentro del término
que se le fije (art. 53, inc. 5º, Cód. Procesal)(122) .
3. Suspensión del proceso. a) No debe ser receptada favorablemente la
apelación interpuesta por la compañía de seguros, referida a que el desistimiento
de la acción formulado por el accionante respecto de su asegurado importa
extinguir la obligación de indemnidad contraída por su parte, pues siendo que el
asegurado no revestía la condición de demandado —sino que fue traído al juicio
como tercero de intervención obligada por requerimiento del accionado (art. 94
CPC)— mal pudo la actora desistir de una acción que no entabló. En realidad el
asegurado dejó de intervenir en atención a su fallecimiento, y si el juez omitió
suspender la tramitación de la acción y citar a sus herederos o representante legal
(arts. 43 y 53 inc. 5° del CPC), consintiendo la actora, los demandados y la
aseguradora continuar de ese modo, la queja de esta última resulta extemporánea
desde que anoticiada debidamente guardó silencio sobre tal proceder (art. 919
Cód. Civil)(123) .
b) Acreditado en autos la muerte del titular del bien objeto de subasta judicial, y
el inicio del correspondiente juicio sucesorio, produce sin mas la suspensión de la
relación procesal, situación que debe reflejarse en un congelamiento provisorio del
trámite del proceso tiende a establecer un paréntesis hasta que quede reintegrada
esa relación, con la incorporación de los herederos del causante, su rebeldía o
representación por el defensor oficial (arts. 43 y 53, inc. 5°, CPCC)(124) .
c) La muerte de una de las partes determina la suspensión de la relación
procesal y comprobado el hecho el juez debe proceder de conformidad con los
arts. 43 y 53, inc. 5º, del Código Procesal. Frente a la denuncia de fallecimiento de
la parte debieron arbitrarse las medidas necesarias para constituir válidamente la
relación procesal con todos los interesados, lo cual, en función de los deberes de
lealtad, probidad y buena fe que deben primar en todo proceso judicial, se impone
tanto al denunciante y sus letrados, cuanto al litigante impuesto del posible
fallecimiento de su contrincante a fin de evitar el grave vicio de estar litigando con
una persona fallecida (art. 169 del Código Procesal). No obstante que tales
diligencias se cumplieron en debida forma recién con la adjunción del certificado
de defunción en modo alguno ello permite suponer perjudicados los derechos de
la coheredera preterida, quien en las condiciones señaladas no puede verse
alcanzada por actos cumplidos sin su debida participación en el proceso. Por lo
tanto mal puede considerarse que la sentencia dictada en la instancia de origen se
encuentre firme cuando tal coheredera no fue notificada de la misma y la cédula
dirigida a su progenitora fue diligenciada con posterioridad a la fecha de su
fallecimiento, pues de lo contrario se estaría afectando insanablemente el regular
ejercicio del derecho de defensa en juicio de linaje constitucional (art. 18 CN).
Luego la coheredera se encuentra habilitada para alzarse contra la sentencia
definitiva recaída en autos, como lo hizo(125) .
d) La comprobación de la muerte en el expediente, sólo tiene trascendencia a
los efectos de ordenar la suspensión del procedimiento (art. 43 CPC), pero no
para indicar el inicio de la ineficacia de la actividad procesal(126) .
4. No procede la suspensión. a) No pudiéndose comprobar el fallecimiento de
un codemandado, ni prima facie exhibida la verosimilitud del relatado fallecimiento,
meramente manifestado al oficial de justicia en oportunidad de practicar un
mandamiento, no son aplicables los principios que gobiernan el fuero de atracción
del sucesorio, ni se impone una medida de orden del proceso en función de evitar
posibles nulidades. El juicio no puede resultar paralizado, no configurándose un
supuesto de suspensión de la relación procesal contemplado en el art. 43, o el
referido en el art. 53, inc. 5°, del CPCC(127) .
b) Si atento al informe del oficial notificador que da cuenta del fallecimiento del
demandado, se han agotado en autos las gestiones tendientes a demostrar tal
hecho, y no pudo comprobarse pues los informes habidos —del Registro
Provincial de las Personas, del Juez Electoral, del cementerio Parque local y del
cementerio municipal— han dado resultado negativo, no resulta de aplicación lo
dispuesto en el art. 43 del CPC, debiendo practicarse las notificaciones de
conformidad a lo dispuesto en el art. 41 del mismo cuerpo legal(128) .
5. Fallecimiento anterior al proceso. a) Es viable en un juicio como el
presente —de posesión veinteñal— litigar contra personas fallecidas, más
cumpliendo con lo normado en los arts. 43 y 53, inc. 5°, del Cód. Procesal que
exigen, previo a activar su mecanismo, "comprobar" el hecho de la muerte para
luego proceder con su citación en la forma que correspondiere según el grado de
conocimiento que se tenga sobre la existencia de herederos. Tal acreditación
idónea del deceso puede devenir de constancia que emane de cualquier Registro
Público que, con suficiencia, lleve convicción sobre el particular(129) .
b) El art. 43 del Código Procesal prevé no sólo el supuesto del demandado que
fallece durante la secuela del juicio, sino también el caso de que la demanda se
inicia contra un accionado ya fallecido, ignorándolo el actor. En tal situación lo que
resultará nula será la notificación que únicamente en apariencia pudo haberse
hecho al fallecido, pero no el escrito de demanda ni las notificaciones que se
hayan realizado a los otros codemandados, en tanto, se trata de relaciones
procesales autónomas e independientes las unas de las otras. De tal modo,
comprobado el deceso, se suspenderán las actuaciones hasta dar con los
herederos y darles traslado a ellos de la demanda, esperando que la contesten o
que venza el plazo que tengan para hacerlo, luego de lo cual se reanudarán los
términos procesales para todos (arts. 43, 337, 353, 41, 59 y concs., Cód.
Procesal)(130) .
c) Dentro del proceso existe un punto de inflexión que determina, ante la muerte
del demandado, cómo se habrá de proceder con relación a sus herederos. Si al
iniciarse la demanda o antes de que sea notificada se denuncia el deceso del
demandado, la demanda debe dirigirse derechamente contra los herederos de
aquél. Por el contrario, si el deceso se produce con posterioridad a su
intervención, la citación a los herederos se hará en los términos de los arts. 43 y
53, inc. 5º, del Código de Procedimientos(131) .
6. Intervención del Defensor de Pobres y Ausentes. a) En la hipótesis de la
publicación edictal —en el caso de desconocerse la existencia de herederos y sus
domicilios—, vencido el plazo de la misma con resultado negativo, devino forzoso
que se hiciera efectivo el apercibimiento, nombrándose al Defensor de Pobres y
Ausentes para que asumiera la debida representación de aquéllos (arts. 43 y 53,
inc. 5°, del Cód. Procesal)(132) .
7. Inconstitucionalidad. No encontrándose comprendida entre los supuestos
caracterizados por el art. 494 del Código Procesal, no es pasible de revisión, a
través del recurso intentado, la sentencia que desestimó el planteo de
inconstitucionalidad del art. 43 del Código Procesal y consecuente "nulidad
absoluta sustancial" del proveído mediante el cual se tuvo por acreditado el
fallecimiento del coactor y, con las partidas de nacimiento glosadas, por
presentadas a sus herederas forzosas, no revistiendo la presente hipótesis perfiles
de excepción que viabilicen el apartamiento de la regla mencionada (arts. 242, 270
y 494 del CPCC)(133) .
COMENTARIO
Sustitución de parte
Art. 44 — Si durante la tramitación del proceso una de las pa rtes
enajenare el bien objeto del litigio o cediere el derecho reclamado, el
adquirente no podrá intervenir en él como parte principal sin la
conformidad expresa del adversario. Podrá hacerlo en la calidad
prevista por los artículos 90 inciso 1º y 91, primer párrafo.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
2. Sustitución procesal
Puede suceder que alguien que no es titular del interés sustancial, pida su tutela
judicial en nombre propio(157) y no en cambio en nombre del titular del interés
sustancial, es decir, que actúe en nombre propio pero por un derecho total o
parcialmente ajeno.
Sustituto/sustituyente procesal es quien, en nombre propio (158), actúa
judicialmente por un derecho ajeno. El sustituto o sustituyente procesal actúa en
nombre propio, pero por un derecho ajeno.
¿Cómo es que sin ser titular de un interés sustancial ni representar a su titular,
la ley permite pedir judicialmente la protección de un interés sustancial ajeno?
Bueno, podría tratarse del mismo interés sustancial compartido —y así
parcialmente ajeno, en la medida que no corresponda al sustituto procesal—, de
modo que la defensa del interés sustancial que encare un co-titular no tenga como
no beneficiar a los restantes co-titulares inactivos, en virtud del principio lógico de
no contradicción. Como en las obligaciones solidarias, por ejemplo (art. 715 Cód.
Civil).
Puede ser, también, que si bien el sustituto/sustituyente procesal actúe
directamente en pos de un interés sustancial ajeno, indirectamente lo haga para
procurar tutela respecto de un interés sustancial suyo que se vería perjudicado si
resultara perjudicado el interés sustancial ajeno. Es lo que sucede v.gr. con
la acción subrogatoria, indirecta u oblicua, v.gr. a los fines de poder cobrar un
crédito que X tiene contra Y, X insta — ante la inacción de Y— el cobro de un
crédito que Y tiene respecto de J(159) .
También puede ocurrir en los casos de sucesión procesal a título singular, es
decir, cuando el derecho litigioso es transferido durante el proceso. El adquirente
no reemplaza automáticamente al transmitente, quien en principio sigue actuando
como parte principal. Sólo podría incorporarse como parte principal el adquirente
en caso de contar con la conformidad del adversario. Si el adversario no da su
conformidad o si simplemente transmitente y adquirente no desean que éste se
incorpore al proceso como parte principal, el transmitente seguirá actuando en el
proceso como parte principal, pero como sustituto procesal del adquirente, es
decir, continuará interviniendo en nombre propio pero por un derecho ya ajeno: el
de su adquirente. Mientras que éste, el adquirente, en tal supuesto podrá actuar
como tercero subordinado.
En los ejemplos dados se trata de una legitimación sustancial irregular, que se
conoce como sustitución procesal .
La ley habilita a reclamar la protección de un interés sustancial a quien se sabe
que no es su titular, pero lo habilita como si fuera su titular.
El habilitado, llamado sustituto o sustituyente procesal, no representa al titular
del interés sustancial, sino que suple la falta de actividad procesal del titular del
interés sustancial, llamado sustituido procesal, y puede así el sustituto/sustituyente
actuar como si fuera propiamente el sustituido procesal, al punto que la actuación
de aquél compromete definitivamente la suerte del interés sustancial de éste, pues
la sentencia será inmutable tanto para el sustituto como para el sustituido(160) .
Parte en el proceso es también quien, sin ser representante pero estando
habilitado excepcionalmente por la ley, judicialmente reclama (161)la protección
de un interés sustancial que afirma que existe, que es tutelable y que corresponde
a otra persona.
Sujeto de la pretensión y parte en el proceso es el sustituto procesal quien no es
el titular del interés sustancial cuya protección reclama, y, en cambio, no es sujeto
de la pretensión ni parte en el proceso el sustituido procesal quien sí es —o
respecto de quien se dice que es— el titular de ese interés sustancial.
Temeridad y Malicia
Art. 45 — (Texto según ley 14.365). Cuando se declarase maliciosa o
temeraria la conducta asumida en el pleito por quien lo perdiere total o
parcialmente, y no fuese aplicable el art. 4° del decreto-ley 4777/63, el
juez podrá imponer una multa a la parte vencida o a su letrado
patrocinante o a ambos conjuntamente, según las circunstancias del
caso. Su importe se fijará entre el tres (3) y el diez (10) por ciento del
valor del juicio, o entre un valor equivalente de diez (10) Jus y
setecientos cincuenta (750) Jus si no hubiere monto determinado, y será
a favor de la otra parte.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Temeridad y malicia: concepto
Es temeraria la conducta procesal impulsada por la conciencia de la propia sin
razón; y es maliciosa la que pretende obstaculizar el cumplimiento del fallo(219) .
2. Asincronía normativa
Es llamativa la aparente asincronía de los textos legales en derredor de la
temeridad y la malicia (arts. 34.5.d, 34.6, 45 y 163.8 Cód. Procesal(220) ).
Según el art. 45:
a) el juez "podrá" imponer multa, mientras que según los arts. 34.5.d, 34.6 y
163.8 es un deber expedirse sobre la temeridad o malicia.
b) la multa está prevista contra quien lo ha perdido total o parcialmente el juicio,
mientras que según los arts. 34.5.d, 34.6 y 163.8 la conducta temeraria o
maliciosa pudo ser de cualquiera de las partes;
c) la multa está prevista también para el abogado patrocinante, mientras que los
arts. 34.5.d, 34.6 y 163.8 involucran en general a los profesionales intervinientes.
Lo que tienen en común es que la declaración de temeridad o malicia debe ser
efectuada al momento de la sentencia, porque es entonces cuando el juez tiene
ante sus ojos todo el panorama de lo sucedido a lo largo y a lo ancho del proceso.
Una forma de armonizar la disparidad normativa es sostener que el juez debe
expedirse sobre la malicia o temeridad de los litigantes y los profesionales
intervinientes, pero, al así hacerlo y si se trata del litigante vencido y su abogado
patrocinante, puede imponerles la multa del art. 45. Esta forma de ver las cosas
reclama que exista la posibilidad de aplicar otras sanciones, no la multa del art. 45,
al litigante no vencido o victorioso y a los restantes profesionales intervinientes
que no sean el patrocinante del vencido. Pero, ¿cuáles otras sanciones? La
respuesta podría encontrarse en los aparts. 3 y 4 del comentario al art. 35 CPCC,
a donde se remite.
Otra manera de sanar la disonancia sería fundir todos los preceptos
involucrados, de modo que la multa del art. 45 pueda alcanzar a todas las partes y
a todos los profesionales intervinientes, debiendo el juez expedirse así sobre la
temeridad y malicia de todos ellos al momento de sentenciar. Parece la versión
más simple y acorde con el principio de igualdad (art. 34.5.c, Cód. Procesal).
CAPÍTULO II
REPRESENTACIÓN PROCESAL
Justificación de la personería
Art. 46 — (Texto según ley 14.365). La persona que se presente en
juicio por un derecho que no sea propio, aunque le competa ejercerlo en
virtud de una representación legal, deberá acompañar con su primer
escrito los documentos que acrediten el carácter que inviste. Sin
embargo, los padres que comparezcan en representación de sus hijos y
el marido que lo haga en nombre de su mujer, no tendrán obligación de
presentar las partidas correspondientes, salvo que el juez, a petición de
parte o de oficio los emplazare a presentarlas, bajo apercibimiento del
pago de las costas y perjuicio que ocasionaren.
Cuando el valor pecuniario de los juicios no supere un valor
equivalente de ciento veinte (120) Jus la representación en juicio podrá
instrumentarse mediante acta labrada ante el Secretario del Juzgado
interviniente con la comparecencia del poderdante y el profesional que
actuará como apoderado.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Falta de personería. a) En la excepción de falta de personería no se ataca el
título ejecutivo, sino la personería de quien lo presenta a juicio. Ya sea, por
carecer de capacidad civil para estar en juicio, ya sea por carecer de
representación suficiente quien lo hace en nombre de otro. Se trata pues de falta
de cumplimiento a las reglas de los arts. 46 y 47 del Código adjetivo (art. 542,
inc. 2º, del CPCC)(1) .
b) El ejecutado tenía el deber de acreditar el hecho sobre el cual sostenía el
impedimento procesal de falta de personería (insuficiencia de la representación
invocada por el letrado), probando que el mandatario y el profesional actuante
eran distintas personas, premisa desatendida por el excepcionante al no ofrecer
probanzas para abonar su genérica objeción (art. 542, inc. 2º, 547, segundo
apartado, Cód. Procesal). En función de este discurrir se torn a inatendible la
defensa dilatoria de falta de personería desde que ha quedado huera de contenido
la alegada falta de coincidencia entre el letrado mencionado en el mandato y el
que se presentó en autos (arts. 46, 47, 542, inc. 2º, del Cód. Procesal)(2) .
c) Constituye un presupuesto esencial para la procedencia de la intervención de
este Tribunal, la existencia de un remedio hábil debidamente interpuesto por los
litigantes, o sus representantes con personería suficiente (cfme. arts. 46, 47, 48,
118 inc. 3º, 241, 242 y ss., 275, 276 del ordenamiento formal), siendo principio
recibido que no es dable extender la legitimación para recurrir a los profesionales
que asisten a los litigantes(3) .
d) Conforme se desprende de las constancias de estos obrados, no surge que
el letrado apoderado de la parte demandada haya acreditado debidamente su
personería, y tampoco surge de dicha pieza que se invocara la franquicia del
art. 48 del ritual, extremos en virtud de los cuales se colige que no se encontraba
legitimado al efecto (art. 34, inc. 5º, apart. "b", 46, 47, 48, 118, inc. 3º, de la Ley de
Enjuiciamiento Civil)(4) .
2. Menores. Representación procesal. a) La intervención de la progenitora
aparece consagrada en el art. 46 del Código Procesal Civil y Comercial de una
manera amplia y desformalizada, al punto que, por regla, ni siquiera pesa sobre
ella la carga de acompañar las partidas correspondientes(5) .
b) Cuando el art. 46 del CPCC se refiere a las personas que se presenten en
juicio por un derecho que no les es propio, lo hace para englobar, a más de los
representantes legales aludidos en la norma (padres, tutores, curadores, etc.), a
los mandatarios convencionales que pueden denominarse necesarios: los
gerentes, directores, etc., de sociedades o asociaciones, personas éstas de
existencia ideal que, en virtud de su propia naturaleza, no pueden actuar sino por
medio de los órganos que los instrumentos constitutivos han determinado (arts. 35
y 36 del Cód. Civil)(6) .
c) Cuando una persona reviste la condición de titular de un derecho sustancial
—legitimatio ad causam — y no tiene la aptitud necesaria para defenderse
personalmente, por carecer de capacidad civil para estar en juicio en virtud de ser
menor de edad, debe actuar su representante legal para suplir dicha incapacidad.
En tal caso, es menester que los padres que tienen representación legal, asuman
el derecho que les incumbe como tales (art. 53, inc. 2º, Cód. Civil); y cuando así lo
hacen, en tal carácter, no tienen la carga procesal de presentar las partidas
correspondientes, según la directriz que sienta el segundo apartado del art. 46 del
ordenamiento adjetivo(7) .
d) Nunca puede sostenerse válidamente que los padres son terceros, toda vez
que el art. 274 del Código Civil acuerda a los progenitores el derecho de
representar a sus hijos menores y de estar en juicio por ellos, por lo que, en
ejercicio de la patria potestad estos se encuentran habilitados para promover por
ellos las acciones judiciales que a aquéllos competan, asumiendo en juicio
carácter de actor y ejercitando un derecho que le es propio, aun cuando se trate
de la persona o bienes de sus hijos (arts. 264 y 294 Cód. Civil). Los padres tienen
la representación legal de los hijos menores (art. 57 Cód. Civil), y de acuerdo a la
norma excepcional contenida en el art. 46 del Código Procesal, no tienen
necesidad de justificar dicha representación, ya que esta norma dispone que no
tendrán la obligación de presentar las partidas correspondientes, salvo que el juez
los emplazare a presentarlas(8) .
3. Acreditación. a) Habiendo invocado el letrado una representación sin
justificarla, media un incumplimiento a lo que en materia de personería mandan los
arts. 46 y 47 CPCC, las que se limitan a imponer la exigencia de presentación del
poder sin prever sanción alguna en su defecto. Ello obliga a acudir a los deberes
que estatuye el art. 34, inc. 5º, a la potestad contenida en la última parte del
art. 157 y aún al argumento del art. 345, inc. 2º, en conjunción con el art. 352,
inc. 4º. En consecuencia corresponde intimar a subsanar la omisión apuntada, en
el término de cinco días, acreditando la representación invocada, bajo
apercibimiento de tener por no presentado el recurso extraordinario
interpuesto(9) .
b) En el supuesto de no justificarse la personería en la oportunidad que
determina el art. 46 del Código adjetivo, no cabe sancionar con la repulsa de
aquellos escritos en los que se comete dicha omisión, si antes no se ha intimado
el cumplimiento de ese recaudo procesal dentro de un plazo prudente bajo
apercibimiento de tenerlo por no presentado. Es que del juego armónico de lo
dispuesto por los arts. 345, inc. 2°, y 352, inc. 4°, del Código Procesal, debió
previamente ser transitada la etapa del requerimiento tendiente a suplir la
prealudida ausencia de poder(10) .
c) Si no se justifica la personería en la oportunidad prevista por el art. 46 CPCC,
"el juez debe exigir de oficio ese requisito y fijar un plazo bajo apercibimiento de
tenerlo por no presentado". En la aplicación del art. 46 del Cód. Procesal el juez de
oficio, en casos que puedan generar razonablemente dudas, y sin que la parte
afectada lo sugiera, puede intimar a justificar la personería fijando un plazo,
porque esa actitud importa el uso de una facultad instructoria (art. 34, inc. 5.b,
Cód. Procesal)(11) .
d) No corresponde alegar violación a lo dispuesto en los arts. 46 y 47 CPCC
cuando el profesional no invoca ninguna representación(12) .
e) La falta de los requisitos exigidos por el art. 46 del ritual debe ser impugnada
en la oportunidad señalada por el art. 344 del mismo cuerpo legal, por cuya razón
es improcedente el ataque directo de nulidad de toda presentación defectuosa en
punto a la personería invocada(13) .
f) No obstante no haberse acreditado en el expediente sucesorio la personería
invocada por el letrado interviniente en los términos del art. 48 CPCC, debe
tenerse por justificada la misma con el poder acompañado al incidente de
administración, vinculado con el expediente principal, puesto que de lo contrario se
configuraría un evidente exceso ritual(14) .
g) En los casos de actuaciones ante Tribunales de Justicia en nombre de otro, si
no se justifica la personería en la oportunidad que determina el art. 46 del Código
Procesal corresponde que el órgano jurisdiccional exija de oficio el cumplimiento
de dicho recaudo fijando un plazo para ello, bajo apercibimiento entonces sí de
tenerlo por no presentado (arts. 34, inc. 5º, 155 y 352, inc. 4º, Cód. Procesal), por
lo que devino impropio hacer efectivo un apercibimiento que no fue expresamente
incluido en el auto de intimación ya que la caducidad de derechos debe
interpretarse restrictivamente (art. 46 del Código Procesal y su doct.)(15) .
h) Cuando el letrado no acreditó debidamente la personería, tal como
establecen los arts. 46 y 47 del CPC, es decir, actuó de "hecho", sin invocación de
franquicia procedimental alguna, y, si bien esta actuación de hecho constituye una
irregularidad, no puede ser pasible de la sanción prevista en el art. 48, toda vez
que en ningún momento se acogió a ese beneficio, por lo cual mal puede aplicarse
la sanción allí prevista. En tal caso, corresponde que el órgano jurisdiccional,
ejercitando potestades ordenatorias (a pedido de parte o de oficio), intime la
subsanación de la irregularidad en la personería dentro de un plazo prudencial,
bajo apercibimiento de tenerlo por no presentado(16) .
i) Cuando la parte no justifica su personería en la oportunidad establecida por el
art. 46 del CPCC, corresponde que el juez, actuando en el marco de las facultades
instructorias, exija de oficio el cumplimiento de ese requisito y fije un plazo para
ello, bajo apercibimiento de tener a la parte por no presentada(17) .
j) Cuando la parte no justifica su personería en la oportunidad establecida por el
art. 46 del CPCC, corresponde que el juez, actuando en el marco de las facultades
instructorias, exija de oficio el cumplimiento de ese requisito y fije un plazo para
ello, bajo apercibimiento de tener a la parte por no presentada(18) .
k) La excepción, descripta en el art. 345, inc. 2º, del CPCC, son de las llamadas
defensas dilatorias, que impiden que el proceso continúe dentro hasta que se
subsane dicho vicio. La falta de personería, debe encuadrarse dentro los
supuestos del art. 46 del CPCC y como tal, ante una presentación dudosa debe
procederse con una intimación con el fin de sanear el mismo. La falta de
personería invocada fue subsanada, antes que la demandada se notificara de la
acción, por ende dicha articulación de falta de personería, devino
extemporánea(19) .
l) El escrito de expresión de agravios aparece suscripto solamente por el letrado
patrocinante del accionante, sin que en dicha presentación el abogado invocara
debidamente el carácter de gestor procesal, ni mandato alguno (arts. 46, 47, 48 y
118, inc. 3º, del CPCC), extremo en virtud del cual se colige que no se hallaba
legitimado al efecto(20) .
m) No apareciendo debidamente justificada en autos la representación respecto
de los herederos del codemandado fallecido; carece de legitimación el presentante
y, por tanto, deviene inadmisible el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley
o doctrina legal por él interpuesto invocando el nombre de aquéllos; motivo por el
cual se lo desestima (cfme. arts. 34, 36, 46 y 47 del Código adjetivo)(21) .
n) Si el apoderamiento fue otorgado por la madre en nombre y representación y
en ejercicio de la patria potestad que detentaba de aquélla (art. 264 y ss. del Cód.
Civil), la denunciada falta de agregación de la partida de nacimiento de la menor al
accionar, carece de peso para sostener la falta de personería dado que la actora
no tenía la obligación de tal acreditación en virtud de lo expresamente normado
por el art. 46 del CPC(22) .
ñ) Habida cuenta que el recurrente no reviste en éstas actuaciones el carácter
de apoderado respecto de la parte demandada, carece de legitimación procesal
para el intento revisionista que articula, y en consecuencia el recurso interpuesto
ha sido mal concedido (art. 46 Cód. Procesal). En efecto, si bien el recurso de
apelación no sólo compete a las partes, sino también a los que puedan resultar
menoscabados por la resolución judicial, su uso no puede ser extendido a los
profesionales que asisten a los litigantes (art. 242 Cód. Procesal). De ahí que la
ausencia de personería del presentante obsta a la viabilidad de la segunda
instancia, ya que dicho defecto impide tener propuesta válidamente la articulación
recursiva(23) .
o) En la Provincia de Buenos Aires nadie puede actuar ante los tribunales en
nombre de otro sin ser abogado o procurador inscripto en la matrícula de
abogados o en la de procuradores, con la salvedad prevista por el art. 93 de la ley
5177 (arts. 92 ley cit.; 46 y siguientes del Cód. Procesal). Es decir, de conformidad
a las distintas normas que regulan lo atinente a la forma de actuar en juicio y a la
acreditación de la personería invocada, no es posible actuar ante los tribunales de
justicia en nombre de otro sin ser abogado o procurador inscripto en la matrícula
respectiva, salvo los casos de representación legal expresamente contemplados,
de modo que habiéndose dado mandato a un tercero que no alegó y menos
demostró tener título e inscripción en la matrícula que lo faculte para asumir la
representación en autos de otra persona, debe suplir su inhabilidad sustituyendo el
poder en un abogado(24) .
p) Toda persona que se presente en juicio por un derecho que no sea propio
debe acompañar los documentos que acrediten el carácter que invisten (art. 46
CPC), y si no lo hace, resulta procedente la excepción de falta de personería pero
con la única consecuencia que establece el art. 352 inc. 4º del CPC, o sea la
fijación de un plazo dentro del cual debe subsanarse la deficiencia bajo
apercibimiento de tenerlo por desistido del proceso(25) .
4. Representación procesal. Nulidad. La capacidad procesal de quienes actúan
en representación de los sujetos legitimados en el proceso constituye requisito
indispensable para que la relación jurídico formal se entable válidamente (arts. 46
y concs. del Cód. Proc.); razón por la cual su inexistencia fulmina todos lo actos
jurídicos que aquél cumplimentó (arg. arts. 48, 51, 169 y concs. del Cód.
Proc.)(26) .
5. Mandato. a) Conforme establece el art. 46 del ordenamiento adjetivo en su
tercer párrafo "...cuando el valor pecuniario de los juicios no supere los tres mil
ochocientos pesos ($ 3800), la representación en juicio podrá instrumentarse
mediante acta labrada ante el Secretario del Juzgado interviniente con la
comparecencia del poderdante y del profesional que actuará como apoderado...".
En la especie, tratándose de un juicio de desalojo por falta de pago y vencimiento
contractual, el valor del litigio está representado por el importe de alquiler
convenido y en consecuencia, excediendo dicho monto el previsto por el artículo
citado, la resolución atacada se ajusta a derecho y debe ser confirmada(27) .
b) Las únicas condiciones de admisibilidad para la aplicación del párrafo
agregado al art. 46 del Cód. Procesal Civil (ley 11.593) son: a) que el monto del
proceso no supere los $ 3800; b) que el mandato se labre mediante acta extendida
por el Secretario con intervención del poderdante y del profesional que actuará
como apoderado(28) .
6. Representación procesal. Alcance . a) Si el letrado carece de la
representación del actor y este último no ha apelado, en su propio nombre o a
través de un abogado debidamente investido con su representación, la sentencia
que le fuera notificada gana firmeza, debiendo, a su vez, declararse la nulidad de
lo actuado por dicho abogado, quien cargará con las costas provocadas por estos
actos (arts. 46, 47, 48, 53 inc. 3°, 169, 2º párr., 172 in fine , 174 y concs. del
CPCC)(29) .
b) La existencia de diferencias mínimas entre los datos del mandante que se
consignaron en la demanda y los que figuran en el poder (en el caso se denominó
S.A. a una S.R.L.) carecen de entidad para erigirse en un impedimento procesal
que configure una falta de personería(30) .
c) Si no se justifica la personería en la oportunidad prevista por el art. 46 CPCC,
"el juez debe exigir de oficio ese requisito y fijar un plazo bajo apercibimiento de
tenerlo por no presentado". En la aplicación del art. 46 del Cód. Procesal el juez de
oficio, en casos que puedan generar razonablemente dudas, y sin que la parte
afectada lo sugiera, puede intimar a justificar la personería fijando un plazo,
porque esa actitud importa el uso de una facultad instructoria (art. 34, inc. 5º b,
Cód. Procesal)(31) .
d) Si bien es principio fundamental en materia de acreditación de la personería
de quien litiga por otro, el acompañamiento del instrumento que acredite el
carácter que invoca, en el primer acto de comparecencia ante el juez o tribunal
(arts. 46 y 47 Cód. Procesal), la omisión de dicha exigencia formal, no puede
acarrear por sí sola la nulidad de la presentación defectuosa, si no media una
intimación previa destinada a obtener el cumplimiento de ese recaudo
procesal(32) .
COMENTARIO
3. Representación procesal
El representante, sea legal o sea convencional, siempre actúa en nombre ajeno
—en nombre de la persona representada— y en defensa de un derecho ajeno —
de un derecho de la persona representada—(35) .
La representación legal(36) y la representación convencional deben ser
acreditadas en la primera presentación o gestión que se haga en nombre de la
persona representada (arts. 46, párr. 1°, y 47, párr. 1°, Cód. Procesal).
No hay razón que justifique que los sedicentes padres no deban motu
proprio acreditar que son tales con respecto de sus aducidos hijos, de modo que
procederá bien el juez que lo exija, de oficio o a pedido de la contraparte.
Hoy, el marido ya no es representante legal de su esposa, y, en tanto
apoderado convencional (art. 1276 Cód. Civil), no podrá representarla en juicio si
no fuera abogado o procurador (ver comentario al art. 47 Cód. Procesal).
4. Representación convencional
La representación convencional (mandato) se acredita por medio de poder
extendido en escritura pública (art. 1184.7 Cód. Civil).
Excepcionalmente puede otorgarse poder apud acta , es decir, a través de acta,
labrada estando presentes en el juzgado el poderdante y el profesional que
actuará como su apoderado y autorizada por el secretario del juzgado; ello podrá
suceder en los juicios cuyo valor pecuniario no supere cierto monto (cantidad de
pesos equivalente a 120 Jus(37) ) o cuando el poderdante cuente con beneficio de
litigar sin gastos (art. 85 Cód. Procesal; art. 105 ley 5177).
En el proceso laboral también existe lo que se conoce como carta-poder(38) .
A los fines de la unificación de personería, la resolución judicial que designa a
un apoderado común puede cumplir la función de instrumento público de
apoderamiento, respecto de los litigantes que antes no le hubieran conferido poder
a ese mismo mandatario (remisión al comentario del art. 54).
Presentación de poderes
Art. 47 — Los procuradores o apoderados acreditarán su personalidad
desde la primera gestión que hagan en nombre de sus poderdantes, con
la pertinente escritura de poder.
Sin embargo, cuando se invoque un poder general o especial para
varios actos, se lo acreditará con la agregación de una copia íntegra
firmada por el letrado patrocinante o por el apoderado. De oficio o a
petición de parte, podrá intimarse la presentación del testimonio
original.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Gestor
Art. 48 — En casos urgentes podrá ad mitirse la comparecencia en
juicio sin los instrumentos que acrediten la personalidad, pero si no
fueren presentados o no se ratificase la gestión dentro del plazo de 60
días, será nulo todo lo actuado por el gestor y éste pagará las costas
causadas, sin perjuicio de la responsabilidad por los daños
ocasionados.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Requisitos
La situación es que no hay mandato, o al menos no cuenta el abogado con el
instrumento que acredite el mandato.
Así las cosas, concurren dos circunstancias:
a) deben realizarse actos procesales urgentes;
b) existen hechos o circunstancias que impiden la actuación personal de la parte
que tiene que llevarlos a cabo.
En tales condiciones, el abogado puede realizar esos actos procesales urgentes
actuando como gestor procesal, prescindiendo de la firma del litigante por quien
actúe. Pero ipso facto el abogado gestor asume el deber de obtener la ratificación
de la gestión o de presentar el instrumento que acredite la personería dentro de un
plazo perentorio, so pena de nulidad, costas y eventuales daños.
a) ¿Qué es lo urgente?
Lo urgente no es sólo lo inminente, sino lo que en forma inminente compromete
el derecho de defensa.
Urge todo acto procesal cuya no realización ahora comprometería de modo
irreparable el derecho de defensa en juicio.
Urgente es aquel acto procesal que debe efectuarse ahora —para salvaguardar
el derecho de defensa — o nunca —con menoscabo del derecho de defensa—.
En rigor, lo que urge no es el acto procesal, sino dejar a salvo el derecho de
defensa a través de la realización de ese acto procesal que se avecina.
No urge lo superfluo o indiferente a los fines del derecho de defensa, aunque
sea inminente.
Por ejemplo, y sin el más mínimo espíritu de agotar el elenco, la demanda(171) ,
la contestación de demanda u oposición de excepciones, el ofrecimiento de
prueba y los recursos contra la sentencia definitiva, son urgentes en la medida en
que, si no se articulan en tiempo, pueden menoscabar sin chance de retorno la
defensa en juicio de los derechos de que se trate.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Defensor de pobres y ausentes. Costas. El legitimado pasivo, resultó ser un
"ausente procesal", por lo cual actúa en el proceso por intermedio de la Defensoría
Oficial, que ejerce una de las representaciones "de los que por su oficio público
deben representar determinadas clases de personas", supuesto al que le son
aplicables las reglas del mandato (art. 1870, inc. 1°, Cód. Civil), de modo que sus
actos obligan a su representado "como si él personalmente los practicare"
(arts. 1946 Cód. Civil, 49 in fine , 341, párr. 2º; CPCC; 81, 82 y 85 ley 5827).
2. Mandato. Si el instrumento expresa que el poderdante "ratifica y otorga por la
presente poder" a su apoderada para "entender en todo trámite judicial y
extrajudicial relacionado con el pago al Consorcio de las expensas del
departamento", esta cláusula importa, la existencia de un mandato para asuntos
judiciales (arts. 1879 y 1884 Cód. Civil), tanto más que la naturaleza, en definitiva,
procesal de la cuestión, determina la necesidad de apartar un excesivo rigorismo
formal contrario al principio de instrumentalidad que gobierna la materia (arts. 46,
47, 49, 50, 51 del Cód. Procesal)(182) .
3. Sociedades. Representación procesal. Las prerrogativas referidas al "gestor
judicial" son únicamente para el letrado que actúa como "gestor" de un juicio. Es
decir un beneficio único para el profesional que invoca la urgencia del art. 48, pero
no para una persona que se identifica como "representante" de una Sociedad
Anónima (arts. 47, 49 y concs. del CPC)(183) .
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Mandato. Alcance . a) Si el mandato ha sido otorgado para que los abogados
que menciona intervengan y prosigan hasta su terminación el sucesorio de su
madre, enumerando, entre otras atribuciones, que pueden hacer denuncias de
bienes, reconocer y desconocer herederos, coherederos o acreedores, aceptar la
herencia con o sin beneficio de inventario, pedir la partición de la herencia, aceptar
e impugnar la cuenta particionaria y la realización de inventarios y avalúos, dado
los propios términos en que está concebido el instrumento, cabe interpretar que el
mandato resulta apto para iniciar las presentes actuaciones en donde se
impugnan las cláusulas del testamento del proceso sucesorio, tanto más si el
poder autoriza para "...realizar cuantos demás actos, gestiones y diligencias (que)
resulten necesarios para el mejor desempeño del mismo siempre dentro de los
límites de su objeto". De ahí que el mandatario está facultado para demandar
como lo hizo sin que sea necesario que se muniera de un poder especial distinto
(doct. arts. 1881 y 1905 Cód. Civil; 51 Cód. Procesal). En función de lo expuesto,
cabe concluir que no rige en la especie la limitación del art. 1884 del Cód. Civil,
pues la representación invocada se ha ejercido de acuerdo al objeto y extensión
de la procuración encomendada (arts. 1879 y 1905 Cód. Civil), en consecuencia,
el impedimento procesal de falta de personería planteado, ha sido bien
desestimado (art. 345, inc. 2º Cód. Procesal)(190) .
b) El art. 51 del CPCC establece que el poder conferido para un pleito
determinado —y también lógicamente para un número indefinido de ellos—
comprende la facultad de ejercitar todos los actos que ocurran durante la secuela
de la litis, excepto aquéllos para los cuales la ley requiera facultad especial(191) .
c) Quien posee mandato para promover acción judicial de responsabilidad civil a
fin de obtener la reparación de los daños causados por un siniestro, podrá
promover el beneficio de litigar sin gastos a fin de acceder al proceso principal,
pues debe entenderse que tal facultad se encuentra comprendida entre los actos
para los cuales el mandato fue conferido (doct. arts. 1884 del Cód. Civil y 51 del
CPC)(192) .
d) Las facultades que requieren mención expresa en el poder y que constituyen
la "ley" a que se refiere el art. 51 del CPCC, son las enumeradas en el art. 1881
del Código Civil, entre las que no se encuentra la de peticionar la caducidad en
cuestión. Por tanto, cabe concluir, que no se requiere poder especial para acusar
la caducidad de la instancia(193) .
e) No es lo mismo sostener que el mandato conferido para la satisfacción de
uno o más fines determinados y expresamente previstos autoriza a implementar
los medios legales conducentes a ello —aun los no expresamente previstos en el
acto de apoderamiento— que sostener que dicho mandato autoriza a actuar en
pos de fines que —análogos o no— no fueron expresamente previstos: éste
supuesto es regulado por el art. 1884 del Código Civil, y aquél es normado por el
art. 1905 del mismo cuerpo legal, con el alcance final que en materia procesal civil
y comercial le brinda el art. 51 del CPCC(194) .
f) Si se considera que el poder confiere facultades como para posibilitar la
apertura de la instancia del principal, debe considerarse que también es
comprensivo de facultades suficientes como para posibilitarle su reapertura,
removiendo, por los carriles procesales idóneos, los obstáculos que hubiere
impedido su normal devenir (arts. 1905 Cód. Civil y 51 del CPCC)(195) .
g) Si el instrumento expresa que el poderdante "ratifica y otorga por la presente
poder" a su apoderada para "entender en todo trámite judicial y extrajudicial
relacionado con el pago al Consorcio de las expensas del departamento", esta
cláusula importa, la existencia de un mandato para asuntos judiciales (arts. 1879 y
1884 Cód. Civil), tanto más que la naturaleza, en definitiva, procesal de la
cuestión, determina la necesidad de apartar un excesivo rigorismo formal contrario
al principio de instrumentalidad que gobierna la materia (arts. 46, 47, 49, 50, 51 del
Cód. Proc.)(196) .
2. Mandato especial. La regla normativa del art. 51 del CPCC no hace otra cosa
que graduar la extensión del mandato especial para asuntos judiciales,
complementando el contenido que emane del instrumento de la procuración. El
tenor de la directriz acusa una marcada amplitud y flexibilidad en lo que respecta a
la litis para la que el poder especial es otorgado, al expandir las facultades para
intervenir a las actuaciones incidentales y comprendidas en la secuela del litigio.
Dentro de ese vasto espectro que contornea el ámbito de extensión del poder en
cuestión, se yerguen dos limitaciones: a) las referidas a actos para los que la ley
requiere facultad especial, que están enumerados en los arts. 1881 y concs. del
Código Civil, y b) las que el poderdante se hubiere reservado expresamente(197) .
3. Representación procesal. Nulidad . La capacidad procesal de quienes actúan
en representación de los sujetos legitimados en el proceso constituye requisito
indispensable para que la relación jurídico formal se entable válidamente (arts. 46
y concs. del Cód. Procesal); razón por la cual su inexistencia fulmina todos lo
actos jurídicos que aquél cumplimentó (arg. arts. 48, 51, 169 y concs. del Cód.
Procesal)(198) .
4. Mandato. Interpretación . a) Si el mandato ha sido otorgado por el actor para
que los apoderados que menciona "...intervengan profesionalmente y los
representen en la causa radicada en el Juzgado Correccional Nº 5, sobre
accidente de tránsito promoviendo las instancias penales y las acciones civiles
que correspondan...", dado los propios términos en que está concebido el
instrumento, cabe interpretar que el mandato resulta apto para iniciar la presente
acción por indemnización de daños y perjuicios, pues en atención a la naturaleza
de la acción promovida y los términos de la demanda, la latitud con que figura
redactado el poder debe considerarse comprendida en él la facultad ejercitada, sin
necesidad de que para el caso se le muniera al apoderado de un poder especial
distinto (doct. art. 51 Cód. Procesal). En efecto, el principio de hermenéutica
autoriza a juzgar —frente al contenido del acto— que se está ante un
apoderamiento que habilita al mandatario a proceder como lo hizo, sin que pueda
entenderse, como sostiene el quejoso, que promover "las acciones civiles que
correspondan" está referida exclusivamente a la facultad de presentarse como
actor civil en el proceso penal(199) .
b) Ha señalado la doctrina en comentario a la facultad de desistir —en situación
análoga a la de autos—, que si los términos del poder son tan amplios 'que
abarcan prácticamente toda la gama de facultades necesarias para desenvolver
su representación en juicio con el máximo de atribuciones, se deduce sin dificultad
que aquélla de desistir está ínsita en tan completo mandato (doctr. arts. 1905,
Cód. Civil y 51 CPCC)(200) .
c) Las disposiciones aplicables a las procuraciones judiciales son las contenidas
en el código procesal local, y en lo concerniente al alcance del poder, sea este
general o especial, es decir comprenda o no la totalidad de los asuntos judiciales
del mandante, el art. 51 del Cód. Procesal establece que el mandatario esta
facultado para ejercer todos los actos procesales que ocurran durante la secuela
de la litis, salvo aquellos para los cuales la ley requiere facultad especial o se
hubiesen reservado expresamente en la procura; excepciones que no alcanzan a
la contestación de la demanda ni a la oposición de defensas previas (arts. 1870
inc. 6º, 1879, 1880, 1881 Cód. Civil)(201) .
COMENTARIO
El poder para actuar en juicio puede ser conferido para actuar en general en
todos los juicios actuales o futuros que envuelvan al poderdante, o sólo en alguna
clase o categoría de ellos, o nada más para un juicio cierto y determinado.
El poder para actuar en juicio, incluso uno otorgado para actuar en general en
todos los juicios actuales o futuros del poderdante, dentro de la clasificación de
mandatos es un poder especial, porque no comprende todos los negocios del
mandante, sino tan sólo los asuntos judiciales (art. 1879 Cód. Civil).
Ahora bien, cualquiera sea la modalidad, si un poder habilita para actuar en el
juicio de que se trate, basta para actuar en todas sus etapas, incidencias e
instancias posibles, salvo para aquellos actos que expresamente en el poder se
hubiera reservado el poderdante o que según la ley requieran facultamiento
especial.
Ciertamente, el mandatario debe circunscribirse en los límites de su poder, pero
haría menos de lo que se le ha encargado si no actuara en todas las etapas,
incidencias e instancias posibles, en la medida en que eso fuera necesario para
conseguir el objeto del mandato (art. 1905 Cód. Civil).
El facultamiento especial no requiere el otorgamiento de un poder especial, por
separado del poder que habilite para actuar en el juicio de que se trate, sino que
es suficiente con la inclusión de una cláusula o previsión especial en éste.
Según el art. 1881 del Código Civil, y en cuanto puede ser relevante dentro de
un proceso judicial, por ejemplo se requiere facultamiento especial para transigir
(también, art. 839 Cód. Civil), comprometer en árbitros, prorrogar jurisdicciones,
renunciar al derecho de apelar, o a prescripciones adquiridas (inc. 3º), para
cualquier renuncia gratuita, o remisión, o quita de deudas, a no ser en caso de
falencia del deudor (inc. 4º), para el reconocimiento de hijos naturales (inc. 6º),
para constituir al mandante en depositario, a no ser que el mandato consista en
recibir depósitos o consignaciones; o que el depósito sean una consecuencia de la
administración (inc. 11), para constituir al mandante en fiador (inc. 14), para
aceptar herencias (inc. 16) o para reconocer o confesar obligaciones anteriores al
mandato (inc. 17).
Para asistir en representación de un cónyuge a la segunda audiencia del trámite
de separación personal o divorcio por causales reservadas (arts. 205 y 215 Cód.
Civil), también la ley exige mandato especial (art. 236 Cód. Civil).
Responsabilidad por las costas
Art . 52 — Sin perjuicio de la responsabilidad civil o criminal por el
ejercicio del mandato, el mandatario deberá abonar a su poderdante las
costas causadas por su exclusiva culpa o negligencia, cuando estas
fueren declaradas judicialmente.
El juez podrá, de acuerdo con las circunstancias, establecer la
responsabilidad solidaria del mandatario con el letrado patrocinante.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Cesación de la representación
Art. 53 — La r epresentación de los apoderados cesará:
1°) Por revocación expresa del mandato en el expediente. En este caso,
el poderdante deberá comparecer por sí o constituir nuevo apoderado
sin necesidad de emplazamiento o citación, so pena de continuarse el
juicio en rebeldía. La sola presentación del mandante no revoca el
poder.
2°) Por renuncia, en cuyo caso el apoderado deberá, bajo pena de
daños y perjuicios, continuar las gestiones hasta que haya vencido el
plazo que el juez fije al poderdante para reemplazarlo o comparecer por
sí. La fijación del plazo se hará bajo apercibimiento de continuarse el
juicio en rebeldía. La resolución que así lo disponga deberá notificarse
por cédula en el domicilio real del mandante.
3°) Por haber cesado la personalidad con que litigaba el poderdante.
4°) Por haber concluido la causa para la cual se le otorgó el poder.
5°) Por muerte o incapacidad del poderdante. En tales casos, el
apoderado continuará ejerciendo su personería hasta que los herederos
o representante legal tomen la intervención que les corresponda en el
proceso. Mientras tanto, comprobado el deceso o la incapacidad, el juez
señalará un plazo para que los interesados concurran a estar a derecho,
citándolos directamente si se conocieren sus domicilios, o por edictos
durante 2 días consecutivos, si no fuesen conocidos, bajo
apercibimiento de continuar el juicio en rebeldía en el primer caso y de
nombrarles defensor en el segundo.
Cuando el deceso o la incapacidad hubieren llegado a conocimiento
del mandatario, éste deberá hacerlo presente al juez o tribunal dentro
del plazo de 10 días, bajo pena de perder el derecho a cobrar los
honorarios que se devengaren con posterioridad. En la misma sanción
incurrirá el mandatario que omita denunciar el nombre y domicilio de los
herederos, o del representante legal, si los conociere.
6°) Por muerte o inhabilidad del apoderado. Producido el caso, se
suspenderá la tramitación del juicio y el juez fijará al mandante un plazo
para que comparezca por sí o por nuevo apoderado, citándolo en la
forma dispuesta en el inciso anterior. Vencido el plazo fijado sin que el
mandante satisfaga el requerimiento, se continuará el juicio en rebeldía.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Unificación de la personería
Art. 54 — Cuando actuaren en el proceso diversos litigantes con un
interés común, el juez, de oficio o a petición de parte y después de
contestada la demanda, les intimará que unifiquen la representación
siempre que haya compatibilidad en ella, que el derecho o el
fundamento de la demanda sea el mismo o iguales las defensas. A ese
efecto, fijará una audiencia dentro de los 10 días y si los interesados no
concurriesen o no se aviniesen en el nombramiento de representante
único, el juez lo designará eligiendo entre los que intervienen en el
proceso.
La unificación no podrá disponerse si tratándose de un juicio
ordinario, las partes, en el mismo acto, no llegaren a un acuerdo sobre
la persona que ha de asumir la dirección letrada.
Producida la unificación, el representante único tendrá respecto de sus
mandantes, todas las facultades inherentes al mandato.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Cuadro de situación
Revocación
Art. 55 — Una vez efectuado el nombramiento común, podrá
revocarse por acuerdo unánime de las mismas partes o por el juez a
petición de alguna de ellas, siempre que en este último caso hubiese
motivo que lo justifique. La revocación no producirá efectos mientras no
tome intervención el nuevo mandatario.
La unificación se dejará sin efecto cuando desaparecieren los
presupuestos mencionados en el primer párrafo del artículo anterior.
COMENTARIO
2. Cese de la unificación
Para dejar sin efecto la unificación de personería deben desaparecer los
motivos que la justificaron, algo que no es imposible, pero que no es fácil de
imaginar mientras continúen en el proceso actuando los mismos interesados o,
mejor dicho, mientras se mantengan en debate los mismos intereses.
CAPÍTULO III
PATROCINIO LETRADO
Patrocinio obligatorio
Art. 56 — Salvo lo dispuesto en los artículos 87 y 88 de la ley
5177, respecto de los procuradores, los jueces no proveerán ningún
escrito de demanda, excepciones y sus contestaciones, alegatos,
expresiones de agravios, pliegos de posiciones o interrogatorios, ni
aquellos en que se promuevan incidentes o se pida nulidad de
actuaciones y, en general, los que sustenten o controviertan derechos,
ya sean de jurisdicción voluntaria o contenciosa, si no llevan firma del
letrado (1).
COMENTARIO
1. El patrocinio letrado
El abogado, además de la función de apoderado, puede ejercer la de
patrocinante (2) .
El apoderado representa al litigante en el proceso, mientras que el patrocinante
no lo representa sino que lo acompaña, asiste y guía, teniendo a su cargo la
dirección jurídica del caso(3) .
Si la relación sustantiva entre el poderdante y el apoderado es un contrato de
mandato, entre el patrocinado y el patrocinante es un contrato de locación de
servicios (art. 1623 y ss. Cód. Civil).
Visualmente, el apoderado firma sólo los escritos, mientras que el patrocinante
los firma junto con su cliente.
a) ¿Qué es trámite?
Trámite es cada una de las diligencias que hay que hacer sucesivamente desde
el inicio hasta la conclusión de un asunto.
La expresión trámite procesal, así, puede ser usada como equivalente a acto
procesal, porque habrá que realizar sucesivamente actos o trámites procesales
desde el inicio hasta la conclusión del proceso.
Dicho de otra forma, toda actividad procesal se traduce o resume en alguna
clase de trámite: presentar la demanda, contestar la demanda, ofrecer prueba,
apelar, etc., son trámites y los hay desde el inicio hasta el final del proceso.
Pero no todo trámite es un "mero" trámite.
d) Algo de casuística
Como ejercicio no está de más algo de casuística, pero de modo superficial,
porque no hay modo de evitar que deba responderse situación por situación,
aunque a la luz del concepto perfilado en 5.b.
No son de mero trámite:
a. la recusación: porque significa controvertir la imparcialidad del juzgador;
b) la demanda, la reconvención, las excepciones, los incidentes e incidencias
(v.gr. de nulidad, de caducidad de instancia, de negligencia probatoria, etc.), el
pedido de beneficio de litigar sin gastos(9) , y sus respectivas contestaciones,
pues todos implican sustentar o controvertir derechos.
b) la solicitud de medidas cautelares, dado que importan sustentar el derecho
para cuya protección se requieren(10) ; con menos razón es de mero trámite el
requerimiento de medidas anticipatorios o de tutela autosatisfactiva;
c. el desistimiento —del derecho o del proceso—, el allanamiento, la
conciliación o la transacción, porque entrañan reconocer o renunciar derechos;
d. el ofrecimiento de prueba —en el proceso ordinario—: puesto que es un acto
procesal que bien pudo formar parte de la demanda —como en el proceso
sumario o sumarísimo— y claramente busca conferir sustento a la situación
jurídica subjetiva del oferente;
e. por principio los recursos, en la medida que sustenten un derecho propio que
el órgano recurrido no ha otorgado generando perjuicio, o controviertan un
derecho ajeno que el órgano recurrido sí ha otorgado provocando también
gravamen; v.gr. recursos de apelación contra interlocutorias o sentencias
definitivas, de suyo los recursos extraordinarios.
Pueden ser considerados de mero trámite:
a. el pedido de rebeldía, porque ésta es mera consecuencia de la
incomparecencia o el abandono del proceso por la otra parte y se vincula así con
la marcha y la activación del curso del proceso;
b. las notificaciones en general;
c. el remedio de aclaratoria podría ser apreciado como de mero trámite pues no
apunta a controvertir ni a sustentar derechos, sino que persigue nada más la
corrección de errores materiales, que se complete o se clarifique una decisión
jurisdiccional;
d. el recurso de reposición y hasta el de apelación contra providencias simples
que sean consecuencia de la presentación de escritos de mero trámite, podrían
ser interpretados como secuelas eventuales de éstos, como tramos en derredor o
relativos a dicha presentación y tendientes a agotarla: si el abogado puede
presentar un escrito de mero trámite bajo su sola firma, por qué no podría recurrir
bajo su sola la firma la resolución que no le hiciera lugar y ello así para dar
finiquito a la presentación a la postre trunca debido a la resolución judicial
adversa(11) .
a) De "mero" trámite
Pueden hacerlo:
a. El abogado, apoderado o patrocinante (art. 56, inc. c, ley 5177, texto según
ley 13.419);
b. El procurador sin necesidad de firma de abogado patrocinante (art. 70, inc.
2°, ley 5177, t.o. dec. 2885/2001).
El abogado y el procurador, en rigor, deben hacerlo (art. 73, inc. 2º, ley
5177, t.o. dec. 2885/2001);
c) El litigante patrocinado, interpretando a contrario sensu el art. 56 CPCC
(ver supra 3);
d) En casos de urgencia, el gestor procesal (remisión al comentario del art. 48
Cód. Procesal).
COMENTARIO
Dignidad
Art. 58 — En e l desempeño de su profesión, el abogado será
asimilado a los magistrados en cuanto al respeto y consideración que
debe guardársele.
COMENTARIO
El mismo criterio expone el art. 56 de la ley 5177, pero agregando que "...
Cometerá falta grave quien no respete esta disposición, y su violación podrá dar
lugar a la pertinente denuncia ante el superior jerárquico del infractor, debiendo
ser sustanciada de inmediato. El profesional afectado se encuentra legitimado
para la radicación e impulso de los trámites respectivos...".
Si el trato irrespetuoso o desconsiderado fuera cometido por un agente judicial,
incluso un juez, el infractor quedaría sometido al régimen disciplinario actualmente
reglado por el Ac. 3354/07 Sup. Corte Bs. As.(13) ; si proviniera de otro abogado,
el infractor quedaría sometido tanto al poder disciplinario del órgano judicial como
del colegio de abogados respectivo (remisión al comentario del art. 35 Cód.
Procesal).
CAPÍTULO IV
REBELDÍA
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Efectos
Art. 60 — La rebeldía no alterará la secuela regular del proceso.
La sentencia será pronunciada según el mérito de la causa y lo
establecido por el art. 354, inc. 1º. En caso de duda la rebeldía declarada
y firme constituirá presunción de verdad de los hechos lícitos afirmados
por quien obtuvo la declaración.
Serán a cargo del rebelde las costas causadas por su rebeldía.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Costas
Luego de referirse a los efectos que la declaración de rebeldía produce sobre el
contenido de la sentencia, el art. 60, tercer apartado, dispone que "serán a cargo
del rebelde las costas causadas por su rebeldía".
La norma no se refiere a las costas de todo el proceso, que deben imponerse de
acuerdo a los principios establecidos por los arts. 68 y siguientes del Código
Procesal, sino solamente a las ocasionadas con motivo de la incomparecencia o
abandono del litigante declarado en rebeldía (por ejemplo, los gastos de
notificación mediante exhortos o edictos)(29) .
Prueba
Art. 61 — Si el juez lo creyere necesario podrá recibir el pleito a
prueba, o mandar practicar las medidas tendientes al esclarecimiento de
la verdad de los hechos, autorizados por este Código.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Prueba. a) Es principio procesal insoslayable que las partes deben probar las
circunstancias fácticas de las normas que invocaren como pretensión, defensa o
excepción (art. 375, CPCC) y la incomparecencia de la demandada a juicio no
exime a la parte actora de su obligación de acreditar sus afirmaciones, ya que
debe aportar a la causa los elementos de convicción que justifiquen la legitimidad
de su reclamo(30) .
b) Una acción no prospera por el solo hecho de comparecer al proceso y
activarlo, sino —en un litigio asentado en hechos— por cumplir acabadamente con
su prueba para lograr el convencimiento del juez. La rebeldía de la contraria no lo
exime de evidenciar la justicia de su reclamo(31) .
c) La rebeldía de la demandada no exime a la parte actora de la obligación de
acreditar los presupuestos de su afirmación(32) .
d) No constituye carga del ponente impetrar que se produzca la apertura del
sobre que contiene la prueba confesional (en rebeldía), ya que se trata de una
obligación del judicante (art. 163, inc. 6º, del CPCC), quien al momento de dictar
sentencia debió leer y apreciar su contenido (art. 415, 1er. apart., Cód. cit.)(33) .
e) Los efectos de la falta de presentación al juicio no pueden asimilarse a los de
la confesión ficta y en cuanto a ésta, si bien el tribunal del trabajo está facultado
para tener por ciertos los hechos señalados en las posiciones absueltas en
rebeldía, en modo alguno está obligado, por esa sola circunstancia, a acceder
automáticamente a las pretensiones deducidas(34) .
f) El tribunal del trabajo está facultado para tener por ciertos los hechos
señalados en las posiciones en rebeldía, pero en modo alguno obligado a acceder
—por sola confesión ficta— automática o mecánicamente a las pretensiones
deducidas(35) .
g) El Tribunal del Trabajo está facultado para tener por ciertos los hechos
señalados en las posiciones en rebeldía, pero en modo alguno obligado a acceder
—por la sola confesión ficta— automática o mecánicamente a las pretensiones
deducidas, máxime cuando los hechos señalados en las posiciones contenidas en
el pliego no fueron avalados por otras pruebas o elementos de convicción reunidos
en la causa(36) .
h) La aptitud probatoria de la confesión ficta, debe ser apreciada en su
correlación con el resto de las pruebas y las circunstancias del caso concreto, para
lo cual los Tribunales de Trabajo gozan de un amplio margen de discrecionalidad.
Siendo ello así, los jueces están facultados para tener por ciertos los hechos
señalados en las posiciones en rebeldía, pero en modo alguno obligados a
acceder —por esa sola circunstancia— automática o mecánicamente a las
pretensiones deducidas(37) .
i) Los Tribunales del Trabajo están facultados para tener por ciertos los hechos
señalados en las posiciones absueltas en rebeldía, pero en modo alguno
obligados a acceder —por la sola confesión ficta— automática o mecánicamente a
las pretensiones deducidas. Ello, toda vez que deben apreciarse en su correlación
con el resto de las pruebas para decidir la eficacia que se le adjudica como
elemento de convicción, pues de lo contrario se haría prevalecer la ficción sobre la
realidad y la decisión podrá alejarse de la verdad material, siendo potestad
privativa de los jueces de grado ponderar sus efectos con amplio margen de
discrecionalidad(38) .
COMENTARIO
Notificación de la sentencia
Art. 62 — La sentencia se hará saber al rebelde en la forma prescripta
para la notificación de la providencia que declara la rebeldía.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Medidas precautorias
Art. 63 — Desde el momento en que un litigante haya sido declarado
en rebeldía podrán decretarse, si la otra parte lo pidiere, las medidas
precautorias necesarias para asegurar el objeto del juicio, o el pago de
las costas si el rebelde fuera el actor.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Como indica la norma legal, el apersonamiento del rebelde en ningún caso hará
retrogradar el proceso. Su comparecencia, una vez vencido el plazo para
contestar la demanda, no lo faculta para pretender que dicho término comience a
correr nuevamente; su situación es la del litigante común, que, no obstante
haberse hecho parte en el proceso, deja de contestar la demanda. De tal manera,
el declarado rebelde no puede oponer defensas que sólo estuvo facultado para
plantear en la contestación de la demanda. Ello no obsta para que, cualesquiera
que hayan sido la desidia y el desinterés demostrados en el pleito, y cualesquiera
que hayan sido las anomalías procesales en que incurrió, siendo parte en el juicio,
a partir de su presentación puede ejercer la defensa de sus derechos en la forma
que la ley determina.
El proceso sólo puede retroceder si el declarado rebelde obtiene la nulidad de
las actuaciones por vicios de procedimiento, siempre que el acto no haya sido
consentido expresa o tácitamente (art. 170, CPCC).
En caso de rebeldía del demandado, la nulidad puede fundarse en defectos en
la notificación del traslado de la demanda. Se discute si constituye causa de
nulidad del proceso en rebeldía el hecho de que el rebelde pruebe motivos de
fuerza mayor que hicieron imposible su comparecencia en tiempo oportuno(55) .
En efecto, el rebelde que se apersona debe, pues, aceptar el proceso in statu et
terminis , salvo que mediase alguno de los supuestos previstos en el presente
capítulo(56) .
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Aun cuando el demandado justifique que incurrió en rebeldía "por causas que
no haya estado a su alcance vencer", el juez, antes de ordenar el levantamiento
de las medidas cautelares, deberá tener en cuenta las actuaciones anteriores a la
presentación del accionado y, particularmente, las resultantes de la falta de
contestación a la demanda y las consecuencias que de ella surgen, con arreglo a
lo dispuesto por los arts. 212, inc. 2º, y 354, CPCC.
Si la medida cautelar, decretada con fundamento en el art. 63, no se ha hecho
efectiva y comparece el rebelde, no corresponde que se efectivice con
posterioridad, salvo que otras circunstancias justificaran el mantenimiento de
ella(61) .
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Tal como surge de la remisión al art. 255, inc. 5º, apart. "a", la apertura a prueba
sólo es admisible en segunda instancia, cuando quien fue declarado rebelde alega
un hecho nuevo posterior a la oportunidad prevista por el art. 363, o cuando el
hecho nuevo fue alegado en primera instancia y el juez lo rechazó, habiéndose
interpuesto recurso de apelación contra la respectiva resolución.
Cabe advertir que la apertura a prueba en segunda instancia sólo puede
solicitarse en los procesos ordinarios y sumarísimos, únicos en los que el recurso
de apelación contra la sentencia definitiva se otorga libremente y, en
consecuencia, en los que se permite pedir que se abra la causa a prueba
(arts. 243, 255, CPCC).
A su vez, el declarado rebelde que se presente al proceso puede acompañar en
segunda instancia los documentos de que quiera valerse, sean ellos de fecha
posterior al llamado de autos para sentencia o anteriores, si afirma, en este último
caso, no haber tenido antes conocimientos de ellos (art. 255, inc. 3º).
Inimpugnabilidad de la sentencia
Art. 67 — Ejecutoriada la sentencia pronunciada en rebeldía, no se
admitirá recurso alguno contra ella.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
CAPÍTULO V
COSTAS
Principio general
Art. 68 — La parte vencida en el juicio deberá pagar todos los gastos
de la contraria, aun cuando ésta no lo hubiese solicitado.
Sin embargo, el juez podrá eximir total o parcialmente de esta
responsabilidad al litigante vencido, siempre que encontrare mérito para
ello, expresándolo en su pronunciamiento, bajo pena de nulidad.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Incidente
Art. 69 — En los incidentes también regirá lo establecido en la primera
parte del artículo anterior, pudiendo eximirse de las costas únicamente
cuando se tratase de cuestiones dudosas de derecho.
El condenado al pago de las costas del incidente, no podrá promover
otros mientras no haya depositado su importe en calidad de embargo.
No estarán sujetos a este requisito de admisibilidad los incidentes
suscitados en el curso de las audiencias.
Toda apelación sobre imposición de costas y regulación de honorarios
se concederá en efecto diferido, salvo cuando el expediente hubiese
sido remitido a la Cámara como consecuencia del recurso deducido por
algunas de las partes contra la resolución que decidió el incidente.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Incidentes y costas
Los incidentes constituyen una clase o tipo de proceso, que es accesorio de otro
principal y suele ser más simple y breve que aquél.
Hemos dicho en una resolución interlocutoria que el incidente, que configura —
al decir de Colombo— un verdadero microproceso ("Código Procesal...", Abeledo-
Perrot 1969, II-167), de carácter más abreviado y acelerado todavía que el
sumarísimo, cuyas reglas en la materia le son entonces aplicables, máxime si se
advierte que por imperio del art. 184 CPCC las cuestiones suscitadas durante el
curso del incidente deben decidirse conjuntamente en la interlocutoria que lo
resuelva, no viniendo autorizada la sustanciación de procedimientos especiales ni
el pronunciamiento de decisiones previas, todo ello en orden a la concesión de los
recursos y las facultades del tribunal de alzada para revisar no sólo la definitiva
decisión, sino también el procedimiento seguido en su transcurso(50) .
Se trata de un microproceso, por lo general, aunque existen incidentes que
prácticamente se ordinarizan, al eternizarse su solución y terminar teniendo casi la
importancia de un proceso principal, aunque son los menos; como sea, durante la
tramitación de un incidente se generan gastos, como ocurre con el proceso
principal, por lo que la resolución del incidente debe pronunciarse sobre la carga
de las costas en el mismo.
Cabe precisar que no en todos los incidentes se imponen costas, sino sólo en
aquellos en que existe sustanciación y oposición a la pretensión incidental por
parte de la contraria.
Debe también distinguirse entre incidente e incidencia. La incidencia es una
especie de tramitación procesal entre corchetes, que está separada del proceso
principal apenas por un matiz y que no genera muchas veces un expediente
aparte, sino que se tramita en el expediente principal.
Se ha definido al incidente como "toda cuestión litigiosa que puede suscitarse
durante el desarrollo del proceso y que guarde relación con la cuestión de
fondo"(51) .
Múltiples son las incidencias que pueden generarse —y de hecho se generan
diariamente— en los procesos, siendo incluso inagotable la imaginación curial
para promoverlas.
Bien se ha dicho sobre tales incidencias que "...a modo de ejemplo, pueden
señalarse como cuestiones accesorias las surgidas en el período probatorio, ya
sea con motivo de negligencias o de impugnaciones (v.gr., contingencias
suscitadas durante el transcurso de audiencias, impugnación u oposición de
determinada ponencia o pregunta formulada tanto al absolvente como al testigo, y
una nulidad manifiesta), pues todas estas hipótesis no constituyen incidentes
propiamente dichos, por cuanto exigen de los letrados un trabajo profesional
menor. También corresponde tener en cuenta aquellas incidencias que surgen en
el curso de los mismos incidentes sin entidad suficiente para iniciar y dar
contenido a una articulación autónoma y que no pueden ser resueltas con carácter
previo sino en la interlocutoria que decide el proceso incidental dentro del cual
hubieren surgido (art. 184, CPCCN); y cuyo trámite únicamente consiste en el
traslado a la contraparte para su descargo, para pasar —sin más— a formar parte
de la causa petendi acerca de la cual el juez debe expedirse" (52) .
Se ha visto así que son innumerables las incidencias que pueden surgir en un
proceso y no todas deben ser remuneradas.
Es que, pese a que el principio en materia de trabajo profesional abogadil es el
de onerosidad profesional (art. 3° de la ley 21.839), lo que implica que debiera
remunerarse toda presentación, no lo es menos que no cabe remunerar aquellas
presentaciones inoficiosas de los letrados, ni aquellas presentaciones nimias de
las partes, que traducen o bien una susceptibilidad excesiva o unas ganas
enormes de discutir todo, o son puntualizaciones o sutilezas intrascendentes que
nada aportan a la recta resolución de la litis, como sería el caso de las incidencias;
las que no dan lugar a retribución, cuando no han hecho avanzar sustancialmente
la litis hacia su destino, la sentencia.
De tal modo, para saber qué incidencias se resarcen profesionalmente y cuáles
no, debe mirarse de un modo integral la causa, para apreciar si ese microdebate
resuelto en la incidencia resulta inevitable para la prosecución de la causa o bien
pudo seguirse adelante sin él. Si la respuesta encuadra en este último supuesto,
no se remunera la incidencia. Incluso, cuando la cuestión encuadra en la primera
respuesta, esto es, que la incidencia ha producido algún avance en la trama de la
litis, debe verse si ese desarrollo o avance ha significado una contribución
relevante para la causa o, por el contrario, su contribución ha sido menor,
supuesto este último en que tampoco se remunera la labor de la incidencia, ni se
imponen costas en ella, por separado de las que determine la sentencia de mérito.
Ello es así incluso normativamente, ya que el arancel no contiene una solución
específica para la cuestión de las incidencias, por lo que infringiría la regla del
art. 19 de la Constitución Nacional: Nadie está obligado a hacer lo que la ley no
manda, si se impusieran costas y se regularan honorarios sin texto legal que lo
autorice y sin que la situación fuera equiparable a la de aquellos supuestos que sí
cuentan con norma, como los incidentes, reglados por el art. 33 de la ley 21.839.
Cabe aclarar que lo expuesto hasta aquí no significa que no se retribuya la labor
profesional en estas incidencias ni, por ende, que el o los letrados trabajen
gratuitamente en ellas, sino que su retribución va incluida dentro de la
determinación general de emolumentos, que por regla se produce en la sentencia
de mérito de la causa, en la que el juez evalúa toda la actividad de los letrados a lo
largo de la causa y le fija un estipendio acorde.
Otra diferencia entre ambos conceptos es que, normalmente, la incidencia no
genera costas ni honorarios, mientras que el incidente sí suele generarlas, por lo
que en las incidencias es excepcional, lo que en los incidentes es lo corriente: que
se devenguen costas.
Ello es así, dado que cuando la incidencia que se resuelve en una interlocutoria
configura una cuestión de menor complejidad —suscitada, por ejemplo, respecto
de la producción de determinada prueba o de la oposición por una parte a cierto
medio de prueba —, en estos casos el ordenamiento ritual y la ley arancelaria no
contienen una solución clara en punto a la imposición de costas y a la regulación
de emolumentos curiales en las distintas alternativas que pueden sucederse
durante la faena probatoria, como la impugnación, desistimiento, caducidad o
negligencia parcial o total de alguna prueba ofrecidas por una de las partes; en tal
situación, debe entenderse que mientras estas cuestiones no tenga entidad
suficiente como para configurar incidentes, aún si el juez no dispuso su tramitación
por aparte de la causa principal, tales incidencias deberían ser merituadas prima
facie , en cuanto a las costas y honorarios generados en ellas conjuntamente con
el resto de las labores realizadas en la etapa procesal en que ellas se integren, no
procediendo ni la imposición de costas ni la regulación de honorarios por fuera y
aparte de la sentencia de mérito.
A diferencia de este supuesto, si se han configurado articulaciones equiparables
a incidentes —como se dijo, aunque por error o decisión específica, no hayan
tramitado por aparte del principal—, corresponderá retribuir excepcionalmente
tales incidencias por separado, de acuerdo con el art. 33 de la ley de arancel
vigente.
Las incidencias que generan costas son aquellas que se parecen tanto a los
incidentes, que debieron merecer una tramitación aparte de la causa principal,
pero que el juez, por algún motivo —generalmente por error o por inadvertencia—
no lo ha dispuesto así. Las incidencias que generan costas son, así, incidentes
disfrazados de otra cosa.
No debe perderse de vista que "Como regla general, la retribución profesional
debe ser estimada por una única vez y sólo en las oportunidades legales, es decir
que no corresponde fijar regulaciones parciales, provisorias o provisionales,
segmentarias, fragmentarias, disociadas o escalonadas, ni anticiparse a los
tiempos que estipula el ordenamiento, ni solicitarse pagos a cuenta, es decir, no
puede pretenderse regulación fuera de los estadios procesales que fija la ley, y
que son los momentos en que se valoran las retribuciones pertinentes"(53) .
En el sistema de la ley nacional 21.839 y en los ordenamientos provinciales que
han seguido sus aguas, la regulación de honorarios resulta procedente —como
regla— cuando ha concluido el proceso (art. 47, ley 21.839) y como
anticipadamente a este momento, o cuando existe una tramitación aparte del
principal, como un incidente o equivalente a tal, o cuando el profesional
interviniente hasta allí ha cesado en su representación o asistencia.
Quiere ello decir que la regulación de honorarios previamente a la sentencia de
mérito de la causa es una excepción a la regla general, que justamente busca
evitar la dispersión de la línea del proceso en múltiples microprocesos, con sus
propias imposiciones de costas y su propia regulación de honorarios. Ello, porque
se busca evitar que el proceso se convierta en un laberinto, en el que termine
perdiéndose la línea directriz de las pretensiones principales de las partes, para
acabar permitiendo el juez que se persigan quimeras o se debatan tonterías en la
litis. Evitar la dispersión de la imposición de costas y de la regulación de
honorarios en múltiples incidencias, significa —de rondón— desalentarlas; visto
que la víscera más sensible que se aprecia en tribunales es el bolsillo, percutiendo
sobre él, al no regular normalmente honorarios por aparte en las incidencias, se
desalienta su multiplicación, lo que marca la dirección correcta, a nuestro juicio.
Otra diferencia estriba en la regulación de honorarios en aquellos casos en que
las incidencias sí generan costas, que son la excepción; la diferencia está en la
regulación de honorarios de los profesionales intervinientes en la incidencia, al
regularse normalmente como máximo un tercio de lo que podría regularse en un
incidente.
Por lo dicho, muchas incidencias no generan imposición de costas. Por caso, la
solicitud de regulación de honorarios, aunque sea desestimada, no constituye una
incidencia que genere costas(54) .
Pero, si bien las controversias en orden al monto de los honorarios no generan
responsabilidad en los términos del art. 68 del Código Procesal, ello no acontece
cuando se ha generado una incidencia de la cual el profesional resulta
parcialmente vencido, y debe afrontar las consecuencias derivadas de la
pretensión que introdujo(55) .
Mientras la incidencia siga siendo unilateral, no generará costas. Pero cuando
una incidencia, inicialmente unilateral y no contradictoria se transforma en bilateral
y contradictoria, y la incidencia es equiparable a un incidente y, como tal, puede
generar costas, como ocurre cuando un beneficio de litigar sin gastos, es resistido
o contradicho por la parte contraria a quien lo solicita, esta oposición da lugar a la
imposición de costas(56) .
Tampoco generan costas y honorarios muchas incidencias producidas durante
la sustanciación de la prueba en el principal o los cuadernos de prueba.
Sostenemos, por nuestra parte, que la actuación profesional del abogado en
cuestiones atinentes a la sustanciación de la prueba no deben estimarse como si
configuraran un incidente ni, por ende, encuadrarse en la manda del art. 33 de
la ley 21.839; es que, nos parece que tales cuestiones suscitadas en el transcurso
del período de prueba, con motivo de negligencias, caducidades o impugnaciones
de determinadas pruebas, no constituyen incidentes propiamente dichos,
configurando meras incidencias.
Coincidimos con quienes han expresado que "las labores inherentes a la
producción de la prueba exigen un trabajo profesional menor y, por consiguiente,
no resultan equiparables a los incidentes en los términos del art. 33 de la ley
21.839; por lo tanto, al momento de estimar las tareas, y por carecerse de
previsión normativa al respecto, corresponde regularlas mediante las genéricas
directivas establecidas en el art. 6° del arancel y sin sujeción estricta a los
porcentajes que incorpora el tantas veces mencionado art. 33 de la ley arancelaria
nacional" (y de sus correspectivas provinciales )(57) . Ello no obsta a que, más allá
del tipo de incidente (incidencia o labor incidental), se deba considerar la
vinculación mediata o inmediata que haya tenido con la solución definitiva del
proceso principal, como un factor de estimación de real importancia, pues en una
negligencia de prueba puede estar en juego el éxito o fracaso del juicio, en tanto
que —por el contrario— existen en la causa otras articulaciones sin mayor
trascendencia, con fines únicamente circunstanciales o dilatorios"(58) .
De tal modo, según lo visto, la regulación de honorarios y la imposición de
costas en incidencias es excepcional, mientras que la imposición de las costas en
un incidente, no lo es, pero está supeditada a la circunstancia de que haya
mediado oposición a la petición incidental. Si no ha existido tal oposición,
corresponde imponer las costas en el orden causado(59) .
La imposición de costas en los incidentes no corresponde cuando no ha
mediado oposición a la petición, o bien cuando el actor se allana de manera
incondicional, total y efectiva(60) .
Allanamiento
Art. 70 — No se impondrán costas al vencido:
1°) Cuando hubiese reconocido oportunamente como fundadas las
pretensiones de su adversario, allanándose a satisfacerlas, a menos que
hubiere incurrido en mora o que por su culpa hubiere dado lugar a la
reclamación.
2°) Cuando se allanare dentro de quinto día de tener conocimiento de
los títulos o instrumentos tardíamente presentados.
Para que proceda la exención de costas, el allanamiento debe ser real,
incondicionado, oportuno, total y efectivo.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Presupuestos del allanamiento para eximir de costas. a) Las costas,
mediando allanamiento, se rigen por los principios generales que gobiernan el
instituto. La regla es pues, que quien se allana, es vencido; sólo circunstancias
excepcionales posibilitan dispensar a quien se allana de la imposición de las
costas, pues tal actitud no significa que no exista un vencido (79). Quien se allana
se somete a la pretensión del adversario, de ahí que las costas deberían ser
soportadas por quien ha capitulado ante la razón de aquél, aplicando el principio
objetivo de la derrota que consagra el art. 68 CPr. Por ello, la exención que
contempla el art. 70 CPr. para el que se allana debe interpretarse con sentido
estricto, en razón de su excepcionalidad (80).
b) No se imponen las costas al allanado cuando éste hubiese reconocido
oportunamente, como fundadas, las pretensiones de su adversario, sometiéndose
a satisfacerlas, a menos que hubiere incurrido en mora o dado por su culpa lugar a
la reclamación(81) . El allanamiento para ser tenido en cuenta como causal de
exención de las costas debe ser real, incondicionado, oportuno, total y efectivo
(art. 70 inc. 2° in fine , CPC) (82) .
c) El allanamiento de la demanda como causal de exoneración de las costas,
está condicionado por la conducta del vencido. Para que se lo exima, es menester
que no se encuentre en mora o que no haya originado por su accionar la
necesidad de la iniciación de la demanda, a fin de obtener el reconocimiento
judicial de los derechos del actor. El accionado no debe haber dado lugar con su
conducta (sea por acción o por omisión) al reclamo judicial; o cuando la
interposición de la demanda ha sido indispensable para que el actor obtuviera el
reconocimiento de sus derechos(83) .
d) El allanamiento a la demanda no exime de las costas si fue tardío por
encontrarse el accionado en mora, o cuando con su conducta hubiere originado la
necesidad de incoar el proceso a fin de obtener el reconocimiento judicial de los
derechos o el cumplimiento de las prestaciones prometidas(84) . Si el recurrente
ha dado suficientes motivos para la iniciación de la demanda de escrituración,
pues su actitud significó un desconocimiento de los derechos de los actores al
inmueble, cuyo precio habían pagado íntegramente, y cuya posesión legítima
exhibían, ello implica que el allanamiento a la demanda, aún siendo liso, llano e
incondicionado, no permita hacer funcionar la excepción prevista por el art. 70
CPr., pues, precisamente, su inciso prevé como factor impeditivo, cuando por su
culpa hubiere dado lugar a la reclamación(85) .
e) La exención que contempla la ley para quien se allana, debe interpretarse
con sentido estricto en razón de su excepcionalidad y debe ser condicionada,
oportuna y no haber dado lugar —por su conducta— a la reclamación(86) .
f) El allanamiento no garantiza la eximición de costas, pues en esos casos dicha
exención debe interpretarse con criterio estricto habida cuenta de su
excepcionalidad, ya que tal actitud no significa que no exista un vencido(87) .
g) Si bien es cierto que el homónimo es un tercero y no reviste calidad de parte
y, en consecuencia, no le cabría oponer excepciones, no lo es menos que no es el
sujeto legitimado pasivamente para intervenir en el caso. Mas la errónea citación
al "incidentista" motivó la necesidad de su presentación, con la consiguiente
generación de gastos que no tiene porqué soportar (arg. arts. 70, inc. 1º CPCC,
902 Cód. Civil, 793, 1ª parte del Cód. Comercio). Es que si bien la rigidez de la
solución consagrada en materia de costas por el art. 69 del CPCC, debe ceder
cuando la condena a una de las partes resulte inequitativa (Sup. Corte Bs. As.. Ac.
21.072 del 11/9/1979), lo concreto es que al haberse demandado a un homónimo,
ello implicó consentir el planteo incidental al ponerse en evidencia el error
generado por la propia actora (art. 70 citado; Morello, ob. cit., t. II, p. 394) (88) .
h) Se configura absurdo en la imposición de las costas y violación del art. 70,
inc. 1º, del Código Procesal Civil y Comercial si la decisión del tribunal de grado
derivó en un apartamiento de la calidad de vencido por haberse verificado, ante el
allanamiento de la demandada a la satisfacción de las pretensiones del actor, el
supuesto de mora de la obligada previsto en la norma procesal citada(89) .
i) Si no medió constitución en mora previa de los demandados, ni acreditado
gestión extrajudicial de la que resultare resistencia de aquéllos a satisfacer su
obligación, no puede tildarse que su allanamiento incondicionado no resulte útil
para liberarlo de las costas de un proceso innecesario (90) .
j) El principio general de la condena por la derrota cede cuando el vencido es el
actor, que se allanó a la prescripción liberatoria, caso en el cual la regla general
debe ser la exención de costas(91) .
k) Si la acción se basó en lo previsto por el art. 677 del Cód. Procesal, no son
aplicables las reglas generales sobre costas contenidas en el art. 68 y ss. de dicho
código, en razón de que en la primera norma citada se encuentra expresamente
previsto el régimen especial al que se sujeta el procedimiento(92) .
2. Allanamiento y rebeldía. a) La regla es que el allanamiento formulado luego
de la rebeldía no resulta oportuno a los efectos de la imposición de las costas(93) .
b) Sin embargo, en algún fallo se ha dicho que si no se ha alegado que el
accionado se haya opuesto a un arreglo privado para la liquidación y partición del
inmueble, obligando a promover la acción por separación de bienes, la falta de
contestación a la demanda y la declaración de rebeldía no deben ser consideradas
como oposición sino como un allanamiento a la acción deducida, por lo que no
cabe imponerle las costas, que deben ser soportadas en el orden causado, en
proporción al interés de c ada uno de los partícipes(94) .
3. Efectos del allanamiento. a) Fuera del supuesto excepcional previsto en el
art. 72 CPr., lo que el juez puede dispensar al vencido es de las costas
provocadas por el vencedor, pero no puede aplicar a este último las
correspondientes su contrario(95) .
b) Aunque no medie actividad extrajudicial del demandante, las costas deben
ser repartidas en orden al interés representado por las partes en la cosa común si
media un allanamiento incondicional y oportuno del demandado(96) .
c) Si se ha recurrido a la vía del desalojo anticipado, y ha mediado allanamiento
a la demanda y cumplimiento de la obligación de desocupar el bien, las costas
serán impuestas al actor por haberse tratado de una tramitación que, a la postre,
ha sido innecesaria —art. 677 CPr.—(97) .
4. Imposición de costas al allanado. a) Corresponde imponer las costas a la
actora si su allanamiento no fue realizado en la etapa procesal oportuna y si,
además, para dicho momento, la Corte habría dictado sobre la materia, un
pronunciamiento que sentó una solución opuesta a la establecida por el a quo , no
obstante lo cual dicha parte sostuvo la improcedencia de la instancia
extraordinaria a pesar de que la recurrente había invocado el precedente(98) .
b) El solitario allanamiento de la codemandada carece de efectividad y es
ineficaz, con respecto a la exención de costas, cuando debiendo ser su
cumplimiento conjunto con el de los demás, ello no acaeció, debiendo continuarse
el proceso. Por lo cual, y sin perjuicio de que en razón de ese vínculo obligacional
también a ella le es imputable el no haber adoptado las medidas oportunas para
escriturar, no corresponde que se le exima de costas(99) .
5. Interpretación de esta norma y de otras relacionadas. a) El principio de
imposición de costas al vencido es absoluto, dado que la misma ley prevé
situaciones en las que, sin dejar una de las partes de revestir ese carácter, se la
puede relevar de tener que soportarlas. El allanamiento que regula el art. 70 del
ritual no agota los supuestos de eximición de costas al vencido; sólo constituye
uno de los posibles casos al cual, en razón de su importancia dentro del proceso,
el legislador dedicó una regulación específica(100) .
b) Si bien el art. 677 CPr. no alude a la temporaneidad del allanamiento a los
efectos de regular la imposición de costas, no puede interpretársela aislada del
contexto de aquel Código y éste exige que el allanamiento, para liberar de costas
al demandado, sea oportuno(101) .
COMENTARIO
COMENTARIO
1. Juicio de expropiación
El vencimiento parcial y mutuo debe tener alguna significación en el juicio de
expropiación, porque si se impusiera íntegramente, aun en ese caso, el pago de
todos los gastos causídicos al expropiante se otorgaría en la práctica una carta de
indemnidad para el litigante imprudente o desmesuradamente ambicioso, que ya
no estaría precisado a cerciorarse de la razonabilidad de sus planteos puesto que
siempre se haría cargo la Comuna de todas las costas (138).
2. Casuística
a) Siendo la instancia indivisible, la caducidad abarca tanto la demanda como la
reconvención, por lo que la perención deja asimilada la situación a un vencimiento
parcial y mutuo, ya que ninguna de las pretensiones logra progresar, lo que
determina que las costas deben ser soportadas en el orden causado(139) .
b) Si la parte actora resistió la pretensión del ejecutado con respecto a los
intereses, aparece configurado un vencimiento parcial y mutuo, razón por la cual,
en virtud de lo prescrito por el art. 71 CPr., corresponde distribuirse las costas
proporcionalmente al éxito que han tenido las pretensiones recíprocas(140) .
c) Si ambas partes sobre e infravaloraron respectivamente el inmueble, a la
fecha de las correspondientes estimaciones, es correcta la decisión del juez de
distribuir las costas que generó el experto por mitades, pues medió un vencimiento
parcial y mutuo(141) .
Pluspetición inexcusable
Art. 72 — El litigante que incurriere en pluspetición inexcusable será
condenado en costas, si la otra parte hubiese admitido el monto hasta el
límite establecido en la sentencia.
Si no hubiese existido dicha admisión o si ambas partes incurrieren en
pluspetición, regirá lo dispuesto en el artículo precedente.
No se entenderá que hay pluspetición, a los efectos determinados en
este artículo, cuando el valor de la condena dependiese legalmente del
arbitrio judicial, de juicio pericial o de rendición de cuentas o cuando las
pretensiones de la parte no fuesen reducidas por la condena en más de
un veinte por ciento.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Nulidad
Art. 74 — Si el procedimiento se anulare por causa imputable a una de
las partes, serán a su cargo las costas producidas desde el acto o la
omisión que dio origen a la nulidad.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
En esta norma el legislador aplica otra vez las costas con un sentido
sancionatorio, que se basa en un doble sobreentendido:
a) debe existir un procedimiento judicial anulado; y
b) la causa de esa nulidad debe ser imputable a la conducta de una de las
partes.
Si alguno de estos dos requisitos no se da, pues no es aplicable esta norma.
Muy bien puede pasar que la nulidad se deba a la pifia o negligencia de un juez,
funcionario o empleado judicial, siendo inicuo cargar a las partes, con las costas
derivadas de un error o negligencia ajena. Sin embargo, como el CPCC no
contempla la posibilidad de imponer costas a jueces, funcionarios o empleados,
desafortunadamente, las partes lo mejor que pueden obtener es la imposición de
costas en el orden causado.
Otros ordenamientos rituales provinciales, como el de Mendoza (art. 36), Jujuy
(art. 106), La Rioja (art. 161) o Santa Fe (art. 254), autorizan la imposición de las
costas de una nulidad al juez que la produjo, lo que nos parece un criterio valioso,
que debiera incorporarse al Código Procesal Civil de la Provincia en una próxima
reforma; ello, pues como la víscera más sensible en el Poder Judicial suele ser el
bolsillo, percutir sobre él, podría ser un acicate para que los operadores judiciales
del proceso, pongan más atención y cuidado en las tramitaciones de las litis.
Creemos que de los ordenamientos citados, los mejores son los de Mendoza y
La Rioja, que contemplan no sólo la posibilidad de imponer costas por la nulidad al
juez o tribunal, sino también a funcionarios, empleados, peritos, abogados, u otros
auxiliares que las hubieren producido. Nos parecen normas valiosas, que debieran
receptarse en el ordenamiento ritual de la Provincia de Buenos Aires y también en
el de la Nación.
Pero, si no se da esta situación y la norma se aplica a las partes, en rigor, a
aquella que produjo con su actuación la nulidad, el litigante que ha incurrido en un
déficit de comportamiento, que determinó la invalidez de una serie más o menos
extensa de actos procesales, será quien deba cargar con las costas de la
tramitación malograda, desde el momento mismo del acto irregularmente
producido y a lo largo de toda la saga procesal que de él derive necesariamente.
En éste, como en todos los casos, será el juez quien, en cada caso, apreciará si
procede la aplicación estricta de esta regla o su flexibilización, por circunstancias
que a él cabe apreciar, no discrecionalmente, pero sí según su legítimo arbitrio.
Y desde antiguo, la Suprema Corte bonaerense ha decidido que la imposición
de las costas, así como también su eximición total o parcial, es cuestión privativa
de los jueces de la instancia ordinaria y exenta de revisión en casación, salvo que
se discuta la condición de vencido(184) .
Con posterioridad, el Alto Tribunal en pareja senda ha dicho que "la imposición
de las costas es un tema propio de los jueces de las instancias de mérito y sólo
puede ser objeto de censura en casación cuando se evidencia una iniquidad
manifiesta en tal criterio o si se ha alterado burdamente el carácter de
vencido"(185) .
Y similar criterio ha sido seguido por otros Tribunales Superiores de
Provincia(186) .
Litisconsorcio
Art. 75 — En los casos de litisconsorcio las costas se distribuirán
entre los litisconsortes, salvo que por la naturaleza de la obligación
correspondiese la condena solidaria.
Cuando el interés que cada uno de ellos representase en el juicio
ofreciere considerables diferencias, podrá el juez distribuir las costas en
proporción a ese interés.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Costas al vencedor
Art. 76 — Cuando de los antecedentes del proceso resultase que el
demandado no ha dado motivo a la interposición de la demanda y se
allanare dentro del plazo para contestarla, el actor será condenado en
costas.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
La norma que comentamos está mal ubicada en este lugar, ya que debió ser
incluida o bien dentro del art. 73 o bien inmediatamente luego de él, ya que regla
una de las formas anormales de finalización del proceso, que es el allanamiento y
sus efectos, materia que se relaciona mucho más con las temáticas tratadas por el
art. 73 CPCC, que por los siguientes.
Como sea, no es un obstáculo definitivo y se la puede interpretar sin
inconvenientes, dado que no presenta graves dubitaciones.
Lo que el art. 76 contempla es otra de las excepciones al principio general del
art. 68 —imposición de costas al vencido —; el art. 76 CPCC favorece o beneficia
la actitud de colaboración de quien, no habiendo dado motivo a la reclamación,
evita que la litis prosiga o se alongue sin necesidad.
La norma establece dos requisitos para eximir de costas al vencido: a) que el
demandado no hubiera dado motivo a la interposición de la demanda; y b) que él
se allanare dentro del plazo para contestarla.
Reunidos ambos requisitos, el actor será condenado en costas.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
CAPÍTULO VI
Procedencia
Art. 78 — Los que carecieren de recursos podrán solicitar antes de
presentar la demanda o en cualquier estado del proceso, la concesión
del beneficio de litigar sin gastos, con arreglo a las disposiciones
contenidas en este capítulo.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Prueba
Art. 80 — El juez ordenará sin más trámite las diligencias necesarias
para que la prueba ofrecida se produzca a la mayor brevedad y citará al
litigante contrario o que haya de serlo, quien podrá fiscalizarla.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Traslado y resolución
Art. 81 — Producida la prueba se dará traslado por cinco días
comunes al peticionario y a la otra parte. Acto seguido el juez
pronunciará resolución acordando el beneficio total o parcialmente o
denegándolo. En el primer caso, la resolución será apelable al solo
efecto devolutivo.
No obstará a la concesión del beneficio la circunstancia de tener el
peticionario lo indispensable para procurarse su subsistencia
cualquiera fuere el origen de sus recursos (t.o. ley 13.911).
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Carácter de la vista otorgada a las partes. La vista que prevé el art. 81 del
CPCC Bs. As., desde que se corre a ambas partes, obviamente no tiene por
objeto acordar a éstas la oportunidad de oponerse a la concesión del beneficio,
sino la de analizar a modo de alegato la prueba producida y expedirse sobre su
suficiencia o insuficiencia para demostrar la concurrencia de los presupuestos de
hecho alegados por el solicitante de la franquicia.
La falta de contestación de la vista que prevé el art. 81 del CPCC Bs. As. No
encuadra en la situación prevista por el art. 150 del código de forma y no trae, por
ello, como consecuencia la inapelabilidad de la resolución que acuerda o deniega
el beneficio.
No basta para la concesión del beneficio de litigar sin gastos que el solicitante
alegue carecer de bienes y de ingresos suficientes, y utilice para acreditar dichos
extremos la genérica y poco fundamentada declaración de tres testigos de la que
no surge un cabal y objetivo conocimiento acerca de su situación
patrimonial(198) .
2. Prueba de la situación económica del peticionario. a) Quien afirma no poder
afrontar los gastos de un pleito debe explicitar claramente cual es su situación
económica, indicando cuáles son sus medios de subsistencia, la fuente y cuantía
de sus ingresos, ya que tales explicaciones resultan necesarias para valorar si el
peticionante carece de recursos que le permitan atender la tasa de justicia,
eventualmente, afrontar las costas del juicio(199) .
b) Si se desprende de la prueba aportada en autos que el actor es peón rural y
tiene los bienes recientemente recibidos en virtud de una sucesión de conformidad
a la división extrajudicial de bienes que le corresponden: 83 has. de campo, una
camioneta Ford F-100, una motosierra y 22.600 dólares estadounidenses, es de
aplicación al caso el art. 84 del CPCCN en cuanto prevé que el beneficio de
eximición de pago de costas se puede otorgar parcialmente(200) .
c) El otorgamiento del beneficio sólo resulta viable cuando se ha acreditado
concretamente la imposibilidad de afrontar los gastos de justicia sin grave
detrimento de su subsistencia. Debe considerarse si el incidentista probó la
concurrencia de circunstancias especiales que permitan presumir que los recursos
que obtiene con su trabajo son insuficientes para solventar los gastos del juicio,
verbigracia, ofreciendo prueba para determinar cuáles son sus entradas o si fuera
el único sostén de una familia numerosa(201) .
d) En relación a los recursos del beneficiario se decidió que no es necesario que
quien hace la petición de un beneficio para litigar sin gastos se encuentre en
estado de indigencia. Del requisito contenido en el inc. 2º del art. 79 del Código
Procesal, en concordancia con el art. 82 del mismo, se deriva que el caudal
económico debe apreciarse con criterio amplio y según el prudente arbitrio del
juzgador, como forma de garantizar la adecuada prestación del servicio de justicia.
El carácter de militar retirado y profesional en medicina del peticionario, impide
ponerlo en un pie de igualdad con otros litigantes a quienes se les otorga la
totalidad del beneficio por encontrarse en situación más gravosa que la del
requirente, o por tener que enfrentar acciones que suponen gastos superiores a
los del proceso para el que se pide el beneficio, por lo que ante la falta de otras
pruebas que debió aportar el demandado, demostrativas de capacidad económica,
el beneficio debe ser otorgado en un cincuenta por ciento(202) .
e) La circunstancia de que el peticionario hubiera prestado en su momento
dinero, cuya falta de devolución motivara la promoción del pedido de beneficio, no
obsta a su concesión, puesto que para su procedencia debe tenerse en cuenta la
situación actual de quien lo requiera, tomando en consideración la importancia y
exigencia económica de la acción principal, quedando a cargo del juzgador
verificar si la invocada falta de medios es tal que haga imposible o sumamente
gravosa la erogación que requiere el proceso a iniciar o continuar, para lo cual se
requiere prueba concreta de los hechos y no meras hipótesis no probadas(203) .
f) La realidad actual de la coyuntura socioeconómica que afecta al país (de cuya
consideración no cabe prescindir) indica que para tener derecho al beneficio no es
necesaria la comprobación de un estado total de indigencia, ya que puede ser
concebido no sólo a quienes no pueden afrontar los gastos de un juicio con sus
ingresos ordinarios, sino también a aquellos que, por dichas erogaciones, verían
notoriamente menoscabado su exiguo patrimonio(204) .
g) En relación a la apreciación de las pruebas frente a la posibilidad de obtener
recursos, las conclusiones arribadas en la resolución de grado se ven
corroboradas por las constancias de autos (cuentas bancarias, gastos de tarjeta
de crédito, cobro de regalías, alquiler de un inmueble, gastos en medicina
prepaga); además de la propiedad de inmuebles en Capital Federal (departamento
de la calle Paraná y Marcelo T. de Alvear), en la Provincia de Buenos Aires
(departamento en Pinamar y cuatro lotes en San Justo), y en la Provincia de
Mendoza (29.017 hectáreas). En consecuencia, la causa presenta elementos de
convicción, que sumados a la directriz del art. 163, inc. 5º párr. 2°, Código
Procesal, en consonancia con las reglas de la sana crítica, convencen al tribunal
en torno a la improcedencia de las quejas(205) .
h) La tenencia de un rodado por parte de quien peticiona un beneficio de litigar
sin gastos, no obstante su escaso valor económico, importa la disponibilidad de
fondos para su manutención, así como también la realización de un viaje al
exterior y la existencia de una cobertura médica privada. Tales elementos, ponen
de manifiesto un cierto poder adquisitivo superior a la media normal de un
asalariado(206) .
i) El beneficio de litigar sin gastos preserva la garantía constitucional de la
defensa en juicio, la cual se vería vulnerada si por circunstancias económicas se
imposibilitase la concurrencia al órgano jurisdiccional en procura de justicia. Por
ello corresponde otorgar el beneficio cuando la tasa que se debería abonar
insumiría todo un año de trabajo familiar (en el caso, el salario familiar es de
$2500 y la tasa de justicia a abonar es de $30.000 y el peticionario tiene seis hijos
menores estudiantes y vive en una vivienda construida con un crédito del Banco
Hipotecario Nacional cuyo valor es de $50.000(207) .
j) Hechos: Se interpone recurso de inconstitucionalidad contra la sentencia que
rechaza el beneficio de litigar sin gastos solicitado en el marco de una acción de
daños y perjuicios. La Corte mendocina hizo lugar al recurso deducido.
Corresponde otorgar el beneficio de litigar sin gastos solicitado por la cónyuge
supérstite y sus hijos, con el objeto de iniciar acción para reclamar los daños y
perjuicios causados por la muerte del marido y padre, cuando según los testigos,
el único ingreso fijo lo constituye la pensión de la cónyuge sobreviniente y no
alcanza a los $300 mensuales; la tasa de justicia a depositar es cercana a los
$6000; uno de los hijos es titular del 50% de un inmueble cuyo impuesto
inmobiliario en cuatro años llega a $431, lo que demuestra su escaso valor; el
inmueble dejado por el causante es también modesto y se encuentra gravado con
hipoteca a favor del Banco Hipotecario; no se visualiza abuso del derecho en la
petición; y la demandada ha solicitado la apertura del concurso preventivo en la
provincia de San Luis, sin que los actores se hayan presentado aún al proceso
universal, por lo que deberán afrontar los gastos fiscales de la verificación
tardía(208) .
k) Hechos: Se interpone recurso de inconstitucionalidad contra la sentencia que
rechaza el beneficio de litigar sin gastos solicitado en el marco de una acción de
daños y perjuicios. La Corte mendocina hizo lugar al recurso deducido.
La ponderación de las pruebas arrimadas para obtener el beneficio de litigar sin
gastos, ha de efectuarse con un criterio proclive a su concesión(209) .
l) Hechos: Los actores promovieron beneficio de litigar sin gastos para hacer
valer sus derechos en una en una acción de daños y perjuicios. El juez de grado
rechazó el pedido. Apelado el fallo, la Cámara lo revoca.
No es requisito indispensable para conceder el beneficio de litigar sin gastos
que el informe del registro de la propiedad del automotor demuestre que el
peticionante no tiene vehículos inscriptos a su nombre (del voto del doctor Pérez
Ballester)(210) .
m) Si bien puede llegar a considerarse que las sumas que se encontraban
depositadas en la cuenta sueldo del Banco de la Provincia de Buenos Aires con
posterioridad a la petición del beneficio y del acceso a préstamos y tarjetas de
créditos que detalla la resolución apelada importen un cambio en la situación
económica de la requirente, sumado a que en el inmueble de su propiedad ha
efectuado mejoras, todo ello en el proceso ejecutivo no puede a los fines previstos
en el art. 551 CPCC ser obstáculo para la concesión de la franquicia legal(211) .
n) Ha sido debidamente probado el pleno otorgamiento del beneficio de litigar
sin gastos dado que, existen elementos que permiten verificar razonablemente
que el caso encuadra en el supuesto que autoriza el beneficio solicitado. Es que,
las declaraciones, resultan coincidentes en señalar las actividades que realizan los
ejecutados empleados del Hospital San Martín y su cónyuge, jubilada del mismo
nosocomio—; que no poseen automóvil; que el inmueble que habitan es de su
propiedad y resulta ser una vivienda comprada con planes del Instituto de la
vivienda, en el barr io FONAVI; que es modesta. Por otro lado, si bien es cierto lo
que sostiene el letrado recurrente en cuanto a la cancelación de la deuda con el
Banco actor, al pedido de regulación de honorarios y posterior depósito en autos,
ello no puede ser obstáculo alguno para conceder el beneficio en cuestión, ya que
no resulta ello revelador de una situación económica que les permita afrontar
mayores pagos que surgirían de la liquidación aprobada, lo cual se compadece
con lo expuesto por los testigos que declararon en autos(212) .
o) El solo hecho de ser jubilado no es suficiente para dar por cumplidos los
requisitos básicos para el otorgamiento del beneficio de litigar sin gastos.
Corresponde confirmar la sentencia de primera instancia que rechazó el
beneficio de litigar sin gastos solicitado por el actor, atento a la orfandad probatoria
respecto de su imposibilidad de afrontar el pago de los honorarios y gastos
causídicos que puede originar el proceso, toda vez que se limitó a aludir a su
calidad de jubilado, sin aportar elementos de mayor convicción acerca de la
alegada imposibilidad de solventar los gastos y guardó silencio sobre otras
preguntas concretas respecto de su capacidad patrimonial.
En el beneficio de litigar sin gastos se prevé la intervención de la parte contraria
no sólo para ejercitar el contralor de la prueba sino para discutir la procedencia del
pedido por no ajustarse a los requisitos exigidos; en efecto, frente a los intereses
del peticionario se hallan los de su contraria, tan respetables como aquél y que
podrán verse conculcados si un ilimitado beneficio se lo transforma en un indebido
privilegio(213) .
p) Tiene derecho al beneficio de litigar sin gastos el abogado retirado que cobra
su jubilación, tiene casa y auto propios, y percibe honorarios de juicios
anteriores(214) .
3. Prueba de la actividad del peticionario. a) El hecho de que quien peticiona el
beneficio sea una estudiante universitaria, cuya carrera es solventada por su
padre, no puede colocarla en una situación peor a la que padecen quienes
carecen absolutamente de recursos. Los ingresos de los progenitores, para el
caso, no obstan a la total concesión del beneficio, siendo que no son aquéllos los
que deben hacerse cargo de los gastos derivados de la promoción de un pleito en
el que no han comparecido en carácter de parte(215) .
b) Si los elementos incorporados a la causa ilustran acerca de la ausencia de
posibilidades del accionante para hacer frente a las erogaciones que demanda el
litigio entablado, toda vez que además de carecer de bienes de fortuna —sólo es
propietario de una moto, modelo 1983, y sus ingresos como cadete ascienden a la
suma de $500 mensuales, con los cuales no sólo debe cubrir su subsistencia sino
colaborar con sus progenitores— corresponde otorgar el beneficio de litigar sin
gastos por la totalidad(216) .
c) Si el peticionario del beneficio es una persona jubilada por incapacidad , que
percibe un haber mensual de $302,89, que carece de otros ingresos
complementarios, cuyo grupo familiar está compuesto por su esposa y tres hijos,
dos de los cuales cursan la escuela secundaria y sus únicos bienes son una
modesta casa de material y un automóvil Ford Falcon de modelo antiguo. Que en
función de lo expuesto, frente a un limitado desenvolvimiento económico, que más
bien refleja dificultades y que por lo tanto dista de poder absorber con comodidad,
los gastos causídicos y honorarios que irrogue la sustanciación del proceso
principal, deben reputarse abastecidos los presupuestos basales que tornan
procedente la concesión de la requerida franquicia legal sin que sea óbice para
ello la invocada circunstancia de que los hijos del peticionario, realicen alguna
tarea remunerada para atender sus propios gastos, desde que de ello no se puede
inferir, que la situación patrimonial del peticionario sea otra que la ut
supra descripta(217) .
d) Corresponde conceder la totalidad del beneficio de litigar sin gastos a una
persona jubilada con el beneficio mínimo, que vive en una propiedad de su nieta,
recibe ayuda económica de una hija, se encuentra adherida a una entidad de
beneficencia y no registra cuentas bancarias ni tarjetas de crédito ni está asociada
a entidades deportivas, sociales o culturales, aun cuando posee una vivienda en la
Ciudad de Buenos Aires, un terreno y una vivienda precaria en la Provincia de
Buenos Aires cuyas valuaciones fiscales son de poca entidad(218) .
e) Hechos: El actor interpuso recurso extraordinario de casación contra la
sentencia de la Cámara de Apelaciones que modificó la sentencia de primera
instancia reconociéndole el beneficio de litigar sin gastos peticionado en forma
parcial, sólo en lo tocante al pago de la tasa de justicia e impuestos judiciales. El
Superior Tribunal de Justicia declaró procedente el recurso intentado y estableció
que debía casarse la sentencia.
Es procedente el beneficio de litigar sin gastos solicitado por un abogado pues
la circunstancia de ser profesional del derecho o de alguna otra disciplina no
predica acerca de su situación patrimonial pues podrá encontrarse en un estado
de holgura económica o no, por virtud de múltiples circunstancias que en nada se
relacionan con su calidad de profesional(219) .
f) La concesión del beneficio de litigar sin gastos requiere en la actualidad de
una mayor complejidad, en el sentido que no alcanzaría con la declaración
testimonial (art. 79 del CPCC), haciéndose necesario aportar otra prueba para
demostrar la carencia económica, y en el supuesto de mediar informativa como en
el caso, se insume de hecho más tiempo(220) .
4. Incidencia de inmuebles en cabeza del peticionario. a) Procede hacer lugar a
un beneficio de litigar sin gastos, sin que obste a tal conclusión, la circunstancia —
como acontece en el caso— de que el reclamante habite un departamento de
propiedad de su progenitor y utilice cierta cochera, pues ello no implica reputar
holgada su situación económica, como tampoco merece reproche el hecho que su
cónyuge no se desempeñe laboralmente, para de este modo destinar su tiempo a
la educación de sus hijos(221) .
b) La existencia de bienes inmuebles en cabeza de quien peticiona el beneficio ,
no constituye sin más, un impedimento a su pretensión, sobre todo cuando sobre
esos bienes es que versa el litigio para el que se lo solicita(222) .
c) Si la persona es dueña del inmueble locado y otro más destinado a negocio
que está alquilando ; también de un camión que explota como transporte, si es
soltera y tiene a cargo a su padre enfermo que percibe una jubilación, no es
suficiente, ante lo emergente de la prueba realizada, que los testigos digan, sin
explicar, que carece de medios adecuados para afrontar los gastos del juicio de
desalojo. Aquella situación personal y patrimonial conduce a un opuesto
convencimiento(223) .
d) Si el peticionante es titular de inmueble pagadero en cuotas procede
conceder el beneficio de litigar sin gastos, cuando —como en el caso— surge que:
a) Quien lo solicitó no posee bienes de fortuna y la titularidad de un inmueble
(trátase de un departamento ubicado en un monoblock) que se encuentra pagando
en cuotas mensuales, nada indica per se en ese sentido, y b) Su sueldo es de
$ 1.000 destinado a las necesidades elementales de su familia, aún con la
colaboración económica de sus hijos que con él habitan, toda vez que es
insuficiente para sufragar los gastos que razonablemente irrogara el juicio por
cumplimiento del contrato de seguro y daños y perjuicios(224) .
e) El hecho de que el actor sea dueño de un bien raíz de una superficie total de
53,23 metros cuadrados perteneciente a un inmueble sometido al régimen de
la ley 13.512, situado en la zona sud de la Capital Federal —que ocupa con su
núcleo familiar, si que se haya probado en autos que tengan otro de su
propiedad—, así como la existencia de un taller de electricidad del automóvil —
que le procura aproximadamente $ 1.500 mensuales, con los que debe
mantenerse el núcleo familiar del accionante, ya que su cónyuge no realiza
actividad laboral y su hija es subocupada con un sueldo promedio de $ 300— no
resultan obstáculos suficientes para desestimar el beneficio peticionado, por
cuanto el art. 78 "in fine" del Código Procesal prevé el caso expresamente y
porque, además, el sistema regulado por el Capítulo VI del Título II del Código
mencionado tiende a resguardar el efectivo y real ejercicio de los derechos, sin
menguas ni limitaciones derivadas de la situación patrimonial de quien impetra
justicia (Corte Sup., Fallos: 288:383)(225) .
f) Ver sumario a) en "6. Procedencia parcial".
5. Incidencia de las tarjetas de crédito. a) Respecto de quien resulta ser titular
de diversas tarjetas de crédito, teniendo en cuenta los consumos elevados de las
constancias acompañadas y gastos innecesarios, resulta improcedente conceder
un beneficio de litigar sin gastos, cuando —como en el caso— surge de las
declaraciones testimoniales vertidas, que si bien el peticionario se encontraba sin
trabajo a la fecha en que las mismas se produjeron, que vive conjuntamente con
su grupo familiar integrado por la cónyuge, que trabaja como maestra, y sus dos
hijos, en la casa de su suegra, que es jubilada, sin embargo: a) Es titular de una
tarjeta de crédito, de cuyas constancias acompañadas se verifican consumos
importantes con saldos entre $ 700 y $ 1400, que incluyen gastos no necesarios,
como resultan ser Internet, cable, seguro de asistencia y otros que, también,
resultan excesivos, y b) También es titular de otras dos tarjetas, cuyos resúmenes
de cuenta no fueron agregados(226) .
b) Sólo de los resúmenes de gastos de la tarjeta de crédito pueden surgir
elementos demostrativos del nivel adquisitivo(227) .
c) La titularidad de determinadas tarjetas de crédito no es indicadora de una
situación de solvencia patrimonial, por cuanto la experiencia enseña que la
operatoria comercial de algunos bancos emisores de tarjetas de crédito consiste
en otorgarlas sin exigir mayores garantías de respaldo económico del solicitante.
Por tanto, no cabe considerar que la titularidad de una tarjeta de crédito sea en sí
misma indicadora de un nivel económico que justifique rechazar un beneficio de
litigar sin gastos efectuados por el peticionario, lo cual resulta un medio eficaz para
formarse una idea respecto de su poder adquisitivo(228) . De la compulsa de los
resúmenes de cuenta correspondientes a la tarjeta de crédito Argencard, de
titularidad de la accionante, surge que el promedio de gastos correspondientes a
los años 1995 y 1996 no supera los $120, suma que es compuesta, en su mayor
medida, por compras realizadas en supermercados, es decir, gastos destinados a
la subsistencia de la peticionaria(229) .
6. Procedencia parcial. a) Corresponde admitir sólo el 50% del beneficio de
litigar sin gastos si no resulta probada la absoluta indigencia de quien solicitare y
cuando la prueba producida es demostrativa de una situación económica modesta,
toda vez que la actora no probó la imposibilidad de procurarse medios de
subsistencia ni la escasez absoluta de recursos(230) .
b) Si el actor es propietario de su vivienda, copropietario —por donación del
25%— de una finca sita en un terreno de 579 metros cuadrados, en el partido de
La Matanza, sin que se haya aportado elemento alguno de juicio acerca del
destino dado a ella. Además, alquila un local por el que paga U$S 400 mensuales,
para el expendio de combustibles y artículos de limpieza. Desde otro ángulo,
existen factores que confieren cierto sustento al requerimiento; de ellos se
desprende que el actor atraviesa una situación económica no exenta de
dificultades, extremo que encuentra corroboración en el certificado de ingresos
confeccionado por contador público acerca del resultado de la explotación
comercial del negocio aludido y, en medida no desprovista no desprovista de
significación por el cierre de la cuenta corriente bancaria por saldo deudor
constante. En tales condiciones, meritando el quantum demandado, la prueba
aportada (art. 386, Código Procesal), el monto que alcanzaría la tasa de justicia y
el de los honorarios que debería afrontar en el supuesto de resultar vencido en el
juicio (con los eventuales topes derivados del art. 11, ley 21.839 y del art. 1°,
24.432), júzgase razonable conceder al solicitante una exención parcial de las
expensas, en una proporción del 50% como lo autoriza el art. 84, Código
Procesal(231) .
c) La situación patrimonial del demandante no es asimilable a la de quien nada
tiene, o bien la de quien tiene sólo lo indispensable para su subsistencia. Por lo
tanto, así como no parece justo que se haga cargo de costas de la cuantía ya
indicada (tasa de justicia $ 100.000; honorarios algo más de $ 1.800.000),
tampoco lo es que se lo exima de una manera absoluta de soportar los gastos
judiciales que están a su cargo en virtud de un comportamiento procesal que él ha
discrecionalmente impulsado. En consecuencia, es apropiado que el beneficio de
litigar sin gastos se conceda por el 98,5% (cfr. Sala I, causa 1.196/92 del
1/11/1994, Cám. Nac. Civ., Sala K, 14/2/1990, JA, 1991-IV-547)(232) .
d) Procede otorgar parcialmente el beneficio de litigar sin gastos, limitándolo al
cincuenta por ciento de los gastos, atento tener en consideración la importancia
económica del proceso, esto es el gasto que le demandaría al actor la prosecución
de la demanda, toda vez que —en el caso— no se encuentra justificado como es
que con ingresos provenientes de una magra jubilación ($ 238) el solicitante puede
hacer frente al mantenimiento del grupo familiar y a los impuestos y gastos
originados por la existencia de dos inmuebles —en su calidad de propietario—,
uno en capital donde vive y el otro en Pcia. de Bs. As., respecto de los cuales no
acompañó tasaciones ni denunció su valor real(233) .
e) El beneficio de litigar sin gastos peticionado debe ser concedido mediante la
eximición al incidentista del pago del 70% de los gastos causídicos, pues si bien
no se configura una situación de carencia de todo bien o ingreso, puede colegirse
el nivel de compromiso del patrimonio y su limitación para la satisfacción de los
gastos de subsistencia, en tanto aun cuando de los informes remitidos por el
Registro de la Propiedad Inmueble surge que es titular de dominio de dos
inmuebles, uno de ellos no resulta apto para la vivienda y el otro ostenta un
gravamen hipotecario y con relación a su caja de ahorros, sólo un movimiento
formulado en ella compromete una suma de consideración, situación que se revela
con carácter de excepcional y extraordinario(234) .
7. Influencia del estado de salud. Respecto de los recursos del peticionario en
función de su situación de salud personal, resulta relevante al tiempo de valorar la
capacidad patrimonial del actor, la condición de portador de SIDA, situación que,
sin duda, implica la realización de gastos médicos y farmacológicos según la
evolución de su enfermedad(235) .
8. Irrelevancia de la actividad lucrativa del cónyuge. Las actividades lucrativas
del cónyuge del peticionante del beneficio de litigar sin gastos no pueden ser
computadas a los fines de la concesión, cuando el incidente iniciado por el actor lo
es por derecho propio. En esta situación, deben evaluarse sólo sus condiciones
económicas(236) .
9. Reclamo de los representantes de los incapaces. a) Si la carta de pobreza
sólo está otorgada a los actores en representación de su hijo menor, no puede
hacerse extensiva a las acciones que promuevan por sí quienes adquieran la
mayoría de edad durante la sustanciación del mismo(237) .
b) En una demanda de daños y perjuicios incoada por los padres de una menor,
en su carácter de representantes legales de la misma, las condiciones para
acceder al beneficio de litigar sin gastos no deben probarse en cabeza de los
progenitores, sino que basta con acreditar la carencia de recursos de la menor
para afrontar los gastos del proceso(238) .
c) Aun cuando al resolverse el beneficio de litigar sin gastos, sólo se atendió a la
situación del actor como exclusivo peticionante de la franquicia, hacer mérito de la
omisión paterna de expresar en el escrito inicial la representación de sus hijos
menores para sustentar en ella la improcedencia del recurso, configura un caso de
excesivo apego a formalidades que desvirtúan la finalidad de un adecuado servicio
de justicia, máxime cuando lo que se encuentra en juego es, precisamente, la
presunta imposibilidad de acceder a la jurisdicción por falta de recursos(239) .
d) No cabe asimilar las posibilidades económicas de un menor de edad a las
que su representante necesario, en tanto es el representado el responsable
económico de las obligaciones que el ejercicio de sus derechos le impone. Por lo
tanto, el que se trate de un menor adulto, que vive en la casa familiar de sus
progenitores y no trabaja, lo hace acreedor de la franquicia solicitada(240) .
10. Relación entre el ingreso y las necesidades familiares. El ingreso
relativamente elevado del solicitante del beneficio de litigar sin gastos, debe sin
embargo balancearse con las necesidades de una familia con seis hijos. La
vivienda propia, y la propiedad de un terreno de escaso valor no pueden
considerarse obstáculos decisivos para la concesión del beneficio, desde que no
cabe exigir a la parte que liquide sus bienes para acceder a la justicia (art. 81,
2º párr., del CPCC). Es procedente en consecuencia otorgar el beneficio requerido
en un cincuenta por ciento(241) .
11. Denegación o improcedencia del beneficio de litigar sin gastos. Los
requisitos establecidos por la ley para la concesión del beneficio de litigar sin
gastos deben ser exigidos puntualmente para no alterar la relación de igualdad de
las partes en el proceso. La carencia de recurso de la actora es por demás
discutible habida cuenta que se trata de un abogado que ejerce su profesión en un
estudio que es de su propiedad, como que así también integran su patrimonio
otros bienes inmuebles que no pueden ser reputados como improductivos o
insusceptibles de realización, consideración también extensiva al automóvil de uso
particular que también posee. Por otra parte, la predisposición de tales bienes
económicos para solventar los gastos que pudiera originar éste pleito, no parece
afectar en modo alguno a los recursos del beneficiario indispensables para el
sustento suyo propio y de su familia, lo cual es un dato importante a la hora de
considerar(242) .
12. Falsedad de los hechos alegados como fundamentos de la petición. Art. 81
del Código Procesal Civil y Comercial. Efectos. a) El art. 81 del Código Procesal,
reformado por ley 25.488, debe entenderse en concordancia con el criterio del
art. 45 para los casos de temeridad y malicia, por ejemplo si se comprueba que el
peticionario tenía bienes y los ocultó. Constituye sin duda un valladar para los
inescrupulosos que abusan del beneficio y resulta indispensable para balancear la
supuesta desigualdad que se genera ante la amplitud que se otorga en el nuevo
régimen para peticionarlo. Así, el beneficio debe ser acordado para que ningún
justiciable quede sin acceso a la justicia. Ergo, quien falsee datos para obtenerlo
debe ser debidamente sancionado.
El doloso ocultamiento de datos esenciales para resolver el pedido de beneficio
de litigar sin gastos, que viola el deber de buena fe que deben guardar las partes,
no sólo respecto de sus contrarias, sino también respecto del órgano judicial, y el
desistimiento efectuado y el pago acreditado, posteriores a la incorporación de los
certificados que documentan la falsedad de sus dichos, patentizan aun más
claramente la conducta dolosa del peticionario y la sinrazón de su accionar, lo que
llevará a confirmar la decisión de grado de aplicarle una multa por quedar
configurado su accionar dentro del art. 81 del Código Procesal(243) .
b) Hechos: En un proceso ejecutivo, el demandado se allanó a la acción y
solicitó la imposición de multa al actor por inconducta procesal, al haber iniciado
un beneficio de litigar sin gastos pese a que contaba con ingresos como para
solventar los gastos del juicio. El juez de primera instancia ordenó llevar adelante
la ejecución, pero rechazó el pedido de sanciones. El demandado apeló y la
Cámara de Apelaciones confirmó la resolución impugnada. El Tribunal decidió:
La exigencia de que los agravios constituyan una crítica razonada y fundada de
la resolución recurrida —en el caso, se apeló la resolución que desestimó la multa
solicitada por inconducta procesal al haber iniciado un beneficio de litigar sin
gastos contando con ingresos, sin demostrar esta circunstancia supone,
mínimamente, que las afirmaciones que estructuran la fundamentación del recurso
resulten demostrables objetivamente pues la expresión de agravios debe incluir la
demostración de los motivos que se tienen para considerar que la sentencia es
errónea, resultando a tal efecto insuficientes las afirmaciones genéricas o
puramente subjetivas, carentes del menor sustento(244) .
COMENTARIO
Carácter de la resolución
Art. 82 — La resolución que denegare o acordare el beneficio no
causará estado.
Si fuere denegatoria, el interesado podrá ofrecer otras pruebas y
solicitar una nueva resolución.
La que lo concediere podrá ser dejada sin efecto a requerimiento de
parte interesada cuando se demostrare que la persona a cuyo favor se
dictó no tiene ya derecho al beneficio.
La impugnación se sustanciará por el trámite de los incidentes.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Como cuestión liminar debe decirse que la decisión reviste carácter
provisional(250) , es decir, que es susceptible de modificarse por hecho
sobreviniente, ya sea que denegada ahora corresponda luego, o que admitida se
haya extinguido el derecho al beneficio(251) . No tiene, por tanto, autoridad de
cosa juzgada.
La resolución sobre el beneficio de litigar sin gastos, por su forma, es
interlocutoria(252) , de modo tal que no puede interponerse contra ella recurso de
reposición o revocatoria. Pero, cualquiera sea el contenido del pronunciamiento, él
es apelable en relación, debiendo el recurso deducirse dentro del plazo de cinco
días (arts. 243 y 244, CPCCPBA).
En el supuesto de que la decisión haya sido favorable al peticionario, el recurso
procede en efecto devolutivo (art. 81, última parte, CPCCPBA). Sin embargo, por
resultar innecesario, normalmente se dispone la remisión del incidente a la
Cámara omitiéndose el requerimiento de presentación de copias (art. 250,
CPCCPBA). Y, si la decisión fuera denegatoria de la petición, la mera interposición
del recurso mantiene vigente el efecto provisorio del pedido, pues entendemos
que para que el solicitante deba satisfacer los impuestos o tasas y costas
causídicas, tal resolución debe encontrarse firme o ejecutoriada.
2. En orden a la reapertura de la solicitud denegatoria , la hipótesis del segundo
párrafo del art. 82 permite al peticionante invocar y acreditar circunstancias de
hecho sobrevinientes al pronunciamiento desestimatorio(253) . Si bien la
resolución que concede el beneficio de litigar sin gastos es provisional, no
produciendo los efectos de la cosa juzgada material, para que pueda ser dejada
sin efecto a pedido de parte interesada, resulta condición necesaria la producción
de un cambio de las circunstancias que fundaron el otorgamiento del beneficio. La
cesación sólo puede sustentarse en que, en un momento posterior, habiendo
mutado las circunstancias fácticas —por haber mejorado de fortuna— el
peticionario "no tiene ya derecho" a gozar de la franquicia legal(254) .
La resolución aprobatoria o desestimatoria es provisional , de modo tal que, por
su naturaleza, es esencialmente mutable al producirse el cambio de
circunstancias que fundaron el otorgamiento del beneficio. De ahí que sea
improcedente su revisión si sólo se aportan nuevos elementos de juicio o pruebas
referidas a los mismos hechos con relación a los cuales ha recaído la
resolución(255) .
Nuestro más Alto Tribunal, decidió que si bien la resolución que lo deniega o
acuerda no causa estado, si fuere denegatoria el interesado podrá ofrecer pruebas
y solicitar una nueva resolución. Y, no obstante participar los pronunciamientos
sobre la materia de las características de ser provisionales, no es admisible su
revisión si únicamente se aportan nuevos elementos de juicio atinentes a los
mismos hechos —y no respecto de circunstancias sobrevinientes— con relación a
los cuales ha recaído la resolución, ya que admitir lo contrario importaría tanto
como dejar abierto indefinidamente el debate sobre el tema (256). De ahí que
resulte improcedente la revisión si sólo se aportan nuevos elementos de juicio o
pruebas referidas a los mismos hechos con relación a los cuales ha recaído la
resolución(257) .
Igual criterio ha adoptado la doctrina al señalar que el cambio de las
circunstancias que fundaron su otorgamiento hacen improcedente la revisión si se
aportan nuevos elementos de juicio o pruebas referidas a los mismos hechos con
relación a los cuales ha recaído la resolución(258) , pues en tal caso sólo se
pretende reparar los defectos o la insuficiencia de la prueba oportunamente
producida(259) .
La revisión del beneficio se encuentra limitada a la ocurrencia de nuevas
circunstancias , es decir circunstancias que no fueron objeto de discusión en el
incidente ya juzgado; de lo contrario estamos admitiendo la posibilidad de reparar
los defectos o la insuficiencia de la prueba oportunamente producida, lo cual
implica dejar abierto indefinidamente el debate sobre el tema(260) .
3. La mutación de las circunstancias fácticas que determinen el mejoramiento
de fortuna por parte del peticionario, pueden llevar a dejar sin efecto la franquicia,
para lo cual debe acreditarse una mejoría de fortuna que le permita al interesado
salir de la situación económica que en su momento el juez consideró para
concederla(261) .
La parte contraria puede solicitar que se deje sin efecto tal solicitud, acreditando
la desaparición o modificación de las circunstancias fácticas tenidas en cuenta al
concederse el respectivo beneficio(262) . El interés jurídico para ello, deriva de la
exoneración de responsabilidad del peticionario para el pago de las costas
causídicas (honorarios, derechos, depósitos, etc.) que tal beneficio importa(263) .
Y, corresponde al acreedor por honorarios probar que el beneficiario del art. 84
del Código Procesal mejoró de fortuna de conformidad con los lineamientos
generales establecidos por el art. 375 de dicho Código. Los honorarios de los
peritos indudablemente integran los gastos y costas del juicio, por lo que no
corresponde la pretensión de cobro respecto de quien todavía se encuentra
amparado por el citado art. 84(264) .
La petición debe tramitar por vía incidental (arts. 175 y ss., CPCCPBA).
Beneficio provisional
Art. 83 — Hasta que se dicte resolución la solicitud y presentaciones
de ambas partes estarán exentas del pago de impuestos y sellado de
actuación. Estos serán satisfechos, así como las costas, en caso de
denegación.
El trámite para obtener el beneficio no suspenderá el procedimiento,
salvo que así se pidiere en el escrito de demanda (t.o. ley 13.911).
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
Alcance. Cesación
Art. 84 — El que obtuviere el beneficio estará exento, total o
parcialmente, del pago de las costas o gastos judiciales hasta que
mejore de fortuna; si venciere en el pleito, deberá pagar las causadas en
su defensa hasta la concurrencia máxima de la tercera parte de los
valores que reciba.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
CAPÍTULO VII
ACUMULACIÓN DE ACCIONES Y LITISCONSORCIOS
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
3. Compatibilidad
La primera pauta a tener en cuenta a la hora de acumular pretensiones es su
compatibilidad. No es posible acumular aquéllas que son contradictorias (por
ejemplo el actor no puede pedir el cumplimiento del contrato y al mismo tiempo su
rescisión) pero sí en cambio escalonarlas de modo subsidiario (por ejemplo
demandar el cumplimiento del contrato, y de no ser posible los daños y perjuicios).
El objetivo de la acumulación es evitar dividir la continencia de la causa. La idea
central es que todos los reclamos originados en una relación jurídica sean
decididos, en lo posible, en una única sentencia. De ahí la exigencia al actor, su
carga, de acumular todas las "acciones" por cuanto la sentencia definitiva no sólo
hará cosa juzgada respectos de las planteadas sino también en relación a
aquéllas que pudieron haber sido articuladas y no lo fueron(27) .
Como hemos visto en el punto 12, las mayores dificultades se presentan en el
trámite. La regla general indica que para que la acumulación sea factible las
acciones deben poder ser sustanciadas por el mismo tipo de proceso. Sin
embargo, en más de una oportunidad, los jueces han aceptado la acumulación,
más allá de ese dato, en aras de salvaguardar la continencia de la causa.
Litisconsorcio facultativo
Art. 88 — Podrán varias partes demandar o ser demandadas en un
mismo proceso cuando las acciones sean conexas por el título, o por el
objeto, o por ambos elementos a la vez.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Caracterización del litisconsorcio facultativo
El Código Procesal ha previsto dos tipos de litisconsorcios: el necesario y el
facultativo (voluntario). En el primero de ellos se requiere que la pretensión
procesal sea planteada respecto de todos los titulares de la relación sustancial,
pues ésta es indivisible. De lo contrario, la pretensión fracasará irremediablemente
por una constitución defectuosa de la relación procesal. En cambio, en el
litisconsorcio facultativo el actor puede elegir a quién demandar (a todos los
titulares de la relación sustancial o sólo algunos).
Como hemos visto en los fallos citados el litisconsorcio voluntario se caracteriza
por la autonomía de modo que los actos de un litisconsorte no aprovechan ni
perjudican a los demás a menos que se trate de hechos comunes que deben ser
examinados en relación a todos los litisconsortes.
Litisconsorcio necesario
Art. 89 — Cuando la sentencia no pudiere pronunciarse útilmente más
que con relación a varias partes, éstas habrán de demandar o ser
demandadas en un mismo proceso.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
CAPÍTULO VIII
INTERVENCIÓN DE TERCEROS
Por Toribio E. Sosa
Intervención voluntaria
Art. 90 — Podrá intervenir en un juicio pendiente en calidad de parte,
cualquiera fuere la etapa o la instancia en que éste se encontrase, quien:
1°) Acredite sumariamente que la sentencia pudiere afectar su interés
propio.
2°) Según las normas del derecho sustancial, hubiese estado
legitimado para demandar o ser demandado en el juicio.
Anotación jurisprudencial(1)
COMENTARIO
1. Siempre en nombre propio, por un interés directa o indirectamente
propio
Es siempre la defensa de su propio interés sustancial lo que torna admisible la
participación de un tercero en un proceso que hasta el momento le es ajeno.
Pero el tercero puede actuar en proceso ajeno haciendo valer directa e
inmediatamente su interés sustancial, o tan sólo indirectamente haciendo valer su
interés sustancial a través de la defensa inmediata del interés sustancial ajeno.
En cualquier caso el tercero va a actuar siempre en nombre propio .
El tercero no actúa en nombre ajeno, aunque sí pueda actuar por un interés
ajeno mas sólo como herramienta para indirectamente defender su propio interés
sustancial.
Hay que especificar que:
a) el tercero puede exponer el mismo interés sustancial sobre el que versa el
proceso ajeno, pero sosteniendo ser él su verdadero titular y no los sujetos de la
pretensión (ej. citación o intervención del tercero pretendiente);
b) el alegado por el tercero puede ser un mismo interés sustancial compartido
con alguno de los sujetos de la pretensión objeto del proceso ajeno, como en el
caso de debatirse en el proceso una obligación solidaria (ej. citación o intervención
del co-legitimado);
c) el aducido por el tercero puede ser un interés sustancial conexo con el de los
sujetos de la pretensión, como en el caso de versar el proceso ajeno sobre
obligaciones concurrentes o simplemente mancomunadas.
d) el tercero puede invocar incluso un interés sustancial incompatible con aquél
al cual se refiere el proceso ajeno, de modo que la satisfacción de uno deba
operar en desmedro del otro (ej. citación o intervención del tercero excluyente).
e) el tercero puede traer a colación inclusive un interés sustancial objetivamente
diferente, que no sea ni el mismo, ni conexo ni incompatible con el de los sujetos
de la pretensión que es objeto del proceso ajeno, y cuya única relación con ese
interés sustancial ajeno sea que, en caso de perjudicarse el interés sustancial
ajeno por una derrota en el proceso en el que se lo hace valer, indirectamente se
perjudicaría el interés sustancial propio del tercero; como en el caso del proceso
de usucapión, donde al demandado deudor le interesa resistir la pretensión del
usucapiente para mantener su derecho real de dominio, pero al acreedor del
deudor demandado (tercero en el proceso de usucapión) le interesa resistir la
pretensión del usucapiente para que su deudor mantenga su derecho real de
dominio y así subsista la chance de obtener la satisfacción compulsiva de su
derecho creditorio en defecto de pago voluntario por el deudor.
2. Parte (en vez de, junto a, detrás de o contra de)
Una vez dentro del proceso ajeno, el que antes era tercero para el proceso deja
de ser tal y ahora pasa a ser parte en el proceso.
Existen supuestos en que el tercero si comparece a estar a derecho puede ser
que reemplace a una de las partes originales por resultar ésta excluida del
proceso (v.gr. laudatio auctoris , art. 2782 Cód. Civil).
Otras veces el tercero puede sumarse a las partes originales, actuando a la par
con iguales atribuciones que éstas (v.gr. es el caso del co-legitimado(19) ).
En la citación de evicción, si el enajenante citado honra la citación y asume la
defensa del adquirente, entonces con la conformidad de la contraparte puede
reemplazar en el proceso al citante. Caso contrario, puede actuar junto al citante
en calidad de litisconsorte(20) . El enajenante citado puede actuar como sustituto
procesal del citante sin que para ello éste tenga que irse del proceso, porque va a
actuar en nombre propio por el derecho del citante que él le ha transmitido,
interesándole que el adquirente gane el juicio porque así él no tendrá que
indemnizarlo.
En ocasiones el tercero también se suma a las partes originales, pero sometido
a la tesitura de éstas, con atribuciones menguadas(21) .
También es posible que el tercero actúe contra una o las dos partes originales
del proceso (ej. en las tercerías, o en la intervención excluyente, o en la
intervención del tercero pretendiente).
3. Comunidad defensiva
Hemos dicho que es siempre la defensa de su propio interés sustancial lo que
torna admisible la participación de un tercero en un proceso que hasta el momento
le es ajeno.
Si se trata del mismo interés o de intereses conexos a los de las partes
originarias del proceso ajeno al tercero, existirá allí (en la identidad y en la medida
de la conexidad: ver ap. 1., puntos a, b y c), un ámbito defensivo común, en el que
el sujeto de la pretensión y el tercero actuarán defendiendo cada uno su propio
interés sustancial, pero al mismo tiempo inevitablemente al hacerlo actuarán
defendiendo cada uno el interés sustancial del otro. En el espacio defensivo
común podría haber una suerte común, porque cada uno de los interesados al
actuar lo hace para sí pero podría ello valer también para sus co-interesados: en
virtud del principio lógico de no contracción un mismo hecho no puede ser y no ser
al mismo tiempo(22) .
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Enfoque general
Intervenga el tercero por iniciativa propia o por citación —de oficio o a pedido de
parte—, sus atribuciones procesales pueden ser amplias —como las de las
partes— o restringidas —menores que las de las partes—.
Cuando el tercero cuenta con atribuciones amplias se lo puede denominar
"tercero principal" y cuando son restringidas, "tercero subordinado".
Procedimiento previo
Art. 92 — El pedido de intervención se formulará por escrito, con los
requisitos de la demanda, en lo pertinente. Con aquél se presentarán los
documentos y se ofrecerán las demás pruebas de los hechos en que se
fundare la solicitud. Se conferirá traslado a las partes y, si hubiese
oposición, se la substanciará en una sola audiencia. La resolución se
dictará dentro de los 10 días.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. La citación del tercero es un incidente específico (doct. arts. 92, 175 y ss.,
CPCC), por lo que la caducidad, en todo caso, podría haberse pregonado con
relación a la citación misma y no al proceso principal. De este modo, en los
supuestos de llamamiento de sujetos ajenos a la relación procesal inicial en los
términos del art. 94 del CPCC, las consecuencias de la falta de impulso de dicho
incidente deben adjudicarse al citante. Es respecto de éste que el pedido de
intervención "obligada" puede considerarse "desistido tácitamente" en tal
hipótesis(28) .
2. Si surge prima facie de las constancias de autos que el resultado del pleito
puede afectar los intereses propios de un órgano público no estatal a quien la
causa es común, corresponde su citación en carácter de tercero para que en el
término de quince días tome en el proceso la intervención que pudiere
corresponderle, manteniendo en suspenso el desarrollo del mismo (arts. 92, 94,
95, 89 CPCC)(29) .
COMENTARIO
Efectos
Art. 93 — En ningún caso la interve nción del tercero retrogradará el
juicio ni suspenderá su curso.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Remisión
Remitimos al comentario del art. 92 CPCC.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
2. Trámite
El pedido de citación de terceros formulado por las partes también debe ser
fundado, para evitar la complicación subjetiva del proceso sin motivo suficiente;
incluso para evitar que esa complicación sea el resultado querido por un citante
desleal(79) .
Además, el curso favorable al pedido de citación de terceros ha de provocar la
suspensión de las actuaciones hasta que venza el plazo otorgado a los citados
para comparecer(80) , de modo que acceder a un pedido infundado de citación de
terceros equivaldría a suspender el proceso también infundadamente, conspirando
contra su más pronto finiquito posible(81) .
Por las mismas razones, cuando el pedido de citación de un tercero es
formulado por el demandado debería sustanciarse con el demandante(82) , quien
podría oponerse(83) o hasta plegarse al pedido de citación y requerir que, en caso
de condena contra el demandado citante, la misma se haga extensiva al tercero
citado(84) .
¿Podría un tercero citar a otro tercero?
Bueno, por de pronto, el tercero citante ya admitido en el proceso ajeno ha
dejado de ser tercero para ser parte, de modo que se trataría de la citación de un
nuevo tercero por quien ahora ya es parte. La respuesta afirmativa está
expresamente prevista en materia de citación de evicción(85) y, como ésta no
constituye más que un caso especial de denuncia de litis, no se advierte por qué
razón la solución no pudiera ser extendida a la intervención de terceros en
general, siempre y cuando obviamente concurran los recaudos de admisibilidad
necesarios. Por ejemplo, la demanda pudo haber sido cursada contra un solo co-
deudor solidario, éste pudo citar como tercero a otro co-deudor solidario y, a su
turno, este tercero citado bien podría también citar a los demás co-deudores
solidarios no demandados ni citados por el co-deudor solidario demandado.
En cuanto a la índole de la decisión judicial que vaya a recaer sobre el pedido
de citación de terceros y en lo concerniente a su apelabilidad, caben servatis
servandis las mismas consideración vertidas al comentarse el art. 92(86) .
La citación deberá notificarse como el traslado de la demanda (v.gr. por cédula
en el domicilio real del tercero, dejando aviso previo si no fuera hallado
personalmente en el primer intento, etc.)(87) .
Es carga del citante activar la citación, pero nada obsta a que pueda ser
impulsada por su contraparte, o a que el tercero comparezca espontáneamente
honrando la citación antes de haber sido notificado formalmente de la misma.
Para evitar dilaciones indebidas, debería el órgano judicial fijar un plazo para
que la citación al tercero sea notificada; una vez constatado su vencimiento
infructuoso, debería ser emitida una resolución judicial que diera por perdida la
chance de realizar la citación y mandara continuar el proceso(88) .
No puede el citado objetar la procedencia de la citación (89). Si no está de
acuerdo puede limitarse a no presentarse, ateniéndose —obvio— a las eventuales
responsabilidades consecuentes, pues la abstención del tercero citado no lo
sustraerá de su calidad de parte ni de la inmutabilidad a su respecto de los efectos
de la sentencia ni eventualmente de su ejecutabilidad también con relación a él.
No procede la declaración de rebeldía respecto del tercero citado no
compareciente.
Si comparece, podrá posicionarse, cumplir los roles y tener los derechos,
deberes y cargas que resulten según sea el tipo de su intervención(90) (remisión a
comentario al art. 91).
Por fin, si la citación fuera declarada improcedente el peticionante debe cargar
con las costas; si al tiempo de emitirse sentencia de mérito se advirtiese que la
citación fue estéril, el citante debería cargar con las costas devengadas por la
actuación del tercero; si la citación del tercero hubiera sido útil sólo para el citante
como basamento para una futura acción revérsica, éste debería pagar las costas
de la intervención del tercero, a menos que el tercero citado hubiera sido vencido
respecto del citante, supuesto en que aquél debería cargarlas. Si el tercero
hubiera sido vencido en el marco de una pretensión introducida por o contra él, o
que comoquiera que fuese lo involucrase, debe soportar las costas
pertinentes(91) .
Efecto de la citación
Art. 95 — La citación de un tercero suspenderá el procedimiento hasta
su comparecencia o hasta el vencimiento del plazo que se le hubiere
señalado para comparecer.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Efectos de la citación. a) La citación de un tercero no constituye una
excepción, sino un incidente suspensivo del procedimiento (arts. 95 y 176, del
CPCC), pues mientras el citado se presenta o transcurre el plazo de la citación
con su incomparecencia, el proceso en lo principal no puede avanzar(92) .
b) La citación al tercero es un acto de impulso procesal necesario para llevar
adelante el trámite, por lo que el efecto suspensivo que el art. 95 del Código
Procesal fija sobre la instancia principal no obsta al curso del término perentorio
del incidente de citación(93) .
c) Tanto el art. 89 como el art. 95 del Código Procesal, disponen que la citación
de un tercero suspenderá el procedimiento hasta su comparecencia o hasta el
vencimiento del plazo que se le hubiere señalado para comparecer. La suspensión
tiene por finalidad evitar el avance del proceso para que el citado no pueda ser
obligado a aceptar el mismo en un estado que le provoque un injusto menoscabo
en su derecho de defensa(94) .
d) La citación de un tercero no constituye una excepción, sino un incidente
suspensivo del procedimiento (arts. 95 y 176, del CPCC), pues mientras el citado
se presenta o transcurre el plazo de la citación con su incomparecencia, el
proceso en lo principal no puede avanzar(95) .
e) La citación al tercero es un acto de impulso procesal necesario para llevar
adelante el trámite, por lo que el efecto suspensivo que el art. 95 del Código
Procesal fija sobre la instancia principal no obsta al curso del término perentorio
del incidente de citación(96) .
f) Si es la parte demandada quien pretende introducir a un tercero en el
proceso, es ella quien tiene a su cargo traerlo al juicio en el plazo estipulado por el
juez, sin esperar que el magistrado lo conmine a que lo haga (doct. art. 95,
CPCC)(97) .
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
a) Enfoque general
"El simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo" (proverbio chino).
Todo lo que sucede afecta a todos, directa o indirectamente, en mayor o menor
medida, nos demos cuenta o no. Es lo que en la teoría del caos se conoce como
"efecto mariposa".
Si un contrato afecta a los demás que no son parte en él, tanto que para hacerlo
inoponible a su respecto cualquier tercero ajeno al contrato debe ejercitar con
éxito la acción pauliana, así también una sentencia puede afectar a los terceros
que no han sido parte en el proceso en el que fue dictada, directa o
indirectamente, en mayor o menor medida, en tanto puede crear una realidad
jurídica que de algún modo pueda repercutir sobre su propio interés sustancial.
Por ejemplo para los acreedores de un deudor demandado en un proceso de
usucapión no es lo mismo que su deudor gane o pierda, pues si se tratara del
único bien que tiene y el deudor perdiera en el proceso de usucapión ¿con qué
respondería en caso de más tarde no pagar voluntariamente a sus acreedores?
Particularmente, entre esos acreedores del deudor demandado, quien fuera
acreedor de la obligación de escriturar, por resultar comprador del bien que es
objeto de la pretensión de posesión veinteañal.
Por ejemplo para los codeudores solidarios no demandados en el proceso en el
que el acreedor reclama el 100% del crédito a un solo codeudor solidario, no es lo
mismo que éste gane o pierda, pues si gana puede quedar cerrada la chance de
que el acreedor inicie otro juicio contra los codeudores solidarios no demandados
en el primer proceso, pero si pierde queda abierta la posibilidad no sólo de un
nuevo juicio del acreedor contra los codeudores solidarios no demandados en el
primero, sino que también queda sembrada la ocasión para una eventual acción
de reintegro ensayable por el codeudor solidario demandado contra sus co-
legitimados pasivos no demandados en el primer proceso.
Otro más: no habría diferencia sino de grado entre un contrato simulado —ej.
una compraventa que encubre una donación destinada a insolventar al
vendedor— y el proceso en que ese contrato simulado se quisiera hacer valer por
el simulado comprador: la sentencia judicial que mandara cumplir el contrato
simulado (que, entonces, no declarara la simulación) causaría más (del mismo)
perjuicio a los terceros acreedores del simulado vendedor que el contrato mismo.
¡Vaya si esa sentencia en proceso ajeno afectaría a los terceros acreedores del
simulado vendedor!
En fin, la sentencia en proceso ajeno sí produce efectos frente a terceros, esto
es, sí puede afectar a los terceros —que no han intervenido ni han sido citados al
proceso ajeno, ni obviamente la pretensión objeto del proceso los involucró ni
activa ni pasivamente—, en la medida que ella pueda crear una realidad jurídica,
sostenida por la autoridad del Estado, que de algún modo pueda repercutir sobre
el interés sustancial de éstos.
Pero si bien la sentencia afecta en el sentido dicho a esos terceros, hay que
hacer algunas acotaciones:
a) la sentencia en proceso ajeno no puede perjudicar directa e inmediatamente
el interés sustancial de esos terceros, v.gr. privándolos de algún derecho o
imponiéndoles alguna obligación, de modo que la sentencia no podrá ser
ejecutada contra ellos;
b) en forma reversible, tampoco la sentencia podría ser ejecutada por esos
terceros contra las partes del proceso (115) ;
c) cualquiera sea la medida en que repercutan sobre el interés sustancial de los
terceros, no serán inmutables para los terceros los efectos de la sentencia dictada
en proceso ajeno (116) , sino sólo lo serán para las partes (117) (esto es, para los
sujetos activo y pasivo de la pretensión, y para aquellos terceros que hayan sido
citados o hayan intervenido en el proceso ajeno); los terceros podrían revertir esa
sentencia, en la medida que los perjudique, en proceso
posterior (118) , (119) , (120) .
c) Ejecutoriedad
El interés sustancial de un tercero ajeno al proceso no puede ser directa e
inmediatamente perjudicado por la sentencia, privándolo de algún derecho o
imponiéndole alguna obligación, si dicho interés no hubiera sido sometido a
decisión y si ésta no se hubiera alcanzado con salvaguarda del derecho de
defensa del tercero.
Ahora, que los efectos de la sentencia puedan ser también inmutables para el
tercero —que al menos eso es lo que resulta de su citación o de su intervención
espontánea— no quiere decir que la sentencia pueda ser ejecutable respecto del
tercero.
Una cosa es que los efectos de la sentencia sean irreversibles también frente al
tercero pues ni siquiera en otro proceso diferente pueda ya confutarlos, y otra
diferente es que la sentencia pueda contener algún mandato respecto del tercero
que, si no fuera cumplido voluntariamente por éste, sea susceptible de ejecución.
Entonces ¿puede la sentencia condenar al tercero que es citado?
Para que la sentencia sea ejecutable respecto del tercero:
1) debe haber sido sometido a decisión el interés sustancial del tercero, a través
de una pretensión que involucre como sujeto pasivo al tercero(121) ;
2) debe haberse obtenido en el proceso una decisión adversa a ese interés
sustancial del tercero con resguardo de la reglas del debido proceso (no sólo
debe haber sido citado o haber intervenido espontáneamente, sino que debe
haber tenido chance adecuada de defensa(122) );
3) para la realización de esa decisión adversa no debe bastar con la sola
declaración contenida en esa decisión adversa, sino que ha de ser menester
una prestación a cargo del tercero.
Nada más que el tercero hubiera tenido chance de ejercer o hubiera ejercido el
derecho de defensa no habilita a su condena, si no hubiera una pretensión dentro
del proceso ajeno que involucre como sujeto pasivo al tercero: su adecuada
posibilidad de defensa en juicio ajeno hace inmutable la sentencia con relación al
tercero, pero no necesariamente ejecutable la condena a su respecto .
En las condiciones recién indicadas, la sentencia puede ser condenatoria y por
ende ejecutable respecto del tercero así como lo ha de ser contra la parte
demandada originaria, sin necesidad de texto legal expreso que lo habilite (v.gr.
como sucede en el CPCC Bs. As., que nada dice específicamente sobre la chance
de ejecución contra el tercero), aunque éste es conveniente para desalentar la
tesis según la cual la sentencia en proceso ajeno sólo puede "afectar" al tercero
sirviendo nada más que como fundamento de una nueva pretensión deducible
contra él en otro proceso posterior.
d) Decisión expresa
Cualquiera sea el modo en que se considere que la sentencia en proceso ajeno
va a afectar al tercero citado o interviniente espontáneo, es prudente que en la
misma se lo explicite precisa y positivamente, tal como lo dispone el art. 107 del
CPCCLRM Tierra del Fuego: "En todos los supuestos la sentencia que se dicte
después de la intervención de terceros o de su emplazamiento, deberá especificar
los efectos que surta respecto de los terceros en relación al objeto del litigio y las
costas".
CAPÍTULO IX
TERCERÍAS
Fundamentos y oportunidad
Art. 97 — Las tercerías deberán fundarse en el dominio de los bienes
embargados o en el derecho que el tercero tuviere a ser pagado con
preferencia al embargante.
La de dominio deberá deducirse antes de que se otorgue la posesión
de los bienes; la de mejor derecho antes de que se pague al acreedor.
Si el tercerista dedujere la demanda después de diez días desde que
tuvo o debió tener conocimiento del embargo o desde que se rechazó el
levantamiento sin tercería, abonará las costas que originare su
presentación extemporánea.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Introducción general
La definición en el dominio de las ciencias jurídicas, a diferencia de lo que
ocurre en otros campos disciplinares, constituye una verdadera operación crítica
en el sentido de que, toda imprecisión, ambigüedad, conceptualización difusa,
parcial, deficiente, etc. ejercerá, por fuerza, un efecto correlativo sobre todos los
sistemas y subsistemas del derecho. Así, dicha imprecisión se propagará,
sucesivamente, tanto en el sistema procesal, como normativo, decisorio, tutelar,
protectorio, interpretativo, etc., pudiendo afectar y/o disminuir, derechos, garantías
o libertades, o bien, dando lugar a planteos defectuosos, toda vez que las
relaciones jurídicas entre los sujetos titulares y los sujetos garantes no hubieran
sido suficientemente establecidas, lo mismo que las vías normativas, procesales y
jurisdiccionales para hacerlas efectivas (Bidart Campos, 1987). En la temática que
nos ocupa, agrega Palacio (1976), la exacta definición del concepto de tercerías y
de los procedimientos asociados a éstas, asumen una importancia práctica
decisiva, por cuanto la precisión alcanzada por dicho concepto funda la base
procesal que le confiere materialidad a los principios e institutos asociadas a ella.
Con el objeto de alcanzar la mayor exhaustividad en el significado, tanto
normativo y procesal, del concepto de "tercería", es necesario, primeramente,
delimitar su campo de aplicación y significados de los principios e institutos que
concurren en ella, y a lo que hemos llamado: su campo normativo/procesal.
2. Concepto
La tercería puede definírsela como una pretensión de la que se vale una
persona distinta de las partes que intervienen en el proceso, con el objeto de
reclamar el levantamiento de un embargo en él decretado sobre un bien de su
propiedad, o el pago preferencial de un crédito con el producido en la venta del
bien embargado.
Las dos clases de tercería que contempla nuestro código de rito son: (i) la
tercería de dominio y (ii), la tercería de mejor derecho , denominación ésta que
tiene su origen en las leyes de enjuiciamiento españolas y que designan la
posibilidad de la que disponen los terceros quienes, no siendo parte (actora o
demandada) en un proceso, se encuentran, no obstante ello, vinculados a éste
con respecto a la persona de alguno de los litigantes, ya sea por el dominio de la
cosa embargada o por el mejor derecho del tercero al cobro de un crédito
determinado.
De lo dicho, se infiere que las tercerías encuentran sustento en el dominio pleno
de los bienes embargados o en el derecho a ser pagado con preferencia al
embargante.
Asimismo, agrega Gozaíni (2011)(7) , la tercería puede definirse como una
modalidad de intervención que habilita a una persona ajena a las partes litigantes
en un proceso principal, a cuestionar el embargo de un bien de su propiedad y sin
que ello requiera promover un juicio ordinario o plantear una acción posesoria.
Por lo demás, las tercerías no sólo constituyen una institución procesal que
tienen su fundamento en la ley adjetiva sino incluso que tiene raigambre
constitucional, puesto que la garantía de inviolabilidad de los derechos y la
propiedad (arts. 17 y 18 CN), da base para que cuando el dominio o el derecho de
un tercero resultare menoscabado o vulnerado por un proceso, éste pueda
intervenir en él.
El proceso de la llamada tercería de dominio, tiene por objeto, la protección de
un derecho real invocado por su titular y toda vez que la integridad de éste se
encuentre afectada como resultado de un embargo.
Siendo que la finalidad de este proceso procura tan sólo el levantamiento del
embargo que pesa sobre el bien, la discusión se circunscribe al dominio de los
bienes afectados por el embargo, siendo ajeno al mismo otros aspectos de la
relación jurídica que pudiera vincular a las partes.
Admitiendo que este tipo de tercería se funda en el dominio pleno de los bienes
embargados, se ha postulado que su interposición implica el ejercicio de una
acción reivindicatoria, por lo cual, la carga de su demostración recae —a los fines
de triunfar en la demanda— por fuerza, en el tercerista.
Asimismo, corresponde señalar que, aun cuando no se requiere que el dominio
invocado por el tercerista deba preexistir en el orden de prelación al período en el
que se hubiera decretado el embargo, basta que el embargante —exteriorice su
derecho mediante la publicidad registral—, de modo que, por este conducto, se
configuren plenos efectos con relación a terceros.
El dominio, en conformidad con la ley vigente y la interpretación doctrinaria
enmarcada en ésta, sólo aplica a bienes corporales, muebles o inmuebles,
singulares y determinados, y a esto último hace referencia el art. 97 del Código
ritual. El derecho sustancial protegido en este caso, se funda en el dominio que se
posee sobre los bienes que hubieran sido gravados por un embargo. Aunque, sin
perjuicio de ello, tal derecho puede fundarse, asimismo, sobre bienes incorporales
como pueden serlo, v.gr. los derechos intelectuales (obra literaria, patentes, etc.),
los derechos mineros, la propiedad industrial o comercial, los derechos sobre un
sepulcro, o la propiedad familiar, etc.—(8) .
3. Base normativa
Si bien las tercerías reconocen un sustento legal en las disposiciones
contenidas en las leyes de procedimiento, no por ello puede soslayarse que
también poseen raigambre constitucional, puesto que a través de este instituto se
materializa la garantía de inviolabilidad de los derechos y de la propiedad privada
(arts. 17 y 18 de la Constitución Nacional).
4. Pretensión autónoma
El tercerista, en este caso, es quien plantea al juez interviniente, observa
Fenochietto (2003) (9), una pretensión autónoma e independiente del asunto sub
litis y del derecho interpuesto por las partes (actora / demanda) en el proceso,
detentando con respecto a éstas, una posición —tercera—. Ahora bien, tal
posición tercera, desde el punto de vista de la pretensión, agrega Gozaíni
(2011) (10), en modo alguno sustituye a las partes del proceso principal, sino que
se localiza en un espacio jurídico autónomo respecto de los litigantes, y deducida
de una cuestión específica y puntual del proceso en curso (Gozaíni, 2009) (11).
Ello es así, toda vez que mediante la tercería se deduce una pretensión por
medio de la cual el tercero acciona, en un proceso en trámite, contra actor y
demandado, con el fin de obtener el levantamiento de embargos trabados sobre
un bien de su propiedad, o de ser pagado con preferencia al embargante, lo que
marca la diferencia sustancial entre un instituto y otro. Ello es coincidente con lo
afirmado cuando se postula que: —la tercería debe deducirse contra ambas partes
del proceso principal—.
Requisitos
Art. 98 — No se dará curso a la tercería si no se probare, con
instrumentos fehacientes o en forma sumaria la verosimilitud del
derecho en que se funda, o se prestare fianza para responder de los
perjuicios que pudiere producir la suspensión del proceso principal.
Desestimada la tercería, no será admisible su reiteración si se fundare
en título que hubiese poseído y conocido el tercerista al tiempo de
entablar la primera.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Admisibilidad
A fin de que una tercería de dominio resulte procedente, se debe acreditar
fehacientemente la propiedad cuya titularidad se invoca. Caso contrario, la tercería
deberá ser rechazada.
A los fines de satisfacer la carga procesal de la admisibilidad de la tercería se
requieren dos condiciones: (I) la acreditación con instrumentos fehacientes, o bien,
en forma sumaria, de la verosimilitud del derecho en la que se funda aquélla y (II),
que se preste fianza a fin de responder por los eventuales perjuicios que dicha
medida pudiera ocasionar.
Con respecto a la verosimilitud del derecho, la norma se refiere, in strictu
sensu , a su acreditación y no, claro está, a su prueba pues, en ese caso, nos
hallaríamos en las previsiones contempladas en el art. 104 del mismo cuerpo
normativo, según las cuales, procede el levantamiento del embargo sin tercería.
Con respecto a la fianza contemplada en la norma, ésta se refiere sólo a la
admisibilidad formal de la tercería y siempre que el tercerista, ab initio, no pudiera
probar la verosimilitud del derecho en la que se funda.
Asimismo, se ha sostenido que la fianza, según los términos de la ley adjetiva
(art. 199 del CP), debe interpretarse en el sentido de una garantía real que debe
adjuntar el solicitante con el objeto de responder a los daños que ella pueda
ocasionar; en su defecto, la práctica procesal ha establecido como contracautela,
en algunos supuestos, la caución personal o juratoria.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
3. Extensión de la suspensión
La suspensión podrá extenderse en su plazo tan pronto como la orden de venta
quede consentida y ejecutoriada y, hasta que el fallo emitido en el proceso de
tercerías resulte firme, es decir, cuando se produzca el vencimiento de los plazos
referidos a la interposición de los recursos, o bien sea ratificada por la Alzada.
7. Carga de la prueba
Admitiendo que este tipo de tercería se funda en el dominio pleno de los bienes
embargados, se ha postulado que su interposición implica el ejercicio de una
acción reivindicatoria, por lo cual, la carga de su demostración y, a los fines de
triunfar en la demanda recae, por fuerza, pesa sobre el tercerista.
8. Medidas cautelares
El ordenamiento procesal prevé la posibilidad de que el tercerista, frente a un
supuesto de una tercería de dominio, pueda, en cualquier momento, obtener el
levantamiento del embargo que grava el bien cuya titularidad se atribuye, toda vez
que ofrezca una garantía suficiente para responder al crédito del embargante por
capital, intereses y costas en caso de que no probare el dominio alegado.
9. Admisibilidad
La ley condiciona la admisibilidad de toda tercería al cumplimiento de un
requisito específico, que es la prueba, sea mediante instrumento fehaciente o en
forma sumaria, de la verosimilitud del derecho en que se funda, o la prestación de
fianza para responder a los perjuicios que pudiera producir la suspensión del
proceso principal. La circunstancia de que el afianzador sea también ejecutado no
merece, en principio y a priori , objeciones válidas. El fiador debe reunir las
condiciones exigidas por el art. 1988 del Cód. Civil(71) para las fianzas judiciales
y, el juez, en tal caso, debe determinar su importe.
12. Procedencia
La suspensión de procedimientos, a partir del momento en que se encuentre
consentida la orden de venta, no puede calificarse como medida cautelar, sino que
responde a las características propias de la tercería de dominio. Si bien la
suspensión tiene cierto fundamento cautelar (por ella se trata de evitar que el
cumplimiento de la futura sentencia del juicio de tercería se torne ilusorio), el
propio legislador le ha eximido el cumplimiento de la contracautela, por lo tanto, no
se puede exigir aquello que la ley no ha impuesto.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Concepto
Se sostiene que la tercería de mejor derecho consiste en resolver el pago
prioritario en beneficio de quien, ejerciendo una prerrogativa legal, está facultado
para percibir en preferencia la cancelación de su crédito una vez que se realicen
los bienes objeto del embargo.
Se trata, por cierto, de una pretensión incidental en el sentido de que es opuesta
por una persona diferente y extraña a las partes litigantes. Y, aunque dicha
pretensión se funda en un derecho de preferencia, no obstante ello, se constituye
en tercería a partir del momento en que la petición del tercerista, en tanto sujeto
procesal primario (Highton, 2004)(79) , introduce un conflicto interpartes derivado
del hecho de despojar al embargante del derecho al cobro.
Palacio (1991)(80) observa que la tercería de mejor derecho tiene por objeto
reclamar el pago de un crédito con prioridad al del actor o ejecutante, requiriendo
a ese objeto el levantamiento del embargo a fin de que se le reconozca al
tercerista el orden de prelación de su crédito con respecto al del embargante. De
ahí que, agrega Gozaíni (2003)(81) , en razón de que su objeto procura obtener el
pago preferente, la figura bajo análisis, suele denominarse, alternativamente,
tercería de preferencia (Highton, 2004)(82) .
Siguiendo este mismo criterio, postula Highton (2004)(83) que: ... dentro de la
clasificación de las tercerías, debemos tomar aquéllas en interés propio, originario,
directo y excluyente, que son las que otorgan una legitimación ad causam plenaria
y dan al interviniente carácter de sujeto procesal primario. Se dan cuando existe
una relación de hecho, provocada por un proceso suscitado entre otras personas y
el derecho del tercerista (fundamento). Las facultades correspondientes al actor,
involucradas en la acción, o sea la facultad de pedir protección jurídica,
corresponden, con carácter exclusivo y excluyente, al sujeto legitimado para
deducir la tercería o para intervenir, aun cuando en ciertos casos su intervención
comprenda sólo aquellas etapas del proceso que puedan afectar su interés.
En el orden de lo expuesto, se tratará de determinar, según el caso, si el mejor
derecho alegado, se refiere a un privilegio, a un cobro preferencial, o si es posible
hacer extensivo su alcance a aquellas situaciones donde el tercerista invoque
derechos de crédito opuestos a los sustentados por las partes en el proceso
principal.
4. Suspensión
La suspensión del proceso principal podrá ser ordenada por el juez toda vez
que deba resolverse la cuestión de la verosimilitud del derecho alegada por el
tercerista. El procedimiento de la suspensión tiene por objeto evitar el
perfeccionamiento de la venta en subasta, otorgándole el pago a quien no ha
podido aún consolidar su derecho.
Sustanciación
Art. 101 — Las tercerías se sustanciarán con quienes son partes en el
proceso principal, por el trámite del juicio ordinario o del sumario,
según lo determine el juez, atendiendo a las circunstancias. Esta
resolución será irrecurrible.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
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COMENTARIO
CAPÍTULO X
CITACIÓN DE EVICCIÓN
Oportunidad
Art. 105 — Tanto el actor como el demandado podrán pedir la citación
de evicción; el primero, al deducir la demanda; el segundo, dentro del
plazo para oponer excepciones previas en el juicio ordinario, o dentro
del fijado para la contestación de la demanda, en los demás procesos.
La resolución se dictará sin sustanciación previa. Sólo se hará lugar a
la citación si fuere manifiestamente procedente. La denegatoria será
recurrible en efecto devolutivo.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
1. Naturaleza de la citación
La citación de evicción ostenta el carácter de un incidente suspensivo del
procedimiento, no tratándose de una excepción dilatoria(34) .
No prevé nuestro ordenamiento que el actor pueda negarse u oponerse a la
citación de evicción que haga el accionado; ello, pues tal figura no está
establecida como un derecho disponible para el actor, sino que sólo está sometida
al contralor exclusivo y excluyente del juez, una vez pedida por el interesado
legitimado.
Por ende, la citación de evicción configura un supuesto específico de citación
obligada de tercero, que responde al objetivo de que el adquirente pueda ejercer
la acción regresiva contra el enajenante, en caso de ser vencido en el juicio y éste
no pueda oponerle defensas basadas en su negligente defensa.
El ordenamiento procesal recepta también la citación de evicción en el marco de
las diligencias preliminares propias del proceso de conocimiento, en el inc. 4º del
art. 323 CPCC, estableciendo la obligación, en caso de evicción, de que el
enajenante o adquirente exhiba los títulos u otros instrumentos referentes a la
cosa vendida.
2. Admisibilidad de la citación
Como lo dice el artículo que comentamos, sólo se hará lugar a la citación si ella
fuera manifiestamente procedente; la ley dispone expresamente que la resolución
se dictará sin sustanciación previa; expresión que el CPN no utiliza en el caso de
la intervención obligada de terceros.
Es deber del juez autorizar la citación de evicción, siempre que ésta tenga como
fundamento una turbación de derecho, de naturaleza real o personal; quedan
excluidas las perturbaciones por vías de hecho.
Se ha resuelto que previo a proveerse la citación de evicción, corresponde
resolver la excepción de defecto legal planteada por el adquirente demandado. La
razón es que la demanda debe estar plenamente conformada y completa, en las
condiciones exigidas por la ley procesal.
8. Tramitación de la citación
En esta temática, el legislador procesal adopta una tesitura divergente con la
que siguiera en materia de citación de otros terceros. Aquí, respecto de la citación
de evicción, la solicitud o requerimiento de citación debe resolverse inaudita parte,
es decir, sin sustanciación alguna, lo que implica que el juez resuelve casi en
conciencia, pues no sólo no corre traslado de la petición a la parte contraria, sino
que ésta tampoco puede oponerse a la citación y, si la concede, no puede
apelarla.
Este esquema limitativo de las facultades de la contraparte de quien pide esta
citación y de ampliación de los poderes y facultades del juez, tienen como único
límite el que fija un concepto jurídico indeterminado que la norma analizada
consagra: que la citación sea "manifiestamente procedente"; si bien es el juez
quien aprecia si es procedente y si es manifiesta tal procedencia, el peticionario
carga con el deber de la alegación y prueba de los hechos que permitan tener por
establecido esa patente procedencia de la citación.
9. Costas en la evicción
Si el adquirente resulta vencedor en el juicio entablado por el tercero, éste no
tendrá derecho contra su vendedor o cedente para cobrar los gastos que hubiere
realizado; ello, pues en tal supuesto las costas serán a cargo del vencido.
En caso contrario, si el adquirente es el vencido, podrá repetir contra el
enajenante el importe de los gastos que hubiera tenido.
Y demostrada la improcedencia de la citación de evicción las costas
devengadas deben estar a cargo de quien "promovió la intervención estéril"(55) .
12. Recursos
Si el juez deniega la citación de evicción su decisión resulta apelable en relación
y con efecto devolutivo.
En cambio, si el juez hace lugar a la citación, la resolución es inapelable.
Notificación
Art. 106 — El citado será notificado en la misma forma y plazo
establecidos para el demandado. No podrá invocar la improcedencia de
la citación, debiendo limitarse a asumir o no la defensa. Si no la
ejerciere, su responsabilidad se establecerá en el juicio que
corresponda.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
1. Citación de evicción. A fin de cumplir la obligación de evicción se debe
proceder a la citación de evicción, cuyo régimen legal consiste en que el
adquirente que es demandado por un tercero debe, por medio del Juez, hacer
notificar al vendedor que existe esa demanda por la cual se le quiere privar de la
posesión de la cosa a de alguna parte de ella o de algún derecho que debe
ejercerse en forma exclusiva en razón del dominio de las cosas particulares (58).
2. Carácter del decisorio que resuelve sobre la citación de evicción. a) No es
sentencia definitiva, a los fines del recurso ordinario de apelación ante la Corte
Suprema, la resolución confirmatoria del auto por el cual se ordenó una citación de
evicción, a pedido de una de las partes(59) .
b) Tampoco la resolución que declara improcedente la citación de evicción,
pedida por el recurrente, reviste el carácter de sentencia definitiva en los términos
del art. 14 de la ley 48(60) .
c) Es improcedente el recurso extraordinario interpuesto contra la resolución
que, además de resolver una cuestión regida por disposiciones de orden común,
como lo es la referente a la procedencia de la citación de evicción, no constituye
sentencia definitiva a los efectos del mencionado recurso(61) .
COMENTARIO
Esta norma, pese a su aparente sencillez, tiene un par de puntos oscuros, que
merecen dilucidarse.
1. Notificación
Partiendo de la base de que el juez ha declarado procedente la citación de
evicción, para tramitarla deben observarse las reglas contenidas en los arts. 338 a
343 CPCC Buenos Aires.
Por ende, la notificación se hará en la forma dispuesta por el art. 338, es decir,
por medio de cédula que se entregará al demandado en su domicilio real, si aquél
fuere habido, juntamente con las copias a que se refiere el art. 120 CPCC.
Si no se le encontrare, se le dejará aviso para que espere al día siguiente y si
tampoco entonces se le hallare, se procederá según se prescribe en el art. 141
CPCC.
2. Improcedencia de la citación
En éste, como en otros supuestos de citación de terceros, el citado no puede
cuestionar la procedencia de su citación.
Si él sostiene que no era menester su citación, puede no intervenir en el
proceso, aunque en este caso, verá limitadas las defensas que pudiera invocar
contra el citante, en el juicio posterior que éste le iniciare, luego de vencido en
juicio sobre la propiedad de la cosa vendida por el citado.
4. Allanamiento
Sin embargo, pese a lo anteriormente visto, nada obsta a que el citado se
presente a la litis y se allane, comprometiéndose a realizar los actos que sean
necesarios para cumplir su obligación de saneamiento de los vicios jurídicos que
obsten al pleno ejercicio de los derechos del adquirente de la cosa. No es un
supuesto muy común, pero puede perfectamente darse.
5. Responsabilidad
En su parte final, la norma establece que si el citado no ejerciere la defensa, su
responsabilidad se establecerá en el juicio que corresponda.
Esta frase postrera requiere varias aclaraciones; en primer lugar, que la frase
parece sugerir que la responsabilidad del citado depende de su incomparecencia a
la citación, lo que sería una interpretación lineal del artículo, pero constituiría un
yerro conceptual de proporciones, porque la responsabilidad del citado de evicción
no depende, para quedar configurada, que él no comparezca a la citación, que su
comparecencia o incomparecencia no es la causa de su condena a resarcir, sino
el hecho de que hubiera vendido una cosa cuyo uso y goce se ha visto afectado
por turbaciones de derecho.
En segundo lugar, que la obligación de saneamiento que corporiza esa eventual
responsabilidad del citado no nace de la incomparecencia a la citación, sino que
emana de la situación jurídica de que el adquirente no ha podido ejercer sus
derechos sobre la cosa trasmitida, por una turbación de derecho, que puede
asumir dos variantes: a) existencia de una sentencia adversa, o b) desposesión de
la cosa mediante un secuestro judicial, por ejemplo, dispuesto en sede penal, por
ser la cosa robada o fraudulentamente obtenida.
Ergo, la decisión de no comparecer o la reticencia en asumir la carga de
defender los derechos del adquirente, no hace nacer automáticamente una
responsabilidad en cabeza del citado y en favor del adquirente que lo cita, sino
que el efecto de esta incomparecencia no es otro que impedir que el citado se
valga en el futuro de las defensas y excepciones que le hubieran competido.
De ello puede sacarse la conclusión de que, pese a su énfasis en cuanto a
responsabilidad del citado, lo que realmente plasma el in fine de la norma no es
otra cosa que una consecuencia procesal: quien desoye un llamamiento a la litis,
no puede en una reclamación posterior que le dirija uno de los sujetos procesales
de la litis a la que se le citara, hacer valer ciertas defensas que sí podía emplear
allí y decidió no hacerlo.
Es pertinente hacer aquí otra aclaración, no sólo para este supuesto, sino de
alcance general: cuando el Código Procesal habla de responsabilidades, esto es,
cuando en el ordenamiento procesal — como en el in fine de este artículo — se
hace referencia a algún tipo de responsabilidad, no se está estableciendo una
nueva clase de responsabilidad, sujeta a presupuestos distintos que las que se
establecen en el Código Civil.
Es decir, que las responsabilidades que menciona el CPCC tienen que cumplir
—también — los presupuestos de la responsabilidad civil que sus congéneres
deben reunir —daño causado, antijuridicidad, relación de causalidad y factor de
atribución—.
El ordenamiento procesal no crea en ningún caso supuestos automáticos de
responsabilidad civil, por el estilo de si el citado de evicción no ejerciere la defensa
de su adquirente, será automáticamente responsable por ello.
Sólo establece, en éste y otros casos, que determinada acción —omisión en
este caso— puede tener en materia de responsabilidad. Pero, ni la
responsabilidad mencionada es automática, ni ella puede surgir de la nada, ni se
trata de supuestos en que no sean exigibles los presupuestos de la
responsabilidad civil clásicas, pues si no hubiera relación causal entre la actuación
del cedente o vendedor citado y el daño sufrido por el adquirente, no habrá
responsabilidad, haya o no comparecencia a la litis. Lo propio, si no existiera
antijuridicidad de su conducta.
Efectos
Art. 107 — La citación solicitada oportunamente suspenderá el curso
del proceso durante el plazo que el juez fijare. Será carga del citante
activar las diligencias necesarias para el conocimiento del citado. El
plazo para oponer excepciones previas y la sustanciación de éstas no
quedarán suspendidos.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
La norma defiere a la voluntad del juez la fijación de un plazo para esta citación.
Pero el CPCC de la Provincia deja librado a la voluntad del juez la fijación de un
plazo para efectivizar la citación. Aún así es claro que en el espíritu de la norma la
necesidad de la existencia de un plazo —término breve y perentorio, por
antonomasia — está implícita o sobreentendida.
La télesis de la norma está basada en la necesidad de acordar un plazo al
demandado para que realice esta citación, so riesgo de que se le niegue luego el
ejercicio de la facultad de citar.
Esta norma cabalga sobre dos puntos de apoyo no explicitados, pero obvios o
sobreentendidos:
a) uno es la exigencia racional o lógica de acordar un plazo al demandado para
citar a su cedente o vendedor, medida que se basa en que en muchos casos el
demandado se ha visto sorprendido por una turbación jurídica de su ejercicio de
derechos sobre la cosa, viéndose afectado por un vicio jurídico preexistente a su
relación con la cosa y no explicitado en el título de la trasmisión;
b) el segundo es la necesidad de no alongar excesivamente el proceso ni
permitir en él corruptelas o colusiones, con lo que la facultad del adquirente de
citar a otro al proceso, deben ejercerse en forma proactiva, célere y diligente y no
dejar lugar a dudas sobre la buena fe de la citación.
Dejando ello a salvo, es dable mencionar que la norma analizada se estructura
su contenido normativo sobre tres ejes:
a) El principio general que es la suspensión del curso del proceso durante el
plazo que el juez fijare para efectivizar la citación;
b) La excepción a ese principio que es la decisión de no suspender el plazo
para oponer excepciones previas y la sustanciación de éstas durante el plazo de la
citación; y
c) La imposición de la carga de activar las diligencias necesarias para el
conocimiento del citado, sobre el citante o evicto.
Seguidamente analizaremos esos aspectos con algún detenimiento mayor.
a) El principio general que es la suspensión del curso del proceso durante el
plazo que el juez fijare para efectivizar la citación.
El art. 107 CPCC tiene su centro de gravedad o clave de bóveda en una
remisión al arbitrio del juez para la fijación del plazo por el cual debe suspenderse
el curso del proceso para efectivizar la citación de evicción.
La norma comentada busca en este primer eje satisfacer la necesidad de que el
evicto o citante cuente con un plazo razonable para notificar al garante la
existencia de un proceso en que se discuten sus derechos sobre la cosa y su
legitimidad como transmitente.
Por otro lado la existencia de ese plazo, satisface otra necesidad que es la de
preservar el derecho de defensa en juicio del citado, a quien no se le puede
obligar a comparecer en juicio, con los efectos negativos que ello puede tener para
su parte posteriormente, sin contar con el tiempo y los medios para preparar su
defensa adecuadamente y recabar documentos y probanzas de que intentara
valerse, así como para estudiar una causa que ya está en trámite y que puede
tener ya cierta extensión y complejidad, que hacen del plazo una necesidad
imperiosa y de la suspensión del trámite pendiente él una medida de toda lógica,
directamente relacionada con las dos télesis anteriormente explicitadas.
b) La excepción a ese principio, es la decisión de no suspender el plazo para
oponer excepciones previas y la sustanciación de éstas durante el plazo de la
citación.
Como excepción a la regla general, la norma establece que la suspensión no
alcanzará al plazo para oponer excepciones previas y a la sustanciación de éstas,
lo cual implica una concesión al valor celeridad, pues de no ser así, se mantendría
al proceso en una suerte de limbo pendiente la citación, lo que no se justifica en
este caso, pues la oposición de excepciones previas, vinculadas normalmente a
aspectos formales o adjetivos, carecen de relación con las defensas sustanciales
que el citado pueda introducir a la litis.
Planteada alguna de tales excepciones, el juez debe sustanciarla, sin importar
que esté en curso una citación de evicción, que en nada afecta el trámite de las
excepciones previas interpuestas.
No existiría problema alguno, si se tratara de un proceso sumarísimo, pues allí
no pueden oponerse excepciones de previo y especial pronunciamiento —cfr.
art. 498 CPCC, con lo que esta excepción no rige y sí sigue siendo de aplicación
la regla general, que produce la suspensión del procedimiento hasta que fenezca
el término acordado al citante para traer a juicio al citado.
Un inconveniente que puede darse en el Código Procesal de la Pcia. de Buenos
Aires, donde sigue vigente el proceso sumario, es que dado que en este
procedimiento las excepciones previas deben oponerse con el responde de la
demanda, por lo que el citante podría ser obligado a contestar la demanda sin
saber que va a responder quien puede —y debiera— hacer causa común con él
para defender la validez de la enajenación y adquisición de la cosa.
c) La imposición de la carga de activar las diligencias necesarias para el
conocimiento del citado, sobre el citante o evicto.
Por último, si el interés es la medida de la actuación procesal, el ejercicio de esa
acción debe reflejar ese interés, por lo que quien se beneficia con la citación es
quien debe instarla y llevarla adelante, lo que es obvio, pues para el actor resulta
indiferente si el citado comparece o no, ya que ello no afecta la secuela regular del
juicio que él iniciara.
COMENTARIO
COMENTARIO
COMENTARIO
ACCIÓN SUBROGATORIA
Procedencia
Art. 111 — El ejercicio de la acción subrogatoria que prevé el art. 1196
del Cód. Civil no requerirá autorización judicial previa y se ajustará al
trámite que prescriben los artículos siguientes.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
Pero, más allá de los convencionalismos, ¿se trata de una verdadera acción?
Una cosa es el mecanismo subrogatorio que esta norma recepta o acoge y otra la
naturaleza de esa herramienta, que claramente no es la de una acción, sino la de
una legitimación sustitutiva en cabeza de un tercero interesado, el acreedor de un
deudor reticente.
9. La "inherencia personal"
El art. 1196 Cód. Civil excluye del ejercicio de la acción subrogatoria a los
derechos "que sean inherentes a su persona", lo que amerita el tratamiento del
concepto jurídico indeterminado de "inherencia personal".
Dado que la "acción subrogatoria" tiene un objeto típicamente patrimonial, el
art. 1196 Cód. Civil—al igual que el art. 1111 Cód. Civil español— plantea la
exclusión de los derechos inherentes a la persona del deudor.
Citación
Art. 112 — Antes de conferirse traslado al demandado, se citará al
deudor por el plazo de diez días, durante el cual éste podrá:
1. Formular oposición, fundada en que ya ha interpuesto la demanda o
en la manifiesta improcedencia de la subrogación.
2. Interponer la demanda, en cuyo caso se le considerará como actor y
el juicio proseguirá con el demandado.
En este último supuesto, así como cuando el deudor hubiese ejercido
la acción con anterioridad, el acreedor podrá intervenir en el proceso en
la calidad prescripta por el 1er. apart. del art. 91.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
COMENTARIO
4. Plazo de la citación
El plazo de la citación al deudor subrogado es de diez días, cualquiera sea el
plazo de traslado de la demanda que se ha instaurado en su nombre, plazo del
que la citación es independiente o autónoma.
También dicho plazo es independiente de quien sea el demandado, de si lo es
un organismo público, la Nación, una provincia o una municipalidad y también de
si en el plazo de traslado de la demanda existe una ampliación por razón de la
distancia.
Se trata de un plazo especial, que no es influido por ninguna de las
circunstancias apuntadas, como así tampoco se interrumpe ni se suspende.
Sí entiendo que le es aplicable el plazo de cargo, del art. 124 in fine CPCC,
dado que esa franquicia procesal rige para todo tipo de plazos; ello, en razón de
no estar abiertas las oficinas judiciales luego de finalizado su horario de atención,
hasta la medianoche que sería cuando según el Código Civil vencerían los plazos
respectivos.
8. Costas
El tema de las costas es una cuestión problemática, sobre todo si el deudor
decide iniciar otro expediente, haciendo caer la acción subrogatoria intentada. No
está claro en este caso quién carga con las costas.
Creo que hay que aplicar los parámetros generales en materia de imposición de
costas. En tal situación, si la acción subrogatoria intentada por el acreedor reunía
los requisitos para prosperar y se frustró por una actitud del deudor lindante con lo
malicioso o al menos, que implica un cambio abrupto de actuación, pasando de la
abulia a la hiperactividad, él debe ser quien cargue con las costas de la frustrada
acción, cuya actuación tardía vació de contenido. Pareciera que esa solución es
compatible con la que se plica a los allanamientos.
También ha de cargar con las costas el deudor si ha opuesto al progreso de la
acción subrogatoria una alegación injustificada, improcedente o carente de
prueba.
Lo mismo, si el deudor ha sido reticente, negligente o torpe en la defensa de su
crédito, generando la intervención de un tercero, que ninguna relación tenía con la
relación obligatoria, pero que tuvo que intervenir en defensa del derecho
sustancial en ella involucrado, para evitar la pérdida del mismo por inercia de su
titular.
En cambio, será el acreedor subrogante quien cargará con las costas, si su
presentación no reunía los requisitos para prosperar, si pretendió entrometerse en
la relación obligacional, sin que existiera base para ello en la conducta del deudor
o si existiera algún otro motivo que a juicio del juez llevara a imponerle las costas.
COMENTARIO
Es esta una norma residual. Está pensada para el caso de que el deudor no
ejercite ninguno de los derechos que le acuerda el art. 112, lo cual es bastante
difícil, ya que si es citado, se produce una especie de constitución en mora de
alcance procesal, a partir de la cual la inercia del deudor o su reticencia para
ejercer los derechos que tenía, le producirá, al menos, la condena en costas, a lo
que razonablemente, de prosperar la subrogación, le quitará sin beneficio alguno
derechos que bien pudo ejercitar por sí, logrando por lo menos ahorrarse las
costas, que según el valor de los bienes ingresados a su patrimonio, pueden ser
cuantiosas.
Si el deudor, pese a todo ello decidiera no ejercer los derechos que le acuerda
el art. 112, esta norma lo faculta para intervenir en el proceso en la calidad
prescripta por el 2º apart. del art. 91, es decir que puede presentarse en la causa
sin realizar petición alguna por sí, actuando como litisconsorte de la parte
principal, teniendo sus mismas facultades procesales.
Claro que en cualquiera y todos los casos, el deudor podrá ser llamado a
absolver posiciones y reconocer documentos, lo cual es lógico, porque esos
deberes los tiene por presentarse en el proceso y no por ejercer o no sus
derechos en él.
La negativa a absolver posiciones y la negativa a reconocer o desconocer
documentos tendrán los efectos que tienen estas actitudes o conductas para
cualquier parte en un proceso, esto es, en el caso de incomparecencia a declarar
a la audiencia fijada, o si se rehusare responder o se respondiere de una manera
evasiva, el juez, al sentenciar, lo tendrá por confeso sobre los hechos personales,
teniendo en cuenta las circunstancias de la causa y las demás pruebas producidas
(art. 415 CPCC Buenos Aires).
No somos de los que tienen ante la confesión ficta los remilgos que muchos
jueces supuestamente bienhechores esgrimen(117) .
El legislador ha marcado una clara tendencia en el art. 415 CPCC y si no se
está de acuerdo con ella, la norma deberá ser cambiada, pero no aplicarla bajo
excusas pueriles y subterfugios aparece como una deslealtad hacia el mandato
normativo, que el juez debe seguir, excepto que lo declare inconstitucional, lo que
es última ratio del ordenamiento y no puede hacerse con la alegría que uno
aprecia en muchos jueces "progresistas", por llamarlos de algún modo y, dejando
bien claro que ese "progresismo" encubre muchas veces una ideología antisocial y
otras una ignorancia supina del derecho.
En cuanto a la negativa a reconocer documentos, como toda parte en un
proceso tiene la carga de reconocer o desconocer los documentos que se le
atribuyen, bien ha dicho Arazi que "la sanción para el supuesto de que no haya
una respuesta categórica acerca de los documentos es más grave que la referente
a la admisión o negativa de ciertos hechos, ya que el juez debe tenerlos por
reconocidos o recibidos. Este efecto concuerda con el art. 1031 del Código Civil,
según el cual todo aquel contra quien se presente un instrumento firmado por él
está obligado a declarar si la firma es o no suya"(118) .
En lo tocante al subrogante, éste carga con la misma faena probatoria que
hubiera pesado sobre el deudor subrogado, aunque tiene algunos recortes en su
actuación, como que no puede confesar en nombre de su subrogado, ya que no
es ni representante ni mandatario ni apoderado de éste.
En cuanto al demandado, éste puede oponer al progreso de la acción todas las
excepciones y defensas de que disponía contra su acreedor —como no podía ser
de otra manera — ya que la acción no muta, sino que sólo cambia el legitimado
para llevarla adelante.
En cuanto a la reconvención, la cuestión cambia, ya que de admitirse, se estaría
permitiendo que se lleve adelante un juicio en contra del subrogado, sin su
intervención, y sin representación de apoderado o mandatario o el defensor oficial,
lo que implicaría vulnerar su derecho de defensa.
Ergo, el demandado por el subrogante no puede reconvenir al acreedor, ya que
esta variación implicaría desnaturalizar una acción de suyo excepcional y de
interpretación restrictiva, para ordinarizarla y convertirla en un debate llevado
adelante con un ausente esencial, el legitimado original, quien puede perder
derechos suyos de importancia, sin contar con las garantías de defensa que son
consustanciales a una litis. Admitir la reconvención en estas litis sería llevar
demasiado lejos una legitimación asaz excepcional, como es la del acreedor
subrogante.
En cuanto a la prueba, el demandado debe defenderse como lo haría contra su
acreedor original, cargando con la misma carga probatoria que contra él tendría y
pudiendo utilizar todos los medios de prueba de que hubiere podido valerse en
contra del subrogado.
En cuanto al rol procesal del subrogante se ha dicho que quien se subroga en
los derechos del primitivo acreedor es un verdadero sucesor particular de éste y
en el pleito que promueve ocupa el lugar procesal que él hubiera ocupado de no
haberse operado la transferencia de derecho y acción, de donde se sigue que,
sustitución procesal mediante —tal la naturaleza de la acción subrogatoria, el
titular de la acción ha estado en la litis y si la defensa de su culpa fue opuesta en
ella, la misma debía ser decidida(119) .
Y en lo tocante a las defensas admisibles por el demandado, se indicó que la
subrogación provoca que le sean transferidos "ministerio legis" al subrogante el
derecho y la acción que correspondían al subrogado, en la extensión y
condiciones que aquél los tenía (arg. art. 3270 Cód. Civil). La acción ejercida por
el subrogante es la misma que le asistía al subrogado y el tercero sujeto pasivo de
ella puede entonces oponerle al asegurador todas las defensas que contra el
asegurado tenía, entre las que se encuentra la de "culpa" de la víctima. Ergo, es
inexacto que en una causa promovida por un subrogante no pueda indagarse
sobre la culpa del subrogado por no haber intervenido en el proceso el
subrogado(120) .
Efectos de la sentencia
Art. 114 — La sentencia hará cosa juzgada en favor o en contra del
deudor citado, haya o no comparecido.
ANOTACIÓN JURISPRUDENCIAL
La solución adoptada por este artículo es más que razonable, pues, al haber
sido citado a la litis, la decisión que tome el deudor —sea de comparecer al pleito
o de no hacerlo— amerita que la sentencia dictada en la liza lo alcance. Ello pues
si ha decidido intervenir en el proceso, ha actuado y ha tenido ocasión de hacer
las peticiones que consulten a su derecho, lo que exige que la sentencia le sea
oponible y si no ha comparecido, pese a ser convocado, no puede estar en mejor
situación que si hubiera efectivamente ingresado a la litis. Además, la decisión de
comparecer o no es imputable únicamente al deudor citado, con lo que a él habrá
de serle oponible.
Clarificada la situación del deudor ¿qué ocurre con el acreedor subrogante?
La respuesta es que la acción subrogatoria es una acción ingrata para el
acreedor que ha puesto en ejercicio las acciones y derechos de su deudor. Ello,
pues éste no adquiere derecho ni preferencia alguna sobre los bienes que haga
ingresar a la prenda común de los acreedores, en la que va a la fila a cobrar,
debiendo dejar pasar primero a los acreedores privilegiados y cobrando él según
la posición que tenía en esa masa de coacreedores.
Es por esto que, como dijimos en la nota al art. 111, es una acción extraña de
ver en nuestros foros, donde más que nada se usa para movilizar otro tipo de
ventajas, como acuerdos privados por debajo de la mesa y lejos de la mirada de
los demás acreedores o para desquitar afanes personales en contra del deudor,
porque lo que es ventajas para el acreedor quirografario que la ejercita, arroja esta
acción muy pocas.
La acción oblicua es una acción de reconstitución de solvencia, con lo cual, se
está de inicio ante un patrimonio impotente de cubrir las deudas contraídas, con lo
que la acción hace ingresar a la masa un bien, que será ejecutado de acuerdo a
las prelaciones y privilegios ordinarios, sin que la acción subrogatoria afecte ese
orden ni confiera ventaja alguna en él al acreedor subrogante, quien debe ir contra
los bienes del deudor por los procedimientos ordinarios de cobro de créditos,
pudiendo perfectamente ser pagado a prorrata, si los acreedores preferentes
fueran varios o si ejercitase alguna de las triquiñuelas que suele hacer la "liga de
compradores" en las jurisdicciones donde opera para bajar artificiosamente el
valor de los bienes subastados, los que no suelen cubrir las deudas del deudor,
pese a que se trate de importantes valores inmobiliarios.
Ergo, muchas veces el subrogante puede no cobrar su acreencia. Por ende,
esta acción suele utilizarse o bien para fines non sanctos , o bien para lograr
acuerdos privados o bien para generar importantes estipendios para abogados
litigantes.