La Sombra Del Galileo - Theissen

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 173

Theissen, Gerd. La sombra del Galileo.

Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

LA SOMBRA DEL
GALILEO

Las investigaciones históricas sobre Jesús


traducidas a un relato

Undécima edición
Ediciones Sígueme
Salamanca
2004

1
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

CONTENIDO

A manera de prólogo
1. El interrogatorio
2. El chantaje
3. La decisión de Andrés
4. La misión de hacer averiguaciones
5. La comunidad del desierto
6. Un asesinato y su análisis
7. Jesús – ¿peligro para la seguridad?
8. Indagaciones en Nazareth
9. En las cuevas de Arbela
10. El terror y el amor a los enemigos
11. Conflicto en Cafarnaúm
12. Personas en la frontera
13. Una mujer protesta
14. Informe sobre Jesús o: encubro a Jesús
15. Reforma del Templo y reforma social
16. El miedo de Pilato
17. ¿Quién fue culpable?
18. El sueño del Hombre
A manera de epílogo
Apéndice: Las fuentes más importantes sobre Jesús y su época

2
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

A MANERA DE PRÓLOGO

Al Sr. Profesor Kratzinger.


Muy estimado compañero en el profesorado:
Muchas gracias por su carta. Son ciertos los rumores que han llegado hasta usted.
Estoy escribiendo un relato sobre Jesús. Usted me conmina a no publicar la obra
jamás. Tiene usted miedo a que yo ponga en entredicho mi reputación de científico, y
le origina a usted serios cuidados el prestigio de la exégesis del nuevo testamento. Sus
preocupaciones estarían justificadas, si yo tratara de escribir una de esas novelas
acerca de Jesús, en las que la imaginación pinta y da colorido a lo que no aparece en
las fuentes históricas, y en donde la verdad histórica se sacrifica para conseguir efectos
literarios. A mí me arredra mucho escribir sobre Jesús alguna cosa que no se base en
las fuentes. En mis relatos sobre Jesús no hay nada que yo no haya enseñado también
en la universidad.
Eso sí: el marco de la acción es inventado. Su personaje principal. Andrés, no vivió
nunca. Pero podría haber vivido en tiempo de Jesús. En los relatos sobre ese personaje
se han manejado muchas fuentes históricas. Las experiencias de este personaje visual
izan lo que las personas de entonces debieron de experimentar constantemente en
Palestina.
Me preguntará usted: ¿se dará cuenta el lector de esta trama en que se entretejen la
ficción y la realidad? ¿Distinguirá lo que es inventado de lo que es verídico? Pues
bien, para facilitar esta distinción, he puesto notas constantemente. Y en ellas cito las
fuentes en que me baso. Claro está que el lector podrá saltarse, siempre que quiera las
notas.
Quiere usted saber qué es lo que me propongo al escribir una obra así. En el fondo,
sólo una cosa: desearía ofrecer, en forma de narración, una imagen de Jesús y de su
época: una imagen que respondiera al estado actual de las investigaciones y que fuera
comprensible, además, para nuestros días. El relato está plasmado de tal forma, que no
sólo se presenta el resultado de las investigaciones, sino también el proceso que han
seguido las mismas. He escogido la forma narrativa para hacer accesibles al lector, que
no puede meterse en estudios históricos, los conocimientos y argumentos de la ciencia.
Permítame que le envíe copia del primer capítulo de mi obra. Dígame, por favor, qué
le parece ¡Me alegraría tanto que usted, después de leerlo, hiciera una valoración
positiva de lo que me propongo!
Disponga de su servidor y amigo:
Gerd Theissen

3
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

1
EL INTERROGATORIO

La celda era oscura. Hace muy poco, la gente me empujaba y atropellaba por el
pánico. Ahora estaba solo. Me estallaba la cabeza. Me dolían todos mis miembros. Los
soldados, al principio, asistían indiferentes a la manifestación. Incluso tomaban parte
en ella. Y gritaban con los demás. Nadie sospechaba que eran agentes provocadores,
hasta que sacaron las porras que llevaban escondidas, y comenzaron a apalearmos. La
mayoría de los manifestantes se dispersaron huyendo. Algunos murieron pisoteados.
Otros eran golpeados brutalmente por soldados provocadores.
Yo no tenía ninguna razón para huir. Pasaba casualmente por allí, en compañía
de Timón y Malco. No me interesaba la manifestación. Sólo quería ver a Barrabás, a
quien había descubierto entre los manifestantes. Me dirigía precisamente hacia él,
cuando estalló el pánico. Todo fue confusión, gritos, golpes de porras, silbidos y
atropellos. Cuando recobré la lucidez, estaba preso. Timón también. ¿Habría escapado
Malco?
Estaba sentado en cuclillas en medio de la oscuridad. Me dolía todo el cuerpo.
No sólo me dolían los golpes y me marcaban las cadenas. Lo que convulsionaba mis
miembros era algo más: era la humillación sufrida por una violencia brutal. Era el
miedo a más humillaciones, a las que estaba expuesto sin poderme defender.
Un soldado hacía guardia afuera, paseándose. Oí voces. Abrían la puerta. Me
arrastraron encadenado para el interrogatorio. Me llevaban a alguna parte de la sede
del prefecto romano. Frente a mí estaba sentado un oficial, Un secretario tomaba nota
de las declaraciones.
-¿Hablas griego? -fue la primera pregunta.
-Entre nosotros, todos los que tienen un poco de cultura saben griego
-respondí.
El hombre que me interrogaba tenía facciones finas. Sus ojos me miraban
penetrantes. En otras circunstancias, me habría caído simpático quizás.
-¿Cómo te llamas?
-Andrés, hijo de Juan.
-¿De dónde eres?
-De Séforis en Galilea.
-¿Profesión?
- Comerciante de frutas y cereales.
El oficial hizo una pausa y aguardó a que el secretario lo hubiera anotado todo
con su pluma que rascaba el papel.
-¿Qué estás haciendo en Jerusalén? -siguió interrogándome. -Vine a la fiesta de
Pentecostés.
Levantó la mirada y me miró fijamente a los ojos: -¿Por qué participaste en la
manifestación contra Pilato?
-Yo no era uno de los manifestantes. Me vi metido por casualidad en la
manifestación.

4
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

¿Debiera haber añadido que reconocí entre los manifestantes a un viejo


conocido? ¡Ni hablar! Barrabás era muy conocido por su odio a los romanos. Su
nombre estaba en todos los ficheros de la policía, ¡Que no me relacionaran con él!
-¿Aseguras que no gritabas tú también: "Nada de dinero para Pilato"?
-No tengo idea siquiera de qué se trata -mentí.
El funcionario se sonrió con incredulidad. Todo el que estaba en Jerusalén
sabía perfectamente que se trataba del dinero que Pilato quería tomar de las arcas del
Templo para construir un nuevo acueducto para abastecer de agua a Jerusalén1.
-Sabes perfectamente que hay que mantenerse alejado de esas manifestaciones.
-Nadie iba armado. Todo transcurría pacíficamente hasta que los soldados
intervinieron -respondí con precipitación.
-Pero la manifestación iba contra nosotros, los romanos. Un acto así es ya
sospechoso. ¿No te habías mezclado nunca en enfrentamientos entre judíos y no
judíos? ¿No te conocemos ya?
-¿Qué enfrentamientos?
-Me refiero a los conflictos que hay en nuestras ciudades y en los que
alborotadores de tu edad hacen de las suyas. Todo comienza con algaradas idiotas y
termina en batallas campales como en Galilea2.
-Mi ciudad natal, Séforis, es tranquila. La mayoría de los habitantes son judíos,
pero tienen formación helenística.
-¿Séforis dices? ¿No hubo también alborotos en Séforis? ¿Pues qué pasó a la
muerte de Herodes? ¡Vuestra ciudad es verdadero nido de terroristas3! -me vociferó
súbitamente.
-Eso no es verdad. Hace 33 años hubo en toda Palestina un levantamiento
contra los romanos y contra los partidarios de Herodes. Los rebeldes, mediante un
golpe de mano, se apoderaron de nuestra ciudad y obligaron a sus habitantes a luchar
contra los romanos. La ciudad lo pagó bien caro. El general romano Quintilio Varo
envió tropas contra ellos, conquistó la ciudad, la arrasó, y a sus habitantes los mató o
los vendió como esclavos. ¡Fue una terrible catástrofe para nuestra ciudad!

1
Véase Josefo. bell 2.175-177 (II,9,A): «Algún tiempo después él (= Pilato) dio ocasión a
nuevos alborotos porque gastaba del tesoro del templo, llamado «corbán», para una conducción de
aguas… La multitud estaba encolerizada por este motivo, y cuando Pilato llegó a Jerusalén, un gran
gentío se apiñó gritando y lanzando insultos en torno a la sede del tribunal romano. Pilato sospechaba
ya que se iba a producir ese alboroto entre judíos que hizo que se mezclaran entre la multitud algunos
soldados armados pero disfrazados de civiles. Les mandó que no hicieran uso de las espadas, pero
aporrearan a los manifestantes. En cuanto se dio, desde la sede del tribunal, la señal convenida, los
soldados empezaron a apalear a la multitud. Muchos judíos sucumbieron a los golpes. Otros, en la
huida. fueron pisoteados por su propia gente. Horrorizado por lo que había sucedido a los muertos. el
pueblo enmudeció».
2
Josefo informa que en Cesarea hubo tumultos poco antes de estallar la Guerra Judía, es decir,
el año 66 de nuestra era (Jos. bell 2,284-292 = II,14,4s). La ciudad había sido fundada por un judío,
Herodes. Pero éste había dotado a Cesarea de templos paganos, hecho por el cua1 los no judíos
rcelal11eban tener también derecho a aquella ciudad. El conflicto en torno a los derechos de ciudadanía
se encuentra ya atestiguado en los años cincuenta (véase bell 2,266-270 = III,13,7), pero debió de
originarse mucho antes.
3
Sobre la insurrección en Séforis véase Jos. bell 2.56 (11.-1.1): sobre la destrucción de la
ciudad y la esclavización de sus habitantes por Quintilio Varo, véase bell 2.68 (II,5,1).

5
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

¿Cómo podría yo apartarle de ese tema? No todos fueron muertos entonces o


convertidos en esclavos. Algunos lograron escapar. Entre ellos estaba el padre de
Barrabás. Barrabás me lo había contado muchas veces. ¿Estarían sometiéndome a
interrogatorio por mi relación con él? Pero ¿qué sabían ellos de nuestra amistad? En
todo caso, tendré que desviar la atención de todo lo que tenga que ver con Barrabás.
Insistí de nuevo.
-Todos los habitantes de Séforis tuvieron que pagar bien caro aquella
insurrección. El destino no tardó tampoco en caer sobre Varo: Poco después fue
muerto en Germania. Cayó él y tres legiones.
-¡Bien contentos que se pusieron los de Séforis! -la voz del oficial seguía
sonando amenazadora.
-De aquello no podía ya nadie alegrarse. Todos estaban muertos o habían sido
vendidos como esclavos. ¡La ciudad era un montón de ruinas! Fue edificada por
Herodes Antipas, hijo del otro Herodes. Asentó en la ciudad a partidarios de Roma.
También mi padre llegó a Séforis por aquel entonces. Somos una ciudad nueva.
¡Pregunta a los galileos de nuestro entorno! Nuestra ciudad es considerada como
amiga de los romanos. ¡Y yo he nacido en esa nueva Séforis!4
-Todo eso lo vamos a comprobar. Otra pregunta más: ¿Qué posición ocupa tu
familia en la ciudad?
-Mi padre es decurión [(Del lat. decurĭo, -ōnis). m. Jefe de una decuria5. || 2. En
las colonias o municipios romanos, individuo de la corporación que los gobernaba, a
modo de los senadores de Roma] miembro del consejo.
Nuestra ciudad estaba organizada a la manera griega. Había una asamblea
ciudadana, un consejo, elecciones y funcionarios municipales. Me referí a ello con
toda intención. Yo sabía que los romanos apoyaban a las ciudades constituidas en
repúblicas, y a los ciudadanos acomodados que vivían en ellas.
-Tu padre debe ser rico si es uno de los decuriones de Séforis. ¿Qué profesión
tiene?
-Comerciante en cereales, lo mismo que yo.
-¿Y dónde comercia?
-Galilea abastece de productos agrícolas a las ciudades de la costa
mediterránea: Cesarea, Dor, Tolemaida, Tiro y Sidón. También he provisto de cereales
a las cohortes romanas de Galilea.
-Eso se puede comprobar fácilmente. ¿Tenéis relaciones comerciales con
Herodes Antipas?
-¡Claro que sí! Suyas son las más extensas propiedades de Galilea. Herodes
Antipas tuvo anteriormente su residencia en Séforis. Yo me relaciono a menudo con
sus administradores.
Observo cómo el oficial encargado de la investigación escucha con interés el
tema de «Herodes Antipas».
-¿Qué piensan de Herodes Antipas los de Séforis?

4
Durante la Guerra Judía. Séforis -en contraste con casi toda Galilea- adoptó una postura
prorromana: véase Jos. vita 346 (= 65).
5
[decuria: cada una de las diez porciones en que se dividía la antigua curia romana]

6
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

-En la ciudad puede confiar en nosotros. Pero en el campo sigue habiendo


reservas contra los partidarios de Herodes.
El oficial tomó en sus manos un escrito. Le echó una rápida ojeada. Me miró
de manera inquisidora. Prosiguió:
-Aquí tengo por escrito la declaración de vuestro esclavo Timón. Las cosas
suenan un poco diferentes. ¿Afirmas realmente que sois fieles partidarios de Herodes
Antipas?
Me estremecí. ¡Habían interrogado a Timón! Con los esclavos el interrogatorio
se hacía aplicando torturas. Timón debió de contar sobre mí y sobre mi familia todo lo
imaginable. Me di cuenta de que me subía la sangre a la cabeza. Temblaba todo mi
cuerpo.
-¡Venga habla ya! ¿Qué tenéis contra Herodes Antipas?
-Nosotros apoyamos su legitimidad. Todas las personas de prestigio en Séforis
y Tiberíades la apoyan -dije con encarecimiento.
-¿Y por qué en casa os burlas de él?
-¿Qué?
-Vuestro esclavo dice: le llamáis rey degradado, caña que se inclina al viento,
zorro astuto.
Solté la carcajada con alivio.
-El debía ser, algún día, el sucesor del rey Herodes. Pero Herodes modificó
varias veces su testamento. Antipas no heredó ni la dignidad real ni el reino. Ni
siquiera la mejor y más grande porción del mismo. Sino una cuarta parte de su
extensión: Galilea y Perea.
-¡Y sueña ahora con poseer algún día todo el reino! -De repente todo se quedó
en silencio. Hasta el secretario había dejado de escribir y me miraba.
-Tal vez. De todos modos, él acarició una vez esa idea -respondí.
-¿Y qué quiere decir eso de que es una caña que se inclina con el viento?
Tuve la sensación tranquilizadora de que Antipas había llegado a ser más
importante que yo, ¿Querría el funcionario recoger informaciones sobre él? Con un
poco más de confianza, proseguí:
-Lo de la "caña que se inclina con el viento" es una manera de hablar. Cuando
Antipas, hace diez años, trasladó su sede de gobierno de nuestra ciudad a Tiberíades,
ciudad que él había fundado en honor del emperador, hubo críticas, Como es lógico,
los de Séforis no nos sentíamos muy felices con ese traslado de la sede. En una ciudad
que es sede de gobierno, se hacen mejores negocios que en provincias. Por eso, en
Séforis se criticó mucho a Antipas.
-¿Y qué tiene que ver eso con la "caña que se inclina con el viento"?
-Pues su origen fue el siguiente. Antipas mandó acuñar monedas en la nueva
sede de su gobierno. De ordinario, las monedas llevan la efigie de los príncipes. Pero
eso está prohibido por la ley de los judíos, que no permite representar la imagen de
personas o de animales. Por ello, Antipas eligió para las monedas un motivo inocuo,
algo que caracterizaba a su nueva sede de gobierno a orillas del Mar de Galilea: una
caña, una caña que se inclina al viento. Y esta imagen se halla representada en las
primeras monedas acuñadas por él, en el lado de la moneda donde va de ordinario una

7
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

efigie. Por eso la gente hace chanza y le llaman "caña que se inclina con el viento".
Eso es todo.6
-¿A qué vientos se inclina Antipas?
-Pues unas veces a los que soplan de Séforis y otras a los que soplan de
Tiberíades.
-¿Y se agita sólo entre dos ciudades?
-Bueno, a veces también entre mujeres.
-¿Te refieres a los amores con Herodías?
-Sí, se balanceó entre su primera mujer, la princesa nabatea y Herodías.
-¿Y no se inclina también unas veces a los nabateos y otras a Roma? Es
indudable que estuvo casado con una hija del rey de los nabateos.
¡Ya lo sé!, me dije tranquilizándome para mis adentros. ¡Ya sé por qué a los
romanos les preocupan las vacilaciones de Antipas! Afirmé tranquilamente, y era la
verdad:
-¡No! Antipas lo mismo que su padre Herodes es absolutamente prorromano.
-Pero ¿cómo se compagina eso con lo de ser judío estricto? ¡Rechaza las
imágenes como acabas de decir!
-Lo hacen así todos los judíos.
-¿De veras? Vuestro esclavo Timón nos contaba que en una habitación retirada
de vuestra casa hay un ídolo.
-Se trata de una estatua que nos regaló un comerciante amigo, que es pagano.
No quisimos herirle, rechazando su regalo -contesté un poco apurado.
-¡Interesante, muy interesante! ¡En vuestras casas tenéis ídolos ocultos!
-El mismo Antipas tiene imágenes de animales en su palacio7 y como sabéis, su
hermano Filipo acuña en su moneda también al César.
-¿Qué? ¿Imágenes de animales? ¿Eso es cierto?
-Yo mismo las he visto. Están en Tiberíades, en el nuevo palacio de Antipas.
En la propia casa, las personas acomodadas son más generosas que en la vida pública,
a la hora de interpretar las leyes judías.
-Bueno, y ¿qué pasaría si se difunde entre el pueblo la noticia de que Antipas
adora en secreto a los ídolos? ¡Y algunos de Séforis no son mucho mejores que él!
-Las imágenes no son ídolos. Las imágenes fueron hechas por artesanos. Son
cosas como todas las demás. Por consiguiente, el que una «cosa» así esté en nuestra
casa, no significa que demos culto a los ídolos.
-No lo entiendo. Todos veneran a los dioses por medio de estatuas.

6
Las monedas de la fundación de Tiberíades llevan representada la caña como signo de
Herodes Antipas.

7
Las imágenes de animales que había en el palacio de Herodes Antipas fueron destruidas por
los rebeldes al comienzo de la Guerra Judía. Eran un escándalo manifiesto: a Josefo le habían dado en
Jerusalén el encargo de retirarlas. Pero al llegar a Tiberíades, se habían adelantado ya a él otros grupos
de rebeldes (Jos. vita 65s = 12)

8
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

- Nosotros no adoraremos nunca lo que han hecho los hombres. Dios es


invisible. No podemos representarlo en una imagen.
Hubo un instante de silencio. El oficial me miraba pensativo. ¿No era una
estupidez en mi situación acentuar aquello que nos separa a los judíos de todos los
demás pueblos -incluso de aquel oficial romano que tenía delante de mis ojos? Por fin
dijo serenamente:
-He oído la siguiente historia sobre cómo se llamó a ese Dios sin imágenes:
Hace ya mucho tiempo hubo una epidemia en Egipto. El Faraón consultó al oráculo
del dios Amón y recibió la respuesta de que debía limpiar el país de vosotros los
judíos, aborrecidos por el dios. Todos los judíos de Egipto fueron expulsados al
desierto, donde quedarían abandonados a su suerte. La mayoría de ellos,
desmoralizados, vagaban por el desierto. Pero entonces uno de vosotros, llamado
Moisés, les exhortó a no confiar en la intervención de los dioses o en la ayuda de otros
hombres. Era evidente que habían sido abandonados por los dioses. Debían confiar en
sí mismos y sobreponerse a la desgracia en que se encontraban 8. Al oír aquella
historia, me pregunté: ¿creéis en algún dios?
¿Qué pretendía con aquella caricatura de la historia bíblica? ¿Quería
provocarme? ¿Estaba él interesado en nuestra religión? ¡No lo creo! ¿Qué debía
responderle? ¿Debía darle una respuesta vaga, indefinida? ¿Decirle algo sobre el Dios
invisible, a quien nadie es capaz de entender ni comprender, ni él ni yo? ¿El Dios a
quien nadie conoce? ¿Debía decirle algo que desviara la atención de las grandes
cuestiones? Y de repente se me ocurrió: Si me meto con él en una discusión de
principios, entonces desviaré definitivamente su atención de Barrabás. Me atreví a
decirle tercamente:
-Dios no es como los dioses de las naciones. El Dios invisible no está del lado
de los poderosos, sino de los marginados a quienes se expulsa al desierto.
Me di cuenta de que el oficial se sobresaltaba.
-¿Dudas de que los dioses estén del lado del Imperio Romano? ¿Cómo si no se
habría extendido tanto? ¿Cómo habría surgido de una pequeña ciudad un gran
imperio?
-Todos los pueblos piensan: Los dioses están del lado de los vencedores. Pero
nosotros sabemos: ¡El Dios invisible puede estar también del lado de los que pierden!
El oficial me miró atónito. Su voz sonaba como reprimida: -Hay algo en
vuestra fe que se rebela contra todo poder temporal. Pero también vosotros hallaréis
vuestro lugar, como todos los demás pueblos, en el Imperio Romano. Pues nuestra
tarea es dar un orden a la paz mundial, perdonar a los vencidos y dominar a los
levantiscos9, en este país y en todo el mundo.
Después de un breve silencio añadió: -Tu caso necesitará todavía un poco de
tiempo. Comprobaremos tus declaraciones y luego decidiremos si vamos a formular
contra ti una acusación.

8
7. Esta versión antesemita de la historia del éxodo, es decir, de la salida de los hebreos de
Egipto, existe en varias versiones. La que hemos citado libremente, procede de Tácito, Historias V,3.
9
11. Con estas palabras (pacique imponere morem, parcere subiectis el debelare superbos)
describe el poeta romano Virgilio (70-19 a.C) la misión del Imperio Romano en la historia universal
(Eneida VI,852s).

9
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Había terminado el interrogatorio. Me volvieron a llevar a la celda. Ahora lo


único era esperar. ¿Cuánto habría que esperar hasta que ellos hicieran sus
averiguaciones sobre mí? En realidad, sentía confianza. Yo procedía de una familia de
prestigio con buenas relaciones con los romanos. Pero había momentos de
incertidumbre: ¿Qué más declararía Timón? ¿Se callaría la boca sobre Barrabás? Lo
que es verle, no le había visto nunca. Pero en las conversaciones podría haber oído
algo de él. Si las relaciones con Barrabás quedaban en la sombra ¡no podían ocurrirle
muchas cosas! Pero no era más que una hipótesis.
Entonces tuve oscuros presentimientos. Mi destino parecía presagiar tristes
desgracias para todo nuestro pueblo. Esas tensiones entre judíos y romanos, que
habían conducido a la manifestación contra Pilato se intensificarían más y más, hasta
que se llegase a una rebelión abierta contra los romanos. Vendrían sobre nuestro país
desgracias sin cuento: las desgracias de la guerra y de la opresión 10. En comparación
con esas desgracias, la desdicha de mi encarcelamiento era bien pequeña. Pero el
consuelo era muy relativo. En la oscura mazmorra de Pilato el tiempo de la espera se
me hacía infinitamente largo. Fueron malos tiempos para mí.

10
De hecho. el nubarrón de la guerra entenebreció a menudo el país: Cuando el emperador Gayo
Calígula, en el año 40 de nuestra era, quiso erigir su estatua en el Templo, muchos judíos acudieron a
las armas. Tan sólo la muerte repentina del emperador, en enero del año 41, impidió la guerra. En el año
66 estalló una gran insurrección. Después que los rebeldes obtuvieran éxitos iniciales contra el legado
sirio Cestio Gallo, la insurrección fue aplastada en dos grandes campañas llevadas a cabo por
Vespasiano y Tito. En el año 70 se conquisó Jerusalén: en el año 73 (¿ó 74) cayó Masada, último
bastión de los rebeldes Josefo vivó aquella guerra. primeramente como general judío de parte de los
rebeldes, y después de ser hecho prisionero, del lado de los romanos. Escribió sobre ella su gran obra
De bello iudaico.

10
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Al Profesor Kratzinger.
Muy estimado Señor:
Muchas gracias por haberme dado su opinión sobre el primer capítulo. En él usted
echa de menos una huella que conduzca a Jesús. Por favor tenga un poco de paciencia.
Si describo al principio la época de Jesús, no hago más que cumplir el deber de todo
historiador. Y este contexto, en el caso de Jesús, es el mundo social y religioso del
judaísmo.
Los evangelios, en ese punto, nos transmiten una imagen unilateral. Se escribieron en
una época (aproximadamente, 70-100 de nuestra era) en que el movimiento interno de
renovación del judaísmo en torno a Jesús se había convertido en una religión distinta
ya del judaísmo y en competencia con la religión madre. Los escritos del cristianismo
ofrecen a menudo una imagen deformada del judaísmo. Por eso, el lector de la Biblia
no ve con claridad lo profundamente enraizado que Jesús estaba con el judaísmo.
Además, los evangelios sugieren que Jesús ocupó entonces el centro de la historia de
Palestina. Ahora bien, desde el punto de vista histórico, Jesús fue sólo un fenómeno
marginal. No se encuentra inmediatamente sus huellas, cuando uno estudia la Palestina
del siglo l de nuestra era. Al lector hay que transmitirle esta experiencia del
historiador. Pero yo le prometo que, en mi relato habrá muchas huellas que conduzcan
a Jesús.
Entiendo por su carta que usted formulará un juicio definitivo sobre mi obra cuando
haya leído más de ella. ¿Debo entenderlo como una invitación a que le envíe más
capítulos? Acabo de terminar el segundo.
Disponga de su servidor y amigo:
Gerd Theissen

11
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

2
EL CHANTAJE

Lo malo era que no podía hablar con nadie acerca de mi situación. ¿Quién
sabía nada de ella? ¿Sospechaban mis padres dónde me encontraba? ¿Habría
conseguido Malco llegar a casa? ¿Estaría Timón en algún otro rincón de aquel sótano
abovedado? Sombrías imágenes acudían a mi mente: ¿Cuántos judíos habían estado ya
encarcelados aquí? ¿Cuántos habían sido torturados? ¿Cuántos habían muerto?
¿Cuántos habían desaparecido, sin más?
En aquel agujero donde no penetraba el sol y donde no se oía ningún ruido fuera de
las pisadas de los centinelas, se perdía toda noción de tiempo. Aquella celda era como
un ataúd en el que me hubieran encerrado en vida. Había angustias de muerte en aquel
aire sofocante. Desesperado oré así:
«Señor Dios Mío hazme justicia.
porque soy inocente.
Confié en tí.
Examíname.
ponme a prueba.
Tú me conoces mejor de lo que yo me conozco a mí mismo.
Defiéndeme ante su tribunal
contra falsas acusaciones y calumnias.
¡Defiéndeme de las intrigas de su policía secreta!
No tengo complicidad con los poderosos.
Desprecio
a quienes desprecian la vida de los hombres,
y la tratan como inmundicia,
a quiénes nos arrojan a la cárcel
y nos humillan y maltratan.
¡No permitas que perezca a sus manos!
Por medio de la corrupción acumulan riquezas,
por medio del chantaje ejercen su poder.
El que lo critica, desaparece en sus mazmorras.
Al que se levanta, lo eliminan.
Dios mío, haz que vea nuevamente tu Casa,
donde habita tu gloria.
Rescátame de las manos de estos bandidos.
Y yo te alabaré y te ensalzaré
en medio de la comunidad»11

11
La oración recoge motivos del salmo 26.

12
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Contaba los días por las escasas raciones de alimento que me echaban.
Transcurrió la primera semana. Nada. Transcurrió la segunda semana. Me pareció un
año. Finalmente, durante la tercera semana vinieron a buscarme.
¿Iban a dejarme en libertad? Concebí ciertas esperanzas. Primero me llevaron
por un laberinto de pasillos. Después me empujaron a una habitación más amplia. Me
cegaba la luz que entraba por las ventanas. Poco a poco reconocí los detalles. Ante mí
había un tribunal, elevado sobre una tarima. A la mesa del tribunal estaba sentado un
hombre de baja estatura, Llevaba lujosa toga blanca con franjas de púrpura. En su
mano brillaba un anillo de oro: señal de que era un caballero romano. El soldado que
me había conducido hasta allí susurró a mi oído: El Prefecto, era, por tanto, Poncio
Pilato, prefecto de Judea y Samaria.12
En primer lugar, un interrogatorio. Aquí se iba a decidir mi caso. ¡Ojalá no se
hubiera enterado de lo de Barrabás!
Pilato, al entrar yo, leía un rollo. A su izquierda y a su derecha había dos
soldados de su guardia personal. Un secretario tomaba nota. Sin alzar la mirada,
comenzó Pilato:
-Andrés, hijo de Juan, he leído el acta del interrogatorio. Tú afirmas que por
casualidad te viste metido en la manifestación contra mí. Entretanto hemos conseguido
informaciones sobre ti.
Nos hemos enterado de muchísimas cosas. ¿Por qué no nos dijiste cosas
importantes?
-No tengo ni idea de qué puede ser eso tan importante -dije con vacilación.
-Cosas importantes.
Me miró impasible y prosiguió con voz monótona:
-Falta algo en los datos sobre tu vida que nos has dado.
-No sé qué más cosas pudieran interesar a las autoridades romanas.
-¿Dónde estuviste, al terminar tus estudios en el gimnasio?13
¡Ah, conque era eso! Alguien me aconsejó una vez: A la policía hay que
decirle la verdad, pero en la menor dosis posible. Así que dije:
-Estuve en el desierto con un asceta, un tal Bannos, durante un año.
-¡Ya! Y practicaste la ascética ¿y nada más?
-Quería hallar el camino hacia la verdadera vida. Estudié la ley de nuestro
Dios.

12
Una inscripción de Pilato. encontrada en Cesarea. indica que su jerarquí fue la de «prefecto» y
no la de «procurador». En ambas jerarquías encontramos a menudo representantes del estado de los
«caballeros» (equites). Era «caballero» todo aquel ciudadano que poseía 400.000 sestercios de fortuna.
Por encima de los caballeros estaban los senadores. que debían tener -como mínimo- una fortuna de
1.000.000 de sestercios. Estos datos son válidos para el siglo I de nuestra era.

13
Los gimnasios son escuelas griegas. Existían en todas las ciudades helenísticas de Palestina.
En Tolemaida el rey Herodes el Grande había construido el gimnasio (bell 1,422 = I,21,11). En cuanto a
Séforis. sospechamos únicamente que existía un gimnasio. De todos modos, la ciudad poseía (quizás
más tarde) un teatro y, por consiguiente, una institución íntimamente relacionada con la cultura griega.
En el judaísmo hubo ya con seguridad, en aquella época. escuelas de la Torá. El sumo sacerdote, hijo de
Gamaliel, llevó a cabo. probablemente en los años 63/65. una reforma del sistema judío de enseñanza.

13
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

-¿Por qué te callaste eso?


-¿Por qué iba a hablar de ese año? Fue un asunto puramente religioso.
-Ese «asunto puramente religioso» permite también otras interpretaciones. En
primer lugar: Desapareciste durante un año para unirte a los guerrilleros de la
resistencia. En segundo lugar: Te detuvieron en una manifestación contra el prefecto
romano. En tercer lugar: Esa manifestación estuvo organizada por agitadores
clandestinos.
-¿Y yo soy uno de esos organizadores clandestinos? ¡Absurdo!
-Pues sí. Es muy posible.
-Estuve en el desierto para meditar en la soledad. No todo el que se aparta
durante algún tiempo de la vida ordinaria es un agitador ni un terrorista. Yo estoy a
favor de la paz.
-Pero pasaste por alto tu permanencia en el desierto. Y eso da que sospechar.
Comencé a sudar. Los pelos se adherían a mi frente. Mis ropas apestaban.
Hacía tres semanas que no me mudaba. No me habían permitido lavarme. Mi
apariencia exterior debía de ser la de un vagabundo. Pero también dentro de mí, todo
era confusión. Es verdad que, como muchos otros, había ido al desierto por razones
religiosas, a fin de meditar sobre la vida en la soledad de un oasis, y para preguntarme
qué es lo que Dios quería de mí.14 Pero allí conocí también a Barrabás. ¿Lo sabría
Pilato? Pero éste se limitó a repetir:
-¡Todo eso es muy sospechoso!
-Todo es sospechoso, cuando se mira con ojos desconfiados.
Yo me vi metido por casualidad en una manifestación. Tengo la conciencia
tranquila. Por eso, no eché a correr corno todos los demás -dije encarecidamente.
Pilato seguía tan impasible. ¿.Qué quería de mí?
-Podría hacer que te juzgaran -dijo después de un breve silencio.
-¡La sentencia será absolutoria!
-Tal vez. Pero podría enviarte a Roma, para que allí siguieran investigando.
-Pues allí también me absolverían.
-Eso durará dos años. ¡Tendrás que contar con dos años de cárcel!
Me miró, sonriendo muy significativamente.
¿A dónde quería ir a parar? No podía enviar a Roma a todos los sospechosos.
Tendría que haber embarcado para Roma a media Palestina. Por otra parte, estaba bien
claro que el prefecto podía perjudicarme independientemente de que me declarasen
culpable. Pilato prosiguió:

14
Josefo mismo nos sirve de ejemplo de cómo los hijos de familias acomodadas se retiraban al
desierto para estudios religiosos. Josefo cuenta en su «biografía» que él después de estudiar diferentes
tendencias religiosas dentro del judaísmo, y al sentirse descontento de ellas, se retiró durante tres años
para aprender junto a un eremita del desierto que se llamaba Bannos y que se alimentaba de plantas
silvestrds y con frecuencia realizaba abluciones de carácter religioso (seguramente en el Jordán) (Jos.
vita 11s = 2).

14
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

-Te voy a hacer una buena oferta. Quedarás libre inmediatamente, si te declaras
dispuesto a facilitarnos datos sobre ciertos movimientos religiosos del país.
-¡Eso es un chantaje!
Ardía de cólera e indignación. Me entraron ganas de escupir a Pilato a la cara.
Aquel hombre quería chantajearme desvergonzadamente y todavía hablaba de una
«buena» oferta.
-Digamos que es un trato que favorece los intereses de ambos.
-Me niego a ser un espía.
-¿Quién habla de «espiar»? Lo único que quiero es que hagas
«averiguaciones». No tienes por qué denunciar ni señalar con el dedo a nadie.
¡Con qué cinismo hablaba Pilato! ¡Como si él no supiera que equivalía a una
denuncia el facilitar informaciones sobre un grupo de personas, y sobre lo que ellas
pensaban de la ocupación romana! Me dominé y procuré decir con la mayor calma
posible:
-Ninguno de mis compatriotas entenderá la diferencia que hay entre espiar y
realizar averiguaciones.
-Te consideraríamos… -. Pilato ladeó un poco la cabeza como buscando la
palabra adecuada. De repente pareció haberla encontrado-…asesor en cuestiones
religiosas.
Guardé silencio.
-¡Bueno, como quieras! Entonces entablaremos contra ti un proceso y
examinaremos minuciosamente el tiempo que pasaste en el desierto... donde fuera.
-¡Por tanto, un chantaje!
¿Habría averiguado algo Pilato sobre mis relaciones con Barrabás? ¿De qué
sería capaz aquel hombre? Corrían sobre él malos rumores: rumores de actos de
crueldad y mal trato. ¿No era capaz, sencillamente, de hacerme desaparecer? ¿No
armaría en cualquier momento falsas denuncias contra mí? ¿No podría obligarme con
torturas a declarar lo que él quisiera? ¿Y si yo cedía? ¡Aparté de mí con toda decisión
esa idea!
-Andrés, estás encolerizado. Te comprendo. Eres joven todavía. Pero yo he
aprendido en mi larga vida que es muy difícil persuadir a la gente a que colabore
voluntariamente en medidas útiles.
Su voz seguía sonando tan distante e impasible como al principio de nuestra
conversación. Me daba la impresión de que le tenía completamente sin cuidado mi
suerte personal: que le daba lo mismo que aceptara su oferta o que no la aceptara. Y
eso me producía angustia.
-Llámalo chantaje, si quieres. Pero intenta comprender las cosas desde mi
punto de vista: Estoy a cargo de la paz y el orden en este país ¡Difícil misión! ¿Por
qué? Pues porque los romanos estamos hiriendo constantemente vuestra sensibilidad
religiosa, aunque no pretendemos hacerlo. Fíjate, por ejemplo, en el asunto de la traída
de aguas. Mi idea era que Jerusalén, por fin, estuviera suficientemente abastecida de
agua. Encargaría de ello a mis mejores arquitectos y constructores. Sólo que el dinero
no bastaba para la financiación. Algunos expertos me confirmaron que el erario del

15
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Templo tiene que correr con los gastos del abastecimiento de agua para Jerusalén. 15 En
las arcas del Templo hay dinero de sobra. Cada judío paga anualmente un tributo para
el Templo. Por tanto, propuse que el Templo financiara con sus propios recursos la
traída de aguas. Eso está plenamente de acuerdo con vuestras leyes. Pero ¿qué
sucedió? Unos cuantos fanáticos religiosos olfatearon grandes desgracias. Se echaron
a la calle con la consigna: ¡Nada de dinero para el impío Pilato! ¡Ni un solo céntimo
de las arcas del Templo para los romanos! ¡Como si hubiera querido confiscar dinero
para fines impíos! ¡Como si no se tratara de proporcionar dinero para la traída de
aguas, de la que iba a beneficiarse el Templo y toda Jerusalén! Y ahora nosotros los
romanos hacemos otra vez el papel de tiranos que no respetan vuestras leyes
religiosas... ¡y que se atreven incluso a saquear el tesoro del Templo!
Eso era, pues, lo que él había pretendido con su proyecto de traída de aguas.
Quería aumentar su prestigio. Había fracasado por completo. ¿Debía yo ahora
colaborar en hacer propaganda en favor suyo y lograr que su idea tuviera éxito? La
excitación que por un momento se había sentido en su voz, había desaparecido por
completo cuando Pilato siguió hablando:
-Todo fue un fracaso. Pero, a pesar de esos fracasos, debemos seguir haciendo
todo lo posible por mantener la paz en este país. Hay posibilidades de lograrlo. Mi
confianza se basa en dos consideraciones:
Primeramente en los acreditados principios de la política romana para tratar
con los pueblos sometidos. Creemos que el secreto de nuestro éxito está en que
sabemos transformar la hostilidad en amistad. Pues ¿quiénes son los aliados más fieles
del pueblo romano, sino los que, en otro tiempo, fueron sus más tenaces enemigos?
¿Qué sería hoy del imperio, si la amplitud de miras no hubiera fusionado a los
vencidos con los vencedores!16 Ahora bien, los judíos no fueron siempre enemigos
nuestros. Antes al contrario: como los aliados nuestros, os liberasteis del dominio de
los reyes de Siria.17 Gracias a nuestro apoyo conseguisteis entonces mantener vuestra
religión y vuestra cultura. Tan sólo más tarde, cuando vuestros vecinos nos pidieron
protección contra vuestras intromisiones militares, quedasteis bajo nuestro dominio,
justamente a tiempo para que pudiéramos impedir una guerra civil amenazadora que
habría traído las mayores desgracias sobre vuestro país18. Pero aun en esa situación no
violamos para nada vuestra religión. Nuestra política seguirá siendo: respeto a vuestra
religión, a vuestro Dios, a vuestras costumbres, a vuestra sensibilidad. Nosotros
respetamos aun lo que nos resulta extraño. Esperamos únicamente que también
vosotros respetéis la veneración que nuestros soldados sienten hacia el Emperador, y
que permitáis que toda persona pueda adorar en cualquier lugar a sus dioses. El
respeto tiene que ser recíproco y ahora mi segunda consideración. Sé muy bien por
15
En el Talmud babilónico, en el tratado «Seqalim» (= sobre el tributo para el Templo) se dice
expresamente que la conducción de aguas es una de las obras que deben sufragarse con cargo al erario
del Templo (véase Seqalim IV,2).
16
Las dos últimas son citas literales de la obra del filósofo romano Séneca (aproximadamente. 4
a.eC. = 65 d.C.) titulada "Sobre la ira» II,34,4.
17
Judas Macabeo, caudillo de la insurrección contra los sirios, concertó con los romanos un pacto
de ayuda (1 Mac 8; Jos, ant 12,414-419 = XII, 10, 6) pacto que fue renovado luego siendo caudillo
Simón (hacia el año 139 a. C) (1 Mac 14,16ss; 15, 15ss).
18
Los sucesores de los Macabeos. principalmente Alejandro Janeo (103-75 a.C.). habían sometido
a las ciudades vecinas, no judías, de Judea (y de Galilea). Una disputa sobre la sucesión al trono. entre
Arisóbulo II e Hircano II, ofreció a los romanos la ocasión deseada, en el año 63 en tiempo de
Pompeyo, para someter a su dominio el pequeño reino judío y "liberar» a las ciudades vecinas. no
judías, de Judea.

16
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

conversaciones con vuestros sacerdotes principales que también vosotros aceptáis en


principio nuestro dominio. Tuvisteis que soportar a babilonios, persas y griegos. ¡.Por
qué no soportáis también a los romanos, que son mucho más complacientes con los
pueblos sometidos que todos los imperios mundiales que habían existido antes?
Vosotros decís: Todo lo que sucede, está dispuesto por el único Dios verdadero, que es
adorado en Jerusalén. (Hizo una pausa. como si quisiera darme tiempo para
reflexionar).
-Entonces tenéis que admitir también vosotros: Ese Dios quiso que los
romanos construyéramos nuestro imperio. El quiso que perdierais vuestra
independencia por medio nuestro: esa independencia que, con ayuda de nosotros,
conseguisteis frente a los sirios.19 No hay razón para que el pueblo judío no nos acepte
como dominadores del mundo, tanto más que nosotros somos comprensivos y
aceptamos que, a diferencia de los demás pueblos de Oriente, no tributéis culto divino
al emperador.
Fundamentalmente, no tendría que haber problemas. Pero en concreto tenemos
cuatro grandes dificultades. Sobre todo, la siguiente: Lo que vuestros principales
sacerdotes os dicen, no es lo que mueve al pueblo. Parece que actualmente están
cambiando muchas cosas en vuestra religión. Hay ebullición en el pueblo. Aparecen
sin cesar nuevas ideas y movimientos. Recorren el país profetas y predicadores. Para
nosotros es difícil sentir lo que son esos nuevos movimientos. A vuestros principales
sacerdotes no les va mucho mejor. Han perdido la dirección espiritual de algunos
sectores de la población. Ahora bien, de esos sectores depende precisamente la
estabilidad del país. Necesitamos informaciones sobre ellos. Estamos dispuestos a
respetar en todo lo que se pueda vuestros sentimientos religiosos y a eliminar
innecesarios escándalos. Mas para eso tenemos que saber qué es lo que pasa en el
pueblo. Estamos cansados de oír a expertos en el judaísmo oficial. Ahora necesitamos
a alguien que pegue sus oídos al suelo. Sólo si recibimos informaciones adicionales
podremos evitar conflictos antes de que sea demasiado tarde.
- Pero ¿por qué iba a ser yo la persona adecuada para ello?
-Tú eres una persona culta. Tú hablas nuestro idioma y el idioma de ellos.
Conoces a fondo las cuestiones religiosas del judaísmo y conoces también nuestra
religión. Eres de una familia que mira con benevolencia a los romanos. No eres
fanático. Estás a favor de la paz. El hecho de que en una habitación retirada tengáis un
ídolo, os hace más bien simpáticos. Hace ya mucho que ordené que se buscara a una
persona como tú. ¡Tú eres la persona idónea!
-¡Pero yo no quiero!
En realidad no quería. Era un doble juego insoportable. ¿Cómo podría
compaginar ambas cosas: mi amistad con Barrabás y mi trabajo en favor de los
romanos? ¡Estaría nadando entre dos aguas! Pero Pilato dijo serenamente:
-Reflexiona: Quedará siempre algo pendiente. Aunque seas absuelto. Basta que
yo cuente en Cesarea que eres sospechoso de mantener relaciones con terroristas. Eso
no beneficiaría mucho tus negocios. Sería tu ruina. Y la ruina de tu padre.

19
9. Tal es, poco más o menos. la visión de las cosas que nos ofrece Josefo (después de perdida la
guerra de los años 66-70). Pone estas ideas en labios de Herodes Agripa II en una gran arenga a los
jefes, al comienzo de la Guerra Judía (véase Jos. bell 2,345-401 = II,16,4).

17
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Por consiguiente, ¡un chantaje! Sentí cómo subía a mi corazón un profundo


sentimiento de desprecio. Entre esa gente poderosa, todo era táctica. Todo estaba bien
calculado. Quedaban ocultos sus verdaderos sentimientos y actitudes. Lo único cierto
es que querían conservar su poder. ¿Averiguaba Pilato mis sentimientos? Comenzó de
nuevo:
-¡Encuentra a alguien en este país que, sin ser objeto de chantaje que trabaje
para nosotros! Me considerarás probablemente algo así como un monstruo, lo mismo
que otros me consideran cruel. Hace poco escuché lo que se dice entre los judíos de
Alejandría sobre mi desempeño del poder. Decían que era una cadena de sobornos,
actos de violencia, robos, malos tratos, ofensas, ejecuciones sin proceso judicial,
crueldad constante e insoportable.20 Lo concedo: en favor de la paz estoy dispuesto a
muchas cosas. Pero no soy un monstruo.
Se sonrió con ironía. Probablemente se dio cuenta él mismo de que sus
palabras no eran demasiado convincentes. Quizás era su táctica. Yo trataba de ganar
tiempo:
-¿Cómo tendré acceso a todos esos movimientos religiosos?- En ningún caso
debía dar la impresión de tener ya contactos con ellos.
-No te preocupes. Te quedarás todavía algún tiempo en la Cárcel. Te tratarán
bien. No te faltará de nada. Cuidaremos, además, de que se difunda la noticia por todas
partes: los romanos tienen encarcelado a un hombre joven que se destaca por su
firmeza y fidelidad a la religión judía. Lo está pasando mal. Sin embargo, él no cesa de
decir que los romanos se hallan injustamente en este: país que pertenece únicamente a
Dios. En una palabra: te vamos a procurar una aureola de santo. Después te
soltaremos. Todos los sectores piadosos confiarán en ti. Tú, lo único que tendrás que
hacer, será recorrer el país y escribir un informe sobre el estado de ánimo de la gente
en cuanto a los problemas religiosos. Nos interesa todo lo que pueda poner en peligro
la estabilidad política del país, todo lo que cuestione nuestro dominio. Un funcionario
mío, Metilio, a quien ya conoces, te explicará tu misión. Te proporcionará las
informaciones que hemos conseguido hasta ahora. ¿Entendido?
-Desearía tomarme tiempo para reflexionar.
-¡Está bien! ¡Piénsalo detenidamente! Hasta mañana. Y no te olvides: contra lo
que dicen los rumores, yo no soy un monstruo.
Otra vez apareció en su rostro una sonrisa irónica. ¿Estaba terminado el diálogo?
No. Pilato se dirigió otra vez a mí:
-Leí en el acta algo sobre las imágenes que tiene Antipas en su palacio. ¿.Las
has visto tú?
-Sí, y hay también otros que podrían atestiguarlo.
-¡Hipócrita! Pone en su casa imágenes de animales y protesta cuando yo, en mi
sede de Jerusalén, quiero colgar escudos votivos con el nombre del emperador 21 ¡Eso
estaría en contra de vuestras leyes!
Pero ¡esa hipocresía! Se protesta irritado contra mis monedas, que llevan
inocentes símbolos de los sacrificios22, pero el tributo del templo hay que pagarlo
20
Cita de Filón: Legatio ad Gaium (= Embajada a Gayo), párrafo 302. Filón era un judío de
Alejandría contemporáneo de Jesús.
21
Acerca de este incidente y de las protestas habla Filón. Legatio ad Gaium, párrafos 299-305.
22
12. Pilato fue el primer prefecto de los judíos que se atrevió a utilizar en sus monedas
símbolos paganos: el báculo de los augures y un vaso de los empleados en las libaciones. Los prefectos

18
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

únicamente en moneda de Tiro, ¿y qué hay acuñado en ella? ¡La efigie del dios
Melkart -un ídolo!23 En el atrio del Templo se cambia toda clase de dinero por esas
monedas con ídolos. Una vez que pase por el atrio del Templo ¡me voy a divertir en
volcar las mesas de los cambistas! ¡Esas mesas no irritan a nadie! Pero mis inocentes
monedas de cobre han hecho que se arme un griterío infernal. Pero dejemos eso.
Pilato había hablado con enojo. Me pareció casi que se había olvidado de mi
presencia. Pero en el instante siguiente volvió a mí. Su voz volvió a sonar impasible,
fría, apagada. Me infundió miedo:
-Reflexiona bien sobre tu decisión. Y no olvides: yo no soy el monstruo que
algunos quieren ver en mí. Soy únicamente un prefecto romano que quiere mantener
su país en paz y en orden.
Me sacaron de allí y me llevaron de nuevo a la oscura celda de antes. Me
habían indicado un camino para salir. Pero aquel camino era un callejón sin salida. Me
hallaba en una trampa. Maldije mi situación. Y, al sentir mi impotencia, volví a
dirigirme al Dios de mis padres24:
“Líbrame Dios mío, de estos canallas.
Ya no hay personas decentes.
Ha desaparecido todo sentido de humanidad.
Con sus palabras de propaganda, los poderosos oscurecen nuestra mente.
Se ríen de nosotros.
De sus labios brotan bonitas palabras,
pero sus pensamientos maquinan la opresión.
Hablan de paz y amenazan con las armas.
Hablan de tolerancia y se refieren a su poder.
Haz que se ahoguen en sus discursos,
en sus palabras bien ponderadas,
que suenan tanto a pacificadoras,
pero quieren romper nuestra entereza.
Destruye la arrogancia de su poder
y el cinismo de su dominio.
Habl,. Señor:
Por amor a los oprimidos,
por amor a los cautivos,
yo me alzaré,
yo salvaré
a los que suspiran por la libertad.
Dios mío, tu nos preservarás y nos protegerás

anteriores y posteriores a él evitaron siempre rigurosamente herir los sentimientos religioso de los
judíos mediante imágenes paganas relacionadas con el culto idolátrico.
23
Véanse las reproducciones en A. Ben-David: Jerusalem und Tyros, 1969.
24
Según motivos del Sal. 12.

19
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

de los malvados y de los dictadores.


Tú serás nuestro apoyo
en medio de personas para quienes nada hay santo.
La infamia se extiende entre los hombres.
Pero tu palabra es fiel,
es luz en las tinieblas.”

Al Sr. Profesor Kratzinger.


Muy estimado compañero en el profesorado:
Usted admira mi valor por inventar así como así historias sobre Pilato. A usted, como
buen historiador y exegeta, le habría faltado atrevimiento para hacerlo sin
remordimientos de conciencia.

20
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Desde luego, Pilato no mantuvo nunca las conversaciones que yo le atribuyo. Ahora
bien, las circunstancias que constituyeron el marco de su actuación, y que se
manifiestan en el diálogo, son las mismas precisamente que yo analizo en mis
lecciones de historia contemporánea del Nuevo Testamento. En efecto, el objeto de la
ciencia histórica no son únicamente los acontecimientos individuales, sino también las
estructuras y los conflictos típicos. Y éstos constituyen las «reglas del juego» según las
cuales transcurre la acción inventada por mÍ.
Si se me permite utilizar nuestro lenguaje especializado de académicos, yo diría: El
presupuesto para la «exégesis narrativa -así se denomina actualmente a los relatos
como mi obra sobre Jesús- es el paso que se da desde la historia de acontecimientos
hasta la historia de estructuras. La estructura profunda de las exégesis narrativa consta
de modelos de conducta, conflictos y tensiones reconstruidos históricamente. Y su
estructura superficial consta de acontecimientos fingidos en los que se elabora
creativamente los materiales de las fuentes históricas. Esta definición de la «exégesis
narrativa» me parece demasiado pretenciosa para mi gusto. Pero ya lo sabe usted: Lo
que no se formula de manera complicada, no halla aceptación en el mundo académico.
Por lo demás, en una «exégesis narrativa», puede descuidarse un poco la cronología al
utilizar los materiales suministrados por las fuentes. Algunos acontecimientos que
tuvieron lugar después de la muerte de .Jesús, pueden ilustrar muy bien las
circunstancias estructurales del acontecer histórico en tiempo de Jesús. No siento
ningún remordimiento de conciencia, al retrotraer -por ejemplo- unos 25 años la
existencia de Bannos, asceta del desierto, que actuó en el desierto del Jordán en los
años 50. Usted me critica esto diciendo que es un «anacronismo». Pero la ciencia
procede a menudo por medio de anacronismos. ¿No criticaríamos con razón un estudio
científico sobre Juan Bautista, que no hiciera referencia -como analogía más próxima-
a Bannos, asceta del desierto?
Me interesará mucho conocer su opinión sobre el próximo capítulo.
Disponga de su servidor y amigo:
Gerd Theissen

21
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

3.
LA DECISIÓN DE ANDRÉS

¿Andrés... espía de Pilato? ¡Nunca jamás! Todo mi ser se rebelaba contra esa
idea. Aunque Pilato me encerrara durante años en esa mazmorra ¡nunca traicionaría yo
a nadie para ir con delaciones a los romanos! Es verdad que los romanos habían traído
la calma y la paz a nuestro país. Pero ¡qué paz era esa, fundada en la opresión y el
chantaje! ¡Qué calma era ésa, que existía sólo porque se obligaba por la fuerza a la
gente a callar! Mis pensamientos se embravecían.
Pero ¿qué iba a hacer? ¿Qué ocurriría si decía que no? Pilato me torturaría para
arrancarme informaciones sobre mis amigos, sobre mi familia, y posiblemente sobre
Barrabás. ¿Me asesinaría en secreto, para que nadie se enterara de sus intentos de
chantaje? ¿O me haría crucificar para entretenimiento público? ¿Arruinaría
económicamente a mi familia? ¿Qué sería de Timón? Sonaban todavía en mis oídos
aquellas últimas palabras: ¡Yo no soy el monstruo que algunos quieren ver en mí! ¿No
era una clara advertencia? Seguramente quería decir: Ten cuidado conmigo: quizás
soy el monstruo que algunos ven en mí.
¿Podría escapar de este suplicio? ¿Podría irme a alguna parte adonde no me
alcanzaran los chantajes? ¿Donde nadie me diera órdenes ni me amenazase? ¿Donde
enmudeciesen todas las atormentadoras voces que oía en mi interior y todo estuviera
en calma?
Ansiaba la muerte. Yo había aprendido de los filósofos 25: Aun de las peores
situaciones hay una salida. Una puerta permanece siempre: abierta: la muerte. Pasando
por esa puerta me libraría de los tiranos más crueles. Pero ¿era el suicidio la solución
adecuada? Los romanos admiraban a Catón y a Bruto, que se habían dado muerte a sí
mismos para salir de una situación sin salida. También entre algunos judíos se
observaba una actitud parecida. Pero en el fondo nosotros pensábamos de manera
distinta: Hemos recibido de Dios el encargo de vivir. No podemos sustraernos a él
aunque creamos que la vida es insoportable. Porque ¿quién sabe lo que Dios nos
reserva todavía? ¡Dios es quien infunde ánimo en los perdedores y marginados!
También nuestros antepasados fueron abandonados por todos: abandonados por los
numerosos dioses que se adoraban en el mundo, abandonados por todos los hombres.
Se hallaban desvalidos y vagaban desesperados por el desierto. Pero no cejaron.
Creyeron a Moisés, creyeron lo que él les dijo: que tenían una misión a la que no
podían traicionar.
¡Si yo tuviera, al menos, la libertad para vagar por el desierto! y entonces cruzó
por mi mente el pensamiento: ¿Por qué no aceptaba aparentemente la oferta de Pilato
para desaparecer luego en el desierto, sin dejar rastro? Había aprendido a
sobrevivir en el Desierto. Bannos me lo había enseñado. Podía acudir a él. Tal vez me

25
La filosofía estoica se hallaba difundida entre la clase alta y culta del Imperio Romano.
Enseñaba el dominio de sí mismo y el cumplimiento del deber. El suicidio se consideraba como
posibilidad lícita e indispensable para escapar de una situación sin salida. Ahora bien. entre los judíos
había ideas parecidas: los judíos sitiados, en la fortaleza de Masada. durante la Guerra Judía, se dieron a
sí mismos la muerte, en una situación desesperada. en el año 73 (ó 74) de nuestra era, para no caer vivos
en poder de los romanos. Según Josefo (bell 7,400 = VII,9,2), encosntraron entonces la muerte 960
hombres. mujeres y niños.

22
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

encontraba ahora en condiciones de entender su doctrina. En otro tiempo me había


parecido una doctrina extraña.
¿Qué me había impulsado a ligarme a él? Había sido una gran inquietud, difícil
ahora de explicar. Me había criado en un hogar de ideas liberales. Interpretábamos en
ideas filosóficas las costumbres y convicciones de los judíos. Mi padre decía siempre:
La Biblia expresa lo que los filósofos griegos piensan. Recuerdo cómo admirábamos
una vez la salida del sol. Habíamos escalado lo alto de una montaña para esperar el
amanecer. Entonces el sol rompió de repente la bruma matutina y transformó el paisaje
en un maravilloso conjunto de luces y colores. Mi padre dijo: «Ahora me doy cuenta
por qué los paganos adoran al sol. Pero el sol no es más que un destello del Dios
verdadero. A través de ese destello, ellos presienten a Dios. Es verdad que confunden
al Creador con sus criaturas, pero sienten la belleza de este mundo»26
A mi padre le gustaban las cosas bellas. Por eso, un amigo que había estado en
nuestra casa nos regaló una pequeña estatua de un dios. Para mi padre, aquella estatua
era la representación de una persona bella. Nada más. La ocultó en una habitación
retirada. Estaba convencido: Cuando está arraigado en el corazón lo incomparable de
Dios, entonces puede representarse en imágenes -sin temor alguno- todas las cosas de
este mundo.27
En esa atmósfera me crié yo. Pero luego descubrí que no todos pensaban como
mis padres. Llegué a conocer la fe de personas sencillas que no sentían necesidad de
demostrar que su fe era del mismo valor que la filosofía griega. Con una
espontaneidad que nunca se había formulado preguntas, creían en un solo Dios
verdadero. Y esa fe no necesitaba para ellos defensa ni justificación alguna. Lo
decisivo para ellos era cumplir la voluntad de Dios y tomar en serio, en la vida diaria,
todos sus mandamientos. Descubrí un nuevo mundo.
Entonces surgió en mí el vivo deseo de conocer a fondo mi fe judía. Quería
verla reflejada en toda mi vida. Anhelaba decisión e ideas claras. Oí hablar de Bannos.
Me atrajo que él enseñara en el desierto…, lejos de la vida normal. También él creía
que nosotros los judíos teníamos que volver a empezar desde el principio: Así como
habíamos salido de Egipto, atravesando el desierto, para llegar a este país, también
teníamos que volver ahora al desierto. Debíamos volver a escuchar en el desierto la
voz de Aquel que desde la zarza había dicho: «Yo soy el que soy» .
Las ideas de Bannos eran radicales: No sólo los judíos. ¡No! Todo el mundo
tenía que comenzar desde el principio.
Este mundo de ahora era un fracaso. Era un mundo de injusticia y opresión, de
explotación y miedo. Perecería víctima de un gran juicio de Dios, que lo castigaría por
sus contradicciones. Y entonces comenzaría un mundo nuevo. Escucho todavía la voz
de ese asceta:
« Entonces Dios erigirá un reino eterno
para todos los hombres,
ese mismo Dios que un día dictó la Ley.
26
Un raciocinio así se encuentra en la "Sabiduría de Salomón» 13,6-9: un escrito cuyo origen se
sitúa en los siglos II ó I a.C. Procede de la diáspora judía, quizás de Egipto.
27
De hecho. el judaísmo desarrolló en los primeros siglos de nuestra era un arte floreciente en el
que se transgredía la radical prohibición de la representación por medio de imágenes. Un punto
culminante lo constituyen los frescos de la sinagoga de Dura-Europos, junto al Eufrates.

23
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Todos los hombres adorarán a este Dios


y afluirán a su Templo.
Y no habrá más que un Templo.
Por doquier conducirán hacia él los caminos.
Todas las montañas podrán atravesarse,
todos los mares podrán navegarse.
Todos los pueblos vivirán en paz.
Todas las armas desaparecerán.
La riqueza estará distribuida con justicia.
Y Dios estará entre los hombres.
Los lobos y los corderos
pacerán juntos entre las montañas.
La pantera pastará junto al cabrito.
Los osos se tumbarán junto a los terneros,
y el león comerá paja en el pesebre
como lo haría un buey,
y los muchachos lo llevarán de una cuerda.
Los dragones y las víboras dormirán junto a los bebés
y no les harán daño.
Pues la mano de Dios estará sobre ellos»28.
¡Hermosos sueños! ¡Sueños de evasión a un mundo mejor! No mucho mejores
que mi sueño de la evasión al desierto. ¡Qué poco realista era! Pues los romanos
tendrían noticia de mi permanencia en el desierto. Me buscarían en todas partes. Sería
la perdición para Bannos. Y probablemente seguirían entonces las huellas de Barrabás.
Yo llevaba ya algún tiempo viviendo junto a Bannos, cuando llegó a nosotros
Barrabás. También él venía de Galilea y era oriundo de Séforis, lo mismo que yo. Sus
padres, que eran entonces casi recién casados, lograron escapar a duras penas de la
catástrofe de nuestra ciudad. Perdieron todo lo que tenían. Ahora vivían modestamente
en Guiscala, al norte de Galilea. La huida precipitada de Séforis y las barbaries
cometidas contra la ciudad habían marcado la vida de la familia: aborrecían a los
romanos... y también a los príncipes herodianos, a los que consideraban como
marionetas de los romanos. No es que rechazaran a los extranjeros, por el simple
hecho de serlo. Los rechazaban, porque habían traído consigo la esclavitud y la
opresión.
¿Qué había buscado Barrabás en el desierto? ¿Quería esconderse de los
romanos? ¿Había cometido contra ellos algún delito? Lo ignoraba. Lo único Claro era
que, mientras yo trataba de hallar una patria en el gran mundo del judaísmo Barrabás
había adoptado ya su decisión. A él lo que le importaba era mantenerse firme contra el
28
Según motivos inspirados en los "Oráculos sibilinos» III, 767-795, parte judía de ese libro de
oráculos muy difundido en el mundo antiguo, lo mismo que todo el libro tercero de esa colección. se
compuso seguramente en el siglo II a.C. Los motivos de esa profecía se inspiran en Is 11,1ss.

24
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

mundo seductor de los griegos y romanos. El irradiaba seguridad y certeza. Eso me


atrajo. El sabía muy bien lo que iba a dar sentido y contenido a su vida. Yo andaba
buscando.
Nuestra relación con la doctrina de Bannos era diferente. El mensaje de un
mundo nuevo no me cautivó hasta lo más hondo. Había aprendido en casa a amar ese
mundo; Barrabás había aprendido a despreciarlo. Con pasión acariciaba él la idea de
un mundo nuevo. Tan sólo en un punto se diferenciaba de Bannos. Decía: Ese mundo
nuevo no nos llegará como llovido del cielo. Dios quiere que hagamos algo por él. Y,
si es preciso, que lo hagamos llegar por la fuerza.29 También los judíos que huían de
Egipto, peregrinaban en busca de un mundo nuevo. Pero no se les concedió
gratuitamente. Tuvieron que aceptar fatigas, tuvieron que luchar contra enemigos del
exterior, y estar en guardia contra los traidores que había en su propio campamento.
Aunque Barrabás gozaba de mi simpatía, a mí me aterraba la idea de emplear
la violencia para que llegase ese mundo nuevo. La violencia corrompe. Pero lo
simpático de Barrabás era que estaba dispuesto a hacer algo. No estaba dispuesto a
seguir y seguir esperando. Estaba convencido de que el mundo, por malo que fuera,
ofrecía una oportunidad. Pero yo no estaba convencido de que lo que él iba a
emprender tuviera éxito. Me parecía que no se ajustaba a la realidad. Los romanos
eran demasiado poderosos.
En mi situación actual comenzaba a comprender mejor a mis compañeros del
desierto. Bannos no quería nada con este mundo, lleno de chantajes y opresión. ¿No
era lo mejor abandonar ese mundo y lavar en el Jordán sus inmundicias y suciedades?
¿Qué otra cosa merecía el mundo sino perecer? Si yo hubiera tenido poder para eso,
habría hecho que bajara fuego del cielo: fuego que devorase a Pilato y a sus soldados.
Y comprendía a Barrabás: ¿No había que hacer algo contra los romanos? ¿No
había que defenderse? Pero la resistencia abierta ¿no era un acto de pura
desesperación?
Entonces se me ocurrió una nueva idea: Con personas como Pilato ¿no debía
fingir que estaba jugando su juego sucio? Si Pilato trabajaba a base de chantajes, ¿qué
otra cosa merecía sino que se le engañara? ¿No debía aceptar su oferta, pero darle sólo
las informaciones que los judíos teníamos interés en que llegaran a oídos de los
romanos? Más aún, con los romanos ¿no podría yo enterarme de algunas cosas que
fueran de utilidad para mis conciudadanos? ¡Desde luego, era un juego feísimo! ¡Jugar
al engaño y a la distorsión! ¿Debía yo tomar parte en ese juego? ¿Era lícito engañar,
en caso de necesidad?
¿Qué pasó con Abrahán? ¿No había hecho pasar a su mujer como hermana
suya, para que el faraón no le matara a fin de poder tomarla por esposa? 30 ¡Eso había
sido una mentira! Jacob ¿no se había valido de ardides para conseguir de su padre la
bendición? ¡Y él quedó como el hijo bendecido!31 ¿No había sido David soldado

29
Barrabás representa aquí la "filosofía» de Judas Galilco. cuya rebelión contra los romanos fue
la perdición de Séforis. Sobre este personaje nos informa Josefo ant XVII, 1 ss y bell 2.117s = II.8.1. Es
característica la siguiente afirmación: «La divinidad contribuiría de buena gana al éxito de este
propósito (la obtención de la libertad), pero únicamente si uno mismo cooperara en ella activamente»
(ant 18.5 = XVIII, 1, 1).

30
Véase Gén 12, 10-20.
31
Véase Gen 27.

25
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

mercenario de los filisteos?32 ¡Y no obstante había llegado a ser el gran rey de los
judíos! ¡No mostraba la historia de mi pueblo que no sólo los realizadores de grandes
hazañas traían bendición, sino también los insignificantes, los perseguidos, los que
luchaban más por la supervivencia que por el honor! ¿No se cumplía en mi destino lo
que había sucedido constantemente en el destino de mi pueblo: renunciar a nobles
ideales, sencillamente para sobrevivir y escapar? Yo, Andrés. ¿no era el fugitivo
Abrahán, el perseguido Jacob, el cabecilla de maleantes David?
Cuando logré encajar así mi destino en el destino de grandes personajes de mi
pueblo., me sentí mucho más tranquilo. De repente me sentí seguro: Si aceptaba el
chantaje de Pilato, no estaba traicionando a mi pueblo. Pues en mí se realizaba una vez
más el destino de mi pueblo.
Permanecí aún despierto bastante rato. Cuando por fin me quedé dormido, tuve
un sueño: Ante mí estaba Pilato, vestido con una toga orlada de púrpura. Repetía sin
cesar: «No soy un monstruo. No soy una bestia». Los rasgos de su cara se
distorsionaban. En su boca abierta brillaban grandes dientes. Apretaba convulsamente
los puños. Su anillo fulgía sobre garras. El cuerpo se le iba hinchando hasta
convertirse en una bestia enorme. ¡Ante mí estaba un monstruo que echaba
espumarajos! Burlonamente amenazaba a todo el mundo con sus zarpas y no cesaba de
bufar diciendo: «¡No soy un monstruo! ¡No soy una bestia!».
Quise huir de allí. Pero mis piernas no se movían. No adelantaba ni un paso.
En cambio, la bestia iba acercándose más y más. Ahora husmeaba mis pies. Ahora,
con sus zarpas me tocaba las rodillas. Ahora se enderezaba para llegarme a la
garganta. Sin embargo, de repente se estremeció, se encogió y se hizo pequeña: gemía
y se revolcaba en el polvo. Todo su orgullo y majestuosidad habían desaparecido,
como si un poder invisible la hubiera puesto de rodillas: un poder invisible que
estuviera a mis espaldas.
Me di la vuelta. Detrás de mí había un hombre. Le rodeaban acompañantes.
Llevaban libros. En ellos estaban escritas las crueldades cometidas por la bestia, no
sólo las crueldades de Pilato sino también las de todo el Imperio Romano. Se fue
leyendo un crimen tras otro -y después de cada uno, la bestia se encogía más y se
revolcaba en el polvo. Al final se pronunció la sentencia: la bestia fue arrastrada fuera,
y se le dio muerte. El hombre con sus acompañantes se hizo cargo del dominio
señorío.
Me desperté. ¿No había leído en los libros un sueño semejante? Ahora me
acordaba: era el sueño de Daniel, el sueño de las cuatro bestias que emergían del
abismo33. Pero en mi sueño yo había visto únicamente la última bestia. Estaba
desconcertado. Porque se interpretan generalmente que las cuatro bestias eran los
cuatro imperios de los babilonios, los medos, los persas y los helenos. El sueño decía:
Todos esos reinos bestiales no tendrán consistencia. Todos estarán destruidos por el
reino del Hombre -por una figura misteriosa que venía del cielo y que aparecía como
un hombre.
Algunos habían dado la siguiente interpretación: El sueño se había cumplido.
Después de la ruina de los reinos helénicos, había llegado el Imperio Romano. Había
traído la paz allá donde antes reinaban la guerra y la destrucción. Era un reino
humano.

32
Véase 1 Sam 27.
33
Véase Dan 7.

26
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Mi sueño revelaba lo contrario: El Imperio Romano era la última bestia. Su


reinado también era bestial. Estaba aún por venir un verdadero reino humano.
Todavía me hallaba en poder de la bestia. Pero ahora ya lo sabía: Esa bestia
sería vencida. Había algo más fuerte que ella. Es verdad que la bestia me dominaba
aún. Tenía poder sobre mi cuerpo, que estaba encadenado. Pero había perdido todo
poder sobre mi interior -sobre aquel ámbito del que emergen los sueños. ¿No sería mi
tarea vencer con ardides ese reino?
Cuando llegó el día, di recado a Pilato de que aceptaba su propuesta -a
condición de que Timón quedase al mismo tiempo en libertad.

Muy estimado compañero en el profesorado:


Muchas gracias por su amable carta. Acojo agradecido sus propuestas de
modificar algunos detalles del texto. He reflexionado también sobre su propuesta de
no redactar siempre el relato en primera persona. En efecto, los límites del relato en
primera persona se sienten precisamente cuando el personaje principal está en prisión:
el narrador y los lectores están encerrados juntamente con él. Un narrador omnisciente
que narra en tercera persona podría estar presente en todas partes. Sería comparable a
un historiador.
Sin embargo, me gustaría seguir con mi estilo en primera persona: narrando en
«yo». Desde luego que con eso el relato se aleja fundamentalmente de una exposición
histórica. Pero el historiador ¿no se olvida con harta rapidez de que todo lo que él
investiga son actos y padecimientos de individuos entre su nacimiento y su sepultura?
Todo acontecer histórico es experimentado y plasmado por hombres desde una
perspectiva limitada. Para decirlo con otras palabras: No existe el acontecer histórico
en sí, sino únicamente el acontecer percibido desde una perspectiva. También la visión
del historiador es una perspectiva junto a otras: una visión en la que posiblemente
quede menguada una faceta del acontecer histórico: esa precisamente que se transmite
en relatos en primera persona, en relatos en «yo».
A pesar de su consej, sigo narrando en primera persona. No obstante, sus
observaciones han sido muy valiosas para mí. ¿Me permite enviarle el cuarto capítulo?
Disponga de su servidor y amigo:
Gerd Theissen

27
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

4.
LA MISIÓN DE HACER AVERIGUACIONES

Por fin estaba libre. Un día me soltaron, pero Timón continuó encarcelado. Los
últimos días en la prisión habían sido soportables. Es verdad que tuve que volver a mi
oscura mazmorra. Pero ya dejaban que me lavara, recibía la misma comida que los
soldados, y hasta me dieron ropa nueva antes de dejarme en libertad. Pero tan sólo el
paso de la libertad me convirtió de nuevo en ser humano, en quien ya podía
reconocerme a mí mismo, al que hasta entonces había sido harapiento recluso.
Deambulé por las estrechas callejuelas de Jerusalén, aspiré los olores del mercado, me
deleité con los ruidos tan familiares, observé a las personas que se apiñaban y me
daban empujones por las bocacalles: esa mezcla de peregrinos, comerciantes,
labradores, sacerdotes y soldados, que marcan inconfundiblemente la imagen de una
ciudad.
¡Qué maravilloso volver a ver el sol! Sentí en todo el cuerpo la caricia de la
luz. Bañaba mi rostro y mis manos. Era luz y sombras en el espacio. Corría como calor
por la tierra. Me parecía que en todas las cosas había alegría muda que esperaba a que
alguien la expresara, y, así, empecé a murmurar imperceptiblemente, casi sin quererlo,
aquellas palabras:
«Señor, Dios nuestro,
los cielos reflejan tu hermosura,
y la tierra se hace eco de ti,
todo granito de polvo es tu morada,
todo día es tu fiesta.
Todas las cosas por ti son hermosas.
Su lenguaje no tiene palabras.
Todo te alaba con voz imperceptible.
Allá va el sol,
enamorado de los esplendorosos colores de la tierra,
rodeado de planetas.
Nada queda oculto para él.»34.
Pero, al día siguiente, me encontré ya con la realidad: Me había metido en una
empresa arriesgada, con el fin de ver otra vez el sol. Así me di cuenta al menos,
cuando estaba frente al oficial que me había interrogado por primera vez. Se llamaba
Metilio.
-Andrés, me alegro que que trabajes con nosotros -comenzó. -Vamos derechos
al grano. Deseamos informaciones sobre algunas personas extrañas. Se denominan a sí
mismos esenios y habitan en el desierto-. Desenrolló sobre la mesa un mapa y me
señaló el ángulo noroccidental del Mar Muerto:
-¿Conoces esa región?

34
Según motivos del Sal 19.

28
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Sentí inseguridad. Porque no lejos del Mar Muerto había vivido yo durante un
año en compañía de Bannos. Preferí hacerme el ignorante. Tal vez pudiera vender más
tarde como informaciones obtenidas tras penosas averiguaciones cosas que ya sabía.
Me limité a decir:
-Conozco muy poco el terreno.
-Aquí hay un oasis donde los esenios tienen su centro. Los informes de que
disponemos por el momento, proceden de turistas romanos. Según ellos, los esenios
viven allí sin mujeres, sin niños, sin bienes privados, rodeados de palmeras, a la orilla
del Mar Muerto. Sin cesar llegan a ellos personas hastiadas de la vida normal o que
han perdido el valor para afrontar los reveses del destino.35 Observa bien a esos santos
varones. Por lo visto, son pacíficos, no utilizan armas, no hacen juramentos, rechazan
la esclavitud, observan con rigor los preceptos religiosos.36 A nosotros nos interesa
saber que personas son esas que se retiran de la vida ordinaria. ¿Qué las mueve a ir al
desierto? ¿Reveses del destino? ¿O se infiltran algunos que quieren escapar de
nosotros, porque han hecho algo? ¿Podemos dar crédito a los informes que nos dicen
que, por principio, son personas pacíficas? Recógenos informaciones sobre todas estas
cosas.
-Eso es casi imposible. Los esenios no facilitan informaciones a los de fuera.
Han llegado incluso a jurar solemnemente que mantendrán en secreto todo lo que se
refiere a su comunidad.37 Todo el mundo lo sabe. Incluso los judíos apenas tenemos
idea acerca de ellos.
-Por eso es muy importante que tengamos datos sobre los esenios. ¡Quién sabe
lo que ocultan en secreto! ¡Quizás no sean únicamente secretos religiosos!
-Va a ser difícil acercarme a ellos.
-Sabemos que, además de las personas que viven a orillas del Mar Muerto, hay
también esenios que viven desperdigados por el país. Tal vez con ellos puedas
enterarte de algo.38
-Lo intentaré. Pero habrá que tener en cuenta que los esenios que viven
dispersos no estarán iniciados posiblemente en todos los secretos.
-Algo se sacará de ellos. A nosotros nos han llegado incluso algunas
informaciones. Sacerdotes de Jerusalén nos han contado que los esenios rechazan el
culto actual del Templo) a los sacerdotes en funciones. La razón debió de ser la

35
La descripción de la colonia de esenios a orillas del Mar Muerto procede de Plinio el Viejo,
Naturalis Historia V,73. Las excavaciones llevadas a cabo a orillas del Mar Muerto (en Qumrán) han
revelado la colonia de los esenios. Además, se han encontrado en cuevas cercanas numerosos escritos
de los esenios, de forma que sabemos ya bastantes cosas sobre esa comunidad del desierto.
36
Véase Filón, Quod amnis probus liber sit (=Sobre la libertad del hombre bueno) párrafos 75-
87: “Entre ellos no puede encontrarse nadie que haga flechas, lanzas, puñales, cascos, corazas o escudos
y no forjan armas en absoluto ni construyen máquinas de guerra y no hay nadie que fabrique cosas de
las que se emplean en la guerra” (78). “Entre ellos no hay esclavos, sino que todos son libres y se
prestan servicios unos a otros. A los amos que poseen esclavos, ellos los menosprecian no sólo por ser
injustos, ya que vulneran la igualdad, sino también por ser impíos, ya que destruyen el orden de la
naturaleza, que parió a todos iguales y los alimentó como madre y los hizo verdaderos hermanos, y no
sólo de nombre sino en la realidad” (79). He ahí uno de los pocos pasajes del mundo antiguo en que se
rechaza clarísimamente la esclavitud por considerársela injusta.
37
Véase Jos, bell 2,141 = II, 8,7.
38
A diferencia de los esenios que vivían a orillas del Mar Muerto (en Qumrán), que vivían en
celibato, había otros esenios dispersos por el país y que contrarían matrimonio (véase Jos, bell 2,160,
161 = II,8,13).

29
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

siguiente: Hace unos doscientos años, un sumo sacerdote de la familia sadoquita fue
despojado de su ministerio por un advenedizo. En protesta el depuesto se retiró al
desierto, encontró allí a unos cuantos inconformistas y creó con ellos la comunidad
esenia, en sustitución del Templo en el que él ya no podría ejercer sus funciones. 39
Este punto nos interesa. ¿De qué fuerza dispone esa oposición contra el Templo y
contra el sacerdocio del orden establecido? ¿Tiene apoyo entre la población?
¿Podemos aprovecharmos de la rivalidad de los esenios contra los sumos sacerdotes?
O en caso de conflicto, ¿aquellos se pondrían de parte de la aristocracia sacerdotal ?
Sabemos más cosas: los esenios han apoyado a Herodes. Un profeta esenio
llamado Menajén le profetizó que llegaría a reinar, cuando todavía Herodes no era
monarca.40 Herodes menciona constantemente esa profecía. El no desciende de una
familia real. La profecía legitima su realeza.
Pues bien, yo me pregunto: Los esenios ¿han apoyado a Herodes porque éste
ha recortado el poder de los sumos sacerdotes, es decir, el poder de los adversarios de
los esenios? ¿Qué actitud adoptan ante los príncipes de la familia de Herodes? ¿Habrá
que contar con que, por medio de profecías, fomenten las pretensiones al trono de
alguno de los actuales herodianos?
La palabra «profeta» se lleva al segundo conjunto de cuestiones: Queremos
tener información sobre un profeta que pudiera estar relacionado con los esenios.
Habita, lo mismo que ellos, en el desierto, unos cuantos kilómetros al Norte de los
esenios.
Me llevé un sobresalto mortal. ¿Querrían los romanos que me pusiera tras la
pista de Bannos? Pregunté con prudencia:
-¿Qué es lo que de él os interesa?
-Esa persona nos interesa porque no sólo se opone radicalmente a la sociedad
sino también a Antipas.
¿Se trataría de Bannos? Oponerse a la sociedad: eso es lo que hacía Bannos.
Pero ¿qué tenía él que ver con Antipas? Para andar con tiento, seguí preguntando:
-¿Y qué tiene él contra Antipas?
Metilio hizo con su mano un gesto que bien podía significar: Habría
muchísimo que contar. Y comenzó a soltarme la historia:
-Sabes quizás que las relaciones entre Pilato y Herodes Antipas, príncipe de
Galilea y Perea, no son de lo mejor.41 Palestina, después de la muerte de Herodes el
Grande, quedó repartida entre tres hijos, de los cuales Arquelao recibió la mayor parte,
a saber, Judea y Samaría. Arquelao fue depuesto al cabo de diez años. Fue sustituido
por un prefecto romano. Claro está que los otros dos hijos de Herodes, Antipas y
Filipo, habían esperado hacerse con la parte de Arquelao. El más decepcionado fue
Antipas, a quien se había considerado ya una vez hacer heredero universal. Desde
entonces Antipas aprovechaba todas las ocasiones para mostrar que los prefectos
39
El sumo sacerdote desposeído de su cargo es el llamado «Maestro de Justicia», que -según los
escritos de los esenios, hallados en Qumrán- fundó la comunidad esenia y la organizó en lo esencial.
Como antagonista suyo aparece en los escritos de Qumrán un sacerdote malvado, que se identifica
seguramente con uno de los sumos sacerdotes de los judíos. Se discute quién fue ese sumo sacerdote.
probablemente fue Jonatán, que en el año 152 a.C. llegó a ser sumo sacerodte, o quizás fue su sucesor
Simón (143-135 a.C.).
40
Véase Josefo ant 15,373-374 = XV,10,5.
41
Véase Lc 23, 12.

30
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

romanos gobernaban mal el país, y que él era capaz de hacerlo mucho mejor, pues
estaba familiarizado con las costumbres judías y conocía la sensibilidad de la gente.
Transmitía inmediatamente al emperador todas las cosas negativas que llegaba a saber
sobre Pilato.
Pilato había tenido ya ocasión de enterarse. Tú has oído hablar, seguramente,
del conflicto de los escudos en los que se habían grabado las iniciales del emperador.
Pilato los había traído a Jerusalén y colgado en la Torre Antonia, en la que presta su
servicio la cohorte. Es difícil entender cómo se quebranta de esta manera la
prohibición de las imágenes o se rinde culto divino al emperador. Sin embargo, hubo
protestas, capitaneadas por Herodes Antipas, que hacía el papel de defensor de la fe
judía. Se llegó a decir incluso que se trataba de vulnerar ostentosamente la ley judía. Y
que esa vulneración ponía una vez más de manifiesto lo poco que Pilato entendía de la
religión judía. Antipas llegó a formular una protesta formal ante el emperador. Pilato
recibió de sus superiores la orden de retirar los escudos.42 Y eso no se lo perdonó
nunca a Antipas. Tanto más que nos hemos enterado por ti, mientras tanto, que
Antipas no toma tan en serio el cumplimiento de la ley, si pensamos en las estatuas de
animales que tiene en Tiberíades. Pero hay más. Se casó con la mujer de su hermano,
viviendo todavía éste. Eso fue una grave infracción de vuestra ley. Hubo críticas.
¿Cómo reacciona Antipas? Encarcela a quien le criticaba, a un varón llamado Juan, un
santo, un profeta, que predicaba en el desierto junto al Jordán. Dicen que ese tal Juan
halló muy buena acogida entre el pueblo. Pero en nuestros archivos no tenemos más
que un informe muy general sobre él. Te lo leeré:
Juan, llamado el Bautista, es persona ejemplar. Su doctrina es: Los judíos deben practicar el bien,
es decir, ser justos con otras personas y adorar a Dios. Una vez presupuesto esto, deben reunirse para ser
bautizados. Este bautismo, según sus enseñanzas, tiene valor únicamente ante Dios cuando el hombre se
ha purificado ya en su interior mediante el ejercicio de la justicia. Y el bautismo sirve tan sólo para la
santificación del cuerpo, pero no para el perdón de todos los posibles pecados. 43
Hablando sinceramente: Con una descripción tan vaga no sabemos qué hacer.
Todo eso pudiera decirse de muchos santos varones. Necesitamos datos más precisos.
En efecto, nos hemos enterado de que Herodes Antipas encarceló a Juan porque temía
alborotos en el pueblo.44 Nos preguntamos: ¿Cómo un santo, inocente, puede provocar
alborotos? Estoy seguro de que el informe que acabo de leerte pasa por alto algo muy
importante. Deja sin contestar tres preguntas:
En primer lugar: ¿Por qué Juan predicaba en el desierto? ¿Por qué se retiró de
la vida ordinaria, exactamente igual que los esenios? ¿Por qué ese menosprecio de las
personas? Y, sobre todo: ¿Hay alguna relación con los nabateos, con los vecinos del
Sur?
En segundo lugar: ¿Qué ha pasado con los partidarios de Juan, desde que su
líder se encuentra en prisión? ¿Hay organizaciones de seguidores? ¿Han trasladado sus
actividades a Judea, porque en el territorio de Herodes Antipas han tenido que
dispersarse antes de que fuese demasiado tarde? ¿Habrá que temer que organicen
alborotos?

42
En su obra Legatio ad Gaium párrafos 299-305 Filón nos refiere el intento de instalar en la
Torre Antonia, en Jerusalén, escudos sin imágenes pero con una dedicación al emperador.
43
Casi literalmente según Josefo ant 18,117 = XVIII,5,2. Josefo describe al Bautista de forma
que pudieran entenderle los lectores griegos y romanos de su obra.
44
Esta es la razón que da Josefo para el encarcelamiento y ejecución del Bautista (véase ant 18, 118 =
XVIII, 5, 2).

31
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

En tercer lugar: ¿Qué hace Herodes Antipas? ¿Quiere tener encerrado


eternamente a Juan? El gobierno de Antipas ¿peligrará por la oposición suscitada por
Juan? Como es lógico, nos interesan todos los datos que puedan comprometer a
Antipas. Es un bocazas que no pierde ocasión de denunciamos en Roma. Hay que
hacer lo mismo con él. Tal vez nos fuera de utilidad la historia del santo varón cargado
de cadenas en una mazmorra. Herodes Antipas ¡se jacta tanto de su gran habilidad y
tacto para abordar las complicadas cuestiones religiosas de los judíos!
Bueno., pues de eso se trata. Puedes viajar por el país, de comerciante de
cereales. Cuando hayas obtenido los primeros resultados, nos los envías por medio del
servicio de comunicaciones del ejército romano. Por lo demás, te esperamos dentro de
unos dos meses para que presentes tu informe en Jerusalén.
Me iba ya, cuando Metilio reanudó otra vez el diálogo.
-Desde nuestra primera conversación he reflexionado mucho sobre vuestra
religión. Cuando estaba reuniendo datos sobre los esenios, se me ocurrió la siguiente
idea: en el comportamiento de ese grupo ¿no se expresa algo que es típico de vuestro
pueblo? Esas personas se retiran de todas las demás. Marchan al desierto, lo mismo
que antaño el pueblo entero salió de Egipto para dirigirse al desierto. ¿No hay en todo
ello menosprecio de los hombres? ¿Un rechazo de los extranjeros y de otros pueblos;
más aún, un rechazo de la humanidad en general?
Las palabras de Metilio fueron muy duras para mí. Me dolió oír de sus labios
prejuicios contra nosotros los judíos. Pues Metilio era un funcionario romano capaz,
que probablemente tenía ante sí una gran carrera. No era antipático. Se veía que había
leído mucho. Y se esforzaba en comprender nuestra religión. Sin embargo, cometía la
indiscreción de poner en juego contra nosotros nuestras más sagradas tradiciones. Le
dije con amargura:
-El reproche de xenofobia, de antipatía a los extranjeros, es una vulgar
calumnia. Nuestra ley nos enseña a respetar en todos y cada uno de los hombres la
imagen de Dios.
Metilio se justificó:
-¿Por qué, entonces, uno de nuestros mejores historiadores escribe sobre
vosotros diciendo que estáis dispuestos a manteneros muy unidos unos con otros y a
ayudaros mutuamente, pero que aborrecéis y sois hostiles a todas las demás
personas?45 ¿Por qué tuvo él esa impresión? Yo trato de entenderlo. Por eso, me
pregunto: Este hecho ¿tiene algo que ver con vuestra expulsión de Egipto? ¿Dejó en
vosotros un trauma profundo46, un temor de que se vuelva a repetir algo parecido: de
que os expulsen de nuevo de todos los sitios y os consideren como personas fuera de la
ley?
Con una especie de gesto de perplejidad, Metilio enrolló de nuevo el mapa y lo
guardó en un estuche de piel. Yo expliqué:
-La salida de Egipto nos marcó de manera decisiva. Significó para nosotros la
liberación de la esclavitud y de la opresión. No recordamos esa salida para
45
Así Tácito. Historias V.5.1s. La acusación de «xenofobia» aparece también en otras partes.
Aparece incluso en el judío Pablo que formula contra su propio pueblo este reproche nacido de un
prejuicio antisemita (véase I Tes e.15).
46
Incluso Hecateo de Abdera (hacia el año 300 a.C.). que adopta una actitud positiva ante los
judíos, explica por su expulsión de Egipto la forma de vivir que los judíos adoptan: una forma de vivir
«poco sociable y hostil a los extranjeros» (en Diodoro XL.3.).

32
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

mantenemos alejados de otras personas, sino para no hacer a otros la injusticia que
nosotros mismos sufrimos en Egipto.
-¿Qué significa eso concretamente? -preguntó mientras cerraba con una correa
de cuero la boca del estuche.
-Que tratemos como hermanos a los forasteros que viven en nuestro país.
Moisés nos mandó: «Cuando un emigrante se establezca con vosotros en vuestro país,
no le oprimiréis. Será para vosotros como uno de los del país: le amarás como a ti
mismo, porque emigrantes fuisteis vosotros en Egipto»47.
-Bueno. ¡Y por qué hay en este país tanto odio contra los romanos?

Hablábamos sin entendemos:


-Se nos dice: No oprimirás al forastero. ¿Oprimimos nosotros a los romanos?
¿Quién oprime a quién?
Mi tono agresivo le irritó. Levantó la cabeza y me miró:
-Nosotros no oprimimos. Nosotros establecemos la paz. Vuestro legislador
Moisés no se halla lejos de nosotros. También nosotros pensamos que los forasteros
que viven en nuestro imperio deben verse amparados por el derecho.
Le miré con escepticismo. Metilio estaba guardando el estuche en un armario
de la pared. Hubo así unos momentos de silencio. Luego se volvió a mí, me puso la
mano en el hombro y me dijo:
-Desde nuestra primera conversación me he documentado un poco sobre
Moisés. He llegado a conocer otra interpretación distinta de vuestra salida de Egipto. 48
Según ella. Moisés fue un sacerdote egipcio que. con sus seguidores. emigró a Judea
porque estaba insatisfecho de la religión egipcia. Criticó a los egipcios porque
representaban a sus dioses en forma de animales. y criticó también a los griegos
porque esculpían a los dioses en forma humana. El Dios que lo abarca todo. la tierra y
el mar. el cielo y el mundo y todo cuanto existe. es un Dios invisible y no puede
compararse con nada visible. No debe hacerse de Dios ninguna imagen. Por eso.
Moisés instituyó en Jerusalén un culto divino sin imágenes. Y Dios le enseñó cómo
quería ser adorado. Ahora bien. los sucesores de Moisés fueron sacerdotes
supersticiosos. Incitaron al pueblo a que se segregara de los demás pueblos, mediante
tabúes alimentarías y con la circuncisión. La grandiosa idea de Moisés de un culto
divino sin imágenes quedó oscurecida con tales costumbres. Esta interpretación la
encontré fascinante. Pienso así: Si se tratara únicamente de la adoración del Dios que
no puede ser representado en imágenes. entonces los judíos y los griegos podrían
unirse. También algunos filósofos griegos afirman que es ridículo representarse a Dios
en fomla de animal y en forma humana. ¿Tu qué piensas?
- ¿Acaso los filósofos enseñaron a los griegos a renunciar a sus imágencs de dioses?
¿Disuadieron a la gente de adorar a muchos dioses? ¡No! Les faltaba valor para
oponerse a la religión tradicional y enseñar que existe un solo Dios. Unicamente
Moisés tuvo ese valor. Unicamente nosotros. los judíos. sacamos las consecuencias
que se derivan de esa idea de Moisés.49
47
Lev 19, 33s: véase Dt 10, 18s.
48
Esta versión aparece en los Geographica XVI, 2, 35xx de Estrabón de Amasia (nacido hacia 64/63
a.C).
49
El argumento de que los filósofos poseyeron el verdadero conocimiento de Dios pero que, a
diferencia de Moisés, les faltó valor para deducir de ahí las debidas consecuencias, aparece en Jos. c.
Ap. 2, 168-171 = II, 16.

33
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Metilio retroccdió un paso. Su voz tenía acento apasionado: -¡Ahí está la cuestión.
Andrés! Ponte en el lugar de otros. ¡Qué efecto causa sobre ellos vuestra religión!
Vosotros adoráis a un Dios que está solo. No tiene padre. no tiene madre. no tiene
hijos entre los demás dioses. j No tiene parientes! j No tiene familia! Se halla tan
aislado entre los dioses C0ll10 vosotros lo estáis de los demás pueblos. Si los dioses de
los pueblos no tienen familia. ¿cómo van los pueblos a unirse en una sola familia?
¿Cómo reinará la paz entre los pueblos?
Protesté: -Vuestros dioses no eonstituyen una familia pacífica. Luchan e intrigan
unos contra otros. Tan Slílo cuando todos los hombres reverencien al único Dios.
habrá paz en la tierra.
- ¿De veras? El que rechaza. como vosotros. a otros dioses. ¡no rechaza también a las
gentes que los adoran? Quien proelama el señorío universal de su Dios. ¿no está
reelamando también para sí mismo el dominio sobre todos los demás? ¿No
comprendes que los demás se sientan amenazados por ello?
- Si el Dios invisible no está del lado de los dominadores. sino del lado de los
perdedores y de los débiles. ¿quién amenaza a quién?
- Los judíos no fueron siempre débiles. Llegaron a formar reinos poderosos.
- Pero ahora nuestro pueblo está sometido. ¿Para quién S0l110S una amenaza? ¿Para
quién soy yo un peligro: yo que estoy en vuestras manos?
Metilio se sobresaltó.
- Sí. sois un pueblo sometido. Pero el objetivo de la política romana es convertir a los
sometidos en amigos. A eso desearía yo hacer mi aportación en este país. Por eso me
ocupo de vuestra religión. Hoy he aprendido muchas cosas m;ís. Comprendo por qué
hay muchos que dicen: los judíos son un pueblo de filósofos.50 Los filósofos no tienen
una vida fácil. Se les considera por menos de nada como ateos y agitadores: a
AnaXÚgoras lo desterraron. Sócrates tuvo que beber la cicuta. Y todo ¿por qué?
Porque tuvieron ideas nuevas. ideas que se apartaban de lo común. También vosotros.
los judíos. tenéis una idea nueva y que se aparta de lo común: la fe en un solo y único
Dios que ayuda a los débiles. Es una idea grandiosa. Pero lleváis con vosotros una
carga pesada: la carga de ser distintos de los demás pueblos.
- Sí, a menudo es una carga pesada. Pero es verdaderamente grandioso tener la misión
de ser testigos del Dios vivo hasta que todos los pueblos lleguen a reconocerlo.
Antes de que nos separásemos. pregunté por Timón. Metilio dijo que sería puesto
en libertad al día siguiente. Insistí en que recibiera la libertad inmediatamente. Metilio
vaciló. Pero yo le insté. lo mismo que Moisés instaba al Faraón: j Déjanos ir! Hoy
mismo podemos comenzar a cumplir nuestra misión. Por fin él accedió.

Muy estimado Sr. Kratzinger:


Después de la lectura del último capítulo que le envié, me pregunta usted
irÓnicamente si no habría sido mejor titular la obra «Controversia en torno al
judaísmo» que ponerle por título «La sombra del Galileo". Lo cierto es que, cuando la
teología cristiana mantiene una controversia en torno al Jesús histórico, debe estudiar

50
El aristotélico Teofrasto (372-288/287 a.C) considera a los judíos como “linaje de filósofos” en
Porfirio, de abstinenctia II, 26). Y también para el escritor judío Aristóbulo (siglo II a. C.) los judíos son
una “escuela filosófica” (En Eusebio praep. ev. XIII, 12, 8).

34
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

sus orígenes judíos. Pero cuando no se interesa por el Jesús histórico, entonces se
inclina a Jejar al margen tales orígenes.
Para que se comprenJa hoy día la predicación Je Jesús, es objetivamente necesaria una
introducción en la fe judía. Al judaísmo le debemos la fe en un solo y único Dios. Esta
fe parecía la cosa más natural. hace mucho tiempo. Hoy día, es patrimonio Je una
minoría. Habrá que exponerla de nuevo, como la condición previa más importante
-desde el punto de vista histórico y de la realiJaJ Je las cosaspara entender la
preJicación Jt: Jesús.
Además, el origen judío Je esta fe sirve de ayuJa. La fe cristiana en Dios se vio a
menudo comprometida a fondo por su entrelazamiento con el poder y el dominio. Los
judíos. por haber sido durante siglos una minoría perseguida, testimoniaron con
credibilidad que el Dios de la Biblia no está de parte de los poderosos y de los
dominaJores.
Ush:d sugiere en su carta que en mi valoración del judaísmo vibra el horror por el
«holocausto». Pues ¡sí señor!, tiene usted razón. Es verdad que llevo puestos
«Jetenninados lentes». como usted Jice. Pero ¡no es mejor la simpatía que el
aborrecimiento y el odio? Quizás sea mejor disputar menos sobre <dos lentes» que
llevamos puestos. y más sobre la ayuda que nos prestan para ver. Tal vez, a través de
esos lentes veamos cosas nuevas en el Jesús histórico.
El capítulo que viene a continuación. servirá también para revivir el judaísmo de
entonces. Espero con muchísimo interés su dictamen.
Disponga de su servidor y amigo:
Gerd Theissen

35
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

5. LA COMUNIDAD DEL DESIERTO


Estábamos de nuevo los tres. En la misma tarde en que dejaron en libertad a
Timón, comenzamos a buscar a Malco. Le encontramos en Jerusalén en casa de unos
conocidos. Ahora cabalgábamos por el desierto del Jordán en dirección del Mar
Muerto. Nuestra meta eran los esenios. No sabíamos todavía si lograríamos llegar
hasta ellos. ¿Cómo lograríamos acercamos? ¿Cómo venceríamos su desconfianza
hacia todos los de fuera? Esta preocupación me hizo cavilar durante todo el camino.
¿Lo intentaríamos ofreciéndoks un donativo? El dinero abre muchas puertas. ¿Por
qué iban a ser excepción las gentes de Qumrán? Pero. según parece, ellos despreciaban
el dinero y los bienes privados. Todo pertenecía a la comunidad. Y me habían contado
que la comunidad era rica. Los esenios trabajaban como agricultores, alfareros y
amanuenses. Cultivaban la piscicultura y vendían sal y asfalto extraídos del Mar
Muerto.51 Contaban con ingresos propios. Y esto los hacía inmunes al dinero.
¿Debería fingir que me interesaba ingresar en su cOlllunidad? i En ese caso me
informarían sobre todos sus secretos! Pero sospechaba que ellos recogerían más
informaciones sobre mí que yo sobre ellos. Era bien sabido que el período de prueba
para la admisión duraba varios años.52 Costaría mucho tiempo ganar la confianza de
los esenios.
¿Y si a través de Bannos lograra acen:arme a ellos? ¡Aceptarían por su afinidad
espiritual a un asceta del desiertoe ¿Pero cómo convencer a Bannos para que viajase
conmigo a Qumrán? Además. tenía que lograr llegar primero hasta él. Y aun entonces
no estaban superados todos los obstáculos: ¿no me consideraría
Bannos como un renegado?
Era difícil llegar hasta los esenios.
El camino conducía por un paisaje tan desolado y muerto como el Mar Muerto: dunas
desiertas que apenas dejaban ver unos cuantos cientos de metros. No había ni un árbol
ni un matorral. Tan sólo en la inmediata cercanía del Jordán crecía una espesa franja
boscosa. En un terreno así. entre el Jordán y el desierto. había pasado yo algún tiempo
con Bannos. Pero aquello fue mucho más an'iba. al norte del valle del Jordán.
Cabalgábamos lentamente por aquel terreno desolado y muerto. ¡Allí! ¡.Qué era
aquello? ¿Una persona? ¿Un espejismo del desierto? Pero ahora ya podía vérsele bien:
a alguna distancia se movía una figura oscura. ¿Alguien que se había extraviado? No
tenía ni caballo ni asno.
Al acercamos más. pudimos ver que la figura se movía lentamente. Vimos cómo se
sentaba sobre la tierra. Cabalgamos más aprisa. ¿Podríamos prestarle ayuda? Pero ¿por
qué aquel hombre alzaba sus manos? ¡.Querría hacemos señas para que nos
acercásemos? Parecía más bien que nos rechazaba. Ahora estábamos ya lo
suficientemente cerca para reconocerle: Una figura entlaquecida estaba sentada en
cudillas sobre el suelo. Indudablemente necesitaba ayuda. Sin embargo. aquel hombre
levantó sus brazos como rechazándonos.

51
En Qumrán se encontró un taller de alfarería y un escritorio. Es de suponer que vendieran los
manuscritos de la Biblia que copiaban. Desde siempre se había extraído sal y asfalto del Mar Muerto.
Con seguridad, aquellas gentes cultivaban también la agricultura.
52
Un nuevo miembro, según Josefo (bell 2, 137x = II, 8, 7), tenía que someterse primero durante un año
a su estilo de vida, viviendo fuera de la comunidad (probablemente en el desierto): luego, era admitido a
prueba durante dos años. Tan sólo después de aquellos tres años de probación, era admitido a la vida
plena de la comunidad, como miembro propiamente tal.

36
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

¿Creería que éramos enemigos? ¿Bandidos que querían robarle y maltratarlc? Me


apeé del caballo y dejé a los demás atrás. Llevaba en la mano. ostentosamente. un
pellejo con agua. para hacer ver que mis intenciones eran buenas. Y. así. me fui
acercando despacio.
El hombre seguía haciendo señas de que me marchara. Oí cómo me gritaba: «¡No.
no!».
No sabía qué hacer. Aquel hombre ¿tenía ya alucinaciones? ¿O era un pobre
poseso. a quien un demonio había empujado al desierto? Personas así morían
desgraciadamente. si no se las llevaba cerca de un lugar habitado. donde pudieran vivir
de la mendicidad.
Al acercamos más. aquel extraño quiso echar a cOITer. Se levantó tambaleándose.
¡Estaba exhausto! Pronto le alcancé. -Shalom -dije. -Soy Andrés. hijo de Juan.
El hombre callaba.
- ¿Quieres comer o beber algo?
Movió negativamente la cabeza: -No debo hacerlo -susurró. Le miré desconcertado:
-Tienes aspecto de necesitar urgen
temente comer o beber algo.
- No. no debo hacerlo. Estoy obligado a no hacerlo. Me está prohibido.
- ¡No lo comprendo!
- ¡Nadie lo comprenderá! No os pido más que una cosa: Idos.
Dejadme a mi destino. Idos. Es mejor para todos.
Sentí mucha inquietud. ¿No estaría loco? ¿No tendría en el cuerpo algún demonio
que le impulsaba inexorablemente a la autodestruceión? ¿Habría hecho algún voto? ¿O
sería uno de aquellos que ayunaban hasta lo extremo para llegar a estados liminales de
conciencia y tener visiones y penetrar en los misterios celestiales? Una cosa era
segura: que aquel hombre estaba pereciendo de hambre y de sed. ¿Por qué no quería
que le ayudáramos? Cambié de táctica:
- Nos hemos extraviado -le dije en tono suplicante. -¿No podrías ayudamos?
Aquel hombre extraño titubeó. Yo había dado con el tono acertado. Muchas personas
sensibles permiten únicamente que se les preste ayuda. cuando ellas pueden
representar el papel de ayudadoras.
- ¿Adónde vais? -preguntó el hombre extraño.
- Vamos donde los esenios.
Se llenó de asombro.
- ¿Puedes conducimos donde ellos?
Movió negativamente la cabeza. Pero luego dijo: -Os mostraré el camino. Pero no voy
con vosotros. Sólo os pediré una cosa: ¿Podréis dar un recado a los esenios?
- ¡Claro que sí! ¿Qué recado hemos de darles?

37
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

- Decid a los esenios: Yo. Baruc. hijo de Berequías. deseo paz a todos los hermanos.
Os suplico: Volved a admitinne. Mis energías están casi agotadas. Ya no podré resistir
mucho tiempo.53
- Tú eres entonces un esenio. ¿Te han echado? ¿Te han hecho ir al desierto?
- ¡Sí!
- Pero ¿por qué andas vagando por estas tierras desoladas en vez de ir a JericÓ o a
Jerusalén?
- El que es expulsado de la comunidad. no puede tener contacto con otras personas. No
debe aceptar de ellas alimento. No debe beber un vaso de agua que ellas le den. ¡ De lo
contrario. no tendrá posibilidad de que le vuelvan a admitir!
- Pero ¡eso es inhumano! -exelamé-. ¿Qué mal has hecho para que te traten de esa
manera?
- Al ingresar en la comunidad hicimos un juramento que me obliga a callar.54
¿Era Baruc un delincuente? ¡No! ¡Ni hablar! Un delincuente ¿se sentiría obligado por
un juramento? En caso de extrema necesidad. ¿seguiría teniendo eserúpulos de
conciencia? ¡Qué poder siniestro ejercía aquella comunidad sobre este hombre joven.
que prefería morir de manera tan atroz antes que separarse de ella! Aquel poder le
dominaba como un demonio. de forma que no tenía más que una alternativa: ¡O
regresar a la comunidad o morir en el desierto! ¡Si yo supiera inspirarle nuevos deseos
de vivir!
Se me ocurriÓ una idea:
- Si pasara a tu lado un asceta del desiel10. que. lo mismo que vosotros. aguarda a
Dios en el desierto. ¿,podría ayudarte?
Baruc mlJviÓ negativamente la cabeza: -¡Todos los que no pertenecen a la comunidad
son hijos de las tinieblas!
Me sentí impotente contra el espíritu de esa comunidad. Pero no cedí todavía.
- Está bien. No debes recibir comida ni bebida de manos de ningún hombre. Pero
¿rechazarás también la mano de Dios? Dios hace que crezcan frutos y hierbas, sin la
participación de los hombres. ¿No quieres comer la comida de Dios?
- Pero aquí no crece nada.
- Ven -le dije- te llevaré donde encuentres comida que no ha sido mancillada por la
mano del hombre-o Bannos me había enseñado cómo puede uno alimentarse de
plantas, langostas y miel silvestre. El lo había aprendido de los beduinos.55

53
Josefo eseribe acerca de los esenios: “A quienes sorprenuen en fallas graves. los expulsan ue los
lugares. El expulsauo suele perecer de tristísima suerte. Porque, al estar atado por juramento y por
obligaciones no puede aceptar alimento de otras personas sino que tiene que alimentarse sólo de hierbas
y así pierde por el hamhre todas las energías de su cuerpo y perece. Evidentemente por esta razón los
esenios sienten compasión y vuelven a admitir a muchos que se encontraban casi agonizantes,
considerando que es suficiente expiación por faltas aquel tormento sufrido hasta el límite casi de la
muerte”. (bell 2, 143-144 = II, 8, 8).

54
Véase Josefo, bell 2, 141 = II, 8, 7.
55
Josefo cuenta de Bannos (vita II) que se alimentaba de lo que crecía “espontáneamente”. Compárese
también lo que sevía de alimento a Juan Bautista (Mc 1, 6).

38
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Por la reacción de Baruc me di cuenta de que yo había ganado. Le llevamos


sucesivamente en uno de nuestros caballos y cabalgamos en dirección al Jordán.
Pronto nos acercamos a la franja verde que cruza el desolado desierto como recuerdo
de vida incorruptible. Llevamos a Baruc hasta la orilla. Se arrodillÓ y bebió con su
boca de las aguas del Jordán. La corriente del agua llegaba hasta él. Y él la bebía a
grandes sorbos. Mientras tanto. Timón, Malco y yo explorábamos el terreno en busca
de algo comestible: recogimos hierbas, frutos y langostas que, asadas al fuego, sabían
admirablemente. Y Baruc comiÓ. ¡ComiÓ todo lo que la naturaleza produce
espontáneamente! ¡ComiÓ y bebiÓ! Daba gozo mirarle. Era como si la vida hubiera
triunfado de la muerte.
Acampamos a la sombra de unos árboles. Ante nosotros se hallaba el desiel10
como campo de ruinas de una catástrofe anterior a todos los tiempos. Detrás de
nosotros estaba la vega del Jordán. ¡Qué maravilla que en ese terreno crecieran
plantas. matorrales y árboles! Bastaba un poco de agua para que un terreno muerto se
convirtiera en vergel. Me vino la idea: Toda vida florece en la frontera de la muerte. El
bosque se convierte en desierto. El agua viva, en Mar Muerto. La luz, en calor
sofocante y paralizador.
Estaba bien Claro que a Baruc no debíamos dejarle en aquel desiel10. Perecería.
Pero ¡.qué haríamos? ¿Debíamos llevar su recado? ¡ Debíamos ayudarle a regresar a su
comunidad? En mi interior. todo se rebelaba contra esa idea. Aquella comunidad
ejercía un poder funesto. un poder que impubaba hacia la muerte. Tal vez un poder
que contenía vida oculta. Pero ¡lJué rápidamenre esa vida se convertía en destrucción
y aniquilamiento!
Además. me preguntaba si ellos le querrían readmitir. ¿Qué había cometido?
¿Quizás algo hOITible? Pero. aun en ese caso. Baruc podía serme Útil. Podía darme
toda clase de informaciones sobre los esenios. ¡Y tanto más abiel1amente cuanto más
se hubiera distanciado de la comunidad! ¡.Qué delito había cometido? Yo me
enteraría.
Su respuesta a mi pregunta era evasiva: -No puedo decir nada sobre ello. Revelaría
secretos que se cuentan entre los secretos más guardados por la comunidad.
No cejé en mi empeño: -¿Por qué echáis sobre todo el velo del secreto?
- El que viene a nosotros, ha dejado para siempre la vida normal. Ve cómo las
personas se precipitan. sin saberlo, hacia la perdición. ¡No podemos tener comuniÓn
con esas personas! Seducirían al miembro de la comunidad a abandonar el camino
emprendido. Hay que quemar todos los puentes. Hay que interrumpir todos los
contactos. Al ingresar en la comunidad, el postulante hace el siguiente juramento: Sólo
amaré a los miembros de mi comunidad. y odiaré a todos los hijos de las tinieblas. ¡Y
no revelaré nada sobre la comunidad a los de fuera!.56
- ¡vosotros juráis odiar a todos los demás? -¡Sí! Timón y Malco habían seguido con
atención el diálogo. mientras comían de los frutos recogidos. Les gustaban
especialmente algunos frutos de cactus: en cambio. no probaban las langostas asadas.
En este momenro intervino Timón: -¿TÚ nos odias realmente?
Baruc movió negativamente la cabeza:
-Yo odio a los hijos de las tinieblas. que quebrantan el precepto divino -murmulló.
56
Véase IZS I, 9-11: Según este texto, los esenios están obligados a “amar a todos los hijos de la luz, a
cada uno según su rango en el consejo de Dios, y a odiar a todos los hijos de las tinieblas, a cda uno
según su culpa, en la venganza de Dios”.

39
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Ahora intervino también Malco: -¿Deseas realmente volver donde los tuyos?
- ¿Qué voy n hacer. si no?
- ¡No podríae regresar a tu aldea natal?
- Lo abandoné todo. Vendí mi heredad. Todo lo que saqué de la venta se lo entregué a
mi comunidad. Dependo enteramente de ella.
- ¡No tienes padree? ¿Hermanos?
- Rompí con mi familia. No hay camino de retornu. O regreso a la comunidad, o tengo
que seguir viviendu en el desierto. BajÓ la cabeza y callÓ.
También Timón y Malco callaron.
Nueetro silencio fue absorbido por el silencio del desicrto.
Finalmente dije:
- Baruc. yo dejé una vez. corno tú. la vida normal. Marché al desierto. donde un
asceta. Buscaba la vida verdadera. Regresé. Me di cuenta de que. aun en el desict10.
no escapa uno de las contradicciones de la vida. Te hago unu propuesta: Ven con
nosotros. Vivirás con nosotros. Te ayudaremos a comenzar de nucvo.
Baruc rechazó mi propuesta: -No debemos confiur en personas que no pertenezcan u
nuestra comunidad.
- Pero. j Baruc! -le repliqué . -Tú tienes ya confianza.
Con perplejidad nos dijo: -Tal vez tenéis razón.
Segu í instando: -¡o Y confíae de veras en los eeenios? Exelamó: -Precisamente por
eso fue el connicto. Yo quería una comunidad en la que uno pudiera confiar.
y de repente empczÓ a desahogaree: Nos contó la historia de por qué le
expulsaron. A menudo en frases cortadas. La excitación le inh:rrumpíu una y otra vez.
Pero poco a poco fuimo.... entend iendo.
El que ingresa en la comunidad, renuncia a todos q¡S bienee. Por eso. los miembros
de la comunidad se denominan a sí mismoe «pobree en espíritu». La riqueza se
consideru como un paso hucia la perdición. Ahora bien. durante el noviciudo. se da a
conocer a los miembros exigiéndoles el máximo secreto. unas enigmáticas planchas de
cobre a las que sólo tienen acceso los que lae guardan57. En esas planchas de cobn: hay
grabados datos sobre tesoros increíbles indicaciones ue donde hay que cavar para
encontrar esos tesoros. Datos sobre el número y calidad de los metales preciosos.
Nadie vio jamás los tesoros pero todos creen en su existencia.0
Baruc quiso decimos: la comunidad. consecuente con sus doctrinas. tenía que
renunciar a las riquezas. ¿Cómo podían llamarse «pobres». si poseían una fortuna muy
superior a todos los ingresos juntos que se percibían en Judea. Galilea y Palestina? Por
tanto. los tesoros había que emplearlos para ayudar a los pobres.
Hubo una gran discusión. En el trascurso de la misma. Baruc había manifestado la
sospecha: Quizás no existen en absoluto tales tesoros. Tal vez se hablaba de ellos a los
novicios. para facilitarles la renuncia a sus bienes. j Debían tener confianza en que
estaban bien provistos de recursos materiales! Pero él no quería que su vida en común

57
En una de las cuevas de Qumrán se encontraron efectivamente tres láminas de cobre, los llamados
rollos de cobre (en abreviatura: 3Q 15). En escritura hebrea contienen dalos sobre la magnitud y los
lugares de tesoros escondidos. Hasta ahora no los ha encontrado nadie. Una de dos: o se trata de los
tesoros de los esenios o del Templo, o bien de tesoros imaginario, que nunca han existido.

40
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

se basara en ilusiones. Una de dos: O se probaba que esos tesoros existían realmente. o
no debía hablarse más de ellos.
La sospecha del fraude irrit6 a la mayoría. Baruc fue expulsado por constituir una
amenaza para la paz comunitaria. j Y fue expulsado inddinidamente!
Pregunté cuáles eran. en concreto. las circunstancias que determinaban la expulsión
de un miembro. Baruc enumeró algunas:
- Por dar indicaciones falsas sobre los bienes que se poseen. al ingresar en la
comunidad. el castigo es de un año de expulsión y la reducción vitalicia de la ración de
alimentos en un cuarto. Hay castigo de medio mio de expulsión por mentir. por
encolerizarse con un miembro de la comunidad. o por andar desnudo. Hay castigo de
un mes de expulsión por indisciplinas en las asambleas comunitarias. por ejemplo.
cuando uno se ausenta sin permiso. cuando se escupe durante una asamblea. o cuando
uno se ríe a carcajadas.58
- Castigos bien rigurosos -dije. -¿Quieres volver realmente a esa comunidad? ¿Por qué
te apegas tanto a ella? ¿Por qué te decidiste a ingresar?
- Lo primero que oí de los esenios era: Rechazan la eselavitud. y la rechazan porque va
contra la igualdad de los hombres. Está en contradicción con la ley de la naturaleza.
Esta hace que todos los hombres nazcan y crezcan. Todos son hijos de la naturaleza.
Todos los hombres son hermanos. Tan sólo las riquezas los divide, y ha convertido la
confianza en desconfianza y la amistad en enemistad59, Me fascinó. ¿Dónde hay otra
comunidad que rechace también la eselavitud? i En ninguna parte!
- Pero ¿no habéis trocado la eselavitud de hombres por la eselavitud de leyes rigurosas
y duras?
- Nuestra comunidad está en contradicción con el estilo de vida que exbte en otras
partes. Quien se aparta tan intensamente de ese estilo de vida, tiene que separarse
tajantemente de su entorno. i Nuestras leyes tienen que ser duras!
y después de un breve silencio. añadió:
- Vosotros vcis únicamente las facetas duras de nuestra vida.
No veis lo demás. ¡Qué gozo da haberse evadido de un mundo en el que los hombres
se oprimen, se explotan y se atormentan unos a otros! Nosotros aguardamos una
maravillosa transformación del mundo, Y vivimos ya desde ahora como se vivirá en
ese mundo nuevo.
Por eso cantamos himnos maravillosos, que el fundador de nuestra comunidad nos
legó:60
Te ensalzao, Oh Dios mío,
porque arrebataste de la muerte mi vida,
Me has liberado de un infierno.
58
Estas prescripciones relativas a los castigos están tomadas de la “Regla de la comunidad” (en
abreviatura: IQS), hallada en Qumrán: véase IQS VI, 24-VII,25.
59
El último párrafo es una cita libre de Filón, “Sobre la libertad del hombre bueno” párrafo 79. Los
esenios, de hecho, ganaron reputación por rechazar aún la forma más inhumana de poseseión de bienes,
a saber, la posesión de seres humano. En los escritos hallados en Cumrán, este punto no desempeña
ningún papel. En la comunidad del desierto no existía la esclavitud.
60
Los himnos de alabanza (Hodayot, de ahí la abreviatura IQH) hallados en Qumrán contienen un
lirismo religioso admirable, al estilo de los salmos del Antiguo Testamento. Algunos de esos himnos
tienen como autor al “Maestro de justicia”. El texto es versión libre de IQH III, 19ss.

41
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Pertenezco a un mundo nuevo.


Viviré como corresopnde a tu mundo nuevo.
Sé: Hay esperanza para mí
aunque fui formado del polvo.
Pues tu me libras de todos los yerros,
para que pueda ingresar en la comunidad de los santos.
Tales himnos los cantamos algunas veces en nuestras comidas. 61 Nos dan particular
gozo. Todos sc han lavado para purificarse. Acaban de lomar un baño y 'ie han ljuitado
la ropa de faena. El panadero trae los panes: el cocinero sirve a cada uno su comida. El
sacerdote bendice los alimentos. Todo está en paz. Uno de fuera no observaría apenas
nada. Pero nosotros sentimos esas comidas comunitarias como anticipación de las
comidas futuras. En el mundo nuevo. el Mesías 'ie sentaní a la mesa con nosotros.
Pero. como dije: todo esto es imposible de deseribir para los no iniciados. Esta alegría
la experimenta únicamente ljuien es miembro de la comunidad.
Le interrumpí: -Yo también sentiré esa alegría. si tú comes con nosotros.
Baruc me mirÓ at¡)nito. Saqué de nuestra bolsa unos cuantos dátiles y se los
ofrecí. TimÓn. Malco y yo mirábamos tensamente a Baruc. ¡.Los aceptaría? VacilÓ.
Nadie decía nada. Todo estaba en silencio. La tensi¡)n hacía vibrar el aire entre
nosotros. TOl.lavía tenía yo los dátiles en la mano. Por fin Baruc cxtendi¡) la mano.
- ¡Gracias! -dijo. cogiÓ los dátiles y los repartiÓ a todos nosotros. Reímos. Comimos.
Baruc era uno de los nuestros.
Aquel mismo día regre'iamos del desierto a la vida: a JcricÓ.
Baruc se quedÓ con nosotros. Hablamos largo y tendido y me enteré de muchas
cosas sobre los esenios. de más cosas de las que yo habría esperado. l"le fascinaba
aquella comunidad. aunque seguía pareciéndome inquietante. En una posada de JcricÓ
esbocé sobre una hoja de papiro un primer informe sobre ella. Para ello me había
retirado un poco. Los huéspedes. comerciantes en su mayor parte. con pequeiias
caravanas. estaban tumbac!o'i a la sombra delante del albergue. Yo estaba sentado. en
una pequeña habitación. y eseribía:
Acerca de los esenios
Los esenios son una comunidad muy disciplinada ljUC sc concenlra en cucetiones
religiosas. Se han rctirado al desiel10. porque piensan que en la vida normal no pucden
cumplir los mandamientos divinos. Sc difen:ncian principalmente de los demás judíos
por tener un cah:ndario propio: celebran sus fiestas según el calendario solar. mientras
que todos los demas siguen el calendario lunar. ror eso. no pueden participar en el
culto del Templo. Cuando en él se celehran fiestas sagrada... es para ellos día de
trabajo. Cuando ellos celchran fiestas. tienen los demás un día normal.62
Sus relacioncs con la aristocracia saeenlotal de Jerusalén no son tan tensas como
antes. Es \erdad que no participan en el culto de los salTificios. pero envían ofrendas
al Templo.

61
Josefo describe esas comidas de los esenios en bell 2,129-133 = II,8,5. El convite futuro con el Mesías
se describe en la llamada “Regla de la Congregación” (IQSa II, 11-21).
62
La razón para adoptar el calendario solar se encuentra en el “Libro de astronomía” de I Henoc (I Hen
72-82), hallado también en Qumrán. Ahora bien, el libro (y otros escritos que presuponen también el
calendario solar) se hallaban también difundidos fuera del ámbito de Qumrán.

42
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

No constitUyen ningún peligro para el Estado. Todos los micmbros. al ingresar en


la comunidad. tienen que jurar que no participarán e,; actos de bandidaje (y entre ellos
sc cuentan también los atentados contra los romanos). No poseen depÓsitos secretos
de armas. Sino que cada uno se contenta con una espada para protcgerse de los
atracos.63
Los esenios interpretan de manera muy rigorista nuestras leyes sobre el matrimonio.
Rechal.an la poligamia y afirman: Dios creó al ser humano como varón y mujer. cs
decir. no lo creÓ comlJ un \ arlÍn y dos mujeres. y argumentan de la siguiente manera:
Las leyes del matrimonio se aplican tanto al hombre como a la mujer. Si la mujer no
puede tener más que un marido. el marido no puede tener m;is que una mujer. En
consecuencia dicen: Si el hombre no puede e;barse con su tía. la mujer no puede
casarse tampoco con su tío. Rechat.an también el divorcio. 64 Con esta interpretación de
las leyes matrimoniales. no pueden menos de critil'ar la vida de familia de nuestros
principes herodianos: Herodes el Grande \ i\ ia con muchas mujeres. Sus hijos se
casaron frecuentemente cpn sus pn'pias sobrinas. Lo cierto es que rechal.an el
matrimonio lIe II.:rndes Antipas con su eluiada.
Sin el11bargo, no eseribí que los esenios odiaban a los romanos. Es \erdad que, por
eI I11OI11ento, renunciaban a la resistencia armada. Pero. en cambio. soñaban en que,
al fin de los tiempos. habría una gran guerra. Entonces dios. juntamente con todos los
hijos de la IUL, \ enccrían a los hijos de las tinieblas y los matarían. La cuestión era
únical11ente: ¡.Cómo lIegarían ellos a saber que habían llegado 1m últimos días?
Porque, cuando llegaran a esa persuasilín, podrían resultar peligrosos.65
No informé tampoco eobn: la crítica radical dd poder y de la riqueza: esa crÍlica
que había cristalizado en su vida de comunidad. Quien. como ellos. constituía una
prueba viva de que era posible vivir sin bienes privados. tenía que ser rechazado por
todos los poderosos y no podía menos de n:presentar un peligro para ellos.
Pasé en sikncio. además. la ardiente esperanza de un pronto cambio súbito de todas
las cosas. de la llegada de un nuevo rey l11esiánico y de un nuevo pontífice mesiánico.
Las profecías sobre el cambio de todas las cosas seguían siendo consideradas
peligrosas por los políticos. Hubo emperadores que prohibieron todas las
adivinaciones y profecías.
Estaba inmerso en mis pensamientos sobre los esenios. cuando se oyó jaleo
delante de la posada. Algo había sucedido. Prestéatención. Sólo escuché palabras
sueltas. Habían matado a alguien. Se oían voces encolerizadas. Luego. lamentos.
Luego. un sordo murmullo. Quise salir a toda prisa. Entonces vino Baruc a mi
encuentro.
- ¿Sabes la última novedad? ¡Le han matado! -¡A quién?
- ¡A Juan el profeta!
Muy estimado Sr. Kratzinger:

63
Según Josefo (bell 2,142 = II,8,7) los esenios tenían que jurar “no cometer ningún latrocinio”. Según
bell 2,125 (=8,5) los esenios, en sus viajes, no llevaban nada consigo “con excepción de armas para
protegerse de que en todas partes les acogieran otros esenios.
64
Estas leyes sobre el matrimonio se encuentran en el llamado “Documento de Damasco” CD IV, 20-
V,2;V,7:II.
65
La descripción de la lucha del fin de los tiempos aparece en uno de los escritos hallados en las cuevas
de Qumrán, en el llamado “Manuscrito de la Guerra” (en abreviatura: IQM).

43
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Los esenios le recuerdan a usted (as modernas religiones de jÓvenes.


Indudablemente: Al componer el último capítUlo tuve muy en cuenta experiencias
concretas con «adeptos a sectas». ¿Quiere esto decir que he retroproycctado sobre el
pasado experiencias actuales?
En primer lugar, una observación fundamental: Si en el pasado encontráramos
únicamente lo que corresponde a nuestras experiencias. perderíamos el interes por el
pasado. Si encontráramos únicamente lo que contradice a nuestras experiencias,
entonces el pasado permanecería incomprensible. Lo que interesa es lo extraño. Pero
se comprende por su relación con lo que nos resulta familiar.
Pues bien. a propÓsito del último capítulo: Los esenios no son una moderna secta
de jóvenes. No ofrecen una base autoritaria a que asirse. en medio de un elima de
desorientación <<libera!». Los esenios. a pesar de todas sus peculiaridades que los
segregan de la sociedad. se hallan integrados en un gran consenso. a saber. que Dios.
en la Torá. dio instrucciones válidas para la vida. Podrá ser discutible la interpretación
de la Torá, pero indiscutible es su validez. Y esa validez hay que defenderla contra la
penetración de la cultura helenístico-pagana.
La pregunta el1lonces era si se cumplía rectamente el marco de orientación
previamente dado. Para muy pocos la alternativa real era adherirse a la manera de vivir
pagano-helenística. En cambio. hoy día los jóvenes preguntan: ¿Que nos servirá de
orientación? Aunque los esenios nos recuerden una modema religiÓn de jóvenes. son
en realidad algo muy distinto. Lo que hace que la investigación histórica sea de
especial valor es precisamente esa interacción dilucidadora que existe entre el pasado
y el presente. Todo lo que aprendemos sobre la vida pasada, proyecta siempre luz
sobre nosotros mismos.
Para terminar. permítame asegurarle lo importantes que son para m í las
observaciones críticas que usted me formula. Espero que encuentre usted tamhien un
poco de tiempo para decirme su opinión sobre el capítulo que ahora sigue.
Disponga de su servidor y amigo:
Gerd Theissen

44
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

6. Un asesinato y su análisis
Baruc venía sin aliento: -j Herodes Antipas ha mandado ejecutar a Juan Bautista!
¡Corren rumores por toda la ciudad!
Me quedé pasmado. ¡Otra vez había ocurrido algo horrible! Tenía que enterarme
de más cosas. Aquello significaba mucho para Pilato. Ahora tenía él en sus manos un
triunfo contra Antipas. ¡Aquel hombre había mandado ejecutar incluso a un santo!
Delante del albergue se había ido reuniendo una multitud. El joven que había
traído la horrible noticia se hallaba en medio y contestaba lo mejor que podía a las
preguntas que caían sobre él. Me abrí paso a empujones hasta entender bien todo lo
que se decía. El joven gesticulaba con ambas manos: -Detrás de todo está Herodías, su
nueva mujer. Ella quería casarse a toda costa con él. aunque va contra las leyes. Pues
tenía que divorciarse primero del medio hermano de Antipas.66 Esa mujer no se arredra
ante nada: ella es la culpable de la muerte del profeta. ¡Quería hacer que enmudeciese
la crítica contra su nuevo matrimonio!
De la multitud brotaban gritos de asentimil:nto. Otra persona intervino: -Herodías
ha sido muy astuta. Antipas es demasiado bonachón. No podía tener nada contra el
Bautista. Debió de ordenar la ejecuci()n contra su propia voluntad. Una \'ez que estaba
eufórico, su mujer le arrancó la promesa de que le cumpliera un deseo. ¡ Y pidió
entonces la cabeza del Bautista!
- Algo así no lo logra una mujer sola -gritó un tercero. -Para eso hacen falta dos:
Herodías y su hija Salomé. La flor y nata de Judea y de Perea se habían reunido para
un ban4uete. Ibu creciendo la euforia. Antipas estaba ya un poco bebido. Entonees
comenzÓ a bailar en público Salomé. Los comensales estaban entusiasmados. Antipas
prometiÓ a la muchacha que cumpliría cualquier deseo que tuviera. aunque fuera la
mitad de su reino. Probablemente esperaba un deseo inocente. un deseo como los que
tienen las muchachas de su edad. Pero Salomé hizo que su madre le dictara el deseo:
Quería la eabeza del profeta.
Lo vi claramente: Todo aquello eran habladurías.67 Como siguieran corriendo los
rumores. iban a terminar por decir que Salomé había seducido a su tío Antipas. Todas
esas historias correspondían a los elisés habituales: Para fingir una intriga palaciega.
hacen falta unas cuantas mujeres refinadas. un príncipe bonachÓn. una víctima. una
promesa imprudente. etc. Eso no podía ser toda la verdad. Me dirigí al que había
hablado primero. Todas sus palabras parecían. en el mejor de los casos. exageradas.
- ¡DÓnde te enteraste de la notieia?
- Han llegado a Jcricó algunos funeionarios de Antipas. -¡.Están aquí todavía?
- Se han alojado en el palacio de inviemo de la finca de Herodes.68
- ¡Sabes cómo se llaman?
- Creo que uno de ellos se llama Jusá. Es administrador de Antipas.
66
En Lev 18, 16 se dice: “No tendrás relaciones con la esposa de tu hermano; es la misma carne que tu
hermano”. Herodías se había casado en primer matrimonio con uno de los hijos de Herodes llamado
también “Herodes”.
67
El resultado de estas habladurías, que siguieron circulando y aumentándose entre el pueblo sencillo,
podemos verlo condensado en Mc 6,17-29: taler fueron, en la mente de la gente sencilla de Palestina,
las razones que habían inducido a dar muerte al Bautista. Josefo, seguramente, se acerca más a la verdad
cuando da como razón verdadera el que Herodes Antipas temía un levantamiento del pueblo (Jos, ant
18, 118 = XVIII,5,2).
68
El rey Herodes había edificado en Jericó un palacio de invierno, que ha sido objeto de excavaciones.

45
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Era buena noticia. Yo conocía bien a Jusá. Había sido mi socio comercial en
muchas ventas de cereales. Nadie podía estar mejor informado que él sobre las cm.as
que pasaban en casa de Antipas. lnmediatamente envié a TimÓn al palacio de Herodes
para que diera recado a Jusá de qUe yo me encontraba en JcricÓ. ¿Tendría
oportunidad de hablarle? Jusá me respondiÓ en scguida que estaría eneantado de
vcrme. Se hallaba de rcgreso a Tiberíades. ¡.Aceptaría yo cenar con él y con su mujer?
Jesuá y su mujer Juana me recibieron en un lujoso trielinio: Tres sof<Í.s rodeaban
una pequeña mesa. como en una casa romana. El pavimiento estaba ornado por un
m1ístico mosaico de motivos florales.69 En las paredes. mármoles de color rosa y azul
adornaban con muy buen gusto la sala. i.O era sólo imitación de mármol? Nos
recostamos para comer. Acudieron esclavos trayendo los manjares: ensalada.
caracoles. huevos, pudín de sémola con miel. y como entremeses, aceitunas,
remolacha. pepinillos y cebolletas.70 Todo acompañado por un vino excelente. Desde
mi estancia en la cárcel. no había comido yo tan espléndidamente. ¡Qué gozada! Tuve
que contenerme para no comer con ansia.
En una de las copas de las que bebíamos se hallaba grabado en letras griegas71:

¿PARA QUÉ ESTÁS AQUÍ? ¡A GOZARLA!

Esa copa era muy del gusto de Jusá: Uno de sus dichos favoritos estaba tomado dd
Eelesiastés de Salomón: «Anda. come tu pan con alegría y bebe contento tu vino 72. El
aprcciaba mucho los escritos de Salomón: sus sentencias. sus cánticos. su sabiduría.
Jusá era saduceo73: una tendencia religiosa común en las clases altas de nuestro pueblo.
Su consigna era disfrutar de la vida. Y él disfrutaba de ella. en compañía de su joven
esposa.
Nuestra conversación giró primeramente en torno a cosas sin importancia. Claro
está que ambos queríamos llegar al tema del día. Pero primero hablamos de otras
cosas.
- Pilato ha vuelto a tener problemas en Jerusalén. ¿Conoces los detalles?
Me quedé perplejo. ¿Sabría él que yo me había visto complicado en los
acontecimientos? ¿Debía hablarle de eso? Pero, de algún modo, él se enteraría. Así
que le dije: -En una manifestación contra él fueron muertos cinco policías de sus
fuerzas de seguridad. Yo estaba cerca y fui detenido preventivamente. y luego le conté
toda la historia. Observé cómo Jusá la escuchaba ansioso. Como partidario de Antipas,
se interesaba por las malas noticias relativas a Pilato. Me encontraba en un apuro:
¿Hasta qué punto podía denigrar a Pilato sin ponerme yo mismo en peligro? Pilato
69
Todos los mosaicos de los palacios de Herodes tienen Únicamente motivos florales. Evidentemente.
Herodes observÓ en sus palacios la prohibición de las imágenes. Por lo demás es histórico que Herodes
mandaba pintar de tal modo las paredes que dieran la impresión de estar recubiertas de mármol como
puede comprobar todo el que visite Masada (una de las fortalezas a las que se retirana Herodes), junto al
Mar Muerto.
70
El “menú” de esta comida corresponde a datos que nos da Plinio el Joven (Cartas I.15).
71
Conocemos copas con tal inscripción, que fueron halladas en Siriaa en el siglo I de nuestra era. Véase
A. Deissmann, Licht vom Osten, Tübingen, 1923, 104.
72
Ecl 9,7.
73
Según Josefo (ant 13, 293 = XIII,10,6), los saucedos tienen sus partidarios enre la gente acomodada.
No creen en el destino (ant 13, 173 = XIII,5,9), no creen en la supervivencia después de la muerte (bell
2,164 = II,8,14: véase Mc 12,18-27: Hech 23,8) y reconocen únicamente como escritos sagrados los
cinco libros del Pentateuco).

46
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

podía enterarse de lo que yo iba propalando sobre él. Por eso, supliqué
encarecidamente a Jusá:
- Por el amor de Dios, no cuentes a nadie la historia que te he referido. Pilato puede
hacerme atrocidades. ¡Que no sc entere nunca de lo que te he dicho!
Jusá asintió con la cabeza y dijo: -Por lo demás. ha vuelto a perpetrar actos
vergonzosos. Acabo de enteranne que ha matauo a unos cuantos peregrinos galileos y,
además. a los animales que llevaban para los sacrificios.74
- ¡Eh? ¡QuerfÜ que todo el país se alce contra él!
- Están las cosas que arden. Las pequeñeces provocan reacciones exageradas. De todos
modos. se trata de galileos. Quedan bajo la jurisdicción de Antipas. Elevaremos una
protesta.
Aquí intervino Juana: -No lo hagas como si os imp0l1ara demasiado. Precisamente
Antipas acaba de mandar ejecutar a un profeta. y Pilato a unos cuantos peregrinos. Lo
uno se compensa cem lo otro. Ninguno estará en situacion de denigrar al otro ante el
emperador o ante el legado de Siria. Un lobo muerde a otro lobo.
Jusá admitió: -¡De acuerdo! Que Pilato tenga dificultades, nos viene que ni pintado.
Pues lo de Juan Bautista nos va a traer quebraderos de cabeza.
- ¿Le conocías? -pregunté.
- ¡Claro que sí! i Un tipo estrafalario!
manera de vestir. Un cinturón de cuero y
Comenzando por su una piel de camello:
eso es todo lo que llevaba sobre el cuerpo. Tenía. además. cabellos largos. barba. y era
vegetariano.
- Algunos de esos tipos estrafalarios no son tan malos. (Yo pensaba en Bannos).
Debajo de la dura cáscara haya veces una excelente persona. ¿Cómo te caía Juan? ¿Te
resultaba simpático?
- En parte sí y en parte no. Cc.mlO saduceo que soy. no tengo nada que ver con esos
profetas que vaticinan el fin del mundo. En primer lugar. abundan más que los hongos.
En segundo lugar, no viene el fin del mundo. Pero una cosa me gustaba. Sabes que en
cuestiones religiosas soy bastante liberal. Por este motivo. nuestros santones no me
quieren. Y yo a ellos. aún menos. A sus ojos, nosotros somos judíos de segunda clase.
Precisamente en este punto, Juan era impresionante. Predicaba que Dios no hace
distinción entre santones y personas poco devotas. Los devotos serían nido de víboras,
si creyeran que podían escapar del juicio. Todos debían cambiar radicalmente de
manera de vivir. los devotos y los no devotos. ¡Todos estarían bajo la amenaza de un
inexorable juicio!
- ¿Por qué, entonces. hizo Antipas que le matasen? ¡.Qué hay detrás de todo ello? La
gente dice que la culpable es Herodías.
En este punto protestÓ Juana: -¡Claro. otra vez las mujeres tendrán la culpa de
todo!
Jusá se rio: -En este punto. mi mujer es muy sensible -<.lijo-. Sabes que Antipas
estaba casado con una princesa nabatca. la hija del rey Aretas IV. Fue una buena
jugada diplomática. Aretas es vecino nuestro en el Sur. y tiene una desagradable
74
Véase Lc 13, Iss.

47
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

inclinación a extender su reino hacia el Norte. Con este matrimonio se quiso tenerle en
jaque: No haría la gucrra contra un ycrno. ni le rcelamaría tierras. Por eso, los romanos
estuvieron de acucrdo con ese matrimonio. aunque miran siempre con recelo cualquier
contacto entre sus príncipes protegidos y los reyes independientes. i y luego se
interpuso la historia con Herod ías!
Pregunté: -¿Fue aquellO amor a primera vista?
Juana respondiÓ: -¡Amor sí había! De lo contrario. Antipas no hubiera cargado
con todos los inconvenientes políticos que le proporcionaba aquel matrimonio.
Jusá completó: -No sólo había amor, sino que había también motivos políticos.
Ambos se entendían muy bien. porque tenían la misma ambición política: Sabes que
Herodes modificÓ varias veces su testamento. Cada vez era distinto el heredero
universal. Antipas llegó a serlo también una vcz, Pero no logrÓ imponerse en el
repal10 Je la herenl.:ia y llegó a ser únil.:amente tetrarl.:a. HeroJías estaba I.:asaua con
otro que había siuo también una vez hereuero univcrsal. el hEllnano ue Antipas, que
en el repm10 ddinitivo lÍe la herencia saliÓ aÚn peor parauo.: no Ic 1.:00Tcsponuió
absolutamente naua. Pues bien. Herodí,ls ueseienue. por su maurc Mariamne. ue la
familia real asmonea. Es auténtica princesa. Por el contrario, los de la familia de
Herodes son Únil.:amente auvenedizos. ¿Qué quelTá ser una auténtica princesa?
Como es lÓgico. quelTá llegar a ser reina. Yeso no llegaría nunca a serio en cI
matrimonio con su primer marido. pero sí. tal vez. cas,índose con un príncipe. Los dos
se enamoraron. no casualmente, en el preciso momento en que Antipas marchaba a
Roma. (según se rumorea) con la esperanza de suceder al prefecto Yalerio Grato, y
convel1irse en rey de Judea y Samaría. Ambos querían llegar muy alto.
Juana objetÓ: -Pero precisamente en el aspecto poi ítico. el casamiento fue un
chasco para Antipas.
Jusá aelarÓ: -La cuestión era espinosa. En primer lugar. Antipas le había quitado
la mujer a su hermano. Eso quebrantaba nllestras leyes. En segundo lugar. Herodías
tomÓ la inil.:iativa. Ella era la fuerza impulsora. Eso contradke a las costumbres
judías.75 En tercer lugar. Herndías exigía que Antipas repuuiara a su primera mujer.
aunque. segÚn el derecho judío. pudiera cohabitar al mismo tiempo con v'arias
mujerc..,. Todas esas infracciones de las leyes irritaron al pueblo. El Bautista se
convirtiÓen portavoz de la oposición en materia de política interna.
Juana entonces intervino con viveza: -La cuestión puede enjuiciarse también de
otra manera. Herodías reelamaba para sí uerechos que toda mujer posee en el Impaio
Romano. En Roma la mujer puede solicitar el divorcio. mientrae que entre nosotroe.
hasta el día de hoy. sólo el hombre puede repudiar a su mujer. Eso es injusto. Debc
existir igualdad de derechoe. Eeo ee. ni más ni menos. lo que Herodías reelama para
sí. Y lo mismo se aplica al Último punto: En Roma. un hombre no puede tener a]
mismo tiempo varias mujeree. Creo que es un avance. Pues así queda deu'o que la

75
Herodes se comportó igual que otras mujeres de la familia de Herodes: también Salomé. hermana de
Herodes I y Drusila se divorciaron, cosa que Josefo critica como quebrantamiento de la Iey judía (véase
ant 15.259 = XV.7.10 y ant 20, 143 = XX,7,2). Acerca de Herodías dice Josefo expresamente que esa
mujer, con su divorcio maquinó la disolución de las leyes paternas (ant 18,136 = XVII1.5.4), lo cual
suena a que Herodías fue consciente de la signiticación radical que tenía el paso dado por ella.
Posiblemente, no sólo no siguió la tradición jurídica helenístico-romana, sino tamhién las tradiciones
jurídicas arameas: El derecho de la mujer al divorcio se halla atestiguado tamhién en lo que respecta a
Ios judíos que vivían en la colonia egipcia de Elefantina en el siglo V a.C. Existe tamhién un testimonio
de lo mismo en lo que respecta a la Palestina de la época de la insurrección de Bar-Kokhba (132-136 de
nuestra era).

48
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

mujer tiene el miemo valor que el hombre. Herodías hizo bien al negarse a ser la
segunda mujer de Antipas. junto a la plimera. En una palabra. Herodías tratÓ de
introducir un poco de adelanto en nuestro país. que ee ha quedado tan retrasado, ¿,Y
qué sucede? Un profeta arranciado se opone al adelanto de la mujer. Yo no creo que
Juan sea el gran santo que quieren hacemos creer.
Jusá hizo un gesto de reserva: -Cualquiera que sea el juicio moral que se haga del
asunto, lo cierto es que Antipas ha subestimado los sentimientos del pueblo.
Yo confirmé: -En este punto emergen en el alma popular imágenes muy antiguas:
Elías que se opone a la intluencia pagana de Jezabel. Una impresión parecida caus6 el
Bautista. al convertirse en antagonista de Herodías. Corren rumores de que él es El ías
que ha vuelto a venir. Con eeto queda Antipas por completo del lado de la injusticia,
Jusá prosiguió: -Fueron también fatales las repercusiones en materia de política
exterior. La mujer nabatea de Antipas olfateó que querían repudiarla y se adelant6 al
repudio huyendo donde su padre.76 Desde entonces tenemos en el Sur un poderoso
enemigo. La situación de Antipas es precaria: Tiene que contar. en el exterior. con la
guerra. Pues su antiguo suegro no le perdonará nunca el humillantc rcpudio de su hija.
repudio del que no había ninguna necesidad segÚn nucstras leycs. Y en el interior se
mueve una fuerte oposición. apoyada por el poder desenfrenado del fanatismo
religioso.
-Pero ¡podrá resultarle peligrosa esa oposición que hay en el interior? ¡Qué puede
hacer un profeta aislado?
- Recuerda la suerte de Arquelao.77 Perdió su trono hacc casi 25 años. Muchas causas
hicieron que fuera depuesto. Pero una de esas causas fue. indudablemente. su
matrimonio desdichado con Glafira. Nos recuerda en algunos aspectos el matrimonio
de Antipas con Herodías. También Arquelao tuvo que divorciarse de su primera mujer
para casarse con Glafira. Y lo que fue más importante toua\Ía: Glafira estuvo casaua
en primer matrimonio con Alejandro. medio hermano ue Arquelao: uno de aquellos
hijos de Hemdes el Grande que éste había manuado ejecutar. Era. pues. un matrimonio
de levirato. que según nuestras leyes es lícito únicamente en un caso. a saber. cuando
el hermano ha muerto sin uescendencia.78 Pero no era así. Glafira tenía hijos de
Alejandro. Arquelao no podía casarse lícitamente con ella. Ese matrimonio. contrario a
las leyes. le perjudicó mucho. Su prestigio entre el pueblo disminuyó rápidamente. Sus
enemigos pudieron acusarle fÜcilmente ante el emperador. Arquelao fue depuesto.
Todo eso es bien sabido. Si ahora Antipas contrae un matrimonio parecido al que
contrajo su hermano. será una ocasión magn ífica para que sus enemigos en materia de
poi ítica interior intriguen para que sea dqJUesto.
- Pero ¿creéis en serio que el Bautista hubiese podido incitar una rebelión violenta o
que hubiese colaborado con enemigos del exterior?79
- Ese peligro no existió nunca. Pero hubiera podido llegarse a una desdichada
cooperación entre la oposición interna y el enemigo externo, sin que se pudiera hablar

76
Así lo narra Josefo (ant 18, IIIs = XVIII,5,1).
77
Véase, para lo que sigue, Josefo (ant 17,349-353 = XVII,13,4).
78
A propósito, del “matrimonio del cuñado” (llamado también “levirato” según el término latino levir =
cuñado) véase Dt 25,5-10.
79
Según Josefo, Antipas mandó ejecutar al Bautista porque temía un levantamiento del pueblo (ant
18,118 = XVIII,5,2). Esto tiene redibilidad histórica y no se opone en absoluto a la tradición
neotestamentaria según la cual el Bautista fue ejecutado por su critica del matrimonio de Antipas. El
matrimonio y la crítica de ese matrimonio fueron, qué duda cabe, un elemento político de primer orden.

49
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

de conjura propiamente tal. Una de las frases predilectas de Juan se halla en el libro
del profeta Isaías:80
Voz del que clama en el desierto:
¡Preparad el camino para el Señor!
¡Allanad sus senderos!
Imagínate que Aretas llega del desierto al frente de un ejército. y Juan predica como
música de acompañamienlo: «¡Preparad el camino para el Seiior!),. Evidentemente.
Juan se refiere a Dios. Para él hay que preparar el camino en el desierto. Pero el
pueblo supersticioso difundiría en seguiua la consigna: ¡Se refiere a Ardas! Con él
llega el castigo divino contra Antipas. Esta consigna uesmoralizaría a cualquier
ejército judío. Habría desertores. Sufriríamos una uerrota aniquiladora.81
- Pero ese peligro ¡.IIO sigue existienuo toda\ ía? Con la ejecución del Bautista. se ha
ganauo Antipas nuevos enemigos.
Jusá me uio la razón: -La situación sigue siendo tensa. Antipas cuenta con que va a
enmlllb:er la crítica contra su matrimonio. -¿Crees que lo conseguirá?
Jusá se encogió ue hombros: -Tal va sí. Tal vez no.
Sus temores eran justificados. Antipas. por su matrimonio
con Herodías, se buscó la ruina. Su antiguo suegro no tardt) en alegar derechos
sobre ciertos territurios ue la frontera meridional. Se llegó a la guerra. Antipas sufrió
una aplastante derrota. Algunos de sus soluados desertaron. Touo el pueblo decía
entonces: Esa uerrota es castigo ue Dios por el asesinato del Bautista. Los romanos
tuvieron que intervenir para asegurar la frontera contra los nabateos. 82 Pero Antipas
comenzó en secreto a reunir armas para estar mejor preparauo para una nueva guerra. i
Eso fue su perdición! Cuando, a ruegos de Herodías. pidió al emperador que le
permitiera llevar el título de rey. entonces sus enemigos (principalmente su sobrino)
difundieron en Roma rumores sobre un arsenal secrelo de armas. Antipas no pudo
desmentirlos. El emperador presintió una conjura contra sí. Antipas fue depuesto y
desterrado a las Galias. Herodías podía escoger entre seguirle al destierro o regresar a
Galika. Prefirió el destierro. Y demostró con ello más carácter) amor de lo que le
atribuían maliciosamente las habladurías. Todo eso ocurrió casi uiez años más tarde) 83.
Pero ahora estábamos sentados en Jcricó. Juana se puso otra vez a defender a
Herodías:
- Una cosa está clara. Herodías no cs culpable de la ejecución del Bautista. La
responsabilidad la tiene Antipas. El ordenó la ejecución por ralOnes políticas. en la
situación apurada en que le había puesito el fanático Juan. Créeme: Antipas ha hablado
a menudo con el Bautista en la prisión, para moverle a que tolerara tácitamente su
matrimonio. Pero todo fue inútil. Ahora se le quiere cargar la culpa a Herodías.
Objeté: -Tal vez 'ie haga ahora silencio en torno a toda la historia. Pero eso
depende de los partidarios del Bautista. ¿Hay discípulos?

80
Is 40,3 (véase Mc 1,3).
81
Antipas sufrió efectivamente, en el año 36, una aniquiladora derrota en la lucha contra su antiguo
suegro. Una de las cuasas fue la deserción en masa. Véase Jos. (ant 18,114 = XVIII,5,I).
82
A propósito de la Guerra Nabatea enre Antipas y Aretas, véase Josefo (ant 18, II3s = XVIII,5,3). Se
impidió una guerra mayor gracias a la muerte de Tiberio en el año 37 de nuestra era.
83
La caída de Antipas y su destierro se describen aquí siguiendo a Josefo (ant 18,240-256 = XVIII, 7,I).

50
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Juana asintió con un movimiento de cabeza: -He conocido a uno de ellos. Discutí
con él sobre si era justo que, entre nosotros, un hombre pudicra repudiar a su mujer,
pero que una mujer no pudiera repudiar a su marido. ¡Fíjate lo que me respondió!:
El que se divorcia de su mujer y se casa con otra,
comete adulterio contra aquélla;
y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro,
también comete adulterio.84
Eso me gustó, Por lo menos, la igualdad de derechos para ambos.
Jusá miró un poco atónito a su mujer: -Pero ése es más radical todavía que Juan
Bautista. El Bautista insistía únicamente en que se cumplieran las leyes tradicionales.
Pero su discípulo quiere modificar las leyes, además con poco sentido realista. Porque
es ignorar por completo la realidad el querer prohibir los divorcios.
Juana se defendiÓ: -No hay divorcio bueno. Es siempre triste que dos se separen.
Jusá prosiguió: - Creo que ese discípulo de Juan es tamhién uno de esos chitlados
que nos tienen hartos.
Observé cómo Juana se sobresaltaba un poco. Durante un instante pensé: ¿.Habrá
problemas entn: ellos? Había que dejar a un lado el tema del «divorcio». Por eso
pregunté:
- ¿Cómo se llama ese seguidor del Bautista?
- Creo que su nombre es Jesús de Nazaret.
- ¿Dónde vive?
- RecoITe la región de Galilea.
Jusá suspiró: -¡Precisamente por nuestro país! ¿No podía difundir en Judea sus
nuevas ideas? Entonces sería Pilato el que tuviera que disgustarse con él.
Yo opiné: -Si no tiene domicilio fijo. quizás vaya también a Judea.
JusÜ tuvo una idea: -¿Por qué no tratamos de espantarle un poco? Esparcimos el
rumor de que Antipas quiere darle muerte. y, al mismo tiempo. le indicamos
diseretamente que cruce la frontera Y desaparezca.85 Nos desharíamos de él. ¿Qué te
parece si tú te encargas de eso? -dijo volviéndose a mí.- Nazaret queda sólo a diez
kilómetros de Séforis. Tú conoces bien el terreno.
Me estremecí: Se me abría una trampa. Si Pilato se enteraba de que yo andaba
importunando a un profeta y quería echarle,... ¡No, eso no podía ser! Objeté:
- Ese tal Jesús debe recibir la indicación de que se largue de personas en quienes él
confíe. Nazaret es una aldea pequeña. Los de ciudad no tenemos mucho que decir a los
de pueblo. Para ellos somos los ricos, los que tenemos cultura griega. los que
colaboramos con herodianos y romanos.
Jusá reflexionó: -HabrÜ que buscar unos cuantos hombres piadosos. Quizás unos
cuantos fariseos. Jesús dará oídos, seguramente. a las advertencias que ellos le hagan.
Yo tenía otra objeción más: -El, Jesús, ¿no le creará a Antipas más dificultades en
Judea que en Galilea? Imagínate que Pilato se sirviera de él contra Antipas: ¿Qué más

84
Mc 10,11-12.
85
Es posible que se hubiera intentado tal cosa; véase Lc 13,31-33.

51
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

podría desear Pilato si no que la opinión pública de los judíos se enterara de que
Antipas se apartaba de las costumbres de los antepasados?
Jusá se rió: eQuien mata a peregrinos galilcos. ¿por qué no iba a matar también a
un profeta gatileo? Por lo demÜs. los profetas no se dejan contratar por los romanos
para difamamos a nosotros. Conoces mal a nuestros profetas.
Seguimos conversando largo y tendido. mientras comíamos y bebíamos. Jusá. para
terminar. tomó la cítara y cantó sus cánticos favoritos: los cantares de Salomón. Se los
dedicó a Juana:
«¡Qué bella eres, amada mía,
qué bella eres!
Palomas son tus ojos
a través de tu velo»86
Indudablemente: Juana era muy bella.

86
Cant 4,1.

52
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Muy estimado Sr. Kratzinger:

La casual idad ha querido que. precisamente cn este semestre. tenga usted que
dirigir un seminario sobre Juan Bautista. Usted tuvo la tentación de leer a sus
estudiantes universitarios el capítulo anterior. Pero usted temía que mi relato -prescin-
diendo del minucioso anÚlisis de las fuentes- ofrezca ticci6n poética en vez de
conocimientos históricos.
No compm10 esos temores. Al escribir. me he dado cuenta de que los diálogos del
libro reflejan más adecuadamente. en un aspecto. el dehate cientítico que los tratados
eruditos: En los tratados. dcspués de sopesar las razones en favor y en contra, se llega
a un resultado que se expone de la manera más plausible que se puede y que al
pasar de las ideas a
la letra de imprenta se hace mucho mÚs plausible de lo que en realidad es. En
cambio, un diálogo en forma namlti\a puede terminar en suspenso. Nadie tendrá la
líltima palabra. Quedará por decidir cuál de los interlocutorcs dice la verdad.
Este final «abierto» corresponde al proceso real de la investigaciÓn. Porque ¡.qué
es la ciencia histÓrica sino un diálogo permanente sobre el pasado. un diálogo en el
que nadie tiene la Última palabra? A di ferencia de los diálogos narrados, el coloquio
científico transcurre segÚn estrictas «reglas del juego». a las que denominamos
«métodos históricos». Son convencionalismos. basados en largas experiencias. que
determinan qué tipos de argumentos se admiten, y qué tipos. no. Los juicios de valor.
por ejemplo, no son argumentos para la reconstrucci6n de realidades históricas. Una
variante textual podr~1 agradanne mÚs. pero no por eso representa el texto original.
Cuando Andrés. a tran.:s de numerosos diálogos. se forma una idea de los
acontecimientos. refleja el proceso de la investigación hist6rica. sin tener que
someterse a sus reglas metódicas del juego. La rctkxiÚn sobrc sus diÚlogos mc ha
sugcrido mlll'has ideas científicas. Tengo tema para nucvos estudios.
Quizás lea usted todavía a sus alumnos el capítulo. cuando termine el seminario.
Disponga de su amigo y servidor:

Gerd Theissen

53
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

7. JESÚS - ¿PELIGRO PARA LA SEGURIDAD?

Volví a Jerusalén para presentar mi informe a Mctilio. Como Juan Bautista estaha
muerto. consideré que mi misiÓn estaba terminada. Pronto. pensaba yo. volvería a
recorrer Palestina. en compañía de l'''lalco ) TimÓn. como simple comerciante en
cereales.
La carretera que conduce a .lerusalén se empina cuesta arriba. Llegando del fértil
oasis de .lericó se adentra uno en un desolado desierto de montaña. Rocas mordidas
por la erosiÓn limitan la mirada. El intenso calor dificulta los movimientos. Según nos
acercamos a la cumhre de la cadena montañosa. aumentan las señales de vida. Se
intensifica el verdor de los huecos de las laderas. Las sendas serpentean por el terreno
como huellas de pisadas humanas. Un ligero soplo de vicnto mitiga el intenso calor. El
horizonte hace promesas. Presentimos que. al llegar a lo alto. encontraremos una tierra
distinta.
Y. por fin. ¡ahí está! Se ve ya la ciudad. Sobre el oscuro laberinto de callejuelas y
casas se alza el Templo. La resplandeciente luz del sol se refleja en sus piedras. Una
majestuosa plataforma le\'anta a las alturas los edificios del Templo. Una galería
columnada enmarca la plataforma. Rodea una enorme plaza. el «atrio de los gentiles».
accesible a todas las personas. En su centro se halla el recinto interior del Templo. A él
tienen acceso únicamente los judíos. Allí se encuentra el Templo propiamente tal. Al
Templo tienen acceso únicamente los sacerdotes. Pero también ellos están excluidos
del «lugar santísimo» (o «sancta sanctorum),): misterioso espacio en el interior del
Templo. adonde sólo entra el sumo sacerdote una vcz al año para reconciliar al pueblo
con Dios. Y. no obstante. muchos pensamientos se posan durante el Jía en ese lugar.
Pue~ allí está Dios presente. De allí Jimana la energía cuyo poder orienta el corazón
hacia un centro Je~conociJo. que nadie verá jamá~. ni oirá. ni experimentará. ni
~entirá.
Me Jetuve. Siempre que veo Jcru~alén es como si regresara a mi patria. Con mis
labios tarareaba un cántico compuesto por nuestros antepasados Jurante el Jestierro.
Lo que entonces era Babilonia. es hoy Roma. lo que entonces era el destierro. es hoy
la opresiÓn en mi propio país';
Junto a los ríos de Babilonia,
nos sentábamos a llorar,
acordándonos de Sión.
En las sauces de las orillas
teníamos colgadas nuestras cítaras.
Allí los que nos oprimían
querían que cantáramos hermosos cantos.
Pero ¿cómo íbamos a cantar hermosos cantos,
si estábamos desterrados?
Que se pegue mi lengua al paladar,
si te olvido,
Jerusalén,
si no pusiera a Jerusalén
por encima de todas mis alegrías.
¡Oh Babilonia,
opresora!
¡Dichoso el que te haga pagar
por lo que nos has hecho!
¡Dichoso el que no respete siquiera a tus niños,
sino que los estrelle contra las rocas!»87

Mientras los romanos deciJieran mi destino. ¡yo era como prisionero en mi propia
tierra! Pero tenía confianza. Pronto tendrían fin todas las contrariedades. ¡.No había
cumpliJo bien mi misiÓn? Gracias a Bamc y a Jusá. ¿no mc había enterado Je más

87
Según motivos del Sal. 137 “Babilonia” era entonces una forma encubierta, muy corriente ,de
designar a Roma (véase el Apocalipsis de Juan 18; I Pe 5,13).

54
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

cosas de las que jamás hubiera esperado acerca de los e~enios y Jd Bautista? De mí
dependía enteramente \0 que quisiera transmitir a los romanos. Tl:nía confianza I:n se!
l:ccionar bien las informaciones. De mis labios no saldría nada ljUI: pudiera
pl:rjudicar a mi país. ¡Nada, absolutaml:ntl: liada! Con estos sentimientos lll:gué
donde Metilio.
- Andrés, llegas justo a tiempo. La situación es grave. HI:rodes Antipas nos ha
comunicado oficialmente que SI: ha anticipado a ulla rl:vuelta mandando ejl:cutar a
Juan Bautista.
Conté a Ml:tilio algo dI: In que mI: había I:nterado sobrl: los antecedentes dI: esa
ejecución. Mdilio mI: I:scuchó atentaml:nte. LUl:go dijo:
- Lo que nos preocupa I:S qUI: la ejl:cución del Bautista coincide con acontecimil:ntos
que indican mayor actividad por parte de los luchadores dI: la resistencia:
Poco antl:s había tl:nido lugar aquella malhadada manifestación contra Pilato. en la
que tI: detuvieron a ti. Durantl: tu ausencia, ha habido un nUl:vo inl:identc en las
el:rcanías de jerusalén: Una patrulla de soldados romanos cacheaba a un grupo de
peregrinos galilcos, buscando armas. Se vio que algunos llevaban armas. Se trataba,
como suponemos. de terroristas. Hubo lucha. Varios peregrinos fUl:ron tIIuertos.
probablemente personas inocentl:s qUI: no tenían ni idea de quiénes iban en su grupo
de peregrinos. Ahora la gl:nte está indignada contra nosotros los romanos. y no contra
los terroristas.88
Metilio SI: paseaba nervioso. Prosiguió: -Para completar la desgracia. hace poco
fue asaltado y desvalijado por tl:rroristas. en la carretera entre Cesarea y Jerusalén. un
esclavo del emperador. que se hallaba de camino por importantes asuntos
administrativos.89 El esclavo y sus acompañantes pudieron escapar con vida. pero gran
cantiúad de dinero cayó en manos de los terroristas. Enviamos inmediatamente a la
zona una cohortc. Pero a los terroristas parecía que se los había tragado la tierra. A los
del lugar no se les pudo eacar nada. Nadie había visto nada; nadie se había enterado
del asalto. Nuestros soldados se pusieron nerviosos y. para amedrentar a la gente.
incendiaron todas las aldeas que quedaban cerca del lugar del asalto. La gente del
lugar sabrá que. en caso de futuros ataques terroristas. tenorán que escoger entre
entregar a los terroristas o...
Metilio dejó la frase sin terminar. Era evidente que le repugnaban las represalias
tomadas por los romanos. No eran dignas del sabio ejercicio de la autoridad.
CarraspeÓ y resumió:
- Todas las noticias indican que la resistencia terrorista se propone llevar a cabo algo.
Con asaltos y atracos logra obtener dinero. Además. transporta armas. Y podría
utilizar la indignación existente en la población para iniciar acciones en mayor escala.
Estamos muy preocupados.
Las sospechas de Metilio estaban en lo cierto. En e/ país fermentaba algo bajo la
superficie.
- En esta situación difícil. es decisivo para nosotros el saber cómo enjuiciar a los
posibles partidarios del Baurista: ¿Harán causa común con los terroristas? ¿O sc
dispersarán y perderán?
88
Semejante incidente pndría constituir el fondo de la noticia que Ieemos en Lc 13 1ss. según la cual
Pilato habría dado muerte a unos peregrinos galileos y a Ios animales que llevaban para los sacrificios.
89
El atraco cometido contra el esclavo imperial sucedió en tiempo de Cumano (48-52 de nuestra era):
<<En el caminn que conduce a Bejorón, unos salteadores atracaron a un esclavo imperial y le robaron el
equipaje. El esclavo se llamaba Esteban. Cumano enviÓ en seguida un destacamento de soldados con
orden de prender a los habitantes de las aldeas vecinas y lIevarlos a su presencia. CensurÓ a los
soldados por no haber perseguido ni apresado a los salteadores» (Josefo bell 2,228s = II.12.2).

55
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Era evidente que los romanos tenían miedo de que diversos grupos se coaligaran
contra ellos y encontraran apoyo en la población. La situación cra impenetrablc para
ellos. Su miedo podía inducirles a adoptar medidas todavía más drásticas. Yeso sería. a
su vez. un estímulo mayor para la resistencia. Por eso. yo traté de tranquilizar:
- Por lo que respecta a los esenios y al Bautista. estoy seguro de que no harán causa
común con los terroristas. Se trata de movimientos religiosos cuya finalidad consiste
en que los hombres vivan de conformidad con los mandamientos de Dios. No aspiran
a cambios poi íticos.
- ¿Pero no fomentan la esperanza de que es inminente un gran cambio? -objetó
Metilio.
- No intentarán jamás provocar ellos Tienen pucsta su esperanza en Dios. que el gran
cambio.
- Pero si alguien se lanza a la calle y dice: Ahora va a producir Dios el gran cambio.
¿no creerían todos que se había acabado el tiempo del dominio de los romanos?
Metilio tenía razón. Pero yo tenía que apartarle de sus ideas
acertadas. Tenía que intentar tranquilizarle. En una larga conversación adujl: todas las
razones qUI: hacían aparecer C0l110 grupos inocentes a los I:senios y a los diselpulos
dl:l Bautista. Mdilio siguió en su I:sEl:pticisl11o. El se había informado:
- Lo que no dl:ja dI: hacerme pensar es: ¡.Por ljué esa gente se retira al desierto?
Mientras tanto he Iddo algo de VUl:stras Eserituras sagradas-o Al ver mi mirada
interrogante. aí1adiÓ: -No en el texto original hebrl:o sino en los Sdenta. la versión
griega.90 El desierto tiene en las Eserituras una significación muy determinada: Dios
condujo por el desierto a vuestros antepasados para traerles a esta tierra. y expulsÓ de
delante de vosotros a todos los enemigos. Antes de que David fuera rey. vivió en el
desil:rto como cabecilla de bandoleros y le hizo la vida difícil al rey Saúl. Los
israelitas piadosos. desde el desierto, pelearon COl1lra el dominio de los reyl:s de
Siria y consiguieron expulsar a los sirios. En una palabra. el que quiere llevar a cabo
una oposición radical. se retira al desierto y espera que Dios acuda del desierto para
expulsar del país a los enemigos. Más aún. se puede decir: Vuestro Dios es un Dios del
desierto. Habita en el Sinaí.
Yo objeté: -Hay un viejo oráculo profético l}ue dice: «En el desierto preparad el
camino para el Seí1or». Tanto el Bautista como los esenios se basaban en él. Los
esenios entienden que ese preparar el camino es estudiar la ley. El Bautista dice: Se
prepara el camino para Dios confesando los propios pecados. haciéndose bautizar en el
Jordán y enmendando la vida.91 Esos movimientos no elKielTan peligro alguno para
los romanos.92
90
La versión de los Setenta (en abreviatura: LXX)m según la Carta de Aristeas, fue realizada por 72
traductores jerosolimitanos, por encargo del rey Tolomeo II (283-246), para la famosa biblioteca de
Alejandría. La traducción estuvo terminada en 72 días. Se trata de una leyenda. Fue la traducción griega
del Antiguo Testamento para su utilización en el culto divino de los judíos que vivían fuera de
Palestina, y que a menudo sabían únicamente griego y no habían aprendido el hebreo.
91
El oráculo profético está tomado de Is 40,3. Tanto el Bautista (véase Mc 1,3) como la comunidad de
Qumrán se apoyaban en ese oráculo. Esta comunidad creía que, mediante el cumplimiento riguroso de
la ley en el desierto (es decir, en el oasis del desierto que queda junto a Qumrán) preparaban el camino
para Dios (véase IQS VIII, 12-14).
92
Cuando estalló la gran insurrección contra los romanos, cuarenta años más tarde, los esenios
participaron también en ella. Uno de ellos, denominado Juan el esenio, fue gobernador militar de los
rebeldes en el distrito de Tamna (Jos. bell 2,567 = II,20,4). Probablemente los esenios creían que había
llegado el tiempo de la lucha suprema entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas. En esa lucha
desaparecieron. Las excavaciones de Qumrán muestran que la colonia esenia fue destruida. Muchos
esenios fueron ejecutados, después de crueles torturas. Ellos se negaron, hasta el último instante, a
reconocer como señor suyo al emperador. Y, a la hora de sufrir las torturas, mostraron admirable valor y
entereza (véase Jos, bell 2,152s = II,8,10).

56
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Metilio era porfiado. Seguía sin confiar en el Bautista y preguntó:


- ¡No tiene razón Antipas. al mandar ejecutar a Juan. predicador del desierto. por
considerarle un rebelde peligroso?
- Antipas justificará siempre ante los romanos la opresión que él ejerce. alegando que
se trata de prevenir revueltas. Pero la razón decisiva para la ejecución del Bautista es
de índole privada: es la cuestión del matrimonio de Antipas. Los seguidores del
Bautista insisten también en ello. Uno de esos seguidores considera el divorcio como
una concesión a la imperfección humana y lo rechaza radicalmente.
- ¿Has hablado con ese discípulo del Bautista?
- No. pero he oído cosas de él de fuentes fidedignas. -¿Cómo se llama?
- Jesús de Nazaret.
Metilio se quedó pensativo.
- No he oído jamás ese nombre. ¡. Dónde está Nazaret?
- En Galilea. no lejos de Séforis.
- ¡Galilea! -Metilio tuvo un pronto. - Tenemos sospechas fundadas de que los
terroristas tienen asilo en Galilea y que desde allí emprenden acciones.
- Los terroristas no se interesan por las leyes del matrimonio. El tal .Jesús parece un
maestro judío completamente normal. Nuestros rabinos discuten sobre todas las
cuestiones de la convivencia entre personas.
- Tc equivocas: Los terroristas se interesan quizás de momento por las cuestiones
matrimoniales. Si preparan una rebelión contra Antipas y contra nosotros. tienen que
lograr que Antipas sea mal visto entre el pueblo. ¿Qué manera mejor de hacerlo que
denunciando públicamente su matrimonio?
- Pero no por eso será un terrorista el tal Jesús.
- No. no necesariamente. Pero el hecho de que proceda de Galilca. da que pensar.
Acuérdatc de que. hacc poco. unos terroristas venían ocultos entre UII grupo de
peregrinos procedente de Galilea.
- Pero si todos los gal i leos son sospechosos de ten-orismo. ¿no sería una estupidez
querer pasar inadvel1idos entre un grupo de galileos?
Metilio hizo caso omiso de mi objeción.
- La primera rebeliÓn contra los romanos la llevó a cabo Judas el galileo. 93 Conoces su
nombre. Y sabes perfectamente dÓnde hizo su aparición por primera vez: en Séforis. y
ahora. de una pequeña aldea cerca de Séforis, viene ese tal Jesús. discípulo de un
profeta ejecutado por incitar a la rebeliÓn-. Hubo breves momentos de silencio.
Después se volviÓ a mí. -Vas a tener inmediatamente una nueva misión: Debes
averiguar si ese .Jesús constituye un peligro para la seguridad del Estado y si tiene
contactos con los luchadores de la resistencia.
Me sentí hOlTorizado. Esperaba reemprender mi vida normal. Lo que ahora me
encomendaban era mucho más desagradable que hacer averiguaciones sobre los
esenios y el Bautista. Aquí entraban en juego personas armadas. Puse objeciones:
- Mi familia es considerada en Galilea como prorromana. ¿Cómo me ganan': la
confianza de los luchadores antirromanos de la resistencia?
- No será un problema muy grande: Hemos cuidado de que corra la noticia de que
fuiste detenido en una manifestación antirromana.
- Desconfiarán de todo el que proceda de las clases altas y acomodadas.

93
Véase Jos, bell 2,56 = II,4,1: “En Séforis de Galilea, Judas, hijo de Ezequías, que antaño había
recorrido el país como cabecilla de bandoleros y había sido vencido por el Rey Herodes, reunió una
banda considerable, forzó la entrada de los reales arsenales de armas ,armó a sus seguidores y atacó a
los que querían ejercer la autoridad”.

57
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

- ¡Todo lo contrario! Los luchadores de la resistencia ponen sus esperanzas


precisamente en la joven generación de las clases altas. Sabemos que algunos de sus
cabecillas proceden de esn, círculos.94
El tenía toda la razón del mundo. pensaba yo. BarrahÜs procedía de una familia
venida a menos. Pero. en el fondo. era de mi misma clase social. Ahora tenía yo que
hacer de espía contra él y contra su gente. Eso podía poner en peligro mi \ ida. En el
caso Úl: un campesino cargaúo de úeuúas, estaban claros los motivos úe por qué se
echaha al monte para unirse a los terroristas. Pl:ro, si llegaban a dios personas úe las
clases altas, entonces no poúían ml:nos de sospechar que se trataba o de enemigos o úe
canúidatos a cabecillas... o úe traiúores. Estarían llenos de desconfianza hacia mí. a no
ser que abiertamente me pusiera de parte de la banúa. Yeso no podía hacerlo. Yo debía
aportar algo. para ganarme su confianza. Tuve una idea:
- ¿Qué pasaría si voy a los terroristas y finjo de manera bien calculada que les traigo
informaciones sobre un golpe que piensan asestarles inminentemente? i Les
convencería entonces de que simpatizo realmente con ellos!
- Pero j no podemos delatarles nuestros planes!
- No es necesario. Podría tratarse úe una acción militar fingida. por ejemplo, de
controles más rigurosos entre Tolemaida y Galilea. Yo los anuncio anticipadamente. y,
si luego se llevan a cabo en la realidaú. entonces los terroristas tenúrán confianza en
mí.
- La iúea no es mala -opinó Metilio.- ¿Qué te parece si dentro de tres semanas
efectuamos tales controles?
- Está bien. Pero para entonces tengo que haber entrado ya en contacto con los
luchadores de la resistencia. No será fácil. Porque se esconden en cuevas inaccesibles.
Naúie sabe dónde. A lo mejor necesito nnís tiempo. ¡Qué tal. si ...e establecieran los
falsos controles dentro úe unas seis sl:manas?
- De ninguna manera! La primera acción militar basta. Si se lleva a cabo según se
había anunciado y si. conforme a lo previsto. es un fracaso, entonces los terroristas se
llenarán úe optimismo y se volverán incautos. Eso nos vendría de maravilla.
Había oído suficiente. Si Metilio hablaba úe una primera acción militar. es que habría
también una segunda. Y esa segunda acción tendría lugar al caho de seis semanas.
Metilio se levantó entretanto para buscar una hoja de papiro con anotaciones: -Debo
informarte todavía sobre los datos más importantes que acerca de los terroristas he
hallado en nuestros archivos:
Cuanúo Arquelao. hijo de Heroúes, fue depuesto hace unos 24 años, Judea y
SamarÍa quedaron bajo la aúministración directa de los romanos. Este paso a la
administración romana hizo necesaria una evaluación de la cuota tributaria úe toda la
población, como solemos hacerla en todas las provinciae. Se encargó de ella Quirinio.
legado en Siria. Como enseña la experiencia. con ocasión de tales evaluacionee
tributarias y censos de población se producen a menudo alborotos, como ocurrió por
ejemplo en Lusitania Y en Dalmacia. Lo mismo sucedió en Judea. El principal
instigador fue Judas el galileo. 95 que al principio ya del gobierno de Arquelao había
originado alborotos en Séforis. Procedía de una familia de bandidos con abundante
historial. Su padre Ezequías. COl1l0 ladrón de primer orden. le había ocasionado ya
94
De hecho, un pacto concertado en el año 66 de nuestra era, entre los integrantes más jóvenes de las
clases altas y el movimiento de resistencia del país condujo al estallido de la Guerra Judía.
95
Véase Josefo bell 2,118 = II,8,1: “Durante el tiempo de su mandato (es decir, del mandato de
Coponio, 6-9 de nuestra era), un galileo llamado Judas indujo a la rebelión a los habitantes de la
provincia que se acaba de mencionar (a saber, el territorio sometido a Arquelao: Judea y Samaría),
afirmando que era un ultraje el seguir pagando tributos a los romanos y el reconocer, junto a Dios, a
cualesquiera dominadores mortales.”

58
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

quebraderos de cabeza al rey Herodes. En cuanto a él. se asoció con un eseriba judío
llamado Sadoc y propagó la siguiente doctrina: Pagar tributos a los romanos estaba en
contradicción con el primer mandamiento de la religión judía. Quien paga tributos al
emperador. reconoce que. además de Dios, existe otro dueño y señor. La tierra
pertenece únicamente a Dios. Tan sólo Dios tiene derecho a recibir impuestos sobre
los frutos de la tierra. en forma de impuestos que se pagan al Templo. Estos grupoe de
resistentes se autodenominan a veces zelotas. es decir. «personas celosas». Sienten
celo de que se reconozca a Dios y se respeten las leyes judías, entendidas con
extremado rigor. Su rebelión fue entonces ahogada en sangre. Probablemente. pereció
Judas en la intentona.96 Suponemos que sus hijos siguen acaudillando hoy día la
reeisteneia. en la clandestinidad.97

Metilio seguía teniendo en sus manos la hoja de anotaciones. Con aire pensativo
manifestó: -Hace sólo 25 ai'¡os que gobernamos esa provincia. y sigue sin haber
genuina paz en el país.

Siempre hay algo que fermenta bajo la superficie. Hay algo que no hacemos bien.
P\:ro ¡.qué es? ¡.Qué es lo que Pilato no hace bien? jDímelo. Andrés!
No \:staba preparado para responder a esa pregunta. ¿Quería humillarme Metílio.
pidiéndome consejos para oprimir mejor a mi pueblo? ¿Quería sondear lo que yo
pensaba sobre Pilato? ¿Quería poner a prueha mi lealtad al prefecto romano? ¿O tenía
dudas de si era acertada la política que él también tenía que seguir? Tuve que andanne
con prudencia:
- Crco que Pilato va por el camino acertado. Pero. a veces escoge métodos
equivocados.
- ¿Qué quieres decir?
- Me refiero. por ejemplo, a su poi ítica en materia de acuiiación de moneda. Todos los
prefectos anteriores a él renunciaron a representar en sus monedas símbolos paganos.
Se contentahan con representar espigas o palmas u otras cosas inocentes. Pero Pilato.
nada más comenzar a gobernar. mandó aetlllar monedas con una copa para las
libaciones y un báculo de augur.
- Pero el príncipe herodiano Filipo ¡.no ha reprcsentado en sus monedas un templo
pagano? ¡Y. no obstante, goza de gran prestigio!
- Con los herodianos sahemos hasta dónde llega la cosa. Pero Pilato es para nosotros
un desconocido. Nació la sospecha de que Pi lato abriga un plan para introducir en
nuestro país costumbres y símbolos paganos.
- Lo Único que quiere es que. en este país. se toleren también las costumbres y
símbolos paganos. ¡Nada más!
- Pero ¡.por qué provoca tanto? ¡Por qué hace que. en el secrdo de la noche, se traigan
a krusalén imágenes del emperador: imágenes en la ciudad del Dios que no quiere ser
representado por medio de imágenes? Bueno, las retiró cuando protestamos. Pero
¿aprendió algo con todo eso? ¡No! [ntentlÍ otra vez lo mismo con escudos votivos en
los que estaba grabado el nombre del emperador. ¡.Por qué hace todo eso? ¿Por qué
vulnera lo que para nosotros significa tanto?
96
Josefo no refiere la muerte violenta de Judas el galileo, pero sí la refieren los Hechos de los apóstoles
(5,37). Es probable que la noticia de Hechos concuerde con la realidad de lo sucedido.
97
Dos hijos de Judas el galileo, llamados Jacobo y Simón, fueron crucificados (Jos, ant 20,102 =
XX,5,2) durante el mandato del procurador. Tiberio Alejandro (46-48). Por consiguiente, después de la
muerte de Judas el galileo, la resistencia continuó, dirigida por miembros de su familia. Nietos de Judas
ocupan puestos destacados durante la Guerra Judía (66-70). Entre ellos se cuenta el defensor de Masada,
fortaleza que no fue conquistada por los romanos sino en el año 74.

59
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Metilio parecía comprender bien mis argumentos. Pero era porfiado.


- ¿A qué viene csa protesta contra el plan de utilizar dinero del Templo para la
construcción de un acueducto? ¿Cuál es nuestro error?
- La cuesión del acueoucto no hubiera salido mal en circunstancias normales. Pero
tlotaba ya en el aire la desconfianza. Esa descontianza se confirma día a día por las
monedas que pasan por nuestras manos. i Hay que eliminar esa desconfianza! ¡Esa es
la larca más urgente!
No me atreví a decir que. para eliminar esa desconfianza, no había (mís que un
camino: destituir a Pilato. Había contribuido mucho a destruir la confianza. Pero esta
última consecuencia se la dejaba yo a Metilio. Metilio seguía dándole vueltas al
problema:
- Si entiendo bien las cosas. nuestros problemas están íntimamente relacionados con el
Templo. Nosotros. a los ojos de muchos judíos. estamos vulnerando la santidad del
Templo. Pero intenta ver una vez las cosas desde nuestro punto de vista: Queremos
respetar el Templo. lo mismo que respetamos todos los templos del mundo. Lo
hacemos así en todas partes mediante la costumbre de que el gobernador de una
provincia ofrezca ostensiblemente un sacrificio al correspondiente dios local. Participa
en el culto. Es admitido al círculo oe los adoradores de ese dios. ¿Por qué. entre
vosotros, no se puede hacer eso sino de manera limitada? ¡.Por qué no dejáis que entre
en el Templo nadie que no sea judío? Todos los demás dioses ven con buenos ojos que
los extranjeros ofrezcan sacrificios en nuestros altares. ¡Tan sólo vuestro Dios es mu)
poco hospitalario.98
- Nuestro Dios no sólo exige sacrificios y ofrendas. Unicamente quien toma en serio
en toda su vida los mandamientos divinos. está capacitadn para ofrecer sacrificios a
Dios. Nuestra religión está íntimamente asociada con tooa nuestra conducta. Y eso no
se da en otras partes. Los dioses de los gentiles no exigen que toda la vida sea
conforme a sus mandamientos. ¡Aceptan sacri ficios de cualquiera!
- Pero \ eo. no obstanlc. que ni vosotros mismos cumpl ís consecuentemente los
mandamientos de \uestro Dios. ¡Tambi0n vosotros ten0is en casa algo así como un
pequeño ídoloe
- Sabemos que no cumplimos nunca perfc<.:tamentc los mandamientos. Precisamente
por eso el Templo es tan impol1ante. Una vez al año. el sumo sa<.:erdote entra en el
Lugar santísimo para obtener gracia por todas las trasgresiones de los mandamientos
<.:ometidas por nuestro pueblo. Pero no sólo el pueblo en eonjunto sino que cada
individuo puede satisfa<.:er por sus pe<.:ados ofreciendo en el santuario sacrificios
expiatorios. Precisamente porque tomamos tan en serio los mandamientos de Dios,
tenemos que acudir al Templo. ¡Sin el Templo no habría reconci I iadÓn e
- ¿Enseñan eso todos vuestros maestrus? -¡ Cualquier judío me dad la razón e
- ¿Tambi0n Juan Bautista? ¡No contaste antes que el Bautista exigía a la gentc que se
hieiera bautizar en el JordÜn para conseguir el perdón de los pecados? ¿No cuestiona
así toda VUL'stra religiÓn? ¡Para qué valdrá el Templo. si. independientementc de 01.

98
Los estranjeros podían hacer que en el Templo de Jerusalén se ofrecieran sacrificios por ellos, es
decir, los estranjeros compranan los animales para el sacriticio, y los sacerdotes los ofrendaban en
ausencia de los extranjeros, que no podían entrar en el recinto sagrado. La actitud ante esos sacrificios,
en el año 66 de nuestra era, fue la señal para la insurrección contra los romanos (véase Jos bell 2,409s =
II.17,3). Entre los sacrificios que por aquel entonces se ofrecían por encargo, estaban también los
sacriticios por el emperador y el pueblo romano, que debían ofrecerse dos veces al día (Jos. bell 2.197 =
II,10,4). Al principio, el emperador ordenó ofrecer a su costa los sacrificios por el emperdor (Filon,
Legatio ad Gaium, 157). Pero más tarde, tales sacrificios se hicieron a expensas del pueblo judío (se
deduce de lo que dice Josefo c. Ap 2,77 = II,6).

60
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

se puede lograr la reconciliación? i. Y qu0 pasa con \ucstros esenios? Ellos hacen
ostentación de no participar en el culto del Templo.
TlI\e que klicitar a Metilio. Tenía razón. Había en todo ello una contradicción.
l\1ctilio. ahora. había cogido bríos: -Así. pues. por un lado hay entre vosotros quienL's
minan la signiriceH:iÓn del Templo. ¡\ 0sos Ics llamáis santos. Por otro lado.
nO..,l1tros los I"\lI11anos. mediante a<.:tos poco hábiles. \'il1lamos la santidad del
Templo. Pero a nosotros se nos llama sacrílcgos.
Objet0: -Ninguno de nuestros santos IIcvará jamás un símbolo pagano a los
alrcdedores del Templo. ¡Ahí estÚ la difel"\:nciae
- ¡Es posible! -dijo r"ktilio. y sc puso a pascar nenioso por la habitación. Finalmente
exelamó: -¡Ahora sé por qué nuestra política choca constantcmente con la santidad de
vuestro Temploe ¡El Templo es cuestionado incluso entrc vosotros! '{ porque es
puesto en tela de juieio en el interior del pueblo. ¡reaccionÚis al0rgicamente cuando se
hace algo desde el cxterior! El fanatismo con el que lkkndéi... a vue...tro Templo
contra nuestros supuesto... ataque". ...e dirige en realidad contra vosotnh mismo....
Metilio lo afirm\Í con insistencia. como si por fin hubiera dado en el elavo. A mi
pareccr. él sube"timaba el papel desempeñado por los romano....
- Es posible que el Templo sea objeto de discusión entre nosotros. Pero es objeto de
discusión. precisamente por tener valor infinito para nosotros. Y lo tiene. porque
nuestro Dios es invisible y quiere ser adorado sin imágenes. Precisamente por eso.
nuestro corazón se apega al Único lugar visible del mundo. en donde Dios ha
prometido estar cerca.
Seguimos eonversanJo todavía bastante tiempo sobre la situación religiosa y
política del país. Metilio era inteligente. Comprendía en seguida las cuestiones de
nuestra religión. En un punto merecía él completo créJilO: Pretendía mantener la paz y
el orden en el país con la menor opresión y el menor derramamiento de sangn: posible.
Tenía buenas intenciones. Y. no obstante. él estaba al servicio de un sistema que. en el
sueño. se me había manifestado como la bestia salvaje: esa bestia que me tenía sujeto
toJa\ ía entre sus de...piadadas garra Hoy había vuelto a sentir algo de esa crueldaJ
despiadada. En el instante en que había esperado venne libre de ella. la bestia me había
vuelto a atrapar. Otra vo me e"igía que fuera traidor a mi propio pueblo. Y que. esta
ve/. fuera traidor quizás a persona" que estaban cerca de mí. ¡. y todo ello. en nombre
de la paz y el orden? ¡.Era ésa una paz humana?
En el sueño \'i entonces a un «hombre» que vencía a la bestia y me libraba de la
pesaJilla. Pero ahora no sentía ya nada. Me alegré al encontrarme de nuevo con Timón
) Malco en nuestro barrio y al poder distraerme un poco con cOll\ersaeiones illoeuas.
Sin cesar vagaban mis pensamientos hacia Barrab,ís. a quien conocía. y hacia Jesús. a
quien no conocía. y sobre el que debía rcunir datos en las próximas semanas. ¡.Qué
clase de persona era? ¡Un a...ceta como Bannos? ¡Un profeta como el Bautista? ¡.Un
tipo chiflado? ¡.Un terrorista?

Muy estimado Sr. Kratzinger:

Plantea usteu ue nuevo la cuestión funuamental: Dos siglos ue exégesis histórico-


crítica nos han hecho escépticos en cuanto a la posibiliuau de dar valor histórico a
nuestras fuentes. Sabemos: Las fuentes son tenuenciosas, unilaterales y contienen no
tanto una información histórica cuanto un mensaje religioso. Este escepticismo me lo
habría yo pasauo por alto en mi relato sobre Jesús. Usteu pregunta en concreto: ¿Qué
sabemos realmente acerca ue Pilato?

61
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Ciertamente. todas las fuentes proceuen ue hombres falibles. Pero si los hombres
son incapaces ue transmitir sin fabificaciones la veruau histórica. son igualmente
incapaces de transformar de tal manera las fuentes. que se pierda por completo la
verdau histÓrica. Ambas cosas tienen sus límites. uaua la imperlccción humana.
¿Me permite im itarle a un experimento con iueas? En el supuesto ue que en la
Palestina uel siglo I de nucstra era se hubiera constituiuo una «Comisión para Inducir a
Error a los Futuros Historiadores», una Comisión que hubiera conspirauo para
legamos una imagen errónca ue los acontecimientos ue entunces. esa pouerosísima
Comisión nu sería lo suficientemente pouerosa para controlar y ucfonnar touas las
fuentes. ¿,Podría haber convencido ue hecho esta Comisión a escritores muy uiferentes
o a sus copistas a recoger en sus obras informaciones sobre Pilato: esas informaciones
que Icemos ahora en FilÓn. Josefo. Tácito y en los evangelios? La Comisión ¿habría
reliorriuo Palestina para ocultar en lugares escogiuos al a/.ar monedas de cobre
acuñadas por Pilato? ¿,Habría enl..'argado que se grabara una inseripl..'ión lJlll: se
conservó para la posteriuau al ser utilizada casualmente, más tarde. como peluaño ue
una grada del teatro de Cesarea? j Imposible!
El carácter casual de los restos arqueológicos y de las fuentes sobre Pilato nos dan
la cel1eza de que Pilato "ivió. Lo que los evangelios eseriben sobre él. no contrauice a
las demás fuentes. pero tamplH.:o pueden derivarse ue ellas.
Los evangelios tienen. indudablementc, en lo que se refierc a Pilato, un «trasfondo
histórico». Por lo que rqJ\.:cta a Herodes Antipas. podríamos aducir una prueba
semejante. Pues tamhién en este caso podemos contrastar los enunciados
protocristianos con fuentes ajenas al Nuevo Testamento. ¿ Y no habría que deducir
entonces por analogía que las tradiciones sobre Jesús. contenidas en los evangelios,
tienen también un trasfondo histórico? Esto no quiere decir que se identifiquen con la
verdad histÓrica. Ve usted que mis juicios no son tan enteramente escépticos como los
suyos. Precisamente por eso no desearía yo renunciar a su juicio crítico.
Hasta la próxima vez.

Disponga ahora y sicmpre de su servidor y amigo:

Gerd Theissen

62
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

8. INDAGACIONES EN NAZARET

Por fin me hallaba de nuevo en casa. en Séforis. Mi familia se había entcrado de


que yo estaba en prisión y se sintiÓ extraordinariamente feliz de volver a verme. No
dije el precio que había tenido que pagar para mi pucsta en libertad. La prudencia
calculadora y la vcrgÜenza cerraron mi boca. Deseaba con toda mi alma que todo
fuesc un error. una pesadilla que se sacude al despertar. Pero no cra una pesadilla. No
era un error. Era realidad.
Acordamos con Baruc que él se incorporasc a nuestro ncgocio. Era inteligente.
sabía eseribir y calcular. Sobre todo. había aprendido con los esenios cómo se
administra un almacén de mercancías. Era un buen administrador.
Pero pasaré en seguida al tema principal: a mis indagaciones sobre Jcslb. Lo más
obvio era visitar. ante todo. su ciudad natal. Allí vivirían parientcs o personas que le
conocieran. Por lo demás. íbamos con frecuencia a Nazaret a comprar aceitunas.
Luego las prensábamos en los lagarcs de Séforis para obtencr aceite y lo vendíamos
con pingÜes bencficios a los judíos que viv ían en las ciudades de Siria. Ellos
preferían comprar aceite de oliva galilco. porque lo consideraban puro y no había
entrado en contacto con
gentiles. Más aún, pagaban por nucstro accite "puro» un precio muy superior al
que vendía la competencia en los comercios paganos. 99 Yeso estaba muy bien. El
ncgocio tlorccía.
Marché a Nazaret. en compañía también de Timón y Malco. Gencralmentc
compdbamos las aceitunas a alguno de los grandes agriculton:s. Pero. esta vez. tenia
yo mucho interés en entrar en contacto con personas sencillas. No era difícil. Un
agricultor llamado Tolomeo estuvo dispuesto inmediatamente a venderme toda su
cosecha. Habitaba con su mujer Susana en una casa pobre. Teman unos cincuenta ailos
de edad y vivían solos. ¿Quizás no tenían hijos? ¿Quizás los hijos eran ya mayores?
Regateamos llIucho sobre el precio. No se lo rebajé demasiado. No quería que
Tolollleo se pusiera de mal humor. Así me enteraría por él de muchas cosas. Después
de cerrado el trato. nos pusimos a hablar. Estábamos sentados delante de su casa. Le
acompailaba su mujer. Hablamos sobre el tiempo, la cosecha. el mercado de aceitunas.
etc.. mientras Timón y Ma/co cargaban en las cabalgaduras las aceitunas compradas.
Tolomeo y Susana parecían atrihulados. Se lamentaban:
- Ahora tenemos que hacerlo todo nosotros.
Les miré preguntándoles. Tolomeo explicó:
- Teníamos tres hijos rohustos. Pero ahora no están ya. -¡Qué horrible! ¿Se han
muerto?
- No. est¡Ín vivos. Pero se marcharon. así por las buenas. Y
nos dejaron solos.
- ¡Hubo conflictos?
- Nunca. en absoluto. Nos arreglábamos bien. Pero i hay tantos que hoy día se van!
- No podemos decir que la culpa la tuvieran los jóvenes -intervino Susana. -El primero
que se largó de la aldea fue nuestro vecino Eleazar. Se marchó de repente. IIe\'Ündose
a la mujer y a los hijos.
-¡Y por qué se larga la gente?
-Eleazar era un labrador modesto. que vivía a duras penas

99
Durante la Guerra Judía, el caudillo, rebelde Juan de Guiscala logró grandes beneficios vendiendo
aceite puro a judíos que vivían en Siria. Lo vendía a un precio ocho veces superior del que él había
pagado por el aceite (Josefo bell 2,591s = II,21,2).

63
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

de lo que le daba la tierra. Hace algún tiempo. tuvimos malas cosechas durante unos
cuantos ailos sucesivos. Eleazar tuvo que comerse los granos para la siembra. a fin de
no morirse de hambre. Comprar más granos de siemhra resultaha caro. por la escasez
general de cen:ales. El que tenía ccreales de más, ganaba mucho dinero. pero a los más
pobres les fue peor aún que antes. Eleazar se cargÓ de deudas. No podía pagarlas.
¿Qué hacer? ¡. Vendería sus hi ¡os en el mercado de esclavos de Tiro. como otros
habían hecho? ¡Jamás! ¿Se vendería él a sí mismo y vendería su familia a un judío más
rico para volver a quedar libre. lo más tarde al cabo de siete años? 100. ¿Aguardaría a
que los acreedores le arrastraran ante el juez para que éste le metiera en la cárcel por
deudas? ¿Y para ver luego cómo su mujer se quedaba en la miseria? Eleazar era un
hombre consciente. Se rebelaba contra la miseria que le amenazaba. Desapareció
juntamente con su familia. para ir a las montañas.
Yo sabía muy bien lo que eso quería decir: Al! í había desaparecido también Barrabás.
después de separarse de Bannos. Eleazar se había unido a los zelotas. Todos en Galilea
sabían de qué iba la cosa. Y. así. dije:
-¡Qué bien que Eleazar se haya largado con toda su familia! De esta manera. nadie
podrá presionar a su familia a causa de él. Hace poco oí que en Egipto había sucedido
un caso semejante.101 Un hombre empobrecido se había retrasado en los pagos. Por
temor a los castigos puso tierra de por medio. Pero entonces el recaudador de
impuestos. a quien él le debía el dinero. se llevó por la fuerza a la mujer de aquel
hombre. a sus hijos. padres y parientes. Los golpeó y maltratÓ para que delataran
dónde estaba el fugitivo o pagaran las deudas atrasadas. Pero ellos no podían hacer ni
lo uno ni lo otro. Porque no sabían dónde estaba aquel hombre. y eran tan pobres como
el fugitivo. Pero el recaudador de impuestos no les dejó libres. sino que los t0I1uró y
les dio muerte cruel. Ató con cuerdas un cesto repleto de arena. les colgó de la cerviz
esa pesada carga y los expuso al aire libre en la plaza del mercado para que
desesperaran. castigados por el azote del aire y del sol ahrasauor. por la vergüenza
púhlica y por la carga que pesaha sohre ello Para los que veían el triste espectáculo.
aquello servía ue escarmiento en caheza ajena. De hecho. algunas personas
endeudadas se han quitado a sí mismas la vida por la espada o por veneno o
ahorcándose, porque una muerte sin torturas les parecía una dicha en medio de la
desdicha. Y los que no hahían atentado contra sí mismos. fueron huscados uno por
uno. como en los casos de herencia. primero los parientes más cercanos y. después de
ellos, los parientes en segundo y tercer grado hasta llegar a los parientes más lejanos; y
cuando ya no quedaron parientes, se empezÓ con los vecinos. Ciudades y pueblos
enteros perdieron de esta manera sus habitantes. porque se hahían marchado todos
para esconderse.

100
A los esclavos judíos había que dejarlos en libertad, sin rescate, al séptimo año, a menos que ellos
eligieran voluntariamente la esclavitud permanente (véase Dt 15 .12ss). Los esclavos no debían
venderse a no judíos, porque entonces no tendrían esperanza, fundada jurídicamente, de liberación. En
cambio, los esclavos paganos seguían en perpetua esclavitud. Pero muchos de ellos se convertían al
judaísmo. De esta manera disfrutaban de los privilegios de los esclavos judíos. Comprobamos, en
general, que el judaísmo había limitado la esclavitud en forma asombrosa para su época. La esclavitud
tenía un límite de tiempo. Pero, además, dentro del plazo de esclavitud, había también días de descanso
fijados por la Iey: los sábados.
101
La siguiente historia se debe a Filón, de specialibus legibus (Sobre leyes patriarcales) III,159-162.
Claro está que esta historia se basa en acontecimientos típicos que ocurrían en Egipto. Pero la situación
de las personas cargadas de deudas, en Palestina, solía ser también desesperada, como vemos por Mt
5,25-26 y 18,23-35. La prisión por deudas que se supone en estos pasajes, es desconocida en el derecho
judío y muestra que los judíos habían quedado bajo la aplicación de leyes extranjeras.

64
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

El matrimonio me hahía escuchado con atención: -Si siguen así las cosas entre
nosolros. pronto las aldeas se quedarán vacías,... como en algunas regiones de Egipto.
Desaparecerün todavía más, lo mismo que desapareció Ekazar.
Me atreví a hacer otra pregunta: -¡.Se marcharon vuestros hijos por razones
parecidas?
- Las razones eran distintas -explicó Tolomeo.- Somos pobres, pero hasta ahora hemos
ido tirando. Nuestros hijos podían haberse quedado. Pero nuestro vecino Eleazar les
sirvió de ejemplo. Mostró a todos los de la aldea que hahía una salida. cuando uno no
sabe ya por dónde tirar.
Susana asintió: -Sin el ejemplo de Eleazar, nuestros hijos se habrían apañado
quizás. Pero desde entonces empezaron a decir que estaban cansauos de aguantar)
aguantar.
Tolomeo continuó: -El primero en desaparecer fue nuestro hijo mayor. Filipo.
Juntamente con otros de nuestra aldea, hahía firmado un contrato de arrendamiento
con un terrateniente: Debían entregar al propietario la mitad de los productos de la
tierra arrendada. y podían disponer de la otra mitad. De ella tenían que vivir como
pudieran. Conviene saber que el propietario vive muy lejos, en Tokmaida, en la costa
del Mar de la cosecha. Lo único importante para él es obtener ganancias. Cuando
vende los productos en un momento favorable y a principios de temporada. suele
ganar más algunas veces que dejando que todos los cereales maduren y esperando a
que el mercado esté abarrotado de ofertas. Cuando la cosecha es tempranera. los
precios que se pagan son mucho más elevados. En cambio. los arrendatarios están
interesados en recoger la mayor cosecha posible. Porque tienen que \ ivir de ella.
Quieren rewgerla cuando ya esté en sazÓn. Por eso. despidieron al enviado con las
manos vacías. El propietario enviÓ otros dos encargados, que se presentaron llenos de
amenazas: Si no entregaban inmediatamente los productos de la cosecha. los llevaría a
los tribunales y los arruinaría. Filipo y los demás arrendatarios estaban indignados.
Azotaron a los dos encargados y los echaron de nuestra aldea. 102 Ahora es cuando les
podían llevar a los tribunales. ¿Qué hacer? El tribunal de Tolemaida había dado
siempre la razón al propietario. tanto más que era un hombre de ciudad el que proced
ía contra unos pueblerinos. Sólo quedaba una posibilidad: desaparecieron y se echaron
al monte.
- Yo también tengo amigos que se han echado al monte -dije. Pensaba en Barrabás.
que se había hecho «zetota» no por- necesidades econÓmicas sino por convicción.
Tolomeo me .miró agradecido por no condenar a su hijo: -Muchos creen que los
que se han echado a] monte son bandidos. Pero hay también personas que no sabían
cómo salir de la desesperación. Eleazar y Filipo son buenos muchachos.
Su mujer tomÓ la palabra: -No todos se echan al monte. El caso de nuestro hijo
JasÓn fue distinto. Para poder existir. no sólo cultivamos nuestras tierras sino que
además aceptamos los trabajos e\ entuales que se nos ofrecen. como temporeros o jor-
naleros. Por eso. Jasón acudía con frecuencia a la plaza del mercado. donde se reunían
todos los que buscaban trabajo.103 Allí los agricultores ricos y los administradores
102
Semejantes incidentes se presuponen en la parábola de los “viñadores homicidas” (Mc 12,1-9). Se
conservan cartas de Zenón, escritas en papiro y que datan del siglo III a.C., en las que se ve que él se
esfuerza inútilmente en cobrar deudas: el encargado de pasar a cobrarlas es expulsado de la aldea (véase
CPJ I, n° 6, p. 129s).
103
El desempeño se considera un problema social en Mt 20,1-16.Semejantes incidentes se presuponen
en la parábola de los “viñadores homicidas” (Mc 12,1-9). Se conservan cartas de Zenón, escritas en
papiro y que datan del siglo III a.C., en las que se ve que él se esfuerza inútilmente en cobrar deudas: el
encargado de pasar a cobrarlas es expulsado de la aldea (véase CPJ I, n° 6, p. 129s).

65
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

contratan los trabajadores que necesitan. A vcces hay que aguardar muchísimo tiempo.
Y a menudo no sale en todo el día ningÚn trabajo. Entonces había quien le llamaba
«holgazán». ¡Qué más hubicra querido él que trahajar! Cuando se rcunía con otros
descmplcados. conversaban de las grandes ciudades. donde hay más posibilidades de
trabajar. Cuanto menos trabajo encontraban aquí. tanto más soñaban en aquello.
Tampoco Jasón veía aquí ninguna perspectiva. El sabía que. un día. heredaría parte de
nuestras tierras. Pero aun eso sería poco para alimentar una familia. Un día recogió sus
cosas y se marchó a Alejandría. El año pasado nos eseribió diciendo que le iba bien:
que. cuando reuniera un poco de dinero. nos visitaría: pero que ahora no era posible.
Tolomeo inclinaba su cabeza en señal de asentimiento: -No sé si los jóvenes no se
habrán creado una imagen de ensueño de lo que sucede allá. Hablan constantemente
de los que en el extranjero han logrado riqueza y prestigio. Pero de muchos otros no se
ha sabido nada.
Susana prosiguió: -De todos modos. es mejor marcharse al extranjero que
volverse loco aquí. Cuando salgas de la aldea. encontrarás unos cuantos mendigos
dementes. También ellos tuvieron su casa y su lahranza. Pero. al verse en apuros. se
volvieron locos. Están poseídos. Se les ha metido dentro un demonio. Ahora andan por
los sepulcros y salen a los caminos. La mayoría de ellos mueren muy pronto. Hasta
que llega cse momento. se alimentan malamente de lo que les dan sus antiguos
conocidos de la aldea. ¡Gracias a Dios, ninguno de nuestros hijos se volvió loco! Pero
yo estuve a punto de perder el juicio. cuando nuestro último hijo nos abandonó.
La mujer tenía los ojos empapados en lágrimas. Miré a Tolomeo como para
preguntarle. El me explicó:
- Lo peor fuc que tamhién Bartolomé nos dejó. Mi mujer sigue todavía sin
comprenderlo.
- Pero. ¡.por qué se fue él? Una vez que se habían ido los otros dos. él habría podido
alimentar hien con vuestras tierras a una pequeña familia.
- Precisamente por eso, no hay quien lo comprenda -dijo Susana.- Los otros dos se
marcharon por necesidad. Se encontraban en situación apurada. Pero el más joven
habría podido quedarse. Por lo menos uno tendría que haberse quedado con sus
padres.
Tolomeo dijo con voz apagada: -Seguro que volverá. Estuvo ya una vez de visita.
Es cierto: No se marchó lo que se dice por necesidad. Pero una especie de necesidad
le impulsaba a hacerlo.
Bartolomé era un joven sensible. Tenía amistad con los hijos de nuestro vecino.
con los hijos de Eleazar. No pudo comprender jamás por qué ellos tuvieron que
convertirse lo que se llama en «bandidos». SufriÓ mucho por ello. Fue para él otra
conmoción. cuando sus hermanos nos dejaron. Bartolomé dudaba de este mundo. que
está organizado con tantas injusticias. El sabía: Las cosas no pueden seguir así. Los
ricos no pueden oprimir sicmpre a los pobres; los jueces no pueden estar siempre en
favor de los poderosos; los extranjeros no pueden sojuzgar etemamente el país. Esto
tiene que cambiar alguna vez. Las injusticias de la tierra elaman al cielo. Dios lo ve y
lo oye todo. El no permitirá que sigan así las cosas. El hará que todo cambie de
manera decisiva y cuidará de que todos sean saciados; de que los jÓvenes encuentren
un lugar en este mundo; de que los ricos cedan. y de que los opresores pierdan el
poder. Dios mismo se ensei10reará entonces.
- Muchos aguardan el reino de Dios -dije.- Pero no por eso abandonan a sus padres.

66
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

- ¡Ahí está la cuestión! -dijo Tolomeo.- El no lo hizo tampoco espontáneamente. Uno


de nuestra aldea le convenciÓ. Se llama Jesús. Recorre el país y proelama que el reino
de Dios comienza ya ahora. No hay que aguardar hasta un futuro lejano para que las
cosas cambien. El cambio decisivo se está produciendo ya. Es lo más importante que
hay en el mundo: más importante que el trabajo y la familia. más importante que el
padre y la madre. Bartolomé. con ocasión de su visita. me refirió algunas palabras de
Jesús. Son muy hermosas:
¡Felices vosotros, los pobres,
porque el reino de Dios os pertenece!
¡Felices vosotros, los que ahora tenéis hambre,
porque seréis saciados!
¡Felices vosotros, los que ahora lloráis,
porque reiréis!104
Diciendo estas palahras. Jesús recorre el pab. y les dice a algunos jÓvenes que
aquí ya no aguantan más: ¡Sígueme! Todo será distinto. Los pohres no senin ya
pobrcs: los que tienen hambre. no tendrán ya nunca hambre: los que lloran. no llorarán
ya más.
Entonces intervino Susana. Estaba excitada. evidentemente: -Ese tal Jesús es un
seductor perverso. Echa a perder a los jÓvenes. Sus palabras suenan muy bonitas: i
Felices los que lloráis. porque reiréis! Pero ¿qué logra de hecho? Logra que haya
padres que lloren por los hijos que han perdido. Promete que todo va a cambiar. Pero
¿qué es lo que él hace que cambie? Hay familias que quedan deshechas. porque los
hijos han escapado de casa de sus padres.
Tolomeo defendía a su hijo: -¿No es mejor que se haya ido en pos de ese Jesús
que no que se hubiera echado al monte? ¿No es preferible que el muchacho viva con
nueva esperanza que no que pierda el juicio? ¿Y no es mejor que se quede en Galilea
que no que se marche al extranjero? El muchacho puede volver en cualquier momento.
Yo no he perdido la esperanza.
Susana le contradijo: -¡Por qué no quiere quedarse con nosotros!-. Tolomeo
apartÓ la mirada. No quería discutir sobre esas cosas ante un extraño. Pero Susana se
había disparado ya y exelamÓ IIena de indignación: -Cuando el muchacho estuvo
aquÍ. le hablé con dureza para pedirle explicacioncs. Le dije: Lo que estás haciendo es
inmoral. Nos estamos haciendo vicjos. Os hemos criado. Sois ¡.)uestros hijos. i Y
ahora nos abandonáis! ¿Sabéis lo que me dijo? Una vcz vino a ver a su Macstro
alguien que quería seguirle. pero quería enterrar primero a su padre. que había
fallecido. y entonces Jesús le dijo: «Deja que los muertos entierren a sus muertos» 105 y
le exigiÓ que le siguiera inmediatamente" ¡No es inhumano? ¿Es que los padres ya no
son nada? ¿Somos los padres como cadáveres de animales. a los que no hay por qué
darles sepultura?
Luego me ,ino con otra sentencia de ]csús. no menos repubiva:
Si alguno viene a mí,
y no aborrece a su propio padre, y madre,
104
Véase LC 6,20-21. La versión que encontramos en el lugar paralelo de Mateo, hace de los pobres en
sentido económico “pobres en espíritu” (Mt 5,3). Se trata, evidentemente, de una nueva formulación de
la bienaventuranza, que no corresponde ya al tenor original.
105
Mt 8,21-22.

67
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

y esposa, e hijos,
y hermanos, y hermanas,
y hasta su propia vida,
no puede ser mi discípulo.106
¿Qué tiene vigencia aÚn en la vida. si uno no puede: fiarse ni (k sus propios
familiar\:s'.' Es triste qu\: \:sos jón:ncs nos hayan abandonado. Pero que lo hayan
hedlO mmidos por tales consignas. ¡es horriblce
Pregunté: -Ese tal .Jesús es oriundo de vu\:stra aldeas. ¡Qué dicen sus familiares
ae\:rca d\: tal\:s doctrinas?
Susana se riÓ: -Cr\:en qu\: ha p\:rdido el juicio. Una \\:Z quisieron obligad\: a qu\:
\,(JI viera a casa. Pero no pudieron llegar hasta él. ¡Había a su alrededor tantos que le
escuchaban! Entonc\:s le mandaron r\:cado: Tu madre y tus h\:rnwnos están aquí y
quier\:n hablarte. ¡Qué r\:spondió? Preguntó: «(,Quién\:s son mi madI'\: y mis
hermanos?" Y señalando entonces a sus oyentes. añadió: «Cualquiera que hace la
voluntad de Dios. ése \:s mi hermano. mi hermana) mi madre."107
Susana prorrumpió \:n sollol.os. Tolom\:o la abrazó al mismo tiempu qu\:
acariciaba suavemente sus cabellos, También él tenía lágrimas ell los ojos.
EntretanltJ Timón) !\lalco habían terminado su faena y m\: hacían sei),ls lk que ) a
podíamos pe1I1ir. QU\:I'Íamos llegar a Séforis ant\:s de la pu\:sta dd sol. Así que nos
llcsp\:dimos.
¡No cabía dudae ¡Ese tal .Jesús tenía aspectos repulsivos! Recordaba en algunas
cosas a los es\:nios. Tanto en un caso como en otro había un poder siniestro que se
ejercía subre los jó\'ene<"
y la ruptura radical con toúo lo úe alreúedor. y el menospr\:cio de la riqueza. Tanto \:n
un caso como en otro se tenía puc<,ta la esperanza \:n un cambio radical. y, no
obstante. había una gran diferencia: .Jesús no estaba respald,lúo por una comunidaú
bien organizada con h:soros IIL'ulhh. J\:sÚs no ofr\:cía casa. no ofr\:ela
seguridad\:s. ;-'¡o ofr\:L'Ía absolutamente naúa. Tampoco sc retiraba al desierto. sino
qu\: iba r\:colTienúo el país. Al parecer donde más se detenía era en las cercanías del
lago de Genesaret. entre Cafamaún y Betsaida. Si me encuentro alguna vez con él, sa-
ludaré a Bartolomé. Así me lo había encargado Susana, al despedimos.
Yo no podía juzgar si Jesús constituía un peligro para la seguridad del Estado.
Pero sí lo constituía, desde luego, para las familias de Nazaret. Recordé entonces un
viejo oráculo profético sobre d fin de los tiempos: «El hijo trata con desdén al padre, la
hija se levanta contra la madre, y la nuera contra su suegra; los enemigos del hombre
son los de su casa».108 ¿Se estarían cumpliendo ahora estas palabras sobre la escisión
de las familias?
Muy estimado Profesor Kratzinger:
Usted considera otra vez con escepticismo histórico radical mi tesis de que Jesús
se relacionaba con las clases bajas de la sociedad. Según usted. sabríamos demasiado
106
Lc 14,26.
107
Mc 3,21,31-35. Pudiera ser histórico el que la familia de Jesús hubiera tenido relación tensa con él,
durante su vida. Pero vemos más tarde que hay familiares de Jesús que pertenecen a la comunidad
cristiana (por ejemplo, Santiago, hermano del Señor; véase Gal 1,19).
108
Miq 7,6 En Lc 12,53 se presupone que la profecía del libro de Miqueas se cumplió en la predicación
de Jesús.

68
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

poco acerca de Jesús. para encuadrado socialmente de esta manera. A diferencia de lo


que ocun'e con Pilato. sigue diciendo usted. no habría fuentes extrabíblicas acerca de
Jesús; sólo unas cuantas observaciones hechas por escritores antiguos y que. en
opinión de la mayoría de los especialistas. no dirían nada de importancia sobre él.
Estamos de acuerdo en que la gran sección en que Josefo habla de Jesús (al/!
IR.63s = XVIII.3.3) fue elaborada e incluso interpolada por cristianos. Pero no
considero sospechoso el relato de Josefo sobre la ejecución de Santiago. hermano del
Señor. en el mio 62 de nuestra era (allt 20.197203 = XX.9.1). Josefo habla en él de
«Jesús. que fue llamado el Cristo». Tampoco es sospechoso el pasaje en que Tácito
habla de los «cristianos». a quienes Nerón echó la culpa del incendio de Roma en el
año 64. Tácito dice que el nombre de «crestianos» se deriva de «Cristo» y nos informa
que «(Cristo) fue ejecutado durante el reinado de Tiberio. a iniciativa del procurador
Poncio Pilato» (allll XV,44.3).
Por estas observaciones podemos deducir que Jesús entró en conllicto con las
clases dominantes. Un procurador romano es responsable de su muerte. La aristocracia
judía persigue más tarde a sus adeptos. También Suetonio (C/alldills 25) y Plinio el
Joven (ep. X.96) mencionan a Jesús al referirse a los connictos que sus seguidores
tenían con las autoridades.
Estas fuentes ¿no dicen realmente nada de importancia? Dicen que Jesús. con gran
probabilidad. no pertenecía a las clases altas. y que los responsables de su ejecución no
fueron <dos judíos» sino un funcionario romano. La historia del cristianismo sería
diferente. si ambas cosas se hubieran tenido siempre en cuenta. Estas escasas fuentes
antiguas dicen mucho acerca de Jesús -y dicen también mucho acerca de los exegetas
de métodos histórico-críticos a quienes dicen tan poco.
La cuestión sobre d encuadramiento social de Jesús sera impnl1antc tamhien para
la continuaeinn de este rdato. i.Podl\e Ennyel1Ccrlc de mi manera de \ er las cosas?
Disponga de su sel'\ idor y amigo:

Gerd Theissen

69
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

9. En las cuevas de Arbela


Aproveché la primera ocasión para hacer un viaje de negocios de Séforis a
Betsaida-Julias. En compañía de TimÓn y Malco crucé la llanura de AS04Uis en
dirección al lago de Genesaret. Durante el regreso pensaha \ isitar a Juana y a Jusá en
Tiberíades.
Tenía esperanza de encontrar a JcsLÍs en la ribera septentrional del lago o hallar.
al menos. vestigios de él. Sin embargo. no ardía en deseos de conocede.
Probablemente. no llegaríamos a entendemos. Procedíamos de dos mundos distintos:
yo. de una familia acomodada 4uc \ ida en la ciudad más moderna de Galilea: él.
nacido en condiciones modestas en una aldea insignificante. Sonaban todavía en mis
oídos las palabras de JcsLÍs que Tolomeo me hahía referido: palabras duras e
implacables:
«Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja,
que un rico entre en el Reino de Dios.109
« Nadie puede servir a dos señores,
porque aborrecerá a uno y amará al otro,
o será fiel a uno y menospreciará a otro.
No podéis servir al mismo tiempo a Dios y a los bienes.110
Ay de vosotros los ricos,
porque ya habéis recibido vuestra porción.”
En tales eentencias ¡no se expresaba el menosprecio de la población rural pobre
hacia los habitantes ricos de las ciudades? Cuando se era rico. no se escuchaba con
mucha satisfacción palabras como esas. ¡No sería ./esús uno de esos que se apro-
vechan de la necesidad y miseria de la gente sencilla para suscitar alborotos? ¡No sería
uno de los que atizan el odio contra los ricos? ¿,No sería uno de los que fomentan
esperanzas nada realistas de que todo cambiará si se priva de sus bienes a los ricos y
de su poder a los poderosos? j Se comprende que corran en pos de eI los jóvenes que
viven en pobreza agobiante!
Cabalgaba así. absorto en mis pensamientos. por el camino que conduce de
Séforis a Bctsaida. Era una día hermoso, El verdor de los campos fulgía con los rayos
del sol. En las colinas tremulaban los huertos escalonados en terrazas como motivo de
un cuadro de pinceladas paralelas. Los árboles frutales ponían una nota de sombra en
aquella elaridad. Galilea era un país maravilloso: un país en el que todos sus
habitantes podían tener suficiente para comer.111 ¿Aquella tierra no debía alimentar a
todos? Al contemplarla. ¡no se le ocurría a Ulh) que la necesidad y la miseria no
fueron designio de la creación ?

Creador del mundo,


109
Mc 10,25: Estas palabras dicen que es imposible que un rico entre en el Reino de Dios.
110
Mt 6,24.
111
Consúltese la descripción de Galileo que hace Josefo: Galilea “es fértil en toda su extensión y rica en
pastos y está cubierta, además, de árboles de todas clases, de foma que su abundancia alegra aun al que
no tiene afición a las labores del campo. Por eso, todo el terreno es cultivado por sus habitantes, sin
excepción alguna, y ninguna porción queda baldía. También las ciudades son numerosas y la población
de las aldeas es considerable, porque la tierra es fértil, de forma que aún la aldea más pequeña cuenta,
por lo menos, con 15.000 habitantes” (bell 3,42-43 = III,3,2). Las cifras son quizás un poco exageradas.

70
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

eres infinitamente grande,


estás revestido de hermosura
y te envuelves con un manto de luz.
Te sentimos en el enigma del tiempo
y en el misterio del espacio.
Te manifiestas en las maravillas del mundo
y te ocultas en el sufrimiento de las criaturas.
Tú duermes en la piedra, y sueñas en la flor.
Tú te mueves en el animal
y hablas al hombre.
La luz la transformas en vida
y la lluvia en crecimiento.
Haces que crezca grano y vino
para todos los hombres,
para los ricos y para los pobres,
para los negros y para los blancos.
Señor, tuya es la tierra,
tu vergel, que tú nos diste.”112
Era realmente un día magnífico. Y hahría seguido siendo una día magnífico, si de
repente un grito atroz no me huhiera sacado de mis pensamientos. Todo pasó
vertiginosamente. Cayó sobre nosotros una banda de hombres armados. Unos quince
contra nosotros tres. No teníamos ninguna posibilidad. Antes de que pudiéramos
pensar siquiera en ofrecer resistencia, nos atacaron. nos derribaron de nuestras
cabalgaduras. nos maniataron y nos vendaron los ojos, lIevándonos por una senda que
conduCÍa a lo alto de la montaña.
Volví a sentir miedo. Mi corazón latía aceleradamente como si fuera a estallar. De
todos los poros brotaha sudor frío. Los músculos se habían agarrotado. ¡.Qué nos
harían aquellos malhechores? ¡Eran bandoleros corrientes? ¿Por qué nn nos habían
robado el dinero inmediatamente. dejándonos luego escapar? Hablaban entre ellos con
gritos breves e ininteligibles. Nada revelaba el sentido y la finalidad de aquel asalto.
Traté de dirigirles la palabra. Ni caso.
Caminamos durante tres horas por la serranía. La altitud .era cada vez mayor. El
camino se hacía más empinado. De repente nos detuvimos. Alguien dijo: -Ahora tenéis
que descender por unos escalones muy estrechos y descolgaros por escalas. ¡Cuidado!
Un paso en falso os costaría la vida. Al fondo hay un abismo-o Pero ni aun entonces
nos quitaron las vendas de los ojos. No debíamos ver en absoluto por dónde íbamos.
El sendero descendía tallado en parte en la roca. Y a ratos había que descolgarse por
escalas de cuerda. Avanzábamos lentamentc. tantcando como ciegos. Nuestros
acompañantes nos avisaban de los pasos difícilcs. indicándonos dónde había que posar
los pies. Mientras tanto se me ocurría: Si quisieran descmbarazarsc de mÍ. no tendrían
que danne más que un empujón.

112
Según motivos del Salmo 104.

71
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Por fin tuvimos terreno firme hajo los pies. Tuvimos que agachamos mucho para
arrastramos a través de una estrecha abertura. Oí cómo TimÓn. Malco y algunos
acompañantes se alejahan en otra dirección. Me dieron vueltas hacia un lado y el otro
hasta que perdí toda orientación. Entonces me quitaron la venda de los ojos. I\k
hallaba en una hahitación oscura. iluminada débilmente por una lamparita de aceite.
Las parcdes eran de roca viva. Los ruidos delataban la presencia también de otras
personas. Pero por el momento me dejaron solo. no sin atarme antes los pIes.
Se me ocurriÓ una idea: i las cuevas de Arbela! Debían de ser éstas. En ellas se
habían guarecido ya desde siempre los luchadores de la resistencia. M i padre me
había contado muchas veces eÓmo había luchado contra ellos el rey Herodes el
Grande. Era una historia triste. En mi interior escuchaba su voz. que me la refcrÍa:113
Las cuevas de Arbela se hallaban en cmpinadas laderas. cortadas a pico. y no eran
accesibles directamente desde ninguna parte. Había que trepar hasta ellas por laderas
muy abruptas y estrechas. La masa rocosa en la que se abría el accese) a estas cuevas
estaba rodeada de muy profundos precipicios y era accidentada y abrupta. Por eso.
Herodes se vio en apuros durante mucho tiempo y no pudo atacar a los rebeldes por lo
accidentado del terreno. Por fin tuvo una ocurrencia muy peligrosa. Mandó que
descolgaran en cajones a los soldados más valientes. De este modo. sus mejores
hombres pudieron penetrar en las cuevas. Los soldados arrojaban dardos encendidos
sobre todos los que les ofrecían resistencia y los masacraron. a ellos y a sus familias.
En realidad. Herodes quería apresar vivos a algunos y dio ol'l.kn de que se les
permitiera sal ir. Pero nadie se entregó voluntariamente. Muchos prefirieron la muerte
al cautiverio. Entre los luchadores de la resistencia se hallaba también un anciano con
sus siete hijos. Su mujer y sus hijos le pidieron que \es permitiera acogerse a la oferta
de gracia y les dejara salir de la cueva. Pero él los mató a todos de la siguiente manera:
Les dijo que fueran saliendo uno por uno. Y él ee colocÓ a la puerta ! fue matando de
un lanzazo a cada llllO de sus hijos. según salía. Herodes lo veía todo desde lejus )'
sintiÓ cumpasión. PrometiÚ perdonar la vida también al anciano)' 1..: pidiÓ que nu
siguiera matando a sus hijos. Pero estas palabras no causaron impresiÚn alguna en
aquel hombre. Antes al contrario: insulh) a Il..:rodes por su \ il origen. terminó de
matar a sus hijos y mató a su mujer. arrojando los cadáveres al abismo. y por fin ee
despeliú él mismo.
i y ahora me encontraba yo en las cuevas de Arbela! Habíamos caído en manos de
fanáticos. El que está dispuesto a matar a sus propios hijos. matará también a quien
sea. si sus convicciones se lo exigen. Aquel anciano fanático ¡no podría haber dicho
también las palabras de Jesús: .<EI que no aborrece a su padre y a su madre. a su
mujer ya sus hijos no podrá ser mi discípulo»?
Ese tal Jesús ¡no sería un zelota? Sólo que no se ocultaba en cuevas sino que
enseliaba públicamente y. con eso. su mensaje no parecía tan claramente
revolucionario.
Oí pasos. Un Ie\e resplandor dibujú imprecisas siluetas sobre las paredes de roca.
Se me acercó un hombre. Llevaba una lámpara de aceite. apantallándola para que yo
no \ iera su rostro. Dijo:
- Senís nuestro pri...ionero hasta que tu familia pague por ti un rescate. Hemos

113
Lo que sigue a continuación está tomado casi literalmente de Josefo bell 1,310-313 = 1,16,4. Las
cuevas de Arbela eran mucho más pequeñas que las que aquí se describen. Sim embargo, en el desierteo
de Judá, hay conjuntos de cuevas utilizadas por los luchadores de la resistencia. Nosotros, en cierto
modo, las hemos “trasladado” a Galilea.

72
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

examinado vuestro equipaje. Sois gente adinerada. E\igimos medio talento de plata.
pagadero en un plazo de treinta días. Enviaremos a casa a tus dos esclavos para que
lleven el mensaje. Ahora vas a eseribir una l'arta con todas nuestras condiciones para
el rescate.
l\k atl\e\ í a poner una dificultad: -¡.Y si mi familia no paga?
¡Medio talento de plata e... mudlO dineroe
El otro n:spontlió calmutlamente: -También eso Ie saltlní caro a tu familia. Las tumbas
cuestan mucho tlinem. El catláver lo suministramos nosotrus.
- ¡o y si no eserib,) la caria?
- Entolll'es habrá tree entierrus.
- ¡Vais a matamos realmente por tlinero?
- Tengo orden de no discutir contigo sobre nada. i Eseribe la carta! De ti depende que
todo termine bien.
Aquellae palabras fueron COl1l0 un latigazo en la cara. Sólo podía una cosa:
pagar con odio la gélitla frialdatl tic mis eecuestradores. I-:n aquel inetante dejarun de
ser para mí eeres humanos.
Se transformaron en demonios y bestias. Tan sólo el recuerdo de la historia sobre
e\ anciano y sus siete hijos atenuaba un poco mis sentimientos. En una ocasión admiré
el heroísmo de aquel hombre. Nuestros secuestradores ¿tendrían esa misma madera de
héroes? La idea me alentó a tratar de entablar otra vez un diálogo:
- ¿Por qué hacéis todo eso?
Pero el otro me fulminó en seguida: -¡Se acabÓ de hablar!
¡Eseribe!
En silencio empezó a desatar las ataduras de mis manos. Me dieron una hoja de
papiro. pluma. tinta y una pequeña mesa de escritorio. Mientras lo preparaba todo para
eseribir. retlexionaba agitadamente: ¿Preguntaría por Barrabás? Sabía muy bien que
los zelotas solían estar divididos en grupos rivales. ¿Pertenecería Barrabás a otro
grupo? ¿Y si había abandonado ya a los zelotas. y éstos le consideraban traidor? No.
podía salir del lodo y caer en el arroyo. No debía precipitarme a jugar mis bazas... tan
escasas. Por tanto. eseribí la cmta:
Andrés saluda a su padre y a su maure: Espero que os vaya bien. No uejo de
pensar en vosotros. Pero lamento deciros que me ha succdido una desgracia muy
grande. Me han secucstrado unos bandoleros. Exigen como rescatc medio talento de
plata y os dan un plazo de 30 días para reunir el dincro. Han amenazado con matarme
a mí y a los demás. Pero tencd confianza: Escapé de las prisiones de los romanos y
escaparé también de este cautiv.:rio.
Saluuos a Barue.
TimÓn y Malco os llevarán personalmente la carta. La paz sea
con todos vosotros.
Estaba seguro de que los secuestradores leerían la carta, antes de enviarla. Si se
enteran de que Pilato me metiÓ hace poco en la mazmon'a. quizás me traten mejor.
Entregué la hoja de papiro al guardián que me vigilaba con cara adusta. Recogió la
carta sin mirarla. A lo mejor ni sabía leer. Me sentí decepcionado, Antes de marcharse.
volvió a atarme las manos. Después oí cómo desaparecía en el laberinto de recovecos

73
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

de las cuevas. Estaba solo.


Cavilaba: Aquellos hombres ¿serían los jóvenes que habían desaparecido de las
aldeas galileas? ¿Serían gente como Eleazar y Filipo. que habían sufrido injusticias?
¿Y que ahora cometían. a su vez, injusticias? ¿Qué les había pasado que. a sangre fría.
amenzaban con asesinar a personas de lo más natural del mundo?
Hace sólo unos cuantos días. cuando me hallaba en casa de Tolomeo. sentí
comprensión y simpatía por los zelotas: El que se rebela contra una situación
desesperada. merece nuestro aprecio. Pero ahora me daba cuenta de que ese aprecio y
esa simpatía se habían desintegrado. El que. maniatado de pies y manos. estaba
cautivo en sus cuevas y no sabía cuál sería su destino. perdía toda admiración por el
heroísmo de los luchadores de la resistencia. Se sentía intenso menosprecio hacia
ellos: menosprecio como frente a Pilato. Se sentía angustia por verse desvalido y a
merced de un poderoso que podía disponer de la vida y la muerte. Se sentía encono y
amargura por la desvergonzada explotación de los que estaban entregados al capricho
de otros. ¿Acaso Pilato no me había chantajeado y amenazado de la misma manera.
aunque. eso sí, con un poco más de habilidad y finura? ¿No había puesto en juego.
también él, todo su poder? ¿En qué estaba la diferencia?
Cerré los ojos. En mi imaginación estaban todavía algunas escenas de Galilea:
aquella elaridad maravillosa de los valles y de las colinas; el sol que brillaba en una
atmósfera purísima. ¡Qué hermoso todo aquello! Pero ¡qué horrible lo que sucedía
debajo del sol! ¡Cómo se explotaban los hombres unos a otros! ¡Cómo se
chantajeaban. se amenazaban y se aprovechaban unos de otros! Y sobre todo ello
amanecía y se ponía el sol. como si todas esas maldades no le importaran. Recordé
viejas palabras:
«Yo volví mis ojos a todas la opresiones que se cometen bajo el sol: ahí están las
lágrimas de los oprimidos, y no hay quién los consuele. La fuerza está del lado de los
opresores, y no hay nadie que les dé su merecido. Entonces tuve por más felices a los
muertos, porque ya están muertos, que a los vivos, porque viven todavía; y consideré
más feliz aún al que todavía no ha existido, porque no han visto las infamias que se
cometen bajo el sol»114
Con los ojos de mi imaginación vcía el sol. ¡Qué hermoso. si volviera a verlo en la
realidad!
No sé cuánto tiempo me quedé mirando a la débil luz de la lámpara de aceite, Era
cerámica extranjera. de Tiro, Probablemente era obra de un arteeano fenicio. Y un
comerciante galilco la había traído a Palestina. (.0 sería partc del botín de un atraco?
Ahora. aqw.:lla lamparita de accitc luda en lae cucvas de Arbela. y mi espcranza sc
mezelaba con aquelIa luz débil Pero constantc.
Otra vcz ec accrcaban paeos. Me libraron de las ataduras y me IIcvaron a una
habitaci,ín. Varios hombrcs. "entados en drculo. No podía rcconocer sue rostroe. El
espacio estaba muy tenuamentc iluminado. Pareda el escenario de un juicio. ¡.Me
"ometerían a interrogatorio? Delante de mí estaba sentado alguien. a una altura
superior. Scguramente cra el prcsidentc. I\lc dirigió la palabra:
- Andrés. hijo de Juan. ¿Es vcrdad que los romanos tc prendieron?
Me habían salido las cuentas. Me sentí aliviado. Habían leído la carta y mordido
el anzuelo. Les refcrí detalladamentc la manifeetaci(¡n contra Pilato y tcrminé con la
idea de que el motivo propiamentc tal de la manifcetación no había sido el acucducto
114
Ecl 4,1-3.

74
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

de Pilato. Lo decieivo fuc el dinero: Los romanoe. por medio de tributos. estaban
cequilmandl) injustamente el paíe. Y ahora sc proponían nada más y nada menos que
rcelamar para sí el Único tributo justo: el tributo que había que pagar al Templo. Había
que resistirse a eso.
El preeidente sc dirigió a uno de los micmbros de aquella cspecic de tribunal: -TÚ
estuvietc en la manifestación. ¡.Confirmae la vcracidad de csa declaración?
El intcrpelado contcetÓ afirmativamentc. Ee vcrdad que no me reconociÓ entre
loe manifcstantee. Pero había oído del'ir que doe jóvence de Séforis habían sido
encarcelados injustamentc. No porque hubicran cometido ningÚn delito. sino porque
cran notoriamentc encmigos de los romanos.
De nuevo hizo uso de la palabra el presidente:
- Puesto que Ilí eetás contra los romanos. vamos a renunciar a pcdir reseate. Pero
nccceitamos una prucba de que e"tás de nuestra partc. Los romanos nos cxigen tributos
injustos. Tc pcdimoe a ti y a tu familia que nos paguéis a nosotros. todos los años.
como impuc"to rcvolucionario la misma suma que pagáis como tributo a los romanos.
Como contraprestación. de ahora en adelante dejarcmos pasar libremente vuestras
caravanas de mercaderías y vuestros mensajeros. Es una buena oferta.
En realidad era un chantaje. Pero ¿qué podía hacerse? En toda Galilea corrían
rumores sobre tales acuerdoe. Los bandoleroe y los zelotas cohraban periÓdicamente
un canon a los comerciantes. Tan sólo así podía disminuir el número de atracos. La
oferta. hasta cicrto punto. se atenía a las "prácticas comerciales» conientes. Tan sólo el
precio era desvergonzadamente alto. Comencé a regatear.
- Las autoridades nos imponen tributos injustos únicamente a los judíos. pero no a los
gentiles. Tenemos en Séforis unos cuantos esclavos gentiles. A ésos no tenemos que
declararlos a efectos tributarios.
Me guardé muy bien de decir que Timón era un esclavo gentil s610 a medias. Era
una de aquellas personas a las que llamamos «temerosos de Dios»: creen en un solo
Dios y observan los diez mandamientos. participan en el culto de la sinagoga. pero no
se dejan circuncidar. Mientras Timtín estuviera en poder de esa gente. no debía
conocerse este detalle. Pues se contaba que los zelotas ponían a la gente ante la
disyuntiva: jO circuncidarse o morir!. en cuanto se habían enterado de que alguien
aceptaba la fe judía.
Para sorpresa mía. los zelotas aceptaron mi argumento. Los que tenían uno o dos
esclavos gentiles. no tenían que declararlos para calcular la cuantía del tributo. Seguí
apretando:
- Nosotros. en Galilea. no pagamos los tributos directamente a los romanos sino a
Herodes Antipas. qukn da a su vez a los romanos una parte de los mismos. Por tanto.
hay que deducir también por este concepto cierta cantidad. Hermles Antipas es judío.
Es nuestro príncipe legítimo.
- j Es un idumeo! -me respondieron. -Los de la familia de Herodes se han hecho por la
fuerza con el poder.
Después de unos cuantos forcejeos. lugré utra pequer1a reducción del impuesto
revolucionario. al prometer que de vez en cuando les suministraría informaciones.
Para ello. podía \'enderles bien mi falsa información sobre los inminentes controles en
el territorio limítrofe entre Tolemaida y Galilea. Me di cuenta de cómo me iba
sintiendo cada vez más seguro durante aquella negociación. Cuando los hombres

75
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

comienzan a comportarse como negociantes. se pueden predecir mejor sus reacciones.


Un pícaro comerciante es más agradable que un famítico terrorista.
Al final. el presidente dijo con satisfacción:
- Ha sido un buen negocio: un negocio que redunda en interés de ambas partes.
Añadí: -y que se basa en el hecho de que me habéb traído a rastras a esta cueva.
El presidente se riÓ: -Créeme, Andrés. Tengo ya muchos años y he aprendido que
las personas se prestan voluntariamente muy pocas veces a hacer provechosas
acciones. Conviene darles un toquecito.
Exactamente lo mismo que había dicho Pilato.
InterrumpiÓ sus palabras y continuÓ diciendo en serio: -Una cosa más: Si no
cumpl ís las condiciones de este trato comercial. esparciremos el rumor. en Cesarea y
en otras partes, de que sois sospechosos de tener contactos con terroristas. Esto no
beneficiad mucho a vuestros negocios. ¿Entendido?-. VolviÓ a reír: -j Bueno, y ahora
vamos a' comer y beber!
El ambiente se hizo más apacible. Trajeron a Timón y a Malco. Muchas
lamparitas de aceite iluminaban la habitación, y ahora podía reconocer ya las caras. La
mayoría tenían aproximadamente la misma edad que yo. Tan sólo el cahecilla había
pasado claramente de los eO allOS. Pero ¡.a quién estaba viendo? ¡No podía dar
crédito a mis ojos! ¿No era Barrabás? ¡Sí. era él! Quise arrojarme a sus brazos. Pero él
se volvió y se marchó indiferente. ¿Me habría equivocado? Empecé a dudar y esperé
hasta que pude mirarle otra vez disimuladamente. No, no cabía duda: era Barrabás.
Pero volvió a danne las espaldas. Caí en la cuenta: No quería que nadie se enterase de
que nos hahíamos conocido. Quizás no habíamos superado aÚn todos los peligros. Me
hallaha confuso. Pero no dejé traslucir nada. cuando me preguntó inocentemente:
- ¿Dónde naciste?
¡Qué profesión tiene tu padre? ¡.Cuántos hermanos tienes?
Ahora estaba seguro: Barrabás quería suscitar la impresiún de que yo era un
desconocido. Tendría sus razones. Le seguí el juego. Cuando Nuestros ojos se
encontraron fugazmente. observé en los suyos una expresión amistosa. como si
quisieran tranquilizarme: soy tu amigo. Mi cuerpo se estremeció con un calor
agradable. ¡Qué bien tener un amigo en medio de esa banda de salteadores! Ahora
nada iría mal.
Se acordó que pasáramos la noche en la cueva. A la madrugada siguiente nos
pondríamos en camino. Todos se echaron a dormir. A Timón. a Malco y a mí nos
dieron una habitación aparte. Pronto escuché la respiración regular de los dos jóvenes.

Muy estimado Profesor Kratzinger:


Le molesta que haya convertido a un rico comerciante en el personaje principal de
mi relato, en el que -al mismo tiempo- contemplo a Jesús desde una "perspectiva de
abajo». La razón es sencilla: De esta manera poden1l>s identificamos con Andres.
Este personaje vive a cierta distancia del mundo social de .Jesús. No observa
íntegramente sus tradiciones religiosas. No conoce (todavía) directamente a Jesús. Es
un "investigador» que indaga las huellas de Jesús. Podría comparársele perfectamente
a un investigador histórico-crítico.
Andrés, basándose en tradiciones diferentes. tiene que reconstruir una imagen

76
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

de .Jesús. Tiene que combinar y valorar críticamente las afirmaciones que se le hacen.
En efecto, la historiografía comienza cuando no se afillna ya sencillamente: (,Fue de
talo cual manera», sino: "En virtud de tales y cuales fuentes, yo -a reserva de que se
conozcan mejor las cosas- trazaría la siguiente imagen de los acontecimientos» .
Andrés trata de dilucidar mediante analogías históricas el movimiento de
renovación asociado con Jesús. exactamente igual que lo hace la ciencia histórica.
Reflexiona incesantemente sobre los puntos que hay en común entre Jesús. los zelotas
y otros movimientos religiosos de la Palestina de aquellos tiempos.
Descubre conexiones que no son evidentes por sí mismas, por ejemplo, las
conexiones entre la miseria económica. la inljuietud religiosa y la resistencia poi ítica.
Como un historiador. va descubriendo la trama de condicionamientos e interacciones.
La crítica, la analogía y la correlación son las categorías fundamentales de la
conciencia histórica. En las investigaciones llevadas a cabo por Andrés actúan
también esas tres categorías. No por eso es un científico. Para ello tendría que explicar
su metodología (cosa que hago yo en estas cartas). Además. tendría él que permitir la
verificación de sus afillnaciones, indicando cuáles son las fuentes, accesibles para
todos, en las que él basa sus conelusiones (cosas que hago yo en las notas). Pero, en
general, Andrés encarna en sí la aventura de la investigación histórico-<.:ríticao Así
ocunoe también con la distancia y la cercanía con respecto del objeto de sus
investigaciones: Una desagradable misión de investigación se trasforma para él en un
encuentro existencial. El investigador es atraídn hacia el tema que él quiere investigar.
La próxima vez hablaré sobre las cucstioncs políticas que usted ha señalado. El
capítulo que viene a continuación ofreccriÍ a este propÓsito nucvos aspectns.
Disponga de Sll servidor y amigo:
Genl Theissen

77
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

10. EL TERROR Y EL AMOR A LOS ENEMIGOS

Poco a poco concilié el sueño. No sabía si soñaba o si mi imaginación volaba


medio dormida. Las imágenes del día anterior desfilaban confusamente. Unas veces
me veía ante el tribunal de los zelotas. Otras veces comparecía ante Pilato. Y otras
veces. finalmente, recon'Ía el soleado paisaje de Galilea. Luego volviú a oscurecerse
todo. No sabía si me hallaba en la prisión de Jerusalén o en las cuevas de Arbela. De la
oscuridad surgían cabezas: El cabecilla de los zelotas me miraba burlonamente.
Después apareció Pilato. También él se sonreía irónicamente. Sus rostros se
trasformaban. Vulví a oír el gruñido de la bestia; vi sus grandes colmillos y gaITas que
querían destrozarllle. Ya las sentía sobre mi rostro.
Entonces me desperté horrorizado. Alguien me había tocado. Me sobrecogió la
idea: Quieren asesinarme, en secreto, en medio de la noche. Pero una voz familiar me
susurró: -¡Pst! Sígueme muy sigilosamente-. Era Barrabás.
Nos fuimos deslizando con cuidado por un corredor que nos condujo al airc libre.
Allí seguimos trepandu por rocas hasta entrar en una pequeña cueva.
- Aquí estamos seguros -susUlTlí Barrabás. -Tengo la guardia de noche.
- ¡Barrabás! -le abracé.
Nos sentamos y nos miramos en medio de la noche. Sobre Galilea había una clara
bóveda de estrellas. La tuna derramaba pálida luz sobre las rocas. El reflejo de la luna
se posaba sobre la superficie inmóvil del lago de Genesaret. Estábamos sentados en
lugar de sombra. Nadie podía vernos. Barrabás susurró:
- No me tomes a mal que hoy haya renegado de ti. No deben saber que nos
conocemos. De lo contrario, habrían querido ganarte para nuestra causa. Habrían
querido que te unieras a nosotros. empleando incluso el chantaje y la violencia. Y si
hubieras dicho que no. ¡quién sabe lo que te habría pasado!
Guardé silencio.
- Fue idea mía conmutar el rescate por un trato a largo plazo. -Muchas gracias. Pero
dime: ¿Me habríais matado. si yo me hubiese negado a todo?
Barrabás no respondiÓ. Insistí en la pregunta: -¡.Me habrían matado?
Suspiró: -No sé lo que estarás pensando. Crcerás que somos asesinos a sangre fría.
Te concedo: Yo he matado a hombres. El primero fue un soldado romano que me
perseguía. Tuve que matarlo. porque si no me habría matado él a mí. El segundo fue
un rico terrateniente a quien habíamos condenado a muerte. Había arrastrado al
suicidio a toda una familia. Iban a ir a la cárcel por deudas. Pero prefirieron la muerte
a la prisión.
- Pero yo no he amenazado a nadie: yo no he perseguido a nadie: yo no he oprimido a
nadie. Y vosotros me habéis amenazado con rnatarme. ¿Por qué? Unicamente porque
soy de familia acomodada. ¡He ahí mi Único delito! -protcsté.
Ban'abás puso su dedo anular sobre los labios e hizo con las manos un gesto para
apaciguanne. Teníamos que ser prudentes. A alguna distancia se soltÓ una piedra que
rodó golpeteando hasta lo hondo del barranco. Contuve la respiración. Pero todo
volvió a la calma. Estábamos solos.
- Nosotros no te hemos matado. Lo Único que queremos es tu dinero. Quizás lo llames

78
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

robo. Pero a los ricos os quitamos Únicamente lo que vosotros habéis arrancado a los
pobres. a menudo sin quebrantar una sola ley. Nosotros nos cuidamos de que los
bienes de este mundo \ uelvan a su verdadero propietario. Fíjate en todos los
muchachos que están con nosotros. La mayoría de ellos fueron expulsados de su casa
y de su labranza. Se unieron a nosotros. porque no tenían otra salida. Nosotros somos
su Último apoyo. su Última esperanza.
- Pero tÚ habrías tenido otras posibilidades. A tu familia no le va tan mal.
- Yo soy una excepción. Precisamente por eso me quedo aquí.
Tengo una gran misión. Mi idea es: Castigamos a todos los ricos, a todos loe
jueces y a todos los funcionarios que cometen injusticias. Propiamente tendría que
hacerlo el Estado. Pero no lo hace. Más aún. el Estado aumenta la situación de
injusticia por medio de leyes que peljudican a los pobres. Nosotros hemos de saltar en
su ayuda. Debemos velar por la justicia. Si la gente se da cuenta de qUl: no quedarán
sin castigo ei siguen practicando el mal. entonces tendrán más cuidado en el futuro con
explotar a los pobres. Por eso tengo que quedarme aquí. Yo me cuido de que estos
desesperados no se dediquen únicamente a saquear y matar. sino que también realicen
una idea.
- ¿Llamas tú justicia a amenazar con la muerte a dos jóvenes esclavos? ¿Contra quién
cometieron injusticias Timón y Malco? ¿A quién oprimieron?
BalTabús guardó silencio. Yo no cejé:
- ¿Es tan f;ícil apuntar sólo contra los malos? Todo hacendado rico vive en su casa con
sirvientes y esclavos. con sus padres y sus hijos. Si vais vosotros por la noche y
prendéis fuego a la casa. corréis el riesgo de que perezcan personas inocentes: no sólo
personas ricas. no eólo personas opresoras. no eólo chupadores de sangre. sino
también personas oprimidas. esquilmadas y explotadas. Y tenéis que matarlos también
a ellos. Cuando destruís la cosecha de un rico. destruís también la base para la
subsistencia de todos los que trabajan en la finca. Me parece horrible lo que hacen
muchoe de nuestra clase social. Pero ¿qué mejora la situación. si nos combatís con
terror?
Voh imos a estar callado., durante un instante. Entonces dijo Barrabás:
- Hace poco se ha largado uno de los nuestros. Hablaha lo mismo que tú. Yo tenía
amistad con él.
- ¿Qué hace ahora?
- ¿Sigue a un curioso profeta. a quien conoció cuando pescaba para nosotros en el
mar de Galilea.
-Di me: ese profeta ¿se llama ksús?
- Le conoces?
- No le he visto jamás. Pero he oído hablar de él. Pensé que sería tamhién zelota. Lo
que él dice sobre los ricos suena casi lo mismo que tus palabras.
- Andrés. te equivocas. Ese tal ksúe es un chiflado. Jamás vi a nadie que tuviera ideas
tan alocadas como él.
- Pero no dicc 01 exactamentc lo mismo que \ IIsotroS: que se va a prOllucir un gran
cambio! ¡.Que Dios no va a tolerar por más tiempo la injusticia? ¡.Que llega
finalmente el reino de Dios?

79
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

- Pero hay una gran diferencia. También nosotros queremos que Dios sea el único en
reinar. y que no reinen los romanos, que oprimen nuestro país. Pero nosotros estamos
cm1\'encidos de que Dios ayuda únicamente a los que se hacen protagonistas de sus
propios destinos.115 Dios ayuda únicamente a los que están dispucstos a rebelarse y a
emplear la violencia contra sus enemigos. Pero ¡.sabes lo que dice ese tal Jesús!
SimÚn me contóuna de sus parÚbolas:
El reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma
o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa
cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin
grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la
hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha.116
¡Tan inocentemente se imagina él las cosas! El reino de Dios llega por sí mismo.
Con tanta suavidad y silencio como brotan del suelo las plantas. Más aún. Jesús habla
a veces de ese reino con palabras enigmáticas. como si hubiera llegado ya. aunque
todos saben que los romanos siguen dominandll en nuestro país. Todos ven que el
reinll de Dios no ha llegado. Está chiflado. Y SimÚn también.
- ¿Quién?
- Sim<Ín es mi amigo. el que nos dejó. Entre los seguidores de Jesús se le denomina
«SimÚn el zetota».117 Sim<Ín pregunhí una vez a Jesús si no ha) que defenderse contra
la injusticia. ¿Sabes lo que le respondiÓ? Jesús dijo:
Habéis oído que se dijo:
Ojo por ojo y diente por diente.
Pero yo os digo:
No hagáis frente al que os hace mal.
Al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha,
preséntale también la otra.
Al que quiera hacerte un juicio para quitarte la túnica,
déjale también el manto.
Y si te exige que lo acompañes un kilómetro,
camina dos con él.118
Andrés. el que dice cosas así. jestá chiflado! Nosotros decimos: Si alguien te pega.
¡devuélvele el golpe! Si alguien te quita la tÚnica. ¡pega fuego a su casa! Si alguien te
hace un chantaje. ¡secuestra a sus hijos y haz le tÚ también un chantaje! ¡Sólo así
pondremos freno a la injusticia!
- y SimÚn el zelota ¿.aprueba esas ideas peregrinas que Jesús difunde?
115
Los zelotas enseñaban, según Josefo (ant 18,5 = XVIII, 1,1): “Dios contribuiría únicamente al éxito
de este propósito (el logro de la libertad frente a los romanos), si la gente ponía también su parte, o
-mejor dicho- si los que con su manera de pensar son adeptos de una gran causa, no eluden el esfuerzo
necesario para su realización.”
116
Mc 4,26-29: La parábola de la semilla que crece por sí sola.
117
Véase Lc 6,15. Mateo le llama Simón “el cananeo” (“Kananaios”, del hebreo “kana” = tener celo,
pertenecer a un grupo radical). Por consiguiente, confirman también el dato de Lucas de que Simón era
“zelota”, es decir, radical (véase Mt 10,4). Por lo demás, el zelota mencionado en el Nuevo Testamento
demuestra que los “zelotas” no se formaron sóo durante el transcurso de la Guerra Judía como grupo de
luchadores de la resistencia, aunque Josefo parece sugerir lo contrario.
118
Mt 5,38-41.

80
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

- Lo de «peregrinas» es una expresión muy pÜlida. Podría concebirse. IIcvando las


cosas al extremo. que uno prefiera sufrir injusticias de un amigo anfL'., que hacérselas
a él. Pero ¿,con los enemigos? ¿.Acaso no es nuestra ohligación ayudar a los amigos y
hacer daiio a los enemigos? Cuando SimÓn le hilo a Jesús esta pregunta. él respondiÓ:
Habéis oído que se dijo:
Amará a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
Pero yo os digo:
Amad a vuestros enemigos,
rogad por vuestros perseguidores:
así seréis hijos del Padre que está en el cielo,
porque él h ace salir el sol sobre malos y buenos
y hacer caer la lluvia sobre justos e injustos.”119 I
¿Quién puede permitirse ser tan magnánimo con sus propios enemigos? Se lo
podrá permitir Únicamente el que sea lo suficientemente fuerte e independiente para
que sus enemigos no puedan hacerle nada. Yeso lo consiguen sólo los grandes triun-
fadores. los reyes y emperadores. Pero ese Jesús recoll'e nuestro oprimido país y
quiere que las gentes modestas adopten una actitud que sólo los muy encumbrados se
pueden permitir de vez en cuando como un lujo. Una actitud que paraliza lo Único que
puede traer el cambio: la solidaridad de los oprimidos frente a sus torturadores. y el
odio contra los poderosos.
- ¿Enseña. entonces. él que hay que someterse sencillamente a los poderosos? ¡Corren
unas palabras suyas muy duras contra los ricos!
- Así es. en efecto. Jesús expresa muy bien el disgusto del pueblo contra los ricos.
Dice. por ejemplo:
Sabéis
que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las
relaciones como si fueran sus dueños,
y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre vosotros no debe suceder así.
Al contrario, el que quiera ser grande,
que se haga servidor vuestro;
y el que de vosotros quiera ser el primero,
¡que se haga servidor de todos!”120
A la gente le gusta oír estas cosas. Y creen entonces que sin violencia se puede
acabar con la opresión y la explotación. Pero ¿en qué consiste concretamente esa
opresión? Consiste en que la gente tiene que pagar tributos. y no saben de dÓnde van a
sacar el dinero: en que se llenan de deudas. y pierden sus propiedades.121
119
Mt 5,43-45.
120
Mc 10,42-43.
121
La relación íntima que hay entre el endeudamiento por tribuos, el empobrecimiento y el unirse a
“banda de malhechores”, es decir, eharse al monte para unirse a la lucha de la resistencia, se ve
claramente por lo que nos dice Josefo (ant 18,247 = XVIII,8,4): Mientras que a causa de constantes
manifestaciones de protesta no se cultivan los campos, teme uno que el “abandono de la agricultura

81
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Opresión: esto significa que los poderosos se adueñan de tal modo de los frutos de
la tierra. que el pueblo debe temer constantemente por lo estrictamente necesario para
sobrevivir. Tal opresión se renueva en un círculo vicioso. El peso de los tributos e
impuestos debe ser siempre tan abrumador, que la población se divida en dos grupos:
por un lado. los que están interesados en que se mantengan las cosas como están; por
otro lado, la gran multitud de los que temen por su subsistencia. Las preocupaciones
por ir consiguiendo lo mínimo para subsistir les quitan el valor para cambiar todo el
sistema. Y las mezquinas condiciones en que viven, les sugieren que, en las
circunstancias actuales, se puede ir tirando a costa de mucho esfuerzo y un poco de
suerte. El que no lo logra, ¡allá se las arregle! ¡Ha tenido muy mala suerte! ¡He ahí la
opresión que reina en este país! Ves lo decisiva que es la cuestión de los tributos.
Preguntamos a Jesús qué es lo que pensaba hacer contra esa opresión. Le
planteamos así la pregunta: ¿Es lícito o no pagar tributos al emperador? Dijo que le
trajeran un denarío y preguntó a su vez: «¿A quién representa la efigie que hay en la
moneda? ¿Y a quién se menciona en la inseripción?,). Respondimos: «¡Al
emperador!». Y entonces nos dijo:
Dad al emperador lo que es del emperador, y dad a Dios lo que es de Dios.122
¡Siempre escurre el bulto, cuando se trata de respuestas concretas! ¡Quiere tirar por el
camino fÜcil!
- ¿Es realmente tan inocuo cuando dice: Por todas pat1es los soberanos dominan a sus
puehlos, Pero entre vosotros no dehe ocurrir lo mismo? Muchos afirman que es ilusión
engañosa querer hacer política sin practicar la opresión. Pero Jesús dicc: Aunque todos
los demás pueblos y sociedades practiquen la opresión. no de he ocurrir lo mismo
entre vosotros. Vucstra misión consistc en superar la eseisión del pueblo en oprimidos
y opresores.
- Jesús formuló lo que nos ha caracterizado a nosotros desde siempre. Todos Nuestros
vecinos fundaron Estados en los que los reyes y sus camarillas eran dueños del país, y
los campesinos que trabajaban la tierra eran poco más que los esclavos que se compran
en el mercado. Pero nosotros nos opusimos a ello desde el principio y no quisimos
vivir en tales condiciones. i Y seguiremos luchando por esta causa!
- ¿Pero no permitiÓ Dios que cayéramos bajo el dominio de otros pueblos? ¿Cómo
nos rebelaremos contra esa realidad?
- Dios permitiÓ que fuéramos esclavos en Egipto. Pero su verdadera voluntad la
revelÓ Dios cuando nos libró de esa eselavitud. Al llegar luego a este país. vivimos
durante 200 años sin un gobierno central. como campesinos libres que se protegían
mutuamente contra sus enemigos. Demostramos entonces que un pueblo es capaz de
vivir también con un mínimo de gobierno.
- Pero luego tuvimos que aceptar también soberanos que nos gobernaran. Y nos dimos
cuenta de cómo. con la realeza. se iba formando una clase dominadora.
- Sin los reyes. habríamos pasado a depender de otros pueblos.
Pero desde un principio nos opusimos a que nuestros reyes vivieran como

tenga como consecuencia necesaria el bandidaje, pues ellos (es decir, los campesinos que participan en
las manifestaciones) no podrán pagar los tributos.”
122
Mc 12,13-17. En la actual versión de la historia según el evangelio de Marcos, son los fariseos y los
herodianos los que formulan la pregunta. Es posible que, originalmente, los interlocutores de Jesús
hubieran sido simpatizantes del movimiento de resistencia.

82
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

faraones. Con los reyes llegaron también los profetas. Estos. en nombre de Dios.
criticaban a nuestros soberanos, cuando su poder sc hacía demasiado grande. Y
cuando los reyes sufrían algÚn descalabro. los profetas lo consideraban como un
castigo por sus abusos de poder en el interior y en el exterior. Dios volvía a
mostrarnos que élno está del lado de los poderosos.
- Pero luego caímos bajo el dominio de los babilonios. de los persas y de los griegos.
- Dios nos envió nuevos profetas. cuando vivíamos cautivos en el destierro babilónico.
PrometiÓ que habría una nueva salida de Egipto. Se sirvió de Ciro. rey de los persas.
que venció a los babilonios y nos devolvió la libertad.
- Pero los persas siguieron siendo nuestros amos. ¡Y Dios lo quiso!
- Los persas permitieron que organizáramos nuestra vida scgÚn los mandamientos de
Dios. Cuando el pueblo. por el empobrecimiento y las deudas. estaba en peligro de
dividirse en dos clases. el gobernador persa Nehemías llevó a cabo en nombre de Dios
una gran reforma. Se condnnaron todas las deudas. Todos los israelitas llegaron a ser
libres.123
- La reforma de Nehemías ¿no nos demuestra que hay otro camino. además dd camino
de la violencia?
- En circunstancias favorables. sí. Pero ahora se dan pocas veces esas circunstancias
favorables. Todo cambió bajo d dominio de los griegos y los sirios. Los
conquistadores griegos se asombraron de los muchos agricultores modestos. de
condición libre. que había entre nosotros.124 Pero no respetaron nuestras tradiciones.
Toda la tierra conquistada la consideraron como propiedad de ellos. Y todos los que
vi\ ían en esta tierra. como personas de las que podían disponer a su antojo. Tan sólo
en las pequeñas ciudades concedieron la libertad a un pequeño grupo de ciudadanos.
Quisieron introducir también en nuestro país las mismas circunstancias. Algunos
judíos ricos les permitieron fundar en Jerusalén una ciudad griega libre. Aceptando la
forma griega de vida. debían fusionar su rel igión con las creencias griegas: Nuestro
Templo fue consagrado entonces a Zeus. Todo el país se alzó en contra. Juntamente
con la fe en Dios se hallaba en juego la libertad de todos: la libertad y las posibilidades
de vida de muchos labradores modestos.125 Desde entonces lo sabemos muy bien: Si
abandolHíramos la fe en Dios. no tendríamos ya medio alguno para defendemos
contra la servidumbre en que viven todos los pueblos circundantes. Tan sólo el respeto
a nuestras tradiciones religiosas impide hasta el día de hoya los romanos suprimir de
un plumazo todas nue'itras libertades. Y. por eso. nos defendemos tan fanáticamente
de todo ataque contra nuestra fe.
- Pero ¡.no volverían a correr tiempos de reforma? ¿De una reforma como la que se
llevó a cabo con Nehemías?
- Creo que eso es una ilusión engañosa. Sin la presión de la violencia. no cambiará
nada en este país. Te das cuenta de cómo los romanos. con csfuerzos cada vez más
perseverantes. van incorporando nuestro país a su imperio: Primeramente permitieron
que nos rigieran nuestros propios soberanos. Después sustituyeron nuestros príncipes
por los de la familia de Herodes la cual debe todo su poder a Ins romanos. Finalmente.
123
Neh 5.
124
Hecateo de Abdira, que vivió en tiempo de Alejandro Magno, hablando de los judíos dice que
Moisés asignó a cada uno de ellos una porción de tierra, y a los sacerdotes una porción algo mayor para
que se pudiern dedicar al culto divino. Sin embargo, a los judíos les estaba prohibido vender su tierra,
para que los más ricos no pudieran oprimir a los más pobres (en Diod. Siculus XL,37).
125
La historia de la insurrección se narra en los libros primero y segundo de los Macabeos.

83
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

en Judea y en Samaría se hicieron cargo. ellos mismos. de la administración. Durante


veinte años respetaron nuestras tradiciones religiosas. Pero ahora intentan cuestionar la
condición especialísima del Templo. Acuñan monedas paganas. Traen a Jerusalén
imágenes del emperador. Paso a paso van suprimiendo todo lo que nos separa de otros
pueblos. Pronto no podrá ya nadie decir: «En todas panes. los gobernantes oprimen a
sus pueblos. Entre vosotros no tiene que ocurrir así». Sino que habrá que deeir: En
todas partes gobiernan los romanos como benefactores de los pueblos. También entre
vosotros. Nadie llamará entonces a la opresión, opresión. ni a la explotación,
explotación. Por eso. ha llegado la hora de resistir violentamente. No es la hora de Ne-
hemías. No es la hora de Jesús de Nazaret.
- Pero también Jesús quiere que las cosas cambien.
- Eso es lo malo precisamente: Jesús despiena esperanzas de que se puede cambiar
algo sin resistencia ni derramamiento de sangre. Es peor que los que dicen que hay que
someterse a todo. Porque Jesús quiere. al mismo tiempo, el cambio y la paz. i Y eso es
una ilusión! ¡Una ilusión peligrosa!
- Pero ¿no tenéis también vosotros vuestras ilusiones? l.No se ha dado cuenta quizeb
Simón de que con vuestros métodos no se adelanta nada? ¿No se unió a Jesús. porque
parecía el único camino de salir de estas cuevas?
- Simón es un problema. Si su ejemplo cunde. nos abandonarán aún muchos más. Por
eso. algunos propusieron que le matáramos por traidor.
- Por el amor de Dios! -Yo me opuse y lo impedí.
Barrabás lo había dicho con voz casi imperceptible. Pero a mí me causó honda
impresión. La simpatía y la gratitud brotaban de mi corazón, contrastando con la
indiferencia de la noche. Todo parecía tener puesta su mirada en nosotros. como si el
universo entero se hallara interesado en salvar una vida. ¿No esperaban también todas
las cosas que yo sacara de all í a Ban'abás?
- Barrabás, ¡escúchame, por favor! i Deja esto de vivir en cuevas! No tienes por qué
seguir el mismo camino que siguió Simón. Hay también más caminos.
- Eso no es tan fácil: Si me largo de aquí. no habrá ya nadie que impida ejecutar a los
que ellos creen que son traidores. En otras palabrae: intentarán matarme. No necesitan
siquiera hacerlo. Basta con que denuncien a las autoridades que di muerte a un soldado
romano y a un rico terrateniente. No tengo más remeJio que quedarme aqu í.
Interrumpimos nuestra conversación para retiramos antes de que elarease el día.
Antes de trepar a la cueva. susurré a los oídos de Barrabás: -Ocurra lo que ocurra. te
ayudaré. Podrías desaparecer en la diáspora. Confía en mí. Te ayudaré siempre. Te lo
prometo.
Trepamos de regreso. muy sigilosamente. Nadie se dio cuenta. Volví a echarme.
pero no puJe ya conciliar el sueño. Imágenes confusas e incoherentes danzaban en mi
mente despierta. Pero cada vez se iban aclarando más. Al fin me vi ante un Claro
Jilema.
Viajaba recorriendo aquel país para los romanos. Internamente. rompí mi lealtad
hacia ellos. No quería subordinar a intereses romanos la suerte Je mi pueblo. Aquí
encontré un grupo que se identificaba por completo con los intereses de nuestro
pueblo... y que me había tratado exactamente igual de mal que los romanoe. ¿Qué
diferencia había entre los procedimientos de esta gente y los de Pilato? No veía más
que chantajes contra chantajes. opresión contra opresión. terror de los de arriba contra

84
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

terror de los de abajo.


En ambos lados había personae inteligentes. Metilio no era un monstruo.
Funcionarios romanos como él ¡no podrían establecer la paz? ¿Podrían. al menos.
organizar sabiamente la opresión para evitar sufrimientos innecesarios? ¿Era capaz la
poi ítica de conseguir algo más? ¡.Era Metilio una excepción?
y Barrabás: ¿no era. también él. una excepción? ¿No estaba él sólo con sus ideas?
También Barrabás quería oponer sólo un mínimo de violencia a la violencia. un
mínimo de ten'or al terror. ¡Y. no obstante. él no era capaz de sustraerse ya a las
funeetas consecuencias del camino una vez emprendido!
Yo tenía que andar mi camino entre doe frentee. Volvía a no encontrarme a gusto
ni en un lado ni en otro. Entonces hablé así a Dios:126
Señor, Dios mío,
¿cómo seguiré siendo fiel a mí mismo?
Adonde quiera que vaya,
encuentro caminos torcidos.
¡Si pudiera hablar como otros,
no sentiría ya dolor!
Ellos afirman
que el mundo está organizado de tal manera,
que sólo la violencia y la opresión consiguen lo que se proponen.
Consiguen éxitos
Consiguen riquezas.
Consiguen prestigio.
Consiguen poder.
¿No es absurdo
que yo trate de vivir sin culpas?
¿Que no aúlle con los lobos?
Por eso, estoy destrozado,
y me duele el alma.
Si yo hablara como todos los demás,
me parecería que estoy traicionando todo lo que he llegado a
ser.
Señor, ¡me quedo contigo!
Tú me conduces adonde yo no quiero ir.
¡Tú restauras mi honor
y me devuelves el respeto!
Volví a pensar en nuestros antepasados: en Abrahán, que engañÓ a los egipcios:
en Jacob, 4ue hizo una trampa a su hermano: en David, que estuvo al servicio de los

126
Según motivos del Salmo 73.

85
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

enemigos del país. ¡También ellos tiraron por caminos torcidos! También ellos an-
duvieron errantes entre diversos frentes. Los caminos extraviados 4ue yo he seguido
quizá conduzcan a un buen final: ¿no podría Dios lIevarlo todo a buen término?
Esta idea hizo 4ue pronto conciliara el sueño. Pero pronto me despertaron. No
elareaba aún el día. Dos zelotas nos condujeron -a TimÓn, a Malco y a mí- con los
ojos vendados y nos sacaron de la cueva. Había contemplado en la noche aquellas
laderas de roca cortadas a pico. En realidad eran peligrosas. Tuvimos 4ue andar por
sendas peligrosísimas y deslizamos con cuerdas por las paredes de roca. Sentí alegría
al verme otra vez en la explanada. Allí nos devolvieron nuestras cabalgaduras. Me di
cuenta de cómo los guías nos llevaban intencionadamente de un lado para otro. con el
fin de hacemos perder toda orientación. Finalmente. al cabo de dos horas. nos ljuitaron
la venda de los ojos.
Estábamos en la pendiente de una montaña. Ante nosotros. el mar de Galilea. En
él reverberaba el sol de la mañana, l\ue se había levantado en Oriente sohre las alturas
del Golán. Todo estaba tranquilo. Como hechizados comtemplábamos aquel juego de
colores sobre las aguas.
Finalmente, se dirigió a mí uno de los zelotas: -Soy Matatías. hijo de Matías.
¿Puedes hacerme un favor?-. Señalaba hacia el extremo septentrional del lago: -Allí.
en medio de la bruma. está Cafarnaún. En esa ciudad viven mis padres con mis
hermanos. Llévales esta carta y este dinero. Sin mi ayuda no podrán vivir. Yo no podía
soportar ya su pobreza. Por eso me uní a los zelotas.
Prometí cumplir todos sus deseos. Me quedé mirando mucho tiempo en la
dirección que él me había señalado: Allá. en algún lugar, en medio de la bruma de la
mañana, estaban las casas de aquellas personas. Allí trabajaban afanosamente, sufrían,
se lamentaban y se desesperaban. Pero, sin preocuparse de nada de ello, salía el sol.
como si nada de aquello le afectara, como si no le importaran <<1as infamias que se
cometen b,eo el sol»127
Miré atrás. Timón y Malco se despedían de nuestros acompañantes. La luz
matutina trasformaba todos los rostros. También los dos zelotas parecían personas
distintas. Junto a Timón y Malco, parecían de repente mucho más jóvenes. Presentía
en sus rostros curtidos el vestigio de la tez suave de los niños. Allí estábamos todos
juntos: terroristas, personas inocentes y yo. ¿Sería indiferencia al sufrimiento humano
lo que hacía que el sol saliera sobre todos? ¡.No era. más bien, la expresión de una
bondad incomprensihle, que no hacía diferencia entre aquellos bandidos y nosotros?
Alabé a Dios, porque hace que el sol amanezca sobre buenos y malos, sobre justos
e injustos. y que brille cada día de nuevo sobre todos. Se apoderó de mí el
pensamiento: Si el sol luce sobre romanos y zelotas, sobre pobres y ricos. sobre amos
y esclavos. si está del lado de unos y de otros. ¿no era justo también
que yo oscilara como un péndulo entre romanos y judíos. entre autoridades y
zelotas. entre ricos y pobres? ¿No sería posible hacer caso omiso de todas aquellas
fronteras, sin perdennc por ello? Me sentí de nuevo enardecido.
Muy estimado Profesor Kratzinger:
El último capítulo que le envié le ha desagradado. Usted critica la «politización»
de la predicación de Jesús. Usted me señala que las palabras de Jesús que hablan de
que los primeros tienen que llegar a ser los esclavos de todos, no se refieren a las
relaciones políticas de poder. Se refieren a las relaciones entre las personas que forman
127
Ecl 4,3.

86
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

una comunidad. Ahora bien, yo entiendo las palabras de Jesús de otra manera. Y en
favor de mi interpretación habla el hecho de que Jesús se distancie de la poI ítica
practicada entre los «gentiles». El concepto opuesto al de los «gentiles» es el concepto
de <<Israel». Lo de que «no debe ocurrir así entre vosotros» significa: En Israel no
debe suceder lo que sucede en otros pueblos. Jesús, además, dirigía su palabra a los
discípulos, que representaban a todo Israel. Jesús escogió a los «Doce» para que
representaran a las Doce Tribus.
Tropezamos aquí con un problema fundamental de hermenéutica: Jesús no quería
fundar una comunidad cristiana; quería renovar a Israel. El que aplique únicamente a
la Iglesia las palabras de Jesús, desconoce el hecho de que tales palabras se dirigieron
una vez a toda ]a sociedad judeopalcstinense.
En relación con esa sociedad espera Jesús un cambio maravilloso: en ella
sobresaldrán los pobres, los niños, los mansos y los extranjeros. Eso será el reino de
Dios. No se trata simplemente de una "dimensión espiritual». En ese Reino se come y
se bebc. Está en Palestina. Afluyen a él personas de todas partes. Y en ese Reino se
alza un nuevo Templo.
]csús aguarda circunstancias poI íticas radicalmente distintas. Pero no aguarda que
esas circunstancias se realicen por medio de cambios poI íticos. La meta es «poi
ítica),. Pero su realización se lleva a cabo sin la política: Dios realizará el objetivo. Y
esto quiere decir: Los hombres no pueden realizar este objetivo empleando la violencia
contra otros hombres. Pero tampoco son enteramente pasivos.
Me pregunto a menudo por qué grandes teólogos concedicron tan poca
importancia al Jesús histórico. Desde luego un factor importante fue la dificultad de
proyectar un papel de ese Jesús. una imagen sostenible hist6ricamente. Pero ¿no
podría ser también que se vislumbrase que, si nos adentramos en el Jesús hist6rico.
entonces vamos a encontramos con una predicación que no sólo va a tencr rcper-
cusiones sobre la Iglcsia. sino también sobre toda la suciedad?
Tal vez volvercmos en otra ocasión sobre este mismo problema.

Disponga de su amigo y servidor:

Gerd Theissen

87
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

11. CONFLICTO EN CAFARNAÚN


Cafarnaún se hallaba en el camino que conducía a Betsaida Julias, a unos doce
kilómetros de Arbela. Desde allí había cinco kilómetros hasta la meta de nuestro viaje.
Queríamos estar en Betsaida antes del atardecer, para guardar el reposo del sábado.128
Por eso, nos dábamos prisa, a fin de despachar lo antes posible lo que teníamos
que hacer en Cafamaún. La familia de Matatías habitaba en una casita de pescadorcs, a
orillas del lago. El padre estaba a pescar. Su mujcr Ana se había quedado en casa, en
vez de trabajar en los campos. Una hija estaba enferma. Se llamaba Miriam y tenía
unos doce años. Estaba acostada pálida y con ojos de fiebre. en un rincón de la casa.
Los hermanos mayores se movían sigilosamente por la casa. Todo guardaba silencio.
Yo conocía aquel estado de ánimo. Era el estado de ánimo de una familia que temía la
muerte. Nadie se atrevía a declararlo. Pero todos lo sabían. En cuanto se entraba en la
casa, se sentía la sombra de la muerte... y la obstinada esperanza de salvación.
No obstante, los ojos de todos brillaron un poco cuando les entregué la carta y el
dinero. No necesité darles demasiadas explicaciones.
- Un forastero me dio esto en Arbela para que os lo trajese.
Os manda saludos.
La familia estaba enterada. Me recibieron cordialmente y tuve que tomar asiento.
Timón y Malco cuidaban de las cabalgaduras.
Miriam me miraba con grandes ojos. Me di cuenta de que quería preguntarme algo
y le sonreí. Entonces me dijo:
- ¡Eres tú el Mesías?
¡Dios mío!. pensé. ¡Qué enferma está! ¡Delira por la fiebre!
Le respondí con carii1o:
- S\)y Andrés. un comerciante de Séforis.
- Sabes cuándo viene el Mesías? -me preguntó decepcionada.
Contesté con ingenuidad:
- El Mesías vendrá al fin de los tiempos.
- No. ha venido ya!
Miré a Ana COIllO preguntándola con los ojos. Ella me dijo:
- La niña se refiere a un profeta. a quien algunos consideran como el Mesías. Cura a
los enfermos y echa fuera los demonios. Muchos de la aldea creen en él. Unos cuantos
j6venes le siguen. La niña tiene esperanzas de que él venga y la cure.
- ¿Te refieres a Jesús!
Miriam asinti6 con un gesto: -¡Le has visto?
- No -dije. -Pero me gustaría verle. Todos hablan de él.
Parece que viene con frecuencia por aquí.
-unca se queda mucho tiempo en un lugar -comentÓ Ana. Miriam decía en voz baja: -
¡por qué no está aquí? ¡Por qué no me cura a mí?

128
Según la división del tiempo que se hacía entonces, el día terminaba con la puesta del sol, y
comenzaba entonces el día siguiente.

88
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

La madre se sentÓ en el suelo junto a Miriam y le acariciaba el cabello con mucho


cariño: -El ha dicho:
Los ciegos ven y los paralíticos caminan:
los leprosos son purificados y los sordos oyen:
los muertos resucitan
y la Buena Noticia es anunciada a los pobres.
¡Y feliz aquel para quien yo no seré ocasión de escándalo!129
-¡Si viniera aquí! -susurr6 la niña,
Ana envolvi{í en un paño a su hija y la cogi6 en brazos: -No sé c6mo hacerle venir.
Créeme, no sé cómo, Pero puedo contarte una historia de él. ¡Quieres que te la cuente?
Miriam asintió. y Ana comenzó así:130
-Una mujer padecía hemorragias desde hacía doce años. Había sufrido mucho en
manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario,
cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás entre
la multitud , y tocó su manto, porque pensaba: “Con sólo tocar su manto quedaré
curada”. Inmediatamente cesó la hemorrogia, y ella sintió en su cuerpo que estaba
curada de su mal. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él,
se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: “¿Quién tocó mi manto?” Sus
discípulos le dijeron: “¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién
te ha tocado?” Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido.
Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había
ocurrido, fue a rrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad. Jesús le dijo: “Hija, tu
fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad.”.
Miriam había escuchado con ansia. como si todo aquello se lo dijeran a ella. No
aguantÓ más. Y gritÓ.
- ¿Por qué él no viene? ¿Por qué no puedo yo tocarle como esa mujer, para quedar
curada? ¡Por qué no?-. Y comenzÓ a sollozar.
Entonces tuve una ocurrencia: Fui adonde ella. puse mi mano sobre su frente y dije:
- Miriam. tú eres como la mujer de la historia. Tú erees que tocar con la mano cura.
¿Pero no oíste lo que Jesús dijo al fin? Jesús dijo: Tu fe te ha salvado. No dijo:
Tocarme con la mano tc ha salvado.
Confieso que fue una ocurrencia desesperada. Yo mismo no estaba muy
convencido de lo que había dicho. Quise decir algo agradable a la muchacha que tenía
miedo de morir.
Miriam me miró con agradecimiento. Se quedÓ más tranquila. Quiso que le
contaran más historias, Ana se las contó. Le contó la historia de una mujer que pidiÓ a
Jesús que curase a su hijita... Y Jesús la había curado desde lejos. sin necesidad de
venir a ve rI a.131 Ana añadió:
- ¡Por qué tiene él necesidad de venir a nuestra casa? ¿No puede curarte también
tlt:sde lejos?
Y luego le contó lo de los ciegos. que habían recobrado la vista. de los leprosos.
129
Mt 11,5-6.
130
Mt, 5,25-34.
131
Mc 7,24-30.

89
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

que habían sido curados. de los paralíticos que volvieron a anelar. Sus historias iban
siendo cada vez más maravillosas e inverosímiles. Miriam escuchaba con ansia cada
una de aquellas historias. Eran sus historias. Ella había sido ciega, y había recobrado la
vista. Ella había estado paralítica. y había vuelto a andar. Ella había estado muy
enferma. y había recobrado la salud. Cada una de las palabras de su madre le infundía
nueva esperanza.
Yo lambi¿n escuchaba cautivado: Algunas cosas de esas historias me
desagradaban. Sonaban a cosas supersticiosas y primitivas. Pero con el tiempo fui
quedando no menos cautivado que Miriam. Me di cuenta: en esas historias estaba toda
la esperanza de aquella gente pobre. En ellas escuchaba el ansia de la gente de triunfar
del sufrimiento y de la muerte. Sentí profundamente: Mientras se sigan narrando esas
historias. la gente no sc conformará con que las personas pasen hambre y sed; con que
estén mutiladas e impedidas: con que estén enfermas y desvalidas. Mientras tengan
estas historias, tendrán esperanza.
Me preguntaha si Ana habría escuchado todas sus historias de Jesús: esas historias
que contaba Miriam. ¿No habría inventado algunas para consolar a la pequeña
Miriam? Creo que. si se le hubieran acabado las historias. yo habría podido sentarme a
la cabccera de la enferma y habría inventado más historias. Sé perfectamentc que las
historias no curan por sí solas. Pero tenía la sensación de que. sin esas historias,
Miriam no se curaría nunca.
Mientras tanto, el padre había rcgresado de la pesca. Venía preparado para
escuchar malas noticias. Pero su rostro se animÓ. al ver tranquila a Miriam y al
encontrar la carta y el dinero de su hijo.
Yo, entretanto. había concebido un plan para ayudar a Miriam. Conocía en
Tiberíades a un médico llamado Hipócrates. Era griego. como podía verse ya por el
nombre. Con la barca podía llegarse a Tiberíades en cuatro horas. Si uno de los hijos
mayores de Matatías partía aquella misma tarde para Tiberíades. en compañía de
TimÓn y Malco. y pasaban la noche a la orilla del lago, podrían ir muy de mañana a
buscar a Hipócrates y traerle a Cafarnaún.
Matatías puso dificultades a mi plan: -Andamos muy mal de dinero para pagar a
un médico. El poco dinero que tenemos. lo necesitamos para ir viviendo... y para
pagar los tributos.
Le tranquilicé. El dinero lo pagaría yo. Eseribí inmediatamente una carta a
HipÓcrates y le rogué encarecidamente que viniera y pn;etase asistencia médica. Yo
1m: haría cargo de los honorarios Y de todos los gastos. Además envié recado a Jusá y
a Juana. diciéndoles que a la semana siguiente lce visitaría en Tiberíades.
Faltaba todavía una hora para la puesta del sol. Los jÓvenes acudían a la orilla del
lago. El sol. ya muy bajo. arrojaha sobre el lago fulgores de oro, y en la superficie de
las aguas se iba haciendo cada vez más imperceptible una barca como gotita negra.
Encendimos las luces del sábauo. recitamos la benuición y nos pusimos a cenar.
No había pasado mucho tiempo cuando llamaron a la puel1a de la casa. Dos
hombres querían hablar con Matatías. El mayor se llamaba Gamaliel. y el más joven.
Daniel. Matatías les pidiÓ que entrasen. Se sentaron.
Gamaliel comenzÓ: -Tu hijo ha salido a pescar el sábado en compañía de dos
forasteros.¿No sabeís que está prohibido trabajar en sábado?
Matatías le tranquilizÓ: -No han ido a pescar. Se dirigen a Tiberíades para buscar
un méuico para Miriam. Nadie ha trasgredido el sábado.

90
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Daniel objetÓ: -¡.No pudiste esperar a que pasara el sábado? Intervine: -Yo les
envié. M iriam necesita asistencia médica.
Cuando se trata de una curación. es lícito no atenerse a las normas del sábado.
- ¡No! -replicÓ Daniel. -Sólo es lícito cuando no hay otra posibilidad.
Me enojé. En Séforis lo más natural era llamar al médico en día de sábado. ¡Qué
mente más estrecha tenía aquella gente de campo! Pero tal \'ez aquellas dos personas
querían Únicamente justificarse por haher interrumpido nuestra cena.
Gamaliel dijo con aire reflexivo: -Hay casos lícitos: Cuando una oveja cae en un
pozo en día de sábado. es 1 ícito sacarla.
Daniel protestÓ: -Yo no opino lo mismo. Si la voluntau de Dios es que la oveja
sobreviva. sobrevivido Hay que preocuparse ante todo de observar el sábado.132
Gamaliel le contraJijo: -¡Cómo va a sobrevivir la oveja? ¡Se ahogará! ¿Quieres
obligar a Dios a que obre un milagro? Vosotros los esenios sois más rigurosos que
nosotros los fariseos. Nosotros queremos soluciones que puedan ponerse en práctica.
La mayoría de los doctores Je la ley están de acuerdo conmigo en que está permitido
salvar en sábaJo a un animal. Si argumentamos ahora, pasando de lo menor a lo
mayor. llegaremos a la siguiente Conelusión: Si es lícito salvar a un animal, ¡cuánto
más lícito serácurar a una persona!
Miriam había seguido la discusión. Intervino con una exelamación: -¡También
Jesús ha curado a personas en día de sábado! ¡Mamá. cuéntales la historia!
Era evidente que a Ana le resultaba un poco enojoso hablar de Jesús delante de
aquellos dos visitantes. Pero. en una situación así. la madre no podía negarse a un
deseo de su hija. Así que refiriÓ la siguiente historia:
En día de sábado entró Jesús en una sinagoga, y había llí un hombre que tenía una
mano paralizada. La gente observaba atentament a Jesús para ver si quebrantaba el
sábado. Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: “Ven y colócate aquí delante”.
Y dijo a los demás: “¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, slvar una vida
o perderla?” Pero todos callaron. Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada de
indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: “Extiende tu
mano”. El la extendió y su mano quedó curada.133
Todos la habían escuchado atentamente. Gamaliel dijo con afabilidad: -Miriam.
¡.no es un caso distinto al de nuestra oveja que hahía caído en un pozo? La oveja se
ahogaría. si nadie la sacaha inmediatamente. Pero el hombre de la \llano paralizada
¿no habría podido esperar un día? No se trata de hacer el bien o hacer el mal. de curar
o de matar. Se trata de hacer el bien hoy o de hacerlo mañana.
Daniel objetó: -Ya ves lo que pasa cuando comienzan a hacerse concesiones. Se
abusa de ellas. Ese tal Jesús lo sabe perfectamente: Todos los doctores de la ley están
de acuerdo con él en que es lícito prestar ayuda a una persona en día de sábado. Pero
él da una interpretación extrema: cada cual podría decidir cuándo debe observar las
132
Los esenios eran realmente de esa opinión, como sabemos -entre otras cosas- por el “Documento del
Damasco” (en abreviatura, CD) hallado en Qumrán: “Nadie ayudará al ganado a parir en día de sábado.
Y si un animal cae a un pozo o a un hoyo, no es lícito sacarlo en día de sábado” (CD XI,13s). Lo mismo
se aplica a los seres humanos: “Nadie intentará sacar con una escalera o con una cuerda o con (algún
otro) objeto, (en día de sábado), a un hombre que haya caído a un pozo” (CD XI, 16s). Mt 12,11
presupone, en relación con el siglo I de nuestra era, que es lícito prestar ayuuda activa a un animal en
día de sábado.
133
Mc 3,1-5.

91
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

normas del sábado y cuándo no. cuándo está obligado a prestar ayuda y cuándo no.
Ana había escuchado con impaciencia: -Yo no comprendo esas sutilezas. Está
bien claro: Se puede prestar ayuda en día de sábado. El sábado fue hecho para el
hombre. y no el hombre para el sábado. La vida humana es mucho más valiosa que el
sábado.134
Gamaliel se defendió: -¡Qué significa, en este caso. prestar ayuda? Alguien podría
decir: quiero prestar ayuda a mi vecino en la recolección. Y. por tanto. podrá
quebrantar las normas del sábado. No. lo importante es que reglamentemos
minuciosamente cada caso en particular.
Yo traté de mediar: -Por eso. asentemos bien. por lo menos. en este caso
particular: Es lícito ir a llamar al médico en día de sábado. No hemos hecho nada malo
al mandar llamar a HipÓcrates.
¡En mala hora lo dije! Daniel saltó inmediatamente contra mí: -¡Hip6crates, un
médico pagano! ¡Un extranjero! ¿Es que no hay médicos judíos en Tiheríades? i No.
eso ya es demasiado! Primero. quebrantar el sáhado. Y luego. vulnerar los preceptos
de pureza. ¡No sabes que los extranjeros y los judíos no deben rozarse? ¡Tienen que
permanecer apartados como lo puro y lo impuro. Pero. ¡ hombre!. ¡tú quieres que, a
una muchacha judía. la trate un médico pagano? ¿ Vas a permitir que ese médico entre
en esta habitación?
Yo repliqué con dureza: -I-Iipócrates presta asistencia médica a judíos en
Tiberíades. ¡Por qué no iba a hacerlo también en Cafamaún?
Ostensiblemente, Matatías se volvió de espaldas, buscó un taburete y se sentó
junto a Ana. que todavía tenía en sus brazos a la niña que ardía por la fiebre.
Gamaliel dijo en tono serio: -Los de Tiberíades no son demasiado eserupulosos en
observar los preceptos de pureza. Herodes Antipas, al fundar la ciudad. sabía
perfectamente lJ.ue aquel asentamiento quebrantaba nuestras leyes. Porque Tiberíades
se construyÓ sobre numerosos sepulcros.135 Nuestra ley dice que los que viven en esa
ciudad son impuros. Pero nadie lo tiene en cuenta. ¡Tiberíades es una ciudad impura!
Daniel corroboró esta opinión: -La negligencia se va difundiendo por el país. Los
seguidores de Jesús no hacen caso de la distinción entre lo puro y lo impuro. No se
lavan las manos antes de comer.136 Van por los campos en día de sábado y no tienen
dificultad en cortar espigas.137 No se segregan de los extranjeros. y ahora i llegan
incluso a llamar médicos paganos para que entren en casas judías!
La c61era no me dejó callanne: -Yo no soy seguidor de Jesús. No he visto nunca a
Jesús. Y llamaría siempre a un médico pagano, sin que me importe lo que diga Jesús o
lo que digáis vosotros. Y, a propósito, ¡.qué ha dicho .Jesús sobre los preceptos de
pureza?
Gamaliel deelarÓ: -Yo le oí discutir sobre este tema. Atajó todas nuestras razones
y las desbarató con el siguiente argumento:
“Ninguna cosa externa que entra en el hombre
puede mancharlo:
lo que hace impuro
134
Mc 2,27.
135
A propósito de la fundación de Tiberíades sobre un cementerio, véase Josefo ant 18,38 = XVIII,2,3.
136
Véase Mc 2,23-28.
137
Mc 2,23-28.

92
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

es aquello que sale del hombre.”138


Pregunté: -¡.Dice con eso .Jesús que no hay di ferencia entre lo puro y lo impuro?
- Así es, en efecto. Si Jesús tuviera razón. no habría ya manjan:s impuros. personas
impuras. lugares impuros. Todo sería puro. A los gentiles se les podría comprar de
todo. y se les podría vender de todo.
La pesqué al vuelo: -¿Entonces se podría comprar también a los extranjeros aceite
de oliva?
Gamalid asintió: -¡Tal sería la consecuencia!
- ¿A mí qué me importa esa discusión sobre lo puro y lo impuro? ¿No estáis
quebrantando el sÜbado, vosotros mismos, al impOJ1unar a otras personas con
vuestras discusiones eruditas en vez de dejamos en paz, a nosotros y nuestra niña
enferma? ¡No os dais cuenta de lo enferma que está! ¡No os dais cuenta de que
nosotros tenemos preocupaciones muy distintas! ¡ Y vosotros venga a discutir sobre lo
de prestar ayuda y no prestar ayuda. sobre lo que está permitido y lo que no lo está!
¿Por qué. en vez de toda esa palabrería. no prestáis ayuda? ¡ Por lo menos. dejadnos en
paz! ¡Jesús dice algo muy distinto sobre vosotros!:139
« ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas. que limpiáis por fuera la copa y e/
plato, mientras que por dentro estáis llenos de codicia y desenfreno!... ¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos hipócritas. que parecéis sepulcros blanqueados:
hermosos por fuera. pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre! »
¡Jesús tiene razón!
Aquello estaba bien claro: era echarles a patadas. Los dos doctores de la ley se
volvieron para marcharse, Gamaliel dijo todavía:
- Eres injusto, Matatías. Está hablando por tu boca la preocupación que sientes por tu
hija. ¡Ojalá se cure pronto!-. A continuación salieron los dos apresuradamente.
Intenté salir detrás de ellos. Me hubiera gustado decir algunas palabras de
conciliación. Pero ahora lo más importante era tranquilizar a Miriam, Me senté a su
lado y le conté historias inocentes, no historias de milagros, sino fábulas y cuentos.
Pronto se quedó dormida. Y también nosotros nos acostamos.
En la mañana del sábado asistí al culto divino. Aquella tranquilidad solemne
transformaba la aldea. Personas que durante seis días habían trabajado duro salían
ahora de sus casas. con sus mejores ropas. Todos se iban reuniendo en la sinagoga.
Gamaliel leería y comentaría las Eserituras. Comenzó con una bendición:
«Alabado seas, Señor, Dios nuestro.
Rey del universo.
Creador de la luz
y hacedor de las tinieblas.
Tú que estableces la paz
y creas todas las cosas.
Tú que difundes luz
sobre la tierra

138
Mc 7,15.
139
Mt 23,25-27.

93
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

y sobre los que moran en ella,


y que en tu bondad
renuevas a diario
la obra de tu creación.140
Después leyÓ el libro del Exodo. Se trataba de la revelación de Dios en el Sinaí.
Su exégesis se concentrÓ en una sola frase:
«Toda la tierra me pertenece. Vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una
nación que me está consagrada»141
Gamaliel hablÓ así:
- Cuando los israelitas peregrinaban por el desierto. ¿cómo pudo hablar Dios de
sacerdotes? En el desierto no había Templo. No había sacrificios. Y. sin embargo, el
mundo entero es el Templo de Dios. El Señor dice: «Toda la tierra me pertenece». Por
eso, debemos comportamos siempre como si estuviéramos en el Templo donde todo es
sagrado: el sol y la luz, el día y la noche las montañas y los ríos, el mar y el continente,
las plantas y los animales. Todo debemos contemplarlo con respeto.
Tal vez digáis: En el Templo penetran Únicamente los sacerdotes. Sólo a ellos les
exige Dios que tengan especial consideración con la santidad del Templo. Pero Dios
quiere que todos lleguemos a ser un pueblo santo. No tiene que haber dos clases de
personas: sacerdotes con santidad especial, y otros que aguardan fuera. j Ante Dios
somos todos iguales!
Quizás penséis algunos de vosotros: ¿No bastará con que el sábado
comparezcamos ante Dios? Pero si el mundo es Templo de Dios entonces nos
hallamos constantemente ante el acatamiento de Dios. aunque no nos demos cuenta.
Ahora bien, el sábado nos recordamos unos a otros que hemos de pensar en Dios. De
lo contrario, podríamos olvidarle. Creeríamos que había muchas cosas más
importantes que pensar en Dios. si por una rigurosa observancia del séptimo día no
nos abstuviéramos de toda clase de trabajo.
Después del culto divino, Gamaliel se dirigió a mí. Me preguntó cómo estaba
Miriam. Y dijo:
- Ayer me sentí muy triste, porque nuestra conversación no tuvo un final conciliador.
Hoy voy a ir a casa de Matatías para explayarme con él.
Tranquilicé a Gamaliel. Matatías era buena persona. Miriam se había quedado
dormida en seguida y por la mañana tenía ya mejor aspecto. También a mí me hubiera
gustado seguir conversando. Yo sabía perfectamente que para los doctores de la ley es
mucho más importante prestar ayuda a otras personas que observar las normas del
sábado. Pero ¿por qué hay que reglamentar con tanta precisión las excepciones? ¿Por
qué no se confía a cada persona la tarea de decidir por sí misma qué es compatible y
qué es incompatible con el sábado? Gamaliel hizo señal de asentimiento y dijo:
- Fíjate en la vida que se vive en otras naciones. No conocen el sábado. Conocen
únicamente las solemnidades en que ofrecen sacrificios a los dioses. Cuenta los días en
que se celebran tales solemnidades. Quizás sumen veinte días. quizás treinta. Pero
nada más. En la mayoría de los días del año. la gente modesta trabaja. Sólo en raras
140
Bendición que se recita por la mañana, antes de dar lectura a porciones de la Biblia: cita según R.
Rendtorff (de.) Arbeisbuch Christen und Juden, Gütersloh, 1979, 153. El texto, en hebreo y en alemán,
aparece en S. Bamberger, Sidur Sefat Emet, Basel 1972, 33s
141
Ex 19,5s.

94
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

ocasiones disfrutan del descanso que es obvio para los acaudalados y poderosos. Pero
entre nosotros los judíos las cosas ocurren de otro modo: cincuenta y dos veces al año
celebramos el sábado. Lo celebran no sólo los amos y los ricos. El sábado es también
para la gente modesta y sencilla. Incluso para los criados y esclavos. Y a esos
cincuenta y dos sábados se añaden otras fiestas:
Las grandes fiestas de otoño: Ros Hassaná. la fiesta de año nuevo, el Yom Kippur,
el día de la reconciliación. y los Sukkot, la fiesta de los tabernáculos. A estas se
añaden las fiestas de primavera y de principios de verano: la Pascua (pasaj) y la Fiesta
de las Semanas. Unos 60 días de descanso tienen anualmente entre nosotros las
personas modestas. No tiene nada de extraño que las demás naciones recelen de
nosotros creyendo que somos holgazanes.142
- Nadie entre nosotros pretende abolir esos numerosos días de descanso. ¿Para qué
sirve, entonces, la reglamentación detallada de los casos concretos? ¿Por qué tanta
exitación, si no se observan todas las reglas?
- ¡Nadie quiere abolirlos! Pero muchos ricos querrían que sus esclavos, sus
criadas, sus arrendatarios, trabajasen para ellos en día de sábado. ¡Acrecentarán sus
ganancias! Sobre todo viendo como ven que los paganos les hacen la competencia y
los que son sus socios comerciales explotan a sus trabajadores y les hacen trabajar
incluso en día de sábado. No pretenden, ¡qué duda cabe!, abolir el sábado, pero
desearían socavarlo. Admitirían miles de excepciones al descanso sabático. Cuando se
trata de dinero, hay que oponerse con normas precisas y tajantes. De lo contrario, se
sobrepone la riqueza y el dinero.
- ¿Tienes miedo, entonces, de que personas como Jesús socaven el sábado en este
sentido?
- Él, desde luego, no lo hace intencionalmente. ¡Anes al contrario! Los ricos y los
poderosos encuentran en él poco apoyo. Pero hay algo que él tiene poco en cuenta: Su
ejemplo podría cundir. Podría ponerse de moda la laxitud en interpretar la prohibición
de realizar trabajos en sábado. Otros podrían aprovecharse de ello para sus propios
intereses.
- Según tu opinión, ¿está prohibido lo que hace Jesús?
- Yo no diría eso. Cualquiera de nosotros podría decir también todo lo que Jesús
enseña sobre el sábado y los mandamientos de pureza. Es verdad que él tiene una
concepción radical . Pero entre nosotros hay muchos que tienen concepciones
radicales.
- Pero ¿por qué hay siempre controversias en torno a la doctrina de Jesús?
- El no piensa demasiado las consecuencias. No se da cuenta de que, si se da poca
importancia a las normas para proteger la observancia del sábado, eso podría conducir
a que en adelante viviéramos como gentiles. Y es frecuente encontrar en Jesús
imprudencias como esa. Dedica mucho tiempo a personas de vida dudosa: bebedores,
prostitutas, estafadores. No está prohibido hacerlo. El que hace que los pecadores
vuelvan al buen camino, merece nuestra admiración. Sabemos que Dios es
misericordioso con los que tiene fallos. Nos alegramos de que los malos se conviertan.
Pero Jesús como a la mesa con ellos, sin cersiorarse antes de que esas personas se
hayan apartado de su mal camino. No les impone condiciones. Jesús espera que ellos,
espontáneamente, se van a convertir. A eso lo llamo proceder con ligereza. Quizás
142
Tácito (hist V,5) y Juevenal (sat XIV, 105s) sostienen que los judíos obsevaban el sábado por
holgazanería.

95
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

ayuda él de esta manera a una cuantas personas. Pero ¿qué repercusiones tiene su
conducta sobre otras muchas? ¿No dirán esas personas: Para qué me voy a esforzar en
obrar el bien? Si Jesús tiene razón, entonces Dios estará contento también conmigo.
Gamaliel había puesto más temperamento en sus ideas. Sus palabras llevaban más
cargas de emoción.
- Sí - decía. - Ese tal Jesús podrísa ser mi discípulo. Yo podría defender todas sus
opiniones. Pero le obligaría a pensar bien en las consecuencias que todo ello tiene para
nuesto pueblo y para la vida cotidiana. Mencioné otro ejemplo. Un día llega a él un
centurión pagano que vive en Cafarnaún.143 Le pide que cure a su muchacho. ¡Claro
que hay que prestar ayuda a los gentiles! Pero ¿por qué precisamente a ése? Todos
saben que la mayoría de esos oficiales paganos son homosexuales. Sus muchachos son
sus amantes. Pero a Jesús no le interesa nada de eso. No pregunta siquiera qué clase de
muchacho es. Le curó.. y no pensó en que más tarde alguien podría tener la idea de
enseñar, apoyándose en la conducta de Jesús, que hay que aceptar la homosexualidad.
- ¿Estás seguro de que el centurión es homosexual?
- ¡Claro que no lo estoy! Pero cualquiera podría sospecharlo. Y sin preocuparse de
esa clase de sospechas, Jesús se vuelve hacia él. Yo le aconsejaría ser más prudentes
en esos casos.
- Bueno, tal vez fue imprudente. Pero ¿fue una acción ilícita?
- No, yo no diría eso. Dios quiere que se preste ayuda a todas las personas.
- ¿También a los recaudadores de impuestos y a las prostitutas?
- ¡También a ellos y a ellas!
- ¿Y por qué se critica, entonces, a Jesús por sentarse a la mesa con ellos?
- Si lo hiciera una persona corriente, no tendríamos nada que objetar, Pero Jesús es
persona influyente, Es Maestro, Es uno de nosotros. Le criticamos únicamente porque
está cerca de nosotroS.
- ¿y qué hay de malo en que los maestros judíos traten con recaudadores de
impuestos? Nosotros los comerciantes tenemos que tratar a menudo con ellos.
- ¡Piensa en las consecuencias! No tenemos nada que objetar contra algunos
recaudadores de impuestos. Son personas como todas las demás. Pero en nuestro país
representan a los romanos. Lo que recaudan, va a parar en gran parte a los
extranjeros. No debemos causar la impresión de que los maestros judíos acatan el
dominio extranjero. Los romanos no deben recibir de nosotros el certificado
sacrosanto de que obran por legitimidad divina.
- ¿Tienes miedo de que Jesús pudiera darles tal certificadoSacrosanto?
- No, pero la multitud que le sigue podría entender algunas cosas erróneamente. Quien
goza del prestigio popular de enseñar la voluntad de Dios, no debería prestar ayuda
ostensiblemente a soldados extranjeros. Jesús no se da cuenta de lo mucho que está en
juego, cuando nos acercamos a los paganos, cuando nos comportamos lo mismo que
ellos. Yo critico la espontaneidad con que Jesús lo hace. ¡Jesús lo hace como si
estuviera entre dos frentes!
Como un relámpago cruzó por mi mente la idea: También yo estaba entre dos
frentes. También yo era, necesariamente, una figura crítica a los ojos de Gamaliel.
¡.Podría comprenderme Gamaliel? Yo preguntaba acerca de mí mismo, al seguir
143
Véase Mt 8,5-13.

96
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

formulando preguntas.
- ¿Y cómo, entonces, justifica Jesús su conducta?
- Lo subrayé una vez más: Las opiniones que Jesús sostiene podrían ser mantenidas
por cualquiera de nosotros, fariseos y doctores de la ley.
Estamos acostumbrados a discutir muchas opiniones. Pero Jesús elude nuestros
métodos corrientes de discusión. El manifiesta su opinión, no como una opinión más
junto a muchas otras.
El no las disellte alegando razones en pro y en contra. Sino que habla como si
Dios mismo hablara por su boca. Este menosprecio de nuestras formas tradicionales es
lo que más nos escandaliza en él.
Seguimos hablando largo y tendido sobre Jesús. Sentí cómo me atraía esa figura.
Yo también oscilaba entre dos frentes. ¿No me parecía a un recaudador de impuestos,
sólo que yo no recogía dinero sino informaciones, para transmitírselas a los romanos?
Ese tal Jesús, ¿no sería comprensivo conmigo?
Regresé, en compañía de Gamaliel. a la casa de Matatías. Gamaliel trajo frutas
para regalárselas a Miriam: -En día de sábado tiene que haber paz entre nosotros -dijo.
Y Matatías respondió: Shalom! ¡ La paz sea contigo!
La tensión de ayer se había disipado.
Pronto llegaron de Tiberíades los jóvenes, en compañía de
Hipócrates. El médico reconoció a Miriam y dictaminó: -Lo peor ya ha pasado.
Volvió la claridad a aquella pequeña casa, como si la vida comenzara de nuevo.

Muy estimado Profesor Kratzinger:


Me alegra mucho que estemos de acuerdo en la valoración de los fariseos. Me doy
cuenta de que las investigaciones se hallan aún en curso. Nos hemos hecho más
prudentes, a la hora de enjuiciar textos más tardíos sobre los fariseos y aplicarlos a las
circunstancias anteriores al año 70 de nuestra era. 111l1epel1l.lIentemente de todo
ello, la exégesis tiene un deber de reparación en lo que respecta a los fariseos. Con
harta frecuencia, ha violado los principios más elementales de las ciencias históricas,
aceptando como moneda de valor legal lo que, históricamente, era polémica contra los
fariseos. El descubrimiento de los textos de Qumrán aportó las primeras cOlTecciones:
En comparación con los esenios radicales, los fariseos aparecen como una corriente
atenta a la moderación y los compromisos. Los fariseos, después de la catástrofe del
año 70 de nuestra era, volvieron a fundar el judaísmo. En la actualidad, la nueva
comprensión que tenemos del judaísmo ha modificado también el juicio histórico
sobre los fariseos.
La teología, en los tiempos modernos, se ha visto ante la incesante tarea de
distinguir entre los aspectos superados y los aspectos que seguían siendo válidos de la
religión cristiana. ¿Qué era más obvio que considerar que el judaísmo de cuño
farisaico era el responsable del te\rdo del que uno se quería desprender? Se creyó que
lo que había de herencia judía en el cristianismo era lo superado. El hecho de
desligarse de la dependencia de la <dey» se consideraba como una anticipación de la
emancipación del hombre que, en la cultura moderna, se liberaba de toda autoridad
extrínseca.
Por eso, muchos eruditos profesores de teología desarrollaron su moderna

97
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

comprensión de sí mismos eliminando el judaísmo. y encontraron resonancia en la


pequeña burguesía cristiana, que por razones muy distintas aborrecía a los judíos. Esa
burguesía se sentía económicamente amenazada por el desarrollo moderno y quiso
echar la culpa a los judíos de todo lo que era motivo de lamentación: el liberalismo, el
capitalismo, la democracia, la decadencia religiosa, etcétera.
Hubo un curiosa coalición entre los teólogos liberales, que pretendían ser
modernos. y la pequeña burguesía, que se sentía insegura y tenía miedo de adentrarse
en los tiempos modernos. En la polémica del Nuevo Testamento contra los fariseos (y
contra los judíos. en general) hallaron satisfacción unos y otros a sus apetencias.
Ahora comprended usted, seguramente, por qué me alegro de que también usted
se halle a favor de una revisión de nuestra imagen del judaísmo farisaico.
Disponga de su servidor y amigo:

Gerd Theissen

98
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

12. PERSONAS EN LA FRONTERA


De Cafarnaún marchamos a Betsaida, con unos dos días de retraso. Betsaida es
una pequeña ciudad situada junto a la orilla septentrional del mar de Galilea. al otro
lado de la frontera. Fornla parte del territorio de Herodes Filipo. Hacía no mucho
tiempo. Filipo había transformado la aldea judía en una pequeña ciudad helenística. En
honor de Julia, hija del emperador Augusto, la ciudad recién fundada recibió d nombre
de Julias Betsaida.144 En realidad, seguía siendo un pueblo grande.
De camino a Betsaida tuvimos que pasar por la aduana. Conocíamos muy bien al
aduanero: un hombre simpático que, después del regateo normal de los aranceles
aduaneros y del soborno habitual, dejaba que le invitáramos a un trago de vino.
Pero esta vez quedamos sorprendidos. En vez del aduanero (o «recaudador de
impuestos») habitual, en vez de Leví, encontramos a un desconocido. Se nos presentó:
- Me llamo Costabar. Soy el nuevo arrendatario del cobro de impuestos145 en este paso
de frontera. ¿Qué mercancías traéis?
Este va derecho al grano. pensé, Le contesté con otra pregunta:
- ¿Y qué ha sido de Leví?
- Leví ya no es recaudador de impuestos. En adelante tendréis que arreglároslas
conmigo.
- ¿Le ha pasado algo?
Costabar se encogió de hombros:
- No le pasó nada precisamente. Sólo que ya no quería ser recaudador de
impuestos. Se marchó.
¡Otro que se había marchado de repente! Hice una pregunta indisereta:
- ¿Se ha echado al monte con los bandidos?
- No lo sé. No he vuelto a saber nada de él. Ahora tengo yo en arriendo la recaudación
de impuestos. Otra vez: ¿Qué mercancías tenéis que declarar?
Le enseñamos todo lo que traíamos. Costabar me preguntó: -¿Eso es todo?
En realidad era muy poco. Para un comerciante como yo, era increíblemente poco,
Le expliqué:
- Parte de nuestras mercancías encontraron en Galilea clientes
inesperados, esto es lo único que nos queda.
Nuestros «clientes» habían sido los zelotas, que habían confiscado buena parte de
nuestras mercancías como anticipo del impuesto revolucionario que debíamos pagar
anualmente. Costabar seguía desconfiando:
- ¿y dónde habéis ocultado las demás cosas?
Sonreí con ironía. Ahora iba a sacar la treta con la que solía «hacer negocios» con
los recaudadores de impuestos:
- Tal vez he olvidado algo.
144
Sobre la fundación de Betsaida Julias véase Josefo bell 2,18 = II,9,1: ant 18,28 = XVIII,2,1.
145
Los aduaneros o recaudadores de impuestos, en el mundo antiguo, no eran funcionarios del Estado
sino empresarios que adquirían del Estado en arriendo el derecho a la recaudación de impuestos,
pagando por ello determinadas sumas de dinero al erario público y quedándose con todo lo que podían
sacar por encima de esa suma. Como es lógico, eran muy impopulares.

99
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Costabar se puso a revolver nuestro equipaje. ¡Lo encontró!


Sacó de entre las demás cosas un pellejo de vino de mediano tamaño:
- ¿Qué es esto?
- Esto no se destina a la venta.
- No importa. Pero tiene que pagar impuestos.
- No pagaré.
- Claro que pagarás. Si no te confiscaré la mercancía.
- Pagan impuestos únicamente las mercancías que se importan al país. Por
consiguiente, no pagaré.
- ¿Es que vas a derramar el vino y tirarlo al sucio?
- ¡No voy a derramarlo en el sucio!
Costabar me miraba, tardó para comprender. Entonces dije entre risas:
- Este vino está destinado a que todos juntos lo bebamos sin pagar impuestos. Hay
también frutas y pan.
Costabar movió negativamente la cabeza:
- La aduana no es para una reunión de bebedores.
Le repliqué: -j Un vaso de vino no es una juerga de bebedores!
- Pero por un vaso se empieza.
- ¡Qué?
- Que sí, hombre. Que he encontrado aquí un desbarajuste enorme. Hice el gesto de
quien no termina de entender:
- Eres el primer recaudador de impuestos que me dice que echar un trago en la aduana
en armar un desbarajuste. El que estuvo antes que tú no era as í.
- Precisamente por eso.
Costabar seguía terco. Me di cuenta de que habría sido mejor no mencionar el nombre
del que le había precedido en aquel cargo. Algo había sucedido. En todo caso, no
lograba mover a aquel recaudador a que bebiera una copa. Costabar estaba firmemente
decidido a permanecer sobrio. El sabía muy bien que un recaudador ebrio acepta mejor
un chanchullo que una persona que está en sus cabales. Nos pusimos otra vez a hablar
de negocios. Costabar pedía el diez por ciento del valor de la mercancía, en concepto
de aranceles.
Protesté: -j Hasta ahora siempre se me había pedido el seis por ciento!
- Precisamente por eso.
- ¡No comprendo!
- ¿Por qué dejó mi predecesor el cargo? i Pues porque no podía vivir de ese miserable
seis por ciento! Ese porcentaje es muy poco.
- Pero hay aranceles bien determinados.
- ¿y qué? Estoy de acuerdo. Los aranceles fijan el seis por ciento. Con él podría vivir
el recaudador, si no hubiera contrabando constantemente. Yo cuento con que el
contrabando me quita un cuatro por ciento de ganancia. No me queda más remedio
que incluir en los aranceles ese cuatro por ciento... como indemnización por lo que

100
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

pierdo.
- Eso es una injusticia con los que pagan sus impuestos como es debido.
- Más injusto todavía es estafarnos a los que hemos tomado en arriendo la recaudación
de impuestos, y encima criticarnos porque, sobriamente, queremos calcular y
resarcimos de nuestras pérdidas.
Transigí: -¿Qué te parece un incremento del dos por ciento: aranceles especiales para
comerciantes honrados como yo? Y además, un trago de vino para consolar al
recaudador Costabar por lo que otros le quitan.
Parecía que Costabar iba entrando en razón. Nos pusimos de acuerdo. Después de
cerrar el trato y despachar el asunto, nos sentamos a la sombra, delante del puesto
aduanero, comimos pan y frutas, y bebimos el vino que Costabar había descubierto.
Mientras estábamos sentados vi de repente cómo una extraña procesión se movía hacia
el puesto aduanero. Delante iba un muchacho que, como se veía ya desde lejos, estaba
en la frontera entre la normalidad y la locura. Detrás venía cojeando un viejo
desdentado que se apoyaba en muletas. Luego caminaba torpemente un harapiento.
Evidentemente, era ciego. Unos cuantos niños mendigos, vestidos de harapos
rodeaban al trío.
- ¡Dios mío! -gimió Costabar. -Otra vez vienen. Eso me pasa por beber vino en el
puesto aduanero.
- ¿Qué dices? -le pregunté.
- Yo he bebido vino infinidad de veces en los puestos aduaneros.
- Esos quieren también beber y comer -dijo Costabar desesperado. -Acuden siempre
que sospechan que hay alguien aquí.
Son como lapas. No logro deshacerme de ellos.
- ¡Desde cuándo vienen?
- Desde que estoy aquí. O más exactamente, desde que Lcví introdujo esta nueva
costumbre.
Mientras tanto, se oían ya a lo lejos las voces de los que se acercaban. Uno de
ellos preguntó a gritos:
- ¿Ha vuelto a venir Jesús?
- ¿Qué tiene Jesús que ver con eso? -pregunté a Costabar.
- Mi predecesor Leví era seguidor de Jesús. Conoció a Jesús porque él pasa a menudo
por aquÍ. Jesús cruza mucho la frontera. Pasa constantemente por el puesto fronterizo.
- ¿Por qué?
- Sospecho que no se siente seguro en Galilea. Quizás Antipas anda detrás de él. Por
eso, desaparece constantemente cruzando la frontera. Suele dirigirse al territorio de
Herodes Filipo. Unas veces pasa por aquí y otras cruza el lago en barca, algunas veces
de noche, para que nadie se dé cuenta. Algunas veces se retira también a los territorios
de las ciudades limítrofes, dirigiéndose a Tiro y Sidón, a Hippos y Gádara.
Propiamente no va a las ciudades sino a los campos de alrededor, donde viven muchos
judíos.
- yo vengo de Séforis. Nadie entre nosotros se acuerda de que Jesús haya estado
alguna vez en Séforis, aunque es oriundo de una aldea de las cercanías.

101
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

- Es típico suyo. Jesús evita las ciudades. Va por las aldeas y trata con la gente
modesta.146
- Pero ¿qué tiene que ver todo eso con esa loca procesión?
Señalé hacia el grupo, que se acercaba lentamente al puesto de aduana.
- Como dije. Leví había conocido a Jesús y se había sentido impresionado por sus
enseñanzas. Cambió radicalmente de conducta, por influjo de Jesús. Comenzó a
organizar periódicamente comidas para los pobres. Pronto corrió la noticia. De todas
partes acudían a él montones de gente. Pero eso fue sólo el principio. Una vez que
Jesús pasaba, Leví se decidió a seguirle. Pero antes quiso organizar un gran banquete
de despedida.147 Debió de ser algo memorable. Los pobres todavía lo recuerdan muy
bien. Desde entonces, a Jesús se le conoce en nuestra región como «comedor y
bebedor, y amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores».148
Fue, en realidad, una fiesta de locos. Asistieron también esas tres ruinas humanas
que ves allí. Fue el gran acontecimiento de su vida. Ahora esperan a que vuelva a
pasar Jesús. Saben que él pasa a menudo por este puesto fronterizo. Y siguen
esperando que se repita otra vez el banquete aquí en la oficina de la aduana. Me
preguntan a todas horas cuándo voy a organizar ese gran banquete. ¡Como si yo fuera
Leví!
Mientras tanto el grupo se había acercado ya bastante. Oíamos con más claridad
sus voces. Me preguntaron a gritos:
- ¿Eres tú Jesús?
Respondí: -No. yo no soy Jesús.
- ¿Nos vas a dar de comer y beber?
- Os repito que yo no soy Jesús.
- ¡Es Jesús todo el que nos da de comer y beber!
Me di cuenta: No se podía hablar normalmente con ellos.
Habían formado un círculo alrededor de nosotros y nos miraban con esperanza
de recibir algo de nuestra comida. Los niños andrajosos jugaban entre ellos
correteando. Dije:
- ¡No nos vais a dejar en paz?
Los niños reprimieron sus risas y me preguntaron a gritos: -¡Nos has traído
algo?
Costabar me susurró: -j Por lo que más quieras, no les des nada! ¡Van a estar
viniendo a todas horas! A ti quizás te dará lo mismo. Tú te marchas. Pero a mí me van
a dar la tabarra. No habrá manera de deshacerse de ellos.
- ¡No sería mejor entrar en la oficina de la aduana? -propuse. -Tal vez se larguen.
cuando ya no nos vean.

146
Es sorprendente que las dos mayores ciudades de Galilea, Séforis y Tieríades, no se mencionen
nunca en los evangelios sinópticos.
147
A propósito del banquete que dio Leví y al que asistieron muchos recaudadores de impuestos, véase
Mc 2,13-17. La historia, tal como se refiere ahora, sintetiza el encuentro de Leví como Jesús y la
decisión de aquél de seguirle y los presenta como un único acontecimiento. Pero es muy posible que
esta decisión fuera madurando poco a poco. Los relatos evangélicos condensan lo más importante en un
breve espacio de tiempo.
148
Eso debieron de echárselo ya en cara a Jesús durante su vida terrena, como vemos por Mt 11,19.

102
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Hicimos como si hubiéramos terminado de comer y nos retiramos al interior de la


casa, Timón y Malco tuvieron que quedarse fuera para cuidar de los asnos y de las
mercancías. Dentro de la casa nos sentamos en esteras. Se estaba fresco all í dentro.
Costahar dijo:
- No creas que esa gente se muere de hambre. En Betsaida tenemos un fondo de
asistencia para los pobres.149 Yo también contribuyo. aunque no directamente sino a
través de otra persona. Con ese fondo damos de comer a los pobres. Pero el suet10
dorado de los mismos es que vue"a a pa:;ar .ksús y organice un gran banquetl:. Casi
todas las scmanas vienen y me asedian.
Habíamos comenzado de nue\'o a comer y a beber. No tenía ninguna gana de
hacerlo. Pero dehía mantener buenas relaciones con Costabar. Indudablementc. no
sería la última vez que tuviera que pagar aranceles en su pue__to aduanero. Pensaba
para mis adentros. Pero i vol v ían a molestarnos! El viejo desdentadl! se hahía
arra__trado hasta la ventana. MetiÓ ta caheza dentro y comenzÓ a decir como un
graznido:
"Cuando des una comida o una cena,
no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes,
ni a los vecinos ricos,
no sea que ellos te inviten a su vez,
y así tengas tu recompensa.
Al contrario, cuando des un banquete,
invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.
¡Feliz de ti
porque ellos no tienen cómo retribuirte,
y así tendrás tu recompensa en la resurrección fr los justos »150
Después de proelamar este mensaje dentro de la habitación, con una voz que
parecían graznidos, sacó la cabeza del hueco de la ventana. Costa bar me explicó:
- Es una de las sentencias de Jesús que ellos me repiten machaconamente.
Mira. ahora viene la continuación,
En efectu, ahora podía escucharse un coro de voces. Deelamaban unos versus.
como quienes repiten a gritos la consigna en una manifestación:
« Venid a mi
todos los que estáis afligidos y agobiados,
y yo os aliviaré.
Venid a mi
todos los que estáis afligidos y agobiados,

149
La labor de socorro a los pobres estaba bien organizada entre loa judíos. A los pobres del lugar se les
repartína víveres semanalmente, que alcanzaban para dos comidas diarias. A los pobres que eran
forasteros de les distribuía diariamente alimentos para dos comidas. Los recaudadores de impuestos
eran tan despreciados, que se prohibía aceptar donativos suyos para los fondos destinados a obras de
caridad. Pero podían prestar ayuda indirectamente (a través de otras personas).
150
Lc 14,12-14.

103
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

y yo os aliviaré.151
Repetían sin cesar las mismas palabras, No había quien lo aguantara. Finalmente.
Costabar se Ielantó y salió fuera. Había perdido la paciencia. Oí cómo gritaba con voz
amenazadora:
- ¡Si 110 os calhíi\ inll1ediatalllente. yo 0\ alil iaré a palos' iMarchal1se ; Idos al
euernl1e ¡Dejadnl1s en pa/e
El coro enllllllkeió. S(ílo una IOZ inralltil preguntlí: -;,No nos iJ1\ itas hoya l'( 1
lile r? .- Entol1l'es se escuchó otra I el el graznido del viejo: -Costahar. ¿no sabes
aquella parábola de Jesús! ¡Te la repetiré!:152
Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de cenar,
mandó a un sirviente que dijera a los invitados: “Venid, todo está preparado”. Pero
todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: “Acabo de comprar
un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disulpes. El segundo dijo: “He
comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes. Y un
tercero respondió: “Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir. A su regreso, el
sirviente contó esto al dueño de casa, y éste, irritado, le dijo: “Recorre en seguida las
plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y
a los paralíticos. Volvió el sirviente y dijo: “Señor, tus órdenes se han cumplido y aún
sobra lugar”. El señor le respondió: “Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e
insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa. Porque os aseguro
que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena”.
Ohservé cómo todos prestaban atención al viejo. Costabar parecía
escucharle. Cuando hubo terminado, añadiÓ:
- ¡No has contado la parábola hasta el fin! ¡Todavía sigue!:
«Pero cuando el que daba el banquete entró para ver a los comensales, encontró a un
hombre que no tenía el traje de fiesta sino que iba vestido de harapos. “Amigos -le
dijo-, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?” El permaneció en silencio.
Entonces el señor dijo a los criados: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo afuera, a
las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes”153
La voz de Costabar sonÓ dura y fría: -Así que ya os estáis marchando. Porque. si
no. llamaré a los soldados. que os atarán de pies y manos y os encerrarán en la cárcel.
Uno de los niiios protestÓ: -Ese final no In contó nunca Jesús. Te lo has
inventado. No es así. Es mentira.
Costabar comenz6 a echar impropcrios: -Es el auténtico tinal. y lo vais a vivir
vosotros inmediatamente. ¡Ya os cstáis marchando. inmundicia humana! i Idos al
diablo!
Yo estaba sentado dentro de la casa. como sobre ascuas. ¡Debía salir y apaciguar
los ánimos? La parábola me había llegado al corazón. El niño tenía razón: El final
aí1adido por Costabar no encajaba. Pero yo comprendía también a Costabar: i Era un
verdadero castigo el que aquellos harapientos vinieran a molestade una y otra vez!
De momento. Costa bar había logrado su propósito. Oí cómo aquel grupo se

151
Mt 11,28.
152
Lc 14,16-24.
153
Esta adición a la parábola aparece únicamente en la versión del evangelio de Mateo (donde el dueño
de la casa se ha convertido, por lo demás, en un rey). Según opinión unánime de la mayoría de los
especialistas, se trata de una adición posterior a la parábola de Jesús (véase Mt 22,11-14).

104
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

alejaba. Costa bar entrÓ en la casa:


- ¡Se van! Esa gente es una auténtica plaga. Antes Ic agradecían a uno que les diera un
trozo de pan. Pero, desde que personas como Leví avivaron sus esperanzas. no dejan
de importunar: esperan el gran cambio repentino, el reino de Dios. Entonces se
sentarán con Jesús a la mesa para celebrar un gran hanquete: ellos llue andan
renqueando y llenos de harapos. que se ahogan de tos y son una miseria humana.
Entonces les tocará a ellos disfrutar de su porción de felicidad: esa felicidad que Dios
había previsto para ellos y que les había sido negada por los de aqu í abajo. Desde
entonces viven con esas esperanzas imaginarias. Tienen pretensiones que ninguna
aldea. ningún Estado. ninguna persona es capaz de satisfacer. Tienen pretensiones que
son de otro mundo. pero no de nuestro país.
- Me dan lástima los niños -dije. -Ellos no pueden remediar haher nacido pobres.
- Tienes razón -dijo Costabar. -¡.Crees que me resulta agradable echarles? Pero ¡qué
voy a hacer? Si comienzo a repartir aquí comida para mendigos y niños, acudirán a
montones de toda la región. Leví lo hizo. Acostumbró a la gente a que aquí se les iba a
dar de comer. Algunas veces pienso que él se largÓ precisamente por eso. Ya no pudo
resistido. Posiblemente, confió demasiado en sus fuerzas. ¡.Cómo iba. a la larga. a
mantener a toda esa gente? Quiz.ís le quedaha una sola alternativa: o arruinarse por
completo o renunciar al negocio de la recaudación de impuestos. Sea lo que sea. el
hecho es que se ha largado. Fue en pos de Jesús. Comprenderás que yo no podía
metenne en una situación así. Yo tengo que alimentanne a mí y alimentar a mi familia
con lo que saque de la recaudación de impuestos. Yo no puedo decir: i me voy y ah í
queda todo eso! Yo no puedo arruinar mi negocio. como hizo Leví ueniéndome a la
beneficencia. Lo Único que puedo ee pagar mi cuota al fondo de ayuda a los
meneeteroeos. Más, imposible.
Ya era tarde. Teníamos que marchamos para llegar a tiempo a Betsaiua.
Cabalgábamos despacio por el camino que bordea el lago. Las aguas reyerbcraban por
los rayos del sol. Las montañas se recortaban al fonuo como pálidas sombras. Era un
ataruecer tranquilo y agrauable.
De repente aparecieron los niños mendigos que habíamos encontrado en el puesto
aduanao. Se habían cogido de la mano y nos cortaban el paso.
- ¿Qué hacéis? -pregunté.
- Jugamos a aduaneros.
- Pues ¿qué frontera hay aqu í?
- ¡Aquí comienza el reino de Dios!
Empezaba a enojarme. Pero me contuve. ¿Por qué no iba a dar gusto a aquellos
niños? Así que seguí el juego.
- ¿y qué hay que hacer para entrar en vuestro Reino?
Los niños se echaron a reír. El mayor de ellos dijo:
- Si no os hacéis como niños.
no entraréis en el reino de Dios.154
- ¿Quién reina en vuestro Reino?
- En ese Reino reinamos nosotros, los niños. A nosotros nos pertenece eI reino de
154
Mt 18,3.

105
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Dios.155
- ¿ y qué hay que pagar como impuesto?
- Danos algo de comer!
- ¡Eso es todo el impuesto que hay que pagar?
- No hay otro reino en el que sea más fácil entrar. Sólo tienes que dar algo de lo que
posees. Entonces formas ya parte del Reino.
No sabía si todo aquello era juego o realidad. Dije:
- De acueruo! i Aquí tenéis mi impuesto para entrar en vuestro Reino!
Les di dos hogazas de pan y un montón de fruta. Los ojos de los niños brillaban.
Nos dejaron libre el camino. ¡Ya podíamos pasar! Habíamos cruzado otra frontera.

Muy estimado Sr. Kratzinger:


Me alegra mucho que le haya gustado el capítulo pasado. Ahora bien. sus
rigurosas normas científicas le obligan a plantear la pregunta de si el banquete de los
rel:audadores de impuestos (Me 2.15-17) no será quizás expresión de los problemas de
la comunidad: en el cristianismo primitivo hacía falta disponer de una historia en la
que Jesús se sentara a la mesa con recaudadores de impuestos y I:on pecadores. Podían
justificarse entonces los banquetes en que se sentaban juntos los paganocristianos y los
judeocristianos, aunque los gentiles no observaran los preceptos judíos relativos a los
alimentos. El problcma se hizo muy agudo en Antioquía. a fines de los años 40 (véase
Gál 2.11 ss). ¡Surgió la historia para resolver este problema?
La historia presupone un puesto aduanero a ori Ilas del mar de Galilea (en
Cafarnaún). Tiene que tratar"e. por fuerza, de un puesto fronterizo: entre Cafarnaún y
Betsaida había. en tiempo de Jesús. una frontera. que desapareció en el transcurso del
siglo 1 de nuestra cra. No existiÓ entre los años .N y '+4. cuando Agripa 1 unificÓ las
regiones de la ribera oriental y de la ribera occidental del Jordán. La frontera se
suprimió en tiempo de su hijo. Agripa 11. desde el ailo 5.+ hasta el fin del siglo 1 de
nuestra era. Los diez años entre el .+.+ y el 5.+ son difíciles de juzgar. Probablemente.
ambas partes del país se habían unido en una sola provincia romana. Esto quiere decir:
La historia de1 banquete de los recaudadores de impuestos presupone -al parecer-
circunstancias que existían en tiempo de Jesús. pero que desaparecieron ya a partir del
año .19 de nuestra era. Esa historia nos remonta a la situación existente en los años .
10. Llegamos. pues. a una época en que toda\'Ía no I:onstituían un problema. en la
comunidad cristiana primitiva. las comidas en que se sentaban a la mesa. juntos. judíos
y gentiles. En todo caso. ese problema no es tan agudo en tiempo del concilio
apostólico (en los años '+0).
Por consiguiente. la tradición del banquete de los recaudadores de impuestos ¿no
podría conservar un recuerdo histórico? i No negamos que ese recuerdo se utilizara
más tarde para resolver problemas relativos a los banquetes comunitarios que se
celebraban en la comunidad cristiana!

Disponga, como siempre, de su servidor y amigo:

155
Véase Mc 10,14.

106
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Gerd Theissen

107
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

13. UNA MUJER PROTESTA


Aunque en todas paJ1es preguntábamos por Jesús, no le encontramos en ninguna
parte. No le hallamos ni en el camino de ida a Betsaida ni en el camino de regreso.
cuando nos dirigimos a Tiberíades bordeando el mar de Galilea. Todos habían oído
hablar de Jesús: muchos le habían visto. Parecía casi que Jesús había estado en todas
partes. Si dábamos crédito a los rumores sobre los lugares en que había estado. había
que creer que él se trasladaba de un lugar a otro con increíble rapidez. No es. pues. de
extrañar que alguien nos dijera que Jesús podía caminar sobre las aguas. 156 De ah í que
apareciera insospechadamente en algunos lugares. para desaparecer al poco tiempo.
Otro enigma era cómo Jesús podía dar de comer a tanta gente que le seguía por el país.
Se rumoreaba que Jesús era capaz de multiplicar el pan. En un lugar se contaba de él
que con siete panes había dado de comer a 4000 personas. En otro lugar. fueron cinco
los panes que bastaron para 5000 personas.157 Como es lÓgico. yo no creía una palabra
de todo eso. La gente pensaba. creo yo. que cuando una persona es capaz de devolver
la salud a los enfermos. entonces es capaz de hacerlo todo. Todas esas historias de
milagros surgían porque Jesús tenía ya fama de taumaturgo. de obrador de milagros.
Para uno de: esos milagros encontré yo quizás una explicación, aunque no estoy
seguro. Cuando llegamos a Tiberíades, llevamos el cquipaje y la mercancía a nuestra
scursal de aquella ciudad. Timón y Malco se quedaron en las oficinas. Yo me dirigí a
casa de Jusá. Era una casa moderna de estilo greco-romano: varias habitadonles se
abrían a un atrio porticado. En el segundo piso había un cuarto de estar, con una vista
magnífica al mar de Galilea. AIIí estaba sentada Juana y aguardaba a Jusá, que vol-
vería en cualquier momento de las fincas rurales de Antipas.
Pronto orienté la conversación hacia Jesús. En efecto. Juana había sido la primera
persona que me había hablado de él. No potlía dar crédito a mis oídos, cuando escuché
que ella apoyaba económicamente a Jesús. Con toda naturalidad me contó:
- Le envío dinero y víveres.158 Mi marido no lo sabe. No me delates. Cuando es
posible, voy a ver a Jesús para escuchar sus palabras.
Todos los partidarios de Jesús que yo había conocido hasta entonces eran gente
modesta. Pero Juana pertenecía a la clase alta. Pregunté:
- ¿ Hay más personas acomodadas que le apoyen económicamente?
- Unas pocas. Recibe apoyo de todas partes.
- Pero entonces no es verdad lo que la gente cuenta de que él, con poderes mágicos, da
de comer a sus seguidores. He oído historias muy inverosímiles de que Jesús habra
lIegado a multiplicar los panes.
-La gente habla mucho. Yo te diré únicamente lo que sé: Cuando yo u otras personas
le enviamos víveres, panes, peces y frutos, y mi gente las saca de los capazos para
entregárselos, entonces a la multitud le parece un milagro que haya tanto para comer.
Esa pobre gente no ha visto nunca tantos víveres juntos.
Si lo prefieres, sucede de hecho un milagro.

156
Véase Mc 6,45-52.
157
Compárense las dos versiones del “milagro de la multiplicación de los panes”. El pasaje de Mc 8,1-9
habla de siete panes que dieron de comer a 4000 personas; el de Mc 6,35-44, de cinco panes que
alimentaron a 5000 personas. Palpamos cómo va desarrollándose el elemento milagroso.
158
Según Lc 8,3 “Juana, mujer de Jesuá, administrador de Herodes Antipas”, se contaba entre las
mujeres que ayudaban con sus bienes a Jesús.

108
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

- ¡Cómo!
- Una vez que la gente se persuade de que hay suficiente pan para todos. piedlen el
miedo al hambre. Sacan entonces las reservas de pan que llevaban ocultas para no
tener que compartirlas con otros. Repaten de su pan. No tienen miedo ya de que no les
alcance.
- ¿Crees tú que de esa manera se explica la historia de la multiplicación milagrosa de
los panes?
- No directamente. Yo diría que, de vez en cuando, esa historia ha sucedido realmente.
La gente, cuando está con Jesús, experimenta sin cesar que él encuentra apoyo de
manera sorprendente, y que lo encuentra sin trabajar, sin mendigar, sin organizar sus
campañas.
- ¿Pero no se le ocurriró a nadie la idea de que habría que distribuir uniformemente el
pan por todo el país?
- ¡Claro que sí! La gente así lo espera. Algunos aguardan con ansia a que Jesús se
manifieste como Mesías. A que instaure la justicia. A que se preocupe de la fertilidad
de las cosechas. A que todo cambie radicalmente para bien. Y a que expulse a los
romanos.159
- ¡Pero eso es peligroso!
No pude seguir la conversación. Oímos que llegaba Jusá. Nos saludamos con
afecto. Después que él tomara asiento, fui derecho al grano:
- En Galilea todos hablan de Jesús. El es el centro de las conversaciones. ¿Qué opinas
tú de él? ¿Crees ratador? ¡. Un rebelde?
- Jusá respondiÓ: Herodes Antipas está preocupado. Tiene remordimientos de
conciencia por haber ejecutado al Bautista. No ha disminuido ninguno de sus
problemas. Una vez manifestÓ la absurda idea de que Jesús era el Bautista que había
resucitado de entre los muertos; por eso. tendría poder para obrar milagros. 160 Antipas
tiene miedo. Se ha hecho casi supersticioso ¡y cree incluso en la resurrección de los
muertos!
- Pero en la resurrección creen también los fariseos y muchos otros.
- Nosotros no. Antipas y yo simpatizamos con la fe religiosa de los saduceos. 161
Nosotros los saduceos creemos que el alma perece juntamente con el cuerpo.
Rechazamos la esperanza de un mundo nuevo y mejor. Nuestra doctrina tiene pocos
adeptos. Casi todos son gente de clase alta. En cambio, los fariseos tienen sus
seguidores entre las clases bajas. Creen en la inmortalidad del alma y en la
recompensa y castigo en la otra vida, según hayan sido las obras de cada uno. Ese tal
Jesús y sus seguidores se hallan más cerca de los fariseos que de nosotros.
- Pero los fariseos, políticamente, no son un peligro. Están representados en el
159
El llamado Salmo de Salomón 17 (que data del siglo I a.C.) nos permite ver cuáles eran las
esperanzas mesiánicas en tiempo de Jesús. El Mesías expulsará a los enemigos (PsSal 17,26),
congregará al pueblo y lo santificará. “Ni el emigrante ni el extranjero habitarán ya con ellos.” (PsSal
17,28).
160
Véase Mc 6,14, Si se tiene a Jesús por el Bautista que hubiera resucitado, esto significa que Jesús,
antes, era completamente desconocido. Por eso, esa observación sobre el miedo de Herodes Antipas
pudiera ser eco de una antiquísima reacción ante la actividad pública de Jesús, incluso durante su vida
terrena.
161
A propósito de las doctrinas de los saduceos, véase Josefo ant 18,16-17 = XVIII, 1, 4, a quien
seguiremos en las formulaciones que se hacen a continuación.

109
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Sinedrio.162 Colaboran con las autoridades. Hay entre ellos algunos extremistas que se
han unido a los zelotas. Pero son la excepción. ¿Crees que Jesús se cuenta entre esos
extremistas?
- No. Tengo a Jesús por un chiflado incapaz de hacer daño a nadie. Podríamos
olvidamos de él, si no hubiera tantas personas que le consideran profeta o que creen
incluso que es el Mesías.
Esas personas son nuestro problema, no Jesús. Sobre todo, las personas que le
ayudan con sus bienes. Si no hubiera constantemente tantas personas excéntricas que
le envían dinero y víveres, ese movimiento de nobles vagabundos habría desaparecido
ya hace mucho tiempo. Pero, como hay tantas personas que les apoyan, ellos saben
vender bien sus ideas y viven incluso a costa de las mismas.
Las mejillas de Juana habían enrojecido. Se tragó lo que pensaba y procuró que no
se apreciaran al exterior cuáles eran sus sentimientos. Pero el tono de su voz se hizo
más apasionado:
- Quizás las ideas no sean tan malas-. Jusá habló entonces con temperamento. Dijo.
subiendo el tono de voz:
- ¿Ideas buenas? ¿Sabes lo que predica ese profeta de la destrucción del mundo? i El
reino de Dios! Todas las cosas van a cambiar. j La vida eterna comenzará pronto!
¿Has pensado alguna vez por qué esas ideas encuentran tanta aceptación entre la gente
sencilla? ¿Por qué nosotros, los saduceos, con nuestra doctrina:
«Los hombres y los animales tienen todos la misma suerte: como mueren unos,
mueren también los otros163, no encontramos adeptos sino en las clases altas? j
Nosotros somos los únicos que no nos hacemos ilusiones sobre el hombre y sobre la
muerte! Unicamente nosotros damos un consejo verdaderamente realista de la vida:
"Ve, entonces, come tu pan con alegría y bebe tranquilamente tu vino. Así agradarás a
Dios.164 Nosotros somos casi los únicos que no creemos en la resurrección ni en la
inmortalidad.
Juana objetó: -¡Pero ni siquiera Herodes Antipas se cree que Juan Bautista esté
definitivamente muerto!
- ¡Ahí está precisamente el escándalo! ¿Cómo es posible que Antipas se deje llevar por
tales supersticiones? -replicó Jusá. -La gente insignificante se aferra a esa superstición.
No disfrutan de nada. No tienen más que trabajos. preocupaciones y afanes. Por eso, se
consuelan con la esperanza de una vida futura mejor, en la que puedan hartarse de
todo. Esas esperanzas son morbosas. Nacen de una vida enferma. Jesús sigue urdiendo
esas ideas morbosas. Proporciona a la gente materia para sus sueños. Les anima:
“Venid a mí
todos los que estáis afligidos y agobiados,
y yo os aliviaré.”165
Dejemos para él a todos los que están alligidos y agobiados. ¡Que difunda entre
162
El Sinedrio (o Sanedrín) era el Consejo Supremo de los judíos. Formaban parte de él los principales
sacerdotes (de orientación saducea) y los representantes de la nobleza laica. Desde los tiempos de la
reina Salomé Alejandrea (77-67 a.C), los fariseos formaban parte también del Sinedrio. Esto,
probablemente, contribuyó mucho a que los fariseos, que originalmente fueron un partido de la
oposición, se conviertan en una tendencia que aceptaba, al menos provisoriamente, el orden establecido.
163
Ecl 3,19.
164
Ecl 9,7.
165
Mt 11,28.

110
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

ellos sus ideas alocadas! Pero en nuestra vida tales ideas no tienen nada que hacer.
Juana saltó. Sus facciones estaban alteradas:
- Escucha, Jusá. No puedo oír semejantes cosas. Tal vez nosotras las mujeres sabemos
comprender mejor los sueños y las esperanzas de la gente modesta que vosotros los
hombres. ¡ Lo que tú dices, no es cierto!
Jusá replicó tercamente: -¿No es cierto que Jesús da falsas esperanzas a la gente,
consolándola con el reino de Dios? ¿No es cierto que lo hace, como lo han hecho
muchos otros antes que él?
Juana contestó: -Muchos han anhdado el reino de Dios. Pero Jesúe dice: Ahl1l'a
COmil.:nLa. No hay que esperar hasta un día mu) kjano. Uno le preguntó lIna \a
cuándo llegaba el reino de Dioe. k::.ús dijo:
El reino de Dios no viene con señales visibles,
ni dirán: ¡Mirad, aquí está! o ¡Allí está!
Porque el reino de Dios está dentro de vosotros.166

Alguien dudaba de que el reino de Dios hubiera llegado ya, pero que no fuera
po::.ible Vl.:rIo. Entonces respondió Jesús:
Si expulso a los demonios con el poder del Espíritu de Dios, quiere decir que el reino
de Dios ha llegado a vosotros.167
Jusá no daba su bra/.o a torel.:r: -j Eso es precisamente lo que yo piensoe ¡.Con
qué despierta Jesús las esperanzas? ¡Con milagrose ¡Con magia! La gente modesta
desconfía de sus propias fuerzas. Por 1.: so , desean vivamente que aparezcan grandes
taumaturgos. Estos lograrán lo que ellos no se sienten capaces de conseguir. Por esto.
inventan historias sobrl.: Jesús: historias que son producto de ficción. cosas qul.: él
nunca ha rl.:aliLado. Hace poco me contaba alguien la historia de un milagro obrado
por .kSlís, hisll1l'ia que yo había oído ya antes, pero rderida a un sirio:168
Conoces a ese sirio que atiende a personas lunÜticas que ponen los ojos en blanco
y echan espuma por la boca. El los II.:\anta dd sudo adol1lk se han desplomado) los
I.:!l\ía a casa. después dI.: haber cobrado una buena suma de dinero. Todo sucede de la
siguiente manera: Cuando se halla ante el enfermo tirado en tierra y pregunta de
dÓnde ha venido el demonio que se le ha metido en el cuerpo. el enfenno calla. Pero
conte.,ta por él el demonio y lo hace en griego o en algún otro idioma extranjero.
según el país de procedencia. en el que e.,taba antes de meterse en el enfcrmo. El sirio
pronuncia entonces conjuros. Si el demonio no obcdece. él le amenaza gravemente y
lo expulsa. Y aíiadía mi interlocutor giñando el ojo: «Yo mismo vi salir a un demonio.
Era de color ncgro de humo».
No pude por menos de reír. Juana sonriÓ también. Pero luego se puso seria:

166
Lc 17,21. Se discute si hay que traducir “el reino de dios está dentro de vosotros”. Muchos traducen:
“está entre vosotros”. En las palabras de Jesús citadas a continuación, Jesús afirma: El reino de Dios
sucede al reino de los demonios. Si los demonios tienen que salir del interior del hombre, entonces es
que comienza el reino de Dios. Por consiguiente, el reino de Dios -en este caso- comienza
clarísimamente en el interior del hombre, aunque no sea nada interno: el reino de Dios está asociado con
una maravillosa transformación del universo eterno.
167
Mt 12,28.
168
Esta historia de milagros es tranmitida por el antiguo satírico Luciano de Samosata
(aproximadamente, 120-180 de nuestra era) en el capítulo 16 de su diálogo “El amigo de engañar”.

111
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

- ¡Has escuchado las historias sobre Jesús? Suenan algo parccido. Pero Jesús no pide
dincro por sus curaciones. Y lo que es aún meb importante: El sabe muy bien que la
gente es exageramente crédula en los milagros. porqw: desconfían de sus propias
fucrzas. Por cste motivo. .Jesús recalca a menudo: «Tu fe te ha sanado». 169 El lo dice
expre.,amente: No soy yo el que ha obrado el milagro: en ti mismo cstá oculta la
fucrza para ser sanado. ¡Jesús quierc curar a esa gentc modesta de su desconfianza
supersticiosae
Jusá respondiÓ: -¡.Pero no les convencc Jesús de que la presente vida carece de
,alor: de que la buena "ida comenzará meís tarde?
De nucyo protcstÓ Juana: -Jesús dice todo lo contrario. Dice que ahora se ha
cumplido el tiempo: que ahora e., tiempo de gozo: por eso. ahora es tan imposible
ayunar como cuando se celebra un festín de bodas. 170 ¡Tan feliz se puede ser ahora! En
una ocasión exelamÓ Jesús dirigiéndose a la gente:
Felices vuestros ojos,
porque ven lo que vosotros veis.
Os aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver
lo que vosotros veis, y no lo vieron,
oír lo que vosotros oís
y no lo oyeron.171
¿Qué quiere decir Jesús con estas palabras sino que: Vuestra vida es más valiosa
que la de los reyes y los profetas? Vosotros sois más felices que ellos. Más felices que
la reina de Saba. que vino desde muy kjos para escuchar la sabiduría de Salomón.172
Jusá seguía sin convencerse: -Estás confundiéndolo todo. Ese tal Jesús hace que la
gente tenga conciencia engañosa de sí mismos. Son unos pobretones. y se imaginan
que valen más que reyes. Pero. en su vivir cotidiano. tienen que seguir humillándose.
¿.No dice ese tal Jesús que no está permitido defenderse? ¿.No enseña una moral típica
de gente insignificante? ¿Una moral de gente que tiene que encajar todos los golpes?
Juana no se dio por vencida. sino que hablÓ aún más apasionadamente:
- Lo que en Jesús os irrita es precisamente lo contrario de una moral de gente
insignificante y llena de limitaciones. ¡Jesús inspira a la gente insignificante ciertas
actitudes que hasta ahora habían sido privilegio vuestro!
¿No es privilegio de las clases altas el vivir sin preocupaciones? Pero Jesús
afirma: Tal privilegio es para todos. incluso para los que no tienen nada:
No os inquietéis por vuestra vida,
pensando qué vais a comer o qué vais a beber,
ni por vuestro cuerpo, pensando con qué os vais a vestir.
¿Acaso no vale más la vida que la comida
y el cuerpo más que el vestido?
Mirad los pájaros del cielo;
169
Véase Mc 5,34; 10,52; Lc 7,50; 17,19: Mt 9,29.
170
Véase Mc 2,18-19. Jesús se diferenciaba así de Juan Bautista. Este último ayunaba. Jesús rechazaba
el ejercicio del ayuno (por lo menos, el ejercicio extraordinario del ayuno).
171
Lc 10,23-24.
172
Véase Mt 12,42.

112
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

ellos no siembran ni cosechan,


ni acumulan en graneros.
Y sin embargo vuestro Padre que está en el cielo los alimenta.
¿Acaso no valéis vosotros más que ellos?173
¿Es esto moral de gente insignificante? Jesús mismo compara con SalomÓn a esas
personas que viven sin preocupaciones: Si los lirios del campo lucen galas más
esplendorosas que las del mismo rey Salomón. ¡cuánto más las lucirán los hombres!
¿No es privilegio de los poderosos el no temer a sus enemigos? Los poderosos
pueden ser magnánimos. Pues saben que sus enemigos no podrán hacerles daño. sino
que tendrán que avenirse con ellos. Pero Jesús dice a todos. no sólo a los poderosos:
Amad a vuestros enemigos
y orad por vuestros perseguidores.
Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo.174
Todos serán hijos de Dios. Antes se llama hijos de Dios a los reyes de I srad
Únicamente. Pero Jesús llama hijo de Dios a todo el que es tan magnánimo con sus
enemigos. Y entonces todos son reyes.
¿Y no es privilegio de los poderosos dictar leyes y leyes antiguas? ¿Qué
hace Jesús! Jesús promulga nuevas Dice así:
Habéis oído que se dijo a los antepasados:
¡No matarás”
Y el que mate, debe ser llevado ante el tribunal.
Pero yo os digo
que todo el que se irrita contra su hermano,
merece ser castigado por el tribunal.175
Jusá se había quedado pálido. Con gran esfuerzo balbuceÓ: -¡. y por qué Jesús
enseña su doctrina Únicamente al pueblo sencillo? ¡.Por qué no viene a Tiberíades?
¿Por qué no propone sus ensdianzas a Antipas? Sólo conozco una respuesta: Jesús
sueña los sueños de gente insignificante.
Juana se mostró de acuerdo con él: -Claro está que Jesús sueña los sueños de
gente insignificante. Jesús no se dirige a los ricos y poderosos. ¡Qué pretende.
entonces? Esa gente insignificante vive humillada. Jesús quiere que vuelvan a andar
erguidos. Son personas abrumadas por las preocupaciones. Jesús quiere librarles de
ellas. Son personas que sienten que su vida no es importante. Jesús les da conciencia
del gran valor de su vida. Y a eso es a lo que tenéis miedo. Todos vosotros y Herodes
Antipas: todos tenéis miedo de que la gente insignificante comprenda que no son
insignificantes. Por eso habéis esparcido el rumor de que os proponéis matar a Jesús.
Para (jue él tenga que cruzar la frontera y desaparecer. Así os dejarÚ en paz. Para que
la gente insignificante no tenga la idea de rebelarse y llegue a ser peligrosa para
vosotros.
JusÚ tratÓ de apartarse uel tema: Se volviÓ sonriendo hacia mí y me dijo:

173
Mt 6,25-26.
174
Mt 5,44-45.
175
Mt 5,21-22.

113
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

- Me preguntaste hace poco si ese tal Jesús era un alborotador y un rebelue. Una cosa
estú clara: Ha hecho que mi mujer se rebele .
Juana vaciló un poco antes de hablar y luego dijo con voz tranquila: -No. tú eres
quien ha hecho que me rebele.
- ¿Yo? -preguntó JusÚ atónito.
- Cuando tú. al principio. estuviste denigrando a Jesús y a sus ideas. me ofendiste.
- Yo no podía saber lo importante que eran para ti esas ideas. -JusÚ. tenía miedo de
que me despreciaras.
- ¿Por qué iba a hacerlo? -JusÚ seguía sin entender a su mujer. -¿No desprecias a las
mujeres excéntricas?
- ¡Pero yo nunca te he considerado excéntrica! j No se me ha pasado jamÚs por la
imaginación! -decía JusÚ encarecidamente.
- Sí. pero te burlas de las personas excéntricas que envían a Jesús dinero y víveres.
JusÚ se quedó boquiabierto: -¿Quieres decir que tú...?
Juana asintió con un gesto: -Quiero decir que yo ayudo a Jesús.
- ¡Cómo iba a adivinarlo!
Hubo un momento de silencio. Luego dijo Juana con voz serena: -Lo hice
secretamente. No me atrevía a hablarte de ello. No quería que me despreciaras.
J usÚ la miró sentido: -j No tienes derecho a pensar eso de mí! Si tú le aprecias.
preferiría eambiar mis ideas sobre Jesús antes que despreciarte.
- Pero cuando uno escucha cómo te burlas de él...
Sentí alivio. Yo había puesto en marcha la discusión, pero la había seguido luego
con el sentimiento de desagrado de quien debía mantenerse al margen de ella. Me
despedí y los dejé solos a los dos. En todas partes había crisis y dificultades entre
padres e hijos. entre marido y mujer. entre amigos y vecinos. mÚs aún, entre los
mismos recaudadores de impuestos y entre los comerciantes. Ese predicador itinerante
lo trastocaba todo.
Me fui a pascar un poco por la orilla del lago. No había brisa que estremeciera la
supelt'icie. Todo se reflejaba con elaridad en las aguas: los montes de Golán a lo lejos.
los girones de nubes que tlotaban tranquilamente en las alturas. los colores del cre-
púsculo en el cielo. Vi mi sombra en el lago. Pero en esa serenidad no se relkjaba nada
más de lo que estaba sucediendo en mi interior. Mis pensamientos se agitaban de un
lado para otro, con desasosiego. Miré en la dirección en que se hallaba Cafarnaún.
¡Por allí tenía que estar Jesús!
Al volver al lugar donde me hospedaba, pasé de nuevo por delante de la casa de
Jusá. Oí desde lejos su voz. Cantaba una de sus canciones favoritas: un dntico de
Salomón. En voz baja acompañaba yo también el texto y la melodía.176
«¡Ponme cual sello sobre tu corazón,
como un sello en tu brazo!
Porque es fuerte el amor como la muerte;
obstinado como el seol, el celo;

176
Véase Cant 8,6-7.

114
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

saetas de fuegos, sus saetas,


una llamada del Señor.
Grandes aguas no pueden apagar el amor,
ni los ríos anegarlo.
Si alguien diera todos los haberes de su casa por comprar el
amo, sólo lograría desprecio.
¡Qué cántico más hermoso! ¿.Querría Jus;í reconciliarse así con Juana? ..,O
cantaba únicamente su dolor a la luz del crepúsculo? Una cosa era segura: aquel
cántico era un mensaje para Juana. Y estaha seguro de que ella respondería.
Había oscurecido. El aire siguiÓ siendo tan dlido como durante el día. La calma
fue mayor. Pero dentro de mí no había más que inquidud. Me eché en la cama. pero no
podía conciliar el sueno. No era el intenso calor lo que me mantenía despierto. Era
aquella controversia en torno a Jesús. !\luchas voces resonaban en mi interior. Oía la
voz de Juana y la de Jusá. la V07 del recaudador de impuestos. la de los mendigos. la
de los niños. la voz de Harrabás. Voces extrañas se apoderaban de mis sueños y de mis
ideas. Traté de sacudírmelas y de ahogarlas en las profunJiJaJes Jd sueño que
comenzaba. No lo conseguí. Eran las voces de mi interior. mis propias ideas y
sentimientos. mis temores y esperanzas. La controversia en torno a Jesús era una
controversia en mi interior; las discusiones acerca de él eran una discusión conmigo
mismo. Había algo en mí que se sentía repelido y atraído por Jesús. Había algo en mí
que se burlaba de las ideas de Jesús y que se sentía fascinado por ellas. Tenía miedo a
la inquietud que de él dimanaba. y anhelaba esa inquietud. como si de dla naciera la
esperanza. Y. así. la imagen de Jesús se movía. dentro de mí. en sentidos
contradictorios.
Hacia el amanecer me dormí con un sueño inquieto. Al despertar. tuve la
sensación vaga de que algo había cambiado en mi vida.

Muy estimado Sr. Kratzinger:


Recucrdo con agrado las conversaciones que mantuvimos en el reciente congreso
de profesores de Nuevo Testamento. Vi claramente que usted no propugna un
escepticismo radical. sino que reconoce como histÓrica la tradición sobre Jesús. por
cuanto no puede derivarse ni del judaísmo ni del cristianismo primitivo y por cuanto
ofrece una imagen que encaja sin contradicciones con las tradiciones histÓricas
conocidas. Se apoya usted en los criterios de diferencia y de coherencia que sc aplican
corrientemente en las investigaciones acerca de Jesús.
Usted reconoce que el capítulo que precede proyecta una imagen coherente de la
predicación de Jesús. Juana nos está mostrando constantemente que Jesús reelama para
la gente modesta actitudes y comportamientos que son propios de las clases altas, por
ejemplo. que los que no poseen nada se vean libres de preocupaciones materiales. que
la gente inculta posea sabiduría. Jesús lleva a cabo una «revoluciónn de valores», una
apropiación de los valores de las clases altas por parte de las clases bajas.
Usted objeta con razón que la coherencia interna de una imagen de Jesús no
garantiza su historicidad. Habría que tener primero un sól ido punto de partida basado
en datos históricos fundamentales. antes de que podamos formularnos la pregunta:
¿Qué es lo que encaja con esos datos?

115
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Tales datos fundamentales serían para mí no sólo las tradiciones que no pueden
derivarse del judaísmo ni del cristianismo primitivo. En todo caso constan dos datos
fundamentales: Jesús comenzó como seguidor de Juan Baustista. el cual fue ejecutado
mÚs tarde. Y Jesús terminó. él mismo. en la cruz. Entre estos dos datos fundamentales
tiene lugar la predicación de Jesús.
Y ahora yo le pregunto a usted: La imagen de Jesús esbozada en el último capítulo
¿no encaja magníficamente con esos datos fundamentales? El Bautista se halla en
oposición a la aristocracia. Su discípulo haI'Ú que el pueblo tenga a su disposición una
«revolución de valores»; que el pueblo bajo disponga de lo que sólo puede encontrarse
«en la altura», Y Jesús. como no pocos revolucionarios. termina en la cruz.
Esta congruencia interna de la imagen de Jesús ¿se basa quiLás en que yo. con
mis estimaciones. haya escogido de las tradiciones aquello únicamente que se
acomoda? ¿Tendrá valor histórico una imagen de Jesús que no explica por qué el
Bautista y Jesús fueron ejecutados por la clase dominante? Usted ha visto
acertadamente que yo también
Abogo por un equilibrio entre las clases sociales. Pero queda aún por resolver si.
en todo ello. Jesús me toma como su aliado. o yo le tomo a él.
Con saludos afectuosos.
Disponga de su servidor y amigo:
Gerd Theissen

116
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

14. INFORME SOBRE JESÚS O: ENCUBRO A JESÚS


Nunca me encontré con Jesús durante mis viajes por Galilea. En todas partes lo
único que hallaba eran veetigios de él: anécdotas y relatos. tradiciones y rumores. El
seguía siendo impalpable. Pero todo lo que de él oía. era congruente. Incluso historias
absolutamente exageradas que de él se contaban. tenían una impronta característica.
Sobre nadie m;Ís se hubiera narrado de esta manera.
Mi misión consistía en indagar si Jesús constituía un peligro para la seguridad. No
había duda: Jesús era un peligro. Todo el que sigue los dict;Ímenes de su conciencia.
antes que los preceptos y las leyes: todo el que no considera detinitiva la actual distri-
bución del poder y las riquezas. todo el que proporciona a la gente insignificante una
conciencia de sí mismos como la que tienen los príncipes: ese tal es un peligro para la
seguridad.
A los romanos no les contaría yo nada de eso. No me sentía obligauo a cumplir la
misión que ellos me habían confiado. Si estaba en nuestras manos uecidir cuándo hay
que observar y cúando no el precepto divino del descanso sabático. jcu;Ínto m;Ís
habría que decir lo mismo respecto a las misionee confiadas a los romanos!
Sin embargo. ¿cómo encubriría yo a Jesús? ¿Cómo haría de un rebelde un inocuo
predicador itinerante? Lo que yo contase. tenía que ser verdadero. Indudablemente.
Metilio recibiría también de otras fuentes informaciones sobre Jesús. Tal vez se en-
contraría alguna vez con él. Yo tenía que contar la verdad. Pero debía ser sólo una
verdad a medias: una verdad dosificada para que encubriese la verdad total. Durante
mucho tiempo estuve cavilanJo soore este problema.
Finalmente se me ocurriÓ una idea. Yo representaría a ksús de manera que él
llegase a ser una figura familiar para los romanos: alguien que encajara bien en las
ideas que ellos tenían. Cuando queremos que los extranjeros comprendan las
corrientes religiosas que hay en nuestro país. solemos compararlas con escuelas
filosÓficas: a los fariseos con los estoicos. a los esenios con los pitagÓreos. a los
saducesos con los cpicúreos.177 ¿Por qué no iba yo a presentar a Jesús como filósofo
itinerante al estilo de la escuela cínica?178 ¿Acaso no era Jesús un filÓsofo itinerante?
En general. debía presentar las enseñanzas de Jesús de forma que concordasen en
el mayor número posible de puntos con las afirmaciones de escritores griegos y
romanos. Eso tranquilizaría a los romanos. Tal vez «vender» también a ksús como
literato. ¡No contaba él numerosas paJ"Übolas y símiles? Lo hahía visto bien claro:
tenía que hallar el mayor número posihle de analogías con las sentencias de Jesús.
Tenía ante mí un enorme trabajo. Regresé a Séforis. dejé los negocios en manos
de Baruc. y me dediqué a leer todos los libros que pude. En todos ellos buscaba
sentencias que se parecieran a las enseñanzas de Jesús. Una vez reunidos suficientes
elementos. comencé a redactar un breve informe para Metilio,
Acerca de JesiÍs COl1/0 ji/lí,\'(!/il

177
Josefo compara a los fariseos con los estoicos (vita 12), a los esenios con los pitagóreos (ant 15,371 =
XV, 10, 4): También los pitagóreos constituían una especie de “sociedad secreta” y tenían el ideal de la
comunidad de bienes.
178
Los cínicos (así llamados por el mote que se daba a Diógenes en el tonel: “kyon” = perro) enseñaban
a prescindir de todas las necesidades y no avergonzarse por nada, es decir, a partarse ostensiblemente de
las costumbres corrientes. El en siglo I de nuestra era hubo muchos filósofos cínicos mendicantes, que
con larga y desgreñada barba, con un manto roído, con un morral y con una vara de nudos vagaban por
el imperio romano.

117
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Jesús es un filÓsofo comparable a los filósofos itinerantes de la escuela cínica. Lo


mismo que ellos. Jesús enseña a prescindir absolulamenil' de todo. recorre el país sin
lener morada lija. vi,'e sin familia. sin ejercer una profesión y sin tener hienes. Exige a
sus discípulos que se las arreglen sin dinero. sin llevar calzado. sin mochila y con una
sola túnica.179
Jesús enseña que el amor a Dios y o:! amor a nuestros semejantes son los
mandamientos más impol1antes y compendian todo lo que se puede o:xigir a los
hombres. Esto se halla en consecuencia con la tradición grio:ga: La pio:dad con Dios y
la justicia con los hombres se consideran o:n ella como las virtudes más importantes.180
En cuanto a las relaciones con otras personas. la norma de Jesús es la «regla de
oro»: Tratad a los demás como queréis que os traten a vosotros. Esta regla se halla
difundida en todo el mundo. Muchos sabios la enseñan.181
Cuando se padecen injusticias por parte de otras personas. Jesús dice: Si alguien te
golpea en la mejilla, ofrécele también la otra mejilla. 182 Por consiguieJlle. Jesús opina
lo mismo que Sócrates: es preferible sufrir injusticias que hacerlas.183
Jesús enseña, además: Hay que amar a los propios enemigos. Pues también Dios
hace que el sol luzca sobre buenos y malos. Algo parecido eseribe Séneca: Si quieres
imitar a los dioses, haz buenas acciones incluso con los desagradecidos. pues hasta
para los delincuentes amancce el sol y hasta para los piratas se hallan abiertos los
mares.184
Cuando veas que otros cometen injusticias, no tc precipites a condenarlos. Nadie
es perfecto. Todos corren peligro de ver la paja en el ojo do:! hermano. pero do: negar
la viga que hay en el propio ojo.185
Aco:rca de los bienes. Jesús enselia que no sólo debemos cstar dispuestos a
desprendernos de ellos e\ternamente. Sino que además, iJllernamente debemos estar
desasidos de ellos superando las preocupaciones a las que los bienes nos tienen
encadenados.186 Su doctrina nos recuerda a DiÓgenes en el tonel y su desprecil1 por
todl1e los bic:nes.
Sohre los ados de agresividad. Jesús enseña que no sólo es culpable el que mata a
una persl1na. sinl1 tamhién el que aborrece a alguien. Esto recuerda la doctrina dd
179
Mt 10,10. Cuando Jesús enseña que los discípulos deben ponerse en camino sin llevar mochila ni
bastón, pretende qiuzás diferenciasr conscientemente a sus discípulos de los filósofos cínicos itinerantes
con los que fácilmente se podía confundir.
180
Véase Mc 12,28-34. Los escribas judíos y Jesús están de aacuerdo en esta doctrina, como vemos por
la historia. Síntesis análogas se hallan, por ejemplo, en el Testamente de Isacar 5,2: “Amada al Señor y
al prójimo”. la piedad hacia los dioses y la justicia hacia los hombres eran las virtudes más importantes,
como vemos por Jenofonte. Memorabilia IV,8,11: Filón specleg, II,63.
181
La “regla de oro”se halla difundida en todo el mundo antiguo, casi como un proverbio. Antes de
Jesús la encontramos ya en escritos judíos véase Tob 4,15: Carta de Aristeas 207.
182
Mt 5,39.
183
A propósito de la doctrina de Sócrates, véase Platón, Critón 49 A ss. de Sócrates se ha transmitido la
siguiente anécdota: “Y Sócrates, cuando Aristóteles le dio una patada, nio se vengó ni le hizo otro
reproche que decir a los que por allí pasaban: Este hombre está enfermo de la enfermedad de las mulas”
(Temistios: Sobre la virtud 46). El filósofo Epicteto enseñaba que el filósofo cínico intinerante “debe
dejar que pisoteen como a un perro, y que, cuando le están pisoteando, debe amar incluso a los que le
pisotean, como un padre de todos, como un hermano” (Epicteto, Diálogos III,22,54).
184
Séneca, beneficüs IV, 26,1. Claro que Séneca establece en lo que sigue una limitación: Dios no
puede conceder al digno algunos bienes sin comunicárselos también automáticamente al indigno
(beneficüs IV,28,1).
185
Mt 7,3-5.
186
Mt 6,25ss.

118
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

filÓsofo Eleantes. Es ya un ladrÓn el que tiene intención de robar y matar. El mal


comienza eon la intención.187
Sobre d adulterio enseña Jesús que no sólo se adultera cuando alguien duerme con
otra mujer. sino también cuando tiene deseo de dormir con ella. También esto reeuerda
a Eleantes: Quien da entrada en sí a un deseo. lo pondrÜ en práctica cualllJo llegue la
ocasión oportuna.188
Sobre la sineeridad. Jesús enseña que cada una de nuestras palabras deben ser tan
veraccs COIIIO si las estu\ iéramoe pronuneiando bajo juramento. Jesús rechaza el
juramento. Algo parecido enscña Epicteto: En cuanto sea posiblc. debe evitarse por
completo el juramento.189
Sobre la pureza. Jesús dicc que no hay cosas puras o impuras. sino que
únicamente las actitudes internas son las que hacen que algo sea puro o impuro. 190
Rccuérdesc una sentencia atribuida a Podides: No son las puriticaciones las que hacen
puro d cuerpo. sino el alma.191
Sobre la oraci6n. Jesús enseña que es supertluo pronunciar muchas palabras. Pues
Dios sabe de antcmallll lo que los hombrcs neel'sitan.192
Sobre las liml1snas. ksús l'nse,ia que no hay que dar donativos para lograr
prestigio antc los hombres. sinl1 que hay que hacerlo lk tal manera que la mano
izquierda no sepa lo que hace la derecha.193
Sl)hre las costumbres rdalivas a los ayunos religios0s. Jesús enscña que no hay
que ayunar porque otros hombres esperan que practiquemos el ayuno. sino que hay
que haeerlo en lo oculto. donde únicamente Di0s nos ve.194
Acerca dd "íbadll. ./csús enselia que puede quehrantarse el sÜhado para prestar
ayuda o cuando hay ralÓn urgente.195
Hasta aquí todo sonaha a doctrina inocua. Algunas cosas tenían que parecerles
simpáticas a los romanos. Por ejemplo. la disposición de ánimo para no ohservar
rigurosamente los preceptos del descanso sabático. En muchas cuestiones había puntos
de vista análogos entre los griegos y romanos. Jesús quedaba bien encubierto.
¡Demasiado bien! Su imagen resultaba demasiado inocua. Metilio preguntaría: i.Y por
qué se excitan tanto los ánimos en torno a ese apacible filósofo itinerante? ¿Por qué
suscita él tanta contradicción? Para tener visos de credibil idad. tenía yo que informar
también sobre rasgos provocativos de la predicación de Jesús.
Con eso entraba en un campo delicado: Era provocativa la exigencia de Jesús de
cambiar radicalmentc de conducta y de actitudes. porque con el reino de Dios todo
será distinto. i.Cómo se lo cxplicaría yo a un romano. para quien la finalidad de la
historia universal no era el reino de Dios sino el imperio de Roma? Naturalmente. los
187
Véase Mt 5,21s. Cleantes enseñaba: “Es ladrón, antes de que su mano se manche de sangre, aquel
que se arma para matar y tiene intención de robar y matar. La maldad se lleva a cabo y se hace
ostensible por medio del hecho, pero no comienza con el hecho.” (citado según M. Pohlenz, Stoa und
Stoiker - Zürich 1950 - 128).
188
Mt 5,27ss. Véase Cleantes. Fragmento n. 573.
189
Epicteto, Manual de moral 33,5.
190
Mc 7,15.
191
En el siglo I a.C., un judío helenista llamado Foclides, escribió sentencias; la que lleva el n. 228 dice
así: “Las purificaciones no hacen puro al cuerpo, sino únicamente el alma.”
192
Véase Mt 6,5ss.
193
Véase Mt 6,1ss.
194
Véase Mt 6,16ss.
195
Véase Mc 3,1ss;2,23ss: Lc 13,10ss: 14,1ss.

119
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

romanos creían también en el reino de los dioses. AIIÜ donde imperaban los romanos.
reinaban también los dioses romanos. Pero la idea de que había de llegar alguna vez el
reino de un Dios extraño para suceder a todos los demás reinados: esa idea era para
ellos lIluy extraña. Significaba para ellos rebeliÓn y motín. Me propuse. pues. ex-
presarme en términos muy vagos sobre el reino de Dios y continué eseribiendo:
Jesús enseñaba sus mandamientos para someter los hombres al reino de Dios.
Jesús piensa que el reino de Dios está en lo oculto. Se va difundiendo por los
corazones de los hombres. Conduce a un nuevo enjuiciamiento de nuestros
scmejantes. que se aparta de los juicios que normalmente se emiten.
La opinión corriente es: Los nil!os valen menos que los adultos. Pero Jesús
enSCI!a: «Dejad que los niI10s \engan a mí. porque a ellos les pertenecc el reino de
Dios". Según Jesús. los adultos entrarán en el reino de Dios. únicamente si se hacen
como niños.196
La opinión cOlTiente cs: Hay que despreciar a los rccaudauores de impuestos y a
las prostitutas. Pero Jesús dice: «Los rccaudadores de impuestos y las prostitutas
llegarán antes que otros al reino de Dios.197
La opinión corriente es: Los extranjeros y los incrédulos son malas personas y
quedan exeluidos del reino de Dios. Pero Jesús uiee: !\Iuchos extranjeros se sentarán a
la mesa con Abrah¡Ín. Isaac y Jacob en el reino de Dios.198
La opinión \:lmiente despreda a las personas se\ualmente impotentes y a las
personas \:astradas. Pero Jesús di\:e: Ha} personas castradas de nacimiento. por
intervención humana. y castrados por amor al reino de Dios. Jesús no los desprecia.199
La opinión corriente es que las personas que no logran imponerse no merecen
consideración ni respeto. porque siempre fracasan. Pero Jesús dice: Felies los
humildes, pues poseerán la tierra.200
Creo que he reunido suficientes afirmaciones provocadas para hacer que se
comprenda la irritación de algunos acerca de Jesús. Concedido: se trata de
provocaciones que no herían a los romanos. Para acentuar lo inocuo que era Jesús.
añadí para termillar:
Muchas sentencias de Jesús recuerdan las doctrinas de conocidos filósofos. Así
como los filósofos griegos y romanos no representan un peligro para el Estado. Jesús
no representa tampoco un peligro para el mismo.
Releí atentamente mi informe. ¿Era acertado? ¡Indudablemente! Lo que yo había
escrito se basaba en infollnacioncs sobre Jesús. Ahora bien. mi informe ¿sonaba lo
bastante inocuo para no despet1ar sospechas innecesarias sobre Jesús?
En el supucsto de que alguien quisiera denunciar a Jesús ante los romanos. no le
sería difícil hacerlo. No tenía más que informar sobre todo lo que yo había pasado en
silencio.
Yo silencié las manifestaciones negativas de Jesús sobre la familia: que él
menospreciaba la obligación de dar sepultura al propio padre. con palabras como
¡Dejad que los muertos entierren a los muertos!.201 En todos mis estudios no encontré
196
Véase Mc 10,13-16; Mt 18,3.
197
Mt 21,31.
198
Véase Mt 8,11s.
199
Véase Mt 19,10-12.
200
Véase Mt 5,5.
201
Véase Mt 8,21-22.

120
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

jamás una analogía a estas duras palabras.


Yo silencié que Jesús había denunciado el dominio estatal como opresión y
explotación: «Los gobernantes oprimen a sus pueblos y abusan de su autoridad sobre
ellos. ¡ Entre vosotros no debe suceder así!» ¡No era muy significativo que yo no
hubiera encontrado analogías a tales afirmaciones? En ningún sitio encontré palabras
que dijeran: El que quiera ser el primero. ¡que sea el último y el esclavo de todos!. 202
¡En ninguna parte encontré afirmación alguna que cuestionara de manera parecida el
fundamento del Estado!
Yo silencié la crítica de Jesús a nuestras instituciones religiosas: Jesús había
profetizado que el Templo actual desaparecería. Sería sustituido por un nuevo Templo,
construido por Dios.203 No se podía decir más Claro que Dios estaba contra los
sacerdotes actuales y funcionarios del Templo. Estos ataques contra el Templo eran
ataques contra las instituciones más importantes de nuestra religión.
¡No bastaba todo esto para mandar prender a Jesús? ¡Jesús no era un inocuo
filÓsofo itinerante! No organizaba directamente la rebeliÓn. Pero era un profeta
plenamente convencido de que Dios llevaría a cabo pronto una gran rebelión contra
los señores de este mundo. ¿No bastaba todo esto para detener a Jesús y condenarlo a
muerte?
Acerca de Jesús como literario
Jesús es un literato nbtico que enriquece la literatura judía con maravillosas
historias brews. Estas historias no presuponen que los oyentes poscen cultura
adquirida en las ciudades. Hablan de la siembra y de la cosecha. del buscar y
encontrar. de padres e hijos. de amos y esela\os. de anfitriones y huéspedes. Aunque
esas historias nacen de la vida ordinaria. prdenden decir algo extraordinario. a saber.
que Dios es completamente distinto a como nos lo imaginamos. Las historias de Jesús
son parábolas que nos hablan de la conducta de Dios y del hombre.
Jesús reviste sus enseñanzas con relatos. Y este hecho está relacionado
íntimamente con la convicción de nuestro pueblo de que no podemos hacemos imagen
de Dios. Lo único que podemos hacer es comparar a Dios con otra cosa. Y tales
comparadones suekn ser inadel:uadas. Pues no lla) ninguna cosa. ninguna persona.
ningún ser que pueda servir como símil de Dios. Tan solo un acontedmiento puede
hacemos intuir algo acerca de Dios. Tan sólo historias pueden ofrecemos símiles de lo
q¡le Dios es.
Esto se halla íntimamente relacionado con una segunda conviel:ilÍn. Nosotros
crcemos que a Dios podemos encol1!rarlo lÍnicamente cuando camhiamos nuestras
actitudes. Por eso. los símiles que nos h¡lblan ue Dios son historias en las que algo
camhia: o mas exactamente: los suniles son historias en las que el oyellle se ve tan
involucrauo. que se transforma. Tan sólo si lo hace así. \'islumhrarÚ algo accrca ue
Dios.
Otros puehlos cuentan mitos acerca de sus uioses: micos que transportan a otro
mundo uistinto. Pero nosotros narramos nuestra propia historia. Nosotros narramos
acontedmiel1!os que tienen lugar en este mundo. Tamhién Jesús narra cosas tomadas
de la vida cotidiana de los homhres. Jesús piensa que Dios estÚ cerca en esa viua
cotiuiana. Quiere ahrimos los ojos para que le veamos.
Si quisiéramos integrar a Jesús en la historia ue la literatura universal. entonces
202
Véase Mc 10,42-43.
203
Véase Mc 14,58.

121
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

hahría que si!llarlo cerca de los que eserihieron f;íhulas. '/'¡ullhién los escritores ue
fÚbulas narran hrcves historias que todos pucuen compn:nder. Tamhién sus
narraciones pretenden ser imÚgenes. Algunas vel:es. Jesús ha transfonnado fÚbulas.
l\ll:ncionaré un ejemplo: la fÚhula del Úrhol que no prooucía fruto. Un padre ritie a su
hijo porque no \ale para nada, y le cuenta 1;1 siguiente fÚhula:
“Hijo, eres como un árbol que no daba frutos aunque estaba junto a la acequia, y
su amo se vio ohligado a cortarlo. Pero el árbol le dijo: Trasplántame, y si entonces no
doy frutos, córtame. Pero el amo le replicó: Cuando estabas junio a la acequia no diste
frutos, ¿cómo los darás cuando estés en otro sitio?”204
Jesús transforma así la historia:
"Un homhre tenía una higuera plantada en una viña. Fue a buscar frutos y no los
encontró. Dijo entonces el jaruinero: . "Hace tres años que vengo a buscar frutos en
esta higuera y no los encuentro. ¡Córtala! ¿Para qué malgastar la tierra? Pero el
jardinero le respondió: “Señor, déjala todavía este año: yo removeré la tierra alrededor
de ella y la abonaré. Quizás dé frutos el año que viene. Si no, la cortarás.”205
De manera distinta a como ocurre en las fÚhulas. en los símiles que Jesús refiere
no hahlan las plantas ) los animales. Tan sólo hablan los seres humanos. Otra
difen:ncia es la eiguiente: eluchas bhulas tratan de preparar a los homhres para la
dure!.a de la vida. Dicen: Si no tienes cuidado. pereceras. te devoraran o te
embaucaran. I:.n los eimiles de Jesus. los hombres tienen una oportunidad. aunque
otros ha) an pronunciado sohre ellos la pena de muerte.
En otra ocasión. JesLÍs transformó en una narración nue\Oa el motivo del padre )
de sue doe hijoe. Presentemos ante todo una \ ariante de! motivo en nueetro filÓsofo
Filón:
Un padre tenia dos hijos. uno bueno y uno malo. El padre quería bendecir al malo.
no porque lo prefiriera al hueno. sino porque sahía que e! hueno era digno ya de
hendieión por sí mismo. Pero e! malo. la LÍnica esperan/a que tenía de una \ ida
lograda. era e! vaticinio pronunciado pUl' e! padre. Sin ':1 sería e! m;Ís desdichado de
todos 111s homhres».206
Circulan tamhi.:n otras versiones de este motivo. En todos los casos. el padre se
inclina mÚs al hermano pcor que al hermano mejor. JesLÍs recogió este tema e hiLO
de ':1 una de sus m;Ís helJ¡te composiciones literarias:
Un homhre tenía doe hijoe. El menor de elloe dijo a su padre: 'Padre. da me la
parte de herencia que me corresponde'. y e! padre les repartió sus hienes. Pocos días
despu.:s. el hijn menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano. donde
malgastó sus hienes en una \Oida lieenl'iosa. Ya hahía gastado todo. cuando
sohre\o¡lJ() mucha mieeria en aquel paíe. ) l'omenló a sufrir privaciones. Enlonces ee
pUeo al sen icio de uno de los hahitantes de esa región. que lo en\Oió a su campo para
cuidar cerdos. El huhiera deseado calmar su hamhre con las bellotas que conllan los
cerdos. pero nadie se las daha. Entonces recapacitlÍ y dijo: '¡C'uÚntos jornaleros de mi
padre tienl'n pan en abundancia. y yo estoy aquí muri.:ndome dl' hamhre!' 'Ahora
mismo ire a casa de mi padre y le dir.:: Padre. pequ.: contra e! cielo y contra ti: ya no
meretco eer llamado hijo tuyo. tr;Ítallll' como a uno de tue jornak'ros'. Entonú's partió )
\olv ió a la casa de su padre. Cuando todada estaba lejos. su padre lo vio y se
204
Esta fábula se encuentra en la llamada Novela de Ajicar que, ya durante la época precristiana, se
hallaba difundida en numerosas versiones.
205
Véase Lc 13,6-9.
206
Filón, quaest, in Gen, IV, 198.

122
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

conmO\oió profundamente: corrió a su encuentro. lo abral:ó y lo hesó. El joven le


dij(1: 'Padre. pequ.: contra el cielo y contra ti: no mere!.co ser llamado hijo tuyo'. Pero
e! padre dijo a sus sen ¡dores: 'Traed en seguida la mejor ropa y \estidlo. poned le un
anillo ell el de'do ) sandalias en los pies. Traed el ternero engordado y matadlo.
C'omamoe y festejemos. porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida. estaha
perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor t'staba en el campo. Al
volver. ya cerca de la casa. I'Yó la 111lísica y Ins con" que acomp;uiaban la danza. Y
lIamando a uno Je lo, ,irvientes. le preguntó qué significaba eso. El le re'p(mJiÓ: 'Tu
hermann ha regresaJo. y tu padre hizo matar el ternero engorJaJo. pnrque lo ha
recobraJo sann y salvo'. El se enojó y no quiso entrar. Su paJre salió para rogarle que
entrara. ero él le respol1llió: 'Hace tantos años que te sirvo. sin haber JesoheJeciJo
jamÜs ni una snla de tus órJenes. y nunca me diste un cabrito para hacer una tiesta con
mis amigos. i Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto. Jespués Je haber gastadn tus bienes
con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!' Pero el paJre le Jijo: 'Hijo mín,
tú est{,s siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya tiesta y alegría.
pnrque tu hermano estaha mueno y ha vueltn a la vida. estaha perdido y ha sido
encontrado."207
Jesús narró muchos símiles de este estilo. para hablarnns de Dios y de los
hombres. Estns símiles nos en,eñan que Dios es distinto de como nos lo imagin.llnos
nnsntros, y qlle por tantn el hnmbre dehe compnnarse de manera enteramentc distinta.
si quiere actuar de acuerdo CI)n Dios. Por Iodos estos símiles vemos que Jesús es un
literato que exhorta al amor y a la toler.m<:ia. Sus paraholas y sentencias se seguir<ín
leyenJo y gozarÜn de la predib:eión del plíhlico dmallle mucho tiempo.
Todo lo que eseribí sobre Jesús, era cierto. Jesús era un filÓsofo itinerante y un
literato. Pero yo sabía claramente: Jesús era más. Era un profeta. Yeso era difícil de
cxplicar a extranjcros. Ellos sc imaginaban que un profeta cra una persona que
vaticinaba el futuro. Profetas así los han tenido también otros pueblos. Pero Nuestros
profetas fucron algo singularísimo. ¿En qué pueblo hubo profctas que amenazaran al
propio pueblo con la destrucción? ¿Qué pueblo creía en un solo Dios, junto al cual no
había otro ninguno? j La singularidad de nuestros profctas estaba íntimamentc
relacionada con la singularidad y el carácter único de nucstro Dios! i Para nosotros no
había más que un solo Dios verdadero! Sobre esto debía reflexionar constantcmente.
Tal vez cstuviera ahí la l'la\c para comprender a Jesús.
Unicamente nucstro Dios. al mismo tiempo que cxigía adoración, exigía que nos
apartáramos de todos los demás dioses. Unicamente nuestro Dios, al mismo tiempo
que nos exigía que le reconociéramos, exigía de nosotros un cambio radical de nuestra
conducta.
En todas partes del mundo se imponen los fuertes. Pero nuestro Dios escogió lo
débil: Ayudó a esclavos fugitivos de Egipto y los convirtió en su propio pueblo.
Estuvo al laoo de los prisioneros de guerra deportados a Babilonia. La conversión a
este Dios significa conversión a los pobres y los débiles. Y, por este motivo, los
fuertes y los dominadores se sienten amenazados por nuestro Dios y nos aborrecen.
Aunque yo consiguiera explicar claramente a Metilio que Jesús era un profeta de
ese Dios, ¿no rechazaría entonces a Jesús con mucha más razón? ¿No aprendería
leyendo nuestras EseritUras que los profetas han intervenido sin cesar en la política?
¿No se daría cuenta de que, si Jesús era un profeta, entonces sería peligroso para los
políticos?
207
Lc 15,11-32.

123
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

¿Qué hicieron, pues, los profetas? Impulsaron a nuestro pueblo a reconocer al


único Dios verdadero y nos movieron a cambiar de conducta. Lo hicieron lo mismo
que se educa a los niños: mediante amenaza de castigos y mediante promesas. En esta
tarea fueron crudos e inexorables.
También Jesús amenazaba con que sobre este mundo vendría un castigo. Un
«Hombre» misterioso juzgaría a todos los hombres. Este juicio caería sobre el mundo
de manera repentina e imprevisible: no sólo sobre los malvados y los bribones, sino
también sobre el mundo que hacía su vida normal:
Como en los días de Noé,
así sucederá e los días del hombre:
La gente comía, bebía y se casaba,
hasta el día en que Noé entró en el arca
y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos.
Sucederá como en tiempos de Lot:
se comía y se bebía, se compraba y se vendía,
se plantaba y se construía.
Pero el día en que Lot salió de Sodoma,
cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre
que los hizo morir a todos.”208
Este juicio recaerá absolutamente sobre todos, no sobre determinados grupos o
pueblos. Separará a personas que vivían íntimamente unidas:
Aquella noche estarán dos en una cama,
a uno se lo llevarán
y al otro lo dejarán:
estarán dos mujeres moliendo juntas,
a una se la llevarán
y a la otra la dejarán.209
El juicio tenía que causar profunda inquietud. Cada persona debía preguntarse:
¿Qué haré yo? ¿Cómo saldré bien? Según JeSllS. había solamentc una norma para
juzgar a las personas, a saber, si habían ayudado a otras personas o no, Al fin el
«Hombre>, juzgaría a todos los pueblos, y no preguntaría qué religión tenía cada uno o
qué filosofía profesaba o cuál era el color de su piel. Sino que diría a los que salieran
bien del juicio:
Venid, benditos de mi Padre,
y recibid en herencia el Reino...
porque tuve hambre y vosotros me disteis de comer;
tuve sed y me disteis de beber;
fui forastero y me recogisteis;

208
Lc 17,26-30. El “Hombre” es una figura celestial; esta figura -según Dan 7- viene a suceder a los
reinos de las “bestias”.
209
Lc 17,34-35.

124
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

estuve desnudo y me vestisteis;


estuve enfermo y me cuidasteis;
estuve en la cárcel y me vinisteis a ver.210
No cabe duda: Jeslls pronunciaba amenazas lo mismo que todos los profetas, Pero
lo hacía de manera peculiar. Amenazaba, no con el juicio de Dios, sino con el juicio de
un misterioso «Hombre». Nadie estaba seguro de subsistir ante él. Pues el Juez ponía
como lInica norma la de si se había ayudado a otras personas. no para ser
«recompensado» en el juicio, no porque sc quisiera servir a ese «Hombre» misterioso.
sino lInicamente porque se había prestado ayuda, En efecto, los justos preguntarían
asombrados en el juicio:
Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer?
¿Cuándo te vimos sediento y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos como forastero y te recogimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?
Y el Rey les contesará y dirá:
Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con el más pequeño de
mis hermanos,
lo hicisteis conmigo.
¿Podría explicársele esto a un romano? ¿Podría hacérse\c comprender lo que
incluso muchos de nuestro pueblo no comprendían? ¿No se sentirían los romanos
hondamente preocupados. si oyeran: Un "Hombre» juzgará a todos los demÚs
hombres. también a los romanos? ¿Un «Homhre» juzgará toda ofensa. toda
humillación y toda opresión de los hombres como si fuera un delito inferido a él?
Estaba bien claro: Esa proelamación que Jesús hacía del juicio había que ocultÚrsela a
los romanos.
¿Y qué había que decir de las promesas? Como la mayoría de los profetas. Jesús
prometía un cambio para mejor y creaba esperanza. MUI.:hos creían entonces que la
injusticia y la miseria eran indicio de que Dios habíÜ cedido a SatanÚs su reinado
sobre el mundo. El mal reinaba en el mundo. Ese mal se ocultaha en los muchos
posesos que no podían llevar una vida humana digna.
Se ocultaba en la opresión por soldados extranjeros. Se ocultaba en todo lo que
peljudicaba al hombre. Pero Jesús creaba la esperanza de que está siendo vencido el
reino del mal. Jesús decía:
Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Mirad: os he dado poder
para caminar sobre serpientes y escorpiones
y para vencer todas las fuerzas del enemigo:
y nada podrá dañaros.211
La mayoría de las personas estaban como hechizadas por el maligno. Decían: ¡No
está lleno el mundo de luchas) guelTas? ¿No muestran las guerras que reina el
maligno? Pero Jesús daba otra interpretación distinta. En el mundo lucha el maligno
210
Las siguientes citas están tomadas de Mt 25,31-46.
211
Lc 10,18s.

125
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

con el maligno. Eso es señal precisamente de que el maligno perece:


Un reino donde hay luchas internas
no puede subsistir.
Y una familia dividida
tampoco puede subsistir.
Por lo tanto, si Satanás se dividió,
levantándose contra sí mismo,
ya no puede subsistir,
sino que ha llegado a su fin.212
El reinado del mal -del maligno- será sustituido por el reinado de Dios: El reino
de Dios se realiza allá donde el maligno pierde su poder sobre los hombres, allá donde
se expulsa a los demonios y se sana a los enfermos, allá donde se sada a los
hambrientos y se consuela a los desesperados. El reino de Dios comienza cuando los
hombres lo dejan todo para entregarse a este gran cambio:
El reino de Dios se parece a un tesoro escondido en un campo;
un hombre lo encuentra,
lo vuelve a esconder,
y lleno de alegría, vende todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de Dios se parece también a un negociante
que se dedicaba a buscar perlas finas;
y al encontrar una de gran valor,
fue a vender todo lo que tenía y la compró.213
Jesús era más que un filósofo itinerante y que un literato. Jesús era un profeta, un
profeta singularísimo. La mayor parte de los profetas amenazan con el juicio de Dios,
porque se vulneran las normas vigenks. SegÚn Jesús, la cosa es diferente. SegÚn él,
entrarán en el Reino personas que, segÚn las normas vigentes, no tenían ningÚn valor:
niños, forasteros, pobres, humildes y castrados. En este Reino sólo tendrá vigor una
norma: cómo se ha comportado uno con esas personas, más aÚn, con todas las
personas que necesitan ayuda. Jesús era un profeta singularísimo.
¿O Jesús era más que un profeta? ¡No se había comparado Jesús con el profeta
Jonás y con Salomón. Maestro de sabiduría, y no había dicho de sí mismo: Aquí está
uno que es más que Jonás? ¿Aquí está uno que es más que Salomón? 214. ¿No había
ensalzado Jesús como felices a los que habían experimentado lo que los profetas y
reyes habían ansiado experimentar?215 Lo que ellos habían ansiado. ¿no superaría a
todos los profetas y reyes? ¿Era verdad. por tanto. la palabra de Jesús: La Ley y los
profetas tienen validez hasta Juan. Desde entonces el reino de Dios es conquistado? 216
¿Comenzó con Jesús algo nuevo. que superaba incluso a los profetas?
El pueblo murmuraba para sus adentros: ¿.Será él el Mesías? ¿pudiera él ser el

212
Mc 3,24-26.
213
Mt 13,44-46.
214
Mt 12,41-42.
215
Véase Lc 10,23-24.
216
Véase Mt 11,12-13 / Lc16,16.

126
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Mesías? i Nada indicaba que Jesús se propusiera echar violentamente a los romanos!
¿,Pero no aspiraba él al reinado? Poco se había filtrado. Jesús debió de prometer. de
hecho. a sus discípulos que. sentados con él en doce tronos. regirían a Israel. 217 Oí
también rumores de que. en el círculo de sus discípulos, hubo una disputa sobre quién
ocuparía los puestos de honor a la derecha y a la izquierda de Jesús. 218 Pero. según
cuentan. Jesús rechazó de plano tales pretensiones. En el nuevo reino de Dios no
habría jerarquías. El que quisiera ser allí el primero. debería hacerse el esclavo de
todos. Pero. eso sí. habría un pueblo restaurado: las doce tribus de Israel volveríal) a
reunirse. Atluirán a Palestina -juntamente con los gentilcs- desde los cuatro vientos. Se
alzaría un nuevo Templo en medio del Reino. Habría un espléndido y alegre banquete.
Los pobres serían ricos. los hambrientos se saciarían. los afligidos rebosarían de
alegría.
Estas y otras cosas parecidas se contaban al oído. Pero seguían siendo un misterio.
Lo único Claro era: Con ocasión del gran cambio radical. Jesús y sus discípulos
desempeñarían un papel decisivo. Tal vez era Jesús aquel Hijo del hombre del que él
hablaba a veces. Ahora Jesús. con el grupo de sus discípulos. recon-ía el país corno
una tropa de partisanos de un reino distinto. En una ocasión, Jesús llegó a decir que
sus discípulos eran ladrones que con violencia arrebatan el reino de Dios.219 No tiene
nada de extraño: Para el pueblo. Jesús había comenzado a desempeñar el papel de
Mesías.
Pero yo. ante los romanos. quise presentarle sólo como filÓsofo itinerante y
literato. Quise ocultar al profeta. Y. por supuesto. quise ocultar aquella figura que
Jesús había llegado a ser en los anhelos y esperanzas del pueblo. Pero ¿si él se
manifestaba en público como profeta? ¿Si los romanos llegaban a conocerle de manera
distinta a como yo le había presentado?
¿Qué papel desempeñaba él. en realidad? Era un misterio. ¿Sabía. por lo menos. el
papel que Jesús ocupaba en mi vida? Hacía ya mucho tiempo que Jesús no era sólo el
objeto de mis indagaciones. De lo contrario. no me habría parecido tan insoportable la
idea de que. por mis investigaciones. Jesús cayera en manos de los romanos. una parte
de mi ser.
¿Qué es lo que. propiamente. yo andába buscando en Jesús? Con mi lectura de los
autores griegos y romanos se me había ocurrido la idea: Tal vez estoy buscando
efectivamente una doctrina que sea válida para todos los hombres. para judíos y
gentiles. ¿No ofrecía Jesús tal doctrina? ¿No era comprensible también para los
griegos lo que Jesús proelamaba como filósofo itinerante? i.Y no entendían también
los romanos lo que él narraba como literato? ¿No había quizás una intenl'ión. cuando
Jesús relativizaba los mandamientos que nos separan de otros pueblos: los
mandamientos del sábado y la pureza ritual? ¡.Y cuando él radicalizaba. a la vez. otros
mandamientos que nos unen con todos los pueblos: la prohibición de matar. de ser
infieles. de cometer perjurio? Este profeta era comprensible para todos. pero estaba
profundamente arraigado en nuestro pueblo. Todo lo que él decía y hacía, acontecía en
el nombre de Dios. que había escogido a los uébiles y a los marginados y que era más
poderoso que los faraones y los gobernantes.
¿Podría Jesús resol ver mis problemas? Problemas naciuos. todos ellos. de
217
Véase Mt 19,28 y Lc 22,29s. Es difícil que esta promesa a los “Doce discípulos” haya surgido
después de Pascua: Es difícil imaginarse que, después de la traición de Judas, se haya inventado una
promesa que le asegure también a él, como uno de los Doce, el gobierno sobre Israel.
218
Mc 10,35-45.
219
Mt 11,12.

127
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

prejuicios y tensiones entre judíos y gentiles. ¿No vivía Jesús en la línea de


demarcación entre dos frentes? ¿De algún modo. entre Pilato y Barrabás? ¿Entre
gentiles y judíos? En esa región fronteriza yo había caído en humillante dependencia
de los romanos. ¡.No me salía Jesús al encuentro, precisamente en esa región
fronteriza - como hombre libre que permanecía fiel a sí mismo y a su pueblo?
- ¿o se daba también en Jesús el peligro de que se basaran en él algunas personas que
sólo lo consideraban como el filósofo itinerante o el literato? ¿Personas que sólo veían
lo que fácilmente podía tener repercusiones más allá de las fronteras de nuestro
pueblo? ¿Personas que utilizarían a Jesús en contra de nuestro pueblo? ¿Personas que
no querían ver ya que Jesús era el profeta de un pueblo oprimido?
Por suerte, yo no tenía que eselarecer a un mismo tiempo todas esas preguntas.
Ahora se trataba únicamente de enviar a los romanos un informe realista, pero inocuo,
sobre Jesús. Como era consciente de que sólo estaba diciendo la verdad a medias.
añadí a mis informes una breve carta dirigida a Metilío en la que le explicaba de paso
que mi informe era el resultado provisional de mis indagaciones. Podrían decirse
todavía más cosas sobre Jesús. Luego sellé los informes y las cartas. Fue muy
oportuno que Baruc manifestara el deseo de visitar Jerusalén para la fiesta de la
Pascua. Podía confiarle las cartas para que se las entregara a Metilio. Baruc creería que
se trataba de cartas de negocios. en las que yo hablaba sobre las próximas entregas de
cereales con destino a las cohortes romanas.
Baruc me pidió que le concediera un permiso laboral un poco extenso. Durante
unas cuantas semanas, él había hecho mi trabajo, mientras yo me había instruido
mediante la lectura de muchos libros. Baruc había sido eficiente. Pero yo me daba
cuenta de que sus pensamientos estaban en otra parte.
- Una vez que, como esenio. se ha aprendido a despreciar la riqueza, resulta difícil
tratar de acrecentarla -me dijo con un SUSpIro.
Por las conversaciones que mantuve con él. me di cuenta de lo mucho que él
echaba de menos su comunidad. Sabía que ellos no volverían ya a admitirle. Estaba
expulsado. Pero no había encontrado aún una nueva patria. Tampoco en el seno de
nuestra familia.

Muy estimado Sr. Kratzinger:


Usted <;eñala a mi atención un punto interesante: Andrés, por razones tácticas.
tuvo que quitar importancia a la «singularidad» de Jesús. Ahora bien. según el
«criterio de diferencia», tal singularidad es de importancia decisiva para la diferen-
ciación entre la tradición auténtica y la tradición inauténtica sobre Jesús. ¡.No debería
yo haber subrayado más. desde un principio, la incomparabilidad de Jesús. en vez de
relativizar su predicación mediante analogías?
Yo dudo de que el criterio de diferencia sea practicable. Cuando. al estudiar una
palabra de Jesús. no hallamos que tal palabra dependa de tradiciones judías. no se
sigue de ahí que tal dependencia no haya existido nunca. Jesús podría haber
expelimentado la influencia de tradiciones orales. O de tradiciones que figuraban en
escritos desaparecidos.
Además. el criterio de diferencia no atiende a todo lo que Jesús tiene en común
con el judaísmo, como si Jesús -a diferencia de lo que pasa con otras personas- no
debiera entenderse a base de su entorno histórico. El «criterio de indeducibilidad»
(como se ha llamado también al criterio de diferencia) es dogmatismo encubierto:

128
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Parece que Jesús es deducible directamente del cielo. Y ese dogmatismo lleva acento
antijudío: Es indeducible lo que Jesús ap0l1a. y que contraste con el judaísmo.
Permítame. pues. fornllllar de manera distinta el criterio de diferencia: Tienen
título de autenticidad las tradiciones sobre Jesús. cuando son históricamente posibles
en el marco del judaísmo de entonces. pero a la vez poseen un acento especial que
explican que. después. el cristianismo haya dimanado evolutivamente del judaísmo.
No sólo Jesús sino todo el cristianismo primitivo es «deducible» del judaísmo.
Por lo demás. tiene usted razón al sospechar que el «encubrimiento» de Jesús
como inocuo filósofo itinerante y literato rústico pretende criticar también «inocuas»
imágenes modernas sobre Jesús.
El eco que en usted han despel1ado mis reflexiones contribuyen mucho a
dilucidar las cosas. Espero con mucho interés su próxima carta.

Disponga de su servidor y amigo:

Gerd Theissen

129
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

15. REFORMA DEL TEMPLO Y REFORMA SOCIAL

Unos cuantos días después que Baruc partiera con el informe para Metilio, me
llegó una noticia que lo alteraba todo. Tenía que acudir lo antes posible a Jerusalén.
BarrabÚs había sido apresado juntamente con dos zelotas. Ellos se habían defendido
oponiéndose a su detención. Un soldado romano había sido gravemente herido,
sucumbiendo después por la gravedad de sus heridas. Tuve que partir inmediatamente
para Jerusalén. QuiZÚs pudiera hacer algo por BarrabÚs, informando a Metilio. Tenía
que ayudarle. Le debía la vida.
En compañía de Timón y Malco me dirigí por Samaría a Judea. sin dar el rodeo
por Perca, 4ue era el itinerario seguido por Baruc. 220 Quería adelantarme lo más
posible, a fin de estar en Jerusalén antes de la Pascua.
Durante el viaje cavilaba cómo podría ayudar a BarrabÚs. ¿Hablaría de él como
uno de los mÚs sensatos entre los zelotas, con quien se debía tener indulgencia?
¿Informaría de que él había salido en mi defensa? ¿O sería preferible callar sobre touo
ello? ¿Sería preferible interceder por los tres zelotas prisioneros y dejar en la oscuridad
mis relaciones con BatTabás? ¿Pero los romanos. como venganza por el soluado
romano muerto. no ejecutarían en cualquier caso a los autores? Mis esfuerzos ¿tenían
alguna perspectiva de éxito? Estos pensamientos me obsesionaron durante los trcs días
que durÓ nuestro viaje de Galilca a Jerusalén. Finalmente se me ocurriÓ una idea.
En cuanto llegamos a Jerusalén, lo puse en conocimiento de Metilio y solicité
verle. Me recibiÓ en su despacho del Pretorio. Los romanos se sentían alarmados.
Metilio estaba tenso. Pero Ille saludÓ COIllO a un viejo conocido.
- Llegas en el momento justo. Debemos ocupamos urgentemente de ese tal Jesús de
Nazaret. He leído todo lo que tú has escrito. Pero ahora ha sucedido algo nuevo: un
incidente en el atrio del Templo. ¿Te has enterado ya?
- Acabo de llegar a Jerusalén.
- Ayer alteró Jesús el orden en el Templo.
Metilio se paseaba nerviosamente de un lado para otro.
- Nuestros soldados destacados en el atrio del Templo informan: Jesús. con algunos de
sus seguidores. entró en el atrio del Templo que es accesible a judíos y gentiles. Allí
causó alborotos, echando fuera a los que vendían animales para los sacrificios,
volcando mesas e impidiendo a los artesanos llevar sus herramientas por el Templo.
Fue sólo un pequeño incidente. Nuestros soldados. desde que pasó lo del acueducto.
tienen instrucciones de mantenerse al margen y evitar toda provocación. Parece que
las autoridades judías del Templo dominan de algún modo la situación. Por lo menos,
después del incidente hubo discusiones entre ellos y Jesús.221
Me puse a pensar febrilmente cómo podría presentar ese incidente como actuación
desenfadada de un filósofo itinerante. Debía intentarlo. al menos. para salvar mi
credibilidad:

220
Segun Josefo, por este camino se llegaba de Galilea a Jerusalén en tres días (vita 269). Solía evitarse
el camino por Sanmaría por las tensiones que había entre los judíos y los samaritanos. Según los
evangelios de Marcos y de Mateo, tampoco Jesús se dirige a Jerusalén pasando por Sanmaría (véase Mc
10,1; Mt 19,1). Sin embargo, según los evangelios de Lucas y Juan, Jesús viaja pasando por Sanmaría
(véase Lc 9,51ss; Jn 4,1ss).
221
Véase Mc 11,15-19,27-33.

130
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

- Verosímilmente, esos actos provocativos tienen la finalidad principal de facilitar


discusiones con las autoridades del Templo. Los filósofos itinerantes recurren a veces
a medios espectaculares para atraer la atención.
- ¡Es posible! Pero tengo que investigar el asunto. Pues no es el único incidente en los
últimos tiempos. Hace poco hemos atrapado a unos cuantos zelotas que, con toda
seguridad. no eran nada inocuos.
No cabía duda de que se refería a la detención de Barrabás y de sus dos
compañeros. En este punto. podía yo asegurarle con toda verdad que no había
conexión alguna con el incidente del Templo. Pero. antes que nada. pregunté:
- ¿Se sabe si hay conexión entre Jesús yesos zelotas?
- De eso precisamente quería yo hablar contigo. ¡Tú qué opinas?
Reflexioné un momento. Después dije: -La actividad de los zelotas se dirige
contra los romanos; el incidente del Templo va dirigido contra las autoridades judías.
- No obstante. podría haber conexión: Los zelotas combaten también contra lo
aristocracia asociada con el Templo. ¡La crítica contra el Templo es crítica contra la
aristocracia encargada del Templo! Por lo menos. puede favorecer mucho a esos
terroristas el que los principales sacerdotes experimenten dificultades.
- ¿Qué sentido pudo tener esa acción llevada a cabo en el Templo?
Metilio se paró, se encogió de hombros y dijo: -Tengo sólo sospechas.
En primer lugar: Jesús impide que los artesanos lleven al Templo sus herramientas
de trabajo. Eso es una protesta contra la ampliación del Templo. En esa ampliación se
trabaja ya desde hace medio siglo. Y sigue sin estar acabada. Tal vez rechaza Jesús la
construcción de este Templo.
En segundo lugar: Jesús vuelca las mesas. ¿Querrá él decir con este gesto: Así «se
derribará» y «se hundirá» el Templo? De todos modos. en la acción cometida veo yo
una fuerte agresión contra el Templo.
En tercer lugar: Jesús impide hacer sus negocios a los cambistas de dinero y a los
que venden animales para los sacrificios. Sin estos negocios no habría culto de
sacrificios. Por tanto, ¿está Jesús en contra de los sacrificios sangrientos? ¿Se opone él
fundamentalmente al Templo? Porque ¿para qué existe el Templo. si ya no se pueden
ofrecer en él sacrificios?
Como te dije: Todo esto no son más que sospechas.
Como siempre, Metilio había tenido mucha agudeza. ¿Acasono tenía razón? Yeso,
a pesar de que él no conocía el vaticinio de Jesús de que el Templo actual será
destruido. para ceder su puesto a un nuevo Templo. no construido por manos de
hombres.222 El incidente del Templo debía de estar en conexión con esa profecía: Esa
purificación del Templo era verosírnilmente una de aquellae acciones simbólicas. con
que nuestros profetas visualizaban sus vaticinios. Por eso. yo sentía tanto mayor
interés por dar a todo el conjunto una interpretación inocua. Por tanto. dije:
- Dudo mucho de que Jesús ljuicra abolir el culto del Templo. Verosímilmente, lo que
quiere es suprimir algunos abusos: sobre todo. la amalgama del Templo con los
negocios. De ahí el proceder de Jesús contra los vendedores y los artesanos. Contra
todos loe que ganan Jinero en el Templo. Jesús quiere que el Templo sea accesible sin
pagar dinero. Esto se halla en consonancia con la intervención de Jeeús a favor de los
222
Véase Mc 14,58.

131
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

pobres.
Metilio movió la cabeza en sei1al de duda. No estaba completamente convencido:
-Tengo que contarte también lo que pude saber por la discusión que siguió a este
incidente. Le pidieron explicaciones a Jesús. El debía decir con ljué razón había
alterado el buen funcionamiento del Templo. Jesús respondiÓ haciendo a su vez otra
pregunta: Los representantes del Templo debían decir si el bautismo de Juan estaba
respaldado por Dios o no.
- ¿Y qué respuesta le dieron?
- Ninguna. Sus adversarios guardaron silencio. Entonces Jesús declaró: Si vosotros no
me decís si Dios respalda o no al Bautista. yo tampoco os diré qué razones tengo para
alterar el funcionamiento del Templo.223
- Tal vez quería Jesús eludir de esta manera una pregunta tan desagradable .
- Yo pieneo otra cosa. Tú me explicaste una vez la significación que tiene el Templo
para vuestro pueblo y para toda la sociedad: el Templo. por medio de sacrificios. quita
los pecados del pueblo. El Bautista ofrece el perdón de los pecados por medio de su
bautismo. En el supuesto de que los funcionarios del Templo hubieran concedido que
el bautismo procedía de Dios. entonces habrían tenido que aguantar esta pregunta:
¿Por qué. entonces. seguíe ofreciendo sacrificios para el perdón de los pecados? ¿Por
qué dais muerte a animales? ¡.Por qué no vais al JordÜn y. en cierto modo. oe ofrecéis
a vosotros mismos en sacrificio: mediante inmersión en el agua? En una palabra: Creo
que Jesús quiere. en el fondo, abolir el Templo en su significación actual. Quien
sostiene que se puede conseguir el perdón de los pecados independientemente del
Templo. ha minado la importancia del Templo.
- Posiblemente tengas razón. Hay una serie de filósofos itinerantes. sobre todo de la
escuela de los pitagÓricos, que rechazan los sacriticios sangrientos.
- Si mi interpretación es correcta. Jesús no sería más que una amenaza para el Templo:
para los principales sacerdotes aSOl.:iados con él y para el pueblo de Jerusalén, pero
no para los romanos. Nosotros nos mantendremos apartados de los litigios religiosos
internos. Pero tengo que indagar la cuestión de si existen relaciones con los zelotas.
¿Por 4ué algunos zelotas se muestran activos, al mismo tiempo. en Jerusalén? ¿Has
logrado averiguar algo sobre posibles relaciones entre Jesús y los zelotas?
Estaba preparado para responder a esta pregunta. En el camino hacia .Jerusalén
había rdkxionado atentamente sobre lo que debía decir: -Según mis informaciones
comencé- entre las personas que se desplazaban con .Jesús de un lugar a otro había un
zelota, y posiblemente otros dos más. En uno de los seguidon.:s de Jesús llamado
Simón el zelota. tal cosa era segura basándose en el apodo. En el caso de otro, llamado
Judas Iscariote, la cosa era probable. Pues lo de Iscariote podía equivaler a «sicario»
(sicarius).224 Finalmente. era sospechoso también un tal Simón Baryona. Algunos los
llaman los zelotas Baryonim. es decir. gente que merodea por los desiertos. Sin

223
Véase Mc 11,27-33.
224
En el Imperio Romano se llamaba “sicarios” a todos los bandolers y luchadores de la resistencia.
Josefo utiliza esta denominación para designar a un grupo más concreto de al resistencia judía contra
Roma. Describe cómo apuñalaban a sus víctimas en la plaza del mercado, con pequeños puñales que
llevaban ocultos, y que a continuación inmediata, en la confusión de la multitud, lamentaban a gritos el
delito cometido. Una de sus primeras víctimas fue un sumo sacerdote. Sin embargo, según Josefo, no se
manifestaron en público hasta tiempos del procurador Félix (aproximadamente , 52-60). A propósito de
ellos, véase bell 2,254 = II,13,3.

132
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

embargo. los apodos de Judas y de Simón admiten también otras interpretaciones.225


Metilio sintió que sus sospechas quedaban confirmadas. -Por consiguiente. hay
conexiones entre Jesús y los zelotas. Yo había contado con esta reacción y contesté:
-He investigado el asunto y he llegado a un resultado sorprendente. En primer lugar.
me quedé atÓnito porque entre los seguidores inmediatos de Jesús se encuentra
también en recaudador de impuestos llamado Leví. es decir. uno de los arrendatarios
y cobradores de impuestos. que tan atacados son por los zelotas. En segundo lugar
rellexioné: Si entre los seguidores de Jesús hay uno que lleva el sobrenombre de «el
zelota». puedo deducir con seguridad que no todos son zelotas. De lo contrario. sería
absurdo dar a uno de ellos este sobrenombre para distinguirlo de lo demás.
- Pero eso no dice nada en contra de mi sospecha -opinó Metilio.
- Esa misma fue. precisamente. mi opinión. Estudié el asunto a fondo. Conseguí
establecer contacto con algunos zelotas. Me enteré por ellos que Simón el zelota había
sido uno de ellos. Pero que ahora era considerado como traidor. porque se había unido
a Jesús. En efecto. ese tal Jesús es considerado por los zelotas como una amenaza:
Propugna la no violencia. Rechaza los métodos de los zelotas. Si Jesús gana más
adeptos entre ellos y entre el resto de la población. esto significaría una dura pérdida
para el movimiento de resistencia.
- Si te entiendo bien. entonces ¿hay dos clases de alboratodores que compiten en
cuanto a los mismos partidarios y simpatizantes: por un lado los zelotas; por otro.
Jesús?
- Yo lo expresaría de esta manera: Los zelotas sei'\alan el problema que hay en
nuestro país. Jesús podría ser la solución para ese problema o. más exactamente: El
me ha llevado a la solución.
- ¡A ver! ¡Explícamelo más claramente!
Metilio me miró con interés. Evidentemente estaba perplejo y no sabía cómo la
administración romana debía comportarse en esta situación. Parecía agradecer
cualquier idea.
Respiré hondo. Era la oportunidad esperada. Tal vez la única oportunidad de
salvar a Barrabás. Todo dependía ahora de que yo fuera capaz de convencer a Metilio.
- En las aldeas de Gali\ea he investigado las causas de por qué los jóvenes abandonan
sus hogares y su labranza y se echan al monte para unirse a los zelotas. La causa de
todo ello es la angustiosa situación económica de la gente modesta: Cuando. por haber
sido malas las cosechas o por algún otro revés del destino. se contraen deudas.
entonces los jóvenes agricultores no pueden ya pagar los impuestos y corren a unirse a
los zelotas para huir dt: la t:selavitud y de la prisión por ueudas. Todos esos jóvenes no
nacit:ron terroristas: las circunstancias los han hecho terroristas. Si se les ofreciera una
altt:rnati\a a su \ ida dt: tt:rroristas. una pt:rspectiva rt:alista de rt:grt:sar a la \ida
normal. entonces muchos dt: ellos dejarían dt: vivir C0l110 handidos.
Por consiguiente. formulo la siguientt: propuesta. que consta de tres puntos.
Mt:tilio mostraba vi\Ísimo intt:rés. ApoyÓ las dos manos t:n la mesa y st: inelinÓ
hacia mí como si no quisiera pt:rder ni una sola de las palabras qut: yo iba a decir.
Proseguí:
- En primt:r lugar: El prcfecto romano de Judea y Samaría proelama una amnistía
225
“Iscariote” podría significar sencillamente -en arameo- “hombre de Cariot”: Baryona -así se le llama
a Pedro en Mt 16,7 -debe traducirse verosímilmente por “hijo de Jonás”.

133
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

general para todos los actos delictivos cometidos por los miembros de alguna banda de
zelotas: la amnistía bt:ncticiará a todos los que estén dispuestos a regresar a una vida
normal.
Metilio relajó su tensa actitud. Se endt:rt:zÓ y comenzÓ de nuevo a caminar
inquieto de un lado para otro. Por una fugaz mirada que me dirigió, pude comprender
su honda decepción. Sabía que había perdido. No obstante. seguí hablando:
- En segundo lugar: Mediante una remisión gt:neral de deudas se asegurad que la gente
modesta que pudiera huir a los zelotas. tenga una nueva oportunidad.226
En tercer lugar: El Estado asentará en las regiones limítrofes a personas que no
post:an tierras. sobre todo a antiguos zelotas. Esas personas est<Ín ejercitadas en la
lucha y pueden proporcionar al país una paz durauera.
Después de un breve rato de silencio. uijo Metilio: ¡Y qué tiene que ver Jesús con
esa solución?
Respondí: -Su movimiento es una prueba de que numerosos zelotas estarían
dispuestos de hecho a abandonar la viua que han llevado hasta ahora. si tuvieran
posibilidad de hacerlo. Tienen cerrado el regreso a una vida normal. sea porque hayan
cometido algún delito. sea porque las pequdias propiedaues que antes tenían se han
vendido. La vida itinerante de Jesús. sin sujeción a naua. lcs ofrece la posibiliuau ue
abandonar su vida de bandidaje. La vida con Jesús es Jura: Presupone un extremo
desasimiento de todo. Si antiguos zelotas prefieren esa vida a su existencia como
zelotas. ¡cuánto más favorablemente acogerán el regreso a una vida normal!
- Pero ese tal Jesús ¿les garantiza amnistía y remisión de deudas?
- Jesús no puede hablar en nombre del Estado y de los acreedores de esas gentes. Pero
garantiza a todos la amnistía de Dios. Dios remite todas las deudas. tOleIS las culpas.
si una persona se convierte y comienza una nueva vida. Y Jesús nos obliga a que nos
perdonemos red procamente nuestras deudass.227
- Los filósofos itinerantes suelen tener ideas muy bonitas. Pero la rcalidad política es
más cruda que esas ideas.
- Una amnistía ¿no cstaría también indicada políticamente? La situación cs tensa. La
población sigue inquieta por las muertes que sc produjeron en la manifcstación del aíio
pasado; todavía no ha digerido la muerte de inocentes peregrinos galileos: aún no se ha
repuesto de la ejecución del Bautista. Para relajar un poco la tensión. sería muy
oportuno un signo Claro de buena voluntad. Los romanos han de demostrar que
quieren poner punto final a los conflictos del pasado. De lo contrario. escalará la
violencia. y se fomentarán aquellas fucrzas del pueblo que creen que la violencia se
refrena únicamente por una violencia opuesta.
Pronto será la Pascua. Una fiesta sería la mejor ocasión para proelamar una
anmistía general de los actos delictivos cometidos por los zelotas.
Metilio sacudió negativamente la cabeza. con aire de resignación.
- Pero una remisión universal de deudas ¿no carece por completo de realismo? ¿cómo

226
Uno de los primeros actos de los zelotas rebeldes, en la Guerra Judía fue quemar los archivos de las
deudas. Con eso esperaban ganar para la rebelión contra los romanos a todos los endeudados y pobre
(véase Josefo bee 2,427 = II,17,6).
227
Véase el padrenuestro (Mt 6,12). Cuando Jesús enseña que hay que pedir perdón a Dios y estar
dispuesto a uno mismo a perdonar a sus deudores, está pensando no sólo en las ofensas sino también en
las deudas de dinero.

134
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

persuadid el Estado a todos los acreedores del país a que renuncien a cobrar sus
deudas?
- En nuestro país. tal cosa cs posible. Tenemos una vieja ley que dispone que cada
siete aíios habrá remisión de todas las deudas.228 Esta ley se aplica raras veces. pero
existe. Lo único que hace falta es volver a ponerla en vigor. Sobre ello podría hablarse
con el sumo sacerdote y con el Sinedrio. El Sinedrio está interesado en que la
situación deje de ser tensa.
Metilio me miró con itTitación: -Tu propueeta es tan radical. que no sé qué decir.
- A mí me parece que In más urgente es una amnistía. Y habría que proelamarla
pronto. antes de que se produzcan nuevos disturbios.
- Sólo el prefecto puede decidir sobre este particular. E incluso él tiene atribuciones
limitadas. -Por lo menos. convendría presentarle mi propuesta.
Metilio vacilaba: -Tales ideas ¿proceden de Jesús?
Contesté negativamente: -¡Son ideas mías!
- Veo que hay proximidad entre tus propuestas y lo que se propone ese tal Jesús.
Tú quieres reformar la sociedad: Jesús quiere reformar el Templo, quizás toda vuestra
religión. Jesús dice: El Templo no funciona ya como lugar central para la remisión de
los pecados. Fuera del Templo se ofrece también esa remisión: por medio del bautismo
o adhiriéndose a él. Tú dices: La sociedad no funciona ya porque las cargas están
repartidas de manera insoportable. Debemos buscar nuevos caminos para la remisión
de las deudas. Jesús ofrece la amnistía de Dios. Tú pides que el Estadu proelame una
amnistía. Tales ideas guardan relación íntima.
Entonces dije: -¿Puedo responder con una parábola? -Cunté una parábola de
Jesús. pero omitiendo toda referencia al reino de Dios que llega:
- Dios es como un amo que quiere ajustar cuentas con los administradores de sus
bienes. Nada más comenzar. le trajeron a un hombre que le debía la bonita suma de un
millón. Como el deudor no podía pagar. el amo ordenó que le vendieran juntamente
con <¡u mujer y sus hijos Y los bienes que poseía y que el producto de la venta se
aplicara a saldar la deuda. Pero el deudor se arrojó a sus pies y le suplicó: «¡Ten
paciencia conmigo y todo te lo pagaré!». El amu sintió compasión; le dejó en libertad
y le remitió la deuda.
Apenas había salido de la presencia de su amo. encontró a uno de sus compañeros
en la administración. que le debía una pequeña suma de dinero. Le agarró por la
garganta casi hasta ahogarle y le dijo: «jPágame lo que me debes!». El deudor se
postró de rodillas y le suplicaba encarecidamente: «¡Ten paciencia conmigo!». Pero no
quiso dejar libre a su deudor sino que ordenó que le metieran en la cárcel hasta que
hubiera pagado por completo su deuda.
Los demás, al verlo. se sintieron enojados. Corrieron a ver al amo y se lo contaron
todo. El amo hizo que le trajeran a aquel hombre y le dijo: «¡Qué malvado eres! Yo te
perdoné toda tu deuda. porque me lo pediste. ¿No podías tener. tú también. compasión
de tu compai'icro. como yo la tuve de ti"!".
Entonces. lleno de cÓlera, le entregó a los torturadores hasta que le hubiera
pagado toda la deuda.229

228
Dt 15,1ss.
229
Mt 18,23-35.

135
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Metilio había escuchado atentamente. Con un poco de escepticismo preguntÓ:


-Eso es una parábola. ¿Nos exige realmente que perdonemos el dinero que nos debe la
gente"!
-Según y como -dije yo. -Pero la gente modesta. llena de deudas, a quienes Jesús
cuenta sus parábolas. pensarán sin quererlo en sus deudas de dinero.
EnrollÓ juntas las hojas de papiro con mis infonnes y las introdujo
cuidadosamente en un estuche de cuero. Metilio consideraba evidentemente como
terminada la parte oficial de mi visita. Pero todavía no me despidiÓ. Sino que se tomÓ
tiempo para guardar el estuche de cuero con mis informes en el cajÓn de un pequeño
armario y para echar una breve mirada a la calle por la ventana de la habitación.
viendo cómo la calle. al igual que todos los aiios. se llenaba de peregrinos antes de la
fiesta de la Pascua. Después vino hacia mí. puso la mano en mi hombro y me hizo una
pregunta que yo no había esperado en aquel momento.
- Andrés. ¿por qué no libráis de accesorios sin importancia vuestra grandiosa filosofía
acerca de Dios?
Me quedé sin palabra. ¿No tendría ahora Metilio nada más importante que hacer
que discutir conmigo sobre cuestiones religiosas? Prosiguió:
- Tú has presentado una propuesta de reforma radical. que desemboca en una
modificación de nuestra política. ¡Me permites que te diga ahora lo que. en opinión
mía. podríais cambiar en vuestra religión?
Metilio se sentó en la silla que estaba frente a mí. Se concentró.
- Desde nuestra última conversación he encontrado un judío de Alejandría. con el que
he conversado largo y tendido sobre vuestra religión. En opinión suya. las leyes deben
entenderse simbólicamente. El mandamiento del descanso sabático significaría
únicamente que el hombre puede volverse a Dios con tranquilidad interior. La
circuncisión sería símbolo del dominio de las pasiones e impulsos. Ni el sábado ni la
circuncisión habría que practicarlos en sentido literal. 230 Si tales ideas se imponen. el
judaísmo podría llegar a ser una filosofía influyente. Se adherirían a ella muchos que
quieren adorar a un solo Dios que nos obliga a ser buenos con los débiles. pero esas
personas se abstienen actualmente por la circuncisión y las normas sabáticas.
- Ese judío alejandrino habla en nombre de un pequeño grupo dentro del judaísmo. de
un grupo que se halla en desaparición -dije prudentemente.
Metilio hizo un gesto con sus manos para desechar esa cuestión.
- Piensen lo que quieran unos cuantos judíos de Alejandría, a mí lo que me interesa es
lo que piensas tú.
Le miré fijamente a los ojos. ¿Era un interrogatorio? Metilio pareció adivinar mis
pensamientos.
- A mí no me intercsa cso como funcionario romano. Me interesa personalmente.
Desearía tener ideas claras sobre vuestra filosofía.
- El problema es -comencé titubeando- que la fe judía no es una filosofía. No es algo
de lo que únicamente se est<í convencido en el corazón. sino una cosa que hay que
hacer visiblemente. Es una forma de vida. Nos gozamos de poder adorar a Dios en
muchos actos pequeños y grandes. También mediante la observancia de preceptos
230
Filón de Alejandría, en su escrito titulado “Sobre la migración de Abrahán”, critica a los judíos que
no interpretan simbólicamente las leyes. Como ejemplo menciona la concepción arriba esbozada del
sábado y la circuncisión (de migr. 89-93).

136
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

relativos a los alimentos y de numerosos ritos menores que hemos recibido por
tradición. No basta escuchar los mandamientos de Dios y comprender su sentido pro-
fundo. Sino que. además. hay que ponerlos en práctica.231
- Pero todos esos mandamientos contienen muchas cosas que dificultan el trato entre
judíos y no judíos. ¡.Por qué no hacéis distinción entre dos grupos de mandamientos:
los mandamientos morales. que son de cumplimiento absolutamente necesario para la
cOl1\ivencia entre los hombres. y los mandamientos rituales. que se basan en la
tradición, pero que no se hallan vinculados necesariamente con la fe en el único Dios
verdadero? ¿No va en este sentido la predical"Íón de Jesús?
- ¡Jesús no dice en ninguna parte que no se debe circuncidar a los niños! ¡Ni ha
cuestionado jamás por principio el sábado!
- Pero. a través de él. ¿no se llegaría a tales ideas?
- Personas como ese judío alejandrino podrían llegar a tales ideas. Pero no lograrán
imponerlas entre nosotros. Tú subestimas lo importantes que son para nosotros los
numerosos mandamientos recibidos por tradición. incluso aquellos mandamientos que
observamos únicamente porque figuran en nuestra tradición. Por el cumplimiento de
los mismos. nos aseguramos recíprocamente y de manera públ ica y visible. que
permanecemos fieles a nuestra fe.
- Pero ¿no se podría hacer eso mismo de una manera distinta? Cuando yo pregunté a
uno de vuestros grandes maestros qué era lo más importante. me dijo: «No hagas al
prójimo lo que no querrías que te hicieran a ti. Esto es roda la Torá. Lo demás es
interpn:tación de la misma. ¡Ve y apréndelo!. 232 ('.Para qué. entonces. los otros
numerosos mandamientos? ¡.Para qué la circuncisión y los preceptos relativos a los
alimentos?
Tuve que retlexionar. ¡Metilio se hallaba realmente interesado en nuestra religión?
¡O buscaba sólo en ella nuevas cOITientes que permitieran un trato y relación sin
conflictos entre judíos y gentiles? Los romanos. por razones políticas. ¡.se proponían
fomentar tales corrientes? Finalmente dije:
- ¡Qué sucedería si permitiéramos que los judíos se casaran con mujeres que no
comparten nuestra fe? ¿O que gentiles incircuncisos se casaran con mujeres judías?.233
El cónyuge pagano seguiría adorando a sus dioses. Educaría en su fe a los hijos.
Nuestro Dios se convertiría en un dios junto a otros muchos, aunque fuera reconocido
como el dios supremo. La fe en un solo Dios verdadero se puede mantener únicamente
mediante una práctica existencia!. mediante una práctica que ha de admitir en toda su
vida el que se casa para formar una familia judía. Mientras nuestra fe nos segrege tan
radicalmente de todo nuestro ambiente, hemos de diferenciamos también en nucstra
manera de vivir.
- Pero. algún día, ¿no reconocerán todos los pueblos al único Dios verdadero?

231
Cuando el rey Izates de Adiabene (primera mitad del siglo I de nuestra era) se convirtió al judaísmo,
le aseguró primeramente un comerciante judío que, si quería adherirse a la fe judía, no era
absolutamente necesaria la circuncisión. Pero después llegó Eleazar de Galilea y sostuvo la opinión de
que no era suficiente leer las leyes sino que lo decisivo era “hacer lo que ellas ordenan”. A
continuación, el rey hizo que le circuncidasen (Jos, ant 20,38-4 8 = XX,1,4).
232
Esta sentencia se atribuye al rabí Hillel (hacia el 20 a.C) (en Schab 31a). Otra cuestión es si él la
pronunció de hecho o no . Pero el que se pusiera la “Regla de oro” en labios de los más afanados
maestros, muestra el alto aprecio de que gozaba.
233
Incluso la casa real de la familia de Herodes exigía a los yernos que se hicieran circuncidar (véase
Jos, ant 20,139 = XX,7,1).

137
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

- En eso tencmos puesta nuestra csperanza.


Metilio se levantó entonces y señaló hacia fuera de la ventana:
- y entonces todos csos peregrinos venidos de todos los paíscs
¿no serán sólo judíos sino individuos de todos los pueblos? ¿Todos tendrían. entonces,
acceso al Templo?234
- Actualmente está abierto ya el Templo a todo el que se convierte a Dios.
Metilio me dio las gracias por la convcrsación. Prometió presentar a Pilato mi idea
de una amnistía. Si fuera ncccsario, Pilato mismo me llamaría a una audiencia. Lucgo
me despidió. ¡Si todos los romanos fueran como Metilio! Era innegablc: desde nuestra
primera entrevista. él comprendía mucho mejor nucstra religión. Y hacía progresos.
¿Sería también una persona que se hallaba entre dos frentes?
Muy estimado Sr. Kratzinger:
Su amable carta me hizo al principio sonreír de satisfacción. En efecto. usted ha
consultado mis datos biográficos y ha descubierto que yo. en 1968. me hallaba en edad
de ser revolucionario. Más aún. llevo el sello de esa edad revolucionaria. No he
conseguido serio nunca. Y no desearía negarlo. entre otras cosas. pon.)ue sentí
aversión a las faltas de tacto que entonces se cometieron con la generación mayor.
El contenido de su carta me ha hecho retlexionar. Al eseribir yo. no me había
dado cuenta -cosa que usted ha visto al leer- que yo elaboro las experiencias de mi
generación: las exageradas esperanzas de reformas. el fracaso de las anteriores
estructuras de poder y de las propias ilusiones. el gran desencanto originado por unas,
y el deslizamiento hacia la violencia y el terror en otras. ¿No es mi imagen de Jesús
una proyección de mi generación? Es muy delicado por su parte que usted me invite a
que sea yo mismo quien saque una consecuencia. Porque esa consecuencia podría
estar anticuada.
Desde luego. para mí hay una cosa importante: Las experiencias de mi generación
se van sedimentando en la acción que sirve de marco. Por ella se ve menos afectada la
imagen de Jesús. Queda abierta a diversas interpretaciones. Su elaridad y distinción la
adquierc a partir de la perspectiva de Andrés. La estructura de la narración está
dispuesta conscientemente de tal modo. que a nadie se le puede oculTir que aquí se
retleja una imagen de <<Jesús en sí '>. Es <<Jesús» visto desde la perspectiva de
determinadas experiencias sociales.
Esa perspectiva ¿es arbitraria? La acción que sirve de marco se desarrolla en un
mundo que puede reconstruirse históricamente por los datos que nos porporciona
Josefo: así se podía experimentar entonces a Jesús. La pregunta es incluso si no había
que experimentarlo necesariamente así. si aceptamos nuestro éxodo de la inmadurez
debida a nuestra culpa: nuestro éxodo de la «Ilustración». ¿No se perdería algo
insustituible. si la religión volviera a retirarse al terreno de mero diálogo entre Dios y
el alma?
Por lo demás. supongo que también usted se habrá encontrado alguna vez en edad
de ser revolucionario. ¡Qué pasóentonces con usted? Claro está que no hace falta que
responda usted a esta pregunta indisereta,
Le queda muy agradecido su servidor y amigo:

234
En el judaísmo se esperaba que en la era mesiánica se produjera una “peregrinación de las naciones “
a Sión: véase Is 2,2s: Is 56,7; 60,3; Tob 13,13.

138
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Gerd Theissen

139
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

16. EL MIEDO DE PILATO


El día siguiente era el que precedía a la fiesta de la Pascua. Para sorpresa mía me
citaron muy de mañana para que fuera a ver a Pilato. Era un asunto urgente. dijo el
mensajero. Fui a toda prisa al pretorio. ¡.Desearía Pilato proelamar una amnistía? ¿Se
habrían conocido mis relaciones con Banabás? Oscilaba entre las esperanzas y los
oscuros presentimientos. Fue un mal día. ¡Ojalá no lo hubiera vivido nunca!
Pilato parecía muy serio. Me saludó amablemente y me condujo a una pequeña
habitación con sólo una ventana. DespidiÓa su guardia personal. Debía esperar a la
puerta. hasta que él llamara. Evidentemente. Pilato quería discutir algo que no estaba
destinado a los oídos de todos. Cuando nos hubimos quedado solos. comenzó:
- Me he enterado con interés de tu propuesta de amnistía y de remisión de deudas. Me
recuerda ideas por las que en mi juventud sentí especial afecto: la remisión de deudas
ordenada por SolÓn para los ciudadanos de Atenas y la lucha de nuestros dos Gracos
por disminuir las diferencias sociales.235 Ves que no rechazo sencillamente tus ideas.
Pero. yendo a la cuestión: Una amnistía general sobrepasa mis competencias.
Políticamente sería de tanta importancia. que sólo el emperador puede pronunciarla.
INo pude ocultar mi desilusión. Pilato prosiguiÓ:
- Ahora bien. lo que está en mi poder es conceder amnistía para casos concretos. A los
tres zdotas apresados hace poco se ha añadido otro caso más. Durante la noche tuvo
lugar otra detención. El caso debe tratarse hoy mismo. Estás familiarizado con él. Se
trata de Jesús de Nazaret. Es sospechosu de suscitar movimientos mesiánicos. El sumo
sacerdote cree que lo mejor es despachar el caso antes de Pascua. para que no cause
demasiada sensación.
Me quedé atelTado. ¡Habían prendido a Jesús! Mi corazón latía aceleradamente.
Mi cuerpo temblaba. Todo se había agravado amenazadoramente.
Pilato prosiguió: -He leído tu esbozo sobre Jesús. Yo lo elasificaría como persona
inocua. Los filósofos y los literatos deben vivir en paz en esta tierra. Pero. si pretende
ser el Mesías. entonces constituye un peligro para el Estado.
Había que ponderar bien todas las palabras. Por suerte. en mi pensamiento, yo
había ensayado una y otra vez todos los argumentos con que pudiera defender a Jesús.
Comencé en seguida con el argumento más importante:
- Una doctrina central de Jesús es la de no resistir al mal. Lejos de eso. hay 4ue ofrecer
la mejilla izquierda, cuando a uno le han golpeado la mejilla derecha. j Una persona
así no es peligrosa!
Pilato no se dejó impresionar: -Una doctrina así no pone en peligro el Estado de la
manera corriente. Pero puede ponerle en grandes apuros. Más aún. puede hacerle más
desvalido que cohortes enteras de levantiscos zelotas.
-Pero si en el país todos se comportan como Jesús. no habría ya luchadores de la
resistencia -objeté.
-La experiencia me ha enseñado muchas cosas. Lo que estás diciendo, me

235
En los años 594/563 Solón llevó a cabo extensas reformas de Atenas: Abolió, entre otras coas, la
esclavitud por deudas: Ningún acreedor podría ya vender como esclavo a su deuder por impago de
deudas, ni podría ya someterlo como siervo obligado a cultivar poarte de los terrenos del amo. Los dos
Gracos se habían esforzado en el año 133/122 a.C. para que se llevara a cabo en Roma una distribución
justa de las tierras.

140
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

recuerda algo que sucedió al principio de mi gobierno. 236 Cuando Tiberio me envió a
Judea. hice transp0l1ar secretamente a Jerusalén. durante la noche. imágenes del em-
perador que servían como estandartes. Al día siguiente. esto provocó entre los judíos
un gran alboroto. Estaban convencidos de que se había pisoteado su ley. que prohíbe
que en la ciudad se erija una imagen o representación de algo. No sólo se irritaron los
habitantes de la ciudad. sino que además los habitantes del campo acudieron en gran
multitud. Se pusieron en camino hacia donde yo estaba. en Cesarea, y me suplicaron
con el mayor encarecimiento que quitara de Jerusalén aquellos signos y que no violara
las leyes de sus padres. Yo me negué a hacerlo. Entonces rodearon mi palacio. se
tumbaron con la cabeza hundida en la tierra y pernlanecieron así cinco días y cinco
noches, sin moverse del sitio. Después de esto, me senté en la silla del tribunal sobre
la calzada y convoqué al pueblo, como si quisiera darles allí una respuesta. A
continuación. según lo convenido. di a los soldados una señal para que rodeasen a la
multitud de los judíos. La vista inesperada de la triple fila de soldados. en fornlación
de batalla, que los rodeaba. dejó rígidos de espanto a los judíos. Amenacé con
aniquilarlos a todos si no estaban dispuestos a tolerar imágenes del emperador e hice
indicación a los soldados para que desenvainaran las espadas. Sin embargo, los judíos,
como de común acuerdo, se arrojaron al suelo. muy apiñados, y ofrecían el cuello y
gritaban que preferían morir a ver que se quebrantaban las leyes de sus padres. Me
impresionÓ hondamente el ardor de su fe y di orden de que se retiraran de Jerusalén
los estandartes.
Andrés, comencé con una derrota mi período de gobierno: una derrota sufrida no
frente a un ejército armado o frente a peligrosos luchadores de la resistencia. sino
frente a una multitud de hombres indefensos. No sólo me ofrecían la espalda sino el
cuello. Me pedían no sólo que los golpeara, sino que los matara.
Ese malhadado comienzo de mi mandato me ha creado muchos problemas. Tuve
siempre que velar mucho por mantener mi autoridad. Créeme: Un Estado puede
hallarse más indefenso ante una multitud de manifestantes sin armas que frente a
legiones de soldados.
- ¡Pero Jesús de Nazaret dijo: No resistáis al mal!
- ¿Ah, sí. lo dijo? i Pero él mismo no se atiene a su propia doctrina! Hace unos
cuantos días alteró el orden en el atrio del Templo. Expulsó de él a los negociantes y
volcó las mesas de los cambistas de dinero y de los que vendían palomas. Eso fue
violencia contra personas y cosas.237 ¿.No será un zdota?
- ¡Pero él se ha distanciado elarísimamente de los ¿elotas! Jesús deelaró: Hay que dar
al César lo que es del César. ya Dios lo que es de Dios.238
- Sí. sí, he .leído tu informe -dijo Pilato un poco disgustadopero ¿cuál es tu argumento
para rebatirlo? Esa historia de la moneda ¿no encaja admirablemente con el incidente
del atrio del Templo? En él atacó Jesús a los cambistas de moneda. Allá están sentados
los cambistas para cambiar toda clase de dinero por aquellas típicas monedas de Tiro
que son las únicas que se aceptan en el Templo. Las monedas tirias no tienen, desde
luego, la efigie del emperador, pero tienen otra cosa peor: llevan grabada la imagen del
dios de Tiro, Melkart. a quien nosotros llamamos Heraeles. Si hay que devolver al
emperador las monedas de plata, porque en ellas figura la efigie del emperador,
entonces lo lógico sería exigir: Devolved al ídolo Melkar sus monedas. En concreto:
236
La siguiente historia, según Josefo 2,169-174 = II,9,2s (trasladada a primera persona).
237
Véase Mc 11,15-17.
238
Véase Mc 12,13-17.

141
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

No se las deis en ningún caso a nuestro Dios. a aquel Dios que está en el templo de
Jerusalén y que no tolera junto a sí a ningún otro dios.
- ¿Pero no se podría sacar también la conelusión de que ese tal Jesús no tendría nada
que objetar contra la idea de emplear el dinero sagrado del Templo para fines tan
profanos como una traída de aguas?
Pilato se rió: -Desde ese aspecto. podríamos sacar incluso algún provecho de su
doctrina.
No cejé: -y también desde otro aspecto Jesús favorece a los romanos: El rechaza
la campaña de los zelotas para que la gente se niegue a pagar impuestos.
Pilato se encogió de hombros. -¿Qué quiere decir eso? Que haya que devolver al
emperador las monedas del emperador. no quiere decir mucho. En efecto, según
vuestras ideas. el emperador ha transgredido la ley de vuestro Dios. Ha ordenado que
se grabe su imagen. La prontitud para devolver sus nefandas monedas no prueba sin
más una actitud de lealtad hacia el Estado. En esas palabras de Jesús podría verse
también menosprecio: ¡Devolved al impío sus impías monedas! ¡Dios es mucho más
que el emperador! Algo así descubro yo en las palabras de Jesús.
Tuve que empezar otra vez desde el principio: -Y, no obstante. ese Jesús nos
muestra el único camino para que I1lIl.:stro país salga de la crisis.
- ¿El único camino? Yo te puedo decir cual es el único camino seguro. En vez de tener
aquí estacionados 3500 soldados, habría que tener dos legiones. Entonces la gente
entraría en razón y el país estaría en paz.
- Pero ¡eso se consigue también sin legiones!
- ¡En el Imperio Romano no se logra nada sin las legiones!
- Pero entre nosotros sí se lograría. La causa de la intranquilidad que hay en el país es
la enemistad entre los autóctonos y los extranjeros: los griegos y los sirios de los
Estados-repúblicas vecinos y los romanos. Los judíos autÓctonos se sienten oprimidos
y abon-ecen a los extranjeros. Puesto que, económicamente, les va mal. mientras que
t10recen las ciudades de los extranjeros, ese aborrecimiento se nutre cada vez más.
Cuando desaparezca el abon-ecimiento, no habrá ya ataques ten-oristas, no habrá
manifestaciones violentas y no habrá alborotos. Los extranjeros dicen a su vez: Todo
iría mejor, si nosotros los judíos reconociéramos a sus dioses. Si nosotros
comprendiéramos que nuestro Dios forma parte de la gran familia de dioses, entonces
nosotros seríamos recibidos también en la gran familia de las naciones en la que todos
se sienten emparentados. Pero esto no es ningún camino para nosotros. Nuestra
religiÓn nos obliga a permanecer fieles a ese único Dios verdadero, aunque por ello
nos veamos aislados entre las demás naciones. Nada podrá apartamos de nuestra fe.
Tanto más que vuestros mejores fj Iósofos saben muy bien que no existe más que un
solo Dios verdadero.
- ¿Y cómo sustituirá ese Dios a nuestras naciones?
- Jesús enseña: Este Dios quiere que no sólo amemos a los autóctonos sino también a
los extranjeros. Jesús dice: ¡Amad a vuestros enemigos! Ese Dios hace que luzca el sol
sobre todos: sobre los romanos y los griegos, sobre los sirios y los judíos. Le
imitaremos, si derribamos las fronteras que separan a las naciones.
- ¡Imposible! jAmar a sus enemigos! Entre nosotros sabe cualquier niño que un

142
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

hombre bueno hace bien a sus amigos y hace daño a sus enemigos.239
- Jesús enseña una nueva doctrina. ¿Será imposible por ser nueva? Esa doctrina sería
un camino para que nosotros los judíos permaneciéramos fieles a nuestra fe y nos
abriéramos a todas las naciones. como vaticinaron viejas promesas. 240 ¡Entre nosotros
esa doctrina tiene una gran oportunidad!
- ¡Entre vosotros! No sois capaces de defender vuestro país. De eso nos preocupamos
los romanos. Se encarga nuestro ejército. He prestado servicio mucho tiempo en él
para saber: Tan sólo cuando hacemos frente enérgicamente a los enemigos. podremos
conservar la paz. Doctrinas, como las que Jesús enseña. son propias de un pueblo
sometido. A nosotros no nos sirven. Desmoralizarían a nuestros soldados. Por eso. ese
tal Jesús no hace más que embrollarlo todo. Es persona peligrosa porque lo embrolla
todo. ¡Y la gente SUSUlTa que es el nuevo rey!
Yo le contradije: -Todo lo que he investigado sobre Jesús, demuestra que él no
quiere ser rey ni mesías.
- Pero otros esperan que él sea el nuevo rey. Ahí está el problema. Por mí. cualquier
demente puede considerarse a sí mismo rey. No tengo nada en contra. Lo peligroso es
cuando otros comienzan a creer en él. Y Jesús es peligroso aunque él, personalmente.
no crea en su dignidad real. La expectación que hay en torno a él crea ya
perturbaciones. Pues todos piensan que ahora llega la gran revolución. Y. en un caso
como éste. aun los ilusos son un peligro para la seguridad.
- Bueno. tal vez sea un iluso. Pero precisamente por eso habría que soltarle. no en
secreto. sino en el marco de una amnistía.
Aunque la gente esperara de él que sea el nuevo rey. ¿cómo podría ser peligrosa
una persona que sostiene doctrinas que producen la desmoralización entre los
soldados? ¿Dónde reelutaráél sus tropas! ¿Y para qué valen unas tropas que aman a
sus enemigos? ¿Que no ofrecen resistencia?
Pilato no me escuchaba en absoluto. Se había levantado y llegado a la ventana.
Me di cuenta de cómo en su mente touo estaba en ebullición. Sus ojos miraban hacia
donde yo estaba. pero miraban a otro punto distante. Sus manos se movían. como si
formulase algo. Pero ningún sonido salía de sus labios. Finalmente se sentÓ
suspirando. Y en voz baja dijo:
- Tengo miedo...
Le miré atónito. ContinuÓ así:
- Tengo miedo de que la cosa se me vaya de las manos. No. no puedo hacerlo.
¿Me lo estaba diciendo a mí o se lo estaba diciendo a sí mismo? Pilato se
sumergió en cavilaciones. Casi me daba la impresión de que se había olvidado de mí.
Carraspeé. Levantó sus ojos. Su mirada volvía a estar clara. Su voz sonó con firmeza y
decisión:
- Retlexioné seriamente si debía soltar por Pascua a esos tres bandidos de los que
hablé al principio. Sí. estaba resuelto a hacerlo. Pero luego tuve noticia de ese nuevo
movimiento mesiánico en t0l110 a Jesús. La fiesta se acerca. Un gran gentío atluye a
Jerusalén. La situación puede hacerse crítica. El riesgo es muy alto.
239
Como ejemplo, mencionemos a Jenofonte, Memorabilia Socratis, II,6,35: Hay que sobrepujar a los
amigos haciéndoles bien, y a los enemigos, haciéndoles mal.
240
Véase, por ejemplo, Is 2,2-5: Este oráculo frofético promete que, algún día, todos los pueblos
peregrinarán a Jerusalén.

143
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

- Pero ¿no se puede aplazar la ejecución de los tres bandidos? Si la fiesta trascurre
pacíficamente, quizás algunas cosas aparezcan a una luz distinta-o Me di cuenta,
mientras hablaba, de lo inútil que era mi intento. Pilato movió la cabeza en sentido
negativo.
- El riesgo es muy alto. No puedo dejarlos en libertad a todos. Podría interpretarse mal.
más aún, podría inducir a algunos visionarios a creer que somoe débiles. No podemos
causar esta impresión, ahora menos que nunca, cuando hay fermentación en el pueblo.
No obstante, recogeré tu propuesta. No toda la propuesta. Una parte de la misma:
Dejaré en libertad a uno. Uno solo... será un riesgo limitado. Veremos si vale la pena
ser benignos.
Hice un nuevo intento: -¿No se podía dejar libres a dos? ¿A un zelota y a Jesús?
Esto agradaría a diferentes sectores de la población.
- ¡No, con uno basta! Dejaré que el pueblo decida a quién elige. Así veré si ese tal
Jesús, con sus ideas, tiene o no una oportunidad en este país. O ei debo seguir
contando con la resistencia violenta por parte del pueblo.
Me quedé aterrorizado. Pilato convertía mi idea de una amnistía para la
reconciliación con el pueblo en un experimento para calcular mejor sus propias
perspectivas de poder. Sentí intenso dolor de estómago. Mi garganta estaba como
anudada. Un sudor frío recorría mi cuerpo. Otra vez me sentía en las garras de la
bestia. Intenté no aparentar nada. Pilato me miró y dijo:
- Sería muy justo que los mandase ejecutar a todos. Pero durante nuestra conversación
me he dado cuenta de que hay dos clases de alborotadores. Creo que ambos son
peligrosos. Probaré a ver quién cuenta con las simpatías del pueblo. Corno ves. estoy
dando una oportunidad a tus ideas.
- ¡Y quién será elegido junto a Jesús para que el pueblo decida?
- Un tal Barrabás.
Tenía que contemplar impotente cómo las cosas se precipitaban hacia una
catástrofe. No pude ocultar por más tiempo mi horror. Todo mi cuerpo temblaba.
Pilato me mirÓ asombrado:
- Estarás realmente contento. Tú me has sugerido la idea de la amnistía. Tú me has
convencido de que en todo esto hay diversos movimientos. ¡Habrá que decidirse entre
ellos! Esa alternativa es idea tuya. i Una buena idea!
Me dominé lo más que pude. concentré todas mis energías y di las gracias a Pilato
por haber recogido mi idea de una amnistía. mientras que al mismo tiempo maldecía
aquella idea que me había llevado a un conflicto sin solución. Pilato tuvo. además.
palabras de agradecimiento por mi labor. ¡Qué bien que había tenido ocasión de
hablarme. antes de pronunciar sentencia sobre el caso <<Jesús»!
No sé c6mo llegué del pretorio a casa. Bull ía dentro de mí el caos. De cualquier
manera que se desarrollaran los acontecimientos. sería horrible. Y. no obstante.
anhelaba llegar a ese fin horrible. Un fin en el que yo estaba funestamente implicado.
Un fin que yo no había querido. Y. no obstante. había dicho Pilato: «Es idea tuya.
¡Una buena idea!» Oía en mí su voz y l11e estremecía. como si cada palabra fuera un
latigazo.
Las casas temblaban ante mis ojos. Sus oscuras puertas me miraban con
hostilidad. En todas partes oía personas que susurrahan con vm:es que brotaban de mi
interior: ¡Ahí va el traielor. el que creía que iba a engai1ar a los romanos! Pero ahora

144
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

ha caído en su trampa. ¡A él es a quien han engañado! No ha conseguido nada.


Cualquiera que fuese la decisión. sentía mi parte de culpa en la muerte de aquel sobre
quien recayese la suerte. Aunque yo me repetía sin cesar: Tú no los has traicionado.
Tú has salido en favor de todos. Tú querías que todos fueran amnistiados. No eres
culpable.
¿Era yo realmente inocente? versaci6n. ¡Pilato habría dejado
Al comienzo de nuestra conlibres a ambos. a Jesús y a Barrabás? ¿No se le había
oculTido después. durante nuestra conversación. que aquí había una alternativa?
No cabía duda: Yo era parte en que se llegara a esa decisión entre Jesús y
Barrabás. ¿Tenía culpa de ella? ¡No, exelamaba a gritos. no! Todo en mí se rebelaba
contra ello. Soy inocente. ¡Soy inocente! Pero. en cuanto se apagaba mi voz. se oían
también en mi interior otras voces que me susun'aban: i Eres culpable! No podía
ahogadas. Era un atormentado regreso a casa.
Una vez llegado a casa, envié a Malco para que me informara de cómo se
desarrollaban las cosas. Debía situarse cerca del pretorio y comunicarme cuál había
sido la decisión popular. Yo me sentía demasiado débil para presenciar los
acontecimientos.
Transcurrieron horas de angustia. Finalmente llegó Malco con la noticia:
Barrabás, a petición del pueblo, fue puesto en libertad e inmediatamente
desapareció. A Jesús le habían crucificado en las afueras de la ciudad. Juntamente
con los otros dos zelotas.
La decisión estaba tomada. Me quedé algo más tranquilo. Me sentí lo
suficientemente fuerte para dirigirme a las afueras de la ciudad. Al menos, quería
ver a Jesús desde lejos. En Galilea había seguido constantemente sus huellas. Pero
jamás había dado con él. Ahora iba a encontrarme con Jesús: iba a encontrarme con
un hombre ejecutado como malhechor. Timón y Malco me acompañaron en el
camino.
Desde la muralla de la ciudad pudimos ver el lugar de la ejecución. En él se
alzanan tres cruces. Tres hombres torturados y escarnecidos pendían de otras tantas
cruces. con angustias y dolores de muerte. La gente susurraba: Uno de ellos está
muerto ya. Los romanos le han ejecutado. porque temían que fuera cI Mesías.
Miré desde lejos la cruz de la que pendía Jesús. Era la cruz del medio. A la
derecha y a la izquierda de él pendían los dos zelotas condenados. ¿Serían quizás
dos de los jóvenes que yo había encontrado en Arbela? ¿Tal vez los dos que nos
habían conducido de la cueva a la libertad? ¿Quién sabe? Sobre ellos estaba cI sol
poniente. Difundía su fulgor sobre la cruz de Jesús y sobre las de los zelotas, sobre
el muerto y sobre los dos moribundos. Arrojaba su luz sobre los soldados romanos
y sobre los espectadores, que en parte eon curiosidad y en parte con horror seguían
los acontecimientos.
Estábamos a la sombra del Galileo. Sentíamos que aquellos hombres no eran
delincuentes. Haníamos conocido a los zelotas.
Habíamos oído hablar a Jesús. Malco dijo: Si el sol pudiera ver y sentir como
nosotros. se oscureeería de pesar. Si la tierra pudiera sentir. temblaría de eÓIera.
Pero el sol no se oscureciÓ. La tierra se quedÓ tranquila. Era un día normal. Sólo
dentro de mí había tinieblas. Sólo dentro de mí temblaban los cimientos de mi vida.
Sólo dentro de mí me decía por lo bajo una voz: j Eres culpable! La voz se fue

145
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

haciendo cada vez mÚs intensa. Cada vez más penetrante. Perdí el vigor para
resistirme a ella. Acallaba toda vo/. mía de protesta. Sentí vértigos. Perdí la
conciencia.
TimÓn y Malco me lIe\ aron a casa. Más tarde me contaron que durante tres días
y tres noches' había tt:nido fiebre, inmerso en una especie de letargo. Algunas veces
había delirado, hablando de una bestia que me amenazaba. Entonces gritaba y me
revolvía de un lado para otro.
Ahora. en mi estado. ten ía sólo recuerdos confusos. Sin cesar pasaban por mi
cabeza escenas atormentadoras. Constantemente veía ante mí a los tres crucificados.
Sus dolores eran mi angustia. Cuando me quedé más tranquilo. se me fucron
ocurriendo frascs incoherentes, adquiriendo forma de oración. Me lamenté:241
Dios mío, Dios mío,
¿por qué nos has abandonado?
¿Por qué callas?
¿Por qué estás tan lejano?
Te invoco día y noche pidiendo ayuda.
Pero eres inexorable.
Sé que nuestros antepasados fueron salvados.
Pero aún esto es en mí un recuerdo muerto.
Apenas soy todavía un ser humano.
Soy un animal, un gusano, nada.
¡Todo se burla de mí!
Todo celebra triunfo por mi derrota.
Muchos enemigos me rodean.
Me cercan.
Hocicos de bestias me amenazan.
Estoy a merced de su violencia.
Me deshago.
Mis huesos se dislocan.
Mi corazón duele,
mi garganta está reseca,
la lengua se me pega al palador.
Estoy tendido en el polvo, como si estuviera muerto.
Rodeado por todas partes,
no veo ninguna escapatoria.
Sin embargo, tú me encargaste que viviese.
Sin ti no puedo siquiera respirar.
¡Acércate,
241
Según motivos del salmo 22. La historia de la Pasión, que se refiere en los evangelios, contiene citas
y referencias a este salmo.

146
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

porque nadie me ayuda!


Estuve tres días entre la vida) la muerte. Pero. después de tres días y tres noches.
estaba más tranquilo. La decisión había sido en favor de la vida. Esa decisión sc había
tomado sin mi colaboración. Pasaría aún mucho tiempo hasta que yo la accptase.
Durante mucho tiempo aún cstuvicron desgarrándome las imágencs de los últimos
acontecimientos. La imaginación me atormentaba incesantemente con todas esas
imágenes. Sobre mi vida se proyectaba una sombra. Por las nndles snlía dar gritos.
cuando agitaban mi alma perturbada pesadillas de una fatídica bestia.
Muy estimado Sr. Kratzinger:
Me ha dado a conocer su opinión sobre el último capítulo con palabras
personales que me han afectado mucho. También usted sintiÓ rebeldía, cuando en los
años 50 se discutiÓel rearme de nuestro país. En aquella ocasión, usted tomÓel
Sermón de la montaña en su mano para fundamentar decisiones políticas. Hoy día es
usted escéptico ante tales intentos, Usted comparte el escepticismo de Pilato ante los
argumentos de Andrés. También usted experimentó cómo sus esperanzas eran
crucificadas.
Claro que tiene usted razón: Ningún ministro de defensa puede asegurar a un
atacante que no va a devolver el golpe. El ministro de hacienda no puede acumular
tesoros únicamente en el cielo. El ministro de economía no debe tomar como modelo
los lirios del campo y las aves del cielo. Ningún ministro de justicia podrá suprimir los
tribunales, Por tanto, las exigencias del SermÓn de la Montaña ¿estarán destinadas
únicamente a la esfera personal? Ante el espejo de sus exigencias radicales ¿no
haremos más que reconocer nuestra imperfección?
He llegado al resultado de que tales exigencias deben determinar indirectamente
nuestra actuación poi ítica: Una sociedad debe instituirse de tal modo. que en ella sea
posible el experimento dd seguimiento radical de Cristo, Una sociedad llegará a ser
humana. cuando también el que renuncie a la acusación y los procesos, no se halle
perdido. Una sociedad llegará a ser humana, cuando permita ostensiblemente el amor a
los enemigos. Una sociedad sed humana cuando acepte a los «outsiders» que quieren
vivir despreocupadamente. La acción poi ítica no puede tomar directamente como
norma el Sermón de la montaiia. pero debe cuidar de que se den las circunstancias
para que individuos y grupos se orienten por esa norma.
Para prevenir un malentendido: No pretendo que. en la sociedad. debe haber en
alguna parte un hueco apartado para el Sermón de la montaiia, algo así como un
«parque ético natural que goce de la protección del Estado», No. sino que la estructura
de toda la sociedad debe ser tal. que permita pueda realizarse el experimento de un
seguimiento radical. Entonces los grupos que practiquen ese seguimiento podrán
causar un impacto sobre la sociedad total y ser <<luz del mundo» y «sal de la tierra».
Tal vez no repruebe usted por completo el sueño de su época de rebeldía.
Le saluda cordialmente su amigo y servidor:

Gerd Theissen
P.D. Hasta ahora han estado separadas la acci6n que sirve de marco -un producto de
ficci6n- y la historia de Jesús. En los dos últimos capítulos. ambos elementos se
entremezelan. Por eso. conviene acentuar: Todo lo que se dice sobre la puesta en
libertad de Barrabás o de Jesús. es pura ficci6n. y no pertenece a la realidad hist6rica.

147
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

17. ¿QUIÉN FUE CULPABLE?


Permanecí tres días nuís en Jerusalén. Y como ni Metilio ni Pilato enviaron a
buscanne. consideré que mi misión estaba cumplida. Me guardé muy bien de ir
espontáneamente al pretorio. Tal vez. sin que nadie se diera cuenta. podría zafarme del
asunto.
Me sentí contento de poder dedicarme otra vez a mis negocios normales. Y. así.
viajé por el país como comerciante en cereales y aceitunas y me distrajc con mis
cotidianas negociaciones. compras y ventas. Pero no logré libcrarme de mis tensiones
internas. En mi vida había una presión paralizadora. Llenaba las horas con agotadora
actividad.
Cuando me hallé de nuevo en Cesarca. asistí al culto de la sinagoga. y. para
sorpresa mía. encontré allí a Metilio. Quise ocultarme. Pero él ya me había visto. Me
quedé atónito al verle recitar también el S/¡'/l/Ú. Por lo menos. sus labios se movían.
cuando recitábamos la confesi6n de fe de todos los judíos en un solo y único Dios
verdadero:242
«Escucha. Israel: el Señor. nuestro Dios. es el único Dios. Servirás al Señor. tu
Dios. con todo tu corazón. con toda tu alma y con todas tus fuerzas».
Meti I io escuchaba devotamente. cuando en la segunda parte del culto divino se
leyó en público la Torá. un fragmento de los cinco libros de Moisés (Pentateuco). a los
que siguió una lectura de un fragmento de los profetas. Y siguió también con atención
las breves palabras del predicador. ¿Era Metilio un «temeroso de Dios»? i.O incluso
un «prosélito»?243. ¿O estaba allí de espía? ¿Deseaba únicamente tener contactos con
los judíos? Para mí fue inquietante que el jefe del espionaje romano participara en el
culto divino de una sinagoga judía.
Después del culto divino, me saludó amistosamente. Me invitó a su casa: una
invitación privada. como me dijo. Acababa de enterarse que había sido trasladado a
Antioquía. a la Legio VI Ferrata. a <<la Legión de hierro» y se alegraba mucho de
tener ocasión de despedirse de mí.
Yo seguía desconfiando: Todo podía ser un ardid para ganarse la confianza. Como
es lógico, todos se inclinaban a contar más cosas de las que debieran a un oficial que,
dentro de poco, no va a estar ya en el país. Me propuse ser prudente, pero acepté úc
buena gana su invitación. entre otras cosas, con la esperanza de saber algo más
concreto sobre las razones que habían conúucido a la condena de Jesús.
La casa de Metilio no quedaba lejos del puerto de Cesarea, mandado construir por
Herodes. Teníamos una vista maravillosa de la ciudad y del mar'. La entrada en el
puerto era por el Norte, ya que el viento norte era el más agradable úel lugar. En la
entrada en el puel10 había de cada lado tres estatuas de tamaño sobrehumano, que se
alzaban sobre columnas. Las casas colindantes con el PUCI10 eran de piedra blanca, y
las calles de la ciudad iban a parar al puerto, y estaban trazadas a igual distancia unas
de otras. Frente a la entrada del puerto, sobre una colina, se hallaba un h:mplo
dedicado al emperador: un templo que se señalaba por su hermosura y grandiosidad.
En él había una ingente estatua del emperador Augusto, que no desdecía en nada de su
242
El Shemá se llama así por la primera palabra de la confesión de fe judía: “Escucha, Israel” = Shemá
Yisrael. Se recita tres veces al día y tiene un lugar determinado en el culto de la sinagoga.
243
Precisamente algunas personas de las clases cultas que simpatizaban con el judaísmo, permanecían
como “temorosos de dios” sin pasar plenamente al judaísmo, es decir, sin hacerse circunsidar. Uno de
esos temerosos de Dios que simpatizan con el judaísmo fue, por ejemplo, el centurión Cornelio de
Cesarea (Hech 10, 1ss).

148
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

modelo, el Zeus de Olimpia. y otra estatua de la diosa de Roma. Como Herodes había
edificado la ciudad en honor del emperador. la llamó Cesarca.
La perspectiva era hermosa. Cesarea, en conjunto, era una ciudad muy bonita.
Tenía anfiteatro, teatro y plazas para el mercado. En ella los romanos se sentían
como en casa.
Metilio ordenó a un esclavo que trajera frutas. Comíamos mientras
conversábamos. Pregunté:
- ¿Asistes a nuestros cultos de la sinagoga?
- ¿Por qué no? He aprendido entretanto hebreo y arameo. -¿Lo haces para conocer
nuestra religión, en cierto modo como estudioso?
Cogí un dátil. Su sabor era agradablemente dulce. Metilio asintió con la cabeza.
- Así comenzó todo. Por mi profesión debía ocuparme de vuestra fe. He leído las
Sagradas Escrituras. Algunas cosas me han llegado mucho al alma. Sobre todo, la fe
en un solo Dios. Esa fe no nos es desconocida. Uno de nuestros filósofos me citó a
un griego llamado Jenófanes, que vivió durante el reinado de los etruscos sobre
Roma. Por lo visto, Jenófanes dijo ya: «No hay más que un solo Dios, el mayor
entre los dioses y los hombres y que no se parece a los mortales ni en la figura ni en
los pensamientos».244 Vuestras Eserituras son más radicales aún, y así, leí en la
primera mitad del libro de Isaías un oráculo de vuestro Dios, que dice: Yo soy el
Señor, y no hay otro, no hay ningún Dios fuera de mí. 245 Jenófanes, a pesar de todo,
seguía hablando de dioses.
- ¿Quieres hacerte judío? -le pregunté de manera provocadora.
- No precisamente -respondió. -En ese caso sería difícil que siguiera ejerciendo mi
profesión militar. ¿Cómo iba a observar el sábado si la tropa estaba de servicio en ese
día? ¿Cómo me iba a sustraer de los sacrificios?.246 De vez en cuando visitaré vuestras
sinagogas y tomaré únicamente de vosotros lo que vea claramente: la fe en un solo
Dios verdadero. Pero tengo también algunas dificultades-. Vaciló y prosiguió:- ¿Puedo
preguntarte algo? Quizás pronto no tenga ya a nadie con quien pueda conversar sobre
vuestra religión.
-¡Claro que sí! -dije y añadí sonriendo: -Pero yo no soy tu interlocutor más adecuado.
No tengo estudios de teología y procedo de una familia que oculta en casa un ídolo.
- No importa -me tranquilizó Metilio. -Quizás por eso comprendas mejor mi problema.
He aprendido por la filosofía estoica que todas las cosas están impregnadas por la
razón divina. Esta se siente en todas partes: en el orden de la naturaleza, en el retorno
del día y de la noche, en las Órbitas de los astros. Los estoicos a esa razón la llamamos
Dios. Es un Dios a quien se puede experimentar. Pero vosotros decís que Dios creó
una vez el mundo de la nada. ¿Cómo puede creerse eso? ¡Nadie estuvo presente el día
de la creación! ¡Nadie puede atestiguarla como atestigua la presencia de la razón en
todas partes!
- En todo instante eres tú testigo de la creación: Tan universalmente experimentable
como la razón en las cosas es también que esas cosas han sido creadas de la nada.
244
Jenófanes. Fragmento n. 23. Jenófanes vivió aproximadamente en los años 570-475 / 470 ac. C. Es
uno de los llamados “presocráticos”.
245
Isaías 45,5. Los capítulos 40-55 del libro de Isaías no fueron escritos por Isaías sino por un profeta
desconocido que vivió en el destierro babilónico (Déuteroisaías = segundo Isaías). Este profeta es el
primero en formular de manera inequívoca la fe en la existencia de un solo Dios verdadero.
246
Por esta razón los judíos estaban exentos de prestar servicio militar en las guerras.

149
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

- No lo entiendo.
- Precisamente es difícil de describir porque está tan cerca: tanto, tanto, que no se
puede ya percibir. Porque es algo que abarca a uno mismo. Al propio ver. percibir,
pensar, a la propia existencia.
- Sigo sin entender nada.
- En todo instante hay un tránsito del ser a la nada. Cada instante transcurre, aun antes
de que lo hayamos registrado por completo. Ahora es. Pero, en cuanto lo he
observado, ya no es.
- Pero era una vez.
- Lo que era ya no es. Ha pasado definitivamente. Todo se hunde en la nada. Nuestros
antepasados, que una vez fueron, ya no son. Nosotros pasaremos. Incluso las montañas
no serán ya alguna vez.
- Pero la creación sería el proceso inverso: el tránsito del noser al ser.
- También de eso eres testigo en cada instante: El instante futuro no es todavía.
Nosotros mismos no somos todavía lo que seremos. En cada instante sucede un
tránsito del no-ser al ser. Eso queremos decir cuando afirmamos: Dios crea de la nada
todos los instantes. Y Dios conserva cada instante hasta que vuelve a hundirse de
nuevo en la nada.
- Eso suena como si las cosas pudieran transformarse en cada instante. Pero las cosas
siguen siendo las mismas. Y precisamente en eso se manifiesta, según la filosofía
estoica, la razón divina: en todo lo que está regularizado, ordenado, en todo lo que
sigue las leyes y permanece.
- Según nuestra fe, Dios creó también el orden del mundo y lo vuelve a crear en cada
instante. Dios no permite que el orden se hunda en el caos.
- Pero ¿podría él en cada instante cambiar algo?
- Podría. Nosotros no creemos que el orden del mundo sea ya ddinitivo. En él se
manifiesta la razón de Dios. Pero esa razón tiene que realizarse incesantemente de
nuevo en todo el mundo. Nos señala hacia algo que está más allá del estado actual.
Metilio suspiró hondamente. Se inelinÓ sobre la mesa junto a la cual estabamos
recostados y cogiÓ un racimo de uvas moradas. Después de un silencio dijo: -En estas
cuestiones siento a veces un telTible vértigo. Entiendo perfectamente a la gente que
dice: Todo eso son especulaciones abstractas, sin sentido para la vida.
Yo le contradije: -Tiene mucho sentido para nuestra vida. Un estoico dirá: En este
mundo tengo la misión de vivir en armonía con la naturaleza. Esto quiere decir: En
armonía con el orden divino y eterno, que se manifiesta en la naturaleza. El acepta el
mundo tal como cs. Pero nosotros no creemos en un orden eterno. En cada instante es
creado de nuevo ese orden. En cada instante es arrancado del caos y de la nada.
Nosotros creemos en la misión de vivir en armonía con el Dios verdadero, cuya
creación tiende hacia un orden nuevo.
- Por eso sois tan rebeldes: El Dios que lo crea nada, puede hacer también que los
perdedores sean ganadores y que los desterrados sean conquistadores.
-Si, así es. En un himno cantamos:
El derribó a los poderosos del trono
y elevó a los humildes.

150
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Colmó de bienes a los hambrientos


y despidió a los ricos con las manos vacías.247
- ¿Comprendes tÚ que un oficial romano tenga sus dificultades con ese Dios? Y, no
obstante, hay algo que me atrae. No sé qué es. Desearía ir en su seguimiento, incluso
en otro país distinto.
- ¿Te gustaría más quedarte en Palestina?
- He cogido cariño a este país. Es una paradoja, pero así es. Cuando uno coge simpatía
a la fe judía, tiene que marcharse de aquí.
Guardé silencio.
-Como soldado vivo en un ambiente hostil a los judíos. Nuestros soldados no son
romanos. Son sirios y griegos de Palestina. Aborrecen a los judíos. Si pudiera darle un
consejo al emperador, le diría: A esos soldados debería trasladarlos a otras partes y
traer aquí soldados romanos.248
-¿Pero no hay también entre ellos muchos antisemitas?
-Sí, es cierto. Pero aquí es ya tradición bien asentada. He tratado de que me
explicaran a qué se debe ese antisemitismo. Los últimos reyes independientes de los
judíos, los reyes asmaneas, sometieron y eselavizaron a las ciudades sirias y griegas
circundantes. Desde entonces, esas ciudades y sus habitantes no temen a nada más que
a un reino judío poderoso. Son especialmente desconfiados con todos los reyes judíos.
- ¡Pero ya no hay reyes judíos!
- No directamente, pero hay personas que afirman que ellas son el esperado rey judío,
o que esperan que otros se manifiesten como reyes o mesías, como ese Jesús a quien
hemos ejecutado hace poco.
- ¿Y tales pretendientes al trono son odiados por los soldados? -j y hasta qué punto!
¡Qué no hicieron nuestros soldados para escarnecer a ese Jesús! Después de estar ya
condenado y desfigurado por las torturas, convocaron a toda la cohorte y pusieron a
Jesús una vestidura de púrpura, tejieron una corona de espinas y se la pusieron en la
cabeza. Después comenzaron a saludarle: ¡Salud a ti, rey de los judíos! Y golpeaban
con una caña su cabeza, le escupían, se arrodillaban ante él y le hacían reverencias. 249
Se mofaban de aquel pobre hombre. En esas crueldades se expresaba todo su odio a
los judíos.
- ¿Y por qué vosotros, los oficiales, no intervenisteis?
- No todos piensan lo mismo que yo, Pilato mismo no tiene mucha simpatía por los
judíos. Y el hombre fuerte en Roma, Secano es, según dicen, un enemigo decidido de
los judíos.
- Pero entonces el odio contra los judíos fue culpable de la ejecución de Jesús
-exclamé.
- También lo fue. Pero en este punto se juntaron muchas razones -opinó Metilio-

247
Del llamado “Magníficat” o “Cántico de María” (Lc 1,52-53).
248
Las mismas cohortes que habían intervenido en la ejecución de Jesús, manifestaron abiertamente más
tarde su odio a los reyes judíos en la muerte del rey judío Argripa I (44 de nuestra era): Arrastraron a un
burdel imágenes de las hijas del rey y celebraron públicamente, en Cesarea, la muerte de Agripa. El
emperador Claudio pensó entonces seriamente en trasladar de allí a las cohortes (véase Josefo ant
19,356-359, 364-366 = XIX, 9, 1s).
249
Mc 15, 16-20.

151
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

razones sobre las que tú, seguramente, sabes más que yo.
Volví a sentir desconfianza: ¿Quería Metilio sonsacarme cosas sobre Jesús? Los
romanos tenían que estar interesados en recoger infomaciones sobre el movimiento
suscitado por Jesús.
Ese movimiento podía quizás reavivarse o encontrar seguidores.
Sin embargo. Metilio prosiguió: -¿Por qué el pueblo de Jerusalén se decidió en
favor de Barrabás, y no de Jesús?
Me encogí de hombros. En realidad no lo sabía. Metilio dijo:
- Entretanto me he enterado de más cosas acerca de aquel curioso incidente del
Templo. Jesús expresó un oráculo sobre el Templo: «Esta casa hecha con la mano será
destruida y se erigirá otra, no construida con la mano". 250 La expulsión del Templo de
algunos cambistas de dinero y de algunos vendedores de animales para los sacriticios
debía ser una ilustración de esa profecía. Pero con tales oráculos y provocaciones
Jesús no se creó amigos en Jerusalén. Casi toda la ciudad vive de la santidad duel
Templo. Todos los sacerdotes y principales sacerdotes, que se benefician de las
ofrendas que se hacen al Templo. Todos los artesanos del Templo, que trabajan en su
reparación y construcción. Todos los que tienen posadas en las que se hospedaban los
numerosos visitantes. Todos los que trafican con animales para los sacrificios, hasta
los curtidores que trabajan los cueros de los animales sacrificados. El que atenta contra
la santidad del Templo, está minando el fundamento económico de esos artesanos y de
sus familias que viven en Jerusalén. Pilato lo experimentó amargamente, cuando quiso
introducir en Jerusalén imágenes del emperador y le propuso emplear dinero de las
arcas del Templo para fines profanos.
A mí se me ocurrió también que las enseñanzas de Jesús sobre lo puro y lo impuro
causaron inquietud en muchos: Si no existían ya alimentos puros, objetos puros,
mercancías puras, entonces se podía comprar de todo tanto a los gentiles como a los
judíos. Pensé en nuestro lucrativo negocio con aceite de oleo puro en las comunidades
de la diáspora de las ciudades sirias. Pero orienté la conversación hacia otro punto:
- El Consejo Supremo de los judíos, el Sinedrio, entregó a Jesús ¿No le pudieron
soltar, sencillamente? ¿Por qué lo hicieron?
Metilio opinó que también sobre este particular había sólo sospechas: -Con toda
seguridad, muchos miembros del Sinedrio se benefician del Templo. Todos los
principales sacerdotes viven del diezmo y de otras ofrendas que se hacen al Templo,
tal como se halla prescrito en la Ley. Por eso, estaban interesados en la santidad
inviolable del Templo y de la ley. Pero Jesús adoptó una actitud crítica ante el Templo
y no se atuvo a todos los preceptos de la ley. ¿No debían temer que se disolviera la ley
y con ella la base de su existencia?
- Pero Jesús fue ejecutado por razones políticas, como pretendido Mesías.
Metilio lo confirmÓ: -Sí, es cierto. El ol'Üculo contra el Templo y la postura de
Jesús en cuestiones religiosas no representaron ningún papel ante Pilato. Pilato
condenó a Jesús como pretendientl' al trono judío y como persona que, en calidad de
tal, constituía un peligro para el dominio romano. i Esa fue la razón decisiv !
- ¡y con esta acusación le entregó el Consejo Supremo judío en poder de los romanos?
¿Por qué lo hizo?
- Los motivos del Consejo Supremo son clarísimos: El Consejo. lo mismo que toda
250
Mc 14,58.

152
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

entidad política. se halla interesada en conservar el poder. Sabe que ese poder es
limitado. Ante nosotros. los romanos. justifica su existencia únicamente porque
mejora la paz y la tranquilidad en el país: mucho mejor que si nosotros nos
encargáramos de todo. Por consiguiente. el Consejo tiene que evitar a toda costa que
se produzcan alborotos. Eso es lo que le interesa decisivamente. Pues los romanos
interpondrían inmediatamente. en cuanto la situación no estuviera ya bajo control. Si
es necesario. suprimiríamos el Consejo Supremo.251
- ¿Pero era justificado ese temor. en el caso de Jesús? ¿Era Jesús. realmente. un
agitador?
- Tal vez. Jesús era completamente inocuo. Pero su movimiento hubiera conducido
fácilmente a alborotos. Personas que habían afluido con él a Jerusalén para la
celebración de la Pascua. le aclamaron como Mesías. 252 Jesús molestó en el atrio del
Templo a los comerciantes. El despertÓ la esperanza de que ahora ten ía que ocurrir
algo decisivo. Iba a llegar el reino de Dios. ¡La situación era tensa!
- ¿Acaso no se le consideraba como persona no peligrosa? -En efecto él no era
peligroso. Peligrosa era la gran multitud que había acudido a la celebración de la
Pascua. Nosotros tenemos nuestras experiencias. Por reunirse tan gran multitud. en los
días de la Fiesta viene el prefecto con una cohorte para reforzar a los soldados que
están de servicio permanente en la ciudad. ¡No sabes la historia de aquel pedorro que
casi desencadena una guerra?253
Moví negativamente la cabeza. Metilio contó: -Cuando se reuniÓ una veZ la
multitud para celebrar en Jerusalén la fiesta de los panes ázimos y la cohorte romana
había ocupado posiciones en el techo del peristilo y en el santuario (como te dije. en
las grandes festividades. los soldados. con todos sus pertrechos. vigilan la
muchedumbre congregada, para que no se inicie una revuelta). se alzÓ un soldado.
levantÓ significativamente su ropa y volviÓ el trasero indecorosamente a los judíos:
al mismo tiempo. dejó escapar una vento<;idad. El pueblo se encolerizÓ vivamente y
exigiÓ a gritos al prekcto que castigara al soldado. Algunos jÓvenes. poco dados a
refrenarse. y otros del pueblo. que tenían ganas de insurrección. pasaron a la acción.
cogieron piedras y comenzaron a lanzarlas a los soldados, El prekcto temiÓ entonces
que todo el pueblo atacara: hizo que vinieran más soldados bien pertrechados, Cuando
éstos se esparcieron por las galerías porticadas. los judíos sintieron un miedo
i¡Tesistible: se dieron la vudta e intentaron salir del santuario y huir a la ciudad. La
violencia del gentío que se acumulÓ en las salidas fue tan grande. que se pisoteaban
unos a otros. habiendo 3000 muertos.
Una cosa así puede ocurrir siempre en las fiestas. La gente está excitada, Su arrogancia
I:S tenida a raya. sí. por los soldados. Pero la presencia de soldad\)s excita a la gente
mucho más, Sobrl: todo. cuando los soldados realizan provocaciones antisemitas. Por
eso. creo yo que el emperador debía retirar esos soldados y sustituirlos por genuinos
soldados romanos. Tales provocaciones innecesarias. como la de ese pedorro. serían
más raras.
-Pero Jesús no provocÓ a la gente de esa manera.

251
En este punto, el evangelio de Juan juzga con asombroso realismo: El Sinedrio procede contra Jesús
con el siguiente argumento: “Si le dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos vendrán y
destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación.” (Jn 11,48).
252
Véase Mc 11,1ss.
253
El siguiente incidente -expuesto según el relato de Josefo bell 2,224-227 = II,12,1 - sucedió en
tiempo del procurador Cumano (48-52 de nuestra era).

153
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

-Las alteraciones. cuando Jesús se enfrentó con los que ven


dían animales para los sacrificios y con los cambistas de dinero. fueron una
provocación, de índole. Claro está, muy distinta. Pero si por un pedorro estalla casi
una guerra. ¡qué puede surgir de una provocación dirigida contra los que comercian en
el atrio del Templo! Por eso. el Consejo Supremo de los judíos. el Sinedrio, actuó
rectamente al entregar a Jesús.
-¡Le detuvieron a continuación inmediata de sus alteraciones del orden en el atrio del
Templo?
-No. eso no habría sido prudente. Eso habría conducido a verdaderos alborotos. En
efecto, nosotros sabíamos perfectamente: Jesús. en sí. era completamente inocuo. Pero
cuando hay una multitud excitada. las consecuencias pueden ser imprevisibles. Por
eso. el Sinedrio le detuvo en medio de la noche y de la niebla. cuando él estaba solo.
en compaiHa Únicamente de sus seguidores más allegados.
-¿Cómo se supo dónde se encontraba Jesús!
-Uno de sus seguidores le traicionó por dinero.
Pregunté a Metilio: -¡Crees que Jesús es culpable"? ¡Es justo que se le haya dado
muerte"?
Metilio vaciló: -Yo creo que él era inocente. Tal vez. había ocasionado dificultades.
Pero eso no es un delito.
-¡Y quién es culpable. en opinión tuya. de la muerte de Jesús"?
Otra vez se quedó Metilio pensativo durante bastante tiempo:
-Es un error buscar culpables. Tal vez sea un error hablar incluso de culpa. La muerte
de Jesús tuvo muchas causas, Una de ellas son las tensiones entre sirios y judíos, Sin el
antisemitismo de las cohortes romanas e incluso del prefecto. las cosas habrían
transcurrido de manera muy distinta. Otra de las causas son las tensiones entre judíos y
romanos. Sin el miedo de los romanos a los alborotos mesiánicos, no se hubiera
detenido a Jesús. Otra causa más son las tensiones entre los habitantes de la ciudad y
los habitantes del campo: Tal vez el pueblo de Jerusalén hubiera pedido que se dejara
libre al otro, si no hubieran desconfiado tanto de los profetas venidos del campo que
atentan contra su santo Templo. Pero otra de las causas son las tensiones entre la
aristocracia y el pueblo sencillo: La aristocracia quiere mantener su poder. Por eso,
entrega a los romanos las personas sospechosas de provocar alborotos. Y quiere
dominar a los judíos. Por lo mismo, la aristocracia vela recelosamente sobre la ley que
sirve de fundamento a sus ingresos y a su poder. Todas estas causas vienen a concluir:
Jesús se ve aprisionado entre muchas ruedas. Fue lacerado por las tensiones que hacen
sufrir a todo el pueblo.
-¿Pero no tiene Pilato la responsabilidad principal? ¿No es él el culpable?
-Si se busca a un culpable concreto, entonces lo es Pilato. El dictó la sentencia. El
es el responsable, en sentido jurídico.
-¿Por qué le condenó? ¿Por qué no le dejó escapar como se hace con un iluso?254
254
A un loco los romanos, indudablemente. le huhieran sollado y dejado escapar. En el año 62 de
nuestra era, un profeta oriundo del campo y llamado Jesús, hijo de Ananías, causó mucho revuelo con
sus profecías de destrucción contra Jerusalén, el templo y el pueblo. La aristocracia judía le prendió, le
sometió a interrogatorio y le entregó a los romanos. Sin embargo, el procurador llegó a la conclusión de
que el profeta no era má que un demente y le soltó y le dejó escapar (Jos, bell 6,300-309 = VI,5,3). No
puede pasarse por alto el paralelo con el «caso Jesús de Nalaret». También Jesús causó revuelo con una

154
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

-Creo que Pilato tenía miedo de conflictos acabaran con él. Prefirió sobrevivir él.
-¿Crees tú que logrará lo que se propuso? ¿Crees que seguirá gobernando sin
preocupaciones?
Metilio se encogió de hombros: -En este país son posibles muchas cosas. ¡Cuántas
veces he tenido que modificar mi valoración de una situación! ¡Cuánto he tenido que ir
aprendiendo! No me atrevo ya a hacer predicciones. Ni siquiera estoy seguro de que la
cuestión de Jesús pueda darse por terminada.
-¿Pues qué va a pasar, si él está ya muerto?
-Tiene seguidores. También después de la muerte de Juan Bautista se pensó:
Ahora ha quedado la cosa despachada. Pero después apareció Jesús.
-¡.Sabes algo sobre los partidarios y seguidores de Jesús! -Se han congregado en
Jerusalén. Creen que Jesús no está
muerto. Pretenden haberle visto vivo en visiones.
-Después de la muerte del Bautista. dijeron también algunos:
Jesús es el Bautista resucitado de entre los muertos.
-Entonces la tragedia comenzaría otra vez desde el principio. Pero esos seguidores de
Jesús no creen que él haya vuelto a la vida, sino a Dios. Dios, dicen. le levant6 de
entre los muertos.
-Pero eso es absurdo.
-¿Por qué? No es mÚs absurdo que la fe en Dios que en todo instante crea d mundo de
la nada. Te confesaré: Al preguntarte sobre la creación de la nada, tenía ya en el fondo
de mi mente la cuestión acerca de Jesús. ¡.Puede suceder algo así: volver a crear a un
ser humano y hacerle salir de la muerte? ¿Se da actualmente la creación ? Pero tal vez
todas estas ideas nos conduzcan demasiado lejos. Tal vez se trate únicamente de una
reacción de testarudez de los discípulos. que no pueden aceptar la muerte de su
Maestro. O de alguna otra cosa.
La conversación con Metilio produjo en mí un resultado positivo: Espero que. con d
traslado de Metilio. no recibiré ya de los romanos mÚs misiones. En algún momento
destituirán también a Pilato. Quizás pronto. si no logra afirmarse en los pequeños y en
los grandes connictos. Y entonces seré definitivamente libre.
Muy estimado Sr. Kratzinger:
El Último capítulo contiene. segÚn el parceer de usted, secciones muy divcrsas: Por
un lado. un sobrio análisis de los posibles factores que condujeron a la ejecución de
Jesús: por otro lado. una interpretación de la fe pascual mediante la idea de la
«creación de la nada». Tienc usted razón: con todo ello no sólo pretendo exponer una
fe del pasado sino además intcrprctar esa fe para el presente.
Claro que la idea de una creación de la nada puede ya atestiguarse a pal1ir del siglo Il
a.e. Aparece por primera vez en 2 Mac 7.28. FilÓn cstá familiarizado con ella. Pablo
la da por supuesta (Rom 4,17); más aún, en 2 Cor 5.17. él interpreta verosímilmente su
«aparición» antc las puertas de Damasco con imágenes tomadas de la fe en la creación
.

profecía crítica contra el Templo. También él era oriundo del campo, no de la ciudad. También en el
caso de Jesús el proceso pasó por dos jurisdicciones.

155
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Concedo de buena gana que yo no habría podido eseribir esas secciones sobre la
creación y la resurrección. sin tener conocimiento de la «teología de la creación ». de
origen danés. En esa teología aprendí que la existencia y la no existencia. la creación y
la aniquilación en el tiempo se hallan presentes en todo momento. Giramos aquí en
torno al mismo misterio que preocupa a todos los teólogos y filósofos. que piensan en
torno a la cuestión: ¡Por qué hay algo y no nada? Este misterio lo encontramos en la fe
pascual.
Mi «exégesis narrativa» desemboca aquí en «hermenéutica narrativa». Esto quiere
decir: no me interesa la significación que una vez se ha atribuido a la fe pascual. sino
la significación que hoy podemos extraer de ella.
Le saluda cordialmente sU amigo y servidor:
Gerd Theissen

156
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

18. EL SUEÑO DEL HOMBRE

En la conversación con Metilio me di cuenta de una cosa: Cada grupo y cada


individuo procura afirmarse a costa de otros. Todos aprenden que hay que tener
consideración con los débiles. Pero en los conflictos estamos dispuestos a sacrificar a
otros en favor nuestro. Y lo hacemos por miedo de perecer nosotros mismos.
De esta opinión fue el Consejo Supremo: Era preferible que un hombre muriera a que
todo el pueblo perdiera su independencia. Sacrificaron a un solo hombre en interés de
la colectividad.255
Pilato acruaba según la misma consigna: Es mejor que muera otro que no que él vea
amenazado su propio poder. Tenía miedo de que, si no daba muerte a Jesús, no pudiera
controlar el próximo movimiento mesiánico.
El pueblo no pensaba de manera distinta: Para conservar sus propios intereses, exigió
la crucifixión de Jesús. Temía la ruina económica, si el Templo y la ciudad no se
consideraban ya como lugares santos a los que afluían peregrinos de todo el mundo.
También Barrabás había sacado provecho de esa ley. Otro había muerto en su
lugar.
Y, así, veía que todos estaban involucrados en el afún de asegurar la propia
supervivencia, a costa de los marginados y condenados.
Desde luego, en ese drama cruel me había correspondido a mí un papel secundario.
Pero el carácter secundario de mi papel descargaba poco mi conciencia. ¿No éramos
todos animales salvajes que vivíamos a costa de nuestros semejantes más débiles? Más
alin. ¡no continuáhamos entre nosotros esa Iey del devorar o ser devorados. que en la
naturakl.a observábamos casi siempre entre especies diferentes? Cada uno vive
reprimiendo a otros, Nadie puede sustraerse a esta ky. i Aunque se me demostrara mil
veces que Dios instituyÓ el mundo de esta manera. jamás me haría yo a este hecho!
Sent í asco de haber participado en el drama y aborrecimiento de seguir participando
en él. No vda escapatoria. a no ser que se cambiase el orden fundamental del universo,
Hace un poco hablaba con Metilio de ese orden. Pero ahora su idea me parecía
absurda, ¿Quién iba a llevar a cabo ese cambio? ¿Nosotros los hombres íbamos a
enmendar la plana a la creación ? ¡Habría que esperar de Dios que él hiciera una nueva
creación ?
Me había retirado a nuestra casa. Mis pensamientos se entenebrecían. Cavilaba sin
resultado alguno,
Me hallaba en este estado de ánimo cuando al atardecer tuve visita: Baruc se hallaba
ante mi puerta, No nos habíamos visto desde hacía casi medio ario. Lleg6 en el
momento oportuno. Mi actividad en favor de los romanos había tenido. al menos. un
resultado bueno: i Había recuperado a Baruc para la vida! Le había encontrado como
una ruina humana. Ahora se hallaba ante mí sano. Esta vez era yo el desorientado,
confundido y extraviado,
Nos acomodamos en el aposento de arriba. Había oscurecido,
Una lamparita de aceite nos daba luz. Baruc me contó: Me había buscado en Séforis. y
luego me había seguido en mis viajes. De casa me había traído llna carta sellada que
all í habían entregado para mí unos forasteros, Tenían todos los bienes en común. Los
255
Véase Jn 11,47-50.

157
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

hambrientos eran saciados; los tristes. consolados, Los hombres y las mujeres, los
libres y los esela\os tenían los mismos derechos.256
¡Había vuelto a caer Baruc en las redes de una secta'.' ¡.También en ese aspecto había
yo fracasado? Pero sólo escuchaba a medias. Otra cosa bien distinta absorbía mi
intenci(m. Creí conocer la caligrafía del exterior de la carta, ¡Era una carta de
Barrabás? Con gran excitación rompí el sello.
Baruc seguía hablando. Me contaba cosas y mÜs cosas. Me hablaha de las comidas
que celebraban en común. De gozo y amor. Del Espíritu de Dios. De milagros. De
curaciones. Presté atención, cuando dijo:
-Nuestra comunidad tiene su origen en Jesús de Nazaret. por quien tú antes te
interesaste.
Protesté: -¡Jesús está muerto! Ha fracasado como muchos otros profetas.
-j No! ¡ No está muerto! Fue visto después de su muerte, en forma transfigurada. 257 No
había ljuien frenase la locuacidad de Baruc.
Había recuperado una vez a Baruc para la vida. pero no para la vida de comerciante.
Yo no podía darle lo que él había buscado en la comunidad del desierto: cobijo en el
seno de una comunidad que se había sustraído de la maldad de este mundo. Y ahora
Baruc había encontrado lo que buscaba.
Propiamente debiera habenne alegrado de su entusiasmo. ¿No era un contraste con su
conducta autodestructora en el desierto? i,O era una recaída en aquel suei10 de una
vida completamente distinta. que él había soi1ado como esenio? Pero lo único que
lograba Baruc con sus palabras era que yo me hiciera más consciente de mi propia
sensibilidad herida. Todo lo que tenía que ver con Jesús. abría en mí heridas y causaba
dolores. Todo eso me recordaba únicamente que. con las mejores intenciones. puede
uno \'erse involucrado en relaciones funestas. Baruc no pod ía presentir lo que estaba
pasando en mi interior.
¿Tal vez habría encontrado Barrabás una salida? ¡Tal "CZ a él le había recuperado
para la vida! Sin preocuparme de la locuacidad de Baruc. leí la carta:
Barrabás desea a Andrés
Shalom!
Quema esla carta. en cuanto la hayas leído. ¡Qu.: nadie te la encuentre! Nadie ddll'
saher lo 4ue en ella le digo. Te eseribo prindpalmel1le para agradecerte. He oído lo
mucho que has hecho por mí. He escapado de la muerte por un pelo. El precio fue
I11U) alto. Otro murió en mi lugar. Dos de mis amigos fueron crucificados con él.
Desde entonces me pregunto: ¡.Por qué les tocó a los otros? ¡'por qué a ].:sús? ¿Por
qué no a mí?
Sé que Jeslís tiene tus simpatías. Tú ddendiste su forma apacihle de rebeliÓn y
rechazaste mi ideal de resistencia. Ahora estoy indisolublemente unido con él. Pienso
incesantemente qué significa eso para mí.
Si él ha muerlo en mi lugar. entonces yo estoy ohligado a vivir para él. Tú dirías
256
Véase las presentaciones que se hacen de la comunidad primitiva en Hech 2,42-47: 4,32-37 y Hech
1-6.
257
La tradición más antigua sobre las apariciones figura en 1 Cor 15,3-7. Pablo cita allí una tradición
que le fue trasmitida. A los testigos que allí se mencionan -Pedro y Santiago-, los conoció él
personalmente tres años después de su conversión, es decir, en los años treinta. No puede haber duda
sobre la autenticidad subjetiva de las tradiciones sobre las apariciones.

158
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

probahlemente que esto)' obligado a seguir su camino. Pero yo he llegado a otro


resultado distinto. Nuestros dos cmninos son opuestos y. no obstante. se hacen
referencia d uno al otro.
La rehelión apacible de Jesús será tomada en serio por los poderosos. únicamente si
saben que la alternativa sería la rebelión violenta que encierra riesgos imprevisibles.
Sólo en tal ocasión tienen las personas como Jesús una oportunidad. Sólo teniéndonos
a nosotros como trasfondo. pesa lo que ellos digan.
Pero también se nos aplica a nosotros: Nuestro camino duro tendr;í una oportunidad.
sólo cuando d otro camino sea viable. Nosotros podemos trastornar el orden
ee'¡ahkcido. pero con nuestros métodos no podemos lTear un orden nuevo. Corremos
peligro de ser atrapados por las consecuencias de nuestros actos de violencia: la
violencia engendra nds violencia. Una vez que hayamos logrado imponemos.
tendremos que echar mano dd perdÓn y la reconciliación.
Tenemos que andar nuestros caminos pensando los unos en los otros. Nuestros
caminos son diferentes y a menudo opuestos. Sé que Jesús no aprobaría nuestro
camino. Pero, no obstante, dependemos los unos de los otros. El camino de Jesús se
halla en peligro de perder de visla cuáI es nuestra meta.
Al final nuestros caminos convergen: mas aún, ya se han unido. Con Jesús fueron
crucificados dos de mis amigos. Son ya cosa de él, Jesús murió como Rey de los
judíos», y nuestra gente murió como personas de su séquito. Reconozco que Jesús es
superior. Pero él nos necesita a nosotros. El necesita nuestro trabajo sucio. El necesita
a los de su séquito.258
En la muerte estuvimos al lado de Jesús, cuando estaba abandonado por sus discípulos.
Si caigo otra vez en poder de los romanos y sufro d destino que sufrió Jesús, estaré
unido con él.
¡Dios sea misericordioso con todos nosotros! Tu amigo:
Barrabás
Mientras yo leía. Baruc había seguido hablando. Mi atención estaba dividida. La voz
del Iejano Barrabás me llegaba de más cerca. La voz de Baruc, de más lejos. Y, sin
embargo, esta voz era importante para mí. Pues sin la presencia de este hombre, yo me
habría entregado a una impotente desesperación. Me di cuenta en seguida: Barrabás
terminaría lo mismo que Jesús. Ni su camino ni el camino de Jesús eran viables.
También mis ideas eran ilusiones. Había soñado en reformas. Para ello había que tener
poder. Y el poder estaba en manos de los romanos. Mientras ellos estuvieran
persuadidos de que con tropas podían ahogar todo descontento. no tenían interés
alguno en que las circunstancias mejorasen. Nada era posible. Todo era absurdo. No se
podía hacer cosa alguna.
Por suerte. en ese instante yo podía hacer algo. por lo menos: quemar la carta.
Mantuve la hoja de papiro sobre la llama de la lámpara. El fuego lamía la hoja hacia
arriba. Un resplandor inquietante se esparci6 por la habitación. El rostro asustado ue
Baruc se proyectaba en una sombra que se agitó por poco tiempo. Por primera vez se
dio cuenta de que mis pensamientos estaban lejos de él.
-¿Qué estás haciendo? -me preguntó consternado.
-Quemo esta carta. En mí llameaba el asco y la repugnancia
y trasformaban en cenizas toda la fe. Me sobrevino el placer de destruirlo todo.
258
Con Jesús fueron crucificados dos “ladrones” (Mc 15,26s).

159
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

-Baruc -dije: -Algunas veces hay que quemar una carta y.


con ella, la propia fe.
-¿Qué quieres decir?
¡Qué lejos estábamos el uno del otro con nuestros pensa
mientos! Dudaba de que. aquella tarue. el diálogo puuiera acercamos.
-Baruc -dije: -No olvides por qué te expulsaron los esenios. Descubriste que era una
ilusi6n el rumor de sus tesoros. Te diste cuenta de que ese rumor servía para que las
personas se entregaran a la comunidad y renunciaran a sus bienes. ¿No ves que los
seguidores de Jesús abrigan ilusiones parecidas?
-Ninguno de nosotros afirma que posee tesoros escondidos. -Pero, en cambio. hablan
de un tesoro en el cielo. Creen en un muerto que en el cielo ha recibido el poder en
favor de ellos. Sin esa fe no moverían a nadie a entregar voluntariamente todos sus
bienes para la comunidad.
-Un viviente ha recibido para nosotros todo poder en el cielo y en la tien'a. Ahora bien.
si Dios puede vivificar a un muerto, ¿no podrÚ llenar tamhién con espíritu vivo
Nuestros corazones) capacitamos para cosas que nadie ha considerado posibles?
-¿En qué está la diferencia entre tesoros ocultos en la tierra y un mediador y
representante oculto en el cido? ¡Ambas cosas son incontrolables! ¡Ambas podrían ser
ilusión! Todo grupo necesita precisamente unas cuantas mentiras para vivir. para man-
tenerse unidos. tanto los esenios como vosotros.
-Tú dejas de ver una diferencia: Ninguno de los esenios vio los tesoros. Pero Jesús fue
visto por muchos. Muchos hallaron verdad en las palabras de ksús. A muchos se les
apareció él después de su muerte.
- ¡Y si esas apariciones fuaan imaginaciones y alucionaciones?
- ¿Por qué no iba Dios a utilizar imaginaciones y alucionaciones para hacemos llegar
un mensaje?
- ¿Qué mensaje?
- Que Dios se pone de nuevo dd lado tle kSlb. incluso después de su muerte.
- ¡No sería más acertado decir que los tliscípu\os se han puesto de nuevo del
lado de Jesús?
- ¡El Espíritu de Dios les impulsÓ a ello!
- ¡En qué reconoces tú en todo eso el Espíritu de Dios?
- Porque Dios ha actuado siempre así con nosotros. Dios
escogió sicmpre a los débiles y a los marginados. Exactamente igual que ha escogido
ahora al Crucificado.
-Dudo de que ese Espíritu de Dios se haya posesionado jamás de un grupo de
personas. Cada grupo necesita sacrificios y marginados. Con mis preguntas escépticas
¡no me e\n'ojaríais al desicrto. exactamente igual que te arrojaron a ti los esenios?
Baruc protcstó: -Nosotros no tencmos tesoros ocultos que sirvan de ceho para atraer a
las personas. En una ocasión. un matrimonio quiso mantener ocultos de hecho algunos
tesoros. Y ¡vaya lo que re..;ultó!
- ¿Qué les pasó?

160
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

- Habían ,'endido un l'ampo y supuestamente pusieron a disposición de la cOlllunidad


todo el producto de la venta. pern en realidad se guardaron la mitad. En una reunión de
la comunidad se comprobó que habían pecado contra el Espíritu de nuestra
comunidad.259
- ¡Se les perdonó?
- El juicio fue para ellos una gran conmoción, Ambos murieron en pocos minutos.
Salté con excitación y exelamé: -¿No experimentaste ya tú mismo lo que ocurre
cuando se peca contra el Espíritu santo de una comunidad? Te abandonaron para que
perecieras de hambre. E impulsáis a la muerte a dos de vuestros miembros. porque no
hicieron una cosa buena con la perfección que vosotros deséais.
- Nadie deseaba que murieran. Sucedió todo porque sí. -Baruc -exelamé-, ¡cómo
puedes pertenecer a una comunidad como ésa! ¿Se actuó según el espíritu de Jesús?
¡No comióél a menudo con recaudadores de impuestos, que constantemente
defraudaban dinero? ¿Empleó él su poder para que personas algunas se desplomaran
muertas?
Baruc. perplejo, guardó silencio.
Después dijo con voz apagada: -Quizás tienes razón. Tampoco nosotros somos
perfectos. Sin embargo, en nuestra comunidad hay mucho amor y disposición para
ayudar. ¡Por quéhablas tan duramente contra ella? ¿Quieres sacarme de esa co-
munidad?
¿Lo quería en realidad? ¿Por qué había intentado con tanto ardor herir a Baruc en su
fe? ¿Lo hice porque yo mismo estaba herido? Necesité bastante tiempo antes de
responder:
- Cuando te saqué de la comunidad de los esenios, todo era distinto. Entonces te iba
mal. Hoy soy yo el que tiene problemas, Con esc Jesús ha quedado destrozado algo en
mi interior. Yo había esperado mucho de él. También la solución de problemas
personales. Pero ahora he perdido todas las ilusiones y no desearía dejarme convencer
por nuevas ilusiones.
Para Baruc debía ser aquello bastantc incomprensible. Pero me hizo bien que él dijera:
-¡Ven con nosotros!
Moví negativamente la cabeza. -No soy adecuado para vuestra comunidad. Soy
comerciante rico. ¡Qué pinto yo en una comunidad que desprecia la adquisición de
riquezas y que es tan rigurosa con sus miembros!
Entre el entusiasmo de Baruc y mi tristeza había años luz de separación, Intentamos
aún atenuar un poco el gusto amargo de un diálogo sin comprendemos, tratando de
poncmos de acucrdo en cosas de la vida cotidiana que no tenían importancia. Nuestra
conversación se prolongó según avanzaba la noche. Por fin nos fuimos a domlir: Baruc
a una habitación de la planta baja, y yo en la planta alta. Sabía que no me dormiría
pronto. a pesar de estar muy cansadu. Durante largo tiempo estuve cun los ojos
abiertos contemplando la noche.
Sobre mí se extendía a través de un aire purísimo la bóveda estrellada. Millones de
estrellas titilaban a infinita distancia de mí. Mi vida era muy pequeña: un granitu de
polvo en la tierra. ¡.Qué era todo aquel universo? ¿Era algo distinto de una fortuita
acumulación de fango y polvo. de luz y tinieblas, de tierra y agua? Y en ese mundo
vivían diversos conjuntos de polvo y se atormentaban unos a otros en la lucha por la
259
Hech 5, Iss.

161
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

existencia, oprimiéndose recíprocamente, explotándoee. humillándose y sacri-


ficándose. Y las personas que tenían conciencia de ello. se desesperaban. Se rebelaban.
Querían evadirse. Unos se rebelaban cun violencia. y caían en el círculu maldito de la
violencia y de la contraviolencia. Otros, con sanguinarias imaginaciones. querían que
el mundo pereciera en llamas. y suscitaban así un sufrimiento mayor que el
sufrimiento por el cual el mundo merecía su destrucción. Otros se retiraban al desiertu.
edificaban un mundo contrario, querían ser santos en el ajetreo -nada santo- del
mundo. Y enviaban también al desierto sus chivos expiatorios, cuando lo creían
necesario. ¡Ni siquiera las víctimas aprendían de todo ello! ¡Ni siquicra rehusaban su
asentimiento, cuando otros se convertían en víctimas! Y tudus los que participaban en
aquel drama cruel aducían buenas razones: Unos querían conservar la paz y el sosiego:
otros querían imponer la justicia: otros. en fin. deseaban cumplir los mandamientos de
Dios. Todos tenían justificaciones. Y todos se enredaban en la lógica cruel de este
mundo.
De nuevo sentí náuseas de todu. Y volví a recordar palabras de nuestras Eserituras:
Yo volví mis ojos a todas las opresiones
que se cometen bajo el sol:
ahí están las lágrimas de los oprimidos,
y no hay quien los consuele.
La fuerza está del lado de los opresores,
y no hay quién les de su merecido.
Entonces tuve por más felices
a los muertos porque ya están muertos,
que a los vivos, porque viven todavía:
y consideré más feliz aún
al que todavía no ha existido,
porque no ha visto las infamias
que se cometen bajo el sol.
Yo vi que todo el esfuerzo
y toda la eficacia de una obra
no son más que rivalidad de unos contra otros.
También esto es vanidad y correr tras el viento.260
¿Era eso la verdad? Pero si eso era la verdad, toda la verdad. ¿por qué había que
participar en ese drama absurdo? ¿Por qué no se podía hacer huelga? ¿Por qué no
decir: No quiero esa vida? ¡Me sustraigo de ella voluntariamente! ¿No sería lógico, si
los muertos son más dichosos que los que viven todavía?
Miré mis manos y me imaginé cómo son las manos muertas. Palpé mi rostro, para
sentir cómo son las formas de una calavera muerta: esa calavera que se escondía en
mí. Traté de imaginarme cómo era un cuerpo frío y sin vida. Pero, al tocar mi cuerpo,
me di cuenta de que estaba caliente. Mi corazón latía con regularidad. Mi aliento
entraba y salía. Mis ojos veían el cielo cuajado de estrellas. Mi nariz olfateaba el olor
de arena yagua salada. Veía, oía. olía. Yo vivía. respiraba y sentía. ¿No cs un prodigio
260
Ecl 4,1-4.

162
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

el que el polvo y la tierra vivan. piensen y sientan, duden y se desesperen? ¡Cuántos


procesos se coordinaban ahora en mi cuerpo para que yo. sin dolor corporal. pudiera
experimentar aquel instante! Y por ser un instante pasajero. ¿carecería por eso de
valor?
Pensaba en Barrabás: ¡.No pensaría él más o menos lo mismo? ¿Qué pasa con este
cuerpo. que vive todavía. pero que está destinado a la ejecución? Barrabás había
recibido otra vez como regalo la vida. ¿No era eso bueno, aunque parecía tan absurdo
todo lo que había conducido a ello? ¿No era bueno recibir de nuevo en regalo la vida.
aunque este hecho hubiera tenido conexión oscura con todas las víctimas? ¡Con todas
las víctimas que, corno Jesús. habían sido trituradas por los conflictos de este mundo?
Me di cuenta: Mi vida era una porci6n de vida prestada. En mí pervivía algo de
todos los hombres. de los felices y de los desdidlados, del Jesús que iba libremente por
Galilea y de la víctima crucificada. Me pareci6 que era una obligación conservar esa
vida. ¿No era una traición desecharla? Y si mi propia vida fuera sacrificada. en los
calabozos de tos romanos o en las cuevas del terror. ¿no seguiría viviendo en todos
aquellos que rechazaban la idea de que la vida es posible únicamente a costa de otra
vida? ¡.No había en lo m<Ís hondo de mí et presentimiento de una vida que llegaba a
su plenitud, no contra los otros, sino juntamente con ellos? ¿Allá donde todos. los
felices y los desdichados. tuvieran entre sí tan íntima relación como los micmbros de
un mismo cuerpo? ¿Allá donde se cumpliera el sueño de Baruc de que todos lo
poseían todo en común?
Me dormí. Y volví a soñar aquel sueño que hace tanto tiempo me pcrscguía. Hasta
entonces había soñado únicamente fragmentos de esc sueño. Pero ahora todo él se
reunió para constituir una unidad.261
Me hallaba a la orilla del mar. Una tempestad agitaba el agua. Olas cubiertas de
espuma se precipitaban unas sobre otras y rompían estruendosamente sobre la playa.
Entonces del caos salió una figura. Pude reconocer sus contornos. Un león con la
melena chorrcando acudió a la playa. levantó las zarpas y rugió: «A mí me pertenece
la tierra. ¡A mÍ, y a ningún otro!». Miré a mi alrededor y vi muchas personas que,
aterradas, se ocultaban de la bestia. Algunas personas se quedaron paradas. Entonces
el león saltó sobre ellas. cogió a una y la destrozó con sus dientes. de forma que pronto
enmudecieron sus lastimeros gritos. Inmediatamente las otras personas se postraron y
pidieron gracia. El león. triunfante, disfrutó del homenaje de aquellas personas. En
este momento vio un grupo de personas que no se habían postrado. todas ellas. de
rodillas. Furioso rugió contra ellas. Dos personas intentaron escapar. cuando el león se
les acercaba. Pero el león las alcanzó y las mató. Había logrado ya su objetivo: Todas
las personas estaban de rodillas ante él. Ellcón se enderezó sobre sus patas traseras y
rugió: «i No soy un monstruo! i No soy un monstruo! Establezco la paz. La paz en la
tierra». Entonces desapareció su imagen.
y de nuevo me encontraba a orillas del mar embravecido. De entre las olas que se
precipitaban sobre la playa surgió otra bestia: Un oso de anchos hombros salía
pesadamente Jel agua. Corrió hacia las personas y las persiguió separándolas en dos
grupos. Un grupo recibió látigos. el otro fue encadenado. El grupo de los látigos
comenzó a empujar a las demás personas al trabajo. De vez en cuando. uno Je los
encadenados se desplomaba por agotamiento. Inmediatamente saltaba sobre él el oso y
261
Este sueño es una composición inspirada muy libremente en Dan 7. Los cuatro animales descritos en
el libro de Daniel se interpretan como referidos a los imperios de los babilonios, los medos, los persas y
los griegos. Un escrito apocalíptico judío de fines del siglo I -el llamado libro cuatro de Esdras- narra de
forma nueva ese sueño. En él termina el sueño con los romanos.

163
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

lo devoraba. Otros consiguieron librarse de sus cadenas. Trataron de llegar a la


espesura. sin que naJie los viera. Pero con rápidos pasos estaba ya junto a ellos el oso
y les dio muerte. Algunas veces se aliaron los dos grupos Je personas. ¡lITojaron los
látigos y las cadenas y trataron de huir. Pero el oso era más rápido: Con feroces gestos
llegó al grupo y organizó un baño de sangre. Entonces se alzó sobre sus patas traseras
y rugió diciendo: «Yo creo orden. orden. Un mundo lleno de orden».
Otra vez me hallaba a orillas del mar embravecido. Las olas se estrellaban rociando
las alturas. como si quisieran inundar el cielo. De ellas nació otra bestia: surgió del
mar un águila. En sus garras sostenía una bola. En ella había una cruz. una cruz
gamada. El águila extendió sus alas y cubrió con su sombra todo el país. Las personas.
llenas de pánico. se Jispersaron. Dando gritos. buscaron refugio en cuevas y fosos.
Pero no todos encontraron refugio. Algunos intentaron llegar a rastras hasta los demás
que se habían esconJido en las cuevas y en los fosos. pero fueron rechazados con
violencia. Nadie quería acogerlos. Y. así. fueron vaganJo de un lado para otro. como
desvalidos. por la llanura: mujeres. niiios. hombres. ancianos. Muy pocas veces salió
alguien de su refugio para darles cobijo. El águila estuvo planeando durante mucho
tiempo y se cernía amenazadora mente sobre los que andaban vagando. hasta que
éstos. presas del pánico. se quedaron paralizados. Entonces el águila Jejó caer su bola.
Sobre la llanura se oyó un enorme estallido. Humo negro ensombreció el cielo. Olía a
podredumbre y sangre. Cuando se hubo disipado el humo. la llanura estaba llena de
cadáveres y huesos. El águila daba chillidos diciendo: «¡Creo espacio vital! ¡Espacio
para la vida! ¡Vida en esta tierra!». Después se borró su imagen y desapareció en la
nada.
Pero todavía no habían terminado los hOlTores. El mar seguía enfureciéndose y
bramando contra la tielTa. Su agitación se detuvo. Nuevas bestias salieron a la playa.
Esta vez eran dos gigantescos pulpos que se tendieron el uno frente al otro y con sus
enormes tentáculos trataban de abarcar el mundo. En cada uno de los extremos de sus
tentáculos había dos agujeros, uno grande y otro pequeño, provistos de vigilantes.
Obligados por ellos, los hombres alTastraron dinero y lo fueron echando por los
agujeros grandes. Los pulpos lo absorbían ávidamente. Por los pequeños agujeros salía
un poco de dinero para los vigilantes. Por ese dinero empujaban con látigos a los
demás hombres para que saciaran a los pulpos. Muchas personas pasaban hambre,
muchas estaban enfermas, muchas estaban desnudas, y muchas vagaban dando vueltas
por aquel lugar extraño. Con el valor de la desesperación, los maltratados atacaban
algunas veces a los guardianes. Entonces los pulpos enviaban espadas y lanzas a los
vigilantes, y con su ayuda éstos restablecían la situación. Muchos de los rebeldes
fueron arrojados a prisión y muchos fueron ascsinados. Y siguió prestándose servicio a
los tentáculos de los pulpos. De vez en cuando ocurría que un grupo de guardianes
fuera eliminado por otro grupo. Entonces un pulpo extendía sus tentáculos para que el
otro pudiera meter los suyos en el agujero que había quedado. Las dos bestias se
encabritaban entonces la una contra la otra y se amedrentaban con gestos de amenaza.
Hicieron salir del mar muchos monstruos pequeños. En' primer lugar aparecieron
largos morros como tubos, después cabezas redondas que giraban a un lado y a otro
sobre pesados troncos. Eran dragones o tortugas gigantes que se alTas traban hacia la
tierra. Se colocaron frente a frente en dos grupos. Cada vez que una de las dos partes
se reforzaba por la llegada de una nueva tortuga gigante, la otra parte hacía lo mismo.
Cada vez había más monstruos acorazados situados frente a frente. Arrojaban fuego
por sus fauccs. En todos los tubos lIameaba fuego rojo. El fuego amenazaba consumir
la tierra. Los hombres que hasta ahora se habían escondido tras los monstruos
acorazados, fueron presa del pánico. Huyeron alocadamente en todas direcciones. Yo

164
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

aguardaba una gran catástrofe.


De repente las tinieblas ocultaron la vista. Durante un instante no se vio ni mar ni
ticrra. Ni estrellas ni luna. Ni árbolcs ni matorrales. Las quejas de los hombres habían
enmudecido, los animales habían desaparecido. Desde tierra apareció en el cielo un
resplandor. Se hizo visible una figura semejante a un hombre. Difundía en tomo suyo
luz cálida. Con esta luz volvió a ser visible la tierra maltratada. Vi a los animales en el
abismo. Estaban muertos. Los pulpos habían contraído sus tentáculos y se habían
desplomado sobre sí mismos. Los monstruos acorazados eran chatarra. Por todas
partes se alzaban los hombres. Respiraban con alivio. Y miraban esperanzados hacia la
figura que venía del cielo. Aún no podía reconoccrla. Sin embargo, me parecía
conocida. De repente caí en la cuenta: era el hombre con el que había soñado en las
cárceles de Pilato: Aquel que ya una vez me había librado de las garras de la fiera. Y
cayeron como escamas de mis ojos, cuando oí su voz:
Felices los que trabajan por la paz,
porque serán llamados hijos de Dios.
Venid, benditos de mi Padre,
y recibid en herencia el Reino,
porque tuve hambre y me disteis de comer;
tuve sed y me disteis de beber;
fui forastero y me alojasteis;
estuve desnudo y me vestisteis;
estuve enfermo y me visitasteis;
estuve en prisión y me vinisteis a ver.262
Era Jesús, un JesÜs trasformado. Lc había visto sólo una vez. desde las murallas de
Jerusalén. Entonces pendía muerto de una cruz. Pero JesÜs, ahora. irradiaba vida. paz
y libertad. ¡Había terminado el reinado de las bestias! Me desperté, feliz y confuso.
Me levanté de la cama. salí al aire libre y contemplé el mar desde el piso alto de
nucstra casa. Detrás de una blanca franja de arena se dilataba hacia el Oeste la
oscuridad que iba haciéndose cada vez más intensa, aquella oscuridad de la que habían
emergido los caóticos sueños. Ahora la oscuridad estaba tranquila y sin tensioncs.
NingÜn monstruo se arrastraba hacia la tierra. Ninguna tempestad turbaba la
superficie del mar. No había rompiente en la playa. Algo distinto aconteció. Desde la
tierra se intensificó la luz. Allá donde se habían confundido el cielo y el mar se marcó
la línea del horizonte como pálida franja. sombras de color estaban suspendidas frente
al sol, todavía invisible, allá en el Oriente. Brotaron rayos de la profundidad de la
tierra. Y entonces apareció el sol sobre las colinas y roció el mar con fulgente luz. La
ciudad reflejaba tímida la primera elaridad. Cada' vez se dibujaban más nítidas las
casas entre la penumbra de las calles: el Templo y la sinagoga. las casas de los judíos y
de los gentiles. Todo quedó inmerso en la luz que despertaba. El sol salió sobre los
buenos y los malos. sobre los justos y los injustos. En mí sentí elaridad y calor.
Habían quedado vencidos los monstruos caóticos de la noche. Había pasado la
angustia ante la dureza de la vida. En mi interior había terminado el dominio de las
bestias. Se me había aparecido el verdadero Hombre. Y en él había reconocido los
rasgos de Jesús. El me había devuelto a la ticrra. La tierra no se había hecho mejor
262
Mt 5,9 y 25,34-36.

165
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

desde ayer. Lo mismo que ayer. continuaría en ella la lucha por las oportunidades de
vivir. Pero esa lucha no lo era todo. Esa lucha no tenía por qué dominar todo mi hacer
y sentir. Concerté un nuevo pacto con la vida.
Sentí claramente cómo me llegaba una voz que salía de todas las cosas. una voz que
me ofrecía esta alianza con la vida: Nunca más maldeciría yo la tierra. nunca más
renegaría de la vida. Nunca más me dejaría subyugar por las bestias del abismo.
Escuché la voz, y se identificaba con la voz de Jesús. Yo tenía la certidumbre:
Adondequiera que fucre. esa voz me acompañaría. En ningún lugar podría yo
sustraerme a ella. Y yo respondí y oré:
Señor, tú me sondeas y me conoces:
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares;
no ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa;
es sublime, y no lo abarco.
¿A dónde iré lejos de tu aliento,
a dónde escaparé de tu mirada?
Si escalo al cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
si vuelvo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.
Si digo: “Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga en torno a mí”,
ni la tiniebla es oscura para tí,
la noche es clara como el día.
Tus has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras.263

263
Sal 139, 1-14 (segú la traducción litúrgica oficial).

166
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Durante mucho tiempo permanecí así de pie en nuestra casa. y dejé que resonara en mi
interior el sueño acerca del Hombre. El reinado de las hestias no podía durar
eternamente. De algún modo h:ndría que aparecer el Hombre. el verdadero Hombre. Y
todos reconocerían en él los rasgos de Jesús.
Después me dirigí a la hahitación de la planta baja y desperté a Baruc. Tomamos
juntos el desayuno. compartimos el pan, bebimos de la misma copa y nos alegramos
de estar en comunión.
Y, como es lógico, tengo que darle también a usted las gral:iae. estimado Sr.
Kratzinger. Mientras yo ponía por cSl:rito el fruto de mi imaginación narradora, usted
me ha confrontado incesantemente con la rigurosa mente cientítil:a de un investigador
histórko-crítico. Usted ha insistido inl:csantcmente en que no wnfundiera lo histórico y
la ticciótl. la literatura y la verdad. En este sentido me atrevo a revelar al Iector, al
final de mi obra, que también usted es producto de mi imaginación, y un buen ejemplo
de las figuras de fil:l:ión pueden encarnar también la verdad.
¡Adiós!
Su afectivísimo servidor y amigo:
Gerd Theissen

167
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

APÉNDICE
Las fuentes más importantes sobre Jesús y su época
I. LOS EVANGELIOS Y SUS FUENTES
a) El E\,(/Ilgelio de !vIarco.\" es el más antiguo. Sirvió de fuente a Mt y a Le.
Apareció a comienzos de la Guerra Judía (66-70 de nuestra era) o poco después de
terminada ésta, porque en 13, I ss combina la profecía sobre la destrucción del Templo
con la profecía sobre acontecimientos de la guerra. Se discute cuál fue su lugar de
aparición. La antigua tradición de la Iglesia afinna que apareció en Roma. A mi
parecer. el evangelio procede más bien de Siria, y concretamente de aquel ambiente
cristiano del que depende también Pablo. Propugna, lo mismo que Pablo. la pureza de
todos los alimentos (7.18ss). cita palabras comparables de la institución de la Cena
(14.22-24): designa al Mensaje. lo mismo que Pablo, como «euaggelion» (1, 1).
recogiendo aeí claramente una manera anterior de expresarse. pero es independiente
teológicamente de Pablo. Procede seguramente de comunidades en las que ,<Juan
Marcos» tenía tanto prestigio. que podía atribuírsele un evangelio. aunque él no fue
apóstol. Juan Marcos trabajó sobre todo en Oriente (véase Hech 12.12: 12,25:
13.5) y, juntamente con Bernabé. pertenece a aquel ambiente cristiano del que
procedía Pablo. pero del cual éste se separó (véase Hech 15,37; Gál 2, Ilss). La
comunidad del EvMe debió de tener una gran proporción de paganocristianos: se
explican las costumbres judías (7,3): un centurión pagano es el primero que expresa la
confesión de que Jesús es el «Hijo de Dios» (15,39).
b) La Fllellte de logia (= fuente de sentencias; en abreviatura Q) fue reconstruida a
base de los evangelios de Mt y Le. Estos dos evangelios, además del material de
Marcos común para ellos. tienen una serie de palabras de Jesús que coinciden tan
sorprendentemente por su texto y sucesión, que debemos aceptar una fuente eserita
común o -lo que es inverosímil- una tradición oral común sólidamente fijada. Lo
primero es. a mi parecer, más verosímil. Como el trasfondo lingüístico de las palabras
es arameo, la fuente habría surgido probablemente en el espacio siropalestinense de
lengua aramea. Retleja un estado en que el cristianismo no se había desligado aún del
judaísmo. Todas las palabras se entienden dirigidas a Israel. Esta colección de palabras
de Jesús apareció antes de la Guerra Judía. Se espera la venida de Jesús como Hijo del
hombre en un mundo en paz (Lc 17,26ss). En vez de profetizarse la destrucción del
Templo. se vaticina que (Dios) «lo abandonará» (Lc 13.34s; Mt 23.37ss). Por otro
lado. la historia de las tentaciones. que -juntamente con la historia del centurión de
Cafamaún- son las únicas narraciones que hay en Q, presuponen la autodivinización
de Gayo Calígula (37-41 de nuestra era): él es el dominador del mundo. contrario a
Dios, y que exigía que se hincara la rodilla ante él. La Fuente de logia podría haber
aparecido entre los años 40 y 65. Como no se contempla aún la misión entre los
gentiles. reconocida oficialmente en el Concilio apostólico (aproximadamente. 46/48),
sería posible datar esta Fuente a comienzos de este período.
c) El El'l/llgelio de Malco apareció con bastante seguridad en Siria. Supone que la
fama de Jesús se extiende hasta (,Siria» (4.24). Parece que el autor contempla
Palestina desde el (Nord?) Este: Judea queda para él «al otro lado del Jordán» (19.1).
El Templo está destruido, como vemos por la interpolación de Mt
(22,7) en la parábola del gran banquete. El evangelio surgió después del EvMe, pero
debió de utilizarse ya en Antioquía (de Siria) Hacia el año 110: Él obispo Ignacio. que
procede de Antioquía, lo cita ya. Por consiguiente. debió de aparecer entre el año 80 y

168
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

el año 100. El evangelista eseribe para una comunidad con tradición judeocristiana.
Algunos fragmentos que él contiene. y que no aparecen en Me ni en Q, es decir. que
son su «material especial». tienen impronta judeocristiana. Por ejemplo, en Mt 5,17-19
se afirma la validez eterna de la Torá. Estas comunidades judeocristianas se abrieron a
la misión entre los gentiles, pero sin seguir -como Pablo- el camino de la crítica a la
Torá. La apertura hacia los gentiles se observa en la estructura del libro: Jesús durante
su vida terrena. rechaza la misión entre los gentiles (10.6). Pero. como Señor
resucitado. envía sus discípulos a todas las naciones (Mt 28.18ss). Es difícil que el
apóstol Mateo sea el autor. Este apóstol debía de ser ya muy anciano. Cuando existían
ya varios evangelios, se procedió quizás a atribuir los evangelios, para diferenciarlos,
a diferentes autores. En los sectores en que esto ocurrió, el EvMt fue el predilecto
entre los evangelios sinópticos (Mt, Me. Lc). Unicamente este evangelio, juntamente
con el evangelio de Juan, se atribuyeron a apóstoles.
d) El El'Ongelio de L/leas es difícil que proceda del Oriente. Para el autor. el viento
cálido que sopla del desierto no es, como en Palestina, el «viento del Este», sino el
«viento del Sur», como en todos los territorios de la cuenca del Mediterráneo que
quedaban al Oeste de Palestina (véase Lc 12,55). Yerosímilmente, el autor viajó
mucho. Un relato de viaje, que aparece en los Hechos de los Apóstoles. y que está
escrito en primera persona del plural, comienza en Asia Menor (l6.lls) y conduce a
Roma pasando por Jerusalén. El autor conoce asombrosamente bien el Templo. Es
posible que alguna vez, viniendo de Cesarea (y atravesando Samaría) haya viajado a
Jerusalén. De esta manera se explicaría su actitud positiva ante Samaría (véase 9,51
ss;1O,30ss; 17 .11 ss). Es difícil imaginarse que fuera compañero de Pablo, teniendo
en cuenta la imagen que nos traza de Pablo. Pero tampoco es completamente
imposible. Se discute cuándo apareció este evangelio. Es seguro que conocc ya la
destrucción de Jerusalén. Esta se vaticina en Lc 21,20-24 con más detalles que en
todos los demás evangelios. El autor se siente profundamente afectado por la suerte de
la ciudad: En este evangelio Jesús llora sobre Jerusalén (19.41) Y pide a las mujeres de
Jerusalén que lloren sobre su propio destino (23,27ss). Esto nos sugiere que el
evangelio se eseribió en fecha no muy alejada del año 70 de nuestra era. Debió de
eseribirse en el mismo período que el EvMt (80-100). Mientras que el EvMt representa
un ambiente judeocristiano que se ha abiel10 a los gentiles, el EvLc es un escrito
dirigido a comunidades paganocristianas que recuerdan su origen judío.
e) Las Tradiciones presinóptieas (se denominan sinópticos a los tres primeros
evangelios): Lc 1,1-3 Y Papías, obispo de Asia Menor (de comienzos del siglo 11),
atestiguan la existencia de una tradición ural sobre Jesús. Los evangelios fijaron por
escrito esa tradición oral. en la medida en que no deben su origen a fuentes eseritas
(Me; Q). Hay que investigar cada una de esas tradiciones, en lo que se refiere a su
antigüedad, origen e interés. Vamos a mencionar algunos argumentos que nos
persuaden de que no podemos negar trasfondo histórico a las tradiciones sobre Jesús. '
1) Sobre la posibilidad de localizar las tradiciones sobre Jesús: Muchas tradiciones
acerca de Jesús llevan el sello de un ambiente palestinense. Mencionemos los
siguientes ejemplos de un colorido local palestinense: Se puede hablar únicamente de
un «Bautista en el desiel10» (Me 1,5) cuando se sabe que el Jordán tluye directamente
por el desierto. De 10 contrario, es difícil imaginarse cómo se puede bautizar en el
"desierto». La historia de la mujer sirofenicia presupone que se conocen las
circunstancias reinantes en la región limítrofe entre Galilea y Tiro: Las ásperas
palabras acerca de los perros (= gentiles) a los que no se debe echar el pan de los hijos

169
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

(= judíos) (Me 7.17). se comprenden mejor si se tiene en cuenta que los judíos de
Galilea abastecían de pan a la rica ciudad de Tiro.
2) Sobre la posibilidad de datar las tradiciones sobre Jesús: Muchas tradiciones acerca
de Jesús se pueden datar en años anteriores a las fuentes eseritas más antiguas que
poseemos. La palabra snbre la «caiia sacudida por el viento» (Mt 11.7) supondría una
representación en una moneda acuñada por Herodes Antipas en los años 19120 de
nuestra era. acuñación que no volvió ya nunca a repetirse. La historia de la Pasión
según Marcos presupone oyentes que sabían perfectamente quiénes eran Alejandro y
Rufo (Me 15,21). Y que conocían también cuáles eran las relaciones famil ¡ares de la
segunda María mencionada en Me 15.40. ¿Es presentada como madre de Santiago y
de José, o únicamente como madre de Santiago? Los oyentes sabían también
perfectamente en qué «alboroto» había sido apresado Barrabás (Me 15(6).
3) Los tradentes de las palabras de Jesús eran, en parte, misioneros y predicadores
itinerantes que continuaban el estilo de vida de Jesús, que no tenía domicilio fijo. Nos
han conservado los madamientos radicales de Jesús según su espíritu: Tan sólo como
predicadores itinerantes lo mismo que Jesús, que no tenía domicilio ni bienes ni
familia, podían ellos representar y transmitir de manera creíble esoe mandamientos,
sin tener que acomodarlos a lae necesidades de una vida «burguesa». Por otro lado, las
necesidades y exigencias de las comunidades locales han dejado mucho menos de lo
que se suponía su impronta en las tradiciones sobre Jesús: En ninguna pal1e se
legitima mediante una palabra de Jesús a las autoridades locales (presbíteros.
epíscopos y diáconos). En ninguna parte se exige, con palabras del Jesús terreno. e!
bautismo como «rito de ingreso» en la comunidad. En ninguna parte se rechaza la
circuncisión como condición para el ingreso de los gentiles.
4) La congruencia interna de la tradición sobre Jeeús. Debemos suponer que las
tradiciones sobre Jesús procedentes de Q y Me. del material especial de Mateo y del
material especial de Lucas y del Evangelio de Tomás llegan por diferentes conductos
de tradición. No obstante. arrojan una imagen armÓnica. Esto se aplica también a las
fOllmls de lenguaje empleadas por Jesús. Puesto que en cada una de las formas
sinÓpticas en que aparecen las palabras de Jesús, encontramos casi siempre una ()
varias palabras de Jesús que se demuestran que son «auténticas». tenemos bastante
certeza ue que esas formas de lenguaje en que se transmiten lae palabras de Jesús
fueron utilizadas por Jesús mismo, es decir, que Jesús mismo habló con palabras de
advertencia. proverbios. bienaventuranzas. ayes y parábolas (etc.). En ninguna otra
parte se da esta asociación de palabras sapienciales. poesía y profecía. Esta asociación
es característica y ofrece una imagen congruente y armónica.
S) El Eml/gelio de JlIlIl/ se aparta tanto ue los otros tres evangelios no sólo en el estilo
de las palabras de Jesús sino también en la presentación de su actividau, que en él no
tenemos ya la imagen de Jesús difunuida universalmente sino la imagen. intensamente
estilizaua. de un círculo especial. Por ejemplo. se suponen conocidas las narraciones
sinÓpticas (así. la detención del Bautista lJ.241 o la elección de los Doce l6.70]). y
posiblemente se dan por sabiuos evangelios enteros (¿el EvLc?). El «círculo de!
nosotros» (1.14ss; 21.24). que habla en primera persona del plural al comienzo y al
final del evangelio, se propone conducir a la comuniuad a una comprensión honda de
Jesús: Jesús es presentado como el Enviado preexistente. que viene del Padre y regresa
a él. El EvJn apareció hacia fines del siglo l o comienzos del siglo n. En la primera
mitad del siglo [1 era ya conocido en Egipto. como lo demuestra un papiro (P 52). Se
presupone la muerte de Pedro (año 64) (véase 21.18s). A Pedro le sobrevivió durante
mucho tiempo un «discípulo» de1 que se había esparcido el rumor de que él no iba a

170
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

morir antes de que viniese Jesús por segunda vez. Pero también él murió (21.2023).
Todo esto apunta hacia fines del siglo 1. Es difícil averiguar cuál fue el lugar en que
apareció este evangelio: la tradición de la Iglesia antigua menciona la ciudad de Efeso.
Pero es difícil imaginarse que en esa ciudad costera se hable del <<lago» de Galilea
lIamándole «mar» (Jn 6,16ss; 21.1 ss). Muchos sugieren Siria como región en donde
apareció el EvJn. Por la aceptación positiva del mensaje en Samaría, podría haber una
relación con la misión en Samaría. Pero esto pertenece a la prehistoria del EvJn.
II. JOSEFO
Josefo es la fuente más importante para conocer la historia contemporánea de
Palestina. Nació en Jerusalén el año 37/38, estuvo en Roma durante los años 64 a 66.
después de su regreso acaudilló como gobernador militar de Galilea la insurrección
judía en el Norte de Palestina, y cayó prisionero de los romanos el año 67. Fue tratado
benignamente. porque profetizó al general romano Vespasiano que llegaría a ser
emperador. Cuando Vespasiano llegó luego a ser realmente emperador. Josefo
recobrósu libertad. Sus escritos más importantes son:
a) El be/llllll /lIdaielIlI/ (= bell.) o «Guerra Judía», una historia de la insurrección judía
desde los años 66 al 70. publicada por vez primera en el año 73. Contiene también una
exposición de la historia judía a partir del siglo II a.e. La obra pretende demostrar que
es absurdo oponerse al imperio universal de los romanos. En el I>e/lllll/ /lIdaielIlIl se
menciona a Pilato. pero no a Jesús. Se comprende el silencio en torno a Jesús y los
cristianos: Los cristianos fueron perseguidos en Roma, en el año 66. por ser
supuestamente incendiarios. Josefo guarda también silencio ampliamente sobre los
movimientos mesiánicos en Palestina.
b) Las antiqllitates /lIdaicarll111 (= an1.) o «Las Antigüedades Judaicas» son una
historia de los judíos, aparecida en los años 90 del siglo I. que comienza con la
creación y termina antes de la Guerra Judía. Un fragmento sobre Jesús (allt l8.63s)
fue interpolado por copistas cristianos de Josefo o bien (lo que es más probable) fue
refundido en sentido cristiano. Josefo menciona en allt 20.200 que <dacobo. el
hermano de Jesús llamado el Cristo». fue ejecutado en Jerusalén el año 62. Es una
mención de Jesús nada sospechosa y tanto más fidedigna por cuanto Josefo. en su
calidad de jerosolimitano. podía atestiguar de manera fidedigna la ejecución de Jacobo
(o Santiago).
c) La l'ifll o «Biografía de Josefo» contiene sólo un breve esbozo de la juventud de
Josefo e informa principalmente de la actividad del mismo como gobernador militar de
Galilea durante la Guerra Judía. En esta obra se defiende contra acusaciones. Este
escrito es interesante porque gracias a él obtenemos noticias de primera mano sobre la
Galilea del siglo I de nuestra era. Es verdad que tales noticias proceden de unos 40
años después de la muerte de Jesús. Pero muchas de las realidades expuestas debieron
ya de tener vigencia en tiempo de Jesús.
d) El escrito colltra Apiollelll (contra Apión) defiende al judaísmo contra los
ataques propalados por un tal Apión.
El valor histórico de Josefo como fuente es diverso según sean las fuentes de que él
dispone. Cuando fue testigo ocular y
contemporáneo de los acontecimientos, sus informes suelen ser de primera mano.
Muchos de sus datos han sido contirmados mediante exeavaciones (por ejemplo, en
Masada). Claro está que, para la época anterior a él, Josefo dependió de fuentes. Sobre
todo las alltiljllitates contienen valiosas informaciones sobre conflictos en tiempo de

171
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

Pilato. que encajan muy bien con lo que sobre Pilato sabemos por otras fuentes (Filón,
el Nuevo Testamento, monedas y una inseripción). Ahora bien. hay que contar
siempre con que en Josefo hay cierta tendencia pro romana (en el belllllll esa
tendencia es más marcada que en las antiljllitates). Como Josefo se lee con mucho
interés, debemos recomendar su lectura. Sus obras son el mejor comentario de los
evangelios sinópticos.
III. FILÓN
Filón fue un teólogo y filósofo judío muy culto, que vivió en Alejandría.
aproximadamente del año 15/10 a.e. al año 40 d.e. Eseribió profundos comentarios del
Antiguo Testamento. en los que él quiere ver retlejadas en la Biblia las ideas
filosÓficas de la cultura antigua. Pero Filón tuvo también actividad política: Encabezó
una embajada de los judíos alejandrinos al emperador Gayo Cal ígula en el año 40 de
nuestra era. para hacer algo contra los ataques de que eran objeto los judíos en
Alejandría. Sobre esta embajada compuso Filón un escrito sumamente interesante. la
Legatio ac! GaiulII (Embajada a Gayo). A Filón le debemos. además de interesantes
noticias sobre los esenios. una importante información sohre Pilato. Filón no menciona
a Jesús. pero sí dice que. en tiempo de Pilato. hubo ejecuciones injustas (entre las
cuales él ineluiría la ejecución de Jesús. si tuviera noticia de ella). Su silencio sobre
Jesús no es muy signiticativo. Josefo guarda también silencio. por ejemplo. sobre Juan
Bautista.
IV. LOS ESCRITOS DE QUMRÁN
En 1947 se encontraron en unas cuevas situadas junto al Mar Muerto unos manuseritos
«<rollos») antiguos con escritos procedentes de una colonia excavada posteriormente.
junto a Qumrán. Se trata de una colonia de los llamados «esenios), (verosímilmente =
«piadosos'»' que constituían allá en el desierto una comunidad de vida monástica. Los
escritos se citan por el número asignado a las cuevas. la mayúscula Q (= QumrÜn) y
las iniciales del libro de que se trate:
a) I QS es la Regla de la Comunidad de QumrÜn. hallada en la cueva primera.
Contiene normas muy rigurosas para la admisión de miembros en la Comunidad. y
diversos castigos que llegan hasta la expulsión. La Comunidad de Qumr<Ín se
consideraba a sí misma corno «Templo» de Dios. El ideal era ser siempre tan santos
como si se estuviera constantemente en el Templo en la cercanía inmediata de Dios.
b) I QM es el Manuserito de la Guerra (de la mi//¡anu; = guerra). hallado en la cueva
primera. Deseribe el sueño de una gran guerra. en la que los moradores de Qumrán.
protegidos por Dios y por sus ángeles. han de luchar contra los romanos y Satanás.
c) CD (= ElIiro Doculllents) designa al llamado Documento de Damasco. que fue
descubierto ya en una sinagoga de El Cairo antes de los descubrimientos de Qumrán.
Contiene principalmente normas de vida para los esenios que no vivían en Qumrán y
que no estaban sometidos a reglas tan severas.
d) 1 QpHab es un comentario dd profeta Habacuc hallado en la cueva primera «<p»
significa «péser» = interpretación). Por el Comentario de Habacuc nos enteramos de
algo acerca del Maestro de Justicia. que fundó la comunidad de Qumrán en el siglo 11
a.e.
Los escritos de Qumrán no mencionan en ninguna parte a Jesús ni a los cristianos
(como tampoco mencionan. por ejemplo. a Herodes y a sus hijos o a Pilato). Pero son
importantes para la investigación acerca de Jesús por ofrecer un contraste con la
predicación de Jesús: Lo mismo que en Qumrán. Jesús da mayor rigor a varios

172
Theissen, Gerd. La sombra del Galileo. Ediciones Sígueme, Salamanca, 2004

mandamientos judíos. Pero Jesús. con ese mayor rigor, une su predicación sobre la
gracia de Dios. que se vuelve benignamente hacia el pecador. Por el contrario, en los
escritos de Qumrán hallamos un rigor más lineal en la interpretación de la Ley.
V. TÁCITO
El historiador romano Tácito nació aproximadamente en d año 55/56 y vivió hasta
entrado el siglo 11. En sus Historias nos infonna también sobre la insurección
judía. Sus observacioncs generales sobre los judíos son muy importantes para el
enjuiciamiento de los judíos en el siglo 1. En los Alla/es nos informa sobre los
«cristianos» con ocasión del incendio de Roma, que tuvo lugar en el año 66: «El
hombre de quien se deriva este nombre, Cristo. fue ejecutado durante el reinado de
Tiberio por orden del procurador Poncio Pilato; y la perniciosa superstición.
sofocada por el momento, volvió a difundirse no sólo en Judea, país de origen de
ese mal, sino también en Roma. adonde confluyen y se celebran todas las
abominaciones y atrocidades procedentes de todo el mundo» (al/II. XV...+4.3).

173

También podría gustarte