Visión Integral de La Sexualidad

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 11

VISIÓN INTEGRAL DE LA SEXUALIDAD

(Fragmento del libro: El don de la sexualidad de Luis Valdes)

Cuando comento ante un grupo grande de personas que imparto Talleres de


Sexualidad, inmediatamente surgen risas y preguntas como las siguientes: ¿qué tareas dejas
para la casa?; ¿si no sale bien la tarea, la tenemos que repetir? Esta reacción espontánea
refleja lo que un buen número de personas se imaginan al oír la palabra sexualidad. Por
sexualidad entienden lo genital, lo que tiene que ver con los órganos reproductores, lo que
tiene que ver con el coito o la relación genital.
Si un extraterrestre visitara la tierra y quisiera conocer nuestra sexualidad, más de
alguno le recomendaría que comprara algunos libros. Ya en la librería al ver títulos como
estos, "Mil formas de hacer el amor"; "¿Cómo curar la impotencia y la frigidez?";
"Remedios para la eyaculación precoz"; "Sea eficiente en la cama"; etcétera., con toda
seguridad pensaría que la sexualidad para los terrícolas es muy problemática y difícil.
También es una realidad que muchas personas, debido a la educación recibida,
viven la sexualidad con algún sentimiento de culpa y recuerdan experiencias que les sería
vergonzoso comentar. Si son personas que creen en Dios relacionan con frecuencia la
sexualidad con el pecado, con algo sucio o vergonzoso.
Este libro quiere ayudar para que, con la teoría y los ejercicios, la persona pueda ver
su sexualidad de manera más amplia (no reducida a lo genital) y más positiva (no verla
como una carga y como pecado).

Definición integral de sexualidad

Antes que nada quiero decir lo que pienso sobre la definición de la sexualidad. Creo
que no existe una definición única sino que existen muchas definiciones. El médico tiene su
perspectiva y define la sexualidad en términos del funcionamiento del cuerpo humano. El
psicólogo, el moralista, el sociólogo y los demás profesionistas hacen lo mismo desde su
campo de estudio. Además, no es lo mismo hablar de sexualidad en un país de África que
en el nuestro. Es difícil pretender dar una definición única, aceptada por todos los
profesionistas y por todas las culturas y razas.
Mi definición está elaborada desde el contexto de la psicología humanista y más en
particular, desde el Enfoque Centrado en la Persona. Como su nombre lo dice, este enfoque,
en una relación de ayuda terapéutica, se centra no tanto en el problema que presenta la
persona sino en el conjunto de la persona. El supuesto es que la persona es más que los
problemas que tiene y que, además, cuenta con recursos que todavía no ha puesto en juego
pero que, si los usa, crecerá por ella misma.
Sexualidad es una energía, una fuerza positiva capaz de generar vida, plenitud y
realización. La sexualidad colabora para el desarrollo de la persona, ya que posee una gran
riqueza de elementos. Posee un dinamismo hacia una conducta positiva que da vida aunque
atraviesa, como todo proceso, por distintas etapas en donde hay claridades y oscuridades,
avances y retrocesos.

La sexualidad no puede verse aisladamente sino en el conjunto de la persona, ya que


tiene que ver con el género, la procreación, la afectividad, el amor, lo espiritual, el placer, y
otras dimensiones importantes de la vida. La sexualidad se vive desde antes de nacer hasta
la muerte, y esto nos habla de que es una realidad permanente que atraviesa toda la vida.
Podemos decir que todo en la persona es sexual, pero la sexualidad no es todo. Es
decir, la sexualidad tiene que ver con la manera de hablar, de pensar, de expresarse, de
caminar, de sentarse, de sentir, etcétera. Está presente todo el tiempo en la vida de la gente,
especialmente cuando la persona entra en relación con otros. Y siendo tan importante, no es
lo único en la vida de la persona, pues además existe el quehacer profesional, el esfuerzo
por ganarse la vida, etcétera.
Puse en cursivas la frase de arriba para subrayar la importancia y la fuerza real de la
sexualidad y, a la vez, su carácter no absoluto en la vida de cada persona. Se trata de darle
su importancia pero sin caer en exageraciones.
Entre todos los aspectos de la sexualidad la afectividad tiene un peso muy particular
ya que está acompañada por innumerables sensaciones y emociones de toda índole que
tienen una fuerte incidencia en la persona. Al atender la dimensión afectiva se favorece que
la persona sea consciente de todas sus emociones y, así, pueda manejarlas y comprender su
significado.
Finalmente quiero hacer una distinción que me parece fundamental. Por sexualidad
entiendo el conjunto de elementos mencionados arriba que forman la persona: la identidad,
la procreación, la afectividad, la sociabilidad, el amor, lo espiritual. La genitalidad se
refiere solamente a la procreación y a los órganos que tienen que ver con ella.

La Maduración Sexual

La palabra madurez tiene muchos significados y de entre ellos quiero proponer el de


Federico Perls (1976, pág. 40), uno de los fundadores de la terapia Gestalt. Dice que
"madurar es la trascendencia del soporte ambiental al autosoporte". El bebé necesita el
soporte de su madre y de otras personas para sobrevivir y desarrollarse. De grande ya puede
valerse por sí mismo y se puede hablar de maduración. Este mismo proceso se puede
aplicar a la dimensión psicoafectiva de la sexualidad, en la cual la persona necesita, al
principio, ser ayudada por los demás y recibir de ellos valoración y aprecio, para ir, poco a
poco, autoapreciándose y autovalorándose; entonces, se puede hablar de maduración.
Este proceso de pasar del apoyo de los demás (y del apoyo ambiental) al autoapoyo
incluye momentos difíciles y de satisfacción, altas y bajas, aciertos y errores. Sería un
engaño pensar en un proceso en donde sólo apareciera lo bueno, lo cierto, lo claro.
La maduración también es revisar el modelo de sexualidad que trata de imponer la
sociedad, criticarlo y hacer propio un modelo que construya a la persona y a los demás.
Como se verá después, la ganancia de seguir el modelo impuesto por la sociedad es tener la
etiqueta de "gente normal". Madurar significa saberse lo suficientemente seguro y valioso
para contrarrestar la fuerza de dicha imposición y llegar a ser libre, responsable consigo y
con la sociedad. Por ejemplo, no depender de los comentarios machistas de los compañeros
o compañeras de trabajo y evitar usar a la mujer como trofeo individual. La maduración
significa detectar los cambios que se dan con el paso del tiempo y no vivir toda la vida con
el tipo de sexualidad propia de la adolescencia.
En la psicología humanista, el Enfoque Centrado en la Persona afirma que la
persona tiene una tendencia natural hacia el desarrollo. La persona se parece a las semillas
que poseen en su interior una tendencia a desarrollarse en una planta o un árbol y que si esa
semilla encuentra un ambiente favorable, por sí misma, logrará su desarrollo. Si se acepta
que en la persona existe esta tendencia positiva y aplicamos esta convicción al campo de la
sexualidad, entonces habrá una valoración positiva de la misma, reconoceremos en la
sexualidad una tendencia hacia el desarrollo de la persona y de los demás.
Muchos adultos que educan en la sexualidad a los hijos, tienen miedo de que éstos
hagan mal uso de ella y, por decirlo así, les "retiran" la responsabilidad, les "confiscan" la
confianza y en cambio los llenan de mandamientos y prohibiciones. No les ayudan a tener
confianza en ellos mismos y en su capacidad para aprender y, en un caso dado, corregir
equivocaciones. Así, los hijos van poniendo la valoración, no en sus capacidades y
potencialidades, sino en la opinión de los adultos y viven en una dependencia constante.
Aprenden a desconfiar de ellos mismos, lo cual los pone en situación más cercana al
fracaso.
Por todo esto, el Enfoque Centrado en la Persona favorece la confianza en la
persona, en su capacidad de aprendizaje y se empeña en lograr la meta de la independencia
responsable.
Aunque no pertenece a esta escuela psicológica, ilumina mucho lo que dice Covey
(1989, pág. 57-59) sobre el continuum de la madurez: "la dependencia es el paradigma del
tú (tú cuidas de mí, yo te culpo a ti por los resultados), la independencia es el paradigma del
yo (yo me basto a mí mismo, yo lo hago...), la interdependencia es el paradigma del
nosotros (nosotros podemos cooperar, nosotros podemos dar vida)". Dice también que "la
sociedad invita a la independencia" ya que es una sociedad individualista. Pero para que sea
auténtico el proceso debe llegar a la interdependencia. Más adelante afirma: "Si soy
afectivamente interdependiente, obtengo dentro de mí mismo una gran sensación de valía,
pero también reconozco mi necesidad de amor, de darlo y recibirlo. Si soy intelectualmente
interdependiente comprendo que necesito mis propios pensamientos con los mejores
pensamientos de otras personas".
Yo añado que si soy sexualmente interdependiente sé que mi sexualidad me da
muchas satisfacciones y que necesito entregarme y salir de mí mismo en la relación con el
otro. Finalmente la interdependencia sólo está al alcance de las personas independientes.
Las dependientes no tienen el carácter para hacerlo, no son lo bastante dueñas de sí mismas.
En esta interdependencia es donde entra la responsabilidad de la libertad. No hay
persona que por sí misma, aislada, pueda lograr su desarrollo y realización. Necesita de la
relación interpersonal y comprometerse en ella.
Este proceso de avanzar hacia la maduración no se logra en la soledad, sino en
relaciones interpersonales que proporcionan encuentros íntimos seguros, en donde se vive
la congruencia, la aceptación, la comprensión empática, el derecho de sentir uno mismo sus
propios sentimientos, y todo esto sin ser condenado o juzgado. El Enfoque Centrado en la
Persona constantemente habla de la riqueza que puede proporcionar la relación
interpersonal acompañada de la autovaloración. Es un proceso de socialización pero
diferente, en el cual el centro es la persona misma y no tanto la ley o la institución familiar.
El madurar en la sexualidad implica un proceso con dos características: paulatino e
integral.

PAULATINO.
En la mayor parte de la naturaleza el ritmo de desarrollo es lento y constante.
Muchos árboles dan fruto después de varios años de haber sido plantados, y después las
cosechas son anuales. La persona tiene también un ritmo de desarrollo y maduración que
suele ser constante pero no rápido. La vida del hombre transcurre poco a poco, y aunque
hay algunas etapas más intensas no por ello se vive más rápido. La maduración de la
sexualidad también es paulatina, es decir, poco a poco se va nutriendo de experiencias
nuevas, de aprendizajes, de encuentros, de equivocaciones y de fracasos. Es importante
respetar el ritmo de la vida y no saltarse etapas porque la maduración se retrasa. Tener
paciencia con la propia naturaleza es un aprendizaje importante para no violentarse a sí
mismo ni a los demás.
En lo genital hay un ejemplo muy claro de lo que significa saltar etapas. Ciertos
medios de comunicación masiva como el cine, los videos, especialmente los de tono
pornográfico presionan fuertemente a los adolescentes varones de 14 ó 15 años para que
tengan su primer coito lo más pronto posible a fin de sentirse plenamente hombres. Aunque
biológicamente ya puedan producir espermatozoides y procrear un hijo, falta tiempo de
maduración psicoafectiva y espiritual para vivir en plenitud la entrega física.

INTEGRAL.
La sexualidad no se desarrolla plenamente si no es de manera integral, abarcando
todas sus dimensiones: biológica, psicológica, social y espiritual o trascendente.

Dimensión biológica

Para estudiar el cuerpo humano hay distintos enfoques y distintas maneras de


abordarlo. Una primera manera es conocer el funcionamiento de cada una de sus partes y su
relación con todas las demás. Conocer los distintos sistemas (respiratorio, digestivo,
reproductivo, circulatorio, etcétera.) y su operación normal. A esto se le puede llamar un
enfoque biológico o fisiológico.
Otro acercamiento al estudio del cuerpo humano proviene de la psicología
humanista, que lo ve como un organismo en constante dinamismo hacia el desarrollo.
Además, el cuerpo es considerado, con relación al desarrollo global de la persona, como
valioso en sí y valioso en un conjunto mayor. Es una visión positiva basada en muchas
experiencias y conocimientos. La psicología humanista también reconoce que muchas
disfunciones corporales tienen que ver con un clima desfavorable al desarrollo, como son:
 La represión y no expresión de los sentimientos.
 La incongruencia entendida como la no correspondencia entre lo que la persona está
experimentando y el ideal de sí mismo. Por ejemplo cuando un hombre casado
experimenta atracción sexual por otra mujer es incongruente si no acepta el
sentimiento de la atracción y, en lugar de eso, racionaliza diciendo que le atraen los
valores morales de esa mujer. Su imagen ideal de sí mismo de buen esposo le
impide aceptar ese sentimiento.
 La falta de correspondencia del autoconstructo (la imagen que cada uno construye
de sí mismo) con la realidad, por ejemplo un joven muy inteligente que se ve a sí
mismo como tonto.
 La falta de libertad para ser uno mismo por las presiones sociales, familiares,
laborales.

Todo lo anterior afecta al cuerpo y por eso vienen enfermedades y el deterioro


físico. El cuerpo no es una máquina fría sino una parte importante de la persona.
El conocimiento acertado del cuerpo es muy importante, ya que muchos miedos
vienen de la ignorancia, e incluso muchas conductas destructivas provienen de
informaciones falsas recibidas en la sociedad (revistas, cine, familia, algunos religiosos).
La ignorancia o la información equivocada generan una serie de problemas en
muchas personas. El desconocer que el juego sexual del niño es algo natural, como parte
del proceso de maduración y conocimiento, puede hacer que unos padres de familia,
equivocadamente, sientan miedo y les griten a los niños que son unos cochinos,
degenerados y los castiguen gravemente.

Otros ejemplos de mala información que hay que corregir son:


 Se cree que la erección es siempre necesaria para la sexualidad, pero esa creencia es
un error porque se puede expresar el cariño y la sexualidad sin que haya coito.
 Se cree que el tamaño del pene es importantísimo para el funcionamiento sexual,
cuando la vagina se adapta a cualquier tamaño.
 Se cree que existen los anticonceptivos totalmente seguros, pero fallan y a pesar de
ellos hay embarazos o contagios.
 Se cree que el virus del sida se transmite por saludar de mano al enfermo, pero sólo
hay contagio por contacto genital o a través de una herida.
 Se cree que la vagina es un hoyo negro y sucio (centro de "cochinadas"), cuando en
realidad es de color rosa y bonita.
 Se cree que el pene es un músculo, y en realidad es un cuerpo esponjoso que se
pone erecto porque se llena de sangre.
Por lo tanto, cuando sea necesario, recomiendo acudir a fuentes profesionales, sean
libros o personas con conocimientos fisiológicos verdaderos que ayudarán a una vivencia
más plena de la sexualidad.

Dimensión psicológica

Cuando alguien se ve a sí mismo como malo, como pecador, podremos entender que
le cueste trabajo vivir plenamente su sexualidad, ya que su visión está inclinada hacia lo
negativo y esto es lo que resaltará más en su vivencia diaria. Si esta persona va cambiando
su autoconstructo, es decir, la manera como se ve a sí misma, hacia una visión positiva,
también estará en condiciones de apreciar la sexualidad, y podrá ver lo positivo de ella.
El autoconstructo es muy importante para la conducta de la persona, ya que al
modificarlo se modifica la conducta. Favorecer la autoestima de la persona es favorecer una
valoración nueva de la sexualidad, una vivencia positiva que lleve a la persona al
desarrollo. La persona puede estar contenta con su sexualidad y las potencialidades de ella:
su posibilidad de dar y recibir ternura, de darse como persona y de acoger a otra persona, de
apreciar la bondad de su propio cuerpo, de explorar la riqueza de expresar su ser hombre o
su ser mujer, la plenitud de entrar en comunión sagrada con su Dios y con los demás a
través de su sexualidad, la posibilidad de una comunicación interpersonal más amplia al no
reducirla a lo genital, la capacidad de dar vida física, afectiva y espiritual a los demás a
través de la sexualidad, etcétera.
Al no rechazar la sexualidad, sino por lo contrario, valorarla profundamente como
algo muy personal, al apreciarse como persona, se podrán conocer profundamente las
diversas necesidades sexuales y, con ello, hacerse responsable de ellas. Hay que recordar
cómo el proceso educativo de la sociedad lleva, injustamente, a que la persona se
desatienda a sí misma por atender a los demás y a no responsabilizarse de sus necesidades.
Al modificar este proceso, la persona se hace cargo con responsabilidad, del conjunto de
sus necesidades, como la necesidad de valoración, respeto, comunicación, seguridad
afectiva, alimentación, descanso, incluyendo las necesidades sexuales.
Al conocer a la persona profundamente se descubre que, generalmente, se
experimenta no una sola necesidad, sino un conjunto de ellas, y que la persona que camina
hacia el desarrollo va atendiéndolas de manera armónica. Cuando alguien querido me
ofende surgen varias necesidades: necesito expresar el coraje por sentirme humillado,
necesito el cariño de aquella persona y, finalmente, necesito regalar el perdón. Son tres
necesidades en el mismo evento.
Cuando se atienden las necesidades, se puede vivir una armonía, ya que cada una
tiene su lugar, se le atiende. Por el contrario, cuando se intenta ignorar esa necesidad ésta
lucha por ser respetada y, por ello, aparece con gran fuerza. Por ejemplo, si no he comido y
no busco alimento no podré concentrarme en el estudio o en el trabajo pues el estómago me
recordará continuamente que necesito alimentarme. Además, la responsabilidad ante las
propias necesidades no significa la atención y satisfacción inmediata de esa necesidad, sino
el atenderla con relación al conjunto de necesidades. En un momento dado sentiré la
necesidad del contacto, físico con otra persona del sexo complementario pero no implica
que lo haga automáticamente, pues también necesito respetar a la persona y no utilizarla.
Tendría que preguntarle si no la afecto con esta necesidad de contacto con ella. Ver más
adelante la distinción entre instinto e impulso.
Al hacerse responsable de las necesidades, en este caso las sexuales, la persona va
aprendiendo a atenderlas de manera que contribuyan lo más posible a su desarrollo personal
y al de los demás (dimensión social); es un aprendizaje que no está exento de
equivocaciones, pero que al ser significativo llevará a la persona al desarrollo.
Al tomar la iniciativa de la vida, al responsabilizarse de sus necesidades, la persona
dejará de culpar a los demás de su insatisfacción y de su frustración, además de culpar a la
sociedad, o a las circunstancias de la historia, por su fracaso en la vida. Conquistar el poder
de automodificarse permite a la persona generar un cúmulo de satisfacciones que, además
de darle plenitud a sí misma, beneficiará a las personas con las cuales convive. Se
desalentarán los conflictos que surgen de la creencia equivocada de que los demás son los
encargados de que yo sea feliz (el novio, la novia, el esposo, la esposa, la familia.), ya que
la persona se hace cargo de su vida y pide la colaboración libre a los demás.
En lo psicoafectivo entra el desarrollar y tener la experiencia de la intimidad, de la
comunión honda, de la transparencia y desnudez psicológica.
Como indica Corkille (1992, pág. 219-220): "Cuando brindamos encuentros
seguros, enseñamos que la intimidad psicológica y el compromiso personal no se deben
temer. Enseñamos que el abrimos psicológicamente a personas importantes en nuestras
vidas es nutricio, y no peligroso. El niño que se siente maltratado, cuando se atreve a
aproximarse encuentra riesgoso el contacto íntimo. Puede entonces preferir la alienación y
el sexo físico a la vulnerabilidad de la intimidad psicológica verdadera. El amor de
cualquier profundidad significa compromiso. Cuando la satisfacción sexual se produce en
el contexto de la confianza, el compromiso y la seguridad, sus placeres adquieren alto
significado" .

Cuando he experimentado dolor y una herida por abrirme a alguien en la intimidad


entonces, por seguridad personal, decido cerrarme y protegerme. y puedo tener relaciones
sexuales con alguien pero con todas mis defensas, sin hacerme vulnerable. De ahí la
importancia de no herir a nadie cuando comparte su intimidad psicológica sino ser
sumamente respetuoso.
En un buen número de relaciones de noviazgo que he conocido se ha dado este tipo
de heridas a la intimidad de alguien. Cuando se rompe la relación, quien salió herido se va
con una cierta sed de venganza. Y en su siguiente pareja tendrá la tentación de lastimar a la
otra persona. Y así se forman círculos viciosos de gente herida que hiere.
Aprender a abrimos, en un ambiente de seguridad, es vital para nuestra maduración
afectiva y sexual.

Dimensión social

La esencia de la sexualidad es la relación con las demás personas. La sexualidad


tiene un carácter de relación con los demás. A través de mi sexualidad puedo darme a
conocer como varón o mujer, puedo vivir las emociones desde mi género sexual, puedo
amar, puedo generar vida, puedo ayudar al desarrollo de los demás, puedo también entrar
en una relación cercana con Dios incluyendo no sólo lo espiritual sino también mi
sexualidad.
Muchas conductas de violencia sexual por parte de muchos varones son
racionalizadas injustamente al instinto sexual. Se justifica con frases de que esa descarga
sexual es algo natural, que es el instinto. Conviene recuperar la distinción que hace
Anatrella (1994 pág. 109) entre el instinto y la pulsión. Este psicoanalista, afirma que Freud
"muestra que no existe el instinto sexual sino la pulsión sexual. Los instintos los agrupa con
relación a la autoconservación, por ejemplo el hambre, y el instinto de supervivencia" (Tres
ensayos sobre la teoría de la sexualidad, de 1905). Esto explica que el instinto deba
satisfacerse con un objeto real, el hambre necesita alimentos, y no se puede contentar con
otra cosa diferente, por ejemplo, con hacer deporte.
En cambio "la pulsión no existe al principio de la vida sino que se adquiere y
desarrolla cuando el niño comienza a experimentar carencias (pág. 108). En otras palabras
la pulsión es una fuerza que incita a solucionar una carencia. Ahora bien la pulsión sexual
puede ser satisfecha de muchas maneras, mediante muchas actividades. Es lo que se conoce
como sublimación.
"Los instintos requieren satisfacción de inmediato, pues no tienen capacidad de
transformarse: el hambre seguirá siendo hambre. En cambio, las pulsiones sexuales no
exigen realizaciones inmediatas en la realidad. Muy al contrario, el hecho de posponerlas
permite ampliar la subjetividad y profundizar el debate interior propicio a la creación de
actividades simbólicas. Al contrario que los instintos, las pulsiones pueden modificarse en
otras actividades. En este sentido, la sexualidad no se reduce al sexo (lo genital), sino que
engloba el conjunto de la vida psíquica" (pág. 139).

Es cierto que declarar la sexualidad como algo instintivo (que por lo tanto se debe
practicar genitalmente), genera situaciones de abuso y de falta de respeto a otras personas
con el pretexto de que es una necesidad de vida o muerte. Además, los que creen que la
sexualidad se reduce a un instinto se ven esclavizados a la sexualidad como a una fuerza
mayor que ellos.
También es interesante otra captación del mismo Anatrella: así como antes la
sociedad pretendía regular la vida sexual de las personas, ahora hay una reacción y no se
quiere admitir que la práctica de la sexualidad, así sea en la intimidad, tiene una dimensión
social se quiera o no. Un cierto individualismo ciego niega que la sexualidad repercuta en la
sociedad.
La sexualidad tiene repercusiones sociales claras. Baste con ver en nuestros países
el problema del aumento de las madres adolescentes, de las madres solteras, el aborto usado
como medio de control natal, el abuso sexual a tantos niños y niñas, el negocio que
significa la difusión de la pornografía. En Europa el problema es diferente ya que por el
control natal los países se van despoblando y se encuentran con escasos niños y muchos
ancianos. Tanto que algunos gobiernos están dando incentivos económicos a los padres de
familia que tengan más de dos niños. De una manera u otra, la sexualidad tiene su
dimensión social, sin quitar las otras dimensiones.
Aunque no es el objetivo de este libro, sin embargo, no podemos dejar de lado la
dimensión ética de la sexualidad. La ética no es una ciencia que enumera prohibiciones. Es
una reflexión que trata de ayudar a la persona a pensar y a hacerse responsable de su vida,
de su conducta, de sus proyectos, de sus valores. Trata de que la persona tenga un sentido
crítico (que sea capaz de sopesar contenidos y asimilar valores) y que pueda elegir
responsablemente.
Rollo May (1988, pág. 131-132), pensador y psicólogo norteamericano, aborda muy
clara y certeramente esta pregunta: ¿no es parte esencial del ser libre la libertad de tener
comercio carnal con quien uno quiera y cuando uno se sienta inclinado a ello? A eso
responde que esa práctica es tener sexo sin amor, es una expresión del narcisismo por
miedo a la intimidad. La intimidad de amor es la comunicación entre dos personas, no sólo
de sus cuerpos, sino también de sus esperanzas, angustias y aspiraciones. El sexo consiste
sólo en estímulo y respuesta, mientras el amor es un modo de ser. Al final dice: "Lo que los
propugnadores de la idea del sexo sin intimidad y amor, como vía a la genuina libertad, han
pasado grandemente por alto que la libertad en el sexo es como la libertad en cualquier otro
terreno de la vida; uno es libre cuando reconoce sus propios límites, esto es, su propio
destino. La estructura y finalidad de la función sexual en la vida tiene que ser mirada
siempre en su totalidad" (pág. 139).
Tener una visión positiva de la sexualidad no significa darse permiso para cualquier
conducta sexual. Precisamente por valorar la sexualidad y el cuerpo, la persona aprende que
es importante darse permisos, pero también negarse permisos. Es decir, aprende que los
límites son algo positivo y necesario en la maduración, pues nos permiten conseguir lo que
previamente hemos decidido como algo bueno para nosotros. Por ejemplo, si decido tener
una amistad honda, sincera y duradera con una persona casada, el poner límites para no
tener relaciones genitales con ella, me ayudará a mantenerme en el nivel de la amistad que
quiero y no de convertirme o convertirla en amante.

Dimensión espiritual

Se trata de vivir una sexualidad completa, global, que incluya todas las dimensiones,
para superar los reduccionismos que sólo generan insatisfacción y vaciedad.
Por ello, vivir la sexualidad teniendo conciencia de que soy una persona valiosa y
trato con personas valiosas, vivirla en el respeto de sí mismo y de los demás, en la
valoración de sí y de los demás, sin caer en la cosificación o en el uso del otro.

Cuando la sexualidad, y más concretamente la genitalidad, se realiza en un contexto


de amor, se puede hablar de la dimensión trascendente de la persona. La sexualidad no se
agota en la fusión de dos cuerpos, no se conoce completamente sólo con las mediciones
científicas del laboratorio que hicieron los sexólogos Master y Johnson.
La persona que no tiene religión podrá descubrir que la sexualidad tiene base física,
corporal, y que además tiene algo más, algo que no es medible, tocable, descifrable, pero
que realmente está ahí. La sexualidad tiene una dimensión de misterio, de algo siempre por
conocer, de algo inefable. Es magia, poesía, canto, efusión, éxtasis, atemporalidad. La
sexualidad trasciende lo físico.
Una persona creyente podrá también entender esta dimensión espiritual de la
sexualidad. De tal manera que la vivencia de la sexualidad personal e interpersonal sea
ocasión de una experiencia de encuentro con Dios o el ser trascendente, y de comunión con
los demás seres. Es encontrar a Dios en la propia sexualidad y en la de los demás, sabiendo
que es un proceso y que no se logra siempre.
Hay relaciones sexuales que, por la manera en que son vividas y realizadas,
significan para la pareja verdaderas experiencias sagradas que marcan la vida de cada uno
de los participantes y permanecen en la conciencia. Se llegan a convertir en experiencias
cumbre, o experiencias místicas de total entrega y fusión con el otro y con lo trascendente.
Finalmente, recordar que la sexualidad tiene capacidad de generar nueva vida en
distintos aspectos y esto tiene mucho que ver con la dimensión espiritual o trascendente de
la persona. Al vivir se puede trascender constantemente en los demás.
Quiero terminar este capítulo con un escrito de Martín Descalzo (1973, pág. 69).

Fragmentos del Diario de María Magdalena.

Cristo,
Antes de conocerte vivir era estar ciegos.
Rodábamos.
Rodábamos. Caía el corazón
sin haber llegado a estar vivo,
hoja que nunca ascendió a flor.
Creíamos amar y nuestros cuerpos que se revolcaban como serpientes lúbricas
confundiendo la plenitud con el cansancio.
Llamábamos placer a terminar de agitarmos.
Sólo al conocerte a ti, Cristo,
supimos que la alegría estaba encima y no debajo de nosotros.

También podría gustarte