Beaumont Org Sin Fines Lucro
Beaumont Org Sin Fines Lucro
Beaumont Org Sin Fines Lucro
el desarrollo, evolución y variación de las formas que adoptan las mismas y como
repercute esto en el Estado.
Stephen Beaumont
Introducción
En el ámbito del Estado, el problema del financiamiento de las políticas públicas sociales obligó a que
fuesen repensadas tanto la distribución de los escasos recursos como la manera mediante la cual el
Estado debería proveer los bienes públicos. Entre los diversos problemas involucrados hay un consenso
general en cuanto a que uno de los más importantes es el que se refiere a la incapacidad de los
gobiernos para llevar a buen término las propuestas de políticas públicas oportunamente asumidas por
ellos. Esta crisis, habitualmente definida como crisis de la gestión de gobierno, tiene tres componentes:
uno de naturaleza financiera, referido al déficit de las cuentas públicas; otro de naturaleza
administrativa, derivado de la ineficiencia de la modalidad burocrática, y un tercero, de carácter
estratégico, que corresponde a la manera inadecuada en la cual el Estado está organizando para
intervenir en las actividades sociales y económicas. El esfuerzo de superación de la crisis del Estado se
traduce en tratar de rever la forma de intervención del Estado en lo social, de redefinir la modalidad de
financiamiento y la manera de organizar las políticas públicas sociales, para garantizar la efectividad de
la respuesta a las demandas sociales y mayor eficiencia en la producción de servicios. Así, cuando se
examinan las alternativas que se presentan para reordenar la intervención estatal, se verifica que existen
tres posibles formas de organizar el suministro de bienes públicos, tales como la provisión de servicios
de salud y educación, la asistencia y previsión social, la protección del medio ambiente y la seguridad.
La primera es la que realiza directamente el suministro a través de las organizaciones estatales, que es
justamente la manera vinculada a la crisis de la gestión de gobierno, que se pretende superar. La
segunda es dejar que el mercado regule la prestación de los servicios, privatizando o tercerizando, que
es la alternativa de minimizar el Estado, intentada por gobiernos conservadores y que no produjo los
resultados esperados, sobre todo en el plano social. La tercera es “desestatizar”, manteniendo el
carácter público del servicio, modalidad en la que el Estado financia las políticas sociales a través de
instituciones públicas, no pertenecientes al Estado ni a la esfera privada. (Bresser Pereira, L. y Cunill
Grau, N. 1998.)
Las Organizaciones Sin Fines de Lucro ocupan, tanto en la Argentina como en el mundo, un papel
fundamental en la provisión de toda clase de servicios y en el desarrollo de actividades de la más
diversa índole.
Mucho antes de la consolidación del Estado nacional, en el Siglo XIX, estas organizaciones ocupaban
lugares destacados gracias a las acciones asistenciales de las parroquias y congregaciones religiosas
como los franciscanos, dominicanos y jesuitas, además de las instituciones asistenciales
independientes. De hecho, pueden rastrearse sus inicios hasta el año 1613, con la creación de la primera
Fundación Argentina, la Universidad Real y Pontificia de Córdoba del Tucumán.1
1
Realmente hubo dos fechas en las cuales se fundó esta Universidad: por acto entre vivos a través de su donación del 19 de
Enero de 1613 y por disposición de última voluntad, según lo expresa en su testamento del 14 de Diciembre de 1614.
1
Hoy en día son protagonistas principales en la vida de una gran parte de la población, brindando
servicios como salud, educación, fomento de la cultura, la práctica de actividades deportivas, la
provisión de servicios asistenciales a poblaciones carenciadas, capacitación laboral, cuidado del medio
ambiente, seguridad pública, etc.
Por estos motivos, más allá de las virtudes que aportan a la sociedad las Organizaciones Sin Fines de
Lucro, es particularmente beneficioso para el Estado fomentar su desarrollo. Siendo así, es lógico
suponer que el marco legal debería acompañar esta posición.
¿Qué impacto tiene la legislación y la regulación estatal sobre el desarrollo, evolución y variación de
las formas que adoptan las Organizaciones Sin Fines de Lucro en la Argentina?
La legislación Argentina referida a las Organizaciones Sin Fines de Lucro comienza con la propia
Constitución de la Nación Argentina, donde, en su Artículo 14, habla del derecho que tienen todos
los habitantes de la Nación de (entre otras cosas) “asociarse con fines útiles.”
Artículo 14: Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes
que reglamenten su ejercicio; a saber: De trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y
comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio
argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad;
de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender.
En un segundo nivel encontramos el Código Civil (Ley 340 de 1869) donde, en los artículos 30 al 50
se regulan las categorías existentes de las Organizaciones Sin Fines de Lucro. (Texto según la Ley Nº
17.711 de 1968)
De acuerdo con el Artículo 33 del Código Civil argentino, las Organizaciones Sin Fines de Lucro son
aquellas organizaciones que posean las siguientes características:
2
- Ser capaces por sus estatutos de adquirir bienes.
- No subsistir exclusivamente de asignaciones del Estado.
- Obtener autorización del Estado para funcionar.
En este código también se introduce la primera clasificación de estas organizaciones, estableciendo dos
tipos distintos: asociaciones civiles y fundaciones.
Debido a la generalización del Código Civil, hay Organizaciones Sin Fines de Lucro que son
consideradas asociaciones civiles en un sentido amplio pero que responden a leyes, regulaciones y
autoridades de contralor propias. Estas organizaciones son las cooperativas, mutuales, sindicatos y
obras sociales.
Existe además el caso de aquellas entidades que no tienen existencia legal como persona jurídica, pero
que la constitución y designación de autoridades se acredita por escritura pública o instrumentos
privados de autenticidad certificada por escribano público. A estas entidades se las denomina simples
asociaciones y son consideradas sujetos de derecho pero en este caso todos los miembros fundadores y
administradores de la asociación asumen la responsabilidad solidaria por los actos de la misma.
Por debajo del código civil se encuentran las cinco leyes nacionales que regulan a determinados tipos
de Organizaciones Sin Fines de Lucro: Fundaciones (Ley 19.836), Mutuales (Ley 20.321),
Cooperativas (Ley 20.337), Sindicatos (Ley 23.551) y Obras sociales (Ley 23.660).
Es decir que, de acuerdo con esta definición general y a las leyes particulares para cada caso, se
pueden distinguir seis tipos principales de Organizaciones Sin Fines de Lucro legalmente constituidas:
Y una que, si bien carece de personería jurídica, de todos modos es considerada sujeto de derecho:
Asociaciones civiles
En la actualidad, no existe en la Argentina una ley específica que regule orgánicamente a las
asociaciones civiles, a diferencia de las otras cinco Organizaciones Sin Fines de Lucro mencionadas
3
anteriormente. Por este motivo el organismo de contralor de jurisdicción nacional, es decir la
Inspección General de Justicia, ha asumido el rol de legislar acerca de su constitución, funcionamiento,
control y eventual disolución. A su vez los organismos equivalentes en cada provincia han seguido este
camino.
Si bien todas las Organizaciones Sin Fines de Lucro enfrentan reglamentaciones impuestas por los
respectivos organismos de contralor (IGJ, INAES, Ministerios, etc.), éstas se limitan a cuestiones de
forma (por ejemplo que personas u organismos están autorizados a certificar firmas) o aquellas que
deberían modificarse con el paso del tiempo (por ejemplo el monto mínimo de dinero necesario para
constituir una fundación). Cuestiones de mayor relevancia en el gobierno de estas organizaciones se
encuentran legisladas en las respectivas leyes y no pueden ser modificadas con una simple resolución
(por ejemplo el mínimo de integrantes que debe tener una fundación).
Lamentablemente esta realidad trae aparejada una falta de uniformidad en los criterios aplicados por
los organismos de contralor de personas jurídicas en las distintas jurisdicciones provinciales. Al no
existir una ley nacional de Asociaciones Civiles queda a discreción de cada provincia su regulación,
pero además los cambios muchas veces se presentan simplemente modificando una resolución de, por
ejemplo, una dirección general, y no a través de un proceso consultivo inclusivo y reflexionado en
profundidad.
Fundaciones
A diferencia de las asociaciones civiles, las fundaciones se encuentran reguladas por una ley
específica; la Ley 19.836 – Ley de Fundaciones. Las fundaciones deben constituirse mediante el aporte
patrimonial de una o más personas que debe posibilitar razonablemente el cumplimiento de los fines
propuestos. En la actualidad el mínimo es de 12.000 pesos.
Las principales diferencias entre asociaciones civiles y fundaciones consisten en que la asociación civil
posee un elemento subjetivo, sus miembros, a través de los cuales se fija el objeto que les traerá
beneficios. La fundación, en cambio, consiste en un patrimonio de afectación dirigido por personas de
existencia física o jurídica. Por ello ni el fundador ni los integrantes del Consejo de Administración son
miembros de la fundación, sino que son quienes la constituyen y posteriormente la administran.
Además, en una asociación la voluntad puede cambiar por la decisión de la mayoría de los asociados,
en cambio en una fundación la voluntad está determinada por lo que ha establecido el o los fundadores
en el acta fundacional y en el estatuto.
Cooperativas
Las cooperativas surgen a partir de fines del siglo XIX y en sus inicios fueron un fenómeno
típicamente rural, sirviendo para que colonos organizaran sus actividades agropecuarias. Con el tiempo
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extendieron sus funciones hacia otros rubros además del agropecuario, y surgieron cooperativas de
crédito, de seguros y de vivienda, entre otras. Se encuentran regidas por la Ley Nº 20.337- Ley de
Cooperativas, sancionada en 1973. Esa misma ley también establecía un órgano único de fiscalización
pública y de carácter nacional, el Instituto Nacional de Acción Cooperativa (INAC), al que
correspondía la facultad de otorgar personería jurídica.
Mutuales
Las mutuales o mutualidades surgen a partir de fines del siglo XIX y se encuentran estrechamente
relacionadas con los inmigrantes europeos llegados a la Argentina. Se desarrollaron principalmente en
áreas como la previsión social, la asistencia médica, los seguros y los servicios. En 1971 se creó, en
reemplazo de la Dirección Nacional de Mutualidades, el Instituto Nacional de Acción Mutual (INAM)
con el objeto de promover y auspiciar el desarrollo del mutualismo y actuar como institución de
control con la facultad de conceder la personería jurídica. Estas organizaciones se encuentran regidas
por la Ley Nº 20.321- Ley Orgánica de Mutualidades.
Sindicatos
Los sindicatos, al igual que las obras sociales, si bien son consideradas asociaciones civiles en sentido
amplio, son sumamente cuestionados a la hora de ser consideradas realmente Organizaciones Sin Fines
de Lucro. Los sindicatos surgen a mediados del siglo XIX, para representar los intereses individuales y
colectivos de los trabajadores. A partir del gobierno de Juan Perón a mediados del siglo XX, se le
asignó una gran importancia a la movilización de los trabajadores y por ende el papel que debían jugar
los sindicatos. Actualmente los sindicatos están regidos por la Ley Nº 23.551; Ley de Asociaciones
Sindicales de Trabajadores, sancionada en 1988, y se encuentran bajo la órbita del Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social de la Nación. Si bien esta ley garantiza la libertad sindical, tanto para
formar sindicatos como para afiliarse a los mismos, también establece la figura de la personería
gremial, la cual es asignada al sindicato más representativo en su rama de actividad. Sólo estos
sindicatos tienen derecho a constituir patrimonios de afectación (como las cooperativas o las mutuales)
y administrar sus propias obras sociales.
Obras Sociales
Las obras sociales se originan en las sociedades de socorros mutuos fundadas entre fines del siglo XIX
y principios del XX. A partir de la década del 40, las sociedades de socorros mutuos, creadas en torno
a la rama de actividad de sus miembros, fueron integradas en un sistema nacional de salud y pasaron a
depender de los sindicatos reconocidos por el Estado. Actualmente las obras sociales están regidas por
la Ley 23.660; Ley de Obras Sociales, sancionada en 1989, y se encuentran bajo la órbita del
Ministerio de Salud y Acción Social. Los trabajadores en relación de dependencia están obligados a
afiliarse a las obras sociales y sus empleadores están obligados a aportar a las mismas.
Simples Asociaciones
Las Simples Asociaciones son aquellas organizaciones que no poseen personería jurídica. Las mismas
se pueden constituir por instrumentos públicos o privados (con firmas certificadas) de manera similar a
aquellas que sí proceden con la obtención de la personería jurídica. Un ejemplo frecuente de Simples
Asociaciones lo constituyen aquellas conformadas con objetos sociales de alcance local (entiéndase
5
dentro de un solo Municipio), que se constituyen con elementos similares a las Asociaciones Civiles
propiamente dichas pero se limitan a presentarlo en su correspondiente Municipio y así obtener un
reconocimiento Municipal como “Entidad de bien público.”
Lamentablemente no existe una respuesta sencilla a esta pregunta ya que no existe ningún organismo
de contralor nacional que lleve un registro de estas entidades, como sí existe en el caso de las
cooperativas y las mutuales. En estos casos, el organismo de contralor de las cooperativas y las
mutuales, el INAES (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social), lleva un registro
nacional de estas formas organizativas.
No obstante, puede servir como guía para ver que cantidad de organizaciones existen en Argentina.
Según esta base de datos, registran un total de 9010 Organizaciones de la Sociedad Civil en Argentina,
lo que, como veremos, es una cifra muy inferior a la real:
Jurisdicciones Cantidad
Buenos Aires (int.) 688
Catamarca 75
Chaco 375
Chubut 175
Ciudad de Buenos Aires 1014
Córdoba 582
Corrientes 290
Entre Ríos 145
Formosa 158
Gran Buenos Aires 1376
Jujuy 382
La Pampa 233
La Rioja 172
Mendoza 626
Misiones 206
Neuquén 152
Río Negro 317
Salta 232
San Juan 164
San Luís 88
6
Santa Cruz 77
Santa Fe 765
Sgo. Del Estero 117
Tierra Del Fuego 111
Tucumán 490
Total 9010 (CENOC, 2003)
Una aclaración relevante en este trabajo afirma que: “Si comparamos este cuadro con los datos sobre
la cantidad total de población por jurisdicción, se observa que las primeras siete jurisdicciones con
mayor número de OSC se corresponden con las jurisdicciones con mayor población: Gran Buenos
Aires, Buenos Aires interior, Córdoba, Santa Fe, Ciudad de Buenos Aires, Mendoza, Tucumán. El
Gran Buenos Aires se ubica en el primer lugar conteniendo mayor cantidad de población y de OSC
inscriptas en la Base. Las seis jurisdicciones restantes, si bien no se encuentran ubicadas exactamente
en el mismo orden en ambas variables, presentan similitud por ser las que mayor población y
organizaciones presentan. Esto no implica afirmar que exista una relación de correspondencia directa
entre la cantidad de población con la cantidad de OSC existentes. Por el contrario, la capacidad
asociativa de las comunidades está relacionada con los procesos culturales, históricos y sociopolíticos
que las atraviesan.” (CENOC, 2003)
Otro estudio que brinda una perspectiva más detallada aunque sumamente regional, es el llevado a
cabo por el Centro de Tecnología para el Desarrollo (CENTED) durante los años 2005 y 2006, y
publicado al año siguiente, consistente en un relevamiento de las Organizaciones de la Sociedad Civil
de la Región Metropolitana Norte de la Provincia de Buenos Aires, es decir, los municipios de Vicente
López, San Isidro, San Fernando y Tigre. (Beaumont, 2007)
A diferencia del trabajo mencionado anteriormente, éste sí es de carácter censal ya que se buscó, por
todos los medios posibles, identificar y contactar a las organizaciones. En total se identificó a un total
de 1237 organizaciones.
De hecho, en el prólogo de este libro se hace una referencia explícita al trabajo del CENOC: “Al día de
hoy, nunca se había realizado un estudio de estas características, por lo que ha sido extremadamente
dificultosa la recopilación de la información. Como guías hemos utilizado los dos trabajos más
relevantes que pudimos encontrar sobre el tema: En primer lugar, y sirviendo de marco teórico, el
estudio comparativo del sector sin fines de lucro de la Universidad Johns Hopkins2. En segundo lugar
utilizamos una fuente local, la base de datos del Centro Nacional de Organizaciones de la Comunidad
(CENOC) dependiente del Ministerio de Acción Social de la Presidencia de la Nación.
Lamentablemente, si bien el CENOC realiza una labor muy loable, se queda bastante corto en cuanto
a la completitud de la información recabada y presentada. Para justificar esta afirmación podemos
citar el hecho que la cantidad de Organizaciones de la Sociedad Civil presentes en la base de datos
del CENOC, para estos cuatro municipios, apenas supera las 200 organizaciones.” (Beaumont, 2007)
Claramente un registro voluntario por parte de las organizaciones (como el del CENOC) arrojará
resultados muy inferiores a un proceso de relevamiento activo, pero entre ambos se podría estimar un
número de organizaciones existentes más cercano a la realidad. Tomando los datos del CENOC,
vemos que la cantidad de Organizaciones de la Sociedad Civil presentes en su base de datos, para estos
cuatro municipios, apenas superaba, en ese momento, las 200 organizaciones. Es decir que de cada seis
2
The Johns Hopkins Comparative Nonprofit Sector Project - Center for Civil Society Studies, Institute for Policy Studies,
The Johns Hopkins University, Baltimore, Maryland
7
organizaciones que realmente existen, solamente una (aproximadamente) se registró en esta base de
datos.
De existir una correlación en el resto del país, existirían, como mínimo, más de 50.000
organizaciones.
Volviendo al informe titulado “Acerca de la Constitución del Tercer Sector en la Argentina. Las
actividades de las Organizaciones de la Sociedad Civil Inscriptas en el CENOC,” se distinguen las
siguientes clases de organizaciones:
En este trabajo, la forma organizativa no se circunscribe a las formas jurídicas básicas de Asociación
Civil, Fundación, Cooperativa, Mutual y Simple Asociación, sino que tal como se explica “La variable
Nº 5 del formulario de incorporación denominada “tipo de organización” refiere a las formas
organizativas que adoptan las OSC, sean formales o informales. Vale decir, se correspondan o no con
una “persona jurídica” efectivamente legalizada. Entonces, por “forma organizativa” entendemos
aquí, los modos o figuras bajo las cuales las organizaciones promueven la acción colectiva.”
(CENOC, 2003)
Como ejemplo se puede aclarar que las “Entidades religiosas” mencionadas rara vez carecen de
personería jurídica (salvo en una etapa pre-constitutiva) ya que es requisito para la inscripción en el
Registro Nacional de Cultos. No obstante, entre estas entidades podemos encontrarnos indistintamente
con las formas de Asociación Civil o Fundación. Otro ejemplo podría ser el de los “centros de
jubilados,” en donde es impensable la adopción de la figura de Fundación pero tampoco se puede
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determinar en forma precisa que forma jurídica prevalece ya que encontramos Asociaciones Civiles
pero también gran cantidad de Simples Asociaciones.
De todos modos, si nos limitamos a las cuatro formas jurídicas (con personería) básicas, tendremos:
Y si nos limitamos a este universo de entidades, las Asociaciones Civiles representan el 65,1 % de
las organizaciones con un tipo de personería claramente definido
En el caso del estudio del Centro de Tecnología para el Desarrollo (CENTED) citado anteriormente, en
donde se habían identificado a un total de 1237 Organizaciones de la Sociedad Civil de la Región
Metropolitana Norte de la Provincia de Buenos Aires, es decir, los municipios de Vicente López, San
Isidro, San Fernando y Tigre, al comparar las formas jurídicas (con personería) básicas, se obtuvieron
los siguientes resultados:
Si, al igual que con los anteriores datos, nos limitamos a las cuatro formas jurídicas (con personería)
básicas, tendremos:
Y si nos limitamos a este universo de entidades, las Asociaciones Civiles representan el 80 % de las
organizaciones con un tipo de personería claramente definido
Claramente, más allá de que si el número real está más cerca del 65% o del 80%, las Asociaciones
Civiles son el tipo jurídico predominante dentro de las organizaciones de la sociedad civil con
personería jurídica.
El impacto del marco jurídico en el desarrollo de las Organizaciones Sin Fines de Lucro
Al crearse y al desarrollarse, todas las organizaciones adoptan una forma determinada. Esta forma se
elige al momento de crear la entidad y luego, con el paso del tiempo y dependiendo de la evolución de
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la organización, se reafirma o se realizan las modificaciones necesarias (siempre que sean posibles)
para optimizar su desempeño.
La forma que adoptan las organizaciones depende principalmente de tres aspectos distintos pero a su
vez interrelacionados:
Al constituir cualquier tipo de organización, uno de los primeros aspectos que debe decidir él o los
fundadores, consiste en la forma jurídica que se adoptará. Por ejemplo, para una organización con fines
comerciales podría ser Sociedad Anónima, Sociedad de Responsabilidad Limitada, Sociedad de Hecho,
etc. En cambio si la organización es sin fines de lucro podría adoptar la forma de una Asociación Civil,
Fundación, Simple Asociación, Cooperativa, etc.
La diferencia relevante en este caso es que si constituimos, por ejemplo, una Fundación, nos podremos
remitir a la ley 19.836 e interpretar claramente derechos y obligaciones acerca de temas como:
• Patrimonio inicial con el que se debe constituir (si bien no se fija un monto en la ley, ya que
este variará con el tiempo, si se especifica que “es requisito para la autorización que el
patrimonio inicial posibilite razonablemente el cumplimiento de los fines propuestos”).
En cambio, si constituimos una Asociación Civil, estos aspectos quedarán a criterio de cada organismo
de contralor provincial y por ende se podrán producir diferencias en los requisitos en las distintas
jurisdicciones.
El o los fundadores determinarán (siempre dentro de las posibilidades permitidas por la legislación
vigente) como será gobernada y dirigida la organización para lograr su mejor desempeño. Esta
estructura de gobernancia, si bien depende de él o de los fundadores, generalmente se encuentra
condicionada por las disposiciones legales que regulan a cada forma jurídica de organización que
previamente se eligió. Esto dependerá de la legislación Argentina en toda su pirámide: desde el artículo
14 de la Constitución Nacional que garantiza el derecho de “asociarse con fines útiles,” pasando por el
código civil, leyes nacionales y provinciales, reglamentaciones, decretos, resoluciones y disposiciones
de los organismos de aplicación, por ejemplo la Inspección General de Justicia en la Ciudad Autónoma
10
de Buenos Aires, la Dirección Provincial de Personas Jurídicas en la Provincia de Buenos Aires y los
respectivos organismos en cada una de las restantes provincias.
En el caso de crear una Fundación, también nos podríamos remitir a la ley 19.836 y encontraríamos
aclaraciones como:
• Los fundadores podrán reservarse por disposición expresa del Estatuto la facultad de ocupar
cargos en el Consejo de Administración como también la designación de los consejeros
cuando se produzcan el vencimiento de los mandatos o vacancia de los mismos.
Nuevamente, en el caso de una Asociación Civil, estos aspectos quedarán a criterio de cada organismo
de contralor provincial.
De acuerdo con Mintzberg (Mintzberg, 1989), existen “solo pocas configuraciones básicas” que
explican las diversas estructuras orgánicas de las organizaciones. En terminología de este autor, estas
pueden ser: la estructura simple, la burocracia mecánica, la burocracia profesional, la forma divisional
y la adhocracia. Más allá del encasillamiento que se dé a cada organización, su estructura general
dependerá de las decisiones que tomen su estructura de gobernancia, pero a su vez se verá
condicionada por la misma conformación de ésta.
Estos tres aspectos nos indican que la forma que adopta cada organización depende de decisiones
propias pero al mismo tiempo se encuentra fuertemente condicionada por las disposiciones legales
vigentes, que establecen un marco regulatorio del que la organización no puede evadirse fácilmente.
↓↓↓ Condiciona a
La estructura de gobernancia
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↓↓↓ Condiciona a
La estructura general de la
organización
Apreda (Apreda, 2007) se refiere a este enfoque como “gobernancia regulatoria,” ya que el Estado
influye, condiciona o limita las variables de gobernancia de las organizaciones mediante los
requerimientos que deben cumplir tanto las organizaciones como sus integrantes. De hecho, sostiene
que “la regulación puede verse como una forma inducida de gobernancia.”
Por otra parte, se sostiene que la forma que adopta la organización afectará su habilidad de sobrevivir
en el mercado (Oster, 1995).3 En algunos mercados, organizaciones grandes y altamente diversificadas
serán las más exitosas, en cambio en otros, serán mejores las organizaciones pequeñas y flexibles.
También existen mercados en donde las organizaciones sin fines de lucro o las del estado son las
mejores proveedoras de bienes y servicios, dado que las diversas formas organizacionales son más o
menos aptas para alcanzar las metas de cada mercado. Veremos, con el pasar del tiempo, como algunas
formas tienden a dominar cada segmento del mercado.
Esto nos lleva a preguntarnos, ¿por qué determinada forma organizacional es más eficiente en
determinado mercado? Por ejemplo, siguiendo con lo explicado por Oster y haciendo referencia a
teorías de la economía clásica, en los mercados tradicionales, en que se basan la mayoría de los
modelos económicos, se asume que los productos o servicios son fácilmente juzgados, en cuanto a
calidad, por aquellos consumidores que pagan por ellos. En estos mercados, aquellos productos o
servicios que tienen un valor comparativo bajo serán finalmente expulsados del mercado por otros
productos con mejor valor. Pero en el segmento de las organizaciones sin fines de lucro, muchas veces
quienes pagan por los productos o servicios no son quienes los utilizan (por ejemplo, en organizaciones
que basan su financiamiento en el modelo donativo). Además, los productos y servicios que ofrecen
estas organizaciones frecuentemente son complejos y difíciles de juzgar en términos de calidad por
parte del usuario.
Por ejemplo, los servicios de educación y salud tienden a constituir productos muy difíciles de juzgar
en términos de calidad, en primer lugar por que quien recibe el servicio carece del conocimiento de
quien lo presta y además los resultados, en muchos casos, no son para nada inmediatos. Justamente en
estas dos áreas es sumamente frecuente encontrar un mayor predominio de las organizaciones sin fines
de lucro.
Esta teoría de que los productos con mayor valor desplazan a los de menor valor no se ve tan presente
cuando se trata de organizaciones sin fines de lucro. Principalmente esto se debe a que en la percepción
popular se estima que, en organizaciones con fines lucrativas, la tentación de ofrecer productos de
3
(Nota: en este caso utilizamos el término mercado en un sentido amplio, como en el trabajo citado, en referencia a los
segmentos poblacionales que demandan productos o servicios y no en referencia exclusiva a las organizaciones del
mercado, es decir las comerciales.)
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menor calidad a más alto precio es algo muy común. Sin embargo, en organizaciones sin fines de lucro,
al no poder distribuir el excedente entre sus directivos, esto no resulta una estrategia lógica.
Entonces, si aceptamos que la forma jurídica constitutiva condiciona la estructura de gobernancia, que
a su vez condiciona la estructura general de la organización, podemos concluir que estos factores
influirán sobre el desempeño general de la organización, es decir la búsqueda de desarrollar su máximo
potencial y lograr su mejor desempeño.
Si partimos, por ejemplo, de un grupo de personas que deciden organizarse para brindar ayuda en
determinada área a determinado segmento poblacional, afectando sus propios recursos (tiempo, trabajo,
dinero, etc.) sin ánimo de obtener ningún beneficio económico, es lógico suponer que estas personas
buscarán que su esfuerzo produzca resultados de lo más eficientes posibles.
↓↓↓ Condiciona al
La estructura de gobernancia
↓↓↓ Condiciona al
La estructura general de la
organización
El desempeño de la organización
Más allá de las cuestiones teóricas que suscita la inexistencia una ley nacional de Asociaciones Civiles,
en la práctica sí se presentan algunos problemas concretos a la hora de constituir una Asociación Civil
y ponerla en funcionamiento.
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Algunas de las situaciones más comunes que se producen por esta situación son las siguientes:
Se genera más burocracia y el uso ineficiente de los recursos por parte del Estado debido a la
multiplicidad de resoluciones, disposiciones, etc. de cada ente de contralor en cada jurisdicción
provincial.
Cada provincia debe legislar todos los requisitos para la conformación, obtención de la autorización
para funcionar (como indica el Código Civil en el artículo 33) y posterior fiscalización. Por ejemplo en
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Inspección General de Justicia posee una normativa propia
que establece, entre otras cosas que: “La Resolución General IGJ Nº 07/05 y sus modificatorias, entre
las cuales cabe mencionar la Resolución General IGJ Nº 06/07, conforman el marco normativo que
regula el funcionamiento de las asociaciones civiles que solicitan personería jurídica en la Inspección
General de Justicia. Establece los requisitos que se deben cumplir tanto para solicitar la personería,
así como para cumplir con la fiscalización de la entidad.”
(http://www.jus.gov.ar/igj/Descargas/Instructivo para constituir una asociacion civil.pdf)
Por su parte, la Dirección Provincial de Personas Jurídicas en la Provincia de Buenos Aires también
posee su legislación para idénticos fines, en este caso se trata de la Disposición General 12/2003 (que
derogó a la Disposición General 106/91 y sufrió leves modificaciones por las Disposiciones Generales
29 y 40 del 2010).
Ahora bien, llámese Resolución General, Disposición General o el nombre que quiera adjudicarle cada
provincia, la finalidad es la misma: establecer las pautas básicas para la conformación, obtención de la
autorización para funcionar y posterior fiscalización de las Asociaciones Civiles en sus respectivas
jurisdicciones.
Esto claramente implica que se afectan recursos estatales en forma poco eficiente, ya que en cada
provincia se debe repetir el esfuerzo de legislar (y actualizar periódicamente) cuestiones de fondo que
bien podrían uniformarse, quedando a criterio de cada organismo de contralor simplemente los aspectos
formales menores, como el pago de tasas, utilización de formularios, procesos administrativos, etc.
En el caso de crear una Fundación, por ejemplo, nos podríamos remitir a la ley 19.836 y obtendríamos
ciertos criterios mínimos como por ejemplo:
Cantidad de integrantes obligatorios: “El gobierno y administración de las fundaciones estará a cargo
de un Consejo de Administración, integrado por un mínimo de tres (3) personas...” (Art. 10)
Duraciones posibles de mandatos: “Los miembros del Consejo de Administración podrán tener
carácter de permanentes o temporarios.” (Art. 13) El Estatuto puede prever la caducidad automática
de los mandatos por ausencias reiteradas y no justificadas a las reuniones del consejo. (Art. 17)
Procesos de remoción de autoridades: “Los miembros del Consejo de Administración pueden ser
removidos con el voto de por lo menos las dos terceras partes de los integrantes del cuerpo.” (Art. 17)
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En cambio, en el caso de Asociaciones Civiles y poniendo de ejemplo nuevamente a la provincia de
Buenos Aires, estas cuestiones no se encuentran reglamentadas formalmente en ninguna parte. De
hecho, las únicas referencias a estas cuestiones se encuentran en difusa figura del “Estatuto Modelo,” el
cual se materializa en la mayoría de las Actas Constitutivas de estas entidades en el artículo 3 (incluido,
claro está, en el “Acta Constitutiva Modelo”): “3°) Se adopta en todo lo fundamental el ESTATUTO
modelo de la Dirección Provincial de Personas Jurídicas adoptado por Disposición 29/95.”
El problema es que este Estatuto es, justamente, un modelo de un documento privado y no una ley, por
lo que no es de estricto y obligatorio cumplimiento. Entonces, los problemas se producen cuando los
fundadores de una Asociación Civil deciden “apartarse” de los lineamientos establecidos.
Veamos, por ejemplo, lo atinente a cantidad de integrantes obligatorios, tiempos y procesos de elección
de autoridades, duraciones posibles de mandatos que plantea este Estatuto Modelo:
En primer lugar plantea que la institución será dirigida por un órgano de gobierno integrado por 12
miembros (muy superior a los 3 de las fundaciones). Ahora bien, para una organización pequeña, por
ejemplo una Asociación Vecinal con 20 socios, difícilmente le resulte eficiente que más de la mitad de
sus integrantes conformen el órgano de gobierno. Por otra parte, una organización grande, por ejemplo
un Club Deportivo de Fútbol, con 20.000 socios, probablemente requiera cubrir, en los cargos
directivos, una multiplicidad de funciones que exceden lo que puedan realizar 12 personas (que
supuestamente trabajan ad-honorem en su tiempo libre), por lo que requerirán un órgano de gobierno
mayor.
El problema más frecuente con respecto a este tema, sobre todo para las organizaciones pequeñas, es
¿qué cargos se pueden eliminar?, es decir ¿hasta dónde se puede reducir el órgano de gobierno?
En segundo lugar se plantea que la duración de los mandatos del órgano de gobierno será de un año. Si
bien prácticamente ninguna Asociación Civil mantiene esta duración por considerarla demasiado
escasa, (normalmente se fija un plazo de dos o tres años), no se responde a la pregunta de ¿hasta qué
duración es válida: 4, 5, 10, 20 años?
El problema central es que estas preguntas no tienen una respuesta definida en la legislación vigente,
por lo que cada vez que se plantea una cuestión que se aparta del Estatuto Modelo, tiene que ser
resuelta a discreción del funcionario de turno en el respectivo organismo de contralor.
Para citar un ejemplo podemos mencionar la necesidad de que intervenga o no un “abogado, escribano
o contador público,” a la hora de solicitar la personería jurídica de una Asociación Civil. Por ejemplo
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en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Inspección General de Justicia exige que “El trámite debe
presentarse con la intervención de un profesional matriculado: La presentación de dictamen de
precalificación profesional elaborado por abogado, escribano o contador público –según el caso- es
un requisito indispensable para la presentación del trámite de Autorización para funcionar como
persona jurídica.” (http://www.jus.gov.ar/igj/Descargas/Modelo instructivo para particulares.pdf)
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Inspección General de Justicia exige que esta presentación
incluya “Un ejemplar de los estados contables, -cuya firma debe estar legalizada por el Consejo
Profesional de Ciencias Económicas- aprobados por el consejo de administración, inventario anual
certificado por contador público y suscripto por el representante legal de la comisión directiva o
consejo de administración y del órgano de fiscalización, en su caso.”
(http://www.jus.gov.ar/igj/Descargas/Modelo instructivo para particulares.pdf)
Tomando en cuenta estos ejemplos, vemos que en el caso de querer constituir una organización
pequeña, existirá en los fundadores una importante “tentación” de fijar domicilio en la Provincia para
reducir costos, aunque realmente se desarrolle la labor en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Desde luego que debe existir un marco de reglamentación y de control, pero además debería fomentar
la proliferación y el desarrollo de estas organizaciones. La realidad, en cambio, es que
reglamentaciones no uniformes, obsoletas, ambiguas, difusas e inclusive contradictorias, terminan
entorpeciendo el desempeño de estas organizaciones y por ende su impacto en la mejora del país.
Hoy, las Asociaciones Civiles carecen de un marco regulatorio a nivel nacional que unifique criterios
entre las diversas jurisdicciones. Pero la solución no puede ser legislar ligeramente con los
antecedentes que existen a nivel de organismos de contralor, ya que si se modifica la legislación, esto
se debería hacer para mejorar las condiciones de creación y proliferación de estas organizaciones y no
generar una instancia más de burocracia. Además, se debe tener en cuanta la gran heterogeneidad que
existe dentro del universo de estas organizaciones. Estas cuestiones fundamentales las plantea Apreda
cuando se pregunta “¿Cuáles son los límites que debería observar el legislador o el regulador de
turno, de manera tal de no generar consecuencias indeseables, contradictorias con los objetivos
iniciales, perjudiciales para el crecimiento, la eficacia y el diseño de gobernancias adecuadas a cada
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tipo de organización.? y ¿Cuándo se justifica establecer una pauta de comportamiento aplicable a la
gobernancia de todas las organizaciones, en lugar de estimular caminos voluntarios y diseños de
gobernancia adecuados para cada organización en particular?” (Apreda, 2007).
Algunos de los objetivos que debería tener tal marco regulatorio deberían ser:
• No generar una instancia más de burocracia y control por parte del Estado sino que debe buscar
agilizar la constitución y posterior funcionamiento de estas organizaciones.
• Contemplar las enormes diferencias que hay entre organizaciones grandes y pequeñas.
Conclusiones
Ahora bien, a lo largo de la historia Argentina, ¿Qué impacto ha tenido esta gobernancia regulatoria en
el desarrollo de las Organizaciones Sin Fines de Lucro?
Recordemos que la legislación Argentina referida a las Organizaciones Sin Fines de Lucro, en su base,
es decir en la Constitución Nacional, establece que todos los habitantes de la Nación tienen el derecho
de “asociarse con fines útiles.” Por su parte, el Código Civil se limita a establecer dos categorías
posibles de Organizaciones Sin Fines de Lucro: asociaciones civiles y fundaciones. Queda en manos
de las leyes nacionales regular tanto a las Fundaciones como a los casos particulares de Asociaciones
Civiles: las cooperativas, mutuales, sindicatos y obras sociales.
En resumen, de las seis formas organizacionales que pueden adoptar las Organizaciones Sin Fines de
Lucro (con personería jurídica), cinco están “más reguladas” que las Asociaciones Civiles propiamente
dichas. Sin embargo, esta forma organizacional (accounts for) más del 75% del universo de
organizaciones existentes en la actualidad.
¿Qué nos indica este hecho acerca de la relación entre “gobernancia regulatoria” y desarrollo y
variabilidad de especies de organizaciones? Evidentemente, en la evolución de las Organizaciones Sin
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Fines de Lucro en la Argentina, se demuestra que existe una relación inversa entre la rigurosidad de la
legislación regulatoria y el desarrollo de la cantidad y variedad de organizaciones.
¿Por qué hay tantas formas de organizaciones dentro de las Asociaciones Civiles? ¿Cuáles son las
razones que explican este de aumento de la diversidad? Lógicamente no puede explicarse solamente a
partir de la no existencia una ley regulatoria, pero tampoco podemos obviar este hecho.
Además, debemos considerar que una amplia variedad de formas de organización es de gran valor para
la sociedad, sobre todo cuando el futuro es una realidad incierta. Las condiciones ambientales
cambiarán en el futuro (aunque no sepamos en que dirección) y deberán existir organizaciones que se
encuentren adaptadas a estas nuevas condiciones. Pero también hay que tener en cuenta que no
necesariamente debemos esperar a que aparezca una nueva forma adaptada, sino que puede ser que ya
exista una forma de organización adecuada para las nuevas condiciones ambientales, todo lo que se
necesita hacer es reasignar recursos a la forma organizacional más óptima.
La diversidad existente Organizaciones Sin Fines de Lucro depende tanto del número de formas
organizacionales como de la distribución de las organizaciones entre las formas. Este es un proceso
continuo y dinámico, con nuevas formas que se crean, algunos que se transforman en otras formas, y
algunas desaparecen. Las organizaciones nacen, se desarrollan, se transforman, generan descendencia
(a veces) y se también se extinguen.
Hasta cierto punto es bastante claro ver la dinámica de los procesos organizativos de selección, sin
embargo no se perciben tan claramente los factores que inciden en los procesos de herencia y
transmisión de una forma de organización hacia sus descendientes. Estos aspectos son mucho más
complejos y difíciles de describir que en el mundo natural.
Bibliografía
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- Beaumont, Stephen (2007). “Las Organizaciones de la Sociedad Civil de la Región Metropolitana
Norte.” CENTED. Buenos Aires.
- CENOC (2003). “Acerca de la Constitución del Tercer Sector en la Argentina. Las actividades de las
Organizaciones de la Sociedad Civil Inscriptas en el CENOC.” Ministerio de Desarrollo Social,
Argentina.
- Código Civil de la Nación
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General 12/2003
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- Hodge, B. J., Anthony, W. P., Gales L. M. 2003. “Teoría de la Organización. Un enfoque
estratégico” sexta edición. Pearson Educación, Madrid.
- Inspección General de Justicia. Resolución General IGJ Nº 07/05
- Inspección General de Justicia. Resolución General IGJ Nº 06/07
- Ley 19.836 - Ley de Fundaciones
- Ley Nº 20.321 - Ley Orgánica de Mutualidades
- Ley Nº 20.337 - Ley de Cooperativas
- Ley Nº 23.551 - Ley de Asociaciones Sindicales de Trabajadores
- Ley Nº 23.660 - Ley de Obras Sociales
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- Miller, Gary. (1992) “Managerial Dilemmas - The political economy of hierarchy” Cambridge
University Press.
- Milgrom, P. y J.Roberts (1992), Economics, Organization and Management. Prentice-Hall.
- Mintzberg, Henry. (1989) “Diseño de Organizaciones Eficientes.” El Ateneo, Buenos Aires.
- Oster, Sharon. (1995) “Strategic Management for Nonprofit Organizations.” Oxford University Press.
- Salamon, Lester; Anheier, Helmut. 1996. “Social origins of civil society: explaining the nonprofit
sector cross-nationality”, Working paper Number 22 of The Johns Hopkins Comparative Nonprofit
Sector Project, The Johns Hopkins Institute for Policy Studies, Baltimore.
Reseña biográfica
Stephen Beaumont es Licenciado en Sistemas de la Universidad de Belgrano, Especialista en
Organizaciones Sin Fines de Lucro de las Universidades de San Andrés y Di Tella, Magíster en
Dirección de Organizaciones (MBA) del Instituto Universitario Naval, Profesor Universitario de la
Universidad Maimónides, Magíster en Estudios Estratégicos del Instituto Universitario Naval y
Doctorando en Dirección de Empresas en la Universidad del CEMA. Además ha realizado cursos de
posgrado en el Tecnológico de Monterrey (México), World Bank Institute (Washington, D.C.) y en el
Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard (Cambridge, MA, EE.UU.)
Ocupa cargos directivos en diversas Organizaciones Sin Fines de Lucro, entre ellos: Presidente del
Centro de Tecnología para el Desarrollo (CENTED), Presidente de la Federación de Organizaciones de
la Sociedad Civil Argentinas (F.O.S.C.A.), Presidente del Foro de Seguridad de Olivos-La Lucila (Ley
12.154 - Comisaría 1ª de Vicente López) y Secretario de la Cámara Empresaria de La Lucila (CELL).
En el ámbito laboral, realiza trabajos de consultoría y capacitación principalmente para el tercer sector,
habiendo trabajado con cerca de 400 organizaciones de más de 20 países.
Resumen
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Las Organizaciones Sin Fines de Lucro ocupan, tanto en la Argentina como en el mundo, un papel
fundamental en la provisión de toda clase de servicios y en el desarrollo de actividades de la más
diversa índole. Hoy en día son protagonistas principales en la vida de una gran parte de la población,
brindando servicios como salud, educación, fomento de la cultura, la práctica de actividades deportivas,
la provisión de servicios asistenciales a poblaciones carenciadas, capacitación laboral, cuidado del
medio ambiente, seguridad pública, etc. Por estos motivos, más allá de las virtudes que aportan a la
sociedad las Organizaciones Sin Fines de Lucro, es particularmente beneficioso para el Estado
fomentar su desarrollo. Siendo así, es lógico suponer que el marco legal debería acompañar esta
posición.
Consecuentemente, surge la pregunta: ¿Qué impacto tiene la legislación y la regulación estatal sobre el
desarrollo, evolución y variación de las formas que adoptan las Organizaciones Sin Fines de Lucro en
la Argentina?
El objetivo general de este trabajo consiste en explicar el desarrollo, evolución y variación de las
Organizaciones Sin Fines de Lucro en la Argentina, en general, y las Asociaciones Civiles en
particular, con especial énfasis sobre la legislación y la regulación estatal que existe, o no, para estas
organizaciones. De esta manera, se busca entender cuales deberían se las estrategias óptimas a ser
llevadas a cabo por el Estado, para el beneficio de toda la población.
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