Parte de Un Orden
Parte de Un Orden
ANTOLOGÍA POÉTICA
MÁXIMO BALLESTER
PARTE DE UN ORDEN
ANTOLOGÍA POÉTICA
MÁXIMO BALLESTER
ÍNDICE
Disfraz al agua………………………………………………………………………………………….. 5
Poemas con Agustina de chica……………………………………………………………………. 6
En la orilla…………………………………………………………………………………………………9
Musas extraviadas…………………………………………………………………………………….17
Poemas sueltos I………………………………………………………………………………………26
Cuaderno de notas……………………………………………………………………………………30
Poemas de autoayuda y aforismos para morir mejor……………………………………51
Poemas sueltos II…………………………………………………………………………………….66
Poemas de Máximo Estrella y otros esperpentos………………………………………….79
Árboles de un bosque / Una rama se quiebra y cae (pero es sólo una rama)…..85
Poemas sueltos III……………………………………………………………………………………96
“El viento está hueco. El mundo es extraño,
parte de un orden más grande e inconsciente de
la vida que se reúne sobre él”.
MARK STRAND
Si tu retórica no hiciste
con Satán, astuto decano,
¡tíralo! Me leerás en vano,
o creerás que a un loco leíste.
CHARLES BAUDELAIRE
DISFRAZ AL AGUA
(1998)
AVISO
se vende
máquina de llorar
buen estado
papeles al día
con memoria
ojos y lagrimales
originales
industria nacional
funciona con cualquier
razón o motivo
y llora a cántaros
hasta una vez por
hora
bajo consumo
sensibilidad intacta
EL POBRECITO
ARTE POÉTICA
resistir
5
POEMAS CON AGUSTINA DE CHICA
ACUERDO
AGUSTINA
6
PLAN FALLIDO
Hoy no iremos
Agustina
a saltar los charcos.
La lluvia
pronosticada para esta tarde
ha sido suspendida
por buen tiempo.
VHS PIRATERÍA
8
EN LA ORILLA
Los abismos atraen. Yo vivo en la orilla de tu alma. Inclinado hacia ti, sondeo
tus pensamientos, indago el germen de tus actos. Vagos deseos se remueven en
el fondo, confusos y ondulantes en su lecho de reptiles... Yo sigo a la orilla,
ensimismado. Muchos seres se despeñan a lo lejos. Sus restos yacen borrosos
disueltos en la satisfacción. Atraído por el abismo, vivo la melancólica certeza
de que no voy a caer nunca.
1
Pez de las cinco menos cuarto según su reloj.
Vidrio triangular cóncavo, miembro de una luz, parte de una obra: refracta,
desafía al sol, corta la brisa, imita a una joya. Vidrio que será ventana de la torre
principal de mi castillo.
9
8
Un puerto. Un perro. Farol tumbado. Luz pesada sobre sogas de gordos nudos
marineros. Sombras de velámenes que oscilan lápices cruzados. La luna baja en
un responso: luz quebrada entre los barcos. Pasa un hombre vestido de
paraguas. Viejo, muy viejo. El perro da sus flechas a la noche. A su lado, soy un
fantasma con sombrero.
Ese calamar que se pregunta por qué tiene tinta si él no escribe, tiene una poesía
continua, irrefrenable, contra los males de este mundo.
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20
Barco nocturno que viene desde el horizonte. Trae remolcado al sol para este
día.
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27
30
Entre isla muy tuya e isla mía fracasan astros obstinados. Ellos encienden su
misericordia en el invierno áspero. Hago la soledad en ropas apretadas. En el
humo de la taza de café hay más espera que un país. Animal con miedo, me
agarro de la taza fuertemente para no caerme al vacío.
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Y tus piernas eran más largas que el día sin tus piernas. Y yo era cursi, como
ahora. Me calzaba en las palabras una flor de un rojo carmesí como en los
boleros. Tiritaba ante la proximidad de tus pasos. Regurgitaba aplausos del
perfume de tu piel como si me hubiese tragado un violín, o dos, una comparsa
de maripositas o qué. Y después tus piernas eran largas como la noche sin vos.
35
Tus pechos: barquitos dulcísimos que miraban con recelo el puerto desierto de
mis manos.
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Estoy alegre, bailo una mujer. Antorcha en la orilla bajo la noche mía. Bailo una
mujer alegre. Sal en el viento, cielo del callar sobre mi cabeza de fuego. Toco el
aire cálido de vientre de perro. Llego hasta manzanas que riegan. Perfumes de
tu voz bajan en serpentinas verdes. Todo baila, todo baila sin una gota de
música. Sólo yo, conmigo, solo en una sola espuma, atravesado a dentelladas
por una mujer que no acabará de hallar su forma definitiva.
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¿Y ese faro, y esa luz? Por qué no ser ese faro, esa luz. Proyectarse en un reguero
calmo, extenderse hacia el horizonte, profanar el crepúsculo.
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Te tiendo emboscadas terribles, dulces, con palabras de sol, con perros dibuja-
12
dos en la arena. Perros acostados con hambre que aúllan en mi nombre, se ras-
can la perra ausencia, soplan globitos de historieta con socorros de mi corazón.
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Pintura inacabada, casi bosquejo. Pintura a la que le pasa el tiempo sin mancha
nueva. No tiene mujer todavía. El lugar donde pondré tus pechos ya es un niño
dormido.
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Musa, dulce veneno, divina impostora, me mostrás tus velos infinitos, me ponés
ojos para que no vea sino tus relámpagos azules, me llamás de urgencia a las dos
13
de la mañana. Y de golpe me veo oyendo lo que no es, y ya estoy de nuevo
pendiendo de un hilo en el borde de un nuevo abismo.
82
Bolero a las tres de la mañana: en los labios de la copa, el vino inventa la fruta
de tu boca.
90
Qué busco, dice el escarabajito. Busco buscar. Eso dice, eso busca el
escarabajito.
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95
Ser en la noche el que ovilla el viento. Ser en la noche el que deshoja las
palabras.
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Nada por decir, por escribir. Abulia frente a las comas, ante la picazón de
espalda, horizontalidad de lombriz, cabeza dentro de un pozo. Todo en no, en
nada, anticipos de muerte. Las alas a los lados del caballo, invisibles, ausentes.
La ventana que hice donde no había casa. Y descubrir que la bolsita que me
golpeó la cara, inflada por el viento, ya no tiene su paracaidista.
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Me quitaría la cabeza del sombrero, las manos de las mangas, los pies de los
zapatos. Sería la parodia de mi sombra.
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A veces pienso que diga lo que diga, piense lo que piense, haga lo que haga –ya
respire, ya escriba, ya camine–, es otra forma de decir que te amo.
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Vos en una orilla, yo en otra, soy el que espera a que se unan los continentes.
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Donde hice nido brota la devastación. He sido llamado a sobrevivir toda la vida,
a ser, nada más, arquitecto de mi sombra.
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16
MUSAS EXTRAVIADAS
(2008)
MAX JACOB
Misterio del cielo
VUELO
Un hombre
pasa volando por el cielo.
17
BAILE
Giro la lámpara
y la sombra del compás muda de lugar.
EXPERIMENTO
1) Atrapo en un frasco
el aire que precede a la
lluvia.
2) Entro en un negocio
en el que se venden paraguas
y destapo el frasco.
3) Un vendedor me pregunta
qué deseo mientras yo examino
el comportamiento de los
paraguas colgados.
18
GOURMET
Me nombra la ciboulette
los repollitos de Bruselas
jengibre
lemon grass.
Me hace probar
un salmón casi crudo
risotto con echalottes
y morrón amarillo.
ESTRELLA
El poeta la recoge
y se la cuelga de la solapa.
El sheriff.
19
CÓMO OBTENER UNA FOTO DE UN MURCIÉLAGO SURCANDO LA LUNA
CLEPSIDRA
Estoy sentado
en la cima de un médano
y me cae arena en la cabeza.
20
PULSERA
---x-----x-----x-----x-----x-----x---
en todo el distrito
MÚSICOS
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PIROPO
El sol
bebe de tu luz.
Qué piola:
así cualquiera es sol.
TEMBLORES
Escuché en el noticiero
de esta noche
que a la mañana un temblor
había sacudido algunas zonas
de Buenos Aires
justo en el mismo instante
en que me decías que no.
VENGANZA
22
LA ORQUESTA
En la vidriera de la casa
de venta de instrumentos musicales
un piano sonríe a quien quiera
mirarlo.
En la vereda,
el limpiador de vidrios dirige
la orquesta.
SÍMBOLOS
23
AUSENCIAS
Escribo la ausencia.
CIRCO
Para
esta
función
hemos
ensayado el
triple
salto
CARTEL
NO AVANCE
24
EN EL ESPEJO DEL BAÑO
Termino de ducharme
y me miro en el espejo
empañado.
Al rato, la representación
empañada de mi cara
llora sin motivos,
sin ojos, lentamente.
25
POEMAS SUELTOS I
CAMPANAS
SU JUGUETE PREFERIDO
26
THE MONSTER
AFIRMACIONES
DIJO JESÚS
YO SOY EL CAMINO
LA VERDAD Y LA VIDA
27
LA JIRAFITA
LA FUENTE LUMINOSA
28
FOTO
29
CUADERNO DE NOTAS
LEONARD COHEN
Voy a llamar a mi madre esta tarde –esta tarde arde por lo que no está–. Qué
será mañana de Jesús sin ella.
El malabarista en aquella esquina jugaba con bolas de fuego. A veces hay una
fiebre en el aire.
30
Otras veces dan ganas de hacer el amor de espaldas al discurso presidencial.
En todo lo que puede ser libre hay un caos. El aire es una especie de caos.
Anoto “Praga”, de Manuel Vázquez Montalbán. Acaso sea una sinfonía esa
ciudad.
31
“Damas de Praga
como las rosas de Alejandría
coloradas de noche blancas de día”.
Leí en el diario que un barco de la Armada Argentina mató con sus hélices a una
ballena en Chubut, en temporada de avistaje.
A veces uno cree que está mal hecho. Que es un boceto sombrío.
Pasaba un hombre muy encorvado, como si viniese de abrazar a una gran pelo-
ta.
32
La cama del muerto bajo un manto de luz tenue. Partículas en el aire. Una
melodía llena de ausencias. Parece una idea de Van Gogh pero pintada por
Rembrandt.
Un mástil al que le crece una bandera que hay que podar hasta dejarla en estado
de esperanza.
La cama del muerto ilumina la habitación más allá de la luz que entra por la
ventana apenas abierta. El colchón hundido es un molde vacío.
Pasaba un hombre muy encorvado, como dispuesto a dar una vuelta carnero.
Es un grito tallado en las paredes de su alma. Signos que chorrean una sangre
metafísica.
33
¿Qué será de Praga sin Manuel Vázquez Montalbán? ¿Seguirá siendo una ciudad
de ferias y congresos?
Algún día un ave preguntará por qué nosotros nacemos sin alas.
Entender que hay un hueco en las horas. Algo que falta. Una desproporción.
Bosquejo insólito. Figuras mal dibujadas, tal vez por una psiquis agonizante.
Todo lo que hay es tiempo. Tiempo cuyas horas reservan un hueco para la cons-
ciencia.
Un hueco en las horas. Un ojo que no mira pero ve. Un túnel. Un abismo.
Llueve. En el vidrio empañado del colectivo hay gotas que se aferran. Gotas
colgadas, viajan por fuera. Viajan sin pagar boleto. En el vidrio empañado, a
través de las gotas viajeras, veo avanzar hacia mí los árboles de Juan L. Ortiz.
34
“Mientras despeina suave”, verso de un poema de Fernández Retamar:
“... mientras despeina suave las cabezas de los hijos que tuvo con el otro”.
Todo lo que no es amor es pérdida de tiempo. ¿Quién lo dijo? ¿Lo dije sólo yo?
Sólo sé que lo dijimos.
Pozo que no das agua: ¿de dónde vienen las olas que oigo golpeando las horas?
Ese polvillo de colores que suelen dejar en las manos las mariposas al tocarlas.
35
Un hombre se corta las uñas. Acaso es Voltaire. “El despertar de Voltaire”, de J.
Huber, en la portada de “El jardín de las dudas”, de Fernando Savater. O tal vez
es Oscar Wilde, que pone una coma –o la quita– en su escrito, y ese es todo su
trabajo literario del día.
Pongo mi atención en un terreno baldío que hay en una calle cerca de donde
vivo. Tiene alrededor casas, edificios. Empiezo a imaginar una casa de dos
plantas. Balcones. Ventanas. Puerta de madera. Necesito la presencia de una
escalera exterior, con su descanso, para ver a las personas que habitan la casa
subir, entrar, bajar, irse. Sin embargo, a veces las hago entrar por el balcón, salir
por el techo. Cambian de ropa, e incluso de cara. Les otorgo otras acciones.
Cuando paso por esa calle repito siempre el ejercicio de imaginar que hay en ese
terreno una casa que habitan personas que no existen.
Un hombre se cortaba las uñas de las manos en el umbral de una casa que aún
no estaba allí.
36
Una vez vi un hombre en llamas en el hall de entrada de una casa en San
Fernando. Yo era chico. Pensé que era la imagen del Diablo, pero hoy la
recuerdo como la de un hombre sufriendo desgarradoramente. Sentado de
perfil, su cara colorada, afiebrada, tenía una mueca de dolor terrible. Era un
llanto de lágrimas encendidas. Todo él se retorcía en mil llamas, consumido en
un dolor insoportable. Cerré los ojos –pensé que lo que veía era producto de mi
imaginación–, y al abrirlos, el hombre ya no estaba.
Anochece blanco sobre la casa de dos plantas que imagino, donde duerme un
hombre en el felpudo de la entrada. Le cuelgan unas llaves de la boca. De una
patada abrirá la puerta con el adorno navideño. Pero antes acariciará a su gato,
que es largo como un lagarto en los ojos de un niño.
Aún debo conservar el perro imaginario de cuando actuaba “La dama del
perrito”, de Chéjov, en el taller de teatro. Debo tenerlo por ahí.
37
Un hueco en las horas como el agujero en la tráquea de mi abuelo Luis.
“Esa mujer no estaba en sus caníbales”, dice Mario Trejo. “No molestarla que la
melancolía ya tiene con sus abejas”. Las abejas de la melancolía pueden
producir una miel desgarradora. Es el placer de los osos solitarios.
Un hombre, una mujer y sus dos hijos habitan la casa que imaginé en el terreno
vacío. La mujer sube la escalera con las bolsas del mercado. El hombre sale a
recibirla con harina en las manos y le dice que ya terminó con el engrudo. En
una de las ventanas, los niños montan una función de teatro de títeres con
muñecos que aún están frescos. El ojo de un muñeco se desliza y cae en un
macetero. La mujer levanta la cabeza desde la escalera y le parece ver que uno
de los muñecos le está guiñando un ojo.
Adivina adivinador: ¿de quién es el esternón abierto del que emana tanta luz?
(De mi padre)
38
Argumento: un anciano camina con su bastón de madera por la calle. Pasa una
mujer hermosa y envuelve al anciano con su perfume. El anciano queda
boquiabierto y atropella en su mente unos versos de Homero Manzi. La mujer
no acaba nunca de pasar: su perfume teje rosas en el aire. Al bastón del anciano
le crecen dos hojas verdes.
Me pongo a escribir y siento que hay un puñado de ojos que me espían. Me ven
escribir que hay un puñado de ojos que me espían y entonces desaparecen. Sólo
queda el testimonio de su paso en estas líneas.
El fondo de las cosas, dice Juarroz, no es la muerte o la vida. Por esas zonas
pasean las voces que oía Virginia Woolf. César Vallejo hunde su mano y saca un
muerto lleno de vida; parece mostrarnos algo del fondo de las cosas. Las cosas
son las cosas. Luego las cosas son lo que ponemos en las cosas. Luego las cosas
vuelven a ser las cosas.
Un esternón abierto llena de luz el hospital. Es de noche. Pero los pájaros que se
oyen junto a las ventanas deben creer que ya amaneció.
39
La angustia es cosa seria. Por eso a veces la tomamos con humor.
Alguien dejando una palabra por debajo de una puerta. Se abre otra puerta.
Por el hueco de las horas surge la voz de mi abuelo Luis. Me pide que le patee
una pelota.
40
Notas para un poema que no terminaré nunca. Bollos de papel en el cesto de
basura. Me queda un solo fósforo. Pero lo froto contra una gota de agua.
Días nublados, destemplados, grises. Una humedad que llora en las baldosas, en
las hojas de las plantas. Humedad en las ropas, los pies, las calles, las casas.
Humedad de vencido, ojos taciturnos, trapo colgando. El clima nos contagia su
angustia. Y el aire es espeso de hojas muertas.
Trepar la pena.
Apretar la pena hasta que quepa en una mano. Arrojarla al río desde un puente.
41
Su voz en cuclillas, dulce, acunada en un rincón de la callada soledad, como si
me tejiera saquitos de lana.
Anoto que de lunes a viernes todos los días están en plural. En cambio sábado y
domingo gozan de una singularidad personalísima.
TttttttttttttttttHHttttttttttttttttT
Atrás se alzaba el castillo, y arriba se veía la habitación de ella con la ventana
abierta de par en par. Un perro muy enojado me ladraba.
Ese viejo par de guantes en el último cajón de la cómoda que nos mira como dis-
puesto a darnos una mano.
El reloj de pared se detuvo a las 10.14. Hay relojes que al parecer no resisten. Y
sea la hora que fuera se detienen exactamente en el hueco de las horas.
El muchacho del andén nada las olas. Trepa una pena de estación. Escapa de la
miel de la melancolía. El muchacho nadador del andén atraviesa el tedio y la
rutina.
Con palabras de este mundo, Alejandra Pizarnik, parto de mí, llevándome, como
quien no tiene otra cosa que ponerse.
42
Un árbol atado a un caballo. La inmensa pradera florece. Relincho extendido.
Las ramas bailan ese sonido, bailan el ser ramas.
Dejar caer una gota de agua sobre una mesa. Tomar un fósforo. Frotar el fósforo
en la gota de agua y encender un poema.
43
El árbol seco, muerto, donde murió el ahorcado y la cruz que colocaron en la
tierra junto al árbol para recordarlo. Los restos del ahorcado ahora yacen en
otra parte. Los restos del “crucificado”, también.
Punto de fuga. De él hago partir rayos como los de la rueda de una bicicleta.
Está tronando afuera y los parlantes del cielo se desgañitan. Caen las primeras
gotas como si llevaran demasiado tiempo aburridas en el regazo de las nubes.
Truena muy fuerte, como si alguien quisiera vendernos una lluvia.
44
Me quiero ir. Ya no quiero estar con el Hastío. Quiero irme a mi casa.
Esperamos una carta. Ahora son mensajes. Pero antes esperábamos una carta.
Una carta que bajara como una paloma, precipitadamente, y nos amputara la
soledad, antes de que se haga gangrena.
Repleto del vacío de las horas, camino incorpóreo de la mano del Hastío.
45
Sueño con mi padre. Yo corría a defenderlo del ataque de los zulúes. Después el
campamento era un hospital a cielo abierto y un médico coloca en mis manos u-
nas pinzas largas como las que utilizan los cirujanos. El médico me dice que las
tenga, que me servirán para repeler un nuevo ataque de los zulúes. Mi padre
estaba bien: sólo un raspón en la frente y una gota de sangre colgando de su
nariz. Salimos a una vereda. Mañana espléndida. De la nada, mi padre toma de
un hombro a mi hermano Luis y se encaminan a un puesto de flores. Yo los veo
irse y no puedo cruzar la calle. Siento un límite. Me quedo paralizado. Me
pregunto por qué mi padre no me eligió a mí para caminar rumbo al puesto.
“Quiero que le lleves un ramo a tu madre”, le dice a mi hermano, “para que sepa
cuánto la quiero”.
Abro "El cubilete de dados", de Max Jacob, en la página 146. El texto es "En la
cita de los conductores" y veo el mosquito que aplasté hace un tiempo mientras
leía el libro. Alas desplegadas, patas hacia abajo, parece estar volando. También
podría ser un dibujo perfecto en el margen izquierdo a mitad de página. Su
aguijón señala la palabra "hablado". En un pasaje dice: “Reconocí mi sitio de los
libros y papeles”.
El primer muerto que vi fue un hombre ahogado que trasladaba una lancha de
prefectura por el río Luján, en Tigre. Estaba hinchado y su piel se había vuelto
amarilla. Parecía una pequeña ballena blanca. Una Moby Dick sin arpones
clavados, sin sogas en el lomo. Su ojo derecho abierto pasaba mirando el último
sol, la última tarde.
46
La bicicleta con alas de José Pedroni un día volará y empezarán a volar todas las
bicicletas del mundo. El mundo que –según José– es una bicicleta también. El
cielo será un velódromo, como quería José que todos los pueblos tuvieran, y las
bicicletas volarán por todas partes y nada las podrá detener.
Camino por la playa con una mariposa en el hombro que junté en la arena.
¿Moribunda? Pienso en la perspectiva de mirar desde un hombro todo lo que
me rodea. Siento que a ambos nos alza una ola invisible. Una lenta ola de
melancolía. Yo transcurro los días posteriores a la muerte de mi hermana y
estoy sensible y extraño, y algo aturdido. Estamos situados, la mariposa y yo, en
algún escalón de la tarde, ajenos a lo que acontece, caminando. La mariposa,
que luego llamé Patricia, se me vuela y desaparece. Tal vez por un bolsillo del
cielo.
47
Salí a caminar. El sol ya había abierto. Las rejas de las casas bajo el rocío, las
celosías, las ventanas y las puertas cerradas, como vecinos de muy mal humor.
Una pareja discute en medio de la noche. Son mis vecinos de arriba y parecen
llevarse muy mal. Yo estoy debajo de su balcón y puedo escuchar casi todo.
Gritan, luego bajan la voz. Ruido de vajilla, cubiertos... Retoman sus reclamos o
reproches desde el insulto anterior. Ruido de sillas durante el diálogo. Pasos.
Ella lo insulta y nombra a la madre de él. Él también la insulta y le dice que ella
no debió haber nacido. Luego se corrige: mejor hubieras muerto al nacer.
Después se produce un silencio. Trasladan la mesa. Él contesta algo,
lacónicamente, a algo que preguntó ella. Pausa larga. Estrenaremos en mayo,
dice ella. No, en junio, dice él, y agrega: no llegamos. Cómo no vamos a llegar,
dice ella, la letra está, vos estás perfecto, y yo con mi nuevo vestuario…
El saco negro colgado en la silla con caspa en los hombros figuraba un cielo
nocturno. Pero esta metáfora ya la usé antes. En este caso la caspa son las
estrellas. Pero entonces por qué me repito. Tal vez porque en dos objetos
diferentes podemos ver la misma cosa. Porque tenemos obsesiones (algunas
muy pequeñas) y a veces no somos conscientes de eso. Y porque sí, que suele ser
a veces, de entre las peores, la mejor respuesta.
Campanas del Vacío tañen como quien pica la senda escabrosa de las horas. El
de guardapolvo blanco dibuja un pez en lugar de un sol, pero es a la vez un pez y
un sol. Lo acompaña el Hastío. ¿Y qué vas a callar entre los pliegues de lo no
dicho? Lo callado es una gran piedra que espera ser esculpida. Ya sale el pez y el
día comienza. Las piedras juegan con las olas. Hay campanas calladas en las
gaviotas. Todo está abierto desde el mar hasta aquí. Desde el horizonte. Y hay
un tajo en el día.
48
Sombras tejen cuervos. Rincón final de la ciudad. Al amparo de la luna, un
hombre se masturba y se conecta con el universo.
Decir algo que no pueda ser callado. Nada normal. Comunicar la muerte propia
y cerrar la puerta. Pero antes de salir, decir hasta luego.
En la mesa del bar, en una vereda. Aparto una silla vacía. Brindo con ella. Veo
caer la pelusa de las pelotitas de los plátanos en mi cerveza ya sin espuma.
Viento en la cara, voces en la calle. Palomas que vienen a robarme el pochoclo
salado de la mesa. San Telmo. Sábado a la tarde. Primavera. Te invito a bailar en
los adoquines, aunque no estés. Bajo la nieve amarilla de los plátanos.
Y observando una clepsidra, perplejo ante un brillo que me recuerda unos ojos
tras una ventana, un granito de arena y otro y otro más, a las seis y cinco de la
tarde me pregunto por qué debemos tener un cuerpo.
Bernard Shaw aconsejaba construir los cimientos debajo de los castillos que
solemos hacer en el aire. Pero, entonces, qué hacemos con una ilusión de
cemento, con una imaginación a la altura de los pies.
49
Qué hermosa sos, le dije, y la recogí de la arena. La sumergí en una ola para
limpiarla y brilló como una novia. Todavía mojada y con todo su brillo en pie, la
guardé en un bolsillo. Fui su bicho, su molusco bivalvo, mientras anduvimos
juntos.
Seis gaviotas caminan con premura de mujer distinguida por la orilla. Vienen
por los restos que ha dejado la lancha pesquera. Vistas de atrás, parecen tener
brazos cruzados tras la espalda. Voy hacia ellas y se vuelan. Flotan en el cielo
nublado cual barriletes. Los hilos no se ven.
Los pequeños tiburones que yacen de espaldas en la lancha pesquera tienen por
boca una herradura de silencio.
Las nubes se abren y se descubre el cielo a las once en punto. Alguien escribe en
la arena lo que se leerá después en una foto. Unos perros corren tras un
ciclomotor. Son diez. No, son más. El viejo ovejero alemán no puede con su ca-
dera y da la sensación de que va a partirse en dos. Va último en la fila pero no
quiere perderse la fiesta de la velocidad. Una gaviota, ajena a todo, baja y
aterriza armoniosamente en el borde de la lancha varada. Como si se posara en
un verso.
50
POEMAS DE AUTOAYUDA
Y
AFORISMOS PARA MORIR MEJOR
(2011)
EMILE CIORAN
Cuadernos
FIÓDOR DOSTOIEVSKI
Crimen y castigo
51
POEMAS DE AUTOAYUDA
52
4
11
13
53
16
17
19
54
20
23
24
55
27
28
29
56
30
35
Usted es Positivo.
Usted es la palabra Sí.
Usted es Posible.
Usted es Cierto.
Usted es Suma.
Usted es Bueno.
Usted es Capaz.
Usted es Inteligente.
Usted es Virtuoso.
Usted es Mejor.
Usted es Todo.
Sin Usted
Usted no existiría.
57
AFORISMOS
El mayor error que puede cometer un pez es confundir un anzuelo con un signo
de interrogación.
Imagino el estallido del mundo auspiciado por empresas con sedes en otros
planetas.
Dar un show para multitudes, tener en nuestras manos una rubia preciosa,
trepar el Empire State: ah si tan sólo descendiéramos de King Kong…
58
Leo a Lichtenberg: “¿Qué tiene de sorprendente que a los individuos insignifi-
cantes les guste tanto contemplarse en los espejos?” Pero en vez de “contem-
plarse”, leo “completarse”. Una vez más había manchado de mí un texto de otro.
Me veo cada vez más calvo y pienso, aunque no es un consuelo, en los tantos que
como yo fueron condenados a la “pena capilar”.
Salir malherido después de haber visto los cuadros que Goya pintó sobre la
guerra.
De los ocho tentáculos del pulpo, uno es el órgano reproductor. Los siete
restantes son puro goce.
59
Sueño con una suelta de preservativos inflados en la plaza del Vaticano.
60
...y la autopsia arrojó que había consumido durante veinte años las
publicaciones del Reader's Digest.
Pasar frente a los espejos de modo que a ellos les parezca ver un fantasma.
Ser Jesús en el momento de repartir los panes y los peces y que te caiga
bromatología.
…y esta es la jaula del dragón. El que está allí, dormido, junto al extinguidor.
Llegar a una Grecia abúlica, inactiva, muerta en las calles, donde todo griego
permanezca nada más que ocupado en conocerse a sí mismo.
Hoy el mar nos trajo las cenizas de tu madre. Ni veranear nos deja en paz.
61
Hacia el final del cuento, uno de mis personajes se salvó de morir a manos de
otro por un mero error de ortografía. Este último, cuando se disponía a
acuchillar al otro, finalmente lo acuclilló.
Al costado de la autopista se alza un Cristo con los brazos abiertos. En cada uno
de los brazos hay un nido de pájaros. Jesús, como espantapájaros, es un
verdadero fracaso.
Un horóscopo que anuncie tu muerte y que luego diga que te irá muy bien en el
amor.
Hemos absorbido tanta psicología que nos hemos vuelto casi expertos. No
dudamos en diagnosticar que una manija sin tope “gira loca”.
62
Escribir un poema como si hiciéramos un gol.
¿Nuestro amor? Lo mismo que jugar con un manco a “piedra, papel o tijera”.
La expulsión de Adán y Eva del Paraíso fue un fallo desmedido. A lo sumo era
para tarjeta amarilla.
No hay que tomar al toro por las astas, hay que tomarlo desprevenido.
63
Ser y al mismo tiempo no ser: ese es el problema.
San Antonio debió ser un hombre muy diminuto, a juzgar por el tamaño de sus
vaquitas.
Ser nada más una célula voluptuosa con la que jueguen las olas de un mar.
En busca del tiempo perdido (Marcel Proust), Me olvidé de vivir (Julio Iglesias).
64
Los bigotes de Gorki, de Nietzsche y de Flaubert revelan lo fríos que eran los
antiguos inviernos europeos.
65
POEMAS SUELTOS II
ATENTADO
SOY LA VOZ
no necesariamente breve.
66
LEDA Y EL CISNE DE MIGUEL ÁNGEL
METÁFORAS
67
LEYENDO UNA ENTREVISTA A NICANOR PARRA
TARDE DE NOVIEMBRE
68
MARIPOSAS
UNIVERSOS
69
LA FÁBRICA
70
La radio otra vez.
Mi ficha 190.
Todas las fichas ordenadas como pequeñas
lápidas junto al fichero.
Los relojes. La hora. Los relojes.
Las puertas, todas las puertas.
Todos nosotros.
Todos nosotros yendo y viniendo.
Todos nosotros funcionando.
Las cajas desarmadas.
Las cajas con manchas de aceite de máquina.
Las cajas cerradas con cintas que en rojo dicen:
FAJA DE SEGURIDAD.
Las bolsas que arrastramos, que acomodamos.
Las bolsas que cargamos.
Nuestras voces. Las cosas que decimos.
Todas esas palabras que a veces no sabemos bien
por qué las decimos.
Nuestras miradas. Nuestros gestos.
La fábrica vista desde afuera.
La fábrica vista por dentro.
Todas las cosas ordenadas.
Todas las cosas por hacer.
Todas las cosas que hacemos y las que no hacemos.
MINI
71
NOCTURNOS
Un puño contra la mesa y el vaso de vino se vuelca. Los papeles vencidos, los
versos de Marechal, el poema sin terminar. La tinta de los versos se une a la uva
tinta del vino.
Se mira en el espejo del baño. Con espuma de jabón dibuja una sonrisa en el
vidrio. Ahora sus ojos no combinan con su nueva cara.
Cuelgan las estrellas, la luna, y no se les ven los hilos. Las nubes en cambio son
corridas hacia un lado. El gallito de los cuatro vientos sólo sigue la corriente.
Ser poeta como última oportunidad para el inútil. Tener en la mano un cuatro
de copas y jugarlo como un as de espadas.
REPRESENTACIÓN
72
ÚLTIMO VIAJE
NO SE META EN POLÍTICA
73
REINA
MI GRAN SUEÑO
es que mi poema
antiimperialista
conquiste
Estados Unidos
América Latina
Europa
África
Asia
y Oceanía
74
EN LA MEDIANERA
75
CINCO MANERAS DE DEJARME
corriendo desnuda
despareja
boba
por las baldosas partidas
nada te tragará
ni en mil plegarias te tragará
no habrá un ojo de fuego
bajo la tierra
esperándote
escribiendo en la pared
frente de casa
que no te busque
que no te escriba
que no te ame
"la vida sigue" ponés en rojo
y una flecha al final
señala el terreno baldío
feliz feliz
saltando un elástico invisible
los árboles cabeceando
en la brisa del verano
con un muñeco que no hay
bajo tu brazo de arlequín
chin–chin de la copa que no está
azul violeta de una calle que no es
con mi tristeza
de bancos de plaza en otoño
con papelitos dispersos
y atado a la cola de tu sombra
76
5
en medio de la lluvia
cuando cae la tarde
y todo alrededor
donde soy el único actor
de la película
y no hay dobles
para la escena de llorar
USTED
78
POEMAS DE MÁXIMO ESTRELLA
Y OTROS ESPERPENTOS
(2013)
Libro escrito en coautoría con Jorge Luis Estrella. Los siguientes poemas
pertenecen a Máximo Ballester.
79
Primero salió Raúl para arrancar el coche
y después todos los demás a la carrera.
Pero cuando llegamos a la calle, el Ford 38 no estaba.
Se lo habían robado con el Gordo Guzmán adentro.
Nunca pudimos encontrar el Ford, ni al Gordo.
Y para colmo terminamos en cana.
DECLARACIONES IMPORTANTES
80
SUCESOS PRIMAVERALES
Salí a la calle
y la primavera ya estaba abierta.
¿Cuánto sale esa paloma?
Esa paloma sale tres veces,
me dijo la primavera.
La llevaré.
A la altura de un plátano pensativo
estornudé cinco veces de una vez
y la paloma que llevaba para mi amor
se voló. Le grité que volviera
y la paloma me dijo: yo no estoy para esas cosas.
Muy bien, dije.
Muy bien, dijo la paloma.
Volví a mi casa y me puse a dibujar una paloma.
Me quedó bastante bien.
Salí de nuevo llevando mi dibujo pero ahora llovía.
Recordé que el último paraguas
me lo había robado un halcón en Malasia.
En Malasia y Gorostiaga.
Volví para dibujar un paraguas. Pero entonces
advertí que la paloma de mi dibujo
se había chamuscado.
Se me ocurrió dibujar otra paloma. Esta vez
con un paraguas que la cubriera toda.
Cuando volví a salir ya era de noche y hacía frío.
Regresé. Llamé por teléfono a mi amor
pero su marido me comunicó que se la habían
llevado presa por la muerte de su madre.
Qué linda es la primavera y sus sobresaltos, pensé,
y me puse a dibujar una mujer.
81
pasa las horas artificiales con sus acontecimientos
artificiales en un clima artificial y sereno.
Una tarde artificial de enero, el hombre artificial
se encuentra con el hombre imaginario de Nicanor Parra,
que le dice que vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios, a la orilla de un río imaginario.
–Yo practico la pesca artificial –dijo el hombre artificial.
–Y yo la pesca imaginaria –dijo el hombre imaginario.
Luego de hablar de bueyes perdidos, artificiales e imaginarios,
los hombres entablan una conversación más profunda
aunque artificial e imaginaria. El hombre imaginario
le confiesa al hombre artificial que en las noches
de luna imaginaria sueña con una mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario y que aún sentía por ella
el mismo dolor y placer imaginarios.
–Eso es porque nunca tuvo usted una mujer artificial –dijo
el hombre artificial.
–No, pero me imagino –dijo el hombre imaginario.
Y en ese instante, el hombre imaginario y el hombre artificial
ven cómo baja por el camino de una ladera invisible
al hombre invisible de H.G. Wells.
–Debe ser mi imaginación –dijo el hombre artificial.
–Es lo más real que he visto en años –dijo el hombre imaginario.
OTRO
Me vuelvo predecible
demasiado repetido
cansado de la misma voz
los mismos pantalones
ganas de ser otro
cualquier otra cosa
llamarme policarbonato por ejemplo
octaedro
mengano de tal
pertenecer a la familia
de las liliáceas
82
ser una aleación de níquel
y papel maché
o provenir de un incesto
ROBO
83
BREVAJES ESPERPENTAMENTALES
12
A otra cosa,
mosca.
84
ÁRBOLES DE UN BOSQUE/
ÁRBOLES DE UN BOSQUE
85
3
Incorporado a la fila
de los árboles, cerré los ojos, permanecí quieto.
Y en mi callar transcurría la tarde, y yo
era tocado por el viento.
86
7
¿Y si nevara, y si no pudiera
salir de este bosque?
10
87
11
12
13
14
88
como puertas, como opciones que yo debía elegir
para seguir mi camino.
Un tercer árbol se abrió y pude divisar
la primavera feliz.
15
16
89
UNA RAMA SE QUIEBRA Y CAE (PERO ES SÓLO UNA RAMA)
90
3
Pienso en si no estaban
Dante y Virgilio en la punta
de esa rama que cayó. Pienso en Bauman,
y en Baudrillard. Pienso en los árboles
que se secaron luego de haber sostenido a un ahorcado.
91
Y en las enormes ramas cortadas que arrojaban
en el baldío frente a mi casa, gigantescos monstruos
de otra galaxia de mis aventuras de chico.
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8
El árbol.
El cielo.
93
10
UNA RAMA
CAE EN UN BOSQUE
RAMA SE DESPRENDE
DE UN ÁRBOL
11
en junio o martes
en Comala
en un atajo de Lewis Carroll
en Memphis
en mi barrio de Tigre
en Solentiname
en los ojos de un Perro Andaluz
en la falda de la Madre Teresa de Calcuta
en las manos de Piazzolla
en el Guernica
en la guitarra de Hendrix
en el parque de Dylan Thomas
en la Fontana di Trevi
en la villa de Juanito Laguna
en el Campo de trigo con cuervos de Van Gogh
en las tablas de Moisés
en la luna de Federico
en el bosque de Sherwood
en Famatina
en la Comunidad Qom La Primavera
94
en el Aleph
en el corazón abierto de mi padre tras la operación
en la piedra movediza de Tandil
en Rayuela
en La Franja de Gaza
en las trompetas de Jericó
en Atlantis
en el Leviatán
en el Golem
en Auschwitz
en Wall Street
en Un Día Perfecto para el Pez Plátano
en la cama de Frida Kahlo
en la cama de Marilyn
en París con aguacero
en El Espacio Vacío de Peter Brook
en El Cristo Redentor
en la Noche de Walpurgis
en la noche de Bagdad
en la cabeza de Cyrano
en el World Trade Center
en el Muro de los Lamentos
en Taj Mahal
en el Olimpo
en Troya
en el Pozo de Banfield
en la cubierta del Pequod
en el Ulises de Joyce
en el Moyano
en el Borda
en Strawberry Fields
en los relojes de Dalí
en El Aullido de Ginsberg
en El Grito de Munch
en un no-lugar
en cualquier parte.
95
POEMAS SUELTOS III
BARRIDA
96
FLORECER Y MORIR
El pimpollo de cactus
que ayer atropellé y corté accidentalmente
al pasar la podadora de pasto,
hoy floreció.
SENTADO AL SOL
Sentado al sol
sobre el camino de ladrillos
como cuando era chico
en mi casa de Tigre
los ojos cerrados ante los rayos de las 11
escuchando el ruido
de las hojas movidas por el viento
el ruido de un pájaro que salta
sobre el cerco
siento que una mosca
como un buitre en miniatura
me ronda
me toca
me toma las medidas
97
FOTOPOEMA
En este poema
tengo los pantalones sucios
después de haberme revolcado.
Detrás el verde,
el paisaje que puedas ver.
Hay unos juncos, un muelle, un río.
Es de tarde.
Se oye la canoa chocar contra los maderos
y las ocultas cigarras detrás.
Ya salté, tropecé, reí.
He logrado capturar el instante.
Ahora observo las nubes pasar
y ocultarse tras el cordón de sauces abatidos.
Paso las horas así,
tendido en el pasto
y esta es toda la alegría de que dispongo.
POZO
CIERRE FUERTE
La enfermera me pide
que me recueste en la camilla.
Accedo. La observo ir venir: es jovencita
y tiene unas piernas adorables.
99
EL CABALLO DE LA ODONTÓLOGA
La odontóloga
va y viene por la sala de espera.
Levanto la vista
y vuelvo a fijarme en el cuadro del fondo:
6 caballos en un valle; el atardecer cae sobre
un camino entre montañas.
Predominan el marrón y el azul.
Es un cuadro oscuro y malo, y si no fuera
por los caballos
que están bien dibujados, se diría
que es una pintura horrible.
100
Máximo Ballester nació en 1964 en San Fernando, Buenos Aires, Argentina,
cursó talleres de literatura y de teatro en la Biblioteca de Martínez y participó de
varias antologías. Sus libros publicados son: Disfraz al Agua (1998), Musas
Extraviadas (2008), En la Orilla (2009), Poemas de Autoayuda y Aforismos
para Morir Mejor (2011) y, en coautoría con Jorge Luis Estrella, Poemas de
Máximo Estrella y Otros Esperpentos (2013). Todos estos libros han sido
antologados para la presente edición. Parte de un Orden, reúne además buena
parte de su obra inédita, aunque algunos poemas sueltos han sido publicados en
revistas, fanzines y en sitios de internet. Dichos poemas, aquí presentados en
tres secciones, más otra con el título Poemas con Agustina de chica, fueron
escritos entre los años 1999 y 2020. A estos poemas se suman los libros
Cuaderno de Notas (2008) y Árboles de un Bosque / Una Rama se Quiebra y
Cae (Pero es Sólo una Rama) (2015–2016).
Agosto de 2021
101