Novena A La Virgen de Coromoto
Novena A La Virgen de Coromoto
Novena A La Virgen de Coromoto
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Oraciones para todos los días:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor,
Dios nuestro.
Oración Inicial
Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra, por cuya intercesión
poderosa llegaron al conocimiento de la fe cristiana. Hermosísima Aurora,
que brillaste apareciendo en Coromoto y nos dejaste una preciosa prenda
de Tu amor, en una milagrosa Imagen, apiádate de nosotros. Alivia
nuestros males, poderosísima Abogada nuestra y fortalécenos en las luchas
contra los enemigos del alma.
¡Oh Patrona de Venezuela! Haz que nuestra Nación siga siempre en sus
leyes, en sus costumbres y en sus empresas, los sabios y salvadores
principios del Santo Evangelio. Protege nuestras instituciones, destierra de
nosotros el vicio, la impiedad e indiferencia religiosa; en una palabra,
renueva la fe en nuestra amada Patria. Promueve en nuestra sociedad obras
verificadoras de salud, adelanto moral y material, para que gozando de los
beneficios de una paz tranquila honremos y sirvamos fielmente en la tierra
a Tu Divino Hijo Jesucristo, a fin de gozarle eternamente en el Cielo.
Amén.
Se dice:
– Hazme, Virgen Sagrada, digno de alabanza.
Se responde:
– Dame fortaleza contra tus enemigos.
Oración Final
Oh Gran Dios, que con darnos en Tu Nacimiento a María, obra de tu
Omnipotencia, maravilla de la gracia, admiración de los ángeles, honra y
alegría de los hombres, escogida entre millares por feliz Madre tuya, y
constituida por dulce Madre nuestra, nos dejaste con dádiva tan rica, muy
obligados a tu amor; y más, renaciendo en cierto modo para nosotros con
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su maravillosa Aparición en Coromoto, el m ismo día que celebra su
natalicio santo.
Mil gracias, Señor, te repetimos, suplicándote fortalezcas nuestra memoria
para no olvidar tan altos beneficios, alumbres nuestro entendimiento para
reconocerlos y admirarlos; enciendas de amor nuestra voluntad para en
obras de amor corresponderlos, acabando la vida en tu servicio con el favor
de tu gracia, para gozar de tu Gloria. Amén.
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Lourdes, con el nombre que le había dado Dios desde la eternidad: sí, desde
toda la eternidad la escogió con este nombre, para ser la Madre de su Hijo,
el Verbo Eterno (Juan Pablo II, 10 de febrero de 1979.)
Oración:
Dios te Salve María, Reina excelsa y elevada por Dios a incomparable
grandeza, por haber sido enriquecida con todos los privilegios del poder
del padre, con toda la preferencia del entendimiento del Hijo, y con todas
las gracias y dones del Espíritu Santo, te confesamos como Emperatriz del
Universo, Reina de los ángeles y de los hombres; en los cielos y en la tierra
no hay pura criatura de mayor grandeza y majestad que Tu. Dios te salve,
a Ti llamamos los peregrinos de este valle de lágrimas, para que te dignes
aplicarnos tus soberanos favores y nos hagas dignos servidores de tu
Divino Hijo, Jesucristo Nuestro Señor. Ayúdanos, Señora, para que en las
luchas de carne contra el espíritu, salgamos vencedores mediante tu divino
y maternal auxilio, y podamos un día entrar triunfante en la Gloria del
Cielo. Amén.
(Aquí pedirá cada uno con fervor lo que desea alcanzar en esta Novena)
Reza una Salve.
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expresan –con delicadeza y belleza- los sagrados íconos del Oriente, en los
que la Virgen Santísima aparece con tres estrellas en su Manto, una sobre
el hombro derecho, otra sobre la frente, y la tercera sobre el hombro
izquierdo: La Aciparthénos, La siempre Virgen: antes, durante y después
del parto.
¡Milagroso! Entre júbilo da María a luz a un Niño, que es más antiguo que
la creación, y no yace agotada y pálida por los dolores del parto. María da
a luz a su Niño no entre dolores, sino entre alegrías (Obispo Zenón de
Verona, contemporáneo de San Ambrosio).
Así nos lo dicen también los relatos unánimes de los místicos de todos los
tiempos. ¿Es que podía nacer de otra forma el Hijo de Dios?
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y sin dolor. Y al pie de la cruz, traspasada su alma de compasión, engendró
para el cielo, entre sufrimientos inexplicables, a todos los cristianos.
Oración:
Dios te Salve, Madre de Misericordia, a quien Dios Padre hizo
dispensadora de sus bondades; Dios Hijo Tesorera de sus merecimientos
infinitos y Dios Espíritu Santo, Señora de sus dones y gracias, para que lo
administrase en beneficio del género humano. Salve, Virgen Madre, que
llevaste en tu purísimo seno al Señor de la Creación, al Supremo Ser, de
quien los cielos y tierra no son más que débiles obras de sus omnipotentes
manos. Salve María, fuente de gracia, que alcanzas el perdón de nuestras
culpas y eres nuestra fiel protectora en todas las penas y tentaciones que
nos afligen en este valle de amargos dolores. Ruega, Señora, por nosotros.
Acepta las humildes plegarias que te dirigimos en nuestras tribulaciones y
necesidades, y haznos dignos de cantar un día tus santas alabanzas en
medio de los bienaventurados en la Gloria Eterna. Amén.
(Aquí pedirá cada uno con fervor lo que desea alcanzar en esta Novena)
Reza una Salve.
La gloriosa Virgen María es Madre de Dios, pues dio a luz según la carne
al Verbo de Dios encarnado (Concilio de Éfeso, definición dogmática).
María fue predestinada en la mente de Dios antes que toda criatura, para
que, Virgen castísima entre todas las mujeres, engendrase de su propia
carne al mismo Dios, y Reina del Cielo después de su Hijo, reinase gloriosa
sobre todo lo creado (San Bernardino de Siena).
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a tan excelsa dignidad. Y sabemos que de esta divina maternidad procede
su gracia singularísima y su dignidad suprema después de Dios, y, en
cuanto a que es su Madre, posee una cierta dignidad infinita, por ser Dios
un bien infinito (Sto Tomás de Aquino).
Sabemos que Ella, por ser Madre de Dios, posee una excelencia superior a
la de todos los Ángeles, aún a la de los serafines y querubines. Sabemos
que por ser Madre de Dios es purísima y santísima, tanto que después de
Dios no puede imaginarse mayor pureza y santidad. Sabemos que por ser
Madre de Dios cualquier privilegio concedido a cualquier santo en el orden
de la gracia santificante, lo posee María mejor que nadie (Cornelio a
Lápide, Pío XII). porque Dios enriqueció con dones correspondientes a tal
oficio a Ella, la Toda Santa, que fue como plasmada por el Espíritu Santo
y hecha una nueva criatura (Vaticano II).
Oración:
Dios te Salve, Vida; por quien el mundo alienta y respira, ya que eres
Madre del Autor de la Vida. Por Ti, divina Señora, el hombre culpable,
recibió después de su caída la promesa de un Salvador y por tu augusta
mediación, recibimos la vida de la gracia. ¡Ave, Reina de los Cielos! Eres
la alegría y el encanto de los coros celestiales, la Reina de los Patriarcas,
la anunciada por los Profetas, la esperanza de los Santos Padres, la
fortaleza del innumerable ejército de los mártires, la luz gloriosa de los
Confesores, la fuente bendita de nuestra vida, la bendita entre todas las
mujeres, la cantada por las grupos de vírgenes y la ensalzada y alabada por
todas las generaciones. Concédenos por la Pasión y Muerte de tu Divino
Hijo y por los méritos de tu bendito Corazón, que no perdamos la vida de
la gracia por el pecado y no muramos de muerte eterna; pero que, viviendo
en santo amor de Dios, con fe viva, esperanza firme y ardiente caridad, nos
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veamos libres de toda culpa de pecado y merezcamos entrar un día en la
Vida Eterna. Amén.
(Aquí pedirá cada uno con fervor lo que desea alcanzar en esta
Novena)
Reza una Salve.
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Las Glorias de María)
Oración:
Dios te Salve, dulzura inefable, rico panal de miel celestial de gracia,
labrado por la omnipotente mano de Dios, para ser paraíso de sus deleites;
gusto y alegría de los corazones que aman la tierra y encanto y admiración
de los espíritus celestiales.
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apartándonos de los embaucadores gustos y deleites de este mundo,
evitemos todo mal y merezcamos entrar un día en el Gozo Eterno. Amén.
(Aquí pedirá cada uno con fervor lo que desea alcanzar en esta Novena)
Reza una Salve.
Confesamos que María es la Hija del divino Padre, la Madre del Verbo
divino, y la Esposa del Espíritu Santo, la llena de gracia, de virtud y de
dones celestiales, templo purísimo de la Santísima Trinidad. (Beato Pío
IX, Oración a Nuestra Señora de la Piedad)
Por eso decimos con los santos: María es el grande y divino mundo de
Dios, donde hay bellezas y tesoros inefables. Ella es la magnificencia del
Altísimo, donde Él ha escondido, como en su seno, a su Hijo único, y en
Él todo lo que hay de más excelente y precioso. (San Luis María G. de M).
Oración:
Dios te Salve, esperanza nuestra; anhelo constante de los Patriarcas,
blanco de los ardientes deseos de los Profetas, sagrario seguro donde se
refugian los pecadores para alcanzar el perdón de Dios, pues tus ruegos
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aplacan el justo enojo.
Eres, Señora, estrella luminosa que guía al cristiano en la noche borrascosa
de esta vida; eres el faro luminoso que le indica los escollos donde podría
zozobrar su alma, y le señalas el puerto de la segura salvación.
Iris de paz, que anuncias la misericordia divina, intercede por nosotros,
a fin de que, por medio de la recepción del Santo sacramento de la
Penitencia y de un verdadero dolor de nuestras culpas alcancemos de Dios
el perdón y misericordia, y seamos admitidos en el Reino de la Gloria.
Amén.
(Aquí pedirá cada uno con fervor lo que desea alcanzar en esta
Novena)
Reza una Salve.
Esta Virgen excelsa, que es Madre de vuestro Juez y vuestro Dios, ésta es
la Abogada del género humano, idónea, que puede cuanto quiere delante
de Dios; sapientísima, que sabe todos los modos de aplacarle; universal,
que a todos acoge y no rehusa defender a ninguno (Santo Tomás de
Villanueva)
María es nuestra Abogada, que por ser la Madre de Jesús, jamás deja de
ser oída (San Buenaventura) Acercándose Ella al trono de su Divino Hijo,
como Abogada pide, como Esclava ora, y como Madre manda (Pío VII,
Breve “Tanto studio”19 de febrero de 1805).
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Señora, lo que pueden obtener las intercesiones de todos los santos unidos
con Vos, bien puede obtenerlo vuestra intercesión sola, sin ayuda de ellos.
Y ¿por qué Vos sola sois tan poderosa? Porque Vos sola sois la Madre de
nuestro salvador, Vos la Esposa de Dios, Vos la Reina Universal del cielo
y de la tierra.
Tú eres tan poderosa delante de Dios, que, como canta Dante Alighieri,
quien deseando la gracia, no recurre a Ti, pretende volar sin alas (Pío
XII).
¡Ea pues Señora, Abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos, y muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre! (Salve
Regina)
Oración:
Dios te Salve, Abogada nuestra, que nos amas tanto que sólo cuidas de
nuestro bien y nos concedes tus innumerables beneficios y nos favoreces
con tus constantes auxilios y santas aspiraciones. A tus ruegos y divina
intercesión se aplaca la Justicia Divina enojada por nuestra culpa. Por tu
mediación, Dios conserva y derrama sus gracias sobre este mundo y nos
aplica con eficacia los méritos infinitos de Jesucristo Nuestro Señor y
Salvador.
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Septimo Día: María Medianera de todas las Gracias
Oración:
Dios te Salve, Virgen Clemente, toda llena de afabilidad; cuyo mirar
tierno y compasivo es consuelo y alivio del alma dolorida.
Eres, María, estrella benignísima que señalas al náufrago el puerto de la
salvación; eres el refugio del pecador, la salud del enfermo, el consuelo del
triste, la alegría del desconsolado y la paz y la esperanza del que muere.
Haznos ¡oh Virgen sacrosanta! Imitadores de tu excelsa clemencia
infundiendo en nuestros corazones la divina caridad con nuestro prójimo.
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¡Divina Mediadora nuestra! Acoge propicia nuestras súplicas y
despáchalas favorablemente, pues nadie ha solicitado tu protección sin que
no haya recibido de tu bondad y clemencia un pronto y eficaz socorro.
¡Madre clemente!, después del cautiverio de esta vida, muéstranos a
Jesús, fruto bendito de tu vientre, y haz que seamos dignos de gozarte en
la eternidad. Amén.
(Aquí pedirá cada uno con fervor lo que desea alcanzar en esta
Novena)
Reza una Salve.
Oración:
Dios te Salve ¡oh piadosa!, a quien Dios adornó con las más generosa
piedad que te inclinaba a dirigirle todos los pensamientos, deseos y actos
de tu vida; te inspiraba un celo ardiente para la gloria de su culto divino, a
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la par que llenaba tu corazón de tierna compasión para el alivio y consuelo
de las almas. Ave, piadosa Madre de las consolaciones. Guárdanos siempre
bajo el manto protector de tu misericordia, para que nuestras almas no sean
presa de los enemigos de nuestra eterna salvación.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que con tu divino
auxilio, salgamos victoriosos de toda tentación y vivamos siempre en el
servicio y culto del Señor; y que, con el sostén de tu gracia, merezcamos
rendirle eternos cultos de amor y alabanza en la Gloria Celestial. Amén.
(Aquí pedirá cada uno con fervor lo que desea alcanzar en esta Novena)
Reza una Salve.
María Santísima fue coronada por el Papa Pío XII como Reina del mundo
y de la Paz, en la Capelinha de Fátima y en el icono Salud del pueblo
romano. Reina de la Paz fue proclamada por Benedicto XV, y Reina de la
Familia por Juan Pablo II. A Ella rogamos por el mundo, por la paz y por
la familia.
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Oración:
Dios te Salve, ¡oh siempre dulce Virgen María!, cuya virginidad y
nombre fue dulcedumbre castísima de Dios, delicia suave para los hombre,
gustosa suavidad para los ángeles.
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