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Sentencia T-891/13

PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD DE LA ACCION DE TUTELA-


Juez debe verificar si ante la existencia de otro medio de defensa judicial,
éste es eficaz e idóneo/ACCION DE TUTELA FRENTE A MEDIO DE
DEFENSA JUDICIAL-Procedencia excepcional como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable

Es labor del juez constatar que el medio “sea idóneo, lo que significa que debe
ser materialmente apto para producir el efecto protector de los derechos
fundamentales. Además, debe ser un medio eficaz, esto es, que debe estar
diseñado de forma tal que brinde oportunamente una protección al derecho”.
Dicho de otra manera, eficacia significa que el recurso surta los efectos
esperados oportunamente, e idoneidad sugiere que ese mecanismo en
particular cumpla con los objetivos trazados por el titular del derecho. Que sea
ese mecanismo y no otro el que sirva para proteger el derecho. Así, no es eficaz
un recurso que por las condiciones particulares del caso, ofrezca la protección
cuando ya el daño se ha consumado o el derecho se ha violado. Igualmente, no
es idónea aquella herramienta que no tiene la virtualidad de perseguir ese fin
en concreto que evitará la presunta violación de los derechos fundamentales
del actor. En ese sentido, esta Sala reitera que el juez está obligado a hacer un
análisis mucho más amplio. No basta con verificar la existencia de otro
mecanismo. Debe evaluar si ese mecanismo es eficaz e idóneo. En todo caso,
ante la inminencia de un perjuicio irremediable, la acción de tutela será
procedente transitoriamente para evitar los posibles efectos nocivos en los
derechos del accionante por las actuaciones de hecho o de derecho de las
autoridades públicas, o particulares según el caso.

REGLAS JURISPRUDENCIALES EN MATERIA DE


SUBSIDIARIEDAD DE LA ACCION DE TUTELA

Cuando el juez entienda que (i) no existe mecanismo judicial en el


ordenamiento o (ii) el recurso es ineficaz y/o inidóneo, el amparo y la
protección se tornará definitiva. Por el contrario, cuando encuentre probada
la existencia de un perjuicio irremediable, la acción de tutela será transitoria
para evitar tales daños. En esos casos, el juez adoptará las medidas necesarias
para que, transitoriamente, no se causen los daños que posiblemente se pueden
generar. En síntesis, el requisito de subsidiariedad de la acción de tutela se
agota cuando (i) no existe en el ordenamiento otro mecanismo para proteger el
derecho, o (ii) a pesar de existir, es inidóneo y/o ineficaz. En todo caso, (iii) la
tutela siempre será procedente cuando se verifique la inminencia de un
perjuicio irremediable. En este último evento, la protección será transitoria,
mientras que en los dos primeros casos, será definitiva.
MINIMO VITAL-Concepto

El derecho al mínimo vital ha sido considerado por la jurisprudencia


constitucional como una de las garantías más importantes en el Estado Social
de Derecho. No solo porque se fundamenta en otros derechos como la vida (Art.
11 C.P.), la salud (Art. 49 C.P.), el trabajo (Art. 25 C.P.) y la seguridad social
(Art. 48 C.P.), sino porque en sí mismo es ese mínimo sin el cual las personas
no podrían vivir dignamente. Es un concepto que no solo busca garantizarle al
individuo percibir ciertos recursos, sino permitirle desarrollar un proyecto de
vida igual que al común de la sociedad. De allí que también sea una medida de
justicia social, propia de nuestro Estado Constitucional. En ese sentido,
derecho al mínimo vital ha sido definido por la Corte como “la porción de los
ingresos del trabajador o pensionado que están destinados a la financiación de
sus necesidades básicas, como son la alimentación, la vivienda, el vestido, el
acceso a los servicios públicos domiciliarios, la recreación, la atención en
salud, prerrogativas cuya titularidad es indispensable para hacer efectivo el
derecho a la dignidad humana, valor fundante del ordenamiento jurídico
constitucional”. Es decir, la garantía mínima de vida.

MINIMO VITAL DE SUBSISTENCIA-Concepto no es meramente


cuantitativo sino también cualitativo/MINIMO VITAL-No es un
concepto equivalente a salario mínimo

Aunque el mínimo vital se componga inevitablemente de aspectos económicos,


no puede ser entendido bajo una noción netamente monetaria. No se protege
solo con un ingreso económico mensual. Este, debe tener la virtualidad de
producir efectos reales en las condiciones de la persona, de tal manera que no
solo le garantice vivir dignamente sino también desarrollarse como individuo
en una sociedad. Esta tesis ha sido resaltada por esta Corte en diferentes
oportunidades, cuando ha sostenido que el derecho al mínimo vital no es una
garantía cuantitativa sino cualitativa. Eso significa que aunque los ingresos de
una persona funcionan como un criterio para analizar la vulneración del
derecho, su protección va mucho más allá. La Corte ha establecido que a pesar
de su estrecha relación, salario mínimo no es igual a mínimo vital. En efecto,
existen situaciones en las que proteger el salario mínimo de una persona no
necesariamente garantiza las condiciones básicas sin las cuales un individuo
no podría vivir dignamente.

SALARIO MINIMO LEGAL-Protección constitucional especial

La relación entre salario mínimo y derecho al mínimo vital es innegable. El


derecho al salario mínimo ha sido considerado un ingreso tan importante que
tanto el Constituyente de 1991 como el legislador, le han dotado de una
protección especial. Así, si bien no es sinónimo de mínimo vital, su afectación
puede ponerlo seriamente en riesgo.
IRRENUNCIABILIDAD DEL SALARIO MINIMO-Límites a
descuentos, embargos y libranzas para la protección del mínimo vital

La Corte ha entendido que en principio los descuentos sobre el salario del


trabajador no son contrarios a los derechos fundamentales, siempre y cuando
se respeten unos límites. Esos límites consagrados en las leyes colombianas,
son normas de orden público “que el empleador debe observar
obligatoriamente y de las cuales los terceros interesados no pueden derivar
ningún derecho más allá de lo que ellas permiten, de modo que si por cualquier
circunstancia el límite legal impide hacer los descuentos autorizados por el
trabajador para cumplir sus compromisos patrimoniales, los acreedores
estarán en posibilidad de acudir a las autoridades judiciales competentes y
hacer valer sus derechos de acuerdo con las normas sustanciales y de
procedimiento vigentes. Porque ni siquiera con autorización expresa del
trabajador, el empleador podrá practicar, ni los terceros exigir, descuentos
directos al salario más allá de lo permitido por la ley” Dicho en otros términos,
los descuentos sobre el salario de los trabajadores son permitidos siempre que
se respeten los máximos legales.

SALARIO MINIMO LEGAL-Descuentos realizados por empleador,


aún con autorización del trabajador, deben respetar normas vigentes

EMBARGO DEL SALARIO-Descuentos realizados con ocasión de una


orden judicial será la quinta parte de lo que exceda el salario mínimo

Esta clase de descuentos están regulados por el artículo 154, 155 y 156 del
Código Sustantivo del Trabajo, y presuponen la mediación de un juez. Solo son
aplicables cuando a través de un embargo, el juez ordena el descuento. En todo
caso, no es posible descontar la totalidad del ingreso del trabajador. Como
regla general, el salario mínimo es inembargable y aun así, la única parte
embargable es la quinta parte de lo que exceda el salario mínimo. Cuando se
trate de cobros por obligaciones alimentarias o en favor de una cooperativa, el
límite será el cincuenta (50%) de cualquier salario. De cualquier forma, debe
mediar la orden de un juez para que sea procedente realizar el descuento.

SALARIO-Descuentos de ley

Esta modalidad de descuentos es la más frecuente. Consiste en todos aquellos


descuentos que realiza el empleador, con ocasión de disposiciones legales para
cubrir, en buena parte, prestaciones sociales y otros beneficios para el
trabajador. En relación con ellos, se incluyen, por ejemplo, “conceptos como
cuotas sindicales y de cooperativas, el pago de multas, retención en la fuente,
etc., consagrados, entre otras normas, en los artículos 113, 150, 151, 152,
156, 440, del Código Sustantivo del Trabajo”.
SALARIO-Límite a descuentos autorizados por el trabajador y créditos
por libranza

Los descuentos autorizados por el trabajador están regulados por el artículo


149 del código sustantivo del trabajo. Sin embargo, dentro de esta modalidad,
existen otros cobros autorizados por el trabajador que se dan con ocasión de
los créditos de libranza. En esos casos, la norma especial que reglamenta el
asunto es la ley 1527 de 2012. En todo caso, en ambos eventos, la causa es la
voluntad del trabajador. Aquí, a diferencia de los embargos, ya no media
ninguna orden judicial. Por tal razón, encuentra plena vigencia el artículo 53
de la Carta pues funge como una garantía y límite a la autonomía del
trabajador. En efecto, la mencionada norma establece el principio de
irrenunciabilidad de los derechos. Este mandato significa que bajo ninguna
circunstancia, el trabajador podrá negociar, transigir, desistir, renunciar, etc.
a un derecho que la ley laboral establezca como mínimo e irrenunciable

LIMITES Y PARAMETROS PARA APLICAR DESCUENTOS


DIRECTOS SOBRE INGRESOS DE UNA PERSONA-Reglas
aplicables

En primer lugar (i), los descuentos directos deben respetar los máximos legales
autorizados por la ley. En segundo lugar (ii), existe un mayor riesgo de afectar
el derecho al mínimo vital cuando (ii.1) entre el salario y la persona exista una
relación de dependencia, es decir, que sea la única fuente de ingresos; (ii.2)
que de sus ingresos dependa su familia; y finalmente (ii.3), cuando se trate de
personas de la tercera edad, por su condición de sujetos de especial protección,
existen mayores probabilidades de lesión. Adicionalmente (iii), de ninguna
manera es posible descontar más allá del salario mínimo legal vigente, salvo
que se trate de embargos por deudas con cooperativas y por alimentos. En esos
casos, su máximo será del cincuenta por ciento (50%). Por su parte, (iv) el
responsable de regular los descuentos es el empleador o pagador. (v) en los
descuentos directos por libranza se puede descontar hasta el cincuenta por
ciento (50%) del salario (según el caso), siempre y cuando, si se afecta el
salario mínimo, no se ponga en riesgo o lesionen los derechos al mínimo vital
y a la vida digna de la persona de acuerdo con las reglas fijadas por esta
Corporación.

SALARIO-Límite máximo de descuentos

REGULACION DE LIBRANZA O DESCUENTO DIRECTO-Monto


máximo a descontar será el consagrado en la ley 1527 de
2012/REGULACION DE LIBRANZA O DESCUENTO DIRECTO-
Ley 1527 de 2012 modificó los límites establecidos, será máximo del 50%
de cualquier tipo de salario, incluso del salario mínimo

IRRENUNCIABILIDAD DEL SALARIO MINIMO-Protección al


trabajador de su propia voluntad

La protección relativa a la irrenunciabilidad del salario mínimo, implica


entonces que por más presiones que existan o que por su propia iniciativa, el
trabajador no podrá renunciar a su derecho. Este principio busca proteger al
trabajador para “evitar que su determinación quede librada a las fuerzas de la
oferta y la demanda, como si fuese una mercancía o un simple factor de
producción, sino también llegar a afectar su núcleo esencial, atentándose de
esta manera contra los derechos fundamentales” del trabajador. Dicho de otra
forma, se protege al trabajador de su propia voluntad. En muchos casos, la
voluntad de los trabajadores se ve alterada por sus condiciones económicas las
cuales ocasionan que su móvil para adquirir distintas obligaciones financieras,
se vea alterado por presiones socioeconómicas que lo llevan a tomar decisiones
precipitadas. Por ello, el salario mínimo “refleja el sentido reivindicatorio y
proteccionista que para el empleado tiene el derecho laboral. De suerte que
los logros alcanzados en su favor, no pueden ni voluntaria, ni forzosamente,
por mandato legal, ser objeto de renuncia obligatoria”.
DERECHO AL MINIMO VITAL Y A LA VIDA DIGNA-Vulneración
por empleador al permitir descuentos directos sobre salario por crédito por
libranza, superando los máximos permitidos por la ley 1527 de 2012

PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD DE LA ACCION DE TUTELA-


Procedencia por cuanto no existe en el ordenamiento jurídico mecanismo
para regular los descuentos directos en la modalidad de libranza y los
recursos en proceso ejecutivos que ordenan embargo de salario no tienen
la virtualidad de producir los efectos esperados

INFORMES EN TUTELA-Deber de colaborar con el correcto y buen


funcionamiento de la administración de justicia, según art. 19 del Decreto
2591/91

DESCUENTOS SOBRE EL SALARIO-Cuando se trata de deudas con


corporaciones o alimentos, el juez puede decretar el embargo de hasta el
50% de cualquiera tipo de salario

DESCUENTOS SOBRE EL SALARIO-En los créditos por libranza el


descuento será del 50% del salario siempre y cuando si se afecta el salario
mínimo, no se vulnere el mínimo vital y la vida digna de la persona

DERECHO AL MINIMO VITAL Y A LA VIDA DIGNA-Orden a


Ejército Nacional proceda a regular los descuentos realizados sobre el
salario para no afectar mínimo vital del accionante y su núcleo familiar

Referencia: expediente T-3.977.302

Acción de tutela instaurada por Reinaldo


López Ortiz contra el Ministerio de Defensa
y el Ejército Nacional.

Magistrado Ponente:
LUIS ERNESTO VARGAS SILVA

Bogotá, D.C., tres (3) de diciembre de dos mil trece (2013)


La Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los
Magistrados Luis Ernesto Vargas Silva y Mauricio González Cuervo y la
Magistrada Marta Victoria Calle Correa, en ejercicio de sus competencias
constitucionales y legales, específicamente las previstas en los artículos 86 y
241 numeral 9 de la Constitución Política y en el Decreto Ley 2591 de 1991,
profiere la siguiente

SENTENCIA

En el trámite de revisión del fallo expedido por la Sala Tercera de Decisión


Penal del Tribunal Superior de Distrito Judicial de Neiva que resolvió en
primera y única instancia, la acción de tutela promovida por Reinaldo López
Ortiz en contra del Ministerio de Defensa Nacional y el Ejército Nacional de
Colombia.

I. ANTECEDENTES

1. Hechos relevantes y acción de tutela interpuesta

1.1. Sostiene el accionante que s trabajador vinculado al Ejército Nacional de


Colombia y que por sus labores recibe un salario de aproximadamente
dos millones de pesos ($ 2.000.000).

1.2. Manifiesta que ha adquirido voluntariamente varias obligaciones con


entidades crediticias y cooperativas en la modalidad de descuentos
directos o créditos por libranza. Estos dineros son descontados
directamente de su salario y pagados en favor de sus respectivos
acreedores. Los descuentos ascienden aproximadamente a un millón
trescientos setenta y cinco mil pesos ($ 1.375.000).

1.3. Como consecuencia de dos cobros ejecutivos adelantados en contra del


tutelante por obligaciones distintas a los créditos adquiridos mediante
libranza, el Juzgado Único Promiscuo Municipal de Aipe Huila y el
Juzgado Segundo Civil Municipal de Garzón Huila, paralelamente,
decretaron el embargo del cincuenta por ciento (50 %) del salario del
señor Reinaldo López y la quinta parte de lo que lo excede,
respectivamente. Los dos embargos sumaron aproximadamente
quinientos ochenta y cinco mil pesos ($ 585.000).
1.4. El veintitrés (23) de noviembre de dos mil doce (2012), el Juzgado Único
Promiscuo de Aipe Huila, mediante oficio N° 1336 dirigido al tesorero
y/o pagador del Ejército Nacional, hizo la aclaración según la cual el
embargo (y como tal el descuento a practicar) debía ser de máximo la
quinta parte de lo que exceda el salario mínimo mensual vigente. Lo
anterior, de conformidad con el artículo 155 y 156 del Código Sustantivo
del Trabajo. Pese a ello, el empleador del accionante hizo el embargo del
50% del salario tanto en el mes de diciembre de dos mil doce (2012)
como en enero de dos mil trece (2013).

1.5. A raíz de la concurrencia de descuentos por los embargos y créditos de


libranza mencionados, en el mes de diciembre de dos mil doce (2012) y
enero de dos mil trece (2013), manifiesta el tutelante que recibió como
pago de nómina veintisiete mil noventa pesos ($ 27.090) y cincuenta y
un mil seiscientos dieciséis mil pesos ($ 51.616) respectivamente.

1.6. El accionante sostiene que estos descuentos no solo afectan su derecho


al mínimo vital sino también el de toda su familia. Relata que es padre
cabeza de familia que responde por el sustento de él y de dos hijas
menores de cinco (5) y (9) años de edad.

1.7. Alega que su situación ha llegado a tal punto que por el salario recibido,
no ha podido matricular a sus hijas al colegio pues prácticamente están
subsistiendo de la caridad de sus amigos y compañeros de trabajo. Dice
el actor que ha tenido que vender “pan y gaseosa” en su trabajo para
poder sobrevivir. Pese a ello, por reglas internas de su trabajo, le han
prohibido continuar con estas actividades.

1.8. El seis (6) de febrero de dos mil trece (2013), el señor Reinaldo López
Ortiz interpuso acción de tutela solicitando que se le protegieran sus
derechos fundamentales al mínimo vital y a la vida digna.

2. Respuesta de las entidades demandadas y vinculadas en este trámite

Ejército Nacional de Colombia

Mediante comunicación recibida el doce (12) de febrero de dos mil trece (2013)
el Teniente Coronel del Ejército Jaime Humberto Correa Valencia, manifestó
que el Ejército como empleador del accionante no ha vulnerado sus derechos
fundamentales. Sostuvo que cumplió con las obligaciones emanadas de las
órdenes de autoridades judiciales. Dijo que la regulación de estos embargos
debía discutirse en sede ordinaria y no por vía tutela.

Así mismo, consideró que de conformidad con la ley 1527 de 2012, el pagador
está en la obligación de realizar los descuentos directos y efectuar los
respectivos pagos a los acreedores cuando se trate de créditos por libranza, so
pena de ser sancionado. En consecuencia, el empleador no puede oponerse a
estos descuentos siempre y cuando medie autorización del trabajador quien,
resalta, voluntariamente ha adquirido tales obligaciones financieras.

Finalmente, sostuvo que para el mes de mayo de dos mil trece (2013), el señor
López percibía cuatrocientos ochenta mil novecientos trece pesos ($ 480.913),
después de los descuentos por libranza ($ 1.374.961) y el embargo del Juzgado
Segundo Civil Municipal de Garzón Huila ($ 184.985).

Juzgado Único Promiscuo de Aipe Huila

Luego de que en segunda instancia la Sala de Casación Penal de la Corte


Suprema de Justicia decretara la nulidad de todo lo actuado por indebida
integración del contradictorio y ordenara la vinculación de este juzgado y del
Segundo Civil Municipal de Garzón Huila, sostuvo que en efecto en su
despacho cursa un proceso ejecutivo en contra del tutelante y que por este
motivo decretó el embargo del salario del trabajador. Sin embargo, por error
involuntario descontó el cincuenta por ciento (50%) de los ingresos laborales
del señor López. Por ello, a través de orden impartida el veintitrés (23) de
noviembre de dos mil doce (2012) al Ejército Nacional, modificó el monto del
embargo y tan solo cauteló la quinta parte de lo que excede el salario mínimo.

Adicionalmente, las partes en el proceso celebraron un acuerdo de pago, razón


por la cual acordaron que el deudor cancelaría cincuenta mil pesos ($ 50.000)
mensuales. Por ese motivo, decidió reducir el monto del embargo hasta esa cifra
y máximo hasta el mes de agosto de dos mil trece (2013).

Juzgado Segundo Civil del Circuito de Garzón Huila

Extemporáneamente, remitió copia del proceso ejecutivo en contra del señor


López. En el expediente consta el embargo de la quinta parte de lo que excede
el salario mínimo percibido por el tutelante.

3. Decisiones judiciales objeto de revisión


3.1. Primera instancia
El Tribunal Superior de Neiva negó el amparo pues consideró que el accionante
tenía otros medios judiciales para defender sus derechos, como los recursos y
excepciones de mérito en el proceso ejecutivo. Por ello, estimó que no se
cumple con el requisito de subsidiariedad de la acción de tutela.

Así mismo, sostuvo que el pagador obró correctamente al practicar el embargo


del salario del trabajador pues actuó de conformidad con las órdenes emitidas
por los jueces que conocieron de los procesos ejecutivos. Adicionalmente, para
el Juez de instancia, los descuentos por libranza fueron deudas adquiridas
voluntariamente por el accionante, lo cual no pueden servir como excusa para
desatender sus obligaciones.

4. Pruebas ordenadas en revisión

Mediante auto con fecha del veintinueve (29) de octubre de dos mil trece (2013),
esta Corte requirió al Ejército Nacional de Colombia para que allegara a este
Tribunal la siguiente información:

“a) Copia legible de los últimos seis (6) desprendibles de pago del
Señor Reinaldo López Ortiz, identificado con cédula de ciudadanía
número 16.802.821. b) Este desprendible debe contener con detalle la
totalidad y monto de los descuentos realizados sobre el salario del Señor
Reinaldo López Ortiz. c) Adicionalmente, suministre con exactitud el
nombre completo de las entidades o autoridades beneficiarias de los
descuentos y su respectivo monto. Esta información debe contener la
naturaleza de la entidad, especialmente, si se trata de una entidad
financiera, c00perativa, u otra. Para el caso de las cooperativas, qué tipo
de c00perativa es (de trabajo asociado, de economía solidaria, etc.).
Cuando se trate de embargos, los juzgados en favor de quien se
descuenta”.“a) Copia legible de los últimos seis (6) desprendibles de
pago del Señor Reinaldo López Ortiz, identificado con cédula de
ciudadanía número 16.802.821. b) Este desprendible debe contener con
detalle la totalidad y monto de los descuentos realizados sobre el salario
del Señor Reinaldo López Ortiz. c) Adicionalmente, suministre con
exactitud el nombre completo de las entidades o autoridades
beneficiarias de los descuentos y su respectivo monto. Esta información
debe contener la naturaleza de la entidad, especialmente, si se trata de
una entidad financiera, c00perativa, u otra. Para el caso de las
cooperativas, qué tipo de c00perativa es (de trabajo asociado, de
economía solidaria, etc.). Cuando se trate de embargos, los juzgados en
favor de quien se descuenta”.

Sin embargo, el Ejército Nacional guardó silencio sobre la información


requerida.

II. CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS


Competencia

Esta Corte es competente para conocer del fallo materia de revisión, de


conformidad con lo dispuesto en los artículos 86 y 241-9 de la Constitución
Política, 31 a 36 del Decreto 2591 de 1991 y en cumplimiento del auto expedido
el treinta (30) de julio de dos mil trece (2013) por la Sala de Selección número
siete.

Problema jurídico y metodología de la decisión

De acuerdo con los antecedentes expuestos, corresponde a la Sala Novena de


revisión resolver el siguiente problema jurídico: ¿Existe vulneración de los
derechos fundamentales al mínimo vital y a la vida digna de un trabajador que
tiene a su cargo el mantenimiento de su familia, cuando quiera que su empleador
permite que se realicen descuentos directos sobre su salario (como embargos o
créditos por libranza) superando los límites legales permitidos o el salario
mínimo legal vigente?

Para resolver este interrogante, la Sala (i) reiterará su jurisprudencia sobre el


requisito de subsidiariedad de la acción de tutela; (ii) hará referencia a los
derechos al mínimo vital y a la vida digna; (iii) abordará el estudio de los
precedentes en los que se ha discutido, en sede constitucional, los límites del
embargo y descuentos directos del salario del trabajador; (iv) desarrollará lo
relativo a la protección constitucional del salario mínimo y, finalmente; (v)
resolverá el caso concreto.

Principio o requisito de subsidiariedad de la acción de tutela

De conformidad con el artículo 86 de la Constitución, toda “persona tendrá


acción de tutela para reclamar ante los jueces, en todo momento y lugar,
mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quien
actúe a su nombre, la protección inmediata de sus derechos constitucionales
fundamentales, cuando quiera que éstos resulten vulnerados o amenazados por
la acción o la omisión de cualquier autoridad pública”. Pese a ello, solo será
procedente cuando el afectado “no disponga de otro medio de defensa judicial,
salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable”. De este último inciso nace el requisito de
subsidiariedad de la acción de tutela.

Uno de los primeros pronunciamientos de la Corte sobre el tema fue hecho en


la Sentencia C-543 de 1992. En esa oportunidad, esta Corporación sostuvo que
la acción de tutela fue diseñada para defender los derechos fundamentales de
las violaciones de hecho o de derecho frente a las cuales el sistema jurídico
colombiano no contara con algún mecanismo de protección. La tutela es un
trámite que solo procede ante la carencia de otro recurso judicial. Por tanto, si
en el ordenamiento existiera alguna herramienta judicial para ese caso en
particular, el amparo se tornaría improcedente.

De esa forma, el amparo, en principio, es la última opción para discutir asuntos


que deberían ventilarse por otras vías. Entre otras razones, este requisito busca
que el amparo constitucional no se convierta en un reemplazo ni en una
alternativa paralela a las instancias ordinarias o regulares. Mucho más, teniendo
en cuenta que son los jueces ordinarios los primeros llamados a proteger los
derechos fundamentales[1]. Es una garantía de respeto para las demás
jurisdicciones y para los ciudadanos de ser juzgados por su juez natural.

Ahora bien, el examen de subsidiariedad ha sido desarrollado por la


jurisprudencia constitucional en innumerables ocasiones. Si bien la Corte ha
aceptado la excepcionalidad de la acción de tutela por la ausencia de
mecanismos judiciales, la mera existencia de este no la torna improcedente. En
otros términos, aunque la regla general se mantiene, no basta con que esa
herramienta exista; debe ser eficaz e idónea[2]. En caso de no serlo, la acción de
tutela es la vía más apropiada para defender las garantías constitucionales.

Así lo ha dicho la Corte en varias oportunidades. Por ejemplo, en la Sentencia


T-662 de 2013 esta Corporación sostuvo que “el análisis de subsidiariedad no
se agota con solo verificar la existencia de otro mecanismo[3]; este debe ser
eficaz e idóneo para garantizar la plena vigencia de los derechos
fundamentales. En todo caso, la acción de tutela procederá transitoriamente si
se constata la existencia de un perjuicio irremediable”. Aquella vez, este
Tribunal dijo que de la mera existencia de otro mecanismo no se sigue la
improcedencia de la acción. Así, el “requisito de subsidiariedad se cumple si el
juez encuentra que el actor pese a contar con otros recursos, no son idóneos ni
tienen la virtualidad de producir los efectos esperados”[4].

En este orden de ideas, es labor del juez constatar que el medio “sea idóneo, lo
que significa que debe ser materialmente apto para producir el efecto protector
de los derechos fundamentales. Además, debe ser un medio eficaz, esto es, que
debe estar diseñado de forma tal que brinde oportunamente una protección al
derecho”[5]. Dicho de otra manera, eficacia significa que el recurso surta los
efectos esperados oportunamente, e idoneidad sugiere que ese mecanismo en
particular cumpla con los objetivos trazados por el titular del derecho. Que sea
ese mecanismo y no otro el que sirva para proteger el derecho. Así, no es eficaz
un recurso que por las condiciones particulares del caso, ofrezca la protección
cuando ya el daño se ha consumado o el derecho se ha violado. Igualmente, no
es idónea aquella herramienta que no tiene la virtualidad de perseguir ese fin en
concreto que evitará la presunta violación de los derechos fundamentales del
actor.

En ese sentido, esta Sala reitera que el juez está obligado a hacer un análisis
mucho más amplio. No basta con verificar la existencia de otro mecanismo.
Debe evaluar si ese mecanismo es eficaz e idóneo. En todo caso, ante la
inminencia de un perjuicio irremediable[6], la acción de tutela será procedente
transitoriamente[7] para evitar los posibles efectos nocivos en los derechos del
accionante por las actuaciones de hecho o de derecho de las autoridades
públicas, o particulares según el caso. Sobre el punto, esta Sala hará un
comentario adicional.

Cuando el juez entienda que (i) no existe mecanismo judicial en el


ordenamiento o (ii) el recurso es ineficaz y/o inidóneo, el amparo y la protección
se tornará definitiva. Por el contrario, cuando encuentre probada la existencia
de un perjuicio irremediable, la acción de tutela será transitoria para evitar tales
daños. En esos casos, el juez adoptará las medidas necesarias para que,
transitoriamente, no se causen los daños que posiblemente se pueden generar[8].

En este orden, retomando, el mecanismo con el que presuntamente cuenta el


accionante no debe producir cualquier tipo de efecto. Su ejercicio debe proveer
la misma o mayor protección que la acción de tutela. El otro recurso “(…) ha
de tener una efectividad igual o superior a la de la acción de tutela para lograr
efectiva y concretamente que la protección sea inmediata. No basta, pues, con
la existencia en abstracto de otro medio de defensa judicial si su eficacia es
inferior a la de la acción de tutela.[9]En consecuencia, estas razones han llevado
a la Corte a establecer que “el otro medio de defensa judicial debe ser siempre
analizado por el juez constitucional, a efectos de determinar su eficacia en
relación con el amparo que él, en ejercicio de su atribución constitucional,
podría otorgar[10]”[11]

Así las cosas, el juez de tutela debe verificar si “(i) si la utilización del medio o
recurso de defensa judicial existente tiene por virtud ofrecer la misma
protección que se lograría a través de la acción de tutela[12]; (ii) si es posible
hallar circunstancias que excusen o justifiquen que el interesado no haya
promovido los mecanismos ordinarios que tiene a su alcance[13]; (iii) si la
persona que solicita el amparo es un sujeto de especial protección
constitucional, y por lo tanto su situación requiere de particular
consideración[14]”[15]

Ahora bien, el análisis de subsidiariedad debe hacerse caso a caso. Los recursos
judiciales no son idóneos y efectivos en abstracto. Dependerá del juez analizar
detalladamente los elementos fácticos del asunto para determinar su
procedencia. De lo contrario, el examen de subsidiariedad le restaría efectos a
la acción de tutela, pues en la gran mayoría de casos los medios judiciales serían
eficaces e idóneos en abstracto. Hipotéticamente, las personas siempre
contarían con algún mecanismo judicial para defender sus derechos. En
consecuencia, esta Sala entiende que lo que es eficaz e idóneo para una persona,
puede no serlo para otra aunque se trate de hechos similares.

En síntesis, el requisito de subsidiariedad de la acción de tutela se agota cuando


(i) no existe en el ordenamiento otro mecanismo para proteger el derecho, o (ii)
a pesar de existir, es inidóneo y/o ineficaz. En todo caso, (iii) la tutela siempre
será procedente cuando se verifique la inminencia de un perjuicio irremediable.
En este último evento, la protección será transitoria, mientras que en los dos
primeros casos, será definitiva.

Derecho al mínimo vital y a la vida digna. Reiteración de jurisprudencia.

El derecho al mínimo vital ha sido considerado por la jurisprudencia


constitucional como una de las garantías más importantes en el Estado Social
de Derecho[16]. No solo porque se fundamenta en otros derechos como la vida
(Art. 11 C.P.), la salud (Art. 49 C.P.), el trabajo (Art. 25 C.P.) y la seguridad
social (Art. 48 C.P.)[17], sino porque en sí mismo es ese mínimo sin el cual las
personas no podrían vivir dignamente. Es un concepto que no solo busca
garantizarle al individuo percibir ciertos recursos, sino permitirle desarrollar un
proyecto de vida igual que al común de la sociedad. De allí que también sea una
medida de justicia social, propia de nuestro Estado Constitucional.

En ese sentido, derecho al mínimo vital ha sido definido por la Corte como “la
porción de los ingresos del trabajador o pensionado que están destinados a la
financiación de sus necesidades básicas, como son la alimentación, la vivienda,
el vestido, el acceso a los servicios públicos domiciliarios, la recreación, la
atención en salud, prerrogativas cuya titularidad es indispensable para hacer
efectivo el derecho a la dignidad humana, valor fundante del ordenamiento
jurídico constitucional”[18]. Es decir, la garantía mínima de vida[19].

Nótese cómo el derecho al mínimo vital adopta una visión de la justicia


constitucional en la que el individuo tiene derecho a percibir un mínimo básico
e indispensable para desarrollar su proyecto de vida, el cual no se agota con
medidas asistenciales que, aunque bienvenidas, son insuficientes[20]. Ello
supone mirar a las personas más allá de la condición de individuo o de persona
y entenderlas como sujetos activos en la sociedad. La interacción de estos,
depende en buena medida de sus condiciones personales las que deben ser
aseguradas mínimamente por el Estado.

En este orden de ideas, aunque el mínimo vital se componga inevitablemente


de aspectos económicos, no puede ser entendido bajo una noción netamente
monetaria. No se protege solo con un ingreso económico mensual. Este, debe
tener la virtualidad de producir efectos reales en las condiciones de la persona,
de tal manera que no solo le garantice vivir dignamente sino también
desarrollarse como individuo en una sociedad. Esta tesis ha sido resaltada por
esta Corte en diferentes oportunidades, cuando ha sostenido que el derecho al
mínimo vital no es una garantía cuantitativa sino cualitativa. Eso significa que
aunque los ingresos de una persona funcionan como un criterio para analizar la
vulneración del derecho, su protección va mucho más allá.

Por estas razones, la Corte ha establecido que a pesar de su estrecha relación,


salario mínimo no es igual a mínimo vital. En efecto, existen situaciones en las
que proteger el salario mínimo de una persona no necesariamente garantiza las
condiciones básicas sin las cuales un individuo no podría vivir dignamente.

Para este Tribunal:

“Las necesidades básicas que requiere suplir cualquier persona, y


que se constituyen en su mínimo vital, no pueden verse restringidas a la
simple subsistencia biológica del ser humano, pues es lógico pretender la
satisfacción, de las aspiraciones, necesidades y obligaciones propias del
demandante y su grupo familiar. Igualmente debe recordarse que el
derecho fundamental a la subsistencia de las personas, depende en
forma directa de la retribución salarial, según lo ha sostenido la Corte
Constitucional en reiteradas oportunidades, pues de esta manera también
se estará garantizando la vida, la salud, el trabajo y la seguridad social.
En adición, la jurisprudencia ha explicado que el mínimo vital no es un
concepto equivalente al de salario mínimo, sino que depende de una
valoración cualitativa que permita la satisfacción congrua de las
necesidades, atendiendo las condiciones especiales en cada caso
concreto”[21]

En materia internacional se ha resaltado el valor de esta regla. Por ejemplo, la


Sentencia T-457 de 2011, aplicando estándares universales, sostuvo que “[e]l
artículo 23 de la Declaración Universal de Derechos Humanos contempla en
su artículo 3° que “toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración
equitativa y satisfactoria que se asegure, así como a su familia, una existencia
conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por
cualesquiera otros medio de protección”. Esta norma, permite evidenciar que
el derecho al mínimo vital protege la subsistencia de las personas, tanto del
individuo como de su núcleo familiar y que, en principio, tal derecho se
satisface mediante la remuneración de la actividad laboral desempeñada. Otro
elemento que se desprende del mencionado artículo es que no se trata de
cualquier tipo de subsistencia, sino que la misma debe revestirse de tales
calidades que implique el desarrollo de la dignidad humana”. Dicho de otra
manera, a pesar que el salario sea un elemento muy importante en el análisis del
derecho al mínimo vital, no quiere decir que signifiquen lo mismo. Mínimo vital
supone calidades que desarrollan la dignidad humana.

Adicionalmente, en la misma Sentencia, la Corte encontró que de acuerdo con


diferentes instrumentos internacionales (normas integradas al ordenamiento
jurídico colombiano a través del bloque de constitucionalidad),

“el concepto de mínimo vital sobrepasa la mera noción de salario


y cobija incluso el ámbito de la seguridad social. Esta concepción amplia
ha sido fijada por la legislación internacional así: La misma Declaración
Universal de Derechos Humanos, en su artículo 25, señala que “(…)
Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure,
así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial [-que no
exclusivamente-], la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia
médica y los servicios sociales necesarios (…)”. Lo anterior, también se
denota en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, que establece en el artículo séptimo, así como en el undécimo,
el derecho de toda persona a contar con unas “condiciones de existencia
dignas (…)”, al igual que el derecho a “(…) un nivel de vida adecuado
(…) y a una mejora continua de las condiciones de existencia (…)”. En
el mismo sentido también debe tenerse en cuenta el artículo 7º del
Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(Protocolo de San Salvador), que establece el derecho a “(…) una
remuneración que asegure como mínimo a todos los trabajadores
condiciones de subsistencia digna y decorosa para ellos y sus familias
(…)”.[22]

Pese a ello, la relación entre salario mínimo y derecho al mínimo vital es


innegable. Como se mostrará a continuación, el derecho al salario mínimo ha
sido considerado un ingreso tan importante que tanto el Constituyente de 1991
como el legislador, le han dotado de una protección especial. Así, si bien no es
sinónimo de mínimo vital, su afectación puede ponerlo seriamente en riesgo.

Protección legal y constitucional del salario mínimo. Descuentos, embargos


y libranzas. Sobre la irrenunciabilidad salario mínimo.

De conformidad con lo expuesto, si bien el salario mínimo no es igual a mínimo


vital, en muchas ocasiones su afectación puede poner en riesgo derechos
fundamentales. De allí que esta Sala entienda que entre menos recursos obtenga
una persona, existe mayor probabilidad de lesión al mínimo vital. Sin embargo,
para evitar estas situaciones, tanto el Congreso de la República como la
jurisprudencia constitucional, han fijado unos límites a ciertas prerrogativas de
jueces, acreedores, empleadores y otros, de afectar o gravar el salario de una
persona.

Pues bien, en materia laboral, existen unos descuentos que se pueden realizar
directamente sobre el salario del trabajador en favor de un tercero, juez, o
acreedor. Aunque la regla general sea la prohibición expresa legal de realizar
cualquier descuento por parte del empleador, existen tres situaciones en las que
la ley laboral lo permite[23]. Estos son (a) Los descuentos realizados en favor y
con ocasión de la orden de alguna autoridad judicial (artículos 513 y 684 del
Código de Procedimiento Civil y 154 siguientes del Código Sustantivo del
Trabajo); (b) aquellos autorizados voluntariamente por el trabajador en favor de
un tercero acreedor (artículo 149 Código Sustantivo del Trabajo) dentro de los
cuales existen aquellos descuentos realizados por la celebración de un contrato
de crédito por libranza (ley 1527 de 2012) y, finalmente; los (c) descuentos de
ley. Aunque la regulación sea similar, su causa es distinta: el juez, la voluntad
del trabajador y la ley. La diferencia es sutil pero no por ello irrelevante.

Como marco general, la Corte ha entendido que en principio los descuentos


sobre el salario del trabajador no son contrarios a los derechos fundamentales,
siempre y cuando se respeten unos límites[24]. Esos límites consagrados en las
leyes colombianas, son normas de orden público “que el empleador debe
observar obligatoriamente y de las cuales los terceros interesados no pueden
derivar ningún derecho más allá de lo que ellas permiten, de modo que si por
cualquier circunstancia el límite legal impide hacer los descuentos autorizados
por el trabajador para cumplir sus compromisos patrimoniales, los acreedores
estarán en posibilidad de acudir a las autoridades judiciales competentes y
hacer valer sus derechos de acuerdo con las normas sustanciales y de
procedimiento vigentes. Porque ni siquiera con autorización expresa del
trabajador, el empleador podrá practicar, ni los terceros exigir, descuentos
directos al salario más allá de lo permitido por la ley”[25].

Dicho en otros términos, los descuentos sobre el salario de los trabajadores son
permitidos siempre que se respeten los máximos legales. No obstante, en
algunos casos la situación no es tan clara. Por esta razón, esta Sala abordará el
estudio de esos límites para después fijar unas reglas a fin de garantizar la plena
vigencia de los derechos fundamentales, especialmente, del derecho al mínimo
vital y a la vida digna.

a) Descuentos realizados con ocasión de una orden judicial. Embargo del


salario.

De conformidad con los artículos 513 y 684 del código de procedimiento civil,
y los artículos 154, 155 y 156 del código sustantivo del trabajo, los jueces
pueden ordenar como medida cautelar el embargo del salario de un trabajador.
Cuando una persona por diversas circunstancias se convierte en deudor moroso
de un tercero, este último tiene la posibilidad de acudir a un proceso judicial y
solicitarle al juez de conocimiento que ordene le embargue una parte del salario.
El juez oficiará al empleador para que los descuentos sean consignados a
expensas del juzgado.
De acuerdo con ello, esta clase de descuentos no surgen por la voluntad del
trabajador. Es más, no existe autorización del trabajador. El legislador entendió
que la falta de consentimiento del deudor no puede convertirse en un obstáculo
para que una autoridad judicial, envestida de poder público, pueda decretar
medidas cautelares sobre sus bienes (incluso su salario). El fundamento de esta
clase de descuentos es el poder coercitivo del juez y no la renuncia de un
derecho.

En este orden de ideas, los artículos 154, 155 y 156 del Código Sustantivo del
Trabajo, consagran los límites del embargo del salario de un trabajador. Así, el
artículo 154 establece la regla general según la cual “no es embargable el
salario mínimo legal o convencional”. En otras palabras, en principio, de
ninguna manera es posible que se afecte el salario mínimo. En consecuencia,
los jueces solo pueden embargar “el excedente del salario mínimo mensual (…)
en una quinta parte” (Artículo 155 Código Sustantivo del Trabajo). Esto quiere
decir que la protección no solo recae sobre el salario mínimo sino también en
una porción de lo que lo excede pues solo la quinta parte es cautelable[26].

En este orden de ideas, hasta ahora, el juez solo podría ordenar el embargo de
la quinta parte de lo que exceda el salario mínimo. Más de allí, la legislación
laboral y la Sentencia C-710 de 1996 lo prohíben. No obstante, existen dos
excepciones a estos mandatos que son deudas en favor de cooperativas y
acreencias por alimentos. En efecto, el artículo 156 del código sustantivo del
trabajo establece que “todo salario puede ser embargado hasta en un cincuenta
por ciento (50%) en favor de cooperativas legalmente autorizadas, o para
cubrir pensiones alimenticias que se deban de conformidad con los
artículos 411 y concordantes del Código Civil”.
Del artículo antes señalado, surgen varias reglas. En primer lugar (i), dispone
que toda clase de salario puede ser embargado (incluso el salario mínimo) (ii)
hasta en un cincuenta por ciento (50%), siempre y cuando (iii) se dé con ocasión
de deudas en favor de cooperativas legalmente autorizadas, o para cubrir
acreencias alimentarias. Allí las excepciones a la inembargabilidad del salario
mínimo[27].

Ahora bien, esta Sala reitera nuevamente que esta modalidad de descuentos se
da con ocasión de una orden judicial. Por tanto, es indispensable la mediación
de un juez para que, a través de medidas cautelares, se pueda descontar más allá
del salario mínimo. Lo anterior, pues de conformidad con el artículo 53
superior, el trabajador no puede renunciar a un mínimo de derechos de los
cuales es titular. Como se aprecia, en este tipo de descuentos, no media la
voluntad del trabajador y por este motivo no se está renunciando a nada. Quien
da la orden para realizar los cobros es un juez de la república[28].

Adicionalmente, la Corte resalta que el juez de conocimiento y que decide


ordenar la cautela del salario del trabajador, debe verificar con exactitud cuál es
el ingreso efectivamente percibido por el empleador. A pesar que una persona
reciba como salario determinada suma de dinero, en el pueden concurrir
diferentes tipos de descuento que ocasionan la disminución del monto a
embargar. Por ejemplo, si una persona tiene como salario un millón de pesos,
pero por descuentos de ley y otros termina recibiendo setecientos mil pesos, este
último será el valor que el juez deberá tener como base para realizar el embargo.
En caso contrario, las protecciones consagradas en los artículos 154, 155 y 156
del Código Sustantivo del Trabajo carecerían de contenido.

En síntesis, esta clase de descuentos están regulados por el artículo 154, 155 y
156 del Código Sustantivo del Trabajo, y presuponen la mediación de un juez.
Solo son aplicables cuando a través de un embargo, el juez ordena el descuento.
En todo caso, no es posible descontar la totalidad del ingreso del trabajador.
Como regla general, el salario mínimo es inembargable y aun así, la única parte
embargable es la quinta parte de lo que exceda el salario mínimo. Cuando se
trate de cobros por obligaciones alimentarias o en favor de una c00perativa, el
límite será el cincuenta (50%) de cualquier salario. De cualquier forma, debe
mediar la orden de un juez para que sea procedente realizar el descuento.

b) Descuentos de ley

Esta es quizá la modalidad de descuentos más frecuente. Consiste en todos


aquellos descuentos que realiza el empleador, con ocasión de disposiciones
legales para cubrir, en buena parte, prestaciones sociales y otros beneficios para
el trabajador. En relación con ellos, se incluyen, por ejemplo, “conceptos como
cuotas sindicales y de cooperativas, el pago de multas, retención en la fuente,
etc., consagrados, entre otras normas, en los artículos 113, 150, 151, 152, 156,
440, del Código Sustantivo del Trabajo”[29]. Sobre este punto, esta Sala
considera que no existen mayores apreciaciones pues, en todo caso, el límite de
estos descuentos, nuevamente, es el salario mínimo.

c) Descuentos autorizados por el trabajador y créditos por libranza.

La última modalidad de cobros consiste en aquellos autorizados por el


trabajador en favor de un tercero o incluso del mismo empleador. Este tipo de
descuentos están regulados por el artículo 149 del código sustantivo del trabajo.
Sin embargo, dentro de esta modalidad, existen otros cobros autorizados por el
trabajador que se dan con ocasión de los créditos de libranza. En esos casos, la
norma especial que reglamenta el asunto es la ley 1527 de 2012.En todo caso,
en ambos eventos, la causa es la voluntad del trabajador. Aquí, a diferencia de
los embargos, ya no media ninguna orden judicial. Por tal razón, encuentra
plena vigencia el artículo 53 de la Carta pues funge como una garantía y límite
a la autonomía del trabajador.

En efecto, la mencionada norma establece el principio de irrenunciabilidad de


los derechos. Este mandato significa que bajo ninguna circunstancia, el
trabajador podrá negociar, transigir, desistir, renunciar, etc. a un derecho que la
ley laboral establezca como mínimo e irrenunciable[30].

Como se puede apreciar, la restricción está dirigida a limitar la capacidad


dispositiva del trabajador sobre algunos derechos; por ejemplo el salario
mínimo. Si bien es posible que el trabajador autorice descuentos sobre su salario
para distintos fines (por ejemplo, acuerdos con su empleador o atender
acreencias comerciales etc.), estos tienen unos límites establecidos por el
artículo 149 numeral segundo del Código Sustantivo del Trabajo el cual
establece que no “se puede efectuar la retención o deducción sin mandamiento
judicial, aunque exista orden escrita del trabajador, cuando quiera que se
afecte el salario mínimo legal o convencional o la parte del salario declarada
inembargable por la ley”.

En otras palabras, el límite de los descuentos autorizados por el trabajador es el


mismo que el de los embargos pero con la diferencia que en este caso, de
ninguna manera, es posible afectar el salario mínimo pues su causa es la
voluntad del trabajador. Y es que no podría ser de otra manera pues si se
permitiera sobrepasar ese tope se estaría contrariando el artículo 53 de la
Constitución dado que el trabajador sí podría renunciar a sus derechos, a pesar
de estar consagrados en la ley laboral como aquellos que son mínimos e
irrenunciables. En el caso de los embargos la situación es distinta pues allí el
trabajador no renuncia a sus derechos sino que se descuenta por la voluntad de
un juez.

Sobre este punto, la Corte se ha pronunciado en varias oportunidades. Uno de


los primeros fallos en revisar el tema de los descuentos sobre el salario del
trabajador fue la Sentencia T-827 de 2004.En esa ocasión, la Corte estudió el
caso de un trabajador que acudió a la jurisdicción laboral para reclamar dineros
adeudados por su empleador. El juez de primera instancia le dio la razón y por
tal motivo, su empleador tuvo que pagarle determinada suma de dinero. Tiempo
después, en grado jurisdiccional de consulta, el superior revocó la sentencia y
ordenó devolver los dineros recibidos por el trabajador, quien para esa fecha ya
era pensionado. Como consecuencia, el pagador ordenó descontar directamente
de la mesada pensional del accionante 19 cuotas mensuales por un valor de dos
millones de pesos ($2.000.000). Adicional a ello, el actor había autorizado
descuentos directos en favor de algunas cooperativas. En suma, el
actor “recibió como valor de su mesada pensional las sumas de: $335.128 en
el mes de abril de 2003, y durante los meses de mayo y julio del mismo año, las
sumas de $ 107.512”.

En esa oportunidad, la Corte consideró que si se afectó el derecho al mínimo


vital del tutelante, pues era claro que con ingresos tan bajos el actor y su familia
no podía mantenerse. Así mismo, en relación con los límites a los descuentos,
llegó a la conclusión que de conformidad con el artículo tercero del Decreto 994
de 2003, los descuentos que se hagan a las mesadas pensionales no pueden
exceder el cincuenta por ciento (50%) de su mesada, siempre y cuando no se
afecte el salario mínimo[31].
En la Sentencia T-309 de 2006 la Corte conoció de un tema similar. Según los
hechos narrados, una persona que laboraba como contratista de un Municipio
recibía por honorarios aproximadamente dos millones de pesos ($2.000.000).
Al cabo del tiempo, fue notificada de dos demandas civiles, cada una de ellas
iniciadas en diferente juzgado. De esta manera, los jueces de conocimiento
decretaron y practicaron como medida cautelar el embargo de los ingresos
percibidos por la accionante. El primero de ellos ordenó cautelar la quinta parte
de lo que excede el salario mínimo y el segundo, el cien por ciento (100%) de
sus ingresos. Por esa razón, el Municipio pagaría directamente a órdenes de los
juzgados las sumas embargadas. Según los juzgados, al ser contratista, no le
aplicaba los límites del código sustantivo del trabajo.

En sus consideraciones, a pesar de encontrar probado un hecho superado, la


Corte sostuvo que si bien por regla general no le son aplicables las normas del
código sustantivo del trabajo a los contratos de prestación de servicio, eso no
significa que estas labores queden desprotegidas constitucionalmente[32]. En
efecto, no es posible descontar la totalidad de los ingresos de una persona,
mucho más cuando el contratista o la persona solo cuenta con esos recursos para
subsistir junto a su familia.
Otra decisión que resolvió un caso similar al que se discute en este fallo, fue la
Sentencia T-1015 de 2006. Los hechos muestran una persona que trabajaba
como vigilante en un conjunto residencial y que recibía como pago por sus
servicios un salario mínimo más prestaciones sociales. Sobre esa remuneración,
un juez decretó el embargo del cincuenta por ciento (50%) por obligaciones
alimentarias pendientes. Adicionalmente, su empleador le descontaba otra parte
por múltiples obligaciones financieras. En total, una vez efectuados los
descuentos, recibía ciento treinta y siete mil cuatrocientos dos pesos ($137.402).
Debido a ello, el accionante solicitó que se protegiera su derecho al mínimo
vital, de manera que se regularan los descuentos efectuados.

Para este Tribunal, si bien fue claro que sobre el salario de un trabajador pueden
recaer embargos, también es cierto que el legislador quiso proteger un mínimo
de ingresos que evitara causar daños desproporcionados en la vida del
trabajador. Estos límites están consagrados en los artículos 154 y siguientes del
Código Sustantivo del Trabajo[33]. Por esa razón, los embargos no pueden
sobrepasar los límites establecidos por estas normas. De lo contrario, se estaría
vulnerando los derechos fundamentales de los trabajadores, especialmente, de
aquellos que su familia dependa de tales recursos.

Igualmente, la Corte sostuvo que es constitucionalmente viable que el


trabajador pueda disponer de su salario. Pese a ello, esta facultad no es absoluta.
De conformidad con el artículo 53 de la Constitución, el trabajador no puede
disponer de ciertos derechos considerados como irrenunciables. Por ejemplo, el
salario mínimo. En consecuencia, esas autorizaciones son permitidas en el
marco de la Constitución de 1991, siempre y cuando no afecten el salario
mínimo legal vigente[34]. Cuando ello suceda, el empleador[35] deberá ajustar las
acreencias y los respectivos descuentos.

En la Sentencia T-664 de 2008, la Corte vuelve a estudiar el tema de los


descuentos directos sobre los ingresos de los trabajadores. En aquel momento,
la Corte decidió, nuevamente, sobre un caso de pensiones. Una persona que se
había pensionado por una Convención Colectiva de Trabajo de Ecopetrol,
recibía una mesada de aproximadamente dos millones de pesos. Ese era su
única fuente de ingresos, con la cual satisfacía sus necesidades básicas y las de
su familia. Así mismo, el accionante adquirió varias obligaciones financieras,
autorizando el débito mensual de su mesada pensional para cubrir el monto
adeudado. Los descuentos correspondientes, indican que el actor solo recibía
como mesada pensional la suma de cuatrocientos cincuenta y siete mil
seiscientos setenta y un pesos ($ 457.671). Por esta razón, interpuso una acción
de tutela para que se le protegiera su derecho al mínimo vital.

En aquella Sentencia, la Corte, nuevamente, reiteró la jurisprudencia relativa a


la prohibición de gravar o afectar el salario mínimo de una persona. Manifestó
que “la suma que reciba un pensionado como mesada no podrá, en ningún
evento, ser inferior al 50 % del valor neto al que corresponde el total de su
asignación. Adicionalmente, este monto, luego del descuento, tampoco podrá
ser inferior al salario mínimo legal mensual vigente. Lo anterior, sobre la base
de la protección y garantía de los derechos al trabajo, al mínimo vital y a la
dignidad humana de quienes han consolidado sus derechos pensionales,
cumpliendo los requisitos previstos para el efecto en el correspondiente
régimen, después de toda una vida de servicios”.

Adicionalmente[36], esta Corporación señaló dos puntos adicionales que esta


Sala quisiera destacar. En primer lugar, asimiló los conceptos de salario y
pensión para estos casos en concreto. Este Tribunal sostuvo que si bien las dos
instituciones son de naturaleza diferente y tienen reglas diferentes, en el caso
de los descuentos, particularmente, pueden convertirse en la única garantía con
la que cuentan las personas para sobrevivir. En estos casos, la mesada y el
salario se asimilan pues los dos garantizan el derecho fundamental al mínimo
vital[37].

En segundo lugar, otro aspecto muy importante sobre el cual se pronunció la


Corte, fue aquel relacionado con quién es el responsable en estos casos de
aplicar o no los descuentos. En otros términos, si quien viola el derecho
fundamental son los terceros acreedores, o el pagador de la mesada o salario.
En ese sentido, la Corte entendió que la responsabilidad recaía sobre el pagador
de los emolumentos. Si bien las entidades tienen responsabilidad en tanto deben
verificar la capacidad económica de los contratantes, es el pagador quien debe
fijar los límites de cada uno de los descuentos. En caso de no poderse aplicar,
deberá entonces negar el mencionado débito[38].

Pues bien, de la jurisprudencia estudiada se pueden extraer varias reglas


aplicables a los límites y parámetros para aplicar descuentos directos sobre los
ingresos de una persona. En primer lugar (i), los descuentos directos deben
respetar los máximos legales autorizados por la ley. En segundo lugar (ii), existe
un mayor riesgo de afectar el derecho al mínimo vital cuando (ii.1) entre el
salario y la persona exista una relación de dependencia, es decir, que sea la única
fuente de ingresos; (ii.2) que de sus ingresos dependa su familia; y finalmente
(ii.3), cuando se trate de personas de la tercera edad, por su condición de sujetos
de especial protección, existen mayores probabilidades de lesión.
Adicionalmente (iii), de ninguna manera es posible descontar más allá del
salario mínimo legal vigente, salvo que se trate de embargos por deudas con
cooperativas y por alimentos. En esos casos, su máximo será del cincuenta por
ciento (50%). Por su parte, (iv) el responsable de regular los descuentos es el
empleador o pagador.

Ahora bien, a partir de la expedición de la Ley 1527 de 2012[39]el panorama


cambió. De conformidad con el artículo primero de la mencionada
ley, “cualquier persona, natural asalariada, contratada por prestación de
servicios, asociada a una entidad c00perativa o prec00perativa, fondo de
empleados o pensionada, podrá adquirir productos y servicios financieros o
bienes y servicios de cualquier naturaleza, acreditados con su salario, sus
pagos u honorarios o su pensión, siempre que medie autorización expresa de
descuento dada al empleador o entidad pagadora, quien en virtud de la
suscripción de la libranza o descuento directo otorgada por el asalariado,
contratista o pensionado, estará obligado a girar los recursos directamente a
la entidad operadora”. Dicho de otra manera, un descuento directo sobre el
salario del trabajador, pensionado o contratista, que es girado a un tercero
beneficiario con el que previamente ha adquirido algún tipo de obligación
financiera, específicamente, mediante libranza.

En este orden de ideas, gracias a esta nueva ley los límites establecidos por el
código sustantivo del trabajo cambiaron. Aunque esos máximos se mantienen
vigentes para cierto tipo de descuentos (por ejemplo, por descuentos autorizados
por el trabajador en favor de su empleador), para el caso de las “entidades
operadoras”, los topes a descontar serán aquellos consagrados en la ley 1527
de 2012.

Así las cosas, la pregunta inevitable es: ¿qué se entiende por entidad operadora?
Pues bien, de conformidad con el artículo 2 de la ley de libranza, “es la persona
jurídica o patrimonio autónomo conformado en desarrollo del contrato de
fiducia mercantil que realiza operaciones de libranza o descuento directo, por
estar autorizada legalmente para el manejo del ahorro del público o para el
manejo de los aportes o ahorros de sus asociados, o aquella que, sin estarlo,
realiza dichas operaciones disponiendo de sus recursos o a través de
mecanismos de financiamiento autorizados por la ley”. De este artículo, se
pueden extraer varias conclusiones.
En primer lugar, (i) solo las personas jurídicas tienen la posibilidad de ser
entidades operadoras y como tal, otorgar créditos bajo la modalidad de
descuentos directos o libranza; En segundo lugar, (ii) entidades autorizadas por
la ley para el manejo del ahorro y de los aportes o ahorros de sus asociados. En
este grupo se enmarcan, entre otras, las entidades financieras, las cooperativas
financieras o que ejercen actividades financieras con sus empleados, las cajas
de compensación o incluso, los fondos de empleados; Finalmente, en tercer
lugar, (iii) aquellas entidades que realicen operaciones de libranza con sus
propios recursos o a través de mecanismos de financiamiento previstos en la
ley, por ejemplo, las instituciones de fomento y desarrollo, las sociedades
comerciales o las sociedades mutuas. Por disposición expresa de la misma
ley, “se encuentran excluidas del ámbito de aplicación de la presente ley, las
cooperativas de trabajo asociado y sus trabajadores asociados”[40].

De esta forma, la ley 1527 de 2012 cambió el panorama de los descuentos


directos. Ahora, la pregunta lógica es: ¿cuáles son los límites de estos
descuentos?

Pues bien, dentro de los requisitos para otorgar un crédito en la modalidad de


descuento directo, es indispensable que “la libranza o descuento directo se
efectúe, siempre y cuando el asalariado o pensionado no reciba menos del
cincuenta por ciento (50%) del neto de su salario o pensión, después de los
descuentos de ley”. Es decir, es posible descontar hasta la mitad del salario del
trabajador, incluso, al tenor literal de esta disposición, del salario mínimo. Así
mismo, de conformidad con el artículo tercero numeral quinto, esta clase de
descuentos se encuentran excluidos de la regulación del código sustantivo del
trabajo.

En síntesis, la ley 1527 de 2012 sobre libranza modificó los límites establecidos
en el código para esta clase de descuentos. Ahora el máximo permitido es el
cincuenta por ciento (50%) de cualquier tipo de salario, incluso del salario
mínimo. Sin embargo, esta interpretación literal del artículo quinto de la ley
1527 de 2012, requiere algunas precisiones adicionales con el fin de garantizar
la plena vigencia de los derechos fundamentales.

d) Es posible descontar directamente el cincuenta (50%) del salario del


trabajador, pensionado, asalariado, etc. a través de créditos por
libranza, siempre y cuando no se afecte el salario mínimo legal vigente
en casos donde exista una afectación al derecho al mínimo vital.
Antes de continuar con las consideraciones del presente fallo, es pertinente
aclarar que si bien no corresponde a esta Sala realizar un control abstracto sobre
la ley 1527 de 2012, se observa que a partir de su promulgación el escenario de
los descuentos directos varió. Por esa razón, en busca de garantizar la plena
vigencia de los derechos fundamentales en los casos que existe una fuerte
tensión entre los derechos fundamentales de un trabajador con la aplicación
estricta o literal del artículo tercero de la ley 1527 de 2012, esta Corte se
permitirá hacer algunas precisiones y fijar unos límites sobre los descuentos por
libranza. En consecuencia, si bien es cierto que la ley 1527 de 2012 puede
perseguir un fin constitucionalmente legítimo como lo es permitir que
quienes devenguen, por ejemplo, un salario mínimo legal vigente accedan a
créditos de forma más fácil, para la Sala esta posibilidad debe ser armonizada
con la protección de los derechos fundamentales al mínimo vital y la vida digna.

Esta Corte ha resaltado la importancia del salario mínimo en nuestro


ordenamiento constitucional. En efecto, es una garantía para los trabajadores e
incluso un límite para su capacidad dispositiva. Es claro que quienes reciben
esta clase de ingreso se encuentran en condición de vulnerabilidad, pues son
aquellos sujetos que menos ingresos reciben en la sociedad y por tanto, “es
menester rodearlos de una protección superior a la que ordinariamente debe
prodigarse a un trabajador en condiciones normales, medida que se justifica
en razón de la función que cumple ese tipo de retribución en el Estado Social
de Derecho, pues permite que el trabajador que la recibe pueda proyectar una
vida digna y decorosa”[41].

En este mismo sentido, el salario mínimo, “expresa una forma específica a


través de la cual se concreta la protección especial que el trabajo debe recibir
del Estado y de la sociedad. Si la remuneración que el trabajador obtiene no le
permite satisfacer las necesidades - materiales, sociales y culturales - que se
reputan indispensables para reponer sus energías y, además, llevar una vida
social y familiar normal, ella no estará a la altura de la persona humana y no
podrá ser reputada digna, pues, dejará de servir como instrumento para
construir una existencia libre y valiosa”[42].

Estas garantías de los trabajadores, han sido reforzadas por la Organización


Internacional del Trabajo (OIT), a través de los Convenios 26 de 1928 y 99 de
1948, además de la recomendación N° 89 de la misma organización. Aquellas
disposiciones propugnan por un salario mínimo que asegure al trabajador un
nivel de vida adecuado. Esas promesas se garantizan no solo mediante el
aumento anual del salario, sino también con garantías de protección sobre el
ingreso mensual, que eviten perjuicios a derechos como el mínimo vital.

Para la Corte, el hecho que el legislador haya protegido particularmente el


salario mínimo, demuestra que este órgano pretende “menguar la desigualdad
y de esta manera cumplir con el propósito señalado por el constituyente en el
artículo 13 de la Carta, que ordena al Estado promover las condiciones
requeridas para que la igualdad sea real y efectiva, mediante la adopción de
medidas en favor de grupos discriminados o marginados, como también
proteger especialmente a aquellas personas que por su condición económica o
física se encuentran en situación de debilidad manifiesta”[43].

Pues bien, esa protección que recibe el salario mínimo se da por distintas vías[44].
Una de ellas es su carácter de irrenunciabilidad. Así, el artículo 53 Superior
establece que el legislador debe prever ciertos principios inquebrantables a la
hora de regular derechos laborales. Uno de ellos es el de la “irrenunciabilidad
a los beneficios mínimos establecidos en normas laborales” y “remuneración
mínima vital y móvil, proporcional a la cantidad y calidad de trabajo”. Lo
anterior significa que el legislador reglamenta derechos laborales, debe definir
cuales entiende como irrenunciables los cuales gozarán de una protección
especial por parte de todos los órganos del Estado. Uno de ellos es el salario
mínimo[45].

La protección relativa a la irrenunciabilidad del salario mínimo, implica


entonces que por más presiones que existan o que por su propia iniciativa, el
trabajador no podrá renunciar a su derecho. Este principio busca proteger al
trabajador para “evitar que su determinación quede librada a las fuerzas de la
oferta y la demanda, como si fuese una mercancía o un simple factor de
producción, sino también llegar a afectar su núcleo esencial, atentándose de
esta manera contra los derechos fundamentales”[46] del trabajador. Dicho de
otra forma, se protege al trabajador de su propia voluntad.

En muchos casos, la voluntad de los trabajadores se ve alterada por sus


condiciones económicas las cuales ocasionan que su móvil para adquirir
distintas obligaciones financieras, se vea alterado por presiones
socioeconómicas que lo llevan a tomar decisiones precipitadas. Por ello, el
salario mínimo “refleja el sentido reivindicatorio y proteccionista que para el
empleado tiene el derecho laboral. De suerte que los logros alcanzados en su
favor, no pueden ni voluntaria, ni forzosamente, por mandato legal, ser objeto
de renuncia obligatoria”[47].
En este orden de ideas, el artículo tercero de la ley 1527 de 2012 establece que
“para poder acceder a cualquier tipo de producto, bien o servicio a través de
la modalidad de libranza o descuento directo se deben cumplir las siguientes
condiciones:”. Seguidamente, el numeral quinto dispone que “la libranza o
descuento directo se efectúe, siempre y cuando el asalariado o pensionado no
reciba menos del cincuenta por ciento (50%) del neto de su salario o pensión,
después de los descuentos de ley”. Adicional a ello, consagra que las
deducciones realizadas “quedarán exceptuadas de la restricción contemplada
en el numeral segundo del artículo 149 del Código Sustantivo del Trabajo”.

Así las cosas, de una aplicación estricta de la norma se concluye que cuando se
trate de créditos por libranza, el descuento permitido es del cincuenta por ciento
(50%) del salario; incluso, del salario mínimo. No podría interpretarse de otra
manera pues el numeral quinto no hace ningún tipo de distinción frente a qué
forma de salario se enmarca en esta hipótesis normativa. No obstante, esa
aplicación rígida del artículo tercero de la Ley 1527 de 2012 puede entrar en
conflicto con derechos fundamentales como el mínimo vital y vida digna,
especialmente de trabajadores que perciben un salario mínimo. La
mencionada disposición no puede dejar sin contenido al artículo 53 de la
Constitución pues aplicarla rígidamente desconocería la existencia de ciertos
derechos (como el salario mínimo) que son irrenunciables. Por ello, debe
flexibilizarse.

En ese orden, la prohibición consagrada en el artículo 53 de la Constitución


cobija también los descuentos por libranza. Como se explicó, cuando media la
voluntad de un juez, envestido de poder público, y bajo dos hipótesis muy
concretas, es posible descontar más allá del salario mínimo. Pero esta es tan
solo la excepción que encuentra explicación en el hecho de que en los embargos
el trabajador no renuncia a nada. El descuento se da porque un juez de la
república lo ordena. Por el contrario, cuando los descuentos surgen por la
voluntad del trabajador, la irrenunciabilidad adquiere plena vigencia. Allí, en
principio, no es posible afectar el salario mínimo del trabajador en casos donde,
de acuerdo con la jurisprudencia estudiada, se ponga en riesgo o afecte el
derecho al mínimo vital y vida digna de la persona.

Eso no quiere decir que la libranza de ahora en adelante carezca de todo objeto.
Flexibilizar la aplicación rígida del artículo tercero numeral quinto de la ley
1527 de 2012, garantiza la supremacía de los derechos constitucionales pues
permite los descuentos del (50%) del salario, siempre y cuando al gravarse el
salario mínimo, no se ponga en riesgo o lesionen los derechos fundamentales
del trabajador. En síntesis, en las libranzas el trabajador podrá autorizar el
descuento de máximo el cincuenta (50%) de su salario de conformidad con el
artículo tercero numeral quinto de la ley 1527 de 2012. Pese a ello, de acuerdo
con las reglas fijadas por la Corte, cuando se lesionen los derechos al mínimo
vital y a la vida digna, no es posible afectar el salario mínimo. Ello dependerá
de los hechos particulares del caso los cuales serán evaluados por el juez de
tutela. Cuando esto ocurra, el empleador deberá priorizar las deudas de la más
antigua a la más reciente a fin de satisfacerlas completamente.

Solución del Caso Concreto

Conforme a los hechos del caso, el señor Reinaldo López Ortiz solicita que se
tutelen sus derechos fundamentales al mínimo vital y a la vida digna, al
considerar que su empleador, el Ejército Nacional de Colombia, está realizando
descuentos directos sobre su salario superando los máximos permitidos por la
ley. Los descuentos se dieron como consecuencia de créditos adquiridos en la
modalidad de libranza y por embargos judiciales. Esta situación, sostiene, afecta
su derecho al mínimo vital pues el saldo recibido no le alcanza para sobrevivir.
En el mes de diciembre de dos mil doce (2012) y enero de dos mil trece (2013),
el total pagado fue de veintisiete mil noventa pesos ($ 27.090) y cincuenta y un
mil seiscientos dieciséis mil pesos ($ 51.616) respectivamente. Para el mes de
mayo, una vez levantado un embargo, el accionante recibía cuatrocientos
ochenta mil novecientos trece pesos ($ 480.913).

Sostiene el tutelante que el dinero que recibe no le alcanza para subsistir.


Manifiesta que responde por el cuidado de dos hijas menores, quienes no
pudieron ser matriculadas en su colegio por falta de recursos. Adicionalmente,
dice, la situación ha llegado a tal punto que ha tenido que vender “pan y
gaseosa” para adquirir recursos adicionales.

Bajo este panorama, esta Sala decidirá el presente caso. Para tal fin, realizará el
examen de procedibilidad formal de la acción de tutela (inmediatez y
subsidiariedad), para después resolver el fondo del asunto.

(i) Del cumplimiento de requisitos formales de la acción de tutela


(inmediatez y subsidiariedad).

Esta Sala estima que respecto al principio o requisito de inmediatez, no existe


ninguna duda que el señor Reinaldo López Ortiz interpuso la acción de tutela
dentro de un tiempo prudencial. Revisado el expediente, encuentra la Corte que
el accionante impetró la tutela el seis (6) de febrero de dos mil trece(2013). No
había transcurrido ni un mes después de los hechos que dieron lugar a la
presunta violación de sus derechos fundamentales. Por este motivo, esta Sala
no realizará pronunciamientos adicionales sobre este requisito.

En este orden de ideas, como se dijo en la parte motiva de esta providencia, uno
de los principales objetivos de la revisión de los fallos de tutela es aquel relativo
a la unificación de criterios de interpretación de normas y derechos
fundamentales. Esto permite no solo garantizar derechos como la igualdad o la
seguridad jurídica, sino también orientar a los demás jueces de tutela para que
sigan, de acuerdo con las reglas de cada caso, la jurisprudencia de la Corte.

Pues bien, esta Sala advierte que el Tribunal Superior del Neiva aplicó
indebidamente las reglas establecidas por esta Corporación en lo relativo al
requisito de subsidiariedad. Así, estimó que el actor en sede ordinaria,
específicamente en los procesos ejecutivos que cursaban en su contra, contaba
con herramientas judiciales como las excepciones de mérito y recursos para
debatir la gradualidad del embargo practicado sobre su salario. Sin embargo, no
realizó ninguna clase de análisis de subsidiariedad ni tampoco señaló con
exactitud por qué estos mecanismos eran los idóneos y eficaces para proteger
sus derechos.

En ese sentido, para evaluar el requisito de subsidiariedad (i) el juez debe


verificar que exista un recurso en el ordenamiento para proteger el derecho
debatido. En caso de existir (ii), tendrá que examinar si es idóneo; que esa
precisa herramienta persiga el fin buscado por el accionante. Finalmente, en
caso de ser idóneo (iii), determinar si es eficaz, lo cual implica que surta los
efectos esperados oportunamente. En todo caso, (iv) siempre será procedente la
acción de tutela para evitar un perjuicio irremediable.

Pues bien, en el caso bajo estudio el peticionario solicita que se amparen sus
derechos fundamentales al mínimo vital y a la vida digna como consecuencia
de dos embargos y unos descuentos por libranza efectuados sobre su salario. Su
empleador, considera que no está vulnerando sus derechos pues actuó de
conformidad con el código sustantivo del trabajo y la ley 1527 de 2012 sobre
libranza o descuento directo financiero.

Como primera consideración, es importante advertir a los jueces de instancia


que la discusión constitucional que se presenta en este caso no solo involucra
las decisiones de los jueces que ordenaron descontar del salario la suma
correspondiente al embargo decretado. El problema constitucional va mucho
más allá. La presunta lesión a los derechos fundamentales del accionante,
también puede estar ocurriendo por los descuentos efectuados con ocasión de
los créditos adquiridos mediante libranza. Por tanto, el examen de
subsidiariedad no debió hacerse solo con las posibilidades jurídicas en el
proceso ejecutivo, sino también con las herramientas jurídicas para regular los
descuentos por libranza.

A continuación la Sala realizará el examen de subsidiariedad. Solo si el caso


supera este examen, se estudiará el asunto de fondo. Se reitera que el juicio se
hará respecto de dos hipótesis. La primera de ellas, sobre las posibilidades
jurídicas con las que cuenta el accionante en un proceso ejecutivo que decretó
el embargo de su salario y, en segunda medida, aquellas herramientas jurídicas
para limitar el monto de los descuentos por libranza.

En este orden de ideas, respecto al embargo causado con ocasión de los procesos
ejecutivos en su contra, el accionante tiene la posibilidad de acudir al juez de
conocimiento para que, a través del recurso de reposición o de apelación,
solicite regular el monto del salario embargado. En efecto, el artículo 348 del
Código de Procedimiento Civil (hoy artículo 318 del Código General del
Proceso) establece que el recurso de reposición “procede contra los autos que
dicte el juez, contra los del Magistrado sustanciador no susceptibles de súplica
y contra los de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, para
que se revoquen o reformen”. Es decir, está diseñado para controvertir autos
(particularmente) que dicten los jueces. La procedencia del recurso es la regla
general pues procede contra cualquier clase de autos, salvo aquellos que, según
la misma disposición, “resuelvan un recurso de apelación, una súplica o una
queja”.

Adicionalmente, el accionante tendría la posibilidad directamente o una vez


resuelvan la reposición, interponer ante el juez de conocimiento para que en
segunda instancia sea resuelto por su superior, el recurso de apelación. Al
contrario de la reposición, la apelación procede contra sentencias y contra cierta
clase de autos. Tan solo aquellos que el legislador haya previsto. Así, el artículo
351 del código de procedimiento civil establece, enunciativamente, algunos
autos que son apelables. Uno de ellos, es aquel que resuelve sobre una medida
cautelar como lo es el embargo del salario.
Así, la mencionada disposición establece que “son apelables las sentencias de
primera instancia, excepto las que se dicten en equidad y las que las partes
convengan en recurrir en casación per saltum, si fuere procedente este recurso.
Los siguientes autos proferidos en la primera instancia podrán ser apelables
(…) 7. El que resuelva sobre una medida cautelar. 8. Los demás expresamente
señalados en este Código”. Naturalmente, se deben cumplir con obligaciones
procesales adicionales.

Esta Sala encuentra que el accionante, respecto de los embargos, si tenía


posibilidades procesales para controvertir el monto del salario embargado.
Incluso, los medios procesales también son idóneos pues efectivamente a través
de estos recursos pudo debatir el embargo de su salario. Además, para el caso
de la apelación, el artículo 351 establece expresamente su procedencia. Estos
medios pueden ser la vía idónea para controvertir las decisiones judiciales.

Sin embargo, aunque estos mecanismos son idóneos, no son eficaces. En este
caso en concreto, bajo sus precisos elementos, no tienen la virtualidad de
producir los efectos esperados. Revisados los hechos del caso, los jueces de
conocimiento (quienes decretaron las medidas cautelares) no sobrepasaron los
topes permitidos por el legislador. Aunque eventualmente los jueces ordenaran
reducir el monto del salario embargado, de ninguna manera pueden regular los
créditos por libranza que afectan el ingreso del trabajador. En otras palabras, el
accionante puede debatir el embargo, pero, con estos recursos, no puede limitar
los descuentos directos por libranza.

Por otra parte, la afectación del salario del trabajador también se da por las
libranzas. Por ello, debe hacerse el examen de subsidiariedad sobre este punto.
Así, esta Sala encuentra que para estos casos la situación es más complicada.
Revisando la normatividad vigente, esta Corte encuentra que no existe en el
ordenamiento jurídico un recurso para discutir la regulación del monto
descontado directamente de los ingresos del trabajador en esta modalidad. Ello
debido a que el artículo tercero numeral quinto de la Ley 1527 de 2012, excluyó
de la regulación y límites del código sustantivo del trabajo los créditos
adquiridos por libranza. Así, el código preveía (prevé para el caso de los demás
descuentos) en su artículo 151 que cuando el empleador sobrepasara los límites
establecidos por el código, podía acudir al inspector del trabajo para que este
ordenara los respectivos ajustes[48]. Esa posibilidad quedó eliminada para el
caso de los descuentos por libranza, dado que la disposición respectiva sustrajo
esta figura de los límites establecidos en el código sustantivo del trabajo.
Adicional a ello, la Ley 1527 de 2012 no consagró ningún recurso o trámite para
ventilar estas controversias.

En consecuencia, en este caso, la acción de tutela si es el mecanismo apropiado


para discutir estos asuntos pues no solo tienen relevancia constitucional, sino
que además, o bien no existen mecanismos para defender el derecho o,
sencillamente, son ineficaces. Por una parte, los recursos en los procesos
ejecutivos no tienen la virtualidad de producir los efectos esperados y, por otra
parte, no existe en el ordenamiento jurídico algún mecanismo para regular los
descuentos directos en la modalidad de libranza, de conformidad con los
motivos expuestos.

Por estas razones, la Corte abordará el estudio de fondo.

(ii) Análisis de fondo del asunto examinado

Antes de resolver el fondo del asunto, esta Sala anota que mediante auto de
fecha veintinueve (29) de octubre de dos mil trece (2013) se requirió al Ejército
Nacional de Colombia como empleador del petente, para que suministrara la
siguiente información: “a) Copia legible de los últimos seis (6) desprendibles
de pago del Señor Reinaldo López Ortiz, identificado con cédula de ciudadanía
número 16.802.821. b) Este desprendible debe contener con detalle la totalidad
y monto de los descuentos realizados sobre el salario del Señor Reinaldo López
Ortiz. c) Adicionalmente, suministre con exactitud el nombre completo de las
entidades o autoridades beneficiarias de los descuentos y su respectivo monto.
Esta información debe contener la naturaleza de la entidad, especialmente, si
se trata de una entidad financiera, c00perativa, u otra. Para el caso de las
cooperativas, qué tipo de c00perativa es (de trabajo asociado, de economía
solidaria, etc.). Cuando se trate de embargos, los juzgados en favor de quien se
descuenta”.

Sin embargo, el Ejército nunca respondió la información solicitada. Por este


motivo, a continuación se resolverá el caso con base en las pruebas halladas en
el expediente y decretadas en el curso de instancia. No sin antes, recordarle al
Ejército su deber de colaborar con el correcto y buen funcionamiento de la
administración de justicia[49].

La jurisprudencia constitucional y las consideraciones propuestas por esta Sala,


han establecido diferentes reglas aplicables al caso concreto. En primer lugar
(i), los descuentos directos deben respetar los máximos legales autorizados por
la ley. En segundo lugar (ii), existe un mayor riesgo de afectar el derecho al
mínimo vital cuando (ii.1) entre el salario y la persona exista una relación de
dependencia, es decir, que sea la única fuente de ingresos; (ii.2) cuando su
familia dependa de sus ingresos y finalmente; (ii.3) cuando se trate de personas
de la tercera edad. Adicionalmente (iii), de ninguna manera es posible descontar
más allá del salario mínimo legal vigente, salvo que se trate de embargos por
deudas con cooperativas y por alimentos. En esos casos, su máximo será del
cincuenta por ciento (50%). Por su parte, (iv) el responsable de regular los
descuentos es el empleador o pagador según el caso. Finalmente, (v) en los
descuentos directos por libranza se puede descontar hasta el cincuenta por
ciento (50%) del salario (según el caso), siempre y cuando, si se afecta el salario
mínimo, no se ponga en riesgo o lesionen los derechos al mínimo vital y a la
vida digna de la persona de acuerdo con las reglas fijadas por esta Corporación.

Bajo estos supuestos, la Sala abordará el examen del asunto concreto. Así las
cosas, de las pruebas aportadas al expediente se encuentra que el pagador no
respetó ni los límites legales ni las reglas fijadas por la Corte. Lo anterior al
menos por las siguientes razones.

De acuerdo con la jurisprudencia estudiada y las normas legales, los descuentos


sobre el salario tienen unos límites. Para el caso de los embargos, las reglas
impiden que se pueda afectar el salario mínimo y solo es cautelable la quinta
parte de lo que lo exceda. No obstante, cuando se trate de deudas con
corporaciones y por alimentos, el juez, puede decretar el embargo de hasta el
50% del salario; cualquier clase de salario. Por su parte, en los créditos por
libranza, de conformidad con la Ley 1527 de 2012 y el análisis realizado en esta
providencia, se puede descontar el 50% del salario siempre y cuando, si se
afecta el salario mínimo, no se lesione el mínimo vital y la vida digna de la
persona.

Pues bien, para el mes de mayo de dos mil trece (2013), sobre el salario del
señor Reinaldo López se realizaban los siguientes descuentos[50]. Cabe recordar
que para esa fecha ya se había levantado el embargo del Juzgado Promiscuo de
Aipe Huila:

Embargos Juzgado Segundo Civil Municipal de


Garzón Huila: $184.985,00
Descuentos por libranza $1´374.961,00
Total descontado $1´559.946,00
Debido a que el accionante recibía como salario $2´040.860, una vez realizados
los descuentos, el ingreso neto percibido era de $480.913: menos del salario
mínimo. Examinando el expediente, el juzgado segundo civil del circuito, en
efecto, decretó el embargo conforme a las reglas fijadas por la ley y esta Corte.
Si ese era el total del salario recibido, solo le era embargable $ 290.272. Esa
cifra es la quinta parte de lo que excede el salario mínimo. Como se puede ver,
la suma cautelada fue mucho menor a aquella permitida por la ley. Teniendo
eso en cuenta, esta Corte no realizará más consideraciones sobre el embargo del
salario. El juzgado estaba en el límite permitido.

Por el contrario, lo que si vulneró los derechos fundamentales del trabajador fue
la decisión del empleador de permitir, en exceso, los descuentos directos por
libranza. No respetó ni el tope establecido en la Ley 1527 de 2012, ni el fijado
por esta Corte. En efecto, si $2.040.860,00 es el salario total, solo podía permitir
el descuento del 50% de su salario, o sea, $1´020.430,00 Sin embargo, permitió
que se descontara $1´374.961,00. Superó el límite del 50% previsto en la ley
1527 de 2012.

Pero como si esto fuera poco, al concurrir los descuentos, se afectó el salario
mínimo del trabajador aun con las circunstancias particulares del caso. Nótese
cómo, además de no respetarse los máximos legales, el trabajador recibía como
pago por su trabajo, neto, después de los descuentos, $480.913,00, bastante
menos del salario mínimo legal vigente[51]. Así, siguiendo las reglas fijadas por
la Corte, si el máximo descontable por créditos de libranza era $1.020.430,00 y
el embargo decretado fue de $184.985,00, el señor Reinaldo López debe recibir
mínimo $835.445,00. Suma bastante superior a la que está recibiendo
actualmente. Por esta razón, el empleador debió oponerse a los descuentos
autorizados del trabajador.

Por otra parte, el señor Reinaldo López solo tiene como entrada económica el
salario percibido por su trabajo en el Ejército (hecho que no fue controvertido)
y al afectársele esos emolumentos, se lesiona su derecho al mínimo vital.
Primero porque no cuenta con rentas adicionales que le permitan sufragar sus
gastos, de tal manera que si se le cercena la posibilidad de recibir un salario que
le permita subsistir, se le coloca en una situación muy complicada de
sobrellevar. Los descuentos son excesivos, lo cual amerita la intervención del
juez constitucional. Esta sala encuentra que en el caso concreto existe una
relación de dependencia entre el salario y el trabajador.
Adicionalmente, de estos recursos depende su familia. De los hechos de la
demanda, el accionante afirma ser responsable económicamente por dos hijas
menores. Al ser menores de edad, debe sufragar los gastos relacionados con su
mantenimiento. Por ejemplo colegio, vestuario, educación, vivienda,
alimentación, recreación, etc. Debido a esa situación, sus hijas han tenido que
abandonar el colegio pues su padre no cuenta con los recursos (gravados por los
descuentos), para continuar con esos gastos. Ello significa que ese salario no
solo es indispensable para él sino también para su familia.

Por tanto, esta Corte ordenará adecuar el salario del señor Reinaldo López Ortiz
respetando estos límites. Lo mínimo que debe recibir, una vez realizados todos
los descuentos, es $835.445,00. Para ello, el empleador deberá dar prioridad a
los créditos por libranza autorizados primero en el tiempo hasta que se llegue a
este límite. El resto de acreedores deberá esperar su turno hasta que con su
salario y siguiendo las reglas establecidas por esta Corte, se garantice el
cumplimiento de sus deudas.

En conclusión, en el presente caso el empleador no respetó las reglas fijadas por


la Corte relativas a los límites de los descuentos directos. Por esta razón, esta
Sala encuentra probada la vulneración de los derechos fundamentales del
peticionario. Por tanto, esta Sala revocará la sentencia de primera instancia y en
su lugar, tutelará el derecho fundamental al mínimo vital y a la vida digna del
señor Reinaldo López Ortiz.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Sala Novena de Revisión de la Corte


Constitucional, administrando justicia en nombre del Pueblo y por mandato de
la Constitución,

RESUELVE:

PRIMERO.- REVOCAR la Sentencia proferida por el Tribunal Superior del


Distrito Judicial de Neiva que resolvió en primera instancia la acción de tutela
interpuesta por el señor Reinaldo López Ortiz en contra del Ejército Nacional
de Colombia. En su lugar CONCEDER la tutela de los derechos fundamentales
al mínimo vital y a la vida digna del señor Reinaldo López Ortiz.

SEGUNDO.- ORDENAR al Ejército Nacional – Sección Nómina, que en el


término de (48) horas contadas a partir de la notificación de este fallo, proceda
a regular los descuentos realizados sobre el salario del accionante, de
conformidad con la parte motiva de esta providencia.

TERCERO.- Por Secretaría General, líbrense las comunicaciones previstas en


el artículo 36 del Decreto Ley 2591 de 1991.

Notifíquese, comuníquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional


y cúmplase.

LUIS ERNESTO VARGAS SILVA


Magistrado

MARÍA VICTORIA CALLE CORREA MAURICIO GONZÁLEZ CUERVO


Magistrada Magistrado
Ausente con excusa

MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ


Secretaria General
[1]
Artículo 2 y 4 de la Constitución Política de Colombia.
[2]
Entre otras decisiones, Sentencia T-662 de 2013, Sentencia T-581 de 2011, Sentencia T- 211 de 2009,
Sentencia T-580 de 2006, Sentencia T-972 de 2005, Sentencia SU-961 de 1999.
[3]
Entre otras decisiones, Sentencia T- 211 de 2009, Sentencia T-580 de 2006, Sentencia T-972 de 2005,
Sentencia SU-961 de 1999.
[4]
Sentencia T-662 de 2013.
[5]
Sentencia T-211 de 2009, reiterada por la T-113 de 2013
[6]
En la Sentencia T-239 de 2008 se señaló: “(…) será lo primero si la situación genera un perjuicio
irremediable, siempre que se cumplan los presupuestos de inminencia, gravedad, urgencia e impostergabilidad
de la acción, decisión que tiene efectos temporales[6]. Y procederá cómo mecanismo definitivo si se acredita
que el procedimiento jurídico correspondiente para dirimir las controversia resulta ineficaz al “no goza(r) de la
celeridad e inmediatez para la protección de los derechos fundamentales con la urgencia requerida” Ver, entre
otras, las sentencias T-414 de 2009, T-004 de 2009, T-284 de 2007 y T-335 de 2007.
[7]
Decreto 2591 de 1991. Artículo 8: Aun cuando el afectado disponga de otro medio de defensa judicial, la
acción de tutela procederá cuando se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable.
En el caso del inciso anterior, el juez señalará expresamente en la sentencia que su orden permanecerá vigente
sólo durante el término que la autoridad judicial competente utilice para decidir de fondo sobre la acción
instaurada por el afectado. En todo caso el afectado deberá ejercer dicha acción en un término máximo de cuatro
(4) meses a partir del fallo de tutela. Si no la instaura, cesarán los efectos de éste. Cuando se utilice como
mecanismo transitorio para evitar un daño irreparable, la acción de tutela también podrá ejercerse
conjuntamente con la acción de nulidad y de las demás procedentes ante la jurisdicción de lo contencioso
administrativo. En estos casos, el juez si lo estima procedente podrá ordenar que no se aplique el acto particular
respecto de la situación jurídica concreta cuya protección se solicita, mientras dure el proceso
[8]
Sentencia T-581 de 2011.
[9]
Sentencia SU-961 de 1999
[10]
Sentencia T-1316 de 2001.
[11]
Sentencia T-662 de 2013.
[12]
T-068/06, T-822/02, T-384/98, y T-414/92.
[13]
Ibidem.
[14]
Tomado de la sentencia T- 662 de 2013. Ver, entre otras, las sentencias T-656 de 2006, T-435 de 2006, T-
768 de 2005, T-651 de 2004, y T-1012 de 2003.
[15]
Sentencia T-211 de 2009.
[16]
Sentencias T-011 de 1998, T-072 de 1998, T-384 de 1998, T-365 de 1999 y T-140 de 2002, entre
muchas otras.
[17]
En la Sentencia T-146 de 1996, la Corte dijo que: “El derecho de las personas a la subsistencia ha sido
reconocido por la Corte Constitucional como derivado de los derechos a la vida (Art. 11 C.P.), a la salud (Art.
49 C.P.), al trabajo (Art. 25 C.P.), y a la seguridad social (Art. 48 C.P.)
[18]
Sentencia SU- 995 de 1999. MP – Carlos Gaviria Díaz.
[19]
En la Sentencia T-146 de 1996, la Corte dijo que: “El derecho de las personas a la subsistencia ha sido
reconocido por la Corte Constitucional como derivado de los derechos a la vida (Art. 11 C.P.), a la salud (Art.
49 C.P.), al trabajo (Art. 25 C.P.), y a la seguridad social (Art. 48 C.P.), y como derecho fundamental, de la
manera expuesta en la Sentencia T-015 del 23 de enero de 1995 (Magistrado Ponente Hernando Herrera
Vergara):“Aunque la Constitución no consagra la subsistencia como un derecho, éste puede colegirse de los
derechos a la vida, a la salud, al trabajo y a la asistencia o a la seguridad social, ya que la persona requiere de
un mínimo de elementos materiales para subsistir. La consagración de derechos fundamentales en la
Constitución busca garantizar las condiciones económicas necesarias para la dignificación de la persona
humana y el libre desarrollo de su personalidad.(…) El Estado y la sociedad en su conjunto, de conformidad
con los principios de la dignidad humana y de la solidaridad (CP. art.1), deben contribuir a garantizar a toda
persona el mínimo vital para una existencia digna. El Estado social de derecho exige esforzarse en la
construcción de las condiciones indispensables para asegurar a todos los habitantes del territorio nacional, una
vida digna dentro de las posibilidades económicas que estén a su alcance”
[20]
Sobre la necesidad de adoptar medidas distintas a las asistenciales para la superación de problemas sociales:
T-291 de 2009, T-722 de 2003, T-724 de 2003
[21]
Sentencia T- 084 de 2007
[22]
Sentencia T- 457 de 2011. MP- Luis Ernesto Vargas Silva.
[23]
Artículo 59 del Código Sustantivo del Trabajo. ARTICULO 59. PROHIBICIONES A LOS
{EMPLEADORES}. Se prohíbe a los {empleadores}:1. Deducir, retener o compensar suma alguna del monto
de los salarios y prestaciones en dinero que corresponda a los trabajadores, sin autorización previa escrita de
éstos para cada caso, o sin mandamiento judicial, con excepción de los siguientes: a). Respeto de salarios,
pueden hacerse deducciones, retenciones o compensaciones en los casos autorizados por los artículos 113, 150,
151, 152 y 400. b). Las cooperativas pueden ordenar retenciones hasta de un cincuenta por ciento (50%) de
salarios y prestaciones, para cubrir sus créditos, en la forma y en los casos en que la ley las autorice. 2. Obligar
en cualquier forma a los trabajadores a comprar mercancías o víveres en almacenes o proveedurías que
establezca el {empleador}. 3. Exigir o aceptar dinero del trabajador como gratificación para que se le admita
en el trabajo o por otro motivo cualquiera que se refiera a las condiciones de éste. 4. Limitar o presionar en
cualquier forma a los trabajadores en el ejercicio de su derecho de asociación. 5. Imponer a los trabajadores
obligaciones de carácter religioso o político, o dificultarles o impedirles el ejercicio del derecho del sufragio. 6.
Hacer, autorizar, o tolerar propaganda política en los sitios de trabajo. 7. Hacer o permitir todo género de rifas,
colectas o suscripciones en los mismos sitios. 8. Emplear en las certificaciones de que trata el ordinal 7o. del
artículo 57 signos convencionales que tiendan a perjudicar a los interesados, o adoptar el sistema de "lista
negra", cualquiera que sea la modalidad que utilicen, para que no se ocupe en otras empresas a los trabajadores
que se separen o sean separados del servicio. 9. Ejecutar o autorizar cualquier acto que vulnere o restrinja los
derechos de los trabajadores o que ofenda su dignidad.

[24]
Sentencia C-710 de 1996. Así, “no se desconoce precepto alguno de la Constitución, cuando se le permite
al trabajador concertar con su empleador, sobre los montos que éste puede retener de su salario. Consentimiento
que debe estar precedido de una serie de requisitos, que se erigen para proteger al empleado de abusos contra
sus derechos”
[25]
Sentencia T-1015 de 2006. M.P. Álvaro Tafur Galvis.
[26]
Esta norma fue declarada exequible por la Sentencia C-710 de 1996.
[27]
Esta norma fue declarada exequible por la Sentencia C-589 de 1995 al considerar que las cooperativas son
empresas que fortalecen la función social de la propiedad y por tanto, ameritan un trato diferencial y privilegiado
por parte del Estado. Al respecto “En lo que hace a la acusación que presenta el demandante contra la
disposición del artículo 156 del C.S. del T., que viabiliza el embargo hasta del 50% del salario de un trabajador,
en favor de cooperativas legalmente autorizadas, baste con decir que ella es concordante con los mandatos
consignados en los artículos 58 y 333 de la C.P., que señalan para este tipo de empresas un tratamiento
preferencial que las promocione y proteja. Así, las expresiones impugnadas por el demandante, contenidas en
los artículos 3, 4 y 10 de la Ley 79 de 1988, y en el artículo 156 de la Ley 141 de 1961 C. S. del T., normas
expedidas con anterioridad a la promulgación de la Constitución vigente, no sólo se ajustan al nuevo
ordenamiento superior, sino que corresponden a la intención expresa del Constituyente de 1991, que consideró
necesario promover, fortalecer y proteger las organizaciones de economía solidaria, dada su importancia y
eficacia para el logro de los propósitos de una sociedad más justa, solidaria y equitativa, entre las que se
encuentran, ocupando un lugar de preeminencia por su tradición y contribución al desarrollo del país, las
cooperativas”
[28]
Incluso la Corte, mediante sentencia varias veces citada (C-710 de 1996), avaló la constitucionalidad de
dicha norma.
[29]
Sentencia C-710 de 1996.
[30]
Precisamente, el artículo 142 del Código Sustantivo del Trabajo consagra esta prohibición para el trabajador,
al considerar al salario mínimo como uno de aquellos derechos irrenunciables. ARTICULO 142.
IRRENUNCIABILIDAD Y PROHIBICION DE CEDER EL SALARIO. El derecho al salario es irrenunciable
y no se puede ceder en todo ni en parte, a título gratuito ni oneroso pero si puede servir de garantía hasta el
límite y en los casos que determina la ley.
[31]
Sentencia T-827 de 2004: “a partir de la armonización de las disposiciones constitucionales, la interpretación
que de ellas ha realizado esta Corporación y las disposiciones legales consagradas en la Ley 100 de 1993 y el
Decreto 994 de 2003, que la suma que reciba un pensionado por concepto de mesada pensional no podrá, en
ningún caso, ser inferior al 50% del valor neto de la totalidad del valor que le fuera reconocido, ni tampoco
podrá ser inferior al salario mínimo legal mensual vigente, como protección de los derechos al trabajo, a la
igualdad, al mínimo vital y a la dignidad humana de quienes después de toda una vida de labores, cumplen con
los requisitos para acceder a su pensión de jubilación, de acuerdo con la normatividad vigente.
[32]
Sentencia T-309 de 2006. “Entonces, se reitera, no era válido a la luz de los principios constitucionales,
embargar la totalidad de los ingresos mensuales con los que contaba una familia para cubrir sus necesidades
básicas de alimentación, vestido, educación, servicios públicos domiciliarios, etc.”
[33]
Sentencia T-1015 de 2006.
[34]
Ibíd. “Así mismo, respecto de los trabajadores del sector privado, el artículo 149 del Código Sustantivo del
Trabajo prohíbe al empleador deducir suma alguna del salario “sin orden suscrita por el trabajador, para cada
caso, o sin mandamiento judicial.” Pero advierte que, en todo caso, la retención o deducción sin mandamiento
judicial, “aunque exista orden escrita del trabajador”, no podrá hacerse si afecta (i) el salario mínimo legal o
convencional, (ii) la parte del salario declarada inembargable por la ley[34], o (iii) en cuanto el total de la deuda
supere al monto del salario del trabajador en tres meses. Por ello, respecto de la facultad del trabajador de
autorizar descuentos a su salario, la Corte ha señalado que esa autonomía debe respetar los límites previstos en
la ley, los cuales constituyen derechos irrenunciables sobre los cuales no se puede disponer libremente.
[35]
Algo muy importante que fijo la Corte en dicha ocasión, fue resaltar que fijar límites legales no significa
que los acreedores no vayan a tener la posibilidad de satisfacer sus deudas. En efecto, “si por cualquier
circunstancia el límite legal impide hacer los descuentos autorizados por el trabajador para cumplir sus
compromisos patrimoniales, los acreedores estarán en posibilidad de acudir a las autoridades judiciales
competentes y hacer valer sus derechos de acuerdo con las normas sustanciales y de procedimiento vigentes.”
[36]
En esa providencia, la Corte recapituló lo que la jurisprudencia había resaltado sobre los límites de los
descuentos directos: “la Corte Constitucional, avala la posibilidad de efectuar descuentos sobre las mesadas
pensionales siempre que se cumplan con unas condiciones como son: (i) el límite máximo de descuento
permitido a las mesadas pensionales por todo concepto, corresponde al 50% de la misma previas deducciones;
(ii) como resultado de los descuentos un pensionado no podrá recibir una mesada inferior al salario mínimo;
(ii) este derecho constituye una garantía al mínimo vital de los pensionados y de sus familias, que les permita
percibir los recursos necesarios para subsistir de acuerdo con sus condiciones sociales, económicas y personales,
en tanto él ha visto disminuida su capacidad de trabajo; y (iv) esta es una garantía que se encuentra en íntima
relación con derechos como la dignidad humana, el trabajo y la seguridad social.”
[37]
“La posición adoptada por la Corte, resulta plenamente aplicable al tema pensional, en tanto la mesada, para
el caso de los pensionados representa el concepto de salario, en cuanto es la suma que ellos reciben para
satisfacer sus necesidades una vez ha finalizado su vida laboral, y ha cumplido los requisitos para consolidar su
derecho prestacional. Por tanto, en este caso, la mesada del pensionado debe ser asimilada al salario del
trabajador y por ello las normas que protegen a una y a otra, deben ser interpretadas como normas de orden
público”.
[38]
“Finalmente, debe la Corte resaltar que las disposiciones que regulan los límites máximos a los descuentos
que se realicen sobre mesadas pensionales tienen un efecto de aplicación de doble vía. Por una parte establecen
una garantía al mínimo vital de los pensionados en tanto fijan un límite a los descuentos máximos permitidos
que se pueden efectuar a las mesadas por cualquier concepto. Y por otra parte conllevan una obligación para
las entidades pagadoras de las mesadas, en el sentido de abstenerse de efectuar descuentos a las mismas, por
encima de los límites que establece la ley.”
[39]
“por medio de la cual se establece un marco general para la libranza o descuento directo y se dictan otras
disposiciones”
[40]
En las cooperativas de trabajo asociado no existen vinculaciones laborales. Es decir, no hay una relación de
trabajador y empleador sino que por el contrario, los trabajadores asociados son socios de la c00perativa. Por
ello, esta ley excluyó de su objeto esta clase de cooperativas.
[41]
Sentencia C-781 de 2003.
[42]
Ibíd.
[43]
Sentencia C-387 de 1994.
[44]
Por ejemplo: “En relación con el procedimiento concertado de fijación del salario mínimo, la ley, con un
revelado espíritu proteccionista, dispone que si definitivamente no se logra consenso en la fijación del salario
mínimo para el año inmediatamente siguiente, el Gobierno, a más tardar el 30 de diciembre de cada año, lo
determinará por decreto motivado, “atendiendo, con el mismo nivel e incidencia, además de la meta de inflación
del siguiente año, a los siguientes parámetros: la inflación real del año que culmina, según el índice de precios
al consumidor; la productividad acordada por la Comisión Tripartita que c00rdina el Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social; la contribución de los salarios al ingreso nacional; el incremento del producto interno bruto
(PIB); y con carácter prevalente, que habrá de reflejarse en el monto del aumento salarial, la especial protección
constitucional del trabajo (art. 25 C.P.) y la necesidad de mantener una remuneración mínima vital y móvil (art.
53 C.P.); la función social de la empresa (art. 333 C.P.) y los objetivos constitucionales de la dirección general
de la economía a cargo del Estado (art. 334 C.P.), uno de los cuales consiste en "asegurar que todas las personas,
en particular las de menores ingresos, tengan acceso a los bienes y servicios básicos”” Sentencia C-781 de 2003.
[45]
Sentencia C-781/03
[46]
Sentencia C-252 de 1995 extraída de la Sentencia C-781 de 2003.
[47]
Sentencia C-356 de 1994
[48]
“El empleador y su trabajador podrán acordar por escrito el otorgamiento de préstamos, anticipos,
deducciones, retenciones o compensaciones del salario, señalando la cuota objeto de deducción o compensación
y el plazo para la amortización gradual de la deuda. Cuando pese a existir el acuerdo, el empleador modifique
las condiciones pactadas, el trabajador podrá acudir ante el inspector de trabajo a efecto de que exija su
cumplimiento, so pena de la imposición de sanciones”.
[49]
Decreto 2591 de 1991. ARTICULO 19. INFORMES. El juez podrá requerir informes al órgano o a la
autoridad contra quien se hubiere hecho la solicitud y pedir el expediente administrativo o la documentación
donde consten los antecedentes del asunto. La omisión injustificada de enviar esas pruebas al juez acarreará
responsabilidad.El plazo para informar será de uno a tres días, y se fijará según sea la índole del asunto, la
distancia y la rapidez de los medios de comunicación.Los informes se considerarán rendidos bajo juramento.

[50]
Como lo resaltó esta Sala, el Ejército Nacional no aportó la información requerida. Por ello, tomará como
base la información que obra en el expediente, dentro de la cual, se aprecia que el último desprendible de pago
que allí reposa es de mayo de 2013. Será con estos datos que se dará solución al caso concreto.
[51]
El salario mínimo para el año dos mil trece (2013) está fijado en $589.500.
Sentencia T-157/14

ACCION DE TUTELA PARA RECLAMAR ACREENCIAS LABORALES-Caso de


celadores que reclaman el reconocimiento, liquidación y pago de
acreencias laborales

ACCION DE TUTELA PARA RECLAMAR ACREENCIAS LABORALES-


Procedencia excepcional

En reiteradas oportunidades esta Corporación ha manifestado que la acción de


tutela no procede para el cobro de acreencias laborales. En estos eventos, el
afectado dispone de las acciones legales correspondientes ante la jurisdicción
ordinaria en su competencia laboral o la jurisdicción contencioso
administrativa, según la forma de vinculación laboral. Cuando se solicite el
pago de acreencias laborales y quede demostrado que las acciones
correspondientes no brindan la protección requerida a los derechos
fundamentales en juego, o cuando se demuestre la inminente ocurrencia de un
perjuicio irremediable, debe entrar el juez de tutela a resolver el conflicto.

DERECHO AL MINIMO VITAL-Definición/DERECHO AL MINIMO VITAL-


Requisitos para acreditar vulneración

La jurisprudencia ha definido el mínimo vital como “aquella parte del ingreso


del trabajador destinado a solventar sus necesidades básicas y del núcleo
familiar dependiente, tales como alimentación, vivienda, salud, educación,
recreación, servicios públicos domiciliarios, entre otras prerrogativas que se
encuentran previstas expresamente en la Constitución Nacional y que además,
posibilitan el mantenimiento de la dignidad del individuo como principio
fundante del ordenamiento jurídico constitucional”.
ACCION DE TUTELA PARA RECONOCIMIENTO Y PAGO DE ACREENCIAS
LABORALES-Procedencia excepcional por afectación del mínimo
vital/PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD COMO REQUISITO DE
PROCEDIBILIDAD DE LA ACCION DE TUTELA-Reiteración de
jurisprudencia

En virtud del principio de subsidiariedad, la acción de tutela es improcedente


cuando la persona dispone de otro medio de defensa judicial por medio del cual
pueda hacer valer sus derechos fundamentales. No obstante, dicho principio se
excepciona cuando el medio ordinario no es idóneo para la protección de los
derechos fundamentales, o cuando se pretende evitar la ocurrencia de un
perjuicio irremediable, casos en los cuales procede la acción de tutela como
mecanismo definitivo o transitorio, respectivamente. Dicha regla, que también
es aplicable a los casos en los cuales se solicita el pago de acreencias laborales,
lleva a la necesaria conclusión de que la acción de tutela se trata de una
solicitud improcedente, salvo que se cumplan ciertos supuestos a partir de los
cuales el juez de tutela ha de entender que el derecho al mínimo vital se
encuentra en riesgo, y deba entrar a remediar la situación para garantizar que
el accionante y su núcleo familiar cuenten con los medios necesarios para llevar
una vida digna.

DERECHO AL PAGO OPORTUNO DEL SALARIO-No importa modalidad en


que se desempeñe el trabajo/DERECHO AL TRABAJO EN CONDICIONES
DIGNAS Y JUSTAS-Alcance

JORNADA LABORAL-Tiempo máximo

La protección al trabajo establecida por mandato del artículo 25 constitucional,


incluye la fijación de jornadas de trabajo máximas, dentro de las cuales los
trabajadores presten los servicios propios de la relación laboral y estén sometidos
a las órdenes del empleador. La jornada permanente, indefinida e
ininterrumpida, sin períodos de descanso razonable previamente estipulados,
como lo ha establecido esta Corporación, “atenta contra la dignidad del
trabajador, cercena su libertad, pone en peligro sus derechos a la salud y a la
vida, y causa daño a su familia, por lo que resulta contraria al ordenamiento
superior”. Por ello es importante reconocer y pagar oportunamente el trabajo
suplementario y el realizado en jornada nocturna o en días de descanso
obligatorio, que, como ya lo indicó esta Sala, constituye factor de salario y hace
parte del derecho al trabajo en condiciones dignas y justas.

ACCION DE TUTELA PARA RECLAMAR ACREENCIAS LABORALES-


Improcedencia por no existir vulneración al mínimo vital por la falta de
pago de las horas extras y los recargos por exceso de horas extras diurnas
y nocturnas ordinarias y en dominicales o festivos

ACCION DE TUTELA PARA RECLAMAR ACREENCIAS LABORALES-


Improcedencia por existir otro medio de defensa judicial

Referencia: expediente T-4138084

Acción de tutela presentada por Saúl


Antonio Rodríguez Calvo y otros contra el
Departamento del Atlántico y la Secretaría
de Educación Departamental del Atlántico

Magistrada ponente:
MARÍA VICTORIA CALLE CORREA
Bogotá, D.C., catorce (14) de marzo de dos mil catorce (2014)

La Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por la


Magistrada María Victoria Calle Correa y los Magistrados Mauricio González
Cuervo y Luis Guillermo Guerrero Pérez, en ejercicio de sus competencias
constitucionales y legales, ha proferido la siguiente

SENTENCIA

En el trámite de revisión del fallo expedido por el Juzgado Once Laboral del
Circuito de Barranquilla, Atlántico, el veintiuno (21) de septiembre de dos mil
doce (2012), en el proceso de tutela promovido por Saúl Antonio Rodríguez
Calvo y otros contra el Departamento del Atlántico y la Secretaría de Educación
Departamental del Atlántico.

El proceso de la referencia fue seleccionado para revisión por la Sala de


Selección Número Once, mediante Auto proferido el veintiocho (28) de
noviembre de dos mil trece (2013).

I. ANTECEDENTES

1. Demanda y solicitud

El cuatro (4) de septiembre de dos mil doce (2012) los señores Saúl Antonio
Rodríguez Calvo, Saúl Rafael Escorcia Lobo, Selfi Suárez Guerrero, Teresa Isabel
Rolong Coronado, Tomás Rafael Vallejo Coronado, Máximo José Bolaño
Ospino, Miguel Fontalvo, Miguel Muñoz, Miller de Jesús Cervantes Fernández,
Santander García Olmos, Ulise García Rodríguez, Eduardo Marino Silvera
Masco, Freddys Alberto Pérez Herrera, Fredis de Jesús Bolaño Blanco, Libardo
de Luque Mina, Ligia Ester Castro de Navarro, Gabriel Antonio Mendoza
Cervantes, Gabriel Antonio Pérez, Gaspar Antonio Pérez de la Cruz, Germán
Emilio Rodríguez Castro, Gertrudis Fontalvo, Froilan Antonio Sarmiento, León
Julio Ordosgoitia Contreras, Leonardo Antonio Acosta González, Luis Rafael
Mendoza Rojano, Manuel Castro Escobar, Manuel Pérez Sulbarán, Johnny
Sarmiento Hidalgo, José Rafael Muñoz Jiménez, Miriam Hernández de Niño,
Ana Milena Barros Reyes, Ana Raquel Medina de Movilla, Ángel Rafael Caicedo
Oliveros, Anibaldo José Peña Terán, Antonio Berdugo Ahumada, Argemiro Ruiz
Ruiz, José Charris Ferrer, José Olimpo Cera Torrenegra, José Peña Guerrero,
Giovany José Niño, Marcelo Ruiz Berrio, Marco Antonio Carpintero Sanjuán,
Marcos Pacheco Cervantes, María Nova Muñoz, Marlene Mercado Ortiz, José
Rojas Oyaga, Juan Bautista Calvo de Ávila, Juan Bautista Morales Marriaga,
Jubenal Antonio Calvo Cantillo, Julián José Niebes de la Hoz, Gonzalo Martes
Acosta, Gustavo Adolfo Solano Tovar, Gustavo Solano Rodríguez, Wilfredo
Rafael Meza Galindo, Jesús Araujo Luque, Jesús María de la Peña Marchena,
Jesús Solano Ahumada, Jhon Jairo Dita Olmos, Lucía Gutiérrez Valdés, Luis
Acuña Mendoza, Hernán Rafael Ospino Lascarro, Hortencia Hereira Mendoza,
Hugo Rafael Ditta Cardona, Humberto Barrios Anaya, Isac Escobar Romero,
Jacquelin Acosta de la Hoz, Jaime Luque Casanova, Jaime Pérez Morelo, Jairo
David Sanjuán Zarate, Javith Mejía Meza, Wilson Gómez, Wilson Huguez
Gómez, Carlos César Gutiérrez Pacheco, César Barranco Calzada, César Lope
Acuña, Claudio Manuel Cantillo Machacón, Ernesto Rafael Blanco Cardona,
Estela Mendoza Polo, Dioscorides Collantes Cervantes, Ebert Antonio Orellano
Castro, Calixto Pacheco Coronado, Calixto Salcedo Ospino, Cándido Cervantes
Coronado, Farid Cervantes Bolívar, Francisco Cabrera Barros, Francisco Javier
Urueta Benavides, Carlos Alberto Silvera Hernández, Carlos Alejandro Cuentas
Mendoza, Alberto Ortiz Navarro, Alberto Sequeda Ferrer, Alejandro Franco
Bujato, Alfredo Enrique Cantillo Vizcaino, Álvaro Ahumada Olivares, Urbano
Manuel Lara Arteta, Vidal Rivaldo Villanueva, Franco Martín Rodríguez del
Valle, Eduardo Ocampo Domínguez, Eduardo Rafael Crecente Ariza, Edwin
Rafael Cantillo Domínguez, Efraín César Salas Pérez, Everts José Charrys Peña,
Fabio Antonio Pérez Pertuz, Clímaco Antonio Mejía Arrieta, Dagoberto Estrada
Mercado, Dagoberto Gutiérrez Pacheco, Darío Bojanini Cervantes, Ariel
Enrique Altamar Truyol, Aristóteles Barraza Terán, Arnaldo Donado
Maldonado, Arnaldo Roa Navarro, Arnulfo González Escobar, Eliécer de la Hoz,
Eliecer Enrique Moreno Barraza, Elver Enrique García Hurtado, Eparquio de
Jesús Díaz González, Erasmo Suárez Páez, Álvaro Alfonso Álvarez Correa,
Álvaro Enrique Altamar Sarmiento, Ameth Ramos Iglesia, Mónica Farides
Vizcaino Pacheco, Néstor Gómez Cabarcas, Néstor Manuel Conrado Pantaleón,
Nicolás Mercado Pacheco, Oscar Acuña Caicedo, Oscar Antonio Ruiz Gutiérrez,
Osman José Morales Berdugo, Olvaldo Ramírez Navarro, Pedro Antonio
Pacheco Escorcia, Pedro Celestino Cuentas Mendoza, Plinio de Jesús Navarro
Herrera, Pompilio Enrique de la Cruz Vergara, Rafael Ángel Maury Cepeda,
Wilson José Fernández Cahuana, Wulfran Zambrano, Yiovany Niño Hernández,
Yonis Enrique Cabrera Cantillo, Regulo Reales Fonseca, Roberto Charris
Márquez, Robinson Bolívar Cuenta, Román Antequera Castro, Roque García
García, Ruperto Luis Guerrero Padraza, Luis Alberto Leal Ponce, Luis Alberto
Morales Sarmiento, Luis Angulo Fontalvo, Luis Eduardo Álvarez Romero, Luis
Eduardo Pérez Martínez, Luis Fernando Barros, Luis Lejarde Barraza, Abelardo
Urueta Herrera, Abilda Rosa Martínez de Pardo, Adolfo Ávila, Adolfo Pérez
Pérez, Alberto Jiménez de la Cruz, Rafael Antonio Porto Pacheco, Rafael
Mercado Cabrera, Raimundo Sulbarán Mercado y Raúl Antonio Horta
Domínguez; actuando por intermedio de apoderado judicial, interponen
acción de tutela contra el Departamento del Atlántico y la Secretaría de
Educación Departamental del Atlántico, solicitando la protección de sus
derechos fundamentales a la dignidad, a la igualdad, al trabajo, a la vida, al
mínimo vital y móvil, al pago oportuno del salario y al debido proceso, que
consideran vulnerados por la Administración Departamental al no haberles
cancelado oportunamente las horas extras y los recargos por exceso de horas
extras diurnas y nocturnas ordinarias y en dominicales o festivos, además de
los días compensatorios por haber laborado en esos mismos días sin el disfrute
del descanso de ley.

En consecuencia, peticionan que se ordene al Departamento del Atlántico


reconocer, liquidar y pagar a favor de los tutelantes, con recursos del Sistema
General de Participaciones, con su respectiva indexación, además de los
intereses a que haya lugar, las horas extras y los recargos por exceso de horas
extras diurnas y nocturnas ordinarias y en dominicales o festivos, además de
los días compensatorios por haber laborado en esos mismos días sin el disfrute
del descanso de ley, liquidando dichos factores desde la misma fecha en que
retroactivamente se reconoció la homologación y nivelación salarial y/o desde
el momento en que se certificó la educación en el Departamento del Atlántico
en el año mil novecientos noventa y siete (1997) hasta el presente[1].

El apoderado judicial de los accionantes funda la solicitud de tutela en los


siguientes hechos:

1.1. Los accionantes laboran y otros laboraban como celadores en las distintas
instituciones educativas del Departamento del Atlántico, desde mucho antes
del proceso de descentralización de la educación que tuvo lugar en el año mil
novecientos noventa y siete (1997), y su remuneración ha sido financiada y
pagada con recursos del Sistema General de Participaciones.

1.2. Sus representados cumplen a cabalidad con las funciones propias de la


celaduría de acuerdo a las órdenes impartidas por sus superiores jerárquicos,
los rectores de las instituciones educativas, quienes lo hacen a través de
planillas de turno diseñadas por la Secretaría Departamental y que reposan en
la Oficina de Recursos Humanos de esa misma dependencia.

1.3. Dada su condición de celadores tienen los salarios más bajos de la


Secretaría de Educación Departamental. Además ejercen sus funciones de
celaduría con horarios que van de 6 p.m. a 6 a.m. y de 6 a.m. a 6 p.m., por lo
que requieren especial protección y atención del empleador, pues vienen
laborando en turnos hasta de doce (12) horas diarias, lo que excede la jornada
máxima legal establecida por las normas vigentes.
1.4. Después de que les fuera cancelado un máximo de cincuenta (50) horas
extras mensuales de conformidad con el literal d) del artículo 36 del Decreto
ley 1042 de 1978[2], quedó un excedente de horas extras pendiente de
cancelar, además de días compensatorios, dominicales y festivos diurnos y
nocturnos.

1.5. Según afirma, la Secretaría de Educación del Departamento del Atlántico


sólo ha reconocido, de las horas laboradas, un total de cincuenta (50) horas
mensuales, no obstante haber laborado ciento veinte (120) o más horas
mensuales, quedando un faltante por mes de setenta (70) o más horas extras
para cada uno de sus representados, quienes han venido reclamando su pago
por largo tiempo hasta la fecha, incluso desde el momento en que les fue
reconocida la homologación y nivelación salarial en el año mil novecientos
noventa y siete (1997).

1.6. Narra que sus representados presentaron memoriales petitorios ante la


Administración Departamental solicitando el reconocimiento y pago de los
factores salariales a que tiene derecho el personal de celaduría del régimen
nacional, nacionalizado, departamental y municipal incorporado al Sistema
General de Participaciones (SGP), de conformidad con el Decreto 1042 de 1978
y el artículo 67 del Decreto ley 1278 de 2002, en especial lo que tiene que ver
con “horas extras excedentes y recargos obtenidos del exceso de horas extras
diurnas y nocturnas ordinarias y en días dominicales o festivos laboradas y
no canceladas con los recargos de acuerdo a las normas que regulan la
materia y días compensatorios por haber laborado en días dominicales y
festivos sin disfrute de descansos de ley” (negrillas originales).

1.7. Señala que pese a las anteriores solicitudes, la Administración


Departamental ha desconocido las súplicas de los celadores de las
instituciones educativas, afirmando la “imposibilidad de pagar”,
desconociendo el derecho a la compensación y pago de la labor ejercida bajo
el predominio de la realidad.
1.8. Con esta negativa, en su criterio, se viola el principio de universalidad del
debido proceso por vía de hecho, toda vez que a los reclamantes se les debió
cancelar los factores salariales indicados por hacer parte de su remuneración
mensual, de manera oportuna y proporcional a la cantidad y calidad del
trabajo realizado, conforme al soporte de las planillas de turnos laborales que
dejan claro que trabajaron con la autorización plena de sus jefes
inmediatos. Igualmente, hay violación del debido proceso por vía de hecho,
por el desconocimiento de las normas jurídicas que consagran el régimen
salarial del personal de celaduría de los establecimientos educativos, es decir,
los decretos 1042 de 1978 y 1278 de 2002.

1.9. Los establecimientos educativos gozan de autonomía administrativa, por


lo que es legítimo que el trabajo adicional sea autorizado por el rector o
director por razones de buen servicio.

1.10. Dice que la Administración Departamental del Atlántico no ha procedido


a reconocer, liquidar y pagar los factores salariales a que tiene derecho el
personal de celaduría del régimen nacional, nacionalizado, departamental y
municipal incorporado al Sistema General de Participaciones, en especial, las
horas extras y los recargos por exceso de horas extras diurnas y nocturnas
ordinarias y en dominicales o festivos, además de los días compensatorios por
haber laborado en esos mismos días sin el disfrute del descanso de ley.

1.11. Considera que se les vulnera el mínimo vital, la igualdad y la dignidad en


función del trabajo, ya que si se observan los desprendibles de pago del
personal al cual representa, no se ha reconocido el total de los turnos
relacionados en las planillas firmadas y autorizadas por el rector de cada
institución, lo que pone en evidencia un enriquecimiento ilícito por parte de la
administración y constituye un trato indigno que los faculta para que reclamen
el cumplimiento de sus derechos laborales.
1.12. El no cancelarles las prestaciones económicas solicitadas por los
peticionarios, vulnera gravemente su dignidad dado el estado de indefensión
en que se encuentran frente a la Administración Departamental del Atlántico.

1.13. Refiere que tiene conocimiento que en administraciones como la del


Departamento del Magdalena se procedió a cancelar de oficio los días
compensatorios y el excedente por concepto de las horas extras diurnas y
nocturnas laboradas y no pagadas. Así mismo, en el Departamento de
Córdoba, mediante fallo de tutela se ordenó el pago de dichas
prestaciones. Igualmente, se dieron precedentes en las secretarías de
educación de Sincelejo, Santa Cruz de Lorica y Montería.

1.14. Agrega que el Departamento de Córdoba en sede de tutela y de


reclamación administrativa, ha cancelado los factores salariales a que tiene
derecho el personal de celaduría del régimen nacional, nacionalizado,
departamental y municipal incorporado al Sistema General de Participaciones,
en especial las horas extras y los recargos por exceso de horas extras diurnas
y nocturnas ordinarias y en dominicales o festivos, además de los días
compensatorios por haber laborado en esos mismos días sin el disfrute del
descanso de ley.

1.15. Ante todos los pronunciamientos judiciales y en el entendido de que los


celadores son financiados con recursos del Sistema General de Participaciones,
el Ministerio de Educación Nacional ha asumido como responsable solidario,
acorde con el artículo 148 de la Ley 1450 de 2011 (Plan Nacional de Desarrollo),
frente a pronunciamientos que ordenan liquidaciones en el Departamento de
Córdoba y en el municipio de Santa Cruz de Lorica.

1.16. Las sumas adeudadas a sus representados, siendo todos pagados con
recursos del Sistema General de Participaciones, deberán ser asumidas con la
misma fuente de financiación, tal como se hizo con la homologación y
nivelación salarial del personal administrativo del sector de la educación. Lo
anterior para efectos de tener precisión y de ser concordantes con lo que hoy
predica el Ministerio de Educación, pues en días pasados procedió a reconocer
los mismos derechos a un grupo de celadores del Departamento de Córdoba.

1.17. Sus representados no pueden verse sometidos a un trato discriminatorio


y desigual frente a las normas laborales y los casos anteriormente señalados,
por el principio de a trabajo igual salario igual, además por gozar de las mismas
características en uno y otro caso. Confrontación que cobra fuerza si se
entiende que el Plan Nacional de Desarrollo reglamentado a través de la Ley
1450 de 2011, faculta la posibilidad de que los acreedores de una deuda
laboral y pertenecientes al Sistema General de Participaciones, en últimas
financiados por el Ministerio de Educación Nacional, reclamen la satisfacción
de sus deudas laborales.

2. Respuesta de la Secretaría de Educación Departamental del Atlántico

La acción de tutela le correspondió al Juzgado Once Laboral del Circuito de


Barranquilla, Atlántico, quien por medio de Auto del doce (12) de septiembre
de dos mil doce (2012), la admitió y ordenó notificar a la Administración
Departamental accionada, dándole traslado de los elementos aportados al
proceso.

El Secretario de Educación Departamental radicó escrito de respuesta ante el


Juzgado Once Laboral del Circuito de Barranquilla, el diecisiete (17) de
septiembre de dos mil doce (2012)[3], solicitando declarar la improcedencia de
la acción de tutela y desestimar la petición de los accionantes debido a que no
existe vulneración a derecho fundamental alguno por parte de la Secretaría de
Educación Departamental del Atlántico, pues los celadores tutelantes vienen
devengando sus salarios y prestaciones sin ningún tipo de perturbación. En
dicha contestación expone los siguientes hechos y
consideraciones:

2.1. Los accionantes laboran y otros laboraban como celadores en las distintas
instituciones educativas del Departamento del Atlántico, tal como se afirma en
el escrito de demanda.

2.2. No es cierto que los tutelantes se encuentren en estado de indefensión


ante la Secretaría de Educación Departamental del Atlántico, pues siempre les
ha garantizado sus derechos laborales legalmente constituidos.

2.3. Los rectores de las instituciones educativas les asignan a los celadores los
horarios que sean necesarios para el buen funcionamiento de cada institución
y en ningún momento se les está vulnerando algún derecho, toda vez que se
les paga las horas extras de ley. Además, desde el año dos mil nueve (2009) la
Secretaría de Educación del Atlántico viene contratando los servicios de
celaduría con una empresa privada, la cual presta sus servicios en cada una de
las instituciones educativas del Departamento del Atlántico, razón por la cual
no se justifica el recargo de los celadores de planta.

2.4. Se reitera que no se hace necesario recurrir a excedentes de horas extras


porque se cuenta con el servicio de vigilancia privada desde el año dos mil
nueve (2009), y en todo caso la Secretaría de Educación Departamental del
Atlántico solo está facultada para reconocer hasta cincuenta (50) horas extras
mensuales, de conformidad a lo consagrado en el Decreto 1042 de 1978.

2.5. La Secretaría de Educación Departamental ha venido cumpliendo con los


salarios de ley en forma puntual y consecutiva, y se ha ceñido a lo reglado por
la ley en materia de pago de horas extras, por lo que a la fecha no le adeuda a
ninguno de los accionantes suma alguna por este concepto salarial ni
por ningún otro.

2.6. Por último, argumenta la improcedencia de la acción de tutela para la


protección de los supuestos derechos vulnerados, toda vez que los actores
cuentan con otro medio de defensa judicial como lo es la jurisdicción
contencioso administrativa, además en el caso planteado no se demuestra la
existencia de un perjuicio irremediable que haga viable la presente acción de
conformidad con el artículo 6 del Decreto 2591 de 1991.

3. Respuesta de la Gobernación del Atlántico

La apoderada judicial de la Gobernación del Atlántico, según poder obrante en


el expediente[4], presentó escrito de respuesta ante el Juzgado Once laboral del
Circuito el diecisiete (17) de septiembre de dos mil doce (2012)[5], solicitando
declarar la improcedencia de la acción de tutela por existir otro mecanismo de
defensa judicial y no demostrar perjuicio irremediable alguno de conformidad
con lo señalado en el Decreto 2591 de 1991. En dicha contestación expone los
siguientes hechos y consideraciones:

3.1. Las horas extras mensuales diurnas y nocturnas vienen siendo canceladas
a los funcionarios administrativos oportunamente, de conformidad con lo
establecido en el Decreto 1042 de 1978.

3.2. El anterior Decreto fija el límite para el pago de las horas extras, el cual por
ningún aspecto debe superar las cincuenta (50) horas extras mensuales. Bajo
este contexto legal el Departamento del Atlántico viene cancelando a estos
funcionarios las horas extras nocturnas laboradas.
4. Pruebas relevantes aportadas por las partes y evaluadas por el Juzgado
Once Laboral del Circuito de Barranquilla

4.1. Certificados laborales de los tutelantes, copia de las actas de posesión y


copia de los comprobantes de pago mensual.

4.2. Copia de las resoluciones emitidas por la Secretaría de Educación del


departamento del Magdalena, en donde se reconoce y autoriza el pago de
setenta (70) horas extras mensuales.

4.3. Copia de los fallos de tutela emitidos por jueces de Córdoba, Lórica y
Sincelejo, en casos similares al planteado por los celadores tutelantes.

5. Pruebas decretadas de oficio por el Juzgado Once Laboral del Circuito de


Barranquilla

5.1. Mediante Auto del diecisiete (17) de septiembre de dos mil doce (2012),
la Juez Once Laboral del Circuito, para efectos de verificar si corresponde al
Ministerio de Educación Nacional de Colombia responder por las deudas
laborales del sector educativo, ordenó que por secretaría se oficiara a dicha
entidad para que dé respuesta a los siguientes interrogantes[6]:

5.1.1. ¿Asume la Nación, el pago de las deudas laborales del sector educativo
acorde con el artículo 148 de la Ley 1450 de 2011?

5.1.2. ¿Se encuentra el Ministerio de Educación Nacional, en el proceso de


certificación y trámite para el cumplimiento de fallos de tutela por concepto
de solicitudes que hacen algunas entidades territoriales con el objeto de pagar
excedentes de horas extras y días compensatorios de las cuales han sido
condenados?

5.2. Respuesta del Ministerio de Educación. El once (11) de octubre de dos


mil doce (2012) la Jefe de la Oficina Jurídica del Ministerio de Educación
Nacional, presenta la respuesta dada por el Subdirector de Monitoreo y
Control de dicha entidad, a los interrogantes planteados por el juzgado.[7]

5.2.1. Al primero responde: Luego de trascribir el contenido del artículo 148 de


la Ley 1450 de 2011, “por la cual se expide el Plan Nacional de Desarrollo”,
señala que “las deudas del sector educativo con el personal docente y
administrativo, se financian con los excedentes de balance del sistema general
de participaciones que constituyen por ley la principal y primera fuente de
financiación, de resultar estos insuficientes, se certifica el monto de la deuda
ante el Ministerio de Hacienda y Crédito Público en los términos de la norma,
para que se suscriba el acuerdo de pago entre la entidad territorial y el
Ministerio de Hacienda y Crédito público (Nación)”.

5.2.2. Al segundo responde: “El Ministerio de Educación Nacional es la entidad


encargada de revisar las liquidaciones de las deudas laborales del sector
educativo presentadas por las entidades territoriales dentro de las cuales se
pueden encontrar los conceptos señalados en la ley, además de esto
corresponde a esta entidad certificar el monto a reconocer…”. Aclara que:

“el Ministerio de Educación Nacional NO asigna recursos para el pago de


este tipo de deudas ya que no cuenta dentro de su presupuesto con
partidas que puedan ser destinadas para tal fin, [sino que se encarga de]
revisar las liquidaciones presentadas por las entidades territoriales,
certificar el monto a reconocer y establecer las fuentes de financiación, en
los términos de la ley, por lo que, en la medida que las entidades
territoriales que han presentado deudas cuentan con excedentes de
balance del sistema general de participaciones, se autoriza la destinación
de los mismos al pago de la deuda” (mayúsculas originales).

Concluye, agregando que los municipios de Sincelejo y Lorica y el


Departamento de Córdoba, han informado a dicho Ministerio la existencia de
fallos de tutela en ese sentido, por lo que se les ha solicitado la remisión de la
liquidación para proceder a su revisión.

6. Decisión del juez de tutela

Con base en el material probatorio señalado, el Juzgado Once Laboral del


Circuito de Barranquilla mediante providencia del veintiuno (21) de septiembre
de dos mil doce (2012), declaró procedente la acción de tutela instaurada por
los accionantes, en su calidad de personal de celaduría adscrito a la Secretaría
de Educación Departamental del Atlántico, para la protección de sus derechos
fundamentales al pago oportuno de salarios, mínimo vital, igualdad, debido
proceso y vida digna. En consecuencia, ordenó al Departamento del Atlántico
y/o Secretaría de Educación Departamental del Atlántico, por intermedio de su
representante legal o quien haga sus veces, que, en el término perentorio de
treinta (30) días contados a partir del día siguiente a la notificación de la
sentencia,

“RECONOZCA, LIQUIDE Y PAGUE, a través del Ministerio de Educación


Nacional y con recursos del sistema general de participaciones (S.G.P.) la
reliquidación y liquidación de horas extras excedentes y recargos
obtenidos del exceso de horas extras diurnas y nocturnas ordinarias y en
días dominicales o festivos laboradas y no canceladas con los recargos de
acuerdo a las normas que regulan la materia y días compensatorios por
haber laborado en días dominicales y festivos sin disfrute de descansos de
ley, que se adeudan después de las cincuenta (50) horas que se han venido
cancelando mensualmente, desde el año mil novecientos noventa y siete
(1997), en el que se dio el proceso de descentralización de la educación
hasta el año dos mil doce (2012). Así mismo, deberá indexar y reconocer
intereses moratorios de los dineros que se han ordenado cancelar desde
su fecha de causación hasta el día de su pago efectivo”.

Para sustentar su decisión, tuvo en cuenta los siguientes argumentos y


consideraciones:

6.1. La acción de tutela en este caso es procedente porque se ve afectado el


mínimo vital de los accionantes, pues se trata de personas que devengan
menos de dos (2) salarios mínimos a quienes se les adeudan horas de trabajo
como celadores. Además, se cumple con el requisito de la inminencia que
exige medidas inmediatas, puesto que han sido varios los años en los que
trabajaron horas que no fueron remuneradas y, ello, reclama la protección
inmediata de los derechos constitucionales fundamentales.

6.2. La suspensión de pago del salario afecta sensiblemente las condiciones de


justicia conmutativa que debe presidir la relación laboral y viola el derecho
fundamental de todo trabajador a que su empleador remunere sus labores por
medio del pago oportuno del salario[8].

6.3. En cuanto a la posibilidad de ordenar por vía de tutela el pago de las


acreencias salariales de los celadores, a cargo de la Secretaría Departamental
del Atlántico, se remite a los principios de igualdad y razonabilidad que exigen
igualdad de trato ante situaciones idénticas, afirmando que mal se podría
negar el derecho al mínimo vital, correspondiente a los salarios dejados de
cancelar, toda vez y tal como se demuestra con las pruebas allegadas al
plenario, existe un gran número de fallos de tutela en los que se ordenó la
cancelación de las horas extras adeudadas a los celadores por diferentes entes
territoriales[9].
7. Impugnación

El nueve (9) de octubre de dos mil doce (2012), el Secretario de Educación


Departamental del Atlántico, impugnó la sentencia de tutela, reiterando los
argumentos expuestos en la contestación de la demanda. Nuevamente señaló
que desde el año dos mil nueve (2009) se viene contratando por parte de la
entidad el servicio de vigilancia con una empresa privada, por lo que no es
necesario acudir a excedentes de horas extras dado que la empresa de
vigilancia privada se encarga de cubrir las horas nocturnas así como los fines
de semana y festivos, y que en todo caso solo están facultados para reconocer
hasta cincuenta (50) horas mensuales en virtud de lo contemplado en el
Decreto 1042 de 1978. Concluye, que a la fecha no se les adeuda a ninguno
de los accionantes valor alguno por horas extras ni por otro concepto
salarial[10].

El once (11) de octubre de dos mil doce (2012), el Juzgado Once Laboral del
Circuito resuelve no conceder la anterior impugnación por extemporaneidad,
ya que fue presentada por fuera del término legal, según el artículo 31 del
Decreto 2591 de 1991, ordenando remitir el expediente a la Corte
Constitucional para su eventual revisión.

8. Actuaciones en sede de revisión

La Sala de Revisión para efectos de adoptar una decisión informada en el


asunto de la referencia, mediante auto fechado el tres (3) de febrero de dos
mil catorce (2014)[11], resolvió:

8.1. Requerir a la Secretaría de Educación Departamental del Atlántico para


que informe: (i) Cómo están vinculados a la Administración Departamental los
celadores tutelantes. (ii) En caso de estar vinculados por contrato, enviar una
copia de los mismos. (iii) Si es por tercerización, remitir copia del
contrato. (iv) Certificar cuál es la jornada de trabajo ordinaria de los
celadores. (v) Certificar y adjuntar la planilla acerca del pago de horas extras
de cada uno de los accionantes durante los años dos mil once (2011), dos mil
doce (2012) y dos mil trece (2013). (vi) Certificar si los mismos presentaron
alguna solicitud a la Administración Departamental para interrumpir la
prescripción y en caso tal, enviar copia de dicha actuación. (vii) Certificar
cómo se reconoce el trabajo en días festivos y dominicales y remitir constancia
individual del monto que por ese concepto se le ha cancelado a cada uno de
los actores. (viii) Certificar acerca de la jornada laboral de los actores, su
horario diario de trabajo y cuántas horas laboran en la semana.

8.2. Requerir al Juzgado Once Laboral del Circuito de Barranquilla para que
envíe a este Despacho las pruebas aportadas por el apoderado judicial de los
accionantes mil ciento treinta y tres (1133) folios, según indica en oficio
radicado en dicho Juzgado el seis (6) de septiembre de dos mil doce (2012) –
(folio 24) y las demás que hayan sido recaudadas en el trámite de
tutela. Requerimiento.

9. Respuesta de la Secretaría de Educación Departamental

Mediante oficio 0577 del dieciocho (18) de febrero de dos mil catorce (2014),
el Secretario de Educación Departamental rinde informe acerca de los
cuestionamientos realizados por la Corporación[12], en su orden:

9.1. “Los accionantes se encuentran vinculados a la Secretaría de Educación


Departamental de acuerdo al [listado]” que relaciona ciento cuarenta y cuatro
(144) personas, determinando sus cédulas, si están desvinculadas actualmente
o nombradas en provisionalidad o en propiedad (ver Anexo al final de la
sentencia).
En el listado no aparece información de Teresa Isabel Rolong Coronado, Ligia
Ester Castro de Navarro, Gertrudis Fontalvo, Miriam Hernández de Niño, Ana
Milena Barros Reyes, Ana Raquel Medina de Movilla, María Nova Muñoz,
Marlene Mercado Ortiz, Estela Mendoza Polo, Francisco Javier Urueta
Benavides, Eduardo Ocampo Domínguez, Arnaldo Donado Maldonado,
Mónica Farides Vizcaino Pacheco y Wulfran Zambrano; quienes también son
peticionarios en la presente acción de tutela.

9.2. “[…] la jornada de trabajo ordinaria de los celadores adscritos a la Planta


de cargos administrativos de la Secretaría de Educación Departamental del
Atlántico es de 44 horas semanales”.

9.3. “A partir del año 2009 la Secretaría de Educación del Atlántico viene
contratando los servicios de celaduría con una empresa privada, la cual presta
sus servicios en cada una de las Instituciones Educativas del Departamento del
Atlántico, razón por la cual no se hizo necesario recurrir a horas extras durante
la vigencia de los años 2011, 2012 y 2013”.

9.4. “Revisando los archivos que reposan en la Secretaría de Educación no se


evidenció solicitud de pago de horas extras por parte de los accionantes con el
fin de interrumpir la prescripción”.

9.5. “El horario diario de trabajo de los celadores actores es de ocho (8) horas
diarias, laborando cuarenta y cuatro (44) horas a la semana”.

Con la respuesta, se anexa fotocopia de la Circular Externa No. 0042 del


veinticuatro (24) de septiembre de dos mil doce (2012), dirigida a los rectores
de las instituciones educativas del departamento del Atlántico, en donde se
informa el horario laboral para la prestación del servicio de vigilancia de los
celadores que pertenecen a la planta de personal administrativo de la
Secretaría de Educación Departamental, financiados con recursos del Sistema
General de Participaciones, y de la empresa Serviconi[13].

▪ “Establecimientos Educativos o sedes con dos (2) o cuatro (4)


celadores del SGP: El horario de estos funcionarios administrativos
se organizará en dos turnos de la siguiente manera:

Turno Lunes a viernes Sábados


Primero 6:00 a.m. a 2:00 p.m. 6:00 a.m. a 10:00
a.m.
Segundo 2:00 p.m. a 10:00 p.m. 10:00 a.m. a 2:00
p.m.

“En estos casos, el servicio de Serviconi se prestará así:

Lunes a Desde las 10:00 p.m. a las 6:00 a.m. del día
viernes siguiente
Fin de Desde el sábado a las 2:00 p.m. hasta el lunes a
semana las 6:00 a.m.

▪ “Establecimientos Educativos o sedes con cero (0) a un (1) celador


del SGP: El horario de estos funcionarios administrativos se
organizará en dos turnos de la siguiente manera:

Lunes a jueves 6:00 a.m. a 3:00 p.m.


Sábado 6:00 a.m. a 2:00 p.m.
“En estos casos, el servicio de Serviconi se prestará así:

Lunes a viernes Desde las 6:00 p.m. a las 6:00 a.m. del día
siguiente
Fin de semana Desde el sábado a las 0:00 a.m. hasta el lunes
a las 6:00 a.m.

II. CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS

1. Competencia

Esta Sala de Revisión es competente para revisar el fallo de tutela proferido


dentro del trámite de la referencia, con fundamento en lo dispuesto en los
artículos 86, inciso 3°, y 241, numeral 9°, de la Constitución Política, en
concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991.

2. Presentación del caso y planteamiento de los problemas jurídicos

El cuatro (4) de septiembre de dos mil doce (2012) los señores Saúl Antonio
Rodríguez Calvo y otros, actuando por intermedio de apoderado judicial,
instauraron acción de tutela contra el Departamento del Atlántico y la
Secretaría de Educación Departamental del Atlántico, por considerar que sus
derechos fundamentales a la dignidad, a la igualdad, al trabajo, a la vida, al
mínimo vital y móvil, al pago oportuno del salario y al debido proceso, fueron
vulnerados debido a la no cancelación oportuna de las horas extras y los
recargos por exceso de horas extras diurnas y nocturnas ordinarias y en
dominicales o festivos, además de los días compensatorios por haber laborado
en esos mismos días sin el disfrute del descanso de ley. En consecuencia,
peticionan que se ordene al Departamento del Atlántico reconocer, liquidar y
pagar dichos rubros a favor de los tutelantes, con recursos del Sistema General
de Participaciones, con su respectiva indexación, además de los intereses a
que haya lugar, y liquidándolos desde la misma fecha en que retroactivamente
se reconoció la homologación y nivelación salarial y/o desde el momento en
que se certificó la educación en el Departamento del Atlántico en el año mil
novecientos noventa y siete (1997) hasta el presente.

Tanto el Secretario de Educación Departamental como la apoderada judicial de


la Gobernación del Atlántico, solicitan declarar la improcedencia de la acción
de tutela por existir otro mecanismo de defensa judicial y no demostrar
perjuicio irremediable alguno o, en su defecto, desestimar la petición de los
accionantes debido a que no existe vulneración a derecho fundamental alguno
toda vez que vienen devengando sus salarios y prestaciones sin ningún tipo de
perturbación.

Los accionantes acuden a la acción de tutela para reclamar el reconocimiento,


liquidación y pago de las mencionadas acreencias laborales, que consideran
les adeuda la Administración Departamental del Atlántico; omisión del ente
territorial accionado que, en su concepto, les ha desconocido los derechos
fundamentales a la dignidad, a la igualdad, al trabajo, a la vida, al mínimo vital
y móvil, al pago oportuno del salario y al debido proceso.

En consecuencia, el caso le plantea a la Sala los siguientes problemas jurídicos:

¿Es la acción de tutela el mecanismo adecuado para exigir el pago de las horas
extras y los recargos por exceso de horas extras diurnas y nocturnas ordinarias
y en dominicales o festivos, además de los días compensatorios por haber
laborado en esos mismos días sin el disfrute del descanso de ley?
¿Vulneran el Departamento del Atlántico y la Secretaría de Educación
Departamental del Atlántico derechos fundamentales de los accionantes, al no
haberles cancelado oportunamente las horas extras y los recargos por exceso
de horas extras diurnas y nocturnas ordinarias y en dominicales o festivos,
además de los días compensatorios por haber laborado en esos mismos días
sin el disfrute del descanso de ley?

Antes de dar respuesta a los problemas jurídicos, la Sala Primera de Revisión


reitera la jurisprudencia en relación con: a) la procedencia excepcional de la
acción de tutela para exigir el pago de acreencias laborales; b) el derecho al
mínimo vital; c) el derecho al trabajo y al pago oportuno del salario, y d) la
jornada laboral de los empleados públicos del orden territorial.

3. Procedencia excepcional de la acción de tutela para exigir el pago de


acreencias laborales

3.1. En virtud de lo dispuesto en el inciso tercero del artículo 86 de la


Constitución Política, complementado por los artículos 6 y 8 del Decreto 2591
de 1991, la acción de tutela es un mecanismo subsidiario de protección de
derechos fundamentales[14], que resulta improcedente ante la existencia de
otro medio de defensa judicial, salvo que se demuestre que éste último no es
eficaz o idóneo para la protección requerida o que se pretenda evitar la
ocurrencia de un perjuicio irremediable[15].

La primera de dichas excepciones, se presenta cuando el juez verifica que el


mecanismo de protección judicial alternativo no cumple con los requisitos de
eficacia e idoneidad en la protección de los intereses constitucionales de la
persona. La segunda, se da cuando se verifica un perjuicio irremediable, es
decir, “un grave e inminente detrimento de un derecho fundamental, que deba
ser contrarrestado con medidas urgentes, de aplicación inmediata e
impostergables”[16]. Ha señalado esta Corporación, que para determinar la
irremediabilidad del perjuicio hay que tener en cuenta la presencia concurrente
de varios elementos que configuran su estructura[17]: (i) que sea inminente, es
decir, que se trate de una amenaza que está por suceder prontamente[18]; (ii) que
sea grave, esto es, que el daño o menoscabo material o moral en el haber jurídico
de la persona sea de gran intensidad[19]; (iii) que las medidas que se requieren
para conjurar el perjuicio irremediable sean urgentes[20]; y (iv) que la acción de
tutela sea impostergable a fin de garantizar que sea adecuada para restablecer el
orden social justo en toda su integridad.

3.2. Ahora bien, para determinar la procedencia de la acción de tutela el juez


constitucional debe establecer si la misma se presenta como mecanismo
principal o transitorio[21]. Procede como mecanismo principal de amparo de
los derechos fundamentales, si no existe otro medio de defensa judicial o, en
caso de existir, éste no resulta idóneo o eficaz. No obstante, si el accionante
cuenta con un instrumento que resulta idóneo o eficaz y persiste en la
presentación de la acción constitucional como mecanismo transitorio, es
necesario que se demuestre que la tutela de sus derechos es indispensable
para evitar un perjuicio irremediable. En este sentido, la Corte ha manifestado
que “siempre que la acción de tutela sea utilizada como mecanismo
transitorio, su procedencia está condicionada a la existencia de un perjuicio
irremediable: ese fue precisamente el requisito impuesto por el Constituyente
y no puede ni la Corte, ni ningún otro juez, pasarlo inadvertido[22]”.

3.3. Bajo esta regla, en reiteradas oportunidades esta Corporación ha


manifestado que la acción de tutela no procede para el cobro de acreencias
laborales. En estos eventos, el afectado dispone de las acciones legales
correspondientes ante la jurisdicción ordinaria en su competencia laboral o la
jurisdicción contencioso administrativa, según la forma de vinculación
laboral[23]. Al respecto dijo la Corte en sentencia de unificación:

“[…] 1. El amparo laboral, en lo que concierne al pago oportuno de los


salarios adeudados, tiene carácter excepcional. En primer término, la vía
de la tutela sólo se reserva para situaciones límite en las que la falta de
pago del salario expone al trabajador a sufrir una situación crítica
económica y psicológicamente. En segundo término, la tutela es
procedente, “siempre que concurran las condiciones de procedibilidad de
la misma”, esto es, “cuando el afectado no disponga de otro medio de
defensa judicial, salvo que aquélla se utilice como mecanismo transitorio
para evitar un perjuicio irremediable” (C.P. art., 86). Estas dos condiciones
de fondo no le restan eficacia ni validez a los derechos de los trabajadores,
cuya defensa se garantiza a través de los procedimientos ordinarios y
especiales diseñados por el Legislador, y por conducto de la jurisdicción
ordinaria. De otro lado, se reconoce el carácter subsidiario de la acción de
tutela, que no puede desconocerse a riesgo de que la jurisdicción
constitucional olvide su verdadero cometido institucional y termine por
invadir de manera ilegítima e inconveniente la competencia
constitucional y legal de la jurisdicción ordinaria. Ni la Corte
Constitucional, ni los jueces de tutela, pueden ni deben sustituir a los
jueces de la jurisdicción ordinaria encargados de ordenar la ejecución y
pago de las deudas laborales y demás derechos de los trabajadores”[24].

3.4. En este orden de ideas, cuando se solicite el pago de acreencias laborales


y quede demostrado que las acciones correspondientes no brindan la
protección requerida a los derechos fundamentales en juego, o cuando se
demuestre la inminente ocurrencia de un perjuicio irremediable, debe entrar
el juez de tutela a resolver el conflicto[25]. Al respecto, ha dicho esta
Corporación que “de manera excepcional puede acudirse a ella [la tutela] para
obtener la cancelación de salarios, siempre y cuando éstos constituyan la única
fuente de recursos económicos que le permitan al trabajador asegurar su vida
digna y cuando su no percepción afecte su mínimo vital”[26].

Así las cosas, se reitera, que el cobro de acreencias laborales es un asunto


ajeno a la acción de tutela. Sin embargo, cuando dicho pago de salarios
constituye el único medio para que el accionante y su núcleo familiar
desarrollen una vida en condiciones dignas, “el mencionado pago [se
constituye] en un derecho fundamental de aplicación inmediata destinado a
suplir el mínimo vital de las personas en aras de evitar un perjuicio
irremediable”[27].
4. El derecho al mínimo vital

4.1. La jurisprudencia ha definido el mínimo vital como “aquella parte del


ingreso del trabajador destinado a solventar sus necesidades básicas y del
núcleo familiar dependiente, tales como alimentación, vivienda, salud,
educación, recreación, servicios públicos domiciliarios, entre otras
prerrogativas que se encuentran previstas expresamente en la Constitución
Nacional y que además, posibilitan el mantenimiento de la dignidad del
individuo como principio fundante del ordenamiento jurídico
constitucional [28]”[29].

Como se observa, el mínimo vital es un presupuesto básico para el efectivo


goce y ejercicio de la totalidad de los derechos fundamentales y, ello, explica
el por qué la Corporación le ha prodigado tanta atención a esta garantía
constitucional[30], bajo el entendimiento que “[e]l pago oportuno y completo
de un salario garantiza el goce de lo que se ha denominado el mínimo vital,
considerado éste como aquellos recursos absolutamente imprescindibles para
solucionar y satisfacer no solamente las necesidades primarias de
alimentación y vestuario, sino aquellas relacionadas con la salud, educación,
vivienda, seguridad social y medio ambiente, factores insustituibles para la
preservación de calidad de vida”[31].

4.2. También ha aclarado la Corporación[32] que el concepto de mínimo vital


del trabajador no debe confundirse con la noción de salario mínimo, como
quiera que la “garantía de percibir los salarios y las demás acreencias
laborales, se asienta en una valoración cualitativa, antes que en una
consideración meramente cuantitativa”[33]. De ahí pues, que la valoración
del mínimo vital corresponde a las condiciones especiales de cada caso
concreto y no al monto de las sumas adeudadas o a “una valoración
numérica de las necesidades biológicas mínimas por satisfacer para
subsistir, sino con la apreciación material del valor de su trabajo”[34].

Bajo esta regla, el mínimo vital es concebido en la jurisprudencia constitucional


como un concepto indeterminado cuya concreción depende de las
circunstancias particulares de cada caso[35]. En este sentido, la vulneración del
derecho al mínimo vital puede establecerse atendiendo a las consecuencias que
para la persona tiene la privación de sus ingresos laborales en la situación
concreta en que se encuentra.

Lo anterior conlleva, necesariamente, que el juez constitucional para efectos


de otorgar o negar el amparo solicitado, en primer lugar, realice una
valoración concreta de las necesidades básicas de la persona y su entorno
familiar y de los recursos necesarios para sufragarlas, y, en segundo lugar,
determine si el mínimo vital se encuentra amenazado o efectivamente
lesionado[36].

4.3. Ahora bien, cuando se alega como perjuicio irremediable la afectación del
derecho al mínimo vital, la doctrina constitucional ha precisado una serie de
“hipótesis fácticas mínimas”[37] que deben cumplirse para que el juez
constitucional reconozca la vulneración del mínimo vital, como consecuencia
del no pago oportuno de los salarios devengados por el trabajador. Tales
presupuestos son los siguientes:

“1) Que exista un incumplimiento en el pago del salario al trabajador que


por su parte ha cumplido con sus obligaciones laborales;
“2) Que dicho incumplimiento comprometa el mínimo vital de la persona.
Esto se presume cuando
a) el incumplimiento es prolongado o indefinido[38]. La no satisfacción de
este requisito lleva a que no se pueda presumir la afectación del mínimo
vital, la cual deberá ser probada plenamente por el demandante para que
proceda la acción de tutela, o
b) el incumplimiento es superior a dos (2) meses[39], salvo que la persona
reciba como contraprestación a su trabajo un salario mínimo[40].
“3) La presunción de afectación del mínimo vital debe ser desvirtuada por
el demandado o por el juez, mientras que al demandante le basta alegar y
probar siquiera sumariamente[41] que el incumplimiento salarial lo coloca
en situación crítica[42], dada la carencia de otros ingresos o recursos
diferentes al salario que le permitan asegurar su subsistencia[43].
“4) Argumentos económicos, presupuestales o financieros no son razones
que justifiquen el incumplimiento en el pago de los salarios adeudados al
trabajador[44]. Lo anterior no obsta para que dichos factores sean tenidos
en cuenta al momento de impartir la orden por parte del juez de tutela
tendiente a que se consigan los recursos necesarios para hacer efectivo el
pago.
“En resumen, las hipótesis fácticas mínimas que deben cumplirse para que
puedan (sic) tutelarse el derecho fundamental al mínimo vital mediante la
orden de pago oportuno del salario debido son las siguientes: (1) Que exista
un incumplimiento salarial (2) que afecte el mínimo vital del trabajador, lo
cual (3) se presume si el incumplimiento es prolongado o indefinido, salvo
que (4) no se haya extendido por más de dos (2) meses excepción hecha de
la remuneración equivalente a un salario mínimo, o (5) el demandado o el
juez demuestren que la persona posee otros ingresos o recursos con los
cuales puede atender sus necesidades primarias vitales y las de su familia,
(6) sin que argumentos económicos, presupuestales o financieros puedan
justificar el incumplimiento salarial.

4.4. A las anteriores hipótesis fácticas mínimas que deben concurrir en el caso
concreto para configurar la inminencia del perjuicio irremediable, se agrega
que las sumas que se reclamen no sean deudas pendientes, “en cuyo caso la
tutela se torna improcedente para obtener el pago de deudas laborales pues
no se está ante un perjuicio irremediable”[45]. La jurisprudencia de la Corte ha
sido clara en negar la procedencia del amparo constitucional cuando se trata
de hacer efectivo el cobro de deudas pendientes, pues en tales eventos no se
está ante la vulneración de derechos fundamentales, ya que está en juego es
un interés patrimonial que debe ventilarse ante la jurisdicción ordinaria en su
competencia laboral o ante la jurisdicción contencioso administrativa, según
sea caso. En consecuencia, no hay lugar a tutelar derecho fundamental alguno
pues no se trata de una de aquellas situaciones excepcionales en las que el
incumplimiento de una deuda conduce inexorablemente a la vulneración de
un derecho fundamental[46].

4.5. Por otra parte, la Corte Constitucional ha establecido que cuando el


peticionario solicita el pago de prestaciones laborales diferentes al salario y a
las indemnizaciones por despido, el análisis de procedibilidad debe ser más
estricto, pues “la regla general adoptada por la jurisprudencia consiste en
señalar que la acción de tutela es improcedente para su reclamación”[47].

En los términos expuestos, la jurisprudencia ha precisado que esa regla tiene


algunas excepciones:

“(i) cuando [l]os medios ordinarios de defensa judicial no son lo


suficientemente idóneos y eficaces para proteger los derechos
presuntamente conculcados;
(ii) [en el evento] en que tales medios de defensa judicial sean idóneos,
de no concederse la tutela como mecanismo transitorio de protección,
se produciría un perjuicio irremediable a los derechos fundamentales;
(iii) cuando [e]l accionante es un sujeto de especial protección
constitucional (personas de la tercera edad, personas discapacitadas,
mujeres cabeza de familia, población desplazada, niños y niñas, etc.), y
por tanto su situación requiere de particular consideración por parte del
juez de tutela (sentencias T-656 de 2006, T-435 de 2006, T-768 de 2005,
T-651 de 2004, y T-1012 de 2003)”[48].

4.6. Frente al pago oportuno del salario, se ha sostenido que “el derecho de los
trabajadores al pago oportuno de su remuneración salarial, es una garantía
que no se agota en la simple enunciación de un deber surgido de la relación
laboral, sino que se trata de un verdadero derecho fundamental”[49]. Así las
cosas, se entiende que el pago de salario está directamente vinculado al goce
del mínimo vital de la persona, el cual, como ya se indicó, “no se agota con la
satisfacción de las necesidades mínimas de la persona, o de su grupo familiar,
que simplemente le procure la mera subsistencia...[50]”[51].

4.7. De lo anterior, se deduce que la acción de tutela será procedente para


conceder el pago de salarios y prestaciones laborales, cuando quede demostrado
o se pueda presumir de los elementos de juicio obrantes en el proceso, que el no
pago de dichos emolumentos genera un riesgo al mínimo vital de la persona o
de sus dependientes. A partir de encontrarse acreditadas dichas hipótesis
fácticas en el caso concreto, debe concluirse “que se le ha ocasionado [al actor]
un perjuicio irremediable por el no pago oportuno y en esta circunstancia
prospera la tutela”[52].

Como se observa, la procedencia de la acción de tutela depende de la


observancia estricta del principio de subsidiariedad, en la medida en que la
regla general que rige la administración de justicia es que los conflictos de
naturaleza laboral entre particulares o entre personas y el Estado deben
resolverse a través de los canales ordinarios y a partir de los procedimientos
comunes.

4.8. En conclusión, se encuentra que en virtud del principio de subsidiariedad,


la acción de tutela es improcedente cuando la persona dispone de otro medio
de defensa judicial por medio del cual pueda hacer valer sus derechos
fundamentales. No obstante, dicho principio se excepciona cuando el medio
ordinario no es idóneo para la protección de los derechos fundamentales, o
cuando se pretende evitar la ocurrencia de un perjuicio irremediable, casos en
los cuales procede la acción de tutela como mecanismo definitivo o transitorio,
respectivamente. Dicha regla, que también es aplicable a los casos en los
cuales se solicita el pago de acreencias laborales, lleva a la necesaria
conclusión de que la acción de tutela se trata de una solicitud improcedente,
salvo que se cumplan ciertos supuestos a partir de los cuales el juez de tutela
ha de entender que el derecho al mínimo vital se encuentra en riesgo, y deba
entrar a remediar la situación para garantizar que el accionante y su núcleo
familiar cuenten con los medios necesarios para llevar una vida digna.

5. El derecho al trabajo y al pago oportuno del salario. Reiteración de


jurisprudencia

5.1. El derecho al trabajo adquiere una particular importancia desde el


preámbulo de la Constitución Política, al ser consagrado como un valor
fundante del Estado colombiano, a efectos de alcanzar un orden político,
económico y social justo. Seguidamente, el artículo 1º de la Carta determina
que Colombia es un Estado Social de Derecho, fundada en el respeto de la
dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran
y en la prevalencia del interés general. Bajo estas directrices, el trabajo se
constituye en fundamento del Estado colombiano, en un derecho y un deber
de todas las personas, y en una actividad objeto de protección y salvaguarda
especial, sea ésta pública o privada. Así, lo ratificó esta Corporación:

“[…] dentro de la nueva concepción del Estado como Social de Derecho,


debe entenderse la consagración constitucional del trabajo no sólo como
factor básico de la organización social sino como principio axiológico de
la Carta; y además, que constituye la actividad libre y lícita del hombre,
que no sólo contribuye a su desarrollo y dignificación personal sino
también al progreso de la sociedad, bien que se trate de una actividad
independiente o subordinada.
“[…]. El trabajo como derecho, implica una regulación fundada en la
libertad para seleccionarlo, por lo que, salvo las restricciones legales,
consiste en la realización de una actividad libremente escogida por la
persona dedicando a ella su esfuerzo intelectual o material, sin que
puedan impedírselo los particulares ni el Estado a quien, por el contrario,
le compete adoptar las políticas y medidas tendientes a su protección y
garantía”[53].

5.2. Específicamente, la Constitución contiene una serie de normas que


protegen el trabajo subordinado, entra éstas se encuentran el artículo 25 que
señala que “[e]l trabajo es un derecho y una obligación social y goza, en todas
sus modalidades, de la especial protección del Estado. Toda persona tiene
derecho a un trabajo en condiciones dignas y justas”; y el artículo 53 que
determina la atribución del Congreso de expedir un estatuto del trabajo bajo
unos principios mínimos fundamentales, entre los que se puede mencionar la
remuneración mínima vital y móvil, proporcional a la cantidad y calidad del
trabajo, que debe ser suficiente para garantizar al trabajador y a su familia una
existencia digna. Otros principios orientados a la protección del trabajo son la
estabilidad en el empleo; la irrenunciabilidad a los beneficios mínimos
establecidos en las normas laborales; las facultades para transigir y conciliar
sobre derechos inciertos y discutibles; el principio pro operario referente a la
favorabilidad en beneficio del trabajador en caso de duda en la aplicación e
interpretación del derecho; la primacía de la realidad sobre las formalidades
establecidas por los sujetos de las relaciones laborales; la garantía de la
seguridad social, la capacitación, el adiestramiento y el descanso necesario; la
protección especial a la mujer, a la maternidad y al trabajador menor de edad,
y la garantía del derecho al pago oportuno del salario y las pensiones legales,
y su reajuste periódico.

5.3. La protección del trabajo no solo es de origen constitucional, sino que se


ha plasmado en instrumentos internacionales que por virtud del artículo 93 de
la Carta Política, hacen parte de la normativa iusfundamental de nuestro país,
al ser incorporados al bloque de constitucionalidad[54], como, por ejemplo, la
Declaración Universal de los Derechos Humanos (art. 23)[55]; el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (artículo 7)[56]; el
Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en
materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, "Protocolo de San
Salvador" (art. 6)[57], y los Convenios Internacionales de Trabajo de la OIT
ratificados por Colombia.

5.4. En este orden de ideas, puede afirmarse que el derecho al trabajo, como
un valor fundante del Estado Social de Derecho, compromete a las autoridades
públicas con la protección del trabajador frente a posibles abusos del
empleador. Así lo ha señalado la Corporación:

“[E]l derecho al trabajo surge con particular importancia a partir del


Preámbulo de la Constitución, a efectos de ser protegido en la perspectiva
de un orden político, económico y social justo. A lo cual concurre el
artículo 1 ibídem otorgándole un valor fundante en el Estado Social de
Derecho que entraña Colombia, ámbito en el que le corresponde a las
autoridades proveer a su garantía en condiciones dignas y justas, es decir,
atendiendo a la realización de los fines del Estado materializando los
atributos y consecuencias del derecho al trabajo. Así entonces, dentro de
la órbita estatal, a partir de políticas laborales consonantes con la
dignidad y justicia que deben irradiar el derecho al trabajo, le compete al
Legislador establecer normas tendientes a salvaguardar los intereses del
empleado frente al empleador. Vale decir, es tarea fundamental del
Estado en general, y del Legislador en particular, promover las
condiciones jurídicas y fácticas necesarias a la reivindicación del trabajo,
en el entendido de que la libertad de empresa con criterio rentable
implica a su vez una función social en cabeza de los empleadores, función
ésta que en términos constitucionales tiene como primeros destinatarios
a los trabajadores de la empresa y, subsiguientemente, a los clientes de
sus bienes y servicios”[58] (negrillas originales).

5.5. En decisión posterior, esta Corporación indicó que el trabajo cuenta con
una triple naturaleza constitucional[59]. Por una parte, (i) es valor fundante del
régimen democrático y del Estado Social de Derecho, por otra, (ii) es un
derecho fundamental de desarrollo legal y, por último, (iii) es una obligación
social (arts. 1, 25 y 53 C.P.). Por este motivo el trabajo es “objeto de una
especial salvaguarda por parte del Estado, no sólo por razón de esa particular
naturaleza, sino porque permite poner de realce la primacía de otros principios
igualmente protegidos, como el respecto a la dignidad humana y a los
derechos fundamentales de las personas que como trabajadores adelantan
una actividad tendiente a desarrollar su potencial físico o mental, en aras de
la provisión de los medios necesarios para su subsistencia y sostenimiento
familiar”[60].

5.6. Entonces, siendo la protección del trabajo un principio constitucional, la


norma superior impone a todos los órganos del Estado, en todos sus niveles
(nacional, departamental, distrital y local), a las ramas del poder público
(Legislativa, Ejecutiva y Judicial) y a los órganos de control (Ministerio Público
y Contraloría General de la Nación) y electorales, la obligación de desarrollar
políticas orientadas a la ampliación y protección del empleo, su conservación,
la creación de nuevos puestos de trabajo para combatir la desocupación y la
preservación de las condiciones laborales más benéficas para los trabajadores,
lo que incluye una adecuada compensación[61]. Por lo tanto, todos aquellos
actos que realice el Estado en contravía del principio de protección del trabajo
estarán en contra de la Constitución.

5.7. Ahora bien, la Constitución ha establecido que además de las


características intrínsecas del trabajo, es indispensable que éste se realice en
condiciones dignas y justas, “es decir, su realización en un entorno sin
características humillantes o degradantes o que desconozca los principios
mínimos fundamentales establecidos por la Constitución, y además que
permita su desarrollo en condiciones equitativas para el trabajador”[62]. En
este orden de ideas, el hecho de que el artículo 25 de la Constitución consagre
el derecho al trabajo en condiciones dignas y justas, implica que la protección
no sólo se extienda a los principios dispuestos en el artículo 53 de la
Constitución, sino que además comprenda la garantía de otros derechos
fundamentales en el ámbito laboral como son el derecho a la integridad tanto
física como moral, el derecho a la igualdad, a la intimidad, al buen nombre, a
la libertad sexual, entre otros[63].

5.8. También hace parte del derecho al trabajo en condiciones dignas y


justas, la adecuada retribución o remuneración obtenida por la actividad
laboral desplegada, es decir, el salario, que en todo caso debe colmar las
necesidades y urgencias de quien efectúa la actividad laboral, y que se
entienden vitales porque buscan garantizar no solo los derechos
fundamentales de quien trabaja sino de su núcleo familiar dependiente, en
aspectos tan trascendentales como vivienda, vestido, alimentación,
educación, salud, entre otros[64]. Así las cosas, el pago periódico y completo
del salario pactado constituye un derecho del trabajador y una obligación a
cargo del empleador, cuyo incumplimiento afecta los derechos a la
subsistencia y al trabajo en condiciones dignas y justas[65].

5.9. En consecuencia, el Estado acorde con el artículo 53 de la Constitución, es


el llamado a garantizar ese salario vital y móvil[66], que tiene como propósito
mantener el poder adquisitivo del trabajador[67], para que de esta forma se
permita satisfacer el consumo de las cosas necesarias y el goce de los bienes
indispensables para una vida digna. Ahora bien,

“la noción de salario ha de entenderse en los términos del Convenio 95 de


la Organización Internacional del Trabajo –relativo a la protección del
salario–, ratificado por la Ley 54 de 1992, que en el artículo 1 señala:
"El término ´salario´ significa la remuneración o ganancia, sea cual
fuere su denominación o método de cálculo, siempre que pueda
evaluarse en efectivo, fijada por acuerdo o por la legislación nacional,
y debida por un empleador a un trabajador en virtud de un contrato
de trabajo, escrito o verbal, por el trabajo que éste último haya
efectuado o deba efectuar o por servicios que haya prestado o deba
prestar".

“Esto quiere decir que para efectos del significado que en nuestro
ordenamiento ha de tener la voz salario y, sobre todo, para la protección
judicial del derecho a su pago cumplido, deben integrarse todas las sumas
que sean generadas en virtud de la labor desarrollada por el trabajador, sin
importar las modalidades o denominaciones que puedan asignarles la ley
o las partes contratantes. Así, no sólo se hace referencia a la cifra quincenal
o mensual percibida por el empleado –sentido restringido y común del
vocablo–, sino a todas las cantidades que por concepto de primas,
vacaciones, cesantías, horas extras –entre otras denominaciones–, tienen
origen en la relación laboral y constituyen remuneración o
contraprestación por la labor realizada o el servicio prestado”[68] (negrillas
fuera de texto).

Entonces, se entiende que el concepto de salario, en la resolución de problemas


jurídicos semejantes al que ocupa a esta Sala de Revisión, comprende “todas
las sumas que sean generadas en virtud de la labor desarrollada por el
trabajador, sin importar las modalidades o denominaciones que puedan
asignarles la ley o las partes contratantes”[69], es decir, que abarca conceptos
como primas, cesantías, vacaciones, horas extras, etc.

5.10. En relación con el pago oportuno del salario a los trabajadores durante la
ejecución de las relaciones laborales, la Corporación ha desarrollado una
doctrina que es importante retomar en el presente caso:

“Se llega así, a la postulación de una serie de principios que, partiendo de


la necesidad de superar el desequilibrio connatural al intercambio entre
empleador y empleado, revelan un instituto jurídico –el salario–, central
dentro del desarrollo de una sociedad como la colombiana. Ha dicho la
Corte:

"Bajo el entendido de la especial situación de desigualdad que se


presenta en las relaciones de trabajo, el legislador ha arbitrado
mecanismos que de alguna manera buscan eliminar ciertos factores
de desequilibrio, de modo que el principio constitucional de la
igualdad, penetra e irradia el universo de las relaciones de trabajo.
"Precisamente, el principio a trabajo igual salario igual se traduce en
una realización específica y práctica del principio de igualdad.
"Constitucionalmente el principio se deduce:
- Del ideal del orden justo en lo social y lo económico, que tiene una
proyección en las relaciones de trabajo (preámbulo, arts. 1o, 2o y 25
C.P.).
- Del principio del reconocimiento a la dignidad humana, que
necesariamente se manifiesta en la garantía del derecho al trabajo
en condiciones dignas que aseguren un nivel de vida decoroso (arts.
1o, 25 y 53, inciso final C.P.).
- Del principio de igualdad pues la naturaleza conmutativa del
contrato de trabajo, traducida en la equivalencia de las prestaciones
a que se obligan las partes, el suministro de la fuerza de trabajo a
través de la prestación del servicio, y la remuneración o retribución
mediante el salario, se construye bajo una relación material y jurídica
de igualdad que se manifiesta en el axioma de que el valor del trabajo
debe corresponder al valor del salario que se paga por este (art.13
C.P.).
- De los principios sobre la igualdad de oportunidades, que supone
naturalmente no sólo la correspondencia o el balance que debe
existir entre el valor del trabajo y el valor del salario, sino con
respecto a los trabajadores que desarrollan una misma labor en
condiciones de jornada y eficiencia iguales; el establecimiento de la
remuneración mínima vital y móvil "proporcional a la calidad y
cantidad de trabajo", e incluso, la "irrenunciabilidad de los beneficios
mínimos" establecidos en las normas laborales, pues el trabajo
realizado en ciertas condiciones de calidad y cantidad tiene como
contraprestación la acreencia de una remuneración mínima que
corresponda o sea equivalente a dicho valor (art. 53 C.P.)[70]”.

“[…]. La idea o principio que anima la garantía de percibir los salarios y las
demás acreencias laborales, se asienta en una valoración cualitativa, antes
que en una consideración meramente cuantitativa. Las aspiraciones del
trabajador a un mejor nivel de vida, y las posibilidades de planear la
distribución de sus ingresos, todo a partir de la asignación económica
establecida en la ley o el contrato de trabajo, son razones que impulsan y
respaldan al funcionario judicial para exigir del empleador un estricto
cumplimiento de la obligación al pago oportuno y completo de la
remuneración asignada a cada empleado.
“[…]. Además, resulta claro que para los trabajadores, los ingresos que
reciben por concepto de salario son el resultado justo de la ejecución de
una relación contractual, en la que ellos han cumplido las obligaciones y
deberes que les corresponden, de modo que resulta lógico,
proporcionado y éticamente plausible, exigir también del empleador, la
realización completa de sus compromisos a través de la cancelación
cumplida de lo que en derecho y justicia les debe. Se trata entonces, no
sólo de proteger el equilibrio y el bienestar económico que se derivan de
la prestación de servicios personales, sino de garantizar la integridad del
vínculo jurídico que surge entre las partes, evitando que se abuse y se
desconozcan derechos legítimamente adquiridos y constitucionalmente
garantizados, como realización parcial del orden justo y la convivencia
pacífica para todos los asociados”[71].

5.11. Así, el derecho de todo trabajador a que su empleador remunere sus


labores por medio del pago oportuno del salario tiene carácter fundamental,
toda vez que “el derecho de todos los trabajadores al pago oportuno de su
remuneración salarial, es una garantía que no se agota en la simple enunciación
de un deber surgido de la relación laboral, sino que se trata de un verdadero
derecho fundamental. La cumplida cancelación del salario está íntimamente
ligada a la protección de valores y principios básicos del ordenamiento
jurídico”[72]. Debido a su carácter fundamental, el Estado tiene el deber de
asegurar que el pago oportuno de la remuneración originada en una relación
laboral se encuentre protegida contra violaciones o amenazas, en concordancia
con las obligaciones de respeto y garantía de los derechos humanos de sus
habitantes[73] y con el artículo 2 de la Carta Política[74].

Sin embargo, como ya fue precisado, si bien el derecho al pago oportuno del
salario tiene carácter fundamental, frente a su vulneración, y en virtud del
principio de subsidiariedad de la acción de tutela, en principio es la jurisdicción
ordinaria en su competencia laboral la llamada a decidir sobre tales casos, pues
es frente a ella que pueden instaurarse las acciones diseñadas por el
ordenamiento jurídico colombiano para exigir el pago de acreencias laborales.

6. La jornada laboral de los empleados públicos del orden territorial

6.1. Ya esta Corporación ha señalado que en lo relativo al ámbito territorial, la


facultad de fijar el régimen salarial y prestacional de los empleados públicos y
el régimen de prestaciones sociales mínimas de los trabajadores oficiales, le
corresponde al Congreso y al Presidente de la República, de conformidad con
el artículo 150, num. 19[75], literales e) y f), de la Constitución Política[76]. A
partir de esa fijación, procede la intervención, complementaria, de los
concejos municipales y las asambleas departamentales, por mandato de los
artículos 313, num. 6°, y 300, num. 7°, superiores, respectivamente, con el fin
de adoptar en esas secciones del territorio la política de salarios[77].

6.2. Efectivamente, con base en el máximo salarial previamente delimitado por


el gobierno nacional, los alcaldes y los gobernadores señalan las escalas de
remuneración correspondientes a las distintas categorías de empleos, en lo
que se ha denominado “un proceso de definición armónica entre las distintas
autoridades que intervienen en el mismo”[78]. En cambio, en relación con el
régimen de prestaciones sociales de los empleados públicos territoriales, la
competencia corresponde al Congreso y es indelegable en las corporaciones
públicas territoriales, quienes tampoco podrán arrogárselas, por expresa
prohibición constitucional (art. 150, num. 19, inc. 2° lit. f).

6.3. Sobre la concurrencia de competencias del Congreso, el Gobierno y las


entidades territoriales,

[l]a jurisprudencia ha destacado que la articulación entre las


mencionadas competencias opera a partir de dos premisas: (i) la
necesidad de reconocer la vigencia del principio de Estado unitario, que
impone que sea el Congreso y el Gobierno los que fijen las reglas
generales en materia de régimen salarial de los servidores públicos; y (ii)
la imposibilidad de vaciar las competencias constitucionales de las
entidades territoriales sobre la determinación de las escalas salariales y
los emolumentos de sus servidores estatales que integran la Rama
Ejecutiva en ese ámbito local[79].

6.4. Ahora bien, para los empleados públicos del sector nacional, el Decreto
1042 de mil novecientos setenta y ocho (1978) en su artículo 33, estableció la
norma general sobre jornada máxima legal de trabajo fijándola en cuarenta y
cuatro (44) horas semanales, límite dentro del cual el jefe del respectivo
organismo puede determinar el horario de trabajo. Este Decreto en principio
cobijaba tan sólo a “los empleados públicos que desempeñan las distintas
categorías de empleos de los ministerios, departamentos administrativos,
superintendencias, establecimientos públicos y unidades administrativas
especiales del orden nacional”[80]. Sin embargo, dicha norma, en cuanto
adiciona el Decreto 2400 de 1968 que regula la administración del personal
civil que presta sus servicios en los empleos de la Rama Ejecutiva del poder
público, resulta aplicable a los empleados públicos del nivel territorial, pues el
artículo 2 de la Ley 27 de 1992, así como el inciso 2° del artículo 87 de la Ley
443 de 1998, hicieron extensivas a este clase de servidores las normas del
referido Decreto 2400 de 1968, incluidas las disposiciones que lo modifican o
complementan.

6.5. Tal aplicación extensiva no cabe en relación con los trabajadores oficiales
del sector territorial, toda vez que las normas que disponen esta aplicación
gobiernan al personal de carrera administrativa exclusivamente, dentro del
cual no se encuentran los referidos trabajadores, quienes, por consiguiente,
continúan rigiéndose en lo concerniente a la jornada de trabajo máxima legal,
por las norma contenida en el artículo 3° de la Ley 6 de 1945, que en términos
generales establece que para los trabajadores del nivel territorial, la jornada
laboral no podrá exceder de ocho (8) horas al día, ni de cuarenta y ocho (48) a
la semana, salvo las excepciones legales (art. 3 Ley 6/45) y que la jornada
ordinaria diurna estará comprendida entre las seis (6) horas y las dieciocho
(18) horas, y la jornada ordinaria nocturna entre las dieciocho horas (18) y las
seis (6) horas (par. 3°, art. 3 Ley 6/45, mod. art. 1 Ley 64/46).

La Corporación ya se ha pronunciado acerca de la vigencia y campo de


aplicación del artículo 3 de la Ley 6 de 1945. La Sala de Revisión considera
pertinente transcribir in extenso algunos de los argumentos planteados:

“El artículo 3° de la Ley 6ª de 1945, es anterior en el tiempo al Código


Sustantivo del Trabajo (C.S.T.) actualmente vigente, el cual fue adoptado
mediante los Decretos 2663 de 1950 y 3743 del mismo año. Aquella
norma estableció de manera general, y por primera vez en Colombia, la
jornada máxima legal de ocho (8) horas al día y cuarenta y ocho (48) horas
a la semana, aplicable a los trabajadores vinculados mediante contrato
de trabajo individual. Dicho concepto, el de jornada máxima legal, difiere
del de jornada ordinaria, pues aquel hace relación al número máximo de
horas que la ley autoriza que se laboren en un mismo día, al paso que la
jornada ordinaria es la convenida entre las partes dentro del límite de la
jornada máxima legal.

“En el momento en el que fue expedida, la disposición contenida en el


artículo 3° de la Ley 6ª de 1945 rigió todas las relaciones laborales
individuales públicas y privadas, pero más adelante, al expedirse el C.S.T,
dejó de aplicarse al sector privado toda vez que el artículo 161 de ese
estatuto contiene la norma sobre jornada máxima legal que resulta
aplicable solamente a las relaciones individuales de trabajo de carácter
particular, en virtud de lo dispuesto por el artículo 3° ibídem.

“Adicionalmente, el artículo 4° del mismo C.S.T estableció que las


relaciones de derecho individual de trabajo en el sector público no se
rigen por ese Código, sino por “los estatutos especiales que
posteriormente se dicten”, y el artículo 492 ibídem, mantuvo la vigencia
del “derecho individual del trabajo en cuanto se refiere a los trabajadores
oficiales”, en referencia clara a la Ley 6ª de 1945. Así las cosas, una vez
expedido el C.S.T, la disposición acusada dejó de regir para las relaciones
individuales de trabajo en el sector privado, pero continuó vigente para
este mismo tipo de relaciones en el sector público, aplicándose, por
consiguiente, a todos los trabajadores oficiales del Estado, sin que hasta
la fecha haya sido derogada, modificada o sustituida por otra disposición.

“3. Para los empleados públicos del sector nacional, el Decreto 1042 de
1978 en su artículo 33 estableció la norma general sobre jornada máxima
legal de trabajo fijándola en cuarenta y cuatro (44) horas
semanales, límite dentro del cual el jefe del respectivo organismo puede
fijar el horario de trabajo…”[81] (negrillas fuera de texto).

Entonces, es importante reiterar que la jornada laboral establecida en la Ley 6


de 1945, modificada por la Ley 64 de 1942, rige para los trabajadores oficiales
de cualquier orden, y que el Decreto Ley 1042 de 1978[82], que determina una
jornada de trabajo máxima legal de cuarenta y cuatro (44) horas semanales,
se aplica a los empleados públicos que prestan sus servicios en las entidades
de la Rama Ejecutiva de los niveles nacional, departamental, distrital,
municipal, conforme a lo señalado en el artículo 87 de la Ley 443 de 1998, que
derogó la Ley 27 de 1992[83].

6.6. Según el artículo 33 del Decreto Ley 1042 de 1978, “[l]a asignación
mensual fijada en las escalas de remuneración a que se refiere el presente
Decreto, corresponde a jornadas de cuarenta y cuatro horas
semanales”. Norma que coincide con el artículo 1 del Decreto Ley 85 de 1986,
“por el cual se establece la jornada de trabajo para los empleos de celadores”,
que modifica en lo pertinente el artículo 33 del Decreto 1042 de 1978[84], que
señala: “A partir de la vigencia del presente decreto, a la asignación mensual
fijada por la escala de remuneración para los empleos de celadores,
corresponde una jornada de trabajo de cuarenta y cuatro (44) horas
semanales”.

6.7. Entonces, para el reconocimiento y pago de las horas extras, es decir, las
que superen la jornada de cuarenta y cuatro (44) horas semanales, y los
recargos por el trabajo realizado en jornada nocturna o en días de descanso
obligatorio, debe acudirse a las disposiciones pertinentes del Decreto 1042 de
mil novecientos setenta y ocho (1978), que fijan la jornada ordinaria nocturna,
la que de manera habitual empieza y termina entre las 6 p.m. y las 6 a.m. del
día siguiente (art. 34), las jornadas mixtas (art. 35), las horas extras diurnas
(art. 36), las horas extras nocturnas (art. 37), el trabajo ordinario en días
dominicales y festivos (art. 39), el trabajo ocasional en días dominicales y
festivos (40), entre otras, sin perder de vista que “[e]n ningún caso podrá
pagarse más de 50 horas extras mensuales" (art. 46, lit. d), Decreto 1042 de
1978, modificado art. 13 Decreto Ley 10 de 1989).

6.8. La protección al trabajo establecida por mandato del artículo 25


constitucional, incluye la fijación de jornadas de trabajo máximas, dentro de las
cuales los trabajadores presten los servicios propios de la relación laboral y estén
sometidos a las órdenes del empleador. La jornada permanente, indefinida e
ininterrumpida, sin períodos de descanso razonable previamente estipulados,
como lo ha establecido esta Corporación, “atenta contra la dignidad del
trabajador, cercena su libertad, pone en peligro sus derechos a la salud y a la
vida, y causa daño a su familia, por lo que resulta contraria al ordenamiento
superior” [85]. Por ello es importante reconocer y pagar oportunamente el
trabajo suplementario y el realizado en jornada nocturna o en días de descanso
obligatorio, que, como ya lo indicó esta Sala, constituye factor de salario y hace
parte del derecho al trabajo en condiciones dignas y justas.

7. Análisis del caso concreto

Pasa, entonces, la Sala a analizar el caso concreto para decidir si la acción de


tutela promovida por los actores es procedente. En caso de serlo, deberá
determinar si la Administración Municipal del Atlántico desconoció los
derechos fundamentales a la dignidad, a la igualdad, al trabajo, a la vida, al
mínimo vital y móvil, al pago oportuno del salario y al debido proceso, al no
haberles cancelado oportunamente a los celadores tutelantes las horas extras
y los recargos por exceso de horas extras diurnas y nocturnas ordinarias y en
dominicales o festivos, además de los días compensatorios por haber laborado
en esos mismos días sin el disfrute del descanso de ley.

7.1. Los accionantes, en total ciento cincuenta y ocho (158) celadores, algunos
de ellos vinculados actualmente a la Secretaría Departamental del Atlántico,
según comunicación enviada por el Secretario de Educación de dicho
departamento[86], eligieron la acción de tutela como mecanismo principal
para el cobro de acreencias laborales, en particular, las horas extras y los
recargos por exceso de horas extras diurnas y nocturnas ordinarias y en
dominicales o festivos, además de los días compensatorios por haber laborado
en esos mismos días sin el disfrute del descanso de ley, no obstante existir
otro mecanismo de protección judicial idóneo y eficaz, ante la jurisdicción
contencioso administrativa en razón de su vinculación a la planta de cargos
administrativos de la Secretaría de Educación Departamental del Atlántico[87].

El juez constitucional puede aceptar la procedencia de acción de tutela para el


cobro de acreencias laborales, siempre y cuando quede demostrado que con
ella se pretende evitar un perjuicio irremediable por afectación al mínimo vital
que, tratándose de asuntos salariales, puede afectar la subsistencia no solo del
trabajador sino de su núcleo familiar dependiente.

Ante lo anterior, para que proceda la acción de tutela debe estar probada la
vulneración del derecho fundamental al mínimo vital o, por lo menos, deben
existir elementos a partir de los cuales se pueda presumir su afectación, y es
precisamente esto lo que no encuentra esta Sala, pues de acuerdo a las
pruebas allegadas al proceso, no es posible concluir que se esté ante una
situación que permita excepcionar el principio de la subsidiariedad.

7.2. Efectivamente, no existen elementos a partir de los cuales se pueda concluir


o presumir que el mínimo vital de los actores está siendo amenazado o
vulnerado por la falta de pago de las horas extras y los recargos por exceso de
horas extras diurnas y nocturnas ordinarias y en dominicales o festivos,
asimismo de los días compensatorios por haber laborado en esos mismos días
sin el disfrute del descanso de ley. Además, se están reclamando deudas
pendientes y, tal como lo ha precisado esta Corporación, en estos casos la tutela
se torna improcedente debido a que no se está ante un perjuicio irremediable.

7.3. En este contexto, la Sala Primera de Revisión, declarará improcedente la


acción de tutela interpuesta por los actores en contra de la Administración
Departamental del Atlántico, para el reconocimiento y pago de las horas extras
y los recargos por exceso de horas extras diurnas y nocturnas ordinarias y en
dominicales o festivos, además de los días compensatorios por haber laborado
en esos mismos días sin el disfrute del descanso de ley, debido a que no se
cumple con el requisito de la subsidiariedad. Los peticionarios disponen de otro
mecanismo de defensa judicial ante la jurisdicción contencioso administrativa,
a la cual pueden acudir para hacer valer sus derechos, pues en el presente caso
la Sala de Revisión no encuentra elementos de juicio a partir de los cuales pueda
concluir que dicho medio judicial carezca de idoneidad, ni que haya un perjuicio
irremediable que afecte el derecho al mínimo vital del señor Saúl Antonio
Rodríguez Calvo y los demás demandantes.

Por lo expuesto la Sala procederá a revocar la sentencia proferida por el Juzgado


Once Laboral del Circuito de Barranquilla, el veintiuno (21) de septiembre de
dos mil doce (2012), mediante la cual se tutelaron los derechos fundamentales al
pago oportuno de salarios, mínimo vital, igualdad, debido proceso y vida digna;
y, en su lugar, declarar la improcedencia de la tutela.

III. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Sala Primera de Revisión de la Corte


Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de
la Constitución Política,

RESUELVE

Primero.- REVOCAR la sentencia dictada por el Juzgado Once Laboral del


Circuito de Barranquilla, Atlántico, el veintiuno (21) de septiembre de dos mil
doce (2012), mediante la cual se tutelaron los derechos fundamentales al pago
oportuno de salarios, mínimo vital, igualdad, debido proceso y vida digna de
los señores Saúl Antonio Rodríguez Calvo, Saúl Rafael Escorcia Lobo, Selfi
Suárez Guerrero, Teresa Isabel Rolong Coronado, Tomás Rafael Vallejo
Coronado, Máximo José Bolaño Ospino, Miguel Fontalvo, Miguel Muñoz,
Miller de Jesús Cervantes Fernández, Santander García Olmos, Ulise García
Rodríguez, Eduardo Marino Silvera Masco, Freddys Alberto Pérez Herrera,
Fredis de Jesús Bolaño Blanco, Libardo de Luque Mina, Ligia Ester Castro de
Navarro, Gabriel Antonio Mendoza Cervantes, Gabriel Antonio Pérez, Gaspar
Antonio Pérez de la Cruz, Germán Emilio Rodríguez Castro, Gertrudis Fontalvo,
Froilan Antonio Sarmiento, León Julio Ordosgoitia Contreras, Leonardo
Antonio Acosta González, Luis Rafael Mendoza Rojano, Manuel Castro
Escobar, Manuel Pérez Sulbarán, Johnny Sarmiento Hidalgo, José Rafael
Muñoz Jiménez, Miriam Hernández de Niño, Ana Milena Barros Reyes, Ana
Raquel Medina de Movilla, Ángel Rafael Caicedo Oliveros, Anibaldo José Peña
Terán, Antonio Berdugo Ahumada, Argemiro Ruiz Ruiz, José Charris Ferrer,
José Olimpo Cera Torrenegra, José Peña Guerrero, Giovany José Niño, Marcelo
Ruiz Berrio, Marco Antonio Carpintero Sanjuán, Marcos Pacheco Cervantes,
María Nova Muñoz, Marlene Mercado Ortiz, José Rojas Oyaga, Juan Bautista
Calvo de Ávila, Juan Bautista Morales Marriaga, Jubenal Antonio Calvo Cantillo,
Julián José Niebes de la Hoz, Gonzalo Martes Acosta, Gustavo Adolfo Solano
Tovar, Gustavo Solano Rodríguez, Wilfredo Rafael Meza Galindo, Jesús Araujo
Luque, Jesús María de la Peña Marchena, Jesús Solano Ahumada, Jhon Jairo
Dita Olmos, Lucía Gutiérrez Valdés, Luis Acuña Mendoza, Hernán Rafael
Ospino Lascarro, Hortencia Hereira Mendoza, Hugo Rafael Ditta Cardona,
Humberto Barrios Anaya, Isac Escobar Romero, Jacquelin Acosta de la Hoz,
Jaime Luque Casanova, Jaime Pérez Morelo, Jairo David Sanjuán Zarate, Javith
Mejía Meza, Wilson Gómez, Wilson Huguez Gómez, Carlos César Gutiérrez
Pacheco, César Barranco Calzada, César Lope Acuña, Claudio Manuel Cantillo
Machacón, Ernesto Rafael Blanco Cardona, Estela Mendoza Polo, Dioscorides
Collantes Cervantes, Ebert Antonio Orellano Castro, Calixto Pacheco
Coronado, Calixto Salcedo Ospino, Cándido Cervantes Coronado, Farid
Cervantes Bolívar, Francisco Cabrera Barros, Francisco Javier Urueta
Benavides, Carlos Alberto Silvera Hernández, Carlos Alejandro Cuentas
Mendoza, Alberto Ortiz Navarro, Alberto Sequeda Ferrer, Alejandro Franco
Bujato, Alfredo Enrique Cantillo Vizcaino, Álvaro Ahumada Olivares, Urbano
Manuel Lara Arteta, Vidal Rivaldo Villanueva, Franco Martín Rodríguez del
Valle, Eduardo Ocampo Domínguez, Eduardo Rafael Crecente Ariza, Edwin
Rafael Cantillo Domínguez, Efraín César Salas Pérez, Everts José Charrys Peña,
Fabio Antonio Pérez Pertuz, Clímaco Antonio Mejía Arrieta, Dagoberto Estrada
Mercado, Dagoberto Gutiérrez Pacheco, Darío Bojanini Cervantes, Ariel
Enrique Altamar Truyol, Aristóteles Barraza Terán, Arnaldo Donado
Maldonado, Arnaldo Roa Navarro, Arnulfo González Escobar, Eliécer de la Hoz,
Eliecer Enrique Moreno Barraza, Elver Enrique García Hurtado, Eparquio de
Jesús Díaz González, Erasmo Suárez Páez, Álvaro Alfonso Álvarez Correa,
Álvaro Enrique Altamar Sarmiento, Ameth Ramos Iglesia, Mónica Farides
Vizcaino Pacheco, Néstor Gómez Cabarcas, Néstor Manuel Conrado Pantaleón,
Nicolás Mercado Pacheco, Oscar Acuña Caicedo, Oscar Antonio Ruiz Gutiérrez,
Osman José Morales Berdugo, Olvaldo Ramírez Navarro, Pedro Antonio
Pacheco Escorcia, Pedro Celestino Cuentas Mendoza, Plinio de Jesús Navarro
Herrera, Pompilio Enrique de la Cruz Vergara, Rafael Ángel Maury Cepeda,
Wilson José Fernández Cahuana, Wulfran Zambrano, Yiovany Niño Hernández,
Yonis Enrique Cabrera Cantillo, Regulo Reales Fonseca, Roberto Charris
Márquez, Robinson Bolívar Cuenta, Román Antequera Castro, Roque García
García, Ruperto Luis Guerrero Padraza, Luis Alberto Leal Ponce, Luis Alberto
Morales Sarmiento, Luis Angulo Fontalvo, Luis Eduardo Álvarez Romero, Luis
Eduardo Pérez Martínez, Luis Fernando Barros, Luis Lejarde Barraza, Abelardo
Urueta Herrera, Abilda Rosa Martínez de Pardo, Adolfo Ávila, Adolfo Pérez
Pérez, Alberto Jiménez de la Cruz, Rafael Antonio Porto Pacheco, Rafael
Mercado Cabrera, Raimundo Sulbarán Mercado y Raúl Antonio Horta
Domínguez. En su lugar, DENEGAR la solicitud presentada por los actores por
ser improcedente.

Segundo.- Por Secretaría General de la Corte, LÍBRENSE las comunicaciones


previstas en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.

Notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y


cúmplase.

MARÍA VICTORIA CALLE CORREA


Magistrada
MAURICIO GONZÁLEZ CUERVO
Magistrado

LUIS GUILLERMO GUERRERO PÉREZ


Magistrado

MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ


Secretaria General

ANEXO

Listado de funcionarios remitido por la Secretaría de Educación


Departamental del Atlántico[88]

Nº CÉDULA NIVEL DE ESTADO FUNCIONARIOS


CONTRATACIÓN
1 854005 Desvinculado CASTRO ESCOBAR MANUEL
2 856061 Provisional Vacante ACTIVO DE LUQUE MINA LIBARDO
Definitiva
3 856069 Provisional Vacante ACTIVO MAURY CEPEDA RAFAEL
Definitiva ÁNGEL
4 862959 Provisional Vacante ACTIVO CUENTAS MENDOZA
Definitiva CARLOS ALEJANDRO
5 863931 Provisional Vacante ACTIVO FERNANDEZ BARROS LUIS
Definitiva
6 978902 Desvinculado ORDOSGOITIA CONTRERAS
LEÓN JULIO
7 2844670 Propiedad ACTIVO ANGULO FONTALVO LUIS
8 3716507 Desvinculado ORELLANO CASTRO EVER
ANTONIO
9 3718477 Propiedad ACTIVO ACOSTA GONZÁLEZ
LEONARDO ENRIQUE
10 3724105 Provisional Vacante ACTIVO CERVANTES CORONADO
Definitiva CÁNDIDO
11 3724479 Provisional Vacante ACTIVO PACHECO CERVANTES
Definitiva MARCOS AURELIO
12 3724627 Provisional Vacante ACTIVO SILVERA MASCO EDUARDO
Definitiva MARINO
13 3724634 Provisional Vacante ACTIVO CALVO CANTILLO JUVENAL
Definitiva ANTONIO
14 3726123 Provisional Vacante ACTIVO RODRÍGUEZ CALVO SAÚL
Definitiva ANTONIO
15 3732326 Desvinculado GONZÁLEZ ESCOBAR
ARNULFO
16 3732480 Desvinculado CONRADO PANTALEÓN
NÉSTOR
17 3734206 Propiedad ACTIVO PACHECO ESCORCIA PEDRO
ANTONIO
18 3734400 Provisional Vacante ACTIVO CANTILLO MACHACÓN
Definitiva CLAUDIO MANUEL
19 3734583 Propiedad ACTIVO CERA TRORRENEGRA JOSÉ
OLIMPO
20 3734613 Provisional Vacante ACTIVO CAICEDO OLIVERO ÁNGEL
Definitiva RAFAEL
21 3735083 Propiedad ACTIVO ROA NAVARRO ARNALDO
SEGUNDO
22 3736133 Provisional Vacante ACTIVO PÉREZ PERTUZ FABIO
Definitiva ANTONIO
23 3736967 Propiedad ACTIVO ESCORCIA LOBO SAÚL
RAFAEL
24 3742221 Propiedad ACTIVO DE LA HOZ GUTIÉRREZ
ELIECER DE J.
25 3744486 Provisional Vacante ACTIVO MORENO BARRAZA ELIECER
Definitiva ENRIQUE
26 3748215 Propiedad ACTIVO RUIZ BERRÍO MARCELO
27 3751614 Provisional Vacante ACTIVO MERCADO CABRERA
Definitiva RAFAEL
28 3753144 Propiedad ACTIVO GUTIERREZ PACHECO
DAGOBERTO
29 3753551 Propiedad ACTIVO LÓPEZ ACUÑA CÉSAR
AUGUSTO
30 3753954 Propiedad ACTIVO PÉREZ DE LA CRUZ GASPAR
ANTONIO
31 3754746 Provisional Vacante ACTIVO DITA CARDONA HUGO
Definitiva RAFAEL
32 3755317 Desvinculado GÓMEZ CABARCAS NÉSTOR
33 3755484 Propiedad ACTIVO SULBARÁN MERCADO
RAIMUNDO
34 3755501 Propiedad ACTIVO URRUETA HERRERA
ABELARDO
35 3756694 Provisional Vacante ACTIVO AHUMADA OLIVARES
Definitiva ÁLVARO ENRIQUE
36 3756723 Propiedad ACTIVO GARCÍA OLMOS
SANTANDER
37 3756931 Provisional Vacante ACTIVO RAMÍREZ NAVARRO
Definitiva OSWALDO RAFAEL
38 3757168 Propiedad ACTIVO ARAUJO LUQUE JESÚS
MARÍA
39 3757494 Propiedad ACTIVO ORTIZ NAVARRO ALBERTO
40 3760089 Provisional Vacante ACTIVO MORALES SARMIENTO LUIS
Definitiva ALBERTO
41 3763965 Provisional Vacante ACTIVO SARMIENTO CONRADO
Definitiva FROILAN ANTONIO
42 3764127 Propiedad ACTIVO SALCEDO OSPINO CALIXTO
CÉSAR
43 3766587 Desvinculado NIEBLES DE LA HOZ JULIÁN
44 3769299 Provisional Vacante ACTIVO SEQUEDA FERRER ALBERTO
Definitiva
45 3769587 Provisional Vacante ACTIVO ROJAS OYAGA JOSÉ ÁLVARO
Definitiva
46 3770334 Provisional Vacante ACTIVO MERCADO PACHECO
Definitiva NICOLÁS SALES
47 3770454 Propiedad ACTIVO DÍAZ GONZÁLEZ EPARQUIO
DE JESÚS
48 3770645 Propiedad ACTIVO OSPINO LASCARRO
HERNÁN RAFAEL
49 3776755 Propiedad ACTIVO BARRIOS ANAYA
HUMBERTO
50 3778144 Provisional Vacante ACTIVO PÉREZ ZULVARÁN MANUEL
Definitiva DE JESÚS
51 3779658 Propiedad ACTIVO ANTEQUERA CASTRO
ROMÁN ANTONIO
52 3815541 Desvinculado LEAL PONCE LUIS ALBERTO
53 3950899 Desvinculado MUÑOZ ESTRADA MIGUEL
ÁNGEL
54 4995066 Provisional Vacante ACTIVO MUÑOZ JIMÉNEZ JOSÉ
Definitiva RAFAEL
55 5076797 Provisional Vacante ACTIVO FERNÁNDEZ CAHUANA
Definitiva WILSON JOSÉ
56 5113982 Provisional Vacante ACTIVO COLLANTES CERVANTES
Definitiva DIOSCORIDES
57 7399130 Desvinculado CHARRIS FERRER JOSÉ
58 7408246 Propiedad ACTIVO VALLEJO CORONADO
TOMÁS RAFAEL
59 7409055 Desvinculado SOLANO RODRÍGUEZ
GUSTAVO
60 7420922 Desvinculado CARPINTERO SANJUAN
MARCO ANTONIO
61 7421420 Propiedad ACTIVO ÁLVAREZ R. LUIS EDUARDO
62 7421639 Desvinculado GUTIÉRREZ PACHECO
CARLOS
63 7422385 Desvinculado CALVO DE ÁVILA JUAN
BAUTISTA
64 74634468 Propiedad ACTIVO MORALES MARRIAGA JUAN
BAUTISTA
65 7466872 Provisional Vacante ACTIVO GARCÍA GARCÍA ROQUE
Definitiva
66 7471887 Desvinculado RIVALDO VILLANUEVA
VIDAL ENRIQUE
67 7473576 Desvinculado RODRÍGUEZ DEL VALLE
FRANCO MARTÍN
68 7473770 Provisional Vacante ACTIVO NAVARRO HERRERA PLINIO
Definitiva DE JESÚS
69 8525250 Provisional Vacante ACTIVO JIMÉNEZ DE LA CRUZ
Definitiva ALBERTO
70 8536027 Provisional Vacante ACTIVO SUÁREZ PAEZ ERASMO
Definitiva
71 8536743 Propiedad ACTIVO REALES FONSECA RÉGULO
RAFAEL
72 8600165 Propiedad ACTIVO RUIZ GUTIÉRREZ OSCAR
73 8601312 Fallecido RUIZ RUIZ ARGEMIRO
74 8630216 Propiedad ACTIVO MENDOZA CERVANTES
GABRIEL ANTONIO
75 8630629 Provisional Vacante ACTIVO PEÑA TERÁN ANIBALDO
Definitiva JOSÉ
76 8631328 Propiedad ACTIVO BLANCO CARDONA
ERNESTO RAFAEL
77 8631864 Provisional Vacante ACTIVO CHARRIS MARQUEZ
Definitiva ROBERTO
78 8631872 Provisional Vacante ACTIVO ESTRADA MERCADO
Definitiva DAGOBERTO
79 8632037 Provisional Vacante ACTIVO SUÁREZ GUERRERO SELFI
Definitiva RENETT
80 8632069 Provisional Vacante ACTIVO HUGUEZ GÓMEZ WILSON
Definitiva A..
81 8632566 Provisional Vacante ACTIVO CANTILLO VIZCAINO
Definitiva ALFREDO ENRIQUE
82 8632647 Provisional Vacante ACTIVO BOLÍVAR CUENTAS
Definitiva ROBINSON RAFAEL
83 8633032 Provisional Vacante ACTIVO RODRÍGUEZ CASTRO
Definitiva GERMÁN EMILIO
84 8633342 Provisional Vacante ACTIVO BERDUGO AHUMADA
Definitiva ANTONIO ENRIQUE
85 8633742 Provisional Vacante ACTIVO SOLANO AHUMADA JESÚS
Definitiva MARÍA
86 8633747 Provisional Vacante ACTIVO ACUÑA MENDOZA LUIS
Definitiva
87 8633807 Provisional Vacante ACTIVO LUQUE CASANOVA JAIME
Definitiva ANTONIO
88 8634142 Provisional Vacante ACTIVO LEJARDE BARRAZA LUIS
Definitiva ALBERTO
89 8634880 Propiedad ACTIVO PACHECO CORONADO
CALIXTO RAFAEL
90 8635783 Provisional Vacante ACTIVO BOLAÑO OSPINO MÁXIMO
Definitiva JOSÉ
91 8635800 Provisional Vacante ACTIVO PORTO P. RAFAEL
Definitiva
92 8635898 Provisional Vacante ACTIVO ÁLVAREZ CORREA ÁLVARO
Definitiva ALFONSO
93 8636460 Provisional Vacante ACTIVO GARCÍA RODRÍGUEZ ULISE
Definitiva
94 8636564 Provisional Vacante ACTIVO SOLANO TOVAR GUSTAVO
Definitiva ADOLFO
95 8637432 Provisional Vacante ACTIVO BARRAZA TERÁN
Definitiva ARISTÓTELES DE JESÚS
96 8637487 Provisional Vacante ACTIVO ALTAMAR SARMIENTO
Definitiva ÁLVARO
97 8638434 Provisional Vacante ACTIVO NIÑO HERNÁNDEZ
Definitiva GIOVANY JOSÉ
98 8639964 Provisional Vacante ACTIVO MEZA GALINDO WILFREDO
Definitiva RAFAEL
99 8640093 Provisional Vacante ACTIVO CERVANTES FERNÁNDEZ
Definitiva MILLER DE J.
100 8640441 Provisional Vacante ACTIVO SARMIENTO HIDALGO
Definitiva JOHNNY DE JESÚS
101 8640662 Provisional Vacante ACTIVO BOLAÑO BLANCO FREDIS DE
Definitiva JESÚS
102 8641657 Provisional Vacante ACTIVO CUENTAS MENDOZA PEDRO
Definitiva CELESTINO
103 8642692 Provisional Vacante ACTIVO DITA OLMOS JHON JAIRO
Definitiva
104 8662754 Provisional Vacante ACTIVO MEJÍA ARRIETA CLÍMACO
Definitiva ANTONIO
105 8667507 Provisional Vacante ACTIVO MORALES BERDUGO
Definitiva OSMAN JOSÉ
106 8676011 Provisional Vacante ACTIVO SALAS PÉREZ EFRAÍN CÉSAR
Definitiva
107 8678623 Desvinculado MENDOZA ROJANO LUIS
RAFAEL
108 8678870 Provisional Vacante ACTIVO MARTES ACOSTA GONZALO
Definitiva
109 8682525 Desvinculado GÓMEZ COTES WILSON
110 8712506 Desvinculado BARRANCO CALZADA CÉSAR
AUGUSTO
111 8714247 Desvinculado PÉREZ PÉREZ ADOLFO
112 8716354 Provisional Vacante ACTIVO DE LA PEÑA MARCHENA
Definitiva JESÚS MARÍA
113 8723281 Provisional Vacante ACTIVO LARA ARTETA URBANO
Definitiva MANUEL
114 8724704 Desvinculado FONTALVO CÁRDENAS
MIGUEL ANTONIO
115 8755724 Desvinculado PÉREZ HERRERA FREDIS
ALBERTO
116 8768775 Provisional Vacante ACTIVO PÉREZ MENDOZA GABRIEL
Definitiva ANTONIO
117 8790382 Provisional Vacante ACTIVO CABRERA CANTILLO YONIS
Definitiva ENRIQUE
118 8791502 Propiedad ACTIVO CABRERA BARROS
FRANCISCO
119 12488198 Provisional Vacante ACTIVO DE LA CRUZ VERGARA
Definitiva POMPILIO
120 22439044 Desvinculada HEREIRA MENDOZA
HORTENCIA ISABEL
121 22507126 Provisional Vacante ACTIVO ACOSTA DE LA HOZ
Definitiva JACQUELIN HELENA
122 22632723 Propiedad ACTIVO MARTÍNEZ DE PARDO
ABILDA ROSA
123 22639043 Provisional Vacante ACTIVO GUTIÉRREZ VALDÉS LUCÍA
Definitiva
124 72015417 Provisional Vacante ACTIVO SILVERA HERNÁNDEZ
Definitiva CARLOS ALBERTO
125 72041574 Desvinculado ALTAMAR TRUYOL ARIEL
ENRIQUE
126 72042832 Desvinculado GUERRERO P. RUPERTO
127 72070620 Propiedad ACTIVO MEJÍA MEZA JAVITH
128 72071324 Propiedad ACTIVO RAMOS IGLESIAS AMETH
129 72073060 Propiedad ACTIVO GARCÍA HURTADO ELVER
ENRIQUE
130 72120270 Provisional Vacante ACTIVO BOJANINI CERVANTES
Definitiva DARÍO ANTONIO
131 72120589 Provisional Vacante ACTIVO CANTILLO DOMÍNGUEZ
Definitiva EDWIN RAFAEL
132 72120980 Provisional Vacante ACTIVO CERVANTES BOLÍVAR FARID
Definitiva ENRIQUE
133 72123444 Provisional Vacante ACTIVO CRESCENTE ARIZA
Definitiva EDUARDO RAFAEL
134 72138814 Desvinculado PÉREZ MARTINEZ LUIS
EDUADO
135 72207660 Provisional Vacante ACTIVO ESCOBAR ROMERO ISAAC
Definitiva
136 72220201 Desvinculado PÉREZ MORELO JAIME
ENRIQUE
137 72300457 Propiedad ACTIVO SANJUÁN ZÁRATE JAIRO
DAVID
138 72300540 Propiedad ACTIVO PEÑA GUERRERO JOSÉ
VICENTE
139 72301355 Provisional Vacante ACTIVO HORTA DOMÍNGUEZ RAÚL
Definitiva ANTONIO
140 72301409 Propiedad ACTIVO ACUÑA CAICEDO OSCAR
ALBERTO
141 72304441 Provisional Vacante ACTIVO CHARRYS PEÑA EVERTS
Definitiva JOSÉ
142 72304534 Provisional Vacante ACTIVO FRANCO BUJATO
Definitiva ALEJANDRO
143 72308989 Provisional Vacante ACTIVO RODRÍGUEZ OSORIO
Definitiva GUSTAVO ADOLFO
144 850439 Desvinculado TUESCA ÁVILA ADOLFO A.
[1]
Folios 1 al 19 del cuaderno principal. En adelante, los folios que se refieran harán parte del cuaderno
principal, a menos que se diga expresamente lo contrario.
[2]
Por el cual se establece el sistema de nomenclatura y clasificación de los empleos de los ministerios,
departamentos administrativos, superintendencias, establecimientos públicos y unidades administrativas
especiales del orden nacional, se fijan las escalas de remuneración correspondientes a dichos empleos y se
dictan otras disposiciones.
[3]
Folios 30 al 34.
[4]
Folio 37.
[5]
Folios 35 al 36.
[6]
Folio 42.
[7]
Folios 69-70.
[8]
Argumento sustentado con apoyo en las sentencias T-972 de 2005 (M. P. Jaime Córdoba Triviño), T-426 de
1992 (M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz), T-063 de 1995 (M. P. José Gregorio Hernández Galindo) y SU-995 de
1999 (M. P. Carlos Gaviria Díaz) de la Corte Constitucional.
[9]
Argumento sustentado con apoyo en la sentencia T-187 de 1993 (M. P. Alejandro Martínez Caballero).
[10]
Folios 67 al 67.
[11]
Folios 9-10 del cuaderno 2.
[12]
Folios 13 al 18 del cuaderno 2.
[13]
Folios 17-18 del cuaderno 2.
[14]
Ver sentencias SU-111 de 1997 (M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz), T-827 de 2003 (M. P. Eduardo
Montealegre Lynett), T-648 de 2005 (M. P. Manuel José Cepeda Espinosa), T-691 de 2005 (M. P. Jaime
Córdoba Triviño), T-1089 de 2005 (M. P. Álvaro Tafur Galvis), T-065 de 2006 (M. P. Jaime Córdoba Triviño),
T-015 de 2006 (M. P. Manuel José Cepeda Espinosa) y T-764 de 2008 (M. P. Jaime Córdoba Triviño).
[15]
Al respecto, pueden consultarse las sentencias T-225 de 1993 (M. P. Vladimiro Naranjo Mesa), SU-086 de
1999 (M. P. José Gregorio Hernández Galindo), SU-544 de 2001 (M. P. Eduardo Montealegre Lynett), T-875
de 2001 (Álvaro Tafur Galvis), T-983 de 2001 (M. P. Álvaro Tafur Galvis, T-999 de 2001 (M. P. Rodrigo
Escobar Gil), T-179 de 2003 (M. P. Clara Inés Vargas Hernández), entre muchas otras.
[16]
Sentencia T-1190 de 2004 (M. P. Marco Gerardo Monroy Cabra).
[17]
Sentencia SU-484 de 2008 (M. P. Jaime Araujo Rentería). En igual orden de ideas, las sentencias T-225 de
1993 (M. P. Vladimiro Naranjo Mesa), SU-544 de 2001 (M. P. Eduardo Montealegre Lynett), T-983 de 2001
(M. P. Álvaro Tafur Galvis), T-1316 de 2001 (M. P. Rodrigo Uprimny Yépes), T-290 de 2005 (M. P. Marco
Gerardo Monroy Cabra), T-424 de 2011 (M. P. Juan Carlos Henao Pérez), entre otras. En la sentencia T-1155
de 2000 (M. P. Alejandro Martínez Caballero), esta Corporación al hablar de subsidiariedad de la tutela y la
prueba requerida para demostrar que hay perjuicio irremediable, sostuvo: “[…] para demostrar el perjuicio
irremediable, al menos se deben señalar los hechos concretos que permitan deducir que ocurre dicho perjuicio.
El juez no se los puede imaginar, por supuesto que no se necesitan términos sacramentales pero al menos alguna
indicación que le permita al juzgador tener la confianza de que en verdad se halla el peticionario en una situación
que lo afecta a él y a su familia”.
[18]
En relación con este requisito de la inminencia, en la sentencia T-227 de 2010 (M. P. Mauricio González
Cuervo), planteó la Corte que “deben existir evidencias fácticas de la amenaza real en un corto lapso, que
justifica las medidas prudentes y oportunas para evitar algo probable y no una mera conjetura
hipotética”. Sentencia T-227 de 2010 (M. P. Mauricio González Cuervo).
[19]
En la sentencia T-227 de 2010 (M. P. Mauricio González Cuervo), señaló la Corporación que “no se trata
de cualquier tipo de irreparabilidad, sino sólo de aquella que recae sobre un bien de gran significación para la
persona, objetivamente, es decir, la gravedad debe ser determinada o determinable, so pena de caer en la
indefinición jurídica, a todas luces inconveniente”.
[20]
En relación con las medidas de protección de los bienes jurídicos afectados, la Corte ha dicho que estas
deben responder de manera precisa y proporcional a la inminencia del daño, de tal manera que se pueda concluir
que de no tomarse, la generación del daño se volvería inminente. Sentencia T-211 de 2009 (M. P. Luis Ernesto
Vargas Silva).
[21]
Al respecto ver sentencias T-290 de 2005 (M. P. Marco Gerardo Monroy Cabra), T-007 de 2008 (M. P.
Manuel José Cepeda Espinosa) y T-287 de 2008 (M. P. Manuel José Cepeda Espinosa), entre otras.
[22]
Ver sentencia T-1316 de 2001 (M. P. Rodrigo Uprimny Yépes). Posición reiterada en la sentencia T-424
de 2011 (M. P. Juan Carlos Henao Pérez).
[23]
Consultar la sentencia T-1046 de 2012 (M. P. Luis Guillermo Guerrero Pérez), en cuya oportunidad la Corte
debió resolver si la acción de tutela presentada por un trabajador era procedente para solicitar el pago de los tres
periodos de vacaciones que le adeudaba la Alcaldía Municipal de Ábrego, por los períodos laborados
comprendidos entre los años 2009 y 2012, concluyendo que la petición del actor no cumplía con el requisito de
la subsidiariedad, pues tenía a su disposición otro medio de defensa judicial, ya sea ante la jurisdicción laboral
o la jurisdicción contencioso administrativa, según haya sido la forma de vinculación laboral con el ente
territorial.
[24]
Sentencia SU-995 de 1999 (M. P. Carlos Gaviria Díaz). Lo que es reiterado en la sentencia T-065 de 2006
(M. P. Jaime Córdoba Triviño), en donde se afirmó: “[…] la Corte ha señalado que “la acción de tutela no es
un mecanismo idóneo para obtener el pago de acreencias laborales, en el entendido que el artículo 86 de la
Carta establece que dicho instrumento tiene entre sus características la subsidiaridad, es decir, que sólo es
procedente cuando el afectado no disponga de otro mecanismo idóneo de defensa judicial o cuando en
concurrencia de éste se acredite la inminencia de un perjuicio irremediable que permita conceder el amparo de
manera transitoria”. En esta oportunidad le correspondió a la Sala de Revisión decidir: (i) si el incumplimiento
en el pago de los salarios adeudados al actor por parte de la entidad territorial demandada le vulneró sus derechos
de carácter constitucional y, (ii) si la acción de tutela era procedente para lograr su protección ante la existencia
de vías judiciales ordinarias para obtener su pago. Finalmente, concedió la protección de los derechos
fundamentales a la vida, a la subsistencia, al trabajo, a la salud, a la seguridad social y al mínimo vital del actor.
[25]
En la sentencia SU-995 de 1999 (M. P. Carlos Gaviria Díaz), la Corte sostuvo: “La acción de tutela sólo
procederá como mecanismo para evitar que el trabajador sufra una situación crítica económica y psicológica.
Con esta referencia se busca dejar intacta la competencia de la jurisdicción laboral ordinaria, cuando no se
trate de situaciones injustificadas, inminentes y graves que hacen urgente la intervención del juez de
amparo”. También pueden ser consultadas las sentencias T-225 de 1993 (M. P. Vladimiro Naranjo Mesa), T-
125 de 1994 (M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz), SU-879 de 2000 (Vladimiro Naranjo Mesa), entre otras.
[26]
Sentencia T-1087 de 2002 (M. P. Jaime Córdoba Triviño).
[27]
Ver sentencias T- 011 de 1998 (M. P. José Gregorio Hernández Galindo), T-144 de 1999 (M. P. José
Gregorio Hernández Galindo), T- 1088 de 2001 (M. P. Manuel José Cepeda Espinosa), T-148 de 2002 (M. P.
Manuel José Cepeda Espinosa), T-626 de 2004 (M. P. Alfredo Beltrán Sierra), T-435 de 2006 (M. P. Humberto
Antonio Sierra Porto), T-809 de 2006 (M. P. Manuel José Cepeda Espinosa), T-702 de 2008 (M. P. Manuel
José Cepeda Espinosa) y T-032 de 2013 (M. P. Luis Guillermo Guerrero Pérez).
[28]
Al respecto cabe recordar lo dicho por la Corte en sentencia SU-995 de 1999 (M. P. Carlos Gaviria Díaz):
“El amparo laboral no se extiende a todo el salario adeudado, sino a la parte de éste que corresponda al mínimo
vital. Aunque el componente del mínimo vital, no necesariamente equivale al monto del salario mínimo, en
todo caso se trata de las sumas indispensables para satisfacer en condiciones de dignidad humana las
necesidades básicas de una persona. El juez en cada caso debe determinar, conforme a patrones históricos
objetivos, la cuantía del mínimo vital. El amparo laboral, procede sólo en circunstancias críticas extremas, en
las que la no percepción del mínimo vital, sólo pueda enfrentarse mediante la tutela para evitar de este modo
un perjuicio irremediable. Por consiguiente, el remedio limitado que a través de la tutela se otorga, parte del
presupuesto elemental de que el cumplimiento integral de los derechos laborales se debe perseguir a través del
medio judicial establecido por la ley. Por lo demás, la sentencia es clara en enmarcar estos casos dentro del
concepto de perjuicio irremediable…”.
[29]
Sentencia T-944 de 2004 (M. P. Álvaro Tafur Galvis).
[30]
En relación con el tema del mínimo vital pueden consultarse las sentencias T-426 de 1992 (M. P. Eduardo
Cifuentes Muñoz), T-530 de 1995 (M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz), SU-111 de 1997 (M. P. Eduardo Cifuentes
Muñoz), T-273 de 1997 (M. P. Carlos Gaviria Díaz), T-011 de 1998 (M. P. José Gregorio Hernández Galindo),
T-384 de 1998 (M. P. Alfredo Beltrán Sierra), SU-995 de 1999 (M. P. Carlos Gaviria Díaz), T-100 de 1999 (M.
P. Eduardo Cifuentes Muñoz), T-263 de 2000 (M. P. José Gregorio Hernández Galindo), T-439 de 2000 (M. P.
Alejandro Martínez Caballero), T-818 de 2000 (M. P. Alejandro Martínez caballero), T-394 de 2001 (M. P.
Marco Gerardo Monroy Cabra), T-694 de 2001 (M. P. Jaime Araujo Rentería), T-907 de 2001 (M. P. Jaime
Córdoba Triviño), T-1160 de 2001 (M. P. Jaime Araujo Rentería), T-148 de 2002 (M. P. Manuel José Cepeda
Espinosa), T-664 de 2002 (M. P. Marco Gerardo Monroy Cabra), C-776 de 2003 (M. P. Manuel José Cepeda
Espinosa), T-353 de 2003 (M. P. Rodrigo Escobar Gil), T-772 de 2003 (M. P. Manuel José Cepeda Espinosa),
T-816 de 2003 (M. P. Rodrigo Escobar Gil), T-1049 de 2003 (M. P. Clara Inés Vargas Hernández), T-162 de
2004 (M. P. Álvaro Tafur Galvis), T-092 de 2004 (M. P. Manuel José Cepeda Espinosa), T-335 de 2004 (M. P.
Clara Inés Vargas Hernández), T-944 de 2004 (M. P. Álvaro Tafur Galvis), T-099 de 2005 (M. P. Jaime Araujo
Rentería), C-111 de 2006 (M. P. Rodrigo Escobar Gil), T-309 de 2006 (M. P. Humberto Antonio Sierra Porto),
T-435 de 2006 (M. P. Humberto Antonio Sierra Porto), C-543 de 2007 (M. P. Álvaro Tafur Galvis), SU-484
de 2008 (M. P. Jaime Araujo Rentería), T-651 de 2008 (M. P. Clara Inés Vargas Hernández), T-701 de 2008
(M. P. Clara Inés Vargas Hernández), T-702 de 2008 (M. P. Manuel José Cepeda Espinosa), T-764 de 2008
(M. P. Jaime Araujo Rentería), entre otras.
[31]
Sentencia T-043 de 2001 (M. P. Álvaro Tafur Galvis). En igual sentido ver la sentencia T-764 de 2008 (M.
P. Jaime Araujo Rentería).
[32]
Sentencia T-857 de 2000 (M. P. Alejandro Martínez Caballero). En igual sentido, pueden consultarse las
sentencias T-220 de 1998 (M. P. Fabio Morón Díaz) y la T-439 de 2000 (M. P. Alejandro Martínez Caballero).
[33]
Sentencia SU-995 de 1999 (M. P. Carlos Gaviria Díaz).
[34]
Ibídem.
[35]
Sentencia T-809 de 2006 (M. P. Manuel José Cepeda Espinosa).
[36]
Ver sentencias T-827 de 2004 (M. P. Rodrigo Uprimny Yepes) y T-764 de 2008 (M. P. Jaime Araujo
Rentería).
[37]
Ver sentencias T-148 de 2002 (M. P. Manuel José Cepeda Espinosa), T-065 de 2006 (M. P. Jaime Córdoba
Triviño), T-809 de 2006 (M. P. Manuel José Cepeda Espinosa) y T-651 de 2008 (M. P. Clara Inés Vargas
Hernández).
[38]
Aspecto que se precisa en la sentencia T-725 de 2001 (M. P. Jaime Araujo Rentería): “Sobre la afectación
del mínimo vital o de subsistencia ha dicho la Corte, en reiterada jurisprudencia, que éste se presume afectado,
cuando la suspensión en el pago del salario se prolonga indefinidamente en el tiempo, de tal suerte que se coloca
al trabajador y a su familia en una situación económica crítica que afecta sus derechos fundamentales y que
hace necesaria la intervención rápida y eficaz del juez de tutela para restablecer su goce, correspondiéndole al
demandado la demostración de que el peticionario de la tutela cuenta con otros ingresos o recursos, con los
cuales pueda atender sus necesidades primarias vitales y las de su familia”. También puede ser consultada la
sentencia T-362 de 2004 (M. P. Clara Inés Vargas Hernández).
[39]
Sentencia T-795 de 2001 (M. P. Manuel José Cepeda Espinosa): “[L]a Corte ha establecido una presunción
de afectación del mínimo vital cuando la suspensión en el pago del salario es prolongada o indefinida, salvo
que se trate del incumplimiento de hasta dos salarios mínimos mensuales”.
[40]
Sentencias T-241 de 2000 (M. P. José Gregorio Hernández Galindo), T-1026 de 2000 (M. P. Alejandro
Martínez Caballero), T-992 de 2005 (M. P. Humberto Antonio Sierra Porto), T-065 de 2006 (M. P. Jaime
Córdoba Triviño).
[41]
Sentencia T-795 de 2001 (M. P. Manuel José Cepeda Espinosa): “[L]a Corte ha precisado que si se afirma
que el derecho al mínimo vital está siendo vulnerado y ello se demuestra indiciariamente, corresponde al juez
de tutela determinar si en efecto se configura dicha vulneración. Ello se desprende de la especial función
asignada al juez de garantizar los derechos fundamentales”.
[42]
“La acción de tutela procede sólo para proteger el mínimo vital del accionante, esto es, “para evitar que el
trabajador sufra una situación crítica económica y psicológica”, sentencias SU-342 de 1995, T-019 de 1997, T-
081 de 1997, T-261 de 1997.
[43]
Sentencia T-683 de 2001 (M. P. Marco Gerardo Monroy Cabra): “En efecto, si hay elementos de juicio que
indican que el trabajador tiene otros ingresos que le permiten subsistir dignamente sin el salario, la tutela no
puede prosperar”. Dicho requisito corresponde a una carga probatoria del accionado.
[44]
Sentencia T-035 de 2001 (M. P. Cristina Pardo Schlesinger): “[…] esta Corporación ha señalado que una
entidad pública o privada que se encuentre inmersa en problemas de orden económico o financiera, no la exime
de su principal obligación como empleadora, cual es la de cumplir oportunamente con el pago de las acreencias
laborales...”. En igual sentido pueden consultarse las sentencias T-011 de 1998 (M. P. José Gregorio Hernández
Galindo), T-399 de 1998 (M. P. Alfredo Beltrán Sierra), SU-995 de 1999 (M. P. Carlos Gaviria Díaz), T-144
de 1999 (M. P. José Gregorio Hernández Galindo), T-259 de 1999 (M. P. Alfredo Beltrán Sierra), T-286 de
1999 (M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz), T-387 de 1999 (M. P. Alfredo Beltrán Sierra), T-906 de 2001
(M. P. Jaime Córdoba Triviño), T-162 de 2004 (M. P. Álvaro Tafur Galvis) y SU-484 de 2008 (M. P. Jaime
Araujo Rentería).
[45]
En la sentencia T-162 de 2004 (M. P. Álvaro Tafur Galvis), la Corte sostuvo que “la protección de la acción
de tutela no se extiende a sumas de dinero adeudadas con anterioridad”. También, entre otras, las sentencias
T-1059 de 2000 (M. P. José Gregorio Hernández Galindo), T-1118 de 2000 (M. P. Alejandro Martínez
Caballero) y T-1023 de 2002 (M. P. Jaime Córdoba Triviño).
[46]
Ver sentencias T-1023 de 2002 (M. P. Jaime Córdoba Triviño) y T-162 de 2004 (M. P. Álvaro Tafur
Galvis).
[47]
Sentencia T-535 de 2010 (M. P. Luis Ernesto Vargas Silva). En esta oportunidad la Corte Constitucional
resolvió ordenar a la empresa accionada “le pague [al peticionario] lo que le adeuda por concepto de los salarios
atrasados correspondientes a los tres (3) meses anteriores a tal notificación, así como el restablecimiento
permanente y continuo del pago de su sueldo” en la medida en que existió una vulneración de su mínimo vital.
Sin embargo, señaló que “en lo relativo al pago de las demás prestaciones que se adeudan [prima de navidad,
prima de servicios y prima de antigüedad], el actor cuenta con otros mecanismos judiciales para la defensa de
estos intereses; además, la sustracción por parte del empleador en estos pagos, observa la Sala, si bien podría
pensarse que agrava la situación económica del actor, no se encuentra en relación directa con la afectación de
su mínimo vital, asociada –de acuerdo con la jurisprudencia de esta Corte– al salario como medio de
subsistencia”. En igual sentido la sentencia T-084 de 2007 (M. P. Jaime Araujo Rentería), en la que se estudió
el caso de un señor al que le adeudaban el salario correspondiente a los meses de octubre, noviembre y diciembre
de dos mil cinco (2005); abril, mayo y junio de dos mil seis (2006); la prima de navidad de dos mil cinco (2005),
las primas de servicios de dos mil seis (2006), la prima de antigüedad por quince (15) años de servicios y siete
(7) períodos de vacaciones. La Corporación únicamente ordenó a la entidad demandada que le pagara al actor
los salarios adeudados al considerar que las demás prestaciones debían ser reclamadas ante la jurisdicción
ordinaria. Precedente reiterado en la sentencia T-424 de 2011 (M. P. Juan Carlos Henao Pérez), mediante la
cual se declaró improcedente la acción de tutela en relación con la solicitud de reconocimiento y pago de la
licencia de maternidad, de las prestaciones sociales adeudadas y del pago de los aportes a la seguridad social, y
se concedió el amparo del derecho fundamental al mínimo vital de la accionante, en relación con sus
pretensiones de obtener el reconocimiento y pago de los salarios adeudados y de la indemnización por despido
injusto.
[48]
Sentencia T-983 de 2007 (M. P. Jaime Araujo Rentería).
[49]
Sentencia SU-995 de 1999 (M. P. Carlos Gaviria Díaz).
[50]
Sentencia T-827 de 2004 (M. P. Rodrigo Uprimny Yepes).
[51]
Sentencia T-664 de 2008 (M. P. Rodrigo Escobar Gil).
[52]
Sentencia T-1155 de 2000 (M. P. Alejandro Martínez Caballero).
[53]
Sentencia C-107 de 2002 (M. P. Clara Inés Vargas Hernández). En la sentencia SU-484 de 2008 (M. P.
Jaime Araujo Rentería), la Corporación señala como acciones del Estado para hacer cumplir el principio
constitucional del trabajo, la planeación económica, la nacionalización o colectivización de las empresas, la
prelación a los trabajadores en la venta de empresas del Estado, la dirección de la economía, la reforma agraria
y el acceso a la tierra de los trabajadores agrarios, un sistema fiscal pensado en la progresividad, etc.
[54]
Entre muchas otras, puede consultarse la sentencia C-191 de 1998 (M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz).
[55]
“Artículo 23.- 1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones
equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo. 2. Toda persona tiene derecho, sin
discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual. 3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una
remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la
dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección
social. 4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses”.
[56]
“Artículo 7.- Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al goce de
condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias que le aseguren en especial: a) Una remuneración que
proporcione como mínimo a todos los trabajadores: i) un salario equitativo e igual por trabajo de igual valor,
sin distinciones de ninguna especie; en particular, debe asegurarse a las mujeres condiciones de trabajo no
inferiores a las de los hombres, con salario igual por trabajo igual; ii) Condiciones de existencia dignas para
ellos y para sus familias conforme a las disposiciones del presente Pacto; b) La seguridad y la higiene en el
trabajo; c) Igual oportunidad para todos de ser promovidos, dentro de su trabajo, a la categoría superior que les
corresponda, sin más consideraciones que los factores de tiempo de servicio y capacidad; d) El descanso, el
disfrute del tiempo libre, la limitación razonable de las horas de trabajo y las vacaciones periódicas pagadas,
así como la remuneración de los días festivos”.
[57]
“Artículo 6.- Derecho al Trabajo. 1. Toda persona tiene derecho al trabajo, el cual incluye la oportunidad de
obtener los medios para llevar una vida digna y decorosa a través del desempeño de una actividad lícita
libremente escogida o aceptada. 2. Los Estados partes se comprometen a adoptar las medidas que garanticen
plena efectividad al derecho al trabajo, en especial las referidas al logro del pleno empleo, a la orientación
vocacional y al desarrollo de proyectos de capacitación técnico-profesional, particularmente aquellos destinados
a los minusválidos. Los Estados partes se comprometen también a ejecutar y a fortalecer programas que
coadyuven a una adecuada atención familiar, encaminados a que la mujer pueda contar con una efectiva
posibilidad de ejercer el derecho al trabajo”.
[58]
Sentencia C-019 de 2004 (M. P. Jaime Araujo Rentería).
[59]
Sentencia C-100 de 2005 (M. P. Álvaro Tafur Galvis). Posición inicialmente planteada en la sentencia T-
011 de 1998 (M. P. José Gregorio Hernández Galindo).
[60]
Ibídem. En este mismo sentido pueden consultarse las sentencias T-009 de 1993 (M. P. Eduardo Cifuentes
Muñoz), T-579 de 1995 (M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz), C-657 de 1997 (M. P. José Gregorio Hernández
Galindo), C-1064 de 2001 (M. P. Manuel José Cepeda Espinosa y Jaime Córdoba Triviño) y T-611 de 2001
(M. P. Jaime Córdoba Triviño).
[61]
Así lo señaló la Corporación en sentencia C-521 de 1995 (M. P. Antonio Barrera Carbonell): “En virtud de
su consagración como un derecho [el trabajo], nuestra Constitución compromete al Estado en el deber de
protegerlo, creando, estimulando e incentivando las condiciones socioeconómicas propicias que promuevan una
oferta de oportunidades laborales para todas aquéllas personas en capacidad de trabajar, expidiendo la
normatividad que asegure unas relaciones laborales "dignas y justas", con arreglo a los principios fundamentales
básicos y mínimos ideados por el Constituyente y, en ejercicio de su capacidad de intervención, limitando los
abusos que pueden engendrarse al amparo de las leyes del mercado y del principio de la autonomía de la voluntad,
o regulando las condiciones requeridas para racionalizar la economía con el fin, de asegurar el pleno empleo de
los recursos humanos, la distribución equitativa de las oportunidades y los beneficios del desarrollo, especialmente
en lo laboral, y el mejoramiento de la calidad de vida de los trabajadores”.
[62]
Sentencia C-107 de 2002 (M. P. Clara Inés Vargas Hernández).
[63]
Sentencia C-898 de 2006 (M. P. Manuel José Cepeda Espinosa).
[64]
Sentencia SU-484 de 2008 (M. P. Jaime Araujo Rentería).
[65]
Sentencia T-234 de 1997 (M. P. Carlos Gaviria Díaz).
[66]
El tema del salario mínimo, vital y móvil es desarrollado en la sentencia SU-995 de 1999 (M. P. Carlos
Gaviria Díaz).
[67]
Este concepto es tomado de la sentencia SU-400 de 1997 (M. P. José Gregorio Hernández Galindo).
[68]
Sentencia SU-995 de 1999 (M. P. Carlos Gaviria Díaz).
[69]
Ibídem. En igual sentido la sentencia T-435 de 2006 (M. P. Humberto Antonio Sierra Porto).
[70]
Sentencia C-521 de 1995 (M. P. Antonio Barrera Carbonell).
[71]
Sentencia SU-995 de 1999 (M. P. Carlos Gaviria Díaz).
[72]
Sentencia SU-995 de 1999 (M. P. Carlos Gaviria Díaz). La Corte precisó en la sentencia T-992 de 2005
(M. P. Humberto Antonio Sierra Porto) que el “incumplimiento prolongado pone al trabajador y a su núcleo
familiar en una situación de indefensión”.
[73]
Obligaciones contenidas, entre otros, en el artículo 1.1. de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, cuyo desconocimiento acarrea la responsabilidad internacional del Estado colombiano. Sentencia
T-992 de 2005 (M. P. Humberto Antonio Sierra Porto).
[74]
El artículo 2 de la Constitución Política de Colombia, establece: “Son fines esenciales del Estado: servir a
la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes
consagrados en la Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida
económica, política, administrativa y cultural de la Nación; defender la independencia nacional, mantener la
integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo.
“Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en Colombia,
en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los
deberes sociales del Estado y de los particulares”.
[75]
Precepto que establece aquellos ámbitos en donde el Constituyente determinó la expedición de leyes marco,
a través de las cuales el Congreso dicta las normas generales que contienen los objetivos y criterios a los cuales
debe sujetarse el Gobierno para regular diferentes asuntos.
[76]
Sentencia C-1218 de 2001 (M. P. Álvaro Tafur Galvis). En esta oportunidad la Corte declaró exequible la
expresión “los docentes estatales que presten sus servicios en zonas de difícil acceso o en situación crítica de
inseguridad o mineras, disfrutarán, además, de una bonificación especial”, contenida en el artículo 134 de la
Ley 115 de 1994.
[77]
Ver la sentencia C-173 de 2009 (M. P. Luis Ernesto Vargas Silva), en la que Corte se pronunció acerca de
las reglas sobre la concurrencia de competencias del Congreso, el Gobierno y las entidades territoriales, respecto
a la fijación del régimen salarial de los servidores públicos adscritos a estas últimas. Al respecto, señaló:
concurre una “fórmula de armonización entre el principio de Estado unitario (Art. 1º C.P.) y el grado de
autonomía que la Constitución reconoce a las entidades territoriales, la cual se proyecta en la definición de la
escala salarial de los empleos que ejercen los servidores públicos adscritos a ellas. De acuerdo con esta fórmula,
es al Congreso al que le corresponde proferir una ley marco que determine el régimen salarial y prestacional de
los servidores del Estado, a partir de la cual el Gobierno Nacional determinará los aspectos particulares y
concretos de dicho régimen. Estos presupuestos normativos sirven de marco legal para que los órganos de
representación popular de las entidades territoriales, ejerzan la competencia constitucional de definir las escalas
salariales de los empleos correspondientes”. También pueden ser consultadas las sentencias C-112 de 1993 (M.
P. Hernando Herrera Vergara), C-315 de 1995 (M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz), C-054 de 1998 (M. P. Fabio
Morón Díaz), C-1218 de 2001 (M. P. Álvaro Tafur Galvis) y C-402 de 2003 (M. P. Luis Ernesto Vargas Silva).
[78]
Sentencia C-315 de 1995 (M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz).
[79]
Sentencia C-402 de 2003 (M. P. Luis Ernesto Vargas Silva).
[80]
La expresión subrayada fue declarada exequible mediante sentencia C-402 de 2003 (M. P. Luis Ernesto
Vargas Silva) y, en oportunidad posterior, la Corporación mediante la sentencia C-101 de 2011 (M. P. Mauricio
González Cuervo), estudió una demanda formulada contra la misma expresión, declarándose inhibida por
ineptitud sustancial de la demanda.
[81]
Sentencia C-1063 de 2000 (M. P. Vladimiro Naranjo Mesa). Mediante esta sentencia se declaró exequible
la expresión “[l]as horas de trabajo no podrán exceder de ocho (8) al día, ni de cuarenta y ocho (48) a la semana,
salvo las excepciones legales”, contenida en el artículo 3° de la Ley 6ª de 1945, e inexequible la expresión “[s]in
embargo la duración máxima de las labores agrícolas, ganaderas o forestales, será de nueve (9) horas diarias o
de cincuenta y cuatro (54) en la semana. Las actividades discontinuas o intermitentes, así como las de simple
vigilancia, no podrán exceder de doce (12) horas diarias, a menos que el trabajador resida en el sitio de trabajo”,
contenida en la misma normativa, por encontrar las referidas excepciones discriminatorias.
[82]
Por el cual se establece el sistema de nomenclatura y clasificación de los empleos de los ministerios,
departamentos administrativos, superintendencias, establecimientos públicos y unidades administrativas
especiales del orden nacional, se fijan las escalas de remuneración correspondientes a dichos empleos y se
dictan otras disposiciones
[83]
El tema es desarrollado en la sentencia C-1063 de 2000, (M. P. Vladimiro Naranjo Mesa). Igualmente, es
estudiado por el Consejo de Estado, Sección Segunda, en la sentencia de mayo 4 de 1990 (C. P. Álvaro
Lecompte Luna), radicado No. 4420, y en la sentencia de abril 10 de 2010 (C. P. Víctor Hernando Alvarado
Ardila), radicado No. 1397-08, expediente 2010-N09282-01, de la misma Sección.
[84]
El texto original de dicha norma era el siguiente: “Artículo 33º.- De la jornada de trabajo. La asignación
mensual fijada en las escalas de remuneración a que se refiere el presente Decreto, corresponde a jornadas de
cuarenta y cuatro horas semanales. A los empleos cuyas funciones implican el desarrollo de actividades
discontinuas, intermitentes o de simple vigilancia podrá señalárseles una jornada de trabajo de doce horas
diarias, sin que en la semana excedan un límite de 66 horas…”.
[85]
Sentencia C-024 de 1998 (M. P. Hernando Herrera Vergara).
[86]
Folios 13 al 16 del cuaderno 2.
[87]
Folio 16 del cuaderno 2.
[88]
Folios 13 al 16 del cuaderno 2.

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