1104 Investigacic393n e Intervencic393n en Ts
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INTERVENCIÓN
EN TRABAJO SOCIAL
aproximaciones desde
la teoría y el método
Coordinadoras
Daniel Rodríguez Velázquez
Ma. Gregoria Carvajal Santillán
Mireya Patricia Arias Soto
INVESTIGACIÓN E
INTERVENCIÓN
EN TRABAJO SOCIAL
aproximaciones desde
la teoría y el método
Coordinadoras
Daniel Rodríguez Velázquez
Ma. Gregoria Carvajal Santillán
Mireya Patricia Arias Soto
Primera edición, agosto de 2016
Coordinadores
Daniel Rodríguez Velázquez
Ma. Gregoria Carvajal Santillán
Mireya Patricia Arias Soto
2016
Por características tipográficas y de diseño
Casa Editora Shadd
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Primera parte. La realidad nacional y los desafíos históricos del trabajo so-
cial. Con un capítulo, la primera parte plantea el escenario nacional, histórico
y sociopolítico, en que se inscribe el trabajo de investigación y docencia de los
profesionales del trabajo social.
Tercera parte. Grupos etáreos y salud. Se conforma por dos capítulos, en-
focados a los adultos mayores y la población infantil y sus condiciones especí-
ficas de morbilidad.
Introducción | 7
El sobrepeso y la obesidad durante la niñez y la adolescencia tienen consecuen-
cias de naturaleza psicosocial en la población infantil; sobre todo, baja autoes-
tima y aislamiento social; esta población presenta, con frecuencia: cuadros de
tristeza, soledad, nerviosismo, estigmatización, prejuicios, discriminación y
comentarios ofensivos por parte de sus compañeros de escuela y de los miem-
bros de su familia. Actualmente, la obesidad y el sobrepeso constituyen una de
las enfermedades crónicas más frecuentes en la niñez mexicana, a tal grado
que en el contexto mundial, México es el primer lugar en obesidad infantil.
Este capítulo analiza las creencias atribuidas por las madres al sobrepeso y
obesidad en los niños, en tanto que primeras cuidadoras tienen mayor influen-
cia en el desarrollo de hábitos saludables de alimentación.
Rocío Citlalli Martínez Santos, autora del quinto capítulo, cuyo título es
Formación profesional del trabajador social en salud ambiental, afirma que el
momento actual de nuestro mundo es “de suma complejidad”. Este trabajo
centra su atención en la afectación del medio ambiente, por la inadecuada in-
teracción humana con su entorno; la autora sostiene que esta problemática es
causada por la “acción inconsciente de la humanidad”. Propone la salud am-
biental como ámbito de estudio y de tratamiento especializado para la profe-
sión del trabajo social, a partir de los retos de la investigación en tres dimensiones
(disciplinar, interdisciplinar y transdisciplinar) hacia la construcción epistemo-
lógica de este campo del conocimiento. El trabajo incluye tres apartados: el
vínculo del trabajo social con la salud ambiental; la interrelación de diversos
aspectos de la formación profesional del trabajo social y su aplicación en el
campo de la salud ambiental; y la influencia de la salud ambiental en dicha
formación profesional.
La política cultural local como objeto de intervención del trabajo social:
gestión cultural para las necesidades sociales, de Ángela Sarai Medina Castro,
constituye el sexto capítulo; enfocado al estudio del campo de la cultura, consi
derado como un espacio alternativo. Se propone la incorporación de la ciudadanía
en las políticas públicas como sujeto que puede desarrollar propuestas de
Introducción | 9
verde de la naturaleza, sin necesariamente tener un anclaje partidario. Entre
estos dos amplios movimientos, hay también diversas manifestaciones de par-
ticipación social que se enriquecen con diferentes tintes, mezclas, brillos y
matices en la compleja y cambiante realidad social y política de la Península de
Osa.
15
desde el pensamiento tecnócrata, el cual prevalece como inspiración neopositi-
vista al tomar el objetivismo de las mal llamadas “ciencias duras” o “exactas”
como criterio de la verdad; esto es evidente, por ejemplo, en el diseño y aplica-
ción de políticas ambientales y de respuesta a desastres, bajo el supuesto de que
lo no mensurable pierde valor científico. Del mismo modo, repetir discursos
sobre las metodologías cualitativas per se, no conduce a horizontes de creativi-
dad académica; pudiendo darse el caso de formular terminologías de autocon-
sumo, ajenas a la realidad social y distantes de las ciencias sociales.
Las controversias nos emplazan a mirar, escuchar y dialogar con espíritu
crítico y propositivo, reconociendo, por ejemplo, que éticamente no debe iden-
tificarse la práctica (incluyendo menciones a modelos de intervención y roles
profesionales) con las prácticas escolares desarrolladas por grupos de alumnos
durante su etapa de estudios universitarios.
México es un país heterogéneo, en el cual se expresan contradicciones so-
ciales, económicas y políticas; a pesar de la urgencia de crear espacios de plu-
ralidad, tolerancia, diálogo y debate, para construir opciones de política pública
a partir de consensos con perspectiva democrática y ciudadana, no limitados a
acuerdos parlamentarios y de cúpulas partidistas. Nuestro país transita en una
coyuntura en la cual se observa una crisis de baja intensidad, administrada
bajo principios de gobernabilidad conservadora, y muestra los estragos de polí-
ticas económicas y sociales que no tienen como finalidad resolver los proble-
mas nacionales, hay devastación social, comunitaria, ambiental y territorial.
Es pertinente preguntarnos si el trabajo social en su condición dual aporta
conocimientos y experiencias para revertir la historia presente, que implica un
aumento de los riesgos de que la sociedad mexicana padezca mayores estragos,
resultado de la combinación del arcaico régimen de dominación (basado en la
opresión de la población mayoritaria de esta vulnerable nación, desde una pre-
caria y hueca modernización carente de proyecto histórico) y del régimen de
explotación extractivista-financiero.
Un ejemplo de campo “tradicional” en trabajo social, y considerado desde
hace más de cinco lustros como ámbito de política social es la vivienda; que,
al ser un derecho humano y constitucional, recibe un tratamiento institucio-
nal de mercancía; más allá de clasificaciones internas en trabajo social, es un
ejemplo de los cambios socio-territoriales e institucionales (marco normativo
I am a true believer in the power of capitalism to improve lives. Where the free
market is allowed to operate, it is agile and creative. It can meet demand the world
over and plays a central role in increasing living standards. (…)
While the private sector does a phenomenal job meeting human needs among
those who can pay, there are billions of people who have no way to express their
needs in ways that matter to markets. (…)
Innovations for the poor suffer from both of those market limitations. The market is
not going to place huge bets or search when there are no buyers for a breakthrough. (…)
In this gap government plays an important role. It can offer services where the
market does not and this provides a safety net. (…) But government faces its own
obstacles to funding innovation. It generally does not take the long view, because
election cycles are short. Government is averse to risk, given the eagerness of poli-
tical opponents to exploit failures. Unique the private market, government is good
not at seeding numerous innovators but at backing only the ones that make pro-
gress. (…)
So when you come to the end of the innovations that business and government are
willing to invest in, you still find a vast, unexplored space of innovation where
the returns can be fantastic. This space is a fertile area for what I call catalytic
philanthropy.
Catalytic philanthropy has the high-stakes feel of the private market but can tras-
cend the key market limitations (…), catalytic philanthropy can harness political
and market forces to get those innovations to the people whe need them most. (…)
(…) we were working in a world beyond the reach of market forces (Gates, 2012: 51,
cursivas del autor).
*Los 400 billonarios filantrópicos tienen una fortuna total de 1,700,000,000 (1.70 trillones de dólares).
El monto de las donaciones representa 0.003% (tres milésima parte) de dicha fortuna.
**Incluye alimentos, “promoción de la democracia”, micro finanzas y apoyo a la onu, entre otros rubros.
Fuente: Elaboración propia, con datos de Forbes (2012: 64, 80, 90, 106, 120 y 142).
Más aún, la ambición del obispo Álvarez de Toledo aprovechó la hambruna provo-
cada por varias plagas de langosta para medrar con la venta de granos, y aumentó
los pagos por las visitas a los pueblos y la administración de sacramentos (Ruz,
2011: 49).
(...) los partidos no están organizados, subsidiados y organizados por los ciudadanos.
Lo normal es que lo grupos de poder —con políticos y administradores— organicen,
subsidien y controlen partidos, y que los partidos sean su instrumento jurídico-polí
tico constitucionalmente sancionado para la lucha cívica (p. 147).
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público podrá autorizar que los recursos del
Fondo de la Vivienda se inviertan en valores diversos a los señalados, siempre que
sean de alta calidad crediticia, o se bursatilice la cartera del Fondo de la Vivienda.
– El objeto que es sujeto. Nos expone que “El conocimiento de los medios
para alcanzar objetivos ocupa el lugar central de las nuevas ciencias. (…)
Pone un alto a las creencias reduccionistas y deterministas de la ciencia
moderna” y la cosificación que ésta impuso al conocimiento, al sacralizar
“lo cuantitativo, lo experimental y lo objetivo”. Por otra parte, los objetos
de estudio “tienen la palabra y la usan en los modelos de las nuevas cien-
cias. Comparten, critican y crean los conocimientos. (…) Los conoci-
mientos no son exclusivos de los investigadores ‘especializados’” (ídem).
– Conocimiento y acción autorregulados. Los “sistemas complejos adaptati-
vos” tienen varias características, destacando los procesos de interdefini-
ción de las partes (o actores) que los componen; es relevante destacar los
procesos sociales de los actores y sus interrelaciones. En otro nivel, se
afirma que “los sistemas dominantes redefinen a los dominados y éstos a
aquellos, mientras unos y otros redefinen sus relaciones internas y exter-
nas”; además, existen influencias recíprocas entre procesos micro y macro
(González, 2004: 370). El autor refiere que las nuevas ciencias reconocen
la importancia de la autonomía, concepto asociado con otros: identidad e
identidad regional, por ejemplo, e implica el respeto hacia el otro. Una
característica emergente radica en que “los nuevos movimientos alternati-
vos antisistémicos están planteando cada vez más la necesidad de cons-
truir nuevas relaciones sociales en posiciones que no corresponden a las
políticas reformistas ni a las políticas revolucionarias del pasado” (p. 374).
– Los efectos más que las causas. El autor considera que “las mentiras-efec-
tos laterales” pueden ocurrir por ocho aspectos (pp. 378-380). Afirma que
a la construcción de mentiras “en que participa el engañado” se añade la
El problema de fondo del drama que vive el mundo es un problema social cuidado-
samente ocultado por las nuevas ciencias y las tecnociencias, así como por el pen-
samiento neoconservador y neoliberal que las domina y ése es el problema: el de la
sujeción y la dominación de poblaciones y territorios enteros (…) (p. 411).
Epílogo
Introducción
57
Este matiz de género en tales espacios de trabajo puede percibirse a través
de las noticias laborales que difunden los periódicos, particularmente sobre lo
que “esperan de las mujeres que aspiran a trabajar en las maquiladoras”. Aun-
que estas políticas de reclutamiento laboral parecieran estar dirigidas a las
mujeres solamente; el hecho de enfatizar aspectos femeninos (de género) para
obtener un trabajo, también impacta en los hombres, en su percepción de otros
y de sí mismos. La cuestión de privilegiar ciertos aspectos femeninos (“buena
presentación”, entre otras cosas), más que sus habilidades laborales o concebir-
las como algo intrínseco a las mujeres, le otorga al “sexo” femenino más im-
portancia que a sus capacidades laborales.
Para una mujer, el hecho de trabajar en una maquiladora tiene repercusio-
nes que van más allá de los ingresos percibidos. La presencia de estas empresas
ha impactado en la construcción de las identidades de género, tanto de las
personas que ahí trabajan como de las que no lo hacen en ese entorno. Así, el
ambiente laboral de las maquiladoras es fundamental para entender la forma
en que hombres y mujeres conciben la vida, la familia y las relaciones entre
géneros a lo largo de la frontera norte. No se debe olvidar que muchas de estas
mujeres han trabajado en el sector servicios en El Paso, Texas (EU), al menos
por breves temporadas.
Debido a que se suele atribuir de manera acrítica la violencia como com-
ponente del machismo, autores como Alfredo Mirande señalan que
58 | Fernando René, Rubén Dario, Martha Sandra, Gerardo Antonio, Estefany Selena
ética. [El concepto de macho] de acuerdo con esta perspectiva positiva, se
basa en códigos de ética que resaltan [la] humildad, [el] respeto de uno
mismo y otros [aspectos], como [el] honor y [la] valentía. Quizás lo más
significativo de esta segunda perspectiva es que ser macho no implica cua-
lidades como fuerza física, asociado a virilidad, sino cualidades internas,
tales como integridad personal, compromiso, lealtad y, lo más importante,
fuerza de carácter (Mirande, 1997: 67).
Mirande también comenta que las concepciones del mundo acerca del
machismo no varían significativamente por región, aunque existen diferencias
significativas, según el estatus socioeconómico. Varones con más educación
formal, con mayor ingreso y con ocupaciones profesionales han mostrado ma-
yor probabilidad de tener una concepción positiva del mundo en términos de
igualdad (Mirande, 1997: 76). Este autor indica que otra importante (y quizás
paradójica) conclusión es que el sentido positivo de ser macho es esencialmen-
te una cualidad andrógina, tal como la hembra (la mujer) es la contraparte fe-
menina del macho. De manera similar, el “hembrismo” (femaleness) no se
evidencia a través de atributos externos —como la dureza, belleza física, senos
grandes, sexualidad o sensualidad, o excesiva femineidad— sino a través de
cualidades internas —como orgullo, dignidad, coraje, perseverancia ante las
adversidades y autoestima muy alta— (Mirande, 1997: 143).
Una preocupación relativamente reciente, que consiste en dar cuenta de si
el proceso del empleo en Estados Unidos, como en las maquiladoras de Ciudad
Juárez, está generando algún tipo de “cambio” en las relaciones entre los géne-
ros dentro de las familias, que cuentan con experiencia migratoria internacio-
nal (se sabe que de cada diez migrantes, cuatro son mujeres; algunas solteras y
con mayores niveles de educación formal que los hombres); y si la participación
de ellas, en este proceso laboral, está generando una situación de relaciones
más igualitarias entre los géneros o si, por el contrario, la migración de mujeres
ha exacerbado algún tipo de tensiones entre hombres y mujeres.
Especialistas como Christine Williams (1995) consideran que es necesario
estudiar, también, los aspectos de género que permean la vida laboral de los
varones. La mayoría de los estudios sobre el empleo de los hombres dicen mu-
cho sobre los significados, propósitos y aspiraciones que caracterizan la vida
El concepto de género
Aquí es preciso enfatizar que las relaciones de género deben analizarse depen-
diendo de contextos específicos. El concepto de género que adoptamos tiene sus
raíces en la cultura o grupo en estudio. Algunos aspectos de aquél, importantes
en determinado contexto, quizá no lo sean en otro (pensemos en entornos
urbanos frente a los rurales; zonas urbanas frente a rurales; población indígena
frente a población no indígena, entre otras). El entorno social y familiar, así
como nuestras características individuales, imprimen valoraciones de género a
nuestras interpretaciones. Mientras algunas relaciones de género son construi-
das y ejercidas en diferentes escenarios —como los mercados de trabajo, el
60 | Fernando René, Rubén Dario, Martha Sandra, Gerardo Antonio, Estefany Selena
Estado, los medios de comunicación, la escuela y la familia— autoras como
Hondagneu-Sotelo (1994) sugieren que los elementos centrales del poder pa-
triarcal y sus significados se construyen dentro de las relaciones familiares; que
los niveles macroeconómicos y las transformaciones políticas son centrales
para entender la construcción del sistema patriarcal (Lerner, 1986; 1993). En
este sentido, la definición de género es esencial para comprender algunos cam-
bios en las relaciones de género y familiares.
Me fui a El Paso porque quería mejorar mi economía, para ganar un poco más que
lo que ganaba aquí en Juárez. En esa ocasión entré de manera ilegal, bueno, con
pasaporte local, pero sin permiso para trabajar; duré en total un poco más de dos
años trabajando en esta ciudad. Me fui a residir a El Paso porque no quería estar
cruzando a diario, como lo hace mucha gente; y quería, además, darles a mis hijos
la oportunidad de estudiar en ese país. Durante esos dos años, económicamente
estuvimos muy bien, y como fue en esa época (los noventa) que la situación para
los ilegales se empezó a poner difícil, entonces decidí regresar a Ciudad Juárez.
Luego, arreglé mi residencia y nuevamente, en 1993, regresé a Estados Unidos;
sólo que en esa ocasión fui a trabajar al estado de Kansas, en un lugar donde pro-
cesaban carne para distintos lugares, en una localidad que se llama Garden.
Relata que cuando se separó de su esposo sólo tenía dos hijos y que mien-
tras trabajaba los dejaba al cuidado de sus vecinas, o con su mamá, cuando
estaba en Ciudad Juárez. Comentó que se separó de su esposo en 1982. Edna
explica que, debido a los malos tratos e infidelidad de su cónyuge, decidió se-
pararse de él. De hecho, empezó a trabajar porque su exesposo era algo deso-
bligado y pues “alguien tenía que trabajar para poder dar de comer a los hijos”.
Edna contó que decidió abandonar su empleo de Kansas porque se enfer-
mó, estaba lejos de su familia y creyó que no era conveniente que sus hijos
crecieran en un ambiente sin familiares, particularmente ahora, que estaba
divorciada. Sólo lamenta haberse casado muy jovencita. También que, cuando
contrajo matrimonio, a las muchachas las educaban para obedecer en todo a
los maridos, aun a pesar de que éstos las golpearan o las humillaran y fueran
desobligados.
Aunque los tiempos están cambiando, aún hay mucho machismo en México y no
es fácil para una mujer sola salir adelante. Si bien ahora muchos maridos consultan
a sus esposas, en mis tiempos eso era algo muy difícil de lograr, a pesar de que una
estuviera trabajando. Ahora tengo una hija que ya es prácticamente una señorita y
le estoy inculcando la idea de que se dé a valer, de que estudie y que no se deje
mandar por los hombres.
62 | Fernando René, Rubén Dario, Martha Sandra, Gerardo Antonio, Estefany Selena
pues en Estados Unidos ésa es la norma, crecer alejados de la familia o sin
ésta (entrevista de Edna R. con Germán Vega, julio de 1999).
Como se observa en el caso de Edna, hay mucha coincidencia en lo que
elaboran autoras como Scully (1990), quien subraya que debemos “examinar
los significados que los hombres están aprendiendo e implementando para lo-
grar sus metas a través de la violencia en todos los sentidos (sexual, doméstica,
psicológica, de asesinatos, etc.)”. La distinción entre los hombres que admiten
ser violentos y quienes niegan serlo no es tan importante, ya que el objetivo
central de atención es comprender y explicar qué ganan los hombres a través
de la violencia (independientemente de sus excusas y justificaciones), en una
sociedad contemporánea abrumadoramente violenta.
Diferentes investigaciones revelan que, para muchos hombres violentos,
las motivaciones para golpear mujeres, violarlas o asesinarlas no son actos
irracionales, inconscientes ni incontrolables, sino que constituyen actos deli-
berados y, muchas veces, planeados. Para algunos hombres, la violencia —en
cualquiera de sus formas— es usada como un método de venganza (revancha)
y castigo; para otros, es percibida como un “bono” agregado mientras la ejercen,
u otro tipo de acto criminal o delictivo.
En otros casos, los golpes, la violación y el asesinato de mujeres se percibe
como un mecanismo para acceder sexualmente a mujeres no disponibles o
inalcanzables para ese tipo de hombres; en tanto que, para otros varones, cons-
tituye una fuente de poder y sexo impersonal (Scully, 1990: 137). De ahí que
no sorprenda que Edna reflexione y cuide la forma como ella educa a sus hijos,
es decir, enseñándoles a participar en las labores domésticas y a no ser tan
machistas, como ella percibe su entorno laboral en Ciudad Juárez.
Entrevista No. 2.- Abraham V. es un caso que nos permite observar algunas
de las diferencias que significan haber nacido y vivido prácticamente todo el
tiempo en la ciudad de El Paso, Texas (EU), donde tienen bastantes familiares
en Ciudad Juárez. También, nos muestra cómo se construyen los discursos de
género expresados a través del control o las explicaciones sobre el divorcio.
Abraham tiene 47 años de edad, concluyó los estudios de preparatoria y es di-
vorciado. Nació y vive en El Paso, Texas, aunque va y viene a Ciudad Juárez
para visitar a sus familiares. Actualmente, trabaja como empleado en un su-
Yo era una de esas personas que surtían los alimentos para los aviones, pero aban-
doné este empleo porque no me ofrecía posibilidades de ascenso, aun a pesar de que
soy bilingüe y de que contaba ya con bastante antigüedad. Para poder ascender
hubiera tenido que trasladarme a vivir a la ciudad de Dallas o Los Ángeles, pero
esto jamás me atrajo. Además, como soy divorciado y vivo solo, pensé que iba a
resultar bastante complicado ver más cotidianamente a mis hijos, ya que ellos viven
con su mamá aquí en El Paso, Texas. Y la sangre es la sangre. Pienso que a nadie
le gustaría vivir lejos de su familia; supongo que esto tiene mucho que ver con mis
raíces mexicanas.
64 | Fernando René, Rubén Dario, Martha Sandra, Gerardo Antonio, Estefany Selena
que, por ejemplo, las violaciones, la violencia doméstica y otro tipo de agresiones,
en su gran mayoría son comportamientos socialmente aprendidos” (Scully,
1990: 59). De ahí que Abraham conciba y elabore el argumento de que en México
las cosas serían diferentes, porque en este país las mujeres sí dan más impor-
tancia a la integración de la familia. Por eso argumenta que:
A diferencia de México, aquí en Estados Unidos las mujeres son más liberales y no
están muy interesadas en mantener la unidad familiar; en general, no les interesa
mucho la familia, están más interesadas en ellas mismas. Todo esto está llevando
hacia el fin de la familia como institución principal de la sociedad, por esta razón
existen tantos divorcios en Estados Unidos. Pero, como le digo, todo esto empezó
desde que las mujeres entraron a trabajar.
(Entrevista de Abraham V. con Germán Vega, 1996, Ciudad Juárez).
Ahora las cosas son diferentes porque padre y madre tienen que trabajar para sacar
adelante a los hijos; aunque, en muchas ocasiones, sólo las mujeres trabajan, debi-
do a que existen hombres que no se hacen responsables de la manutención de los
hijos o porque sus sueldos no les alcanzan; también creo que antes los hombres sí
sabían desempeñar el papel y la función de padre, porque lo que es ahora uno ba-
talla mucho con los hombres porque éstos ya no quieren cumplir con su función
como proveedores, éstos ya no quieren hacerse responsables de la manutención de
la familia.
Digo esto basada en mi propia experiencia y porque en mi familia somos varias
mujeres y tengo una hermana que también se divorció, dado que sufría de malos
tratos y humillaciones [agresión verbal]. Y aunque no tiene hijos, yo vi bien que se
separara, porque si no ve uno apoyo en su compañero, se pregunta uno: ‘qué estoy
haciendo con este hombre, para qué pierdo mi tiempo y mi vida, no lo voy hacer
cambiar nunca’. Entonces, uno se da cuenta de que ahora ha cambiado todo, de que
han cambiado los tiempos y las maneras de pensar. Es cierto, ahora somos más
liberales, pero para mí liberal significa superación y demostrarle a los hombres que
no éramos las tontas que ellos pensaban, que sólo podíamos pasar nuestro tiempo
en la casa y la cocina.
Además, hay muchos hombres que golpean a las mujeres, las maltratan y las humillan,
y hasta la fecha no logro entender por qué algunas de éstas se dejan humillar o
Manuela también trabajó en El Paso, Texas, pero sólo durante las vacacio-
nes, limpiando casas. Ella opina que actualmente trabajar sí le confiere mayor
independencia y poder a las mujeres:
Sí, mucha independencia, lo puedes ver con tus propios padres, porque si eres sol-
tera, no trabajas y vives con tus padres, éstos te ven y tratan de manera diferente:
te tratan como a una niña. Además, hay hijas que se dejan manipular por los pa-
dres, supongo que porque los quieren mucho y lo hacen para que el padre se sienta
bien y no haya conflictos en casa, yo veo esta manipulación en el caso de mis
hermanas. Mi papá nos decía a las mujeres: ‘¿Para qué estudian, si ustedes se van
a casar y las van a mantener?’. Y, la verdad, que esto no es cierto, aunque ya no
estamos en los tiempos de mi papá, antes sí era cierto que las mujeres no necesi-
taban trabajar tanto; pero ahora las mujeres tienen que superarse, tienen que tra-
bajar porque los hombres ya no nos mantienen y ya ni siquiera se usa casarse.
Yo pensaba: ‘¿qué van a decir mis padres, mi familia, cuando sepan que me voy a
divorciar?’. Cuando me separé, mi mamá lo primero que dijo: ‘¡Ah!, ¿te vas a di-
vorciar? En mi familia nadie se había divorciado antes’. ‘Yo voy a ser la primera y,
¿si mis padres no me entienden y no me dan su apoyo?’, me preguntaba yo. Porque
hay muchas mujeres que nomás porque sus familias no quieren que se separen
éstas aceptan golpes; así que un día yo les comuniqué a mis padres lo de mi sepa-
ración, y cuando uno no está acostumbrada a que la humillen ni a que la golpeen,
me dije: ‘Bueno, si mis padres nunca me golpearon, nunca me humillaron, no estoy
acostumbrada a vivir esto’. En mi casa nadie usaba drogas ni había vicio de alcohol,
‘¿por qué tengo que soportar a un extraño que se comporta de esa manera?’. Yo he
visto amigas, amigas que tienen una profesión, que sus esposos las golpean y hasta
les han fracturado la muñeca y el cuello, y me dije: ‘esto no puede ser cierto’. En-
66 | Fernando René, Rubén Dario, Martha Sandra, Gerardo Antonio, Estefany Selena
tonces me dije: ‘yo no voy aguantar ni que me toque un poco, pobre de cualquier
hombre que se atreva a golpearme’.
Por eso yo pongo mucha atención en la superación de la mujer para que puedan ser
independientes, yo veo que a los hombres esto de la superación de la mujer no les
gusta nada; y yo les he dicho a varios compañeros y amigos: ‘al paso que vamos,
nosotras las mujeres vamos a mantener a los hombres; las mujeres vamos a estar
al frente de la familia y ustedes van a tener que quedarse en la casa’; pero lo único
que no me gusta es que los hombres no puedan dar a luz, que no puedan ser madres
para que vieran por todo lo que una pasa, especialmente cuando una es la que pare
a los hijos.
Yo pienso que por eso andamos mal ahorita, que por eso hay más violencia, porque
los hombres no soportan que una sea la que quiera mandar en casa; pero ahora, con
más mujeres trabajando, los papeles están cambiando, porque antes, cuando los
hombres nos mantenían, ellos eran los que mandaban; pero ahora que las mujeres
trabajan y, muchas veces, son el sostén de sus familias las cosas son diferentes. Así
que mis padres no se ofendieron con lo de mi separación, me dijeron que aunque
en nuestra familia no había divorcios, si hay golpes en el matrimonio lo mejor es
separarse; mi papá me dijo que las huellas de los golpes nadie se los quita, ni los
mejores médicos, porque se quedan dentro de uno, en su corazón y en su mente, y
por eso es mejor separarse, trabajar y ser independiente.
Aunque yo estoy convencida que trabajar fue lo que nos llevó a mi esposo y a mí a
separarnos. Sí, porque los hombres no la apoyan a una en el trabajo, ellos deberían
de dejarnos trabajar para que uno se dé ciertos gustos, se compre lo que a una le
guste; pero, generalmente, los hombres no ven bien eso, no les gusta que una tra-
baje, y si nos dejaran trabajar no habría tantos problemas y una no tendría que
llegar al extremo de considerar la separación como alternativa para poder trabajar.
Por eso ahora yo trato de inculcarle a mi hijo, aunque apenas tiene cinco años, que
los tiempos son diferentes, que todos somos iguales, que no debe haber diferencias
entre hombres y mujeres, que todos debemos tener las mismas oportunidades, y
eso es lo que pensamos en mi casa.
Yo tengo sólo un hermano varón, es mecánico, pero en mi casa se acostumbra que
él llega y lava su ropa, hace su comida y plancha su ropa; entonces, como mi hijo
ve esto, porque pasa todo el día en casa de mi mamá, me dice: ‘mamá: déjame a
mí lavar mi ropa’; y yo le digo: ‘pues ahorita sólo lava un poquito, deja que crezcas
más y la vas a lavar toda y no nada más la tuya, vas a lavar también la mía’. Yo
pienso que es en este momento cuando una, como madre, les debe enseñar a los
hijos a conocer la vida y que aprendan que deben ayudar también en los quehaceres
de la casa y que no dependan totalmente de una mujer o que no piensen que las
mujeres sólo servimos para hacer ese tipo de trabajos. Creo que cuando los hijos de
una son pequeños es el mejor tiempo para hacer más conscientes a los hombres
68 | Fernando René, Rubén Dario, Martha Sandra, Gerardo Antonio, Estefany Selena
Los especialistas concluyen, por ejemplo, que investigaciones recientes
revelan la existencia de una estructura social compleja en la que el poder, la
desigualdad y la opresión funcionan a través de líneas de género socialmente
construidas y, en este sistema (particularmente en países del tercer mundo), la
violencia, en sus múltiples expresiones, se utiliza como un mecanismo de con-
trol sobre las mujeres. En este sentido, los/as especialistas han subrayado que
el predominio del dominio masculino, las múltiples formas de violencia bene-
fician a todos los hombres, no sólo a quienes golpean mujeres, las violan o
asesinan. En este sentido, la existencia de la estratificación basada en el género
se sustenta y refuerza a través de las instituciones legales, económicas, sociales
y de índole política, las cuales se apoyan en el orden social institucional impe-
rante (Hammer y Maynard citados en Scully, 1990: 49) (la Iglesia, la escuela,
la familia y otras instituciones).
Tanto en los casos de Edna, Gerardo y de Manuela, se argumentaría que,
si bien empiezan a proliferar los estudios que conectan las categorías de género,
trabajo y migración internacional —en su gran mayoría estos trabajos, hasta
ahora— han centrado su atención en individuos y no en grupos familiares o en
la familia. Tradicionalmente, los estudios sobre migración internacional han
enfatizado ciertos aspectos de este proceso, como las condicionantes socioeco-
nómicas, funcionamiento de redes sociales, envío y uso de las remesas, lugares
y tipo de empleos en Estados Unidos, la incorporación de mujeres y jóvenes al
mercado laboral, así como los cambios en el estatus migratorio.
Sin embargo, poco se han estudiado los posibles cambios en las relaciones
entre los géneros y las familias luego de haber vivido y trabajado en Estados
Unidos; y, particularmente, sobre las prácticas de violencia hacia las mujeres
que los varones, tanto en sus lugares de origen, como en Estados Unidos, con-
tinúan ejerciendo. En el caso concreto de la frontera norte, por ejemplo, Fer-
nández-Kelly (1983) había señalado ya, a finales de los años setenta (s. XX),
que desde que las mujeres empezaron a trabajar, tanto en las maquiladoras
como en Estados Unidos, comenzaron a presionar para incidir en las decisio-
nes familiares de mayor envergadura. Esto significó, al menos potencialmente,
“una amenaza para el rol de autoridad tanto de los esposos como de los padres
de estas trabajadoras”. Fernández-Kelly sostiene que las mujeres de la frontera
norte no sólo fueron acusadas de olvidar sus “roles apropiados”, sino que tam-
70 | Fernando René, Rubén Dario, Martha Sandra, Gerardo Antonio, Estefany Selena
migración. Estas relaciones de género, junto con la edad, clase social y estado
civil constriñen de varias formas a los individuos a la hora de decidir migrar a
Estados Unidos. Igualmente, la autora observa que, mientras la incorporación
de las mujeres en la fuerza laboral ha erosionado, de algún modo, la posición
“central” de los varones como principales proveedores económicos, el trabajo
femenino no es necesariamente un signo de emancipación.
Hondagneu-Sotelo encontró, también, que existe una diferenciación por
sexo (género) en el proceso migratorio internacional, en el sentido de que las
mujeres buscan establecerse en Estados Unidos, mientras que los varones in-
tentan regresar a México. Ella explica esta diferencia como resultado de que las
mujeres se “empoderan” en Estados Unidos. Algunos críticos de Hondagneu-
Sotelo (1994), como Alejandro Canales (2000), sostienen que si bien existen
diferencias por sexo, también se presentan otros factores de diferenciación,
iguales o más importantes, como: la edad, origen (rural o urbano), posición en
la estructura familiar, entre otros.
Entrevista No. 4.- Gerardo no está del todo de acuerdo con que su esposa
trabaje, porque dice que “descuida mucho a los hijos”. Cuando su esposa tra-
baja, Gerardo ve la aportación económica de ella como una pequeña ayuda y
considera que “realmente la mejor ayuda que puedes tener de una mujer, y
digo esto no porque sea machista, es que se quede en casa al cuidado de los
hijos; para que éstos no se metan en malos pasos, ya ves que ahora están de
moda las pandillas y las drogas”. Y añade:
Bueno, francamente te diré que una mujer que trabaja, piensa y cree que tiene los
mismos derechos que un hombre, pero por el solo hecho de ser mujeres ya llevan
la batalla perdida, porque todavía la sociedad mexicana no ve con buenos ojos que
las madres no atiendan a los hijos, y por eso las critican mucho; particularmente,
a las mujeres que después de trabajar se van con sus amigas a bailar o a tomar unos
tragos. La sociedad tiene sus reglas y no le perdona a las mujeres que en lugar de
estar en su casa con sus hijos anden por ahí con las amigas o amigos, y como la
mujer es el pilar de la familia, una casa sin la mujer no es un hogar. Y, también, al
andar en la calle, se exponen a recibir propuestas indecorosas, a ser tocadas o vio-
ladas, y en algunos casos hasta a ser asesinadas.
Gerardo explica por qué considera que debe ser la madre quien esté al cui-
dado de los hijos: “Porque la mamá es más importante por el hecho de ser
72 | Fernando René, Rubén Dario, Martha Sandra, Gerardo Antonio, Estefany Selena
yeron el asesinato de mujeres en Ciudad Juárez al hecho de que “éstas se ves-
tían y usaban maquillaje en forma [muy] provocativa” (a esto nos referimos
cuando hablamos del “ambiente sexuado” de las maquiladoras).
Como veremos a continuación, tanto éste como otro tipo de discursos
suelen esgrimirlos predominantemente los hombres, como en el caso de Gerar-
do. González de la Rocha (1994) indica que la violencia la utilizan los varones
como un mecanismo que les permite reafirmar su control sobre las mujeres, y
“para recordarles a éstas cuál es su lugar en el hogar”. Empero, en esta inves-
tigación se encontró —al igual que García y De Oliveira (1994)— que la parti-
cipación laboral de las mujeres, en el área fronteriza de Ciudad Juárez, y en la
frontera norte de México, en general, les ha permitido a algunas de ellas obte-
ner ciertos niveles de autonomía; los cuales les han facilitado cierto margen de
negociación respecto de la distribución de las tareas domésticas y el cuidado de
los hijos.
Entrevista No. 5.- Luis admite que sin el ingreso de su esposa jamás podría
mantener a su familia. Considera, también, que el trabajo sí les da más poder
e independencia a las mujeres; aunque esto no las exenta de violencia intrado-
méstica, física y verbal: “Creo, además, que si sólo yo trabajara, jamás me
gritaría tanto. El trabajo hace más fuertes, más valientes y más gritonas a las
mujeres. Se puede decir que desde que ellas trabajan prácticamente mandan en
sus hogares”.
Luis admite que a él sí le molesta que su esposa trabaje, porque descuida
mucho a los hijos y ellos necesitan muchas atenciones: “Debo reconocer que a
mí me toca hacer ciertos trabajos de la casa, como limpiar la casa, lavar el
auto, preparar y dar de comer a los hijos, lavar platos. Y, además, me toca dis-
ciplinar a mis hijos”.
Sin embargo, Luis señala que es difícil creer que en estos tiempos las mu-
jeres aguanten malos tratos sólo porque les sería difícil sacar adelante a la fami-
lia sin el apoyo del hombre, especialmente ahora que hay tantas oportunidades
de trabajo en todas las ciudades de la frontera norte de nuestro país:
Además, a las mujeres se les facilita más encontrar trabajo. Para algunas mujeres,
basta con vestir escotadas o enseñar un poco las piernas y entonces tienen ga-
rantizado el trabajo. En el caso de los hombres es diferente, porque nosotros no
podemos recurrir a este tipo de estrategias, tenemos que demostrar con nuestros
74 | Fernando René, Rubén Dario, Martha Sandra, Gerardo Antonio, Estefany Selena
que se podría calificar como un mecanismo sutil de violencia hacia las muje-
res), los riesgos que ellas corren cuando migran a Estados Unidos y el descuido
de la educación de los hijos como elementos discursivos para disuadirlas de
migrar. Evidentemente, estos discursos, elaborados principalmente por varo-
nes, suelen apelar a la visión de una “doble moral”; y, comúnmente, este tipo
de hombres exagera su preocupación ante la potencial pérdida de los privilegios
de que gozan cuando sus esposas e hijas permanecen en casa (sobre todo, a las
tareas o responsabilidades del trabajo doméstico y el cuidado de los hijos). Esto,
sin embargo, no debe hacer suponer que las mujeres ni los varones son entes
pasivos; tampoco debemos suponer que los varones son totalmente opuestos a
“nuevos” cambios.
Szasz (1999), por su parte, llama la atención sobre aspectos sumamente
relevantes poco aludidos en la bibliografía sobre migración femenina hacia
Estados Unidos:
76 | Fernando René, Rubén Dario, Martha Sandra, Gerardo Antonio, Estefany Selena
involucran una nueva construcción de lo que socialmente es aceptado como
atributos de lo femenino y las relaciones entre los sexos.
Ariza (2000), por ejemplo, señala, también, que el hecho de aceptar que las
mujeres trabajen para completar el ingreso del hogar somete la imagen mascu-
lina a un cúmulo considerable de tensiones y contradicciones; de ahí que, con
frecuencia, la idea del retorno suscite reacciones opuestas: las mujeres, en una
gran mayoría de los casos, no desean retornar, aunque al final lo hagan “en aras
del bienestar familiar”. Finalmente, esta autora argumenta que el problema
más delicado es el de la evaluación del impacto de la migración sobre las rela-
ciones de género.
Señala cómo algunos autores proponen un modelo analítico cuyo eje reside
en calibrar el efecto de la migración internacional sobre la situación de la mu-
jer, a través de contrastar las diferencias en los niveles de intercambio (econó-
mico y no económico, sociales) que tienen lugar antes y después de la migración:
“Estos intercambios incluyen tanto bienes y servicios, como cuotas de poder en
cuanto al control de los propios recursos, los de otros miembros de la familia
y el proceso de la toma de decisiones”. Según la apreciación de la autora en
mención, las alternativas resultantes de la experiencia migratoria internacional
serían la mejoría en la situación de la mujer, deterioro o reestructuración de las
asimetrías. Esta propuesta se encamina en el sentido de recuperar los aspectos
sociales —no únicamente económicos— del proceso migratorio.
Por otra parte, González-López (2005) discute, a partir de entrevistas con
mujeres migrantes como Azálea: “Trabajo y me sostengo a mí misma, así que
no tengo que tener sexo con mi esposo si no lo deseo. Antes de venir a Estados
Unidos, usualmente hacía [sexualmente hablando] lo que mi esposo quería.
No tenía más opciones, pero todo eso se acabó”. La autora asume que el relato
de Azálea desafía la visión común que se tiene acerca de la sexualidad de los
latinos (y de los mexicanos en particular). Para González-López (2005) la se-
xualidad es creada y reproducida a través de la vida familiar. La familia es el
lugar primario y original del control social, institución en la que se redefinen y
ordenan las políticas de las relaciones de género vinculadas con la experiencia
heterosexual de hombres y mujeres; asimismo, es el lugar donde cobran expre-
sión las relaciones, la violencia y las relaciones amorosas.
78 | Fernando René, Rubén Dario, Martha Sandra, Gerardo Antonio, Estefany Selena
sexualidad. O, al menos, lo que la comunidad espera de ellas respecto de estos
asuntos que para nada son privados; aunque así lo proclamen los discursos y
la legislación. Así que, todavía falta recorrer una buena parte del camino para
conocer más mujeres como Azálea.
Consideraciones finales
80 | Fernando René, Rubén Dario, Martha Sandra, Gerardo Antonio, Estefany Selena
pequeños. No se tuvo conocimiento de ningún caso de algún hombre que se
haya planteado la posibilidad de quedarse a cargo de los hijos para que su com-
pañera ganara el sustento de la familia. Todo parece indicar que en localidades
como Ciudad Juárez, así como en el resto de las ciudades mexicanas, aún se
concibe al varón como el principal proveedor económico de la familia. ¿Cuál
es, en este sentido, el significado del trabajo para las mujeres y cuál para los
varones? Y, ¿qué implicaciones hay cuando no se logra una buena negociación
para ingresar al mercado laboral? Tal parece que en los sectores populares (obre-
ros) los hombres consideran sus ingresos como la entrada de dinero más im-
portante para los hogares; y que los de las mujeres se suponen, obviamente
—por razones de índole ideológica y de dominio— como un “complemento”
del ingreso que devengan los varones.
En términos generales, a la gran mayoría de los hombres entrevistados les
molestaba y preocupaba que sus esposas trabajaran. Solían quejarse de que
“ahora que las mujeres trabajan quieren mandar también en la casa”, de que a
veces se iban con sus compañeras de trabajo “de parranda”, y que a lo mejor
hasta les estaban siendo infieles a ellos. Todo esto, parece que constituyen
mecanismos ideológicos aplicados por los varones para no perder poder ni al-
terar su imagen como proveedores principales; pues esto les permite continuar
siendo los “jefes de familia” y, por ende, justificar prácticas de violencia que les
permite “recordarles a las mujeres cuál es su papel en la familia y la sociedad”.
A pesar de considerar este trabajo como un simple estudio de caso, su
aportación radica en mostrar —a través de algunos ejemplos— cómo funcionan
los mecanismos (muchas veces sutilmente) a través de los cuales los varones
continúan ejerciendo distintas modalidades de violencia hacia las mujeres. El
hecho de que varias mujeres deban pedir permiso para trabajar, a pesar de la
incapacidad de los ingresos de los varones para sostener a sus familias, da
cuenta de que constituye todo un mecanismo sutil, ideológico y vertebrado en
discursos elaborados en usos y costumbres de un sistema patriarcal (bastante
machista, muchas de las veces) al que suelen apelar los varones para no perder
sus privilegios ni su dominio sobre las mujeres.
Con relación a la participación de las mujeres en la migración, conviene
discutir cómo los varones han tomado estos cambios de actitud de las mujeres
migrantes; asimismo, llamar la atención acerca de las resistencias, ambigüeda-
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Tercera parte
Grupos etáreos y salud
Capítulo 3
Introducción
91
ellos haya un adulto mayor. En la actualidad, de acuerdo con los resultados del
último recuento censal, en el país residen 97.50 millones de personas. De és-
tas, alrededor de 3.70 millones son mujeres de 60 años o más, y 3.30 millones
son hombres en este mismo tramo de edad. Entre la población de 60 años o
más hay 88 hombres por cada 100 mujeres. Esta relación se marca con mayor
proclividad conforme aumenta la edad; así, en el grupo de población de 60 a 64
años se cuentan 91 hombres por cada 100 mujeres; mientras que para el grupo
de 85 años o más, la relación es de 74 por cada cien.
Edades mayores se relacionan con tasas elevadas de enfermedades crónicas
degenerativas e incapacidad que afectan su calidad de vida. Asimismo, las per-
sonas envejecidas suelen ser vulnerables, muy susceptibles a presentar compli-
caciones y a tener un impacto negativo en su salud. De manera conjunta, será
necesario que el sector salud contemple las nuevas necesidades de esta pobla-
ción, tales como servicios asistenciales y residenciales (Medina-Chávez, 2011).
Al respecto, Castro (2010) señalan que en la actualidad los adultos mayo-
res institucionalizados es un tema en crecimiento; además, se observa con
frecuencia que las familias buscan a otras personas para que cumplan las fun-
ciones de cuidadores, o bien, la misma persona está acudiendo a casas de repo-
so. Por ello, es necesario que se tome en serio la realidad del aumento
estadístico en cuanto al número de personas mayores; puesto que se ha incre-
mentado la esperanza de vida. Aunado a ello, se observa una alta prevalencia
en enfermedades crónico-degenerativas, discapacidades, dependencia y limita-
ciones para que los adultos mayores lleven a cabo actividades de la vida diaria.
Con relación a este punto, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición
(2012), indicó que en el ámbito nacional, más de una cuarta parte de los Adul-
tos Mayores (26.90%) presentó algún grado de discapacidad; es decir, tenía di-
ficultad para realizar al menos una Actividad Básica de la Vida Diaria (abvd):
caminar, bañarse, acostarse o levantarse de la cama y vestirse. En lo que res-
pecta a las Actividades Instrumentales de la Vida Diaria (aivd), 24.60% de los
Adultos Mayores tenía dificultad para realizar al menos una de las cuatro acti-
vidades instrumentales estudiadas (preparación de alimentos, compra de ali-
mentos, administración de medicamentos y manejo de dinero). En ambas
condiciones, se observa que las prevalencias se incrementan en la medida en
que aumenta la edad, y es mayor en las mujeres en comparación con los hom-
Metodología
Técnicas de investigación
Muestra
Análisis de la información
Para iniciar con esta etapa, se realizó lo que plantea Álvarez-Gayou (2003): se
trascribió la información recabada de las entrevistas, se imprimieron los textos,
se leyeron cuidadosamente y se anotaron con lápiz los códigos tentativos. Se
familiarizó con cada una de las entrevistas, a través de lecturas repetidas. En-
seguida, se hizo una clasificación con etiquetas para las unidades que fueron
cubiertas por un mismo tema, donde las categorías fueron referidas a situacio-
nes, actividades y acontecimientos; esto, con el fin de que los datos tuvieran
una descripción más completa.
De igual forma, se realizó una descripción de cada categoría, se determinó
la frecuencia con la cual aparecieron los datos y se encontraron vínculos entre
categorías. Conjuntamente, se efectuó una codificación de los datos para defi-
nir que pertenecen a una categoría ya incluida. Los códigos fueron palabras o
números que sirvieron para identificar la categoría. Con el objetivo de facilitar
el proceso de análisis de datos cualitativos, se utilizó el software “MaxQDA”
versión 10, el cual favoreció para realizar con mayor facilidad y rapidez el aná-
lisis de los textos.
Resultados
Pues me considero una persona optimista, este…, me gusta ser buena amiga, no
dar lata, procuro ser agradable para las demás personas, y Dios me ha dado el don
la paciencia, y me dicen las muchachas que si sus pacientitos fueran como yo ellas
no se cansarían. Además, Dios es muy grande, porque yo, dentro de todo, yo nada
más tengo el problema de la operación de las cervicales, pero estoy sana: no tengo
ni azúcar, ni colesterol, ni nada de eso; entonces yo le doy gracias a Dios que estoy
bien (Amanda, 72 años).
No tengo enfermedad, gracias a Dios, y hace años yo padecí y de repente me quie-
re dar la laberintitis del oído, mareo; pero ya tengo bastante tiempo que ya se me
ha retirado. Mi estómago está bien, gracias a Dios, y voy al baño; yo todavía no uso
pañal, como todas las personas que están aquí; todas, todas, todas usan pañal y yo
todavía no uso; yo me levanto al baño, ¿verdad? (Natalia, 90 años).
Entre los principales hallazgos encontrados fueron que todos los entrevis-
tados señalaron que la razón por las que llegaron a vivir a la casa de reposo se
debe a que vivían solos en sus casas: porque sus hijos se casaron, su conyugue
falleció, o bien, porque no tuvieron hijos. Además, presentaban algunas defi-
ciencias para realizar actividades básicas de la vida diaria. Por lo cual, sus hijos,
hermanos o sobrinos tomaron la decisión de llevarlos al asilo, planteándoles
que en la casa de reposo tendrán compañía y mejores cuidados.
Al respecto, González (2007), utiliza el término ansiedad filial para descri-
bir los sentimientos que se presentan en los hijos adultos cuyos padres se
encuentran ya muy ancianos o en peligro de muerte. Para aminorar esta crisis,
Yo me quedé viuda, y luego todos mis hijos se casaron, formaron sus familias, se
fueron; y pues, lógicamente, me quedé sola y para estar pues… con compañía de
otras personas pues… decidieron traerme a esta casa (Teresa, 79 años).
Me quedé sola, se murió mi hermana, éramos dos, se murió mi hermana y me
quedé sola; y mis parientes trabajan todo el día hasta las siete de la noche, y dijo:
‘que cómo me iban a dejar todo el día, que viera que no estaba bien eso’; entonces,
opté por venir aquí (Mayela, 70 años).
Fui casada y mi esposo y yo duramos como 55 años de casados y después el falleció
y, luego vivía sola y mis hijos prefirieron que estuviera aquí para tener compañía,
¿verdad? Pues, viviendo sola, pos’ nomas las vecinas y así, gracias a Dios, me aco-
modé bien aquí (Consuelo, 88 años).
Me operaron de las cervicales. Tengo na’más una hija, su esposo y mis nietos, pero
pues todo el mundo trabaja, y no iba a poder yo estar bien atendida como mi hija
quisiera, y me dijo: ‘pues te vamos, mejor, a poner unos días mamá; espero que no
te parezca mal’. Mientras yo pueda no les quiero todavía recargar a ellos, ¿verdad?
Porque, pues, ellos también tienen sus gastos y sus compromisos (Amanda, 72
años).
Yo vivía en Guadalajara. Son tres hijos que viven aquí y, entonces, dije: ‘pues ¿qué
voy a hacer sola? Entonces, pues… me dijeron que aquí, porque que te dan esto y
lo otro; y entonces, sin darle ahora problemas a nadie, pues… por decir ya todos
mis hijos, pues… están casados y no quiero vivir con ninguno, soy muy…, no sé si
soy tonta o ¿qué? (Eva, 86 años).
Yo llegué aquí, pues… porque no podía caminar; es que yo tengo artritis deforma-
tiva (Carmen, 88 años).
Pos’…, me dio la embolia, me trajo para acá, quedé muy alterada, pero ya estoy
mejor (Beatriz, 73 años).
Hace como un año más o menos llegué, y eso es porque me atropelló una camio-
neta y me caí de la cama y en la casa me resbalé y quedé todo un día debajo de un
mueble y me quedé inválida, ya era mucho, ¿verdad?… (Pilar, 88 años).
Vivía sola, me cuidaba una señora, me daban de comer en la boca, no caminaba
nada y traía una úlcera muy grande, de tanto estar acostada, entos’ ya mi hija vio
que no avanzaba nada y me dijo: ‘vamos a Santa Clara’. Me trajo, me repuse mucho,
sí me repuse, porque cuando llegué aquí estaba muy mal: 43 kilos; jamás en mi
vida había pesado eso (Ángela, 85 años).
Claro que me sentí mal al principio, pero ya me acostumbré, ya, ya… con tanto
mes…, ya, ya me acostumbré (Marcos, 84 años).
Con relación al apoyo social, los adultos mayores que viven en las casas de
reposo tienen cubiertos los apoyos de tipo instrumental, ya que las labores
domésticas, la compra y preparación de los alimentos está a cargo del personal
de la institución. Por otra parte, el traslado a citas médicas es garantizado por los
familiares del adulto mayor. Al respecto, Arroyo et al. (2011), señalan que
las condiciones de salud colocan a los adultos mayores en una situación vul-
nerable tanto física como socialmente; la discapacidad y el deterioro son con-
secuencia de ello, limitándolos a realizar las funciones básicas de la vida diaria.
No tengo qué hacer hijita, porque mira: me barren, me trapean, me tienden la ca-
ma, precisamente por eso mis hijos me pusieron aquí… (Mariela, 83 años).
He estado muy bien atendida y pos’ el alimento muy bien a mis horas y dormir pos’
sí, en ratos (Natalia, 90 años).
Mira, aquí no hacemos nada, así que pues me la pasa aquí, ya si quiero ver la tele,
pues veo la tele; que, por ejemplo, vienen las compañeras y se ponen algo de pláti-
ca y todo eso, pues ya nos juntamos un rato (Teresa, 79 años).
Yo pago aquí, porque mi esposo me dejó casa, un terreno muy grande, dinero en el
banco, lo junté el dinero en el banco, y me vendí mi casa, lo junté todo y lo eché al
banco y de ahí estoy pagando aquí (Mariela, 83 años).
Bueno, mis hijos pagan, para que esté yo aquí, mis hijos pagan aquí, pues… para
mi alimentación (Teresa, 79 años).
Yo creo que entre todos, a mí no me dicen nada, nomás sé que se juntan ellos para
ver cuánto me van a dar y no, exactamente que me tenga, que apoyar. Mi marido
se murió y él trabajaba en PEMEX; entonces, yo tengo lo de PEMEX y si ocupo
algo con eso (Liliana, 86).
Cuando surgen gastos como los medicamentos, pañales, antojos sobre al-
gún alimento, etc., el apoyo, principalmente, lo reciben de las hijas o de algún
familiar de género femenino.
Viene a visitarme a veces mi hija, como también mis dos hermanas; no vienen muy
seguido, es que trabajan mis dos hermanas; y, luego, mi hija también trabaja y no
le queda mucho tiempo (Sandra, 75 años).
Pues…, me vienen a visitar mis hijos, como cuando vienen con la familia. No
vienen seguido, porque pues…, por ejemplo: mis hijos tienen sus trabajos y tienen
que estar trabajando; por ejemplo: ahora puede que vengan hoy, puede que vengan
otro día (Teresa, 79 años).
Por ejemplo, vienen las compañeras y se ponen algo de plática y todo eso, pues ya…,
ya se siente una en compañía (Teresa, 79 años).
Pues…, que antes yo estaba muy triste y que pues… no hallaba razón de la vida y
aquí poco a poco fui despertando, ¿verdad? (Hilda, 87 años).
Pos’ me la paso sentada, allá en la sala, o si no, me vengo para acá y aquí me que-
do en mi cama (Sandra, 75 años).
Casi no salgo a convivir con las pobres aquellas, porque ahorita no siento ánimo de
estar platicando, y luego que no oyen, y luego que yo ando ronca (Amanda, 72
años).
Discusión
Conclusiones
Introducción
111
Actualmente, la obesidad y el sobrepeso constituyen una de las enfermeda-
des crónicas más frecuentes en la niñez mexicana. A tal grado que, a nivel
mundial, México tiene el primer lugar en obesidad infantil. Resultados de la
última Encuesta Nacional de Salud Pública y Nutrición indican que la preva-
lencia nacional del sobrepeso y la obesidad (combinados) en los niños en edad
escolar de entre 5 a 11 años de edad, es de 34.40 % (32% en niñas y 36.90%
en niños); lo que representa alrededor de 5’664,870 escolares del ámbito nacio-
nal. En Nuevo León, esta problemática afecta con 28.60%, prevalencia combi-
nada de sobrepeso y obesidad (Gutiérrez, 2012). A pesar de las múltiples
estrategias para enfrentar esta patología, los resultados continúan siendo des-
alentadores.
Dichas cifras y, en general, la situación de salud de la población escolar
mexicana han justificado que, recientemente, se lleven a cabo diversos estudios
que aborden la obesidad infantil (Benson, 2008; Castillo y Sénz-López, 2007;
Flores-Peña, 2014; Ghione y Pietrobelli, 2002; Hall, 2007; Kovalskys, 2005;
Leite de Araujo, 2006; Rodríguez, 2006; Sánchez, 2002; Serra, 2003) desde
diferentes enfoques; sobre todo, con metodología cuantitativa. No obstante,
debido a la naturaleza cuantitativa de los estudios revisados no comprenden y
ni dan a conocer el punto de vista de las madres de familia, en su lenguaje y
sus razones. Por ello, se consideró que la aproximación metodológica idónea
para el estudio es la cualitativa.
Por tal motivo, se pretende conocer y profundizar acerca de las creencias
atribuidas por las madres de familia al sobrepeso y obesidad en los niños; se
determinó que el eje central serían precisamente ellas, puesto que Días y Enrí-
quez (2007), indican que la madre —como primera cuidadora— tiene una
mayor influencia en el desarrollo de hábitos saludables de alimentación; ya que
es la encargada de ofrecer algunos alimentos y de evitar otros, así como de
distribuir y determinar las comidas y sus cantidades durante el día.
Método
Pues, se les ve en su pancita pareja, las piernitas ya se les pegan una con otra, la
carita; son muy cohibidos, porque a veces los niños los atacaban mucho, son objeto
de burla ellos; y ellos como que se van retirando (E12-38-OB-OB).
Pues es un niño gordo, es un niño que a lo mejor no tiene tanta actividad física;
inclusive, sicológicamente, es un niño que se aísla por temor a la burlas (E17-44-
OB-OB).
Cabe aclarar que las madres que tienen niños que presentan obesidad uti-
lizan sinónimos de connotaciones positivas en lugar de obeso o gordo; sobre
ello, Aboitiz (2008) menciona que esto puede deberse a que los padres, por
cariño y aprecio a sus hijos, suelen no verlos como obesos; y, frecuentemente,
los describen como “fuertes”, “saludables”, “grandotes”, etc. Además, porque
Pienso que hay diferencia, obesidad… pienso que obesidad es pesar muchos kilos
de más y sobrepeso es tener kilos de más pero no tantos (E6-40-SB-SB).
Una diferencia yo creo que sí, porque la obesidad es cuando la persona ¡está dema-
siado gorda! Hasta ni puede ni abrir los ojos, el sobrepeso a lo mejor es el estar así,
rellenita (E9-30-PN-PN).
En este estudio, las madres creen que la obesidad genera mayores proble-
mas en niñas que niños; sobre todo, en cuestiones relacionadas con el aspecto
físico, ya que las participantes aluden que cuando una niña se vuelve adulta es
importante que sea delgada; para que, de esta manera, pueda interesarle al sexo
opuesto, ya que el estereotipo de belleza que marca la sociedad es que una
mujer de cuerpo esbelto es sinónimo de belleza; mientras que, la obesidad es
señalada y criticada por gran parte de la sociedad. Sobre esto, Núñez (2007)
—en un estudio que realizó— encontró que las madres suelen a aconsejar a sus
hijos a no comer en exceso y a realizar ejercicios, con el objetivo de que puedan
sentirse bien con su figura corporal y logren socializar con sus pares. Incluso,
creen que la obesidad es una barrera importante para que sus hijos/as inicien
un noviazgo.
A una niña, porque tiene que estar delgadita de grande para que le hagan caso (E14-
37-OB-OB).
A una niña le va a repercutir más emocionalmente cuando esté adolescente, porque
casi siempre los hombres estereotipan mucho que la mujer debe ser delgada… (E21-
30-SB-PN).
Con relación a este punto, Arroyo y Cabello (2010) explican que en la ac-
tualidad el ideal del cuerpo femenino es esbelto y estéticamente bien formado;
para dicha concepción han contribuido, de manera importante, los distintos
medios de comunicación y la presión social; éstos influyen para que las perso-
nas sigan esa imagen ideal que, en muchas ocasiones, es difícil de alcanzar;
mientras que en la sociedad pareciera que los cuerpos han llegado a ser más
importantes que los sujetos, pues es más frecuente escuchar la descripción de
una persona por sus características físicas, que por su ser en sí mismo.
De igual forma, las madres que participaron en el grupo focal aseguran que
la obesidad le afecta más a las niñas, sobre todo físicamente. A continuación,
se muestra algunos argumentos que las madres proporcionaron en el grupo
focal:
Por otro lado, la minoría (8) de las madres a las que se les realizó entrevis-
tas semiestructuradas, creen que la obesidad infantil genera problemas tanto
de salud como de índole estético en niños y en niñas:
Pues, se me hace que a los dos de igual manera, a los niños y a las niñas les trae
problemas (E9-30-PN-PN).
Yo digo que a los dos por igual tienen problemas de salud y físicos (E17-44-OB-OB).
Al cuestionar las creencias que las madres tienen sobre en qué etapa de la
vida ocasiona mayores problemas la obesidad, si en la niñez o la adolescencia,
las respuestas se dividieron en tres tipos: el primer grupo de madres —en don-
de se encuentra la mayoría de las entrevistadas (12)— creen que en la niñez la
obesidad no es un problema de salud, sino una etapa temporal, ya que cuando
los niños crezcan o “se estiren”, la obesidad desaparecerá.
Yo pienso que los niños crecen y se les quita lo gordito, yo he visto vecinitos y a
otros niños que estaban gorditos y ahora que son adolescentes ya no están así, ya
no son gorditos (E2-34-SB-OB).
Yo trato de ser muy positiva con mis hijos, y yo siempre les digo cuando vemos un
niño gordito, le digo: ‘mira, a lo mejor come mucho, pero al rato va a crecer y se
puede acomodar, a lo mejor está gordito por su papá o así es su mamá, pero al rato
crece y se va estirar’ (E11-38-OB-SB).
“A los niños mayores”, “a uno de secundaria, porque después ya es más difícil que
bajen de peso”, “los insultos son más fuertes”, “yo creo que afecta más a los más
grandes”.
Por otro lado, el segundo grupo de madres (5) creen que la obesidad trae
mayores problemas en la niñez, debido a que los niños se encuentran menos
conscientes de su situación y si presenta obesidad en etapas tempranas lo más
probable es que siga con esa tendencia en la adolescencia.
Yo digo que es por igual, yo digo que es igual tanto afecta unos como a otros, porque
los problemas de salud, digo, ésos a todos los seres humanos, a los grandes y los
chiquitos; y la obesidad ahorita está creciendo más en la infancia, en la infancia y
en la adolescencia. Es lo preocupante llegar a los 60 años y enfermo y aparte…
¿llegaremos? Eso es lo preocupante con esto (E20-39-SB-OB).
Yo digo que no tienen una comida balanceada: les gustan más las grasas, o no sé,
la comida chatarra; me imagino que es lo que más compran (E16-36-PN-PN).
La mala alimentación, el comer mucha comida de la calle, frituras, galletas, pan,
mucha tortilla también te engorda (E8-27-OB-BP).
Es la falta de ejercicio, la falta…, porque ahorita los niños ya no juegan; yo le digo
a mi hijo… Yo digo que les afectan a los niños el ver la televisión y tantos video-
juegos, ya no hacen nada, no hay niños en la calle, una es por la inseguridad.
Aparte, la mayoría de los papás trabajamos, uno a veces por comodidad les tiene
las cosas para no batallar y decir ‘ahí le tengo la nana’, es la nana, la tele es la nana
(E10-43-SB-OB).
Pues, a veces uno como madre que no les cuida la alimentación, no hay hábitos en
la casa; que a veces están solos y ellos comen lo que sea y a veces los papás les
dejan dinero y coman lo que quieran y lo más fácil es ir a la tienda y: ‘me compro
mi paquete de tostadas y de galletas y mis dos litros de coca’, porque yo lo veo (E20-
39-SB-OB).
Yo creo que la falta de control de los papás, de lo que comen: a veces, fuera de la
casa, a veces este… por no darles lonche en la mañana pues les damos dinero; y
pues ellos se compran que papitas, duritos, cosas que les parecen como que más
ricas para ellos; y en la casa igual, también entre comidas a lo mejor comen este de
ese tipo de comidas, comida chatarra (E4-45-PN-PN).
Problemas sicológicos, lo típico que los niños en la escuela que bromean que con el
niño gordito del salón que no lo dejan y lo agarran (E6-40-SB-SB).
Problemas de autoestima porque sus compañeritos se burlan de ellos; los niños
siempre se burlan de los gorditos (E2-34-SB-OB).
Una de las entrevistadas señaló que el hecho de que los niños recibieran
burlas por parte de sus compañeros, en un futuro les puede ocasionar trastor-
nos alimenticios, tales como anorexia y bulimia. Algunos autores aseguran que
el rechazo al sobrepeso, la obesidad y la persona “gorda” refuerza el actual an-
helo por la delgadez y del cuerpo atlético; lo cual posibilita la realización de
prácticas alimentarias, de ejercicio y compensatorias de riesgo, como son: el
atracón, la restricción de ingesta de alimentos; la práctica de ejercicio excesivo,
el vómito, el consumo de enemas, diuréticos y sustancias para disminuir de
peso (López et al., 2010).
Se da el caso de que empiezan con burlas y todo ese detalle; el niño va a buscar
refugiarse en otro tipo de cosas que no le ocasionen esa situación, y a la mejor son
cosas dañinas; igual y cuando estás obesa en una niña puede empezar la bulimia,
por lo mismo que ya fue burlada, constantemente que va a buscar ella, comienza a
ingerir cosas que no debe ingerir, empieza a tomar otro tipo de medidas que tam-
poco las debe de hacer, pues son perjudiciales para su salud; entonces, por eso se
han dado los casos de bulimia y anorexia y se ve más frecuente en el sexo femeni-
no (E17-44-OB-OB).
Las entrevistadas con hijos varones opinan que si sus hijos presentaran
obesidad, les preocuparía, debido a que esta situación les puede provocar —con
el tiempo— otro tipo de enfermedades crónicas, como la diabetes. Por consi-
gueinte, las participantes creen que la obesidad no es una enfermedad por sí
misma, sólo la reconocen como un factor de riesgo para la aparición de enfer-
medades (como diabetes), la cual sí consideran un problema. En estas citas las
entrevistadas confirman lo anterior:
Pues mal, o sea, tratar de ‘ponerme las pilas’, porque digo yo, si el niño está obeso
es porque uno también está haciendo algo mal, ponernos, cuidarnos algo (E18-28-
SB-BP).
Pues culpable, primeramente lo que haría es seguir la indicaciones del doctor y
poner todo de mi parte para que mi niño llegara a tener un peso adecuado, según a
su proporción; este…, sin olvidar que tendría que ser lento esto, porque podemos
causar un daño metabólico (E17-44-OB-OB).
“Mal, muy mal”, “culpable”, “trataría de buscar solución”, “tratar que uno como
madre meterse al hábito, porque ellos comen lo que uno come, si uno no come
verduras, ¡ellos no van a comer!”.
Por consiguiente, las entrevistadas creen que si sus hijos presentan obesi-
dad, ellas tienen “la culpa”; porque otorgaron una deficiente nutrición y, ade-
más, porque se consideran las responsables de brindarles los alimentos a los
niños; entonces, si se presentan problemas en el peso de sus hijos, lo traducen
en que han otorgado una mala alimentación y, por lo tanto, sienten que no
están cumpliendo con su rol de mamá, o bien, no son “buenas madres”.
Estas ideas surgen a raíz de que en la actualidad —tal como lo señalan
Torres y Salas (2006)— existe un discurso que afirma que una buena madre es
quien alimenta y nutre de buena manera a sus hijos, para que se mantengan
en un estado de salud y peso óptimo, quien desea y pone en práctica lo mejor
para ellos, cuyo accionar moral estaría motivado por el afecto, la cercanía y la
responsabilidad que conforma una ética del cuidado o pensamiento materna-
lista.
Como mamá yo me sentiría mal, porque los niños a esta edad están a la educación
que les dé el padre; entonces, el decir que una niña tiene obesidad, yo como mamá
fallé en algo, en su alimentación, en sus hábitos alimenticios (E21-30-SB-PN).
Conclusión
Introducción
135
Es en ese camino como se origina una importante área de quehacer am-
biental denominado “salud ambiental”, al que la propia Organización de las
Naciones Unidas le concede un lugar de estudio y tratamiento especial. Es aquí
donde se centra este conjunto de reflexiones que intentan aportar los elemen-
tos que pueden sugerir la importancia de la salud ambiental para la profesión
del trabajo social; se hace, pues, un esfuerzo para la contribución en la investi-
gación disciplinar, interdisciplinar y transdisciplinar para el fortalecimiento del
respectivo proceso de construcción epistemológica en esta área.
Se desarrolla, por ello, tres capítulos que abordan: 1) El vínculo del trabajo
social en la salud ambiental; 2) Los elementos de la formación profesional del
trabajo social en la formación de la salud ambiental, y 3) Incursión de la salud
ambiental en la formación profesional del trabajador social.
Los elementos que son constitutivos de la profesión del trabajo social son los
sujetos sociales, las necesidades sociales y su contexto social. Estos elementos,
presentes en la realidad social, llevan una relación de interacción entre sí. Los
sujetos sociales son portadores de necesidades sociales, y estas necesidades
radican en un contexto en donde los sujetos interactúan con otros, en grupos
y comunidades. El contexto determinado —en el cual se desenvuelven los su-
jetos— a su vez, interactúa con otros contextos que, al mismo tiempo, contie-
nen una instancia (gobierno) que expide políticas sociales con el cometido de
garantizar el acceso a los derechos de la ciudadanía y la solución y resolución
de necesidades que están en constante cambio.
Es en esta interrelación dinámica de los sujetos sociales, las necesidades y
el contexto social donde se sitúa la labor del trabajador social, tanto en su ob-
jeto de intervención como de estudio, que se deriva de la realidad social.
Tello (2010) maneja los elementos anteriores al precisar que trabajo social
es una disciplina del conocimiento que “tiene por objeto de estudio la interven-
ción profesional con sujetos concretos —individuales o colectivos— que tienen
un problema o carencia en un momento determinado… en el punto de inser-
ción que genera la relación sujeto, problema, contexto” (p. 3). Además, la au-
tora señala que la intervención profesional debe ser racional e intencional, y
Físicos, químicos y biológicos externos de una persona. Es decir, que engloba facto-
res ambientales que podrían incidir en la salud y se basa en la prevención de las
enfermedades y en la creación de ambientes propicios para la salud. Por consiguien-
te, queda excluida de esta definición cualquier comportamiento no relacionado con
el medio ambiente, así como cualquier comportamiento relacionado con el entorno
social y económico y con la genética (oms, 2013 a).
La ciencia de la salud ambiental se basa en esencia en dos aspectos: uno que estu-
dia los peligros en el ambiente, sus efectos en la salud y las variaciones en la sen-
sibilidad frente a las exposiciones dentro de las comunidades, y otro que explora el
desarrollo de medios efectivos para la protección contra los peligros en el ambiente
(pnuma, 2002, p. 9).
Bibliografía
Introducción
153
trabajo social se reconocen antecedentes teóricos y metodológicos que lo pue-
den acercar con fundamentos a la atención de las conflictualidades culturales
que presentan los sujetos.
Son tres partes esenciales que integran la problemática en torno al trabajo
social en la cultura. Por un lado, la escasa participación del trabajo social en el
campo de la cultura; en particular, en los programas de atención a la cultura
popular y las comunidades. Enseguida, la distancia que existe entre los posibles
escenarios profesionales de trabajo social en la cultura y las competencias de-
sarrolladas en tanto a gestión sociocultural desde la formación del trabajador
social. Y por último, la fortaleza que puede encontrar el profesional de trabajo
social en el conocimiento de los hechos y fenómenos culturales.
El presente trabajo intenta transmitir la importancia de considerar la in-
vestigación social en el ámbito de la cultura como una necesidad apremiante
para el trabajo social. Tratará de descifrar la trascendencia de conocer y atender
las necesidades socioculturales de la población desde la política cultural local.
Y, al mismo tiempo, relacionar las condicionantes de observar la política cul-
tural local y la gestión del trabajo social en el campo cultural como objeto de
intervención y contraponerlo en su faceta de objeto de investigación; y, con
ello, lograr la visualización de las alteridades y posibilidades que tiene la profe-
sión en el campo cultural.
La política cultural local como objeto de intervención del trabajo social | 155
Se desea plantear que el trabajo social puede y debe intervenir para atender
las problemáticas que devienen de la diversidad cultural, el desarrollo de la
identidad cultural, la participación y promoción de la cultura local desde sus
referentes teóricos y metodológicos; relacionados con lo sociocultural, donde el
eje principal de su acción sea la inclusión social. Objetivo que lo vincularía
directamente con la política cultural.
De lo cultural a lo social. En primera instancia, es necesario mencionar las
características que hacen de la cultura un objeto de intervención del trabajo
social. Quien escribe con un enfoque cultural —desde y para el trabajo social—
es, sin duda, Ander-Egg (2005); este autor ha desarrollado cuerpos teóricos
importantes alrededor del campo de la cultura: “cultura es lo que el hombre
hace”. Sin embargo, para conceptualizar, marca tres acepciones: 1) cultura co-
mo refinamiento cultural; 2) cultura como estilo de vida; y 3) cultura como
creación de un destino personal y colectivo. Para él, la cultura como movimien-
to dinámico y en constante evolución, integra elementos de las tres anteriores;
pero deja ver que el trabajo social debe tomar parte para cuestionar el presente.
Es lo que denomina como “cultura constructiva”, abierta a la creación del fu-
turo, como patrimonio que todos van creando.
Asimismo, podemos compartir la aseveración de Vega (1998:21): “la prác-
tica del trabajo social es una práctica que adquiere características marcadas por
el contexto, puesto que interviene sobre lo social; y lo social está profundamen-
te determinado por los ámbitos económico, social, político y cultural”. Por
tanto, se concuerda en retomar el ámbito cultural como referente para la inter-
vención en trabajo social. Al conjugar la opinión antes vertida (de Ander-Egg),
cuando afirma que lo cultural debe retomarse para cuestionar el presente de los
sujetos y los contextos, nos preparamos para tomar lo cultual como un campo
de acción del trabajo social.
Ahora bien, no se desea despojar al trabajo social de su característica prin-
cipal y la cercanía con las políticas sociales; por el contrario, dentro de las po-
líticas públicas se localizan las llamadas políticas culturales, las cuales
contienen un sinfín de disposiciones particulares que pueden y deber ser reto-
madas por el trabajo social para enriquecer su quehacer profesional. Incluso,
estos son espacios institucionales donde se implementan los programas de
desarrollo comunitario y sociocultural. Espacios profesionales que requieren
La política cultural local como objeto de intervención del trabajo social | 157
De acuerdo a Pérez (2006:164), la suma de objetivos que persigue la polí-
tica cultural puede resumirse en “eliminar las desigualdades de muy diversas
índoles, creando las condiciones más adecuadas al desarrollo cultural, reforzar
la identidad, promover la autonomía y la participación, así como facilitar la
integración de las minorías”. Se pueden traducir estos objetivos en necesidades
sociales que requieren de atención y satisfacción; así como inclusión social de
la diversidad, justicia y derechos culturales.
Por su parte, Miralles (2005) dice que “la cultura está empezando a ser
demasiado importante para dejarlo en manos de las políticas culturales”. En tal
aseveración, este autor declara que los intereses, las relaciones, los mecanis-
mos y las necesidades sociales con los que trabaja la política cultural son un
asunto de todos como sujetos sociales. Por tanto, debe ser responsabilidad de
la sociedad la vigilancia de todo el ciclo de vida en la política cultural; y del
trabajo social, la atención se dirige hacia la gestión y el impacto que tienen los
programas y proyectos culturales a nivel local respecto de los objetivos de in-
clusión, equidad de género, y atención a la diversidad. Todas ellas son necesi-
dades sociales.
Del contexto cultural, al ámbito del trabajo social. Los espacios para la
intervención en la cultura son dinámicos y los que se nutren de esa compleji-
dad que manifiestan las necesidades. Paradójicamente, el contorno de lo cultu-
ral y los mecanismos de acción que el Estado construye para su atención; es
decir, la política cultural es poco conocida, en lo general, por la sociedad y por
el trabajo social. Se requiere de intervenciones sociales con enfoque cultural
que retomen los programas de cultura; son escasas pero sí existen.
En el ámbito nacional han surgido —en los últimos años— redes de orga-
nizaciones civiles que trabajan en torno a la cultura, incitados (en parte) por
los movimientos culturales a nivel internacional. En países como España,
Colombia, Brasil, Costa Rica, existe ya un avance importante tanto en organi-
zación de la sociedad como en la atención de lo cultural; en ellos se ha desa-
rrollado significativamente la gestión cultural como profesión.
En el trabajo social es apremiante buscar los cauces necesarios para que los
elementos de gestión cultural que se aprenden desde la formación, sean reto-
mados para desarrollar intervención en este campo. Contamos con conoci-
mientos de corte sociocultural, nuestro método de grupo y de comunidad es
Sin duda, realizar todas estas proyecciones para el trabajo social en la cultura,
pueden ser interpretadas como utopías, si se desconocen las intervenciones de
la profesión en el campo. De ahí la importancia de realizar investigación social
en la política cultural local y, con ello, analizar la ruta de gestión cultural que
han seguido los trabajadores sociales. Es importante conocer la forma en que
éstos se colocaron de frente a las necesidades socioculturales y produjeron pro-
yectos de desarrollo comunitario, para saber cómo se apropiaron de los progra-
mas de cultura que dependen de instituciones oficiales. Para el trabajo social,
la línea entre el objeto de intervención y el objeto de investigación es muy
delgada.
La política cultural local como objeto de intervención del trabajo social | 159
El objeto de cualquier profesión aunque es una construcción teórica en la cual se
conjugan la lectura de la realidad que hacen quienes la proponen y sus enfoques
filosóficos particulares, debe obedecer, además, a una reconstrucción reflexiva de lo
que es y ha sido la práctica y el desarrollo de la profesión a lo largo de su devenir
histórico. Se trata de un ejercicio de develar en el quehacer, en el desempeño del rol
y en la producción teórica y metodológica en torno al mismo hilo conductor de la
praxis profesional (García, 1991: 49).
La política cultural local como objeto de intervención del trabajo social | 161
es que existe una integración imparcial de la cultura, si ésta llega a todos los
ciudadanos sin importar su condición, si los medios y los fines responden a las
indicaciones internacionales que el país ha firmado, entre otros aspectos. Es
decir, hacer visible el tipo de gestión que desde la política cultural local se ejerce.
La palabra “gestión” significa acción y efecto de administrar. Equivale a
hacer diligencias para alcanzar algún propósito. En esta dirección, un gestor es
un gerente o conductor. Es importante, para el trabajo social, saber de las ex-
periencias de gestión cultural qué características tienen un fundamento meto-
dológico, cuáles se desprenden del empirismo y que de ellas se pueden
fundamentar caracteres de una intervención cultural basada en la gestión so-
ciocultural.
De la institución y el contexto. Payne (1995:36) afirma que el trabajo social
es una actividad socialmente construida, pues éste es complejo y varía según
las culturas; es decir, que forma parte de un complejo y teorético entramado de
actividades profesionales y de servicio.
Dimensiones del quehacer cultural. Las dimensiones del quehacer cultu-
ral: animación, creación, divulgación y preservación. Representan las activida-
des vitales que se ejercen para asegurar la sobrevivencia y el desarrollo de la
cultura.
Con este enfoque, también Galeana (1999) presenta a la comunidad como
“un microcosmos, unidad social, en donde sus miembros comparten referentes
culturales y presentan problemas comunes; por lo que se caracteriza por una
red de relaciones que es constante y estrecha, no tanto en función de un área
física compartida, sino más bien por la homogeneidad de rasgos y característi-
cas socioculturales”.
Conclusiones
La política cultural local como objeto de intervención del trabajo social | 163
La investigación social en torno al análisis de la política cultural local y la
gestión del trabajo social son de gran valía, pues dan cuenta de las posibilidades
de un desarrollo sociocultural desde la intervención profesional del trabajo
social como medio para la atención de necesidades sociales y culturales.
Es necesario contar con un mayor número de referentes prácticos de ges-
tión sociocultural, que pormenoricen los caracteres de la acción social en la
cultura y que, en su conjunto, hagan sinergia con la política cultural local como
medio para atender la inclusión social y la diversidad cultural. La investigación
social en la cultura traería la alternativa de visualizar el contexto social en su
dimensión cultural.
Bibliografía
http://www.uah.es/especiales/cultura_deportes/culturales/gestion_cultural.shtm
(Visitada el 20 de Mayo 2014)
www.utem.cl/ediciones/index.html universidad tecnológica metropolitana Casilla
9845 Santiago de Chile. Santiago de Chile, agosto de 2006. Sujetos sociales:
Gestores culturales
http://www.oei.es/cultura/politicas_culturales.htm página oficial de la Organización
de Estados Iberoamericanos visita 07 de febrero de 2014
www.utem.cl/ediciones/index.html visita 06 de mayo de 2014
http://portal.unesco.org/culture/es/files/35197/11919413801mexico_sp.pdf/mexi-
co_sp.pdf
Capítulo 7
Introducción
167
comunidad receptora interacciona con personas de otras partes mediante una
acción de compra-venta o, en una prestación de servicio.
El planteamiento que hacemos es cómo la confianza, componente básico
del capital social de los propietarios y empleados de los negocios de la Glorieta
Sánchez Taboada, impacta en el mejor desarrollo de la actividad turística. Es
necesario conocer, interpretar y analizar la confianza como uno de los indica-
dores que integran el capital social. Por ello, nuestras preguntas de investi
gación son: ¿Qué nivel de confianza poseen los propietarios y empleados de los
negocios de la Glorieta Sánchez Taboada, en el Centro Histórico de Mazatlán?,
¿Cómo interactúan entre ellos mismos?
El presente proyecto se enmarca en la línea de los estudios sobre turismo,
cuya pertinencia radica en saber si la confianza de la comunidad receptora —
mencionada anteriormente— tiene un efecto positivo o negativo en el desarro-
llo de la actividad turística en Mazatlán.
Marco teórico
La confianza actúa como un ahorrador de conflictos potenciales, dado que “las ac-
titudes positivas en materia de comportamiento cívico, que van desde el cuidado de
los espacios públicos al pago de impuestos, contribuyen al bienestar general, […]
altos niveles de asociacionismo indican que es una sociedad con capacidades para
actuar cooperativamente (Putnam y Goss, 2003: 29).
Una persona siente confianza en otra cuando cree que la otra tiene la facultad, el
deseo y la buena disposición de iniciar una estrecha relación personal de intercam-
bio de reciprocidad, o cuando su propia familiaridad con la otra lo puede animar a
realizar por sí mismo el primer acercamiento. Dicho movimiento inicial consiste
habitualmente en pedir un favor o en ofrecer hacer un favor sin riesgo de una mala
interpretación de este gesto. Otra manera de manifestar la confianza es el acto de
ofrecer voluntariamente una información personal de carácter íntimo, implicando
de esta manera su fe en la discreción o disposición amistosa de la otra persona
(Lomnitz, citado por Vélez-Ibáñez, 1993: 27).
2
Comunidad (Disponible en la red mundial en: http://lema.rae.es/drae/?val=comunidad /
Consultado el 05 de diciembre de 2012).
3
(2000). La Nouvelle Lettre Internationale.
Metodología
Tabla 1
Ciudad de nacimiento
Estado/Municipio %
Mazatlán 72%
Guadalajara 10%
Copalillo 3%
San Juan 3%
14-25 años 13
26-34 años 13
35-45 años 40
46-54 años 6
55-65 años 16
Más de 65 años 6
NA 6
Referente a la edad de esta comunidad, en los tres rangos con mayor por-
centaje destaca, en primer lugar: la de 35 a 45 años representa el 40%; seguido
del rango 55 a 65 años con 16%; la opción de 14-25 años y 26-34 años sólo
alcanzó el 13%; como se puede observar, los otros dos rangos, de 46 a más de
65 años representan el 6% (véase gráfico 2).
Tabla 3
Género del encuestado
Femenino 37.50%
Masculino 62.50%
Tabla 4
Escolaridad del encuestado
Primaria 35%
Secundaria 41%
Preparatoria 38%
Universidad 3%
NA 3%
Tabla 5
Forma de trabajo
Permanente 81%
Temporal 19%
Tabla 6
Antigüedad del trabajo
Tabla 7
Puesto laboral
Propietario/a 56%
Empleado/a 44%
Tabla 8
¿Usted piensa que la gente se ayuda mutuamente?
Sí 47%
No 50%
NA 3%
Confiable 25%
Uno debe cuidarse 53%
Hay de todo 22%
Tabla 10
¿Cuánto confía usted en…?
Conclusiones
Los resultados manifiestan un control negativo para lograr prácticas del turis-
mo de mayor nivel y calidad. A través de la comunidad receptora, la Glorieta
Sánchez Taboada, se manifiesta un bajo nivel de confianza que existe entre sus
miembros, quienes actúan mayoritariamente de forma individual.
En las diferentes exposiciones del concepto de comunidad, algunos teóricos
la expresan como un lazo familiar, otros como compromiso que están obligados
a cumplir, así como auténtica voluntad en que los actores se sienten unidos;
aún se encuentren separados por diversos factores y otros más como entendi-
miento común que se da muy natural, sin competencias ni luchas.
Se encontró que el índice de confianza en la gente es débil: sólo el 25%
piensa que la gente es confiable, y 53% dice que debe cuidarse las espaldas.
Además, el índice de confianza en los empresarios turísticos, asociación de
turismo “Tres Islas”, asociación de turismo “Mazatlán” es muy débil. Sin em-
bargo, el rubro de jefes y vecinos obtuvieron un poco más de confianza. Por
ello, no hay confianza en las organizaciones gubernamentales y asociaciones
civiles.
Hoy en día, podemos observar la forma en que la humanidad ha estado
enfrentando dificultades: como la crisis económica, desempleo, la criminalidad,
que se han presentado en esta primera década del siglo XXI. Se han olvidado
Bibliografía
Introducción
La Física, que entre diversos campos de conocimiento estudia la luz y los colo-
res como elementos constitutivos, pero a su vez derivados de ésta, entiende al
rojo y al verde como colores complementarios, opuestos en la escala cromática;
su mezcla perfecta lleva a neutralizarlos y generar un color gris oscuro que in-
visibiliza los originales. Por otra parte, el rojo y el verde son necesarios para
conformar más tonos de colores y ampliar a millones la paleta cromática.
Valga este símil para ejemplificar dos de las tendencias más relevantes que
se han presentado en la Península de Osa en materia de participación social:
en primer lugar, las luchas sindicales lideradas por los partidos (Vanguardia
Popular) y sindicatos de izquierda desde los años 40 hasta mediados de los 80
(del siglo XX), históricamente han sido asociados con el color rojo; en segundo
lugar, las luchas ambientales que diferentes organizaciones han asumido en la
zona, desde mediados de los años 90 hasta el presente, en este caso, asociadas
con el color verde de la naturaleza y sin necesariamente tener un anclaje par-
tidario. Entre estos dos amplios movimientos, existen también diversas mani-
festaciones de participación social que se enriquecen con diferentes tintes,
mezclas, brillos y matices en la compleja y cambiante realidad social y política
de la Península de Osa, en Costa Rica.
183
Antecedentes de participación social
1
El ice ha intentado desarrollar en la zona dos proyectos hidroeléctricos: el primero, conocido
como “Proyecto Hidroeléctrico Boruca”, el cual experimentó un fuerte rechazo de las comunidades
indígenas, pues además de inundar sus territorios, nunca supuso un proceso de consulta a las
comunidades, lo que violaba tratados internacionales que, sobre esa materia, ha firmado el país; si
bien el ice no reconoce que esa oposición sea la causa que lo hizo suspender el proyecto, lo cierto
es que cambió su ubicación geográfica (Proyecto Hidroeléctrico El Diquís), en donde afecta nueva-
mente territorios indígenas, y enfrenta el rechazo de varias organizaciones de la zona, así como de
naturaleza nacional.
2
La siembra de melina inició en 1989, por parte de la referida empresa canadiense, durante
la administración Calderón. Fue notorio el apoyo que se le brindó a esta empresa por parte de la
institucionalidad costarricense.
3
Sólo como un ejercicio para no alejarse mucho de la compleja realidad de la globalización,
valdría la pena ampliarla hacia los objetivos hegemónicos transnacionales e inmobiliarios; los
cuales tienen un importante peso en la actualidad en la Península de Osa.
Ambientales y turísticas
6
Es importante diferenciar entre las organizaciones sociales que se involucran con las activi-
dades turísticas, y las empresas de turismo; las últimas no entran en la clasificación propuesta y
tampoco fueron parte de la investigación, dado su neto interés comercial. Sin embargo, la Cámara
de Turismo de Golfito sí fue incorporada en la investigación, puesto que más allá de la actividad
comercial que impulsa, representaba intereses de sus afiliados, ejecutaba actividades de encuentro
y discusión sobre el tipo de desarrollo que más le convenía a la zona; y, en su momento, expresaba
una posición contraria al avance de mega proyectos turísticos que amenazaran la riqueza ecológica,
cultural y patrimonial de la zona.
7
En esta oportunidad, en un contexto político y económico diferente —en cuanto a las ten-
dencias de la inversión internacional— han impulsado el desarrollo inmobiliario, mismo que an-
tepone la construcción de urbanizaciones, hoteles y comercios en zonas que tradicionalmente han
estado cubiertas de bosques. La zona de Osa no es ajena a esa modalidad de “desarrollo” en la cual
áreas —como la Fila Costeña, y las montañas cercanas a Palmar Norte y Puerto Cortés, así como
la laguna Sierpe en la Reserva Biológica Golfo Dulce— ya experimentan problemas de degradación
ambiental por la construcción de terrazas, la destrucción del bosque, la erosión y la sedimentación.
Arrastre político
La mayor parte de las personas entrevistadas refieren una decepción con el tema.
Consideran que sus organizaciones y acciones no tienen el potencial para que los
habitantes de sus comunidades se involucren en las luchas e iniciativas que
9
Las luchas ambientales en Costa Rica datan del inicio de los años 70 (Fallas, 1992) y se han
profundizado en la última década. Antes del referendo sobre el Tratado de Libre Comercio entre
Centro América, República Dominicana y Estados Unidos (realizado en 2007), eran numerosas las
organizaciones en todo el país que habían asumido como eje de acción política el tema ambiental;
sin embargo, luego del referendo muchas de las acciones y movilizaciones sociales estuvieron refe-
ridas a conflictos ambientales: minería a cielo abierto en Las Crucitas de la zona norte, Fila Cos-
teña en el Pacífico sur, construcción de un acueducto privado en Sardinal de Guanacaste,
construcción de marina en Puerto Viejo de Limón, caminos de acceso y construcción de urbaniza-
ciones en el macizo del volcán Barva y contaminación del Río Lagarto en Puntarenas, entre otros.
10
Se hace referencia a movimientos como la lucha en contra del denominado Combo del ice,
las movilizaciones contra la firma del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República
Dominicana y Estados Unidos, o las recientes revueltas en Túnez y Egipto, que volcaron a las
calles a cientos de miles de personas.
11
En el sentido de un hábito político que se nos enseña desde nuestra infancia y se profundi-
za a lo largo de la vida; y que a la postre, tiene excelentes réditos para los grupos nacionales y re-
gionales que detentan el poder en la medida que no experimentan oposiciones de la mayor parte
de la ciudadanía.
Bibliografía
Introducción
Antecedentes de la práctica
Esta investigación inicia al dar cuenta de las diversas acciones que, como equipo
de prácticas, desempeñaron las estudiantes de la Facultad de Trabajo Social de
la Universidad de Colima, asignadas a la Dirección General de Prevención y
Reinserción Social del estado de Colima (digpres), bajo la asesoría de la Doctora
Marisa Mesina Polanco y con el aval de los directores de ambas instituciones.
203
Desde un principio, la digpres asignó dos poblaciones que les preocupaban
para trabajar: preliberados y jóvenes de secundaria. Con la intención de atender
lo mejor posible ambas poblaciones fue necesario elaborar un diagnóstico, el
cual permitiera entender las principales problemáticas que enfrenta este grupo
poblacional.
Para obtener la información del diagnóstico de los preliberados, el personal
de la digpres proporcionó datos personales de los preliberados. También se
realizaron reuniones con el personal de la subdirección técnica, quienes expre-
saron cuáles eran las principales problemáticas que existen dentro de esa área.
En esta reunión se habló de la importancia de prevenir el delito en jóvenes y de
la posibilidad de atender esta población a través de las escuelas secundarias.
Los datos recabados se trabajaron en un diagnóstico social y permitieron
conocer cómo son las poblaciones atendidas y propició diversas capacitaciones
previas a la intervención. El diagnóstico social también fue la base para elabo-
rar planes de trabajo acordes a las necesidades detectadas. Principalmente, se
trabajó con la relación de pareja, debido a que en los instrumentos aplicados
para la recopilación de datos (como lo fueron los cuestionarios de redes semán-
ticas y el diario de campo), se encontró que los conflictos con sus parejas pue-
den estar relacionados con nuevos delitos. Los preliberados encuentran que sus
familias han aprendido a enfrentar la vida sin ellos presentes. Las esposas (o
esposos) encuentran espacios de desarrollo que les permiten resolver proble-
mas al interior del hogar, como la manutención de los hijos o los servicios
domésticos en casa. El internamiento y este desplazamiento logran que, una
vez que los internos/as están de regreso en sus hogares, se establezcan relacio-
nes inadecuadas de pareja. La autonomía de su pareja es algo que lastima,
provoca conflictos para el preliberado y se contrapone a una idea tradicional de
las funciones de los varones. Estas situaciones fueron atendidas con la meto-
dología que ofrece el Taller Vive en pareja (Mesina, 20 de enero de 2010).
Otra población que se atendió fue la de los jóvenes, desde el verano de
2011, al implementar un taller de derechos humanos, diseñado por el equipo
de prácticas a partir de una propuesta de la Comisión Nacional de Derechos
Humanos (cndh). La idea del taller fue reforzar conocimientos sobre los dere-
chos humanos y buscar el dar herramientas a los/as jóvenes para que aprendie-
ran a hacer valer sus derechos y respetando los de los demás. Al finalizar los
El marco teórico del que se parte, para analizar la información generada por las
estudiantes y reflejada en el diario de campo, es el planteamiento de la práctica
reflexionada de Schön (1987). Es sabido que quienes se dedican a realizar la
práctica de alguna profesión (como es el caso de las autoras de este texto, en el
trabajo social), se enfrentan a una racionalidad técnica, que impera en las uni-
versidades y que dice que los profesionales prácticos son los que resuelven
problemas. Este fundamento teórico es el que prevalece en las universidades y,
a partir de esta manera de ver la práctica, es como se enseña a los estudiantes
los saberes prácticos. Se les da a los alumnos, reglas, métodos y técnicas para
que puedan alcanzar cierto grado de experiencia, y cuando tengan que hacer la
práctica, la hagan bien.
Metodología
Las estudiantes que formaban este equipo de prácticas relataban sus experien-
cias en el diario de campo. En esas narraciones, contaban la historia de la in-
tervención y los resultados que iban teniendo. La información fue revisada a
partir del análisis de contenido, como técnica que nos permite aproximarnos a
los significados que las estudiantes dan a la información que reciben de dife-
rentes fuentes; principalmente, de las personas implicadas en la intervención
social como usuarios de los servicios o programas de atención implementados.
También se analizaron otros documentos para fortalecer la información.
Algunos de éstos, fueron generados por las mismas estudiantes durante el
tiempo que duró su práctica.
• Base de datos creada por las estudiantes a partir de cédulas de datos ge-
nerales aplicadas por el personal de la digpres a los preliberados.
• Carta de intención firmada por los directores de prevención social y de la
Facultad de Trabajo Social.
Febrero de 2011.
1
Noviembre de 2011.
2
Moramay utilizó, como material de apoyo, para “Círculo mágico”, un árbol de manzanas.
7
Cada persona tenía que escribir algo en la manzana y colocarla después en el árbol.
Desarrollo de conceptos
La práctica les permite desarrollar conceptos: los internos ya no son seres a los
que hay que temer y se convierten en personas en su cabal expresión. Estos
cambios de percepción es un aprendizaje significativo en las estudiantes de
trabajo social, que se refleja en la manera en que hacen la práctica. Dejan de
acercarse a partir del temor y empiezan a apropiarse de las herramientas y
técnicas de la intervención. Este viraje de conceptualización es importante.
Refleja el aprendizaje y la evolución en términos de madurez profesional. “Por
ahora podemos decir que el estar cerca de las necesidades más elementales de
los seres humanos que se encuentran detenidos nos hace verlos más como
personas, sin olvidar los hechos que los llevaron ahí. Siempre guardamos dis-
tancia respetuosa con los internos. De repente, somos el centro de sus afectos,
pero hemos aprendido a no dejar que el trato profesional se convierta en un
trato personal. Eso es lo que más trabajo nos ha dado, pero lo hemos logrado”
(Marisol, estudiante).
La otra población, los preliberados, también se construye como concepto
en la práctica de las estudiantes, quienes dicen (en general), que se dan cuenta
que los preliberados son “personas de carne y hueso”, que están buscando cómo
enmendar muchos de los errores que han cometido en su vida; sobre todo,
aquellos que tienen que ver con su familia (Marisol, Faby, Claudia, Gina, Fer-
nanda, Selene, estudiantes). Esta evolución de sujeto de intervención a persona,
es un conocimiento generado con la práctica y es importante para el trabajo
social.
Bibliografía
Introducción
225
como una disciplina práctica, lo que ha dado lugar al uso de los sistemas teó-
ricos de las ciencias sociales para fundamentar su pertinencia social en la esfe-
ra del Estado y lo social. Este contacto necesario con los sistemas ha
influenciado la orientación hacia el desarrollo de una acción social multidisci-
plinaria.
En las reflexiones que se han realizado en las reuniones de la Comisión
interna de Evaluación y Rediseño Curricular del Plan de Estudios de la Licen-
ciatura en Trabajo Social de la Facultad de Trabajo Social de la uas, se ha cons-
truido un acercamiento conceptual sobre el trabajo social y se ha concebido
como una disciplina de y para lo social; a través de la implementación de ac-
ciones con carácter científico y humano en el tratamiento de los problemas y
necesidades sociales, construyéndose y reconstruyéndose permanentemente,
mediante un metodología propia de intervención, investigación y producción
de conocimientos; con el objetivo de contribuir en la transformación de los
procesos de cambio y en la participación de los actores en el desarrollo social
sustentable y sostenible.
Las preguntas de finales del siglo XIX sobre el porqué de los problemas
sociales —como la desigualdad social— que trae consigo a la pobreza, llevaron
a Trabajo Social a plantearse como disciplina social, el cómo intervenir en ella,
para ayudar racionalmente a sujetos sociales desvalidos. El proceso de profesio-
nalización, desde esos tiempos, ha transitado de lo voluntario a lo asalariado,
mediado por la dinámica de los acontecimientos: a veces lentos o acelerados,
en ocasiones superficiales o profundos; pero, sobre todo, como bien lo dice
Miranda (2003), a las necesidades de las organizaciones por realizar una ayuda
a partir de la acumulación y transmisión de conocimientos metodológicos que
venían acumulando, orientándolos hacia la necesidad de especializarse en téc-
nicos. Este tránsito se ha efectuado de la mano de las ciencias sociales.
En ese transitar, el objeto de estudio del trabajo social se despliega en lo
social, delimitando en él una relación tridimensional: profesión, usuario y ob-
jeto de intervención. Esta relación no es un simple trasvase teórico, práctico y
metodológico, sino un complejo trasvase interdisciplinario de explicaciones e
intervenciones racionales de construcción de un saber actuar, un saber com-
prender y un saber explicar en contextos sociales, económicos, políticos y cul-
turales. En este camino, trabajo social comparte con las ciencias sociales afines
Bibliografía
243
Lic. Ángela Sarai Medina Castro. Alumna del Programa de Maestría en Trabajo
Social en la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Mtra. Patricia Gamboa Mora. Profesora de tiempo completo. Escuela de Turismo
Mazatlán, de la Universidad Autónoma de Sinaloa, México. Maestría en Cien-
cias con énfasis en Estudios Regionales y Maestría en Desarrollo de Empresas
Turísticas. Universidad Autónoma de Sinaloa. Perfil Promep. Exbecaria por el
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología 2010-2012.
Mtra. Nadia Ilenia Osuna Peinado. Profesora de la Escuela de Turismo, Mazatlán,
de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Maestría en Ciencias con énfasis en
Estudios Regionales. Universidad Autónoma de Sinaloa. Candidata a Doctora
en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma de Morelos.
Mtra. Silvia Aguilar Macías. Profesora de tiempo completo. Escuela de Turismo de
la Universidad Autónoma de Sinaloa. Maestría en Desarrollo de Empresas
Turísticas por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Pasante de doctorado por
la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba y Candidata a Doctora en Edu-
cación y Tecnología educativa por la Escuela Superior de las Bellas Artes.
Lic. Marcos Chinchilla Montes. Profesor de la Escuela de Trabajo Social. Universi-
dad de Costa Rica. Representante por Centroamérica ante la Asociación Lati-
noamericana de Enseñanza e Investigación en Trabajo Social.
Mtra. Marta Eugenia Picado Mesén. Profesora y Exdirectora de la Escuela de Trabajo
Social de la Universidad de Costa Rica.
Dra. Marisa Mesina Polanco. Profesora-investigadora de tiempo completo. Titular
“A” en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Colima, en México.
Representante del Cuerpo académico: Estudio de las Políticas Sociales en Tra-
bajo Social. Línea de investigación que cultiva: La intervención social desde el
Trabajo Social.
Dra. María Gregoria Carvajal Santillán. Profesora-investigadora de tiempo comple-
to en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Colima, en México.
Integrante del Cuerpo académico: Estudio de las Políticas Sociales en Trabajo
Social. Línea de investigación que cultiva: La intervención social desde el Tra-
bajo Social.
Mtra. Catalina Suárez Dávila. Profesora-investigadora de tiempo completo en la
Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Colima, en México. Integrante
del Cuerpo académico: Estudio de las Políticas Sociales en Trabajo Social. Línea
de investigación que cultiva: La intervención social desde el Trabajo Social.
UNIVERSIDAD DE COLIMA
Secretaria Administrativa
Lic. Carolina Conchas Mejía
Índice
Introducción
Daniel Rodríguez Velázquez, Ma. Gregoria Carvajal Santillán,
Mireya Patrica Arias Soto................................................................................................................ 5
Primera parte
La realidad nacional y los desafíos históricos del trabajo social
Capítulo 1
Teoría, realidad nacional y praxis.
La construcción de conocimientos desde el ámbito universitario
Daniel Rodríguez Velázquez........................................................................................................... 15
Segunda parte
Etnicidad, género y trabajo
Capítulo 2
Expresiones de violencia de género en la frontera norte de México
Fernando René Rodríguez Santoyo, Rubén Darío Carrillo Lucero,
Martha Sandra Hernández Saucedo, Gerardo Antonio Vázquez de la Torre
Estefany Selena González Mena..................................................................................................... 57
Tercera parte
Grupos etáreos y salud
Capítulo 3
Percepción de la salud y apoyo social en adultos mayores que viven en casas de reposo
María Natividad Ávila Ortiz, Ana Elisa Castro Sánchez y Gerardo Garza Sepúlveda............................... 91
Capítulo 4
Creencias atribuidas por las madres al sobrepeso y obesidad infantil
María Natividad Ávila Ortiz y Martha Leticia Cabello Garza............................................................ 111
Cuarta parte
Nuevos ámbitos de formación y experiencia profesional
Capítulo 5
Formación profesional del trabajador social en salud ambiental
Rocío Citlalli Martínez Santos..................................................................................................... 135
Capítulo 6
La política cultural local como objeto de intervención del trabajo social:
gestión cultural para las necesidades sociales
Ángela Sarai Medina Castro........................................................................................................ 153
Capítulo 7
Los lazos de confianza de la comunidad receptora en la Glorieta “Rodolfo Sánchez Taboada”.
Centro histórico de Mazatlán, Sinaloa
Patricia Gamboa Mora, Nadia Ilenia Osuna Peinado, Silvia Aguilar Macías........................................ 167
Quinta parte
Participación social en costa rica
Capítulo 8
Del rojo al verde en las luchas sociales de la Península de Osa
Marcos Chinchilla Montes, Marta Picado Mesén............................................................................ 183
Sexta parte
Práctica académica y formación profesional
Capítulo 9
Producir conocimiento desde la práctica: la sistematización en trabajo social
a partir del diario de campo
Marisa Mesina Polanco, Ma. Gregoria Carvajal Santillán,Catalina Suárez Dávila................................ 203
Capítulo 10
El campo de la intervención de lo social y para lo social
Rigoberto Jiménez Lauren, Sandra Irene Reyes García, Marisela Rivera Montoya................................ 225