Doce Preguntas Sobre Etica Periodistica
Doce Preguntas Sobre Etica Periodistica
Doce Preguntas Sobre Etica Periodistica
1. Cuando los periodistas están sometidos a vender su conciencia profesional por una
cuña publicitaria, ¿qué se debe hacer para mantener una ética inquebrantable?
Periodista que quiera ejercer su profesión guiado por los valores éticos, sabe que aceptar un mal
salario es exponerse a un soborno seguro, peligro inminente cuando tiene que vender publicidad
como parte de su trabajo y de su paga; o comprometerse a un modo de vida heroico, todos los días.
En algunos casos es tal la pasión por el periodismo que el periodista, con tal de ejercerlo, acepta el
mal sueldo y lo completa con lo que gana en un segundo empleo compatible con el de periodista, por
ejemplo, dictar clases, montar un taller, una panadería o un negocio parecido. Esta es una solución
no aconsejable, porque le impide dedicarse de tiempo completo a la actividad periodística. Además
legitima la práctica de pagar malos sueldos, en empresas de comunicación que operan con ganancia
para sus dueños, y explotación del periodista.
Saber esto es parte de la solución, porque un elemento del problema es la idea de que el periodismo
solo se puede ejercer en esas condiciones de miseria salarial. La otra parte de la solución es la
agremiación de los periodistas para defender, sindicalmente, unos salarios decentes en que el
periodista no tenga que vender su conciencia y actuar a la vez como periodista y vendedor.
Este problema deja en evidencia, además, que puesto que ser periodista es ser independiente, es
indispensable obtener un salario decente y ser austero, es decir, llevar un modo de vida sobrio para
contentarse con poco y construirse una sólida independencia. El comienzo de todo, desde luego es la
decisión personal de ejercer la profesión de un modo digno y responsable. Lo demás, la
agremiación, las leyes laborales, etc, vienen por añadidura.
Referencia Bibliográfica
El periodismo nace como una encarnación específica de la libertad de expresión y opinión. En este
sentido está ligado a las libertades individuales, como se muestra en la Declaración de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano, redactada en los albores de esta actividad. Una libertad así planteada
se conecta directamente no con un deber en el periodista, sino como un derecho que los diversos
poderes, especialmente el empresarial y el político, pero también otros, como el religioso, deben
respetar e incluso, proteger.
El periodista realiza este valor de la libertad cuando está libre de presiones externas a los media y
cuando también está libre de presiones internas a ellos. Lo único que se plantea desde aquí es
regular la libertad profesional del periodista con la del profesional empresario de los medios de
comunicación, a través de la transparencia en la contratación y la coherencia en el ejercicio de la
actividad de ambos.
Los conflictos del periodista con sus editores o directores no se resuelven ni con agravios ni con
renuncias. El agravio, o cualquiera forma de violencia verbal, no permite solución alguna. La
renuncia deja a los lectores a merced de otra persona, la que reemplazará a quien renuncia por
dignidad, y de quien no se tiene la seguridad de que actuará con los principios y convicciones de
quien renunció por fidelidad a sus creencias. Las dañinas consecuencias de la renuncia así serán
para los lectores.
• Que nunca se obtiene de una vez el cumplimiento de los propósitos éticos. En el caso propuesto,
una agenda en la edición dominical, de acuerdo con los intereses de los lectores. Será necesario
proceder gradualmente, pero sin Que el mejor argumento para respaldar una mirada ética de la
profesión es un trabajo de calidad. En el caso en consideración, la buena calidad en el tratamiento
de los temas se acentúa con el uso de los matices que impiden afirmaciones absolutas y visiones
paradisíacas de la realidad.
• Que la persistencia en los principios , apoyada por esa buena calidad, permite a la larga, la
aplicación de principios éticos en las redacciones.
Y se podría agregar una última consideración: una aplicación de los valores éticos nunca es fácil en
una redacción. Siempre será el resultado de una tarea larga y fatigante, que es lo que adivina quien
se hace a un lado por la vía de la renuncia, aparentemente digna y honorable. En realidad es una
fuga.
Referencia Bibliográfica
El 1 de julio de 1993, la Asamblea parlamentaria del Consejo Europeo aprobó por unanimidad en
Estrasburgo, el Código Europeo de Deontología Periodística, cuyos 38 principios deberían ser
cumplidos por los medios de comunicación de los países de la Unión Europea.
Es interesante resaltar algunos de los artículos, dada la pertinencia y actualidad internacional de los
fenómenos y de los problemas que afectan al trabajo periodístico. El artículo 11 advierte que “las
empresas periodísticas se deben considerar como empresas especiales socioeconómicas, cuyos
objetivos empresariales deben quedar limitados por las condiciones que deben hacer posible la
prestación de un derecho fundamental.” El artículo 15 señala que: “Ni los editores, o propietarios, ni
los periodistas deben considerarse dueños de la información.
Desde la empresa informativa la información no debe ser tratada como una mercancía sino como un
derecho fundamental de los ciudadanos. En consecuencia, ni la calidad de las informaciones u
opiniones, ni el sentido de las mismas deben estar mediatizadas por las exigencias de aumentar el
número de lectores o de audiencia o en función del aumento de los ingresos por publicidad.” Por eso
el artículo 37 sugiere que “para la vigilancia del cumplimiento de estos principios deontológicos,
deben crearse organismos o mecanismos de autocontrol, integrados por editores, periodistas y
asociaciones de ciudadanos usuarios de la comunicación, representantes de la universidad y de los
jueces, que emitirán Resoluciones sobre el cumplimiento de los principios deontológicos en el
periodismo, con el compromiso previamente asumido por los medios de comunicación de publicar
tales resoluciones.”
3. ¿En la ética periodística está incluida la humildad de la persona?
La ética incluye todo lo que pueda llevar a una persona a un nivel de excelencia como ser humano y
como profesional, y es evidente que la humildad contribuye a ese resultado.
En primer lugar porque conduce a una de las verdades fundamentales: la de la realidad de uno
mismo con sus debilidades y sus fortalezas. A santa Teresa de Ávila se le atribuye la sentencia sobre
la humildad, como la verdad de uno mismo, que es el punto de partida para toda tarea de
crecimiento personal. La otra razón es que la sobreestimación de la propia persona parece ser el
talón de Aquiles de los periodistas. Puesto en el lugar más evidente de la escena diaria, en contacto
con toda clase de personalidades, por razón de su oficio el periodista tiende a sobrevalorar su
importancia y a sentirse clase aparte dentro de la sociedad, y merecedor de privilegios y de
condiciones de excepción. Esta debilidad lo hace vulnerable por parte de quienes se proponen
manipularlo con aplausos y lisonjas.
Además intensifica su renuencia a rectificar y a admitir sus equivocaciones, que es tanto como hacer
más estrecho el camino hacia la verdad. Como se sabe, para llegar a la verdad se debe estar
dispuesto al penoso ejercicio de las comprobaciones, rectificaciones, recomienzos y correcciones,
que demandan el espíritu libre de los humildes. Los códigos de ética, al urgir la rectificación y la
actitud de servicio en el periodista, incluyen esta disposición interior dentro de la exigente
descripción del periodista ideal.
Referencia Bibliográfica.-
Por el estudio, la pregunta y la observación constantemente nos dirigiremos a perfeccionarnos.
Somos activos enemigos de la superficialidad y la pretensión.
4. ¿Es necesario que exista una institución encargada de velar por los derechos del
lector? ¿Quién o quiénes deberían asumir ese cargo?
b. Los Consejos de Lectores, organismo representativo plural de los lectores que asume, como
Consejo, las mismas actividades que el Defensor u Ombudsman, lleva a cabo individualmente.
Los Consejos de Prensa, instituciones que operan de modo se trata de que haya el mayor número de
estos mecanismos de autorregulación y de que se complementen y ayuden entre sí. Donde uno tenga
una limitación, otro podrá compensarla, construyendo entre todos un entorno más favorable para la
deontología y la ética periodística. Esta complementariedad esencial de los diferentes mecanismos
entre sí la subrayaba el Consejo de Europa: “los ombudsmen de las empresas editoras son
mecanismos editoriales legítimos y podrían llevar a cabo funciones útiles en conjunción con
verdaderos consejos de prensa, especialmente allí donde estos consejos son particularmente activos
y plantean demandas sustantivas a los equipos directivos de los medios. Solos, en cambio, no son
aceptables como mecanismos de responsabilidad pública.” No se trata, pues, de que no haya
ombudsman sino que no sea este el único mecanismo de autorregulación existente.
5. ¿En qué países está vigente la defensoría del lector y qué prestigio tiene?
En América Latina hay defensores del lector en Brasil, en Colombia, en Venezuela, en Bolivia, en
Puerto Rico, en México, en Panamá, en Argentina, en donde opera una defensoría de los oyentes.
Colombia tiene, además de las defensorías del lector, defensorías del televidente.
En cuando al prestigio del Defensor no existen datos o medidas a través de encuestas o evaluaciones
que permitan responder con una base real. Lo que más se aproxima a una respuesta es la encuesta
hecha entre 467 periodistas de tres diarios portugueses: Público, Diario de Noticias, Jornal de
Noticias, que disponen de Ombudsman o Provedor do Leitor, llevada a cabo bajo la dirección de
Joaquim Hidalgo, profesor invitado del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la
Universidad de Minho.
Referencia Bibliográfica.-
Utilidad y eficacia del Defensor.
Las preguntas al respecto muestran el mayor o menor grado de utilidad y de eficacia de un
Defensor, según la óptica de los periodistas. La mayoría de los encuestados entinde que es muy útil
(17%) o útil, (61%) la existencia del Defensor en su periódico, considerando también que esa figura
puede ser muy útil(13%) o útil (66%) en la prensa portuguesa, en términos más genéricos. 17%
hallan esta institución poco útil y 2% la consideran inútil.
Admitiendo la utilidad de la institución del Defensor, que es la opinión del 80% de los encuestados,
¿para quién sería notoria esa utilidad? Para los lectores, afirma el 86% de los encuestados; para los
periodistas, dice el 84%, para la imagen de la empresa, responde el 49%, para la dirección del
periódico, prefiere el 37%, para el público en general, refiere el 16% de los encuestados.
Preguntados sobre la eficacia del Defensor del Lector, las respuestas fueron en general positivas:
59% consideran eficaz el trabajo del Defensor en su periódico, hay un 6% que lo consideran muy
eficaz; en contrapartida 28% consideran que es poco eficaz y 2% que lo califican de nada eficaz.
¿Y en qué se traduce esa eficacia? Según el 77% por la mayor apertura y transparencia hacia los
lectores; 67% consideró que por la mayor atención a los periodistas en sus rutinas diarias; para el
48%: estimuló un mayor debate público sobre cuestiones de periodismo; 42% encontró un mayor
debate interno sobre los problemas de hechura del periódico. Para el 31%, mejora la imagen del
periódico o de la empresa, y un 7% vio mejorías concretas en el periódico como consecuencia de la
acción del Defensor.
Joaquim Hidalgo.
O provedor do leitor visto pelos jornalistas. Sala de Prensa # 42 Abril 2002. www.saladeprensa.org
6. ¿Cuáles son las recomendaciones que usted le haría a un periodista novato para ser
competitivo en el ejercicio del periodismo escrito?
Nada más competitivo que la calidad profesional; nada menos recomendable que un ejercicio
profesional dominado por esos trucos del oficio para volver polvo a la competencia, para extraer la
noticia de cada día a cualquier costo, para lograr el éxito personal pasando por sobre cualquier
obstáculo, llámese así a la intimidad ajena, a la decencia, al respeto por la verdad o al honor o fama
de las personas o a la dignidad personal.
Esta pregunta está respondida en los escritos e investigaciones de los mejores del oficio y, desde
luego, en los códigos de ética periodística. Prefiero apoyarme en testimonios como los que da en sus
textos Ryszard Kapuscinski, que me están sirviendo de base para un taller de ética periodística
centrado en la vida y el pensamiento del inolvidable periodista; tomé el dodecálogo del premio
Nobel, Camilo José Cela, escritor y periodista; el Credo del Buen Periodista de José Martí; un viejo
decálogo del periodista, propuesto por el reportero mejicano Félix F. Palavicini, al XII Congreso de
Prensa Latina en La Habana; las normas del Sindicato Nacional de Periodistas de Francia, un
decálogo del Buen Periódico, de Carlos Raymundo Roberts, de La Nación de Buenos Aires; los 10
Principios Profesionales publicados por Noelle Neumann y Schultz y los principios que dio Walter.
Williams a la más vieja facultad de periodismo de América, la de la Universidad de Missouri. Con
estos, entre otros apoyos, encontré esas diez recomendaciones que no solo son válidas para
reporteros novatos, sino para cualquier periodista que quiera construir una excelencia profesional.
En cada uno de estos diez puntos citaré a los distintos autores mencionados y a otros más para darle
autoridad al texto pero, sobre todo, para ampliar y explicar el sentido de estos mandamientos de la
calidad periodística.
Referencia Bibliográfica.-
1.- El buen periodista ha de ser, ante todo, una buena persona.José Martí lo dijo con una metáfora:
detrás de un buen periódico hay “una mano enguantada que lo escribe y unos labios sin mancha que
lo dictan.”Como obra del espíritu que es, el buen periódico solo puede ser producido por buenas
personas, que son el punto de partida para llegar a ser buenos periodistas.
2.- El buen periodista ha de estar orgulloso de su profesión.Sonó como una novedad cuando
Kapuscinski lo dijo en un taller en México y lo repitió en Buenos Aires: “hay que sentir orgullo y
respeto por lo que uno hace.”
4.- El buen periodista es un apasionado por la verdad. Esto se lee en una placa de bronce que decora
el vestíbulo de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Missouri. Con más de un siglo y medio
de antigüedad, este texto reza: “el periodista cree que cuanto escribe es solamente lo que siente en
su conciencia como verdadero.” Es la misma convicción que hoy proclaman los periodistas con un
punto de vista, para quienes es claro que solo deben escribir y publicar lo que ellos ven como cierto.
5.- El buen periodista es autocrítico. El periodismo se aprende y perfecciona más en los errores que
en los aciertos. Un error señala las debilidades, estimula las correcciones y logra que hoy se hagan
las cosas mejor que ayer y que mañana sean de mayor calidad que las de hoy.
6.- El buen periodista elabora conocimiento y lo comparte. Jack Fuller al describir la clase de
periodistas que necesitan los periódicos, fija la atención en los obsesivos y descontentos para
quienes ser reportero es mucho más que dar noticias, que era el criterio de Pulitzer, por tanto
“habría que pensar sobre temas clave,…discusiones que relacionen los problemas del periodismo
con los principales caracteres del pensamiento moral.”, “pensar las noticias hasta llegar al abordaje
correcto de la historia,” “familiarizarse hasta sentirse cómodos con la tecnología,” “educación
rigurosa en una disciplina especializada,” “leer textos originales sobre filosofía, ciencias, leyes y
otras”.
Necesitamos periodistas, concluye Fuller, que puedan contar una historia de una manera que
persuada a los científicos y al público por igual” .”Es lo que se llama escribir bien: con gracia,
sorpresa, suspenso, explica Roberts; Lambeth apela a la metáfora: “lenguaje que simplifique lo
complejo y que convierta lo difícil en moneda que todos pueden utilizar.” Eso solo lo hace un buen
periodista.
7.- El buen periodista hace periodismo con un objetivo. Esto consiste, según Gabriel García
Márquez, en cambiar algo todos los días, Y según Kapuscinski “ el verdadero periodismo es
intencional, es decir, se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro
periodismo posible. Si leéis los escritos de los mejores comprobaréis que se trata siempre de un
periodismo intencional. Están luchando por algo.”
8.- El buen periodista tiene el sentido del Otro. La experiencia larga y brillante de Kapuscinski le
indicó que “los buenos periodistas son personas respetuosas con el otro, capaces de mostrar esa
actitud en todo momento. Ser reportero significa, antes que nada, respetar a todo ser humano en su
propia privacidad, personalidad y escala de valores.” En otra ocasión, un taller con periodistas, fue
explícito: “sin los otros no podemos hacer nada. La cuestión fundamental de este oficio es el
entendimiento con el otro. Una condición fundamental para hacer periodismo consiste en ser capaz
de funcionar en conjunto con los otros.”
10.- El buen periodista mantiene intacta su capacidad de asombro. Esa capacidad de asombro va
estrechamente ligada a la capacidad de hacerse preguntas, que distingue al buen reportero y que es
a la vez el resultado de un fino sentido para descubrir lo nuevo y de una sabia y humilde disposición
para estar aprendiendo a todas horas, de toda persona y en todas las circunstancias. Las mejores
investigaciones, los trabajos periodísticos de mayor calidad, son el resultado de preguntas que
mantuvieron activo a un periodista que finalmente obtuvo una respuesta.
Cuando no hay preguntas ni asombro aparece la rutina profesional. “Uno de los grandes peligros de
esta profesión es la rutina,” decía Kapuscinski, quien agregaba: “uno corre el riesgo de estancarse,
de quedarse satisfecho..el periodismo es un acto de creación.” Para no estancarse, para sacudir la
rutina, para seguirle la pista a la realidad que todos los días se reinventa, el buen periodista
mantiene su capacidad de asombro tan intacta como sus sueños.
No es una buena idea que un código de ética periodística se imponga por ley. Estas son las razones
que alegan los expertos:
1. Un código de origen gubernamental implica una intervención impositiva de los gobernantes en el
campo libérrimo de la prensa; por eso en la mayoría de los países del mundo son las agremiaciones
periodísticas las que redactan, discuten y aprueban su código ético.
2. Ética y Ley son realidades distintas aunque relacionadas. La ética no se impone por agentes de
afuera del periodista. Nadie puede imponerle la ética a nadie, puesto que la decisión ética es
personal y libre.
Códigos como los que se han adoptado en América Latina con alcance continental, no tienen fuerza
legal alguna; constituyen memorandos de los grandes valores y principios del periodismo, que
sirven como guía u orientación; no son mandatos.
En su país, y editado por la Universidad Iberoamericana, se conoce el libro del profesor Ernesto
Villanueva: Deontología Informativa. Es una colección de códigos entre los que se puede consultar
el del Centro Latinoamericano de Periodismo, el de la Federación Latinoamericana de Periodistas y
el de la Sociedad Interamericana de Prensa.
Referencia Bibliográfica.-
Si bien es cierto que entre la ética y el derecho existen algunos puntos en común, también lo es que
hay claras diferencias. La coincidencia más importante reside en que la ética y el derecho están
formados a partir de enunciados normativos, es decir, de reglas de conducta o imperativos
hipotéticos. Por el contrario, entre las principales diferencias se encuentran las siguientes:
a. Las normas éticas son autónomas, es decir, creadas por el sujeto que debe cumplirlas, mientras
las normas jurídicas son heterónomas, en tanto son creadas por un sujeto distinto al que van
dirigidas;
b. Las normas éticas son imperativas, es decir, establecen obligaciones para el sujeto que las creó,
mientras las jurídicas son imperativo-atributivas en la medida en que estatuyen obligaciones y
confieren derechos al sujeto de derecho;
c. Las normas éticas son voluntarias, pues su cumplimiento tiene como premisa el convencimiento
personal, mientras las normas jurídicas tienen la característica de la generalidad, es decir van
dirigidas a todas las personas sujetas al sistema normativo;
d. Las normas éticas tienen como objetivo la dignificación y el reconocimiento social, mientras las
normas jurídicas, aseguran las condiciones mínimas para la coexistencia pacífica de los hombres en
el seno de la sociedad.
Como todas las formas de periodismo, el de denuncia puede servir para informar objetiva o
subjetivamente. Y como sucede todas las veces, la información sujetiva marca al trabajo periodístico
con el sello de lo ineficaz y poco creíble.El periodismo de denuncia es particularmente exigente
porque aunque demanda unas condiciones sujetivas del periodista, es intransigente en cuanto a
rigor y objetividad.
En efecto, entre las virtudes del periodista investigador se suele mencionar su capacidad de
indignación, condición tan sujetiva como su valentía y su persistencia, que deben equilibrarse con el
talante científico de rigor al investigar, y de frialdad al examinar hechos, personas y datos.
El olvido o menosprecio de estas cualidades ha dado lugar al fenómeno de la “denuncitis” expresión
que señala la multiplicación de denuncias inspiradas en el propósito de generar sintonía o
circulación con informaciones de impacto, o de combatir enemigos políticos con denuncias hechas a
la ligera y sin sustento, o de generar crédito entre editores o directores que reclaman materiales de
escándalo para abrir sus programas o para las tapas de sus publicaciones.
Esta clase de denuncia genera lectores o sintonía por unos días, pero labran un descrédito
permanente y se vuelven argumentos a favor de los corruptos cuando estos aparecen como víctimas
de una prensa no profesional. Una denuncia sin rigor investigativo, o teñida de sujetividad trae
consigo males para el periodista y el medio que, incapaces de sustentar sus afirmaciones de
escándalo, pierden credibilidad, y dinero cuando los denunciados se vuelven denunciantes e
interponen pleitos millonarios. Pero el mal mayor lo recibe la sociedad, cuyo derecho a conocer la
verdad de los asuntos públicos, resulta burlado por la ligereza o la incapacidad profesional del
periodista y del medio.
Referencia Bibliográfica.-
Más allá de los conocimientos científicos o técnicos, el periodista debe tener una firme convicción de
lo que es justo y honesto. Tan firme como su capacidad de indignarse por las cosas que no funcionan
y que el resto de la gente acepta con resignación como parte de su vida. Debe ser un profesional
independiente de sus fuentes y de las personas que investiga y no puede dejarse influir en su trabajo
por el disgusto que producen personas que le mienten o tratan de ocultar la información que los
compromete.
Por último una consideración sobre el trabajo en equipo y el trabajo individual. Creo que ambas
tienen ventajas. Prefiero trabajar en equipo por una cuestión de control de calidad, especialmente
cuando el equipo está bajo la dirección de un editor especializado en investigaciones. La constante
discusión con los compañeros de los trabajos en marcha, ayuda a corregir el rumbo de los mismos y
permite al reportero foguear sus resultados. En los grupos se genera una dinámica en la que los
compañeros y el editor asumen la defensa de los posibles implicados con las denuncias, y al mismo
tiempo simulan la ignorancia del lector común y corriente sobre el tema. Todo para evitar los
fatídicos síndromes de la presunción (supongo que el lector lo sabe) o del ensañamiento (cuando la
persona investigada se mira como enemigo) que con frecuencia atacan al periodista que investiga.
Gerardo Reyes.
Técnicas de Investigación, de Daniel Santoro. Fondo de Cultura Económica y FNPI, México, 2004.
pp 194 y 196.
Pero la más conocida razón de la importancia del periodismo es que, al servir como canal de
expresión de la sociedad, impulsa cambios en la historia. Cada una de sus informaciones tiene un
potencial de cambio que, al activarse, le imprime una dinámica de desarrollo a la vida social; es la
razón que recordó Gabriel García Márquez al vincular lo mejor de la actividad periodística con la
posibilidad de cambiar algo todos los días. Una conocida metáfora asimila la actividad periodística
en la sociedad, a la de los ojos, oídos y la lengua en el cuerpo humano. La sociedad necesita del
periodismo tanto como el cuerpo humano de sus órganos de los sentidos.
Anoté arriba una tercera razón: el periodismo contribuye al desarrollo del conocimiento de la
realidad. Las informaciones diarias son un primer elemento que, cuando se procesa mediante la
crítica, la contextualización, los antecedentes y la proyección del hecho, la confrontación de fuentes
y las aplicaciones del hecho, convierten la información en conocimiento.
Ese conocimiento es la base de la libertad. Una sociedad no puede ser libre si no conoce la realidad
de lo que sucede. En efecto, cuando se conoce bien lo que pasa, las decisiones se toman en libertad;
en cambio, cuando no hay ese conocimiento, sociedades e individuos son manipulables. En último
término el periodismo es importante porque contribuye con su tarea, al fortalecimiento y ejercicio
de la libertad.
Referencia Bibliográfica.-
El acoso moral de la prensa de Estados Unidos terminó derrocando al presidente Nixon. Se piensa
que sin la acción eficaz de los profesionales de la información tal dimisión no hubiera tenido lugar.
Fue un episodio trascendental que hizo historia. Se tomó conciencia clara del influjo real y efectivo
de la prensa y de la importancia social del llamado “cuarto poder” que no es otro que el de la opinión
pública generada por los medios de comunicación social. Los redactores del código de Dakota del
Sur eran muy conscientes de ese poder impresionante cuando escribieron estas palabras: “la
profesión periodística es la fuerza más grande a la hora de influir en el pensamiento humano.”
Corresponde a los sociólogos el estudio analítico de este influjo de la prensa, la radio y la televisión
en la forma de pensar y de actuar de los hombres de nuestro tiempo. La prensa es un poder
empresarial, económico, político e ideológico. Nadie lo pone en duda y existen estudios sociológicos
en los que el lector puede hallar todo tipo de verificaciones sobre las diversas formas de poder
concomitante y consecuente a los medios de comunicación.
Hay que recordar que la prensa, la radio y la televisión son casi las únicas fuentes de información y
de conocimiento ordinario de las masas en general. El influjo real de los medios sobre la gente no es
proporcional necesariamente al número de lectores de prensa o habituales de la radio o televisión.
Hoy en día se puede ser mudo, ciego, sordo, analfabeto, y tener ideas, comportamientos y opiniones
condicionado todo ello por los medios.
Niceto Blázquez.
Ética y medios de Comunicación
Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid. 1994. P. 32.
10. ¿Qué indicador puedo utilizar para medir el nivel ético de una empresa?
El indicador más certero sobre el nivel ético de una empresa o de una persona lo da su relación con
el Otro. Deliberadamente me abstengo de usar el plural “los otros”, por la carga de generalización y
de abstracción que trae, y me refiero al Otro, así con mayúscula, porque se trata de esa persona
concreta con que las personas y las empresas tratan a diario, llámese cliente, proveedor, empleado,
ejecutivo, asesor o quienquiera que sea y que, por la razón que sea, tiene contacto con una persona o
una empresa.
La ética comienza cuando aparece el Otro. El Otro tiene un poder interpelador, su sola presencia
real o virtual, es un llamado a los valores éticos con los que se construye la persona o la empresa
ideal. En efecto, la ética es una propuesta de excelencia personal o empresarial porque indica cómo
desarrollar lo mejor de las potencialidades humanas, que es lo que se activa o desactiva en la
relación con el Otro. El ser humano y la empresa crecen cuando se intensifica su sociabilidad,
retroceden cuando ésta es débil.
Los códigos éticos profesionales, o de cualquier grupo humano, tienen en común la regulación de
esas relaciones con el Otro, hecho que demuestra que no existe una medida más exacta del nivel
ético de alguien, que la naturaleza de su relación con el Otro.
Referencia Bibliográfica.-
El encuentro con el Otro, con personas diferentes, desde siempre ha constituido al experiencia
básica y universal de nuestra especie. Los arqueólogos nos dicen que los grupos humanos más
antiguos no contaban con más de treinta o, a lo sumo, cincuenta personas. Si aquellas familias-tribu
hubiesen sido más numerosas, les habría resultado difícil trasladarse con la rapidez suficiente. Si
hubiesen sido más pequeñas, les habría resultado muy difícil defenderse y librar batallas en su lucha
por la supervivencia.
Robinson Crusoe pasea por una de las playas de la isla en la que una inoportuna tormenta con su
correspondiente naufragio le ha confinado. Lleva su loro al hombro y se protege del sol gracias a la
sombrilla fabricada con hojas de palmera que le tiene justificadamente orgulloso de su habilidad.
Piensa que, dadas las circunstancias, no puede decirse que se las haya arreglado del todo mal. Ahora
tiene un refugio en el que guarecerse de las inclemencias del tiempo y del asalto de las fieras, sabe
dónde conseguir alimento y bebida, tiene vestidos que le abriguen y que él mismo se ha hecho con
elementos naturales de la isla, los dóciles servicios de un rebañito de cabras, etc. En fin, que sabe
cómo arreglárselas para llevar más o menos su buena vida de naúfrago solitario. Sigue paseando
Robinson y está tan contento de sí mismo que por un momento le parece que no echa nada de
menos. De pronto, se detiene con sobresalto. Allí, en la arena blanca, se dibuja una marca que va a
revolucionar toda su pacífica existencia: la huella de un píe humano.
¿De quién será? ¿Amigo o enemigo? ¿Quizá un enemigo al que puede convertir en amigo? ¿Hombre
o mujer? ¿Cómo se entenderá con él o ella? ¿Qué trato le dará? Robinson está ya acostumbrado a
hacerse preguntas desde que llegó a la isla y a resolver los problemas del modo más ingenioso
posible: ¿qué comeré?, ¿dónde me refugiaré?, ¿cómo me protegeré del sol? Pero ahora la situación
no es igual porque ya no tiene que vérselas con acontecimientos naturales, como el hambre o la
lluvia, ni con las fieras salvajes, sino con otro ser humano: es decir, con otro Robinson o con otros
Robinsones y Robinsonas. Ante los elementos o las bestias, Robinson ha podido comportarse sin
atender a nada más que su necesidad de supervivencia. Se trataba de ver si podía con ellos o si ellos
podían con él, sin otras complicaciones. Pero ante los seres humanos la cosa ya no es tan simple.
Debe sobrevivir, desde luego, pero ya no de cualquier modo. Si Robinson se ha convertido en una
fiera como las demás que rondan por la selva, a causa de su soledad y su desventura, no se
preocupará más de que si el desconocido causante de la huella es un enemigo a eliminar o una presa
a devorar. Pero si aún quiere seguir siendo un hombre... Entonces se las va a ver no ya con una
presa o con un simple enemigo, sino con un rival o un posible compañero; en cualquier caso con un
semejante.
Mientras esta sólo, Robinson se enfrenta a cuestiones técnicas, mecánicas, higiénicas, incluso
científicas, si me apuras. De lo que se trata es de salvar la vida en un medio hostil y desconocido.
Pero cuando encuentra la huella de Viernes en la arena de la playa empiezan sus problemas éticos.
Ya no se trata únicamente de sobrevivir, como una fiera o como una alcachofa, perdido en la
naturaleza; ahora tiene que empezar a vivir humanamente, es decir, con otros o contra otros
hombres, pero entre hombres. Lo que hace “humana” a la vida es el transcurrir de compañía de los
humanos, hablando con ellos, pactando y mintiendo, siendo respetado o traicionado, amado,
haciendo proyectos y recordando el pasado, desafiándose, organizando juntos las cosas comunes,
jugando, intercambiando símbolos.
Savater Fernando, Ética para Amador, Ed, Ariel S.A, Barcelona, 1991, p. 123-125.
La mediación del periodista puede ser entendida de modo reducido cuando se la reduce a la de
proveedor mecánico de datos, documentos, entrevistas o relatos que ponen al receptor (oyente,
televidente o lector) en contacto con hechos o personas, para que él, por su cuenta y riesgo, decida.
Es un papel de intermediario, que cumplen los noticieros y periódicos que entrevistan, transcriben
comunicados y documentos o que presentan los hechos con la frialdad e impasibilidad de un espejo.
Es un papel de intermediario que reduce la tarea del periodista a su más mínima expresión.
El periodista mediador, en cambio, amplía e esas funciones y las cumple con una intención, actúa
con un propósito porque no sólo observa, además toma parte y hace suya la historia que transmite.
No se limita, por ejemplo, a decir que hubo tantos secuestros, además entiende y siente el
sufrimiento de los secuestrados y de sus familias, urge para que se los rescate, patentiza la
monstruosidad de esta práctica, mantiene a la sociedad en estado de protesta y de rescate hasta que
las víctimas sean liberadas.
Para el periodista mediador ningún problema de la sociedad le es ajeno, porque sabe que él es el
órgano sensible de la sociedad que registra lo que es bueno para ella, estimula las prácticas que les
hacen bien a todos y vigila y señala cuando aparecen señales de peligro. El intermediario es pasivo y
mecánico, el mediador es activo y sensible; el primero obra sobre seguro porque piensa más en sí
mismo que en los demás; el otro vive en riesgo permanente porque hace suyos los riesgos de todos y
acoge como propias sus expectativas y esperanzas.
Referencia Bibliográfica.-
(El autor se refiere al periodismo cultural, pero es aplicable a todo el periodismo.)
El periodismo cultural define su función de intermediario consistente en establecer relaciones entre
creadores y públicos. De ahí todo su esfuerzo para hacer accesibles las obras y por elevar el nivel de
comprensión de la gente. Objetivos loables, sin duda, pero que ocultan lo que en ese proceso se
produce, el subrayado y refuerzo de la separación entre unos y otros y la conversión del periodista
en oficiante de un culto: aquel en que la gracia de la creación puede tocar a los pobres
consumidores. La mejor prueba de que ese periodismo abunda es que la relación de sus lectores con
las obras sigue fiel a lo que ese periodismo propone: una relación no de uso, de apropiación y de
goce, sino de reverencia y culto. Paradójico oficio de un comunicador al que la lógica mercantil
acaba convirtiendo en su mejor cómplice al reducir su tarea a la de empaquetador de productos
culturales o lubricador de los circuitos del mercado.
En esencia es el mismo código que rige para los periodistas, sólo que su núcleo, en vez de ser el
compromiso con la verdad, es el deber de comunicar, que algunos llaman comunicabilidad.
No quiere decir esto que el comunicador no tenga compromiso con la verdad, que también lo tiene,
sino que toda su actividad está centrada en el acto de comunicar, de donde se derivan los otros
deberes. Entre ellos hay que destacar el ya mencionado compromiso con la verdad y con él, la
responsabilidad para con la sociedad. Son valores imprescindibles, que se interrelacionan y que en
conjunto dan el perfil ideal del comunicólogo. Cuyo trabajo será efectivo si, además del compromiso
con la verdad y su responsabilidad con la sociedad, es un trabajo libre de un comunicador libre. Esta
libertad, desde luego, no es cualidad propia de la comunicación, sino de quien comunica.
Pero estos valores son los mismos que distinguen a un buen ser humano, por donde es forzoso
concluir que la ética del comunicador es la misma que sirve de guía para la construcción e todo buen
ser humano. En síntesis, puesto que la comunicación es una prolongación de la persona, su ética
está regida por los principios que hacen de cualquiera persona un buen ser humano, y entre ellos
deben destacarse el compromiso con la verdad, la responsabilidad para con la sociedad y la
independencia.
Referencia Bibliogáfica.-
Los valores éticos que rigen el actuar comunicacional son los mismos valores que impregnan la ética
del ser humano. Para considerarse un comunicador ético es necesario saber vivir esos valores en su
entorno personal y familiar. El respeto a estos valores ayudará a construir la convivencia social. No
se concibe un director irreverente con al trato a las personas pero que se levante como un defensor
de la dignidad de las personas.
La dignidad humana es el principal valor que debe respetar defender y difundir un medio de
comunicación. No tiene sentido hablar de comunicación o información si no se contribuye a
dignificar a la persona. Todos los valores humanos y los valores que rigen el actuar comunicativo se
supeditan al respeto a la dignidad humana que no es otra cosa que el respeto a la vida. La ética,
como arte de vivir, necesariamente debe respetar y defender ese derecho en los demás. Por eso el
actuar comunicativo se debe a un profundo respeto al receptor o espectador, un respeto para el
sujeto que es formado a través de la información.
Para respetar la dignidad del ser humano es imprescindible que el acto comunicativo sea libre. En
todas y cada una de las declaraciones y códigos periodísticos se manifiesta el deseo y la necesidad de
realizar la actividad comunicativa dentro de un marco de libertad. El informe Mac Bride y la
resolución de la “Comisión Hutchins” fueron las primeras voces que plantearon seriamente un
ejercicio limitado de esa libertad: la responsabilidad.