El Siervo Vigilante

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EL SIERVO VIGILANTE (LUCAS 12:35-40)

Siervo: El siervo de Dios es aquella persona que está dispuesta a:

* hacer lo que Dios pida

* cuando El lo pida

* donde El lo pida

* no importa lo que El pida

La palabra siervo significa esclavo (doulos). Describe a alguien que está sujeto a la
voluntad de su Señor, y totalmente a la disposición de él.

Los apóstoles expresaban su absoluta devoción y sujeción a Cristo, obediencia, algo a lo


que no sólo los apóstoles fueron llamados, sino todos los que somos de Cristo. Es esa
obediencia incondicional la que nos va habilitar para ser siervos efectivos.

Esa obediencia comienza en nuestras vidas cuando renunciamos a otros “señores”, nos
identificamos con Cristo, descubrimos en la Escritura cuál es su voluntad, vivimos de
acuerdo a ella, y conscientemente nos alejamos de intereses que son contrarios a la
voluntad de Dios, aún y cuando estos intereses (gustos, hábitos, preferencias o tendencias)
hayan sido importantes para nosotros en el pasado. El apóstol Pablo exhortando a los
romanos a vivir esa vida de obediencia que Cristo demanda de nosotros:

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional [lo que
corresponde]. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación
de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta”. Romanos 12:1-2

Vigilante: El vigilante debe estar atento y despierto; el discípulo debe considerar la oración
constante como vital para la salvación. El vigilante está atento a la mañana, esperando el
amanecer del gran día de Cristo y tratando de prepararse para su venida.

¿Cómo puede un vigilante velar y orar al mismo tiempo? ¿Descuidará su vigilancia


mientras ora? ¿Descuidará sus oraciones mientras vigila? Ninguna de las dos cosas. La
vigilancia es una actitud mental. Es un vivo anhelo por el regreso del Señor y un intenso
deseo de servirlo. El fervor del vigilante proviene de su dependencia de Dios y Su palabra
(Hechos 40:32) y de su constante comunión con su Padre por medio de Cristo el Salvador.
Velar y orar son dos actividades interdependientes, que se apoyan una a la otra, y ambas
son parte del amor por su venida (2 Timoteo 4:8).
Ceñir nuestros lomos significa asimilar diariamente la verdad de las Escrituras, al vivir en
obediencia, al difundir el Evangelio y al confiar en Cristo. Esta armadura espiritual nos
protegerá de los ataques espirituales. El Apóstol Pablo nos recuerda que tenemos autoridad
y bendiciones espirituales en lo invisible, es decir, los lugares celestiales. Cuanto más llena
esto, nuestra mente con la verdad de la palabra de Dios, tanto menos vulnerable seremos a
las decepciones y las tentaciones de Satanás.

Las lámparas encendidas. Jesús comparó el reino de Dios a diez vírgenes que formaban
parte de un festejo matrimonial y que esperaban la llegada del novio. Algunas estaban
preparadas para salir a su encuentro; otras no. El reino de Dios se caracteriza por la
anticipación, estar siempre VELANDO. Los creyentes DEBEN estar DESPIERTOS,
esperando el retorno de Cristo y listos para recibirlos con sus lámparas encendidas y con
mucho aceite como dice la palabra en sus vasijas (Mateo 25:1-13).

Dice las Escrituras que seremos Bienaventurados, aquellos que son VIGILANTES y que
están aguardando la segunda venida de nuestro Señor. “Pero de aquel día y de la hora nadie
sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” (Marcos 13:32).
Mirad, VELAD y Orad; porque no sabéis cuando será el tiempo. “VELAD, pues, porque no
sabéis cuándo vendrá el Señor de la casa; si al anochecer, o la medianoche o al canto del
gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a
vosotros digo, a todos lo digo. VELAD” (Marcos 13:35-40).

En estos tiempos hay muchos “cristianos” que solamente son de nombre porque en sus
actitudes y comportamiento viven sin ninguna relación con Dios y ya han perdido lo que es
el primer amor (cuando aceptaron a JESÚS en su corazón). Su vida “espiritual” se ha
convertido monótona, simple y apagada. No les gusta orar ni ayunar y mucho menos
VIGILAR. La Santa Cena la realizan una vez al mes y a duras penas. Soy testigo al visitar
algunas iglesias y he podido comprobar que necesitamos estar DESPIERTOS y no ser
como las vírgenes insensatas que no tomaron el aceite y al tardarse el esposo, cabecearon
todas y se durmieron (pobrecitas). Continúa la palabra y dice que se despertaron y
preguntaron a las prudentes que le dieran aceite y ellas respondieron sabiamente diciendo,
para que no nos falte a nosotras y a ustedes, vayan a comprar. Mientras ellas fueron, llegó
el esposo y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras vírgenes, diciendo: “Señor, Señor, ábrenos.” Más él
respondiendo, dijo: “De cierto os digo, que NO OS CONOZCO.”

Nuestro Señor nos invita a estar en ayuno, oración, vigilar y también participar en la Santa
Cena y así podremos comprender los misterios de Dios y estar preparados para el día y la
hora en que menos pensamos vendrá el Hijo del Hombre.

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