Deshacer El Genero Judith Butler
Deshacer El Genero Judith Butler
Deshacer El Genero Judith Butler
112.
113.
H.-G. Gadamer - El inicio de /a filosoffa occidental
E. W. Said - Representaciones del intelectual
Deshacer el género
114. E. A. Havetock - La musa aprende a escribir
115. C. F. Heredero y A. Santamarina - El cine negro
116. B. Waldenfels - De Husserl a Derrida
117. H. Putnam - La herencia del pragmatismo
118. T. Maldonado - ¿Qué es un intelectual?
120. G. Marramao - Cielo y tierra
121. G. Vattimo - Creer que se cree
122. J. Derrida - Aporías
123. N. Luhmann - ObS6tv8Ciones de la modernidad
124. A. Quintana - El cine italiano, 1942-1961
125. P. L. Berqer y T. Luckmann - Modernidad, pluralismo y crisis de sentido
126. H.-G. Gadamer - Mito y razón
127. H.-G. Gadamer - Arte Y verdad de la palabra
128. F. J. Bruno - Diccionario de términos psicológicos fundamentales
129. M. Maffesoli - Elogio de la raz6n sensible
130. Ch. Jamme -Introducción a la filosofía del mito
131. R. Esposito - El origen de la oouuce
133. R. Aran - Introducción a la filosofía polrtica
134. A. Elena - Los cines periféricos
135. T. Eagleton - La funci6n de la cnlica
136. A. Kenny - La metafísica de la mente
137. A. Viola (comp.) - Antropo/ogra del desarrollo
138. C. Cavell - La mente psicoana/rtica
139. P. Barker (comp.) - Vivir como iguales
140. S. Shapín - La revolución cientffica
141. J. R. Searle - El misterio de la conciencia
142. R. Molina y D. Ranz - La idea del cosmos
143. U. Beck - La democracia y sus enemigos
144. R Freixas y J. Bassa - El sexo en el cine y el cine de sexo
145. M. Horkheimer - Autoridad y familia y otros escritos
146. A. Beltrán - Galileo, ciencia y religión
147. H.-G. Gadamer - El inicio de la sabiduria
148. R A. Spitz - No Y SI
149. R. Flecha, J. Gómez y L. Puigvert - Teorla sociol6gica contemporánea
150. G. Baumann - El enigma multicultural
151. E. Morin - Los siete saberes necesarios para la educación del futuro
152. Q. Marquard - Rlosofía de la compensaci6n
154. Z. Bauman - La cultura como prax(s
155. M. Canto-Sperber - La inquietud moral y la vida humana
156. J. Habermas - Acción comunicativa y raz6n sin transcendencia
157. H. Arendt - Conferencias sobre la filosofía oouttce de Kant
158. Ch. Taylor - Las variedades de la religión hoy
159. J. Habermas - La euce del discurso y la cuesti6n de la verdad
160. A. Jacquard y otros - ¿Una educación sin autoridad ni sanción?
161. J.-P. Fitoussi - La democracia y el mercado
162. J. R Searle - Libertad y neurobio/og(a
163. M. Canto-Sperber y R. Ogien - La filosofía moral y la vida cotidiana
164. M. Augé y J. P. Colleyn - Qué es /a antropo/ogra
165. R. Rorty y G. Vattimo - El futuro de la religión
166. R-P. Droit. - Entrevistas con Michel Foucault
167. J. Butler - Deshacer el género
Título orígínal: Undoing Gender
Publícado en ínglés, en 2004, por Routledge, Nueva York
cultura Libre
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autortzacsónescrita de los mulares del copyright, bajo las
sanciooes establecidas en las ley9s, la reproducción total o parcial de esta obra por medio
o procedimiento. comprendidos la reprografla y el tratamiento informático, y la distriooclón
de ejemplares de ella mediante alquilar o préstamo públicos
ISBN: 84-493·1880-7
Depósito legal: B. 9.30312006
Agradecimientos 11
Introducción: Actuar concertadamente 13
Notas 355
Obras citadas 373
Índice analítico y de nombres 385
AGRADECIMIENTOS
uno mismo, más allá de uno mismo, en una socialidad que no nocimiento con enmiendas no conduce a una vida viable. A al-
tiene un solo autor (y que impugna radicalmente la propia no- gunos humanos no se les reconoce en absoluto como humanos
ción de autoría). y esto conduce a otro orden de vida inviable. Si parte de lo
Aunque ser de un cierto género no implica que se desee de que busca el deseo es obtener reconocimiento, entonces el gé-
una cierta manera, existe no obstante un deseo que es consti- nero, en la medida en que está animado por el deseo, buscará
tutivo del género mismo y, como consecuencia, no se puede se- también reconocimiento. Pero si los proyectos de reconoci-
parar de una manera rápida o fácil la vida del género de la vida miento que se encuentran a nuestra disposición son aquellos
del deseo. ¿Qué es lo que quiere el género? Hablar de esta ma- que «deshacen» a la persona al conferirle reconocimiento, o que
nera puede parecernos extraño, pero resulta menos raro cuan- la «deshacen» al negarle reconocimiento, entonces el reconoci-
do nos damos cuenta de que las normas sociales que constitu- miento se convierte en una sede del poder mediante la cual se
yen nuestra existencia conllevan deseos que no se originan en produce lo humano de forma diferencial. Esto significa que en
nuestra individualidad. Esta cuestión se torna más compleja la medida en que el deseo está implicado en las normas socia-
debido a que la viabilidad de nuestra individualidad depende les, se encuentra ligado con la cuestión del poder y con el pro-
fundamentalmente de estas normas sociales. blema de quién reúne los requisitos de lo que se reconoce como
La tradición hegeliana enlaza el deseo con el reconocimien- humano y quién no.
to: afirma que el deseo es siempre un deseo de reconocimiento y Si yo soy de un cierto género, ¿seré todavía considerado
que cualquiera de nosotros se constituye como ser social viable como parte de lo humano? ¿Se expandirá lo «humano» para
únicamente a través de la experiencia del reconocimiento. Dicha incluirme a mí en su ámbito? Si deseo de una cierta manera,
visión tiene su atractivo y su verdad, pero también descuida un ¿seré capaz de vivir? ¿Habrá un lugar para mi vida y será reco-
par de puntos importantes. Los términos que nos permiten ser nocible para los demás, de los cuales dependo para mi existen-
reconocidos como humanos son articulados socialmente y son cia social?
variables. Y, en ocasiones, los mismos términos que confieren Permanecer por debajo de la inteligibilidad tiene ciertas
la cualidad de «humanos a ciertos individuos son aquellos que ventajas, si se entiende la inteligibilidad como aquello que se
privan a otros de la posibilidad de conseguir dicho estatus, produce como consecuencia del reconocimiento de acuerdo
produciendo así un diferencial entre lo humano y lo menos que con las normas sociales vigentes. Ciertamente, si mis opciones
humano'. Estas normas tienen consecuencias de largo alcance son repugnantes y no deseo ser reconocido dentro de un cierto
sobre nuestra concepción del modelo de humano con derechos tipo de normas, entonces resulta que mi sentido de superviven-
o del humano al que se incluye en la esfera de participación de cia depende de la posibilidad de escapar de las garras de dichas
la deliberación política. El humano se concibe de forma dife- normas a través de las cuales se confiere el reconocimiento.
rente dependiendo de su raza y la visibilidad de dicha raza; su Puede ser que mi sentido de pertenencia social se vea perjudi-
morfología y la medida en que se reconoce dicha morfología; cado por mi distancia con respecto a las normas, pero segura-
su sexo y la verificación perceptiva de dicho sexo; su etnicidad mente dicho extrañamiento es preferible a conseguir un sentido
y la categorización de dicha etnicidad. Algunos humanos son de inteligibilidad en virtud de normas que tan sólo me sacrifi-
reconocidos como menos que humanos y dicha forma de reco- carán desde otra dirección. La capacidad de desarrollar una re-
16 DESHACER EL GÉNERO INTRODUCCIÓN 17
lación crítica con estas normas presupone distanciarse de ellas, con el fin de iniciar el proceso de rehacer lo humano. Yo puedo
poseer la habilidad de suspender o diferir la necesidad de ellas, sentir que sin ciertos rasgos reconocibles no puedo vivir. Pero
aun cuando se deseen normas que permitan la vida. La relación también puedo sentir que los términos por los que soy reconoci-
crítica depende también de la capacidad, invariablemente co- da convierten mi vida en inhabitable. Ésta es la coyuntura de la
lectiva, de articular una alternativa, una versión minoritaria de cual emerge la critica, entendiendo la critica como un cuestiona-
normas o ideales que sostengan y permitan actuar al individuo. miento de los términos que restringen la vida con el objetivo de
Si soy alguien que no puede ser sin hacer, entonces las condi- abrir la posibilidad de modos diferentes de vida; en otras pala-
ciones de mi hacer son, en parte, las condiciones de mi exis- bras, no para celebrar la diferencia en sí misma, sino para esta-
tencia. Si mi hacer depende de qué se me hace o, más bien, de blecer condiciones más incluyentes que cobijen y mantengan la
los modos en que yo soy hecho por esas normas, entonces la vida que se resiste a los modelos de asimilación.
posibilidad de mi persistencia como «yo» depende de la capa- En los ensayos de este volumen se relacionan las problemáti-
cidad de mi ser de hacer algo con lo que se hace conmigo. Esto cas de género y sexualidad con las operaciones de persistencia y
no significa que yo pueda rehacer el mundo de manera que me supervivencia. Mi propio pensamiento ha sido influenciado por
convierta en su hacedor. Esta fantasía de un poder absoluto la «Nueva Politica de Género» [New Gender Politics] que ha
como el de Dios sólo niega los modos en que somos constitui- surgido en años recientes, una combinación de movimientos que
dos, invariablemente y desde el principio, por lo que es exter- engloban al transgénero, la transexualidad, la intersexualidad y a
no a nosotros y nos precede. Mi agencia * no consiste en negar sus complejas relaciones con las teorías feministas y queer,' Creo,
la condición de tal constitución. Si tengo alguna agencia es la sin embargo, que seria un error suscribir una noción progresiva
que se deriva del hecho de que soy constituida por un mundo de la historia por la cual se entiende que diferentes marcos van
social que nunca escogí. Que mi agencia esté repleta de para- sucediéndose y suplantándose unos a otros. No se puede narrar
dojas no significa que sea imposible. Significa sólo que la para- una historia sobre cómo uno se desplaza del feminismo al queer
doja es la condición de su posibilidad. y al transo * Y no se puede narrar tal historia sencillamente por-
Como resultado, el «yox que soy se encuentra constituido por que ninguna de esas historias pertenece al pasado: esas historias
normas y depende de ellas, pero tambíén aspira a vivir de mane- continúan ocurriendo de formas simultáneas y solapadas en el
ras que mantengan con ellas una relación crítica y transformado- mismo instante en que las contamos. En parte se dan mediante
ra. Esto no es fácil porque, en cierta medida, el «yo» se convierte las formas complejas en las que son asumidas por cada uno de
en algo que no puede conocerse, amenazado por su inviabilidad, esos movimientos y prácticas teóricas.
con ser deshecho completamente en cuanto deje de incorporar la Consideremos la oposición intersexual a la extendida prác-
norma mediante la cual este «yo» se convierte en totalmente re- tica de realizar cirugia coactiva a los neonatos y niños con ana-
conocible. Hay un cierto nuevo rumbo de lo humano que se da tomías sexualmente indeterminadas o hermafroditas con el fin
de normalizar sus cuerpos. Este movimiento ofrece una pers-
* Dada la amplia utilización del término «agencia» en los textos de ciencias so-
ciales escritos en lengua española, un neologismo procedente del término inglés agency
que indica la capacidad de acción de un actor o agente social, he procedido a em- * El término trans engloba los movimientos promovidos por personas transe-
plearlo a lo largo de todo el texto. (N. de la t.) xuales, transgénero e intersexuales. (Nota de la r.]
18 DESHACER EL GÉNERO INTRODUCCIÓN 19
pectiva crítica sobre la versión de lo «humano» que requiere con convertir en ilegítimas y abyectas aquellas configuraciones
morfologías ideales y la constricción de las normas corporales. sexuales que no se adecuen a la norma de! matrimonio ni en
Al resisrirse a la cirugía coactiva, la comunidad intersexual hace su forma actual ni en su forma corregible. Al mismo tiempo,
un llamamiento para que se comprenda que los niños de con- las objeciones homofóbicas al matrimonio de gays y lesbianas
dición intersexual son parte de! contínuum de la morfología se expanden por toda nuestra cultura y afectan a todas las vi-
humana y que deben ser tratados desde e! supuesto de que sus das queer. Todo ello nos plantea una pregunta fundamental:
vidas son y serán no sólo viables, sino también ocasiones para ¿cómo podemos oponernos a la homofobia sin abrazar la nor-
su florecimiento como personas. Así pues, las normas que go- ma de! matrimonio como e! acuerdo social más exclusivo o
biernan la anatomía humana idealizada producen un sentido más profundamente valorado para las vidas sexuales queer? De
de la diferencia entre quién es humano y quién no lo es, qué vi- forma similar, cuando e! matrimonio marca los términos para e!
das son habitables y cuáles no lo son. Esta diferencia opera parentesco y e! parentesco en sí mismo se colapsa en la «fami-
también en una amplia variedad de incapacidades (aunque la lia», los esfuerzos para establecer enlaces de parentesco no ba-
norma que funciona para las incapacidades no visibles es otra). sados en e! lazo matrimonial se convierten en opciones prácti-
Una concurrencia de operaciones de normas de género pue- camente indescifrables e inviables. Los lazos sociales duraderos
de observarse en la diagnosis de! D5M-IV sobre e! trastorno de que constituyen parentescos viables en las comunidades de mi-
identidad de género. Esta diagnosis, que, en su mayor parte, se norías sexuales corren e! riesgo de convertirse en irreconocibles
encarga de monitorizar los signos de homosexualidad incipien- e inviables mientras e! lazo matrimonial sea la forma exclusiva
te, asume que la «disforia de género» es un trastorno psicológi- en que se organicen tanto la sexualidad como e! parentesco.
co simplemente porque alguien de Un determinado género ma- Una relación crítica con esta norma conlleva desarticular aque-
nifiesta atributos de otro género o e! deseo de vivir como otro llos derechos y obligaciones actualmente concomitantes con e!
género. Esto impone un modelo coherente de vida de género matrimonio, de forma que e! matrimonio pueda permanecer
que rebaja las formas complejas mediante las cuales se elaboran como un ejercicio simbólico para aquellos que deseen compro-
y se viven las vidas de género. Sin embargo, e! diagnóstico es meterse bajo tal forma. Pero si los derechos y las obligaciones
crucial para muchos individuos que requieren apoyo de los se- de! parentesco pueden tomar otras formas, ¿qué reorganiza-
guros para la cirugía de reasignación de sexo o e! tratamiento ción de las normas sexuales sería necesaria para que la dura-
hormonal, o para quienes buscan un cambio legal de estatus, ción e importancia de los lazos íntimos de aquellos que viven
Como resultado, los métodos diagnósticos mediante los cuales sexual y afectivamente fuera de! lazo matrimonial o en relacio-
se atribuye la transexualidad implican una patologización, pero nes de parentesco ajenas al matrimonio sean legal y cultural-
sufrir este proceso de patologización constituye una de las más mente reconocidas?; o, igualmente importante, ¿qué reorgani-
importantes vías para satisfacer e! deseo de cambiar de sexo. La zación de las normas sexuales sería necesaria para que estén
cuestión crítica se convierte así en: ¿cómo puede el mundo ser libres de la necesidad de un reconocimiento de este tipo?
reorganizado de manera que mejore este conflicto? Si hace una o dos décadas, la discriminación de género se
Los recientes esfuerzos para promover e! matrimonio de aplicaba tácitamente a las mujeres, esto ya no sirve como marco
lesbianas y gays promueven también una norma que amenaza exclusivo para entender su utilización contemporánea. La discri-
20 DESHACER EL GÉNERO INTRODUCCIÓN 21
minación de las mujeres continúa -especialmente de las mujeres morfismo natural que debe ser establecido o mantenido a toda
pobres y de las mujeres de color, si consideramos los niveles di- costa. Los activistas intersex trabajan para rectificar la errónea
ferenciales de pobreza y alfabetización no sólo en Estados Uni- presuposición según la cual cada cuerpo alberga una «verdad-
dos, sino globalmente--, así que continúa siendo crucial reco- innata sobre su sexo que los profesionales médicos pueden
nocer esta dimensión de la discriminación de género. Pero el discernir y traer a la luz por sí solos. El movimiento intersex
género ahora significa identidad de género, una cuestión parti- sostiene que el género debe ser establecido a través de la asig-
cularmente sobresaliente en la política y teoría del transgénero y nación o la elección, pero siempre sin coerción, premisa que
la transexualidad. El transgénero se refiere a aquellas personas comparte con el activismo transgénero y transexual. Este últi-
que se identifican con o viven como el otro género, pero que mo se opone a formas no deseadas de asignación de género y,
pueden no haberse sometido a tratamientos hormonales u ope- en este sentido, reclama un mayor grado de autonomía, una si-
raciones de reasignación de sexo. Los transexuales y las personas tuación también paralela a las reclamaciones intersex. Sin em-
transgénero se identifican como hombres (caso de los transexua- bargo, a ambos movimientos les resulta complicado establecer
les de mujer a hombre), como mujeres (caso de las transexuales el significado preciso de la autonomía, ya que escoger el propio
de hombre a mujer), o como trans, esto es, como transhombres cuerpo implica, ineludiblemente, navegar entre normas que
o transmujeres, ya se hayan sometido o no a intervenciones qui- son trazadas por adelantado y de forma previa a la elección
rúrgicas o a tratamiento hormonal; y cada una de estas prácti- personal o que son articuladas de forma concertada con la
cas sociales conlleva diferentes cargas sociales y promesas. agencia de otras minorías. Efectivamente, los individuos de-
Coloquialmente, el término «transgénerox se aplica tam- penden de las instituciones de apoyo social para ejercer la auto-
bién a una seríe de estas posiciones. Las personas transgénero y determinación con respecto a qué cuerpo y qué género tienen
transexuales están sujetas a la patologización y la violencia, que, y mantienen, de manera que la autodeterminación se convierte
una vez más, aumenta en el caso de personas trans de comuni- en un concepto plausible únicamente en el contexto de 00
dades de color. La persecución que sufren aquellos que son mundo social que apoya y posibilita la capacidad de ejercitar la
«leídos» como trans o que se descubre que son trans no puéde agencia. A la inversa (y como consecuencia), resulta que cam-
ser subestimada. Es parte de un contínuum de violencia de gé- biar las instituciones a través de las cuales se establecen y se
nero que arrebató las vidas de Brandon Teena, Mathew Shep- mantienen las elecciones humanamente viables es un prerre-
hard y Gwen Araujo.' Debe entenderse que estos asesinatos es- quisito para el ejercicio de la autodeterminación. En este senti-
tán conectados con los actos coactivos de «corrección» sufridos do, la agencia individual está ligada a la critica social y la trans-
por los neonatos y por los niños intersexuados que a menudo formación social. Sólo se determina «el propio» sentido del
dejan sus cuerpos mutilados para toda la vida, traumatizados y género en la medida en que las normas sociales existen para
físicamente limitados en sus funciones sexuales y sus placeres. apoyar y posibilitar aquel acto de reclamar el género para uno
Aunque a veces el intersexo y el transexo parecen ser mo- mismo. De esta forma, para tomar posesión de sí mismo el yo
vimientos reñidos entre sí (el primero se declara opuesto a la debe ser desposeído en la socialidad.
cirugía, el segundo acepta la cirugía electiva), es muy impor- Una tensión que surge entre la teoría queer y los movimien-
tante darse cuenta de que ambos cuestionan el principio del di- tos intersex y transexual se centra en la cuestión de la reasigna-
22 DESHACER EL GÉNERO INTRODUCCIÓN 23
ción de sexo y de las ventajas que conllevan las categorías de rna, se puede dar una búsqueda de la identidad como un ejer-
género. Si se entiende que, por definición, la teoría queer se cicio de transformación, como un ejemplo de! deseo como ac-
opone a toda reivindicación de identidad, incluyendo la asig- tividad transformadora.' Aunque en todos estos casos se den
nación de un sexo estable, entonces la tensión parece realmen- deseos de una identidad estable, es crucial darse cuenta de que
te intensa. Pero yo sugeriría que, más importante que cualquier una vida habitable requiere varios grados de estabilidad. De la
presuposición sobre la plasticidad de la identidad o incluso so- misma manera que una vida para la cual no existen categorías
bre su estatus retrógrado, es la oposición de la teoría queer a de reconocimiento no es una vida habitable, tampoco es una
la legislación no voluntaria de la identidad. Después de todo, la opción aceptable una vida para la cual dichas categorías cons-
teoría y el activismo queer adquirieron relevancia política al in- tituyen una restricción no llevadera.
sistir en que el actívisrno antihomofóbico puede ser ejercitado A mi entender, la tarea de todos estos movimientos consis-
por cualquiera, independientemente de su orientación sexual, te en distinguir entre las normas y convenciones que permiten
y al afirmar que las señas de identidad no son prerrequisitos a la gente respirar, desear, amar y vivir,y aquellas normas y con-
para la participación política. Aunque la teoría queer se opone venciones que restringen o coartan las condiciones de vida. A
a aquellos que desean regular la identidad y establecer premi- veces las normas funcionan de ambas formas a la vez, y en oca-
sas epistemológicas prioritarias para quienes reclaman cierto siones funcionan de una manera para un grupo determinado y
tipo de identidad, no busca tan sólo expandir la comunidad de de otra para otro. Lo más importante es cesar de legislar para
actívismo antihomofóbico, sino más bien insistir en que la se- todas estas vidas lo que es habitable sólo para algunos y, de for-
xualidad no se resume fácilmente ni se unifica a través de la ca- ma similar, abstenerse de proscribir para todas las vidas lo que
tegorización. Por lo tanto, no se puede concluir que la teoría es invivible para algunos. Las diferencias en la posición y e!
queer se opone a la asignación de género o que pone en entre- deseo marcan los límites de la universabilidad como un reflejo
dicho los deseos de quienes esperan conseguir dichas asigna- ético. La crítica de las normas de género debe situarse en e! .
ciones para los niños intersexuados, por ejemplo, aquellos que contexto de las vidas tal como se viven y debe guiarse por la
pueden necesitarlas para funcionar socialmente incluso si pos- cuestión de qué maximiza las posibilidades de una vida habita-
teriormente en su vida cambian dicha asignación, sabiendo los ble, qué minimiza la posibilidad de una vida insoportable o, in-
riesgos que entraña. La presunción que puede hacerse aquí de cluso, de la muerte social o literal.
forma perfectamente razonable es que los niños no tienen por Ninguno de estos movimientos es, a mi entender, posfemi-
qué tomar sobre si la responsabilidad de ser los héroes de un nista. Todos han hallado importantes recursos conceptuales y
movimiento sin haber aceptado previamente dicho rol. En este políticos en e! feminismo, y e! feminismo continúa planteando
sentido, la categorización tiene su lugar y no puede ser reduci- desafíos a estos movimientos y funcionando como un aliado
da a una forma de esencialismo anatómico. importante. De la misma manera que ya no se considera la «dis-
De manera similar, el deseo transexual de convertirse en criminación de género» como un código para la discriminación
hombre o mujer no debe ser descartado como un mero deseo contra las mujeres, sería igualmente inaceptable proponer una
de conformarse a las categorías identitarias establecidas. Como visión de la discriminación de género que no tuviera en consi-
indica Kate Bornstein, se puede desear la transformación mis- deración las formas diferenciales en las que las mujeres sufren
24 DESHACER EL GÉNERO INTRODUCCIÓN 25
la pobreza y el analfabetismo, la discriminación laboral, la divi- cia aumentan para aquellos que viven abiertamente como per-
sión del trabajo en términos de género en el marco global o la sonas transgénero. La idea de que el deseo de convertirse en un
violencia sexual y de otros tipos. El marco feminista que toma hombre, o en un hombre trans, o de vivir en el transgénero está
como punto de partida la dominación estructural de las muje- motivada por el repudio de la feminidad presume que cada per-
res y a partir del cual todos los otros análisis de género deben sona nacida con una anatomía femenina se halla, por tanto, en
proceder, pone en peligro su propia viabilidad al rehusar su posesión de la feminidad apropiada (ya sea innata, asumida sim-
aprobación a las varias formas en las cuales el género emerge bólicamente o asignada socialmente), una feminidad que puede
como una cuestión política relacionada con una serie específi- ser o bien poseída o desposeída, apropiada o expropiada. Efec-
ca de riesgos sociales y fisicos. Es crucial comprender el fun- tivamente, la crítica de la transexualidad de hombre a mujer
cionamiento del género en contextos globales, en formaciones (HaM) se centra en la «apropiación» de la feminidad, como si
transnacionales, no sólo para ver qué problemas se le plantean ésta perteneciera merecidamente a un sexo particular, como
al término «género», sino también para combatir formas falsas si el sexo fuera otorgado de forma discrecional, como si la iden-
de universalismo que están al servicio de un imperialismo táci- tidad de género pudiera y debiera derivarse inequívocamente
to o explícitamente cultural. El feminismo ha afrontado siem- de una anatomía que se presume. Sin embargo, comprender el
pre la violencia contra las mujeres, sexual y no sexual, lo cual género como una categoría histórica es aceptar que el género,
debería servir de base para una alianza con estos otros movi- entendido como una forma cultural de configurar el cuerpo,
mientos, ya que la violencia fóbica contra los cuerpos es parte está abierto a su continua reforma, y que la «anatomía» y el
de lo que une el activismo antihomofóbico, antirracista, femi- «sexo» no existen sin un marco cultural (como el movimiento
nista, trans e intersexual. intersex ha demostrado claramente). La atribución misma de la
Aunque algunas feministas hayan declarado públicamente feminidad a los cuerpos femeninos como si fuera una propiedad
su preocupación por el esfuerzo de desplazamiento o la apro- natural o necesaria tiene lugar dentro de un marco normativo
piación de la diferencia sexual por parte del movimiento trans, en el cual la asignación de la feminidad a lo femenil es un me-
yo creo que esto es sólo una versión del feminismo, una versión canismo para la producción misma del género. Términos tales
a la que se oponen perspectivas que se aproximan al género como «masculino» y «femenino» son notoriamente intercam-
como una categoría histórica, que entienden que el marco para biables; cada término tiene su historia social; sus significados va-
comprender cómo funciona es múltiple y que cambia a través rían de forma radical dependiendo de limites geopolíticos y de
del tiempo y el espacio. La idea de que los transexuales tratan restricciones culturales sobre quién imagina a quién, y con qué
de eludir la condición social de la feminidad porque dicha con- propósito. Que los términos sean recurrentes es bastante inte-
dición se considera como degradada o privada de los privile- resante, pero la recurrencia no indica una igualdad, sino más
gios que se conceden a los hombres asume que la transexuali- bien la manera por la cual la articulación social del término de-
dad de mujer a hombre (MaH) puede explicarse de una forma pende de su repetición, lo cual constituye una dimensión de la
definitiva recurriendo a un marco específico para entender la estructura performatíva del género. Los términos para designar
feminidad y la masculinidad. Se tiende a olvidar que los riesgos el género nunca se establecen de una vez por todas, sino que es-
de discriminación, pérdida de empleo, acoso público y violen- tán siempre en el proceso de estar siendo rehechos.
26 DESHACER EL GÉNERO INTRODUCCIÓN 27
No obstante, el concepto histórico y performativo del gé- por un aparato patriarcal deben, sin embargo, enfrentarse al
nero tiene una relación tensa con algunas versiones de la dife- aumento de autonomía que dichas tecnologías han procurado
rencia sexual. Algunos de los ensayos aquí incluidos intentan a las mujeres. Las feministas que aceptan dichas tecnologías
abordar esta división dentro de la teoría feminista. La concep- por las opciones que producen deben, no obstante, atender a la
ción de la diferencia sexual como diferencia primaria ha sido utilización que pueda darse de dichas tecnologías, utilización
criticada desde diversos sectores. Algunos argumentan de for- que puede implicar el perfeccionamiento de lo humano, la se-
ma correcta que la diferencia sexual no es más primaria que la lección sexual y racial. Aquellas feministas que se oponen a las
diferencia racial o étnica y que no se puede aprehender la dife- innovaciones tecnológicas porque amenazan con borrar la pri-
rencia sexual fuera de los marcos raciales y étnicos a través de macía de la diferencia sexual se arriesgan a naturalizar la repro-
los cuales se articula. Aquellos que sostienen que ser produci- ducción heterosexual. En este caso, la doctrina de la diferencia
do por una madre y un padre es crucial para todos los huma- sexual establece una relación tensa con las luchas antihomofó-
nos quizá tienen algo de razón. Pero ¿son realmente «padres» bicas así como con los intereses de los movimientos intersex y
en un sentido social los donantes de esperma, los amantes oca- transgénero que tratan de procurarse el derecho a las tecnolo-
sionales o, incluso, los violadores? Incluso si se considera que gías que facilitan la reasignación de sexo.
sí que lo son en algún sentido o bajo ciertas circunstancias, ¿no En cada una de estas luchas se puede ver que la tecnología
están poniendo en crisis la categoría de aquellos que piensan es un locus de poder en el cual el humano es producido y re-
que los niños que en su origen carecen de padres identificables producido -no sólo la cualidad humana del niño sino también
están sujetos a psicosis? Si un esperma y un huevo son necesa- la humanidad de aquellos que tienen y que educan niños, tan-
rios para la reproducción (así sigue siendo) -yen ese sentido to los padres como los que no lo son-o De forma similar,el gé-
la diferencia sexual forma una parte esencial de cualquier ex- nero aparece como una precondición para producir y sostener
plicación a la que un humano puede recurrir sobre su origen- una humanidad que se pueda descifrar. Si pudiera darse una
¿se puede concluir que esta diferencia forma al individuo más coalición intelectual entre los diversos movimientos que inte-
profundamente que otras fuerzas sociales constitutivas, como gran la Nueva Política de Género, sin duda se centraría en las
las condiciones económícas o raciales mediante las cuales uno presunciones sobre el dimorfismo corporal, los usos y abusos
llega a ser, las condiciones de la propia adopción, la estancia en de la tecnología y el controvertido estatus de lo humano y de la
un orfanato? ¿Tanto se deriva del hecho de la diferencia sexual vida misma. Si debe protegerse la diferencia sexual de su posi-
originaria? ble desaparición en manos de una tecnología que se concibe
La investigación feminista sobre las tecnologías reproduc- como falocéntrica en sus objetivos, entonces ¿cómo distingui-
tivas ha generado una serie de perspectivas éticas y políticas mos entre la diferencia sexual y las formas normativas de di-
que no sólo han galvanizado los estudios feministas, sino que morfismo contra las cuales luchan diariamente el activismo in-
también han clarificado sus consecuencias para el pensamiento tersex y transgénero? Aunque la tecnología es un recurso al
de género en relación con la biotecnología, la política global y cual algunas personas quieren tener acceso, también es una im-
el estatus de la humanidad y la vida misma. Las feministas que posición de la cual otras buscan liberarse. Tanto si la tecnolo-
critican las tecnologías porque sustituyen el cuerpo maternal gía es impuesta como si es elegida, ésta es fundamental para los
28 DESHACER EL GÉNERO INTRODUCCIÓN 29
activistas intersex. Si algunas personas trans argumentan que que es a la vez humano y vivo, y que la variedad de seres vivos
su propio sentido de persona depende del acceso a la tecnolo- excede lo humano. En cierta manera, la expresión «vida huma-
gía para procurarse algunos cambios corporales, algunas femi- na» designa una combinación difícil de manejar, ya que el tér-
nistas argumentan que la tecnología amenaza con apoderarse mino «humano» no califica sencillamente a «vida», sino que
de la tarea de hacer personas y que se corre el riesgo de quejo «vida» relaciona lo humano con lo que no es humano y vivien-
humano no sea más que un efecto tecnológico. te, y establece lo humano en medio de esta relacionalidad. Para
De manera similar, el llamamiento para un mayor recono- que lo humano sea humano, debe relacionarse con lo no hu-
cimiento de la diferencia corporal hecho por los movimientos mano, con lo que esrá fuera de sí mismo pero que es continuo
de las personas minusválidas y por el activismo intersex aboga consigo mismo en virtud de su interimplicación en la vida. Esta
invariablemente por una renovación del valor de la vida. Sin relación con lo que no es uno mismo constituye al ser humano
duda, la «vida» ha sido tomada por los movimientos de dere- en su existencia, de manera que lo humano excede sus límites
chas para limitar la libertad reproductiva de las mujeres, así en el mismo esfuerzo de establecerlos. Afirmar «yo soy un ani-
que pedir el establecimiento de condiciones más incluyentes mals es declarar en un lenguaje destacadamente humano que
para valorar la vida y producir las condiciones para una vida lo humano no es distinto. Esta paradoja convierte en un impe-
viable puede tener indeseadas resonancias con la demanda rativo la separación entre la cuestión de una vida habítable y el
conservadora de limitar la autonomía de las mujeres en el ejer- estatus de la vida humana, ya que la habitabilidad pertenece a
cicio del derecho al aborto. Lo fundamental es no ceder el tér- seres vivientes que exceden lo humano. Además, sería una ton-
mino «vidas a los objetivos de la derecha, ya que ésta cuestio- tería pensar que la vida es totalmente posible sin la tecnología,
na cuándo se inicia la vida humana y qué es lo que constituye lo cual sugiere que lo humano, en su animalidad, depende de la
«vida» en su viabilidad. La cuestión no es extender enfática- tecnología para vivir. En este sentido, estamos pensando den-
mente el «derecho a la vida» a toda persona que quiera recla- tro del marco del cyborg al cuestionar el estatus de lo humano
marla para los embriones sin voz, sino comprender que la «via- y de la vida habitable.
bilidad» de la vida de una mujer depende del ejercicio de la Repensar lo humano en estos términos no implica retornar
autonomía corporal y de las condiciones sociales que posibili- al humanismo. Cuando Frantz Fanon afirmó que «el negro no
tan dicha autonomía. Es más, al igual que en el caso de aque- es un hombre», llevó a cabo una crítica del humanismo que
llos que buscan superar los efectos patologizadores de la diag- mostró que la articulación contemporánea de lo humano está
nosis del trastorno de identidad de género, se trata de formas tan plenamente racializada que ningún hombre negro puede
de autonomía que requieren un sostén social (y legal) y protec- ser calificado de humano.' En esta utilización de la palabra, se
ción, y que ejercen una transformación de las normas que go- . formula también una crítica de la masculinidad ya que implica
hernan cómo la agencia misma se distribuye diferencialmente que el hombre negro es feminizado. y el alcance de dicha for-
entre los géneros; así pues, en algunos contextos, el derecho de mulación sería que nadie que no sea un «hombre» en el senti-
una mujer a escoger resulta un término inapropiado. do masculino es un humano, con lo que se sugiere que tanto la
Las críticas al antropocentrismo han puesto de relieve que masculinidad como el privilegio racial refuerzan la noción de lo
cuando se habla de la vida humana se está indicando un ser humano. Eruditos contemporáneos, incluyendo la crítica lite-
30 DESHACER EL GÉNERO INTRODUCCIÓN 31
raria Sylvia Wynter, han hecho extensiva también su formula- Estos asuntos forman parte de un plan de futuro que, pre-
ción a las mujeres de color y han cuestionado los marcos racis- visiblemente, unirá a una serie de eruditos y de activistas con el
tas dentro de los cuales se ha articulado la categoría de lo fin de elaborar marcos amplios dentro de los cuales se aborden
humano.' Estas formulaciones muestran los diferenciales de estas urgentes y complejas cuestiones. Estas cuestiones se rela-
poder que permean la construcción de la categoría de lo «hu- cionan claramente con cambios en las estructuras de parentes-
mano» y, a la vez, insisten en la historicidad del término, en el co, con los debates sobre el matrimonio homosexual, con las
hecho de que lo «humano» ha sido elaborado y consolidado condiciones para la adopción y con el acceso a la tecnología re-
temporalmente. productiva. Parte de la reelaboración conceptual del dónde y el
La categoría de lo «humano» retiene en sí misma la elabo- cómo lo humano deviene implica repensar los paisajes sociales
ración del poder diferencial de la raza como parte de su propia y psíquicos en los cuales surgen los niños. De forma similar, los
historicidad. Pero la historia de tal categoría no ha terminado, cambios a nivel de parentesco exigen reconsiderar las condi-
y el «humano» no puede capturarse de una vez por todas. Que ciones sociales bajo las cuales los humanos nacen y se crían,
la categoría se elabore en el tiempo y que funcione a través abriendo así un nuevo territorio para el análisis social y psico-
de la exclusión de una amplia serie de minorías significa que su lógico, así como las situaciones en las que convergen.
rearticulación se iniciará precisamente en el momento en el que A veces el psicoanálisis ha sido utilizado para reforzar la
los excluidos hablen a y desde dicha categoría. Si Fanon escri- noción de una diferencia sexual primaria que forma el centro
be que «un negro no es un hombre», ¿quién escribe cuando de la vida psíquica de un individuo, pero de tal manera que pa-
Fanon escribe> Que podamos preguntar el «quién» significa rece que la diferencia sexual consigue su preeminencia sólo a
que lo humano ha excedido su definición categórica, y que está través de la asunción de que el esperma y el óvulo implican el
en y a través de la elocución abriendo la categoría a un futuro coito parental heterosexual, seguido por una serie de realida-
diferente. Si hay normas de reconocimiento por las cuales se des psíquicas, como el grito primario (primal screami y el esce-
constituye lo «humano», y esas normas son códigos de opera- nario edipico. Pero si el óvulo o el esperma proceden de otra
ciones de poder, entonces puede concluirse que la disputa so- parte y no están ligados a una persona llamada «padre» o «ma-
bre el futuro de lo «humano» será una contienda sobre el po- de»' o si los padres que hacen el amor no son heterosexuales
der que funciona en y a través de dichas normas. Este poder o no reproductivos, entonces parece que se requiere una nueva
emerge en el lenguaje de una forma restrictiva o, de hecho, en topografía psíquica. Por supuesto, es posible presumir, como
otras formas de articulación como aquello que intenta frenar la han hecho muchos psicoanalistas franceses, que la reproduc-
articulación que, sin embargo, se mueve hacia delante. Este do- ción es la consecuencia universal del coito parental heterosexual
ble movimiento se halla en la elocución, la imagen, la acción y que este hecho provee al sujeto humano de una condición psí-
que articula la lucha con la norma. Los que se consideran in- quica. Esta visión condena las uniones no heterosexuales, las
descifrables, irreconocibles o imposibles hablan, no obstante, tecnologías reproductivas y la paternidad fuera del matrimonio
en términos de lo «humano» abriendo así el término a una his- nuclear heterosexual como hechos dañinos para el niño, ame-
toria que no se halla totalmente restringida por los diferencia- nazantes para la cultura y destructivos para lo humano. Pero
les de poder existentes. esta asunción del vocabulario psicoanalítico con el propósito
32 DESHACER EL GÉNERO INTRODUCCIÓN 33
de preservar la línea paterna, la transmisión de la cultura na- miento. Las normas no ejercen un control definitivo o fatalista,
cional y el matrimonio heterosexual es sólo una utilización del al menos, no siempre. El hecho de que el deseo no esté total-
psicoanálisis que no resulta ni particularmente productiva ni mente determinado se corresponde con la idea psicoanalítica
necesaria. de que la sexualidad no puede llegar a ser nunca totalmente
Es importante recordar que el psicoanálisis puede servir capturada por ninguna regla. Más bien se caracteriza por su
como una crítica de la adaptación cultural y también como una desplazamiento, puede exceder la regulación, tomar nuevas
teoría para comprender las maneras en las que la sexualidad no formas en respuesta a su regulación, incluso darle la vuelta y
se conforma a las normas sociales que la regulan. Por otra par- convertirla en sexy. En este sentido la sexualidad nunca puede
te, no hay una teoría mejor para comprender el funcionamien- reducirse totalmente a un «efecto» de esta o aquella operación
to de la construcción de la fantasía no como una serie de pro- de poder. Esto no es lo mismo que decir que la sexualidad es,
yecciones sobre una pantalla interna, sino como parte de la por naturaleza, libre y salvaje. Al contrario, precisamente emer-
relacionalidad humana en sí misma. Sobre la base de esta per- ge como una posibilidad improvisatoria dentro de un campo
cepción podemos llegar a comprender la capitalidad de la fan- de restricciones. Pero la sexualidad no se encuentra «en» aque-
tasía en la experiencia del propio cuerpo, o el de otro, como llas restricciones como algo que puede estar «en» un contene-
perteneciente a un género. Finalmente, el psicoanálisis puede dor: se extingue por las restricciones, pero también es movili-
estar al servicio de una concepción de los humanos como por- zada e incitada por las restricciones, incluso a veces requiere
tadores de una humildad irreversible en su relación con otros y que éstas sean producidas una y otra vez.
con sí mismos. Siempre hay una dimensión de nosotros mismos Se podría decir, entonces, que, en cierto sentido, la sexua-
y de nuestra relación con otros que no podemos conocer; este lidad nos traslada fuera de nosotros mismos; estamos motiva-
no saber persiste en nosotros como una condición de la exis- dos por algo que se halla en otra parte y cuyo sentido y propó-
tencia y de nuestra capacidad de sobrevivir. Hasta cierto pun- sito no podemos capturar plenamente.' Esto sucede porque la
to, nos impulsa lo que no conocemos y no podemos conocer, y sexualidad es una manera de transportar significados cultura-
esta «pulsiór» (Trieb) es precisamente lo que no es ni exclusi- les tanto a través de la operación de las normas como de los
vamente biológico ni cultural, sino siempre el lugar de su den- modos periféricos mediante los cuales son deshechas. La se-
sa convergencia.' Si siempre soy constituido por normas que xualidad no es consecuencia del género, así que el género que
no están hechas por mí, entonces tengo que comprender las tú «eres» determina el tipo de sexualidad que «tendrás». Tra-
maneras en que dicha constitución tiene lugar. Está claro que tamos de hablar de manera llana acerca de estas cuestiones,
la escenificación y la estructuración del afecto y del deseo son afirmando nuestro género, revelando nuestra sexualidad, pero,
una manera mediante la cual las normas labran lo que siento sin darnos mucha cuenta, estamos atrapados en las espesuras
como más apropiado para mí. El hecho de que yo sea otra para ontológicas y las dudas epistemológicas. ¿Soy yo un género
mí misma precisamente en el lugar donde espero ser yo misma después de todo? ¿«Tengo» una sexualidad?
es consecuencia del hecho de que la socialidad de las normas ¿O resulta que el «yo» que debería soportar su género se
excede mi principio y mi final, y que sostiene un campo de deshace al estar siendo un género, que el género siempre pro-
operaciones temporal y espacial que sobrepasa mi autoconoci- viene de una fuente que está en otra parte y que está dirigida
34 DESHACER EL GÉNERO
hacia algo que está más allá de mí, constituido en una sociali-
dad cuya autoría no es totalmente mía? Si éste es el caso, en-
tonces el género deshace el «yo» que se supone que es o que
lleva el género, y este deshacer es parte del mismo significado y CAPíTULO 1
de la comprensibilidad de este «yo». Si yo afirmo que «tengo»
una sexualidad, entonces parece que la sexualidad está ahí de AL LADO DE UNO MISMO: EN LOS LÍMITES
manera que yo la puedo llamar mía, que se puede poseer como DE LA AUTONOMÍA SEXUAL
un atributo. Pero ¿y si la sexualidad es el meclio por el cual se
me desposee? ¿Qué pasa si es investida y animada desde otro
lugar aunque sea mía precisamente? ¿No se puede concluir,
entonces, que el «yo» que «tiene» su sexualidad se deshace me-
cliante la sexualidad que afirma tener, y que esta misma afirma- Qué es lo que constituye un mundo habitable no es una
ción ya no puede ser hecha exclusivamente en su propio nom- cuestión baladí. No es una cuestión sólo para filósofos. Cons-
bre? Si otros me reclaman cuando me afirmo, entonces el tantemente se la plantean en cliversos lenguajes personas de cli-
género es para otro y proviene de otro antes de convertirse en ferentes procedencias, y yo aceptaría gustosamente la conclu-
el mío; si la sexualidad conlleva cierta desposesión del «yo», sión de que esto les convierte en filósofos. Creo que se convierte
esto no implica el final de mis afirmaciones políticas. Sólo sig- en una cuestión de ética no sólo cuando nos hacemos una pre-
nifica que cuando se hacen estas afirmaciones, su alcance es gunta personal: ¿qué hace llevadera mi propia vida?, sino tam-
muy superior al del sujeto que las formula. bién cuando nos preguntamos desde una posición de poder y
desde el punto de vísta de la justicia clistributiva qué hace, o de-
bería hacer, la vida de los demás soportable. En alguna parte de
la respuesta nos comprometemos no sólo con un cierto punto
de vista sobre lo que es la vida y lo que debería ser, sino también
con una idea sobre qué constituye lo humano, la vida propia-
mente humana, y qué no. Aquí se corre siempre el riesgo del an-
tropocentrismo si se asume que la vida propiamente humana es
valiosa --o más valiosa- o que ésta es la única vía para pensar
sobre el problema del valor. Pero quízá para contrarrestar clicha
tendencia es necesario plantearse a la vez la cuestión de la vida
y la cuestión de lo humano, y no dejar que se fundan totalmen-
te la una en la otra.
Me gustaría comenzar, y finalizar, con la cuestión de lo hu-
mano y de quién se considera como humano, y con la cuestión
relacionada de qué vídas se consideran como tales y con una
36 DESHACER EL GÉNERO AL LADO DE UNO MISMO [ ... ] 37
cuestión que nos ha ocupado durante años: ¿qué vidas pueden plan deliberado, mayor que nuestro propio saber. Algo toma
llorarse? Creo que cualesquiera que sean las diferencias que las riendas, pero ¿es algo que viene del yo, del exterior o de al-
existan dentro de la comunidad internacional gay y lesbiana, y guna región donde la diferencia entre los dos no se puede de-
hay muchas, todos tenemos una noción de lo que es haber per- tertninar? ¿Qué es lo que nos reclama en esos momentos, cuando
dido a alguien. Y si hemos perdido es que hemos tenido, que no somos dueños de nosotros mismos? ¿A qué estamos ata-
hemos deseado y amado, y luchado para encontrar las condi- dos? ¿Y qué se apodera de nosotros?
ciones de nuestro deseo. En las últimas décadas todos hemos Puede parecernos que sufrimos algo temporal, pero puede
perdido a alguien a causa del sida, pero hay otras pérdidas que ser que en esta experiencia nos sea revelado algo sobre noso-
nos afligen, otras erifermedades; además, como comunidad, es- tros mismos, algo que delinea los lazos que tenemos con los
tamos sujetos a la violencia aunque algunos de nosotros no ha- otros, que nos muestra que estas relaciones constituyen nuestro
yamos sido agredidos personalmente. y esto indica que en parte sentido del yo, que componen quiénes somos y que, cuando las
estamos constituidos políticamente en virtud de la vulnerabili- perdemos, perdemos nuestro ser en un sentido fundamental:
dad social de nuestros cuerpos; estamos constituidos por los no sabemos quiénes somos ni lo que hacemos. Mucha gente
campos del deseo y de la vulnerabilidad física, somos a la vez cree que el duelo es privado, que nos retorna a una situación
públicamente asertivos y vulnerables. solitaria, pero yo creo que nos expone a la relación constitutiva
No estoy segura de saber cuándo un luto llega a su resolu- de la socialidad del yo, a la base para pensar una comunidad
ción, o cuándo se completa el luto por otro ser humano. Sin política de orden complejo.
embargo, estoy segura de que no significa que se haya olvidado No se trata tan sólo de que se pueda decir que «mantene-
a la persona o que alguien haya tomado su lugar. No creo que mos» relaciones con ciertas personas o que podamos detener-
funcione de esta manera. Creo que sentimos pesar cuando nos y observarlas desde la distancia, enumerarlas, explicar cuál
aceptamos el hecho de que la pérdida que sufrimos nos cam- es el significado de la amistad, o qué significa o significó tal
biará, posiblemente para siempre, y que este luto está relacio- amante para nosotros. Por el contrario, el duelo muestra que
nado con la aceptación de sufrir una transformación cuyo re- no siempre podemos examinar o explicar la forma en que esta-
sultado no puede ser totalmente conocido de antemano. Así mos sujetos a nuestras relaciones con otros, lo cual a menudo
que se da una pérdida y se da el efecto transformador de dicha interrumpe la narración consciente de nosotros mismos que
pérdida, y esto último no puede ser trazado o planeado. Por podríamos tratar de procurarnos de formas que retan nuestra
ejemplo, no creo que pueda invocarse una ética protestante propia noción como seres autónomos y autocontrolados. Po-
cuando se trata del luto. No se puede decir: «Si llevo el duelo dríamos intentar contar una historia sobre cuáles son nuestros
de tal manera, el resultado será tal, así que me aplicaré a ello, y sentimientos, pero tendría que ser una historia en la cual el
me esforzaré para lograr la resolución del luto que tengo ante mismo «yo» que trata de contarla es interrumpido a mitad de
mí». Creo que nos golpean las olas y que empezamos el dia con la narración. El propio «yo» es puesto en cuestión por su rela-
un objetivo, un proyecto, un plan, pero nos frustramos. Nos ción con aquel o aquella al que se dirige. Esta relación con el
damos cuenta de que hemos caído. Estamos exhaustos pero no Otro no llega a destruir mi historia o a reducirme al silencio,
sabemos por qué. Hay algo más grande que nuestro proyecto o pero sin duda obstruye mi habla con los signos de su deshacer.
38 DESHACER EL GÉNERO AL LADO DE UNO MISMO [ ... ] 39
Afrontémoslo. Nos deshacemos unos a otros. Y si no, nos más difícil es comprender qué tipo de comunidad componen
estamos perdiendo algo. Si esto se ve tan claro en el caso del aquellos que están aliado de sí mísmos.
duelo, es tan sólo porque éste ya es el caso del deseo. No siem- Tenemos ante nosotros una interesante dificultad política,
pre nos quedamos intactos. Puede ser que lo queramos, o que ya que la mayor parte del tiempo cuando oímos hablar de
lo estemos, pero también puede ser que, a pesar de nuestros nuestros «derechos» los entendemos como pertenecientes a
mejores esfuerzos, seamos deshechos frente al otro, por el tac- individuos, o cuando requerimos protección frente a la dis-
to, por el olor, por el sentir, por la esperanza del contacto, por criminación la requerimos como grupo o clase. y en ese len-
el recuerdo del sentir. Así, cuando hablamos de mi sexualidad guaje y en ese contexto tenemos que presentarnos a nosotros
o de mi género, tal como lo hacemos (y tal como debemos ha- mismos como seres limitados, distintos, reconocibles, delinea-
cerlo) queremos decir algo complicado. Ni mi sexualidad ni mi dos, sujetos ante la ley, una comunidad definida por la hetero-
género son precisamente una posesión, síno que ambos deben geneidad. De hecho, si queremos procurarnos protección le-
ser entendidos como maneras de serdesposeido, maneras de ser gal y derechos es mejor que tengamos la capacidad de hablar
para otro o, de hecho, en virtud de otro. No basta con decir ese lenguaje. Pero quizá cometemos un error cuando tomamos
que estoy promocionando una visíón relacional del yo por en- las definiciones de quienes somos legalmente como descrip-
cima de una visión autónoma del yo, o que estoy tratando de ciones fidedignas de lo que somos. Aunque puede que ese len-
redescribir la autonomía en términos de relacionalidad. El tér- guaje establezca nuestra legitimidad dentro de un marco legal
mino «relacionalidad» sutura la ruptura en la relación que tra- donde se esconden versiones liberales de la ontología humana,
tamos de describir, una ruptura que es constitutiva de la iden- en él no se hace justicia a la pasión y al duelo y al furor, todo
tidad misma. Esto implíca que tendremos que acercarnos al lo cual nos saca de nosotros mismos, nos vincula a los otros,
problema del concepto de la desposesión con circunspección. nos transporta, nos deshace y nos implica en vidas que no son
Una manera de hacerlo es a través de la noción de éxtasis. las nuestras, a veces de forma fatal e irreversible.
La forma en la que tendemos a narrar la historia del amplio No es fácil entender cómo se forja una comunidad política
movimiento de liberación sexual hace que el éxtasis aparezca desde estos vínculos. Se habla, y se habla por otro, a otro, y aún
en los años sesenta y setenta, y perdure hasta mitad de los así no hay manera de fusionar la distinción entre el otro y yo
ochenta. Pero quizá la persistencia histórica del éxtasis es ma- mismo. Cuando decimos «nosotros» no hacemos otra cosa que
yor, quizá ha estado siempre con nosotros. Ser ex-tático signi- designar este pronombre como algo muy problemático. No lo
fica, literalmente, estar fuera de uno mismo y esto puede tener resolvemos. Y quizá es, y debería ser, irresoluble. Por ejemplo,
significados: ser transportado más allá de uno mismo pedimos que el Estado no legisle sobre nuestros cuerpos y ape-
por una pasión, pero también estar al lado de uno mismo con lamos para que los principios de autodefensa corporal e inte-
rabia o en duelo. Creo que si todavía se puede hablar a un «no- gridad corporal sean aceptados como bienes políticos. Pero es
sotros» e incluirme a mí misma dentro de este término, estoy a través del cuerpo que el género y la sexualidad se exponen a
hablando a aquellos de nosotros que viven en cierta forma al otros, que se implican en los procesos sociales, que son inscri-
lado de nosotros mismos, tanto si es en la pasión sexual como en tos por las normas culturales y aprehendidos en sus significa-
el luto emocional o en el furor político. En cierto sentido, lo dos sociales. En cierto sentido, ser un cuerpo es ser entregado
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a otros aunque como cuerpo sea, de forma profunda, «el mío blica; constituido como fenómeno social en la esfera pública,
propio», aquello sobre lo cual debemos reclamar derechos o mi cuerpo es y no es mío. Desde el principio es dado al mun-
autonomía. Esto es cierto tanto para los llamamientos hechos do de los otros, lleva su impronta, es formado en el crisol de la
por lesbíanas, gays y bísexuales a favor de la libertad sexual, social; sólo posteriormente el cuerpo es, con una innega-
como para las reivindicaciones de transexuales y transgéneros ble incertidumbre, aquello que reclamo como mío. Pero si bus-
a favor de su autodeterminación; como lo es para las demandas co negar el hecho de que mi cuerpo me relaciona -contra mi
de los íntersexuados de ser liberados de las íntervenciones mé- voluntad y desde el principio- con otros a los cuales no he es-
dicas, quirúrgicas y psiquiátricas coercitivas; así como también cogido para que estén próximos a mí (el metro es un ejemplo
para todas aquellas reivindicaciones que exigen la liberación de excelente de esta dimensión de la socialidad), y si construyo
ataques racistas, físicos y verbales; y para la demanda femínísta una noción de «autonomía» basándome en la negación de esta
de la libertad reproductiva. Es difícil, si no imposible, realizar esfera o de una primaria e indeseada proximidad física con
estas demandas sin recurrir a la autonomía y, específicamente, otros, ¿estoy entonces precisamente negando las condiciones
a un sentido de la autonomía corporal. La autonomía corporal, sociales y politicas de mi encarnación en nombre de la autono-
sin embargo, es una vivaz paradoja. Aun así, no estoy sugirien- mía? Si lucho a favor de la autonomía, ¿no debo luchar tam-
do que dejemos de reivíndicar. Tenemos que hacerlo, debemos bién por algo más, por un concepto de mí misma como ser que
hacerlo. Y no estoy diciendo que tengamos que plantear estas VIve invariablemente en comunidad, bajo la impronta de otros,
demandas de mala gana o estratégicamente. Son parte de las y que deja también una impronta en ellos de formas que no
aspíraciones normativas de cualquier movimiento que busca siempre son claramente delineables, de formas que no son to-
maximizar la protección y las libertades de las mínorías sexua- talmente predecibles? .
les y de género, de las mujeres, definidas de la manera más am- ¿Existe alguna manera mediante la cual podamos luchar
plia, de las mínorías raciales o étnicas en particular, dado que por la autonomía en muchas esferas pero considerar también
ínterseccionan con todas las otras categorías. Pero ¿hay otra las demandas que nos son impuestas por vivir en un mundo de
aspiración normativa que debamos también articular y defen- seres que son, por defínición, físicamente dependientes unos
der? ¿Hay una manera por la cual el lugar que ocupa el cuer- .de otros, fisicamente vulnerables entre ellos? ¿No es ésta otra
po en todas estas luchas inicia una concepción diferente de la manera de imaginar una comunidad de forma que nos incum-
política> be considerar muy cuidadosamente cuándo y dónde nos invo-
El cuerpo implica mortalidad, vulnerabilidad, agencia: la lucramos con la violencia, puesto que la violencia síempre es
piel y la carne nos exponen a la mirada de los otros pero tam- una explotación de ese lazo primario, de esa forma primaria
bién al contacto y a la violencia. El cuerpo también puede ser en la que estamos, como cuerpos, fuera de nosotros, unos para
la agencia y el instrumento de todo esto, o el lugar donde «el otros?
hacer» y «el ser hecho» se tornan equívocos. Aunque luche- Si volvemos al problema del duelo, a los momentos en los
mos por los derechos sobre nuestros propios cuerpos, los mis- cuales nos acontece algo fuera de nuestro control y nos damos
mos cuerpos por los que luchamos no son nunca del todo cuenta de que estamos aliado de nosotros, no en unidad con
nuestros. El cuerpo tiene invariablemente una dimensión pú- nosotros mismos, podemos decir que el duelo contiene dentro
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de sí la posíbilidad de aprehender la socialidad fundamental de ¿Hay algo que ganar del proceso del duelo, que aguardar
la vida encarnada, las formas por las cuales estamos desde el con el luto, exponiéndonos a su aparente tolerabilidad y sin
principio, y en virtud de ser seres encarnados, ya entregados, tratar de buscar una resolución del duelo a través de la violen-
más allá de nosotros mismos, implicados en vidas que no son cia? ¿Se puede ganar algo en la esfera política manteniendo el
las nuestras. ¿Es posible que esta situación, tan dramática para luto como parte del marco a través del cual cavilamos sobre
las minorías sexuales, sea la que establezca una perspectiva po- nuestros lazos internacionales? Si persistimos en este senti-
lítica específica para cualquiera que trabaje en el campo de la do de pérdida, ¿nos sentimos solamente pasivos e impotentes,
política sexual o de género, la que proporcione una perspecti- como algunos temen? ¿O, más bien, volvemos a un sentido de
va a partir de la cual se pueda empezar a aprehender la situa- la vulnerabilidad humana, a nuestra responsabilidad colectiva
ción global contemporánea? por las vidas materiales de cada uno de nosotros? Intentar elu-
Luto, miedo, ansiedad, rabia ... En Estados Unidos después dir esta vulnerabilidad, desterrarla, sentirnos seguros a expen-
del 11 de septiembre de 2001 hemos estado rodeados por todas sas de cualquier otra consideración humana es también erradi-
partes de violencia, por haberla perpetrado, por haberla sufri- car uno de los recursos más importantes de los cuales debemos
do, por vivir en el miedo de la violencia, haciendo planes para tomar fuerzas para sostenernos y encontrar nuestro camino.
sembrar más violencia. La violencia es, sin duda, un rasgo de Dolerse y convertir la aflicción en un recurso político no es
nuestro peor orden, una manera por la cual se expone la vulne- resignarse a una simple pasividad o impotencia. Más bien nos
rabilidad humana hacia otros humanos de la forma más terrori- permite extrapolar esta experiencia de vulnerabilidad a la vul-
fica, una manera por la cual somos entregados, sin control, a la nerabilidad que otros sufren a través de incursiones militares,
voluntad de otro, la manera por la cual la vida misma puede ser ocupaciones, guerras declaradas súbitamente y brutalidad po-
borrada por la voluntad de otro. En la medida en que come- licial. Que nuestra propia supervivencia pueda ser determina-
temos actos de violencia, estamos actuando unos sobre otros, da por aquellos a los que no conocemos y a los cuales no po-
arriesgando a otros, causando daño a otros. En cierta manera, demos controlar de forma terminante indica que la vida es
todos vivimos con esta vulnerabilidad particular, una vulnerabi- ,Ill:caria y que la política debe tomar en cortsideración qué for-
lidad hacia el otro que es parte de la vida del cuerpo, pero esta mas de organización social y política sostienen mejor las vidas
vulnerabilidad se exacerba muchísimo bajo ciertas condiciones precarias a través del globo.
sociales y políticas. En Estados Unidos se han reforzado la so- Hay una concepción más general del ser humano que está
beranía y la seguridad para minimizar o, incluso, impedir nues- operando aquí, una concepción según la cual somos entrega-
tra vulnerabilidad; sin embargo, ésta puede tener otra función y dos al otro de entrada, según la cual desde el principio, incluso
otro ideal. El hecho de que nuestras vidas dependan de otros con anterioridad a la individuación misma y por virtud de
puede ser la base para reclamar soluciones políticas no milita- nuestra existencia corporal, somos entregados a otro: esto nos
res, una reclamación que no se puede desechar, que se debe es- hace vulnerables a la violencia pero también a otra serie de
cuchar e, incluso, atenerse a ella, mientras se empieza a pensar contactos, contactos que van desde la erradicación de nuestro
qué política se puede derivar de mantener el pensamiento de la seren un extremo, hasta el sostén físico de nuestras vidas en el
propia vulnerabilidad corpórea en sí misma. otro extremo.
44 DESHACER EL GÉNERO AL LADO DE UNO MISMO [ ... ] 45
No podernos «rectificar» esta situación. Y no podemos re- tud de nuestro reconocimiento de una pérdida? Sin duda, ésta
cuperar la fuente de esta vulnerabilidad puesto que precede a es una pregunta que los estudios lesbianos, gays y bisexuales se
la formación del «yo». No podemos contender de una forma han formulado en relación con la violencia contra las minorías
precisa con esta condición de estar al descubierto desde el sexuales, y que las personas transgénero se han planteado tras
principio, dependientes de aquellos a los que no conocemos. haber sido señaladas para el acoso y, a veces, el asesinato, y que
Venimos al mundo ignorantes y dependientes y, hasta cierto se han planteado también las personas intersexuadas, cuyos
punto, permanecemos así. Desde el punto de vista de la auto- años formativos tan a menudo han sido marcados por la inde-
nomía podemos intentar contender con esta situación, pero al seada violencia contra sus cuerpos en nombre de una noción
hacerlo quizá estaremos siendo imprudentes, poníéndonos en normativa de la morfología humana. Sin duda, ésta es también
peligro. Está claro que para algunos esta situación primaria es la base de una afinidad profunda entre movimientos centrados
extraordinaria, llena de amor y receptiva, un cálido tejido de en el género y la sexualidad, y los esfuerzos para contrarrestar
relaciones que sostienen y alimentan a la vida en su infancia. las capacidades y las morfologías humanas normativas que con-
Sin embargo, otros se encuentran en circunstancias de abando- denan o borran a aquellos que tienen una minusvalía. Debe
no o violencia o hambre; son cuerpos entregados a la nada, o a también ser parte de la afinidad con las luchas antirraciales
la brutalidad o a la falta de sostén. No obstante, no importa en dado que el diferencial racial subyace a las nociones cultural:
qué punto se materialice esta situación, el hecho es que la in- mente viables de lo humano, aquellas que vemos en la actuali-
fancia constituye una dependencia necesaria que nunca deja- dad representadas en la arena global de manera tan impactan-
mos totalmente atrás. Los cuerpos deben todavía ser aprehen- te y aterrorizadora.
didos como algo que se entrega para ser cuidado. Comprender ¿Cuál es así la relación existente entre la violencia y lo que
la opresión vital es precisamente entender que no hay manera es «irreal», entre la violencia y la irrealidad que espera a aque-
de deshacerse de esta condición de vulnerabilidad primaria, de llos que son víctimas de la violencia, y cómo aparece la noción
ser entregado al contacto con el otro, íncluso cuando --o pre- de vida merecedora de duelo? A nivel del discurso algunas vi-
cisamente cuando-- no hay otro y no hay sostén para nuestras das no se consideran en absoluto vidas, no pueden ser humani-
vidas. Para luchar contra la opresión se necesita comprender zadas; no encajan en el marco dominante de lo humano, y su
. que nuestras vidas se sostienen y se mantienen de forma dife- deshumanización ocurre primero en este nivel. Este nivellue-
rencial, ya que existen formas radicalmente diferentes de dis- go da lugar a la violencia física, que, en cierto sentido, transmi-
tribución de la vulnerabilidad física de lo humano en el mun- te el mensaje de la deshumanización que ya está funcionando
do. Algunas vidas estarán muy protegidas y sus exigencias de en nuestra cultura.
inviolabilidad bastarán para movilizar a las fuerzas de la guerra. Así pues, no se trata sólo de que exista un discurso en el
Otras vidas no tendrán un amparo tan rápido ni tan furioso, y cual no hay marco ni historia ni nombre para tal vida, o que
ni tan sólo serán consideradas como merecedoras del duelo. pueda decirse que la violencia lleve a cabo o aplique dicho dis-
¿Qué parámetros culturales de la noción de lo humano es- curso. La violencia contra aquellos cuyas vidas no están del
tán actuando aquí? ¿Y de qué modo estos parámetros que acep- todo consideradas como tales, que viven en un estado de pri-
tamos como el marco cultural de lo humano limitan la magni- vación entre la vida y la muerte, deja una marca que no es una
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marca. Si hay un discurso, es la silenciosa y melancólica escri- pos de asociaciones que mantenemos significativamente toman
tura en la cual no hay vidas, ni pérdidas, donde no ha habido muchas formas. Ya no sirve alabar la norma matrimonial como
condición física común, ni vulnerabilidad que sirva como base el nuevo ideal para este movimiento, como ha hecho errónea-
para nuestra aprehensión de lo común, ni separación de di- mente la Human Rights Campaign [Campaña por los Derechos
cha comunalidad. Nada de esto tiene lugar en el orden factual. Humanos].' Sin duda, el matrimonio y las alianzas familiares
Nada de esto tiene lugar. ¿Acaso sabemos cuántas vidas ha ses- del mismo sexo deberían ser opciones disponibles, pero con-
gado el sida en África en los últimos años? ¿Dónde están las re- vertirlas en modelo para la legitimidad sexual es precisamente
presentaciones mediáticas de esta pérdida, las elaboraciones constreñir la socialidad del cuerpo de una forma aceptable. A
discursivas de lo que estas pérdidas significaron para las comu- la luz de las decisiones gravemente perjudiciales tomadas re-
nidades locales? cientemente en contra de la adopción por parte de segundos
Empecé este capítulo sugiriendo que los movimientos y los padres o madres, es crucial expandir nuestra noción de paren-
modos de investigación interrelacionados que aquí recojo ne- tesco más allá del marco heterosexual. Sería un error, sin em-
cesitan quizá considerar la autonomía como una dimensión de bargo, reducir el parentesco a la familia o asumir que toda co-
sus aspiraciones normativas, un valor que debe reconocerse munidad de soporte y los lazos de amistad son extrapolaciones
cuando nos preguntamos hacia dónde deberíamos dirigirnos, de las relaciones de parentesco.
y qué tipos de valores deberíamos llevar a cabo. He sugerido En el capítulo titulado «¿El parentesco es siempre hetero-
también que la manera como aparece el cuerpo en los estudios sexual de antemano?» mantengo que los lazos de parentesco
de género y sexualidad, y en las luchas por un mundo social que ligan a unas personas con otras puede que no sean más que
menos opresivo para los que tienen un género diferente y para la intensificación de los vínculos comunales, que pueden estar
las minorías sexuales de todo tipo, subraya precisamente el va- basados en relaciones sexuales duraderas o exclusivas, o bien
lor de estar alIado de uno mismo, de ser un límite poroso, en- pueden consistir en ex amantes, no amantes, amigos o miem-
tregado a los otros, situado en una trayectoria de deseo en la bros de la comunidad. Las relaciones de parentesco atraviesan
cual uno es sacado fuera de si y resituado irreversiblemente en los límites entre la comunidad y la familia, y a veces también re-
el campo de otros, donde uno no es el centro que se presume. definen el significado de la amistad. Cuando estos modos de
La socialidad especial a la que pertenece la vida corporal, la asociación íntima producen redes de relaciones sostenibles
vida sexual y el ser en el género (que es siempre, hasta cierto constituyen una «ruptura» del parentesco tradicional que des-
punto, ser en el género para los otros) establece un campo de plaza la suposición que asume que la estructura de la sociedad
saturación ética con otros, y un sentido de la desorientación se centra en las relaciones biológicas y sexuales. Además, el
de la primera persona, es decir, de la perspectiva del ego. tabú del incesto que rige los lazos del parentesco y produce
Como cuerpos siempre somos algo más que nosotros mismos y una necesaria exogamia, no opera necesariamente de la misma
algo diferente de nosotros mismos. Articular esto como un de- forma entre amigos o, para el caso, en redes de comunidades.
recho no siempre es fácil, pero quizá no es imposible. Se apun- Dentro de estos marcos, la sexualidad ya no está exclusiva-
ta, por ejemplo, que la «asociación» no es un lujo, sino una de mente regulada por las leyes del parentesco y los lazos durade-
las condiciones y prerrogativas de la libertad. De hecho, los ti- ros pueden estar situados fuera del marco conyugal. La sexua-
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lidad se abre a un número de articulaciones sociales que no citivos o simplemente los incentivos característicos relativos a
siempre implican relaciones obligatorias o lazos conyugales. lo que está científicamente validado, a lo sencillamente racio-
Que no todas nuestras relaciones duren o que deban hacerlo nal, o simplemente a lo aceptado de forma general».' En último
no significa, sin embargo, que seamos inmunes al duelo. Por el término, el saber y el poder no pueden separarse ya que operan
contrario, la sexualidad fuera del campo de la monogamia pue- conjuntamente para establecer una serie de criterios sutiles y
de muy bien abrirnos a un sentido diferente de la comunidad, explícitos para pensar el mundo: «Por lo tanto, no se trata de
intensificar la cuestión de dónde se encuentran los lazos dura- describir qué es saber y qué es poder y cómo uno reprime al
deros, y convertirse así en la condición para afinar las pérdidas otro o cómo el otro abusa del primero, sino que, más bien, de-
que sobrepasan el ámbito privado. bemos describir el nexo saber/poder de manera que podamos
No obstante, a aquellos que viven fuera del marco conyu- comprender qué convierte un sistema en aceptable>'.'
galo que mantienen modos de organización social para la se- Esto significa que se observan tanto las condiciones por las
xualidad que no son ni monógamos ni cuasimaritales se les cuales se constituye el campo del objeto como los límites de
considera crecientemente como irreales, y sus amores y pérdi- dichas condiciones. Los limites se hallan donde la reproduci-
das como menos amores «de verdad» y menos pérdidas «de bilidad de las condiciones no es segura, en el lugar donde las
verdad». La desrealización de este dominio de la intimidad hu- condiciones son contingentes, transformables. En términos de
mana y de la socialidad opera negando la realidad y la verdad Foucault, «hablando esquemáticamente, tenemos la movilidad
de estas relaciones. perpetua, la fragilidad esencial o, más bien, la compleja inte-
La cuestión de quién y qué se considera real y verdadero es racción entre aquello que replica el mismo proceso y lo que lo
aparentemente una cuestión de saber. Pero es también, como transforma».' Intervenir en nombre de la transformación im-
Michel Foucault aclara, una cuestión de poder. Tener o mos- plica precisamente desbaratar lo que se ha convertido en un
trar la «verdad» y la «realidad» es una prerrogativa enorme- saber establecido y en una realidad cognoscible, y utilizar, por
mente poderosa dentro del mundo social, una manera median- así decirlo, la propia irrealidad para posibilitar una demanda
te la cual el poder se disimula como ontología. Según Foucault, que de otra forma sería imposible o ilegible. Creo que cuando
una de las primeras tareas de la crítica radical es discernir la re- lo irreal requiere realidad o entra en su dominio, tiene lugar
lación «entre los mecanismos de coerción y los elementos del algo más que una simple asimilación a las normas predomi-
saber».' Nos confrontamos aquí con los límites de lo que es nantes. Las normas mismas pueden desconcertarse, mostrar su
cognoscible, límites que ejercen una cierta fuerza pero que no inestabilidad y abrirse a la resignificación.
están enraizados en ninguna necesidad, límites que pueden ser En años recientes la Nueva Política de Género ha plantea-
sólo hollados o cuestionados arriesgando una cierta seguridad do múltiples desafíos a los marcos feministas y gays que han
al abandonar una ontología establecida: «Nada puede existir establecido las personas transgénero y transexuales, y el movi-
como un elemento para el saber si, por una parte, [... ] no está miento intersex ha hecho más complejos los contenidos y las
conforme con una serie de reglas y restricciones características, reivindicaciones de los que abogan por los derechos sexuales.
por ejemplo, de un cierto tipo de discurso científico de un pe- Algunos izquierdistas que pensaban que estos asuntos no eran
ríodo particular, o si, por otra parte, no posee los efectos coer- apropiados o no concernían a la política de una forma sustan-
50 DESHACER EL GÉNERO AL LADO DE UNO MISMO [ ... ] 51
cial han sido presionados para repensar la esfera política en humano y qué normas rigen la apariencia de la cualidad «realx
términos de sus presuposiciones sexuales y de género. Quienes del ser humano.
sugieren que las vidas butcb, [emme y transgénero no son refe- Además, la fantasía es parte de la articulación de lo posible:
rentes esenciales para reformar la vida política y para una so- nos lleva más allá de lo que es meramente actual o presente ha-
ciedad más justa y equitativa, omiten la violencia que sufren en cia el reino de la posibilidad, lo que no está todavía actualizado
la vida pública aquellos que tienen un género diferente y omi- o lo que no es actualizable. La lucha por la supervivencia no
ten también que la incorporación tembodiment¡ denota la con- puede realmente separarse de la vida cultural o de la fantasía, y
testación a una serie de normas que rigen quién será conside- la supresión de la fantasía -a través de la censura, la degrada-
rado como un sujeto viable dentro de la esfera de la política. ción u otros medios- es una estrategia para procurar la muer-
De hecho, si consideramos que los cuerpos humanos no se ex- te social de las personas. La fantasía no es lo opuesto de la rea-
perimentan sin recurrir a una cierta idealización, a algún mar- lidad; es lo que la realidad impide realizarse y, como resultado,
co para la experiencia misma, y que esto es cierto tanto para la es lo que define los límites de la realidad, constituyendo así su
experiencia del propio cuerpo como para la experiencia de exterior constitutivo. La promesa crucial de la fantasía, donde
otro cuerpo, y si aceptamos que la idealización y el marco se y cuando existe, es retar los límites contingentes de lo que será y
articulan socialmente, podemos darnos cuenta de que no pue- no será designado como realidad. La fantasía es lo que nos per-
de pensarse la incorporación (embodiment) sin relacionarla mite imaginarnos a nosotros mismos y a otros de manera dife-
con una norma o con una serie de normas. Así pues, la lucha rente; es lo que establece lo posible excediendo lo real; la fan-
para rehacer las normas a través de las cuales se experimentan tasía apunta a otro lugar y, cuando lo incorpora, convierte en
los cuerpos es crucial, no sólo para las políticas concernientes familiar ese otro lugar.
a las minusvalías, sino también para los movimientos intersex ¿Cómo entran en el campo de lo político las personas drag,
y transgénero, ya que éstos cuestionan los ideales que se impo- butch, [emme, transgénero y transexuales? No sólo nos cues-
nen sobre cómo deberían ser los cuerpos. La relación encarna- tionan lo que es real y lo que «debe» serlo, sino que también
da en la norma ejercita un potencial transformador. Postular nos muestran cómo pueden ser cuestionadas las normas que ri-
posíbilídades más allá de la norma o, íncluso, postular un fu- gen las nociones contemporáneas de realidad, y cómo se cons-
turo diferente para la norma misma, es parte del trabajo de la tituyen estos nuevos modos de realidad. Estas prácticas de ins-
fantasía, entendiendo como fantasía el tomar el cuerpo como títuir nuevos modos de realidad tienen lugar, en parte, en la
punto de partida para una articulación que no esté siempre escena de la incorporación, entendiendo el cuerpo no como un
constreñida por el cuerpo tal como es. Si aceptamos que la al- hecho estático y ya realizado, sino como un proceso de enveje-
teración de las normas que rigen la morfología humana nor- cimiento, un devenir en el que el cuerpo, al convertirse en algo
mativa tiene como resultado otorgar una realidad diferencial a diferente, excede la norma y nos hace ver cómo las realidades a
los diferentes tipos de humanos, entonces nos sentimos impul- las cuales creíamos estar confinados no están escritas en piedra.
sados a afirmar que las vidas transgénero tienen un potencial y Algunas personas me han preguntado para qué sirve incre-
un impacto efectivo en la vida política a su nivel más funda- mentar las posibilidades del género. Generalmente contesto
mental, es decir, un impacto sobre quién se considera como que la posibilidad no es un lujo; es tan crucial como el pan.
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Creo que no deberíamos subestimar e! efecto que tiene pensar aunque hay algo más fundamental. Ser oprimido implica algún
lo posible en aquellos que ven amenazada su propia supervi- tipo de existencia previa como sujeto, que se está allí como e!
vencia. Si la respuesta a la pregunta: ¿es la vida posible? es que otro visible y oprimido por e! sujeto amo, como un sujeto posi-
sí, esto es algo sin duda significativo. Pero no siempre es así. ble o potencial, pero ser irreal es, repito, otra cosa. Para ser
Ésta es una pregunta cuya respuesta a veces es «no», o una pre- oprimido se debe ser, en primer lugar, inteligible. Darse cuen-
gunta para la cual no hay una respuesta preparada, o una pregun- ta de que se es fundamentalmente ininteligible (que incluso las
ta que conlleva una' agonia incesante. Para muchos de aquellos leyes de la cultura y de! lenguaje te estimen como una imposi-
que pueden contestar y contestan la pregunta afirmativamente, bilidad) es darse cuenta de que todavía no se ha logrado e! ac-
éste es un logro dificil de obtener, si es que se obtiene; un logro ceso a lo humano, sorprenderse a uno mismo hablando solo y
que está condicionado fundamentalmente por la realidad que siempre como sifuera humano, pero con la sensación de que no
se estructura o reestructura de tal manera que posibilita la afir- se es humano; darse cuenta de que e! lenguaje de uno está va-
mación. cío, que no te llega ningún reconocimiento porque las normas
Una de las tareas principales de los derechos internaciona- por las cuales se concede e! reconocimiento no están a tu favor.
les de gays y lesbianas es afirmar en términos claros y públicos Podemos pensar que la cuestión de CÓmo se hace e! género
la realidad de la homosexualidad, no como una verdad interna, propio es una cuestión meramente cultural o algo en lo que
ni como una práctica sexual, sino como uno de los rasgos defi- pueden entretenerse aquellos que insisten en ejercer la libertad
nitorios de la inteligibilidad de! mundo social. Dicho en otras burguesa de una forma excesiva. Sin embargo, decir que e! gé-
palabras, una cosa es afirmar la realidad de las vidas lesbianas nero es performativo no es simplemente insistir en e! derecho a
y gays como realidad e insistir en que dichas vidas merecen ser producir un espectáculo placentero y subversivo, sino alegori-
protegidas en su especificidad y por e! hecho de ser frecuentes; zar las formas consecuentes y espectaculares en las que la reali-
y otra cosa es insistir en que la misma afirmación pública de la dad a la vez se reproduce y se contesta. Esto tiene consecuen-
homosexualidad pone en tela de juicio lo que se considera cias en e! modo en que las presentaciones de género son
como una realidad y lo que se considera como una vida huma- criminalizadas y patologizadas, en e! modo en que los sujetos
na. Efectivamente, la tarea de la política internacional de gays que cambian de género se arriesgan a ser internados y sufrir
y lesbianas es nada menos que 'rehacer la realidad, reconstituir prisión, explica por qué la violencia contra tales sujetos no es
19 humano y negociar los términos de lo que se considera habi- reconocida como tal, y por qué la violencia es a veces infligida
table y lo que no. ¿Cuál es la injusticia a la que se enfrenta este por los mismos Estados que deberían ofrecer a estos sujetos
tipo de labor? Se podría enunciar así: ser llamado irreal y, de al- protección frente a la violencia.
guna manera, institucionalizar este término como una forma de ¿Qué sucederia si se admitieran nuevas formas de género?
tratamiento diferencial es convertirse en e! otro contra quien (o ¿Cómo afectaria esto a nuestra manera de vivir y a las necesi-
contra e! cual) se hace lo humano. Es lo inhumano, lo que está dades concretas de la comunidad humana? Y ¿cómo podría-
más allá de lo humano, lo que es menos que humano, la fron- mos distinguir entre las formas de géneros posibles que tienen
tera que afianza a lo humano en su ostensible realidad. Ser lla- algún valor y las que no lo tienen? Yo diría que no se trata de
mado una copia, ser llamado irreal, es una forma de opresión, una mera cuestión de producir un nuevo futuro para los géne-
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ros que todavía no existen. Los géneros que tengo en mente -nos dice Hegel-, si nos comprometemos a recibir y a ofre-
han existido desde hace mucho tiempo, pero no han sido ad- cer reconocimiento. Si no somos reconocibles, entonces no es
mitidos entre los términos que gobiernan la realidad. Así pues, posible mantener nuestro propio ser y no somos seres posibles;
se trata de desarrollar un nuevo léxico que legitime la comple- senos ha anulado esta posibilidad. Pensamos en las normas del
jidad del género con la que hemos estado viviendo desde hace reconocimiento como algo que quizá se halla ya en el mundo
tiempo en el derecho, la psiquiatría, la teoría literaria y la so- cultural en el cual nacemos, pero estas normas cambian y con
cial. Y, dado que las normas que rigen la realidad no han admi- los cambios de estas normas llegan cambios sobre lo que se
tido estas formas como reales, por necesidad tendremos que considera y lo que no se considera reconocible como humano.
llamarlas «nuevas». Para conducir el argumento hegeliano en una dirección fou-
¿Qué lugar ocupa el pensamíento de lo posible dentro de caultiana: las normas del reconocimiento tienen como función
la teoría política? ¿El problema es que no tenemos normas producir y deproducir la noción de lo humano. Esto se con-
para distinguir entre los tipos de posibilidad, o es que esto sólo vierte en cierto de una forma muy específica en el contexto de
se convierte en un problema cuando no podemos comprehen- los derechos humanos de gays y lesbianas, especialmente por-
der la «posibilidad» como una norma en sí misma? La posibi- que insisten en que ciertos tipos de violencia no pueden per-
lidad es una aspiración, algo que esperamos que se distribuirá mitirse, que ciertas vidas son vulnerables y merecedoras de
de forma más equitativa, algo que pueda ser garantizado so- protección, que ciertas muertes son merecedoras de duelo y de
cialmente, algo que no pueda ser dado por hecho, especial- reconocimiento público.
mente si es aprehendido fenomenológicamente. La cuestión no Decir que el deseo de persistir en el propio ser depende de
es prescribir nuevas normas de género, como si tuviéramos la las normas de reconocimiento equivale a decir que la base de la
obligación de proporcionar una medida, un indicador o una propia autonomía, de la propia persistencia como «yo» a través
pauta para la adjudicación de competencias en las presentacio- del tiempo, depende fundamentalmente de la norma social que
nes de género. La aspiración normativa que funciona aquí está excede a este «YO», que posiciona este «yo» ex-táticamente,
relacionada con la habilidad de vivir y respirar y moverse, y sin fuera de sí mismo en un mundo de normas complejas e históri-
duda pertenece en cierto sentido a lo que se llama filosofía de camente variables. Efectivamente, nuestras vidas, nuestra pro-
la libertad. El pensamiento sobre una vida posible sólo puede pia persistencia, depende de dichas normas o, al menos, de la
ser un entretenimiento para quienes ya saben que ellos mismos posíbilidad de que seamos capaces de negociar dentro de ellas,
son posibles. Para aquellos que todavía están tratando de con- de derivar nuestra agencia del campo de su operación. En
vertirse en posibles, la posibilidad es una necesidad. nuestra propia capacidad de persístencia dependemos de lo
Fue Spinoza quien afirmó que cada ser humano busca per- que está fuera de nosotros, de una socialidad más amplia, y esta
sistir en su propio ser y convirtió este principio de autopersis- dependencia es la base de nuestra resistencia y de nuestra ca-
tencia, el conatus, en la base de su ética e, incluso, de su políti- pacidad de supervivencia. Cuando afirmamos nuestro «dere-
ca. Cuando Hegel afirmó que el deseo es siempre un deseo de cho», tal como hacemos y debemos hacerlo, no estamos abrien-
reconocimiento, estaba en cierta manera extrapolando el prin- do un espacio para nuestra autonomía -si por autonomía nos
cipio de Spinoza: sólo podemos mantener nuestro propio ser referimos a un estado de individuación, tomado como algo que
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persiste de forma previa y aparte de cualquier relación de de- En cierto sentido, los derechos humanos de gays y lesbia-
pendencia del mundo de los otros-o No negociamos con nor- nas se centran en la sexualidad. La sexualidad no es simple-
mas o con Otros subsecuentes a nuestra llegada al mundo. Ve- mente un atributo que uno tiene, o una disposición o una serie
nimos al mundo con la condición de que el mundo social ya de inclinaciones predeterminadas. Es un modo de disposición
está ahí, preparando el terreno para nosotros. Esto implica que hacia los otros, incluyendo el modo de la fantasía, y a veces sólo
no podemos persistir sin normas de reconocimiento que sos- en el modo de la fantasía. Si estamos fuera de nosotros mismos
tengan nuestra persistencia: el sentido de la posibilidad que me como seres sexuales, entregados desde el principio, labrados en
pertenece debe primero ser imaginado desde algún otro parte a través de relaciones primarias de dependencia y apego,
antes de que yo pueda empezar a imaginarme a mr misma. MI entonces podría parecer que nuestro ser aliado de nosotros
reflexividad no está sólo mediada socialmente, sino que tam- mismos, fuera de nosotros mismos, es una función de la se-
bién está constituida socialmente. No puedo ser quien soy sin xualidad misma, donde la sexualidad no es esta o aquella di-
recurrir a la socialidad de normas que me preceden y me exce- mensión de nuestra existencia, ni la llave, ni la base de nuestra
den. En este sentido, estoy fuera de mí misma desde el inicio y existencia, sino más bien coextensiva con la existencia, como
así debe ser para poder sobrevivir y para poder entrar en el rei- Merleau-Ponty acertadamente sugirió.'
no de lo posible. He intentado aquí argumentar que nuestro propio sentido
Entonces, vista sobre este telón de fondo, la afirmación de persona está ligado al deseo de reconocimiento, y que el de-
de los derechos sexuales toma un significado especial. Por seo nos posiciona fuera de nosotros mismos, en un reino de
ejemplo, indica que cuando luchamos por nuestros normas sociales que no escogemos totalmente, pero que pro-
no estamos sencillamente luchando por derechos sujetos a mi veen los horizontes y los recursos para cualquier tipo de senti-
persona, sino que estamos luchando para ser concebidos do de la elección que tengamos. Esto indica que el carácter ex-
personas. y hay una gran diferencia entre lo primero y lo últi- tático de nuestra existencia es esencial para la posibilidad de
mo. Si estamos luchando por derechos que están sujetos, o de- persistir como humanos. En este sentido, podemos ver como los
berían estar sujetos, a mi persona, entonces asumimos que la derechos sexuales unen dos dominios relacionados de ex-tasis,
idea de persona ya está constituí da. Pero si luchamos no sólo dos formas conectadas de estar fuera de nosotros mismos.
para ser concebidos como personas, sino para crear una trans- Como sexuales, dependemos del mundo de los otros, somos
formación social del significado mismo de persona, entonces la vulnerables a la necesidad, a la violencia, a la traición, a la com-
afirmación de los derechos se convierte en una manera de in- pulsión, a la fantasía; proyectamos deseo y nos lo proyectan.
tervenir en el proceso político y social por el cual se articula lo Ser parte de una minoría sexual implica, de forma profunda,
humano. Los derechos humanos internacionales están siempre que también dependemos de la protección de los espacios pú-
en el proceso de someter a lo humano a redefinición y renego- blicos y privados, de las sanciones legales que nos protegen de
ciación. Se moviliza lo humano al servicio de los derechos, pero la violencia, de las garantías institucionales de varios tipos con-
también se reescribe y se rearticula lo humano cuando éste tra la agresión no deseada que se nos impone y de los actos vio-
topa contra los límites culturales de un concepto de lo huma- lentos que a veces sufrimos. En este sentido, nuestras propias
no, tal como es y debe ser. vidas y la persistencia de nuestro deseo dependen de que haya
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normas de reconocimiento que produzcan y sostengan nuestra o vivir fuera de ellas, equivale a cortejar a la muerte. La perso-
viabilidad como humanos. Asi pues, cuando hablamos de de- na que amenaza con la violencia procede desde una creencia
rechos sexuales no estamos simplemente hablando de derechos ansiosa y rigida que mantiene que un sentido de! mundo y de!
relacionados con nuestros deseos indíviduales, sino de las nor- yo será radícalmente socavado si se permite a tal persona no ca-
mas de las que depende nuestra propia individualidad. Esto tegorizable vivir en e! mundo social. La negación a través de la
significa que e! discurso de los derechos afirma nuestra depen- violencia de tal cuerpo es un vano y violento esfuerzo de res-
dencia, nuestro modo de ser en las manos de los otros, e! modo taurar e! orden, de renovar e! mundo social sobre la base de un
de ser con otros y para otros sin los cuales no podemos ser. género inteligible y de rehusar el reto de repensar e! mundo
Yo formé parte de la junta de la International Gay and Les- como algo distinto de lo natural o lo necesario. Esto no está
bian Human Rights Commission [Comisión para los Derechos alejado de la amenaza de muerte o del asesinato mismo de tran-
Humanos de Gays y Lesbianas], un grupo que trabaja en San sexuales en diversos paises, y de hombres gay que se identifican
Francisco. Forma parte de una amplia coalición de grupos e in- como «femeninos» o de mujeres gay que se identifican como
dividuos que luchan para establecer la igualdad y la justicia «masculinas». Estos crímenes no son siempre inmediatamente
para las minorias sexuales, incluidos los individuos transgéne- reconocidos como actos criminales. A veces los denuncian go-
ro e intersexuados, así como las personas seropositivas o con biernos y organismos internacionales; a veces no se incluyen
sida.' Una y otra vez me sorprendia la frecuencia con la que se entre los crimenes identificados o reales contra la humanidad
pedia a la organización que respondíera a los actos de violencia por estas mismas instituciones.
que se cometian contra minorias sexuales en diferentes partes Si nos oponemos a esta violencia, entonces ¿en nombre de
de! mundo, particularmente cuando la policía o e! gobierno lo- qué nos oponemos? ¿Cuál es la alternativa a esta violencia y
cal no reparaban la violencia de ninguna manera. Tuve que re- cuál es la transformación de! mundo social que reclamo? Esta
flexionar sobre qué tipo de ansiedad provoca la aparición pú- violencia emerge de un profundo deseo de mantener e! orden
blica de alguien que es abiertamente gay, o que presume de ser del género binario natural o necesario, de convertirlo en una
gay, alguien cuyo género no está conforme con las normas, estructura, ya sea natural, cultural o ambas, contra la cual nin-
alguien cuya sexualidad desafia las prohibiciones públicas, al- gún humano pueda oponerse y seguir siendo humano. Si una
guien cuyo cuerpo no puede conformarse a ciertos ideales de persona se opone a las normas de! género binario no sólo me-
morfologia. ¿Qué motiva a aquellos que se sienten impulsados diante la adopción de un punto de vista crítico sobre ellas, sino
a matar a alguien porque es gay, o a amenazar con matar a al- incorporando díchas normas de una forma crítica de manera
guien por ser intersexuado, o a aquellos que serían capaces de que dicha oposición estilizada sea reconocible, entonces pare-
matar a alguien que ha reconocido públicamente su condición ce que la violencia emerge precisamente como una demanda de
transgénero? deshacer dicho reconocimiento, de cuestionar su posibilidad,
El deseo de matar a alguien, o e! hecho de hacerlo, por no de convertirlo en irreal e imposible frente a cualquíer aparien-
ajustarse a las normas de género por las cuales una persona se cia de lo contrario. Entonces, esto no es una simple diferencia
«supone» que vive sugiere que la vida misma requiere una se- de puntos de vista. Contrarrestar dicha oposición incorporada
rie de normas bajo las que ampararse, y que estar fuera de ellas, a la violencia equivale, de hecho, a decir que este cuerpo, este
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desafío a una versión aceptada del mundo es y será impensable. ca que no podamos luchar para la realización de ciertos valo-
El esfuerzo para imponer los limites de lo que se considerará res, democráticos y no violentos, internacionales y antirracistas.
como real requiere eliminar lo que sea contingente, frágil, Pero luchar por esos valores es precisamente reconocer que la
abierto a transformaciones fundamentales en el orden genérico posición de uno no es suficiente para elaborar la gama de lo
de las cosas. humano, que se debe entrar en el trabajo colectivo en el cual el
A la luz de este análisis surge un interrogante de carácter propio estatus como sujeto debe, por razones democráticas, ser
ético: ¿cómo podemos ir al encuentro de la diferencia que cues- desorientado, expuesto a lo que no conoce.
tiona nuestras redes de inteligibilidad sin intentar anular el de- No se trata de aplicar normas sociales a ejemplos sociales
safio que nos trae la diferencia? ¿Qué puede significar aprender reales con el fin de ordenarlos y definirlos (como Foucault ha
a vivir en la ansiedad de este desafío, sentir que se retira la se- criticado), y tampoco se trata de encontrar mecanismos legiti-
guridad de la áncora epistemológica y ontológica, pero estar madores extrasociales para basar las normas sociales (aunque
dispuestos, en el nombre de lo humano, a permitir que lo hu- operen bajo el nombre de lo social). Hay momentos en los que
mano se convierta en algo diferente de lo que tradicionalmente ambas actividades tienen y deben tener lugar: se emiten juicios
se asume que es? Esto implica que debemos aprender a vivir y a contra criminales por actos ilegales y se les somete a procedi-
abrazar la destrucción y la rearticulación de lo humano en aras mientos normalizadores; tomamos como base para nuestra ac-
de un mundo más amplio y, en último término, menos violento, ción los contextos colectivos y tratamos de encontrar los mo-
sin saber de antemano cuál será la forma precisa que toma y to- dos de deliberación y reflexión sobre los cuales podamos estar
mará nuestra humanidad. Implica que debemos estar abiertos a de acuerdo. Pero esto no es todo lo que hacemos con las nor-
sus permutaciones en el nombre de la no violencia. Como indi- mas. La esfera de lo humanamente inteligible se circunscribe
ca Adriana Cavarero, parafraseando a Arendt, la pregunta que mediante normas, y esta circunscripción tiene consecuencias
presentamos al Otro es sencilla e incontestable: «¿quién eres?»." para cualquier ética y para cualquier concepción de la trans-
La respuesta violenta es aquella que no inquiere y no trata de formación social. Para poder preservar y promover la vida hu-
conocer. Quiere reforzar lo que sabe, expurgar lo que lo ame- mana tal como la conocemos, podemos plantear que primero es
naza con no saber, lo que la fuerza a reconsiderar las presuposi- necesario conocer los fundamentos de lo humano. Pero ¿y si
ciones de su mundo, su contingencia, su maleabilidad. La res- las mismas categorías de lo humano excluyen a quienes deben
puesta no violenta vive con su desconocimiento del Otro frente ser descritos y protegidos dentro de sus términos? ¿Por qué
al Otro, ya que mantener el vinculo que plantea la pregunta re- aquellos que deberían estar incluidos en lo humano no actúan
sulta en último término más valioso que conocer de antemano dentro de los modos de razonamiento, ni de las peticiones le-
lo que tenemos en común, como si ya tuviéramos todos los re- gitimadoras de validez proferidas por formas occidentales de
cursos que necesitamos para saber qué define al humano y cuál racionalidad? ¿Acaso hemos llegado alguna vez a conocer lo
puede ser su vida futura. humano? Y entonces, ¿cómo podemos aproximarnos a este
Que no podamos predecir o controlar las permutaciones conocimiento? ¿Deberíamos recelar de conocerlo demasiado
de lo humano que pueden darse no significa que debamos va- pronto o de una manera final o definitiva? Si damos el campo
lorar todas las posibles permutaciones de lo humano; no irnpli- de lo humano por conocido, entonces no pensaremos crítica y
62 DESHACER EL GÉNERO AL LADO DE UNO MISMO [ ... ] 63
éticamente sobre las formas en las que el humano está siendo Un relativismo reductivo diría que no podemos hablar de lo
producido, reproducido y deproducido, ni en sus consecuen- humano o de los derechos humanos internacionales dado que
cias. Esta última indagación no agota el campo de la ética, pero sólo existen conceptos que son siempre locales y provisionales,
no puedo imaginarme una ética responsable o una teoría de la y que las mismas generalízaciones violentan la especificidad de
transformación social que funcione al margen de ella. los signíficados en cuestión. Éste no es mi punto de vista. No
La necesidad de mantener nuestra noción de lo humano estoy dispuesta a pararme aquí. De hecho, creo que estamos
abierta a futuras articulaciones es esencial para el proyecto in- obligados a hablar de lo humano y de lo internacional y a des-
ternacional del- discurso y la política de los derechos humanos. cubrir cómo los derechos humanos funcionan y no funcionan,
Una y otra vez vemos como se presupone la misma noción de por ejemplo, a favor de las mujeres, a hablar de lo que son las
lo humano: lo humano está definido de antemano, en términos mujeres y de lo que no son. Pero para pronunciarse de esta ma-
que son claramente occidentales, a menudo norteamericanos y, nera y para exigir transformaciones sociales en nombre de las
por lo tanto, parciales y de miras estrechas. Cuando partimos mujeres debemos también formar parte de un proyecto demo-
de lo humano como una base fundamental, entonces el con- crático crítico. Además, la categoría mujer ha sido utilizada de
cepto de lo humano del que se trata en los derechos humanos forma diferencial y con ánimos de exclusión, y no todas las mu-
ya se conoce, ya está definido. Sin embargo, lo humano es la jeres han sido incluidas en estos términos; las mujeres no han
base para una serie de derechos y obligaciones que son de ám- sido totalmente incorporadas en lo humano. Ambas categorías
bito global. Cómo nos movemos de lo local a lo internacional están todavía en proceso, en desarrollo, insatisfechas; así pues
(entendiendo éste como lo global, con el fin de evitar que re- todavía no sabemos y no podemos saber de una forma definiti-
circule la presunción de que todos los humanos pertenecen a va en qué consiste finalmente lo humano. Esto implica que de-
naciones-estado establecidas), ésta es una cuestión de gran im- bemos seguir un doble camino en política: debemos utilizar
portancia para la política internacional, pero particularmente este lenguaje para afirmar el derecho a condiciones de vida
para las luchas internacionales de lesbianas, gays, bi-, trans- e aceptables de manera que se afirme el rol constitutivo de la se-
intersexuales, así como para el feminismo. Una concepción an- xualídad y el género en la vida política, y debemos también so-
tiímperíalísta o, minimamente, no imperialista de los derechos meter nuestras propias categorías a la exploración crítica. De-
humanos ínternacionales debe poner en tela de juício el funda- bemos encontrar los límites de su inclusividad y la posibilidad
mento de lo humano, y aprender de las díversas maneras y me- de su traducción, las presuposiciones que incluyen, las formas
dios a través de los cuales se define en diferentes ámbitos cul- en las que deben ser expandidas, destruidas o rehechas para
turales. De ahí que las concepciones locales de lo humano, así abarcar y abrir a la vez lo que es ser humano y genderizado.
como sus condíciones básicas y sus necesidades, deben ser so- Hace unos años, cuando se celebró la Conferencia de las Na-
metidas a reinterpretación, ya que hay circunstancias históricas ciones Unidas en Pekín, se hablaba de los «derechos humanos
y culturales en las que lo humano se defíne de forma diferente. de las mujeres», e incluso ahora oímos hablar de ellos a la In-
Sus necesidades básicas y, por lo tanto, sus derechos básicos se ternational Gay and Lesbian Human Rights Comission. A mu-
dan a conocer a través de varios medios, a través de diversos ti- cha gente le parece una paradoja. ¿Derechos humanos de las
pos de prácticas, habladas y performadas. mujeres? ¿Derechos humanos de gays y lesbianas? Pero pense-
64 DESHACER EL GÉNERO
AL LADO DE UNO MISMO [ ... ] 65
mas sobre lo que este aparejamiento realmente efectúa. Perfor- es familiar, estrecho de miras y ya conocido, proporcionará la
ma lo humano como contingente, como una categoría que en el ocasión para una transformación ética y social. Constituirá una
pasado y también en el presente define una población variable pérdida, una desorientación, pero en la cual lo humano halla-
y restringida que puede o no incluir lesbianas y gays, que pue- rá una oportunidad para ser de nuevo.
de o no incluir mujeres, que tiene varios diferenciales raciales y Cuando nos preguntamos qué convierte una vida en habi-
étnicos funcionando en sus operaciones. Proclama que dichos table, estamos preguntándonos acerca de ciertas condiciones
grupos tienen su propia serie de derechos humanos, que lo que normativas que deben ser cumplidas para que la vida sea vida.
puede significar lo humano cuando pensamos acerca de la hu- Así pues, hayal menos dos sentidos de vida: uno se refiere a la
manidad de las mujeres es quizá diferente de lo que ha signifi- mínima forma biológica de vida, yel otro interviene al principio
cado lo humano cuando ha funcionado como aquello que se y establece las condiciones mínimas para una vida habitable
presume masculino. También implica que estos términos son con respecto a la vida humana." Esto no implica que podamos
definidos de forma variable en relación con otros. Y, cierta- desestimar lo meramente vivo a favor de una vida habitable
mente, podríamos presentar un argumento similar en lo que sino que debemos preguntar, como preguntamos sobre la vio:
respecta a la raza. ¿Qué poblaciones han sido calificadas como lencia de género, qué necesitan los humanos para mantener y
humanas y cuáles no? ¿Cuál es la historia de esta categoría? reproducir las condiciones de su propia habitabilidad. Y debe-
¿En qué momento de su historia estamos ahora? mos preguntarnos también cuál es la política que permite con-
Quisiera sugerir que en este último proceso sólo podemos ceptualizar, de todas las maneras posibles, la posibilidad de la
rearticular o resignificar las categorías básicas de la ontología, vida habitable y a la vez organizar su base institucional. Siem-
del ser humano, del ser de un género, de ser reconocible se- pre habrá desacuerdo acerca de lo que esto significa, pero
xualmente, en la medida en que nos sometemos a un proceso aquellos que, en virtud de su compromiso, reclaman una sola
de traducción cultural. No se trata de asimilar nociones de gé- dirección política se equivocan. Vivir es vivir una vida política-
nero foráneas o distantes como si fuera simplemente una cues- mente, en relación con el poder, en relación con los otros, en el
tión de incorporar lo ajeno a un léxico establecido. La traduc- acto de asumir la responsabilidad del futuro; sin embargo, no
ción cultural es también un proceso de ceder nuestras es conocer de antemano la dirección que va a tomar, ya que el
categorías más fundamentales, es decir, de observar cómo y futuro, especialmente el futuro con y por los otros, requiere
por qué se disuelven, cómo requieren la resignificación cuan- una cierta capacidad de apertura y de desconocimiento; impli-
do se encuentran con los límites de la episteme disponible: lo ca ser parte de un proceso cuyo resultado ningún sujeto puede
que se desconoce o lo que todavía no se conoce. Es crucial re- predecir con seguridad. También implica que habrá y deberá
conocer que la noción de lo humano sólo se construirá con estar en juego cierta combatividad y discusión sobre el rumbo.
tiempo, en y a través del proceso de traducción cultural, ya Debe haber discusión para que la política sea democrática. La
que no se trata de una traducción entre dos lenguajes que se democracia no habla al unísono; sus aires son disonantes y son
mantienen cerrados en sí mismos, distintos, compactos. Más necesariamente así. No es un proceso predecible; hay que su-
bien, la traducción obligará a cada lenguaje a cambiar con el fin frirlo, como se debe sufrir una pasión. Puede ser también que
de aprehender al otro, y este aprehender en el límite de lo que la vida misma se extinga cuando el camino está decidido de an-
66 DESHACER EL GÉNERO
de un reglamento.' Si el género preexistiera a la reglamentación, La idea de que el género es una norma requiere una mayor
entonces podríamos tratarlo como un tema y proceder a enu- elaboración. Una norma no es lo mismo que una regla, y tam-
merar los diversos tipos de reglamentos a los cuales estamos su- poco es lo mismo que una ley.' Una norma opera dentro de las
jetos y las maneras en las que se da la sujeción. Sin embargo, el prácticas sociales como el estándar implícito de la normaliza-
problema es más complejo. Después de todo, ¿hay un género ción. Aunque una norma pueda separarse analíticamente de las
que preexista a su regulación?, o el caso es más bien que, al es- prácticas de las que está impregnada, también puede que de-
tar sometido a la regulación, ¿el sujero del género emerge al ser muestre ser recalcitrante a cualquier esfuerzo para descontex-
producido en, y a través de, esta forma especifica de sujeción? tualizar su operación. Las normas pueden ser explícitas; sin
Al tratar de la sujeción y de la regulación es importante te- embargo, cuando funcionan como el principio normalizador
ner en cuenta al menos dos advertencias derivadas del pensa- de la práctica social a menudo permanecen implícitas, son difi-
miento de Foucault: 1) el poder regulador no sólo actúa sobre ciles de leer; los efectos que producen son la forma más clara y
un sujeto preexistente, sino que también labra y forma al suje- dramática mediante la cual se pueden discernir.
to; además, cada forma jurídica de poder tiene su efecto pro- Que el género sea una norma sugiere que está siempre te-
ductivo; y 2) estar sujeto a un reglamento es también estar sub- nuemente incorporado en cualquier actor social. La norma rige
jetivado por él, es decir, devenir como sujeto precisamente a la inteligibilidad social de la acción, pero no es lo mismo que la
través de la reglamentación. Este segundo punto se desprende acción que gobierna. La norma parece ser indiferente a las ac-
del primero en la medida en que los discursos reguladores que ciones que rige, con lo cual sólo quiero decir que la norma pa-
jorman al sujero del género son precisamente aquellos que re- rece tener un estatus y un efecto que son independientes de las
quieren e inducen al sujero en cuestión. acciones gobernadas por la norma. La norma rige la inteligibi-
Los tipos de reglamentos pueden entenderse como casos lidad, permite que ciertos tipos de prácticas y acciones sean re-
específicos de un poder regulador más general, que está espe- conocibles como tales imponiendo una red de legibilidad sobre
cificado como la reglamentación del género. Aquí contravengo lo social y definiendo los parámetros de lo que aparecerá y lo
a Foucault en algunos aspectos porque, si la concepción fou- que no aparecerá dentro de la esfera de lo social. La cuestión
caultiana se centra en la idea de que el poder regulador tiene de qué significa estar fuera de la norma plantea una paradoja al
algunas características históricas y que opera sobre el género pensamiento, porque si la norma convierte el campo social en
así como también sobre otros tipos de normas sociales y cultu- inteligible y normaliza este campo, entonces estar fuera de la
rales, entonces el género no es más que el ejemplo de una ope- norma es, en cierto sentido, estar definido todavía en relación
ración de poder más amplia. En contra de esta subordinación con ella. No ser lo bastante masculino o lo bastante femenino
del género al poder regulador yo diría que el apararo regulador es todavía ser entendido exclusivamente en términos de la rela-
que rige al género está especialmente adaptado al género. No ción de uno mismo con lo «bastante masculino» o lo «bastante
quiero sugerir que la regulación del género sea paradigmática femenino».
del poder regulador en sí mismo, sino más bien que el género Afirmar que el género es una nortna no es lo mismo que de-
requiere e instituye su propio y distinto régimen regulador y cir que hay visiones normativas de la feminidad y de la masculi-
disciplinador. nidad, aunque claramente existan dichas visiones normativas. El
70 DESHACER EL GÉNERO EL REGLAMENTO DEL GÉNERO 71
género no es exactamente que uno «es» ni tampoco precisa- ra de poder que naturaliza e! caso hegemónico y reduce la po-
mente lo que uno «tiene». El género es e! aparato a través de! sibilidad de pensar en su alteración.
cual tiene lugar la producción y la normalización de lo masculi- Una tendencia dentro de los estudios de género ha sido
no y lo femenino junto con las formas intersticiales hormonales, asumir que la alternativa al sistema binario de! género consiste
cromosómicas, psíquicas y performativas que e! género asume. en multiplicar los géneros. Este punto de vista invariablemente
Asumir que e! género implica única y exclusivamente la matriz provoca la pregunta: ¿cuántos géneros puede haber y cómo se
de lo «masculino» y lo «femenino» es precisamente no com- llamarán?' Pero la alteración de! sistema binario no debería ne-
prender que la .producción de la coherencia binaria es contin- cesariamente conducirnos a una cuantificación de! género igual-
gente, que tiene un coste, y que aquellas permutaciones de! gé- mente problemática. Luce Irigaray, siguiendo la línea lacania-
nero que no cuadran con e! binario forman parte de! género na, se pregunta si el sexo masculino es «eh> sexo, es decir, no
tanto como su ejemplo más normativo, Fusionar la definición de sólo «e! único e incomparable sexo», sino también e! que inau-
género con su expresión normativa es reconsolidar, sin advertir- gura una aproximación cuantitativa al sexo. Desde su punto de
lo, e! poder que tiene la norma para limitar la definición de! gé- vista, e! «sexo» no es ni una categoría biológica ni una catego-
nero. El género es e! mecanismo a través de! cual se producen y ría social (así pues, es distinta de! «género»), sino una categoría
se naturalizan las nociones de lo masculino y lo femenino, pero lingüística que existe, por decirlo así, en la división entre lo so-
e! género bien podría ser e! aparato a través de! cual dichos tér- cial y lo biológico. Por tanto, «e! sexo que no es uno» es la fe-
minos se deconstruyen y se desnaturalizan. De hecho, puede ser minidad entendida precisamente como aquello que no puede
que e! mismo aparato que trata de instaurar la norma funcione ser expresado mediante un número.' Otros enfoques insisten
también para socavar esa misma instauración, que ésta sea, por en que el «transgénero» no es exactamente un tercer género
así decirlo, incompleta por definición. Mantener e! término «gé- sino un modo de paso entre géneros, una figura de género in-
nero» aparte de la masculinidad y de la feminidad es salvaguar- tersticial y transicional que no puede reducirse a las normas
dar una perspectiva teórica en la cual se pueden rendir cuentas de que establecen uno o dos géneros'
cómo el binario masculino y femenino agota e! campo semánti-
co del género. Cuando nos referimos a «e! género en disputa o
problematización del género» (gender troublet o a la «mezcla de POSICIONES SIMBÓLICAS Y NORMAS SOCIALES
géneros» (gender blending), ya sea e! «transgénero» itransgender)
o e! «cruce de géneros» icross-gendert, estamos ya sugiriendo Aunque algunos teóricos sostienen que las normas son
que e! género tiene una forma de desplazarse más allá de! bina- siempre sociales, los teóricos lacanianos, en la línea del estruc-
rio naturalizado. La fusión de! género con lo masculino/femeni- turalismo de Claude Lévi-Strauss, insisten en que las normas
no, hombre/mujer, macholhembra, performa así la misma natu- simbólicas no son lo mismo que las sociales, y que cierta «re-
ralización que se espera que prevenga la noción de género. gulación» de! género tiene lugar a través de la demanda simbó-
Así pues, un discurso restrictivo de género que insista en e! lica que se les plantea a las psiques desde su origen.
binario de! hombre y la mujer como la forma exclusiva para en- Lo «simbólico» se convierte en un término técnico para
tender el campo de! género performa una operación regulado- Jacques Lacan en 1953 y se convierte en su forma de componer
72 DESHACER EL GÉNERO EL REGLAMENTO DEL GÉNERO 73
USOS matemáticos (formales) y antropológicos del vocablo. En cuales sería posible la transformación del género. Otro asunto
un diccionario de lenguaje lacaniano lo simbólico está explíci- concerniente a lo simbólico es que la prohibición del incesto
tamente ligado al problema de la regulación: «Lo simbólico es puede ser uno de los motivos para su propia transgresión, lo
el reino de la Ley que regula el deseo en el complejo de Edi- que sugiere que las posiciones simbólicas del parentesco son,
po».' Ese complejo se entiende como derivado de una prohibi- de diversas maneras, derrotadas por la misma sexualidad que
ción primaria o simbólica contra el incesto, una prohibición tratan de producir a través de la regulación.' Finalmente, espe-
que sólo tiene sentido en términos de las relaciones de paren- ro mostrar que la distinción entre la ley simbólica y la social no
tesco por la cuales se establecen diversas «posiciones» en la fa- puede sostenerse en último término, que lo simbólico mismo
milia según un mandato exogámico. En otras palabras, la ma- es una sedimentación de las prácticas sociales y que las altera-
dre es alguien con quien un hijo y una hija no tienen relaciones ciones radicales del parentesco reclaman una rearticulación de
sexuales, y un padre es alguien con quien un hijo y una hija no las presuposiciones estructuralistas del psicoanálisis, despla-
tienen relaciones sexuales, una madre es alguien que sólo tiene zándonos, por así decirlo, hacia un estructuralismo queer de la
relaciones sexuales con el padre, y así sucesivamente. Estas re- psique.
laciones de prohibición están codificadas en la «posición» que Para volver al tabú del incesto, la cuestión que se plantea
ocupa cada uno de estos miembros de la familia. Así pues, ocu- es: ¿cuál es el estatus de dichas prohibiciones y de dichas posi-
par dicha posición es estar en dicha correspondencia sexual en- ciones? Lévi-Strauss aclara en Las estructuras elementales del
trecruzada, al menos de acuerdo con el concepto simbólico o parentesco que la biología no necesita del tabú del incesto, que
normativo de lo que aquella «posición» es. es un fenómeno puramente cultural. Por «cultural» Lévi-
Está claro que las consecuencias de dicha visión son enor- Strauss no entiende «variable culturalmente» o «contingente»,
mes. El legado estructuralista dentro del pensamiento psicoa- sino más bien de acuerdo con las leyes «universales» de la cul-
nalítico ha tenido un efecto colosal sobre las teorías fi.1micas y tura. Así pues, para Lévi-Strauss, las reglas culturales no se
literarias feministas, y sobre las interpretaciones feministas del pueden alterar (tal como Gayle Rubin argumentó posterior-
psicoanálisis desde diversas disciplinas. También abrió el cami- mente) sino que son invariables y universales. El dominio de
no para la crítica queer del feminismo, que ha tenido, y conti- una regla cultural universal y eterna -lo que Juliet Mitchell
núa teniendo, efectos divisorios dentro de los estudios de la se- llama «la ley universal y primordials-i-" se convierte en la base
xualidad y del género. A continuación espero mostrar cómo la de la noción lacaniana de lo simbólico y en los subsiguientes es-
noción de cultura que se ha transmutado en lo «simbólico» en fuerzos para separar lo simbólico tanto del dominio de lo bio-
el psicoanálisis lacaniano es muy diferente de la noción de cul- lógico como de lo social. En Lacan aquello que es universal en
tura todavía vigente en los estudios culturales, de forma que, a la cultura reside en sus reglas simbólicas o culturales, y se en-
menudo, estos dos proyectos se entienden como irremisihle- tiende que éstas sostienen las relaciones de parentesco. La pro-
mente opuestos. También me propongo argumentar que cual- pia posibilidad de referencia pronominal de un «yo», un «tú»,
quier tentativa para establecer las reglas que «regulan el deseo» un «nosotros», un «ellos», parece apoyarse en este modo de
en un reino inalterable y eterno tienen un uso muy limitado parentesco que opera en el lenguaje y como un lenguaje. Hay
para una teoría que busca comprender las condiciones bajo las un deslizamiento de lo cultural a lo lingüístico, un deslizamien-
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to que el propio Lévi-Strauss apunta hacia el final de Las es- otras palabras, posiciones sin las cuales no podría darse ningún
tructuras elementales del parentesco. En Lacan, lo simbólico se significado o, dicho de otra manera, sin las cuales no se podría
define en términos de una concepción de las estructuras lin- procurar ninguna inteligibilidad cultural. Pero ¿cuáles son las
güísticas que son irreducibles a las formas sociales que toma el consecuencias de convertir ciertas nociones del parentesco en
lenguaje. De acuerdo con los términos estructuralistas, lo sim- eternas y elevarlas después al estatus de las estructuras elemen-
bólico establece las condiciones universales bajo las cuales se tales de la inteligibilidad?
posibilita la socialidad, es decir, la comunicabilidad de toda uti- Aunque Lévi-Strauss da a entender que considera una va-
lización del lenguaje. Este movimiento allana el camino para la riedad de sistemas de parentesco, en realidad sólo delimita
consiguiente distinción entre las explicaciones simbólicas y so- aquellos principios del parentesco que son interculturales. Lo
ciales del parentesco. que el estructuralismo ofrece como una «posición» en el len-
Asi pues, una norma no es exactamente lo mismo que una guaje o en el parentesco no se puede identificar con una «nor-
«posición simbólica» en el sentido lacaniano, la cual parece ma», ya que esta última es producida socialmente y es un mar-
disfrutar de un carácter casi atemporal, a pesar de las modifi- co variable. Y recordemos que una norma no es lo mismo que
caciones que aparecen en las notas a pie de página de varios de una posición simbólica. Además, si es más apropiado conside-
los seminarios de Lacan. Los lacanianos casi siempre insisten rar una posición simbólica como una norma, entonces una po-
en que una posición simbólica no es lo mismo que una social, sición simbólica no es lo mismo como tal, sino más bien una
que sería un error tomar, por ejemplo, la posición simbólica del norma contingente cuya contingencia ha sido encubierta por
padre, la cual es después de todo la posición simbólica para- una reificación teórica que potencialmente conlleva conse-
digmática, y confundirla con una posición socialmente consti- cuencias duras para la vida del género. Dentro de la presun-
tuida y alterable que los padres han asumido a lo largo del ción estructuralista se podría reaccionar afirmando: «i Pero ésa
tiempo. El punto de vista lacaniano insiste en que hay un ideal es la ley!». Ahora bien, ¿cuál es el estatus de dicha afirmación?
y una demanda inconsciente que se hace a la vida social que «¡Es la ley!» se convierte en la declaración que atribuye per-
permanece irreducible a causas y efectos atribuibles social- formativamente la misma fuerza a la ley que la ley misma dice
mente. El lugar simbólico del padre no cede a las demandas de ejercer. Tal afirmación es, por tanto, un signo de lealtad a la ley,
una reorganización social de la paternidad. En cambio, lo sim- una señal del deseo de que la ley no pueda ser disputada, un
bólico es precisamente aquello que marca los límites de cual- impulso teológico dentro de la teoría del psicoanálisis que tra-
quier esfuerzo utópico de reconfigurar y de revivir las relacio- ta de detener cualquier critica al padre simbólico, a la ley mis-
nes de parentesco a cierta distancia de la escena edípica.? ma del psicoanálisis. Así pues, no es sorprendente que el esta-
Uno de los problemas que surgió cuando el estudio del pa- tus que se da a la ley sea precisamente el estatus que se da al
rentesco se combinó con el estudio de la lingüística estructural falo, el cual no es un mero «significante» privilegiado dentro
es que las posiciones de parentesco fueron elevadas al estatus del esquema lacaniano sino que se convierte en el rasgo carac-
de estructuras lingüísticas fundamentales. Estas son posiciones terístico del aparato teórico en el cual se introduce dicho signi-
que hacen posible la entrada en el lenguaje y que, por lo tanto, ficante. En otras palabras, la fuerza autorizada que refuerza la
mantienen un estatus esencial con respecto al lenguaje. Son, en incontestabilidad de la ley simbólica es en sí misma un ejercicio
76 DESHACER EL GÉNERO
EL REGLAMENTO DEL GÉNERO 77
de aquella ley simbólica, un caso más del lugar del padre, por sistir en que la norma en su necesaria temporalidad se abre al
decirlo así, al que no se puede refutar ni contestar. Aunque, desplazamiento y a la subversión desde dentro.
como nos recuerdan los lacanianos, únicamente hay contesta- Lo simbólico se entiende como la esfera que regula la asun-
ciones de lo simbólico, finalmente éstas no logran ejercer nin- ción del sexo, cuando se entiende el sexo como una serie dife-
guna fuerza para desmontar lo simbólico mismo o para forzar rencial de posiciones masculinas y femeninas. Así pues, el con-
una reconfiguración radical de sus términos. cepto de género, derivándose del discurso sociológico como lo
La autoridad de la teoría expone su propia defensa tauto- hace, es ajeno al discurso de la diferencia sexual que emerge en
lógica en el hecho de que lo simbólico sobrevive a todas y cada el marco lacaniano y postlacaniano. Lacan estuvo claramente
una de las contestaciones a su autoridad. Es decir, no es sólo influenciado por Las estructuras elementales del parentesco de
una teoría que subraya lo masculino y lo femenino como posi- Lévi-Strauss, ensayo que se publicó por primera vez en 1947,
ciones simbólicas que finalmente trascienden cualquier contes- aproximadamente seis años después de que Lacan utilizara el
tación y que marcan los límites a cualquier impugnación, sino término «simbólico»." En el modelo de Lévi-Strauss, la posi-
que reposa sobre la misma autoridad que describe para refor- ción del hombre y la mujer es la que posibilita ciertas formas de
zar la autoridad de sus propias demandas descriptivas. lazos sexuales reproductivos y la que prohíbe otras formas.
Separar lo simbólico de la esfera social facilita la distinción Desde este punto de vista, el género es un indicador de las re-
entre la Ley y las leyes variables. En lugar de una práctica críti- laciones sexuales proscritas y prescritas por las que un sujeto es
ca que no anticipa una autoridad definitiva y que abre un cam- socialmente regulado y producido.
po de posibilidades de género que produce ansiedad, aparece Según Lévi-Strauss, las reglas que rigen el intercambio se-
lo simbólico para terminar con dicha ansiedad. Si hay una Ley xual y las cuales, por consiguiente, producen posiciones viables
que no podemos desplazar pero que tratamos de desplazar una para el sujeto sobre la base de dicha regulación de la sexuali-
y otra vez a través de procedimientos imaginarios, entonces sa- dad, son ajenas a los individuos que se atienen a dichas reglas y
bemos de antemano que nuestros esfuerzos de cambio serán que ocupan dichas posiciones. Que las acciones humanas estén
controlados, y que nuestra lucha contra las explicaciones auto- reguladas por dichas leyes pero que no tengan el poder de
rizadas del género será frustrada y que tendremos que rendir- transformar la sustancia y la intención de sus leyes parece ser la
nos ante la autoridad insoslayable. Algunos creen que pensar consecuencia de una concepción de la ley que es indiferente al
que lo simbólico puede ser cambiado por la práctica humana contenido que regula. Pero ¿cómo el cambio de una concep-
es puro voluntarismo. Pero ¿lo es? Ciertamente, se puede con- ción del género regulado por leyes simbólicas a un concepto
ceder que el deseo está radicalmente condicionado sin afirmar del género regulado por normas sociales contiende con esta in-
que está radicalmente determinado, y se puede reconocer que diferencia de la ley hacia lo que regula? ¿Y cómo puede dicho
hay estructuras que posibilitan el deseo sin afirmar que estas cambio inaugurar la posibilidad de una contestación más radi-
estructuras son eternas y recalcitrantes, insensibles a la reítera- cal de la ley misma?
da repetición y al desplazamiento. Contestar a la autoridad Si el género es una norma, no podemos decir que es un mo-
simbólica no es necesariamente un retomo al «ego» o a las clá- delo al que los individuos tratan de aproximarse. Por el con-
sicas nociones liberales de la libertad, sino que es más bien in- trario, es una forma de poder social que produce el campo in-
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teligible de los sujetos, y un aparato que instituye e! género bi- luz pública en las constituciones, los códigos legales y en la
nario. Como norma que aparece independientemente de las actividad constante y clamorosa de la legislatura (Foucault,
prácticas que rige, su idealidad es e! efecto reinstituido de «Right of Death and Power Over Life»). Foucault afirma, ade-
aquellas mismas prácticas. Esto no sólo sugiere que la relación más, que las normas pertenecen a las artes de! juicio y que, aun-
entre las prácticas y las idealizaciones bajo las cuales trabaja es que estén claramente relacionadas con e! poder, se caracterizan
contingente, sino también que la misma idealización puede ser menos por e! uso de la fuerza o la violencia que por, como dice
puesta en cuestión y en crisis, sometiéndola potencialmente a Ewald, «una lógica implícita que permite al poder reflexionar
una desidealización y a la desposesión. sobre sus propias estrategias y definir claramente los objetos a
La distancia entre e! género y sus casos naturalizados es los que se dirige. Esta lógica es tanto la fuerza que nos permite
precisamente la distancia entre una norma y sus incorporacio- imagínar la vida y lo vivo como los objetos de! poder, como el
nes. He sugerido más arriba que la norma es analíticamente in- poder que puede tomar la "vida" en sus manos y crear la esfe-
dependiente de sus incorporaciones, pero quiero enfatizar que ra de lo biopolítico» «<Norms», pág. 138).
esto es sólo una heurística intelectual que ayuda a garantizar la Para Ewald esto suscita al menos dos temas: si la moderni-
perpetuación de la norma misma como un ideal eterno e inal- dad participa en la lógica de la norma y cuál sería la relación en-
terable. De hecho, la norma sólo persiste como norma en la tre las normas y la ley," Aunque e! término «norma» se utiliza a
medida en que se representa en la práctica social y se reideali- veces como sinónimo de «regla», está claro que las normas son
za y reinstituye en y a través de los rituales sociales diarios de la también lo que da a las reglas cierta coherencia local. Ewald afir-
vida corporal. La norma no tiene un estatus ontológico inde- ma que a principios de! siglo XIX se establece un cambio radical
pendiente; sin embargo, no puede ser fácilmente reducida a sus en la relación entre la regla y la norma «<Norms», pág. 140) Y
casos: ella misma es (relproducida a través de su incorpora- que la norma emerge conceptualmente no sólo como una varie-
ción, a través de los actos que tratan de aproximarla, a través dad particular de reglas, sino también como una manera de pro-
de las idealizaciones reproducidas en y por esos actos. ducirlas y como un principio de valoración.
Foucault difundió e! discurso de la norma argumentando, En francés e! término normalité aparece en 1834, y norma-
en e! primer volumen de su Historia de la sexualidad, que e! si- tif en 1868; a finales de! siglo XIX hallamos en Alemania las
glo XIX fue testigo de la aparición de la norma como método de ciencias normativas (las cuales, según tengo entendido, quedan
control social no idéntico a las operaciones de la ley. Influen- reflejadas en e! nombre de! grupo de las reuniones de la Ame-
ciado por Foucault, e! sociólogo Francois Ewald ha ampliado rican Political Science Association [Asociación Americana de
esta observación en diferentes ensayos.'! Ewald defiende que la Ciencia Política] contemporánea llamado «teoría política nor-
acción de la norma se realiza a expensas de! sistema jurídico de mativa»); e! término «normalización» aparece en 1920. Para
la ley, y que, aunque la normalización conlleve un incremento Foucault, así como para Ewald, corresponde a la operación
de legislación, no se opone necesariamente a ella, sino que per- normalizadora de los poderes burocráticos y disciplinarios.
manece independiente de formas significativas «<Norms», Según Ewald, la norma transforma las restricciones en un
pág. 138). Foucault observa que las normas aparecen a menu- mecanismo y marea así e! movimiento por e! cual, en términos
do bajo una forma legal, que lo normativo sale típicamente a la foucaultianos, e! poder jurídico se vuelve productivo; es decir,
80 DESHACER EL GÉNERO EL REGLAMENTO DEL GÉNERO 81
transforma las restricciones negativas de lo jurídico en contro- tituyen un ideal hacia el cual todos los otros fenómenos se des-
les más positivos de normalización; así pues, la norma perfor- plazan» (pág. 9).
ma su función transformadora. De este modo la norma marca Ewald busca una definición más ajustada de la norma con
y efectúa el desplazamiento de una concepción del poder como el fin de abarcar tanto su capacidad de regular todos los fenó-
una restricción jurídica a la concepción del poder como: a) una menos sociales como los límites internos que acotan cualquier
serie organizada de restricciones, y b) un mecanismo regulador. reglamento de este tipo «<Power», págs. 170-171). Ewald de-
clara:
LAS NORMAS Y EL PROBLEMA DE LA ABSTRACCiÓN ¿Qué es exactamente una norma? Es la medida que simultá-
neamente individualiza, posibilita la individualización incesante
Esto nos remite no sólo a la cuestión de cómo puede decir- y hace posible las comparaciones. La norma es 10 que hace posi-
se que el discurso «produce» un sujeto (algo que se asume en ble la indefinidalocalización de espacios que se distancian y re-
ducen cada vez más, y al mismo tiempo asegura que estos espa-
todos los estudios culturales pero que rara vez se investiga
apropiadamente) sino, de forma más precisa, a qué es lo que cios nunca encierren a nadie de tal forma que se cree una
naturaleza específica para él, ya que estos espacios individualiza-
efectúa en el discurso dicha producción. Cuando Foucault afir-
dores no son más que la expresión de una relación, relación que
ma que la disciplina «produce» individuos, no sólo quiere de- tiene que ser vista de forma indefinida en el contexto de otras re-
cir que el discurso disciplinario los dirige y los utiliza, sino tam- laciones. ¿Qué es entonces una norma? Un principio para la
bién que activamente los constituye. comparación, una medida común que se instituye como mera re-
La norma es una medida y una forma de producir un es- ferencia del grupo consigo mismo, cuando el grupo sólo tiene re-
tándar común, pero convertirse en un ejemplo de la norma no lación consigo mismo, sin una referencia externa y sin verticali-
es agotarla totalmente, sino más bien estar sujeto a la abstrac- dad (<<Norms», pág. 173; la cursiva es mía).
ción de la comunalidad. Aunque Foucault y Ewald tienden a
concentrar sus análisis en los siglos XIX y XX, en Making a Social Según Ewald, Foucault añade lo siguiente al pensamiento
Body Mary Poovey fecha a finales del siglo XVIII la historia de la sobre la normalización: «La individualización normativa no es
abstracción en la esfera social. Ella sostiene que en el Reino exterior. La naturaleza de lo anormal no es diferente de la de lo
Unido «las últimas décadas del siglo XVIII fueron testigo de los nonnal. La norma, o el espacio normativo, no tiene un exterior.
primeros esfuerzos modernos de representar todas las partes La norma integra cualquier cosa que pueda intentar ir más allá
significativas de la población del Reino Unido como agregadas de ella; nada, nadie, cualquier diferencia que pueda mostrar,
y de distinguir la esfera social de los dominios políticos y socia- pueden nunca afirmar ser externos o que poseen una alteridad
les» (pág. 8). Desde su punto de vista, lo que caracteriza a esta que de hecho les convertiría en otro» (<<Norms», pág. 173).
esfera social es la llegada de las medidas cuantitativas: «Por su- Este punto de vista sugiere que cualquier oposición a la
puesto, dichas comparaciones y mediciones producen algunos norma ya está contenida en la norma y que aquélla es crucial
fenómenos como normativos, de forma ostensible porque son para su funcionamiento. De hecho, en este punto de nuestro
numerosos, porque representan a un promedio o porque cons- análisis parece que el desplazamiento de una noción lacaniana
82 DESHACER EL GÉNERO EL REGLAMENTO DEL GÉNERO 83
de lo simbólico a una noción más foucaultiana de la «norma so- de conferirle la máxima cantidad de realidad de la que es ca-
cial» no aumenta las posibilidades de un desplazamiento efec- paz» (pág. 186; la cursiva es mía).
tivo de la resignificación de la norma misma. Anteriormente he mencionado que la norma no puede ser
En la obra de Pierre Macheray, sin embargo, se empieza a reducida a cualquiera de sus casos, pero ahora añadiría que la
observar que las normas no son entidades independientes y norma tampoco puede ser completamente liberada de su re-
autosostenidas, o abstracciones que deban entenderse como presentación casuística, La norma no es externa al campo de su
formas de acción. En «Towards a Natural History of Norms», aplicación. La norma no sólo es responsable de producir el
Macheray clarifica que el tipo de causalidad que las normas im- campo de su aplicación, según Macheray (pág. 187), sino que
ponen no es transitiva sino inmanente, y recurre a Spinoza y a la norma se produce a ella misma en la producción de aquel cam-
Foucault para basar su afirmación: po. La norma confiere realidad activamente; de hecho, la nor-
ma se constituye como tal sólo en virtud de la repetición de su
Pensar en términos de la inmanencia de la norma es, efecti- poder para conferir realidad.
vamente, abstenerse de considerar la acción de la norma de una
forma restrictiva, y de contemplarla como una forma de «repre-
sión» formulada en términos de prohibiciones que se ejercen so- LAS NORMAS DEL GÉNERO
bre un sujeto dado antes de que ejecute su acción, de lo cual se
deriva que este sujeto podría, por sí solo, liberarse o ser liberado
Según la noción de norma que acabamos de exponer, se
de este tipo de control: la historia de la locura, igual que la de la
puede decir que el campo de la realidad que crean las normas
sexualidad, muestra que, lejos de suprimir la acción de las nor-
mas, dicha «liberación» las refuerza. Pero uno puede también
de género constituye el telón de fondo sobre el cual aparece el
preguntarse si es suficiente con denunciar las ilusiones de este género en sus dimensiones idealizadas. Pero ¿cómo debemos
discurso antirrepresivo con el fin de huir de él: ¿no se corre el entender la formación histórica de dichos ideales, su persisten-
riesgo de reproducirlas a otro nivel, donde cesan de ser ingenuas cia a través del tiempo y su lugar como una compleja conver-
y donde, a través de una naturaleza más educada, todavía perma- gencia de significados sociales que no parecen tratar del géne-
necen desacompasadas en relación con el contexto al cual pare- ro directamente? En la medida en que las normas del género
cen estar dirigidas? (pág. 185). son reproducidas, éstas son invocadas y citadas por prácticas
corporales que tienen también la capacidad de alterar Iasnor-
Al sostener que la norma sólo subsiste en y a través de sus mas en el transcurso de su citación. No se puede ofrecer una
acciones, Macheray sitúa la acción en el centro de la interven- explicación narrativa completa de la historia citacional de la
ción social: «Desde mi punto de vista ya no es posible pensar la norma: aunque la narratividad no esconde completamente su
norma misma de forma adelantada a las consecuencias de su historia, tampoco revela un único origen.
acción, como si de alguna manera fuera independiente y estu- Entonces, un sentido importante de la reglamentación es
viera por detrás de ellas: la norma debe ser considerada como si que las personas son reguladas por el género y que este tipo de
actuara precisamente mediante sus efectos; por tanto, no trata de reglamentación funciona como una condición de inteligibilidad
limitar la realidad a través del simple condicionamiento, sino cultural para cualquier persona. Desviarse de la norma del gé-
84 DESHACER EL GÉNERO EL REGLAMENTO DEL GÉNERO 85
nero es producir el ejemplo aberrante que los poderes regula- las mujeres es la que produce el género: «Una vez eliminada
dores (médico, psiquiátrico y legal, por nombrar algunos) pue- como atributo de la persona, la desigualdad sexual toma la for-
den rápidamente explotar con el fin de reforzar las razones fun- ma del género; al desplazarse como una relación entre perso-
damentales para la continuidad de su propio celo regulador. nas, toma la forma de la sexualidad. El género surge como la
Por tanto, la cuestión fundamental sigue siendo qué desviacio- forma coagulada de la sexualización de la desigualdad entre
nes de la norma interrumpen el proceso regulador mismo. hombres y mujeres» (Feminism Unmodi/ied, págs. 6-7).
La «corrección» quirúrgica de los niños intersexuados es Si el género es la coagulación de la sexualización de la desi-
un caso relevante. En este caso se argumenta que los niños na- gualdad, entonces la sexualización de la desigualdad precede al
cidos con unas características sexuales primarias irregulares tie- género y el género es su efecto. Pero ¿podemos llegar a con-
nen que ser «corregidos» para encajar, para sentirse más có- ceptualizar la sexualización de la desigualdad sin un concepto
modos y para conseguir la normalidad. La cirugía correctiva se previo del género? ¿Tiene sentido afirmar que los hombres su-
realiza con el apoyo paterno y en aras de la normalización; sin bordinan sexualmente a las mujeres si no tenemos primero una
embargo, se ha comprobado que los costes físicos y psíquicos idea de lo que son los hombres y las mujeres? MacKinnon sos-
de la cirugía son enormes para aquellas personas que se han so- tiene que no existe ninguna constitución del género externa a
metido, por así decirlo, al bisturí de la norma." Los cuerpos la sexualidad y, por implicación, externa a esta forma de se-
producidos a través de dicho forzado cumplimiento regulato- xualidad subordinativa y explotadora.
rio del género son cuerpos que sufren, que llevan las marcas de Al proponer la regulación del acoso sexual recurriendo a
la violencia y el dolor. Aquí la idealización de la morfología del este tipo de análisis del carácter sistemático de la subordina-
género se hace incidir literalmente en la carne. ción sexual, MacKinnon instituye un reglamento de otro tipo:
Así pues, el género es una norma reguladora pero también tener un género significa haber entrado en una relación hete-
una norma que se produce al servicio de otro tipo de regla- rosexual de subordinación; ya no hay personas con género que
mentos. Por ejemplo, en la regulación del acoso sexual se tien- estén libres de tales relaciones, no hay relaciones heterosexua-
de a asumir, según Catharine MacKinnon, que éste consiste en les que no sean de subordinación, no hay relaciones no hetero-
la subordinación sistemática de las mujeres en el lugar de tra- sexuales y tampoco hay acoso entre personas del mismo sexo.
bajo, y que los hombres están generalmente en la posición del Esta manera de reducir el género a la sexualidad ha dado
acosador y las mujeres en la de las acosadas. Para MacKinnon, lugar a dos movimientos diferenciados pero superpuestos den-
esto implica una subordinación más fundamental de las muje- tro de la teoría queer contemporánea. El primero separa la se-
res. Aunque estos reglamentos buscan constreñir el comporta- xualidad del género, de forma que tener un género no implica
miento sexual humillante en el trabajo, también conllevan cier- que se realice una cierta práctica sexual; el sexo anal, por ejem-
tas normas tácitas de género. En cierto sentido, la regulación plo, no conlleva que uno tenga un género dado." El segundo
implícita del género tiene lugar a través de la regulación explí- movimiento en la teoría queer está relacionado con el primero
cita de la sexualidad. y sostiene que no puede reducirse el género a la heterosexuali-
Para MacKinnon, la estructura jerárquica de la heterose- dad jerárquica, sino que asume formas diferentes cuando es
xualidad por la cual se entiende que los hombres subordinan a contextualizado por las sexualidades queer; defiende, además,
86 DESHACER EL GÉNERO EL REGLAMENTO DEL GÉNERO 87
que su binarismo no puede darse por hecho fuera de! marco nación de las mujeres por parte de los hombres forma parte de
heterosexual, que e! género mismo es internamente inestable y una práctica social más amplia que crea cuerpos de género: mu-
que las vidas transgénero evidencian la ruptura de cualquier lí- jeresfemeninas y hombres masculinos «<What's Wrong With Se-
nea de determinismo causal entre la sexualidad y e! género. La xual Harassment?», págs. 761-762).
disonancia entre el género y la sexualidad se afirma, pues, des-
de dos perspectivas diferentes: la perspectiva que busca mos- Los castigos sociales que siguen a las transgresiones de gé-
trar posibilidades para la sexualidad que no estén constreñidas nero Incluyen la corrección quirúrgica de las personas interse-
por e! género con e! fin de desmontar el reductivismo causal de xuales, la patologización psiquiátrica y la criminalización en di-
los argumentos que las ligan; y la perspectiva que trata de mos- versos países -Estados Unidos entre e!los- de las personas
trar posibilidades de género que no estén predeterminadas por con «disforia de género», el acoso a personas que problemati-
las formas de heterosexualidad hegemónicas." zan e! género en la calle o en e! trabajo, la discriminación en el
El problema que se deriva de los códigos de acoso sexual empleo y la violencia. La prohibición de! acoso sexual de las
que se basan en una visión de la sexualidad en la que e! género mujeres por parte de los hombres está basada en un razona-
es e! efecto oculto de la subordinación sexualizada dentro de la miento que asume la subordinación heterosexual como e! esce-
heterosexualidad es que se refuerzan ciertas visiones de! géne- nario exclusivo de la sexualidad y de! género, y lo convierte así
ro y ciertos puntos de vista sobre la sexualidad. En la teoría de en un medio regulador para la producción y e! mantenimiento
MacKínnon, e! género se produce en el escenario de la subor- de las normas de género dentro de la heterosexualidad.
dinación sexual y e! acoso sexual es e! momento explícito de la Al principio de este ensayo he sugerido diversas formas
institución de la subordinación heterosexual. Esto implica que para comprender e! problema de la «regulación». Un regla-
e! acoso sexual se convierte en la alegoría para la producción mento es aquello que regulariza, pero también, siguiendo a
de! género. Desde mi punto de vista, los códigos mismos de Foucault, un modo de disciplinar y vigilar dentro de las formas
acoso sexual se convierten en e! instrumento a través de! cual e! modernas de! poder; un reglamento no se limita a constreñir y
género se reproduce. negar y, por lo tanto, no es una mera forma jurídica de poder.
Según la experta en Derecho Katherine Franke, en este en- En la medida en que los reglamentos operan a través de las
foque no sólo no se cuestiona la regulación de! género, sino normas, se convierten en momentos clave en los cuales se re-
que se colabora con ella de forma inconsciente. Franke escribe: constituye la idealidad de la norma; su historicidad y su vulne-
rabilidad quedan temporalmente fuera de escena. Como ope-
Lo que no funciona en el mundo que MacKinnon describe ración de. poder: la regulación puede tomar una forma legal,
en Su obra no se soluciona diciendo que los hombres dominan a pero su dimensión legal no se agota en la esfera de su eficacia.
las mujeres, aunque ésta sea una descripción cierta en la mayoría Al igual que aquello que descansa sobre categorías que con-
de los casos. El problema es, más bien, una cuestión mucho más vierten a los individuos en socialmente intercambiables entre
sistemática. Al reducir el sexismo sólo a aquello que los hombres ellos, la regulación está ligada al proceso de la normalización.
hacen a las mujeres, perdemos de vista la ideología subyacente Los estatutos que definen quiénes serán los beneficiarios de la
que convierte el sexismo en algo tan poderoso. [... ] La subordi- asistencia social actúan sobre la producción de la norma que
88 DESHACER EL GÉNERO
de conocimiento. Se puede comprender lo destacado que es con un género, un criterio que postula la coherencia de género
este punto cuando se empieza a formular la pregunta: ¿qué es como una presuposición de humanidad, no es sólo el que, con
lo que se considera como persona? ¿Qué es lo que se conside- o sin justicia, rige la reconocibilidad de lo humano, sino tam-
ra un género coherente? ¿Qué es lo que se califica como ciu- bién el que informa las formas por las cuales nos reconocemos
dadano/a? ¿El mundo de quién se legitima como real? O for- o no en cuanto a sentimientos, deseos y cuerpo, cuando nos ve-
mulado en clave subjetiva: ¿en quién puedo convertirme en un mos en el espejo, cuando nos paramos ante la ventana, cuando
mundo donde los significados y los límites del sujeto están de- acudimos a los psicólogos, a los psiquiatras, a los profesionales
finidos para mí de antemano? ¿Qué normas me constriñen médicos y legales para negociar lo que bien puede sentirse
cuando empiezo a preguntarme en qué me puedo convertir? como la no reconocibilidad del propio género y, por lo tanto, la
¿Y qué pasa cuando empiezo a convertirme en alguien para el no reconocibilidad de uno mismo como persona.
que no hay espacio dentro de un régimen de verdad dado? Quisiera considerar a continuación el caso legal y psiquiá-
Esto es lo que Foucault describe como «la des-subyugación del trico de una persona a quien se designó sin dificultad como
sujeto en el juego de [... ] la política de la verdad» (<<What is niño en el momento de su nacimiento, a quien se designó de
Critique?», pág 39). nuevo al cabo de unos meses como una niña, y quien decidió
Otra manera de contemplar esto es la siguiente: «dado el en sus años de adolescencia convertirse en hombre. Ésta es la
orden contemporáneo del ser, ¿qué puedo ser?». Esta pregun- historia de David Reimer, cuya situación a menudo es referida
ta no abre completamente al debate la cuestión de qué signifi- como «el caso de joan/Iohnx y que fue dada a conocer públi-
ca no ser, o qué implica ocupar el lugar del no ser dentro del camente por la cadena BBC y por varias revistas populares,
campo del ser: es decir, qué significa vivir, respirar, intentar psicológicas y médicas. Baso mi análisis en diversos docu-
amar como un ser que no es ni totalmente negado ni totalmen- mentos: un artículo escrito por el doctor Milton Diamond,
te reconocido como tal. Esta relación entre la inteligibilidad y endocrinólogo, y el conocido libro As Nature Made Him [Tal
lo humano es ineludible; exige ciertos planteamientos teóricos como la naturaleza le hizo], escrito por John Colapinto, pe-
precisamente en relación con aquellos puntos donde lo huma- riodista de la revista Rolling Stone, así como diversas publica-
no afronta los límites de la inteligibilidad misma. Quisiera su- ciones de John Money y los comentarios críticos ofrecidos por
gerir que esa interrogación está relacionada con la justicia de Anne Fausto-Sterling y Suzanne Kessler en sus libros más re-
una forma importante. La justicia no es sólo o exclusivamente cientes.' David Reimer ha hablado abiertamente con los me-
una cuestión de cómo se trata a las personas o de cómo se dios de comunicación y ha escogido vivir sin el pseudónimo
constituyen las sociedades. También atañe a las decisiones, y a que le reservaron Milton Diamond y sus colegas. David se vol-
sus consecuencias: qué es una persona y qué normas sociales vió «Brenda» en cierto momento de su infancia que trataré más
debe respetar y expresar para que se le asigne tal cualidad, adelante; así pues, en lugar de referirme a él como joan y john,
cómo reconocemos o no a los otros seres vivientes como per- que no son su nombre, usaré el nombre que él utiliza.
sonas dependiendo si reconocemos o no la manifestación de David nació con los cromosomas XY y a la edad de ocho
una cierta norma en y a través del cuerpo del otro. El criterio meses, su pene fue quemado y mutilado accidentalmente du-
mismo mediante el cual juzgamos a una persona como un ser rante una operación quirúrgica para rectificar la fimosis, en-
92 DESHACER EL GÉNERO
HACERLE JUSTICIA A ALGUIEN [ ... ] 93
fermedad en la que el prepucio impide orinar. Éste es un pro- prendió en esta posición una vez en el colegio y las chicas ame-
cedimiento prácticamente sin riesgos, pero el doctor que in- nazaron con «matarla» si continuaba.
tervino quirúrgicamente a David estaba utilizando una nueva En ese momento, los equipos psiquiátricos que habían es-
máquina que, al parecer, no había utilizado antes y que sus co- tado controlando intermitentemente la adaptación de Brenda
legas habían considerado innecesaria para realizar la opera- le ofrecieron estrógeno, pero ella rehusó tomarlo. Money in-
ción. Tuvo problemas con el funcionamiento de la máquina, tentó hablar con ella acerca de la obtención de una vagina real,
así que incrementó su fuerza hasta tal punto que acabó caute- pero Brenda se negó, de hecho, salió gritando de la habitación.
rizando una gran parte del pene. Por supuesto, los padres se Money le enseñó fotografías sexualmente explícitas. Incluso
quedaron espantados y conmocionados y, según sus propias llegó a mostrarle fotografías de mujeres dando a luz, y le pro-
declaraciones, no tenían muy claro cómo reaccionar. Entonces metíó que podría dar a luz sí se procuraba una vagína. Y en
una noche, cerca de un año después de este suceso, estaban una ocasión que podría haber sido inspirada por una escena
mirando la televisión y se encontraron con John Money ha- del reciente film But I'm a Cheerleader 13 se les pidió a ella y a
blando sobre cirugía transexual e intersexual y presentando el su hermano que representaran falsos ejercicios coitales entre
punto de vista de que si un niño/ase somete a cirugía y se le ellos según las órdenes que iban recibiendo. Más tarde expli-
socializa en un género díferente del que fue oríginalmente caron que se sintieron muy asustados y desorientados por esta
asignado al nacer, el niño/a podría desarrollarse normalmente, orden y que en aquel momento no se lo dijeron a sus padres.
adaptarse perfectamente bien al nuevo género y vivir una vida Brenda prefería las actividades masculinas y no le gustó que se
feliz. Los padres escríbieron a Money y éste les invitó a Balti- desarrollaran sus pechos. Todas estas atribuciones a Brenda
more; David fue reconocido por el equipo médico de la John son hechas por otra serie de doctores, esta vez un equipo de
Hopkins University y el doctor Money recomendó enérgica- psiquiatras en el hospital de la localidad donde Brenda vivía.
mente que David fuera criado como una chica. Los padres es- Los psiquiatras locales y los profesionales médicos que intervi-
tuvieron de acuerdo; los doctores le extirparon los testículos y nieron en el caso creyeron que se había cometido un error en
le hicieron una preparación preliminar para el implante de la reasignación de sexo, y finalmente el caso fue examinado
una vagína, pero decidieron esperar a completar la operación por Mílton Diamond, un ínvestígador de la sexualidad que
hasta que Brenda -éste era el nuevo nombre del niño-- fue- cree en la base hormonal de la identidad y que ha estado lu-
ra más mayor. Así pues, Brenda creció como una chica; se la chando contra Money durante varías décadas. Este nuevo gru-
controlaba a menudo y se la trasladaba periódicamente al po de psiquíatras y doctores ofrecieron a Brenda la posibilidad
Gender Identity Institute [Instituto de la Identidad de Géne- de cambiar de ruta y ella aceptó. Empezó a vivir como un chi-
ro] de John Money para vigilar su adaptación como chica. co' llamado David, a la edad de catorce años. Entonces David
Más tarde, cuando contaba ocho o nueve años, Brenda mani- empezó a solicitar y a recibir inyecciones de hormonas mascu-
festó su deseo de comprar una pistola de juguete. Esta idea linas y también se le extirparon los pechos. Se le implantó un
parece coincidir con el deseo de comprar cierto tipo de jugue- falo -así lo llamaba Diamond- entre los quince y los dieciséis
tes: aparentemente más pistolas y algunos camiones. Aunque años. Según los informes, David no eyacula aunque siente cier-
no tenía pene, a Brenda le gustaba orinar de pie. Se la sor- to placer sexual, y orina por la base de su falo. Es un falo que
94 DESHACER EL GÉNERO HACERLE JUSTICIA A ALGUIEN [ ... ] 95
tan sólo se aproxima a algunas de las funciones que se esperan Kessler escribió junto con Money ensayos a favor de la tesis del
de él y que, como veremos, hace entrar a David en la norma construccionismo social. Más tarde Kessler desautorizó esta
pero sólo de una forma ambivalente. alianza con Money y escribió uno de sus más ímportantes li-
Durante el tiempo que David fue Brenda, Money continuó bros sobre las dimensiones éticas y médicas de la asignación de
publicando artículos en los que ensalzaba el éxito de este caso sexo, Lessons from the Intersexed, que incluye una dura crítica
de reasignación de sexo. El caso tuvo enormes consecuencias del propio Money.
porque Brenda tenía un hermano gemelo, así que Money pudo Money trató a Brenda mediante charlas con transexuales
seguir el desarrollo de ambos hermanos y asumir un mapa ge- de hombre a mujer, para que le hablaran sobre las ventajas de
nético idéntico para ambos. Insistió en que ambos se estaban ser una chica. Brenda fue sometida a una multitud de entrevis-
desarrollando normal y felizmente en sus diferentes géneros. tas: se le preguntó una y otra vez si se sentía como una chica,
Pero las grabaciones de sus propias entrevistas, en su mayor cuáles eran sus deseos, cuál era su ímagen del futuro, si incluía
parte no publicadas, y la investigación ulterior han puesto en el matrimonio con un hombre. A Brenda se le pidió también
duda su honestidad. Difícilmente puede decirse que Brenda que se quitara la ropa y que mostrara sus genitales a médicos en
fuera feliz: ella rehusó adaptarse a muchos de los así llamados prácticas interesados en el caso o a aquellos que estaban con-
comportamientos de chica y la asustaban e irritaban los cons- trolando el caso para procurar el éxito de su adaptación.
tantes e intrusivos interrogatorios de Money. Sin embargo, en Tanto los medios de comunicación como los psiquiatras y
los archivos de la Johns Hopkins University la adaptación de médicos que han estudiado el Caso han criticado el papel que
Brenda a la feminidad consta como un «éxito» y de él se deri- jugó el instituto de John Money, en particular, lo rápidamente
vaban ciertas conclusiones ideológicas. El Gender Identity Ins- que el instituto trató de utilizar a Brenda como ejemplo de sus
titute de John Money, que controlaba periódicamente a Bren- propias creencias teóricas sobre la neutralidad del género en la
da, concluyó que el éxito del desarrollo de Brenda como chica primera infancia, sobre la maleabilidad del género o sobre el
«ofrece una evidencia convincente de que la puerta de la iden- papel primario de la socialización en la producción de la iden-
tidad de género está abierta en el nacimiento de la vida de un tidad de género. En realidad, esto no es exactamente todo lo
niño o niña normal de una forma no menor que para uno naci- que Money cree, pero no vaya investigar esta cuestión ahora.
do con órganos sexuales no acabados o para uno que haya es- Los que critican el caso creen que nos muestra algo muy dife-
tado sobreexpuesto al andrógeno o al que le haya faltado el an- rente. Argumentan que cuando consideramos que David se
drógeno, y que permanece abierta durante al menos más de un sintió profundamente impulsado a ser un chico y le pareció in-
año después de nacer» (Money y Green, pág. 299). De hecho, soportable continuar viviendo como una chica, debemos con-
el caso fue utilizado por los medios de comunicación para de- siderar también que hay un sentido del género con una base
mostrar que lo que es femenino y lo que es masculino puede profunda que David experimentó, un sentido ligado a sus ge-
ser alterado y que estos términos culturales no tienen un signi- nitales iniciales que parece estar ahí, como una verdad interna
ficado fijo o un destino intrinseco, y que son más maleables de y una necesidad, y el cual no puede ser invertido, no importa
lo que previamente se pensaba. Incluso Kate Millett citó el caso qué cantidad de socialización se emplee. Ésta es la perspectiva
para argumentar que la biología no es el destino. Y Suzanne de Colapinto y también la de Milton Diamond. Así que ahora
96 DESHACER EL GÉNERO HACERLE JUSTICIA A ALGUIEN [ ... ] 97
el caso BrendalDavid está siendo utilizado para revisar e inver- tienen un cromosoma Y, y que la posesión de Y es la base apro-
tir la teoría del desarrollo del género, esta vez como evidencia piada para concluir que el niño debería ser criado como un chi-
para la inversión de las tesis de Money, sosteniendo la noción co. Resulta que a la mayoría de niños intersexuados se les so-
de un núcleo esencial de género (gender coret que está ligado mete a la cirugía que trata de asignarles un sexo femenino ya
de alguna forma irreversible a la anatomía y a un sentido deter- que, como Cheryl Chase indica, simplemente se considera más
minado por la biología. Colapinto asocia la crueldad de Money fácil producir un conducto vaginal provisional que construir
hacia Brenda a la «crueldad» del construccionismo social como un falo. Diamond argumenta que debe asignarse a estos niños
teoría, aunque señala que la negativa de Money a identificar e! sexo masculino, ya que la presencia de! cromosoma Y es
una base biológica o anatómíca para la diferencia de género a base suficiente para la presunción de la masculinidad social.
principios de los años setenta «no se echó a perder en e! en- Cheryl Chase, la fundadora y directora de la Intersex 50-
tonces floreciente movimiento feminista que durante décadas ciety o/ North America [Sociedad Intersexual de Norteaméri-
había estado argumentando en contra de una base biológica de ca], expresó su escepticismo acerca de las recomendaciones
la diferencia sexual». Sostiene que los ensayos que publicó de Diamond. Su punto de vista, defendido también por Anne
Money «ya habían sido utilizados como uno de los principales Fausto-Sterling, es que, aunque es cierto que debe asignarse un
fundamentos de! feminismo moderno» (pág. 69). Cita la Time sexo a los niños con e! fin de establecer una identidad social es-
Magazine como ejemplo de una apropiación indebida similar de table, no se puede concluir de ello que la sociedad debe dedi-
las tesis de Money al mantener que este caso «provee de un fuer- carse a realizar cirugía coercitiva para rehacer el cuerpo según
te apoyo a uno de los principales argumentos de la liberación de la imagen social del género escogido. Dichos esfuerzos para
las mujeres: que los patrones convencionales de comportamien- «corregir» no sólo violan al niño, sino que apoyan la idea de
to masculino y femenino pueden ser alterados» (pág. 69). Lue- que e! género tiene que nacer de formas singulares y normati-
go habla del fracaso de aquellos individuos que han sido rea- vas en el nivel anatómico. El género es un tipo diferente de
signados quirúrgicamente para vivir como mujeres y hombres identidad y su relación con la anatomía es compleja. De acuer-
«normales» y «típicos»; Colapinto argumenta que nunca se lo- do con Chase, al madurar, el niño puede escoger cambiar de
gra la normalidad y que, por lo tanto, siempre asume el valor género o, incluso, elegir la intervención hormonal o quirúrgica,
incontestable de la normalidad misma. pero dichas decisiones están justificadas porque están basadas
Cuando Natalie Angier informó acerca de la refutación de en una elección informada. Sin embargo, la investigación ha
la teoría de Money en el New York Times (14 de marzo de 1997) mostrado que estas operaciones quirúrgicas han sido realiza-
afirmó que la historia de David tenía «la fuerza de la alegoría». das sin e! conocimiento de los padres, sin que se les haya ver-
Pero ¿qué fuerza era aquélla? Y ¿se trata de una alegoría con daderamente comunicado a los propios niños y sin esperar
un final? En aquel artículo Angier señalaba que Diamond uti- hasta que fueran suficientemente mayores como para dar su
!izó e! caso para defender la cirugía intersexual y, por asocia- consentimiento. En cierta manera, todavía es más sorprenden-
ción, el éxito relativo de la cirugia transexual. Por ejemplo, te el estado de mutilación en el que se deja a estos cuerpos, las
Diamond argumentaba que los niños intersexuados, es decir, mutilaciones que se realizan y que luego paradójicamente se
aquellos nacidos con atributos genitales mixtos, generalmente racionalizan en nombre de una «apariencia normal», la razón
98 DESHACER EL GÉNERO HACERLE JUSTICIA A ALGUIEN [ ... ] 99
utilizada por los médicos para justificar esas operaciones. A Aquí surge otra paradoja -sobre la cual espero escribir
menudo dicen a los padres que e! niño no tendrá una aparien- más en otra ocasión-, a saber: e! lugar de las máquinas afiladas,
cia normal, que pasará vergüenza en e! vestuario ---ese lugar de de la tecnología de! bisturí en los debates tanto sobre interse-
ansiedad preadolescente sobre e! próximo desarrollo de! géne- xualidad como sobre transexualidad. Si e! caso de David/Bren-
ro--, y que sería mejor para e! niño parecer normal aunque di- da es una alegoría o tiene la fuerza de la alegoría, parece ser que
cha cirugía pueda privar permanentemente a la persona de la es debido a que ocupa e! lugar donde convergen los debates
función sexual y de! placer. Mientras algunos expertos, como sobre la intersexualidad (David no es un intersexual) y la tran-
Money, afirman que la ausencia de un falo completo es una ra- sexualidad (David no es un transexual). Este cuerpo se con-
zón suficiente para criar al niño como una chica, otros, como vierte en punto de referencia para una narrativa que no trata de
Diamond, defienden que la presencia de! cromosoma Y es la este cuerpo, pero que se abalanza sobre e! cuerpo, por así de-
evidencia más convincente y que no se puede deshacer a base cirlo, con e! fin de inaugurar una narrativa que interrogue los
de implantes. límites concebibles de lo humano. Lo que es inconcebible se
Así pues, en uno de los casos la apariencia de la anatomía, concibe una y otra vez, a través de medios narrativos, pero
su apariencia ante los otros y ante uno mismo, tal como vemos algo permanece en e! exterior de la narrativa, un momento de
a otros mirándonos, forma la base de la identidad social como resistencia que señala la persistencia de la cualidad de! ser in-
mujer u hombre. En e! otro caso, la base es e! modo como la concebible.
presencia genética de! cromosoma Y funciona de una forma A pesar de las recomendaciones de Diamond, e! movi-
tácita para estructurar e! sentimiento y la autocomprensión miento intersex ha sido galvanizado por e! caso Brenda/David,
como persona sexuada. Así, Money razona sobre la facilidad que actualmente es capaz de atraer la atención sobre la brutali-
con que un cuerpo femenino puede ser construido quirúrgica- dad, la coerción y e! daño pertinaz causado por las cirugías no
mente, como si la feminidad fuera síempre poco menos que deseadas que se realizan sobre los niños intersexuados. Se tra-
una construcción quirúrgica, una eliminación, un cortar. Día- ta de imaginar un mundo en e! cual los individuos con arribu-
mond argumenta que la invisible y necesaria persistencia de la tos genitales mixtos puedan ser aceptados y amados sin tener
masculinidad no necesita «aparecer» para funcionar como la que transformarlos en una versión socialmente más coherente
característica clave de la identidad misma de género. Cuando o más normativa de! género. En este sentido, e! movimiento in-
Angier pregunta a Chase si está de acuerdo con las recomen- tersex ha cuestionado por qué la sociedad mantiene e! ideal de!
daciones de Diamond sobre la cirugía intersexual, Chase con- dimorfismo de género cuando un porcentaje significativo de
testa: «No pueden concebir dejar a alguien tranquilo». De he- niños tienen cromosomas diversos, y cuando existe un contí-
cho, después de todo, ¿se realiza la cirugía para crear un cuerpo nuum entre e! varón y la hembra que sugiere la arbitrariedad y
de «apariencia normal»? Las mutilaciones y las cicatrices re- la falsedad de! dimorfismo de género como prerrequisito de!
sultantes difícilmente ofrecen una prueba convincente de que desarrollo humano. En otras palabras: hay humanos que viven
eso es lo que de hecho logran las cirugías. ¿O son estos cuer- y respiran en los intersticios de esa relación binaría; por tanto,
pos, precisamente porque son «inconcebibles», sometidos a la ésta ni es exhaustiva ni es necesaria. Aunque e! movimiento
maquinaria médica, lo que les marca de por vida? transexual, que es internamente variado, haya solicitado los de-
100 DESHACER EL GÉNERO HACERLE JUSTICIA A ALGUIEN [ ... ] 101
rechos a los medios quirúrgicos a través de los cuales puede consigue transexuales que aleccionen a Brenda en los modos
transformarse el sexo, también está claro -y Chase es la pri- femeninos en nombre de la normalización, los endocrinólogos
mera en subrayar esto-s- que se está dando una crítica seria y prescriben a David el protocolo de cambio de sexo de la tran-
cada vez más extendida del dimorfismo idealizado del género sexualidad con el fin de que reafirme su destino genético en
dentro del propio movimiento transexual, Se puede observar nombre de la naturaleza.
en la obra de Riki Wilchins, cuya teoría del género abre un es- y aunque el instituto de Money selecciona transexuales
pacio para la transexualidad como un ejercicio transformativo, para alegorizar la completa transformación de Brenda en una
pero puede advertirse quizá más dramáticamente en Kate mujer, los endocrinólogos proponen aplicar la cirugía transe-
Bornstein, que sostiene que ir de H a M o de M a H no exige xual para construir el falo que hará de David más reconocible
mantenerse dentro del marco binario del género, sino afrontar como hombre. Es significativo que las normas que rigen la in-
la propia transformación como el significado del género. En teligibilidad de género para Money parece que son aquellas
cierto modo, Kate Bornstein carga con el legado de Simone de que pueden ser impuestas por la fuerza y que pueden ser inte-
Beauvoir: si uno no nace mujer, sino que se convierte en mujer, gradas por la conducta, de forma que resulta que la maleabili-
entonces la acción de llegar a ser es el vehículo para el género dad de la construcción de género, la cual forma parte de esta
mismo. Pero ¿cómo se ha convertido David en la ocasión para tesis, requiere una aplicación forzosa. Y la «naturaleza» que los
una reflexión sobre la transexualidad? endocrinólogos defienden necesita también ser asistida a través
Aunque David llega a afirmar que preferiría ser un hom- de medios quirúrgicos y hormonales, en cuyo momento una
bre, no está claro si cree en la fuerza causal primaria del cro- cierta intervención no natural en la anatomía y la biología es
mosoma Y. Diamond encuentra apoyo para su teoría en David, precisamente lo que constituye un mandato de la naturaleza.
pero no está claro que David esté de acuerdo con Diamond. Por tanto, en cada caso, la premisa fundamental es de alguna
No cabe duda de que David conoce el mundo de las hormo- manera refutada por los medios por los cuales se implementa.
nas, las ha solicitado y las toma. David ha estudiado la cons- La maleabilidad es, por asídecirlo, impuestaviolentamente. Y la
trucción fálica en contextos transexuales; quiere un falo, se lo naturalidad se índuce artificialmente. Hay maneras de defender
hacen, y así alegoriza una cierta transformación transexual sin la construcción social que no tienen ninguna relación con el
ejemplificarla en un caso concreto. Desde su punto de vista, es proyecto de Money, pero éste no es ahora mi objetivo. Y sin
un hombre nacido hombre, castrado por la clase médica y fe- duda hay formas de recurrir a los determinantes genéticos que
minizado por el mundo psiquiátrico, a quien se le permite vol- no conducen al mismo tipo de conclusiones intervencionistas a
ver a ser quien es. Pero para poder volver a ser quien es, nece- las que llegan Diamond y Sigmundsen. Pero éste tampoco es
sita -quiere y obtiene- someterse a tratamiento hormonal y precisamente el tema que quiero tratar. Sólo añadiré que las
a intervenciones quirúrgicas. Él alegoriza la transexualidad con prescripciones a las que llegan estos proveedores del género
el fin de conseguir un sentido de naturalidad. Y esta transfor- natural y normativo de ninguna manera se deducen necesaria-
mación es apoyada por los endocrinólogos que trabajan en el mente de las premisas desde las cuales parten, y las premisas
caso, ya que entienden que su apariencia actual está de acuer- desde las cuales parten no necesitan al género. (Se podría des-
do con una verdad interior. Mientras que el instituto de Money conectar la teoría de la construcción del género, por ejemplo,
102 DESHACER EL GÉNERO HACERLE JUSTICIA A ALGUIEN [ ... ] 103
de la hipótesis de la normatividad de género y llegar a una ex- El acto de informar sobre uno mismo y el acto de la auto-
plicación muy diferente de la construcción social que la que observación tienen lugar en relación con una cierta audiencia,
ofrece Money; se podrían aceptar los factores genéticos sin asu- hay una cierta audiencia que es el destinatario imaginario; estos
mir que son el único aspecto de la «naturaleza» que puede actos se dan ante una cierta audiencia, para la cual se produce
consultarse para comprender las características sexuales de un una imagen verbal y visual del yo. Se dan actos verbales que a
humano: ¿por qué se considera al Y como el determinante ex- menudo se pronuncian ante aquellos que han estado durante
clusivo y primario de lo masculino, el que ejerce derechos pre- años escudriñando brutalmente la verdad del género de Bren-
ventívos sobre cualquier otro factor?) da. Y aunque Diamond y Sigmundsen e, incluso, Colapinto de-
Adonde trato de llegar contando esta historia y su apropia- fiendan a David frente a las diversas intrusiones de Money, con-
ción en relación con la teoría de género es a sugerir que la his- tinúan preguntándole cómo se siente y quién es, con el fin de
toria como la conocemos no nos provee, de hecho, de eviden- dilucidar la verdad de su sexo a través del discurso que él pro-
cias para ninguna de las tesis y que puede haber otra forma de vee. Dado que Brenda estuvo sometida a dicho examen y, aún
leer esta historia, una que ni confirma ni niega la teoría de la más importante, dado que estuvo constante y repetidamente so-
construcción social, una que ni afirma ni niega el esencialismo metida a una norma, a un ideal normalizador que se transmitía
de género. Lo que espero señalar aquí es el marco disciplinario a través de una pluralidad de miradas, una norma aplicada al
dentro del cual Brenda/David desarrolla un discurso de auto- cuerpo, constantemente se formula la pregunta: ¿esta persona
información y de autocompresión, ya que constituye la red de es suficientemente femenina?, ¿ha llegado a la feminidad?, ¿en-
inteligibilidad mediante la cual su propia humanidad se cuestio- carna apropiadamente la feminidad?; ¿ha funcionado la incor-
na y se afirma a la vez. Cuando se considera qué se puede tener poración?; ¿qué evidencia puede ordenarse para saberlo? Y es
en cuenta como evidencia de la verdad del género, parece im- indudable que aquí debe haber conocimiento. Debemos poder
portante recordar que BrendalDavid fue intensamente vigilado decir lo que sabemos y comunicarlo en las revistas profesiona-
por equipos de psicólogos durante su niñez y su adolescencia, les y justificar nuestra decisión, nuestro acto. En otras palabras,
que varios equipos de doctores observaron su comportamiento, estos ejercicios dilucidan si la norma de género que establece la
que algunos doctores les pidieron a ella y a su hermano que se coherencia de la calidad de persona (personhoodJ se ha logrado
desvistieran delante de ellos para comparar su desarrollo geni- suficientemente. Las investigaciones y las inspecciones pueden
tal, que hubo un doctor que le pidió a Brenda que tomara par- entenderse en estos sentidos como el intento violento de im-
te en ejercicios coitales simulados con su hermano y que viera p ementar la norma y la institucionalización de aquel poder de
fotografías de órganos sexuales para que conociera y deseara la realización.
así llamada normalidad de los genitales no ambiguos. En defi- Los pediatras y los psiquiatras que han revisado el caso re-
nitiva, un dispositivo de saber se aplicó a la persona y al cuer- cientemente se apoyan en una cita de la propia descripción de
po de Brenda/David y que raramente, si se ha hecho alguna David. La narración de David sobre su sentimiento de ser un
vez, se toma en consideración como algo a lo que David estaba hombre es lo que apoya la teoría que sostiene que David es
en parte reaccionando cuando informaba sobre lo que sentía realmente un hombre y que ha sido siempre un hombre, inclu-
como su verdadero género. so cuando era Brenda.
104 DESHACER EL GÉNERO HACERLE JUSTICIA A ALGUIEN [ ... ] 105
A sus entrevistadores David les dice sobre él mismo lo si- ficar hacerle justicia a alguien bajo estas circunstancias? ¿Se
guiente: puede hacer?
Por una parte, tenemos una autodescripción que debemos
Desde muy pronto noté pequeñas cosas. Empecé a ver cuán respetar. Ésas son las palabras a través de las cuales este indivi-
diferente me sentía y era de lo que se suponía que debía ser. Pero duo se ofrece para que se le comprenda. Por otra parte, tene-
no sabía qué significaba. Pensé que era una persona anormal o mos una descripción de un yo que se da en un lenguaje pree-
algo así. .. Me miraba a mí mismo y me decía que no me gustaba xistente, un lenguaje que ya está saturado de normas, que nos
ese tipo de ropa) no me gustaban los tipos de juguetes que siem-
predispone mientras tratamos de hablar de nosotros. Hacerle
pre me daban. Me gustaba estar con los chicos y subirme a los ár-
justicia a David es, ciertamente, creer en sus palabras, llamarle
boles y cosas como ésas, pero a las chicas no les gusta hacer ese
por el nombre que ha elegido, pero ¿cómo se deben entender
tipo de cosas. Me miraba en el espejo y [veía] que mis hombros
[eran] muy anchos, quiero decir, no [había] nada femenino en sus palabras y su nombre? ¿Son palabras que él mismo crea o
mí. [Era] delgado, pero aparte de eso, nada. Pero así [fue] como son más bien las que recibe? ¿Son esas las palabras que circu-
me di cuenta. [Me di cuenta de que era un chico] pero no quería laban antes de su emerger como un «YO», que sólo puede ob-
admitirlo. Me di cuenta de que no quería abrir la caja de los true- tener cierta autorización para iniciar una autodescripción den-
nos (Diamond y Sigmundsen, págs. 299-300). tro de las normas de ese lenguaje? Cuando se habla, se habla
en un lenguaje que ya está comunicando, aunque se hable de
Así que ahora hemos leído cómo David se describe a sí mis- una forma que no sea precisamente como se ha hablado ante-
mo. Ahora bien, si mi tarea consiste en parte en hacer justicia, riormente. Por tanto, qué y quién está hablando cuando David
no sólo a mi tema sino a la persona que estoy bosquejando para informa: «Desde muy pronto noté pequeñas cosas. Empecé a
ustedes, la persona sobre la cual se ha dicho tanto, la persona ver cuán diferente me sentía y era de lo que se suponía que de-
cuya autodescripción y cuyas decisiones se han convertido en bía sen>.
la base para tanta teorización de género, debo ser cuidadosa al Esta declaración nos dice al menos que David entiende que
presentar sus palabras. Porque esas palabras pueden mostrar hay una norma, una norma de cómo se supone que debe ser, y
sólo una parte de la persona que estoy tratando de compren- que él no está a la altura de la norma. Aquí la declaración im-
der, una porción de sus manifestaciones verbales. Ya que no plícita es que la norma es la feminidad y que él no está a la al-
puedo comprender verdaderamente a esta persona, sólo me tura de esa norma. Pero la norma está ahí y se impone externa-
resta ser una lectora de un número seleccionado de palabras, mente, se comunica a través de la serie de expectatívas que
palabras que yo no seleccioné totalmente, que han sido selec- tienen los otros; y además está el mundo del sentimiento y del
cionadas para mi, grabadas en entrevistas y luego escogidas por ser, y estos reinos son, para él, diferentes. Lo que siente no es
aquellos que decidieron escribir artículos sobre esta persona de ninguna manera producido por la norma, y la norma es otra,
para revistas tales como Archives01Pediatric Adolescent Medi- está en otra parte, no parte de lo que él es, ni de en quién se ha
cine (volumen 151, marzo de 1997). Así que podemos decir convertido, ni de lo que siente.
que se me ofrecen fragmentos de la persona, fragmentos lin- Pero dado lo que sabemos sobre cómo David ha sido trata-
güísticos de algo que se llama una persona. ¿Qué puede signi- do, en un esfuerzo por hacerle justicia a David, yo quisiera pre-
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guntar qué vio Brenda cuando se miraba a sí misma, cuando se Pero ¿en qué mundo se consideran estas aversiones como
sintió a él mismo, y, disculpen la mezcla de pronombres, pero prueba inequívoca a favor o en contra de ser de un determina-
las cuestiones se están volviendo variables. Cuando Brenda do género? ¿Acaso los padres acuden a clínicas de identidad de
mira en el espejo y ve algo innombrable, anormal, algo que no género cuando sus niños juegan con muñecas o cuando sus hi-
tiene cabida dentro de las normas, ¿no está ella en ese momen- jas juegan con camiones? ¿O es que ya está en juego una gran
to siendo cuestionada como humana, no es el espectro de lo ansiedad, una ansiedad sobre la verdad del género que se apo-
anormal contra el cual y a través del cual la norma se instaura a dera de este o de aquel juguete, de esta o de aquella inclinación
sí misma? ¿Cuál es el problema con Brenda, a la que la gente sartorial, del tamaño del hombro, de la delgadez del cuerpo,
está siempre pidiendo ver desnuda, haciéndole preguntas so- para concluir que algo como una identidad clara de género
bre quién es, cómo se siente, sí esto es o no lo mismo que la puede o no puede ser construida sobre estos deseos dispersos,
verdad normativa? ¿Es ese verse a sí mismo diferente de la ma- sobre estas características variables e invariables del cuerpo, so-
nera en que él/ella es vista? Él parece tener claro que las nor- bre la estructura ósea, sobre la inclinación, sobre la vestimenta?
mas son externas, pero ¿y si las normas se han convertido en Así pues, ¿qué implica mi análisis? ¿Nos dice si el género
su propia manera de ver, en el marco de su propia mirada, su es aquí verdadero o falso? No. Y ¿tiene esto consecuencias so-
manera de verse a sí mismo? Tal vez la acción de la norma se bre si David debería haber sido quirúrgicamente transformado
encuentra no sólo en el ideal que postula sino también en el en Brenda o Brenda quirúrgicamente transformada en David?
sentido de aberración y de anormalidad que transmite. Si se No, no las tiene. No sé cómo juzgar la cuestión y, de hecho, no
considera precisamente la norma que funciona cuando David estoy segura de que deba juzgarla. ¿La justicia exige que deci-
afirma: «Me miraba a mí mismo y me decía que no me gustaba da? ¿O la justicia exige que espere, que practique una cierta di-
ese tipo de ropa», ¿a quién se dirige David? ¿Yen qué mundo, lación en vista de una situación en la que demasiados se han
bajo qué condiciones, no gustar de ese tipo de ropa se conside- apresurado a juzgar? Puede que no sea útil, importante o, in-
ra evidencia de ser del género equivocado? ¿Para quién sería cluso, justo considerar sólo unas pocas cuestiones antes de de-
eso cierto? ¿Y bajo qué condiciones? cidir, antes de resolver si ésta es, de hecho, una decisión que
Cuando Brenda dice que no le gustaban los tipos de jugue- nos atañe.
tes que siempre le daban, está hablando como alguien que en- Desde este ánimo se considera, entonces, que la mayoría de
tiende que esa «aversión» puede ser una prueba. Y parece ra- las veces es la posición esencialista de género la que debe ex-
zonable asumir que la razón por la que Brenda entiende tal presarse para que la cirugía transexual tenga lugar, y que al-
«aversión» como una prueba de la distopia de género, para guien que llega con un sentido del género tan variable lo tendrá
usar el término técnico, es que una vez tras otra Brenda ha sido más difícil para convencer a psiquiatras y doctores de que rea-
tratada por aquellos que utilizan la misma elocución que ella licen la cirugía. En San Francisco, los candidatos a cirugía de
para describir su experiencia como prueba a favor o en contra mujer a hombre actualmente practican la narrativa del esencia-
de su verdadero género. Que a Brenda no le gusten ciertos ju- lismo de género que se les exige que performen antes de visitar
guetes, ciertas muñecas, ciertos juegos, puede ser significativo a los doctores, y para ello cuentan con preparadores, drama-
en relación con la cuestión de cómo y con qué le gusta jugar. turgos de la transexualidad que les ayudan a presentar su caso
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sin cobrar. De hecho, podemos decir que juntos Brenda/David «Si eso es lo que piensan de mí.. .», inicia su frase ofreciendo
soportaron dos cirugías transexuales: la primera basada en un una réplica cómplice y crítica de! funcionamiento de la norma.
argumento hipotético sobre lo que debería ser e! género dada Hay algo de mí que excede esa parte aunque quiero esa parte,
la naturaleza amputada de! pene; la segunda basada en lo que aunque sea parte de mí. Él no quiere «ser valorado» por lo que
debería ser e! género a tenor de las indicaciones verbales y de tiene entre las piernas y esto implica que tiene otro sentido de
conducta de la persona en cuestión. En ambos casos, se hacen cómo puede justificarse la valoración de una persona. Así que
ciertas inferencias que sugieren que un cuerpo debe ser de cier- podemos decir que está viviendo su deseo, adquiriendo la ana-
ta manera para que e! género funcione. Claramente David lle- romía que él quiere para vivir su deseo, pero su deseo es com-
gó a perder e! respeto y a abominar de los puntos de vista del plejo y su valoración también es compleja. Y esto es porque,
primer grupo de doctores y se podría decir que desarrolló una sin duda, en respuesta a muchas de las preguntas que Money le
crítica lega de! falo para defender su oposición: hizo (por ejemplo: ¿quieres tener un pene? o ¿quieres casarte
con una chicas), a menudo David rehusó contestar, rehusó es-
El doctor me dijo: «Será duro, te van a molestar, estarás muy tar en la misma habitación que Money y después de un tiempo
solo, no encontrarás a nadie (a menos que te hagas la cirugía va- se negó en redondo a visitar Baltimore.
ginal y que vivas como una mujer)», Yo no era muy mayor en Lo que hace David no es exactamente canjear una norma
aquel momento, pero me di cuenta de que esas personas debían de género por otra. Sería tan equivocado decir que simplemen-
de ser bastante superficiales si eso es lo único que piensan que te ha internalizado una norma de género (desde una posición
tengo; si creen que la única razón por la que la gente se casa y tie- crítica) como decir que no ha logrado estar a la altura de una
ne niños y una vida productiva es a causa de lo que tienen entre norma de género (desde una posición médica norrnalizadora),
sus piernas ... Si eso es lo que piensan de mí, si se me valora por ya que él ya ha establecido que lo que justificará su valoración
lo que tengo entre mis piernas, entonces debo de ser un absoluto será la invocación de un «yo» que puede reducirse a la compa-
perdedor (Diarnond y Sigmundsen, pág. 301). tibilidad de su anatomía con la norma. Él se tiene en más esti-
ma que los otros, David no justifica su propia valoración recu-
En este párrafo David marca una distinción entre e! «yo» rriendo sólo a lo que tiene entre sus piernas y no se cree un
que él es, la persona que él es, y la valoración que se confiere a completo perdedor. Hay algo que excede la norma y él recono-
su persona en virtud de lo que se halla o no entre sus piernas. ce la imposibilidad de reconocerlo. En este sentido, es su dis-
Él apuesta a que será querido por algo diferente de esto o, al tancia de lo humanamente conocido lo que funciona como una
menos, que su pene no será la razón por la que se le amará. Im- condición para e! habla crítica, como la fuente de su valora-
plícitamente sostenía algo llamado «profundidad» por encima ción, como la justificación de su valoración. Dice que si lo que
y en contra de la «superficialidad» de los doctores. Y asi, aun- esos doctores creen fuera verdad, él sería un completo perde-
que David pidió y recibió su nuevo estatus como hombre, aun- dor, y él indica que no es un completo perdedor, que hay algo
que pidió y recibió su nuevo falo, él también es algo más que lo en él que está ganando.
que ahora tiene, y aunque se ha sometido a esa transformación, Pero también está diciendo algo más: nos está advirtiendo
se niega a ser reducido a la parte de! cuerpo que ha adquirido. de! absolutismo de la distinción misma, dado que su falo no
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constituye su valoración en su totalidad. Hay una inconmensu- sujeto que habla, que habla más allá de lo que puede decirse, y
rabilidad entre quién es él y lo que tiene, una inconmensurabi- que ésta es la inefabilidad que marca el habla de David, la ine-
1idad entre el falo que tiene y lo que se espera que sea (en este fabilidad del otro que no se revela a través del habla, pero que
sentido él no es diferente de cualquiera que tenga un falo), lo deja un significativo pedazo de sí mismo en su habla, un yo que
que implica que él no está totalmente de acuerdo con la norma está más allá del discurso mismo.
pero que, a pesar de ello, todavía es alguien, una persona que Pero yo preferiría prestar atención al hecho de que, cuan-
habla, que insiste, que incluso se refiere a si misma. Y es desde do David invoca el «yo» de esta manera bastante esperanzado-
esta dístancia, desde esta inconmensurabilidad entre la norma ra e inesperada, está hablando sobre una cierta convicción que
que se supone que inaugura su humanidad y la insistencia ver- tiene acerca de su propia capacidad de ser amado: dice que
bal sobre si mismo, que él performa, que él se valora, que él ha- «ellos» deben de pensar que es un verdadero perdedor si la
bla de su valoración. Y no se puede dar contenido de una for- única razón por la cual alguien va a amarlo es por lo que tiene
ma precisa a la persona en el momento mismo en que él habla entre sus piernas. El «ellos» está diciéndole que no será amado,
de su valoración, lo que significa que su humanidad emerge o que no será amado a menos que acepte lo que ellos tienen
precisamente en las maneras en que él no puede reconocerse para él, y que ellos tienen lo que necesita para obtener amor,
totalmente, en que no es totalmente desechable, ni totalmente que no tendrá amor sin lo que ellos tienen. Pero David rehúsa
categorizable. Y esto es importante porque podemos pedirle aceptar que lo que le están ofreciendo en su díscurso es amor.
que entre en la inteligibilidad con el fin de hablar y de darse a Rehúsa su oferta de amor, entiende que es un soborno, un in-
conocer, pero en lugar de eso lo que él hace a través de su ha- tento de seducirlo para que se someta. Él es y será amado por
bla es ofrecer una perspectiva crítica sobre las normas que con- otra razón, una razón que ellos no entienden, una razón que no
fieren la inteligibilidad misma. Podríamos decir que él muestra explicita. Está claro que se trata de una razón que se encuentra
que se puede obtener una comprensión que excede las normas más allá del régimen de verdad establecido por las normas de
mismas de la inteligibilidad. Y podriamos especular que él 10- la sexología misma. Sólo sabemos que David se resiste por otra
gra permanecer en el «exterior» rechazando las interrogaciones razón, pero no sabemos qué tipo de razón es, de qué razón se
con que le asedian, invirtiendo sus términos y aprendiendo a trata; él establece los límites de lo que ellos saben alterando la
escapar de ellas. Si resulta ininteligible para aquellos que quie- política de la verdad, utilizando su des-subyugación dentro de
ren conocer y capturar su identidad, entonces es que algo de él ese orden de ser para establecer la posibilidad del amor más
es inteligible fuera del marco de la inteligibilidad aceptable. allá de la comprensión de la norma. Se posiciona a sí mismo,
Podríamos sentirnos tentados a decir que hay algún núcleo de con conocimiento de causa, en relación a la norma pero no
la persona y así también alguna presunción de humanismo que cumple sus requisitos. Incluso se arriesga a una cierta «des-
surge aquí, que sobreviene a los discursos particulares sobre la subyugación»: ¿es realmente un sujeto?; ¿cómo lo sabemos? Y,
inteligibilidad de sexo y de género que le constriñen. Pero esto en este sentido, el discurso de David pone en funcionamiento
únicamente significaría que él está siendo denunciado por un la operación de la critica misma, crítica que, tal como la define
discurso sólo para ser conducido por otro discurso: el discurso Foucault, es precisamente la des-subyugación del sujeto dentro
del humanismo. O podríamos decir que hay algún núcleo del de la política de la verdad. Esto no implica que David se vuel-
112 DESHACER EL GÉNERO
factores: la elección de vivir como otro género, someterse a ci- -y seguramente la gente lo hace-, que la manera por la cual
rugía hormonal, encontrar un nombre y declararlo, procurarse el diagnóstico facilita un cierto derecho a las pólizas del segu-
un nuevo estatus legal para el propio género y someterse a ci- ro,' al tratamiento médico y al estatus legal, está en realidad
rugía. Si la condición debe ser establecida por profesionales funcionando al servicio de lo que podríamos llamar la autono-
psicológicos o médicos para ser neceseria, es decir, si se estipu- mía transo Después de todo, si quiero transicionar necesitaré el
la que no someterse a la transición de sexo produce angustia, diagnóstico para conseguir mi objetivo, y lograr mi objetivo es
falta de adaptación y otras formas de sufrimiento, entonces po- precisamente un ejercicio de mi autonomía. De hecho, pode-
dría deducirse que escoger la transición se concibe como una mos argumentar que nadie logra la autonomía sin la asistencia
elección que aprueban y ratifican los profesionales médicos o el apoyo de una comunidad, especialmente si se hace una
que procuran el bienestar de la persona. El «diagnóstico» pue- elección valiente y difícil como la transición. Pero entonces de-
de funcionar de diversas formas, pero una de las formas en las bemos cuestionar si el diagnóstico es, de una forma no ambi-
que puede y, de hecho, funciona, especialmente entre aquellos gua, parte del «apoyo» que los individuos necesitan para ejer-
que son transfóbicos, es como instrumento de patologización. citar su autodeterminación con respecto al género. Después de
Recibir el diagnóstico de Gender Identity Disorder (GID) todo, la diagnosis efectúa muchas presunciones que minan la
[trastorno de identidad de género] es ser considerado malo, en- autonomía transo Aprueba ciertas formas de asesoramiento psi-
fermo, descompuesto, anormal, y sufrir cierta estigmatización cológico que asumen que la persona diagnosticada está afecta-
como consecuencia del diagnóstico. Por ello, algunos psiquia- da por fuerzas que él o ella no entienden. Asume que esta gen-
tras y activistas trans han argumentado que la diagnosis debería te viven en un engaño o en una disforia. Asume que ciertas
ser completamente eliminada, que la transexualidad no es un normas de género no han sido encarnadas apropiadamente y
trastorno y que no debería ser concebida como tal, y que debe- que han tomado su lugar el error y el fracaso. Realiza presun-
ría entenderse a los trans como personas comprometidas con ciones sobre los padres y las madres, y sobre lo que es y lo que
una práctica de autodeterminación, personas que ejercen su debe ser una vida normal de familia. Asume el lenguaje de la
autonomía. Así pues, por una parte, el diagnóstico continúa va- corrección, de la adaptación y de la normalización. Busca apo-
lorándose porque proporciona una forma económica de transí- yar las normas de género del mundo en su composición actual
cionar. Por otra, la oposición es firme porque el diagnóstico y tiende a patologizar cualquier intento de producir el género
continúa considerando como un trastorno patológico lo que de formas que no se conformen con las normas existentes (o
debería concebirse como una entre las muchas posibilidades que no logren conformarse a cierta fantasía dominante sobre
humanas de determinar el propio género. cuáles son, de hecho, las normas actuales). Es un diagnóstico
Puede observarse cómo en este debate se da un conflicto que ha sido pronunciado sobre algunas personas en contra de
entre aquellos que están intentando conseguir el derecho a la su voluntad, y es un diagnóstico que efectivamente ha quebra-
asistencia financiera y aquellos que buscan basar la práctica de do la voluntad de mucha gente, especialmente la juventud
la transexualidad en la noción de autonomía. Bien podemos queer y trans.
tener dudas y preguntar si estas dos perspectivas, de hecho, se Así pues, parece que el debate es complejo y que, en cierta
oponen la una a la otra. Después de todo, se puede argumentar manera, aquellos que desean mantener la diagnosis creen que
116 DESHACER EL GÉNERO DESDIAGNOSTICAR EL GÉNERO 117
ésta les ayuda a conseguir sus objetivos y, en este sentido, a ha- mientras que para otros significa la muerte. Otros la conside-
cer realidad su autonomía. Y aquellos que quieren deshacerse ran una bendición ambivalente o, más bien, una maldición
de la diagnosis quieren hacerlo porque piensan que se puede ambivalente.
crear un mundo en el cual se les considere y trate de formas no Para entender cómo han emergido estas dos comprensibles
patológicas y que, por lo tanto, puedan así mejorar de forma posiciones, consideremos en primer lugar en qué consiste la
considerable su autonomía. Creo que se pueden observar aquí diagnosis en Estados Unidos y, en segundo lugar, su historia y
los límites concretos de cualquier noción de autonomía que sus utilizaciones en el presente. Un diagnóstico de trastorno de
conciba al individuo solo, libre de condicionamientos sociales, género debe conformarse al dominio de la definición de disfo-
sin dependencia de instrumentos sociales de varios tipos. La ria de género del D5M-IV.' La última modificación que se hizo
autonomía es una forma socialmente condicionada de vivir en en esta serie de definiciones fue instituida en 1994. Sin embar-
el mundo. Aquellos instrumentos, tales como la diagnosis, pue- go, para que un diagnóstico esté completo son necesarias prue-
den capacitar pero también pueden ser restrictivos y a menudo bas psicológicas junto con «cartas» de terapeutas que ratifi-
pueden funcionar como ambas cosas al mismo tiempo. quen ese diagnóstico y garanticen que el individuo en cuestión
En vista de ello, podemos decir que hay dos aproximacio- puede vivir y prosperar en su nueva identidad de sexo. La de-
nes diferentes a la autonomía, pero es importante hacer notar finición del año 1994 es el resultado de diversas modificacio-
que éste no es un problema filosófico que podamos debatir en nes, y probablemente necesita también ser examinada a la luz
abstracto. Para entender la diferencia entre estas perspectivas, de la decisión de 1973 de la American Psychiatric Association
debemos preguntar cómo se vive en realidad la diagnosis: (APA) [Asociación Psiquiátrica Americana], que resolvió dejar
¿qué implica vivir con ella?' ¿Ayuda a la gente a vivir, a conse- de diagnosticar la homosexualidad como un trastorno, y la de-
guir una vida que sientan que merece la pena vivir? ¿Impide cisión de 1987 de borrar la «homosexualidad del ego distóni-
vivir a alguna gente, haciéndoles sentirse estigmatizados e in- co», un vestigio que quedaba de la definición anterior. Algunos
cluso, en algunos casos, contribuyendo a su suicidio? Por una han argumentado que el GID reemplazó algunas de las funcio-
parte, no debemos subestimar los beneficios que ha traído la nes que llevaba a cabo el diagnóstico anterior de homosexuali-
diagnosis, especialmente para los transexuales de medios eco- dad y que, así, se convirtió en una forma indirecta de diagnos-
nómicos limitados, quienes, sin la asistencia del seguro médi- ticar la homosexualidad como un problema de identidad de
co, no podrían haber conseguido sus objetivos. Por otra parte, género. De esta manera el GID continúa con la tradición ho-
no debemos subestimar la fuerza de patologización de la diag- mofóbica de la APA pero de una forma menos explícita. De
nosis, especialmente sobre gente joven que puede que no ten- hecho, los grupos conservadores que buscan «corregir» la ho-
ga los recursos críticos para resistir esta fuerza. En estos casos, mosexualidad, como la National Association 01Research and
la diagnosis puede ser debilitadora, si no homicida: a veces Therapy 01Homosexuality [Asociación Nacional de Investiga-
asesina el alma y a veces se convierte en un factor que contri- ción y Terapia de la Homosexualidad], argumentan que si se
buye al suicidio. Así que el debate es muy controvertido dado puede identificar el GID en un niño, hay un 75 % de posibili-
que, en resumidas cuentas, parece una cuestión de vida o dades de que sea homosexual cuando se convierta en adulto,
muerte; de hecho, para algunos la diagnosis implica la vida un resultado que, para ellos, es claramente una anormalidad y
118 DESHACER EL GÉNERO DESDIAGNOSTlCAR EL GÉNERO 119
una tragedia. Así pues, el diagnóstico de GID es, en la mayoría Aunque no pueda resistir hacer este chiste si bien sólo sea
de los casos, un diagnóstico de homosexualidad, y el trastorno para alarmar a la National Association of Research and Therapy
que conlleva tal diagnóstico ímplica que la homosexualidad of Homosexuality, es importante considerar, de forma más se-
permanece también como un trastorno. ria, cómo el mapa de la sexualidad y el género está radicalmen-
La manera misma en la que grupos como éstos conceptua- te falsificado por quienes piensan en estos términos. Las corre-
lizan la relación entre el GID y la homosexualidad es muy pro- laciones entre la identidad de género y la orientación sexual son
blemática. Si debemos entender el GID como un diagnóstico turbias, en el mejor de los casos: no podemos predecir sobre la
basado en la percepción de características duraderas del géne- base del género de una persona qué tipo de identidad de géne-
ro opuesto, es decir: chicos con atríbutos «femeninos» y chícas ro tendrá y tampoco, en último término, en qué dirección (o di-
con atributos «masculinos», entonces se sigue presuponiendo recciones) él o ella abrigarán y buscarán su deseo. Aunque los
que las características de chico conducirán a desear a las muje- llamados transposicionalistas -J ohn Money, entre ellos-
res y que las características de chica conducirán a desear a los crean que la orientación sexual tiende a seguir la identidad de
hombres. En ambos casos, se presume el deseo heterosexual, género, sería un enorme error asumir que la identidad de géne-
donde supuestos opuestos se atraen. Pero esto es, de hecho, ar- ro causa la orientación sexual o que la sexualidad se refiere ne-
gumentar que la homosexualidad debe ser comprendida como cesariamente a la identidad de género. Como vaya tratar de
una inversión de género y que la parte «sexual» sigue siendo mostrar, aunque se pudiera aceptar de una manera no proble-
heterosexual aunque invertida. Es aparentemente raro, según mática una clasificación de las características «femeninas» y de
esta conceptualización, que las características masculinas de un las «masculinas», no podría deducirse de ella que lo «femeni-
chico conduzcan a desear a otros chicos, y que las característi- no» es atraído por lo masculino y lo «masculino» por lo feme-
cas femeninas de una chica conduzcan a desear a otras chicas. nino. Esto sólo se podría deducir si utilizáramos una matriz
Así pues, al 75 % de las personas diagnosticadas con GID se exclusivamente heterosexual para comprender el deseo. y en
les considera homosexuales siempre que entendamos la homo- realidad esa matriz falsificaría algunos de los cruces queer en la
sexualidad bajo el modelo de inversión de género y la sexuali- heterosexualidad, cuando por ejemplo un hombre heterosexual
dad según el modelo del deseo heterosexual. Los chicos siguen feminizado quiere a una mujer feminizada para poder ser «chi-
deseando a las chicas, y éstas siguen deseando a los chicos. Si el cas juntas». O cuando mujeres masculinas heterosexuales quie-
25 % restante de los diagnosticados con GID no se vuelven ren que sus chicos sean para ellas chicos y chicas a la vez. Los
homosexuales, parecería implicar que no quieren conformarse mismos cruces queer tienen lugar entre lesbianas y gays, por
al modelo de inversión de género. Pero, dado que el modelo de ejemplo, cuando dos butchs producen un modo lesbiana espe-
inversión de género sólo puede entender la sexualidad como cífico de homosexualidad masculina. Es más, como he dicho
heterosexualidad, ese 25 % restante es en realídad homose- anteriormente, la bisexualidad no se puede reducir a dos deseos
xual, es decir, disconforme con el modelo de homosexualidad heterosexuales, con un lado femenino que quiere un objeto
como heterosexualidad invertida. Por tanto, podríamos con- masculino y un lado masculino que quiere un objeto femenino.
cluir, de una forma un tanto jocosa, ¡que el 100 % de los diag- Estos cruces son tan complejos como cualquier cosa que pueda
nosticados con GID son homosexuales! ocurrir dentro de la heterosexualidad o de la homosexualidad.
120 DESHACER EL GÉNERO DESDIAGNOSTICAR EL GÉNERO 121
Estos tipos de cruces ocurren más a menudo de lo que en gene- La diagnosis de la disforia de género requiere que la vida
ral se tiene en cuenta y ridiculizan la afirmación transposiciona- tome una forma más o menos definitiva a lo largo del tiempo;
lista que sostiene que se puede predecir la orientación sexual a un género sólo puede ser diagnosticado si supera la prueba del
través de la identidad de género. De hecho, a veces es la misma tiempo.' Se debe demostrar que durante largo tiempo se ha
disyuntiva entre la identidad de género y la orientación sexual querido vivir la vida del otro género; también se debe demos-
-la desorientación del modelo transposicionalista mismo-Io trar que se tiene un plan práctico y viable para vivir la vida del
que constituye para algunas personas lo más erótico y excitante. otro género durante mucho tiempo. De esta forma la diagnosis
La forma en la que el trastorno ha sido recogido por inves- quiere establecer que el género es un fenómeno relativamente
tigadores con objetivos homofóbicos presupone tácitamente la permanente. No bastará, por ejemplo, con ingresar en una clí-
tesis de que la homosexualidad es el daño que se deriva a un nica y decir que fue justo después de leer un libro de Kate
cambio de sexo, pero es importante subrayar que no es un tras- Bornstein que te diste cuenta de lo que querías hacer, pero que
torno y que engloba una serie de complejas relaciones de vida no fuiste realmente consciente hasta ese momento. No puede
intergenérica tcross-gendered lile), algunas de las cuales pueden ser que la vida cultural haya cambiado, que las palabras se es-
implicar vestirse con ropa del otro género, o pueden implicar cribieran y se intercambiaran, que fueras a eventos y clubs y
vivir en otro género, o implicar hormonas y cirugía, y la mayo- que vieras que algunas maneras de vivir eran realmente posi-
ría de ellas implican una o más cosas de las mencionadas. A ve- bles y deseables, y que entendieras algo acerca de tus propias
ces esto implica un cambio en la llamada elección de objeto, posibilidades de modos que no habías visto antes. Estarías mal
pero otras no. Uno puede convertirse en un hombre trans y de- aconsejado si dijeras que crees que las normas que rigen lo que
sear chicos (y convertirse en un homosexual masculino), o uno es una vida reconocible y habitable son variables, y que duran-
puede convertirse en un hombre trans y desear chicas (y con- te tu vida se han renovado los esfuerzos culturales para ampliar
vertirse en un heterosexual), o uno puede convertirse en un dichas normas de manera que gente como tú pueda vivir como
hombre trans y sufrir una serie de cambios en la orientación se- transexual en comunidades que te acojan, y que precisamente
xual que constituyan una historia de vida específíca y una na- este cambio en las normas públicas, además de la presencia de
rrativa. Dicha narrativa puede no ser capturable por una cate- una comunidad de apoyo, es lo que te ha permitido sentir que
goría o puede que sólo sea capturable por una categoría para hacer la transición se ha convertido en algo posible y deseable.
cada momento. Las historias de vida son historias del devenir y En este sentido, no puedes suscribir explícitamente la perspec-
las categorías a veces pueden congelar ese proceso de devenir. tiva que considera que los cambios en la experiencia de género
Los cambios en la orientación sexual pueden darse como res- se derivan de los cambios en las normas sociales, ya que esto no
puesta a parejas concretas, de manera que esas vidas, trans o sería suficiente para satisfacer las reglas estándar de Harry Ben-
no, no siempre emergen como coherentemente heterosexuales jamin para el tratamiento de los trastornos de identidad de gé-
o homosexuales; y el mismo sentido y la experiencia vivida de nero. Estas reglas presumen, tal como lo hace la diagnosis del
la bisexualidad puede también alterarse temporalmente, y for- GID, que todo lo que necesitamos hacer es comprender si las
mar una historia particular que refleja ciertos tipos de expe- normas están siendo incorporadas en este o en aquel caso. Pero
riencias más que otras. ¿qué ocurre si estos términos ya no cumplen con la función
122 DESHACER EL Gt:NERO DESDIAGNOSnCAR EL GÉNERO 123
descriptiva que necesitamos que realicen? ¿Qué ocurre si están malidad, o ambos, aunque se intente mantener una actitud pu-
sólo funcionando como formas inmanejables para describir la ramente instrumental hacia estos términos.
experiencia del género que alguien tiene? Y si las normas para El punto más importante sobre el que se apoya este último
el tratamiento y las medidas para la diagnosis asumen que esta- argumento está relacionado con los niños y con los adultos jó-
mos permanentemente constituidos de una forma u otra, ¿qué venes, ya que cuando preguntamos quién sería capaz de soste-
ocurre con el género como forma de devenir? Cuando nos so- ner una relación meramente instrumental con la diagnosis, sue-
metemos a las normas para lograr los derechos que necesita- len ser adultos astutos y experimentados los que disponen de
mos y el estatus que deseamos, ¿nos detenemos en el tiempo, otros discursos para comprender quiénes son y qué quieren ser.
nos convertimos en alguien más regular y coherente de lo que Pero ¿los niños y los adolescentes son siempre capaces de to-
necesariamente queremos ser? mar la distancia necesaria para mantener una aproximación
Aunque se puedan formular críticas muy duras a la diagno- meramente instrumental a la sujeción a un diagnóstico?
sis -y vaya detallar algunas de ellas más adelante, cuando El doctor Richard Isay da como razón principal para des-
examine su texto-, sería un error solicitar su erradicación sin prenderse completamente de la diagnosis el efecto que tiene en
haber establecido previamente una serie de estructuras que los niños. Isay escribe que la propia diagnosis «puede causar
permitan pagar la transición y obtener estatus legal. En otras daño emocional al lastimar la autoestima de un niño que no pa-
palabras: si ahora la diagnosis es el instrumento a través del dece trastorno mental alguno».' Isay acepta que, de niños, mu-
cual se pueden obtener ayudas y estatus, no puede simplemen- chos jóvenes gays prefieren el, así llamado, comportamiento fe-
te desecharse sin encontrar otras formas duraderas para lograr menino, juegan con la ropa de sus madres y rehúsan participar
esos mismos resultados. en actividades toscas y violentas, pero argumenta que el pro-
Una respuesta obvia a este dilema es argumentar que uno blema no radica en las características sino en las «amonestacio-
debería aproximarse a la diagnosis de una forma estratégica. Se nes de los padres [... ] dirigidas a modificar su comportamiento
puede entonces rechazar las afirmaciones sobre la verdad que [lo cual] va en detrimento de la visión que estos chicos tienen
realiza el diagnóstico, es decir, rechazar la descripción que de sí mismos». Su solución es que los padres aprendan a apo-
ofrece de la transexualidad pero, no obstante, utilizar la diag- yar lo que él llama «características atípicas de género». La con-
nosis meramente como instrumento, como un vehiculo para lo- tribución de Isay es importante en muchos aspectos, pero es
grar los propios objetivos. Entonces, uno se debería someter al destacable el hecho de que pida una reconceptualización del
diagnóstico de una manera irónica o satírica o poco entusiasta, fenómeno que rehúse el lenguaje patologizante: Isay se niega a
aunque internamente se sostenga que no hay nada «patológi- elevar los tipicos atributos del género al estándar de la norma-
ca» en el deseo de hacer la transición o de resolverse a realizar lidad psicológica o a relegar los rasgos atípicos al estándar de la
ese deseo. Pero debemos preguntarnos entonces si someterse al anormalidad. En vez de esto, sustituye el lenguaje de la tipici-
diagnóstico no implica, de una forma más o menos consciente, dad por el de la normalidad. Los médicos que combaten a Isay
una cierta sujeción, de manera que se termina internalizando no sólo insisten en que todo trastorno es un trastorno, y que la
algún aspecto de dicho diagnóstico y uno se concibe a sí mismo aparición de los rasgos de género atípicos y persistentes en los
como mentalmente enfermo o como un «fracasado» de la nor- niños constituye una «psicopatología»," sino que además com-
124 DESHACER EL GÉNERO DESDIAGNOSTICAR EL GÉNERO 125
binan esta insistencia en la patologización con una preocupa- desde la que se parte para afirmar el propio derecho. Se le pide
ción paternalista por los afligidos, citando cómo la diagnosis es a un terapeuta que se preocupe sobre si serás psicológicamen-
necesaria para las pólizas de seguro y para otros derechos. De te capaz de integrarte en un mundo social establecido caracte-
hecho, explotan la necesidad clara e indiscutible del seguro rizado por una conformidad a gran escala a las normas acepta-
médico y la ayuda legal de esos trans-aspirantes pobres, de cla- das del género, pero no se le pide al terapeuta pronunciarse
se trabajadora y de clase media, para defender no solamente la sobre si eres suficientemente valiente o tienes suficiente apoyo
persistencia de la diagnosis en los manuales, sino también para comunitario para vivir una vida de transgénero que implicará
apoyar su opinión de que la transexualidad es una patología un aumento potencial de la violencia y de la discriminación
que debe corregirse. Así pues, incluso cuando se trata la diag- contra ti. No se le pregunta al terapeuta si tu forma de vivir el
nosis como un instrumento o un vehículo para lograr el obje- género te ayudará a producir un mundo con menos constric-
tivo final de la transición, la diagnosis puede todavía: a) incul- ciones sobre el género, o si estás preparado o preparada para
car un sentido de trastorno mental en aquellos a los que se les esta importante tarea. Se le pide al terapeuta que determine si
impone; b) fortalecer la conceptualización de la transexuali- la elección conducirá al arrepentimiento post-operatorio y se
dad como patología; y e) ser utilizada como razonamiento por examina así la persistencia y tenacidad de tu deseo, pero se
aquellos que se encuentran en institutos bien financiados y presta poca atención a lo que ocurre a los propios deseos per-
cuyo fin es mantener la transexualidad dentro de la esfera de la sistentes y tenaces cuando el mundo social, y la diagnosis mis-
patología mental. ma, los rebaja como trastornos psíquicos.'
Se han propuesto otras soluciones que tratan de paliar los Inicié este ensayo sugiriendo que el punto de vista que se
efectos patológicos de la diagnosis a base de apartarla total- adopta en relación a la supresión o al mantenimiento de la
mente de las manos de los profesionales de la salud mental. Ja- diagnosis depende en parte de cómo se conciben las condicio-
cob Hale argumenta que en esta cuestión no deberían mediar nes de autonomía. En los razonamientos de Isay, encontramos
psicólogos y psiquiatras; la cuestión de si se obtiene el acceso a un argumento que afirma que la diagnosis no sólo socava la
los recursos médicos y tecnológicos y mediante qué vías debe- autonomía de los niños sino que confunde su autonomía con
ría ser un tema que traten el cliente y el médico exclusivamen- la patología. En el razonamiento que ofrece Hale vemos que la
te.' Su punto de vista es que cuando se va al médico para otros propia diagnosis tiene un significado diferente si los profesio-
tipos de cirugías reconstructivas, o en otras ocasiones en las nales de la salud mental ya no la utilizan. Sin embargo, persiste
cuales tomar hormonas puede resultar beneficioso, nadie plan- la cuestión de si las decisiones tomadas por médicos sin forma-
tea preguntas sobre nuestras primeras fantasías o sobre las ción específica sobre salud mental pero que utilizan criterios de
prácticas de juego infantiles. No se requiere ninguna certifica- salud mental podrían ser más favorables que las tomadas por
ción de estabilidad mental para la reducción de pecho ni para médicos de salud mental. Si lo que Hale argumenta, pues, es
la ingestión de estrógeno en la menopausia. Las intervenciones que la decisión debería ser transferida a los médicos de medi-
que se requieren de un profesional de la salud mental cuando cina general como parte de un movimiento para redefinir la
se desea hacer la transición introducen una estructura paterna- diagnosis de manera que ya no contenga criterios de salud
lista en el proceso y minan la misma autonomía que es la base mental, entonces está proponiendo también una nueva diagno-
126 DESHACER EL GÉNERO DESDJAGNOSTICAR EL GÉNERO 127
sis o la supresión de la diagnosis, ya que la interpretación del gales y de derechos. Después de todo, la Constitución de Esta-
D5M-IV no se puede desprender de sus criterios de salud men- dos Unidos garantiza la búsqueda de la libertad. Se podría ar-
tal. Para responder a la pregunta de si un cambio hacia docto- gumentar que son discriminatorias las condiciones restrictivas
res de medicina general sería propicio, deberíamos investigar que se imponen a los individuos transexuales y transgénero
si, en general, se puede confiar esta responsabilidad a las incli- para ejercer la libertad que se ajusta a su identidad. Paradóji-
naciones de los médicos de medicina general, o si el mundo de camente, las compañías de seguros rebajan la noción de liber-
los terapeutas progresistas ofrece mejores posibilidades para tad cuando distinguen entre, por ejemplo, mastectomías «mé-
conducir el proceso de diagnosis de una forma humana y que dicamente necesarias» y operaciones de «cirugía electiva». El
conduzca al éxito. Aunque no puedo dar una respuesta con primer tipo de cirugía no se escoge de buena gana, sino que se
una base sociológica, creo que se debería investigar antes de impone a los individuos por circunstancias médicas, usualmen-
decidir si la recomendación de Hale es apropiada o no. La gran te cáncer. Pero incluso esa conceptualización no representa
ventaja de este punto de vista es que trata al paciente como un adecuadamente los tipos de elecciones que los pacientes bien
cliente que está ejercitando su autonomía de consumidor en el informados pueden hacer sobre el tratamiento del cáncer, dado
dominio médico. Se asume dicha autonomía y también se pos- que los tratamientos posibles incluyen la radiación, la quimio-
tula como el objetivo final y significativo del proceso mismo de terapia, Arimidex, la extirpación del tumor y la mastectomía
transición. parcial o total. Las mujeres efectuarán diferentes elecciones so-
Pero esto plantea la cuestión de cómo debe concebirse la bre el tratamiento según cuales sean sus sentimientos con res-
autonomía en este debate, y si las modificaciones de la propia pecto a sus pechos y las posibilidades de futuros canceres, así
diagnosis pueden ofrecer una forma de evitar la aparente dis- que la gama de elecciones que pueden realizar es considerable-
tancia entre aquellos que quisieran borrar la diagnosis y aque- mente amplia. Algunas mujeres lucharán por conservar sus pe-
llos que desean mantenerla a causa del valor instrumental que chos pero otras los dejarán ir sin mucha dificultad. Algunas es-
proporciona, especialmente a aquellas personas con necesida- cogerán reconstruirlos y efectuarán algunas elecciones con
des financieras. Hay dos concepciones diferentes de autonomía respecto a sus futuros pechos, pero otras escogerán no hacerlo.
funcionando en este debate. El punto de vista que se opone Recientemente una lesbiana bastante butch de San Francis-
completamente a la diagnosis tiende a ser individualista, cuan- co que padecía cáncer en uno de sus pechos decidió, tras con-
do no es libertario, mientras que quienes están a favor de man- sultarlo con su médico, someterse a una mastectomía total.
tener la diagnosis tienden a reconocer que hay condiciones ma- Pensó que era una buena idea extirparse también el otro pecho
teriales para el ejercicio de la libertad. El punto de vista que se puesto que quería minimizar la posibilidad de que el cáncer re-
preocupa por la intemalización y por el daño causado por el curriera. Para ella esta eleccíón fue simple porque no tenía un
diagnóstico sugiere que las condiciones psicológicas de la auto- fuerte apego emocional a sus pechos: no formaban una parte
nomía pueden ser minadas y que la juventud se arriesga más a importante de su autocompresión de género o sexual. Aunque
comprometer y a dañar su propio sentido del yo. su compañía de seguros aceptó costear la primera mastectomía,
Autonomía, libertad y libre albedrío son todos términos re- les preocupaba que la operación del segundo pecho fuera «ci-
lacionados y también implican ciertos tipos de protecciones le- rugía electiva» y que, si la pagaban, estarían sentando un pre-
128 DESHACER EL GÉNERO DESDIAGNOSTICAR EL GÉNERO 129
cedente para la cobertura de la cirugía transexual electiva. Así jorar lo «natural», hacer reajustes dentro de las normas acepta-
pues, la compañia de seguros quería limitar la autonomía de! bles, a veces incluso mediante la confirmación y e! refuerzo de
consumidor en la toma de decisiones médicas (entendiendo a las normas tradicionales de género.
la mujer como alguien que quería extirparse e! segundo pecho La persona butch, casi trans, que quería extirparse su pecho
por razones médicas) y rechazar también tal autonomía como canceroso y e! no canceroso comprendió que la única manera
base para la operación transexual (entendiendo a la mujer en la que podría obtener los beneficios de una mastectomía era
como una posible transicionadora). Al mismo tiempo, una ami- tener cáncer en su otro pecho o someter sus propios deseos de
ga mía que se estaba recuperando de una mastectomía intentó género al examen médico y psiquiátrico. Aunque ella misma no
averiguar qué posibilidades de cirugía reconstructiva tenía a su se consideraba transexual, comprendió que se podía presentar
alcance. Su médico la refirió a algunos clientes transexuales como tal con e! fin de reunir los requisitos para e! GID y e!
que la informaron sobre las diversas tecnologías y los relati- pago de! seguro. A veces e! seguro médico cubre la cirugía re-
vos méritos estéticos de cada opción. Aunque no me consta constructiva de pecho, aunque se haga por elección, pero la
que existan asociaciones de supervivientes transexuales de mastectomía no está incluida entre las cirugías electivas que cu-
cáncer de mama, puedo vislumbrar cómo podría darse un bre e! seguro. Parece que en e! mundo de los seguros tiene sen-
movimiento semejante, cuya demanda principal sería solici- rido que una mujer pueda querer tener menos pecho pero no
tar a las compañías de seguros que reconozcan e! rol de la tiene sentido que no desee tener pechos. El deseo de no tener
autonomía en la producción y e! mantenimiento de las carac- pechos arroja dudas sobre su voluntad de continuar siendo
terísticas sexuales primarias y secundarias. Sugiero que todo mujer. Es como si e! deseo de la butcb de extirparse e! pecho no
esto parecería menos extraño si comprendiéramos que la ci- fuera de! todo plausible como una opción saludable a menos
rugía cosmética forma un continuo con todas las otras prác- que sea e! signo de un trastorno de género o alguna otra ur-
ticas en las que se involucran los humanos con e! fin de man- gencia médica.
tener y cultivar las característicasprimarías y secundarias de sexo Pero ¿por qué aceptamos estas otras elecciones como tales
por razones culturales y sociales. Entiendo que a los hombres sin tener en cuenta e! sentido social que les damos? La socie-
que quieren aumentar e! tamaño de su pene o a las mujeres que dad no se considera con derecho a detener a una mujer que
quieren aumentar o disminuir e! tamaño de sus pechos no se quiere aumentar o disminuir sus pechos, y no consideramos e!
les manda al psiquiatra para que les emita un certificado. Por aumento de pene como un problema, a menos que se realice
supuesto, es interesante considerar, a la luz de las actuales nor- por un doctor carente de permiso que arruine e! resultado. A
mas de género, por qué una mujer que quiere reducir sus pe- nadie se le manda al psiquiatra por anunciar un plan para cor-
chos no necesita certificación psicológica, mientras que un tar o hacer crecer su cabello o para someterse a una dieta, a
hombre que desee reducir e! tamaño de su pene probable- menos que exista un riesgo de anorexia. No obstante, estas
mente la necesitará. No se presume ninguna disfunción mental prácticas forman parte de los hábitos diarios de! cultivo de las
en las mujeres que toman estrógeno o en los hombres que to- características sexuales secundarias, si se entiende que la cate-
man Viagra. Supongo que esto se debe a que están moviéndo- goría comprende todos los diversos indicadores corporales de!
se dentro de la norma en la medida en que están buscando me- sexo. Si las características corporales «indican» e! sexo, enton-
130 DESHACER EL GÉNERO DESDIAGNOSTICAR EL GÉNERO 131
ces e! sexo no es exactamente lo mismo que los medios por los considerar la diagnosis como un instrumento para promover su
cuales éste se indica. El sexo se convierte en inteligible a través autoexpresión y su autodeterminación. De hecho, puede con-
de los signos que indican cómo debería ser leído o comprendi- siderarse como uno de los instrumentos fundamentales para
do. Estos indicadores corporales son los medios culturales a realizar una transición que convierta la vida en habitable y que
través de los cuales se lee e! cuerpo sexuado. Estos mismos in- proporcione las bases para florecer como un sujeto encarnado.
dicadores son corporales y funcionan como signos, por lo tan- Por otra parte, e! instrumento toma una vida propia y puede
to, no se puede distinguir de una manera simple entre lo que es funcionar para hacer la vida más difícil a aquellos que sufren
«materialmente» cierto y lo que es «culturalmente» cierto acer- siendo patologizados y a aquellos que pierden ciertos derechos
ca de un cuerpo sexuado. No trato de sugerir que los signos y libertades, incluyendo la custodia de los niños, e! empleo y la
puramente culturales producen un cuerpo material, sino sólo vivienda debido al estigma asociado a la diagnosis o, dicho de
que e! cuerpo no se convierte en descifrable sexualmente sin forma más precisa, a causa de! estigma que la diagnosis refuer-
estos signos, y que dichos signos son culturales y materiales a la za y promueve. Mientras que, sin ningún tipo de duda, sería
vez y de manera irreducible. mejor vivir en un mundo donde no hubiera tal estigma y tal
Entonces ¿qué versiones de la autonomía están funcionan- diagnosis, no podemos todavía vivir en dicho mundo. Además,
do en estas diversas perspectivas sobre la diagnosis de! D5M la profunda sospecha acerca de la salud mental de aquellos que
sobre e! GID? ¿Y cómo podemos concebir la autonomía de transgreden las normas de género estructura la mayoría de los
modo que podamos hallar una forma de pensar sobre los muy discursos psicológicos así como las instituciones que regulan e!
comprensibles desacuerdos que se han dado sobre si se debe estatus legal y las posibilidades de asistencia financiera y de
preservar o eliminar tal diagnosis? Aunque es obvio que no to- ayuda médica.
dos los individuos a los que se diagnostica GID son o desean Sin embargo, contamos con un argumento importante que
convertirse en transexuales, están sin embargo siendo afecta- se plantea desde la perspectiva de la libertad. Es importante re-
dos por la utilización de la diagnosis para impulsar los objeti- cordar que las formas específicas que toma la libertad depen-
vos de los transexuales, ya que la utilización de la diagnosis den de las condiciones sociales que rigen las opciones humanas
equivale a reforzar e! estatus de ésta como un instrumento útil. en un determinado momento. Aquellos que afirman que la
Esto no es una razón para no usarla pero implica un cierto transexualidad es, y debería ser, una cuestión de elección, un
riesgo y tiene ciertas consecuencias. Reforzar la diagnosis pue- ejercicio de libertad, sin duda tienen razón; de hecho, los di-
de tener consecuencias no deseadas o no aprobadas por aque- versos obstáculos que plantean los psicólogos y psiquiatras
llos que la utilizan. Y, aunque pueda ser útil para las importan- profesionales son una forma paternalista de poder mediante la
tes necesidades de un individuo que desea conseguir e! estatus cual se suprime la libertad humana básica. Una aproximación
y la financiación para su transición de sexo, puede también ser libertaria a la transformación sexual subyace en alguna de esas
utilizada por la profesión médica y psiquiátrica para extender posiciones. Richard Green, presidente de la Harry Benjamin
su influencia patologizadora sobre los jóvenes transexuales, International Gender Dyspboria Association [Asociación Inter-
pero también sobre las jóvenes lesbianas y sobre la juventud bi- nacional de la Disforia de Género de Harry Benjamín] y firme
sexual y gayo Desde e! punto de vista de! individuo, se puede defensor de los derechos transexuales, incluido e! derecho a ser
132 DESHACER EL GÉNERO DESDIAGNOSTICAR EL GÉNERO 133
padres, respalda este argumento como una cuestión de libertad 75 % de los jóvenes que tienen GID se convierten en homose-
personal y de intimidad. Cita a john Stuart Mili cuando escri- xuales cuando llegan a adultos. Rekers ha publicado muchos
be que él «defendió con tesón que los adultos pueden hacer estudios sembrados de «datos» que se presentan en el contex-
con sus cuerpos lo que deseen, siempre que no causen daño a to de los protocolos de investigación empírica. Aunque es muy
otros. Por lo tanto, si el tercer género, el transexual, o el futuro polémico, él se define como un científico que trabaja con datos
individuo amputado de alguna extremidad pueden continuar empíricos, y atribuye un prejuicio ideológico a sus oponentes.
cumpliendo con sus responsabilidades sociales después de su Escribe que «en una generación confundida por ideologías ra-
cirugía, entonces las solicitudes de cirugía no son un asunto de dicales sobre los roles de las mujeres y los hombres, necesita-
la sociedad».' Aunque Green hace esta afirmación, que él lla- mos investigaciones sólidas sobre hombres y mujeres que sean
ma filosófica, señala que entra en conflicto con la cuestión de ejemplos bien ajustados de una identidad masculina bien
quién pagará las operaciones quirúrgicas, y de si la sociedad afianzada y de una identidad femenina bien afianzada»." Su
tiene la obligación de pagar un tratamiento que está siendo de- «sólida investigación» debe mostrar las ventajas de distinguir
fendido como una cuestión de libertad personal. claramente entre las normas de género y sus patologías «para
No conozco mucha gente que escriba sobre este tema, ex- la vida familiar y para la cultura en general». En esta línea, Re-
cepto los que escriben desde el discurso de la Christian Right kers también apunta que «los primeros datos han sido publi-
[Derecha Cristiana], cuya respuesta al GID es acogerlo sin am- cados en la bibliografía que informa de los efectos terapéuticos
bages y decir: «¡No me quitéis ese diagnóstico! Por favor, ¡pa- positivos de la conversión religiosa para la cura de la transe-
tologizadme! ». Sin duda hay muchos psiquiatras y psicólogos xualidad [... ] yen el efecto terapéutico positivo que tiene un
que insisten en considerar el trastorno de identidad de género sacerdote sobre los homosexuales arrepentidos»," Parece que
como una patología. Uno de ellos es George Rekers, profesor no le preocupan mucho las chicas, lo que me parece sintomá-
de neuropsiquiatría y ciencias del comportamiento en la Uni- tico de su celo con la autoridad patriarcal y de su incapacidad
versidad de Carolina del Sur, que goza de una buena financia- para ver la amenaza que las mujeres de todo tipo pueden plan-
ción y que es prolífico hasta alcanzar un nivel imposible; Re- tear a las presuposiciones que realiza sobre el poder masculi-
kers combina un polémico conservadurismo político con el no. El destino de la masculinidad absorbe su estudio porque la
esfuerzo por intensificar y extender el uso de esta diagnosis. io masculinidad, una construcción frágil y falible, necesita el apo-
Su interés principal parecen ser los niños, que los niños se con- yo social del matrimonio y una vida estable de familia para po-
viertan en hombres y que los hombres se conviertan en padres der encontrar su camino. De hecho, en su opinión, la masculi-
fuertes en el contexto del matrimonio heterosexual. También nidad por sí misma tiende a vacilar y necesita ser acogida y
indica que el origen del GID se halla en la ruptura de la fami- sostenida por varios apoyos sociales, con lo que sugiere que la
lia, en la pérdida de la figura del padre fuerte como modelo masculinidad depende de esas organizaciones sociales y que
para los chicos y el subsiguiente «trastorno» que esto causa. Su no tiene un significado intrínseco fuera de ellas. En cualquier
manifiesta preocupación por la aparición de la homosexuali- caso, hay personas como Rekers que plantean una defensa fir-
dad en los chicos también queda clara en su estudio, donde me y muy polémica no sólo a favor de la conservación de la
cita la conclusión del D5M de 1994 en la que se afirma que el diagnosis sino también para reforzarla, y que presentan razo-
134 DESHACER EL GÉNERO DESDIAGNQSTICAR EL GÉNERO 135
nes políticas muy conservadoras para fortalecer la diagnosis de a invasiones; debe ceñirse a pautas de normalidad; debe pasar la
forma que puedan reforzarse las estructuras en las que se apo- prueba. A veces esto implica que se necesita adquirir mucha ex-
ya la normalidad. periencia sobre estos esrándares y saber cómo presentarse de
Irónicamente, son estas mismas estructuras que apoyan a la manera que uno sea un candídato o candídata plausible. A veces
normalidad las que, en primer lugar, convierten la necesidad de los terapeutas se hallan en un dilema: se les pide que proporcio-
una diagnosis en forzosa, incluyendo las ventajas que presenta nen un certificado a alguien a quien quieren ayudar pero les
para aquellos que la necesitan para efecruar la transición de agravia el hecho de tener que escribirlo en el lenguaje de la diag-
sexo. nosis para ayudar a producir la vida que su cliente quiere tener.
Así pues, no es sin cierta ironía que aquellos que sufren En un cierto sentido, el discurso regulador que rodea a la
bajo el diagnóstico del GID se dan cuenta de que no hay mu- diagnosis cobra vida propia: de hecho, puede que no describa
chas esperanzas de transicionar sin él. El hecho es que, en las al paciente que utiliza el lenguaje para obtener lo que él o ella
circunstancias actuales, una cierta cantidad de personas tiene quiere; puede que no refleje las creencias de la terapeuta, quien
razones para preocuparse sobre las consecuencias de que les sín embargo firma en su nombre el diagnóstico y lo remite, Tra-
arrebaten su diagnóstico o de que fracasen al intentar alcanzar tar la diagnosís de una forma estratégica implica que una seríe
su elegibilidad para la diagnosis. Quizá los más acaudalados de indíviduos que no creen del todo en lo que dícen asumen un
puedan pagar las decenas de miles de dólares que cuesta una lenguaje que no representa lo que la realidad es o debería ser.
rransformación de MaH, la cual incluye una mastectomía do- El precio de utilizar la diagnosis para conseguir lo que se quie-
ble y una muy buena faloplastia, pero la mayoría de la gente, re es que no se puede utilizar el lenguaje para decir lo que real-
especialmente los rransexuales pobres y de clase trabajadora, mente se cree que es verdad. Por así decirlo, la propia libertad
no pueden permitirse semejante gasto. Al menos en Estados se paga sacrifícando la exigencia de utilizar el lenguaje de una
Unidos, donde la medicina socializada en general se entiende forma verdadera. En otras palabras, se compra una especie de
como un complot comunista, no será una opción que el Estado libertad renunciando a otra.
o las compañías de seguros paguen estas operaciones sin esta- Quizá esto nos posicione mejor para comprender las dudas
blecer primero que hay serias y duraderas razones médicas y sobre la autonomía que introduce la diagnosis y el problema
psiquiátricas para hacerlas. Antes se debe dar un conflicto; específico de cómo debe entenderse la libertad como condi-
debe haber mucho sufrimiento; debe haber una persistente cionada y articulada a través de medios sociales específicos. La
concepción de uno mismo como perteneciente al otro género; úníca manera de procurar los medíos con los que empezar esta
debe haber un período de prueba durante el cual se vista con transformación es aprendíendo a presentarse uno mismo utili-
ropa del arra género durante todo el día para ver si se puede zando un discurso que no es el propio, un discurso que borra a
predecir la adaptación; y debe haber sesiones de terapia y cer- la persona en el acto de representarla, un discurso que niega el
tificados que documenten el equilibrio mental de la persona. lenguaje que se quisiera utilizar para describír quien es uno,
En otras palabras: la persona debe someterse a cierto aparato cómo llegó aquí y qué quiere de esta vída. Dicho díscurso nie-
regulador, como lo llamaría Foucault, para llegar a ejercer su li- ga todo esto, pero al mismo tiempo mantiene la promesa, sí no
bertad. Debe someterse a etiquetas y a nombres, a incursiones, el chantaje, de que se tiene una posibilidad de conseguir la pro-
136 DESHACER EL GÉNERO DESDIAGNOSTICAR EL GÉNERO 137
pia vida, el cuerpo y el género que se quiere, si uno accede a permitirá a alguien salir del miedo, de la vergüenza y de la pa-
falsear su propia identidad y, al hacerlo, apoyar y ratificar el po- rálisis, y llegar a una situación en la que mejore su autoestima y
der de esta diagnosis sobre mucha más gente en el futuro. su habilidad para formar lazos estrechos con otros; esta transi-
Quienes están a favor de la elección pero en contra de la diag- ción ayudará a aliviar un enorme sufrimiento y a hacer realidad
nosis, deben considerar las enormes consecuencias económicas un deseo humano fundamental de asumir una forma corporal
que esta decisión tiene para aquellos que no pueden pagar las que exprese un sentido fundamental del yo. Algunas clinicas es-
operaciones de cambio de sexo y cuyo seguro, si es que tienen pecializadas en identidad de género, como la de la Universidad
un seguro, no cubre tal cambio porque lo incluyen dentro de de Minnesota, que dirige e! doctor Walter Bockúng, ya plan-
los tratamientos electivos. Y deben considerar que, aunque se tean dichos argumentos y proveen de contextos terapéuticos de
aprueben leyes municipales que ofrezcan seguros a los trabaja- apoyo para gente dispuesta a hacer una elección sobre el tema,
dores de la ciudad que soliciten dichos tratamientos, como se tanto si es para vivir como transgénero o transexual, como para
ha hecho en San Francisco, todavía hay pruebas díagnósticas ser un tercer sexo o para considerar el proceso como un deve-
que deben aprobarse; así pues, síempre se paga un precio por nir cuyo final no está a la vista y que quizá nunca lo esté." Pero
la elección, y a veces ese precio es la verdad misma. incluso tales clínicas deben proporcionar a las compañías de se-
Tal como están las cosas en este asunto, si queremos ayudar guros certificados que sigan las pautas de! DSM-IV.14
a quienes disponen de menos recursos y a los que no tienen se- El ejercicio de libertad que se performa a través de una
guro, debemos apoyar aquellas iniciativas que tratan de exten- aproximación estratégica a la diagnosis implica una cierta falta
der la cobertura del seguro y trabajar dentro de las categorías de libertad, ya que la diagnosis misma disminuye la capacidad
de la diagnosis aceptadas por la AMA [American Medical Asso- de autodeterminación de aquellos a los que diagnostica pero
ciation, Asociación Médica Americana] y la APA, que han sido cuya autodeterminación, paradójicamente, algunas veces pro-
codificadas en el DSM-IV. Los lIamamíentos para la despatolo- mueve. Cuando la diagnosis puede ser utilizada estratégica-
gización de las cuestiones de la identidad de género y para que mente y cuando socava su propia presunción de que e! indivi-
la cirugía electíva y e! tratamiento hormonal sean cubiertos duo diagnosticado se encuentra afligido por una condición
como una serie de procedimientos electivos parecen condena- sobre la cual no puede ejercer ninguna elección, la utilización
dos al fracaso simplemente porque la mayoría de los profesio- de la diagnosis puede subvertir los objetivos del diagnóstico.
nales de la medicina, los seguros y las leyes sólo se comprome- Por otra parte, con el fin de pasar la prueba, uno debe some-
ten a apoyar el acceso a las tecnologías de! cambio de sexo si se terse al lenguaje de la diagnosis. Aunque e! objetivo declarado
considera que la transexualidad un trastorno. Los argumentos de la diagnosis es averiguar si un individuo puede adaptarse
que alertan de la existencia de una demanda humana arrollado- con éxito a la vida según las normas de otro género, parece que
ra y legítima están aquí condenados al fracaso. Algunos ejem- la verdadera prueba que plantea el GID es si uno puede defi-
plos de los tipos de justificaciones que idealmente tendrían sen- nirse en el lenguaje de la diagnosis. En otras palabras: puede
tido y que deberían ser asumidas por las compañías de seguros que no sea una cuestión de si puedes conformarte a las normas
son: la transición permitirá a alguien llevar a cabo ciertas posi- que rigen la vida del otro género, sino si puedes conformarte al
bilidades humanas que le ayudarán a florecer en esta vida; esto discurso psicológico que estipula lo que son dichas normas.
138 DESHACER EL GÉNERO
DESDIAGNOSTICAR EL GÉNERO 139
Echemos una ojeada a dicho lenguaje. La sección de! D5M accederse por ser de otro sexo». Ahora es e! momento de hacer
en la que se define e! GID empieza aclarando que hay dos par- una pausa, ya que la diagnosis asume que podemos experi-
tes en e! diagnóstico. La primera es que «debe haber una Iden- mentar e! sexo sin considerar cuáles son las ventajas culturales
tificación con e! otro género de carácter fuerte y persistente». de ser de un determinado sexo. Si e! sexo se experimenta den-
Esto sería difícil de averiguar puesto que las identificaciones no tro de una matriz cultural de significados, si llega a tener un
siempre aparecen como tales: pueden quedarse como aspectos significado y un sentido en referencia al mundo social en un
de una fantasía oculta o como partes de sueños o como estruc- sentido amplio, ¿podemos entonces separar la experiencia de!
turas no desarrolladas de comportamiento. Pero e! D5M nos «sexo» de su significado social, incluyendo la manera en la cual
exige que seamos un poco más positivistas en nuestra aproxi- e! poder funciona a través de dichos significados? «Sexo» es un
mación a la identificación y asume que partiendo de! compor- término que se aplica a gente de toda condición, de forma que
tamiento se puede deducir qué identificaciones están funcio- es difícil referirse a mi «sexo» como si fuera radicalmente sin-
nando en la vida psíquica de una persona concreta. La gular. Si, hablando en términos generales, nunca es sólo «mi
identificación con e! otro género se define como «e! deseo de sexo» o «tu sexo» de lo que se trata sino de la forma por la cual
ser» del otro sexo, «o la insistencia en que se es» de! otro sexo. la categoría de «sexo» excede sus apropiaciones personales,
Este «o» en esta frase es significativo ya que implica que uno entonces resulta imposible percibir e! sexo fuera de esta matriz
puede desear ser de! otro sexo -tenemos que suspender por e! cultural y entender esta matriz cultural fuera de las posibles
momento lo que «e! otro sexo» es y, por cierto, yo no lo tengo ventajas que pueda ofrecer. De hecho, cuando pensamos en las
de! todo claro- sin insistir necesariamente sobre ello. Estos ventajas culturales, en si estamos haciendo algo -sea lo que
son dos criterios separados. No tienen que surgir en un tán- sea- para obtener las ventajas culturales que se derivan de
dem. Así que si hay una forma de determinar que alguien tiene cierto sexo, estamos preguntándonos si lo que hacemos nos in-
este «deseo de ser» aunque él o ella no insista sobre ello, en- teresa, es decir, si eso promueve o satisface nuestros deseos y
tonces parece que esto constituye una base satisfactoria para aspiraciones.
concluir que la identificación con e! otro género está ocurrien- Hay análisis toscos que sugieren que la transición de MaH
do. y si se da «una insistencia en que se es» de! otro sexo, en- sólo se da porque socialmente es más fácil ser un hombre que
tonces esto funcionará como un criterio separado que, en caso una mujer. Pero estos análisis no se preguntan si es más fácil ser
de que se cumpla, daría lugar a la conclusión de que la identi- trans que ser lo que se percibe como un biogénero, es decir, un
ficación con e! otro género está ocurriendo. En segundo lugar, género que parece «deducirse» de! sexo de nacimiento. Si las
se requiere un acto de! habla en e! que alguien insista en que es ventajas sociales rigieran sobre todas estas decisiones de una
de! otro sexo; esta insistencia se entiende como una forma de forma unilateral, entonces las fuerzas a favor de la conformidad
reclamar e! otro sexo en e! habla propia y de atribuirse ese otro social probablemente ganarían. Por otra parte, se puede argu-
sexo a uno mismo. Ahora bien, ciertas expresiones de este «de- mentar que tiene más ventajas ser una mujer si lo que quieres
seo de ser» y de «la insistencia en que se es» quedan excluidas es llevar fabulosas estolas rojas y faldas ajustadas por la calle de
como prueba de tal afirmación: «Esto no debe ser simplemen- noche. En algunos lugares de! mundo, esto es obviamente cier-
te un deseo de cualquier ventaja cultural a la que se cree puede to, aunque las bio-mujeres, las drags, los transgénero y las mu-
140 DESHACER EL GÉNERO DESDIAGNOSTICAR EL GÉNERO 141
jeres trans, comparten todos ciertos riesgos en la calle, espe- y si no hay «angustia», entonces debe haber «discapacidad»,
cialmente si se les percibe como prostitutas. De forma similar, Aquí tiene sentido preguntarse de dónde procede todo esto: la
se puede decir que generalmente tiene más ventajas culturales angustia y la discapacidad, el no ser capaz de funcionar bien en
ser un hombre si lo que quieres es ser tomado. en serio en un el trabajo o al llevar a cabo ciertas tareas diarias. La diagnosis
seminario de filosofía. Pero algunos hombres no tienen ningún presume que se siente angustia e incomodidad y una sensación
tipo de ventaja porque no pueden hablar el lenguaje requerido; de inadecuación porque uno se halla en el género equivocado,
ser un hombre no es condición suficiente para ser capaz de do- y que conformarse a una norma de género diferente, si es via-
minar dicho lenguaje. Así que me pregunto si es posible consi- ble para la persona en concreto, le hará sentir mucho mejor.
derar ser de un sexo o del otro sin considerar las ventajas cul- Pero la diagnosis no indaga si hay un problema con las normas
turales que eso pueda aportar, ya que dichas ventajas culturales de género que presupone como fijas e inmutables, ni si estas
serán las que obtendrá quien tiene cierto tipo de deseos y quie- normas producen angustia e incomodidad, ni si impiden la
re estar en una posición que le permita aprovecharse de ciertas propia capacidad de funcionar, ni si generan sufrimiento para
oportunidades culturales. alguna gente o para mucha gente. Tampoco indaga sobre cuá-
Si el GID insiste en que el deseo de ser otro sexo o la insis- les son las condiciones que aportan un sentido de comodidad
tencia en que uno pertenece al otro sexo deben ser evaluados o de pertenencia, ni si se convierten en el lugar para la realiza-
sin referencia a las ventajas culturales, puede ser que el GID ción de ciertas posibilidades humanas que permitan a una per-
malentienda algunas de las fuerzas culturales que se dan al ha- sona sentir que tiene un futuro, una vida y un bienestar.
cer y sostener deseos de este tipo. Y entonces el GID tendría La diagnosis establece criterios para identificar a la perso-
también que responder a la cuestión epistemológica de si es al- na intergenérica icross-gendered persont, pero, al articularlos,
guna vez posible percibir el sexo fuera de la matriz cultural de expresa una versión muy rígida de las normas de género. En el
relaciones de poder en la cual la relativa ventaja y desventaja D5M encontramos la siguiente definición de las normas de gé-
sería arte y parte de esta matriz: nero, formulada en un lenguaje muy descriptivo: «En los chi-
La diagnosis también requiere que haya una «incomodidad cos, la identificación con el otro género se manifiesta en una
persistente» o una «falta de adecuación» con respecto al sexo marcada inclinación hacia las actividades tradicionalmente fe-
que ha sido asignado, y es aquí donde aparece el discurso de meninas. Pueden preferir vestirse con la ropa de niñas o muje-
«no llevarlo bien», Se presupone que la gente siente su género res o pueden improvisar dichas prendas con otros materiales
como el apropiado para ellos. Y que hay una comodidad que cuando no disponen de las prendas originales. A menudo utíli-
yo tendría, que yo podría tener, y que se puede tener si la nor- zan toallas, delantales y chales para representar el cabello largo
ma fuera la correcta. En un sentido importante, la diagnosis o las faldas» (la cursiva es mía). Tal descripción parece estar ba-
asume que las normas de género están relativamente fijadas y sada en un historial de observaciones que han sido recogidas y
que el problema consiste en asegurarse de encontrar la adecua- resumidas: alguien ha visto a chicos que hacían eso y ha infor-
da, la que te permitirá sentirte de forma apropiada donde estés, mado de ello, otros han hecho lo mismo y estos informes han
cómodo o cómoda en el género que eres. En caso contrario, sido recogidos y se han establecido generalizaciones a partir de
debe haber pruebas de «angustia», de una angustia 'manifiesta. los datos observados. Pero ¿quién está observando y a través
142 DESHACER EL GÉNERO DESDIAGNOSTICAR EL GÉNERO 143
de qué marco de observación? Esto no lo sabemos. Y aunque plica el lugar que las muñecas y la fantasía tienen en la formu-
se nos dice que en los chicos esta identificación está «marcada» lación de la identificación de género. Que un género dado sea
por una inclinación hacia las actividades «tradicionalmente fe- un lugar para la fascinación o que un, así llamado, estereotipo
meninas», no se nos dice en qué consiste esta marca. Pero pa- sea una fuente de fascinación, puede conllevar diversos tipos
rece importante, ya que a través de la «marca» se seleccionará de relaciones con el estereotipo. Puede ser que el estereotipo
la observación como evidencia de la tesis tratada. sea fascinante porque está sobredeterminado, es decir que se
De hecho, lo que se deduce de esta afirmación parece soca- ha convertido en un lugar donde convergen un cierto número
var la afirmación misma, ya que se dice que lo que hacen los chi- de deseos conflictivos. El D5M presupone que la muñeca con
cos es realizar una serie de sustituciones e improvisaciones. Se la que se juega representa la figura en la que se quiere conver-
nos dice que puede que tengan una preferencia por vestirse con tir el niño que juega, pero quizá lo que éste quiere es ser su
ropa de mujeres, pero no se nos dice si tal preferencia se mani- amigo, su rival o su amante. Quizá quiere todo esto a la vez.
fiesta de hecho. Nos quedamos con una noción imprecisa de Quizá está intercambiando algo con la muñeca. Quizá jugar
«preferencia», que podria simplemente describir un supuesto con la muñeca es también una forma de improvisación escéni-
estado mental o una disposición interna, o que podria inferirse ca que articula una compleja serie de disposiciones. Quizá esté
de la práctica. Esto último parece estar sujeto a interpretación. funcionando algo más en ese acto, además de la mera confor-
Se nos dice que una de las prácticas en las que se involucran los midad con una norma. Quizá se esté jugando con la norma
chicos es la improvisación: cogen las prendas que encuentran y misma, explorándola, rompiéndola incluso. Necesitariamos en-
las convierten en ropa femenina. A la ropa femenina se la llama tender el juego como un fenómeno más complejo que lo que
«ropa original», lo que nos lleva a concluir que los materiales hace el D5M si fuéramos a comenzar a plantear y a indagar so-
con los cuales estos chicos están improvisando son menos que bre este tipo de preguntas.
originales, poco originales, por no decir no originales y «falsos». Según el D5M-IV, se puede detectar que las chicas se iden-
«A menudo utilizan toallas, delantales y chales para representar tifican con el otro género porque discuten con sus padres acer-
el cabello largo o las faldas.» Así que hay un cierto imaginario ca de cierto tipo de ropa. Aparentemente prefieren la ropa de
en juego, una capacidad de transfigurar una prenda en otra a chicos y el pelo corto; la mayoría de sus amigos son chicos; ex-
través de un proceso de improvisación y sustitución. En otras presan el deseo de convertirse en un chico y, curiosamente, «a
palabras: aquí está funcionando una práctica de destreza que di- menudo las personas que no las conocen las toman por chi-
fícilmente se podria nombrar, de una forma simple, como el cos». Estoy tratando de pensar cómo puede ser que la eviden-
mero acto de conformarse a una norma. Algo está siendo hecho, cia de la identificación con el otro género se confirme por el
algo se está haciendo de otra cosa, se está intentando algo. Y si hecho de ser identificada como un chico por alguien que no te
es una improvisación, no está escrita por adelantado. conoce. Parece que las asignaciones sociales al azar se toman
Aunque la descripción continúa insistiendo en la fascina- como una evidencia, como si el extraño supiera algo acerca so-
ción que sienten estos chicos por las «muñecas estereotipadas bre el carácter psicológico de esa chica, o como si esa chica hu-
del tipo femenino» -«Barbie» se menciona por su nombre- biera solicitado dicha interpelación del extraño. El D5M conti-
y por «figuras de fantasía de mujer», realmente no se nos ex- núa diciendo que la chica «puede pedir que se la conozca por
144 DESHACER EL GÉNERO DESDIAGNOSTICAR EL GÉNERO 145
un nombre de chico». Pero parece que incluso en este caso se los niños que juegan con chales como si fueran otra cosa están
la trata primero como chico, y sólo después de haber sido tra- instruyéndose en el mundo de los accesorios y de la improvisa-
tada así, ella quiere tomar un nombre que confirme que la for- ción, las niñas que aprovechan la posibilidad de ser llamadas
ma en la que se la trata es correcta. Aquí se observa de nuevo por otro nombre están explorando las posibilidades de llamar-
que el mismo lenguaje que utiliza el D5M parece socavar sus se a si mismas en el contexto del mundo social. No están senci-
propios argumentos, ya que quiere considerar la identificación llamente evidenciando estados internos sino performando cier-
con el otro género como parte de un trastorno de género y, por tos tipos de acciones, e incluso dedicándose a ciertas prácticas,
tanto, como un problema psicológico que debe ser atendido prácticas que son esenciales para hacer el género mismo.
con un tratamiento. El D5M imagina que cada individuo tiene El D5M ofrece un cierto discurso de compasión, como ha-
una relación con su «sexo asignado» y que esta relación o bien cen muchos psiquiatras, que sugiere que la vida con este tipo
genera malestar y angustia, o bien conlleva un sentimiento de de trastorno causa angustia e infelicidad. El D5M tiene su pro-
comodidad y de estar en paz. Pero esta noción de «sexo asig- pia antipoesia sobre este tema: «En niños pequeños, la angus-
nado» -sexo «asignado» al nacer- implica que el sexo está tia se manifiesta por el estado de infelicidad sobre su propio
producido socialmente y transmitido, y que nos llega no sólo sexo». Parece que la única infelicidad sea la que se crea por un
como una reflexión privada que cada uno de nosotros se hace deseo interno, por el hecho de que no haya apoyo social para
sobre sí mismo, sino como una interrogación crítica que cada estos niños, que los adultos a quienes expresan su infelicidad
uno dirige a una categoría social que nos es asignada y que nos les estén diagnosticando y patologizando, que la norma del gé-
excede en su conjunto y en su poder, pero que, como conse- nero enmarque la conversación en la cual la expresión de infe-
cuencia, se ejemplifica a sí misma en nuestros cuerpos. Es inte- licidad tiene lugar. Al mismo tiempo que el D5M se entiende a
resante que el D5M busque establecer el género como un con- sí mismo como una cliagnosis de la angustia, la cual, como con-
junto de normas convencionales más o menos fijas, aunque secuencia del diagnóstico, se convierte en una candidata a ser
continúe ofreciendo evidencias de lo contrario, casi como si tu- aliviada, también entiende que la «presión social» puede llevar
viera propósitos contradictorios. Igual que los niños que esta- a «este tipo de niños a un aislamiento total». El D5M no men-
ban improvisando y sustituyendo estaban haciendo algo elife- ciona el suiciclio,aunque sabemos que la crueldad de la presión
rente a conformarse con las normas preestablecidas, las niñas de los compañeros adolescentes sobre los jóvenes transgénero
parece que también están entencliendo algo de su asignación puede conducirles al suiciclio. El D5M no habla de los riesgos
social, acerca de lo que puede pasar si alguien empieza a tra- de muerte, generalmente por asesinato, algo que pasó a tan
tarlas como un niño y lo que esto puede conllevar. No estoy se- sólo algunas millas de distancia de mi casa, en California, en el
gura de que la niña que busca esta interpelación desviada y año 2002, cuando la transgénero Gwen Arauja llegó a una fies-
adecuada esté evidenciando ningún «trastorno» preestablecido ta de adolescentes con un vestido y fue encontrada muerta a
de ningún tipo. Más bien está observando los medios a través causa de una paliza y de una estrangulación en la falda de las
de los cuales el sexo deviene: a través de la asignación se abren montañas Sierra.
las posibilidades para la reasignación que excitan su sentido de Aparentemente, la «angustia» que genera vivir en un mun-
agencia, del juego y de la posibilidad. De la misma manera que do en el cual el suicidio y la muerte por violencia siguen siendo
146 DESHACER EL GÉNERO DE5DIAGNOSnCAR EL GÉNERO 147
cuestiones reales no es parte de la diagnosis de! GID. Después lo que ofrece la diagnosis es una forma de reconocimiento so-
de comentar brevemente lo que resume con e! eufemismo de cial, si ésa es la forma que toma e! reconocimiento social y si es
«rechazo y burlas de los compañeros», e! D5M sólo apunta que sólo a través de este tipo de reconocimiento social que terceras
«los niños pueden rehusar ir a la escuela debido a las burlas o partes, incluyendo e! seguro médico, estarían dispuestas a pa-
a la presión para vestirse con una indumentaria estereotípica de gar los cambios médicos y tecnológicos que a veces se desean,
su sexo asignado». Aquí e! lenguaje de! texto parece entender ¿es realmente posible deshacerse de la diagnosis completa-
que puede haber una discapacidad de! funcionamiento ordina- mente? En cierta manera, e! dilema con e! que nos encontra-
rio causado por la presión de las normas sociales. Pero enton- mos al final tiene relación con los términos mediante los cuales
ces la siguiente frase domestica e! sufrimiento causado por las se constriñe e! reconocimiento social. Dado que, incluso si nos
normas sociales al afirmar que son las preocupaciones de la sentimos tentados a adoptar la posición civil libertaria en la
propia persona con sus deseos de cruzar de género las que a que esto se entiende como un derecho personal, e! hecho es
menudo «interfieren en sus actividades ordinarias» y desembo- que los derechos de una persona sólo están protegidos y sólo
can en situaciones de aislamiento social. En cierta manera, e! pueden ejercerse a través de medios políticos y sociales. Afir-
hecho de la violencia social contra la juventud transgénero se mar un derecho no es lo mismo que tener e! poder para ejer-
eufemiza como burlas y presión, y la angustia causada por estas cerlo, y en este caso e! único derecho reconocible que queda a
burlas se reconfigura como un problema interno, como un sig- mano es e! «derecho a recibir tratamiento para un trastorno y a
no de preocupación, de autorre!ación, que parece deducirse de disfrutar de las ventajas que ofrecen los subsidios médicos y le-
los propios deseos. Ahora bien, ¿e! «aislamiento» que aqui se gales que buscan rectificarlo». Se ejercita este derecho sólo tras
observa es real, o es que las comunidades de apoyo han desa- someterse a un discurso patologizador y, al someterse a dicho
parecido? ¿Y cuando hay aislamiento es, por lo tanto, una se- discurso, también se obtiene cierto poder, cierta libertad.
ñal patológica? ¿O es, para algunos, e! coste de expresar cier- Es posible decir y debe decirse que la diagnosis alivia e! su-
tos tipos de deseos en público? frimiento; y es posible y también necesario decir que la diagno-
Sin embargo, lo que resulta más preocupante es que la sis intensifica e! mismo sufrimiento que requiere ser aliviado.
diagnosis funciona como su propia presión social: causa angus- Bajo las actuales y arraigadas circunstancias sociales en las que
tia, establece deseos como patológicos, e intensifica la regula- todavía se articulan las normas de género de una forma con-
ción y e! control de aquellos que expresan sus deseos en un vencional, y donde las desviaciones de la norma se contemplan
marco institucional. De hecho, se debe indagar acerca de si la como sospechosas, la autonomía sigue siendo una paradoja."
diagnosis de la juventud transgénero no actúa precisamente Desde luego, es posible mudarse a un país donde e! Estado pa-
como presión de los pares, como una forma elevada de bur- gue la cirugía de reasignación de sexo, solicitar una «financia-
la, como una forma eufemística de violencia social. Y si llega- ción transgénero» que la comunidad proporcionará para ayu-
mos a la conclusión de que funciona de esta manera, por lo que dar a aquellos que no puedan pagar los altos costes o incluso
respecta a las normas de género, y de que trata de producir la solicitar una «beca» individual que cubra la «cirugía cosméti-
adaptación a las normas ya existentes, entonces ¿cómo pode- ca». El movimiento para conseguir que las personas trans se
mos saber qué es lo que nos ofrece e! diagnóstico? Si parte de conviertan en terapeutas y emisores de diagnósticos ha sido de
148 DESHACER EL GÉNERO
gran ayuda y sin duda seguirá ayudando. Todas éstas son for-
mas de salirse de! aprieto, hasta que e! aprieto desaparezca.
Pero si a la larga e! aprieto debe desaparecer, las normas que
rigen la forma en la que entendemos la relación entre la identi- CAP(TUL05
dad de género y la salud mental tendrán que cambiar radical-
mente, de modo que las instituciones legales y económicas re- ¿EL PARENTESCO ES SIEMPRE HETEROSEXUAL
conozcan lo esencial que es convertirse en un género para el DE ANTEMANO?
sentido propio de persona, para la propia sensación de bienes-
tar, para que se pueda florecer como un ser encarnado. No sólo
se necesita que el mundo social sea de cierta manera para re-
clamar lo que pertenece a uno mismo, sino que resulta que lo
que nos es propio depende siempre y desde el principio de El tema de! matrimonio gay no es e! mismo que e! de! pa-
lo que no nos es propio, las condiciones sociales por las cuales, rentesco gay, pero parece que los dos se han confundido en la
extrañamente, la autonomía se desposee y se deshace. opinión pública de Estados Unidos cuando no sólo se dice que
En este sentido, debemos ser deshechos con e! fin de ha- e! matrimonio es y debería continuar siendo una institución y
cemos a nosotros mismos: debemos formar parte de una exis- un vínculo heterosexual, sino también que las uniones gays no
tencia más amplia en e! tejido social para crear lo que somos. son relaciones de parentesco y que no deberían calificarse de
Sin duda ésta es una paradoja de la autonomía, una paradoja tales a menos que asuman una forma de familia reconocible.
que se incrementa cuando las regulaciones de género se ocu- Hay varias formas de conectar dichos puntos de vista. Una for-
pan de paralizar la agencia de! género a diversos niveles. Hasta ma es afirmar que la sexualidad necesita organizarse al servicio
que esas condiciones sociales sean cambiadas radicalmente, la de las relaciones reproductivas y que e! matrimonio -el cual
libertad requerirá la falta de libertad, y la autonomía estará im- provee de estatus legal a la forma familiar o, más bien, se conci-
plicada en la sujeción. Si e! mundo social-un signo de nues- be como aquello que debería afianzar la institución confirién-
tra heteronomía constitutiva- debe cambiar para que sea po- dole ese estatus legal- debería permanecer como e! punto de
sible la autonomía, entonces se demostrará que la elección apoyo que mantiene en equilibrio a dichas instituciones.
individual depende desde e! principio de condiciones que nin- Por supuesto, esta conexión se enfrenta a numerosísimos
guno de nosotros ha creado de una forma voluntaria, y que desafíos, que toman diversas formas en e! ámbito local a nivel
ningún individuo será capaz de escoger fuera de! contexto de doméstico e internacional:Por una parte, hay varias formas so-
un mundo social radicalmente alterado. Esa alteración provie- ciológicas de mostrar que en Estados Unidos existe y persiste
ne de un incremento de los actos, colectivos y difusos, que no una cierta cantidad de relaciones de parentesco que no se con-
pertenecen sólo a un sujeto y, aun así, una de las consecuencias forman al modelo de la familia nuclear y que se sirven de rela-
de estas alteraciones es hacer posible la actuación como sujeto. ciones biológicas y no biológicas que exceden e! alcance de las
actuales concepciones jurídicas, y que operan según reglas que
no se pueden formalizar. Si entendemos e! parentesco como
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una serie de prácticas que instituyen relaciones de varios tipos propiedad (y de la concepción de las personas como propie-
mediante las cuales se negocian la reproducción de la vida y las dad), ni de las ficciones acerca de la «línea sanguínea», ni tam-
demandas de la muerte, entonces las prácticas de parentesco poco de los intereses nacionales y raciales mediante los cuales
serán aquellas que surjan para cuidar de las formas fundamen- se sostienen esas líneas.
tales de la dependencia humana, que pueden incluir el naci- Kath Weston ha presentado descripciones etnográficas de
miento, la cría de los niños, las relaciones de dependencia emo- relaciones de parentesco no maritales de lesbianas y gays exter-
cional y de apoyo, los lazos generacionales, la enfermedad, la nas a los lazos familiares de base heterosexual, y que sólo en al-
muerte y la defunción (por nombrar sólo algunas). El paren- gunos casos se aproximan en parte a la norma familiar.' En
tesco no es ni una esfera completamente autónoma, que se en- 2001, en su estudio de los na de China, el antropólogo Caí Hua
tiende como diferente de la comunidad y la amistad -o de la presentó una contundente refutación de la visión del parentes-
regulación del Estado- a través de algún decreto definitorio, co de Lévi-Strauss como una negociación de la linea patrilineal
ni está «pasado» ni «muerto» por el simple hecho, como David a través de los lazos del matrimonio: en los na ni los maridos ni
Schneider apunta, de que haya perdido la capacidad de ser for- los padres juegan un papel prominente en la determinación del
malizado y rastreado en las formas convencionales que estu- parentesco.'
diaron los etnólogos del pasado.' El matrimonio también se ha separado de las cuestiones del
En la sociología reciente, las nociones de parentesco se parentesco, hasta tal punto que las propuestas legislativas para
han desvinculado de la presuposición del matrimonio; por regular el matrimonio gaya menudo excluyen los derechos de
ejemplo, el ya clásico estudio de Carol Stack sobre el paren- adopción o las tecnologías reproductivas como uno de los de-
tesco afroamericano, All Our Kin, muestra cómo el parentes- rechos asumidos del matrimonio. Estas propuestas han sido
co funciona bien a través de una red de mujeres en las que al- presentadas en Alemania y en Francia; en Estados Unidos las
gunas están relacionadas por lazos biológicos y otras no.' El propuestas de matrimonio gay que han tenido éxito no siempre
largo alcance de las consecuencias de la historia de la esclavi- ejercen un impacto directo sobre la ley de la familia, especial-
tud en las relaciones de parentesco afroamericanas se ha con- mente cuando su principal objetivo es establecer el «reconoci-
vertido en el centro de nuevos estudios gracias a N athaniel miento simbólico» de las relaciones diádicas por parte del Es-
Mackey y Fred Moten, que muestran cómo la desposesión de tado.'
las relaciones de parentesco debido a la esclavitud ofrece un La petición para los derechos del matrimonio trata de soli-
legado continuo de «parentesco herido» dentro de la vida afri- citar el reconocimiento de las uniones no heterosexuales y con-
canoamericana. Si, como Saidiya Hartman sostiene, «la escla- figura así al Estado como el guardián de un derecho que real-
vitud es el fantasma en la máquina del parentesco»,' es porque mente debería distribuir de una forma no discriminatoria, sin
el parentesco afroamericano ha sido vigilado intensamente y a tener en cuenta la orientación sexual. Que la oferta del Estado
la vez patologizado, lo que ha conducido a una difícil situa- pueda resultar en la intensificación de la normalización no está
ción en la que se está sujeto a presiones normalizadoras dentro ampliamente reconocido como un problema dentro del movi-
del contexto de una deslegitimación social y política. De ahí miento principal de lesbianas y gays, que tipifica la Human
que no se pueda separar el parentesco de las relaciones de Rights Campaign (Campaña por los Derechos Humanos).' Sin
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embargo, los poderes normalizadores del Estado quedan parti- A continuación considero al menos dos dimensiones de
cularmente claros cuando consideramos cómo las continuas este conflicto contemporáneo en el cual se busca al Estado con
dudas sobre el parentesco condicionan y limitan a la vez los de- el fin de obtener el reconocimiento que puede conferir a las
bates sobre el matrimonio. En algunos contextos, se prefiere la parejas del mismo sexo, a la vez que se le contraría debido al
cuota simbólica del matrimonio, o de los arreglos tipo matri- control regulador que continúa ejerciendo sobre el parentesco
monio, a la alteración de los requisitos para el parentesco y normativo. El Estado no es el mismo en cada una de estas di-
para los derechos individuales o plurales relacionados con la mensiones, ya que pedimos su intervención en una esfera (el
adopción de niños o con la paternidad compartida legalmente. matrimonio) mientras sufrimos de regulación excesiva en otra
Las variaciones en el parentesco que parten de las formas de fa- (el parentesco). Así pues, ¿el giro hacia el matrimonio hace más
milia basadas en la heterosexualidad diádica normativa y afian- difícil argumentar a favor de la viabilidad de los acuerdos del
zadas mediante el voto matrimonial se presentan no sólo como parentesco alternativo o para el bienestar del «niño» en cual-
peligrosas para el niño, sino también como peligrosas para las quier serie de formas sociales? Además, ¿qué pasa con el pro-
leyes supuestamente naturales y culturales que se dice sostie- yecto radical que se propone articular y apoyar la proliferación
nen la inteligibilidad humana. de prácticas sexuales fuera del matrimonio y de las obligacio-
Es importante saber que en Francia los debates tomaron nes del parentesco? ¿Es que el giro hacia el Estado señala el fin
como blanco ciertas opiniones expresadas en Estados Unidos de una cultura sexual radical?; ¿O acaso dicha posibilidad ha
sobre la construcción social y sobre la variabilidad de las rela- quedado eclipsada mientras estamos cada vez más preocupa-
ciones de género, a las que se consideró como portadoras de dos tratando de congraciamos con los deseos del Estado?
una peligrosa «americanización» de las relaciones de género
(/iliation) en Francia.' En el presente ensayo trataré de ofrecer
una respuesta a esta crítica, que expongo en la tercera sección MATRIMONIO GAY: DESEAR EL DESEO DEL ESTADO y EL ECLIPSE
de este capítulo, pero no como un esfuerzo para defender la DE LA SEXUALIDAD
«americanización» sino para sugerir que los dilemas del paren-
tesco de las naciones del Primer Mundo a menudo se proveen Obviamente, el matrimonio gay se nutre de una profunda y
entre sí de alegorías de sus propias preocupaciones sobre los permanente inversión no sólo en la pareja heterosexual en sí,
efectos perjudiciales de la variabilidad del parentesco en sus sino también en la cuestión de qué formas de relación deben
respectivos proyectos nacionales. A continuación, trato de exa- ser legitimadas por el Estado' Esta crisis de legitimación pue-
minar el debate francés sobre el parentesco y el matrimonio de ser considerada desde diversas perspectivas, pero conside-
con el fin de mostrar cómo el argumento a favor de la alianza remos, por el momento, la ambivalencia que puede rodear al
legal puede funcionar conjuntamente con una normalización don de la legitimación. Ser legitimado por el Estado conlleva
estatal de las relaciones de parentesco reconocibles, una condi- entrar en los términos de legitimación que éste ofrece y encon-
ción que se extiende a los derechos de contrato mientras no trarse con que el sentido público y reconocible de la persona
perjudique de ninguna forma a las presunciones patrilineales depende fundamentalmente del léxico de dicha legitimación.
del parentesco o el proyecto de la nación unida que apoya. De esto se deduce que la delimitación de la legitimación tendrá
154 DESHACER EL GÉNERO
¿EL PARENTESCO ES SIEMPRE HETEROSEXUAL [ ... ]? 155
lugar sólo a través de algún tipo de exclusión, aunque no se tra- elegible para una legitimidad futura, mientras que los agentes
te de una exclusión dialéctica patente. La esfera de las alianzas sexuales que funcionan fuera de! ámbito de la alianza matri-
íntimas legítimas se establece a través de la producción e inten- monial y de sus reconocidas, aunque ilegítimas, formas alterna-
sificación de las regiones de la ilegitimidad. Sin embargo, hay tivas ahora constituyen posibilidades sexuales que nunca serán
una oclusión más fundamental en funcionamiento. La com- elegibles para una traducción a la legitimidad. Estas posibilida-
prensión de! campo sexual no es buena si se considera que lo des cada vez se tienen en menor consideración en la esfera
legítimo y lo ilegítimo parecen agotar sus posibilidades inma- política como consecuencia de la prioridad que ha tomado e!
nentes. Hay un campo externo a la lucha entre lo legítimo y lo debate sobre e! matrimonio. Ésta es una ilegitimidad a cuya
ilegítimo -que tiene como objetivo la conversión de lo ilegíti- temporalidad se le impide cualquier posible transformación fu-
mo a lo legítimo-, un campo más dificil de concebir, un cam- tura. No es tan sólo todavía no ilegítima, sino que es lo que po-
po que no puede imaginarse a la luz de sus posibilidades de dríamos denominar e! pasado irrecuperable e irreversible de la
convertirse en definitivamente legítimo. Hay un campo en e! legitimidad: el nunca será, el nuncafue.
exterior de la disyunción de lo ilegítimo y lo legítimo; todavía Aquí se da una cierta crisis normativa. Por una parte, es
no se concibe como un dominio, una esfera, un campo; todavía no importante señalar cómo se circunscribe e! campo de la sexua-
es ni legítimo ni ilegítimo, todavía no se ha concebido a través lidad inteligible y de la que se puede hablar, de forma que po-
de! discurso explícito de la legitimidad. De hecho, éste sería damos ver cómo las opciones fuera de! matrimonio se están
un campo sexual cuyo punto de referencia, cuyo deseo último, excluyendo como algo impensable, y cómo los términos de lo
no es la legitimidad. El debate sobre e! matrimonio gay tiene concebible se refuerzan a través de los limitados debates sobre
lugar a través de dicha lógica, ya que puede observarse como quién y qué será incluido en la norma. Por otra parte, siempre
casi inmediatamente se plantea la cuestión de si e! matrimonio hay la posibilidad de saborear e! estatus de lo impensable, si es
debería ser extendido legítimamente a los homosexuales. Esto un estatus, como e! más crucial, e! más radical, e! más valioso.
implica que e! campo sexual está circunscrito de tal forma que En tanto que sexualmente irrepresentables, dichas posibilida-
la sexualidad todavía se piensa en términos de! matrimonio y des sexuales pueden constituir lo sublime dentro de! ámbito de
que e! matrimonio todavía se piensa como la compra de legiti- la sexualidad contemporánea: un lugar de resistencia pura, un
midad. lugar no acogido por la normatividad. Pero ¿cómo se piensa la
En e! caso de! matrimonio gayo de las alianzas legales afi- política desde esa no representabilidad? Para evitar malenten-
liativas, vemos cómo diversas prácticas sexuales y relaciones didos, vaya exponer aquí una pregunta igualmente apremian-
externas al ámbito de la ley santificadora se convierten en in- te: ¿cómo se puede pensar la política sin considerar estos luga-
descifrables o, aún peor, en insostenibles, y cómo nuevas jerar- res irrepresentables?
quías aparecen en e! discurso público. Estas jerarquías no sólo Quizá sería deseable un léxico totalmente diferente. Sin
refuerzan la distinción entre las vidas queer legítimas y las ilegí- duda, la historia de! progresismo sexual recurre una y otra vez
timas, sino que también producen distinciones tácitas entre las a la posibilidad de un nuevo lenguaje y a la promesa de un nue-
diversas formas de ilegitimidad. A la pareja estable que se casa- vo modo de ser. y a la luz de este dilema, se puede querer salir
ría si pudiera se la arroja a la ilegitimidad pero se la considera de toda esta historia para situarse en algún lugar que no es ni
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legítimo ni ilegítimo. Pero aquí es donde la perspectiva crítica, guemos a ejercer la crítica, a pensar cómo se constituye el cam-
la que opera en el límite de lo inteligible, corre también el ries- po político, no estoy defendiendo que podamos o debamos
go de ser considerada apolítica. Porque la política, tal como ocupar un atópico en otro lugar no delimitado, radicalmente li-
está constituida a través del discurso de la inteligibilidad, exige bre. Indagar sobre las condiciones que se dan por sentadas es
que nos posicionemos en contra o a favor del matrimonio gay; en ocasiones posible; pero no se puede llegar a ellas a través de
pero la reflexión crítica, que sin duda forma parte de cualquíer un experimento del pensamiento, de una epocbé o de un acto
política y práctica filosófica seriamente normativa, exige que de la voluntad. Se llega allí, por decirlo así, sufriendo la des-
preguntemos por qué y cómo esto se ha convertido en el tema carga, la fragmentación del campo mismo.
fundamental, en la cuestión que define lo que será y lo que no Incluso dentro del campo de la sexualidad inteligible, los
será calificado como un discurso con sentido político. ¿Por binarios que anclan sus operaciones permiten zonas interme-
qué, en las actuales circunstancias, la perspectiva de «conver- dias y regiones híbridas de legitimidad e ilegitimidad que no
tirse en político» depende de nuestra habilidad de funcionar tienen nombres claros, y donde la denominación misma cae en
dentro de ese campo binario instituido discursivamente y de no una crisis producida por los límites variables y a veces violen-
preguntar, y de procurar no averiguar, que el campo sexual está tos de las prácticas legitimadoras que se ponen en contacto de
forzosamente constreñido a causa de la aceptación de estos tér- una forma incómoda y a veces conflictiva. Éstos no son preci-
minos? Esta dinámica se torna todavía más vigorosa porque en samente los lugares donde el sujeto puede moverse, no son po-
ella se basa el campo contemporáneo de lo político, y lo hace siciones que deba tratar de ocupar. Son no lugares en los cua-
mediante la exclusión forzosa de dicho campo sexual de lo po- les uno se encuentra a pesar de sí mismo; son no lugares donde
lítico. No obstante, esta fuerza de exclusión actúa desde el ex- el reconocimiento e, incluso, el autorreconocimiento, resulta
terior del dominio contestado, como si no fuera parte del po- precario, si no difícil de encontrar, a pesar de que dediquemos
der, como si no fuera una cuestión para la reflexión política. nuestros mejores esfuerzos a convertirnos en sujetos con un
Así, para convertirse en político, para actuar y hablar en formas sentido reconocible. No son lugares de la enunciación, sino
que se reconozcan como políticas, hay que contar con el cierre cambios en la topografía desde los cuales se puede cuestionar
del propio campo político no sujeto al escrutinio político. Sin la audición de una afirmación: la afirmación del «todavía no
la perspectiva crítica, la política se basa fundamentalmente en sujeto» y del sujeto casi reconocible.
un desconocimiento -yen una despolitización- de las mis- Que existan tales regiones y que no sean precisamente op-
mas relaciones de fuerza mediante las cuales se instituye su ciones sugiere que lo que dificulta la distinción entre la legiti-
propio campo de operaciones. midad y la ilegitimidad son las prácticas sociales, en concreto
Ahora bien, la crítica no es una posición en sí misma, no es las prácticas sexuales, que no aparecen de una forma inmedia-
un lugar o un emplazamiento que se pueda localizar dentro de ta como prácticas coherentes en el léxico disponible de la legi-
un campo ya delimitado, aunque uno debe, en una catacresis timación. Éstos son lugares de una ontología incierta y difíciles
obligatoria, hablar de lugares, de campos, de dominios. Una de de nombrar. Aunque pueda parecer que estoy defendiendo
sus funciones es examinar la propia acción de delimitación. que todos debemos buscar y celebrar los lugares de ontología
Cuando recomiendo que nos volvamos críticos, que nos arries- incierta y que resultan difíciles de nombrar, en realidad mi ob-
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jetivo es un asunto ligeramente diferente: atender a la previa uno se oponga a ello no sólo para sí mismo sino para todo e!
exclusión de lo posible que tiene lugar cuando, desde la urgen- mundo, y que la tarea final sea rehacer y revisar la organización
cia para validar una reclamación política, se naturalizan las op- social de la amistad, de los contactos sexuales y de la comuni-
ciones que aparecen como las más legibles desde e! campo se- dad para producir formas de apoyo y alianzas que no estén
xual. Atender a la exclusión previa como un acto político que centradas en e! Estado, porque, dado su peso histórico, e! ma-
performamos sin darnos cuenta una y otra vez, ofrece la posi- trimonio se convierte en una «opción» sólo cuando se extiende
bilidad de concebir la política de forma diferente, con una con- como norma (excluyendo asi otras opciones); una «opción»
cepción que atiende a su propia privación como un efecto de que se extiende también a las relaciones de propiedad y que
su propio activismo consciente. No obstante, debemos mante- convierte en más conservadoras a las formas sociales de la se-
ner un doble rasero en lo que concierne a este difícil terreno, ya xualidad. Para un movimiento sexual progresista, incluso para
que no serán suficientes ni la violencia de la exclusión que es- un movimiento que pueda querer producir e! matrimonio
tabiliza e! campo de! activismo, ni e! camino de la parálisis crí- como una opción para no heterosexuales, la proposición de
tica que se apuntala al nivel de la reflexión fundamental. En e! que e! matrimonio debería convertirse en la única manera de
tema de! matrimonio gay, parece cada vez más importante sancionar o legitimar la sexualidad es inaceptablemente con-
mantener viva la tensión entre e! mantenimiento de una pers- servadora. Aunque no se trate de! matrimonio sino de contra-
pectiva crítica y la formulación de una demanda políticamente tos legales, de reconocer las uniones de hecho como contratos
descifrable. legales, todavía quedan algunas preguntas por responder: ¿por
Lo que aquí pretendo no es sugerir que, en relación al ma- qué e! matrimonio o los contratos legales deberían convertirse
trimonio gay y a los debates de! parentesco, debería mantener- en la base sobre la cual se decidan las prestaciones sociales sa-
se una postura crítica más que política, como si tal distinción nitarias, por ejemplo? ¿No debería haber formas de organizar
fuera en último término posible o deseable, sino que única- e! derecho a la seguridad social de modo que todos tengan ac-
mente una política que incorpore una comprensión crítica pue- ceso sin tener en cuenta su estado civil? Si se defiende e! matri-
de seguir siendo autorreflexiva y no dogmática. Ser político no monio como una forma de procurarse estos derechos, entonces
significa meramente tomar una única y duradera «posición». ¿no se está afirmando también que derechos tan importantes
Por ejemplo, manifestarse en contra o a favor de! matrimonio como la sanidad dependen de! estado civil de la persona? ¿Qué
gay puede tener diversas implicaciones, ya que puede ser que efecto tiene esto sobre la comunidad de los no casados, los sol-
se quiera procurar e! derecho a aquellos que quieren hacer uso teros, los divorciados, los que no tienen interés, los no monó-
de él aunque uno no lo quiera para sí mismo, o puede ser que gamos, y cómo se reduce e! campo sexual en su propia legibili-
se quieran contrarrestar los discursos homofóbicos que han sido dad, una vez que se extiende e! matrimonio como norma?'?
esgrimidos en contra de! matrimonio gay pero que no por eso Independientemente de lo que se piense sobre e! matrimo-
se esté a favor de tal opción. O puede ser que se crea firme- nio gay,se exige claramente a los que trabajan en estudios de la
mente que e! matrimonio es e! mejor camino que pueden tomar sexualidad que respondan a muchos de los argumentos más ho-
las personas lesbianas y gays, y que se quiera instalarlo como mofóbicos que se han esgrimido en contra de las propuestas de
una nueva norma, una norma para e! futuro. O puede ser que matrimonio gayo Muchos de estos argumentos no sólo están im-
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pulsados por un sentimiento homofóbico, sino que a menudo se centran en la cuestión de qué es la cultura y quién debe ser
se centran en miedos sobre las relaciones reproductivas, en si admitido en ella, sino que también tratan sobre cómo deben re-
éstas son naturales o «artificiales». ¿Qué consecuencias tendrán producirse los sujetos de la cultura. Cuestionan asimismo el pa-
en el niño, en ese pobre niño, figura martirizada por un pro- pel del Estado y, en particular, su poder de conferir o de retirar
gresismo ostensiblemente egoísta y tenaz? De hecho, los deba- el reconocimiento a las diversas formas de alianza sexual. Po-
tes sobre el matrimonio gayo el parentesco gay -dos cuestio- dríamos decir que el argumento en contra del matrimonio gay
nes que a menudo se fusionan-, se han convertido en espacios siempre incide, de una forma implícita o explícita, sobre qué es
de un intenso desplazamiento de otros miedos políticos: mie- lo que debe hacer y proporcionar el Estado, así como sobre qué
dos sobre la tecnología, sobre la nueva demografía y sobre la tipos de relaciones íntimas deben ser legitimadas por éste. ¿Por
propía unídad de la nación, y míedo a que el feminísmo, al in- qué se desea impedir al Estado que reconozca a las parejas no
sistir sobre el cuidado de los niños, haya, de hecho, colocado el heterosexuales?; ¿por qué otros desean obligar al Estado a con-
parentesco fuera de la familia, incorporando a extraños. En el ceder dicho reconocimiento? Para ambos lados del debate la
debate francés sobre los PACS (los «pactos de solidaridad ci- cuestión no se centra tan sólo en qué relaciones de deseo deben
vil», que constituyen una alternativa al matrimonio para cual- ser legitimadas por el Estado, sino en quiénes podría desear el
quier pareja de individuos sin relación sanguínea, sea cual sea Estado, quiénes podrían desear el deseo del Estado.
su orientación sexual), la aprobación de la ley finalmente de- Tal cuestión es sumamente complicada: ¿cuál es el deseo
pendió de la prohibición de los derechos de las parejas no he- que puede clasificarse como un deseo que debe ser legitimado
terosexuales a adoptar niños y al acceso a la tecnología repro- por el Estado? ¿Qué deseo puede cumplir los requisitos para
ductiva. La misma precaución fue recientemente propuesta y ser considerado como el deseo del Estado? ¿Quiénes pueden
adoptada también en Alemania.'! En ambos casos, puede ob- desear al Estado? ¿Ya quiénes desea el Estado? ¿El deseo de
servarse que el niño aparece en el debate como el espacio den- qué colectívo será el deseo del Estado? En cambio, y esto es
so para la transferencia y la reproducción de la cultura, y en la mera especulación -aunque quizá el trabajo académíco debe-
cual la «cultura» conlleva normas implícitas de pureza racial y ría considerarse como el espacio social para tales especulacio-
de dominación." En el caso de Francia, se puede observar que nes-, parece que lo que se quiere cuando se quiere el «recono-
los argumentos que se esgrimen en contra de la amenaza que cimiento del Estado» para el matrimonio, y lo que no se quiere
plantea a la «cultura» la perspectiva de personas gays que con- cuando se quiere limitar el alcance de dícho reconocimiento
vivan en una alianza legal y que tengan niños --en la presente para otros, son deseos complejos. El Estado se convierte en el
discusión, no voy a considerar qué significa «tener niños>>--- medío a través del cual una fantasía se convierte en realidad: el
coinciden con los argumentos relativos a temas de inmigración deseo y la sexualidad se ratifican, se justifican, se dan a conocer,
y acerca de lo que es Europa. Esta última preocupación plantea públicamente se clasifican en rangos, se imaginan como algo
la cuestión, implícita y explícitamente, de qué es lo verdadera- permanente y duradero. Y, en ese preciso momento, el deseo y
mente francés, la base de su cultura, lo que se convierte, me- la sexualidad son desposeídos y desplazados, de manera que lo
díante una lógica imperial, en la base de la cultura misma, en que uno «es» y lo que «es» la relación que uno tiene dejan de
sus condiciones universales e invariables. Los debates no sólo ser cuestiones privadas. De hecho, se podría decir irónicamen-
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te que a través del matrimonio, el deseo personal adquiere un tento de esquivar el matrimonio y de procurar lazos legales al
cierto anonimato y se hace intercambiable, por así decirlo, se mismo tiempo. Sin embargo, se topó con su limite cuando sur-
media públicamente y, en este sentido, se torna un tipo de sexo gieron las cuestiones de la reproducción y de la adopción. De
público legitimado. Pero aun más que esto, el matrimonio fuer- hecho, en Francia el tema de la reproducción estaba asociado
za, al menos lógicamente, el reconocimiento universal: todos con el tema de la reproducción de una culrura francesa identi-
deben dejarte entrar por la puerta del hospital; todos deben ficable. Como hemos señalado anteriormente, se puede obser-
respetar tu derecho al luto; todos deben asumir tu derecho na- var una identificación implícita de la cultura francesa con la
tural a un hijo; todos considerarán tu relación como si estuviera universalidad, lo cual tiene consecuencias en la propia idea de
elevada a la eternidad. De esta forma, el deseo de reconoci- nación. Para comprender este debate, es importante reconocer
miento universal es un deseo de ser universal, de ser intercam- cómo la figura del hijo de padres no heterosexuales, en parti-
biable en la propia universalidad; de desalojar la solitaria parti- cular, se conviette en un espacio para la catexis de las ansieda-
cularidad de la relación no ratificada y, quizá por encima de des sobre la pureza cultural y la transmisión de la cultura. En la
todo, de lograr a la vez el lugar y la santificación en esa imagi- reciente polémica sobre los PACS, la única forma en la que se
nada relación con el Estado. El lugar y la santificación: éstas pudo aprobar la propuesta fue negando los derechos de adop-
son, sin duda, poderosas fantasías que adquieren una dimensión ción conjunta a los individuos que forman parte de dichas rela-
particular cuando se defiende el matrimonio gayo El Estado ciones. De hecho, tal y como Eric Fassion y otros han argu-
puede convertirse en la sede para la recirculación de los deseos mentado, la alteración de los derechos de filiación es lo que
religiosos, para la redención, para el sentido de la pertenencia, resulta más escandaloso en el contexto francés, no el matrimo-
para la eternidad. Y nos preguntamos qué le pasa a la sexuali- nio en sí." Se puede extender la duración del contrato, dentro
dad cuando corre a través de este particular circuito de fantasía: de un orden, pero no los derechos de filiación.
¿se la alivia de su culpa, de su desviación, de su discontinuidad, En algunos de los debates culturales que acompañaron a
de su asocialidad, de su espectralidad? y si se la alivia de todo esta decisión de negar los derechos de adopción a la gente
eso, ¿adónde van a parar estas negatividades exactamente? abiertamente gay intervino una conocida filósofa francesa, Syl-
¿Tienden a ser proyectadas sobre aquellos que no han entrado viane Agacinski, que afirmó que va en contra del «orden sim-
o no entrarán en este dominio santificado? ¿O tal vez esta pro- bólico» dejar que los homosexuales formen familias." Cuales-
yección toma la forma de un juicio moral sobre los otros, de una quiera que sean estas formas sociales, no son matrimonios y
abyección social y, por lo tanto, se convierte en la ocasión para tampoco son familias; de hecho, desde su punto de vista, ni si-
instituir una nueva jerarquía de acuerdos legítimos e ilegítimos? quiera son «sociales» sino privadas. En parte, la lucha se da so-
bre las palabras, acerca de cuándo y cómo se aplican, así como
también sobre su plasticídad y su capacidad de equívoco. Pero,
EL POBRE NIÑO Y EL DESTINO DE LA NACIÓN más específicamente, es una lucha acerca de si ciertas prácticas
de nombramiento sostienen los supuestos sobre los limites de
En Francia la propuesta de instituir uniones civiles (pactos lo humanamente reconocible. Sin embargo, el argumento des-
de solidaridad civil) como alternativa al matrimonio fue un in- cansa sobre cierta paradoja que sería difícil de negar. Porque,
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aun cuando no se reconozcan ciertas relaciones humanas como ban como una advertencia en contra del terrible futuro que
parte de lo humanamente reconocible, en ralidad ya han sido podría darse si se permitiera que las personas lesbianas y gays
reconocidas, y lo que se busca es negar lo que, de una manera formaran acuerdos de parentesco ratificados por el Estado. Así
u otra, ya se ha comprendido. El «reconocimiento» se convier- que, por una parte, debo responder y rebatir dichas alegacio-
te en un esfuerzo por negar lo que existe y, así, se convierte en nes; pero, por la otra, parece crucial no aceptar los términos en
el instrumento para negar el reconocimiento. De esta manera, los cuales el oponente ha encuadrado el debate, un debate que,
se convierte en una forma de reforzar una fantasía normativa me temo, no es tal sino una polémica muy publicitada y una
de lo humano por encima y en contra de las versiones disonan- propagación del miedo. Este dilema no me atañe sólo a mí.
tes de uno mismo. Defender los límites de lo que es reconoci- ¿Oponiéndome a Agacinski voy a ocupar una posición en la
ble en contra de aquello que lo desafía es comprender que las que acabaré defendiendo la legitimación del Estado? ¿Es esto
normas que rigen la reconocibilidad ya han sido desafiadas. En lo que deseo?
Estados Unidos estamos acostumbrados a escuchar argumen- Por una parte, sería bien fácil argumentar que Agacinski
tos en contra de la homosexualidad como algo no natural, pero está equivocada, que las formas familiares en cuestión son for-
éste no es precisamente el discurso que domina la polémica en mas sociales viables y que la episteme actual de inteligibilidad
Francia. Agacinski, por ejemplo, no asume que la familia tenga puede ser desafiada de una manera útil a la luz de estas formas
una forma natural. Más bien, en su opinión, el Estado se ve sociales." Después de todo, su visión concuerda y fortifica la
obligado a reconocer el matrimonio como heterosexual no por de aquellos que sostienen que las relaciones sexuales legítimas
la naturaleza o por la ley natural, sino por algo llamado «el or- toman una forma heterosexual y sancionada por el Estado, y
den simbólico» (que corresponde y ratifica la ley natural). De que funcionan para desrealizar alianzas viables y significati-
acuerdo con los dietados de este orden, el Estado está obliga- vas que no se conformen con ese modelo. Desde luego, este tipo
do a negar el reconocimiento a esas relaciones. de desrealización tiene consecuencias que van más allá de herir
A continuación voy a exponer la perspectiva de Agacinski, los sentimientos de alguien o de ofender a un grupo de personas.
no porque ella sea la adversaria más elocuente en contra de las Implica que cuando vayas al hospital a visitar a tu amante, pue-
transformaciones en el parentesco que puede implicar el ma- de que no consigas entrar. Implica también que cuando tu
trimonio gay, sino porque hace un tiempo un colega mío me amante entre en coma, no puedas asumir ciertos derechos de
envió un articulo que Agacinski había publicado en Le Monde, decisión. Implica que cuando tu amante muera, puede que no
y ésa es una misiva que en cierta manera exige respuesta." En se te permita recibir el cuerpo. Implica que cuando tu hijo se
dicho artículo se identifica una cierta variedad de teoría queer quede contigo, el progenitor no biológico, tal vez no tengas la
y de género norteamericana como el monstruoso futuro que capacidad de contrarrestar las reclamaciones judiciales de los
aguarda a Francia si estas transformaciones tienen lugar. Diga- parientes biológicos y pierdas la custodia, e incluso el derecho
mos, sin entrar en detalles, que en la primera página de Le a ver al niño. Implica que los miembros de una pareja no pue-
Monde aparecía mi nombre como el signo de la monstruosidad dan proveerse de prestaciones sociales sanitarias entre ellos.
que se avecinaba. Tengan en cuenta que en este asunto me ha- Todas éstas son formas muy significativas de privar de dere-
llo en un dilema porque mis propios puntos de vista se utiliza- chos, que empeoran a causa de las anulaciones personales que
166 DESHACER EL GÉNERO ¿EL PARENTESCO ES SIEMPRE HETEROSEXUAL [ ... ]? 167
se dan en la vida diaria y que, invariablemente, afectan a la re- ya planteó Michael Warner de una forma conmovedora: debe-
lación. El sentido de deslegitimación puede hacer difícil soste- mos plantearnos si el impulso para lograr ser reconocible den-
ner una alianza, una alianza que de todas formas no es real, tro de las normas existentes de legitimidad requiere que nos
una alianza que no «existe», que nunca tuvo una oportunidad adheramos a una práctica que deslegitima aquellas vidas se-
para existir, que nunca estuvo destinada a existir. Si no sois xuales estructuradas de una forma externa a los lazos del ma-
reales, puede ser difícil sostenerse a lo largo del tiempo. Aquí trimonio y a las suposiciones de monogamia." ¿La comunidad
es donde la ausencia de legitimación estatal puede aparecer queer quiere efectuar esta deslegitimación? ¿Y con qué conse-
dentro de la psique como un sentido de duda sobre ti mismo cuencias sociales? ¿Por qué concedemos el poder del recono-
que te domína y que puede resultar fatal. Y si de hecho has cimiento al Estado en el momento en que insistimos en que so-
perdido al amante que nunca fue reconocido como tal, ¿real- mos irreales e ilegitimas sin él? ¿Hay otros recursos por los
mente has perdido a esa persona? Si esto es una pérdida, ¿pue- cuales podamos ser reconocibles o movilizarnos para desafiar
de manifestarse el duelo públicamente? Sin duda esto es algo los regímenes existentes dentro de los cuales tiene lugar el re-
que se ha convertido en un problema omnipresente en la co- conocimiento?
munidad queer, dadas las pérdidas por sida, las pérdidas de vi- Se puede observar aquí el terreno del dilema: por una par-
das y amores que están siempre luchando para ser reconocidos te, vivir sin las normas de reconocimiento conlleva un conside-
como tales. rable sufrimiento y una forma de privación de derechos que
Por otra parte, perseguir la legitimación estatal con el fin confunde las distinciones entre las consecuencias psíquicas, cul-
de reparar estas heridas trae consigo una gran cantidad de nue- turales y materiales. Por otra parte, la exigencia de recono-
vos problemas y nuevos sufrimientos. No lograr el recono- cimiento, que es una demanda política muy poderosa, puede
cimiento estatal de los propios acuerdos íntimos puede ex- conducir a nuevas e ingratas formas de jerarquía social, a una
perimentarse como una forma de desrealización cuando los obstrucción precipitada del campo sexual y a nuevas formas de
términos de la legitimación del Estado son los que mantienen apoyar y extender el poder del Esrado si no instituye un desafío
un control hegemónico sobre las normas del reconocimiento; crítico a las propias normas de reconocimiento proporcionadas
en otras palabras: cuando el Estado monopoliza los recursos y requeridas para la legitimación del Estado. De hecho, al bus-
del reconocimiento. ¿Es que no hay otras vías para sentirse po- car el reconocimiento del Estado, restringimos la competencia
sible, inteligible, incluso real, aparte de la esfera del reconoci- de lo que será reconocible como un acuerdo sexual legítimo.
miento del Estado? ¿No debería haber otras vías? Dada la his- Exigir y recibir reconocimiento según las normas que legitiman
toria del movimiento de gays y lesbianas, es lógico que éste el matrimonio, o según las normas que se rearticulan en una re-
recurra al Estado: el impulso acrual a favor del matrimonio gay lación crítica con el matrimonio, es desplazar el lugar de la des-
es en cierta manera una respuesta al sida y, en particular, una legitimación de una parte de la comunidad queer a otra o, más
respuesta avergonzada en la cual la comunidad gay busca re- bien, transformar una deslegitimación colectiva en una selecti-
pudiar su supuesta promiscuidad, una respuesta en la que apa- va. Dicha práctica es difícil, si no imposible, de reconciliar con
rece como saludable y normal y capaz de sostener relaciones un movimiento radicalmente democrático y sexualmente pro-
monógamas duraderas. Esto me lleva de nuevo a un tema que gresista. ¿Qué implicaría excluir del campo de la potencial le-
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¿EL PARENTESCO ES SIEMPRE HETEROSEXUAL [ ... ]? 169
gitimación a aquellos que se hallan fuera de! matrimonio, a la legitimación de! Estado, aun cuando, o precisamente cuan-
aquellos que viven de una forma no monógama, a aquellos que do, e! Estado parece re!arivamente retraído de! propio proceso
viven solos, a aquellos que se hallan en algún acuerdo que no contractual.
tiene la forma de! matrimonio? Añadiría aqui una advertencia: Por lo tanto, las normas de! Estado funcionan de una forma
no siempre sabemos lo que queremos decir cuando hablamos muy diferente en estos dispares contextos nacionales. En Esta-
de «e! Estado» al referirnos al tipo de «legitimación. que se da dos Unidos, las normas de reconocimiento que proporciona e!
en e! matrimonio. El Estado no es una simple unidad y sus par- Estado no sólo no logran describir o regular prácticas sociales
tes y sus operaciones no están siempre coordinadas la una con ya existentes, sino que a menudo se convierten en e! lugar para
la otra. El Estado no es reducible a la ley, y e! poder no es re- la articulación de una fantasía de normatividad que proyecta y
ducible al poder de! Estado. Sería un error entender e! Estado delinea una explicación ideológica de! parentesco, en e! mo-
como si operara con una única serie de intereses, o calibrar sus mento en e! que experimenta e! desafío social y la disemina-
efectos como si tuvieran un éxito unilateral. Creo que e! Esta- ción. Así pues, parece que apelar al Estado es a la vez apelar a
do puede también trabajarse y explotarse. Además, la política una fantasía ya institucionalizada por e! Estado y alejarse de la
social que implica la implementación de una ley en casos loca- complejidad social existente con la esperanza de convertirse fi-
les a menudo puede ser e! lugar donde se desafía la ley, puesta nalmente en alguien «socialmente coherente». Esto implica
a disposición de un tribunal para juzgar, y donde nuevos acuer- también que hay un lugar al que podemos recurrir, entendido
dos de parentesco tienen una oportunidad de obtener una nue- como e! Estado, e! cual finalmente nos convertirá en coheren-
va legitimidad. No obstante, ciertas proposiciones siguen sien- tes, un cariz que nos compromete con la fantasía de! poder de!
do muy controvertidas, por ejemplo, la adopción interracial y Estado. Jacque!ine Rose argumenta persuasivamente que «si
la adopción por un hombre solo, por parejas gays, por perso- e! Estado sólo tiene sentido "parcialmente como algo que exis-
nas no casadas o por estructuras de parentesco formadas por te", si descansa sobre la creencia de los individuos de que
más de dos adultos. Así pues, existen motivos de preocupación "existe o debería existir", entonces esto empieza a parecerse
al solicitar e! reconocimiento de! Estado para las alianzas ínti- asombrosamente a lo que e! psicoanálisis llamaría "un fenóme-
mas y convertirse así en parte de una extensión de! poder de! no?»." Sus reglamentos no siempre buscan ordenar lo que ya
estado en lo socius. Pero ¿pesan más estas razones que aquellas existe, sino concebir la vida social en ciertas formas imagina-
que podamos tener para buscar e! reconocimiento y los dere- rias. La distancia ínconmensurable que existe entre las estipu-
chos mediante un contrato legal? Los contratos funcionan de laciones del Estado y la vida social existente debe ser cubierta
formas diferentes -y sin duda hay diferencias entre e! contex- por e! Estado, pues de lo contrario no podrá continuar ejer-
to de Estados Unidos y e! de Francia-, pero su objetivo es acu- ciendo su autoridad ni ejemplificar e! tipo de coherencia que se
mular y aglutinar la autoridad estatal y someter a un control re- espera confiera a sus sujetos. Como nos recuerda Rose, «e! Es-
gulador a aquellos individuos que se adhieran a ellos. Aunque tado se ha convertido en algo tan extraño y distante de la gen-
argumentemos que en Francia los contratos se conciben como te a la que debe representar que, según Enge!s, depende, de
derechos individuales y que, por lo tanto, están menos sujetos forma cada vez más desesperada, de la consagración y la invio-
al control de! Estado, esa misma índividuación se sostiene por labilidad de sus propias leyes»."
170 DESHACER EL GÉNERO ¿EL PARENTESCO ES SIEMPRE HETEROSEXUAL L..J? 171
Éstos son los dos lados de esta moneda; sin embargo, no Lo NATURAL, LO CULTURAL Y LA LEY DEL ESTADO
tengo la intención de resolver este dilema a favor de uno u
otro, sino que sólo plantearé crítica que englobe a ambos. Aunque Agacinski, la filósofa francesa, no es una lacaniana
Mantengo que la legitimación es un arma de doble filo: es cru- y, de hecho, ni siquiera es psicoanalista, observamos en sus co-
cial que, políticamente, reclamemos la inteligibilidad y el reco- mentarios, que ocuparon un lugar prominente en el debate
nocimiento; y es políticamente crucial que mantengamos una francés, una cierta creencia antropológica compartida por mu-
relación crítica y transformadora con las normas que rigen lo chos seguidores de Lacan y por otros practicantes del psicoa-
que contará y lo que no contará como alianzas y parentescos nálísis en Francia y en otros lugares." Agacinski cree que la cul-
intelígíbles y reconocibles. Esto último podría también involu- tura misma requiere que un hombre y una mujer produzcan un
crar una relación crítica con el deseo de legitimación como tal. hijo y que el hijo tenga este punto de referencia dual para su
Es también crucial que cuestionemos la presunción que el Es- propia iniciación en el orden simbólico, entendiendo por or-
tado suministra a esas normas y que lleguemos a pensar crítica- den simbólico la serie de reglas que ordenan y apoyan nuestro
mente en qué se ha convertido el Estado en los últimos años o, sentido de la realidad y de la inteligibilidad cultural.
mejor dicho, cómo se ha convertido en el lugar para la articu- Agacinski escribe que la paternidad gay no es natural y que
lación de una fantasía que busca negar o invertir lo que hemos es una amenaza para la cultura debido a que la diferencia se-
obtenido en esos años. xual, la cual, desde su punto de vista, es irrefutablemente bio-
Si volvemos al debate francés, parece importante recordar lógica, obtiene su significado en la esfera cultural como los ci-
que el debate sobre las leyes es a la vez un debate sobre qué ti- mientos de la vida en la procreación: «Estos cimientos [de la
pos de acuerdos sexuales y qué tipos de parentesco se puede diferencia sexual] son la generación; ésta es la diferencia entre
admitir que existen o se consideran como posibles, y cuáles son los roles paternos y maternos. Para crear vida, debe intervenir
los límites de lo imaginable. Para muchos de los que se opusie- lo masculino y lo femenino». Por encima de y en contra de esta
ron a los PACS o para quienes manifestaron una opinión míni- heterosexualidad que da la vida en los cimientos de la cultura
mamente escéptica sobre ellos, la variabilidad de la alianza se- se encuentra el espectro de la paternidad heterosexual, una
xuallegítima ponía en cuestión el propio estatus de la cultura. práctica que no sólo se desvía de la naturaleza y de la cultura,
La inmigración y la paternidad gay constituían un desafío a los sino que también se centra en la fabricación artificial y peligro-
fundamentos de una cultura que ya ha sido transformada pero sa de lo humano y que se presenta como un tipo de violencia o
que busca negar la transformación que ya ha experimentado." destrucción. Agacinski escribe: «Si uno es homosexual se ne-
Para comprender esto debemos considerar cómo funciona cesita cierta "violencia" para querer un hijo [It faut une certai-
el término «cultura» y cómo, en el contexto francés, el término ne "oiolence" quand on est homosexuele, pour vouloir un enfant]
se invocaba no para designar las formaciones culturalmente va- [...J Creo que no existe el derecho absoluto a un hijo, ya que el
riables de la vida bumana, sino para designar las condiciones derecho implica una fabricación cada vez más artificial de los
universales de la inteligibilidad humana. niños. Por el bien del niño, no se puede borrar su doble ori-
gen». El «doble origen» es su invariable principio con un hom-
bre y una mujer, un hombre que ocupe el lugar del padre y una
172 DESHACER EL GÉNERO ¿EL PARENTESCO ES SIEMPRE HETEROSEXUAL [ ... ]? 173
mujer que ocupe el lugar de la madre. «Este origen mezclado, prohibición misma. Ahora bien, el psicoanálisis explicará que
que es lo natural-escribe-, es también el cimiento cultural y el padre y la madre no tienen que existir verdaderamente; pue-
simbólico.»" den ser posiciones o figuras imaginarias, pero deben figurar es-
El argumento de que debe haber un padre y una madre tructuralmente de alguna forma. El argumento de Agacinski es
como doble punto de referencia para el origen del niño descan- ambiguo en este sentido, pero ella insiste en que deben haber
sa sobre una serie de premisas que ya desarrolló Lévi-Strauss existido, y que su existencia debe ser comprendida por el niño
en Las estructuras elementales del parentesco, en 1949. Aun- como un elemento esencial de su origen.
que Agacinski no es lévi-straussiana, sin embargo en su mar- Para comprender cómo esta prohibición se convierte en
co toma prestadas una serie de premisas estructuralistas sobre fundacional para una concepción de la cultura se debe seguir la
la cultura que han sido reformuladas y reutilizadas en el de- trayectoria mediante la cual el complejo de Edipo de Freud se
bate actual. Aquí la cuestión no es tanto responsabilizar a los remodela como una estructura inaugural del lenguaje y del su-
puntos de vista de Lévi-Strauss por los términos del debate ac- jeto en Lacan, algo que yo no puedo hacer en este contexto y
tual, sino preguntar a qué propósito sirve la reutilización de di- que probablemente ya se ha hecho demasiadas veces anterior-
chos puntos de vista en el horizonte político contemporáneo, mente." Lo que aquí quiero subrayar es que la utilización del
dado que las teorías antropológicas que Lévi-Strauss desarro- complejo de Edipo para establecer una cierta concepción de la
lló a finales de la década de 1940 generalmente se consideran cultura tiene consecuencias más bien limitadas en la formación
superadas e incluso han sido cuestionadas por el propio Lévi- de los acuerdos de sexo y género y que implícitamente imagina
Strauss." la cultura como un todo, como una unidad que tiene como fin
Según Lévi-Strauss, el drama edípico no es un momento reproducirse a sí misma y a su plenitud a través de la repro-
del desarrollo o una fase. Consiste, en cambio, en una prohibi- ducción del niño. Cuando Agacinski argumenta, por ejemplo,
ción que está funcionando en el principio del lenguaje, una que para que los hijos no presenten tendencias psicóticas de-
prohibición que funciona en todo momento para facilitar la ben contar con un padre y una madre, inicialmente no parece
transición de la naturaleza a la cultura a todos los sujetos que que esté defendiendo el principio empírico de que el padre y la
surgen. De hecho, el obstáculo que prohíbe la unión sexual madre deben estar presentes y ser conocidos en todas las fases
con la madre no aparece en un determinado momento, sino de la crianza del hijo. Ella se refiere a algo más ideal: al hecho de
que, en cierto sentido, está ahí como precondición de la indivi- que al menos debe haber un punto psíquico de referencia para
duación, como presuposición y como soporte de la misma in- la madre y el padre y un esfuerzo narrativo para recuperar al
teligibilidad cultural. No hay ningún sujeto que emerja sin este padre y a la madre, aunque uno u otro nunca estén presentes y
obstáculo o prohibición como su condición, y no se puede re- sean desconocidos. Pero si esto estuviera garantizado sin los
clamar ninguna inteligibilidad cultural sin primero pasar a tra- acuerdos sociales de la heterosexualidad, ella no tendría nin-
vés de esta estructura fundacional. De hecho, se rechaza a la guna razón para oponerse a la adopción lesbiana y gayo Así pa-
madre porque pertenece al padre, así que, si esta prohibición recería que los acuerdos sociales apoyan y mantienen la es-
es fundamental y si es comprendida, entonces el padre y la ma- tructura simbólica, aunque la estructura simbólica legitime el
dre existen como características lógicamente necesarias de la acuerdo social. Sin tener en cuenta el progenitor o progenito-
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res que crían al niño, Agacinski entiende el coito heterosexual función en relación con el pre- Edipo. Además, en la antropo-
como el origen del hijo y ese origen tendrá una importancia logía estructural se defiende el intercambio de mujeres como
simbólica. una precondición de la cultura y se identifica la exogamia con
Esta importancia simbólica del origen del hijo en la hetero- el tabú del íncesto que opera en el drama edípico. Mientras,
sexualidad se considera esencial para la cultura por la siguien- otras teorías de la cultura han tomado su lugar y han cuestio-
te razón: si el niño entra en la cultura mediante el proceso de nado el relato estructuralista. De hecho, el fracaso del estruc-
asunción de una posición simbólica y si estas posiciones sim- turalismo por no tener en cuenta los sistemas de parentesco
bólicas se diferencian en virtud de la edipalización, entonces el que no se conforman a su modelo fue puesto de manifiesto por
niño presumiblemente llegará a una posición de género en el antropólogos como David Schneider, Sylvia Yanagisako, Sarah
momento en que adopte una posición respecto a sus padres, Franklin, Clífford Geertz y Marilyn Strathern." Estas teorías
que le están prohibidos como objetos abiertamente sexuales. enfatizan modos de intercambio diferentes de aquellos que
El chico se convertirá en un chico en la medida en que reco- presume el estructuralismo y cuestionan también la universali-
nozca que no puede tener a su madre y que debe encontrar una dad de las afirmaciones estructuralistas. Los sociólogos del pa-
mujer que la sustituya; la chica se convertirá en una chica en la rentesco, por ejemplo, Judith Stacey y Carol Stack, así como
medida en que reconozca que no puede tener a su madre, que también la antropóloga Kath Weston, han subrayado asimismo
sustituya esa pérdida a través de la identificación con la madre una variedad de relaciones de parentesco que funcionan de
y que luego reconozca que no puede tener al padre y le sustitu- acuerdo con reglas que no siempre pueden referirse al tabú del
ya por un objeto masculino. De acuerdo con este rígido esque- incesto."
ma de edipalización, la satisfacción del deseo heterosexual de- Pero ¿por qué el relato estructuralista de la diferencia se-
termina el género. Esta estructura que, a fin de reconstruir la xual, concebido de acuerdo con el intercambio de mujeres,
teoría de Agacinski, expongo aquí de una forma todavía mu- «reaparece» en el contexto de los debates actuales en Francia?
cho más rígida que la que uno halla en Freud (por ejemplo en ¿Por qué varios intelectuales, entre ellos algunas feministas,
Tres ensayos sobre teoría sexual o en El yo y el ello), queda pri- proclaman que la diferencia sexual no es sólo fundamental
vada entonces de su carácter de fase del desarrollo y se afirma para la cultura sino tambíén para que ésta pueda ser transmiti-
como el medio mismo a través del cual el sujeto individual se da, y defíenden que la reproducción debe continuar siendo la
establece dentro del lenguaje. Formar parte de la cultura im- prerrogativa del matrimonio heterosexual y que los limites de-
plica haber pasado por el mecanismo diferenciador de género ben establecerse sobre formas viables y reconocibles de acuer-
de este tabú y cumplir tanto con la heterosexualidad normati- dos de paternidad no heterosexuales?
va como con la identidad de género diferenciada. Para comprender el resurgir de este estructuralismo en
Hay muchas razones para rechazar esta particular interpre- gran parte anacrónico, es importante considerar que el tabú del
tación de la edipalización como una precondición del lenguaje incesto en Lévi-Strauss no sólo funciona para procurar la re-
y de la inteligibilidad cultural. Hay muchas versiones del psi- producción exógama de los hijos, sino también para mantener
coanálisis que rechazan este esquema y proponen otras formas la unidad del «clan» mediante la exogamia obligatoria, tal
de rearticular el complejo de Edipo, aunque también limitan su como se articula a través de la heterosexualidad obligatoria. La
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mujer que llega de otro lugar garantiza a los hombres del lugar Una cierta prefiguración de esta relación se puede observar
la reproducción de su propia especie. De esta forma, ella ga- en Lévi-Strauss, lo que en parte explica por qué se retoma esta
rantiza la reproducción de la identidad cultural. El ambiguo teoría en el contexto del debate actual. Cuando Lévi-Strauss
«clan» designa un grupo «primitivo» para Lévi-Strauss en argumenta que el tabú del incesto es la base de la cultura y que
1949, pero ideológicamente funciona como la unidad cultural dicta la exogamia o el matrimonio fuera del clan, ¿se está le-
de la nación en 1999-2000, en el contexto de una Europa aco- yendo «el clan» en términos de la raza o, más específicamente,
sada por la apertura de las fronteras y por los nuevos emigran- en rérminos de una presuposición racial de la cultura que man-
tes. El tabú del incesto funciona así en tándem con un proyec- tiene su pureza a través de la regulación de su capacidad de
to racista para reproducir la cultura y, en el contexto francés, transmisión? El matrimonio debe tener lugar fuera del clan.
para reproducir la identificación implícita de la cultura france- Debe haber exogamia. Pero también debe haber un límite a la
sa con la universalidad. Es una «leyx que funciona al servicio exogamia; es decir, el matrimonio debe rener lugar fuera del
del «como si», garantizando una fantasía de la nación que ya clan pero no fuera de una cierta autoimagen o comunalidad ra-
está amenazada de una forma irreversible. En este sentido, la cial. Así pues, el tabú del incesto impone la exogamia, pero el
invocación de la ley simbólica es una defensa frente a la ame- tabú del mestizaje limita la exogamia que el primero ordena.
naza de la pureza cultural francesa que ha tenido lugar, y está Arrinconado entre la heterosexualidad obligatoria y un mesti-
teniendo lugar, a través de los nuevos patrones de inmigración, zaje prohibido, algo llamado cultura, sarurada con la ansiedad
el creciente número de relaciones interraciales, el mestizaje y la y la identidad de la blancura europea dominante, se reproduce
difuminación de las fronteras nacionales. De hecho, incluso en a sí misma como la universalidad misma.
Lévi-Strauss, que reformuló su teoría de la formación del clan Por supuesto, hay otras formas de contestar al modelo de
en su opúsculo Raza e historia, se observa que la capacidad de Lévi-Strauss que han aparecido en años recientes, y su extraño
reproducción de la identidad racial está ligada a la reproduc- resurgir en el reciente debate político sin duda sacudirá a los
ción de la cultura.'? ¿Hay una conexión entre la explicación de antropólogos como la espectral aparición de un anacronismo.
la reproducción de la cultura en los primeros trabajos de Lévi- Se ha argumentado que otros tipos de parentesco son posibles
Strauss y sus posteriores reflexiones sobre la identidad cultural en la cultura. Hay también otras formas de explicar las prácti-
y la reproducción de la raza? ¿Hay alguna conexión entre estos cas ordenativas que a veces el parentesco ejemplifica. Sin em-
textos que pueda ayudarnos a leer el vínculo cultural que tiene bargo, estos debates quedan circunscritos a un estudio del pa-
lugar actualmente en Francia entre los miedos acerca de la in- rentesco que asume que éste tiene un lugar primordial dentro
migración y los deseos de regular el parentesco no heterose- de una cultura, y que en su mayor parte la cultura es una tota-
xual? Puede considerarse que el tabú del incesto funciona en lidad unitaria y diferenciada. Pierre Clastres defendió este pun-
conjunción con el tabú del mestizaje, especialmente en el con- to en medio de gran polémica hace unos años en el contexto
texto francés contemporáneo, en la medida en que la defensa francés, argumentando que no es posible tratar las reglas del
de la cultura que tiene lugar a través del dictado de la hetero- parentesco como suministradoras de las reglas de inteligibili-
sexualidad de la familia es a la vez una extensión de las nuevas dad para ninguna sociedad, y que la cultura no es una noción
formas de racismo europeo. que se sostiene por sí sola sino que debe considerarse funda-
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mentalmente imbuida de relaciones de poder, relaciones de po- do de una heterosexualidad fundadora debe también ser leído
der que no pueden reducirse a reglas." Pero si empezamos a como parte de la operación del poder -y yo añadiría de la fan-
comprender que las culturas no se sostienen por sí solas y que tasía- de manera que se pueda empezar a preguntar cómo
no forman una unidad, que los intercambios entre ellas y sus funciona la invocación de dicho fundamento en la construc-
propios modos de delimitarse a sí mismas frente a otras consti- ción del Estado y de la nación. Las relaciones de intercambio
tuyen su ontología provisional y que, en consecuencia, están que constituyen la cultura como una serie de transacciones o
cargadas de poder, entonces se nos fuerza a reconsiderar com- de traducciones no son sólo, o de una forma prominente, se-
pletamente el problema del intercambio: ya no es el don de las xuales, sino que toman la sexualidad como su tema, por así de-
mujeres lo que asume y produce la identidad propia del clan cirlo, cuando está en juego la cuestión de la transmisión cultu-
patrilineal, sino una serie de prácticas contestadas y potencial- ral y de la reproducción. No quiero decir que la reproducción
mente impredecibles de autodefinición que no son reducibles cultural solamente tenga lugar a través del hijo, ni que tenga lu-
a una heterosexualidad primigenia y fundadora de la cultura. gar de una forma exclusiva o fundamental a través del hijo.
De hecho, si se quisiera elaborar más este punto, se debería Sólo trato de sugerir que la figura del hijo es un lugar erotizado
partir de la sugerencia de David Schneider según la cual el pa- en la reproducción de la cultura, una figura que implícitamen-
rentesco es una especie de hacer que no refleja una estructura te plantea la cuestión de si la transmisión de la cultura a través
anterior, sino que sólo puede entenderse como una práctica de la procreación heterosexual estará segura -no sólo si la he-
representada. Creo que esto permitiría evitar que una estruc- terosexualidad servirá al propósito de transmitir fielmente la
tura de relaciones hipostatizada se oculte detrás de los actuales cultura, sino si la cultura será definida, en parte, como la pre-
acuerdos sociales y nos permitiría considerar cómo los modos rrogativa de la heterosexualidad misma.
de hacer pautados y performados hacen funcionar a las catego- Sin embargo, poner en cuestión todo este aparato teórico
rías del parentesco y se convierten en los medios a través de los no sólo implica cuestionar las normas fundacionales de la he-
cuales las categorías experimentan una transformación y un terosexualidad sino también preguntarse si puede hablarse de
desplazamiento. la «cultura» como un tipo de campo o ámbito autosuficiente.
La heterosexualidad hipostatizada, construida por algunos Aunque yo lo haga con el fin de luchar para elaborar esta posi-
como simbólica más que social para operar así como una es- ción en un acto de pensamiento público, soy consciente de que
tructura en la que se fundamenta el campo del parentesco mis- estoy utilizando un término que ya no significa en el modo en
mo -y que informa los acuerdos sociales independientemente que lo hada. El término «cultura» sustenta una posición pasa-
de su origen y de su contenido-, ha sido la base de la afirma- da, una posición que yo también suspendo al utilizarla. La re-
ción de que el parentesco es siempre heterosexual de antema- lación entre la heterosexualidad y la unidad e, implicitamente,
no. De acuerdo con este precepto, aquellos que entran en los la pureza de la cultura no es una relación funcional. Aunque
términos del parentesco como no heterosexuales sólo tendrán tengamos la tentación de decir que la heterosexualidad afirma
sentido si asumen la posición de la madre o del padre. La va- la reproducción de la cultura y que la patrilineidad afirma la
riabilidad social del parentesco es poco o nada eficaz para re- reproducción de la cultura en la forma de un todo cuya identi-
escribir la fundamental y dominante ley simbólica. El postula- dad se puede reproducir a través del tiempo, es igualmente
180 DESHACER EL GÉNERO
¿EL PARENTESCO ES SIEMPRE HETEROSEXUAL [ ... ]? 181
verdad que la idea de una cultura como una roralidad que se De forma similar, Franklin y McKinnon entienden el pa-
sostiene y que se replica a sí misma apoya la naruralización de rentesco como un lugar donde ciertos desplazamientos ya están
la hererosexualidad, y que la aproximación estructuralista a la funcionando, donde se centran y se rechazan los temores sobre
diferencia sexual en su totalidad es el ejemplo por antonomasia la biotecnología y las migraciones transnacionales. Claramente,
de ese movimiento que defiende la heterosexualidad como par- parece que esto es lo que se da en la posición de Agacinski al
te de la cultura. Pero ¿hay alguna forma de romper este círcu- menos en dos formas: al hablar del miedo a la «americaniza-
lo en el que la heterosexualidad instituye la cultura monolítica ciónx de las relaciones sexuales y de género en Francia testi-
y la cultura monolítica reinstituye y renaturaliza la heterose- monia el deseo de mantener esas relaciones organizadas de una
xualidad? forma específicamente francesa; y el llamamiento a la universa-
Se han hecho esfuerzos dentro de la antropología para no lidad del orden simbólíco es, sín duda, un tropo para designar
colocar siempre el parentesco como la base de nuestra cultura, el esfuerzo francés de identificación de su propio proyecto na-
para concebirla como un fenómeno cultural interrelacionado cionalista con un proyecto universalista. De forma similar, el
de una forma compleja con otros fenómenos, ya sean cultura- miedo a que las lesbianas y los gays empiecen a crear seres hu-
les, sociales, políticos o económicos. Por ejemplo, los antropó- manos, exagerando así el alcance de la biotecnología repro-
logos Franklin y McKinnon escriben que el parentesco se ha ductiva, sugiere que, para Agacinski, estas prácticas «no natu-
relacionado con «las formaciones políticas de las identidades rales» derivarán en una ingeniería de lo humano a gran escala,
nacionales y transnacionales, los movimientos económicos de con lo cual se vincula de nuevo la homosexualidad con el po-
mano de obra y de capital, las cosmologías de la religión, las je- tencial resurgir del fascismo. Se podría preguntar qué fuerzas
rarquías de la raza, el género y las taxonomías de las especies, y tecnológicas de la economía global o qué consecuencias del
las epistemologías de la ciencia, la medicina y la tecnología». proyecto del genoma humano plantean este tipo de ansiedades
Argumentan que, como resultado, el propio estudio etnográfi- en la vida cultural contemporánea. Pero parece un desplaza-
co del parentesco ha cambiado de tal manera que ahora «in- miento, por no llamarlo una alucinación, identificar la fuente
cluye temas como las culturas de la diáspora, la dinámica de la de esta amenaza social, si es que se trata de una amenaza, con
economía política global o los cambios que ocurren en los con- las lesbíanas que extraen esperma del hielo seco en un frío día
textos de la biotecnología y la biomedicína»." De hecho, en el de invierno en Iowa cuando una de ellas está ovulando.
debate francés Eric Fassin ha defendido que se debe entender Franklin y MacKinnon escriben que el parentesco «ya no
la invocación del orden simbólico que asocia el matrimonio a la se conceptualiza como algo basado en una idea singular y fija
filiación de una forma necesaria y fundacional como una res- de la relación "natural", sino que se ve como algo ensamblado
puesta compensatoria a la ruptura histórica del matrimonio conscientemente con una serie de posibles trozos y piezas»."
como institución hegemónica, conocida en Francia por el nom- Entonces resulta crucial comprender la operación de ensam-
bre de démarriage:" En este sentido, la oposición al PACS es blaje que se describe a la luz de la tesis que sostiene que el pa-
un esfuerzo para hacer que el Estado sostenga una cierta fanta- rentesco mismo es un tipo de hacer, una práctica que represen-
sía del matrimonio y la nación cuya hegemonía ya está siendo ta este ensamblaje de significados mientras se está dando. Pero
desafiada de una forma irreversible en la práctica social. con tal definición de lugar, ¿puede separarse el parentesco de-
182 DESHACER EL GÉNERO ¿EL PARENTESCO ES SIEMPRE HETEROSEXUAL [ ... ]? 183
finitivamente de otras prácticas comunales y afiliativas? El pa- va serie de relaciones de propiedad que deben ser negociadas
rentesco pierde su especificidad como objeto una vez que se le mediante la legislación y las decisiones judiciales. Pero también
caracteriza aproximadamente como los modos de relaciones hay consecuencias claramente saludables en la ruptura del or-
duraderas. Obviamente, no todas las relaciones de parentesco den simbólico, ya que puede que los lazos de parentesco que
duran, pero cualesquiera que sean las relaciones que se califi- unen a las personas no sean más que la intensificación de los la-
can como parentesco entran dentro de una norma o conven- zos comunitarios, puede que estén o no basados en relaciones
ción que tiene alguna duración y esa norma perdura al ser rei- sexuales duraderas o exclusivas y puede que consistan en ex
terada una y otra vez. Asi pues, una norma no tiene que ser amantes, no amantes, amigos y miembros de la comunidad.
estática para durar; de hecho no puede ser estática si tiene que Entonces, en este sentido, las relaciones de parentesco llegan a
durar. Estas son relaciones propensas a ser naturalizadas y tras- límites que cuestionan la posibilidad de distinguir el parentes-
tornadas repetidamente por la imposibilidad de fijar una rela- co de la comunidad, o que apelan a un nuevo tipo de concepto
ción entre la naturaleza y la cultura; además, en los términos de de la amistad. Se trata de una «ruptura» del parentesco tradi-
Franklin y McKinnon, el parentesco es una forma de denotar el cional que no sólo desplaza las relaciones sexuales y biológicas
origen de la cultura. En otras palabras, la historia del parentes- del lugar central que ocupan en su definición, sino que otorga
co, tal como la empezó Lévi-Strauss, es una alegoria del origen a la sexualidad un dominio separado del parentesco, lo que
de la cultura y un síntoma del proceso mismo de naturaliza- permite que un lazo duradero se pueda pensar fuera del marco
ción, un proceso que tiene lugar de forma brillante e insidiosa conyugal, y que se abra el parentesco a una serie de lazos co-
en nombre de la cultura misma. Por ello los debates sobre la munitarios que no pueden reducirse a la familia.
distinción entre naturaleza y cultura, que claramente aumentan
cuando las distinciones entre lo animal, lo humano, la máqui-
na, el híbrido y el cyborg ya no están decididas, se centran en el LA NARRATIVA PSICOANALíTICA, EL DISCURSO NORMATIVO
parentesco, ya que incluso una teoria del parentesco radical- Y LA CRÍTICA
mente culturalista se enmarca en una «naturaleza» desacredita-
da, y permanece asi en una relación constitutiva y definicional Desafortunadamente, el importante trabajo de lo que po-
respecto a lo que pretende trascender. drían llamarse los estudios del post-parentesco en antropolo-
Puede observarse lo rápido que el parentesco pierde su es- gía no tiene paralelo en el psicoanálisis, donde no se ha lleva-
pecificidad en términos de la economía global cuando, por do a cabo semejante trabajo innovador e incluso se sigue
ejemplo, se considera la política de la adopción internacional y defendiendo el presunto parentesco heterosexual para teorizar
de la inseminación de donantes, dado que las nuevas «fami- la formación sexual del sujeto; no obstante, hay algún estudio
lías», en las que las relaciones de filíación no están basadas importante al respecto, como, por ejemplo, el de Ken Corbetr."
en la biología, están a veces condícionadas por las innovacio- Mientras tanto, varios antropólogos no sólo han ampliado el
nes de la biotecnología, por las relaciones mercantiles interna- significado y las posibles formas del parentesco, sino que tam-
cionales o por el comercio de niños. Y además está la cuestión bién se han cuestionado si el parentesco es siempre lo que de-
del control de los recursos genéticos, concebido como una nue- fine a la cultura. Pero si se cuestiona el postulado por el cual la
184 DESHACER EL GÉNERO
¿EL PARENTESCO ES SIEMPRE HETEROSEXUAL [ ... ]? 185
edipalización, concebida de forma estricta, se convierte en la culturales se encuentran a su disposición y qué interpretacio-
condición para la cultura misma, ¿cómo retornar entonces al nes particulares dan ellos a esas condiciones? ¿Debe la historia
psicoanálisis una vez se ha dado esta desvinculación? Que el que el niño narra sobre su origen -una historia sin duda so-
complejo de Edipo no sea la condición sine qua non de la cul- metida a muchas reformulaciones-, conformarse a una sola
tura no significa que no haya lugar para él. Simplemente sig- historia sobre cómo nacen los humanos? ¿O veremos que el ser
nifica que el complejo que así se nombra puede tomar una va- humano surge de estructuras narrativas que no pueden redu-
riedad de formas culturales y que ya no podrá funcionar cirse a una sola historia, a la historia de la Cultura misma en le-
como una condición normativa de la cultura misma. El com- tras mayúsculas? ¿Cómo debe modificarse nuestro sentido de
plejo de Edipo puede funcionar o no universalmente, pero in- la necesidad de una comprensión narrativa del yo que un niño
cluso aquellos que afirman que lo hace deberán descubrir en pueda tener para que incluya la consideración de cómo esas na-
qué formas aparece y no podrán sostener que siempre aparece rrativas se modifican y se interrumpen a lo largo del tiempo?
de la misma forma. Que sea universal -y confieso ser una ag- ¿y cómo podemos empezar a comprender qué formas de dife-
nóstica en este punto- de ninguna manera confirma la tesis renciación de género tienen lugar en el niño cuando la edipali-
que sostiene que es la condición de la cultura. Dicha tesis da a zación no presupone la heterosexualidad?
entender que sabe que el complejo de Edipo siempre funciona Ciertamente, ésta es la ocasión no sólo para que el psicoa-
de la misma forma, a saber, como una condición de la cultura nálisis repiense sus propias nociones de cultura, que han sido
misma. Pero si tal complejo se interpreta de una forma amplia, aceptadas sin crítica, sino para que el nuevo parentesco y los
como un nombre para la triangulación del deseo, entonces la nuevos acuerdos sexuales fuercen a repensar la cultura misma.
pregunta principal es: ¿qué formas toma la triangularidad? Cuando las relaciones de compromiso ya no pueden localizar-
¿Debe presumir la heterosexualidad? ¿Y qué ocurre si empe- se en la procreación heterosexual, la misma homología entre
zamos a comprender el complejo de Edipo fuera del inter- naturaleza y cultura, apoyada por filósofos como Agacinski,
cambio de mujeres y de la presuposición del intercambio he- tiende a desaparecer. De hecho, tales relaciones no permane-
terosexual? cen estáticas en el propio trabajo de Agacinski, ya que si el or-
El psicoanálisis no tiene que asociarse exclusivamente al den simbólico es el que ordena los orígenes heterosexuales, y
principio reaccionario en el que la cultura se entiende como se entiende que lo simbólico legitima las relaciones sociales,
basada en una heterosexualidad irrefutable. De hecho, hay mu- ¿por qué se preocupa por aquellas relaciones sociales supues-
chas cuestiones que el psicoanálisis podría investigar con el fin tamente ilegítimas? Ella presupone que estas últimas tienen el
de ayudar a comprender la vida psíquica de aquellos que viven poder de socavar lo simbólico, sugiriendo así que lo simbólico
fuera del parentesco nortnativo o en una mezcla de parentesco no precede a lo social y, finalmente, que no es independiente
normativo y no normativo, por ejemplo: ¿cuál es la fantasía del de lo social.
amor homosexual que el hijo inconscientemente adopta en las Parece claro que cuando los psicoanalistas hacen declara-
familias gays? ¿Cómo entienden sus orígenes los niños que han ciones públicas sobre el estatus psicótico o peligroso de las fa-
sido desplazados de sus familias originales o que han nacido milias gays, están hablando de formas que deben ser firmemen-
mediante implantación o donación de semen? ¿Qué narrativas te contrarrestadas. Y los lacanianos no tienen el monopolio de
186 DESHACER EL GÉNERO ¿EL PARENTESCO ES SIEMPRE HETEROSEXUAL [ .. .l? 187
dichas declaraciones. En una entrevista con Jacqueline Rose, la hacia una cierta parálisis frente al ejercicio del poder para cam-
conocida psicoanalista k1einiana Hanna Segal reitera su opi- biar los términos a través de los cuales dichos tópicos se tornan
nión de que «la homosexualidad es un ataque a la paternidad pensables. De hecho, cuando defendemos que el parentesco no
en pareja» y «un alto en el desarrollo». Ella manifiesta indigna- se reduce a la «familia» o cuando nos negamos a admitir que el
ción frente a una situación en la que dos lesbianas crían a un campo de la sexualidad se limita a la forma matrimonial, preci-
chico, y añade que considera que «la estructura homosexual samente lo que estamos exigiendo es una transformación social
adulta es patológica»." Cuando se le preguntó en una presen- más radical. Porque, tan seguro como que los derechos a la
tación pública en octubre de 1998 si estaba de acuerdo con que adopción y a la tecnología reproductiva deben estar disponi-
dos lesbianas criaran a un chico respondió rotundamente que bies para individuos y alianzas fuera del marco del matrímonio,
«no». Atacar directamente a Segal, como mucha gente ha he- también constituiría un\ recorte drástico de la política sexual
cho, insístiendo en la normalidad de las familias lesbianas y progresista permitir que 'el matrimonio y la familia, o incluso el
gays es aceptar que el debate debería centrarse en la distinción parentesco, marquen los parámetros exclusivos dentro de los
entre lo normal y lo patológico. Pero cuando permanecemos en cuales se piensa la vida sexual. Que el campo sexual se haya ce-
la antesala de la normalidad, o cuando revertimos el discurso rrado a través de dichos debates acerca de si podemos casarnos
para enorgullecernos de nuestra «patología» (por ejemplo, o concebir o criar hijos deja claro que cualquier respuesta, es
como la única posición «sana» dentro de una cultura homofó- decir, tanto el «sí» como el «no», se ponen al servicio de la cir-
bica), no estamos cuestionando el marco de definición. Y una cunscripción de la realidad de una forma precipitada. Si deci-
vez que entramos en este marco estamos hasta cierto punto de- dimos que éstas son las cuestiones decisivas y si sabemos de
finidos por esos términos, lo que implica que estamos tan defi- qué lado estamos, entonces hemos aceptado un campo episte-
nidos por esos términos cuando tratamos de establecernos fue- mológico estructurado por una pérdida fundamental, una pér-
ra de los límites de la normalidad como cuando asumimos la dida que ya no podemos nombrar suficientemente ní tan sólo
impermeabilidad de estos límites y nos posicionamos en una para llevar su duelo. La vida de la sexualidad, del parentesco y
permanente externalidad. Después de todo, Agacinski sabe de la comunidad que se convierte en impensable dentro de los
cómo utilizar la afirmación de que las lesbianas y los gays son términos de dichas normas constituye el horizonte perdido de
«inherentemente» subversivos cuando sostiene que no se les la política sexual radical, y «políticamente» encontramos nues-
debe otorgar el derecho a casarse porque la homosexualidad tro camino tras las huellas de aquello por lo que no se puede
está, por definición, «fuera de las instituciones y de los mode- llevar luto.
los establecidos»."
Se puede pensar que esre pensamiento de doble filo sólo
conducirá a la parálisis política, pero deben considerarse las se-
rías consecuencias que se derivan de la toma de una posición
única en estos debates. Si aceptamos los términos que propor-
cionan estos debates, entonces ratificamos el marco en el mo-
mento preciso en que tomamos nuesrra posición. Esto apunta
CAPíTULO 6
EL ANHELO DE RECONOCIMIENTO
presenta a sí mismo por el Orro. Más bien es el proceso que se ca para comprender la relación con el objeto. El sujeto no sólo
inicia cuando el sujeto y el Otro entienden que se esrán refle- mantiene ciertas relaciones psíquicas con los objetos, sino que
jando a sí mismos muruamenre, no siendo esre reflejo el re- se constituye en y a través de esas relaciones psíquicas. Ade-
sultado de la fusión del uno con el Orro (a través de una iden- más, estas formas diversas están estructuradas implícitamente
tificación incorporativa, por ejemplo), ni una proyección que por una lucha por el reconocimiento en la que el Otro a veces
aniquila la alteridad del Orro. En la apropiación que realiza no se disocia del objeto que le representa físicamenre. Esta lu-
Benjamin de la noción hegeliana del reconocimiento, éste es un cha se caracteriza por el deseo de entablar una práctica comu-
ideal normativo, una aspiración que guía la práctíca clínica. El nicativa con el Otro en la que el reconocimiento no tenga lu-
reconocimiento implica que estamos viendo al Otro como al- gar ni como un suceso ni como una serie de sucesos, sino
guien separado pero estructurado físicamente en formas que como un proceso en curso que también planrea el riesgo físico
compartimos. Siguiendo en cierta forma los pasos de Haber- de la destrucción. Mientras que Hegel se refiere a la «nega-
mas, Benjamin concede gran importancia a la idea de que la co- ción» como el riesgo que uno debe asumir cuando es recono-
municación misma se convierte tanto en el vehículo como en el cido, Benjamin retiene este término para describir el aspecto
ejemplo de reconocimienro. El reconocimiento no es ni un acto diferenciado de la relacionalidad: yo no soy el Otro, y de esta
que uno performa ni está literalizado en el suceso en el cual nos distinción ciertas consecuencias se derivan. Hay maneras pro-
«vemos» el uno al otro y somos «vistos». Tiene lugar a través blemáticas de llevar el hecho de la negación que se explican en
de la comunicación, principalmente -pero no exclusivamen- parte a través del concepto de agresión de reud y de los con-
te- a través de la comunicación verbal medianre la cual los su- ceptos kleinianos de destrucción. Para Benjamín, los humanos
jetos son transformados en virtud de la práctica comunicativa mantienen relaciones físicas con Otros sobre la base de una
en la que intervienen. Se puede ver cómo este modelo suminis- ineludible negación, pero no todas estas relaciones son des-
tra una norma tanto para la teoría social como para la práctíca tructivas. Mientras que la respuesta psíquica que trata de do-
terapéutica. Así pues, hay que reconocer el mérito de Benjamín minar y disipar esa negación es destructiva, esa destrucción es
por la elaboración de una teoría que abarca ambos dominios precisamente lo que se necesita trabajar a través del proceso
tan productivamente. de reconocimiento. Dado que la vida psíquica humana se ca-
Una de las conrribuciones características de su teoría es su racteriza tanto por los deseos de omnipotencia como por los
insistencia en que la inrersubjetividad no es lo mismo que las de contacto, vacila entre «relacionarse con el objeto y recono-
relaciones objetuales: la «intersubjetividad» añade a las rela- cer el Otro externo».'
ciones objetuales la noción de un Otro externo, un Otro que Benjamín nos dice que esa vacilación o tensión es lo que
excede la construcción psíquica del objeto en términos com- constituye la vida psíquica de una forma fundamental o inevi-
plemenrarios. Esto implíca que cualquiera que sea la relación table. Sin embargo, parece que también debemos funcionar se-
psíquica y fantasmática con el objeto, ésta debe ser compren- gún una norma que postula la transformación de las relaciones
dida en términos de una dinámica de reconocimienro más am- con los objetos en formas de reconocimienro en las que nues-
plia. La relación con el objeto no es la misma que la relación tras relaciones con los objetos queden, por así decirlo, clasifi-
con el Otro, pero la relación con el Otro proporciona un mar- cadas denrro del principio general de nuestra relación con el
192 DESHACER EL GÉNERO EL ANHELO DE RECONOCIMIENTO 193
Otro. En la medida en que logramos efectuar dicha transfor- contra ellas y esforzarnos en lograr e! triunfo de! reconoci-
mación, parece que esta tensión se pone en juego en e! contex- miento por encima de la agresión. Sin embargo, aun bajo esta
to de la noción más fluida de práctica comunicativa que hemos esperanzada formulación, entendemos que e! reconocimiento
mencionado anteriormente. Benjamin insiste en «la inherente es algo más que la agresión o que, al menos, e! reconocimiento
problemática y la estructura conflictiva de la psique»,' y no se se puede dar sin agresión. Esto significa que habrá momentos
retracta de sus palabras. Dado e! carácter conflictivo de la men- en los que la relación con e! Otro sea una relación objetual,
te, lo que resulta difícil de comprender es qué sentido puede y pero esa relación con e! Otro puede y debe ser restaurada.
debe asumir e! reconocimiento. El reconocimiento es a la vez la También implica que e! reconocimiento erróneo es algo oca-
norma hacia la que tendemos invariablemente, la norma que sional, no es una característica constitutiva ni insuperable de la
debería regir la práctica terapéutica y la forma ideal que toma realidad psíquica como argumenta Lacan, y que e! reconoci-
la comunicación cuando se convierte en un proceso transfor- miento, concebido como algo que se da sin errores, no sólo de-
mativo. Sin embargo, e! reconocimiento es también e! nombre bería triunfar sino que puede hacerlo.
que se da al proceso que amenaza constantemente con la des- A continuación voy a exponer lo que creo son algunas de
trucción, e! cual, a mi entender, no puede darse sin un riesgo las consecuencias de este punto de vista y sus componentes.
definitivo y constituyente de destrucción. Aunque Benjamín Dado que la destrucción puede tornarse en reconocimiento,
claramente argumenta que e! reconocimiento puede conllevar entonces se deduce que e! reconocimiento puede dejar atrás la
la destrucción, me parece que ella todavía insiste en un ideal de destructividad. ¿Esto es cierto? Además, ¿dado e! requisito de
reconocimiento en e! que la destrucción es un acontecimiento que e! proceso de reconocimiento constituya ahora «e! tercero»
lamentable que se revierte y se supera en e! contexto terapéuti- mismo sobre la base de! repudio de otras formas de triangula-
co, de modo que no acaba de definir e! reconocimiento de una ción, la relación que e! reconocimiento asume es diádica? ¿Hay
forma esencial. alguna forma de concebir la triangulación aparie de la edipali-
Tal como yo entiendo su proyecto, la tensión entre la om- zación? ¿El modelo diádico de reconocimiento nos ayuda ade-
nipotencia y e! contacto, para emplear sus propios términos, es más a comprender la particular convergencia de! deseo hetero-
necesaria para la vida psíquica, pero hay formas de vivir y de sexual, bisexual y gay que invariablemente refiere e! deseo al
manejar la tensión que no conllevan la «separación», sino que exterior de la díada en la cual aparentemente se da? ¿Quere-
mantienen la tensión viva y productiva a la vez. Desde su pun- mos permanecer dentro de la complementariedad de género
to de vista, debemos estar preparados para superar las formas mientras intentamos comprender, por ejemplo, la especial inte-
de separación que conllevan e! repudio, en las que o bien me- racción de! género y e! deseo en e! transgénero? Finalmente,
nospreciamos e! objeto para afirmarnos nosotros mismos, o volveré a Hegel para examinar su versión de! yo frente a la que
bien proyectamos nuestra propia agresión sobre e! objeto para nos ofrece Benjamin con e! fin de comprender si cierta división
evitar las difíciles consecuencias psíquicas que se dan cuando en e! sujeto puede convertirse en la ocasión y e! impetu para
reconocemos la agresión como propia. La agresión rompe e! otra versión de! reconocimiento.
proceso de reconocimiento, y tales «rupturas», para utilizar sus
propios términos, son inevitables; no obstante, debemos luchar
194 DESHACER EL GÉNERO EL ANHELO DE RECONOCIMIENTO 195
DE LA TRIANGULARIDAD COMPLEMENTARIA A LA finalmente es creíble o, incluso, deseable. Es, sin duda, impre-
TRIANGULARIDAD POSTEDÍPICA sionante como acto de fe en las relaciones y especificamente en
la propia relación terapéutica. Así pues, en mi texto no espero
A lo largo del tiempo, el trabajo de Benjamin se ha despla- tanto rebatir esta afortunada concepción como ofrecer algunas
zado de un énfasis en la complementariedad, que asume una réplicas desde la ambivalencia en la que algunos de nosotros
relación diádica, a un énfasis que acomoda una relación triádi- continuamos viviendo. Además, creo que es posible hacer al-
ca. ¿Cuál es el tercer término en relación al cual se constituye gunas reflexiones menos jubilosas sobre la triangulación y la re-
la diada? Como cabe esperar de sus anteriores contribuciones, la lación triádica (para distinguir unas de otras) que no nos retor-
tríada no se reduce a la edipalización. No se da el caso que la dia- narán a la prisión del complejo de Edipo con sus implicaciones
da sea tácítamente y finalmente estructurada en relación con heterosexistas para el género. Finalmente, me gustaría sugerir
un tercero, el objeto de amor parental que prohíbe el tabú. que la utilización de una estructura triádica para concebir el de-
Para Benjamín, el tercero surge de una forma diferente, sin seo tiene consecuencias para pensar el género más allá de la
duda de una forma que no se centra en la prohibición y en sus complementariedad, y para reducir el riesgo de un prejuicio he-
consecuencias, sino en «ambos miembros de la pareja [en un] terosexista implicado en la doctrina de la complementariedad.
patrón de excitación». Este patrón es el tercero y es «cocrea- No soy una gran defensora del falo y ya he dado a conocer
do»: «fuera del control mental de cada miembro encontramos mi opinión sobre este tema anteriormente,' así que no propon-
un lugar de mediación, la música del tercero con la que sinto- go volver a una noción del falo como el tercer término en una
nizan ambos».' De hecho, el tercero constituye un ideal de tras- relación de deseo. Tampoco acepto el punto de vista que pro-
cendencia para Benjamin, un punto de referencia para el deseo pone el falo como el momento primario u original del deseo,
recíproco que excede la representación. El tercero no es el de forma que el deseo se extiende a través de la identificación
Otro concreto que solicita el deseo, sino el Otro del Otro que o del reflejo mimético del significante paternal. Entiendo que
(o al que) se involucra, motiva y excede en una relación de los lacanianos progresistas distingan entre falo y pene y que
deseo al mismo tiempo que esencialmente la constiruye. afirmen que lo «paternab es sólo una metáfora. Sin embargo,
En Tbe Sbadow 01tbe Otber, Benjamin distingue cuidado- no explican la forma por la cual la propia distinción que coh-
samente su posición de la de Drucilla Cornell o de cualquier vierte al «falo» y a lo «paternal» en algo que se pueda utilizar
otra posición inspirada en la idea de Levinas de que el Otro es sin riesgo continúa dependiendo y reinstaurando las corres-
trascendente o inefable (pág. 93). Sin embargo, en sus escritos pondencias penelfalo y paternalJmaternal que dice superar.
más recientes Benjamin admite este Otro como ser externo al Hasta cierto punto, creo en el poder de la resignificación sub-
objeto psíquico, acercándose así al concepro de Levinas y qui- versiva y aplaudo los esfuerzos para diseminar el falo y cultivar,
zá presentándonos las posibilidades de expansión del crítico por ejemplo, los padres lesbianas y casos parecidos. Pero creo
que se identifica con las posibilidades que inicialmente repu- que sería un error privilegiar el pene o la paternidad como los
diaba. términos que pueden ser resignificados de forma más amplia y
Esta forma de aproximarse a la relación triádica es, cierta- más radical. ¿Por qué esos términos y no otros? Por supuesto,
mente, afortunada, aunque confesaré que no estoy segura de si el «otro» de estos términos es la pregunta que nos hacemos
196 DESHACER EL GÉNERO EL ANHELO DE RECONOCIMIENTO 197
aquí, y Benjamin nos ayuda a imaginar, teóricamente, un paisa- certain Content», de Shadow o/ the Other. Aunque continúo
je psíquico en e! cual e! falo no controle e! circuito de los efec- teniendo algunas dudas sobre la doctrina de la «sobreinclu-
tos psíquicos. Pero ¿estamos equipados para repensar e! pro- sión», a pesar de que me gusten sus consecuencias, creo que
blema de la triangulación ahora que comprendemos los riesgos en su libro Benjamin elabora un psicoanálisis no heterosexista
de la reducción fálica? (págs. 45-49). Sin embargo, creo que: a) la triangulación pue-
El retorno a lo preedípico se ha dado, por supuesto, para de repensarse de forma provechosa más allá de la edipaliza-
repensar e! deseo en relación con lo maternal, pero dicho re- ción o, incluso, como parte de! propio desplazamiento poste-
torno inintencionadamente nos implica en la resurrección de la dípico de lo edípico; b) ciertas presuposiciones sobre la
díada: no e! falo sino lo maternal, ya que las dos opciones dis- primacía de! dimorfismo de género limitan e! radicalismo de la
ponibles son «papá» y «mamá». Pero ¿hay otros tipos de des- crítica de Benjamin; y el el modelo de sobreinclusión no pue-
cripciones que puedan complicar lo que pasa al nivel de! deseo de convertirse en la única condición para reconocer la dife-
y, de hecho, al nivel de! género y de! parentesco? Está claro que rencia, tal como Benjamin sostiene, porque rechaza la noción
Benjamin se formula estas preguntas y que su crítica a la pri- de un yo ex-státicamente' involucrado en e! Otro y descentra-
macía de! falo por parte de las feministas lacanianas es, en gran do a través de sus identificaciones, las cuales ni excluyen ni in-
parte, una crítica tanto de su presuposición de heterosexuali- cluyen al Otro en cuestión.
dad como de la lógica mutuamente exclusiva a través de la cual Consideremos primero las posibilidades de la triangulación
se piensa e! género. El uso de la noción de «sobreinclusividad» postedípica. Sugiero tomar como punto de partida la formula-
de Benjamin implica que puede, y debería, haber una recupe- ción lacaniana según la cual e! deseo no es nunca meramente
ración edípica de las identificaciones sobreinclusivas caracte- diádico en su estructura. No sólo quisiera indagar si esta for-
rísticas de la fase preedípica, donde las identificaciones con un mulación se puede leer sin referencia alguna al falo, sino tam-
género no conllevan e! repudio de otro.' En este contexto Ben- bién si también nos conduciría en alguna dirección que exce-
jamin se cuida de permitir la coexistencia de varias identifica- diera e! ámbito lacaniano. Cuando Jean Hyppolite introduce la
ciones e incluso de promover como un ideal de práctica tera- noción de «e! deseo de deseo» en su comentario sobre la Feno-
péutica la noción de que podemos vivir tales identificaciones menología del espírítu de Hegel, no sólo trata de sugerir que e!
aparentemente inconsistentes en un estado de tensión creativa. deseo busca su propia renovación (una afirmación de Spinoza),
También muestra cómo e! marco edípico no puede explicar la sino también que trata de ser e! objeto de deseo para e! Otro."
aparente paradoja de un hombre femenino que ama a una mu- Cuando Lacan reescribe la formulación de Hyppolite, introdu-
jer o un hombre masculino que ama a un hombre. En la medi- ce e! genitivo para producir una equivocación: «El deseo es e!
da en que siempre se considera que la identificación de género deseo del Otro» (la cursiva es mía).' ¿Qué es lo que desea e! de-
corre a cargo de! deseo, se puede decir que los géneros cohe- seo? Claramente continúa deseándose a sí mismo, si bien no
rentes se corresponden siempre con las orientaciones heterose- está claro que el deseo que desea sea diferente de! deseo que es
xuales. deseado. Como mínimo están relacionados por ser homóni-
Yo simpatizo mucho con estos movimientos, especialmen- mos, pero esto implica que e! deseo se redobla a sí mismo; bus-
te tal como se exponen en e! capítulo 2, «Constructions ofUn- ca su propia renovación, pero para conseguirla debe duplicarse
198 DESHACER EL GÉNERO EL ANHELO DE RECONOCIMIENTO 199
a sí mismo y convertirse así en algo más de lo que ha sido. No es un vínculo homosocial entre dos hombres. Su argumento no
permanece en un lugar como un único deseo, sino que se con- consiste en afirmar, como hacen los teóricos de! «falo», que e!
vierte en otro diferente y toma una forma que está fuera de él. vinculo homosocial se da a expensas de lo heterosexual, sino
Además, lo que e! deseo quiere es e! Otro, cuando e! otro se que lo homosocial (que es diferente de lo homosexual) se arti-
entiende como su objeto generalizado. Lo que e! deseo tam- cula precisamente a través de lo heterosexual. Este argumento
bién quiere es e! deseo de! Otro, cuando e! Otro se concibe ha tenido consecuencias importantes para e! pensamiento so-
como un sujeto de! deseo. Esta última formulación implica la bre la heterosexualidad y la homosexualidad, así como también
gramática de! genitivo y sugiere que e! deseo de! Otro se con- para e! pensamiento sobre la naturaleza simbólica de! vinculo
vierte en e! modelo para e! deseo de! sujeto. !O No es que yo homosocial (y, por extensión, de todo e! simbólico lacaniano).
quiera que e! Otro me quiera, sino que quiero en la medida en La cuestión no es que e! falo sea poseído por uno y no por otro,
que he aceptado e! deseo de! Otro y he modelado mi deseo se- sino que pasa por un circuito que es a la vez heterosexual y ho-
gún e! deseo de! Otro. Por supuesto, ésta es sólo una perspec- mosexual, confundiendo así las posiciones identificatorias de
tiva dentro de lo que podría decirse que es un calidoscopio de cada «actor» de la escena. El hombre que procura enviar a una
perspectivas. De hecho, hay otras lecturas, por ejemplo, la for- mujer hacia otro hombre envía algún aspecto de sí mismo, y e!
mulación edípica: yo deseo lo que e! Otro desea (un tercer ob- hombre que la recibe también lo recibe a él. Ella circula, pero
jeto) pero ese objeto pertenece al Otro y no a mí; esta falta ins- ¿al final se la quiere o simplemente ejemplifica un valor al con-
tituida a través de la prohibición es e! fundamento de mi deseo. vertirse en la representante de! deseo de ambos hombres, en e!
Otra posible lectura edípica sería la siguiente: yo quiero que e! lugar donde los deseos se encuentran y donde fracasan al en-
Otro me quiera a mí más que al objeto aprobado por su deseo; contrarse, un lugar donde ese encuentro potencialmente ho-
ya no quiero ser e! objeto prohibido de su deseo. La versión in- mosexual se transmite, se suspende y se contiene?
versa de esta última formulación sería: yo quiero ser libre para Pongo de relieve esta cuestión porque me parece que no es
desear a quien me está vedado desear y, de esta forma, quitarle posible leer las formas profundas y quizá ine!udibles en las que
e! Otro al Otro y, en este sentido, tener e! deseo de! Otro. la heterosexualidad y la homosexualidad se definen una a tra-
No cabe duda de que la forma en que Lacan formula esta vés de la otra. Por ejemplo: ¿en qué medida los celos heterose-
posición se deriva en parte de la teoría de Lévi-Strauss sobre e! xuales están a menudo compuestos por la incapacidad de reco-
intercambio de mujeres. Los miembros masculinos de! clan se nocer e! deseo entre personas de! mismo sexo?" La amante de
intercambian las mujeres con e! fin de establecer una relación un hombre quiere a otro hombre, e incluso le «tiene», lo cual
simbólica con los otros hombres de! clan. Se «quiere» a las mu- es experimentado por e! primer hombre a expensas propias.
jeres precisamente porque son queridas por e! Otro. Así pues, ¿Cuál es e! precio que debe pagar e! primer hombre? Cuando
éstas son un valor de cambio, aunque no en e! sentido de! tér- en estas circunstancias él desea e! deseo de! Otro, ¿es e! deseo
mino que propuso Marx. En Between Men la teórica queer Eve de su amante (imaginemos que así es)? ¿O se trata también de
Sedgwick analiza quién desea a quién en ese escenario. Sedg- la prerrogativa de que su amante deba tener a otro hombre
wick trata de mostrar que lo que a primera vista aparece como como amante (imaginemos que también sea así)? Cuando él se
una relación de un hombre que desea a una mujer en realidad enfurece con ella por su infidelidad, ¿se enfurece porque ella
200 DESHACER EL GÉNERO EL ANHELO DE RECONOCIMIENTO 201
rehúsa hacer el sacrificio que él ya ha hecho? Aunque dicha in- cual los «dos» yoes que se relacionan sean transformados en
terpretación pueda sugerir que él se identifica con ella en la es- virtud de la relación dinámica entre ellos.
cena sexual, no está claro cómo se identifica o si, finalmente, es Pero ¿qué tienen que ver éstos con el tercero? Hay que te-
una identificación «femenina». Él puede querer la posición ner en cuenta que la formulación queer del «intercambio de
imaginada de la mujer en la escena, pero ¿cómo imagina él que mujeres» no vuelve a insistir en la primacía del falo, como hace
es la posición de ella? No se puede asumir que él toma la posi- el enfoque feminista lacaniano. No es que uno quiera el deseo
ción de ella como femenina, aunque la imagine respondiendo del Otro, porque ese deseo reflejaría de forma mimética la pro-
de forma receptiva al otro hombre. Si ésta es la receptividad pia posición de tener el falo. Tampoco es que uno quiera lo que
del primer hombre que él encuentra resituada allí, en el cora- otros hombres quieren para identificarse mejor como hombre.
zón de su propia fantasía de celos, entonces quizá es más apro- De hecho, en cuanto se inicia la triangulación en la cual la he-
piado afirmar que él la imagina en una posición de homose- terosexualidad se transmuta en homosocialidad, las identifica-
xualidad masculina pasiva. En último término, ¿es realmente ciones proliferan precisamente con la complejidad que las po-
posible distinguir, en este caso, entre una pasión heterosexual siciones lacanianas al uso o bien descartan o bien describen
y una homosexual? Después de todo, él la ha perdido yeso le como patológicas. Mientras el deseo y la identificación se des-
enfurece, y ella ha hecho realidad un propósito que él no pue- pliegan como posibilidades mutuamente excluyentes ante el
de o no quiere realizar, yeso le enfurece. ineludible telón de fondo de una diferencia sexual (presumi-
Al insistir en que no tenemos que entender que el deseo y b emente heterosexual), se puede entender que los actores de
la identificación existan en una relación de exclusión mutua, la escena que describo únicamente traten, en vano, de ocupar
sin duda Benjamin acoge estas pasiones simultáneas. Pero ¿nos posiciones, en guerra con un simbólico que ya se ha adelanta-
ofrece Benjamin una forma para describir cómo la heterose- do a disponer su fracaso. Así pues, el hombre trata de «rehu-
xualidad se convierte en el lugar para la pasión homosexual o sar» la diferencia sexual al imaginarse a sí mismo en la posición
cómo la homosexualidad se convierte en el conducto para la de su amante con otro hombre, y así la relegación moralizante
pasión heterosexual? Parece que cuando la estructura diádica del deseo a lo patológico se da una vez más en el drama preor-
se impone sobre el género llega a asumir una complementarie- questado de la diferencia sexual. Creo que Benjamin y yo esta-
dad de género carente de la severidad mediante la cual se man- mos de acuerdo en la insostenibilidad de dicha perspectiva.
tiene la relación «diádica» entre los dos de una forma tranqui- Pero ¿en qué diferimos exactamente? En primer lugar, tal
lizadora. Afirmar, como hace Benjamin, que el tercero llega como he sugerido anteriormente, no se puede comprender la
como el mismo proceso intersubjetiva, como lo que «sobrevi- relación entre dos personas sin referencia a un tercero, yel ter-
ve» de la destrucción, como una «negación» más tolerable y cero no puede ser fácilmente descrito como el «proceso» de la
creativa, implica, ya en su definición, una representación de la relación misma. No trato de sugerir que el tercero esté «excluí-
escena más jubilosa de lo que puede que sea. Por supuesto, ella do» de la díada, ni que la díada deba excluir al tercero para po-
nos dice que la incorporación y la destrucción son riesgos que der darse. El tercero está dentro de la relación como una pa-
se corren en toda relación, pero que éstos deben trabajarse con sión constituyente, y en el «exterior» como el objeto de deseo
el fin de alcanzar la posibilidad de un reconocimiento en el parcialmente irrealizado y prohibido.
202 DESHACER EL GÉNERO EL ANHELO DE RECONOCIMIENTO 203
Así pues, compliquemos la escena de nuevo repensándola gencia de estas pasiones, en su constelación momentánea, y
desde el punto de vista de la mujer. Imaginemos que ella es bi- que para entenderla se deba aceptar parte de sus simultáneas
sexual y que tiene una relación con el «hombre número 1», y disonantes alegaciones sobre la verdad. Sin duda, el patrón
apartando por el momento sus deseos hacia las mujeres, que por el cual un hombre y una mujer en una relación heterosexual
tienden a ser deseos de estar «debajo». Pero en lugar de en- rompen de mutuo acuerdo su relación con el fin de investigar
contrar una mujer, el «tercero» es un hombre (el hombre nú- deseos homosexuales no es muy común en centros urbanos. No
mero 2), y ella se pone «encima» de él. Digamos, para seguir afirmo saber lo que ocurre aquí o lo que ocurre cuando un gay
con el razonamiento, que el hombre número 1 antes se dejaría y una lesbiana que son amigos empiezan a acostarse. Pero pa-
matar que permitir que su novia se le pusiera «encima», ya que rece justo asumir que se da un cierto cruce de pasiones homo-
eso seria demasiado «queer» para él. Asi que él sabe que ella sexuales y heterosexuales, por tanto no son distintas hebras de
está poniéndose encima de otro hombre, posiblemente pene- una misma madeja, sino vehículos simultáneos que van de una
trándole analmente, y se enfurece. Pero ¿qué es lo que ella pasión a la otra.
busca? Aunque es bisexual, en esos momentos sólo mantiene Creo que esto aparece de forma muy clara en los ensayos
relaciones con hombres. Pero quizá ella también está repre- sobre transgénero. Resulta difícil decir si una persona transgé-
sentando una escena en la que el estallido de violencia pone la nero es homosexual o heterosexual. El término «queer» se ex-
relación en peligro. Quizá ella lo hace para romper la relación tendió precisamente porque se refiere a estos momentos de
con el fin de quedar libre para no buscar «nada de lo mencio- indecidibilidad productiva, pero todavía no hemos visto un in-
nado anteriormente». ¿Sería posible entender la intensificación tento psicoanalítico de tener en cuenta estas formaciones cul-
de la actividad heterosexual de ella en esos momentos como turales en las cuales ciertas nociones vacilantes de la orienta-
una forma de: a) asegurar los celos de su primer amante y pin- ción sexual son constitutivas. Esto se puede ver más claramente
charlo para que sea más posesivo; b) cubrir a su segundo aman- en los transexuales que están en transición, cuando la identi-
te y gratificar el deseo que está fuera de los límites con el pri- dad está en proceso de lograrse pero todavía no está ahí. O, de
mero; e) enfrentar a los dos hombres con el fin de abrirse paso forma más enfática, en aquellos transexuales que entienden la
a la posibilidad de una relación lesbiana en la que ella no se po- transición de sexo como un proceso permanente. Si en dichos
sicionaría encima en absoluto; y d) intensificar su heterosexua- casos no podemos referirnos al género sin ambigüedades, ¿te-
lidad con el fin de prevenir los peligros físicos que ella asocia nemos algún punto de referencia desde el cual podamos hacer
con ser una lesbiana que está debajo? Se ha de tener en cuenta afirmaciones sobre la sexualidad? En el caso de los transgéne-
que puede ser que un deseo no esté al servicio de otro, de ro, donde el transexualismo no entra en juego, hay varias for-
modo que no podemos decir cuál es real y auténtico, y cuál es mas de traspasar el género que no pueden ser consideradas
simplemente un camuflaje o una desviación. Puede que esta como logros estables, en las cuales traspasar el género consti-
persona en particular no pueda encontrar un deseo «real» que tuye en parte la propia condición de erotización. En la pelícu-
suplante la secuencia que experimenta y que lo real sea la se- la Boys Don't Cryl2 parece que el transgénero consiste a la vez
cuencia misma. Pero puede ser que la relación con el hombre en identificarse como chico y en querer a una chica, así que el
número 2 se torne, indirectamente, en el lugar para la conver- transgénero aparece como el paso de ser una chica a ser un chi-
204 DESHACER EL GÉNERO EL ANHELO DE RECONOCIMIENTO 205
ca heterosexual. Brandon Teena se identifica como un chico manipula e! dildo en la oscuridad de forma que la fantasía pue-
heterosexual, pero también hay varios momentos de desidenti- da emerger con toda su fuerza, así que esta condición de nega-
ficación en los cuales la fantasía se rompe, por ejemplo, cuando cíón se satisface. Él!ella ocupa ese espacio y sufre la persecu-
un tampón debe ser recolocado, utilizado y luego descartado ción y la violación en manos de los chicos de! film precisamente
sin dejar huella. Así pues, su identificación recomienza, debe porque él!ella lo ha ocupado demasiado bien. ¿Es Brandon
ser reorquestada diariamente como una fantasía creíble, una una lesbiana o un chico? Sin duda la pregunta misma define e!
fantasía que debe ser creída. Su amante femenina parece no sa- conflicto de Brandon en cierta manera, aunque Brandon la
berlo, pero es e! no saber de! fetichismo, una base incierta de contesta de forma consistente haciéndose a sí mismo como chi-
erotización. No queda claro si la novia no lo sabe aunque ella co. No se podría decir que Brandon es lesbiana porque, sin
afirma no saberlo, y no queda claro si lo sabe incluso cuando duda, los chicos se hacen a sí mismos como chicos, y ninguna
afirma no saberlo. De hecho, uno de los momentos más emo- anatomía entra en e! género sin haber sido «hecha» en cierta
cionantes de! film es cuando la novia, ya sabiéndolo, vuelve a manera.
involucrarse completamente en la fantasía. Y uno de los mo- ¿Sería más fácil preguntar si la lesbiana que sólo hace e!
mentos más tensos es cuando la novia, sabiéndolo, parece que amor utilizando su dildo para penetrar a su amiga, cuya sexua-
ya no puede entrar en la fantasía completamente. El repudio lidad está tan plenamente escrita por la heterosexualidad apa-
no sólo parece que hace posible la fantasía, sino que la refuer- rente que no es posible otra relación, es un chico o e! «chico»?
za y,en ocasiones, la refuerza hasta e! punto de sobrevivir al re- Si ella dice que sólo puede hacer e! amor como «chico», enton-
conocimíento. ces se podría decir que en la cama es transgénero, pero no en
De! mismo modo, no sería posible decir que e! cuerpo de la calle. El traspaso de género de Brandon plantea un desafío
Brandon está fuera de la situación y que esta oclusión hace po- constante a las normas públicas de la cultura ocupando así un
sible la fantasía, ya que sólo entra en la situación a través de los lugar más público, en un continuo con e! transgénero. No se
términos que instala la fantasía. Esto no es una simple «nega- trata simplemente de ser capaz de realizar e! acto sexual en cier-
ción» de la anatomía, sino su despliegue erótico, su cobertura, ta manera, sino también de aparecer como un género masculi-
su extensión prostética con e! objetivo de una fantasía erótica no. Así pues, en este sentido, Brandon no es lesbiana, aunque la
recíproca. Hay labios y manos y ojos; la fuerza de! cuerpo de película ceda y pretenda devolverle ese estatus después de la
Brandon sobre y en Lana, su novia; brazos, peso y empuje. Así violación, implicando así que e! retorno (¿o e! logro?) de! les-
que esto difícilmente se puede caracterizar como una simple bianismo en cierta manera viene facilitado por esa violación de-
imagen de estar «desincorporado» (disembodied), y difícilmen- volviendo así a Brandon, como los violadores trataron de hacer,
te se puede ver como algo «triste». Cuando él!ella desea e! de- a una «verdaderas identidad femenina que «se conforma» con
seo de su novia, ¿qué es lo que él!ella quiere? Brandon ocupa la anatomía. Este «conformarse» sólo significa que se instru-
e! lugar de! sujeto de! deseo pero él!ella no se tiende de espal- mentaliza la anatomía de acuerdo con las normas aceptadas de
das a la luz y le pide a su novia que le chupe su dildo. Quizá eso la cultura y que se produce una «mujer» como e! efecto de la
sea demasiado «queer», pero quizá también acabe con las pro- instrumentalización y de la normalización de! género, aunque se
pias condiciones que hacen posible la fantasía para ambos. Él!ella permita que e! deseo sea queer. Se podría conjeturar que Bran-
206 DESHACER EL GÉNERO EL ANHELO DE RECONOCIMIENTO 207
don sólo quiere ser un chico en público con el fin de lograr el lisis preocupado por la política de género y por la sexualidad,
derecho legítimo de tener relaciones sexuales como las que tie- feminista y queer a la vez?
ne, pero dicha explicación asume que el género es un mero ins- Es importante formular así estas preguntas si queremos
trumento de la sexualidad. Sin embargo, el género tiene sus ofrecer reconocimiento, si creemos que el reconocimiento es
propios placeres para Brandon y sirve sus propios propósitos. un proceso recíproco que mueve a los yoes más allá de sus dis-
Estos placeres de la identificación exceden los del deseo y, en posiciones incorporativas y destructivas hacia una compren-
este sentido, Brandon no es sencillamente una lesbiana. sión de otro yo cuya diferencia con nosotros debe marcarse por
imperativo ético. Como espero haber dejado claro, no tengo
ningún problema con la norma del reconocimiento tal como
EL RECONOCIMIENTO Y LOS LíMITES funciona en el trabajo de Benjamín y, de hecho, creo que es una
DE LA COMPLEMENTARIEDAD norma apropiada para el psicoanálisis. Pero me pregunto si,
bajo la rúbrica del reconocimiento, no se ha introducido una
¿Puede la complementariedad de género ser de utilidad en esperanza insostenible en sus descripciones acerca de lo que es
este tema? Benjamin escribe: «La crítica a la complementarie- posible. Además, tal como he indicado anteriormente, en con-
dad de género acaba planteando una paradoja: desbarata las creto yo cuestiono la sobreinclusión que Benjamin describe
categorías oposicionales de la feminidad y la masculinidad como la condición que permite el reconocimiento de un Otro
mientras reconoce que estas posiciones organizan la experien- separado, que no ni repudiado ni incorporado.
cia de forma ineludible»." Y justo antes de esta declaración, se En primer lugar, debemos volver a plantear la cuestión de
pregunta «si no empezamos con la oposición entre hombre y si la negación puede separarse claramente de la destrucción,
mujer, con la posición negativa de la mujer en ese binario, pa- como sugiere Benjamin. Y luego reconsiderar la noción hege-
rece que disolvemos la base misma de nuestro cuestionamiento liana de reconocimiento enfatizando su estructura ex -stática y
de las categorías de género». Pero ¿cuáles eran esas pregun- preguntarnos si es compatible con el modelo de sobreinclu-
tas?; ¿se plantearon de la forma correcta? ¿Era correcto presu- sión. ¿Cómo puntúan dichos modelos en relación a la cuestión
poner el binario del hombre y la mujer cuando hay tantas vidas ética de si facilitan el reconocimiento y en qué forma? Final-
de género que no pueden asumirlo? ¿Era correcto ver la rela- mente, ¿cuáles son las implicaciones de estas diferentes no-
ción como binaria cuando la referencia a lo terciario es lo que ciones de reconocimiento para pensar el yo en relación con la
nos permitió ver los objetivos homosexuales que atraviesan la identidad?
relacionalidad heterosexual? ¿Deberíamos, en cambio, haber Benjamin afirma claramente que, desde la publicación de
formulado estas preguntas sobre el género? ¿A qué precio psí- The Bonds 01Lave, ha defendido que «la negación es un mo-
quico se establece el género normativo? ¿Cómo es que la com- mento igualmente vital en el movimiento del reconocimiento.
plementariedad de género presupone un heterosexual auto- Tampoco puede ningún llamamiento a la aceptación de la otre-
rreferente al que, por definición, no se le cruza ningún deseo dad permitirse dejar atrás la inevitable ruptura del reconoci-
homosexual? Si no pudimos hacer estas preguntas en el pasa- miento en la dominación»." Esto representa su postura tal
do, ¿no forman ahora parte del desafío teórico de un psicoaná- como fue publicada en 1998. No obstante, desde entonces ella
208 DESHACER EL GÉNERO EL ANHELO DE RECONOCIMIENTO 209
se ha alejado de esta «ruptura inevitable». Mientras que en un tariedad, de proyectar sobre e! otro lo que pertenece a uno
primer momento parecia afirmar que e! reconocimiento presu- mismo, ni de incorporar otro que debería considerarse como
pone la negatividad, su enfoque actual parece implicar que la separado, será difícil sostener e! modelo de reconocimiento,
negatividad es un suceso ocasional y contingente que sobrevie- que finalmente permanece diádico en su estructura. Pero si
ne al reconocimiento, pero que no lo define en ningún sentido. aceptamos que e! deseo hacia e! Otro pueda ser e! deseo de!
Por ejemplo, Benjamin escribe que «deberíamos esperar rup- deseo de! Otro, y si aceptamos también la multitud de formu-
turas en e! reconocimiento», pero que la «destrucción- puede laciones equívocas de esta posición, entonces me parece que
ser superada: «La destrucción continúa hasta que Se hace po- reconocer al Otro requiere asumir que la díada rara vez, si no
sible la supervivencia en un nivel más auténtico». El recono- nunca, es lo que parece ser. Si las relaciones son fundamental-
cimiento es e! nombre que da a este nivel auténtico, definido mente diádicas, yo permanezco en e! centro de! deseo de! Otro,
como la trascendencia de lo desrructivo. Luego lo describe como y e! narcisismo queda, por definición, satisfecho. Pero si e! de-
un «proceso dialógico» en e! cual se reconoce la externalidad. seo funciona a través de relevos cuya huella no es siempre fácil
En tal situación, e! analista no es una idealización porque to- de trazar, entonces quien yo sea para e! Otro, por definición,
davía es un fracaso liberar al analista de la internalidad. Es e! correrá e! riesgo de! desplazamiento. ¿Se puede encontrar al
Otro, tal como él o ella atraviesan e! ideal o la imagen perse- Otro a quien amar aparte de todos los Otros que han habitado
cutoria, el que marca el «auténtico» surgir de un encuentro alguna vez en e! lugar de ese Otro? ¿Se puede liberar al Otro,
dialógico y la creación de lo que Benjamin denomina un «es- por así decirlo, de la historia de la condensación psíquica y de!
pacio intersubjetiva». desplazamiento o, incluso, de! precipitado de las relaciones ob-
La pregunta que formulo es: ¿e! espacio intersubjetiva, en jeto abandonadas que forman e! ego mismo? ¿O es parte de lo
su modo «auténtico», queda alguna vez fuera de la destruc- que implica «reconocer» al Otro reconocer que él o ella llega,
ción? y si queda completamente fuera de la destrucción, ¿está por necesidad, con una historia que no tiene a uno mismo
más allá de la psique de forma que ya no es útil para e! psicoa- como su centro? ¿No es esto parte de la humildad necesaria en
nálisis? Si e! «tercero» se redefine como la música o la armonía todo reconocimiento y también parte de! reconocimiento que
de un encuentro dialógico, ¿qué pasa con los otros «terceros»: conlleva e! amor?
e! niño que interrumpe e! encuentro, e! antiguo amante en la Creo que Benjamin podria decir que cuando se reconoce
puerta o en e! teléfono, e! pasado a! que no se puede volver, e! que uno no está en e! centro de la historia de! Otro, se recono-
futuro que no puede ser contenido, e! inconsciente mismo ce la diferencia. Y si uno no responde a ese reconocimiento
mientras afronta una circunstancia no esperada? Sin duda to- con la agresión, con la destrucción omnipotente, entonces se
das estas negatividades, estas fuentes de «destrucción», no está reconociendo la diferencia como tal y comprendiendo esta
pueden ser completamente superadas, eliminadas o resueltas característica distintiva de! Otro como una relación de «nega-
en la armoniosa música del diálogo. ¿Qué disonancia ahoga ciónx «<no yo») que no se resuelve mediante la destrucción. La
esta música? ¿Qué está repudiando para llegar a ser? ¿Qué su- negación es la destrucción que ha sobrevivido. Pero si ésta es la
cede si la música resulta ser de Mahler? Si aceptamos que e! respuesta de Benjamin, me parece que entraña un reconoci-
problema en la relación no es sólo una función de complemen- miento adicional de la necesaria ruptura de la díada en algo
210 DESHACER EL GÉNERO EL ANHELO DE RECONOCIMIENTO 211
que no puede ser contenido o suprimido dentro de esa estruc- encuentra a sí misma en otro ser» (parte IU). Podría pensarse
tura limitada. La díada es un logro, no una presuposición. En que Hegel está sencillamente describiendo un estado patológi-
parte la dificultad de hacerla funcionar precisamente está cau- co en el cual una fantasía de absorción por el Otro constituye
sada por el hecho de que se logra dentro de un horizonte psí- una experiencia temprana o primitiva. Pero en realidad está di-
quico que es fundamentalmente indiferente. Si la negación es la ciendo algo más. Está sugiriendo que, sea lo que sea la con-
destrucción que ha sobrevivido, ¿en qué consiste esta supervi- ciencia, sea lo que sea el yo, el sujeto sólo se encontrará a sí
vencia? Ciertamente, tal formulación implica que la «destruc- mismo a través de una reflexión de sí mismo en otro. Para ser
ciónx se supera de alguna forma, e incluso que se supera para uno mismo, se debe pasar a través de la pérdida de sí, y des-
siempre. Pero ¿esto es realmente posible para los humanos? pués de atravesarla nunca más «retornará» a ser lo que era. No
¿Confiaríamos en aquellos que afirman haber superado la des- obstante, ser reflejado en otro o a través de otro tendrá un do-
tructividad y alcanzado para siempre la díada armoniosa? Yo, ble significado para la conciencia dado que, mediante la refle-
por ejemplo, tendría mis dudas. xión, la conciencia se recuperará a sí misma de nuevo. Pero, en
No necesitamos aceptar una teoría de los instintos que afir- virtud del estatus externo de la reflexión, se recuperará a sí
me que la agresión siempre está latente, que es constitutiva a misma como externa y, por tanto, continuará perdiéndose. Así
nuestro ser, para aceptar que la destructividad continuamente pues, la relación con el Otro será ambivalente de forma inva-
se plantea como un riesgo. Ese riesgo es un aspecto perenne e riable. El precio del autoconocimiento será la pérdida de uno
irresoluble de la vida psíquica humana. Como resultado, cual- mismo, y el Otro plantea la posibilidad de obtener y socavar el
quier norma terapéutica que trate de superar la destructividad autoconocimiento a la vez. No obstante, lo que resulta claro es
se basará en una premisa imposible. Ahora bien, puede ser que que el yo nunca retorna a sí mismo sin el Otro, que su «rela-
el imperativo ético que Benjamin desearía derivar de su distin- cionalidad» se convierte en constitutiva de lo que el otro es.
ción entre destrucción y negación es que la primera debe con- Benjamin y yo esramos de acuerdo acerca de este último
tinuamente sobrevivir como negación, mediante un afán ince- punto. En lo que creo que diferimos es en la comprensión de la
sante. Pero el dinamismo temporal que invoca no es el de la relacionalidad. Desde mi punto de vista, Hegel ha ofrecido una
lucha que se repite a sí misma, el ocuparse de una destructivi- noción ex-stática del yo que, por necesidad, está fuera de sí
dad que continuamente debe ser puesta de nuevo en escena, mismo, que no es idéntico a sí mismo, sino que está diferencia-
una relación en la cual se esperan formas inevitables de inte- do desde el principio. Es el yo que está aquí el que considera su
rrupción; más bien, es un diálogo que sostiene la tensión como reflejo allí, aunque esté allí igualmente, siendo reflejado y refle-
un «fin en sí mismo»; en otras palabras, un movimiento teleo- jando. Su ontología debe dividirse precisamente y expandirse
lógico cuyo fin es superar la destrucción. de formas inabarcables. En realidad, cualquiera que sea el yo
Cuando Hegel introduce la noción de reconocimiento en la que emerge en el curso de la Fenomenología del espiritu, se tra-
sección sobre el amo y el esclavo de su Fenomenología del espí- ta siempre de un alejamiento de su apariencia anterior; se
ritu, narra el primer encuentro con el Otro en términos de pér- transforma a través de su encuentro con la alteridad, no con el
dida de uno mismo: «La conciencia de uno mismo [... ] ha sur- fin de volver a sí mismo, sino para convertirse en el yo que nun-
gido de sí misma [ ... ] se ha perdido a sí misma porque se ca fue. La diferencia lo lanza a un futuro irreversible. En estos
212 DESHACER EL GÉNERO EL ANHELO DE RECONOCIMIENTO 213
términos, ser un yo es estar a cierta distancia de lo que uno es, yección o como repudio, permanece en la órbita de una forma
no disfrutar de la prerrogativa de la autoidentidad (10 que He- complementaria de separación; una forma que, desde su punto
gel denomina la autocerteza), sino estar siempre siendo arroja- de vista, eclipsa totalmente al Otro mediante una proyección
do fuera de uno mismo, como Otro de uno mismo. Creo que repudiada. Entonces e! Otro es «externo» pero sólo cuando ya
esta concepción de! yo enfatiza una interpretación diferente de no está «excluido». Ahora bien, ¿se «posee» al Otro en dicho
Hege! de la que se encuentra en e! trabajo de Benjamin. Sin momento o es que desde e! principio se da una cierta desapro-
duda es una interpretación en la cual la metáfora de la «inclu- piación que permite al Otro aparecer? Éste sería e! argumento
sión», el «yo incluyente» no funcionaria. Vaya tratar de expli- de Laplanche y ciertamente sería también e! de Levinas y e! de
car por qué. Drucilla Cornell." Es precisamente la lógica de la apropiación
En el capítulo titulado «The Shadow of the Other Sub- y la desapropiación lo que hace salir al Otro de! circuito narci-
ject», sobre e! libro Feminist Contentions, en e! que yo también sista del sujeto. De hecho, se podría decir que, para Laplanche,
participé junto con otras cuatro filósofas feministas, Benjamin la alteridad surge más allá de la cuestión de la propiedad."
ofrece un extenso estudio, posiblemente e! estudio publicado Quisiera sugerir que la noción ex-stática de! yo de Hege!
más importante. Benjamin ve con preocupación mi adhesión a resuena en esta noción de! yo que invariablemente se pierde a
una noción de! yo que requiere la exclusión (pág. 102), así sí mismo en e! Otro que procura la existencia de! yo. Aquí e!
como la ausencia de un término complementario para e! térmi- «yo» no es e! mismo que e! sujeto, e! cual es una presunción de
no «inclusión» en mi trabajo. Ella sugiere que si yo pongo ob- autodeterminación autónoma. El yo en Hegel viene marcado
jeciones a ciertas formas en las cuales e! sujeto se forma me- por una cautividad primaria en e! Otro, una cautividad en la
diante la exclusión, tendría sentido que abrazara un ideal que ese yo se expone al riesgo. El momento en «El amo y e! es-
normativo en e! cual la exclusión sería superada: «Sólo la in- clavo» en e! cual las dos autoconciencias llegan a reconocerse
clusión, e! reconocimiento de lo que fue repudiado, en defini- la una a la otra es, por consiguiente, en la «lucha a vida o muer-
tiva' de lo que es propio, podria autorizar un lugar a esa otre- te», e! momento en e! que cada uno ve e! poder compartido
dad fuera de! yo en e! reino de la externalidad, le conferiría que tiene para aniquilar al Otro y, así, destruir la condición de
reconocimiento al yo de forma separada» (pág. 103). Por su- su propia autorreflexión. Así pues, e! reconocimiento se hace
puesto, surge un problema metafórico en tanto que la «inclu- posible en un momento de vulnerabilidad fundamental y la
siór» nombra un proceso por e! cual se reconoce lo «externo». necesidad se torna autoconsciente. En ese momento, lo que e!
Pero ¿se trata de algo más que una dificultad metafórica o, más reconocimiento hace es contener la destrucción para estar se-
bien, la dificultad metafórica nos plantea una cuestión teórica guro. Pero también implica que e! yo no se posee a sí mismo,
más problemática? Benjamin ofrece la «inclusión» como e! sino que se entrega al Otro por anticipado en cualquier re!a-
opuesto complementario o la forma negativa de exclusión o ab- ción posterior, pero de tal forma que e! Otro tampoco lo posee.
yección que yo examino en Cuerpos que importan, pero reserva y e! contenido ético de esta relación con e! Otro se encuentra
e! término «externo» para referirse a aquel aspecto de! Otro en este estado fundamental y recíproco de ser «entregado».
que aparece bajo las condiciones de un auténtico diálogo. Así Para Hegel sería sólo en parte cierto decir que e! yo llega a «in-
pues, la exclusión, ya sea entendida como expulsión, como ab- cluir» al Otro (Benjamin distinguiría aquí entre «inclusión» e
214 DESHACER EL GÉNERO EL ANHELO DE RECONOCIMIENTO 215
«incorporación» y los plantearía como opuestos). Porque el yo presión de esta relacionalidad fundamental. Aunque el sentido
siempre es otro de sí mismo, no tanto un «contenedor» o una común nos impulse a preguntar: ¿no hay un yo que se identifi-
unidad que puede llegar a «incluir» a Otros dentro de su ám- que?, ¿un yo que lleva luto?, ¿acaso no sabemos todos que di-
bito. Por el contrario, el yo siempre se está encontrando a si cho yo existe?, aquí parece que las necesidades convencionales
mismo como el Otro, convirtiéndose en el Otro para sí mismo, y precríticas de la gramática ganan a la exigencia de la reflexión
y ésta es otra forma de marcar el opuesto de la «incorpora- crítica. Tiene sentido hablar acerca de un yo, pero ¿estamos se-
ción». El yo no acoge al Otro, sino que se encuentra a sí mismo guros de que está intacto antes del acto de división>; ¿qué im-
transportado fuera de sí mismo en una relación irreversible de plica insistir sobre un sujeto que «performa» su propia divi-
alteridad. En un cierto sentido. el yo «es» esta relación con la sión? ¿No hay nada desde lo cual un sujeto se divida desde el
alteridad. principio que ocasione la formación del sujeto mismo? ¿No
Aunque a veces Benjamin se refiere a las concepciones hay una producción del inconsciente que ocurra de forma con-
«posmodemas» del yo que presumen su carácter «dividido» y comitante con la formación del sujeto, entendida como una ac-
«descentrado», no llegamos a saber exactamente qué significan tividad autodeterminante? Y si el yo que se divide se encuentra
estos términos. No basta con decir que primero hay un yo y ya a una distancia, ¿cómo debemos entender lo que la división
que luego se divide. ya que el yo que estoy perfilando aquí está implica para dicho yo? Sí, es posible y necesario decir que el
más allá de sí mismo desde el inicio y está definido por su ex- sujeto se divide, pero de ahí no se deduce la formulación del
stasis ontológico, esa relación fundamental con el Otro en la sujeto como un todo único o autónomo. Porque si el sujeto a
cual se encuentra a sí mismo ambiguamente instalado fuera de la vez está dividido y se está dividiendo, será necesario saber
sí mismo. Sugiero que este modelo es una manera de cuestio- qué tipo de división fue la que lo inauguró. qué tipo de divi-
nar cualquier afirmación relacionada con la autosuficiencia del sión sufre en cuanto suceso psíquico contingente. y cómo estos
sujeto y con el carácter incorporativo de toda identificación. Y diferentes niveles de división se relacionan entre sí, si es que lo
en este sentido. no está lejos de la posición de Benjamin. Pue- hacen.
de que esto no sea «dividirse» en el sentido psicoanalítico. pero Por tanto. ésta es una perspectiva sobre la relacionalidad
puede que sea una divisibilidad ontológica sobre la cual des- derivada de Hegel en la que se afirma que el yo busca y ofrece
cansa la noción psicoanalítica de división y la cual elabora. Si reconocimiento a otro, pero, por otro lado, se afirma que el
asumimos que el yo existe y que luego se divide. asumimos que mismo proceso de reconocimiento revela que el yo está siem-
el estatus ontológico del yo es autosuficiente antes de que se so- pre posicionado de antemano fuera de sí mismo. Ésta no es
meta a su división (se podría decir que es un mito aristofánico una idea particularmente «posmoderna», ya que se deriva del
que resurge dentro de la metapsicología de la psicología del idealismo alemán y de las anteriores tradiciones extáticas del
ego). Pero esto no conlleva comprender la primacía ontológica Medioevo. Sencillamente reconoce que «nosotros» que somos
de la relacionalidad misma y sus consecuencias para pensar el relacionales no existimos aparte de esas relaciones, y que no
yo en su necesaria (y éticamente consecuente) falta de unidad. podemos pensar en nosotros mismos separadamente de los
Una vez se piensa el yo de este modo. se empieza a obser- efectos descentradores que la relacionalidad implica. Además,
var cómo las formas verbales son las que más se acercan a la ex- cuando consideramos que las relaciones mediante las cuales es-
216 DESHACER EL GÉNERO
sustituto de! pene. En e! contexto de la lingüística estructural, mente aquello que convierte todo recuerdo en falso, se podría
este tabú de! incesto primario se convierte en e! modo en que decir, y que se da a conocer a través de! intervalo que trastorna
se ocupan las posiciones sexuales, así como en e! modo en que se todo esfuerzo encaminado a la reconstrucción narrativa.
diferencia lo masculino de lo femenino y se defiende la hetero- En lo que concierne al incesto, la cuestión gira en torno a
sexualidad. Aunque e! psicoanálisis nos ha trazado este camino las relaciones entre e! recuerdo, e! suceso y e! deseo: ¿e! suceso
a través de la normalización de! género y de la sexualidad, tam- precede al recuerdo?, ¿es la memoria la que retroactivamente
bién ha insistido desde sus inicios en que e! «desarrollo» que propone un suceso?, ¿o es un deseo e! que toma la forma de re-
describe no está en ningún sentido garantizado. Como resulta- cuerdo? Aquellos que quieren subrayar la prevalencia de! in-
do, e! psicoanálisis nos da, y quizá también nos representa, par- cesto como una práctica familiar abusiva tienden a insistir en
te de este drama de la normalízación sexual, así como sus ine- que es un suceso y que, en tanto que recuerdo, es un recuerdo
vitables desviaciones. de un suceso. Y a veces, esto toma la forma de una premisa
En la narrativa de! desarrollo generalmente se describe e! dogmática: para que sea traumático y real, se debe entender e!
incesto como una fantasía que puede castígarse. Y una de las incesto como un suceso. Sin embargo, precisamente esta posi-
principales cuestiones que surgen dentro de! contexto de! de- ción es la que desmonta la perspectiva de los estudios de! trau-
bate social contemporáneo sobre e! incesto es si éste es real o si ma mencionada anteriormente, según la cual e! signo de un
es una fantasía, y cómo se puede determinar epistemológíca- trauma y su prueba son precisamente su resistencia a la estruc-
mente la diferencia entre los dos. Para algunos, e! dilema epis- tura narrativa de un suceso.
temológico se responde averiguando si existen recuerdos falsos Aquellos a los que preocupan las falsas alegaciones y que
y dirimiendo qué respeto merecen las explicaciones en primera creen que estamos en medio de un brote público de tales falsas
persona sobre experiencias que, a menudo, se atribuyen a la alegaciones, pueden manifestarse en contra de una perspectiva
temprana infancia. Para otros, el tema de la «realidad» de! in- psicoanalítica o a favor de una. Pueden, por ejemplo, insistir en
cesto enlaza con cuestiones más amplias relacionadas con la his- que e! incesto es o bien un recuerdo inducido por la terapia o
toriografía de la memoria, es decir, con la cuestión de si los bien, con menor frecuencia, un deseo que se transmuta en un
«eventos» históricos pueden confirmarse de forma separada al recuerdo falso. Una aproximación psicoanalítica se interroga
campo interpretatívo en e! cual aparecen y si, consecuentemen- sobre si e! incesto es meramente un deseo, o por derivación, un
te, la imposibilidad de negar sucesos traumáticos -típicamente deseo transformado en recuerdo. Este punto de vista sugiere
ejemplificada en la aníquilación de los judíos europeos- pue- que la narrativa que da cuenta de! incesto se correlaciona con
de afirmarse con seguridad en oposición a los historiadores re- e! suceso psíquico, pero no con un suceso histórico, y que los
visionistas. dos niveles de! suceso no pueden disociarse de una forma cla-
Actualmente, estas cuestiones se complican todavía más a ra. Sin embargo, es posible un tercer punto de vista dentro de!
raíz de la aparición de estudios sobre e! trauma (Caruth, Fe!- psicoanálisis: e! que insiste en que e! trauma se cobra su peaje
man, Laub) , en los cuales prevalece e! argumento que defiende en la narratividad; es decir, que en la medida en que e! incesto
que, por definición, no se puede captar e! trauma a rravés de la adopta una forma traumática, no se puede recuperar como su-
representación ni mediante e! recuerdo; e! trauma es precisa- ceso; como trauma, no puede tomar la forma de un suceso re-
220 DESHACER EL GÉNERO LOS DILEMAS DEL TABÚ DEL INCESTO 221
cordado o narrable. Así pues, no se puede basar la afirmación para suponer la veracidad de todas las alegaciones de íncesto.
de su veracidad histórica demostrando que el incesto tiene una Los esfuerzos deben encaminarse a descubrir cómo las pasiones
estructura de suceso. Por el contrarío, en el momento y lugar incestuosas que forman parte de la aparición de la sexualidad en
en los que el incesto no puede imaginarse como suceso es don- la infancia se explotan precisamente a través de la práctica del
de su propia imposibilidad de ser imaginado actúa como testi- incesto, una práctica que franquea los límites de una prohibi-
monio de su carácter traumático. Por supuesto, esto sería un ción que debería mantenerse firmemente. Además, para com-
«testimonio» difícil de probar en un tribunal que se guíe por prender el trauma de dicha práctica, es importante no descartar
los estándares que determinan el estatus empírico de un suce- el registro psíquico del dolor, no interpretar la ausencia de evi-
so. Por el contrario, el trauma le cobra también un peaje al em- dencia empírica o de una historia que se pueda narrar como un
pirismo. signo de que este trauma existe meramente en el plano de la fan-
Por tanto, el trauma del incesto se interpreta de varias for- tasía. Si la teoria del trauma está en lo cierto al afirmar que a me-
mas: como una imposición brutal sobre el cuerpo del niño, nudo el trauma conduce a la imposibilidad de la representación,
como una incitación explotadora del deseo del niño o como lo entonces no hay manera de decidir cuestiones relacionadas con
radicalmente irrepresentable en la experiencia del niño o en el el estatus psíquico y social del incesto recurriendo directamen-
recuerdo del adulto de cuya infancia se trata. Además, en la te a su representación. Hay que leer las elipsis, las lagunas, la
medida en que el psicoanálisis atribuye la fantasía incestuosa y ausencia, y esto implica que el psicoanálisis deberá reaprender
su prohibición al proceso por el cual se da la diferenciación de la habilidad de leer narrativas fracturadas.
género (así como al ordenamíento sexual del género), resulta Hay dos breves puntos que quisiera recapitular en relación
difícil distinguir entre el incesto como fantasía traumática de con esta serie de dilemas epistemológicos que han surgido. En
carácter esencial en la diferenciación sexual de la psique, y el primer lugar, quisiera recordar que la distinción entre suceso y
incesto como trauma que debe ser claramente clasificado como deseo no está tan clara como a veces se afirma. No es necesario
una práctica abusiva y en ningún sentido esencial para el desa- imaginar el incesto entre padres e hijos como un impacto uni-
rrollo psíquico y sexual, lateral sobre el niño por parte de los padres, ya que cualquier
Aquí abundan las oportunidades para la división de opinio- impacto que se dé será también registrado en la esfera de la
nes. Desde un punto de vista psicoanalítico (el cual, definitiva- fantasía. De hecho, para comprender la violación que puede
mente, no está formado por una serie de expectativas unificadas ser el incesto -y también para distinguir entre aquellas oca-
y armoniosas), los temas urgentes parecen ser: ¿cómo explicar la siones de incesto que son una violación y las que no lo son-
persistencia más o menos general del tabú del incesto y sus trau- no es necesario concebir el cuerpo del niño como una superfi-
máticas consecuencias como parte del proceso de diferenciación cie exclusivamente impuesta desde el exterior. Por supuesto, lo
que allana el camino hacia la sexualidad adulta sin menospreciar que se teme es que si resulta que el deseo del niño ha sido ex-
las alegaciones sobre la práctica incestuosa que son claramente p otado o incitado por el incesto, esto de alguna forma restará
traumáticas, innecesarias e inaceptables? El esfuerzo para redu- valor a la comprensión del incesto entre padres e hijos como
cir las alegaciones sobre la realidad del incesto como los sínto- una violación. La reificación del cuerpo del niño como una su-
mas de una fantasía negada no es más aceptable que el esfuerzo perficie pasiva constituiría así, en el plano teórico, una priva-
222 DESHACER EL GÉNERO LOS DILEMAS DEL TABÚ DEL INCESTO 223
ción más para el niño: la privación de una vida psíquica. Puede ¿Qué constituye los límites de lo pensable, de lo narrable,
también decirse que se perpetraría una privación de otro or- de lo inteligible? ¿Qué constituye el límite de lo que puede pen-
den. Después de todo, cuando tratamos de pensar sobre qué sarse como cierto? Creo que éstas son preguntas que el psicoa-
tipo de explotación puede ser el incesto, a menudo es precisa- nálisis siempre ha hecho, precisamente porque se basa en una
mente el amor del niño el que se explota en la escena del inces- forma de escuchar analítica y en una forma de «leer» que da
to. Pero si desestimamos lo que le ocurre al amor del niño y a por sentado que lo que se constituye como el reino de lo con-
su deseo en la relación íncestuosa traumática con un adulto, re- cebible está basado en la exclusión (represión o negación) de lo
sulta imposible describir las profundas consecuencias psíquicas que resulta dificil o imposible de pensar.
de ese trauma. Por supuesto, no se trata de decir que nada se piensa, que
Se puede tener la tentación de concluir que el suceso siem- no se cuenta una historia y que no se hace una representación;
pre se registra psíquicamente y como resultado, hablando con cualquiera que sea la historia y la representación que surjan
rigor, no puede separarse de la escenificación psíquica del su- para dar cuenta de ese suceso, que no es tal, estarán sujetas a la
ceso: lo que se narra, si puede ser narrado, es precisamente la misma catacresis que yo performo cuando me refiero a ello ina-
mezcla de los dos. Pero esta solución no concierne a lo que no propiadamente como un suceso; será la catacresis que debe
puede narrarse, aquello para lo cual no hay historia ni informe leerse por lo que indica pero no puede decir, o por lo indecible
ni representación lingüística. En el caso del trauma que no es ni en lo que se dice. Lo que sigue siendo crucial es una forma de
suceso ni recuerdo, su relación con el deseo no puede leerse fá- lectura que no trata de encontrar la verdad de lo que ocurrió
cilmente. Para reconocer la gravedad de la violación, lo cual es síno que, más bien, se pregunta cómo ha afectado ese no suce-
una obligación ética, no es necesario forzar al sujeto a probar la der a la cuestión de la verdad. Dado que parte del efecto de esa
veracidad histórica del «suceso», porque puede ser que el pro- violación, cuando lo es, es precisamente convertir el conoci-
pio signo del trauma sea la imposibilidad de acceder a los tér- miento de la verdad en una posibilidad infinitamente más re-
minos que establecen su veracidad histórica, es decir, cuando mota, estamos ante un caso de violencia epistémica. Insistir en-
lo que es histórico y lo que es cierto se convierten en impensa- tonces en verificar la verdad es precisamente omitir el efecto de
bles y en no cognoscibles. la violación en cuestión, lo que equivale a poner en crisis la po-
Desde una perspectiva clínica, siempre es posible afirmar sibilidad del conocimiento de la verdad.
que no importa si el trauma ocurrió o no, ya que la cuestión es Así que continúo añadiendo esta salvedad: «siempre que el
averiguar el significado psíquico de un relato sin juzgar su rea- incesto sea una violación»; es decir, puede haber ocasiones en
lidad. Pero ¿realmente podemos disociar la cuestión del signi- las que no lo es. ¿Por qué hablo de esta forma? Bien, creo que
ficado psíquico de la del significado del «suceso» si cierta con- probablemente hay formas de incesto que no son necesaria-
fusión acerca de si ha ocurrido el suceso es precisamente parte mente traumáticas o que obtienen su carácter traumático de la
de su efecto traumático? Puede ser que lo que sea impensable conciencia de vergüenza social que producen. Pero lo que más
sea el acto que un padre o una madre ha performado (o estaba me preocupa es que el término «incesto» sea sobreinclusivo;
dispuesto a realizar), o puede ser que lo que sea impensable sea que la derivación de la normalidad sexual que implica se con-
precisamente su convergencia en el suceso. funda demasiado fácilmente con otros tipos de desviaciones. El
224 DESHACER EL GÉNERO LOS DILEMAS DEL TABÚ DEL INCESTO 225
incesto se considera vergonzoso, lo cual explica la dificultad de ciales, creo que implica no comprender que e! parentesco es
su articulación, pero ¿hasta qué punto se estigmatiza como una una práctica social contingente. Desde mi punto de vista no
irregularidad sexual aterradora, repulsiva o impensable de for- existe una posición simbólica de Padre y Madre que no sea
mas que no se aplican a otras desviaciones de la norma de la precisamente la idealización y la calcificación de normas cultu-
heterosexualidad exogámica? Las prohibiciones que funcionan rales contingentes. Tratar estas formas variables como presu-
para prohibir e! intercambio sexual no normativo también fun- posiciones de la cultura y de la salud psíquica implica e! abso-
cionan para instituir y vigilar las normas de! presunto parentes- luto divorcio entre e! psicoanálisis de la diferencia sexual y su
co heterosexual. Es interesante que, aunque e! incesto se consi- contexto sociológico. Implica también restringir las nociones
dera como una desviación de la norma, algunos teóricos, como de normatividad que se encuentran a nuestra disposición a
Linda A1coff, entre otros, argumentan que es una práctica que aquellas que ya están de antemano codificadas en una ley uni-
generalmente apoya la estructura patriarcal de la familia. Sin versal de la cultura.
embargo, dentro de! ámbito de! psicoanálisis, y en particular Así pues, la ley que instalaría e! tabú de! incesto como e!
de! psicoanálisis estructuralista, las posiciones de la madre y de! fundamento simbólico de la estructura familiar declara la uni-
padre determinan efectos diferenciales de! tabú de! incesto. versalidad de! tabú de! incesto, así como sus innecesarias con-
Aunque la propia existencia de! tabú de! incesto presupone secuencias simbólicas. Una de las consecuencias simbólicas de
que ya existe la estructura familiar, ¿cómo sino puede com- la ley así formulada es precisamente la desrealización de las for-
prenderse la prohibición de las re!aciones sexuales con miem- mas parentales de gays y lesbianas, de los hogares monoparen-
bros de la propia familia sin una concepción previa de familia? tales y de los acuerdos familiares mixtos en los cuales puede
Sin embargo, dentro de! estructuralismo las posiciones simbó- que haya más de una madre o padre, donde la misma posición
licas de la Madre y e! Padre sólo se sostienen a través de la simbólica se dispersa y se rearticula en nuevas formaciones so-
prohibición, de forma que la prohibición produce tanto la po- ciales.
sición de la Madre como la de! Padre en términos de una serie Si uno defiende la perdurable eficacia simbólica de esta ley,
de re!aciones sexuales endogámicas proscritas. Algunos analis- entonces me parece que resulta difícil, si no imposible, conce-
tas lacanianos tratan estas posiciones como si fueran intempo- bir que la práctica incestuosa ocurre. También resulta dificil, si
rales y necesarias, e! asiento psíquico que cada niño tiene o ad- no imposible, concebir e! lugar psíquico de! padre o de la ma-
quiere a través de su entrada en e! lenguaje. dre, o de ambos, de formas que desafíen la normatividad hete-
Ésta es una cuestión complicada que ya he examinado en rosexual. Si existe un desafío a la universalidad de la heterose-
otros escritos. No obstante, quisiera subrayar que e! estatus xualidad exogámica desde dentro (a través de! incesto), o
simbólico de esa posición no se considera equivalente a su po- desde organizaciones sociales de la sexualidad que actúan
sición social, y que la variabilidad social de la paternidad, de la como rivales (lesbianas, gays, bisexuales, parejas no monóga-
maternidad y de la estructura familiar no está reflejada en e! mas), cada una de estas desviaciones de la norma se torna en
sempiterno binarismo MadrelPadre que se encuentra en e! pIa- algo dificil de reconocer dentro de! esquema que también afir-
no simbólico. Insistir en que e! parentesco se inicia a través de ma que la eficacia de! tabú de! incesto determina e! campo de
medios lingüísticos y simbólicos que definitivamente no son so- la inte!igibilidad sexual. En cierto sentido, e! incesto se niega
226 DESHACER EL GÉNERO LOS DILEMAS DEL TABÚ DEL INCESTO 227
en la ley del incesto, y las formas de sexualidad que se distan- cuenta que no todas las formas de incesto son necesariamente
cian de la norma se convierten en ininteligibles (a veces, por traumáticas (por ejemplo, en la literatura del siglo XVIII a veces
ejemplo, incluso se considera que inducen a la psicosis, como se presenta el incesto entre hermana y hermano como idílico).
cuando los analistas argumentan en la vena estructuralista que Pero si la cuestión es si debemos legitimar o no una forma no
la relación parental con personas del mismo sexo presenta un normativa de sexualidad, parece crucial que tengamos un mar-
riesgo de psicosis para niños criados en dichas condiciones). co teórico que no niegue por adelantado descripciones que
Un argumento que en ocasiones presenta el psicoanálisis es pueden ser vitales. Si decimos que, por definición, ciertas for-
que, aunque se supone que el tabú del incesto facilita la exoga- mas de sexualidad no son inteligibles o que no podrían haber
mia heterosexual, nunca funciona del todo bien y que la serie existido, nos arriesgamos a efectuar una duplicación, en el mis-
de perversiones y fetichismos que normalmente comprende la mo lenguaje teórico que utilizamos, del tipo de negaciones que
sexualidad humana demuestra el fracaso de la ley simbólica en el psicoanálisis se afana por desvelar.
su intento de ordenar completamente nuestras vidas sexuales. Para los que trabajan en la linea del psicoanálisis estructu-
Se supone que este argumento debe persuadimos de que nadie ralista y que consideran el análisis de Lévi-Strauss como funda-
ocupa realmente el lugar de la norma, y de que el psicoanálisis cional, el tabú del incesto produce el parentesco normativo he-
nos convierte a todos en pervertidos y fetichistas. El problema terosexual y aparta del reino del amor y el deseo las formas de
con esta respuesta es que la forma de la norma, aunque sea in- amor que traspasan y confunden la serie de relaciones de pa-
habitable, permanece sin cambios y, aunque esta formulación rentesco. En el caso del incesto, el niño cuyo amor se explota
nos considere a todos igualmente como seres desviados, no puede que ya no sea capaz de recuperar o reconocer ese amor
rompe con la estructura conceptual que plantea una norma sin- como tal. Estas son formas de sufrimiento que son, al mismo
gular e invariable y sus desviaciones. En otras palabras, no hay tiempo, perturbaciones del reconocimiento. Y no ser capaz de
forma de que la paternidad o la maternidad de gays o bisexua- reconocer el amor que emana de uno mismo, por doloroso que
les pueda reconocerse como una formación cultural perfecta- pueda ser, produce su propia melancolía, la alternativa supri-
mente inteligible en lugar de ser considerada como una desvia- mida y ambivalente al duelo. Entonces, ¿qué hay de las otras
ción. De forma similar, no hay forma de distinguir, como se formas en las que el parentesco, que forma las condiciones de
debería, entre desviaciones de la norma como la sexualidad les- la inteligibilidad cultural para la posición estructuralista, es
biana y la práctica incestuosa. abrogado por un amor que rompe los límites de lo que serán y
En la medida en que hay formas de amor que están prohi- deberían ser las relaciones sociales vivibles, y aun así perdura?
bidas o, al menos, prívadas de realidad por parte de las normas Existe otro tipo de catacresis o de habla inapropiada que em-
que establecen el tabú del incesto, tanto la homosexualidad pieza a operar. Si el tabú del incesto es también lo que se supo-
como el incesto pueden calificarse como dichas formas. En el ne que instala al sujeto en la heterosexualidad normativa y si,
primer caso, la desrealización conduce a una falta de reconoci- como algunos defienden, esta instalación es la condición de po-
miento como amor legitimo; en el segundo, conduce a una fal- sibilidad para una vida simbólica o culturalmente inteligible,
ta de reconocimiento hacia lo que puede que hayan sido una entonces el amor homosexual surge como lo no inteligible den-
serie de encuentros traumáticos, aunque es importante tener en tro de lo inteligible: un amor que no tiene lugar en el nombre
228 DESHACER EL GÉNERO
pastoral es aquella forma de poder mediante la cual tiene lugar sin embargo, Foucault se retractó de su explicación de! poder
la administración de! alma. Afirmar que realmente se conoce e! pastoral y retornó a la historia de! confesionario en la Antigüe-
alma de! otro y estar en posición de dirigir esa alma hacia la dad tardía para descubrir que no se administraba exclusiva-
buena conciencia y la salvación es una afirmación potente que mente al servicio de la regulación y e! control. En «About the
sólo ciertos individuos muy bien entrenados están en disposi- Beginning of the Hermeneutics of the Self» (1980),' Foucault
ción de hacer. Al aceptar e! conocimiento sobre ellos mismos ofrece una «autocrítica» (pág. 161) de su postura anterior en la
que se ofrece, aquellos cuyas almas están siendo administradas cual reconsidera e! pape! de la confesión en los escritos de Sé-
de esta forma llegan a aceptar que e! discurso de! pastor posee neca. Foucault afirma haber encontrado en Séneca un concep-
la autoridad de la verdad acerca de lo que ellos son, y que les to de la confesión en e! cual no se trata de revelar los «deseos
habla acerca de ellos a través de! mismo discurso que la verdad. profundos» sino que se lleva a cabo un esfuerzo para «trans-
En e! primer volumen de la Historia de la sexualidad Fou- formar e! puro conocimiento y la simple conciencia en una for-
cault presenta la confesión como el modo mediante e! cuallle- ma real de vida» a través de! habla (pág. 167). En este caso, se-
gamos a ser controlados por los discursos que detenta la auto- gún Foucault, «la verdad [.. .J no está definida mediante una
ridad. Decimos lo que hemos pensado o hecho y entonces esa correspondencia con la realidad, sino como una fuerza inhe-
información se convierte en e! material a través de! cual se nos rente a los principios y que debe ser desarrollada en e! discur-
interpreta. Es como si se nos abriera al discurso de autoridad so» (pág. 167). Aquí la confesión funciona sin la hipótesis re-
de aquel que detenta e! poder pastoral. En la confesión mos- presiva elaborada por Foucault en e! primer volumen de la
tramos que no estamos totalmente reprimidos, ya que traemos Historia de la sexualidad. No hay deseos que enmudezcan en
a la luz los contenidos ocultos. El postulado que afirma que «e! manos de leyes represivas, sino que más bien se trata de una
sexo está reprimido» está de hecho al servicio de un plan que operación en la que e! yo se constituye a sí mismo en e! discur-
nos hace revelar e! sexo. La obligación de revelar que nos vie- so con la asistencia de la presencia de otro y de! habla. Foucault
ne impuesta se basa en la conjetura de que e! sexo está repri- escribe: «El yo no es algo que deba ser descubierto o descifrado
mido y la explota. En opinión de Foucault, la única razón por como una parte muy oscura de nuestro yo. Por e! contrario, e!
la cual decimos que e! sexo está reprimido es para poder traer- yo no tiene que ser descubierto sino constituido a través de la
lo forzosamente a la luz. Asi pues, la idea de que e! sexo está re- fuerza de la verdad. La fuerza se encuentra en la calidad retóri-
primido allana e! camino de nuestra confesión y, aparentemen- ca de! discurso de! maestro, y esta calidad retórica depende en
te, es nuestra confesión lo que más saboreamos.' parte de la revelación que realiza e! discípulo, quien debe ex-
Peor ¿por qué disponemos todo de forma que podamos plicar cuán alejado se halla de los verdaderos principios que
hablar, con dificultad y coraje, de nuestro deseo a otro ser hu- conoce en su modo de vida» (pág. 168).
mano y esperar a las palabras con las que nos corresponderá? En su estudio sobre Juan Casiano, uno de los padres de la
Foucault imagina al psicoanalista como un juez desapasionado Iglesia, Foucault considera cómo se construye la confesión
y como un «experto» que juzgará y tratará de ejercer e! control, como una «verbalización permanente» (pág. 178). El objetivo
que solicitará la confesión con e! fin de someter al que está de esta verbalización es convertir e! apego que e! ser humano se
siendo analizado a un juicio normalizado. En sus últimas obras, tiene a sí mismo en un apego a algo que se halla más allá de lo
232 DESHACER EL GÉNERO CO;\lFESIONES CORPORALES 233
humano: un apego a Dios. En este sentido. escribe Foucault, Si la primera interpretación de Foucault sobre e! poder
«la verbalización es un autosacrificiox (pág. 179). Según Fou- pastoral resulta no ser imparcial o estar equivocada, y si e! psi-
cault, para Casiano e! sacrificio que se da en la confesión es la coanálisis continúa siendo identificado como un heredero de!
renuncia a un deseo y al cuerpo: «Debemos entender este sa- poder pastoral, ¿cómo debemos entender la forma en que e! po-
crificio no sólo como un cambio radical en e! modo de vida der pastoral sobrevive dentro de! psicoanálisis? Ya no se en-
sino como una consecuencia de la fórmula: "Serás una mani- tiende e! papel de! confesor dentro de! poder pastoral como re-
festación de la verdad cuando y sólo cuando desaparezcas o te gido por e! deseo de aumentar su poder, sino como dirigido a
destruyas a ti mismo como un cuerpo real y como una existen- facilitar la transición o la conversión mediante e! proceso de
cia real"» (pág. 179). Esta versión de la confesión implica un verbalización, un proceso que abre e! yo a la interpretación
completo repudio de! sujeto de la voluntad, un repudio que, pero también a un tipo diferente de autorrealización en e! des-
sin embargo, se performa mediante la verbalización y, por tan- pertar de! sacrificio.
to, se entiende como una forma de verbalización que suspende Pero si Foucault se equivoca al considerar al psicoanálisis
la voluntad misma. como heredero de! poder pastoral que trata de utilizar la con-
Según esta versión de la confesión, parecería que la inter- fesión para aumentar su propio control y poder, entonces ¿qué
pretación anterior de Foucault en la que define e! poder paso motivaría a alguien a escuchar tan detenidamente los deseos
toral como basado en propósitos de dominación y control no que a otra persona le resultan tan difíciles de explicitar? Si la
sería correcta. Se podría interpretar que e! autosacrificio que motivación de aquellos que se convierten en testigos de la con-
fuerza e! poder es una estrategia de contención, pero esto equi- fesión de otros no es una simple cuestión de sadismo, ¿cómo
valdría a malinterpretar e! deseo y su realización. No se trata explicamos este tipo de atención? Y si e! asunto no es descu-
de desentrañar deseos ni de exponer su verdad en público, brir la «verdad de lo que ocurrió» y tratar e! lenguaje de! que
sino más bien de constituir una verdad sobre uno mismo a tra- está siendo analizado como si se correspondiera con una serie
vés de! acto mismo de verbalización. La primera interpretación de sucesos internos y externos, ¿entonces qué es lo que hace e!
se basa en la hipótesis represiva; en cambio, la segunda enfati- lenguaje en este intercambio?
za la fuerza performativa de la elocución hablada. En esta últi- Por supuesto, e! psicoanálisis no sólo escucha al deseo. Y pa-
ma el pape! de! confesor es también ligeramente diferente: «El rece justo decir que la mayoría de los terapeutas y analistas no
rol de! intérprete es asumido por e! trabajo de la verbalización se pronuncian sobre la verdad de lo que se dice en e! contexto
continua de los más imperceptibles movimientos de! pensa· de sus despachos. De hecho, puede ser que encontrar signífi-
miento», ya que e! intérprete presta atención a esos «moví- cados sea muy diferente de encontrar verdades, y que una foro
mientas imperceptibles» no con e! fin de discernir una verdad ma de llegar a los significados sea suspender e! tipo de juicios
preexistente, sino para facilitar un desapego de! yo consigo que pueden bloquear la comunicación. Creo que la confesión
mismo. En este sentido, e! objetivo de! sacrificio o, mejor di- es importante y que debemos someterla a estudio puesto ,-!ue,
cho, de la reconstitución de! yo bajo una luz divina implica «la dentro de! ámbito psicoanalítico, no sólo constituye una comu-
apertura de! yo como un campo de interpretación indefinida» nicación de lo '-!ue ha sido e! deseo o la acción de una persona,
(pág. 180). sino que la propia habla constituye otra acción, una acción que
234 DESHACER EL GÉNERO
CONFESIONES CORPORALES 235
en el campo del contexto analítico confiere una cierta realidad tra antes de otro y, oblicuamente, a otro, un habla que presume
al hecho, si se trata de un hecho, y que también implica al ana- y solicita el reconocimiento, constituye el primer acto como
lista como aquel que escucha en la escena del deseo.' El anali- público, como conocido, como algo que realmente ha sucedi-
zado trata de expresar al analista un cierto deseo, pero lo que do. Así pues, ¿el habla de la confesión en la escena psicoanalí-
toma forma en el habla es otro deseo. Cuando se formula la pa- tica se convierte en un acto corporal diferente del acto que está
labra, la persona que se somete al análisis desea que el analisra siendo confesado pero que permanece estable entre los dos ac-
sepa, y espera o teme algún tipo de reacción a lo que se dice. tos? El cuerpo que está en el diván es el mismo cuerpo que rea-
De esta forma, la confesión no sólo presenta al analista un de- lizó la acción, pero en el diván esa acción se transmite verbal-
seo ya existente o una acción ya realizada, sino que altera ese mente; el cuerpo actúa otra vez, pero esta vez a través del
deseo y ese acto de forma que, una vez declarados al analista, mismo acto corporal de hablar. ¿Hablar sobre el acto pone en
se convierten en algo que no eran anteriormente. juego el acto entre el analista y el analizado? ¿Y qué ocurre con
Hagamos la confesión quizá más dramática. En sus prime- el cuerpo? Éste es el referente del acto; son sus actividades so-
ros trabajos Foucault imaginó que lo que ocurre en la escena bre las que se informa, las que se refieren, las que se comuni-
analítica es que todos hablan acerca de sus deseos subrepticios, can. Pero en la confesión el cuerpo actúa de nuevo, muestra su
que se da permiso para hablar sobre el sexo. También plantea capacidad para realizar un acto y anuncia, aparte de lo que
un argumento psicoanalítico, quizá a pesar de sí mismo, al afir- realmente se dice, que está allí sexualmente de una forma acti-
mar que lo que más se disfruta es hablar sobre sexo: la verbali- va. Su habla se convierte en la vida presente del cuerpo y, aun-
zación se convierte en la escena de la sexualídad. Aquí se deri- que ese acto se convierta en más real al ser hablado, en el mo-
va mi pregunta: ¿el goce de hablar sobre sexo es el goce sobre mento en que se habla extrañamente se convierte también en
el sexo o sobre el habla? Y si éstas son dos formas diferentes de pasado, completado, se acaba. Quizá por esta razón las confe-
goce, ¿están acaso relacionadas la una con la otra? ¿Cuál es el siones casi siempre se dan después del hecho y generalmente se
contenido de la confesión?, ¿es un hecho, un deseo, una ansie- posponen hasta el momento en que la persona que habla está
dad, una culpabilidad permanente sobre la que la forma confe- preparada para el sacrificio del objeto que a veces conlleva el
sional actúa como un bálsamo? Cuando empieza la confesión hablar.
usualmente se centra en un hecho, pero puede ser que el hecho Por supuesto, tener una confesión que hacer equivale tam-
esconda la fuente del deseo de confesión. Pero comencemos bién a poseer palabras que han sido retenidas durante algún
por la presunción inícial del confesor que postula que hay un tiempo. Tener una confesión que hacer significa que todavía no
hecho que espera ser revelado en el habla. Al imaginar el con- ha sido hecha, que está ahí, casi formulada en palabras, pero
tenido de la confesión como un hecho, un hecho del deseo, un que el habla está contenida y que el hablante se ha retirado de
acto sexual, la persona que está siendo analízada habla, pero el la relación hasta cierto punto. Pero también significa que esas
habla se convierte en el nuevo vehículo del deseo, pues el he- palabras no han sido todavía performadas para el analista, to-
cho se convierte en un nuevo hecho o da nueva vida al viejo he- davía no han sido ofrecidas como material, Las palabras, los
cho. Ahora no sólo se ha realizado el hecho, sino que también hechos que comunican todavía no se han hecho vulnerables a
se ha hablado de él, y algo en el habla, un habla que se encuen- otra perspectiva, perspectiva que puede someter a reinterpre-
236 DESHACER EL GÉNERO CONFESIONES CORPORALES 237
tación las palabras y los hechos, de forma que e! significado -nos dice Antígona-, voy a resistirme a ser forzada por e!
pleno de catexis que ha sido atribuido a los actos todavía no se lenguaje de! otro a una negación, y no voy a negar mi acto; un
ha convertido en un suceso cuyo significado sea constituido in- acto que se convierte en su posesión, un acto que sólo tiene
tersubjetivamente. El secreto erosiona la presunción intersub- sentido dentro de! contexto de la escena en la que ella rehúsa
jetiva de la escena psicoanalítica, pero también puede conver- una confesión forzada. En otras palabras: afirmar «No voy a
tirse en un suceso, un suceso que se convierta en material para negar mi acción- equívale a rehusar cometer una negación,
e! análisis sólo con la condición de que la confesión fuerce al pero no es precisamente reivindicar la acción. Decir «Sí, yo
secreto a dejar de serlo. Y puede ser que, en e! momento en dígo que yo lo hice» equivale a reivindicar la acción, pero tam-
que se realiza la confesión, e! retraso en hacerla se haya con- bién a cometer otra acción en la propia reivindicación, e! acto
vertido en una nueva causa de culpabilidad y remordimiento. de hacer pública la propia acción, una nueva empresa criminal
Voy a ofrecer otra perspectiva basada en la escena de la An- que toma e! lugar de la anterior y la redobla.
tígona de Sófocles en la que ella confiesa a Creonte que ha de- La acción de Antígona es ambigua desde e! principio, pero
sobedecido su ley y que ha enterrado a su hermano Polinices. h no sólo la acción desafiante por la cual ella entierra a su her-
Su crimen no es exactamente sexual, aunque su relación con mano, sino e! acto verbal en el cual ella contesta a la pregunta
Polinices está intensamente cargada de un significado inces- de Creonte; así pues, la suya es una acción en e! lenguaje. En
tuoso e, incluso, sobredeterminada por dicho significado. Ella cierto sentido, hacer pública la propia acción en e! lenguaje es
es culpable de desobedecer e! edicto que Creonte ha dictado completarla; es e! momento que la implica en e! exceso mascu-
en e! que se sentencia a muerte a quien entierre a Polinices. lino llamado bibris. Curiosamente, en este momento en e! que
Pero ¿es Antígona culpable debido a otras razones, razones se entiende que ella está oponiéndose ferozmente a Creonte
que quedan encubiertas por su crimen público, que es de ma- aparecen al menos dos problemas preocupantes. En primer lu-
yor importancia? Y cuando ella hace su confesión, ¿no añade gar' ella está empezando a parecerse a Creonte. Ambos buscan
yerro a su culpa convirtiéndose así en culpable de más de lo mostrar sus actos en público y obtener e! reconocimiento pú-
que posiblemente hizo? De hecho, ¿su confesión no exacerba blico de sus actos. Y en segundo lugar, ella habla a Creonte y
su culpabilidad? habla delante de él, de forma que él se convierte en la audien-
Como recordarán, se nos presenta a Antígona mediante la cia de su confesión, aquel a quien se dirige la confesión, e! que
acción a través de la cual ella desafía la soberanía de Creonte e debe recibirla. Así pues, se requiere su presencia incluso cuan-
impugna e! poder de su edicto, pronunciado como imperativo, do ella se le opone duramente. ¿Ella es como él? ¿Está ella, a
que prohíbe explícitamente enterrar e! cuerpo de Polinices.' través de su confesión, ligándose más estrechamente a él?
Así pues, Antígona le impugna verbalmente, sin negar que fue La primera acción es suficientemente mala. Ella desobede-
ella la que cometió e! crimen: «Yo digo que lo hice y no lo nie- ce la ley y entierra a su hermano. Lo hace en nombre de una ley
go» (Antígone, pág. 43); «Sí, lo confieso»; «Yo digo que lo superior, una base justificatoria diferente, pero no es capaz de
hice»: así contesta a la pregunta que le hace otra autoridad, y aclarar con precisión de qué ley se trata; pero cuando empieza
así ella le concede a este otro autoridad sobre ella misma. «No a confesarse y, por lo tanto, a actuar en e!lenguáje, parece que
negaré mi acción»; «No la niego»: no se me forzará a negarme sus motivaciones varían. Se supone que su habla debe subrayar
238 DESHACER EL GÉNERO CONFESIONES CORPORALES 239
su soberanía pero revela algo más. Aunque ella utilice e1len- tad hacia su hermano, repite el desafio que la sitúa como al-
guaje para afirmar su acción, para hacer valer una autonomía guien que puede sustituirlo, y por lo tanto, le reemplaza y qui-
«varonil» y desafiante, ella puede performar esa acción sólo a zá le rerritorializa, tal vez derrotándole en el nombre de la fide-
través de la incorporación corporal de las normas del poder a lidad hacia él. Ella asume la virilidad a través de la derrota de
las que se opone. De hecho, lo que concede poder a estos actos ésta, pero sólo la vence mediante su idealización. En cierto mo-
verbales es la operación normativa de poder que encarnan sin mento su acción parece que establece su rivalidad y su supe-
llegar a convertirse del todo en ella. rioridad respecto a Polinices. Ella se pregunta: «¿Y cómo po-
Por tanto, Antígona llega a actuar de formas que se llaman dría haber conseguido mayor gloria [kleosJ que colocando a mi
varoniles no sólo porque está desafiando a la ley, sino porque, hermano en su tumba?».
al cometer el acto contra la ley, también asume la voz de la ley. Así que si pensábamos que era su amor imperecedero por
No sólo comete el acto y se niega a obedecer el edicto, sino su hermano lo que la llevó a actuar como lo hizo, sus propias
que lo comete de nuevo al no renegar de haberlo cometido, palabras ponen en entredicho el propósito de su acción. Puede
apropiándose así de la retórica de la agencia del mismo Creon- decirse que la acción empieza con el entierro del cuerpo y que
te. Su agencia surge precisamente a través de la negativa de se intensifica con la confesión. Y con la confesión, una confe-
Antígona a respetar su orden, y aun asi el lenguaje de esa ne- sión aparentemente sin culpa, Antígona a la vez asume su po-
gativa asimila los propios términos de soberanía que ella re- der y procura su muerte. Ella parece desafiar a la ley, pero tam-
chaza: después de todo, Creonte es el modelo de soberanía. Él bién se está entregando a una sentencia de muerte. ¿Por qué
espera que su palabra gobernará los actos de Antígona y ella le persiste en esta linea de actuación que conduce inexorable-
replica rebatiendo el acto soberano de habla de Creonte con la mente a la extinción? ¿Por qué solicita el mayor castigo a tra-
afirmación de su propia soberanía. La afirmación se convierte vés de su acción y de su palabra?
en una acción que reitera la acción que afirma, extendiendo En su ensayo «Criminals From a Sense of Guilt», Freud in-
el acto de insubordinación al performar su reconocimiento en el forma sobre pacientes que cometen fechorías porque están
lenguaje. Pero, paradójicamente, este reconocimiento requiere prohibidas y «su ejecución iba acompañada del alivio mental
un sacrificio de autonomía en el mismo momento en el que para el que la cometía»." El paciente parece aliviado por el acto
está siendo performado: ella se afirma a través de la apropia- porque «al menos ahora su sentido de culpabilidad se relacio-
ción de la voz de otro, el mismo al que se opone; así pues, ob- naba con algo». Freud sostiene que «el sentimiento de culpa-
tiene su autonomía a través de la voz de la autoridad a la que bilidad estaba presente antes de la fechoría, pero no surgió de
se resiste, una apropiación que lleva dentro de sí, de forma si- ésta sino que, en cambio, fue la fechoria la que surgió del sen-
multánea, los restos de un rechazo y la asimilación de esa mis- timiento de culpabilidad». Luego añade que este «oscuro senti-
ma autoridad. miento de culpabilidad», una culpabilidad que no conoce su
En su abierto desafio al Estado se rrasluce algo más acerca razón de ser, puede «derivarse del complejo de Edipo y ser
de sus motivaciones. En el momento en que Antígona desafía a una reacción a las dos grandes intenciones criminales de matar
Creonte, ella se identifica con el hermano al que ha enterrado. al padre y de tener relaciones sexuales con la madre». Y en-
Ella repite el acto desafiante de su hermano y, al afirmar su leal- tonces conjetura que «la conciencia de la humanidad, que aho-
240 DESHACER EL GÉNERO CONFESIONES CORFORALES 241
ra surge como una fuerza mental heredada, fue adquirida en lidad por la que se la puede castigar con la muerte o es la cul-
conexión con el complejo de Edipo», Curiosamente, Freud se pabilidad del padre? ¿Y hay alguna forma definitiva de distin-
refiere a Nietzsche, que clasificó a aquellos que cometen fe- guir entre ellos ya que ambos están malditos de formas apa-
chorias debido a un sentimiento de culpabilidad como «crimi- rentemente similares? ¿Es el castigo una forma de expiar el
nales pálidos», pero esta conexión debera investigarse en otra crimen, o produce la posibilidad de un escenario fantasmático
ocasión. en el cual ella es finalmente liberada del tabú cultural, libre de
Sin embargo, lo que aquí parece interesante es que Freud yacer con sus hermanos en la eternidad?
asume que las dos grandes intenciones criminales -matar al Aunque inicié este capítulo centrándome en el tema de la
padre y acostarse con la madre- se derivan de Edipo, pero confesión como un acto que desplaza el deseo sobre el que in-
quizá en Antígona, quien también deriva de Edipo, está fun- forma, especialmente cuando tiene lugar dentro de la escena
cionando otro tipo de intención criminal que produce una os- del análisis, quisiera finalizarlo observando que la confesión no
cura culpabilidad para la cual la muerte misma parece el casti- sólo «cambia al sujeto» de la fechoria en cuestión, sino que
go más apropiado. Como ya sabemos, Antígona está en un también puede funcionar para ocultar y racionalizar un senti-
dilema cuando grita que ha performado un crimen por su «más miento de culpa que se deriva de una acción que uno mismo
preciado hermano», ya que su hermano no sólo es Polinices no ha cometido. La confesión de Antígona no deja lugar a du-
sino también Etéocles, también asesinado, y Edipo, hijo de su das sobre lo que ella ha hecho, pero no revela su deseo de una
madre y su mujer, Yocasta. Ella ama a su hermano y por lo tan- forma transparente. Y su confesión es el medio a través del
to le entierra. Pero ¿quién es este hermano? ¿Está Polinices, a cual ella se somete al castigo que Creonte le tiene preparado,
quien se le niega un entierro como es debido como hermano acelerando así su propio movimiento hacia la muerte. Aunque
suyo, sobredeterminado por el otro hermano también muerto, se interprete como un desafío sin culpa, de hecho parece ser un
el mismo Edipo? Ella dice que ama a su hermano, de hecho, acto suicida impulsado por un oscuro sentimiento de culpa. La
quiere «yacer con él», y por lo tanto se busca la muerte, a la que confesión produce así una serie de consecuencias que iluminan
también denomina como <da cámara nupcial», con el fin de es- retrospectivamente un deseo de ser castigada, un alivio final de
tar con él para siempre. Ella es hija del incesto, ¿pero de qué la culpabilidad. Entonces se pone en evidencia que es impor-
manera el incesto forma parte de su propio deseo? ¿Y de tante que el analista sepa que puede que la confesión espere o
qué forma la intención criminal, por decirlo así, queda ocluida, solicite a Creonte.
precisamente por el crimen que ella comete? ¿Hay otro crimen, Sin duda Foucault estaba equivocado al pensar que la con-
el espectro de un crimen, una premonición de crimen, un cri- fesión no es nunca nada más que la ocasión para que el analis-
men no cometido del que una oscura culpabilidad ofrece testi- ta asuma el control y la autoridad sobre la verdad de la propia
monio? ¿Y esta culpabilidad no se da a conocer al mismo tiem- alma. Pero quizá Foucault estaba articulando algo acerca de su
po que continúa escondiéndose mientras ella comete el acto miedo del análisis, en el cual el analista está siendo proyectado
criminal de enterrar a Polinices y redobla después la acción al como un pastor o un juez, y la actividad de la persona que está
producir una confesión que le acarrea una sentencia de muerte siento analizada se concibe como una confesión que conduce al
que ella sabía que la estaba esperando? ¿Es su propia culpabi- castigo inevitable y recurrente. Por supuesto, es esta misma
242 DESHACER EL GÉNERO CONFESIONES CORPORALES 243
fantasía de análisis la que debe ser llevada a la escena analítica, ta siempre de una cuestión delicada ya que la persona que está
la que debe ser interpretada para descubrir sus inversiones, es- siendo analizada requiere, a cierto nivel, que sus intenciones
pecialmente como una fantasía defensiva. El analista no es sean respetadas, y aun así se da una cierta falta de respeto hacia
Creonte, pero probablemente sigue siendo verdad que la ex- la intención del hablante cuando el analista repara sobre el
pectativa del castigo de Creonte puede que estructure el deseo modo del acto del habla, las consecuencias del acto del habla,
de la confesión, al menos, el deseo de confesión que Foucault su ritmo, su musicalidad. Al centrarse en los aspectos retóricos
imagina. El hablar del crimen es pues otra acción, un nuevo del habla, el analista halla significados que exceden y, a veces,
acto que o bien desafía o bien se somete a una ley que le ajusti- confunden la intención, y creo que la respuesta a dicha habla
cia' pero que todavía no sabe cómo someter a la reflexión esa corre el riesgo de hacer algo que no tiene la intención de hacer,
fantasía de la ley. Alguien que entienda la autoexpresión como que ejerce efectos que exceden y a veces confunden las inten-
confesión, puede que esté, como le ocurre a Antígona, a la es- ciones del analista.
pera de que el castigo de la culpabilidad sea expresado y ex- Así pues, puede decirse que, en el contexto de la transfe-
ternalizado. La culpabilidad funciona como una forma de cas- rencia, un acto de habla trata de comunicar un contenido pero
tigo psíquico que preexiste al acto y a su confesión, y que se también trata de mostrar o representar otra serie de significa-
acrecienta al convertirse en la proyección de la amenaza del jui- dos que pueden o no tener relación con el contenido que se
cio que plantea el analista. Sin embargo, lo que parece claro es enuncia. Por supuesto, hay diferencia de opiniones sobre cómo
que, mientras se estructure el habla como una confesión, se tratar el «contenido» o el significado superficial de la elocu-
planteará la cuestión de si el cuerpo será condenado. La confe- ción. Pero una cosa parece clara: el contenido, el significado
sión que nace de una culpabilidad oscura será una forma de deseado, no puede ser totalmente vencido o trascendido, ya
habla que tema y solicite su propia denuncia. Por ello, el ana- que el modo en que se pronuncia ese contenido o lo que la ar-
lista que se halle a sí mismo en la posición del confesor o con- ticulación del contenido efectúa, probablemente actuará como
fesora o, en la de Creonte, debe declinar tal honor y tomar esa comentario del contenido, probablemente comentará la inten-
habla como una solicitud de ayuda para deshacer la maldición ción que conduce al contenido. Así pues, en este sentido, es la
cuyas fatales consecuencias a veces parecen garantizadas. constelación del significado proyectado, cómo se declama y su
efecto no intencionado lo que debe considerarse como un tipo
especial de unidad, aún cuando cada uno de estos aspectos del
POST SCRIPTUM ACERCA DE LOS ACTOS DEL HABLA acto del habla diverja en diferentes relaciones.
Y DE LA TRANSFERENCIA Un aspecto del acto del habla que se convierte en particu-
larmente importante en este contexto es el hecho de que hablar
El habla analítica tiende a ser retórica, y con esto quiero de- es un acto corporal. Es una vocalización, requiere la laringe, los
cir que lo que se dice en análisis no es siempre o sólo conside- pulmones, los labios y la boca. Todo lo que se diga no sólo pasa
rado por lo que parece decir, sino también por lo que la propia a través del cuerpo sino que constituye una cierta presentación
habla expresa, lo que comunica el propio modo de expresión, del cuerpo. No me estoy refiriendo aqui a qué aspecto tiene la
lo que realiza la elección de las palabras. Por supuesto, se tra- boca, aunque puedo imaginar que en algunas sesiones terapéu-
244 DESHACER EL GÉNERO CONFESIONES CORPORALES 245
ticas puede que sea significativo, especialmente si el cliente se ofrendas corporales: pueden ser indecisas o convincentes, se-
encuentra de cara al analista. El habla es un sonido que se lan- ductoras o retraídas, o ambas cosas a la vez. El diván no deja al
za desde el cuerpo, es una mera afirmación, una afirmación es- cuerpo fuera de juego, pero refuerza cierta pasividad del cuer-
tilizada de su presencia. Digo lo que quiero decir; pero tengo po, una exposición y una receptividad que implica que cual-
un cuerpo aquí y no puedo decir nada sin ese cuerpo, un hecho quier acto que el cuerpo sea capaz de mantener en esa posición
de la vida potencialmente humillante y productivo. Por su- será a través de la propia habla.
puesto, hay formas de utilizar el habla que ocultan al cuerpo Si la transferencia es una forma de amor o, al menos, una
como su condición, que actúan como si los significados que se representación de una cierta relación con el amor, entonces po-
transmiten emanaran de una mente sin cuerpo y estuvieran di- demos decir que es un amor que tiene lugar en el lenguaje. No
rigidos a otra mente sin cuerpo. Pero esto todavía es, por asi intento decir que el lenguaje sustituye al cuerpo, ya que esto no
decirlo, una forma de hacer el cuerpo, una forma de hacer el es del todo cierto. La palabra hablada es un acto corporal al
cuerpo como desencarnado. mismo tiempo que forma una cierta sinécdoque con el cuerpo.
En el caso de la confesión sexual, la persona que habla La laringe y la boca son las partes del cuerpo que escenifican el
usualmente está diciendo algo acerca de lo que ha hecho el drama de la totalidad; lo que el cuerpo da y recibe no es un
cuerpo o acerca de lo que el cuerpo ha soportado. El habla está roce, sino los contornos psíquicos de un intercambio corporal,
implicada en el acto que nos transmite porque es otra forma a el contorno psíquico que involucra al cuerpo al que represen-
través de la cual el cuerpo hace algo. Se podría decir que el ha- ta. Sin este momento de exposición, un momento en el cual se
bla es otro hecho corporal. Y el cuerpo que habla de su acción muestra algo más de lo que uno tiene la intención de mostrar,
es el mismo cuerpo que hizo la acción, lo cual implica que hay no hay transferencia. Y, por supuesto, esta exhibición no pue-
una presentación de ese cuerpo en el habla, como si la culpabi- de representarse intencionalmente, ya que siempre se halla a
lidad empujara a través del cuerpo, quizá en la propia habla. La una cierta distancia crítica de la intención misma. Podemos
persona que habla puede estar relatando una serie de sucesos considerar que la importancia de la confesión en la práctica
del pasado, pero al hablar también está haciendo algo más: está psicoanalítica reside en lo siguiente: en el hecho de que siem-
presentado el cuerpo que realizó el acto y al mismo tiempo pre mostramos algo más o algo diferente de lo que queremos,
está realizando otro acto, está presentando el cuerpo en su ac- y de que entregamos esa parte de nosotros mismos que no
ción. y en dicho caso se plantea implícitamente una cuestión sabe a otro para que nos la retorne en una forma que no po-
retórica, la cuestión de si el habla será recibida, pero dado que demos anticipar. Si este momento de confesión se encuentra
el habla es una acción del cuerpo, hay una cuestión añadida: en el psicoanálisis mismo, entonces no necesariamente nos
¿será ese cuerpo recibido también? tornamos vulnerables al control del otro, como Foucault sugi-
Así pues, está claro que la transferencia es una cuestión de rió en sus primeros trabajos. Tal como Foucault se dio cuenta
cómo se intercambia el lenguaje, pero debido a que el lenguaje en su relato sobre Casiano, la verbalización conlleva una cierta
es hablado, se trata siempre de una cuestión de cómo los cuer- desposesión, una ruptura con el apego al yo, pero no por esa
pos orquestan un intercambio, incluso cuando están sentados razón se sacrifica el apego en su totalidad. El momento «rela-
o tumbados y quietos. Extrañamente, las palabras habladas son cinal» llega a estructurar el habla, de manera que se habla a
246 DESHACER EL GÉNERO
En este ensayo me propongo considerar una serie de térmi- femenina elaborada por el psicoanálisis y de esta forma se de-
nos que han entrado en conflicto: la diferencia sexual, el género rrota la protesta antes de ser articulada. Desafiar esta noción de
y la sexualidad. Tal vez su título sugiera que estoy anunciando el feminidad es un acto consumadamente femenino, una protesta
final de la «diferencia sexual» en su supuesta facticidad o como que puede leerse como la evidencia de aquello que busca refu-
un ítem teórico útil para las cuestiones del feminismo. En rea- tar. ¿Debe pensarse la diferencia sexual como un marco que
lidad, sólo cita una pregunta escéptica, una pregunta que a me- nos vence de antemano? Cualquier cosa que pueda decirse en
nudo se plantea a los teóricos que trabajan sobre el género y la contra de él es una prueba indirecta de que estructura lo que
sexualidad, un desafío que espero entender y al que espero dar decimos. ¿Está ahí en un sentido primario, atormentando las
respuesta. Mi propósito no es ganar el debate, sino tratar de diferenciaciones primarias del destino estructural de las cuales
comprender por qué aquellos que utilizan esos términos los procede todo significado?
consideran tan importantes, y cómo se podría reconciliar este Irigaray aclara que la diferencia sexual no es un hecho, no
conjunto de necesidades que se perciben cuando entran en es un cimiento de ningún tipo, y tampoco es la ineludible pre-
conflicto unas con otras. En este ensayo analizaré no sólo las sencia de lo «real» del vocabulario lacaniano. Por el contrario,
razones teóricas que se aducen para justificar la utilización de es una pregunta, una pregunta de nuestros tiempos. Como pre-
un marco en lugar de otro, sino también las posibilidades insti- gunta no está asentada ni resuelta, permanece como aquello
tucionales que los términos alternativamente abren o cierran en que todavía no se ha formulado, o no se ha formulado nunca
diversos contextos. en términos asertivos. Su presencia no presupone la forma de
No formulo la pregunta acerca del fin de la diferencia se- los hechos ni las estructuras, sino que persiste como aquello
xual con el propósito de alegar a su favor. Tampoco me pro- que nos hace pensar, aquello que no está del todo explicado y
pongo enumerar las razones por las cuales pienso que tal mar- que no puede explicarse del todo. Si es la pregunta de nuestro
co, o tal «realidad», dependiendo del punto de vista, ya no se tiempo, como Irigaray insiste en The Etbics 01SexualDifferen-
puede sostener. Creo que para muchos la realidad estructura- ce) 1 entonces no es una pregunta entre otras, sino más bien un
dora de la diferencia sexual no es algo que se pueda desear que momento particularmente denso de no resolución dentro del
desaparezca, ni algo contra lo que se pueda argumentar, ni lenguaje, un momento que señala el horizonte contemporáneo
tampoco algo sobre lo que se puedan hacer afirmaciones razo- de nuestro lenguaje como propio. Como Drucilla Cornell, Iri-
nables. Más bien es una base necesaria para la posibilidad de garay tiene en mente una ética que no se deriva de la diferencia
pensar, un lenguaje, una forma de ser un cuerpo en el mundo. sexual, sino que es una cuestión que plantea la diferencia se-
y aquellos que no están de acuerdo están argumentando desde xual misma: ¿cómo atravesar esta otredad? ¿Cómo atravesarla
la misma estructura que hace posible el argumento. Siempre sin atravesarla, sin domesticar sus términos? ¿Cómo permane-
hay una respuesta burlona y desdeñosa al problema: se piensa cer sintonizado con lo que se mantiene permanentemente sin
que es posible deshacerse de la diferencia sexual, pero el mis- asentar en esta cuestión?
mo deseo de deshacerse de ella es una evidencia más de su Irigaray no argumenta a favor o en contra de la diferencia
fuerza duradera y de su eficacia. Los defensores de la diferen- sexual, sino que, más bien, ofrece una vía para pensar sobre
cia sexual se refieren desdeñosamente a la famosa «protesta» la cuestión que plantea la diferencia sexual, o la pregunta que la
252 DESHACER EL GÉNERO ¿EL FIN DE LA DIFERENCIA SEXUAL? 253
diferencia sexual es, una pregunta cuya no resolución traza una cuestión que provoca la investigación feminista, es algo que no
cierta trayectoria histórica para nosotros, para aquellos que nos puede ser del todo expuesto, que desestructura la gramática de
planteamos esa pregunta, para aquellos sobre los cuales se la afirmación y que persiste, de forma más o menos permanen-
plantea esa pregunta. Tanto los argumentos a favor como los te, como algo a lo que interrogar.
que están en contra indican la persistencia de esta cuestión, Cuando Irigaray se refiere a la cuestión de la diferencia se-
una persistencia cuyo estatus no es eterno sino que, según Iti- xual como una pregunta de nuestros tiempos, parece referirse
garay, pertenece a los tiempos actuales. Es una pregunta que a la modernidad. Confieso no saber qué es la modernidad,
Irigaray plantea sobre la modernidad, una pregunta que para pero sé que muchos intelectuales se ocupan de ese término, ya
ella marca la modernidad. Así pues, es una pregunta que inau- sea para defenderlo o para criticarlo. Aquellos que se conside-
gura una cierta problemática de tiempo, una cuestión cuya res- ran reñidos con la modernidad o que se consideran posmoder-
puesta no va a llegar en un futuro próximo, una pregunta que nos son aquellos que «cuestionan términos como la razón, el
abre un período de no resolución y que señala ese tiempo de sujeto, la autenticidad, la universalidad, la visión progresiva de
no resolución como el nuestro propio. la historia». Lo que siempre me choca de este tipo de generali-
Creo que para muchas de nosotras el feminismo está pa- zaciones es que se presupone que «cuestionar» significa «desa-
sando por un momento triste, quizá incluso un momento de creditar» (en lugar de, por ejemplo, «revitalizar») y que nunca
derrota. En cierta ocasión una amiga me preguntó qué conte- se le da juego intelectual al estatus de la pregunta misma. ¿Se
nidos enseñaría en un curso de teoría feminista en la actualidad cuestionan esos términos porque que ya no pueden ser utiliza-
y yo le contesté que la teoría feminista debe dar respuesta a dos?; ¿porque dichos términos quedan prohibidos por el su-
aquellos puntos en los que se desafía al feminismo. Y entiendo perego del posmodernismo teórico o porque ya no pueden ex-
que responder a estos desafíos no conlleva apuntalar de una plicar la realidad?; ¿o sencillamente se trata de decir que no
forma defensiva los términos y los compromisos, ni recordar- funcionan exactamente de la misma forma en la que acostum-
nos a nosotras mismas lo que ya sabemos, sino algo bien dife- braban a hacerlo?
rente, algo como someterse a la demanda de rearticulación, Hace unos años, participé en un debate sobre el libro de
una demanda que surge de la crisis, Yo argumentaría que no Leo Bersani, Homos. Me di cuenta de que Bersani ya no estaba
tiene sentido aferrarse a los paradigmas teóricos ni a las termi- seguro de si podía decir que las lesbianas eran mujeres y yo me
nologías preferidas para defender el feminismo sobre la base vi obligada a asegurarle que nadie había dictado una prohibi-
de la diferencia sexual, o para defender esa noción frente a las ción sobre la utilización de tal palabra. Ciertamente, no tengo
afirmaciones del género, de la sexualidad, de la raza o de aque- reparos en utilizar esos términos y posteriormente en este en-
llas que se presentan en los estudios culturales/ He empezado sayo vaya reflexionar sobre cómo puede continuarse interro-
citando a lrigaray porque creo que su invocación de la diferen- gando y utilizando los términos de la universalidad al mismo
cia sexual no es fundacional. La diferencia sexual no es un he- tiempo. Si el concepto de sujeto, por ejemplo, ya no es un he-
cho dado, no es una premisa, no es una base sobre la cual se cho dado, ya no se presume, esto no implica que no tenga un
pueda construir el feminismo; no es aquello con lo que ya nos significado para nosotros o que ya no pueda ser utilizado. Sólo
hemos encontrado y que llegamos a conocer; más bien es la significa que el término no es simplemente una piedra angular
254 DESHACER EL GÉNERO ¿EL FIN DE LA DIFERENCIA SEXUAL? 255
sobre la que nos basamos, una premisa no interrogada para la deben ser vistos como si tuvieran un significado puro que pue-
argumentación politica. De hecho, se ha convertido en un ob- da ser destilado de sus varias utilizaciones en contextos políti-
jeto de atención teórica, algo que estamos obligados a explicar. coso Parece que se trata de forzar los términos de la moderni-
Supongo que esto me coloca en la linea divisoria entre lo mo- dad para que acojan aquellos que tradicionalmente han sido
derno y lo posmoderno en la cual se siguen utilizando dichos excluidos, y que la acogida no sirva para domesticar y neutra-
términos, aunque ya no de un modo fundacional. lizar al término que se reconoce de nuevo; dichos términos de-
Otros han argumentado que todos los términos clave de la berían seguir siendo problemáticos para el concepto actual de
modernidad se basan en la premisa de la exclusión de las mu- lo politico, deberían exponer los limites de su alegación de
jeres y de la gente de color, y que llevan implicitas divisiones de universalidad y forzar un replanteamiento radical de sus pará-
clase, así como fuertes intereses coloniales. Pero, siguiendo a metros. Que un término forme parte de una política de la que
Paul Gilroy en The BlackAtlantic:Modernity and Double-Cons- convencionalmente ha estado excluido implica que surge como
ciousness, también sería importante añadir que la lucha en con- una amenaza a la coherencia de esa politica y que la politica so-
tra de estas exclusiones a menudo termina apropiándose de brevive a esa amenaza sin aniquilar el término. El término se
esos mismos términos de la modernidad, apropiándoselos pre- abre entonces a un futuro desconocido y causa inquietud a
cisamente para iniciar una entrada en la modernidad, así como aquellos que buscan controlar sus limites convencionales. Si
también para iniciar la transformación de los parámetros de la puede haber modernidad sin fundacionalismo, entonces será
modernidad. Así, la libertad viene a significar lo que nunca ha- una modernidad en la que los términos claves de su funciona-
bía significado anteriormente; y la justicia llega a abrazar preci- miento no estén garantizados de antemano, que asuma una
samente aquello que no podia ser contenido en su descripción forma de futuro para la politica que no pueda ser anticipada,
anterior.' una politica de esperanza y ansiedad.
De la misma forma que los términos de una modernidad El deseo de cerrar un futuro abierto puede ser intenso y
excluyente han sido utilizados con fines progresistas, los tér- puede que nos amenace con la pérdida, la pérdida de un senti-
minos progresistas pueden servir a objetivos regresivos. Los do de certeza sobre cómo son las cosas (y cómo deben ser). Sin
términos que utilizamos en ciertos movimientos politicos y que embargo, es importante no subestimar la fuerza de ese deseo ni
luego han sido empleados por la derecha o con fines misóginos el potencial politico de la inquietud.' Precisamente por esta ra-
no se quedan estratégicamente fuera de campo por esta causa. zón se considera peligroso hacer ciertas preguntas. Imaginen
Estos términos nunca están completa ni definitivamente liga- que alguien ha leído y reflexionado sobre este libro, pero no
dos a un solo uso. La tarea de la apropiación es ilustrar la vul- puede formular las preguntas que se plantean aquí porque ha-
nerabilidad de estos términos, a menudo comprometidos, ante cerlo equivale a introducir una duda acerca de sus conviccio-
la inesperada posibilidad de un uso progresista; dichos térmi- nes políticas, e introducir la duda en sus convicciones políticas
nos no pertenecen a nadie en particular; asumen una vida y un podria conducir a la disolución de esas convicciones. Entonces,
propósito que excede a la utilización que conscientemente se el miedo a pensar, el miedo a preguntar se convierten en impe-
les ha dado. No deben ser vistos como bienes manchados, de- rativos morales que actúan en defensa de la politica. Y la polí-
masiado ligados a la historia de la opresión, pero tampoco tica se convierte en aquello que requiere un cierto antiintelec-
256 DESHACER EL GÉNERO ¿EL FIN DE LA DIFERENCIA SEXUAL? 257
tualismo. No estar dispuesto a repensar las propias conviccio- de gays y lesbianas se basa en la noción que entiende que el gé-
nes políticas debido a las preguntas que se plantean es optar nero es el objeto de estudio del feminismo y que el objeto «ade-
por una posición dogmática al precio tanto de la vida como del cuado» de los estudios de lesbianas y gays es el sexo y la sexua-
pensamiento. lidad. Se nos dice que no se debe confundir el género con la
Cuestionar un término como feminismo es preguntar cómo sexualidad, lo que parece cierto de alguna forma, pero imagi-
funciona, qué inversiones conlleva, que objetivos consigue, qué nen cuál fue mi sorpresa cuando el Vaticano anunció que el gé-
alteraciones soporta. La variabilidad en la vida del término no nero debía ser eliminado de la plataforma para el estatus de las
excluye su utilización. Si un término se torna cuestionable , mujeres de las organizaciones no gubernamentales (ONG) de
¿significa eso que ya no se puede utilizar y que sólo podemos las Naciones Unidas porque no era más que una clave para re-
utilizar los términos que ya sabemos cómo dominar? ¿Por qué ferirse a la homosexualidad.' Otra de mis preocupaciones es
plantear una pregunta acerca de un término se considera lo que algunos de mis más cercanos colaboradores dentro de la
mismo que efectuar una prohibición en contra de su uso? ¿Por teoría feminista se burlan del concepto de género. Afirman que
qué a veces sentimos que si se desplaza un término de su lugar prefieren utilizar el término «diferencia sexual» porque éste in-
fundacional, no seremos capaces de vivir, de sobrevivir, de uti- dica una diferencia fundamental, mientras que el género sólo
lizar el lenguaje, de hablar por nosotros mismos? ¿Qué tipo de indica un efecto construido o variable.
garantía ejerce la sujeción fundacional y qué tipo de terror im- La reunión de las Naciones Unidas sobre el Estatus de las
pide? ¿Es que en el modo fundacional se «deben» asumir los Mujeres, celebrada en Pekín en 1995, expuso otro reto más a
términos (por ejemplo, el sujeto y su universalidad) en un sen- los investigadores académicos. En concreto: ¿cuál es el estatus
tido moral, tomando la forma de un imperativo que, como al- de las afirmaciones universales dentro del ámbito del trabajo
gunas de las prohibiciones morales, nos defiende de lo que más sobre los derechos humanos internacionales? Aunque muchas
nos aterroriza? ¿No estamos paralizados por un tipo de com- feministas han llegado a la conclusión de que lo universal siem-
pulsión moral que nos impide interrogar los términos, arries- pre es una tapadera para un cierto imperialismo epistemológi-
garnos a vivir los términos que seguimos cuestionando?' co insensible a la textura cultural y a la diferencia, el poder re-
Con el fin de mostrar cómo la pasión por los fundamentos tórico de la reinvidicación de la universalidad del derecho a la
y los métodos dificulta a veces el análisis de la cultura política autonomía sexual y de los derechos relacionados con la orien-
contemporánea, propongo considerar la forma mediante la cual tación sexual dentro del ámbito de los derechos humanos pa-
los esfuerzos para procurar una base teórica para la lucha polí- rece indiscutible.
tica a menudo se interpretan precisamente como opuestos a los Consideremos, en primer lugar, la sorprendente utilización
cambios de ciertos significantes políticos clave dentro de la cul- del género en el contexto de las Naciones Unidas. El Vaticano
tura pública contemporánea. Lo que más me confunde es la no sólo denunció el término «género» como una clave para la
utilización del término «género» en el feminismo, por una par- homosexualidad, sino que insistió en que el lenguaje de la pla-
te, y en los estudios sobre gays y lesbianas, por otra. Quizá de taforma retornara al concepto de sexo, en un esfuerzo aparen-
una forma naif, me enteré por mis amigos que trabajan en estu- temente dirigido a garantizar la asociación entre la feminidad y
dios queer que la metodología que se propone para los estudios la maternidad como una necesidad ordenada por la naturaleza
258 DESHACER EL GÉNERO ¿EL FIN DE LA DIFERENCIA SEXUAL? 259
y la divinidad. A finales de abril de 1995, durante los preparati- Este debate fue liderado por Russell Baker en e! diario New
vos de las reuniones de las ONG en Pekín -llamadas las prep- York Times, en donde se preguntaba si e! término «género» no
com-,* varios estados de la ONU, guiados por la Iglesia cató- ha suplantado al de sexo de tal forma que pronto nos encon -
lica, trataron de eliminar la palabra «género» de la Plataforma traremos en relación con nuestras vidas eróticas confesando
para la Acción y reemplazarlo por la palabra «sexo». Esta pro- haber tenido «género» con alguien.
puesta fue calificada por alguien de! comité preparatorio como Mientras que en e! debate de las Naciones Unidas se utili-
«un intento insultante y humillante de dar marcha atrás a los zaba e! género como una clave para designar la homosexuali-
logros conseguidos por las mujeres, de intimidarnos y de blo- dad, los campos locales de la teoría queer y de! feminismo se
quear e! progreso».' Además escribieron: «No nos forzarán a movían en una dirección bien diferente, al menos aparente-
volver al concepto de "la bíología es e! destino", que trata de mente. La analogía ofrecida desde un ángulo metodológico
definir, confinar y reducir a las mujeres y a las niñas a sus ca- por los teóricos queer según la cual e! feminismo se ocupaba
racterísticas sexuales físicas. No vamos a dejar que esto ocurra; de! género mientras que los estudios de lesbianas y gays trata-
no va a ocurrir en nuestros hogares, ni en nuestros lugares de ban de! sexo y de la sexualidad parecía quedar muy lejos de!
trabajo, ni en nuestras comunidades, ni en nuestros países y, debate mencionado anteriormente. Pero es sorprendente ob-
desde luego, no va a ocurrir en las Naciones Unidas, donde mu- servar como en un caso e! género parece entenderse como ho-
jeres de todas partes de! mundo defienden los derechos huma- mosexualidad y en e! otro parece entenderse como justo lo
nos, la justicia y e! liderazgo». La declaración afirma: contrario.
La cuestión no es simplemente la deplorable falta de sinto-
El significado de la palabra «género» ha evolucionado como nía entre e! debate académico y la utilización política de dicho
término diferenciado de la palabra «sexo» para expresar la reali- término, sino que e! esfuerzo para distanciarse de! género mar-
dad de la construcción social de los roles de los hombres y las ca dos movimientos políticos radicalmente diferentes. En e!
mujeres y de su estatus, así como también su variabilidad. En el debate internacíonal, e! Vaticano denuncia la utilización de!
contexto actual, el término «género» reconoce los múltiples roles término «género»: 1) porque es una clave para designar la ho-
que las mujeres cumplen a lo largo de sus ciclos vitales, la diver- mosexualidad, o 2) porque es una forma de entender la homo-
sidad de nuestras necesidades, nuestras preocupaciones, habili-
sexualidad como un género entre otros que amenaza con ocu-
dades, experiencias vitales y aspiraciones [. .. ] el concepto de
«género» está embebido del discurso social, político y legalcon- par un lugar entre lo masculino, lo femenino, lo bisexual y lo
temporáneo. Ha sido integrado dentro de! plan conceptual, el transexual, o, más bien, que amenaza con usurpar completa-
lenguaje, los documentos y los programas del sistema de las Na- mente e! lugar de! hombre y la mujer. El miedo de! Vaticano
cionesUnidas. La difusión de la perspectiva del género en todos -citan a Anne Fausto-Sterling" hablando de este tema- es
los aspectos de las actividades de las NacionesUnidas es un com- que la homosexualidad conlleve la proliferación de géneros (e!
promiso importante aprobado en conferencias anteriores y debe diario La Repubblica afirma que en Estados Unidos e! número
[ser] reafirmado y reforzado en la 4' conferencia mundial.' de géneros ha aumentado a cínco: masculino, femenino, les"
biano, homosexual y transexual). Esta visión de la homosexua-
* Abreviatura de Preparatory Comitees: comités preparatorios. (N. de la t.) lidad como un género que prolifera parece estar basada en la
260 DESHACER EL GÉ:'\ERO ¿EL FIN DE LA DIFERE;\lCIA SEXUAL? 261
teoría que sostiene que, en cierto sentido, los homosexuales se En ambos contextos, los debates se centraban en la termi-
han apartado de su género, que al convertirse en homosexua- nología, en si se podría permitir e! término «género» en e! len -
les cesan de ser hombres o mujeres y que e! género tal como guaje de las plataformas para las reuniones de las ONG, y en
ahora lo conocemos es radicalmente incompatible con la ho- sobre si e! término «orientación sexual» formaría parte de! len-
mosexualidad; de hecho, es tan incompatible que la homose- guaje definitivo de las resoluciones de la conferencia de las Na-
xualidad debe convertirse en su propio género, desplazando ciones Unidas (la respuesta a lo primero es sí; a lo segundo es
así por completo la oposición binaria entre lo masculino y lo no, pero e! lenguaje concerniente a la autonomía sexual fue
femenino. considerado aceptable). Términos como género, orientación
Es curioso que el Vaticano comparta ciertos principios con sexual e, incluso, universalidad fueron refutados públicamente
aquellos que convertirían los estudios queer en una metodolo- debido precisamente a la imprecisión de su significado, y en ju-
gía diferente de la de! feminismo: mientras que e! Vaticano lio de 1995 se convocó una reunión especial de las Naciones
teme que la sexualidad amenace con desplazar e! objetivo re- Unidas para comprender e! significado de! «género».
productivo de! sexo y la necesidad de la heterosexualidad, Mi punto de vista es que no bastará ninguna definición
aquellos que aceptan la división metodológica entre la teoría simple de! género y que es más importante poder seguirle la
queer y e! feminismo sostienen que la sexualidad puede exce- pista al término a través de la cultura popular que elaborar una
der y desplazar al género. La homosexualidad, en particular, definición estricta y aplicable. El término «género» se ha con-
deja atrás al género. Sexo y género no sólo son dos ámbitos se- vertido en e! emplazamiento para la pugna entre varios intere-
parados, sino que persisten en una tensión mutuamente ex- ses. Considérese, por ejemplo, lo que sucede en Estados Unidos,
cluyente en la cual las sexualidades queer aspiran a una vida donde se percibe e! género como una forma de desactivación
utópica más allá del género, como Biddy Martín sugirió tan de la dimensión política de! feminismo, una forma en la que e!
acertadamente.' El Vaticano trata de deshacerse del género en género se convierte en una mera diferenciación discursiva de lo
un esfuerzo por rehabilitar e! sexo, pero la teoría queer -con masculino y lo femenino, entendidos éstos como construccio-
una orientación más metodológica- trata de deshacerse de! nes que podrían ser estudiadas fuera de un marco feminista o,
género en un intento de situar la sexualidad en primer plano. sencillamente, como autoproducciones o efectos culturales ma-
El Vaticano teme la separación entre e! sexo y la sexualidad ya nufacturados de algún tipo. Considérese también la introduc-
que introduce una noción de práctica sexual que no está cons- ción de los programas y los centros de estudios de género en la
treñida por fines naturales supuestamente reproductivos. Yen Europa de! Este, donde la victoria sobre e! «feminismo» está li-
este sentido, parece que, al temer al género, e! Vaticano tema la gada a la victoria sobre la ideología marxista de! Estado según
separación de la sexualidad y e! sexo, y, por lo tanto, teme a la la cual se entendía que los objetivos feministas sólo podían lo-
teoría queer. Sin embargo, la metodología queer insiste en la se- grarse con la condición de que se hicieran realidad los objeti-
xualidad e incluso, según The Lesbian and Gay Studies Reader, vos de! comunismo.
en «la sexualidad y e! sexo». También prescinde de! género, Por si esta lucha interna en e! ámbito de! género no fuera
pero porque e! género representa al feminismo y a su supuesta suficiente, e! desafío de una perspectiva teórica dentro de la
heterosexualidad. 10 academia lanza dudas sobre e! valor de una construcción exce-
262 DESHACER EL GÉNERO ¿EL FIN DE LA DIFERENCIA SEXUAL? 263
sivamente sociológica del término. Así pues, se confronta al gé- como el destino social de las mujeres. Sin embargo, cuando
nero en nombre de la diferencia sexual precisamente porque el Rosi Braidotti, por ejemplo, insiste en que debemos retornar a
género promueve una visión de la masculinidad y de la femini- la diferencia sexual, su llamamiento difiere mucho de la solici-
dad socialmente constructivista, que desplaza o devalúa el es- tud del Vaticano cuando requiere dicho retorno; si para ella la
tatus simbólico de la diferencia sexual y de la especificidad po- diferencia sexual es una diferencia que no puede reducirse ni a
lítica de lo femenino. Estoy pensando aquí en las críticas que la biología, ni a la cultura, ni a la construcción social, entonces
Naomi Schor, Rosi Braidotti, Elizabeth Grosz y otras autoras ¿cómo debemos comprender el registro ontológico de la dife-
han dirigido al término. rencia sexual? Quizá la cuestión es que el registro ontológico
Mientras tanto, está claro que la diferencia sexual no goza de la diferencia sexual es sumamente difícil de determinar." La
. de los favores de algunos de los paradigmas reinantes en la teo- diferencia sexual nunca viene totalmente dada, ni está total-
ría queer. Incluso cuando la teoría queer trata de demostrar que mente construida, sino que es ambas cosas de una forma par-
el feminismo es anacrónico, describe al feminismo como un cial. Ese sentido de lo «parcial» se resiste a cualquier significado
proyecto comprometido con el género sin ningún tipo de am- claro de «partición»; por tanto, la diferencia sexual funciona
bigüedades. Creo que dentro de los estudios críticos de la raza como una escisión, pero quizá sea menos importante que los
se encuentran muy pocas referencias a la diferencia sexual como términos que se superponen y se tornan borrosos sean la femi-
término.': nidad y la masculinidad más que la problemática misma de la
Pero ¿en qué consiste esta diferencia sexual? No es un sim- construcción; que lo que se construya sea necesariamente ante-
ple hecho, pero tampoco es un mero efecto de lo factible. Y rior a la construcción, incluso cuando aparentemente no se
aunque la diferencia sexual es psíquica, también es social en un puede acceder a este momento previo si no es a través de la
sentido que todavía no ha sido elaborado. Muchas investiga- construcción.
ciones recientes tratan de comprender cómo se implica la es- Tal como yo la entiendo, la diferencia sexual es el lugar
tructura psíquica en la dinámica del poder social. ¿Cómo va- donde se plantea y se replantea la pregunta de la relación entre
mos a entender esta coyuntura o disyuntura?, y ¿qué relación lo biológico y lo cultural, donde debe y puede plantearse, pero
tiene con la teorización de la diferencia sexual? donde, hablando rigurosamente, no se puede contestar. Enten-
Quisiera sugerir que en todos los debates relacionados con dido como un concepto fronterizo, la diferencia sexual tiene
la prioridad teórica de la diferencia sexual sobre el género, del dimensiones psíquicas, somáticas y sociales que nunca pueden
género sobre la sexualidad o de la sexualidad sobre el género, confundirse del todo entre ellas, pero que no por esta razón
subyace otro tipo de problema, que es el problema que plantea son, en último término, diferentes. ¿Vacilaentonces la diferen-
la diferencia sexual, a saber, la permanente dificultad de deter- cia sexual como una frontera fluctuante que exige una rearti-
minar dónde empieza y dónde termina lo biológico, lo psíqui- culación de sus términos sin ningún sentido de finalidad? En
ca, lo discursivo y lo social. Si el Vaticano trata de reemplazar ese caso, ¿podríamos decir que no es una cosa, ni un hecho, ni
el lenguaje del género con el lenguaje del sexo es porque le gus- una presuposición, sino más bien la exigencia de rearticulación
taría volver a biologizar la diferencia sexual, es decir, restable- que nunca desaparece del todo, pero que tampoco aparece del
cer una noción de la reproducción reducida a lo biológico todo?
264 DESHACER EL GÉt\'ERO ¿EL FIN DE LA DIFERENCIA SEXUAL? 265
¿Qué efecto tiene esta forma de pensar la diferencia sexual delegación cristiana ultraconservadora para que representara al
sobre nuestra comprensión de! género? Cuando hablamos de gobierno hondureño en la conferencia de septiembre. Al in-
género, ¿nos estamos refiriendo a esa parte de la diferencia se- tento de oponerse a un tipo de feminismo etiquetado como
xual que sí aparece como social (e! género es así e! extremo de «occidental», que lideró Óscar Rodríguez, e! presidente de la
la socialidad en la diferencia sexual), como lo que es negocia- Conferencia Episcopal Latinoamericana, se opusieron movi-
ble, como lo que está construido -precisamente lo que e! Va- mientos de mujeres de base dentro de! país, que incluían al
ticano trata de reconvertir en «sexos-e--, lo que se puede llevar combativo Centro de Derechos de las Mujeres de Honduras.':
al lugar de lo natural, donde lo natural se imagina como fijo e Así pues, e! aparato de! Estado conjuntamente con la Iglesia se
innegociable? ¿Es e! proyecto de! Vaticano tan irrealizable apropió de un lenguaje opuesto al imperialismo cultural con e!
como el proyecto de producir e! género ex nihilo, tanto si se fin de despojar a las mujeres de! poder en su propio país. Ade-
parte de los recursos de lo cultural como de cualquier otra vo- más de afirmar que en Pekín se iba a representar un feminismo
luntad fabulosa? ¿El esfuerzo de los queer va dirigido a superar que era una «cultura de la muerte» que consideraba «la mater-
e! género o a re!egarlo a un pasado suplantado como e! objeto nidad como una esclavitud», esta forma de feminismo que to-
apropiado para otra investigación, la feminista por ejemplo, davía no tiene denominación también afirmó que las preocu-
pero no la suya propia? ¿No es éste un intento de inmovilizar la paciones de la conferencia de Pekín representaban un falso
diferencia sexual como algo que se puede separar de la sexuali- feminismo (también e! Vaticano, en una carta de disculpa por
dad de forma radical? La reglamentación de! género siempre ha su propio patriarcalismo, trató de distinguir entre un feminis-
formado parte de! trabajo de la normatividad heterosexista, e mo que sigue estando comprometido con la esencia de la dig-
insistir en una separación radical entre género y sexualidad nidad de las mujeres y un feminismo que destruiría la materni-
equivale a perder la oportunidad de analizar esa operación es- dad y la diferencia sexual). Tanto Rodríguez como e! Vaticano
pecífica de! poder homofóbico. lJ se opusieron también a los «géneros no naturales», los homo-
El intento de asociar e! género con viles objetivos feminis- sexuales y los transexuales. El Centro de Derechos de las Mu-
tas continúa en otras líneas desde un ámbito muy distante. En jeres (CDM) respondió señalando que no tenía interés en des-
una preocupante apropiación de! discurso antiimperialista, e! truir la maternidad sino en luchar para que no se abusara de las
Vaticano llegó a sugerir que e! género era una importación ex- madres, y que e! tema central de la conferencia de Pekín no
traída de algunas corrientes decadentes dentro de! feminismo eran los «géneros no naturales» sino «los efectos de los planes
occidental que había sido impuesta sobre los «países de! Tercer de ajuste estructural que conciernen al estatus económico de las
Mundo», término utilizado a menudo como sinónimo de «paí- mujeres, así como la violencia contra las mujeres». Es significa-
ses en desarrollo». tivo que e! grupo cristiano que representaba a Honduras tam-
Aunque está claro que e! género se convirtió en una cues- bién se opusiera vehementemente al aborto y que distinguiera
tión aglutinadora para algunas de las feministas que organiza- claramente entre los géneros llamados no naturales, la destruc-
ban la conferencia de las Naciones Unidas de 1995, la tensión ción de la maternidad y la promoción de! derecho al aborto.
acerca de! género llegó a su punto culminante cuando un gru- En la plataforma de! lenguaje, finalmente se admitió e! gé-
po de mujeres de Honduras se opuso al nombramiento de una nero, pero la palabra «lesbiana» tuvo que ponerse «entre pa-
266 DESHACER EL GÉNERO ¿EL FIN DE LA DIFERENCIA SEXUAL? 267
réntesis». De hecho, en San Francisco vi que algunas delegadas Sin embargo, creo que es importante que veamos en estas
que se preparaban para las reuniones llevaban camisetas en las circunstancias un cierto número de cuestiones que están en
que se podía leer «lesbianas entre paréntesis. Por supuesto, los juego de forma simultánea y que no pueden separarse fácil-
paréntesis indicaban que éste era un lenguaje en disputa, que mente la una de la otra. Presuponer que el género es una clave
no había un acuerdo sobre el uso apropiado del término. Aun- para la homosexualidad, que la introducción de las lesbianas
que se supone que los paréntesis mitigan el poder de la palabra equivale a la introducción de un nuevo género, un género no
y ponen en duda su aceptabilidad, en realidad presentan el tér- natural que conducirá a la destrucción de la maternidad y que
mino como una expresión compuesta díacríticamente, una ex- está ligado a las luchas feministas por los derechos reproducti-
presión que adquiere una gran visibilidad en virtud de su cues- vos, es una presuposición irredimiblemente homofóbica y mi-
tionabilidad. sógina a la vez. Además, el razonamiento presentado por la
El término «lesbianas pasó de estar entre paréntesis a ser alianza Iglesia-Estado, un razonamiento que fue también repe-
omitido del lenguaje completamente. Pero el éxito de esta es- tido por la delegación de Estados Unidos, es que los derechos
trategia parece que sólo avivó la sospecha de que el término es- sexuales son una imposición occidental. Este razonamiento fue
taba reapareciendo en otros lugares lingüísticos: a través de la esgrimido para desacreditar y contener las reivindicaciones de
palabra «género», a través del díscurso de la maternidad, a tra- los movimientos de base de las mujeres latinoamericanas que
vés de las referencias a la autonomía sexual, e incluso en la ex- trataban de representar los derechos de las mujeres en la con-
presión «otro estatus» -entendida como la base sobre la cual ferencia. Así pues, se observa un aumento del poder ideológi-
los derechos podían ser violados; es decir, que tienen «otro es- ca de la alianza Iglesia-Estado sobre el movimiento de las mu-
tatus>>--, un estatus que no podía ser nombrado directamente jeres precisamente a través de la apropiación del discurso
pero que designaba a las lesbianas indirectamente: el estatus antiimperialista de dichos movimientos.
que es «otro», aquel del que no se puede hablar, aquel que se Por encima y en contra de la alianza Iglesia-Estado, que, en
ha convertido en innombrable, el estatus que no es uno. un esfuerzo por impedir las reivindicaciones a favor de la auto-
Dentro del marco discursivo de esa reunión internacional, nomía sexual, trató de rehabilitar y defender las purezas étni-
parece crucial preguntarse qué es lo que da lugar a la asocia- cas tradicionales, en las reuniones feministas surgió una alianza
ción entre la inclusión de los derechos de las lesbianas, la pro- que trató de hallar un lenguaje que defendiera los derechos re-
ducción del género no natural y la destrucción de la materni- productivos, el derecho a no sufrir abusos dentro del matrimo-
dad, así como también la introducción de una cultura de la nio y los derechos de las lesbianas.
muerte (presumiblemente antivida, según una conocida tra- De forma significativa, la organización de las conferencias
ducción de la derecha de la posición a favor del derecho al sobre orientación sexual no se escondió, como presumía el Va-
aborto). Aquellos que se oponen a los derechos de las lesbianas ticano, detrás del término «género»; la «orientación sexual», a
aduciendo tales razones (y hubo otros que se oponían a ellas pesar de ser un término extraño al lenguaje legal y médico, y
por otras cuestiones) asumen que las lesbianas no son madres «lesbiana» se convirtieron en el vocabulario que la lnternational
o, si lo son, entienden que, de todas formas, están participando Gayand Lesbian Human RightsCommission [Comisión para los
en la destrucción de la maternidad. Pues que así sea. Derechos Humanos de Gays y Lesbianas] intentó que se inclu-
268 DESHACER EL GÉNERO ¿EL FIN DE LA DIFERENCIA SEXUAL? 269
yera para referirse a una de las bases en las que se fundamentan y rearticula e! consenso acerca de lo que serán los límites de la
las violaciones de los derechos humanos de las mujeres. universalidad.
Sin embargo, parece digno de mención que la conferencia Se ha demostrado que e! significado de «lo universal» es
de las Naciones Unidas logró llegar a un consenso sobre e! len- culturalmente variable y que las articulaciones culturales espe-
guaje. El lenguaje es importante al nivel retórico puesto que re- cíficas de «lo universal» operan en contra de su derecho a un es-
presenta e! consenso internacional que prevalece sobre un tatus transcultural. Esto no significa que no deba hacerse refe-
tema y puede ser utilizado por los gobiernos y por los organis- rencia a lo universal o que se haya tornado, para nosotros, en
mos no gubernamentales de diversos países con e! fin de im- una imposibilidad. Poner entre paréntesis a lo universal sólo
pulsar políticas que sean coherentes con la terminología de! pá- significa que existen convicciones culturales para su articula-
rrafo 96 de la Plataforma para la Acción de la conferencia: ción que no son siempre las mismas, y que e! término obtiene su
significado precisamente a través de las condiciones culturales
Los derechos humanos de las mujeres incluyen su derecho a de su rearticulación, que están, decididamente, lejos de ser uni-
controlar y decidir libre y responsablemente sobre cuestiones re- versales. Ésta es una paradoja con la que se topará cualquier
lacionadas con su sexualidad,incluyendola salud sexualy repro- exigencia de adoptar una actitud universal. Porque puede ser
ductiva, en circunstancias no coercitivas, sin discriminación ni que en una cultura en particular una serie de derechos se consi-
violencia. Las relaciones de igualdad entre mujeres y hombres en deren universales, y que en otra cultura estos mismos derechos
materia de relaciones sexuales y de reproducción, incluyendo el marquen e! límite de la universalidad, es decir, «si les damos
respeto total a la integridad de la persona, requieren respeto mu- esos derechos a esa gente estaremos rebajando los cimientos de
tuo, consentimiento y responsabilidad compartida acerca del lo humano tal como los conocemos». Esto se puede observar de
comportamiento sexual y de sus consecuencias. forma especialmente clara en e! área de los derechos humanos
de gays y lesbianas, donde «lo universal» es un término en
Finalmente, parece importante investigar e! lenguaje mis- disputa, y donde diversos gobiernos y varios de los principales
mo de las Naciones Unidas, un lenguaje que se supone debe grupos de derechos humanos dudan de si los humanos gays y
llevar implícito e! consenso internacional, aunque no la unani- lesbianas deberian incluirse en «lo humano» y de si sus supues-
midad, y que se supone representa e! consenso sobre lo que tos derechos encajan con las convenciones actuales que rigen e!
son las reivindicaciones y los derechos que se presumen uni- ámbito de los derechos que se consideran universales.
versales. Que lo que entra dentro de! término «universal» se Para mi no es ninguna sorpresa que e! Vaticano aluda a los
entienda que depende de un «consenso» parece sesgar parte de derechos de las lesbianas como «antihurnanos». Quizá sea cier-
la fuerza de la universalidad misma, pero quizá no sea así. El to. Admitir a la lesbiana dentro de! reino de lo universal puede
proceso presupone que lo que se incluirá y lo que no se inclui- que deshaga lo humano, al menos en su forma actual, pero
rá dentro de! lenguaje de los derechos no está decidido de una también puede que sea equivalente a imaginar lo humano más
vez por todas, que su forma futura no se puede anticipar en ese allá de sus límites convencionales.
momento. Las deliberaciones de las Naciones Unidas se con- La noción de universalidad no es un cimiento sobre e! cual
virtieron en e! lugar para e! ritual público en e! que se articula podamos construir ni tampoco es una presuposición que nos
270 DESHACER EL GÉNERO ¿EL FIN DE LA DIFERENCIA SEXUAL? 271
permita continuar; es un término que se ha convertido en escan- el límite contingente de la universalización. Esta vez, los parén-
daloso, que amenaza con incluir a lo humano en ese «otro» en tesis desaparecen de! término «lesbiana» para aparecer en
contra de! cual se definió a lo humano. En este sentido, en una «otro estatus», e! estatus de lo que queda fuera de! lenguaje tal
utilización más radical, la «universalidad» funciona en contra y corno lo hablarnos. Es esta otredad, a través de la cual se insti-
destruye los fundamentos que han sido convencionalmente tuye aquello de lo que se puede hablar, la que acecha en sus
aceptados corno tales. La «universalidad» se convierte en anti- fronteras y la que amenaza con entrar dentro de aquello de lo
fundacionalismo. Afirmar que algunos derechos son universales que se puede hablar a través de sustituciones que no siempre
cuando las actuales convenciones que rigen e! ámbito de la uni- pueden detectarse. Aunque e! género no fue la vía a través de!
versalidad excluyen precisamente dicha afirmación, implica des- cual la homosexualidad ingresó en e! lenguaje oficial de las Na-
truir un concepto de lo universal y, a la vez, admitir lo que ha ciones Unidas, la libertad sexual se convirtió en la rúbrica que
sido su «exterior constitutivo»; al hacerlo se performa lo contra- unió a las lesbianas y a las mujeres heterosexuales por una vez,
rio del mismo acto de asimilación a una norma existente. Yo in- a través de la cual se valoró la autonomía y se rechazó la noción
sistiría en que esta afirmación corre e! riesgo productivo de pro- de destino biológico. El hecho de que la libertad sexual de! su-
vocar y exigir una rearticulación radical de lo universal mismo, jeto femenino desafiara e! humanismo que subyace a la univer-
forzando lo universal entre paréntesis, por así decirlo, hacia un salidad demuestra lo importante que es considerar las formas
sentido importante de no saber lo que es y lo que podría incluir sociales, tales corno la familia patriarcal heterosexual, que to-
en un futuro que no está predeterminado de antemano. davía subyacen a nuestras concepciones «formales» de la uni-
Estar excluido de lo universal y, a pesar de ello, hacer una versalidad. Parece ser que para volver a alcanzar lo humano en
afirmación dentro de sus términos es pronunciar una contra- otro plano, lo humano debe convertirse en algo extraño a sí
dicción performativa de un cierto tipo. Podría parecer una lo- mismo, en algo monstruoso incluso. Este humano no será «úni-
cura y una acción condenada al fracaso, corno si tal afirmación co», no tendrá una forma definitiva, sino que será lo que está
pudiera sólo suscitar mofas; o la apuesta podría funcionar del negociando constantemente la diferencia sexual de forma que
modo opuesto, es decir, provocando la revisión y la elabora- no tenga consecuencias naturales o necesarias para la organiza-
ción de estándares históricos universales más apropiados para ción social de la sexualidad. Al insistir en que ésta será una pre-
el movimiento futuro de la democracia misma. Afirmar que lo gunta constante y abierta, quiero sugerir que no tornemos nin-
universal todavía no ha sido articulado equivale a insistir en guna decisión sobre lo que es la diferencia sexual, sino que
que e! «todavía no» es una característica propia de lo universal dejemos la cuestión abierta, que se convierta en una pregunta
mismo: aquello que permanece «irrealizado» por lo universal preocupante, sin resolver, propiciadora.
es lo que lo constituye esencialmente. Lo universal empieza a
ser articulado precisamente a través de los desafíos a la formu-
lación que ya existe, y e! desafío proviene de aquellos a quienes RESPUESTA A METAMORFOSIS DE ROS! BRAIDOTT!
no incluye, de aquellos que no tienen derecho a ocupar e! lugar
de! «quién», pero que, sin embargo, exigen que lo universal Metamorfosis es e! tercero de los grandes libros de Brai-
corno talles incluya. En este sentido, los excluidos constituyen dotti sobre teoría feminista, después de Patterns 01Dissonan-
272 DESHACER EL GÍ::NERO ¿EL FIN DE LA DIFERENCIA SEXUAL? 273
ce y Nomadic Subjects. Es el primero de dos volúmenes, el se- El texto ofrece también una crítica compleja y competente
gundo de los cuales aparecerá próximamente en la editorial de la tecnología, al mismo tiempo que rechaza recurrir a un pa-
Polity Press. Antes de empezar a discutir el libro en detalle, sado pretecnológico. En su lugar, Braídotti propone una apro-
quisiera considerar qué es lo que Braidotti trata de conseguir ximación filosófica al origen de la vida en la diferencia sexual ya
en esta obra: aunar una perspectiva deleuziana del cuerpo y el que, desde su punto de vista, ésta tiene implicaciones éticas
devenir con una perspectiva feminista de la diferencia sexual concretas para las intervenciones tecnológicas en la vida corpo-
y del devenir de la Mujer; su libro es un estudio sustancial de ral y reproductiva. A la vez que abarca la ruptura entre las dis-
la crítica filosófica y cultural del cine y, especificamente, de las tinciones entre lo animal, lo humano y la máquina que apoya el
formas en las que los cuerpos, las máquinas y los animales se humanismo, Braidotti afirma que no podemos producir y trans-
mezclan bajo condíciones sociales específicas de producción y formar el cuerpo en cualquier dirección, La transformación es la
de consumo. Además, no sólo es una bien fundamentada de- tarea explícita de su texto, e incluso se podría decir que es el
fensa de Irigaray, sino también un esfuerzo pedagógico para evento de su texto; sin embargo, sería erróneo pensar que la 00-
conseguir que los lectores de lrigaray la lean de otra forma. A madologia, tal como la concibe Braidotti, o que el trabajo de la
pesar de algunas protestas deleuzianas en contra de la pers- metamorfosis, del cambio literal de forma, es una tarea infinita,
pectiva psicoanalitica, el texto también utiliza una conceptua- una tarea que puede tener lugar sin ningún límite. Hay modos
lización psicoanalítica del sujeto que enfatiza la falta de coin- de transformación que funcionan con y a través del cuerpo,
cídencía entre el sujeto y su propia constítución psíquíca, la pero, desde su punto de vista, hay otros que tratan de sobrepo-
persistencia del deseo del inconsciente y la estructuración cul- nerse a la vida corporal o de exceder los parámetros de la dife-
tural y social de los propósitos inconscientes. El texto también rencia corporal. Es a estos últimos a los que se opone Braidotti
pone de relieve la fe de la autora en el uso continuado del psi- por razones éticas y políticas. Conviene a los objetivos del falo-
coanálisis como cura para ciertos tipos de sufrimiento psíqui- gocen trismo, por ejemplo, construir la «transformación» como
co. Si antes de leer Metamorfosis pensábamos que combinar la superación de la diferencia sexual con el fin de utilizarla
Deleuze y Lacan seria dificil, o que someter a ambos autores a como una ocasión para volver a instalar formas masculinistas de
una lectura feminista que insistiera en la primacía de la dife- dominio y autonomía, de modo que se borre la diferencia se-
rencia sexual podria resultar oneroso, o que sería difícil con- xual y el dominio simbólico específico de lo femenino, su futu-
certar todas estas teorías con un análisis cultural bien infor- ro simbólico. De forma similar, se opone a cualquier forma de
mado sobre un cierto número de conocidas peliculas, sin capitulación ante el rehacer del cuerpo a través de la tecnología
duda teníamos razón, Pero el texto logra un cierto sincretismo que se aúna con la somatofobia, un esfuerzo para escapar por
entre los diferentes puntos de vista y dicho sincretismo se mo- completo del cuerpo (para Braidotti, la diferencia y el cuerpo
viliza al servicio de una teoría de la afirmación, una teoría que no sólo condicionan la transformación, sino que son el propio
no sólo busca contrarrestar la lógica de la negatividad que se vehiculo e instrumento de transformación, aquel sin el cual la
asocia con Hegel, sino que también implica la posibilidad de transformación en un sentido normativo no podría darse).
un activismo que no descansa sobre una ontología liberal del El punto de vista de Braidotti sobre la transformación no
sujeto. sólo está relacionado con cierta herencia filosófica, sino que
274 DESHACER EL GÉNERO ¿EL FIN DE LA DIFERENCIA SEXUAL? 275
también constituye una de las dimensiones más significativas dominante -un individuo liberal que sabe y decide e! curso de
de su propia contribución filosófica. Su explicación de la in- una acción-, como si e! sujeto sólo inaugurara la acción y so-
corporación, que es una teoría de! activismo o una teoria acti- bre e! cual no se actuara de diversas formas. Para Braidotti, e!
vista, funciona de una forma filosófica y politica a la vez, pues- hecho de que e! sujeto se produzca en la diferencia sexual pa-
to que contruye la transformación en ambas formas a la vez. rece significar que es un cuerpo sobre e! que actúan otros cuer-
Mientras que algunos criticas de! postestructuralismo sostie- pos, produciendo así la posibilidad de una cierta transforma-
nen que no se puede dar la «agencia» sin un sujeto situado y ción. Es una inducción a la vida, una seducción a la vida,
unitario, Braidotti muestra que la actividad, la afirmación y la cuando la vida misma no puede ser comprendida aparte de la
propia capacidad de transformar las condiciones se derivan de transformación dinámica a través de la cual tratamos de expli-
un sujeto constituido de una forma múltiple y que se mueve en carla.
varias direcciones. La linea que Braidotti sigue desde Spinoza a Este punto de vista filosófico tiene una especial relevancia
través de De!euze, que incluye ciertas lecturas del psicoanálisis global y cultural para aquellos que tratan de analizar la trans-
y que también puede compartir algunas afinidades con Nietzs- formación en e! contexto de las redes globales dinámicas.
che, argumenta que la voluntad de vivir, la afirmación de la Mientras que algunos dirían, con un enfoque marxista por
vida, tiene lugar a través de! juego de la multiplicidad. La inte- ejemplo, que e! mundo social es la suma de efectos totalizantes
racción dinámica de los múltiples efectos da lugar a la trans- y totalizados, creo que Braidotti se opondría a este estado de
formación misma. A aquellos que afirman que un agente cons- cosas y trataría de saber cómo desde diversas redes, tecnológi-
tituido de forma múltiple es difuso o disperso, se les deberia cas y económicas, se condicionan y se producen las posibilida-
indicar que para Braidotti la multiplicidad es una forma de en- des de transformación. Pero esta transformación únicamente
tender e! juego de fuerzas que actúan una sobre la otra y que puede darse si entendemos los procesos corporales como su
generan nuevas posibilidades de vida. La multiplicidad no es la condición y su emplazamiento. Para Braidotti, los procesos
muerte de la agencia sino su condición misma. Estamos malen- corporales deben especificarse en términos de la diferencia se-
tendiendo e! origen de la acción si no logramos comprender las xual. y la diferencia sexual nombra un simbólico de! futuro
múltiples fuerzas que interaccionan y que producen e! propio que llega a valorar lo que uno mismo no es como la condición
dinamismo de la vida. de la vida misma.
La transformación es producida por e! juego de fuerzas; es En cierta manera, y sin ser enteramente consciente, he pro-
importante indicar que algunas de ellas son inconscientes, pero ducido algunos de los textos a los que la postura de Braidotti se
operan a través de medios corporales, de modo que, cuando la opone. Como Braidotti, he llegado a representar una versión
creatividad tiene lugar y algo nuevo se inaugura, esto es e! re- de! postestructuralismo feminista que mantiene compromisos
sultado de una actividad que precede al sujeto que conoce, paralelos a los suyos, pero que tiende a funcionar con textos di-
pero que no es -por esta razón- totalmente externa al suje- ferentes y con problemáticas diferentes. El posestructuralismo
to. Algo que me precede no constituye lo que yo soy, y esta pa- no es monolítico; no es una teoría o un grupo de textos unita-
radoja articula una concepción de! sujeto que no puede redu- rio, sino una amplia serie de trabajos que surgen como conse-
cirse a la conciencia. No nos estamos refiriendo a un sujeto cuencia de la obra de Ferdinand de Saussure, de! Hegel fran-
276 DESHACER EL GÉNERO ¿EL FIN DE LA DIFERENCIA SEXUAL? 277
cés, de! existencialismo, de la fenomenología y de varias formas ya no tienen un hogar en un país y que todavía no tienen un
de formalismo lingüístico. Yo creo que tendría sentido decir, hogar en un nuevo país, sino que viven en una zona de ciuda-
como hace Braidotti, que a veces yo me mantengo dentro de la danía en suspenso? ¿Qué formas toman e! dolor y e! sufri-
teología de la falta, que a veces me centro en e! trabajo que rea- miento en los procesos de colonización continuada? ¿Qué es
liza lo negativo, en e! sentido hegeliano, y que esto me lleva a lo que significa estar desplazado en e! propio hogar, lo que sin
considerar la melancolía, e! duelo, la conciencia, la culpabili- duda es la experiencia actual de los palestinos bajo la ocupa-
dad, e! terror y temas parecidos. Yo tiendo a pensar que esto es ción?
simplemente lo que ocurre cuando una niña judía con una be- Creo que Braidotti no desestimaría dichas escenas de sufri-
rencia psiquica de! Holocausto se sienta a leer filosofía a una miento como tal, sino que, metodológicamente, trataría de
edad temprana, especialmente si recurre a la filosofía en cir- identificar dichos lugares de fractura y de movilidad como las
cunstancias violentas. También podría ser que a menudo estu- condiciones para abrir nuevas posibilidades. En este sentido,
viera interesada por las cuestiones de supervivencia porque no su modo crítico de lectura trata de identificar las posibles loca-
estaba segura de que ni mi propío género ni mi sexualidad lizaciones para la transformación, trata de abrir lo que de otra
-cualquiera que sea e! signifícado último de estos términos- manera podría considerarse como una trampa o un cut de sac,
me permitirían ser inmune a la violencia social de varios tipos. y encontrar allí una nueva condición social para la afirmación.
La supervivencia no es lo mismo que la afirmación, pero no hay Un estado fracturado, o un estado de desplazamiento, es sin
afírmacíón sin supervivencia (a menos que interpretemos cier- duda un lugar de sufrimiento, pero también puede ser e! em-
tos actos suicidas como afirmativos). Sin embargo, la supervi- plazamiento para una nueva posibilidad de agencia. Podemos
vencia no es suficiente, aunque no le puede acontecer nada lamentar la pérdida de la proximidad y de la privacidad como
más a un sujeto si no hay supervivenciaY Cuando Braídotti condiciones para la comunicación humana, pero también con-
considera e! dolor y e! sufrimiento y la limitación, se siente im- siderar las posibilidades tanto para la transformación mediante
pulsada a buscar e! camino a través y más allá de ellos, a invo- redes globales como para una alianza global.
lucrarse en cierto tipo de activismo que supera la pasividad sin Creo que en Metamorfosis no se presenta un programa
transformarse en dominio o control. Éste es un dificil arte que para la transformación que ofrezca un plan detallado acerca
se desarrolla a base de insistir en encontrar las posibilidades de lo que debería transformarse y cómo. Más bien, e! trabajo
tanto para la afirmación como para la transformación, en temas de transformación está ejemplificado en e! propio libro, en su
que pueden resultar difíciles, cuando no potencialmente peli- práctica de lectura, en su incansable búsqueda de lo que se
grosos, como las nuevas tecnologías corporales, las redes de co- mueve y genera. Por otra parte, Braidotti contesta a las pre-
municación global y los patrones de inmigración y desplaza- dicciones pesimistas de una izquierda que cree que los proce-
miento transnacional. sos sociales ya han hecho todo e! trabajo sucio y que actual-
Supongo que algunas de las preguntas que me siento im- mente vivimos como las consecuencías inertes de su previa
pulsada a formular acerca de la inmigración forzosa serían: eficacia. Además, critica las formas de agencia -usualmente
¿qué formas de pérdida sufren aquellos que son forzados a presentadas como e! falogocentrismo dominador- que o bien
emigrar? ¿Qué tipo de disonancia experimentan aquellos que níegan e! cuerpo o bien rechazan la diferencia sexual; así pues,
278 DESHACER EL GÉNERO ¿EL FIN DE LA DIFERENCIA SEXUAL? 279
sentido, entonces ¿por qué temer e! hecho de que puede que opuso al psicoanálisis, Braidotti no se opone. Para Deleuze, e!
haya formas en las que la masculinidad surja en las mujeres y psicoanálisis se centra en e! problema de la falta; en cambio yo
que lo femenino y lo masculino no pertenecen a cuerpos que tiendo a centrarme en e! problema de la negatividad. Una de
han sido sexualizados de forma diferente? ¿Por qué no debería las razones por las que me opongo a De!euze es que no hallo
ser e! caso que estuviéramos al borde de la diferencia sexual ninguna referencia a lo negativo en su trabajo, y me temo que
para e! cual e! lenguaje de la diferencia sexual no es suficiente, lo que él propone es una defensa a ultranza frente a la negativi-
y que esto sea, en cierta manera, consecuencia de una manera dad. Braidotti vuelve a enlazar a De!euze con e! psicoanálisis de
de entender e! cuerpo como constituido por múltiples fuerzas una forma nueva y, por tanto, posibilita una nueva lectura de
y constituyente de múltiples fuerzas? Si esta construcción es- De!euze. Pero ¿cómo reconcilia Braidotti e! rechazo de! in-
pecifica de! deseo excede e! marco binario o confunde sus tér- consciente de De!euze con un psicoanálisis que, de forma co-
minos, ¿por qué no podría ser un ejemplo del múltiple juego rrecta, insiste sobre el inconsciente?
de fuerzas que Braidotti acepta en otras ocasiones?
con nuestro lenguaje, no es lo mismo que e! significado que Estoy totalmente de acuerdo con e! punto de vista de Brai-
conscientemente expresamos. Es en este sentido que los signi- dorti según e! cual e! niño siempre está enamorado de una ma-
ficados de! cuerpo exceden las intenciones de! sujeto. dre cuyo deseo se dirige a otra parte, y que esta triangulación es
la condición de! sujeto que desea. Si ésta es su formulación de
la edipalización, entonces ninguna de nosotras rechaza la edi-
LA HETEROSEXUALIDAD palización, aunque ella no la interpretará a través de la falta, y
yo incorporaré la prohibición en mi explicación de la heterose-
Sería un error decir que estoy en contra de la heterosexua- xualidad obligatoria. Sólo tiene sentido preguntar, como lo
lidad. Sencillamente creo que no pertenece sólo a los heterose- hizo Freud en Tres ensayos sobre teoría sexual, cómo se lleva a
xuales. Además, las prácticas heterosexuales no son lo mismo cabo la heterosexualidad dentro de! modelo que postula la dis-
que las normas heterosexuales; la normatividad heterosexual posición heterosexual en e! niño como un hecho dado. En
me preocupa y ocasiona mi crítica. Sin duda, los heterosexua- otras palabras, sólo si partimos de la tesis de una heterosexua-
les tienen todo tipo de perspectivas críticas y cómicas sobre la lidad primigenia surge la cuestión de la homosexualidad pre-
normatividad heterosexual. En las ocasiones en las que he tra- via, ya que se necesita alguna explicación sobre cómo se esta-
tado de dilucidar la melancolía heterosexual, es decir, e! recha- blece la heterosexualidad. Mi compromiso critico con estos
zo al apego homosexual que surge dentro de la heterosexuali- esquemas de desarrollo ha tratado de mostrar cómo la teoría de
dad como la consolidación de las normas de género «<soy una las disposiciones heterosexuales presupone lo que las venceria,
mujer, por lo tanto no quiero a una mujer»), intento mostrar a saber, una historia erótica previa a la heterosexualidad de la
cómo una prohibición de ciertas formas de amor se instala cual ésta surge. Si existe una triangularidad a la que llamamos
como una verdad ontológica acerca de! sujeto: e! «soy» de «yo edipalización, ésta sólo surge sobre la base de una serie de
soy un hombre» lleva codificada en sí la prohibición «no pue- prohibiciones o restricciones. Aunque acepto que, sin duda, la
do amar a un hombre», de forma que la afirmación ontológica triangularidad es una condición de! deseo, también me cuesta
conlleva la fuerza de la prohibición misma. Sin embargo, esto aceptarla. Que me cueste sin duda prueba que ya está operati-
sólo ocurre bajo las condiciones de la melancolía, y no signifi- va, dado que es lo que introduce la dificultad en e! deseo, con-
ca que la heterosexualidad se estructure de esta forma o que, siderado de una forma psicoanalítica. Sin embargo, lo que más
por parte de algunos heterosexuales, no pueda haber una sim- me interesa es desarticular la edipalización de la tesis de una
ple «indiferencia» hacia la cuestión de la homosexualidad más heterosexualidad primigenia o universalizada.
que un repudio inconsciente (he tomado este punto de Eve
Kosofsky Sedgwick), Tampoco trato de sugerir que defiendo
un modelo de desarrollo en e! cual se dé en primer lugar un MIMESIS
amor homosexual, pero que ese amor se reprime y que enton-
ces la heterosexualidad surge como consecuencia. Sin embar- Braidorti relata e! placer que le produjo hallar en e! Institu-
go, me parece interesante que esta concepción parece seguir to de Arte Contemporáneo de Londres una pieza que contenia
los propios postulados de Freud. la frase «la mimesis irónica no es una crítica». Me pregunto si
284 DESHACER EL Gf:I\ERO ¿EL FIN DE LA DIFERENCIA SEXUAL? 285
esta afirmación es cierta. ¿El tipo de mimesis crítica que per- biente, para nombrar sólo algunas. Es notoria la dificultad que
forma Luce Irigaray en The Speculum of the Otber Woman tienen las feministas de Estados Unidos y los teóricos en gene-
debe ser incluida en ese punto de vista? ¿Es que Braidotti quie- ral para tener en cuenta los privilegios de los que gozan en el
re deshacerse de aquella parte de Irigaray que entra en el len- Primer Mundo sin caer en una culpabilidad autoengrandece-
guaje de la filosofía como su sombra, para infiltrar sus térmi- dora o en una autoocultación histriónica. La teoría surge de la
nos, para manifestar lo femenino que queda oculto, y para situación y la situación misma está en crisis en Europa, ya que
trastornarla mediante la escritura que cuestiona la autoridad de sus fronteras son precisamente lo que está siendo cuestionado
la filosofía masculina basada en sí misma? ¿Por qué no debería en las disputas acerca de quién pertenece a la Unión Europea y
considerarse a este típo de mimesis como crítica? Creo que es quién no, acerca de las leyes concernientes a la inmigración (es-
erróneo pensar que este tipo de mimesis sólo deriva en una pecialmente en Bélgica, Francia y Holanda), así como los efec-
moralidad de esclavo, que acepta y refuerza los términos de la tos culturales de las comunidades islámicas y de las poblacio-
autoridad. Irigaray hace algo más con estos términos. Ella les nes árabes y norteafricanas. Yo soy norteamericana pero he
da la vuelta; crea un lugar para la mujer donde antes no lo ha- sido formada en filosofía europea. Hace sólo unas décadas yo
bía; expone las exclusiones a través de las cuales proceden al- formaba parte de una familia que se definía a sí misma como
gunos discursos; y muestra que dichos lugares de la ausencia judía europea y crecí rodeada de adultos que hablaban en va-
pueden ser movilizados. La voz que surge actúa como un «eco» rias lenguas que no entendía y en un inglés con un acento muy
del discurso del amo; sin embargo, este eco deja claro que exis- marcado. Cuando fui a Alemania a estudiar el idealismo ale-
te una voz, que hay un cierto poder de articulación que no ha mán mi abuela consideró que estaba «volviendo» adonde yo
sido obliterado y que está reflejando las palabras mediante las pertenecía, y que esto era bueno y apropiado. Sus hermanos
cuales tiene lugar su propia obliteracíón. Hay algo que persiste fueron a la escuela en Praga y ella sabía que existía una heren-
y que sobrevive, y las palabras del amo suenan diferente cuan- cia intelectual germano-judía. Yo pasé demasiados domingos
do son pronunciadas por alguien que, mediante su habla, su re- leyendo a Benjamin y a Scholem, y puede que esta herencia
citado, está socavando los efectos supresores de su afirmación. (que puede trazarse a través de Derrida) sea más importante
para mí que cualquier sociología o antropología norteamenca-
na. Yo escucho a Braidotti hablar en inglés sabiendo que el ita-
LA SEPARACIÓN ANGLOEUROPEA liana es su primera lengua (aunque vivió en Australia durante
muchos años) y soy consciente de que su inglés es más ágil que
Según Braidotti, en Europa la teoría femínista ha estado el mío. Cuando reflexiono sobre ello apostaría a que ella tiene
sujeta a la hegemonía del feminismo norteamericano, y yo su- más amigas que yo en la comunidad feminista norteamericana.
pongo que se está refiriendo también a la teoría de las muje- Mi alemán no es del todo malo y paso más tiempo discu-
res blancas. Para ella es importante defender un feminismo tiendo con seguidores de Habermas de lo que la mayoría de la
europeo con el fin de tratar de cuestiones claves, como, por gente está dispuesta a creer. Hay un intercambio transatlántico
ejemplo, la inmigración, los nuevos racismos europeos, la ética que funciona entre nosotras: ambas cruzamos hasta la otra on-
de las tecnologías reproductivas y las políticas del medio am- lla. Braidotti ha contribuido a mostrarnos lo que es este proce-
¿EL FIN DE LA DIFERE:-JCIA SEXUAL? 287
286 DESHACER EL GÉNERO
te lo mismo que el ejercicio de la teoría. Sin embargo, añadiría siempre, hasta cierto punto y en cierta manera, filosófico. Se
que en todas estas prácticas se presupone la teoría. En el mis- pregunta cómo organizamos la vida, cómo le otorgamos su va-
mo acto de transformación social todos somos filósofos legos lor, cómo la salvaguardamos de la violencia, cómo obligamos al
que presuponemos una visión del mundo, una visión de lo que mundo y a sus instituciones a cobijar nuevos valores, lo cual
es lo correcto, de lo que es lo justo, de lo que es detestable, de implica que sus actividades filosóficas están en cierto sentido
lo que es la acción humana y de lo que puede ser, de lo que aunadas con el objetivo de la transformación social.
constituyen las condiciones de vida necesarias y suficientes. Sería más fácil si pudiera exponer cómo creo que debería
Son muchas las preguntas que constituyen los diversos fo- ser la relación ideal entre los géneros, lo que debería ser el gé-
cos de la investigación feminista y no quisiera identificar nin- nero como norma y experiencia, en qué consistiría la igualdad
guno de ellos como el foco más esencial o el definitivo. No y la justicia. Entonces conocerían ustedes las normas que guían
obstante, diria que la cuestión de la vida se halla de diversas mi pensamiento y podrían juzgar si he logrado o no los objeti-
maneras en el centro de gran parte de la teoría feminista y, en vos que me había marcado. Pero para mí las cosas no son tan
particular, de la filosofía feminista. La cuestión sobre la vida fáciles. La dificultad no surge de la testarudez o de mi voluntad
podría ser planteada de diversas formas: ¿qué es la buena vida? de ser impenetrable. La dificultad surge simplemente de una
¿Cómo se ha concebido la buena vida de forma que las vidas doble verdad, del hecho de que, aunque necesitamos normas
de las mujeres no hayan sido incluidas en su conceptualiza- para vivir y para vivir bien, y para saber en qué dirección de-
ción? ¿Qué sería la buena vida para las mujeres? Pero quizá bería transformarse nuestro mundo social, también estamos
hay otro asunto previo a estas cuestiones, todas ellas importan- constreñidos por normas que a veces nos violentan y a las que
tes, otro tema: la cuestión de la supervivencia misma. Cuando debemos oponernos por razones de justicia social. Quizá aquí
consideramos lo que podria ser el pensamiento feminista en re- se dé una confusión, ya que muchos dirán que la oposición a la
lación con la supervivencia, surgen una serie de preguntas di- violencia debe darse en nombre de la norma, una norma de no
ferentes: ¿la vida de quién se considera como vida? ¿A quién violencia, una norma de respeto, una norma que rige u obliga a
pertenece la prerrogativa de vivir? ¿Cómo se decide cuándo se respetar la vida misma. Pero piensen que la normatividad tiene
inicia y cuándo finaliza la vida, y cómo se piensa la vida en con- un doble sentido. Por una parte se refiere a los propósitos y a
tra de la vida? ¿Bajo qué condiciones debería devenir la vida y las aspiraciones que nos guian, los preceptos por los cuales es-
a través de qué medios? ¿Quién cuida de la vida cuando surge? tamos obligados a actuar o hablar el uno al otro, las presuposi-
¿Quién cuida de la vida cuando mengua? ¿Quién cuida de la ciones que se manifiestan habitualmente, mediante las cuales
vida de la madre y cuál es el valor que, en último término, se le nos orientamos y que orientan nuestras acciones. Por otra par-
da? ¿Y hasta qué punto el género, el género coherente, garan- te, la normatividad se refiere al proceso de normalización, a la
tiza una vida habitable? ¿Qué amenaza de muerte se lanza so- forma en que ciertas normas, ideas e ideales dominan la vida
bre aquellos que no viven el género de acuerdo con las normas incorporada iembodied¡ y proporcionan los criterios coerciti-
aceptadas? vos que definen a los «hombres» y a las «mujeres» normales. Y
Que el feminismo siempre haya pensado acerca de las cues- en este segundo sentido, vemos que las normas son lo que rige
tiones de la vida y la muerte implica que el feminismo ha sido la vida «inteligible», a los hombres «reales» y a las mujeres»
292 DESHACER EL GÉNERO LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 293
reales. Pero cuando desafiamos estas normas no está claro si es- explorar esta paradoja hacia el final de mis notas con el fin de
tamos todavia viviendo o deberíamos estarlo, si nuestras vidas elucidar lo que, a mi entender, son los intereses políticos de la
son valiosas o si pueden convertirse en tales, si nuestros géne- teoría feminista.
ros son reales, o incluso si pueden verse como tales.
Un buen pensador de la Ilustración simplemente sacudiría
la cabeza y diría que, al objetar en contra de la normalización, EL GÉNERO EN DlSPUJA y LA CUESTIÓN DE LA SUPERVIVENCIA
se objeta en nombre de una norma diferente. Pero ese crítico
también tendría que considerar que la normalización y la nor- Cuando escribí El género en disputa yo era más joven que
matividad están relacionadas. Dado que puede ser que cuando ahora y no tenía una posición estable en la academia. Lo escri-
intentamos hallar un lazo en común hablamos acerca de lo que bí para unos pocos amigos e imaginé que quizá cien o doscien-
nos une como humanos, de nuestras formas de habla o de pen- tas personas lo leerían. En ese momento yo tenía dos objetivos:
samiento, quizá no podemos evitar recurrir a relaciones social- el primero era exponer lo que percibía como un heterosexismo
mente instituidas que han sido formadas en el tiempo y que nos que imperaba en la teoría feminista; el segundo era tratar de
proporcionan un sentido de lo «común» a partir de la exclu- imaginar un mundo en el que aquellos que viven a una cierta
sión de aquellas vidas que no encajan con la norma. En este distancia de las normas de género, que viven en la confusión
sentido, vemos la «norma» como aquello que nos ata, pero del género, pudieran sin embargo concebirse a sí mismos no
también vemos cómo la «norma» únicamente crea la unidad a sólo como seres que viven existencias habitables, sino también
través de una estrategia de exclusión. Sería necesario pensar so- como seres merecedores de cierto tipo de reconocimiento.
bre este problema, sobre este doble aspecto de la norma. No Pero voy a ser todavía más sincera. De acuerdo con algún ideal
obstante, en este ensayo quisiera empezar preguntándome humanista, quería conseguir que se comprendiera algún aspec-
acerca del tipo de normas que rigen el género, en concreto, to de la problematización del género (gender trouble) y que se
cómo constriñen y posibilitan la vida, cómo designan por ade- le acordara dignidad, pero también quería desbaratar los fun-
lantado qué es lo que será o no una existencia habitable. damentos sobre los cuales la teoría feminista y social piensan
Quisiera proceder con esta primera tarea mediante una re- sobre el género y que resultara excitante, explicar algún aspec-
seña de El género en disputa, el libro en el que originalmente to del deseo que es la problematización del género, del deseo
presenté mi teoría del género. Quisiera considerar explícita- que solicita, del deseo que expresa.
mente esta teoría del género en términos de las cuestiones de Así que voy a plantear de nuevo estos dos puntos, ya que
violencia y de la posible transformación de las circunstancias ambos han cambíado mi forma de pensar y, como consecuencia,
de la violencia de género hacia un futuro de supervivencia so- me han obligado a considerar de nuevo la cuestión del cambio.
cial. En segundo lugar, quisiera considerar esta doble naturale- En primer lugar vaya tratar la teoría feminista. ¿Qué en-
za de las normas mostrando cómo no podemos estar sin ellas y tendía yo por ese heterosexismo y cómo lo entiendo ahora? En
cómo no debemos asumir que su forma nos viene dada o que aquel momento yo entendía la teoría de la diferencia sexual
está fijada de antemano. De hecho, incluso si no podemos estar como una teoría de la heterosexualidad. También pensaba que
sin ellas, tampoco podemos aceptarlas tal como son. Quisiera el feminismo francés, con la excepción de Monique Wittig, en-
294 DESHACER EL GÉNERO LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 295
tendía la ínteligibilidad cultural en función de la diferencia fun- y no sólo éramos fundamentales, sino que estábamos cam-
damental entre lo masculino y lo femenino, pero también la re- biando ese fundamento. Apareció una nueva escritura, una
producción. La teoría feminista se derivaba de Lévi-Strauss, de nueva forma de comunicabilidad que desafiaba a los tipos de
Lacan y de Saussure, y se podían trazar varias rupturas con comunicabilidad que estaban totalmente constreñidos por el
esos maestros. Al fin y al cabo, fue Julia Kristeva quien dijo que simbólico patriarcal. Y se dieron también nuevas formas para
Lacan no dejaba lugar para la semiótica e insistió en ofrecer ese las mujeres, como el don de juntarse, de los nuevos y poéticos
dominio no sólo como un suplemento de lo simbólico, sino modos de alianza y de producción cultural. Teníamos, por así
como una forma de deshacerlo. Y fue Cixous, por ejemplo, decirlo, el perfil de una teoría del patriarcado ante nosotras y
quien vio en la escritura femenina una forma de hacer víajar el estábamos también interviniendo en él para producir nuevas
signo de formas que Lévi-Strauss no podía imaginar al final de formas de intimidad, de alianza y de comunicabilidad que se
Las estructuras elementales del parentesco. Y fue lrigaray quien hallaban en el exterior de sus términos, pero que también cues-
imaginó que se juntaban los bienes e incluso teorizó implícita- tionaban su inevitabilidad y su demanda totalizadora.
mente un cierto tipo de amor homoerótico entre mujeres cuan- Así pues, todo pintaba bastante bien, pero produjo algunos
do esos labios se enlazaban hasta el punto de no poder distin- problemas para muchas de nosotras. En primer lugar, parecía
guir el uno del otro (y donde no poder distínguir la diferencia que el modelo de cultura, en el modo patriarcal y feminista,
entre ellos no equivale a «ser lo mismo»), El punto culminante asumía la continuidad de la diferencia sexual y para algunas de
de la época fue ver cómo estas feministas francesas entraban en nosotras la problematización del género era la misma contesta-
una área que se consideraba fundamental para el lenguaje y ción de la diferencia sexual. Muchas se preguntaban si eran en
para la cultura con el fín de afirmar que el lenguaje se daba a realidad mujeres y algunas trataban de descubrir alternativas a
través de la díferencia sexual. Como consecuencia, el sujeto esa categoría. En <<Am 1 that Name?», Denise Riley escribió
que habla era el que surgía en relación con la dualidad de los que ella no quería ser consumida por la categoría pero Cherríe
sexos y la cultura, tal y como la delineaba Lévi-Strauss, se defi- Moraga y otras también estaban empezando a teorizar las cate-
nía a través del íntercambio de las mujeres, y la diferencia entre gorías butch-femme, las cuales ponían en cuestión si los tipos de
los hombres y las mujeres se instituía al nivel del intercambio masculinidades que se ponían en juego para una butch estaban
primario, un íntercambio que forma la posibilidad de la comu- siempre determinadas por una diferencia sexual que ya estaba
nicación misma. operando previamente, o si estaban cuestionando la diferencia
Para comprender el júbilo que esta teoría suscitaba en sexual.'
aquellas que trabajan en ella y en aquellas que todavía lo hacen, Las [emmes plantearon una cuestión importante: ¿esta fe-
se debe entender que este cambio tuvo lugar cuando los estu- minidad se defínía en relación con una masculinidad que ya es-
días feministas pasaron de ser el análisis de la «imagen» de la taba operando en la cultura, que formaba parte de una estruc-
mujer en esta o aquella disciplina o esfera de la vida, a ser un tura normativa que ya no podía ser cambiada, o era el desafío a
análisis de la diferencia sexual como la base de la comunicabili- esa estructura normativa, un desafío lanzado desde sus térmi-
dad cultural y humana. De repente, éramos fundamentales. De nos más preciados? ¿Qué ocurre cuando términos como buteh
repente, nínguna ciencia humana podía contínuar sín nosotras. y femme surgen no sólo como simples copias de la masculini-
296 DESHACER EL GÉNERO LA CLLSnÓI\ DE LA TRANSFORMACIÓI\ SOCIAL 297
dad heterosexual y la feminidad heterosexual, sino como ex- contenido. Muchos lacanianos, por ejemplo, argumentan que
propiaciones que muestran e! esta tus no necesario de sus signi- en mi trabajo la diferencia sexual sólo tiene un carácter formal,
ficados asumidos? De hecho, el argumento que presenté en El que de! concepto de diferencia sexual mismo no se deriva nada
género en disputa, y que tan profusamente se ha citado, fue e! de los roles sociales o de los significados que e! género pudiera
siguiente: que categorías como butch y [emme no son copias de tener. De hecho, algunos de ellos evacuan la diferencia sexual
una heterosexualidad más originaria, sino que muestran cómo de cualquier posible significado semántico, y la alían con la po-
los así llamados originales, los hombres y mujeres dentro de! sibilidad estructural de la semántica, pero sin tener un conteni-
marco heterosexual, están construídos de una forma similar y do semántico ni apropiado ni necesario. Es más, incluso argu-
también se establecen performativamente. Así pues, la copia mentan que la posibilidad de la crítica surge cuando uno llega
ostensíble no se explica a través de la referencía a un orígen, a comprender cómo la diferencia sexual no sólo se ha concre-
sino que se entiende que e! origen es tan performativo como la tado en ciertos ejemplos culturales y sociales, sino cómo ha
copia. A través de la performatividad, se igualan las normas de sido reducida a esos ejemplos, lo cual constituye un error fun-
género dominantes y las no dominantes. Pero algunos de estos damental, una forma de obstruir la apertura fundamental de la
logros performativos reclaman e! lugar de la naturaleza o recla- distinción misma.
man e! lugar de la necesídad simbólica, y lo hacen ocultando Esta forma de contestar a mis argumentos procede de laca-
las formas a través de las cuales se establecen performativa- nianos formalistas como joan Copjec y Charles Shepherdson,
mente. pero también de Slavoj Zizek. Por otro lado, existe un potente
Volveré a tratar de la teoría de la performatividad más ade- argumento feminista que, de forma implícita o explícita, dispu-
lante, pero, de momento, quisiera explicar cómo he reformula- ta la trayectoria que he presentado. Quizá la autora que arti-
do mi punto de vista sobre la escisión entre la primera teoría cula este argumento de forma más animada y persuasiva sea
feminista estructuralista y la problematización de género postes- Rosi Braidotti, de cuya obra más reciente he tratado en e! ca-
tructuralista. pítulo «¿El fin de la diferencia sexual?».? Creo que e! argu-
En primer lugar, cabe destacar que en mi exposición de mento propone algo así: debemos mantener e! marco de la di-
esta transición de la diferencia sexual a la problematización de! ferencia sexual porque pone de relieve la continuación de la
género o, más bien, de la diferencia sexual a la teoria qucer (las realidad cultural y política de la dominación patriarcal, porque
cuales no son lo mismo, ya que la «problematización de! géne- nos recuerda que, cualesquiera que sean las permutaciones de
ro» no es más que un momento de la teoría queeri, se da un género que tengan lugar, no desafían de una forma fundamen-
deslizamiento entre la diferencia sexual como categoría que tal e! marco dentro de! cual se dan, ya que dicho marco persis-
condiciona la aparición de! lenguaje y la cultura, y e! género te a un nivel simbólico sobre e! que es más difícil intervenir. Al-
como concepto sociológico, entendido como norma. La dife- gunos críticos, como Carol Anne Tyler, han argumentado, por
rencia sexual no es lo mismo que las categorías de mujer y ejemplo, que siempre será diferente para una mujer y para un
hombre. Mujer y hombre existen, podríamos decir, como nor- hombre entrar en las normas transgresivas de género, y que en
mas sociales y son, de acuerdo con la perspectiva de la diferen- El género en disputa no se distingue suficientemente entre estas
cia sexual, formas en las que la diferencia sexual ha asumido un diferentes posiciones de poder dentro de la sociedad.
298 DESHACER EL GÉNERO
LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 299
Otras críticas sugieren que el problema tiene relación con último grupo. Así pues, es obvío por qué yo he podido sostener
el psicoanálisis y con el lugar que ocupa la edipalización y su un fructífero intercambío intelectual con ella.
significado. El niño y la niña entran en el deseo a través de la El problema surge cuando tratamos de comprender si la di-
triangulación, y tanto si hay una pareja heterosexual que haga ferencia sexual es necesariamente heterosexista. ¿Lo es? De
de padres como si no la hay, de todos modos la niña y el niño nuevo, depende de la versión que se acepte. Si se afirma que la
localizarán un punto de salida maternal y paternal. Esta díada edipalización presupone la paternídad heterosexual o un sím-
heterosexual tendrá una relevancia simbólica para el niño y la bélico heterosexual que supera cualquier arreglo parental-sí
niña y se convertirá en la estructura a través de la cual se da for- es que hay alguno-, entonces el tema está más bien cerrado. Si
ma al deseo. se cree que la edipalización produce el deseo heterosexual y
En un cierto sentido, hay alternativas importantes que de- que la diferencia sexual es una función de la edipalización, en-
ben pensarse conjuntamente. No estoy sugiriendo que puedan tonces parece que el tema vuelve a cerrarse. A algunos teóricos,
o deban ser reconciliadas. Puede que se relacionen de una for- por ejemplo, a juliet Mitchell, les preocupa esta cuestión, aun-
ma tensa y que esta necesaria tensión estructure ahora el campo que fue precisamente Mitchell quien, en Psycho-analysis and
de la teoría feminista y queer, que produzca así una tensión ine- Feminism, declaró que el orden simbólico patriarcal no es un
vitable entre ellas y que haga necesario un diálogo contencioso conjunto de reglas que puedan cambiarse, sino una «ley pri-
entre ellas. Es importante distinguir entre aquellos teóricos de rnordialx (pág. 370).
la diferencia sexual que se basan en la biología para defender Acepto que los conceptos sociológicos del género, entendi-
que es necesaria la diferencia entre los sexos (la feminista ale- dos como mujeres y hombres, no se pueden reducir a la dife-
mana Barbara Duden sigue esta tendencia),' y aquellos que ar- rencia sexual. Pero todavía sigo preocupada por que se entien-
gumentan que la diferencia sexual es un nexo fundamental a da que la diferencia sexual funciona como un orden simbólico.
través del cual surgen el lenguaje y la cultura (adoptan esta po- ¿Qué significa para dicho orden ser simbólico más que social?'
sición tanto los estructuralistas como los postestructuralistas ¿y qué ocurriría con la tarea de la teoría feminista de pensar
que no problematizan el género). Pero todavía se da otra dis- sobre la transformación social si se aceptara que la diferencia
tinción: la de aquellos a quienes el paradigma estructuralísta sexual está orquestada y constreñida a un nível simbólico? Si es
sólo les parece útil porque traza la continuidad del diferencial simbólica, ¿se puede variar? Cuando les hago esta pregunta a
de poder entre los hombres y las mujeres en el lenguaje y la so- los lacanianos generalmente me responden que los cambios en
ciedad, y porque nos proporciona una forma de comprender la el simbólico llevan mucho tiempo. Me pregunto cuánto tiempo
profundidad de su acción al establecer el orden simbólico en el más tendré que esperar. O bien me muestran algunos pasajes de
cual vívimos. Creo que en estos últimos se puede diferenciar lo que se denomina el Discurso de Roma y me pregunto si esos
entre aquellos que consíderan que el orden símbólico es ineví- pasajes son a lo que se supone tengo que aferrarme para tener
table y, por tanto, ratifican el patriarcado como una estructura la esperanza de que las cosas pueden llegar a cambiar. Además,
inevitable de la cultura, y aquellos que piensan que la diferen- me siento impulsada a preguntar si realmente es verdad que la
cia sexual es inevitable y fundamental, pero que su forma pa- diferencia sexual al nivel simbólico no tiene contenido semán-
tríarcal puede ser contestada. Rosí Braidotti pertenece a este tico. ¿Puede llegar a ser verdad alguna vez? ¿O lo único que
300 DESHACER EL GÉNERO LA CUESTIC)N DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 301
hemos hecho ha sido abstraer un significado social de la dife- El género en disputa finaliza abordando e! drag, y e! capítu-
rencia sexual y exaltarlo corno una estructura simbólica y, por lo final se IJama, de hecho, «De la parodia a la política». Varios
lo tanto, presocial? ¿Es ésta una forma de asegurarse de que la críticos han analizado este capítulo con e! fin de resolver la
diferencia sexual está más allá de cualquier oposición social? cuestión: ¿cómo podemos llegar a la política desde la parodia?
Después de todo esto, se podría preguntar por qué quiero Hay algunos que creen que el texto ha minusvalorado la im-
rechazar la diferencia sexual, pero la suposición a la que me portancia de la política y que la ha reducido a la parodia; algu-
atuve en mi anterior teoría de! género era que e! género se pro- nos afirman que el drag se convierte en un modelo de resisten-
duce de una forma compleja a través de prácticas identificato- cia o, de forma más general, en un modelo para la intervención
rias y performativas, y que e! género no es tan claro o tan uní- política y la participación. Así pues, volvamos a considerar e!
voco como a veces se nos hace creer. Me esforcé en combatir controvertido final de un texto que probablemente escribí de-
las formas de esencialismo que afirmaban que e! género es una masiado rápido y cuyo futuro no anticipé.
verdad que está ahí de alguna manera, que se halla en el inte- ¿Por qué el drag? Bueno, hay buenas razones biográficas, ya
rior del cuerpo, como un núcleo o una esencia interna, algo que la única forma de describirme durante mis años de juventud
que no podemos negar, algo que, sea natural o no, se trata como en Estados Unidos es corno una lesbiana de bar que se pasaba e!
algo que nos es dado. La teoría de la diferencia sexual no reali- día leyendo a Hege! y la noche en un bar gay que ocasionalmen-
za ninguna de las afirmaciones que asevera el esencialismo na- te se convertía en un bar drago Yo tenía algunos parientes que es-
tural. Al menos en una versión de la diferencia sexual se argu- taban, por así decirlo, «en e! ambiente» y, de una forma signifi-
menta que es la «diferencia» de cada identidad la que impide cativa, yo me identificaba con esos «chicos». Así que allí estaba,
la posibilidad de una categoría unificada de la identidad. En experimentando un momento cultural en medio de una lucha
este sentido, El género en disputa respondía a dos tipos de de- social y política. Pero en ese momento también experimenté una
safíos; ahora soy consciente de que necesitaba separar las di- cierta teorización implícita de! género: rápidamente me di cuen-
versas cuestiones y espero haber iniciado esta labor en los tra- ta de que algunas de esas personas a las que se llamaba hombres
bajos que siguieron. Sin embargo, me sigue preocupando que podían hacer" la feminidad mucho mejor de lo que yo nunca
aceptemos algunos marcos porque describen bien la domina- podría hacerla, o de lo que yo nunca he querido hacer o nunca
ción patriarcal mientras que, a su vez, es posible que dichos haría. Así pues, se me confrontó con lo que sólo puede denomi-
marcos nos estén obligando a considerar toda dominación como narse como la transferibilidad de! atributo. Estaba claro que la
inevitable o como primaria, más primaria de hecho que otras feminidad, que, de todas formas, nunca me había pertenecido,
operaciones de poder diferencial. ¿Es lo simbólico un campo pertenecía a otro lugar; yo me sentía más feliz formando parte de
para la intervención social? ¿Realmente la diferencia sexual su público, de hecho, siempre me he sentido más feliz siendo su
existe aparte de su forma institucionalizada, teniendo en cuen- público que siendo su encarnación (por cierto, esto no implica
ta que la forma institucionalizada dominante es la heterosexua-
Burlcr se rchcrc a la conocida expresión doing gcnder, «haciendo el género»,
lidad misma? popularizada por Suzannc ]. Kessler y Wendy MacKenna en su obra Gender: An Eth-
¿Qué es lo que yo imaginé? ¿Y cómo ha cambiado la cues- n()T!l(,thodo!ogll-aI/If!pmarh (lohn Wilcy & Sons, 19i8) y que encapsula una forma de
tión de la transformación social y política? entender el género COTlHl un proceso de actuación. (N. de la t.)
302 DESHACER EL GÉNERO LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 303
que yo carezca de cuerpo, como algunos críticos mal intenciona- b) Cuando una actuación (performance) se considera real y
dos han dicho o han dado a entender implícitamente). Pero, tan- otra falsa, o cuando una presentación del género se considera
to si se persiste en el marco de la diferencia sexual como si se si- auténtica y otra una falsificación, se puede llegar a la conclu-
gue en el de la problematización del género, yo tendería a sión de que una cierra ontología del género está condicionando
esperar a que todos siguiéramos comprometidos con el ideal de estos juicios, una ontología (una explícación de lo que es el gé-
que nadie debería ser oblígado por la fuerza a ocupar una norma nero) que también entra en crisis a causa de la actuación (per-
de género que se experimenta como una violación insufrible. De forman ce) de género, de forma que estos juicios se socavan o se
una forma teórica, se podría decir que las categorías sociales que convierten en ímposibles de hacer.
se ímponen desde otro lugar son siempre «violaciones», en el e) Se debe enfatizar que no es que el drag subvierta las nor-
sentido de que, de entrada y por necesidad, no son elegidas. mas de género, sino que vívímos de forma más o menos ímplí-
Pero esto no significa que hayamos perdido la capacidad de dis- cita con nociones de la realidad heredadas, con explicaciones
tinguir entre las violaciones que posibilitan y las que ímposibili- ontológicas implícitas que determinan qué tipos de cuerpos y
tan. Cuando las normas de género funcionan como violaciones, de sexualidades serán considerados reales y verdaderos, y cuá-
operan como una interpelación que sólo se rehúsa cuando se les no.
acepta pagar las consecuencias, tales como perder el propio tra- d) El efecto diferencial que tienen estas presuposiciones
bajo, el hogar, las perspectivas del deseo o de la vida. Existen ontológicas sobre la vida corporal de los individuos tiene cier-
también una seríe de leyes, códigos penales y psiquiátricos según tas consecuencias. Y lo que el drag nos señala es que (1) esta se-
los cuales las posibles consecuencias son todavía la prisión y la rie de suposiciones ontológicas está siendo operativa y que (II)
encarcelación. La disforia de género aún puede ser utilizada en las suposiciones ontológicas están abiertas a la rearticulación.
muchos países para negar el empleo o para quitar la custodia de
los hijos. Las consecuencias son duras. No es suficiente con lla- La cuestión de quién y qué se considera real y verdadero es
marlo simplemente un juego o una diversión, aunque ésos cons- aparentemente una cuestión de conocimiento, pero también es,
tituyan momentos significativos. No quiero decir que el género como Foucault aclara, una cuestión de poder. Tener o mostrar
no sea a veces un juego, un placer, una diversión y una fantasía; la «verdad» y la «realidad» es una prerrogativa enormemente
sin duda lo es. Sólo quiero decir que seguimos viviendo en un poderosa dentro del mundo social, una forma por la cual el po-
mundo en el que se corren graves riesgos de marginación y vio- der se disimula como ontología. Según Foucault, una de las
lencia física a causa del placer que se persigue, la fantasía que se prímeras tareas de la crítica es discernir la relación «entre los
encarna, el género que uno performa, mecanismos de coerción y los elementos de conocimiento».'
Así pues, a continuación presentaré algunas proposiciones Aquí nos confrontamos con los límites de lo que se puede co-
para su consideración: nocer, con límites que ejercen una cierta fuerza pero que no es-
tán basados en ninguna necesidad, con límites que sólo se inte-
a) Que lo que está funcionando al nivel de la fantasía cul- rrogan arriesgando la propia ontología segura y disponible:
tural en último término no puede disociarse de las formas en «[Nada] puede existir como un elemento de conocímiento si,
las que se organiza la vida material. por una parte, [... ] no se conforma a una serie de reglas y res-
304 DESHACER EL GÉNERO LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 305
tricciones características, por ejemplo, a un cierto tipo de dis- constituir la inteligibilidad que promete. Esto implica que se
curso científico en un período particular, y si, por otra parte, buscan las condiciones mediante las cuales se constituye e!
no posee los efectos de coerción o los incentivos de aquello que campo del objeto, así como los limites de dichas condiciones,
es validado científicamente o que es sencillamente racional o e! momento donde indican su contingencia y su susceptibilidad
simplemente aceptado de forma general, etc.» (pág. 52). de ser transformadas. En términos de Foucault, «hablando de
El saber y e! poder no pueden separarse en último término, forma esquemática, tenemos una movilidad perpetua, una fra-
pero trabajan juntos para establecer una serie de criterios suti- gilidad esencial o, más bien, la interacción compleja entre lo
les y explícitos para pensar e! mundo: «Por lo tanto, no se tra- que replica e! mismo proceso y lo que lo transforma» (pág. 58).
ta de describir lo que es e! saber y lo que es e! poder, ni de des- Por lo tanto, lo que esto implica para e! género es que no
cribir cómo uno reprime al otro y cómo e! otro abusa de! sólo es importante comprender cómo se instituyen los términos
primero, sino que más bien lo que debe describirse es un nexo de! género, cómo se naturalizan y cómo se establecen como
de poder-saber, de forma que podamos comprender qué cons- presuposiciones, sino trazar los momentos en los que se dispu-
tituye la aceptabilidad de un sistema» (págs. 52-53). ta y se reta al sistema binario de! género, en los que se cuestio-
Si se considera esta relación de! saber y e! poder en relación na la coherencia de las categorías y en los que la misma vida so-
al género, es ine!udible preguntarse por e! funcionamiento de cial de! género resulta ser maleable y transformable.
la organización de! género como una presuposición sobre la es- En parte, mi atención hacia la actuación de drag no sólo fue
tructura de! mundo. No hay una aproximación meramente una forma de pensar sobre cómo se performaba e! género, sino
epistemológica al género, no hay una forma simple de pregun- también de cómo se resignificaba a través de sus términos co-
tarse cuáles son las formas femeninas de conocimiento, o qué lectivos. Por ejemplo, los intérpretes de! drag tienden a vivir en
podría significar e! saber de las mujeres. Por e! contrario, las comunidades y a desarrollar fuertes lazos rituales, como los
formas en las que se dice que las mujeres «saben» o «son co- que se pueden ver en e! documental Paris is Burning.' que nos
nocidas» están de antemano orquestadas por e! poder, precisa- hacen ver la resignificación de los lazos sociales que pueden
mente en e! momento en que se instituyen los términos de la forjar y forjan las minorías de género que se hallan dentro de
categorización de lo «aceptable». comunidades de color. Así pues, estamos hablando de una vida
Desde e! punto de vista de Foucault, e! crítico tiene, pues, cultural de la fantasía que no sólo organiza las condiciones ma-
una doble tarea: mostrar cómo operan e! saber y e! poder para teriales de la vida, sino que también produce lazos comunita-
constituir una forma más o menos sistemárica de ordenar e! rios quesostienen a sus miembros y mediante los cuales se po-
mundo dentro de sus propias «condiciones de aceptabilidad de sibilita e! reconocimiento, además de rechazar la violencia, e!
un sistema», y «seguir los puntos de ruptura que indican cómo racismo, la homofobia y la transfobia. Esta amenaza de violen-
surgen»." Por tanto, no basta con aislar e identificar los pecu- cia pone de relieve aspectos fundamentales de la cultura en la
liares nexos de poder y saber que dan lugar al campo de las co- que vivimos, una cultura que no es radicalmente diferente de
sas inteligibles. Lo que es necesario es localizar la forma en la lo que muchos de nosotros experimentamos, aunque proba-
que e! campo se encuentra con su punto de ruptura, los mo- b emente no es exactamente lo mismo que lo que cualquiera de
mentos de sus discontinuidades y los lugares donde no logra nosotros viva. No obstante, la razón por la cual entendemos e!
306 DESHACER EL GÉNERO LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 307
documental, si es que lo hacemos, es porque su belleza, su tra- norma en una miríada de formas, que pueden exceder la nor-
gedia, su patbos y su valentía atraviesan fronteras. En cierta ma- ma, volver a dibujar la norma y exponer la posibilidad de la
nera, es un placer atravesar fronteras culturales porque lo que transformación de realidades a las cuales creíamos estar confi-
también las atraviesa, aunque no lo haga siempre de la misma nados. Estas realidades corpóreas están habitadas activamente,
forma, es la amenaza de la violencia, la amenaza de la pobreza y esta «actividad» no está totalmente constreñida por la norma.
y la lucha por la supervivencia -todo lo cual resulta más acen- A veces las condiciones para conformarse a la norma son las
tuado para la gente de color-o Es importante indicar que la mismas que las condiciones para resistirla. Cuando la norma
lucha por la supervivencia no puede realmente separarse de la aparece tanto para garantizar como para amenazar la supervi-
vida cultural de la fantasía. Es parte de ella. La fantasía es lo vencia social (es lo que necesitas para vivir y, al mismo tiempo,
que nos permite imaginarnos a nosotros mismos y a otros de es lo que, si lo vives, amenaza con borrarte), entonces confor-
una forma diferente. La fantasía es lo que establece que lo po- marse y resistir se convierten en una relación compuesta y
sible puede exceder a lo real; la fantasía señala una dirección, paradójica con la norma, una forma de sufrimiento y un lugar
señala hacia otra posibilidad, y cuando esta otra posibilidad potencial para la politización. Así, la cuestión de cómo se in-
está incorporada, entonces la hace propia. corpora la norma a menudo se enlaza con la cuestión de la su-
Esto me lleva a la cuestión de la política. ¿Cómo el drag o, pervivencia, de si la vida misma será posible. Creo que no de-
de hecho, mucho más que el drag, el transgénero mismo ingre- beríamos subestimar el efecto que tiene el pensamiento de lo
sa en el campo de lo político? Sugiero que lo hace no sólo ha- posible sobre aquellos que experimentan la supervivencia mis-
ciéndonos cuestionar lo que es real y qué es lo que tiene que ma como una cuestión candente.
serlo, sino también mostrándonos cómo las nociones contem- Hay una forma mediante la cual tal cuestión es y continúa
poráneas de realidad pueden ser cuestionadas y cómo nuevos siendo política. Pero hay algo más, ya que de lo que se trataba
modos de realidad pueden ser instituidos. La fantasía no es con el ejemplo del drag era de cuestionar los medios a través de
simplemente un ejercicio cognitivo, una película interna que los cuales se hace la realidad y considerar la forma en la que ser
proyectamos dentro del teatro interior de la mente. La fantasía llamado real y ser llamado irreal no llega a ser no sólo un me-
estructura la rdacionalidad y se pone en juego en la estilización dio de control social, sino una forma de violencia deshumani-
de la incorporación misma. Los cuerpos no se habitan como zadora. Yo lo expondría así: ser llamado irreal y, por así decirlo,
hechos espaciales dados. En su espacialidad, están también in- institucionalizar esta designación como una forma de trata-
mersos en el tiempo: envejecen, cambian de forma, dependien- miento diferencial es convertirse en el otro en contra del cual
do de sus interacciones se altera su significado y la red de rela- se hace a lo humano. Es lo inhumano, lo que está más allá de lo
ciones visuales, discursivas y táctiles que se convierte en parte humano, lo que es menos que humano, el límite que garantiza
de su historicidad, su pasado constitutivo, su presente y su fu- a lo humano su ostensible realidad. Así pues, ser llamado una
turo. copia, ser llamado irreal, es una forma de opresión. Pero debe-
Como consecuencia de estar en el modo del devenir, y de mos considerar que es algo incluso más fundamental. Porque
estar siempre viviendo con la posibilidad constitutiva de deve- para ser oprimido se debe existir como un sujeto de cierto tipo,
nir de otra forma, el cuerpo es aquello que puede ocupar la se está allí como el otro visible y oprimido del sujeto señor,
308 DESHACER EL GÉNERO LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 309
como un sujeto posible y potencia!' Pero ser irreal es otra cosa. ternados y encarcelados, por qué la violencia en contra de las
Porque para ser oprimido se debe primero ser inteligible. Dar- personas transgénero no se reconoce como tal y por qué a ve-
se cuenta de que se es fundamentalmente ininteligible (es más, ces la inflingen los propios Estados que deberían estar prote-
que las leyes de la cultura y de! lenguaje te consideran una im- giendo a dichos sujetos.
posibilidad) es darse cuenta de que todavía no se ha logrado e! ¿Y qué ocurre si resulta que nuevas formas de género son
acceso a lo humano. Es hallarse en la situación de hablar siem- posibles?; ¿cómo afectaría esto a nuestras formas de vida y a las
pre como si se fuera humano pero con la sensación de que no necesidades concretas de la comunidad humana? ¿Cómo se
se es humano. Es darse cuenta de que e! propio lenguaje es debe distinguir entre las posibilidades de género que resultan
hueco y que no se va a alcanzar ningún reconocimiento porque ser valiosas y las que no? Estas cuestiones son las que, corn-
las normas mediante las cuales se da e! reconocimiento no es- prensiblemente, se me han planteado como réplica a mis argu-
tán a favor de uno mismo. mentos. Mi respuesta sería que no es meramente una cuestión
Si e! género es performativo, entonces se deduce que la rea- de producir un nuevo futuro para los géneros que todavía no
lidad de! género misma está producida como un efecto de la existen. Los géneros que tengo en mente existen desde hace
actuación de género. Aunque haya normas que rigen lo que mucho tiempo, pero no han sido admitidos entre los términos
será y lo que no será real, y lo que será o no inteligible, se cues- que rigen la realidad. Se trata de desarrollar un nuevo léxico le-
tionan y se reiteran en e! momento en que la performatividad gitimador para la complejidad de género que siempre hemos
empieza su práctica citaciona!. Sin duda, se citan normas que estado viviendo, un nuevo léxico dentro de la ley, dentro de la
ya existen, pero estas normas pueden ser desterritorializadas a psiquiatría, dentro de la teoría social y literaria. Dado que las
través de la citación. También pueden ser expuestas como no normas que rigen la realidad no han admitido estas formas de
naturales y no necesarias cuando se dan en un contexto y a tra- ser real, por fuerza tendremos que llamarlas nuevas. Pero espe-
vés de una forma de incorporación que desafía la expectación ro que cuando lo hagamos, si lo hacemos, nos reiremos porque
normativa. Lo que esto significa es que, a través de la práctica sabremos que esto no es así. El concepto de política que está
de la performatividad de género, no sólo podemos observar operando aquí está principalmente centrado en la cuestión de
cómo se citan las normas que rigen la realidad, sino que tam- la supervivencia, en cómo creamos un mundo en el que aque-
bién podemos comprender uno de los mecanismos mediante llos que entiendan su género y su deseo de una forma no nor-
los cuales la realidad se reproduce y se altera en e! decurso de mativa puedan vivir y prosperar, libres no sólo de la amenaza
dicha reproducción. Lo importante de! drag no es simplemen- de la violencia proveniente del exterior sino libres también de
te que produzca un espectáculo placentero y subversivo, sino prescindir de la extendida sensación de su propia irrealidad, la
que alegoriza las formas espectaculares y llenas de consecuen- cual puede llegar a conducirles al suicidio o a una vida suicida.
cias mediante las cuales la realidad se reproduce y se contesta. Finalmente, yo cuestionaría e! lugar que ocupa e! pensamiento
La desrealización de la violencia de género tiene implica- de lo posible dentro de la teoría política. Se podría objetar di-
ciones para comprender cómo y por qué ciertas presentaciones ciendo: «sólo estás tratando de posibilitar la complejidad de
de género son criminalizadas y convertidas en patológicas, género». Pero esto no nos informa sobre qué formas son bue-
cómo los sujetos que traspasan e! género se arriesgan a ser in- nas o malas; no nos proporciona la medida, la indicación, la
310 DESHACER EL GÉNERO LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 311
norma. Sin embargo, nos hallamos ante una aspiración norma- cionarán a los actores sociales y a los hablantes una base para la
tiva que tiene relación con la habilidad de vivir y de respirar y mutua comprensión: «Al reclamar la validez de sus elocucio-
de moverse, y sin duda pertenece a lo que se denomina la filo- nes, los participantes luchan por alcanzar un acuerdo entre
sofía de la libertad. El pensar sobre una vida posible es un lujo ellos sobre algo [... ] el uso cotidiano del lenguaje no pivota ex-
sólo para aquellos que ya saben que son posibles. Para aquellos clusivamente, ni tan sólo de una forma primaria, sobre sus fun-
que todavía están tratando de convertirse en posibles, esa posi- ciones representativas (o la afirmación de hechos): aquí se po-
bilidad es una necesidad. nen en juego todas las funciones del lenguaje y las relaciones
entre el mundo y el lenguaje, de forma que el espectro de las
afirmaciones de validez conlleva más que las afirmaciones de
DE LAS NORMAS A LA pOLíTICA verdad» (Between Facts and Norms, pág. 16). Además, Haber-
mas expone que «al explicar el significado de las expresiones
En el ensayo «El reglamento del género» argumento que el lingüísticas y la validez de las afirmaciones, tocamos las ideali-
significado de la norma y lo que, en último término, es «nor- zaciones que están conectadas con el medio del lenguaje»
mativo» dependen del tipo de teoría social de la cual surjan di- (pág. 17). Él deja claro que sin estas idealizaciones que se en-
chos términos. Por una parte, las normas parecen indicar la cuentran en el corazón del lenguaje, no podríamos disponer de
función reguladora y normalizadora del poder, pero, desde los recursos que nos sirven de orientación entre tipos dispares
otra perspectiva, las normas son precisamente lo que une a los de afirmaciones hechas por cualquier número de actores socia-
individuos y lo que forma la base de sus exigencias éticas y po- les. De hecho, la presuposición de una serie común de ideali-
líticas. En el análisis precedente, cuando me opongo a la vio- zaciones es lo que otorga orden a nuestra acción y lo que la or-
lencia ejercida por las normas restrictivas, parece que esté ape- dena de antemano; y es también lo que tenemos en cuenta
lando a una norma de no violencia. Aparentemente podría cuando tratamos de ordenarnos a nosotros mismos en relación
deducirse que las normas pueden funcionar a la vez como res- con los otros y en relación con un futuro común: «Con el con-
tricciones inaceptables y como parte de cualquier análisis críti- cepto de la acción comunicativa, que conlleva la comprensión
co que trata de mostrar lo que hay de inaceptable en esta ope- mutua como un mecanismo de coordinación de la acción, las
ración restrictiva. Este segundo significado de las normas se presuposiciones en contra de los hechos de aquellos actores
encuentra asociado al trabajo de Jürgen Habermas, quien las que orientan su acción hacia afirmaciones de validez adquieren
considera como la base que posibilita la comunidad o cual- también una relevancia inmediata para la construcción y la pre-
quier idea sobre lo que comparten los humanos. Si no pode- servación de los órdenes sociales; ya que estos órdenes existen a
mos aceptar que existe esta posibilidad de comunalidad en el través del reconocimiento de las afirmaciones de validez norma-
sentido que Habermas defiende, entonces ¿estamos impidien- tiva» (pág. 17; la cursiva es mía).
do de antemano la posibilidad de realizar afirmaciones políti- Aquí se puede observar que las normas, las cuales orientan
cas enérgicas en contra, por ejemplo, de la violencia de género? la acción hacia el bien común y pertenecen a una esfera
Si consideramos el argumento de Habermas en Facticidad y «ideal», no son precisamente sociales en el sentido que les
validez, queda claro que él confía en que las normas propor- otorga Ewald. No pertenecen a órdenes sociales variables y no
312 DESHACER EL GÉNERO LA CUESTIÓN DE LA TRA:\'SFORMACIÓN SOCIAL 313
son, en el sentido de Foucault, una serie de «ideales regulado- ¿o lo que necesitamos saber es precisamente que lo «común»
res» y, por lo tanto, no forman parte de la vida ideal del poder ya no está disponible, si es que alguna vez lo estuvo, y que, en
social. Por el contrario, funcionan como parte del proceso de estos tiempos de multiculturalismo, aproximarse a la diferencia
razonamiento que condiciona todo orden social, y otorgan co- de una forma amplia y autolimitadora no es sólo la función de
herencia a dicho orden. Sin embargo, sabemos que Habermas la traducción cultural, sino también la via más importante ha-
no podría aceptar la caracteristica de «ordenación» de cual- cia la no violencia?
quier orden social como un bien necesario. Está claro que hay Lo importante no es aplicar las normas sociales a los casos
buenas razones por las cuales algunos órdenes deberian ser sociales reales, ni ordenarlos, ni definirlos (como Foucault cri-
desbaratados. El orden de la inteligibilidad de género, por ticó), ni tampoco encontrar mecanismos justificatorios sobre
ejemplo, bien puede calificarse como uno de estos tipos de ór- los cuales basar las normas sociales que son en realidad extra-
denes. Pero ¿tenemos alguna forma de distinguir entre la fun- sociales (aunque funcionen bajo el nombre de lo «social»), Hay
ción de la norma como socialmente integradora y el valor de la momentos en los que ambas actividades tienen y deben tener
«integración» bajo condiciones sociales opresivas? En otras pa- lugar. Emitimos juicios sobre criminales a causa de actos ilega-
labras: cuando se dice que la norma está preservando el orden, les y les sometemos asi a procedimientos normalizadores; con-
¿no es ésta una función inherentemente conservadora de la sideramos nuestras bases para la acción en los contextos colec-
norma? ¿Qué ocurre si el propio orden es excluyente o violen- tivos y tratamos de encontrar modos de deliberación y de
to? Podriamos responder, siguiendo a Habermas, que la vio- reflexión acerca de los cuales podamos estar de acuerdo. Pero
lencia va en contra de las idealizaciones normativas que operan nada de esto resume todo lo que hacemos con las normas. A
en el lenguaje cotidiano de una forma implicita. Pero si la nor- través del recurso a las normas, se circunscribe la esfera de lo
ma es socialmente integradora, ¿entonces cómo es que, de he- humanamente inteligible, y esta circunscripción tiene conse-
cho, está rompiendo un orden social en el que el «orden» se cuencias para cualquier ética y para cualquier concepto de
adquiere y se mantiene a través de medios violentos? ¿Es la transformación social. Se podría decir que «debemos conocer
norma parte de dicho orden social, o es sólo «social» en un los aspectos fundamentales de lo humano con el fin de actuar
sentido hipotético, como parte de un «orden» que no se halla para preservar y promover la vida humana tal como la conoce-
ejemplificado en el mundo social tal como se vive y se negocia? mos». Pero ¿qué ocurre si las propias categorías de lo humano
Si el argumento de Habermas es que no podemos preten- han excluido a aquellos que deberían estar incluidos en sus tér-
der vivir en consenso o en una orientación común sin asumir minos, a quienes no aceptan los modos de razonamiento y las
dichas normas, entonces ¿no es lo «común» instituido precisa- «afirmaciones de validez» justificatorias que han sido proferi-
mente a través de la producción de lo que no es común, me- das por las formas occidentales de racionalismo? ¿Hemos co-
diante lo que se halla fuera de su ámbito, o lo que le trastorna nocido alguna vez lo «humano»? ¿Qué esfuerzo representaría
desde su interior, o lo que plantea un desafio a su integridad? aproximarse a este conocimiento? ¿Deberíamos evitar saberlo
¿Cuál es el valor de lo «común»? ¿Necesitamos saber que, a demasiado pronto? ¿Deberíamos ser cautelosos con cualquier
pesar de nuestras diferencias, estamos todos orientados hacia el forma final o definitiva de saber sobre lo «humano»? Si se da
mismo concepto de la deliberación y la justificación racional? por sentado el campo de lo humano, entonces no logramos
314 DESHACER EL GÉNERO LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 315
pensar críticamente -ni éticamente--- acerca de las conse- LA RESIGNIFlCACIÓN COMO POLÍTICA
cuencias que conlleva el modo en que lo humano se produce,
se reproduce y se deproduce. Esta última investigación no ago- ¿La resignificación constituye una práctica política o una
ta el campo de la ética, pero no puedo concebir una ética «res- parte de la transformación politica? Bien podria decirse que
ponsable» ni una teoría de la transformación social que puedan tanto los políticos de la derecha como los de la izquierda pue-
funcionar sin ella. den utilizar estas estrategias. Sin duda, podemos ver cómo el
Llegados a este punto, y como forma de ofrecer un debate «multiculturalismo» tiene sus variantes de derecha y de iz-
que finalice este ensayo, me permito sugerir la necesidad de quierda, así como la «globalizaciónx tiene sus variantes de
mantener abierto nuestro concepto de lo «humano», dado que derecha y de izquierda. En Estados Unidos la palabra «compa-
su futura articulación es esencial para el proyecto de un dis- sivo» ha sido asociada a lo «conservador» y esta asociación a
curso y una política de los derechos humanos con un carácter muchos nos ha parecido una «resignificación» abominable. Se
crítico e internacional. Esto puede observarse una vez y otra puede indicar de una forma correcta y justificada que el térmi-
vez cuando se presupone la propia noción de lo «humano», ya no nacionalsocialismo fue una resignificación de «socialismo».
que está definida de antemano y en términos que son clara- Así pues, parece que la resignificación por sí sola no es una po-
mente occidentales, a menudo norteamericanos y, por lo tanto, lítica, no es suficiente para una política, no basta. Se puede ar-
de miras estrechas. La paradoja surge cuando lo «humano» de gumentar que los nazis se apropiaron del poder utilizando el
los derechos humanos ya se conoce de antemano, ya está pre- lenguaje y las preocupaciones de la democracia en contra de sí
viamente definido y, aun así, se supone que es la base para una misma, o que los revolucionarios haitianos se apropiaron del
serie de derechos y obligaciones que son internacionales. Cómo poder utilizando los términos de la democracia en contra de
se realiza la progresión de lo local a lo internacional es una aquellos que la habían negado. Así pues, la apropiación puede
cuestión importante para la política internacional, pero toma ser utilizada por la derecha y por la izquierda y las consecuen-
una forma específica para el feminismo internacional. Yo suge- cias éticas de la «apropiación» no son necesariamente saluda-
riría que una concepción antiimperialista, o al menos no impe- bles. Se da una apropiación queer del término <<queer» y,en Es-
rialista, de los derechos humanos internacionales debe cuestio- tados Unidos, una apropiación rap del discurso racista, y una
nar qué es lo que se significa con lo humano y aprender de las apropiación izquierdista de la frase «no al gran gobierno», etc.
varias formas y maneras mediante las cuales se define en dife- Así pues, la apropiación en sí misma tiene un número de con-
rentes ámbitos culturales. Esto implica que los conceptos loca- secuencias, algunas de las redes nos pueden parecer aceptables
les de lo que es lo «humano» o, es más, de lo que son las con- y otras detestables. Pero ¿cómo podria funcionar la resignifi-
diciones y las necesidades básicas de una vida humana, deben cación si se pusiera al servicio de una política democrática ra-
someterse a reinterpretación, ya que hay circunstancias históri- dical?
cas y culturales en las que lo «humano» se define de forma di- ¿La resignificación funciona como una política? Quisiera
ferente o se resignifica y, por lo tanto, también se definen de sugerir que, al extender la influencia de la universalidad, ad-
forma diferente sus necesidades básicas y, como consecuencia, quirimos más conocimiento sobre lo que implica la justicia, se
sus derechos básicos. incrementan las posibilidades para la vida; pero teniendo en
316 DESHACER EL GÉNERO LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 317
cuenta que el propio término «vida» está siendo contestado y Pero puede distinguirse entre estas dos invocaciones, y esta di-
que tiene seguidores reaccionarios y progresistas, debemos asu- ferencia es crucial en mi argumentación.
mir que nuestras convenciones ya establecidas acerca de lo que En ambos casos, los sujetos en cuestión invocaban dere-
es lo humano, lo que es universal, lo que podría ser e! signifi- chos para los cuales no tenían autorización conforme a ningu-
cado y la sustancia de la política internacional, no son suficien- na ley existente, aunque en ambos casos la «ley existente» tenia
tes, Para cumplir con los objetivos de la transformación demo- versiones internacionales y locales que no eran de! todo com-
crática radical, necesitamos saber que nuestras categorías más patibles con la ella. Aquellos que se oponian al apartheid, no es-
fundamentales pueden y deben ser expandidas para tornarse taban restringidos por ninguna convención preexistente (aun-
más incluyentes y más sensibles a toda la gama de poblaciones que en este caso claramente estaban invocando y citando la
culturales. no significa que un ingeniero social determine convención internacional en contra de la convención local). El
a distancia cómo incluir mejor a todos en sus categorías. Signi- surgimiento de! fascismo en Alemania, asi como también la
fica que la categoría misma debe estar sujeta a una revisión des- consecuente aparición de! gobierno constitucional en la Ale-
de una multitud de direcciones, y que debe surgir de nuevo mania de posguerra, tampoco estaba limitado por las conven-
como e! resultado de la traducción cultural a la que se la some- ciones preexistentes. Así pues, ambos fenómenos políticos im-
te. Lo que me motiva políticamente y lo que quiero alcanzar es plicaban una innovación. Pero esto no contesta la pregunta:
aque! momento en e! cual un sujeto -una persona, un colecti- ¿cuál es e! mejor camino, qué innovación resulta valiosa y cuál
vo- afirma su derecho a una vida habitable en ausencia de no? Las normas que deberíamos consultar para responder a
una autorización previa, de una convención clara que lo posi- esta pregunta no pueden derivarse de la resignificación. Deben
bilite. derivarse de una teoría y una práctica democrática y radical; asi
Se podria dudar y objetar argumentando que hay fascistas pues, la resignificación tiene que ser contextualizada de esta
que invocan derechos para los cuales no existe una licitación forma. Uno debe tomar decisiones sustantivas acerca de lo que
previa. Ahora bien, no se puede invocar el derecho a una «vida será un futuro menos violento, sobre lo que será una población
habitable» cuando esa misma vida está basada en e! racismo o más inclusiva, sobre qué es lo que ayudará a satisfacer, de una
en la misoginia o en la violencia o en la exclusión. Por supues- forma sustancial, las reclamaciones de universalidad y de justi-
to, yo estoy de acuerdo con este punto de vista. Por ejemplo, cia que intentamos comprender según su especificidad cultural
antes de la derrota de! régimen de! apartbeid, algunos sudafri- y su significancia social. En ese contexto, cuando decidimos
canos negros acudieron a las urnas preparados para votar. En qué lineas de acción son correctas y cuáles no es crucial pre-
aque! momento no tenían autorización para votar. Simplemen- guntarse: ¿qué formas de comunidad han sido creadas, y a tra-
te se presentaron allí. Invocaron su derecho a votar de una for- vés de qué violencias y qué exclusiones se han creado? Hitler
ma perforrnativa, a pesar de no existir la autorización previa, a trató de intensificar la violencia de la exclusión; el movimiento
pesar de no darse ninguna convención que lo hiciera posible. anti -apartbeid trató de contrarrestar la violencia de! racismo y
Por otra parte, podríamos decir que Hitler también invocó e! la exclusión. Ésta es la base sobre la cual condenamos a uno
derecho a un cierto tipo de vida para e! cual no existía ningún y absolvemos al otro. ¿Qué recursos debemos tener para in-
precedente constitucional o legal, ni local, ni internacional. cluir en la comunidad humana a aquellos humanos que no han
LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 319
318 DESHACER EL GÉNERO
sido considerados como parte de lo que se reconoce como hu- Por tanto, el término «vida» funciona dentro del feminis-
mano? Esta es la tarea de una teoría y una práctica radical y de- mo, y también entre el feminismo y sus oponentes, como un
mocrática que trate de extender a aquellas comunidades pre- lugar para la contestación, un término no definido, cuyos múl-
viamente privadas del voto las normas que sostienen una vida tiples significados están siendo multiplicados y debatidos de
viable. diversas formas en el contexto de los diferentes Estados-nación
Así pues, parece ser que he concluido con un llamamiento que poseen diversos conceptos religiosos y filosóficos del pro-
para extender las normas que sostienen una vida viable; por lo blema. Quizá algunos de mis oponentes argumenten que si se
tanto, voy a considerar la relación entre las normas y la vida, ya considera «la extensión de las normas que sostienen una vida
que, hasta el momento, esta relación es el foco central de mi in- viable» como el valor más importante, entonces, según las de-
vestigación. El tema de la vida es un tema político, aunque qui- finiciones de uno mismo, puede deducirse debería valorar-
zá no exclusivamente politico. La cuestión del «derecho a la se al «hijo/ano nacido» por encima de todo. Esta no es mi pos-
vida» se ha planteado en los debates sobre la legalización del tura, ni tampoco la conclusión a la que llego.
aborto. A las feministas que están a favor de este último dere- El argumento que planteo para rebatir esta conclusión está
cho se las ha llamado «anti-vidax y ellas han respondido con la relacionado con el propio uso de la «vidas como si supiéramos
pregunta: «¿la vida de quién?». Y, ¿cuándo empieza la «vida»? lo que significa, lo que requiere, lo que exige. Cuando se pre-
Creo que si se preguntara a las feministas qué es la vida o, sim- gunta sobre lo que constituye una vida habitable, nos estamos
plemente, cuándo empieza la vida, se darían muchas respuestas preguntando acerca de qué condiciones normativas deben
diferentes. Por esta razón, a nivel internacional no todos los cumplirse para que la vida se convierta en vida. Así pues, hayal
movimientos de mujeres comparten el mismo punto de vista. menos dos sentidos de la vida: uno que se refiere a la forma mí-
Se da la pregunta de cuándo se inicia la «vidas y la pregunta de nima de vida biológica', y otro sentido, que interviene al princi-
cuándo se inicia la «vida humana», de cuando empieza lo «hu- pio, que establece las condiciones mínimas para una vida habi-
mano»; ¿quién lo sabe?, ¿quién está preparado o tiene derecho table en relación con la vida humana.' Y esto no implica que
a saberlo?, ¿de quién será el conocimiento que prevalezca so- podamos desconsiderar lo que está meramente vivo a favor de
bre este tema?, ¿de quién será el saber que funcionará aquí la «vida habitable», sino que debemos cuestionar, de la misma
como poder? Las feministas han defendido que la vida de la forma que cuestionamos la violencia de género, qué humanos
madre debería ser igual de importante. Así pues, se trata de se requieren con el fin de mantener y reproducir las condicio-
una cuestión de una vida contra la otra. Las feministas han ar- nes de su propia habitabilidad. Y ¿cuál ha de ser nuestra poli-
gumentado que cada hijo o hija debería ser querido, que debe- tica de forma que estemos, de todas las maneras posibles, con-
ría tener la posibilidad de llevar una vida vivible, y que hay ceptualizando la posibilidad de la vida habitable a la vez que
condiciones para la vida que deberían ser cumplidas. La madre organizamos su soporte institucional? Siempre habrá desa-
debe estar bien, debe existir la posibilidad de alimentar al hijo cuerdo sobre lo que significa esto, y estarán equivocados los
o hija; debe haber alguna posibilidad de tener un futuro, un fu- que afirmen que, en virtud de este compromiso, se necesita una
turo viable y sostenible, ya que un ser humano sin futuro pier- única dirección política. Pero únicamente es así porque vivir es
de su humanidad y corre el riesgo de perder también su vida. vivir una vida de una forma política, en relación con el poder,
320 DESHACER EL GÉNERO LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 321
en relación con los otros, en el acto de asumir la responsabili- sentir? ¿Nuestro razonamiento funciona como el de los hom-
dad por un futuro colectivo. Pero asumir la responsabilidad so- bres? ¿Somos parte de la comunidad universal de la especie
bre el futuro no implica conocer exactamente y de antemano la humana?
dirección que va a tomar éste, ya que el futuro, especialmente En su libro BorderlandslLa Frontera, Gloria Anzaldúa es-
el futuro con y para los otros, requiere estar abierto y aceptar el cribe en español y en inglés, y también en dialectos nativos
desco?oc¡m¡ento. Implica también que se pondrá en juego, y americanos, obligando así a sus lectoras a leer todas estas len-
debería ponerse en Juego, un cierto grado de pugna y de deba- guas cuando se enfrentan a su obra. Está claro que su obra
te. Ambos deben ponerse en juego para que la política se con- atraviesa la frontera entre la escritura académica y la no acadé-
vierta en democrática. mica, y enfatiza el valor de la vida en la frontera, de vivir como
La democracia no habla al unisono; su tono es, necesaria- una frontera en relación con una serie de proyectos culturales
n:ente , disonante. No es un proceso predecible; debe ser pade-
diferentes. Anzaldúa cree que para lograr la transformación so-
cido, como debe padecerse una pasión. También podria ser cial se debe ir más allá del sujeto «unitario». Se declara a favor
que se impida la vida misma cuando se decide de antemano de una transformación social por la que ha luchado toda su
cuál es el camino correcto, o cuando imponemos lo que es co- vida, ha enseñado en la universidad y ha formado parte de los
rrecto para todos, sin encontrar una forma de entrar en la co- movimientos femínistas. ¿Se puede decir que forma parte del
munidad y descubrir lo «correcto» mediante la traducción cul- grupo de las «feministas académicas»? Bien, sería ridículo ex-
tural. Puede que lo «correcto», y lo «bueno», sea mantener cluirla de ese grupo.' Su obra se lee en la academia. A veces im-
abiertas las tensiones que asedian las categorías más funda- parte clases en la Universidad de California. Lucha junto a di-
mentales que necesitamos, saber que el desconocimiento está ferentes movimientos, especialmente a favor de las mujeres
en el corazón de lo que sabemos y lo que necesitamos, y reco- latinoamericanas que viven en Estados Unidos, donde sufren
nocer el signo de la vida y sus perspectivas. debido a la falta de asistencia médica, a la explotación del mer-
cado laboral y, a menudo, debido también a cuestiones relacio-
nadas con la inmigración. Cuando Anzaldúa declara que no
MÁs ALLÁ DEL SUJETO CON ANZALDÚA y SPIVAK hay un sujeto unitario, que no acepta las oposiciones binarias
de la modernidad, está diciendo que, como chicana, ella está
En Estados Unidos había y hay diversas formas de cuestio- definida por su propia capacidad de atravesar fronteras. Dicho
nar el estatus fundacional de la categoría del sujeto. Cuestionar de otra manera: ella es una mujer que fue obligada a cruzar la
el fundamentalismo de esa categoría no es lo mismo que des- frontera entre México y Estados Unidos y para quien la fronte-
hacerse completamente de la categoría. Además, no implíca ra constituye un imaginario geopolítico dentro del cual (y a tra-
negar su utilidad, ni tampoco su necesidad. Cuestionar al suje- vés del cual) escribe su obra de ficción. Anzaldúa se debate en
to es arnesgar lo que sabemos, no por la excitación que suscita la compleja mezcla de tradiciones culturales y formaciones que la
el riesgo, sino porque ya hemos sido cuestionados como suje- constituyen por lo que es: chicana, mexicana, lesbiana, norte-
tos. Como mujeres ya hemos sido seriamente puestas en duda: americana, académica, pobre, escritora, activista. ¿Todas estas
¿tienen significado nuestras palabras? ¿Somos capaces de con- hebras se agrupan de una forma unificada o Anzaldúa víve su
322 DESHACER EL GÉNERO LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 323
inconmensurabilidad y simultaneidad como e! propio signifi- jeto fracturado. Desde su punto de vista, no podemos apreciar
cado de su identidad, una identidad culturalmente representa- la opresión que han experimentado las mujeres de color en e!
da y producida por las muy complejas circunstancias históri- marco de! imperialismo global, de carácter político yeconómi-
cas de su vida? co, de! Primer Mundo sin llegar a la conclusión de que la cate-
Anzaldúa nos pide que consideremos que la fuente de goría «mujeres» como categoría unitaria no puede sostenerse,
nuestra capacidad de transformación social se halla precisa- que no es descriptiva, que esta categoría debe sufrir una crisis
mente en nuestra capacidad de mediación entre diferentes y exponer sus fracturas en e! discurso público. En su obra, SPI-
mundos, de involucrarnos en la traducción cultural y de, a tra- vak se pregunta una y otra vez no sólo qué es lo que significa
vés de la experiencia de! lenguaje y de la comunidad, recibir la escuchar a quienes están privados de derechos, sino qué signi-
diversa serie de conexiones culturales que nos convierte en no- fica «representar» esas voces en el trabajo propio. Por una par-
sotros mismos. Se podría decir que para Anzaldúa e! sujeto es te, es posible tratar a los que están privados de derechos como
«múltiple» más que unitario; esto demostraría entender su ar- si no tuvieran voz y erigirse como su portavoz. Creo que des-
gumento pero sólo hasta cierto punto. Yo creo que su argu- cubrimos esto de una forma bastante problemática cuando la
mento es más radical. Nos pide que permanezcamos en e!lin- feminista norteamericana Catharine MacKinnon anunció en e!
de de lo que conocemos, que pongamos en cuestión nuestras Fórum de los Derechos Humanos de Viena de hace unos años
certezas epistemológicas y que, a base de arriesgarnos y abrir- que ella «representaba a las mujeres de Bosnia». Quizá pensó
nos a otro modo de conocimiento y de vivencia de! mundo, que las mujeres de Bosnia no tienen voz, pero ciertamente se
ampliemos nuestra capacidad de imaginar lo humano. Ella nos percató de lo contrario cuando las mujeres de Bosnia
pide que seamos capaces de formar coaliciones que atraviesen ron clara y públicamente su oposición al intento de MacKm-
las diferencias, con e! fin de construir un movimiento más in- non de apropiarse y colonizar su posición.
cluyente. Así pues, lo que Anzaldúa argumenta es que sola- Dada la historia de expansión misionera y colonial que se
mente a través de la existencia en e! modo de traducción, de la da en nombre de la «cultura» y la «modernidad» y de! «pro-
constante traducción, aparece la posibilidad de producir un greso» y la «ilustración», de «la tarea de! hombre blanco», las
conocimiento multicultural de las mujeres o, de hecho, de la feministas deben también preguntarse si la «representación»
sociedad. El sujeto unitario es e! que ya sabe quién es, e! que de los pobres, de los indigenas y de los que se hallan radical-
entra en la conversación de la misma forma que sale de ella; mente privados de derechos dentro de la academia es un es-
aquel que, cuando se encuentra con e! otro, no arriesga sus fuerzo condescendiente y colonizador, o si se trata de recono-
propias certezas epistemológicas; así pues, se queda en su lu- cer las condiciones de traducción que 10 hacen posible, de
gar, guarda su lugar y se convierte en un emblema de la pro- reconocer e! poder y e! privilegio de! intelectual, de reconocer
piedad y de! territorio e, irónicamente, rehúsa la autotransfor- los lazos históricos y culturales que hacen posible un encuentro
mación en nombre del sujeto. entre, por ejemplo, la pobreza y la escritura académica.
Gayatri Chakravorty Spivak adopta una posición similar, Spivak ha traducido e! trabajo de Mabasweta Devi, una es-
aunque ella diría, y ha dicho, que mientras que Anzaldúa sos- critora de ficción que es también una activista y cuya obra, gra-
tiene una noción de un sujeto múltiple, su noción es la de! su- cias a Spivak, se dio a conocer en e! mundo académico, al me-
324 DESHACER EL GÉNERO
LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 325
nos en el de habla inglesa. Devi escribe como una mujer tribal, aunque sea de una forma remota, en construir la convicción de
p.ara mujeres tribales y acerca de ellas, pero lo «tribal» es pre- lo "sagrado" de la vida humana» (pág. 199). Spivak también
cisamente lo que se convierte en algo difícil de identificar en su denomina a Devi como «filósofa» y le ofrece el siguiente con-
escritura. Su voz llega al Primer Mundo a través de una tra- sejo para el pensamiento radical y el activismo: «No tengo nín-
una traducción ofrecida por Spivak, a la cual se nos guna duda sobre la necesidad de aprender a aprender de los fi-
que respondamos como lectores. Spivak insiste en que la lósofos ecológicos originales del mundo a través de la lenta y
escntura de del Sudeste Asiático, no puede simplemente atenta singularidad ética que cambia las mentes (de ambas par-
denominarse «tribal» o hacer que represente lo «tribalx por- tes) y que merece el nombre de "amor" -con el fin de que
en esa. escritura tan:bién hay en juego, vía lo tribal, una vi- complemente los necesarios esfuerzos colectivos para cambiar
sion de la internacionalidad, En las historías de Deví, las muje- las leyes, los modos de producción, los sistemas de educación y
res sufren en parte porque la tierra es explotada y violada, de cuidado de la salud. Ésta es, para mí, la lección de Mahas-
porque las formas tradicionales de cultivo son eliminadas siste- weta [Devi], activista, periodista y escritora» (pág. 201).
máticamente o explotadas por sus promotores. En este sentido Para Spivak, la mujer activista subalterna ha sido excluida
se trata de una historia local. Pero esos promotores están tarn- de los parámetros del sujeto occidental y de la trayectoria his-
bién asociados a corrientes más amplias del capital global. En tórica de la modernidad. Esto implica que la mayor parte de
palabras de Spívak: «Existe una fuerte conexión íncluso una las veces, la mujer tribal es una espectadora de los avances his-
complicidad, entre la burguesía del Tercer Mundo y los emi- tóricos. De forma similar, si consideramos las tradiciones de la
grantes del Primer Mundo que no puede ser ignorada»." escritura afroamericana, podemos también preguntarnos si es-
Si leemos a Devi con detenimiento, observaremos que esta- tos escritos entran dentro de las tradiciones de la modernidad,
blece conexiones, conexiones vivas, entre lo tribal y lo global, y o si están siempre comentando de formas diversas lo que es vi-
que ella misma, como autora, es una vía de tránsito entre am- vir «fuera de la historia». En este punto debería quedar claro
bos. Sin embargo, no deberíamos pensar que este tránsito es que yo creo que es necesaria una relación crítica con la mo-
fluido, !a tiene lugar a través de una ruptura en la repre- dernidad.
Devi me llega a través de Spívak, lo que no Hemos sido testigos de la violencia que se ejerce en el nom-
significa que Spivak sea su autora, sino que la autoría misma bre de Occidente y de los valores occidentales mientras el es-
está dividida; sin embargo, lo que surge de esta traducción es cepticismo público de Estados Unidos y de Europa ha sido avi-
política que sostíene que las posibilidades de super- vado con preguntas como: ¿Tuvo el Islam su modernidad? ¿El
vivencia global a largo plazo, de una política medíoambiental Islam ha logrado ya su modernidad? ¿Desde qué punto de vis-
radical a largo plazo y de la no violencia como práctica política ta son posibles dichas cuestiones y desde qué marco resultan
no dependen de una «razón» desencarnada que se presenta en razonables? ¿El que plantea dichas preguntas conoce las con-
nombre de la universalidad, sino de la elaboración del sentido diciones de su propia acción de preguntar? Sin las traduccio-
de lo sagrado. Así pues, Spivak declara: «El cambio mental a nes árabes de los textos clásicos griegos, algunos de estos tex-
gran casi nunca es posible si está sólo basado en la razón. tos se habrían perdido para siempre. Sin las bibliotecas de las
Por ejemplo, con el fin de movilizar la no violencia se confía , ciudades islámicas de todo el mundo no se habría transmitido
326 DESHACER EL GÉNERO
LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL 327
la historia de los valores occidentales. Es revelador que preci- quiere un mundo en el cual se encuentren los medios colecti-
samente se olvide la función preservadora de la traducción cul- vos para proteger la vulnerabilidad del cuerpo precisamente
tural cuando nos preguntamos si los árahes tienen alguna rela- sin erradicarla. Sin duda, habrá algunas normas que serán úti-
ción con la modernidad. les para construir dicho mundo, pero serán normas que nadie
Cuando nos hacemos esta pregunta ponemos en evidencia poseerá, normas que no funcionarán a través de la normaliza-
que no conocemos nuestra propia modernidad, ni las condi- ción o la asimilación racial o étnica, sino a base de convertirse
ciones de su propio surgimiento, ni las de su preservación. O, en los medios colectivos para la continuación de la labor polí-
más bien, estamos mostrando que lo que llamamos «moderni- tica.
dad» es una forma de olvido y de supresión cultural. Más im-
portante todavía es la violencia que se hace en nombre de la
preservación de los valores culturales occidentales; y debe-
mos preguntarnos si esta violencia es uno de los valores que
tratamos de defender, es decir: ¿es esta violencia otra marca de
«accidentalidad» que tememos que se pierda si acordamos vi-
vir en un mundo culturalmente más complejo e híbrido? Está
claro que Occidente no es el causante de toda la violencia,
pero, en casos como la reacción al sufrimiento o la anticipación
a un daño, Occidente impone la violencia para preservar sus
fronteras, sean reales o imaginarias."
Algunos de los que vivimos en Estados Unidos tenemos
ciertas dudas sobre si alguna vez hahrá un discurso público sig-
nificativo, aparte del que procede del periodismo y de los me-
dios de comunicación de la izquierda, sobre, por ejemplo,
cómo un colectivo trata su vulnerahilidad a la violencia. Las
mujeres conocemos bien esta cuestión, la hemos conocido en
casi todos los tiempos, y ningún aspecto del advenimiento del
capitalismo ha disminuido nuestra vulnerabilidad a la violen-
cia. Hay la posibilidad de presentarse como impermeable, de
repudiar la vulnerabilidad misma. Hay la posibilidad de tor-
narse violento. Pero quizá haya alguna otra manera de vivir de
forma que no se tema a la muerte, ni a estar socialmente muer-
to por miedo a ser asesinado, ni a tornarse violento y matar a
otros, o someterlos a una vida de muerte social basada en el
miedo a una muerte literal. Quizá esta otra forma de vivir re-
CAPíTULO 11
ta demostrar que el trabajo que hace es apropiadamente filosó- de la escandalosa reflexión de sí misma que se difunde bajo su
fico. Los filósofos en la profesión, de hecho, deben hacer este nombre. La filosofía, en su sentido correcto, si es que tiene un
tipo de juicios y aquellos que no nos hallamos en los departa- sentido correcto, se pregunta si se recuperará de esta escanda-
mentos de filosofía oímos dichos argumentos de vez en cuando. losa encarnación en el Otro. Se hace esta pregunta, si no en pú-
Normalmente, el juicio toma una de las siguientes formas: «no blico, seguramente en las recepciones y salones de los hoteles
puedo comprender esto» o «no veo cuál es el argumento, es Hilton, durante la reunión anual de su asociación; se pregunta
todo muy interesante... pero ciertamente no "es" filosofía». si no está siendo asediada, expropiada, arruinada por el uso
Todos estos juicios son pronunciados por una autoridad que improcedente de su propio nombre, perseguida por un doble
decide sobre lo que se considerará y lo que no se considerará espectral de sí misma.
como un saber legítimo. Estos juicios se pronuncian por el que No trato de presentarme como ese doble ·espectral, pero
parece saber y que actúa con toda la seguridad que dicho saber podría ser que, como consecuencia, mi propio ensayo, que es
le otorga. Sin duda, es impresionante hallarse en dicha situa- de filosofía pero que no trata de ella, parezca algo fantasmagó-
ción y ser capaz de reconocer con claridad lo que se considera rico. Déjeme asegurarle que, desde sus inicios, la perspectiva
como saber y lo que no. De hecho, algunos incluso declararían desde la que escribo se halla a cierta distancia de la institución
que tomar dichas decisiones y atenerse a ellas es una de las res- de la filosofía. Voy a empezar, pues, en el espíritu de Edmund
ponsabilidades de los filósofos. Husserl, quien afirmó que, al fin y al cabo, la filosofía era un
Hasta aqui muy bien, pero quisiera sugerir que dentro esta principio perpetuo, y me referiré a mis propios orígenes, hu-
institución, dentro de lo que Pierre Bourdieu llama la «rituali- mildes y controvertidos, como sin duda han sido. Cuando tenía
zada institución de la filosofía», se ha introducido un cierto de- doce años me entrevistó un doctorando en educación y me pre-
sasosiego. Esta perplejidad consiste en el hecho de que el tér- guntó qué quería ser cuando fuera mayor. Yo le dije que quería
mino «filosofía» ha dejado de estar controlado por aquellos ser o filósofa o payasa, y creo que en aquel momento compren-
que definen y protegen sus parámetros institucionales. Sin di que en gran parte la decisión dependía de si yo consideraba
duda, aquellos que pagan su contribución a la American Philo- que valía la pena o no filosofar sobre el mundo y sobre cuál se-
sopbical Association (Asociación Americana de Filosofía) y que ria el precio de la seriedad. No estaba segura de querer ser una
entran a formar parte de la estructura de su comité en sus di- filósofa y confieso que nunca he superado del todo esa duda.
versos niveles de poder se han extrañado, sorprendido e, in- Puede que tener esa duda acerca del valor de una carrera filo-
cluso, escandalizado por la utilización de la palabra «filosofía» sófica indique que no debería ser una filósofa. De hecho, si tie-
para designar ciertos tipos de estudios que no reflejan de nin- nes un/una estudiante que contempla ese desolado mercado de
guna forma reconocible la práctica académica que ellos llevan trabajo y también dice que no está segura o seguro del valor de
a cabo y que entienden como su deber y su privilegio definir y una carrera filosófica o, en otras palabras, que no sabe si quie-
proteger. De una forma escandalosa, la filosofía se ha duplica- re ser filósofa o filósofo, entonces, como miembro de la facul-
do a sí misma. Si tuviera que ponerlo en términos de Hegel, di- tad, deberías rápidamente dirigir a esa persona hacia otra área
ría que se ha encontrado a sí misma fuera de sí misma, se ha del mercado. Si alguien no está absolutamente seguro acerca del
perdido en el «Otro» y se pregunta si debería salvarse y cómo valor de ser un filósofo, entonces sin duda debe buscar en otra
332 DESHACER EL GÉNERO ¿PUEDE HABLAR EL «OTRO» DE LA FILOSOFíA? 333
dirección. A menos que, por supuesto, se pueda discernir al- departamentos de filosofía, y a veces se dio de una forma parti-
gún valor en el hecho de no estar seguro acerca del valor de cularmente rica y provocativa en conjunción con lecturas lite-
convertirse en un filósofo, a menos que la resistencia a su insti- rarias. Paradójicamente, a la filosofía se le ha insuflado nueva
tucionalización sea otro tipo de valor, un valor que no siempre vida desde los estudios de la cultura contemporáneos y desde
se puede comercializar pero que, a pesar de todo, surge como el estudio cultural de la política, en los cuales las nociones filo-
contrapunto a los valores actuales del mercado de la filosofía. sóficas informan a la vez textos sociales y literarios que, en ge-
¿Podría Ser que la inseguridad acerca de lo que debería y no neral, no son filosóficos pero que, no obstante, establecen el es-
debería ser reconocido como filosofía tenga en sí misma un tudio cultural como un espacio vital para el pensamiento
cierto valor filosófico? Y entonces, ¿es éste un valor que poda- filosófico en las humanidades. Espero clarificar esta cuestión
mos nombrar y debatir sin convertirlo en un nuevo criterio me- en el curso de la narración de mi propio compromiso con la fi-
diante el cual se dibuje rigurosamente la demarcación entre lo losofía y de mi interés por Hegel. Hacia el final de mi ensayo,
filosófico y lo no filosófico? debatiré el lugar que ocupa Hegel en los estudios contemporá-
En el texto que sigue espero mostrar cómo mi introducción neos en relación con la lucha por el reconocimiento dentro del
a la filosofía fue bastante desinstitucionalizada y señalar que proyecto de la modernidad.
esta distancia de la vida institucionalizada de la filosofía se ha Mi primera introducción a la filosofia fue radicalmente de-
convertido en cierta manera en mi vocación, es más, en la de sinstitucionalizada, autodidacta y prematura. La mejor manera
muchos estudiosos que trabajan en temas filosóficos desde las de resumir ese episodio es mediante la descripción de la figura
humanidades. Quisiera argumentar que esta situación tiene un de una joven adolescente que, para huir de la dolorosa dinámi-
valor distintivo. Gran parte del trabajo filosófico que tiene lu- ca familiar, se escondía en el sótano de su casa, donde se guar-
gar fuera de la filosofía goza de libertad para considerar los as- daban los libros universitarios de su madre, entre ellos la Ética
pectos retóricos y literarios de los textos filosóficos y, específi- de Spinoza (en la traducción inglesa de Elwes de 1934). Sin
camente, para investigar cuál es el valor filosófico en particular duda mis emociones se rebelaban y me dirigí a Spinoza para
que conllevan o representan dichas características retóricas y averiguar si conocerlas y saber para qué servian me ayudaría a
lingüísticas. Los aspectos retóricos de un texto filosófico inclu- aprender cómo vivirlas de una forma más manejable. Lo que
yen su género, que puede ser variado; su forma de efectuar los encontré en el segundo y en el tercer capítulo de aquel texto no
argumentos, y cómo su modo de presentación informa al argu- me decepcionó. La extrapolación de los estados emocionales
mento mismo: a veces se presenta ese argumento de una forma desde la persistencia primaria del conatus en los seres humanos
implícita y a veces se presenta un argumento que es más bien me pareció la exposición más profunda, pura y clarificadora de
contrario al que el texto filosófico expone explícitamente. Una las pasiones humanas. Una cosa se esfuerza por persistir en su
cantidad sustancial del trabajo realizado en la tradición filosó- ser. Supongo que esto me indicó que existe una forma de vita-
fica continental * en su momento se llevó a cabo fuera de los lismo que persiste incluso en la desesperación.
En Spinoza encontré la idea de que un ser consciente y te-
* En el mundo académico anglosajón se hace referencia a la filosofía europea naz responde a los reflejos que recibe de si mismo de una for-
como filosofía continental. (N. de la r.) ma emocional, dependiendo de si esos reflejos implican una
334 DESHACER EL GÉNERO ¿PUEDE HABLAR EL «OTRO» DE LA FILOSOFíA? 335
disminución o un aumento de sus propias posibilidades de filosófico me planteó la cuestión de la lectura y atrajo mi aten-
vida y de persistencia futura. Este ser no sólo desea persistir en ción a su estructura retórica como texto. Como un seudónimo)
su propia existencia, sino también vivir en un mundo de repre- el autor no era accesible, nunca decia quién era el que estaba
sentaciones que refleje la posibilidad de dicha persistencia y, fi- hablando, no me dejaba huir de la dificultad de la interpreta-
nalmente, vivir en un mundo que refleje a la vez el valor de las ción. Esta extraordinaria hazaña estilística estaba compuesta
vidas de los otros y de la suya propia. En el capítulo titulado por el hecho de que Eitber/Or son dos libros, cada uno de ellos
«De la servidumbre humana o de la fuerza de los afectos», Spi- escrito desde una perspectiva que está en guerra con la otra
noza escribe: «Nadie puede desear ser feliz, obrar bien y vivir perspectiva, de forma que, quienquiera que fuera el autor, sin
bien, si no desea al mismo tiempo ser, obrar y vivir, esto es, duda no era uno solo. Los dos volúmenes de este libro esceni-
existir en acto» (prop. XXI). Y continúa: «El deseo [oo.] es la fican un acto de división psíquica que, por definición, parecía
esencia del hombre, es decir, el esfuerzo que cada uno realiza eludir la exposición a través del discurso directo. No había for-
por conservar su ser». * ma de empezar a comprender el trabajo de Kierkegaard sin
En aquel momento no sabía que esta doctrina de Spinoza comprender las dimensiones retóricas y genéricas de escritura.
sería esencial para mi trabajo académico posterior sobre Hegel, No es que se debiera considerar primero la forma literaria y la
pero éste es el precedente moderno del argumento de Hegel que retórica del texto para luego poder entresacar la verdad filosó-
afirma que el deseo es siempre deseo de reconocimiento, y fica. Al contrario, no había forma de liberar el argumento filo-
que el reconocimiento es la condición para una vida continua sófico, un argumento relacionado con la imposibilidad de su-
y viable. La insistencia de Spinoza sobre el deseo por la vida perar el silencio cuando se tratan cuestiones de fe, sin que se le
que nace de la desesperación conduce a la afirmación más dra- llevara a través del lenguaje al momento de su propio hundi-
mática de Hegel, que sostiene que «entretenerse con lo negati- miento, donde el lenguaje muestra su propia limitación y don-
vo» puede producir una conversión de lo negativo en el ser, y de este «mostrar» no es lo mismo que una simple declaración
que, realmente, algo afirmativo puede darse de las experiencias de sus límites. Según Kierkegaard, no debe creerse la declara-
de la devastación individual y colectiva, incluso en su indiscu- ción directa de los límites del lenguaje; sólo eS válida la des-
tible irreversibilidad. composición del modo declarativo mismo.
Descubrí a Spinoza al mismo tiempo que descubrí la pri- Para mí, Kierkegaard y Spinoza eran la filosofía y, curiosa-
mera publicación inglesa de Either/Or de Kierkegaard, y evité mente, eran libros de mi madre, libros comprados y quizá leí-
a Hegel hasta que llegué a la universidad. Traté de leer en Kier- dos en un curso de licenciatura en Vassar a principios de la dé-
kegaard una voz escrita que no estaba diciendo exactamente cada de 1950. El tercer libro que encontré fue El mundo como
lo que pretendia; de hecho, esa voz continuaba diciendo que lo voluntad y representación, de Schopenhauer, que pertenecía a
que tenia que decir no se podía comunicar a través del lengua- mi padre. Parece que se lo había llevado con él a Corea, donde
je. Así pues, una de mis primeras confrontaciones con un texto estuvo trabajando como odontólogo del ejército durante aquel
extraño estado de guerra condicional. Aparentemente, el libro
* Versión castellana de VidalPeña. Spinoza, Ética demostrada según el orden geo- se lo dio una amante que precedió a mi madre y su nombre es-
métrico, Madrid, Alianza, 1996, pág. 275. taba grabado en la primera página; no tengo forma de saber
¿PUEDE HABLAR EL «OTRO» DE LA FILOSOFíA? 337
336 DESHACER EL GÉNERO
que no conocían las obras, que no estaban formulando pre- este concepto postidealista, sentí tristeza y una sensación de
guntas serias y retorné al ala más conservadora de la filosofía pérdida.
continental que se encontraba a unos treinta metros de allí, Pero tanto si mis ideas sobre la relación entre la filosofía y
en el edificio de Connecticut, y que, por el momento, hacían la vida eran ciertas como si no, el caso es que todavía eran ideas
parecer que la distancia que dividía la literatura contemporá- que relacionaban a la filosofía con los dilemas existenciales y
nea de la filosofía fuera mucho mayor de lo que nunca podría políticos; y, en último término, la conmoción que me causó mi
llegar a ser. Rehusé y rechacé a De Man, pero en algunas oca- idealismo desilusionado no resultó tan fuerte como la que sen-
siones me sentaba en la parte de atrás de su clase. Los de- tí en mi primera introducción a las definiciones disciplinarias
construccionistas del momento todavía me miran con recelo: de la filosofía. Esto ocurrió en la escuela superior, en 1977,
¿por qué no iba a sus clases? No iba, pero no estaba muy le- cuando a un curso de introducción a la filosofía en la Case
jos y a veces iba sin que pareciera que lo hacía. Y a veces me Western Reserve University. Mi profesora era Ruth Macklin,
iba muy pronto. que ahora enseña bioética en el Albert Einstein College of Me-
Mudarse de la escuela secundaria al Bennington College y dicine. Con ella estudié a Platón y a Mili además de uno de los
luego a Yale no fue fácil y, en cierta manera, nunca me adapté primeros ensayos de John Rawls sobre justicia; la perspectiva
a la profesión de la filosofía. De joven llegué a la filosofía como era claramente analítica, algo que en aquel momento no com-
una forma de plantear la cuestión de cómo vivir, y creia que prendí y que ni siquiera sabía cómo nombrar. Yo pasé el primer
leer los textos filosóficos y pensar filosóficamente podrían ofre- curso con dificultades, luego decidí asistir a otro curso suyo
cerme la guía que necesitaba para las cosas de la vida. Me es- sobre filosofía moral, en el cual leí principalmente a filósofos
candalicé la primera vez que leí en un libro de Kierkegaard que analíticos británicos, desde Russell hasta Moore, pasando por
la filosofía se convertiría en una extraña comedia si a alguien se Stevenson y Phillipa Foot; durante este curso estudiamos los
le ocurriera actuar según sus enseñanzas. ¿Cómo podía haber diversos sentidos de la palabra «bien» tal como se utiliza en
esta distancia irónica e inevitable entre saber que algo es cierto los argumentos éticos y en la expresión. Aunque finalmente
y actuar de acuerdo con dicho conocimiento? Y más tarde me triunfé aquel año, el último de mi licenciatura, cuando ingresé
escandalicé de nuevo cuando me enteré de que Max Scheler, en la universidad ya sabía que podia ser que no encontrara mi
presionado por su audiencia, que le preguntaba cómo podía versión de la filosofía reflejada en ninguna forma institucional.
haberse conducido en su vida de forma tan poco ética al mis- Después de viajar a Alemania con una beca Fulbright para
mo tiempo que estudiaba la ética, repuso que la señal que indi- trabajar con Hans-Georg Gadamer y para estudiar el idealismo
ca el camino hacia Berlín no necesita desplazarse hasta allí para alemán, volví a Yale como estudiante de postgrado y empecé a
mostrarnos la dirección correcta. Que la filosofía pudiera estar involucrarme activamente en política dentro de la universidad,
divorciada de la vida, que la vida no pudiera ser del todo orde- a leer libros de un autor llamado Foucault, a preguntarme so-
nada por la filosofía me parecía una posibilidad peligrosa, No bre la relación entre la filosofía y la política, a investigar públi-
fue hasta varios años más tarde que llegué a comprender que la camente si se podía hacer algo interesante e importante con la
conceptualización filosófica no puede aliviar completamente filosofía feminista y, especialmente, con una perspectiva filosó-
las dificultades de la vida y, aunque llegué a reconciliarme con fica a la cuestión del género. Al mismo tiempo, la cuestión de
340 DESHACER EL GÉNERO
¿rUEDE HABLAR EL «OTRO» DE LA FILOSOFÍA? 341
la alteridad se convirtió en algo importante para mí en e! con-
de la reflexión no es una expropiación final. De hecho, la con-
texto de la filosofía continental. Y me interesé por e! problema
ciencia busca recuperarse, ser restaurada a un tiempo anterior
de! deseo y de! reconocimiento: ¿bajo qué condiciones puede
sólo para llegar a darse cuenta de que no se puede volver a un
e! deseo buscar y hallar e! reconocimiento para sí mismo? Esta
yo anterior a la alteridad, sino sólo a una transfiguración futu-
pregunta persistió en mi pensamiento en cuanto me interesé
ra que se basa en la premisa de la imposibilidad de dicho re-
por los estudios de gays y lesbianas. Esta pregunta y la cuestión
torno.
de! «Otro» me parecían, como se lo pareció a Simone de Beau-
Así pues, en «El amo y e! esclavo», e! reconocimiento está
voir, e! punto de partida para pensar políticamente sobre la su-
motivado por e! deseo de reconocimiento, y e! propio recono-
bordinación y la exclusión: sentí que ocupaba e! mismo térmi-
cimiento es una forma cultivada de deseo, ya no un simple con-
no que estaba interrogando -de la misma forma que ahora
sumo de la alteridad o su negación, sino la incómoda dínámica
siento que ocupo e! lugar de! Otro en la filosofía-, así que me
en la que tratamos de encontrarnos a nosotros mismos en e!
dirigí a la fuente moderna de! pensamiento sobre la Otredad: al
Otro para terminar descubriendo que ese reflejo señala nuestra
mismo Hegel.
expropiación y la pérdida de nuestro yo.
Mi doctorado sobre e! deseo y e! reconocimiento en la Fe-
Podría ser que actualmente la filosofía institucionalizada se
nomenología del espíritu de Hegel trató de algunas de las mis-
halle a sí misma en esta extraña situación, aunque sé que no
mas cuestiones que me habían preocupado a una edad mucho
puedo hablar desde su perspectiva. Tiene ante ella algo llama-
más temprana. En la Fenomenología, e! deseo (párrafo 168) se
do «filosofía» que, de una forma enfática, es la «no filosofía»,
considera esencial para la autorreflexión y no hay autorrefle-
que no sigue los protocolos de esa disciplina, que no logra los
si no es a través de! drama de! reconocimiento recíproco.
estándares aparentemente transparentes de! rigor lógico y de la
As! pues, e! deseo de reconocimiento es aquel en e! que e! de-
claridad. Digo «aparentemente transparentes» porque formo
seo busca su reflexión en e! Otro. Es un deseo que trata de
parte de diversos comités que estudian solicitudes de becas de
negar la alteridad de! Otro (al fin y al cabo, es en virtud de su
humanidades, y e! ejercicio de una claridad a la que muchos fi-
similitud estructural conmigo por lo que se halla en mi lugar,
lósofos se adhieren y practican, a menudo sume en la confusión
amenazando mi existencia unitaria), pero, al mismo tiempo, es
a otros estudiosos de las humanidades. De hecho, cuando los
un deseo que se encuentra a sí mismo en la extraña situación
estándares de la claridad forman parte de una disciplina her-
de necesitar aquel Otro que uno teme ser y por e! que teme ser
mética, no son comunicables, y, paradójicamente, lo que se ob-
capturado; de hecho, sin este vínculo apasionado, no puede
tiene como resultado es una claridad íncomunicable.
haber reconocimiento. La conciencia propia se da cuenta de
Esta filosofía «institucionalizada», que no es ella misma,
que está perdida, perdida en e! Otro, de que ha salido de sí
produce también otra paradoja: prolifera una segunda filosofía
misma, que se encuentra a sí misma como el otro y, es más, en
fuera de los límites que la filosofía misma ha delineado, de for-
e! Otro. Así pues, e! reconocimiento empieza con darse cuenta
ma que parece que la filosofía haya inadvertidamente produci-
de que se está perdido en e! otro, apropiado en y por una alte-
do este doble espectral de sí misma. Además, puede ser que lo
ridad que es y no es uno mismo. El reconocimiento está moti-
que se toma por filosofía en la mayoría de los departamentos
vado por e! deseo de encontrarse a sí mismo reflejado allí, don-
de lengua y literatura de este país haya constituido e! significa-
342 DESHACER EL GÉNERO ¿PUEDE HABLAR EL «OTRO» DE LA FILOSOFíA? 343
do de la «filosofía», de tal forma que la disciplina de la filoso- la filosofía, sino porque creo que, de una forma significativa, la
fía debe sentirse extrañamente expropiada por un doble. Y filosofía se ha apartado de sí misma, se ha convertido en e!
cuanto más trata de disociarse de esta noción redoblada de sí Otro de sí misma, y se ha escandalizado por e! extravío de su
misma, más eficiente se torna su impulso del dominio de esta nombre más allá de sus confines oficiales. Comprendí esto
otra filosofía fuera de los límites que trataban de contenerla. La cuando practiqué la filosofía feminista. Me quedé espantada
filosofía ya no puede volver a sí misma dado que e! límite que cuando me enteré de que hace unos años los estudiantes de
podía haber marcado su retorno es precisamente la condición grado de la New School for Social Research* impartieron una
por la cual la filosofía se disemina en el exterior de su localiza- conferencia titulada «¿La filosofía feminista es filosofía?». Ésta
ción institucional. era la pregunta que planteaban los escépticos del pensamiento
Por supuesto, hay más de dos versiones de la filosofía y, sin feminista y que ahora estaba siendo citada en serio por jóvenes
duda, e! lenguaje hegeliano me fuerza aquí a restringir mis ca- que practicaban e! pensamiento feminista. Algunos querrían
racterizaciones a un binarismo falso. La filosofía institucionali- argumentar que sí, que la filosofía feminista es filosofía, y lue-
zada hace ya tiempo que no va a la par consigo misma, si es que go proceder a mostrar todas las formas en las que la filosofía fe-
alguna vez lo estuvo, y su vida fuera de los límites de la filoso- minista plantea los problemas filosóficos más tradicionales.
fía puede tomar varias formas. No obstante de alguna forma Pero, desde mi punto de vista, dicha pregunta debería ser re-
cada una de ellas está perseguida, sino acechada, por la otra. ' chazada porque es una pregunta incorrecta. La pregunta co-
Cuando empecé a dar clases de filosofía feminista en el De- rrecta, por así decirlo, cuestiona cómo se ha dado este desdo-
partamento de Filosofía de Yale,me di cuenta de que había va- blamiento del término «filosofía», de modo que nos hallamos
rias personas un tanto molestas al fondo de la sala, adultos que ante esta extraña tautología por la cual nos preguntamos si la
andaban arriba y abajo escuchando lo que yo tenía que decir y filosofía es filosofía. Quizá deberíamos decir simplemente que
marchándose abruptamente después, sólo para volver de nue- la filosofía, tal como se entiende la trayectoria institucional y
vo al cabo de una o dos semanas y volver a repetir e! mismo ri- discursiva de! término, ya no es idéntica a sí misma, si es que al-
tual angustiado. Estaban actuando de la misma forma en la que guna vez lo fue, y que esta reduplicación la atormenta ahora
yo había actuado cuando traté de asistir a los seminarios de De como un problema insuperable.
Man. Resultaron ser teóricos de ciencias políticas que estaban Durante un tiempo pensé que no tenía que tratar este tema
enfadados porque mis clases se daban bajo la rúbrica de filoso- porque, cuando empecé a publicar teoría del género, recibí
fía. No podían venir y sentarse, pero tampoco podían mar- muchas invitaciones de departamentos de literatura para ha-
charse. Necesitaban saber lo que estaba diciendo, pero no po- blar de algo que se llama «teoría». Resultó que me había con-
dían permitirse acercarse lo suficiente como para poder oír. La vertido en algo denominado «teórica» y, aunque estaba encan-
cuestión no era si estaba enseñando buena o mala filosofía, sino tada de aceptar las amables invitaciones que se me hacían, lo
si mis clases eran de filosofía. hacía un tanto desconcertada, así que intenté comprender qué
Hoy no me propongo responder a la cuestión de lo que de-
bería ser la filosofía y, a decir verdad, creo que ya no tengo nin- * Prestigiosa universidad de talante izquierdista situada en Nueva York. (N. de
guna opinión definitiva al respecto. No es porque haya dejado la t.)
344 DESHACER EL GÉNERO ¿PUEDE HABLAR EL «OTRO» DE LA FILOSOFíA? 345
tipo de práctica se suponía que era esta «teoría». «Ah, sí, el es- o aquellos que continúan viajando a Alemania para aprender la
tado de la teoría», decía en tales ocasiones, mientras bebía mi tradición del idealismo germánico o de la Escuela de Frank-
chardonnay durante la cena y miraba a mi alrededor ansiosa- furt. En este momento, los estudios más interesantes sobre
mente para ver si alguna alma piadosa me podía decir exacta- Schelling y los hermanos Schlegellos realizan teóricos cultura-
mente qué es lo que se suponía que era esta «teoría». Leí teoría les y literarios, y la extraordinaria obra de un estudioso como
literaria y encontré mi propio trabajo clasificado en estanterías Peter Fenves sobre Kant y Kierkegaard surge de la literatura
bajo esta rúbrica. Sabía desde hacía tiempo que existía tal prác- comparada y de los Estudios Germánicos. Y parte del trabajo
tica (pensé en Wellek, Fletcher, Frye, Bloom, De Man, Iser, más filosófico sobre Foucault lo producen estudiosos como
Felman), pero para mí no estaba claro que lo que yo hacía fue- Paul Rabinow, el filósofo de la antropología.
ra «reoría» ni que este término pudiera y debiera ocupar el lu- Consideremos, por ejemplo, la vida extraordinariamente
gar de la filosofía. En ese momento, a mí no me molestaba que interdisciplinaria de una figura como Walter Benjamin, quien,
no esruviera haciendo filosofía porque el mundo de la literatu- por varias razones, ejemplifica los excesivos viajes de la filoso-
ra me permitía leer la estructura retórica, las elipsis, la conden- fía más allá de sus rejas de contención. Sería de esperar que su
sación metafórica, y especular sobre las posibles conjunciones pensamiento se enseñara bajo la rúbrica de la «Escuela de
entre las lecturas literarias y los dilemas políticos. Continué su- Frankfurt» en los departamentos de filosofía en los que se ofre-
friendo ataques de ansiedad cada vez que se usaba el término cen dichos cursos (me imagino que hay cerca de una docena de
«teoría»; de hecho, todavía me hace sentir un tanto incómoda dichos departamentos), pero la dificultad de su lenguaje y de
incluso ahora que sé que soy parte del término, que quizá so; sus preocupaciones estéticas a menudo conducen a la escisión
indisociable de ese término. de su trabajo de los cursos de filosofía y a su resurgir en los de-
Sin embargo, he llegado a darme cuenta de que no soy la partamentos de inglés, literatura comparada, francés y alemán.
única que sufre esta confusión. Actualmente, y no sin cierta Hace unos años me pareció interesante que New Formations, la
sorpresa, en los catálogos de diversas editoriales veo clasifica- publicación británica de izquierdas, publicara un volumen so-
dos bajo el nombre de «filosofia» a varios escritores cuyo tra- bre su obra al mismo tiempo que Diacritics, la publicación os-
bajo no se enseña en departamentos de filosofía. Esto no sólo tensiblemente postideológica, y que más recientemente Critical
incluye a un gran número de filósofos y ensayistas continenta- Inquiry se uniera también a la lucha. ¿Es que su escritura no es
les, sino también a teóricos literarios y estudiosos del arte y de filosófica? El filósofo Jay Bernstein ha defendido apasionada-
los medios de comunicación, de los estudios feministas y étni- mente lo contrario. ¿O es que la filosofía aparece de una forma
cos. Observo con cierto interés el número de tesis sobre Hegel discutible y dispersa, a través del análisis cultural, a través de la
y Kant que surgen del Centro de Humanidades de la Johns consideración de la cultura material o a la luz de las estructuras
Hopkins University o del Departamento de Inglés de Cornell o teológicas fallidas o invertidas, en un lenguaje que se mueve en-
del de Estudios Germánicos de Northwestern; el número de tre lo aforístico y lo densamente referenciado, o en la estela del
jóvenes estudiosos en los departamentos de humanidades que marxismo, en forma de lecturas literarias o de teoría? La tra-
han viajado a Francia en los últimos diez años para trabajar con yectoria multidisciplinar de su obra presupone dónde debe mi-
Derrida, Levinas, Agamben, Balibar, Kofman, Irigaray, Cixous; rarse para encontrar la cuestión del significado de la historia, la
346 DESHACER EL GÉNERO ¿PUEDE HABLAR EL «OTRO» DE LA FILOSOFíA? 347
del lenguaje, las promisas roras de la poesía y la movimientos sociales vernáculos o contemporáneos, también
teología mtnnsecas a las formas estéticas, y las condiciones de abren la puerta a la filosofía institucional, para llegar a una con-
la comunidad y la comunicación. versación cultural más amplia.
Todos éstas son preocupaciones claramente filosóficas pero ¿Cómo interpretamos la enorme influencia de la obra filo-
que se investigan a través de una variedad de medios, de for- sófica de Cornel West, por ejemplo, cuyo pragmatismo utópi-
mas. de análisis, de lecturas y de escrituras que no pueden re- co y cuyo compromiso con una visión duboisiana ha puesto las
ducirse a la forma argumentativa, y que raramente siguen un preocupaciones filosóficas al frente de la política afroamerica-
estilo lineal de exposición. Algunos dirán que Benjamin se po- na en Estados Unidos? West trabaja en una facultad de teolo-
dría convertir en filosófico si se escribiera un libro que trans- gía y religión. ¿Nos dice algo sobre las limitaciones de la filoso-
mutara su escritura en una exposición lineal de argumentos. fía institucional que no trabaje allí? En cierta manera, su obra
Otros dirán que el desafío mismo de la argumentación linear muestra la continua relevancia de la tradición del pragmatismo
su propio significado filosófico, un significado que norteamericano en las luchas contemporáneas a favor de la
cuestiona el poder y la apariencia de la razón, el movimiento de igualdad y la dignidad racial. ¿Es la trasposición de esa tradi-
avance de la temporalidad. Desafortunadamente, la mayoría ción al contexto de las relaciones de raza lo que convierte las
de la gente que defiende el segundo tipo de argumento perte- dimensiones filosóficas de ese trabajo en impuras? Y si esto es
nece a los departamentos de humanidades fuera del campo de así, ¿queda alguna esperanza para la filosofía a menos que se
la filosofía. comprometa activamente en dicha impureza?
Si se repara en la obra de Luce Irigaray, por ejemplo, halla- De una forma parecida, casi todas las filósofas feministas
remos en ella una interrogación feminista del problema de la que conozco no trabajan en departamentos de filosofía. Cuan-
que bebe de Hegel, de Beauvoir y de Freud, pero do miro las primeras antologías de filosofía feminista en las que
también de Merleau-Ponty y de Levinas; trata de un problema publiqué (Feminism as Critique, FeminismlPostmodernism),
que está profundamente inmerso en la historia de la filosofía los nombres que aparecen son: Drucilla Cornell, Seyla Benha-
incluso cuando se contrapone a la exclusión de lo femenino; bib, Nancy Fraser, Linda Nicholson e Iris Marion Young; todas
fuerza la rearticulación de sus términos más básicos. Esta obra ellas estudiantes de académicos como Alasdair MacIntyre, Pe-
no puede ser leída sin la filosofía ya que la filosofía es su texto, ter Caws y Jürgen Habermas. Durante los últimos diez años,
pero a pesar de ello no puede ser incluida en el canon de la fi- no han trabajado solamente en departamentos de filosofía; al-
losofía según la mayoría de los departamentos de filosofía. gunas de ellas se cobijaron en otros lugares, como hice yo. To-
A veces la cuestión de qué pertenece a la filosofía se centra das han tenido una buena acogida en otras disciplinas: dere-
en la de la del texto filosófico, si tiene alguna, cho, ciencia política, educación, literatura comparada o inglés.
y en Si estas dimensiones retóricas deben ser leídas como una Actualmente también puede decirse lo mismo de Elizabeth
parte esencial del carácter filosófico del texto. Podemos ver Grosz, quizá la filósofa feminista australiana más importante
también de qué manera ciertas fonnas de extender la tradición de nuestro tiempo, que en los años recientes se ha movido en-
filosófica con el fin de tratar de cuestiones de política cultural tre departamentos de literatura comparada y departamentos de
contemporánea y de justicia política, tal y como surgen en los estudios de la mujer. Esto es rambién notorio en relación con
348 DESHACER EL GÉNERO ¿PUEDE HABLAR EL «OTRO» DE LA FILOSOFíA? 349
muchas feministas filósofas de la ciencia que trabajan en de- filósofos. De alguna manera, las discusiones culturalmente más
partamentos de estudios de la mujer, o de estudios de la ciencia importantes de la filosofía tienen lugar entre estudiosos que
o de la educación, sin vinculación alguna con la filosofía. Algu- siempre han trabajado fuera de los muros institucionales de la
nas, si no muchas, de las personas más influyentes en este cam- filosofía. De hecho, se podría decir que lo que surgió después
po ya no tienen en la filosofía su hogar institucional primario o de los días de la alta teoría literaria, lo que John Guillory en-
exclusivo. El problema aquí no es simplemente que la filosofía tiende como el formalismo literario, no fue la disolución de la
tal como la practican estas personas permanezca hasta cierto teoría sino e! traslado de la teoría al estudio concreto de la cul-
punto fuera de la disciplina de la filosofía y que cree de nuevo tura, de forma que lo que se confronta ahora es el surgimiento
e! espectro de la «filosofía fuera de la filosofía». Extrañamente, de textos teóricos en el estudio de fenómenos culturales y so-
éstas son las contribuciones filosóficas que están constante- ciales más amplios. Esto no es e! desplazamiento historicista de
mente en contacto con otros campos y que dibujan las rutas a la teoría, por e! contrario, es la historización de la teoría misma,
través de las cuales tiene lugar e! viaje interdisciplinario de la fi- la cual se podría decir que se ha convertido en e! lugar de la
losofía hacia las humanidades. Éstas son las filósofas que desa- nueva vida de la filosofía. Acabo de realizar otra vez la fusión
rrollan e! diálogo entre disciplinas, las que suscitan interés ha- entre teoría y filosofía, pero hay que tener en cuenta que los
cia e! trabajo filosófico en los departamentos de inglés y de textos filosóficos ocupan un lugar central en muchos de los
literatura comparada, en los estudios de la ciencia y en los es- análisis culturales más incisivos. Es más, quisiera sugerír que, al
tudios de la mujer. perder su pureza, la filosofía ha ganado en vitalidad gracias a
Por supuesto, la filosofía ha buscado los contactos interdis- todas las humanidades.
ciplinarios en la ciencia cognitiva y en la ciencia de la compu- Tomemos, por ejemplo, la obra de Paul Gilroy, el sociólo-
tación, y también en áreas tales como la ética médica, e! dere- go británico y estudioso de la cultura, cuyo libro The Black
cho y la política pública, que son esenciales en el campo de la Atlantic ha tenido un profundo impacto en los estudios afroa-
ética aplicada. Pero con respecto a las humanidades, la filoso- mericanos y en los estudios de la diáspora de los últimos quin-
fía ha buscado la soledad, ha estado marcando territorio, pro- ce años. Las primeras noventa páginas de ese libro tratan de la
tegiéndose, volviéndose cada vez más hermética. Sin duda, hay noción hegeliana de modernidad. Gilroy sostiene que la exclu-
algunas excepciones a esta regla, como se observa en las obras sión de las gentes de ascendencia africana de la modernidad
de, por ejemplo, Rorty, Cavell, Nehamas, Nussbaum, Appiah y europea no es razón suficiente para rechazar la modernidad,
Braídotti, formas activas de compromiso con las artes, con la li- puesto que los términos de la modernidad han sido y todavía
teratura, con las cuestiones culturales que forman un conjunto pueden ser apropiados de su exclusionismo eurocéntrico y
común de preocupaciones entre disciplinas. Además, quisiera puestos al servicio de una democracia más incluyente. En esta
sugerir que ninguna de estas personas ha cruzado la frontera sutil historiografía está en juego la cuestión de si las condicio-
que conduce a una conversación más amplia sin pagar algún nes de reconocimiento reciproco por las cuales deviene lo «hu-
tipo de precio dentro de su disciplina. mano» pueden ser extendidas más allá de la esfera geopolítica
La presencia de la filosofía en las disciplinas de las humani- que presume el discurso de la igualdad y la reciprocidad. Y
dades no es simplemente e! efecto de! descarrilamiento de los aunque Hegel nos presenta la extraña escena de! amo y el es-
350 DESHACER EL GÉNERO ¿PUEDE HABLAR EL «OTRO» DE LA FILOSOFíA? 351
clavo, una escena que vacila entre una descripción de la servi- menta que el fracaso de Habermas puede ser atribuido a su
dumbre y la esclavitud, no es hasta la obra de W. E. B. DuBois, preferencia por Kant más que por Hegel. Gilroy escribe: «Ha-
Orlando Patterson y Paul Gilroy que empezamos a compren- bermas no sigue a Hegel cuando argumenta que la esclavitud
der cómo el proyecto hegeliano del reconocimiento recíproco es en sí misma una fuerza modernizadora en la medida en que
puede volver a ser narrado desde la historia de la esclavitud y conduce al amo y al esclavo primero a la autoconciencia y lue-
de la diáspora como su consecuencia. go a la desilusión, y fuerza así a ambos a afrontar la infeliz con-
Gilroy sostiene que la perspectiva de la esclavitud «requie- clusión de que la verdad, lo bueno y lo bello no tienen un ori-
re una visión circunspecta no sólo de la dinámica del poder y gen compartido» (pág. 50).
de dominación en las sociedades de las plantaciones que se Gilroy lee a Frederick Douglass, por ejemplo, como «amo y
dedicaban a buscar el beneficio comercial, sino también de las esclavo en un lenguaje negro» y luego interpreta a Patricia Hill
categorías centrales del proyecto de la Ilustración, tales como Collins, teórica negra feminista contemporánea, como si ésta
la idea de la universalidad, la fijeza del significado, la coheren- tratara de extender el proyecto hegeliano hacia una posición
cia del sujeto y, por supuesto, el etnocentrismo fundacional en epistemológica racializada. En este y en otros ejemplos, Gilroy
los que estas categorías han tendido a anclarse» (pág. 55). De insiste en que el discurso eurocéntrico ha sido utilizado de una
una forma menos predecible, Gilroy argumenta a continuación forma provechosa por aquellos a los que tradicionalmente se ha
que sería un grave error descartar el proyecto de la moderni- excluido de sus términos, y que la revisión subsiguiente conlle-
dad. Citando a Habermas, observa que incluso aquellos que no va consecuencias radicales para repensar la modernidad en tér-
han sido radicalmente excluidos del proyecto europeo de la minos no etnocéntricos. La encarnizada oposición de Gilroy a
modernidad han sido capaces de apropiarse de conceptos las formas de esencialismo negro, específicamente al afrocen-
esenciales del arsenal teórico de la modernidad para luchar a trismo, presenta este asunto desde otro ángulo.
favor de su correcta inclusión en el proceso. Gilroy afirma: Una de las consecuencias filosóficas más interesantes de la
«Un concepto de la modernidad que valga la pena debería, por obra de Gilroy es que proporciona una perspectiva cultural e
ejemplo, contribuir en algo al análisis sobre el modo en que las histórica sobre los debates actuales de la filosofía que amenaza
variedades particulares de radicalismo articuladas a través de con desplazar a sus términos. Mientras que él rechaza el hipe-
las rebeliones de esclavos hicieron un uso selectivo de las ideo- rracionalismo del proyecto habermasiano, aunque preserve al-
logías de la era de la Revolución de Occidente que luego fluye- gunas características clave de su descripción del proyecto de la
ron hacia movimientos sociales de tipo claramente anticolonial Ilustración, también rechaza formas de escepticismo que redu-
y anticapitalista» (pág. 44). cen todo posicionamiento político al gesto retórico. La forma
Gilroy está en desacuerdo con lo que él llama las formas de lectura cultural que proporciona atiende a la dimensión re-
posmodernas de escepticismo ya que, desde su punto de vista, tórica de todo tipo de textos culturales y trabaja bajo la tutela
conducen a un rechazo completo de los términos claves de la de una modernidad democrática más radical. Así pues, quisie-
modernidad y a una parálisis de la voluntad política. Pero tam- ra sugerir que vale la pena considerar su posición mientras si-
bién se distancia de Habermas porque éste no logra tener en guen los debates entre los defensores y los detractores del pro-
cuenta la relación entre esclavitud y modernidad. Gilroy co- yecto de la Ilustración.
352 DESHACER EL GÉNERO
¿PUEDE HABLAR EL «OTRO» DE LA FILOSOFíA? 353
Pero ¿cuán a menudo vemos anuncios de puestos de traba- plear a alguien que trabaje sobre el pensamiento fran-
jo surgidos al unísono de departamentos de filosofía y de so- cés del siglo xx? Quizá hemos visto pocos e¡e.mplos de
ciología y en los que se pretenda emplear a alguien versado en departamentos de filosofía que se han unido a estudios afroa-
el problema filosófico y cultural de la modernidad en el con- mericanos y a estudios étnicos, pero esto no ocurre a menudo
texto de la esclavitud y sus consecuencias? Sé que mi ejemplo y, sin duda, no ocurre lo suficiente. . ,
no será convincente para la mayoria de los filósofos ya que, en Ésta no es más que una forma a través de la cual la filosofia
muchos departamentos de Estados Unidos, Hegel no forma entra en las humanidades duplicándose a sí misma, conviruen-
parte de ningún curso; y, en algunas ocasiones, está excluido do el concepto mismo de filosofía en algo extraño a sí mismo.
explícitamente de la historia de la filosofía. Por supuesto, las Supongo que deberíamos estar vivir en esta
resistencias a Hegel son notorias: su lenguaje es ostensiblemen- rica región producida por las obstruCCIOnes de
te impenetrable, rechaza la ley de la no contradicción, sus es- lo filosófico: en tan buena compañía y con un vino tan
peculaciones no están fundamentadas y no son, en principio, y con muchas más inesperadas entre
verificables. Así que dentro de los muros de la filosofía no se nas con tantos movimientos extraordinarios de pensamiento
oye la pregunta: ¿según qué protocolos de regulación de la po- sobrepasan las barreras de la departamentalización,
sibilidad de leer la filosofía el estilo de Hegel le convierte en un plantean un problema vital para aquellos que se atr,as.
autor imposible de leer? ¿Cómo es que, de hecho, tantas per- El esclavo escandaliza al amo, como se recordara, devolvién-
sonas le han leído y que continúa informando tantos estudios dale la mirada, dando señales de una conciencia que él o ella se
contemporáneos? ¿Cuál es el argumento que presenta en con- supone que no tienen, mostrando así al amo que se ha conve.r-
tra de la ley de no contradicción, y qué forma retórica toma ese tido en Otro de sí mismo. Quizá el amo esté fuera de su pro Pi?
argumento? ¿Cómo debemos leer ese argumento, una vez que control, pero para Hegel esta pérdida de sí mismo es el pnncr-
comprendemos la forma retórica que lo estructura? ¿Y cuál es pio de la comunidad, y puede ser que actual
la crítica a la verificabilidad que surge a lo largo de su obra? amenace con no hacer más que acercar la filosofía a su ámbito,
Dado que los estándares que dichas preguntas tratan de inte- como una hebra entre muchas en el tejido de la cultura.
rrogar se dan por sentados por parte de aquellos filósofos que
los invocan al descartar a Hegel, vemos que las preguntas son
investigadas en otros departamentos, como los de humanida-
des, de historia y de sociología, de inglés y de literatura com-
parada, de estudios americanos y étnicos.
De forma similar, ¿cuándo fue la última vez que oyó usted
que un departamento de filosofía se había unido a un departa-
mento de germánicas para buscar a alguien que trabaje sobre
el Romanticismo alemán, incluyendo a Kant, Hegel, Goethe y
Holderlin? ¿O cuándo oyó usted hablar de un departamento
de filosofía que se une a un departamento de francés para em-
NOTAS
7. Véase Maurice Merleau-Ponty, «The Body in its Sexual 4. Véase Luce Irigaray, This Sex Whieh ls Not One.
Being», en The Phenomenolog;y of Perception, págs. 154-173. 5. Véase Kate Bomstein, Gender Outlaw.
6. Dylan Evans, An lntroductory Dietionary ofLacanian Psyehoa-
nalysis, pág. 202, e! énfasis es añadido.
1. AL LADO DE UNO MISMO: EN LOS LíMITES DE LA AUTONOMíA 7. Véase Vikki Bell, Interrogating Ineest.
SEXUAL 8. juliet Mitchell, Psycboanalysis and Feminism: A Radical Reas-
sessment of Freudian Psycboanalysis, pág. 370.
1. La Human Rights Campaign (Campaña por los Derechos Hu- 9. Acerca de la relación entre lo social y lo simbólico en referen-
manos), situada en Washington, D. C., es la principal organización cia al parentesco, véase Miche! Tort, «Artífices du pere», «Le Diffe-
para la defensa de los derechos humanos de gays y lesbianas en Esta- rend» y Le nom du pére incertain.
dos Unidos. Ha defendido que e! matrimonio gay es la prioridad nú- 10. Bajo e! epígrafe «Symbolique- en e! Voeabulaire de la Psy-
mero uno para la política gay y lesbiana en Estados Unidos. Véase cbanalyse (págs. 439-441) Jean Laplanche y J.-B. Pontalis escriben:
<www.hrc.org>. «La idea de un orden simbólico que estructura la realidad intersubje-
2. Miche! Foucault, «What is Critique?» en The Polzties of Trutb, tiva fue introducida en las ciencias sociales de forma más notoria por
pág. 50. Este ensayo ha sido publicado de nuevo incluyendo un artícu- Claude Lévi-Strauss, e! cual se basó en e! modelo de la lingüística es-
lo mío titulado «Critique as Virtue» en David Ingram, The Political. tructural enseñado por F. de Saussure. La tesis de! Curso de lingüísti-
3. «What is Critique?», pág. 52. ca general (1955) es que e! significado lingüístico no tiene lugar en e!
4. Ibid., págs. 52-53. interior de! significante, sino que produce significado porque es par-
5. Ibíd., pág. 58. te de un sistema de significados que se caracteriza por sus oposicio-
6. Maurice Merleau-Ponty, The Phenomenology of Perception. nes diferenciales».
7. Para más información acerca de la misión y los logros de esta Laplanche y J.-B. Pontalis citan a Lévi-Strauss: «Toda cultura
organización, véase <www.iglhrc.org>. puede ser considerada como un conjunto de sistemas simbólicos que,
8. Véase Adriana Cavarero, Relating Narratives, págs. 20-29 y en primer lugar, regulan la existencia de! lenguaje, las leyes matrimo-
87-92. niales, las relaciones económicas, el arte, la ciencia y la religión». Se-
9. Véase Giorgio Agamben, Homo Saeer: Sovereign Powerand Bare gún estos autores; Lacan utiliza lo simbólico para demostrar que el
Llfe, págs. 1-12 (trad. cast.: Homo sacer, Valencia, Pre-Textos, 1998). inconsciente está estructurado como un lenguaje y para mostrar la fe-
cundidad lingüística de! inconsciente. Sin embargo, su segunda utili-
zación está más directamente relacionada con nuestra investigación:
2. EL REGLAMENTO DEL GÉNERO «Muestra que el sujeto humano está insertado en un orden preesta-
blecido cuya naturaleza misma es simbólica, en e! sentido descrito
1. Véase Carol Smart, comp., Regulating Womanhood. por Lévi-Strauss».
2. Véanse Francois Ewald, «Norms, Discipline, and the Law», Según esta opinión, que se distingue de la de otros comentadores
«A Concept of Social Law», «A Power Without an Exterior», y Char- de Lacan como Ma1colm Bowie, e! sentido de lo simbólico como un
les Taylor, «To Follow a Rule ... ». orden preestablecido mantiene una difícil relación con la insistencia
3. Véanse, por ejemplo, los estudios de Randolph Trumbach y de Lacau en que debe de haber una relación arbitraria entre e! sigui-
Anne Fausto-Sterling. ficante y e! significado. En algunas ocasiones parece que Lacan urili-
358 DESHACER EL GÉNERO NOTAS 359
za <<10 simbólico» para describir los elementos discretos que funcio- 15. Creo que mi propio trabajo apunta en esta dirección y que
nan como significados, pero en otras ocasiones parece que utiliza el está muy cercano al de Biddy Martin, J oan W. Scott y Katherine
término para describir el registro más general en el que dichos ele- Franke, así como a las primeras teorías del transgénero.
mentos funcionan. Además, Laplanche y Pontalis sostienen que La- 16. Véase e! importante ensayo de Jacqui Alexander, «Redraf-
can utiliza «lo simbólico» «para designar a la ley (la loi) que funda ting Morality».
este orden». La exclusión del «padre simbólico», o «el Nombre del
Padre», es un ejemplo de fundamento que no puede reducirse a un
padre imaginario o real, y que instruye la ley. Por supuesto, nadie 3. HACERLE JUSTICIA A ALGUIEN: LA REASIGNACIÓN DE SEXO
ocupa la posición del padre simbólico y es esa «ausencia» la que pa- Y LAS ALEGORíAS DE LA TRANSEXUALlDAD
radójicamente otorga su poder a la ley.
Aunque Malcom Bowie sostiene que lo simbólico está regido por 1. Este ensayo apareció en una versión ligeramente diferente en
la ley simbólica (Lacan, pág. 108), también afirma que «a menudo se GLQ. * He incorporado sugerencias que me hicieron Vernon Rosario
habla de lo simbólico en términos admirativos [... ] es el reino de! y Cheryl Chase, y a quienes agradezco haberme proporcionado im-
movintiento más que de lo inmutable, y de la heterogeneidad más que portantes perspectivas.
de la similitud L .. ] lo Simbólico es social e intersubjetivo de una for- 2. Véanse John Colapinto, «The True Story of JohnlJoan» y As
ma pertinaz [... ]» (págs. 92-93). Sin embargo, persiste la pregunta de Nature Made Him; Suzanne Kessler, Lessons /rom the Intersexed;
si la esfera «social» que designa lo simbólico no está regida por «e! john Money y Richard Green, Transsexualism andSex Reassignment;
Nombre de! Padre», un lugar simbólico para e! padre que si se pier- Natalie Angier, «Sexual Identity Not Pliable After All, Report Says»;
de (e!lugar, no e! padre) conduce a la psicosis. ¿Cuál es la restricción Milton Diamond y Keith Sigmundsen, «Sex Reassignment at Birth».
presocial que se impone entonces sobre la inteligibilidad de cualquier Parauna importante perspectiva sobre la ética de la reasignación de
orden social? sexo, véase también e! vídeo «Redefining Sex» publicado por la In-
11. Véase la nota 2 de este capítulo. tersex Society of North America (chttp.Z/www.isna.org/»). Para un
12. Quizá sería util mencionar e! importante trabajo histórico excelente estudio de esta controversia, véase Anne Fausto-Sterling,
realizado por Georges Canguilbem acerca de la historia de lo normal Sexing the Body, págs. 45-77.
en The Normaland the Pathologica!. Ewald comenta que la etimolo- 3. But I'm a Cbeerleadert, director: J amie Babbit, Uníversal Stu-
gía enlazala norma con los prototiposmatemáticos y arquitectónicos. dios, 1999.
«Norma» es, literalmente, la palabra latina que designa una doble es-
cuadra o escuadra en T; y normalis significa perpendicular. Vitrubio
utilizó la palabra para indicar e! instrumento que se utilizaba para di- 4. DESDIAGNOSTICAR EL GÉNERO
bujar ángulos rectos, y Cicerón utilizó e! término para describir la re-
gularidad arquitectónica de la naturaleza; la naturaleza, afirmaba, es 1. Véase Richard Friedman, «Gender Identity». Sin embargo,
la norma de la ley. Friedman sostiene que la diagnosis describe una patología; así que,
13. Véase Cheryl Chase, «Hermaphrodites with Attitude».
14. Éste es e! punto de vista que presenta Gayle Rubin en su en-
sayo «Thinking Sex: Towards a Political Economy of "Sex"», y que * La autorase refiere a la publicaciónacadémica Gay and Lesbian Quarterly. (N.
Eve Kosofsky Sedgwick desarrolló en Epistemology 01the Closet. de la t.í.
360 DESHACER EL GÉNERO NOTAS 361
desde su punto de vista, no debería mantenerse la diagnosis pot rno- Para más información, véase <http://trans-health.com>, n." 4,
tivos instrumentales. vol. 1, primavera de 2002; véase también en la misma revista electró-
2. Véase Robett Pela, «Bcys in tbe Dollhouse, Girls witb Toy nica, verano de 2001, una importante crítica titulada «The Medicali-
Trucks», pág. 55. Él argumenta que la «American Psycbiatric Asso- zation of Transgenderism», una obra de cinco partes de Whitney Bar-
ciation ba inventado tipologías de salud mental--específicamente, e! nes (publicada en números sucesivos), que cubre de forma profunda
trastorno de identidad de género- que tienen como objetivo con- y articulada una serie de cuestiones relacionadas con la categoría del
vertir la homosexualidad en algo patológico y continuar así abusando diagnóstico.
de la juventud gay». También cita a Sbannon Minter, que declara que 4. Para una discusión acerca de los cambios de nomenclatura en
e! «trastorno de identidad de género (GID) es sólo otra forma de ex, la historia del diagnóstico, que, desde e! principo, se dieron con e! fin
presar la homofobia». Véase también Katherine Racblin, «Transgeri- de diferenciar a aquellos pacientes que padecían «disforia de género»
der Individuals' Experiences of Psychoteraphy». Ella comenta que de aquellos que llegaban a ésta al cabo de un tiempo, véase «The De,
<dos individuos puede resentirse por tener que gastar tiempo y dine- velopment of a Nomenclature», en e! libro Tbe Standards 01Care [or
fa en servicios psicológicos en lugar de obtener servicios médicos. Gender Identity Disorders de la Harry Benjamin International Gender
También puede que tengan miedo a bablar con alguien que tenga e! Dysphoria Association.
poder de otorgarles o negarles el acceso a las intervenciones que ellos 5, Richard Isay, «Remove Gender Identity Disorder from DSM».
creen necesitar. Este miedo y este resentimiento crean una dinámica 6. Véase, por ejemplo, Friedman, «Gender Identity».
entre terapeuta y cliente que también puede tener un impacto en el 7. Jacob Hale, «Medical Ethics and Transsexualíty». Véase tam-
proceso y e! resultado de! tratamiento». Véase también A. Vitale, bién Richard Green: «Should sex change be available on demand?».
«The Therapist Versus the Clíent». Esto apenas salía en e! número de 1969, ya que e! obstáculo casi in,
3, Es impottante tener en cuenta que la transexualidad fue diag- salvable de! momento era la reasignación aprobada profesionalmen-
nosticada por primera vez en 1980 en e! DSM,IlI. En e! DSM,IV, pu- te. Si los pacientes de género pueden procurarse cirujanos que no re-
blicado en 1994, la transexualidad no aparece pero se refiere a ella quieran que los pacientes les hayan sido referidos por psiquiatras o
bajo la rúbrica de trastorno de la identidad de género (GID), La diag- por cirujanos, se debería investigar comparativamente los resultados
nosis, tal como se entiende actualmente, requiere que los solicitantes obtenidos por aquellos que son referidos profesionalmente con los
de la cirugía y el tratamiento transexual muestren «evidencia de una que no lo son. Podría aparecer entonces una cuestión ética: si el éxi-
identificación intensa y persistente con el otro género, que es el deseo to es menor (o el fracaso mayor) entre los que se autorrefieren,
de ser, o la insistencia de que son del otro sexo». Además, «esta iden- ben los adultos que sean considerados capaces en otros ámbitos po-
tificación con el otro sexo no debe ser el mero deseo de obtener las der gozar de la autonomía de la autodeterminación? Más adelante
ventajas culturales que se perciben como derivadas del otro sexo», Hale se pregunta: «¿Debería limitarse la autonomía de una persona a
sino que «debe también evidenciarse una incomodidad persistente en su cuerpo?» «<Transsexualísm and Sex Reassignment, 1966'1999»).
relación al sexo asignado, o un sentido de inadecuación en el rol de Green celebra también e! hecho de que algunos individuos transgé-
género de ese sexo». La diagnosis «no se realiza si el individuo tiene nero hayan entrado a formar parte de la profesión, de forma que aho-
una condición física de intersexualidad concurrente», y «para emitir ra son ellos los que emiten diagnósticos y disfrutan de los subsidios
la diagnosis, debe existir evidencia de un sufrimiento clínicamente médicos.
significativo o de un perjuicio social, ocupacional, o de otras áreas im- 8. Para un examen de la etiología de la diagnosis que cubre los
portantes de funcionamiento». hallazgos más recientes de la psicología sobre el arrepentimiento po-
362 DESHACER EL GÉNERO NOTAS 363
soperativo y los «indicadores de éxito» de la cirugía de reasigación de 5. ¿EL PARENTESCO ES SIEMPRE HETEROSEXUAL DE
sexo, véase P. T. Cohen-Kettenis y L. J. G. Gooren, «Transsexualism: ANTEMANO?
A Review oí Etiology, Diagnosis and Treatment».
9. Richard Green, «Transsexualism and Sex Reassignment», 1. Véase David Schneider, A Critique 01 the Study 01 Kinship,
10. Véase, por ejemplo, George A. Rekers, «Gender Identity Di- para un importante análisis sobre cómo el estudio del parentesco en
sorder», en The [ournal 01Family and Culture; en 1996 se publicó una la descripción etnográfica ha sido minado por presuposiciones ina-
versión corregida en el [ournal for Human Sexuality, una publicación propiadas acerca de la heterosexualidad y del vínculo matrimonial.
de la Christian Leadership Ministries;* <www.leaderu.com\jhs\re- Véase también su libro American Kinsbip. Para una continuación de
kers>. Rekers propone la conversión al cristianismo como una «cura» su crítica, especialmente centrada en el estatus presuposicional del
para la transexualidad yen su Handbook 01 Cbild and Adolescent Se- vínculo matrimonial en los sistemas de parentesco, véase la reseña
xual Problems presenta una guía psicológica para aquellos que se ha- crítica de John Borneman acerca de los estudios feministas contem-
llan «afligidos» y «arrepentidos» de su condición. poráneos sobre el parentesco en «Until Death Do Us Parto Marria-
11. Rekers, «Gender Identity Disorder», gelDeath in Anthropological Discourse».
12. Ibíd.
2. Carol Stack, Al! Our Kin: Strategies for Survival in a Black
13. Véanse Walter O. Bockting y Charles Cesaretti, «Spirituality, Community.
Transgender Identity, and Coming Out», y Walter O. Bockting,
3. Conversación con Saidiya Hartman, primavera de 2001.
«From Construction to Context: Gender Through the Eyes oí the
4. Kath Weston, Families We Choose: Lesbians, Gays, Kinship.
Transgendered».
5. En la descripción promocional del libro de Cai Hua, A Society
14. Para otra impresionante exposición de los medios que em-
Without Fathers or Husbands: The Na ofCbina, Léví-Strauss comen-
plea esa clínica con el fin de apoyar a sus clientes mientras trata de
ta que Cai Hua ha descubierto una sociedad en la que el rol de los
obtener beneficios a través del diagnóstico, véase Walter O. Bock-
padres «es negado o despreciado», y sugiere que puede que el rol to-
ting, «The Assesment and Treatrnent oí Gender Dysphoria», Para
davía esté operativo, pero que sea negado por aquellos que allí prac-
otra impactante exposición, véase Richard Green, «Transsexualism
tican el parentesco. Esta interpretación disminuye el reto que plantea
and Sex Reassignment, 1966-1999».
el texto, en el que se argumenta que el parentesco está organizado
15. En la clase citada anteriormente, Richard Green sugiere
mediante líneas no parentales.
que la paradoja no se da entre la autonomía y la sujeción, sino que
6. Tengo entendido que la reciente legislación sobre las parejas
se halla implícita en el hecho de que el transexualismo se autodiag-
de hecho en California, así como en otros Estados, se dirige explíci-
nostica. Creen escribe: «Es difícil hallar otra condición psiquiátrica
tamente a que los derechos parentales se compartan por igual en la
o médica en la cual el paciente realice el diagnóstico y prescriba el
tratamiento». pareja, aunque muchas propuestas tratan explícitamente de separar
el reconocimiento de las parejas de hecho de los derechos de la pa-
ternidad compartida.
7. Véase Michael Warner, The Trouble witb Normal: Sex, Poli-
tics, and the Etbics 01 Queer Lile.
8. Para una consideración completa de las relaciones culturales
'1< Ministeriospaca el LiderazgoCristiano; organización cuyamisión es promover
francoamericanas en relación al género y a la sexualidad, véanse las
el cristianismo en los campos universitarios. (N. de la t.) siguientes obras de Eric Fassion, las cuales figuran como el telón de
364 DESHACER EL GÉNERO NOTAS 365
fondo de mis propias posiciones sobre este tema: «"Good Cop, Bad 13. Fassin, «Same Sex»,
Cop": The American model and Countermodel in French Liberal 14. Agacinski, «Questions», pág. 23.
Rhetoric since the 1980s», ensayo no publicado; «"Good to Think": 15. Agacinski, «Contre l' effacement des sexes»,
The American Reference in French Discourses of Inmigration and 16. Éste es el argumento central de mi objeción a las posiciones
Ethnicity»; «Le Savant, l' expert et le politique: la famille des sociolo- lacanianas en contra de la viabilidad de los matrimonios entre perso-
gues»; «Same Sex, Different Politics: Comparing and Contrasting nas del mismo sexo y a favor de la familia heteronormativa en Anti-
"Gay Marriage" Debates in France and the United States», ensayo no gone's Claim:Kinship Between Lile and Death (véanse especialmente
publicado; «The Purloined Gender: American Feminism in a French las págs. 68-73). Para otro argumento en contra de Jacques-Alain Mi-
Mirror», ller y otras formas de escepticismo lacaniano hacia las uniones del
9. En 1999 el Estado de California aprobó la iniciativa Knight, mismosexo, véasemi artículo «CompetingUniversalities», págs. 136-
según la cual que el contrato matrimonial sólo podía darse entre un 181.
hombre y una mujer. Se aprobó con el 63 % de los votos. 17. Michael Warner, «Beyond Gay marriage», in Left Lega-
10. Véase Sylviane Agacinski, «Questions autour de la ftliation», lism/Left Critique.
entrevista con Eric Lamien y Michel Feher; para una excelente ré- 18. Jacquelíne Rose, States 01Fantasy, págs. 8-9.
plica véase Michel Feher, «Quelques Réflexions sur "Politiques des 19. Ibíd., 10.
Sexes?». 20. Véase Catherine Raissiguier, «Bodily Metaphors, Material
11. En Alemania, la legislación Eingetragene Lebenspartnerscbaft Exclusions: The Sexual and Racial Politics of Domestic Partnerships
(agosto de 2001) estipulaba claramente que los dos individuos que se in France», en Violenceand the Body.
unían en esta alianza eran gays, y que la ley les obligaba a una relación 21. La posición lévi-straussiana ha sido defendida con mayor én-
de apoyo y responsabilidad de larga duración. Así pues, la ley obliga- fasis por Francoise Héritier, Para su oposición más vehemente contra
ba a dos individuos, que se entendía que eran gays, a una aproxima- los PACS, véase «Entretien», donde comenta que «aucune societé
ción a la forma social del matrimonio. En cambio, los PACS france- n'admetde patenté homosexuelle». Véanse también MasculinlFémi-
ses sencillamente extendían el derecho del contrato a dos indíviduos nin: La pensée de la difference y I:Exercise de la parenté.
cualesquiera que quisieran comprometerse según sus pautas con el 22. Agaoínski, «Questions», pág. 23; la traducción es mía.
objetivo de compartir o legar propiedades, la legislación alemana re- 23. Lévi-Strauss realizó su propia contribución al debate al de-
quiere, en un estilo neohegeliano, que el contrato refleje un tipo de jar claro que sus puntos de vista de hace cerca de cincuenta años no
vida específico que pueda reconocerse como marital y que merezca el coinciden con su posición actual; sugirió que la teoría del intercam-
reconocimiento del Estado. Véase Deutscher Bundestag, 14. Wahl- bio no debe estar ligada a la diferencia sexual, sino que siempre
periode, Drücksache 1415627,20 de marzo de 2001. debe tener una expresión formal y espedfica. Véase Claude Lévi-
12. Laurent Berlant, The Queen 01America Goes to Washington Strauss, Las estructuras elementales del parentesco, y «Postface», en
City: Essayson Sex and Citizensbip, argumenta persuasivamente que L'Homme.
«en la cultura reaccionaria del privilegio en peligro, el valor de la na- 24. Véase judith Butier, «Competing Universalities».
ción no se calcula en función adulto trabajador ya existente, sino de 25. Schneider, Critique y American Kinship; Sylvia Yanagisako,
un americano futuro, que es a la vez incipiente y prehistórico: el feto Gender and Kinsbip:Essays Towarda United lI.nalysis; Sarah Franklin
americano y el niño americano estánespecialmente investidos de esta y Susan McKinnon, «New Directions in Kinship Study: A Core Con-
esperanza», pág. 5. cept Revisited», Current Antbropology, y Sarah Franklin y Susan Me-
366 DESHACER EL GÉNERO NOTAS 367
Kinnon, comps., Relative Values Reconfiguring Kinship Studies; Ma- 6. EL ANHELO DE RECONOCIMIENTO
rilyn Strathern, The Gender 01the Gijt: Problems with Women and
Problems with Society in Metanesza y Reproducing the Future: Anthro- 1. Axel Honneth, La lucha por el reconocimiento; Jürgen Haber-
pology, Kinship and the New Reproductiue Technologies; Clifford mas, Teoría de la acción comunicativa.
Geertz, La interpretación de lasculturas. 2. jessica Benjamin, postfacio a «Recognition and Desctruction»,
26. Judith Stacey, In the Name 01the Family: Rethinking Family 3. Benjamin, The Shadow 01the Otber. págs. 2-3.
Values in the Postmodern Age y Brave New Families: Stories 01 Do- 4. Benjamin, «How was Ir for You?», pág. 28.
mestic Upheaval in Late 20th Century Amerzea; Stack, Al! Our Kin; y 5. Judith Burler, «The Lesbian Phallus», en Bodies That Matter,
Weston, Families We Choose. págs. 57 -92.
27. Véase la discusión sobre etnoeentrismo de Lévi-Strauss en 6. Benjamin, Lzke Subjects, Love Obiects. pág. 54.
Raceet histoire, págs. 19-26. 7. Ofrezco la versión etimológica de extasis como ex-stasis para
28. Véase Pierre Clastres, La sociedad contra el estado. Para una señalar, como lo hizo Heidegger, el significado original del término,
consideración de las aproximaciones antropológicas al estudio del ya que implica estar fuera de sí mismo.
parentesco después de Lévi-Strauss, véase janet Carsten y Stephen 8. Jean Hyppolite, Genesis and Structure 01Hegel's «Pbenome-
Hugh-jones, Ahout the House: Léui-Strauss and Beyond. nology of Spirit», pág. 66.
29. Franklin y McKinnon, «New Directions», pág. 14. 9. Jacques Lacan, Écrits: A Selection, pág. 58.
30. Fassin, «Same Sex». 10, Para una crítica y una radicalización de la formulación laca-
31. Franklin y McKinnon, «New Directions», pág. 14. niana de esta idea de la formación mimética del deseo, véase Mikkel
32. Ken Corbett, «Nontraditional Family Romance: Normative Borsch-Jacobsen, The Freudian Subiect.
Logic, Family Reverie, and the Primal Scene», ensayo no publicado, 11. Sobre los celos y el desplazamiento del deseo homosexual,
11 de junio de 2000. véase e! ensayo de Freud «Sobre algunos mecanismos neuróticos en
33. Hanna Segal, «Hanna Segal interviewed by J acqueline los celos, la paranoia y la homosexualidad».
Rose». Sega! comenta: «Un analista como debe ser conoce las enfer- 12. Boys Don't Cry, director: Kimberley Peirce, Twentieth Cen-
medades desde dentro. El analista no piensa: "A diferencia de mi, tú tury Fox, 1999.
eres un perverso", sino que piensa: "Yo sé un poco sobre cómo lle- 13. Benjamin, The Shadow 01the Other, pág. 37.
gaste hasta ese punto, he estado allí y, en parte, todavía lo estoy". Si 14. Ibíd., págs. 83-84.
cree en Dios, dirá: "No me corresponde a mí juzgar"». Y añade: «Se 15. Véanse Drucilla Cornell, The Philosophy 01the Limit, y Em-
podría argumentar correctamente que las relaciones heterosexuales manuel Levinas, De otro modo que ser.
pueden ser tan, o más, perversas o narcisistas. Pero no es algo inhe- 16. Véase Jean Laplanche, Essays on Otberness.
rente a ellas. La heterosexualidad puede ser más o menos narcisista,
puede estar muy trastornada o no tanto. En la homosexualidad es in-
herente», pág. 212. 8. CONFESIONES CORPORALES
34. Agacinskí, «Questions», pág. 24.
l. Este artículo fue presentado en las reuniones de la American
Psychological Division (división 39) en San Francisco, durante la pri-
mavera de 1999.
368 DESHACER EL GÉNERO NOTAS 369
2. Una aproximación diferente a la relación entre cuerpo y len- 9. Biddy Martin, «Extraordinary Homosexuals and the Fear of
guaje en el psicoanálisis se encuentra en The Scandal o/ the Speaking Being Ordinary»,
Body de Shoshana Felman. Para más reflexiones sobre esta cuestión, 10. Henry Abelove, Michele Aina Barale y David M. Halperin,
véase mi prefacio a ese libro. comps., The Lesbian and Gay Studies Reader.
3. Véase Michel Foucault, «The Subject and Power». págs. 208- 11. Mientras que el feminismo es capital y los conceptos de «mu-
228. jeres» e incluso «mujeristas-" a menudo son centrales, el énfasis---en
4. Para una reseña completa de las primeras ideas de Foucault el trabajo de Kimberley Crenshaw y Mari Matsuda- se extiende más
sobre la confesión y la represión, véase el primer capítulo de Michel sobre la posición epistemológica de aquellos que están estructural-
Foucault, Historia de la sexualidad, vol. 1. mente subordinados y marginalizados a través de su racialización. El
5. Foucault, Religion and Culture. énfasis en el carácter social de esta subordinación es casi absoluto, ex-
6. Para un interesante tratamiento de lo que «hace» la confesión, ceptuando algunos esfuerzos psicoanaliticos que delinean el funcio-
véase Peter Brooks, Troubling Confessions: Speaking Guilt in Law and namiento psíquico de la racialización, en los que ser «racializado» se
Literature. representa como una interpelación con profundos efectos psíquicos.
7. Todas las citas de la Antígona de Sófocles son de la Loeb Li- Creo que la importancia de esta cuestión se halla en lo que se ha COD-
brary Series. Algunos fragmentos de la discusión que sigue son reca- vertido en una verdadera vuelta a Fanon dentro de los estudios con-
pitulaciones de un argumento que presenté en El grito de Antígona. temporáneos de raza. Así pues, el énfasis no se coloca en lo social en
8. Sigmund Freud, «Criminals from a Sense of Guilt», pág. 332. un sentido restringido, sino en un imaginario socialmente articulado,
en la producción especular de las expectativas raciales, en la distan-
cia visual y el funcionamiento visual del significante racial. Cuando
9. ¿EL FIN DE LA DIFERENCIA SEXUAL? entra en juego la diferencia sexual, como lo hace en el trabajo de Rey
Chow por ejemplo, lo hace para subrayar las consecuencias misóginas
de la resistencia de Fanon al racismo. Más recientemente, en un aná-
1. Luce Irigaray, An Ethics o/Sexual Difference, pág. 3.
lisis fanoniano sobre el sujeto masculino blanco, Homi Bhabha ha su-
2. Para una discusión completa del trabajo de Gilroy sobre este
gerido que la división debe ser entendida en términos de una para-
tema, véase el capítulo «¿Puede hablar el «Otro» de la filosofía>» de
noia homofóbica, en la que la relación amenazada y externalizada en
este libro.
la alteridad elimina a la vez la homosexualidad y la diferencia sexual.
3. Mis agradecimientos a Homi Bhabha por este punto.
12. Esto me fue sugerido por el epigrafe de Debra Keates sobre
4. Fragmentos de este debate aparecieron en «Irnplicir Censors-
la diferencia sexual de su libro Psycboanalvsis and Feminism: A Criti-
hip and Discursive Agency» en Excitable Speech.
cal Dictionary.
5. «La Chiesa si prepara alle guerre dei 5 sessi», La Repubblica,
20 de mayo de 1995, pág. 11.
6. «IPS: Honduras Feminists and Church», Interpress Service, * «Mujerista» corresponde al término inglés womanist. Womanist y womanism
25 de mayo de 1995. (que podrían traducirse como «mujerista» y «mujerismo») son neologismos acuñados
7. Repon o/the Informal Contact Group on Gender, 7 de julio de por la novelista, ensayista y activista afroamericana Alice Walker en 1983 con el fin de
1995. referirse a las feministas negrasy al feminismonegro, respectivamente. Según Walker,
la creación de neologismos sigue una vieja tradición étnica americana de ofrecer un
8. Véase Anne Fausto-Sterling, «The Five Sexes: Why Male and nuevo términocuando el viejono logradescribir un comportamiento y un cambioque
Female are Not Enough». una nuevapalabra ayudaa hacervisible. (N de la r.)
370 DESHACER EL GÉNERO NOTAS 371
13. En otra obra ya traté de mis dificultades teóricas con esta for- cos, ya que dicha contestación atraviesa y confunde los propios
ma de comprender la relación disyuntiva entre género y sexualidad. dominios de análisis que esta afirmación metodológica de los es-
Sin embargo trataré de recapitular brevemente los términos de ese ar- tudios de lesbianas y gays se esfuerza por mantener diferenciados.
gumento. Aunque «sexo y sexualidad» se han presentado como los
objetos de análisis apropiados para los estudios sobre lesbianas y gays, Esta formulación del feminismo me parece intelectualmente in-
y se ha trazado una analogía con el feminismo, cuyo objetode estudio sostenible y hace desaparecer las significativas diferencias que existen
debe ser el «género», me parece que la mayor parte de la investigación entre aquellas feministas que utilizan la categoría del género y las que
feminista no encaja en esta descripción. En su mayor parte, el feminis- trabajan dentro del marco de la diferencia sexual. ¿Cómo podríamos
mo insiste en que, aunque no estén relacionadas causalmente, las rela- entender la historia del feminismo negro, la interseccionalidad que
ciones sexuales y de género están asociadas estructuralmente de formas permea a este proyecto, si aceptáramos considerar lo que es una preo-
importantes. Una caracterización del feminismo como un enfoque ex- cupación feminista por el género como una categoría de análisis que
clusivamente centrado en el género falsifica también la reciente histo- puede ser aislada?
ria del feminismo en formas diversas y significativas. 14. Interpress Tbird World News Agency, <www.ips.org>.
La historia de la política radical sexual del feminismo se elimina 15. El texto de Primo Levi, Moments of Reprieoe, escenifica re-
de la apropiada caracterización del feminismo: petidamente la diferencia entre supervivencia y afirmación.
16. Véase Judith Halberstam, Female Masculinzties.
1. Las diversas posiciones antirracistas desarrolladas en los
marcos feministas en los cuales el género no es ni más funda-
mental que la raza, ni más fundamental que la posición colonial o 10. LA CUESTIÓN DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL
de clase -todos los movimientos del feminismo socialista, del fe-
minismo postcolonialista y del feminismo del Tercer Mundo- ya 1. Véase Hollibaugh Moraga, «What We're Rolling Around in
no son parte del enfoque principal o apropiado del feminismo. Bed With».
2. Se adopta la visión del género y de la sexualidad de Mac- 2. Véase también mi entrevista con Rosi Braidotti, «Ferninism
Kinnon como paradigmática del feminismo. MacKinnon entiende By Any Other Name».
el género como las categorías «mujer» y «hombre» que reflejan e 3. Véase Barbara Duden, The Woman Beneath the 5kin.
institucionalizan las posiciones de subordinación y de dominación 4. Considero esta cuestión en mayor detalle en El grito de Anti-
dentro de una organización social de la sexualidad que se presu- gona.
me siempre como heterosexual; la intensa oposición feminista a su 5. Michel Foucault, «What is Critique?», pág. 50.
obra queda excluida de la definición de feminismo que se ofrece. 6. Parte de esta discusión de Foucacult tiene paralelismos con mi
3. El género se reduce al sexo (y a veces a la reasignación de ensayo «Virtue as Critique».
sexo) y se convierte en algo fijo o «dado», por lo que desaparece 7. Paris is Burning, director: Jennie Livingston, Fox Lorber,
la historia de la oposición a la distinción sexo/género. 1990.
4. Se niega la operación normativa del género en la regula- 8. Véase Giorgio Agamben acerca de <da vida desnuda», en
ción de la sexualidad. Hamo sacer.
5. La contestación sexual de las normas de género no se con- 9. Para un excelente estudio del discurso crítico de Anzaldúa,
sidera como un «objeto» de análisis de ninguno de los dos mar- véase Norma Alarcón, «Anzaldúa's Frontera: Inscribing Gynetics».
372 DESHACER EL GÉNERO
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384 DESHACER EL GÉNERO
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Bernstein,]ay,345 Cohen-Kettenis, P. T., 361-362 278,286-287,299-301 368 n. 2
Bersani, Leo, 253 n. 8 Discriminación, 19-20,23-24,39, Feminismo, 22-28, 247 -253,256-
Bhabha, Homi, 368 n. 3, 369 Colapinto, John, 91, 95-96, 103 87 261,284-285,289-291,293-
n.10 Collins, Patricia HiIl, 351 Disforia de género, 18,87,117, 299,318-319
Bockting, Walter, 137,362 n. 13 Complejo de Edipo, 72,172-175, 121,302 Fenves, Peter, 345
Borneman, ]ohn, 363 n. 1 184-185,194-198,217,239- Douglass, Frederick, 351 Fetichismo, 204, 217-218, 226
Bornstein, Kate, 22-23,100,121, 240, 283, 298-299 Drag, 301-303, 305-308 Filosofía, 329-353
355 n. 3, 356 n. 5 Comunicación, 190-192 DSM-IV ueáseManual diagnósti- Filosofía feminista, 339-340, 346-
Borsch-Jacobsen, Mikkel, 367 Conatus, 54, 280 co y estadístico de los trastor- 348
n.lO Confesión, 229-239, 241-246 nos mentales Foucault, Michel, 48-49, 68, 78-
Bourdieu, Pierre, 330 Construcción social del género, DuBois, W. E. B., 350 82, 87, 89-90, 111,229-234,
Bowie, Malcom, 357-358 n. 10 teoria de la, 96-103 Duden, Barbara, 298 241-242,245,303-305,311-
Boys Don't Cry, 203-206 Copjec, joan, 297 Duelo, 36-38 313,339,345
Braidotti, Rosi, 262-263, 271-279, Corbett, Ken, 183 Franke, Katherine, 86
280-281,283-286,297-299, Cornell, Drucilla,194,213,251,347 Esclavitud, 349-350, 352-353 Franklin, Sarab, 175, 180-182
348 Crenshaw, Kimberlé, 369 n. 11 Escuela de Frankfurt, 189,345 Fraser, N ancy, 347
But l'm a Cheerleader, 93, 359 n. 3 Cuerpo, el, 39-41, 46-47, 229, Estructuralismo,73-75 Freud, Sigmund, 173-174, 191,
Butch, el deseo, 279-280 235,243-245,273-275,280- Estudios críticos de la raza, 262 217-218,239-240,282,283,
282,306-307 Estudios de gays y lesbianas, 253, 346,355 n. 6,367 n. 11
Cáncer de mama, 127-129 Culpa, 239-244 256-257, 259-262 Friedman, Richard, 359-360 n. 1,
Canguilhem, Georges, 358 n. 12 Cultura, 72-75,177-185,298 Éxtasis, 38-39, 55-56, 197,207, 361 n. 6
Carsten, J anet, 366 n. 28 211-216
Caruth, Cathy, 218 Deleuze, GiIles, 272-274, 280-281 Ewald, Francois. 78-81, 311, 356 Gadamer, Hans-Georg, 339
Casiano, Juan, 231-232, 245 Democracia, 319-320 n.2 Geertz, Clifford, 175
Cavarero, Adriana, 60 Derechos humanos, 52-53, 55- Gender Identity Institute (Insti-
Cavell, Stanley, 348 56,60-64,268-270,314 Falo, 195-197, 199,201 tuto de la Identidad de Gé-
Caws, Peter, 347 Derrida, Jacques, 285, 344 Fanon, Frantz, 29-30, 369 n. 11 nero), 92-96,100-101
Celos, 199-203 Deseo, 14-15, 193-206,209,216, Fantasia, 32, 50-51, 220-221, 305- Género, 53-54, 67-71, 77-78. 83
Cesaretti, Charles, 362 n. 13 231-234,241-242,334,340- 306 87,90-91,250,256-269
Chase, Cheryl, 97, 98, 100, 358 341 Fassin, Eric, 163, 180, 363-364 Gilroy, Paul, 254, 349-351
n. 13, 359 n. 1 Devi, Mabasweta, 323-325 n. 8 Gooren, L. J. G., 361-362 n. 8
Chow, Rey, 369 n. 11 Diamond, Milton, 91, 93, 95-97, Fausto-Sterling, Anne, 91, 97, 259, Green, Richard, 131-132, 359
Cicerón, 358 n. 12 98,99,100 356 n. 3 n. 2, 361 n. 7,362 n. 14,362
Cixous, Hélene, 294, 344 Diferencia sexual, 24-25, 250- Feher, Michel, 364 n. 10 n.15
388 DESHACER EL GÉNERO ÍNDICE ALFABÉTICO Y DE NOMBRES 389
Grosz, Elizabeth, 262, 347 35,44-45,59-66,89-90,112, Kessler, Suzanne, 91, 94-95 Man, Paul de, 337, 338
Guillory, john, 349 269-271,308-309,313-314, Kierkegaard,S0ren, 334-339, 345 Manual diagnóstico- y estadístico
317-318 KIeín, Melanie, 191 de los trastornos mentales
Habermas, jürgen, 189-190,285, Husserl, Edmund, 331 Knight, iniciativa, 364 n. 9 GDSA1-IV), 18, 113, 117, 125-
310-312,347,350-351 Hyppolite,Jean,197 .Kofman, Sarah, 344 126,130,132-133,136-137,
Habitabilidad, 23, 28-29,35,52- Kristeva, Julia, 294 138,141-146
53,65,317-320 Identidad nacional, 176-177, 179- Martín, Biddy, 260" 359 n. 15,
Halberstam,Judith, 371 n. 16 180 Lacan.jacques, 71-77,171,193, 369 n. 9
Hale, Jacob, 124-126 Identidades butcb-femme, 293- 197-199,201,272,281,294, Marx, Karl, 198
Halperin, David M., 369 n. 10 296 297,299 Matrimonio, 18-19,47,149-168,
Harry Benjamin lnternational Identificación, 190, 196-197, 199, Lamien, Eric, 364 n. 10 177,187
Gender Dyspboria Associa- 200-201,203-204 Laplancbe, jean, 213, 357 n. 10 Matsuda, Mari, 369 n. 11
tion [Asociación Internacio- Igualdad, 247 -248 Laub, Don, 218 McKinnon,Susan,180-182,365-
nal de la Disforia de Género Incesto, 217-228,240 Lenguaje, 229-238, 242-246, 281- 366 n. 25
Harry Benjamín], 131, 361 Inmigración, 276-277 282, 310-311 Melancolia, 227 -228,276,282
n.4 Intercambio sexual, 175-178, 198- Legitimación del Estado, 166-170 Merleau-Ponty, Maurice, 57, 346
Hartman, Saidiya, 150 199,201,294 Legitimidad, 153-157, 167 Mili, Jobn Stuart, 132
Hegel, G. W F., 14,54-55, 189- lnternational Gay and Lesbia» «Lesbiana» como categoría en Miller, jacques-Alain, 365 n. 16
191,193,197,207,210-213, Human Rigbts Commission las deliberaciones de las Na- Millett, Kate, 94
215,272,275-276,301,330- [Comisión Internacional para ciones Unidas, 257-271 Mimesis, 283-284
331,333,334,340,344,346, los Derecbos Humanos de Levi, Primo, 371 n. 15 Minter, Sbannon, 360 n. 2
349-352,353 Gays y Lesbianas], 58, 63, 267 Levinas, Emmanuel, 194, 213, MitchelI, Juliet, 73, 299
Heidegger, Martín, 367 n. 7 Intersex Society 01North America 344,346,367 n. 16 Mitscherlich, AIexander y Mar-
Héritier, Francoise, 365 n. 21 [Sociedad Intersexual de Lévi-Strauss, CIaude, 71-78,151, garet, 189
Hipótesis represiva, 231 Norteamérica], 97, 355 n. 1, 172,175-177,182,198,227, Modernidad, 252-255, 325-326,
Homosexualidad,52-53,117-120, 359 n. 2 294,357 n. 10,363 n. 5 333,349-351
132-133, 181, 185-186, 198- Intersexualidad, 17-22, 84, 87, Ley, 73-79, 237-239 Money, john, 91-98, 101-102,
206,257 -261 91-102,360-361 n. 3 Livingston,Jennie,.371 n. 7 103,109,119
Honnerh, Axel, 189 lrigaray, Luce, 71, 251-253, 272, Moraga, Cherríe, 295
Hua, Cai, 151,363 n. 5 284,294,344,346 Macheray, Pierre, 82-83 Moten, Fred, 150
Hugh-jones, Stephen, 366 n. 28 Isay, Richard, 123-125 Maclntyre, AIasdair, 347 Movimientos de las personas mi-
Human Rigbts Campaign [Cam- Islam, 325-326 Mackey, Nathaniel, 150 nusválidas, 28
paña por los Derechos Hu- MacKinnon, Catbarine, 84-86,
manos], 47, 151,356n.1 Kant, 1., 344, 345, 351, 352 323, 370 n. 13 Nacionalsocialismo, 315-318
Humano, categoría de lo, 28-31, Keates, Debra, 369 n. 12 Macklin, Ruth, 339 Nationa! Assoaation 01Researcb
390 DESHACER EL GÉNERO íNDICE ALFABÉTICO Y DE NOMBRES 391
and Tberapy 01Homosexua- Persona, 13-15, 56-57, 88, 90, jeres de las NacionesUnidas Spivak, Gayatri Chakravorty, 322-
lity [Asociación Nacional 108-112 en Pekín, 257-261, 264-269 325
de Investigación y Terapia de Poder pastoral, 229-233 Riley, Denise, 295 Stacey, ]udith, 175
la Homosexualidad], 117, Pontalis,].-B., 357 n. 10. Rodríguez, Óscar, 265 Stack, Carol, 150, 175
119 Poovey, Mary, 80 Rorty, Richard, 348 Strathern, Marilyn, 175
Negación, 191-192, 200, 204- Proyecto del genoma humano, Rosario, Vernon, 359 n. 1 Sujeto, categoría del, 320-327
205,207-210 181 Rose, ]acqueline, 169, 186
Nehamas, Alexander, 348 Psicoanálisis, 31-32, 233-235, 242- Rubin, Gayle, 73, 358 n. 14 Tabú del incesto, 47, 72-73,175-
Nicholson. Linda, 347 246 177,217-228
Nietzsche, Friedrich, 240, 274, Saber, 48-49, 304-305 Taylor, Charles, 356 n. 2
337 Rabinow, Paul, 345 Saussure, Ferdinand de, 275,294, Tecnología, 26-28, 31, 273
N omadología, 273 Rachlin, Katherine, 360 n. 2 357 n. 10 Teena, Brandon, 20, 204-206,
Normas, 13-18, 21, 23, 32-33, Racismo, 176,284-286,305,316- Scheler, Max, 338 355 n. 2
40,61,67-88,105-106,109- 317 Schneider, David, 150, 175, 178 Traducción, 63-64, 322-324
110,121-122,140-141,291- Raissiguier, Catherine, 365 n. 20 Scholem, G., 285 Transexualidad, 17-18, 20, 22-
292,306-314,317-319,327, Raza, 14, 29-30, 64, 176, 177, Schopenhauer, Arthur, 335 25,51,98-101,107-108,114-
358 n. 12 180,248,252,262,347,369 Schor, Naomi, 262 148,203-204
Nueva Política de Género, 17- n.11,370n.13 Scott,]oan W., 359 n. 15 Transferencia, 242-246
28,49-50 Realidad, 48-49, 302-303, 306- Sedgwick, Eve Kosofsky, 198- Transformación social, 289-290,
310 199,282,358n.14 299-300,313 -314, 321-322
11 de septiembre de 2001, 42 Reasignación de sexo, 18-20,84, Segal, Hanna, 186 Transgénero, 17,20-21,25,45,
Ontología, 303-304 86-87,89-101,106-108,113- Séneca, 231 51-52,71,120-121,125-126,
114,120,123-137,144-145, Sexualidad, 33-34, 84-86, 250 137-148,193,203-206,306,
Pactos de solidaridad civil (PACS), 147,359 n. 2 Shephard, Mattew, 20, 355 n. 2 309,359 n. 15
160,163,170,180 Reconocimiento, 14-15, 54-55, Shepherdson, Charles, 297 Trastorno de identidad de géne-
Parentesco, 19,47,72-75, 149- 147,161-162,189-197,200- Sida, 36, 46,58, 166 ro (Gender Identity Disor-
153, 158-160, 163-165, 168- 201,206-216,340-341 Sigmundsen, Keith, 101-104,359 der. GID), 1.8,28,113-148
170, 177-187,217,224-228 Recuerdo, 218-219, 222 n.2 Trauma, 218-223, 226-227
Paris is Burning, 305 Reglamento/regulación del gé- Simbólico, lo, 71-78, 171, 173- Trumbach, Randolph, 356 n. 3
Patterson, Orlando, 350 nero, 33, 67-68, 72-73, 77- 174, 183-185, 198,298-299 Tyler, Carel Anne, 297
Peirce, Kimberley, 367 n. 12 78,83-88 Smart, Carol, 356 n. 1
Pela, Robert, 360 n. 2 Reimer, David, 91-96,100-112 Soberanía, 236-239 Uniones de hecho, 159-161
Pérdida, 36-37, 43 Rekers, George, 132-133 Sófocles, 236-242
Performatividad, 281,282, 29b, Resignificación,315-317 Spinoza, 54-55, 82, 197, 274, Vaticano, el, 257 -265,269-270
308 Reunión sobre el Estatus de las Mu- 280,333-335 Violencia" 20, 24, 36, 40, 42, 45,
392 DESHACER EL GÉNERO