Marcos Iniesta - Amar Como Aman Los Leones
Marcos Iniesta - Amar Como Aman Los Leones
Sobre todo,
si se está tan a gusto
escuchando la lluvia,
plantando estrellas
entrenando grillos en el arte del canto
o cazando,
como muchos,
esperanzas entre el rocío
y en la cama
pasamos la vida
sembrando
espantapájaros.
Comprendo
que es cosa de miedo
– de un miedo profundo –
mirarse al espejo,
y ver en los ojos,
dos ópalos sencillos
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que, de tú a tú, miran al firmamento.
Imploro.
¡Está es mi plegaria!
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CUANDO LOS HOMBRES
SON CANTORES...1
Sobre la guerra.
Sobre el canto de los campos.
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Fueron a un pantano y miraron a lo lejos, sumer-
gidos en su tristeza la miseria de los hombres,
comparando la fortuna de tener a tan sumisos
seres envueltos con una delgada capa de piel,
azotados por el frío o por el sol, por la lluvia o por
los violentos vientos, de esos que suele haber en
otoño.
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de la intemperie.
Son frágiles y la simple y diáfana brisa suele en-
fermarlos hasta causarles la muerte –
Silencio.
–También es verdad que no cuentan con
extremidades traseras lo suficientemente fuertes
que les dé la destreza de correr por los campos en
una tormenta o en un brusco momento,
de esos cuando la tierra bosteza–
sentenció Quetzalcóatl.
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o demostrarlo.
Aman vivir y temen tanto a seguir con vida
(por ello, no pocas veces cantan).
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a los demás. Ellos son bastante sociables, no per-
mitirán el sufrimiento entre su especie.
“Demos a los hombres libertad a sus manos, así
podrán cazar y utilizar la piel de sus presas para
protegerse del frío y sus carnes para saciar su
hambre, cambiarán su forma
de alimentarse y también comerán de todos los
frutos de la tierra.
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“Demos a cada uno de ellos la facultad del habla.
Tendrán corazón, conciencia, razón, ímpetu para
actuar en pro de los demás. Coloquemos en sus
mentes la fuerte herramienta de la tolerancia y
ellos albergarán en su interior un profundo respe-
to.
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pasen a formar la garganta de los hombres de mar.
De costas, de islas, y de todos aquellos que vivan
en todos los extremos de la tierra, cerca de la mar.
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eran las especies de aves,
al irse juntando y hablar, fundaron ciudades,
aldeas, imperios y reinos.
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Aztecas y Toltecas, percatándose de lo acontecido,
lamentaron mucho las vueltas del destino.
Y lloraron.
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El hastío dejó en su frente una señal que no fue
identificada por nadie ni nada en el seol. ni el cielo.
Y al abismo fue arrojado.
No fue el más humano de mundo animal y era el
más animal del mundo humanizado-domestica-
do.
Nunca fue capaz de herir y sin saberlo, terminaba
hiriendo de muerte a sus seres amados.
No fue capaz de odiar y terminaba por odiarlo
todo.
No fue capaz de ser otra cosa que no era… pero
siempre fue mucho más en lo que fue.
Creía sin creer en nada. Hablaba de todo sin decir
palabras.
Callaba cuando callado hablaba. Era lo que era
cuando seguía siendo nada.
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del vientre de la tierra.
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Desde aquel día hasta estos momentos, hay
hombres con alma de pájaros.
Imitadores con almas de cenzontle. Cantores y
poetas con almas de jilguero.
Y loros que blasfeman como yo blasfemo.
Loros que creen en la locura que yo creo.
Jilgueros con almas de poetas, felices de creer en
la locura que yo creo.
Que miran lo que yo miro. Que viven y mueren
como vivo y muero.
Y cenzontles que cantan lo que cantan todos…
canciones que expresan los sentimientos de
todos… sienten lo que yo siento, desviviendo y
muriendo como yo me desvivo y
muero.
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Soy el pez que nada en el mar del silencio
y soy el silencio que nada en un mar de peces
muertos.
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FINIS
L a nada,
merece un final al final.
una vida prematura,
una muerte que llega tarde
Pues, las palabras son así:
insanas
saludables,
son galgos haciendo piruetas en campiñas
persiguiendo conejos,
acentos
piruetas engarzadas por azarosas circunstancias
del idioma
y a la luz de luciérnagas
nace la esperanza: ¡Un murmullo!
y soltar amarras
como quien suelta caballos
o soldados
campotravieza
buscando ferozmente,
vida o muerte
por estúpidas ideas.
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Pero las sábanas
como hojas en blanco
caen todas las palabras
En busca de amor y de descanso
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MANZANA
A quí debería estar una mano alzada
un puño alzado.
Como aquel puño que alzado, alcanza del árbol
una manzana.
Porque no fue Eva por pequeña
ni fue la serpiente por chiquilla,
ni Adán sin costilla,
quienes en el paraíso contra incendios
encendieron la hoguera.
Debo confesar
que este frío que tiembla desde afuera
también muerde con los dientes
del aire que corre por la selva.
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tirando de las venas
de las que vamos sujetando una idea.
Vamos a pedir al cielo,
un dios que baje,
– y que hable-
que no mordemos,
o si mordemos, es para comer
el pan que corre por el horizonte
que vuela por allí
que salta entre los bosques
quizás si mordemos a dios
es para comer de la palabra
que este lenguaje se nos escapa
y rompe a golpe de martillo
y ha dejado tan triste este silencio.
pero estábamos pidiendo al cielo que abra sus
puertas
que baje dios a hablar con nosotros,
que podemos ser buenos amigos,
y que podemos hablar hasta por los codos.
••••••
CONFESIÓN
D ecir
que la vida,
amable,
la he desvivido:
un bicho que cumple,
– ¡qué elegante! –
cabal,
su función.
Mis ojos
de vidrio
hablan
a peces,
por su sombra
y su color,
para calmar
mi espíritu
interior.
¬entre labios
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qué recogen un beso,
brilla
colgada,
la luna
a la orilla,
tu ropa
interior
entre rosas
suspirando al pastar
- pasa - caracol
bañado en lluvia
por el camino
multicolor
halo de luz
antenas al cielo
buscando calor
y entre el pecho
un nido
para anidar,
el amor
un desvarío
una barca
a espaldas,
de plata nerviosa,
fijan en el cielo
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alfileres,
la mariposa
cual corazón,
sencillo,
murmullo y un hilo
del que cuelga un globo
de litio,
cada estación.
Hermosa,
un estornudo
de hojas,
y amor,
cayendo
diariamente,
va el ruiseñor.
En picada,
la nostalgia,
rayando
el alba
por un bien
superior.
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•••••••
CANCIÓN
P ero este perro con frío,
es un corazón que necesita cobijo
y alcohol
y una paloma
carcome con gusto la milonga
de este amor,
del concreto
del que ha estirado sus manitas
una peregrina flor
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MUJER, ALIMENTO Y...
UN LEÓN
Y a tengo en mi cabeza una espiga de trigo.
Una espiga que rodeo con los brazos
y abrazo a la espiga de trigo que sabe de tristes
tigres.
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Y el amor de una mujer que cuenta el tiempo con
los dedos, arrulla a sus cachorros en su regazo de
luna rota,
unida al ombligo de un fantasma de chispas.
No sabe que dios y el poeta
son dos niños que duermen en la orilla de la luna.
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El verano se seca y el otoño no ha llegado,
la primavera ha ennegrecido en la memoria de la
tierra,
el invierno es como la muerte lo dibuja:
agonía y hemorragia, alfabeto dando a luz a jui-
ciosas y venturosas palabras,
en épocas surgidas de un frasco de mermelada de
moras
y de la palma de los osos, ha leído la suerte una
gitana,
época del extravío que improvisa el instante y
rumia el aire.
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En un instante leo las generaciones,
en un cadáver reconozco miles de cadáveres.
Me sumergen los abismos del absurdo,
mi cuerpo se escapa,
mi rostro no aparece en el espejo,
estiro una mano y no me alcanzo
¿qué milagro es este reflejo que no alcanzo mi
propia mano para saber si vivo?
mi sangre huye de las arterias
arterias que me destrozan por dentro,
porque el corazón está infectado y las rechaza
como se rechazan la vida el fuego que acaricia a
los mosquitos.
¿Será porque no veo a la luz
transportar mis sueños hacia ella?
¿Será el lugar más remoto de un mundo
que los demás bendicen y yo maldigo?
¿Qué es esto que desarraiga mis profundidades
y se marcha entre la jungla del deseo,
los países, los océanos de lágrimas
y la descendencia de símbolos,
entre las venas y los sexos,
las épocas y los pueblos,
la historia y el encanto
de árboles que están pequeños y al otro lo carco-
men ansiedades de los nervios?
¿Qué es esto que divide mi alma y me destruye?
¿Acaso soy la encrucijada de caminos y palabras
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apenas puestas en papel en blanco?
En el instante del descubrimiento ¿ha dejado mi
camino
de ser mi camino?
La trama se deshace,
me veo en un abismo
y me entrego a la noche de la caída.
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Veo en las cosas un cerco de humo,
percibo el mundo como una cacería.
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Sí, yo tambipen tenía un amigo,
algo más viejo que yo
y también más listo, digo. Lo quería
como a mi propia alma, o más.
Conque por culpa de ese taller de fundición
empezó a escupir sangre y a toser. Se apago
sin mas. Cuando lo enterré,
se me fue toda la alegría.
Durante dos años me dolía
sonreir, y a reir no he aprendido muy bien
todavia.1
P l e g ar i a … … … … … … . . . . . . . . . . . . . . . … . . . 1 3
Cuando los hombres son cantores…..........21
Finis…………........................……...43
Coda…………….....................……….49
Manzana…………...................………..55
Confesión…………......................…….63
Canción……………..........…....……...71
Mujer, alimento y un león……......………..77
amar como aman los leones
de Marcos Iniesta se editó e imprimió
en Xalapa Ver. en diciembre del 2020.
Aria Editorial
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