13 Guerras
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13 Guerras
INTRODUCCIÓN
La enseñanza de la Historia siempre y en todas las latitudes ha sido utilizada por los Estados como
mecanismo para la creación de identidades nacionales, de acuerdo a los intereses y objetivos que
se plantea cada Estado en particular. Para conseguir este efecto, los países han recurrido de forma
activa a la exaltación y el sobredimensionamiento de hechos que les han sido favorables para la
formación de su nacionalidad; como las victorias militares, los avances científicos, los
descubrimientos geográficos e, inclusive, los éxitos deportivos. También los países han recurrido
frecuentemente a la atenuación y la supresión de hechos que pudieran comprometer una imagen
positiva de la evolución histórica de sus respectivos Estados. Son también frecuentes la distorsión,
la tergiversación y otras formas de engaño deliberado para lograr el objetivo de formar una
identidad nacional fuerte, aún a costa de la verdad histórica. No obstante esta realidad universal,
¿qué es lo que ha sucedido y sucede- en Bolivia? Pues exactamente lo contrario. Desde un punto
de vista práctico, los contenidos de los programas de enseñanza de la Historia boliviana parecieran
estar diseñados para entorpecer o, en definitiva, impedir la formación de una identidad nacional.
En nuestro país la enseñanza de la Historia, basada en libros llenos de vacíos y catástrofes, no hace
otra cosa que demoler nuestra conciencia nacional. Se ha destruido la autoestima de las nuevas
generaciones mostrando solamente derrotas bélicas en nuestros libros de Historia. Y una cosa
debe quedar clara: no es posible enseñar sólo las derrotas de nuestro pasado y pretender que las
bolivianas y bolivianos vean a su país vencedor, positivo y progresista. Sólo los Estados exitosos
sobreviven. A lo largo de nuestra historia hemos cometido errores, pero Bolivia no existiría en este
momento si no hubiésemos tenido más aciertos que fracasos. El Ejército no existiría si no hubiese
tenido más victorias que derrotas; no obstante, ¡Qué difícil es asociar la palabra victoria con
Bolivia! Esta es una falsa percepción que debe desmontarse revisando nuestra historia; y vamos a
comenzar aquí y ahora.
1
GUERRA DE INDEPENDENCIA NACIONAL (1809- 1825)
Julio Méndez afirmó que la Guerra de Independencia es un conflicto que favorecerá, en última
instancia, al bando que pueda controlar militarmente el Alto Perú. El Alto Perú representaba un
punto estratégico para los grandes intereses políticos y militares de la época, llegando a
convertirse su conquista el evento definitivo para la independencia de los países
hispanoamericanos de Sudamérica.
La declaración de la Junta Tuitiva de la ciudad de La Paz el 16 de Julio de 1809, por su contenido
abiertamente orientado a reclamar la independencia de los territorios que ahora ocupa la
república de Bolivia, se constituye en un evento revolucionario de naturaleza independentista que
da inicio a la Guerra de Independencia en la Sudamérica hispanoamericana.
El territorio del Alto Perú (último nombre colonial de Bolivia) depende de las autoridades de
Buenos Aires en el momento en el que comienza el proceso político y militar de la independencia
hispanoamericana; sin embargo, las autoridades de la Real Audiencia de Charcas repudian el
movimiento independentista y solicitan su reincorporación al Virreinato del Perú. Lima
inmediatamente toma el control jurisdiccional y militar del Alto Perú, ratificando su importancia
para los intereses de la corona.
Buenos Aires responde a los sucesos de las provincias altas poniendo en marcha su dispositivo
militar para retener en su poder el Alto Perú y, de ser posible, avanzar hacia Lima. Para lograr este
objetivo se conforman Ejércitos Auxiliares que en número de cuatro van a intentar tomar
militarmente las provincias alto peruanas; en todos los casos van a ser vencidos por las fuerzas
realistas.
Los Ejércitos independentistas que llegaron del Río de la Plata y los realistas que venían del Perú,
en su afán de mantener el dominio sobre el Alto Perú, cometieron excesos y abusos de tal
magnitud que los habitantes del territorio debieron plantearse la idea de que la independencia de
España no era suficiente para la salvaguardia de sus intereses.
Hacia el final del conflicto, el año de 1825, también ingresará en el Alto Perú el Ejército de la Gran
Colombia. Simón Bolívar consideraba vital controlar el Alto Perú para garantizar la extinción de la
resistencia realista en el continente.
En este escenario, quizás el fenómeno menos estudiado y apreciado por la historiografía boliviana
sea la aparición de las entidades político militares conocidas como Republiquetas; que, a pesar de
sus recursos limitados y sus altibajos en términos de actuación militar, encarnaron y materializaron
el anhelo de independencia tan fuertemente arraigado en Bolivia.
Las Republiquetas actuaban con una marcada autonomía respecto a las demás organizaciones de
su tipo o cualquier otra entidad comprometida con la causa libertaria. Probablemente por ser
principalmente fenómenos locales y con una baja trascendencia para el escenario continental, la
mayoría de los autores no consideran que sus acciones hayan contribuido decisivamente a la lucha
por la independencia.
Sin embargo, observado el fenómeno desde una perspectiva nacional, circunscrito al territorio que
posteriormente se convertiría en Bolivia, resulta extraño que las Republiquetas no formen parte
central de la forma en que se narra la historia del nacimiento de Bolivia, reservando el
protagonismo principal para las acciones relacionadas con los Ejércitos Auxiliares enviados por
Buenos Aires y el Ejército Libertador proveniente de Colombia.
Varias Republiquetas surgieron en el período comprendido entre los años 1811 y 1821. Sin
embargo, es la Republiqueta de Ayopaya, que subsiste hasta el final de la Guerra de
Independencia, la más conocida gracias al diario de campaña escrito por José Santos Vargas.
De las Republiquetas se ha llegado a afirmar que son el antecedente más importante de la futura
República de Bolivia. Su existencia es la prueba fehaciente de que los habitantes del territorio que
ahora es Bolivia lucharon por su independencia; aún más podría decirse, a estos combatientes les
pertenece la gloria de haber vencido, puesto que el ejército colombiano, en la práctica, nunca llegó
a enfrentarse militarmente a los realistas de Charcas.
El 2 de abril de 1825, el General Pedro de Olañeta, comandante de las fuerzas realistas en el Alto
Perú fue sorprendido por la defección de una parte de sus tropas que al mando del coronel
Medinaceli se habían declarado favorables a la causa de la independencia. En efecto el último
remanente del ejército realista hizo implosión; lo cual demuestra que esta facción, como fuerza
combatiente, ya había sido reducida al extremo por la presión ejercida sobre ella por las
Republiquetas, siendo solamente cuestión de tiempo su disolución final.
2
INVASIÓN DE BRASIL A LA PROVINCIA DE CHIQUITOS (1825)
Este conflicto internacional tiene su origen en un documento de “Capitulación” redactado por
orden de Sebastián Ramos, coronel de ejército realista y Gobernador del Departamento de Santa
Cruz, mediante el cual se realizaba una “anexión temporal” de la provincia de Chiquitos a la
provincia brasileña de Matto Grosso. Esta “capitulación” se firmó en la capital de Matto Grosso en
fecha 28 de marzo de 1825.
El documento antes mencionado amplió su impacto mediante un “Orden del Día”, emitida por el
Gobierno de la provincia de Matto Grosso en fecha 14 de abril, mediante la cual se ratificaba a
Sebastián Ramos como Gobernador de la Provincia de Chiquitos, esta vez como funcionario del
Imperio del Brasil.
Así mismo el “orden del día” establecía otras medidas relacionadas con el gobierno de dicho
territorio e instruía que su contenido fuese puesto en conocimiento de los habitantes de Chiquitos
y de las “misiones anexas”.
La frase “misiones anexas” hace referencia a las misiones de Moxos, Chiriguanos y Guarayos, que,
en términos generales, comprenden un territorio que se extiende desde el actual departamento
del Beni hasta la parte central del Chaco Boreal.
Sin pérdida de tiempo, Sebastián Ramos había reunido el 24 de abril de 1825 a un grupo de
personas que consideraba representativas de la Provincia. Ramos indujo a los asistentes a la
reunión a firmar un acta mediante la cual juraban lealtad al Emperador Pedro I del Brasil, a nombre
de todos los habitantes de la Provincia de Chiquitos. Entre los asistentes a la reunión se
encontraban tres autoridades indígenas con el objeto de darle mayor legitimidad al documento
firmado.
Estas acciones pasan del papel a la práctica cuando un contingente de fuerzas regulares brasileñas
es detectado muy al interior de territorio boliviano. El Presidente (Prefecto) del Departamento de
Santa Cruz, José Videla, en carta al Mariscal Antonio José de Sucre fechada el 25 de abril de 1825,
da cuenta de que la fuerza militar brasileña la componen 200 hombres.
Videla, en la misma carta, informa al Mariscal Sucre que ha enviado 40 “dragones” a defender la
población de San Javier, hecho que nos revela que las tropas brasileñas amenazaban directamente
el corazón del Departamento de Santa Cruz y los territorios de Moxos.
La invasión se hace oficial cuando el comandante de las fuerzas brasileñas que invadían Chiquitos,
Manuel José de Araujo, escribe cartas al Presidente del Departamento de Santa Cruz y al propio
Mariscal Antonio José de Sucre, dando cuenta de la ocupación militar y amenazando con destruir la
ciudad de Santa Cruz de la Sierra si se llevaban a cabo acciones militares para recuperar la
provincia de Chiquitos. La carta de Araujo fue enviada el 26 de abril de 1825.
Antonio José de Sucre, responde a esta amenaza con otra carta fechada el 11 de mayo de 1825 en
la cual ordena al comandante brasileño abandonar inmediatamente la Provincia de Chiquitos y le
advierte que habrá una respuesta militar a la invasión, agregando que no se dará por satisfecho
con la desocupación de la Provincia, sino que pasará a invadir a su vez el territorio de Matto Grosso
para vengar el ultraje.
De parte de Antonio José de Sucre no solamente se brindan palabras vacías. En carta de fecha 11
de marzo de 1825 a José Videla, Presidente del Departamento de Santa Cruz, el Mariscal de
Ayacucho le informa que ha enviado tropas de refuerzo y dinero para el reclutamiento de
contingentes “veteranos” en Santa Cruz; así mismo, le ordena que levante guerrillas para hostilizar
a las fuerzas brasileñas hasta que las tropas regulares se encuentren conformadas y, aún más
importante, le autoriza a enviar agentes encubiertos para insurreccionar a la provincia de Matto
Grosso, con el apoyo de miembros del partido republicano del Brasil.
La guerra total con el Brasil no llega a producirse debido a que el Libertador Simón Bolívar adopta
una actitud conciliadora y evita que Sucre concrete su idea de llevar la revolución republicana al
Imperio del Brasil.
Este episodio bélico llega a su fin cuando el Diario Fluminense publica una orden del Emperador
del Brasil, Pedro I, repudiando la invasión de la Provincia de Chiquitos y declarando nulos los
procedimientos de anexión que se habían llevado a cabo. Esta orden, por una rara coincidencia del
destino, fue publicada el 6 de agosto de 1825; fecha en la cual se declaraba la independencia de
Bolivia.
3
PRIMERA INVASIÓN PERUANA A BOLIVIA (1828)
Los Estados vecinos observaron que la presencia del Ejército Unido en la joven República de Bolívar
se constituía en una fuerza irresistible que era preciso neutralizar para la salvaguardia de sus
intereses nacionales. La fallida anexión de la Provincia de Chiquitos por parte del Brasil era una
prueba fehaciente de esta realidad militar y política.
Entendiendo que era improbable socavar militarmente el poder del Ejército Unido, el paso lógico a
seguir por los poderes que deseaban negar la existencia del Estado boliviano era el fomento de la
sedición al interior de la república y del propio Ejército. Esta estrategia comenzó a dar sus primeros
resultados cuando una parte del escuadrón colombiano “Granaderos de Junín”, acantonado en la
ciudad de Cochabamba, se amotinó el 14 de noviembre de 1826, incitado por el teniente Domingo
Matute.
El Comandante del escuadrón mencionado era el Coronel Felipe Braun. Braun, informado del
problema, trató de llevar el orden a su tropa, pero los amotinados optaron por desertar y se
dirigieron a Salta, territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
El 24 de diciembre de 1827 el batallón colombiano “Voltígeros” se sublevó en la ciudad de La Paz
exigiendo el pago de sus haberes y el premio que se les había prometido por sus servicios en la
Guerra de Independencia. Fueron apresados por los sublevados el General Gregorio Fernández,
Prefecto de La Paz, y los Generales Pérez de Urdininea y Figueredo, así como el Coronel Braun.
El Prefecto Fernández, recurriendo a los vecinos de la ciudad de La Paz, consiguió reunir la suma de
20.000 pesos que entregó a los rebeldes a manera de satisfacción de sus demandas. Los oficiales
prisioneros pudieron liberarse gracias a la ayuda del capitán colombiano Valero; libre el Coronel
Braun, pudo recuperar el control de los Granaderos a su mando, que en principio se encontraban
entre las tropas rebeldes.
Braun y sus hombres, después de una breve escaramuza con los sublevados, salieron de la ciudad
de La Paz; estos últimos, sabiendo que ya se habían movilizado fuerzas para neutralizarlos,
decidieron abandonar la ciudad y dirigirse hacia el Perú. En persecución de los rebeldes se lanzó el
General Pérez de Urdininea al mando del Batallón 2º y de los Húsares de Colombia.
Finalmente, ambos bandos entraron en combate a cinco leguas de la ciudad de La Paz, en la capilla
de San Roque. Los rebeldes fueron derrotados en un sangriento enfrentamiento, habiendo
fallecido cerca de 100 hombres de esta tropa; 700 prisioneros fueron conducidos a La Paz y sus
principales cabecillas ejecutados.
La sublevación había sido instigada desde el Perú por el General Agustín Gamarra, que se
encontraba acantonado en el río Desaguadero; prueba de este hecho es que el instigador principal
de la rebeldía, el Sargento José Guerra (alias, Grados o Graos), remitió un parte de los hechos al
General Gamarra en los siguientes términos: “Yo espero que la nación peruana, como el digno
general bajo cuya garantía se ha verificado este cambiamiento, tenga la generosidad de aprobar
todos los empleos que he dado a los autores de él…”
El punto culminante de la rebeldía de las tropas colombianas es la revuelta que llevan a cabo las
tropas del regimiento “Granaderos de Colombia” en contra del Mariscal de Ayacucho en la ciudad
de Sucre el 18 de abril de 1828. El Mariscal, tratando de someter a la obediencia a las tropas
insurrectas, sufrió una herida de arma de fuego en el brazo derecho que le obligó a retirarse.
Los rebeldes, dirigidos por el argentino Guillermo Caínzo, tomaron prisionero a Sucre con serio
peligro para su vida, que probablemente fue salvada por la actitud y el cuidado de importantes
personas de la ciudad de Sucre.
El Prefecto de Potosí, General Francisco López de Quiroga, acudió en defensa del Mariscal Sucre al
mando de 74 hombres del “Regimiento Cazadores”, que en esta ocasión actuaron como tropa de
infantería, más 24 hombres a caballo. El 22 de abril López atacó a los insurrectos, logrando
dispersar sus fuerzas después de media hora de combate.
El levantamiento de los “Granaderos de Colombia” había sido controlado, sin embargo, las
consecuencias del mismo fueron trascendentales para el Estado boliviano. En el ámbito interno,
Antonio José de Sucre redactó su renuncia al cargo de Presidente de la República; en el ámbito
externo, el General Gamarra cruzó el río Desaguadero e invadió el territorio nacional con 5000
hombres, bajo el pretexto de garantizar la vida del Mariscal de Ayacucho y restaurar el orden
interno de Bolivia. La invasión se produjo el 30 de abril de 1828
En los primeros días de mayo de 1828 la fuerza invasora peruana ingresa a la ciudad de La Paz.
La posición de Bolivia se debilitó en extremo cuando el Coronel Pedro Blanco, (¿Qué TE PARECIO
LA ACTITUD DEL GENERAL BLANCO?) acantonado en la ciudad de Potosí y al mando de un
escuadrón de caballería y un batallón de infantería, prefirió la defección. Las fuerzas bolivianas,
confiadas a las órdenes del General Pérez de Urdininea, debían reunirse en Oruro para enfrentar al
invasor; sin embargo, Blanco optó por retirarse hacia el sur con sus tropas.
Estas circunstancias obligaron a Pérez de Urdininea a buscar una solución negociada con Gamarra.
El 6 de julio de 1828 se suscribió el Ajuste de Piquiza que, por sus características, es más una
Capitulación que un acuerdo libre entre dos Estados soberanos.
El Ajuste de Piquiza, en términos generales, tenía el siguiente contenido: Bolivia debía llevar a cabo
la evacuación de las tropas colombianas que se encontraban en su territorio como parte del
Ejército Unido; la Asamblea Constituyente debía reunirse para aceptar la renuncia del Mariscal
Sucre a la Presidencia de Bolivia y nombrar un gobierno provisional; posteriormente, debía
reunirse un nuevo Congreso con la finalidad de modificar la “Constitución Vitalicia” elaborada por
el Libertador Bolívar. ¿Qué ESTABLECIA EL AJUSTE DE PIQUIZA?
El “ajuste” contenía también un compromiso que estipulaba la forma en que el ejército peruano
debía abandonar territorio boliviano según se fueran cumpliendo las demandas políticas de la
fuerza peruana. Adicionalmente, el Gobierno boliviano se comprometía a sufragar los “gastos” en
que había incurrido el Perú para la realización de esta campaña
En Piquiza, Gamarra consiguió que el General Pedro Blanco, que se había negado a marchar en su
contra, fuese ascendido al grado de General de Brigada, confirmando de esta manera la existencia
de un acuerdo entre ambos y la razón de las acciones de Blanco.
El 2 de agosto de 1828, Gamarra y su ejército ingresaron a la ciudad de Sucre. El 3 de agosto se
reunió la Asamblea Convencional que se había estipulado en Piquiza; muchos de los diputados
integrantes de la Asamblea habían sido designados a instancias del propio Gamarra.
La Asamblea nombró Presidente de la República al General Andrés de Santa Cruz, que se
encontraba en Chile realizando actividad diplomática en nombre del Estado peruano. Como
Vicepresidente fue nombrado José Miguel de Velasco, quien asumió la Presidencia Interina hasta
que Santa Cruz retornara a Bolivia.
Los acuerdos de Piquiza ya habían comenzado a cumplirse, pero Gamarra no daba señales de
querer desalojar territorio boliviano. En estas circunstancias, la Asamblea Convencional se
manifestó pidiendo al General Peruano que cumpliera con su compromiso de abandonar Bolivia.
Gamarra en carta de 3 de septiembre de 1828 anuncia al Ministro de Relaciones Exteriores de
Bolivia, Dr. Casimiro Olañeta, que dejaba con su ejército Bolivia porque la “dominación extranjera”
en el país había cesado.
No obstante, Gamarra antes de retornar al Perú se reunió con el Coronel boliviano José Ramón de
Loayza. Loayza, con el aval de Gamarra depone al Prefecto de La Paz, Baltazar Alquiza, y declara la
independencia del Departamento de La Paz bajo el nombre de República del Alto Perú. A
continuación, nombra como Prefecto a Crispín Diez de Medina y reúne una fuerza de 300 hombres
para defender sus medidas.
El Presidente Interino José Miguel de Velasco acudió desde Chuquisaca para sofocar la rebelión,
pero al llegar a la ciudad de La Paz decide negociar con el cabecilla separatista. Como resultado de
la negociación Loayza fue elevado a la condición de General de Brigada, a fin de restaurar su
lealtad al Estado boliviano.
¿Quién ERA GAMARRA?
¿Qué OPINAS SOBRE ESTE CONFLICTO INTERNACIONAL?
4
GUERRA DE CONFEDERACIÓN CON EL PERÚ (1835-1836)
El 24 de mayo de 1829 el Mariscal Andrés de Santa Cruz juró al cargo de Presidente de la República
ante el Prefecto del Departamento de La Paz. Santa Cruz emprendió de manera inmediata la
reorganización del Estado boliviano, obra que termina en un tiempo muy breve a expensas de
grandes esfuerzos económicos de parte del Estado y la población boliviana.
Las reformas administrativas fueron significativas y entre ellas se encontraba la reconstitución y
fortalecimiento del Ejercito Nacional. La mayor parte de los historiadores que abordan el tema
concluyen que el gran objetivo que perseguía Santa Cruz al fortalecer su situación militar era el de
unir las Repúblicas de Perú y de Bolivia en un solo Estado confederado. ¿Qué HIZO SANTA CRUZ
PARA TRATAR DE CONFORMAR LA CONFEDERACION PERU BOLIVIANA?
Persiguiendo este objetivo, Santa Cruz promovió la sedición en el Perú favoreciendo a los partidos
que aspiraban a constituir un Estado independiente en el sur del territorio peruano. Con este
propósito inclusive llegó a permitir que el General Gamarra, exiliado por entonces en territorio
boliviano, retornara al Perú para tomar el mando de fuerzas insurrectas que se habían rebelado en
contra del Gobierno de dicho país.
El Gobierno de Luis José de Orbegozo, Presidente del Perú, experimentaba una fuerte oposición
que se traducía en una serie de sublevaciones que debilitaban su autoridad. El General Felipe
Santiago de Salaverry, líder principal de las facciones rebeldes, desconoció al Presidente Orbegozo
y se hizo del control de la ciudad de Lima; Orbegozo solamente pudo conservar el control de la
sureña ciudad de Arequipa.
En estas circunstancias Orbegozo se vio obligado a pactar con el Mariscal Andrés de Santa Cruz,
aceptando las condiciones que imponía Santa Cruz. Estas condiciones eran las siguientes: Aceptar
el ingreso de un ejército boliviano, al mando de Santa Cruz, que llevara a cabo la “pacificación” del
Perú; Permitir a los Departamentos del sur del Perú constituirse en Estado independiente; reunir
Asambleas en ambos Estados peruanos para aprobar la Confederación de los mismos con el Estado
boliviano; reconocer al Mariscal Santa Cruz como protector de la Confederación emergente.
El General Anselmo Quiróz, como representante del Gobierno presidido por Orbegozo, firmó el
Tratado de La Paz en el cual se reconocían las condiciones antes mencionadas en fecha 15 de junio
de 1835. El ejército de Santa Cruz, acantonado a orillas del río Desaguadero, invadió territorio
peruano el 16 de junio de 1835, sin haberse producido la ratificación del Tratado por el Congreso
boliviano; hecho que eventualmente tuvo lugar el 22 de julio de 1835.
Santa Cruz, a la cabeza del ejército boliviano, avanzó hasta el puerto peruano de Puno. El 8 de julio,
en la cercana población de Vilque, Santa Cruz y Orbegozo sostuvieron una reunión en la cual el
presidente peruano comprometió la participación de tropas peruanas. El 22 de julio, en la
población de Lampa, al ejército boliviano se incorporó una división peruana, fuerte de 1.000
hombres, al mando del General Blas Cerdeña; a partir de ese momento la fuerza combinada pasó a
denominarse Ejército Unido.
Para enfrentar al Ejército Unido, Gamarra y Salaverry dejaron de lado sus diferencias políticas y
celebraron un acuerdo el 27 de julio de1835. Dicho acuerdo reconocía a Gamarra como Jefe
Supremo del Perú, y a Salaverry como Comandante en Jefe del ejército peruano.
La campaña militar tiene su primer gran episodio en la Batalla de Yanacocha el 13 de agosto de
1835. En Yanacocha Santa Cruz se alza con la victoria, destruyendo un primer ejército peruano y
neutralizando las ambiciones políticas del comandante de dicho ejército, el General Gamarra;
quien, a poco de haber retornado a Lima, fue arrestado y exiliado en la República de Costa Rica.
Santa Cruz ocupó la ciudad del Cuzco el 16 de agosto sin oposición, porque los habitantes la habían
abandonado temiendo actos de vandalismo de parte del ejército victorioso
Salaverry aún tenía un fuerte ejército a su mando y el control de la flota naval del Perú. Bolivia no
contaba con fuerza naval propia, razón por la cual Salaverry empleó su dominio del mar para llevar
a cabo un desembarco en las cercanías del puerto boliviano de Cobija durante el mes de
septiembre. El Coronel Peruano Quiroga, al mando del regimiento “Carabineros” de 400 hombres,
atacó la población boliviana que estaba protegida por 80 policías al mando del Coronel Gaspar
Aramayo; la fuerza peruana se hizo de la victoria después de algunas horas de combate, en el cual
falleció el comandante boliviano.
Las tropas peruanas desmantelaron el puerto boliviano el 24 de septiembre de 1835, luego de lo
cual retornaron al puerto de Pisco donde fueron recibidos con honores por el propio Salaverry. El
peligro que representaba la flota naval peruana, evidenciado por su acción sobre Cobija, detenía el
avance de las tropas de Santa Cruz quien temía un nuevo y más contundente desembarco peruano
que desplegara tropas en su retaguardia y amenazara directamente a Bolivia.
El 9 de noviembre el Batallón 1º de Bolivia se enfrentó con las fuerzas peruanas comandadas por el
Coronel Porras en el combate de Ninambas. Después de un audaz ataque en el cual las tropas
bolivianas cruzaron el río Pampas, los peruanos fueron obligados a retroceder precipitadamente
hasta las cercanías de la población de Cangallo; en este lugar fueron finalmente rendidos por el
Batallón boliviano al mando del Coronel Guilarte.
El General peruano Quiróz y sus tropas, que actuaban como parte integrante del Ejército Unido,
pudieron prevenir el desembarco de las tropas de Salaverry en la zona de Camaná enfrentando a
un regimiento enviado por Salaverry al mando del Coronel Arrisueño. Esta acción, que tuvo lugar el
23 de noviembre de 1835, se conoce como el Combate de Ananta.
Salaverry estaba decidido a entablar combate con el grueso del Ejército Unido, razón por la cual
comprometió su posición ventajosa en la costa e hizo avanzar a una parte de su ejército al mando
del Coronel Mendiburu sobre la ciudad de Arequipa, localidad que fue ocupada el 31 de diciembre.
El alejamiento de Salaverry de la capital peruana posibilitó que el General Orbegozo, aliado de
Santa Cruz, ocupara la ciudad de Lima el 6 de enero de 1836. (Historia Militar, 13)
El General Quiróz, al mando de 700 hombres, tomó posición en la localidad de Yura, cercana a
Arequipa. Sabiendo este hecho, Salaverry envió dos columnas con la intención de atrapar entre dos
fuegos a Quiróz; este último se replegó hacia la zona de Gramadal donde hizo resistencia a las
columnas destacadas en su contra, y a tropas adicionales comandadas por el propio Salaverry. La
fuerza peruana no pudo vencer a Quiróz y debió retirarse en derrota al aproximarse el grueso del
Ejército Unido al mando de Santa Cruz.
Salaverry, al ver comprometida su situación en Arequipa, se retiró de la ciudad el 3 de febrero de
1836. Perseguido por la vanguardia del Ejército Unido, comandada por el Coronel José Ballivián,
tomó posición defensiva a orillas del río Uchumayo y pudo vencer a las tropas conducidas por
Ballivián. En este combate, que tuvo lugar el 4 de febrero, Ballivián resultó herido y el Ejército
Unido debió emprender la retirada sin haber tenido éxito.
El 7 de febrero, el ejército peruano de Salaverry se encontraba marchando hacia el puerto de Islay,
desde donde pretendía embarcarse hacia una posición más segura; en tales circunstancias fue
alcanzado por el Ejército comandado por Santa Cruz y debió tomar posiciones de combate en la
loma de Socabaya. La batalla que tuvo lugar fue dura y se desarrolló con altas y bajas para ambos
ejércitos; sin embargo, Santa Cruz se alzó con la victoria debido a la oportuna participación de sus
reservas.
Salaverry logró escapar en dirección de Islay, donde fue hecho prisionero el 9 de febrero. Por
orden de Santa Cruz fue sometido a una corte marcial integrada por dos oficiales peruanos,
instancia que le declaró culpable y ordenó su ejecución que tuvo lugar el 18 de febrero de 1836.
De esta manera Santa Cruz terminaba la campaña de forma victoriosa, haciendo posible la
concreción política de la Confederación Perú Boliviana.
11
GUERRA DEL CHACO BOREAL (1932- 1935)
Tanto para Bolivia como para el Paraguay el siglo XX comenzó con avances en sus respectivas
posiciones en el Chaco; ambos países levantaban fortines militares, aunque con distintos niveles de
énfasis porque el problema chaqueño era de vital importancia para el Paraguay, mientras que para
Bolivia se manifestaban otras amenazas con mayor intensidad.
El 22 de abril de 1927 se suscribió en Buenos Aires el Protocolo Gutiérrez - Díaz León. En esta
negociación se revelaron profundas diferencias doctrinales entre las posiciones de Bolivia y
Paraguay, que anticipaban el estancamiento indefinido de la búsqueda de una solución. Las
principales diferencias en cuanto a la doctrina de ambos estados eran, a saber:
Para Bolivia la cuestión de Chaco es fundamentalmente territorial, puesto que la finalidad es la
determinación de la pertenencia del territorio que es motivo del litigio. Paraguay, por otra parte,
interpreta el diferendo como un simple problema de límites; siendo, por tanto, el fondo de las
negociaciones el de garantizar un juicio de deslinde y no así un juicio de propiedad, como defiende
Bolivia.
Bolivia invoca los derechos de la Real Audiencia de Charcas sobre la integridad del territorio del
Chaco Boreal. Paraguay, en contrapartida, sólo acepta el deslinde entre la antigua Gobernación
Militar de Chiquitos y las Provincias del Alto Perú de 1825, con la antigua Provincia del Paraguay.
Bolivia, acudiendo al Protocolo Gutiérrez Díaz León esperaba determinar con el Paraguay una zona
de arbitraje. Paraguay entiende que la totalidad del Chaco Boreal es suyo, y sus esfuerzos están
orientados a la determinación de los límites Norte y Oeste del que cree es su territorio; por lo
tanto, no considera que sea necesario establecer una zona de arbitraje.
El acuerdo fue imposible de alcanzar; no obstante, el Paraguay se benefició con el mantenimiento
del Statu - Quo establecido en 1907. Las conferencias se cerraron el 12 de julio de 1928.
El Paraguay construyó varios puestos militares en las márgenes del río del mismo nombre, el más
importante de todos ellos, por su envergadura, era Fuerte Olimpo. No obstante, eran los fortines
“Galpón” y “Patria” los que le cerraban directamente el acceso a Bolivia al río Paraguay. Sobre el
río Pilcomayo se fundaron otros puestos en las cercanías de los Esteros de Patiño, con proyección
hacia Pozo Colorado y Nanawa, prácticamente en el centro del territorio en disputa.
Bolivia había construido entre 1923 y 1928, 11 fortines de avanzada en el Chaco: “Muñoz” y
“Saavedra” en 1923; “Sorpresa” y “Trifunqué” en 1926; “Vanguardia”, “Paredes”, “Pando”,
“Vitriones”, “Alihuatá”, “Arce” y “Cuatro Vientos” en 1927.
Sin embargo, Querejazu anota lo siguiente: “Mientras el Paraguay tomaba posesión del Chaco
mediante el sistema de concesiones graciosas” a capitalistas argentinos y de otros países, la acción
de Bolivia era débil y esporádica. La penetración paraguaya daba “inmediato rendimiento
industrial”.
A fines de 1928, el apresamiento de un oficial paraguayo por fuerzas bolivianas motivó el ataque
paraguayo a Fortín Vanguardia el 5 de diciembre de 1928. Bolivia en represalia tomó los fortines
paraguayos Boquerón y Mariscal López. El Presidente Siles, considerando que Bolivia no estaba
preparada para una conflagración bélica, prefirió buscar la paz.
Un comité de Conciliación de varias naciones latinoamericanas determinó que la responsabilidad
era del Paraguay. Este país debió reconstruir y abandonar Vanguardia; Bolivia también fue obligada
a dejar los fortines tomados.
Ya se habían producido los graves incidentes de Laguna Pitiantuta (Chuquisaca), con el desalojo
militar de las fuerzas bolivianas de esta posición, efectuado por tropas paraguayas entre el 15 y 16
de julio de 1932. Bolivia responde tomando los fortines paraguayos Toledo, Corrales y Boquerón,
entre el 24 y el 31 de julio de 1932, comenzando de esta manera la Guerra del Chaco.
La primera fase de la guerra se extiende desde los sucesos de Laguna Chuquisaca hasta la batalla
de Campo Jordán en marzo de 1933; teniendo como sucesos más significativos la gloriosa defensa
de Boquerón y su caída. La segunda fase de la guerra tuvo lugar el año 1933, teniendo como punto
sobresaliente la fracasada ofensiva boliviana sobre Nanawa, que concluye el 4 de julio de 1933. La
tercera fase se extendió, fundamentalmente, durante 1934 que tiene en lo militar su punto
culminante en la retirada estratégica boliviana de “Ballivián” y la caída del Presidente Salamanca.
La cuarta y última fase del conflicto se disputó el año 1935, y tiene como hechos principales la
batalla de Villamontes y la recomposición del Ejército boliviano.
El 12 de junio de 1935 se firma en Buenos Aires un Protocolo Preliminar de Paz con el cual cesan
las hostilidades en el Chaco, cuando el dispositivo militar paraguayo estaba a punto de
quebrantarse ante la derrota en Villamontes. Hacia el final del conflicto se hizo evidente el apoyo
de las grandes potencias del cono sur, Brasil y Argentina, a la causa paraguaya.
El tratado de Paz definitivo se firma el año 1938, este documento fue elaborado bajo una premisa:
“sin vencedores ni vencidos”.
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SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (1942 – 1945)
Entre la mayoría de los ciudadanos bolivianos es prácticamente desconocida la participación de
Bolivia en la Segunda Guerra Mundial, y su trascendencia en el resultado final de la misma. La
historiografía boliviana ha relativizado el significativo aporte económico del país y las
repercusiones nacionales e internacionales que se desprenden de la participación de Bolivia en el
conflicto.
El papel de Bolivia comienza a prefigurarse cuando el país todavía se encontraba empeñado en el
esfuerzo bélico de la Guerra del Chaco con el Paraguay. En los Estados Unidos de Norteamérica el
Comité de Relaciones Exteriores del Congreso, estableció un subcomité encargado de estudiar la
dependencia de ese país con respecto a “materiales estratégicos” que se obtenían de fuentes
externas.
El subcomité determinó en su estudio que el estaño era “uno de los materiales más importantes
en el esquema de la defensa nacional”. La utilización del estaño era, de hecho, bastante amplia
porque sus cualidades le permiten recubrir y proteger otros metales, reduciendo los efectos de la
fricción y permitiendo que metales diferentes puedan ser unidos en un solo dispositivo. También
era utilizado ampliamente en el envasado de alimentos, debido a su capacidad de conservación.
El estudio era enfático en el hecho de que Estados Unidos consumía la mitad del estaño que se
producía en el mundo; sin embargo, no contaba con yacimientos importantes del mineral en su
territorio nacional, ni poseían plantas de fundición para procesar el mismo. Esta circunstancia
obligaba al estado norteamericano a comprar estaño refinado de industriales establecidos en
Malasia e Inglaterra, en un volumen de 90% y 10%, respectivamente.
Cuando la Segunda Guerra Mundial dio inicio el 1 de septiembre de 1939, con la invasión alemana
de Polonia, el Gobierno de los Estados Unidos decidió planificar una estrategia para afrontar el
conflicto, ante la eventualidad de que la guerra desatada en Europa se extendiera hasta
Norteamérica.
Un nuevo subcomité del Congreso estadounidense recomendó al Poder Ejecutivo la inversión de
10 Millones de dólares anuales en la compra de “materiales estratégicos” para garantizar la
defensa del país. Este segundo subcomité estableció que el estaño era “el más importante y el más
caro de los metales estratégicos”, y se planteó la necesidad de comprar hasta 100.000 toneladas
del mismo.
El año 1939, a pesar de la decadencia en la que había entrado la explotación del estaño, Bolivia
poseía el mayor yacimiento de filones de estaño conocido en el mundo hasta esa fecha; no
obstante, la orientación política del Gobierno boliviano era una seria preocupación para los
intereses bélicos norteamericanos. Germán Busch Becerra, de padre alemán, era Presidente de
Bolivia y se especulaba que había establecido contactos políticos y económicos con Alemania.
Estos hechos habían enfriado las relaciones diplomáticas entre Bolivia y Estados Unidos. Sin
embargo, el 22 de agosto de 1939, diez días antes de que comience oficialmente la Guerra, Busch
murió en circunstancias que todavía no se encuentran esclarecidas.
Entonces los Estados Unidos comenzaron a trabajar para que Bolivia se alineara con la causa de los
países aliados, entablando conversaciones con los Gobiernos del General Carlos Quintanilla y del
General Enrique Peñaranda. Ambos Gobiernos se mostraron reticentes a formar parte de una
alianza en contra del Eje que habían conformado Alemania, Italia y Japón; debido a ciertas
simpatías ideológicas, pero fundamentalmente porque los alemanes y sus aliados estaban ganando
la Guerra por entonces.
La situación cambió el 18 de julio de 1941, cuando el Secretario de la Legación diplomática de los
Estados Unidos, Douglas Jenkins, hizo conocer a la Cancillería de la República una carta del
agregado de la embajada boliviana en Alemania, Mayor Elías Belmonte, cuyo destinatario era el
representante de la Embajada alemana en La Paz, Ernest Wendler. El contenido del documento
hablaba de un complot para derrocar el Gobierno del General Peñaranda, e instaurar en su lugar
un régimen pro– Nazi en Bolivia.
El Gobierno boliviano tomó medidas de forma inmediata: el Mayor Belmonte fue degradado y su
estatus diplomático desconocido; se procedió a censurar varios periódicos de tendencia
nacionalista, como “La Calle”, “Busch” e “Inti”; y la comunidad alemana fue sometida a un intenso
escrutinio. Pero la medida más importante que se adoptó fue la expulsión del embajador alemán
de Bolivia.
Posteriormente se llegó a saber que la carta de Belmonte a Wendler había sido falsificada por la
inteligencia inglesa, como parte de sus esfuerzos por inclinar a los Gobiernos de Sudamérica hacia
los países Aliados. La estratagema dio resultado en Bolivia, inclinando a su Gobierno a la
colaboración con los Estados Unidos en sus aprestos bélicos.
El 4 de noviembre de 1940, el representante diplomático estadounidense suscribió un contrato por
5 años con todos los productores de estaño bolivianos, con excepción de Simón I. Patiño, para la
venta exclusiva del mineral a Estados Unidos. Posteriormente se produjo la ruptura de relaciones
diplomáticas con Alemania, Italia y Japón.
El 7 de diciembre de 1941, el Imperio del Japón atacó la base naval de Pearl Harbor, en las islas
Hawái de los Estados Unidos, acción que determinó el ingreso de este país a la Guerra. Este
movimiento agresivo incluyó también la ocupación de Hong Kong, Guam, Birmania, Borneo,
Filipinas y la península de Malasia. Todos estos territorios estaban bajo el dominio japonés antes
de que concluyera el mes de febrero de 1942.
En lo que concierne a Bolivia, la invasión japonesa de Malasia había convertido, de hecho, al país
en la única fuente de estaño para la industria bélica de los países Aliados, particularmente de los
Estados Unidos y Gran Bretaña. Para el procesamiento del estaño boliviano, los norteamericanos
encargaron la construcción y administración de una Planta a la compañía holandesa N.V. Billiton
Maatschappij . Las instalaciones fueron construidas en el Estado de Texas y recibieron el nombre
de Fundición “Long Horn”.
Bolivia declaró la Guerra a los países del Eje (Alemania, Italia y Japón) el año 1942. Esta decisión
motivó al Gobierno de Franklin D. Roosevelt para invitar al General Peñaranda a realizar una visita
oficial a los Estados Unidos, hecho que se produjo en mayo de 1943. Durante su visita, la Casa
Blanca hizo público un documento que decía: “Bolivia se encuentra atareada en la producción de
materiales estratégicos, especialmente estaño, tungsteno, caucho y quinina, con los que
contribuye inmensamente a la derrota final de las potencias del Eje”.
En el encuentro que tuvo lugar entre Peñaranda y Roosevelt, el presidente norteamericano le
aseguró al mandatario boliviano que, a la conclusión de la Guerra, Bolivia ocuparía un lugar
distinguido entre las naciones que determinarían el futuro de la humanidad; también le manifestó
que, reunidas las potencias vencedoras, escucharían y apoyarían a Bolivia en sus esfuerzos por
recuperar una salida soberana al Océano Pacífico.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Bolivia y otras 49 naciones se reunieron el 25 de abril de
1945 en la ciudad de San Francisco, para discutir un nuevo sistema de organización internacional
que previniera los horrores de una nueva conflagración mundial. El 24 de octubre se aprobó la
carta que dio vida a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), siendo Bolivia uno de los países
miembros fundadores.
13
GUERRA DE GUERRILLAS DE ÑANCAHUAZÚ (1967)
En carta fechada el 1 de abril de 1965, Ernesto “Ché” Guevara le explicaba a Fidel Castro, líder
triunfante de la Revolución cubana y Presidente de Cuba, que abandonaba la isla y su posición en
el Gobierno para emprender la lucha revolucionaria contra el imperialismo en otras latitudes. Esta
carta, hecha pública por Castro en octubre de 1965, marcaba el comienzo de la expedición del
“Ché” en Bolivia.
En mayo de 1966 una revista italiana publicaba un reportaje en el cual se daba cuenta de que el
guerrillero argentino – cubano se encontraba en Sudamérica, preparando una Guerrilla. La noticia
puso en alerta a todos los Gobiernos de los países andinos.
En Bolivia, los rumores acerca de la presencia del “Ché” en el país tomaron cuerpo cuando Epifanio
Vargas, un civil, hizo conocer a la prensa el 6 de marzo de 1967, que un grupo guerrillero se
encontraba operando en la provincia de Vallegrande. Para controlar la continua alusión de los
medios periodísticos a las supuestas actividades que desplegaba el guerrillero en territorio
boliviano, el General René Barrientos Ortuño, Presidente de la República, en declaración pública
niega que existan actividades guerrilleras en Bolivia.
Sin embargo, el 23 de marzo de 1967, un día después de las declaraciones de Barrientos, una
patrulla militar al mando del Subteniente Rubén Amézaga Faure fue emboscada en un cañadón del
río Ñancahuazú, sufriendo siete bajas a manos de los guerrilleros.
El 10 de abril la guerrilla del “Ché” entabla nuevamente combate con efectivos del Ejército en
Iripití, venciendo nuevamente a la fuerza boliviana; el saldo de la derrota fue 10 militares muertos,
entre los cuales se encontraban 2 oficiales, y 30 prisioneros. Los guerrilleros continuaron
obteniendo victorias sobre el ejército boliviano en Pincal y el Espino.
El primer revés que sufrió la guerrilla fue la captura del francés Regis Debray y del argentino Ciro
Roberto Bustos, el 20 de abril de 1967. La captura de ambos extranjeros le permitió al Gobierno
boliviano certificar el hecho de que el “Ché” Guevara se encontraba en Bolivia, y condenar las
acciones guerrilleras como un acto de intervención foránea en Bolivia.
Guevara comandaba una fuerza compuesta por 52 efectivos; 29 bolivianos, 16 cubanos y el resto
de otras nacionalidades. A fines del mes de abril, la guerrilla se divide en dos grupos, el principal
comandado por el “Ché” y otra columna al mando de Juan Acuña Nuñez (alias, Joaquín). Para hacer
frente a la amenaza, se encargan las operaciones militares a dos Divisiones del Ejército: la Cuarta
División, al mando del Coronel Luis Antonio Reque Terán; y la Octava División, al mando del
Coronel Joaquín Zenteno Anaya. El Ejército boliviano comprobó en la práctica que se hallaba falto
de formación y experiencia en las estrategias y tácticas propias de la Guerra Irregular;
adicionalmente, no contaba con los medios materiales necesarios para afrontar este tipo de
conflicto. En estas circunstancias, entre mayo y julio de 1967 el Ejército se dedicó a establecer un
perímetro de control, con el propósito de aislar a la guerrilla y evitar que sus acciones se extiendan
hacia poblaciones de importancia o áreas vitales del país.
Por otra parte, el Gobierno Nacional gestionó recursos de distinta índole en el exterior. Del
Gobierno argentino se adquirió armas automáticas y munición destinada a equipar 2 batallones de
la Tercera División; el Brasil proporcionó raciones de combate; Estados Unidos entregó a Bolivia
armamento, munición, raciones de combate y, lo más importante, envió un equipo de instructores
pertenecientes a las Fuerzas Especiales de dicho país.
Se ha especulado bastante acerca de la cantidad y composición de los instructores
norteamericanos que llegaron a Bolivia. De manera oficial el grupo de instructores estaba
compuesto por 1 Mayor, 3 Capitanes y 12 sargentos; estos efectivos fueron destinados a Santa
Cruz a tareas de formación a impartirse en el Regimiento “Manchego”.
Mientras el Ejército boliviano se reorganiza para enfrentar las acciones guerrilleras, el “Ché”
Guevara fracasa en su intención de obtener el apoyo del Partido Comunista Boliviano (PCB) y
tampoco logra concitar el entusiasmo y la adhesión de los campesinos de la zona en la cual
operaba. En estas circunstancias, la fuerza guerrillera se debilitaba con el paso del tiempo.
El 30 de julio se produce la primera victoria del Ejército boliviano sobre la guerrilla. Un mes
después, el 31 de agosto de 1967 el Capitán Mario Vargas Salinas, al mando de su columna,
embosca al grupo guerrillero comandado por el Comandante “Joaquín” en el Vado del Yeso, del río
Masicurí. En la acción fue destruido el grupo guerrillero y murió la guerrillera Tamara Bunke (alias,
Tania).
Después de una muy publicitada incursión del “Ché” Guevara en la localidad de Samaipata, el
Ejército boliviano destacó al Regimiento “Manchego”, instruido por militares norteamericanos y
equipados sus efectivos con armamento apropiado, para localizar y derrotar la guerrilla. La Unidad
militar, rebautizada como “Regimiento de Asalto”, cumplió con la misión asignada en 15 días.
El 8 de octubre de 1967, el grupo comandado por Ernesto “Ché” Guevara es rodeado y vencido en
la quebrada del Churo (Yuro). Guevara, herido, es tomado prisionero por el Capitán Gary Prado
Salmón y conducido a la población de la Higuera. En una controvertida decisión, de la cual el
propio Presidente Barrientos tomó responsabilidad, el Comandante guerrillero fue ejecutado y su
cuerpo exhibido a la prensa nacional e internacional, como prueba de su derrota.
Sin embargo, cinco guerrilleros, bajo el mando de Inti Peredo, logran evadirse del cerco realizado
por el Ejército boliviano y posteriormente escapan del país con dirección a Chile.
Posteriormente, en la década de los años 70, se intentaron nuevas experiencias guerrilleras sin
ningún éxito. No fue el caso de Perú y Colombia que sufrieron el embate de grupos guerrilleros
fuertes. Colombia, en la actualidad, todavía soporta el accionar de dos grupos guerrilleros en su
territorio.
¿Qué ES UNA GUERRILLA ?
¿Quién ERA ERNESTO CHE GUEVARA? ELABORA UNA BREVE BIOGRAFIA
¿EN QUE LUGARES OPERO LA GUERRILLA DEL CHE GUEVARA?
COMO Y DONDE MURIO EL CHE GUEVARA?
BIBLIOGRAFÍA
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2. Luis Fernando Sánchez G., Historia de la Guerra del Chaco: Boquerón 1932; Instituto
Geográfico Militar; La Paz– Bolivia; 2004.
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Edición; 1981.
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2006.
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Cia. S.A.; Cuarta Edición, corregida; La Paz– Bolivia; 2001.
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10. Rodolfo Becerra R.; El Tratado de 1904, La Gran Estafa, Segunda Edición; Pág. 59; Editorial
“Plural”; La Paz –Bolivia; 2004.