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CHILENA
enel
EXILIO
1 Editorial
Victor M. Valenzuela 2 El Sentimiento Antiyanqui en la Literatura Chilena
Fernando Alegria 5 Manuel
10 Poesiá
Gonzalo Rojas 11 Cifrado en Octubre
Hernán Lavin Cerda 11 Las Bodas
Roberto Contreras Lobos 12 Fenix Chilensis
Juan Armando Epple 12 Noticias de Fctbol
Gonzalo Millan 12 Carcel / Correspondencia
Teresinka Pereira 13 El Paso de los Gansos
O s a r Hahn 13 L a muerte tiene un diente de oro
Guillermo Ravest 13 Solsticio
Gabriel Barra 14 Recado a Kafka
Eduardo Embry 14 N o es que mi casd
German Marin 14 L a lección ,’ Para leer El Mercurio
Toque de Queda / Juntos pero no revueltos
Efrain Barquero 15 Bandos Marcidles
Sergio Macias 15 Cuando el Viento ,I Sermón
Patricia Jerez 15 Exilio / Pacifico
Waldo Rojas 16 A este lado de la verdad
Alfonso Alcalde 16 El mar subió en un 150°/~
Bernardo Baytelman 16 Coniuro para mdtdr J IJ mucrtc E n d m o dc IJ IUL~IILICI~IU
Daniel Riquelme
Leonardo Carvajal Barrios
Juan Rojas 23 Tripulantes dc la Niphla
Guillermo Núñez 29 Diario
David Valjalo 31 Antimemorias
32 Corres pondenc ia
33 Documentos
36 Libros
LITERATURA
CHILENA
EN
EL E X I L I O
Juan ArmandIn
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O N -.,-..-
e l c n n Ocnrin
Camsejo Editorial
gantescas empresas norteamericanas que por medio de la di- César Vallejo; L O S ETERNOS VAGABUNDOS del bolivia-
plomacia del dólar y favores polÍticos podian mantener y no Roberto Leyton; L A F A B U L A D E L TIBURON Y L A S
controlar gobiernos que protegiesen sus propios intereses y SARDINAS del guatemalteco Juan José Arévalo, etc. etc.
los de sus aliados. En Chile, por tener una economía directamente relacionada
2
Fotografi’a de Marcelo Montecino.
in sus recursos naturales, especialmente mineros, se han lizado, cuyo sabor disfraza un poco de anis o de menta,
crito un sinnúmero de obras cuyo tema central ha sido el ellos lo hacen con whisky de veinte pesos la botella. Y si
>entimientoantiyanqui. Por falta de espacio me limitaré a hombres relativamente cultos que disfrutan del más refinado
)mentar “a vuelo de pájaro” sólo las más conocidas. confort, que no están sujetos a fatigas fisicas, no pueden sus-
L masacre, en lquique, del 21 de diciembre de 1907 con- traerse al consumo inmoderado de bebidas espirituosas, mu-
1 los iiidefensos trabajadores de las salitreras que se habian cho menos puede hacerlo el obrero ignorante y analfabeto
declarado en huelga para pedir mejores y más humanas con- que después del trabajo queda extenuado y aniquilado por
diciones de trabajo, afectó profundamente a Baldomero Li- el cansancio y cuya morada es una inmunda pocilga. . . . .
110, el primer escritor en Chile que por medio de sus cuentos Los patrones conocen perfectamente esta circunstancia y,
describió con autenticidad los abusos de que eran vktimas como son en casi su totalidad extranjeros, para quienes la
los mineros en Chile. E n 1910 dictó en la Universidad de conservación de la raza y el porvenir de las clases obreras
Chile una conferencia intitulada: “El obrero chileno en la de este pals, son tópicos que no les interesan, sólo atienden
impa salitrera.’’ E n esa ocasión leyó: a que el capital que administran rinda las más altas utilida-
des. Consecuentes con este principio, en vez de dificultar el
“A las tres o cuatro de la mañana el obrero está en la pam- consumo de alcohol lo facilitan, expendiéndolo sin tasa en
pa ejecutando su pesada tarea. Y asl trascurre un dla y otra sus fondas y pulperras.”
hasta que una enfermedad de las muchas que lo acechan o
un accidente del trabajo, como ser la explosión prematura de
un tiro o un trozo de costra que cae sobre él desde lo alto, o Estas palabras del conterenciante son, en verdad, un extrac-
la inmersión en el caldo hirviente de un cartucho, concluyen to fiel de las observaciones que Lillo personalmente hizo de
con su mísera existencia. Para un observador superficial, pa- las condiciones en que vida el jornalero de la región salitrera.
ra un moralista colocado fuera del medio donde actúan Ricardo A. Latchdm, presentó a las autoridades chilenas un
nuestros obreros, nada hay más censurable, extraño, e incom- informe que lleva por titulo CHUQUICAMATA, ESTADO
prendido que su conducta despues del trabajo. E n vez de ir Y A N K E E (1926). El autor confirma lo dicho por Lillo wdn-
a reponerse de sus fatigas al seno del hogar, rodeado de su do escribe: “El resultado final de las pulperias (de la “Chile
mujer y de sus hijos, ese vicioso incorregible prefiere la fon- Exploration Company”) es estrujar a los obreros en vez de
da o un rincón cualquiera donde pueda beber y embriagarse. beneficiarlos. Su negocio principal es la fantástica venta de
Pero para el que observa, tomando en cuenta todos los fac- licor que nos tocó vigilar cuando se hizo alll la farsa de la
tores que determinan este estado de cosas, lo extraño y Isy seca de 1925.” ( p. 70). Latcham, refiriéndose a las
anormal seria que el trabajador de la pampa fuese tempe- condiciones en que vivian los obreros de la ya mencionada
rante. Desde luego no hay nada, absolutamente nada, que compañra norteamericana dice: “los excusados continúan co-
lo induzca a la temperancia, ni siquiera el ejemplo de sus mo focos de pestilencias y de corrupción. Hay muchas de
Datrones, pues el obrero se embriaga con alcohol desnatura- las habitaciones que más parecen pocilgas que casas y en los
Estados Unidos ni se mirarian como zahurdas para los cerdos i Claro ! i Nos chupan a reventar los gringos ladrones I ”
Ni el Presidente Alessandri ni los demás admiradores de Chu- (p. 242).
quicamata han visto estas cosas ni saben que existen. Es De este estado de cosas también se han lamentado otros es-
verdad que hay habitaciones de mejor clase, algunas de las critores chilenos tales como: Eduardo Barrios, Vi‘ctor Doinin-
cuales merecen elogios, pero éstas son las casas de los jefes go Silva, Volodia Teitelboin, Nicomedes Guzmán, Gabriela
y de los 9-incipales empleados, y aún algunas de las ocupa- Mistral, Pablo Neruda, etc. Neruda, el defensor de los dere-
das por los empleados chilenos de la categorra superior; pe- chos humanos, el hombre comprometido con su pueblo, I a-
ro en cuanto a las destinadas a los obreros constituyen, en menta, critica y acusa a quienes sistemáticamente han co n-
su mayor parte, una vergüenza y una calamidad.” (p. 128). vertido a Chile y a sus ciudadanos en esclavos, en despojos
Cuando los obreros le reclamaron a Mr. Burr Wheeler, el humanos. En su poema “La Anaconda Copper Mining Cc1.”
gerente de la “Chile Exploration Company”, para que hicie- dice:
se mejoras en las viviendas de los trabajadores, éste les con- Y o he visto arder en la noche eterna
testó: “Yo he venido aqui‘a conseguir el máximo de pro- de Chuquicamata, en la altura,
ducción de cobre con el mi‘nimo de costo. Lo demás no es el fuego de los sacrificios,
de mi incumbencia.” (p. 155). la crepitación desbordante
Esta falta de consideración y respeto hacia los hispanoame- del ciclope que devoraba
ricanos ( o hacia los chilenos ) de parte de los yanquis la la mano, el peso, la cintura
expresa Andrés Garafulic en su novela C A R N A L A V A C A de los chilenos, enrollándolos
(1932). Por medio del protagonista-ingenieroPablo Duarte bajo sus vértebras de cobre,
explica: “Para ellos (norteamericanos) en toda la América vaciándoles la sangre tibia,
nuestra, en general, no existen más que dos categorras de triturando los esqueletos
hombres, perfectamente delimitadas y, por as¡‘ decir, con- y escupiéndolos en los montes
cretas: los natiue men, -los nativos, nosotros, los hombres de los desiertos desolados.
americanos de piel más o menos blanca, la gente que piensa, ...........
por asi decir, la peligrosa para sus negocios- y los black la gran serpiente se los come,
men, la negrada, el mestizaje, la carne de cañón de sus los disminuye, los tritura,
grandes empresas. . . . . Ante cualquiera de esos señores tú los cubre de baba maligna,
no pasas de ser un nativo, y como tal, no tienes derecho a los arroja por los caminos,
otra curiosidad que la que ellos te permiten desde su encum- los mata con la policia,
brado mirador de norteamericanos.” (p. 101). los hace pudrir en Pisagua,
Por su poder económico y por sentirse un ser superior, el los encarcela, los escupe,
yanqui, amparado por las autoridades chilenas, explota al compra un Presidente traidor
obrero y crea un estado de frustración sin importarle las que los insulta y los persigue,
angustias sufridas por los jornaleros. E n efecto, “gran parte los mata de hambre en las llanuras
de ese descontento se debia casi exclusivamente a la forma de la inmensidad arenosa. . . . .
torpe, desmedrada e injusta en que se trataba al nativo, y
al sistema con que los explotaba la propia compañia, pasan- Toda esta destrucción humana no podri‘a tener lugar sin
do por sobre las reglamentaciones y todas las prescripciones la cooperación de los abogados del dólar o de quienes
de las leyes chilenas.” (p. 312). Según Duarte, las fuertes venden a sus hermanos o a su patria, por eso en “Reci-
empresas norteamericanas explotan primero al hombre hispa- ben Órdenes contra Chile” escribe:
noamericano y por medio de éste, las riquezas naturales. De
esta manera “llegará el dia en que asi‘como vamos perdiendo Pero detrás de todos ellos hay que buscar, hay algO
el cobre, hemos de perder también el salitre, y perderemos detrás de los traidores y las ratas que roen,
el fierro.” (p. 288). Otro personaje, Jorge Vergara agrega: hay un imperio que pone la mesa,
“de tumbo en tumbo, arrastrados por el peso de nuestra que sirve las comidas y las balas.
imprevisión y de nuestra ceguera, vamos cayendo en manos ............
de los Estados Unidos sin hacer el más leve esfuerzo por za- No importa la agonia del pueblo, este martirio
farnos ni escapar a su tremendo abrazo final.” E n efecto, necesitan los amos dueños del cobre: hay hechos:
continúa: “la mayor parte de los pueblos libres de América los generales dejan el ejército y sirven
Hispana ya no son tal, que han dejado de ser libres; que de asistentes al Staff en Chuquicamata,
son lisa y llanamente colonias del capital y gobierno nortea- y en el salitre el general “chileno”
mericanos.” (p. 363). manda con su charrasca cuánto deben pedir
De esta situación peligrosa y suicida no son sólo culpables como alza de salario los hijos de la pampa.
las empresas yanquis, puesto que, agrega Vergara, “hemos Asi‘ mandan de arriba, de la bolsa con dólares,
tenido la desgracia de ser gobernados por hombres vende-pa- asf recibe la orden el enano traidor,
trias comerciando con ellas como hacen las prostitutas con asi los generales hacen de polici‘as,
su cuerpo.” (p. 364). as7 se pudre el tronco del árbol de la patria.
En NORTE GRANDE, N O V E L A D E L S A L I T R E (1939) de
Andrés Sabella, uno de los personajes, Rosendo, afirma: El grito de alarma de Darío no ha sido tomado en serio.
“Chile no nos pertenece; lo pisamos; pero, no es nuestro: el El despojo de las materias primas continúa siendo un
salitre, el cobre, todo, está, acá, junto a nosotros; sin embar- hecho. Y lo lamentable es que las futuras generaciones
go, los que aprovechan nuestras riquezas viven distantes, sin sufrirán debido a esta irresponsable explotación de hom-
idea de nuestras miserias. . . . i Ellos creen que Chile es la bres y de minerales. Y por eso, el sentimiento antiyanqui
gallina de los huevos de ! . . . .Y su amigo agrega: continuará aoareciendo en la literatura hisnanoamericana. e
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d
~ L E G R I A
no obstante, nunca la mandaba, sino que parecía recordarle te. Manuel trataba de amansarla con su recato. Ella lo to-
algunos deberes. Podrían también haber sido marido y mujer maba de la mano y lo arrastraba a correr por playas sin sol,
-nunca lo fueron-, porque comprendían que no los separaba a la orilla de un mar de espuma sucia y helada, como de
nada, excepto, la señora y los chiquillos de la compañerita. E n cerveza, mar grueso y violento, haciendo bulla a la vera de
otras circunstancias, en otro tiempo -edad, sueldo y estado fritangas, pozos petroleros y desagues.
civl considerados-, Manuel y la compañerita podrían haber No se les veía futuro. Sin embargo, lo tenían. Quiero decir,
formado pareja real, es decir. Dooular y pobre. Ahora no. lo tuvieron y lo perdieron. ¿Qué escondía Manuel en esas
L a mesa era redonc iabía cabecera. Las sillas, horas largas que pasaba detrás de los barrotes de su modes-
el sofá, algunas can ,i parecían no ser de nadie, ta ventana? Los niños del barrio jugaban colgándose de una
como comprados d, I I U ~ I IGGI I Buoasta acelerada, o como vieja paulonia y Manuel los espantaba. Quería concentrarse,
prestados por amigos cariñosos pero distrai‘dc 3s. Quizás en trabajar en silencio, sin moscas que le zumbaran, pero la
alguna parte de la casita había un cuarto de lecturas o COS- mujer joven, a la expectativa a sus espaldas, le exigía cosas
turas, un recinto privado, frío y silencioso, (londe la señora exageradas, esfuerzos agotadores, posturas agravantes.
ocultaba SU pro,,,nin Jv n
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iiGe;iv un ropero. Manuel pensaba que una gran herida atormentaba a los hom-
No se veiá. Se suponíd que existiese, pero sin gran seguri- bres rotos de su país, herida antigua que ya no sangraba ni
dad. Las flores de tu jardín, pensaba Manuel, hace tiempo cicatrizaba, estado de conciencia, vacío, o dolor diario, an-
se secaron, ahora crecen hacia los vecinos, se desmayan en gustia realmente que nos llenaba de interrogaciones y nos
mi ventana ahogadas por el yuyo y la cicuta. De repente, cansaba mientras en la ciudad morían poco a poco todos
cuando Manuel no lo esperaba, el jazmín echaba sus hélices, los automóviles, los crepúsculos se hacían más largos y los
10s azahares su frescura y, sobre la reja, se iba de bruces la incendios se transformaban en humo y. cenizas flotantes.
flor de la pluma, sin orden pero morada, frondosa, ligera de Un día llegó la mujer joven y se sentó en el sofá cruzando
guías. Era el verano caluiroso de Santiago con sus calles blan- sus larguísimas piernas. Le preparé una taza de té. Empezó
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a oscurecerse el parque y las ventanas de mis vecinos se que se manejan transacciones de peso y se escriben cifras
abrieron para dejar salir el calor y entrar el poco de aire raras. Se congestiona el tráfico en el centro de Santiago,
que movían los emaliptus. Pensé que la luz nos haría mal no se mueven ya ni autos ni buses en Moneda ni Huérfanos,
y seguimos en la penumbra, ella hablando y yo callado. Se ni Bandera ni Ahumada, el río de gente se atropella y tro-
agitaba, le salían frases quejosas, asombradas, turbias, a pesar pieza en cajones, tarros y baratijas de vendedores ambulan-
del empeño de verdad que acentuaba con los ojos. ¿Entendía tes. Estos santiaguinos hechos de humo negro, teñidos de
Manuel a esta mujer? hoy pienso que no del todo, aunque hollín, observan con curiosidad a la mujer que sobresale
entonces ella se refería a él como a un padrecito pleno de por su blanca altura y que avanza a pesar de ellos movida
bondad y pureza, de sacrificio y perdón. Esta mujer venía por su propia inconciencia de las trampas armadas a su
de inteligencias que los chilenos no comprendemos: traía alrededor. De esta bulla de motores viejos, apartando la
planes i planes para ta vida ! el nacimiento y la muerte, bruma mañanera sale esa mujer y se encierra a planificar
los traía a un medio como el nuestro siempre abierto al . su futuro en un edificio de mármol falso, entre hilos de
salto mortal. Su cancioncilla salpicada de mensajes ingenio- teléfono y máquinas de sumar que huelen a gato. Manuel
sos no me convencía, detrás de las palabras creía adivinar ha quedado muy lejos. Aquí se avalúa una vida. Se ignoran
yo el arreglo o acomodo malicioso de la clase media que la las que crecen y se desenvuelven pero no concluyen en el
formó y le dió su cara además de las piernas envolventes. Pe- mundo llamado de papel donde Manuel preside silenciosa-
ro sufría, eso era cierto, sufría con desgarro de niña volunta- mente.
riosa y dominante a quien, de súbito, no le permiten que se Nadie tiene derecho a juzgar a nadie. Ni siquiera espacio
saque los calzones. ¿Qué quería? ¿Lanzarse por la venta- para opinar. Al atardecer, después del sordo aperitivo en
na? ¿Con quién? ¿Para qué? Sufría profundamente. To- la oscuridad del salón de citas, felpudo y granate, del
do se iba desarmando. La corte de nativos se negaba a Carrera, cuando los autos empiezan a moverse con rapi-
reconocerla y no la respetaba y la insultaba injustamente dez y la Costanera se llena de luces como relámpagos
porque la mujer joven nos entendía y nos olía sin error, y amarillos y se va asentando el casimir y sopla como pez
a nosolros nos dolía y preferíamos lastimarla. Se le fueron nocturno el lamé, acomodando su finura en la mesa dis-
rápidamente los consortes de su pai’s y de nuestra clase alta creta del Bric a Brac, y suenan los corchos y roncan los
porque la identificaron con crueldad entre los náufragos del viejos mozos conservadores y se destapa una repentina olla
turismo pasional. de ostras, el hombre delgado, moreno, crespo y alto, saca
Sin embargo, no era éste su pesar, la desgarradura se abría la cigarrera, crea una nube dorada, dice algunos números,
en zona más íntima y corporal. Se consumía en una soledad habla de quintales y motores más comisiones, y dibuja sin
impuesta por hipócritas. Querían que pagara las consecuen- elegancia pero con precisión y fuerza los términos del nau-
cias de su amor por hombre viejo, que sufriera, se desorien- fragio en que se ahogará Manuel.
tara y desesperara para entregarla después, mansita, a los Se necesita una vida entera para poder decir “anda, no sé
perros de bragueta brava y siempre lista, confiados vendedo- si tienes la razón, pero si tú quieres, no vaciles, házlo”
res de autos, casas, trigos y parientes. Empezaba a ser un cuando la mujer joven se prepara a saltar desde muy alto a
fruto del país y se resistía. ¿Cómo perdonarla? Porque al la cama del hombre desconocido, y primero se limpia, se
quejarse y recriminar no deci’a, en ese tiempo, la verdad. olorosa, se unta con la humedad de sábanas rituales y,
Mentí? como en los tangos. Pero su tango no era criollo, cerrando los ojos, se olvida de Manuel por algunos años.
sino acrobáticcl tocado por la orquesta de Xavier Cugat. Entonces -mientras se da completamente la escena y el
Manuel contó una vez la triste historia de un carpintero que, escenario de la novela que Manuel no escribió nunca-,
laborando y laborando día a día, rendido de cansancio, re- hablamos calmadamente de eso que no entendimos y pasó
gresaba a casa de noche, se acostaba a dormir a pierna suel- a nuestro lado tocándonos apenas indirectamente, eso que,
ta para despertar de repente fulminado porque su mujer des- en el fondo, fue nuestra experiencia de escritores en un país
nuda se le sentaba en la cara. No sé dónde habrá escuchado que se llamó Chile y en un mundo que será Tercero en tér-
este cuento. Sonaba verídico pues Manuel, vestido de terno minos sociales, pero que no tuvo número ni orden para no-
azul, con camisa blanca y corbata a rayas, siempre me pare- sotros.
cía un carpintero cansado, noblemente rendido y ‘en sus me- Manuel, como se sabe, no participó nunca en las mesas bri-
jores ropas para el día de fiesta que no comenzaba nunca. llantes donde los técnicos de la literatura armaban las piezas
Esta mujer joven quería algo que sólo el fondo de la tierra del juego formulista de la nueva novela latinoamericana. Se
podía darle. Manuel lo comprendió y le dijo: Anda, búsca- le vio en los encuentros de Concepción y Viña del Mar de
lo y si lo encuentras, no vaciles. Se lo dijo con voz suave pie con los brazos cruzados escuchando atentamente a escri-
y convencida, tranquilo, así como hablaban los santones de tores muy lúcidos que, poniendo piedra sobre piedra, levan-
Tolstoy o los anarquistas olvidados y tristes de la avenida taban su propia pirámide, y donde los viejos criollos del no-
Santos Dumont, hombres gastados pero recios, a quienes el vescientos dejaban para la posteridad sus casas de tres pa-
viento les borra la cara pero no les entra ni les toca allí tios, sus parcelas, minas y cementerios. Manuel no tenía na-
donde la vida no encontró sentido y la muerte empieza a da que decir. L o había dicho todo en el ciclo de Aniceto
darse por derrotada. Hevia. Así como Huidobro se expresaba en imágenes que
i Cuánto habrá sufrido Manuel ! Con su elegancia natural eran como relucientes trapecios en el cielo altísimo de Car-
de obrero no habló jamás de estas cosas; las puso en su tagena, y así como Neruda hablaba en endecasilabos disci-
lugar y siguió moviéndose un poco más lento y pesado, es- plinadamente dentro del Partido, Manuel pintaba paredes y
cribiendo con su letra larga y extendida, mirando por la casas y en ellas ponía sus gentes -amantes, vagabundos,
ventana, entre los barrotes, solo, estudiando a esos niños proletas, policías, malhechores, filósofos sin escuela, perso-
extraños que golpeaban obstinadamente al árbol del patio nas heridas pero no quebradas-, sin preguntarse por qué
botándole hojas y flores, rasguñándolo, clavándolo, para estaban allí ni como debían estar, ni saber con seguridad
dejar torpemente grabadas sus iniciales, sus flechas y cora- su íntima razón para pintarlos.
zones. Los chilenos lo leían. Rotos y caballeros, civiles y unifor-
La mujer joven frecuentaba calles de negocios y oficinas en mados. L o reconocían desde lejos, pero no lo conoci‘an.
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Vivió diciéndonos por dónde fallábamos, sin jamás indicar Los días que vinieron nos arrastraron rápido, corriente abajo,
ino alguno de salvación. No sabía predicar. E n cambio, Aprendí muchas cosas y, durante un tiempo, supe ex’plicar-
novelas y sus cuentos cantan. Nadie decía que Manuel las con fuerza y convencimiento. E n cambio, hoy pienso
un escritor comprometido. L o era y a fondo. Pero su que se olvidaron de Manuel. Todos saben lo que nuestro
compromiso se reconocía tan sólo al conocerlo a él, y co- país era entonces. Una inmensa red en la que entramos sin
POCOS llegaban a conocerlo no se decía, entonces, que gran dificultad como salmones al amanecer. Manuel pudo
Tuera comprometido. Para Manuel, como para Neruda, es- ser comisario del mundo, inspector general del país, director
cribir era vivir. Sus libros están llenos de huelgas, de cárce- de imprentas o simplemente cónsul. Nadie lo nombró de
les, desfiles, miseria e injusticia. Nadie dice que ellos sean nada. Ni lo llamaron ni le preguntaron. El guardó silencio
,,,dlucionarios. ¿Por qué? ¿No nos mueven a la revolu- como siempre. La noche de las elecciones hubo una gigan-
ción? ¿ A la protesta? No. Nos conmueven. Son la revo- tesca celebración en las calles y en las plazas. Se desbordó
lucion, o, mejor dicho, lo eran cuando Manuel los escribía. el pueblo y corrió cantando y batiendo grandes banderas.
No podía dejar “la pluma” como dicen los maestros, para Yo quedé a varios kilómetros del balcón en que hablaba
tomar el fusil. Esta imagen vino después, mucho des- Allende. No vela sino luces de antorchas. A Manuel no lo
pués, en los días de Guevara en cuyos homenajes par- ví más. ¿Dónde estaba en esos momentos? Probablemente
ticipó Manuel. Durante la campaña de Allende en 1964 sentado en el patio de su casa con un vaso de vino tinto
subimos con Manuel junto a Neruda a un tabladillo que en la mano oyendo cómo las voces de la noche se iban
se levantó en una caleta cerca de Talcahuano. Llegaron mi- calmando y la primavera empezaba de nuevo su trabajo en
les de botes pescadores con banderas rojas flameando. Ma- los árboles y en el campo.
nuel dijo algo que no recuerdo. L a verdad es que no esta- Nunca pudimos ya continuar la conversación iniciada en el
ba ahí para hablar. Se ponía 61 mismo en el tablado como lago. Nunca pudimos decirnos dónde nos habíamos perdido y
ponía a sus figuras en las paredes de sus novelas. Ese era nunca dolernos de la desgracia del compañero que en sus
su lugar y nadie podía moverlo. Comimos un saco de alme- Últimos días sufrió la soledad que ni Manuel, con toda su
jas que abri’amos con los pequeños corvos de los pescadores. vocación y experiencia, llegó a conocer en carne propia.
Neruda dijo que Manuel venía cambiado, combativo, políti- Todos estábamos callados. A Allende le dio pensión y,
camente justo. Pensó que nuestras conversaciones en el lago como toda persona que conoce esta enfermedad sabe, se
habían sido buenas. Después habló de la calle Maruri y les fue cayendo de espaldas, más canoso, más pensativo y sabio.
explicó a los compañeros la época de los crepúsculos y me El mundo se detiene y quiere hacerle preguntas. Allende
pidió que diera detalles de mis días ahí como estudiante. sabía tanto en esos momentos que prefirió no responder.
¿Por qué era revolucionario Manuel? Porque era pueblo, Pasó la tarde del domingo 9 de septiembre un poco solo,
pobre y asalariado y tenía clara conciencia de serlo. Si que- escuchando. Al verlo decaído lo invitaron a quedarse a la
ría un bien para él, lo quería asímismo para toda la clase fiesta de una de sus hijas. Pidió que le trajeran a Angel
trabajadora. No hacía distinciones sutiles. Parco y profundo Parra y se lo trajeron y el Angel cantó como ángel ronco,
como era sabía que su suerte se componía de pocas, muy vinoso, encigarrado, con voz anochecida del campo y ama-
pocas posesiones, las indispensables para llamarle vida y no necida en todas las parás. Y a Allende le gustó eso. Y se
perderla ni hipotecarla ni contrabandearla. Esa Única vida alegró y se sonrió. Al día siguiente se levantó temprano y
que le tocó al lado de camaradas secos, sufridos, igual al subsiguiente más temprano aún. Y entonces se agarró a
que él, orgullosos de su fuerza y de su paciencia, tanto tiros con los traidores que vinieron a matarlo.
como de su rebeldi’a apagada a veces o tal vez solamente Otras cosas pasaron, muchos conocidos desaparecieron. No
postergada. los veremos más. Días antes le dije a Manuel ¿no crees que
Así es que Manuel vino a morir en 1973 como Allende, de vinimos al Último acto pudiendo quizás llegar al primero?
quien estuvo muy cerca, aunque pocos se dieron cuenta. Pero no se lo dije. Estuve callado oyéndolo y observándolo.
La mujer ‘joven, mientras tanto, desapareció tal cual vino, Acostado, puso las manos aetrás de la nuca y, d veces,
volando con sus alas de plástico por cielos pavimentados en miró por la ventana y a veces me miró asíun poco de
noches de pascua; desapareció con su hijo en los brazos: un perfil. Nada grave, nada demasiado serio. Tranquilo no
pasado que nadie entiende, oficio abierto a las teori‘as del más. Echándose para adelante.
mundo que se echó candado y, botando la llave al océano, L a tardecita de verano duraba quizás más que de costum-
se declaró al margen de la historia, identificado tan solo por bre. Ni los perros ladraban. Los niños se habían ido. De
números suizos, alguna mesada que de la puerta del horno la mujer joven no quedaba ni la sombra en la caverna.
va a descansar a la orilla del pan, y alguna tristeza también, Creo que Manuel no supo lo del niño. No sé, no estoy
Pero vaga Y cada vez más lejana, pues la paz crece con el seguro. De esto no me voy a morir, me dijo enseñando
hijo en esos inviernos mojados y llenos de helechos frondo- el vientre que parecía mapa-mundi. Efectivamente, no se
sos, tan parecidos a Concepción y tan distintos, sin embar- murió de eso sino de otras cosas.
go, a Manuel, porque, en verdad, hablamos de otras tierras Hoy es fácil decir que Manuel era un escritor realista y un
y otras gentes que ni nos comprenden ni nos estiman aun- luchador con conciencia de clase.
que a veces nos recuerdan. Está bien, no lo voy a discutir. Estoy de acuerdo. Trabajó
Tomando ese vinito blanco que mencioné antes y mi’rando como un buen obrero, sin doblarse ni amilanarse, cumplió
cómo las velas rojas y blancas desapareci‘an entre los olmos sus jornadas con entereza. Presintió -porque no lo dijo-.
y los pinos del lago, Manuel me escuchó con atención y, que ser un buen escritor era ser un buen obrero. Por eso
al despedirnos, nos dimos la mano prometiendo reunirnos no tuvo que condescender para hacerse escuchar. Sucedió
bajo las banderas de Chile, pues pensamos con razón que que le pagaron mal. Así les pagaban a los trabajadores en-
esta vez s í era la decisiva y que los dados rodaban ya y no tonces. Pero lo leyeron y, al final, Manuel vino a saber que
Iban a detenerse y la revolución chilena esperaba nuestro las condiciones de trabajo iban a cambiar. No supo cuándo
aporte, sin saber nosotros con claridad en qué iba a consis- cambiarían. Tampoco supo que en su tierra no cambiaron.
tir. Y que cambiarán. 0
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0 G O N Z A L O ROJAS
CIFRADO EN OCTUBRE
Y no te atormentes pensando que la cosa pudo haber sido de otro modo,
que un hombre como Miguel, y ya sabes a cuál Miguel me refiero,
a qué Miguel único, la mañana del sábado
cinco de Octubre, a qué Miguel tan terrestre
a los treinta de ser y combatir, a qué valiente
tan increíble con la juventud de los héroes.
Son los peores días, tú ves, los más amargos, aquellos
sobre los cuales no queremos volver,
avisales
a todos que Miguel estuvo más alto que nunca,
que nos dqo adelante cuando la ráfaga escribió su nombre en las estrellas,
que cayó de pié como vivió, rápidamente,
que apostó su corazón al peligro
clandestino, que así como nunca
tuvo miedo supo morir en octubre
de la Única muerte luminosa.
Y no te atormentes pensando, diles eso,
que anoche
lo echaron al corral de la morgue, que no sabemos
adonde, que ya no lo veremos
hasta después.
0 HERNAN LAVIN C E R D A
LAS BODAS
Muy de noche, entre los grillos, Alguien nos dice
como del otro lado:
no explotéis a los débiles, dejad vivir en paz
a las atormentados viudas, que nadie despoje a los huérfanos
para la libertad sangro, lucho, pero vivo para la libertad
que se rompan las cadenas de los oprimidos
y haya justicia entre los hombres.
Como un arbol carnal aquí van los esposos
de nuestras hambrientas viudus
hacia la noche de aquella tierra que un día fué de los humildes
aquellos que hoy son carne de yugo
cuanto penar para morirse .....
Permítenos, Miguel, que del barro resucitemos tu almal
los justos de corazón, los bienaventurados de espíritu.
Aquí todos creemos en la vida sin clases que ha de venir
porque hoy la muerte es el status del tirano
y nace del infame vicio de la propiedad privada
como dice San Benito.
Hagamos que al fin reine la iaualdad
.Y los corintios ya lo saben porque en un principio.
Alguien se los decía desde la misma orilla
y ahora también lo sienten los huérfanos y los niños y las viudas
y tenemos fé de que Ellos ya vienen
y la niña que ayer tuvo 12 años
los espera con los brazos abiertos
para las Bodas de la Liberación y la Primera Cena.
11
@ROBERTO CONTRERAS LOBOS Que ningdn ramo rojo salga al aire
y ninguna semilla se delate!
FENIX CHILENSIS
Y nadie más que tú sepa del trueno
Que fecunda la sangre de mi pueblo.
que ya vendrá tu temporal, muy pronto!
Ayer, hace unas horas
IV
/as bestias sepultaron
la alegrh y el vuelo. La lágrima del d h de los perros
Definitivamente junto con el sudor cae al arado
-sentenciaba la radio- y el campesino inclina su cabeza
para siempre, por un solo segundo doloroso
rugian los verdugos Parte con el trabajo hincando el filo,
y el coro destemplado hacia adelante, siempre, hacia los brotes,
de los sepultureros por el camino mira a los costados
se frotaba las manos. y saluda, sonríe, apura el tranco.
Nuestro Chile en las fábricas, V
nuestro pueblo de palas y de penas, Glorioso Chile que al pasar la noche
desde sus poblaciones desencadenarás tu aroma a las montañas.
arrancadas al pánico, Porque de cada herida brotarán claveles
movh la cabeza de este a oeste, y de cada tragedia soles altos.
no es verdad, repitiendo, no es verdad
compañeros, ya verán que no es cierto.
5e sabe que el cardo no podía @ J U A N A R M A N D O E P P L E
oponer bala a bala NOTICIAS DEL F U T B O L
ni activar la palabra resistencia, Me escriben los amigos desde Chile:
se sabe que quedaba los tiempos vienen malos, pero nos sostenemos.
inmensamente inmóvil y sangrante,
Nuestro equipo se afirma lentamente
Pero ese era el secreto escala posiciones
su sangre penetraba por la tierra, pese a algunos reveses, hay moral combativa
que más que nunca entonces (la Copa Libertadores será nuestra).
se nominaba Patria
. . .*.-./- -..^ --:*..- En el Estadio Nacional, luego del gol de Ahumada
lea, clar
R Q U E R O
B A N D U M A R C I A L 343
Comprendemos el que muchos trabajadores
vaguen ahora por las calles.
Lo Único que les pedimos es desfilar en orden.
B A N D O M A R C I A L 7001
Q P A T R I C I A j E R E Z
L)e acuerdo a nuestrc)s planes administrativos,
Cada postulante que aspire a una plaza,
EXILIO
., Nadie nos vió pasar
a U I l U .u,n unuh~nlvI nI unL~I#u InInJn. una intendencia, etc.,
deberá redactar, an;te nuestros callgy,fos, con arenas de viento y sol
por el camino manchado
una breve composic:ión titulada “por qué soy chileno”.
n- G ~ u n..nAnpAn ,
nadie nos vió correr
uc u
L Gu ~u lu I I dbsueltos sólo los diplomáticos.
con los ojos hundidc
en la muerte pequeñ
que no quería miran
Nadie nos vió partir
con los pies pesados
nadie nos oyó canta,
Q SE R G l O M A C l A S Solos, con una palm
C U A N D O EL VIENTO DEL B.A L T I C 0 y un sol naufragado
SE L L t VA M I CANCION lanzaremos la Última botella
con el último mensaje
Vivimos cerca de donde crecen las aguas.
Nos acompaña un cántaro que encontramos abandonado PA CIFICO
en medio de las madreselvas de indoamérica. Cuándo vas a reposar
para decir tu enojo
A veces me inclino sobre su boca de arcilla
para romper el silencio. no basta enrojecer
catorce veces por semana
Y cuando el viento del Báltico se lleva mi canción,
cuándo vas a devorar
siento en el fondo un rumor de bosques,
con tus lenguas
como si tú pisaras sobre la hierba,
la serpiente
ocultándote de los conquistadores.
no basta
SERMON devolver los cuerpos devorados
Y duo Fidel: Cuándo vas a callar
-no dejen que les ganen la calle- tu grito inútil
Porque la calle la construyó el pueblo, para gritar con nosotros
para ir al trabajo y de paseo. por el mundo
Porque por ahí transita el hombre con su pan. cuándo vendrás
Porque por ahí también puede surgir la agresión en una ola interminable
de los que te venden el agua y la luz. a buscar tus navegantes
Hay que cuidar todos los caminos. extraviados
Por eso hoy, amor, no tenemos paz. Cuándo, qué día
15
@W A L D O R O / A S
A ESTE L A D O DE LA VERDAD
A este lado de la verdad
donde me quedo a ver si nazco,
el Rio, simbolo de nada,
zanja el fluyente rencor @ A L F O N S O A L C A L D E
de las piedras y del cielo, El mar subió en un 45070,
trenza el limo su lechosidad el dolor en un 783%,
en la que cuaja el verdor de la la ira en un 1.234%,
alimaña, el terror también subió otro 897%,
y yo, que digo un limite Las lágrimas están por las nubes.
para todo lo que repta, corre o pasa, El odio aumentó en un 4.500%,
sueño un Sueño en el que nombro los ataúdes en un 367%,
a las cosas por su muerte las palas para cavar las tumbas 698%,
y muerdo aquello que se agita la tierra para enterrar los muertos 995 %,
cual el filamento del limo la vida aumentó en un 2.345%
en el agua destrenzada, y la muerte un 5.678%.
así de limpia, así de pulcra,
puesto que aves ahí mismo vuelan
sus distintos vuelos,
helechos aguardan repetir su clave
y es posible que peces sobrenaden @ B E R N A R D O B A Y T E L M A N
a ia emboscada del copioso desove.
Cuanto existe en este lado C O N j U R O PARA MATAR A LA M U E R T E .
capaz de estertor o movimientos Soy el hombre que se hizo a si mismo,
se yergue, se entierra, encrespa o reaparece dueño del cielo y de la tierra.
a despecho de cualquier fiereza Domador del espacio,
en tanto el aire, el virginal, el cauto, equilibrista victorioso del gran circo.
en mi boca despereza su espasmo de guadaña. Maté en Corea, en Chile y en Viet Nam,
A este lado de la verdad, verdor y landas y siempre he sido el triunfador,
descorro y o la gasa pálida, el conquistador inteligente,
contemplo el estupor de lo quc ven el inmortal.
como desde adentro de una pulsante llaga N o conozco el odio ni e l frío
o es que veo que me miran mientras digo
ni el amor.
lo que hago y callo lo que muerdo,
Sólo el miedo a dejar de ser el triunfador.
y es por eso, esta apostura vergonzante
Sólo el miedo a la muerte
y es por eso, además, que ahora pasa
me mantiene vivo,
a grandes voces como el cortejo de un ajusticiado
toda esta agua indigna de su solemnidad,
y nada más,
que sopla una brisa de inocencia abyecta, ENSALMO DE L A IDENTIDAD.
que rompe el pétalo la luz que vivifica ¿Y si no fuere el que fuere?
y desde el fondo de esa linfa de putrefacciones ¿Si la unidad de los contrarios
-símbolo de todo cuanto pasa- no fuese mas que una forma de equilibrio?
muerda el hongo a traición
¿Dónde estás entonces para pedirte cuentas?
su hueso algodonoso,
Debo ensalzar tu ubicuidad entonces,
y tanta calma, tanta,
tu aquel dejarnos solos
(ahh, Realidad Espejeante)
en medio de la arena
que las palabras me van pesando
y que nos coma el león
con la fuerza obtusa de un cerrojo
después de los aplausos de los yankis.
herrumbado.
Soy el que soy.
San Juan de Pirque A ún.
octubre de 1973. Apenas.
16
R I Q U E L M E
viso pienso en si serán ellos los que han de arrestar- A ú n siento cierta vacilación. Me alcanza u n ca mión
me y mí mano, como si no me perteneciera, abre repleto de soldados y por m i espina dorsal cruza un
mi cortaplumas en el interior del bolsillo de mi abri- temblor frió pero logro dominarme. Me cruzo con
go; porque hay algo en mi'que n o se dejará tocar muchas caras conocidas, quince, veinte o más i1ños
jamás por las manos sucias de estas mierdas. Ante saludándonos pero n o esta mañana. A l cruzarnlos
mi mesa toman asiento, le hacen un hueco al grin- miran los escaparates, el cielo, atraviesan l a cal le o
go y se quedan mirándome. H a y algo común en se abrochan un zapato que ni siquiera lleva C O rdo- I
sus caras, algo que no tiene la del gringo, este es nes. Y a sé que me buscan, lo supe al entrar al café,
sólo un bruto cordial y amable pero en los otros pero también sé que he vencido m i miedo o cq asi
dos rostros percibo cierta maligna curiosidad y algo todo mi miedo. Nunca me pregunté si soy un co-
más que no puedo precisar. Es u n pequeño gesto barde o un valiente. Talvez las dos o ninguna de
que en mi confusión actual no llego a aclarar. Mi las dos cosas. Jamás estuve en el trance pero lI O Y ,
risa ha desaparecido y gario algunos segundos mien- confieso, senti' un miedo cerval, acorralado, COI TI0
tras limpio mis ojos; ellos esperan, sentados de cier- si todo, tierra, estrellas, sol, oscuridad, se abati eran
ta manera, con una actitud animal o de pájaros sobre mi'. E n estos minutos he vivido todas la! ; ho-
atentos, una explicación a mis carcajadas, -por mi ras pero sé también que estoy saliendo. C o m o de
madre- pienso -voy a ser la Esfinge para estas va- un baño m u y frió y el cuerpo m u y castigado. Aún
cas-. El gringo Keller me pregunta, -¿ y que pasó me tiembla la espalda cuando dejo atrás, por 1,a ca-
negro ? René se fué como si se lo llevara el diablo-. Ile, a un soldado con su metralleta y su mirad(a
Y sigue deshilvanando su propia novela sobre lo ocu- apuntándome. También sé que él tiene un arrrla
rrido. Y recuerdo de improviso el gesto común de engrasada, lista, y que eso es todo lo que tienc: Y
Vigueras y Figueroa. E s la mirada de Judas en la y o solo mi miedo o lo que queda de mi mied(3 .
Ultima Cena de Leonardo. Y ahora me da lo mismo L o que si'él no sabe es que pronto no habrá 1te-
todo, si en dos mil años . . . pero hay algo más, no rror en m i cuerpo, ni a la vida ni a la muerte, Y
sólo traición y vileza, también cosas buenas han ocu- que su metralleta en ese momento no le servir,á de
rrido, hay pueblos de pié batallando su porvenir, nada. Esta idea me aliviana increiblemente, tor.na
talvez no supimos preparar ni defender el nuestro, m i cuerpo ligero y lo siento m u y limpio e ilurnina-
- ¡qué cresta! - me digo -siempre estuvimos pensan- do por dentro, como si de nuevo estuviera nac ien-
rln pn Iñ nnnciriAn- Y n t r a r a r r a i a r l a pctriionrlnca A n \yI o c t - YbL ttt\r;nr=
tia7
cuyIbIo
,-nn,-¡nnr-¡>rlo o l l n
,,IIu. ,,mino
V r 2
cIvIIbl,,II,,Ip
me sacude. De pronto me doy cuenta que mi miedo hacia arriba por la calle llena de árboles y que aho-
ha desaparecido. Nada más m e queda cierto vació en ra veo también llena de sol, rumbo a la casa d e
el estómago y lo lleno con un jamón con queso; pido Jaime, aunque ahora no estén ni él ni su hermano
otro café. Siento el desconcierto de Vigueras y Figue- porque sé que su padre, en este momento, se !;enti-
roa. Hay algo en mi'que los tiene como hipnotizados. rá m u y solo. O
18
@ L E O N A R D O C A R V A J A L B A R R I O S
b o en la correcta posición para viajar, no se mo- Por ahi’ n o pasaba el tiempo. A siete metros bajo
vián. . . . tierra todo es diferente. Estar alli’ podiá significar la
Julio con la cara enterrada en las nalgas del Gordo anticipación del entierro. El R u b i o luchaba por no
y el R u b i o con la suya en las de Julio. quedarse atrás y J u l i o no separaba su cara del traste
¿ Q u é esperaban precisamente? D e un momento a del Gordo. . .de pronto se apretujaban o caián em-
otro podrián comenzar a forcejear la tapa y alli’, en barrándose la cara con el agua espesa. Y a no era la
esa posición, apretujados, con una sola dirección pa- esperanza de la salida lo que los obligaba a avanzar,
ra gatear, eran hombres atrapados. sino el terror a quedarse ahi’. . .sin que nadie, ni los
- ¿ Q u é pasa? -dijo el Gordo. mismos milicos fueran a sacarlos.
-i Avanza tú, que eres el primero ! -señaló el El Rubio imaginó la escena hogareña. . . cuando él
Rubio de manera inteligente. llegaba tarde a casa y recorriá con sigilo las habita-
No habi’a para qué llevar los ojos abiertos y sin em- ciones; queri’a mucho a su gente. Casi siempre todos
bargo a ninguno se le ocurri’a siquiera pestañear. El dormián, entre las sábanas blancas el cuerpo de pa-
silencio se h a d a más denso momento a momento. pá y su ronquido que daba la pauta a los otros res-
E l Gordo repetiá maquinalmente que por alli’ no piros. S u madre siempre despertaba: “Llegas tarde”,
soltaban agua, que él estaba seguro y se arrastraba deciá y esas palabras eran para él recofortantes, un
con agilidad que en nada iba con su volumen. Ju- cariño acostumbrado. S u pieza era la mejor de la
lio sentiá demasiado dolor en el estómago como casa. . .la estanteriá con los libros, la cama frente
a la ventana. . .ésas eran sus cosas, parte de su vi-
para pensar en el miedo, las arcadas secas le venián
con mayor frecuencia; a ratos no podiá avanzar y da. ¿Qué estarián pensando? Seguramente ya lo
el R u b i o lo empujaba con la cabeza. Las manos daban por muerto.
c;iiLin sobre telas de araña, bichos o quizás qué -Julio. . .-llamó el Gordo-, Vas a tener que dar-
,ilimañas que arrancaban. El arrastre de ellos debi’a me un empujoncito, esto se pone más estrecho.
cxuchni-se a un kilómetro de distancia, sus voces, E r a posible que el tubo se acabara, que estuviese
20
pronto a llegar el momento en que el G o r d o n o si’mismo; no pensaba más que en eso, y es que en
pudiera avanzar más. realidad no habiá nada de su existencia a lo que
- ¿ E s normal que se haga más angosto? -preguntó aferrarse, él no teniá nada que perder, cada uno de
el Rubio. sus pasos habiá ido dirigido a la consecución del
-Vamos a detenernos un momento -señaló el G o r - alimento diario. Desde haciá dos años, más o me-
do. nos, que no viviá en un lugar fijo, desde que su
-i Ah, ya n o doy más ! -exclamó Julio. padre murió alcoholizado y mamá y sus hermanos
-Dime, compañero -insistió el Rubio-. ¿Es nor- y él salieron a buscar trabajo, terminando por no
mal que se haga más angosto? verse nunca más. Esto era para 61 distinto sólo por
El Gordo estaba perdiendo la seguridad. Lo cierto los agudos dolores en el cuerpo. Recordó a Mariá,
es que no teniá idea de alcantarillas, que nunca ha- la camarada de la célula. . .haciá mucho que la que-
biá trabajado en eso. . .pero si no mentiá los mu- riá, pero el trabajo del Partido n o le daba tiempo.
chachos no habrián querido seguirle y él sólo jamás -Oye, G o r d o -volvió a preguntar el Rubio-.
se hubiese atrevido a viajar por semejante catacum- ¿ E s normal?
ba. Y a no estaba sereno, la posibilidad de que su -Mira compañero. . .yo ya n o entiendo esa palabra:
mentira se hiciera realidad acababa con el autocon- “normal”. No es normal que m i mujer y mis hijos
trol. E s que a veces uno se convence de la certeza se estén muriendo de hambre, que y o matara a los
de cuestiones sólo imaginarias. . .es una necesidad traidores desgraciados, que ahora esté aqui’. . .ya no
circunstancial valedera cuando constituye la Única entiendo nada.
tabla de salvación. Teniá treinta y dos años y ellos -Entonces -en la voz del R u b i o habiá desespera-
eran casi unos niños todavra. . .la responsabilidad ción- quizás esto no tiene salida. . . .
era suya, pero sabiá que no iban a morir, porque - ¡ Yo n o sé ! -dijo enrabiado el Gordo.
algo le deciá que su hora aún no llegaba, que tenra -Compañero, muévase -intervino Julio-. Estamos
un mundo por delante. De cualquier manera ya n o perdiendo tiempo.
podiá (no teniá ningún sentido) seguir engañándolos. El Gordo juntó los hombros. . .“mierda”. . .teniá
el tórax demasiado ancho.
Si algo saliá mal no queriá cargar con toda la culpa. -Vas a tener que empujarme -le dijo a Julio.
Julio apoyó la cara sobre el hilillo de agua. El es- - “ ¿ C ó m o ? ”., se preguntó este y maldijo sus manos
cozor de los brazos se haci‘a insoportable: “Con las y al teniente.
manos buenas esto no seriá problema”, se deciá a Julio cargó la cabeza en las nalgas del Gordo.
21
I
S che; llegando a conectarse en el Cerro de los Caquis con la
Escuela de Caballería de Quillota; en resacas posteriores, se
llevó una buena redada de la clientela del restaurante (‘So-
LA
disfrazada escuela de guerrilleros, que en el segundo piso
arrendaba dos piezas para una organización universitaria di-
rigida por un tal Fernández, un colombiano que con la pri-
mera botella de las “uvas de Italia” empezaba a recitar un
poema de su compatriota Jorge Robledo Ortiz, aprendido
de memoria de tanto oírselo en un café de Medellín. Al
final, no dejaba de entornar los ojos hacia la mirada de
a ] U A N R O J A S alga de Sofi‘a, como esperando su aprobación:
“ Si yo fuera Simbad,
y un hechicero
de un infusorio hiciérame un navío,
surcaría una gota de rocío
con arrestos de lobo marinero.
“ Sería un don Quijote bucanero,
bota la ola o las marejadas de ultramar; los escombros, cuan- encallado a una roca de basalto
do en vez del océano, una palpitación sísmica del corazón o anclado en un islote de coral
de la tierra sube arrasando ranchos, derrumbando palacios y para darlo a una negra de Etiopía
catedrales. burlando toda ley me robaría
Los que están en torno de la calle Clave y de la Plaza Echau- hasta el bronce del anillo ecuatorial”.
rren tienen más sabor a mar que los de “Las chiquillas del El poema se nos quedó en la memoria a los contertulios;
cerro Alegre”, o ese “Juan Bulla” que desde la cumbre de no así el tal Fernández, que dicen que fué el Único que
Playa Ancha se anunciaba a los antiguos marineros con un advirtió a dos de sus íntimos la misma noche en que la
gran letrero de azarcón verde, con el nombre puesto a todo escuadra zarpó a la operación “Unitas”, de que ésta no
lo largo y lo ancho de su pared de zinc acanalado que daba se juntaría con los barcos yanquis, sino que, siguiendo l a
al mar. Era de un chileno que se había casado en Liverpool, tradición de Lord Cochrane regresari’a entre las sombras
Julio Barrientos, y muerta su mujer inglesa, había traducido de la noche y la niebla del alba a tomarse hasta el último
simplemente el “John Bull”, de la “Bristish Crownland” por tomate y pimentón limachino, ya pintones en septiembre,
el “Juan Bulla”, más conveniente para sus intereses y los de entre verdes y rojos.
sus connacionales. El amor y el olvido son otras caracteri‘s- Y si asi‘ no fué, así me lo contaron los labios del doctor
ticas de los hombres de mar y playa. Ludgardo Cáceres y de su mujer Gloria. Ellos son los na-
“Sobre las Olas” también se llamó antes “Overseas”; pero rradores de estos hechos que suben de mi corazón a mi
Emilio Vaccaro, oriundo de Fuimicino, en las cercanías de memoria, con el respeto que siempre he tenido por la rue-
Roma, se lo cambió por ese nombre más valseado. SU mu- da de un timón o de un auto cuando salta descontrolada
jer, Sofía, era una porteña con mirada de alga, que tenía en un camino. Ella es alta, rubia y de ojos de ágata. Lud-
una viñita en Reñaca Alto, más allá de la gran Viña del Mar, gardo es más bajo; pero un mechón blanco se sacude en su
de donde Vaccaro sacaba un mosto personal, según él, de cabellera negra, cuando álguien mira demasiado esos ojos de
SUS propias uvas traídas de Italia. Sofi‘a sonrei’a, ya que ha- ágata. A veces las manos de la Gloria se mueven también
bían sido sus propias manos las que habían plantado esas como las cabillas de un timón y sus ojos se cierran y se
cepas chilenas cuando compró ese sitio con sus ahorros de abren como si anunciaran las salidas del sol en los Andes
vendedora de mote con huesillos. Así, Fuimicino y Reñaca, y su postrer rayo verde cuando se hunde en el Paci’fico.
Roma y Valparaíso, llamado por sus marinos cariñosamente El relato del doctor Cáceres fué parco y moderado, como
“Pancho” para distinguirlo de su tocayo grande, San Fran- todo hombre que ha sufrido en carne propia los aconteci-
cisco de California, se entreveraban con la clientela del res- mientos:
taurante. Concurrían a “Sobre las Olas” tanto bohemios, Cuando llegamos al molo de abrigo, nos ordenaron tender-
marineros de tránsito como hombres de trabajo; padres de nos de guata sobre el cemento. Alli’atracan los barcos
familia de la clase media que iban a dejar sus tedios hoga- pesqueros de alta mar; pero ahora estaban fondeados lejos
reños; estudiantes, profesionales, médicos, arquitectos, em- del molo. Eramos cincuenta y cuatro detenidos. Yo quedé
pleados de construcciones y carreteras, que saben lo que entre dos bitas de hierro. Me detuvieron trabajando en el
cuesta la cai’da de una teja en la cabeza como un dólar en hospital; así, estaba con mi delantal de médico y el gorro
el bolsillo del contratista o del contrabandista. De todo blanco que uno se pone para las operaciones. Las manos
habiá allí, bajo los resplandores de cochayuyo de Sofía en puestas en la nuca. Al que se movía le llegaba un culatazo.
la caja y de su Vaccaro repartiendo sonrisas y “uvas de Los otros detenidos eran de diferentes partes. No sabía su
Italia”. origen ni las causas de su apresamiento. Yo mismo no pu-
y llegó el once de septiembre de 1973; la Marina se tomó de comprender el trato conmigo. De mi hospital había en-
toda la región de los chirimoyos, paltas y tomates de Lima- fermeros, choferes y auxiliares. Cuando los infantes de
23
marina se tomaron el hospital, nos pusieron a todos con con su bayoneta calada podía atravesarme, arponearme CO-
las manos en alto contra la pared del patio, después de mo a una foca; pero me compadecía. E n la mesa de opera-
quitarnos lo que llevábamos en los bolsillos. Apoyado en ciones a veces me ha temblado el bisturí entre la vida y la
la pared, con las piernas abiertas y las manos afirmadas muerte, y he sentido algo del hombre y de Dios. Con la
durante tres o cuatro horas, me fui‘ cansando. Soy un suela de mi zapato, asimismo, he aplastado una chinche O
hombre de más de cincuenta años. Einstein explicó la una hormiga, y he pensado si no sería un dios. Sabi‘a que
ley de la relatividad diciendo que no es lo mismo estar en el redondel de la muerte es donde se prueban los tore-
sentado sobre una plancha de fierro caliente al rojo como ros; pero aquí no había ni siquiera un “Plan Toro” llevan-
en el banco de un parque junto a una buena moza. Con do entre sus cachos en “Plan Z”. Nada sabía yo de eso
la muchacha una hora parece un minuto y sobre la plan- hasta que conocí la verdad del infante de marina con su
cha caliente un minuto es una eternidad. Cuando las bayoneta calada y la danza de las focas entre las goletas
piernas abiertas no me dieron más, “me voy a caer”, le
pesqueras. . . .
advertí al infante de marina que con bayoneta calada en
“Puro Chile es tu cielo azulado
su fusil me mantenía así. ‘‘ ¡Para que no te caigas! ”, re-
puras brisas te cruzan también
plicó, juntándome las piernas con patadas en los tobillos.
y tus campos de flores bordado
Por supuesto que me derrumbé. Tanto por fuera como es la copia feliz del Eden”
por dentro. No sé si álguien más rió con el chiste de mi
humillación. Dicen que nuestro pueblo tiene el sentido
. . . .Dieciocno de septiembre a bordo del barco “Lebu”
convertido en nuestra cárcel flotante. Un tipo alto, more-
del.humor chispeante. Que se lo da el sol entre la cordi-
no, rostro típico chileno. Sub oficial o sargento. No sé
llera y el mar de la zona central; pero yo soy de la Pam-
bien distinguir los grados. Entonó con voz estentórea la
pa del Tamarugal. Tengo la resistencia y la hosquedad
canción nacional. Con el mismo vozarrón nos ordenó can-
del tamarugo del desierto, y sólo sabía reír toda vez que
tar. El tiempo había cambiado totalmente del molo al
Vaccaro hacía un chiste “Sobre las Olas” y Sofía mostraba
barco. Ahora una niebla fría, pesada como el aliento de
sus dientes de la sal de la tierra. Me levanté y continué con
las piedras, se introducía por la abertura de la bodega
mi posición humana de “Colonia Dignidad”, hasta que nos donde nos mantenían encerrados. Nadie cantó. Sólo la ’
trasladaron al molo de abrigo de los barcos pesqueros. Allí niebla se arrastraba a los pies del sub oficial, envolviéndo-
se me corrió el gorro de médico y dejó mi calva expuesta lo con su fríaldad. Los presos también estábamos entumi-
al sol de septiembre. Entonces, el mismo infante de marina dos como las piedras de la costa a Concon cuando la L
que me había pateado en el patio del hospital, con la punta niebla marina empieza a esculpir rostros de humanos y de
de su bayoneta me acomodó el gorro en la cabeza prote- bestias, animales de las orillas, anfibios, hieráticos, estáticos,
giéndome del sol. Su gesto me asombró. E n unas cuantas poliédricos, con olor a mar y podredumbre de algas. El
horas había pasado de la crueldad a la bondad. ¿De la
hombrote, como un coloso enfurecido, vociferó: “ i Apatridas,
bestia al hombre? Pensé en lo que quedaba de hombre en
traidores, no saben cantar la canción nacional. . . sabemm
él, y fué mi primera esperanza. No tengo otra. No puedo
que cada uno de ustedes tenía orden de matar a por lo
creer en Dios. L o quisiera, pero es la fatalidad de un mi-
menos siete de nosotros, los de la Armada, y a diecisiete
dico que crece luchando contra la muerte empleando sus
milicos, hombres de tanta fortaleza que son como estacas
herramientas y el trabajo de la vida. Ocurrió otro hecho ca-
para defender las fronteras de la Patria ! ” Y otras cosas
sual, pero que es corriente en esa poza donde fondean los
más que no recuerdo. L e obsesionaba el “Plan Z”, creyén-
barcos pesqueros. Cuatro grandes focas negras, relucientes
dolo a pie juntillas. Incluso parecía que su cólera se medía
entre dos aguas, se acercaron a la altura de mi vista. Las
con el miedo influído por el inventado plan. Nadie cantó.
veía claramente de arriba abajo. Comían las colas, las tripas
Hizo sacar del grupo en posición firme dos presos jóvenes,
y las cabezas de pescadasy merluzas que los pesqueros fae-
unos “cabros”. “ i A ver, a ver. . . .-les dijo- yo les VOY
naban en sus cubiertas. Eran más felices y libres que el
a enseñar la canción nacional que ustedes se merecen:
médico de guata y con las manos en la nuca que las obser-
vaba. Recordé una tarde con mi Gloria que vimos más de “Los pollitos dicen
media docena de estos grandes lobos de mar. Como para pío, pío, pío
celebrar el festin se pusieron a danzar. Si’, a danzar. Las cuando tienen hambre
cuatro se zambullían gozosas de su libertad y de su comida cuando tienen fri’o. . . .”
que les había caído del cielo. A m í sólo hambre y sol. Humillados, con las cabezas gachas, como la niebla espesa
Haciendo eses bajo las aguas se perdían y aparecían con y fría que seguía entrando y saliendo por la escotilla, em-
ritmos coordinados, juntando sus bigotudos belfos sobre la pezaron a entonar la primera canción infantil que se enseña
superficie espejeante de sol. Me entretuve mirando sus elás- en nuestras escuelas primarias. Yo la canté también cuando
ticos movimientos. A mi Gloria le gusta la danza, y, de niño. Talvez sea la canción nacional de todos los pueblos
pronto, entre las pieles relucientes vi’ el resplandor de su con hambre y con frío en medio de una neblina espesa. La
cabellera de oropel. Era mi quinta foca nacarada y rubia, de los gorriones y otros pájaros, palomas y golondrinas de
como si “Las chiquillas del cerro Alegre” hubieran descen- mar, que al alba picotean sobre los muelles del mundo el
dido desde su altura de ángeles a acompañarme en el marti- trigo de la descarga de un barco granelero. Talvez los pue-
rio. No creo en Dios, pero s í en la Biblia, y Cristo es para blos no sean más que eso: niños grandes que necesitan por
m i el si’mbolo del bien en el hombre. Fué un alivio aquello; lo menos pan, techo y abrigo, como el lema del presidente
pero con el sol las bitas se recalentaron. Mi mejilla izquier- Pedro Aguirre Cerda, o “el vaso de leche”, en el cuento de
da empezó a enroncharse. Luego el sol volvió a darme en Manuel Rojas, o “el pan de cada di’a”, que ofrece el rezo,
la nuca El infante de marina se dió cuenta de mi tormen- el Único enseñado por Cristo a sus disci‘pulos.
to y con su bayoneta volvió a correrme el gorrito ae doc- -Bien, muy bien -rió el sargento-;: pero eran mejores cuan-
tor. El ahora era ei dueño de mi vida como yo en la mesa do cantaban ‘‘ i Venceremos ! ”. . . .les salía mejor la voz
de ciruji’a de la de mi paciente. Los papeles se invertian, 61 . .
. .ahora parece que se les ha entrado bastante.
24
La niebla segura envolviéndonos como la bandera de otra barquinazos que el mar hada dar al “Lebu”. Cercana a la
patria en el fondo de la bodega del “Lebu”. NOS habían escala de gato, para no tener que recurrir a la liberación
quitado los cinturones, los cordones de los zapatos para del mar. Pero sólo las espesas corrientes de niebla que du-
que no intentáramos lo que hizo Zanetta, otro médico, mu- raron a intervalos cotidianos entre salidas de sol después del
cho más joven que yo. Una vez creyó que estábamos en el mediodía alrededor de una semana, entraban y salían ahor-
Mercado de Valpararso. ‘(Vamos a tomarnos una cerveza cándose y desahorcándose en el nudo corredizo oscilante.
arriba”, me invitó. Desde el diecisiete de septiembre está- Su presencia era fatídica. Pensé que sólo los hombres se
bamos sin tomar nada más que agua. Curiosamente la bode- suicidan. Los dioses no se suicidan. Permanecen hasta que
ga tenía entrepuestes semejantes a los pisos del mercado los mismos hombres los ahorcan.
cercano a la plaza Echaurren. Cuando me di cuenta de su El (‘Lebu” era un carguero de la Compañía Sudamericana
locura insinué que trajeran un psiquiatra. Perdió la noción de Vapores en uno de cuyos barcos navegué de médico en
del tiempo, espacio y lugar. Una vez lo seguí hasta la esca- mi juventud. Sus cuatro bodegas numeradas de proa a po-
la “de gato”, peldaños de fierro redondo adosados a la pa- pa estaban subdivididas en compartimentos para la seguri-
red de la bodega, sobre el casco del barco. Pero no subió. dad de la estiba de las diferentes cargas. Antes del once de
Tocó las planchas de hierro como si fuera la puerta de una septiembre se había incendiado quedando hecho una ruina
casa, “su casa”; porque golpeaba con los nudillos para que de escombros carbbnizados y hollín. Hasta las escaleras de
le abrieran. Otra noche se fué solo por esa puerta, o bien gato estaban medio retorcidas con el siniestro interior.
debe haber subido por la escala de gato hasta la regala. Fondeado a la gira al norte de la salida del puerto de Val-
paraíso su cubierta había quedado escorada hacia babor. La
Cayó al agua. Uno de los guardias sintió el chapoteo y hacía peligrosa. Esto,lo supieron bien los centenares y tal-
lanzó el grito de “ i hombre al agua ! ”. L o sacaron y lo vez miles de presos poli’ticos que por esas bodegas y sus CU-
salvaron. Es la verdad, fueron los marinos los que lo resca- biertas desfilaron después. El océano Pacífico tiene las olas
taron. Creyeron que Zanetta había tratado de suicidarse. más altas de todos los océanos. Calmas traicioneras donde
Nos quitaron por prevención todo objeto que pudiera ser- la niebla hace encallar buenos buques como el “Northern
vir para un suicida, y, posiblemente para que no siguiéramos Breeze” en los Farellones de Quintero. Lleva más de un
el camino de Zanetta, dejaron colgando desde la escotilla de año alli’, quebrándose por partes. Primero se le dió vuelta
la bodega una soga con un nudo corredizo; de esos nudos de campana la proa quedando con la quilla al sol. Prolonga
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r:..l- hI- su agonra con el blanco puente de mando sobre la mitad de
se necesitan la espada de Alejandro Magno ni el genio de la popa. Pero asentado en rocas planas continúa en eterno
su maestro Aristóteles. Basta la psicología de un infante de naufragio. E n cambio el “Lebu”, ladeado y zarandeado, fué
marina chileno en las cámaras de tortura en que convirtie- escogido para la cárcel flotante más insólita en la gran patria
ron las cuatros bodegas del “Lebu”. Allí quedó la horca, universal del mar. Es como estar preso en un infinito de li-
colgante Y oscilante, como una invitación al suicidio, a los bertad. Promete0 encadenado a los Andes es menos que un
25
preso político rolando en la carlinga del “Lebu” de babor a do para morir, pero así. . . .Fué lo Último. Se oyó la VOZ
estribor y de proa a popa. Salíamos negros de holli‘n y re- de “ i Fuego ! ”. Un relámpago circular coronó interna-
volcados de carboncillo para los interrogatorios. Solo el Ge- mente mi cabeza. . . .corona de rosas ardientes de mi
nio del Mal escogió ese barco para prisioneros de la “guerra Gloria. Me atravesaron las balas, pero no me hirieron.
interna” que Chile se había declarado a si’ mismo. Las vainillas saltaron. . . .raaac . . . .estaban rellenas con
-“¿No te da verguenza ser médico y tan recochino? ”-fue- pólvora, sin acero ni plomo. . . .eran de fogueo. No me
ron las primeras palabras de mi interrogador, un individuo derrumbé c3mo cuando me patearon los tobillos en el mu-
mediano, de sonrisa burlona, y agregó-: ¿Quienes son tus ro del hospital donde me detuvieron. Me puse a reír, ex-
amigos más íntimos? ¿Tu mujer? ¿Tus parientes? ¿Tus hijos? trañamente, casi como el doctor Zanetta. Risa extraña en
L a msmoria tiene un reflejo condicionado para bloquear los las entrañas. Carcajada maullante de gato asustado. Risa
recuerdos de los sufrimientos. Sólo la presencia de una luz, interior, de “guerra interna”, sirena aullante. flotante en
de un objeto, trae el recuerdo al sujeto. Me paso la mano esa especie de niebla de una nueva neblinosa patria. iLlo-
por los ojos como la almohadilla de un pizarrón para bo- raba de alegría porque las balas me atravesaron sin matarme?
rrar o recordar aquellos días y noches de tormento interior ¿O era mi alma inmortal ya en otras nubes, en otras piedras?
en plena mar. i Estallaron en mi cerebro las luces de bengala con que los
Una madrugada de calma chicha me sacaron de la bodega y barcos de la Marina de Chile celebraban el Año Nuevo en
me pusieron con las manos en alto contra el pañol del cas- Valparaíso ! Desde entonces llevo esa risa triste como una
tillo de proa. Oí voces de mando para el pelotón de fusila- lágrima que se ha secado por dentro. i Hasta que llegue la
miento. Sé que avanzan en zapatillas de goma. Pero lo que hora de la muerte verdadera ! i Que sea Dios mío en los
más hirió antes que balas fué la voz sorda que dijo a brazos de mi Gloria verdadera !
sus hombres: “ i Que tengamos que matar a este gordo Antes, con dos curas, hablamos conversado algo de lo que
huevón por extremista ! ” Me dolieron las tripas de rabia se siente en el momento de la muerte. Uno de una manera
no porque nunca hubiera sido extremista de nada. Creo que y otro de otra. Hasta la imágen de un santo con el alma,
todo extremismo se junta fatalmente con el otro extremis- rosa angélica1 en la boca, que seguía una ruta por una ven-
mo y no controlan la desintegración de sus átomos. Sentí tana hacia el cielo. Por la escotilla del “Lebu” podía eslin-
un desdoblamiento de mi pobre personalidad de médico ci- garse un alma de un santo muy grande, meteorito errante.
rujano. L a ciencia borra la huella del investigador, del su- Pero teníamos que hacer nuestras necesidades en común,
jeto, sus ideas, aspiraciones y esperanzas. Queda sólo el ob- primero en el suelo, en un rincón de la bodega. Luego en
jetivo cienti‘fico, verdad, teoría, realidad, ley o concepto. un tambor de los que se usan para el petróleo, de doscien-
“El doctor Ludgardo Cáceres +mpecé diciéndome a mi tos litros de capacidad, cortado por la mitad y sobre el ta-
mismo- cuya sabiduría es medio ecuatoriana y medio chile- blón grampas para que no resbalara y álguien cayera dentro
na, pues en las universidades de ambos países tuvo que arre- de la mierda humillada. Cuando el tambor,estaba repleto de
glárselas para recibirse, de noventa y dos kilos había bajado excremento prisionero, dos presos lo izaban por medio de
a setenta en los quince días que llevaba en la cárcel flotante, una polea gemela a la horca colgante y oscilante. Al vaciar-
ya no es gordo, ni Cáceres, ni Ludgardo. Es sólo una dolo- lo en el mar se escuchaba el lengüeteo de las olas por la amura,
rida piltrafa, y ante la cercada de la muerte piensa tan ato- de estribor. La vez que me correspondió la “operación mier-
londradamente como nunca antes había pensado en el hom- da” respiré el aire puro marino en compensación. Una gavio-
bre mismo, animal dormido, divinidad caída, inconsciencia ta “Cau Cau” pasó con su grito agorero. Pecho albo, alas
despierta, tierra natal, patria, planeta tierra, luna pisoteada, bordadas de azul, pico ganchudo ambarino, sangre amarillen-
infinito, bandera, patria, trabajo científico o arte de la gue- ta en el aire, i Libertad ! L o conté y se presentaron VO-
rra, bisturí o bayoneta calada, hormiga, piojo, chinche luntarios. Muchachos. Hombres más jóvenes. Se jubiló de
¿Dios? ”. . . .Yo era objeto allí de una inmensa máquina la “operación mierda” a Victorino Soto, el prisionero más
trituradora de hombres; una partícula, una chinche, una viejo, tenía ochenta y dos años. Pero a unos jóvenes inex-
hormiga, un quiltro entre las orugas de un inmenso tanque pertos se les derramó el tambor en el borde de la escotilla
o estanque flotante, de “una guerra interna”, por tierra mar y en vez de ir a parar al mar nuestra porquería entró como
y aire. . . .Pero se tiene más miedo antes de la muerte que la niebla negra en forma de chaparrón . . . .
durante las muertes mismas. . . .El susto es grande, puede “Cuando los ricos coman mierda, mierda
matar, pero pasa. . . .; pero el miedo constante y sonante y el pueblo coma pan, pan, pan
de la muerte es espeso, como esa niebla negra, de hollín y rataplán . . . .”
carboncillo, que entraba a palpar nuestros cuerpos, nuestros - i Tengan más cuidado otra vez con el caldo de huesi-
rostros inexorablemente todas esas mañanas de septiembre. llos ! -gritó uno que recibió el chaparrón.
Miedo negro, solapado, aterrorizante, que nos va liquidando Desde ese día transformamos la “operación mierda” en
como una gran boa insidiosa o una pequeña culebra de “operación huesillos con mote”. Chile será siempre un país
nuestras costas o un lagarto de cola interminable que come de sol y duraznos, eternamente, a pesar de estar ahora en-
sol y niebla sentado y asentado entre las grietas rocosas del caramados todos sobre un largo tablón defecando miedo Y
camino costero que va de Valparaíso a Concón. Se introduce hambre. . . .
por dentro, aposenta en nuestras entrañas, tintinea en el -Hay que esrimular a la gente humillada -me dijo el sacer-
corazón, zumba en los oídos, hiela el cerebro, en la frente, dote, católico, apostólico y romano.
donde reside el alma mortal o inmortal. . . .Mi último re- -Yo no me siento humillado -repliqué-; al contrario, ellos
cuerdo fué el de mi Gloria y nuestros tres hijos, y. . . ., son los que se están degradando con lo que-están haciendo,
de pronto un silbido o maullido de gato en acecho, llanto humillando a Ch’fle entero, interna y externamente.
de niño recién parido. . . .venía de las negras entrañas de - i Usted está muy cerca de Dios ! -me consoló, y agregó-:
humo y hollín del “Lebu”. . . ., nÓ, nó, salían entre las i A usted lo quiere Dios porque es uno de los firmes !
ágatas de los ojos de mi Gloria. . . .llanto de hombre naci- Acepté el cumplido cerrando los ojos y elevándolos al cielo
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-Ustedes van a estar solo un poco tiempo aquí; pero tienen
de la prision Tioranre; pero era para ver las candelillas res- que estar atentos a los llamados de sus nombres desde la esco-
plandecienites de las ágatas de mi Gloria. tilla. i Arriba, como gato de espaldas, el que deba salir !
El otro CLira era diferente. Los tres primeros días sin pro- -nos ordenó el sargento que hacía de contramaestre de
bar nada niás que agua. Luego la primera ración de porotos prisioneros.
con tallarines agorgoiados. Restos de comida que no acepta- E n los antiguos veleros se le honraba al contramaestre como
ron otros. En una fuente plástica ibamos a buscar las racio- “el hombre de la verdad”. Eso es a bordo, porque una men-
nes. Comiámos en cuclillas. El cura reclamó y el carcelero tira, un engaño, una traición se paga con la vida de todos,
le dijo “a;gradezcan ésto porque la tropa está primero”* Puede ser una vía de agua en la obra viva, un simple hoyuelo
-i Aquí i10s van a matar a todos ! -dijo el cura vomitan- o espiche mal calafateado. La mentira será su propia muer-
do la 1comida. te y la de los demás tripulantes. Eso era el contramestre
-Si nc son las balas de fc)gueo van a ser ios‘porotos con infante de marina del “Lebu”: “el hombre de la mentira”.
gorgojc1s. . . . Yo le seguí sus aguas. Tampoco soy Ludgardo Cáceres. Nun-
Era el cura párroco de la subida de “Agua Santa”, parro- ca hubo en el “Lebu” ningún Ludgardo. No sé si un Cáce-
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desvíos carreteros de Santiago res. Pero los dos juntos, nó. Fué el primer nombre que
a ValparaiSo y Viña del Mar. Continuó con los dolores de gritó el contramaestre - infante desde SU escotillón, y yo le
estómago, vómitos y diarrea, sin poder comer. Pedía al cape- respondí primero por cobardía, porque quería salir del in-
Ilán lnfante a gritos. Parece que confundía a un infante de fierno del mar. No creo que haya nacido ni vivido nunca
marina coiI algún capellán. Me dió miedo. Recordé el pri- el tal Ludgardo Cáceres. Pero no aseguro si un día pueda
mer día dc locura del médico joven, cuando me dijo: haber alguno en Chile de nombre a s í y tenga los hermosos
-“i Pásanl e las bombas ! ” ¿Que bombas? ”Las que hi- ojos verdes mar de mi Gloria. Puede ocurrir. ¿Quién lo
cimos juntos”. Entonces fue cuando aconsejé un psiquiatra. sabe? ¿El que firma los decretos en medio y el miedo de
Otro día: “Las bombas, las bombas. . . .hay que lanza1rlas. la niebla? ¿O el que firma y afirma los nombres y los
. .me: van a juzgar en el tribunal del pueblo”. . . .El ciIra hombres desde el firmamento para que nazca un Ludgardo
de Agua Santa” seguía vomitando, diarreico y pidiendlo al entre las grietas submarinas y se encumbre a los cuatro
InfanLb rln P-,,,nii<n no;&rL4l bb tr-,t-,rin
b.a),b#lLLtt. VbJb LlaLalIU
nrnfnnr;nn-,imontn ,y
p i U i G ~ i U i i U i i l i b l i L ~ vientos como un albatros gigante? i Tampoco es verdad
aconsejarlc) como hombre sin Dios. Compredi que necesitaba el título de este relato de un prisionero colectivo ! . Cuando
asistencia spiritual más que científica. Y no quedaba otra se los propuse, todos me gritaron a coro, “pónle tripulantes
cosa. Se tranquilizó. Me confesó: “durante todo el gobier- de la mierda mejor”. Pero yo había leído la “nivola” “Niebla”
no “marxi Sta’’ no me tocaron la iglesia y a mi ni un pelo. de don Miguel de Unamuno, y me pareció digno seguir las
Apenas su1Den los militares llegaron buscando armas y por- aguas del gran escritor español, y tripularlas con nuestra reali-
que díasilo a dos jóvenes del partido Mapu me detuvieron dad colectiva, aunque no sea yo verdaderamente un escritor
y me traje‘ron aqui’”. por mi juventud. No tengo más de veinte años; pero mi padre
Un lampo débil penetró por unos instantes en la niebla ilu- y madre fueron españoles, y Unamuno dice que todo español
minando aL sus tripulantes. Se detuvo entre el sacerdote de piensa mas de cómo va a morir que en la misma muerte.
“Agua Sarita” y la lágrima seca que me tragué en el paso Talvez provenga del redondel de la muerte de la torería. . .
de la vida a la muerte y mi resurrección; pero el rayo de Cuando me llamaron por mi nombre que no era ni es mi
sol fué aplastado luego por la niebla, uero entre nuestros nombre. . . .ni el nombre de nadie. . . .contesté yo por co.
silencios, t10s dejó una huella de serenidad. Talvez era barde; pero el listo “hombre de la mentira” también lo ha-
Cristo que andaba sobre el océano Pacífico pastoreando bía inventado y una vez más un contramaestre - infante se
sus rebañcIS de prisioneros; echó un vistazo a sus creyentes burló de mí. Sibilinamente, esta vez sin vozarrón de tem-
en la bodc:ga del “Lebu” y partió a revisar presos políticos poral, sino con suave silbido de serpiente de mar me orde-
hacia otros horizontes. . . . nó que deletree mi nombre:
. . . .A veces el silencio nocturno del océano. Otras veces - L de lucha. . . .U de upé. . . .D de dedo. . . .G de gue-
una gran (da profunda que nos venía desde abajo, nos le- rra interna. . . .A de amor. . . .R de roto chileno. . . .
vantaba erI la comba de su cresta y nos la sacaba contra la D de dama. . . .O de ojo por ojo. . . .
carlinga dt:I barco. ‘‘ i L a recresta ! ” Un tambor vado de -i Já. . .já. . .já ! -rió locamente el contramaestre de la
doscientos litros sin mierda rodando estrepitosamente sobre mentira, y agregó-: i Si ese nombre no existe guatón gue-
la cubiertai escorada, dando sus mayores tumbos sonoros vón ! ”
contra la Iregala de babor. El incendio infernal había dejado L o que más me indignaba es que seguía tratándome grosera-
inclinada c:sa cubierta de planchones de hierro hacia la iz- mente de “guatón” si ya no lo era con veinte kilos menos.
quierda. \i allí tocaba el Demonio del Mar su tambor ma- Pero fuí la avanzada para descubrirles el jueguito psicológico
yor. Todc) el tiempo llegaban nuevos presos. Eramos cin- con que alternaban las torturas. Y para que no nos volvié-
cuenta y (;uatro al comienzo y a las semanas doscientos ramos locos esperando la llamada salvadora. De los cuatro
cincuenta. Buena carga para echarse una noche de Lord choferes que apresaron en el hospital junto a los auxiliares,
Cochrane, con patente de corso chileno, a navegar por la dos y medio eran contrarios al gobierno de la Unidad Popu-
lndependencia. El ánimo y el ánima seguían también dan- lar. De pronto nombraron a uno de ellos. Trepó por la escala
do tumbos dentro de riosotros. Era la poesía de un dios como un gato y desapareció. As7nombraban.a álguien que es-
degenerad(3 y coprolálico. Un aprendiz de brujo oceánico. taba y a otro que no estaba. Los presos no dormían esperando
“ Y ese ITiar que tranquilo te baña” era otra mentira, co- sus nombres. Yo no me preocupé más después que no era Lud-
mo su gran nombre “Pacífico”. El también había declarado gardo. . . .El jueguito consistía en traspasar detenidos de una
SU “guerra 1 interna” contra su propia gran patria, la de los bodega a otra, de popa a proa y viceversa. Un golpe de mar
mares libres, que son la de todos los marinos de la huma- contra el casco, un maullido y rasguño de gato en la regala
nidad. podiá ser un tránsito angustioso entre la borda y el mar.
Táctica siriiesí Una mala pisada, el tambor batiente, resbalón o empu-
27.
jón. . . .¿quién puede saber con certeza lo que sumerge la tín de ejecutivo, a lo “James Bond”. Miró para todos lados.
corriente de Humboldt en su paso cotidiano a cinco millas Se sacó los pantalones y se puso unos calzoncillos blancos.
de andar hacia las Galápagos, o cuando otras corrientes enfi- Parecía un fantasma blanco entre fantasmas negros, porque
lan la “rosa separada” de nuestra isla de Pascua? Sólo mi las espesas manos de la niebla seguían palpando las siluetas
pariente Eugenio González Rojas (Q. E. P. D.) debe estar de los presos como si acomodaran piedras en el fondo de
reunido con otros Robinsones Crusoes en su “Más Afuera”. la bodega. Dobló los pantalones poniéndolos de almohada
Nunca se sabrá bien lo que ha pasado sobre la cubierta del sobre el maletín, y se echó a dormir en el mejor de los
“Lebu”. L o que traen y se llevan las grandes olas del Pa- mundos. L a misma niebla parecía tener respeto por esos
cífico cuando suben y bajan hasta el borde de los altos ce- largos calzoncillos blancos estirados junto al maletín negro.
<rosdonde los restaurantes y bares semejan barcos encalla- Quedamos intrigados por el comportamiento. Luego sus
dos. ronquidos se oyeron como si una foca blanca hubiera tre-
Serían las tres de la mañana cuando llegó un hombre de pado por la regala hacia la bodega. Esa noche fué el que
cincuenta años machucado como corcho, abrazado con su mejor durmió en el “Lebu”. El hombre durmiendo siempre
hijo de diecisiete. Lloraban los dos. Es conmovedor ver dos parece animal echado. Me parece que baja los peldaños de
hombres llorando.. Los acomodamos en el fondo de la bode- su condición racional. Inquieta. Y nada sabemos de sus
ga con un palo de almohada. “ i Y ésto tenía que pasarme sueños. Al despertar al día siguiente, se puso nuevamente
a mi’! . . . “Yo le dije: “pero si ésto nos está pasando a to- con elegancia sus pantalones. Abrió la maleta negra. Esta-
dos”. . . .“Pero es que yo soy del Partido Nacional -respon- ba resplandeciente de papeles de colores que envolvían
dió, agregando-: y partidario de la Junta Militar. Estábamos chocolates y caramelos. Se trataba de Emilio Vaccaro, el
precisamente celebrando el acontecimiento, mirando el tele- dueño del restaurante “Sobre las Olas”. Cuidadosamente,
visor con mi hijo, en un departamento que nos acababan de como Juanito Rojas, empezó a repartirnos chocolates y
entregar. Yo he trabajado más de veinte años para una Com- dulces. Pareci‘amos niños invitados al cumpleaño de otro
pañía Norteamericana. Veíamos la teleserie de “Los Herma- niño. Estuvo diez días en la “Esmeralda”. ¿Nos trajo de
nos Coraje” cuando se echó a perder la visión de la panta- allá sus regalos de navidad? Estuvo tres o cuatro días con
lla. El televisor tenía una pequeña falla. Apagándolo y pren- nosotros. E n la bodega éramos cincuenta y cuatro al CO-
diéndolo rápida y repetidamente aparecía de nuevo la imagén. mienzo. Al final, éramos doscientos cincuenta en la bode-
En esta operación estábamos cuando irrumpió a culatazos ga número uno. Vaccaro regresaba a “Fiumicino”, el puer-
por la puerta del departamento un pelotón de infantes de to de los grandes yates de ultramar y de barcos pesque-
marina. De la primera patada que me dieron quedé tendido ros del mediterráneo a media hora de Roma. Allí debe
en el sofá. Encañonándome me gritaron: ‘‘ “ i Desgraciado, estar durmiendo con sus largos calzonzillos blancos.
estabas trasmitiendo con un aparato morse ! . . .; nó, no Al medidi’a, cuando subimos a cubierta para recibir nuestra
niegues, porque lo vimos. Te pillamos, y con tu hijo. 7orciÓn de comida, vimos que zarpaba el “Rossini”. Una
i Extremistas! ¿ A quién trasmitías carajo? i Declara o iúsica soleada lo acompañaba a la salida de Valparalso. SU
te fusilamos aqui‘mismo ! ¿Donde está el aparato clan- vlegante y espoloneada proa era seguida por el vuelo de las
destino? ” ” Siguieron pateándolo, y así fué como fueron gaviotas en su andar de más de veinte nudos por hora. La
a parar padre e hijo a la bodega del “Lebu”. corriente de Humboldt sólo recorre cinco horas por día.
-Debe haber sido un error de la tropa. . . .ignorantes -dijo Difi‘cil de alcanzarlo. A mi arribo a la negrura del “Lebu”,
el joven, mas calmado, sin llanto. ~ i gaviota
a también pasó de largo dejándome caer su grito
-i Y yó, que tengo amigos almirantes ! -profirió el padre, “ L ~ U cau” que oíamos desde el fondo de cemento de la
más repuesto en el fondo de cemento de la bodega, con su bodega. Ahora era el “Rossini”, con su nombre del gran
almohada de palo. músico, el símbolo de la Libertad. i Iría a su bordo la mi-
Era cierto lo de sus amigos almirantes, porque al otro día rada de alga de su Sofi‘a, o se quedaría “Sobre las Olas”
los sacaron del “Lebu”. L o mismo que a otros presos que como una Penélope, tejiendo los sarmientos de sus “uvas de
tenían parientes marinos. ”Yo soy pariente del sargento Italia”. De pronto un gran pañuelo rojo empezó hacernos
tal. . .yo del capitán cual”, repetían para que los largaran. señas de adiós desde la baranda del “Rossini”. El blanco
E n Valparaíso no hay quien no tenga algún pariente, ya transatlántico pasaba a la cuadra de nuestra escorada cubier-
sea en la marina de guerra o mercante. Al final se produ- ta, a babor. Levantamos nuestras manos en muchedumbre
jo un chacoteo, y desde la escotilla preguntaban: “¿Queda contestándole el adiós. El pañuelo flameaba como una ban-
algún pariente más? ” dera roja sobre la cual caían signos dorados del sol de sep-
Hubo rasgos de parentesco marinero desde un principio en tiembre u octubre o noviembre. Cuando desde la cárcel flo-
la prisión flotante. En la noche del diecisiete de septiembre tante se divisan los caminos de la libertad en el mar, tam-
mismo se acercó un marino preguntando por “Juanito”. bién se pierde la noción de la relatividad del tiempo. Me
Era su cuñado. “¿Donde está Juanito Rojas? ”. Cuando quité el gorrito blanco de médico, que bondadosamente me
descubrió a Juanito le trajo de su ración un pan y un plá- acomodara en la nuca la bayoneta del infante de marina en
tano. Este dividió el pan y el plátano en ocho pedazos y
el molo de la danza de las focas, y le dije silenciosamente
los fué repartiendo uno a uno entre nosotros. A m í me
“Adiós Vaccaro”.
tocó un trocito de plátano. “¿Donde está Juanito Rojas? ”. -i Adiós Vaccaro ! -repitió en voz alta y carraspienta don
4 él talvez debo el poder seguir contando este cuento. . . . Victorino Soto, el más viejo prisionero del “Lebu”.
fragmentario, inconcluso, pero extrictamente verdadero. Había sido detenido por ser Presidente de la Junta de Veci
Venia trasbordado del buque escuela “Esmeralda”, donde nos de Reñaca Alto. Era el único presidente que habla a
lo habían tratado muy mal, apaleándolo. El cónsul italiano bordo; el otro del pueblo, yacía bajo las arenas del cemen-
había hecho gestiones por su compatriota y lo sacó de la terio de Viña del Mar. El nuestro, era el más anciano de
“Esmeralda” a los diez días. Permaneció tres o cuatro con los “tripulantes de la niebla”.
nosotros en el “Lebu”, en espera del transatlántico “Rossi-
ni” que lo llevaría a Italia. Llegó de noche. Con un male- Valparaíso, cerro de “Las Zorras”, Año Nuevo de 1977. 0
28
en mano, de boca en boca, saltando entre el dolor nuestro
y de otros y recorren sin cansarse nuestro Chile de punta
a punta y saltan como un eco a abrazar el mundo entero.
Es una paloma tierna, blanca, pero de acero y ¿qué águila,
halcón o gorila podrá envenenarla?, ¿quién cortará esta
rosa?
Estamos viviendo la experiencia de estar desperdigados, es-
e G U I L L E R M 0 N U N E Z parcidos en todas partes, separados por distancias que las
siento muy aparentes, que no existen, qué las estamos de-
rrotando día a día cuando en cada uno de nosotros está
naciendo y creciendo tan sólida esta certidumbre de lo
que podremos y tenemos el deber de construír juntos.
26 de Octubre de 1974.
Entonces hoy, igual que en los días pasados dentro, se
Hoy el día es triste y lleno de nubarrones grises, tenebrosa- tiene hermosa sensación de no estar nunca solo: que tienes
mente oscuro en una primavera que insólitamente, a pesar los recuerdos hermosos que no te abandonan, que posees
de todo llamea, arde en torno mío, por eso no me sorpren- una conciencia solidaria y la fe inquebrantable que nuestros
de y encuentro natural nadar entre todos estos verdes luju- hijos vivirán por entero esa alegría que hemos soñado ayer
riosos, las flores. Bañarse en este olor de espinos, amarillos, y que también vivimos esperanzadamente luchando un
oros, ocres, aromas pujantes, olivos sabios y sauces que has- tiempo.
ta saben reir. Sentir que la tierra canta y canta: libre y Y tenemos tanto más:
poderosa, canta dándose entera, amorosa, abierta a todos, L a belleza es nuestra, la verdad es nuestra, el amor, la
invitándonos a hacer junto a los que cayeron, a los que aún libertad nos pertenecen por entero y ya no dudamos y
quedan dentro, a los que saben ser libres, a los que tienen si lo hacemos estas dudas no nos desgarran sino que
conciencia de ser Hombres, a los que luchan en tantas par- ayudan a afirmarnos más y no se les teme.
tes, en cada pequeña puerta o ventana, en cada nido, en Estamos plantando un bosque que crecerá de la semilla
todo el cielo, en cada nube, en todos los poemas invitándo- que no ha muerto como creen y un día subirá furioso,
nos a crear este nuevo jardín donde el hombre-hombre, el rayo, tormenta, pueblo entero a derrotar el odio, a be-
hombre humano pueda ser allí Entero. Ser aqui sin miedo, ber la sangre generosa, a vengarla, subirá a apiastar, co-
verdadero, sin mentiras, sin dolor, luchando para darles a mo en Macbeth, torrente incontenible, la cizaña, los arboles
los que vienen, a los que están junto a nosotros, a los que sin fruto, las mentiras, las botas.
partieron y no pudimos decirles adiós, todo eso que nos Entonces ¿por qué estar tristes? como alguien se pregunta.
ha sido negado, pisoteado, acribillado. Por qué estar tristes si tenemos la alegría en nuestras manos,
Cuando se ha aprendido a tener miedo, a flaquear, a estar los ojos sin venda y muy abiertos, las manos, los brazos
solo, cuando los primeros días se abren los ojos aterroriza- de tantos otros y en nuestros puños cerrados con furia
dos frente a una venda que impide todo contacto humano, una flor ternura, una flor paloma, golondrina, cóndor
que tortura sutilmente y destruye lento con sabiduría mor- rabioso.
bosa, gota a gota, martillando el cerebro, destripando los ¿ Por qué estar tristes si ya vamos a cantar todos juntos, a
centros nerviosos, deshaciendo hilos, urdiendo telarañas y tomar y emborracharnos de luz, de sol, de justicia, de liber-
los días lentos, los meses que no conoces, el tiempo que tad, de amor? Entonces, cuando todo esto ha sucedido para
no es. Entonces es cuando empiezas a saber que no estás que aprendamos a ser fuertes llorando, a odiar con el amor
solo, que la venda'no existe, que el dolor se vence, que es de una rosa, a luchar sonriendo, a triunfar cada día en tan-
un mito la angustia y sonriendo entierras las dudas, las fla- ta risa, entonces si tenemos a tantos junto a nosotros y lo
quezas, los dogmas inútiles porque te vas dando cuenta tenemos todo pues aprendimos a ser libres: ¿por qué estar
alli'que cometieron un error al tratar de separarte de la tristes?
vida porque allí se aprende a amarla intensamente pero ya Los beso y abrazo a todos.
sin miedo a perderla porque se ha aprendido a luchar para
tenerla. 12 de Junio de 1975.
Te hacen (y no lo saben) de cuero, madera, de roca, fierro, Anoche a las 5 de la mañana nació en la enfermería una
acero. Cada día más duro, más firme, más entero y si se niñita que pesó 3 kilos, parteros: los dos médicos presos.
llora ya no es de miedo, ni soledad sino porque somos ca- Hoy en la mañana todos sentimos algo de curiosidad y
Paces de hacerlo con la certeza de ser hombres y estar tanto orgullo. La canción nacional que cantamos al izar la
más armados de dentro cuando hemos aprendido allí de bandera dejó de tener ese amargo sabor de lo mecánico y
los que nos acompañaban la ternura, el amor, la firmeza, obligado, ya no era una tortura, sino que se transformaba
la bondad, la tremenda voluntad que el odio y el amor en lo que siemrpe fue: el canto a la Patria limpia, la clur
qciisicron apagar, pero no pudieron. vendrá algún di'a.
N o lo logrdron ni podrán hacerlo jamás. Esta niñita tiene hoy 210 tíos, los presos (los c'irdcios no
/
I h s Iágrimds son hcrmosas, son el amor, la ternura, la se cuentan, están en el mismo ítcm de las alambiadas, l u i -
cmocihn y la,solidaridad que nos cnvuelve sin que ellos se les, metralletas, trabajos forrados, ctc., condenado, '11 olvido)
('nlcren porquc esas cosas Ics son dcsconocidas. ¿ Si no Crecerá cn cI pueblo de Puchuncavl o qui/d tenga q ~ i ccnii
sahcn llorar como nosotros cómo podrán aprender a reir grar. ¿ Quicn lo sabe ?
corno l ( i hdccmos? No podrán ni hoy ni nunca. Puede quc estudie o no.
1 L1111105 Iihics alli' dcníro porquc sabi'amos que fuera te- Pucdc quc sólo pucda subsitiii t i a b a j a i n d o dr~dc.chiqt1ii.i
11I~lmosf(Jd(i ci dmor y en nosotros la Conciencia de Ser o puede llcgar a tener mis posibiliddc\
111-11 s piics cs nucsi ra la verdad y a esa verdad, a esa con- en un Chilc mejor.
L l c 1 l c 1 . i no potlrin cn~crrdrlas.Se les escapan, van de mano (Por cso lucharcrnos, conipañcrild)
29
Pero hay algo que no olvidará jamás y tendrá que decirlo Color rosado te estoy llamando
con orgullo: que nació en un campo de concentración te estoy gritando, color rosado
mientras dos presos políticos la traían al mundo y 208 déjame viajar contigo
dormi'an . Voy viajando sin saber dónde en esos grises
Pcro cuando puedas leer esto que te escribo, compañerita, aventurándome ahora en verdes
te prometemos que estas alambradas de púa y estos fusiles tantos verdes, iluminados de un sol de lluvia
ya no estarán. azul azul llévame
llévame rápido
22 de junio de 1975. por la noche
que no quiero este Chile herido
Qué alegría, que felicidad amarte. Hoy la noche es hermosa Voy viajando casi sin dolores
1
y casi tibia, hay luna y pienso en ti' y estoy ta? lleno de sólo con nostalgia,
la felicidad de amarte que querri'a o llorar o dar gritos o pero si sé donde voy y la belleza fugaz
dar saltos o apretarte o reírme como hasta hace unas pocas apunta mi meta
horas esta tarde en la visita.
Verde te estoy llamando
Reirnos de tonteras tan importantes o dejarnos adormecer
para que alcance a ver lo que mis hijos
mirándonos y mirándonos. vivirán y tengo un ansia
¿Sentiste la gente, los demás compañeros que nos rodeaban, grande de gozarlo, de vivirlo entero
los alambres, el dolor? ese rosado entre las nubes.
Pareci'a que éramos una isla solitaria, abandonada.
Pero si bien creíamos que todo desapareci'a o se esfumaba, 30 de Junio de 1975.
teni'an una presencia tan poderosa que me hacía sentir más
Al pensar en las separaciones, divorcios, incomprensiones
solidario tuyo y de todos, perteneciéndote más. Y si me
entre artista-espectador suele uno olvidarse de el cómo se
dejaba acurrucar y acariciar remoloneando era un descanso
van generando, se olvida el abismo cultural entre otras
para amarte más y reirme lleno de gozo por esta tremenda
cosas, la inexplicabilidad del arte por otro lado.
felicidad de amarte porque ya no éramos una isla abando-
Empiezo a crear un mundo que nace de realidades corI -
nada, sino un mar de manos, de rocas que estos sueños
cretas y paso a paso va desarrollándose en bocetos, piritu-
fortalecen. ras y lo que para mi' es cada di'a más inexplicable y ca1si
25 de Junio de 1975. misterioso ( y cuánto me molesta esta palabra).
Sentir tu presencia a cada instante, no sólo en las palabras, Uno empieza a elevar el volanti'n, a darle y darle hilo Y
los recuerdos o la espera. O a través de la música o la an- empieza a elevarse hermosamente, a volar, dar vueltas Y
gustia o la alegría demencia1 o la rutina de las formaciones. vueltas, todos aplauden y vamos abrazados a él y seguiimoc
Ni tan sólo en esta soledad de mi Soledad, sino al contra- dándole hilo y empieza a alejarse hasta que llega un mio-
rio: abrazarte y volar contigo sin rumbo fijo planeando por mento que no lo vemos, que es sólo un punto rojo o
estos cerros o nadando en las nubes que veo detrás de las blanco en el azul, sólo lo sentimos por el peso que tironea
púas confiriéndome todos los derechos para soñar, para el hilo. Entonces empieza un juego de recojer o dar y dar.
anhelar todas las felicidades y no sólo para ti' y para mi' No importa volar, perderse de la vista en el cielo, en e:I
sino la felicidad encontrada en tanta solidaridad, la ternura aire, lo importante es que no se corte nunca e1 hilo pcir-
de los compañeros, de aquéllos de los cuales aprendo a que allí estari'a volando donde nadie lo vea y
cada rato, los que me cian lecciones de humanidad en cada ¿cual podrá se el valor de su belleza entonces?
uno de los actos con su entereza, su firmeza, su dulzura, 5 de Julio de 1975.
sus ansias de ser cada vez mejores. Y es con todo ese amor
Rimbaud: "Y a vwes he vistn lo que el hombre ha crgd '¡:o
recibido, esa marea humana, que te aprieto y quisiera mor-
ver".
der todo tu cuerpo.
U n viaje en camión a Valparaíso. Nos llevan junto a otro
Comulgarte a cada instante compañero al hospital entre milicos de franco, canasta5! Y
Beberte en un beso, copa entera bultos. Sentimos por instantes la sensación de vivir de nue-
árbol mío vo, ser otro entre tantos ( como si nada ocurriese ) anldar
nube algunos pasos en la calle -desde el camión al Hospital Na-
lluvia val-- casi normalmente a pesar de las metralletas de lo!i sol-
cielo abierto dados que aquíse humanizan y se hacen casi solidario$ >
compañerita míz. ( pierden el uniforme cuando nos hablan, tranquilos, clon
26 de Junio de 1975 la misma naturalidad que nosotros les conversamos ).
Al regreso entre cajones, sacos, tarros, acurrucados en Iun
Empiezan a aparecer las moscas en los dibujos. Son el aire
rincón miro como en una pantalla -con la figura recorta-
contaminado que respiramos, la sangre pisoteada y la menti-
da de los infantes de marina y su fusil en cartulina ne:gra-
ra, la vergüenza de los que nos vigilan, el torturador repug-
como pasa una película de lo habitual: los trenes, los I3ar-
nante, los monstruos de Odio, la soledad en que quedan los
COS un poco más lejos, gente más cerca; casi respirandc)
verdugos.
encima de uno tantas luces, pitos, bocinas; todos ruido1s
Hoy IIucvc. Uno se para a mirar el paisaje más luminoso de
cabalgando. Y mientras avanzan empieza a oscurecer Icmta-
vcrdes porque a lo Icjos ilumina el sol. Bajo la lluvia y sólo mente con rojos fugitivos del sol que se va entre las niubes
importa el gotear del agua sobre la ropa, en el suelo, los
y el mar, y el puerto empieza a llenarse de las luces que
1
tcchos Lsa música hace olvidar el barro y que el momento
tanto amamos: un reguero de hormigas luminosas, de f iguras
de bclle/a es demasiado fugaz como ciertos instantes en que
entrelazadas, crepitar de olas, apretones de manos o sirnples
un lcvc tono rosado aparece entre las nubes grises cuando
líneas rectas titilantes.
canto automáticamente con las manos pegadas al pantalón,
fii me
30
trar que efectivamente ocupó la presidencia y los
cargos diplomáticos. Entre éstas se encuentran, las
siguientes fotos cuyos textos corresponden al origi-
nal: del almirante Leahy en la Legación de Chile
en V i c h y / Paperchase organizado por la Escuela
de Carabineros en nuestro honor / Desde el destro-
yer Greenhales revisó la Escuadra Brasilera / Miti y
O D A V I D V A L J A L O nuestra hija Rosita llegan a Nueva Y o r k , donde le
será conferido el premio de “Madre Universal”.
DOS volúmenes. U n mil quinientas sesenta y cuatro D e sus recuerdos de estudiante, por el hecho cir-
páginas. Edición de lujo. Podrián haber sido las cunstancial de ser ambos serenenses, trata de aso-
memorias de un Santiago Labarca, por ejemplo. N o . ciarse con Ricardo Latcham, nombrándolo de prefe-
Estas son las memorias de Gabriel González Videla. rencia y seguido. Pobre Ricardo. Y pobre señor
Nuestra ingenua pregunta es: ¿ P o r qué en las González. Si supiera qué opinión teniá Latcham
“Memorias”’de quien pasó a ser un cadáver poli’- de quien se inició en la vida poli’tica como
tico en la historia de Chile, justamente con termi- “diputado termal”, en elecciones populares gro-
nar su mandato (año 1952) se incluye en u n re- tescamente manejadas por la dictadura de Ibánez.
cuadro, el Decreto - L e y N o . 1 fechado en Santiago ( El truco consistió en designar y registrar las
a 11 de Septiembre de 1973? misma cantidad de candidatos, que cargos a
Como si esto no bastara, hay capi’tulos dedicados elegir, eliminando los candidatos adversos al
a todo el proceso financiado desde el extrajero, Gobierno).
para producir la quiebra del régimen constitucional E n algunas partes hace referencia a los aprietos
y democrático chileno. económicos por circunstancias politicas. Durante
Por ejemplo: El pronunciamiento militar (no dice su campaña presidencial, por ejemplo, fuimos
“golpe de estado”), E n marcha la traición, De nuevo testigos que al cobrar un cheque con su firma
el puñal de la traición. Las ocho causas básicas del por la suma de cien modestos pesos, el cajero
fracaso de Allende, Quiebra del régimen institucio- del banco, mandaba el citado documento a
nal, Conflicto con la Corte Suprema, Conflicto con registro, esto es, comprobaba si teniá fondos
el Congreso Nacional, J ustificación del pronuncia- suficientes. Seriá interesante saber en estos mo-
miento militar (Cómo si lo tuviera). El origen de mentos, la cantidad de haberes de quien después
la Junta Militar no emana del caudillismo, Perma- de haber ocupado la presidencia, se desempeñó
nencia de la Junta Militar. i Para qué seguir ! como presidente de bancos o agente para Améri-
Los dos gruesos y empastados volúmenes, no son ca Latina de compañiás multinacionales.
otra cosa que la continuación de la serie de publi- También recordamos recién triunfante el Frente
caciones, lujosamente orientales, que la Junta Mili- Popular, en una visita de descanso a su ciudad
tar imprime en los antiguos talleres fiscales de natal, un discurso en su calidad de presidente
“Quimantú” para su inútil propaganda en el exte- de dicha organización poli’tica (1938). Nuestra
rior, logicamente a costa de los escuálidos bolsillos fé de adolescentes nos haci’a creer en el lider
de los contribuyentes. N o se explica de otra mane- circunstancial. Cito: “El peligro correligionarios,
ra el déficit de la editora estatal. n o está en la Derecha, ya definitivamente derro-
Todas las memorias suponen que algo otorgan, al- tada, sino en los siúticos arribistas de la clase
guna novedad o algún punto de vista de determi- media, enquistados en nuestras filas”. Como se
nado valor con respecto a la época que le tocó puede ver, h e aqui’ un perfecto autoretrato.
vivir al personaje que narra. E n este caso, la po- El señor González, no representa otra cosa en la
breza no tiene li’mite. Si algo podriá tomarse en
poli’tica chilena, que el clásico oportunismo electo-
cuenta, es la confesión del resultado de la elección
ral, que para lograr sus objetivos personales traicio-
interna dentro del Partido Radical, en la sucesión
nan no sólo compromisos, sino a su propia con-
presidencial a la muerte de don Pedro Aguirre Cer-
ciencia. El ejemplo reciente en nuestro pai5 está
da. El señor González da a conocer por primera
dado. H a y quien prefirió morir antes de traicionar
vez lo que él llama un acuerdo secreto con Juan
sus ideales.
Antonio RiÓs. Reconoce que a petición, le cedió
el paso. Este antecedente, sin testigos y dicho por Esta edición, es al mismo tiempo parte del trabajo
quien lo dice, queda a criterio del lector. del Fascismo & Ciá., que impera en Chile. C o m o
Textualmente agrega: “Mi prudencia de saber espe- buenos socios, el uno trata de justificar al grupo,
rar hizo que el sueño de mi madre se viera realiza- para a su vez justificarse por lo menos, por ser el
do” ( S e refiere al sueño presidencial ) Algún otro iniciador en Chile, de los campos de c o n c c n t r a c i h
antecedente de importancia en las 1564 páginas es de prisioneros poli’ticos.
difi’cil de descubrir. E l señor González, al publicar esto que Il;inic~
LOS dos lujosos tomos están profusamente ilustra- ‘memorias’, ha perdido la oportunidad histórica
de fotografiás, en un afán enfermizo de demos- de guardar silencio. d)
31
la que según
j , existe en el
iilena, ésta
de la tierra
ipular en forma
oncientes,
ón
k
Rafael Gutiérrez Girardot, Director, Seminario de
Romanktica de la Universidad de Bonn.
“Felicitaciones por el segundo número de la revis-
ta. Está excelente porque en ella estás consiguien-
on gran interés nos hemos enterado de la apa-
“
do una sensación de inmediatez y vitalidad que no
r ción de vuestra revista, acontecimiento que cele- acostumbran las revistas literarias. L a mezcla de
ramos. Ella viene a llenar uno de esos vaciós poemas, cuentos, test imon ¡os, est ud ¡os, cri’ticas,
ue con tanta fuerza se hacen sentir y pensamos cartas, trozos de novelas, etc., todo ahi’ como en
que será una valiosa colaboración en la defensa y ebullición y presentado con esa gracia ascética,
promoción de una de las dimensiones más sobre- un gusto directo y simple, producen impresión de
salientes de nuestra cultura. Después de un primer taller, de creación en movimiento. Creo, además,
periódo de repliegue, en el que todos fuimos vit- que cumplirá la tarea de ir uniendo cada vez más
timas de los efectos de la represión desencadenada ,a los escritores chilenos en el exilio, confirmando
en nuestra Patria, hoy vemos surgir diferentes ini- la vitalidad cultural de la Unidad Popular como
ciativas que constituyen la expresión vigorosa de proceso Único en nuestra historia. Me atrevo
una voluntad que el fascismo ha sido incapaz de además a opinar que es m u y chilena de punta a
destrui’r. E l l o permite abrigar grandes esperanzas cabo, como esos colores tan de nuestras piedras y
para el futuro.” montañas con que nos ha gustado vestirnos, sobria
Rafael Echeverria, Secretario Ejecutivo, Secretar& al estilo de los pueblos mineros.”
Coordinadora de Académicos Chilenos, Londres, Luis Domínguez, Nueva York.
32
tereses creados. Littin escoge, estilkticarnente, no profundi-
33
ta que precedió a más de algún poema de este “Oscuro”, formar un público instruido en la mejor tradición del teatro
tercer libro de Gonzalo y as¡; “Cama con espejos” o “En- universal; y dar a los escritores nacionales la Oportunidad de
cuentro con el ánfora” se nos iluminaron con una nueva y presentar sus obras como parte integrante de una compañía
maravillosa imagen. de’ repertorio.
Hace ya más de diez años, comentaba yo a Gonzalo Rojas. De la Barra triunfó en toda la línea: en los decenios del 30
Traté de explicar y contar su poesía. Mucha gente me llamó y del 40 fundo el Teatro Experimental de la Universidad de
entonces para saber más de esta poesía y de este hombre. Chile que se convirtió después en el ITUCH; estrenó nume-
Su libro “Contra la muerte” (1964) no circulaba en Vene- rosas obras del teatro preclásico y clásico español, a la par
zuela y en el tráfago de los préstamos, lo perdí. Ahora me que daba a conocer las obras más avanzadas de la drama-
llega “oscuro” en una hermosa edición de Monte Avila que turgia europea; colaboró con Pedro Orthous en la puesta en
no prestaré, pues está en las vitrinas de Caracas (esas vitri- escena de Fuente Ovejuna de Lope de Vega, uno de 10s
nas que al poeta no le gustan). Al leerlo hoy, con calma, mayores éxitos de los teatros universitarios chilenos; re-es-
ratifico mi primera impresión: el hombre ha madurado al trenó Chafiarcillo el poderoso drama revolucionario de
ritmo del dolor, el destierro y “las muertes”, y su poesía Antonio Acevedo Hernández; estableció un premio anual
se ha enriquecido con estas experiencias. para autores chilenos (así se dieron a conocer Luis A.
Se puede decir que Gonzalo Rojas casi escondió su obra Heiremans, Fernando Debesa, Fernando Cuadra, Margarita
durante muchos años tras otras realizaciones. El hizo posi- Aguirre, etc.), y consiguió formar un fiel y entusiasta pú-
ble que en una ignorada ciudad chilena -Concepción- se blico que apoyó con sus abonos todas sus empresas.
organima el más grande encuentro de creadores y científi- Por su eminente posición directora y por su inspiradora
cos de todo el mundo. Director de las Escuelas de Tempo- labor educativa, Pedro de la Barra recibió el Premio Nacio-
rada de la Universidad de Concepción y abierto a todas nal de Teatro.
las voces y a todos los ámbitos, realizó la increible hazaña De la Barra le dio a toda su obra una orientación vigorosa-
de tener durante un mes, dialogando sobre el hombre y su mente social, vinculada a las raíces del movimiento revolu-
quehacer, a Linus Pauling y Carpentier, a Carlos Fuentes o cionario chileno. Sacó a los actores y directores de 10s
Roa Bastos con el científico Flora, de Italia, o el no menos recintos oficiales y comerciales y los llevó a lo largo de
famoso Svorikin, de la Unión Soviética. Japoneses y nortea- Chile para actuar en galpones, fábricas, minas, puertos y
mericanos, europeos y latinoamericanos de todas las tenden- aldeas. Hizo en Chile lo que García Lorca hiciera con la
cias y ocupados en las más diversas disciplinas, dicutieron Barraca en los años de la República española.
allí, hicieron amistad y construyeron un nuevo puente de Después del golpe militar del 73, de la Barra, que se había
comunicación. Nunca más fué posible repetir un Encuentro radicado en Antofagasta, después de trabajar varios años
de tales dimensiones. Gonzalo tomó nuevos caminos. partió en Concepción, hubo de partir al exilio. Grandes países
hacia la amplitud del mundo con otras misiones que, sin del mundo le abrieron sus puertas. Universidades y teatros
estar precisamente en su quehacer poético, llevaban el nom- lo querían para que prosiguiera su fecunda labor creadora.
bre de Chile con una dignidad y un orgullo que pocos di- De la Barra decidió exilarse en Venezuela. Navegando al
plomáticos han podido exhibir. exilio, desembarcó en Maracaibo, donde la primera página
Demos pues, la bienvenida, gozosa, orgullosamente, a esta de un periódico local lo sacudió con un cable brutal y
voz chilena que nos rescata del olvido, que nos levanta con escueto que anunciaba la muerte de su hijo Alejandro,
una nueva esperanza. militante del MIR, combatiendo en las calles de Santiago
Paulina Herrera por la libertad del pueblo chileno.
Caracas, marzo de 1977.
Pablo de la Barra, hijo mayor de Pedro, actor y cinemato-
grafista, hizo en Caracas, la siguiente declaración a nombre
de la familia:
PEDRO D E L A BARRA “Los restos de Pedro de la Barra serán sepultados transito-
riamente en Caracas y aquí permanecerán hasta que caiga
L a noche del 7 de julio de 1977 murió en el exilio, en la dictadura fascista en Chile. Entonces, y sólo entonces,
Caracas, Pedro de la Barra, fundador del teatro moderno serán repatriados.”
chileno. Allí esperará Pedro de la Barra junto a otro gran patriota,
E n la vanguardia de la generación del 38, de la Barra mul- Orlando Letelier, el regreso definitivo a la tierra que honró
tiplicó su actividad a través de los años distinguiéndose con su talento y grandeza moral.
como director, actor y dramaturgo. En 1939 publicó su
primera obra, L a Feria, y en 1950 el Watergate Theatre DR. HECTOR ORREGO PUELMA
de Londres estrenó, bajo el título de Headwind, su drama
en tres cuadros Viento d e proa, que el ITUCH repitiera La Casa Chile de México, rindió homenaje al eminente
en el Teatro Municipal de Santiago en 1951. tisiólogo, Profesor Hector Orrego Puelma con motivo
Nacido en 1912, de la Barra comprendió temprano el sen- de cumplierse el octogésimo aniversario de su
tido que debía dar a su vocación de creador y realizador. nacimiento. E n este acto, el exilio chileno y
Desde las aulas del Instituto Pedagógico de la Universidad destacadas personalidades mexicanas valoraron la
de Chile -donde se graduó de Profesor de Estado-, lanzó personalidad y la labor de este científico en el
un vasto movimiento renovador del teatro chileno. Sus destierro.El año pasado el Dr. Orrego Puelma fué
propósitos fundamentales eran: crear una escuela del teatro invitado de honor al XIX Congreso Panamericano
en que estudiaran no sólo actores, sino también directores, de Tuberculosis que se realizó en Santiago. Se negó
y todos quienes trabajan detrás de las bambalinas, es decir, a concurrir debido a la falta de respeto por la
echar las bases de una comunidad profesional para devolver- ciencia mostrada por la dictadura chilena.
le al pueblo el arte del teatro, patrimonio suyo desde la En la actualidad se desempeña como profesor de
antiguedad y escamoteado más tarde por las élites sociales; Clínica Médica en la Universidad de Guadalaiara.
34
TAS EN EL EXILIO y obligado a abandonar el país. Ahora vive en París.
EXP( E n el testimonio que hizo llegar a la UNESCO, Guillermo
Núñez relató:
uc IIILIDLaJ u G UvJton, formada en 1971, que
La “El 3 de mayo de 1974, a las tres de la tarde, cinco ve-
tiene en la actualidad cerca de mil miembros, y es una de
hículos del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea rodea-
lasinstituciones de mayor prestigio en el mundo cultural de
Estados Unidos, ha organizado un proyecto amplio de expo- ron mi casa. Soldados con casco, uniformes de guerra y ame-
tralladoras fueron puestos en posición de combate apuntando
siciones, presentaciones personales y trabajos de grupo, des-
tinado a dar a conocer la creación de los artistas de Améri- a mi casa. Todo este dispositivo militar era para arrestar a
una sola persona que vivía aislada en una zona remota de
ca Latina y U S A que se encuentran exiliados de sus respec-
Santiago . . . .
tivos países.
“El 9 de octubre, libre de cargos y habiendo perdido 15
..,,----ha sido llamado _Artistas
~1 prnvecto _ en el Exilio, y en
kilos, dejé el infierno en el cual había estado viviendo, con
,alabras de SUS organizadores, ‘‘ a través de esto se espe-
I la condición de que debía presentarme una vez a la semana
ra iritegrar no solamente a los arí :¡Stas ya reconocidos, sino
en el Ministerio de Defensa. Me prohibieron salir de Santia-
a la gente de todos los oficios, ein una expresión de preocu- go y me advirtieron que no pensara irme del país. Permane-
paciuii
L. -nr Inr rul\ rnl rca i i u i i i a i i u > y en la conciencia de que
r h f i r hmsm-nnc
clcomo un prisionero, pero ahora mi cárcel era un poco
IuIIu3
AND SONGS, London: Essex House, 1976. JORGE JOBET, LOS GRANOS Y L A S HOJAS
( Santiago: Nascimeiito, 2vl., 1976 ).
1-5 éste hoincn'ijc magni'fico al gran cantante y pocta chilcno
Entre las poqui'simas novedades literarias que nos llegan dc
cisesincitloen cI Estadio Chilc en 1973. A cuatro años de su
Chilc destaca esta obra genuinamente cimera publicada cn
muerte rcwlta cvidcntc quc la tragedia de Vi'ctor Jara, como
primorosa edición de dos tomos por la antigua casa Nasci-
la de G m i á Lorca a los comicnzos de la guerra civil cspaño-
mento.
1'1, se ha transformado cr? un hccho histórico dc incalculables
Jobet, uno de los valores más sólidos de la pocsía chilena
proycccioncs simbólicas. Sus canciones que sc conocían en
contemporánea, ha mantenido una li'nea de creacción cons-
Latinoamcrica principalmcntc, s()n hoy parte de una tradición
tante y profundamente enraízada a la tradición lírica del
rcvolucionariii mundial. Sus disc:os sc agotan en Europa y los
sur chileno. Lo que diferencia a Jobet de otros grandes
Estados Unidos y los textos de: sus composiciones forman poetas de la frontera -Neruda y Juvencio Valle, por cjem-
partc ya dc la más alta pocsía 1)opular en lengua hispana. plo-, es su lenguaje duramente podado de toda ornamen-
, I, .
En cl volumcn quc comentamos, oeiiamenre eaitaao en
e.. I
o SUBSCR I PC I ON ES
S
VICTOR R . V A L E N Z U E L A . Escritor, ensayista y profesor. Lehigh University Pennsylvania.
FERNANDO A L E G R I A . (Ver No. 2)
GONZALO R O J A S . (Ver No. 1)
HERNAN LAVIN C E R D A . Poeta y periodista. Actualmente exilado en Mexico.
R O B E R T O C O N T R E R A S LOBOS. Poeta. Reside en Europa.
JUAN A R M A N D O EPPLE. (Ver No. 2)
GONZALO M I L L A N . Poeta. Reside en Canada.
a JKA P E R E I R A . Brasilera. Poeta. Dirige revista de poesia. Reside en U.S.A.
~ L A K H A H N . Poeta y profesor de literatura hispanoamericana. Reside en U.S.A.
G U I L L E R M O R A V E S T . Poeta y periodista. Reside en Europa.
GABRlEL B A R R A . Poeta y profesor. Reside en Rumania
EDUARDO E M B R Y . Poeta. Reside e n Cuba.
G E R M A N M A R I N . Poeta y escritor. Reside en Mexico.
EFRAIN B A R Q U E R O . Poeta. Reside en Cuba.
SERGIO M A C I A S . Poeta. Reside en Alemania. Recientemente publicó carpeta con 11 poemas
con ilustraciones de J ulio Rodrigo Alegría.
P A T R l C l A J E R E Z . Poeta. Reside en U.S.A.
W A L D O R O J A S . Poeta. Reside en Francia.
ALFONSO A L C A L D E . Poeta, escritor y periodista. Reside en Ruiliania.
BERNARDO B A Y T E L M A N . Poeta, actor, antropólogo y profesor. Actualmente exilado en Mexico.
DANI EL R I Q U E L M E . Narrador. Actualmente exilado en Mexico.
LEONARDO CARVAJAL B A R R I O S . Escritor. Reside en Bulgaria.
COI A S . Pseudónimo. Razones obvias.
K M O N U N E Z . Pintor. Protesor de la Universidad de Chile. Director del Museo de Arte
Contemporáneo de Santiago. Reside en Francia.
DAVID V A L J A L O . (Ver No.2)
ANGEL CRUCHAGA S A N T A M A R I A . Premio de Literatura.
i Oh tú la más herida ! E n tu muerte sin llanto
duelen todas las venas. i Oh esposa desangrada !
En todos los racimos hay miel para tu boca
donde el olivo puso su aceite de esperanza.
Sobre los muertos niños, sobre los campos puros
el invasor anima su caballo de llamas,
pero sobre la espiga sangrienta del infierno
ya suena el caracol de rocló del alba,
Angel Cruchaga Santa M a r h