INFORME VIOLENCIA EN EL NOVIAZGO ADOLESC (Recuperado) - 1

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INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACION DOCENTE N° 6.

010

CARRERA: PROFESORADO EN BIOLOGIA

MATERIA: SUJETO DE LA EDUCACION SECUNDARIA

PROFESORA: NATALIA QUIROGA

ALUMNO/AS: PARPLINI RUTH. ROMAN CLAUDIO Y LAIME


ROXANA

AÑO: 2021

TEMA: VIOLENCIA EN EL NOVIAZGO ADOLESENTE


INTRODUCCION
El objetivo principal de este trabajo consiste en contribuir al análisis de los
noviazgos adolescentes y la identificación de conductas violentas que puedan
darse en él, detectar posibles factores de riesgo que incluyen en el sostenimiento
de las mismas, y el grado de naturalización de la violencia de acuerdo a éstos.
La violencia en parejas adolescentes en relaciones de noviazgo es un fenómeno
en sí mismo y es motivo de estudio ya que, en esta etapa de inicio de
socialización afectiva, pueden detectarse los primeros indicios de la violencia
doméstica e incluso, encontrarse algunos factores causales.
Cuando la realidad nos sorprende cada día con un gran número de mujeres
asesinadas por sus parejas o ex parejas, puede parecer trivial hablar de violencia
en el noviazgo. Sin embargo, hay un importante número de personas jóvenes
que cotidianamente son víctimas de violencia en sus relaciones y aún están a
tiempo de prevenir situaciones más gravosas, si son conscientes de la
problemática.
En virtud del efecto de este fenómeno sobre la salud y sobre la vulneración de
los Derechos Humanos, debe estudiarse para prevenir o detectarla de manera
temprana, así como reducir su frecuencia y manifestaciones más graves.
El noviazgo es “una vinculación que se establece entre dos personas que se
sienten atraídas mutuamente; representa una oportunidad para conocerse, una
etapa de experimentación y de búsqueda, con actividades, gustos y
pensamientos en común, y puede ser un preámbulo para una relación duradera”.
Para definir la población comprendida es importante considerar que la
Convención sobre los Derechos del Niño, define como niño a toda persona
menor de 18 años; la Organización Mundial de la Salud sostiene que la
adolescencia se sitúa entre los 10 y los 19 años, en tanto que a criterio de las
Naciones Unidas, jóvenes son personas que tienen entre 15 y 24 años, aunque
cada país tiene la potestad de adoptar su propia definición, por último, UNICEF
entiende la adolescencia como la etapa entre los 12 y 18 años.
La adolescencia es tanto una construcción social como un atributo de la persona.
Es un momento en que la sociedad transmite al individuo un sistema de
prácticas, creencias y valores, pero es al mismo tiempo el momento en que la
persona rechaza o asume esas prácticas, creencias y valores. En esta etapa el
sujeto comienza a asumir su independencia y autonomía frente al medio social.
Constituye su principal experiencia con la dimensión colectiva de la vida,
situación trascendental, ya que las vivencias y definiciones que adopte en esta
época serán en gran parte decisivas para su edad adulta. Una visión consistente
con los Derechos Humanos considera a los y las adolescentes como seres
humanos iguales que, por estar en un momento particular de desarrollo y de su
historia, tienen necesidades y subjetividades específicas determinadas por su
edad. No se asume la adolescencia como la preparación para la vida, sino como
la vida misma.
MARCO TEORICO
La violencia es quizá el problema de mayor envergadura en las relaciones
sociales. Está latente como una expresión de opresión, desigualdad y
discriminación e importa en todos los casos la vulneración de derechos. La
Organización Mundial de la Salud (1996), sostiene que es “el uso intencional de
la fuerza o el poder físico, de hecho, o como amenaza, contra uno mismo, otra
persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de
causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o
privaciones.”
La violencia es el uso de una fuerza abierta u oculta con el fin de obtener de un
individuo o grupo lo que no quieren libremente, e incluye la violación de los
derechos de libertad, integridad, salud, dignidad etc., e impide el goce pleno de
los derechos civiles, sociales, económicos y culturales.
En las relaciones se apela al uso de la violencia como una forma destructiva de
solución de conflictos; pero, además, se manifiesta en relaciones con estructuras
jerarquizadas, en las que se establecen vínculos de dominación-subordinación,
controlando al otro(a) que no se reconoce como igual. Los lazos afectivos
familiares no son ajenos a las manifestaciones de violencias socioculturales, por
lo que en la familia se reproducen esquemas generadores de violencia como el
machismo, violencia aprendida y el ciclo de la violencia, etc.
VIOLENCIA EN EL NOVIAZGO
La violencia en el noviazgo está definida como los actos de violencia, amenaza
o provocación intencionada de daño físico, emocional, verbal, psicológico y
sexual, así como el control de un miembro de la pareja mediante tácticas
coercitivas que ocurren dentro de una relación de noviazgo de adolescentes y/o
jóvenes, es decir, entre parejas de adolescentes y jóvenes adultos que no
cohabitan ni tienen vínculos legales.
La violencia en el noviazgo es un grave problema que afecta la salud física y
mental de la adolescencia y se identifica como un problema social. A los fines de
este trabajo se sostiene que la violencia en las relaciones de noviazgo es toda
acción u omisión que produce un daño de tipo sexual, físico o psicológico, de un
miembro de la pareja contra el otro, con el objeto de controlar o dominar a la
persona.
El rango de relaciones en las cuales puede presentarse esta forma de violencia
es amplio, ya que incluye desde relaciones con mayor grado de compromiso
hasta relaciones iniciales, informales y esporádicas propiamente dichas, que
tienen en común la atracción interpersonal y el hecho de citarse para salir.
Entre los adolescentes distintas son las denominaciones que reciben las
relaciones conforme el grado de formalidad y compromiso que se le asignen:
novios, “amigovios”, “salientes”, “touch and go”, “hueso”, etc.
La violencia en estas relaciones presenta características que la diferencian de
la violencia en el matrimonio:
a) la edad de los miembros involucrados es relativamente menor a las de las
parejas convivientes o casadas, ya que se trata de adolescentes o jóvenes en
temprana edad.
b) las razones por las cuales se presenta la violencia en estas relaciones puede
ser distinta a la de la violencia familiar, ya que no hay convivencia, no hay
obligaciones filiales o carga familiar y no hay obligaciones económicas de
ninguna naturaleza, ni contractuales, ni de dependencia ni responsabilidad de
auto sostén o del otro miembro. Las parejas de novios se encuentran o se citan
para salir, para conocerse, para entretenerse y divertirse juntos, etc. pero no
conviven. Ambos miembros tienen su propio entorno familiar que es el ámbito de
contención emocional y de sustento. Incluso en muchos casos, aún no tienen
proyectos en común, al menos a largo plazo.
Los factores culturales, el entorno familiar, la socialización, ya que en esta etapa
pasan la mayor parte del tiempo en instituciones educativas, y las vivencias con
sus amistades, serán factores que contribuirán a empeorar la percepción que
tengan los entrevistados sobre la violencia en la pareja y su continuidad y
agravamiento durante el matrimonio.
En la última década incrementaron los estudios sobre este fenómeno,
convirtiéndose en un problema de preocupación social para la salud pública
debido a las consecuencias a corto y a largo plazo, presentando como secuelas
físicas que van desde lo estético hasta incapacidades permanentes; las
psicológicas como los trastornos del comportamiento, depresión, consumo de
sustancias y los suicidios; generándose por otra parte, elevados costes sociales
y económicos para los sistemas de salud y las familias de las víctimas. Algunos
estudios han reportado que la prevalencia de violencia física es mayor en el
noviazgo que durante la convivencia.

TIPOS DE VIOLENCIA EN EL NOVIAZGO ADOLESCENTE


La violencia, en tanto relación social basada en la fuerza, el control, la
dominación de un miembro de la pareja hacia otro/a, asume distintas
modalidades y puede ser ejercida de diversas formas.
“VIOLENCIA PSICOLÓGICA”
Puede ser entendida como aquella que causa daño emocional y disminución de
la autoestima, perjudica y perturba el pleno desarrollo personal, o busca
degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de
una persona, mediante amenazas, acoso, hostigamiento, restricción,
humillación, deshonra, descrédito, manipulación, aislamiento. Incluye también la
culpabilización, la vigilancia constante, la exigencia de obediencia, sumisión,
coerción verbal, persecución, insultos, indiferencia, abandono, celos excesivos,
chantaje, ridiculización, explotación, y limitación del derecho de circulación, o
cualquier otro medio que cause perjuicio a su salud psicológica y a la
autodeterminación.
La violencia psicológica implica una coerción, aunque no haya uso de la fuerza
física. Es la coacción mediante imposición de un castigo o con el objetivo de
condicionar el comportamiento de la persona. En muchos casos es un anuncio
de la violencia física y muchas veces peor, porque el anuncio es la amenaza
suspendida sobre la mente de la víctima, que no sabe qué clase de violencia va
a recibir.
La violencia psicológica no actúa como la violencia física, que produce un
traumatismo, una lesión u otro daño en el cuerpo. Por lo tanto, es la más difícil
de detectar y visibilizar como tal. Vaya o no acompañada de violencia física,
actúa en el tiempo de manera sistemática, produciendo secuelas que muchas
veces causa daños irreparables en la víctima.
Dentro del acoso psicológico, el chantaje, los celos excesivos y la manipulación
son conductas de dependencia en la que el acosador depende emocionalmente
de su víctima hasta el punto de hacerle la vida imposible. El acosador se apropia
del tiempo de su víctima, o bien, la agobia con sus demandas y sus
manifestaciones continuas y exageradas de “afecto”. Si la víctima rechaza
someterse a esta forma de acoso, el victimario se queja, llora, se desespera,
implora, amenaza con retirarle su afecto o con “cometer una tontería”, llegando
incluso a amenazarla con intentos de suicidio.
Esto supone añadir el chantaje afectivo a la estrategia de acoso.
Otra forma de manipulación y control es la que se ejerce disfrazándola de
protección, de atención, de buenas intenciones y de buenos deseos. Se le rodea
a la persona de atenciones, de mimos y de cuidados, pero no les permiten
desarrollarse como personas autónomas, ni ejercer su derecho a la libertad, ni
escapar del entorno artificial que han fabricado para ellas. Las tácticas de
manipulación incluyen amenazas y críticas, que generan miedo, culpa o
vergüenza, encaminados a movilizar a la víctima en la dirección que desea el
manipulador.
En todos los casos, cualquiera de las expresiones de la violencia psicológica
supone el desconocimiento del valor de la víctima como ser humano, en lo que
concierne a su libertad, su autonomía, su derecho a tomar decisiones acerca de
su propia vida y de sus propios valores.
“VIOLENCIA FÍSICA”
Violencia física es la que se emplea contra el cuerpo de la persona produciendo
dolor, daño o riesgo de producirlo y cualquier otra forma de maltrato o agresión
que afecte su integridad física. Usualmente suele considerase como el tipo de
violencia más visible, ya que deja marcas o secuelas perceptibles a la mirada de
los otros. La violencia física incluye empujones, arañazos, patadas, cachetas,
puñetazos, empujones, mordeduras, estrangulamiento, agresión con armas u
otros objetos. Una de las manifestaciones de este tipo de violencia, que se
produce como una práctica naturalizada en los y las adolescentes pero que no
se la reconoce como tal, son los denominados comúnmente como “chupones”
(succión que se hace con la boca en el cuello de la otra persona con el fin de
dejarle una marca tipo moretón). Éstos, sin el consentimiento de la persona que
lo recibe, dejan marcas en el cuerpo que son consideradas una forma de maltrato
físico. El “chupón” suele ser utilizado como una manera de marcar el
territorio/cuerpo de la persona como expresión del dominio/posesión que ejerce
el agresor hacia la víctima.
La agresión física está asociada muchas veces a la explosión violenta que el
agresor ejerce sobre la víctima, como un acto explícito donde emplea la fuerza
para dañar a la otra persona. Este tipo de prácticas en un ciclo de violencia que
se repite, aparece cada vez más a menudo y con mayor intensidad.
Este tipo de violencia tiene consecuencias no sólo físicas para una víctima, sino
que deja marcas o secuelas psicológicas que van generando en la persona
inseguridad, temor, impotencia, sometimiento, etc.; que llevan a la víctima a no
poder salir por sus propios medios de la relación marcada por el ciclo de la
violencia.
“VIOLENCIA SEXUAL”
La violencia sexual es cualquier acción que implique la vulneración, en todas sus
formas, con o sin acceso genital, del derecho a decidir voluntariamente acerca
de la vida sexual. Se manifiesta a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza
o intimidación, incluyendo la manipulación, y el abuso de confianza en el contexto
de la relación de noviazgo. En este marco se pueden producir diferentes
expresiones de violencia sexual que incluye desde virilizar fotos o videos íntimos
sin consentimiento, contar intimidades sobre la relación sin permiso del otro/a,
amenazar con terminar la relación si no tienen relaciones sexuales, impedir que
se use anticonceptivos, tocamientos sin consentimiento y el abuso sexual.
Una expresión típica de la violencia sexual en el noviazgo es la violación por
confianza, que tiene lugar cuando mediante intimidaciones, amenazas,
insinuaciones, coerción, chantaje, etc., uno de los miembros convence al otro de
tener relaciones sexuales aun cuando no era su voluntad inicial.
Este tipo de violencia suele estar oculta entre los miembros de la pareja, ya que
forma parte del ámbito de reserva personal donde se desarrollan sus relaciones
íntimas.
Las consecuencias más graves de la violencia sexual se evidencian en
embarazos no deseados, violaciones recurrentes, infecciones de transmisión
sexual, además de atentar contra la salud física y emocional de la persona que
sufre la violencia.

LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA COMO PRECURSORA


Es totalmente comprensible que las imágenes que nos vienen a la cabeza al
escuchar “violencia de pareja” estén completamente asociadas a casos tan
graves como una paliza o incluso asesinatos. Sin embargo, es importante
recalcar que estos supuestos son muchas veces la punta del iceberg. Para
cuando se ha dado esta situación, lo más probable es que previamente hayan
aparecido comportamientos violentos psicológicos, como humillaciones, insultos
y, en especial, un control excesivo. De ahí, que una de las claves para combatir
los actos más atroces sea la prevención del maltrato psicológico.
Esto nos lleva a tres conclusiones:
En la población general de parejas adolescentes, este tipo de violencia es
la más prevalente;
Solo una subpoblación de parejas de relación insana llega a las conductas
más graves y visiuailizadas por la sociedad;
La violencia física no aparece de forma repentina sin que coexista con
otros modos de agresión, especialmente de tipo psicológico.
Los estudios han demostrado que la violencia psicológica en las relaciones de
noviazgo adolescente es un factor de riesgo clave para la aparición de
comportamientos severos (como, por ejemplo, golpear u obligar a mantener
relaciones sexuales).
EL PAPEL DE LAS REDES SOCIALES
Los adolescentes han crecido con las nuevas tecnologías, y es inútil que
intentemos que no las usen. El reto es promover su buen uso y hacerles
reflexionar sobre las consecuencias de ciertos comportamientos, ya sean online
u offline.
Conviene aclarar que las redes sociales y los teléfonos móviles no provocan por
sí mismos que las personas se vuelvan controladoras y acosadoras. Son
únicamente una herramienta fácil de usar para aquellas personas que ya lo son,
y que sienten la necesidad de controlar a sus parejas. Las nuevas tecnologías
favorecen esa tarea.
Les permiten comprobar cuándo se ha conectado su pareja al WhatsApp por
última vez, qué fotos ha subido a las redes sociales, qué comentarios escribe en
su muro público, qué ropa llevaba aquél día…
En resumen, la intención y la necesidad de controlar a la pareja no nace con las
nuevas tecnologías, nace de uno mismo.
Las personas controladoras, según los estudios, suelen presentar cierto perfil:
son celosas, muchas veces impulsivas, desconfiadas con el entorno y con su
pareja, tienden a tener una imagen negativa de sí mismas, baja autoestima, y
sienten temor ante la posibilidad del abandono y la ruptura, entre otros factores.

“ME CONTROLA PORQUE ME QUIERE”


Lo más preocupante de estos comportamientos de control no es su frecuencia,
sino cómo las perciben. Las conductas de control normalizadas por los
adolescentes son percibidas como señales de amor y pasión hacia la pareja.
Son habituales comentarios como: “me llama en todo momento porque se
preocupa mucho por mí”; “se pone celoso porque me quiere una barbaridad; "si
no tuviera celos no me haría ni pizca de gracia porque significaría que no le
importo nada”, etc.
Llegan a tal punto de normalización que las reacciones explosivas e incluso
agresivas motivadas por celos no las penalizan, ya que, en su opinión, son el
reflejo de la pasión que tiene que existir en una relación de pareja romántica. Por
lo cual, las creencias sobre el amor romántico también se convierten en un factor
clave de riesgo, ya que llegan a asociar positivamente la necesidad de la
coexistencia de la pasión, los celos y el conflicto.
Es importante subrayar que estas conductas y creencias de relaciones insanas
en la etapa adolescente se ven tanto en ellos como en ellas, y tanto en relaciones
heterosexuales como homosexuales, aunque se manifiesten de maneras
diversas.

LOS REALITIES COMO MODELO


A todo lo anterior se le añade que nuestros adolescentes absorben ciertos
modelos de relación que ven en los medios de comunicación y los toman como
referentes a seguir.
Los adolescentes son audiencia diana de algunos realities basados en el morbo
y el conflicto. Respiran estos modelos y mensajes cada día, en su mayoría sin
ningún adulto referente ni iniciativa educativa que ponga en duda estos modelos
insanos.
Los asumen, por lo tanto, como modos de relación “normales” e incluso “ideales”
en un momento tan crítico como es la adolescencia en la creación de esquemas
de relaciones románticas. ¿Acaso alguna vez nos han anticipado lo que vamos
a sentir cuando nos enamoramos? o ¿cómo vamos a diferenciar una relación
romántica sana de una que no lo es?
Es importante que los adultos y, en general, la sociedad, tengamos claro que
ellos y ellas entran en la adolescencia con una tendencia imparable de
exploración, en pleno despertar del deseo sexual, y son todavía inmaduros y
emocionalmente inestables. Y se embarcan en este camino sin la suficiente guía,
canalización y educación para poder enfrentar y manejar tantísimas situaciones
en las que se van a encontrar en este complejo “campo de entrenamiento”.
Por lo tanto, estamos frente a una población de gran vulnerabilidad por las
características mismas que implica el período evolutivo adolescente.
La buena noticia es que las neurociencias nos demuestran que la adolescencia
también se caracteriza por ser un período evolutivo de gran aprendizaje y
oportunidades de cambio por su gran neuroplasticidad en el campo
socioemocional y de las relaciones interpersonales.
MITOS SOBRE LA VIOLENCIA
Los mitos sobre violencia se organizan a partir de estereotipos de género. 3 de
cada 10 adolescentes sostienen la idea de que las chicas que viven maltratos
por parte de sus parejas no terminan la relación porque no quieren.
A su vez, la idea de que la violencia es un "asunto privado" invisibiliza su
dimensión social y política y deja la resolución de un problema que es social en
el campo de lo privado. No obstante, en relación con este mito, 8 de cada 10
adolescentes está "muy en desacuerdo/algo en desacuerdo" con la idea de la
violencia como algo privado.
La percepción de la "violencia como natural" pone en el terreno de "lo innato"
algo que en realidad es social, cultural, modificable y/o condenable. La
imposición de la masculinidad hegemónica y sus estereotipos de varón
vinculados a ser "fuerte, firme, recio, viril" abona la representación de que la
violencia es innata al hombre, es decir presentan lo que son características
históricas, culturales y socialmente construidas, como "dadas o naturales".

MITOS DEL AMOR ROMÁNTICO


Los peligros de los mitos del amor romántico radican en que pueden llegar a
invisibilizar o justificar manifestaciones de violencia en la pareja en nombre del
amor.
En este sentido, sí se encuentran diferencias entre varones y mujeres. Son los
hombres los que sostienen en mayor medida estos mitos, sobre todo el que
refiere a que "por amor todo se perdona", "el amor verdadero debe durar toda la
vida" y los "celos son una expresión de amor". A su vez es significativo el
porcentaje de chicas y chicos que tienen conformidad con la idea de que el amor
verdadero demanda "entrega total". Cabe aclarar que este sentido, en relación
con los mitos de amor romántico, está asociado a la postergación/resignación de
lo propio, vulnerando de esta manera la posibilidad de entablar relaciones
saludables.

CÓMO PREVENIR LA VIOLENCIA EN LAS PAREJAS ADOLESCENTES


Cuando escuchamos la palabra “violencia de pareja” nos vienen a la cabeza
golpes, moratones, o violaciones, pero no son este tipo de comportamientos de
carácter físico o sexual severo los que caracterizan la mayoría de los casos de
maltrato en parejas adolescentes, no al menos en los inicios de la relación. Se
trata en su mayoría de comportamientos psicológicos más sutiles, tales como el
control de la pareja e intentos de aislamiento de familia y amigos, seguidos de
insultos y humillaciones.
Todo ello apunta a la necesidad de hacer prevención desde el inicio de la
adolescencia temprana (o incluso antes) con el objetivo de educar en la
promoción del buen trato y las relaciones saludables de pareja. En esta misión,
será importante dotarles de las habilidades socioemocionales necesarias para
enfrentar nuevas y complejas situaciones con las que probablemente se van a
encontrar.
En relación con este apartado es preciso destacar que son los varones quienes
más sostienen estas ideas. Sin embargo, se distingue que la maternidad ya no
es, para las chicas principalmente, el eslabón clave de la "plenitud de una mujer".
Es decir que las mujeres "se realizan" también alrededor de otras concreciones,
no sólo el hecho de ser madres.
El cuerpo estereotipado de mujer sigue siendo una referencia en la población
adolescente. Aunque esto impacta de diferente modo en varones y en mujeres:
las mujeres "sufren" la imposición de este cuerpo ideal, mientras que los varones
lo "consumen". Cualquier desplazamiento del mandato, por no tener ese cuerpo,
por no creer en ese cuerpo o por no consumirlo puede ser motivo de algún tipo
de vulneración social.
Del análisis de las respuestas sobre estos estereotipos, surge además que la
responsabilidad de la protección de las mujeres es principalmente
asignada/asumida/sentida por los varones. Esto refleja la presencia de
estereotipos de género no sólo vinculados a la idea de varón protector,
competidor, garante del sustento y hasta de la vida, sino que refuerza las
percepciones sobre mujeres que debieran quedarse en el hogar o bien andar en
compañía de "hombres que las protejan".
Asociado a esto último, será clave trabajar la concienciación y la regulación
emocional, fomentar la empatía y el respeto hacia el otro, promover conductas
de apoyo hacia sus iguales, y actitudes igualitarias, hacerles reflexionar sobre
las consecuencias de ciertos comportamientos y actitudes (offline y online), así
como ayudar a canalizar de forma adecuada el enfado, la ira, la tristeza, la
euforia y la frustración que experimentarán en esa montaña rusa que es la
adolescencia.
REFLEXIÓN
Hoy en día la violencia de género es un tema que no es ajeno a la realidad de
nuestro país, y específicamente en lo que refiere a violencia física, muchas
mujeres mueren año a año víctimas de este flagelo social. Si bien, es necesario
trabajar en la violencia de la pareja adulta, considero que es llegar tarde al
problema. Podemos tener diversas formas para combatir el problema, como por
ejemplo las tobilleras electrónicas para rastrear a los agresores, pero esto no
combate el problema de raíz. La violencia en la pareja comienza en las
relaciones de noviazgo.
En el noviazgo adolescente predomina la violencia psicológica por encima de los
otros tipos de violencia, es importante detectarlo, para poder trabajar sobres
esto, y no permitir que se instale esta forma patológica de relacionamiento. El
problema está, en que, si bien hemos avanzado como sociedad en el análisis de
esta temática, aun pasa desapercibidos miles de actos, situaciones y conductas
que son violencia.
Además del tipo de violencia que predomina en esta etapa, algo a destacar es
que la gran diferencia que se manifiesta con la violencia en la pareja adulta, es
el hecho de que en la adolescencia la violencia es bidireccional, ¿qué significa
esto?, que no necesariamente la joven es la víctima de violencia, sino que en
muchos casos ambos se manejan en una relación violenta. Tomando al otro
como posesión, manipulando, desvalorizando y controlando todo lo que hace.
La violencia es algo aprendido, que se instaura y que está en estrecha relación
con lo que se vivió a la interna de la familia, las huellas que dejan en un niño,
adolescente, que luego será un adulto, todas aquellas situaciones que se
vivieron en su hogar.
Otro factor que influye a la hora de pensar en relaciones patológicas, es la forma
de ver el amor y las relaciones de pareja por parte de la sociedad, ya que esto
puede llevar a que se naturalice y se haga invisible a la violencia. Poder
diferenciar entre el cuidado y lo obsesivo, la persecución, la inseguridad, el
control. Se debe estimular y potenciar formas de relacionarse desde el respeto,
el cuidado, la confianza, hacia el otro y hacia uno mismo.
La televisión, el cine, las novelas, los comerciales, las canciones y un sinfín de
cosas enmascaran diversos tipos de violencia, y es aquí donde el rol de la
educación sexual cobra importancia. La educación y la sensibilización son
herramientas para generar personas libres.
Considero que como sociedad debemos pensar y plantearnos si lo que
queremos es combatir la violencia hacia la mujer o si lo que queremos es una
sociedad sin violencia, la cual incluye a todas las personas sin importar el sexo.
Trabajar la temática violencia no colocando a la mujer como víctima, sino
haciendo foco en la violencia en sí. No dejando de lado la violencia que también
puede sufrir un varón, que, si bien en las estadísticas no aparecen muertes por
violencia doméstica, no deja de ser importante la violencia psicológica, sexual o
física que este puede sufrir. Enfocándome en la temática planteada en mi trabajo,
de violencia en el noviazgo adolescente, que tal como se plantea, en esta etapa
evolutiva la violencia suele ser bidireccional, creo sumamente importante
deconstruir ciertos estereotipos que colocan al varón únicamente en el lugar de
victimario, porque con posturas rígidas no podemos esperar grandes cambios.
La flexibilidad se debe dar desde una mirada crítica, dejando de lado estereotipos
y escuchando a varones y mujeres, y de esta forma analizar con ellos diversas
situaciones, y construyendo nuevas miradas que también den la posibilidad de
analizar y actuar cuando un varón está siendo víctima de violencia.
La adolescencia es una de las etapas evolutivas del ser humano, que se
caracteriza por ser crítica, por buscar nuevas formas de pensar y de identificarse.
Podemos decir que es un momento clave para trabajar sobre la violencia.
Fomentar el pensamiento crítico en relación a la temática, potenciar personas
pensantes, que se cuestionen los entramados sociales que invisibilizan la
violencia y estimular a relaciones basadas en vínculos sanos.

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