Historia Curricular y Control Social - Apple
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PODER Y CULTURA
El control social y económico se produce en la escuela no sólo
en las formas de disciplina que tiene ésta o en las disposiciones que
enseña: las normas y rutinas para mantener el orden, el currículo
oculto que refuerza las normas de trabajo, obediencia, puntualidad,
FUERZA NACIONAL MAGISTERIAL - FUNAMA
Construyendo Educación Popular
Una Escuela Popular es Posible... Otra Práctica Sindical es Urgente 87
etc. El control se ejerce también mediante las formas de significa-
do que distribuye la escuela. Es decir, el «cuerpo formal de cono-
cimiento escolar» puede convertirse en una forma de control eco-
nómico y social'.
La escuela no sólo controla personas; también ayuda a contro-
lar significados. Como conserva y distribuye lo que se percibe como
«conocimiento legítimo» ---el conocimiento que «todos debemos te-
ner»—, la escuela confiere legitimidad cultural al conocimiento de
grupos específicos2 . Pero esto no es todo, pues la capacidad que tie-
ne un grupo para convertir su conocimiento en «conocimiento para
todos» está en relación con el poder de ese grupo en la arena po-
lítica y económica más amplia. Por tanto el poder y la cultura han
de ser vistos no como entidades estáticas sin conexión entre sí, sino
como atributos de las relaciones económicas existentes en una so-
ciedad. Están dialécticamente entretejidos de modo que el control
y poder económico está conectado con el poder y control cultural.
Este sentido mismo de conexión entre conocimiento o control cul-
tural y poder económico nos sirve de nuevo de base para nuestro
análisis histórico.
Hasta ahora, en nuestro enfoque, han sido decisivas dos cosas.
En primer lugar, considera a la escuela atrapada en un nexo de
otras instituciones —políticas, económicas y culturales— que son
básicamente desiguales. Es decir, la escuela existe mediante su re-
lación con otras instituciones más poderosas, las cuales se combi-
nan de tal modo que generan desigualdades estructurales de poder
y de acceso a los recursos. En segundo lugar, esas desigualdades
son reforzadas y reproducidas por la escuela (aunque, evidentemen-
te, no sólo por ellas) . Mediante sus actividades curriculares, peda-
gógicas y evaluativas en la vida cotidiana en el aula, la escuela jue-
ga un significativo papel en la conservación, si no en la generación,
de estas desigualdades. Junto con los demás mecanismos de distri-
bución y conservación cultural, la escuela contribuye a lo que en
otra parte se ha llamado la reproducción cultural de las relaciones
de clase de las sociedades industriales desarrolladas 3 .
Estas dos preocupaciones centrales —el problema de que la es-
cuela esté cogida en una red poderosa de instituciones y el papel
que juega la escuela en la reproducción de las desigualdades— sig-
nifican que interpretamos la escuela de un modo diferente a como
lo suelen hacer los educadores. En lugar de interpretarla como «el
Nos interesan aquí dos de los rasgos de esta función social que
dieron al currícúlo personas como Bobbitt y Charters. En primer lu-
gar, extrañamente, al definir el propósito del currículo estos edu-
cadores indentificaron esa función con las necesidades de la comu-
nidad. De hecho, Bobbitt llegaba a decir que la tarea del trabajador
del currículo tenía que estar determinada por la comunidad local
en la que residía la escuela 16 . Esto parece bastante progresista. Sin
embargo, el segundo rasgo nos hace ser un poco más prevenidos,
pues estos teóricos consideraban también el papel social del currí-
culo como el desarrollo de un alto grado de consenso normativo y
cognitivo entre los elementos de la sociedad. A esto se refería Bob-
bitt al hablar de «conciencia de grupo amplio»':
Así fue como Bobbitt y otros de los primeros dirigentes del cam-
po curricular utilizarían el currículo para servir a la causa de la co-
munidad. El currículo podía restaurar lo que se había perdido.
CONCLUSIÓN
Este compromiso por mantener un sentido de la comunidad, ba-
sado en la homogeneidad cultural y el consenso de valores, ha sido
y sigue siendo uno de los legados primordiales, aunque tácitos, del
campo del currículo. Es una función que está incrustada en la con-
fianza histórica del campo en los procedimientos y técnicas que han
tomado prestado de las empresas corporativas. Tal como veremos
en el Capítulo 6, extrañamente (aunque quizá no sea así, dado lo
que hemos visto del pasado del campo) esta confianza sigue siendo
tan fuerte hoy en día (con la dominancia dentro del campo de al-
gunas cosas, como, por ejemplo los procedimientos de organización
de sistemas) como lo fue hace casi sesenta años, cuando los diri-
gentes del campo se volvieron hacia el movimiento de organización
científico para buscar una dirección en la que articular la naturale-
za de la elaboración del currículo. Puesto que la tendencia histórica
de este compromiso es la de construir la «comunidad» (y los currí-
culos) que refleje los valores de los que poseen el poder económico
y cultural. Es un compromiso que puede plantear la misma amena-
za a los trabajadores contemporáneos, mujeres, negros, latinos e in-
dios americanos, como la que planteó a principios del siglo XX a los
negros y los inmigrantes de la Europa oriental y meridional. Dada
la tendencia de muchos teóricos del currículo, desde los primeros
días del campo, a elaborar sus compromisos conservadores en el len-