Libro Del Dios Viviente

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El Libro

del
Dios Viviente

Bô Yin Râ

Título del original alemán “Das Buch vom lebendigen Gott“


Traducción de Eduardo Cicari, Buenos Aires, año 2001,
sobre la no modificada, nueva y ampliada versión del año 1927
editada por Kobersche Verlagsbuchhandlung AG, Bern.
Corta Biografía del Autor

Bô Yin Râ, autor de más de 30 libros, de numerosos


escritos y obras pictóricas, es el nombre espiritual de
Joseph Anton Schneiderfranken, nacido en el año 1876 en
Aschaffenburg y fallecido en Massagno-Lugano en el año
1943. Estudió pintura en la ciudad de Frankfurt y en las
academias de Munich, Paris y Viena, pero las experiencias
en Grecia fueron determinantes para el artista, las que
finalmente lo encaminaron hacia lo que él, nos trasmite en
sus libros y pinturas. Sus escritos consisten en darnos valor
y ayuda en medio de lo cotidiano, a pesar de todas las
dificultades, a fin de que podamos encontrar el propio
camino que nos conduzca hacia el ser interno viviente.
Algunos comentarios suyos a modo de testimonio nos
dicen: “Debo señalar que todos mis libros presentan una
realidad no material desde dos perspectivas bien diferen-
tes. Por un lado describo experiencias que he descubierto,
que están al alcance de cualquiera, si bien la amplitud y
profundidad de comprensión de las mismas dependerá de
las facultades innatas de cada persona. Pero por otra
parte, transmito también cosas que sé, en virtud de una
percepción espiritual específica, diferente, no accesible a
otros, de la cual, sin embargo, hablo solamente cuando
dichas revelaciones son posibles y necesarias”. En otro
pasaje agrega: “Brindo testimonio basado en la experien-
cia personal, que el hombre está enraizado en la sustancia
de un campo de energía espiritual. Esta energía no puede
ser percibida por órganos físicos, materiales, sino sólo por
los sentidos espirituales que el hombre posee. Dentro de
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este campo de energía espiritual, el hombre puede desper-
tar, como un individuo consciente, aún en su vida presente
en la tierra, sin embargo, inevitablemente deberá hacerlo
una vez que su existencia física haya llegado a su fin”.
Y con respecto a esta nueva edición del “Libro del Dios
Viviente” nos aclara: “Esta nueva versión es comparable
en cierto modo respecto de la anterior, a una, en todas sus
partes construida catedral con el cuerpo del edificio al que
aun le faltan las decoradas ventanas y las estatuas de los
altares...” Y finaliza diciendo: “Aquí es dado a conocer un
libro que realmente el mundo necesita en estos días, así lo
atestiguan miles de personas con agradecimiento que han
encontrado a través de su contenido, fuerza y ayuda”.

Los Editores

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Muy breve comentario del traductor

Cierta tarde, a mediados de diciembre del pasado año, un


buen amigo me preguntó si había leído en castellano, la
primera edición del “Libro del Dios Viviente” que circu-
laba por Internet. Le respondí que si, agregando que me
había sucedido lo de siempre cada vez que leo un texto de
profundo contenido y “creo entenderlo”, pero acompañado
de una cierta sensación contradictoria; paso de inmediato al
párrafo siguiente convencido que éste me va a aclarar
aquél, y así finalicé esa lectura, sin comprensión, es decir
sin “encaje” interno. Como coincidíamos que dicha tra-
ducción era algo “incompleta”, me instó a hacer una nueva,
ya que había leído la mía anterior del “Barón de
Münchhausen” y le había gustado. Ese fugaz encuentro,
puso en marcha la tarea, que comencé apenas obtuve el
libro original, escrito en idioma alemán. Pero a medida que
avanzaba en mi trabajo, cobró certeza interna la verdadera
intención que finalmente me llevó a concretar el proyecto:
inducir la Fe de aquellos lectores interesados y/o
necesitados, en el logro de objetivos más nobles, más
elevados, es decir, más profundos.

Eduardo Cicari
Buenos Aires, 26 de Diciembre de 2001

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PREFACIO
¡Que no lea este libro, quien sea devoto y creyente!
¡Que no lea este libro, quien nunca haya dudado de Dios!

Este libro está escrito para aquellas personas, quienes en


duras luchas internas quisieron alcanzar a su Dios, mas no
lo han logrado...
Este libro está escrito para todos aquellos, que se en-
cuentran atrapados en las espinas de la duda...
¡A ésos les ayudará!
¡A ésos les será una guía en el Camino!

Antiquísima Sabiduría es la que aquí doy a conocer.


Los pocos, que eventualmente pudieron experimentarla, la
mantuvieron en secreto desde remotos tiempos.
Sólo en épocas anteriores y ocasionalmente, sólo en mo-
mentos elegidos y únicamente a través de oscuros símbolos,
se pudo hablar al mundo de ella.
Pero ahora ha llegado el momento de hablar sobre ella
más claramente, luego de que desautorizadas y deformadas
imágenes de esta Sabiduría, han sido y son difundidas en el
mundo.
Ahora, en lo “más profundo del Oriente” se decidió
abrirles a los hombres de Occidente el “cofre sagrado”, que
fuera larga y cuidadosamente ocultado a los ojos profanos.
Quien aquí lo abre, está facultado para ello.

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Sin embargo, al que busca, se le exige una prueba
rigurosa, y nadie podrá entrar al Templo, si antes no ha
superado esa prueba.
Recién entonces, y solamente desde la distancia, se le
podrá mostrar al digno, lo que algún día deberá asir y
comprender...
Aquello que puede ser dicho acerca de los misterios del
Templo, se le dirá!
Si desean ahondar en ellos, entonces deberán prestar
atención y esforzarse por experimentarlo en el interior de sí
mismos.
Sólo se le manifiestan realmente a aquél, que con todas
sus fuerzas logra su comprensión!
Con la “lectura” de mis palabras, poco van a lograr...
Lo que aquí deviene en palabra, debe encontrar corazones
dispuestos: corazones que sepan recibirla y conservarla den-
tro de sí, sino la palabra habrá sido inútil!.
Ninguno, empero, puede sentar juicio alguno sobre lo
válido o no válido de lo percibido, antes de haberse sometido
a la exigente prueba que le es propuesta, si quiere por sí
mismo penetrar en el Templo.
Sólo a aquellos que se encuentran en el interior de este
Templo, les es recién posible conformar el juicio.

Aquí sólo puedo mostrar y desde afuera, lo que una vez


deberá evidenciarse en el interior del entonces instruido.
Para que ello se haga evidente, es necesaria una voluntad
elevada y de largo aliento, y sólo quien logre obtener esta
voluntad, debe esperar dentro de sí, la confirmación de mis
palabras.
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¡Él encuentra el camino hacia su Dios viviente!
¡Él encuentra en sí mismo el reino del Espíritu y sus
elevados poderes!
¡Su Dios “nacerá” en él mismo!

Está muy lejos de mi ánimo introducir “demostraciones”.


Si mis palabras anuncian verdad, son ustedes quienes
deben comprobarlo en si mismos.
Sólo dentro de sí mismos habita aquel silencioso juez, que
les confirmará lo que mi palabra les suscita...
No podrían comprender mis demostraciones o pruebas,
pues no han recorrido aun, los caminos que un día, con
mucho esfuerzo, tuve que recorrer.
Aquí no hay tampoco demostraciones válidas “comunes a
todos”.
Aquí cada uno encuentra la prueba para él concluyente
sólo dentro de sí mismo.

No les ofrezco tampoco ninguna “ciencia”, ni les anuncio


ninguna “fe”.
Les muestro solamente aquello que puede ser mostrado, la
Sabiduría de “lo más interno del Oriente”, acerca del alto
secreto del Templo de la Eternidad.
Desearía que mi palabra los anime hacia un definitivo
despertar en sí mismos, ya que ninguno de ustedes sabe aún,
quién es.
Bendición y Fuerza tendrán todos aquellos, que sean de
buena voluntad y posean una firme decisión.

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“EL REFUGIO DE DIOS ENTRE LOS
HOMBRES”
Ya en tiempos pasados, llegó desde el sol naciente una
silenciosa nueva hasta Occidente, que expuso ante los ojos,
en forma de imágenes de piadosa fe cristiana, una prodi-
giosa Comunidad de unión espiritual de sapientes realiza-
dores, sin embargo, los hombres occidentales, no supieron
interpretar tal forma que les alcanzaba.
El velo de la leyenda se tejió en torno al “Santo Grial” y
su augusta “Caballería”.
Un saber lleno de consuelo devino en oscuro mito, y que-
dó como una piadosa poesía con un trasfondo de fábula.

Sin embargo, en nuestros días, sucedió entonces, que a


través de fantasiosos y floridos relatos de aventureros
mistagogos, se habló a todo el mundo de ocultos iniciados,
conocedores de los secretos, que vivían en el interior del
Oriente, sin embargo al mismo tiempo, el mismo mito
atestiguaba en contra de sí mismo, ya que sus difusores, si
bien habían tenido conocimiento de la existencia de los
Ocultos, jamás habían visto a alguno, de lo contrario nunca
hubiesen podido evitar suponer, que ciertos prodigiosos
faquires y extraños santos que se habían encontrado, fuesen
miembros de aquel círculo espiritual...
Sin embargo, en el inconsciente de muchas almas, ha
prevalecido un oscuro y último presentimiento de una
posible unción espiritual, en algún lugar de la tierra, con un
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aún oculto santuario lleno del espíritu de Dios, y así pronto,
muchos se encontraron inclinados a la fe, en la esperanza de
alcanzar dicha unción.
Por desgracia, buscaron por falsos caminos y aún hoy,
siguen buscando por esos equívocos senderos.
De fragmentos de Sabiduría que yacían junto al camino,
erigieron una extravagante obra de apariencias a la que
llamaron “la ciencia” del espíritu, creyendo inocente y
locamente, que el verdadero conocimiento del Espíritu de la
Eternidad pudiese ser aprehendido de igual modo que el
entendimiento de la ciencia terrenal.
Ellos viven como ascetas para, como dicen, “espiritua-
lizarse”, y así se hunden en sombríos y venenosos pantanos
de una “mística” que se origina en la afiebrada atmósfera de
cálidas junglas tropicales; buscan percibir por todas partes,
trastornados de pasión, viejas o nuevas indicaciones a fin de
obtener “poderes ocultos”, creyendo poder acercarse de esta
forma, a Aquellos que para todos ellos sólo les pueden
ofrecer una compasiva sonrisa llena de perdón y com-
prensión.
Ninguno de ellos logrará pisar los pedregosos acantilados
que conducen a las refulgentes y asoleadas cimas cubiertas
de nieve de la “Gran Cordillera” y todos vagan por anchas y
polvorientas calles hacia sombríos valles, lugares de pere-
grinación, profanados ya hace tiempo.

Muchos ensueñan estar ya en el camino hacia los sobrios


y esclarecidos Guías en el reino del Alma, y por ello
requisan los bosques a fin de descubrir un “santo”.

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Otros a su vez creen que las enseñanzas religiosas de los
pueblos orientales son idénticas a la Sabiduría de aquellos
silenciosos y ocultos Guías...
Así pues se dicen a sí mismos, no sin razón:
“También entre nosotros ha habido en tiempos remotos
videntes y sabios, también nosotros tenemos nuestros libros
sagrados desde la remota antigüedad”.
“Pues lo divino es igual en todas partes”.
“¿Por qué, entonces, deberíamos nosotros, hijos de Occi-
dente, buscar nuestra salvación solamente en el Oriente?”
Ellos hablan verdad, si sólo se tratara de aquello que todo
corazón piadoso puede aprender a percibir por doquier en sí
mismo, si aquí solo se tratara de aquellas antiguas enseñan-
zas, que todavía en Oriente son parte de las representaciones
de fe; entonces, todo aquél que busca la liberación, la
encontraría por sí mismo y en las sabias enseñanzas que los
videntes y profetas de su pueblo les habían legado.
Pero la Sabiduría y el Obrar de aquellos silenciosos Guías,
muy poco tienen que ver con las enseñanzas de los pueblos
orientales, y los ocultos Auxiliadores espirituales siguen
guiando, y no solo hacia aquellos cielos, que cada época se
creó, como expresión de su devoto anhelo.
Los cuidadores de la antigua herencia de toda la Humani-
dad, son los más poderosos protectores de todo lo espiritual
en el hombre, y al mismo tiempo son los verdaderos amigos
del hombre terreno, llenos de comprensión y consejo.
Desde los tiempos más antiguos, han enviado Hermanos
hacia todos los países de la tierra, a fin de formar centros de
irradiación espiritual, allí donde fuese necesario.

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De todos los pueblos, ellos han elegido, a lo largo de los
tiempos, sus Hijos y Hermanos espirituales, tal como signi-
fica elegir por ley espiritual.
Todos los así elegidos, tendrán una morada en medio del
Asia, como patria espiritual, sin embargo, quienes quisieran
ir, no podrían encontrar la entrada, sin antes ser invitados.
Los pocos que desde los primeros tiempos, viven allí en
conjunción, nunca se muestran visibles en el mundo de las
pasiones externas.
Para ello, encomendaron solamente a aquellos de sus
Hijos y Hermanos espirituales, “la realización” de lo que la
ley espiritual determinara.
Ellos mismos son finalmente, los fieles guardianes de un
tesoro espiritual que el hombre terrenal poseyó una vez,
antes de la caída en el mundo de la materia física.
Ellos crearon aquel poder desde el cual, los realizadores
pueden obrar para el bien de la humanidad terrestre.
¿No es acaso un enorme disparate creer que estos ele-
vados Guías pudieran ser “budistas”, o “brahmanes”, “la-
mas” o aun “faquires”?
Empero tampoco se crea que aquí se tenga algo que ver
con “eruditos” de un algo oculto, llamado “ciencia”.
Que se suponga que sea de esta manera, es erróneo e
indignante.

Los Iluminados de la Luz primordial son ante todo


“creadores”.
Los más “Ancianos” o los “Padres” nunca conocieron la
“sed de saber” y no podrían conocerla jamás...

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Sus “Hijos” en Espíritu al igual que sus “Hermanos”,
también han olvidado hace ya mucho tiempo todo “afán de
saber”.
Todos ellos tampoco quieren, sin duda, convertir al
mundo a las enseñanzas de la mística y filosofía oriental.
A todos ellos les es igual que tu “creas” en la Biblia, en el
Corán, en los Vedas o en las enseñanzas de Buda.
Sin embargo, ellos siempre vuelven a encontrar en todos
estos círculos de fe, hombres, de quienes ellos pretenden ser
sus Auxiliadores y Guías espirituales, aun cuando los pro-
tegidos y aconsejados, frecuentemente no tomen conciencia
alguna ni perciban en sí mismos, los necesarios procedi-
mientos para ello...
Los Iluminados de la Luz primordial no pretenden darte
dogmas de fe, sino construirte los “puentes” que habrán de
unirte a ti, al hombre animal apresado en esta tierra, con el
substancial reino del Espíritu.
Sin embargo, ellos están bien lejos de aquellas enseñanzas
que pretenden impulsar al hombre hacia el éxtasis, para que
entonces, sin dominio de sus sentidos, imagine erróneamente
poder hacer descender y atraer lo divino hacia sí.
Ellos saben ciertamente también, que a través del pensar
jamás podrá reconocerse aquello que es condición previa a
todo pensar y que ya existe por encima de todo pensar.
Ellos sonríen y saben de aquellos que creen ser dioses
ocultos.
Ellos estarán empero, invisiblemente al lado de todo aquél
que quiera recibir en sí mismo a su Dios.

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Ellos son los verdaderos Altos Sacerdotes, que extienden
la copa de la bendición a todo peregrino, que desde el ardor
más profundo de su corazón, reclama a Dios dentro de sí.

¿Acaso no te das cuenta que aquí se trata de otra cosa,


que de aquellos presuntos sabios de “ocultas ciencias”, de lo
que aquí se habla, quienes de las místicas y oscuras ense-
ñanzas de todos los pueblos han elaborado un guisado y a
este alimento han llamado “sabiduría de dios”, “Teosofía”?
Con tal “sabiduría de dios”, tú, pobre extraviado y auto-
engañado con tanto “ejercicio”, meditación, ayuno, y a
pesar de toda la pureza de tus acciones y pensamientos, con
un conocimiento de cosas que no son necesarias saber, ni
aun en el ancho de un cabello te aproximarás a aquella
meta, que tú, a través del sentir más profundo de tu corazón,
intuyes como la meta más elevada de todos tus anhelos.
Devendrás quizá en un loco, tal vez para ti y para otros un
“santo”, más así jamás llegarás hasta tu Dios.

Porque si sólo quieres encontrar, lo que tú en todo mo-


mento y sin ayuda espiritual puedes hallar en ti mismo,
entonces ciertamente no necesitas volver tu mirada hacia el
“Gran Oriente”.
Quiénes desde allá te guían, aun cuando pudieran convivir
contigo en un mismo país e incluso en una misma casa,
tienen otras cosas que dar.
Ellos pueden crear en ti algo que tú por ti mismo no
puedes crear...
Algo, que eche raíces en ti, algo que tu le seas de ali-
mento...
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Algo que aún no tienes, y que nunca podrías obtener de
ti mismo.
Ciertamente tampoco los Iluminados de la Luz primordial
lo tienen de sí mismos.
Ellos sólo te devuelven, lo que una vez fue tuyo, antes que
tuvieras que perderlo a causa de tu inserción en este mundo
de la materia física.
“Los más Ancianos” de los Hermanos jamás lo per-
dieron, ya que jamás han sucumbido a la profunda caída
hacia este hombre animal terrenal...
No conocen la muerte y viven aquí sobre esta tierra igual
como hace milenios, en indestructible conformación de fuer-
zas de la más pura sustancia espiritual.
Nunca estuvieron unidos a un cuerpo similar al de los
animales como tú y yo.
Sin embargo, ellos se recrearon en hombres que un día
habían caído y que en su momento tuvieron que unirse al
animal de esta tierra de acuerdo a planes espirituales de sus
“Hermanos”, para que entonces, éstos nacidos en el mundo
terreno, pudiesen obrar todo lo que solo aquí se puede
realizar recién cuando se habita en un cuerpo de animal
terreno...
Así también hoy en día, preparan futuros “Hermanos”
para un tiempo venidero.
Pero el lugar de su acción sobre esta tierra, existe desde
tiempos remotos, cuando los primeros hombres animales
fueron portadores del hombre-espíritu, allí donde se eleva la
más alta cadena montañosa de la tierra, inaccesible a todo
aquel que no sea espiritualmente guiado por ellos mismos
hasta su centro.
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¡Aquí se encuentra en verdad “el refugio de Dios entre los
hombres” de esta tierra!
¡Aquí se extiende el reino del Espíritu a través de las fuer-
zas de la más pura sustancia espiritual hasta adentrarse en los
aconteceres físicos de esta tierra!
¡Desde aquí llegan los rayos de la más pura sustancia
espiritual a todos aquellos que habitan esta tierra!
Sin embargo, veo aún demasiados hombres de esta tierra
buscar infructuosamente el Espíritu, siendo que andan por
falsos caminos.
Sólo puedo exhortar a todos ellos a cambiar de dirección,
ya que la activa Luz de lo “más profundo del Oriente”
difícilmente pueda llegar a colmarles, si sus ojos permanecen
encandilados con diversas clases de luces de todas las épo-
cas, candelabros y antorchas, con las cuales el hombre caído
en la animalidad, trata por si mismo de iluminar su Camino.
Ciertamente, sólo aquél que sin dejarse confundir por las
resplandecientes luces de la tierra, dirige su mirada al
“Oriente”, encuentra la Luz viva sobre las altas montañas.
Quién la haya encontrado, le iluminará en su Camino,
hasta haber alcanzado su objetivo, hasta haber alcanzado su
objetivo.

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LA “LOGIA BLANCA”
Bajo el nombre de “Logia Blanca” se ha tratado de de-
signar en el lenguaje de uso corriente, al círculo de auxilia-
dores espirituales, por lo tanto esta misma designación la
hemos conservado también aquí, y si bien los así llamados la
suelen admitir, bajo ningún concepto se llaman a sí mismos
de este modo.
Su completo aislamiento del mundo cotidiano es lo que
parece justificar, que el concepto de “Logia”, conocido a
través de la Masonería, fuese trasladado a su pura y espi-
ritual Comunidad.
Se trata aquí de la más singular de las Comunidades sobre
este planeta, no encontrándose entre los hombres ninguna
otra forma comunitaria semejante, ni posibilidad de compa-
ración, así sólo se la represente en sentido figurado.
Los miembros de esta Comunidad, se reúnen unos con
otros en forma corporal y externa únicamente en las más
excepcionales e importantes circunstancias y casi nunca se
comunican mediante escritos.
Sin embargo, están siempre espiritualmente conectados,
en un permanente intercambio de pensamientos, sí, en una
absoluta Comunidad de Almas...
Esta Comunidad no posee leyes externas.
Cada uno de sus miembros es un par del otro y, sin
embargo, cada miembro conoce el lugar que le corresponde,
condicionado por su particular y diverso modo espiritual.
Todos empero, se subordinan voluntariamente, a un mis-
mo “Superior” espiritual.
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Este “Superior” no es ni “elegido” ni es “nombrado” y
sin embargo, jamás uno de los miembros de la Comunidad
estará en duda respecto de quien debiera ser este “Superior”.

La “admisión” a esta Comunidad no puede ser adquirida


ni legal, ni inmoralmente, o por forzamiento.
Ocultas leyes espirituales y a través de ellas activas
predisposiciones especiales de la naturaleza humana, es lo
único que determina si un hombre está destinado a la “admi-
sión”, y en estos casos, ningún poder del mundo podrá
impedir su “admisión”.
Sin embargo, los admitidos no están obligados por nin-
guna promesa, ni por ningún juramento...
¡Ellos mismos son ley y norma!
Por ningún rasgo externo, por ninguna particularidad
común en la forma de vida, pueden ser reconocidos los
miembros de esta Comunidad espiritual.
Sin embargo, se reconocen entre sí, aun cuando sus
semblantes les sean totalmente desconocidos, es decir, sin
“signo, palabra o tacto”, y también en el momento en que sea
necesario encontrarse en la vida externa.

Esta Comunidad, por ser en su totalidad de esa forma,


debe permanecer oculta al mundo externo como tal, y sin
embargo, muchos individuos y aun pueblos enteros, a veces
se encuentran bajo su espiritual influencia...
Ningún camino de ascenso hacia las más altas y supra-
materiales metas ha sido iniciado jamás sin que uno de los
miembros de la Comunidad, o ésta como un todo, se hubie-
se hecho cargo de la imperceptible conducción.
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En la gran mayoría de los casos, los aconsejados espiri-
tualmente no saben ni presienten nada de esta invisible in-
fluencia, a la cual deben lo mejor.
Empero, en donde se encuentren rastros de un despertar
espiritual, allí se percibe claramente la influencia de ayuda
espiritual, no obstante, sea por desconocimiento o motivado
por representaciones supersticiosas, casi siempre es atribuida
a poderes sobrenaturales...

La imaginación poética del mundo de todas las épocas y


pueblos le debe continuamente a aquellas equívocas inter-
pretaciones, la enorme cantidad de sus representaciones.
El supersticioso siempre fue amigo de los poetas, para el
cual la verdad desnuda es demasiado exacta y simple, como
para que ella esté dispuesta a dejarse mudar de ropaje por
medio de los abundantes adornos de la fantasía del poeta.
No menor ha sido la interpretación equívoca acerca de la
percibida ayuda espiritual, que proviene del silencioso
círculo de los “Hermanos mayores” sobre la tierra, dando
motivo al acrecentamiento del mágico mundo de la leyenda.
Sin embargo, de tiempo en tiempo, uno que otro ha
tomado conciencia de la existencia y del obrar de la invisible
Comunidad, si bien conectada a hombres terrenos reales; no
obstante otros, cubrieron nuevamente las huellas marcadas
con toda clase de dudas, de modo tal que al final, solo el
murmullo de la leyenda atestigua que aquí y allá, mucho
tiempo atrás, alguna vez, se supo mucho acerca de estas
cosas y que ciertos hombres, debieron haber llegado a saber
algo significativo...

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En nuestros días, almas demasiado fervorosas, tuvieron
conocimiento de la existencia de la Comunidad, pero como
su simple y espiritual existencia y obrar no satisfaciera la
vistosa fuerza imaginativa de estos entusiastas, consideraron
como necesario, adornar sus narraciones con los más extra-
vagantes agregados y exaltar a los hermanos “Mayores”
(mayores en cuanto a lo espiritual) de la humanidad como
semidioses, cuanto menos como grandes magos, aduciendo
que todo lo que la ciencia moderna recién trata de descubrir
“ellos lo sabían desde mucho antes”, y que estarían pródi-
gamente dotados de maravillosos poderes, con los cuales
soñaron los mas extravagantes escritores de cuentos de
hadas.

Aquí evidentemente se incurrió en un error, si bien no


intencional, queriendo que el fin justifique los medios, en
tanto se intentó elevar a los presuntos inalcanzables por
sobre la naturaleza humana, lo cual confirma, que aquellos
que practican milagros de faquires, de verdadero mal gusto,
se atribuyen tener pruebas de su pertenencia a la “Logia
Blanca...”
No obstante, los que deben ser designados con este
nombre: los verdaderos Iluminados de la Luz primordial, los
Sacerdotes del Templo de la Eternidad sobre esta tierra,
ciertamente rechazan todo fantasioso adorno con firme
determinación.
Ellos saben que son hombres iguales a otros hombres,
sólo que capacitados para ocupar un lugar en la escala
jerárquica espiritual por tener una elevada “edad” espiritual

19
y para proveer de fuerzas espirituales a sus semejantes, de
los cuales son sus guías, no sus creadores.

No obstante, la realidad muestra un cuadro infinitamente


mas digno, infinitamente más sublime, que aquél que pudie-
se jamás imaginar la más antojadiza y multicolorida
fantasía...
El silencioso obrar de los miembros de la Comunidad
abarca todos los aspectos de la evolución espiritual en la
Humanidad.
Por sus manos circulan los hilos, que frecuentemente
desembocan en expresiones de la más alta fuerza creadora,
del más alto desarrollo del potencial humano.
Ellos verdaderamente ponen montañas en movimiento,
sin utilizar la más ínfima parte de un dedo, puesto que su
voluntad, guiada por el más puro conocimiento espiritual y
completamente purificada de todo deseo personal, se en-
cuentra detrás de aquella voluntad, que utiliza y mueve otros
cerebros y manos.
En realidad, en el obrar de los “Hermanos mayores” de la
Humanidad no hay espacio para el arte de los faquires.
Ellos trabajan pura y exclusivamente en forma espiritual
en la realización del inconmensurable plan evolutivo, que
una eterna ley cósmica ha predeterminado a la Humanidad
terrena, y en su tarea no reconocen ningún interés personal
particular, ni tampoco preferencia por tarea alguna, aun
cuando ésta pudiese llevarse a cabo por los mas elevados
motivos.
¡Aquel que busque burdos “milagros”, aquí no los
encontrará!
20
Sin embargo, los hechos comprobados en el obrar de los
“Hermanos Mayores” podrían a veces ser tomados verda-
deramente como “milagrosos”, pero cuanto más mere-
cieron tal calificativo, tanto mas permanecieron ocultos a
las miradas externas.

Pero en el círculo de influencia de este obrar espiritual,


entra todo hombre de la tierra, que en su corazón exista el
serio propósito de alcanzar, en esta existencia terrena, su
máximo desarrollo espiritual posible.
Cuanto más pura sea su voluntad, cuanto tanto más
liberada esté de deseos egoístas, con tanta mayor claridad
podrá lo espiritual influir en él, y con tanta mayor fuerza,
percibirá bien pronto, en sí mismo, esta influencia.
Innumerables son los que la sienten, sin saber de dónde
proviene...

21
EXPERIENCIA SUPRASENSORIAL
Toda persona puede en momentos oportunos, cuando
ciertas condiciones suprasensoriales estén dadas, y no exis-
tiendo resistencias demasiado fuertes en el mundo físico,
tener experiencias suprasensoriales.
La mejor predisposición para ello, las tienen las natura-
lezas más simples y los artistas, en tanto se trate de aquellos
que poseen talentos naturales, genuinos creadores, verda-
deros “talentosos de corazón”.

La “recepción” interna de una idea creadora, de una


auténtica representación artística, es en sí ya una suerte de
“experiencia suprasensorial”.
No obstante, existe una abismal diferencia entre esa clase
de “inspiración” artística u ocasional y elevada experiencia
suprasensorial, que toda persona que posee una especial e
idónea naturaleza puede ocasionalmente llegar a percibir con
fuerza, y la clase de experiencia suprasensorial, que es
practicada por los menos, para quienes la herencia del
hombre-espíritu es ciertamente más que un objeto de satis-
facción del ansia de saber; por el contrario, ellos saben que
ella solo se les ha sido confiada, para que desde las altas
montañas, puedan dar las señales del Camino a sus herma-
nos “menores”.
No hablo aquí acerca de aquello que el mundo perma-
nentemente entiende por “mística”.

22
La “Mística” y el “Arte Real” verdaderos, en el reino de
los espíritus substanciales, de aquellos dignos “Iniciados”,
ciertamente son cosas bien diferentes.

Al místico le sucede algo parecido que al artista...


A éste como a aquél, le viene la “inspiración” desde una,
para él desconocida esfera, y a la cual nunca podrá entrar
consciente de sí mismo y con los sentidos despiertos.
“Ello” lo toma, se le impone y él se hace portavoz de esta
fuerza desconocida, o bien, sólo experimenta su acción en
“muda contemplación”.
Al “Consagrado” en el reino del Espíritu substancial, al
verdadero “Iniciado en el Arte Real”, al Hijo y Hermano de
los “Iluminados de la Luz primordial”, les sucede de manera
esencialmente distinta.
Él vive consciente de sí mismo en los tres mundos que
confluyen en el mundo de la Realidad, tales como el mundo
de la materia física, el mundo de las fuerzas supramateriales
pero substanciales del Alma, y el mundo substancial del
Espíritu puro.
El no se encuentra nunca y de ninguna forma en estado de
éxtasis, ni tampoco en cualquier otro estado llamado “de
trance” y está bien lejos de toda práctica misteriosa, ya que
de otro modo, no podría pertenecer jamás al círculo de sus
Hermanos espirituales y elevados Padres.

Mientras él acopia sus experiencias en las regiones


suprasensoriales, permanece consciente de sí mismo en
todos los tres mundos de su existencia y así es que, su
conciencia también está presente en estado de despierta en
23
éste, en el externo mundo material de todos los hombres y en
ningún momento se obscurece en lo más mínimo.
Su percepción de las cosas “externas” es, por el contrario,
ampliada y elevada hasta aquella claridad, que colma su
mirada direccionada hacia lo suprasensorial...
Mientras “habla” en planos suprasensoriales con sus
Hermanos espirituales, y ellos entablan conversación con él,
está en condiciones de observar y de sentir al mismo tiempo
los más pequeños acontecimientos del mundo material que
lo rodea, con no menos claridad que aquello que sólo puede
ser percibido con los sentidos del Espíritu.
No tiene lugar ningún “estrechamiento”, sino por el con-
trario, una casi infinita ampliación de la consciencia...

Mucho de aquello que “se habla” en el mundo del Espí-


ritu esencial, que a su vez incluye a innumerables “mundos”
dentro de sí, no podría ser expresado jamás en palabras de un
lenguaje humano; pero por ser aquél un lenguaje claro, en
ritmo y forma, lleno de sentido y de verdad, sería posible
encontrar palabras apropiadas en lenguaje humano, pero no
para transmitir mediante estas palabras el conocimiento
espiritual, que permite reconocer rápidamente en todas
partes el Espíritu substancial.
Por consiguiente, aquello que pueda ser “traducido” en
palabras de un lenguaje humano, estará determinado por la
individual particularidad del Hermano operante, así como
también por la época en la cual actúa y el contexto cultural
que le rodea en la tierra.
No obstante, todo lo que vaya a transmitir, representa por
todo concepto, invariablemente a la más depurada Verdad
24
cual límpida manifestación de la más absoluta Realidad, tal
cual se les presenta a todos los “Iniciados en el Arte Real”
ante sus ojos y en todo momento, libre de todas las innu-
merables posibilidades de equívocos y errores de las causas
existentes en la investigación en el mundo físico-material.
En los mundos del mundo substancial del Espíritu, no hay
lugar para “especulaciones” y sutilezas filosóficas del pen-
samiento humano conectado a lo terrenal.
No es posible, intentar comprender una “verdad” dedu-
ciéndola de otras del mismo modo que en la condicionada
inteligencia terrena.
Todas las verdades están en el reino del substancial y puro
Espíritu, cual realidades ante el contemplador.

Aparentes “contradicciones”, como las que la incapaci-


dad de comprobación de aquellos que empeñosamente han
tratado siempre de encontrar en las revelaciones de los
verdaderos “Iniciados” de todos los tiempos, se explican
finalmente por sí mismas a través del modo suprasensorial
de ver las cosas, que siempre permite reconocer simul-
táneamente toda cosa desde todos los ángulos, por lo cual, si
el predicador deseara ser más o menos comprensible para
con sus semejantes que no ven las cosas de la misma ma-
nera, deberá mostrar primero sólo uno, y luego el otro
“lado”, tratándose muy frecuentemente solo de cosas, con
las que cualquier comparación que se haga, “cojeará de
ambas piernas”, ya que nada terrenal ofrece una similitud
apropiada con lo substancial espiritual que se quiere
describir.

25
El matiz local en la forma de hablar, en la que se expresa
un Hermano de los “Iluminados de la Luz primordial”,
depende siempre, en todos los casos de su apreciación
personal determinada por el respeto hacia sus anteriores
maestros, o por sus propias tendencias o por motivos
relacionados con la estructuración formal.
Aun cuando hoy día, el corazón del Asia o la morada
terrenal del templo de las substanciales fuerzas espirituales al
igual que hace milenios se oculte en sí misma, también es
cierto que a ninguno de los Hermanos que consideran a este
centro espiritual en nuestro planeta como su verdadero y
terrenal hogar, le es exigido en sus enunciados, servirse de
los conceptos religiosos y filosóficos del Oriente.
Pero si un miembro de este círculo, como hombre de
Occidente, utiliza no obstante, el modo de expresión de los
pueblos del sol naciente, es por decisión propia, por una
fuerte tendencia hacia la poesía de Oriente, por gusto hacia
ciertas imágenes expresivas que transmiten mejor lo espi-
ritual que el lenguaje utilizado en Occidente; y finalmente
también para que la inolvidable vivencia conserve su
original colorido...
Aun el más altamente desarrollado de los Hermanos
operantes, es un hombre contento de corazón por su humana
naturaleza, de ninguna manera libre de inclinaciones
humanas, ningún asceta entumecido para el mundo, aun
cuando ciertos fanáticos, negadores de todo apego a lo
terrenal, no puedan entenderlo de ninguna manera, ya que
jamás podrán liberarse de la hipnosis, que los ata a sus
creencias-doctrinas obtenidas del mundo inferior...

26
¿Pero, qué hombre de sentimientos afectuosos no se
mostraría inclinado a hablar con gusto de las cosas de sus
amores en aquellas formas, que cierta vez, tiempo atrás,
bondadosos maestros le hablaran de ellas por vez primera?

No obstante, las mismas cosas podrían fácilmente darse a


conocer en otros idiomas locales bien distintos, sin perder en
modo alguno en veracidad.
Peligrosa es solamente la “traducción” por los no
facultados.
Es mucho más difícil de lo que alguno pudiera atreverse a
soñar, poner una frase envuelta en ropajes cristianos de un
verdadero “iniciado” bajo un turbante hindú, o verter en el
molde de la forma de pensar europeo, la sabiduría del
pensamiento chino.
Empero, frecuentemente deben converger conceptos del
mundo perceptual de los más diversos pueblos, a fin de que
una verdad espiritual, aun estando muy lejos del occidental
pensamiento, le sea no obstante, comprensible al de Occi-
dente.
Ojalá ningún buscador se deje inducir a creer jamás, que
la utilización de tal libre forma de exposición, haya sido con
la intención de anunciar la propagación de aquellas
enseñanzas religiosas o filosóficas, de cuyas riquezas
conceptuales fue extraído, aquello que se presentaba como
útil, a fin de favorecer el conocimiento de la eterna
Realidad.

Es bien conocido, que comunidades humanas, que les


proponen a sus miembros objetivos alejados de lo cotidiano,
27
tengan la costumbre, dentro de sus círculos, de hacer
renunciar a sus integrantes al nombre de uso cotidiano y de
otorgarles otros “nuevos” y diferentes nombres.
De dónde procede originalmente esta costumbre que se
remonta hasta los primeros días, debería desprenderse con
claridad de lo que a continuación se expresa...
Recordado sea aquí también y no sin razón aquellas
palabras del Génesis:
“Y que tu nombre de ahora en adelante no sea Abram,
sino Abraham te llamarás...”
E igualmente:
“Ya no será más tu nombre Jacob, sino que Israel será tu
nombre...”

El “nombre” de un ser espiritual individual, es algo


completamente distinto a la denominación que se le asigna al
hombre terrenal, derivada de circunstancias externas, de
hábitos raciales e idiomáticos.
También el hombre terrenal es una individualidad
espiritual, pero él aún no conoce “su nombre”, salvo en las
muy pocas excepciones, en que, en todas las épocas, estos
nombres fueron encontrados,
Recién cuando él haya tomado consciencia de su espiri-
tual substancialidad, sabrá también cual es “su “nombre”.
Así es que el “nombre” de un verdadero “Iniciado” en el
Espíritu, que antaño solía mantenerse muy en secreto,
porque se temía “profanarlo” si llegaba a estar en boca de
todos, no es ciertamente una designación arbitraria, como la
del así llamado nombre “civil”, que debe su conformación al
28
lugar de residencia de sus abuelos, a una profesión o a una
cualidad de lejanos antepasados y por último, a la arbitra-
riedad de los padres.
Él le es otorgado al “admitido” Hijo y Hermano por los
“mayores” de los Hermanos y designa, en el “idioma-de-
letras” usado por los “Hermanos sobre la Tierra” aquellas
fuerzas que, en la existencia espiritual del hermano van a ser
de consecuencias...
Pero su fuerza “portadora” descansa en ciertas “letras”,
de manera que el operador podría también “llamarse” con
otras palabras, en tanto que estas “letras” que forman su
“número cósmico”, su eterno existente y espiritual-substan-
cial “nombre”, estén allí incluidas...
Existe aún una extendida, si bien en si santificada envol-
tura alrededor del “nombre” del eterno valor espiritual, que
nadie puede “pronunciar”, aun cuando se conozca las
“letras” portadoras, exceptuando al Uno, quien es él mismo
este “nombre”...
En su “nombre”, Hermano, es una “palabra” en “térmi-
no primordial”: como autopronunciación de términos pri-
mordiales en una forma individual, consciente de sí mismo,
substancial, espiritual...

Sobre los “métodos de exploración científica” con el pro-


pósito de investigar lo espiritual, se sabe naturalmente tan
poco en la Comunidad de los “Hermanos sobre la Tierra”
como entre sus “Padres” espirituales que jamás “cayeron”
desde la Luz primordial.
La Sabiduría de los verdaderos consagrados al Espíritu no
consiste en una acumulación y un continuo acrecentamiento
29
de aquello que él “sabe”, de acuerdo al entendimiento
terrenal, sino en estar en posesión de ciertas fuerzas sagra-
das, por medio de las cuales, él puede en cualquier momento
verdaderamente conocer “en sí mismo” al objeto inves-
tigado.
Su acumulación de conocimientos obtenidos en forma
mundana, es para él del todo insignificante y únicamente
compatible con la sabiduría espiritual, en los casos más
inusuales.
Cuanto él más poseyó tal cosa, tanto más difícil le fue
otrora, cuando aún era “discípulo”, la superación de las
dificultades causales, que a toda legítima “iniciación” deben
preceder.
No se debe preguntar por las “causas”, si se quiere salir
airoso de esta “instrucción”, que por último, le abrirá al
legitimado la puerta, la que jamás ninguna erudición terrenal
le podrá abrir.

El verdadero “Iniciado” jamás proclama un “sistema” de


conocimiento o de fe.
Para él la realidad de las cosas en el mundo espiritual está
expuesta ante sus ojos y al enseñar, al hablar, él esta siempre
únicamente ante esta Realidad, la que ningún sistema de
pensamiento o de creencia podría llegar a abarcar.
Tales “sistemas”, en cuanto se extienden hacia las cosas
del espiritual Reino, son sólo imaginaciones secundarias de
otros cerebros, que se han apoderado de las revelaciones de
algún Sabio, obtenidas éstas por contemplación y a través de
una transformación de sí mismo.

30
Presuntos “investigadores de los mundos superiores” que
alardean mediante presentaciones “científicas” de los
“resultados de sus investigaciones”, no deben ser recono-
cidos, de ninguna manera, como “iniciados” espirituales.
Tal índole de “investigadores” de lo “oculto”, no son otra
cosa que esclavos engañados por la propia plasticidad de su
fantasía, una fuerza sumamente funesta y peligrosa en el
hombre, que cuando es violentamente incitada a la acción,
deja frecuentemente configurado frente a su pobre víctima
todo lo que antes ella tenia, en forma inconsciente por
modelo, en sus pensamientos, deseos y temores.
De esta forma resultan todas las monstruosas “incursiones
en los planos superiores” y las representaciones de “los
mundos superiores” que a más de un “investigador del espí-
ritu” y “maestro secreto” le ha valido la fama de ser, entre
sus adherentes, un “vidente”, todo lo cual debería ser exami-
nado en detalle, a fin de hacer evidente aquello que
conscientemente ha sido adornado y añadido, y que la más
de las veces, no se deja fácilmente reconocer.
Dado que estas representaciones de “fantasía plástica” son
fácilmente transmisibles por contagio anímico, los adhe-
rentes y discípulos de tales “profetas” y fundadores de
sectas, creen estar a sí mismos espiritualmente convencidos
de la verdad de las revelaciones de su “gran maestro”, tan
pronto a éste le sea posible, en su misteriosa “enseñanza
secreta”, transmitir sus propias producciones a las con-
ciencias de sus discípulos, no mucho más diferente a cual-
quier habilidoso hipnotizador, que hace ver y sentir a su
objeto de experimentación de la forma que él desea que
parezca.
31
Un posterior rescate de tales engañados, resulta casi
imposible.
Por esta causa, incontables han devenido en autoen-
gañados de buena fe, incontables han devenido en enga-
ñados sin esperanza.

Si aquí hablo de todas estas cosas en forma clara y


explícita, donde el tema trata de las posibilidades de la
percepción suprasensorial, es para proporcionar a todo
honesto buscador los criterios apropiados a fin de que su
juicio sea certero.
Hablo de cosas que no requieren de velos, y al mismo
tiempo debo hablar de aquellas cosas que deberían ser
develadas en interés de las almas que buscan la verdad
como realidad.
Ojalá mis palabras no hayan sido pronunciadas en vano.
Ojalá pues se aprenda a comprender, que ninguno de los
hombres, que vive plenamente consciente en el substancial y
puro Espíritu, en la Sabiduría de lo Luminoso, que él expone
ante sus semejantes, jamás podría llegar a profanarla a través
de intentos de fundamentación “científica”.
Lo que enseña el “Iniciado” en el Espíritu, está deter-
minado a ser una prueba a través de la acción y de la
abnegación.
Lo que él tiene para dar como mensaje a sus Hermanos
“menores”, sean hombres o mujeres, a las almas de las
generaciones que conviven con él y después de él en la
Tierra, no debe ser fragmentado con el pensamiento, sino
revivido en el Alma, a fin de que los incontables buscadores,

32
puedan encontrar su Camino hacia el Espíritu, su Camino
hacia la Realidad.

33
EL CAMINO
Todas las grandes cosas exigen valor y fe.
No puedes “resucitar”, sin antes haber pasado por la
“cruz”.
“La nube luminosa” no podrá acompañarte a través del
mar “seco”, sin que antes hayas creído.

Aún tienes mucho que superar en ti mismo, y más aún


tendrás que aprender a superar, si quieres avanzar en tu
Camino...
El mar amenazará con tragarte y el desierto no te dará
ningún alimento, no obstante, ni el miedo ni la duda deben
detenerte ni por un solo instante, tan pronto hayas resuelto
emprender definitivamente este Camino hacia ti mismo,
hacia tu Dios interno.
Cuán difícil es esto, recién lo verás una vez que te
encuentres en este Camino.
Mas no tengas miedo.
Tu no estás solo en este Camino...
Todos aquellos, que antes que tú, lo han recorrido, te
acompañan.
También ellos anteriormente tuvieron que pasar por todos
los peligros.
A ninguno de ellos le resultó el camino más fácil que a ti.
Ahora, empero, ellos han entrado en “la tierra de pro-
misión”...
Ahora ellos han alcanzado el esforzado objetivo y desde
las “sagradas montañas”, te envían ayuda y fuerza.
34
Desde aquellos, que en la más elevada luz de su Dios
resplandecen cual soles, semejantes a dioses, como una
unidad, un sol de todos los soles que ilumina a todos los
soles, a todos los mundos, fluye hacia abajo, hasta aquellos
que viven en esta Tierra en forma de espíritu y finalmente
hasta aquellos que aun aquí portan el vestido del animal
terrenal, una corriente de substancial y espiritual Luz en
toda su extensión, y los abarca a todos aquellos y los unifica
en una sublime consubstancialidad.
Pero en el peldaño más bajo y más cercano a ti de esta
“escala celestial”, se encuentran aquellos Auxiliadores que
pueden ofrecerte a ti una mano de ayuda, si tú quieres su
ayuda...
Ellos no abandonan jamás a nadie, quién a través de la
grisácea noche, se esfuerza por abrirse camino, hacia aquel,
lleno de paz, silencioso y elevado Templo, dentro del cual su
Dios, de Luz a Luz puede “nacerle en él mismo”.
Empero, ellos no envían su ayuda desde afuera, ya que
están unidos contigo en lo más profundo de ti, una vez que
tu, lleno de valor, hayas emprendido tu Camino, el mismo
Camino hacia su Dios que alguna vez todo aquel que lo
encontró, tuvo que recorrer. Y que ahora los que quieren
ayudarte, también tuvieron que recorrerlo en su momento,
aun cuando su espiritualidad a lo largo de milenios, haya
sido preparada hasta la más pura calidad de entendimiento
espiritual.
Quien no sea uno de ellos, no podrá ayudarte, aun cuando
pudiera producir milagro tras milagro...

35
Habrá muchos falsos “maestros” que se cruzarán por tu
camino, “maestros”, que necesitarían ellos mismos mucho
de una enseñanza, y muchos orgullosos oradores que se
vanagloriarán ante ti de su “saber”.
También te encontrarás con más de un arrogante “santo”,
que se consume en su vanidad y que considera como una
gran cosa, seducir a otros a su “santidad” y por propia
conveniencia a su “dignidad”.
Te asustarán los más extraños “hierofantes”, los cuales
intentan deslumbrar a cuantos se les acercan, por medio de
torcidos, relucientes e inquietantes signos que ellos mismos,
en confuso delirio, han abrochado con falso oro a sus “túni-
cas de mago”...
Si solamente por una vez prescindieses de la precaución,
puedes también caer con demasiada facilidad en más de una
oculta red, y ciertamente aquel que se dejó atrapar, rara vez
escapa nuevamente íntegro de las ataduras de aquella
pajarera...
Sólo la atención permanente puede protegerte del peligro.

Debes estar prevenido de todos aquellos que creen que su


pretendida “ciencia de dios” sea enseñable y alcanzable del
mismo modo que el conocimiento de las cosas de este mundo
Debes estar prevenido de todos aquellos que pretenden
engañar tus sentidos por medio de “fuerzas milagrosas”.
Hay todavía muchas cosas, aún en esta, aparentemente
“esclarecida” época, que pueden llegar a parecerte muy
“extraordinarias”, y ciertamente son verdaderas fuerzas
milagrosas profundamente ocultas en el hombre, pero el
Espíritu de la Eternidad jamás podrá ponerse en duda a sí
36
mismo, buscando el modo de “demostrarse” a través de
“milagros”...
Si verdaderamente estas fuerzas maravillosas se eviden-
cian en un hombre, es solamente una comprobación de que
tales fuerzas existen, empero, jamás será una “prueba” de
que tal hombre sepa “conscientemente respirar” en Espíritu
y un auténtico testimonio de la Verdad, la cual está fundada
en la Realidad.
Tal manifestación solamente se puede verificar por medio
del “milagro” del reconocimiento que se produce en el
Alma, y nada de lo que no hayas experimentado como una
confirmación en lo más íntimo de tu ser, debe ser válido para
ti como Verdad, apenas hayas accedido a la condición que te
da derecho a la obtención de la confirmación.
Debes igualmente estar prevenido de aquella ilusión que
cree que por medio de singularidades en la nutrición del
cuerpo o de alguna práctica faquiresca, sea posible llegar a
la “más alta espiritualidad” elevándote en el comer e intro-
duciéndote en el respirar.
Los Iluminados de la Luz que alumbra los mundos,
ciertamente jamás te aconsejarán utilizar tales métodos.
Nunca te exigirán tampoco que te aísles de tus seres más
cercanos, a fin de que tú secretamente te consagres a fasci-
nantes ceremonias o a misteriosos ritos.
Jamás te agraciarán con “ocultas jerarquías”, extraños
títulos u “honores”, los cuales solo alimentarán la vanidad y
podrían llegar a producir en ti una ridícula presunción...
Sólo lo que se ha hecho realidad en ti, sea porque tú
mismo te lo procuraste, tiene validez ante sus ojos y les
determina tu “peldaño”.
37
Tampoco los encontrarás con gestos teatrales sobre tari-
mas de oradores, ni en plazas públicas ante la muche-
dumbre.
Más bien te darán su ayuda a través de palabras, que tú
podrás sopesar en el silencio de tu intimidad, sin ser per-
turbado por seductoras artes retóricas...
Ellos te ayudarán en el accionar interno y nunca buscarán
mostrarse.

No es necesario que tu les reconozcas si llegases a en-


contrarlos.
No es necesario que tú los encuentres portando el vestido
terreno.
Ellos te encuentran a ti y saben como ayudarte aun
cuando tu jamás llegues a vislumbrar a los Auxiliadores.
Ciertamente ellos operan con otros medios que los de
aquellos vanidosos necios, que pretenden atraer a su tropel
de adherentes mediante gestos misteriosos y huecos y
retóricas altisonantes.
Ellos jamás pretenderán o esperarán de ti tributo alguno
por su enseñanza y guía, y antes mas bien compartirían
contigo hasta su última moneda, que aceptar de ti a cambio
de su ayuda, un medio céntimo.
Lo que de espiritual tengan que dar, es un bien del
Espíritu, y ninguno de los que pueda darlo, jamás querrá
intercambiarlo por valores terrenos...
Solamente el “trabajo” que requiera el mantenimiento
terreno del cuerpo, tiene derecho a pedir retribución terrena.

38
Aquel que tenga ojos para ver y oídos para oír, se protege
a sí mismo de ilusionistas y usurpadores.
¡Fácilmente él los reconocerá!
Empero, los Iluminados de la Luz primordial son más
difíciles de encontrar.
Apenas podrás distinguirlos entre otros hombres bajo esta
vestidura terrenal, y nada singular los delatará, ya que aman
el silencio y aprecian pasar desapercibidos...
¡Cuando ellos están obligados a vivir en el bullicioso
mundo, de tal modo no se diferencian ciertamente en nada de
aquellos otros hombres de bien, que allí realizan su labor
terrenal!
¡Dichoso aquél que confíe en ellos!

Y ahora, pues, buscador, iremos juntos hacia la quietud y


te enseñaré el comienzo del “Camino”
Una vez que estés realmente preparado para entender con
los sentidos despiertos, concéntrate en ti mismo y escúchame
lo que a continuación voy que decirte.

En primer lugar, oh buscador, ¡tendrás que olvidar


muchas cosas!
Se te ha dado una falsa representación de “Dios” y así
mediante una vana enseñanza han asfixiado en ti aquel
germen, del cual en las sagradas aguas de tu más profunda
Alma, debía una vez despuntar la “Flor de Loto”, en la cual
la Luz, que eternamente deberá iluminarte puede llegar a
“nacer”...

39
“El Espíritu que flota sobre las aguas” comprende
infinitos mundos, pero tu no puedes acercarte a él de
ninguna otra forma, mas que en ti mismo.
Recién entonces, cuando él llegue a conformarse en ti,
como tu Dios, de Luz a Luz, podrás dar a conocer su silen-
cioso obrar.
Quienes quieren explorar su infinitud, yerran enorme-
mente...
Creen poder acercarse temerariamente a aquél, al cual
todos los espacios del universo no podrían abarcar, sin
darse cuenta, que se han creado una imagen deformada, que
ahora los domina.

Empero ahora, nosotros queremos nuevamente intro-


ducir en ti, el germen de aquella eterna “Flor de Loto”...
Tal vez ella encuentre, de aquí en adelante, alimento de
tus fuerzas.
Cuándo su flor haya entonces despuntado, el Espíritu,
gestándose a sí mismo, que vive por sí mismo, descenderá
desde lo alto dentro de ti y “nacerá” en ti como tu Dios, en ti
como tu Dios viviente.
No antes sabrás de “Dios”.

No les creas en aquellos que te hablan del dios de sus


sueños, de un dios que se deja encontrar en un asfixiante
estado de éxtasis.
Lo que así se puede llegar a encontrar, es solo una
“alucinación” del mundo interno.
Tu aún no conoces la riqueza que contienen dentro de sí,
las inmensidades de tu Alma.
40
Hay aquí “fuerzas” y “poderes”, ante los cuales te
postrarías en adoración, igual que el profeta ante la zarza
ardiente, si yo te las pudiera mostrar en forma manifiesta.
Tu Alma es un inconmensurable océano y nadie aún ha
sondeado en sus profundidades, en las maravillas del mar de
las fuerzas del Alma.

Tu piensas en tu Alma como una envoltura luminosa y


crees encontrarte solo a ti mismo dentro de ella...
Tu Alma, empero, es como un mar de miríadas de gotas
llenas de poder latente, o como una nube viviente confor-
mada por miríadas de entidades cargadas de fuerza, y tú,
deberás llegar a ser amo y señor de todas esas entidades.
En tanto ellas no reconozcan en ti a su firme soberano,
devendrás atónito en su esclavo a causa de su fuerza para ti
atemorizante.
Ellas tendrán que estar a tu servicio, una vez que las
hayas dominado, pero si tu, en falsa humildad te doblegas
ante ellas, te llevarán de las narices por medio de las más
extrañas e ilusorias argucias.
Ellas requieren de una fuerte voluntad, a fin de unificarse
bajo ella...
Antes de haberlas unificado bajo una única voluntad, no
podrás encontrar de manera alguna serenidad en tu alma,
que es lo único que puede hacer que comience a despuntar la
sagrada “Flor de Loto”.

No antes de ello, obtendrás en ti fuerzas, conocimiento de


aquel silencioso reino del Espíritu a través de tu Alma, que
solo puede llegar a hacerse reconocible, perceptible en ti,
41
por medio de las fuerzas de tu Alma unificadas en una sola
voluntad, e incluso a veces, puede hacerse visible y audible,
por cuanto él vive en ti como en todo lugar, a través de las
mismas fuerzas...
No antes tampoco percibirás una señal clara de aquél que
te guía desde el Espíritu, no antes que los altos y espirituales
Guías, los Iluminados de la Luz primordial, te la hagan
percibir...
Por ello, oh buscador, ellos mas que nada, anhelan crear
en ti una fuerte y clara voluntad hacia ti mismo!
Tu tienes que afirmarte a ti mismo si quieres experimentar
esa afirmación a través del Espíritu en el Espíritu.
Tu te encuentras a ti y en ti a tu Dios, solamente en tu
“Yo”.

Esfuérzate, con sana alegría y en silenciosa calma, por


afirmarte en ti mismo lleno de paz, y aparta tu mirada de
todas aquellas imágenes internas, que quieren manifestarse
ante tu excitado pensamiento aún no unificado en sí.
Primeramente, en alegría y lleno de confianza, debes
volverte completamente hacia ti mismo.
Es inútil que antes de haberte vuelto hacia ti mismo y
haberte aislado por todos lados, cual mar que se demarca a sí
mismo, cual nube que sabe condensarse a sí misma, trataras
de buscar ser poseedor de tu Alma, ya que las fuerzas de tu
Alma sólo se entregan unificadas a aquél que sea
verdaderamente digno de su profundo respeto...
Pero no creas que alguna vez podrás alcanzar este
objetivo, permaneciendo constantemente inactivo en una
externa pasividad.
42
Tu debes accionar día a día, como hombre del mundo
externo, en el cual, al fin y al cabo es donde has nacido, al
igual que toda naturaleza externa, que permanentemente
acciona y crea siempre nuevas formas, si es que quieres
también aprender a fortalecer en ti la voluntad, para que las
fuerzas de tu Alma puedan llegar a obedecerle.
Ningún objeto del mundo externo es de tan poco valor que
no pueda servirte de instrucción.
De toda experiencia puedes obtener una enseñanza y
ninguna actividad es tan despreciable, que no hubiera nada
que aprender de ella.

Sin embargo, ante todo debes aprender a encausar tus


diversos pensamientos y eventualmente poder concentrarlos
en un solo punto.
Ni la soledad del desierto ni la vida entre las bestias
salvajes de la jungla te son más propicios para tu propósito
que el ajetreo de una populosa ciudad en la cual estás
dedicado a tu quehacer diario.
Cuando en el mayor bullicio, aprendas a permanecer en ti
mismo, cuando con absoluta seguridad puedas gobernar tus
pensamientos y tu voluntad en ti mismo, cuando tus deseos
sólo puedan ir y venir, tal como tú mismo les permitas ir y
venir, recién entonces puedes comenzar con el primer
intento de unificar en ti las fuerzas de tu Alma.
Aún entonces encontrarás en ti más de una resistencia...
Lamentablemente, por un largo tiempo no podrás utilizar
tu ahora fortalecida voluntad, para poder doblegar bajo ella a
todas las fuerzas opuestas de tu Alma.

43
Cada fuerza individual del Alma va a querer poseer tu
voluntad para sí misma, y ninguna de ellas estará dispuesta a
entregarse a tu voluntad como propiedad de ella…
Comprenderás esto, cuando tengas en claro, que cada una
de las fuerzas de tu Alma, aun cuando las consideres a todas
juntas como “propiedades” estrechamente unidas en ti, es
una entidad autónoma del Alma, dotada de voluntad propia
y del imperioso deseo de manifestarse solamente a sí misma,
así sea a costa de todas las otras fuerzas.
Nunca deberás desalentarte en tu constante, aunque vana
lucha por la supremacía de tu propia voluntad sobre las
muchas otras voluntades en tu Alma, que sólo a sí mismas se
quieren.
¡Jamás debes desconfiar de ti mismo!
¡Jamás debes perder la alegría de tu corazón ni tu
silenciosa serenidad!
Toda tu lucha es sólo una continua prueba de tu paciencia
y de tu ya adquirida fuerza en tu propia voluntad.
Has de saber entonces, que así llegarás con seguridad a
ser finalmente el vencedor.

Llegará un día, en el cual verdaderamente experimentes en


ti, lleno de felicidad, la gran alegría del vencedor.
Entonces, es cuando el germen de la “Flor de Loto” se
haya abierto, en los sagrados estanques del Templo, que
ningún ojo terrestre haya contemplado jamás, el ojo espi-
ritual de tu invisible Guía, que los antiguos llamaban: tu
“Angel de la Guarda”, percibirá un capullo sobre la inmóvil
y misteriosa superficie de las aguas...

44
Él llamará a sus compañeros en sagrada alegría, y un
grupo de guardianes elegidos custodiará desde ese día las
sagradas aguas.
¡Un milagro se ha producido!
Un hombre terrenal ha realizado un milagro, ya que es
más fácil conducir a un elefante furioso, atado a una cuerda a
través del gentío en una feria, que unificar las muchas
voluntades de las fuerzas del Alma, que conforman “el
alma” de un hombre, bajo la única voluntad de ese hombre.

Ahora, sin embargo, la atenuada luz del día debe bañar el


capullo con sus tibios rayos, para que a su tiempo pueda
despuntar hasta la completa y brillante magnificencia de la
flor.
Altos y centenarios árboles rodean el misterioso estanque
del Templo y protegen al delicado capullo de las abrasadoras
flechas del sol, que en principio quemarían y destruirían de
inmediato la reciente formada creación...
Altas murallas del Templo son las que detienen el ardiente
viento del desierto.
Ahora, ¡oh! buscador, comienza para ti una nueva
actividad...
Mas ese quehacer requiere ahora por cierto, también de la
tranquilidad externa y de la más silenciosa profundidad.
Ahora, lo que deberás emprender, podrás realizarlo una
vez finalizada tu labor diaria, tal vez, antes de las silentes
horas del amanecer...
Ahora ha llegado el momento para ti en que deberás
aprender a preguntar en voz baja y suave a tu interior y
luego también a escuchar a tu interior.
45
No podrás estar lo suficientemente tranquilo para ello.
Lo que en ti se esconde y pronto debe descubrirse, no
puede ser encontrado en la ruidosa conversación de los
pensamientos.
Ello está en el centro de tu corazón, no obstante, aún no
percibes su palabra, pues su voz es suave cual el lejano trinar
del pájaro...
No ahuyentes de ti su palabra.
Presta atención al más leve sonido.
Muy fácilmente puede pasar inadvertida su palabra en ti,
si no sabes mantenerte en silencio.
Al principio te contestará a tus silenciosas preguntas en
voz tan baja que su misma voz, en ti, sería dispersada por la
más leve brisa.
Pero un día, entonces, escucharás por cierto su voz y
aprenderás a distinguirla entre todas las demás voces
internas.
Tu percibirás la voz, no como si ella hablase desde afuera.
Tampoco te hablará a ti con palabras en el idioma de tu
país y ni en ningún otro idioma humano de esta tierra.
Y no obstante, aquello que la voz tenga que decirte, te será
mucho más comprensible que todo lo que tu, alguna vez,
hayas escuchado desde tu niñez por boca humana, en
lenguaje humano.

Ahora tendrás que seguir a esta voz...


Todo tu continuo avance en el sendero, estará exclu-
sivamente precedido por tu fidelidad.
Paulatinamente aprenderás a reconocer, que ahora tu
voluntad ya no te obedece únicamente de acuerdo a las
46
instrucciones de tu entendimiento terrenal, sino que ahora te
es posible disponer de ella e imperceptiblemente irla encau-
zando hacia elevadas enseñanzas espirituales, de acuerdo a
la voluntad de aquella “voz”...
Más y más profundamente irás introduciéndote en el
secreto de tu Alma.
Cuanto más descubras, tanto más aun percibirás en lo
recóndito.
Con agradecido y diligente rescata aún la más ínfima
vivencia que experimentes en el Alma, pues: tu agrade-
cimiento por lo pequeño te traerá mucho más pronto la
plenitud de la vivencia.
Por último, contemplarás un reino de maravillas internas,
del cual hoy en día ninguna descripción podría brindarte ni
tan sólo una vaga sospecha.
Sucederán cosas en tu vida, que actualmente se llaman
“imposibles”, y aun hoy día con toda razón.
Sin embargo, igual que el mayor de los milagros, sucederá
que todo esto te será entonces dado en tu poder, de modo
que no tengas que esperar con incertidumbre la realización
de tu anhelo, porque con toda seguridad, éste se realizará de
inmediato por su propia fuerza...

Si tu hasta aquí eres considerado como fiel obediente a los


consejos internos, entonces, la “Flor de Loto”, en el estanque
espiritual del Templo, de a poco se irá abriendo cada vez
más.
Ya pronto o al menos en un tiempo no tan lejano, pre-
senciarás ese día cuando la flor totalmente abierta, brille

47
sobre las aguas radiante de Luz, que ciertamente no pro-
vendrá del sol de esta Tierra...
Atiende ¡oh tú buscador!, el día ha llegado en el que tu
Dios se revela en ti mismo como tu Dios, en tu “Yo”!
Él nace en ti y tú “nacerás” en él...
Permanece un misterio, también para el contemplador en
Espíritu, como tales cosas se concretan de un modo espi-
ritual.

De ahora en mas, no podrás ciertamente prescindir del


Guía interno, ahora más bien estarás unido a él de un modo
nuevo...
Una vez que el capullo de la “Flor de Loto” haya apa-
recido, puede que te sea posible contemplar ante ti a tu Guía
espiritual en una imagen mágica, si es que se encuentra en ti
la predisposición para tal visión.
Él no es él mismo.
Son ciertas fuerzas “mágicas” de tu Alma, que él con-
figura por medio de su voluntad en su imagen.
Sé agradecido si tu “Guía” puede manifestársete visible-
mente de tal manera, ya que desde su imagen te enseña, de
modo que tu creas estar oyéndolo.
Pero no te preocupes si jamás durante esta vida terrenal,
llegases a contemplar su imagen como aparición externa.
Sólo en casos excepcionales le es posible representársete
en imagen, y en tal caso, sólo entonces aprovechará tal
posibilidad, si fuera necesaria, para tu curación y no para
que pueda inducirte a la tentación de utilizar en forma
impropia de las fuerzas “mágicas” de tu Alma para otras
voluntades en “imágenes”...
48
Lo mejor entonces, sería no ver jamás ante ti la imagen de
tu Guía, a que su utilización de tus fuerzas de tu Alma fuese
la causa, a ser complaciente, también ante fuerzas enga-
ñosas.
Sentirás tanto más su orientación con seguridad en lo más
íntimo de tu ser, y lo que no puedas percibir en lo externo, te
será dado aprehenderlo como propio en lo profundo de ti
mismo.

Ahora pues, una vez que tu Dios “nació” en ti y tú en él,


solo entonces se te revelará tu Guía espiritual en unión con la
voz de tu Dios y contigo, en la más alta existencia de su
Espíritu.
Tu creerás estar totalmente identificado con él, en tanto
él se encuentre en ti...
Ya no te guiará mas enseñándote, sino él mismo se te
abrirá, y tú podrás tomar por ti mismo lo que aún te haga
falta de su tesoro de vida interna,.
Por encima de todo brillará el sol de la alegría divina, y
todas las luchas por obtener la Luz y el Conocimiento, tal
como una vez anhelaras antes de que te encontraras en el
Camino, te parecerán ahora igual a las otrora sufridas
“torturas del infierno”.
Tu verás ante ti una infinitud, cuyas más hondas pro-
fundidades siempre permiten intuir profundidades mayores
aún y saber que tú, unido con tu Dios, marcharás eterna-
mente a través de las más profundas de sus maravillas.
Si tu aquí en este mundo externo únicamente percibes el
sufrimiento y la alegría terrenal, te encontrarás siempre solo
ante un hombre terrenal, no obstante tu espíritu en tu Dios
49
será elevado por sobre todo lo humano terreno, pues tu Alma
se habrá convertido en un “reino” de la eternidad, un cielo
dentro del cielo.

Este, oh buscador, es el recorrido del “Camino”, del


camino que debes iniciar y recorrer si quieres llegar a tu
Dios!
El “Camino” se encuentra en ti mismo, en tu propio “Yo”.
Éste es el Camino, que solo te conduce a ti hasta tu más
elevada meta: al “despertar” en el mundo del Espíritu.
Si tu aquí no estás dispuesto a “despertar”, entonces
“allá”, al término de esta vida terrestre, seguirás “durmien-
do” por largo tiempo, hasta que puedas despertar de los
sueños que tú mismo te has forjado y que por siglos te
pueden mantener atrapado en su hechizo.

Escucha ahora lo que todavía se te puede aconsejar.


Desde el mismo día que te encuentres decidido a recorrer
este “camino”, deberás tallarte un fuerte bastón para el viaje.
Encontrarás entonces “la madera apropiada”, si sabes
descubrir la fuerza de la palabra sintiéndola, tal cual se
manifiesta en toda lengua humana.
Elige palabras que hablen a tu corazón, palabras que
puedan “conmoverte”, “elevarte” y “penetrarte”
Hazte de un pequeño tiempo cada día, de ser posible,
háztelo siempre a la misma hora, una hora en la que puedas
tratar de incorporar, en meditación, el espíritu de esas
palabras, sin que seas perturbado por requerimientos
externos.
50
Conserva entonces una palabra, que por largo tiempo te
“conmueva” para tu “hora silenciosa”, como tarea de ejerci-
cio para tu pensamiento, así como un flautista “practica”
siempre la misma melodía, hasta haber encontrado la mayor
pureza en sus tonos.
Encontrarás en este libro muchas palabras que podrán
serte útiles para tal “ejercicio” de tu pensamiento.
En otros lugares proporcioné otras.
Empero, no debes necesariamente atarte a mis palabras.
Los “libros sagrados” de la humanidad se encuentran
llenos de palabras que pueden “conmoverte” y “elevarte”
hacia ellas mismas.
Poetas y Sabios han proporcionado ciertamente tales
palabras en abundancia.
Peligro hay solamente en que tu, al mismo tiempo, en-
cuentres en tales palabras la falsa enseñanza y la incom-
prensión que habitualmente le asignan la tradición popular.
Por eso te aconsejo mejor que al comienzo elijas palabras
de mis escritos, si es que quieres confiar en mi enseñanza.
Comienza entonces tal como ya te lo he dicho, tratando
primero de descubrir en “pensamiento” el significado de
tales palabras.
Luego, trata de encontrar en ellas una forma de pensar que
sea “sin palabras”
No descanses hasta que tu, en una comprensión “sin
palabras”, sepas hacer tuyo el más profundo sentido de las
palabras elegidas.
Grábalas a tu ojo, desligadas de otras palabras, escritas
en claras letras por tu propia mano.

51
Siente las palabras de tu elección como si fuesen tus
propias palabras.
Trata de producir en ti el estado espiritual de aquél, que
por primera vez escribió esas palabras.
Busca despertar tu oído interno, en tanto intentas “escu-
char” el sonido de las palabras en lo más profundo de ti.
Una vez que en todas estas formas de comprensión puedas
apuntarte éxitos seguros, entonces sigue adelante, pero,
recién entonces, aun cuando te sea necesario un largo tiem-
po, hasta que te encuentres preparado.

Te prevengo de “concluir lo más rápido posible” a fin de


seguir avanzando.
Pues puede llegar a parecerte que tu, en “pocas horas”
podrías alcanzar todo esto...
Tal vez también hoy creas aceptar mi orientación y no
necesitar ya de ninguna manera tal ejercicio de compren-
sión...
Muchos que una vez quisieron iniciar el camino, quedaron
detenidos ya al comienzo por cuanto pensaron de esta
manera.
Se pide aquí mucho más de lo que tú en un primer mo-
mento hayas querido suponer.
Frecuentemente se dicen muchas cosas en palabras seme-
jantes, que en sí son muy diferentes.
No se te pide aquello que los poetas llaman “sensibilidad
del lenguaje”, si bien un hombre habituado a percibir el tono
y el ritmo del idioma y a sentir el valor de las palabras, ya se
encuentra a medio camino, si es que comprende la tarea que
aquí se propone...
52
Si empero has alcanzado verdaderamente todo lo que se te
pide, entonces una nueva y gran ampliación de tu sensibi-
lidad, una infinita y despierta experimentación de tu exis-
tencia te dará la seguridad de que estás protegido de cual-
quier autoengaño.
Entonces sigue avanzando, tú, que aspiras a la más alta de
las metas humanas.
Ahora debes tratar de sentir aquellas palabras en ti mismo
con todo tu ser.
Ahora aquellas palabras tienen que llegar a ser en ti algo
viviente.
No solamente tu Alma debe estar compenetrada del “espí-
ritu” de las palabras, sino también cada fibra de tu Cuerpo
terreno debe ahora llegar a sentir esas palabras.
Las palabras deben de fundirse en ti en un solo ser, junto
con tu Alma y tu Cuerpo.
Tu Cuerpo terreno tiene que llegar a ser el cuerpo de las
palabras elegidas, como si no hubiese ninguna otra cosa
viva en él.
Las fuerzas de tu Alma, ya unificadas firmemente en tu
voluntad, deben ahora también unirse a las palabras que has
elegido y tu tienes que sentirte como consciente de esas
palabras.
Entonces, habrás logrado grandes cosas en tu Camino.
Por primera vez vas a comprender, lo que es la “Vida”,
que te mueve a ti como a todo lo existente.
Te parecerá como que estuvieras sobre una nueva Tierra,
en un nuevo mundo, jamás antes vislumbrado...
Al reconocerlo te darás cuenta, que todo aquello que los
hombres de la Tierra suelen llamar “estar despierto”, no es
53
otra cosa que un profundo y sordo “dormir” y un confuso
“soñar”.

Aquí puede comenzar una clara percepción del mundo


espiritual, si es que desde un comienzo las fuerzas empla-
zadas en ti lo permiten, y si es que eres un hombre de
contemplación y no uno de comprensión abstracta.
Si tu, no obstante, de acuerdo a tu forma particular, recién
“té enteras” de aquello que quieres aprehender solo cuando
lo conoces, apenas llegarás a lo “contemplativo”, en todo
caso, llegarás a experimentar conceptualmente...
Te habrás transformado en un nuevo hombre y habrás
logrado tener una conciencia de ti mismo, que apenas podrá
ser comparada a tu conciencia actual.
Así como el brillante sol del mediodía hace desaparecer
con su luz, la luz de una pequeña lámpara de aceite, así
desistirá y desaparecerá en tu nueva conciencia, lo que tu
hoy día aún llamas tu “conciencia”.
Entonces sabrás por qué el Sabio habla de la “Vida”
como de la “Luz” de los hombres y comprenderás el magní-
fico sentido de las muchas interpretaciones de las palabras.
“En el principio era el verbo y el verbo era con Dios y
Dios es el verbo...”
“En Él estaba toda vida y su vida es la Luz de los
hombres”.
“Y la Luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no puede
extinguirla”.

54
Quien escribió estas palabras, sabía muy bien lo que
decía, y también tú lo sabrás, cuando hayas llegado a este
punto de tu Camino...
Sin embargo, “el Reino de los Cielos” tolera violencia y
aquellos que emplean la violencia lo arrebatan hacia sí.
Sin el dominio de tu impaciencia, sin la aplicación cons-
tante de tus fuerzas, jamás debes de esperar obtener el éxito.
No creas tampoco, que un furioso deseo de forzar o un
compulsivo esfuerzo pudiese aproximarte a tu objeto.
Así no debe ser entendida aquella palabra.
Constantemente debe abarcarte un estado de serena tran-
quilidad y silenciosa alegría, y toda tu preocupación debe
estar dirigida a alcanzar, con indecible cuidado, aquella
delicada percepción interna de la cual antes te hablé.
Te costará mayor “esfuerzo”, “contenerte” de esta ma-
nera, que la que te podría demandar alguna acción heroica y
de gran repercusión externa...
Si haz considerado cuidadosamente lo que te he dicho y
estás dispuesto a realizar de aquí en adelante lo que se te
exige, puedo darte entonces la seguridad, que tu también
pertenecerás un día a quienes les está reservado conocer
dentro de sí el secreto del “Reino de los Cielos”.

Entonces comienza, pues, tu escarpado Camino.


Quiera que una inagotable perseverancia te acompañe
hasta el final.
Elevada ayuda te estará cerca en todo momento...
No mires hacia atrás, hacia la vida llena de sufrimientos y
alegrías, culpas y merecimientos que pueda yacer tras de ti.
55
Sabe también que para tu tarea, tiene el mismo valor el
que hayas sido poseedor de toda la erudición de la tierra, o
el que seas él más bajo entre los ignorantes.
No trates de aislarte de los hombres, y no creas que una
diferente forma de vida, ajena a la de tu época y de tu país,
pudiera llegar a favorecerte.
Mucho menos aún puede servirte o dañarte el tipo de
alimentación en tu camino, en tanto mantengas solamente a
tu cuerpo sano y con fuerzas.
Si quieres evitar la carne de animales sacrificados,
entonces evítala, y si quieres renunciar al vino, entonces
renuncia a él, pero no creas que por esto llegarías a ser en-
tonces un ser humano “más puro” o incluso “más elevado”.
Lo mismo vale para el amor sensual entre hombre y
mujer.
No te rebajes hasta lo completo animal y mantén siempre
tus impulsos dominados con mano firme para que ellos
jamás puedan someterte contra tu voluntad, pero tampoco
ensucies por medio de la difamación un misterio que tu
recién podrás entender en forma “pura” cuando pertenezcas
a los despiertos en el Espíritu.
Los sacerdotes de los más antiguos cultos no han inda-
gado sin tener profundos motivos, proclamando sagrados los
símbolos de la procreación, y ciertamente: veneraron otras
cosas en ellos, que solo una representación de la eterna y
procreadora naturaleza...
Sin embargo, abstinencia se te impone solamente allí,
donde la indomable avidez de tus impulsos pudiera ser causa
de desgracia para ti y para otros.

56
Es necesaria la abstinencia frente a todo vicio ya que éste
rápidamente impediría y finalmente ahogaría tu elevado
anhelo hacia el Espíritu.
¡Evita todo aquello que pudiera dañarte a ti o a otros!
¡Evita igualmente todo pensamiento de desamor!
¡Ámate a ti mismo! Pues, si no puedes amarte a ti mismo,
poco de bueno le harás a tu “prójimo”, si así lo “amas” como
a ti mismo.
Sigue tu propio camino, pero deja también recorrer a otros
el suyo propio, aun cuando sus metas se encuentren distantes
detrás de ti.
Tú no sabes cuando le llegará la hora al otro, y no tienes
derecho a molestarlo en su sueño antes de su hora...
No podrías en todo caso, “despertarlo” pues nadie escapa
al sueño antes de que le llegue su hora.
Sí, en cambio, su hora está próxima, entonces él mismo te
solicitará enseñanza.
Recién entonces debes dársela.
Recién entonces los Iluminados de la Luz Primordial
estarán con su fuerza a tu lado, y favorecerán eficazmente tu
pedido de ayuda.
Tú no estás llamado a guiar desde el Espíritu hacia el
Espíritu, y los que son llamados a ello, jamás van a obligar a
otros a confiarse a su dirección.
Sigue en silenciosa alegría tu camino hacia ti mismo.
Tu camino hacia ti mismo te conducirá, en el reino de tu
Alma, hacia tu consejero espiritual y él en ti, te orientará
hasta lograr tu más elevado objetivo...
Tu camino hacia ti mismo es tu camino hacia Dios.

57
Jamás podrás llegar a Dios, si no lo encuentras, tal cual él
es en ti mismo.

Pero ahora te diré algunas palabras más que te permitirán


reconocer la obra del reino espiritual sobre la tierra y algunas
otras cosas ocultas, si tú, con buena voluntad, quieres cono-
cer lo espiritual.
Quiero colgar algunas coronas de flores en las paredes de
tu hogar.
Coronas de aquellas flores que encontré por mis más
elevados caminos y en mi floreciente jardín al final de mi
último objetivo.
¡No me deshojes las coronas y deja cada flor, allí donde
yo la he combinado!
De no ser así, no podrás aprehender en su pureza la única
gran Realidad, la que todas las palabras de este libro te
vienen anunciando...
Entonces no podrás interpretar el secreto, que aquí se
devela en silentes palabras: el secreto de la Vida Divina en
el hombre terreno, el sublime misterio del Dios viviente.

58
EN SÔPH
“En Sôph”, es “lo que es de sí mismo “, es “Espíritu” que
en sí mismo todo lo abarca.
Las fuerzas del universo, son “causas” de muchos “efec-
tos” y esto les induce a ustedes a buscar el origen de una
primera causa.
No obstante, de acuerdo a vuestros sentidos, jamás ha
existido una “causa original”.
“Dios” se crea eternamente del caos de los elementos
del Ser.
Nada es aquí “causa” y nada es “efecto”.
Sólo la libre y consciente voluntad del Espíritu, se crea a
sí mismo, para sí mismo en “Dios”.

Los elementos del Ser actúan caóticamente, y allí, desde


el origen del Ser donde son lanzados hacia afuera, se evi-
dencian como las más profundas, las más poderosas
potencias creadoras de la naturaleza primordial.
Allí activan compulsiva e instintivamente, sin autocon-
ciencia en su acción.
Allí se encuentran aún separados y cada uno de ellos sólo
trata de imponerse a sí mismo.
De tal autoafirmación de lo diferenciado resulta empero,
polo y contrapolo y con ello, la atracción, que en el trans-
curso de un inconmensurablemente largo tiempo terrenal,
deviene luego en la concentración...

59
En el Alma del hombre terrenal será entonces la reuni-
ficación de todo los elementos-del-Ser-original nuevamente
realidad, cuando la voluntad humana así lo pretende.
Lo que en tu corazón brama y apremia a la conformación,
lo que continuamente te moviliza y te mantiene inquieto: ese
persistente anhelo de querer alcanzar alguna cosa, se reco-
noce como la consecuencia de aquellas fuerzas del Ser
original, que renovadas y ahora determinadas individual-
mente, quieren reunificarse.

Aún se agrupan en estos elementos muchas voluntades,


que se revelan en ti en la elevada forma que tu conciencia
necesita, como tus fuerzas del Alma...
Empero tu aún no dispones de la voluntad, que sabe como
unificar a todas las demás voluntades en sí misma...
Todo cuanto hacia afuera en ti dice “yo” y lo que en tu
interior sientes como “yo”, es todavía, en la mayoría de las
veces, una de las muchas voluntades, que deben reunirse en
una, en la chispa de Luz espiritual de tu ser consciente de sí
mismo...
Sólo en el ser consciente, puede la conciencia divina
evidenciarse nuevamente en los elementos-del-Ser-original.
Desde la impresionable, tanto en lo invisible como en lo
visible, naturaleza primordial hasta la unificación en la
conciencia de un hombre terreno (y hay por cierto muchas
“Tierras”), el camino de los elementos-del-Ser-original con-
duce nuevamente hacia lo alto, hacia un “nuevo” ser
consciente de Dios.
Lo que tú empero, contemplas desde afuera y denominas
“fuerzas de la naturaleza”, no es nada más que como el
60
efecto, nada más que el reflejo y el testimonio de la mutua
influencia de los elementos del-Ser-original, sin embargo de
ninguna manera son idénticos ellos mismos!
Lo que tú llamas “la realidad” del visible e invisible
universo, es solo “real” en tanto representa únicamente la
manifestación del Ser primordial, en los elementos del-Ser-
original en diversas etapas de formación.
El universo “es”, en tanto los elementos-del-Ser-original
“son”, pero no “de sí mismos”.

Aun ustedes hablan de un “Dios”, “creador” de todas las


cosas, que “creó” un mundo infinito en su honra y que lo
“conserva” en su honra.
Sin embargo, tal representación de Dios y tal explicación
de la existencia del mundo, pudo ser excusable solamente en
tiempos remotos, donde aun nada se conocía de todo aquello
que actualmente se evidencia en el accionar de los elemen-
tos-del-Ser-original, y que deberían ciertamente constituir un
motivo para borrar de vuestros pensamientos aquellas anti-
guas representaciones.
Empero, si quieren seguir conservándolas aun, es por
igual, tanto una insensatez como una difamación.
“Dios” es por sí solo el creador de sí mismo en todo lo
que “existe”, y todo lo verdaderamente “existente”, es ser
de su ser.
“Dios” es únicamente el engendrador de sí mismo y no, de
acuerdo a vuestro sentido, el creador de los hombres y de las
cosas.

61
Las fuerzas formadoras de todos los soles y mundos, son
formas del Espíritu, elementos-del-Ser-original, que se expe-
rimentan en el tiempo y en el espacio, y así en tiempo y
espacio se cristalizan formas espacio-temporales, solo como
una manifestación temporal y eventualmente condicionada
por el espacio...
Elementos-del-Ser-original son empero, constantemente
lanzados fuera del Ser primordial regresando siempre a él.
Así ha sido desde la eternidad y así seguirá siéndolo
eternamente.
Permanentemente se evidencia el cambiante efecto de los
elementos-del-Ser-original: tan pronto promoviendo la mani-
festación, tan pronto promoviendo la destrucción de la
manifestación.
Empero, ellos mismos “son” de eternidad a eternidad, así
cambien siempre su forma de acción, ellos no serán
“accionados” por nadie...

Nunca hubo un “comienzo” y jamás podría haber un fin


de esta primordial y eterna vida.
Todo el amplio universo, fecundado de formas, con toda
su visibilidad y su, para ti, invisibilidad, es solamente el
reflejo de las olas de un eterno y espiritual “mar”, del cual
se eleva, con fuerza propia, la nube de la divinidad.
“Dios” incluye al universo y el universo incluye a “Dios”.
El “perpetuum mobile” que sabios y necios anhelaron
idear, ya existe desde hace tiempo y no puede ser “ideado”
por segunda vez...
Todos cuantos han anhelado “idearlo” solo lo intuían al
Ser del inconmensurable “todo”,, si bien reducido a pro-
62
porciones pigmeas; el Ser de aquello que “es” allí, de sí
mismo, sin “principio” ni “fin”, la “vida” eterna, en el ciclo
del Ser.

63
SOBRE LA BÚSQUEDA DE DIOS
Tú aún buscas un Dios en una lejana inmensidad.
Atiende a lo que te digo:
En tanto tu Dios no “nazca” en ti, así como tú en él, no lo
encontrarás en ninguna parte.
Antes de que tu Dios haya “nacido” en ti, harás estre-
mecer en vano todos los espacios infinitos a través de tu más
profundo grito hacia Dios...

Se te ha dicho que el hombre terreno sería un “Dios”


velado, y que tu tan sólo deberías alcanzar el conocimiento
de ti mismo, a fin de encontrarte a ti mismo como “Dios”
por toda la eternidad.
Quienes así te hablaron, se encontraban ciertamente
mucho más lejos de Dios que lo que suponían.
Tú no eres Dios, sin embargo, sólo en ti sobre esta Tierra,
puede crearse tu Dios, y entonces te encontrarás de tal
manera unido a tu Dios, como la palabra y el sentido están
unidos en la poesía.
Entonces nada podrá separarte de tu Dios.
Por toda la eternidad él estará “vivo” en ti.

Por ello, ya no busques más a Dios en las interminables


distancias, ni tampoco en un mundo inaccesible en lo alto,
por encima de todas las estrellas.
En tanto busques a Dios, aún tu Dios no se ha “creado”
en ti.
Una vez que haya “nacido”, ya no lo podrás buscar más.
64
Nada puede ser más necesario, que la “búsqueda de
Dios”.
Mas trata de encontrar en ti el Camino, por el cual tu Dios
pueda salirte al encuentro.
Trata pues de disponer todo en ti, a fin de que tu Dios
pueda unirse a ti.

Observa, la voluntad del eterno Espíritu que todo lo


abarca, te “quiere” y “vive” en ti, para que un día él mismo
pudiera “nacer” en ti como tu “Dios”.
“Adviento”, la época de la preparación, que sea de aquí
en más en tu Alma, pues mira: tú eres “Bethelem” y en ti
debe manifestarse tu rey que puede redimirte, el único que
puede redimirte.

65
SOBRE ACCIÓN Y OBRA
Tu debes ser activo y accionar en tu Camino, siempre
donde se encuentren en ti fuerza y talento para accionar y
obrar.
El día llegará en que estés unificado con tu Dios dentro de
ti, toda tu vida será solamente un accionar y un obrar. Sí, tú
mismo serás únicamente acción y obra.

¡”Dios” es un fuego viviente!


En Él todo es destruido lo que es inactiva pereza y rigidez.
La voluntad del Espíritu no puede “nacer” en ti como tu
Dios, si tú no estás activo, como si tu Dios ya estuviese
unificado contigo...

Tu Dios será un Dios de la fuerza y del atrevimiento, y no


un demonio de débiles deseos, de temores que van con-
sumiéndote.
Que tu amor encuentre a toda hora un obrar activo,
igual al Espíritu que en la eternidad obra en sí mismo, en
una acción permanente.
¿Cómo esperas unirte a tu Dios, en tanto tu amor se aleja
de él?
Solamente puedes llegar a ti mismo en tu Dios, si estás
dispuesto, a unirte a tu Dios, accionando, ya que el Dios
viviente no es un Dios de soñadores y fantasiosos.
Sólo en almas despiertas puede él “nacer”...
Su Luz es demasiado luminosa, como para que almas
crepusculares pudiesen alguna vez tolerarla.
66
Une las fuerzas de tu Alma hacia una elevada acción.
Lleva a término aquello que puedas llevar a término aquí
en la Tierra, y actúa lo máximo que seas capaz.
Así podrás encontrar un día, liberado de temor, a tu Dios
en ti, a tu Dios viviente.

Tu no estarías en la vida, si la “vida” no estuviese


actuando en ti, como “obra” del Espíritu...
Solo es “eterna” tu vida, por cuanto toda “obra” del
Espíritu eterno es eterna, tal como él mismo lo es.
Empero, temporalmente tú eres como la manifestación
temporal de este mundo terreno, por lo cual es un deber
terrenal para ti obrar en todo lugar en lo temporal de la
temporalidad, así como tú mismo eres obrado en la eter-
nidad, eternamente por lo eterno.
Sólo en continuo accionar puedes, y de hecho debes estar
dispuesto en ti mismo, a considerarte reafirmado, tal como la
elevada orientación te lo demanda, así tu Dios puede “nacer”
en ti mismo.

67
SOBRE LA SANTIDAD Y EL PECADO
Aquellos que realmente tuvieron conocimiento de las
postrimerías, siempre despreciaron sonrientes al “santo” en
su vanidosa y falsa humildad, pero también supieron
distinguir entre los vanidosos “dechados de virtud” y los
verdaderos seres de alma grande, quienes a veces se han
proclamado “santo”...
Ellos quieren encontrar hombres orgullosos, que sepan
vivir con la cabeza bien en alto, no pobres mendigos ya-
cientes ante las puertas de la divina magnificencia, no
llorosas almas penitentes.
Quieren encontrar hombres, que sepan transformar la vida
en una obra de arte, no a quienes se doblegan ante la vida
igual que la bestia de carga bajo su peso.

No es digno de adquirir el premio de la victoria, aquel que


la culpa y el pecado sean capaces de arrojarlo fuera de su
ruta.
Quienquiera abrirse paso hasta la gran victoria, no debe
atormentarse con pesares de que el polvo de lo cotidiano
pueda ensuciarle su vestimenta...
Quien continuamente esté empeñado en limpiarse las
manchas de su abrigo, muy pronto habrá perdido de vista su
más elevado objetivo...
Ciertamente no aconsejo a nadie revolcarse en el lodo,
mas todo aquél, que desee llegar a la meta, debe despre-
ocuparse del polvo cotidiano y de las pequeñas manchas
que recubren sus ropas durante su andar.
68
Tu pie quedará continuamente pegado en él mismo lugar,
y jamás tendrás confianza en tu andar, si te dejas perturbar
en tu Camino por los errores que nunca podrás evitar por
completo.
El “santo”, en cambio, es igual a aquel hombre que se
seccionó los tendones a sí mismo, y que ahora yace sobre el
camino cual inválido, sin embargo sueña que vuela con los
ojos abiertos.

¡Oh!, cuanto más me eres preferible caminando apesa-


dumbrado, cargado hasta los hombros de culpa y pecado, a
tener que verte en peligro de convertirte en un “santo” de
aquellos!
Todo lo mejor de tu fuerza se te irá perdiendo si pre-
tendes imitar al “santo”, y sobre todo si tratas de man-
tenerte “libre de todo error”...
No podrás utilizar tus fuerzas, si tu preocupación cons-
tante está en evitar todo error, pues en donde estés verda-
deramente activo, allí siempre tropezarás, al mismo tiempo y
sin quererlo también con el error y el pecado.
Así entonces, igual que el polvo del mármol en el taller
del escultor ciertamente no disminuye en nada el valor de su
escultura, así tampoco tu “Yo”, al que tratas de darle forma
a partir de la “piedra bruta”, de ninguna manera perderá en
valor a causa del “polvo” y el “cascote” que queda espar-
cido alrededor, hasta que tu nítida forma quede finalmente
esculpida.
Olvídate del “polvo” y el “cascote” del taller, y piensa
únicamente en la “obra” que tu debes crear de tu propia
existencia hacia la sublime belleza y la eterna existencia.
69
Y si has caído profundamente, donde no deseabas caer,
entonces apresúrate a levantarte y olvida que jamás llegaste
a tener una caída.
Pero si aun entonces, tu voluntad también llegara a
derribarte, no debes tener otra preocupación que levantarte
inmediatamente de nuevo.
Es inútil tu “remordimiento” después de la caída, mas tu
enérgico erguirse puede ayudar a proporcionarte la seguri-
dad permanente, que enseña a evitar todo nuevo traspié...
Verdaderamente, mucho mejor progresa aquel, que cono-
ce en sí mismo la fuerza para erguirse tras la caída, que
aquel otro que en continua pusilanimidad, quiere evitar
cuidadosamente todo traspié.
No hay nada que pueda llegar a perjudicarte más en tu
camino, que el temor ante las fuerzas contraproducentes de
la culpa, y a su vez, dichas fuerzas paralizantes, nacerán
exclusivamente de tu temor.
En amor continúa tu Camino libre de todo temor, mas
ojalá que tu amor no te haga perder jamás las fuerzas que
necesitas para poder resistir.
Sé siempre bondadoso hacia todo lo viviente, ya que
“bondad” para con el tigre significa un disparo certero,
porque también aquello que debes destruir, no debes hacerlo
sufrir.

Libre ha de ser también tu bondad y amor, pues sino se


convertirán en una carga.
Libre es solamente quien se libera por sí mismo.

70
Ningún “Dios” externo, tal como lo imaginas por encima
de las estrellas podrá jamás liberarte.
Empero: si te ayudas a ti mismo, también tu Dios te
ayudará, tu Dios que en ti mismo querrá un día “nacer”.
Tú mismo te has creado tus fantasmas y solo tú mismo
podrás destruirlos.
Hay mucho para ti que aún sigue siendo válido como
“culpa” y “pecado”, y si bien aquella carga por cierto no
sea digna de atención, hay otras que tomas con tal ligereza
que incluso aplicas allí tu “virtuosidad” a pesar de que te
sean una tentación que conduce hacia la perdición...
Jamás debes buscar la “tentación”, pero tampoco debes
imitar al “santo” y así proscribir a tu ojo, al ver por doquier
únicamente la “tentación”.

Ve por tu camino con la cabeza bien erguida y sabe: que


siempre estarás protegido de la mejor manera, si es que
puedes tener confianza en ti mismo.
Ninguna “caída” o “falta” podrá entonces impedir tu
andar, hasta que un día, fortalecido de enorme fuerza, hayas
alcanzado tu objetivo, que se encuentra en ti mismo.
Mas te prevengo y te aconsejo:
Es preferible que busques la culpa y el pecado, empero
cuídate del deseo de alcanzar la “santidad”.

71
EL “OCULTO” MUNDO
En las palabras de este libro, se ha hablado hasta aquí, casi
exclusivamente de aquello “invisible” que es tu Alma y que
se despliega en tus fuerzas anímicas, así como también de
aquel elevado mundo del Espíritu, del cual procedes y al
cual deberás volver a encontrar, si quieres llegar a Dios y
encontrar la paz, que el mundo externo no puede darte.
Queda empero, por hablar acerca de otro “invisible”: de
un invisible que te rodea por fuera, igual que todas las cosas
y formas materialmente visibles...
Este “invisible” es una parte muy poco conocida de este
mundo físico-material, y al mismo tiempo la parte incom-
parablemente mayor...
A través de este “invisible” debe deslizarse el Guía
espiritual, como a través de un puente, si desea acceder a ti,
al aún no dispuesto, ya que tú todavía no estás preparado
para percibirlo desde la unidad de tus fuerzas anímicas, así
como más tarde lo habrás de reconocer, en Dios.
Ante todo, él puede alcanzar tu interior solo desde esta
“Invisibilidad externa”.

En todas las épocas han existido hombres que


reconocieron con total certeza este “invisible externo”.
Tal conocimiento no era y es sin valor alguno, para el
logro de sus más elevados objetivos.
Ellos “ven” más que otros, así como cuando tu miras a
través de un telescopio, puedes ver los “anillos” y las “lunas”

72
de las distantes estrellas, en tanto que un hombre, que sólo
mira a simple vista, no percibe mas que un punto luminoso...
Su “visión” está ligada a un órgano físico, que en el
hombre contemporáneo sólo muy raramente se encuentra
con tal “capacidad de desarrollo”, como para que él pueda
utilizarlo.
En hombres de tiempos remotos, este órgano estaba con
frecuencia muy fuertemente desarrollado y también en hom-
bres posteriores se irá desarrollando nuevamente, una vez
que ellos mismos logren obtener la seguridad, de que ya no
les será nunca más perjudicial...
La evolución de tales órganos físicos, no indispensables
para la vida cotidiana, se efectúa de acuerdo a la forma del
movimiento ondulante, tan pronto con mayor, tal pronto con
menor intensidad en el interior de la especie en conjunto.
Y así también se fue apagando la capacidad de reconocer
con certeza lo invisible de este mundo físico-material hasta
el último vestigio, para luego reaparecer nuevamente por
doquier en otras épocas.
Se trata de órganos rudimentarios del animal humano de
los tiempos primitivos, que solamente les son beneficiosos a
quienes se encuentran anímicamente preparados con la
facultad que les permite utilizarlos correctamente.

Los hombres, en los que los órganos que sirven para la


percepción del invisible externo se encuentran totalmente
desarrollados, están siempre dotados también de las mismas
“experimentadas” fuerzas del Alma, las que en muchos
hombres de épocas primitivas ya eran activas.

73
Allí donde siempre se encuentra a este “poder de ver” en
el mundo físico-invisible vinculado al mismo tiempo al
anhelo por un conocimiento superior, allí aquel que está
dotado de este modo, no caerá presa del error en esta parte
invisible del mundo terreno, sino que encontrará consejeros
bondadosos y atentos auxiliadores del reino del Espíritu
esencial, que le facilitarán la compresión de aquello que él
percibe.
Si ha llegado a “despertar” completamente, puede asi-
mismo ser posible que obtenga a través de un “despertar”
más elevado, poder sobre fuerzas de este mundo invisible, a
fin de contribuir con el plan del desarrollo de la humanidad
terrena, como desde hace milenios es impulsado por los
Iluminados de la Luz Primordial.
Las más de las veces, se encuentran bien pocos entre los
“conocedores de lo invisible”, que sean “utilizables” para tal
cosa.
Empero es de desear, que todo hombre que de una u otra
manera perciba en sí, sea débil o intensamente, el órgano
para el conocimiento de lo físico-invisible, que lo examine
con sumo cuidado y sobre todo que lo preserve de todo mal
uso...
Tal vez pudiera ser que algún germen, bajo un preciso
cultivo, sea llevado a desarrollarse en forma beneficiosa-
mente activa.
Son necesarios innumerables “trabajadores en la viña” y
la Humanidad de estos días ganaría en mucho, si de ella
pudiesen resurgir nuevamente experimentados Auxiliadores
y Maestros, que supieran marchar también en lo invisible de
este mundo físico por caminos seguros...
74
No es el “experimento” mediante médiums y crepuscu-
lares lo aquí trae aclaración, sino la exclusiva propia expe-
riencia de los orgánicamente capacitados.
Todo respetable afán de investigación científica, con-
cretado a través de los llamados experimentos “metafísicos”,
tal como su designación ya lo revela, parten de falsas pre-
misas, de equivocados prejuicios, invocando únicamente a
las fuerzas parásitas de lo físico invisible.
Estas “fuerzas parásitas”, siendo parte del invisible mundo
físico, son seres, que de acuerdo a las apariencias, se
asemejan bastante a las fuerzas de las que el Alma está
constituida, pero de ninguna manera deberían ser confun-
didas con “las fuerzas del Alma”.
Sería la misma confusión, si se quisiese comparar las
morisquetas de los monos tras los barrotes de su jaula, con el
ingenioso y perfeccionado arte de representación de los
grandes actores humanos sobre el escenario...

Así cómo los seres de la parte invisible del mundo físico,


tienen algo que ver con los llamados experimentos “meta-
físicos”, tampoco sería diferente cuando en medio de un
ambiente solemne, se cree tomar contacto con almas
humanas difuntas, las que por cierto, no están exentas de
algún tipo de “conciencia” y que frecuentemente “saben”
más que aquellos que las interrogan; empero, estos seres
son solo conscientes de sí mismos en una forma oscura y
crepuscular, de manera que no podrían, de acuerdo al
concepto humano, ser moralmente juzgados, cuando en cada
caso se hacen pasar por aquello que se pretende creer estar
viendo en ellos, o se pretende creer poder encontrar en ellos.
75
Ellos quieren antes que nada, encontrar una confir-
mación a su existencia y a fin de obtenerla, están dis-
puestos a todo lo que no supere su propio poder, pero van
más lejos aún, y procuran incluso aparentar tener mayor
poder, allí donde su poder no alcanza...
No los ata ningún “deber” ni ninguna “consciencia”.
Tu ruina les proporciona igual placer que tu fortaleci-
miento, en tanto ellos encuentran la confirmación a su
existencia en ti, a través de su influencia sobre tu persona.
Pobre de aquel hombre, a quien estos seres ya “poseen”.
Ellos le chuparán la médula de la vida cual vampiros, ya
que tienen que “alimentarse” de sus fuerzas, si han de estar a
su servicio.
Si él mismo no pudiese sacudírselos de encima, será
esclavo de sus oscuros impulsos hasta que su propia Alma
“perezca” en ello, ya que sus fuerzas se irán diluyendo poco
a poco, después de lo cual, una vez que el cuerpo terreno se
acueste a dormir el ultimo sueño, su pasada consciencia
terminará desintegrándose a la “muerte” eterna, lo único que
en verdad puede realmente amenazar al hombre terreno.

Pocos son los hombres que conocen con certeza la


naturaleza preñada de engaño de estos seres, a los que difícil-
mente se los puede denominar, ya que en el aspecto visible,
no existe imagen comparable alguna.
Son estos seres invisibles que por medio de sus fuerzas el
faquir produce sus “milagros”, y aquellos que no los cono-
cen, se asombran ante el faquir cada vez que un genuino de
estos mundos inferiores, se manifiesta...

76
Estos seres “pueden” muchas cosas, que jamás les sería
posible al hombre sobre la tierra, en tanto actúe sólo con sus
propias fuerzas.
Ellos “ven” tus pensamientos mejor de lo que tú mismo
puedas conocerlos, y pueden hacer aparecer ante tus ojos en
forma visible, tus más ocultas imaginaciones...
Ellos pueden transitoriamente, construir formas y sustan-
cias, tan aprehensibles como cualquier otra cosa terrena,
como cualquier sustancia que te sea conocida, ya que estos
seres son los activos e invisibles tejedores de la conforma-
ción física, que unen toda manifestación a hilos invisibles...
Ellos pueden envolverse en formas humanas de hombres
que desde hace ya mucho tiempo no viven sobre la tierra, ya
que cada forma una vez que “fue” sobre la tierra, es conser-
vada en la esfera de estos seres; un ejemplo aun cuando la
comparación sea inexacta, dicha forma es parecida a la
matriz galvánica, de la cual en todo momento se puede
obtener un nuevo molde.
En realidad esta matriz es una formación invisible y un
hálito tenue: un sistema de laminillas que representa la
réplica matemáticamente exacta de toda las formas internas
y externas que otrora conformaran un cuerpo humano.
Esta conformación, que normalmente se encuentra
retraída sobre sí misma, dentro de un estrecho espacio, es en
cierto modo y bajo determinadas condiciones, “rellenada”
con las fuerzas físicas, que usualmente recibe del cuerpo
terreno del “médium”.
El “médium” debe permanecer, durante el tiempo que
dure tal manifestación, en aquel estado de inconsciencia que
se conoce con el nombre de “trance”.
77
El tiempo de duración de la manifestación del aparente
cuerpo formado, aún en el más favorable de los casos, es
extremadamente corto por la acción del campo del Alma
animal, del inconsciente “médium”, estando esta alma
animal al mismo tiempo retenida en una especie de hipnosis
por aquellos seres invisibles del mundo físico, que se
manifiestan en el generado cuerpo ficticio.
El que un fantasma así, pueda incluso llegar a hablar de la
misma forma que la de su difunto modelo original, no es en
absoluto más asombroso que la capacidad de hablar de un
hombre encarnado en forma normal, ya que por el tiempo de
duración de su existencia, también se encuentran reprodu-
cidos en el cuerpo ficticio todos los órganos en forma física,
exactamente igual a como se encontraban expuestos en su
modelo original, y aún con respecto a cualquier deformación
u otras deficiencias.
No será apenas necesario insistir aquí, y así lo espero, que
esta forma remanente en el físico invisible, no tiene mas
nada que ver con el hombre que otrora lo determinara, igual
a la piel desprendida de la serpiente con el reptil que se ha
desembarazado de ella.

No por nada, he abordado aquí ciertos fenómenos, cuya


sola exposición ya de por sí me resulta desagradable.
Es que quisiera verte en condiciones de poder juzgar por ti
mismo, fenómenos que pueden llegar a desconcertarte, o
asimismo puedan ponerte a prueba.
No debes dejarte engañar por ignorancia, cuando lo
asombroso pueda acontecer ante ti.

78
No todo lo que aquí se menciona, que puedes encontrar en
el terreno de lo engañoso, sea necesario evaluarlo como
“peligroso”...
Solo lo auténtico de esta especie, encierra un verdadero
peligro.

Te prevengo aquí por razones válidas.


También en ti, pueden aquellos seres olfatear una presa,
cuanto más aprendas a conocer sus efectos,...
Ellos encuentran, con demasiada frecuencia, una presa tal
entre aquellos, que en lugar de avanzar por su elevado
camino hacia la unificación de las fuerzas de su Alma hacia
su Dios, hacen esfuerzos por obtener fuerzas “ocultas”, sin
haber alcanzado previamente aquel grado de comprensión, el
cual es indispensable para que un verdadero unificado en el
Espíritu entre sus hermanos hombres, pueda enseñarles tras
largos años de rigurosa preparación, a dominar a los aquí
mencionados seres y sus inquietantes fuerzas.
Y aun entonces, todo aquel que innecesariamente las
excite y las utilice, queda expuesto a un continuo peligro, y
ninguno de aquellos, que otrora tuvieron que aprender a
vencer a este reino del físico invisible para probar sus
fuerzas, jamás permanecieron en él, mas del tiempo
necesario, que le haya exigido, la amarga imposición de una
“tarea”.

79
EL TEMPLO ESCONDIDO
Todos aquellos que hayan ingresado o vayan a ingresar en
el Camino de elevación que en este libro he mostrado, se
encuentran de inmediato en su interior en una íntima
relación entre sí, aun cuando en el mundo externo los separe
miles de millas...
Tal “contacto” se efectúa de manera dual: primero a
través de una recíproca atracción de las radiaciones, las que
se determinan a sí mismas a través de centros de voluntad
humanas en forma de “remolinos” de radiaciones, en ciertas
elevadas regiones del invisible físico, donde involuntaria e
inconscientemente son generadas, y allí ponen en contacto a
todo lo similar.
Luego, a través de las directas influencias de las fuerzas
del Alma, que requieren sólo de la misma dirección que les
dan los intencionados anhelos, para que en forma práctica y
de inmediato, independientemente del tiempo y del espacio,
se encuentren conectadas entre sí.
No obstante, es un rasgo humano, querer también en el
reino de los sentidos terrenales externos reconocerse y estar
cerca, apenas uno se siente estar vinculado al otro por una
similar actitud hacia la misma meta.
A muchos les fortalece también el valor y la fe, cuando
en el “Camino” pueden cada tanto, conversar con sus com-
pañeros de viaje...
Y hay también razones de índole más elevada, que hacen
muy deseable una frecuente mancomunidad visiblemente
cercana.
80
El camino hacia la vida espiritual se abrirá, las más de las
veces con mayor facilidad, cuando dos que lo hayan ini-
ciado, se encuentren también unidos en lo externo y así
puedan recorrerlo juntos.
Por eso, todo aquél que haya obtenido la facultad y la
fuerza para la enseñanza de estas cosas, deberá recordar la
palabra del elevado Maestro de Nazaret:
“En donde dos o tres se encuentren reunidos en mi “nom-
bre”, allí estaré yo en medio de ellos”.

Empero, que nunca sean más de “dos o tres” los que cada
vez se reúnan para el mancomunado intercambio de sus
experiencias espirituales, por medio de la palabra del len-
guaje externo.
Por buenas razones se exige este pequeño número.
Por lo tanto, todo grupo mayor relacionado espiritual-
mente, sólo podrá llegar a una acción beneficiosa, cuando
ellos, en lo que respecta al intercambio oral acerca de la
experiencia espiritual, queden entre sí estructurados como
una múltiple “dualidad o trinidad”, y toda “célula”, con-
formada por dos o tres, debe siempre originarse únicamente
por el más nítido sentimiento de afinidad personal, de
manera que, sin un “juramento especial”, quede asegurada
su indestructibilidad desde un principio.
Empero, los buscadores no deberán jamás atarse a una
“congregación”, pues ninguna congregación es posible sin
la imposición de un credo y nada tolera menos el desarrollo
espiritual, que cualquier imposición externa.
Toda “congregación” no constituye mas que el cortejo
fúnebre de su difunto credo.
81
En tanto la Fe sea viviente y actuante, tolera por un
tiempo limitado la corroedora enfermedad de una “congre-
gación creyente”, más luego ella marchita igual a una flor
que se arquea sobre si misma y se derrumba en si misma y
aquellos que pretenden mantenerla viva como “congrega-
ción”, le habrán cavado su propia tumba.
No obstante, será para muchos de enorme utilidad, si
individualmente o en conexión con grupos de la misma
orientación, siempre reunidos en “células” de dos o tres,
logran hablar entre sí de aquellas cosas que experimenten u
observen en su Camino hacia la Luz.
Entonces, de acuerdo a las circunstancias, estos reunidos
en dos o en tres, deberían juntarse en lo posible a la misma
hora a fin de compartir entre sí sus vivencias internas.
Ciertamente no existen en las más hondas profundidades
del Espíritu, razones que pudiesen fundamentar una “prohi-
bición” para que muchas de estas células, de dos o tres
miembros, permanezcan en una unión externa entre sí, en
tanto que tal unión no degenere en la “formación de una
congregación”, con su imposición de credos y sus artículos
de fe.
Sólo entonces la unión externa despedazaría la unión
interna.

Empero ya sea que desees recorrer solo tu camino o con


uno y también dos compañeros, has de saber siempre que un
Templo oculto te reúne con todos los que como tú han
iniciado ya su Camino.
Los Iluminados de la Luz primordial son los verdaderos
“sacerdotes” de este Templo y todo buscador que prosigue
82
su “camino” dentro de sí, está bajo su segura conducción,
aun cuando su interior no contenga Luz propia todavía, y no
reconozca aun la mano que lo guía...
Aquí no se te demanda ninguna fe en una ayuda, que por
ti mismo no pudieses comprobar.
Nosotros solamente te exigimos: la Fe en ti mismo, por ser
ésta indispensable en tu Camino...
Si has conquistado esta Fe y en consecuencia la vuelves
a conquistar en el Camino, entonces muy pronto, en ver-
dad, haz de percibir en ti mismo la verdad de mis palabras.
Los descubridores de nuevos continentes creían en sus
corazones encontrar las buscadas tierras detrás de los vastos
mares, y finalmente encontraron aquello en lo que creían.
Así igual has de creer de ti mismo, que llevas en ti las
fuerzas, que algún día habrán de habilitarte en este mundo,
para experimentar asombrado en tu interior, las sagradas
maravillas del Templo oculto...
Te es pues necesario, creer en tus propias fuerzas, pues tu
Fe puede desatarlas en ti mismo, pero también puede
encadenarlas...
Si previamente no te has creído capaz, difícilmente lo
podrás hacer con posterioridad.
Así también permanecerás inalcanzable a toda ayuda del
Templo invisible, hasta el día que encuentres en ti la Fe
sólida como una roca, ya que llevas en ti las fuerzas para
obtener esta Ayuda.

83
KARMA
En ambos reinos de este mundo físico: el visible así como
el invisible, todo acto conlleva sus consecuencias tanto
visibles como invisibles.
Cada impulso-voluntad, cada pensamiento y cada palabra,
deben ser valorizados aquí como “acto”...
Tu quedarás encadenado a las consecuencias de tu acto,
hasta que hayas unificado las fuerzas de tu Alma y con ellas
te hayas unificado a tu Dios.
Sólo entonces, podrás anular las consecuencias de tus
actos, en tanto tu quieras anularlas.

En tiempos inmemoriales, estuviste un día unido a tu


Dios, como “hombre” puramente espiritual en configuración
espiritual, unido estrechamente al todo-vida esencial, al
substancial “Espíritu”.
Y también en aquel entonces, todos los vastos reinos de la
parte invisible del mundo físico, un inconmensurable terri-
torio del Universo, te estaban abiertos a tu voluntad actuante
en tanto que eras su soberano...
Un campo de acción tal te estaba abierto, que se extendía
desde de lo espiritual más puro hasta las más densas formas.
Así, llegaste hasta el límite, donde lo físico invisible se
condensa hasta lo sensorio-terrenal materialmente visible.
Tu has podido ver en acción, los aterrorizantes poderes
del eterno caos, las fuerzas desintegradoras del Absoluto, la
rígida y volcánica “nada”, y sucumbiste a su rencor en
contra de todo lo existente...
84
Empero, nunca habrías sucumbido a ellas, si de antemano,
en el delirio de tu poder, no hubieses abandonado a tu Dios.
Así hubiste de devenir indefenso y perder tú más alto
poder.
Entonces, fuiste presa de las fuerzas inferiores, que per-
petuamente desterradas a la esfera de los efectos regresivos
de la “nada” absoluta, tratan en permanente “enemistad”,
de aniquilar todo, de buscar transformar de acuerdo a la
“nada”, todo lo que en ellas penetra desde las esferas del
puro y eterno Ser: todo aquello que “cae” en su tenebrosa
zona de influencia.
En tiempos remotos tu podías dominar también esas
fuerzas, a los ahora para ti poderes “enemigos”, por medio
de las cuales muy fácilmente las habías doblegado al punto
de haberlas transformado en sumisos servidores de tu
voluntad, pero ellas se te hicieron demasiado grandes,
demasiado poderosas...
Así sobrevino en ti el temor ante tus propias, otrora
dominadas fuerzas, y del temor hacia ellas anhelaste una
nueva y diferente vida, en los reinos de la visibilidad
material, los reinos de este universo, comprensible a través
de los sentidos físicos, que oculta de aquellos atemorizantes
poderes a todo aquel que no quiebre la barrera aquí trazada.
Tu voluntad había caído desde las altas luces y ahora
quería ir contigo al mundo de la materia física...
Tu te encontrabas en tu hogar el “mundo de las causas”,
mas tu temor te ha impulsado hacia fuera de el, al “mundo
de los efectos”.

85
Esta es la verdad de las leyendas que hablan acerca de un
“paraíso” y de la “caída” del hombre a causa de una “caída
en el pecado”.

Antes de esta caída, ya te habías creado tu propio “Kar-


ma”, tal como el Oriente llama al árbol genealógico causal
del destino de cada hombre terrenal, por el “grado” de tu
“apartamiento” de tu Dios, por el “grado” de tu absurdo
delirio, de querer enseñarte a ver en ti mismo a un “Dios”.
“Eritis sicut Deus”...
La época, en la que tu debías nacer en este mundo terreno,
la línea de descendencia en la cual esto sucedió, al igual que
los caminos del destino de tu vida terrenal, tú mismo te los
determinaste, cuando de ser un soberano en el mundo espi-
ritual por la fuerza de tu Dios, te transformaste en un
esclavo de las potencias inferiores, en un mundo en donde
cada acto tiene y deberá también tener su “efecto”, ya que él
mismo es únicamente reflejo de la acción, y sin que posea la
fuerza dentro de su esfera, para romper intencionadamente la
cadena del suceder.
El que tú hayas nacido aquí en este planeta, también es
consecuencia de la naturaleza de tu acto primordial en la
esfera de los forzados efectos, pues en verdad: existen en el
inconmensurable espacio, más allá de los habitados por
“hombres” y por seres de similar aspecto externo al animal
humano terreno, incontables planetas, siendo entonces de
que tu también hubieses podido haberte encontrado en tu
cuerpo animal, en algún otro de estos mundos.

86
Todos los seres humanos que habitan en los planetas de
otros sistemas solares “cayeron” cierta vez de la luminosi-
dad, en la misma forma que tú.
Entre tus lejanos materialmente corpóreos compañeros,
los hay mucho más felices y también profundamente más
infelices...
Naturalmente tu no tienes porqué imaginártelos con
formas monstruosas, pues la forma del cuerpo del animal-
humano-terrenal no se ha originado por un acto arbitrario y
únicamente en nuestro pequeño satélite solar, sino que ha
sido determinado a través de leyes objetivas que rigen para
todo el inconmensurable universo físico-material y que en
último término, son de origen espiritual...

La “caída” del espíritu humano desde el puro substancial


reino espiritual, hasta la zona de acción de la “Nada”
absoluta, no sucedió, por cierto, únicamente en tiempos
remotos, sino que sucede sin cesar, desde la eternidad y por
toda la eternidad, así como el cosmos físico-material en todo
su permanente existencia y transcurrir también perdura y
perdurará al mismo tiempo con el reino del eterno espíritu
como un todo eterno, como su “más externa reacción”...
Sin embargo, siempre existen algunos pocos hombres-
seres-espíritus, que no sucumben a la “caída” y que no
“pierden” a su Dios dentro de sí.
Ya te hablé de ellos como de los “más Ancianos”, o los
elevados “Padres” de los Iluminados de la Luz primordial, y
has de saber aquí, lo que también ya podría decirte tu propia
intuición: que el esfuerzo espiritual de estos no-caídos, así
como la educación de sus “Hijos” y “Hermanos”, caídos del
87
círculo luminoso del mundo espiritual para la redención de
los enredados en la animalidad, no se reducen exclusiva-
mente solamente a nuestra Humanidad terrenal...
En todos los planetas habitados del inconmensurable
Universo pueden encontrarse estos Auxiliadores que han
permanecido en vida conscientes del espíritu substancial, y
en cada uno de estos mundos, educan a los eventuales
caídos, sus “Hijos” y “Hermanos” espirituales, y también
aquí sobre esta Tierra buscan alcanzarte y aspiran a separar
tus penurias de ti.
Tu objetivo no es para nada ser uno de sus “Hijos” y
“Hermanos”, ya que para ello sería ahora demasiado tarde,
porque tal unificación sólo ocurre a través de un impulso de
libre voluntad de cada uno apenas acontecida la caída,
requiriendo más tarde de la “educación” a través de cientos
de años, como de una igual cantidad de tiempo de conten-
ción antes de la incorporación en un cuerpo-animal-humano
físico material...
A ti no se te exige ahora ninguna otra cosa, durante tus
días en la Tierra, mas que anheles llegar a obtener el
conocimiento, de donde has provenido y a donde puedes
regresar.
Aquí se te quiere mostrar el “Camino” que te conduzca
hacia ese regreso.
Se te quiere guiar de regreso a tu Dios, para que puedas
unirte nuevamente a él.

Así hayas caído muy profundo, así por cierto aquellas


fuerzas, desde su accionar en forma caótica, hasta su más
elevada forma de manifestación, de las que se conforma
88
incesantemente la divinidad misma, están obrando en ti en
una muy elevada forma de acción...
Y aún cuando tu conciencia cerebral esté confundida,
siempre permanecerá en ti una “chispa” de conciencia
espiritual, aunque permanezca relegada y oculta, como un
elevado guía de esas fuerzas, y: como tu “conciencia”.
Jamás podrás perder esa “chispa”, así tan profundo
pudieses haber caído en tu vida terrenal.
Y aún cuando espiritualmente estés “extinguido”, ella
permanecerá oculta en ti, hasta que exhales tu último
suspiro...
Ella es también y solamente ella, quién conoce tu “Kar-
ma”...

Tu puedes mejorar o empeorar ese “Karma”, solo que


no puedes disolverlo, no antes de haber unificado en ti tus
muchas voluntades, las que aún actúan caóticamente
juntas.
Si ellas se unificasen en la chispa de Luz de conciencia
espiritual, que en ti es tu verdadero, sustancial y eterno
“espíritu humano”, entonces habrá “nacido” en ti tu Dios
de Espíritu, y recién entonces estarás definitivamente
liberado de tu “Karma”, de tu muy primordial consecuente
acción de encadenamientos, como un nuevo hombre
regresado de la eternidad.

¡Dichoso tú, si esto ya lo has logrado aquí sobre la


Tierra!
Pero si aquí no lo logras, tampoco podrás llegar a tu
“paz”, luego del abandono de este cuerpo terrenal, sin
89
haber antes logrado encontrar en ti mismo tu paz en tu Dios,
consciente de que tus fuerzas anímicas unificadas están bajo
una sola voluntad...
“Allá” empero, podría prolongarse bastante tiempo, antes
de que te encuentres nuevamente preparado, ya que no
podrás modificar tu “Karma”, no lo podrás mejorar mas, y
de ninguna manera experimentar la Luz eterna dentro de ti,
hasta que también la última consecuencia de tu acción
primordial se pueda anular.

La sabiduría hindú previene al hombre de crearse ningún


“nuevo karma”, y tal advertencia es ciertamente el fruto del
verdadero conocimiento.
Solamente has de saber, que la advertencia pretende
prevenirte únicamente de un “Karma” desfavorable.
No podrás encontrar tu redención en el reino del
substancial Espíritu, hasta que el último impulso arraigado
en lo terrenal, que una vez ha provenido de ti, haya sido
anulado.
Así pues busca con todas tus fuerzas unirte a tu Dios
durante tu vida terrenal, para poder así por su fuerza cortar
la cadena de tu “Karma”, a fin de no quedar mas retenido a
través de siglos...

90
GUERRA Y PAZ
Quien haya reconocido una vez las fuerzas formadoras de
este mundo fenoménico de la materia física en su tremendo
poder, en la inconcebible simplicidad de su inexorable y
voluntarioso esfuerzo, éste, evita de inmediato la ilusoria
superficialidad, como si el Todo sensorial concebible, sola-
mente manifestase “la armonía del espíritu”, en forma
corporal .
Observa a la avispa que debe poner sus huevos en el
cuerpo viviente de la oruga, a fin de que las pequeñas
avispas puedan llegar a la vida a través de la atormentada
muerte de la oruga, y así estarás curado para todos los
tiempos de tales engañosas creencias.
El mundo de los sentidos es el efecto de la fuerza espiri-
tual primordial en el mundo espiritual.
No obstante, a fin de establecerse como mundo espiritual
en una manifestación espiritual, debe la única y eterna fuerza
primordial reflejarse en sí misma en infinitos y desdoblados
aspectos, y resurgir en cada uno de tales aspectos como un
elemento-del-Ser-primordial, y cada uno de ellos se afirma
de tal manera en él, que cada elemento busque solo el mismo
repercutir de forma tal, que todos los demás elementos-del-
Ser-primordial le sean en cierto modo formas vacías, por
cuanto el mismo solo se reconoce en sí mismo como fuerza
primordial.
Cada aspecto de la fuerza espiritual primordial: cada
“elemento-del-Ser-primordial”, deviene por consiguiente en
la causa que contiene también el germen de su manifestación
91
en la región física de su influencia, para vivir solo para sí
misma y para utilizar toda otra forma de manifestación para
la conservación de su propia existencia
En cada elemento-del-Ser-primordial hay una fuerza
primordial indivisible, que pretende ser la causa primordial
de la más baja o más elevada forma de manifestación en su
efecto.
Así sucede también, que toda fuerza física, toda forma
de manifestación física, busca imponerse como si quisiese
ser únicamente su propia existencia y no querer ninguna
otra.
La diminuta célula solo pretende ser ella misma, aun
cuando cada tanto esté forzada junto a millones de su
especie, a estar al servicio de una forma de voluntad mas
elevada, para la cual su existencia es solo de valor, en tanto
la precise y la consuma para su propio mantenimiento.

El Universo físico-sensorial visible es el polo más opuesto


del Ser espiritual.
La “vida” del Espíritu determina en él mismo, la infinita-
mente múltiple configuración espiritual en los elementos-
del-Ser-primordial, y cuya manifestación finalmente condi-
ciona, por así decir, la “solidificada” forma de manifestación
física: la infinitamente “expandida” fuerza espiritual, en un
estado de retención, de relativa impotencia, del estar rígida-
mente sujeta a determinados tipos de voluntades...
Desde esta desmesurada forma de expansión y rígida
retención en una extrema tensión, se elevan empero las
fuerzas espirituales nuevamente, a consecuencia de la más
poderosa atracción desde la región más elevada de la forma
92
del Ser-espiritual, hacia nuevas formas, menos densas y
menos rígidas, hasta que en incontables transformaciones, se
van liberando cada vez más de la tensión de la expansión y
finalmente se sienten arrebatadas hacia lo alto, a su estado
original en la más profunda vida espiritual...
Empero, lo que nosotros somos capaces de percibir físico-
sensorialmente, no son los estados de las formas de los
elementos-del-Ser-primordial, sino solamente los producidos
resultados por el accionar de esas fuerzas...
No obstante, los elementos-del-Ser-primordial nos son
interiormente perceptibles en un estado de forma muy
elevada, como nuestras “fuerzas” del “Alma”...
Esta es la eterna circulación de la “Vida”, renovándose
eternamente en el substancial, de sí mismo “existente Espí-
ritu”.
Transformándose en “alimento” para sí misma, se hunde
así en sí misma, para elevarse nuevamente y conformarse en
su más elevada esencia, liberada de toda rígida forma de
tensión.
Solo a través de esta “eterna vida” puede “Dios” darse
forma en el Espíritu, en el “hombre” espiritual.

Si no sería la hierba en el camino, ni el gusano que roe


las raíces del pasto, no serías tú tampoco y no sería el
Espíritu, ni tampoco Dios en Espíritu.
Si no sería el microbio, que quizá mañana podría comen-
zar a destruir tu cuerpo, tampoco sería tu Cuerpo, ni
tampoco tu Alma, ni tampoco la chispa espiritual que se
experimenta a sí misma en ti.

93
Tampoco sería entonces la voluntad del Espíritu, que una
vez estuvo configurada en tu Espíritu como tu Dios y que
ahora nuevamente quiere “nacer” en ti, como tu Dios.

Y si bien las fuerzas en el universo físico se desencadenan


furiosamente una contra la otra en su afán autoafirmativo, la
naturaleza, por cierto, no conoce “odio” alguno.
Es insensato comparar el odio humano al instinto de los
animales, que procuran exterminar a otros animales, por
cuanto ellos, como toda forma en cuya manifestación están
presentes los elementos-del-Ser-primordial, que solo pre-
tenden querer afirmarse a sí mismos.
El “odio”, por el contrario, es una desesperada exteriori-
zación de impotencia humana.
Solamente en la transmisión de la manera de sentir
humana, se deja explicar bajo el nombre de “odio”, ciertas
formas de exteriorización del impulso de agresión de ani-
males irritados, por lo que fácilmente se puede comprobar,
que todo aquél que crea encontrar entre los animales, el
mismo sentimiento, que en el hombre se le llama “odio”,
está equivocado.
El hombre ha llevado el odio hasta los ámbitos invisibles
del mundo físico, pues aun sus más furiosos enemigos en el
físico invisible, no son capaces de sentir el sentimiento de
odio ya que su enemistado esfuerzo en contra del hombre,
tiene su origen en motivos esencialmente muy diferentes...
Los más terribles monstruos en el invisible físico fueron
otrora hombres terrenos, quienes a través de su vida terrenal
se “sentenciaron” a sí mismos.

94
Tan alto se habían elevado otrora espiritualmente, así tan
hondo se han hundido ahora entre lo más deplorable de los
hombres terrenos.
Pueden llegar a transcurrir siglos, hasta que ellos terminen
finalmente en su aniquilamiento, pero antes buscarán de
arrastrar hacia abajo, hacia sí mismos, a todo lo que puede
alcanzar su odio...
Sólo a causa de la sensación de impotencia, son incitados
estos invisibles autosentenciados a su horripilante odio,.
La Fuerza, es empero, la más noble vencedora del odio...
El poderoso que es consciente de su Fuerza la ama, y ella
paulatinamente también lo hace un amante.
Empero el amor no tolera ningún odio.
Cuanto más despierte la Humanidad en sus agrupaciones
individuales, que se llaman “pueblos” y “naciones”, a la
consciencia de su fuerza espiritual, tanto más desaparecerá el
odio, pues aquel que es consciente de su fuerza, no envidia la
fuerza de ningún otro poderoso, no obstante la envidia es,
con demasiada frecuencia, la infernal incitadora del odio...
Todas las guerras tienen al odio por padre, y quien no
sepa odiar, de nada sirve para la guerra.
Ustedes aún exclaman: “guerra a la guerra”, mas yo les
aconsejo gritar mejor:
“¡Que el odio sea desde hoy despreciado!”
Sólo cuando el odio llegue a ser despreciable, vendrá
también la época que les enseñe a despreciar la guerra.
Recién cuando sea despreciable todo aquél que pretenda
querer decidir ante la razón de los justos, lo que es argu-
mento y contra argumento por medio del asesinato humano

95
masivo, recién entonces podrá el hombre de la Tierra
vanagloriarse con derecho de su “dignidad humana”.
Naturalmente, en las opiniones de los hombres siempre se
producirán divergencias, pues también aquí se encuentra una
voluntad contra otra voluntad y cada voluntad pretende
afirmarse a sí misma.
Mas la voluntad en el espíritu humano está también capa-
citada para reconocerse en la otra voluntad, por lo que el
hombre puede buscar conscientemente la reconciliación, que
protege la paz a través de la disciplina de la voluntad, la que
ya entonces, no se querrá únicamente a sí misma, sino
también a la otra voluntad.

Sin embargo, hasta que cada uno no haya vencido el odio


en sí mismo, este camino del disciplinamiento de la volun-
tad, permanecerá transitable para la Humanidad tan solo por
cortos trechos.
Las consecuencias serán siempre nuevas guerras, hasta
que la ultima huella de odio no encuentre mas morada en un
corazón humano.
Todo otro impulso para hacer la guerra, puede ser supe-
rado habiendo buena voluntad, empero, también las olas del
odio arrastran a las mejores voluntades a sus remolinos y
abismos...
Oposiciones y competiciones entre argumento y contra
argumento desarrollan toda clase de fuerzas e impulsan la
correntada de la vida, mas ciertamente no han de ser condu-
cidas a la guerra, y mucho menos el vencedor del juego debe
aniquilar a su vencido antagonista.

96
Pero cada hombre terreno, que trata de vencer el odio
dentro de sí, emprende con esta tarea, la única guerra
“justa”, la guerra que un día hará imposible la guerra del
asesinato humano.

No obstante, ni el haber vencido finalmente a las guerras


asesinas por el espíritu humano, puede conseguir que las
fuerzas antagónicas que se encuentran activas en toda la
naturaleza física, lleguen a unirse en un mismo direccionado
anhelo, pues tal unión sería el aniquilamiento de todo este
universo externo...
El reino de la “eterna paz” que tantos hombres nobles
han añorado tan profundamente en todas las épocas, nos será
recién otorgado, a nosotros espíritus-hombres, después de
esta vida terrena, cuando nuevamente nos encontremos en
aquella Luz, que une en sí, todo lo que una vez eternamente
estuvo unificado en ella.

97
LA UNIDAD DE LAS RELIGIONES
En el núcleo de todas las enseñanzas religiosas del mundo
se encuentra la verdad última, si bien este núcleo frecuente-
mente conlleva singulares envolturas...
Es inútil, vanidoso e insignificante discutir acerca de: en
cual de ellas se puede reconocer la verdad más pura.
Quien sepa separar cuidadosamente todas las envolturas,
encontrará por último, en todas las verdaderas “religiones”,
la gran enseñanza del eterno hombre-espíritu, que otrora
estuvo unido con su Dios y que de Él cayó, en cuanto su
“Yo”, se desprendió de su Dios.
Un “Camino” le es aquí anunciado que lo conducirá de
nuevo hacia lo alto, para finalmente alcanzar nuevamente
a su Dios, en sí mismo, en su propio “Yo”.
No obstante, esta enseñanza es demasiado espiritual y
demasiado simple para que al hombre aturdido en un com-
plejo culto sensorial, pudiese serle fácilmente comprensible,
ya que él mismo fue agregando en torno a esa última y más
profunda verdad y enseñanza de salvación, los más singu-
lares adornos, de modo que a causa de tanta obra de orna-
mentación, que finalmente ya no supo distinguir nunca más
la verdadera enseñanza misma, repleta de importantes y
apropiados frutos.
Empero, él aún presiente que detrás de esta obra orna-
mental y sus ahuecados frutos, otrora fue manifiesta la
verdad, y por ello continua aún adherido, con pertinaz
obstinación a través de lo que él suele llamar “su fe”, a todas
estas formas de ornamentación, por medio de las cuales él
98
encubre por completo la verdad, y por la cuales él se permite
dejarse dominar completamente...

En muchas elevadas enseñanzas de antiguas religiones,


siempre se encontrará, velado de diversas formas, un reite-
rado anuncio de algunos hombres-espíritu, que no sucum-
bieron a la caída en las tinieblas, y que de algún modo, obran
en esta tierra como elevados Auxiliadores de sus hermanos, a
fin de liberarlos de su encadenamiento al animal terreno...
Las antiguas leyendas religiosas suelen relatar el modo
como estos Auxiliadores espirituales se han revelado a veces
a sus hermanos en forma perceptible, o como ellos han
elegido entre los “Justos”, a sus enviados, los que por su
parte, en su círculo terreno, hubieron entonces de difundir la
“Luz”, entre aquellos que se hallaban acongojados en las
tinieblas...
Frecuentemente se escuchan palabras acerca de un san-
tuario en las altas montañas, del monte de la santidad y de
las “santas” montañas, desde donde provendría la ayuda...
Ciertamente es posible encontrar tales palabras y también
otras de gran significado en los libros sagrados de todas las
antiguas religiones, solo que ya no se entiende más nada qué
es lo que nos quieren decir; se las toma como alegóricas
formas de expresión o en el mejor de los casos como concep-
tos simbólicos, y así lo evidente se interpreta mediante un
error autogenerado.
Empero originalmente, la Sabiduría de todas las antiguas
religiones provenía originariamente sólo de la enseñanza del
hombre a través de sus elevados Hermanos, espiritualmente
permanecidos en la eterna “Luz”...
99
Sus “Hijos” y “Hermanos” en el Espíritu, elegidos entre
los hombres terrenos, han tratado por lo tanto, de captar la
única verdad de las más diversas formas, a fin de poder
acercar la “Luz” en la forma mas adecuada, a cada tipo
particular de hombre terreno...
Su fuerza auxiliadora trajo todos estos anunciamientos...
Aquí se descubre la única “fuente original”, de la cual
provienen todas las antiguas y genuinas religiones de la
humanidad terrena.
Empero, ¿dónde están los maestros actuales de estas
religiones que aún sepan explicar lo que quieren decir las
palabras de los viejos textos?.

De todas maneras, actualmente sobre esta Tierra al igual


que otrora, viven los elevados Auxiliadores espirituales:
nuestros Hermanos no caídos, configurados en Espíritu, en
original y eterna substancia espiritual, y también en la
actualidad como en tiempos remotos inician en las cosas del
acontecer espiritual y en la última verdad primordial, a quien
luego de su caída desde la Luz se encuentra dispuesto a ser
de inmediato su “Hijo” y “Hermano” en forma manifiesta...
El hombre terreno ha caído demasiado profundo como
para que él, sin peldaños intermedios, le fuese posible
alcanzar a los más elevados y nunca caídos Auxiliadores
espirituales.
Por esto ellos, antes prepararon a los espíritus humanos,
para que después del nacimiento terreno, encarnados en el
cuerpo terreno, puedan construirse dicho “peldaño inter-
medio”...

100
En ellos y a través de ellos obran aquellos más elevados
Auxiliadores, a fin de que la Humanidad de esta Tierra no
quede nunca sin auxilio.
No ha existido ninguna época, en la que tales Auxilia-
dores, obrantes hermanos en cuerpo terreno, no hubiesen
estado presente.
En todos los pueblos se les ha podido encontrar.
Quien tenga oídos para oír, percibirá cierta palabra en
todas las épocas, que la “carne y la sangre” no hubiesen
podido manifestar...
Quién quiera llegar a la verdad, que oiga tales palabras.
Ellas le señalarán más de un secreto, y le descubrirán un
cierto velo, que aún oculta el conocimiento de la última
verdad.

Sólo se requiere de poca sagacidad para distinguir los


falsos profetas que vociferan en las plazas públicas y que por
cierto tienen lastimosamente muy poco que decir sobre los
silenciosos Obradores, los Hermanos de los Iluminados de la
Luz primordial.
Donde una nueva secta pretenda orgullosamente denomi-
narse nueva “religión”, y sea erigida sobre cualquier antigua
ruina de un templo, allí ciertamente no se debiera imaginar
que los Iluminados de la Luz primordial pudiesen estar
ocultos detrás de tales quehaceres.
Mucho antes él debe creer que allí están presentes los
príncipes del abismo en lo invisible de este mundo físico,
accionando sobre tales creaciones: los siervos y vasallos del
“príncipe de las tinieblas”, aun cuando vanidosamente pre-

101
diquen “amor” y “grandes” palabras resuenen a lo lejos
llenas de énfasis...
Empero, aquello que los Obradores de la Luz tienen para
ofrecerles, les llega ahora, ya que de las “religiones” y de
todo aquello que así le llaman, apenas rescatarían algo para
ustedes mismos y por cierto mucho menos como una “nueva
religión”.
No obstante, es la misma verdad la que está latente en el
más profundo núcleo de las antiguas y genuinas religiones.
Aquí se desprenden sólo las cáscaras a este núcleo y se
les muestra lo que desde hace tiempo no saben como inter-
pretar una “religión”, en imágenes nuevas, más claras e
interpretativamente más adecuadas para la época actual y
para las épocas futuras, de manera que puedan sentir nueva-
mente un profundo respeto ante aquello que todas las
genuinas religiones encierran en sí mismas.
La verdad “desnuda” tampoco podría ser mostrada por
ningún Iluminado de la Luz primordial.
Ella deberá develarse por si misma en el silencio en
ustedes mismos.
Únicamente en ustedes mismos puede verdaderamente
manifestarse el más grande milagro.
Únicamente en el propio “Yo” pueden volver a encontrar
lo que han perdido antes de ésta, vuestra terrena época
actual.

Ustedes no son sólo los animales mejor dotados de inte-


ligencia en esta Tierra, tal como se consideran, de acuerdo a
vuestra propia naturaleza externa y a vuestra propia historia.
Hay oculto en ustedes algo más profundo y más elevado.
102
Están acostumbrados a referirse a sí mismos mediante la
palabrita “yo”.
Empero aún no saben lo que es “Yo” en ustedes mismos,
pues “Yo” es infinito y vivenciado en incontables peldaños
del ser despierto...
En cada “peldaño” de esta clase, siempre se percata por
toda la eternidad de un nuevo y más elevado estado de
comprensión por sobre sí mismo...
Cada “peldaño” de esta clase, cuenta con incontables
peldaños, montados hacia abajo, en las más profundas
profundidades...
Ustedes viven como los animales, que no llevan el “Yo”
dentro de sí, aun cuando vuestras vidas estén por cierto
decoradas con “ciencia” y “arte” y su existencia se en-
cuentre suficientemente saturada de placer.
Cuando un día puedan reconocerse a sí mismos, recor-
darán con horror y estremecimiento los días que ahora
ingenuamente y con ligeros sentidos están viviendo, como si
en ellos todo existir hubiese estado dispuesto únicamente
para ustedes...

103
LA VOLUNTAD HACIA LA LUZ
Yo sé que a muchos que lean estas palabras, se les revela
en ellas un mundo que les puede parecer demasiado extraño
y que seguramente va a perturbar al suyo propio, a su repre-
sentación del mundo elaborada con ingenuidad o creída con
obstinación como verdadera, de modo tal que van a recha-
zar con enemistad lo que aquí los alcanza “no totalmente por
casualidad”.
Los que enemistosamente deseen enfrentarse a ella, difí-
cilmente podrán impedir a la realidad que permanezca como
tal, como ella es, como siempre ha sido y como tendrá que
serlo.
Que nadie se engañe.
Aquí no habla un iluso que narra sus extasiados sueños.
Aquí no habla un poeta que pretende describir su visión.
Lo que aquí se ofrece es guía segura, y cada palabra está
fundamentada en la más profunda realidad.
Quien hasta ahora no haya podido reconocer esta reali-
dad, puede aprender a reconocerla, porque aquí le es
mostrado el “Camino” que conduce a aquel otro “conoci-
miento”, un conocimiento mucho más predominante que
está incluido en sí mismo.
No obstante, cada uno hará bien en contar desde el
principio, con que las cosas primordiales del acontecer
espiritual transmitidas en este libro desde diferentes ángulos
son realidades mucho “más reales” que todo aquello que el
lenguaje cotidiano usual llama “real”, y que ejercen su
acción permanentemente, aun cuando el hombre de la tierra
104
no sepa aún nada de ello, y aun cuando no quisiera reconocer
su acción.
Ciertamente algunos que ahora oyen hablar aquí de estas
cosas sacarán también conclusiones, que quien aprende a
conocer la “realidad” en sí, se beneficiará a sí mismo, y
entonces no quedarán dudas que lo que él antes llamó su
“representación del mundo” fuera precisamente una imagen
engañosa, aun cuando le haya parecido muy “verdadera”, ya
que confiaba en la apariencia externa, aun cuando creyó que
los reflejos de su pensamiento iluminaban desde su interior
hacia afuera.

“Detención es retroceso” dice un proverbio, mas en


verdad la detención es mucho peor que el retroceso, ya que
el retroceder también puede conducir hacia nuevos valores,
que jamás alcanza aquél que es demasiado cómodo o dema-
siado obstinado como para renunciar a su “punto de vista”
en favor de la voluntad de la búsqueda.
Quien empero tema al retroceso, tiene al mismo tiempo
total razón en confiar solamente con un cierto recelo en el
progreso...
¡No hay aquí en la tierra un progreso ilimitado!
Todo desarrollo humano está sometido a la ley del
movimiento oscilatorio.
Los hombres de la actualidad han perdido mucho saber y
la capacidad de hacer que otrora, sus lejanos antepasados
creyeron “imperdibles”, y allí donde aquellos antecesores
sabían muy poco, y podían hacer muy poco, hoy en día se ha
alcanzado un elevado saber y una gran capacidad de hacer.
¡La naturaleza solamente no tolera el detenimiento!
105
“¡Oh, si fueses caliente o frío! ¡Mas como eres tibio, te
vomitaré por mi boca!”
Así ha hablado la “ley” eterna en todas las épocas y aún
hoy en día no ha modificado sus palabras...

Quién espiritualmente permanece en la obscuridad, no


tiene aún la voluntad de ir hacia la Luz.
Bien que él “desearía” estar en la Luz, de la cual oye
hablar a otros, solo que él aún no lo quiere.
En cuanto verdaderamente lo quiera, ya ha comenzado a
andar por el “Camino” que conduce a la Luz.
Si la Luz del Espíritu es un “valor” para ti, por el cual te
decides a aplicar toda tu fuerza, entonces seguramente un día
podrás acercarte a la Luz.
En tanto tu ojo espiritual, se encuentre aun cubierto por
un espeso manto, es imposible que puedas “ver”.
Únicamente tu voluntad, no tu “deseo”, puede apartar
este espeso manto.
Si llevas dentro de ti la Voluntad hacia la Luz, con
seguridad llegarás hasta la Luz, tanto da si te acercas a ella
como hombre de fría precaución o como ardiente enarde-
cido.
¡Un querer a medias no te llevará hasta la meta!
No existe en todos los espacios del Universo, ni por
encima de todas las estrellas un Dios externo accesible a ti,
que pudiese oír tus inútiles ruegos...
Tienes que querer ayudarte a ti mismo si quieres que tu
Dios, que solamente en ti mismo te es accesible, te envíe
elevada ayuda, de acuerdo a una determinada predisposición
primordial existente en el.
106
En tu “Yo” está contenida toda existencia, y aparente-
mente te la procuraste solamente a ti inconscientemente de
las fuerzas de tu “Yo”.
Tú mismo te separaste de tu Dios antes de ésta tu época
terrena, cuando no lo reconociste más en tu “Yo”, por cuanto
te buscabas a ti mismo, allí donde solamente tu Dios era de
encontrar...
Así “Dios” devino para ti en un “otro” y tú a Él le
fuiste “extraño”.
Ahora divides en tu imaginación tu “yo”, y te parece que
hubiera oculto en ti, un “yo” más “alto” y uno más “bajo”,
debido a que no conoces el abarcamiento de tu indivisible e
inseparable y único “Yo”.
Empero, no existe ningún “más elevado” ni ningún “más
bajo” “yo” en ti, mas en tu único “Yo”, está oculto por todo
el infinito y abarca la más profunda profundidad así como la
altura más alta en el mundo espiritual...
Tú mismo debes elegir, y aquí tu “eliges” solo por el
hacer, lo que tú mismo quisieras que se revele en tu “Yo”...
En tu propia infinitud, en el centro de la inaprehensible
existencia de tu “Yo”, te “nacerá” nuevamente tu Dios.
Entonces lo percibirás al principio como otro ser, hasta
que luego hayas reconocido que él te contiene a ti mismo en
todo tu indivisible “Yo”.

107
LAS ELEVADAS FUERZAS DE LA
COMPRENSIÓN
Ustedes creen en vuestro “progreso” y no reparan que, a
lo sumo, dan vueltas en círculo.
Se esfuerzan inquietamente por deshilachar todo, por
astillar todo, por dividir todo, y ciertamente no se puede
desmentir, que de esta manera han adquirido algún conoci-
miento, y así les parece que vuestro verdadero quehacer,
algún día debería conducirlos a la solución de todos los
enigmas de esta naturaleza concebible por los sentidos.
Sin embargo, todo lo dividido seguirá dividiéndose hasta
el infinito, todo lo astillado se dejará seguir astillando hasta
el infinito, y siempre descubrirán nuevamente que aquello
que habían creído haber deshilachado hasta la última fibra,
aún se deja desprender en nuevas fibras...
Y allí queda establecido el límite de vuestra investigación,
solo a causa de la condicionada y terrena incapacidad de
continuar dividiendo, astillando y deshilachando.
La presión por tener que terminar, condiciona los resul-
tados de vuestra investigación.
Sé realmente, lo que la Humanidad le debe a tal modo de
investigación, y está muy lejos de mi parte degradar en algo,
la forma de vuestro pensamiento.
Sólo que también veo el lado oscuro de tal modo de
investigar y que se dejan encandilar por los resultados de
vuestra investigación, a causa de lo cual se alejan más y más
de una otra y por cierto, más importante forma de investi-
gación...
108
A vuestra manera, ciertamente han descubierto cosas
dignas de asombro, e inventado cosas dignas de admiración.
Esto empero, no debería dejarlos inducir en la excesiva
creencia superior de que algún día se puede también llegar a
la comprensión de regiones, que por toda la eternidad son
indescriptibles en todo fraccionamiento mecánico y no
aprehensibles con ningún instrumento.
Cuando las más pequeñas partículas de una forma de
imaginación física llegaron finalmente a ser también apre-
hensibles, así por cierto se conquistó la posibilidad de que la
inteligencia saque sus conclusiones de hechos mecánicos y
de esta manera se pudo por último llegar a encontrar,
descubrir e inventar cosas significativas para nuestra vida
terrena externa.
No obstante, la más primordial esencia de la, así
descifrada, forma de imaginación les ha permanecido tan
ajena como antes.
Valga todo reconocimiento a vuestro trabajo y a los
resultados que puedan hacerles madurar: sólo que, a la “cosa
en sí” no se han acercado, aun cuando reconozcan toda la
materia visible en sus más pequeñas partículas, a estas
partículas y su maravilloso ordenamiento, aún cuando
conozcan toda forma de acción de estas partículas y así
aprendiesen a dirigir sus fuerzas de tal manera que pudiesen
activarlas de acuerdo a vuestra voluntad...
No es bajo el microscopio donde se encuentra “la cosa en
sí”, y jamás un telescopio les revelará lo que “mantiene
unida en sí” a una lejana forma de imaginación cósmica.

El impulso a investigar les es innato y exige satisfacción.


109
Sin embargo, han confiado el trabajo de investigación solo
a lo más noble del “animal” en ustedes y han dejado
desatendidas, en penumbras y sin desarrollar las elevadas
fuerzas de vuestra Alma, que podrían aquí estar a vuestro
servicio,...
Así el “animal más noble” se construye entonces su
vehículo de pensamiento y sus visibles instrumentos, a fin de
extender el pensar y el investigar hasta el infinito, mas
vuestros resultados conducen solamente a nuevos interro-
gantes, y desorientados ante los mismos, quedan finalmente
detenidos...
No obstante, probablemente hubo en tiempos remotos
hombres para los cuales vuestra forma de investigar era
considerada como una insensatez y quienes con sus más
elevadas y en sí mismas unificadas fuerzas anímicas, resol-
vieron sin vuestros aparatos, los últimos y más profundos
interrogantes.
Ellos comprendieron la causa de todas las causas, mas
ustedes solamente saben ampliar la superficie.
Ustedes saben hablar inteligentemente de todas las cosas,
de como son tal como se muestran, del porqué una vez se
produce su efecto, otra vez fracasan y muchas cosas más,
empero jamás penetran hasta las últimas causas, pues lo que
ustedes llaman “causas”, son siempre nada más que los
efectos de causas primordiales, ya que detrás de éstas yacen
recién las verdaderas causas que ninguno de ustedes conoce
desde la experiencia...
Empero, si aprendiesen a dominar las fuerzas del Alma
desde vuestro “Yo”, tal como ellas quieren ser dominadas,
aclararán también las últimas causas, ya que ambas son de la
110
misma naturaleza aunque no se manifiesten de la misma
forma de acción...
Claro está que esta especie de “causa” se hace evidente
solo en aquellos, que ya saben utilizar las fuerzas del Alma,
en tanto que vuestras comprobaciones son siempre fáciles de
lograr, aun cuando solo sean comprensibles para aquél, que
haya incorporado las condiciones sobre las cuales descansan
vuestro tipo de demostraciones.

Tal fuerza se desarrolla solamente a través de la dedi-


cación.
Si hasta aquí no han sabido utilizar desde un comienzo
vuestras fuerzas anímicas en las pequeñas cosas, jamás se
fortalecerán lo suficiente, como para que puedan manifestar
en sí mismos vuestras elevadas maravillas.
Aquí hay mucho que comprender y ciertamente valdría la
pena que a lo largo de la vida de un hombre, aun cuando
perdurase cien años sobre esta tierra, esten a su servicio...
No obstante, primeramente deben llegar a ser sencillos
como asimismo lo son las últimas cosas, antes de que lo más
simple se les revele...
Ustedes se han vuelto demasiado complicados en el
pensar como para que sin “volver a aprender” puedan llegar
a comprender el sentido más profundo de lo real.
Espero que aquí la experiencia terrena, accesible a todos,
les ofrezca enseñanza:
Hasta no hace mucho tiempo, les pareció como una
“confusa superstición”, hasta que vuestro propio investigar
les permitió reconocer que tal superstición estaba basada en
una comprensión, que antes les era a ustedes inaccesible, en
111
tanto que cerebros de pensar muy sencillo, supieron como
alcanzarla.
Cada uno tendrá a disposición suficientes ejemplos, para
que aquí pueda prescindir de mencionarlos.
Así también en la actualidad hay muchas cosas ocultas en
las leyendas, en los mitos, en las creencias populares e
incluso en más de una difundida “superstición” popular, que
luego en una época posterior, saldrá a la luz como el más
maduro conocimiento.
El que aún hoy no sea reconocido por aquellos que
“científicamente” lo buscan por caminos totalmente dife-
rentes, se debe a la enorme complejidad de nuestro acostum-
brado pensamiento “profesional”, que no quiere conformarse
solamente con conceptos simples, por cuanto no puede
disponerse a ello sin olvidar la mayor parte de su instrucción
anterior, aun cuando solo haya tenido lugar en una “escuela
de nivel primario”.
Así frecuentemente muchas cosas están como “sella-
das” para la investigación externa y trabajosamente solo se
llega a conocer un poco de ellas.
Pero en cambio a las fuerzas del Alma, en tanto estén
suficientemente desarrolladas, nada de todo aquello puede
permanecerles oculto.
Depende de ustedes que vuestros nietos en días venideros
tengan desde un principio que doblegarse obligadamente
ante hechos que ustedes podrían ahora reconocer, o legarles
un saber que no tengan previamente que verificar...

Todo conocimiento de verdad oculto en la leyenda y la


superstición procedía otrora en su origen, de hombres que
112
sabían utilizar las fuerzas de su Alma, mas la obscuridad
interna en los que llegaron después de ellos, no les permitió
concebir lo que les estaba dado, de manera que la verdad
primordial fue pronto enteramente cubierta por una agreste
maleza de confusa fantasía y ahora apenas se la puede
separar de la mala hierba.
Empero, la búsqueda perseverante y llena de confianza en
el Alma le abrirá a todo buscador, la misma fuente, de la cual
otrora se nutrieron los Sabios de antiguas épocas, de manera
que de inmediato la poseerá en sí con toda claridad, y
aquello que bajo la gran cobertura de la superstición es
apenas reconocible, le será entonces comprensible de su
propio conocimiento.
Mas, sin una perseverante búsqueda en el propio
interior, llevada a cabo con igual valor y la misma perma-
nencia con que hoy día todavía buscan hacia afuera, jamás
les podrá ser revelado lo que pueden ser capaz de hacer
aquellas fuerzas ocultas en ustedes mismos.
Entretanto se esfuerzan en lo externo solo por un mise-
rable lucro, siendo los depositarios de elevadísimas “fuerzas
milagrosas”.
Las elevadas fuerzas del reconocimiento, sobre las cuales
trato aquí de direccionar el sentido, se encuentran en todo
hombre, solo que ellas duermen un profundo sueño, hasta
que el dueño las despierte y las unifique a su voluntad en sí
mismo...
La mayoría de los hombres hacen los preparativos para el
último sueño, sin haber jamás siquiera sospechado, que
tesoros les ofrecía su Alma...

113
Bueno para aquél es que sepa despertar a tiempo sus
fuerzas del conocimiento dentro de sí mismo.
El encontrará ya aquí sobre la Tierra, su verdadera vida
y reconocerá ya aquí en lo mortal, su inmortalidad.
Esta es en realidad, la finalidad de toda instrucción
espiritual, pues, ¿de qué serviría hablar aquí de lo espiritual,
que eternamente nos está reservado, si estuviese tan alejado
de la capacidad vivencial del hombre terreno, que no pudiese
aprehenderlo durante su vida terrena?
Solo aquello que aquí en lo terrenal ya nos sea viven-
ciado, nos puede guiar y anunciar una nueva vida, cuando un
día habremos de abandonar a ésta, la terrenal.

114
SOBRE LA MUERTE
Ahora nos encontramos ante el obscuro pórtico a través
del cual los hombres deberán cruzar, una vez que abandonen
definitivamente la tierra.
Mucho te fue prometido y mucho te fue amenazado
acerca de lo que se pueda llegar a encontrar detrás de este
pórtico.
No sé a cual de estas enseñanzas brindaste tu fe.
Todas empero, condicionadas por la experiencia cotidiana,
coinciden en un punto: tu nunca podrás regresar a éste tu
actual cuerpo terreno, una vez que lo hayas abandonado.

Muchos te dicen, que retornarías en un nuevo cuerpo en


una época posterior, y que ellos habrían elucubrado fantás-
ticas “reglas”, de acuerdo a las cuales, se determinaría el
tiempo de tu regreso a un cuerpo terreno.
Otros te dan por aniquilado para siempre con la muerte
de tu cuerpo terreno, ya que sólo dan crédito a la apariencia
visual, que les muestra después de la muerte de un hombre
terreno solo un rígido “cadáver” y fuera de eso más nada
que les permita inducir, que este hombre de alguna manera
estuviese aún vivo.
Ambas formas de creencia son erróneas.
Tú mismo difícilmente retornes, mas nadie sabe, cuántas
de tus fuerzas anímicas hasta ese entonces haz unificado
contigo, cuántas has conservado, una vez que te separes de
esta existencia terrena.

115
Las fuerzas que hasta aquí no hayas integrado, deberás
abandonarlas al igual que el cuerpo de esta Tierra, y así
como las desprendidas fuerzas de la forma temporal de este
cuerpo terreno se transforman luego en otras formas de vida,
así también las fuerzas anímicas dejadas atrás por ti,
buscarán para sí otro campo de acción en otro hombre
terreno.
También en ti se encuentran actualmente obrando muchas
fuerzas anímicas, que otrora actuaban en otros hombres
antes de tu tiempo terreno.
Es así que se podría distinguir a los hombres terrenos con
derecho y razón entre: “anímicamente jóvenes” y “anímica-
mente ancianos”, de acuerdo al tiempo de duración obser-
vado respectivamente en las fuerzas anímicas actuantes de
hombres anteriores.
Entre los hombres actuales que viven simultáneamente en
la Tierra y cuentan con la misma cantidad de años desde su
nacimiento terreno, hay muchos con fuerzas anímicas más
“jóvenes” que las que les son propias a la gran mayoría, e
igualmente hay no menos con fuerzas anímicas mucho más
“ancianas”...
A estos casos especiales se los podrá reconocer en la vida
externa en que el hombre en cuestión siente de un modo
sorprendentemente diferente al de la mayoría de sus con-
géneres y contemporáneos, que en cierto modo “cae fuera”
de su época y demuestra, ya sea inclinaciones que hubiesen
correspondido a una época recientemente anterior, o bien
que traten de manifestarse de acuerdo a una muy remota
época cultural, lo que no excluye, que ambas formas durante
el tiempo que le es dado de vida terrena, busquen de
116
expresarse de acuerdo a ese tiempo y sepan transmitirle sus
frecuentemente elevados valores.

La abundancia de las fuerzas que respectivamente con-


forman tu “Alma”, cambia continuamente mientras vivas en
el cuerpo terreno.
Ora son más, ora menos las fuerzas anímicas que actúan
en ti...
Apenas podrás dejar de recepcionar durante este tiempo
terreno una “herencia” de fuerzas anímicas de un hombre al
que sientas como “anímicamente cercano” luego de su
muerte, ya que son extraordinariamente escasos aquellos
hombres, que observando todo en cuanto a las fuerzas
anímicas en acción, en si mismas unificadas y unificadas con
su Dios, han podido “transportarlas” a su post-terrenal
vida...
La mayoría de los que “mueren en la tierra”, dejan tras sí
una cuantiosa “herencia”.
Para el ojo espiritual, tu “Alma” es una “nube” luminosa
y viviente, conformada de incontables “puntos” radiantes:
tus fuerzas anímicas, y esta nube de luz se encuentra en
continua transformación mientras vivas en la Tierra...
Mas no es la poderosa abundancia de tus fuerzas
anímicas lo que constituye la “riqueza” de tu Alma, sino la
unificación en ti de las activas fuerzas anímicas en tu “Yo”,
en tu voluntad gestada por el Espíritu.
Tu habrás de conservar como una propiedad permanente
sólo aquellas fuerzas anímicas que hallas logrado unificar en
ti, cuando llegue la hora de tu despedida de esta vida
terrena...
117
Si no te has unificado con tu Dios aquí en la Tierra,
tampoco estarás entonces unido con él después de la muerte
de tu cuerpo terrenal.
Y según lo que hayas logrado obtener de espiritual para ti
durante la vida en el cuerpo terreno, vivirás cual “Yo” en el
Espíritu Universal en tu forma espiritual substancial, y
entonces tendrás el poder para que ella se manifieste una vez
que dicha forma quede configurada...
Bajo una elevada orientación, seguirás marchando en tu
“Camino”, hasta que un día tu Dios llegue a conformarse en
ti...
Mas el tiempo que dure hasta esa reunificación te resultará
como una “eternidad”, ya que también en la existencia
espiritual, independiente del cuerpo terreno, existe una
correspondencia como aquí es la percepción del espacio y el
tiempo...
Te faltará entonces el poder para te sea posible continuar
modificando de acuerdo a tu voluntad las fuerzas anímicas
en tu reino que han permanecido en ti, solo en el cual y
través de cuyas manifestaciones reales de tu vivencia
espiritual es posible hacerlo…
Tu tendrás entonces que conformarte eternamente con
aquello, que durante tu vida terrena supiste unificar en
cuanto a fuerzas anímicas,...
Y sin embargo, un “Yo” humano que entrara en la vida
del Espíritu, para en él consumar su “Camino” a Dios, por
muy pobre que sea en fuerzas anímicas, jamás sentirá ni la
más leve “añoranza” por querer regresar a la vida corporal
terrena sin importar lo que en ella tuvo que dejar atrás...
118
No obstante, un tal modificado regreso, existe empero,
solamente en tres casos especiales:
Para aquellos, quienes tienen que soportarlo a conse-
cuencia de su perjudicial accionar para con el cuerpo
terreno,...
Para aquellos que impidieron a su cuerpo terreno seguir
viviendo y seguir vivenciando, por cuanto supusieron que a
través de la muerte podían substraerse a un suplicio que
parecía intolerable o a cualquier otro sufrimiento...
Y, finalmente, para aquellos cuyo tiempo de vida terrena
les fue demasiado corto, como para que hubiesen podido
unificar cualquier fuerza anímica a su voluntad, por lo que
ellos habrían quedado incapacitados para alcanzar la viven-
cia espiritual, si no les fuese dada la posibilidad de obtención
de las fuerzas anímicas una segunda vez, tal cual puede
ofrecerles únicamente la vida terrena...
El mismo argumento es decisivo también para las dos
primeras categoría, doquiera que un “yo”, llegado el caso,
no hubiese logrado unificar en sí ningún tipo de fuerzas
anímicas durante una mas que suficiente vida terrena, por
cuanto lo animal aprisionado de su portador sobre la tierra,
asfixió tal voluntad, o bien un “yo” que se dejó arrebatar
por todas sus fuerzas anímicas ya unificadas en sí, en el
momento en que sucumbió a la compulsión del pensamiento
de tener que aniquilar a su portador terreno, siendo en ese
entonces, su organismo de automanifestación que le fuera
otorgado.

119
A los hombres, para quienes he escrito aquí estas
enseñanzas, debe bastarles ahora saber solamente que, por
propia culpa pueden llegar a tener que soportar una segunda
vez, todas las aflicciones de la vida en la prisión animal,
todas las influencias físico-materiales del expuesto cuerpo
animal...
Empero, los espíritus humanos, que, por causa de inexo-
rables leyes físicas, hubieron de perder prematuramente su
organismo de automanifestación terrena, y fueron llevados a
vivirla una segunda vez, y aun cuando esto a consecuencia
de leyes físicas hubiese sido inútil, e incluso de tener que
volverla a adquirir varias veces, siendo también válido de
darse el caso para las dos primeras categorías, comenzarán a
intuir cada uno, todo lo que la vida terrena significa para el
“regreso” del una vez “caído” espíritu humano, y lo per-
cibirán en su corazón llenos de gratitud como el necesario
efecto de amor, que abarca a todo lo espiritual aun cuando
haya caído muy profundamente...
Quiera aquel que lea estas palabras, pueda conservarlas en
sí mismo, y que luego aprenda ininterrumpidamente a
reconocerlas más y más, que a él su existencia terrena le
concede el singular poder de determinar por sí mismo la
continuidad de su destino.
Cómo debe ser debidamente utilizada esta fuerza, está
indicado en este libro.
Que nadie se preocupe por los que han muerto en la
Tierra, y que se “trasladaron” sin haberse debidamente
preparado en su vida terrenal para lograr que su Dios
“naciera” en ellos, a fin de que pudiesen unificarse a sí

120
mismos con su “Yo” a las unificadas fuerzas anímicas en su
Dios.
También a ellos los comprende verdaderamente el Amor
Eterno.
Ellos encuentran en todos los que alguna vez alcanzaron
la unificación con su Dios a sus más fieles aliados, ya que en
el reino del Espíritu sustancial, toda fuerza anímica “se
comunica” entre si, y los que obtuvieron su unificación en
Dios sobre la Tierra, y los que lo obtuvieron en Espíritu,
continúan “direccionando” esa fuerza hacia aquellos, a
quienes su Dios aun no había “nacido” en el “Yo”.
Al mismo tiempo empero, esta ayuda está direccionada
por los nunca caídos, los que en el reino del Espíritu,
conducen de regreso a la Luz primordial a los una vez
caídos espíritus humanos, igual que aquí sobre la Tierra,
siempre que encuentren voluntad por el regreso…
Haz esfuerzos para alcanzar ya aquí sobre la tierra tu más
elevado objetivo, pero no te angusties por aquellos, que aun
no han podido lograrlo.
Tu puedes también ofrecerles a ellos tu ayuda, si haz
pensado en ellos, pleno de un amor viviente.
Todos ellos estarán un día unificados contigo en su Dios…
En ti, unificado con tu Dios, estarás un día consciente-
mente unificado con todos aquellos que puedas abarcar en
tu amor.

121
SOBRE EL ESPÍRITU
Ustedes viven en un mundo, donde lo “espiritual” es
tarea de entendimiento.
Lo que este mundo señala como “Espíritu”, es un
concepto y un pensamiento, o también: la virtuosidad de
establecer mediante chispazos de conciencia, sorprendentes
relaciones con lo distante.
Empero, para el “Espíritu” que ilumina el mundo, cual
substancial Realidad, todo aquello que los hombres de estos
tiempos, denominan “espíritu”, es una simple herramienta de
conocimiento terrenal, demasiado terrenal...
El mundo en el cual ustedes viven, conoce solo la
“herramienta”, y al poseerla, cree poseer también a lo que
“obra”.
Así fue que el “espíritu del mundo” deslumbró los “ojos
de vuestra Alma”.
Aun les resulta bien difícil ofrecerle resistencia, ya que a
partir de ese entonces, él los domina y los conduce a donde
los quiera llevar...

El Espíritu, que vive consciente en su propia Luz, no es


algo que circule por los cielos, nada como para dejarse
percibir por medio de una simple fe.
El no es solamente “real” como un árbol, una piedra, una
montaña, un rayo que cae desde las alturas, sino que además,
vuestro terrenal concepto de la “realidad”, puede recién
solamente en él alcanzar su no encontrable total corres-
pondencia terrenal.
122
Si ninguna cosa de relativa realidad es modificable en sí
misma a través de la imaginación de un cerebro humano,
¿cómo pretenden suponer, que la Realidad absoluta pudiese
ser transformada de acuerdo a vuestra ilusión?
Las imágenes de vuestra imaginación no rozan ni una sola
vez el fundamento de la existencia de la más pequeña cosa
terrena, por lo que así también, el Espíritu de la eternidad no
se deja verdaderamente rozar por aquello que pretenden
denominar “espíritu”, en tanto ustedes no puedan compren-
der en sí mismos su existencia substancial…

Quizá hoy y en un primer instante, creerán reconocer la


veracidad de mis palabras, pero por cierto mañana se
deslumbrarán nuevamente con el “espíritu” de este mundo.
Hoy querrán alejarse de él, a fin de buscar el verdadero
Espíritu, pero temo, que ya mañana quedarán de nuevo
deslumbrados por el “espíritu” del cerebro.
Hoy ciertamente creerán vislumbrar algo sobre la
existencia del Espíritu sustancial, pero ya mañana por
cierto les invadirá nuevamente el desaliento y la duda y
renunciarán al esfuerzo de buscar, aquello que hoy
creyeron casi “alcanzable”.
Siempre han actuado así, cuando alguien les habló del
Espíritu, del Espíritu que ilumina el todo, alguien, autori-
zado a hablar, ya que vive en él y en consecuencia, puede
dar testimonio desde la propia experiencia.
Pero quizá, ¿existan aún ciertamente entre ustedes
algunos, que seriamente estén dispuestos a movilizar todas
sus fuerzas, a fin de acceder también un día por si mismos

123
a la Realidad de la cual hablo en su indescriptible, elevada
y poderosa simplicidad?
A aquellos quiero dirigirme, ya que sólo a ellos pueden
serles de utilidad mis palabras.

Ustedes, que en lo sucesivo están decididos a darle al


“espíritu” del cerebro, solo lo que le corresponde, a fin de
que él no pueda engañarles mas respecto del conocimiento
del primordial y substancial Espíritu, a ustedes les digo
aquí de nuevo, para que machaque en sus corazones:
¡El Espíritu no es nada imaginario!
¡El Espíritu no es la fuerza del pensamiento!
¡El Espíritu es algo substancial, existente por sí mismo,
es una viviente Luz!
Todas las inmensidades están llenas de ese Espíritu y
todo vive de él, pero el hombre terreno no puede encon-
trarlo por ninguna parte, solo: en sí mismo.
¡Él es y vive en ustedes consciente de sí, así como en
toda la inmensidad del Todo; él vive en el Todo, consciente
de sí mismo!
El no se encuentra solamente en vuestros cerebros, o
solamente en vuestros “corazones”.
El cuerpo del hombre terreno es por cierto de una
conformación animal, pero eso animal esconde secreta-
mente en sí mismo un organismo espiritual...
Ustedes son el “Templo” del Espíritu, y en cada uno de
vuestros miembros, como en cada órgano interno, se
encuentra un sagrado cofrecillo sobre un altar invisible...
¡Por lo tanto, si desde allí no se perciben a sí mismos, en
todo el cuerpo, desde los pies a la cabeza, jamás podrán
124
percibir el Espíritu, ni lograrán unificarse con vuestro
Dios!
Este percibirse a sí mismo por todo el cuerpo, el cual
oculta en sí mismo un santuario del Espíritu, debe ser
vuestra preferencial tarea, y esto sin dudarlo está incluido
en todo lo que hasta aquí he tenido que decir, si bien se
habló sobre ello de una otra manera.
Aquí quiero hablar específicamente sobre ello.

Ustedes deben esforzarse por ser conscientes, no sólo en


el cerebro, no sólo en el “corazón”.
El ser consciente vive en ustedes desde lo más interno
hasta lo más externo de vuestro cuerpo e incluso en cada
una de sus células, sólo que todavía no está unificado con
vuestra propia conciencia de si…
Y si ciertamente lo quieren y permanecen firmes en
vuestro esfuerzo, entonces podrán poco a poco encontrar
en cada parte del cuerpo terreno la propia conciencia de Él
y unificar vuestra propia conciencia del Yo de tal modo,
que entonces nunca más sabrán algo sobre ustedes mismos
únicamente a través de la cabeza, y lo mismo, por cierto,
solamente a través del cerebro.
Pero sean precavidos de irritar y sobreexcitar vuestros
nervios, ya que esta suerte de “conciencia”, ya todo vuestro
cuerpo la conoce demasiado bien en toda su extensión.
Quién luego de cada avance en el camino, no se ha
vuelto espiritualmente más sereno y más comprensivo, no
está en el camino correcto.
Si quieren alcanzar la meta, entonces, en una completa
quietud del Cuerpo y del Alma, de los nervios y de los
125
pensamientos, deben esforzarse por percibirse en cada
átomo de vuestros cuerpos y de vuestras naturalezas aními-
cas, como “alma” de esos átomos, a fin de unificar
vuestras primordiales fuerzas anímicas, las que en y con él
les son dadas...
No es preciso realizar ningún “ejercicio” especial, y aquí
tampoco es necesario o por cierto útil, ningún esfuerzo
compulsivo.
Si en un sentir silencioso por todo el cuerpo, se dedican
sin interrupciones a obtener tales percepciones, tan fre-
cuentemente como estén dispuestos a ello y vuestro tiempo
así lo permita, luego de semanas o meses se manifestarán
los primeros frutos.
Pero no olviden que sólo deben aprender a percibirse a sí
mismos en cada órgano del cuerpo y no por cierto sólo al
órgano como tal.
Una vez que logren “percibirse a sí mismos” de adentro
y de afuera, desde abajo hasta arriba, entonces se asom-
brarán, y experimentarán con agradecimiento y enorme
alegría, lo que es realmente esta vida terrena, que hasta el
día de hoy se les presentaba como “Incompleta”…
Con ello, todo vuestro cuerpo experimentará una im-
previsible renovación.
A aquel que le falte algún órgano de su cuerpo, debe
saber, que cada órgano está existente en substancia
espiritual, aún cuando jamás haya existido externamente, y
que del mismo modo, cada órgano permanece existente en
forma espiritual, aun cuando éste fuese separado externa-
mente del cuerpo.
¡En el “cuerpo” espiritual no existe mutilación alguna!
126
En el “cuerpo” espiritual, cada hombre espiritual es un
centro convergente de toda belleza, que él puede darle a su
“Alma”, en la cual el cuerpo espiritual se “experimenta”, y
puede ser “visto” en Espíritu, contemplando en él solo
aquello, que se ha logrado obtener a través de la
configuración de las fuerzas anímicas, pero no alguna
carencia del físico visible causada por una reacción
material a una determinada forma de manifestación...

Habiendo llegado entonces hasta este punto, en que se


perciben a sí mismos en la totalidad de vuestro cuerpo
como un todo, entonces sabrán también honrar verda-
deramente al Cuerpo como lo externo del “Templo”, que
oculta en sí mismo a todos los sentidos externos, el velado
y santo misterio de la vida espiritual, tal como solamente el
espíritu humano puede alcanzar y experimentar en su
regreso a la Luz de la cual una vez se separó.
No obstante, antes debe mostrarse sí: el Alma ya ha
alcanzado tal madurez, que permita al “Anciano” Hermano
espiritual, el cual la percibe, ofrecerse a ella como guía y
conductor.
Sin él les sería dificultoso a alguno de ustedes alcanzar
ya aquí en la vida terrena la conciencia de todo lo
abarcable del Espíritu, aún cuando el “cuerpo” del espíritu
en el cuerpo terrenal, sea percibido conscientemente.
Ninguno de vuestros esfuerzos es en vano, pero el
premio de la victoria a todo esfuerzo les será recién
concedido, una vez que hayan finalizado de recorrer el
elevado Camino, el cual solo les es accesible bajo una
conducción interna y espiritual...
127
De todos modos, mucho les será también asequible por
la propia perseverancia.
Apenas hayan aprendido a percibir por todo el cuerpo
terreno, a vuestro cuerpo espiritual, comenzarán, sin que
sea necesaria una determinada voluntad, a “respirar” el
Espíritu en sí mismos y en el Todo Absoluto, y con ello
mucho les será concedido, de tal suerte que aquellos que
han tenido permanencia por largo tiempo, reconocerán ante
todo, que anteriormente aún no estaban maduros para una
elevada experiencia...
Acepten por lo tanto y sin preocuparse, aquello que se
les ofrece y confíen en la ley del Espíritu, que no conoce
arbitrariedad alguna y su obrar es siempre lo mejor para
ustedes.
El Camino hacia lo “más interno del Oriente” se
encuentra transitable, extendido ante ustedes, y vuestra
voluntad consciente solo determinará, si se les concede
estar pronto en él...
El país de “lo más interno del Oriente” contiene muchas
moradas, y a todo buscador serio se le concederá su
morada allí, y jamás en otro lugar...
Aquí predominan determinadas leyes del suceder, no
menos que en el mundo externo.
Tampoco podría doblegarlas ningún Iluminado de la Luz
primordial.
El solo conoce su forma y su efecto, y toda su aspiración
consiste en guiar a la Humanidad, que en su momento
sostiene el globo terráqueo como algún día a las futuras
generaciones, hacia su felicidad, hacia su más elevado
objetivo.
128
Para ello sirve su anunciación.
Para ello la ley espiritual le ayuda, a la cual sirve con
todas sus fuerzas...
El obra desde el Espíritu, que es el Ser primordial, y
obra únicamente desde la fuerza del Espíritu...
Empero, desde el eterno y substancial Espíritu, “Dios”
se conforma como un “destilado” del Espíritu en cada ser
humano, que con fervor anhela ir al encuentro de su Dios,
esperando pacientemente el día en que se le encuentre
preparado de tal modo, que su “Dios” en él mismo pueda
“nacer”.
Dios es Espíritu, no obstante: es la más elevada
autoconformación del Espíritu.
Conformándose a sí mismo, de sí mismo, la confor-
mación más elevada del Ser del Espíritu se revela como
“Dios”.

129
LA SENDA DE LA PERFECCIÓN
Elige, oh buscador, ya para tus primeros pasos, la senda
de la verdadera Luz, sino un día te dejarás fácilmente
inducir a transitar la difícil senda de la tornasolada
serpiente, una vez que hayas alcanzado el pie de la “Gran
Montaña”, si bien se puede llegar también hasta ahí, aun-
que con dificultad, por otros sinuosos senderos, en lugar de
la senda que los Iluminados de la Luz primordial han
trazado a través del desierto.
Tu puedes elegir desde un principio esta senda, la de la
verdadera Luz, una vez que de tu enorme y pura voluntad
sepa apartar todo bajo “deseo”.
¿Podrás entonces “elegir”, “la noble senda de la Sabi-
duría”, que te conduzca hacia lo alto, hasta las luminosas
cimas, cuando aún cargado de “deseos” veas ante ti al
final del camino través del desierto, las escarpadas rocas y
jadeante avizores la última meta?
Sabe entonces, que la Luz de la verdad se presenta ante
los ojos de tu Alma como una lejana luminosidad en medio
de la niebla, y que luego la elevada senda hacia esa Luz te
resultará “interminable”.
Al lado, empero, la “senda de la equivocación” conduce
hacia una bien próxima, trémula y brillosa luz.
Esta “luz” por cierto, es la engañosa brillantez de la
“serpiente” cuyo cuerpo cubierto de muchos tornasolados
colores abarca el globo terrestre...
¡Pobre de ti, si quedas a su merced!

130
Ella te atraerá por medio de seductores e ininterrumpidos
espasmos provenientes de los destellos de las escamas de
su cabeza, y cuando tu, deseoso de saber te encuentres lo
suficientemente cerca de su dominio, devendrás presa de su
alimento.

¿Puedes tu, amigo mío, percibir la Verdad, que ahora


acercándose a ti quiere develarse como símbolo?
Bueno es para ti cuando aprendas a “interpretar” verda-
deramente los símbolos.
Ellos te dirán cosas profundas.
Cosas que de lo contrario, deberán permanecer en su
mayor parte indecibles.
Cosas, que jamás deberán mostrarse en su desnudez.
Empero, quiero aquí intentar llegar también hasta aque-
llos, cuyos símbolos son aún “obscuros”.
Entonces escucha estas otras palabras, pero comprende
que ellas aluden a la misma verdad.

Cuando tu, oh buscador, percibas por primera vez en ti,


el impulso de descorrer el velo, detrás del cual sientes que
percibes la verdad, entonces estarás siempre próximo a un
“Guía” de aquel mundo de Luz, que eternamente será tu
hogar.
Tu sentirás la cercanía de ese Guía, sin saber con certeza
que es lo que mueve tu sentimiento...
Involuntariamente seguirás al Guía.
Entonces estarás en la “senda” que te conducirá a través
del “desierto”.

131
Empero, el “desierto” formado de granos de arena, creó
la apariencia externa del conocimiento del cerebro del
hombre terreno.
Por milenios se ha trabajado allí.
En medio de ese “desierto”, elevados maestros, experi-
mentados constructores de caminos, construyeron un sólido
terraplén, sobre el cual se puede transitar con seguridad...
Por los alrededores, en todos los tiempos se encuentran
asentadas las cambiantes dunas de lo externo del conoci-
miento del cerebro: siempre variando en sus líneas, base
incierta para el pie que allí se pose...
Empero la senda sobre el terraplén, creada por los
“Iluminados” del Alma, es de roca.
Tu allí sentirás seguridad.
Lleno de valor irás avanzando.
Por largo tiempo deberás continuar desandando, pacien-
temente, hasta alcanzar aquel significativo lugar, donde el
terraplén rocoso extendiéndose a través del arenoso “de-
sierto” llega hasta la “gran montaña” y con ello al final...
Ahora debes decidirte, ya que ante ti se encuentran dos
senderos, que tú en un principio no sabrías diferenciar
debidamente.
Pronto querrás confiarte a uno, pronto querrás confiarte
al otro.
El uno, empero, conduce hacia las cimas, el otro a los
barrancos abismales, a las ocultas profundidades de la
montaña...
¡Tu solo tienes la elección, hacia dónde quieres dirigirte!
Seguramente podrás distinguir de inmediato, el sendero
que conduce hacia las cimas de aquel otro que lleva a los
132
abismos, ya que tus pies estaban anteriormente acostum-
brados a sentir por debajo la “roca” firme, en tanto que el
sendero hacia el mundo subterráneo es resbaladizo y sin
ningún apoyo para tus pies...
Ya por el camino sobre el terraplén rocoso, cosas invisi-
bles buscarán manifestarte su existencia.
Empero aun no podrás distinguir, quien es ahí el
conductor de esas fuerzas, cuyo accionar si reconoces.
Aun crees que detrás de toda fuerza invisible existen las
mismas voluntades.
Empero, debes saber que las moradas más bajas de lo
invisible también tienen sus bajos guías.
Entiende que el mar y la tierra no están tan cortante-
mente separados, como las bajas sensaciones terrenales de
las inconcebibles fuerzas que actúan creando y destruyendo
en el “mundo de la materia”, de los altos y reconocibles
poderes del Espíritu, en la más elevada Luz.
Los conductores en los bajos e invisibles reinos son los
más terribles enemigos de tu Alma.
No es que su voluntad quiera dañar tu Alma, como la
voluntad llena de odio de los condenados a la destrucción,
quienes una vez fueron hombres terrenos colmados del más
elevado saber y sucumbieron nuevamente a la “caída” en
las tinieblas, sino que tu alma puede ser dañada únicamente
por medio de las fuerzas gravitatorias, a las cuales difícil-
mente puedas ofrecerles resistencia, si elevadas fuerzas
espirituales no te aíslan de ellas eficazmente.
Cuando llegues a rozar regiones, donde experimentes el
accionar de los bajos conductores, entonces veremos lo que
tú eres.
133
Busca solamente a la más elevada, eterna claridad,
entonces el Guía, que ciertamente es el conductor de las
elevadas fuerzas del Espíritu, protegiéndote podrá aislarte.
Bajo tal protección, sabrás entonces elegir con seguridad
también la senda que te conducirá hacia el más puro cono-
cimiento de la Luz.
Entonces accederás a la vida, en la eterna Luz de las
más altas cimas del Espíritu.
Si empero incursionas en las artes menores, si quieres
únicamente investigar “lo oculto” a fin de darles nuevas
fuerzas cual servidores a tus deseos, entonces sin notarlo,
te habrás escurrido de la mano del Guía...
Abandonado a tus débiles fuerzas, serás presa de las
fuerzas gravitatorias, que actuarán sobre ti desde las regio-
nes de los bajos conductores, en los obscuros abismos del
eterno nacimiento de la materia.
Tu podrías quizá obtener “fuerzas de lo oculto”, princi-
palmente una vez que hayas aprendido a practicar una
enérgica abstinencia sexual y te alimentes solo de vege-
tales, pero pobre de ti, todo se te desmoronará, una vez que
hayas alcanzado tales fuerzas.

Aquellos bajos conductores son los “creadores del abis-


mo”, y los destructores de todo aquello que ellos aprisio-
nan, que quiera libremente elevarse por sobre el abismo.
No te imagines que puedan enseñarte los secretos de la
creación, así como no hay nada que esperar de ciertos
insensatos “aprendices de brujos”.
Ellos se apoderarán con voracidad de tu voluntad, ya que
toda fuerza en el cosmos invisible necesita de agentes
134
humanos, cuando quiere accionar sobre los encarnados
centros de voluntades humanas, y tu únicamente les
servirás como destructor, aun cuando supongas estar cons-
truyendo.
Al igual que los más bajos, los altos conductores
tampoco pueden alcanzar con su accionar el alma de los
humanos terrenos, si voluntades humanas encarnadas y
unificadas no le tienden para ello “puentes”...
¿Comprenderás quizá aquí lo que significa la enseñanza
del “hijo de Dios” que dice: aquel debería “ser hombre”, a
fin de poder “redimir” a sus hermanos humanos?

El modo de obrar de las fuerzas espirituales, sean acti-


vadas y a su manera determinada tanto por los más
elevados como los más bajos e invisibles conductores, no
conocen ningún impedimento temporal ni espacial.
Actualmente, una vez activadas y determinadas, las fuer-
zas continúan obrando en el mundo del Alma del hombre
terreno a través de los altos como de los bajos conductores,
a pesar que esas fuerzas hace ya muchas centurias, hace ya
muchos milenios terrestres, encontraron el camino hacia el
corazón, a través de un agente humano...

Donde alguno de ellos vive o ha vivido: la fuerza


espiritual que ha obrado a través de él, alcanzará a todo lo
que vibre, al igual que ella, en una similar frecuencia;
quiera que tales formas de predisposición también habiten
del otro lado del globo terrestre, sino recién nacerán en una
futura generación...

135
En cuanto a un indicador seguro de una elevada con-
ducción espiritual consiste en que las fuerzas espirituales
activadas, operan sólo bajo una cuidadosa observancia de
la libertad en el hombre, al igual que en el hombre terreno,
que les sirve de “puente”, cual libre propietario de fuerzas,
que accionando a través de él, perfeccionan; y así del
mismo modo, se puede reconocer a los bajos conductores,
en que todo su accionar siempre busca retener al impre-
sionable, de manera que sea esclavo de esos bajos conduc-
tores, aun cuando lo mantengan en la ilusión de creer ser
“el amo” de las, impulsadas por ellos mismos, activadas
fuerzas...
¡El fin de aquellos que les sirven a ellos de “puente” es
la “disolución” en una tormentosa negrura!
Empero, quienes son “puentes” de los altos conductores
espirituales, conforman una eterna y real comunidad de la
Luz en el Espíritu, ya que en cada uno de ellos fue
encendida una “estrella”, que conformada de la más pura
fuerza luminosa del Espíritu, ilumina eternamente las
almas de los hombres terrenos...
Una pretenciosa e imprudente enseñanza suele inducir a
creer que el hombre elevándose siempre, se desdobla en
incontables vidas terrenas y también dice: que los “puen-
tes”, que ellos mismos se construyeron, para que los más
altos conductores espirituales a través de ellos puedan
alcanzar a los hombres terrenos, no serían otra cosa, que
hombres, que vivieron incontables veces la vida terrena, y
que sólo ahora habrían alcanzado el desarrollo de la más
elevada meta, y que por último un día, todo otro hombre de
la Tierra debería también alcanzar.
136
No creas en tales insensatas palabras.
De no ser así, podrías llegar a convertirte demasiado
fácilmente en víctima de una ilusión y entonces, de ser un
pretendido “futuro maestro”, serías un pobre y engañado
esclavo de su vanidad.

No a todo hombre terreno le es impuesta la carga que


sólo los menos deben llevar, aquellos que apenas después
de su caída desde la alta luminosidad, llenos de compasión
por los acompañantes caídos, se han ofrecido a ser ayu-
dantes de los altos conductores espirituales como “puentes”
y al mismo tiempo constructores de puentes, al servicio del
Amor Eterno...
Solo aquel puede aprobar el examen de “Maestro” que
aquí ya lo era en lo espiritual y mucho antes de su encar-
nación en el cuerpo animal terreno, Maestro constructor de
puentes...
Sabiéndolo entonces, será “puente” y Maestro con-
structor de puentes como hombre de la tierra, recién el día
que se le permita aproximarse a la luminosa Comunidad
de sus hermanos espirituales, que al igual que ellos,
también aquí en lo terrenal haya aprobado su “examen de
Maestro”.
Entonces, el “Hijo” del alto “Padre” espiritual, será
para sus admitidos “Hermanos” espirituales, como un
Iluminado de la Luz primordial...

Pero cualquier hombre terreno, no importa quien sea,


puede ser “iluminado” en la Luz espiritual, en la eterna

137
libertad, aun cuando recepcione la Luz como un planeta
que gira alrededor de un sol.
En el reino de la Luz nadie “envidia” al otro su campo
de acción, ya que el único y eterno “Maestro”, le confió a
él toda maestría...
Todo aquel que acceda a esa región es un perfeccionado,
liberado en sí mismo, y cualquiera sabe, que el perfec-
cionamiento sólo le fue accesible de acuerdo a su propia
forma.
Sólo es consecuencia de tu evidente desconocimiento
terrenal, cuando haces esfuerzos en alcanzar una forma de
perfeccionamiento espiritual, que no es la requerida por tu
propia individualidad...
¿De que podría serte útil a ti, alcanzar un cierto arte de
perfeccionamiento que está reservado a un otro?
Aun cuando encontrases la forma más elevada de
perfeccionamiento, a la que un hombre terrenal pudiera
acceder y no fuese la tuya, habrías hecho esfuerzos inútiles
por perfeccionarte...
Unicamente como perfeccionado en aquello, que sólo a
ti te es dado, únicamente como perfeccionado por ti mismo,
lograrás un día alcanzar aquella eterna Luz, por la cual
estarás eternamente iluminado...

138
SOBRE LA VIDA ETERNA
Aquí quiero hablar de la “Luz” viviente: de la eterna e
inmortal “Vida”, que fluye a través de toda existencia
humana.
Quiero mostrarles la luz de los corazones, que vive en
ustedes y puede iluminarles.
Todos los que han querido alcanzar el sentido de la vida,
han transitado como “buscadores” por el camino del error
demasiado tiempo.
Ustedes deben ser “encontradores”, si confían en la
palabra de un Encontrador.
Ustedes son reyes, que no conocen su reino.
En si mismos está este “reino”, que vuestro ojo inútil-
mente trata de divisar, en tanto lo busque afuera.

Preguntan sin tener respuesta, y sin embargo siempre


vuelven a preguntar de nuevo: “¿Dónde está la Tierra, que
nos fuera prometida?”
¿Es para nosotros el fin, una vez que aquí se llegue al
fin, o nuestra propia existencia puede continuar viviendo
después de ese final?
Miren: antes de ustedes, otros por cierto ya lo habían
preguntado; está en ustedes, en vuestro “reino” interno y
solo allí podrán darse respuesta, si ustedes no se hubiesen
vuelto sordos por el ruido del mundo externo.
Vuestra propia Alma es el “Reino del Espíritu”, que
eternamente vivirá con y en ustedes.
En ustedes mismos abarcan toda la infinitud...
139
En ustedes mismos vive, lo que fue, lo que es, y lo que
será...
“Omnipresente” es vuestra existencia, si bien aún están
aprisionados “al existir” y únicamente al presente, desde
donde cuidan no tener que enfrentar jamás al porvenir.
Aún creen que el reino de la paz se encuentra en una
lejana tierra distante como las estrellas, si bien él vive en
ustedes, y ustedes en él...

Todo aquel, que alcanza en sí mismo ese reino, será por


la eternidad “rey” de ese reino.
Así como en vuestra eterna vida espiritual, se encon-
trarán ustedes con todo ser humano, del mismo modo, se
han de encontrar en ustedes mismos con todos los que han
alcanzado este reino en sí mismos.
Hay un único reino del Espíritu, pero cada uno de los
innumerables que lo ha encontrado en sí mismo, “per-
tenece” a este reino como amplio poseedor, y cada uno es
un “rey” sin impedimentos, y su reino es la “eternidad”,
no diferente a como sí él, de entre todos los innumerables,
solo fuese “rey” del reino, que cada uno posee sólo como
“el reino” de su Alma...
No podrán alcanzar el reino del Espíritu, sino sólo en sí
mismos.
Solamente es dentro de ustedes para ustedes alcanzable.
Si pretenden buscarlo “afuera”, entonces quedarán a
merced del engaño, ya que todo lo que se pueda llegar a
encontrar fuera del eterno mundo del “Yo” interno, es sólo
una efímera “imagen”: una momentánea experiencia, igual
a esta vida terrenal limitada por la muerte,...
140
Allí, donde el Alma se encuentra en si misma, en el
“Yo”, unificada y conducida por él, allí entonces se
encuentra el eterno “reino”.
Allí no habrá mas engaño.
Solamente allí es la “eternidad” poseída.
¡Sólo vuestro “Yo” es el ilimitado poseedor de este
“reino”!

Incontables en número son los “reyes” de este reino, y


todo aquél que ha sido “rey del reino”, está en sí mismo
mancomunado con los demás que aquí, legítimamente,
portan su corona, en el Uno, dominador del todo...
No agrupados, sino juntos, uno en el otro conviven
todos los que aquí viven eternamente.
Así como dicen en la Tierra del hombre; él “vive” su
vida, cuando bien o mal la disfruta activamente, así tam-
bién es aquí todo “vivir” un “hacer”, y “vida” no es solo
una descripción de un estado de la existencia.
Aquí esta la “Vida”; la “Luz”, de donde irradia el
Espíritu, desde donde el “vive”.
Ustedes mismos están “entrelazados” con el eterno
mundo del Espíritu, y a través vuestro, sin tener conciencia
de ello, fluye toda “vida” eterna y espiritual.
Empero, aun se sienten a sí mismos en vuestro “Yo”,
como si se percibiesen como el espejo de un “reflejo del
cerebro”, como una desconectada “existencia única”.
“Lo viviente” ciertamente está siempre unificado con
todo la vida,

141
No existe sobre la Tierra nada, y nada en todo el
Universo, y nada en el Espíritu que tuviese “vida”, o que
fuese apto para la “vida”, solo para sí mismo.
Una sola “existencia única” es realmente en última
reducción, toda existencia.
Aun cuando ella no esté capacitada para reconocerlo.
La “redención” solo puede alcanzarla una existencia
única, cuando ella se experimenta en toda existencia,
redimida de toda otra “existencia única”.
La “redención” será en ustedes solamente una vez que
aprendan a percibir en vuestro “Yo”, en él “Yo”, que
eternamente permanecerá intacto, que todo “yo” se da sólo
en este vuestro “Yo”, que se da a sí mismo eternamente, a
sí mismo unificado.
En ustedes, en el “Yo” de la eternidad, todo es “Vida”, y
solamente en esta vida encontrarán la verdadera “Eter-
nidad”, lo eterno viviente.
Hace ya mucho tiempo que la habrían encontrado, si
obstinados y trastornados no la hubiesen buscado siempre
allí, sólo donde ella de ningún modo es de encontrar.
Inútilmente buscan penetrar en el invisible reino de este
mundo externo.
Antes aun podría uno de aquellos que vive en lo eterno
“aparecer” visiblemente ante ustedes a plena luz del día,
que pudiese salirles al encuentro en el invisible físico...
Deben saber cómo sumergirse en aquello que en ustedes
mismos es “eterno”, si quieren conscientemente unificarse
con aquellos que ya se encuentran en la vida eterna.

142
EN EL ORIENTE HABITA LA LUZ
Sólo pocos hombre del “Oeste” vislumbran la verdad,
cuando escuchan hablar de los “Sabios hombres del Orien-
te”, sobre los cuales cuentan antiguas tradiciones de los
ocultos círculos de los dignos buscadores de la verdad, y
entre aquellos que aquí oscuramente vislumbran de que se
trata, son nuevamente demasiados pocos los que pueden
substraerse a las erróneas imaginaciones, apenas buscan
dar a su presentimiento una forma plástica.
En Oriente, en el corazón de Asia, el filo del cuchillo del
pensamiento fue aguzado al máximo.
Empero también aquí han estado desde hace milenios los
Grandes, que por encima de todo pensar, encontraron el
claro camino hacia la verdad, la verdad que no es otra cosa
que la absoluta Realidad y que no tiene nada que ver con
imágenes de reconocimiento del pensar, ya que por medio
de las cuales, se tiende a creer en lo que comúnmente se
denomina “la verdad”.
Bajo una elevada conducción, aquellos primeros “Her-
manos sobre la Tierra” encontraron el Camino y la meta...
Desde entonces ellos y sus sucesores instruyen a los
buscadores, que para ello deben encontrarse “maduros”,
en Espíritu a través del Espíritu.
Ellos han levantado alrededor de su Hermandad, “el
sagrado muro protector del silencio”, y sólo encuentra
“entrada” hacia ellos, aquel al que se le reconoce como
“maduro” en Espíritu, aquel será un reconocedor en
Espíritu.
143
Ellos saben que sus dones son sólo de utilidad para
aquellos, que se encuentran cerca del fin de sus esfuerzos
por el “camino”.
A todos empero, ellos envían y han enviado en todas las
épocas, desde sus centros, Maestros auxiliadores...
Tanto en el Oeste como en el Este siempre se han encon-
trado tales “Hermanos obradores”.
Por ninguna señal externa son reconocibles los miem-
bros de la elevada Hermandad.
Ellos sólo reconocen a aquél que es parte de ellos.
Su existencia espiritual esta profundamente oculta a los
ojos de los seres humanos.

Ninguno de los aquí mencionados, jamás tratará de


agrupar a su alrededor una comunidad.
Ninguno ha fundado o ha “donado” tales comunidades.
Lo que en el mundo ha surgido como “comunidad” y
aquello que se ha basado en la palabra de los “Hermanos
en la Tierra” e incluso en sus elevados “Padres” en la Luz,
siempre ha sido obra de almas aún inmaduras, que a causa
de un demasiado precoz desarrollo del sentido interno,
estaban capacitadas sólo para percibir algo del círculo más
interno del “Oriente”, al igual que los escuchadores, que
paran la oreja detrás de las puertas, sin que se les fuese
otorgado las fuerzas necesarias para interpretar lo escu-
chado de la manera apropiada.
Solo muy contadas veces uno de los Hermanos se ha
apersonado ante sus semejantes en el engranaje del mundo
externo mediante una declaración en términos categóricos

144
de su condición, y para todo aquél que lo ha hecho, resultó
ser este paso un amargo sacrificio...
Donde tales sacrificios no sean necesariamente im-
prescindibles, deben ser evitados.
De allí el ocultamiento, desde donde los “Sabios hom-
bres del Este” obran hacia afuera.
De allí el silencio, bajo el cual cada miembro de este
círculo se cubre, en tanto su misión no le imponga dar a
conocer su forma espiritual, sea en un eufemismo
simbólico, sea en palabras precisas, la cual en verdad no se
deja fácilmente reconocer...

La elevada Comunidad de los Iluminados, que habla de


la antiquísima tradición de los dignos buscadores de la
Verdad como de los “Sabios hombres del Este”, está ligada
únicamente por medio de leyes espirituales.
Sus miembros no conocen ningún voto de los ascetas, ni
juramento de ninguna “Orden”.
El despliegue de las fuerzas espirituales no depende de
tales cosas.
Empero, lo que sí se requiere por medio de la “ley”, es
que estas fuerzas le obedezcan, y eso es mucho más que el
más duro ascetismo y la más severa experiencia expia-
toria...
Toda vez que se quiere saber que es realmente un “Ini-
ciado” de esta Hermandad, se deberá abandonar muchas
imágenes y si bien éstas se basan en premisas verdaderas,
solo afectan a las más bajas fuerzas en el hombre.
Todo aquel que lo sea, les reconocerá, imperturbable por
vuestras equívocas imágenes.
145
Su “enseñanza” no resonará tampoco en vuestro oído
externo, aun cuando pudiesen llegar a conocerlo “personal-
mente”.
Las transmisiones dadas por un referente espiritual en el
idioma de su país, no representan su “enseñanza”...
Ellos deben ser para ustedes solo una “referencia”, por la
cual a él o lo que es su forma, la reencuentren en ustedes
mismos, en vuestro más profundo interior.
Empero, aun sus palabras externas deben ser sentidas,
no “explicadas”, no mutiladas por el pensamiento.
No obstante, si pudiesen llegar a ser sus “discípulos”,
entonces él les “hablará” en vuestros propios corazones...
Él jamás tratará de obnubilar vuestros sentidos a través
de la exacerbación de un sofocante éxtasis, por el contrario,
les abrirá junto a vuestros sentidos terrenos nuevos y
espirituales sentidos.
En primer lugar, escucharán su “enseñanza”, sin saber si
es amiga y guía de vuestra alma, o si son ustedes mismos,
lo que “habla” en ustedes.
Sin embargo, un certero, nítido y nuevo sentir que
acompaña su “enseñanza” les “hablará” al poco tiempo con
una voz “consagrada” por medio de un inmediato produ-
cido de claridad interna y sin palabras del lenguaje oral.
Ésta, con frecuencia totalmente insospechada e inespe-
rada recepción de una nítida e interna iluminación de cosas
espirituales, que irradiará todo lo que por costumbre nos
trae “claridad” el pensamiento lógico, será siempre para
ustedes una señal segura, que les atestiguará una verdadera
y espiritual “enseñanza”...

146
Una “enseñanza” espiritual no es un “querer conven-
cer”, sino el inmediato esclarecimiento de aquello que
antes se encontraba en la obscuridad.
Un Hombre-Hermano “habla” de tal modo en ustedes
que nunca más deberá enviar al oído del cuerpo la onda
sonora del aire, ya que quiere “enseñando”, alcanzar cora-
zones receptivos y abiertos que confían en él...

Quizá en un principio no puedan llegar a “entender”


todo lo que acontezca en ustedes de este modo, si bien se
puede reconocer algo con absoluta claridad, sin que lo
reconocido en uno, esté en condiciones de ser analizado
por el pensamiento.
En estos casos, permanezcan tranquilos y no “cavilen”
sobre la claridad.
Aprendan a distinguir sobre todo la voz que “habla” en
ustedes, de las falsas “voces” que provienen de vuestra
alterada fantasía.
Permanezcan sobrios y quietos, como si desde hace
mucho tiempo fuese válida la costumbre de observarse a sí
mismos.
La voz de “lo que enseña” al principio de “la con-
ducción” se escucha bien despacio, igual a un suave
pensamiento, a una apenas perceptible sensación.
Empero el Guía en Espíritu no dice “palabra” alguna en
su “idioma” espiritual, de la cual no se desprenda una muy
precisa y diferente “sensación” de certeza, difícil de
describir, pero que con toda seguridad es rápidamente
reconocible, aun por aquel que solo la haya experimentado
una única vez...
147
Ningún “pensamiento” propio, aunque fuese de una
forma muy elevada, podría jamás producir este “sentir”,
que el Espíritu produce, en el cual y a través de él, obra la
enseñanza espiritual...
Cuanto más crezca la seguridad, por la cual aprendan a
distinguir su “voz” de todo lo que no es su naturaleza, tanto
más claro podrá ella “hablar” en ustedes.
Entonces, llegará “la gran hora” en la cual vuestra úl-
tima y silente duda también les habrá de abandonar.

No sean impacientes, si no pueden alcanzar enseguida el


primero de los objetivos.
Ustedes no saben, si ya están lo suficientemente “madu-
ros”, como para recibir con utilidad la “enseñanza”, y aquí
solamente el “instructor” carga con la responsabilidad de
todo lo que da...
A algunos les llega la certeza antes, a otros más tarde,
no obstante ella llega con toda seguridad, una vez que en
silencio confíen en el “instructor” espiritual.
No olviden tampoco, que la verdadera “Sabiduría” es el
conocimiento de la Realidad, y que los Sabios instructores
de la Verdad se sirven solamente de la Realidad, cuando
muestran la Realidad, que por cierto no es lo más complejo
sino lo más simple de la existencia.
Existen fuerzas del pensamiento, que continuamente
tratan de engañar, ya que ellas mismas sólo viven del
engaño...
El instructor espiritual está alejado de sus regiones.
El tampoco les manifestará otras cosas, que no sean las
del Espíritu, las del Alma, las de la Eternidad...
148
Reconocerán a través de él, quien son ustedes, y qué
significa en realidad el hombre “en sí”, dentro del cosmos.
Si confían en aquel que les “instruye” en ustedes,
seguramente se volverán seguros como él mismo lo es.
Él, el seguro, les confiará su propia seguridad.
Nunca empero deberán hacerse preguntas internas, antes
que llegue “la gran hora de la certeza”.
No obstante si así lo hiciesen, de seguro sucumbirían a
aquellas engañosas fuerzas del pensamiento.
Tampoco tengan imágenes sobre la forma y el género de
hombre, en la cual vuestro maestro espiritual ha preferido
para vivir aquí sobre la Tierra; y cuando conozcan un
hombre del cual sepan que es espiritualmente idóneo,
entonces cuídense de creer enseguida, que debería ser en
consecuencia solamente ese, conocido por ustedes refe-
rente espiritual y por ende también entonces vuestro
Maestro espiritual.
No necesitan saber, quien del círculo de los Iluminados
de la Luz primordial les enseña, y quienes lo saben, no se
los dirá...
Impónganse a vuestra fantasía, para que ésta no los
conduzca en andadores con ojos bien abiertos, a través de
erróneos ensueños.
La vida humana externa del Maestro espiritual es de su
propia incumbencia, y él no desea que se confunda al
Espíritu desde donde obra, con su apariencia terrenal.
El no quiere, que sus “alumnos” tributen veneración a la
“personalidad”, que sólo le correspondería a la fuerza del
Espíritu, desde la cual aquella actúa.

149
El “enseña” solamente la “Sabiduría” a la que llama
“Verdad”, y que verdaderamente se le revela al “alum-
no”...
El la “enseña” solo en Espíritu, a través de la fuerza del
Espíritu.
Por ello, a todo aquel consciente y muy sensitivamente
al mismo tiempo, se le permite aprender que la im-
perfección de la representación de la eterna Realidad se la
evidencia únicamente como obra del hombre terrenal, y
todo Iluminado de la Luz primordial, bien pronto
“incinerará” en el eterno altar, al cual sirve como uno de
los elegidos Sacerdotes, el homenaje que suele profesarse a
su personalidad terrena.

150
FE, TALISMÁN E ÍDOLO
Tan simples como la causa original son los últimos
misterios de la naturaleza.
No separes por medio de la arbitrariedad de tus pensa-
mientos, aquello que nace de una misma raíz, y así
encontrarás por doquier las mismas leyes...
Te han enseñado a construir un segundo mundo, un
mundo sin causa y sin un origen de la causa, y a esta
construcción de lo no existente, desde la nada, tus maestros
llamaron: “fe”.
Aquí no se está refiriendo a ese tipo de “fe”, cuando te
hablo acerca de la Fe.
Nada de esa fe es necesaria para la salvación de tu Alma.
Nosotros sólo queremos abrir tu sensibilidad a una
fuerza eterna, que vive en ti, y que en un permanente
movimiento vivo, continuamente creando, abarca a las
fuerzas de tu voluntad en un conformado accionar.

La Fe es la fuerza conformada en el Espíritu.


La Fe crea la forma, a través de la cual se determina el
obrar de tu voluntad.
La Fe es la forma de obrar de la voluntad.
Tu no puedes realmente querer, sin creer, ya que una no
conformada voluntad es una fuerza dispersa y como tal
será desperdiciada sin efecto alguno.
Empero apenas logres a través de tu Fe darle una forma
sólida a tu voluntad, ésta será entonces una fuerza
poderosa que transformará los eslabones en apariencia
151
firmemente ensamblados de los acontecimientos externos,
de modo tal que igual que la cera, se irán modificando de
acuerdo a tu forma de Fe...
Tu Alma languidece, y en tanto no logres tener Fe, y en
su urgencia, ella misma te seducirá impulsándote hacia lo
supersticioso.
La “vida” de tu Alma es Voluntad, y toda voluntad
pretende adquirir su sólida forma, por la cual pueda llegar
a manifestarse.
Recién entonces cuando percibas que es realmente la
“Fe”, podrás verdaderamente creer...

Tu fe es la maqueta, de acuerdo a la cual se va


conformando el maneable mineral de tu destino.
Tu fe necesita de una libertad absoluta.
Sólo tu mismo eres norma de tu fe.
Como imagen a semejanza tuya, tu Fe forma a tu Dios,
así como él formó a tus Dioses...
Increado es lo divino en su insondable Ser.
Sólo lo formado te será sondable.
Se te revelará en ti, solamente en tu propia forma.
Por ello, tu no puedes mostrar tu Dios a tu hermano, ya
que él no podrá contemplar a tu Dios en la eternidad...
El ve la misma divinidad pero creada de acuerdo a su
propia imagen...
Tu crees aún poder seducir a tu hermano hacia tu Dios,
pero si él se dejase seducir, entonces adorará “una ima-
gen” y quedará distanciado de su Dios.
Infinitamente diverso se releva el Uno, y pobre de
aquellos que quieran disputar por una sola de sus formas.
152
En el mismo instante en que, sin el menor pudor develes
a otro hombre tu imagen interna de tu Dios, tu habrás
perdido a tu Dios.
No creas que entre tantos miles que se congregan
alrededor de uno de los muy loables nombres de Dios, haya
solo dos auténticos creyentes que crean en este mismo
nombre.

La Fe misma puede servirse de cada uno de los nombres


de los dioses o diablos...
La conformada fuerza de la Fe, que determina tu
Voluntad, es el único origen de la causa de todo efecto
“mágico”.
La magia “blanca” y “negra” están fundadas en la
misma fuerza.
Así como la fuerza del mundo te anuncia que el relám-
pago esta al servicio del hombre, apenas él sepa contenerlo
en la forma apropiada, tal cual se deja atraer y retener en
los metales y recipientes, así también la fuerza de la
voluntad, que a través de la fe encuentra su conformación,
se deja contener en la conformación de la materia...
En todos los cultos y en todos los pueblos se encuentra
la fe puesta en objetos “consagrados”, cuyas elevadas
fuerzas serían propias.
Tu te burlas de esta fe y la llamas “superstición”.
Si con ello, sólo trataras de interpretar bien las fábulas,
que se entrelazan alrededor de tales objetos cuales
prolíficos ornamentos, entonces estás en lo cierto, pero
cuídate en despreciar la realidad, que aquí se encuentra
velada.
153
Cada objeto que has “cargado” por medio de la fe,
mediante tu misma bien conformada voluntad, es un
“talismán” y tales efectos de los “talismanes” los has
experimentado frecuentemente, aun cuando nunca hayas
tomado conciencia de cual era el origen de la causa de
dicho efecto y ni en sueños te hubieras imaginado, que tu
mismo te habías rodeado de “talismanes”...
El objeto ciertamente es sólo el portador y el conser-
vador de una fuerza, en sí misma libre, solo que retenida
en él.
Ella misma no lo unifica.
Tu Fe conforma y direcciona tu fuerza volitiva, la
mayoría de las veces sin tu entendimiento, hacia aquellos
“portadores”, que entonces la conservan, hasta que ella se
haya extinguido.
Empero tu nueva Fe, “invita” nuevamente al “talismán”,
aun cuando a éste no lo consideres como tal.
Cada uno de los objetos que utilizas para lograr gracias a
él esto o aquello, no siendo dicho objeto necesariamente
imprescindible para tu quehacer, es un “talismán”, aun
cuando tu, “esclarecido”, te burles de lo “supersticioso” y
oigas de personas que acostumbran hacer uso de los
mismos objetos totalmente conscientes y convencidos
seguros de su permanente efecto.
Tu sólo eres irreflexivo, pero ciertamente aquellos
“saben”.

Similares son los ídolos.

154
El fetiche en la cueva de un salvaje es igual a la elevada
imagen de culto de Atenea.
La imagen del santo en la elevada catedral, es también
igual a la “imagen de misericordia” del antiguo monas-
terio.
Todas ellas son concentradas “portadoras” de fuerzas
volitivas conformadas por muchos seres humanos que a
través de la fe de sus voluntades supieron depositar en la
obra de arte y también en fragmentos de materiales sin
valor, los cuales en verdad solo desvían de aquello que
proviene de un hombre “santo”.
La fe de aquellos que rezan ante esos objetos, es lo que
nuevamente “desata” la allí contenida fuerza.
Por ello, nadie que no crea en ella, puede desatar esa
fuerza, ya que sólo la Fe logra el mayor potencial de tu
caudal volitivo que aquella acumulara, y obliga a las bien
conformadas fuerzas volitivas mediante la fe a confluir
unificadas en tu voluntad y a actuar de acuerdo a tu
interés.

Nosotros no queremos por cierto seducirte a utilizar los


“talismanes” de todos los cultos.
Nosotros no queremos tampoco aconsejarte que debes
comprobar en ti mismo la elevada fuerza de los dioses o las
“imágenes de misericordia”, a pesar de que tu libremente
debes haberlas sustentado por medio de tu degradación;
sino queremos saber si verdaderamente quieres conocer la
ley, por la cual ellas agradecen toda veneración.

155
Sólo debes reconocer estas “leyes”, y lo que ellas te
ofrecen en posibilidades y también aprender a que estén al
servicio de tu vida.
Tu no te encuentras siempre con las mismas fuerzas de
voluntad, empero si tú en los momentos de fortalecimiento
logras ser el conservador de tus fuerzas, entonces en el
momento del debilitamiento, experimentarás en ti mismo
un verdadero “milagro”...
Cada uno de esos objetos, al que tan afecto eres a
utilizar, que día a día te rodean, pueden resultarte porta-
dores y fortalecedores de tus fuerzas volitivas y en aquellas
horas en que no te encuentres en tu punto mas alto, podrás
entonces “desatar” las fuerzas que te sean necesarias en
esas horas, desde el auto-creado portador...
Sobre todo son apropiados como portadores los objetos
de elevada belleza.
Aquello que agradece su propia existencia a una elevada
fuerza formativa, se conservará en ti como lo mejor la
propia formada fuerza.
Rodéate de tales objetos, que a diario durante las horas
apropiadas sueles cargar y recargar con todo tipo de con-
formadas fuerzas volitivas, a fin de que te sean necesarias
a la hora de tu debilitamiento.
Porta tales objetos siempre contigo y también llévalos a
donde te dirijas.
Ten Fe en que puedes transferir lo mejor de tu fuerza a
esos objetos, y que apenas la necesites puedas obtenerla de
ellos nuevamente.
Verdaderamente, tal Fe no es “superstición”.

156
Tu aún no sospechas, que “reales” son tus fuerzas
volitivas, y que poder tendrás en tus manos una vez que
aprendas a “conformar” tu voluntad a través de tu Fe.
Empero, no destruyas tu fe por medio de vanas re-
flexiones; semejante a los propensos al “esclarecimiento
sicológico”.
Si alguien suele hablarte aquí de una “autosugestión”, no
te dejes engañar.
Mediante tales palabras, nada es “aclarado”.
Allí sólo se introduce una palabra nueva, y el efecto que
descansa en elevadas fuerzas, no puede por cierto ser
captado.
La naturaleza actúa de acuerdo a su forma y ella no
pretende que tu logres “aclarar” su accionar.
Así como nosotros vemos las cosas, lo comprenderás en
estas, mis palabras.
Si nosotros decimos la verdad, sólo la podrás com-
prender, una vez que tu mismo intentes hacer la prueba.

157
LA MAGIA DE LAS PALABRAS
Debes saber, oh Buscador, que para cada una de las
épocas, son necesarias otras fuerzas “mágicas”, y si tú en
estos momentos, no puedes acceder a los mismos milagro-
sos efectos de aquellas fuerzas, no te dejes confundir.
Las que aquí se tienen que “ordenar”, es lo que hay que
ordenar; encausar la “corriente” respectivamente en aque-
llos canales a fin de fructificar el país, allá donde mayor es
la sequedad.
En consecuencia, no debes esperar en estos días, ningún
otro efecto “mágico”, mas que la “magia” de las palabras.

La palabra, concebida en sentido “mágico”, es lo máxi-


mo de la fuerza “mágica”...
Vendrán tiempos, donde solamente por medio de la
fuerza de las palabras, se llevarán a cabo cosas que rozarán
el “milagro”...
Si: un “milagro” obrará en palabras.
Un “milagro”, mucho más maravilloso que todo aquello
que en los viejos tiempos llamaban “milagro”.
Vendrán días, en los cuales se sabrá por medio de la
palabra poner obras en marcha, para cuya realización
hoy en día son necesarias miles de manos y enormes
máquinas...
Bien lejos se encuentran aún los hombres de estos
futuros maridajes.
Aun no se sabe “hablar” la palabra.

158
Sin embargo la palabra ya se agita en estas oscuras
épocas, siendo ésta la vía del hombre para llegar al umbral
de uno de aquellos “iluminados recintos”, y también la que
da esperanza en lo más obscuro de la noche de estos
tiempos...
Mira a tu alrededor y hacia donde tu dirijas la mirada,
observarás también la mágica fuerza de la palabra en su
prohibición y aun en su deformación.
Ello demuestra al hombre, que ciertamente la palabra
está facultada para ser otra cosa que llevar la comprensión
de un cerebro a otro cerebro.
Si tú eres sabio, entonces atenderás a tales señales.

¡Atiende a la palabra!
Se te ha enseñado largamente a despreciar la palabra.
Únicamente debías buscar ahondar el sentido.
Te han acostumbrado más que nada a querer “enten-
der”, y con ello has perdido el poder de sentir las cosas;
empero, tu posees el más valioso don del corazón: tu único,
espiritual y “oculto” “sentido”...
Si quieres volver a recuperar este “oculto” sentido
espiritual, entonces disponte a entender las palabras no
sólo de acuerdo a su “contenido”, sino busca siempre de
sentir las palabras, el sonido de las palabras y su confor-
mación.

Observa, se trata de una ley, y no de la arbitrariedad lo


que permite que las palabras sean fuerzas mágicas, la
mayor fuerza “mágica” en forma de palabras, unidas a los
elementos de las palabras, de modo que hay palabras:
159
palabras en lenguaje humano que pueden hacer mover una
montaña, si sus contenidas fuerzas fuesen liberadas...
Hay palabras, las cuales se presentan a tu “entendimien-
to” como sin fuerza, sin embargo tu no dejas de pronun-
ciarlas sin que ellas “mágicamente” conformen tu Alma, a
pesar que de ningún modo sepas “hablarlas” de aquella
manera, en la que pudieras observar como ellas liberan de
sí mismas todo su poderío...
Podría contarte maravillosas cosas sobre tales palabras,
pero te resultaría imposible poder creerme.
Serás creyente aquí solo a través de la experiencia.
Piensa amigo mío: todo en el Universo tiene su ritmo y
su número.
Toda “magia es fundada en el ritmo y el número”.
Aquel que pueda encontrar ambos, el mismo ya posee la
“llave” que abre esta puerta...
No escribo para él.
Tampoco existe peligro alguno, que uno de ellos pudiese
llegar a ver estas palabras.
Demasiado pocos son los que encontraron la “llave”, y
estos pocos leen en un único y eterno libro, cuyas “pala-
bras”: viven, cuyas “frases”: han sucedido.

Tampoco podré “aclararte” jamás el ritmo y el número


del cosmos.
Sólo pretendo enseñarte el atender a la palabra, por la
cual podrías encontrar en palabras, aquello que en estos
tiempos es imposible poder encontrar en otras formas.

160
Atiende lo suficiente a la palabra, y en breve diferen-
ciarás lo verdadero de lo falso en lo que respecta a las
cosas del Espíritu.
Entonces, toda sabiduría espiritual dará pasos hacia ti
en ritmo de eternidad.
Toda última cosa porta números cósmicos en la cinta
frontal cuando ellos surgen en el ropaje de la palabra.
Allí ellas impiden, que el “sentido” de un libro “sagra-
do”, de un libro, escrito por un “Conocedor” te descubra lo
último suyo, lo más profundo e inaudito; ellas equivocan
en mucho...
Si deseas aclarar el “sentido” aun el más profundo de la
eterna causa, las últimas cosas y su más recóndito secreto,
deberás “sentirlo” del tipo, forma, sonido y acepción de la
palabra...
No creas que alguna vez, alguno de los que dominara el
“ritmo y el número” fuera indiferente al modo de disponer
la palabra en palabras.
Los poetas sólo aspiran a la belleza, los profetas le dan a
las palabras un sonido eterno.
Al “profeta” se le reconoce también cuando es poeta, y
en el poeta, “el profeta” no puede permanecer oculto, así
esté escondido detrás de las palabras poéticas.

Si tu quieres aprender a sentir las palabras, entonces


cada palabra en tu idioma puede serte una enseñanza...
Empero, no busques el “significado” si quieres transitar
por este camino.
El “significado” no se deja ocultar por mucho tiempo, si,
él se te quiere mostrar.
161
¡”Escucha” en ti las palabras, de las cuales tu quieres
aprender!
Bien pronto las habrás de “escuchar”, como si las habla-
se un otro, y esto debe ser para ti la primera señal que te
indica que te encuentras por el certero camino de aprender
a percibir en ti el hablar mismo de las palabras, ya que la
palabra tiene realmente el poder de hablar por sí misma...
También la palabra de la eternidad “aclara” por si
misma, una vez que aprendas a “escuchar” en ti.
Y aun cuando tu entendimiento pueda “entender” con
agudeza, nunca debes confundirlo con el hablar de la
palabra.
Debes permitir que la palabra de la eternidad sea
viviente en ti, así lo demuestra su sabiduría última...
Sin embargo, no creas estar practicando un juego, sobre
el cual uno se alegra el primer día, mas luego aburrido lo
abandona.
Quieres que te sea realmente útil la enseñanza, entonces
debes practicarla cada día con perseverancia, hasta que
llegue el día en el cual la palabra, en un profundo mirar, se
experimente en ti por sí misma…
Recién entonces sabrás por experiencia, lo que la
palabra tiene que decir.
Entonces se te abrirán muchas puertas, ante las cuales
ahora sin tener acceso sueles estar preguntando.
Entonces “comprenderás” cierto libro que aun hoy ocul-
ta sus oscuros enigmas.
No te estoy diciendo demasiado...
¡Ve hacia la obra con determinación!
Este momento es el más apropiado para esta obra.
162
Tu puedes lograr mucho si quieres atreverte un poco y
sin hacer preguntas.
Empero no olvides: tu no estás practicando ningún
juego ocioso.
Sólo tu continua perseverancia te conducirá a la
victoria.

163
UN LLAMADO DESDE HIMAVAT
Una ansiedad recorre el mundo, un nostálgico anhelo, y
cada una de las almas, que aun no se ha endurecido total-
mente y su germen tiene todavía posibilidad de desarrollo,
se siente conmocionada.
En las cálidas correntadas de sangre humana se introdujo
aquel soñoliento escepticismo, que antiguamente parecía
corresponder al “buen tono”.
Nuevamente se “puede” creer en cosas que no son
comprobables a través de “experimentos”, y ya no habrá
mas burlas, cuando se entre en razón, que lo invisible nos
circunda y actúa sobre nosotros, aun cuando no lo
hayamos descifrado...
El “milagro” quiere ser nuevamente realidad, y el reino
de la fe amplía sus fronteras.
Seres humanos similar a petrificaciones anímicas, que
permanecieron inmóviles frente a todo lo espiritual, se
convirtieron bajo el amenazador retumbar del martilleo de
furiosos y deformes demonios en verdaderos “vivientes”, y
la masa de apáticos dormidos ya se ha vuelto inquieta.
Ustedes deben creer estar cada nuevo día más cerca de
vuestro anímico despertar...
Los despiertos ciertamente les responderán a aquellos
que los han mantenido dormidos por tanto tiempo, y les
darán la espalda con desprecio a aquellos “guías”, que
quisieron trazar beatos “límites” a sus preguntas, ya que
habían fracasado en su propia capacidad de respuesta.

164
La Humanidad se encuentra preparada, para reconocerse
por fin como parte de la Tierra...
Ella ya no suele soñar con el Olimpo de los Dioses, y se
acerca el nuevo día, en el cual ciertamente percibirá en si
misma, por primera vez, el sentido de la palabra, que una
vez un Dios hombre le dijo:
“El Reino de los Cielos ya se está acercando”
Aquellos, que se llamaron “servidores” del Ungido, se
complacieron en levantar una muralla, tal como expli-
caban: “para protección” de aquellos que, de acuerdo a la
palabra del elevado Maestro, llevan en sí mismos el Reino
de los Cielos...
Hombres que nunca alcanzaron en si mismos el aquí tan
claro “reino” prometido, por causa de un supuesto poder
mágico, cuya fuerza ilusoria debió ser sancionada por la
propia conciencia, se lanzaron a dominar las almas de sus
prójimos...
Ellos les obstruyeron la puerta del cielo, así como en
ellos mismos estaba amurallada, logrando desviar hacia
otro lado todo, lo que con aplicación direccionaba hacia la
Realidad, de modo que sólo quedaron símbolos y fórmulas,
los cuales aun permiten soñar con el Reino de los Cielos,
ya que sabían demasiado bien, que el de ellos no era
necesario para encontrar el “Reino”.
Insensatos son los que esperan que la muralla del
encarcelamiento anímico pudiera alguna vez ceder al em-
bate de las almas.
Demasiado firme es esta muralla conformada con la
argamasa de humanas búsquedas de poder.

165
Demasiados son los que querrían sentir en todo mo-
mento la muralla alrededor de ellos, como si ella jamás
pudiera llegar a retenerlos.
Demasiado tiempo acostumbrados a la esclavitud, pere-
cerían encontrándose libres.
Bien es cierto que a lo largo de milenios han cambiado
las fórmulas y los símbolos que fueron erigidos delante de
la muralla, por los cuales aquellos que viven cercados por
ella, no puedan tomar conciencia como prisioneros; en
tanto la muralla misma perdurará, mientras se cuente
sobre la Tierra con la avidez de poder en el hombre por
sobre el miedo anímico del prójimo, y contra ese bastión
firmemente montado sobre amenazas y promesas, se
estrella todo aquel que antes de tiempo quiera derribarlo
desde adentro o desde afuera...

Empero existe una posibilidad de escapar a su rígida


presión sin derribar la muralla...
A aquellos que están cerca del despertar les crecerán
alas, y se elevarán por encima del círculo de poder, que tan
gustoso les habrían retenido durmiendo y soñando...
¡Nosotros vemos cercano el tiempo del despertar!
En nosotros está el guiar el vuelo del que se eleva hacia
la libertad, hasta que alcance las resplandecientes alturas
del “Himavat”, cubiertas de nieve bajo el brillante sol, de
la Gran Cordillera.
Por cierto será necesaria mucha ayuda, ya que vendrá un
gran despertar.

166
Nosotros no queremos que ninguno de los que se elevan,
se pierda en las alturas y finalmente caiga muerto por
agotamiento en un desierto...
Empero, nosotros mismos sólo podemos guiar el gran
vuelo de todo el conjunto de los liberados, y aquellos que
nos quieran ayudar, deben buscar a los desorientados que,
deslumbrados por ilusorios objetivos pierden constante-
mente de vista la dirección del vuelo.
¡A todos los que desinteresadamente quieren ayudar, se
formula el llamado!
Quien en su corazón quiere comprometerse con nosotros
a conducir de regreso a los equivocados, puede y debe ser
nuestro ayudante.
Es necesario por cierto una sabia y afectuosa ayuda, y
no nos puede servir de ayudante, aquel que fuerce con su
ayuda a los equivocados.
Ayudar en sentido correcto es: adelantarse al equivo-
cado en su vuelo, de modo que él, sin necesidad de con-
vencimientos, encuentre nuevamente su verdadero camino
a través del propio entendimiento.
Vuestra ayuda debe ser poco “vista”, pero cada uno de
ustedes paga la devolución de una deuda de siglos, si
únicamente una sola Alma gracias a esa ayuda, sea guiada
hasta la meta.
Empero, lejos de todos nosotros deben permanecer los
que enfáticamente ofrecen su ayuda para luego jactarse a sí
mismos de estar en dignidad y jerarquía por sobre encima
de los demás.
¡Lejos de nosotros queremos también que permanezca
todo presuntuoso inoportuno!
167
Quien aquí quiera ser ayudante, debe estar libre de toda
arrogancia.
El debe ofrecer su ayuda allí donde sea necesaria, sin
hablar de la prestación de su auxilio...
¡Nosotros no queremos conocer su nombre ni saber de
su ayuda!
Sólo en el reino del Espíritu deberá ser valorado el acto
provisto de ayuda y sólo debe “reconocerse” al ayudante
espiritualmente.

168
EUCARISTÍA
Una y mil veces
Se da el Uno,
El eterno Dador,
Y aun permanece siempre
Poseedor de sí mismo.

El no es divisible,
El eterno Uno

Cuando Él se quiere dar,


Se da totalmente.
Tan frecuente como
Él mismo suele darse,
Tan frecuente se da
Él mismo completamente
Y aún permanece
Poseedor de sí mismo;
Ya que no sólo una vez
Se posee el Uno,
El eterno Dador,
A sí mismo.
Infinitamente Uno
Se posee a sí mismo
Infinitamente diverso.

Así como Él es unidad


Siempre en sí mismo,
169
Infinitamente diverso
Y aún siempre Uno,
Así somos nosotros “Iluminados”
En su “Luz”
Todo unificado:
Como pluralidad sólo Uno.

Gran Dador,
El origen de la Luz,
Tu mismo eres “Luz”.
Tu no conoces “pecado”
Excepto uno:
Desatenderse de tu voluntad
Que quiere dar en todo momento.

Tu sólo quieres
Manos abiertas;
Corazones abiertos,
Dispuestas a recibir;
Manos,
Que alegremente recepten;
Corazones,
Que reciben tu don
en buena voluntad.

Tu le das al uno
Y le das al otro
Infinitas riquezas,
Y a ninguno le falta
el regalo del otro.
170
Él que te ha reconocido
A ti, gran Dador,
no sabe nada de envidias.
Mas que la que pueda soportar,
Que la que tu le das,
Y jamás tendrá fin
Tu eterna riqueza.
Quien nunca tiene suficiente
De tus regalos
Aquel te es el más preciado
A él tu le regalas
A ti mismo.

Si, tu puedes regalar,


Regalas a todos,
Y jamás
Serás más pobre
Para aquel
Que tu regalo
Requiera.

Eterno
Gran Dador.

171
EPÍLOGO
Hace ya nueve años apareció impreso por primera vez
“El libro del Dios viviente”.
Y desde entonces ha ido ganando innumerables amigos
en todo el mundo, que fueron agradecidos alumnos de su
enseñanza.
Aquí se presenta entonces la nueva edición, resultado de
un nuevo escrito.
El contenido de la primera edición permanece inalte-
rable.
Para muchos ha sido preferible la nueva forma de pre-
sentación, ya que paulatinamente mostró que ésta o aquella
palabra de la primera edición admitía un significado que
estaba muy alejado del mismo.
También mostró ser con el tiempo un esbozo demasiado
conciso, de modo tal que la subsiguiente ampliación de lo
presentado aparece como mas apropiada, y por último,
cada palabra fue sometida a un renovado examen, a fin de
descartar toda posibilidad que pudiese conducir a un
equivocado entendimiento.
La resonancia interna de todo el conjunto exigía por
lejos un cambio en la disposición de los capítulos y un
reordenamiento de la frase que fuera impresionable al ojo,
ya que en todos mis escritos “hablo” espiritualmente al
lector, y en consecuencia él debe reflexionar sobre la
provisoria topográfica, de modo que el sonido de la
conversación pueda despertarlo internamente.

172
Mi agradecimiento a todos los que me señalaron lo que
era todavía necesario hacer respecto de la explicación, ya
que una frase se percibe en forma diferente cuando se sabe
por propia experiencia lo que ella quiere enunciar, como si
lo comunicado reviviéndolo es imaginado en un alma, que
aun carece de la experiencia.
Empero, aquellos que creen que deben recurrir a su
sagacidad para descubrir en mis palabras ciertas “contra-
dicciones”, deben mejor pensar que ciertamente a mi tam-
poco se me habría escapado aquello que les pareció un tan
importante hallazgo.
Provechoso debería ser para ellos saber que lo percibido
como “contradictorio” se resuelve por si mismo, una vez
que consideren que yo debía haber tenido realmente mis
motivos, cuando deslicé cada tanto palabras, de las cuales
se pueden irreflexivamente construir aparentes contra-
dicciones, hasta tanto no se conciba lo que debe ser conce-
bido...

Entonces quedaría explícitamente expresado, que de


aquí en mas querría que el nuevo escrito presentado, se
anteponga a la primera edición de este libro, ya que esta
nueva versión respecto de la anterior, es comparable en
cierto modo a una, en todas sus partes construida catedral
con el cuerpo del edificio al que aun le falta las decoradas
ventanas y las estatuas de los altares...
Así entonces, “El libro del Dios Viviente” en su forma
perfeccionada y en su ropaje nuevo tiene una mayor ampli-
tud que ofrecer, aun para todos aquellos que desde hace
tiempo conocen su primera versión.
173
Aquí es dado a conocer un libro que realmente el mundo
en estos días necesita, así lo atestiguan miles de personas
con agradecimiento que a través de su contenido han en-
contrado Fuerza y Ayuda...
Bendición, Luz y Conocimiento les traerá a todos los que
sin prejuicios sepan leerlo y tengan la voluntad de en si
mismos querer recibirlo.
A fines de otoño de 1927
Bô Yin Râ

Fin

174
CONTENIDO
Prefacio
“El refugio de Dios entre los hombres”
La “Logia Blanca”
Experiencia suprasensorial
El camino
En Soph
Sobre la búsqueda de Dios
Sobre acción y obra
Sobre la santidad y el pecado
El “oculto” mundo
El templo escondido
Karma
Guerra y paz
La unidad de las religiones
La voluntad hacia la Luz
Las elevadas fuerzas de la comprensión
Sobre la muerte
Sobre el Espíritu
La senda de la perfección
Sobre la vida eterna
En el Oriente habita la Luz
Fe, talismán e ídolo
La magia de las palabras
Un llamado desde Himavat
Eucaristía
Epílogo

175

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