Libro Del Dios Viviente
Libro Del Dios Viviente
Libro Del Dios Viviente
del
Dios Viviente
Bô Yin Râ
Los Editores
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Muy breve comentario del traductor
Eduardo Cicari
Buenos Aires, 26 de Diciembre de 2001
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PREFACIO
¡Que no lea este libro, quien sea devoto y creyente!
¡Que no lea este libro, quien nunca haya dudado de Dios!
5
Sin embargo, al que busca, se le exige una prueba
rigurosa, y nadie podrá entrar al Templo, si antes no ha
superado esa prueba.
Recién entonces, y solamente desde la distancia, se le
podrá mostrar al digno, lo que algún día deberá asir y
comprender...
Aquello que puede ser dicho acerca de los misterios del
Templo, se le dirá!
Si desean ahondar en ellos, entonces deberán prestar
atención y esforzarse por experimentarlo en el interior de sí
mismos.
Sólo se le manifiestan realmente a aquél, que con todas
sus fuerzas logra su comprensión!
Con la “lectura” de mis palabras, poco van a lograr...
Lo que aquí deviene en palabra, debe encontrar corazones
dispuestos: corazones que sepan recibirla y conservarla den-
tro de sí, sino la palabra habrá sido inútil!.
Ninguno, empero, puede sentar juicio alguno sobre lo
válido o no válido de lo percibido, antes de haberse sometido
a la exigente prueba que le es propuesta, si quiere por sí
mismo penetrar en el Templo.
Sólo a aquellos que se encuentran en el interior de este
Templo, les es recién posible conformar el juicio.
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“EL REFUGIO DE DIOS ENTRE LOS
HOMBRES”
Ya en tiempos pasados, llegó desde el sol naciente una
silenciosa nueva hasta Occidente, que expuso ante los ojos,
en forma de imágenes de piadosa fe cristiana, una prodi-
giosa Comunidad de unión espiritual de sapientes realiza-
dores, sin embargo, los hombres occidentales, no supieron
interpretar tal forma que les alcanzaba.
El velo de la leyenda se tejió en torno al “Santo Grial” y
su augusta “Caballería”.
Un saber lleno de consuelo devino en oscuro mito, y que-
dó como una piadosa poesía con un trasfondo de fábula.
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Otros a su vez creen que las enseñanzas religiosas de los
pueblos orientales son idénticas a la Sabiduría de aquellos
silenciosos y ocultos Guías...
Así pues se dicen a sí mismos, no sin razón:
“También entre nosotros ha habido en tiempos remotos
videntes y sabios, también nosotros tenemos nuestros libros
sagrados desde la remota antigüedad”.
“Pues lo divino es igual en todas partes”.
“¿Por qué, entonces, deberíamos nosotros, hijos de Occi-
dente, buscar nuestra salvación solamente en el Oriente?”
Ellos hablan verdad, si sólo se tratara de aquello que todo
corazón piadoso puede aprender a percibir por doquier en sí
mismo, si aquí solo se tratara de aquellas antiguas enseñan-
zas, que todavía en Oriente son parte de las representaciones
de fe; entonces, todo aquél que busca la liberación, la
encontraría por sí mismo y en las sabias enseñanzas que los
videntes y profetas de su pueblo les habían legado.
Pero la Sabiduría y el Obrar de aquellos silenciosos Guías,
muy poco tienen que ver con las enseñanzas de los pueblos
orientales, y los ocultos Auxiliadores espirituales siguen
guiando, y no solo hacia aquellos cielos, que cada época se
creó, como expresión de su devoto anhelo.
Los cuidadores de la antigua herencia de toda la Humani-
dad, son los más poderosos protectores de todo lo espiritual
en el hombre, y al mismo tiempo son los verdaderos amigos
del hombre terreno, llenos de comprensión y consejo.
Desde los tiempos más antiguos, han enviado Hermanos
hacia todos los países de la tierra, a fin de formar centros de
irradiación espiritual, allí donde fuese necesario.
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De todos los pueblos, ellos han elegido, a lo largo de los
tiempos, sus Hijos y Hermanos espirituales, tal como signi-
fica elegir por ley espiritual.
Todos los así elegidos, tendrán una morada en medio del
Asia, como patria espiritual, sin embargo, quienes quisieran
ir, no podrían encontrar la entrada, sin antes ser invitados.
Los pocos que desde los primeros tiempos, viven allí en
conjunción, nunca se muestran visibles en el mundo de las
pasiones externas.
Para ello, encomendaron solamente a aquellos de sus
Hijos y Hermanos espirituales, “la realización” de lo que la
ley espiritual determinara.
Ellos mismos son finalmente, los fieles guardianes de un
tesoro espiritual que el hombre terrenal poseyó una vez,
antes de la caída en el mundo de la materia física.
Ellos crearon aquel poder desde el cual, los realizadores
pueden obrar para el bien de la humanidad terrestre.
¿No es acaso un enorme disparate creer que estos ele-
vados Guías pudieran ser “budistas”, o “brahmanes”, “la-
mas” o aun “faquires”?
Empero tampoco se crea que aquí se tenga algo que ver
con “eruditos” de un algo oculto, llamado “ciencia”.
Que se suponga que sea de esta manera, es erróneo e
indignante.
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Sus “Hijos” en Espíritu al igual que sus “Hermanos”,
también han olvidado hace ya mucho tiempo todo “afán de
saber”.
Todos ellos tampoco quieren, sin duda, convertir al
mundo a las enseñanzas de la mística y filosofía oriental.
A todos ellos les es igual que tu “creas” en la Biblia, en el
Corán, en los Vedas o en las enseñanzas de Buda.
Sin embargo, ellos siempre vuelven a encontrar en todos
estos círculos de fe, hombres, de quienes ellos pretenden ser
sus Auxiliadores y Guías espirituales, aun cuando los pro-
tegidos y aconsejados, frecuentemente no tomen conciencia
alguna ni perciban en sí mismos, los necesarios procedi-
mientos para ello...
Los Iluminados de la Luz primordial no pretenden darte
dogmas de fe, sino construirte los “puentes” que habrán de
unirte a ti, al hombre animal apresado en esta tierra, con el
substancial reino del Espíritu.
Sin embargo, ellos están bien lejos de aquellas enseñanzas
que pretenden impulsar al hombre hacia el éxtasis, para que
entonces, sin dominio de sus sentidos, imagine erróneamente
poder hacer descender y atraer lo divino hacia sí.
Ellos saben ciertamente también, que a través del pensar
jamás podrá reconocerse aquello que es condición previa a
todo pensar y que ya existe por encima de todo pensar.
Ellos sonríen y saben de aquellos que creen ser dioses
ocultos.
Ellos estarán empero, invisiblemente al lado de todo aquél
que quiera recibir en sí mismo a su Dios.
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Ellos son los verdaderos Altos Sacerdotes, que extienden
la copa de la bendición a todo peregrino, que desde el ardor
más profundo de su corazón, reclama a Dios dentro de sí.
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LA “LOGIA BLANCA”
Bajo el nombre de “Logia Blanca” se ha tratado de de-
signar en el lenguaje de uso corriente, al círculo de auxilia-
dores espirituales, por lo tanto esta misma designación la
hemos conservado también aquí, y si bien los así llamados la
suelen admitir, bajo ningún concepto se llaman a sí mismos
de este modo.
Su completo aislamiento del mundo cotidiano es lo que
parece justificar, que el concepto de “Logia”, conocido a
través de la Masonería, fuese trasladado a su pura y espi-
ritual Comunidad.
Se trata aquí de la más singular de las Comunidades sobre
este planeta, no encontrándose entre los hombres ninguna
otra forma comunitaria semejante, ni posibilidad de compa-
ración, así sólo se la represente en sentido figurado.
Los miembros de esta Comunidad, se reúnen unos con
otros en forma corporal y externa únicamente en las más
excepcionales e importantes circunstancias y casi nunca se
comunican mediante escritos.
Sin embargo, están siempre espiritualmente conectados,
en un permanente intercambio de pensamientos, sí, en una
absoluta Comunidad de Almas...
Esta Comunidad no posee leyes externas.
Cada uno de sus miembros es un par del otro y, sin
embargo, cada miembro conoce el lugar que le corresponde,
condicionado por su particular y diverso modo espiritual.
Todos empero, se subordinan voluntariamente, a un mis-
mo “Superior” espiritual.
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Este “Superior” no es ni “elegido” ni es “nombrado” y
sin embargo, jamás uno de los miembros de la Comunidad
estará en duda respecto de quien debiera ser este “Superior”.
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En nuestros días, almas demasiado fervorosas, tuvieron
conocimiento de la existencia de la Comunidad, pero como
su simple y espiritual existencia y obrar no satisfaciera la
vistosa fuerza imaginativa de estos entusiastas, consideraron
como necesario, adornar sus narraciones con los más extra-
vagantes agregados y exaltar a los hermanos “Mayores”
(mayores en cuanto a lo espiritual) de la humanidad como
semidioses, cuanto menos como grandes magos, aduciendo
que todo lo que la ciencia moderna recién trata de descubrir
“ellos lo sabían desde mucho antes”, y que estarían pródi-
gamente dotados de maravillosos poderes, con los cuales
soñaron los mas extravagantes escritores de cuentos de
hadas.
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y para proveer de fuerzas espirituales a sus semejantes, de
los cuales son sus guías, no sus creadores.
21
EXPERIENCIA SUPRASENSORIAL
Toda persona puede en momentos oportunos, cuando
ciertas condiciones suprasensoriales estén dadas, y no exis-
tiendo resistencias demasiado fuertes en el mundo físico,
tener experiencias suprasensoriales.
La mejor predisposición para ello, las tienen las natura-
lezas más simples y los artistas, en tanto se trate de aquellos
que poseen talentos naturales, genuinos creadores, verda-
deros “talentosos de corazón”.
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La “Mística” y el “Arte Real” verdaderos, en el reino de
los espíritus substanciales, de aquellos dignos “Iniciados”,
ciertamente son cosas bien diferentes.
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El matiz local en la forma de hablar, en la que se expresa
un Hermano de los “Iluminados de la Luz primordial”,
depende siempre, en todos los casos de su apreciación
personal determinada por el respeto hacia sus anteriores
maestros, o por sus propias tendencias o por motivos
relacionados con la estructuración formal.
Aun cuando hoy día, el corazón del Asia o la morada
terrenal del templo de las substanciales fuerzas espirituales al
igual que hace milenios se oculte en sí misma, también es
cierto que a ninguno de los Hermanos que consideran a este
centro espiritual en nuestro planeta como su verdadero y
terrenal hogar, le es exigido en sus enunciados, servirse de
los conceptos religiosos y filosóficos del Oriente.
Pero si un miembro de este círculo, como hombre de
Occidente, utiliza no obstante, el modo de expresión de los
pueblos del sol naciente, es por decisión propia, por una
fuerte tendencia hacia la poesía de Oriente, por gusto hacia
ciertas imágenes expresivas que transmiten mejor lo espi-
ritual que el lenguaje utilizado en Occidente; y finalmente
también para que la inolvidable vivencia conserve su
original colorido...
Aun el más altamente desarrollado de los Hermanos
operantes, es un hombre contento de corazón por su humana
naturaleza, de ninguna manera libre de inclinaciones
humanas, ningún asceta entumecido para el mundo, aun
cuando ciertos fanáticos, negadores de todo apego a lo
terrenal, no puedan entenderlo de ninguna manera, ya que
jamás podrán liberarse de la hipnosis, que los ata a sus
creencias-doctrinas obtenidas del mundo inferior...
26
¿Pero, qué hombre de sentimientos afectuosos no se
mostraría inclinado a hablar con gusto de las cosas de sus
amores en aquellas formas, que cierta vez, tiempo atrás,
bondadosos maestros le hablaran de ellas por vez primera?
30
Presuntos “investigadores de los mundos superiores” que
alardean mediante presentaciones “científicas” de los
“resultados de sus investigaciones”, no deben ser recono-
cidos, de ninguna manera, como “iniciados” espirituales.
Tal índole de “investigadores” de lo “oculto”, no son otra
cosa que esclavos engañados por la propia plasticidad de su
fantasía, una fuerza sumamente funesta y peligrosa en el
hombre, que cuando es violentamente incitada a la acción,
deja frecuentemente configurado frente a su pobre víctima
todo lo que antes ella tenia, en forma inconsciente por
modelo, en sus pensamientos, deseos y temores.
De esta forma resultan todas las monstruosas “incursiones
en los planos superiores” y las representaciones de “los
mundos superiores” que a más de un “investigador del espí-
ritu” y “maestro secreto” le ha valido la fama de ser, entre
sus adherentes, un “vidente”, todo lo cual debería ser exami-
nado en detalle, a fin de hacer evidente aquello que
conscientemente ha sido adornado y añadido, y que la más
de las veces, no se deja fácilmente reconocer.
Dado que estas representaciones de “fantasía plástica” son
fácilmente transmisibles por contagio anímico, los adhe-
rentes y discípulos de tales “profetas” y fundadores de
sectas, creen estar a sí mismos espiritualmente convencidos
de la verdad de las revelaciones de su “gran maestro”, tan
pronto a éste le sea posible, en su misteriosa “enseñanza
secreta”, transmitir sus propias producciones a las con-
ciencias de sus discípulos, no mucho más diferente a cual-
quier habilidoso hipnotizador, que hace ver y sentir a su
objeto de experimentación de la forma que él desea que
parezca.
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Un posterior rescate de tales engañados, resulta casi
imposible.
Por esta causa, incontables han devenido en autoen-
gañados de buena fe, incontables han devenido en enga-
ñados sin esperanza.
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puedan encontrar su Camino hacia el Espíritu, su Camino
hacia la Realidad.
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EL CAMINO
Todas las grandes cosas exigen valor y fe.
No puedes “resucitar”, sin antes haber pasado por la
“cruz”.
“La nube luminosa” no podrá acompañarte a través del
mar “seco”, sin que antes hayas creído.
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Habrá muchos falsos “maestros” que se cruzarán por tu
camino, “maestros”, que necesitarían ellos mismos mucho
de una enseñanza, y muchos orgullosos oradores que se
vanagloriarán ante ti de su “saber”.
También te encontrarás con más de un arrogante “santo”,
que se consume en su vanidad y que considera como una
gran cosa, seducir a otros a su “santidad” y por propia
conveniencia a su “dignidad”.
Te asustarán los más extraños “hierofantes”, los cuales
intentan deslumbrar a cuantos se les acercan, por medio de
torcidos, relucientes e inquietantes signos que ellos mismos,
en confuso delirio, han abrochado con falso oro a sus “túni-
cas de mago”...
Si solamente por una vez prescindieses de la precaución,
puedes también caer con demasiada facilidad en más de una
oculta red, y ciertamente aquel que se dejó atrapar, rara vez
escapa nuevamente íntegro de las ataduras de aquella
pajarera...
Sólo la atención permanente puede protegerte del peligro.
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Aquel que tenga ojos para ver y oídos para oír, se protege
a sí mismo de ilusionistas y usurpadores.
¡Fácilmente él los reconocerá!
Empero, los Iluminados de la Luz primordial son más
difíciles de encontrar.
Apenas podrás distinguirlos entre otros hombres bajo esta
vestidura terrenal, y nada singular los delatará, ya que aman
el silencio y aprecian pasar desapercibidos...
¡Cuando ellos están obligados a vivir en el bullicioso
mundo, de tal modo no se diferencian ciertamente en nada de
aquellos otros hombres de bien, que allí realizan su labor
terrenal!
¡Dichoso aquél que confíe en ellos!
39
“El Espíritu que flota sobre las aguas” comprende
infinitos mundos, pero tu no puedes acercarte a él de
ninguna otra forma, mas que en ti mismo.
Recién entonces, cuando él llegue a conformarse en ti,
como tu Dios, de Luz a Luz, podrás dar a conocer su silen-
cioso obrar.
Quienes quieren explorar su infinitud, yerran enorme-
mente...
Creen poder acercarse temerariamente a aquél, al cual
todos los espacios del universo no podrían abarcar, sin
darse cuenta, que se han creado una imagen deformada, que
ahora los domina.
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Cada fuerza individual del Alma va a querer poseer tu
voluntad para sí misma, y ninguna de ellas estará dispuesta a
entregarse a tu voluntad como propiedad de ella…
Comprenderás esto, cuando tengas en claro, que cada una
de las fuerzas de tu Alma, aun cuando las consideres a todas
juntas como “propiedades” estrechamente unidas en ti, es
una entidad autónoma del Alma, dotada de voluntad propia
y del imperioso deseo de manifestarse solamente a sí misma,
así sea a costa de todas las otras fuerzas.
Nunca deberás desalentarte en tu constante, aunque vana
lucha por la supremacía de tu propia voluntad sobre las
muchas otras voluntades en tu Alma, que sólo a sí mismas se
quieren.
¡Jamás debes desconfiar de ti mismo!
¡Jamás debes perder la alegría de tu corazón ni tu
silenciosa serenidad!
Toda tu lucha es sólo una continua prueba de tu paciencia
y de tu ya adquirida fuerza en tu propia voluntad.
Has de saber entonces, que así llegarás con seguridad a
ser finalmente el vencedor.
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Él llamará a sus compañeros en sagrada alegría, y un
grupo de guardianes elegidos custodiará desde ese día las
sagradas aguas.
¡Un milagro se ha producido!
Un hombre terrenal ha realizado un milagro, ya que es
más fácil conducir a un elefante furioso, atado a una cuerda a
través del gentío en una feria, que unificar las muchas
voluntades de las fuerzas del Alma, que conforman “el
alma” de un hombre, bajo la única voluntad de ese hombre.
47
sobre las aguas radiante de Luz, que ciertamente no pro-
vendrá del sol de esta Tierra...
Atiende ¡oh tú buscador!, el día ha llegado en el que tu
Dios se revela en ti mismo como tu Dios, en tu “Yo”!
Él nace en ti y tú “nacerás” en él...
Permanece un misterio, también para el contemplador en
Espíritu, como tales cosas se concretan de un modo espi-
ritual.
51
Siente las palabras de tu elección como si fuesen tus
propias palabras.
Trata de producir en ti el estado espiritual de aquél, que
por primera vez escribió esas palabras.
Busca despertar tu oído interno, en tanto intentas “escu-
char” el sonido de las palabras en lo más profundo de ti.
Una vez que en todas estas formas de comprensión puedas
apuntarte éxitos seguros, entonces sigue adelante, pero,
recién entonces, aun cuando te sea necesario un largo tiem-
po, hasta que te encuentres preparado.
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Quien escribió estas palabras, sabía muy bien lo que
decía, y también tú lo sabrás, cuando hayas llegado a este
punto de tu Camino...
Sin embargo, “el Reino de los Cielos” tolera violencia y
aquellos que emplean la violencia lo arrebatan hacia sí.
Sin el dominio de tu impaciencia, sin la aplicación cons-
tante de tus fuerzas, jamás debes de esperar obtener el éxito.
No creas tampoco, que un furioso deseo de forzar o un
compulsivo esfuerzo pudiese aproximarte a tu objeto.
Así no debe ser entendida aquella palabra.
Constantemente debe abarcarte un estado de serena tran-
quilidad y silenciosa alegría, y toda tu preocupación debe
estar dirigida a alcanzar, con indecible cuidado, aquella
delicada percepción interna de la cual antes te hablé.
Te costará mayor “esfuerzo”, “contenerte” de esta ma-
nera, que la que te podría demandar alguna acción heroica y
de gran repercusión externa...
Si haz considerado cuidadosamente lo que te he dicho y
estás dispuesto a realizar de aquí en adelante lo que se te
exige, puedo darte entonces la seguridad, que tu también
pertenecerás un día a quienes les está reservado conocer
dentro de sí el secreto del “Reino de los Cielos”.
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Es necesaria la abstinencia frente a todo vicio ya que éste
rápidamente impediría y finalmente ahogaría tu elevado
anhelo hacia el Espíritu.
¡Evita todo aquello que pudiera dañarte a ti o a otros!
¡Evita igualmente todo pensamiento de desamor!
¡Ámate a ti mismo! Pues, si no puedes amarte a ti mismo,
poco de bueno le harás a tu “prójimo”, si así lo “amas” como
a ti mismo.
Sigue tu propio camino, pero deja también recorrer a otros
el suyo propio, aun cuando sus metas se encuentren distantes
detrás de ti.
Tú no sabes cuando le llegará la hora al otro, y no tienes
derecho a molestarlo en su sueño antes de su hora...
No podrías en todo caso, “despertarlo” pues nadie escapa
al sueño antes de que le llegue su hora.
Sí, en cambio, su hora está próxima, entonces él mismo te
solicitará enseñanza.
Recién entonces debes dársela.
Recién entonces los Iluminados de la Luz Primordial
estarán con su fuerza a tu lado, y favorecerán eficazmente tu
pedido de ayuda.
Tú no estás llamado a guiar desde el Espíritu hacia el
Espíritu, y los que son llamados a ello, jamás van a obligar a
otros a confiarse a su dirección.
Sigue en silenciosa alegría tu camino hacia ti mismo.
Tu camino hacia ti mismo te conducirá, en el reino de tu
Alma, hacia tu consejero espiritual y él en ti, te orientará
hasta lograr tu más elevado objetivo...
Tu camino hacia ti mismo es tu camino hacia Dios.
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Jamás podrás llegar a Dios, si no lo encuentras, tal cual él
es en ti mismo.
58
EN SÔPH
“En Sôph”, es “lo que es de sí mismo “, es “Espíritu” que
en sí mismo todo lo abarca.
Las fuerzas del universo, son “causas” de muchos “efec-
tos” y esto les induce a ustedes a buscar el origen de una
primera causa.
No obstante, de acuerdo a vuestros sentidos, jamás ha
existido una “causa original”.
“Dios” se crea eternamente del caos de los elementos
del Ser.
Nada es aquí “causa” y nada es “efecto”.
Sólo la libre y consciente voluntad del Espíritu, se crea a
sí mismo, para sí mismo en “Dios”.
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En el Alma del hombre terrenal será entonces la reuni-
ficación de todo los elementos-del-Ser-original nuevamente
realidad, cuando la voluntad humana así lo pretende.
Lo que en tu corazón brama y apremia a la conformación,
lo que continuamente te moviliza y te mantiene inquieto: ese
persistente anhelo de querer alcanzar alguna cosa, se reco-
noce como la consecuencia de aquellas fuerzas del Ser
original, que renovadas y ahora determinadas individual-
mente, quieren reunificarse.
61
Las fuerzas formadoras de todos los soles y mundos, son
formas del Espíritu, elementos-del-Ser-original, que se expe-
rimentan en el tiempo y en el espacio, y así en tiempo y
espacio se cristalizan formas espacio-temporales, solo como
una manifestación temporal y eventualmente condicionada
por el espacio...
Elementos-del-Ser-original son empero, constantemente
lanzados fuera del Ser primordial regresando siempre a él.
Así ha sido desde la eternidad y así seguirá siéndolo
eternamente.
Permanentemente se evidencia el cambiante efecto de los
elementos-del-Ser-original: tan pronto promoviendo la mani-
festación, tan pronto promoviendo la destrucción de la
manifestación.
Empero, ellos mismos “son” de eternidad a eternidad, así
cambien siempre su forma de acción, ellos no serán
“accionados” por nadie...
63
SOBRE LA BÚSQUEDA DE DIOS
Tú aún buscas un Dios en una lejana inmensidad.
Atiende a lo que te digo:
En tanto tu Dios no “nazca” en ti, así como tú en él, no lo
encontrarás en ninguna parte.
Antes de que tu Dios haya “nacido” en ti, harás estre-
mecer en vano todos los espacios infinitos a través de tu más
profundo grito hacia Dios...
65
SOBRE ACCIÓN Y OBRA
Tu debes ser activo y accionar en tu Camino, siempre
donde se encuentren en ti fuerza y talento para accionar y
obrar.
El día llegará en que estés unificado con tu Dios dentro de
ti, toda tu vida será solamente un accionar y un obrar. Sí, tú
mismo serás únicamente acción y obra.
67
SOBRE LA SANTIDAD Y EL PECADO
Aquellos que realmente tuvieron conocimiento de las
postrimerías, siempre despreciaron sonrientes al “santo” en
su vanidosa y falsa humildad, pero también supieron
distinguir entre los vanidosos “dechados de virtud” y los
verdaderos seres de alma grande, quienes a veces se han
proclamado “santo”...
Ellos quieren encontrar hombres orgullosos, que sepan
vivir con la cabeza bien en alto, no pobres mendigos ya-
cientes ante las puertas de la divina magnificencia, no
llorosas almas penitentes.
Quieren encontrar hombres, que sepan transformar la vida
en una obra de arte, no a quienes se doblegan ante la vida
igual que la bestia de carga bajo su peso.
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Ningún “Dios” externo, tal como lo imaginas por encima
de las estrellas podrá jamás liberarte.
Empero: si te ayudas a ti mismo, también tu Dios te
ayudará, tu Dios que en ti mismo querrá un día “nacer”.
Tú mismo te has creado tus fantasmas y solo tú mismo
podrás destruirlos.
Hay mucho para ti que aún sigue siendo válido como
“culpa” y “pecado”, y si bien aquella carga por cierto no
sea digna de atención, hay otras que tomas con tal ligereza
que incluso aplicas allí tu “virtuosidad” a pesar de que te
sean una tentación que conduce hacia la perdición...
Jamás debes buscar la “tentación”, pero tampoco debes
imitar al “santo” y así proscribir a tu ojo, al ver por doquier
únicamente la “tentación”.
71
EL “OCULTO” MUNDO
En las palabras de este libro, se ha hablado hasta aquí, casi
exclusivamente de aquello “invisible” que es tu Alma y que
se despliega en tus fuerzas anímicas, así como también de
aquel elevado mundo del Espíritu, del cual procedes y al
cual deberás volver a encontrar, si quieres llegar a Dios y
encontrar la paz, que el mundo externo no puede darte.
Queda empero, por hablar acerca de otro “invisible”: de
un invisible que te rodea por fuera, igual que todas las cosas
y formas materialmente visibles...
Este “invisible” es una parte muy poco conocida de este
mundo físico-material, y al mismo tiempo la parte incom-
parablemente mayor...
A través de este “invisible” debe deslizarse el Guía
espiritual, como a través de un puente, si desea acceder a ti,
al aún no dispuesto, ya que tú todavía no estás preparado
para percibirlo desde la unidad de tus fuerzas anímicas, así
como más tarde lo habrás de reconocer, en Dios.
Ante todo, él puede alcanzar tu interior solo desde esta
“Invisibilidad externa”.
72
de las distantes estrellas, en tanto que un hombre, que sólo
mira a simple vista, no percibe mas que un punto luminoso...
Su “visión” está ligada a un órgano físico, que en el
hombre contemporáneo sólo muy raramente se encuentra
con tal “capacidad de desarrollo”, como para que él pueda
utilizarlo.
En hombres de tiempos remotos, este órgano estaba con
frecuencia muy fuertemente desarrollado y también en hom-
bres posteriores se irá desarrollando nuevamente, una vez
que ellos mismos logren obtener la seguridad, de que ya no
les será nunca más perjudicial...
La evolución de tales órganos físicos, no indispensables
para la vida cotidiana, se efectúa de acuerdo a la forma del
movimiento ondulante, tan pronto con mayor, tal pronto con
menor intensidad en el interior de la especie en conjunto.
Y así también se fue apagando la capacidad de reconocer
con certeza lo invisible de este mundo físico-material hasta
el último vestigio, para luego reaparecer nuevamente por
doquier en otras épocas.
Se trata de órganos rudimentarios del animal humano de
los tiempos primitivos, que solamente les son beneficiosos a
quienes se encuentran anímicamente preparados con la
facultad que les permite utilizarlos correctamente.
73
Allí donde siempre se encuentra a este “poder de ver” en
el mundo físico-invisible vinculado al mismo tiempo al
anhelo por un conocimiento superior, allí aquel que está
dotado de este modo, no caerá presa del error en esta parte
invisible del mundo terreno, sino que encontrará consejeros
bondadosos y atentos auxiliadores del reino del Espíritu
esencial, que le facilitarán la compresión de aquello que él
percibe.
Si ha llegado a “despertar” completamente, puede asi-
mismo ser posible que obtenga a través de un “despertar”
más elevado, poder sobre fuerzas de este mundo invisible, a
fin de contribuir con el plan del desarrollo de la humanidad
terrena, como desde hace milenios es impulsado por los
Iluminados de la Luz Primordial.
Las más de las veces, se encuentran bien pocos entre los
“conocedores de lo invisible”, que sean “utilizables” para tal
cosa.
Empero es de desear, que todo hombre que de una u otra
manera perciba en sí, sea débil o intensamente, el órgano
para el conocimiento de lo físico-invisible, que lo examine
con sumo cuidado y sobre todo que lo preserve de todo mal
uso...
Tal vez pudiera ser que algún germen, bajo un preciso
cultivo, sea llevado a desarrollarse en forma beneficiosa-
mente activa.
Son necesarios innumerables “trabajadores en la viña” y
la Humanidad de estos días ganaría en mucho, si de ella
pudiesen resurgir nuevamente experimentados Auxiliadores
y Maestros, que supieran marchar también en lo invisible de
este mundo físico por caminos seguros...
74
No es el “experimento” mediante médiums y crepuscu-
lares lo aquí trae aclaración, sino la exclusiva propia expe-
riencia de los orgánicamente capacitados.
Todo respetable afán de investigación científica, con-
cretado a través de los llamados experimentos “metafísicos”,
tal como su designación ya lo revela, parten de falsas pre-
misas, de equivocados prejuicios, invocando únicamente a
las fuerzas parásitas de lo físico invisible.
Estas “fuerzas parásitas”, siendo parte del invisible mundo
físico, son seres, que de acuerdo a las apariencias, se
asemejan bastante a las fuerzas de las que el Alma está
constituida, pero de ninguna manera deberían ser confun-
didas con “las fuerzas del Alma”.
Sería la misma confusión, si se quisiese comparar las
morisquetas de los monos tras los barrotes de su jaula, con el
ingenioso y perfeccionado arte de representación de los
grandes actores humanos sobre el escenario...
76
Estos seres “pueden” muchas cosas, que jamás les sería
posible al hombre sobre la tierra, en tanto actúe sólo con sus
propias fuerzas.
Ellos “ven” tus pensamientos mejor de lo que tú mismo
puedas conocerlos, y pueden hacer aparecer ante tus ojos en
forma visible, tus más ocultas imaginaciones...
Ellos pueden transitoriamente, construir formas y sustan-
cias, tan aprehensibles como cualquier otra cosa terrena,
como cualquier sustancia que te sea conocida, ya que estos
seres son los activos e invisibles tejedores de la conforma-
ción física, que unen toda manifestación a hilos invisibles...
Ellos pueden envolverse en formas humanas de hombres
que desde hace ya mucho tiempo no viven sobre la tierra, ya
que cada forma una vez que “fue” sobre la tierra, es conser-
vada en la esfera de estos seres; un ejemplo aun cuando la
comparación sea inexacta, dicha forma es parecida a la
matriz galvánica, de la cual en todo momento se puede
obtener un nuevo molde.
En realidad esta matriz es una formación invisible y un
hálito tenue: un sistema de laminillas que representa la
réplica matemáticamente exacta de toda las formas internas
y externas que otrora conformaran un cuerpo humano.
Esta conformación, que normalmente se encuentra
retraída sobre sí misma, dentro de un estrecho espacio, es en
cierto modo y bajo determinadas condiciones, “rellenada”
con las fuerzas físicas, que usualmente recibe del cuerpo
terreno del “médium”.
El “médium” debe permanecer, durante el tiempo que
dure tal manifestación, en aquel estado de inconsciencia que
se conoce con el nombre de “trance”.
77
El tiempo de duración de la manifestación del aparente
cuerpo formado, aún en el más favorable de los casos, es
extremadamente corto por la acción del campo del Alma
animal, del inconsciente “médium”, estando esta alma
animal al mismo tiempo retenida en una especie de hipnosis
por aquellos seres invisibles del mundo físico, que se
manifiestan en el generado cuerpo ficticio.
El que un fantasma así, pueda incluso llegar a hablar de la
misma forma que la de su difunto modelo original, no es en
absoluto más asombroso que la capacidad de hablar de un
hombre encarnado en forma normal, ya que por el tiempo de
duración de su existencia, también se encuentran reprodu-
cidos en el cuerpo ficticio todos los órganos en forma física,
exactamente igual a como se encontraban expuestos en su
modelo original, y aún con respecto a cualquier deformación
u otras deficiencias.
No será apenas necesario insistir aquí, y así lo espero, que
esta forma remanente en el físico invisible, no tiene mas
nada que ver con el hombre que otrora lo determinara, igual
a la piel desprendida de la serpiente con el reptil que se ha
desembarazado de ella.
78
No todo lo que aquí se menciona, que puedes encontrar en
el terreno de lo engañoso, sea necesario evaluarlo como
“peligroso”...
Solo lo auténtico de esta especie, encierra un verdadero
peligro.
79
EL TEMPLO ESCONDIDO
Todos aquellos que hayan ingresado o vayan a ingresar en
el Camino de elevación que en este libro he mostrado, se
encuentran de inmediato en su interior en una íntima
relación entre sí, aun cuando en el mundo externo los separe
miles de millas...
Tal “contacto” se efectúa de manera dual: primero a
través de una recíproca atracción de las radiaciones, las que
se determinan a sí mismas a través de centros de voluntad
humanas en forma de “remolinos” de radiaciones, en ciertas
elevadas regiones del invisible físico, donde involuntaria e
inconscientemente son generadas, y allí ponen en contacto a
todo lo similar.
Luego, a través de las directas influencias de las fuerzas
del Alma, que requieren sólo de la misma dirección que les
dan los intencionados anhelos, para que en forma práctica y
de inmediato, independientemente del tiempo y del espacio,
se encuentren conectadas entre sí.
No obstante, es un rasgo humano, querer también en el
reino de los sentidos terrenales externos reconocerse y estar
cerca, apenas uno se siente estar vinculado al otro por una
similar actitud hacia la misma meta.
A muchos les fortalece también el valor y la fe, cuando
en el “Camino” pueden cada tanto, conversar con sus com-
pañeros de viaje...
Y hay también razones de índole más elevada, que hacen
muy deseable una frecuente mancomunidad visiblemente
cercana.
80
El camino hacia la vida espiritual se abrirá, las más de las
veces con mayor facilidad, cuando dos que lo hayan ini-
ciado, se encuentren también unidos en lo externo y así
puedan recorrerlo juntos.
Por eso, todo aquél que haya obtenido la facultad y la
fuerza para la enseñanza de estas cosas, deberá recordar la
palabra del elevado Maestro de Nazaret:
“En donde dos o tres se encuentren reunidos en mi “nom-
bre”, allí estaré yo en medio de ellos”.
Empero, que nunca sean más de “dos o tres” los que cada
vez se reúnan para el mancomunado intercambio de sus
experiencias espirituales, por medio de la palabra del len-
guaje externo.
Por buenas razones se exige este pequeño número.
Por lo tanto, todo grupo mayor relacionado espiritual-
mente, sólo podrá llegar a una acción beneficiosa, cuando
ellos, en lo que respecta al intercambio oral acerca de la
experiencia espiritual, queden entre sí estructurados como
una múltiple “dualidad o trinidad”, y toda “célula”, con-
formada por dos o tres, debe siempre originarse únicamente
por el más nítido sentimiento de afinidad personal, de
manera que, sin un “juramento especial”, quede asegurada
su indestructibilidad desde un principio.
Empero, los buscadores no deberán jamás atarse a una
“congregación”, pues ninguna congregación es posible sin
la imposición de un credo y nada tolera menos el desarrollo
espiritual, que cualquier imposición externa.
Toda “congregación” no constituye mas que el cortejo
fúnebre de su difunto credo.
81
En tanto la Fe sea viviente y actuante, tolera por un
tiempo limitado la corroedora enfermedad de una “congre-
gación creyente”, más luego ella marchita igual a una flor
que se arquea sobre si misma y se derrumba en si misma y
aquellos que pretenden mantenerla viva como “congrega-
ción”, le habrán cavado su propia tumba.
No obstante, será para muchos de enorme utilidad, si
individualmente o en conexión con grupos de la misma
orientación, siempre reunidos en “células” de dos o tres,
logran hablar entre sí de aquellas cosas que experimenten u
observen en su Camino hacia la Luz.
Entonces, de acuerdo a las circunstancias, estos reunidos
en dos o en tres, deberían juntarse en lo posible a la misma
hora a fin de compartir entre sí sus vivencias internas.
Ciertamente no existen en las más hondas profundidades
del Espíritu, razones que pudiesen fundamentar una “prohi-
bición” para que muchas de estas células, de dos o tres
miembros, permanezcan en una unión externa entre sí, en
tanto que tal unión no degenere en la “formación de una
congregación”, con su imposición de credos y sus artículos
de fe.
Sólo entonces la unión externa despedazaría la unión
interna.
83
KARMA
En ambos reinos de este mundo físico: el visible así como
el invisible, todo acto conlleva sus consecuencias tanto
visibles como invisibles.
Cada impulso-voluntad, cada pensamiento y cada palabra,
deben ser valorizados aquí como “acto”...
Tu quedarás encadenado a las consecuencias de tu acto,
hasta que hayas unificado las fuerzas de tu Alma y con ellas
te hayas unificado a tu Dios.
Sólo entonces, podrás anular las consecuencias de tus
actos, en tanto tu quieras anularlas.
85
Esta es la verdad de las leyendas que hablan acerca de un
“paraíso” y de la “caída” del hombre a causa de una “caída
en el pecado”.
86
Todos los seres humanos que habitan en los planetas de
otros sistemas solares “cayeron” cierta vez de la luminosi-
dad, en la misma forma que tú.
Entre tus lejanos materialmente corpóreos compañeros,
los hay mucho más felices y también profundamente más
infelices...
Naturalmente tu no tienes porqué imaginártelos con
formas monstruosas, pues la forma del cuerpo del animal-
humano-terrenal no se ha originado por un acto arbitrario y
únicamente en nuestro pequeño satélite solar, sino que ha
sido determinado a través de leyes objetivas que rigen para
todo el inconmensurable universo físico-material y que en
último término, son de origen espiritual...
90
GUERRA Y PAZ
Quien haya reconocido una vez las fuerzas formadoras de
este mundo fenoménico de la materia física en su tremendo
poder, en la inconcebible simplicidad de su inexorable y
voluntarioso esfuerzo, éste, evita de inmediato la ilusoria
superficialidad, como si el Todo sensorial concebible, sola-
mente manifestase “la armonía del espíritu”, en forma
corporal .
Observa a la avispa que debe poner sus huevos en el
cuerpo viviente de la oruga, a fin de que las pequeñas
avispas puedan llegar a la vida a través de la atormentada
muerte de la oruga, y así estarás curado para todos los
tiempos de tales engañosas creencias.
El mundo de los sentidos es el efecto de la fuerza espiri-
tual primordial en el mundo espiritual.
No obstante, a fin de establecerse como mundo espiritual
en una manifestación espiritual, debe la única y eterna fuerza
primordial reflejarse en sí misma en infinitos y desdoblados
aspectos, y resurgir en cada uno de tales aspectos como un
elemento-del-Ser-primordial, y cada uno de ellos se afirma
de tal manera en él, que cada elemento busque solo el mismo
repercutir de forma tal, que todos los demás elementos-del-
Ser-primordial le sean en cierto modo formas vacías, por
cuanto el mismo solo se reconoce en sí mismo como fuerza
primordial.
Cada aspecto de la fuerza espiritual primordial: cada
“elemento-del-Ser-primordial”, deviene por consiguiente en
la causa que contiene también el germen de su manifestación
91
en la región física de su influencia, para vivir solo para sí
misma y para utilizar toda otra forma de manifestación para
la conservación de su propia existencia
En cada elemento-del-Ser-primordial hay una fuerza
primordial indivisible, que pretende ser la causa primordial
de la más baja o más elevada forma de manifestación en su
efecto.
Así sucede también, que toda fuerza física, toda forma
de manifestación física, busca imponerse como si quisiese
ser únicamente su propia existencia y no querer ninguna
otra.
La diminuta célula solo pretende ser ella misma, aun
cuando cada tanto esté forzada junto a millones de su
especie, a estar al servicio de una forma de voluntad mas
elevada, para la cual su existencia es solo de valor, en tanto
la precise y la consuma para su propio mantenimiento.
93
Tampoco sería entonces la voluntad del Espíritu, que una
vez estuvo configurada en tu Espíritu como tu Dios y que
ahora nuevamente quiere “nacer” en ti, como tu Dios.
94
Tan alto se habían elevado otrora espiritualmente, así tan
hondo se han hundido ahora entre lo más deplorable de los
hombres terrenos.
Pueden llegar a transcurrir siglos, hasta que ellos terminen
finalmente en su aniquilamiento, pero antes buscarán de
arrastrar hacia abajo, hacia sí mismos, a todo lo que puede
alcanzar su odio...
Sólo a causa de la sensación de impotencia, son incitados
estos invisibles autosentenciados a su horripilante odio,.
La Fuerza, es empero, la más noble vencedora del odio...
El poderoso que es consciente de su Fuerza la ama, y ella
paulatinamente también lo hace un amante.
Empero el amor no tolera ningún odio.
Cuanto más despierte la Humanidad en sus agrupaciones
individuales, que se llaman “pueblos” y “naciones”, a la
consciencia de su fuerza espiritual, tanto más desaparecerá el
odio, pues aquel que es consciente de su fuerza, no envidia la
fuerza de ningún otro poderoso, no obstante la envidia es,
con demasiada frecuencia, la infernal incitadora del odio...
Todas las guerras tienen al odio por padre, y quien no
sepa odiar, de nada sirve para la guerra.
Ustedes aún exclaman: “guerra a la guerra”, mas yo les
aconsejo gritar mejor:
“¡Que el odio sea desde hoy despreciado!”
Sólo cuando el odio llegue a ser despreciable, vendrá
también la época que les enseñe a despreciar la guerra.
Recién cuando sea despreciable todo aquél que pretenda
querer decidir ante la razón de los justos, lo que es argu-
mento y contra argumento por medio del asesinato humano
95
masivo, recién entonces podrá el hombre de la Tierra
vanagloriarse con derecho de su “dignidad humana”.
Naturalmente, en las opiniones de los hombres siempre se
producirán divergencias, pues también aquí se encuentra una
voluntad contra otra voluntad y cada voluntad pretende
afirmarse a sí misma.
Mas la voluntad en el espíritu humano está también capa-
citada para reconocerse en la otra voluntad, por lo que el
hombre puede buscar conscientemente la reconciliación, que
protege la paz a través de la disciplina de la voluntad, la que
ya entonces, no se querrá únicamente a sí misma, sino
también a la otra voluntad.
96
Pero cada hombre terreno, que trata de vencer el odio
dentro de sí, emprende con esta tarea, la única guerra
“justa”, la guerra que un día hará imposible la guerra del
asesinato humano.
97
LA UNIDAD DE LAS RELIGIONES
En el núcleo de todas las enseñanzas religiosas del mundo
se encuentra la verdad última, si bien este núcleo frecuente-
mente conlleva singulares envolturas...
Es inútil, vanidoso e insignificante discutir acerca de: en
cual de ellas se puede reconocer la verdad más pura.
Quien sepa separar cuidadosamente todas las envolturas,
encontrará por último, en todas las verdaderas “religiones”,
la gran enseñanza del eterno hombre-espíritu, que otrora
estuvo unido con su Dios y que de Él cayó, en cuanto su
“Yo”, se desprendió de su Dios.
Un “Camino” le es aquí anunciado que lo conducirá de
nuevo hacia lo alto, para finalmente alcanzar nuevamente
a su Dios, en sí mismo, en su propio “Yo”.
No obstante, esta enseñanza es demasiado espiritual y
demasiado simple para que al hombre aturdido en un com-
plejo culto sensorial, pudiese serle fácilmente comprensible,
ya que él mismo fue agregando en torno a esa última y más
profunda verdad y enseñanza de salvación, los más singu-
lares adornos, de modo que a causa de tanta obra de orna-
mentación, que finalmente ya no supo distinguir nunca más
la verdadera enseñanza misma, repleta de importantes y
apropiados frutos.
Empero, él aún presiente que detrás de esta obra orna-
mental y sus ahuecados frutos, otrora fue manifiesta la
verdad, y por ello continua aún adherido, con pertinaz
obstinación a través de lo que él suele llamar “su fe”, a todas
estas formas de ornamentación, por medio de las cuales él
98
encubre por completo la verdad, y por la cuales él se permite
dejarse dominar completamente...
100
En ellos y a través de ellos obran aquellos más elevados
Auxiliadores, a fin de que la Humanidad de esta Tierra no
quede nunca sin auxilio.
No ha existido ninguna época, en la que tales Auxilia-
dores, obrantes hermanos en cuerpo terreno, no hubiesen
estado presente.
En todos los pueblos se les ha podido encontrar.
Quien tenga oídos para oír, percibirá cierta palabra en
todas las épocas, que la “carne y la sangre” no hubiesen
podido manifestar...
Quién quiera llegar a la verdad, que oiga tales palabras.
Ellas le señalarán más de un secreto, y le descubrirán un
cierto velo, que aún oculta el conocimiento de la última
verdad.
101
diquen “amor” y “grandes” palabras resuenen a lo lejos
llenas de énfasis...
Empero, aquello que los Obradores de la Luz tienen para
ofrecerles, les llega ahora, ya que de las “religiones” y de
todo aquello que así le llaman, apenas rescatarían algo para
ustedes mismos y por cierto mucho menos como una “nueva
religión”.
No obstante, es la misma verdad la que está latente en el
más profundo núcleo de las antiguas y genuinas religiones.
Aquí se desprenden sólo las cáscaras a este núcleo y se
les muestra lo que desde hace tiempo no saben como inter-
pretar una “religión”, en imágenes nuevas, más claras e
interpretativamente más adecuadas para la época actual y
para las épocas futuras, de manera que puedan sentir nueva-
mente un profundo respeto ante aquello que todas las
genuinas religiones encierran en sí mismas.
La verdad “desnuda” tampoco podría ser mostrada por
ningún Iluminado de la Luz primordial.
Ella deberá develarse por si misma en el silencio en
ustedes mismos.
Únicamente en ustedes mismos puede verdaderamente
manifestarse el más grande milagro.
Únicamente en el propio “Yo” pueden volver a encontrar
lo que han perdido antes de ésta, vuestra terrena época
actual.
103
LA VOLUNTAD HACIA LA LUZ
Yo sé que a muchos que lean estas palabras, se les revela
en ellas un mundo que les puede parecer demasiado extraño
y que seguramente va a perturbar al suyo propio, a su repre-
sentación del mundo elaborada con ingenuidad o creída con
obstinación como verdadera, de modo tal que van a recha-
zar con enemistad lo que aquí los alcanza “no totalmente por
casualidad”.
Los que enemistosamente deseen enfrentarse a ella, difí-
cilmente podrán impedir a la realidad que permanezca como
tal, como ella es, como siempre ha sido y como tendrá que
serlo.
Que nadie se engañe.
Aquí no habla un iluso que narra sus extasiados sueños.
Aquí no habla un poeta que pretende describir su visión.
Lo que aquí se ofrece es guía segura, y cada palabra está
fundamentada en la más profunda realidad.
Quien hasta ahora no haya podido reconocer esta reali-
dad, puede aprender a reconocerla, porque aquí le es
mostrado el “Camino” que conduce a aquel otro “conoci-
miento”, un conocimiento mucho más predominante que
está incluido en sí mismo.
No obstante, cada uno hará bien en contar desde el
principio, con que las cosas primordiales del acontecer
espiritual transmitidas en este libro desde diferentes ángulos
son realidades mucho “más reales” que todo aquello que el
lenguaje cotidiano usual llama “real”, y que ejercen su
acción permanentemente, aun cuando el hombre de la tierra
104
no sepa aún nada de ello, y aun cuando no quisiera reconocer
su acción.
Ciertamente algunos que ahora oyen hablar aquí de estas
cosas sacarán también conclusiones, que quien aprende a
conocer la “realidad” en sí, se beneficiará a sí mismo, y
entonces no quedarán dudas que lo que él antes llamó su
“representación del mundo” fuera precisamente una imagen
engañosa, aun cuando le haya parecido muy “verdadera”, ya
que confiaba en la apariencia externa, aun cuando creyó que
los reflejos de su pensamiento iluminaban desde su interior
hacia afuera.
107
LAS ELEVADAS FUERZAS DE LA
COMPRENSIÓN
Ustedes creen en vuestro “progreso” y no reparan que, a
lo sumo, dan vueltas en círculo.
Se esfuerzan inquietamente por deshilachar todo, por
astillar todo, por dividir todo, y ciertamente no se puede
desmentir, que de esta manera han adquirido algún conoci-
miento, y así les parece que vuestro verdadero quehacer,
algún día debería conducirlos a la solución de todos los
enigmas de esta naturaleza concebible por los sentidos.
Sin embargo, todo lo dividido seguirá dividiéndose hasta
el infinito, todo lo astillado se dejará seguir astillando hasta
el infinito, y siempre descubrirán nuevamente que aquello
que habían creído haber deshilachado hasta la última fibra,
aún se deja desprender en nuevas fibras...
Y allí queda establecido el límite de vuestra investigación,
solo a causa de la condicionada y terrena incapacidad de
continuar dividiendo, astillando y deshilachando.
La presión por tener que terminar, condiciona los resul-
tados de vuestra investigación.
Sé realmente, lo que la Humanidad le debe a tal modo de
investigación, y está muy lejos de mi parte degradar en algo,
la forma de vuestro pensamiento.
Sólo que también veo el lado oscuro de tal modo de
investigar y que se dejan encandilar por los resultados de
vuestra investigación, a causa de lo cual se alejan más y más
de una otra y por cierto, más importante forma de investi-
gación...
108
A vuestra manera, ciertamente han descubierto cosas
dignas de asombro, e inventado cosas dignas de admiración.
Esto empero, no debería dejarlos inducir en la excesiva
creencia superior de que algún día se puede también llegar a
la comprensión de regiones, que por toda la eternidad son
indescriptibles en todo fraccionamiento mecánico y no
aprehensibles con ningún instrumento.
Cuando las más pequeñas partículas de una forma de
imaginación física llegaron finalmente a ser también apre-
hensibles, así por cierto se conquistó la posibilidad de que la
inteligencia saque sus conclusiones de hechos mecánicos y
de esta manera se pudo por último llegar a encontrar,
descubrir e inventar cosas significativas para nuestra vida
terrena externa.
No obstante, la más primordial esencia de la, así
descifrada, forma de imaginación les ha permanecido tan
ajena como antes.
Valga todo reconocimiento a vuestro trabajo y a los
resultados que puedan hacerles madurar: sólo que, a la “cosa
en sí” no se han acercado, aun cuando reconozcan toda la
materia visible en sus más pequeñas partículas, a estas
partículas y su maravilloso ordenamiento, aún cuando
conozcan toda forma de acción de estas partículas y así
aprendiesen a dirigir sus fuerzas de tal manera que pudiesen
activarlas de acuerdo a vuestra voluntad...
No es bajo el microscopio donde se encuentra “la cosa en
sí”, y jamás un telescopio les revelará lo que “mantiene
unida en sí” a una lejana forma de imaginación cósmica.
113
Bueno para aquél es que sepa despertar a tiempo sus
fuerzas del conocimiento dentro de sí mismo.
El encontrará ya aquí sobre la Tierra, su verdadera vida
y reconocerá ya aquí en lo mortal, su inmortalidad.
Esta es en realidad, la finalidad de toda instrucción
espiritual, pues, ¿de qué serviría hablar aquí de lo espiritual,
que eternamente nos está reservado, si estuviese tan alejado
de la capacidad vivencial del hombre terreno, que no pudiese
aprehenderlo durante su vida terrena?
Solo aquello que aquí en lo terrenal ya nos sea viven-
ciado, nos puede guiar y anunciar una nueva vida, cuando un
día habremos de abandonar a ésta, la terrenal.
114
SOBRE LA MUERTE
Ahora nos encontramos ante el obscuro pórtico a través
del cual los hombres deberán cruzar, una vez que abandonen
definitivamente la tierra.
Mucho te fue prometido y mucho te fue amenazado
acerca de lo que se pueda llegar a encontrar detrás de este
pórtico.
No sé a cual de estas enseñanzas brindaste tu fe.
Todas empero, condicionadas por la experiencia cotidiana,
coinciden en un punto: tu nunca podrás regresar a éste tu
actual cuerpo terreno, una vez que lo hayas abandonado.
115
Las fuerzas que hasta aquí no hayas integrado, deberás
abandonarlas al igual que el cuerpo de esta Tierra, y así
como las desprendidas fuerzas de la forma temporal de este
cuerpo terreno se transforman luego en otras formas de vida,
así también las fuerzas anímicas dejadas atrás por ti,
buscarán para sí otro campo de acción en otro hombre
terreno.
También en ti se encuentran actualmente obrando muchas
fuerzas anímicas, que otrora actuaban en otros hombres
antes de tu tiempo terreno.
Es así que se podría distinguir a los hombres terrenos con
derecho y razón entre: “anímicamente jóvenes” y “anímica-
mente ancianos”, de acuerdo al tiempo de duración obser-
vado respectivamente en las fuerzas anímicas actuantes de
hombres anteriores.
Entre los hombres actuales que viven simultáneamente en
la Tierra y cuentan con la misma cantidad de años desde su
nacimiento terreno, hay muchos con fuerzas anímicas más
“jóvenes” que las que les son propias a la gran mayoría, e
igualmente hay no menos con fuerzas anímicas mucho más
“ancianas”...
A estos casos especiales se los podrá reconocer en la vida
externa en que el hombre en cuestión siente de un modo
sorprendentemente diferente al de la mayoría de sus con-
géneres y contemporáneos, que en cierto modo “cae fuera”
de su época y demuestra, ya sea inclinaciones que hubiesen
correspondido a una época recientemente anterior, o bien
que traten de manifestarse de acuerdo a una muy remota
época cultural, lo que no excluye, que ambas formas durante
el tiempo que le es dado de vida terrena, busquen de
116
expresarse de acuerdo a ese tiempo y sepan transmitirle sus
frecuentemente elevados valores.
119
A los hombres, para quienes he escrito aquí estas
enseñanzas, debe bastarles ahora saber solamente que, por
propia culpa pueden llegar a tener que soportar una segunda
vez, todas las aflicciones de la vida en la prisión animal,
todas las influencias físico-materiales del expuesto cuerpo
animal...
Empero, los espíritus humanos, que, por causa de inexo-
rables leyes físicas, hubieron de perder prematuramente su
organismo de automanifestación terrena, y fueron llevados a
vivirla una segunda vez, y aun cuando esto a consecuencia
de leyes físicas hubiese sido inútil, e incluso de tener que
volverla a adquirir varias veces, siendo también válido de
darse el caso para las dos primeras categorías, comenzarán a
intuir cada uno, todo lo que la vida terrena significa para el
“regreso” del una vez “caído” espíritu humano, y lo per-
cibirán en su corazón llenos de gratitud como el necesario
efecto de amor, que abarca a todo lo espiritual aun cuando
haya caído muy profundamente...
Quiera aquel que lea estas palabras, pueda conservarlas en
sí mismo, y que luego aprenda ininterrumpidamente a
reconocerlas más y más, que a él su existencia terrena le
concede el singular poder de determinar por sí mismo la
continuidad de su destino.
Cómo debe ser debidamente utilizada esta fuerza, está
indicado en este libro.
Que nadie se preocupe por los que han muerto en la
Tierra, y que se “trasladaron” sin haberse debidamente
preparado en su vida terrenal para lograr que su Dios
“naciera” en ellos, a fin de que pudiesen unificarse a sí
120
mismos con su “Yo” a las unificadas fuerzas anímicas en su
Dios.
También a ellos los comprende verdaderamente el Amor
Eterno.
Ellos encuentran en todos los que alguna vez alcanzaron
la unificación con su Dios a sus más fieles aliados, ya que en
el reino del Espíritu sustancial, toda fuerza anímica “se
comunica” entre si, y los que obtuvieron su unificación en
Dios sobre la Tierra, y los que lo obtuvieron en Espíritu,
continúan “direccionando” esa fuerza hacia aquellos, a
quienes su Dios aun no había “nacido” en el “Yo”.
Al mismo tiempo empero, esta ayuda está direccionada
por los nunca caídos, los que en el reino del Espíritu,
conducen de regreso a la Luz primordial a los una vez
caídos espíritus humanos, igual que aquí sobre la Tierra,
siempre que encuentren voluntad por el regreso…
Haz esfuerzos para alcanzar ya aquí sobre la tierra tu más
elevado objetivo, pero no te angusties por aquellos, que aun
no han podido lograrlo.
Tu puedes también ofrecerles a ellos tu ayuda, si haz
pensado en ellos, pleno de un amor viviente.
Todos ellos estarán un día unificados contigo en su Dios…
En ti, unificado con tu Dios, estarás un día consciente-
mente unificado con todos aquellos que puedas abarcar en
tu amor.
121
SOBRE EL ESPÍRITU
Ustedes viven en un mundo, donde lo “espiritual” es
tarea de entendimiento.
Lo que este mundo señala como “Espíritu”, es un
concepto y un pensamiento, o también: la virtuosidad de
establecer mediante chispazos de conciencia, sorprendentes
relaciones con lo distante.
Empero, para el “Espíritu” que ilumina el mundo, cual
substancial Realidad, todo aquello que los hombres de estos
tiempos, denominan “espíritu”, es una simple herramienta de
conocimiento terrenal, demasiado terrenal...
El mundo en el cual ustedes viven, conoce solo la
“herramienta”, y al poseerla, cree poseer también a lo que
“obra”.
Así fue que el “espíritu del mundo” deslumbró los “ojos
de vuestra Alma”.
Aun les resulta bien difícil ofrecerle resistencia, ya que a
partir de ese entonces, él los domina y los conduce a donde
los quiera llevar...
123
a la Realidad de la cual hablo en su indescriptible, elevada
y poderosa simplicidad?
A aquellos quiero dirigirme, ya que sólo a ellos pueden
serles de utilidad mis palabras.
129
LA SENDA DE LA PERFECCIÓN
Elige, oh buscador, ya para tus primeros pasos, la senda
de la verdadera Luz, sino un día te dejarás fácilmente
inducir a transitar la difícil senda de la tornasolada
serpiente, una vez que hayas alcanzado el pie de la “Gran
Montaña”, si bien se puede llegar también hasta ahí, aun-
que con dificultad, por otros sinuosos senderos, en lugar de
la senda que los Iluminados de la Luz primordial han
trazado a través del desierto.
Tu puedes elegir desde un principio esta senda, la de la
verdadera Luz, una vez que de tu enorme y pura voluntad
sepa apartar todo bajo “deseo”.
¿Podrás entonces “elegir”, “la noble senda de la Sabi-
duría”, que te conduzca hacia lo alto, hasta las luminosas
cimas, cuando aún cargado de “deseos” veas ante ti al
final del camino través del desierto, las escarpadas rocas y
jadeante avizores la última meta?
Sabe entonces, que la Luz de la verdad se presenta ante
los ojos de tu Alma como una lejana luminosidad en medio
de la niebla, y que luego la elevada senda hacia esa Luz te
resultará “interminable”.
Al lado, empero, la “senda de la equivocación” conduce
hacia una bien próxima, trémula y brillosa luz.
Esta “luz” por cierto, es la engañosa brillantez de la
“serpiente” cuyo cuerpo cubierto de muchos tornasolados
colores abarca el globo terrestre...
¡Pobre de ti, si quedas a su merced!
130
Ella te atraerá por medio de seductores e ininterrumpidos
espasmos provenientes de los destellos de las escamas de
su cabeza, y cuando tu, deseoso de saber te encuentres lo
suficientemente cerca de su dominio, devendrás presa de su
alimento.
131
Empero, el “desierto” formado de granos de arena, creó
la apariencia externa del conocimiento del cerebro del
hombre terreno.
Por milenios se ha trabajado allí.
En medio de ese “desierto”, elevados maestros, experi-
mentados constructores de caminos, construyeron un sólido
terraplén, sobre el cual se puede transitar con seguridad...
Por los alrededores, en todos los tiempos se encuentran
asentadas las cambiantes dunas de lo externo del conoci-
miento del cerebro: siempre variando en sus líneas, base
incierta para el pie que allí se pose...
Empero la senda sobre el terraplén, creada por los
“Iluminados” del Alma, es de roca.
Tu allí sentirás seguridad.
Lleno de valor irás avanzando.
Por largo tiempo deberás continuar desandando, pacien-
temente, hasta alcanzar aquel significativo lugar, donde el
terraplén rocoso extendiéndose a través del arenoso “de-
sierto” llega hasta la “gran montaña” y con ello al final...
Ahora debes decidirte, ya que ante ti se encuentran dos
senderos, que tú en un principio no sabrías diferenciar
debidamente.
Pronto querrás confiarte a uno, pronto querrás confiarte
al otro.
El uno, empero, conduce hacia las cimas, el otro a los
barrancos abismales, a las ocultas profundidades de la
montaña...
¡Tu solo tienes la elección, hacia dónde quieres dirigirte!
Seguramente podrás distinguir de inmediato, el sendero
que conduce hacia las cimas de aquel otro que lleva a los
132
abismos, ya que tus pies estaban anteriormente acostum-
brados a sentir por debajo la “roca” firme, en tanto que el
sendero hacia el mundo subterráneo es resbaladizo y sin
ningún apoyo para tus pies...
Ya por el camino sobre el terraplén rocoso, cosas invisi-
bles buscarán manifestarte su existencia.
Empero aun no podrás distinguir, quien es ahí el
conductor de esas fuerzas, cuyo accionar si reconoces.
Aun crees que detrás de toda fuerza invisible existen las
mismas voluntades.
Empero, debes saber que las moradas más bajas de lo
invisible también tienen sus bajos guías.
Entiende que el mar y la tierra no están tan cortante-
mente separados, como las bajas sensaciones terrenales de
las inconcebibles fuerzas que actúan creando y destruyendo
en el “mundo de la materia”, de los altos y reconocibles
poderes del Espíritu, en la más elevada Luz.
Los conductores en los bajos e invisibles reinos son los
más terribles enemigos de tu Alma.
No es que su voluntad quiera dañar tu Alma, como la
voluntad llena de odio de los condenados a la destrucción,
quienes una vez fueron hombres terrenos colmados del más
elevado saber y sucumbieron nuevamente a la “caída” en
las tinieblas, sino que tu alma puede ser dañada únicamente
por medio de las fuerzas gravitatorias, a las cuales difícil-
mente puedas ofrecerles resistencia, si elevadas fuerzas
espirituales no te aíslan de ellas eficazmente.
Cuando llegues a rozar regiones, donde experimentes el
accionar de los bajos conductores, entonces veremos lo que
tú eres.
133
Busca solamente a la más elevada, eterna claridad,
entonces el Guía, que ciertamente es el conductor de las
elevadas fuerzas del Espíritu, protegiéndote podrá aislarte.
Bajo tal protección, sabrás entonces elegir con seguridad
también la senda que te conducirá hacia el más puro cono-
cimiento de la Luz.
Entonces accederás a la vida, en la eterna Luz de las
más altas cimas del Espíritu.
Si empero incursionas en las artes menores, si quieres
únicamente investigar “lo oculto” a fin de darles nuevas
fuerzas cual servidores a tus deseos, entonces sin notarlo,
te habrás escurrido de la mano del Guía...
Abandonado a tus débiles fuerzas, serás presa de las
fuerzas gravitatorias, que actuarán sobre ti desde las regio-
nes de los bajos conductores, en los obscuros abismos del
eterno nacimiento de la materia.
Tu podrías quizá obtener “fuerzas de lo oculto”, princi-
palmente una vez que hayas aprendido a practicar una
enérgica abstinencia sexual y te alimentes solo de vege-
tales, pero pobre de ti, todo se te desmoronará, una vez que
hayas alcanzado tales fuerzas.
135
En cuanto a un indicador seguro de una elevada con-
ducción espiritual consiste en que las fuerzas espirituales
activadas, operan sólo bajo una cuidadosa observancia de
la libertad en el hombre, al igual que en el hombre terreno,
que les sirve de “puente”, cual libre propietario de fuerzas,
que accionando a través de él, perfeccionan; y así del
mismo modo, se puede reconocer a los bajos conductores,
en que todo su accionar siempre busca retener al impre-
sionable, de manera que sea esclavo de esos bajos conduc-
tores, aun cuando lo mantengan en la ilusión de creer ser
“el amo” de las, impulsadas por ellos mismos, activadas
fuerzas...
¡El fin de aquellos que les sirven a ellos de “puente” es
la “disolución” en una tormentosa negrura!
Empero, quienes son “puentes” de los altos conductores
espirituales, conforman una eterna y real comunidad de la
Luz en el Espíritu, ya que en cada uno de ellos fue
encendida una “estrella”, que conformada de la más pura
fuerza luminosa del Espíritu, ilumina eternamente las
almas de los hombres terrenos...
Una pretenciosa e imprudente enseñanza suele inducir a
creer que el hombre elevándose siempre, se desdobla en
incontables vidas terrenas y también dice: que los “puen-
tes”, que ellos mismos se construyeron, para que los más
altos conductores espirituales a través de ellos puedan
alcanzar a los hombres terrenos, no serían otra cosa, que
hombres, que vivieron incontables veces la vida terrena, y
que sólo ahora habrían alcanzado el desarrollo de la más
elevada meta, y que por último un día, todo otro hombre de
la Tierra debería también alcanzar.
136
No creas en tales insensatas palabras.
De no ser así, podrías llegar a convertirte demasiado
fácilmente en víctima de una ilusión y entonces, de ser un
pretendido “futuro maestro”, serías un pobre y engañado
esclavo de su vanidad.
137
libertad, aun cuando recepcione la Luz como un planeta
que gira alrededor de un sol.
En el reino de la Luz nadie “envidia” al otro su campo
de acción, ya que el único y eterno “Maestro”, le confió a
él toda maestría...
Todo aquel que acceda a esa región es un perfeccionado,
liberado en sí mismo, y cualquiera sabe, que el perfec-
cionamiento sólo le fue accesible de acuerdo a su propia
forma.
Sólo es consecuencia de tu evidente desconocimiento
terrenal, cuando haces esfuerzos en alcanzar una forma de
perfeccionamiento espiritual, que no es la requerida por tu
propia individualidad...
¿De que podría serte útil a ti, alcanzar un cierto arte de
perfeccionamiento que está reservado a un otro?
Aun cuando encontrases la forma más elevada de
perfeccionamiento, a la que un hombre terrenal pudiera
acceder y no fuese la tuya, habrías hecho esfuerzos inútiles
por perfeccionarte...
Unicamente como perfeccionado en aquello, que sólo a
ti te es dado, únicamente como perfeccionado por ti mismo,
lograrás un día alcanzar aquella eterna Luz, por la cual
estarás eternamente iluminado...
138
SOBRE LA VIDA ETERNA
Aquí quiero hablar de la “Luz” viviente: de la eterna e
inmortal “Vida”, que fluye a través de toda existencia
humana.
Quiero mostrarles la luz de los corazones, que vive en
ustedes y puede iluminarles.
Todos los que han querido alcanzar el sentido de la vida,
han transitado como “buscadores” por el camino del error
demasiado tiempo.
Ustedes deben ser “encontradores”, si confían en la
palabra de un Encontrador.
Ustedes son reyes, que no conocen su reino.
En si mismos está este “reino”, que vuestro ojo inútil-
mente trata de divisar, en tanto lo busque afuera.
141
No existe sobre la Tierra nada, y nada en todo el
Universo, y nada en el Espíritu que tuviese “vida”, o que
fuese apto para la “vida”, solo para sí mismo.
Una sola “existencia única” es realmente en última
reducción, toda existencia.
Aun cuando ella no esté capacitada para reconocerlo.
La “redención” solo puede alcanzarla una existencia
única, cuando ella se experimenta en toda existencia,
redimida de toda otra “existencia única”.
La “redención” será en ustedes solamente una vez que
aprendan a percibir en vuestro “Yo”, en él “Yo”, que
eternamente permanecerá intacto, que todo “yo” se da sólo
en este vuestro “Yo”, que se da a sí mismo eternamente, a
sí mismo unificado.
En ustedes, en el “Yo” de la eternidad, todo es “Vida”, y
solamente en esta vida encontrarán la verdadera “Eter-
nidad”, lo eterno viviente.
Hace ya mucho tiempo que la habrían encontrado, si
obstinados y trastornados no la hubiesen buscado siempre
allí, sólo donde ella de ningún modo es de encontrar.
Inútilmente buscan penetrar en el invisible reino de este
mundo externo.
Antes aun podría uno de aquellos que vive en lo eterno
“aparecer” visiblemente ante ustedes a plena luz del día,
que pudiese salirles al encuentro en el invisible físico...
Deben saber cómo sumergirse en aquello que en ustedes
mismos es “eterno”, si quieren conscientemente unificarse
con aquellos que ya se encuentran en la vida eterna.
142
EN EL ORIENTE HABITA LA LUZ
Sólo pocos hombre del “Oeste” vislumbran la verdad,
cuando escuchan hablar de los “Sabios hombres del Orien-
te”, sobre los cuales cuentan antiguas tradiciones de los
ocultos círculos de los dignos buscadores de la verdad, y
entre aquellos que aquí oscuramente vislumbran de que se
trata, son nuevamente demasiados pocos los que pueden
substraerse a las erróneas imaginaciones, apenas buscan
dar a su presentimiento una forma plástica.
En Oriente, en el corazón de Asia, el filo del cuchillo del
pensamiento fue aguzado al máximo.
Empero también aquí han estado desde hace milenios los
Grandes, que por encima de todo pensar, encontraron el
claro camino hacia la verdad, la verdad que no es otra cosa
que la absoluta Realidad y que no tiene nada que ver con
imágenes de reconocimiento del pensar, ya que por medio
de las cuales, se tiende a creer en lo que comúnmente se
denomina “la verdad”.
Bajo una elevada conducción, aquellos primeros “Her-
manos sobre la Tierra” encontraron el Camino y la meta...
Desde entonces ellos y sus sucesores instruyen a los
buscadores, que para ello deben encontrarse “maduros”,
en Espíritu a través del Espíritu.
Ellos han levantado alrededor de su Hermandad, “el
sagrado muro protector del silencio”, y sólo encuentra
“entrada” hacia ellos, aquel al que se le reconoce como
“maduro” en Espíritu, aquel será un reconocedor en
Espíritu.
143
Ellos saben que sus dones son sólo de utilidad para
aquellos, que se encuentran cerca del fin de sus esfuerzos
por el “camino”.
A todos empero, ellos envían y han enviado en todas las
épocas, desde sus centros, Maestros auxiliadores...
Tanto en el Oeste como en el Este siempre se han encon-
trado tales “Hermanos obradores”.
Por ninguna señal externa son reconocibles los miem-
bros de la elevada Hermandad.
Ellos sólo reconocen a aquél que es parte de ellos.
Su existencia espiritual esta profundamente oculta a los
ojos de los seres humanos.
144
de su condición, y para todo aquél que lo ha hecho, resultó
ser este paso un amargo sacrificio...
Donde tales sacrificios no sean necesariamente im-
prescindibles, deben ser evitados.
De allí el ocultamiento, desde donde los “Sabios hom-
bres del Este” obran hacia afuera.
De allí el silencio, bajo el cual cada miembro de este
círculo se cubre, en tanto su misión no le imponga dar a
conocer su forma espiritual, sea en un eufemismo
simbólico, sea en palabras precisas, la cual en verdad no se
deja fácilmente reconocer...
146
Una “enseñanza” espiritual no es un “querer conven-
cer”, sino el inmediato esclarecimiento de aquello que
antes se encontraba en la obscuridad.
Un Hombre-Hermano “habla” de tal modo en ustedes
que nunca más deberá enviar al oído del cuerpo la onda
sonora del aire, ya que quiere “enseñando”, alcanzar cora-
zones receptivos y abiertos que confían en él...
149
El “enseña” solamente la “Sabiduría” a la que llama
“Verdad”, y que verdaderamente se le revela al “alum-
no”...
El la “enseña” solo en Espíritu, a través de la fuerza del
Espíritu.
Por ello, a todo aquel consciente y muy sensitivamente
al mismo tiempo, se le permite aprender que la im-
perfección de la representación de la eterna Realidad se la
evidencia únicamente como obra del hombre terrenal, y
todo Iluminado de la Luz primordial, bien pronto
“incinerará” en el eterno altar, al cual sirve como uno de
los elegidos Sacerdotes, el homenaje que suele profesarse a
su personalidad terrena.
150
FE, TALISMÁN E ÍDOLO
Tan simples como la causa original son los últimos
misterios de la naturaleza.
No separes por medio de la arbitrariedad de tus pensa-
mientos, aquello que nace de una misma raíz, y así
encontrarás por doquier las mismas leyes...
Te han enseñado a construir un segundo mundo, un
mundo sin causa y sin un origen de la causa, y a esta
construcción de lo no existente, desde la nada, tus maestros
llamaron: “fe”.
Aquí no se está refiriendo a ese tipo de “fe”, cuando te
hablo acerca de la Fe.
Nada de esa fe es necesaria para la salvación de tu Alma.
Nosotros sólo queremos abrir tu sensibilidad a una
fuerza eterna, que vive en ti, y que en un permanente
movimiento vivo, continuamente creando, abarca a las
fuerzas de tu voluntad en un conformado accionar.
154
El fetiche en la cueva de un salvaje es igual a la elevada
imagen de culto de Atenea.
La imagen del santo en la elevada catedral, es también
igual a la “imagen de misericordia” del antiguo monas-
terio.
Todas ellas son concentradas “portadoras” de fuerzas
volitivas conformadas por muchos seres humanos que a
través de la fe de sus voluntades supieron depositar en la
obra de arte y también en fragmentos de materiales sin
valor, los cuales en verdad solo desvían de aquello que
proviene de un hombre “santo”.
La fe de aquellos que rezan ante esos objetos, es lo que
nuevamente “desata” la allí contenida fuerza.
Por ello, nadie que no crea en ella, puede desatar esa
fuerza, ya que sólo la Fe logra el mayor potencial de tu
caudal volitivo que aquella acumulara, y obliga a las bien
conformadas fuerzas volitivas mediante la fe a confluir
unificadas en tu voluntad y a actuar de acuerdo a tu
interés.
155
Sólo debes reconocer estas “leyes”, y lo que ellas te
ofrecen en posibilidades y también aprender a que estén al
servicio de tu vida.
Tu no te encuentras siempre con las mismas fuerzas de
voluntad, empero si tú en los momentos de fortalecimiento
logras ser el conservador de tus fuerzas, entonces en el
momento del debilitamiento, experimentarás en ti mismo
un verdadero “milagro”...
Cada uno de esos objetos, al que tan afecto eres a
utilizar, que día a día te rodean, pueden resultarte porta-
dores y fortalecedores de tus fuerzas volitivas y en aquellas
horas en que no te encuentres en tu punto mas alto, podrás
entonces “desatar” las fuerzas que te sean necesarias en
esas horas, desde el auto-creado portador...
Sobre todo son apropiados como portadores los objetos
de elevada belleza.
Aquello que agradece su propia existencia a una elevada
fuerza formativa, se conservará en ti como lo mejor la
propia formada fuerza.
Rodéate de tales objetos, que a diario durante las horas
apropiadas sueles cargar y recargar con todo tipo de con-
formadas fuerzas volitivas, a fin de que te sean necesarias
a la hora de tu debilitamiento.
Porta tales objetos siempre contigo y también llévalos a
donde te dirijas.
Ten Fe en que puedes transferir lo mejor de tu fuerza a
esos objetos, y que apenas la necesites puedas obtenerla de
ellos nuevamente.
Verdaderamente, tal Fe no es “superstición”.
156
Tu aún no sospechas, que “reales” son tus fuerzas
volitivas, y que poder tendrás en tus manos una vez que
aprendas a “conformar” tu voluntad a través de tu Fe.
Empero, no destruyas tu fe por medio de vanas re-
flexiones; semejante a los propensos al “esclarecimiento
sicológico”.
Si alguien suele hablarte aquí de una “autosugestión”, no
te dejes engañar.
Mediante tales palabras, nada es “aclarado”.
Allí sólo se introduce una palabra nueva, y el efecto que
descansa en elevadas fuerzas, no puede por cierto ser
captado.
La naturaleza actúa de acuerdo a su forma y ella no
pretende que tu logres “aclarar” su accionar.
Así como nosotros vemos las cosas, lo comprenderás en
estas, mis palabras.
Si nosotros decimos la verdad, sólo la podrás com-
prender, una vez que tu mismo intentes hacer la prueba.
157
LA MAGIA DE LAS PALABRAS
Debes saber, oh Buscador, que para cada una de las
épocas, son necesarias otras fuerzas “mágicas”, y si tú en
estos momentos, no puedes acceder a los mismos milagro-
sos efectos de aquellas fuerzas, no te dejes confundir.
Las que aquí se tienen que “ordenar”, es lo que hay que
ordenar; encausar la “corriente” respectivamente en aque-
llos canales a fin de fructificar el país, allá donde mayor es
la sequedad.
En consecuencia, no debes esperar en estos días, ningún
otro efecto “mágico”, mas que la “magia” de las palabras.
158
Sin embargo la palabra ya se agita en estas oscuras
épocas, siendo ésta la vía del hombre para llegar al umbral
de uno de aquellos “iluminados recintos”, y también la que
da esperanza en lo más obscuro de la noche de estos
tiempos...
Mira a tu alrededor y hacia donde tu dirijas la mirada,
observarás también la mágica fuerza de la palabra en su
prohibición y aun en su deformación.
Ello demuestra al hombre, que ciertamente la palabra
está facultada para ser otra cosa que llevar la comprensión
de un cerebro a otro cerebro.
Si tú eres sabio, entonces atenderás a tales señales.
¡Atiende a la palabra!
Se te ha enseñado largamente a despreciar la palabra.
Únicamente debías buscar ahondar el sentido.
Te han acostumbrado más que nada a querer “enten-
der”, y con ello has perdido el poder de sentir las cosas;
empero, tu posees el más valioso don del corazón: tu único,
espiritual y “oculto” “sentido”...
Si quieres volver a recuperar este “oculto” sentido
espiritual, entonces disponte a entender las palabras no
sólo de acuerdo a su “contenido”, sino busca siempre de
sentir las palabras, el sonido de las palabras y su confor-
mación.
160
Atiende lo suficiente a la palabra, y en breve diferen-
ciarás lo verdadero de lo falso en lo que respecta a las
cosas del Espíritu.
Entonces, toda sabiduría espiritual dará pasos hacia ti
en ritmo de eternidad.
Toda última cosa porta números cósmicos en la cinta
frontal cuando ellos surgen en el ropaje de la palabra.
Allí ellas impiden, que el “sentido” de un libro “sagra-
do”, de un libro, escrito por un “Conocedor” te descubra lo
último suyo, lo más profundo e inaudito; ellas equivocan
en mucho...
Si deseas aclarar el “sentido” aun el más profundo de la
eterna causa, las últimas cosas y su más recóndito secreto,
deberás “sentirlo” del tipo, forma, sonido y acepción de la
palabra...
No creas que alguna vez, alguno de los que dominara el
“ritmo y el número” fuera indiferente al modo de disponer
la palabra en palabras.
Los poetas sólo aspiran a la belleza, los profetas le dan a
las palabras un sonido eterno.
Al “profeta” se le reconoce también cuando es poeta, y
en el poeta, “el profeta” no puede permanecer oculto, así
esté escondido detrás de las palabras poéticas.
163
UN LLAMADO DESDE HIMAVAT
Una ansiedad recorre el mundo, un nostálgico anhelo, y
cada una de las almas, que aun no se ha endurecido total-
mente y su germen tiene todavía posibilidad de desarrollo,
se siente conmocionada.
En las cálidas correntadas de sangre humana se introdujo
aquel soñoliento escepticismo, que antiguamente parecía
corresponder al “buen tono”.
Nuevamente se “puede” creer en cosas que no son
comprobables a través de “experimentos”, y ya no habrá
mas burlas, cuando se entre en razón, que lo invisible nos
circunda y actúa sobre nosotros, aun cuando no lo
hayamos descifrado...
El “milagro” quiere ser nuevamente realidad, y el reino
de la fe amplía sus fronteras.
Seres humanos similar a petrificaciones anímicas, que
permanecieron inmóviles frente a todo lo espiritual, se
convirtieron bajo el amenazador retumbar del martilleo de
furiosos y deformes demonios en verdaderos “vivientes”, y
la masa de apáticos dormidos ya se ha vuelto inquieta.
Ustedes deben creer estar cada nuevo día más cerca de
vuestro anímico despertar...
Los despiertos ciertamente les responderán a aquellos
que los han mantenido dormidos por tanto tiempo, y les
darán la espalda con desprecio a aquellos “guías”, que
quisieron trazar beatos “límites” a sus preguntas, ya que
habían fracasado en su propia capacidad de respuesta.
164
La Humanidad se encuentra preparada, para reconocerse
por fin como parte de la Tierra...
Ella ya no suele soñar con el Olimpo de los Dioses, y se
acerca el nuevo día, en el cual ciertamente percibirá en si
misma, por primera vez, el sentido de la palabra, que una
vez un Dios hombre le dijo:
“El Reino de los Cielos ya se está acercando”
Aquellos, que se llamaron “servidores” del Ungido, se
complacieron en levantar una muralla, tal como expli-
caban: “para protección” de aquellos que, de acuerdo a la
palabra del elevado Maestro, llevan en sí mismos el Reino
de los Cielos...
Hombres que nunca alcanzaron en si mismos el aquí tan
claro “reino” prometido, por causa de un supuesto poder
mágico, cuya fuerza ilusoria debió ser sancionada por la
propia conciencia, se lanzaron a dominar las almas de sus
prójimos...
Ellos les obstruyeron la puerta del cielo, así como en
ellos mismos estaba amurallada, logrando desviar hacia
otro lado todo, lo que con aplicación direccionaba hacia la
Realidad, de modo que sólo quedaron símbolos y fórmulas,
los cuales aun permiten soñar con el Reino de los Cielos,
ya que sabían demasiado bien, que el de ellos no era
necesario para encontrar el “Reino”.
Insensatos son los que esperan que la muralla del
encarcelamiento anímico pudiera alguna vez ceder al em-
bate de las almas.
Demasiado firme es esta muralla conformada con la
argamasa de humanas búsquedas de poder.
165
Demasiados son los que querrían sentir en todo mo-
mento la muralla alrededor de ellos, como si ella jamás
pudiera llegar a retenerlos.
Demasiado tiempo acostumbrados a la esclavitud, pere-
cerían encontrándose libres.
Bien es cierto que a lo largo de milenios han cambiado
las fórmulas y los símbolos que fueron erigidos delante de
la muralla, por los cuales aquellos que viven cercados por
ella, no puedan tomar conciencia como prisioneros; en
tanto la muralla misma perdurará, mientras se cuente
sobre la Tierra con la avidez de poder en el hombre por
sobre el miedo anímico del prójimo, y contra ese bastión
firmemente montado sobre amenazas y promesas, se
estrella todo aquel que antes de tiempo quiera derribarlo
desde adentro o desde afuera...
166
Nosotros no queremos que ninguno de los que se elevan,
se pierda en las alturas y finalmente caiga muerto por
agotamiento en un desierto...
Empero, nosotros mismos sólo podemos guiar el gran
vuelo de todo el conjunto de los liberados, y aquellos que
nos quieran ayudar, deben buscar a los desorientados que,
deslumbrados por ilusorios objetivos pierden constante-
mente de vista la dirección del vuelo.
¡A todos los que desinteresadamente quieren ayudar, se
formula el llamado!
Quien en su corazón quiere comprometerse con nosotros
a conducir de regreso a los equivocados, puede y debe ser
nuestro ayudante.
Es necesario por cierto una sabia y afectuosa ayuda, y
no nos puede servir de ayudante, aquel que fuerce con su
ayuda a los equivocados.
Ayudar en sentido correcto es: adelantarse al equivo-
cado en su vuelo, de modo que él, sin necesidad de con-
vencimientos, encuentre nuevamente su verdadero camino
a través del propio entendimiento.
Vuestra ayuda debe ser poco “vista”, pero cada uno de
ustedes paga la devolución de una deuda de siglos, si
únicamente una sola Alma gracias a esa ayuda, sea guiada
hasta la meta.
Empero, lejos de todos nosotros deben permanecer los
que enfáticamente ofrecen su ayuda para luego jactarse a sí
mismos de estar en dignidad y jerarquía por sobre encima
de los demás.
¡Lejos de nosotros queremos también que permanezca
todo presuntuoso inoportuno!
167
Quien aquí quiera ser ayudante, debe estar libre de toda
arrogancia.
El debe ofrecer su ayuda allí donde sea necesaria, sin
hablar de la prestación de su auxilio...
¡Nosotros no queremos conocer su nombre ni saber de
su ayuda!
Sólo en el reino del Espíritu deberá ser valorado el acto
provisto de ayuda y sólo debe “reconocerse” al ayudante
espiritualmente.
168
EUCARISTÍA
Una y mil veces
Se da el Uno,
El eterno Dador,
Y aun permanece siempre
Poseedor de sí mismo.
El no es divisible,
El eterno Uno
Gran Dador,
El origen de la Luz,
Tu mismo eres “Luz”.
Tu no conoces “pecado”
Excepto uno:
Desatenderse de tu voluntad
Que quiere dar en todo momento.
Tu sólo quieres
Manos abiertas;
Corazones abiertos,
Dispuestas a recibir;
Manos,
Que alegremente recepten;
Corazones,
Que reciben tu don
en buena voluntad.
Tu le das al uno
Y le das al otro
Infinitas riquezas,
Y a ninguno le falta
el regalo del otro.
170
Él que te ha reconocido
A ti, gran Dador,
no sabe nada de envidias.
Mas que la que pueda soportar,
Que la que tu le das,
Y jamás tendrá fin
Tu eterna riqueza.
Quien nunca tiene suficiente
De tus regalos
Aquel te es el más preciado
A él tu le regalas
A ti mismo.
Eterno
Gran Dador.
171
EPÍLOGO
Hace ya nueve años apareció impreso por primera vez
“El libro del Dios viviente”.
Y desde entonces ha ido ganando innumerables amigos
en todo el mundo, que fueron agradecidos alumnos de su
enseñanza.
Aquí se presenta entonces la nueva edición, resultado de
un nuevo escrito.
El contenido de la primera edición permanece inalte-
rable.
Para muchos ha sido preferible la nueva forma de pre-
sentación, ya que paulatinamente mostró que ésta o aquella
palabra de la primera edición admitía un significado que
estaba muy alejado del mismo.
También mostró ser con el tiempo un esbozo demasiado
conciso, de modo tal que la subsiguiente ampliación de lo
presentado aparece como mas apropiada, y por último,
cada palabra fue sometida a un renovado examen, a fin de
descartar toda posibilidad que pudiese conducir a un
equivocado entendimiento.
La resonancia interna de todo el conjunto exigía por
lejos un cambio en la disposición de los capítulos y un
reordenamiento de la frase que fuera impresionable al ojo,
ya que en todos mis escritos “hablo” espiritualmente al
lector, y en consecuencia él debe reflexionar sobre la
provisoria topográfica, de modo que el sonido de la
conversación pueda despertarlo internamente.
172
Mi agradecimiento a todos los que me señalaron lo que
era todavía necesario hacer respecto de la explicación, ya
que una frase se percibe en forma diferente cuando se sabe
por propia experiencia lo que ella quiere enunciar, como si
lo comunicado reviviéndolo es imaginado en un alma, que
aun carece de la experiencia.
Empero, aquellos que creen que deben recurrir a su
sagacidad para descubrir en mis palabras ciertas “contra-
dicciones”, deben mejor pensar que ciertamente a mi tam-
poco se me habría escapado aquello que les pareció un tan
importante hallazgo.
Provechoso debería ser para ellos saber que lo percibido
como “contradictorio” se resuelve por si mismo, una vez
que consideren que yo debía haber tenido realmente mis
motivos, cuando deslicé cada tanto palabras, de las cuales
se pueden irreflexivamente construir aparentes contra-
dicciones, hasta tanto no se conciba lo que debe ser conce-
bido...
Fin
174
CONTENIDO
Prefacio
“El refugio de Dios entre los hombres”
La “Logia Blanca”
Experiencia suprasensorial
El camino
En Soph
Sobre la búsqueda de Dios
Sobre acción y obra
Sobre la santidad y el pecado
El “oculto” mundo
El templo escondido
Karma
Guerra y paz
La unidad de las religiones
La voluntad hacia la Luz
Las elevadas fuerzas de la comprensión
Sobre la muerte
Sobre el Espíritu
La senda de la perfección
Sobre la vida eterna
En el Oriente habita la Luz
Fe, talismán e ídolo
La magia de las palabras
Un llamado desde Himavat
Eucaristía
Epílogo
175