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La Vida Interior - Francisca Javiera

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La Vida Interior
Edición de una obra inédita de Francisca J. del VaUe

MANUEL DIEGO SÁNCHEZ


(Roma)

La reciente aparición de un nuevo título de la escritora


espiritual Francisca J aviera del Valle Rodríguez (1856-1930) 1,
nos permite hacer algunas consideraciones sobre ella y, de
paso, presentar esta novedad.
1. De origen humilde, apenas sin formación literaria, se
dedicó al oficio de costurera en el colegio jesuita de Carrión
de los Condes (Palencia). Unida espiritualmente a la Compa-
ñía de Jesús y dirigida por destacados miembros de esta Or-
den, logra realizar una síntesis de la experiencia cristiana que
se funda en las fuentes clásicas de la espiritualidad española,
sobre todo Teresa de Avila y Juan de la Cruz.
A pesar de haber dejado una herencia literaria abultada,
diversas razones han impedido ya desde su muerte el poderla
editar en su integridad. Y es que, además del problema de la
ordenación de los muchos folios que nos han llegado, existe el
de la cronología de los mismos, difícil de poderla precisar
exactamente. Todo ello es consecuencia de la espontaneidad
con que escribía esta mujer, sin pretensiones de que saliera
fuera del ámbito de la dirección espiritual, aunque esta norma
la llegaría a saltar muy pronto. Como sus escritos ordinaria-
mente iban dirigidos al confesor, de ahí que en ellos predomine
1 La Vida Interior. Edición del texto y notas: Manuel DIEGO SÁNCHEZ.
Madrid, Editorial de Espiritualidad, 1991, 234 p., 18 cm. (Logos 42).
REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 50 (1991), 499-503
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lo autobiográfico, un acento del que no lograba librarse aún


cuando intencionalmente escribiera para otro público.
En varias ocasiones intentó preparar alguna obra que pu-
diéramos definir de divulgación espiritual, aunque éstas le sa-
lieron no con los logros que hubiera deseado ella misma, a
causa de los límites de su formación literaria. De estas preten-
siones nos han quedado varios ejemplos, uno de ellos el de La
Vida Interior. Una cosa es cierta: no todo lo editado hasta el
presente es completo, y lo divulgado de ella ciertamente no lo
ha sido en las mejores condiciones. Prácticamente las únicas
ocasiones en que se han ofrecido textos nuevos, diversos a los
reproducidos de forma parcial en su biografía 2, han sido en
los años 1932 3 Y 1971 4 , a lo que hay que añadir la edición del
presente año de 1991, coincidiendo con el IV Centenario de la
muerte de san Juan de la Cruz. No cabe duda que el hecho
editorial que se ha producido ahora es muy significativo y
merece ser explicado.
2. Diciendo que es una "primicia editorial" la publicación
de La Vida Interior se ofrece un dato correcto, pero no se
alcanza a valorar todo el significado de esta publicación en
cuanto a la preparación que le ha precedido. El texto ha sido
reconstruido cuidadosamente, pues los folios del original se
hallaban mezclados, como lo sigue demostrando a las claras
la misma ordenación que tienen en la catalogación del archivo
OCD de Carrión (p. 39). Ha requerido, por tanto, una lectura
atenta de todo el material manuscrito conservado de ella, y
sólo así se ha podido individuar la existencia de esta obra.
Esto no quiere decir que se haya organizado al margen de la
intencionalidad original de la autora. Existió un verdadero
proyecto literario, en este caso distinto al del género de las

2 Cf. M. GONZÁLEZ, S. l., Vida de la sierva de Dios, Francisca Javiera del


Valle ... Salamanca, Calatrava, 1932, 311 p., 22 cm. Hubo una segunda edi-
ción en Valladolid, 1942, bastante corregida.
3 Decenario al Espíritu Santo ... Salamanca, Imprenta Comercial Salman-
tina, 1932, 134 p., 16,5 cm. Desde 1954 se ha venido publicando en sucesivas
ediciones por Editorial Rialp en la colección Patmos, núm. 35. Es la obra
espiritual que más la ha dado a conocer.
4 El Silabario de la Escuela Divina, en "Publicaciones de la Institución
'Tello Téllez de Meneses''', núm. 32, Palencia, 1971, pp. 45-121. A esta obra
le precede un estudio de Casilda Ordóñez Ferrer.
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cuentas de conciencia, el que únicamente entonces cultivaba;


pero fue un proyecto que no marchó más adelante y que ella
no intentaría volver a recuperarlo de nuevo. Más bien, mucha
de su doctrina espiritual sería trasvasada al Decenario y al
Silabario, ambas obras muy posteriores. La reconstrucción,
basada en diversos criterios (pp. 39-40) tiene el límite de lo
aventurado que resulta la distribución del texto en algunos
casos; la comparecencia de repeticiones, que seguramente res-
ponden a nuevas redacciones o repensamientos; lo incompleto
de ciertas partes, las más de las veces porque la autora no lo
ha continuado, aunque no se debe descartar también la pérdi-
da de algunos pliegos de folios. En todo momento se han
señalado dentro de la edición estas diversas circunstancias.
En cuanto al título bajo el que se edita, La Vida Interior,
hay que reconocer que nunca aparece como tal en los manus-
critos. La lectura de los mismos, sin embargo, demuestra su-
ficientemente que es el que aglutina su mensaje doctrinal, y
hasta hay signos razonables de que ella misma le hubiera dado
a conocer así. Es la síntesis de todo el contenido espiritual que
la autora quería transmitir.
3. Los elementos de datación que poseemos para esta
obra, escrita entre 1893-1894, aportan una serie de constata-
ciones que ayudan no poco a situarla dentro de toda su pro-
ducción espiritual. Por estas fechas, Francisca ha escrito sola-
mente cuentas de conciencia para el P. Hipólito Ibeas, su
confesor jesuita, y también destinatario y primer lector de esta
obra. El detalle no es indiferente, pues lo que ahora comunica
para un público más amplio lleva la marca de lo autobiográ-
fico, a pesar de que ella trate de esconderse debajo del estribi-
llo dice esa amiga mía inseparable. En otras palabras, el pro-
ceso de interiorización (= conocimiento de sí) que ella propone
en esta obra, depende literariamente de su propia experiencia,
hasta el punto de que no tiene otro ejemplo ni otro paradigma
que poder ofrecer al lector. Por eso, aunque no sea un narrarse
a sí misma directamente (cuenta de conciencia), sino organizar
un planteamiento global de la vida espiritual en forma inde-
pendiente, sin embargo el propio yo está detrás de cada una
de sus afirmaciones. Es algo evidente y también inevitable
para ella. Todo lo cual es como afirmar que la obra en sí
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resultó ser un proyecto precoz que no pudo llevar a término,


aunque también lo suficientemente comprometido para darse
cuenta de su vocación literaria en aquel momento. De hecho
las obras posteriores que responden a su madurez, tienen ya el
tono de haber podido finalmente llevar a cabo sus intenciones,
aunque a la hora de la verdad nos encontramos con algunos
de los límites de esta primera. Y así, en el caso del Decenario,
los numerosos folios de diversas redacciones parecen querer
indicar que el texto definitivo pudo llegar a fijarlo gracias a la
ayuda externa de otras personas.
4. ¿Cuál sería el objetivo de La Vida Interior? Como su
mismo nombre indica se trata de una presentación de la espi-
ritualidad cristiana en clave de interiorización, de búsqueda
en el propio YO y de descubrimiento del mundo interior. No
es un mero proceso psicológico de autoconocimiento, aunque
no se excluye, sino la voluntad de querer poner orden en el
centro unificador de la personalidad humana para que ésta
actúe al exterior de acuerdo con su condición creatural. Como
se puede ver, se trata de una reposición de algo clásico en la
historia de la espiritualidad cristiana, la interiorización, que
ya describió san Agustín y que tendrá confirmación en la
doctrina que ella ha frecuentado: Ignacio, Teresa de Jesús,
Juan de la Cruz ... Todo este patrimonio tradicional Francisca
lo organiza desde una convicción personal, la de que sin vida
interior no es posible la santidad, porque vivimos esclavos del
enemigo oscuro que manda sobre nosotros y no como señores
de nosotros mismos.
Se ha de tener en cuenta este principio coordinador, entrar
en la propia casa, para ajustar las diversas temáticas del libro,
a veces muy descompensadas en el trato que les ha dado,
signo una vez más del momento que atraviesa la escritora. Por
eso, es difícil extraer la consecuencia de sus diversas partes; no
hay tanta organización coherente como hubiéramos esperado
haciendo caso de las primeras páginas. Y es verdad, la lectura
deja la impresión de un cierto desorden.
Hemos calificado en alguna ocasión de repetitivo el men-
saje espiritual de Francisca. La preparación de esta obra nos
ha confirmado tal idea. Siempre está ese núcleo doctrinal
fuerte, que una y otra vez lo propone, y esto hasta la muerte.
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Si se leen todos los manuscritos conservados, aparece claro


que en los últimos años no se ha alejado lo más mínimo, en el
plano intelectual, de aquellas ideas firmes que se encuentran
en los primeros escritos. Esto no es negar un progreso estilís-
tico y de contenidos, como si hubiera sido incapaz de ello,
sino la misma condición de su forma de ser: lo que es esencial
en la vida cristiana lo propone insistentemente porque huye
en la vida espiritual de lo que resulta accesorio y distrae.
Siempre fue mujer de un solo ideal. La tenacidad y la recie-
dumbre de carácter lo notaron bien sus coetáneos. Por eso,
esas temáticas fundamentales de la Vida Interior (la prueba de
la fe, mortificación y penitencia, el cultivo de las virtudes, la
oración, etc.), las encontramos después en el Silabario de la
Escuela Divina. Reitera y, al mismo tiempo, crea. La novedad
es que dentro de esta primera obra ha querido construir algo
orgánico, una visión lo más completa posible de lo que supone
el camino espiritual para el que se ha decidido finalmente (no
escribe para principiantes) a entrar por él.
Esperamos que este nuevo libro de Francisca del Valle,
aun siendo expresión y testimonio de la mentalidad religiosa
y de la espiritualidad de una época y de un ambiente concreto,
proporcione a los muchos aficionados que ya tenía la satis-
facción de un encuentro diverso, no contrario, al que les pro-
porcionaba hasta ahora el Decenario.

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