Clase 3 Historia - Yrigoyen - PAN - Ferrocarriles - Inmigración
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Entre las causas de la caída del presidente Miguel A. Juárez Celman deben rastrearse
tanto las de índole política como económicas. Este presidente gobernó como Domingo
F. Sarmiento (autoritariamente), sin la sutileza de Bartolomé Mitre o el orden
administrativo de Nicolás Avellaneda, y por supuesto no supo aprovechar la eficacia
administrativa de Julio A. Roca; se consideró a sí mismo el único, construyó el Unicato,
al igual que Domingo F. Sarmiento, pensó que debía gobernar el hombre y no el
Partido. A ello se le debió sumar la crisis económica que a partir del año 1887 se
insinuó con crudeza ante el aumento desmesurado (a causa de la especulación
financiera) del valor del oro; con la consiguiente depreciación de la moneda nacional,
aún cuando el gobierno decidió pagar una deuda al extranjero acumulada desde el año
1872 precisamente en... pesos papel.
“Dicen que dilapido la tierra pública, que la doy al dominio de capitales extranjeros:
Sirvo al país en la medida de mis capacidades...A mí me disputan en la prensa las
concesiones de tierras que autorizo. Pellegrini mismo acaba de escribirme desde París
que la venta de 24 mil leguas sería instaurar una nueva Irlanda en la Argentina. Pero ¿no
es mejor que esas tierras las explote el enérgico sajón y no que sigan bajo la incuria del
tehuelche?” 1
Si bien esta situación no llegó a concretarse, quedaron en evidencia los esfuerzos del
presidente y de sus sucesivos ministros de economía, para congraciarse con los
banqueros extranjeros. Mientras tanto la desesperación ganó a las autoridades
financieras que llegaron a permitir la emisión clandestina de billetes; el caso más
resonante es la puesta en circulación por parte del Banco Nacional de 18 millones de
pesos. La denuncia la realizó Aristóbulo del Valle y la presentó en el Congreso
Nacional. A ello se le sumó la emisión de billetes falsos (que serían quemados) con el
objetivo de “salvar” a los bancos con problemas de respaldo financiero, todo esto
ocurrió entre los meses de abril y junio del año 1890; y apenas un mes mas tarde cayó el
gobierno. Además de estos dos grandes ejes que mencionamos, el político y el
económico, debemos decir que ambos se vieron atravesados por un concepto
relativamente nuevo para las lides políticas de entonces: La Moral. Esta apareció como
contrapartida a un régimen corrupto tanto en su sistema electoral como en lo
económico, el “disfraz” del progreso sirvió para ocultar las corruptelas administrativas,
y las componendas con los capitales extranjeros la impunidad de la élite gobernante que
gobernó prácticamente sin oposición real y visible desde la década de 1870.
La quiebra de la Baring Brothers en el mes de noviembre del año 1890 trajo aparejado
serios obstáculos para este reordenamiento que buscó el gobierno, ya que esta casa
financiera tenía activos de la deuda argentina, y se hacía cargo de los servicios de la
deuda externa, gestionando a su vez nuevos empréstitos. El que obtuvo nuestro país, fue
de 75 millones de pesos oro a un 6% de interés, el cual estuvo destinado a ayudar a la
Baring Brothers, sostener a la Bolsa de Valores y cubrir los papeles argentinos
haciéndose cargo del mismo la banca Rothschild.
El 26 de octubre del año 1891 abrió sus puertas el Banco Nación. Los impuestos al
capital extranjero fueron objeto de una crítica durísima en Europa, sobre todo en
Londres , donde los particulares presionaron al gobierno inglés a intervenir con fuertes
controles en el desarrollo de la economía argentina, recordándonos el trato de nación
mas favorecida que debía tener a causa de un convenio del año 1825, quizás
pretendieron (tal como lo harían años mas tarde) apropiarse ante las pésimas
administraciones nacionales y provinciales, de nuestros recursos de toda índole, tal
como lo acontecido con el Ferrocarril Oeste, privatizado en el año 1890, pasando a
manos de la sociedad The Buenos Aires Western Railway Limited. Este ferrocarril fue
denominado como “la gallina de los huevos de oro” de la provincia de Buenos Aires, su
venta así y todo, no pudo resolver la situación financiera de la provincia.
Hacia finales del mes de julio del año 1891, nació la Unión Cívica Radical (U.C.R),
como consecuencia de la fórmula acuerdista pergeñada por Bartolomé Mitre, Julio A.
Roca y Bernardo de Irigoyen. La Intransigencia de Leandro N. Alem contra el régimen,
generó esta ruptura, y a ella se sumó la renuncia de Bernardo de Irigoyen a dicha
fórmula y una sucesión de hechos violentos de represión estatal contra movimientos
unionistas en el interior del país que les costó la vida a cientos de militantes cívicos.
se realizó a medias y las elecciones tuvieron suerte dispar tanto para los acuerdistas,
como para la U.C.R. y el Partido Provincial Bonaerense.
El problema para los gestores del acuerdo político del P.A.N., (Bartolomé Mitre y Julio
A. Roca), se produjo cuando desde las propias filas de la oligarquía, un grupo de
jóvenes que dijeron querer renovar las figuras en el gobierno se autoproclamaron
“modernistas”, y presentaron la fórmula Roque Sáenz Peña-Dídimo Pizarro. Sin
embargo ambos debieron renunciar ante la maniobra política llevada a cabo por los
líderes de la élite que le antepusieron a Roque Sáenz Peña, a su padre Luis, junto a José
E. Uriburu, como candidatos del sistema político gobernante para las elecciones del 10
de abril del año 1892. Las mismas se realizaron con un clima de violencia que ya vino
produciéndose desde los comicios de febrero, con muertos y heridos.
El gobierno ante la abstención proclamada por la U.C. R., encarceló a sus máximos
dirigentes junto a cientos de militantes, declaró el Estado de Sitio, y su fórmula
presidencial resultó electa con el fraude como marco para el último gobierno de fin de
siglo. En lo que resta del año, se produjeron una serie de revueltas de diferente origen
en las provincias de Santiago del Estero, Catamarca y Corrientes, (el roquismo pareció
estar atrás de estos movimientos que le impidieron gobernar a Luis Sáenz Peña); la
intervención a tiempo de su ministro de Interior, Miguel Cané, evitó su renuncia y la
incorporación de Aristóbulo del Valle, cívico participante de la Revolución del ‘90,
terminó por recuperar al menos por unos meses al débil gobierno de Sáenz Peña.
De todos modos aún estando en prisión volvió a ser candidato cuando en febrero del
año 1894 se debió elegir un senador nacional y se lo presentó por Capital Federal
ganando la
contienda electoral una vez mas. A mediados de este año el Senado no le reconoció el
diploma, debió renunciar siendo reemplazado por Bernardo de Irigoyen, quien pasó a la
oposición al gobierno.
Entre tanto el presidente siguió debatiéndose ante las recurrentes crisis de gabinete que
le obligaron a buscar nombres y hombres que lo respaldaran en su acción de gobierno.
Dichas crisis, (alrededor de cuatro), son producto al igual que en años anteriores, de
revueltas suscitadas en el interior del país, ya sean generadas por el radicalismo o por
facciones provinciales que respondieron a caudillos locales o a intereses de poder de
algunos ministros.
político que el presidente decidió tomar sin el apoyo de la cámara de Diputados, (como
la promulgación de un indulto a jefes revolucionarios de la revolución del año 1893), le
generaron un vacío de poder que le obligó a renunciar en enero del año 1895. Le
sucedió en el cargo su vicepresidente José E. Uriburu. Había pagado de este modo, el
haber preferido en su oportunidad, un acuerdo ofrecido por Bartolomé Mitre, Julio A.
Roca y Carlos Pellegrini a ser el candidato de la única oposición organizada (los
radicales) que coincidieron con sus propuestas que databan del año 1870 en favor del
voto universal y obligatorio para los varones mayores de dieciocho años. La contracara
de Carlos Pellegrini quien afirmó: “El voto mas libre es el que se compra, porque
expresa en forma absoluta la verdadera voluntad del ciudadano”. 2
Entre tanto los Comicios Presidenciales del año 1904 tuvieron a Manuel Quintana como
protagonista quien ya había intentado ser presidente de la nación en el año 1874, pero
sin una estructura partidaria que lo apoyara, no lo logró. Había iniciado su carrera
política en el año 1860, unitario y mitrista en sus comienzos llegó a ocupar entre otros
tantos cargos políticos el de ministro en dos oportunidades de Luis Sáenz Peña. En esta
coyuntura contó con el firme apoyo de los Partidos Unidos de Marcelino Ugarte,
gobernador de la provincia de Buenos Aires, (originalmente sustentado por el P.A.N.),
pero a causa de desinteligencias con Julio A. Roca y el senador nacional Carlos
Pellegrini, conformó su propia agrupación partidaria: los Partidos Unidos, una alianza
entre los autonomistas nacionales y los radicales moderados.
Mas allá de la derrota sufrida por los radicales, para HipólitoYrigoyen significó desde
su lectura política el comienzo de la reorganización del Partido. A fines del año 1905,
Manuel Quintana cayó enfermo de gravedad asumiendo interinamente su vice Figueroa
Alcorta el 25 de febrero del año 1906, sin contar con apoyo político ni en el Congreso ni
de partido alguno.
Para los nuevos comicios del mes de marzo que tuvieron por objetivo renovar la
Cámara de Diputados los autonomistas nacionales liderados por Carlos Pellegrini y los
republicanos (mitristas), unificaron posiciones en la Capital Federal; la lista de
candidatos llevó a figuras notables como: Emilio Mitre, Carlos Pellegrini, Roque Sáenz
Peña, Ernesto Tornquist, contando inclusive con el apoyo de los autodenominados
radicales moderados de Bernardo de Irigoyen. La derrota del único posible sustento del
presidente, Marcelino Ugarte, lo obligó a Figueroa Alcorta a conformar un gabinete de
coalición: pellegrinistas, mitristas y roquistas, integrantes del corazón de la élite
terrateniente que consolidó mediante pactos y componendas fraudulentas una vez mas
el dominio político de la Argentina.
Sin embargo una voz se alzó en el Congreso intentando recuperar “la paz perdida“, “la
igualdad de derechos para todos los argentinos“, “la reconciliación nacional”. Carlos
Pellegrini, recientemente electo diputado nacional fue quien pocos meses antes de
morir, logró que se sancione a sus instancias una LEY DE AMNISTIA para los
participantes en los hechos revolucionarios de febrero de 1905. La misma entró en
vigencia el 12 de junio del año 1906. Quizás a causa ello se logró un encuentro al más
alto nivel entre el presidente y el líder de la oposición Radical: HIPOLITO YRIGOYEN
quien reclamó.
A mediados del año 1907, ambos intentaron ponerse de acuerdo para lograr la mejor
reinserción a la vida política, pacíficamente, de los radicales. Sin embargo la
desconfianza de Figueroa Alcorta hacia el caudillo radical impidió mayores y mejores
resultados. A su vez las contradicciones internas en el grupo de poder desencadenaron
una serie de revueltas provinciales que enfrentaron a roquistas, mitristas y partidarios
del propio presidente que tuvieron como resultado final otras tantas intervenciones
federales provinciales. Pareciera como si la guerra civil que aparentemente había
llegado a su fin con la organización del Estado nacional en el año 1880, volvía de
manera recurrente al escenario político, esta vez de la mano de los mismos que decían
haber consolidado la Civilización, el Orden y el Progreso. El punto culminante de esta
disputa, quizás lo podamos observar en el mismo Congreso de la Nación.
En ese espacio institucional, antes del 30 de setiembre del año 1907, el presidente
Figueroa Alcorta intentó que se sancionaran asuntos legislativos pendientes, entre otros
la ley de presupuesto. La falta de respuesta absoluta por parte de las Cámaras durante
casi dos meses, obligó al presidente de la Nación a poner en vigencia el presupuesto que
había sido sancionado en el año 1906. El 27 de enero clausuró las sesiones
extraordinarias y no permitió la entrada al recinto legislativo de diputados y senadores.
Esta acción de fuerte demostración de poder político por parte de Figueroa Alcorta se
produjo a dos meses de los comicios legislativos, los mismos le dieron el triunfo al
presidente, disolviéndose a causa de ello la oposición. Los votos fueron comprados a
tres, cinco y diez pesos.
Las libretas “votaron” por miles, los ciudadanos no. El poder quedó definitivamente en
manos de Figueroa Alcorta, tanto es así que un año mas tarde designó personalmente a
sus sucesores: Roque Sáenz Peña y Victorino de la Plaza. El partido formado para la
ocasión fue el denominado Unión Nacional. Curiosamente el candidato declaró que no
lo ataba “ninguna bandería política” y que lo convocaron “las aspiraciones colectivas”.
Sin
Las líneas ferroviarias llegaron a más de 27 mil kms., estando en manos privadas
alrededor de 22 mil. Hacia el año 1870 la renta nacional es de 14 .883 .000 pesos y en el
año 1910 es de más de 133 millones, el ingreso per cápita ascendió de 7,8 pesos oro en
el año1870, a 19,7 pesos oro en el año 1910. Estos números fríos por un lado, de
aparente demostración de riqueza proporcionalmente extendida en toda nuestra
geografía, sin
embargo para todos y cada uno de nuestros compatriotas distaron mucho de ser así, las
desigualdades sociales eran profundas tanto en el campo como en la ciudad. Sin
embargo, en ambos polos productivos, eran cientos de miles aquellos que trabajaban en
condiciones infrahumanas y sin percibir un salario, en la Argentina próxima al
centenario convivieron explotaciones capitalistas con las pre-capitalistas.
Saludos cordiales,
Prof. GB