Clase 3 Historia - Yrigoyen - PAN - Ferrocarriles - Inmigración

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 11

Tercer Clase/ 1890-1912.

septiembre 09, 2020


Esta clase consta de tres videos, uno acerca de la Biografía del líder y presidente electo
democráticamente dos veces de la Argentina, Hipólito Yrigoyen de la Unión Cívica
Radical, el segundo en orden de aparición sobre los Gobiernos Radicales entre los años
1916-1930 y el tercero es una Clase Teórica dictada por el Profesor de esta Cátedra
Fernando González, sobre esta misma temática ( el profesor menciona un capítulo de
nuestro Manual, aclaramos que en esta oportunidad se referencien únicamente con su
clase y los dos videos que subimos acerca del radicalismo, mas este texto teórico que
está a continuación.

1890, El año en que se transformó la política argentina.

Entre las causas de la caída del presidente Miguel A. Juárez Celman deben rastrearse
tanto las de índole política como económicas. Este presidente gobernó como Domingo
F. Sarmiento (autoritariamente), sin la sutileza de Bartolomé Mitre o el orden
administrativo de Nicolás Avellaneda, y por supuesto no supo aprovechar la eficacia
administrativa de Julio A. Roca; se consideró a sí mismo el único, construyó el Unicato,
al igual que Domingo F. Sarmiento, pensó que debía gobernar el hombre y no el
Partido. A ello se le debió sumar la crisis económica que a partir del año 1887 se
insinuó con crudeza ante el aumento desmesurado (a causa de la especulación
financiera) del valor del oro; con la consiguiente depreciación de la moneda nacional,
aún cuando el gobierno decidió pagar una deuda al extranjero acumulada desde el año
1872 precisamente en... pesos papel.

Las propuestas de consolidación de la deuda, de suspender créditos por diez años y la


emisión de papel moneda, cayó como un baldazo de agua fría para gran parte del sector
dirigente del país ya que esto significó terminar con la especulación y la corrupción
instalada en áreas administrativas del Estado Nacional. La oferta a los capitalistas
extranjeros fue rechazada, y la caída de los valores económicos de la Argentina no se
hizo esperar, el crédito externo fue cortado, produciéndose la consiguiente fuga de oro y
capitales de los bancos y del país. Sin embargo este mandatario afirmó:

“Dicen que dilapido la tierra pública, que la doy al dominio de capitales extranjeros:
Sirvo al país en la medida de mis capacidades...A mí me disputan en la prensa las
concesiones de tierras que autorizo. Pellegrini mismo acaba de escribirme desde París
que la venta de 24 mil leguas sería instaurar una nueva Irlanda en la Argentina. Pero ¿no
es mejor que esas tierras las explote el enérgico sajón y no que sigan bajo la incuria del
tehuelche?” 1

Si bien esta situación no llegó a concretarse, quedaron en evidencia los esfuerzos del
presidente y de sus sucesivos ministros de economía, para congraciarse con los
banqueros extranjeros. Mientras tanto la desesperación ganó a las autoridades
financieras que llegaron a permitir la emisión clandestina de billetes; el caso más
resonante es la puesta en circulación por parte del Banco Nacional de 18 millones de
pesos. La denuncia la realizó Aristóbulo del Valle y la presentó en el Congreso
Nacional. A ello se le sumó la emisión de billetes falsos (que serían quemados) con el
objetivo de “salvar” a los bancos con problemas de respaldo financiero, todo esto
ocurrió entre los meses de abril y junio del año 1890; y apenas un mes mas tarde cayó el
gobierno. Además de estos dos grandes ejes que mencionamos, el político y el
económico, debemos decir que ambos se vieron atravesados por un concepto
relativamente nuevo para las lides políticas de entonces: La Moral. Esta apareció como
contrapartida a un régimen corrupto tanto en su sistema electoral como en lo
económico, el “disfraz” del progreso sirvió para ocultar las corruptelas administrativas,
y las componendas con los capitales extranjeros la impunidad de la élite gobernante que
gobernó prácticamente sin oposición real y visible desde la década de 1870.

Carlos Pellegrini dio la imagen de un gobernante ordenado dispuesto a sanear las


finanzas y reencaminar las relaciones con los acreedores internacionales. El objetivo
central fue obtener recursos, para ello junto a su ministro de Hacienda Vicente Fidel
López, comenzó a preparar un plan económico que incluyó las siguientes medidas:
creación de una Caja de Conversión, para los billetes de los Bancos Nacionales
Garantidos, un empréstito externo, y caducidad de las concesiones ferroviarias que no
habían cumplido a pleno con sus contratos.

La quiebra de la Baring Brothers en el mes de noviembre del año 1890 trajo aparejado
serios obstáculos para este reordenamiento que buscó el gobierno, ya que esta casa
financiera tenía activos de la deuda argentina, y se hacía cargo de los servicios de la
deuda externa, gestionando a su vez nuevos empréstitos. El que obtuvo nuestro país, fue
de 75 millones de pesos oro a un 6% de interés, el cual estuvo destinado a ayudar a la
Baring Brothers, sostener a la Bolsa de Valores y cubrir los papeles argentinos
haciéndose cargo del mismo la banca Rothschild.

En tanto la creación de impuestos internos a sociedades anónimas cuya dirección y


capital no se hallasen inscriptos en el país, también a artículos de primera necesidad,
bancos particulares y extranjeros estuvo relacionado con la política de aumentar la
recaudación para las arcas del Estado. Pero la desconfianza de los capitales extranjeros
continuó y en el año 1891, el oro aumentó su valor provocando el cierre del Banco
Nacional y el de la Provincia de Buenos Aires, y ante esta situación se decidió la
creación de un Banco con suficiente capital que cubriera la falta de créditos ante el
cierre de los Bancos Garantidos.

El 26 de octubre del año 1891 abrió sus puertas el Banco Nación. Los impuestos al
capital extranjero fueron objeto de una crítica durísima en Europa, sobre todo en
Londres , donde los particulares presionaron al gobierno inglés a intervenir con fuertes
controles en el desarrollo de la economía argentina, recordándonos el trato de nación
mas favorecida que debía tener a causa de un convenio del año 1825, quizás
pretendieron (tal como lo harían años mas tarde) apropiarse ante las pésimas
administraciones nacionales y provinciales, de nuestros recursos de toda índole, tal
como lo acontecido con el Ferrocarril Oeste, privatizado en el año 1890, pasando a
manos de la sociedad The Buenos Aires Western Railway Limited. Este ferrocarril fue
denominado como “la gallina de los huevos de oro” de la provincia de Buenos Aires, su
venta así y todo, no pudo resolver la situación financiera de la provincia.

Hacia finales del mes de julio del año 1891, nació la Unión Cívica Radical (U.C.R),
como consecuencia de la fórmula acuerdista pergeñada por Bartolomé Mitre, Julio A.
Roca y Bernardo de Irigoyen. La Intransigencia de Leandro N. Alem contra el régimen,
generó esta ruptura, y a ella se sumó la renuncia de Bernardo de Irigoyen a dicha
fórmula y una sucesión de hechos violentos de represión estatal contra movimientos
unionistas en el interior del país que les costó la vida a cientos de militantes cívicos.

El 27 de agosto Leandro N. Alem lanzó la consigna de la “Libertad de Sufragio”. Su


campaña se realizó en el interior del país mientras en Buenos Aires, se deshizo la
fórmula de Bartolomé Mitre - José E. Uriburu, y Julio A. Roca renunció a la presidencia
del partido. Los radicales exigieron al presidente de la Nación prescindencia en los
comicios para elegir diputados nacionales que se llevaron a cabo en febrero del año
1892; sin embargo aquella

se realizó a medias y las elecciones tuvieron suerte dispar tanto para los acuerdistas,
como para la U.C.R. y el Partido Provincial Bonaerense.

El problema para los gestores del acuerdo político del P.A.N., (Bartolomé Mitre y Julio
A. Roca), se produjo cuando desde las propias filas de la oligarquía, un grupo de
jóvenes que dijeron querer renovar las figuras en el gobierno se autoproclamaron
“modernistas”, y presentaron la fórmula Roque Sáenz Peña-Dídimo Pizarro. Sin
embargo ambos debieron renunciar ante la maniobra política llevada a cabo por los
líderes de la élite que le antepusieron a Roque Sáenz Peña, a su padre Luis, junto a José
E. Uriburu, como candidatos del sistema político gobernante para las elecciones del 10
de abril del año 1892. Las mismas se realizaron con un clima de violencia que ya vino
produciéndose desde los comicios de febrero, con muertos y heridos.

El gobierno ante la abstención proclamada por la U.C. R., encarceló a sus máximos
dirigentes junto a cientos de militantes, declaró el Estado de Sitio, y su fórmula
presidencial resultó electa con el fraude como marco para el último gobierno de fin de
siglo. En lo que resta del año, se produjeron una serie de revueltas de diferente origen
en las provincias de Santiago del Estero, Catamarca y Corrientes, (el roquismo pareció
estar atrás de estos movimientos que le impidieron gobernar a Luis Sáenz Peña); la
intervención a tiempo de su ministro de Interior, Miguel Cané, evitó su renuncia y la
incorporación de Aristóbulo del Valle, cívico participante de la Revolución del ‘90,
terminó por recuperar al menos por unos meses al débil gobierno de Sáenz Peña.

En setiembre del año 1893, el Radicalismo profundizó su política revolucionaria en


todo el país, con Hipólito Yrigoyen encabezando las revueltas en la Provincia de
Buenos Aires, mientras Santa Fe y Rosario fueron tomadas por los revolucionarios y
Leandro N. Alem proclamado presidente de la República. Finalmente los
revolucionarios fueron derrotados siendo detenido su líder y liberado a comienzos del
año 1894, no sin antes ser expulsado del Senado en diciembre del año anterior, ya que
había sido electo senador en julio de ese mismo año.

De todos modos aún estando en prisión volvió a ser candidato cuando en febrero del
año 1894 se debió elegir un senador nacional y se lo presentó por Capital Federal
ganando la

contienda electoral una vez mas. A mediados de este año el Senado no le reconoció el
diploma, debió renunciar siendo reemplazado por Bernardo de Irigoyen, quien pasó a la
oposición al gobierno.

En materia económica, Argentina en este año de revueltas políticas, no contó con la


solidez de los años 1891-92. La baja de los precios internacionales de los cereales (a
pesar de haber aumentado el volumen sembrado y producido), consecuencia de la crisis
económica mundial, repercutió sobre le economía nacional. Por ello se arregló con la
Banca Rothschild la baja de los intereses de los títulos argentinos, comprometiéndonos
a pagar al Banco de Inglaterra la suma de 1 millón 565 mil Libras Esterlinas, que a su
vez se girarían a los tenedores de bonos. En cuanto a las deudas con los ferrocarriles
garantidos y amortizaciones de empréstitos, se suspendieron hasta el 1° de enero del año
1901, y por último el acuerdo que llevó la firma del Ministro de Hacienda del gobierno
(Juan José Romero), lo comprometió a hacerse cargo de las deudas de las provincias.

En el año 1894, el principal problema económico continuaron siendo los ferrocarriles


garantidos a los cuales se les debió grandes sumas de dinero; un proyecto de ley
presentado en la cámara de Diputados autorizó al gobierno a entrar en tratativas con las
diez líneas ferroviarias que poseían un capital garantido de 86 millones de pesos oro.
Las garantías fueron desde 8 hasta 55 años; el proyecto intentó poner límites al monto a
pagar como asimismo de acuerdo a las ganancias de las empresas bajar las tarifas que
venían siendo aumentadas constantemente con el consiguiente perjuicio de las
economías regionales.

Entre tanto el presidente siguió debatiéndose ante las recurrentes crisis de gabinete que
le obligaron a buscar nombres y hombres que lo respaldaran en su acción de gobierno.
Dichas crisis, (alrededor de cuatro), son producto al igual que en años anteriores, de
revueltas suscitadas en el interior del país, ya sean generadas por el radicalismo o por
facciones provinciales que respondieron a caudillos locales o a intereses de poder de
algunos ministros.

Tal es el caso de lo acontecido en la provincia de Mendoza a fines del año 1894,


conflicto en el cual su propio ministro del Interior Manuel Quintana estuvo involucrado.
La demora en solucionarla que llegó a comienzos del año 1895, mas otras medidas de
carácter

político que el presidente decidió tomar sin el apoyo de la cámara de Diputados, (como
la promulgación de un indulto a jefes revolucionarios de la revolución del año 1893), le
generaron un vacío de poder que le obligó a renunciar en enero del año 1895. Le
sucedió en el cargo su vicepresidente José E. Uriburu. Había pagado de este modo, el
haber preferido en su oportunidad, un acuerdo ofrecido por Bartolomé Mitre, Julio A.
Roca y Carlos Pellegrini a ser el candidato de la única oposición organizada (los
radicales) que coincidieron con sus propuestas que databan del año 1870 en favor del
voto universal y obligatorio para los varones mayores de dieciocho años. La contracara
de Carlos Pellegrini quien afirmó: “El voto mas libre es el que se compra, porque
expresa en forma absoluta la verdadera voluntad del ciudadano”. 2

El surgimiento de los partidos políticos modernos.

Aquella frase sintetizó de algún modo, el pensamiento de la oligarquía paternalista, que


mediante el sistema del Acuerdo, engañó a Luis Sáenz Peña, un real sostenedor del
gobierno ministerial, y opositor al fraude y a las componendas y sobornos de las
administraciones anteriores. El surgimiento de los Partidos Políticos modernos, (el
P.A.N., la Unión Cívica Nacional y la Unión Cívica Radical) se gestó en el marco de
una sociedad con profundos cambios. Por otra parte, ya desde el año 1896, comenzaron
a discutirse las candidaturas presidenciales siendo Julio A. Roca “el candidato” del
régimen oligárquico; Bartolomé Mitre intentó oponérsele sin éxito, al igual que Carlos
Pellegrini quien terminó dando su apoyo a la fórmula encabezada por Julio A. Roca,
cuyo vice fue Norberto Quirno Costa.

El mitrismo se concentró en poder ganar la gobernación de la provincia de Buenos


Aires con su candidato Bernardo de Irigoyen, sin embargo Carlos Pellegrini se le opuso
con el apoyo de los radicales moderados. El 12 de octubre asumió Julio A. Roca la
presidencia en nombre del P.A.N., gobernó con ocho ministros tal como lo estipuló la
norma constitucional llevada a cabo tras las elecciones para constituyentes del mes de
enero del
año 1898. Bartolomé Mitre, presidente de la Asamblea Legislativa le tomó juramento.
Como podemos observar mas allá de los apoyos u oposiciones de turno, estos tres
apellidos (Mitre, Pellegrini y Roca), marcaron la política de fin de siglo, tal como la
élite lo venía realizando desde 1862; son quienes sintetizaron los diferentes intereses
económicos primero y políticos luego de la clase culta que afirmaba querer el progreso
material y social de la Argentina insertada en un mundo que ya transitaba largamente la
etapa de la expansión imperial del capitalismo.

A pesar de los esfuerzos por modernizar la política, el fraude estaba cómodamente


instalado en cada elección, crónicas de época relatan como una sola persona llegó a
votar ciento ocho veces por los candidatos del régimen. Este mecanismo era parte
inherente del sistema, sin él pareciera que los prohombres de la Generación del ‘80, no
pudieran construir su proyecto de país.

Entre los años 1898 y 1902 se incrementaron las inversiones de capital en


infraestructura ferroviaria, y en construcciones públicas y privadas. Los sectores
económicos coincidieron junto al presidente Julio A. Roca, que la salida a la crisis
residió en la conversión monetaria. En esta dirección trabajaron el Ministro de Hacienda
José María Rosa, Carlos Pellegrini y el banquero Ernesto Tornsquist. Entre los meses de
agosto y noviembre del año 1899, se debatió en Diputados y Senadores acerca de los
beneficios de la Ley que finalmente fue sancionada el 4 de noviembre de ese año. El
principal defensor de la misma fue Carlos Pellegrini, miembro informante de la
Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, quien expresó:

“La consecuencia es que el azar y no el cálculo determina el resultado final de las


operaciones comerciales e industriales. El mercado comercial e industrial se convierte
así en un gran centro de especulación y de juego, en que el azar, y no la previsión y el
trabajo, enriquecen inesperadamente a unos y arruina a otros, y, al obligar a industriales
y comerciantes a ser jugadores, les prepara de antemano el destino fatal del jugador: la
ruina y la miseria.”

Y continuó en su crítica a la especulación: “El agio, ese animalito dañino, está


enjaulado por este proyecto antes de ser ley, y ahí quedará, vigilado por el trabajo
Nacional, mientras no venga alguna fatalidad o alguna desgracia a romper los barrotes
de su jaula y volverlo a la Libertad”. El artículo primero de dicha ley fijó lo siguiente:
“La Nación convertirá toda la emisión fiduciaria actual de billetes de curso legal en
moneda nacional de oro al cambio de un peso moneda nacional de curso legal por 44
centavos de pesos moneda nacional de oro sellado”.3 El artículo tercero previó una
reserva en metálico denominada Fondo de conversión que garantizó la conversión del
papel moneda. Un peso oro equivalió a 2.27 pesos de moneda nacional. Dicho proceso
el gobierno lo fue realizando de manera gradual.
En junio del año 1901, Carlos Pellegrini (el autor de la frase que antecede este párrafo,
sumamente crítico a los especuladores) al regresar de un viaje por Europa planteó
convertir toda la deuda en oro. Se ofreció como garantía a los acreedores externos la
renta aduanera. Junto al asesor del presidente Julio A. Roca, Ernesto Tornquist,
evaluaron que esto era lo mejor para salir de la crisis surgida a causa de los gastos
públicos originados por el rearme militar ante el conflicto con Chile. La desaprobación
de este proyecto ante los disturbios populares que originó, produjo la separación política
entre el presidente y Carlos Pellegrini lo cual a su vez trajo aparejada otro tipo de crisis
de índole política en el seno del P.A.N.. El presidente sin embargo contó en los dos
últimos años de su gobierno con óptimas cosechas de cereales, el aumento de áreas
sembradas, con el consiguiente crecimiento del volumen producido de maíz y lino, y en
materia ganadera convertirse en el principal proveedor de carnes de Gran Bretaña.

En cuanto a la importación de carne enfriada por parte de los ingleses, se pasó de un 8


% del total en 1903 a un 23 % en 1905, en este año se exportaron más de 150 mil
toneladas de este rubro. La competencia por ver quien estaba en primer lugar en materia
exportadora entre cereales y carne se torna año a año más dinámica. El Modelo estaba
en su apogeo y así lo demostraron las inversiones en el período de referencia, en todos
los rubros, siendo el primero el de comercio, luego finanzas, seguido por transporte,
comunicaciones y energía y el agropecuario en tercer lugar. Las vías férreas alcanzaron
los 19.430 kms., se

construyeron los hospitales Tornú y Argerich, en la ciudad de Buenos Aires,


prosiguieron grandes obras públicas como el edificio del Congreso de la Nación, de la
Facultad de Medicina, se funda la Universidad Nacional de la Plata, la Biblioteca
Nacional.

Entre tanto los Comicios Presidenciales del año 1904 tuvieron a Manuel Quintana como
protagonista quien ya había intentado ser presidente de la nación en el año 1874, pero
sin una estructura partidaria que lo apoyara, no lo logró. Había iniciado su carrera
política en el año 1860, unitario y mitrista en sus comienzos llegó a ocupar entre otros
tantos cargos políticos el de ministro en dos oportunidades de Luis Sáenz Peña. En esta
coyuntura contó con el firme apoyo de los Partidos Unidos de Marcelino Ugarte,
gobernador de la provincia de Buenos Aires, (originalmente sustentado por el P.A.N.),
pero a causa de desinteligencias con Julio A. Roca y el senador nacional Carlos
Pellegrini, conformó su propia agrupación partidaria: los Partidos Unidos, una alianza
entre los autonomistas nacionales y los radicales moderados.

En este último caso no participaron los radicales yrigoyenistas partidarios de la


abstención electoral. Manuel Quintana obtuvo su triunfo sobe las candidaturas de José
Evaristo Uriburu del partido Republicano (mitrista), y la de Carlos Pellegrini sostenida
por el P.A.N., Figueroa Alcorta fue su compañero de fórmula. Un mes antes, el 11 de
marzo del año 1904, en los comicios para diputados nacionales ante la división del
territorio nacional en circunscripciones, (tantas como diputados se eligieron), en la
circunscripción del barrio de La Boca de la entonces Capital Federal resultó electo por
el partido Socialista Alfredo Palacios. Manuel Quintana asumió el gobierno el 12 de
octubre de 1904; cuatro meses mas tarde, el 4 de febrero del año 1905 debió pasar una
prueba de fuego: una nueva Revolución Radical.

Los levantamientos cívico-militares se sucedieron en las ciudades de Rosario, Bahía


Blanca, Mendoza, Córdoba y la Capital Federal. El mismo vicepresidente en persona
fue hecho prisionero por los rebeldes en la provincia de Córdoba. La firme postura de
Manuel Quintana de no negociar con los revolucionarios, fundamentalmente desde el no
reconocimiento de su status de “Revolución Política”, le permitió sofocarla
rápidamente.

Mas allá de la derrota sufrida por los radicales, para HipólitoYrigoyen significó desde
su lectura política el comienzo de la reorganización del Partido. A fines del año 1905,
Manuel Quintana cayó enfermo de gravedad asumiendo interinamente su vice Figueroa
Alcorta el 25 de febrero del año 1906, sin contar con apoyo político ni en el Congreso ni
de partido alguno.

Para los nuevos comicios del mes de marzo que tuvieron por objetivo renovar la
Cámara de Diputados los autonomistas nacionales liderados por Carlos Pellegrini y los
republicanos (mitristas), unificaron posiciones en la Capital Federal; la lista de
candidatos llevó a figuras notables como: Emilio Mitre, Carlos Pellegrini, Roque Sáenz
Peña, Ernesto Tornquist, contando inclusive con el apoyo de los autodenominados
radicales moderados de Bernardo de Irigoyen. La derrota del único posible sustento del
presidente, Marcelino Ugarte, lo obligó a Figueroa Alcorta a conformar un gabinete de
coalición: pellegrinistas, mitristas y roquistas, integrantes del corazón de la élite
terrateniente que consolidó mediante pactos y componendas fraudulentas una vez mas
el dominio político de la Argentina.

Sin embargo una voz se alzó en el Congreso intentando recuperar “la paz perdida“, “la
igualdad de derechos para todos los argentinos“, “la reconciliación nacional”. Carlos
Pellegrini, recientemente electo diputado nacional fue quien pocos meses antes de
morir, logró que se sancione a sus instancias una LEY DE AMNISTIA para los
participantes en los hechos revolucionarios de febrero de 1905. La misma entró en
vigencia el 12 de junio del año 1906. Quizás a causa ello se logró un encuentro al más
alto nivel entre el presidente y el líder de la oposición Radical: HIPOLITO YRIGOYEN
quien reclamó.

“Todos son iguales, gobierno y grupos politiqueros compuestos de grupos desechados


de las camarillas predominantes y espiando el momento de volver a su seno. Es una
descomposición de mercaderes donde nada se agita por ideal alguno de propósito
saludable, sino por móviles siempre menguados. Son reos de los más grandes delitos
que se hayan cometido en la sociedad humana. Esa es la Bastilla argentina so
os honorables y garantidos.”4

A mediados del año 1907, ambos intentaron ponerse de acuerdo para lograr la mejor
reinserción a la vida política, pacíficamente, de los radicales. Sin embargo la
desconfianza de Figueroa Alcorta hacia el caudillo radical impidió mayores y mejores
resultados. A su vez las contradicciones internas en el grupo de poder desencadenaron
una serie de revueltas provinciales que enfrentaron a roquistas, mitristas y partidarios
del propio presidente que tuvieron como resultado final otras tantas intervenciones
federales provinciales. Pareciera como si la guerra civil que aparentemente había
llegado a su fin con la organización del Estado nacional en el año 1880, volvía de
manera recurrente al escenario político, esta vez de la mano de los mismos que decían
haber consolidado la Civilización, el Orden y el Progreso. El punto culminante de esta
disputa, quizás lo podamos observar en el mismo Congreso de la Nación.

En ese espacio institucional, antes del 30 de setiembre del año 1907, el presidente
Figueroa Alcorta intentó que se sancionaran asuntos legislativos pendientes, entre otros
la ley de presupuesto. La falta de respuesta absoluta por parte de las Cámaras durante
casi dos meses, obligó al presidente de la Nación a poner en vigencia el presupuesto que
había sido sancionado en el año 1906. El 27 de enero clausuró las sesiones
extraordinarias y no permitió la entrada al recinto legislativo de diputados y senadores.
Esta acción de fuerte demostración de poder político por parte de Figueroa Alcorta se
produjo a dos meses de los comicios legislativos, los mismos le dieron el triunfo al
presidente, disolviéndose a causa de ello la oposición. Los votos fueron comprados a
tres, cinco y diez pesos.

Las libretas “votaron” por miles, los ciudadanos no. El poder quedó definitivamente en
manos de Figueroa Alcorta, tanto es así que un año mas tarde designó personalmente a
sus sucesores: Roque Sáenz Peña y Victorino de la Plaza. El partido formado para la
ocasión fue el denominado Unión Nacional. Curiosamente el candidato declaró que no
lo ataba “ninguna bandería política” y que lo convocaron “las aspiraciones colectivas”.
Sin

depuración de padrones, ni reforma electoral a la vista, el radicalismo yrigoyenista


volvió a abstenerse. La Unión Cívica, nueva designación de la organización política de
roquistas y seguidores de Marcelino Ugarte, tras su derrota en los comicios realizados
para elegir senador por la Capital Federal, denunciaron fraude y también se abstuvieron
de presentarse para las elecciones a presidente. Sin oposición alguna, la fórmula que
encabezó Roque Sáenz Peña junto a Victorino de la Plaza resultó “vencedora “. El
fraude electoral continuo, al menos en estos años que estamos relatando, no impidió la
prosperidad económica de la cual gozó el gobierno de José Figueroa Alcorta.
Las inversiones no se quedaron atrás en este sostenido crecimiento económico de la
Argentina; los servicios públicos (transportes ferroviarios) y las empresas vinculadas
con la importación y la exportación fueron los más favorecidos. A ello hay que
agregarle un claro aumento de las exportaciones menos en los años 1906-7. En este
punto, el saldo desfavorable de la balanza comercial obligó a la utilización de las
reservas de oro para cubrir los gastos del estado. Una vez mas como en los últimos
años, la recuperación vino de la mano del sector agropecuario. La industria aún no
puede ser definida claramente como tal, ya que las grandes unidades productivas de
entonces eran los frigoríficos, pertenecientes en su mayoría a británicos y
estadounidenses.

Los talleres casi artesanales dominaron la escena reproduciéndose en la Capital Federal,


y algunas ciudades del interior como Córdoba y Rosario. Esto nos obliga a definir aún
como clase obrera o proletariado incipiente a un sector social que estaba surgiendo,
fundamentalmente como consecuencia de la política de concentración de la tierra en
pocas manos lo cual obligó a cientos de miles de inmigrantes a dejar el campo y
dedicarse en la ciudad a tareas artesanales, de transportes, comercio y de servicios.

Las líneas ferroviarias llegaron a más de 27 mil kms., estando en manos privadas
alrededor de 22 mil. Hacia el año 1870 la renta nacional es de 14 .883 .000 pesos y en el
año 1910 es de más de 133 millones, el ingreso per cápita ascendió de 7,8 pesos oro en
el año1870, a 19,7 pesos oro en el año 1910. Estos números fríos por un lado, de
aparente demostración de riqueza proporcionalmente extendida en toda nuestra
geografía, sin

embargo para todos y cada uno de nuestros compatriotas distaron mucho de ser así, las
desigualdades sociales eran profundas tanto en el campo como en la ciudad. Sin
embargo, en ambos polos productivos, eran cientos de miles aquellos que trabajaban en
condiciones infrahumanas y sin percibir un salario, en la Argentina próxima al
centenario convivieron explotaciones capitalistas con las pre-capitalistas.

Esta estructura socio-económica dependió exclusivamente de la demanda externa, la


cual a su vez fue condicionando y modificando nuestro diseño de país. En el año 1910
el 98 % de las exportaciones argentinas provinieron del campo: 58 % agricultura y 40 %
ganadería. Este último rubro, asentado en la explotación extensiva, con poca mano de
obra, colocó a la Argentina en la primera posición de exportadores de chilled – beef
hacia Gran Bretaña. La afluencia de capitales británicos, ya sea en préstamos o
inversiones como antes decíamos, fue generando gradualmente una clase media urbana
que además de ocupar espacios en el Estado, el comercio y los servicios en general,
participó junto a los extranjeros en el desarrollo lento pero seguro de talleres y
establecimientos manufactureros que se ubicaron principalmente en la Capital Federal .
Una tercera parte de los obreros censados hacia el año 1909 en esta ciudad se ocuparon
en el 35 % de las denominadas de algún modo “industrias nacionales”.
El 72 % de la población en el año 1914 se concentró en el Litoral y Córdoba, el 53 %
del total de los habitantes del país, lo hizo en zonas urbanas, y por parte iguales se
distribuyeron quienes trabajaron en los sectores primario, secundario y terciario. El país
dominado por una élite terrateniente que hizo de la política un ámbito privado ha
sufrido desde la batalla de Caseros profundos cambios sociales. Las masas
inmigratorias, los ferrocarriles, los capitales, los sectores medios y los obreros,
consecuencias deseadas del cambio propuesto y ejecutado por la Generación del ‘80,
insertaron a la Argentina del Centenario cada vez mas en el mundo capitalista.
Desigual, conflictiva, con deudas internas políticas, sociales y económicas.

El cambio en la estructura social se aceleró: las huelgas obreras, las revoluciones


radicales, las nuevas ideologías, fueron diseñando el perfil del Siglo XX argentino. Se
agudizó la contradicción entre el malestar social y el optimismo de la alta burguesía
terrateniente, el progresismo y el evolucionismo darwiniano y la agitación obrera se

enfrentaron irremediablemente. Los festejos por el Centenario se llevaron a cabo


durante todo el año 1910, su punto culminante fue el 25 de Mayo, cuando decenas de
representantes extranjeros se dieron cita para la conmemoración en una época dorada
permanente para la Oligarquía.

Nos seguimos leyendo,

Saludos cordiales,

Prof. GB

También podría gustarte