La Magia de Rubinstein

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R SOI.— Quilo Viernes 25 de Setiembre de 1953

LA MAGIA DE RUBINSTEIN
La Sociedad Filarmónica de para él dificultades. Lo segundo,
Quito ha conseguido incorporar su musicalidad: él no ha sido nun­
definitivamente a nuestra ciudad ca de esos pianistas “esoecializa-
en las rutas de los grandes virtuo­ dos" en éste o en aquel composi­
sos que recorren, de tiempo en tor. Su arte es universal. Si para
tiempo, la América del Sur. Pro­ muchos críticos Rubinstein es el
siguiendo —ahora bajo la inteli­ intérprete supremo de su compa­
gente y entusiasta dirección de triota Chopin. eso no le impide
María de las Mercedes Uríbe de interpretar con el mismo «acierto a
Reyes— su noble y desinteresada otros compositores. La catolicidad
labor de cultura, anuncia la Socie­ de su repertorio es asombrosa, y
dad un concierto del pianista Artu­ sólo cabe recordar aquí, de paso,
ro Rubinstein. acto que. sin duda que él precisamente fué quién más
alguna, será el máximo acontecí - hizo por obtener la carta de ciuda­
miento artístico del arto en Quito, danía mundial para la música del
como lo fué. en 1952, la presenta - brasileño Villa-Lobos, cuando esa
ción de Alfred Cortot. música era menospreciada por los
No hubo necesidad de presentar “cognoscenti” y los '•high-brows"
a Cortot, y tampoco, por fortuna, de ambos lados del Atlántico.
hace falta cumplir esa formalidad Mejor muestra, si cabe, de la a-
en el caso de Rubinstein, pues tam ccndrada musicalidad de Rubins­
bien su nombre es una palabra tein. son sus triunfos en la inter­
casera en el Ecuador, gracias a los pretación de la música de cámara,
artículos de las revistas Ilustradas, prueba de fuego de la que jamás
a sus discos y. sobre todo, al tes­ han salido indemnes sino aquellos
timonio clamoroso e irresistible de ejecutantes que son bastante más
las películas en que nuestro públi­ que simples virtuosos: con el vio­
co le ha visto y le ha oído. Quie­ linista Ilclfetz y con el violonche­
ro apenas realzar la inmensa sig­ lista Feuermann (desde ja muerte
nificación que tiene el hecho de de este último con PiaÜgorsky»,
que ese público, que sólo ha podi­ formó Rubinstein un trio tan gran­
do apreciar a Rubinstein con cier­ de. quizá, como aquel otro celebé­
to carácter mítico e irreal, pueda rrimo que integraban Thihaud. Ca­
ahora escucharlo de Fuerpo pre­ sáis y Corto*. Por último, no hay
sente y como a un ser restituido que olvidar que Rubinstein es un
al cabo a su tangible y concreta distinguido erudito e investigador
realidad humana. ?n el campo de la musicología y. a-
La popularidad extraordinaria de demás, un hombre que está intima­
Rubinstein en todo el mundo, in­ mente familiarizado con los otros
cluso en muchos países y ciudades dominios de la cultura.
que jamás ha visitado se debe en Tor otra parte, ¡a fantástica po­
buena parte, evidentemente, a a- pularidad de Rubinstein se apoya
quclla fantástica maquinaría de en las admirables grabaciones que
publicidad que son las películas y son su legado a la posteridad, y
los artículos repletos de sensacio- que tanto han contribuido a difun­
nalismo y de ‘•glamour”. Pero es dir el conocimiento de muchas de
preciso insistir en que. en tratán­ las má? hermnsas ñoras del reper­
dose de Rubinstein, toda <‘«e es­ torio pianístico: allí están, entre
truendo de la fama está justifica­ otras, los Conciertos de Chopin,
do y no es, en modo alguno, exce­ Griég. Beot noven. Schumann.
sivo. Poique Arturo Rubinstein es Tchaikovsky. Brahms, y los Noc­
uno de los pocos pianistas verda­ turno?, las Polonesas. los Prclu -
deramente grandes que hay en ei dios y-los Scherzi do Chopin.
inundo, y grande por tr*s motivos: De tan alta estatura e^. pues r‘
por ia virtuosidad pura, por la in-érprete ‘í ~*den «cucharemos
musicalidad y por la erudición. el sábado en el Sucre. E=
En cuanto a ¡o primero, su técni­ evidente que el anuncio de este
ca es tan acabada que no existen roncierto ha provoco. como no
podía menos, un ardoroso entusias­
mo en la ciudad, y es seguro que
el Teatro vendrá estrecho en esa
noche memorable. Consuela pen­
sar que en este caso —como en c’
de Cortot el año pasado— aunque
sólo sea por la magia de un nom­
bre, el público habrá de corres­
ponder ai esfuerzo al .-orificio
de la benemérita Sociedad Filar -
mónica de Quito,

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