La Magia de Rubinstein
La Magia de Rubinstein
La Magia de Rubinstein
LA MAGIA DE RUBINSTEIN
La Sociedad Filarmónica de para él dificultades. Lo segundo,
Quito ha conseguido incorporar su musicalidad: él no ha sido nun
definitivamente a nuestra ciudad ca de esos pianistas “esoecializa-
en las rutas de los grandes virtuo dos" en éste o en aquel composi
sos que recorren, de tiempo en tor. Su arte es universal. Si para
tiempo, la América del Sur. Pro muchos críticos Rubinstein es el
siguiendo —ahora bajo la inteli intérprete supremo de su compa
gente y entusiasta dirección de triota Chopin. eso no le impide
María de las Mercedes Uríbe de interpretar con el mismo «acierto a
Reyes— su noble y desinteresada otros compositores. La catolicidad
labor de cultura, anuncia la Socie de su repertorio es asombrosa, y
dad un concierto del pianista Artu sólo cabe recordar aquí, de paso,
ro Rubinstein. acto que. sin duda que él precisamente fué quién más
alguna, será el máximo acontecí - hizo por obtener la carta de ciuda
miento artístico del arto en Quito, danía mundial para la música del
como lo fué. en 1952, la presenta - brasileño Villa-Lobos, cuando esa
ción de Alfred Cortot. música era menospreciada por los
No hubo necesidad de presentar “cognoscenti” y los '•high-brows"
a Cortot, y tampoco, por fortuna, de ambos lados del Atlántico.
hace falta cumplir esa formalidad Mejor muestra, si cabe, de la a-
en el caso de Rubinstein, pues tam ccndrada musicalidad de Rubins
bien su nombre es una palabra tein. son sus triunfos en la inter
casera en el Ecuador, gracias a los pretación de la música de cámara,
artículos de las revistas Ilustradas, prueba de fuego de la que jamás
a sus discos y. sobre todo, al tes han salido indemnes sino aquellos
timonio clamoroso e irresistible de ejecutantes que son bastante más
las películas en que nuestro públi que simples virtuosos: con el vio
co le ha visto y le ha oído. Quie linista Ilclfetz y con el violonche
ro apenas realzar la inmensa sig lista Feuermann (desde ja muerte
nificación que tiene el hecho de de este último con PiaÜgorsky»,
que ese público, que sólo ha podi formó Rubinstein un trio tan gran
do apreciar a Rubinstein con cier de. quizá, como aquel otro celebé
to carácter mítico e irreal, pueda rrimo que integraban Thihaud. Ca
ahora escucharlo de Fuerpo pre sáis y Corto*. Por último, no hay
sente y como a un ser restituido que olvidar que Rubinstein es un
al cabo a su tangible y concreta distinguido erudito e investigador
realidad humana. ?n el campo de la musicología y. a-
La popularidad extraordinaria de demás, un hombre que está intima
Rubinstein en todo el mundo, in mente familiarizado con los otros
cluso en muchos países y ciudades dominios de la cultura.
que jamás ha visitado se debe en Tor otra parte, ¡a fantástica po
buena parte, evidentemente, a a- pularidad de Rubinstein se apoya
quclla fantástica maquinaría de en las admirables grabaciones que
publicidad que son las películas y son su legado a la posteridad, y
los artículos repletos de sensacio- que tanto han contribuido a difun
nalismo y de ‘•glamour”. Pero es dir el conocimiento de muchas de
preciso insistir en que. en tratán las má? hermnsas ñoras del reper
dose de Rubinstein, toda <‘«e es torio pianístico: allí están, entre
truendo de la fama está justifica otras, los Conciertos de Chopin,
do y no es, en modo alguno, exce Griég. Beot noven. Schumann.
sivo. Poique Arturo Rubinstein es Tchaikovsky. Brahms, y los Noc
uno de los pocos pianistas verda turno?, las Polonesas. los Prclu -
deramente grandes que hay en ei dios y-los Scherzi do Chopin.
inundo, y grande por tr*s motivos: De tan alta estatura e^. pues r‘
por ia virtuosidad pura, por la in-érprete ‘í ~*den «cucharemos
musicalidad y por la erudición. el sábado en el Sucre. E=
En cuanto a ¡o primero, su técni evidente que el anuncio de este
ca es tan acabada que no existen roncierto ha provoco. como no
podía menos, un ardoroso entusias
mo en la ciudad, y es seguro que
el Teatro vendrá estrecho en esa
noche memorable. Consuela pen
sar que en este caso —como en c’
de Cortot el año pasado— aunque
sólo sea por la magia de un nom
bre, el público habrá de corres
ponder ai esfuerzo al .-orificio
de la benemérita Sociedad Filar -
mónica de Quito,