12c - Spencer, H - Porqué Me Separo de Auguste Comte

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l I 3

CAPITULO 111.
~1icntras que se imprimían las pági-
nas anterio1 i:s, apareció en la Revista
de ambos P.fuiidos del. 1 5 de Febrero
un articulo :,(ibre una de mis últimas
obras, Los J>ri111eros principios. Dt.bo dar-
le gracias a ~1. :\ugusto Laugel, autor
de este articulo, por el cuidado con
que ha expuesto algunos de los prin-
cipales aspectos de esta obra, y por
el espíritu liberal y simpático con que
los ha apreciado. En un sentido, sin
embargo, ~\L Laugel trasmite asus lec-
tores un jui-:io erronco;-1uicio que,
sin duda, se deduce para él de lo que
cree que es la misma evidencia, y que
incontestablemcnte ha e"<presado con
la mejor b~cna fé. "1. Laqgcl me pre-
senta como discípulo de ¡'\1, Comte en
ciertos. puntos. Despues de haber des-
crito la influencia de J\il. Comtc, cuyas
huellas encuentra en las obras de algu-
nos otros escritores ingleses, particu-
larmente de ~1 . .l\üll y de ,\1. Buckle,
pretende que esta i~tluencia, aunque no
114
está confesada, se reconoce fácilmente
en la obra que se propone dar á cono-
cer; y, en varios pasajes de su articulo,
hace indicaciones que tienden á probar
lo que alega. Con gran sentimiento me
veo obligado á contradecir á un critko
ele tan buena fé, y de tan gran habili-
dad. Pero, como la Revrst,r de a111hos
Munios está muy e.xtend1da en Ingla-
terra lo mismo que en otras partes, y co-
010 existe en ciertas inteligencias, tanto
aquí como en América, una preocupa-
cion análoga á la que alimenta !\l. Lau-
gel,-prcocupacion que con su opinion
no hace mas que fortalcccrse,-me pa-
rece necesario combatirla
Dos causas de naturaleza en,eramen-
te diferentehan contnbu1do a difundir la
creencia errónea de que !vL Comte está
reconocido como el creador de la ciencia
propiamente dicha. Sus enemigos mas
ardientes, y sus an1igos n1ás decididos,
han contr1bu1do á propagarla sin sa-
berlo De un lado, habiendo !\l. Comte
designado ba{·º el nombre de filosof(a
positiva todos os conocimient,)S que los
sábios han "Stablccido deíin1tn an1cntc,
por grados, reunidos en sistcn,a ó en
un solo cuerpo de doctrina, y habién- ·
dolo opuesto ordinariamente al conjun-
to incoherente de las opiniuncs soste-
nidas por los teólogos, se ha hecho una
costumbre en el partido teológi.:o el
11 )
de sig na r el pa rti do op ue sto , el de los
ho mb res de cíc nc 1a , ba jo e1 no mb re de
po$itivistns Y la co stu mb re de lla ma rlo s
as í ha he ch o na ce r la op ín1 on de qu e se
lla ma n á sí mi ~m os f,osit-iv1stas y qu e so n
dis cíp ulo s de t\l Co mt c Po r otr o lad o,
los qu e ha n ad op tad o el sis tem a de
l\l Co mt c, y qu e lo mi ran co mo la fil o-
so fia de l po rv en ir, ha n es tad o na tur al-
me nte 1n cl 1n ad os á ·ver po r tod as pa rte s
las se1 ial es de su pr og res o, i ~ sie mp re
qu e ha n en co ntr ad o op int on es en arm o-
ní a co n é1, las ha n a tri bu ido á la i nfl ue n-
cia de su au tor . Si em pr e tie ne n los d1s-
cip u los la ten de nc ia á cxaJ era r los efe c-
tos de las lec cio ne s de l ma es tro , y de
co ns id erq.r a és te co mo el in· rcn tor de
tod as la' ; do ctr ina s q uc en señ a. En el
es pír itu de los disc.1 pu los , el no mb re de
Co mt c se as oc ia al de l mé tod o cie ntí -
fic o, po rq ue la ma yo r pa rte no lo ha n
co mp ren did o mJ.s qu t: po r la e~pos1c1on
qu e de ét- ha he ch o. Ba ¡o la int lue nc ia
ine vit ab le de es ta aso cia cio n de ideas.
,
pie ns an en .1\1. Co mt e cada vez qu e en -
cu en tra n há bit o~ de pe ns am ien to qu e
gu ard an cie rta an al0 gía eo n el mé tod o
cie ntí fic o de scr ito po r est e au tor , y de
aq uL qu e es tén inc lin ad os a im ag ina
r
qu e ha he ch o na ce r en la int eli ge nc ia de
los de má s las co nc ep cio ne s qu e ha en -
ge nd rad o en la SU )a Se rnc Jan tcs im -
pr cs ión es , so n sin cm ba rg o, en la m a-
116

voi: parte de los casos. sin fundamento.


Es indudable, que M. Comte ha dado
una exposicion general de la doctrina y
del metodo científico, pero no es cierto
que los que admiten esta doctrina y si-
guen este método sean lo:-. discípulos de
.i\1. Comte. Ni sus procedin11cntos de in-
vest1gacion, ni sus miras concernientes
al conocimiento humano en su natura-
leza v en sus limites, difieren scnsi-
bleménte de lo que estos procedimien-
tos y estas miras eran antcl> de ~l. Com-
tc. S1 son p:1siti1nslas, lo so.n c0mo siem-
pre lo han sido, de una manera más ó
ménos consecuente, t,1dn-, !ns hombres
de ciencia; y, designándoles por este
nombre, no son mas disclpulos de
1\i. Comte, de lo que lo fucrnn los sá-
bios que han vivido y que han muerto
ántes de este autor, si se les diese
este mismo título. El misn10 ~1. Com-
te no reclama en manera alguna lo que
algunos de sus partidarios están incli-
nados á reclamar para él 1mplícitamcn-
te: ccliay sin duda, dice, mucha analogía
entre mi filosofía pos,tiv(f. y lo que los
sábios ingleses entienden, desde r-:e~ -
ton sobre todo, por filosojfa ,,atur(fl
(,·éase Adverlencia•). Y más léjos, indica
el «gran movimiento impreso al espíritu
humano, hace dos siglos, poi la acc1on
combinada de los prcceptús de Bacon,
de las concepciones de Descartes y de
117

los descubrimientos de Galileo, como


el momento en que el espíritu de la filo-
sofia positiva ha comenzado á iniciarse
en el mundo». Por consiguiente, los
procedimientos generales de investiga-
cion y la manera de interpretar los fenó-
menos, que ~l. Comte llama.filosofía Jx>-
sitit•a, están mirados por él mismo como
el resultado de un trabajo de dos siglos;
reconoce que en la época en que escribía
ya habian adquirido un desenvol,·imien-
to marcado y les considera como la he-
rencia de todos los hombres de ciencia.
Lo que se proponia 1\1. Comte, era dar
al pensamiento y al método filosófico
una forma y una organizacion mas per-
fecta, y de aplicarlos á la interprctacion
de esas clases de fenómenos que aún
no habían sido estudiados de una ma- ·
nera filosófica. Era esta una concep-
cion llena de grandeza, é intentar rea•
lilarla era una empresa digna de sim-
patía y de admiracion. Esta concepcion
babia sido iirualmente la de Bacon: él
tambicn aspiraba a una organiiacion
de las ciencias; él tambicn estaba per-
suadido de que «la fisica es la madre
de todas las ciencias;» él tambicn es-
taba persuadido de que las ciencias
no pueden avanzar más que á con-
dicir,n de estar unidas y combinadas, y
babia , isto· en qué consistia esta un ion
y esta combinacioo necesarias; tambien
118
él había comprendido que la filosofía
moral y civil no podria crecer y florecer
más que teniendo sus ralees en la filo-
sofía natural; y de aqul, que hubiese
tambien entrevisto la idea de una cien-
cia social naciendo de la ciencia física.
Pero el estado de los conocimiento3 en
su época le impidió ir mas allá de esta
concepcion general ; y en verdad; es
una cosa maravillosa que hubiese llega-
do hasta allí. En lugar de una concep-
c1on o~scura y vaga, 1\l. Comte ha pre-
sentado al mundo una concepc1on clara
y vigorosamente definida. Realizando
esta concepcion, ha moi,trado una ex-
tension de miras sorprendente, una
gran originalidad, un genio de inven-
tiva inmen~o, y un poder de genera-
•lizacion extraocd1nario. Considerado en
5Í mismo, su sistema de filosofía po-
sitiva, verdade, o ó falso, es un mo-
numento de proporciones ¡1gantescas.
Pero despues de haber tributado á
Comte la gran admiracion que merece
por su concepcion, por sus esfuerzos
para realizarla, y por el talento que ha
desplegado en esta tentativa, queda
una cuestion por proponer: llO ha con-
seguido? Un pensador que reorganiza
el método c1entifico y los conocimientos
de s-0 siglo, y que hace aceptar á sus
sucesores la reorganizacion que ha in-
tentado, quizá á justo titulo, mirado
1 '9
co mo jcfe de esc ue la, pu ed en se r és tos
co ns ide rad os como su sd isc lpu los . Pero,
en tre .los su ce so res , los qu e ac ep tan
este mé tod o y es tos co no cim ien tos de
l
sig lo, pe ro qu e no ac ep tan la reo rg an i-
7.acion, no so n e tcr tam en te su s d isc ipu -
los . Lu eg o, {q ué ha su ce did o co nr ela -
cio n á ~'\. Co mt e? Só lo un pe qu eñ o nú -
me ro ha ad op tad o su s do ctr ina s ca si
sin rcs crY a: y és tos pu ed en se r lla ma do s
,·e rd ad cra me nte su s di sc.ípu lo s. Ha y
otr os qu e ac ep tan co mo ve rd ad ero s un
cie rto nú me ro de es tos pr inc ipi os t pe ro
qu e rech~za n el res to; ést os , si so n su s
dis cíp ulo s, no lo so n má s qu e en pa rte .
En fin , ha y qu ien rec ha za su do ctr ina
en tod o Jo qu e tie ne de pa rti cu lar , y
es tos últ im ()s de be n $c r co ns ide rad os
co mo su s antag()n1stas. To do s los mi cn ...
br os de es ta cla se so n pr ec isa me nte lo
qu e hu bie ran sid o si el no hu bie se es-
cri to. llc ch az an do su rco rg an iza cio n de
las cie nc ias ha n tnm ad o es tas cien-
cias tal co mo cx ist ian ántcs de él,
co mo un a he ren cia co mu n leg ad a po r
el pa sa do al presente~ )" su ad he sio n
á es ta do ctr ina cie nti fic ¡i no los po ne
en ma ne ra alg un a en el número de los
dis cif ulo s de ~l. Comtc~ A esta cla se
es a a qu e pe rte ne ce la gr an ma yo ria
de los ho mb res de cie nc ia. Y á esta
cla se es á la qu e} .,º mismo pe rte ne zc o.
Pa ra ve nir ahora a lo qu e me toc a
!20
.personalmente en la cuestion 1 permita-
seme señalar primeramente esos gran-
des principios generales sobre los cuales
M. Comte está conforme con los pen-
sadores que le han precedido y sobre
los cuales estoy conforme con él.
Todo conocimiento nace de la expe-
riencia hé aquí lo q uesostiene ~1. Com-
te, y lo que yo tambien sostengo; pero
yo lo sostengo en un sentido más am-
plio que él, pues no solamente pienso
que todas las ideas adquiridas por los
individuos, y por consiguiente todas
las ideas transmitidas por las genera-
ciones pasadas, se derivan de esta fuen-
te,. sino que tambicn creo que las facul-
tades mismas que sirven para la ad-
quisicion de estas ideas son el producto
de experiencias acumuladas y organi-
zadas, trasmitidas por las razas o.ntcrio-
res (véanse los Principios de Psicologfa).
Per-0 la doctrina de que todo conoc1-
miento nace de la experiencia no ha si-
do aclarada por ~1. Comte; y de aqui
que no la reclame como suya. i\ún dice
que «todos los grandes génios repiten,
desde Bacon, que no hay más cono-
cimientos reales que los que descansan
sobre hechos observados » Por lo de-
más el carácter distinuvo de la escuela
inglesa de psicología es el de haber es-
·tudiado particularmente esta doctrino.
y de haberla definitivamente cstablcci-
12I

do.. Yo no sé que l\1. Comte, aceptando,


esta doctrina, haya hecho nada para
darla más certc1a ó para darla más
precision. En realidad. esto le era im-
posible, puesto que rechaza esta parte
de la ciencia del espíritu, que es la
única que puede proporcionar las prue-
bas de esta doctrina.
Por otra parte, ~1. Comte está en la
creencia de que todo conocimiento es
relativo y de que sólo afecta á los fe-
nómenos, y sobre este punto estoy
enteramente conforme con él; pero na-
die se atrevería á sostener que la rela-
tividad de todo conocimiento haya si-
do proclamada por vez primera por ~1.
Comte. Entre los que han profesado esta
doctrina y que le han sido más ó ménos
fieles, Sir ,,·i11iam l-lam1lton, coloca á
Protágo.-as, .\ristóteles, San Agustín,
Boccio, AYerroes, ..\lberto el Grande,
Gerson Leon el I lcbrco, .\1elanchton,
Scaliger, Francisco Piccolom1ni, Gíor-
dano Bruno, Campanella, Bacon. Sp1·
no7,a, Nc~ton, I<ant. Sir \\"illíam Ha-
milton mismo, en su Filosofía de lo i::-
condicional, publicada por primera .., cz
en 1829, ha dado una demostracion
cicntiÍ!ca de esta creencia. Recibiendo
esta doctrina de sus predecesores, en co-
mun con los otros pensadores, 1\1. Com-
te, que yo sepa, nada ha hecho por
su perfeccionamiento. Y en realidad,
122
no podla hacerla avanzar, puesto que,
como ya lo hémos dicho, miraba como
imposible este análisis del pensamien-
to qué encierra las pruebas de la relati-
vidad de todos nuestros conocimientos.
M. Comte no quiere que. en la explica-
ción de las diferentes clases de fenóme-
n0s, se pueda recurrir á entidades me-
tafísicas que se consideren como sus
causas, y es tambien mi opinion que el
empleo de semejantes entidades distin-
tas, aunque muy có1nodo, si no necesa-
rio aún para las necesidades del pen-
samiento, es, bajo el punto de vista
científico, completamente ilegitimo. Es-
ta opinion no es, en efecto, n1as que un
corolario de la prcced(;nte, debiendo sos-
tenerse ó caer con ella . Pero, como la
anterior, se ha sostenido durante siglos
con más 6 ménos con~istencia-. El mis-
mo l\1. Comte cita la expresion favorita
de Newton: ((¡Oh física, guárdate de la
metafísica'» Esta doctrina, lo mismo
que la precedente, no ha sido estableci-
do por ~1. Comte sobre un fundamen-
to más sólido. No ha hecho sino re-
producirla. Hacer más le era imposible;
pues sobre este punto, como sobre los
otros, su escepticismo invadiendo la psi-
cología subjeti\·a le impedía probar que
estas entidades metafisicas son simples
concepciones simbólicas que no son
susceptibles de vcr1ficacion.
l :2 3
En último lugar,M. Comtecree en le-
yes naturales invariables, en relaciones
constantes y uniformes entre los fenó-
menos. Pero otros muchos ántes que
él, lo han creido también. Aceptada
aun por aquellos que no tienen la pre-
tensíon de ser sabios, la proposicion de
que hay en el universo un órden inmu-
table ha conservado en el mundo c1entí-
fico, durante siglos la autoridad de un
principio ó de un postulado, reconocido
como verdadero por algunos solamen-
te en lo que concierne á los fenómenos
del mundo inórganico, pero admitido
por otros sabios como universal, reci-
biendo esta doctrina de sus predeceso-
res, i-1. Comte la ha dejado cvmo era en
si misma. Bien que haya descubierto
nuevas leyes, no creo que los sabios ad-
mitan ¡amás que las haya de,,wstrado de
manera de hacer la induccion más cier-
ta. tampoco las ha demostrado por me-
dio de la dcduccion probando, como
puede hacerse fácilmente, que la cons-
tancia y la uniformidad de las relacio-
nes entre los fenómenos es un corola-
rio necesario de la persistencia de la
fuerza.
Tales son los principios que siFVen
de punto de partida a l\1. Comte,-prin-
cipios que no se puede mirar como per-
teneciendo propiamente á su filosofia.
«{Pero, se dirá, dónde esta la necesidad
124

<le hacer estas observaciones, puesto


<¡ue ningun lector instruido atribuye á
I\-1. Comte el dcscubr1n11ento de estas
-verdades?)) A esto· respondo que, aun-
que ningun d1sc1pulo de \1 <:01nte haya
querido, con propó:,ito deliberado, re-
clamar piira este filosofo las Ycrdades
de que se trata, ) que n1ngun adyersa-:,
río perteneciente al pdrt1do teológico,
por poco que se ha;a familiari1ado con
la ciencia y la iilosof1a, no n11re á >l.
Con1te como el prime1 o que los ha ex-
puesto, sin embargo existe una marcada
.tendencia á referir .;u.ilqu1e1 doctrina :í
los que la han c:,pue:,to los ultimos y
<:on una cierta br1llantc2., -tendencia
que produce falsas imprc::.iones áun en
los talentos más desp1c1 to5 ·rengo entre
las manos la prueba de lo que acabo de
decir. En el número de la Revista de
aml•os Mu11dos, 1ndic:ido m..is ar1 iba, se
puede leer en la pagina 9 36 las palabras
siguientes: «Toda religion, con10 toda
filosofía, tiene la pretension de dar una
explicae1on del un1, crso; la filosof1a
que se llama positiva se distingue de
todas las filosofías y de todd::, las religio-
nes en que ha 1 enunciado a c::,t;i amb1-
cion del espíritu humano; )J y el reslo
d.el párrafo esta consagrado ú la c"tpli-
cacíon de la doctrina de la relatividad
de nuestros conocimientos l~l párrafo
que le sigue comicn2.a así: (<Comple-
1.25
tamente imbuido de estas ideas, que
exponemos sin discutirlas por el mo-
mento, ~1. Spcncer divide, etc.>) Ahora
} o pregunto si estas expresiones y estas
ideas no tienden á producir 6 á fortifi-
car la 1mprcsion errónea que quisiera
disipar. No supongo ni un momento
que .:\l. Laug-el haya tenido la intencion
de decir que c:.ta:. ideas que presenta
como perteneciendo á la fik,c,ofia posi-
tiva son particularmente las ideas de .lvl.
Comte. Pero, aunque ésta no haya sido
probablen1ente su intencion, sus e:tpre-
sioncs hacen suponer lo contrario. En
el espíritu de ios discípulos y de los ad-
versarios, la!:> palabras filoso/fa positiva
significan filosofía de ~-1. Comte, y estar
imbuido en la:, ideas de la .filosofía po-
sitit•a, es hal,c::r recibido estas ideas de
l\1. Con1tc. Dcspues de lo que se ha di-
cho mas arri.ba, no tengo necesidad de
repetir o,ue l.1 t•piníon que se ha hecho .
nacer asi pnr inadvertencia es una opi-
nion falsa. \1. Comtc no ha hecho más
que enunciar estas verdades generales,
y las prnpos'.::ioncs por las cuales las
enuncia no ,ne han dado una idea más
clara que anteriormente. Si .i alguien
debo en pa1 l1cular haberme hecho estos
principios m.is claros, es á sir \Viliam
Hamilton
De los princip¡os comunes á !11. Com-
te y á muchos pensadores antiguos y
126
contemporáneos, pasemos ahora á los
principios distintivos de su sistema.
Del mismo modo que estoy enteramen-
te conforme con .P.1.. Comte so brc sus
doctrina~ fundamentales que son nues-
tra herencia común, del miso10 modo
estoy enteramente desacorde con él so-
bre tos principios que fundan su filoso-
fía propia y cuya organizacion determi-
nan. Para probar lo· que d,go, bastará
comparar entre sí las propo:,iciones de
.l\1. Comte y las que yo le opnngo.
Prepo11t~lo11es •e • · Corute,
«.... Cada una de nuestras conccpcio-·
nes principales, cada rama de nuestros
conocimientos, pasa sucesi"amente por
tres estados teóricos diferente,;, el esta-
do teologico ó ficticio; el estado meta-
fisico ó abstracto; el estado científico ó
positivo. En otros términos, el csplritu
humano, por su naturaleza. emplea su-
cesivamente en cada una de su<; inves-
tigaciones tres métodos de filosofar,
cuyo carácter es esencialmente diferente
y áun radicalmente opuesto primera-
mente el método teológico. en seguida
el método metafísico, y finalmente el
método positivo». (P 3.)
Proposleloaes •ue le opongo.
Los progresos de nuestras concepcio-
nes y de cada rama de nuestros cono-
cimientos es, intrínsecamente el mismo,
127
desde el principio hasta el fin. No es
cierto que haya tres métodos filosóficos
radicalmente opuestos; no hay más que
un solo método que se mantiene siem-
pre esencialmente idéntico Desde el
principio hasta el fin, nuestras contep-
ciones de las causas de los fenómenos
tienen un grado de generalidad que
corresponde á la extension de las gene-
ralizaciones que las experiencias de-
terminan; y nuestras generalizaciones
cambian á medida que las experiencias
se acumulan. La intcgracion de las
causas, miradas en w1 principio como
múltiples y locales, pero consideradas
finalmente como únicas y universales.
es un procedimiento que impJ1ca, es
cierto, el tránsito por todos los grados
intermediarios entre estos dos extre-
mos; pero imaginar que el paso que
se hace del uno aJ. otro son los grados
por los cuales uno se eleva, no puede
ser más que el efecto de una ilusion.
Las causas que en principio suponemos
concretas é individuales se identifican
en el espíritu• á medida que • los fenó-
menos seme1antes se constituyen en
grupos. Al identificarse y al extenderse
á un número cada vez más gta!]de de
fenómenos, Jns causas se hacen cada
vez ménos distintas en su inclividuali-
dad; si la identificacion continúa, se
hacen cada vez, por grados, difosas é
128
indefinidas en el pensamiento; y algu-
nas veces, sin que haya ningun cambio
en la naturaleza del procedímiento, el
espíritu adquiere la conciencia de una
causa universal, que no pueQe ser con-
cebida. (1)
«El sistema teológico ha llegado á la
más alta perfecc1on de que es suscepti-
ble cuando ha substituido la nccion
providencial de un sér único al variado
¡uego de numerosas di\·inidndcs inde-
pendientes que habían sido in,a~inada"i
primitivamente. Del mi~m0 modo, el
último término del sistema metafísico
cQnsiste en concebir, en lugar de las
diferentes entidades particularesJ 'Una
sola y grande entidad general la 1,at11-
,-4lera. mirada como la única fuente de
todos los fenómenos. Igualmente, la
perfeccion del sistema positivo, hácia
la cual tiende sin cesar, aunque es muy

(t)
-
Una ex¡,llcacioa muy clara de este procedimiento
se nos pro¡,orcioo& por la aoti:g•acion que •• h.a hecllo re•
d.eatemec.tc dtl ca.lnr. de la lu, de la el(~tr&c1diuf, comn
modos el.el movínueoto mole«dar SI d~mo1 an ¡,a,.-.
atTb, vel'QOI qllc ¡,. coacepe100 moder11& de la cleclrad-
dad ~luba de la intctcraeioa •n el esplrtlu de\&• d~a
foma.a•, ~JO laa c:ialea-.: pre«n• aba ca l~ b~tcri& gal-
~ y <:11 I& ma.c¡11w clcctnc.1 Sa ooa remontamos S.
una. época m.\a a..,tigoa. veremos c,)mo la c;:,,:111ct1)C'ioo de
la electricidad e11/uica, es el rc,ultaio de 1A 1dentífiacion
eu ~1 pen•amlceto de 1&• fllcrzu que se habiao manifes-
tado al pri~<1p1n "'P•rad.ame11te <:t el á11bar y el ,,dr.o
frotados y en I& p/Jh>:>ra. Delspues de h lt11 • ¡emphs, creo
qoe na4ie dwlará de que el procedim1eot.> ba sido el
mismo do,dc el ¡,riocipio.
129

probable que jamás llegue á alcanzarla~


seria de poder representarse todos los
diversos fenómenos observables como
casos particulares de un solo hecho ge-
neral, tal como el de la gravitacion, por
ejemplo.» (P. 5.)
Del mismo modo que la marcha del
pensamiento es una, así su punto de
llegada es uno No hay tres concepcio-
nes últimas posibles; sólo hay una sola
y úl~ma concepcion. Cuando la idea
teológica de la accion pro\'tdcn.:ial de
un solo sér, reemplazando todas las
causas segundas independiente;;, se ha
desenvuelto con toda la prccision de
que es susceptible, se b'atc la concep-
c1on de un sér cuyo poder siempre
obrando, se manifiesta bajo t11dos los
fenómenos; la cencepcion, tomando esta
forma definitiva, hace desaparecer del
pensamiento todos esos atributos an-
tr·opomorficos que disLnguian la idea
primihvt.. El pretendido términ(l últi-
mo del sistema metafísico,-la con.:ep-
cion de una sola gran entidad general,
la natu,aleza, mirada como la fuente de
todos los fenómenos,-es una conccp-
cion idéntica á la primera, la idea de
una sola causa que, aparcciéndO$enos
como univ~rsal, deje de ser mirada
como concebible, no difiere má'l que
por el nombre de la idea de un sól() sér
que se manifiesta en todos los fcnome-
130
nos. E ig-ualmc·1tc, lo que se nns dcscri-
t,c comn l:1 p1.rfecc1on íd~I de la ciencia,
es decir. el p()dcr de representarse todos
lv-, fenómeno,; nb-,crvable~ como casos
particulare~ de un so!n hcchn f!enerat,
implica la idea ele alg-unu c'i.istcnc1..i ul-
tima á la cu,d !'e refiere c~te hecho
i.nicn, y la crccncta en esta existencia
uh1rn.1 cr,n:,tituyc un cst..id•J de la con-
c,cncí..i idéntico á lo-, otros dos.
«Con..,idcrando como ab-,olutamcnte
1nacces1ble, y vacía de sentido para
nosotrns, la ii1\·cstigaciún de lo que se
11..ima las ra·isas, sean primera~. sean
finales. » 1P. , ¡.)
Aunque nuc,:Hr-l~ gencrali,acioncs, al
cxtenclcr..,e, 1 cd uzcan para nosotr, ,s el
nun1eru de kts causas, y hu~an las cc,n-
ccpc1.:,ncs q uc de ellas tcncn1n~ cada ; ez
,nás 1ndcfin1da,;aunquc l,.is causa, 1nul-
tiplc:--.. al rc(lu-:irse a un.1 causa univcr-
i,al, de Jan de poder ser representadas al
entend1n1icntn para el cual se la, su-
pone 1nco1nprcns1bles, :,in en1bar¡.:-<),
queda la idea de causa, al fin comr, al
princ1p10, don,inante é indc,truct1blc en
el pens.in,icnt(). El :>enttmiento y la
idea de cau.:.a no pueden ser destru•dl)S
más q uc d~••;tru) cndo la n,i~ma cnnci..:n-
cia ( 1 ). Pr1111eros Pruicipíos, § 25, p. 526.

(1) Q-,ú te d,ri que el mismo ~f Cor.tic ad-nilc q,:


lo qLH: et U.arna l.t períccc100 del <n:stcm 1 pos1tt,·o nu:1ca
se akad..,ri prot»blc:nenle, }' c¡cc lo q.c co:u!~'llt. ca lA
ljl

«•... No es á los lectores de esta obra


a los que yo crcia jamás deber probar
que las ideas gobiernan y agitan el
mundo, ó, en otros términos, que todo
el mecanismo social descansa finalmen•
te sobre las opiniones. Saben sobre
todo que la gran crisis política y moral
de las sociedades actuales tiende en
ú~timo análisis, á la anarquía intelec•
tual. (P. 48) :( 1 ).
Las ideas no gobiernan ni trastornan
el mundo: el mundo es gobernado y

i11vm,gadoa de la fflfh<rouz4&, tu cauu1 y ao 12 creen•


cla ~ral c11 una UllSa. A lo primero r<Ol¡,óado qtt,
ae¡:ua D'IÍ ma.nera de c:otencler 4 M C=te, el obotácalo
4 la. pcrfe~ta r•alu:acioo de la lilosoth pos,tiva es el de la
uaposibllihd d<0 destruir III idea do c ..,.,. Y á lo segundo
J'eOll)Oad<> qa,:, el pruu:1pio fundamental de su tiloso& es
la. prol'.:ato11 de igoorai,aa n:Cere11tc t,. la ca"8i. eo gene-
ral. ~ . ai 00 es esto lq,lé se bari de¡,. prdtndid• dl-
f n = mtrc l4 pnftctt<mlÜI Sl$1"'"4 pontioo:, la ,-,f«•
twm dd """"'" rneta/úico' Y ~mitascmo obKrn.r aqlll
que aJirm,.odn todo lo contrario de lo que if Comtc allr•
ma, Ntoy exclo.ido de la IOSl:Qela poc.iti••· Si es preclao
admitir "" pro¡,1& dcf.o.icio11 del po1itiv1smo, como, aeguo
yo, lo qne él llanu. J>1)sirivla"1o tt de 0111 int¡,osibilidad
aborol,ota, ea evidente qco no pacdo eer lo que llama uo
jlOJ.lll\'lllta.
(,) Un critico meobi<,t:a lUDistoum:oteq1'C ~f Comte
:20ellti nprcaenudo de l>oeua U eo t10ta citacloo, Y 'I""
~stll eoodeBada por aa biagra.!o, M. Littré, ¡,o,- babet' Ú>-
abt"do 1>111Cbo sobre el uutimi.-oto, cons.-!cra-1<> como
móvil de la bPtmoidad. Si, eQ ft Pólftu4 P,,.IIIDO, l la
cual cteo que"' hace~ &J....io11, M. Comtt at,,u1dooa los
prindpios qae ha emitido pñnseramente. tu1"o r.,ejnr. Pe-
ro yo .hablo aqu1 de lo que es coo,,.,;d., COIDo P,kno/ú. ,:O.
"ha. y lo que pnoeb4 qw, d paage ett~.:0 m.\& &JTÜ>ll
•"P•=ata tal como"" la doctñoa de \f. Co11t~. n el
~cebo do qao-.. d~aa cd:i n,prodaci da al prlocipio
de l&Sóri&lot"1.
132

agitadú por los sentimi<..ntos á que


las ideas sirYcn solamente de guias.
t: l n1e..:anismo social no i:cposa final-
mente ~obre las opiniones, sino casi
enteia,ncntc :'>obre el carácter !\<., es
la anarquía intc::lcclual, sino el antago-
nii-n10 1nnral, la causa de las crisi::, po-
líticas: Todos los fenómenos sociales
!>..,n produ..:1dos por el conjunto de sen--
tin1icntos v de crcen~ias humanas: los
scnti1nicnios son, en gran parte, deter-
minados cvn anticipacion, mientras que
las creencias lo son generalmente des-
pues. La:. pasil)ncs de los hombres son
antes que nada he1·edita1 ias, pcr~ sus
creencias son en general adquiridas, y
dependen de las circunstancias en que
se encucnti an colocadas. Luego, entre
estas cir.:unstancias, las más importan-
tes dependen del estado social, el cual
á su ve1. dc_pende de las pasiones dó-
,ninantcs. El estado social, cualquiera
que !-.Ca la época, es la resultante de las
ambiciones, de los intereses, de los
temores, de las cóleras, de las sim-
patías de todos los ciudadanos que han
vivido ) de los que Y1ven aun. Las
ideas que corren ert este estado social
deben, por termino medio, conformar-
se con los sentimientos de los ciudada-
nos, y por consiguiente conformarse
en parte C(')n el estado social que estos
sentimientos han producido. Ideas en-
1 33
teramente extrañas al estado social no
pueden- desenvolverse, y si se las intro·
duce no pueden ser aceptadas, ó, si
lo son, desaparecen cuando los senti-
mientos mismos que las han hecho
aceptar desaparecen. Por consiguiente,
aunque las ideas avanzadas, una vez
establecidas, influyen sob1 e la sociedad
y Stlbre los progresos ulteriores, sin
embargo el establecimiento de tales
ideas depende de la aptitud de la so-
ciedad para recibirlas En la práctica el ,
carácter nacional y el estado social de-
terminan las ideas que d,.eben imperat;
no son las ideas que imperan las que
determinan el estado social y el carác-
ter nac:onal. La modiftcacion de la na-
turale1.a moral de los hombres, pro-
ducida gradualmente por la accion con•
tinua de la disciplina de la vida social,
es la causa principal é inmediata del
progreso de las sociedades. ( Estática
S()ciaJ, cap. X.XX.) ·
((No debo de¡ar de indicar ante todo,
como una propiedad cserx:ial de la es-
cala enciclopédica que voy á. proponer,
su conformidad general con el con¡unto
de la historia científica, en un sentido
que, á pesar de la simultaneidad real y
continua del desenvol\·imicnto de las
diferentes ciencias, las que sean clasiíi-
cadas como ant~riore;; serán, en efecto,
rn1s antiguas y constantemente mas
134
avanzadas que las presentadas comCF
posteriores.» (P. 84.)
<<. .. Este órden está determinado por
el grado de simplicidad, ó lo que es lo
mismo, por el grado de generalidad de
los fenómenos.» (P. 87.)
El órden en el cual las geru:ralizacio-
nes de la ciencia tienen lugar, está de-
terminado por la frecuencia y la fuerza
con que las diferentes clases de relac1on
• • •
sereptten para nuestraexpertene1aeons-
ciente; y esto depende, en parte, de las
relaciones niás ó ménos directás de estos fe-
nó111e11os con nu·estro 'bie,iestar pers<>Hal, y
en parte de la i,11poyta11cia del uno 6 del
otro de los dos fenfn11enos entre los cuales
percibimos una relacio11; en parte de la fre-
cue,1eia absoluta, en parte de la/recuenciá
relativa cet1 /11 c1tal los fen611ien(}s se pre-
senta,1; en parte de sii grado de simpli-
cidad, y en parte de s1, grado de ahstra.c-
aon (Prime,0$ Pri11c1p1os, primera edit.,
§ 36, lo que sigue á este bo:.qu<;jo.)
Como resultado definitivo, las mate-
máticas, la astronomía, la física, la quí-
mica, la fisiología y la física social. tal
. es la fórmula enciclopéd1ca que, entre el
gran número de clas1ficac1ones que ad-
miten Jas seis ciencias fundamentales,
está solo lógicamente conforme á la ge-
rarquía natural é 1nYariable de los fenó-
menos.» {P. 115.)
El órden en el cual las ciencias son
1 35
clasificadas por .\1. Comte .no está lógi-
camente conforme con la gerarquia na-
tural é invariable de los fenómenos, y
no hav órden serial sea cual fuere, en el
que puedan ser colocadas, que repreJ
sente la dependencia logica, sea de los
conocimientos sea de los fenómenos
(Véase la Génesis de la ciencia y el ensayo
prececlente.)
«Se concibe, en efecto, que el estudio
racional de cada ciencia fundamental
exigiendo la cultura preliminar de todas
las que la preceden en nuesta gerar-
quia enciclopédica, no ha podido hacer
progresos reales y tomar su verdadero
carácter, más que dcspues de un gran
desenvolvimiento de las ciencias ante-
riores, relativas á fenómenos más ge-
nerales, más abstractos, ménos compls-
.cados é independientes de los otros. Es,
pues, en este órden e'l el que, la pro-
gresion, aunque simultánea, ha debido
tener lugar.» (P. 100 )
El desenvolvimi"ento histórico de las
ciencias no ha tenido lugar en este ór-
den serial, ni en cualquiera otro; no hay
verdadera filiac1on en las ciencias. Desde
el principio, las ciencias abstracto-con-
cretas y las ciencias concretas han pro-
gresado juntas: las primeras resolvien-
do los problemas presentados por las
segundas y las terceras, y descnvolvién-
,dose solamente por la solucion de los
136
problemas; !.is segundas desenvolv11:n-
dosc tnmbicn al con.;u1 nr con las pri-
meras :i la solucinn c!c los p1 oble,nas
pt 1.:,cntad(1s por la::. terceras. Durante
su prc,grcso ha habido una acc1on y
reaccion continua entre las tres grandes
clases que forman.- progre::.o de los
hechos concretos á los hechos abstrac-
to1', y cnscgutda, aplicacion de los he-
chos abstractos al análisis de las nue-
vas clases de hechos concretos. l \· éase
la G,nrsis de la ci,11cic1.)
l'alcs son los principios que han ser-
vido a.\\ Comte para la organ1zacion de
su tilosof1a. Ab:,tracc1on hecha de esas
verdades generales, que habian sido
reconocidas antes que él, y que son la
propiedad común de todo:, los pensa-
dores n1odcrnos, sólo quedan esas doc-
trinas gencrale~ que distinguen y ca-
ractcr1iun su :,1:,tcma. En cualquiera de
cll:is O() estov conforme con él. :\ cada
pr0p,1..,iciün Íc opongo ó una pror,osi-
ci<,n 1.ntcramentc diferente, c., una nc-
gacion directa; y lo que y(, hag-o ahora,
lo he hecho s1en1p1 e de,;de IJ. \'.¡:,oca en
que conocí sus cscr1l()S. r.1 hecho de
rcch.iiar as: sus principios fundamen-
tales, creo que debería bastar; pero hay
otro gran nu1ncro de punto:, de Yista,
formando una parte csenei.il de su sis-
tcn1a, 4uc rechazo igualmente. lndi-
quc;ruos las de pasada.
1 37
«El origen de los sércs or~icos es
una cuestton que ::vL Comte coloca en el
ntí'mcro de las especulaciones ociosas,
pues pone como un hecho real que las
especies son inmutables."
Esta cuestión puede ser resuelta, á
mi juicio-, y lo será tarde ó temprano.
La parte de la b1ología que trata del
origen de las especies me parece la par •
te más importante, y á la cual todas las
demás están subordinadas Pues de la
solucionquc la biología dé ácste proble-
ma debe depender enteramente nuestra
concepcion de la naturaleza humana,
considerada en el pasado, en el presente,
y en el porvenir, nuestra teoria dela in-
teligencia y nueoc;tra teoría de la sociedad.
«La más importante de todas las par-
tes de la psicología, la que consiste en
el análisis subjetivo de nuestras ideas,
está mirada por ~l. Comte como abso-
lutamente imposible »
En m1 obra titulada Princip1os de Pñ-
eolog[(i, cuya mitad essub¡ct,,a, he ex-
presado mi creencia en una ciencia sub·
Jetiva del espíritu. Segun ~1. Comtt.·,
la sociedad más perfecta es aquella en
que el gol:-iernn ha llegado á su mayor
desenyoh·1miento;-en que son las dis•
tintas funciones , mucho más de lo que
lo son ahora. ~ometidas a una rcgla-
mentac1on puhlica;-en que la gerar-
quía sólidamente organizada y armada
138
de unA autoridad reconocida dirigirá-
todo en que la vida individual estaría
subordinada en gran parte á la vida so-
cial.
Pero por el contrario, yo creo, que el
ideal hacia el cual caminamos es unaso-
ciedad en la que el gobierno esté limita-
do en lo que se pueda, y la libertad
aumentada en lo posible; en que la
naturaleza humana sea:, por !a di~ci-
pl.ina social, amoldada á le. vida civil de
manera de hacer inútil toda rcpresion
exterior, y á dejará cada uno como amo·
de si mismo, en que el ciudadano no
sufra ninguna traba en su libertad, ex-
cepto aquella que es necesaria para as.e-
gurar á los demás una libertad igual•
en que la cooperacion espontc4lca que
ha desenvuelto nuestro sistema indus-
trial, y que continúa desenvolviéndolo
con una rapidez siempre creciente, ba-
ya creado agencias para el ejercicio de
todas las funciones sociales, y no haya
dejado por objeto á la accioo gubema-
n1ental de otras veces que la de ser la
~alvaguardia de la libertad y de hacer
po§iblc esta coopera<¡ion espontánea,
en que el desenvolvimiento de la vida
individual no tenga otros limites que
los puestos por la vida social, ó la
vida social no tenga otro fin que el de
asegurar el libre desenvolvimiento de
1 a vida individual.
139
M. Comte no admitia en su filosofía la
idea y el sentimiento de una causa que
se manifiesta á nosotros sobre todos los
.fenómenos, y sin embargo reconocien-
do la necesidad de una rclagion, tenien-
do un ob¡eto propio, dá á esta última
por ob¡eto li!- humanidad. Esta vida co-
lectiva (de la sociedad) es en el sistema
de 1\1. Comte el Sé'r s11p,emo el único sér
que podemos conocer, y, por consi-
guiente, el único que podemos adorar.,,
Yo creo, por el contrario, que el obje-
to del sentimiento religioso continuara
siendo lo que siempre ha sido, la fuente
desconocida de todas las cosas. lvlicn-
tras que las for1:1as ba10 las cuales los
hombres tienen conciencia de la causa
desconocida de Jas cosas cambian y
desaparecen, la substancia que existe
en el fondo de este fenómeno de con-
~iencia queda siempre la misn1a. Co-
menzando por la conccpcion de los
agentes imperfectamente conocidos,pa•
sando en seguida á la concepc1on de
agentes cada vez ménos conocidos )
cada YCZ ménos suscepttbles de serlo, )
llegando en fin á la concepc1on de una
causa uni, ersal reconocida como abso-
lutamente incognosc1blc, el sentimien-
to religioso ha alcanzado ·e) objeto del
cual jamás dejará de ocuparse. Llegado,
~l final de estas evoluciones, á lo In-
finito Incognoscible, como objeto de

140
contemplacion, este sentimiento no pue-
de (á ménos de retroceder) volver a to-
mar por objeto de contcmplac1on un f i-
nito Cognoscible, como la hun1an1dad.
· lié aqul otros varios puntos, todos
importantes, los dos últimos en alto
grado, sobre los cuales inis ideas son
diametralmente opuestas á las de ~\.
Coµite:.y si el espacio me lo permitiera,
yo podría agregar otras muchas. Estan-
do pues radicalmente desa.:orde con él
sobre todo lo que distingue su filosofía,
y habiendo expresado mi disent1n1iento
de una manera invariable en público y
en privado, des~ la época en que co-
nocí sus escritos, ¡cuál no debió ser mi
sGrj,resa cuando me vi colocacfo en el
número de sus discipulos ! Con1pren-
do que los que no han leido más que
losP,,111e,os P,uscipios hayan sido induci-
dos á error de la manera indicada más
arriba por la ambigüc:dad de los térmi-
n1inos filosofía positiva. Pero que aque-
llos que conocen mis obras pre,:edentcs
i;upongan que ademá'l. del partido to-
mado de preferir en todo los hechos
probados a las simples creencias ó á
las supersti.eioncs, haya tntre la doc-
trina de l\1.• Comte v la mia una sc1ne-
janza general, es lo· que me sorprende
y me admira. .
Es verdad que, al mismo tiempo que
me aparto de ~1. Comte en lo concer-
141

niente á los principios fundamentales


que caracterizan su sistema, me acerco
á él sobre.otros muchos puntos de una
importancia secundaria. He invocado
su autoridad cuando procuraba demos-
trar con nuevas pruebas la docu ,na se-
gun ta cual la educacion del individuo
debe conformarse, en su objeto y en
su marcha, á la educacion del gtine-
ro humano considerado hislór1camcn-
t(;. Participo enteramente de su op1níon
sobre la necesidad de una nueva clase
de sábios cuya funcion será la de coor-
d_inar los resultados á los que los otros
hayah llegado. A él es á quien debo la
conccpcion de un co,ssensus social; y
cuando el tiempo Yenga á profundLza1·
esta conccpcion, lt manifestaré mi re-
ccnocimicnto. Yo adopto la palabra So-
ciología, que él ha inYentad(l. Hay. por
lo demás; en la parte de sus obra-, que
he !e1do, buen riúmero de obser\·aci0-
nes accesorias de una gran profundi-
dad. y de una gran fecundidad, y no
.dudo que, si yo leyera may0r n:1me-
ro oe sus escritos, encont1 aria c:,tras
n1uchas. (J) E~ muy probable tan'~'ién
!I) En 185) Id el oricia&1 ele la er,,otadoo do
M. Comte: 'I cti doa 1, trn pas,g•• be con.soltado el
ong;i11a• pata te""1" IIXI ex¡,r.-s:ieoea tu.eta• .E:i c11&oto á
t. Fúu1J '"°"1:"'""• r al primer ••~lrato de la B,otoi:>••
lo• be 1eido en la tnd11ccion abrc ..ada de !\(as• ?,lartrMall
co.t.Cldo apan-cib.Ba c11aoto l la• demás m,ras de M. Col1t·
te no las cei,oico más c¡11e por el •nilll!• de ?J. Le..-es y
por laa aoüc::i.u toma.tu aqui y alli.
143
(puesto que se me asegura) que yo haya
dicho c1c1 tas cosas que ~1 Comte ha-
bía dicho antes que yo. Creo que sería
muy difícil encontrar dos hombres que
nada tuviesen de. comun en sus opi-
niones Y sería estremadan1en.te raro
que dos hon1bres, partiendo de la~ mis-
mas doctrinas g~nerales establecidas
por la ciencia moderna, pudiesen atra-
vesar ~n ~arte l~s mismos campo~ .de
1nveshgac1on, sin encontrarse 1am·as.
<Pero qué importa que uno se conforme
con otros sobre puntos secundarios
e t,ln<l<> dif.erc sobre los principios fun-
damentales? Si se exceptúa esas ver-
dades generales que poseemos en co-
mun con los sábios y los pensadores
de nuestro t1empo;las diferencias entre
nosotros son esenciales, mientras que
las semejanzas no lo son. Luego me
atrevo á pensar que la paridad se es-
tablece sobre caractéres esenciales y no
sobre cualidades accesorias. (,)
Ademas de la signi6cacion equívoca
de la frase •filosofía jN)sitiua•, que- ha~e
colocar en el número de: los discípulos
de M. Comtc á muchos pensadores que
(t) M Ltltré, en n obra re<:icntcmente Jl"bllcada ,fw.
pito Comle y la fi/4.so/14 positwa defiei,dc la clnSJlicacioi,
delas cleacuu de M. Comte de l•a criticas qae de ella be
hecho e11 la Gbluu de la e-e.., tra.tandome tonQpltta•
-ote como ad.,cnu10. Al pnQc1p10 cül capitulo q\lG COll-
l&gN. i 111 respuest11, me coloca en OJ)OSlCiOll d1rect1. con
loa dltclputoa 1nglcs~• de M Comte, nombrado• en el Cll•
pltll!o preacdcnto.
143

ignoral'l ó qu~ rechazanc,.to,.principio:;.


ha sido una circun~tancia particu:ar que
ha <:l)nlribuido .í CL>lo_arm~ tan,bicn en
la m1:.ma categoría. Lo que hace su-
¡>oncr que hay alguna rclc1..:i,,n entre
Comté y yo, e¡, incunte:,tablcn1cnte el
titulo c.¡ue he dado a n,i pi 1mcra ,,bra.
Est,Uíca social. Cuando c~tc lib1 (1 se pu-
blícó. yo ign0rata que C'>tc título había
sido ya emplcadu; s1 Je, hul't<:sc :-ahidú,
hubiera e111pleado otro· que ten,a en
pcrspccti\·a. ( 1)
(1) H· creído e"J es:--. <?OCo,} he cra,do h,~i. ohor•,
qt:c et es"n~l r t$•e tit 1!0. füi.: c:oo a~ $c,tdll t,'f")-rle:a--
meul< d,f,rc:,te del qu•· le din M Comt• Mi:ntro~ qa, . o
1.St.nb::i ~~t:\J h.~eas, e::::,. :oc.!r~ba r:u:O!:\"~ ¡,ar1. :>i.nS31'
co::i·rttío. Al r,.1e-r 13 t~ttiuc~• sP:u,! ~:lr'\, c:r 1. t.,t .. -: era a

mu mira.a Mhre 13 ci:oJ ,c1c,n soct:tl, c"l I ES", "'J;u,dn \J
(..o~-:c Mlo ni.: COT"Oc.a. de no;,br:. 1 t'-pa.n: "n la. t'ra~e :i.i...
r-:-•~r•c .... L'!\ füQs:t'lfb. soc,.11 .-,uedc dh'lfit"''JC m lJJ<-a
1
·)

lco!T'O la t&MtDm a :,()lftt~n) e:, dos ,3rtt-c: 11 t~tatt,.;i \ la


d1 ... -1.naca. - (p • .f9 ). R1:co:-da...>1 q\:c cs~:i ~r., u.,~ .1!-:. uo,
!t t.")"'\ dh :sio:, t¡.11 h.1b:.s ,·1sto ea l2 t(CJt:nm "n t "';tu.i ¿~
M ~hll J r,ro por OIIC no h~b1a cit,d~ •• ,.~inbre ~e
t[ \fill' .A1 rt:lccr h r<>"1:r:.cd1dondcsuobra.e i<?ntre
~! ""'r1oépi(' del h', ◊ '- "1lrto e-:ta fms~ • • L;11 t .. ,~ ¡:n:-:-:s
,-ire:cd.t!1ttl comrrtrdeñ, c.on toda b. nuc~..:tl'~ad que
;-,:- "'~itc'l le~ lJ-nile~ de c:-:-e t:-.1t::.dc. L:t asp,~ ... :o <te lo <¡ue.
• IJT \.n:1. d1c1'-l"'lt-.l g.-.a~:-3\•z;1c100 dt ar.:, ÍO"Mula ... nt: ,,..a, ...
,!c1 1 h.2 tuJo l1~m~ú;i la ,s:"tfrn d~t srf.t<!t,, • \ \ il c~utt.:i
la ~o"Jdon de: la CUt:S:lol3 l,.c;t:1- dn1x-·vn no ~L,~h\ ~1rlo
l-ec ~ .," r lf. ~h th ¡::,~r", ~omrt ro Jo S!". <' .,.,. M 1., h.1b1a.
~¡-l(I por ;\lr.,uo es=ritor de e,cnnomb p~lltk~, q\l:: el no
n--?-tbr..1b.i, ) Q....! >º r.as~o 110 coao.:LS S1'1 cmb.:arl!o,
ail:'l"ti "~ e,\•J.dcntc c¡u~, eu1nd<' y(') c-r<"Ll ,br rr- , .. x:e n~:on
ic,•a da, .síoo. uo l2 e!T.pleab:i mA.s qUC'eJl t-J --tahdo rcs-
t·1 1~1<lo que le h~~,,. d.l<lc> :-.r ~hll OcrA c<>sa que me p~-
rect qac, c1 bastao~e ,Panif.::sta cnm~, C' (!,:-:.t:irU e\"lde!¡)•
tcmeotc mostr:ir mi 2.~r~~ecimiu1tf\ 1 ~1:,.;an c<oro:t11,:;:e.
rle" :0111ocido. cu; 2 ¿¡,., i$10!1 c.rcia. ~_gr~1r. l() bub1tr~
c<>"'lbrado ~I le co:i<lctesc 'i..,, cs!c c~v, no h:lbi:r• .u:!o
mtr::o ai:c,·a cr.a extcnsio:i de la d.iviSlou,
144
Sin embargo, si, en lugar del titulo,
se considera la misma obra, se verá con
bastante claridad que no tiene relacio-
nes con la filosofía de 1\-1. Comte. Sobre
este punto hay un testimonio decisivo
En la Rev:sta británica deJ N<J1'le del mes
de Agosto de 185 1 , un escritor que dá
cuenta de la Estática social, se exprc-
~a así·
,<El titulo .de esta obra, sin embargo,
es de todo punto 1mprop10. Segun todas
las analogías, las palabras Estáttca sociál
no dcbertan ser. empleadas más que en
el senttdo en que, como ya lo hemos ex-
pli..:ado, lo han sido por .\1 Comte, es
decir, para de,.,1gnar esta rama de inYes-
tigacion que tiene por objeto descubrir
las leyes del cquiltbr10 ó del órdcn so-
cial, en tanto que estas leyes se distin-
guen en -el pensamiento de tas del mo-
"1miento ó de las del progre$o social.
1lé aquí algo de que ~-1. Spencer parece
no.haber tenido la menor idea, pue<,
sólo parece haber dado este titulo á su
obra para indicar ,agamente que se
proponía tratar los asuntos sociales de
una manera científica.» (p. 32 1).
Ahora que comprendo la aplicacion
que 1',-\. Comte ha he.:ho de las palabras
estática y dsnnn,ica, á los fenó1_nenos so-
ciales, me contentaré con decir que, al
mismo tiempo que comprendo perfec-
tamente como, por una extension legi-
1 45
tima el sentido que tienen en matemá-
ticas, la una puede ser empleada para
indicar las f1111cio11es sociales en equilibrio,
y la otra para indicar las /uncionts de 1111
estado Juera de eq1.il,br10, soy completa-
mente incapaz de·comprender cómo los
fenómenos de estructura pueden estar
implicados en una mas bien que en
otr.1. f)ero dos cosas me interesan aqui:
la primera, la de hacer constar que ) ,)
no tenia <<la menor idea» de dar á las
palabras estática social el sentido que les
ha dado '1 Comte; la segunda, la de C"I:·
plicar el sentido que les he dado. La~
unidades de todo agregado material
están en equilibrio cuando todas obran
y reobran las unas sobre las otras por
todos lados y con fuerza<; iguales. Un
cambio en su estado implica en las unas
la accion de ciertas fuerzas que nn están
contrabalanceadas por fuer1as iguales
en las otras El e:.tad0 de reposo impli-
ca entre ellas el equilibrio de las fuer-
zas: -implica, St son homogéneas. la
igualdad de d istancias entre ellas;-im•
plica que t(Jdas se mantienen en sus cc,-
feras respccti, as de movimiento m(llc-
cular. lgualn1cnte entre las unidades
que compnnen una sociedad, la prin-
cipal cond1ci0n de equilibrio consiste
en la ponderacion de las fuerzas que
se oponen unas á otras. Si las es-
feras de acc1on de algunas unidades
146
están disminuidas por la ex:tension de
las esferas de accion de otras unidades,
resulta necesariamente una pe, turba-
c1on que tiende á producir un can1610
político en las rclac1ones de los 1ndi, í-
duos; y la tendencia al cambio sól,:->
puede cesar cuando los indn,1duos
cesen, cada uno por su parte, de u~ur-
par lo de los dcmás,-cuando cada uno
observe la ley que asegure a t<"Jdos una
libertad igual, ley que la estática social
tenia por objeto estudiar en su natura-
leza y en todas sus consecueneaas .! \de-
más de esta diferencia en la concepcion.
general de lo que constituye l.i estática
social, la obra á que he dado este titu-
lo es, en casi todo, radicaln1entc opues-
ta á las doctrinas de .\l. Cnmte . Léjos
de pretender, como ,1. Comte, que la
reorgan1zacion social debe tener lugar
mediante la filosofia, allí sostengo que
esta reorgan1zacion sólo tendrá lugar
por los efectos acumulados del habito
sobre el carácter; allí digo que es pre-
ciso restringir, y n0 extender la in-
fluencia de la autoridad sobre el ciuda-
dano, y que el ideal al cual ~ pr<.ci--:.o
tender es, no un nacionah!>n10, sino un
individualismo mas pr0nunciado. ~li
creencia política es tan _profundamente
diferente de la de ~1 Comte, que ha
sido, si no me engaño, señalada por uno
de los principales discípulos ingleses de
1 41
M. Comte, a,mo la creencia hácia la
cual tiene la mayor aversioo. Es, sin em-
bargo, un punto en el que nos acerca-
mos: la analogía entre el organismo in-
dividual 'y el organismo social, en.tre-
visto por Platon y por Hobbes, está
reconodda en la estática social, como en
la sociolog-Ea de l\-1. Cointe En conformi-
dad con estas miras, 1\'l. Comte ha hecho
de esta analogía la idea fundamental de
esta division de su filosofía. En la está-
tica social, cuyo fin es esencialmente mo-
ral, esta analogía sólo está indicada de
paso, para dar más f-..erza á ciertas con-
sideraciones morales, y traídas en parte
evidentemente por la definicíon que de
la vida Colebridge ha tomado de Sche-
1.l ing, y en parte por las generalizaciones
de los fi_siólogos á los que se les envía
(capítulo XXX, § 12, 13, 16). A excep-
cion de esta semejanza, del todo insig-
nificante, el contenido de la estática so-
cial es de tal modo diferente de la filo-
sofía de ~i. Comte, que, sin el título,
creo que mi obra. jamás habría hecho
pensar en. la suya, a ménos que no fuera
por un efecto de esta ley, <Je la asocia-
cioa de las ideas que reune los con-
trarios. ( 1)
(t) Penn.it&Scroe •PP" 11'1" ta co,,cq,cioo chae-t-
ta ~o ta nt.Uic11 soe,llll ea posterior .l mia 1116riit do c&rtu
110bre la •Befara propia. del Goblcnlo, • pc1b'iad1• "' •l
NIN4f'/-, DA ol ftltimo wcio de tlf2, Y Nimpn-
14.:s
Ahora se me permitirá indicar lo
que realmente ha ejercido una p1o(unda
íntluencia sobre la marcha de n1i p.c·n -
samiento. La verdad, entre. 1!:>la ub':.-
cu_ramcnte por Harvey en sus I11vcst,-
IJ'tc101ws e11ibriol6gicns, percibida más
adelante con mayor claridad por \\'olf,
y en fin, dcfinití,amcntc formulada por
von Baer,-la ,erdaddequetodo de-.,en•
v0lvirnícnto orgánico con61<,le en el pa~o,
del estado de homogeneidad al estado
de heterogeneidad, es el p1 in.:.ip10 de
que he sacado indirccta1ncntc l,ts con-
clusiones a las que dclinít1va1nc.nte he
llegado. En todas las partes de la Está-
tica socu1l se mantfiesta una creencia
dominante en la~ evoluc.oncs del hom-
bre y de la sociedad Con1>tantc1ncntc
se manifiesta tambien la c1ccnc1a de:

••s como hbro ea 1Si3 En estas c•rtos •e et>c~ntr•·),


co medlo de muchos pensamientos mdlgeatos, la. m.Jt:mtt.
creencia en leyes 10\.a.riables rigiendo lo~ ÍCfü•mc::s.oa so-
cia.fes: la misma C1't:encia en el progreso de b h~m:1n1Cll
determinado por estas )eyeil, la m1s:ma creC"nc1.1. en fa mc,-
d16cac1on moral de lo• hombres produ,:ida por la d1sc1-
s,hna soc:1a.l. h. miima c.rteoc:,a en ha. •~rd - :)ci., ,1t: fA.4;: lt-
fcrcotce formas de gobierno 41 a conc.ntu1ts'! por- st "llto! m\9
.en el estaao de cq1.:uhbno estable,; la m1sm1. con:;eca .. 1,<>r:1
d•t 8lSte.ma. au(or.h.rio en lis d1-.·ers.;.s cs!crl.!. d~ 1 \ \ 'l.: l
MlCial; 101 mtsmos lunites poestt>s i la ac,1on c!~l r!\U.df~,
r<.!Jttda a b, S-Ola fJuc10;, de asc¡,'Utar ~l rcs.pc:!o a 1:t JJS:ti-
"1 t y c!e 1.i tqwda:i ro Lu; ~utu:1$ rela.ei~nt'.ft 1e tos ct·Jd:\,fa ..
n,.., Li ts:a~h-a sec1al, nnbas1doescnta m1s q11econ ti ~:l
di: 1econstrw iobrc mi fundamento mas~tu\o l:.s doctrl..
nJ.'> exp:xeetas en las car!:A.s. en la. p:-imera. ~:1.rt~ 1 e.e hln
Bd•mdo los pnnc1p1os de que se deducia, oc, In s,guuda
se lea la cL>.do mb !aoru. y ,;liridád.
149
que, por el uno y por la otra, estas
evoluciones están ,jeterminadas por la
influencia de las coocijciones incidentes
y por la accion de las circunstancias. A
esta creencia agrego, en·la misma obra,
que reconozco en este hecho que las
evoluciones orgánicas y sociales obede-
cen á la misma ley. Confirmando mi
creencia en evoluciones de órdenes di-
ferentes, y determinadas por todas par-
tes por causas naturales (evoluciones
señaladas en otra parte de la Tco,,_ia
de la poh!adon y en los P,incipios de
psicología,) la fórmula de von Baer
me ha servido de principio organi-
zador. La he extendido á otros fe-
nómenos además de los de la organi-
zacion individual y social; la he aplica-
do en el último párrafo de un ensayo
sobre la Filosofía del estilo, publicado
en Octubre de 1852; en un ensayo sobre
las Bueuas maneras y la M oJa, publicado
en Abril de 1854; más tarde, y con más
atrevimiento, en un ensayo sobre el
Pf'og,,eso; sus leyes y sus caus~s, publica-
do en Abril de 1857. Aiás adelante he re-
conocido la necesidad de restringir aún
este principio; yo estudiaba entonces
estas leyes generales de la fuerza, de
las que resulta necesariamente esta
transformacion universal; rcunl enton-
ces todas estas leyes en una ley única:
la de la persistencia de la fuer.ta¡ descu•
150
bri en seguida, patente por todas partes
una ley de d1solucion complemento de
la ley de evoluc1on; y en fin, determiné
las condiciones respecificadas en el en-
sayo precedente), ba10 las cuales · la
evolucion y la di:.oluc1on tienen lugar
respectivamente. La fihacion de estos
resultados creo que es ba:;,tante mani-
fiesta. El procedimiento ha tenido un
desenvolvimiento continuo, y ha llega-
do á ser lo que es por la aphcacion de
la ley de von Baer combinada con cier-
tas ideas que estaban en armonía con
ella, la aphcac1on de la ley de "ºn Baer
á los diversos fenómenos que puede
explicar. Si mi pensamiento ha sufrido
otras influencias, aseguro, que ha sido
sin yo saberlo. Es posible, sin embar-
go, que influencias que ignoro hayan
obrado sobre m1 entendimiento; y, entre
estas, quizás se encuentre mi oposicion
á la misma doctrina de l\1. Comte. fre-
cuentemente en el conocimiento de un
sistema contrario, es en donde un pen-
sador encuentra la ocasion de dar á sus
propias ideas una mayor precision y un
aesenvolvimiento más continuo Es pro-
bable que las doctrinas expuesNls en el
ensayo sobre la Gén~s,s de la ciencia no
hubieran jamás encontrado la ocasion
de producirse, si mi decidida oposic1on
al si:.tema de 1\1. Comte no me hubiese
impelido á proseguir su desenvolví-
1 51
• ♦ • ♦

miento, y que sin esta c1rcunstanc1a


nunca hubiera llegado á la clasiticacion
de las ciencias, presentada en el ensayo
que precede. Es muy posible que sobre
otros puntos mí repugnancia hácia las
miras de .\1. Comte me haya ayudado
en la claboracion de mis propias ideas;
pero, sí esto es así, lo ignoro completa-
mente.
No se suponga por todo Jo que aca-
bo de decir, que no considero las espe-
culaciones de 1\1. Comtc como de un
gran valor. Verdadero ó falso, su sis-
tema, en su conjunto, ha producido
en las ideas de muchos pensadores im-
portantes y saludables revoluciones,
y es indudable que ejerce esta influen-
cia sobre otros muchos. Tampoco es
dudoso, que para muchos de aquellos
que rechazan sus principios generales,
el conocimiento de estos principios no
haya sido un estimulante enérgico y sa-
ludable. El conjunto de su sistema y dé
su método científico, bien ó mal coor-
dinado, no ha podido ménos de ensan•
char las concepciones de la mayor par-
te de sus lectores. Por otra rarte, hi.
hecho un servicio singular a familia-
rizar á los hombres con la idea de una
ciencia social, fundada sobre las otras
ciencias. Además de estos servicíosiquc
resultan del caracter general y de fin
de su filosofía, creo ha sembrado por
152
todas· partes en sus páginas, muchas
ideas amplias, no solamente capaces de
hacer nacer· otra3, sino tambien nota-
bles por su verdad propia.
Ha sidó para mí un trabajo bien de-
sagradable, el de haber tenido qu~ ocu-
parme de una cuestion personal; pero
ha sido un trabajo que he creido no
poder dejar de hacer. Profesando estas
ideas radicalmente opuestas á las de
M. Comte, sobre todas las doctrinas
fundamentales, excepto aquellas que he-
mos heredado en comun del pasado, he
creído necesario no dejar subsistir la
opíni@n de que estoy conformc con él,
necesaria á mostrar que una gran parte
de lo que se conoce generalmentt;: bajo el
nombre de «filosofía positiva» no es la
«filosoíla gositiva» en el sentido de que
sea la filosofía particular de M Comte,
y en fin, á mostrar que rechazo todo,
en lo que se llama «filosofla positiva,»
excepto lo que no le pertenece propia-
mente.. Permitaseme, para concluir,
como al empezar, decir, lo mucho que
siento que estas explicaciones hayan
sido provocadas por las criticas de-un
escritor que tan liberalmente me ha tra-
tado. Nada, lo temo, impedirá que
estas páginas parezcan una respuesta
poco cortés á las simpáticas observacio-
nes de M. Laugel; no me queda más
que una esperanza, y es que la impor-
153
tancia de la cuestíon, en lo que me con-
cierne, pueda servirme de escusa, si no
de suficiente apología.

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