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Armas de La Crítica

Este documento resume la historia de las luchas sociales y la producción intelectual asociada a ellas en la provincia de Neuquén, Argentina. Algunos factores que contribuyeron al desarrollo de una "contracultura combativa" fueron la presencia de exiliados chilenos y argentinos, obras hidráulicas que concentraron trabajadores, y una universidad temprana. Esta contracultura generó un sindicalismo combativo, movimientos estudiantiles radicales y abundante producción intelectual. Algunos intelectuales locales ped
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Armas de La Crítica

Este documento resume la historia de las luchas sociales y la producción intelectual asociada a ellas en la provincia de Neuquén, Argentina. Algunos factores que contribuyeron al desarrollo de una "contracultura combativa" fueron la presencia de exiliados chilenos y argentinos, obras hidráulicas que concentraron trabajadores, y una universidad temprana. Esta contracultura generó un sindicalismo combativo, movimientos estudiantiles radicales y abundante producción intelectual. Algunos intelectuales locales ped
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Las armas de la crítica y los piquetes de Neuquén

Veinte años de historia y teoría

Ariel Petruccelli

A principios de 2018 Fernando Aiziczon publicó un artículo cuyo título exponía claramente el
contenido manifiesto del texto: “La lucha de interpretaciones tras la huelga de 2007 en Neuquén,
Argentina”1. Se trata, ni más ni menos, que del conflicto en el que fuera asesinado por la policía el
maestro Carlos Fuentealba. Que un conflicto social genere disímiles interpretaciones no tiene en
principio nada de extraño; tampoco es extraño que un conflicto local y relativamente reciente
amerite un trabajo académico, sobre todo si se tiene en cuenta, como Aiziczon señala, que:

sin dudas, ha sido la práctica del corte de ruta (piquete) como herramienta de lucha la que se
impuso simbólicamente en el imaginario propio y ajeno respecto de los docentes de ATEN,
distinguiéndolo de sus pares nacionales. (p. 4)

Un sindicato combativo, actuando en un contexto donde la beligerancia social es habitual y


recurriendo a métodos inusuales en otras partes de la geografía argentina, parece motivo suficiente
como para atraer la atención de quienes investigan movimientos o conflictos sociales. Sin embargo,
rápidamente Aiziczon introduce un elemento adicional fundamental:

Ahora bien, ¿qué lecturas señalan a Neuquén como un territorio de despliegue de una
tradición de luchas sociales?, ¿de qué campo provienen? La respuesta es sugestiva: las
lecturas provienen del propio campo.

Aparece así un aspecto singular: interpretaciones, incluso interpretaciones en conflicto, emanadas


desde los propios círculos militantes. En su tesis doctoral Aiziczon ya había reparado en el
fenómeno de interpretaciones y conceptualizaciones surgidas intelectualmente desde el propio
campo militante, que eran asumidas por los activistas pasando a formar parte de su bagaje teórico-
político. Nos encontramos, pues, ante un fenómeno de simbiosis entre militantes e intelectuales
difícil de hallar en otros sitios en las últimas décadas.

...

Como espacio geográfico, político y social, la provincia de Neuquén presenta una serie de
características peculiares distintivas. Esencialmente, hay tres factores que distinguen a Neuquén, y
su combinación le da cierto aire excepcional. El primero es su economía de enclave energético: más
de la mitad del producto bruto provincial y de los ingresos del Estado provienen de esta actividad,
que en la actualidad está controlada por un puñado de empresas extranjeras. El segundo elemento es
su sistema político caracterizado por la hegemonía ejercida por un partido provincial –el
Movimiento Popular Neuquino (MPN)– que se ha impuesto en todas las elecciones a gobernador
desde 1963 hasta la fecha, y que incluso durante las dictaduras militares proporcionó el grueso de
los cuadros de gobierno. El tercero es la existencia de una auténtica contracultura de la protesta,
caracterizada por la transgresión cultural, el sindicalismo combativo, el izquierdismo político y,
fundamentalmente, una práctica asidua de acciones de protesta (huelgas, tomas, movilizaciones,

1 Publicado en Revista Latinoamericana de Antropología del Trabajo, Nro 3, primer semestre de


2018.
enfrentamientos con la policía, piquetes) acompañadas por formas intensas de democracia
deliberativa.

Varios son los factores que han confluido en la conformación y desarrollo de esta auténtica
contracultura, cuya existencia no puede ser explicada de manera sencilla ni en términos económicos
estructurales ni en términos del sistema político: no todas las economías de enclave se caracterizan
por la beligerancia social y, especialmente, las fuertes hegemonías politico-estatales (en el resto de
las provincias) suelen ir acompañadas de pocos conflictos, no de la exacerbación de los mismos. En
realidad, la creación y desarrollo de este segmento social especialmente combativo es la resultante
de una combinación de causas históricas relativamente contingentes pero fuertemente convergentes.
Los componentes históricos que se han conjugado para que se desarrolle en Neuquén un espectro
social particularmente combativo que, sin embargo, no ha podido desafiar seriamente la hegemonía
del MPN son los siguientes:

- La presencia de exiliados chilenos -buena parte con antecedentes militantes- a partir del golpe de
Estado de 1973.

- Los “exiliados internos” que hallaron refugio en la provincia patagónica durante la Dictadura.

- El carácter “progresista” de la Diócesis neuquina desde los tiempos de su primer Obispo –De
Nevares–, verdadera excepción dentro de la Argentina; y muy importante por la ayuda que brindó a
los exiliados de dentro y de fuera del país.

- Las grandes obras hidráulicas construidas entre finales de los sesenta a principios de los noventa,
que entrañaron grandes concentraciones obreras relativamente aisladas: el escenario más propicio
para la combatividad proletaria. Las huelgas del Chocón, la huelga de los trabajadores de la
construcción de 1984, la gran “caminata desde Piedra del Águila” de 1986, la conducción
izquierdista de la UOCRA Neuquén por parte del Alcides Cristiansen (1989-1991) son todos
productos suyos.

- La temprana presencia de una Universidad Nacional, cuando la ciudad era poco más que un
pueblito.

- La hegemonía política del Movimiento Popular Neuquino (MPN), en el poder desde hace más de
cincuenta años, fenómeno que ha abroquelado a la contracultura en la oposición (a diferencia de
otros lugares, en los que la alternancia política ha facilitado fracturas entre sectores políticos-
sociales equiparables a los de Neuquén, divididos en relación al apoyo o la oposición a los distintos
gobiernos).

- La concentración de más de la mitad de la población de la provincia en la Confluencia (Neuquén,


Centenario, Plottier y Senillosa), lo que ha hecho que la Capital sea una gran ciudad para los
estándares patagónicos, lo suficientemente “grande” como para que la fuerza de los medios sociales
conservadores tradicionales casi no se sienta y se facilite el desarrollo de prácticas culturales
alternativas, pero lo suficientemente “chica” como para que “todos se conozcan”, al menos dentro
de un mismo ámbito.

En síntesis, Neuquén ha cobijado desde los años ochenta un poderoso sindicalismo combativo,
movimientos estudiantiles radicales, feminismos militantes; ha sido la cuna de los piqueteros y
lugar de despliegue de beligerantes movimientos mapuche; ha tenido históricamente un voto de
izquierdas por encima de la media nacional; el volumen absoluto y relativo de sus movilizaciones
callejeras es excepcional. Todo esto es algo que hoy en día se conoce abundantemente. Esa intensa
actividad militante se ha caracterizado por las acciones callejeras, la movilización, las asambleas,
los piquetes y cortes de ruta; devenidas actividades cuasi-cotidianas para un amplio y variopinto
segmento social. Pero no todo ha sido poner el cuerpo. Esa contracultura ha generado también una
abundante producción intelectual, de la que la puja de interpretaciones sobre al huelga de 2007,
analizada detalladamente por Aiziczon, es apenas una muestra.

...

Significativamente, sin embargo, diez años antes del escrito de Aiziczon, Esteban Vedia -quien
actualmente es docente de la Universidad Nacional del Comahue y por entonces se hallaba
culminando su carrera de grado- publicó en la revista estudiantil local El Gran Sueño un artículo
titulado “Notas para un debate sobre los intelectuales y la política en Neuquén”. Allí afirmaba que
había dos grandes usinas intelectuales en la región: la prensa y la universidad. A grandes rasgos, el
texto distinguía entre un campo claramente conservador y un segmento progresista muy variado.
Tras exponer que se apreciaba poca voluntad de parte de los intelectuales locales (fuera cual fuese
su perspectiva ideológica) por intervenir en la esfera publica, el artículo dedicaba algunos párrafos a
las pocas excepciones que salían total o parcialmente del espectro (conservadurismo-progresismo)
ubicándose a la izquierda: un puñado de profesores y profesoras (se mencionaba a Griselda Fanese,
Andreas Doeswijk, Juan José González y Edgardo Datri) y al grupo nucleado en torno a la
publicación El Cascotazo. Aunque disonantes respecto al panorama general por su mayor
compromiso político explícito y por la orientación del mismo, compartirían según Vedia al menos
una de la características de la prensa progresista (y también de la conservadora): no desarrollar
debates ideológico-estratégicos. Vedia también señalaba, conviene destacarlo, que “la izquierda
partidaria rara vez desarrolla una actividad ideológica sostenida”. El texto culminaba con una
apelación:

quienes participamos de El Gran Sueño creemos que en la provincia de Zanon y las luchas de
los docentes, del cutralcazo y el choconazo, es una miseria que el horizonte de gran parte de
los intelectuales (y que reproducen muchos estudiantes comprometidos con las luchas
sociales) sea hacer carrerismo en la academia, por fuera de toda vinculación con las luchas de
los trabajadores. Hace falta construir una intelectualidad marxista revolucionaria, que con su
tarea contribuya a que la clase obrera se transforme en clase hegemónica, en la perspectiva de
la superación del orden capitalista actual.2

Aunque quizá con reparos en algunos casos en torno a la “hegemonía obrera”, el anhelo de Vedia de
que surgiera una intelectualidad revolucionaria en la provincia de Zanón, las huelgas docentes y el
cutralcazo se ha cumplido en gran parte. Aunque el diagnóstico expuesto en El Gran Sueño era
bastante acertado como descripción de un momento, una mirada más sutil hubiera podido detectar
que desde hacía un tiempo se estaban desarrollando los gérmenes de una intelectualidad local
radical. Y en la década transcurrida esos gérmenes han crecido y se han multiplicado. No lo
hicieron, desde luego, de manera sencilla o lineal. Hubo alineamientos y re-alineamientos,
posiciones cambiantes, debates a veces agrios, encuentros y desencuentros. Pero ya es innegable la
presencia de un segmento de intelectuales vinculados a las organizaciones populares, a los
movimientos de protesta e incluso a la izquierda partidaria que han demostrado voluntad para
intervenir en la esfera pública, han producido un ya abundante cuerpo de textos historiográficos y
auto-reflexivos (como mostrara Aiziczon), han protagonizado polémicas político-intelectuales y -lo
que resulta aún más significativo- han elaborado una gran cantidad de obras teóricas desde
perspectivas marxistas. Un amplio corpus, pues, de intervención ideológica y que ha incursionado,
aunque en menor medida, también en el terreno de las estrategias.

En lo que sigue me propongo documentar lo dicho y formular algunas reflexiones al respecto.

2 Ver El Gran Sueño, Nro. 2, mayo/junio de 2008, p. 18.


Una cultura de la polémica y el debate

El trabajo de Aiziczon con el que hemos iniciado estas lineas muestra con mucha claridad que
quienes participan de la elaboración de interpretaciones sobre el conflicto de 2007 no sólo formaban
parte del movimiento analizado, sino que también compartían otros espacios de socialización.
Sintomática, aunque equívocamente, el trabajo separa las interpretaciones sobre la huelga de 2007
en dos apartados diferentes: “la mirada militante” y “la academia”. En el primero se recoge el
balance del conflicto elaborado colectivamente por la Comisión Directiva de Aten Capital; la
picante polémica entablada sobre el conflicto en las páginas del periódico local (8300) entre Bruno
Galli, por un lado, y Juan Dal Maso y Esteban Vedia, por otro; y el extenso artículo de Dal Maso y
Vedia “Crítica del sindicalismo corporativo. Una polémica con la conducción de ATEN y sus
defensores”, en el que polemizan con Galli y con el libro de Ariel Petruccelli en que se analizó la
huelga de 1997 y se introdujo el concepto de “contracultura de la protesta”: Docentes y piqueteros:
de la huelga de ATEN a la pueblada de Cutral-Có.

El segundo apartado -“La academia”- comienza reseñando la obra colectiva escrita desde una
perspectiva veladamente kirchnerista por siete investigadores académicos del Comahue, titulada Un
conflicto social en el Neuquén de la confianza, pero rápidamente Aiziczon señala que:

La publicación de este libro desató una crítica inmediata y furibunda por parte de Petruccelli y
Galli, quienes respondieron de manera conjunta con un irónico artículo titulado “Intelectuales
de poca monta a caballo de las luchas”, publicado en el Diario (8300), recirculado en redes
sociales y distribuido de mano en mano en los pasillos de la Universidad Nacional del
Comahue, por entonces lugar de trabajo de los académicos aludidos.

Aunque Aiziczon no lo menciona, por entonces circuló otro texto sumamente crítico con Un
conflicto social en el Neuquén de la confianza, producido, este sí, por un por un docente exclusivo
de la Universidad: Andreas Doeswijk. Escrito en un tono iracundo, el texto de Doeswijk se hallaba
muy alejado de los modales usuales en el mundo académico, aunque su autor es doctor en historia y
era por entonces docente de la UNCo. La frontera entre militancia y academia era, pues, bastante
más borrosa de lo que el artículo de Aiziczon podría insinuar. De hecho, lo que más bien se observa
es el desarrollo gradual y paralelo (y en gran medida solapado) de una militancia particularmente
intelectualizada y de un sector académico (de magnitud relativa considerable) muy fuertemente
activista.

Aiziczon reseña a continuación los trabajos de Fernando Cabrera, Fernando Lizárraga, Julia Burton
y José Luis Bonifacio, también referidos a la huelga de 2007 y escritos en todos los casos por
personas que aúnan en diferente grado vinculación académica y participación política. 3 Su trabajo
concluye con un último escrito de carácter militante producido fuera de toda vinculación
universitaria: el libro de Marcelo Lafón Lucha de clases y posmodernidad. La huelga docente de
2007 en Neuquén (Neuquén, Kuruf, 2012).

La gran productividad intelectual desatada por el conflicto de 2007, y las ardorosas polémicas y
pujas interpretativas en torno al mismo había tenido, sin embargo, cierto precedente. La huelga de
ATEN de 1997 provocó un debate entre Petruccelli y el dirigente del Partido Obrero Norberto
Calducci, desarrollada en las páginas de dos publicaciones localizadas en Buenos Aires y una en

3 Ver Fernando Cabrera “El asesinato de Fuentealba, los medios locales y la restitución de la
normalidad perdida”, en Cuadernos de Formación y Debate N°8, ATEN capital, octubre 2010; Julia Burton,
“Lo único que han conseguido es despertar a la bestia. Una modalidad de respuesta al conflicto docente en el
Neuquén de la confianza”, Tesis de licenciatura en Sociología, Facultad de Derecho, UNCo; Lizárraga,
Fernando “Sobisch, la neuquinidad y la construcción del enemigo absoluto”, en El arcón de la historia
reciente en la norpatagonia argentina. Ed. La Colmena, Buenos Aires, 2010.
Neuquén: El Rodaballo, En defensa del marxismo y La Poronguita.4 Otros debates han contado con
la participación de intelectuales neuquinos, aún cuando su temática no fuera local. Evidentemente,
Neuquén es un espacio propicio para las controversias intelectuales.

Teoría e historiografía al pie de la lucha de clases

Por cierto, existe ya una abundante bibliografía historiográfica sobre Neuquén escrita desde
distintas perspectiva de izquierdas. Limitándonos sólo a los libros ya editados (haciendo, pues, a un
lado artículos, ponencias y tesis no editadas, que se cuentan por decenas), podemos citar a Zanon:
una experiencia de lucha obrera (Buenos Aires, Herramienta / El Fracaso, 2009) y Cultura
política, militantes y movilización (Buenos Aires, Prometeo, 2017) de Fernando Aiziczon; Un
Comahue Violento (Buenos Aires, Prometeo, 2016), de Pablo Scatizza; Dios y el diablo en la tierra
del viento: cristianos y marxistas en las huelgas de El Chocón (Buenos Aires, Catalogo, 2005), de
Juan Chaneton; Docentes y piqueteros: de la huelga de ATEN a la pueblada de Cutral-Có (Buenos
Aires, El Cielo por Asalto / El Fracaso, 2005), de Ariel Petruccelli; Los conflictos sociales en el
Comahue y otros trabajos (Neuquén, EDUCO, 2018), de José Etchenique; Protesta y organización:
los trabajadores desocupados en la provincia de Neuquén (Buenos Aires, Editorial El Colectivo,
2011), de José Luis Bonifacio; y del mismo Bonifacio como editor de un obra colectiva: Luchas
sociales en Neuquén a inicios del siglo XXI (Buenos Aires, El Colectivo, 1012). Todos estos libros
son obras que respetan los parámetros académicos, aunque en algunos casos en parte los excedan.
El libro de Andreas Doeswijk, Los anarco-bolcheviques rioplatenses (Buenos Aires, Políticas de la
Memoria, 2014) podría agregarse a esta lista al menos parcialmente: fue escrita mientras su autor
trabajaba en el Comahue y participaba de sus movimientos de protesta, aunque no trata (como el
resto) de realidades locales relativamente recientes. Hay también publicaciones con un perfil más
diferente, aunque también de contenido histórico. Raúl Godoy ha publicado Zanón, fábrica
militante sin patrones. El rol de los trotskystas (Buenos Aires, Ediciones IPS, 2018), al que
podríamos definir como una crónica histórico-política con énfasis en la argumentación política
antes que en la erudición documental. Características formales semejantes, aunque con perspectiva
política diferente, posee la obra de Lafón ya mencionada sobre la huelga de 2007: Lucha de clases y
posmodernidad. Por último, deberíamos agregar el texto escolar de Silvio Winderbaum, Neuquén
para chicos y grandes, que es una obra muy utilizadas por maestras de primaria.

Con todo, lo que resulta indudablemente más llamativo es la profusión de textos teóricos marxistas
sobre cuestiones generales o universales (no locales) producidos en la zona. Nada menos que ocho
libros sustancialmente teóricos de inspiración marxista han sido escritos por intelectuales que viven,
trabajan y/o militan en Neuquén (siete de los cuales vieron la luz entre 2010 y 2018). A saber: El
marxismo y la justicia social: la idea de igualdad en Ernesto Che Guevara (Santiago de Chile,
Ediciones Escaparate, 2011) y Marxistas y liberales: la justicia, la igualdad y la fraternidad en la
teoría política contemporánea (Buenos Aires, Biblos, 2016), de Fernando Lizárraga; El marxismo
de Gramsci Buenos Aires, Ediciones IPS, 2016) y Hegemonía y lucha de clases (Buenos Aires, IPS,
2018), de Juan Dal Maso; y Ensayo sobre la teoría marxista de la historia, (Buenos Aires, El Cielo
por Asalto, 1998), Materialismo histórico: interpretaciones y controversias Buenos Aires,
Prometeo, 2010), El marxismo en la encrucijada (Buenos Aires, Prometeo, 2011) y Ciencia utopía
en Marx y en la tradición marxista Buenos Aires, Herramienta / El Colectivo, 2016), de Ariel
Petruccelli. El conjunto de estos textos presenta un amplio abanico de temáticas tratadas con
erudición que incluyen a la teoría de la historia, la filosofía política, la estrategia, la sociología
histórica y el giro lingüístico, entre otros. En tanto que los autores estudiados con detenimiento

4 Petruccelli Ariel, “Barricadas en la ruta: la izquierda revolucionaria en las luchas neuquinas , El


Rodaballo, Nro. 9, verano 1998/99. Calduci Nrberto, “Radiografía del marxismo de papel”, En defensa del
marxismo, Nro. 26, marzo abril de 2000. Inodoro Petruccelli (el renegau), “¿Calducci es o se hace?
Tomografía de la radiografía del marxismo de papel”, La Poronguita, Nro. 3, agosto/setiembre de 2000.
constituyen un largo listado, dentro del cual destacan Karl Marx, León Trotsky, Antonio Gramsci,
Ernesto Guevara, John Rawls, Ernesto Laclau, Perry Anderson, Hayden White y Michael Mann.

Cabría mencionar también a la obra compilada por las politólogas Laura Duimich, Suyai García
Gualda y Julieta Sartino, Neuquén 60-20-10 (General Roca, Publifadecs, 2017). Se trata de una obra
que reúne siete ensayos de teoría política consagrados a discutir o utilizar el concepto de
“contracultura de la protesta”.5

Quienes han producido estos textos -tanto históricos como teóricos- han participado en mayor o
menor medida de experiencias militantes no estrictamente intelectuales de diferente tipo. Godoy y
Dal Maso han sido y continúan siendo dirigentes del Partido de los Trabajadores Socialistas (y el
primero es además diputado provincial y fue dirigente sindical). El resto tuvo en muchos casos
algún período de militancia en algún partido de izquierda, y casi sin excepciones fuertes
vinculaciones a organizaciones sindicales (ocupando incluso cargos dirigentes, como Winderbaum),
sociales, estudiantiles o espacios culturales.

Su producción intelectual, aunque enclavada en muchos casos en contextos académicos,


característicamente ha excedido estos marcos, tanto por temáticas, como por lugar de publicación o
estilo literario. La Universidad es, sin dudas, una de las grandes usinas de la intelectualidad de
izquierdas. Pero no es la única. Y, en todo caso, quienes producen en y desde la universidad
también lo hacen desde otro sitios y con otras lógicas.

Usinas de la intelectualidad de izquierdas

Las perspectivas conservadoras y más pro-gubernamentales suelen tener amplio espacio en la


prensa comercial local (La mañana Neuquén y Río Negro). El progresismo encuentra espacio
también allí, aunque las argumentaciones más ideológicas del espectro progresista (en los últimos
años masivamente kirchnerista) se concentra en la publicación digital Va con firma. Hubo una
Carta Abierta local, pero su existencia fue efímera.

Pero aquí nos interesa la intelectualidad de izquierdas, más que la de centro-izquierda o


conservadora.

En el articulo citado, Vedia se refería al círculo nucleado en torno a El Cascotazo. Esta publicación
era producida por la mítica editorial El Fracaso (de gran productividad entre 1996 y 2008) que
también editaba libros (en ocasiones co-editados con las editoriales porteñas El Cielo por Asalto y
Herramienta) y anteriormente había producido otra revista de mayor extensión: La Poronguita.

Una cantidad considerable de quienes desarrollan en Neuquén algún tipo de actividad intelectual
con voluntad de intervención pública, con posiciones de izquierda, formaron parte de la experiencia
de la editorial clandestina El Fracaso, caracterizada por cultivar el humor político. De ella
participaron tres de las principales figuras literarias locales: la poeta Alejandra Isabel Kurchan y los
escritores Humberto Bas y José Moya. Autores de cuentos y novelas, Bas y Moya han sido activos
partícipes de las luchas sociales de Neuquén en las últimas décadas. Y algunas de sus obras tienen
un contenido político bastante explícito, por ejemplo Cuentos en rojo y negro (Buenos Aires,
Herramienta / El Fracaso, 2008) y la novela QTH Zanón (Buenos Aires, El Cielo por Asalto / El
Fracaso, 2005), de Moya; o algunos capítulos de El Superpalo (Neuquén, El Fracaso, 2009) o el
breve relato “Campera violeta” (Viento del Sur, disponible en la web), de Bas. También fue parte
de El Fracaso Bruno Galli, autor de los textos polémicos referenciados por Aiziczon, y el propio
Aiziczon. A ellos se suman cuatro actuales docentes de la UNCo que han producido obras de

5 Un dossier de Ideas de izquierda titulado “¿A donde va la contra cultura de la protesta? (con textos
de Dal Maso, Petruccelli y Lafon) llevó el tema a un plano nacional.
investigación y materiales de intervención política: Fernando Lizárraga, Pablo Scatizza, Ariel
Petruccelli y Mauricio Suraci. Otros actuales docentes universitarios también tuvieron vinculación
con la ya mitológica editorial, aunque con el tiempo ya no adoptarían posiciones políticas radicales
(por ejemplo Fernando Casullo).

En 2008, la producciones de El Fracaso dejarían de salir (continuaron actividades intelectuales


como los “ciclos de chamuyo” o los “lecto-chupi”), salvo la breve reaparición de un número de La
Poronguita en 2011. Pero en el mismo año (2008) aparecerían otras publicaciones de izquierda
(aunque no humorísticas). Ese año vio la luz el Observatorio Petrolero Sur, que ha publicado
diferentes informes, textos, material escrito y audio-visual. Entre sus producciones destaca la revista
Fractura Expuesta, editada desde 2012.

Entre abril de 2008 y noviembre de 2019 existió una versión local de La Verdad Obrera, periódico
del PTS, titulada La Verdad Obrera Neuquén y Alto Valle. Fueron 17 números impresos (luego le
sucedió una versión digital, que sólo conoció dos números). Allí solían publicar Noelia Barbeito,
Mariano Pedrero, Raúl Godoy, Esteban Vedia, Natalia Del Bianco, A. Laza, etc. La publicación era
eminentemente política y centrada en cuestiones locales (muchas veces sindicales), pero incluía otro
tipo de textos: incluyendo escritos teóricos, de crítica cultural y reflexiones estratégicas. El
programa radial Pateando el tablero -en la radio CALF-Universidad-, dirigido por Danilo Martínez,
ya lleva una década en el aire y tiene un perfil de izquierda clasista en una radio tradicionalmente
progresista y con amplio espacio concedido a las luchas sociales, pero no especialmente
izquierdista.

El Blog Los Galos de Asterix, de Juan Dal Maso, también apareció en 2008 y es otra fuente
permanente de reseñas críticas, análisis de corte estratégico, etc. También cabría mencionar el blog
Escrituras felinas, de Pablo Scatizza.

Entre 2009 y 2010 la Comisión de Formación Permanente de ATEN Capital editó una serie de
cuadernillos y una revista: Viento del Sur. Luego de 2010 Viento del Sur continuó saliendo en
formato digital, ya sin vinculación con el sindicato, impulsada por Hugo Alvarez. Allí se publica
una gran cantidad de texto político-culturales escritos desde diferentes perspectivas, pero
globalmente de izquierdas.

La revista Pido la Palabra (1995 – 1998 y 2015 y continua) ha cubierto el espacio de lo que
podríamos llamar pedagogía crítica, aunque excediéndola en temáticas y combinando orientaciones
políticas de centro izquierda y de izquierda. La editorial Pido la palabra ha publicado una gran
cantidad de textos escolares de orientación crítica: la saga libros de Silvio Winderbaum dentro de la
que destacan Neuquén para chicos y grandes, Para pensar y entender Río Negro y Patagonia:
temas y problemas.

Editada desde los años ochenta, la revista del obispado Comunidad brindó las primeras
oportunidades públicas a intelectuales de izquierda o centro-izquierda.

La labor periodística de Pablo Fernández en radio y TV (sobre todo en su programa Cartago) se


inscribió en una perspectiva de izquierdas bastante nítida.

Algunos de los que andando el tiempo serían importantes partícipes del campo intelectual neuquino
hicieron sus primeras armas en la revista del Centro de Estudiantes de Humanidades -Y ahora que
pasa … eh?- que dio a conocer varios números entre 1992 y 1996. En 1995 esta publicación incluyó
un dossier auto-reflexivo en el que dos estudiantes y un profesor reflexionaban sobre la toma de la
Universidad durante mayo de ese año, de la que habían sido partícipes.
Muchos escritos de las personas a quienes hemos mencionado (o de otras figuras, como Andrea
Barriga, autora de textos como “Santiago Maldonado: amenazas de Clarín al abogado de la Pu Lof
y un armado de mentiras” o el más reciente “Chile es el modelo”) han sido publicados en sitios de
alcance nacional o internacional, como Ideas de Izquierda, La Izquierda Diario, Sin Permiso,
Rebelión, Hemisferio Izquierdo, Contrahegemonía o Kaos en la red. Se trata en la mayor parte de
los casos de intervenciones de carácter político en coyunturas críticas, algunas de carácter local
(como conflictos vinculados a la comunidad mapuche o problemas de la universidad del Comahue),
otras de carácter más amplio (como la desaparición y muerte de Santiago Maldonado, coyunturas
electorales nacionales o la rebelión en Chile). La lista de estas intervenciones es enorme.

El beligerante arco mapuche de Neuquén ha producido un volumen relativamente escaso de textos.


En ocasiones, la insistencia en la “oralitura” como rasgo identitario ha ido en desmedro de las
producciones escritas. Pero quizá sea la densidad demográfica relativa (mucho menor en Neuquén
que en Chile) la clave del fenómeno. Si José Marimán ha podido mostrar convincentemente la
emergencia de una intelectualidad mapuche en gulumapu (territorio ancestral mapuche al occidente
de la cordillera); no parece haber un claro paralelo en puelmapu (territorio ancestral mapuche al
oriente de la cordillera).6 Con todo -si bien en pequeña escala- hay alguna producción intelectual
mapuche en Neuquén. Como ejemplo podemos mencionar el artículo de Pedro Carimán
“WiñoyXipantu”, o algunos textos colectivos, como el documento de la COM “El pueblo mapuche,
las petroleras y el estado”.

Los distintos movimientos feministas locales han producido también una gran cantidad de textos e
intervenciones, aunque en algunos casos su adscripción a la izquierda sería cuando menos dudosa,
enclavándose más bien en una perspectiva de centro-izquierda (por la identificación kirchnerista
que ha tendido a dominar, aunque sus referentes suelen provenir de la izquierda trotskysta o
maoista). Este es el caso de la Colectiva La Revuelta (cuyas principales referentes acaso sean Ruth
Zurbrigen y Graciela Alonso), que además de sus características intervenciones callejeras ha
producido el suplemento Sin Sosten, incluido en el periódico (8300), ha motivado la obra de Mónica
Reynoso Colectiva Feminista La Revuelta: Una biogenealogía; y edita la Revista Pedagogías
revueltas. Otras producciones feministas (como Kasandras) poseen un carácter más claramente de
izquierdas (en este caso anarco-feminista).

Las publicaciones y actividades de la editorial auto-gestiva Kuruf ha dotado de visibilidad


intelectual a la tradición anarquista en la región, editando o reeditando gran cantidad de obras
anarquistas o sobre el anarquismo por más de una década (aunque sus publicaciones incluyen libros
de todo tipo).

Hay un segmento considerable de gente de la música, el teatro o las artes plásticas caracterizadas
por su compromiso con las luchas sociales: por ejemplo la artista plástica Marta Such, la teatrista
Mirta Sangregorio o varias murgas de la zona. La dramaturgia de Alejandro Finzi (sin duda el
dramaturgo más reconocido de la Patagonia) posee un claro carácter político y una orientación
izquierdista. Luis Toscani y Cecilia Lizasoain -también del ámbito del teatro- se identifican desde
siempre con la izquierda en Neuquén; al igual que la artista plástica Elisa Algranati. Esta lista, como
es obvio, es sumamente incompleta, limitándome a mencionar los casos que, con una dosis
importante de arbitrariedad, me parecen más relevantes.

Esta rápida panorámica no agota la producción intelectual de izquierdas (cuyas fronteras con el
centro-izquierda pueden ser borrosas), pero creo que ya es suficiente como para mostrar su vigencia
y vitalidad. Una vitalidad que, cabría hipotetizar, sobrepasa en términos relativos a cualquier otra
ciudad o provincia. No hay que olvidar que según el censo de 2010, la provincia de Neuquén tenía

6 Ver José Marimán, Autodeterminación. Ideas políticas mapuche en el albor del siglo XXI, Santiago
de Chile, LOM, 2012.
unos 550.000 habitantes, y la ciudad unos 230.000.

Podemos postular que ha sido la militancia directa, o la proximidad estrecha con círculos militantes
(partidarios, sindicales, culturales, estudiantiles, etc.), en un contexto de grandes movilizaciones y
luchas de masas sostenidas persistentemente a lo largo de varios lustros, lo que explica la inusual
cantidad de producción intelectual de izquierda que caracteriza a Neuquén. Aunque una parte
sustancial de esta producción se debe a personas con alguna (o incluso fuerte) vinculación
académica, han sido los espacios extra-académicos el principal motor intelectual: tanto por las
preguntas que orientaron las investigaciones, como por la realidad insoslayable de la deliberación y
el debate que propiciaron, usualmente tan poco presente en la academia contemporánea.

Ha sido la inusual confluencia y densidad de espacios militantes y combativos, en el marco de una


ciudad no demasiado grande y compacta, lo que ha permitido una intensa interacción de esferas
sociales, que, en otros contextos, pueden permanecer encerradas en sí mismas y ajenas unas a otras.
Significativamente, la descripción de la Córdoba de los tiempos del cordobazo brindada por Pancho
Aricó podría aplicarse casi sin modificaciones al Neuquén contemporáneo de la “contra-cultura de
la protesta”:

La estructura misma de la ciudad creaba, a su vez, condiciones favorables para una composición de
estratos sociales a los que la profundización del desarrollo industrial había tendido a separar y
diferenciar. Un sistema de transporte urbano radial y convergente hacia un centro político burocrático,
comercial y cultural bastante reducido, casi juntas la Casa de Gobierno y la Legislatura, la
Confederación General del Trabajo y la Universidad, los medios de comunicación y la policía, los
locales partidarios, librerías, bibliotecas, salas de conferencias y decenas de galerías, bares y
cafeterías. Todo un conjunto abigarrado y complejo de estratos sociales y de instituciones que
formaban un entramado del que finalmente nadie quedaba excluido. Es lógico entonces que en los
momentos de crisis esa trama urbana tan compuesta diera muestra de una comunicatividad social y
política de vigor excepcional. (Aricó, 2005: 97).

Salvando las diferencias de tiempo y escala, la descripción de Aricó da cuenta de unas condiciones
geográficas presentes tanto en la Córdoba de los sesenta como en el Neuquén de finales del siglo
XX y principios del XXI. Este tipo de geografía urbana se ha conjugado con ciertas condiciones
históricas, sociales y políticas (a las que nos hemos referido someramente al comienzo de este
escrito) para producir la singular cultura contestataria de Neuquén, de cuyas manifestaciones
intelectuales hemos procurado ofrecer, aquí, una cartografía general.

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