La Era de Los Tiroteos en Las Escuelas
La Era de Los Tiroteos en Las Escuelas
La Era de Los Tiroteos en Las Escuelas
Jorge Celis.
Resumen: En las dos últimas décadas ha crecido el interés por el estudio de las horrendas masacres perpetradas
por estudiantes en los centros escolares. Estas masacres, conocidas como tiroteos escolares, se han analizado
predominantemente empleando enfoques psicológicos. A pesar de que las investigaciones empíricas revelan
claramente que los autores de los tiroteos en las escuelas no suelen presentar historias de enfermedad mental a lo
largo de su vida, estos enfoques suelen poner un fuerte énfasis en las patologías individuales del autor, ignorando
la influencia que los valores sociales, como la masculinidad, ejercen en las acciones de los autores. En
consecuencia, se considera a los autores como tiradores solitarios y a los tiroteos escolares como casos aislados.
Basándose en datos derivados de trabajos académicos publicados principalmente en revistas de revisión por pares
y en la teoría sociológica de P. Berger y T. Luckmann, el objetivo de este ensayo es ofrecer una interpretación
sociológica sobre los tiroteos escolares explicando por qué los tiradores escolares cometen acciones violentas
contra profesores y compañeros de clase como forma de recuperar su masculinidad. En este sentido, el ensayo
constata que son los hombres y no las mujeres quienes cometen los tiroteos en las escuelas. Al mismo tiempo, la
mayoría de los autores han tenido padres coleccionistas de armas. No coincide que los tiradores utilicen
mayoritariamente las armas de la familia para cometer las masacres. Además, los tiradores ven la escuela como
una entidad social que ha disminuido su masculinidad, y la forma de reafirmar su masculinidad es atacar al azar a
estudiantes y profesores a la vista del resto de miembros de la escuela durante el horario escolar.
Resumen: En las dos últimas décadas se ha presentado un interés creciente por el estudio de las horrendas
masacres cometidas por estudiantes en las escuelas. Estas masacres conocidas como "tiroteos en la escuela" han
sido analizadas utilizando enfoques psicológicos. A pesar de que la investigación revela que los perpetrados no
presentan historias de enfermedades mentales, estos enfoques enfatizan en las patologías de los perpetrados
ignorando la influencia que los valores tienen sobre sus acciones. En consecuencia, los perpetradores son vistos
como lobos solitarios y las masacres escolares como casos aislados. Con base en información obtenida de trabajos
académicos publicados, en su gran mayoría, en revistas científicas, y además, con la teoría sociológica de P. Berger
y T. Luckmann, el propósito de este ensayo es presentar una interpretación sociológica sobre las masacres
ocurridas en las escuelas al explicar por qué los perpetradores cometen actos violentos contra sus profesores y
compañeros como una forma de recuperar su masculinidad. El ensayo encuentra que los hombres más que las
mujeres cometen tiroteos en las escuelas. Por lo general, los perpetrados provienen de padres quienes han sido
coleccionistas de armas. No es coincidencia que los perpetrados utilicen las armas de sus familias para llevar a
cabo las masacres. Aunado a ello, los perpetrados perciben la escuela como una entidad social que disminuye su
masculinidad, y la manera de reafirmarla es mediante el ataque azaroso a estudiantes y profesores frente al resto
de los miembros de la comunidad educativa durante la jornada escolar.
Sin embargo, el número de tiroteos en escuelas que se han producido en el último siglo
es muy bajo. Del mismo modo, es poco probable que tales sucesos tengan lugar en la
escuela. Tras el primer tiroteo escolar documentado en Alemania en 1913, que se saldó
con cinco niñas muertas (Schlott, 2013), algunos estudios han constatado que entre 120
y 160 tiroteos escolares totales han ocurrido en todo el mundo desde la década de 1920
hasta 2013 (Böckler, Seeger, Sitzer y Heitmeyer, 2013; Dumitriu, 2013). Esto significa
que no han pasado más de dos incidentes mortales por año en este lapso de tiempo.
En Estados Unidos, los tiroteos escolares no son representativos desde el punto de vista
estadístico, ya que representan aproximadamente menos del 2% del total de homicidios
de jóvenes de 5 a 18 años por año (Daniels y Page, 2013; Flannery et al., 2012).
Además, es poco probable que un homicidio de estudiantes pueda ser cometido en la
escuela. Flannery et al (2013) concluyen que "cualquier escuela individual puede
esperar experimentar un homicidio de un estudiante aproximadamente una vez cada
6.000 años" (p. 3) al considerar que hubo un promedio de 21 homicidios de estudiantes
por año durante el período 1996-2006 y que Estados Unidos tiene aproximadamente
125.000 escuelas primarias y secundarias.
A pesar de que estas cifras demuestran que los tiroteos en las escuelas son
acontecimientos prácticamente infrecuentes, los artículos periodísticos del Washington
Post y del Guardian afirman que la ocurrencia de tiroteos en las escuelas ha aumentado
constantemente en el año 2013 en los Estados Unidos (Pilkington, 2014; Strauss, 2014).
Desde diciembre de 2012, cuando se cometió la masacre de Connecticut, hasta enero
de 2014, se han registrado 44 tiroteos en escuelas, lo que supone una media de tres
sucesos por mes. Cabe destacar que 13 de los 44 casos han ocurrido "solo en las
primeras seis semanas de 2014" (Pilkington, 2014, p. A1). Sin embargo, 21 casos en
total fueron estrictamente tiroteos escolares. Para considerar un suceso como un tiroteo
escolar, se ha producido al menos una víctima mortal tras perpetrar el ataque (Böckler
et al., 2013; Dumitriu, 2013). Si no se tuvieran en cuenta las víctimas mortales entre
2000 y 2010, el número total de tiroteos en centros escolares sería de unos 445, lo que
equivale a unos 3 sucesos al mes (De Venanzi, 2012).
En este marco, se plantea una pregunta: ¿Por qué algunos estudiantes de secundaria
y preparatoria deciden deliberadamente cometer tiroteos en la escuela dirigidos contra
sus compañeros y profesores mientras todos ellos se encuentran en el recinto escolar?
1.1 Fines y objetivos del ensayo
El objetivo de este ensayo es ofrecer una interpretación sociológica sobre los tiroteos
escolares. El punto de partida de esta interpretación consiste en entender los tiroteos
escolares como acciones violentas cometidas por estudiantes con el interés de
recuperar la masculinidad de los autores (Heitmeyer, Böckler y Seeger, 2013). A nivel
social, estas acciones individuales contribuyen a reforzar la masculinidad como valor
social (Giddens, 1984). No es una coincidencia que todos los 163 tiradores escolares,
excepto ocho, fueran hombres y que todos ellos utilizaran armas de fuego para atacar a
la comunidad escolar en las instalaciones del centro (Dumitriu, 2013). La teoría
sociológica sostiene de forma convincente que las acciones llevadas a cabo por los
individuos son instrumentales para la reproducción de la sociedad y la vigorización de
los valores sociales a lo largo del tiempo (Berger y Luckmann, 2011; Bourdieu, 1984;
Giddens, 1984; Parsons, 1991; Weber, 1964) independientemente de si el resultado de
las acciones es benévolo o letal.
El resto del artículo se organiza como sigue. La sección 1.2 señala que la salud mental
de los tiradores escolares es una perspectiva insuficiente para explicar por qué los
autores cometen masacres en la escuela. Por el contrario, considerar los tiroteos
escolares como una especie de mecanismo de exacerbación de la masculinidad
presupone que estos sucesos no son una mera consecuencia del trastorno mental del
tirador. Definir los tiroteos escolares como acciones aisladas y a los tiradores escolares
como autores de lobos solitarios eclipsa la influencia sustancial que tienen la familia y la
escuela en la estructuración del comportamiento de los tiradores escolares y las
acciones que realizan para reafirmar su masculinidad. La sección 1.3 comienza
mencionando que no se dispone de datos sobre los tiroteos escolares cometidos por
mujeres para saber en qué medida la masculinidad desempeña un papel fundamental
en la perpetración de las acciones de las mujeres. Esta sección recomienda además
que los futuros estudios sobre los tiroteos escolares deben analizar cómo los aspectos
políticos y económicos refuerzan la masculinidad para complementar la interpretación
sociológica sobre los tiroteos escolares. La sección 1.4 describe sucintamente la
metodología utilizada para elaborar el presente ensayo. La sección 2 ofrece una
definición de los tiroteos en las escuelas, analizando cómo la escuela es una entidad
social que reproduce la masculinidad. La sección 3 destaca que los tiroteos escolares
se producen predominantemente en los países desarrollados y que la mayoría de los
tiradores escolares eran estudiantes de entre 13 y 19 años de edad. Basándose en la
teoría sociológica de Berger y Luckmann (2011), la Sección 4 explica cómo la
socialización primaria y secundaria dan forma a las acciones de los individuos y los
efectos que dicha socialización tiene en los tiradores escolares. La Sección 5 analiza
los valores sociales asociados a la masculinidad que explican en parte por qué los
agresores cometen tiroteos en las escuelas. Por último, la sección 6 resume la
importancia de tener en cuenta los valores sociales y la masculinidad a la hora de
realizar futuras investigaciones sobre los tiroteos escolares en el ámbito de la educación.
A pesar de que los estudiantes varones han perpetrado la mayoría de los tiroteos
escolares (Dumitriu, 2013), ninguno de los trabajos examinados sobre esta cuestión ha
recogido datos sobre las estudiantes que han perpetrado acciones violentas en la
escuela. Debido a la falta de investigación sobre la participación de las mujeres en los
tiroteos escolares, este ensayo no puede demostrar hasta qué punto la masculinidad
tiene un efecto crítico en las decisiones de las mujeres de atacar a la comunidad escolar
o qué otros valores sociales están intrínsecamente relacionados con los tiroteos
escolares. Una consecuencia directa de esta limitación es la imposibilidad de trazar
diferencias significativas entre los valores sociales que supuestamente invocan los
varones a la hora de llevar a cabo los ataques con respecto a los de las mujeres.
1.4 Metodología
En segundo lugar, se realizó una búsqueda en las bases de datos Springer, JSTOR y
ScienceDirect para identificar artículos revisados por pares sobre los tiroteos en las
escuelas. Se prestó especial atención a los artículos que encontraban una relación
directa entre la masculinidad y los tiroteos en las escuelas. Se utilizaron las siguientes
palabras clave y descriptores del tesauro: tiroteos escolares, socialización, masculinidad
y cultura adolescente.
Por último, los datos recogidos por los trabajos seleccionados incluyen registros
familiares y de salud mental, documentos judiciales, registros policiales, vídeos, relatos
de los medios de comunicación y diarios de los estudiantes. Estos materiales fueron
fundamentales para llevar a cabo la investigación sobre los tiroteos en las escuelas, ya
que es muy difícil entrevistar a los autores supervivientes (Flannery et al., 2013). Es
relevante mencionar que la característica común en todos los trabajos es que sólo toman
en consideración casos bien documentados para derivar conclusiones consistentes.
Además, los tiroteos escolares analizados se produjeron en diferentes países y tuvieron
lugar entre los años 20 y 2010. Una última característica es que algunos trabajos se
centraron principalmente en dos o tres casos de tiroteos en colegios debido a su interés
por probar una hipótesis.
Para entender los tiroteos en las escuelas como un fenómeno sociológico, es importante
discutir las tres características mostradas en la Figura 1, a saber: integrar/excluir a los
estudiantes, las armas y el refuerzo de la masculinidad.
Este ensayo parte de la base de que la escuela puede considerarse una entidad social
responsable de la internalización de valores sociales (Bourdieu y Passeron, 1995;
Durkheim, 2001) como la masculinidad. Este papel es vital para la reproducción y
preservación de la masculinidad en el tiempo. Desde la perspectiva de Durkheim, esta
entidad excluye a aquellos individuos que no exteriorizan su masculinidad según los
valores prescritos porque su función es preservar los valores sociales que contribuyen
a la integración social (Durkheim, 2001). Una consecuencia potencial de la exclusión de
los individuos es la falta de reconocimiento que indiscutiblemente predispone a los
individuos a reaccionar con ira hacia la escuela (Heitmeyer et al., 2013). Cuando un
tirador escolar comete su acción violenta dirigida contra su escuela, en realidad está
atacando a la entidad que encarna socialmente la masculinidad y erosiona
sistemáticamente su masculinidad como varón (De Venanzi, 2012). Dado que el
principal objetivo de los tiroteos escolares es la escuela, el tirador escolar perpetra su
acción en las instalaciones de la escuela y durante el horario escolar frente a la
comunidad escolar (Böckler et al., 2013). Dos hechos irrefutables apoyan este
argumento. La necesidad de una audiencia puede corroborarse a través de la
distribución mensual de los tiroteos en los colegios. Como se muestra en la Ilustración
1, son pocos los tiroteos en colegios que se producen en junio y julio porque durante
estos meses los colegios suelen estar cerrados. En segundo lugar, las víctimas de los
tiroteos escolares suelen ser aleatorias (Böckler et al., 2013; Malkki, 2014), lo que
demuestra que la acción del tirador escolar no se dirige a los miembros de la escuela;
se dirige a la escuela como entidad social.
Por último, los tiroteos en las escuelas son un medio para reforzar la masculinidad.
Según Giddens (1984), toda acción intencionada lleva a consecuencias no
intencionadas, y esta relación entre lo intencionado y lo no intencionado hace posible
que la sociedad mantenga el orden social. Mientras que el tirador de la escuela busca
exteriorizar su masculinidad cometiendo tiroteos en la escuela, una consecuencia no
intencionada de su acto es el endurecimiento de la masculinidad en la sociedad. Dicho
de otro modo, el tirador escolar perpetra una acción intencionada que no se considera
un hecho aislado. Esta acción vigoriza la masculinidad a nivel social. Este supuesto
contradice la visión ampliamente aceptada de que los tiroteos escolares se consideran
acciones aisladas.
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2006
2007
2008
2009
2010
2011
Número de
País incidentes
Argentina 1
Australia 1
Bosnia-Herzegovina 1
Brasil 1
Canadá 7
China 2
Dinamarca 1
Finlandia 2
Francia 2
Alemania 8
Grecia 1
Hambre 1
Japón 2
Países Bajos 1
Irlanda del Norte 1
Polonia 1
Puerto Rico 1
Rusia 1
Arabia Saudí 1
Sudáfrica 3
Suecia 1
Tailandia 1
Ucrania 1
Estados Unidos 76
Fuente: Böckler et al. (2013)
Por último, los tiroteos en escuelas se cometen en pueblos, suburbios y ciudades. Sin
embargo, se ha comprobado que "ciudades como Nueva York, Los Ángeles, Chicago y
otros grandes centros de población no han experimentado tiroteos en escuelas"
(Langman, 2013, p. 135).
Langman (2013) descubre una correlación entre la edad de los agresores y el número
de víctimas registradas tras perpetrar el ataque. Como muestra la ilustración 6, los
agresores de 19 años o más han causado más víctimas que los de 15-18 años y 11-14.
Además, los autores de mayor edad son más letales si se observa el número de víctimas
que han matado o herido.
Ilustración 6 Número medio de víctimas por grupo de edad
Las pruebas recogidas sobre los tiradores escolares muestran que, antes del ataque,
un pequeño grupo de ellos tenía problemas de disciplina, antecedentes penales o había
ejercido la violencia contra miembros de la escuela (Dumitriu, 2013). Los tiradores
escolares eran estudiantes regulares que no exteriorizaban mala conducta ni obtenían
bajas calificaciones.
4. El proceso de socialización
Como mencionan Berger y Luckmann (2011), la sociedad es una realidad tanto objetiva
como subjetiva. La sociedad es objetiva porque está formada por valores sociales en los
que se basan las acciones y los comportamientos de los individuos. Como construcción
social, los valores sociales existen más allá de la conciencia de los individuos (Durkheim,
2005), y esta cualidad única hace posible que los individuos aprehendan estos valores
como legítimos. Los individuos deben interactuar entre ellos -no tienen ninguna opción-
según los valores sociales preestablecidos para poder participar en la sociedad. Una
deducción extrema de esta afirmación es que si las acciones de los individuos no se
basan en valores sociales ampliamente aceptados y compartidos, los individuos no
interactuarían con los demás y, por tanto, el caos sería la norma, no la excepción. La
creación y legitimación de los valores sociales es un proceso muy complejo y lleva mucho
tiempo hasta que se convierten en la quintaesencia del sistema social (Giddens, 1984;
Parsons, 1991).
La sociedad toma su forma subjetiva cuando los individuos interiorizan los valores
sociales y posteriormente los exteriorizan al interactuar con otros. El proceso por el que
los individuos interiorizan y exteriorizan los valores sociales se conoce como
socialización (Berger y Luckmann, 2011). La socialización permite a los individuos
aceptar los valores sociales como una realidad objetiva (véase la figura 2).
Figura 2 Aspectos básicos de la socialización
La socialización de los individuos tiene lugar en grupos sociales que transmiten valores
sociales que moldean los comportamientos de los individuos. Por regla general, la
familia y la escuela son los grupos más importantes. La familia es responsable de la
socialización primaria, mientras que la escuela lo es de la socialización secundaria
(véase la figura 3). Según Berger y Luckmann (2011), "la socialización primaria es la
primera socialización que sufre un individuo en la infancia, a través de la cual se
convierte en miembro de la sociedad. La socialización secundaria es cualquier proceso
posterior que induce a un individuo ya socializado a nuevos sectores del mundo objetivo
de su sociedad" (p. 120).
6. Conclusiones
Este documento ofrece una interpretación sociológica sobre los tiroteos en las escuelas
con el fin de demostrar cómo estas acciones violentas pretenden reforzar y vigorizar la
masculinidad. La masculinidad debe ser considerada como un valor que ha acompañado
la fundación y el desarrollo de los grupos sociales. Su prevalencia puede determinarse
analizando los diferentes valores sociales que la familia y la escuela inculcan a los
individuos, de modo que éstos interiorizan dichos valores para convertirse en miembros
de la sociedad.
A diferencia del enfoque de la salud mental, la teoría sociológica afirma que las acciones
de los individuos se dirigen principalmente a reproducir valores sociales que son cruciales
para mantener el orden social, independientemente de la benevolencia o el daño que
produzcan esas acciones. A partir de esto, desde esta perspectiva, las acciones de los
individuos están llenas de contenido social, y el ataque del tirador en la escuela está
correlacionado con los valores sociales predominantes. Las pruebas recogidas en los
trabajos académicos concluyen que son los hombres, y no las mujeres, los que cometen
los tiroteos en las escuelas. Estos atentados podrían entenderse como la acción del
tirador para reivindicar su masculinidad frente a una comunidad que le ha despojado de
dicho valor social. Por lo tanto, el uso de armas letales como símbolos exteriores de la
masculinidad funciona como el principal mecanismo para que el tirador lleve a cabo esta
reivindicación.
Un análisis sociológico de los tiroteos en las escuelas es relevante para el campo de la
educación, ya que este fenómeno en evolución, que se ha vuelto más recurrente desde
finales de la década de 1990, está cuestionando el papel social de las escuelas. La teoría
sociológica afirma que la escuela es una institución social central que contribuye a la
interiorización de los valores sociales. Por lo tanto, los tiroteos en las escuelas forman
parte de la dinámica de interiorización y reproducción social de la masculinidad. Se puede
prever que la escuela seguirá experimentando tiroteos escolares en el futuro porque la
masculinidad es uno de los valores sociales más extendidos, y la escuela tiende a
exacerbarlo por medio de la ecología social de la escuela.
Agradecimientos
Agradezco los valiosos comentarios y sugerencias de mis colegas Félix Burgos y Daniel
Roe. También agradezco a tres revisores anónimos y a la editora de la Revista
Electrónica Actualidades Investigativas en Educación, Rebecca Vargas Bolaños, sus
útiles comentarios.