La Era de Los Tiroteos en Las Escuelas

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LA ERA DE LOS TIROTEOS EN LAS ESCUELAS

UNA INTERPRETACIÓN SOCIOLÓGICA SOBRE LA


MASCULINIDAD.

LA ERA DE LAS MASACRES EN LAS ESCUELAS


UNA INTERPRETACIÓN SOCIOLÓGICA SOBRE LA MASCULINIDAD

Jorge Celis.
Resumen: En las dos últimas décadas ha crecido el interés por el estudio de las horrendas masacres perpetradas
por estudiantes en los centros escolares. Estas masacres, conocidas como tiroteos escolares, se han analizado
predominantemente empleando enfoques psicológicos. A pesar de que las investigaciones empíricas revelan
claramente que los autores de los tiroteos en las escuelas no suelen presentar historias de enfermedad mental a lo
largo de su vida, estos enfoques suelen poner un fuerte énfasis en las patologías individuales del autor, ignorando
la influencia que los valores sociales, como la masculinidad, ejercen en las acciones de los autores. En
consecuencia, se considera a los autores como tiradores solitarios y a los tiroteos escolares como casos aislados.
Basándose en datos derivados de trabajos académicos publicados principalmente en revistas de revisión por pares
y en la teoría sociológica de P. Berger y T. Luckmann, el objetivo de este ensayo es ofrecer una interpretación
sociológica sobre los tiroteos escolares explicando por qué los tiradores escolares cometen acciones violentas
contra profesores y compañeros de clase como forma de recuperar su masculinidad. En este sentido, el ensayo
constata que son los hombres y no las mujeres quienes cometen los tiroteos en las escuelas. Al mismo tiempo, la
mayoría de los autores han tenido padres coleccionistas de armas. No coincide que los tiradores utilicen
mayoritariamente las armas de la familia para cometer las masacres. Además, los tiradores ven la escuela como
una entidad social que ha disminuido su masculinidad, y la forma de reafirmar su masculinidad es atacar al azar a
estudiantes y profesores a la vista del resto de miembros de la escuela durante el horario escolar.

Palabras clave: TIROTEOS ESCOLARES, MASCULINIDAD, SOCIALIZACIÓN, ESCUELA

Resumen: En las dos últimas décadas se ha presentado un interés creciente por el estudio de las horrendas
masacres cometidas por estudiantes en las escuelas. Estas masacres conocidas como "tiroteos en la escuela" han
sido analizadas utilizando enfoques psicológicos. A pesar de que la investigación revela que los perpetrados no
presentan historias de enfermedades mentales, estos enfoques enfatizan en las patologías de los perpetrados
ignorando la influencia que los valores tienen sobre sus acciones. En consecuencia, los perpetradores son vistos
como lobos solitarios y las masacres escolares como casos aislados. Con base en información obtenida de trabajos
académicos publicados, en su gran mayoría, en revistas científicas, y además, con la teoría sociológica de P. Berger
y T. Luckmann, el propósito de este ensayo es presentar una interpretación sociológica sobre las masacres
ocurridas en las escuelas al explicar por qué los perpetradores cometen actos violentos contra sus profesores y
compañeros como una forma de recuperar su masculinidad. El ensayo encuentra que los hombres más que las
mujeres cometen tiroteos en las escuelas. Por lo general, los perpetrados provienen de padres quienes han sido
coleccionistas de armas. No es coincidencia que los perpetrados utilicen las armas de sus familias para llevar a
cabo las masacres. Aunado a ello, los perpetrados perciben la escuela como una entidad social que disminuye su
masculinidad, y la manera de reafirmarla es mediante el ataque azaroso a estudiantes y profesores frente al resto
de los miembros de la comunidad educativa durante la jornada escolar.

Palabras clave: TIROTEOS ESCOLARES, MASCULINIDAD, SOCIALIZACIÓN, ESCUELA


1 Introducción
En enero de 2014, en el gimnasio de una escuela secundaria de Nuevo México,
un niño de 11 años y una niña de 13 resultaron gravemente heridos como consecuencia
de un tiroteo perpetrado por otro alumno de 12 años. Tras el feroz ataque, "las
autoridades escolares y los profesores, que se habían preparado durante mucho tiempo
para un momento así, cerraron la escuela mientras los agentes de policía y los padres
se apresuraban a acudir al lugar" (Healy 2014, p. A1). Como afirma el periodista del New
York Times, Jack Healy, el incidente de Nuevo México debe considerarse como un
ejemplo más de la era de los tiroteos en las escuelas (Healy, 2014). En respuesta a dos
de las masacres escolares más catastróficas llevadas a cabo en Estados Unidos, en el
instituto Columbine de Colorado en 1999 y en la escuela primaria Sandy Hook de
Connecticut en 2012, el periodista señala que los cierres, la colaboración con los
departamentos de policía, las cámaras de circuito cerrado, las puertas que se cierran
automáticamente, los agentes de policía en la escuela y las insignias de identificación
se han convertido cada vez más en rasgos distintivos que describen adecuadamente
una era de tiroteos escolares. Es evidente que estos cambios en la seguridad han ido
reconfigurando la ecología social de la escuela (Flannery, Modzeleski y Kretschmar,
2012) y las agendas de las escuelas. Debatir cómo mejorar los resultados de
aprendizaje de los alumnos es tan importante como adoptar las medidas más eficaces
para hacer frente a los feroces ataques de los tiradores.

Además, la época de los tiroteos escolares ha provocado un cambio en la concepción


de la escuela como institución social. Está ampliamente aceptado que las escuelas
engendran potencialmente tiradores escolares cuyo horrendo motivo es exterminar
brutalmente a sus compañeros y profesores en la escuela. Este concepto contradice
directamente la idea de que la escuela es una institución fundamental para la formación
de los futuros ciudadanos que asisten a ella para interiorizar valores sociales
universalmente compartidos y aceptados -como el respeto a la vida de los demás, entre
otros, la tolerancia, la apertura a la diversidad y la diferencia- que permiten a los seres
humanos vivir en paz. En consecuencia, la época de los tiroteos en las escuelas plantea
dudas sobre la función social de la escuela de impedir que los alumnos transgredan los
valores sociales que permiten mantener el orden social (Durkheim, 2001). En la era de
los tiroteos escolares, podría decirse que la escuela ha surgido como una institución
incapaz de reprimir el impulso bárbaro de los individuos de matar a sus compañeros.

Sin embargo, el número de tiroteos en escuelas que se han producido en el último siglo
es muy bajo. Del mismo modo, es poco probable que tales sucesos tengan lugar en la
escuela. Tras el primer tiroteo escolar documentado en Alemania en 1913, que se saldó
con cinco niñas muertas (Schlott, 2013), algunos estudios han constatado que entre 120
y 160 tiroteos escolares totales han ocurrido en todo el mundo desde la década de 1920
hasta 2013 (Böckler, Seeger, Sitzer y Heitmeyer, 2013; Dumitriu, 2013). Esto significa
que no han pasado más de dos incidentes mortales por año en este lapso de tiempo.
En Estados Unidos, los tiroteos escolares no son representativos desde el punto de vista
estadístico, ya que representan aproximadamente menos del 2% del total de homicidios
de jóvenes de 5 a 18 años por año (Daniels y Page, 2013; Flannery et al., 2012).
Además, es poco probable que un homicidio de estudiantes pueda ser cometido en la
escuela. Flannery et al (2013) concluyen que "cualquier escuela individual puede
esperar experimentar un homicidio de un estudiante aproximadamente una vez cada
6.000 años" (p. 3) al considerar que hubo un promedio de 21 homicidios de estudiantes
por año durante el período 1996-2006 y que Estados Unidos tiene aproximadamente
125.000 escuelas primarias y secundarias.

A pesar de que estas cifras demuestran que los tiroteos en las escuelas son
acontecimientos prácticamente infrecuentes, los artículos periodísticos del Washington
Post y del Guardian afirman que la ocurrencia de tiroteos en las escuelas ha aumentado
constantemente en el año 2013 en los Estados Unidos (Pilkington, 2014; Strauss, 2014).
Desde diciembre de 2012, cuando se cometió la masacre de Connecticut, hasta enero
de 2014, se han registrado 44 tiroteos en escuelas, lo que supone una media de tres
sucesos por mes. Cabe destacar que 13 de los 44 casos han ocurrido "solo en las
primeras seis semanas de 2014" (Pilkington, 2014, p. A1). Sin embargo, 21 casos en
total fueron estrictamente tiroteos escolares. Para considerar un suceso como un tiroteo
escolar, se ha producido al menos una víctima mortal tras perpetrar el ataque (Böckler
et al., 2013; Dumitriu, 2013). Si no se tuvieran en cuenta las víctimas mortales entre
2000 y 2010, el número total de tiroteos en centros escolares sería de unos 445, lo que
equivale a unos 3 sucesos al mes (De Venanzi, 2012).

En este marco, se plantea una pregunta: ¿Por qué algunos estudiantes de secundaria
y preparatoria deciden deliberadamente cometer tiroteos en la escuela dirigidos contra
sus compañeros y profesores mientras todos ellos se encuentran en el recinto escolar?
1.1 Fines y objetivos del ensayo

El objetivo de este ensayo es ofrecer una interpretación sociológica sobre los tiroteos
escolares. El punto de partida de esta interpretación consiste en entender los tiroteos
escolares como acciones violentas cometidas por estudiantes con el interés de
recuperar la masculinidad de los autores (Heitmeyer, Böckler y Seeger, 2013). A nivel
social, estas acciones individuales contribuyen a reforzar la masculinidad como valor
social (Giddens, 1984). No es una coincidencia que todos los 163 tiradores escolares,
excepto ocho, fueran hombres y que todos ellos utilizaran armas de fuego para atacar a
la comunidad escolar en las instalaciones del centro (Dumitriu, 2013). La teoría
sociológica sostiene de forma convincente que las acciones llevadas a cabo por los
individuos son instrumentales para la reproducción de la sociedad y la vigorización de
los valores sociales a lo largo del tiempo (Berger y Luckmann, 2011; Bourdieu, 1984;
Giddens, 1984; Parsons, 1991; Weber, 1964) independientemente de si el resultado de
las acciones es benévolo o letal.

El resto del artículo se organiza como sigue. La sección 1.2 señala que la salud mental
de los tiradores escolares es una perspectiva insuficiente para explicar por qué los
autores cometen masacres en la escuela. Por el contrario, considerar los tiroteos
escolares como una especie de mecanismo de exacerbación de la masculinidad
presupone que estos sucesos no son una mera consecuencia del trastorno mental del
tirador. Definir los tiroteos escolares como acciones aisladas y a los tiradores escolares
como autores de lobos solitarios eclipsa la influencia sustancial que tienen la familia y la
escuela en la estructuración del comportamiento de los tiradores escolares y las
acciones que realizan para reafirmar su masculinidad. La sección 1.3 comienza
mencionando que no se dispone de datos sobre los tiroteos escolares cometidos por
mujeres para saber en qué medida la masculinidad desempeña un papel fundamental
en la perpetración de las acciones de las mujeres. Esta sección recomienda además
que los futuros estudios sobre los tiroteos escolares deben analizar cómo los aspectos
políticos y económicos refuerzan la masculinidad para complementar la interpretación
sociológica sobre los tiroteos escolares. La sección 1.4 describe sucintamente la
metodología utilizada para elaborar el presente ensayo. La sección 2 ofrece una
definición de los tiroteos en las escuelas, analizando cómo la escuela es una entidad
social que reproduce la masculinidad. La sección 3 destaca que los tiroteos escolares
se producen predominantemente en los países desarrollados y que la mayoría de los
tiradores escolares eran estudiantes de entre 13 y 19 años de edad. Basándose en la
teoría sociológica de Berger y Luckmann (2011), la Sección 4 explica cómo la
socialización primaria y secundaria dan forma a las acciones de los individuos y los
efectos que dicha socialización tiene en los tiradores escolares. La Sección 5 analiza
los valores sociales asociados a la masculinidad que explican en parte por qué los
agresores cometen tiroteos en las escuelas. Por último, la sección 6 resume la
importancia de tener en cuenta los valores sociales y la masculinidad a la hora de
realizar futuras investigaciones sobre los tiroteos escolares en el ámbito de la educación.

1.2 Importancia del documento


Los tiroteos escolares se han analizado predominantemente empleando enfoques
psicológicos, considerando los tiroteos escolares como resultado del estado de salud
mental de los autores (Dumitriu, 2013; Flannery et al., 2012; Langman, 2009, 2013). Los
datos disponibles sobre los tiradores escolares son prácticamente escasos, lo que
dificulta la construcción de un diagnóstico mental adecuado. A pesar de ello, los estudios
con fuerte énfasis en los aspectos psicológicos tienden a crear perfiles de los
perpetradores con el fin de proporcionar una explicación de cómo los motivos
individuales provocan los tiroteos en las escuelas (Langman, 2009, 2013). Las
conclusiones derivadas de estos estudios son problemáticas al menos por dos razones.
En primer lugar, hay más diferencias que similitudes entre las patologías de los tiradores
escolares, y los perfiles no son lo suficientemente robustos como para generalizar por
qué los individuos con las mismas patologías no son más propensos a cometer tiroteos
escolares en comparación con los que finalmente los perpetran (Flannery et al., 2012).
Además, algunos estudios han encontrado que pocos tiradores escolares presentan
"historias de enfermedad mental de toda la vida" (Dumitriu, 2013, p. 303). En segundo
lugar, al centrarse en gran medida en las patologías individuales de los agresores, este
enfoque ignora la influencia que los valores sociales, como la masculinidad, ejercen en
los tiroteos escolares (Daniels y Page, 2013; De Venanzi, 2012; Heitmeyer et al., 2013;
Newman, 2013; Vuori, Oksanen y Räsänen, 2013). La implicación más problemática de
este enfoque es que los autores son tiradores solitarios y los tiroteos en escuelas son
casos aislados (Malkki, 2013); los tiradores y los tiroteos aparecen prácticamente como
si estuvieran vacíos de cualquier contenido social. Heitmeyer et al. (2013) exponen una
visión más extrema al afirmar que este enfoque psicológico lleva a "exonerar a la
sociedad y crear distanciamiento para restar importancia a las causas sociales y volver
a la 'normalidad' lo antes posible" (p. 27).

Algunos autores consideran que la teoría sociológica es fundamental para interpretar


diferentes fenómenos sociales que desafían el papel social de la escuela. Desde este
punto de vista, los factores sociales (Daniels y Page, 2013) tienen un impacto
considerable en los tiroteos escolares, y la teoría sociológica ha definido algunas
categorías conceptuales, como la socialización, para identificar y analizar de forma
académica estos factores (Celis y Guatame, 2003). Por lo tanto, la importancia de este
trabajo radica en la aplicación de la teoría sociológica a los tiroteos escolares para
demostrar cómo los tiroteos escolares endurecen la masculinidad a nivel social y
permiten que los estudiantes que carecen del reconocimiento de su masculinidad la
recuperen.

1.3 Limitaciones del ensayo

A pesar de que los estudiantes varones han perpetrado la mayoría de los tiroteos
escolares (Dumitriu, 2013), ninguno de los trabajos examinados sobre esta cuestión ha
recogido datos sobre las estudiantes que han perpetrado acciones violentas en la
escuela. Debido a la falta de investigación sobre la participación de las mujeres en los
tiroteos escolares, este ensayo no puede demostrar hasta qué punto la masculinidad
tiene un efecto crítico en las decisiones de las mujeres de atacar a la comunidad escolar
o qué otros valores sociales están intrínsecamente relacionados con los tiroteos
escolares. Una consecuencia directa de esta limitación es la imposibilidad de trazar
diferencias significativas entre los valores sociales que supuestamente invocan los
varones a la hora de llevar a cabo los ataques con respecto a los de las mujeres.

Este ensayo presta especial atención al refuerzo de la masculinidad. A partir de la teoría


de Parsons sobre los sistemas sociales (Parsons, 1991), los subsistemas económico y
político también influyen significativamente en el proceso de interiorización de los
valores sociales por parte de los individuos. Esto implica que ambos subsistemas son
de vital importancia para la reproducción y perpetuación de la masculinidad en cualquier
sociedad. En este sentido, no tener en cuenta los aspectos económicos y políticos es
una limitación que los futuros estudios tienen que superar para ampliar la comprensión
sobre el efecto de los factores políticos y económicos en los tiroteos en las escuelas.

1.4 Metodología

La metodología comprendió los siguientes pasos. En primer lugar, se seleccionó un


conjunto de categorías de la teoría sociológica para comprender cómo los individuos
interiorizan los valores sociales y los individuos emprenden acciones destinadas a
reafirmar su identidad social como miembros de un determinado grupo social. La teoría
de Berger y Luckmann demuestra que las visiones del mundo y los comportamientos de
los individuos son el producto de un largo proceso de socialización por el que los
individuos interiorizan valores sociales que posteriormente perciben como naturales y
normales. Sin embargo, este proceso se produce en grupos sociales específicos que
transmiten y refuerzan los valores sociales.

En segundo lugar, se realizó una búsqueda en las bases de datos Springer, JSTOR y
ScienceDirect para identificar artículos revisados por pares sobre los tiroteos en las
escuelas. Se prestó especial atención a los artículos que encontraban una relación
directa entre la masculinidad y los tiroteos en las escuelas. Se utilizaron las siguientes
palabras clave y descriptores del tesauro: tiroteos escolares, socialización, masculinidad
y cultura adolescente.

Por último, los datos recogidos por los trabajos seleccionados incluyen registros
familiares y de salud mental, documentos judiciales, registros policiales, vídeos, relatos
de los medios de comunicación y diarios de los estudiantes. Estos materiales fueron
fundamentales para llevar a cabo la investigación sobre los tiroteos en las escuelas, ya
que es muy difícil entrevistar a los autores supervivientes (Flannery et al., 2013). Es
relevante mencionar que la característica común en todos los trabajos es que sólo toman
en consideración casos bien documentados para derivar conclusiones consistentes.
Además, los tiroteos escolares analizados se produjeron en diferentes países y tuvieron
lugar entre los años 20 y 2010. Una última característica es que algunos trabajos se
centraron principalmente en dos o tres casos de tiroteos en colegios debido a su interés
por probar una hipótesis.

2. Una definición sociológica de los tiroteos escolares


En este ensayo se definen los tiroteos escolares como acciones violentas perpetradas
por un estudiante varón actual o anterior a la vista de los demás con el objetivo de
obtener el reconocimiento de la escuela que previamente le ha excluido de dicho
reconocimiento por no poder realizar conductas, cumplir perfiles y adoptar estilos
asociados a su masculinidad (Heitmeyer et al., 2013). La investigación empírica revela
que sólo un estudiante tiende a cometer los tiroteos en la escuela, con la excepción de
la masacre de Columbine ejecutada por dos tiradores escolares (Böckler et al., 2013;
Dumitriu 2013). Además, el estudiante lleva a cabo el acto en las instalaciones de la
escuela durante el horario escolar y utiliza armas de fuego contra la comunidad escolar
para lograr su propio objetivo (Böckler et al., 2013). En este ensayo se considera que
los tiroteos en las escuelas no solo provocan víctimas, sino que también refuerzan la
masculinidad como valor social. La figura 1 representa gráficamente las principales
características de los tiroteos escolares.

Figura 1 Principales características de los tiroteos escolares: una definición


sociológica

Fuente: Cifra del autor

Para entender los tiroteos en las escuelas como un fenómeno sociológico, es importante
discutir las tres características mostradas en la Figura 1, a saber: integrar/excluir a los
estudiantes, las armas y el refuerzo de la masculinidad.

Este ensayo parte de la base de que la escuela puede considerarse una entidad social
responsable de la internalización de valores sociales (Bourdieu y Passeron, 1995;
Durkheim, 2001) como la masculinidad. Este papel es vital para la reproducción y
preservación de la masculinidad en el tiempo. Desde la perspectiva de Durkheim, esta
entidad excluye a aquellos individuos que no exteriorizan su masculinidad según los
valores prescritos porque su función es preservar los valores sociales que contribuyen
a la integración social (Durkheim, 2001). Una consecuencia potencial de la exclusión de
los individuos es la falta de reconocimiento que indiscutiblemente predispone a los
individuos a reaccionar con ira hacia la escuela (Heitmeyer et al., 2013). Cuando un
tirador escolar comete su acción violenta dirigida contra su escuela, en realidad está
atacando a la entidad que encarna socialmente la masculinidad y erosiona
sistemáticamente su masculinidad como varón (De Venanzi, 2012). Dado que el
principal objetivo de los tiroteos escolares es la escuela, el tirador escolar perpetra su
acción en las instalaciones de la escuela y durante el horario escolar frente a la
comunidad escolar (Böckler et al., 2013). Dos hechos irrefutables apoyan este
argumento. La necesidad de una audiencia puede corroborarse a través de la
distribución mensual de los tiroteos en los colegios. Como se muestra en la Ilustración
1, son pocos los tiroteos en colegios que se producen en junio y julio porque durante
estos meses los colegios suelen estar cerrados. En segundo lugar, las víctimas de los
tiroteos escolares suelen ser aleatorias (Böckler et al., 2013; Malkki, 2014), lo que
demuestra que la acción del tirador escolar no se dirige a los miembros de la escuela;
se dirige a la escuela como entidad social.

Ilustración 1 Distribución mensual de los tiroteos en las escuelas

Fuente: Böckler et al., 2013

El uso de las armas puede considerarse una expresión de la masculinidad. Según


Bourdieu, las armas forman parte del capital simbólico de la masculinidad (Bourdieu,
2000). Teniendo en cuenta que el interés del tirador escolar es recuperar su
masculinidad y reafirmarla frente a la comunidad escolar, no es casualidad que el tirador
escolar tenga preferencia por las armas, como se mostrará más adelante. Pero Malkki
(2014) indica que llevar el arma a la escuela y mostrarla no es suficiente para demostrar
la masculinidad. Así, el tirador escolar abre fuego contra la comunidad escolar porque
demostrar la masculinidad implica disparar a alguien. En consecuencia, el tirador de la
escuela emplea un símbolo masculino para atacar a la entidad que estaba erosionando
su masculinidad. Necesita demostrar a esta entidad que es un hombre capaz de
exteriorizar adecuadamente los símbolos masculinos.

Por último, los tiroteos en las escuelas son un medio para reforzar la masculinidad.
Según Giddens (1984), toda acción intencionada lleva a consecuencias no
intencionadas, y esta relación entre lo intencionado y lo no intencionado hace posible
que la sociedad mantenga el orden social. Mientras que el tirador de la escuela busca
exteriorizar su masculinidad cometiendo tiroteos en la escuela, una consecuencia no
intencionada de su acto es el endurecimiento de la masculinidad en la sociedad. Dicho
de otro modo, el tirador escolar perpetra una acción intencionada que no se considera
un hecho aislado. Esta acción vigoriza la masculinidad a nivel social. Este supuesto
contradice la visión ampliamente aceptada de que los tiroteos escolares se consideran
acciones aisladas.

3. Los tiroteos en las escuelas en cifras.

3.1 Frecuencia de los tiroteos en las escuelas.


Al examinar globalmente el número de tiroteos en escuelas desde 1925 hasta 2011, se
observa que el año en que se produjo el mayor número de casos fue 2008, cuando se
registraron 9 casos (véase la ilustración 2). Resulta instructivo observar que desde 1985
los tiroteos en las escuelas han tenido lugar todos los años. Desde una perspectiva
sociológica, se infiere que estos eventos iterativos podrían resultar en un proceso de
naturalización por el cual los individuos consideran los tiroteos escolares como parte de
la ecología social de la escuela (Berger & Luckmann, 2011).

Ilustración 2 Incidentes de tiroteos en escuelas de todo el mundo: 1925-2011


Número de
casos

1925

1956
1957
1958
1959
1960
1961
1962
1963
1964
1965
1966
1967
1968
1969
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011

Fuente: Böckler et al., 2013


La frecuencia de los tiroteos en las escuelas ha aumentado en las dos últimas décadas
si se compara con la de las décadas anteriores (véase la ilustración 3). En el periodo
1920-2000, el 49% de los tiroteos en escuelas tuvieron lugar en la década de 2000. Este
porcentaje está correlacionado con el tiroteo escolar posterior a Columbine, ocurrido en
1999.

Ilustración 3 Tiroteos en escuelas de todo el mundo por década: Década de


1920-2000

Fuente: Böckler et al., 2013

3.2 Lugares de los tiroteos escolares


En las últimas tres décadas, el 67% del total de los tiroteos escolares se han producido
en Estados Unidos (véase la ilustración 4); este país es más susceptible de experimentar
tiroteos escolares que el resto de los países. Respecto a esta situación, algunos autores
mencionan que la masacre de Columbine fue un hito que ha inspirado a muchos
estudiantes a cometer tiroteos en escuelas de Estados Unidos (Böckler et al., 2013).
Ilustración 4 Tiroteos en escuelas de Estados Unidos y el resto del mundo
desde 1981

Fuente: Böckler et al. (2013)

Se ha producido un gran número de tiroteos en escuelas en los países desarrollados,


especialmente en Estados Unidos, Alemania y Canadá, donde se registraron 76, 8 y 7
casos, respectivamente (véase la Tabla 1). Según Heitmeyer et al. (2013), la "intensa
competencia interpersonal" caracteriza a las naciones industriales occidentales, y los
tiradores escolares experimentan "[sic] una feroz competencia por el empleo, el estatus
y el prestigio, y el riesgo de perder y fracasar es muy alto para el individuo" (Heitmeyer
et al., 2013, p. 43). Este tipo de valores están fuertemente relacionados con la
masculinidad (Bourdieu, 2000).

Tabla 1 Distribución geográfica de los tiroteos en escuelas

Número de
País incidentes
Argentina 1
Australia 1
Bosnia-Herzegovina 1
Brasil 1
Canadá 7
China 2
Dinamarca 1
Finlandia 2
Francia 2
Alemania 8
Grecia 1
Hambre 1
Japón 2
Países Bajos 1
Irlanda del Norte 1
Polonia 1
Puerto Rico 1
Rusia 1
Arabia Saudí 1
Sudáfrica 3
Suecia 1
Tailandia 1
Ucrania 1
Estados Unidos 76
Fuente: Böckler et al. (2013)

Por último, los tiroteos en escuelas se cometen en pueblos, suburbios y ciudades. Sin
embargo, se ha comprobado que "ciudades como Nueva York, Los Ángeles, Chicago y
otros grandes centros de población no han experimentado tiroteos en escuelas"
(Langman, 2013, p. 135).

3.3 Edad y raza de los tiradores escolares


La ilustración 5 demuestra que el 76% del total de los tiradores escolares tenían entre 12
y 21 años cuando cometieron las masacres. Los niños y adolescentes están más
implicados en los tiroteos escolares que los adultos. La infancia y la adolescencia son
dos etapas críticas en las que los individuos definen su personalidad como varones, y la
influencia de la escuela en estos periodos es fundamental para los individuos.

Ilustración 5 Edad de los tiradores escolares


Número de autores

Fuente: Böckler et al. (2013)

Langman (2013) descubre una correlación entre la edad de los agresores y el número
de víctimas registradas tras perpetrar el ataque. Como muestra la ilustración 6, los
agresores de 19 años o más han causado más víctimas que los de 15-18 años y 11-14.
Además, los autores de mayor edad son más letales si se observa el número de víctimas
que han matado o herido.
Ilustración 6 Número medio de víctimas por grupo de edad

Fuente: Langman (2013)

3.4 Rendimiento académico de los tiradores escolares


Los tiradores escolares suelen ser considerados buenos estudiantes porque obtienen
buenas notas. Sin embargo, existen algunas diferencias en cuanto al rendimiento
académico de los tiradores escolares según dos perfiles de estudiantes definidos por
Dumitriu (2003). En primer lugar, el "perdido el perfil" en la espiral descendente" clasifica
a los alumnos cuyas calificaciones disminuyeron considerablemente antes de abrir
fuego contra la comunidad escolar. En segundo lugar, el perfil de "alumno perfecto"
designa a los alumnos que tuvieron un rendimiento sobresaliente y un alto
reconocimiento social por parte de la comunidad escolar (véase el cuadro 2).

Cuadro 2 Tiradores escolares: rendimiento académico/rendimiento en el


trabajo individual
Perfil 1: el estudiante "perdido en la Perfil 2: el "estudiante perfecto"
espiral descendente"
Por lo general, los estudiantes "con Descrito como "estudiante de honor";
buena de buen nivel académico" "genio"; "de alto rendimiento"; "muy
(calificaciones B/C). inteligente"; "el estudiante perfecto".

Expuestos a factores de estrés específicos Obtener numerosas distinciones en


y durante un largo periodo de tiempo. concursos científicos.
Justo antes del tiroteo, descenso de las Tiene un gran interés en una ciencia
notas y fracaso escolar; en algunos casos, específica en la que destaca: biología,
es expulsado de la escuela (decisión física, matemáticas, ciencias actuariales,
percibido como injusto por él o ella). sociología, antropología o química.
Fuente: Dumitriu (2013)

Las pruebas recogidas sobre los tiradores escolares muestran que, antes del ataque,
un pequeño grupo de ellos tenía problemas de disciplina, antecedentes penales o había
ejercido la violencia contra miembros de la escuela (Dumitriu, 2013). Los tiradores
escolares eran estudiantes regulares que no exteriorizaban mala conducta ni obtenían
bajas calificaciones.

4. El proceso de socialización
Como mencionan Berger y Luckmann (2011), la sociedad es una realidad tanto objetiva
como subjetiva. La sociedad es objetiva porque está formada por valores sociales en los
que se basan las acciones y los comportamientos de los individuos. Como construcción
social, los valores sociales existen más allá de la conciencia de los individuos (Durkheim,
2005), y esta cualidad única hace posible que los individuos aprehendan estos valores
como legítimos. Los individuos deben interactuar entre ellos -no tienen ninguna opción-
según los valores sociales preestablecidos para poder participar en la sociedad. Una
deducción extrema de esta afirmación es que si las acciones de los individuos no se
basan en valores sociales ampliamente aceptados y compartidos, los individuos no
interactuarían con los demás y, por tanto, el caos sería la norma, no la excepción. La
creación y legitimación de los valores sociales es un proceso muy complejo y lleva mucho
tiempo hasta que se convierten en la quintaesencia del sistema social (Giddens, 1984;
Parsons, 1991).

La sociedad toma su forma subjetiva cuando los individuos interiorizan los valores
sociales y posteriormente los exteriorizan al interactuar con otros. El proceso por el que
los individuos interiorizan y exteriorizan los valores sociales se conoce como
socialización (Berger y Luckmann, 2011). La socialización permite a los individuos
aceptar los valores sociales como una realidad objetiva (véase la figura 2).
Figura 2 Aspectos básicos de la socialización

Fuente: Berger y Luckmann (2011)

La socialización de los individuos tiene lugar en grupos sociales que transmiten valores
sociales que moldean los comportamientos de los individuos. Por regla general, la
familia y la escuela son los grupos más importantes. La familia es responsable de la
socialización primaria, mientras que la escuela lo es de la socialización secundaria
(véase la figura 3). Según Berger y Luckmann (2011), "la socialización primaria es la
primera socialización que sufre un individuo en la infancia, a través de la cual se
convierte en miembro de la sociedad. La socialización secundaria es cualquier proceso
posterior que induce a un individuo ya socializado a nuevos sectores del mundo objetivo
de su sociedad" (p. 120).

Figura 3 Socialización primaria y secundaria y comportamiento individual

Fuente: Berger y Luckmann (2011)


Es posible que los individuos desarrollen una percepción negativa sobre los grupos
sociales. Y la forma de expresar su decepción es realizar acciones violentas contra este
grupo. Esto significa que el resultado de la socialización no es necesariamente
individuos que aceptan el orden establecido; los individuos pueden reaccionar
agresivamente matando a los miembros que forman parte de la familia y la escuela.

5. Los tiroteos escolares como expresión de la masculinidad


Este ensayo considera que la masculinidad es un conjunto de creencias por las que los
individuos son reconocidos socialmente como varones. Estas creencias se encarnan en
objetos reales y palpables. Por ejemplo, manejar armas y tener un cuerpo fuerte han
representado históricamente la virilidad (Bourdieu, 2001). Lo interesante aquí es que los
individuos pueden utilizar estos objetos para conseguir el reconocimiento como varones
con el fin de reafirmar su masculinidad. A partir de los datos recogidos por los artículos
revisados por expertos, en esta sección se analizan las creencias que podrían estructurar
la masculinidad como valor social y el papel que desempeñan las armas en la
recuperación de la masculinidad de los agresores.

5.1 La omnipresencia de las armas en la socialización primaria


Los padres de los tiradores escolares solían ser "coleccionistas de armas" y algunos de
ellos iban a cazar con sus hijos desde que eran niños. No es casualidad que los tiradores
escolares emplearan mayoritariamente armas familiares para perpetrar sus horrendos
ataques (Dumitriu, 2013; Pilkington, 2014). Esta preferencia por las armas iba
acompañada de la constante interacción con grupos militares. Varios tiradores escolares
tenían familiares que trabajaban para el ejército o pertenecían a grupos militares afines
antes de atacar. Las pruebas sugieren que los tiradores escolares estaban familiarizados
con las armas de fuego lo que suponía que tenían suficientes conocimientos sobre el
manejo de las mismas. Por lo tanto, la probabilidad de matar a la comunidad escolar era
alta. En términos sociológicos, las armas estaban naturalizadas en la vida de los tiradores
escolares.
Las armas tienen un poder simbólico impresionante. Desde los orígenes de la
humanidad, los hombres han utilizado las armas para cazar y defender sus territorios
(Bourdieu, 2001). Como realidad objetiva, las armas están llenas de masculinidad.
Entendiendo los tiroteos escolares como una acción violenta que reafirma la
masculinidad de los autores, es obvio que decidan emplear las armas. Aunque esta
inferencia puede considerarse una relación causal problemática, hay que tener en
cuenta que los autores suelen emplear armas. Esto significa que las armas son un
instrumento fundamental para la reafirmación de la masculinidad.

5.2 Código de silencio y jerarquía social en la socialización secundaria


Algunos trabajos han identificado varios comportamientos que caracterizan la ecología
social de las escuelas en las que se han producido tiroteos escolares, es decir, la
disciplina no equitativa, la tolerancia al comportamiento irrespetuoso y el código de
silencio (Daniels y Page, 2013). Sobre el código de silencio, la investigación informa que
los tiradores escolares habían comunicado previamente su plan de ataque a la escuela
a otros compañeros. Sin embargo, los compañeros han preferido no compartir esta
información con sus profesores o padres (Flannery et al., 2013). Este código está
fuertemente arraigado en la mente de los alumnos, ya que evitan revelar a los adultos
cuestiones relacionadas con la intimidad de sus compañeros. De lo contrario,
traicionarían a sus compañeros y se enfrentarían a la consecuencia de la exclusión social
al realizar estos actos.
Los tiradores escolares sienten que no tienen "los mismos derechos" que el resto de los
estudiantes (Heitmeyer et al., 2013). Además, el código de silencio tiene un efecto
negativo en los tiradores escolares. Algunos de ellos han sido víctimas de la violencia
verbal y física, pero sus compañeros se han negado a denunciar esta situación
desenfrenada. En la lógica de la masculinización, ejercer la violencia contra los más
débiles es una acción aceptable y tolerable porque es indispensable para "alcanzar la
masculinidad" (Heitmeyer et al., 2013). La combinación entre el trato injusto y hostil y la
falta de apoyo de sus compañeros puede dar lugar a una visión negativa de la escuela.
Los tiradores escolares buscan dañar a la escuela que permite que otros los dañen a
ellos. Los tiroteos escolares parecen ser una especie de Ley de Represalias: los tiradores
de la escuela cometieron acciones perjudiciales que consideraron proporcionales a las
realizadas por la escuela como en cualquier otra institución, la escuela tiene su propia
jerarquía social y los estudiantes suelen aspirar a ocupar posiciones más altas o, al
menos, a evitar estar en la parte inferior. Algunos estudios han identificado algunos
prerrequisitos que los estudiantes deben cumplir si buscan estar en la cima (De Venanzi,
2012; Heitmeyer et al., 2013). Es importante señalar que los prerrequisitos no están
relacionados exclusivamente con los símbolos sociales, sino también con la apariencia
corporal o lo que Bourdieu (1984) denomina "capital biológico". No basta con que los
individuos lleven determinada ropa, usen o tengan gusto por determinados alimentos
para demostrar un alto estatus social en el espacio social. Los cuerpos de los individuos
tienen que alcanzar características precisas correlacionadas con el estatus que poseen
los individuos. Tener un cuerpo fuerte y pertenecer a equipos deportivos son dos de los
requisitos más distintivos. Además, los estudiantes registran un alto nivel de consumo
para mantener su estilo de vida. De Venanzi (2012) descubrió que "[sic] el mercado de
los adolescentes [ascendió] a 200.000 millones de dólares en 2012. Los artículos de
consumo más populares entre los adolescentes [fueron] la ropa y los accesorios, la
música y el entretenimiento, en ese orden" (p. 268).
Los tiradores escolares no solían ser considerados en la categoría de varones porque
no tenían el capital social y biológico necesario para ser reconocidos como tales.
Algunos de ellos se negaban intencionadamente a participar en grupos deportivos, en
parte porque sus cuerpos no eran lo suficientemente viriles (Dumitriu, 2013). Por esta
razón, a menudo se les llamaba "homosexuales". Aunque el epíteto encierra significados
negativos, como el de debilidad (Newman, 2013), el significado real era que el estudiante
era un "fracaso social" y no podía cumplir los requisitos previos básicos para ser
reconocido como varón.

6. Conclusiones
Este documento ofrece una interpretación sociológica sobre los tiroteos en las escuelas
con el fin de demostrar cómo estas acciones violentas pretenden reforzar y vigorizar la
masculinidad. La masculinidad debe ser considerada como un valor que ha acompañado
la fundación y el desarrollo de los grupos sociales. Su prevalencia puede determinarse
analizando los diferentes valores sociales que la familia y la escuela inculcan a los
individuos, de modo que éstos interiorizan dichos valores para convertirse en miembros
de la sociedad.
A diferencia del enfoque de la salud mental, la teoría sociológica afirma que las acciones
de los individuos se dirigen principalmente a reproducir valores sociales que son cruciales
para mantener el orden social, independientemente de la benevolencia o el daño que
produzcan esas acciones. A partir de esto, desde esta perspectiva, las acciones de los
individuos están llenas de contenido social, y el ataque del tirador en la escuela está
correlacionado con los valores sociales predominantes. Las pruebas recogidas en los
trabajos académicos concluyen que son los hombres, y no las mujeres, los que cometen
los tiroteos en las escuelas. Estos atentados podrían entenderse como la acción del
tirador para reivindicar su masculinidad frente a una comunidad que le ha despojado de
dicho valor social. Por lo tanto, el uso de armas letales como símbolos exteriores de la
masculinidad funciona como el principal mecanismo para que el tirador lleve a cabo esta
reivindicación.
Un análisis sociológico de los tiroteos en las escuelas es relevante para el campo de la
educación, ya que este fenómeno en evolución, que se ha vuelto más recurrente desde
finales de la década de 1990, está cuestionando el papel social de las escuelas. La teoría
sociológica afirma que la escuela es una institución social central que contribuye a la
interiorización de los valores sociales. Por lo tanto, los tiroteos en las escuelas forman
parte de la dinámica de interiorización y reproducción social de la masculinidad. Se puede
prever que la escuela seguirá experimentando tiroteos escolares en el futuro porque la
masculinidad es uno de los valores sociales más extendidos, y la escuela tiende a
exacerbarlo por medio de la ecología social de la escuela.

Agradecimientos

Agradezco los valiosos comentarios y sugerencias de mis colegas Félix Burgos y Daniel
Roe. También agradezco a tres revisores anónimos y a la editora de la Revista
Electrónica Actualidades Investigativas en Educación, Rebecca Vargas Bolaños, sus
útiles comentarios.

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