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Miracle Jean Hugues 2016

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JEAN HUGUES MIRACLE

JOHN RAWLS Y LOS PRINCIPIOS DE JUSTICIA COMO


MEDIADORES ENTRE UNA CONCEPCIÓN DE LA SOCIEDAD Y
SU ESTRUCTURA BÁSICA

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA


Facultad de Filosofía
BOGOTÁ, 02 de noviembre de 2016
JOHN RAWLS Y LOS PRINCIPIOS DE JUSTICIA COMO
MEDIADORES ENTRE UNA CONCEPCIÓN DE LA SOCIEDAD Y
SU ESTRUCTURA BÁSICA

Trabajo de grado presentado por Jean Hugues Miracle, bajo la dirección del
Profesor Dr. Vicente Durán Casas SJ
Como requisito parcial para optar al título de Filósofo

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA


Facultad de Filosofía
Bogotá, 02 de noviembre de 2016
CARTA DEL DIRECTOR
AGRADECIMIENTOS

En primer lugar, quiero agradecer a mis padres, especialmente a mi mamá


Fideleine Léandre y mis tres hermanos: Mirlène, Guerdy y Stanley. Estas personas me
han hecho lo que soy hoy en día, dándome siempre amor e inculcándome las buenas
costumbres.
Agradezco también a la Provincia Galo-canadiense de la Compañía de Jesús por
poner a mi disposición todos los recursos necesarios durante mis estudios filosóficos. De
igual manera, un agradecimiento desde el fondo de mi corazón a la Provincia
Colombiana por su gran acogida.
Mi profundo sentimiento de gratitud por la valiosa dirección del Profesor Vicente
Durán Casas, en quien no solo encontré un inapreciable apoyo y guía intelectual sino un
ejemplo vivo de rectitud académica sin el cual hubiera sido imposible realizar este
trabajo.
No puedo terminar sin mencionar a la Pontificia Universidad Javeriana y
especialmente a la Facultad de Filosofía, lugar en donde me formé como filósofo.
Mencionar también a estas personas que me han ayudado mucho de una manera u otra.
Mis compañeros Robenson Siquitte, Rwolds, Rivelino con quienes tuve discusiones muy
constructivas. Mi amigo Ybermando, quien me mandó desde Francia la traducción
francesa de Teoría de la justicia y Liberalismo político. Estoy en deuda con todos ellos.
TABLA DE CONTENIDO

CARTA DEL DIRECTOR.................................................................................. 3


AGRADECIMIENTOS ....................................................................................... 4
ADVERTENCIA .................................................................................................. 7
INTRODUCCIÓN ............................................................................................... 8
1. LA CONCEPCIÓN DE SOCIEDAD EN RAWLS ..................................... 11
1.1 La justicia como equidad: una alternativa al utilitarismo .................... 11
1.2 La idea principal de la Teoría de la justicia............................................... 21
1.3 El proyecto rawlsiano: de la Teoría de la justicia al Liberalismo político 23
1.4 Las circunstancias de la justicia ................................................................. 27
1.5 Una concepción de sociedad para la teoría de la justicia como equidad ... 31
1.6 La idea de la persona .................................................................................. 33

2. LOS PRINCIPIOS DE LA JUSTICIA ........................................................ 39


2.1 El contractualismo de Rawls................................................................ 40
2.2 La posición original: un recurso de representación ................................... 45
2.3 Los dos principios de la justicia para una teoría de la justicia como
equidad ....................................................................................................................... 46
2.4 El consenso traslapado (Overlapping Consensus) ..................................... 58

3. LA APLICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS DE JUSTICIA A LA


ESTRUCTURA BÁSICA DE LA SOCIEDAD .......................................................... 61
3.1 La estructura básica: el objeto primario de la justicia ......................... 61
3.2 La secuencia de cuatro etapas (Four-stage sequence) ............................... 69
3.3 La democracia de propietarios y sus instituciones ..................................... 70
3.4 La constitución política y la legislación justa ............................................ 71
3.1 La familia como institución básica ...................................................... 76

CONCLUSIÓN .................................................................................................. 79
BIBLIOGRAFÍA................................................................................................ 85
ADVERTENCIA

Todas las obras (las de John Rawls y las fuentes secundarias) aparecen citadas en
el cuerpo del trabajo según el sistema APA. Lo mismo cuando se menciona un texto
pertinente. Al final del trabajo, se agrega la bibliografía completa que usamos.
8

INTRODUCCIÓN

Las sociedades contemporáneas son sociedades que se vuelven cada vez más
individualistas, lo que le importa a cada individuo es la realización de sus fines
personales. Para ello, las personas eligen caminos que son diversos y buscan tener más
recursos para lograr sus fines. Las diferencias son tan profundas que parece imposible,
en un primer momento, hablar de una cooperación equitativa entre las personas. Si nos
quedamos con esta reflexión, el pluralismo, rasgo idiosincrásico de nuestras sociedades
actuales, se convertiría en una fatalidad. En este panorama, el liberalismo de Rawls nos
viene a decir que, en medio de tantas diferencias, los individuos pueden encontrar una
forma equitativa de cooperación.
Más aún: la confrontación no violenta de intereses entre las personas es una
condición que hace posible la cooperación entre las personas, sin esto, los principios de
justicia serían innecesarios o superfluos. Digo confrontación no violenta porque tal
confrontación se inscribe en la línea de un pluralismo razonable, mientras que una
confrontación violenta o desacuerdo que desencadena en la violencia expresaría un
pluralismo irrazonable y destructivo. El liberalismo político de Rawls piensa que el
pluralismo razonable es consecuencia del libre uso de la razón en una sociedad
democrática. Visto desde esta perspectiva, el pensamiento de Rawls nos puede ofrecer
unas claves alentadoras para pensar algunos de los problemas de hoy.
Dicho lo anterior, la intención que nos guiará en este trabajo es poner en
evidencia la relación que existe entre tres de las ideas más fundamentales de la justicia
como equidad: (i) la concepción de sociedad como empresa de cooperación entre
9

personas libres e iguales, (ii) los dos principios de justicia política y (iii) la estructura
básica de la sociedad. A partir de esto, la idea central que propongo en este trabajo es
que los principios de justicia política constituyen un puente o una mediación entre la
concepción de sociedad y la estructura básica de la sociedad. Esa relación entre estos
conceptos fundamentales permitiría, en últimas, pensar lo que Rawls entiende por una
sociedad justa. A continuación, planteamos algunas preguntas muy pertinentes que
podemos hacernos. ¿Por qué Rawls considera que la concepción de sociedad como
sistema de cooperación es la idea organizadora de la justicia como equidad? ¿Cuál es la
relación que existe entre la concepción de sociedad como sistema justo de cooperación
entre personas libres e iguales, por un lado, y los principios de justicia política? ¿Cómo
los principios de la justicia política afectan a la estructura básica de la sociedad?
Con anticipación, se puede afirmar que una teoría de la justicia política no puede
ser desarrollada sin plantear a su vez una concepción de sociedad y de las personas, y
unos principios que rigen sus relaciones a través de instituciones. La disimilitud entre la
justicia como equidad propuesta por Rawls y el utilitarismo clásico radica básicamente
en el modo de concebir y de articular estas ideas fundamentales mencionadas
anteriormente.
Dicho esto, en la primera parte de este trabajo, hemos intentado precisar los
desacuerdos de Rawls con el utilitarismo y por qué él considera que el utilitarismo es
inadecuado para fundar las instituciones democráticas de nuestras sociedades actuales.
Además, su teoría no puede ser entendida del todo sin ponerla en relación con el
utilitarismo, teoría a la que lanza fuertes críticas y trata de superar. Luego, tratamos de
examinar la concepción de sociedad de Rawls y la idea de persona que está en el centro
de la justicia como equidad.
La segunda parte versa sobre los principios de la justicia. Después de exponer
una concepción general de sociedad, es necesario elegir unos principios de justicia que
se acomodan con esa concepción de sociedad. Así, el primer paso consiste en mirar las
cuestiones de procedimiento. Para toda elección, hay que definir unos procedimientos
para lograr el resultado deseado. Los procedimientos (la posición original y el velo de
10

ignorancia) constituyen una parte muy significativa en la justicia como equidad porque
de ahí aflora la idea de la justicia como equidad. Los principios de justicia son dos, a
diferencia del utilitarismo, que tiene un principio único. El primer principio puede ser
llamado el principio de igual libertad y el segundo principio, que admite las
desigualdades sociales y económicas, pero dice en qué sentido estas pueden ser
justificadas. De la Teoría de la justicia de 1971 a Liberalismo político 1993 Rawls operó
algunos cambios o revisiones muy importantes en los principios de justicia, tratamos de
identificarlos y ver en qué afectaron al planteamiento inicial respecto del asunto tratado.
En la última parte, nos dedicamos a mirar la idea de la estructura básica de la
sociedad, que Rawls define como las principales instituciones políticas sociales y
económicas de la sociedad. La razón para fijarnos en la estructura básica de la sociedad
es el hecho de que Rawls considera que ella es el objeto principal de los principios de
justicia política. Estos no se aplican directamente a las personas o asociaciones, sino sólo
indirectamente. Hemos intentado mostrar, de acuerdo con Rawls, cómo los principios de
justicia van aplicándose a las principales instituciones políticas, sociales y económicas.
Finalmente, este trabajo se desarrolla a partir de las tres obras más importantes
de Rawls: La teoría de la justicia, Liberalismo político y finalmente La justicia como
equidad, una reformulación. Rawls se dio cuenta de que la Teoría… tenía algunos
problemas mayores que merecían ser corregidos o explicados mejor. El Liberalismo
político y la Reformulación surgieron con la intención de complementar la Teoría… y de
aportarle una nueva interpretación. En este orden de ideas, hemos trabajado con estas
tres obras para tener una mejor comprensión del pensamiento político de Rawls, un
pensamiento que me cuestiona seriamente desde el día que empecé a leer las primeras
líneas de la Teoría de la justicia. Rawls muestra, desde el comienzo, su interés innegable
para fundamentar una sociedad justa en la cual cada persona pueda ser considerada en su
justo valor, como un fin en sí mismo y no solamente como un medio, como diría Kant.
11

1. LA CONCEPCIÓN DE SOCIEDAD EN RAWLS

1.1 La justicia como equidad: una alternativa al utilitarismo

Rawls afirma en repetidas ocasiones que su concepción de la justicia como


equidad, tal como él la denomina, es una alternativa preferible a las doctrinas utilitarias e
intuicionistas, que han tenido una importancia muy considerable en la historia de la
filosofía política y moral. Rawls señala algunos defectos del intuicionismo, una doctrina
que se caracteriza por establecer una pluralidad de primeros principios y la falta de un
método objetivo que sirva para definir la cuestión de la prioridad entre dichos
principios1. El intuicionismo termina privilegiando los juicios subjetivos, las intuiciones
del individuo en sus elecciones dentro de las instituciones políticas. Además de la falta
de un método para resolver la cuestión de la prioridad entre los principios cuando se
producen conflictos entre ellos, el problema más serio del intuicionismo es que no
permite distinguir nuestras intuiciones correctas de las incorrectas en una situación
conflictiva dada. A pesar de todo, Rawls reconoce que no es posible renunciar
totalmente a nuestras intuiciones en las cuestiones de justicia, pero lo que sí se puede, es

1
Véase Durán, V. 2005, p. 60.
12

disminuir nuestra dependencia de ellas. No nos interesa hacer aquí una presentación
exhaustiva del intuicionismo, basta señalar sus rasgos centrales y sus principales
problemas. Dicho esto, Rawls no considera el intuicionismo como el gran adversario de
la teoría de la justicia como equidad. Prueba de ello es que el foco de su crítica va a ser
el utilitarismo, que es considerado como su verdadero rival.
Rawls no se contenta solamente con hacer solamente unas críticas al utilitarismo,
más bien, el filósofo norteamericano va a elaborar una teoría bastante sistemática que
tiene la fuerza argumentativa suficiente para sustituir al utilitarismo como principio
general alrededor del cual se estructura la justicia social:

Las razones de este interés de Rawls son comprensibles. En el circuito


filosófico anglosajón, el utilitarismo no sólo había prevalecido desde
finales del siglo XIX como una teoría consistente y sistemática en la
evaluación de los procesos sociales macroorientados y en la definición del
bien social, sino que, sobre todo a partir de la segunda post-guerra, se
había convertido en la racionalidad filosófica subyacente a los modelos
distributivos propuestos para la estructura del llamado Estado de
bienestar. (Rodríguez, 2010, p. 34).

Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, es necesario partir del utilitarismo


para comprender la postura de Rawls en la Teoría de la justicia. La fuente de su
motivación es el utilitarismo, esta corriente filosófica que ha dominado el pensamiento
anglosajón durante siglos. Esta afirmación es corroborada por Van Parijs: “No se puede
comprender qué motiva la empresa de John Rawls si no se empieza por situarla en
relación a la doctrina utilitarista” (1993, p.18). En el Prefacio a la edición francesa a la
Teoría de la justicia, Rawls plantea de una manera explícita la deficiencia principal del
utilitarismo, lo que explica también en parte cual va a ser la labor de la teoría de la
justicia como equidad. Él presenta el utilitarismo como una teoría defectuosa, es decir,
incapaz de fundar las instituciones de una democracia constitucional. Para especificar
mejor su punto de vista, Rawls da por sentado que el utilitarismo no proporciona un
análisis adecuado de los derechos y de las libertades de los ciudadanos como personas
libres e iguales mientras que este tema es prioritario en la consideración de las
13

instituciones democráticas2. A continuación, presentaremos de manera más detallada las


críticas que Rawls le hace al utilitarismo tal como son expuestas en la sección 5 y 6 de
Teoría de la justicia.
Rawls reconoce que hay distintas versiones del utilitarismo, pero la que es digna
de tomarse en cuenta es la doctrina clásica que tiene su formulación más exacta en
Sidgwick. El utilitarismo es “prefigurado entre otros por David Hume (1739),
verdaderamente fundado por Jeremy Bentham (1789), bautizado y popularizado por
John Stuart Mill (1861), sistematizado por Henry Sidgwick (1874)” (Van Parijs, 1993,
p.30). Aunque Rawls deja claro que la doctrina clásica (formulada por Sidgwick) es la
que tomará en consideración en su examen crítico, él presenta su teoría como una
alternativa viable a todas las formas del utilitarismo. “Mi propósito es elaborar una
teoría de la justicia que represente una alternativa al pensamiento utilitario en general y,
por tanto, a todas sus diferentes versiones” (Rawls, 1995, p. 34). La razón principal es
que el punto de desacuerdo entre el utilitarismo y la justicia como equidad permanece
igual en todos los casos debido a que el principio de utilidad en todas las versiones da
cabida a la satisfacción del deseo racional, en otras palabras, la maximización del bien
propio. Lo que hace finalmente el utilitarismo es aplicar a toda la sociedad el principio
de elección racional de un solo hombre, y así surge la necesidad de un espectador
imparcial que organiza todos los deseos individuales en un sistema único de deseos.
Debido a lo anterior, el utilitarismo procura proporcionar un principio único de justicia –
la maximización del bienestar -, a partir del cual hay que organizar las instituciones, las
actividades sociales, políticas y económicas.
El utilitarismo, cuyo principio es la maximización del balance neto de
satisfacción o simplemente la satisfacción del mayor bien, tiene un carácter muy

2
Pongo aquí de manera literal lo que Rawls ha dicho en la traducción francesa, el motivo
principal de su proyecto:
La raison principale en était la faiblesse, selon moi, de l’utilitarisme comme base des institutions
d’une démocratie constitutionnelle, telles qu’elles existent à l’Ouest. En particulier, je ne pense pas que
l’utilitarisme puisse fournir une analyse satisfaisante des droits et des libertés de base des citoyens en tant
que personnes libres et égales, ce qui est pourtant une exigence absolument prioritaire d’une analyse des
institutions démocratiques. (Rawls, 2009, p.10)
14

atractivo que Rawls mismo no puede negar. En la mayoría de los casos, nuestras
valoraciones morales siguen el curso del utilitarismo, muchos programas sociales y
políticos son también aprobados de acuerdo con sus consecuencias en el bienestar
humano, que representa la racionalidad subyacente al utilitarismo. Esto se debe a que el
utilitarismo es una doctrina consecuencialista. Su influencia en nuestros quehaceres
sociales es innegable. Es racional para nosotros elegir las decisiones capaces de
acrecentar el bienestar individual en lugar de las que puedan tener impactos negativos.
Esa manera de pensar “hace fácil suponer que la concepción de justicia más raciona l es
la utilitaria” (Rawls, 1995, p. 35). La decisión más correcta es la que produce el mayor
bienestar para el individuo. Cabe notar que el principio de utilidad se aplica en las
mismas condiciones para los individuos y las instituciones. La sociedad está bien
ordenada y es justa “cuando las instituciones más importantes de la sociedad están
dispuestas de tal modo que obtienen el mayor equilibrio neto de satisfacción distribuido
entre todos los individuos pertenecientes a ella” (Rawls, 1995, p. 34). En este orden de
ideas, una sociedad justa es la que es capaz de producir un mayor bien para los
individuos que pertenecen a ella. Todo se calcula en función de un principio único que
garantiza solamente la eficiencia.
Otro punto muy atractivo del utilitarismo es su pretensión igualitaria. El principio
de utilidad parece establecer un criterio de justicia invulnerable a los prejuicios y las
arbitrariedades sociales a la hora de juzgar las demandas de los individuos. Hay que
satisfacer las reclamaciones de la mayoría independientemente de quienes las formulan.
“En este sentido, el utilitarismo muestra su estricto compromiso igualitario: no hay nadie
cuyas preferencias cuenten más que las de los demás cuando de lo que se trata es de
reconocer cuál es la preferencia que consigue acaparar mayor respaldo social”
(Gargarella, 1999, p.25). Todas las personas son iguales cuando hay que definir los
términos que deben regular la sociedad, “los términos apropiados de la cooperación
social están fijados por cualquiera que sea, dadas las circunstancias, obtenga la mayor
suma de satisfacción de los deseos racionales de los individuos. Es imposible negar la
plausibilidad inicial y el atractivo de esta concepción” (Rawls, 1995, p. 37). Además, el
15

utilitarismo no emite ningún juicio de valor acerca de las preferencias o aspiraciones de


los individuos, todas son igualmente válidas en un primer tiempo dentro de los cálculos
sociales. “En el utilitarismo, la satisfacción de cualquier deseo tiene algún valor en sí,
valor que deberá tomarse en cuenta al decidir lo que es justo. Al calcular el equilibrio
mayor de satisfacción no importa, excepto indirectamente, de qué son los deseos”
(Rawls, 1995, p. 41).
Intuitivamente, parece que no podemos rechazar una doctrina que acoge todos
nuestros deseos y aspiraciones. Todas las formas de vida son válidas si conducen a
maximizar el bienestar de la sociedad. En este sentido, el utilitarismo podría obtener el
respaldo de todos los individuos puesto a cada quien le interesa realizar sus planes de
vida. Hasta ahora, vemos que no se puede negar tan fácilmente la importancia del
utilitarismo y su aspecto seductor. Es racional pensar que las instituciones deben ser
diseñadas en función de la eficiencia. Pero la pregunta que se puede plantear es la
siguiente: ¿una institución eficiente es necesariamente justa? Los argumentos que
siguen, quizá, nos capacitarán para responder a dicha pregunta.
La primera crítica al utilitarismo es que su principio viola los derechos y las
libertades de las personas. En su intento de maximizar la utilidad general, justifica que la
pérdida de libertad de unos puede ser compensada por un mayor bien compartido entre
otros, esto muestra que el principio de utilidad carece de validez para regular las
instituciones de una democracia constitucional. El utilitarismo establece un fin
dominante, un telos (la maximización del bienestar) a partir de lo cual hay que organizar
las grandes instituciones de la sociedad, por esto, el utilitarismo es catalogado por Rawls
como una teoría teleológica. Esto significa dos cosas:

Primero: la teoría da cuenta de nuestros juicios meditados respecto a qué


cosas son buenas (nuestros juicios de valor) como una clase aparte de los
juicios intuitivamente distinguibles por el sentido común, y entonces
propone la hipótesis de que lo justo es maximizar el bien (…). Segundo,
la teoría nos permite juzgar la bondad de las cosas sin referirnos a lo que
es justo. (Rawls, 1995, p 36)
16

Recordemos que el bien para el utilitarismo clásico se define como la


satisfacción del deseo racional. En otras palabras, lo bueno es lo que place al individuo.
Decir que lo justo es maximizar el bien independientemente de su contenido equivale a
decir en última instancia que todos los placeres y los deseos de los individuos son
buenos. Así, no resulta extraño tomar en cuenta en el cálculo utilitario el deseo de
quienes sienten placer en la discriminación de otros y en la supresión de las libertades de
un grupo con el único fin de aumentar su respeto propio. Para emplear un término que
usa Gargarella, el utilitarismo no descalifica las preferencias o los “gustos ofensivos”.
En el fondo, el utilitarismo no es tan atractivo como parecía. Su principio justifica la
pérdida de libertades de algunos en aras de un bien mayor compartido por los demás.
Desde esta perspectiva, el utilitarismo ve a las personas como seres intercambiables.
Esta visión de la persona arruina la autonomía y la pluralidad, dos elementos que son
fundamentales en nuestras sociedades contemporáneas. En efecto, el concepto de
persona que está al centro del utilitarismo desconoce los valores de una democracia
liberal, esto es, la libertad y la igualdad.
Por otro lado, la teoría de la justicia como equidad reconoce en la justicia un
valor supremo en comparación al bien. En vez de ser teleológica, la teoría rawlsiana es
deontológica, es decir, “no especifica el bien independientemente de la justicia, o no
interpreta lo justo como maximización del bien” (Rawls, 1995, p. 40-41). La oposición
de Rawls al utilitarismo se dibuja desde las primeras páginas de la Teoría de la justicia
al afirmar la prioridad de lo justo sobre lo bueno, rasgo central de su teoría. Esta
supremacía de la justicia sobre el bien significa que los derechos de las personas son
inviolables y no pueden ser subsumido o asimilados en los beneficios sociales y
económicos.

Cada persona posee una inviolabilidad fundada en la justicia que ni


siquiera el bienestar de la sociedad en conjunto puede atropellar. Es por
esta razón por la que la justicia niega que la pérdida de libertad para
algunos se vuelva justa por el hecho de que un mayor bien es compartido
por otros. No permite que los sacrificios impuestos a unos sean
compensados por la mayor cantidad de ventajas disfrutadas por muchos.
17

Por tanto, en una sociedad justa, las libertades de la igualdad de


ciudadanía se dan por establecidas definitivamente; los derechos
asegurados por la justicia no están sujetos a regateos políticos ni al
cálculo de intereses sociales. (Rawls, 1995, p. 17).

Contrariamente al utilitarismo, la justicia como equidad limita los deseos y


aspiraciones de los individuos, estos deben adecuarse a los principios de justicia que
serán escogidos por todos en la posición original. Así que, la justicia como equidad no
valoriza por igual todos los deseos y aspiraciones de las personas, hay unos que son
deseables y otros no. Por ejemplo, un plan de vida que tiene propensión a transgredir los
principios del derecho tiene que ser rechazado en razón de la preeminencia de lo justo
(lo razonable) frente al bien (lo racional)3. Los individuos deben reconocer los límites
establecidos por los principios de justicia en la formulación de su concepto del bien. Si
el plan de vida racional de un individuo entra en conflicto con lo que es justo, él debe
encontrar una manera de ajustarlo con los principios de justicia. La distinción entre lo
bueno y lo justo es claro en Rawls, no se puede discutir sobre esto. En este orden de
ideas, es incorrecto pensar que lo justo es la maximización del bien. La búsqueda de la
maximización del bienestar no puede ser un criterio de justicia en una sociedad justa.
Por esto, “el problema de obtener el máximo equilibrio neto de satisfacción no se plantea
nunca dentro de la justicia como imparcialidad; este principio máximo no se usa para
nada (Rawls, 1995, p. 41).
Otra crítica al utilitarismo es el hecho de extrapolar el principio de elección para
un individuo al nivel de la sociedad. Lo que es correcto para un individuo es la
satisfacción de su deseo racional o de sus propios intereses. En este sentido, la persona
es libre “de equilibrar sus propias pérdidas con sus propias ganancias. Puede así
imponerse un sacrificio momentáneo con objeto de obtener después una ventana mayor”
(Rawls, 1995, p. 35). Este tipo de cálculo no resulta problemático en el plano individual
y Rawls lo reconoce perfectamente, pero los resultados son diferentes cuando se aplica a
la sociedad.

3
Véase Rawls, 1995, p. 42.
18

Puesto que el principio para un individuo es promover tanto como sea


posible su propio bienestar, esto es, su propio sistema de deseos, el
principio para la sociedad es promover tanto como sea posible el
bienestar del grupo, esto es, realizar en la mayor medida el sistema
general de deseos al que se llega a partir de los deseos de sus miembros.
Del mismo modo en que un individuo equilibra ganancias presentes y
futuras, de ese modo una sociedad puede equilibrar satisfacciones e
insatisfacciones entre individuos diferentes. Y así, mediante estas
reflexiones, se alcanza de modo natural el principio de utilidad: una
sociedad está correctamente ordenada cuando sus instituciones
maximizan el equilibrio neto de satisfacción. El principio de elección para
una asociación de hombres es interpretado como una extensión del
principio de elección de un solo hombre. (Rawls, 1995, p. 35).

Un primer elemento que es necesario señalar es lo siguiente: el cálculo de costos


y beneficios, imponerse privaciones en el presente para disfrutar de un bienestar mayor
en el futuro, no es cuestionable en el plano individual, pero cuando se traslada al nivel
de la sociedad, hay razones para cuestionarlo. Una de ellas es que vulnera los derechos y
las libertades de las personas. A modo de ilustración, supone que es justo privar las
generaciones presentes de sus derechos y libertades en función de un mayor bien para
las generaciones futuras. Para Gargarella, es una de las críticas más interesantes que
Rawls formula al utilitarismo. Segundo, cada individuo tiene unos fines, intereses y
planes de vida que quiere satisfacer, el utilitarismo los desconoce cuándo extiende el
principio de elección para un individuo a una asociación de hombres. En este orden de
ideas, el utilitarismo no reconoce la separabilidad y la autonomía de las personas, “el
hecho de que cada individuo debe ser respetado como un ser autónomo, distinto, tan
digno como, los demás” (Gargarella, 1999, p.26).
Además, Rawls nota en el utilitarismo una anomalía grave, sus supuestos parecen
individualistas porque toma a los individuos por separado y que el bienestar de la
sociedad en general es el resultado de las ventajas disfrutadas por los individuos.
Viéndolo desde este ángulo, la doctrina utilitaria se ve como individualista y muchos
utilitarios se han presentado como defensores de las libertades individuales. Pero, en el
fondo, el utilitarismo contradice lo que pretende defender cuando fusiona todos los
19

sistemas de deseos individuales en un sistema único. Basado en este argumento, el


utilitarismo no es tan individualista porque niega el hecho de la pluralidad de las
personas y, por lo tanto, desconoce que los individuos pueden tener sistema de fines
separados. Por lo tanto, no se puede esperar que el principio de utilidad sea el principio
que rige una sociedad democrática porque no tiene una concepción equitativa de las
personas, tratan a las personas como barepersons4. En cambio, la teoría de la justicia
concibe las personas como agentes libres e iguales.
Otro punto de desacuerdo es este: el principio de utilidad no satisface la
condición de publicidad que es una de las características principales de una sociedad
bien ordenada. El principio de utilidad es previo a todo acuerdo entre los hombres, en
este sentido, no es compatible con una sociedad democrática. En cambio, para Rawls,
los principios de justicia que especifican el tipo de cooperación posible entre las
personas se definen mediante un acuerdo entre todas. Una sociedad bien ordenada es una
sociedad que promueve el bien de sus miembros y está regulada por una concepción
pública de la justicia. La condición de publicidad exige que “cada cual acepta y sabe que
los demás aceptan los mismos principios de justicia” (Rawls, 1995, p.18). Las
instituciones pueden ser efectivamente reguladas por el principio de utilidad, pero este
no cumple con las condiciones de publicidad. De esta manera, no hay otra opción que
imponer el principio de utilidad a todos, esto no es posible sino mediante el uso de la
fuerza. Por esto, Rawls cree que la teoría contractualista es la que más corresponde a una
sociedad democrática pero la lleva, como él mismo dice, a un nivel más elevado de
abstracción.
Para terminar, el utilitarismo no se preocupa por una distribución equitativa de
los recursos en la sociedad, la característica más sorprendente de la visión utilitaria
según Rawls. No da mucha importancia a la manera como se distribuyen los recursos,
solamente establece que una distribución correcta es la que produce una mayor

4
Utilitarianism is not fair to persons. This is true of the average utility principle that aims at
maximizing average utility and tends to treat persons as ‘barepersons’, as having no definite character
or will. (Audard, 2007, p.45)
20

satisfacción. “La sociedad tiene que asignar sus medios de satisfacción, cualesquiera que
sean, derechos y deberes, oportunidades y privilegios, y diversas formas de riqueza, de
tal modo que, si puede, obtenga este máximo” (Rawls, 1995, p. 37). Una distribución
equitativa de los recursos no es un tema central para el utilitarismo. Pero, para la teoría
de la justicia como equidad, el tema de la distribución correcta de los recursos sociales
es prioritario.
Después de poner a la luz los fundamentos de la doctrina utilitarista y sus
problemas, se ve más claro por qué le parecía a Rawls una cuestión de alta importancia
proponer una teoría de la justicia que pueda lidiar con el utilitarismo hasta reemplazarlo.
A pesar de sus rasgos atractivos, el principio de utilidad parece inadecuado para
organizar las instituciones de una sociedad moderna porque no toma en cuenta la
naturaleza de ésta5, si se preocupa por la eficiencia de las instituciones, el tema de la
justicia queda relegado. Aun así, el utilitarismo sigue siendo muy importante. Para
ilustrarlo, podemos tomar un caso concreto, el terremoto que sufrió el pueblo haitiano en
el año 2010 que causó miles de muertos y de personas desplazadas. Fue una situación
desesperante y las ayudas internacionales no tardaban a llegar de todas partes, pero la
intención era ayudar al mayor número de gente posible, un cálculo utilitario que muchos
pueden considerar justo teniendo en cuenta los recursos que estaban disponibles y la
cantidad de personas que necesitaban una ayuda. En este sentido el esfuerzo de la teoría
de la justicia como equidad por sustituir al utilitarismo puede ser visto como una utopía
que hay que esperar siempre.
La teoría de la justicia como equidad se caracteriza por dos principios de justicia
que todas las personas, colocadas en una posición inicial de igualdad – posición original
- acordarían para arbitrar sus demandas y determinar lo que es justo o injusto. Dicho
esto, la teoría de la justicia como equidad empieza con la elección de los principios en la
posición original6. Por ahora, dejemos el tema del contenido de los principios de justicia,
este será objeto de un estudio más adelante. Reafirmamos simplemente la afirmación

5
Véase Rawls, 1995, p. 40.
6
Ibíd., p. 25-26.
21

según la cual el pensamiento de Rawls no puede ser entendido sin ponerlo en el marco
de esta confrontación con el utilitarismo.

1.2 La idea principal de la Teoría de la justicia

En Teoria de la justicia, la idea de Rawls es elaborar una concepción de justicia


que pueda servir de base a una sociedad justa. La elección de los primeros principios
define esa concepción de justicia. Como lo afirma Rawls, la teoría de la justicia como
equidad empieza con la elección de los principios de justicia, se trata de la elección más
general que se puede hacer en una sociedad. Por ende, los principios de justicia han de
operar como un patrón que determina todas las etapas posteriores como la elaboración
de una constitución, las leyes en la etapa legislativa y las políticas públicas. Acto
seguido, las preguntas más importantes a las cuales debe responder una Teoría de la
justicia para una sociedad justa son las siguientes: ¿cómo se eligen los principios de la
justicia que han de afectar a la estructura básica de la sociedad? ¿Quién los elige? ¿Con
qué criterio, o desde qué perspectiva?
Los principios de la justicia son el objeto de un acuerdo original, es decir, no son
principios preestablecidos. “Son los principios que las personas libres y racionales
interesadas en promover sus propios intereses aceptarían en una posición inicial de
igualdad como definitorios de los términos fundamentales de su asociación” (Rawls,
1995, p. 24). Teniendo en cuenta lo anterior, las personas no solamente tienen unos fines
o planes de vida sino son capaces también de tener un sentido de justicia. Ellas
reconocen que es necesario definir unos principios para determinar lo que es justo e
injusto en sus relaciones. Así pues, los principios de justicia que serán escogidos en la
posición inicial de igualdad especifican el tipo de cooperación social que se puede llevar
a cabo y también las formas de gobierno que hay que adoptar. Esta manera de considerar
los principios de justicia es lo que Rawls llama la justicia como equidad o imparcialidad.
Ahora bien, no es claro que personas interesadas en promover su bien escogerían
unos principios que sean justos para todos. Para superar esta dificultad, Rawls establece
22

unos procedimientos que las partes o las personas involucradas en la posición original
deben seguir. Evidentemente, las personas entran en la posición original con sus
intereses fundamentales, sus concepciones del bien, por eso, son personas racionales. La
racionalidad de las partes es una condición previa para entrar en la posición original, el
“lugar” donde se define los principios de justicia. Pero, en el momento de elegir los
principios de justicia, las personas deben hacerlo desde lo que Rawls llama el velo de
ignorancia. Este es el rasgo esencial de la posición original.

Nadie sabe cuál es su lugar en la sociedad, su posición, clase o status


social; nadie sabe tampoco cuál es su suerte en la distribución de ventajas
y capacidades naturales, su inteligencia, su fortaleza, etc. Supondré,
incluso, que los propios miembros del grupo no conocen sus
concepciones acerca del bien, ni sus tendencias psicológicas especiales.
(Rawls, 1995, p. 25)

Todo lo que saben los individuos es que tienen unos fines, intereses que no
pueden ser negociados. De ahí que, el velo de ignorancia pone a todos en una situación
de igualdad para elegir los principios de justicia. La idea de Rawls es impedir que las
contingencias sociales, los dones naturales o los elementos moralmente arbitrarios
interfieren en la elección de los principios de justicia. En esta condición de libertad y de
igualdad entre las personas, la posición de Rawls es que las personas libres, inteligentes,
y con un sentido de la justicia, no escogerían el principio de utilidad como constitutivo
de la estructura básica de la sociedad.
Ahora bien, hay que reconocer que la posición original no es una situación que
ha sucedido realmente en la historia en un momento determinado. “Se considera como
una situación puramente hipotética caracterizada de tal modo que conduce a cierta
concepción de la justicia” (Rawls, 1995, p. 25). De esta manera, los principios de la
justicia son el resultado de un acuerdo hipotético. En consecuencia, Rawls asevera que
“nuestra situación es justa si a través de esta secuencia de acuerdos hipotéticos
hubiéramos convenido en un sistema general de reglas que la definieran” (Rawls, 1995,
p. 26). Por último, tenemos que preguntar cuáles serían los principios de justicia que las
23

personas situadas en una relación simétrica escogerían. Como dice Rawls, “al elaborar la
concepción de la justicia como imparcialidad, una de las tareas principales es claramente
la de determinar qué principios de justicia serían escogidos en la posición original”
(Rawls, 1995, p. 27). Por el momento, Rawls cree que las personas en la posición
original se pondrían de acuerdo sobre dos principios que son muy diferentes entre sí.

El primero exige igualdad en la repartición de derechos y deberes básicos,


mientras que el segundo mantiene que las desigualdades sociales y
económicas, por ejemplo, las desigualdades de riqueza y autoridad, sólo
son justas si producen beneficios compensadores para todos y, en
particular, para los miembros menos aventajados de la sociedad. (Rawls,
1995, p. 27).

La teoría de la justicia como equidad es una teoría contractualista porque los


principios de la justicia derivan de un acuerdo hipotético entre las personas. La idea del
contrato toma en cuenta la pluralidad de las concepciones del bien de las personas y su
autonomía. Además, el contrato garantiza el reconocimiento público de los principios de
justicia, son principios que todos reconocen y aceptan como justos para guiar sus
conductas. Como lo hemos dicho, la idea principal de Rawls en Teoría de la justicia es
proponer una concepción de justicia que satisfaga las condiciones de base para una
sociedad justa. Pero, una sociedad justa es una sociedad estable, o sea, “un sistema justo
debe generar su propio apoyo” (Rawls, 1995, p. 245). Por esta razón, una concepción de
justicia se evalúa por su capacidad de generar estabilidad en la sociedad, de lo contrario,
hay que rechazarla o revisarla.

1.3 El proyecto rawlsiano: de la Teoría de la justicia al Liberalismo político

Queremos ver en este apartado si es posible hablar de una evolución en el


sistema de Rawls teniendo en cuenta la Teoría de justicia publicada en 1971 y el
Liberalismo político en 1993. La recepción de la Teoría de la justicia fue una gran
sorpresa para el mismo Rawls según lo relata Catherine Audard7. Una cantidad de libros

7
Audard, 2007, p. 178.
24

y numerosos artículos han sido publicados por autores distintos con el fin de entender y
criticar el proyecto de Rawls. Han hecho tantos comentarios de Rawls que se puede
hablar de una “industria de Rawls” según Ryan8. Uno de los méritos de La Teoría de la
justicia es que contribuyó a reactivar las discusiones en torno a la filosofía política y
moral. La importancia de esta obra ha sido reconocida por los críticos más agudos, uno
de ellos es Robert Nozick quien dice que:

A Theory of justice es un trabajo vigoroso, profundo, sutil, amplio,


sistemático dentro de la filosofía política y moral como no se había visto
otro igual cuando menos desde los escritos de John Stuart Mill. Es una
fuente de ideas esclarecedoras, integradas conjuntamente en un todo
perfecto. Ahora, los filósofos políticos tienen que trabajar según la teoría
de Rawls, o bien, explicar por qué no lo hacen. (…) Incluso los que aún
no están convencidos después de luchar con la visión sistemática de
Rawls, aprenderán mucho de un estudio cuidadoso. (…) Es imposible leer
el libro de Rawls sin incorporar mucho, tal vez transformado, a la
concepción profundizada de uno. Asimismo, es imposible terminar su
libro sin una visión nueva y sugestiva de lo que la teoría moral pueda
intentar hacer y unir sin una visión de lo hermosa que puede ser una teoría
completa. (Nozick, 1988, p. 183)

Estas palabras de Nozick reflejan la profundidad de la Teoría de la justicia y el


gran interés que ha provocado en el ámbito de la filosofía política y moral. Veintidós
años después de la Teoría de la justicia, Rawls publicó el Liberalismo político ¿Cuáles
son los propósitos de este libro? ¿Qué sucedió entre 1971 y 1993?
Cabe notar que la Teoría de la justicia ha sufrido muchas revisiones a lo largo
del tiempo. Como consecuencias de las críticas que le han hecho, Rawls reconsideró
algunas de sus ideas, pero esto no altera la estructura de la obra y las grandes ideas que
él se proponía defender. Y lo dijo explícitamente en el prefacio a la edición francesa en
respuesta a quienes piensan que él hubiera escrito otro libro si tuviera que reescribir la

8
Este texto de Ryan es citado por Catherine Audard en este libro titulado Philosophy now, p. 178.
“Since A Theory of Justice was published in 1971, it has sparked off more argument among philosophers,
and has been more widely cited by sociologists, economists, judges and politicians than any work of
philosophy in the past hundred years… Commentary on Rawls quickly attained the status of a “Rawls
industry”, but not even the most hostile critics ventured to suggest that these initial estimates of Rawls’
importance were exaggerated.
25

Teoría de la justicia. Una idea que Rawls no comparte, pues para él, no sería un libro
diferente como muchos dicen9. Uno de los propósitos de Liberalismo político es
proponer una nueva manera de entender la Teoría de la justicia o más bien una nueva
interpretación de ella, esto acarrea indudablemente algunas modificaciones sustanciales
pero la estructura sigue siendo la misma. La presente obra distingue, entre otras cosas, la
filosofía moral de la filosofía política, una doctrina moral general de una concepción de
la justicia que tiene un carácter estrictamente político10, cosas que no habían sido
tomadas suficientemente en cuenta por la Teoría de la justicia. Tanto el utilitarismo y la
teoría de la justicia eran presentados como doctrinas generales. Esto va a generar un
problema muy serio en la Teoría de la justicia que tiene que ver con el tema de la
estabilidad elaborado en la Tercera parte de este libro. Es irrealista, según Rawls, pensar
que una sociedad pueda llegar a ser estable siendo regulada por una doctrina filosófica
moral dado el hecho del pluralismo razonable que es el resultado de la razón práctica en
contexto de las instituciones libres.
El tema de la estabilidad, tal como fue presentado en la Teoría de la justicia, no
estaba bien fundamentado, razón por la cual la justicia como equidad debe ser
comprendida ahora como una concepción política de la justicia, y esta se caracteriza por
su independencia frente a las doctrinas comprensivas, morales, filosóficas y religiosas
sostenidas por los individuos. En consecuencia, el problema de Liberalismo político es
el siguiente: “¿cómo es posible que pueda existir a través del tiempo una sociedad
9
C’est avec beaucoup de plaisir que j’entreprends cette préface destinée à la traduction
française par Catherine Audard de mon livre Théorie de la justice. En dépit des nombreuses réactions
critiques qu’il a suscités, j’en soutiens toujours les grandes lignes et la doctrine centrale. Bien entendu,
comme on pourrait s’y attendre, j’aurais aimé avoir exprimé certaines choses différemment et j’y
apporterais maintenant un certain nombre de modifications non négligeables. Mais, si je devais récrire
entièrement la Théorie de la justice, cela ne donnerait pas, comme les auteurs ont tendance à le dire, un
livre complètement différent. (Rawls, 2009, p. 9)
10
Dice Rawls: Los objetivos de las presentes conferencias son diferentes. Nótese que en mi
resumen de los objetivos de la Teoría de la justicia la tradición del contrato social se ve como parte de la
filosofía moral, y no se hace ninguna distinción entre la filosofía moral y la filosofía política. En mi Teoría
de la justicia, ninguna doctrina moral de la justicia, que se diga de alcance general, se distingue de una
concepción estrictamente política de la justicia. En esa obra nada se saca en limpio del contraste que existe
entre doctrinas comprensivas tanto filosóficas como morales y las concepciones limitadas al dominio de lo
político. En las conferencias del presente volumen, sin embargo, estas distinciones y las ideas relacionadas
con ellas son fundamentales. (Rawls, 1996, p. 10-11)
26

estable y justa de ciudadanos libres e iguales profundamente dividida por doctrinas


religiosas, filosóficas y morales, razonables, aunque incompatibles entre sí? De acuerdo
con este problema, Rawls va a introducir dos ideas nuevas: la idea del consenso
traslapado y la idea de la razón pública, que son las condiciones de posibilidad de la
realización de la concepción política de la justicia. Para Catherine Audard, Liberalismo
político deber ser comprendido como una corrección de la Teoría de la justicia11 aunque
Rawls no emplea nunca este término.
El punto de arranque de Liberalismo político es el pluralismo político y su tarea
se limita a encontrar una concepción política de la justicia que pueda beneficiarse del
apoyo de todos. En este sentido, el Liberalismo político es un proyecto menos ambicioso
que la Teoría de la justicia, no tiene pretensiones generales y se limita al ámbito de lo
político. Y esa limitación del Liberalismo político puede ser explicado por el
distanciamiento de Rawls frente a la teoría moral kantiana en esta obra. A las preguntas
fundamentales de la epistemología y la psicología moral, Hume y Kant toman una
posición clara y definida.

Piensan que el orden moral surge en alguna forma de la naturaleza


humana misma, como la razón o como los sentimientos, y de las
condiciones de nuestra vida en sociedad. También están convencidos de
que el conocimiento o la conciencia de cómo debemos actuar es
directamente accesible a toda persona que sea normalmente razonable y
consciente. Y por último, piensan que estamos de tal manera constituidos,
que tenemos en nuestra naturaleza suficiente motivos o motivaciones para
inducirnos a actuar como debemos hacerlo, sin necesidad de sanciones
externas, por lo menos en forma de recompensas y castigos impuestos por
Dios o por el Estado. (…) El liberalismo político no es un liberalismo
comprensivo. No adopta una posición general (…) sino que deja que
diferentes puntos de vista comprensivos las contesten a su manera.
(Rawls, 1996, p. 20-21).

El liberalismo político no puede fundamentarse sobre la razón ilustrada que


critica y que finalmente tiene un posicionamiento. Solamente, una concepción política

11
Véase Audard, 2007, p. 184.
27

que se circunscribe al ámbito de lo político, sin emitir juicios valorativos sobre las
doctrinas comprensivas de personas o comunidades, puede ser respaldada por todos y
“lograr unas condiciones mínimas de estabilidad y pluralismo” (Quintana, 1996, p.154).
Los valores sobre las que se apoya esa concepción política de la justicia son valores
políticos como el valor de la libertad y la igualdad, valores que todos reconocen. Así
que, se espera que todos los individuos puedan aceptar la concepción política de la
justicia a pesar de sus diferencias profundas.
De ahí nace el consenso traslapado que es una idea fundamental. La
confrontación con el utilitarismo como doctrina omnicomprensiva se disminuye, el
objetivo ahora no es tanto sustituir o superar el utilitarismo sino proponer una base de
justificación razonable para las discusiones políticas partiendo del hecho del pluralismo
razonable. Es necesario buscar una base común sobre la cual las personas pueden
discutir a pesar de sus valores e intereses personales.
Tiene sentido hablar de una evolución en el pensamiento de Rawls. De la Teoría
de la justicia al Liberalismo político, se operó un cambio en el sistema de Rawls que
puede ser explicado por la toma de conciencia de la dimensión política de la teoría de la
justicia como equidad. No basta con criticar el utilitarismo o el intuicionismo como
sistemas filosófico-morales. Una teoría de la justicia que los pueda reemplazar tiene que
tener un fundamento político suficiente que le garantice estabilidad política, y para
mostrar que eso es posible Rawls publicó Liberalismo político.

1.4 Las circunstancias de la justicia

La diferencia entre el utilitarismo y la teoría de la justicia como equidad radica,


en últimas, en el modo de concebir la sociedad y los elementos que la conforman.
Diferentes concepciones de sociedad llevan necesariamente a formas distintas de
cooperación. El utilitarismo concibe la sociedad como un sistema eficiente de recursos
maximizados por el espectador imparcial a partir de los deseos individuales. En cambio,
Rawls piensa la sociedad como un sistema de cooperación para obtener beneficios
28

comunes, dicha idea tiene a la base una concepción de las personas consideradas como
libres e iguales mientras que para el utilitarismo las personas son intercambiables: todas
desempeñan en la sociedad el mismo rol. Antes de abordar la concepción de sociedad de
Rawls y sus elementos constitutivos, es bueno ver por qué se da, antes de todo, la
cooperación humana.
En Teoría de la justicia, la descripción que Rawls hace de la sociedad está
caracterizada por dos elementos: identidad de intereses y conflicto de intereses. La
identidad de intereses traduce la idea de que la sociedad procura a todos sus miembros
una mejor vida que si cada uno viviera de sus propios esfuerzos, y ese un argumento a
favor de la cooperación social. El segundo elemento es lo que Rawls denomina un
conflicto de intereses. Su causa radica en el hecho de que las personas no son
indiferentes al modo de distribuir los ingresos de la cooperación dado que, con el objeto
de perseguir sus planes de vida, cada una prefiere una parte mayor que menor de manera
que el conflicto de intereses proviene de lo que podemos llamar un egoísmo racional. Es
por eso que Rawls afirma:

Se requiere entonces un conjunto de principios para escoger entre las


diferentes disposiciones sociales que determinan esta división de ventajas
y para suscribir un convenio sobre las participaciones distributivas
correctas. Estos principios son los principios de la justicia social:
proporcionan un modo para asignar derechos y deberes en las
instituciones básicas de la sociedad y definen la distribución apropiada de
los beneficios y las cargas de la cooperación social. (Rawls, 1995, p. 18).

Según lo anterior, los principios de justicia aparecen a partir de ciertas exigencias


que se han dado en la sociedad. Las condiciones subyacentes a estas exigencias son lo
que Rawls llama las circunstancias de la justicia, la justicia social no existiría sin ellas.
En efecto, “las circunstancias de la justicia pueden describirse como las condiciones
normales en las cuales la cooperación humana es tanto posible como necesaria” (Rawls,
1995, p. 126).
La manera como Rawls describe las circunstancias de la justicia no es distinta de
la presentación que Hume hace de ellas. Vamos a seguir aquí la interpretación que hace
29

Barry en su libro titulado Teorías de la justicia. Según Barry, las reglas de la justicia o
de la equidad en Hume sirven para decidir sobre el modo de realizar una adquisición o
una transferencia de propiedad. “Si no se dieran ciertas condiciones – las circunstancias
de la justicia -, la justicia no sería ventajosa y la convención de las propiedades
separadas nunca se habrían desarrollado” (Barry, 1995, p. 169). Tres son las condiciones
que para Hume hacen posible la virtud de la justicia: la condición de escasez moderada,
el egoísmo y la igualdad aproximada de fuerza.
La condición de escasez moderada pone en evidencia la imposibilidad de la
naturaleza de satisfacer todos los anhelos de los hombres. En este contexto, es necesario
considerar la virtud de la justicia, es decir, la virtud social de la justicia.

Puesto que el tema central de la justicia es la distribución de las cosas de


las que tenemos una provisión limitada, se deduce que si nada estuviera
provisto de manera escasa (en relación a la demanda total) el concepto de
justicia no tendría ninguna aplicación. Esto implica, tal como lo
reconocieron los poetas clásicos, no solo que la naturaleza debería ser
abundante sino también que los anhelos deberían ser limitados. Una vez
que las personas desean cosas cuya demanda no tiene límites naturales
(tales como el oro) o están interesadas no simplemente por lo que ellas
mismas tienen sino por tener más que las demás, adiós a la dicha
primitiva (…). (Barry, 1995, p. 170)

Basado en lo anterior, se puede inferir que, si la naturaleza pudiera proveer a los


hombres todo lo que necesitan, la justicia sería inútil. Por ende, hay que reconocer que
los principios de justicia surgen a partir de las demandas conflictivas de las personas en
una situación en que los recursos naturales son insuficientes. La segunda circunstancia
de la justicia es el autointerés, cada uno está interesado en perseguir su propio bien y
formula demandas a propósito. En una sociedad perfectamente altruista, la escasez de
los recursos no representaría un problema en la distribución. Finalmente, la tercera
circunstancia es la igualdad de poder entre los hombres. “Bajo las circunstancias de la
extrema desigualdad en el poder, Hume pretende que la justicia se tornara innecesaria”
(Barry, 1995, p. 176). Así también lo piensa Hobbes según Barry, “un ser de infinito
poder no tendría necesidad de celebrar convenios porque no podría esperar ganar nada
30

con ellos: podría obtener cualquier cosa que quisiera sin tener que dar nada a cambio”
(Barry, 1995, p. 176-177).
Siguiendo a Hume, Rawls clasifica las circunstancias de la justicia en dos
categorías: las circunstancias objetivas y las circunstancias subjetivas. En las
circunstancias objetivas, Rawls pone a la condición de la igualdad de poder y la escasez
moderada.

Así muchos individuos coexisten juntos, simultáneamente, en un


determinado territorio geográfico. Estos individuos son, en términos
generales, semejantes en sus capacidades físicas y mentales; o cuando
menos son comparables en el sentido de que ninguno de ellos puede
dominar al resto. Son vulnerables a los ataques y están sujetos a la
posibilidad de ver bloqueados sus planes por la fuerza conjunta de los
otros. Finalmente, existe la condición de escasez moderada que abarca
una gran variedad de situaciones. Los recursos naturales y no naturales,
no son tan abundantes que los planes de cooperación se vuelvan
superfluos; por otra parte, las condiciones no son tan duras que toda
empresa fructífera tenga que fracasar inevitablemente. Mientras que todos
los acuerdos mutuamente ventajosos son factibles, los beneficios que
producen se quedan cortos frente a las demandas planteadas por los
hombres. (Rawls, 1995, p. 126-127)

El conflicto de intereses que traduce la idea de que cada uno persigue su propio
bien, hace parte de las circunstancias subjetivas según Rawls. Las personas tienen sus
propios planes de vida, lo que hace que la cooperación mutuamente ventajosa sea
posible. Cada una tiene sus propias concepciones de lo que es bueno. “Estos planes o
concepciones de lo que es bueno, les llevan a tener diferentes fines y propósitos y a
formular exigencias conflictivas acerca de los recursos naturales y sociales disponibles”
(Rawls, 1995, p. 127). Además, es un “yo que considera su concepción del bien como
digna de reconocimiento y que presenta las demandas en su favor como merecedoras de
ser satisfechas” (Rawls, 1995, p.127). Sin estas circunstancias, no tendría sentido hablar
de la virtud de la justicia desde una perspectiva social.
Dadas estas condiciones, una cooperación entre las personas es realmente posible
y necesaria. Sin cooperación, nadie podría llevar una vida satisfactoria. Después de
31

presentar las condiciones de las cuales surge la cooperación humana, ahora podemos
examinar lo que significa para Rawls una sociedad como un sistema justo de
cooperación.

1.5 Una concepción de sociedad para la teoría de la justicia como equidad

Todo el esfuerzo de Rawls se concentra en encontrar una manera de construir una


concepción política que pueda tener éxito tras el fracaso del utilitarismo, es decir, una
concepción política de la justicia que pueda servir de base a las instituciones más
importantes de una sociedad democrática que respeta la libertad y la igualdad de los
ciudadanos. Acorde con esto, Rawls va a partir de esta idea que, para él, está implícita
en la cultura política de una sociedad democrática: La sociedad como un sistema
equitativo de cooperación. Esta es la idea más fundamental, la que compagina las demás
ideas de la teoría de la justicia como equidad. Así, lo expresa Rawls:

Entre las ideas fundamentales cuento aquellas que usamos para organizar
y estructurar la justicia como equidad. La idea más fundamental en esta
concepción de la justicia es la idea de la sociedad como un sistema
equitativo de cooperación social a lo largo del tiempo (…). Usamos esta
idea como la idea organizadora central cuando tratamos de desarrollar una
concepción política de la justicia para un régimen democrático. (Rawls,
2002, p. 28)

En otras palabras, la idea de la sociedad como un sistema justo de cooperación es


la que permite darle unidad a la teoría rawlsiana. La finalidad de la sociedad como
sistema equitativo de cooperación permite obtener ventajas comunes, esto es, la
cooperación social busca promover el bien de todos sus miembros. Ahora bien, la idea
de la sociedad como sistema justo de cooperación se desarrolla en sintonía con otras dos
ideas fundamentales: la idea de las personas que participan en la cooperación y la idea
de una concepción política de la justicia que regula efectivamente la sociedad.
Rawls identifica tres elementos que definen la sociedad como un sistema justo de
cooperación. El primer elemento es el hecho de que la cooperación sea voluntaria. ¿Qué
quiere decir esto?
32

Por supuesto que ninguna sociedad puede ser un esquema de cooperación


en el cual los hombres ingresen voluntariamente, en un sentido literal;
cada persona se encuentra, desde su nacimiento, en una posición
determinada de alguna sociedad determinada, y la naturaleza de esta
posición afecta materialmente sus perspectivas de vida. Aun así, una
sociedad que satisfaga los principios de justicia como imparcialidad se
acerca en lo posible a un esquema voluntario, ya que cumple con los
principios que consentirían personas libres e iguales en condiciones que
son imparciales. (Rawls, 1995, p. 26)

Cuando las personas reconocen y aceptan que los procedimientos y las reglas son
adecuados para regular sus relaciones, entonces, se puede decir que la cooperación es
voluntaria. En otras palabras, las reglas no son impuestas por una autoridad central,
vienen dadas por las personas. Por lo tanto, esas reglas tienen un reconocimiento público
y esto “da un mayor apoyo al respeto que los hombres se tienen a sí mismos, lo que a su
vez repercute aumentando la eficacia de la cooperación social” (Rawls, 1995, p. 172).
Las personas se someten a las reglas que ellas mismas han escogido, y así son
autónomas en sentido kantiano. Las personas no ven sus relaciones en sociedad guiadas
por una doctrina religiosa o principios que expresan valores aristocráticos.
Un segundo elemento es la idea de los términos justos de cooperación, “términos
que cada participante puede aceptar razonablemente siempre y cuando todos los demás
también los acepten” (Rawls, 1996, p. 40). Los términos justos son términos que
especifican derechos y deberes y una correcta distribución de las ventajas sociales. Por
esta razón, los términos justos posibilitan una cierta idea de reciprocidad o de
mutualidad: “todos los que participan en la cooperación y que cumplen con su parte
según lo requieren las reglas y los procedimientos fijados, se beneficiarán de manera
apropiada, conforme sea valorado por un patrón de comparación conveniente” (Rawls,
1996, p. 40). La justicia no puede permitir que haya una pérdida de unos en beneficio de
los demás. La idea de Rawls es que todos debemos ganar con la justicia, los beneficios
de la cooperación deben ser distribuidos de manera equitativa.
Finalmente, la cooperación implica la idea de la ventaja o bien racional. “Esta
idea del bien especifica lo que están tratando de lograr quienes participan en la
33

cooperación, ya sean individuos, familias, asociaciones, o incluso los gobiernos de los


pueblos, cuando este esquema o proyecto se ve desde su propia perspectiva” (Rawls,
1996, p. 40). La cooperación requiere que cada participante tenga un proyecto de vida
racional que pueda ser desarrollado libremente. Yo creo que el análisis que hace Barry
en su libro La justicia como imparcialidad, refleja muy bien la idea de Rawls. Según
Barry, la concepción del bien puede ser entendida primero, como autonomía. “Según
esta concepción, pues, lo que tiene importancia central en la vida humana es que la gente
debe tomar una decisión acerca de cómo vivir y qué pensar, y debe poder expresar
libremente sus creencias y actuar de acuerdo con sus conclusiones sobre el mejor modo
de vivir (…) (Barry, 1995, p. 183). Esta concepción no especifica una idea particular del
bien. Segundo, la concepción del bien se entiende como satisfacción de deseos, es decir
una concepción determinada del bien.
El sistema de cooperación pensado por Rawls es un sistema productivo. La
cantidad de bienes no es fija, no se puede decir que mientras que uno gana el otro pierde
necesariamente. Todos pueden ganar con un sistema de cooperación regulado por unos
principios justos. En ausencia de una cooperación justa, es decir, de principios de
justicia a la base de la cooperación social, nadie puede llevar una vida satisfactoria, basta
mirar los paros de los obreros y las consecuencias que siguen de ello. La economía, en
su totalidad, es afectada; todo el mundo pierde, tanto los patrones como los obreros.

1.6 La idea de la persona

La concepción de sociedad como un sistema justo de cooperación incorpora en


su seno una concepción particular de persona. Para Rawls, una persona es un ciudadano
autónomo que pueda participar integralmente en la cooperación social. Cabe notar que la
concepción de la ciudadanía ha sido siempre un punto controversial en el debate sobre la
filosofía política contemporánea.

De manera directa o indirecta, la discusión filosófica contemporánea ha


estado ligada a las disputas libradas por liberales, comunitaristas y
34

republicanos alrededor del problema de la ciudadanía. Estas disputas se


reducen a la confrontación permanente entre tres ideales de ciudadanía:
en primer lugar, aquel ideal que asume la ciudadanía como el estatus legal
que se adquiere por la posesión de derechos individuales y civiles; en
segundo lugar, aquel ideal que señala que la ciudadanía es un conjunto de
derechos ligados a la pertenencia de una comunidad de origen con la que
se tienen mediaciones culturales, históricas y lingüísticas y, en tercer
lugar, aquel ideal que asume que la ciudadanía consiste en pertenecer a
una entidad política y ejercer los derechos políticos que esta sociedad le
otorga al individuo. (María López en John Rawls: legado de un
pensamiento, p.103).

La concepción de ciudadanía de Rawls ha sido objeto de muchas críticas, sobre


todo de los comunitaristas, que sostienen que la concepción de persona adoptada por el
liberalismo de Rawls es metafísica. Rawls tuvo que responder a estas críticas mostrando
que su concepción de la persona es política y no metafísica debido a que la justicia como
equidad es una concepción política. De esta manera, la concepción de la persona como
política “se constituye en clave para postular la posibilidad de un consenso en torno a la
justicia como imparcialidad y por ende en garantía de la estabilidad de una sociedad bien
ordenada” (Cabezas & Pineda, 2006, p. 55). Para ilustrar, vamos a considerar la crítica
de Sandel que nos parece muy interesante. Según Sandel, la concepción de la persona tal
como es descrita en la posición original tiene matices metafísicos, es decir, es un yo sin
ataduras históricas y culturales, etc. Más aún, es un yo que puede hacer elecciones
independientemente de su concepción del bien e intereses particulares. Así lo piensa
Sandel, citado a Cabezas y Pineda:

Es un yo que se caracteriza fundamentalmente porque elige


independientemente de los deseos y fines que puede tener en un momento
determinado. Esto significa que es prioritario a sus fines y que es capaz de
tomar distancia para examinarlos, revisarlos y posiblemente cambiarlos.
Esto, en su opinión, pertenece a un orden metafísico vacío de contenido,
porque según él no se puede concebir al sujeto tan independientemente
como Rawls lo describe; debido a que la persona es lo que es, gracia a los
roles que lo constituyen (ser ciudadano de un país, ser miembro de un
movimiento), de ahí que las comunidades donde el sujeto vive,
parcialmente lo definen y lo involucran en sus propósitos y fines
35

característicos; la experiencia moral concreta de los seres humanos


demuestra que el sujeto no elige libremente todos sus fines, sino que ellos
están mediados por diversas circunstancias. (Cabezas & Pineda, 2006, p.
53)

Tan acertada que pueda parecer esta crítica, para Rawls, está mal fundada dado
que un ciudadano es alguien que opera en diversos círculos sociales y, de esta manera,
“poseen diversos niveles de pertenencia” (López, 2005, p. 103). Veamos ahora, con más
detalle, el ciudadano liberal de corte rawlsiano. Para Rawls, una persona es un
ciudadano, es decir, un “integrante normal y cooperador de la sociedad durante toda una
vida” (Rawls, 1996, p.42). Dicho esto, un ciudadano es un sujeto moral que posee las
dos facultades morales que mencionaremos a continuación.

Una de esas facultades es la capacidad de poseer un sentido de la justicia:


es la capacidad de entender, aplicar y obrar según (y no sólo de
conformidad con) los principios de la justicia política que definen los
términos equitativos de la cooperación social. La otra facultad es la
capacidad de poseer, revisar y perseguir racionalmente una concepción
del bien. Dicha concepción consiste en una familia ordenada de fines y
objetivos últimos que define la concepción que tiene la persona de lo que
tiene valor en la vida humana o, dicho de otro modo, de lo que se
considera una vida plenamente valiosa. Los elementos de dicha
concepción se establecen normalmente dentro de, y son interpretados por,
ciertas doctrinas religiosas, filosóficas o morales comprehensivas a cuya
luz se ordenan y entienden los diversos fines y objetivos. (Rawls, 2002, p.
43)

Las personas son iguales al poseer en grado mínimo esencial las dos facultades
morales mencionadas arriba para participar en la cooperación social. Como dice Rawls,
“la capacidad de personalidad moral es condición suficiente para tener derecho a una
justicia igual” (Rawls, 1995, p. 457). Y las personas son libres en virtud de sus dos
poderes morales. Ahora, de acuerdo con el liberalismo político, el concepto de sujeto
moral se define como sujeto político. Y la condición de libertad de las personas en la
posición original pone en evidencia su carácter político. Las personas se consideran
libres a partir de tres elementos.
36

Primero, son libres por la capacidad de poseer una concepción del bien. Pero lo
más importante es que las personas no tienen una concepción fija del bien que persiguen,
esto es, su concepción del bien puede ser cambiada o revisada a lo largo de su vida. Más
aun, las personas tienen el derecho de definirse al margen de toda concepción particular
del bien. Dicho esto, hay que reconocer que las personas poseen dos sentidos de
identidades: una identidad institucional o pública y una identidad no pública, es decir, no
institucional o moral12. La identidad pública se manifiesta a través de las instituciones
básicas de la sociedad, las personas tienen unos derechos deberes y básicos. La identidad
no pública se define de acuerdo con los vínculos o afiliaciones de las personas a una
asociación, una comunidad religiosa, etc. No se puede confundir estas dos identidades de
la persona. Por ejemplo, los principios de justicia no consideran que la apostasía es un
delito. Así que, las personas pueden cambiar de religión, pero siguen conservando su
identidad pública, es decir, los derechos y deberes básicos que gozan de las instituciones
básicas de la sociedad no son afectadas.
A partir de lo anterior, podemos afirmar que las personas tienen unos fines de
carácter político y otros de carácter no político. Los primeros tienen que ver con los
principios de justicia política y los segundos son los que las personas persiguen en sus
asociaciones o comunidades, las personas tienen la tarea de ajustar y reconciliar estos
dos aspectos de la identidad que las definen13. Así, Rawls dice:

Estos dos tipos de compromisos y adhesiones - políticos y no políticos-


definen la identidad moral y perfilan la forma de vida de una persona, lo
que uno entiende que está haciendo y tratando de conseguir en el mundo
social. Si de repente los perdiéramos, quedaríamos desorientados y nos
sentiríamos incapaces de continuar. De hecho, podríamos pensar que no
tiene ningún sentido continuar. (Rawls, 2002, p. 47-48)

En segundo lugar, las personas son libres cuando se ven a sí mismas con
derechos a presentar exigencias o demandas a las instituciones con objeto de perseguir

12
Véase Rawls, 1996, p. 52.
13
Cabe notar que los valores y compromisos políticos son prácticamente los mismos, según
Rawls, mientras que nuestras concepciones del bien pueden ser cambiadas.
37

sus concepciones del bien siempre y cuando estas no superen los límites establecidos por
la concepción política de la justicia. “Los ciudadanos entienden que esas exigencias
tienen peso propio, independientemente de que se derivan de deberes y obligaciones
definidos por una concepción política de la justicia, por ejemplo, de deberes y
obligaciones para con la sociedad (Rawls, 2002, p. 48). De esta manera, las personas se
ven como “fuentes autoautenticadoras de exigencias válidas (self-authenticating sources
of valid claims) según la expresión utilizada por Rawls. Los esclavos no son fuentes
auto-autenticadoras de exigencias validas por el hecho de que no pueden hacer
reivindicaciones en función de realizar sus planes de vida. Las leyes promulgadas a
favor de ellos no se fundamentan en exigencias que ellos hacen sino vienen de sus
propietarios o de intereses sociales.
Por último, las personas son libres en virtud de su capacidad para asumir sus
fines, esto significa que los ciudadanos pueden ajustar sus fines de acuerdo con lo que
pueden razonablemente esperar de las instituciones básicas de la sociedad reguladas por
los principios de justicia. En efecto, “ser libres en estos aspectos capacita a los
ciudadanos para ser racional y plenamente autónomos” (Rawls, 1996, p.87), la
autonomía racional es privada en el sentido de que no es pública y la autonomía plena es
pública.
A partir de lo anterior, el ciudadano rawlsiano es un yo más complejo que el yo
comunitarista, es alguien que es capaz de preocuparse por el estado moral de su
comunidad y también puede actuar de acuerdo con una concepción política de la justicia,
la cual expresa unos valores políticos. Lo que le interesa a Rawls es la identidad pública
de las personas, su autonomía plena, es decir, sus comportamientos en el ámbito público
guiados por los principios de justicia.

La plena autonomía es un logro de los ciudadanos: se trata de un valor


político, no ético. Por esto quiero decir que se realiza en la vida pública
afirmando los principios políticos de la justicia y ejerciendo las
protecciones de los derechos y libertades básicos; también se realiza
participando en los asuntos políticos de la sociedad y compartiendo la
autodeterminación colectiva a través del tiempo. Esta autonomía plena de
38

la vida política debe distinguirse de los valores éticos de la autonomía y


de la individualidad, que puedan aplicarse a toda la vida, tanto la social
como la individual, como se expresa en los liberalismos comprensivos de
Kant y de Mill. La justicia como imparcialidad pone el acento en este
contraste: afirma la autonomía política para todos, pero deja que el peso
de la autonomía ética lo decidan los ciudadanos por separado a la luz de
sus doctrinas comprensivas. (Rawls, 1996, p. 91)

Rawls deja claro que su concepción de la persona es política a partir de los


argumentos que él avanza. De esta manera, responde a las críticas que le habían hecho
los comunitaristas. La justicia como equidad no usa una concepción comprehensiva de la
persona, la concepción de la persona que ella usa está limitada estrictamente al ámbito
de lo político. En otras palabras, es una concepción de persona pensada de cara a la
fundamentación de la estructura básica de la sociedad.
En síntesis, la idea de esta primera parte era presentar la concepción de sociedad
de Rawls y sus elementos constitutivos. Pero, nos vemos conducidos en un primer
tiempo a mirar el motivo por el cual Rawls escribió Teoria de la justicia. Además de
esto, era importante también mirar la evolución del pensamiento de Rawls desde la
publicación de la Teoría de la justicia a Liberalismo político en el cual el filósofo
norteamericano da lo que se puede llamar un giro político, es decir, su teoría deja de ser
una doctrina moral comprehensiva y pasa a ser una concepción estrictamente política.
39

2. LOS PRINCIPIOS DE LA JUSTICIA

Como lo hemos presentado en la primera parte, la concepción de la sociedad de


Rawls como sistema justo de cooperación se desarrolla junto con la idea de las personas
como libres e iguales y la idea de una concepción política de la justicia. Esta segunda
parte tratará de las cuestiones de procedimiento y los principios de justicia que
determinan la concepción política de la justicia. La idea es examinar separadamente el
contenido de cada uno de los principios. De antemano, podemos afirmar que, de acuerdo
con Rawls, los principios de justicia para una cooperación justa entre personas libres e
iguales son objetos de un acuerdo y no pueden ser determinados por ninguna autoridad,
sea civil o religiosa. Desde esta perspectiva, el contractualismo aparece como un modelo
teórico que rompe con la idea de que la ética y la política tengan sus fundamentos en una
racionalidad ajena o diferente a las de personas con igual libertad.

Las teorías contractuales modernas surgen en el horizonte de la ruptura de


la concepción teocrática del mundo: ya no importa el entronque de la
razón con la ley eterna, en el que derecho natural y divino se dan la mano,
sino reemplazar la revelación y el fundamento religioso por la razón
natural. (Vallespín, 1985, p. 33)

Así, para algunos el modelo más apropiado para elegir los términos justos que hayan de
hacer justa la cooperación social es el modelo contractualista que ha tenido un lugar muy
importante en la historia de la filosófica política y liberal. El contractualismo, como
método, parece entender la naturaleza compleja de las sociedades modernas, las cuales
se distinguen por el reconocimiento del pluralismo como un hecho. Rawls se posiciona
40

como heredero de la tradición contractualista y su gran reto filosófico-político será


transformar la situación contractual de tal manera que los principios que se derivan de
ella sean justos para todos. Las doctrinas contractuales, como lo dice Catherine Audard,
se limitaban a un acuerdo sobre la manera de escoger la mejor forma de gobierno, pero
no tenían la pretensión de determinar un contenido moral o social14. En este contexto,
algunos hablan de un resurgimiento del contractualismo en la segunda mitad del siglo
XX con la publicación de la Teoría de la justicia de Rawls, un modelo que fue olvidado
por el ascenso de las concepciones utilitaristas y socialistas15.

2.1 El contractualismo de Rawls

Como lo señalamos anteriormente, Rawls va a reformar la doctrina del contrato


social, lo que da a su contractualismo un toque muy particular. Ahora, tenemos que ver
si esta afirmación está fundada. Esto nos hará volver sobre una idea fundamental que
hemos esbozado en la primera parte: la posición original y el velo de la ignorancia como
un dispositivo esencial de esta. Conforme a lo anterior, no hay lugar a dudas de que el
contractualismo de Rawls comporta una dimensión singular, comparado con el
contractualismo tradicional, y Rawls mismo lo afirma en la Sección tercera de la Teoría
de la justicia:

Mi objetivo es presentar una concepción de la justicia que generalice y


lleve a un superior nivel de abstracción la conocida teoría del contrato
social tal como se encuentra, digamos, en Locke, Rousseau y Kant. Para
lograrlo no debemos pensar en el contrato original como aquel que es
necesario para ingresar en una sociedad particular o para establecer una
forma particular de gobierno. Más bien, la idea directriz es que los
principios de justicia para la estructura básica de la sociedad son el objeto
del acuerdo original. Son los principios que las personas libres y
racionales interesadas en promover sus propios intereses aceptarían en

14
Texto original en inglés: Now, social contract doctrines (…) had a more limited ambition: and
agreement on the best form of government. They did not mention a moral or societal content. (Audard,
2007, p. 184)
15
Véase López, 2005, p. 60.
41

una posición inicial de igualdad como definitorios de los términos


fundamentales de su asociación. (Rawls, 1995, p. 24)

El primer elemento que podemos destacar es el propósito de Rawls, que consiste


en llevar a una dimensión abstracta la teoría contractualista. ¿Cómo justificar el recurso
a un superior nivel de abstracción? Según Rawls, los conflictos profundos en el ámbito
de la filosofía política implican un trabajo de abstracción, es decir, no se puede tratar los
problemas complejos de la filosofía política a un nivel plano o simple. Es posible que, en
el trasfondo de esta idea, Rawls esté diciendo que la teoría tradicional del contrato, tal
como está presentada en Locke, Rousseau y Kant, no supo dar una respuesta
convincente a los problemas difíciles de la filosofía política en medio de una sociedad
tan plural como la contemporánea. Consciente de ello, Rawls elabora una teoría
contractual que hace uso de algunas condiciones ideales o abstractas. El siguiente
fragmento tomado de Liberalismo político ilustra mejor esta idea.

El trabajo de abstracción no es gratuito; no se hace abstracción por la


abstracción misma. Es más bien una manera de proseguir la discusión
pública cuando los acuerdos que se compartían sobre niveles menores de
generalidad se han derrumbado. Deberíamos estar preparados a descubrir
que, cuanto más profundo sea el conflicto, más alto tendrá que ser el nivel
de abstracción al que deberemos subir para lograr una clara visión de sus
raíces. Como los conflictos, en la tradición democrática, acerca de la
naturaleza de la tolerancia y acerca de la base de la cooperación en pie de
igualdad han sido persistentes, podemos suponer que estos conflictos son
profundos. (…) Visto en este contexto, el formular concepciones
idealizadas – es decir, abstractas – de la sociedad y de la persona,
relacionadas con dichas ideas fundamentales, resulta esencial para
descubrir una razonable concepción de la justicia. (Rawls, 1996, p. 65)

Ahora bien, debemos preguntarnos cuáles son los problemas profundos de los cuales
debe ocuparse la filosofía política. En la Reformulación, Rawls hace una exposición
muy clara de los cuatros papeles de la filosofía política, es decir, las respuestas que
puede aportar la filosofía política a los problemas que vamos identificando. El primer
problema se caracteriza por los conflictos políticos que brotan de las diferencias que
existen entre las doctrinas comprehensivas, morales, religiosas y filosóficas. De aquí
42

surge la cuestión de cómo entender el conflicto entre las demandas de la libertad y de la


igualdad de las personas. “Los debates a lo largo de los dos últimos siglos dejan claro
que no hay un acuerdo básico sobre cómo han de organizarse las instituciones para
mejor favorecer la libertad y la igualdad de la ciudadanía democrática” (Rawls, 2002, p.
24).
Benjamin Constant presenta esta situación conflictiva bajo la forma de una
oposición entre la libertad de los antiguos y la libertad de los modernos. Veamos: Los
antiguos no daban mucho peso a la noción de los derechos individuales, la libertad para
ellos era la participación igual de los individuos en los asuntos públicos. En cambio,
para los modernos, hay libertad cuando las instituciones protegen los derechos
individuales. Locke y Rousseau son dos figuras para tener en cuenta en este debate.
Locke enfatiza en la libertad de los modernos: “libertad de pensamiento y libertad de
conciencia, ciertos derechos básicos de la persona y de propiedad, y el imperio de la ley”
(Rawls, 2002, p. 24). En cambio, Rousseau enfatiza en las libertades de los antiguos que
son las libertades políticas iguales y los valores de la vida pública. El contraste entre
ambos pone en evidencia cuán importante es el conflicto. Por ende, la filosofía política,
en su papel práctico, debe encontrar un acuerdo o un suelo común que haga posible una
cooperación entre los ciudadanos considerados como personas libres e iguales.
Otro problema importante son las diferencias entre la identidad institucional (lo
razonable) y la identidad no institucional (lo racional). ¿Cómo hacer que nuestros fines
racionales se ajusten con los principios de justicia?

La filosofía política, como quehacer de la razón, cumple con esta tarea


determinando los principios que sirven para identificar esas diversas
clases de fines razonables y racionales, y mostrando de qué modo son
congruentes esos fines con una concepción bien articulada de sociedad
justa y razonable” (Rawls, 2002, p. 25).

El tercer problema es la frustración que tienen los individuos con su sociedad y


su historia. La filosofía política, en este sentido, tiene un papel de reconciliación. Tal
papel, dice Rawls, lo señala Hegel en sus Principios de la filosofía del derecho (1821).
43

La filosofía política puede tratar de reconciliarnos con nuestra sociedad y su historia al


mostrarnos que sus instituciones “son racionales y se han desarrollado a lo largo del
tiempo de ese preciso modo a fin de alcanzar su forma racional presente” (Rawls, 2002,
p. 25). Finalmente, dado el hecho del pluralismo razonable, la filosofía es vista como
“una disciplina que investiga los límites de la posibilidad política practicable” (Rawls,
2002, p.26). Cada uno de estos problemas evidencia un papel particular de la filosofía
política. Dicho esto, estos problemas que están presentes en el pensamiento democrático
de una sociedad y el interés para proponer soluciones justifican este trabajo de
abstracción en la teoría rawlsiana.
Con respecto a lo anterior, Rawls establece que el acuerdo entre las personas
libres e iguales sobre los principios de la cooperación social debe hacerse bajo unas
condiciones ideales. Para tal fin, Rawls introduce la idea de la posición original.

Introducimos una idea como la de la posición original ya que no parece


haber mejor manera de elaborar una concepción política de la justicia
para la estructura básica, a partir de la idea fundamental de la sociedad
concebida como un sistema justo de cooperación en marcha entre
ciudadanos considerados como libres e iguales. (Rawls, 1996, p. 49)

La posición original parece satisfacer los valores de la libertad y de la igualdad,


las personas o las partes son representadas en ella como libres e iguales, esto hace de ella
la situación preferida. Esto se debe a las condiciones previamente establecidas en la
posición original para acordar los principios de justicia. “Las condiciones de la posición
original pueden dividirse en dos clases: aquellas que se refieren al conocimiento y
aquellas que se refieren a la motivación” (Barry, 1993, p.20)
La primera clase de condición, como lo dice Barry, es un cierto límite a los
conocimientos en la elección de los principios de justicia. Estos deben ser protegidos de
los conocimientos que los participantes tienen de sí mismos, todo ello para garantizar la
equidad de los principios. Este es un problema que debe encarar toda concepción de la
justicia que usa la teoría del contrato, esto es, encontrar una manera de preservar los
44

principios de la justicia de las circunstancias particulares de las personas como su rango


social, su raza, sexo, sus capacidades naturales y sus doctrinas comprehensivas, etc.
La visión que tenemos del mundo está relacionada de alguna manera con estas
circunstancias particulares, ellas afectan de un modo u otro nuestras decisiones. “Por
ejemplo, si un hombre sabe que él es rico, puede encontrar racional proponer que
diversos impuestos a medidas de beneficencia sean declarados injustos; si supiera que
era pobre, es muy probable que propusiera el principio contrario” (Rawls, 1995, p. 31).
Por esta razón, las personas están desprovistas de las informaciones particulares y el
velo de ignorancia cumple con esta idea. De acuerdo con esto, la negociación en torno a
los principios se hace en una situación de igualdad en la que no existan las
informaciones que podrían conducir a un desacuerdo entre las personas, de cara a definir
los principios de justicia.

Ésta es, de hecho, la concepción de la “justicia como equidad”: la idea de


que los principios reguladores fundamentales (los principios de justicia)
pueden ser obtenidos a partir de la consideración de una situación en la
que han sido canceladas ciertas posibilidades de perseguir el interés
personal mediante la adhesión a un principio y no a otro (condiciones de
equidad). (Barry, 1993, p. 20).

Un punto importante que vale la pena subrayar es que el velo de la ignorancia


acota las informaciones particulares, pero no hay ninguna restricción sobre los hechos
generales que son importantes en la elección de los principios. Es decir, las personas
“entienden las cuestiones políticas y los principios de la teoría económica; conocen las
bases de la organización social y las leyes de la psicología humana (…), las teorías y
leyes generales (Rawls, 1995, p. 136). El conocimiento de estos hechos generales es
necesario para poder elegir principios de justicia que sean adecuados al sistema social en
cuestión.
La segunda clase de condición es lo que motiva a las personas para encontrar un
acuerdo sobre los principios de justicia. “Los postulados motivacionales son, en primer
lugar, que los agentes en la posición original son racionales, y en segundo, que no son
45

altruistas” (Barry, 1993, p. 20). Esto significa que cada uno tiene una concepción del
bien que quieren favorecer, aunque ellos ignoran por completo en la posición original el
contenido que tendrá en la vida real. Todo lo que ellos saben es que necesitan tener unos
bienes primarios que son imprescindibles para realizar su concepción particular del bien.
Estos bienes primarios pueden ser catalogados en dos clases: bienes primarios de tipo
social como la riqueza, las oportunidades y los derechos y los bienes primarios de tipo
natural que son los talentos, la salud, la inteligencia etc.16 Con respecto a estas dos
condiciones reunidas en la posición original, los principios serán razonables y aceptados
para todos y su sentido de justicia les capacitará para adherirse a estos principios. En el
caso de que los principios de justicia no correspondan con sus convicciones acerca de lo
justo y de lo injusto, las personas tienen que revisar las condiciones de la situación
inicial o sus juicios ya que son susceptibles de errores. Este movimiento es lo que Rawls
llama el equilibrio reflexivo, el cual permite ajustar constantemente nuestros juicios con
los principios de justicia.

2.2 La posición original: un recurso de representación

No se debe pensar la posición original como una asamblea deliberativa real en la


que participan personas reales. Estas siempre tendrán intereses reales. Como Rawls lo
dice, la posición original es una situación hipotética, abstracta, así, todos los acuerdos
que se alcanzan en ella son hipotéticos y generales. ¿Qué valor puede tener para los
individuos un acuerdo hipotético? Aquí, es importante hacer esta anotación: la posición
original es un recurso de representación.

Como recurso de representación, la idea de la posición original sirve


como medio de reflexión y esclarecimiento para el público. Nos ayuda a
elaborar lo que ahora pensamos, una vez que hemos logrado adoptar un
punto de vista claro y despejado acerca de qué clase de justicia es
necesaria cuando se percibe la sociedad como un esquema de cooperación
entre ciudadanos libres e iguales, de una generación a la siguiente.
(Rawls, 1996, p. 48)
16
Véase Gargarella, 1999, p. 37-38.
46

Si bien la posición original no puede ser comprobada históricamente porque


nunca hubo una asamblea reunida en una situación como tal en la vida real, tiene, sin
embargo, una importancia capital si la vemos como recurso de representación. Tal como
lo dice Rawls, este recurso nos ayuda a reflexionar sobre las decisiones actuales relativas
a la justicia, “es un mecanismo analítico destinado a formular una conjetura17”. Esto
significa que como personas reflexivas podemos colocarnos en la posición original cada
vez que hemos de decidir sobre los principios justos de una sociedad concebida como un
sistema de cooperación entre individuos libres e iguales. En otras palabras, la posición
original es un experimento mental, podemos recurrir a ella en cualquier momento si nos
sometemos a las restricciones que esta situación exige y los principios de justicia
deducidos serán siempre los mismos. Hasta ahora, hemos visto las cuestiones de
procedimiento, el siguiente punto versará sobre el contenido de los principios de justicia
que son dos.

2.3 Los dos principios de la justicia para una teoría de la justicia como equidad

Reiteramos que la idea de la sociedad como un sistema justo de cooperación


requiere unos términos justos que determinen las libertades básicas y regulen las
ventajas sociales y económicas. Estos términos justos, como lo recalca Rawls, se
expresan en unos principios de justicia que caracterizan a la concepción política de la
justicia. Desde la perspectiva del liberalismo político, resultaría imposible lograr una
cooperación equitativa entre las personas sin unos principios de justicia que sirvan de
patrón común dado el carácter pluralista de las sociedades modernas. Estas están
profundamente divididas por doctrinas comprehensivas razonables, sean religiosas,
morales o filosóficas, o por medio de una mezcla indiferenciada o inconsciente de estas.
Para Rawls, son dos los principios que serían acordados en la posición original.
Cabe notar, primero, que los principios de justicia tienen varias formulaciones a lo largo
de Teoría de la justicia. A medida que Rawls va desarrollando sus ideas y las va

17
Habermas & Rawls, 1998, p. 84.
47

discutiendo con otros, va especificando con más claridad los principios de justicia. La
primera formulación que plantea Rawls en Teoría de la justicia se enuncia de la
siguiente forma:

Primero: Cada persona ha de tener un derecho igual al esquema más


extenso de libertades básicas que sea compatible con un esquema
semejante de libertades para todos.
Segundo: Las desigualdades sociales y económicas habrán de ser
conformadas de modo tal que a la vez que: a) se espera razonablemente
que sean ventajosas para todos, b) se vinculen a empleos y cargos
asequibles para todos. (Rawls, 1995, p. 67-68)

El primer principio pone acento en las libertades básicas iguales para todos de
acuerdo con el sistema más extenso de libertades posible para todos. Mientras que las
libertades básicas tienen que ser iguales para todos, el segundo principio reconoce las
distintas formas de desigualdades sociales y económicas. Solamente, pone como
condición que aquellas desigualdades deben beneficiar a todos y los empleos y cargos
estén abiertos para todos. “La injusticia consistirá entonces, simplemente, en las
desigualdades que no benefician a todos” (Rawls, 1995, p. 69). La primera formulación
de los dos principios de justicia es de tipo general.
En una segunda formulación del primer principio, Rawls reemplaza la expresión
“el esquema más extenso” por “el más extenso sistema total”. Las razones para dicho
cambio no están totalmente claras. Lo único que podemos decir es que las libertades
básicas se encajan ahora dentro de un sistema que ha de ser igual y similar para todos.

Cada persona ha de tener un derecho igual al más extenso sistema total de


libertades básicas, compatible con un sistema similar de libertad para
todos18.

18
Aquí, seguimos el texto original porque creemos que la traducción española no es muy fiel.
Each person is to have an equal right to the most extensive total system of equal basic liberties compatible
with a similar system of liberty for all. (Rawls, 1971, p. 250)
La edición española traduce the most extensive total system por “sistema más amplio”. (Rawls,
1995, p. 235)
48

Ahora bien, la primera formulación del segundo principio tiene varias


interpretaciones. Puede ser interpretado como: sistema de libertad natural, igualdad
liberal, aristocracia natural y, finalmente, igualdad democrática. Se asume que el primer
principio tiene el mismo sentido en todas las interpretaciones. Según la lectura de Barry,
“la estrategia de Rawls (…) es ir desde un enunciado muy amplio y general de las
condiciones por las que justifica la desigualdad económica, hasta una particular
interpretación de ese enunciado que convierte, prima facie, a la igualdad de ingresos en
la única distribución justa” (Barry, 1995, p. 235). Veremos a continuación si esta
afirmación tiene algún fundamento.
El segundo principio está compuesto por dos partes, de acuerdo con el sistema de
libertad natural, la primera parte del segundo principio – las desigualdades sociales y
económicas ventajosas para todos – se entiende como un principio de eficiencia que se
aplica a la estructura básica. El principio de eficiencia es básicamente el principio de la
optimalidad de Pareto. Este principio dice: “una configuración es eficiente siempre que
sea posible cambiarla de modo que beneficie a algunas personas (al menos una) sin que
al mismo tiempo dañe a otras personas (al menos una)” (Rawls, 1995, p. 73). El
problema de este principio es que no escoge la repartición justa teniendo en cuenta que
hay varias reparticiones eficientes posibles en un caso dado y que algunas son injustas.
La gráfica 319en Teoría de la justicia ilustra esta idea de manera explícita.

19
Tratamos de reproducir aquí la gráfica 3 que está en la página 74 de Teoría de la justicia. O
representa el punto de partida entre toda distribución. En la curva AB, todos los puntos son eficientes.
Cuando X1 gana, no se puede mejorar la situación de X2, pero esta distribución es eficiente. En el punto D
= (a, b), la situación es otra. Cuando X1 está en el nivel a, X2 está en el nivel b. En este punto, hay una
situación de igualdad. La conclusión a la que llega Rawls es que, entre varias distribuciones eficientes, se
necesita un principio de justicia para escoger entre ellas. El principio de eficiencia no puede hacerlo sólo.
49

“Para escoger entre las distribuciones eficientes es necesario otro principio,


digamos un principio de justicia” (Rawls, 1995, p. 75). No es justo que una persona gane
todo o gane una parte desproporcionada por el simple hecho de que no perjudica a nadie.
En otras palabras, “las desigualdades no pueden justificarse simplemente sobre la base
de que no perjudican a nadie y de que benefician, por lo menos, a una persona. Más
50

bien, sólo se justificarían si benefician a todos” (Wolff, 1981, p.43). Entonces, el


objetivo de Rawls será rebasar el principio de eficiencia que acepta que toda repartición
eficiente es igualmente justa.
En el mismo sistema de libertad natural, la segunda parte del segundo principio –
empleos y cargos asequibles a todos – es comprendida como un sistema social que
dispone las profesiones a los talentos o las capacidades naturales. En este caso, se puede
decir que el sistema de libertad natural opta por “una igualdad formal de oportunidades
de modo que todos tengan al menos los mismos derechos legales de acceso a las
posiciones sociales ventajosas” (Rawls, 1995, p. 78). Pero no se preocupa por mantener
una igualdad en las condiciones sociales.

Aquí el punto más importante para Rawls es que, una vez que el sistema
ha estado funcionando por algún tiempo, los resultados distributivos de
un periodo dado dependerán de la distribución inicial de bienes
personales al comienzo del periodo, y esto se verá fuertemente influido
por contingencias naturales y sociales. (Barry, 1995, p. 236)

El desarrollo de las capacidades de las personas depende de condiciones sociales


moralmente arbitrarias como los accidentes y la buena suerte. Ser mejor dotado que otro,
nacer en una familia pobre o rica no depende de ninguna manera de nosotros, es decir,
no se puede invocar la noción de meritocracia en estos casos. Dos condiciones son
requeridas para una distribución justa según el sistema natural: el cumplimento del
principio de eficiencia y las posiciones sociales abiertas a las capacidades naturales y
talentos. Pero un sistema social que distribuye los ingresos y las riquezas basándose
sobre estos factores es injusto según la visión de Rawls. Dicho esto, el mérito del
sistema de libertad natural es que abre inicialmente las posiciones a todos “en vez de que
se reserven a los miembros de una aristocracia hereditaria y quizás a sus protegidos.
Pero no incluye una igualdad de oportunidades para lograr aquellas calificaciones”
(Barry, 1995, p. 238).
51

Con el objetivo de corregir las falencias del sistema de libertad natural, la


concepción liberal añade al requerimiento de los puestos abiertos a todos los que tienen
talentos el principio de la justa igualdad de oportunidades.

La idea aquí es que los puestos han de ser abiertos no sólo en un sentido
formal, sino haciendo que todos tengan una oportunidad equitativa de
obtenerlos. (…) Quienes tengan capacidades y habilidades similares
deberían tener perspectivas de vida similares. Más específicamente:
suponiendo que existe una distribución de las capacidades naturales,
aquellos que están en el mismo nivel de capacidades y habilidades y
tienen la misma disposición para usarlas, deberían tener las mismas
perspectivas de éxito, cualquiera que sea su posición en el sistema social.
En todos los sectores de la sociedad debería haber, en términos generales,
las mismas perspectivas de cultura y de éxito para todos los que se
encuentran igualmente motivados y dotados. Las expectativas de aquellos
que tengan las mismas capacidades y aspiraciones no deberían verse
afectadas por sus clases sociales. (Rawls, 1995, p. 78)

Es claro que hay un progreso considerable en el sistema liberal al introducir el


principio de la justa igualdad de oportunidades. Dicho principio implica que las personas
con las mismas dotaciones innatas deberían tener las mismas perspectivas de éxito, no
importa su clase social de origen o el lugar que ocupa en el sistema social. Por ejemplo,
sería negar el principio de la justa igualdad de oportunidades al descalificar una persona
de una competición para favorecer a otra de una clase social más elevada, aunque tenga
las capacidades requeridas.
Pero no basta solamente establecer el principio de la justa igualdad de
oportunidades, se requiere condiciones suplementarias aplicadas a la estructura básica
para que sea efectiva.

Un sistema de mercado libre debe establecerse en un marco de


instituciones políticas y legales que ajuste la tendencia a lo largo plazo de
las fuerzas económicas a fin de prevenir las concentraciones excesivas de
propiedad y riqueza, especialmente de aquellas que conducen a la
dominación pública. La sociedad también debe establecer, entre otras
cosas, iguales oportunidades de educación para todos independientemente
de la renta de la familia (…). (Rawls, 2002, p. 74-75)
52

Dos personas igualmente dotadas inicialmente pueden tener procesos diferentes


en el desarrollo de sus capacidades y los espacios educativos influyen mucho en esto. La
educación no debería ser un privilegio para los que tienen grandes recursos. Como lo
dice Rawls en otra parte, “las probabilidades de adquirir los conocimientos y las técnicas
culturales no deberían depender de la posición de clase; asimismo, el sistema escolar sea
privado o público, debería ser planeado para derribar las barreras de clase” (Rawls,
1995, p. 79). En efecto, la educación es una condición sine qua non, entre otras, para
realizar el principio de la justa igualdad de oportunidades. Aunque el sistema liberal
quiera eliminar la influencia de las contingencias sociales, en todo caso parece
insuficiente porque la distribución de los ingresos y riquezas sigue apoyándose en el
resultado de la lotería natural.
Pero, Rawls reconoce que la idea de la justa igualdad de oportunidades es una
idea difícil y no puede ser realizada a la perfección siempre y cuando exista una
institución de la familia. El éxito depende de la situación familiar (feliz o infeliz) y las
circunstancias sociales; así, “es imposible asegurar a los igualmente dotados iguales
probabilidades culturales y de superación” (Rawls, 1995, p. 79), por lo tanto, hay que
introducir un principio que reconoce este hecho y lo de la lotería natural. Al tercer
sistema que es la aristocracia natural, Rawls no le presta una mayor atención. Este
sistema sigue manteniendo la igualdad formal de las oportunidades y, fuera de esto, no
hay ningún interés para controlar las contingencias sociales.
La igualdad democrática es la única posibilidad viable para una interpretación
correcta de los principios de justicia porque pretende ofrecer una respuesta a las
desigualdades inevitables surgidas a partir de la lotería natural, por una parte, y propone
mitigar los efectos de las contingencias sociales por otra parte. Se llega a la
interpretación democrática juntando “el principio de la justa igualdad de oportunidades
con el principio de diferencia” (Rawls, 1995, p. 80). El principio de diferencia se
presenta como un principio equitativo para organizar las desigualdades sociales y
económicas de modo que estas tiendan a reducirse.
53

Alguien que en una democracia con propiedad privada empieza como


miembro de la clase empresarial tendrá mejores perspectivas que quien
empieza en clase de obreros no calificados. Parece probable que esto sería
verdadero incluso cuando se eliminasen las injusticias sociales que
existen ahora. ¿Qué es, entonces, lo que puede justificar este tipo de
desigualdad inicial en las perspectivas de vida? Según el principio de
diferencia sólo es justificable si la diferencia de expectativas funciona en
beneficio del hombre representativo peor colocado, en este caso el obrero
no calificado representativo. La desigualdad en las perspectivas es
permisible sólo si al reducirla se empeora aún más la clase obrera.
(Rawls, 1995, p. 83).

El principio de diferencia establece que las dos partes deben ganar con las
desigualdades, pero con un enfoque especial en la parte menos aventajada. Un caso en
que no se puede aplicar el principio de diferencia es que, al disminuir la perspectiva de
los más afortunados, se disminuye también la perspectiva de los menores afortunados. El
principio de diferencia se presenta como un principio igualitario, esto es, a medida que
van creciendo las perspectivas de vida de los más aventajados, deben crecer también las
perspectivas de los menos aventajados. ¿Cómo identificar ahora a los menos
aventajados? Para el filósofo norteamericano, los menos aventados son personas que
comparten las mismas libertades que las demás y la justa igualdad de oportunidades,
pero tienen un nivel más bajo de ingreso y de riquezas que las demás20. Así que, los
menos aventajados no se definen en función de su raza, color, sexo, etc. sino mediante
un índice de los bienes primarios. Después de todo esto, los dos principios quedan como
sigue en la Teoría de la justicia:

Primer principio: Cada persona ha de tener un derecho igual al más


extenso sistema total de libertades básicas, compatible con un sistema
similar de libertad para todos21.
Segundo principio: Las desigualdades sociales y económicas habrán de
disponerse de tal modo que sean tanto a) para el mayor beneficio de los
menos aventajados, como b) ligadas con cargos y posiciones asequibles a

20
Véase Rawls, 2002, p. 99.
21
Retomamos el primer principio que corresponde a la segunda formulación tal como lo hemos
planteado en la página 41.
54

todos en condiciones de justa igualdad de oportunidades. (Rawls, 1995, p.


88)

Ahora bien, la justicia como equidad se presenta como un sistema de igualdad


democrática. Dejamos de lado la última versión de los dos principios de justicia en la
cual Rawls incluye el principio de ahorro justo22. Esto puede ser objeto de un estudio en
otra ocasión. En lo que sigue, debemos ver si los principios de justicia siguen siendo los
mismos en Liberalismo político y Reformulación.
Los dos principios de justicia en Liberalismo político se presentan como sigue:

a. Cada persona tiene igual derecho a exigir un esquema de derechos y


libertades básicos e igualitarios completamente apropiado, esquema
que sea compatible el mismo esquema para todos; y en este esquema,
las libertades políticas iguales, y sólo esas libertades, tienen que ser
garantizadas en su valor justo.
b. Las desigualdades sociales y económicas sólo se justifican por dos
condiciones: en primer lugar, estarán relacionadas con puestos y
cargos abiertos a todos, en condiciones de justa igualdad de
oportunidades; en segundo lugar, estas posiciones y estos cargos
deberían ejercerse en el máximo beneficio de los integrantes de la
sociedad menos privilegiados. (Rawls, 1996, p. 31)

Como se puede notar, Rawls ha introducido cambios muy significativos en los


dos principios de justicia. Estos cambios surgieron a partir de algunas críticas de Herbert
Hart23 respecto a la falta de motivos de los participantes en la posición original para
adoptar las libertades básicas y determinar su prioridad, que es lo más nos interesa aquí.
Las libertades básicas son claramente definidas en Teoría de la justicia y siguen siendo
las mismas en las obras posteriores:

Son la libertad política (el derecho a votar y a ser elegible para ocupar
puestos públicos) y la libertad de expresión y de reunión; la libertad de
conciencia y de pensamiento; la libertad de la persona que incluye la
libertad frente a la opresión psicológica, la agresión física y el
desmembramiento (integridad de la persona; el derecho a la propiedad

22
Véase Rawls, 1995, p. 280.
23
Véase Rawls, 1996, p. 270-271.
55

personal y la libertad respecto al arresto y detención arbitrarios, tal y


como está definida por el concepto de Estado de derecho. (Rawls, 1995,
p. 68)

El primer principio ampara las libertades básicas iguales para todos y tiene
prioridad sobre el segundo principio, es decir, los dos principios están situados en un
orden lexicográfico. Esto significa que las libertades básicas en el primer principio
tienen que ser plenamente satisfechas antes de aplicar el segundo principio. Las
libertades básicas protegidas por el primer principio no pueden ser coartadas a favor de
mayores beneficios sociales y económicos. En consecuencia, la prioridad del primer
principio sobre el segundo estorba la aplicación del principio de utilidad porque “en aras
del bienestar colectivo, abre la posibilidad de restringir la libertad de algunos
individuos” (Rodríguez, 2010, p. 72).
Rawls trató de enfrentar las críticas de Herbert Hart en una conferencia que dio
en la Universidad de Michigan en 1981, titulada Basic Liberties and their Priority. La
prioridad de la justicia está establecida a partir de una concepción de persona
considerada como libre e igual y dotada de las dos facultades morales24. Desde esta
perspectiva, las personas escogerían un principio que les permitiera desarrollar y ejercer
plenamente sus dos facultades morales como personas racionales y razonables. Por
ejemplo, como personas interesadas en perseguir sus fines, con doctrinas
comprehensivas y capaces de cometer errores y revisar sus concepciones determinadas
del bien, ellas adoptarían primero el principio que garantizaría la libertad de conciencia
para todos en lugar de otro. “No pueden correr el riesgo de permitir menor libertad de
conciencia, por ejemplo, a las religiones minoritarias, ante la posibilidad de aquellos a
quienes representan tengan una religión mayoritaria o dominante y, por tanto, gocen de
mayor libertad de conciencia” (Rawls, 1999, p. 288). Las personas consideran que sus
concepciones determinadas del bien no son negociables; esta es una razón para fijar la
prioridad de la libertad de conciencia expresada en el primer principio.

24
Esta cuestión está desarrollada en la segunda parte, las personas que participan en la
cooperación están dotadas de dos facultades morales: la capacidad para tener un sentido de justicia y la
capacidad para tener una concepción del bien.
56

Ahora, un sistema plenamente adecuado de libertades es un sistema ajustado a la


concepción de las personas como racionales y razonables en un contexto social dado,
una sociedad bien ordenada25. Es por esta razón que Rawls reemplaza el “más extenso
sistema social” en Teoría de la justicia por “un sistema plenamente adecuado” en
Liberalismo político, el primero expresa solamente una idea cuantitativa y el segundo
define de manera específica unas libertades entre otras que son más apropiadas. Un
sistema social que tiene otra concepción de la persona que la de la justicia como equidad
puede definir otras libertades que son, para él, básicas. En un sistema dictatorial, las
libertades y los derechos de las personas son efectivamente otros.
Otro cambio muy importante es el valor justo de las libertades políticas incluido
en el primer principio, una idea que no estaba tan explícita en Teoría de la justicia. Para
Rawls, sólo el valor justo de las libertades políticas ha de ser garantizado. Aquí, hay un
punto muy importante que debemos aclarar. Las libertades básicas están garantizadas
para todos en los mismos términos, pero no tienen el mismo valor para todos. Por
ejemplo, ciertas personas con más formación académica y más poderes económicos
tienen más posibilidad de disfrutar plenamente de sus libertades básicas. Esto es algo
que la justicia como equidad reconoce a través del principio de diferencia. No se puede
garantizar el valor igual de las libertades básicas para todos pero hay una consideración
especial para las libertades políticas que deben ser aplicadas en su valor justo para todos.
Al respecto, Rawls dice:

Tal garantía significa que el valor de las libertades políticas para todos los
ciudadanos, cualquiera que sea su posición social o económica, deben ser
aproximadamente iguales, o por lo menos suficientemente iguales, en el
sentido de que cada cual tiene una justa oportunidad para ocupar un
puesto público y para ejercer su influencia en el resultado de las
decisiones políticas. (Rawls, 1996, p. 302).

No se puede negar o restringir los derechos políticos de un ciudadano por su


posición social y económica o bajo el pretexto de que pueda ser un obstáculo para la

25
Véase Rawls, 1996, p. 306.
57

aplicación de alguna política pública. Esta disposición combina en una sola noción la
libertad y la igualdad de los ciudadanos. Ahora, ¿cuáles son los medios posibles para
garantizar el valor justo de las libertades políticas?

Una guía para garantizar el valor justo parece ser que las partes26 se
mantengan independientes de las grandes concentraciones del poder
económico y social en una democracia donde prevalece la propiedad
privada, e independientes del control gubernamental y del poder
burocrático en un régimen socialista liberal. En cualquier caso, la
sociedad debe asumir en gran parte el costo de organizar y llevar a cabo el
proceso político, y debe reglamentar las conducciones de las elecciones.
(Rawls, 1996, p. 302)

Cuando el valor justo de las libertades políticas no está garantizado, hay


posibilidad de que los sectores de la sociedad con más poderes económicos excluyan a
los más pobres. En un caso como Haití, por ejemplo, en donde los partidos políticos
dependen de la financiación de las empresas privadas y las elecciones son financiadas en
gran parte por Estados Unidos, los resultados son siempre falsificados u orientados en la
mayoría de los casos a favor de sus intereses. Una sociedad democrática debe tener la
capacidad de sostenerse, es decir, ser más o menos autosuficiente.
Se puede vincular la consideración de Rawls respecto a libertades políticas con la
idea fundamental de Liberalismo político que busca un acuerdo en torno a lo político, lo
demás depende de cada individuo respectivamente. Así que, en el espacio político, las
personas son iguales, tienen la misma posibilidad de ejercer sus derechos políticos. Tal
igualdad no puede darse en torno a los deseos racionales de las personas.
Ahora bien, los cambios introducidos en el segundo principio tienen que ver con
el estilo27 como lo afirma Rawls, no afectó sus contenidos. El principio de la justa

26
Esta traducción es incorrecta, la palabra “parte” es muy confusa . No son las partes sino los
partidos políticos en el texto original: But on guideline for guaranteeing fair value seems to be to keep
political parties independent of large concentrations of private economic and social power in a private-
property democracy, and of government control and bureaucratic power in liberal socialist regime. In
either case, society must bear at least a large part of the cost of organizing and carrying out the political
process and must regulate the conduct of elections. (Rawls, 1993, p. 328)
27
Véase Rawls, 2002, p. 74.
58

igualdad de oportunidades relacionado con las posiciones sociales abiertas a los talentos,
se sitúa ahora antes del principio de diferencia. Así que, las dos partes del segundo
principio están situadas también en un orden lexicográfico. La Reformulación recoge de
manera sucinta las ideas centrales de Basic Liberties and their Priority. La presentación
de los principios es casi igual. Lo único que hay que subrayar en el primer principio es
que Rawls no incluye el valor justo de las libertades políticas en el primer principio
como es el caso de Liberalismo político, pero queda igualmente protegido. Cuando se
satisface la exigencia del primer principio, hay que tener en cuenta de que “el valor d e
las libertades políticas quede asegurado” (Rawls, 2002, p. 77), dice Rawls en la
Reformulación.
Para concluir, se puede alegar que los principios de justicia conservan de cierta
manera ciertos rasgos comunes a pesar de las distintas formulaciones. El primer
principio que aborda la repartición de las libertades básicas iguales para todos. El
segundo principio toma en cuenta las desigualdades sociales y económicas proponiendo
que las posiciones sociales deben abiertas a todos de acuerdo con el principio de la justa
igualdad de oportunidades; y el principio de diferencia que propone un criterio justo de
repartición. Tenemos que ver ahora si una concepción política de la justicia
caracterizada por los principios examinados anteriormente pueda ser objeto de un
consenso entre los ciudadanos que profesan doctrinas comprehensivas diferentes e
irreconciliables entre sí.

2.4 El consenso traslapado (Overlapping Consensus)

Aunque los ciudadanos pueden estar profundamente divididos por doctrinas


comprehensivas, el liberalismo rawlsiano quiere mostrar que aún así es posible construir
una concepción política de la justicia compartida por todos. De ahí surge la idea del
consenso traslapado, que es el acuerdo entre las distintas doctrinas comprehensivas
razonables de la sociedad para apoyar la concepción política de la justicia desde su
59

propio punto de vista28. Una segunda cuestión relacionada con el consenso traslapado, es
la cuestión de la estabilidad. La estabilidad de la sociedad puede ser garantizada por vías
distintas. Una de ellas es el uso de la fuerza para imponer una doctrina comprehensiva.
Pero el liberalismo político busca lograr la estabilidad mediante un consenso entre todos
en torno a una concepción estrictamente política de la justicia.
“La justicia como equidad tiene los tres rasgos de una concepción política que
deberían ayudarle a atraerse el apoyo de un consenso entrecruzado razonable” (Rawls,
2002, p. 59). Su primer rasgo es que la concepción política de la justicia se limita a las
estructuras sociales, económicas y políticas, en una palabra, a la estructura básica de la
sociedad. Hay que distinguir una concepción política de la justicia de una doctrina
comprehensiva general que tiene un alcance mucho mayor. El utilitarismo es presentado
por Rawls como tal, abarca una gama amplia de objetos “desde la conducta de
individuos y las relaciones personales hasta la organización de toda la sociedad, así
como la ley que rige entre pueblos” (Rawls, 1996, p. 37). En cambio, la concepción
política tiene como objeto la estructura básica de la sociedad, “y no se extiende, por
ejemplo, a normas acerca de nuestra conducta personal o ideales de vida” (Gargarella,
1999, p. 196).
Un segundo rasgo de la concepción política es su carácter independiente, esto es,
no deriva de ninguna doctrina comprehensiva, es neutra en este caso. Los ciudadanos no
necesitan renunciar a sus propios valores para apoyarla, esto sería socavar las bases de
dicho consenso29. La concepción política de la justicia es presentada por Rawls como un
módulo que pueda ser integrado y justificado por distintas doctrinas comprehensivas.
Los valores que expresan son políticos y no contradicen de ninguna manera los valores
de las doctrinas comprehensivas que se sitúan en otro ámbito.

28
Véase Audard, 2007, p. 197.
29
En una réplica a Habermas, Rawls dice lo siguiente: Concibo la justicia como equidad como el
desarrollo de una concepción política liberal de la justicia para un régimen democrático tal que podría ser
aceptado, al menos así lo espero, por todas las doctrinas comprehensivas razonables que existen en una
democracia regulada por ella, o por una concepción similar. (Habermas & Rawls, 1988, p. 77)
60

El ultimo rasgo de la concepción política de la justicia como equidad es que parte


de ideas fundamentales implícitas en la cultura política pública de una sociedad
democrática como la idea de la sociedad como un sistema justo de cooperación y la idea
de la persona como libre e igual. “Podríamos conjeturar que, siendo iguales los demás
elementos, una concepción política elaborada a partir de tales ideas centrales ciertamente
seria típica de la clase de ideas focal de un consenso traslapado, en caso de que se
lograra este consenso” (Rawls, 1996, p. 166).
La idea del consenso traslapado dota a la teoría de la justicia como equidad de
mayor realismo al someterla a “las condiciones históricas y sociales de las sociedades
democráticas, condiciones que incluyen el hecho del pluralismo razonable” (Rawls,
2002, p. 58). En fin, el consenso traslapado es la única forma posible de que una
concepción política de la justicia sea adoptada en una sociedad pluralista.
61

3. LA APLICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS DE JUSTICIA A


LA ESTRUCTURA BÁSICA DE LA SOCIEDAD

Los dos principios de justicia propuestos por Rawls fueron diseñados


específicamente para la estructura básica de la sociedad, son generales y en cierto
sentido también abstractos. Pero no por ello dejan de afectar las estructuras sociales,
políticas y económicas de la sociedad, es decir, las estructuras básicas y las instituciones
de la sociedad. Desde esta óptica, vamos a analizar en un primer momento la idea de la
estructura básica. ¿Qué es la estructura básica y qué quiere decir Rawls al afirmar que la
estructura básica es el objeto primario de la justicia? ¿Por qué se considera como el
objeto primario de la justicia? Luego, abordaremos la secuencia de cuatro etapas que es
muy relevante en la justicia como equidad. Después, tenemos que ver cómo los
principios de justicia determinan las instituciones básicas. Finalmente, hay que
establecer la relación que existe entre las tres ideas fundamentales: la concepción de
sociedad, los principios de justicia y la estructura básica.

3.1 La estructura básica: el objeto primario de la justicia

La idea de la sociedad como empresa cooperativa entre individuos libres e


iguales no puede darse sin un sistema social muy bien organizado de acuerdo con
principios que las mismas personas han escogido. Es por esta razón que la justicia como
equidad hace de la estructura básica el objeto primario de la justicia. Podemos decir que
esto es una característica muy singular de la justicia como equidad en comparación con
sistemas alternativos, como el utilitarismo y el libertarianismo. En el caso del
62

libertarianismo, la estructura básica no desempeña ningún papel específico. El


utilitarismo, si bien reconoce la existencia de la estructura básica de la sociedad, la
interpreta como un caso de justicia procesal imperfecta mientras que para la justicia
como equidad la estructura básica de la sociedad es un caso de justicia puramente
procesal. ¿En qué consiste la diferencia? La justicia procesal imperfecta determina antes
de todo un criterio independiente que lleva a un resultado correcto, en cambio, en la
justicia puramente procesal, no hay un criterio que se ha definido independiente de todo
procedimiento. El criterio se define a través de un procedimiento imparcial, es decir, que
incluye el representante de todos los grupos sociales. Al respecto, Rawls dice lo
siguiente:

El rasgo característico de la justicia procesal imperfecta es que, si bien


existe un criterio independiente para el resultado correcto, no hay ningún
procedimiento factible que conduzca a él con seguridad. Por el contrario,
la justica puramente procesal se da cuando no hay un criterio
independiente para el resultado debido: en su lugar existe un
procedimiento justo o imparcial tal, que el resultado sea igualmente
correcto o imparcial, sea el que fuere, siempre y cuando se haya
observado debidamente el procedimiento. (Rawls, 1995, p. 90)

Además de la justicia procesal imperfecta y de la justicia puramente procesal,


Rawls reconoce una tercera que es la justicia procesal perfecta en donde “existe una
norma independiente para decidir el resultado que es justo, y un procedimiento que
garantiza que se llegara a él” (Rawls, 1995, p. 90). La justicia procesal perfecta se da en
condiciones raras, para no decir que imposibles, según el propio Rawls. Traemos esto a
colación porque nos hace ver el recurso que se hace del sistema social desde visiones
diferentes. Ahora, ¿qué es en el fondo la estructura básica de la sociedad? En
Reformulación, Rawls precisa la idea de la estructura básica de la sociedad como sigue:

La estructura básica de la sociedad es el modo en que las principales


instituciones políticas y sociales de la sociedad encajan en un sistema de
cooperación social, y el modo en que asignan derechos y deberes básicos
y regulan la división de las ventajas que surgen de la cooperación a lo
largo del tiempo (…). La constitución política con una judicatura
63

independiente, las formas legalmente reconocidas de propiedad y la


estructura de la economía (por ejemplo, como un sistema de mercados
competitivos con propiedad privada de los medios de producción), así
como alguna forma de familia pertenecen a la estructura básica. (Rawls,
2002, p. 33)

Cabe mencionar que, de la Teoría de la justicia a la Reformulación, Rawls ha ido


modificando varios elementos en la idea de la estructura básica. Jorge Giraldo nos hace
una exposición muy sucinta y clara en su artículo titulado Max en Rawls.

En 1971, parece bastar la constitución política, en 2001 se especifica


además la necesidad de una judicatura independiente; en la primera
versión la fórmula clásica de la propiedad privada, en la más reciente las
diversas “formas legalmente admitidas de propiedad”; en Teoría…la idea
específica de la competencia mercantil, en Reformulación la noción
abstracta de estructura de la economía; antes el concepto tradicional de
familia monógama sustituido después por el de “alguna forma de
familia”. Así, evidentemente, Rawls amplía el rango de sociedades a las
cuales se pueda aplicar su concepción de la justicia y deja abiertas las
posibilidades de otros ordenamientos sociales distintos a los que se había
circunscrito en un principio. (Giraldo, 2016, p. 98)

Es muy acertada la interpretación que hace Jorge Giraldo al afirmar que los
cambios propuestos por Rawls en la idea de la estructura básica sirven para extender el
ámbito de aplicación de su concepción de la justicia a formas de sociedades más
diversas. Vale la pena decir algo sobre la sustitución del concepto tradicional de familia
(familia monógama) por “alguna forma de familia”, una expresión muy vaga. Pero, la
vaguedad de esta expresión da cabida a muchas formas de pensar la familia. Este es un
tema muy controversial, que ha provocado debates muy agudos en nuestras sociedades
contemporáneas. La justicia como equidad no toma una posición al respecto sino
reconoce que, en virtud de la autonomía racional de las personas, ellas pueden definir
libremente su forma de vida siempre y cuando no obstaculicen los principios de justicia.
Esta evolución en la idea de la estructura básica permite una mayor coherencia entre las
ideas fundamentales de la justicia como equidad. Rawls entraría en contradicción con sí
64

mismo, es decir, con su idea de las personas libres e iguales si no reconociera el hecho
de que haya maneras diversas de conformar una familia.
La estructura básica de la sociedad es el objeto primario de la justicia. Afirmando
esto, Rawls supone que hay otros casos de justicia que requieren evidentemente
principios distintos. En efecto, la justicia como equidad no es una concepción general de
la justicia que abarca todos los temas, más bien, es una concepción política de la justicia.
Los principios de justicia no son apropiados para las universidades, las iglesias, etc.
Rawls niega lo que Liam Murphy llama el “monismo”30, el hecho de que haya un
principio único que determina la justicia en todos los círculos sociales. Para Freeman, el
reconocimiento de una pluralidad de principios está relacionado con la autonomía de los
diversos elementos de la sociedad; la libertad y la igualdad de las personas31.

En total, pues tenemos tres niveles de justicia (…): en primer lugar, la


justicia local (los principios que se aplican directamente a instituciones y
asociaciones); en segundo lugar, la justicia doméstica (los principios que
se aplican a la estructura básica de la sociedad); y, finalmente, la justicia
global (los principios que se aplican al derecho internacional). (Rawls,
2002, p. 35)

Diferentes niveles de justicia – la justicia local, la justicia doméstica, la justicia


global – suponen casos (instituciones y asociaciones, estructura básica de la sociedad,
derecho internacional) diferentes de justicia. A estas alturas, se puede mirar lo que
significa la primacia de la estructura básica de la sociedad. Quiero resaltar dos maneras
de entender la prioridad o la primacia de la estructura básica según Freeman. Esta
primacía debe ser entendida en relación con los principios de la justicia.
En primer lugar, la primacía de la estructura básica significa que los principios de
justicia para la estructura básica tienen un papel regulador32. Esto supone que las
asociaciones y los individuos, aunque están regidos por principios distintos, deben
someterse a las exigencias de los principios de justicia para la estructura básica con el fin

30
Véase Freeman, 2014, p. 90.
31
Ibíd.
32
Ibíd., p. 92.
65

de garantizar la justicia de trasfondo. En otras palabras, los principios de la justicia para


la estructura básica imponen límites al contenido y alcance de la justicia local.

Por ejemplo, aunque las iglesias pueden excomulgar a los herejes, no


pueden quemarlos; esta constricción sirve para asegurar la libertad de
conciencia. Las universidades no pueden discriminar de según qué
formas: esta constricción sirve para ayudar a establecer la equitativa
igualdad de oportunidades. Los padres (mujeres y hombres por igual) son
ciudadanos iguales que tienen derechos básicos iguales, incluido el
derecho de propiedad; deben respetar los derechos de sus hijos (derechos
que éstos tienen en cuanto ciudadanos potenciales) y no pueden, por
ejemplo, privarles de la atención médica esencial). Además, para instaurar
la igualdad entre hombres y mujeres en el reparto del trabajo en la
sociedad, en la preservación de la cultura y la reproducción de sí misma a
lo largo del tiempo, se necesitan cláusulas especiales en el derecho
familiar (y sin duda en más sitios), de tal forma que la carga de dar la luz,
de criar y educar a los hijos, no recaiga más únicamente en las mujeres,
pues ello socavaría su equitativa igualdad de oportunidades. (Rawls,
2002, p. 34)

En este orden de ideas, las actividades de las asociaciones e individuos deben


desarrollarse en el marco de la estructura básica con sus principios de justicia.
Finalmente, la primacía de la estructura básica de la sociedad traduce la idea de que los
principios de justicia para la estructura básica tienen una prioridad metodológica, es
decir, tienen que ser determinados primero desde un punto de vista contractualista, antes
de la justicia local y global. Para Rawls, esto le otorga a la justicia como equidad un
carácter singular, “al empezar con la estructura básica y desarrollar después otros
principios en forma secuencial” (…) (Rawls, 1996, p. 245). En otras partes, Rawls dice
de manera más clara que “la justicia como equidad arranca de la justicia doméstica, la
justicia de la estructura básica. Desde aquí, se mueve hacia fuera, hacia el derecho de
gentes y, hacia dentro, hacia la justicia local” (Rawls, 2002, p. 35). En una frase, la
primacía de la estructura básica traduce la idea de que los principios de justicia para el
sistema social tienen una suerte de prioridad reguladora y metodológica33.

33
Véase Freeman, 2014, p. 90.
66

Es de gran importancia aclarar, de acuerdo con Freeman, que la primacía de la


estructura básica no significa que la justicia social y política es más relevante que la
justicia global, por ejemplo. Un Estado no puede transgredir las leyes internacionales
con el fin de garantizar la justicia social en su sociedad. Del mismo modo, una sociedad
no puede violar las reglas para los acuerdos comerciales, aprovechándose de las
naciones más vulnerables con el fin de mejorar la situación de los menos aventajados en
su sociedad34. En otras palabras, la primacía de la justicia doméstica no significa de
ninguna manera que deba poder ser realizable a cualquier precio.
Ahora, miremos las razones para hacer de la estructura básica el objeto principal
de la justicia social y política, es decir, las razones que justifican su prioridad. Hay dos
clases de razones según Rawls para centrarse en la estructura básica de la sociedad: la
primera es la necesidad de mantener la justicia de trasfondo, la segunda es la “profunda
y omnipresente” influencia de la estructura básica en lo que son las personas y en lo que
quieren ser.
Abordaremos primero el impacto de la estructura básica en las perspectivas de
vida de los ciudadanos. Las personas no nacen en condiciones sociales iguales en la
estructura básica. Además, sus fines y propósitos, sus aspiraciones dependen mucho de
su posición social. Incluso, la realización efectiva de sus dotaciones innatas está
condicionada por su clase de origen, las disposiciones y actitudes sociales. Messi no
hubiera ganado tanto éxito si hubiera nacido en un mundo donde la gente no daba
ninguna importancia al fútbol. En efecto, las habilidades desarrolladas son una selección
entre otras y las dotaciones no son dadas una vez por siempre, según Rawls. Finalmente,
está el tema de la buena o mala suerte, es decir, cómo la vida de las personas se va
afectando por enfermedades, accidentes, etc. El hecho de haber estado en un lugar
seguro en una hora determinada durante el terremoto en Haití y, evitar así la muerte o
una incapacidad física mientras otros no tuvieron esta suerte, no es una cuestión de

34
Véase Freeman, p. 89-90.
67

mérito. Todas estas contingencias sociales influyen en las perspectivas de vida de las
personas y merecen una atención especial en la justicia como equidad.

Si ignoramos las desigualdades en las perspectivas de vida de la gente,


que nacen de esas contingencias, y dejamos que esas desigualdades sigan
su propio curso sin acertar a instituir las regulaciones necesarias para
preservar la justicia de trasfondo, entonces no nos estaríamos tomando en
serio la idea de la sociedad como un sistema equitativo de cooperación
entre ciudadanos libres e iguales. (Rawls, 2002, p. 288)

La razón para que la estructura básica de la sociedad sea el objeto de la justicia


política y social, está ligada en última instancia con la idea de las personas como seres
libres e iguales. La libertad y la igualdad de las personas se manifiestan y se reconocen
en un marco institucional. Todo depende de cómo las principales instituciones de la
sociedad van repartiendo los derechos y las oportunidades económicas. No se puede
negar que la constitución política y el sistema económico condicionan de una manera u
otra las posibilidades y perspectivas futuras de las personas, basta comparar las
perspectivas de las personas en las democracias occidentales con las de Correa del
Norte35, como dice Freeman.
Segundo, Rawls aborda la justicia distributiva – la manera como se distribuyen
los ingresos y riquezas – de una manera tal que sea necesario mantener la justicia como
trasfondo. Rawls parte de la idea de que las relaciones entre las personas se desarrollan
mediante acuerdos equitativos. El proceso histórico ideal en Locke supone que todos los
resultados que se derivan de acuerdos libremente aceptados entre los individuos son
justos. Así, “la concepción del proceso histórico se centra en las transacciones de los
individuos y asociaciones, en la medida en que están constreñidas por los principios y
condiciones que se aplican directamente a las partes en las transacciones particulares”
(Rawls, 2002, p. 86). De hecho, es la posición que asumen algunos libertarios, como
Nozick.

35
Véase Freeman, 2014, p. 94.
68

Pero el problema que Rawls nota aquí es que operaciones que aparentemente son
justas, al sumarlas, terminan dando resultados muy desiguales o injustos, una “mano
invisible guía las cosas en la dirección equivocada, y favorece una configuración
oligopólica de acumulaciones que tiene éxito en sostener desigualdades injustificadas y
restricciones a la igualdad de oportunidades” (Rawls, 1996, p. 251). La mano invisible
aquí es, según Freeman, el capitalismo36. Además, Rawls reconoce que nuestro mundo
social está lleno de falsedades y artimañas, por esto, un acuerdo libremente aceptado
entre dos personas no garantiza siempre que sus términos sean justos. Aquí, quiero traer
a ejemplo un caso contado por Michael Sandel en un curso presentado a un grupo de
jóvenes en la universidad de Harvard. Una viuda ya mayor de 84 años contrató a alguien
para reparar su inodoro, que tenía un problema, a cambio de US $50.000. Ella lo acordó
libremente por su ingenuidad y se fue al banco para retirar la plata. Como era ya mayor,
el cajero le preguntó por qué necesitaba esta plata y se supo que era para reparar su
inodoro. El cajero llama a las autoridades porque evidentemente no fue un acuerdo justo.
En conclusión, aunque había consentimiento entre las dos personas, esto no significa
necesariamente que el acuerdo fuera justo.
Entonces, ¿qué es lo que Rawls propone? En lugar del proceso histórico, Rawls
recomienda un proceso social. Para esto, se necesita una división del trabajo entre:

En primer lugar, los principios que regulan la estructura básica a lo largo


del tiempo y que están diseñados para preservar la justicia de trasfondo de
una generación a otra; y, en segundo lugar, los principios que se aplican
directamente a las transacciones puntuales y libres entre individuos y
asociaciones. (Rawls, 2002, p. 86).

Las transacciones entre individuos y asociaciones deben realizarse en un marco


institucional, es decir, sometidas a los principios de la estructura básica de la sociedad.
En este caso, la justicia distributiva se concibe como un caso de justicia procedimental
pura. Una vez que se ha hecho la división del trabajo, Rawls cree que se puede dejar a
las personas y las asociaciones la libertad de realizar sus acciones, con la confianza de

36
Véase Freeman, 2014, p. 99.
69

que “en algún lugar del sistema social están vigentes las regulaciones necesarias para
preservar la justicia de trasfondo” (Rawls, 2002, p. 86). La división del trabajo, en este
caso, es una condición necesaria para que las personas puedan perseguir libremente sus
fines.

3.2 La secuencia de cuatro etapas (Four-stage sequence)

En una nota al pie de página, Rawls afirma que la secuencia de cuatro etapas está
tomada de la constitución y la historia de los Estados Unidos, y no es más que “un
recurso para aplicar los principios de justicia” (Rawls, 2002, p. 192). Prefiero usar en
lugar de “recurso”, la palabra “esquema”, tomada de la traducción francesa 37. Es
necesario tener un esquema que permita la simplificación de la aplicación de los
principios de la justicia. “Se trata de formular un proceso que nos lleve desde la misma
elección de los principios a su aplicación a casos concretos dentro del funcionamiento
del Estado” (Vallespín, 1985, p. 124). Dicho esto, la primera etapa en la secuencia es (i)
la elección de los principios en la posición original bajo el velo de la ignorancia.
Después de la elección de los principios, las personas retoman su lugar correspondiente
en la sociedad y pueden formular sus reclamaciones a la luz de estos principios ya
establecidos.
La etapa que sigue (ii) es la parte constitucional en que se convoca un congreso
constituyente para escoger una constitución. Se puede notar que la constitución política
es la primera institución a la que se aplican los principios de justicia. Todas las etapas
posteriores deben obedecer a las exigencias constitucionales y la constitución a su vez a
las exigencias de los principios de justicia, lo que garantiza que ésta sea justa. Luego,
viene (iii) la etapa legislativa en la que se promulgan las leyes y finalmente (iv) la etapa
administrativa en la que “las reglas son aplicadas por los administradores y seguidas en
general por los ciudadanos, y en las que las leyes son interpretadas por los miembros de
la judicatura” (Rawls, 2002, p. 79). Cabe notar que el velo de ignorancia va

37
Véase Rawls, 2009, p. 236.
70

disminuyendo en cada una de las etapas hasta que se levante totalmente en la última. Las
instituciones políticas han de ser diseñadas de esta forma. Para pasar al siguiente punto,
debemos decir que Rawls interpreta la justicia como equidad con sus instituciones
sociales, económicas y políticas como una democracia de propietarios.

3.3 La democracia de propietarios y sus instituciones

En Reformulación, Rawls enumera cinco regímenes o sistemas sociales, cada uno


de los cuales tiene sus instituciones políticas, sociales y económicas: el capitalismo de
laisser-faire, que es para Rawls un sistema de libertad natural, el capitalismo del Estado
de bienestar, el socialismo de Estado con una economía planificada, la democracia de
propietarios y el socialismo liberal38. Los tres primeros, tomados en su conjunto, violan
el valor justo de las libertades políticas, las libertades básicas y dan cabida a grandes
desigualdades. Las dos alternativas viables son la democracia de propietarios y el
socialismo liberal, ambas satisfacen las exigencias de la justicia como equidad como las
libertades básicas iguales para todos con el valor equitativo de las libertades políticas, el
principio de la justa igualdad de oportunidades, y el principio de diferencia o de
mutualidad: “Para ilustrar el contenido de los dos principios de justicia, no es n ecesario
decidirse entre una democracia de propietarios y un régimen socialista liberal. En cada
caso, cuando sus instituciones funcionan del modo descrito, pueden quedar realizados
los principios de justicia” (Rawls, 2002, p.189). Así que Rawls no da una razón clara
para decidir entre la democracia de propietarios y un régimen socialista liberal,
solamente se tiene que fijar en las tradiciones de pensamiento de la sociedad y sus
prácticas sociales39 etc.
Dicho lo anterior, Rawls interpreta su sistema como una democracia de
propietarios, un término que viene del premio Nobel de Economía en 1997 James E.
Meade. Rawls se lo apropia para “nombrar el sistema social que resultaría más
consonante con la justicia como equidad y, prioritariamente, con la tradición y la cultura
38
Véase Rawls, 2002, p. 186.
39
Ibid., p. 189.
71

política estadounidense” (Giraldo, 2016 p. 107). Rawls cree importante distinguir la


democracia de propietarios del capitalismo del estado de bienestar dado que ambos
aseguran la propiedad privada de los medios productivos, un punto en el cual Teoría de
la justicia no ha sido suficientemente claro.

Una diferencia mayor es ésta: las instituciones de trasfondo de la


democracia de propietarios contribuyen a dispersar la propiedad de la
riqueza y el capital, con lo que impiden que una pequeña parte de la
sociedad controle la economía y asimismo, indirectamente, la vida
política. Por el contrario, el capitalismo del Estado de bienestar permite
que una pequeña clase tenga un cuasimonopolio de los medios de
producción. (Rawls, 2002, p. 189).

Para Rawls, no se trata de redistribuir los ingresos hacia los menos aventajados,
más bien, hay que operar una democratización de la propiedad y desarrollar el capital
humano que es la educación y el ejercicio de las habilidades. La idea no es asistir a los
más desafortunados como se hace en el estado de bienestar mientras que las
desigualdades perduren, en cambio, hay que “colocar a todos los ciudadanos en una
posición en la que pueden gestionar sus propios asuntos partiendo de un nivel adecuado
de igualdad social y económica” (Rawls, 2002, p. 190). Los menos aventajados no son
sujetos de caridad, ellos merecen reciprocidad en nombre de la justicia política porque
cumplen con su parte en la cooperación social. Dicho esto, debemos ver ahora como la
concepción política de la justicia para la justicia como equidad se aplica en las
instituciones políticas, económicas y sociales de una democracia de propietarios.

3.4 La constitución política y la legislación justa

La democracia de propietarios es un régimen constitucional40. En efecto, la primera


institución afectada por la concepción de la justicia política es la constitución como
“sistema supremo de normas sociales” (Rawls, 1995, p. 210). La constitución política
debe reflejar las libertades políticas iguales para todos y las demás libertades básicas

40
Véase Rawls, 2002, p. 196.
72

como la libertad de asociación, la libertad de pensamiento etc., todo ello conforme al


primer principio de justicia. Además de garantizar las libertades fundamentales de las
personas, una constitución política define las formas de gobierno que hay que adoptar.
Sólo el primer principio de justicia interviene en la etapa constitucional.

El primer principio de justicia habrá de aplicarse en la etapa de la


convención constitucional. Esto significa que las libertades políticas y la
libertad de pensamiento entran esencialmente en la especificación de un
justo procedimiento político. Los delegados a esa convención (todavía
considerados representantes de ciudadanos libres e iguales, pero ahora
asignados a diferentes tareas) tienen que adoptar, de entre las diversas
disposiciones constitucionales justas, que a la vez sean justas y viables, el
texto constitucional que parezca más apropiado para establecer una
legislación justa y eficaz. (Rawls, 1996, p. 309)

Teniendo en cuenta lo anterior, la constitución debe satisfacer dos cosas. Lo


primero es que debe ser un procedimiento justo que satisface las exigencias de la
libertad igual para todos, y segundo, debe conducir a un sistema de legislación justo e
eficaz41. Esto significa que los legisladores deben someterse a las exigencias de la
constitución política.
Cuando el primer principio se aplica a la constitución, tenemos lo que Rawls
llama el principio de igual participación, lo mismo que el valor de las libertades políticas
iguales elaboradas en Liberalismo político y Reformulación. Frente a la constitución, los
ciudadanos son iguales, todos tienen un derecho igual para participar en el proceso
constitucional que determinará las leyes a las cuales han de ser conformadas. Los votos
deben ser contados por igual para cada ciudadano según el precepto “un hombre, un
voto”. Esto significa que “cada voto tiene aproximadamente el mismo valor para
determinar el resultado de las elecciones” (Rawls, 1995, p. 212). Sumado a esto, cada
ciudadano debe tener un acceso igual a las funciones públicas. Tal como lo hemos
planteado en la segunda parte, esto requiere que haya medidas complementarias para
garantizar el valor justo de las libertades políticas para todos, como la democratización

41
Véase Rawls, 1995, p. 210.
73

de la propiedad privada de los medios de producción que impide que un solo grupo con
más recursos económicos determine la legislación y así las políticas públicas.
En cuanto al segundo principio, este interviene principalmente en la etapa
legislativa. Los legisladores deben tener en cuenta la justa igualdad de oportunidades y
el principio de diferencia. Rawls hace una división del trabajo al hacer que el primer
principio se aplique a la etapa constitucional y el segundo principio a la etapa legislativa.
De esta manera, la prioridad del primer principio se mantiene en la prioridad de la
constitución política sobre la legislación. Teniendo en cuenta el gobierno de la mayoría,
la prioridad de la constitución sobre la legislación pone un límite a las leyes injustas que
se pueden votar por la mayoría.

Me imagino, entonces, una división del trabajo en etapas, en las que cada
una trata diferentes cuestiones de justicia social. Esta división
corresponde, aproximadamente, a las dos partes de la estructura básica. El
primer principio de la igualdad de la libertad es el primer paso para el
congreso constituyente (…). Así, la constitución establece un status
general de igualdad ciudadana y realiza la justicia política. El segundo
principio interviene en la etapa legislativa. Prescribe que las políticas
sociales y económicas tengan como objeto la maximización de las
expectativas a largo plazo de los menos aventajados, en las condiciones
de una igualdad equitativa de oportunidades, en la cual se mantenga las
libertades para todos. (…) La segunda parte de la estructura contiene las
distinciones y jerarquías de las formas políticas, económicas y sociales
que son necesarias para una cooperación mutuamente beneficiosa y
eficaz. (Rawls, 1995, p. 190-191)

Cabe notar que los principios de justicia sirven de patrón tanto para la
constitución como para la etapa legislativa. Las instituciones sociales y económicas no
solamente deben cumplir con las peticiones del primer principio sino deben garantizar
en su funcionamiento la justa igualdad de oportunidades y el principio de diferencia. A
continuación, abordaremos la descripción que Rawls hace de las instituciones
económicas y sociales en Teoría de la justicia. Un gobierno democrático comporta
cuatro ramas o departamentos: una rama de asignación, una rama estabilizadora, una
rama de transferencia (Transfer branch) y finalmente una rama de distribución. “Cada
74

rama consiste en varias agencias o actividades, encargadas de conservar ciertas


condiciones sociales y económicas” (Rawls, 1995, p. 258).
La rama de asignación (Allocation branch) asegura que el sistema de precios en
el mercado queda eficazmente competitivo y asimismo evita la formación de posiciones
monopolísticas. Además, la rama de asignación trata de corregir las desviaciones del
principio de eficiencia por medio de impuestos y modificaciones del derecho de la
propiedad cuando los precios no alcanzan a tener en cuenta los costos y beneficios
sociales. Luego, la rama estabilizadora, a su vez, garantiza el pleno empleo de tal
manera que los ciudadanos tengan la posibilidad de elegir libremente su empleo. Para
Rawls, “estas dos ramas, en conjunto, tratan de mantener la eficacia general de la
economía del mercado” (Rawls, 1995, p. 258).
La rama de transferencia (Transfer branch) asegura el mínimo social. “Lo
fundamental es que el funcionamiento de esta rama tenga en cuenta las necesidades
básicas y les asigne un valor apropiado respecto a otras demandas. Un sistema de precios
competitivos no toma en consideración las necesidades, y, por tanto, no puede ser el
único mecanismo de distribución” (Rawls, 1995, p. 258). Sin el mínimo social, el
principio de diferencia quedaría violado. Rawls dice lo siguiente en Reformulación:

Lo que debería ser una esencia constitucional es la garantía de un mínimo


social que cubra al menos las necesidades humanas básicas (…). Pues es
razonablemente obvio que el principio de diferencia queda violado de
forma bastante paladina cuando no se garantiza ese mínimo (Rawls, 2002,
p. 216).

Hay un punto importante que debemos señalar: los derechos constitucionales en


la Teoría de la justicia no incluyen los derechos sociales, basta la autonomía de las
personas mientras que, en las obras posteriores, Rawls los incluye hasta que la garantía
de un mínimo social se vuelve una esencia constitucional42.

42
Con su nueva posición respecto al mínimo social, Rawls acepta finalmente la tesis de Frank I.
Michelman, según la cual los “derechos sociales constitucionales” deben ser parte de una constitución
democrática. (…) En resumen, los principios de justicia pol ítica que conforman los contenidos
constitucionales incluyen tanto las libertades básicas como el mínimo social indispensable para la
75

Rawls piensa aquí que se podría adoptar un impuesto proporcional sobre los
gastos en lugar de la renta. En este caso, la gente pagaría impuestos de acuerdo con lo
que gasta o la cantidad de bienes y servicios producidos que usa43. Por último, tenemos
la rama de distribución (Distribution branch). “Su tarea es conservar una justicia
aproximada de las porciones distributivas mediante la tributación y los reajustes
necesarios a los derechos de propiedad” (Rawls, 1995, p. 259). En primer lugar, es
necesario encontrar una manera de normalizar las transmisiones del patrimonio y limitar
las herencias.

Para hacerlo no es necesario que sean los mismos bienes los que estén
sujetos a tributación, ni hay por qué limitar el total dado como legado.
Antes bien, el principio de tributación progresiva se aplica al receptor.
Los que heredan y reciben donaciones y dotes pagan un impuesto según
el valor recibido y la naturaleza del receptor. Los individuos y las
corporaciones de ciertas clases (digamos, instituciones educativas y
museos) pueden tributar a diferentes tasas. De lo que se trata es de
estimular una amplia y mucho más igualitaria dispersión de la propiedad
real y de los bienes productivos. (Rawls, 2002, p. 215)

Para Rawls, la importancia de la tributación progresiva es evitar una acumulación


de riquezas que obraría en contra de la justicia de trasfondo, lo que finalmente
representaría un obstáculo para el valor equitativo de las libertades políticas y la justa
igualdad de oportunidades44. En segundo lugar, la rama de distribución, tal como lo dice
Rawls, es un sistema de impuestos que da la posibilidad al Estado de “recabar los
ingresos que requiera la justicia” (Rawls, 1995, p. 261). En otras palabras, hay que
extraer una parte de los recursos sociales para que el gobierno pueda suministrar los
bienes públicos y hacer la transferencia necesaria de los ingresos para satisfacer el

satisfacción de las necesidades básicas de las personas que les permiten el ejercicio de sus derechos
constitucionales. (Arango, 2005, p. 152-153)
43
Véase Rawls, 2002, p. 215.
44
Ibid.
76

principio de diferencia45. Las dos tareas de la rama de distribución están en armonía con
los dos principios de justicia.

Los impuestos sobre sucesiones (herencia) y sobre la renta en tasas


progresivas (cuando son necesarias), y la definición legal del derecho de
propiedad, han de asegurar las instituciones de la libertad igual para todos
en una democracia de propiedad privada y el justo valor de los derechos
que establecen. Impuestos proporcionales sobre el gasto (o la renta) deben
asegurar ingresos para los bienes públicos, para la rama de transferencia y
para el establecimiento de la justa igualdad de oportunidades en la
enseñanza o en casos análogos, de modo que se obtenga como resultado
el segundo principio. (Rawls, 1995, p. 261).

El objeto de las ramas del gobierno es fundar un régimen democrático que


permite la dispersión de la propiedad de la tierra y el capital sin que la repartición sea
igual. Por esto, Rawls interpreta la justicia como equidad como una democracia de
propietarios. La sociedad está diseñada de tal manera que no hay maneras de que un
pequeño sector tenga todo mientras que otros no tengan nada.

3.1 La familia como institución básica

Dos elementos son necesarios para tener en cuenta: primero, la familia puede ser
considerada como una institución básica, es decir, es parte de la estructura básica de la
sociedad; segundo, la familia es una asociación como todas las demás asociaciones,
universidades, iglesias, etc. Es una asociación dado que la familia tiene una vida interna
o una organización particular y no tendría sentido reclamar que sea regida directamente
por los principios de la justicia política. Como asociación, lo normal es que la familia
tenga sus propios principios de justicia. Para corroborar esta afirmación, Rawls dice que
“sería poco sensato que, como padres, se nos exigiera que tratáramos a nuestros hijos de
acuerdo con el principio de diferencia. Aquí esos principios están fuera de lugar”
(Rawls, 2002, p. 220). Entonces, ¿en qué sentido pueden los principios de justicia

45
Véase Rawls, 2009, p. 319.
77

garantizar una justicia igual en las familias? Esta pregunta nos lleva a considerar la
familia como institución básica.
La familia es una institución básica en función de dos quehaceres. Primero, la
familia tiene una tarea productiva y reproductiva que es primordial en la idea de la
sociedad política como un esquema de cooperación que perdura a través del tiempo. En
este orden de ideas, la familia tiene como responsabilidad de suministrar un número
suficiente de individuos para el mantenimiento de una sociedad duradera. La segunda
tarea es el hecho de que los niños son ciudadanos potenciales. La familia debe formarlos
de tal manera que tengan “un sentido de la justicia y de las virtudes políticas que
sustentan las instituciones políticas y sociales” (Rawls, 2002, p. 217). De acuerdo con
esto dos cometidos, la familia es una institución básica. Como habíamos dicho
anteriormente, la expresión “alguna forma de familia” da cabida a muchas formas de
concebir la familia. Aquí, Rawls es mucho más claro respecto a esto, la justicia como
equidad no toma parte por ninguna forma de familia, admite cualquier tipo de familia
que cumple con las condiciones evocadas anteriormente. Es de esta manera que la
justicia como equidad trata los derechos de los gays y lesbianas.

Una concepción política de la justicia no se decanta por ninguna forma


particular de familia (monogamia, heterosexual o de otro tipo), en la
medida en que su configuración le permita realizar estas tareas de forma
efectiva y no se desentienda de los valores políticos. (Rawls, 2002, p.
217)

Una vez aclarado esto, los principios de justicia política no se aplican


directamente a la organización interna de la familia, pero “imponen de hecho
constricciones esenciales a la familia como institución, y garantizan los derechos y
libertades básicos y las oportunidades equitativas a todos sus miembros” (Rawls, 2002,
p. 219). Otro modo de considerar esta distinción es partiendo de dos puntos de vista: las
personas como ciudadanos y las personas como miembros de familias y asociaciones.

Como ciudadanos, tenemos razones para imponer a las asociaciones las


constricciones establecidas por los principios políticos de la justicia; pero
78

como miembros de las asociaciones tenemos razones para limitar esas


constricciones, para permitir una vida interna libre y floreciente adecuada
a la asociación en cuestión. (Rawls, 2002, p. 219)

Con esta división del trabajo, Rawls ataca una forma de injusticia muy recurrente
en las familias: la injusticia basada en el género. Las mujeres como ciudadanas tienen
igual derecho y deben tener también las mismas oportunidades que los hombres.
Además, los niños como ciudadanos potenciales, tienen derechos. “Ninguna institución
o asociación en la que participen puede violar sus derechos como ciudadanos” (Rawls,
2002, p. 221). Si el hecho de criar a los niños afecta el principio de la justa igualdad de
las mujeres, la democracia de propietarios exige tomar medidas necesarias para
compensar esto.
Para terminar, Rawls aclara una cuestión que podría parecer confusa en la justicia
como equidad, a saber, si hay una separación entre el ámbito político y el no político.
Los principios de justicia política que afectan a la estructura básica no están separados
de los principios que rigen las asociaciones como las universidades, las iglesias etc.
Están en una relación permanente porque los principios de justicia política intervienen
siempre para limitar los principios de justicia de las asociaciones. La distinción que hace
el liberalismo entre el dominio político y el dominio no político no significa que haya
una línea separadora entre ambos46. Rawls no se refiere al dominio político y no político
como dos lugares separados sino a la manera como los principios se aplican de manera
directa a la estructura básica e indirecta a las asociaciones.

46
Véase Rawls, 2002, p. 221.
79

CONCLUSIÓN

La obra de Rawls es tan extensa que nuestro propósito no ha sido, de ninguna


manera, abarcar la totalidad de su pensamiento sino escudriñar algunas de las ideas más
fundamentales de la justicia como equidad.
Tal como lo expresamos a lo largo de este trabajo, Rawls observó que el
principio dominante en las teorías sociales era el principio utilitario, y que dicho
principio fue del todo idóneo a las sociedades democráticas. Es a partir de esta
observación que apareció la justicia como equidad como un sistema que pretende
corregir las falencias del utilitarismo y hasta reemplazarlo. El utilitarismo se erige sobre
un principio único fuera de todo acuerdo entre las personas, de todo procedimiento
imparcial y resulta ser el principio regulador de todos los fenómenos políticos, sociales y
económicos. Su alcance general, según Rawls, es un indicio de que no respeta la libertad
de los individuos y de las asociaciones. Por ejemplo, las familias no pueden ser
reguladas por un principio que busca el bien de la mayoría. Una mamá no puede actuar
siguiendo el principio utilitario con sus hijos. Cuando reparte la comida, su interés es
hacer una distribución equitativa, dando a cada hijo una parte de la comida que le
permite crecer de la mejor manera.
80

La justicia como equidad se expresa a través de dos principios de justicia que son
objetos de un acuerdo por parte de todos en la posición original. Situados en la posición
original, los individuos o los representantes de las personas son iguales y cada uno tiene
la misma oportunidad de proponer principios de justicia y avanzar razones para ello.
Además, Rawls supone que las personas tienen un sentido de justicia que les va a
permitir respetar, aplicar de manera íntegra los principios de justicia. Estos son
diseñados exclusivamente para la estructura básica, no se aplican sino de manera
indirecta a los individuos y las asociaciones que están dentro de la estructura básica de la
sociedad. La intención de Rawls es permitir que cada individuo o asociación pueda
desarrollar sus actividades de manera libre o autónoma. Esto es una de las diferencias
mayores de la justicia como equidad con el utilitarismo: no todos los individuos en la
sociedad tienen la misma concepción de felicidad o de vida buena.
Cabe notar que, a pesar de todo, el modelo utilitario sigue siendo un modelo de
organización social y económico muy importante en las sociedades actuales. Los
programas políticos, sociales y económicos siguen identificando lo justo con lo bueno,
lo justo parece ser una maximización de lo bueno. Para Rawls, lo justo tiene una cierta
independencia respecto de lo bueno, pero esto no significa que se defina
independientemente de toda concepción de lo bueno. Esto fue una de las grandes críticas
de los comunitaristas hacia la justicia como equidad. Como concepción política de la
justicia, lo justo puede incluir algunas concepciones del bien, pero deben ser ideas
políticas que todos los ciudadanos comparten47.
La justicia como equidad parte de la idea de sociedad como sistema justo de
cooperación entre personas libres e iguales de una generación a la siguiente. Es una idea
de sociedad que reconoce que todos los ciudadanos deben resultar beneficiados de las
ventajas sociales. No se puede permitir que haya ni siquiera una persona perjudicada por
las distribuciones sociales. Ningún grupo social, aunque sea minoritario, debe ser
sacrificado en función del bienestar de la mayoría. Rawls funda la justicia como equidad

47
Véase Rawls, 1996, p. 186.
81

sobre una idea de la persona presente en nuestras sociedades. Personas que se piensan
como libres e iguales no van a negar sus derechos para que otros puedan tener más. Las
luchas de los afros en los años 50 en Estados Unidos, los movimientos de las mujeres
para reclamar derechos iguales y oportunidades iguales corroboran esta idea, asimismo,
muestran la incompatibilidad del utilitarismo con las sociedades contemporáneas.
Hablando de la concepción de la persona en Rawls, uno de sus aportes más
interesantes es distinguir dos aspectos de la identidad ciudadana. Hay un aspecto no
público o no institucional que tienen las personas en virtud de sus asociaciones, sus
comunidades, etc. Hay otro aspecto público e institucional que las personas adquieren a
partir de las exigencias de los principios de la justicia política. A partir de estos dos
aspectos de la identidad Rawls logró articular el comunitarismo con el liberalismo. Por
más individualista que sea la teoría rawlsiana, no es incompatible con el comunitarismo,
entendido como los fuertes vínculos que atan a las personas con las comunidades,
determinando así su propia identidad. Quizá, lo que hay que tener claro es que los
valores políticos tienen una primacía sobre los valores comunitarios. Las personas son
libres de promover sus valores no institucionales en el límite establecido por los
principios de justicia política.
Lo que muestra la importancia del pensamiento de Rawls es, por ejemplo, el
debate que se da hoy en Francia sobre los musulmanes. La gran pregunta es si hay que
permitir que las mujeres musulmanas lleven el burka en los espacios públicos. Otros
hablan de una cultura de asimilación, lo que implica que los hijos de los extranjeros
olviden su cultura, sus tradiciones ancestrales para apropiarse de un “modo de vida
francesa”. Estas cuestiones generan una polarización muy fuerte en la soci edad francesa,
los que están a favor y los que creen que esto viola la libertad de las personas. Aquí, yo
creo que Rawls tiene mucho que decir, particularmente, esta distinción que él hace entre
el aspecto público o institucional de la identidad y el aspecto no público o no
institucional. Es importante valorizar a ambos y tratar de articularlos. Las personas son
libres de llevar el modo de vida que quieran, las asociaciones también pueden
organizarse libremente, siempre y cuando esto no obstaculiza los principios de justicia
82

que todos están en capacidad de reconocer como suyos. Una sociedad democrática no se
rige por visiones particulares de la justicia, sino por principios de justicia que todos
pueden aceptar en una situación inicial de igualdad.
Para Rawls, los principios de justicia que las personas acordarían en la posición
original son dos y no podrían ser otros: un principio de libertad igual y otro que
establece que las desigualdades sociales y económicas deben satisfacer el principio de la
justa igualdad de oportunidades y beneficiar a todos, específicamente a los que están
peores situados. Estos principios están dispuestos de acuerdo con una ley de prioridad.
Las libertades básicas deben ser respetadas antes de todo acuerdo social y económico.
En el primer principio, las libertadas políticas deben ser consideradas en su valor justo,
es decir, el derecho que tiene cada ciudadano de influir en las decisiones políticas y de
ocupar puestos públicos. Teniendo en cuenta la importancia de las decisiones políticas,
es importante que todos puedan tener acceso a los cargos públicos independientemente
de su nivel social, económico, etc. Para ello, la sociedad debe asumir los costos de las
elecciones, el funcionamiento de los partidos políticos, etc., evitando así que los sectores
económicos más poderosos se adueñen de las instituciones del Estado.
Acerca del principio de diferencia: algunos critican este principio por ser
demasiado riguroso. Pero sin este principio, el esfuerzo de Rawls para fundar una
sociedad más justa sería vano dado que el capitalismo está autorizado, es decir, el libre
mercado y la propiedad privada. En Reformulación, Rawls piensa la justicia como
equidad como una democracia de propietarios, entre otros. Esto permite dispersar la
propiedad, en otras palabras, operar una democratización de la propiedad dando así a
cada uno una oportunidad económica con el fin de satisfacer sus fines y evitar
posiciones monopolísticas dentro de la sociedad.
Como es notable, la estructura básica de la sociedad es el objeto principal de los
principios de la justicia política y hemos mostrado las interpretaciones que de ellas es
posible hacer, según Freeman. Los principios de justicia política se limitan a la
estructura básica de la sociedad, es una particularidad de la justicia como equidad que no
se ve en el utilitarismo y el libertarianismo. Para que los principios de justicia puedan ser
83

objeto de un consenso traslapado, deben ocuparse únicamente de la estructura básica de


la sociedad. Y cuando las principales instituciones políticas, sociales y económicas de la
estructura básica son efectivamente reguladas por los principios de justicia, la justicia
social está a salvo.
Podemos decir que una sociedad justa es una sociedad que tiene una estructura
básica justa. De hecho, todo lo que Rawls quiere es establecer una estructura básica que
sea justa. Ahora, algunos pueden preguntarse por qué la estructura básica no incluye a
más instituciones. Si Rawls escoge a las instituciones en funciones de su profunda
influencia en la vida de las personas, ¿por qué Rawls no incluye, por ejemplo, las
religiones, las escuelas, etc.? Las visiones religiosas tienen mucho peso en la forma
como los individuos ven el mundo y se definen en el mundo. Esto es un tema interesante
que podría ser objeto de un estudio posterior.
Después de todo, ¿qué relación existe entre una visión de sociedad y los
principios de justicia? ¿Qué relación existe entre los principios de justicia y la estructura
básica de la sociedad?
Es importante definir, a priori, una concepción de sociedad, es decir, la manera
como las personas definen sus relaciones en sociedad. Para determinar el contenido de
los principios de justicia, es necesario tener primero una visión de sociedad que tienen
las personas. La sociedad como sistema justo de cooperación entre personas libres e
iguales propone satisfacer el principio de reciprocidad o de mutualidad, todos los
individuos que cumplen con su parte deben salir beneficiados. Los principios de justicia
vienen a concretar esta idea al establecer el principio de igual libertad, el principio de
justa igualdad de oportunidades y el principio de diferencia. Así que, la naturaleza de
los principios de justicia depende claramente de la concepción de sociedad. Por esto,
Rawls dice que la concepción de sociedad como sistema justo de cooperación es la idea
organizadora de la justicia como equidad. Sería ilógico determinar los principios de
justica primero y después la concepción de sociedad.
Los principios de la justicia han logrado conciliar los valores de la libertad y de
la igualdad, salvar un abismo que había entre lo que B. Constant llamaba las libertades
84

de los antiguos y las libertades de los modernos. Los valores de la libertad y de la


igualdad se expresan a través de las instituciones básicas de la sociedad. Esto significa
que aquellas instituciones cumplen con estos valores en su funcionamiento. La tercera
parte de este trabajo muestra cómo los principios de justicia se aplican a las instituciones
básicas y como ellas se ajustan unas con otras en un sistema de cooperación social.
Hablar de una sociedad justa depende finalmente de cómo se relacionan y se
articulan estas tres ideas fundamentales, a saber: la concepción de sociedad como
sistema justo de cooperación entre personas libres e iguales, los principios de justicia y
la estructura básica de la sociedad. Yo creo que este trabajo pone en evidencia que los
principios pueden ser justos, esto no garantiza del todo que la sociedad sea justa. Por
ejemplo, si los principios de justicia se aplican directamente a las personas, las
asociaciones, habrá inevitablemente violaciones de las libertades básicas como Rawls
mismo lo reconoce. Las personas y las asociaciones deben tener un margen de libertad
que les permite actuar de acuerdo con sus propósitos y fines, es decir, ser autónomas.
Los principios de justicia solamente plantean un límite a sus acciones, pero si se quiere
aplicarlos a su organización interna, el principio de la autonomía quedaría violado.
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