Campo Problemático
Campo Problemático
Campo Problemático
El campo problemático de los procesos de dirección y supervisión que están a cargo de docentes
con funciones de directores, directoras, supervisoras, supervisores, está signado por nudos
críticos, que se caracterizan por prácticas administrativas burocráticas e improvisadas, centradas
en el papeleo, entrega de recaudos, requisitos solicitados en instancias superiores, que nada
aportan a lo pedagógico. Son muchas las debilidades, limitaciones y problemas en la acción
educativa de directores, directoras, supervisores y supervisoras, con relación a lo que hacemos y
cómo lo hacemos. En el proceso de autoevaluación impulsado por el MPPE a través de las zonas
educativas y municipios escolares, surgieron algunos elementos problemáticos que distorsionan la
gestión educativa y escolar, entre los que se destacan, el escepticismo y apatía, el burocratismo, el
verticalismo, el autoritarismo, la tendencia a fortalecer la cultura clientelar y de otorgamiento de
favores, la incapacidad de escuchar, la intolerancia, la desconfianza, la improvisación, el
sectarismo, el dogmatismo, entre otros. El tipo de relación comunicativa que prevalece en las
funciones de supervisión y dirección con las y los docentes, es autoritaria, vertical y punitiva, con
menoscabo de su profesionalismo, no se socializan las políticas educativas y carecen de estrategias
efectivas para orientar las escuelas. Se rigen por lineamientos “que deben bajar”. No se considera
en ningún momento la visión compartida del proceso de enseñanza aprendizaje que se supervisa,
lo cual genera descontento en las y los docentes, obviando las orientaciones y acompañamiento, y
sancionando con levantamientos de actas penalizadoras por conductas concebidas como
inadecuadas, según los resultados de la aplicación de instrumentos cerrados que limitan la
participación del docente. En lo organizativo, el desarrollo de las actividades de las directoras,
directores, supervisoras y supervisores, priva la desarticulación y la falta de planificación. Según la
Consulta por la Calidad Educativa, la conformación de equipos se ha dado con personas con poca
experiencia de aula, sin criterios a nivel comunicacional, de liderazgo, de participación y
compromiso institucional y educativo. Muchos supervisores y directores carecen de compromiso y
de actitud proactiva, desconocen los niveles que supervisan y sus decisiones se ven afectadas por
el “amiguismo”, producto de la crisis de valores que paradójicamente, ha impactado también a
una parte de este sector de la sociedad. Esto impide el desarrollo de una práctica pedagógica
integral, ya que la misma se orienta más a lo administrativo. Asimismo, la supervisión y la dirección
adolecen del trabajo vinculado entre la escuela, las zonas educativas, el Ministerio del Poder
Popular para la Educación y las comunidades. En consecuencia, no se supervisan los planes,
programas y proyectos, que fortalezcan los procesos pedagógicos y didácticos en la escuela y de
aprendizajes de las y los estudiantes. Existe un marco legal que norma los mecanismos para el
ejercicio de la dirección y la supervisión educativa, pero generalmente hay desconocimiento para
su aplicación, y algunas veces observamos complicidad en cuanto a retraso de procedimientos,
omisión (reposos, permisos, suplencias, procedimientos administrativos, actas, expedientes,
amonestaciones, entre otros), que demanda procesos de formación permanente en estos
aspectos. Otro nudo crítico que afecta la supervisión y la dirección está referido a la jornada de
trabajo y sus condiciones salariales y de estabilidad en las funciones, Así como también, la
necesidad de brindar apoyo logístico en cuanto a medios, equipos y recursos que viabilicen la
supervisión hacia lugares de difícil acceso. Este conjunto de elementos controversiales descritos
constituyen según El Troudi, Harnecker y Luis Bonilla, barreras para la participación. Y al mismo
tiempo, forman parte de la cultura capitalista que predomina en las organizaciones, en el trabajo,
evidenciándose con ello la enajenación del individuo para rendir ante el Estado y superar
situaciones de su realidad. A esto se suma, la falta de conciencia revolucionaria o el conformismo
frente a lo que anda mal. La Consulta Nacional por la Calidad Educativa, implementada por el
Ministerio del Poder Popular para la Educación en el año escolar 2013-2014, arrojó un sentir de la
sociedad venezolana que se expresó libre y soberanamente acerca de las prioridades en el proceso
educativo. Como bien lo reseñan los resultados, surgen propuestas para continuar avanzando en
la inclusión, goce y ejercicio de los derechos; en la igualdad de condiciones, oportunidades y
justicia social. A partir de esta consulta se establecen diez banderas enmarcadas en la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), la Ley Orgánica de Educación (LOE) y el Plan de la
Patria. Aunque todas las banderas se integran para el logro de la calidad educativa, es
fundamental resaltar la novena bandera en la cual se plantea DESARROLLAR UN SISTEMA DE
EVALUACIÓN DE LA CALIDAD EDUCATIVA, que asuma el reto y permita seguir avanzando en un
nuevo enfoque y lógicas que aborden distintos métodos de planificación, seguimiento,orientación,
acompañamiento, sistematización, investigación, organización y evaluación permanente. El
propósito de estos logros y avances, es garantizar los fines de la educación bajo los principios,
criterios y procedimientos que respondan a la Refundación de la República establecida en la
Constitución. Para el año escolar 2016-2017, surge la Circular N°003013 de los Circuitos
Educativos, que es la instancia de base y ámbito de acción del sistema de supervisión resaltando lo
colectivo en la gestión educativa. Esto requiere garantizar “La Supervisión y Dirección de las
instituciones educativas como parte integral de una gestión democrática y participativa,asignada
por el acompañamiento pedagógico” (Art. 43 de la LOE).
La supervisión es entonces un proceso que, desde el primer momento debe ser abordado por la
supervisora o el supervisor nato que es el Director o la Directora de una institución de cualquier
nivel o modalidad, en acompañamiento del supervisor o supervisora territorial o circuital.
Las y los docentes en función supervisora han desarrollado acciones fundamentadas en lo técnico
administrativos ( Art. 71, 72, del Reglamento de la Ley Orgánica de Educación RGLOE),
evidenciando deficientes niveles de comunicación, entre las instancias centrales, zonales,
municipales, parroquiales, instituciones, centros, planteles y servicios educativos.
Ausencia de seguimiento, control, sistematización y evaluación del proceso educativo por parte de
las diferentes instancias de supervisión.
Falta de personal que asuma la supervisión, que permita el acompañamiento continuo a todas las
instituciones educativas dentro del circuito educativo, para superar las contradicciones, tensiones
y distorsiones.
Ausencia de un plan de formación permanente para las y los docentes que ejercen la función
supervisora.
Falta de transparencia en los procesos de selección del personal de supervisión. Persisten prácticas
viciadas y clientelares en detrimento de la valoración de la formación, de la experiencia
académica, la ética y el compromiso con la transformación educativa; aspectos medulares a tomar
en cuenta en la selección del personal para cumplir esta función.
La no participación de las escuelas, las familias y sus comunidades en las labores de supervisión
por falta de formación y orientación, en cuanto a la función supervisora.
Ausencia de evaluación y valoración del desempeño de las y los docentes en función supervisora.
• Supervisión descontextualizada, la supervisión, por ejemplo, en las zonas con pueblos indígenas
no considera aspectos claves de su cultura como su idioma, sus concepciones pedagógicas, los
proyectos educativos por pueblo indígena y las guías pedagógicas que utilizan; la opinión del
consejo de ancianos y de los caciques. Cuando los supervisores, las supervisoras, los directores y
las directoras no son indígenas, desconocen la cosmovisión de estos pueblos.
• Los supervisores o supervisoras circuitales no tienen un plan de acción sino sigue asumiendo el
instrumentalismo.
• Los supervisores y supervisoras se asumen como jefes y jefas de circuitos. • Debilidades en los
supervisores y supervisoras en la visión y puesta en práctica, la firmeza y la convicción de la
protección de niños, niñas y adolescentes como sujetos de derecho y prioridad absoluta e interés
superior, tanto en el acompañamiento en las escuelas como en las comunidades.