Ponencia - Los Tipos Humanos Emergentes
Ponencia - Los Tipos Humanos Emergentes
Ponencia - Los Tipos Humanos Emergentes
En dos mil diez mi ponencia se tituló Las alteridades en Bajada Vieja. Desde la
mirada de Tzevetan Todorov en la historia como en la novela los antagonismos surgen
1
por diferencias étnicas, sociales y culturales. La novela de Areu Crespo refleja –en un
ambiente de mediados del siglo XX- dos clases sociales: la urbana de los señoritos
que estudian en Buenos Aires y toman café y hacen tertulia una vez al mes; y la rural,
periférica que vive sobre los márgenes del río y mantienen vivos costumbres, ritos,
leyendas. Con los mitos reactualizan en la fiesta del carnaval el sentimiento de sus
ancestros.
Entre los debates sobre esta cuestión citamos a autores como Barcia Luis Pedro,
Prieto Martín, Cella Susana. Nos interesa para el análisis que queremos realizar en el
presente trabajo, la mirada puesta en el papel de la ficción entre los dos centenarios.
Particularmente sobre dos géneros literarios: el realismo y el fantástico. Qué
relaciones se establecen en el contexto de su producción en torno del Centenario,
donde se consolidan y definen sus características que “signarán, en gran medida, la
producción literaria posterior en la Argentina…” (Da Ré, Esteban D. en Cella Susana,
2010,132).
2
ficcionalizar contribuye al entramado discursivo que construye imaginarios de época,
su relación con otros discursos sociales y sus particulares modos de figuración. En el
contexto del Bicentenario, la crítica literaria, propone con la revisitación de la literatura
argentina, la búsqueda de indicios de una totalidad que en el transcurso de doscientos
años se perciben como marcas, trazos que refulgen sobre la cultura argentina en la
búsqueda de respuestas a determinadas problemáticas o bien en la instauración de
sentidos y lo que esto trae consecuentemente: confluencias y disidencias de visiones y
fundamentos.
3
con la denuncia aunque introdujeron el uso del estilo indirecto libre. Esto permitió a los
escritores realistas incorporar en su escritura la introspección de los personajes y
reflexiones convincentes sobre actitudes y limitaciones sin abandonar el tono objetivo.
En este marco, hombres y mujeres comunes son representados en sus grandezas y
miserias como juguetes del destino enfrentados a su falta de oportunidades y de
poder, su mediocridad, las marcas de su origen o la mala suerte.
4
“Objetivar trescientos cincuenta años (1615-1965) de la cultura
literaria de provincia como Misiones no es tarea fácil, si se tiene en
cuenta que esta tierra colorada ofrece rasgos geográficos, históricos,
socioculturales, lingüísticos y demográficos que le son propios frente
al contexto territorial del resto del país”. (Gründwald, 1996:9)
La obra del citado autor presenta una metodología que enmarca el hecho
literario con los hechos históricos y cronológicamente, la vida y obras de los autores
de la provincia. Elige el criterio de época para dividir la historia de Misiones en dos
etapas: Época Hispánica de 1615 a 1810 y Época Nacional de 1810 a 1965.
Lo que nos interesa del análisis del presente autor, no es estudiar su obra sino
tomar aportes que sirvan a nuestro trabajo. Esto es, rastrear los tipos humanos
emergentes en la literatura de esos periodos y de qué manera son representadas sus
vicisitudes entre el realismo y el fantástico.
5
Grünwald sostiene que los jesuitas fueron los más destacados fundadores de
pueblos y quienes contribuyeron a su progreso y cultura en América desde 1585 a
1767. Entre los primeros autores jesuitas señala a Antonio Ruiz de Montoya (1585-
1652) quien había nacido en Lima, de padres andaluces, de carácter retraído y
proclive a la mística. El crítico misionero sostiene que la escritura de Montoya
emociona y sus relatos cobran dimensiones dramáticas y épicas. En el análisis
propuesto en esta monografía podemos decir que en el siguiente fragmento hay ecos
de realismo, aunque también de una monstruosa anormalidad propia de estos lugares
selváticos:
6
Desde la mirada de Leopoldo Lugones quien llega a visitar Misiones
acompañado por Horacio Quiroga, los seres que emergen agobiados por las
circunstancias históricas son los jesuitas y los indios guaraníes. En El Imperio
Jesuítico (1904), Lugones señala que “La humanidad y la civilización tienen que estar
con los jesuitas en esta lucha, pues ellos representaban la defensa del débil contra
semejantes hordas de facinerosos sin ley…” (Grünwald, pág.109).
Para el crítico misionero, los intelectuales que llegaban en este periodo lo hacían
con fines turísticos, otros en misión científica y quienes simplemente buscaban la paz
y tranquilidad de la selva. En la provincia, como en América y Europa se imponía el
pensamiento liberal y en el campo de las letras se navegaba entre el realismo
naturalista y el modernismo.
Hacia los primeros años del periodo 1910-1925 se inicia una literatura de
protesta. El toque de alarma es el Alto Paraná donde había yerbales todavía sin
explotar y abundante madera de ley que invitaban a la explotación del peón rural, a la
fiebre del “oro verde” y al desmonte de la selva. Paradójicamente, Posadas crecía
bajo el influjo de empresarios, empleados públicos, políticos y profesionales que
venían a afincarse y propiciaban la creación de escuelas primarias y secundarias, así
como el nacimiento del periodismo posadeño. Autores como León Naboulet, Julián S.
Bouvier y otros llegados de Buenos Aires y La Plata adhieren a una ideología
socialista que hace que inicien su prédica combativa contra los amos del Alto Paraná.
El indio, el peón rural emergen como seres explotados y desprotegidos por el
gobierno provincial. León Naboulet, intelectual francés citado por Grünwald (1970:115)
relata lo siguiente:
“…Se los apaleaba, se los ataba a los troncos de los árboles y se les dejaba
ahí toda la noche, llegando algunos por estos procedimientos, a perder uno
o ambos brazos; se les colocaba por días y semanas, en el cepo de lazo sin
darles siquiera de comer. ¡Y cuántas atrocidades! ¡Cuántos vejámenes
miserables y salvajes” Desaparecían los hombres de los obrajes, como si se
los hubiera tragado la tierra, quedando el secreto entre los garabatos del
bosque impenetrable…” (La vanguardia, 6 de agosto de 1908)
7
la situación socio político y cultural de la región de las Misiones Jesuíticas, donde
padres jesuitas y guaraníes compartían cultura y costumbres a través de la lengua y la
religión.
8
viven juntos frente a los celos del paraguayo. Por otra parte, en las fiestas del carnaval
se enfrentan dos comparsas capitaneadas por los hombres mencionados. En la
competencia que se desarrolla alrededor de la Plaza 9 de Julio, resulta ganadora la
comparsa del paraguayo Ramírez. Los hombres se enfrentan en una de las bailantas y
Cardoso mata al paraguayo, luego hiere a Romero cuando descubre que su mujer
está en amores con él. Huye a la selva, lugar de purificación del asesinato. Romero
inmerso en el alcohol y los celos por la mujer representa la pasión desmedida del
hombre de la ciudad. Muere a causa de un “payé” y carbonizado. Finalmente Cardoso
y Olinda se reencuentran e inician una nueva vida. Del mismo modo que los cuentos
de Horacio Quiroga, la selva, el monte y sus arrebatos fantásticos envuelven
extrañamente a Silvino Cardoso, pescador de Posadas:
“El sol del atardecer resbalaba sobre el pasto y coloreaba intensamente los
árboles que estaban enfrente. Le dolían la cabeza y los ojos…estaba parado
un hombrecillo muy pequeño…Sentía una atracción inexplicable por ese
hombrecito; tal vez la misma que sentían los gurises que se internaban en la
selva, guiados por su silbo, para tener el castigo que merecían por dar
muerte a los pájaros…” (Areu Crespo, 1986:107)
9
realidad de su confesión se inscribe en un discurso narrativo que señala la extrañeza
del lugar y de sus raros habitantes:
“No sólo debían luchar contra los espíritus de pájaros y animales que
rondaban con su pena por un territorio árido, sin poder hallar la vía de
acceso a otros cielos. También estaban obligados a soportar sonidos tan
estridentes como desgarradores, que eran emitidos por entes que actuaban
en representación del Hacedor. Estos seres adoptaban diversas y
fantásticas formas hasta que en su embestida final se convertían en una
suerte de machetes de fuego que atravesaban a una velocidad increíble
todas las cosas despedazándolas. Caballos verdes con cabezas de peces…
mariposas dementes con garras…” (Morgenstern,1992,7)
10
un narrador objetivo, sino que deja a la especulación del lector del siglo XXI, su
propuesta literaria. Aunque el narrador omnisciente no narra desde el realismo
naturalista, presenta la historia olvidada de los hombres del monte bajo las
características del género fantástico. Así el secreto de estos personajes explotados
reaparece como advertencia hacia todos aquellos hombres que actúan desde el error
aristotélico. En el cuento Los hombres bajos del libro Los hombrecitos blancos,
leemos:
El cuento presenta las características del relato fantástico en el tema del “yo” y
“no yo”. El tema del otro, la otredad reaparece como monstruosa anormalidad.
El pescador del cuento –signado por la pasión y el desenfreno hacia las
mujeres- recibirá una advertencia.
“…Sintió un fétido aliento que emergía de la boca bordeada de gruesos
labios azulados…Los diablos blancos…lo habían dejado atado a un sauce
en la costa del río…Impedido de hacer cualquier cosa que lo calmara,
navegó en la barca de su conciencia por los monótonos recuerdos que
llenaban su pecho de un aire irrespirable…” (Borkoski, 2016:70)
El narrador del cuento señala que esos seres sobrenaturales que se encuentran
a mitad de camino entre el cielo y el infierno, condenados a vivir entre los humanos,
habían salvado y perdonado el alma del pescador “del abismo al que se dirigía en
galope desbocado” (Borkoski, 2016:72). Sin embargo, el relato insólitamente busca
antecedentes del por qué del hecho a través de un narrador testigo que se dirige al
Juzgado del pueblo. Encuentra documentos que prueban el maltrato y la muerte de
varias generaciones del peón rural –el mensú- muertos en iguales circunstancias de
explotación y huida:
“Con cálculos certeros, recordando la fecha de los documentos del juzgado,
puedo suponer que Sabino Pro encontró a la cuarta generación y
probablemente algunos pequeños miembros de la quinta…Reconocieron a
ese ser de piel dorada por los rayos solares; era de los otros, habitante del
día. El mismo tipo de personas que había maltratado a sus ancestros y a los
cuales había que temer…
Los diablos blancos existen. Existen porque Pro los ha visto y porque yo
pude justificar su presencia…
Para Sabino Pro no son más que eso y para mí permanecerán siempre como fuente de
mi extraña e inagotable fascinación” (Borkoski, 2016:79)
11
Indios, trabajadores rurales, pescadores, tareferos, cazadores, inmigrantes, las
mujeres, son los tipos humanos emergentes de una literatura de provincia que se
inicia con la denuncia por los abusos y continúa aunque desde la mirada de géneros
literarios diferentes.
Con el fin de reflexionar sobre las problemáticas del hombre de la periferia –la
chacra, el monte, la picada- su trabajo, su cultura, sus valores, su identidad, tomamos
los aportes de Héctor Eduardo Jacquet en Un lugar para las identidades provinciales
en el imaginario nacional (2008).
El artículo de Jacquet forma parte de una compilación titulada Nación y
diversidad. Territorios, identidades y federalismo (2008). Claudia Briones y José Nun –
compiladores- dialogan con distintas posturas sobre alteridad y diversidad en el marco
de búsqueda del concepto de nación en el siglo XXI. Así Jacquet considera:
“Justamente la inclusión que hace Briones de las provincias como
formas de estatalidad locales y como espacios de recreación de
alteridad propias, permite advertir que existen formas provinciales de
“ser nacionales”. Las provincias constituyen continentes donde se
inscriben narrativas específicas sobre la nación que muchas veces
resultan contrapuestas al esfuerzo homogeneizante y uniformador del
Estado nacional” (Nun José, Briones Claudia:2008, 74-75)
12