Ponencia - Los Tipos Humanos Emergentes

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Los tipos humanos emergentes en la literatura de Misiones

Maestranda Florinda Veizaga


Instituto Superior “Antonio Ruiz de Montoya”. Posadas. Misiones.

En el marco del Bicentenario de la patria y de acuerdo con una de las


propuestas de las III Jornadas de Literatura de las Regiones, Mendoza, 2010,
presentamos la condición del hombre a comienzos del siglo XX en Misiones, reflejada
en la novela Bajada Vieja de Areu Crespo, autor no misionero.
Ya cerca del Bicentenario de la Independencia, queremos proseguir con el
tema Los tipos humanos emergentes en el discurso literario del Realismo y sus
epígonos, aproximadamente entre 1880 y 1910. Esto es, la búsqueda de seres que
viven al límite dentro de la sociedad y que la literatura de Misiones plasma en
diferentes obras.
En el marco de los estudios literarios que Susana Cella (2010) plantea
revisitando movimientos, géneros, temas entre dos centenarios –continuidades y/o
rupturas, travesías-, presentamos nuestra propuesta de investigación. Por lo tanto, es
posible afirmar la existencia de tipos humanos emergentes en la literatura de Misiones
entre dos órdenes: el realismo y el fantástico. Este último, con aportes teóricos en
sentido estricto y amplio.

El corpus seleccionado: La conquista espiritual de Antonio Ruiz de Montoya,


Bajada Vieja de Areu Crespo, El pozo de Thay Morgestern, Nosotros usamos corbata
de Hugo Wenceslao Amable y Los hombres bajos de Sebastián Borkoski.

Como señalamos anteriormente, los autores que servirán para la fundamentación


de nuestro análisis, Esteban Da Ré en Susana Cella, Haydee Flesca, Soledad
Quereilahc y los aportes de crítica literaria en la provincia, de Guillermo Kaúl
Grünwald.
Los objetivos:
-Explorar y describir desde la época jesuítica a la época nacional (siglo XVI al
XX) las características del realismo en Misiones
-Analizar los tipos humanos emergentes entre el Realismo y el fantástico.
- Reflexionar sobre las problemáticas del hombre de la periferia –la chacra, el
monte, la picada-, su trabajo, su cultura, sus valores, su identidad.

En dos mil diez mi ponencia se tituló Las alteridades en Bajada Vieja. Desde la
mirada de Tzevetan Todorov en la historia como en la novela los antagonismos surgen

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por diferencias étnicas, sociales y culturales. La novela de Areu Crespo refleja –en un
ambiente de mediados del siglo XX- dos clases sociales: la urbana de los señoritos
que estudian en Buenos Aires y toman café y hacen tertulia una vez al mes; y la rural,
periférica que vive sobre los márgenes del río y mantienen vivos costumbres, ritos,
leyendas. Con los mitos reactualizan en la fiesta del carnaval el sentimiento de sus
ancestros.

En dos mil quince, otros críticos señalan la presencia de estas diferencias


sociales en el contexto de la provincia de Misiones y de aquellas que aun viven en la
periferia del país o de las grandes ciudades. Para Ciria Alberto (1983, p.277): “…gran
parte de las clases medias y altas urbanas, resulta póstuma la encarnación de la
barbarie sarmientina lavándose “las patas en las fuentes” (Cita al pie). Otros como
Mario Margulis, Marcelo Urresti, Hugo Lewin y otros (2010), señalan:
En Buenos Aires anidan distintas formas de discriminación y exclusión…hacia la
población caracterizada por sus rasgos mestizos…El tema no se refiere
exclusivamente a Buenos Aires; afecta con distintos modos e intensidades a todo el
país, y no sería demasiado aventurado afirmar que incluye a toda América Latina
aunque con distintas modalidades locales.”
(Racismo en la ciudad blanca, p. 95)

Los orígenes del sujeto literatura argentina se nutren de múltiples posibilidades


temáticas, genéricas, espaciales, entre otras no menos importantes, que marcan su
inicio desde mediados del siglo XVI al primer cuarto del XIX.

Entre los debates sobre esta cuestión citamos a autores como Barcia Luis Pedro,
Prieto Martín, Cella Susana. Nos interesa para el análisis que queremos realizar en el
presente trabajo, la mirada puesta en el papel de la ficción entre los dos centenarios.
Particularmente sobre dos géneros literarios: el realismo y el fantástico. Qué
relaciones se establecen en el contexto de su producción en torno del Centenario,
donde se consolidan y definen sus características que “signarán, en gran medida, la
producción literaria posterior en la Argentina…” (Da Ré, Esteban D. en Cella Susana,
2010,132).

En la introducción de Imágenes, poéticas y voces en la literatura argentina:


fundación e itinerarios, Susana Cella considera que es pertinente considerar el
discutido término de “ficción” en su sentido más afinado y que se relaciona con la
capacidad de “…forjar/forjarnos modos de comprensión… de la múltiple realidad, de
intentos de búsqueda de aquello que, en tanto verdad, sentimos, creemos
verdadero…” (Cella, 2010:12). Para la autora, la literatura con sus propios modos de

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ficcionalizar contribuye al entramado discursivo que construye imaginarios de época,
su relación con otros discursos sociales y sus particulares modos de figuración. En el
contexto del Bicentenario, la crítica literaria, propone con la revisitación de la literatura
argentina, la búsqueda de indicios de una totalidad que en el transcurso de doscientos
años se perciben como marcas, trazos que refulgen sobre la cultura argentina en la
búsqueda de respuestas a determinadas problemáticas o bien en la instauración de
sentidos y lo que esto trae consecuentemente: confluencias y disidencias de visiones y
fundamentos.

La propuesta de nuestro análisis se enmarca desde la tradición del relato


fantástico en un recorrido por el realismo de principios del siglo XX en el que se
insertan las ficciones literarias sobre los tipos humanos emergentes en la literatura de
Misiones, hasta las nuevas incursiones creadas en el género fantástico. Con algo de
audacia, es posible afirmar que, desde textos fundacionales, la problemática del
hombre de la periferia –la chacra, el monte, la picada-, su trabajo, su cultura, sus
valores, su identidad- se encuentra atravesada por la tensión entre estas opciones
formales: si bien el texto de Areu Crespo, por ejemplo, pretende dar cuenta de la
totalidad social al modo realista, esa totalidad representada se encuentra fracturada y
articula una contraposición de órdenes: una de sus partes se configura como
monstruosa y asedia victoriosa a la normalidad.

El Realismo y El Fantástico: opciones formales

Lucila Pagliai de la Universidad Nacional de Quilmes señala que a mediados del


siglo XIX, luego de los años de luchas y triunfos, el movimiento romántico europeo
había llegado a un punto de agotamiento en el que la cultura burguesa había
impuesto sus normas de época. Además la Revolución Industrial había propiciado el
surgimiento del proletariado urbano y el positivismo aparecía como la doctrina
filosófica del progreso, los avances científicos y las transformaciones sociales. Surgía,
también el Realismo en la literatura.

Los escritores que adherían a este movimiento se propusieron reflejar el medio


como ellos lo veían y no ocuparse de hechos y personajes idealizados como lo habían
hecho los románticos. En ese marco, señala la autora, continuó el interés por los
temas locales, aunque surgieron análisis desde un fuerte romanticismo hacia el
análisis psicológico y la conducta de los personajes marcado con un determinismo
biológico y social. Los intelectuales conservaron la distancia objetiva y el compromiso

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con la denuncia aunque introdujeron el uso del estilo indirecto libre. Esto permitió a los
escritores realistas incorporar en su escritura la introspección de los personajes y
reflexiones convincentes sobre actitudes y limitaciones sin abandonar el tono objetivo.
En este marco, hombres y mujeres comunes son representados en sus grandezas y
miserias como juguetes del destino enfrentados a su falta de oportunidades y de
poder, su mediocridad, las marcas de su origen o la mala suerte.

En la Argentina y en Misiones el surgimiento de este movimiento coincide con el


asentamiento institucional de los países hispanoamericanos (1880-1900). Es el
momento del gran aluvión inmigratorio europeo y de la puesta en práctica del modelo
agro-exportador de la década de 1880. Misiones, particularmente recién es
considerada parte del territorio nacional hacia 1881. De todas maneras, los conflictos
sociales, los vaivenes económicos, las peculiares relaciones interpersonales que
engendran los valores elitistas de las nuevas sociedades se integran en las
creaciones simbólicas de la época.

Es apropiado en el marco de esta propuesta escritural considerar los aportes de


la bibliografía de la Doctora Soledad Quereilhac Cuando la ciencia despertaba
fantasías. Específicamente, las confluencias del género fantástico del siglo XIX en el
contexto sociocultural del Río de la Plata. Sin ninguna duda, las obras literarias de
este periodo señalan interrogantes vitales donde los personajes poseen facultades
ampliamente desarrolladas: seres de existencia real que sueñan con sus dobles en
dimensiones temporales simultáneas, de tal manera que en la ficción de estos mundos
extraños o subterráneos todos los hechos son posibles.
Al respecto Quereilhac (2016:161) en el capítulo El origen de una forma. La
fantasía científica, señala:
“…Estos subtítulos daban nombre a una forma nueva en la literatura
argentina que demandaba ser definida con categorías compuestas: “la
fantasía”, en primer lugar, en alusión a una ya existente tradición del relato
fantástico iniciada por E.T.A. Hoffmann y Edgar Alan Poe, y en segundo
lugar, las adjetivaciones “científica” y “espiritista” que buscaban aclarar que
no se trataba de un vago ejercicio de la imaginación, sino de ficciones
atentas a las ciencias y seudociencias de la época…La fantasía científica y
la fantasía espiritual eran aquí subtítulos que terminaron por definir juntos y
de manera complementaria una novedosa modalidad de lo fantástico
rioplatense, profundamente deudora de los nuevos misterios inaugurados
por las ciencias”.

Las características del realismo en Misiones


En la provincia de Misiones, Guillermo Kaúl Gründwald en el prólogo de Historia
de la literatura de Misiones (1615-1965) señala:

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“Objetivar trescientos cincuenta años (1615-1965) de la cultura
literaria de provincia como Misiones no es tarea fácil, si se tiene en
cuenta que esta tierra colorada ofrece rasgos geográficos, históricos,
socioculturales, lingüísticos y demográficos que le son propios frente
al contexto territorial del resto del país”. (Gründwald, 1996:9)

El crítico agrega que en lo relativo a contenidos literarios, también Misiones


brinda temas exclusivos tales como la explotación de los yerbales y la madera en la
selva donde aparecen tipos humanos en situaciones límites retratados por Horacio
Quiroga. Seres o semihombres que buscan redimirse en la paz de la selva misionera.
En Los desterrados leemos esta problemática:

La literatura de Misiones presenta otra singularidad, destaca Gründwald, la de


haber sido escrita en casi su totalidad por hombres e intelectuales llegados de otras
latitudes del país o del extranjero. Histórica y políticamente, hay hechos que marcan
dramáticamente a la provincia por tratarse de un territorio que debió sucumbir a
vicisitudes propias y ajenas.

La obra del citado autor presenta una metodología que enmarca el hecho
literario con los hechos históricos y cronológicamente, la vida y obras de los autores
de la provincia. Elige el criterio de época para dividir la historia de Misiones en dos
etapas: Época Hispánica de 1615 a 1810 y Época Nacional de 1810 a 1965.

Lo que nos interesa del análisis del presente autor, no es estudiar su obra sino
tomar aportes que sirvan a nuestro trabajo. Esto es, rastrear los tipos humanos
emergentes en la literatura de esos periodos y de qué manera son representadas sus
vicisitudes entre el realismo y el fantástico.

Habiendo considerado dos formas vitales desde aportes teóricos diferentes,


haremos un recorrido en la búsqueda de estas formas a través de la literatura de
Misiones.

Si comparamos la metodología que propone el autor citado con la que determina


Barcia Luis Pedro (1999) en Historia de la historiografía literaria argentina, hay
coincidencia, ya que este último considera:
“La prehistoria correspondiente a nuestra historia literaria se extiende por un lapso que
va desde mediados del siglo XVI hasta el primer cuarto del XIX…Así recordemos que
el primer poema compuesto en lo que se llamará la Argentina, región del Plata o Reino
de Nueva Vizcaya…al llamado “Romance elegíaco” del clérigo don Luis de Miranda…”
(1999:29)

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Grünwald sostiene que los jesuitas fueron los más destacados fundadores de
pueblos y quienes contribuyeron a su progreso y cultura en América desde 1585 a
1767. Entre los primeros autores jesuitas señala a Antonio Ruiz de Montoya (1585-
1652) quien había nacido en Lima, de padres andaluces, de carácter retraído y
proclive a la mística. El crítico misionero sostiene que la escritura de Montoya
emociona y sus relatos cobran dimensiones dramáticas y épicas. En el análisis
propuesto en esta monografía podemos decir que en el siguiente fragmento hay ecos
de realismo, aunque también de una monstruosa anormalidad propia de estos lugares
selváticos:

“Llenóse unas de estas balsas de gente, y apenas hubo comenzado a caminar


cuando se volcó, deslizándose de sí toda la gente que salió a nado. Solo una
mujer que llevaba en brazos dos gemelos de teta, hijos suyos, se fue luego á
pique á vista de dos Padres que allí estábamos. Mi compañero dio voces a los
indios que se arrojaron a buscarla. Hay por aquel río unos peces que los
naturales llaman culebras grandes, que hemos visto tragarse hombres enteros,
y enteros volverlos a echar, pero quebrantados los huesos como si con piedras
los hubiera quebrado…Confieso que me estremecí con un dolor intenso…” (La
Conquista Espiritual. Cap. XXXVIII)

Haydeé Flesca (1970:16,17) destaca que hasta llegar a Eduardo L. Holmberg


que manifiesta una coherencia en la veta fantástica, solo se hallan algunos
antecedentes que se remontan a los cronistas del siglo XVI. Así en La Argentina de
Ruy Díaz de Guzmán, primer autor del Río de la Plata, hay testimonios de la
presencia de amazonas “de un solo pecho”, gigantes y pigmeos “que habitan debajo
de la tierra y salen en los campos rasos…”.

Estos primeros antecedentes de los tipos humanos en el marco de las primeras


publicaciones se pueden completar en la provincia de Misiones con relatos de autores
de los primeros textos fundacionales.

Colonización de Misiones. Época Nacional (1810-1965)

En la Argentina y en Misiones el surgimiento del Realismo y del Fantástico


coincide con el asentamiento institucional de los países hispanoamericanos (1880-
1900). Es el momento del gran aluvión inmigratorio europeo y de la puesta en práctica
del modelo agro-exportador de la década de 1880. Misiones, particularmente recién
es considerada parte del territorio nacional hacia 1881. De todas maneras, los
conflictos sociales, los vaivenes económicos, las peculiares relaciones interpersonales
que engendran los valores elitistas de las nuevas sociedades se integran en las
creaciones simbólicas de la época.

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Desde la mirada de Leopoldo Lugones quien llega a visitar Misiones
acompañado por Horacio Quiroga, los seres que emergen agobiados por las
circunstancias históricas son los jesuitas y los indios guaraníes. En El Imperio
Jesuítico (1904), Lugones señala que “La humanidad y la civilización tienen que estar
con los jesuitas en esta lucha, pues ellos representaban la defensa del débil contra
semejantes hordas de facinerosos sin ley…” (Grünwald, pág.109).

Para el crítico misionero, los intelectuales que llegaban en este periodo lo hacían
con fines turísticos, otros en misión científica y quienes simplemente buscaban la paz
y tranquilidad de la selva. En la provincia, como en América y Europa se imponía el
pensamiento liberal y en el campo de las letras se navegaba entre el realismo
naturalista y el modernismo.

Hacia los primeros años del periodo 1910-1925 se inicia una literatura de
protesta. El toque de alarma es el Alto Paraná donde había yerbales todavía sin
explotar y abundante madera de ley que invitaban a la explotación del peón rural, a la
fiebre del “oro verde” y al desmonte de la selva. Paradójicamente, Posadas crecía
bajo el influjo de empresarios, empleados públicos, políticos y profesionales que
venían a afincarse y propiciaban la creación de escuelas primarias y secundarias, así
como el nacimiento del periodismo posadeño. Autores como León Naboulet, Julián S.
Bouvier y otros llegados de Buenos Aires y La Plata adhieren a una ideología
socialista que hace que inicien su prédica combativa contra los amos del Alto Paraná.
El indio, el peón rural emergen como seres explotados y desprotegidos por el
gobierno provincial. León Naboulet, intelectual francés citado por Grünwald (1970:115)
relata lo siguiente:

“…Se los apaleaba, se los ataba a los troncos de los árboles y se les dejaba
ahí toda la noche, llegando algunos por estos procedimientos, a perder uno
o ambos brazos; se les colocaba por días y semanas, en el cepo de lazo sin
darles siquiera de comer. ¡Y cuántas atrocidades! ¡Cuántos vejámenes
miserables y salvajes” Desaparecían los hombres de los obrajes, como si se
los hubiera tragado la tierra, quedando el secreto entre los garabatos del
bosque impenetrable…” (La vanguardia, 6 de agosto de 1908)

Estos primeros antecedentes de los tipos humanos en el marco de las primeras


publicaciones se pueden completar en la provincia de Misiones con relatos de autores
de los primeros textos fundacionales. Preliminares de lo fantástico en autores del
periodo jesuítico, marcan esas huellas, marcas o trazos de una continuidad en el
realismo y en el fantástico. El contexto de producción de estas obras se relaciona con

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la situación socio político y cultural de la región de las Misiones Jesuíticas, donde
padres jesuitas y guaraníes compartían cultura y costumbres a través de la lengua y la
religión.

Las historiadoras María Angélica Amable, Karina S. Dohmann y Liliana Mirta


Rojas en su libro Con la marca de la historia. Aportes a la construcción de la identidad
Montoya (2016:46) en su análisis de la obra mencionada del autor jesuita, señalan:
“Como obra histórica es difícil hallar la objetividad en la información, ya que
más que colocarnos ante los sucesos en sí el relato de Montoya nos
contagia el entusiasmo apostólico abriendo lo cotidiano a fuerzas
misteriosas o trascendentes. Los misioneros que actuaron en este tiempo lo
hicieron imbuidos de espiritualidad; estaban expandiendo las fronteras de la
cristiandad y eran sensibles a los milagros, apariciones, resurrecciones y
esto se refleja muy bien en la obra que es un testimonio de la mentalidad de
la época”

En el recorrido de los tipos emergentes en la literatura de Misiones, Grünwald


destaca la narrativa de Horacio Quiroga y considera que fue precursor de la ciencia
ficción, del realismo mágico y hasta del surrealismo, y como a Lugones, también le
apasionaron “las fuerzas extrañas”. Como sucede en el cuento A la deriva, donde se
desarrollan los conflictos del hombre del monte con una naturaleza extraña y
avasallante. Para Martín Prieto en Breve historia de la literatura argentina (2010:191)
“…las sombras, lo negro y lúgubre del agua del río encajonado…”, remiten a la idea
de la muerte y acompañan después la mejoría y el estado de exaltación que
manifiesta el agonizante poco antes de morir con una resolución desconcertante e
insólita que conforma una tradición de creación imaginativa e ingeniosa.

Alfredo Varela y Areu Crespo, autores que se inscriben en una narrativa de


denuncia y alegato en defensa de la clase menesterosa contra los amos del Paraná,
narran escenas macabras cuyos personajes tienen base histórica en la Bajada Vieja
(Puerto de Posadas). Son los tipos emergentes: patrones, capangas mensúes y
prostitutas.

Bajada Vieja (1959), novela urbana que pertenece al periodo de la Época


Nacional señalado por el crítico literario Guillermo Kahul Grünwald, plantea dos temas.
Un triángulo amoroso y de pasiones que gira alrededor de Silvino Cardoso y Olinda,
personajes tipos de la periferia de Posadas. Él pescador; ella, mujer de la noche en
las bailantas de la Bajada Vieja, está acompañada por el paraguayo Encarnación
Ramírez. Romero, estudiante que vive en el centro de Posadas, formará parte de un
triángulo de pasiones y antagonismos. Así Olinda conoce a Cardoso, se enamoran y

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viven juntos frente a los celos del paraguayo. Por otra parte, en las fiestas del carnaval
se enfrentan dos comparsas capitaneadas por los hombres mencionados. En la
competencia que se desarrolla alrededor de la Plaza 9 de Julio, resulta ganadora la
comparsa del paraguayo Ramírez. Los hombres se enfrentan en una de las bailantas y
Cardoso mata al paraguayo, luego hiere a Romero cuando descubre que su mujer
está en amores con él. Huye a la selva, lugar de purificación del asesinato. Romero
inmerso en el alcohol y los celos por la mujer representa la pasión desmedida del
hombre de la ciudad. Muere a causa de un “payé” y carbonizado. Finalmente Cardoso
y Olinda se reencuentran e inician una nueva vida. Del mismo modo que los cuentos
de Horacio Quiroga, la selva, el monte y sus arrebatos fantásticos envuelven
extrañamente a Silvino Cardoso, pescador de Posadas:
“El sol del atardecer resbalaba sobre el pasto y coloreaba intensamente los
árboles que estaban enfrente. Le dolían la cabeza y los ojos…estaba parado
un hombrecillo muy pequeño…Sentía una atracción inexplicable por ese
hombrecito; tal vez la misma que sentían los gurises que se internaban en la
selva, guiados por su silbo, para tener el castigo que merecían por dar
muerte a los pájaros…” (Areu Crespo, 1986:107)

El estudio de Grunwald llega hasta 1965 y se cierra con un renacimiento cultural


que será canalizado a través del Instituto Superior del Profesorado Antonio Ruiz de
Montoya fundado por el obispo de Misiones, Monseñor Jorge Kémerer. Para
Grünwald la actividad cultural de la provincia se caracteriza de cierto individualismo
basado en un autodidactismo propio del aislamiento local.

Siglos XX y XXI. Los tipos humanos emergen entre dos géneros

El Territorio –el diario del nordeste argentino fundado en Misiones a principios


del siglo XX lanza en 1992 una Colección de Cuentos de Autores de la Región
Guaraní –Argentina-Brasil-Paraguay-. El propósito de la publicación tiene como
objetivo aportar a la comunidad elementos que contribuyan a consolidar el proceso
educativo y estimular la difusión cultural de la región, en el marco de integración entre
los países que conforman el MERCOSUR. De esta colección tomamos a Thay
Morgenstern, lugareño y fiel a su dignidad provinciana escribe El pozo donde
transmite su preocupación por el desmonte continuo de las araucarias. Los tipos
humanos emergentes esta vez son hombres, mujeres y niños que quieren derrumbar
el árbol para apoderarse de sus semillas. La voz del narrador omnisciente transmite
en la historia la confesión del autor: “En los montes de mi pueblo alguna vez cometí la
barbaridad de derrumbar árboles sin volver a plantarlos” (Morgenstern, 1992:1). La

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realidad de su confesión se inscribe en un discurso narrativo que señala la extrañeza
del lugar y de sus raros habitantes:
“No sólo debían luchar contra los espíritus de pájaros y animales que
rondaban con su pena por un territorio árido, sin poder hallar la vía de
acceso a otros cielos. También estaban obligados a soportar sonidos tan
estridentes como desgarradores, que eran emitidos por entes que actuaban
en representación del Hacedor. Estos seres adoptaban diversas y
fantásticas formas hasta que en su embestida final se convertían en una
suerte de machetes de fuego que atravesaban a una velocidad increíble
todas las cosas despedazándolas. Caballos verdes con cabezas de peces…
mariposas dementes con garras…” (Morgenstern,1992,7)

Hugo Wenceslao Amable y Sebastián Borkoski incursionan en el relato


fantástico donde los hechos y personajes tienen una explicación racional. El primer
autor, entrerriano, publica el cuento Nosotros usamos corbata en la colección de El
Territorio antes mencionada.
En la historia del cuento, la voz narradora, que relata el descenso de naves con
extraterrestres en el fondo del patio de una oficina pública atestado de yuyales, busca
explicaciones comparativas acerca de los objetos que observa. Del mismo modo,
cuando entabla un diálogo con esos seres extraños, lo hace naturalmente:
“Fue en ese fondo donde descendieron los extraterrestres. Hubo indicios
previos al descenso definitivo…Los extraterrestres descendieron en uno de
esos aparatos que tantas veces hemos visto en el cine y la televisión…
Nos tenían computarizados de los pies a la coronilla…Sabían de nuestros
gustos, de nuestra manera de ser, de nuestras costumbres. Solo se les
había escapado un detalle: la corbata ¡Fíjese usted!” (Amable, pág.7)

En el análisis de Quereilahc sobre este modo de narrar lo fantástico leemos que


las fantasías científicas construyen sus casos sobrenaturales o anormales sobre la
base de una inseparable hibridación de la ciencia con los ocultismos, de lo material
con lo espiritual y sobre todo se nutren de lo fantástico vulgarizado. Ese fue el patrón
dominante entre 1875 y las primeras décadas del siglo XX.
Sin embargo, en la búsqueda de ideologemas, de respuestas en el contexto de
producción de la historia, podemos suponer las costumbres de los empleados
públicos de la época: un trabajo automatizado en espacios automatizados, tanto que
los yuyales, los desperdicios atestan el lugar –que no es propio-. La corbata, como
elemento unificador del trabajo –impropio porque es impuesto por el Estado “como
administración y control nacional”- no es reconocida por los extraños seres quienes
viven extrañamente libres en el universo, con otras leyes, con otras costumbres.

Sebastián Borkoski, escritor lugareño y nieto de inmigrantes europeos continúa


con la tradición de narrar estas historias de protesta, aunque no desde la mirada de

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un narrador objetivo, sino que deja a la especulación del lector del siglo XXI, su
propuesta literaria. Aunque el narrador omnisciente no narra desde el realismo
naturalista, presenta la historia olvidada de los hombres del monte bajo las
características del género fantástico. Así el secreto de estos personajes explotados
reaparece como advertencia hacia todos aquellos hombres que actúan desde el error
aristotélico. En el cuento Los hombres bajos del libro Los hombrecitos blancos,
leemos:
El cuento presenta las características del relato fantástico en el tema del “yo” y
“no yo”. El tema del otro, la otredad reaparece como monstruosa anormalidad.
El pescador del cuento –signado por la pasión y el desenfreno hacia las
mujeres- recibirá una advertencia.
“…Sintió un fétido aliento que emergía de la boca bordeada de gruesos
labios azulados…Los diablos blancos…lo habían dejado atado a un sauce
en la costa del río…Impedido de hacer cualquier cosa que lo calmara,
navegó en la barca de su conciencia por los monótonos recuerdos que
llenaban su pecho de un aire irrespirable…” (Borkoski, 2016:70)

El narrador del cuento señala que esos seres sobrenaturales que se encuentran
a mitad de camino entre el cielo y el infierno, condenados a vivir entre los humanos,
habían salvado y perdonado el alma del pescador “del abismo al que se dirigía en
galope desbocado” (Borkoski, 2016:72). Sin embargo, el relato insólitamente busca
antecedentes del por qué del hecho a través de un narrador testigo que se dirige al
Juzgado del pueblo. Encuentra documentos que prueban el maltrato y la muerte de
varias generaciones del peón rural –el mensú- muertos en iguales circunstancias de
explotación y huida:
“Con cálculos certeros, recordando la fecha de los documentos del juzgado,
puedo suponer que Sabino Pro encontró a la cuarta generación y
probablemente algunos pequeños miembros de la quinta…Reconocieron a
ese ser de piel dorada por los rayos solares; era de los otros, habitante del
día. El mismo tipo de personas que había maltratado a sus ancestros y a los
cuales había que temer…
Los diablos blancos existen. Existen porque Pro los ha visto y porque yo
pude justificar su presencia…
Para Sabino Pro no son más que eso y para mí permanecerán siempre como fuente de
mi extraña e inagotable fascinación” (Borkoski, 2016:79)

Otro pescador –Silvino Cardoso de Bajada Vieja- cometerá el error de la pasión


y el asesinato a mansalva. Ambos son introducidos en los caminos del laberíntico
monte donde comprenderán sus errores luego de superar sinuosos y aterradores
obstáculos. Ambos regresarán del vientre de la ballena –el monte impenetrable- y
habrán aprendido de la dolorosa explotación del hombre por el hombre.

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Indios, trabajadores rurales, pescadores, tareferos, cazadores, inmigrantes, las
mujeres, son los tipos humanos emergentes de una literatura de provincia que se
inicia con la denuncia por los abusos y continúa aunque desde la mirada de géneros
literarios diferentes.

Con el fin de reflexionar sobre las problemáticas del hombre de la periferia –la
chacra, el monte, la picada- su trabajo, su cultura, sus valores, su identidad, tomamos
los aportes de Héctor Eduardo Jacquet en Un lugar para las identidades provinciales
en el imaginario nacional (2008).
El artículo de Jacquet forma parte de una compilación titulada Nación y
diversidad. Territorios, identidades y federalismo (2008). Claudia Briones y José Nun –
compiladores- dialogan con distintas posturas sobre alteridad y diversidad en el marco
de búsqueda del concepto de nación en el siglo XXI. Así Jacquet considera:
“Justamente la inclusión que hace Briones de las provincias como
formas de estatalidad locales y como espacios de recreación de
alteridad propias, permite advertir que existen formas provinciales de
“ser nacionales”. Las provincias constituyen continentes donde se
inscriben narrativas específicas sobre la nación que muchas veces
resultan contrapuestas al esfuerzo homogeneizante y uniformador del
Estado nacional” (Nun José, Briones Claudia:2008, 74-75)

Por ello, vale la reflexión de equilibrar propuestas de integración y aceptación del


otro por el otro, del Estado y las provincias. Esto en el marco del análisis propuesto en
el presente trabajo, es decir en la búsqueda de respuestas a las problemáticas socio-
culturales y políticas en las que están inmersos los tipos humanos de Misiones. La
literatura realista y fantástica pretenden

}dar respuesta a los interrogantes en la relación ficción e ideologemas entre dos


centenarios.

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