Lopez Anguiano El Caballero de Olmedo
Lopez Anguiano El Caballero de Olmedo
Lopez Anguiano El Caballero de Olmedo
2
Marín, 1965, p. 6.
3
Pérez, 1970, p. 20.
4 Arellano, 2012. p. 376.
5 «Dividido en dos partes el asunto, / ponga la conexión desde el principio, / hasta
que vaya declinando el paso, / pero la solución no la permita / hasta que llegue a la
postrera scena» (Lope de Vega, Arte nuevo, vv. 231-235).
«ESTRUCTURA INTERNA, ESPACIOS DRAMÁTICOS Y MOTIVOS SIMBÓLICOS…» 205
Los espacios dramáticos, según explica Francisco Sáez, son «la ma-
nera específicamente teatral de representar los espacios ficticios del ar-
gumento en los espacios reales disponibles para su escenificación»8. Es
decir, el espacio dramático «designa a todo el espacio imaginario cons-
truido a partir del texto, evocado por él, esté o no esté figurado sobre
la escena»9. Don Alonso se traslada de Olmedo a Medina para ver a
doña Inés. La casa de doña Inés y el camino entre Medina y Olmedo
constituyen, por tanto, los espacios dramáticos principales. Al prota-
gonista, don Alonso, lo acompaña en todo momento su criado Tello.
De hecho, el único viaje en el que no va con él es el último de todos,
cuando don Alonso se marcha a Olmedo para tranquilizar a sus padres
después de su intervención en la fiesta de toros. En los demás momen-
tos, Tello está presente y representa la figura del gracioso. Al tratar el
espacio itinerante en la comedia barroca, Javier Rubiera señala preci-
samente la importancia de esta figura para cambiar de espacio dramá-
tico:
por lo que los espacios dramáticos se mueven entre la casa de doña Inés
y la posada o lugar donde está don Alonso. En el segundo acto es Tello
quien cumple esta función, quedando don Alonso en Olmedo y acce-
diendo el criado a casa de doña Inés para trasmitirle los amores de su
amo. Es decir, a partir de la figura de Fabia y de Tello se da continuidad
a la acción sin dejar la escena vacía.
En lo que se refiere a las figuras graciosas, además de servir de enlace
entre escenas, funcionan como fuente de comicidad, una comicidad
que terminará tiñéndose de misterio —en el caso de Fabia— y de tris-
teza —en el de Tello—, a partir de un contrapunto con escenas más
oscuras que se irán intensificando. Siguiendo un análisis acto por acto,
se puede decir que en la primera jornada la figura graciosa ha sido
Fabia, que se comporta a modo de celestina. De hecho, el primer mo-
mento de oscuridad en la obra no se produce hasta que se ausenta ella,
por la noche, cuando en lugar de darse el encuentro entre los amantes
en la verja de la casa de la amada se da el encuentro entre los rivales.
A pesar de que se cierre este primer acto con la luz del día siguiente,
cuando Fabia tranquiliza a doña Inés y le explica la equivocación ocu-
rrida al asistir don Rodrigo y don Fernando a la verja, el acto termina
con la primera alusión a la coplilla anunciante de la tragedia por refe-
rirse a don Alonso como «la gala de Medina, / la flor de Olmedo».
Aunque en el segundo acto se recupere el tono cómico a partir de
la figura de Tello, quien se hace pasar por profesor, y a partir del en-
gaño de doña Inés a su padre para que no la case con don Rodrigo,
diciéndole que va a meterse monja y que Fabia —figura que es un
claro homenaje literario a la Celestina— la va a preparar para ello como
maestra de virtudes, se empiezan a intercalar escenas de oscuridad y de
tensión cada vez más intensas. Estas escenas son, por un lado, los mie-
dos de Tello al comienzo del acto por ser don Alonso forastero en
Medina y tener ya doña Inés un pretendiente anterior; por otro lado,
la conversación entre don Rodrigo y don Fernando planeando pedir
matrimonio a doña Inés antes de que lo haga don Alonso (y verbali-
zando ya la idea del asesinato del rival); y, por último, el augurio con
el que termina el acto, cuando don Alonso cuenta a Tello el mal pre-
sagio de su sueño antes de partir hacia Medina para las fiestas de la Cruz
de mayo. A pesar de restarle importancia y decir que, como caballero
cristiano, no cree en tales premoniciones, los últimos versos de la jor-
nada, con alusiones a la muerte, no consiguen disipar el melancólico
ambiente que se ha creado:
208 M.ª EUGENIA LÓPEZ ANGUIANO
15
La capa es el elemento visual que lo identifica como caballero; para el simbo-
lismo de la caída del caballo, ver Valbuena Briones, 1962.
«ESTRUCTURA INTERNA, ESPACIOS DRAMÁTICOS Y MOTIVOS SIMBÓLICOS…» 211
3. Final
En conclusión, El caballero de Olmedo es una muestra de la fuerza y
unidad que la cultura popular han aportado a la literatura desde sus
orígenes, dado que, con la recreación de la historia de una conocida
Bibliografía
ARELLANO, Ignacio, et al., Historia de la literatura española, 2. Renacimiento y
Barroco, León, Everest, 2010.
18 Marín, 1965, p. 1.
«ESTRUCTURA INTERNA, ESPACIOS DRAMÁTICOS Y MOTIVOS SIMBÓLICOS…» 213
ARELLANO, Ignacio, Historia del teatro español del siglo XVII, Madrid, Cátedra,
2012 [1995].
BLECUA, José Manuel, «Introducción» a Lope de Vega, El caballero de Olmedo,
Zaragoza, Ebro, 1941, pp. 14-25.
CASTRO, Américo, «El Caballero de Olmedo», en Essays on Hispanic Literature
in Honor of Edmund L. King, London, Tamesis Book Limited, 1983, pp.
31-44.
ENDRESS, Heinz-Peter, «La creación de una obra maestra: El caballero de Ol-
medo. Una tentativa de reconstrucción», en Edad de Oro Cantabrigense. Ac-
tas del VII Congreso Internacional de la Asociación Internacional del Siglo de Oro
(AISO), Madrid, AISO, 2016, pp. 201-205.
GÉRARD, Albert S., «Baroque Unity and the Dualities of El caballero de
Olmedo», The Romanic Review, 56.1, 1965, pp. 92-106.
MARÍN, Diego, «La ambigüedad dramática en El caballero de Olmedo», Hispa-
nófila, 24, 1965, pp. 1-11.
PÉREZ, Joseph, «Introducción» a Lope de Vega, El caballero de Olmedo, Ma-
drid, Castalia, 1970, pp. 7-21.
REY HAZAS, Antonio, «Algunas precisiones sobre la interpretación de El ca-
ballero de Olmedo», Edad de Oro, V, 1986, pp. 183-202.
RICO, Francisco, «Introducción» a Lope de Vega, El caballero de Olmedo, Ma-
drid, Cátedra, 1992, pp. 13-94.
RUBIERA FERNÁNDEZ, Javier, La construcción del espacio en la comedia española
del Siglo de Oro, Madrid, Arco/Libros, 2005.
SÁEZ RAPOSO, Francisco (ed.), La creación del espacio dramático en el teatro espa-
ñol entre finales del siglo XVI y principios del XVII, Vigo, Editorial Academia
del Hispanismo, 2014.
UBERSFELD, Anne, Semiótica teatral, Madrid, Cátedra, 1993.
VALBUENA BRIONES, Ángel, «El simbolismo en el teatro de Calderón. La
caída del caballo», Romanische Forschungen, 74, 1-2, 1962, pp. 60-76.
VEGA, Lope de, Arte nuevo de hacer comedias [1609], ed. de Enrique García
Santo-Tomás, Madrid, Cátedra, 2006.
VEGA, Lope de, El caballero de Olmedo, ed. de Francisco Rico, Madrid, Cáte-
dra, 1992.
ZAMORA VICENTE, Alonso, Lope de Vega: su vida y su obra, Madrid, Gredos,
1961.