Antonio Escohotado

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ntonio Escohotado Espinosa (Madrid, 5 de julio de 1941-Ibiza, 21 de noviembre de

2021)12 fue un filósofo, jurista, ensayista y profesor universitario español cuyas


obras, si bien centradas principalmente en el derecho, la filosofía y la
sociología, han abordado una gran variedad de campos. Obtuvo notoriedad pública por
sus investigaciones acerca de las drogas y sus conocidas posiciones
antiprohibicionistas. El leitmotiv de su obra es, de la misma manera, una
afirmación de la libertad como antídoto frente al miedo o las coacciones que
empujan al ser humano hacia toda clase de servidumbres.

Índice
1 Resumen de su trayectoria intelectual
2 Una conciencia infeliz en el franquismo
2.1 De Brasil a España
2.2 Publicaciones iniciales
3 Ibiza y la metafísica
3.1 Realidad y sustancia
3.2 Amnesia, Rameras y esposas y un auto de procesamiento
3.3 Docencia, investigación y polémicas
4 Historia general de las drogas
5 Hacia la obra de madurez
5.1 El espíritu de la comedia
5.2 Retrato del libertino
5.3 Caos y orden
5.4 Sesenta semanas en el trópico
6 La investigación sobre el movimiento comunista: Los enemigos del comercio.
Una historia moral de la propiedad
7 Una historia del pensamiento
8 Obras
9 Notas y referencias
10 Enlaces externos
Resumen de su trayectoria intelectual
Escohotado declaró más de una vez «no tener otro estímulo que la autoaclaración, ni
brújula distinta de averiguar cómo nace y acaba cada cosa».3 Según él, su obra se
ha desarrollado como un proceso de autoaprendizaje de la variedad de temas que
aborda aplicando un método de análisis genealógico, un enfoque histórico que
organiza cronológicamente la información y recela de las taxonomías.

Durante los años 60 se formó como jurista y filósofo en la corriente raciovitalista


de Ortega y Gasset y de Zubiri —influido por los conceptos de razón vital y razón
histórica—, a través de los cuales accedió al conocimiento de Freud y sobre todo de
Hegel, cuya filosofía de la religión analizó en su tesis doctoral La conciencia
infeliz (1972). Esta obra junto con Realidad y sustancia (1985) —una incursión en
el campo de la lógica y metafísica pura— ponen los cimientos de una sólida base
filosófica sobre la que se asienta el resto de su producción intelectual. Con De
physis a polis (1975) se remontó además a los pensadores presocráticos, mientras
que a la vez jugaba un papel protagonista en el surgimiento de la isla de Ibiza
como foco contracultural en la España del final del franquismo y el despertar
democrático, al fundar la discoteca Amnesia (1976). Con el paso de los años
evolucionó, de una mayor aplicación a lo abstracto en su juventud y primera
madurez, hacia un interés creciente por los datos extraídos de la observación de la
realidad más concreta, tomando la opción de «una ciencia observante, arrinconada
hoy por su rama predictiva».4

Desde entonces y hasta hoy se ha dedicado a estudiar y divulgar el origen y la


evolución de entidades humanas impersonales que representan la complejidad
propiamente dicha, «que no son ni sujetos volitivos ni objetos inertes, sino seres
de tercer tipo —como el entendimiento humano, la familia o la economía política—,
resultado de concurrir ilimitadas acciones individuales en algún orden no planeado
a priori».5 Este interés por la realidad como principio emancipador del simplismo
sitúa la obra de Escohotado en el gozne entre la ontología y las ciencias del
Hombre —según la expresión de Hume—: su perspectiva interdisciplinar combina una
gran diversidad de saberes e intereses desde una posición humanística. Partiendo de
la lógica y la metafísica, se interna en la epistemología y la teoría de la
ciencia, para derivar después hacia fenómenos aun más propiamente humanos, como la
economía y el poder político, los mitos de género y las costumbres familiares y
sexuales, o las modalidades de la ebriedad. El impulso común en todos estos campos
es una afirmación de la libertad humana como antídoto frente al miedo, o a las
imposiciones de autoridades ajenas a la responsabilidad personal.6

A partir de la militancia en la clandestinidad durante el franquismo, sus


posiciones políticas han ido evolucionando hasta llegar a definirse a sí mismo como
«un liberal demócrata», mientras que en su obra maduraba la idea de que «cualquier
utopía política acaba siendo indiscernible de uno u otro proyecto eugenésico,
eufemismo para empresas genocidas».7 Políticamente es un pensador singular en el
panorama español, y no siempre bien comprendido, ya que no se inscribe en el
tradicional eje izquierda/derecha, sino que se centra en la cuestión
libertad/autoritarismo, rechazando el utopismo y el autoritarismo desde posiciones
pragmáticas y racionalistas. Escohotado se convierte para sus coetáneos en
historiador y analista de la actualidad, los usos sociales y la cultura durante la
Transición a través de sus numerosos artículos publicados primero en El País y
después en El Mundo y Diario 16. Por ejemplo, aquellos crímenes de Estado
perpetrados por los GAL son desvelados ante la opinión pública por Escohotado en
tribunas de opinión y ensayos sobre sociología del poder político como Majestades,
crímenes y víctimas (1987), o El espíritu de la comedia, Premio Anagrama de Ensayo
en 1992.

Como autor del libro Historia general de las drogas (1989) alcanzó notoriedad
pública en las últimas décadas del siglo xx por su defensa de posiciones
antiprohibicionistas a través de artículos y apariciones en debates televisados.
Practicó el bioensayo, probando, clasificando y describiendo los efectos físicos y
subjetivos de más de treinta sustancias psicoactivas distintas para la redacción
del manual de uso que tras diversas ediciones acabaría por titularse Aprendiendo de
las drogas (1990-1995). Ha mantenido numerosas polémicas en los medios de
comunicación por sus opiniones sobre temas delicados para la moral, como el propio
consumo de drogas, la prostitución o la eutanasia. Lo mismo que para sus seguidores
significa independencia de criterio o cultivo del libre pensamiento, es considerado
impertinencia intelectual por sus detractores, y en ocasiones ha provocado el
rechazo de ciertos círculos académicos que le han acusado de intrusismo
profesional, por ejemplo, tras la publicación del manifiesto epistemológico
aparecido como Caos y orden, Premio Espasa de Ensayo en 1999.

En el plano profesional se ha desempeñado también como traductor de más de cuarenta


títulos. Entre otros, ha traducido las obras de Newton, Hobbes, Jefferson y
Bakunin, ha divulgado especialmente la obra de Thomas Szasz y la de Ernst Jünger.
Ejerció hasta su jubilación en 2013 como profesor de Filosofía y Metodología de las
Ciencias Sociales en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED.
Hasta hace muy poco ha estado inmerso en el estudio de la historia del movimiento
comunista con la redacción de Los enemigos del comercio. Una historia moral de la
propiedad (2008-2014), una monografía de tres volúmenes. En 2019 se le concedió el
Premio Juan de Mariana por su defensa de la «libertad como respuesta a las
coacciones que acaban sometiendo al individuo a todo tipo de esclavitudes».8

Una conciencia infeliz en el franquismo


De Brasil a España
La familia Escohotado, ubicada desde antiguo en el noroeste de la sierra madrileña,
tiene el primer miembro notorio en su bisabuelo Vicente, que participó en la
Revolución Gloriosa de 1868 y fue alcalde de Galapagar.9 El hijo del anterior y
abuelo de Escohotado, también llamado Vicente, fue uno de los primeros becados del
pueblo para formarse en Leyes,10 y cuando había publicado ya una extensa historia
del teatro en verso, La teatrada,11 junto con varios libros de endechas y
canciones, pasó de procurador a alcalde de El Escorial.12 El sexto de sus hijos,
Román (1908-1970), padre de Antonio Escohotado, empezó votando al socialista Julián
Besteiro y acabó firmando el Manifiesto de la Falange.13 Fue jefe de la secretaría
de Dionisio Ridruejo durante su etapa como director general de Propaganda, dirigió
Radio Nacional desde 1941, obtuvo los principales premios periodísticos (incluyendo
el Mariano de Cavia) y fue agregado de prensa en Brasil desde 1946 a 1956.14

Escohotado habló sobre su interés por el conocimiento en esta época:

Desde muy pronto me atrajeron los volúmenes en principio menos amenos de la


biblioteca familiar, y de cuando era pequeño conservo un cuaderno con el pomposo
título «Historia del pensamiento occidental», en el que copiaba fragmentos de la
obra homónima de Bertrand Russell con pueril seriedad. Estaban a punto de terminar
diez años de vida en Río.15
Al retornar la familia a España, Escohotado experimentó el abrupto contraste entre
el paraíso tropical de su primera infancia y la gris y severa sociedad del
nacionalcatolicismo, lo que le llevó a forjar un espíritu de rebeldía excitado por
el autoritarismo y la represión sexual.

A pesar de haber permanecido en el calabozo buena parte de los dos veranos exigidos
por las milicias universitarias, pues «había convertido la tienda en un seminario
de marxismo y desobediencia»,16 su falta de espíritu militar no le impidió hacer
gestiones para alistarse con el Vietcong17 en su guerra contra Estados Unidos. Una
hepatitis crónica le permitió acortar el periodo de servicio y le obligó a
reflexionar sobre su futuro. Decidió entonces preparar oposiciones compatibles con
el compromiso izquierdista —lo que excluía las de diplomático, carrera a la que
parecía estar naturalmente inclinado por el ejemplo paterno y su formación en
idiomas y cultura general—, y finalmente ingresó en el Instituto de Crédito Oficial
(ICO) en el año 1964 para gestionar el servicio de Fusión y Concentración de
Empresas durante cinco años de bonanza económica.

Empezó entonces a publicar, además de impartir clases prácticas o seminarios en las


facultades de Políticas y Filosofía, donde desarrolló la relación con colegas como
Carlos Moya, Eugenio Trías y Felipe Martínez Marzoa, y descubrió de paso a autores
algo más jóvenes como Savater, Azúa y Echeverría. Unidos de un modo u otro por el
mundo que anunciaban el Mayo del 68 y Woodstock,18 también caldo de cultivo para
núcleos específicamente ácratas como el de Agustín García Calvo, formaron todos
parte de una improvisada «tribu» cuyo sector razonable siguió con sus estudios,
mientras un ala más radicalizada redescubría el terrorismo, y otros como Escohotado
decidieron llevar una vida alejada del consumismo, abrazando de paso lo que se dio
en llamar «la revolución sexual de los 70».

Publicaciones iniciales
Empezó a publicar de la mano de José Ortega Spottorno, que acababa de relanzar la
editorial y reeditar la Revista de Occidente —ambas fundadas por su padre, Ortega y
Gasset—, y fue allí donde apareció el artículo Alucinógenos y mundo habitual,19 su
primera incursión en este campo, que contiene las experiencias descritas por
Michaux y Huxley como referencias más inmediatas. Su reflexión derivó pronto hacia
la realización de una serie de bioensayos, que unas décadas después le llevarían a
componer la primera historia cultural de las drogas y una fenomenología de las
principales sustancias psicoactivas. En estas publicaciones iniciales, Escohotado
mezcla cualquiera de los asuntos tratados con su pasión filosófica del momento, el
estudio de la obra de Hegel y Freud, dos autores que le influirán permanentemente.

Con idénticos mimbres escribe su tesis doctoral, La filosofía moral del joven
Hegel, que presentada en el año 1970 molestó a parte de un tribunal que la recibió
como «apología sobre el maestro de Marx, un protestante por añadidura», provocando
en varias ocasiones la ausencia del cuórum requerido para calificar el trabajo.20
En aquella España algunos se escandalizaban todavía con lo anunciado en la
introducción:

Convertir en concepto (Begriff) lo que el Antiguo y Nuevo Testamento solo ofrecen


como representación (Vorstellung). Para la representación, por ejemplo, la
naturaleza divina de Jesús viene probada por milagros y dogmas, cuando su concepto
apunta más bien a que lo divino y lo humano se pertenecen de modo inseparable, y
eso mismo funda la exigencia de un respeto absoluto entre las personas, en
definitiva los «derechos humanos».
Cuando se publicó —como La conciencia infeliz, ensayo sobre la filosofía de la
religión de Hegel (Revista de Occidente, 1972)—, al pequeño revuelo académico le
sucedió la inclusión de la obra en el Index de textos heréticos, a la vez que
ganaba el premio de la Nueva Crítica, un galardón de vida breve. Cuarenta años
después, recapitulando sobre la investigación, Escohotado sostiene «una distinción
entre espíritu y religión positiva. Al encarnar el desgarramiento entre la vida y
su fósil, el cristianismo sería la realidad captada en forma de fantasía y
viceversa, la verdad extrañada de sí. Fue mi primer contacto con la divergencia
entre intención y resultado».21

Las trabas académicas hicieron que apareciese antes el posterior Marcuse, utopía y
razón (Alianza Editorial, 1968), libro centrado en examinar la compatibilidad de
Marx con Hegel y Freud propuesta por uno de los fundadores de la Escuela de
Fráncfort. Sería una de las primeras, si no la primera monografía dedicada a esta
escuela en España, y también el primer éxito de ventas del escritor. La edición se
agotó en apenas un mes, quizá gracias a que media Europa había amanecido aquellos
días con pintadas como «Marx, Mao y Marcuse». Pero el autor se opuso a
reimprimirlo, entendiendo que estaba escrito con precipitación y «en pleno síndrome
de autoimportancia». Tras estas obras iniciales, Escohotado va desapegándose cada
vez más de las posiciones utópicas.

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