Este cuento narra la historia de un gigante egoísta que expulsa a los niños de su hermoso jardín. Más adelante, el gigante se da cuenta de su error y derriba el muro para devolver el jardín a los niños. Aunque los niños regresan, echa de menos al pequeño al que subió a un árbol, quien finalmente aparece revelándose como Jesús y llevándose al arrepentido gigante al paraíso.
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Este cuento narra la historia de un gigante egoísta que expulsa a los niños de su hermoso jardín. Más adelante, el gigante se da cuenta de su error y derriba el muro para devolver el jardín a los niños. Aunque los niños regresan, echa de menos al pequeño al que subió a un árbol, quien finalmente aparece revelándose como Jesús y llevándose al arrepentido gigante al paraíso.
Este cuento narra la historia de un gigante egoísta que expulsa a los niños de su hermoso jardín. Más adelante, el gigante se da cuenta de su error y derriba el muro para devolver el jardín a los niños. Aunque los niños regresan, echa de menos al pequeño al que subió a un árbol, quien finalmente aparece revelándose como Jesús y llevándose al arrepentido gigante al paraíso.
Este cuento narra la historia de un gigante egoísta que expulsa a los niños de su hermoso jardín. Más adelante, el gigante se da cuenta de su error y derriba el muro para devolver el jardín a los niños. Aunque los niños regresan, echa de menos al pequeño al que subió a un árbol, quien finalmente aparece revelándose como Jesús y llevándose al arrepentido gigante al paraíso.
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EL GIGANTE EGOÍSTA hasta que las tiraba.
Oscar Wilde —Este es un lugar delicioso —dijo—. Tenemos
Todas las tardes al salir de la escuela tenían los que pedir al granizo que nos haga una visita. Y niños la costumbre de ir a jugar al jardín del llegó el granizo. Todos los días, durante tres horas, gigante. Era un jardín grande y bello, con suave repiqueteaba sobre el tejado del castillo hasta que hierba verde. Acá y allá, sobre la hierba brotaban rompió casi toda la pizarra, y luego corría dando hermosas flores semejantes a estrellas, y había vueltas y más vueltas Así es que siempre era doce melocotoneros que en primavera se cubrían invierno allí, y el viento del Norte y el granizo y la de flores delicadas rosa y perla y en otoño daban escarcha y la nieve danzaban entre los árboles. sabroso fruto. Los pájaros se posaban en los Una mañana, cuando estaba el gigante en su árboles y cantaban tan melodiosamente que los lecho, niños dejaban de jugar para escucharles. despierto, oyó una hermosa música. Sonaba tan —¡Qué felices somos aquí! —se gritaban unos a melodiosa a su oído que pensó que debían de ser otros—. los músicos del rey que pasaban. En realidad era Un día regresó el gigante. Había ido a visitar a su sólo un pequeño pardillo que cantaba delante de amigo, el ogro de Cornualles, y se había quedado su ventana, pero hacía tanto tiempo que no oía con él durante siete años. Al cabo de los siete años cantar a un pájaro en su jardín que le pareció la había agotado todo lo que tenía que decir, pues música más bella del mundo. Entonces el granizo su conversación era limitada, y decidió volver a dejó de danzar sobre su cabeza, y el viento del su castillo. Al llegar vio a los niños que estaban Norte dejó de bramar, y llegó hasta él un perfume jugando en el jardín. delicioso a través de la ventana abierta. —¿Qué estáis haciendo aquí?—gritó con voz muy —Creo que la primavera ha llegado por fin —dijo bronca y los niños se escaparon corriendo—. el gigante—. —Mi jardín es mi jardín —dijo el gigante—; Saltó del lecho y se asomó. ¿Y qué es lo que vio? cualquiera puede entender eso, y no permitiré que Vio un espectáculo maravilloso. Por una brecha de nadie más que yo juegue en él. la tapia, los niños habían entrado arrastrándose, Así que lo cercó con una alta tapia, y puso este y estaban sentados en las ramas de los árboles. letrero: En cada árbol de los que podía ver había un niño PROHIBIDA LA ENTRADA BAJO PENA DE LEY pequeño. Y los árboles estaban tan contentos de Era un gigante muy egoísta. tener otra vez a los niños, que se habían cubierto Los pobres niños no tenían ya dónde jugar. de flores y mecían las ramas suavemente sobre Intentaron jugar en la carretera, pero la carretera las cabezas infantiles. Los pájaros revoloteaban y estaba muy polvorienta y llena de duros guijarros, gorjeaban de gozo, y las flores se asomaban entre y no les gustaba. Solían dar vueltas alrededor del la hierba verde y reían. Era una bella escena. Sólo alto muro cuando terminaban las clases y hablaban en un rincón seguía siendo invierno. Era el rincón del bello jardín que había al otro lado. más apartado del jardín, y había en él un niño —¡Qué felices éramos allí! —se decían—. pequeño; era tan pequeño, que no podía llegar a Luego llegó la primavera y todo el campo se llenó las ramas del árbol, y daba vueltas a su alrededor, de florecillas y de pajarillos. Solo en el jardín del llorando amargamente. El pobre árbol estaba gigante egoísta seguía siendo invierno. A los todavía enteramente cubierto de escarcha y de pájaros no les interesaba cantar en él, ya que no nieve, y el viento del Norte soplaba y bramaba había niños, y los árboles se olvidaban de florecer. sobre su copa. En una ocasión, una hermosa flor levantó la —Trepa, niño —decía el árbol—, e inclinaba las cabeza ramas lo más que podía. Pero el niño era por encima de la hierba, pero cuando vio el letrero demasiado sintió tanta pena por los niños que se volvió a pequeño. deslizar en la tierra y se echó a dormir. Los únicos Y el corazón del gigante se enterneció mientras que se alegraron fueron la nieve y la escarcha. miraba. —La primavera se ha olvidado de este jardín — —¡Qué egoísta he sido! —se dijo—; ahora sé por exclamaron—, así que viviremos aquí todo el año. qué la primavera no quería venir aquí. Subiré a ese La nieve cubrió la hierba con su gran manto pobre niño a la copa del árbol y luego derribaré la blanco, tapia, y mi jardín será el campo de recreo de los y la escarcha pintó todos los árboles de plata. niños para siempre jamás. Luego invitaron al viento del Norte a vivir con ellas, Realmente sentía mucho lo que había hecho. Así y acudió. Iba envuelto en pieles, y bramaba todo que bajó cautelosamente las escaleras y abrió la el día por el jardín, y soplaba sobre las chimeneas puerta principal muy suavemente y salió al jardín. Pero cuando los niños le vieron, se asustaron tanto de flores blancas; sus ramas eran todas de oro, y que se escaparon todos corriendo, y en el jardín de volvió a ser invierno. Sólo el niño pequeño no ellas colgaba fruta de plata, y al pie estaba el niño corrió, pues tenía los ojos tan llenos de lágrimas al que el gigante había amado. que no vio llegar al gigante. Y el gigante se acercó Bajó corriendo las escaleras el gigante con gran a él silenciosamente por detrás y le cogió con alegría, y salió al jardín. Atravesó presurosamente suavidad en su mano y le subió al árbol. Y al punto la hierba y se acercó al niño. Y cuando estuvo muy el árbol rompió en flor, y vinieron los pájaros a cerca su rostro enrojeció de ira, y dijo: cantar en él; y el niño extendió sus dos brazos y —¿Quién se ha atrevido a herirte? rodeó con ellos el cuello del gigante, y le besó. Pues en las palmas de las manos del niño había Y cuando vieron los otros niños que el gigante ya señales de dos clavos, y las señales de dos clavos no era malvado, volvieron corriendo, y con ellos estaban asimismo en sus piececitos. llegó la primavera. —¿Quién se ha atrevido a herirte? —gritó el —El jardín es vuestro ahora, niños —dijo el gigante—; dímelo y cogeré mi gran espada para gigante. matarle. Y tomó un hacha grande y derribó la tapia—. —¡No! —respondió el niño—; estas son las heridas Y cuando iba la gente al mercado a las doce del amor. encontró al gigante jugando con los niños en el —¿Quién eres tú? —dijo el gigante—. Le embargó más bello jardín que habían visto en su vida. un extraño temor y se puso de rodillas ante el niño. Jugaron todo el día, y al atardecer fueron a decir Y el niño sonrió al gigante y le dijo: adiós al gigante. —Tú me dejaste una vez jugar en tu jardín; hoy —Pero ¿dónde está vuestro pequeño compañero? vendrás conmigo a mi jardín, que es el Paraíso. El niño que subí al árbol —preguntó él—. Era al Y cuando llegaron corriendo los niños aquella que tarde, encontraron al gigante que yacía muerto más quería el gigante, porque le había besado. bajo el árbol, completamente cubierto de flores —No sabemos —respondieron los niños—; se ha blancas. ido. —Tenéis que decirle que no deje de venir mañana —dijo el gigante—. 1. ¿Qué te parece la primera reacción que tuvo el Pero los niños replicaron que no sabían dónde gigante frente a los niños? Explica. vivía, y que era la primera vez que le veían; y el 2. ¿Alguna vez fuiste egoísta con alguien? gigante se puso muy triste. Cuéntanos. Todas las tardes, cuando terminaban las clases, 3. ¿Te das cuenta que siempre es posible cambiar los de actitud? Tú, ¿qué actitud cambiarías? niños iban a jugar con el gigante. Pero al pequeño 4. ¿Cómo calificarías el final de este cuento? ¿Te a quien él amaba no se le volvió a ver. El gigante gustó? ¿Sí, no y por qué? era muy cariñoso con todos los niños; sin embargo, echaba en falta a su primer amiguito, y a menudo hablaba de él. —¡Cómo me gustaría verle! —solía decir—. Pasaron los años, y el gigante se volvió muy viejo y muy débil. Ya no podía jugar, así que se sentaba en un enorme sillón y miraba jugar a los niños, y admiraba su jardín. —Tengo muchas bellas flores —decía—, pero los niños son las flores más hermosas. Una mañana de invierno miró por la ventana mientras se vestía. Ya no odiaba el invierno, pues sabía que era tan sólo la primavera dormida, y que las flores estaban descansando. De pronto, se frotó los ojos, como si no pudiera creer lo que veía, y miró, y miró. Ciertamente era un espectáculo maravilloso. En el rincón más lejano del jardín había un árbol completamente cubierto