Generalidades Del Conductismo y Cognitivismo
Generalidades Del Conductismo y Cognitivismo
Generalidades Del Conductismo y Cognitivismo
principales
El conductismo es una de las orientaciones más comunes entre los psicólogos, si bien hoy en día es
más habitual que se practique en su vertiente cognitivo-conductual.
¿Qué es el conductismo?
Los conductistas tienden a concebir a los seres vivos como “tabulas rasas” cuya conducta
está determinada por los refuerzos y castigos que reciban más que por predisposiciones internas.
El comportamiento, por tanto, no depende principalmente de fenómenos internos, como los
instintos o los pensamientos (que no dejan de ser, por otra parte, conductas encubiertas) sino más
bien del entorno, y no podemos separar ni la conducta ni el aprendizaje del contexto en que
tienen lugar.
De hecho, aquellos procesos que ocurren en el sistema nervioso y que para muchos otros
psicólogos son la causa de cómo actuamos, para los conductistas no son más que otro tipo de
reacciones generadas a través de nuestra interacción con el entorno.
Wilhelm Wundt (1832-1920), considerado por muchos “el padre de la Psicología”, sentó
las bases de lo que acabaría siendo el conductismo. Creó el primer laboratorio de Psicología
científica y utilizó de forma sistemática la estadística y el método experimental para extraer reglas
generales sobre el funcionamiento de los procesos mentales y la naturaleza de la conciencia.
La caja negra
Para Watson los seres vivos somos “cajas negras” cuyo interior no es observable. Cuando
los estímulos externos llegan a nosotros damos respuestas en consecuencia. Desde el punto de
vista de los primeros conductistas, si bien se dan procesos intermedios dentro del organismo, al
ser inobservables deben ser ignorados al analizar el comportamiento.
Sin embargo, a mediados del siglo XX los conductistas matizaron esto y, sin desdeñar la
importancia de los procesos no observables directamente que ocurren en el interior del cuerpo,
señalaron que la psicología no necesita dar cuenta de ellos para aportar explicaciones sobre las
lógicas que rigen la conducta. B. F. Skinner, por ejemplo, se caracterizó por dar a los procesos
mentales exactamente el mismo estatus que la conducta observable, y por concebir el
pensamiento como conducta verbal.
Algunos neoconductistas como Clark Hull y Edward Tolman sí incluyeron procesos
intermedios (o variables intervinientes) en sus modelos. Hull incluía el impulso o motivación
interna y el hábito, mientras que Tolman afirmaba que construimos representaciones mentales del
espacio (mapas cognitivos).
Watson y el conductismo en general fueron influidos de forma clave por dos autores: Ivan Pavlov y
Edward Thorndike.
Ivan Petrovich Pavlov (1849-1936) era un fisiólogo ruso que se dio cuenta, mientras
realizaba experimentos sobre secreción de saliva en perros, de que los animales salivaban de
forma anticipada cuando veían u olían la comida, e incluso simplemente cuando se acercaban los
encargados de darles de comer. Posteriormente consiguió que salivaran al oír el sonido de un
metrónomo, de una campana, de un timbre o de una luz por asociar estos estímulos con la
presencia de comida.
En las cajas había varios elementos con los que los gatos podían interactuar, como un
botón o una anilla, y sólo el contacto con uno de estos objetos podía hacer que se abriera la
puerta de la caja. Al principio los gatos conseguían salían de la caja por ensayo y error, pero a
medida que se repetían los intentos cada vez escapaban con más facilidad.
A partir de estos resultados Thorndike formuló la ley del efecto, que afirma que si una
conducta tiene un resultado satisfactorio es más probable que se repita, y que si el resultado es
insatisfactorio esta probabilidad disminuye. Posteriormente formularía la ley del ejercicio, según la
cual los aprendizajes y hábitos que se repiten se ven reforzados y los que no se repiten se
debilitan.
El conductismo entró en declive a partir de los años 50, coincidiendo con el auge de la
psicología cognitiva. El cognitivismo es un modelo teórico que surgió como reacción al énfasis
radical del conductismo en la conducta manifiesta, dejando de lado la cognición. La inclusión
progresiva de variables intervinientes en los modelos conductistas favoreció en gran medida este
cambio de paradigma, conocido como “revolución cognitiva”.
Las terapias de tercera generación desarrolladas en los últimos años recuperan parte de
los principios del conductismo radical, reduciendo la influencia del cognitivismo. Algunos ejemplos
son la Terapia de Aceptación y Compromiso, la Terapia de Activación Conductual para la depresión
o la Terapia Dialéctica Conductual para el trastorno límite de la personalidad.
Psicología cognitiva: definición, teorías y
autores principales
Cada vez que hablamos sobre lo que es la psicología y sobre lo que "dicen los psicólogos", estamos
simplificando mucho. A diferencia de lo que ocurre en la biología, en psicología no sólo no existe
una teoría unificada en la que se base toda la disciplina, sino que las distintas corrientes
psicológicas que hay parten de posturas en buena parte irreconciliables y muchas veces ni siquiera
comparten un objeto de estudio.
Sin embargo, eso no significa que hoy en día no exista una corriente dominante que se haya
impuesto a las demás. Esta corriente de la psicología es, en nuestros días, el cognitivismo, en el
que se basa la psicología cognitiva.
El cognitivismo y la psicología cognitiva han supuesto un golpe sobre la mesa por parte de una
comunidad de investigadores que no quería renunciar al estudio científico de los procesos
mentales, y aproximadamente desde los años 60 han formado la corriente de psicología
hegemónica en todo el mundo.
Para explicar los orígenes de la psicología cognitiva hay que retroceder a mediados del siglo
pasado.
Si en la primera mitad del siglo XX las escuelas dominantes en el mundo de la psicología eran la
psicodinámica iniciada por Sigmund Freud y la conductista, a partir de los años 50 el mundo de la
investigación científica empezó a vivir una época de cambios acelerados ocasionados por la
irrupción de los progresos en la construcción de ordenadores.
A partir de ese momento empezó a ser posible entender la mente humana como un procesador de
información comparable a cualquier ordenador, con sus puertos de entrada y de salida de datos,
partes dedicadas a almacenar datos (memoria) y ciertos programas informáticos encargados de
procesar la información de manera adecuada. Esta metáfora computacional serviría para crear
modelos teóricos que permitiesen formular hipótesis e intentar predecir el comportamiento
humano hasta cierto punto. Nacía así el modelo informático de los procesos mentales, muy
utilizado en psicología a día de hoy.
La revolución cognitiva
De este modo, durante los años 50 surgió un movimiento a favor de una reorientación de la
psicología hacia los procesos mentales. En esta iniciativa participaron, entre otros, seguidores de la
antigua psicología de la Gestalt, investigadores de la memoria y el aprendizaje interesados en lo
cognitivo, y algunas personas que se habían ido distanciando del conductismo y, especialmente,
Jerome Bruner y George Miller, que encabezaron la revolución cognitiva.
Se considera que la psicología cognitiva nació como fruto de esta etapa de reivindicaciones a favor
del estudio de los procesos mentales, cuando Jerome Bruner y George Miller fundaron el Center
for Cognitive Studies de Harvard en el año 1960. Poco más tarde, en el 1967, el psicólogo Ulric
Neisser aporta una definición sobre lo que es la psicología cognitiva en su libro Cognitive
psychology. En esta obra explica el concepto de cognición en términos computacionales, como un
proceso en el que se procesa información para poder usarla más adelante.
La reorientación de la psicología
La irrupción de la psicología cognitiva y el paradigma cognitivista supuso un cambio radical en el
objeto de estudio de la psicología. Si para el conductismo radical de B. F. Skinner lo que debía
estudiar la psicología era la asociación entre estímulos y respuestas que puedan ser aprendidas o
modificadas a través de la experiencia, los psicólogos cognitivos empezaron a hipotetizar sobre
estados internos que permitían explicar la memoria, la atención, la percepción, e infinidad de
temas que hasta ese momento solo se habían tocado tímidamente por los psicólogos de la Gestalt
y algunos investigadores de finales del siglo XIX y principios del XX.
La metodología de la psicología cognitiva, que heredaba muchas cosas del conductismo, consistía
en realizar suposiciones sobre el funcionamiento de los procesos mentales, realizar inferencias a
partir de estas suposiciones, y poner a prueba lo que se da por supuesto mediante estudios
científicos, para ver si los resultados encajan con los supuestos de los que se parten. La idea es que
la acumulación de estudios acerca de los procesos mentales iría perfilando cómo podría funcionar
y cómo no funciona la mente humana, siendo este el motor del progreso científico en el campo de
la psicología cognitiva.
Críticas a esta concepción de la mente
La psicología cognitiva ha sido fuertemente criticada por los psicólogos e investigadores asociados
a la corriente conductista. El motivo es que, según su perspectiva, no hay motivo alguno para
considerar que los procesos mentales son otra cosa diferente a la conducta, como si fuesen
elementos fijos que permanecen en el interior de las personas y que están relativamente
separadas de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Así, la psicología cognitiva es visto como una perspectiva mentalista que, ya sea mediante el
dualismo o mediante el materialismo metafísico, confunde los conceptos que se supone que
deberían ayudar a entender el comportamiento, con el objeto de estudio en sí. Por ejemplo, se
llega a entender la religiosidad como un conjunto de creencias que permanecen dentro de la
persona, y no una disposición a reaccionar de ciertos modos ante ciertos estímulos.
Como consiguiente, los actuales herederos del conductismo consideran que la revolución
cognitiva, en vez de aportar argumentos de peso contra el conductismo, se limitó a hacer ver que
lo había refutado, haciendo pasar por delante del razonamiento científico los propios intereses y
tratando a las atribuciones hechas sobre lo que puede estar ocurriendo en el cerebro como si
fuese el fenómeno psicológico a estudiar, en vez de la propia conducta.
Actualmente la psicología cognitiva sigue siendo una importantísima parte de la psicología, tanto
en investigación como en intervención y terapia. A su progreso han ayudado a los descubrimientos
en el ámbito de neurociencias y la mejora de las tecnologías que permiten escanear el cerebro
para obtener imágenes sobre sus patrones de activación, como por ejemplo la fMRI, que aporta
datos extras acerca de lo que pasa en la cabeza de los seres humanos y permite "triangular" la
información obtenida en los estudios.
Sin embargo, cabe destacar que ni el paradigma cognitivista ni, por extensión, la psicología
cognitiva, están libres de críticas. Las investigaciones realizadas en el seno de la psicología
cognitiva reposan sobre varios supuestos que no tienen por qué ser ciertos, como por ejemplo la
idea de que los procesos mentales son algo distinto a la conducta y que lo primero causa lo
segundo. Por algo es que, aún a día de hoy, existe el conductismo (o un descendiente directo de
este, más bien, y no solo no ha sido totalmente asimilado por la escuela cognitiva, sino que
además la critica duramente.
Referencias bibliográficas:
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