Tomo 02

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Instituto de Historia y Cultura Naval

ARMADA

ESPAÑOLA
DESDE LA UNIÓN DE LOS

REINOS DE CASTILLA Y DE ARAGÓN

KOR

CESÁREO FERNANDEZ DURO

DE LAS REALES ACADEMIAS

DB LA HISTORIA Y DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO

TOMO II.
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I.

PRINCIPIOS DEL REINADO DE FELIPE II1.

15561559.

Guerras en Italia y en Flandes.—D. Luis de Carvajal en la batalla de Gravelinga.


—Sitio de Oran.—Venida de armada turca.—Estragos que hizo en el golfo de
Ñapóles.—Toma y destrucción de Ciudadela.—Jornada del Conde de Alcaudete
en Berbería.—Su muerte.—Hazaña de un corsario.

iendo acto natural del que sucede hacerse cargo de


la herencia á beneficio de inventario, el rey Don
Felipe, segundo del nombre en España, al ocu
rrir la muerte del Emperador su padre, miró de
nuevo el estado de la monarquía, con anticipación
puesta en sus manos; y al decir del cronista Cabrera de
Córdoba, «hallóla, no antigua en partes, no benévola, no
unida, si bien amplísima y desproporcionada ; halló que su
mayor obligación y dificultad era, sentándose en la silla de
don Carlos, máximo, germánico, túrcico, africano, llenar vacío
tan grande».
Por manda que coincidía con los íntimos sentimientos pro
pios y con los de la gran masa de la nación, vio también que
debía ser, como fue desde el principio, campeón de la Fe,
mantenedor del Catolicismo, columna de la Iglesia romana.
Acaso preparó con su política la ruina de España, lo que no

4 Fuentes, Luis Cabrera de Córdoba, Herrera, Vanderhammen, Illescas, Pres-


cott, San Miguel, Weis, Forneron.
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6 ARMADA ESPAÑOLA.

quita que llegara á ser uno de los soberanos más populares,


más respetados y queridos de sus subditos, por responder tal
política al pensamiento como á la aspiración general '.
Respondía lo mismo, indudablemente, á lo que pudiera de
sear, como Pontífice, Paulo IV, á la sazón ocupante de la
Sede de San Pedro; no así á las inclinaciones de italiano, in
fluyentes en la intención del Papa, de arrojar de Italia á los
españoles, ni á las ambiciones del octogenario, codicioso del
reino de Ñapóles para medro de sus nepotes.
Empezó por estas causas el gobierno de D. Felipe, vi
viendo todavía su padre en el retiro de Yuste, con guerra á
que provocó la confederación contra España del Papa dicho,
Paulo, del rey de Francia Enrique II y del duque de Ferrara
Hércules de Este (1556), guerra continental, por ser las fuer
zas navales de que disponía nuestro Monarca incomparable
mente superiores á las de los aliados. Las galeras, aparte la
expugnación de las fortalezas marítimas de Córcega, en que
se emplearon las de Juan Andrea y de Antonio Doria, en in
terés de Genova, no tuvieron otra cosa que hacer que el
transporte de compañías ó banderas, de costa á costa, y el
bloqueo de Ostia, cuando el Duque de Alba, lugarteniente de
D. Felipe, llevó el ejército á los Estados pontificios; y como
al mismo tiempo que llegaba con él á las puertas de Roma
amagaba á las de París Manuel Filiberto de Saboya, general
del de los Países Bajos, ganada la batalla de San Quintín *,
tuvieron que salir de Italia apresuradamente las tropas fran
cesas, y se vió constreñido á pedir paz el causante de que en
aquellas regiones no se disfrutara.
Se trasladó el teatro de las hostilidades entonces á la fron
tera de Flandes, con alguna ventaja de los enemigos, que re
cuperaron de los ingleses las plazas importantes de Calés,
Guiñes y Ham; se apoderaron igualmente de las de Thion-
ville y Dunkerque, guarnecidas por valones y españoles, y
avanzaron por la costa hacia Gravelina ó Gravelinga {Gra-

1 Gebhard, Historia general de España.


1 El dia de San Lorenzo, 10 de Agosto de 1557.
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PRIN'CIPIOS DEL REINADO DE FELIPE II.

venlinghe), ciudad y puerto comercial situado en la emboca


dura del río Aa.
Don Luis de Carvajal, que allí se encontraba con su escua
dra *, guarneció al pronto con la gente de desembarco esta
plaza y la de Saint Omer, inmediata, conteniendo el progreso
de los invasores envalentonados, mientras el gobernador de
Flandes, Conde de Egmont, juntaba hueste con que resistir
les, servicio que vino á ser de gran utilidad, con prestigio de
la armada, pues ante el obstáculo retrocedió el mariscal de
Thermes, cabeza del ejército de Francia, y cortándole
Egmont la retirada, le obligó á combatir á orillas del mar, en
situación en que las naves le cañoneaban de flanco *, y en
que el mismo Carvajal, con mil infantes arcabuceros de ellas,
reforzó el centro de los españoles contribuyendo eficazmente
á ganar victoria, si menos importante que la de San Quintín
por el número de los soldados que tomaron parte en la ac
ción, tan completa como aquella del día de San Lorenzo, por
quedar anulado el plan del enemigo, deshecha su tropa, ga
nada la artillería, estandartes, banderas, bagaje y cuanto ha
bían garbeado en la marcha, prisionero el caudillo, Thermes,
con no pocos señores y capitanes, y 3.000 soldados; muertos
2.000, sin hacer cuenta de los que se ahogaron en el río, mien
tras que de nuestra parte no excedió la baja de 400 hom
bres s.
En la marcha de la política influyó la batalla de Grave-
linga más que la de San Quintín, toda vez que, paralizando
los planes de los beligerantes, produjo suspensión de armas,

1 D. Luis de Carvajal, hijo del señor de Jodar, D. Diego, mandaba la escuadra


de Cantabria, encargada de la protección del comercio de Flandes y seguridad del
paso de Calés. Constan sus servicios en el tomo anterior.
* Vanderhammen, Don Felipe el Prudente.
3 Dióse la batalla el 13 de Julio de 1558.—En la Colección de Documentos históricos
del Archivo municipal de la ciudad de San Sebastián (San- Sebastián, 1895, pág. 23),
hay testimonio en que se lee: «La ventaja que el francés tenía era tan conocida,
que la esperanza que habia tenido le saliera cierta si D. Luis de Carvajal no le hu
biera socorrido con 500 guipuzcoanos marineros, á quienes sacó de las naos; de
suerte, que habiendo rompido un escuadrón y muerto más de 600 franceses, se
lo ganó, de manera que fue preso Mr. de Fermes, quedándolos guipuzcoanos por
tan hazañoso hecho en estima de valientes y pláticos soldados. Año I558.>
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ARMADA ESPAÑOLA.

preliminar del tratado que había de restituir la tranquilidad


á Europa; mas antes de firmarlo en Cateau-Cambresis ' ocu
rrieron en el Mediterráneo sucesos de los que llenan cumpli
damente el objeto de este libro.
No dejaría de notar D. Felipe, repasando la hijuela mo
nárquica indicada al principio ', que de las posesiones africa
nas incluidas en la testamentaría de D. Fernando el Cató
lico, de las conquistas de Pedro Navarro, jalones plantados
á lo largo del litoral entre Iberia y Sicilia, no quedaban más
de dos: Melilla, de los moros desestimada, y Oran, espina que
les dolía y que procuraban sacarse sin cesar, teniendo al pre
sidio de españoles en perpetua alarma; estrechado muchas
veces, en aprieto algunas.
Selah, virrey de Argel, vecino emprendedor, muy engreído
con la rendición de Bujía, más que ninguno de sus anteceso
res tenía puestos los ojos en el estorbo, deseando allanarlo
con la ayuda pedida al Gran Señor, mediante agasajo capaz
de mover la voluntad del visir y bajá Rustan, como la suya,
y no en balde, que salieron de Constantinopla en su servicio
40 galeras encomendadas á Portuc y á Mamí, capitanes de
crédito. Llegado el momento de utilizarlo, sorprendió la
muerte á Selah, frustrando afanes que había de aprovechar
otro, como suele ocurrir en los pueblos de jefatura electiva.
Hascén ó Hassán Corzo, impuesto por los genízaros del
ejército como sucesor, se encontró con 30.000 peones y
10.000 caballos alárabes, 30 piezas de artillería, municiones,
herramientas, las 40 galeras turcas y 30 vasos más de corsa
rios (galeotas ó fustas) en disposición.
Moviendo al poco tiempo nube tan preñada, se presentó á
vista de Oran, donde la esperaba el Conde de Alcaudete no

1 El 2 de Abril de 1559.
' Falleció el emperador Carlos V en Yuste el 21 de Septiembre de 1557: en
Bruselas se le hicieron honras fúnebres suntuosas, y entre otras cosas del cortejo
iba un navio con inscripciones de todos los viajes y victorias que hubo en la mar
y muchas banderas de turcos y moros. En el palo mayor arbolaba estandarte con
un crucifijo. Calendar of statepapers of the reing of Elizabeth. Edited by Robert Le-
mon, t. 1. London, 1863.
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PRINCIPIOS DEL REINADO I)E FELIPE II. 9

bien apercibido; escaso de todo recurso material por no


haber atendido en España los oportunos avisos que dio, ni
menos enviádole socorros; sobrado únicamente de resolución
y ánimo para presidir á lo que ocurriera '. Dichosamente, al
vigor con que rechazaba los ataques, y á las disposiciones por
las que costaba á los turcos «cada gota de agua un azumbre
de sangre», se unió la discordia entre los asaltantes, no todos
conformes con la elevación de Hassán Corzo, que el Gran
Señor no aprobó tampoco, significando el disgusto con la re
tirada de sus galeras. Siguió necesariamente la de los argeli
nos, ordenada, dicho sea en verdad, con inteligencia, lleván
dose artillería y máquinas sin recibir daño ".
Inconscientemente influyó en el suceso el Rey de Francia,
mermando el mal su deseo de mayores daños, al pedir de
nuevo alianza y cooperación á Solimán, rogándole enviara su
armada grande contra Ñapóles, visto el sesgo torcido para él
de la campaña en Italia y en Flandes. Para esto llamó el
Sultán á las 40 galeras distraídas en Argel, formada la inten
ción de subir el número á 100 y de ponerlo á cargo del ge
neral Piali.
En la primavera de 1558 pasaron el Archipiélago griego,
dejando huellas de su tránsito por la costa de Calabria, á fuer
de rápidas no tan sensibles como las que habían de señalar
en el golfo de Ñapóles por oposición al apacible estar con
que le favoreció naturaleza. Sorrento, Castellamare y Masa,
que no quisieron guarnición española por no soportar las
molestias consiguientes, y desatendieron las indicaciones
del Virrey al aconsejarles internar las familias, confiados en
la serenidad de sus pasados anales, sufrieron horrores que no
hay necesidad de apuntar, conocidos los de las gentes de

1 En la última de las cartas enviadas al Gobierno expresaba «que si le socorrían,


serian Dios y el Rey servidos, y si no, que allí moriría Sansón y cuantos con él
son». La carta se comentó mucho con aplauso, pero socorro no fue. Galindo y de
Vera, Historia de las vicisitudes y política tradicional de España respecto de susposesio
nes en las costas de África.
1 En este sitio de Oran dispararon los moros pelotas ó balas, que, reconocidas
en la plaza, pesaron ochenta y cinco libras.
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10 ARMADA ESPAÑOLA.

Barbarroja, Dragut, Cachidiablo y otros tales formados en la


misma escuela de odio y exterminio á la grey veneradora de
la Cruz. Túvolos en respeto la caballería española al arribar
á la isla Procida ó Prochyta, con objeto de procurar por di
nero el rescate de cautivos que habían hecho, y también la
prevención que hallaron en la isla de Elba y en Piombino.
Por lo contrario, fueron á vista de Genova informados de no
haber parecido las fuerzas francesas de tierra y mar que con
ellos habían de ir sobre Niza, Villafranca y Saona, con arre
glo al plan de campana, é hicieron rumbo de mala gana á las
Baleares, á fin de no perder el tiempo.
Funesta desviación para los vecinos de Ciudadela, lindo
puerto y hospitalaria población de Menorca. Acababa el mes
de Junio al avistarse las velas turcas, cuyo número varía en
las relaciones del suceso \ por las cuales pusieron en armas á
cuantos eran capaces de esgrimirlas; 400 de la misma Ciuda
dela, comprendidos los soldados de la compañía de mosén
Miguel Negrete, constituyentes de la guarnición real de la
isla; 110 de Alayor, 100 de Mercadal y 10 de Mahón, en
todo 620 hombres, capitaneados por mosén Bartolomé Ar-
quimbau, lugarteniente de gobernador.
Más debiera de haber, pues que, al saberse la venida de
los turcos, corrieron órdenes para aumentar 300 hombres á
los 250 que contaba Negrete, y enviar á Menorca 10 piezas
de artillería, municiones y víveres; pero la nave que conducía

1 El general Gómez de Arteche, autor de las Nieblas Je la historia patria, en la


titulada Mahón, da á la armada turca, que dice mandaba el almirante Mustafá-
Bajá, un total de 140 velas conductoras de 15.000 hombres. D. Víctor Balaguer,
sirviéndose de una relación testimoniada, escrita en Constantinopla, y conservada
en el libro rojo de la Villa, al escribirla Memoria que con titulo de El Degolladero
leyó ante la Academia de la Historia, y está inserta en el tomo vn de sus obras
(Madrid, 1885), apunta 134 galeras y 6 galeotas, sin otro dato. Cabrera de Córdoba
declara en la Vida de Felipe //vinieron 55 galeras de Solimán y 75 fustas de corsa
rios regidas por Piali. Una noticia de interés no consignada en otra parte, á saber:
que de la armada turca formaban parte cuatro galeras francesas, llevando á bordo
al Embajador de esta nación en Constantinopla, que dirigía los movimientos y
autorizaba con su presencia los actos de barbarie musulmana, se lee en los Apuntes
para la historia de Cataluña, Cronicón manuscrito en catalán, anónimo del sigloxvn,
extractado por Sans de Barutell eri su colección de la Academia de la Historia,
tomo XXIII, núm. 19.
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PRINCIPIOS DEL REINADO DE FELIPE II. il

el material se perdió en Ibiza, y la gente no llegó á tiempo


por otras atenciones de las seis galeras de la orden de San
tiago que mandaba D. Iñigo de Mendoza '.
Los turcos desembarcaron el viernes i.° de Julio con 20
piezas de artillería gruesa; abrieron trincheras batiendo los
baluartes durante ocho días, en cada uno de los cuales ofre
cieron respetar las vidas si la plaza se les rendía. Abierta su
ficiente brecha se lanzaron al asalto cuatro veces, siendo en
todas rechazados con pérdida considerable; mas como esta
lucha no pudiera proseguir, quisieron abandonar la villa los
vecinos durante la noche, llevándose á Mahón mujeres y
nifios, visto no quedar apenas 200 hombres en estado de
combatir, haberse volado el depósito de municiones, muerto
los artilleros y herido de un trozo de cañón, que reventó, el
capitán Negrete. No era misterio que no podrían resistir el
quinto asalto el día siguiente al evacuar con silencio la plaza,
previo reconocimiento del camino por exploradores, que lo
hallaron franco. Marchaban en escuadrón á vanguardia los de
Alayor y Mercadal; en el centro las mujeres, heridos é inhá
biles; el Gobernador y el Capitán con el resto, cubriendo la
retaguardia.
Partida la avanzada, al salir por la puerta el grupo más
débil, se oyeron disparos de arcabuz, multiplicándose por ins
tantes: habíase descubierto la fuga. Volvieron, pues, á ence
rrarse entre los muros derrocados, disponiéndose á cubrir
con los pechos la brecha, y aun rechazaron la última intima
ción del enemigo, preparados á la muerte heroica. Al alba
pasaron los turcos por encima como alud tremendo, y el mar
tes 12 de Julio, saqueada é incendiada la ciudad, se hicieron
á la vela las galeras abandonando un montón humeante de
escombros y cadáveres. Sólo se llevaron á las mujeres jóve
nes y á los prisioneros de rescate \

f Dirección de Hidrografía. Colee. Suns de Barutell. Simancas, art. 6, núm. 41.


5 La misma vaguedad que en lo relativo á la composición de la armada turca,
hay en los daños que causó y en hs pérdidas que tuvo. El general Arteche ha visto
informes por donde se entiende que dejaron la isla hecha un matorral, sin forma
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12 ARMADA ESPAÑOLA.

Desde las Baleares volvió Piali á la costa de Provenza,


pensando hallar dispuesto al ejército francés que debía ini
ciar la campaña en el genovesado; supo que con la rota
de Gravelinga pasaba á la categoría de proyecto sin rea
lización lo ideado contra aquellas plazas, y sin más espe
rar dio vuelta á Constantinopla, desplacido con la falta de
concurso y de formalidad de los aliados. Es de creer que los
cautivos de Sorrento y Castellamare y el saco de Ciudadela
darían escasa compensación á los gastos de apresto y expedi
ción de su armada, sobre todo si en ella se cebó alguna de las
epidemias frecuentes en la época, como da á entender la no
ticia de Cabrera de Córdoba de haber navegado hacia Le
vante llevando quince vasos á remolque por no tener chusma
con que moverlos.
Don Juan de Mendoza y Juan Andrea Doria, reunidas
veinticuatro galeras de las escuadras de España y Genova, la
fueron siguiendo á prudente distancia, sin apartarse mucho
de nuestras costas, que tenían orden de celar, sobre todo la
de Valencia, donde los moriscos daban cuidado '.
En Berbería habían surgido en tanto desavenencias entre
turcos y moros, y entre estos últimos más hondas, al dispu
tarse las jerarquías y la dominación del territorio, habiendo

de población ni hombre que se atreviese á salir de sus escondrijos ó cuevas subte


rráneas, excepción hecha de puerto Mahón, que no pudieron tomar, y costóles la
ruina de Ciudadela 400 hombres. El Cronicón, extractado por Sans y Barutell, eleva
á 1.000 los muertos que tuvieron en los asaltos, cifra que no parece exagerada. Ca
brera de Córdoba se limita á expresar que muchos turcos sucumbieron. Como epí
logo cuenta el Sr. Balaguer que todos los años, el 9 de Julio, se'celebra en Ciu
dadela un solemne aniversario por los que perecieron el año 1558 Al salir de la
función de la iglesia se traslada el Ayuntamiento á las Casas Consistoriales, y allí
en pública sesión, invitadas á concurrir las personas notables, se lee la relación del
suceso que se conmemora, tal como fue redactada y escrita en las mazmorras de
Constantinopla por el Notario público Pedro Quintana, Gajo el dictado de mosén
Bartolomé Arquimbau y mosén Miguel Negrete, hallándose presentes y firmando
el acta como testigos sus compañeros de cautiverio Juan Martorell, Rafael Brú,
Trevere, Martín Traver, Juan Alcoy Ferrer y Gabriel Mercadal. Recuerda además
el suceso un monumento que ocupa el centro del paseo de la ciudad, ideado y di
rigido por D. Rafael Oler y Quadrado. Bien hayan los que contribuyen á la con.
servación de semejantes memorias-
1 La misma colección citada, art. 6, núms. 41 y 42-
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PRINCll'IOS DEL REINADO DE FKIAI'K II. Ij

muerto Hassán Corso. Otro Hassán, el hijo de Barbarroja, se


entronizó en Argel, protegido del Sultán y hostilizado del
Jerife de Marruecos por codicia de la ciudad de Tlemecén.
Vigilante siempre el Conde de Alcaudete, con la idea de
mantener la división, debilitar á los vecinos y castigar al
mismo tiempo la intentona pasada de Oran, propuso á la corte
una diversión que podría dar á España la plaza de Mazagán,
ayudando al Jerife en la conquista que deseaba. El plan se
discutió en los Consejos de Estado y Guerra, pareciendo
aventurado; se concedió, sin embargo, al Conde autorización
para entrar en campaña con 6.000 hombres enviados á sus
órdenes desde Málaga y Cartagena.
A 26 de Agosto de 1558 rompió la marcha con 6.500 in-
iantes y 200 jinetes, sin contar los aventureros nobles; le
acompañaba el hijo menor, D. Martín de Córdoba, man
cebo de grandes esperanzas, quedando á cargo del mayor,
D. Alonso, el presidio de Oran. Por la costa navegaban de
flanco nueve bergantines cargados de vitualla y munición,
aunque había ofrecido el Jerife atender á todas las necesida
des, y fuera prevención prudentísima contra la necesidad y
mala fe de los moros, si contrariedad impensada no la hiciera
inútil. Una armadilla argelina de cuatro galeras y cinco fustas
que había ido á saquear en el condado de Niebla, tropezó al
volver con los bergantines y los apresó. Estuvo, pues, el ejér
cito acongojado, hambriento, sin los recursos con que con
taba de una ú otra parte, dividiéndose la opinión entre les
que creían de necesidad volver á Oran, los que opinaban por
el ataque de Mostagán, donde hallarían abundancia de basti
mento, y los que por término medio proponían dirigirse á
Mazagán, ciudad pequeña, situada unas trece leguas á levante
de Oran. Arrimado el Conde á los de la indicación segunda,
avanzó á Mostagán, rompiendo á los alárabes que cerraban
el paso con tan brava acometida, que algunos infantes tre
paron al muro, y hubo alférez que llegó á plantar en lo alto la
bandera. Un instante estuvo pendiente el éxito de la expe
dición y la suerte de la plaza, que había de inclinarse en con
tra. El Conde contuvo el ímpetu de los asaltantes, que acaso
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ARMADA LSi'ANOl-A.

espontáneamente señorearan la fuerza, y cuando quiso diri


girlos frente á las filas de Hassán, llegadas apresuradamente
al socorro para reñir batalla abierta, no encontró en los sol
dados nuevos ni en sus capitanes el aliento de aquellos á
quienes había guiado en tantas acciones, representantes de
otros tantos triunfos '. Amedrentó á la gente la vista de la
morisma; pronunciaron la retirada sin escuchar la voz del
experimentado caudillo, corriendo en atropellado desorden
hasta Mazagán, donde el Conde murió, prefiriendo el trance
á la deshonra con que se manchaba la hueste, acobardada en
términos de acuchillar á los que disparaban el arcabuz opo
niéndose á la rendición vergonzosa.
Habían dado sepultura al Conde de Alcaudete sus criados;
Hassán hizo desenterrarlo para gozar con la vista de tan gran
capitán, terror de Berbería, y aun para comerciar con él,
vendiendo restos tan queridos, por dos mil ducados, á don
Martín, que herido y cautivo fue llevado á Argel mientras
hacía efectiva aquella suma y la de su rescate.
Quizá el desastre se evitara protegiendo el flanco del ejér
cito una escuadra de galeras de suficiente fuerza para impo
ner á las de Argel, en vez de los bergantines. La suposición
acredita el hecho posterior de dos solas con que acudió desde
Cartagena D. Francisco de Córdoba para confortar á los ,e
cinos de Oran, sabida la catástrofe; pues llegando en pos una
nao con 200 hombres de refuerzo á la guarnición, por si era
sitiada, como quedara en calma cerca de la costa, la acome
tieron las fustas argelinas, maltratándola con la artillería,
hasta que dichas galeras tomaron parte en la refriega saliendo
del puerto, y la remolcaron al fondeadero.
Es de consignar el arrojado intento de un adalid y corsario
mallorquín, Juan Cañete, que osó por entonces empresa á
que nadie más que él se hubiera arrojado. Conocedor prác
tico de cada piedra de la costa, venturoso en muchas acome
tidas que habían granjeado á su nombre en Berbería la noto
riedad terrorífica que en Espada tenían los más crueles arge-

' Baltasar de Morales, Diálogos de las guerras ¿c Orón.


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PRINCIPIOS DEL REINADO DE FELIPE II. 15

linos, concibió el plan de incendiar la armada que tenían en


el arsenal. Para ello espió con paciencia ocasión en que no
hubiera en el puerto ninguna galeota ó fusta disponible, man
teniendo oculto entre unas piedras cercanas de la costa el
bergantín velocísimo de que se servía en las algaradas, bien
provisto de combustible. El plan no era de los que quepa
considerar descabellados; si salía a medida del deseo, ¡qué
gloria!; si se malograba, la había en el empeño. A todo
correr, no arriesgaba más de lo que cada día en inminente
peligro estaba por escasa presa, la vida.
Arrancó, pues, en una noche obscura y en mal hora por
ocurrir lo que en el cálculo de probabilidades menos pudiera
pensarse. Ai tiempo que embocaba el puerto lo hacían dos
galeotas, que le descubrieron y atacaron con fuerza superior
irresistible. Al día siguiente, sabiéndose en Argel la captura
del temido Cañete, hubo fiesta; paseáronle por las calles
mostrándolo á los chicos como fiera encadenada; hiciéronle
sufrir todo género de tortura mientras conservó aliento vital,
acabando por despedazarlo. Con la brutalidad proclamaban
el valor de la víctima '.

1 De la hazaña del corsario mallorquín hace mención D. Martín Fernández de


Navarrete en la Vida de Miguel de Cervantes, pág. 590, Apéndices. La consignan
los escritores contemporáneos, y modernamente Galindo de Vera. Ocurrió el
año 1559.
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II.

LOS GELVES.

1559-1560.

Opinión autorizada acerca del estudio de los descalabros,—Provecto de recuperar


á Trípoli.—Lo dirige el Duque de Medinaceli.—Preparativos en Sicilia.—
Composición del ejército y la armada.—Desórdenes —Desembarco en los Gel-
ves.—Construcción de un fuerte—Llega la armada turca.—Rendición de la
nuestra.—Juan Andrea Doria.—Sitio del fuerte.—Defiéndelo D. Alvaro de
Sande.—Sucumbe.—Lo que costó la jornada.—Suerte de los cautivos.

:n historiador de gran autoridad tiene sentada, re


lativamente á los descalabros en la guerra, opi
nión que me complazco en trascribir, tanto me
parece oportuna al principio del capítulo, y á la con
sideración de los que seguirán en este libro '; tanto
conforma con las que en otro había anticipado \
«Rara vez dejan de inquirir con esmero los historiadores
las circunstancias de los hechos, y las calidades de los hom
bres que dan gloria á las naciones, esperando, sin duda, que
esta conmemoración de la virtud pasada aproveche á las
gentes que viven y á las venideras. No es, con todo, el estu
dio de los hechos y de los hombres afortunados el que mayor

1 Don Antonio Cánovas del Castillo, Estudios del reinado de Felipe IV, t. II. Ma
drid, 1889.
i La armada invencible. Madrid, 1884.
tomo 11. J
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I8 ARMADA ESPAÑOLA.

utilidad trae á las naciones, ni el más digno del cuidado de la


historia. Mucho más que la prosperidad enseña la desgracia,
lo mismo á una nación que á un individuo
»Por mi parte, he dicho ya y repito, que si la memoria de
las pasadas grandezas vale para confortar los ánimos desalen
tados y levantar los pensamientos á esferas más encumbradas
que nuestro patriotismo divisa actualmente, los reveses y los
infortunios históricos pueden servir para más, que es para
enseñar á evitarlos.»
De la jornada de los Gelves que voy á narrar, tengo hecho
estudio separado con vista de noticias recogidas por los con
temporáneos, de documentos de cargo y descargo, de ma
nuscritos inéditos raros, ocultos hasta nuestros días, de piezas
curiosas que dan idea de personas y cosas. No haré, pues,
aquí más que sintetizar el escrito anterior, bastante fresco, si
la curiosidad del lector desea registrarlo '.
Ansiando el gran Maestre de la Orden de San Juan en
Malta recuperarla plaza de Trípoli, perdida en tiempos de
su antecesor, envió á la corte de D. Felipe al comendador
Guimarán ' en embajada, pareciéndole la coyuntura de la
paz europea de Cateau-Cambresis excelente, pues que con
sentía utilizar las fuerzas de mar y tierra del Rey católico
antesde deshacerlas. Aseguraba al Monarcaque érala empresa
cierta, ejecutándola con celeridad y secreto, porque entre
tenido Dragut en cabalgadas y presas hacia el interior de
Berbería, no contando Trípoli con más de 500 turcos de
guarnición, sin repuesto de mantenimientos; asegurado el
concurso del Rey de Caruan ó Caravan, y el de la mayoría

1 Estudios históricos del reinado de Felipe ¡I, El desastre de los Gelves, Colección de
escritores castellanos, t. lxxxviii, Madrid, 1890. Este trabajo ha sido objeto de un
juicio notable, como lo son todos los del profesor Camilo Manfroni, historiador
marino eruditísimo, publicado en la Rcrista Marítima de Roma, en Noviembre
de 1895, cuando el presente capítulo estaba en la imprenta. El ilustrado crítico
echa de menos la consulta de algunas fuentes italianasque no conociayoen efecto;
los escritos de Roseo y Campana, entre los contemporáneos; el especial de Pietro
Machiavelli, titulado La fuga delle Gcrve, y entre los modernos, la celebrada obra
del P. Gugüeimotti.
1 Guimarán y Guimaraens le nombran las relaciones.
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LOS GELVES. 19

de los .alárabes descontentos, vejados, oprimidos de los


turcos, por naturaleza soberbios, injustos y avaros; y siendo
difícil que á tiempo recibiera socorro de Solimán, concurrían
las circunstancias contra el astuto corsario y debían aprove
charse antes que su creciente poderío llegara á amagar á
otros puntos.
Entonces era virrey de Sicilia D. Juan de la Cerda, duque
de Medinaceli, gran señor en España por linaje, y secundó
los propósitos del Maestre con informes favorables, deseando
ocasión de honra personal en la jornada, tal como la alcanzó
el Virrey anterior con la conquista de la ciudad de África ó
Mehedia.
El Rey acogió con favor un pensamiento que más que á
su reino interesaba á la cristiandad, ordenando sin dilacio
nes, así al príncipe Andrea Doria, general de lámar, como á
los virreyes y gobernadores de Italia, facilitaran al Duque de
Medinaceli, nombrado capitán general de la empresa, los
elementos que reclamara, sin esperar otro mandato. Sin em
bargo, como la armada turca se dejara ver en el Adriático,
amenazando con ataques como los pasados, ninguna de las
autoridades principales quiso desprenderse de fuerzas que pu
diera necesitar; lo que hicieron sin réplica fue activar la
reunión en Mesina de las escuadras de galeras, formando ar
mada respetable, á que concurrió D. Juan de Mendoza, ge
neral de las de España, determinación bastante para que
Piali regresara á Constantinopla sin intentar nada.
Con las demoras pasó la oportunidad de la empresa que,
según el dictamen del príncipe Doria, era en los meses de
Septiembre y Octubre, por haber de ir la armada á costa pe
ligrosa tan escasa de puertos como abundante en bajíos. El
Duque de Medinaceli no dejaba de la mano los alistamientos
de gente, junta de navios, acopios de lo necesario, luchando
con las dificultades naturales, entre las que ofrecía cierta
gravedad en la armada la ausencia de Andrea Doria, ago
biado por los años, por la designación que hizo, como lugar
teniente suyo, para arbolar el estandarte real, de su sobrino
Juan Andrea, «mozo brioso y mañoso, inclinado á las cosas
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20 ARMADA ESPAÑOLA.

de mar, en cuyo manejo se había criado» '; pero muy dis


tante, por sus circunstancias, de la autoridad del Principe,
tanto que D. Juan de Mendoza, general de las galeras de Es
paña, alegando las órdenes que tenía de regresar á sus costas,
rehusó la subordinación á Juan Andrea, y los otros generales
se la dieron descontentos á más no poder.
A principios de Octubre se pasó muestra en Mesina á
12.C00 hombres, puestos bajo el guión del Duque. Por lu
garteniente iba D. Alvaro de Sande; maestre de campo ge
neral, D. Luis Osorio; general de la artillería, Bernardo de
Aldana; administrador del hospital, el Obispo de Mallorca.
Se había desatendido por una ú otra causa la primera de
las condiciones que requería el éxito de la empresa: la cele
ridad. La segunda, la reserva, se perdió por la tardanza mis
ma y por haber caído en poder de los corsarios una de las
fragatas despachadas por el Maestre de Malta á espiar la
costa berberisca. Dragut, harto embarazado con la hostilidad
insistente de los moros montaraces, tan luego traslució el
peligro que de la otra parte le amagaba, despachó persona de
su confianza con cartas y regalos suficientes á insinuar la ur
gencia del socorro si había de guardarse Trípoli, y tan bien
las explicó el emisario, que mientras con parsimonia seguían
en Sicilia los embarcos, llegaba desde Constantinopla un re
fuerzo de 2.000 turcos á la guarnición de la ciudad amenaza
da, cuyas fortificaciones se aumentaron lo misino que la pro
visión de boca y guerra.
El Duque de Medinaceli trasladó las fuerzas expediciona
rias desde Mesina á Siracusa, como puerto mas adecuado á
las últimas diligencias. Empleó, no obstante, en ellas otros
dos meses, teniendo las tropas embarcadas en prevención de
las deserciones, riñas y motines con que se iba significando la
mala disposición de aquel ejército, pero con el consiguiente
consumo de raciones de campaña, cuya mala calidad afectó
á la salud del soldado, enfermando y muriendo por cente
nares.

1 Cabrera de Córdoba, t. i, pág. 282.


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LOS GELVES. 21

En todo tiempo ha sido el logro norte de los contratistas;


en ningún caso se echa de ver tanto como en la época de
continuas guerras marítimas de que se va tratando, en que
sin previsión, sin fiscalización, antes con la premura que no
admite examen ni advertencia, se demandaban los artículos
en enormes proporciones. Bien puede decirse que más vidas
ha perdido España por asentistas que por enemigos.
Hábiles y entendidos como nadie en estos negocios losge-
noveses, habían tomado á cargo el suministro de raciones de
la expedición, calculadas en 3.600.000, ó sean las suficientes
para 30.000 hombres en cuatro meses, y antes de salir del
puerto se advirtió que estaban en putrefacción, siendo indis
pensable reemplazar una parte siquiera que familiarizara á
los estómagos soldadescos con la menos mala.
Pasada nueva revista resultó, por enfermedades y deser
ciones, baja de más de 3.000 hombres, componiendo el ejér
cito 37 banderas ó compañías de infantes españoles, 4 de
alemanes, 35 de italianos, 2 de franceses y ico jinetes grie
gos y sicilianos. La armada, entre bajeles de combate y
transportes, excedíala cifra de 100 velas, descomponiéndose
de esta suerte:
Capitán general, Juan Andrea Doria, en la Real; 16 gale
ras más de su escuadra.
General de.la de Ñapóles, D. Sancho de Leyva; 7 galeras,
2 de ellas de Stefano de Mari.
General de la escuadra de Sicilia, D. Berenguer de Re-
quesens; 10 galeras, 2 de ellas del Marqués de Terranova,
2 del señor de Monago, 2 de Visconte Cicala '.
General de la escuadra pontificia, Flaminio de Langui-
llara *; 4 galeras.
General de la escuadra del Duque de Florencia, Nicolo
Genlile; 4 galeras.
General de la escuadra de Malta, el Comendador Carlos
de Tixeres; 4 galeras, una galeota, un galeón.

1 Deudo de Andrea Doria.


8 Flaminio Orsini, conde de l'Anguillara.
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22 ARMADA ESPAÑOLA.

Galeras sueltas de particulares; 5 de Antonio Doria, man


dadas por su hijo Scipión; 2 de Bendinello Sauli; 2 galeotas
de D. Luis Osorio; una de Federico Stait.
General de las naos, Andrea Gonzaga; un galeón de Fer
nando Cical'a, 28 naos gruesas, 12 escorchapines; 7 bergan
tines, 16 fragatas.
Salieron las naves del puerto de Siracusa en los días 17 al
20 de Noviembre de 1559 con desdichado sino; un cambio
brusco del tiempo les obligó á arribar desde cabo Passaro,
con dolencia de las tropas y graves síntomas de indisciplina.
La compañía de D. Lope de Figueroa, formada con bandi
dos de Sicilia ', que iba en el galeón de Cicala, se amotinó;
dio muerte al sargento, saqueó la carga, y poniendo fuego á
lo que no podía llevar, escapó á tierra, sin que se lograra
aprender á más de 25 á 30 individuos. Otro tanto quiso hacer
la compañía de Vicente Castañola, asimismo de sicilianos; y
aunque el General, por justicia y escarmiento, mandó ahor
car á tres de los culpables, cortáronse á otros las orejas y
fueron sentenciados á galeras los demás, la impresión pesi
mista, á que contribuía el naufragio de una de las galeras de
Juan Andrea Doria, se dejó sentir en los ánimos desconfia
dos del caudillo que los regía.
Los menos asustadizos, aquellos capitanes y soldados vie
jos que servían de núcleo á la hueste, pensaban que la em
presa no era ya de provecho habiendo pasado tanto tiempo
y entrado el invierno, y dábales razón la mortandad de la
gente que continuaba adoleciendo, y echándola en tierra los
maestres, perecía en las playas sin que se hallase fácilmente
quien la diese sepultura. Apenas quedaban ya en la armada
8.000 hombres, y no sanos; mas no por ello pensó el Duque
apartarse de su propósito ni suspender la marcha.
Parcial ó totalmente se repitió en los días de Diciembre la
salida, sin que las naves pudieran montar el cabo Passaro por
la constancia y fuerza de los vientos contrarios, ni aun á re
molque de las galeras. Todo el mes fue preciso para que en

1 Foragidos, dice Alonso de Ulloa.


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LOS GEI.VES. *3

dispersión llegaran á Marza Muscietto, en Malta, punto de


reunión que se les había señalado, y que las últimas alcan
zaron el 10 de Enero de 1560.
Desembarcó la gente á refrescarse, y se organizó el hospi
tal por pasar de 3.000 los enfermos; así, mientras el Gran
Maestre y caballeros de San Juan celebraban con salvas de
artillería y arcos triunfales la llegada de los expedicionarios,
todo menos alegría se dibujaba en el semblante de éstos.
Mandó el Duque reclutar 2.000 hombres más en Sicilia;
1.000 pidió al Virrey de Ñapóles; de Cerdeña y otros puntos
se procuró raciones; en una palabra, iba desde Malta reha
ciendo aquel armamento tan castigado antes de ser de pro
vecho, y en ello se entretuvo hasta el 10 de Febrero. Por fin
dio la vela con viento próspero hacia Seco del Palo, fondea
dero situado entre Trípoli y la isla de los Gelves, que había
de servir de segundo punto de reunión. En este momento
empezaba realmente la jornada.
Las galeras hicieron su derrota con escala en las islas
Gozzo, Lampadosa y Querquenes, bajando de ésta á tomar
el canal de Alcántara y costear la isla de los Gelves, entre
ella y la tierra firme, hacia Oriente, con objeto de entrar en
la Roqueta, donde se hace aguada.
Acercándose las escuadras hacia la torre que construyeron
los catalanes en 1284, donde suele residir el Jeque, descubrie
ron dos naos ancladas en el canal, y más adentro, cerca de la
puente que comunica á la isla con la tierra firme, dos galeo
tas. A las primeras fueron las galeras de D. Sancho de Leyva,
en tropel, á boga arrancada, por codicia del saco; de las ga
leotas nadie se ocupó; descuido que tuvo graves consecuen
cias. Dragut no poseía por entonces allí más de aquellas dos
embarcaciones, con las que pudo enviar aviso á Constantino-
pla, como más adelante se supo: y por mayor mortificación
de negligentes vino también á tenerse noticia de estar guar
dado á bordo el tesoro del corsario, por desconfianza de los
moros de tierra.
Surgieron las galeras en la Roqueta con prevención de
Juan Andrea Doria de prepararse al aguada al amanecer el
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24 ARMADA ESPAÑOLA.

día siguiente, 15 de Febrero, desembarcando la tropa que


había de proteger la operación. D. Alvaro de Sande la dirigió
en persona, formando cuatro escuadrones de picas con man
gas de arcabuceros; y aunque trataron de defender el desem
barco unos 400 turcos escopeteros á caballo, apoyados por
300 moros á pie, y de cargar á los que llevaban los barriles,
no lo consiguieron. Tampoco á los nuestros fue posible tomar
hombre vivo á los enemigos, por la ventaja de la caballería
con que se reparaban. De haber sabido que Dragut se ha
llaba en aquel momento en la isla con poca gente, en hostili
dad con los naturales, y lo de las dos galeotas dichas, tomara
otro sesgo la jornada.
Duraron las escaramuzas hasta el obscurecer, concluida la
operación del agua, que costó algunos heridos, entre ellos don
Alvaro de Sande de arcabuzazo en la ijada. Aquella misma
noche, después del reembarco de los españoles, marchó
Uluch-Alí con las galeotas en demanda de socorro al Gran
Señor, y Dragut pasó por el puente á tierra firme, temeroso
de que se lo cortaran.
No parece que ocurriera á nadie la conveniencia de hacerlo:
las galeras zarparon en la amanecida del 16 pasando á Seco
del Palo en espera de las naves y aun de otras galeras reza
gadas, en número de ocho; las cuatro de Malta, las dos de
Monago y las patronas de Doria y de Sicilia. Cuando llegaron
estas ocho á la Roqueta, echando gente en tierra para pro
veerse á su vez de agua, haciéndolo sin el orden debido, por
competencia sobre quién había de ser cabeza, los turcos car
garon con furia, matando 150 españoles, de ellos cinco capi
tanes.

Bien dejaba vaticinar la mala dirección de losprincipios que


no había de ser bueno el fin.
Próximas al Seco del Palo estaban acampadas las tribus
Mahamidas, enemigas de los turcos, y al llegar las galeras se
pusieron en comunicación, informando al Duque de cuanto
va aquí indicado; del paso de Dragut hacia Trípoli con 800
caballos y de la partida de Uluch-Alí con las galeotas. Ofre
cían su cooperación y la del rey de Carauan, que por enton-
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LOS GELVES. 25

ees andaba en el interior, pretendiendo fuera la armada cris


tiana á los Gelves y pusiera en posesión de la isla á Mazaud
Jeque elegido, expeliendo á los turcos, y que hecho esto
podía pasarse á Trípoli, á cuya conquista todos ayudarían.
En parlamentos, consejos y discusiones pasaron todavía
quince días sin llegar á un acuerdo. Quién opinaba por la
vuelta á Sicilia, visto que Trípoli se hallaba en defensa; quién
proponía la ocupación de los Gelves como empleo de la ex
pedición y base para continuar lo de Trípoli en el otoño ve
nidero, y quién sostenía se cumpliera el objeto del arma
mento, que había sido el ataque de aquella plaza.
Durante las conferencias, á los efectos de la mala calidad
de los víveres, se unían los del agua salobre de aquellos luga
res y las emanaciones de los pantanos de Zuara, creciendo el
número de los enfermos. Lo estaban Juan Andrea Doria y el
Comisario de Florencia, Pedro Machiavelli; habían fallecido
Quirco Spínola, cuatro caballeros de San Juan y más de
2.000 hombres de guerra y mar; escaseaban las raciones por
haberse perdido sobre los Querquenes en aquellos mismos
días dos naves de la provisión, y en la propia costa de Trípoli
la nao capitana, nombrada Imperial, por andar con malos
tiempos en sitios de tantos bajíos.
El Duque recomendó separadamente á los jefes discurrie
sen lo que más convenía, citándolos á consejo definitivo, que.
había de celebrarse en la galera Real. Al reunirse, reconocie
ron unánimes la necesidad de la empresa de Trípoli, pues
que á ella los había enviado S. M. Católica juntando la ar
mada; pero juzgáronla por el momento irrealizable, convi
niendo al fin en ir á los Gelves en espera de la gente y naves
con que se había de reforzar la expedición. Quedaron por
amigos los Mahamidas, recibiendo regalos, con oferta de
guardar el paso de la puente á los turcos, y aun de formar un
cuerpo auxiliar de 400 caballos, pagado por los cristianos.
El 2 de Marzo se trasladó la armada á las cercanías del
cabo Valguarnera con temporal que estorbó el desembarco.
Había de hacerse al Oeste de la torre ó castillo unas seis
millas, por ser el terreno á propósito y cercano á once pozos
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26 ARMADA ElPAÑOLA.

de agua potable, aunque no muy buena, según noticia de los


confidentes, confirmada por el reconocimiento que hicieron
el Cómitre real y el maese de campo Miguel de Barahona.
Se puso toda la gente en tierra el 7 de Marzo sin oposición
alguna; antes vinieron dos moros á hablar al Duque de parte
del jeque Mazaud, haciendo saber que había sido recibido de
toda la gente de la isla por señor, y en este concepto se. re
conocía vasallo del Rey de España; por tanto, podía volver
á embarcar la hueste, y si quería comprar algún refresco',que
se mudara á la Roqueta, adonde el Jeque iría á verse con él
para tratar del ataque de Trípoli.
Conocida la malicia de semejante embajada, contestó blan
damente y con razones dilatorias requeridas para ir alojando
la gente con precaución, sabiendo por un cautivo cristiano
escapado cómo la población de la isla estaba unida con pen
samiento de pelear juntamente con los turcos que presidia
ban el castillo.
A 8 de Marzo, formado el ejército en tres cuerpos, lle
vando la vanguardia el Comendador de Malta con sus caba
lleros y las compañías alemanas y francesas; el centro, An
drea Gonzaga con las italianas, y la retaguardia D. Luis
Osoiio con las españolas, emprendió la marcha hacia los
pozos, distantes ocho ó nueve millas de camino llano y espa
cioso. El Duque desplegó por primera vez su guión de Capi
tán general, donde había hecho pintar la torre de Babel en
ruinas, con esta letra profética: Nisi dominus aedificaverit
DOMUM IN VANUM LABORAVERUNT QUI AEDIFICANT EAM.

Los berberiscos se prometían repetir la acción que tuvie


ron con D. García de Toledo, dejando que la tropa marchara
sin otra molestia que la sed para atacarla en los pozos, que
habían cegado con piedras y arena, á excepción de uno. Con
fiaban en la dolencia que traía postrados á los más de los ex
pedicionarios, y más les animó el accidente de haberse atas
cado la artillería en un pantano.
Cuando los escuadrones se aproximaron al bosque, mien
tras lo flanqueaban las mangas de arcabuceros, avanzó á lim
piar los pozos una sección de gastadores, y los berberiscos
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LOS GELVES. 27

emboscados tuvieron que salir antes de lo que querían, car


gando-la caballería tres veces, con salvajes alaridos, á pesar
del destrozo que hicieron en ella los arcabuces. La escara
muza se prolongó hasta declinar el sol, sin que hubiera de
nuestra parte más de 30 muertos y 50 heridos, mientras que
de la suya cayeron 300 para no levantarse más, subiendo á
500 los estropeados.
Advirtieron con el desengaño convenirles el sistema de
contemporización, por el cual se sometió de seguida el jeque
Mazaud, obligándose á pagar el tributo mismo que la isla sa
tisfacía al sultán Solimán y á Dragut. Entregó en consecuen
cia el castillo, y el Rey de Carauan, el Jeque de Túnez y los
de las tribus Mahamidas visitaron al Duque ofreciendo ser
vicios.
El ejército se alojó en campo atrincherado, al que acudían
los moros con provisiones, mientras se adoptaba en consejo
de generales el plan sucesivo, que no dejó de tener contra
dicciones antes de resolver la fortificación del castillo anti
guo para dejar en él guarnición.
Consistía el trazado que se hizo de las obras, en cuatro
grandes caballeros ó baluartes que, con bastiones y cortinas,
encerraran la fábrica vieja, y se distribuyó el trabajo encar
gando á los alemanes la excavación del foso; uno de los ba
luartes á los caballeros de Malta; otro á los italianos; otro á
los españoles; el cuarto á la gente de mar, independiente
mente de los grupos que acopiaban el material de palmas,
olivos, greda y fajina, transportándola con camellos de la
isla.
La emulación de las naciones fue muy provechosa á la ra
pidez de la construcción, aunque muchos trabajadores ado
lecían de fiebres malignas. Para el 23 de Abril estaba el
fuerte en estado de defensa, faltando obras ligeras que po
dían hacer los de la guarnición.
Constaba la designada de 2.000 infantes, españoles, italia
nos y alemanes, y la compañía de caballos, teniendo por go
bernador al maese de campo Barahona. Bendecido por el
Obispo de Mallorca, se arboló el estandarte real, saludado
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28 ARMADA ESPAÑOLA.

por la artillería y arcabucería, y se trató ya de embarcar la


gente que no hacía falta.
En todo este tiempo habían ido llevando las naves desde
Sicilia y Cerdeña mantenimientos, dinero y reemplazo de sol
dados; y corriendo nuevas de armamentos en Constantinopla,
reclamó el Maestre de Malta el regreso de las galeras y gente
que necesitaba para la defensa de la isla: marcharon el 8 de
Abril. El Virrey de Ñapóles pedía también la infantería con
urgencia, influyendo su empeño en la terminación de las
obras.
Dióse pregón y orden de embarco general el 6 de Mayó,
haciéndolo la infantería italiana y parte de la española con
mucha calma. Durante la operación, dos horas antes de ano
checer el día io, llegó una fragata despachada de Malta con
noticia de haber tocado en Gozzo la armada turca cuatro ó
cinco días antes, en número de 8o velas; que había hecho
aguada y continuaba la derrota hacia Trípoli, al parecer, sa
biendo el número de naves que estaban en los Gelves por
una embarcación apresada.
En efecto: ocho días habían bastado á Piali-Bajá para ar
mar 64 galeras reforzadas, embarcar en cada una 100 geníza-
ros y hacerse á la vela.
Esparcida la nueva por el campamento, empaquetaron por
encanto los soldados sus efectos, corriendo á la playa en tro
pel y metiéndose en el agua por asaltar los esquifes. El des
orden, la gritería, la obscuridad que comenzaba, daban á la
escena un aspecto que no es fácil describir; nadie pensaba
más que en su interés, en tanto llegaba el momento de pen
sar sólo en la persona. Don Alvaro de Sande dio acicate á los
de la guarnición del fuerte para acabar de entrar municiones
y vitualla, por un lado; para embarcar enfermos, por el otro;
en medio de la confusión parecida á la de la ruina pintada en
la insignia del Capitán general.
No estaban más serenos los ánimos en la escuadra. Reuni
do el Consejo á bordo de la Real, manifestó Juan Andrea
Doria que iba á tratarse tan sólo de la manera de salir cnanto
antes de los bajos, y de dar la vela aprovechando el buen
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LOS GELVES.

viento del Sur, que felizmente estaba entablado. Las opinio


nes, como de ordinario sucede, no se concertaban; había, sin
embargo, mayoría en la estimación de contar con unas doce
horas antes de amanecer, en cuyo espacio se podía embar
car la tropa y salir con buen orden. Don Sancho de Leyva
insistió en que enviados esquifes y lanchas á tierra, y trayendo
una barcada de gente, salieran á la mar las galeras; si amane
ciendo no se descubría la armada turca, volverían por el
resto de los soldados; en caso de avistarla, procederían á lo
que se decidiera. Debían de quedar en el puerto dos galeras
destinadas al General, Duque de Medinaceli y su casa. En
punto á combatir, el mismo Leyva, sostenido por Scipión
Doria y pocos más votos, juzgaba que, bien combinadas las
galeras con las naves, formaban fuerza no inferior á la del
enemigo, ya fondearan en línea, interpoladas, ya navegaran
en grupos, pues sólo las naos, que eran 30, y los tres galeones,
habían de hacer mucho daño con la artillería.
No prevaleció esta opinión, sosteniendo el jefe, Juan An
drea Doria, la suya, fundada en que, no teniendo el Rey Ca
tólico otra escuadra, era necesario ante todo preservarla,
.para que, reforzadas con la galeras de España, tuviera en res
peto al Gran Turco. Contra todos los otros pareceres halló
objeciones; ya en la poca agua que tenían á bordo las galeras,
ya en el peligro de los bajos para las naos, ya en la imposibi
lidad de que unas y otras navegasen ó combatiesen juntas y
de concierto. Decía que los turcos llegaban descansados
y fuertes, mientras en la armada cristiana estaban fatigados y
enfermos de los trabajos. Tenía por seguro que ningún hom
bre prudente se obstinaría en poner en aventura las fuerzas
navales del Rey, y, por consiguiente, protestando de cual
quiera otra opinión, decidía, valer más una buena escapada,
que un cómbale en que evidentemente se perderían '. Deter
minó, en consecuencia, que las naves se pusiesen en franquía
desde luego y se preparasen para hacerlo las galeras.

1 «Un Id fuggire che un bravo combatiere c perdersi a fa/to.» Antón Francesco


Cirni Corso, Succesi del?Ármala della Macslá Catholica destínala all'impresa di Trí
poli Turino, 1560.
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30 ARMADA ESPAÑOLA.

Llegó en esto el Duque á bordo de La Real, con lo que se


prolongó el consejo. Juan Andrea se felicitaba de la circuns
tancia que consentía practicar su plan, pues nada impedía ya
que las galeras partieran al momento; el Duque observó que
lo impedían los soldados, pues no los quería abandonar, y
contra la insistencia de Doria y de las protestas de inseguridad
de la armada que hacía, se volvió á la playa, dejando acor
dado un viaje de los esquifes, y la permanencia en el puerto
de dos galeras sutiles en que el Capitán general se embarcara
al amanecer, con los últimos.
Arrepentido de la condescendencia, Doria, hizo en La
Real señales de levar, pasada la media noche: había ocurrido
una mudanza en el viento que trastornaba todos los supues
tos. De S, que empujaba el viaje hacia Malta, había saltado
al NE., justamente por la proa.
En tierra habló el Duque con D. Alvaro de Sande, impo
niéndole de lo ocurrido y de su propósito de embarcar en la
madrugada. Al Gobernador del fuerte dejó instrucción de
cómo se había de manejar con el Jeque; á losoficiales alentó
diciendo que si pensara que los turcos venían contra el cas
tillo se quedaría en él; pero siendo la armada la que estaba
en peligro, se iba á correrlo embarcado. Con esto se entró
con D. Alvaro en una fragata que les llevara á la galera.
Empezaba á clarear el día, y ya entonces, á fuerza de remos)
contra viento y mar se había desatracado de la costa Juan
Andrea Doria cosa de siete millas. Unas tres á sotavento
mostró la luz primera á las galeras turcas muy unidas. Piali,
desde la isla de Gozzo á la Lampadosa, y de ésta hacia la
costa, había sufrido vientos contrarios que le obligaron á
tomar el fondeadero de Seco del Palo. Tuvo allí pormenores
de las fuerzas de mar y tierra con que contaba el Duque, acaso
un tanto exageradas, y receloso del encuentro quería esqui
varlo, limitándose á poner en tierra el socorro de soldados
para Trípoli; pero tanto le instó Uluch-Alí á verificar un re
conocimiento, al que personalmente se ofrecía como prác
tico consumado de los Gelves, que consintió en que se hiciera
con una galeota, en que embarcó también Cara-Mustafá,
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LO? GKLVES.

virrey de Mitilene. La suerte les. deparó la presa de una em


barcación pequeña, por cuya gente supieron cuanto podían
desear, siendo ya fácil á Uluch-Alí decidir á su jefe al ataque
de un enemigo descuidado y en desorden. En la tarde ante
rior había surgido por fuera de los bancos, á 17 millas de dis
tancia, pensando emprender el ataque, como lo hizo, al des
puntar el alba.
En la vanguardia cristiana iba Scipión Doria con tres ga
leras; y como descubrió al enemigo, no teniendo instrucciones,
arribó hacia La Real, dando aviso con un cañonazo. Ninguna
disposición ordenó Doria en aquel trance; arribó también
con La Real en dirección del fondeadero de que había salido,
con precipitación y aturdimiento, que aumentaba la escasa
claridad. Calaba mucho la galera, que era hermoso buque; ■
tomaron mal sus pilotos las enfilaciones del canal, y quedó
varada en un cantil. Entonces, plegando el estandarte, se fue
á tierra Doria con el esquife, abandonando el bajel á los for
zados, que no tardaron en ponerlo á flote y unirse á las fuer
zas de Piali.
Fácil es calcular la influencia que el ejemplo del General
tendría en las escuadras. Indecisos los jefes un momento, no
existiendo cabeza , ni acuerdo, ni prevención para caso tan
inesperado, tiró cada cual por su rumbo, en dispersión y des
orden tan grande, que ni aun á huir acertaban. Cinco de las
galeras de Juan Andrea arribaron como él hacia tierra y lo
graron ponerse bajo la artillería del fuerte; otras encallaron
en los bajíos, en número de ocho ó diez. De las que tomaron
la mar, cargadas de vela algunas, sin medir la gran fuerza del
viento, partieron los palos ó las entenas después de separarse
de las que formaban grupo.
Los turcos dividieron su armada en dos secciones, dirigidas
respectivamente, hacia las que escapaban por mar ó tierra. En
éstas, que habían varado en los bajos, hubo escenas vergon
zosas: la gente se tiraba al agua sin pensar en resistencia, ha
biéndose dado caso de alguna que se dejase tomar por un
bergantín ó esquife con ocho ó diez turcos. De las que salie
ron á la mar, las de Scipión Doria, de Antonio Maldonado y
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ARMADA ESPAÑOLA.

tres de Florencia, escaparon por pies, defendiéndose. Flami-


nio Orsini, general de las del Papa, resistió peleando biza
rramente con tres enemigas; D. Sancho de Leyva reunió
cuatro de su escuadra, con las que hizo inútil pero honrosa
resistencia. Cuatro veces rechazó el abordaje de las contra
rias, y hubo al fin de sucumbir al número.
Aparte esta defensa, y el voto marinero de combatir á la
armada turca, bien al ancla, bien á la vela, combinadas las
galeras con las naves, decisión que hubiera producido muy
distinto resultado, las más de las relaciones del tiempo atri
buyen á D. Sancho de Leyva mucha parte del fracaso. Pín-
tanle de carácter díscolo, opuesto por sistema á lo que otros,
principalmente superiores, proponían. Por él escaparon las
dos galeotas de Uluch-Alí al llegar la expedición á la Alcán
tara; por él se retardaron los trabajos del fuerte, en que no
quiso tomar parte, ya que lo hiciera para entorpecerlos; por
él se retrasó el embarco de soldados, teniendo entretenidos
los esquifes en llenar sus galeras de aceite, lana, frutas, gana
dos, con que se prometía comerciar, y con lo que las abarrotó
y embarazó, dificultando, sino imposibilitando, la defensa en
el combate, con mengua de su reputación, de su nombre y
de lo que debía á su autoridad de general de la escuadra de
Ñapóles.
A las naves artilladas no osaron los turcos, contentándose
con las que en aquel desorden les eran abandonadas, acredi
tando esta experiencia la razón con que algunos jefes habían
opinado que en la unión de las fuerzas cristianas consistía su
salvamento. Si al menos hubieran hecho todos lo que Orsini;
si las galeras se mantuvieran juntas, no tuviera la derrota tan
grandes proporciones. Hacía falta para ello que el General
conservara su puesto, y que antes de la acción dictara las dis
posiciones convenientes, lejos de lo cual apareció que las
galeras de particulares, lo mismo que las de Leyva, por no
desperdiciar la ocasión, estaban cargadas hasta no poder más
de los objetos ó frutos cogidos en los Gelves.
Fueron apresadas, de Juan Andrea Doria: La Real, Si-
gnora, Condesa, Pellegrina, Presa, Divitia; total, 6.
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LOS GELVF.S. 3}

Del Papa: Capitana, San Pedro, Toscana; 3.


Del Duque de Florencia: Elbigiana; 1.
De Ñapóles: Capitana, Patraña, San jfacobo, Ley va,
Mendoza; 5.
De Sicilia ' -.Capitana, Patrona, Ga/i/a, Águila; del Mar
qués de Terranova, Capitana Patrona; de Monago, Capi
tana, Patrona; 8.
De Antonio Doria, 1; de Bendinelo Sauli, 1; de Starti, 1;
de Mari, 1; 4.
De modo que, sin sangre, se hicieron dueños por entonces
los turcos de 27 galeras y 14 naves, salvándose 17 de las pri
meras, que llegaron á Trajana, y 16 de las otras en varios
puertos s.
Don Alvaro de Sande acudió con arcabuceros á la playa
con el fin de proteger á los muchos que, desnudos, llegaban
nadando, mientras el Duque, Juan Andrea y el comendador
Guimarán conferenciaban acerca de lo que se hubiera de
hacer, sin ocurrir á los dos últimos otra cosa que salir, como
se pudiera, de la isla.
La iniciativa era de Doria, razonando que para lo pasado

1 La escuadra de Sicilia siguió el ejemplo del Capitán general, embarrancando


en los bajos y rindiéndose sin resistencia.
1 No todos los historiadores, ni las relaciones particulares, conforman: Antonio
de Herrera, Historia general del mundo, lib. n, cap. ir, sube á 25 las naves apresadas;
otros anotan 28 galeras, una galeota y 27 naves. «Perdiéronse nuestras galeras tan
ruinmente (dice una relación), que entre todas sólo dos ó tres pelearon.» La Men
doza de Ñapóles quedó sin gente: toda murió combatiendo. Sucumbieron en eilas
el alférez Gil de OH y el alférez Sebastián Hurtado, y otro alférez que se decia Iñigo
de Soto, peleando como muy buenos soldados. Aunque en las demás no se peleó, no
por eso dejaron de matar los turcos mucha gente en ellas, pareciéndoles que no era
victoria s¡ no la ensangrentaban. Á Flaminio Orsino, general del Papa, mató una
bala de artillería. Prendieron á D. Sancho de Leyva, general de las galeras de Ná-
poles, con dos hijos suyos, D. Juan y D. Diego. El D. Juan venía en la Leyva con
gente de su compañía, y sólo él tomó armas para los enemigos, y se fue á la proa
de la galera con espada y rodela para defender que no entrasen los turcos. Prendie
ron á D. Berenguer, general de las galeras de Sicilia, con D. Juan de Cardona, su
yerno. Éstos se perdieron por hacer lo que debían en seguir al General. Prendieron
á D. Gastón de la Cerda, hijo del Visorrey de Sicilia, y al Obispo de Mallorca, y á
D. Fadrique de Cardona, y al maestre de campo Aldana, y á otros muchos caballe
ros y capitanes. El autor disculpa á Juan Andrea Doria por estar enfermo, mu-
flaco, de una recaída que le tuvo dos veces á punto de morir.
tomo 11 3
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34 ARMADA ESPAÑOLA.

no había remedio; que los sucesos de la guerra penden de la


fortuna, y que, habiendo de acudir á la prevención de mayores
males, era bueno que el Duque marchara inmediatamente á
Sicilia para asegurar las plazas, juntando dineros y gente. En
cuanto á su persona, decidido estaba á marchar de noche en
una fragata, reunir las galeras que hubieran escapado y dar
orden en el armamento de tres que en Sicilia y Malta se ha
llaban.
El Duque, remiso anteriormente en embarcar sin los sol
dados, bien que entendiera que al presente nada tenía que
hacer en los Gelves, no quiso tampoco determinar por sí ni
seguir el consejo del General de mar, sin que los de tierra
deliberaran sobre lo que interesaba á la honra; y como todos
juzgaran que debía acudir á su obligación en Sicilia, venció
la repugnancia. Quiso llevar consigo á D. Alvaro de Sande,
que tampoco tenía deberes que llenar en aquel sitio; con
todo, díjole éste que, consultando con el fuero interno si le
era mejor hacer compañía á su Excelencia ó quedar donde
se bailaba, entendía convenir lo último al servicio y á su pro
pio respeto; porque habiéndose salvado mucha gente de las
galeras, y siendo de diferentes naciones y calidades la acogida
en el fuerte, era menester persona de mayor cargo que el
maestre de campo Barahona para tenerla á raya y cuidar de
la economía del agua y bastimentos. Ofrecía, pues, la suya
con la certeza de sucumbir, porque no podía hacerse ilusio
nes en cuanto al socorro que hubiera de darle la armada, des
hecha y desmoralizada; pero contaba entretener á la del
turco en el asedio todo el verano, y librar, por consiguiente,
á Sicilia y Ñapóles del gravísimo peligro de tener sobre sus
costas á los mahometanos victoriosos.
Oídas estas razones, autorizó el Duque la noble y generosa
resolución de optar por las miserias que amagaban á losinfe-
lices de los Gelves. Leyéndolo se ensancha un tanto el cora
zón, oprimido de la vergüenza ajena.
Aprovechó la precisa necesidad y ocupación natural de los
turcos en asegurar las presas y los cautivos: llegada la obs
curidad de la noche, partieron los generales de tierra y mar
Instituto de Historia y Cultura Naval

LOS GE?LVES. 35

en fragatas ligeras, acompañados de algunos íntimos. Llega


ron en salvo á Malta en bel' fuggire, pero el autor de la frase
se dejó la honra en lenguas de marineros y soldados.
Para el Duque fue más benévolo el juicio de los contem
poráneos: las condiciones de caballerosidad de su persona y
la deferencia y agrado con que trató á los capitanes extran
jeros, suavizaron la consideración de las condiciones de cau
dillo que le hacían falta. Dijeron, sí, que era más apto para
lucir en los salones de la corte el fausto de su arrogancia que
para dirigir en campaña una hueste. Más severos los que se
encontraban fuera del peligro, los que para nada tenían en
cuenta la situación del General derrotado, ni del padre que
sacrificaba á su propio hijo ', dieron fácil sentencia, si hemos
de admitir la que condensó en estas frases el palatino cro
nista Cabrera de Córdoba 3:
«Increíble parece que una armada poderosa de gente y
vasos en un instante se arruinase de su temor más que de la
fuerza vencida, con pérdida de tanta gente, municiones, má
quinas, bajeles, aumentando á los enemigos el triunfo y la
victoria tan sin sangre alcanzada, con infamia de los cristia
nos; porque si las naves y galeras esperaran en batalla, ó de
tuvieran el furor del enemigo, ó les costara la victoria tanto
que no se atrevieran á sitiar el fuerte y se salvara la guarni
ción. Pero ¿qué no envilece el miedo? ¿Y qué no pone en
confusión? ¿Y qué no mete en peligro la ambición, la satisfac
ción, la poca práctica, como la del Duque, de lamentable me
moria para España?»
La posteridad desapasionada debe, en justicia, reformar el
concepto. La ambición, la satisfacción, la ineptitud militar
del Duque de Medinaceli,, si se quiere, fueron poderosas cau
sas del desastre; pero si el temor, como parece cierto, lo pro
dujo, multiplicando las proporciones, no influyó en el ánimo
del General del ejército; turbó la mente y empequeñeció el

1 Don Gastón de la Cerda, hijo segundo del Duque, niijo que iba en laCapitana
de Sicilia al cuidado de una dueña, fue cautivado. Murió en Constantinopla.
2 Felipe I/, t. I, pág. 296.
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36 ARMADA ESPAÑOLA.

corazón del General de mar, en cuyas manos puso el destino


aquel aciago día la suerte de la jornada.
Piali, vencedor, desembarcó su gente; ordenóá Dragut le
acudiera con la de Trípoli y con artillería de batir, y antes de
abrir trinchera ofreció por el fuerte buenos partidos á Don
Alvaro de Sande, que contestó no pensara haberlo á tan poca
costa como la armada '. Entonces comenzaron las operacio
nes de uno de los sitios más dignos de memoria por las cir
cunstancias que, más que los enemigos, afligían á tanta gente
inútil acogida en el fuerte, por falta de agua que darles y por
el plan certero de Piali de cerrar todo acceso y dejar al
tiempo el resultado *.
Es de repetir la observación hecha en otros capítulos, de
cómo en las expediciones y armadas del siglo xvi, lo mismo
en África que en América ú Oceanía, cualquiera que fueran
el objeto, el término y las dificultades, iban mujeres decidi
das á compartir los trabajos del soldado. Don Alvaro de
Sande se encontró en el fuerte con muchas de éstas, que ha
cían subir el número de bocas á más de 5.000, cuando las ra
ciones estaban calculadas para 2.500 en mes y medio. To
cante á la provisión de agua, discurrió uno de los soldados
evaporar la del mar; y recogiendo vasijas de cobre constru
yeron 18 alambiques, que al principio daban 30 barriles dia
rios, disminuyendo luego por escasez de leña \ Mezclándola
con la salobre de los pozos y distribuyéndola en cortísimas
proporciones, se fue prolongando la defensa del fuerte con
malestar indecible. Mucho tenía que ser el del hambre
cuando hubo en la guarnición quien la mitigara con cadáve
res de turcos; mas de todo punto se hacía irresistible el tor
mento de la sed en aquella abrasada tierra bajo el rigor de la
canícula, trabajando durante la noche con picos y azadones,

1 Herrera, ob. cit., lib. II, cap. II.


2 Constan pormenores en el libro citado El ífes,isírc de los Cclves.
3 Dirigió la operación un capitán siciliano, llamado Sebastián Poller, al que
ofreció buena recompensa D. Alvaro de Sande: mas no se inventó entonces el pro
cedimiento, como algunos piensan; sentado queda en el tomo anterior que Blasco
de Garay lo presentó al Emperador como de su discurso.
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LOS GELVES. 37

peleando durante el día sin reposo de un momento. Muchos


perecieron en tales suplicios; muchos, no resistiéndolos, se
arrojaban de la cortina, buscando en el campo enemigo la
esclavitud á trueque de un sorbo de agua; sólo al fin, D. Al
varo de Sande pretendía que la humanidad no fuera flaca,
presenciando horrores con tal de ver por un sol más flotando
al aire en el fuerte el estandarte de Castilla.
Llevada la resistencia hasta fines de Junio, ó sea á los-
ochenta y un días de la llegada de los turcos; cuando que
daba, según se creyó, para dos la insuficiente ración de agua;
no teniendo los baluartes ningún cañón en uso; después de
caer sobre ellos 12.000 balas y 40.000 flechas; reducida la
gente á 800 hombres de armas tomar, les animó el General
á una salida desesperada, con que todo acabó.
Rendido el fuerte; rendidas las galeras que se habían con
servado á su sombra, los enfermos y heridos pasaron por la
espada turca, ó fueron vendidos en almoneda á las gentes de
Trípoli; los baluartes que abrigaron á los defensores, arrasa
dos con la tierra que les sirvió de material; quedó con ello
pujante en la mar la armada mahometana; las costas de Ná-
poles y Sicilia sufrieron las consecuencias, tanto en la reti
rada de Piali, como después por acometidas de Dragut, que
había reunido escuadra de 40 velas, sin que Juan Andrea
Doria con 17 galeras y siete galeotas, á que fueron á juntarse
las de la escuadra de España, mandadas por D. Juan de Men
doza, se atreviera á hacerle cara; antes cayeron en manos del
corsario ocho de las de Sicilia, tres de ellas del Rey y cinco
de particulares, en sorpresas y combates parciales.
Subió la pérdida del personal en la empresa de Trípoli, uno
de los mayores y más tristes descalabros de la armada espa
ñola, á 18.000 hombres '.
Piali-celebró el triunfo entrando en Constantinopla el 27
de Septiembre de 1560 en cabeza de su armada. Seguían á la
Capitana las galeras de fanal en fila; iban en pos las presas
con las banderas y estandartes por el agua, lo de abajo á

1 Cirni Corso, libro citado.


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'38 ARMADA ESPAÑOLA.

arriba, cerrando la marcha las galeras sencillas turcas, empa


vesadas y embanderadas, haciendo disparos de artillería.
El día i.° de Octubre llevaron en procesión á los cautivos
al palacio del sultán; D. Alvaro de Sande, D. Berenguer de
Requesens y D. Sancho de Leyva iban á caballo; detrás
marchaban los capitanes de ti es en tres, y seguían los solda
dos, mirando tristes cómo les precedían, arrastrando por el
suelo, sus banderas, cuyas santas imágenes servían de escar
nio á los mahometanos. Acabada la fiesta, separaron á los
cautivos por categorías, poniendo á los generales en prisión
y destinando á los demás al remo en las galeras. Muchos mu
rieron en el cautiverio ó lo soportaron largos años; algunos
de los significados debieron la libertad á la favorable ocasión
de las treguas convenidas por el emperador Fernando con
Solimán el año 1562, pues gracias á la gestión del rey Fe
lipe II se asentó entre las cláusulas del tratado el canje ó
entrega de los principales, sin que alcanzara el beneficio á
Sande por haber jurado el Gran Señor, según se dijo, no res
catarlo por ningún dinero '.

1 Y cumplió su promesa; pero, muerto Solimán, instó D. Felipe á Carlos IX de


Francia para que empleara su influencia en favor de la soltura. Hízolo, comisio
nando especialmente á Francisco Salviati, caballero de Malta, por embajador; y
aunque en un principio se negó Selir.i á tratar del asunto, por ser la primera cosa
que pedia su aliado al ascender al trono la otorgó, y D. Alvaro fue á Francia en
compañía de SaWiati, y se restituyó á su casa. A Brantóme, escritor contemporá
neo, aunque extranjero, mereció elogio entusiasta, que también hizo el P. Haedo
en la Historia de Argel, reseñando las campañas de Italia, Francia, Grecia y África
en que tomó parte. Don Luis Zapata le dedicó un capítulo de la Miscelánea (Me
morial Histórico Español, t. xi), observando que, aun con tres cosas á la vista, la
muerte cierta, hambre, sed y enfermedad, consideró que rendir la plaza, era vileza;
y como defenderla era imposible, tomó un valentísimo medio, que fue salir y mo
rir peleando, como un caballero tan señalado. De todos modos no se perdió repu
tación alguna; otra cosa no se perdió sino la hechura, como parece del soneto
compuesto por un soldado, cuyos primeros versos transmite:

«¿Quién eres tú que espantas sólo en verte?


Soy muchedumbre de árboles cortados,
Que sobre flaca arena fabricados
Contra toda razón me llaman fuerte.»

Otros refieren que teniendo en la prisión buen ánimo y semblante risueño, como
le preguntaran, respondió: «Llore quien se ha perdido mal; que yo, si he perdido
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LOS GELVES. 39

Cosa es oportuna de referir cómo unos pocos consiguieron


librarse por sí mismos. El año 1564 andaba en Constantino-
pla una galera conduciendo materiales para la fábrica del
harén; movían los remos 200 esclavos cristianos, entre ellos
16 capitanes del Rey Católico prisioneros de los Gelves; ocho
españoles, cinco italianos y tres alemanes; y hallando opor
tunidad, armados de piedras mataron á los turcos de guardia
y se alzaron con el bajel, llegando con felicidad á Sicilia. Hi
cieron cabeza Juan Bautista Doria, genovés, y Antonio de
Olivera, castellano, gobernador que íué del castillo de la isla
después de la muerte del maestre de campo Barahona.

la libertad, he conservado la honra, habiendo hecho en esta jornada lo que era


obligado á Dios y á mi Rey, y como hombre he de pasar las adversidades y tran
ces de fortuna.» No faltó, sin embargo, quien le mordiera, estimando que en los
Gelves pudo hacer mas de lo que hizo, por aquello de no parecerse los hombres á
las onzas de oro.
Un hijo de Cicala, joven de diez y ocho años, pariente de Andrea Doria, rene
gando de la fe, llegó á las más altas dignidades de Turquía.
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IIT.

NAUFRAGIO EN LA HERRADURA.

1560-1563.

Muerte de Andrea Doria.—Desquiciamiento de la armada real en el Mediterrá


neo.—Perece D. Juan de Mendoza con su escuadra.—Sitio de Mazalquivir.—
Valentía de los defensores.—Llega el socorro.—Turcos y argelinos huyen.

• rofunda impresión debió hacer en el ánimo del


anciano Capitán general de la mar, Andrea Do
ria, la nueva de los sucesos de los Gelves, llegada
á Genova de un modo vago que proyectaba sobre
la derrota de los cristianos sombras aun más negras
de las que. en realidad tuvo. Temió por la vida del
ahijado y favorito en cuyas manos había puesto las galeras,
la insignia de su dignidad, y en cierto modo su reputación,
pues que en nombre suyo regía la armada del Rey Católico
joven y sin las probanzas que podían alegar los generales
puestos á sus órdenes *.

1 Andrea Doria no tuvo hijos. Adoptó al mayor de su primo Tomás, á Juanetín


Doria, que se mostró digno del afecto y distinciones dispensadas; adoptó también
i Marco Antonio del Carreto, hijo habido por su mujer en anterior matrimonio, y
le dio autorización para usar su apellido. De este Marco Antonio nació Zenobia, y
de Juanetin, asesinado en las calles de Genova la noche de la conjuración de los
Fiesschi (2 de Febrero de 1547), fue hijo Juan Andrea. Lo tuvo por suyo desde
aquel momento, en que contaba echo años de edad, el Almirante; le inclinó al
matrimonio con Zenobia, y fueron los dos objeto de predilección y herederos de
sus bienes. Juan Andrea, nada semejante en carácter á su tío, contó en Italia es
casa simpatía. «G. Andrea non é figura simpática neppure a noi Italiani», dice
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41 ARMADA ESPAÑOLA.

Es de presumir que no llegaran á oídos del casi centenario


Almirante los comentarios ni los epigramas que quizá en la
misma ciudad de Genova se hicieron '; sabría por encima, y
por carta del mismo Juan Andrea, la destrucción de la es
cuadra; que con La Real, tan primorosamente labrada, se ha
bían perdido las galeras de su propiedad, los esclavos, lo que
afectaba á los bienes de fortuna; mas que la persona querida
estaba en salvo, y por ello dio muchas gracias á Dios, hacién
dose conducir inmediatamente á la iglesia en actitud ejem
plar humilde. El golpe resintió, sin embargo, á la materia,
debilitada por tantos años de vida en la estrechez é incomo
didad de los bajeles de su tiempo.
Juzgándole un escritor marino imparcial, siempre juicioso,
y benévolo *, pensaba que le han enaltecido acaso demasiado
sus compatriotas genoveses y deprimido injustamente en
otras regiones italianas, pues que supo mantenerse fiel á los.
intereses de España, sin ir en modo alguno contra los de la
patria. Hállale en las batallas de difícil apreciación, no sa
biendo decir si fue á veces táctico que vacila, propietario de
galeras y de esclavos que cuida de la conservación, ó gene
ral que se estima inferior al cargo.

el Sr. Manfroni en la critica antes citada; sin embargo, procediendo en justicia,


consigna que en relaciones del tiempo se le atribuye esta frase, á raíz del suceso
delosGelves: «Che era contento d'aver perduto la battaglia, ma d'aver salvato
l'onore».
1 Uno italiano se contiene en el libro referido, El desastre de los Gelvcs; y porque
apareció con graves errores de ortografía me complazco en reproducirlo corre
gido por el mismo Sr. Manfroni:

Pasquino. Marfodio tuto vegno spaventato


E non so si en le spalle sto ferito.
Marforio. Del traditor Paschin forse ay fugito?
Pasquino. Non, ma di buona voglia ritirato.
Marforio. Quanti nemici nostri ay ammazzato?
Pasquino. Niun con mano armata, ben col dito
Perché quel Mondo (?) va tuto smarito
Per le prodese che con luí e ho fato.
Marforio. Non dico questo, ferina per Dio il passo
Che anchora par ch*í di paura fugi
E dimmi perché mai voltasti il flanco.
Pasquino. Diro il vero; fugir mi fe yl fracazo
Li tiri, le bombarde H archibugi
Ma sopra tute cose un moro bianco

* El almirante Jurien de la Graviére.


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NAUFRAGIO EN LA HERRADURA. 43

Esta opinión, singularmente explanada al considerarla ba


talla de Previsa •, tuvo partícipes entre los coetáneos de
Carlos V, influidos de la sagaz política veneciana, existiendo
relaciones españolas en que se supone que, poco satisfecho
el César del empleo de su armada ante el golfo de Arta, dijo
públicamente: «Donde no está su dueño, ahí está su duelo.»
Sin mucha exigencia debía esperar algo más de lo que con
siguió la Liga con fuerzas de tanta consideración y costo; qu,e
le doliera la ineficacia parece natural, mas nada acredita que
de ella culpara á Andrea Doria, ni qu^ por la campaña de
Grecia ó por otros motivos perdiera nunca el alto aprecio en
que le tuvo el Emperador, patente, mucho más que por la
concesión del Toisón de Oro, de los títulos con renta de
Príncipe de Melñ" y de Canciller del reino de Ñapóles, por la
instrucción reservada que envió desde Bruselas en 24 de Ju
nio de 1554 á D. García de Toledo, tratando de la guerra de
Siena y de Córcega, en que se leen estas frases, relativas al
Capitán general de la mar ': «Que os tenga siempre ala mano
para poderos emplear en lo que más holgare y os ordenare
de nuestro servicio y de su descanso, como no dudamos que
lo haréis, según la afección y amor que habéis siempre mos
trado y tenéis á ambas cosas '».

' Véase lo expuesto en el t. i, cap. xvn.


s Dirección de Hidrografía. Colección Navarrele, t. xxxnr.
5 En los momentos de su muerte, escribió su historiador Capelloni, iba á cum
plir el príncipe Doria noventa y cuatro años. Su único deseo consistía en despe
dirse de Juan Andrea, al que esperaba de hora en hora. Guardó cama el viernes 22
de Noviembre de 1560; conoció el domingo 24 que se acercaba su fin, y confesó y
comulgó, pidiendo seguidamente la Extremaunción con las ceremonias de la Igle
sia. Hacia la media noche llamó al ayuda de cámara, Antonio Piscina, volviendo á
decir que hubiera querido abrazar á Juan Andrea antes de dejar el mundo para
hacerle varias recomendaciones; visto que Dios no le acordaba esta satisfacción,
sometiéndose a su voluntad divina, pedia que le supliera, diciéndo'.e de su parte,
tan luego como llegara á Genova, que ante todo había de vivir en el temor de
Dios, y que no dejara en tiempo alguno el servicio del Rey. Que lo hiciera con
vigilancia, honradez y fidelidad, imitándole; que amara y honrara á su patria, te
niendo en el corazón la libertad de Genova, sin omitir nada en su pro. Relativa
mente á su persona, quería que, al amortajarle, se le pusiera al cuello la insignia
pequeña del Toisón de Oro, con que deseaba ser enterrado. El collar había de con
ducirlo á España Piscina y entregarlo al Rey, manifestando en su nombre, que
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44 ARMADA ESPAÑOLA.

Alguien pensaría que con el cuerpo del veterano se había


sepultado la marina real en el Mediterráneo; tal andaban
azorados los capitanes y medrosa la gente de las playas,
oyendo cada día nuevas de Dragut, que campeaba impune
mente hacia Levante, ó de Hassán el argelino, que lo hacía
por el lado opuesto, promoviendo nueva rebelión entre los
moriscos de Valencia, perdido desde el día de los Gelves el
prestigio del nombre que se procuraba mantener '.

recibida aquella condecoración del Emperador, de santa y gloriosa memoria, creía


deber ponerlo en sus manos. Rogaba en su última hora que, en consideración álos
servicios prestados á su padre y á él, acordara su real protección á Juan Andrea y
á Pagano Doria, asegurando que ambos habían de serle fieles como él mismo. Di
cho esto, recomendando devotamente e¡ alma á Dios, expiró con los ojos fijos en
un crucifijo. Anteriormente tenía mandado expresamente que se verificara" el en
tierro de noche, sin pompa ninguna, y así se hizo, depositando el cuerpo en el se
pulcro que tiempo atrás había encargado á Giovanni Angelo Montorsoli, en la ca
pilla subterránea de la iglesia de San Mateo. Escrito su elogio por D. Luis Zapata,
lo acabó diciendo: «Aquí dio fondo perpetuo y murió después en servicio del
poderoso Felipe, Rey de España, y así vi en Genova un claro é ilustre epitafio al
rededor de sus casas; de modo que sirvió fielmente á una República y á tres Prín
cipes de voluntad y condiciones diversas, cortando su servicio y fidelidad á la me
dida de sus talles. Pues otra lealtad usó mayor con su patria; que queriendo el
Emperador hacerle señor perpetuo de Genova, él tanta merced no la aceptó, que
riendo más ser un fiel y gran ciudadano de ella, que lun desleal principe, tirano y
señor de su patria.» {Miscelánea. Memorial Histórico Español, t. xi, pág. 81.) Bueno
es, conocida esta opinión, hacerse cargo de lo que, en carta fecha en Rema á 29 de
Septiembre de 1531, escribía al Emperador el Cardenal de Osma: «Dijome su Bea
titud, entre hablas, que Andrea Doria no era bien querido en Genova, y que era
la causa porque los Adornos eran sus contrarios, y los Fragosos, de cuya parciali
dad ha sido siempre él capitán, viendo que él gobierna la ciudad y que el gobierno
hecho es cerimonia, pues no se hace sino lo que él ordena, súfrenlo de malagana,
paresciéndoles que es duque en la obra, el cual nombre han poseído ellos y los
Adornos doscientos años ha.» {Colee, de doc. ined.para la Hist. de España, t. xiv, pá
gina 220.)
Un compatriota le ha juzgado «sperimentatissimo, quatunque avesse abbracciato
la carriera del mare in etá avanzata; non punto rischioso, comunque all'evento in-
combe sapesse riparare con maravigliosa risolutezza; capitano di testa piü che di
cuore; giammai dimentico dell'interesse del suo signore e del propio, savio citta-
dino, squisito cortigiano, amoroso congiunto, politico avveduto, Andrea D'Oria
non trova posto nella schiera dei marinan poetici cui appartengono Ruggero di
Lauria, Dragut, Marcantonio Colcnna, Francesco Morosini, Lazzaro Mocenigo,
Suffren, Nelson e David Porter. Sta fra gli abilissimi amiragli d'ogni nazione. E
dello stampo degli Agrippa e dei Farragut.» Augusto Vittorio Vecchi, Storia ge
nérale della marina militare, segunda edizione. Livorno, 1895, t. 1, pág. 317.
1 En 8 de Junio de 1560 se expidió título de lugarteniente del príncipe Andrea
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NAUFRAGIO EN LA HERRADURA. 45

En las Cortes de Toledo sonaba la voz del reino:


«Otro si decimos que aunque V. M. ha tenido siempre
relación de los daños que los turcos y moros han hecho y
hacen andando en corso con tantas bandas de galeras y ga
leotas por el mar Mediterráneo; pero no ha sido V. M. infor
mado tan particularmente de lo que en esto pasa, porque
según es grande y lastimero el negocio, no es de creer sino
que si V. M. lo supiese lo habría mandado remediar; porque
siendo como era la mayor contratación del mundo la del
mar Mediterráneo, que por él se contrataba lo de Flandes y
Francia con Italia y venecianos, sicilianos, napolitanos, y
con toda la Grecia y aun Constantinopla, y la Morea y toda
Turquía, y todos ellos con España y España con todos; todo
esto ha cesado, porque andan tan señores de la mar los di
chos turcos y moros cosarios, que no pasa navio de Levante
á Poniente, ni de Poniente á Levante, que no caiga en sus
manos; y son tan grandes las presas que han hecho, así de
cristianos cautivos como de haciendas y mercancías, que es
sin comparación y número la riqueza que los dichos turcos y
moros han habido, y la gran destrucción y asolación que han
hecho en la costa de España; porque dende Perpiñan hasta
la costa de Portugal, las tierras marítimas se están incultas,
bravas, y por labrar y cultivar; porque á cuatro ó cinco le.-
guas del agua no osan las gentes estar; y así se han perdido
y pierden las heredades que solían labrarse en las dichas tie
rras marítimas, y las rentas reales de V. M. por esto también
se desminuyen, y es grandísima inominia para estos reinos
que una frontera sola como Argel pueda hacer y haga tan

Doria al ilustre Marco Antonio Doria y del Carreto. Dirección de Hidrografía.


Colección Sans de Banitcll. Simancas, art. 2.°, núm. 20.
Un romance escrito por Alonso Gómez de Figueroa da cuenta de un siniestro
terrible ocurrido entonces. Obra nuevamente compuesta del suceso y desastre que
aconteció en Málaga el primer dia de Pascua de 'Espíritu Santo. En un galeón que
estaba con quinientos soldados de infantería. Y en el mesmo puerto, á media legua de la
ciudad, se abrió y se fueron á fondo con toda la gente que llez'aba, que no .escaparon
sesenta personas. Acacsció á 25 de Mayo de 1561 años. Impreso en Sevilla, 2 hojas
en folio.
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4$ ARMADA ESPXÑOLA.

gran daño y ofensa á toda España; y pues V. M. paga en


cada un año tanta suma de dineros de sueldo de^ galeras, y
tiene tan principales armadas en estos reinos, podríase esto
remediar mucho, mandando que las dichas galeras anduvie
sen siempre guardando y defendiendo las costas de España
sin ocuparse en otra cosa alguna. Suplicamos á V. M. mande
ver y considerar todo lo susodicho; y pues tanto va en ello,
mande establecer y ordenar de manera que, á lo menos el
armada de galeras de España no saiga de la demarcación
della, y guarde y defienda las costas de dicho mar Medite
rráneo desde Perpiñan hasta el estrecho de Gibraltar, é
hasta el río de Sevilla, y V. M. mande señalarles tiempo pre
ciso, que sean obligados á andar en corso y en la dicha guar
dia sin que dello osen exceder; porque en esto hará V. M.
servicio muy señalado á Nuestro Señor y gran bien y mer
ced á estos reinos.»
El emperador Carlos V mandó construir 50 galeras de una
vez por decoro de la majestad al ir á Italia; D. Felipe dio
órdenes apretadas para poner en astillero las quillas de otras
tantas que reemplazaran las perdidas, convocando en Bar
celona maestranza de todos los puertos de España y haciendo
traer árboles de Flandes, remos de Ñapóles, arcabuces y
picas de Vizcaya; y mientras la fábrica avanzaba por sus
pasos, agregó á la escuadra de galeras de España, de D. Juan
de Mendoza, algunas genovesas, juntando 28, reforzadas con
3.500 infantes para atender preferentemente á la costa de
Valencia y á la plaza de Oran, amenazadas.
A la última había de acudir primero con municiones, y ya
que las había embarcado en Málaga, dio pasaje á mujeres y
familias enteras de soldados, admitiendo en la Capitana á
dos niños pequeños, hijos de D. Alonso de Córdoba, conde
de Alcaudete, nietos de D. Martín.
El 18 de Octubre de 1562, concluida la faena, empezó á
soplar mansamente de Levante, viento para el que la playa
de Málaga era desabrigada y peligrosa. Sabíalo muy bien
D. Juan de Mendoza, criado en las galeras al lado de su pa
dre D. Bernardino; y conociendo las condiciones de la costa,
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NAUFRAGIO EN LA HERRADURA. 47

determinó salir de allí sin dilación y fondear en la Herra


dura, que es un ancón situado 40 millas más á Oriente, con
excelente resguardo de tal rumbo, experimentado por don
Juan en dos ocasiones en que salvó á la escuadra refugián
dola en aquel abrigo.
Aunque contra el viento fuerte bogaron desde las dos de
la noche hasta las diez de la mañana siguiente, lunes 19, en
que surgieron y se aseguraron con dobles amarras en precau
ción del temporal que amagaba; mas no descargó la mayor
furia de Levante, como se temía; á la media hora de ven
tar por este lado rondó hacia el Sur con tal violencia que no
dio tiempo á levar otra vez, encontrándose las galeras sin
el reparo que buscaban, batidas abiertamente.
Empezaron á garrar las unas y á dar en tierra las más pró
ximas, haciéndose pedazos; visto lo cual, en algunas, por
salvar las vidas, cortaron los cables, dejándose ir á la playa
donde fueron sorbidas de la mar con la gente despedazada
por la resaca ó por los remos y objetos mil flotantes que en
su furia movía á un cabo y á otro.
La Capitana de D. Juan de Mendoza, hermoso bajel de 28
bancos, construido en Ñapóles, nuevo, de cinco meses,
aguantaba bien sobre los ferros; sin embargo, no creyendo
los prácticos que pudieran resistir mucho tiempo las amarras,
trataron de varar, dando un calabrote por el través de estri
bor, y halando por él al mismo tiempo que largaban el cable
de la otra banda. En esta disposición se atravesó á las olas la
galera y tumbó, anegándose.
Don Juan estaba en la popa con una marlota roja, ce
ñida una tohalla y un zaragüell largo de raso pardo. Ani
maba á la gente, y más que nada se ocupaba de la vida de los
dos niños que le estaban confiados. Al caer al agua quiso
nadar; pero el golpe de un madero en la cabeza le aturdió
y echó al fondo, suerte que cupo también á los niños, á
D. Francisco de Mendoza, hijo del Marqués de Mondéjar,
al veedor Morillo, con otros caballeros, no escapando de
su compañía más que el piloto, nueve marineros y trece for
zados.
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48 ARMADA ESPAÑOLA.

De las 28 galeras, que eran '• 12 de la escuadra de España;


6 de Ñapóles y de particulares á sueldo de la Corona; 6 del
marqués Antonio Doria; 2 de Bendineli Sauli, y 2 de Esté-
fano de Mari, dieron al través, ó se anegaron, 25, salvándose
únicamente tres de la escuadra primera: Mendoza, Soberana
y San Juan.
La pérdida de gente es difícil de estimar en las relaciones *¡
que fluctúan en las cifras de 2.5CO á 5.000 personas, ya por
que en unas no se cuentan las mujeres, ya porque otras hacen
caso omiso de los infelices remeros forzados. En lo que an
dan conformes es en lamentar la muerte del General, porque
fue de los valerosos que las galeras de España tuvieron, no
habiéndose quedado atrás e,n la reputación heredada de su
padre.
Desde 1545 había mandado escuadra, haciendo continuas
campañas en los mares de Italia y de España con vigilancia
y fortuna de muchas presas de berberiscos y turcos. Sólo el
año 1556 tomó en aguas de Sicilia 11 galeotas.

Mas Dios, que la tierra y mar


Manda y rige en toda parte,
Por bien tuvo que este Marte
Feneciese 5.

Tal suerte infeliz cupo á otro hermano, D. Iñigo, general


de las galeras de la Orden de Santiago, navegando por la
ribera de Genova en una con poco lastre y mucha vela, que
trastornó el viento '.
La nueva calamidad de la Herradura, siguiendo tan de
cerca á la de los Gelves, contristó profundamente á la gente

1 La orden de reunión de estas galeras se halla en la Colección Satis de Barutell.


Simancas, art. 3.0, núm. 170.
2 Las he condensado en el libro de Viajes regios, incluyendo el sentido romance
que escribió el soldado Fernando Moyano, testigo de vista, con pormenores y
nombres de los capitanes y de los bajeles.
3 Fernando Moyano, Romance citado.
* Asi (escribió Zapata) fue del honrado caballero la patria el mar, la galera casa
y un pece sepoltura. Del ahogarse se hizo gran sentimiento del por todo el mundo.
{Memorial Histórico Espafwl, t. xi, pág. 38.)
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Nao y galera pintadas en un arcdn que perteneció á Miguel de Oquendo.


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XAUFRAGIO EN LA HERRADURA. 49

marinera nuestra, al paso que en la costa frontera argelina


se celebraba pensando que, perdidas aquellas galeras, no
quedaban al Rey de España otras con que proteger á la plaza
de Oran, y volvería, por tanto, esta vez al poder mahome
tano. Creyó lo mismo el Gran Señor, y mandó al virrey
Hassan que hiciera la conquista luego, para lo que le enviaba
á Piali con 10 galeras de las apresadas, refuerzo de las suyas
oportuno. En breve puso en campaña más de 50.000 hom
bres provistos de artillería gruesa, y en la mar 45 bajeles de
remo y 5 navios franceses de alto bordo ', dirigiéndolos si
multáneamente sobre Mazalquivir como escala.
Antes de conocer esta resolución llamó el rey D. Felipe
á Cortes en Madrid, con objeto de pedirlas subsidio extra
ordinario, declarando en la convocatoria * ser preciso re
mediar la pérdida de galeras, armar otras, meter en orden
las fronteras, puertos y costas de África, teniéndose por
cierto que la armada del Turco y los bajeles de Argel y el
Peñón de Vélez se juntaban. La proposición (que hoy diría
mos discurso de la Corona), leída el 25 de Febrero de 1563,
expresaba * que, habiendo sucedido la pérdida de los Gelves,
que fue tan grande, y quedando las fuerzas de mar enflaque
cidas y los infieles con soberbia é insolencia, se habían hecho
grandes costas y había que continuarlas por la pérdida que
sobrevino de las galeras que Argute Arráez (Dragut) tomó,
de las que se perdieron en Sicilia, y mucho más necesario y
forzoso después del caso sucedido en el puerto de la Herra
dura. Que asimismo habían armado cosarios franceses y de
otras naciones, herejes y luteranos, que infestaban los mares
y puertos, por lo que tenía ordenado formar una muy po
derosa armada de galeras que no sólo fuera suficiente á la
resistencia de los dichos turcos é infieles, mas pudiera con
ella ofenderlos en sus propias tierras y provincias.

1 Cabrera de Córdoba. Salazar.


1 A 12 de Diciembre de 1562.
1 Acias de las Cortes de Castilla, publicadas por el Congreso de los Diputados,
tomo 1.
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50 ARMADA ESPAÑOLA.

En tanto se deliberaba la proposición urgentemente, por


haber de partir S. M. á las Cortes de Monzón entrado el
mes de Abril de 1563, los hijos del valeroso Conde de Al-
caudete muerto en Mazagán, D. Alonso y D. Martín1 de
Córdoba, guardaban las dos plazas de Oran y de Mazalquivir,
preparados, en cuanto de su voluntad dependía, á la. lucha, á
que les estimulaba la llegada de embarcaciones menores en
que se les envió desde Málaga dos mil fanegas de trigo, her
rramientas de zapadores, pólvora, un ingeniero y algunos
soldados de experiencia. Como eslabón entre los presidios,
y á fin de darse la mano, construyeron en loma intermedia
un fuerte llamado San Miguel, y otro avanzado de Mazal
quivir, que denominaron Los Santos.
A éste ai acó primeramente el argelino por mar y tierra,
cuidando las galeras de interrumpir las comunicaciones con
Oran; y aunque doscientos soldados defensores hicieron des
trozo, derribados los muros, que eran de tapial, hubieron de
ceder. Hassán cercó entonces el otro fuerte de San Miguel,
considerándolo llave de Mazalquivir, como éste lo era de
Oran. Ante la plaza dejó 24.000 infantes y 400 caballos; á la
otra bloqueó poniendo sus soldados á cubierto de la artille
ría en Cerro Gordo, como lo estábala escuadra tras del cabo
Falcón, y lanzó á los genízaros al foso del fortín, que gente
le sobraba para todo; pero rechazados en seis asaltos conse
cutivos los turcos de elección, se persuadieron de no ser llana
la empresa. Detúvoles el obstáculo hasta el 8 de Mayo, en
cuya noche abandonaron las ruinas los españoles replegán
dose á Mazalquivir, después de sostenerse veintidós días,
muchos más de lo que se esperaba por moros y cristianos.
Llegó la vez á la ciudad, débilmente fortificada, en que se
pasó muestra á 470 hombres; pocos defensores, con la re
mota esperanza de socorro que tenían. Abierta trinchera y
situadas baterías á cuarenta y cinco pasos de la muralla, ba
tiendo sin cesar, al mismo tiempo que desde un cerro domi
nante tiraban con culebrinas á las casas, el 20 de Mayo en
vió Hassán por delante 12.000 alárabes para que quebrase
en ellos la furia de los arcabuceros, y á la espalda dos colum-
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NAUFRAGIO EN LA HERRADURA. 51

ñas compactas que dieran el asalto. La mortandad fue es


pantosa; pero sin vacilar los turcos corrieron animosos, lle
gando á plantar su bandera en una almena y á lidiar cuerpo
á cuerpo en lo alto, lo mismo que en las brechas, hasta ser
arrojados al foso.
El i.° de Junio se repitió la acometida por tierra y mar
con igual bizarría de parte y parte. De la plaza, á más de las
piedras, dardos y alcancías, rodaron esta vez barriles de pól
vora, que, reventando entre la apretada masa de los argeli
nos, sembraron el espanto, haciéndola retroceder veloz
mente. Los días 6 y 7 volvieron á estrellarse contra las
defensas los bríos de los asaltantes. A la suprema necesidad
acudían el ingenio y la vigilancia de D. Martín con reparos y
recursos inesperados. El suelo estaba cubierto de cadáveres-
Pa^-a el 16 de Junio ' preparaba Hassán el golpe decisivo,
habiendo arengado á la hueste y avergonzádola por su in
decisión frente á tan pocos y despreciables enemigos cristia
nos. Estábanse formando las columnas cuando asomó el
alba, y súpito oyeron el estruendo de artillería de la plaza
acompañado de vocería, clamor de campanas, sonido de
trompetas y atambores. ¿Qué ocurría? Digámoslo.
Tenía el rey D. Felipe avisado á los gobernadores en Ita
lia el apuro de las plazas de Berbería, ordenándoles despa
charan urgentemente las naves de que pudieran disponer,
procurando en el ínterin que recibieran algún auxilio. A pro
pósito fue comisionado D. Alvaro de Bazán con las cuatro
galeras en que de ordinario andaba en protección de la reca
lada de flotas de Indias, y se acercó con precaución á la ciu
dad sitiada, tratando por dos veces de burlar la vigilancia de
los bloqueadores, sin lograrlo.
Algo parecido ocurrió al Abad de Lupián, armador tonsu
rado que poseía una galera; de forma que transcurrieron dos
meses sin que los avisos y ruegos del Conde de Alcaudete
obtuvieran respuesta. Al fin el último día de Mayo, aprove
chando un violento temporal que había forzado á la escuadra

1 Cabrera de Córdoba,
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5» ARMADA ESPAÑOLA.

de Argel ¿refugiarse en el puerto de Arceo, entraron en


Oran dos fragatas: una de Málaga, de Cartagena la otra, lle
vando seguridad de seguirles muy pronto el socorro que se
estaba preparando.
Recibió encargo al efecto, con título de Capitán general,
D. Francisco de Mendoza, que armó y dispuso á toda priesa
las galeras nuevas construidas en Barcelona, y fueron jun
tándosele las de Malta, las del Duque de Saboya, las del Car
denal Borromeo, enviadas á la necesidad. Juan Andrea Do
ria trajo 12 de Genova, de buena aplicación á no suscitar
con ellas enojosa cuestión de precedencia. Vista la insignia
de Mendoza, pasó á la corte á representar al Rey que, ha
biendo sido jefe supremo en Italia, no podía servir subordi
nado ahora, y porque no era ocasión de descontentarle con
temporizó D. Felipe, ofreciendo que en Italia volvería á
tener la jefatura ; mas como no había razón para quitarla al
que la tenía, fueran las galeras genovesas á la jornada regidas
por su hermano Pagano Doria, y él como consejero sin
cargo, que de este modo en su experiencia y valor fiaba el
buen suceso. Se aquietó con la benignidad del Rey la suscep
tibilidad del de losGelves, y volvióse á Cartagena á tiempo
en que llegaba aviso último de Mazalquivir diciendo haberse
comido los caballos, estar todo consumido y ellos amparados
tras de barricas y traveses de madera y de tierra, sustentán
dose con trabajo en pie, en el aprieto del hambre y trance
de la vida.
Partió D. Francisco de Mendoza con 34 galeras, unidas las
de Ñapóles, de Bazán, de Antonio Pascual Lomelín y del
Abad de Lupián, conduciendo 4.000 soldados y muchos ca
balleros voluntarios. Navegaban con precaución, deseando
sorprender á los enemigos, llegando sobre ellos de amane
cida, y dicho está que lo hicieron en el instante en que for
maban las columnas para lanzarlas al asalto definitivo. Veinte
bajeles suyos sobre la playa (los demás habían ido á Argel
por municiones y bastimentos) descubrieron los primeros á
la armada cristiana, y diéronse á huir hacia Poniente á toda
vela. Los turcos de las trincheras las abandonaron; y como
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Naufragio en la herradura. 53

nuestras galeras hicieran muestra de atracar al cabo Falcón,


temiendo Hassán le cortaran el paso, determinó la retirada
con bastante orden , salvando las tiendas y cubriendo la re
taguardia con escopeteros.
Dejaron en el campo 16 piezas de artillería, muchas muni
ciones, ropa y mantenimientos, una bandera, herramientas,
madera, cureñas y ruedas. Se tomaron cinco galeotas sin
gente, y las cuatro naves grandes francesas con alguna parte
de la suya, que fue puesta en galeras al remo, después de ha
berla interrogado por qué siendo cristianos habían venido en
ayuda de los infieles trayéndoles municiones '.
Contando lástimas, describiendo lo que los del socorro vie
ron en Mazalquivir, y haciendo elenco de personas de cali
dad muertas en el sitio, ocupan los historiadores del tiempo
páginas largas, que pueden resumirse en estas pocas líneas de
D. Luis Zapata *:
«Estaba el animoso marqués D. Martín de Córdoba he
rido, y hecha pedazos su gente de hambre, como espíritus
consumidos y flacos, nulli sua forma manebant, y de los
soles de la ardientísima África negros como alarves, y del
nunca dormir vencidos, no del fuego ni del hierro, sino del
sueño y del hambre; botas y rotas sus armas, ya sin mechas
los arcabuces, sin pelotas sus bolsas y sin pólvora sus frascos;
la muralla despedazada y abierta cuarenta pasos; sólo sir
viendo de muros las valerosas manos del animoso Marqués
y de los pocos que con él habían quedado, y juntos á la ya
no fuerza, sino flaca, montón de turcos muertos y hechos
dellos jiras.»
Tiempo era de levantar el espíritu mareante, abatido con
la consideración dolorosa de infortunios fatídicos en princi
pio de reinado: aquí el heroico Conde viejo de Alcaudete,
general abandonado de su hueste; allá, cabe Trípoli, la hueste

' «Por lo cual (escribió Salazar) D. Francisco los mandó echar al remo, aunque
con muy justa causa los pudiera mandar ahorcar, y en ellos fuera muy bien em
pleado, porque otros tomaran ejemplo, aunque la principal culpa estaba en los que
los enviaron de Francia.»
* Memorial Histórico Español, t. XI, pág. 42.
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$4 ■ AttMADA,ESPAÑOLA.

abandonada de su General; enfrente General y hueste abis


mándose juntos, menos mal el último, dada por lenitivo al
sentimiento la convicción de que llenaron todos su deber.
Registrar las espaldas á los turcos era suceso de los que se
iban borrando en la imaginación de los navegantes, y en buen
hora volvía para hacerles olvidar el estribillo de los cautivos
asidos al remo:

«¡ Ay Dios; felices los que plantan coles ! >


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IV.

EL PEÑÓN DE VÉLEZ DE LA GOMERA.

1563-1564.

Expedición de D. Sancho de Leyya.^Desembarque.—Fracaso.—Presa de naves


inglesas en Gibraltar.—D. Garcia de Toledo, general de la mar.—Propósito de
reorganizar la armada.—Ordenanzas.—Gran armamento.—Concurso de las na
ciones cristianas.—Escuadras en Málaga.—Vuelta al Peñón.—Inteligencia en el
ataque.—Sucumbe la plaza.—Su importancia.

a que estaba junto tan buen armamento y, de


vuelta en Málaga, reforzado con galeras venidas
\ de Italia con retraso, saliendo el Rey de inquie
tudes, remuneró á los vivos y no dejó sin premio á
los muertos haciendo mercedes á las viudas, con que
todos fueron contentos y gratificados. La ocasión era
excelente para emplearlos; y como el alcaide de Melilla,
Pedro Venegas, porfiara que podía cobrarse fácilmente el
Peñón de Vélez, según noticias seguras que tenía de dos re
negados, siempre que de noche se escalara por sorpresa,
ordenó á D. Francisco de Mendoza lo intentara.
Al llegar la carta del Rey padecía el General de las galeras
de un ataque de fiebre aguda que le imposibilitaba; así que
hubo de resignar el mando, y por acuerdo con los capitanes
lo tomó D. Sancho de Leyva, Capitán general de las galeras
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$6 ARMADA ESPAÑOLA.

de Ñapóles otra vez desde que volvió del cautiverio de


Constantinopla '•
Hízose á la mar D. Sancho á 23 de Julio con 50 galeras;
abrió sobre la isla de Alborán los pliegos reservados; comu
nicó á los generales el plan del alcaide de Melilla; y aunque
á todos pareció quimera, navegaron de concierto para recalar
sobre el Peñón de noche, disponiendo fragatas y bergantines,
escalas y gente ágil y determinada, para que el mismo Vene-
gas, que en la escuadra iba, dirigiese la empresa.
Sucedió lo que era de esperar; sintiendo los vigilantes el
ruido de los remos, dispararon una pieza que puso en pie á
toda la guarnición; y no pareciendo á D. Sancho que era cosa
de volverse con aquella burla, así que fue de día atracó á la
costa fuera de tiro de cañón, y á seis millas de Vélez des
embarcó con unos 4.400 hombres, españoles é italianos, y
avanzó por terreno escabroso, llevando la vanguardia los ca
balleros de San Juan. Diez y ocho ó veinte criados suyos (de
talle curioso), con forzados de sus galeras y escolta de 200
arcabuceros y 100 piqueros, le llevaban áretaguardia manja
res aderezados y vajilla de plata en que habían de servírsele.
Habiendo pasado sin ocurrencia toda la infantería, aparecie
ron unos 60 moros que, rodando piedras, con los alaridos que
ellos dan asustaron á los reposteros haciéndoles correr hasta
la playa, con lo que D. Sancho se quedó sin comida y sin
plata, á beneficio de los alárabes, no acostumbrados á pare
cido regalo. Cuando acudió fuerza á reforzar la retaguardia,
los moros habían desaparecido con la presa.
Lo mismo habían hecho los vecinos de Vélez; la ciudad
estaba abandonada con alojamiento para toda la tropa; mas
así que cerró la noche acometieron con más ruido que bulto,
si bien como podían desear. Dieron á huir los soldados cuesta
abajo, despeñándose como si detrás les siguiera la morería
entera, ó tirándose al agua para ganar los bajeles, y esto mu
cho tiempo después de haber huido á su vez los berberiscos,
así que D. Sancho les hizo frente con su escuadrón.

1 Era sobrino del Sr. Antonio de Ley va, principe de Ascoli, defensor de Pavia.
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EL PEXÓIÍ'DE VÉLEZ DE I.A GOMERA. 57

Al siguiente día llegaba de la mar el Alcaide turco, gran


corsario, con dos galeras, á que dieron caza las nuestras más
de 20 millas sin poderlas alcanzar: el viento de la buena dicha
no soplaba por lo visto á los de la jornada. Tuvo D. Sancho
consejo de generales, manifestando ante ellos que no hallaba
medio de batir y tomar el Peñón, que era á lo que iban,
porque sería preciso desembarcar artillería de las galeras y
subirla al monte, donde no podrían sostenerla con tan poca
gente, siendo atacados de los moros, y la perderían si, como
era de presumir, se veían en la precisión de embarcarse. A este
parecer se arrimaron ios más. Siempre en casos análogos pesa
la iniciativa del jefe si con tanta claridad y resolución se in
sinúa; hubo, no obstante, algunos que opusiaran razones de
fuerza suficiente con que escudar el disentimiento, y fue uno
D. Alvaro de Bazán, hijo de aquel del mismo nombre, vene
rado por todo marinero, de D. Alvaro de Bazán el Viejo,
vencedor en Muros.
El Mozo, ya ventajosamente conocido, había dado en la
noche anterior prueba de sangre fría haciendo cesar el ca
ñoneo de las galeras en la obscuridad, cuando se inició el
pánico en la tropa, gritando que más iban á matar cristianos
que moros '. A la consulta del General respondió respetuo
samente ": «Que aquel negocio era de mucha calidad, y que
importaba no se dejase de batir el Peñón y procurar de ga
narle, porque los turcos que estaban en él de presente, como
vivían descuidados de enemigos, no estaban avituallados, y
la guarnición que había dentro era muy poca, y viendo cual
quier batería que se les daba bastaría para que se le rindie
sen de grado ó por fuerza, lo que por aventura no se podría
hacer, aunque otra vez, con otra mayor armada de la que allí
tenían, volviesen sobre él, porque se habrían avituallado y
proveído de buena guarnición y presidio. Cuanto más que
hacer lo contrario era ir contra la orden que traían del Rey,
y en menosprecio de las naciones española é italiana, y dar
ánimo á aquellos turcos y moros, que, ensoberbecidos de
1 En efecto, murieron 20 fugitivos italianos.
1 Salazar, Hispania viclrix.
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S& ARMADA ESPAÑOLA.

esto, de allí en adelante los tuviesen en poco y menosprecia


sen: y que así era de voto que no se retirasen, sino que en la
playa de Vélez, al canto de ella hacia el Poniente, se planta
sen tres ó cuatro cañones de batir, con que batiesen; y que
pues tenían 50 galeras, las partiesen en dos bandas de á 25,
y la una batiese por la parte de Alcalá y la otra á la banda de
España; porque, aunque aquello no bastase para hacer bate
ría, bastaría para matar la gente que se escondiese por aque
lla parte, y que, hecha la batería, no sería menos sino que
fuese de mucho efecto por ser las murallas del Peñón muy
flacas y débiles, lo que él había reconocido ser así, yendo en
una pequeña barquilla, desde muy cerca; y que hecha la ba
tería, para dar el asalto había muchas fragatas y bergantines
en que podría acometer la gente, y que para esto él tomaría
la batería más peligrosa, que era (como se vía) la de la banda
de Alcalá, de hacerla con sus galeras; y que para el dar del
asalto también se encargaría de hacer escalas de las entenas
de sus galeras, poniéndolas en ellas comobaupreses de naos,
para poder echar la gente en el Peñón bien alta de la mar,
y que de la retirada protestaba que no era en ello por las
causas y razones que tenía dicho, y que para que esto vi
niese á noticia de Su Majestad lo daría firmado de su nombre,
y que así pedía y requería á cada uno de los que allí estaban
en aquel Consejo hiciese lo mismo que dijese.»
Otros generales se adhirieron y firmaron este voto; sin
embargo, D. Sancho de Leyva ordenó se empezase el reem
barco una hora antes de anochecer, como se hizo, protegién
dolo las galeras y señalándose de nuevo D. Alvaro de Bazán
por la gallardía con que tomó el puesto de más peligro, reci
biendo su galera dos balazos, que afortunadamente no mata
ron gente.

Pedro Venegas deseaba que, una vez salidas del Peñón,


reconocieran las galeras la Laguna de Puerto Nuevo, conti
gua á Melilla; mas D. Sancho alegó la contrariedad del viento,
y se entró en Málaga el 2 de Agosto ', enviando cuenta al

1 Por los datos de Salazar; el 6 de Agosto por los de Cabrera de Córdoba.


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EL PEÑÓN DE VELEZ DE LA GOMERA. ¡¡9

Rey de lo ocurrido, con inclusión de votos escritos de los


generales que aconsejaron la expugnación.
Salta á la vista la presión ó influencia desmoralizadora de
los desastres anteriores sobre la armada, compuesta de re
siduos de las deshechas, y por azar gobernada en el intento
del Peñón por General fugitivo y preso en los Gelves sin
justificación, ahora tan apocado como presuntuoso. Por
suerte vino á descubrir su proceder la savia nueva regene
radora del tronco al caer las ramas heladas. El Rey, con
exactos informes de los sucesos, no se dio por entendido, ni
menos por descontento; lo que hizo sencillamente fue con
testar á los despachos de D. Sancho de Leyva ordenán
dole marchase con su escuadra á invernar en Ñapóles, al
mismo tiempo que lo hacían los demás en sus destinos respec
tivos, proponiéndose, en el tiempo de asistencia en las Cor
tes de Monzón, pensar seriamente en la medicación del
cuerpo enfermo: en el reemplazo de D. Francisco de Men
doza, General de las galeras de España, que de las calen
turas falleció l, y en la elección de jefe supremo de la
marina en el Mediterráneo, previniendo pretensiones an
teriormente insinuadas por Juan Andrea Doria, príncipe de
Melfi.
Se habían cumplido las predicciones de D. Alvaro de Bazán
el Mozo; con la retirada del Peñón se borró en nuestra gente
la impresión favorable del triunfo de Mazalquivir, y en los
argelinos la de la quiebra que sufrieron, volviendo á las corre
rías por las costas de España, como solían, y extendiéndolas
á las islas Canarias, adonde nunca se habían alargado. Los
turcos reforzaron las fortificaciones del Peñón é hicieron un
castillo nuevo en la playa de Vélez para defender el des
embarco.
Prueba más clara del desconcepto seguido á los sucesos
dieron ocho naves inglesas, atreviéndose á combatir y abordar

1 Don Francisco de Mendoza, comendador de Socuéllamos en 'la Orden de San


tiago, señor de las villas de Estremera y Valdaracete, hijo de D. Antonio, virrey
que fue de Nueva España y del Perú, habia servido con él en Indias. Era primo
hermano y cuñado de D. Juan y D. íñigo de Mendoza, casado con D." Catalina.
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60 ARMADA ESPAÑOLA.

á una de Francia dentro del puerto de Gibraltar, y lleváran-


sela si no rompiera el fuego el castillo, obligándolas á tomar
el largo. El desacato no quedó impune por haber dado aviso
el Corregidor á las galeras que invernaban en el puerto" de
Santa María y salir rápidamente con cinco el mencionado
Bazán, que las alcanzó é hizo su presa, hallando á bordo pan
de cazabe, azúcar, con otros artículos de Indias que daban
sospecha de ser de corsarios '.
A todo esto se juntaron avisos de estar disponiendo Soli
mán su grande armada para la primavera, puesta la mira en
la Goleta y en las Baleares, y preciso fue acudir á extrema
dos recursos, solicitando D. Felipe auxilios del Rey de Por
tugal, de los Duques de Saboya, Florencia y Señorío de Ge
nova, al paso que en los virreinatos de Italia y en los puertos
de España se activaba la construcción de galeras nuevas. Dis"
tando todavía la suma de los contingentes en la comparación
de la que harían las galeras del Sultán, acrecentadas con las
flotas de Dragut y de Hassán de Argel, ocurrió embargar cien
chalupas y zabras de los pescadores de Cantabria y Galicia,
embarcaciones de 6o á 70 toneladas, que, bien artilladas y
con remeros voluntarios, darían al cuerpo de galeras un re-

1 Carta de D. Alvaro de Bazán al Rey, fecha en Gibraltar á 24 de Noviembre


de 1563. Dirección de Hidrografía. Colee. Navarrete, t. xl. En el Calendar of State
papers, colección inglesa de documentos oficiales, se contiene un despacho del em
bajador Challoner, fecha 20 de Febrero de 1564, reiterando otro de 20 de Enero é
intercediendo á favor de los ocho navios detenidos y de los 240 tripulantes que
habían sido echados á galeras, y morían de hambre y de frío. Aseguraba el Emba
jador al iey D. Felipe que no eran piratas, sino mercaderes; que fue el navio fran
cés el que empezó las hostilidades, y ellos no hicieron resistencia á las galeras del
Rey; pero en carta dirigida á los prisioneros el 3 de Marzo avisándoles haberse in
teresado por ellos, les reprendía, f xpresando que habían hecho muy mal en aco
meter la empresa en las costas de España y tenían que sufrir las consecuencias.
Á la reina Isabel escribió en 18 de Junio que, si bien el tratamiento de los prisio
neros era cruel, en mucha parte lo motivaban los aventureros, ó más bien piratas
ingleses. Los que cayeron en manos de D. Alvaro de Bazán no hubieran estado
tanto tiempo con grillos si otros capitanes ingleses no menospreciaran la jurisdic
ción de España haciendo presas á franceses dentro de ella. En Galicia, requerido
un navio inglés por esta causa, hizo fuego sobre la ciudad y mató cuatro hombres.
Sin embargo, volvía á escribir en 28 de Junio, el Rey había dado órdenes para po
ner en libertad á los navios con su gente, y en 15 de Agosto lo hizo con las naves
detenidas en San Sebastián.
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EL PEÑÓN DE VÉLEZ DE LA GOMERA. 61

fuerzo homogéneo apreciable, teniendo además aplicación


al embarco de caballos, artillería de sitio, balas y municiones.
D. AÍvaro de Bazán, llamado por el Rey á Aragón, donde es
taba, recibió instrucciones con el fin de marchar á Vizcaya y
entender en el armamento de la armadilla auxiliar, secundado
por los Corregidores.
En tanto se trasladó D. Felipe á Barcelona, queriendo ver
por sí mismo el progreso de la obra en las Atarazanas, y go
zar la satisfacción de recibir á sus sobrinos Rodolfo y Ernesto
de Austria, que, por la vía de Genova, llegaron en la escua
dra de Marco Centurión, marqués de Estepa, escoltada por
la de Juan Andrea Doria '.
Una de las determinaciones tomadas desde el momento de
su entrada en la ciudad de los Condes, la más trascendental,
sin duda, á la armada, fue la designación y nombramiento del
Virrey de Cataluña, y de los Condados de Rosellón y Cer-
daña para regirla, sustituyendo á Andrea Doria en el título
de Capitán general del mar Mediterráneo, con iguales pode
res y atribuciones, y, lo que tanto vale, con la seguridad de
sostener cuantas providencias encaminara á corregir abusos
y restaurar la disciplina 4. Porque se abarque desde el prin
cipio la significación de la patente es útil recordar antece
dentes de la persona 3.
D. García de Toledo, marqués de Villafranca por muerte
de su hermano mayor D. Fadrique, empezó á servir en la
mar con dos galeras suyas, en 1539, á las órdenes de Andrea
Doria. A los veintiún años de edad fue distinguido con el
mando de la escuadra de Ñapóles, más por méritos de su pa-

1 Llegaron á Barcelona con 18 galeras el jueves 22 de Marzo de 1564. Cronicón


de Sans de Barutell. (Academia de la Historia, t. xxm, núm. 19.)
1 Firmó el Rey el titulo y las instrucciones en Barcelona el 10 de Febrero
de 1564. En las segundas encargaba especialmente «cuidara lo que en lo pasado
había ocurrido en el desorden de llevar las galeras, de unas partes á otras, mercan
cías». El sueldo era de 12 000 ducados. Hay copias de los documentos en la Colec
ción mencionada de Navarrete, t. ni, núms. 7 y 8.
5 Constan con amplitud en la obra de Sosa, Noticia de las grandezas de los Mar
queses de Villafranca, Ñapóles, 1676, compendiados por mi en el Almanaque de La
Ilustración Española y Americana para 1881,
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62 ARMADA ESPAÑOLA.

dre, el virrey D. Pedro, que por los que se le reconocieran;


pero los tuvo pronto en evidencia asistiendo á las jornadas de
Túnez, Argel, Sicilia; alas de Sfax, Calibia y Mehedia, donde
discurrió el empleo de la batería flotante formada sobre dos
galeras, de tanta eficacia para la rendición de la plaza; á las
campañas de Grecia, con la fortuna de recobrar los cautivos
y botín de Barbarroja en Niza; á las guerras de Siena y de
Córcega; á constantes cruceros, en que hizo presas á turcos
y moros. Disgustado de la vida de mar, no por la mar, sino
por el sistema vigente en las galeras, hizo dejación del mando
con sentimiento del Emperador, manifestado en carta á don
Pedro de Toledo en estos términos: «Por otra se os responde
á los negocios, y así ésta no servirá más que para avisaros
cómo deseando D. García de Toledo, vuestro hijo, dejar el
cargo de las galeras de ese reino, como quiera que nos hallá
bamos bien servidos de él y holgáramos que no lo dejara, nos
hemos contentado de ello por el daño que se le recrecía á su
salud; pero siendo la persona que es, y lo mucho y bien que
nos ha servido, porque no quede sin cargo le hemos hecho
merced de Coronel general de la infantería española de ese
reino, confiando que en el gobierno de ella hará lo que de su
valor y cordura se debe esperar.»
Aquí no importa lo que hizo en las campañas de Italia á las
órdenes de su primo el gran Duque de Alba; es suficiente
apuntar que dispensándole el rey Felipe II aprecio mayor, si
cabe, que el Emperador, le nombró Virrey y Capitán general
de Cataluña '.
Al salir de las galeras escribió un discurso semiserio, po
niendo en relieve las dificultades que se ofrecían al jefe para
sostener el orden respetando los usos y las corruptelas intro
ducidas, y sobre todo habiendo de atemperarse á la falta de
pagas y á las libertades que por ello se tomaban los capitanes,
lo mismo que los marineros y soldados *.

1 En 25 de Abril de 1558. Colección Navarreíe, t. xxxiii.-


5 Véase en el Apéndice núm. 1. No se ha publicado hasta ahora que yo sepa.
Hay copias en la Academia de la Historia, Biblioteca Nacional y Dirección de Hi
drografía,
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EL PEÑÓN DE VÉLEZ DE LA GOMERA. 63

Recibiendo nueva de la rota de los Gelves, escribió á An


drea Uoria con ofrecimiento de toda su hacienda para reme
diar la desdicha y socorrer prestamente á los que habían que
dado defendiendo el castillo \ A esta empresa destinaba el
Rey á su persona, ordenándole pasar sin dilación á Sicilia s,
si bien dispuso luego otra cosa informado de los aconteci
mientos 5.
Durante la estancia en Barcelona atendió al corte y acopio
de maderas, faenas de las Atarazanas y armamento de galeras
nuevas, mostrando no haber perdido las afirieres ni los hábi
tos adquiridos en sus veinticuatro años de ruv agadón. Dudó,
sin embargo, en ejercitarlos al indicarle el Rey deseos de que
tomara el cargo de General de la mar, persuadido de la pesa
dumbre y responsabilidad que consigo llevaba. Lo aceptó sig
nificando lealmente al Soberano que la armada «estaba derri
bada» y eran menester para levantarla medidas contrarias á la
contemplación y á la economía oficinesca mal entendida.Creía
conveniente, por principio, que al mando de la mar se uniera
el virreynato de Sicilia, no por hacer mayor la autoridad ni
por pretender para su persona atribuciones ó comodidades
(y en tal declaración insistía), sino por ser la situación de la
isla estratégica, irreemplazable como punto de reparo y alma
cén contra la fuerza pujante de los enemigos mahometanos,
y la unidad del mando de importancia para la rapidez de mo
vimientos, teniendo en cuenta la que conseguían con tal sis
tema, Piali en Constantinopla, Dragut en Trípoli y Hassán
en Argel. En Sicilia debía crearse Atarazana amplia con apo
sentos de maestranza, talleres, telares de cotonía, casas de
munición, hornos de bizcocho En lo relativo al personal,
ya que se arrojara á aceptar el mando y á levantar aquel
cuerpo finado, resucitándolo, había de contar con el sostén
necesario, «y habiéndose criado en la mar, en la cual nunca
le sucedió desgracia, dada su inclinación, trataría del reme-

1 Carta, fecha en Barcelona á 29 de Mayo de 1560, Colección Navarrcte, 1. xxxni.


* Carta de Toledo á 3 de Junio, id-, id.
1 Parecer de D. García acerca del socorro, idem, t. xxxv.
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g4 ARMADA ESPAÑOLA.

dio, sin temor de hacer en la vejez lo que hizo en la mo


cedad '».
En todo ello, así como en parecer examinado en el Con
sejo de Guerra, que dio acerca de prevenciones contra la
armada del turco, recomendando estuviera apercibida la isla
de Malta por el manifiesto daño que de su pérdida se segui
ría á la cristiandad; la Goleta por la dificultad de socorrerla
con oportunidad; Menorca, por su situación; Oran y Ma-
zalquivir, siempre amagadas*, en todo se le atendió"; de
forma que pudo dedicarse con desembarazo á lo más difí
cil, empezando por dictar preventivamente ordenanzas se
veras é instrucciones para el servicio y policía de los ba-

No ie engañó el presupuesto de dificultades con que había


de tropezar, por lo que enseñan las cartas enviadas al secre-
cretario Francisco de Eraso.
«No se puede decir ni pensar—escribía en una1—el es
tado en que he hallado lo de la mar, y si fueren cosas que
sufriesen andar al amor del agua, bien lo sabría hacer; pero
no se puede en la mar disimular nada, porque luego da el
pago del mal gobierno, y de no disimulallo bien sé yo los
amigos que ganaré, y aun también sé cuántos habrá que pu
bliquen que soy mal quisto; y si quisiese hacer mis cosas y
no las de S. M., bien sabría hacer que me quisiesen bien y
con mucha facilidad, y estas cosas se me representaron antes
que entrase en el cargo; pero no puedo negar á vuestra mer
ced que no me da pena verme en ellas, ni se pueden reme-

1 Discurso representando á S. M. les ventajas que resultarían dejuntarse el cargo del


reino de Sicilia con el de la mar. En Barcelona, 1564. Colección Navarrete, t. xn, nú
mero 78.
* La misma colección, t. xn, núm. 79.
3 Se le expidió Real titulo de Virrey de Sicilia en 7 de Octubre del mismo ano
de 1564.
* Empiezan penando duramente la blasfemia y la desobediencia á las órdenes ó
señales de la mar. Es de notar la conminación á los cómitres de pagar las averias
que causara su descuido abordándose una galera con otra en la navegación. La
misma colección, t. xn, núms. 80 y 81.
« De Málaga, á 17 de Agosto de 1564. Ctkcción de documentos inéditos para la
Historia de España, t. xxvn, pág. 452,
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■tf*
X\ TOMADEDIEZ NAVES INGLESAS SOBREMMELLA

Pintura en el palacio del Viso.


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EL TESÓN DE VÉLEZ DE LA GOMERA. 65

diai con otra cosa sino con que S. M. tenga siempre la mano
alzada para defenderme, pues peleo por su servicio.»
«Es necesario que sepa S. M.— apuntaba en otra '—que
es indispensable dejar de ser riguroso en su armada, estando
las cosas en el término que están, si tengo de gobernar bien
este cargo y defendelle su hacienda; que aunque sé que poco
gano en que me quieran mal, confieso que no puedo consen
tir robeira ni mal gobierno en lo que traigo entre manos.»
Avanzando los aprestos por todas partes, llegó á saberse
con certeza, entrado el mes de Abril, que el turco desistía
por aquel año del armamento con que amenazaba á la Go
leta, Malta ú Oran, visto lo cual decidió D. Felipe dismi
nuir el suyo, despidiendo las chalupas embargadas en Canta
bria y Galicia, sin conservar más de quince al mando de don
Alonso de Bazán, hermano de D. Alvaro; congregar las ga
leras y soldados dispuestos en Italia y en España para volver
sobre el Peñón de Vélez y procurar tomarlo, «teniendo en
consideración que las grandes necesidades no consentían
gastos extraordinarios, pero también de cuánta importancia
era para los reinos el trato, comercio y seguridad de ellos, y
para que Su Santidad viera y entendiera el empleo del sub
sidio concedido» *. Ordenaba, por tanto, á D. García de To
ledo marchar con diligencia á Italia, recoger las galeras de
Saboya, Florencia y Genova, embarcar soldados alemanes
en la Spezzia, tomar los de Lombardia, Ñapóles y Sicilia, la
artillería, picos y palas, provisiones y dinero, y enderezar las
cosas de manera que se pudiera emprender con tiempo 5.
En las idas y venidas de las galeras juntando las escuadras
se cruzaron con fustas y galeotas de moros ó turcos sobre
nuestra misma costa, como testimonio de lo envalentonados

1 De Cádiz, á 22 de Agosto. La misma colección, t. xxvn, pág. 456.


1 Antonio Tiépolo, embajador de Venecia en Madrid, escribía ala Señoría: «Su
Majestad hace correr la voz de que va á ir á la guerra contra infieles. Envía á su
armada contra Berbería, haciendo tanto ruido por demostrar que para algo recibe
el subsidio del clero.»
3 Carta del Rey á D. García. Documentos relativos á la conquista del Peñón en 1564.
Colección de documentos inéditos para la Historia de España, t. xxvil.
tomo u. 5
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66 ARMADA ESPAÑOLA.

que andaban los corsarios. La de D. Alvaro de Bazán apresó


una; la de D. García otra; la de Malta una galera que ellos
habían tomado á los cristianos y un galeón armado con vein
tidós piezas; seis más alcanzadas y casi rendidas se les fue
ron de entre las manos, acreditando su marinería, y otro
tanto ocurrió á la armada portuguesa con dos galeras de Ar
gel, descubiertas sobre el cabo de San Vicente después que
habían apresado una urca flamenca á vista de Cádiz. Anda
ban todas estas embarcaciones al presente tan ansiosas del
botín ordinario como de noticias seguras respecto al destino
de la armada que se hacía, por obligarles la incertidumbre á
prevenciones costosas en Argel, Bona, Bugía, Trípoli, á
cualquiera de las cuales presumían se encaminara la expedi
ción. Vélez era el punto que menos pensaban amenazado,
así por la reunión de tanta fuerza de mar y tierra como por
la creencia en que estaban de no ser posición que se pudiera
tomar por armas, y tranquilo sobre el particular su alcaide
Cará-Mustafá, habiendo metido ioo hombres más de guar
nición y víveres para seis meses, se andaba por la mar cor
seando.
Don García de Toledo salió de Málaga el 29 de Agosto
sin que los mismos de su Capitana supieran á ciencia cierta
la dirección que tomarían. Iba la armada en muy buen or
den: cualquiera de los actos exteriores indicaba que una sola
voluntad, guiada por la inteligencia, movía la máquina. Las
escuadras de nacionalidad ó procedencia distinta que la for
maban, eran ':

1 Hay de la jornada copiosos documentos y relaciones conformes en lo esencial,


mas no en los números, como de ordinario. Entre las narraciones especiales escri
tas por testigos de vista y autorizadas oficialmente para darse á la estampa como
verídicas, son de citar la de Baltasar de Collazos, Comentarios de la fundación y
conquistas y toma del Peñón, y de lo acaecido a los capitanes de Su Majestad desde el
año de 1562 hasta el de 64. Valencia, 1566.—Francisco de Escobar, Discurso de la
jornada que se ha hecho con las galeras en este año de 1564 por mandato de la Majestad
del Rey de Spaña D. Felipe II, nuestro señor, siendo Capitán General de la mar el
excelente señor D. García de Toledo.—Obtenidas las licencias necesarias para la im
presión, quedó inédito, y copiado del original por Navarrete en el Archivo de los
Marqueses de Santa Cruz, se publicó en la Colección de documentos inéditos para la
Historia de España, t. xiv.—Merece igual crédito la obra de Pedro de Salazar, His-
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EL PEÑÓN DE VÉLEZ DE LA GOMERA. 67

De D. García de Toledo, 14 galeras.


De España, general D. Alvaro de Bazán, 12.
De la Religión de San Juan, gene.al F. Juan Exio 1, 5.
Del Duque de Savoya, general Andreu Provana, conde
de Sofrasco, señor de Leny s, 10.
Del Duque de Florencia, general Jacome D'Apiano, señor
de Piombino, 7.
De Rey de Portugal, general Francisco Barreto, 8.
De Ñapóles, general D. Sancho de Leyva, 11.
De Sicilia, general D. Fadrique de Carvajal3, 10.
De Genova, general Juan Andrea Doria, 12.
De Genova, general Marco Centurión, marqués de Es
tepa, 4.
La confusión consiste en que habiendo no pocas galeras
de particulares ó de divisiones locales, como las de D. Juan
de Cardona, Marco Antonio Colonna, Bendineli, Lomelin,
Jorge de Grimaldi, Estéfano de Mari, D. Guillen de Roca-
full, el Abad de Lupián, D. Luis Osorio, se agregaron á las
escuadras ó grupos principales.
Iban además las 15 chalupas del mando de D. Alonso de
Bazán, una urca grande con municiones, 35 bergantines ó
embarcaciones equivalentes, y de Portugal un galeón grande

pania victrix. Historia en la cita! se cuentan muchas guerras sucedidas entre christia-
nosy infieles asi en la mar como en tierra desde el año 1546 hasta el de sesenta y cinco.
Medina del Campo, 1570.— En estas narraciones, comparadas c,on las de Cabrera
de Córdoba y otros historiadores, varía la cifra de las galeras de 92 á 102, y asi
de las naves y gente. La colección manuscrita de Navarrete (tomo ív, números 14
y 17) contiene un Discurso de la jornada que el Armada de S. M. hizo desdecidla
de la Magdalena, 22 de Julio de 1563, con las galeras y Generales <ie ellas, y es notable
el esbozo de la costa, bahia y Peñón, con señalamiento del lugar de desembarco,
situación de las baterías, firmado Joan Gaorge Scptala, Mediolanensis. Otra rela
ción distinta de la jornada hay en la colección Sans de Barutell (art. 4."), y en am
bas, cartas reales, prevenciones, armamentos, etc. También son de interés las car
tas del Duque de Saboya á D. García de Toledo ofreciendo su armada al servicio
de S. M. C-; anunciando la salida de tres galeras al mando del Conde de Truzasco
para operaciones posteriores á la toma del Peñón, por las que envió enhorabue
na, etc. Hállanse inéditas en la Academia de la Historia, colección Salazar, A. 50.
' El Comendador de Giou, francés.
2 De Ligny.
5 Hijo del señor de Jodar, hermano de D. Luis, General de la armada de naos
de Cantabria. .
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68 ARMADA ESPAÑOLA.

y cuatro carabelas; total general, 150 velas, sin contar mu


chas pequeñas de vivanderos que seguían olfateando nego
cio. El ejército embarcado ascendía á 16.000 infantes espa
ñoles, italianos, portugueses y alemanes; 200 jinetes de la
costa de Granada y gran número de caballeros voluntarios
á su costa.

Avanzaron dos galeras de Bendineli Sauli á reconocer el


Peñón y el fondeadero, situándose en la forma convenida para-
dar á conocer al General si el antiguo castillo de Alcalá es
taba ó no guarnecido, con lo que la armada junta hizo rumbo
al surgidero, mojando las anclas el 31 de Agosto. Los moros,
asombrados con la vista de tantas velas, desalojaron, como
la vez anterior, la ciudad, llevándose á los montes la ha
cienda; los turcos del castillo incendiaron tres naves catala
nas que tenían apresadas á buen recaudo, y se encerraron en
las murallas. Por la confianza en que vivían no estaba arti
llado y guarnecido el fuerte de Alcalá, que en otro caso im
pidiera el desembarco en el lugar mejor, obligando á la ex
pedición á expugnarlo con pérdida de tiempo y de gente.
La primera diligencia de D. García fue posesionarse de él,
hacerlo depósito de municiones y de víveres y rodearlo de
campo atrincherado, poniendo á su tropa á cubierto de cual
quier accidente de mar, como los ocurridos al Emperador
en Argel. Contuvo el ímpetu de los impacientes, deseosos de
escaramuzas con los jinetes alárabes que se llegaban dispa
rando las escopetas y volviendo riendas, con bando en que
imponía pena de muerte al que se separara de su puesto, y
con ejecución del primero que lo infringió. Dispuso, con su
larga experiencia, amarrar bien la flota y asegurarla de sor
presas á favor de escuadra de guardia presta día v noche,
quedando el Marqués de Estepa encargado de esta garantía
en la Capitana. Hizo reconocer prolijamente los pasos, y
sólo cuando estuvo seguro de lo que iba á hacer rompió la
marcha con tres escuadrones, llevando en medio la artillería
y carruaje (im'pedimenta que ahora se dice), y gruesos flan
queos por las cumbres, de modo que los moros que ocupa
ban las alturas se veían obligados á abandonarlas. Atacaron
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EL PEÑÓN. DE VÉLEZ DE LA GOMERA. 69

la retaguardia con la caballería pareciéndoles el lado flaco;


pero fueron también rechazados, posesionándose nuestras
fuerzas de la ciudad de Vélez con muy pocas bajas á pesar
de los disparos del Peñón.
.El General gobernaba más con el freno que con la espuela
á aquellos soldados que á cada paso querían cargar á cual
quier grupo de moros, y más que de éstos se ocupaba de la
manera de cumplir su objeto. Ante todo hizo en la ciudad
trinchera con piezas de campaña, defendiendo el alojamiento;
en la playa levantó un bastión, con seis piezas gruesas, á 250
pasos del fuerte; y como desecharan con arrogancia los tur
cos la oferta de honrosas condiciones rindiendo la plaza,
rompió el fuego la batería, haciéndolo simultáneamente por
varios sitios las galeras y el galeón de Portugal, y el primer
día quedaron destruidas dos torres y desmontadas varias
piezas, sin perjuicio de escarmentar por la parte de tierra á
los berberiscos que atacaron por la espalda.
Durante la noche, á fuerza de aparejos, se subieron otras
dos piezas á una peña dominante que distaba un tiro de ba
llesta del castillo, siendo menester picar la piedra para for
mar asiento; pero quedaron en disposición de hacer fuego al
amanecer, sin que fuera necesario. Los turcos notaron la no
vedad á la luz de la luna, é hicieron disparos de escopetería
hasta adquirir evidencia de que no impedirían la obra. Des
oyeron entonces las exhortaciones de su jefe, y á la callada
huyeron en esquifes ó á nado, abandonando á algunos com
pañeros que no sabían seguirles. Al amanecer notó la nove
dad Juan Andrea Doria estando en la playa, y embarcó en
un batel con algunos criados, atracando al Peñón á tiempo
que lo hacía D. Guillen de Rocafull con un bergantín.
Tomó D. García posesión del fuerte el 6 de Septiembre;
mandó reparar lo derruido; puso de guarnición 500 hombres
y dejando atrás á D. Alvaro de Bazán para artillarlo mejor
de lo que estaba, reembarcadas las tropas con el mismo or
den, aunque bajo el fuego de la morisma y carga de su caba
llería, temible en las retiradas, dio la vuelta á Málaga con
sorprendente celeridad. Al Rey había escrito: «Dios ha ser-
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70 ARMADA ESPAÑOLA.

vido de dar á V. M. la victoria de la plaza del mundo más


fuerte de sitio l.» «Milagrosamente ha dado á V. M. el buen
subceso, repetía, porque dende el estrecho de Constantino-
pla hasta el de Gibraltar no hay fuerza tan fuerte.»
Esta opinión merecía, generalmente, el risco pelado que
se alza del agua. Los escritores del tiempo lo calificaban de
insigne y de inexpugnable, estimando no se podría tomar
por armas si no se ganaba por hambre.
Decía uno ': «Si fueran hombres los que estaban dentroi
aunque les batieran todo lo que estaba edificado, que es de
tierra y muy ruin edificio, quedaban tan fuertes que hubiera
para haberlo de ganar, porque tiene la subida tan áspera por
todas partes que aun en paz hay que hacer para subir á él,
cuanto y más en guerra , y haciendo S. M. lo que se espera
en repararle como conviene, tiene en él una puerta segura
de la Berbería, y ha quitado una cueva de ladrones de allí,
desde donde hacían tantos males y robos como es notorio.»
Vélez había vuelto á ser realmente el astillero en que se
construían las mejores galeotas berberiscas, y el alcaide
turco, Cará-Mustafá, habíalas tenido en ejercicio, cebado en
el comercio de Indias !.
De la importancia que por entonces tenía el Peñón ofre
cen testimonio el hecho de señorearlo los turcos guardán
dolo de los moros tanto como de los cristianos, y el de hacer
necesario armamento de tal consideración y costo, así como
las alegrías con que en Italia, España y Portugal se celebró
la cbnquista en contraposición del efecto producido en Argel
y en Constantinopla *.
Si la jornada no fue de esas en que, por la complicación-
adquiere un general renombre, por el método justificó la
idea de experimentado que gozaba D. García, no habiendo

' Carta fecha á 6 de Septiembre. Colección de documentos inéditos para la Historia


de España, t. XXVII, págs. 466 y 467.
8 Francisco de Escobar, Discurso citado.
5 Representación del Prior y Cónsules de la Universidad de Sevilla. Dirección
de Hidrografía. Colección Sans de Barutell. Simancas, art. 6.°, núm. 44.
* Luis Vélez de Guevara escribió una comedia titulada El Cerco del Peñón.
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EL PEÑÓN DE V¿LEZ DE LA GOMKRA. 71

perdido arriba de 30 hombres en el rápido y certero golpe


con que levantaba el espíritu del soldado.
Elogió mucho al Rey el comportamiento de D. Sancho de
Leyva, que caminó en la vanguardia al llegar, y estuvo en la
rezaga á la vuelta, embarcándose de los últimos, y de Juan
Andrea Doria, encargado de la artillería que subió á la
montaña.
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V.

SITIO DE MALTA.

1565.

Guerra de Córcega.—Obstrucción de la ría de Tetuán.—Castigo á los, corsarios.—


Gran armamento en Turquía.—Va sobre Malta.— Ataca al fuerte de San Telmo.
—Propone D. García de Toledo el socorro.—Pro y contra.—Vacilación del Rey.
—Burladores del bloqueo.

:l deshacer la armada del Peñón ordenó D. García


de Toledo que una parte corriera las costas de
Valencia y Cataluña, limpiándolas de corsarios;
y mientras él iba á Sicilia á tomar posesión del vi
rreinato y organizado á su gusto, dio comisión á Juan
Andrea Doria para ir á Córcega con sus galeras y las
otras genovesas, conduciendo 14 banderas de españoles con
que atender á la guerra renovada en la isla contra la domina
ción de la Señoría por un San Pietro, soldado y hombre de
inteligencia, partidario de Francia '.
El General de la mar propuso al Rey la obstrucción de la
ría de Tetuán, que privaría á los corsarios de otra de sus
principales madrigueras, asegurando el paso del estrecho de
Gibraltar, y pareció la idea muy bien. De ella se encargó á
D. Alvaro de Bazán, general de empuje, al que ya se con
fiaban las comisiones difíciles por lo que se advierte en las
operaciones anteriores, é hizo los preparativos en consecuen
cia, poniéndose de acuerdo con el Gobernador portugués de

Nuestras historias le nombran San Pedro Corzo. i


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74 ARMAbA ESPAÑOLA.

Ceuta, á fin de que la guarnición de esta plaza simulara un


ataque con que distraer á los moros, llevándolos á su defensa
por el interior.
No resultó la ejecución tan sencilla como en el plan se
había concebido por los vientos atemporalados del estrecho,
propios del mes de Marzo (1565), que retrasaron el paso de
las embarcaciones. Cuando éstas llegaron á la boca del río ',
remolcando D. Alvaro de Bazán con seis galeras otras tantas
barcazas grandes, acudió gente desde la ciudad á estorbar
las operaciones de reconocimiento y sondeo, disparando
sobre los bergantines y esquifes que las verificaban, y fue
menester desembarcar mangas de arcabuceros que la contu
vieran escaramuzando.
Aquellas barcazas estaban macizadas con piedras grandes
y mortero hidráulico, y costó trabajo hacerlas vencer la
corriente é irlas llevando al sitio en que se afondaron en
línea. Sobre ellas descargaron las galeras y bergantines la
piedra suelta que con este objeto llevaban, y quedó formado
un malecón sobre el que se podía pasar de una banda á otra
del rio sin mojarse las rodillas. Durante la faena llegaron á
pie y á caballo más moros, juntándose unos 1.000, que
dieron bastante que hacer á los marineros de los esquifes y
á los soldados puestos en tierra antes que pudieran reembar
carse con cuatro muertos y 50 heridos, mas no sin causar
al enemigo bastantes más y concluir satisfactoriamente la
empresa, dejando encerradas é inútiles, por tanto, 12 fustas *.
Muy pronto se hizo sentir el efecto de los golpes, repetidos
en0Melilla al rechazar ataque de los berberiscos, en que
quedaron muertos ó en cautividad más de 600; los corsarios

1 Xómbranlo las relaciones Martil, modernamente Martín, y los moros Guad-


el-Jelú, ó Cuz.
* Relación del suceso de la jornada del rio de Tcluán que D. Alvaro de Bazán hizo
año 1565. Ms. Bibliot. Nacional, G. 52.—Cartas de D. Alvaro, Colección Navarrete,
tomos xxxix y xl, y Colección Sans de Barutell. Simancas, art. 4.0, núm. 291. Preparó
las barcazas y las situó en el río el ingeniero Esteban de Guillisástegui, maestro
mayor del puente de Suazo en la isla gaditana. Asistió D. Alonso de Bazán, des
embarcando en los esquifes con 400 tiradores, sostenido por la artillería de las
galeras.
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KITÍO DE MALTA, ?5

perdieron sus bríos y recobró la navegación costera el ordi


nario movimiento; mas no tardó tampoco en cohibirlo el ru
mor divulgado por el mundo de proyectar Solimán el Grande
desquite que ahogara en Europa el eco de la conquista del
Peñón. Habiendo iniciado su soberanía larga y próspera arro
jando á los caballeros sanjuanistas de la isla de Rodas, pen
saba que no acabara sin echarlos de Malta, y, quitado el
estorbo, de isla en isla apoderarse de Sicilia, adelantando su
bandera en el camino de absoluto dominio del Mediterráneo.
A este fin dispuso el apresto de la armada en Constantino-
pla en proporciones capaces de atemorizar á la cristiandad,
á medida que oficiosos agentes las comunicaban con hipér
bole. En realidad preparó 200 velas, de ellas 130 galeras, 30
galeotas, ocho mahonas ó buques transportes, 11 de almacén
y tres más, especiales caballerizas. Las naves llevaban tren de
sitio descomunal formado con 64 piezas, cuatro basiliscos de
á 170 libras de bala, un pedrero cuyos proyectiles medían
siete pies de circunferencia, 80.000 de todas suertes, 15.000
quintales de pólvora de cañón, 25.000 de la de arcabuz, sacos,
pieles y efectos de parque. Las tropas de desembarco ascen
dían á 30.000 hombres ', que habían de aumentarse con los
contingentes de Dragut, de Trípoli y de Hassán, de Argel,
como en efecto se reunieron luego, llevando el primero 13
galeotas, dos fustas y 3000 hombres, y el otro 28 galeras y
galeotas y 3.000 combatientes turcos y renegados, pues á los
alárabes ni aun para carne de cañón querían.
En lo que Solimán se separó por esta vez de su costumbre
fue en dividir el mando de tales fuerzas, reservando á Piali
las de mar, y confiriendo las de tierra á Mustafá, general ve
terano de las guerras de Hungría. No podía ignorar, como de
antiguo adquirieron griegos y romanos á su costa la experien
cia, de lo que importa á un cuerpo tener una sola cabeza.
De las prevenciones se recibían á cada paso nuevas, así por
los confidentes, como por las galeras destacadas en el archi
piélago griego por D. García de Toledo á las órdenes de don

1 Los historiadores italianos los crecen á 38.000.


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76 AfeMADA ESPAÑOLA.

Juan de Cardona, muerto el general D. Fadrique de Carva


jal *, y al compás se atendía á lo que la inquietud conside
raba en riesgo más próximo: á las plazas de África, á las is
las Baleares, á las fortalezas de Sicilia y de Ñapóles, como á
los pueblos de moriscos, ocasionando movimiento de solda
dos y de naves con que poner á prueba los recursos de la mo
narquía española.
Sobre las autoridades descollaba la actividad y previsión
de D. García de Toledo, como Capitán general de la mar,
acudiendo en persona á inspeccionar castillos y astilleros; á
la Goleta, que con razón se suponía objetivo de los turcos; á
Genova, lugar de suministro de galeras, de vitualla, y, sobre
todo, de dinero; á Malta, punto avanzado, por la saña de los
turcos en evidencia.
Juan de la Valette-Parisot, maestre de la Orden de San
Juan, ante la inminencia del peligro, acudió á los príncipes
cristianos en demanda de auxilio, exponiendo lo crítico de la
situación y lo que á todos importaba aquel baluarte que tenía
á cargo, de patrimonio común, de utilidad reconocida, cuar
tel internacional de la nobleza. No obstante, los soberanos
hicieron oídos sordos, sin más excepción que la del Santo
Padre, dispuesto á dar ayuda pecuniaria, y la del Rey Cató-
/ lico, que ofreció la más eficaz, de cualquier modo.
Al visitar la isla D. García de Toledo y conferenciar con
el Maestre acerca de la mejora de las fortificaciones y medios
de guardarlas, en prenda de interés dejó allí á su hijo D. Fa
drique, joven de sobresalientes condiciones, con 400 solda
dos españoles y otros tantos italianos. Convinieron en la ma
nera de comunicarse para el caso de ataque y bloqueo de la
isla y en los medios prácticos de prolongar la defensa en cual
quier evento.
Pero el Maestre, y acaso el mismo U. García, calculaban,
por lo conocido de otras veces, que los turcos aparecieran en
aquellos mares á mediados de Junio, y, por rareza, ocurrió
presentarse un mes antes,tomando á los caballeros, sino des-

1 En Enero de 1565.
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SITIO DE MALTA. 77

apercibidos por entero, con menos prevención de la que les


conviniera; lo uno por la prontitud, lo otro por la incertidum-
bre que en Juan de la Valette influía, haciéndole dejar para
la última hora ciertos gastos que resultaran superfluos á di
rigirse la armada enemiga á otro punto. No se pudo llevar á
Sicilia la gente que en los sitios embaraza consumiendo ra
ciones yagua sin utilidad; no se almacenaron los víveres que
estaban presupuestos; no se recogió délos campos el ganado,
ni se destruyeron alquerías, casas ó arrabales de que se pu
diera aprovechar el enemigo; por último, no marcharon á
tiempo cinco buenas galeras que los caballeros poseían ar
madas, y que hubieran sido de gran utilidad á D. García.
Lo mismo Piali que Mustafá creían, aunque no pasaran
muchos días sin advertir que en cualquiera otra cosa difícil
mente acordaban, que para el armamento puesto en sus
manos era Malta poca cosa y que la estación había de con
sentirles apoderarse después de la Goleta y acaso de algún
puerto de Sicilia en que poder invernar. Por ello habían an
ticipado la partida, halagados de la perspectiva; por ello sor
prendía á los caballeros la vista de las 200 velas el 18 de
Mayo de 1565, y habían de ver á poco las de Dragut, Uluch
Alí, Hassán, juntas con las de Piali, Corcuculí, Alí Portuc;
con las de los corsarios que por oficio llenaban los baños de
cautivos y las arcas de escudos.
Conviene recordar que la isla de Malta, situada entre Sici
lia y África, mide unas 60 millas italianas de bojeo. En el
medio radicaba la llamada ciudad; en la costa, mirando á Si
cilia, dos puertos, separados por una lengua estrecha de tie
rra, el de la izquierda llamado Marza Muscietto, y el otro la
Marza ó Puerto Grande. El Burgo, fortaleza principal, se ha
llaba al otro lado, sostenida por las del Santo Ángel y San
Miguel. En la lengua de tierra dicha se alzaba el fuerte de
San Telmo, guardando las dos bocas.
Cuatro días después del desembarco (al que el Maestre no
hizo oposición) inicióse la disidencia entre los jefes turcos
por querer el uno empezar el ataque por el Burgo, rendido
el cual los otros fuertes harían poca resistencia, y empeñarse
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ARMADA ESPAÑOLA.

Piali en dar principio por el de San Telmo, en razón á que,


sometido éste (cuestión de cinco ó seis días), podían contar
con el puerto de Marza Muscietto para abrigo de las galeras,
que de otro modo tenían que estar constantemente expues

tas en la mar.
Esta determinación (la peor para ellos por las resultas)
prevaleció: el 24 de Mayo abrieron trinchera á 600 pasos del
fuerte de San Telmo; plantaron á seguida dos baterías de
cuatro y de 17 piezas gruesas, y en tanto que las galeras, dis
tribuidas por el perímetro de la isla y con grandes grupos de
guardia, impedían la comunicación, tronaban los cañones
contra el fuerte, poco digno de este nombre por la amplitud
ni por la solidez de los muros, capaces de la corta guarnición
de 60 soldados. Reemplazados éstos á medida que sucutn--
bian, como lo hicieron los lacedemonios, detuvieron, no obs
tante, á los turcos por tiempo cuatro veces mayor del que
presumieron: los ocuparon hasta el 23 de Junio, obligándo
les á emplear todos los recursos del arte de la guerra: minas,
plataformas, puentes deshechos por los defensores con tanta
habilidad como paciencia en aplicarlos los enemigos. Cerca
de 6.000 murieron en los asaltos: Uragut, el piloto incompa
rable, el corsario audaz é inteligente, en no pocos conceptos
superior á Barbarroja, su protector y maestro, cayó con
aquéllos, destrozada la cabeza: Piali salió herido; los enfer
mos llenaron las tiendas ¿Qué decir de los caballeros y de
los soldados de la Cruz, que, ciertos de su fin, por ganar
horas hacían el sacrificio de la vida? La heroica acción, escrita
para siempre en los fastos de la milicia con sus nombres,
tiene que limitarse en estas páginas, á otro objeto encami
nadas '.

1 Cuenta elsitio de Malta con muchas historias especiales como hecho famoso. En
España lo enaltecieron Francisco de Balbi Correggio, soldado que estuvo presente
(La verdadera relación de todo lo que ha sucedido en la isla de Malta, dos ediciones.
Alcalá, 1567, y Barcelona, 1568); Pedro de Salazar [Hispania victrix, Medina del
Campo, 1570); Hipólito Sans (La Matea, Valencia, 1583); Diego de Santisteban
Osorio (Primera y segunda parte de hxsgturras de Malta y toma de Rodas Madrid);
Agustín de Andrés y Soviñas (Malta invadida, Madrid, 1761); José Calderón de la
Barca (Gloriosa defensa de Malta, Madrid, 1796).—En Italia, Jacobo Bosio, hermano
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SITIO DE MALTA. 79

Cumple más bien á ellas apuntar que durante las operacio


nes del sitio, á pesar de la vigilancia de los turcos y de la
ligereza de las galeotas y fustas corsarias encargadas del
bloqueo, ya en la obscuridad de la noche, ya valiéndose de
lugares sólo de los prácticos conocidos, entraban ó salían
embarcaciones menores informando á D. García de Toledo,
día por día, de las ocurrencias. Conviene á la historia con
signar estos hechos, con que se prueba que no hay dificultad
tan grande que no sepan vencer la inteligencia y el arrojo,
para que los ejemplos se aprovechen en ocasiones semejantes.
El comendador de la Orden, Salvago, y el capitán español
Miranda entraron en medio del día en el puerto, con una
barquilla de cuatro remos, bajo el fuego de las galeras tur
cas. Una bala de cañón acertó al esquife, partiéndolo; pero
consiguieron desembarcar los dos valientes. En otra ocasión
llegó una galera de Sicilia á la boca de Porto Grande, con
desembarazo que hizo á los turcos tener por loco al capitán.
A él salieron seis ó siete galeras, y se les fue lindamente de
entre las manos, hecho el reconocimiento á que iba.
Pero ¿qué hacía entonces D. García? ¿Cómo no determi
naba el Rey el socorro ofrecido? El maestre la Valette no
cesaba de pedirlo, repitiendo cartas á los potentados que era
perder el tiempo; el Rey de Francia, si bien no dio á los tur
cos la licencia que solicitaban para invernar en sus puertos,

de la Orden historia dclla sacra religione di San Giovani GierosolinuUaná,Roma, 1594);


con otras de Castellani Forosemproni, Viperani, Grangei, de los años 1566 á 1582;
en Francia, Pierre Gentil de Vendóme (París, 1567), etc. Prescott siguió, en su
Historia del reinado de Felipe II, a Balbi; los escritores franceses han preferido á
Bosio; mas por excepción, el almirante Jurien de La Graviére ha vestido á la mo
derna con elegancia y atractivo la difusa narración de Pedro de Salazar con título
de Les chevaliers de Malte et la Marine de Philippe II, Paris, 1887, dos tomos. En
Flandes se acuñaron seis medallas pequeñas con simbolismos varios, teniendo las
principales un caballero armado en el anverso, con lema Tvrca fugato, 1565, y
en el lado opuesto galera con la victoria en la popa, y alrededor Melita Liberata.
No será completa la enseñanza del lector por estas obras no procurándola con la
Correspondencia de Felipe II con D. García de Toledo y otros, de los años 1565 j 1566,
sobre los preparativos para defender la Goleta, Malta y otros puntos contra la armada
del Turco, publicada en la Colección de documentos inéditos para la Historia de Es
paña, tomos xxix y xxx, Madrid, 1856. Bien se advierte que no la conoció D. Eva
risto San Miguel al escribir su Historia de Felipe II,
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go ARMADA ESPAÑOLA.

por aparecer neutral en aquella contienda negó á los caba


lleros franceses de San Juan medios para acudir al lado de
sus hermanos, y fue D. Felipe el que hubo de darles dos ga
leras á fin de que lo hicieran. 1). Felipe; de él sólo pendía
la esperanza de los hospitalarios. Los juicios que por enton
ces se formaron; los comentarios hechos posteriormente por
los críticos con censura del Monarca y de su Virrey de Sicilia,
Capitán general de la mar, tienen que sufrir corrección una
vez conocida la correspondencia oficial cambiada entonces.
Ante todo es menester apartar la imaginación de los me
dios rapidísimos que hoy se conocen: en el año de gracia
de 1565 tardaba cerca de un mes en llegar á Mesina una carta
expedida de Madrid, y no menos de mes y medio, corriendo
la posta, la respuesta de cualquier consulta urgente. D. Gar
cía de Toledo, que no era hombre que desperdiciara minuto,
teniendo dispuesto lo que de su autoridad pendía, y juzgando
con claridad de los sucesos desde el primer momento, escri
bió al Rey en 31 de Mayo, el día mismo en que los turcos
abrían las trincheras, presentando la cuestión en términos
explícitos '.
La isla de Malta era la llave de Sicilia; si llegara á perderse
sería necesario volverla á tomar para segundad de los Esta
dos españoles; y como de cierto se perdería no socorrién
dola, se imponía el socorro como necesidad. Dos medios le
ocurrían para hacerlo : uno, dar la batalla en la mar aventu
rando la armada, que era mucho menor, casi una mitad que
la del turco, pero cuya inferioridad cabria disminuir eligiendo
el personal y adoptando en el material precauciones que el
jefe supiera aprovechar; otro, tentando el desembarco del
ejército en la isla y dando la batalla en tierra con resguardo
de la armada. El proponente estaba dispuesto á cualquiera
de lo? dos, al que S. M., como juez de lo que más importaba,
eligiera, siempre que para cualquiera de ellos pusiera á su
disposición los soldados viejos españoles de Sicilia, Ñapóles,
Córcega, Milán y otros, en número suficiente. La materia no

1 La carta integra en el apéndice núm. 3.


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Don García de Toledo.


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SITIO DE MALTA. 81

admitía término medio. Si se objetara que perdiendo la bata


lla de mar, y aventurando en ella la infantería y la armada,
quedarían los reinos sin soldados y sin galeras, desnudos de
defensa, respondía que á este peligro se tenía que llegar al
gún día, porque, pretendiendo S. M. el señorío de la mar y
pretendiéndolo el turco, no era posible excusar la resolución
del problema en las aguas; y habiendo de llegar á él, más
valía arrostrarlo antes de haber perdido á Malta que después
de perderse. Por ultimo, indicando procedimientos con que
buscar el éxito por uno ú otro camino, parecíale deber acu-
dirse á los inconvenientes mayores, y no por lo que estaba
por venir dejar de remediar lo presente.
En la propuesta insistió D. García una y otra vez al correr
el tiempo, escribiendo ahincadamente al secretario del des
pacho de Marina, Francisco de Eraso, á su pariente el Du
que de Alba, á muchas personas de influencia, á fin de que
inclinaran el ánimo del Rey á una resolución pronta; mas
D. Felipe pensaba sesudamente que no era la suerte de
Malta, sino la de Italia, y acaso la de Europa, la que se iba á
jugar, y sentía vacilación y angustia en el ánimo. Conside
raba el peligro inmediato de desguarnecer á los reinos de las
mejores tropas, y la resistencia de Ios-virreyes y gobernado
res á desprenderse de la principal garantía de seguridad en
aquella crisis; el riesgo déla armada con tantos afanes empe
zada á levantar de la postración ; mil pensamientos acudían
á su mente, de los que se ofrecen al que sobre los hombros
resiste el peso enorme de la responsabilidad. Engañándose
á sí mismo, queriendo tal vez dar tiempo al tiempo, recurso
favorito de la indecisión, contestaba otorgando á D. García
facultades amplísimas, extraordinarias, «habiendo visto y
entendido particularmente lo que nos habéis escripto cerca
de los fines que pensáis tener en todos casos, que nos han
parecido y parecen muy bien tocados y apuntados, os lo tor
namos de nuevo a remitir para que, pues os halláis presente y
sabéis el armada que es, y el número de gente y otras provi
siones que traen, y lo que piensan hacer, y con el recaudo
que dejaran lo de la mar y el que ternán en tierra, así elijáis
t
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82 ARMADA ESPAÑOLA.

lo que se debe tentar y hacer para socorrer y procurar de di


vertir los enemigos ofendiéndolos por la parte que os mos
trará el tiempo y las ocasiones que se suelen ofrecer, de ma
nera que se conserven nuestros Estados y esa armada, de
donde depende el bien y utilidad de todo» '.
Tal ambigüedad, sin concesión de los soldados españoles
que detenía á cambio de la autorización para levantar en
Italia cuantos al General de la mar pareciera, inspiraban á
éste la contestación de que «los italianos reclutados en dos
días serían mejores para detrás de un foso ó de una buena
pared que para hacer murallas de sus cuerpos en las crujías
de las galeras».
En 18 de Junio firmaba D. Felipe nueva carta, diciendo:
«Aunque os tenemos remitido diversas veces lo que toca á
lo que debíais hacer con nuestra armada en ofensión de los
enemigos y socorro de las plazas sobre que se pusieren, y en
divertirlos y entretenerlos, por no podérseos ordenar de acá
precisamente otra cosa, dependiendo como depende de las
ocasiones y casos que cada hora se ofrescen y acaescen en
la guerra en mar y en tierra, os lo tornamos á remitir de
nuevo» '.
Con todo, ordenó al Virrey de Ñapóles y al Gobernador
de Milán la entrega á D. García de la infantería española de
aquellos Estados, primer paso vencido á la vacilación; y es-
tíechado con la nueva de haberse perdido el castillo de San
Telmo, acabó de decidirle un párrafo del General así redac
tado ':
«Es forzoso que V. M. me mande lo que más fuere su ser
vicio, y se resuelva sin remitirse á determinación mía, pues
he dicho en esto lo que sé y puedo decir. Quédame sólo aña
dir que lo que se me mandare procuraré que se haga con
toda la ventaja que como marinero ó soldado yo supiere ó
pudiere; y así espero en Dios, en cuya mano está todo, que

1 Carta del Rey, fecha 10 de Junio. Documentos inéditos, t. xxix, pág. 184.
* El mismo tomo, pág. 222.
• ídem, pág. 250.
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SITIO DS MALTA. 83

por mí no quedará nada que hacer para servir la merced de


la confianza que V. M. ha hecho de mi. Y torno a suplicar
humildemente a V. M. me mande lo que es servido que haga,
porque de no hacello podría suceder gran inconveniente.»
Suscribió, esto visto, la orden deseada así ': «Cuanto a los
dos remedios que escribís os parece que puede haber para
socorrer a Malta, el uno de combatir en la mar con la ar
mada del turco, y el otro procurar de echar y poner en tie
rra hasta doce mil soldados de los mejores y más útiles de
los que pudiéredes juntar, he visto y particularmente enten
dido las dificultades e inconvenientes que os ocurren y pro
ponéis que hay en ambas cosas y cada una dellas, que son
como de quien tanta experiencia y prevención tiene y muy
dignas de consideración, y por esto, en lo que toca a pelear-
con la dicha armada, en ninguna manera se puede ni debe
hacer, y así os lo mandamos expresamente, porque la des
igualdad es tan grande, y lo del ayuda de las cincuenta naos
tan incierto por las causas que apuntáis, que no solo sería
aventurar y poner en notorio riesgo lo de la cristiandad, pero
nuestros Estados; y subcediendo como podría ser en razón
desbarataros, quedar sin posibilidad de tornar a armar en
mucho tiempo, según las dificultades que ha mostrado la ex
periencia que hay, y reforzar y acrecentar los enemigos, que
si tuviesen a Malta e invernasen por acá, como lo harían, ya
veis en el extremo que pornía nuestras cosas, y cuantos de
los que agora están suspensos se declararían y alterarían.»
Ordenaba á seguida que hiciera el socorro tentando lo de
la tierra, «pudiéndolo hacer sin evidente peligro de perder
las galeras», con prevenciones secundarias relativas á desig
nación de jefes. La cédula tiene data del Bosque de Segovia,
á 27 de Julio; y habiendo llegado á Mesina á mediados de
Agosto, antes de tratar de la ejecución precisa referir ocu
rrencias durante el cambio de comunicaciones, ó más bien
desde que el fuerte de San Telmo se rindió, la víspera de
San Juan Bautista.

Documentos inéditos, t, xxix, pág. 311,


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84 ARMADA ESPAÑOLA.

Pocos días antes de esta fecha memorable se había procu


rado introducir en la isla un refuerzo preparado en Sicilia con
400 soldados y 20 artilleros. Embarcaron en dos galeras su
tiles conducidas por Enrique de la Valette Cornussop. so
brino del Maestre: en nadie podía suponerse interés mayor.
No hizo, sin embargo, la recalada con las precauciones reque
ridas por el servicio, ejercitando la astucia del corsario ó del
contrabandista, que era lo que por entonces era menester:
quizá por impaciencia se presentó al descubierto, y saliendo
al encuentro los bloqueadores le dieron caza por largo espa
cio, haciéndole bogar desesperadamente para volver á Si
cilia.
Dispuso entonces el Virrey encomendar la empresa al ge
neral D. Juan de Cardona-con cuatro galeras y fuerza de ma
yor consideración: llevaría al maestre de campo Melchor de
Robles con su compañía de españoles; otra de italianos esco
gidos; los artilleros; 140 caballeros de San Juan italianos,
franceses y españoles, sus criados, voluntarios de nombre
ilustre, D. Diego Hurtado de Mendoza, hermano del Duque
del Infantado, ü. Marco de Mendoza, que lo era del Conde
de Monteagudo, con otros tales; en suma, 600 hombres de
gran utilidad.
Cardona atracó de noche la isla por la parte del Sur en lu
gar solitario y áspero, llamado Piedra Negra: echó en tierra
un soldado despierto, llamado Juan Martínez de Luvenia,
para reconocer si el campo estaba libre, y se desatracó por
ser gruesa la mar y peligrosa la costa. Al volver la barca, no
pudo encontrar á las galeras en la obscuridad; D. Juan la es
timó perdida, por lo que antes de amanecer arribó al Pozal
en Sicilia, de donde había salido. Allá llegó trasias galeras
un caballero con instancias que movieron al General á repe
tir el intento, como lo hizo, aguantándose de día en la mar,
desarboladas las galeras; aproximándose de noche con cui
dado. Una hoguera que encendieron en la playa como señal
de hallarse franca, alarmó á D. Juan pensando fuera lazo que
le tendían los turcos; segunda vez volvió al Pozal, «y fue
yerro grandísimo (escribía D. García de Toledo al Rey) no
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SITIO DE MALTA. 85

reconocer el fuego; pero tampoco es posible dejar de errar


los hombres». Póngase cualquiera en el lugar de Cardona
tratando de juzgarle con severidad.
A la tercera vez, sirviéndose de contraseñas que le llevó el
soldado Martínez, desembarcó con facilidad á toda la gente.
Se había perdido tiempo precioso; el alijo se verificó en la
noche del 28 de Junio; San Tehno había sido tomado ya '.
Llegaban los soldados, con todo, en momento oportuno; así
los recibieron con lágrimas de gozo el Maestre y caballeros.
Algo después, asegurada la comunicación por medio de se
ñales de luces, volvieron las galeras regidas por D. Juan Sa-
noguera, que lo hizo muy bien, acercándose á la boca del
puerto; mas vio la indicación de retirarse, y lo efectuó; es
taba la plaza circunvalada.

1 Es de interés al conocimiento de ocurrencias sucesivas anotar que, tan pronto


como llegó á Venecia la noticia, envió la Señoría embajada congratulatoria á Soli
mán, expresándole que, si acabada la conquista de la isla de Malta, queria cam
biarla por otra cosa de su agrado, se negociaría. (Papiers d'état du Cardinal de Gran-
velle, t. IX.)
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IX.

REUNIÓN DE BAJELES EN ME8IX1

1571.

Se concluye el tratado de la Santa Liga.—General en jefe D. Juan de Austria,—


Los de Roma, Venecia y Turquía.—Capitulación de Famagusta.—Suplicio de
Bragadino.—Lentitud en el armamento de los coligados.—Acuden con las naves
á Mesina.—Entrega del estandarte especial de la Liga.—La galera real en que
se arbola.—Composición y fuerza de la Armada.—Hácese á la mar.—Alarde en
Gomenizza.—Irascibilidad del general Veniero.—Consejo de guerra.—Adelante.

! L desengaño en los efectos de la coalición contra el


Turco la hubieran deshecho definitivamente á no
mediar el santo varón de inquebrantable fe, ocu
pante de la cátedra pontificia. Pió V no se desalentó,
aunque, por consecuencia de la campaña malograda, an
daba la Señoría de Venecia en tratos con el enemigo
común por evitar mayor quebranto tras la pérdida de Ni-
cosia. Esforzándose en comunicar á los senadores su ener
gía, más aun que con la exhortación, á favor de positivos
estímulos, consiguió congregar en Roma plenipotenciarios
encargados de estipular las condiciones con que la Liga
había de ejercitar su acción sin los inconvenientes experi
mentados. Los comisarios venecianos, fieles á las tradiciones
de la diplomacia dicha de San Marcos, consideraban la for
mación en su exclusivo provecho, es decir, llevando por
objeto la defensa de Chipre. Los representantes españoles no
la estimaban tan desinteresada en lo que tocaba á su Sobe
rano; juzgaban, por la convocatoria del Santo Padre, que se
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132 ARMADA ESPAÑOLA.

trataba de guerra de cristianos contra infieles, y que así como


por la necesidad perentoria se había de proteger á Chipre,
atacada, podría llegar caso en que el Rey Católico reclamara
igual cooperación en la defensa de sus posesiones africanas.
A este punto primero de debate, dada la duración sin plazo
de la Liga, seguía el de nombramiento de General en jefe,
que cada una de las partes contratantes quería reservarse,
como garantía contra disidencias y entorpecimientos á que se
prestaban las atribuciones de los jefes, sin clara definición y
dependencia, y parecía muy difícil que en este particular
principalmente se entendieran los delegados. El celo del
Santo Padre suplió á su falta de armonía, suavizando los ro
zamientos; proponiendo condiciones sin asomo de humilla
ción de ninguna de las partes, haciendo por la suya coiicesio-
nes de subsidio eclesiástico con que se llegó á la concordia.
Había de tener el Tratado de Confederación y Liga tér
mino ilimitado, entendiéndose existente, lo mismo contra los
mahometanos de Argel y Túnez, que contra los de Turquía.
La fuerza militante consistiría en doscientas galeras, cien na
ves, cincuenta mil hombres de infantería, cuatro mil quinien
tos jinetes, con la artillería y material proporcionado. Esta
rían estos elementos preparados para entrar en campaña en
Abril de cada año; tres sextas partes de los gastos de la
guerra sufragaría España; dos sextas Venecia, y la otra la
Sede pontificia. Cada nación nombraría el Capitán general
de su contingente, y unidos los tres en Cpnsejo, acordarían
el plan de campaña anual, cuya ejecución quedaba á cargo
del generalísimo de la Liga, dignidad superior conferida al
príncipe D. Juan de Austria. Por último, ninguna de las par
tes contratantes podría ajustar paz ni tregua con los enemi
gos sin participación y consentimiento de las otras. El gene
ralísimo no había de usar estandarte propio ó de su nación,
sino el especial de la Liga, en cuyo nombre dictaría las pro
videncias \

' En la obra citada de D. C. Rosell está inserto el texto latino de la capitulación


y el traslado en castellano, y en mi obra Tradiciones infundadas, pág. 588, la con
sulta de D. Juan de Austria sobre los particulares que le ofrecían duda.
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REUNIÓN DE BAJELES EN MESINA. 133

Se leyó el Tratado en Roma, en pleno Consistorio, el 24 de


Mayo de 1571, jurando el Papa con la mano en el pecho
observarlo fielmente; los Embajadores de España y de Vene-
cia prestaron sobre los Evangelios igual juramento en nom
bre de sus respectivos Gobiernos. En Madrid y en Venecia
se publicó con gran ceremonia y fiesta, pasando seguida
mente el cardenal Alessandrino y otros legados pontificios
á Portugal, Francia y Austria con la inútil demanda de adhe
sión.
La nueva de la proclama no desvió á Selím un punto en las
intenciones de acabar la conquista de Chipre, para la que
puso en la mar mayores fuerzas que el año anterior, sustitu
yendo en el mando á Piali, por haber dejado entrar socorro
en Famagusta, con Alí-Bajá, teniente suyo. Acudieron al
llamamiento Uluch-Alí, con la escuadra corsaria; Hassán, el
hijo de Barbarroja, antes virrey de Argel; los de Alejandría,
Rodas, Chío, Anatolia, congregando armada de 250 velas y
ejército de 80.000 hombres, con parte de los cuales se pre
sentaron en el Adriático antes que los confederados dieran
señales de actividad, y devastaron algunos lugares de la
República.
También ésta mudó la cabeza de su escuadra, descontenta
del general Zanne, á quien tenía sometido á proceso. Había
recaído la elección en Sebastián Veniero, septuagenario im
petuoso, osado, colérico y resuelto como en la edad juvenil
lo eran pocos, poniendo á sus órdenes á Marcos Quirini,
Antonio Canale y Santos Trono. Las bajas del material pronto
se reemplazaron gracias á la organización admirable del ar
senal; viéronse construir y echar al agua 30 galeras en menos
de un mes. La escasez de personal por efecto de la epidemia
pasada ofrecía mayor dificultad, tanto que hubo que echar
mano de criminales presos y desterrados, ofreciéndoles in
dulto; mas no sirvieron los extremos al remedio de Fama-
gusta. Ante sus muros habían caído 50.000 turcos, reempla
zados inmediatamente; no cabía prolongar la resistencia. La
plaza capituló por falta de vitualla el 4 de Agosto bajo hon
rosas condiciones que habían de despreciar los turcos como
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134 ARMADA ESPAÑOLA.

de Costumbre. ¡Qué digo! El bárbaro Mustafá, triunfante, se


complació en torturar á Marco Antonio Bragadino, bizarro
defensor de Chipre,'haciéndole cortar las orejas y las narices,
acarrear tierra para los fosos, besando el suelo cada vez que
pasaba ante su persona, y, por fin, desollarle vivo, rellenar la
piel con paja y colgarla de una entena, para escarnio de
galeotes, antes de llevarla á Constantinopla
La Liga no tenía ya que ocuparse en el fondo del Medite
rráneo; Chipre quedaba por completo en poder de Selím el
Mest. Lo que debía procurarse era que desde allí no ade
lantara.
Designado el puerto de Mesina, en Sicilia, para reunión de
las escuadras, Venecia acudió primera con parte de las suyas,
entrando Veniero el 23 de Julio con- 48 galeras, seguidas de
cinco galeazas de nueva construcción, buques enormes mo
vidos al remo, con castillos á popa y proa armados de 40
piezas de artillería; buques de que se esperaba gran efecto.
Marco Antonio Colonna apareció poco después con las 12
galeras de la Santa Sede; las de España se retardaban, con
impaciencia de todos, con mortificación de Pío V, que des
pachaba uno tras otro los correos con aviso de las depredacio
nes de los turcos en el Archipiélago y en el Adriático, y con
lamentaciones por la lentitud de que acusaba á los ministros
de D. Felipe injustamente, porque no vagaban. En la con
centración de barcos y de tropas hay dilaciones imprevistas,
necesidades de pormenor que no saben apreciar los que no
tienen que entender en ellos, como se vio al tratar del socorro
de Malta.
Don Juan de Austria recibió la instrucción y orden de
marcha de Madrid el 6 de Junio, dando las suyas para que
las galeras encargadas de embarcar los cuerpos que tuvieron
empleo en la guerra de Granada concurrieran á Barcelona.
De este puerto salió el n de Julio D. Sancho de Leyva, na
vegando á vanguardia con la escuadra de España, de 11 ga
leras; el 20 lo hizo el Príncipe con 37, tocando en Genova,
con objeto de desembarcar y poner en camino de Alemania
á los hijos del Emperador, Ernesto y Rodolfo; cambió la
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REUNIÓN DE BAJELES EN MESINA. 155

guarnición de Porto-Hercole; dispuso el embarco en la


Spezzia de los soldados alemanes é italianos que habían de
formar parte en la expedición, y entró en Ñapóles el 9 de
Agosto, casi acabados los aprestos.
Esperábale en la ciudad el conde Gentil Saxatelo, porta
dor de un Breve, con delegación en el cardenal Granvela
para hacerle entrega del estandarte é insignias que, según el
tratado de la Santa Liga, se habían de arbolaren las jorna
das que hicieran las fuerzas unidas, en que figuraban las ar
mas de las tres naciones, según simbolismo que compuso Su
Santidad. Se verificó la ceremonia el 14 de Agosto en la
iglesia de Santa Clara con solemne fiesta r'eligioí.a, durante la
que recibió también el Príncipe el bastón de mando, asimis
mo simbólico, pues simulaba conjunto de tres bastones de
Capitán general ligados fuertemente, y de alto á bajo, con una
cinta. Acabada la entrega se trasladó el estandarte en proce
sión con gran comitiva y aparato militar hasta el puerto, y se
arboló en la galera Real, saludándola todas, al mismo tiempo
que los castillos de la plaza, con artillería y arcabucería.
Era la enseña, bendecida por Pío V, de damasco azul y
grandes dimensiones, afectando todavía la forma de escudo
de los estandartes del siglo xv; esto es, cuadrangular con el
lado exterior redondeado; en el centro, pintado al óleo, un
Santo Crucifijo colosal; al pie las armas .pontificias entre las
de España y de Venecia, y debajo las de D. Juan de Austria,
ligadas todas con una cadena. El fondo "adornado de lazos,
ramos y hojas de oro, tan abundantes en la labor que apenas
dejaban ver el damasco, y alrededor cenefa de lacería de
oro y color rojo. La flámula, pinelo, tordano, rabo de gallo
y gallardetes destinados á los árboles y entenas, del mismo
dibujo y adorno '.

1 Las dimensiones del estandarte son 7,30 metros de longitud, 4,42 de anchura
en la vaina y 3,27 en la parte exterior disminuida. Lfl flámula mide 15,26 de lon
gitud, 4,70 de anchura en la vaina y 0,34 en las puntas. El gallardete 14,80 de Ion"
gitud, 1,25 de anchura en la vaina y 0,34 en la punta.
Las otras insignias son menores. Lo que puede interesar á la historia de tan
venerandas reliquias publiqué (Madrid, 18 38) en el libro titulado Tradiciones in-
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I36 ARMADA ESPAÑOLA.

La Real, donde las insignias se arbolaron, era hermosísi


mo bajel construido por orden del rey D. Felipe con pre
vención de «que su grandeza y ligereza llevase gran ventaja
á las ordinarias y fuese decorada de la escultura y pintura
que la pudiese hacer más vistosa y de mayor contemplación,
acompañándola de historias, fábulas, figuras, empresas, le
tras hieroglíficas, dichos y sentencias que declarasen las vir
tudes que en un Capitán general de la mar han de concurrir,
y que la misma galera sirviera de libro de memoria que á
todas horas abierto amonestase al Sr. D. Juan en todas sus
partes lo que debía hacer».
Un libro extenso componen realmente los apuntamientos
que, también por mandato expreso, escribió el maestro Juan
de Mallara ', en la mayor parte enderezados á la explicación
de los asuntos mitológicos, tan en boga por aquellos tiempos,
que decoraban el exterior é interior de la Real; el espolón,
donde se alzaba la figura de Neptuno sobre un delfín, «para
mostrar la majestad del rey D. Felipe, que enviaba con su
armada al serenísimo hermano»; las arrumbadas en que iban
las armas de S. M. con festones y frisos de dioses marinos y
tritones que declaraban su poder en la mar; la pertegusa, ó
asta del estandarte, labrada y dorada con arte; los fanales
magníficos que simbolizaban las tres virtudes 2. Estaba pin
tada exteriormente de blanco, rojo y oro, y bogaba sesenta
remos.

fundadas, componiendo parte de la sección Recuerdos de Lepanto. Posteriormente


di cuenta á la Academia de la Historia de la investigación por la que tuve la for
tuna de justificar la existencia de las insignias en la catedral de Toledo; salió á luz
en el Boletín déla misma Academia, t. xm, pág. 299, y xiv, pág. 427, y. se tra
dujo en la Revue de l'Art Chréticn, acompañando al texto hermosos cromos. Traté
en el libro referido de Tradiciones infundadas de las descripciones que se escribieron
de la galera real de D. Juan de Austria y de varios puntos de la jornada de la Liga
que son discutibles; acompañé apunte bibliográfico que comprende bastantes obras
inspiradas en tan grande asunto, y añadí algunos documentos inéditos hallados en
el Archivo de Simancas.
1 Descripción de la galera Real del Srmo. Sr. D. Juan de A ustria, publicada por la
Sociedad de bibliófilos andaluces. Sevilla, 1876, 4.0, 535 páginas.
1 El casco se construyó en Barcelona por el capitán Álzate, y llevado á Sevilla,
hizo la primera traza de la escultura y pintura Juan Bautista Castello, el Berga-
masco; pero, habiendo muerto antes de realizarla, modificaron el plan y dirigieron
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REUNIÓN DE BAJELES EN MESIN'A. 137

Un mes justo pasado desde el arribo de los venecianos, el


23 de Agosto, entró en Mesina D. Juan de Austria, recibido
con salvas, fiestas, luminarias y alegría general, presagio de
otras. Faltaban todavía las escuadras de D. Alvaro de Ba-
zán, de Juan Andrea Doria, de D. Juan de Cardona y una
de 60 galeras de Venecia, cuyo paradero se ignoraba. Fue
ron pareciendo una tras otra en los primeros de Septiembre,
colmando el puerto de naves y la ciudad de ilustres persona
jes. Registrar los nombres de los príncipes, duques y caba
lleros que iban á ponerse bajo la enseña de la Liga, equival
dría á copiar las listas de la nobleza de Italia y de España:
pasaban de 1.500 los voluntarios sin sueldo que pidieron
puesto al generalísimo. Las embarcaciones eran más de 300,
los hombres que en cualquier concepto las ocupaban 80.000.
Estas cifras aparecieron en la muestra y revista pasada por
el Príncipe, descomponiéndose en 90 galeras, 24 naves y 50
fragatas ó bergantines á sueldo del Rey católico '; 12 galeras
y seis fragatas del Papa; 106 galeras, seis galeazas, dos naves
y 20 fragatas venecianas; mas al bulto imponente presentado
por esta nación no correspondía, ni mucho menos, el arma-

la obra Benvenuto Tortello, arquitecto, Juan Bautista Vázquez, escultor y pintor


sevillano, Juan de Mallara y Fernando de Herrera, el Divino.
Según D. José Amador de los Rios {Sevilla Pintoresca, Sevilla, 1844), Vázquez
ayudó en esta obra á'Bartolomé de Morel, que la trazó juntamente con Juan Gi-
raltay Pedro Delgado. El Rey visitó en el Guadalquivir la galera, quedando muy
complacido.
1 A saber:

Escuadra de España 14
De Ñapóles 30
De Sicilia 10
De Andrea D.iria II
De Pedro Bautista Lomelin 4
De Juan Ambrosio Negrón 4
De Jorge Grimaldi 2
De Estéfano de Mari 2
De Bendinello Sauli 1
De Malta 3
De Genova 3
De Savoya 3
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I38 ARMADA ESPAÑOLA.

mentó, la tripulación, ni la disciplina de ésta. Don Juan


hubo de observar con pena que al lado de los bajeles espa
ñoles, los mejores que en tiempo alguno se habían visto, re
saltaba el equipo y aparejo de los de la Señoría faltos, no
solamente de soldados, sino también de marineros ' y des
moralizados cuanto indicaban las riñas sangrientas ocurridas
en tierra, y el hecho de haber embarrancado y perdídose en
Calabria ocho de las galeras que fueron á tomar vitualla. En
enmienda de tan mal estado instó D. Juan al general Ve-
niero á que completara el cupo necesario de la gente de gue
rra con soldados españoles é italianos que pondría á su dis
posición, contemporizando con el carácter agrio y adusto del
aliado por no disgustar á aquellos señores puntosos y resen
tidos * que en Prevesa, en Corfú, en todas las ocasiones de
concurso habían declinado oferta semejante por la que pu
diera entenderse ser sus bajeles inferiores á cualquiera otros y
estar necesitados de auxilio ajeno. Por fin, instado Veniero
por la evidencia pública en la revista, recibió en las galeras
4.000 hombres, y 500 arcabuceros en cada una de las galea
zas. Con esta medida quedó la armada veneciana nivelada
en cierto modo con las otras y dispuesta al intento en que se
aventuraba la reputación, llevando cada galera 50 marineros
y 150 caballeros particulares y soldados.
El Consejo de guerra de Generales deliberó á seguida
mientras Gil de Andrade, explorador en Levante, traía las
últimas noticias de la situación y fuerza de los turcos, y sen
taba el tiempo, revuelto y chubascoso en los primeros días
de Septiembre. El 15 dieron la vela por anticipación las na--
ves al mando de César Ávalos, que llevaba por almirante á
Gutierre de Arguello; debían esperar en el golfo de Tarento
al cuerpo de la Armada. Las galeras salieron del puerto el
16, engalanadas, presenciando el pueblo en masa el espectá
culo de formación y desfile ante el nuncio del Papa, Monseñor
Odescalchi, que á bordo de un bergantín las veía pasar, ben-

1 Cartas de D. Juan de Austria á D. García de Toledo, Colección de documentos


inéditos para la Historia de España, t. III,
f VanderhammJén, Historia de D. Juan de Austria.
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REUNIÓN DE BAJELES EN MESINA.

diciéndolas. Cada uno de los capitanes había recibido tras


lado de las Ordenanzas redactadas por el Príncipe, instruc
ción de los órdenes de marcha y combate, señalamiento de
puesto, previsto en cuanto cabe lo que pudiera ocurrir, como
si hubiera de avistarse el enemigo al salir del Estrecho.
Iban á vanguardia ocho galeras exploradoras al mando de
D. Juan de Cardona, general de la escuadra de Sicilia, con en
cargo de adelantarse en descubierta ocho millas durante el día-
La Armada seguía en cuatro cuerpos: el primero en la navega
ción, cuerno derecho en la línea de combate, á cargo de Juan
Andrea Doria, se componía de 54 galeras, distinguidas con
grímpolas verdes; el centro ó batalla, cuyo mando se había re
servado su Alteza, tenía 64 galeras con grímpolas azules; la
retaguarda, cuerno izquierdo en combate, regido por Agustín
Barbarigo, era de 53 galeras con grímpolas amarillas; por fin,
la escuadra de socorro ó reserva, guiada por D. Alvaro de Ba-
zán, de 30 galeras, con distintivos blancos, navegaba separada
para recoger á las rezagadas. Cada cuerpo tenía asignadas dos
galeazas, alternando las galeras en el trabajo de remolcarlas y
de ponerlas de frente al formar en línea. Hecha señal de ba
talla, al pasar de un orden al otro, habían de colocárselas gale
ras á distancia tal que entre una y otra no pudiera pasar nin
guna enemiga; entre el centro y las alas quedaría espacio de
tres ó cuatro cuerpos de galera, á fin de regular los movimien
tos; avanzarían á boga larga, cuidando mucho de conservar el
puesto y no embarazarse; usarían de la artillería con atención,
dejando por lo menos dos piezas preparadas para disparar en
el momento de la embestida. La línea de batalla, desplegada
en esta forma, debía extenderse unas cinco millas '.

' Orden de navegación de la Armada de la Liga en la campana de 1571.

VANGUARDIA.

AL MANDO DE D. JUAN DE CARDONA.

Galeras. Capitanes.

Santa Magdalena, de Venecia Marino Contarini.


Sol, de idem Vincenzo Quirini.
Patrono, de Sicilia
Capitana de ídem D. Juan de Cardona.
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I40 ARMADA ESPAÑOLA.

No había en la división de los cuerpos escuadra española,


pontificia ó veneciana; la desconfianza nacida de la experien
cia había aconsejado la interpolación y mezcla de las galeras

finiera». Capitanes.

Capitana de David Imperial.


San Juan, de Sicilia
Santa Cattherina, de Venecia Marco Cicogna.
Nuestra Señora, de idem Pedro Francisco Malipiero.

CUERNO IZQUIERDO.

AL MANDO DE AGOSTINO BARBARIGO.

1.* Capitana de Venecia Barbarigo.


3.1 Capitana de ¡dem Antonio da Canale.
Fortuna, de ídem Andrea Barbarigo.
Sagitaria, de Ñapóles Martín Piróla.
Victoria, de idem Ochoa de Recalde.
Tres Manos, de Venecia Giorgio Barbarigo.
Dos Delfines, de idem Francesco Zeni.
León y Fénix, de ídem Francesco Mengano.
San Nicolás, de idem Colane Drascio.
Lomelina, de Ñapóles Agostino Cancuali.
Reina, del Papa Fabio Valicati.
Nuestra Señora, de Venecia. Filipo Polani.
Caballo Marino, de ídem Antonio di Cavalli.
Dos Leones, de idem Nicolo Fradello.
León, de idem Domenico del Tacco.
Galeaza, á vanguardia Ambrosio Bragadino.
Cruz roja, de Venecia Marco Cimera.
Santa Virgen, de ídem Christoforo Criffa.
León, de ídem Francesco Bouvecchio.
Cristo, de idem. ,.\ Andrea Cornaro.
Angelo, de idem Giovanni Angelo.
Pirámide, de idem Francesco Boni.
Dama del Caballo, de ídem Antonio Endomeniani.
Cristo con el Mundo, de ídem Simón Guoro.
Cristo Resucitado, de idem Federico Renieri.
Cristo, de ídem Christoforo Condocolli.
Cristo, de ¡dem Giorgio Calergi.
Cristo, de idem Bartolomeo Donato.
Cristo Resucitado, de idem Ludovico Cicuta.
Retimo, de idem Nicolo Avonali.
Cristo, de ídem Giovanni Corneri.
Cristo Resucitado, de idem Francesco Zancarnoli.
Rueda, de ídem Francesco Molini.
Santa Eufemia, de ídem Horacio Fisogna.
Marquesa, de Doria Francesco San Fedra.
Fortuna, de idem Giovanni Alvigi Belvi.
Bravo, de Venecia Michele Viramano.
Cristo, de ídem Danielo Calefatti.
Brazo, de idem Nicolo Lippomano.
Nuestra Señora, de ídem Nicolo Mondini.
Cristo Resucitado, de ídem Francesco Zancarnoli.
Galeaza, á vanguardia Antonio Bragadino.
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REUNIÓN DE BAJELES EN MESINA. 141

sin consideración alguna de bandera ni de preferencia; en lo


que hubo particular cuidado fue en dar solidez al centro,
componiéndolo con las galeras más fuertes, y en constituir

Galeras. Capitanes.

Nuestra Señora, de Venecia Marcantonio Pisani.


Trinidad, de ídem Giovanni Contarini.
Fama, de Ñapóles juan de ja Cueva.
San Juan, de ídem Garcia de Vergara.
Envidia, de ídem Toribio de Acevedo.
Brava, de Ídem Miguel de Quevedo.
Santiago, de ídem Monserrate Guardinla.
San Nicolás, de idem Cristóbal de Munguía.
Cristo Resucitado, de Venecia Giovanni Battisra Ouerini.
Ángel, de ídem Onofre GiustinianiT
Santa Dorotea, de idem Polo Nani.
3-* Capitana de ídem Marco Quirini.

BATALLA.

AL MANDO DEL PRÍNCIPE.

Capitana de Lomellini Pietro Battista Lomellini.


Patraña de idem paolo Giordano Orsino.
Capitana de Bendinelh Bendinelli Sauli.
Patrona de Genova Pellerano.
Toscana, del Papa Metello Caracciolo.
Hombre Marino, de Venecia Jacopo Draffrano.
Nuestra Señora, de ídem Giovanni Zeni.
San Jerónimo, de ídem Giovanni Balzi.
San Juan, de ídem Pietro Badoaro.
San Alejandro, de idem Giovanni Antonio Colleone.
Vigilancia, de Sicilia
Capitana de Mari Giorgio di Asti.
Tronco, de Venecia Girolamo Canale.
Mongibello, de idem Bertucci Contarini.
Doncella, de idem Francesco Dándolo.
3.* Galeaza, á vanguardia Jacopo Guoro.
Tempera?iza, de Doria Ciprian de' Mari.
Ventura, de Ñapóles Vincentio Paséalo.
Rocafulla, de España Rocafull.
Victoria, del Papa Baccio de Pisa.
Pirámide, de Venecia Marco Antonio S. Uliana.
Cristo, de ídem Girolamo Contarini.
San Francisco, de España Cristóbal Vázquez.
Paz, del Papa Jacopo Ant. Perpignano.
Perla, de DoTia Giovanni Battista Spinola.
Rueda, de Venecia Gabrio da Canale.
Pirámide, de ídem ' Francesco Boni.
Palma, de ídem Girolamo Veniero.
Capitana de Gil de Andrade Bernardo Zanoguera.
Granada, de España Pablo Batín.
Capitana de Genova Ettore Spinola.
Capitana de Venecia Sebastián Veniero.
Patrona Real.
La Real D. Juan de Austria.
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I^í ARM\DA ESPAÑOLA.

una reserva de empuje. Relativamente á ésta decía la ins


trucción ' que «el Marqués de Santa Cruz, á cuyo cargo que
daba la retaguardia y socorro por la importancia que era á

1 Fernando de Herrera, Relación de la guerra de Chipre y suceso de la batalla naval


de Lepanto.

Galeras. Capitanea.

Capitana te • D-Luis de Requesens.


Capitana del Papa Marco Antonio Colonna.
Capitana de Saboya M. de Ligny.
Grifona, del Papa Alessandro Negrone.
San Teodoro, de Venecia ••• Theodoro Balbi.
Patraña de Doria
Mendoza, de España Martín de Echaide.
Montaña, <le Venecia Alessandro Vizzamano.
San Juan Bautista, de ¡dem Giovanni Mocenigo.
Victoria, de Doria Filippo Doria.
Pisana, del Papa , Ercole Lotta.
Higuera, de España Diego López de Baños.
Cristo, de Venecia } :.-• Giorgio Pisam.
San Juan, de ídem '. Danielo Moro.
Fiorenza, del Papa Thomaso de Medici.
San José, de Ñapóles Eugenio de Vargas.
Patrona de Ñapóles Francisco de Benavides.
Luna, de España Manuel de Aguilar.
Passaro, de Venecia Luigi Pasquahgo.
León, de ídem Pietro Pisani.
Saji Jerónimo, de ídem Gasparo Mahpiero.
Capitana de Grimaldi Giorgio Grimaldi.
Patrona de David Impelíale Nicolo de Luvano.
San Cristóbal, de Venecia Alessandro Contanni.
4.1 Galeaza, á vanguardia . Francesco Duodo.
Judit, de Venecia Mariano Sicuro.
Armclino, de ídem Pietro Gradenigo.
Media luna, de ¡dem Valerio Valleresso.
Doria, de Doria Jacopo di Cásalo.
San Pedro', de Malta. Saint-Aubin.
San Juan, de ídem Alvigi de 1 essera.
Capitana de Malta Giustiniam.

CUERNO DERECHO.

AL MANDO DE JUAN ANDREA DORIA.

Capitana de Sicilia D. Juan de Cardona.


Piamontesa, de Saboya ■ Ottavio Moretto.
Capitana de Nicolo Doria Pandolfo Polidoro.
Fuerza de Hércules, de Venecia Rimen Zeni.
Reina, de ¡dem Giovanni Barbarigo.
Niño, de ídem Paulo Polam.
Magdalena, de ídem Marino Contaran.
Cristo, de ídem Benedetto Soranzo.
Hambre Armado, de ídem Andrea Calergi.
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REUNIÓN DE BAJELES EN MESINA. 143

todos, y de quien fiaba el peso de toda aquella jornada, que


esperaba considerase con mucho advertimiento en cuál parte
de la batalla prevalecía la Armada cristiana y dónde convenía,

Galeras. Capitanes.

Águila, de ídem Andrea Calergi.


.Palma, de ídem Jacopo di Mezo.
Ángel, de ídem Stelio Carchiopulo.
San Juan, de ídem Giovanni de Dominici.
La Donna, de ídem Luigi Cipico.
Nave, de ídem Antonio Pasqualigo.
Nuestra Señora, de ídem Marco Foscarini.
5.a Galeaza, á vanguardia Andrea da Cesaro.
Cristo Resucitado, de Venecia Francesco Cornero.
San Vi/torio, de ídem Evangelista Zurla.
Patrona de Grimaldi. Lorenzo Trecha.
Patraña de Mari Antonio Corniglia.
Margarita, de Saboya Battaglino.
Diana, de Genova Gio. Giorgio Lasagna.
Gitana, de Ñapóles Gabriel de Medina.
Luna, de ídem Juan Rubio.
Fortuna, de ídem Diego de Medrano.
Esperanza, de ídem Pedro del Busto.
Furia, de Lomellini Jacopo Chiappe.
Patrona de Lomellini Georgio Greco.
Negrona, de Negrón Nicolás Acosta.
Bastarda, de ídem Lorenzo de la Torre.
Fuoco, de Venecia Antonio Boni.
Águila Dorada, de ídem Girolamo Zorzi.
San Cristóbal, de ídem ■ Andrea Troni.
Cristo, de ídem Marcantonio Laudo.
Rueda, de ídem ■ Francesco Damolino.
Esperanza, de ídem Girolamo Cornaro.
Atila, de Padua Pataro Buzzacarini.
San José, de Venecia Nicolo Donato.
Guzmana, de Ñápeles Francisco de Ojeda.
Determinada, de ídem Juan de Carasa.
6.a Galeaza, á vanguardia Pietro Pisani.
Sicilia, de Sicilia Francisco Amadei.
Patrona de Nicolás Doria Giulio Centurioni.
Águila, de Venecia. Pietro Búa.
San Trifone,.de ídem Girolamo Bisante.
Torre, de ídem Ludovico da Porto.
Santa María, del Papa Pandolfo Strozzi.
San Juan, de ídem Angelo Bifali.
Patrona de Negrón Luigi Gamba.
Capitana de Negrón Juan Ambrosio Negrón.
Monarca, de Doria. Nicolo Garibaldo.
Doncella, de ídem Nicolo Imperiale.
Capitana de Doria Juan Andrea Doria.

SOCORRO.

AL MANDO DE D. ALVARO DE BAZÁN, MARQUÉS DE SANTA CRUZ.


San Juan, de Sicilia
San Jorge, de Ñapóles ■ Juan de Versan.
Bazana, de ídem Juan Pérez Murillo.
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ARMADA ESPAÑOLA.

no dilatando el socorro, acudir con toda presteza en favor de


los suyos, y con cuántas galeras. Y porque en semejante casa
era imposible dar instrucción determinada y orden expresa
de lo que debía poner por obra, pues la resolución se había
de acordar y efectuar según la necesidad y ocasión presente,
remitía el orden á la prudencia y discreción del dicho Mar
qués, que sabría bien conocer si el enemigo tendría galeras
de socorro y cuántas serían, para ver si estaría á su provecho
embestir á la armada contraria».
Se advierte en todas las prevenciones, elogiadas por un
crítico inteligente ', en las más insignificantes al parecer,

1 El vicealmirante Mr. Jurien de la Graviére. La obra que con el titulo de La


guerre de Chippre et la lataille de Lepante publicó en dos tomos (París, 1888), no
sólo es recomendable por la exactitud, amenidad y recto criterio que brillan en
todas las suyas, sino que reúne para el estudio de los marinos una colección de
mapas y planos útilísima al estudio de la jornada de la Liga en la navegación, for
maciones y combate. Comprende lista general con nombres de las galeras, algo
distinta de la que copió D. C. Rosell.

Galeras. Capitanes.

Leona, de ídem Rodrigo de Zugasti.


Constanza, de ídem Juan Pérez de Loaysa.
Marquesa, de ídem Juan de Maqueda.
Santa Bárbara, de ídem Domingo de Padilla.
San Andrés, de ídem Bernardino de Velasco.
Santa Catalina, de ídem Juan Ruiz de Velasco.
San Bartolomé, de ídem . Pedro de Velasco.
Santo Ángel, de Ídem Alonso de Bazán.
Tirana, de ídem Juan de Rivadeneyra.
Cristo, de Venecia Marco da Molino.
Dos Manos, de ídem Giovanm Loredano.
Capitana de Ñapóles Alvaro de Bazán.
Fe de Venecia Gio. Battista Contarim.
Colonna, de Ídem Catherino Malipiero.
Maddalena, de ídem Alvigi Balbi.
Donna, de ídem Giovanni Bembo.
Mundo, de ídem Filippo Leoni.
Esperanza, de ídem Gio. Battista Benedetti.
San Pedro, de ídem Pietro Badoaro.
5a;/ Jorge, de ídem Christoforo Lucich.
5a» Miguel, de ídem Giorgio Cochini.
Sibila, de ídem Danielo Troni.
Griega, de España ■ Luis de Heredia.
Capitana de Juan Vázquez Antonio Vázquez Coronado.
Soberana, del Papa Antonio d'Ascoli.
Ocasión, de España Pedro de los Ríos.
Patraña del Papa
Serena, de Ídem
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«fa Mam* m*

me

jfF- .,

iíbte&w"*"

Escuadra del Socorro, en Lepanto, al mando de D. Alvaro de Bazán,

según un manuscrito del archivo de Simancas.


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REUNIÓN DE BAJELES EN MESINA. I45

como eran las de distribución de agua y raciones, orden en


el reemplazo, policía y disciplina, contingencia de que concu
rrieran ó no en la batalla las naves de vela, la solicitud, el
consejo, la pericia de D. García de Toledo, transmitidas al
Príncipe en la interesante correspondencia cambiada, ya que
la parálisis le impedía estar á bordo en el puesto de consejero,
que la prudencia del Rey y el respeto de D. Juan le habían
conferido '.
Con estas disposiciones atravesó la Armada el Estrecho y
fondeó en la Fosa de San Juan (costa de Calabria), no lejos
de Reggio. El 17 por la mañana se puso en tierra una tienda
por la popa de la Real para la misa de Espíritu Santo que iba
á celebrar á vista de todos D. Jerónimo Manrique, vicario
general de la Armada, después Obispo de Ávila. «Al alzar la

1 Parte de esta correspondencia se ha publicado en la Colección de documentos


inéditos para la Historia de España; parte se conserva inédita en las colecciones de
la Dirección de Hidrografía, y en conjunto forma un curso de arte militar y de po
lítica. D. Juan de Austria escribía en una de las cartas:
«No solamente me contento de que V. m. me haya advertido en cosas tan im
portantes como me ha escrito estos días atrás, en lo tocante al proceder que debe
hacer esta Armada, pero en todas las que más me ocurrieren he de pedir su pare
cer y orden; así estuviese V. m. tan cerca que los pudiese yo tomar como lo deseo.
Lo que de presente pido con todo encarecimiento, es que me ayjse V. m. en dili
gencia cuál le parece que sea más conveniente á una Armada, juntándose con la
del enemigo, disparar primero la artillería ó aguardar que la dispare el contrario;
porque, siendo cosa tan importante como es, veo aquí diversos pareceres y opinio
nes sobre ella, y deseo yo ver el de V. m.# el cual tendré por el más acertado.»
Contestó D. García:
«Digo, señor, que no pudiéndose tirar dos veces, como realmente no se puede
sin grandísima confusión, lo que convendría hacer, á mi juicio, es quel ruido del
romper los espolones y el trueno del artillería había de ser todo uno ó muy poco
menos, y que no se debe de tener cuenta con el enemigo, asi tirara primero ó pos
trero, sino sólo cuando deba V. A. mandar dar fuego. Y respondiendo á los que
dijesen que el disparar primero causa confusión en los enemigos, digo que les can
sará ánimo si dejase de hacer efecto el disparar de nuestra parte primero; y el que
fuese con pensamiento y determinación de tirar primero que ellos, ¿no podría ser
que no lo hiciera fuera de tiempo? Porque por miedo quel enemigo no lo hiciese
antes lo vendría á hacer lejos, y demás de ser incierto el tiro que no. se hace de
muy cerca, las cadenas y linternas que suelen meter dentro la artillería, que son de
harta importancia, no harían aquel efecto de lejos que harían de cerca. Tengo por
muy provechosos ciertos esmerillones como falconetes puestos en crujía sobre ca
balletes, que se pueden girar á una parte y á otra, porque esta artillería menuda
puede hacer muchos tiros y la gruesa no, por el peligro con que saldría á cargar «1
artillero.»
TOMO II. 10
Instituto de Historia y Cultura Naval

146 ARMADA ESPAÑOLA.

hostia y cáliz, fue tal la vocería de los soldados llamando en


su ayuda á Dios sacramentado, y á su Madre Santísima; el
ruido de la artillería, de las cajas de guerra, trompetas, clari
nes y chirimías; el horror del fuego y humo, del temblor de
la tierra y estremecimiento de las aguas, que pareció bajaba
á juzgar el mundo Su Majestad Divina con la resurrección de
la carne, premio debido á la naturaleza del hombre '.»
Andaba otra vez el tiempo borrascoso con vientos violen
tos del Nordeste, contrarios á la derrota, que fatigaban mucho
á los remeros, hasta llegar á Otranto, talón de la bota que en
los mapas dibuja la figura de la península italiana. Por allí, de
las guarniciones de las plazas, habían de tomar las galeras un
refuerzo de 2.000 soldados. Nada se pudo adelantar en varios
días en que intentó D. Juan hacer camino; el viento le obli
gaba á arribar buscando el abrigo del cabo saliente, ó á
proejar más contra la impaciencia que contra las olas.
Hasta el 24 de Septiembre no hizo variación el viento,
cambiando al tercer cuadrante de la aguja con aguacero y
truenos alegremente recibidos por los coligados; podían en
derezar el rumbo, como lo hicieron sin esperar al día, á la
isla de Corfú, donde examinaron el estrago hecho pocos días
antes por los e-nemigos. ¿Influyeron las ruinas y cenizas en el
ánimo de los caballeros, tan bravos en Mesina? Podría creerse
oyendo los pareceres emitidos en el Consejo de guerra á que
convocó D. Juan, respetando el mandato de /consultar en
cada caso á los Generales de las escuadras, y en éste, no ha
biéndose unido las naves de vela á la Armada, desprovista,
por consiguiente, de repuestos y de la artillería de sitio indis
pensable para cualquiera operación contra los fuertes, era
necesario determinar lo que se hacía, dado que las galeras
turcas se hubieran refugiado en Lepanto al abrigo de los
castillos, como las noticias traídas por Gil de Andrade ase
guraban. Quién opinaba por el asedio de alguna plaza, sin ex
ceptuar alas de escasa importancia, Sopoto, Castelnuovo ó
Margariti; quién por atacar á Navarino, á fin de atraer á la

1 Gonzalo de Illescas, Historia pontifical y católica.


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REUNIÓN DE BAJELES EN MESINA. 147

armada otomana, haciéndola salir del golfo; los belicosos á


todo trance aparecían en minoría, influidos los más de la
opinión vulgar, de la idea de supremacía naval otomana, del.
prestigio que la daban las victorias, de la homogeneidad,
obediencia, condición de sus soldados, mientras que los de la
Liga, bisónos, de lengua y nación distinta, estaban lejos de
sus costas, sin puerto de refugio, con exposición de poner
en trance la suerte de Italia si aumentaban la lista de los
desastres.
Hay que convenir en que razón no faltaba á los exposito
res de la verdadera situación; pero no menos cierto es que
no razonan de tal manera los animosos. Como dijeron al Em
perador á la vuelta de Argel: «Al que no se expone á nada, no
le sucede nada.» La enter&za juvenil de D. Juan no era, por
dicha, de las que se achican con palabras. Esas razones pe-
sádolas tenía antes de ponerse en la empresa: lo que deter
minó, á fin de no desairar opiniones por apartadus que fueran
de las suyas, fue tomar del parque de Corfú seis piezas grue
sas con las municiones correspondientes y alguna tropa que
supliera la rezagada en las naos, y embarcada, sin esperar una
hora más, dio la vela el 30 de Septiembre, temiendo también
él que lo avanzado de la estación sirviera de auxiliar al ene
migo. Entró en Gameniza l, puerto abrigado de Albania, con
intención de ejerciLar la gente; de hacerlo que ahora se dice
zafarrancho general de combate, ó sea simulacro de la acción,
ocupando cada cual su puesto. No pudiendo verificar por sí
mismo la precisión con que se ejecutaba en cada bajel, co
misionó para hacerlo por partes al Comendador mayor de
Castilla y á Juan Andrea Doria, surgiendo de tan sencillo
mandato cuestión bastante más grave que la diferencia de pa
receres en el Consejo, porque el áspero Veniero se negó en
absoluto á que el genovés pusiera el pie en ninguna de sus
galeras, dejando ver cómo se mantenía latente la antipatía, la
incompatibilidad de caracteres encendida en la jornada del

1 Legumeniza está escrito en un despacho de D. Juan. Los italianos dicen Go-


menizza.
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148 ARMADA ESPAÑOLA.

año anterior, ó mejor dicho, de muy atrás alimentada. El


Comendador mayor tuvo en cambio deferente acogida.
Todavía se dejó sentir más fuerte el hálito de la discordia
en el momento de levar anclas el 2 de Octubre, por riña
entre los marineros de una galera veneciana y los soldados
de D. Juan, con tanta repugnancia admitidos por Veniero, y
eso que pertenecían á una compañía italiana. El capitán,
nombrado Muzio x, hizo buena la causa de su gente contra el
capitán de la galera,'Andrea Calergi, que abonaba á la suya,
y pasando de las palabras á las obras, echaron mano á las ar
mas y corrió sangre. Veniero mandó acudir al tumulto, ó, se
gún autores, acudió él mismo con la Capitana: y dejándose
llevar de la cólera, preso Muzio, lo hizo ahorcar en el acto
de una entena. Que reprimiera el motín con energía, era na
tural: debía de hacerlo; que desconociera la autoridad del
General en jefe ordenando la ejecución sumaria y pública á
su vista, constituía desacato y escándalo de tal naturaleza,
que produjo profunda indignación. Historiadores hay * que
pasan por alto el incidente, sin duda por no descomponer el
efecto del cuadro en que querían recrearse; otros que, sin
desconocer la gravedad, corren como sobre ascuas por la in
dicación 3; los hubo, por lo contrario, que exageraron las
proporciones, poniendo á punto de destruirse á los coligados,
separadas ya las escuadras y los artilleros con la mecha en
la mano \

1 Mucio Tortona le llama Rosell; Curcio Anticocio, Vanderhammen; su verda


dero nombre parece era Muzio de Cortona, de origen toscano y de la familia de
los Alticozzi. Tenia fama de bromista y de pendenciero, condiciones que no senta
ban mal á los militares de aquel tiempo.
5 Fernando de 'Herrera, citado.
5 Jerónimo Torres y Aguilera, Chronica y recopilación de varios sucesos di gue
rra ; Marco Antonio Arroyo, Relación delprogreso de la armada déla Liga. Ambos
autores presenciaron el suceso. D. C. Rosell tampoco se extiende en el particular.
4 Mr. Jurien de la Graviére, con vista de los escritores venecianos, escribe: «Deja
une scission de sinistre augure s'opérait entre les vaisseaux mouillés sans distinc-
tion de nation dans la baie; les galéres vénitiennes se groupaient autour de leur
Capitane, les Espagnols et les Pontificaux se tiraient a l'écart. De part et d'autre
on poussait les canons en batterie, on dressait les rambades, on armait les arque-
busiers: une étincelle tombant sur ce tonneau de poudre, les Chrétiens se détrui-
saient deleurs propres mains.» Obra citada, t. n, pág. 125.
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REUNIÓN DE BAJF.LES EN MESINA. 149

Lo exacto es que, estimando el Príncipe el desafuero in


justificable, llamó á Consejo á sus Generales, y que éstos, irri
tados más que su Jefe, se dejaron llevar de la primera impre
sión al extremo á que les inclinaba la malquerencia instintiva
contra los venecianos. El Comendador mayor, primero que
habló en la asamblea, juzgó que Su Alteza debía imponer á
Veniero el castigo ejemplar merecido por su delito. Juan
Andrea Doria fue de parecer que en el acto debía volver á
España la Armada, dejando á los venecianos, de los que no
había que fiar. Don Juan de Cardona, encogiéndose de hom
bros, opinó que no se pasase adelante, adhiriéndose á todo lo
expresado por el Comendador y Juan Andrea. Pedro Fran
cisco Doria, tras un exordio relativo á la mala fe de los de
Venecia, dijo lo mismo, y quizá lo "dijeran los siguientes
arrastrados por el ejemplo, como suele acaecer en semejan
tes reuniones, á no ser D. Alvaro de Bazán, marqués de
Santa Cruz, el quinto que usó de la palabra, justificando,
como lo hizo ante Civita Vecchia cuando se creía inmediata
la escuadra turca, como eu Mesina al tratar del socorro de
Malta, ser tan prudente en el consejo como decidido en la
pelea, y en cualquiera ocasión de juicio propio indepen
diente.
«Habiendo hablado los cuatro desta parte (dice la relación),
mandó el Sr. D. Juan que hablase el Marqués de Santa Cruz,
el cual dijo que en ninguna manera convenía que Su Alteza
se volviese, y que le suplicaba que tuviese consideración al
trabajo y gasto con que se había conducido allí aquella armada
tan grande y real, y que Su Majestad y Señoría de Venecia, y
las demás potestades y príncipes déla cristiandad, estaban á la
mira esperando el subceso de aquella jornada, y que no le pa
recía que se cumplía con la obligación que Su Alteza tenía
volviéndose por sólo decir que el General de venecianos hi
ciese un disparate como el que había hecho en ahorcar á aquel
capitán, y que el castigo podría Su Alteza suspender para ade
lante, y queriendo buscar á los enemigos cada uno entendería
en apercibirse para el día de la batalla, y con esto no habría
pendencias entre la gente de Su Majestad y venecianos, y
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I5O ARMADA ESPAÑOLA.

que, si se. volviesen, en tal caso tendría por más ciertas echán
dose la culpa unos á otros, y que, sabiendo la armada enemiga
que Su Alteza se volvía, vendría sobre nuestra armada, y que
sería muy posible perderse la nuestra, porque en tan grandes
flotas de navios poco desconcierto era mucho, y que allí se
ría muy posible tenerlo, que, junto con la reputación que se
perdería volviéndose, se podían prometer de cualquier mal
subceso, y que así suplicaba á Su Alteza siguiese su viaje, que
Dios sería servido de darle victoria, pues era la causa
suya» '.
Discurso de un hombre de corazón y de inteligencia. Por
tercera vez iba á debérsele la resolución de un hecho glo
rioso, pues que cuantos le siguieron en el voto, el Conde de
Priego, Gil de Andrade, D. Miguel de Moneada, Juan Váz
quez Coronado, lo emitieron de conformidad haciendo ma
yoría, á que se agregó con efusión Marco Antonio Colonna,
General de la escuadra pontificia, consultado después.
Sonaban las cuatro de la madrugada cuando cerró D. Juan
el Consejo, diciendo con gran resolución: «Adelante, siga
mos el parecer del Marqués» *, el cual, aparte de lo dicho,
era hacerse á la mar muy de mañana, formar la línea de ba
talla á las bocas de Lepanto, 15 millas afuera, esperar dos
horas, y si no saliese la armada enemiga, tirar toda la artille
ría y arcabucería, y volverse.

1 Ms. Academia de la Historia, Colección de Jesuítas, t. ccvi, núm. u. Publicado


por mi en el Boletín de la misma, t. xil, pág. 209.
* Ms. Academia de la Historia. El voto de D.Alvaro de Bazán está comprobado
en carta que escribió al Rey algún tiempo después, tratando de otros asuntos. Se
halla en la Biblioteca Nacional, Ms. E. 180, y la publicó D. Ángel Altolaguirre en
la biografía del aludido, Madrid, 1888, pág. 495.
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X.

BATALLA DE LEPANTO.

1571.

Concentración de. la armada turca.—Su fuerza y distribución.—Vacilaciones de los


jefes.—La de la Liga sale del puerto.—Navegación trabajosa.— Descubre ala
enemiga.—Línea de combate.—Encuentro.—En la izquierda.—En el centro.—
En la derecha.—Bizarría de D. Juan de Austria.—Oportunidad de la escuadra
de socorro.—Victoria por los cristianos.—Pérdidas enormes.—Presas.—La flota
turca aniquilada.—Distribución del botín.—Regreso de los cristianos.—Separa
ción.—Temporal.—Regocijo.—Juicio de la jornada.

l historiador goza del privilegio de cambiar el es


cenario, pasando libremente de un campo al
opuesto, de anticipar ó posponer las ocurrencias,
de hacer selección de personas, discurriendo de
manera que el orden ó disposición de los capítulos
procure claridad ó interés á lo que va narrando, sin
perjuicio del enlace y unidad del conjunto. Á éste importa
conocer lo que pasaba en el golfo de Lepanto, donde se ha
bía concentrado la armada de los turcos á ser ciertas las
averiguaciones de Gil de Andrade, explorador activo desta
cado á Levante por D. Juan de Austria.
En efecto: llamadas por Alí las divisiones que habían ope
rado aisladas en el Adriático y en las islas, causando graves
daños en las posiciones venecianas, procurándose refuerzos y
víveres á medida que los descubridores comunicaron noticias
de avance de los cristianos, fueron colocándose bajo la insig
nia principal, llegando el último Mahomet, bey de Negropon-
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152 ARMADA ESPAÑOLA.

to, con 60 galeras y 3.000 soldados dé reciente leva. La re


vista general arrojó las sumas de 210 galeras y 63 galeotas,
guarnecidas por 35.000 hombres de guerra, de ellos 2.500
genízaros \ que por orden é instrucción del Jefe se organi
zaron en cuatro escuadras equivalentes á las de los coligados.
El cuerno derecho, al mando de Mahomet Siroco, goberna
dor de Alejandría, se componía de 54 galeras y dos galeotas;
la batalla ó centro, por Alí, General en jefe, de 87 galeras y
ocho galeotas; el cuerno izquierdo, confiado al cosario Cara
Hosia (Khodja), 61 galeras, 32 galeotas; el socorro ó reserva
á cargo de Murat Dragut, ocho galeras y 21 galeotas ó fustas.
Las órdenes del Gran Señor Selím eran terminantes: Ali
debía salir con tal armada al encuentro de los cristianos y
combatirlos donde quiera que los encontrara. Ánimos no le
faltaban para hacerlo: joven, valeroso, halagado con el man
do en que sustituía á Piali, y con el éxito de la campaña el
año anterior, deseaba ocasión de distinguirse en empresa de
más importancia. El plan, que era lo dudoso, consultó en
Consejo de guerra, convocados los Generales, los Goberna
dores y los Capitanes de concepto, que no se mostraron uná
nimes ni conformes en los pareceres. Lo mismo que en el
lado contrario, se significaba la vacilación y aun el temor en
los jefes más acreditados. Pertev, el general de la infantería,
desconfiaba de su tropa bisoña traída á las galeras sin haber
las pisado nunca; Mahomet Siroco, los Bajas de Morea y de
Caramania, guerreros de experiencia, el mismo Uluch-Alí,
tan arrojado, dando crédito á los datos obtenidos en Ragusa
acerca del fuerte armamento de la Liga, divagaban confusos
y tímidos, inclinándose á esquivar un encuentro que, sin dar
á los triunfos ya conseguidos realce, pudiera tentar á la for
tuna. Con estarse al ancla, pensaban, avanzada como estaba
la estación, tendrían los enemigos que volverse, resultando
inútiles los enormes gastos que habían hecho para salir de
sus puertos.

1 Estas cifras son término medio de las que apuntan los historiadores. Arroyo
da las aceptadas pjjr Rosell, de 245 galeras, 70 galeotas y 120.000 hombres.
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BATALLA DE LKPANTO. 153

Claramente daban á entender ¡as indicaciones que el arran


que otomano de los tiempos de Barbarroja se modificaba; el
hecho mismo de encontrarse la armada al abrigo de los cas
tillos del golfo, consintiendo el progreso de la enemiga desde
Corfú, significaba inclinación al temperamento defensivo.
Sin embargo, en contraposición de los veteranos prudentes,
asistían al Consejo capitanes ardorosos, para los que en
modo alguno cabía duda del resultado en un encuentro con
infieles, y por su número quedó decidida la acción, pesando
en la balanza de su lado los informes procurados cuidadosa
mente. Tanto los de ciertos corsarios que osadamente se ha
bían deslizado de noche con embarcaciones menores dentro
de los puertos'de Mesina y de Corfú, como los que produjo
la captura de algunos marineros sometidos á cuestión de
tormento, por la casualidad de referirse á los días en que al
guna de las escuadras andaba separada, coincidían en el se
ñalamiento de galeras en número inferior al existente; infe
rior bastante al que ellos tenían, con lo cual, y la falta de las
naves, crecía su confianza.
Las noticias obtenidas de los barcos de cabotaje durante
los cruceros de Andrade, no eran tampoco exactas; rebaja
ban asimismo los bajeles y los soldados juntos en Lepanto;
mas no se tenían por seguras entre los jefes de la Liga, ni
habían influido en su voto.
Don Juan de Austria, cumpliéndolo, por acomodarse á su
genial impulso, se satisfizo al pronto con excluir del Consejo
de Generales á Veniero, llamando en su lugar al proveedor
Barbarigo, y en la amanecida el 3 de Octubre mandó levar
anclas y enderezar las proas al Oriente, costeando á Santa
Maura. El tiempo no favorecía á la derrota; reinaban los
vientos del Este y Sudeste, obligando á proporcionar des
canso á los brazos de los remeros en el trayecto por el Es
trecho de Itaca, hasta alcanzar el abrigo del continente en
el cabo Maratia.
Conseguido esto, descendió hacia el Sur la Armada cos
teando las islas Cursolari ó Equinodas, y alboreando el 7
de Octubre cuando llegaba á la última, nombrada Oxia, y
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154 ARMADA ESPAÑOLA.

había de torcer á fin de montar la punta Escrofa con direc


ción al golfo de Patrás, avisaron los vigías la vista de una
vela, de dos, de muchas, de la escuadra turca, viniendo á
toda vela con viento favorable.
A la emoción instintiva que en tales casos domina á la más
firme voluntad, siguió impresión de asombro contadas las
velas con que blanqueaba la línea del horizonte. Es fama que
los más determinados, sin exceptuar á Sebastián Veniero, tan
deseoso del encuentro, sintieron decaer el espíritu, arrepen
tidos del avance y prontos á evitar todavía el trance apare
jado á mal suceso. Todos los Generales fueron en los esqui
fes á la Real á tentar la energía del caudillo con la expresión
del semblante tanto como con las observaciones que á cada
cual ocurrían. Los más oficiosos ó apocados insinuaron la
conveniencia de la retirada; los indecisos propusieron la re
unión del Consejo, contestándoles el Generalísimo con laco
nismo espartano: «Señores, ya no es hora de deliberación,
sino de combate» '.
Por el lado opuesto, pasada la sorpresa de la descubierta,
por ir en la creencia de que andaban por Cefalonia los coli
gados, el entusiasmo y el júbilo embriagaron á los turcos,
asegurados en la primera inspección de la superioridad con
que iban á destruir á los cristianos, por ocultar aún la punta
Escrofa á las escuadras del ala izquierda y de reserva, y á
las galeazas, constituyentes de la retaguardia; pero así que
traspusieron la extremidad de la tierra, cuando en totalidad
se dejaban contar, tocó á su vez el desengaño á los que pen
saban habérselas con un tercio menos de navios. Súbita
mente enfrió en sus filas el ardimiento aquel aparato formi
dable, haciendo renacer las aprensiones de Pertev y de
Uluch-Alí, que se apresuraron á aconsejar el retroceso de
trás de los castillos. Alí lo rechazó enérgicamente, mortifi
cada su presunción con la idea de que pudieran vanagloriarse

1 El manuscrito citado de la Academia de la Historia diferencia á D. Alvaro de


Bazán, que acudió á la Real con unas ricas armas doradas, con muchas plumas en
la cimera, galán y contento, á dar la enhorabuena á Su Alteza por haber parecido
el turco. El Principe le abrazó, agradeciéndole lo que había hecho.
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BATALLA DE LEPANTO. 155

los infieles de haberle hecho mostrar las popas de las naves


otomanas. Irresistible atracción llevaba en aquel momento á
los caudillos al choque tremendo.
Don Juan, el primero, disparó una pieza en señal de reto,
poniendo en la entena la señal de formación en línea de
combate, maniobra difícil en momentos en que se habían de
llenar los claros de las escuadras, esperar á los rezagados y
remolcar á las galeazas sacándolas á vanguardia. Al paso que
los jefes cuidaban de la colocación en los puestos de cada
galera, en el interior de éstas, con la actividad que parece
producto febril en semejantes casos, poseídos los hombres
de la obligación individual, la llenaban en silencio que tenía
mucho de solemne, armando la pavesada, desembarazando
la crujía, destrincando las piezas, apercibiendo las armas.
Por meditada providencia de D. Juan se habían aserrado los
espolones y suprimido las esculturas altas de las proas, tan
bellas y elegantes á la visualidad, como perjudiciales á la
puntería horizontal de los cañones de más efecto.
El cuerno izquierdo, que gobernaba Barbarigo, recibió or
den de apoyarse en la costa, aproximándose á ella lo que
consintiera el calado de las galeras, sin dejar paso por donde
pudieran las turcas doblar la línea y atacar la retaguardia;
las otras dos escuadras debían esperar á que ésta tomara el
puesto para situarse inmediatamente á las distancias de la
instrucción, y por tanto, la derecha tenía que hacer camino
hacia el Sur, dejando espacio en que se desplegaran las de
la izquierda y centro; mas tanto prolongaba Juan Andrea el
movimiento de la suya, tanto se iba alejando, que hubo de
enviarle aviso el Príncipe, alarmado con la maniobra que
dividía el cuerpo de batalla.
Los turcos formaron su línea con rapidez, valiéndoles la
homogeneidad de sus elementos y la práctica de los capita
nes en tantas campañas. La práctica con nada se sustituye
en reunión de fuerzas de mar. Guiaba la derecha Mahomet
Siroco; el centro ocupaba Alí, seguido de las capitanas ó ga
leras de fanal más fuertes, y la izquierda traía Uluch-Alí,
colocado por jel azar frente á Juan Andrea Doria.
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15¿ ARMADA ESPAÑOLA.

Hacia las once de la mañana ocurrió un cambio que, pare


ciendo providencial, impresionó de modo distinto á los ad
versarios. Del Este roló el viento al rumbo opuesto, que
dando la mar llana como en un lago, y lo primero obligó á
los turcos á amainar las velas y armar los remos, retrasando
su marcha. Á la contrariedad tendrían que añadir otra muy
sensible: la de recibir de cara el humo en cuanto empezara
el fuego.
Los coligados aprovecharon la pausa procurando rectifi
car los puestos, y que se colocaran en los suyos la escuadra
de socorro del Marqués de Santa Cruz y la de Cardona, des
tacadas; las galeazas quedaron puestas á una milla de distan
cia por la proa de la línea, y en el centro la Real, teniendo á
derecha é izquierda, apoyándola, las capitanas de la Santa
Sede y de Venecia: Marco Antonio Colonna y el colérico
Veniero.
Antes de armarse embarcó D. Juan en una fragata ligera;
corrió la línea pasando por la popa de las galeras y dirigien
do á cada una con elocuencia militar frases que arrancaban
gritos y aclamaciones entusiastas : «Hijos—decía,—no deis
ocasión á que con arrogancia impía os pregunte el enemigo:
¿dónde está vuestro Dios?»
De vuelta en la Real, arbolado el estandarte de Pío V al
mismo tiempo que se engalanaban palos y entenas con ban
deras y flámulas ricas, á la vista del Crucifijo de la insignia
principal, se arrodillaron todos haciendo breve plegaria
mientras los religiosos daban su bendición.
Cercano el sol al corte del meridiano, quebrando sus rayos,
espléndido, en las armaduras y en la superficie tranquila del
agua, que reflejaba los colores de las mil banderas, habiendo
partido las armadas la distancia de separación, sonaron a una
en la católica trompetas y atambores, á la vez que de la maho
metana salía vocería espantosa, á manera de rugidos de fieras
hostigadas. Llegaba ésta á la línea avanzada de las galeazas,
recibiendo los proyectiles disparados por ambas bandas. Los
gritos callaron como por ensalmo, visto el efecto de la arti
llería, de tal suerte mortífero que algunas galeras otomanas
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BATALLA DE LEPANTO. I57

hicieron ciaboga, iniciando muchas el retroceso. Detúvolo el


ejemplo del caudillo arrancando la boga por salir pronto del
tiro de aquellas flotantes fortalezas, y adelantar más levan
tando espuma de la mar con las tajantes proas. En lo poco
que duró la paralización del movimiento uniforme se ade
lantó su derecha, llegando por consiguiente á iniciar el en
cuentro con la izquierda de los coligados; y siendo sin duda
su plan envolverla, pasaron entre la costa y la galera de Bar-
barigo algunas galeras, mientras la atacaban de frente las
otras, aferrándola en un instante de popa, proa y costado. Cayó
el Proveedor herido de muerte en un ojo por la nube de fle
chas, balas y frascos de fuego arrojados sobre su gente: cayó
Contarini al acudir en su auxilio; la galera estaba á punto de
sucumbir, rodeada, lo mismo que las inmediatas, en situación
comprometida para toda la escuadra, si no se apresuraran las
de los compatriotas, rota la formación, bogando en masa hacia
aquel lado.
Revueltas y barajadas entonces las de cristianos y turcos,
en confusión imposible de apreciar, sin más objeto ni cuidado
de cada parte que asir y pelear, fue entrada la galera de Si
roco y rendida con las principales de fanal, sobreponiéndose
las que seguían á Canale y á Quirini. Los turcos cedieron el
campo, corriendo á varar en los escollos inmediatos para sal
varse á nado, abandonando los bajeles. El triunfo acariciado
en un principio por ellos, indeciso largo rato, quedó al fin
por los cristianos en el ala izquierda.
Por el centro se buscaron los caudillos, guiados por los
estandartes y fanales, llegando á embestir proa con proa con
violencia tanta, que el espolón de la Capitana de Alí rompió
la falca de la Real, penetrando hasta el cuarto banco; y como
embicara con el golpe, mostrando todo el interior en plano
inclinado, la artillería y arcabucería disparadas oportuna
mente causaron espantoso estrago; pero las bajas se cubrie
ron instantáneamente por las galeras que le guardaban la
popa, y otras cargaron por los costados á la del Príncipe,
asistida por las de Colonna, Veniero, el duque de Parma y el
de Urbino, llegando á formarse un grupo, una pina, en que
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158 ARMADA ESPAÑOLA.

cuerpo á cuerpo lidiaban caballeros ínclitos de la cristiandad


con los más cumplidos capitanes Qel Imperio otomano. ¿Era
aquello en realidad una batalla? No; más bien contienda par
cial multiplicada, habiéndose deshecho la formación, lo mis
mo que en el ala izquierda, y mezclándose los combatientes
en confusión, que el humo aumentaba. Oíase el crujido de los
vasos, el golpear de las armas, el sonido de las trompetas,
entre el disparar continuo de los arcabuces y la artillería
menuda, sin distinguir bien de dónde salían.
Más de una vez se vio desierta la proa de la capitana turca,
barrida la gente que por oleadas reemplazaban las reservas;
más de una vez también se entró en la Real como un torren
te, llegando á ponerla en terrible aprieto; pero alguien ve
laba esperando con admirable sangre fría que llegara el mo
mento de entrar en la refriega. Don Alvaro de Bazán, arran
cando contra una galera de genizaros que se aproximaba á la
popa de la dicha Real, la destrozó con un disparo de los
cañones gruesos á boca de jarro, y aferró la inmediata
pasando á la gente á cuchillo. Sin detenerse envió entonces
200 hombres de refresco á su General, y se desvió para acu
dir adonde hiciera falta. No se necesitaba más en aquella
crisis. Juan Vázquez Coronado, Gil de Andrade, Pedro Do
ria, volvieron á la carga con aquellos soldados, llegando paso
á paso á la popa y al estandarte, de que se apoderaron *,
muerto Alí valientemente con sus capitanes. El grito de vic
toria corrió repetido por el espacio. Había durado la lucha
encarnizada hora y media larga.
En este tiempo, D. Juan de Cardona y la Capitana de Lo-
melín habían rendido la de Pertev, con desaparición del
Bajá; Kara Yusuf sucumbió á manos del capitán Juan Bau-

1 Gándara, Armas y triunfos de Galicia, pág. 564, consigna que Andrés Becerra,
natural de Marbella, Capitán en la escuadra de galeras de España bajo el mando
de D. Juan de Mendoza, que se halló en el naufragio de la Herradura, director del
muelle de Málaga, era cuatralvo en la jornada de Lepanto, y fue el que se apoderó
del estandarte de Ali. Don Juan de Austria le dio la poma dorada del asta, que con
servaron los descendientes acompañada de cédula real en que constaba, con la ac
ción, la de haber vencido en la batalla dos galeras turcas de fanal.
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BATALLA DE LEPANTO. 159

tista Cortés y dé Honorato Gaetano: el centro de la armada


turca quedaba deshecho y rendido, lo mismo que el ala de
recha. Veamos lo ocurrido en la otra, de que aún nada se ha
dicho.
Uluch-Alí, sagaz observador y marinero, que veía el espa
cio dejado en claro por Juan Andrea entre el ala derecha
cristiana y el centro, se desvió igualmente del suyo hacia la
mar, estimulando al General genovés á imitarle por si se pro
ponía doblar la extremidad, con lo cual fue abriendo más y
más el vacío. El argelino hizo á su tiempo conversión de las
proas, lanzándose rápidamente por aquel hueco contra el ex
tremo del centro y retaguardia desordenada, con sus 93 baje
les, galeras y galeotas, la gente fresca é intacta. Siete cercaron
á la Capitana de Malta, batiéndola con saña de privilegio por
ostentar el estandarte de la religión, y de cuantos la tripula
ban quedaron vivos el general Pedro Giustiniani, prior de Si
cilia, herido de tres flechazos y prisionero á rescate, y dos
caballeros, uno español y otro siciliano, caídos entre los
cuerpos muertos. Diez galeras venecianas, dos del Papa y
otra de Savoya, sirvieron asimismo de blanco á la masa,
aferradas por tres, por cuatro, por seis enemigas cada una y
pasadas á degüello en un momento. A no acudir por un lado
con premura D. Juan de Cardona, llevando ocho galeras; por
otro D. Alvaro de Bazán con las de la reserva, pudiera ha
berse cambiado la suerte de la jornada, que llegó á estar muy
comprometida; en este combate final inesperado quedaron
en pie en la escuadra de Sicilia 50 soldados de los 500 á
bordo, y hubo en la Capitana de D. Alvaro 80 muertos y he
ridos. Con su esfuerzo detuvieron el ímpetu de Uluch-Alí el
tiempo suficiente para que, siguiendo el ejemplo del Prín
cipe, que se dirigía con la Real á la pelea, lo hicieran muchas
otras galeras; y como las de Juan Andrea venían de mar
afuera, temiendo el corsario las consecuencias, cortó el
remolque de las presas que tenía hechas, inclusa la Capitana
de Malta, de la que por estimado trofeo conservó el estan
darte, y huyó con 16 galeras, seguido del Marqués de Santa
Cruz, pesaroso, de-que escapara impune aquel grupo unido,
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16o ARMADA ESPAÑOLA.

siquiera fuera tan pequeño con relación á la armada inmensa


salida de Lepanto en la madrugada; sólo que, con remeros
rendidos y cansados, no pudo continuar el alcance.
Con el último esfuerzo de Uluch-Alí y la persecución ó re
friega de galeras sueltas se prolongó el combate hasta puesta
de sol, hora en que, mudando de aspecto el cielo, anunciaba
borrasca inmediata, por lo que ordenó el Generalísimo la re
unión de bajeles dispersos y marcha de todos, con las presas,
al puerto inmediato de Pétala, á la vuelta de punta Escrofa,
entre las islas Cursolari. La tormenta que descargó con furia
durante la noche, halló segura á la Armada.
El día siguiente volvió D. Juan al campo de batalla acom
pañado de los Generales, con objeto de recoger y auxiliar en
caso necesario á los bajeles desmantelados ó náufragos; dis
puso pasar muestra, escuchó relación y pormenores de las
divisiones y de los hechos particulares más salientes.
Cuesta violencia dejar la especificación á la monografía,
saltando hazañas y nombres heroicos que ocuparían muchas
páginas. El resumen de la cuenta que se hizo en Pétala
arrojó la pérdida de 12 galeras cristianas, la más sumergidas;
cuatro de Doria y de Sicilia y ocho de Venecia, ascendiendo
el número de los muertos á 7.600; 2.000 españoles, 800 de la
escuadra pontificia, el resto de la de Venecia '. Llegaban las
galeras turcas rendidas y apresadas á 190, algunas tan des
trozadas que por inútiles se incendiaron, quedando para re
partir entre los vencedores 130*. Se hicieron 5.000 prisio-

1 Apuntáronse entre las personas de distinción que tuvieron por sepulcro el


mar de Lepanto, á Barbarigo, Contarini, Bernardino de Heredia, hijo del
Conde de Fuentes, Jerónimo Ramírez, Francisco de Savoya, Bernardino de
Cárdenas, Giovanni Loredano, Caterino Malipiero España perdió 15 ca
pitanes, Venecia 17, Malta 60 caballeros, la Orden de San Esteban casi todos.
Los heridos llenaríanlista mucho más larga, encabezándola con D. Juan de
Austria, el Duque de Urbino, Bazán, Veniero, Cardona, Giustiniani, el señor de
Ligny, el Conde de Santa Fiore, Tomás de Médicis, Giordano Orsino .... Un sol
dado de la galera Marquesa, Miguel de Cervantes Saavedra, «perdió el movi
miento de la mano izquierda para gloria de la diestra». En los jefes y ministros
de la armada turca la mortandad fue grande, no habiéndose librado más que dos
de los principales: Pertev y Uluch-Ali. El bey de Negroponto y dos hijos de All
figuraron entre los prisioneros.
s La relación oficial del reparto de presas, publicada en la Colección de documen-
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Flámula de la Santa Liga que arboló en la galera real Don Juan de Austria,
conservada en la Catedral de Toledo.
Largo: 1501,26; ancho mayor: 4in)7o.
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BATALLA DE LEPANTO. f6i

ñeros y se libraron de cautiverio más de 12.000 cristianos


amarrados á los barcos; el cálculo de enemigos muertos,
vario é incierto, fluctuaba entre las cifras de 20 y 30.000,
visto que de las galeras capitanas ó de fanal, únicamente se
salvaron tres, de la mar ó de las manos de los vencedores.
Produjo general admiración el proceder del príncipe don
Juan, juzgando que á él se debía, no solamente la victoria,
sino también la salvación de las galeras agobiadas por Uluch-
Alí, cuando acudió personalmente á protegerlas. Mereció
también elogio de todos la conducta de D. Juan de Cardona
y la de D. Alvaro de Bazán, haciéndoles justicia; que, si des
apasionadamente se examinan las fases de la batalla, entre
los grandes merecimientos, ninguno sobrepujó á los de estos
Generales, á quienes bien confiados estaban los puestos de
vanguardia y retaguardia de la Armada. Allí donde la balanza
se inclinaba á favor del estandarte mahometano en el cen
tro, en la derecha, atrás, allí aparecía D. Alvaro, y con el
peso de su espada los hacía bajar hasta el abismo. Atento
á los incidentes, con serenidad sin igual, con conocimiento
perfecto de la fuerza de que disponía, caía de improviso
sobre la posición más comprometida, y la Armada cristiana
lo estuvo en aquel día en que se jugaban los destinos de
Europa. En mejores manos no pudo ponerse la escuadra
del socorro.
Dio en cambio alimento á la crítica y á la maledicencia la
maniobra de Juan Andrea Doria, condenada unánimemente.
Entre españoles, se salvaron sus intenciones y su valor per
sonal; entre italianos nada dejó de ponerse sobre el tapete,

tos ini-diiiis /'nra la Iíisloria de España, t. m, pág. 227, anota 117 galeras, 13 galeo
tas, 117 cañones, 17 pedreros, 256 piezas menores, 3.486 esclavos. Al Rey de Es
paña tocaron 58 galeras, ocho galeotas, 63 callones de crujía, 11 pedreros, iiq
piezas menudas y 1.685 esclavos. Del cupo asignado al Papa y á Venecia se adju
dicaron á D. Juan de Austria por diezmo seis galeras y 174 esclavos. El Genera
lísimo hizo donación de cuatro galeras de las pertenecientes ;i España á D. Alvaro
de Bazán, como significación del aprecio de sus servicies en la batalla, y el Rey.
aprobando la determinación, se las compró en 56.000 ducados. Da las 300 velas
que algunos historiadores contaron á los turcos, censervaron 16 salvadas por
UIuch-AH, y 30 que volvieron á Lepanto: el resto fue apresado ó destruido.
tomo 11 11
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IÓ2 ARMADA ESPAÑOLA.

envueltos los comentarios con censuras, recriminaciones y


epigramas picantes. Hoy todavía, desvanecidas las malignas
influencias de la pasión, dejando á un lado los móviles que
le alejaron de la batalla, se estima, y no puede menos de es
timarse, que puso en riesgo el éxito de la contienda '.

1 Entre los historiadores españoles no se censuró la conducta de Juan Andrea;


por ello D. Cayetano Rosell ha procurado sincerarla de los cargos hechos por los
de Venecia. Pero Rosell no era perito en asuntos de mar. Mr. Jurien de la Gra-
viére ha compulsado las piezas del proceso, italianas todas, en cargo y descargo.
El Papa acusó agriamente al General del ala derecha; el P. Guglielmonti en Ge
nova; el Conde de Biccari en Florencia; Gerolamo Diedo en Venecia; Bartolomeo
Sereno en Monte-Casino, contemporáneos, se mostraron igualmente severos,
siéndolo modernamente el Sr. Luigi Conforti (/ Napoletani a Lepanto, Napoli,
1886), mientras que el general Benedicto Veroggio (Giannandna Doria alia bata-
glia di Lepanto, Genova, 1886) defiende calurosamente á su compatriota. Diedo,
solapadamente, apuntó haberse criticado á Juan Andrea que, en el momento del
combate, quitase el fanal grande de popa, insignia de mando en jefe, con objeto de
escribir, á manera de justificación, que lo hizo por ser el dicho fanal una obra ar
tística, una esfera de cristal simulando la del cielo, regalo de Zenobia, que Doria
estimaba mucho y no quería exponer á las balas. Alguien consignó que, al hacer
D. Juan de Austria el reconocimiento del campo de batalla al día siguiente, invitó
á los demás Generales á almorzar, y les dijo lo harían en la Capitana de Doria por
ser la única en que podía encontrarse la vajilla completa. D. Luis de Requesens,
embajador en Roma, escribía á D. Juan de Austria, en 15 de Diciembre, que le
costaba trabajo defender á Juan Andrea de las cosas extrañas que de él se decían,
* y el Papa no hay remedio que pueda tragalle*. La carta se halla en la Biblioteca
Nacional, MS. G. 45, folio 134. Un concepto equivocado: el supuesto de la inten
ción y política de Felipe II de perjudicar á Venecia tomando sobre sí el mayor peso
y costo de la Liga, inclina al Sr. C. Manfroni á discutir las apreciaciones que hice en
el libro Desastre de los Gelves diciendo: « Ad altri sentimenti fu ispirata la condotta
di lui, né io ho bisogno di ricordarli qui, che onnai sonó notissimi; rté Duro ha
bisogno ch'io glie li accenni. Egli ha studiato a lungo la storia del regno di Fi-
lippo II, e nella Colección de documentos inéditos ha potuto esaminare centinaia di
carte, in cui abbastanza chiaramente si fa cenno dei veri motivi, cui si ispiró
G.Andrea; assai meglio di me, egli conosce ed apprezza la política de Filippo II
verso Venezia. Che gli Spagnuoli del secólo xvi abbiano voluto attribuire a
paura l'allargarsi in mare dell' ammiraglio di fronte ad Ulugh-Alí; che molti
degli Italiani di quel tempo l'abbiano ripetuto, si comprende e si spiega assai fá
cilmente: ma non so capire come quest' accusa si riproduzca adesso, dopo tanti
studi e tanti lavori temoroso a Lepanto egli non fu, perché ritraendosi obbedi
ad ordini che aveva ricevuto de Madrid.»
Ni en la Colección de documentos inéditos ni en ningún otro he visto fundamento
para esta estimación, que me parece errónea; por ello he disentido de las opinio
nes de D. Cayetano Rosell, como de todas las que disculpan el proceder de Juan
Andrea. Varios escritores como el Sr. Manfroni aluden á las instrucciones secretas
de Felipe II para esta jornada, asi como para las del año anterior y el siguiente;
pero ¿dónde están esos documentos? ¿Quién los ha visto?
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BATALLA DE LEPANTO. IÓJ

Si se comparan con alguna detención las fuerzas de los


combatientes, parecen del lado de los turcos más vasos, y
suma de hombres superior, si bien las galeotas no podían
oponerse á las galeras, y en éstas, separadas 40 ó 50 de fanal,
que tenían de 150 á 200 soldados, tantos como las de la Liga
el resto reunía menos gente por la previsión de D. Juan en
reforzar las venecianas. En armamento manual estaba tam
bién la ventaja de parte de los cristianos, provistos de arneses
completos ó de coseletes, cascos y brazales, poco estimados
entre los enemigos, y de más y mejor ejercitados arcabuceros.
Los turcos conservaban apego al arco, razonando que mien
tras se cargaba una escopeta se disparaban 30 flechas, y que
de bordo á bordo, á la corta distancia de la pelea, no era
menor el efecto. Bien lo acreditaron en la acometida de
Uluch-Alí, durante la que, en un momento, pusieron fuera de
combate á la gente de algunas galeras embestidas, viéndose
en una de Venecia quedar 16 hombres ilesos, y de los demás
no pocos con tres y cinco flechazos. En la Real apenas había
palmo de arrumbada, ó de palo ó bandera, que no semejara
piel de erizo al acabar la batalla. Los arcabuces les desen
gañarían, sin embargo, disparados detrás de las pavesadas,
que ellos no tenían. Otra diferencia de consideración pro
dujo la providencia del Generalísimo mandando rebajar los
espolones, pues la artillería gruesa causó mucho estrago,
mientras que la de las galeras de Alí enviaba los proyectiles
por alto. Hasta la circunstancia de refíir cerca de la costa
suya les fue perjudicial, ofreciendo á los flacos la tentación
de huir varando las naves. A cambio de lo expuesto, influían
en su favor condiciones capaces de superar á todas las otras:
la unidad de mando, la disciplina férrea y la práctica de los
capitanes.
Las galeazas no causaron el efecto que se esperaba; sirvie
ron para desordenar la formación de los turcos y acelerar el
movimiento de su cuerno derecho, sin hacer más que el pri
mer disparo, que, á repetirlo cuando las galeras se mezcla
ron, tanto hubieran dañado á los amigos como á los con
trarios.
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164 ARMADA ESPAÑOLA.

De escuadra á escuadra, de notar es, pues que los historia


dores lo notan, que las de España, distinguidas por los turcos
con nombre de ponentinas, mejor armadas, mejor dirigidas
en la navegación como en la pelea, parecieron superiores á
las de Venecia, y llegado el momento del combate en que,
como sucederá quizá en los del porvenir cuando figuren los
acorazados y los torpederos, la energía y la habilidad de los
comandantes hubieron de obrar aisladas contra las de los
otomanos, engreídos y ciegos de furor, ninguna galera espa
ñola fue rendida, antes bien, la que menos apresó una de las
contrarias.
Don Juan de Austria permaneció tres días en Pétala aten
diendo á la curación de los heridos y al reparo de averías de
las galeras, tanteando en el ínterin la opinión de los Genera
les coligados y aun de los suyos, que era distinta, dibujándose
en los menos la tendencia de acometer alguna nueva em
presa que acrecentara las proporciones de la victoria; los
más se fundaban en la proximidad del invierno y en el con
sumo de vituallas al proponer la retirada. En Santa Maura,
trasladada la flota, se verificó reconocimiento á fin de saber
si con un golpe de mano sería fácil tomar el castillo: no era
asi; pareció que se necesitaban quince días para expugnarlo,
certeza que acabó de unir á los consejeros en la idea de in
vernar. El 23 pasaron á Corfú, adonde estaba todavía la es
cuadra de naves de vela, retenida por los vientos contrarios
desde que se separó en Mesina. No había hecho falta, por
dicha, y sirvió ahora para racionar las despensas vacias. Allí
se hizo la distribución de las presas; se cambiaron los pláce
mes y las despedidas, separándose las escuadras con rumbo
cada cual á su patria respectiva.
La española tuvo que sufrir angustias todavía, sacudida
durante el viaje por un temporal de equinoccio, que necesitó
correr con mucho peligro por las galeras presas que las otras
llevaban á remolque, y que por nada del mundo querían
soltar y perder. Como iban aligeradas, alcanzaban en marcha
á las delanteras, tocándolas con los espolones, y, al decir de
un testigo, más daño hicieron sin turcos qué cuando desde
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BATALLA DE LEPANTO. l6$

su bordo arrojaban toda especie de mortíferas armas *• Pero


no las soltaron los vencedores; pasada la borrasca, entrában
las el 31 de Octubre en Mesina, dándoles el remolque por la
popa, con las banderas arrastrando por el agua, á uso de
triunfantes, ensordeciendo á la ciudad con los disparos de
cañones y arcabuces, trompetería y vivas que no acababan.
Llegó al puerto entre la flota la Real de D. Juan de Aus
tria, conducida por gala solamente, pues tal había salido del
combate, quebrantada por los cañonazos y las embestidas la
.hermosa nave, joya del arte naval, que no pudo salir más á
la mar '"'.
En todas partes de la cristiandad se recibió la noticia con
júbilo, aunque la satisfacción no igualara ala de las naciones
actoras. El Pontífice, al conocer el primer resultado de la
Liga, trabajosa obra suya, vertiendo lágrimas exclamó con
movido, repitiendo las palabras del Evangelista: Fuit homo
missiis a Deo, cui nomen erat jfoannes. Ordenó solemnísi
mas fiestas en Roma; distinguió á Colonna con honores
triunfales á la antigua, y al Generalísimo con el agasajo del
Pileum, el estoque bendito r'. En Madrid, en Venecia, en
Ñapóles, en las principales ciudades de España é Italia, á
porfía, hubo festejos y loas, luciendo el genio de los poetas y
de los artistas en obras destinadas á perpetuar la memoria
del suceso *.

1 Consigna el P. Miguel Servia, confesor de S. A. (Relación de los suceses de la


armada de la Liga. Colección de documentos inéditos para la Historia de España, t. xi),
que en las más de las galeras, creyéndose perdidos los tripulantes, hicieron votos de
ir en romeria, unos á Guadalupe, otros á Monserrate, quién á Loreto, quién á
otras partes.
- Consta por dos cartas del Rey á su hermano. La segunda, fecha á 27 de Marzo
de 1572, avisu que la galera Real nueva, que se construía en Barcelona, estarla lista,
en concepto de navegar, á fines de Abril. Las esculturas y adornos se harían en
Ñapóles. Dirección de Hidrografía, Colecc. Sans de Barlurell, Simancas, art. 3.0, nú
meros 245 y 250. Don Juan trataba del particular en carta á D. Sancho de Leyva,
en Barcelona, con fecha 2 de Febrero de 1572. Biblioteca Nacional, MS. G, 45,
folio 174, en unión de varios otros documentos relativos á la batalla de Lepanto.
5 Consérvase actualmente en el Museo Naval de Madrid.
4 Muchos escritos de circunstancias he catalogado en el libro referido Tradiciones
infundadas, y en el capítulo que lleva por epígrafe «Cómo se celebró el triunfo de
Lepantoi» hay noticia de pinturas, esculturas, medallas, arcos, inscripciones, ettam-
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166 ARMADA ESPAÑOLA.

Bien lo merecía. Lepanto no recuerda una batalla entre


tantas: en aquel teatro histórico acabó de mostrar D. Juan
de Austria que los turcos no eran una excepción, como se
entendía ', infiriéndoles la herida que mató su poderío naval.
Por de pronto la vendaron, consiguiendo diera el cuerpo se
ñales de vida; mas desde aquel momento no volvieron á
verse en el Mediterráneo occidental las armadas otomanas,
y los moriscos de España y los corsarios de Argel perdieron
el apoyo en que se sustentaban.
He transcrito la opinión de un Capitán general juzgando á
D. Juan de Austria en la guerra de Granada; paréc'eme opor
tuno hacerlo con la de un Almirante en la jornada de mar,
dejando á su imparcial consideración la respuesta á los histo
riadores venecianos que adjudicaron á su marina la victoria
alegando la superioridad numérica de los bajeles, sin tener
en cuenta que, en el mal estado en que los presentaron, antes
sirvieran de estorbo que de otra cosa á no cuidarse el Gene
ralísimo de su transformación.
«Sin D. Juan de Austria—escribió Mr. de La Graviére,—
y sin los soldados españoles, no hubiera batalla en Lepanto *.»
«Á D. Juan pertenece incontestablemente la gloria del com
bate más grande de los tiempos modernos, no obstante la
parte considerable que en él tuvieron los venecianos; sin él,
la campaña de 1571 hubiera abortado lo mismo que la del

pas, comedias, romances, farsas, que sirven de testimonio de la emoción en los vi


vientes. Gráficamente ha reproducido bastantes monumentos Sir William Stirling-
Maxwell en su obra, espléndidamente ilustrada, Don John of Austria or passages
from ihe histúty ofthe sixtecnth century. London, 1883, in two vols. De estos parti
culares trata igualmente el opúsculo del barón Giuseppe Arenaprimo di Monte-
chiaro, La Sicilia nella bataglia di Lepanto. Pisa, 1886.
1 Fue la mayor ventaja de la batalla de Lepanto «el desengaño del mundo y de
todas las naciones del error en que estaban, creyendo que los turcos eran invenci
bles por la mar». Cervantes, Quijote, parte primera, rap. xxxix. Que se desengañó
el Sultán, refiere un romance Obra nuevamente compuesta por Bartolomé de Flores,
en la cual se trnta del doloroso llanto que el Turco ha hecho por la pérdida y destrucción
de su armada. Salamanca, 1572. Romance en 4 hojas, 4.0
* «Un juge des plus autorisés et des plus compétents me faisait remarquer que
sans le soldats spagnols et sans don Juan d'Autriche, il n'y aurait jamáis eu de ba-
taille de Lepante. Tel a toujours été mon sentiment; je suis heureux de le voir
partagé en si bon lieu.» Obra citada, t. ii, pág. 8, noia.
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BATALLA DE LEPANTO. I<>7

año anterior '.» «El cielo inspiró, ciertamente, al Santo Pa


dre cuando hizo la designación del General en jefe de la
Liga; con cualquiera otro que D. Juan—lo he dicho, y lo re
petiré,—la jornada fuera estéril como las otras *.»

1 Obra citada, t. i, pág. x.


* ídem id., t. i, pág. 165.
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XI.

FIN DE W SANTA LIGA.

1572-1574.

Segunda jornada. —Sale la Armada de Mesina.—Va á su encuentro Uluch-AH.—


Escaramuza en el Canal de Cérigo.—Llega el Generalísimo.—Reorganización de
las escuadras en Gumeniza.—Su composición y fuerza.—Propone D. Juan de
Austria forzar el puerto de Modón.—No viene en ello el Consejo.—Desembarco
en Navarino.—Combate singular de D. Alvaro de Bazán.—Retiranse los coliga
dos a invernar.—Los venecianos rompen las estipulaciones.—Conquista de Tú
nez.—Construcción de un fuerte.—Lo sitian y rinden los turcos, juntamente con
el de la Goleta.—Destruyen uno y otro.

lisonjeaba el Pontífice Pío V con la idea de


atraer á la Liga, por efecto del triunfo sonado de
Lepanto, á las naciones cristianas que anterior
mente lo habían excusado, y de que la campaña
de 1572 se abriría con más fuerzas y más temprano
que la anterior, llegando en sus ilusiones á la con
quista de Constantinopia, y aun á la de Tierra Santa. En lo
primero le desengañaron los emisarios despachados con en
cargo de reiterar las instancias, sobre todo en Francia, á cuya
política en modo alguno cuadraba la destrucción del Imperio
otomano. Si de destruir el de España se tratara, fuera otra
cosa, que á este fin se enderezaban sus intentos; así que,
tratando de contrarrestar las ilusiones de la victoria, por allá
se procuraba alentar á Selím, separar á Venecia de la Confe
deración, dar calor á los herejes de Flandes de consuno con
Inglaterra, hacer diversión en las indias con armada que se
disponía en los puertos de Bretaña, é invadir á Navarra,
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170 ARMADA ESPAÑOLA.

promoviendo alzamiento general de los moriscos '. En lo


segundo no menos se equivocaba el santo varón, toda vez
que no había de consentir el Rey católico en el alejamiento
de sus escuadras mientras los manejos, de que estaba al tanto,
le hicieran presumir que podría necesitarlas á la mano.
Entró, pues, la primavera, hallando á D. Juan de Austria
prevenido é impaciente, pero inactivo, en Mesina, en espera
de órdenes, por los diplomáticos también retardadas, ya que
no acordaban si las operaciones habían de dirigirse contra
Berbería, como parecía natural á los comisarios de España,
si se continuarían en el Archipiélago, alentando á los cristia
nos de Morea, de Albania, de las provincias que hoy consti
tuyen el reino de Grecia, determinados desde entonces á
formarlo, ó bien si, término medit», irían á Levante las naves
venecianas, consideradas bastantes por sí solas para hacer
frente á las que el Turco reuniera, y las del Rey de España
acometerían empresa en Argel ó Túnez.
Antes que la discusión se orillara ocurrió la sensible muerte
del iniciador de la Liga, de Pío V (Mayo de 1572), compli
cación de naturaleza suficiente para decidir á D. Felipe á
detener su armada en Mesina y optar por lo de Argel, si
rompimiento de franceses no lo impedía, dando largas á los
venecianos hasta no saber si el Papa que se eligiera patroci
naría la cruzada como el antecesor *.
Los diplomáticos de la Señora del Adriático tenían su
manera especial de considerar las cosas, y aun de contarlas.
Según ellos, los intereses del rey Felipe eran muy otros que
los que impulsaban al Pontífice y á la República; él, egoísta,
no admitía que la Liga se hubiera formado en beneficio ex
clusivo de los venecianos, sosteniendo ser confederación de
cristianos contra sectarios de Mahoma; él no veía de buen

* Metnoirs du Duc de Caumont de la Forcé, citadas por Mr. Jurien de la Graviére,


obra dicha, t. ti, pág. 255.
4 Cartas del Rey á D. Juan de Austria, Dirección de Hidrografía, Colección Sans
de Barutell, Simancas, art. 3.0, números 253, 254, 255, y Relación de lo que pasó al
secretario Juan de Soto con el Embajador de Venccia en una plática que tuvieron en Pa-
lertnoá 17 dt Marzo de 1572. Publicada por Galindo y de Vera, obra citada, pág. 389.
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FIN DE LA SANTA LIGA. 171

grado, ni quería ayudar al aniquilamiento de la armada turca,


porque daría pujanza á la de Venecia; él, con aviesa inten
ción, había ratificado el convenio de las tres potencias, con
tando con emplear sus fuerzas navales de manera que anula
ran cualquier propósito de las coligadas.
Muchas pruebas (siempre, según ellos) acreditaban la mala
fe del Monarca español. La honrosa acogida que dispensó á
Juan Andrea Doria acabada la campaña de I57°> daba á en
tender que no sin orden y aprobación suya procedió, estor
bando el socorro de Chipre. Volvió á colmar de honores á
este General tras la batalla de Lepanto, donde se condujo
como todos saben, mientras reprendía á su hermano por
arriesgar la Armada, y no disimuló el disgusto que le produjo
la victoria, ni dejó de influir en el reparto de la presa, en que
los españoles se adjudicaron la parte del león.
Estas,indicaciones someras apenas reflejan la malévola dis
posición extendida en las historias venecianas, y no dan idea
de los argumentos artificiosos con que se abrieron camino por
Europa, cuando tan fácil hubiera sido atajárselo. Si egoísta se
llama la pretensión de sacar algún provecho del armamento
á que el Rey católico contribuía por suma igual á la apron
tada por las otras dos partes juntas, ¿qué nombre tendrá la
encaminada á la desatención en absoluto de tantos cuidados
en el Océano y en el Mediterráneo para cubrir tan sólo las
posiciones vulnerables de la Señoría? Y de cualquier ma
nera, siendo inconveniente ó sospechosa siquiera la gestión
de las armas de D. Felipe, ¿por qué con tanto empeño se so
licitaba? ¿Por qué, sin dar espacio á la elección del sucesor
de San Pío, pretendía Venecia que el Colegio, en Sede va
cante, determinara, y que acatadas fueran sus decisiones?
Hacer cargos por dilación ó.demora en la reunión de ba
jeles suponiendo por causa la mala fe, equivale á recono
cerse ignorantes de su organización y de los sucesos en que
antes habían intervenido. ¿Hubo objeto secreto en el soco
rro de Oran y en la liberación de Malta? ¿Cuánto se tardó
en juntar las bandas de galeras, con estar ambos puntos tan
cercanos?
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17 J ARMADA ESPAÑOLA.

No mejor se aprecia el carácter del Rey porque no des


autorizara públicamente la conducta de Juan Andrea Doria
en Castel Rosso y Lepanto. Peor que él lo hizo D. Sancho
de Ley va en el Peñón; peor lo hicieron otros sin recibir cen
suras del Soberano, severísimo en casos particulares ', bien
es verdad que, aun en los tiempos presentes, se juzga toda
vía sin los debidos fundamentos á su persona 2.
Cuando la elección de Pontífice fue conocida; cuando
Gregorio XIII proclamado en Roma ratificó los convenios
y confirmó en el mando de la escuadra pontificia á Marco
Antonio Colonna, empezaron en realidad las disposiciones
para la jornada, definitivamente resuelta á Levante por ges
tión de D. Juan de Austria, el 4 de Julio «teniendo el Rey
católico más cuenta en lo que tocaba á la conservación de
la Liga que á sus propios Estados» ".
Por la Señoría de Venecia se dio al Generalísimo la satis
facción de sustituir al irascible Veniero con Jacobo Fosca-
rini, y al difunto Barbarizo con Jacobo Soranzo. En la ar-

1 Los ejemplos del Duque de Medina Sidonia después del desastre de la jornada
de Inglaterra, y de D. Juan de Águila, conocidos los motines de Bretaña, hacen
fe. El mismo Juan Andrea no recibió significación de desairado por la vergonzosa
acción de los Gelves.
* A mi parecer, influido por los escritores venecianos del tiempo, desconoce
asimismo el valor de los documentos de descargo un historiador sesudo, un cri
tico profundo, el citado repetidamente Sr. Camilo Manfroni, profesor de Historia
en la Escuela naval italiana de Liorna, que ha prestado un servicio especial á las
letras dando á luz las relaciones dirigidas al Papa Gregorio XIII y al Cardenal
Ministro de Estado por Marco Antonio Colonna, hasta ahora guardadas en el ar
chivo del Vaticano, comentándolas en libro titulado Lii Lega cristiana tul 1572,
con lettcre di 31. Antonio Colonna, Roma, 1894, obra de necesidad para el estudio
de la jornada. Tratando de la buena fe en política, dice Sir W. StirlingMaxwel!,
varias veces citado:
«The League vas accepted by the Doge and Senate not so much on account of
the advantages which it offered as because of the impossibility of concludingpeace
on reasonable terms with Sultán Selim.» El Dux y el Senado aceptaron la Liga, no
tanto por las ventajas que pudiera reportar á Venecia, como por la imposibilidad
de conseguir del sultán Selim la paz con condiciones razonables.— {Don John of
Ausiria, t.-I,pág. 343.)
3 Cartas del Rey á D. Juan y de éste á Su Santidad en 22 de Julio. La misma
Colección, art. 3, núm. 349. Manifiesta D. Felipe que, á pesar de no ir bien lo de
Flandes ni lo de Francia, atendiendo al parecer de su hermano, ha decidido perse
verar en la Liga.
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FIN DE LA SANTA LIGA. 173

mada española fue principal novedad el nombramiento de


D. Gonzalo Fernández de Córdoba, duque de Sesa, lugarte
niente de D. Juan, en vez del Comendador mayor, que pasó
á otro cargo.
El 7 de Julio, arbolando las insignias de la Liga el general
pontificio Colonna, zarparon al fin de Mesina 13 galeras de
su escuadra, 16 venecianas del mando de Soranzo y 18 es
pañolas á cargo de Gil de Andrada, uniéndose en Otranto
otras cuatro del Marqués de Santa Cruz; y sin esperar la in
fantería, que no estaba en disposición de embarcar, hicieron
rumbo á Corfú, donde aguardaba Foscarini con el grueso de
la armada de Venecia. «Marco Antonio dio cuenta de las jus
tas causas que forzaban al Rey de España á divertir parte de
la fuerza preparada para la Santa Liga y ordenar que el se
renísimo D. Juan quedase con ella para seguridad de sus rei
nos, advirtiendo que, no obstante el peligro que éstos co
rrían, S. M. había desmembrado una banda de galeras y
enviádola en su ayuda con la persona del Sr. Gil de Andra
da, y declaraba que, tan pronto como fuese posible, el señor
D. Juan acudiría con toda la armada» '.
Manifestó asimismo el General que, habiendo rogado al
Sr. D. Juan le diera por escrito su opinión acerca de la cam
paña, lo había hecho recomendando la reunión en Corfú y
correr de allí la costa de Turquía provocando al enemigo á
batalla sin entretenerse en expugnar plazas fuertes, bien refor
zados los bajeles «porque, como se ha visto por experien
cia, el número de la gente es el que pelea, y de lo que sobra
todo se ha de hacer mucho caso. Y á este propósito se dice
que ninguna galera lleve menos de 150 soldados, ultra de la
gente que trae de ordinario» 2.
Por rareza se estimó el consejo ajustado á los deseos de
los coligados, y se acordó por los otros Generales ponerlo en

1 Narrativa di quanto ¿ successo dalla parlila di Cor/u fino alli, XI agosto al Cerigo,
escrita por M. A. Colonna, y transcrita por el Sr. Manfroni en el citado libro La
Lega cristiana ncl 1572, pág. 76.
* Parecer de S. A. de lo que podría hacer la armada de la Liga el año presente, que
va á Levante á cargo del Sr. Marco Antonio. ídem, id., pág. 72.
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174 ARMADA ESPAÑOLA.

práctica, hallándose en Corfú con 125 galeras, seis galeazas


y 20 naves gruesas, sin contar las menores, y con noticias, si
bien contradictorias respecto al número de vasos de los tur
cos, conformes en que los tenían mal armados, faltos de re
meros y con soldados bisónos.
En realidad, durante el período de espera ', nombrado
Uluch-Alí general de la mar por Selím, poniendo en juego
los recursos del Imperio y los de su imaginación rica, había
lanzado al agua 130 galeras nuevas que, con las escapadas de
Lepanto y las de corsarios auxiliares, sumaban 200; esfuerzo
sorprendente para los que creían por completo hundida y
acabada la marina otomana. Desde un principio tuvieron
empleo estos barcos, apostados convenientemente, en refre
nar á los griegos, sofocando las chispas de su entusiasmo; jun
táronse al tener noticia del avance de los cristianos, encon
trándolos Uluch-Alí, antes de lo que pensaba, sobre la isla
de Cérigo.
Marco Antonio, una vez conocida la disposición de Fos-
carini, se había trasladado con la armada al puerto de Go-
meniza, y allí le alcanzó un despacho de D. Juan dando por
fenecidas las causas de su detención y anunciando la salida
de Palermo para Corfú el 19 lo más tarde. En los días que
habían de pasar hasta su llegada creía conveniente no em
prender cosa que pudiera poner en peligro la reputación,
sino preparar lo que fuera necesario, estando á la mira para
estorbar que la armada del turco hiciera daño en tierras de
venecianos.
Así Foscarini como Andrada creyeron interpretar con
Colonna los deseos de D. Juan adelantando hacia Cérigo,
y he aquí cómo en la noche del 4 de Agosto tuvieron aviso

! Á él corresponden estas nuevas. Aquí se contienen cuatro nuevos acontecimien


tos. El primero la perdición y fin de un muy valeroso turco con sesenta naves de remo
en Malta la vieja. El segundo la venida y conversión de Cide Muza, alcaide de Alara-
che y de Alcazarquivir. Los otros espirituales todos nuevamente acontecidos y conta
das sus historias en llano verso, por Gaspar de la Cintera, privado de la vista, natu
ral de Úbeda y vecino de Granada.—Impreso en Córdoba, y por el mismo original
en Toledo, año de 1572 años; 4 hojas en 4.0
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FIN DE LA SANTA LIGA. 175

de la inmediación del enemigo. Contando los turcos doble


número de bajeles de remo, se aproximaron á reconocer
bien la disposición de los contrarios, que era ésta. Colonna,
arbolando la insignia de la Liga, ocupaba el centro de la lí
nea, reforzado por Foscarini y por Gil de Andrada; el ala
derecha iba al mando de Soranzo; al de Canale la izquierda,
y al de D. Juan de Cardona la reserva, sumando los cuatro
cuerpos 139 galeras '. A vanguardia, en línea separada, for
maban las seis galeazas y 20 naves.
Comprendiendo Uluch el empuje que habría de sufrir de
las naves con el viento que las favorecía, habiendo probado
el alcance y efecto de los cañones largos, maniobró con ha
bilidad, ya tratando de situarse á barlovento y separar los
dos cuerpos, ya amagando al cuerno izquierdo, á fin de que
hacia aquel lado girasen las otras escuadras y le abrieran
paso hacia retaguardia.
Tres días anduvieron á la vista, procurando los cristianos
combatir, persistiendo los turcos en la idea de doblar cual
quiera de las alas é interponerse entre la armada y la isla de
Corfú, donde suponían á la de D. Juan, arrimándose el día 10
á tiro de cañón, con lo que se creyó cierta la refriega; pero
Uluch-Alí la rehusó, ciando sus galeras sin volver las proas.
Conocióse entonces que no sería fácil llegar con él á las
manos, ya que, buen juez, apreciaba la inferioridad de su gente
novel, picada de pestilencia. Lo que hacia por sistema era
seguir los movimientos de los otros y embarazarles, atento á
cualquier descuido.
¿Qué hacer? Los venecianos querían continuar sobre Cé-
rigo, protegiendo desde allí á Candía, al paso que Co
lonna y Andrada, pensando en el peligro que correría don
Juan en el caso de lograr el paso Uluch-Alí y de encon
trarle con las 54 galeras que traía, opinaban por el retroceso
de la armada hasta unirse con su jefe. A este propósito es
cribió D. Juan, con lo que la navegación se hizo, y llegaron
á juntarse en Gumeniza 194 galeras, 45 naves, ocho galeazas,

1 Según el P. Servia, 145; según Pedro de Aguilar, 164, y los turcos, 280.
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176 ARMADA ESPAÑOLA.

agregadas dos del Duque de Florencia, y 25.000 hombres de


desembarco. En Sicilia había quedado Juan Andrea Doria
con 49 galeras; en Barcelona, D. Sancho de Leyva, con
ocho, por lo que pudiera ocurrir.
Reunido el Consejo de Generales, se presentó la cuestión
misma de los años anteriores: el Generalísimo juzgaba déb:l
el armamento de las galeras venecianas y consideraba con
veniente que embarcaran un suplemento ó refuerzo de infan
tería española; Foscarini, alegando órdenes terminantes de
la República, lo rehusaba, en términos que hubiera produ
cido disgustos serios á no mediar Marco Antonio Colonna,
dignísimo representante del promovedor de la Liga, en cierto
modo regulador de susceptibilidades en aquella máquina.
Propuso cubrir con soldados á sus inmediatas órdenes, de
los que estaban á sueldo del Pontífice, las necesidades de los
bajeles de la Señoría, término que fue por todos aceptado.
Acuerdo inmediato y principal fue navegar hacia Levante
en busca del enemigo, lo que se hizo destacando á las naves
de vela á la isla de Zante y reorganizando las escuadras de
remo en cuatro cuerpos, como el año anterior: derecha, al
mando de D. Alvaro de Bazán, con 50 galeras; batalla, en
que asistían con sus personas los Generales del Papa y de
Venecia, sumando 63; izquierda, á cargo de Soranzo, con 52;
socorro, regido por. D. Juan de Cardona, con 29. En el orden
de marcha navegaba á vanguardia el general de la religión
de San Juan, Pedro Giustiniani, con seis galeras y dos galeo
tas, y al pasar al de combate se incorporaban á las alas, sa
liendo entonces al frente las galeazas.

Instrucción dada por D. Juan de Austria en el puerto de Gumenizas, á g de Sep


tiembre de 157a, del orden que la armada de la Liga ha de tener en el caminar
y pelear.

VANGUARDIA.

AL MANDO DE PEDRO JUSTINIANO, GENERAL DE LAS GALERAS DE SAN JUAN.

Galeras. Capitanes.

Capitana de San Juan


San Pedro, de Ídem
Santiago, de Ídem
Colonna. de Venecia ' Juan Malipiero.
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Galeaza veneciana en Lepanto,

según un manuscrito del archivo de Simancas.


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FIN DE LA SANTA LIGA. 177

Galeras. Capitanes.

Santa Catalina, de idem Francesco.


Rocafulla, de España Ortuño.
Galeota Escipión Ursino.
Galeota Francisco de Mesina.
Seis galeras y dos galeotas.

CUERNO DERECHO.
AL MANDO DE D. ALVARO DE BAZAN, MARQUÉS DE SANTA CRUZ.

Capitana de Ñapóles
Capitana de idem D. Alonso de Bazán.
Renegada, de ídem Pedro de Urbina.
Tirana, de ídem Juan de R¡vadeneyra.
Bazana, de idem Juan Pérez de Morillo.
Cristo, de Venecia Simón Goro.
Marquesa, de Ñapóles Juan de Simancas.
Águila, de Venecia Francisco de Molina.
Constanza, de Ñapóles Francisco Hernández de Perea.
San José, de Venecia Nicolo Donado.
Santa María, del Papa Pandulfo Strozi.
León, de Venecia Nadal Veniero.
Pisana, del Papa Hércules Balotta.
Monte, de Venecia Andrea Soriano.
Grulla, de ídem Nicolo Vidali.
Capitana de Estéfano de Mari Fabio de Mari.
Pez, de Venecia. Christoforo Lucich Sebenuno,
Nuestra Scftora, de idem Cario Contarini.
Patrono áe Lomelín Luis Gamba.
Mujer, de Venecia Marino Seguri.
Lomclina Antonio Palavisino.
Cristo, de Venecia Francisco Comaro.
Vigilanza, de Sicilia Silvestre Marqueto.
Capitana de Venecia Quirini.
Oso, de ídem Felipe Pasqualigo.
Cometa, de Sicilia Pedro de Juan.
Corazón, de Venecia Antonio Bono.
Porfiada, de Sicilia Hieronimo de Mesa.
Fortuna, de Venecia Francisco Dondole.
Higuera, de España Diego López de Baños.
Cristo Resucitado, de Venecia Andrea Bragadin.
Magdalena, de ídem Luis Baloz.
Princesa, de Ñapóles Juan de Loaysa.
Cristo Resucitado, de Venecia Francisco Zancarol.
Florida, de Ñapóles Rodrigo de Cuastegui.
Mujer, de Venecia Darío de Cefalonia.
Mendoza, de España Pero Ortiz.
Cuernos de Ciervo, de Venecia Dominico Polani.
Fortuna, de ídem. * Jorge Galloto.
Patrona de Grimaldo Lorenzo Rozo.
Colonna, de Venecia » Juan Malipiero.
Santa Catalina, de ídem Francesco.
Victoria, de Ñapóles Juan Ruiz Esquiri.
Montaña, de Venecia Leonardo Mucenigo.
San Juan, de Ñapóles Sancho Ruiz.
Rocafulla, de España Ortuño.
Capitana de Juan Vázquez Coronado Martín de Echaide.
50 galeras '.
» Los nombres no suman mis que 47.
tomo 11. 12
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I78 ARMADA ESPAÑOLA.

BATALLA.

D. JUAN DE AUSTRIA.

Galeras. Capitana».

La Real
Patrona Real á popa Diego de Mendoza.

CUERNO DERECHO DE LA REAL.

Capitana de Su Santidad
Capitana de la religión de San Juan
Capitana de Nicolo Doria Antonio Doria.
Capitana de David Imperial Conde de Landriano.
Patraña de Ñapóles Francisco de Benavides.
Reina, de Venecia Juan Barbarigo.
Capitana de •••• D. Bernardino de Velasco.
Elbigina, del Papa Fabio Galera:i.
Patrona de ídem Alfonso Apiano de Aragón.
Griega, de España Castillo.
Mundo, de Venecia Francisco Mengano.
Luna, de España .- Manuel de Aguilar.
Nuestra Señora, de Venecia Juan Cicogna.
Napolitana, de Ñapóles Diego Ortiz.
Mujer, de Venecia Baptista Morelo.
Hidra, de Ñapóles Juan de Alvarado.
Cristo, de, Venecia LuisPasqualigo.
San Nicolás, de Ñapóles Cristóbal de Munguía
Envidia, de Ñapóles Juan de Morales.
León, de Venecia Francisco Bono.
San Jorge, de Ñapóles Juan de Vergara
Santa Catalina, de idem Juan Ruiz de Velasco.
Santa Eufemia, de Venecia Horacio Frisono.
San fosé, de Ñapóles Baltasar de Arana.
Galera del Conde de Condyani
Oso, de Venecia Nicolo Triboli.
Turca, de Ñapóles Jacobo Bacaro.
Capitana de Lomelin Principe de Parma.

CUERNO SINIESTRO DE LA REAL.

Capitana de Venecia
Capitana de idem Marco de Molin.
Sicilia, de Sicilia „ Jaime Losada.
San Nicolás, de Venecia Colone Edrasio.
Cristo, de idem Juan Cen.
Soberana, de España Torres.
Cristo, de Venecia Vandramin.
Cardona, de Sicilia Juan de Orta.
León, de Venecia Nicolo Fradelo.
Luna, de ídem Julio Roza.
San Pedro, de Malta
Mujer, de Venecia Matheo Cornari.
Santiago, de Malta
Palma, de Venecia Lorenzo Veinel.
San Bartolomé, de Ñapóles Juan de Álzate.
Hércules ■ Reni Creen.
Santa Catalina (. Pedro Pisani.
Cristo, de Venecia..-.'. Andrea Cornero.
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FIN DE LA SANTA LIGA. 179

"Galeras. Capitanea.

Mujer • Felipe Polani.


León, de Venecia Pedro Pisani.
Cruz, de ídem Nicolo Pasuol.
Mundo, de ídem. Nicoio Mundini.
San Cristóbal. Juan Micael Bricamano.
Mano, de idem Andrea Trono.
Rueda, de idem Stelio Calchopulo.
Gallo, de ídem Luis Jorge.
Mundo, de idem Gabriel del Canal.
Serpiente, de ídem. Luis Bembo.
Ángel, de idem Daniel de Molín.
Capitana de Gil de Andrada Leonardo Zanoguera,
Patrona de Sicilia Paulo Jordán Ursino.
63 galeras. (Incorporadas tres de vanguardia.)

CUERNO IZQUIERDO.

AL MANDO DEL PROVEEDOR SORANZO.

Capitana de Soranio .
San Teodoro, de Venecia Teodoro Balvi.
Galana, de ídem. Angelo Soriano.
Capitana de Grimaldo Jacobo de Lorenzo.
Mujer Armada, de Venecia Daniel Pasqualigo.
Mongibelo, de ídem Bertuci Contarini.
Cristo Resucitado, de ídem Francisco Cornero.
Fama, de Ñapóles..;..... Juan de las Cuevas.
Verdad, de Venecia Juan Bembo.
San Juan, del Papa Antonio Pleto.
San yuan, de Venecia Juan Maconigo.
San Pedro, del Papa Federico de San Jorge.
San Pedro, de Venecia Pedro Baduel.
San Pablo, del Papa Comendador Buchii.
Muchacho, de Venecia Mario Ruimacho.
Brava, de Ñapóles , Miguel de Quesada.
A reo; de Venecia Pedro Cañe.
San Cristóbal, de ídem Alejandro Contarino.
Cristo Resucitado, de ídem Jorge Calergi.
Cristo, de ídem Federico Nani.
Patrona de Nicolo Doria
Galera, de Venecia Marco Antonio Beniel.
Nuestra Señora, de ídem Marco Antonio Pisani.
Patrona de David Imperial Nicolo Delio.
San Pablo, de Venecia David Bembo.
Cruz, de ídem ., Juan Antonio Canale.
Santa Catalina, qc '<?C£I . Trnnrisco Bono.
Victoria, del Papa ..... I^iuc Guirte de Pna.
Cristo Resucitado, de Venecia.- Ludovico Cicuta.
Galera, de idem Vicencio Benedetto.
Cristo, de ídem Juan Baptista Quirini.
Cristo Resucitado, de idem Sebastian Priuli.
Ninfa, de ídem Daniel Tron.
Espíritu Santo, de ídem Marco Cimera.
Águila, de ídem Theodoro Páyale.
Palma, de ídem Lucas Chiatuech.
Cristo Resucitado, de ídem ■. Antonio Pasqualigo.
Fortuna, de ídem Hierónimo Come!!.
Caballo Sierpe, de ídem...... 0 r Antonio Canale.
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l80 ARMADA ESPAÑOLA,

Galeras. Capitanes

Mujer, de ídem Paulo Nani.


Gatera, de ídem Marco Antonio Quirini.
Falcan, de ídem Nicolo Lipomani
Bandera, de ídem Felipe Lione.
Galera, de ídem Nicolo Traga Piera.
Ángel, de ídem Juan de Meco.
Dos Cruces, de ídem Jorge Colerge.
Palla, de ídem Jorge Sanguinazo.
Guzmana, de Ñapóles Francisco de Ojeda.
Gitana, de ídem Gabriel de Medina.
Capitana del proveedor Canale
52 galeras.

ESCUADRA DEL SOCORRO.

AL MANDO DE D. JUAN DE CARDONA.

Capitana de Sicilia
San Juan, de idem Escipión Vasallo.
San Sebastián, de idem Juan de Boneta.
Catalina, de ídem
San Lorenzo, de idem Lope de Figueroa.
Ocasión, de España Pedro de los Ríos.
Granada, de ídem Antonio de Chavarria.
San Juan, de Venecia Pedro Baduer.
Ventura, de Ñapóles Juan de Pantoja.
Sol, de Venecia Simón Salomón.
Sagitaria, de Ñapóles Martín Piróla
Galera, de Venecia Antonio Meloyani.
Cristo Resucitado Marco Molin.
Fortuna, de Ñapóles Diego de Medrano.
5o/, de Venecia Alejandro Vizamán.
San Felipe, de Ñapóles Tomás de Aldana.
Capitana de Comdenadi, de Venecia
Esperanza, de Ñapóles Pedro del Busto.
Paz, del Papa Jacobo Antonio Palfruquio.
Luna, de Ñapóles Juan Rubio.
Armiño, de Venecia Pedro Gradenigo.
Serena, del Papa Angelo Bifolí.
Furia, de Lomelín Jacobo Chape.
San Teodoro, de Venecia Marco Antonio Pisani.
Victoria, de Lomelin Nicolo Vergenzo.
Trinidad, de Venecia Contarini.
Grifona, del Papa Alejandro Negrini.
Diana, de Ñapóles Antonio de Castro.
Capitana de Bendineli
29 galeras.
Ocho galeras á vanguardia.
Archivo de Simancas.—Estado.—Leg 1.134. Publicada en extenso en las Tradicio
nes infundadas, pág. 612.

Hubo noticia de estar divididos los bajeles enemigos, parte


en Modón, parte en Navarino, y se hizo á la mar la impo
nente flota con propósito de bloquearlos desde la isla Sa-
pienzia, que cae entre los dos puertos, recalando errónea-
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FIN DE LA SANTA LIGA. l8l

mente al amanecer; mas no era Uluch-Alí hombre descuidado


de los que se dejan sorprender teniendo tan cerca al adver
sario: reconcentró á tiempo todas sus galeras en el primero,
defendido en la boca por baterías y en el interior por el cas
tillo de San Nicolás, sin considerarse encerrado. Cuando por
cualquiera de los movimientos de los católicos se extendía ó
desordenaba su formación; cuando avanzaban en reto galeras
sueltas, como lo hicieron con sus capitanas Colonna y Qui-
rino, sacaba'al punto la flota ó parte de ella, maniobrando y
escaramuzando.
Una de las veces se formalizó el cañoneo por haberse apar
tado Soranzo del cuerpo de batalla á distancia en que pensó
el turco cortarle algunos buques atrasados, lo que sucediera
sin la prontitud con que D. Alvaro de Bazán cubrió el flanco
cayendo sobre los contrarios de modo que, por no ser á su
vez separados de tierra, forzaron la boga retirándose '.
Desde aquel momento se entendió no ser cosa fácil obligar
á batalla á los otomanos, y que sería preciso discurrir otra
empresa en que no se perdiera el tiempo. Don Juan juzgaba
la mejor forzar el puerto, acallando las baterías de la boca
con otras flotantes formadas sobre galeras, como las que
años atrás empleó D. García de Toledo en el sitio de Me-
hedia. A las objeciones de los colegas respondía que, habien
do sufrido en Lepanto más de 6.000 cañonazos con poco
daño, no eran mucho de temer los que les tiraran los fuertes
en el tiempo que tardaran en mezclarse, yendo á boga arran
cada.
Realmente, sólo con las galeazas, que montaban 320 pie
zas, se hubiera podido intentar la acción con probabilidades
de buen suceso, sobre todo en los primeros días en que, ate
morizados los turcos, teniendo la playa á la mano, hubieran
quizá abandonado las galeras con poca resistencia; mas la
oposición de naves y galeras á baterías de tierra pareció á
los Generales del Papa y Venecia temeridad sin ejemplo,

1 El MS. de la Academia de la Historia, publicado en su Boletín, t. xii, refiere


éste y otros incidentes, á que no descienden las narraciones generales.
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XÍ2 ARMADA ESPAÑOLA.

que no se sentían capaces de dar, cargando con responsabili


dad tan grande; resistieron, por consiguiente, á las instancias
del Generalísimo, dando tiempo á que Uluch formara bate
rías nuevas con los cañones de las galeras '.
Llenando su aguada los cristianos en el puerto inmediato
de Navarino, ya que desembarcaran soldados á proteger la
faena, hicieron reconocimiento de la ciudad y fortificación
de harto pequeña importancia ante el considerable arma
mento; sin embargo, por complacer al General de venecia
nos, encargóse al Duque de Parma que la expugnara con
8.000 hombres y 12 piezas de batir, haciéndolo el 2 de Oc
tubre; mas al tercero día cambiaron los jefes de opinión
comprendiendo que gastarían más tiempo de lo que la posi
ción valía.
Al cumplirse el aniversario glorioso de Lepanto, el 7, se
tuvo un instante esperanza de celebrarlo con segundo triun-

' Entiéndase que esta versión es de fuentes españolas ; las italianas en general,
y las venecianas especialmente, cuentan las ocurrencias de distinto modo. En ésta,
por ejemplo, escribió Paruta y ahora reproduce el Sr. Manfroni, opinó Foscarini
que se podía arriesgar la entrada de Modon, ofreciéndose á marchar en cabeza
con su galera para abrir camino alas demás. Don Juan rechazó la propuesta por ser
formidables las baterías, y ordenó la retirada hacia Navarino.— Obra citada, pá
gina 116. Traduciré aún el parecer de sir VV. Stirling, por estar conforme con
nuestros papeles:
«Desde el primer reconocimiento de Modón se separó D. Juan de las opiniones
que prevalecían en su consejo respecto á la manera de atacar á aquella fuerte po
sición. Varios de sus miembros creían locura el intento de acometer al lugar en
que el arte había aumentado la fuerza natural estando la estación tan adelantada.
Otros proponían ideas que le parecieron inaceptables. Su plañera forzar la entrada
del puerto con las galeras, exponiendo que lo peor que podría suceder era que
echaran á fondo tres ó cuatro de ellas, tras lo cual apagarían los fuegos de las ba
terías y tendrían presa fácil. Los autores de otros proyectos no prestaron oídos al
del Generalísimo. Foscarini propuso también un medio de forzar la entrada, ofre
ciéndose á marchar en cabeza; pero ni D. Juan se conformó con él, ni con el de
D.Juan se conformó Foscarini, y la mayoría se inclinó del lado de los que no
querían emprender nada. Los informes que tenemos no son suficientes para for
mar juicio exacto del conflicto que hubo de producir la diversidad de pareceres:
es de suponer que D. Juan respondería á las objeciones hechas á su proyecto
que tres ó cuatro galeras echadas á pique en un canal estrecho podían obstruir el
paso á las otras; pero es evidente que el arranque y confianza de los turcos habían
bajado mucho después de Lepanto, y es presumible que un ataque atrevido y há
bilmente enderezado les hubiera inclinado más bien á la fuga que a la resistencia.»
{Don John of Austria, t. i, pág. 498.)
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FIN DE LA SANTA LIGA. 183

fo, consiguiendo el combate. Fuera que á la vista de Modón


se presentara casualmente, como algunos dicen, una nave
española que desde Corfú venía á la armada; fuera echadiza
por añagaza, cual otros quieren, salió de Modón á intercep
tarla una banda de galeras turcas, y contra éstas acudieran
al punto otras tantas cristianas. Maniobrando en contrapo
sición se trabó escaramuza que atrajo á la completa fuerza
de ambos lados. De haber logrado Soranzo interponerse con
la tierra, como lo intentó, era la batalla necesaria. Uluch,
siempre alerta, prefirió que sus cuarenta galeras avanzadas co
rrieran la suerte, cobrando con las demás el acceso del puer
to, y lo consiguieron las otras huyendo ligeras de la perse
cución. Una sola, gran bajel de fanal gobernado por un nieto
de Barbarroja, revolvió la proa hacia las cazadoras; y yendo
la del Marqués de Santa Cruz á su cabeza, con ella embistió.
Cual en los tiempos caballerosos de la Edad Media, en que
dos campeones lidiaban al frente de las huestes por renom
bre mejor, suspendida la boga de una parte y otra, presen
ciaron inmóviles el espectáculo de aquel combate singular,
con igual aliento, al parecer, comenzado. La galera turca lle
vaba 220 remeros; soldados, 250, los 100 genízaros: cifras
que muestran era de las mayores y principales, como al exte
rior los indicaban la insignia de mando, los tendales, bande
ras y aljubas de tela de oro y seda. La pelea duró poco más
de media hora, bordo á bordo, acabando con la muerte del
valeroso Bey y de 100 soldados suyos. En la de D. Alvaro
de Bazán, nombrada la Loba, murieron el sotacómitre y
seis marineros ó soldados, ascendiendo á 30 los heridos, en
tre ellos, muy grave, D. Luis Enríquez, hijo del Marqués de
Alcañices '.

1 Don C. Rosell presume que la galera turca fue alcanzada incidentalmente por
la del Marqués; no asi el MS. de la Academia de la Historia,y conforme con él,
como eco de la voz pública, dice el romance escrito por Pedro de Padilla:

«Al turco piden los suyos,


Viendo que el Marqués le alcanza,
Üue huya hacia Modón,
Porque con esto se salva:
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I84 ARMADA ESPAÑOLA.

La rendición y presa de una galera constituyó el efecto de


la armada de la Liga en esta campaña, donde lucieron las
dotes de Uluch-Alí deteniéndola é incapacitándola con
fuerzas inferiores ', no ciertamente por culpa del Generalí
simo. Este, al ver que los aliados rechazaban todavía la
única empresa que él creía de efecto, la de combatir forza
damente á las galeras turcas dentro del puerto de Modón,
decidiendo brevemente la contienda, consideró inútil la per
manencia en el archipiélago tan adelantado el tiempo, y
propuso la suspensión de operaciones *. Navegaron en con
secuencia hacia el Norte con malos tiempos, recogiendo en
Gumeniza 13 galeras en que el Duque de Sesa y Juan An
drea Doria, á deshora, iban á reforzar la escuadra española.

Mas el Capitán responde,


Con una bravura extraña,
Que su galera no huye
Porque está mal enseñada,
Y ques mucha pesadumbre
Mudar costumbre y usanza:
Que bien se puede perder
Porquel perderse no es nada:
Mas que no piensa huir
De una galera cristiana.
Pues quien muere peleando
Muere con gloriosa fama.»

Mahamete Bey le nombran el manuscrito y el romance; Mahamute Vehi don


Alvaro de Bazán; según el P. Servia era scrnjae, esto es, gobernador de provincia,
joven de veintidós años. Al pasar el Marqués por la popa de la Real remolcando
esta galera, fue muy honrado, y por acuerdo de los tres Generales se le regaló la
presa, con más el capitán de los genízaros por joya. El Rey le felicitó en carta de
i de Noviembre. Colección Narar rete, t. XL.
1 Hubo de intentarse el soborno de Uluch-Alí, como años antes el de Barba-
rroja. En carta cifrada del Rey á D. Juan de Austria, fecha á 20 de Febrero
de 1572, se lee:
«He visto la copia de la instrucción que distes a Paulo de Arcuri de lo que
había de tratar con Aluchali; y aunque me paresce muy bien que se procuren de
hacer todas las diligencias que se pudieren para atraer al dicho Aluchali a lo que
se desea, todavía conviene ir en esto con-advertimiento, y que procuréis primero
entender como está el dicho Aluchali en gracia del Turco, y la parte que en las
cosas de Argel tiene, porque asi en lo de aquella plaza como en otra cualquier cosa
no se siga de acometerle antes daño que provecho, como podria bien ser si él
estuviese muy favorecido del Turco.» Colección Sans de Barutell, Simancas, ar
tículo 3.0, núm. 243.
5 Cartas de Gil de Andrada y de D. Juan de Austria dando cuenta al Rey de las
operaciones de la Armada. Dirección de Hidrografía, Colección Sans de Barutell, Si
mancas, art. 4.0, números 368 á 384. En el poema atribuido al alférez Pedro de
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FIN DE LA SANTA LIGA. 185

Sobre la isla Paxo naufragó una de las pontificias, y allí se


separaron, yendo las venecianas á invernar en Corfú, y á
Mesina las que D. Juan guiaba.
Ni el Papa ni el Rey católico trataron de profundizar mu
cho las causas de la esterilidad de la jornada, atribuyéndola
al retraso con que había principiado, y este particular quisie
ron corregir adelantando durante la invernada los preparati
vos para la tercera expedición que había de ir á Levante, lle
vando no menos de 300 galeras y 60.000 hombres. Don Juan
de Cardona, Juan Andrea Doria y D. Alvaro de Bazán re
cibieron orden de aumentar con 35 buques nuevos sus es
cuadras ', haciéndose con rapidez el armamento á fin de
cumplir con exactitud la estipulación ratificada en Roma el
27 de Febrero de 1573, determinando que á fin de Marzo, ó
á lo más largo por Abril, estaría todo á punto.
Suscribieron los venecianos la nueva obligación, pensando
les valiera en las negociaciones secretas que al mismo
tiempo seguían con los turcos, interviniendo agentes france
ses oficiosos, y al fin, sacrificadas á la paz las conveniencias
juntamente con las nociones rudimentarias de la buena fe,
aceptaron humillante tratado como si vencidos hubieran sido
en Lepanto. No solamente reconocían las conquistas del Sul
tán en Chipre, en Esclavonia y Albania: se obligaban ade-

Aguilar, en que también se describen las maniobras de la flota, se ve que los sol
dados estaban a! tanto de las deliberaciones de los jefes y hacían justicia á su Ge
neral, diciendo:

. «Aquel de Santa Cruz Marqués osado


Con orden de Su Alteza se metía
A embestir á Modón determinado,
Y toda nuestra armada ya seguía,
Y dencima del monte han disparado,
Mostrando allí tener artillería.
La orden al Marqués le fue llegada
Que se torne á juntar con el armada.
»Algunos del Consejo causa fueron
Uue don Juan el armada no embistiese;
Tantas cosas delante le pusieron
Oue mire muy bien, y también viese
Eos tiros que del monte despidieron,
Uue no era razón acometiese
Oebajo de los muros de la tierra
Y del artillería de la sierra.»

1 Colección Navarrete, t. xi..


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186 ARMADA ESPAÑOLA.

más á pagarle como indemnización de guerra, por espacio


de tres años, á razón de 100.000 ducados cada uno.
La nueva soprendió poco en España, donde el concepto
de la República no andaba por las nubes '; á los marinos sí
mortificó, esperanzados como estaban de resarcirse.de disgus
tos; á D. Juan de Austria '(■dio pena por ver la mala forma
de proceder de aquellos hombres» '. Inmediatamente abatió
en la Real las insignias de la Liga, arbolando el estandarte
de España, ocupándose ya solamente en meditar el plan que
convendría seguir una' vez rotos los compromisos.
Oigamos á los venecianos defender la ruptura \ Desde que
D. Juan llegó á Corfú, empezaron á sospechar que iba á cu
brir apariencias y á consumir artificiosamente el tiempo
buscando excusas é impidiendo cualquiera ocasión de bata
lla, y al llegar á Modón ninguna duda les quedaba. La obsti
nación del General, el poco caso que hacía de las opiniones
y consejos de los coligados, hicieron perder la espléndida
oportunidad de sorprender á la armada turca dividida y sin
preparación, dando motivo á los de Venecia para maldecir
al rey Felipe y á sus ministros. Si en vez de Foscarini man
dara entonces Veniero las galeras, hiciera «una de las su
yas» marchando sólo á batir al enemigo
Había llegado la armada turca á tal extremidad, que
Uluch-Alí estaba á punto de desembarcarla gente é incen
diarla , no osando aventurar la batalla ni permanecer en el
puerto de Modón. Con solos diez días que se perseverara en
el asedio se hubiera, pues, destruido la flota con poquísima
pérdida de los cristianos, quizá sin daño ninguno
Algo, sin embargo, llegaron á modificar el juicio relativa
mente á la persona de D. Juan *.

1 Apellidábala el vulgo despectivamente la manceba del Turco. El que merecía á


Sir W. Stirling está expresado con esta frase: «It is certain that Venice with one
hand signed a treatv of peace with the Turlc and with the other an engagement to
prosecute the war against him.» (Don Johnof Austria, t. I, pág. 510.)
s Carta dirigida á D. Juan de Zúñiga, embajador en Roma, el 9 de Abril de 15; j
Biblioteca Nacional, G. 45, fol. 370.
3 Manfroni, obra citada.
4 «Don Giovanni ¡n quei giorni (en los últimos) s'aífaticava a dimostrare lur
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FIN DE LA SANTA LIGA. 187

Sentado queda cómo desde el año 1570, antes de la esti


pulación de Roma, proyectaba el rey D. Felipe la empresa
de Argel. En los siguientes no dejó de pensar en ella, enco
mendando á los Consejos de Estado y Guerra, y á las perso
nas de la confianza, el estudio de las cuestiones referentes á
Berbería, por no apreciarlas conformes los más experimen
tados en aquellas guerras. Algunos juzgaban de necesidad
volver á escalonar los presidios de la costa, ocupando á Bu
jía, á Biserta y á Porto-Fariña, y mejorando el de Melilla con
obras en la laguna que la convirtieran en puerto seguro.
Otros opinaban por la destrucción y abandono de todos esos
puntos de sostenimiento difícil y costoso, creyendo que una
armada permanente los sustituiría con mucha ventaja. Los
había, dentro de los límites extremos, que apoyaban la con
servación ó la conquista de ciertas plazas con preferencia á
la totalidad.
Reunidos estos datos en la corte, comprendidos los pare
ceres de entidades de la talla del duque de Alba y .ü. Gar
cía de Toledo, ordenó el Rey á su hermano que indepen
dientemente oyera á su Consejo de Guerra y á los Virreyes
de Ñapóles y de Sicilia, formalidad que sirvió para añadir
dificultades á la resolución. Votos hubo sosteniendo que, aun
separados de la Liga los venecianos, tenía el Rey católico
fuerzas suficientes todavía para combatir en Levante en pro
de los pueblos cristianos; pero eran los menos: la mayoría se
inclinaba á la política esencialmente española, decidiéndose
por cualquiera acometida en Berbería, y con preferencia á
la de Túnez, por más sencilla.
Don Alvaro de Bazán, razonador, sesudo, singular gene
ralmente en los Consejos, según anteriormente se ha visto,
sostuvo el peso de la discusión, pronunciándose por la jornada

dentissimo suo desiderio di acquistarsi gloria, ed accusaba la fortuna che gli aveva
tolta l'occasione di combattere a vantaggio della fede e per assicurare i domini
di Venezia; tanto che tutti prestaron fede alie sue parole e si persuaseron. che non
da malanimo, ma da un complesso di dolorose circostanze e dalla negligenza dei
ministri fosse derivata la rovina dell' impresa di Levante.» Manfroni, obra citada,
pág. 128.
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188 ■ ARMADA ESPAÑOLA.

de Argel, en el concepto de que, una vez tomada esta plaza,


caerían sin obstáculo, como por corolario, las de Túnez y
Trípoli; se quitaría la causa de aparición de las armadas tur
cas en el Mediterráneo occidental, y acabaría de una vez el
corso, tan dañoso al comercio y á la tranquilidad de las po
blaciones marítimas. Con dialéctica sobria expuso las causas
de mal resultado en las expediciones de Diego de Vera, don
Hugo de Moneada y el Emperador, demostrando que ni las
condiciones de la costa se oponían al acceso de la armada
siempre que se adoptaran las prevenciones del arte náutico
contra la contingencia de temporales, ni la fortificación
aumentada por Amat, virrey sucesor de Uluch-Alí, deten
drían el empuje de la infantería española.
Parecieron los argumentos del Marqués tan sólidos, que el
Consejo estimó se debían poner en conocimiento del Rey,
esperando su decisión soberana, si bien el mayor número
pensaba no haber tiempo ni recursos suficientes para acome
ter lo de Argel en el año corriente, al paso que sí lo eran
empezando por Túnez. A esta opinión defirió el Monarca,
por ver que D. Juan la patrocinaba como corrección á
Uluch-Alí en su reino, si otros pensamientos de que las his
torias se ocupan no influían su ánimo.
Aun así, llegando á la ejecución, se ofrecían dudas. Ocu
pada la ciudad de Túnez, ¿se destruirían sus fortificaciones
ó se dejaba guarnición en ellas? ¿Qué se hacía de la Goleta?
¿Qué de Biserta y Porto-Fariña? Tan discordes andaban en
esto las opiniones como en lo demás, y hubo de reservarse á
D.Juan de Austria la determinación sobre el terreno oyendo
á sus Consejeros.
El Príncipe dejó en Sicilia á Juan Andrea Doria con 48
galeras para intervenir, si necesario fuese, en las contiendas
de los partidos políticos de Genova, enconados, y marchó el
i.° de Octubre de 1573 con la armada á la isla próxima de
Fabiniana, donde arrojó la muestra conjunto de 104 galeras,
44 naos gruesas, 60 menores y 20.000 infantes, conjunto
digno de mejor empleo. En Túnez no tuvieron buques ni
soldados que disparar un tiro; abrió las puertas la ciudad; las
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fin.de la santa liga. 189

franqueó igualmente Biserta, matando los moros álos turcos


y haciendo entrega de una galera corsaria con 220 cautivos
cristianos.
Don Juan informó al Rey de lo ocurrido desde la Alcazaba
de Túnez, á 11 de Octubre, y acababa escribiendo: «que por
ser lo ganado de harta mayor importancia que sin verse puede
figurarse entró en el lugar con las personas que le pareció
era bien le acompañasen, y luego fue á reconocer el sitio que
podía haber para hacer alguna fortificación que se diese la
mano con la Goleta »
En efecto, á fin de precaver á la ciudad de nueva invasión
turca ó berberisca por la parte de tierra, se trazó desde luego
la planta de un fuerte diseñado por el ingeniero Jacome Pa-
leazzo, más conocido por il Fratrino, y Gabriel ó Gabrio
Cervellón l, nombrado Gobernador, tuvo encargo de cons
truirlo con la guarnición dejada á sus órdenes.
Por caudillo de los moros, con título de Infante, dejó don
Juan á Muley Mahomet (Mohammad), hermano del usur
pador Hamida; por gobernador del fuerte de la Goleta á don
Pedro Portocarrero, y por alcaide del de Ja isla del Estaño
ó Estanque, á D. Juan de Zanoguera. Las cosas así dispues
tas, regresó el Príncipe á Sicilia y á Ñapóles á fines de Octu
bre, siendo recibido con fiestas, felicitado, y enaltecido por
el Pontífice con dedicatoria de la Rosa de Oro \
Se ha supuesto, afirmándolo poco há un historiador par
ticular 5, que no cumplió D. Juan de Austria las instrucciones

1 Gabrio Cervellone, caballero milanés, gran prior de Hungría en la Orden de


San Juan, Capitán general de la artillería de la armada en Lepanto. El veneciano
Leonardo Donato nombra al ingeniero il Frnttina, dando cuenta del proyecto de
fortificación de Cádiz.
4 En memoria de tan fácil triunfo se grabó medalla; y aunque como hecho de
armas no hubiera parangón entre Lepanto y Túnez, se usó del mismo anverso que
en la primera; en el otro lado se representó á Neptuno, que, llevando en el tridente
las armas reale's, hunde en la mar algunos turcos, mientras otros huyen hacia la
izquierda. A la derecha se descubre la armada y la ciudad. Leyenda veni et vici.
Autor, Juan V. Milo. El P. Servia, Colección de documentos inéditospara la Historia de
España, copió el Breve de concesión de la Rosa de Oro é hizo descripción de la
ceremonia de entrega en Ñapóles.
* Don Evaristo San Miguel, Historia de Felipe II.
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190 ARMADA ESPAÑOLA.

del Rey, terminantes en punto á derribar las fortificaciones


de Túnez y de la Goleta, por los gastos que ocasionaba la
conservación de puntos tan distantes. Tal aseveración fun
dada sobre hablillas del vulgo, y respecto á las de Túnez en
reticencia maligna de Cabrera de Córdoba, acredita absoluto
desconocimiento de los papeles oficiales. Consérvanse las
consultas de los Consejos, los pareceres de los personajes
antes citados, las instrucciones á que se alude y prueban la
arbitrariedad de la censura, á lo cual bastara la carta escrita
por D. Felipe en 18 de Noviembre, en que, aprobando lo he
cho y dando gracias por ello á su hermano, escribía textual
mente «que, vista la resolución que allá se ha tomado en or
den á hacer el fuerte, que se ponga en la mejor defensa con
el menor costo posible» '.
Los sucesos vinieron á mostrar, corriendo el tiempo, no
haber acertado D. Juan ni los que le aconsejaban, sin que, por
carecer del don adivinatorio, haya de entenderse que se ex
cedió en las atribuciones, ni menos que desobedeciera ór
denes recibidas.
El punto merecía alguna detención, dado que no es perdida
nunca la que tiene por objeto rectificar errores propalados.

' Dirección de Hidrografía, Colección Sans de Barutell, Simancas, art. 3.0, núm. 32I¿ .
Juntas con esta carta real se hallan las consultas, pareceres y diligencias relativas á
la jornada de Túnez, debatidas desde el año 1572, entre ellas carta del mismo Rey
opinando no convenir la ruina de Túnez (art. 3.0, núm. 247). Algunos documentos más
en éste sentido se han publicado en la Correspondencia entre D. García de Toledo y don
Juan de A ustria. Colección de documentos inéditos para la Historia de España, t. III, pá
gina 136, y por apéndice de la Memoria de D. Juan Galindo y de Vera, pág. 391 y
siguientes. El dictamen pedido á D. Luis de Requesens, Comendador mayor de
Castilla, entre otras, decía: «En fin, me resuelvo en que de una manera ó de otra, me
parece, si Túnez se ganase, se debe de sostener ó dejar de maneraque no sea necesa
rio tornar otra vez á ganarla.» Por último, las instrucciones reales á D.Juan consig
naban: «Bien lleváis entendido cuántas veces y cuan largamente sella tratado y pla
ticado sobre lo de los puertos de Berbería, ylo queseentiende portodos que conviene
hacerse ; una cosa se ha advertido acá que no parece de mucha consideración é
importancia, y es que, cuando se entienda que no puede bajar la armada del turco,
ó después de su vuelta, si bajase, convendrá, dando el tiempo lugar á ello , ir á
desmantelar á Túnez y asolar y atalar la campaña, y que podría ser que con esto el
tiempo aconsejase que no fuese menester hacer tan de propósito fuertes en Berbe
ría, ó lo que será necesario y bastará para la seguridad de aquéllo. Pero esto es de
advertir que se ha de hacer según como se entiendiese que está lo de Túntz^.-*
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FIN DE LA SANTA LIGA.

Desde principios del año 1574 tuvo el Príncipe avisos de


armamento en Constantinopla con seguridades de destinarse
á la Goleta; y como se encontrara sin dinero, desarmadas las
galeras, invernando por escuadras en España é Italia, escribió
al Rey con alarma, preveyendo se iba á perder la reputación
alcanzada, y sería Su Majestad mal servido, porque ni en Ná-
poles ni en Sicilia se atendían sus indicaciones, excusándose
los respectivos Virreyes con la carencia de recursos '.
El cardenal Granvela se había colocado, al parecer, en ac
titud que lastimaba al Príncipe, á juzgar por la resolución que
tomó de venir á besar las manos del Rey y decirle cosas no
fiables á la pluma; se hallaba ya en Gaeta de camino cuando
recibió orden apretada de dejarlo y dirigirse á Vigebano, en
Lombardia, para entender en las desavenencias de Genova
y á los manejos de agentes franceses por aquel lado. Lo hizo
sin desatender lo que importaba al aderezo de las galeras,
pero sin que por su ausencia fueran más á prisa los acopios
y alistamientos, constantemente pospuestos con la declara
ción de falta de moneda, aunque llegaron (algo tarde) pre
venciones directas de D. Felipe de juntar hasta 100 bajeles
en Mesina y pedir la concurrencia de los de Florencia y
Malta. Sabíase ya que el turco aparejaba con flota muy
grande.
Salieron entonces á toda priesa D. Bernardino de Velasco
con veinte galeras, y D. Alonso de Bazán con ocho, llevando
respectivamente á Túnez y á Malta soldados y municiones;
tratóse de apurar el tiempo perdido aderezando la escuadra
del Marqués de Santa Cruz: las noticias traídas de Levante
por Juan de Orta, que á buscarlas fue con tres fragatas, eran
graves.

Comprobándolas, apareció ante la Goleta, el 13 de Julio


de 1574, la armada de Uluch-Alí, compuesta de 330 velas, á
las que vinieron á unirse luego las de Argel, trayendo unas y
otras 70.000 infantes al mando de Sinám Bajá, yerno del
Gran Señor, al que acudieron los moros y alárabes de la tie-

' Carta fecha á 2 de Marzo, Colección. Sans de Barutell^art. 4.0, números 417 á 422.
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19* ARMADA ESPAÑOLA.

rra con sus contingentes, elevando el ejército por encima de


100.000 hombres'.
En la Goleta, contados los refuerzos que llevó D. Bernar-
dino de Velasco más 300 hombres recogidos de Biserta
por D. Juan de Cardona, con la escuadra de Sicilia, ascendía
la guarnición á 2.000 soldados españoles é italianos. Gabrto
Cerbellón tenía 4.000 en Túnez, con los que en ocho meses
había hecho trabajo de cuatro años en el fuerte, sin embar
go, por la mala voluntad con que los virreyes de Ñapóles y
de Sicilia veían lo que para sus cargos era carga, dejando de
enviar los materiales que el país no tenía, las obras distaban
mucho aún de la perfección requerida para la defensa. Me
jor que fuerte parecía el de Túnez corral de vacas, al decir
de los soldados en su lenguaje pintoresco. Por fin, la torre de
la isla del Estaño guarnecían 300 hombres, los más de la
mar, encargados de las chatas y esquifes con que comunica
ban los dos fuertes por el Estaño mismo.

' Haciendo relación de los sucesos D. Juan de Zanoguera, gobernador del fuerte
de la isla del Estaño y hombre de mar, á D. Juan de Austria, escribía: <Lo que me
pareció había en la armada eran 280 galeras, 15 galeotas gruesas, 15 galeazas y ma-
honas, 15 naves, cuatro caramuzales. Aunque ellos decian 300 galeras, había, entre
otras, veinte galeras que no se podían mejorar, las de los dos bajaes de á 30 ban
cos, y armadas á seis por banco con escogida chusma; las demás de los beyes y rey
de Argel y hombres principales, á cinco y á cuatro por banco; otras cuatro galeras
reforzadas buenas, y las demás sin orden de chusma, porque había poca al pares-
cer.yyovi I5ogaleras que no tenían más de dos hombres por banco de las galeras;
los buques muy buenos y dos pedreros á proa y un cañón de crujía y otros pertre
chos bien en orden de gente. Ninguna galera tenía menos de dos turcos por ba
llestera; las de los bajaes y principales, muy cargadas de turcos. Las galeazas no son
tan grandes como las venecianas, y ninguna trae cañones, sino bien artilladas de ar
tillería menuda. Medias culebrinas había cuatro, que traían dos cada una; las demás,
sacres y medios sacres y pedreros y esmeriles gruesos, y á las bandas de algunas tres
pedreros, y debajo las postizas, que por todo serian 20 piezas. Cada una bogaban 20
remos.por banda, y armadas á 15 por banco; todas naves muy ligeras, traían muy
pocos turcos, que no había poco más de 200 en cada una. Las naves que había, la
mayor era de 6.000 salmas, no con mucha artillería, sino con muy poca, que toda
iba en las galeras. Procuré saber qué turcos habían traído á la jornada, y me dije
ron que 7.000 genizaros, y entre spais y turcos serían 60.000: los 40.000 escopete
ros y 20.000 arqueros.»

Frey Francisco Jordán, Caballero de Malta, cautivo que logró evadirse de la ga


lera en que bogaba, agregó que traían 120 turcos por galera, 300 por nave y 250 en
cada mahona.
Colección Satis de Barutell, Simancas, art. 3.0
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' JORNADA DE NAVARINO

Pintura en el palacio del Viso.


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TIN DE LA SASTA LIGA. 193

Al recibir D. Juan de Austria la nueva, sin esperar órde


nes del Rey, embarcó en su Capitana con rumbo á Ñapóles,
escribiendo desde luego á Gabrio Cervellón y á Portocarrero
que con esfuerzo procuraran la conservación de los dos fuer
tes, teniendo entendido «que nunca turcos tomaron plaza que
se les defendiese, porque, aunque son grandes hombres de
batir y zapar, son muy ruines de llegar á las manos y entrar»,
pero en todo caso, viéndose en apuros, se reconcentrara toda
la gente en la Goleta, cuya sustentación había de ser el fin
principal, y podía conseguirse en el tiempo que quedaba á la
armada enemiga para estar en nuestros mares. Las cartas
llevó Juan de Orta pasando de noche entre la armada enemiga
con una fragata, lo mismo que para traer las respuestas.
En Palermo fue reuniendo el Príncipe hasta 70 galeras,
gracias al desprendimiento de personas que, como D. Alvaro
de Bazán, dieron su hacienda y hasta sus joyas para sufragar
los gastos urgentes. Pensaba hacer alguna demostración na
val y distraer, cuando menos, parte de la flota de Uluch, con
objeto de introducir socorro con la escuadra de Gil de An-
drada. No le favorecieron los tiempos ni las circunstancias,
pues, siendo Portocarrero poco soldado, dejó avecinar al
fuerte á los turcos mucho antes de lo que se esperaba, y lo
rindieron en menos de mes y medio de trinchera abierta *.
La caída del de Túnez era consecuencia natural: las tapias
frescas que lo constituían resistieron catorce asaltos después

• Se rindió el 25 de Agosto, según Cabrera de Córdoba; el 22, por D. Pascual


de Gayangos, si bien el alférez Pedro de Aguilar, cuyos escritos ilustró, señala el
23 en esta forma:

«Gabrio del fuerte de Túnez


Tres socorros ha enviado;
Pero cuando llegó el uno.
El otro está degollado;
Los defensores ya muertos,
Los turcos dentro han entrado,
Degüellan grandes y chicos,
Todos cuantos han hallado;
Y asi acabó la Goleta,
Presidio tan estimado,
Año de mili y quinientos
Setenta y cuatro contado.
La víspera del Apóstol
Que por Dios fue desollado.*
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r94 ARMADA ESPAÑOLA.

de la explosión de las minas; los soldados mantuvieron el


honor de las armas, pero sucumbieron el 13 de Septiembre.
La oración fúnebre del que narró los sucesos con particula
ridad ' es digna de ellos.
«Suelen los que escriben historias, puesto que su intento
sea tratar las cosas umversalmente, señalar algunas veces al
gunos notables hechos de personas particulares, y desío se
hallan muchos ejemplos, así en los Comentarios de César
como en otras diversas partes; pero á mí no me ha parecido
este orden en aquesta mi relación, porque haciendo mención
de alguno me parecería, y con razón, hacer agravio á los
demás, pues todos ellos, así soldados como oficiales y capita
nes, entendiendo de aquellos que hasta en la miserable deso
lación de entrambas fuerzas se hallaron, hicieron hechos muy
señalados, peleando valerosamente, como las heridas de sus
personas lo muestran, así en las que al presente son esclavos
como en otros que han habido libertad. Y fue cosa de no
creer, mas muy verdadera, ver que en tan apretado sitio,
como fue el de estas dos fuerzas, en tan espesos y sanguinos
asaltos, en tanta desesperación de socorro, salvo el de Dios,
siempre los soldados y capitanes, así españoles como italia-

1 Memorias del cautivo en la Goleta de Túnez (el alférez Pedro de Aguilar), publi
cadas por la Sociedad de bibliófilos españoles, Madrid, 1875, con notas, ilustracio
nes y documentos de D. Pascual de Gayangos. En boca del autor que se presume
ser de esta obra en prosa y verso, puso Cervantes {Quijote, capítulos xxxix al xli)
palabras que pudieran ser eco de la opinión militar entonces: «Pero á muchos les
pareció, y así me pareció á mí, que fue particular gracia y merced que el cielo hizo
á España el permitir que se asolase aquella oficina y capa de maldades, y aquella
gomia ó esponja y polilla de !a infinidad de dineros que allí sin provecho se gas
taban, sin servir de otra cosa que de conservar la memoria de haberla ganado la
felicísima del invictísimo Carlos V, como si fuera menester para hacerla eterna que
aquellas piedras la sustentaran.>
De la impresión producida en otras esferas ofrece idea la carta de pésame diri
gida al Rey por D. Diego de Mendoza, documento notable por varios conceptos,
de que hay copia en la Academia de la Historia {Colección Salazar, M. 26, fol. 106
vuelto). Dice: «Cuanto á la pérdida de la plaza, ya tengo escrito que fue tenida por
de más reputación que provecho, y al que quisiere bajar el ánimo, por ventura le
parecerá que se heredó la costa que se hacía en ella, y la obligación de mantenerla
fesa Fue también pérdida de gente que nace y muere, y como mercancía, se
halla por dinero » La Colección Sans de Barutell, Simancas, art 3.", contiene las
cartas de D. Juan de Austria al Re\-, v las órdenes de éste.
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FIX DE LA SANTA LIGA. 195

nos, pelearon confiadísimamente, y después de ya puestos en


poder de sus enemigos, no creo que hubo hombre que con
palabras lastimosas ó de ruego procurase salvar su vida, y
puédese con verdad decir que los pocos que escaparon con
ella fueron más por avaricia de los vencedores que por gana
que tuviesen de vivir los vencidos. ¡Tanta fue la constan
cia que en aquellos valerosos ánimos se halló, si vale decir
verdad, después de mejor fortuna!»
Tras la victoria (poco nos importa que la compraran cara)
hicieron los turcos lo que tanto habían deliberado los cris
tianos: abiertas 34 minas, volaron los dos fuertes sin dejar
piedra sobre piedra. El renegado calabrés, el fartax en
origen, ahora gran marino, dio vuelta á Constantinopla con
la flota intacta, llevando por trofeo 300 cañones.
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XII.

INDIAS OCCIDENTALES.

1559-1574.

Navegación afanosa.—La sed en el agua.—Huracán en la Florida.—El Dorado.—


Bajada por el Marañón.—Un monstruo.—Población indefensa de las Indias.—
Jornadas á Nueva Extremadura y Nueva Andalucía.—Al Río de la Plata.—Ins
trucciones del Consejo de Indias.—Ordenanzas para los descubrimientos.—Para
el cosmógrafo.—Para las flotas y armada.

esde las poblaciones fundadas en la costa y en el


interior del Nuevo Continente, iban avanzando
sin cesar, en todas direcciones, el reconocimiento
y la dominación de las tierras contiguas, formándose
| provincias y gobernaciones en virtud de los asientos
hechos por los conquistadores para pacificar y poblar á
su costa, mediante la concesión de la Corona de los títulos
de mando y mercedes anexas.
Una de estas capitulaciones suscribió á fines del año 1557
Jaime. Rasquin, valenciano ', del número de los conquista
dores del Río de la Plata, que había regresado á España con
fortuna en las naves conductoras del obispo Fr. Pedro de la
Torre. Entre las condiciones del asiento se obligaba á fundar
cuatro pueblos en el mencionado río, uno en la costa del
Brasil, dentro de la demarcación de Castilla, en el punto lla
mado San Vicente, y otro en el Viaca, por otro nombre

1 Publicada en la Colección de documentos de Indias, t. xxvi, pág. 273.


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I9& ARMADA ESPAÑOLA.

puerto de los Patos. Procediendo á los preparativos, compró


dos urcas grandes y una nao vizcaína nueva, en que montó
10 piezas de artillería de bronce, amén de la ordinaria de
hierro; reclutó 650 hombres, parte de ellos procedentes de la
armada de D. Alvaro de Bazán; nombró almirante á Juan
Boyl, valenciano como él, y maestre de campo, ó jefe de Es
tado mayor, á Juan Gómez de Villandrandp. Hízose á la mar
desde Sanlúcar de Barrameda el 14 de Marzo de 1559 con
los tres navios, capitana nombrada jfonás, almiranta San
jfuan Bautista y nao Trinidad, del maestre de Campo, pa
sando sin accidentes las escalas de las islas Canarias y de
Cabo Verde.
En los días de mar se hizo patente la parsimonia con que
se había verificado el armamento, yendo los navios, no sólo
escasos de toda especie de pertrechos, sino aun de víveres,
que, según dicho del Gobernador, se proponía embarcar en
las islas, obteniéndolos baratos; mas no alcanzando hasta allí
los recursos, el propósito real se cambió en el de hacer la
navegación manteniendo á la gente con pan y agua, y aun
cumplido éste diéranse por contentos marineros y soldados,
porque el bizcocho ordinario resultó de malísima calidad; la
tonelería vieja, con aros de madera, dejó escapar la mayor
parte del contenido; y encontrándose las naves encalmadas
en las inmediaciones del Ecuador, sufriendo la gente los
efectos de la atmósfera inflamada, recibían por ración ga
lleta con gorgojo ó un puñado de harina, que amasaban con
agua del mar, y medio cuartillo de agua hedionda.
Pocas veces habrá llegado el sufrimiento al límite del
que soportaban estos navegantes abrasados, inmóviles en el
centro del horizonte, oyendo los lamentos de las mujeres, de
los niños, de los enfermos, y suspirando por que del cielo ca
yera lluvia con que refrescar la boca calenturienta.
Uniéndose al malestar general las exigencias y malos mo
dos del Gobernador, falto de dotes de mando, siguió al dis
gusto el desorden y el motín, las quejas, los requerimientos
para salir de la situación apurada arribando á las Antillas,
resistidos por Rasquín como contrarios á sus intereses. Pasa-
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INDIAS OCCIDENTALES. 199

dos días rechazando la petición razonable de remedio, dio


el Almirante mal ejemplo separándose una noche obscura, y
ya no se atrevió á insistir el jefe en la temeraria resolución
de continuar el viaje: arribó con las dos naves que le queda
ban á las islas de Barlovento, tocando en la Barbada, y por
consecuencia en la Española, el 27 de Julio, donde se des
hizo la expedición '.
Por causas distintas se malogró el año mismo de 1559
otra organizada por D. Luis de Velasco, virrey de Nueva
España, con objeto de poblar en los puertos de la Florida
reconocidos antes por Guido de Lavezares. Al efecto fue
designado Tristán de Luna y Arellano con armada de 11 na
ves, en que iba por piloto mayor Juan Rodríguez, con 550
hombres y 150 caballos, útil á los adelantos de la hidrografía,
pues exploraron en la boca del río Espíritu Santo (Mississipí),
trazaron carta de la costa ,con situación de los puertos por
rumbo, distancia y latitud, especialmente el que se nombraba
bahía Filipina y Puerto de Santa María, hasta Santa Elena,
donde se proyectaba y se sentara la población á no desatarse
un huracán en el mes de Septiembre que destrozó todas las
embarcaciones, menos una carabela, perdiéndose los mate
riales con parte de la gente '.
Dirían los agoreros estar por entonces en mal signo las
jornadas fluviales, tomando nota de la suerte que cupo, tras
de las destinadas en el Sur y Norte, á una tercera en el cen
tro ideada por el virrey del Perú, D. Andrés Hurtado de
Mendoza, marqués de Cañete, con el fin ostensible de la
conquista de El Dorado, sueño en que se perdieron Diego
de Ordax, Sedeño y Alonso de Herrera; en realidad, para
purgar el reino de gente vaga y levantisca de la que más se
había significado en las alteraciones y guerras civiles de Gon-

1 Trazó el espantoso cuadro de la jornada el alférez Alonso Gómez de Santoya,


en relación publicada en la Colección de documentos de Indias, t. iv, pág. 147.
9 Cartas del Virrey y de D. Tristán de Luna.— Colección de documentos de Indias,
t. 111, pág. 136, y t. xiii, pág. 280. El pleito homenaje que prestó como Gobernador
de las provincias de la Florida y lo que habia de hacer en ellas, en la Colección
Navarrete, t. xiv, núm. 59, con otros documentos en que se desarrolla la historia
de la jornada.
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200 ARMADA ESPAÑOLA.

zalo Pizarro y Francisco Hernández Girón, y sacar provecho


de sus bríos adelantando los conocimientos geográficos. Pre
gonó, pues, expedición á las provincias de los Omeguas, te
rritorio en que la fama ponía peñascos y guijarros de oro; y
acudiendo al reclamo 400 valientes con lucidas armas de
fuego y algunos caballos, púsolos á las órdenes de Pedro de
Ursúa, joven navarro de estimables prendas, dándole títulos
de General y Gobernador de las conquistas, poderes amplios,
bergantines que tenía labrados en el río de los Motilones é
indios de servicio que remaran.
Embarcados á fines de Septiembre de 1560, descendieron
300 leguas por las aguas y ruta de Orellana, deteniéndose en
la provincia de Machifaro para reparar los bergantines y re
novar las provisiones. Allí hizo explosión el motín que venía
fraguando por el camino un Lope de Aguirre, natural de
Oñate, domador de potros en el Perú, hombre de perverso
natural, mezclado en todas las revueltas del reino, cojo de
dos arcabuzazos que en ellas recibió. Astuto redomado, ins
pirador del asesinato de Ursúa, contri1.ayo á la elección de
otros jefes que tuvieron sucesivamente el mismo desdichado
fin. Declaraba un escrito de su mano haber matado á don
Fernando de Guzmán, cabeza aparente del motín, «al capitán
de la guardia y teniente general, á cuatro capitanes, á su
mayordomo, á su capellán, clérigo de misa, á una mujer, á
un comendador de Rodas, á un almirante, dos alféreces y á
otros cinco ó seis criados suyos; él nombró capitanes y sar
gentos, y los ahorcó á todos» '.

» «Riberas del Marañón,


Do gran mal se ha congelado.
Se levantó un vizcaíno
Muy peor que andaluzado;
La muerte de muchos buenos
El gran traidor ha causado.»

Así empieza un romance que por entonces se compuso. Relató los horrores de
este monstruo el P. Fr. Pedro Simón en las Noticias históricas de las conquistas di
Tierra Firme; los refieren con menos extensión casi todos los historiadores de In
dias, y por separado se escribieron relaciones particulares de que tengo hecha
mención en las notas puestas á la Historia de la conquista de Venezuela, por D. José
de Oviedo y Baños, edición de Madrid, 1885, t. 1, pág. 391.
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INDIAS OCCIDENTALES. 201

Pero esto fue sólo principio: una vez impuesta su autori


dad por el terror, habiéndose deshecho de cuantos pudieran
hacerle competencia ó sombra, una palabra, un gesto le bas
taba para matar al que no acreditaba sumisión de esclavo, y
por rareza pasaba día sin algún ejemplar de su dureza depra
vada. Con tales procedimientos redujo lo que él llamaba na
ción marañona y ejército de marañones, á la mitad de la
gente que salió del Perú, suficiente á su juicio para volver á
aquel reino por la vía de Nombre de Dios y Panamá, y ha
cerse señor absoluto.
Tardó casi un afío en llegar á la boca del Amazonas, ha
ciendo frecuentes paradas en la orilla, y en die:: y siete días
de mar alcanzó, no sin trabajo (el 20 de Julio de 1561), á la
isla Margarita, para teatro nuevo de atrocidades. El gober
nador D. Juan de Villandrando, el alcalde, el alguacil ma
yor y sus criados fueron víctimas que precedieron al robo
de la caja real, al saqueo de la ciudad y á la matanza capri
chosa, que extendió á mujeres, frailes y á unos cuantos ma
rañones por tibios en el cumplimiento de las órdenes. Con
trariedad tuvo el tirano: contaba tomar en la isla algún barco
de porte en que hacer el viaje á Nombre de Dios, y no pudo
alcanzarlo aunque se detuvo un mes, por haber corrido la
nueva en la costa. Hubo de contentarse deteniendo tres fus
tas, con las cuales no quiso exponerse á que en alta mar
cualquier nave le encontrase; desembarcó en el puerto in
mediato de la Borburata el 7 de Septiembre: mas tanto
fiaba en el ánimo y en el conocimiento del país, que con
140 arcabuceros que le quedaban y seis cañones de frus
lera pensaba atravesar por Venezuela y el nuevo reino de
Granada, viviendo sobre el país, y entrar por Popayan en el
Perú, que tenía por tan suyo como el coleto vestido-
No se equivocaba mucho relativamente á la resistencia
que podía encontrar: á su aproximación, abandonaban los
vecinos las poblaciones, dejándole proverse de víveres, de
acémilas y aun de caballos, con que montó una sección de
los marañones. Baste decir que las requisitorias del Gober
nador de la provincia, con tiempo corridas por las ciudades
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202 ARMADA ESPAÑOLA.

de Coro, Tocuyo, Valencia, Barquisimeto, Caracas, Trujillo,


en una palabra, por las poblaciones españolas de Venezuela,
extendidas á la Audiencia de Santa Fe, consiguieron formar
bajo el estandarte real ejército de 150 hombres, cuyo conti
nente pinta el historiador Fr. Pedro Simón con estas pince
ladas:
«Aunque todos iban á caballo, con harto ruines sillas, fus
tes y frenos, sólo llevaban por armas unas varas mal desbas-
das, con hierros de lanza sin acicalar, y unas celadas borgo-
ñonas, que se usaban y estimaban en aquella tierra, hechas
de pedazos, de paños de colores, con dos ó tres aforros de
mantas de algodón, con hechura casi de sombreros, la copa
de cuatro cuartos, cada uno de su color, y la halda que la
ceñía á la redonda de otros cuatro colores, que verlas era
más materia de risa y entretenimiento que de confianza para
alguna defensa \ y en aquella las estimaban más que gorras
de terciopelo. En todo el campo no había más que dos arca
buces, y el uno sin cazoleta, y bien poca munición para am
bos; y decir que todos eran buenos jinetes sería levantarles
testimonio y necesitarnos á volverles su honra, pues sólo á
los capitanes se les entendía algo de esto, y los demás, subi
dos á caballo, más eran carga que caballeros.»
La pintura es como de perlas para la apreciación de las
colonias después de la sumisión de los indios, cuando los
conquistadores, ó más bien sus hijos y herederos, esparcidos
por los campos, cambiados los hábitos guerreros por los del
agricultor ó negociante, gobernados por alcaldes de elección
ó por licenciados y bachilleres, hombres de ley, de nombra
miento real, procuraban pacíficamente el fomento del suelo
y el propio bienestar. Es dato importante con el que se ra
zona que cien corsarios franceses se apoderaran de la Ha
bana en vida del Emperador f, y que otros posteriormente,
con navios de escasa representación, acometieran puertos,
saquearan ó pusieran á contribución pueblos con título de

1 Teníanla para las flechas de los indios.


1 Véase t. i,cap. xv.
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INDIAS OCCIDENTALES. JOJ

ciudades, sin que fueran actos heroicos los de despojar por


la fuerza á ganaderos ó rebuscadores casi indefensos. Es, en
.fin, noticia que justifica la veracidad de los informes dados
al Rey por Blasco Núñez Vela, jefe de escuadra, asegu
rando que ninguno de los puertos de Indias podía resistir
acometida de 300 enemigos, por ser la gente española poca,
usada á la contratación y no á la guerra '.
Así Lope de Aguirre entró sin oposición en la Borburata,
Valencia y Barquisimeto, ciudades, saqueó á placer de los
soldados, y se entró por la serranía de Nirgua renegando de
la aspereza del terreno y no de los buenos campesinos, cuya
avanzada, al verle de improviso en una revuelta, huyó á es
cape tirando al suelo las lanzas y las pintorescas caperuzas
de lienzo colchado. Consiguiera ciertamente llegar al Perú
si sus marañones, horrorizados de la campaña en que tenían
la vida pendiente del capricho, no se aprovecharan de la
primera oportunidad para pasar en masa al campo real, dando
muerte ellos mismos al feroz caudillo vizcaíno.
Andando de mala data por entonces las expediciones, zo
zobró á los pocos días de salir de Sanlúcar, en Octubre
de 1565, la nao en que regresaba Juan Vázquez de Corona
do, gobernador de Costa-Rica, desapareciendo con cuantos
le acompañaban *¡ trance seguido por los de mayor desgra
cia á que condujo la ilusión persistente de conquistar El Do
rado, con que muchos querían emular la fama de Cortés y
de Pizarro.
Don Pedro Maraver de Silva y D. Diego Fernández de

1 Colección de documentos de Indias, t. i, pág. 588. Un poeta anónimo describía la


milicia colonial como sigue:

«Niños soldados, mozos capitanes,.


Sargentos que en su vida han visto guerra.
Generales en cosa de la tierra,
Almirantes con damas muy galanes;
Alféreces de bravos ademanes,
Nueva milicia que la antigua encierra »

Don Joaquin G. Icazbalceta: Literatura mexicana. Francisco de Terrazas y otros


poetas del siglo XVI.
• Don Manuel M. de Peralta: Costa-Rica, Nicaragua y Panamá. Madrid, 1883.
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404 ARMADA ESPAÑOLA.

Serpa, conquistadores enriquecidos en el Nuevo reino de


Granada, se disputaron en la corte la concesión de la licen
cia, alcanzándola por transacción á medias, en despachos fir
mados en Aranjuez á 15 de Mayo de 1568, por los que se
daba al primero en adelantamiento la conquista de los Orne-
guas en extensión de 300 leguas, con nombre de Nueva Ex
tremadura, y á Serpa la de las provincias de Guayana y Cau-
ra, ó sea Nueva Andalucía, en otras 300 leguas empezadas á
contar desde el río Orinoco, hacia el Sur.
Maraver partió de Sanlúcar con dos navios el 19 de Marro
de 1569, adquirió un tercero en Tenerife para llevar con co
modidad á 600 hombres, parte de ellos casados, con las mu
jeres é hijos, y llegó con buen viaje á la isla Margarita y á la
Borburata, puerto de desembarco. La marcha por tierra re
sultó muy penosa, no hallando en cinco meses más que lla
nos interminables cenagosos, sin gente ni cosa que comer;
calor insoportable, nubes de insectos, aire inficionado, en
fermedades y trabajos que no pudieron resistir los caminan
tes. Retrocedieron á Venezuela muy disminuidos, desobede
ciendo al caudillo, empeñado en proseguir á toda costa, y
picando su amor propio tanto, que vendió cuanto tenía en
Chachapoyas; vino á España, armó otro navio con 160 hom
bres, entró con ellos por paraje que le pareció mejor entre
los ríos Marañón y Orinoco feneciendo todos (1574) al rigor
de las enfermedades ó á manos de los caribes fieros '.
Don Diego Fernández de Serpa no terminó el alistamiento
de gente hasta el mes de Agosto de 1569, dejando las aguas
del Guadalquivir con tres navios y 650 pobladores con fa
milia. Su entrada fue por la costa de los Cumanagotos, fun
dando por base de operaciones población, en la boca del río
Salado, que se diera la mano con la isla Margarita. No avanzó
desde allí más de tres jornadas hacia el interior, hasta un lu
gar estratégico donde estaban emboscados los indios en gran
número, y en vano trataron de romperlos los expedicio
narios, sedientos y fatigados del camino; 186 quedaron en

1 Oviedo y Baños, Conquista de Venezuela.


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INPIAS OCCIDENTALES.

el campo con su General, siendo muy pocos los que escapa


ron á la matanza '.
Otra capitulación en 10 de Julio de 1569, por la que se dio
á Juan Ortiz de Zarate el adelantamiento y gobernación del
río de la Pla,ta, experimentó la maligna influencia general,
deteniendo el aderezo de la escuadrilla de tres naves, una za-
bra y un patax, hasta el mes de Octubre de 1572, en que pudo
salir de Sanlúcar con 300 hombres y 50 mujeres casadas ó sol
teras, gente pobre. En el Plata entraron por Noviembre del
año siguiente, comenzando á luchar en las riberas con los
indios charrúas en malas condiciones. Al poco tiempo ha
bían muerto en las escaramuzas 250 hombres ; tuvieron que
deshacer los navios Capitana y Almiranta para utilizar los
materiales; consumieron los vestidos y alimentos, acabando
el resto de la expedición extenuada *.
De cada una de las empresas ¿ Jales concurrentes á la
magna de la civilización de las Indias, en que hombres, naves
y capital se sumían en proporciones muy por encima de la
apreciación vulgar, tomaban acta la Casa de la Contratación
de Sevilla y el Consejo, deduciendo enseñanzas aplicables á
la gestión especial de cada centro.
En ambos preocupaba la frecuencia de los naufragios, no
sabiendo si atribuirlos á impericia de los pilotos ó á endeblez
é imperfección de las construcciones navales, para investi
gación de lo cual se hicieron indagaciones y dictaron reglas 5,
lo mismo que sobre los puntos que pudieran contribuir á la
seguridad de la navegación/Relativamente á los descubri
mientos se dictaron ordenanzas especiales 4, determinando

1 Hay relación del suceso, escrita por Lope de las Varillas. La he publicado por
apéndice á la obra citada de Oviedo y Baños, t. II, pág. 303. Las condiciones de la
capitulación en el mismo tomo, pág. 299.
* El Adelantado Juan Ortiz de Zarate murió de enfermedad en la Asunción el
26 de Enero de 1576. Hizo relación de la jornada Martín del Barco Centenera en
la Argentina y conquista del rio de la Plata, confuso é indigesto poema, pero depó
sito de interesantes datos históricos.
5 Real cédula del año 1573. Colección Navarrete, t. x.xn.
* En 1563; están publicadas en la Colección de documentos de Indias, t. vin, pá
gina 484; tienen 149 artículos.
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20Ó ARMADA ESPAÑOLA.

se verificaran con navios que no excedieran de 6o toneladas,


á fin de costear sin peligro; que fueran de dos en dos, lle
vando por lo menos dos pilotos y dos clérigos para conver
sión de los indios; víveres para doce meses, timones y velas
dobladas, anclas, cables y pertrechos de jarcia en abundan
cia. Á los capitanes se prohibía hostilizar á los naturales, en
cargándoles procuraran atraerlos de paz y establecer con
ellos relaciones comerciales. Á los pilotos se mandaba ter
minantemente anotar en libro la derrota, situar los bajos,
tierras, puertos, ríos con sus alturas y rumbos, tener cuenta
de los vientos y corrientes; escribir relaciones con comenta
rio y dar cuenta de todo al regreso. En las leyes y ordenan
zas recopiladas para la gobernación ', ampliando la forma
que se había de tener en los descubrimientos, al estatuir las.
obligaciones del cosmógrafo y cronista del Consejo de In
dias, se le encomendaba la clasificación de relaciones y dia
rios de los pilotos, formación del derrotero general con des
cripción y situación geográfica de los lugares; cálculo de los
eclipses de luna é instrucción para observarlos donde fueran
visibles, así como cualquier otro medio adecuado para deter
minar la longitud; escribir la historia con la precisión y ver
dadposible, y hacerla separadamente de la naturaleza de los
paísss visitados.
Con igual solicitud se fue reglamentando el servicio de
flotas y escuadras con vista de las propuestas de los merca
deres y los informes de los Generales *, dejando á éstos la
facultad de publicar por bando las prevenciones para cada
campaña ó viaje con arreglo á las instrucciones superiores.
Nombrado el General de armada, empezaba por prestar ju
ramento y pleito homenaje; alzaba bandera con pífano y

1 Año 15"i. Publicadas en la Colección de documentos de Indias, t. xvi, pág. 376..


! Varios hay en la Dirección de Hidrografía, de los años 1560 a 1569, en la Co
lección Navarrcte, tomos xxi y xxn, con cartas é informes de los generales Nicolás
de Cardona, Alvaro de Bazán , Pedro de las Roelas, Pedro Menéndez de Aviles,
Alonso de Bazán, Bartolomé Menéndez, Pedro Sáenz de Venesa, Bartolomé Ca-
rreño, Juan Tello de Guzmán, Antonio de Aguayo, Juan de Velasco de Berrio,
Cristóbal de Eraso, Sancho de Archiniega, Pedro de Gamboa, Bernardino de Cór
doba y Diego Flores de Valdés.
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INDIAS OCCIDENTALES. JO7

atambores para alistamiento de la gente; hacía visitar y sellar


las cartas de marear, astrolabios, ballestillas y agujas; exami
naba á los marineros y artilleros en lo referente á sus oficios;
celaba el armamento y preparación de los galeones que ha
cían la escolta bajo su mando. A las naos de comercio obli
gaba á llevar artillería y armas Con arreglo á ordenanza y ca
pacidad; no consentía embarcar pasajero sin prevención, á su
costa, de arcabuz ó ballesta, con las municiones correspon
dientes.
Por las ordenanzas de flotas se fijaron las derrotas que ha
bían de seguir, los puntos de escala, fechas de la salida y or
den de navegación, clasificando los grupos por el destino.
Cada uno de éstos se componía con las naos cuyos propie
tarios solicitaban la expedición y los galeones de guerra en
que se embarcaba la plata al regreso. Iba el General en la
que servía de capitana; arbolaba insignia y tenía un segundo
jefe titulado Almirante, como Almirante su galeón. Éstos
tenían capitanes de mar y guerra y guarnición de infantería
procedente del Tercio de galeones. Un veedor general, con
los particulares, contadores y maestres de plata, entendían en
el registro y cuenta de los caudales embarcados y en lo re
lativo á contabilidad de la flota y del personal. Un auditor
general, con escribanos por subalternos, asesoraba al jefe y
cuidaba de los asuntos de su jurisdicción. Un gobernador de
la infantería embarcada tenía á su cargo el buen servicio de
ésta, y un capellán mayor lo importante á la vida cristiana.
La Casa de Contratación disponía dos expediciones prin
cipales, que salían invariablemente del río de Sevilla: la una,
llamada Flota de Nueva España, destinada al golfo de Mé
jico; la otra, denominada de Tierra Firme, á Cartagena de
Indias. Navegaban unidas hasta el mar de las Antillas; la pri
mera destacaba entonces las naos que habían de ir á Puerto
Rico y vSanto Domingo, tocaba en la Habana y seguíahasta
Veracruz, donde hacía la descarga y carga nueva; reponía
los víveres y volvía á la Habana para unirse á la otra antes
de emprender el regreso. La segunda navegaba desde Santo
Domingo á Cartagena y Portobelo, para recoger los envíos
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ARMADA ESPAÑOLA.

del Perú y de Chile, remitidos á través del istmo de Panamá


y por el río Chagres; pasaba á la Habana, y verificada la
unión con la flota de Nueva España, desembocaban juntas
por el canal nuevo de Bahama '.
Una y otra tenían buques ligeros llamados naos de aviso,
que situaban en crucero en los puntos convenientes, para
saber con anticipación la presencia de las escuadras enemi
gas, y á más eran esperadas al regreso, en las inmediaciones
de las islas Azores, por la armada de la guarda de la ca
rrera de Indias.
En la Capitana y Almiranta de las flotas no era permi
tido embarcar ninguna especie de mercancía bajo fuertes
penas, á fin de que estuvieran constantemente en disposición
de pelear, que era su destino, auxiliando á los galeones de la
escolta.
El General navegaba á la cabeza de las flotas, y el Almi
rante en la cola para ayudar, asistir y defender en caso ne
cesario á las naos.
Al regreso en España, se abría residencia pública al Gene
ral por espacio de treinta días, por si hubiera quejosos de
abuso de autoridad, y además se le hacía otra residencia se
creta con presencia de los diarios y consideración de los su
cesos. Si por su culpa tomaban los enemigos alguna nao, in
curría en pena de muerte y perdimiento de bienes.
La distinta clase y marcha de las naves de comercio, su
número á veces muy crecido, la excesiva carga y mala dis
posición, hacían largos y enojosos los viajes en que todos los
navios tenían que sujetarse á la marcha del más pesado \

• Publicáronse las derrotas de galeones y flotas en el Anuario de la Dirección t/e


Hidrografía, año v, 1867.
* El oidor Eugenio de Salazar describió su viaje en flota á la isla de Santo Do
mingo, el ano 1573, en carta humorística, joya de la literatura. La reproduje en
las Disquisiciones náuticas, t. 11, pág. 178.
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Pera Menéndez de Aviles.


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XIII.

PIRATERÍAS.

1560-1571.

Contrabando.—Hugonotes.—Se establecen en la Florida.—Los ataca y degüella


Pero Menéndcz. — Construye fortalezas.— Funda poblaciones. — Persigue el
corso.—Mala fe de Catalina de Medias— Ordenanza severa de Felipe II.—Ve
leidad de ios indios.—Empresas de corsarios y negreros ingleses.—Los favorece
la reina Isabel, cobrando parte de las utilidades.—Los condena en público.—
Viajes de Hawkins.-Combate de Veracruz. — Se vende.—Intentos de justifica
ción.—El P. Las Casas y su libro.-Compañías ó Asociaciones piráticas.—Ar
man escuadras contra las de la guarda de flotas.

on la organización de las flotas y armadas de guar


da, que obligó al corso á buscar la segunda de sus
fases ', tuvo en las Indias considerable desarrollo
el comercio clandestino. Lo empezaron los franceses
conduciendo hierros, paños y bujería, que cambiaban
por cueros crudos, azúcar, brasil ú otros productos de
la tierra; lo siguieron los portugueses llevando negros de
Guinea, solicitados por los mineros y agricultores; y siendo
beneficioso para las dos partes contratantes, tolerado ó no
por los Oficiales reales, se hizo tanto más incitante cuanto
más se reducía la expedición de las flotas, insuficiente para
surtir de artículos de primera necesidad á los españoles es
parcidos en el Continente y en las islas. Ellos, los colonos,
eran, pues, los que alentaban y sostenían ese comercio, faci-

1 Tomo i. rnp. x*.


TOM° II 1*
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ÍIO ARMADA RSPANOt.A.

litando el acceso á los navios, proporcionándoles puerto y


pilotaje, encargándose de hacer los alijos, y despistando á los
guardacostas, llegado el caso de irles á los alcances. Bajo la
dirección de mercaderes ó especuladores de las Indias
aprendieron los extranjeros á conducir los géneros en gran
des navios armados, que anclaban en cualquier puerto se
guro, pero no poblado, y desde él expedían el cargo y reci
bían la equivalencia en lanchas, sin escándalo ó sin que se
dieran por entendidas las autoridades.
Alguna que otra vez ocurrían choques originados por la
mala fe, ordinaria compañera de los negocios ilegales. Ya
porque la codicia se imponía, ya porque la ocasión tentaba,
ni los franceses hacían escrúpulo en la presa de cualquiera
embarcación que atravesaba su camino, ni los españoles te
nían reparo en degollar á los corsarios que saltaban en tierra
buscando ganado ó frutas.
La mayor parte, si no todas estas embarcaciones, iban tri
puladas por hugonotes de Bretaña y Normandía, propagan
distas exaltados por la persecución en su patria, é inducidos
por el almiranteGaspar de Coligny, jefe del partido protestan
te, al que contribuían con el diezmo de lo pillado'. Abierto el
apetito á medida que más provecho les producía el ejercicio
de la profesión, proyectaron el establecimiento sólido de su
gente en alguno de los puertos de Indias que les sirviera de
refugio, depósito, carenero y base de operaciones en mayor
escala parala explotación del mar de las Antillas á costa de
los colonos españoles.
Justamente por entonces había levantado la mano en la
población de la Florida D. Tristán de Luna, trabajado por
la adversidad y abandonado de la gente; fracasó después ii

1 «Les catholiques et les protestants étaient comme deux nations ennemies en


présence sur le méme sol mais, dans les rixes qui éclataient par tout et sans cesse,
tout l'avantage était pour les catholiques, beaucoup plus nombreux (como
de 10 á uno).
»Iis avaient arme une e.NCadre de corsaires qui infestaient l'Océan. pillant les na-
víres de tjutes les nafions catholiques.» Henry Martín, Hhtoirt de Frailee, ijua-
fiomc r<iitK>n, fr>nt"> ix, pages ?oi 2.)?.
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PIRATERÍAS. 211

expedición del general Ángel de Villafañe, que corrió la


costa reconociendo los ríos de Santa Elena y Jordán, de 33
á 35o de latitud, con pérdida de dos fragatas y 24 personas
(1561); y mientras en Méjico se consultaba al Rey si conve
nía ó no proseguir la urbanización en aquella tierra pobre,
anegadiza y fría, y fortificar los surgideros, se había parali
zado el envío de gente. Los hugonotes juzgaron ser la Flo
rida, y en ella el río y cabo de Santa Elena, lo que necesita
ban, porque, fortalecidos en la desembocadura del canal de
Bahama, paso preciso de las flotas de Nueva España y de
Tierra Firme al venir á Castilla con la plata, tendrían exce
lente puesto de caza á la espera. Con esta mira salió de
Dieppe uno de los corsarios, Juan Ribaud \ guiando dos
rambergas; y pareciéndole lugar á propósito la boca del río
Santa Cruz (hoy Ediscowe), construyó un fuertecillo de
madera, á que dio nombre de Charles-Fort, y regresó muy
satisfecho á dar cuenta de la ocupación, dejándolo guarne
cido con 30 hombres.
Al poco tiempo se cansaron éstos de sufrir privaciones y
trabajos; divididos y desazonados, dieron muerte al capitán,
y en un navichuelo emprendieron la navegación á Francia con
tal necesidad, que hubieron de matar á dos de los compañe
ros para sustentarse con los cuerpos y no perecer todos.
Inmediatamente preparó en el Havre el almirante Coligny
segunda expedición con una galeaza de 200 toneladas, cons
truida expresamente para guerra, con 10 piezas de bronce, á
más de las de hierro, falconetes y versos; un navio de 120 y
otro de 80, á propósito para exploraciones; 300 hombres de
mar y guerra, y dos piezas de gran calibre para montar en el
fuerte. Por capitán eligió á Rene de Laudonniére; por se
gundo, á Tomás Bassour, ambos de la jornada anterior, cor
sarios prácticos. Dieron velas el 23 de Abril de 1564, lle
gando con felicidad á su destino, y aquí,empezó de nuevo la
colonización francesa.
Contra el orden seguido hasta ahora, dejo por principio la

1 Ó Ribault, en iS-de Febrero de 156J/


Instituto de Historia y Cultura Naval

213 ARMADA ESPAÑOLA.

epopeya á cargo de un historiador reputado, que por creen


cias y sentimientos se identifica con los héroes ':
«Laudonniére—dice—fabricó, al Sur del fuerte antiguo,
otro en el río San Mateo, que denominó la Carolina; hizo
alianza con los jefes indígenas y promovió la población; la
indisciplina amargó el fruto de estos felices principios: amo
tinada la gente, dedicóse, contra la voluntad de los jefes, á
excursiones de corso, provocando á los españoles de las An
tillas, y atrajo sobre la naciente colonia borrasca asoladora.
En los momentos en que Ribaud había llegado de Dieppe
conduciendo 300 colonos con las familias, hijos, ganado, ins
trumentos, una escuadra regida por Pedro Meléndez de
Avila (Pero Menéndez de Aviles) desembarcó cuerpo de
tropa; sorprendió á la Carolina y exterminó á los colonos,
sin distinguir sexo ni edad. Laudonniére pudo hacerse á la
mar con dos navios; los otros naufragaron en la costa con
temporal, teniendo los tripulantes que rendirse á los españo
les mediante capitulación, indignamente violada. Menéndez
degolló á Ribaud con todos los compañeros, en suma de 800
á 900 (Septiembre de 1565), é hizo colgar los cadáveres con
letrero diciente: «Ahorcados, no por franceses, sino por he-
»rejes luteranos.»
»Conocido el suceso en Francia, así el almirante Coligny
como el partido hugonote en masa, demandaron venganza,
consiguiendo que la Corte hiciera á Felipe II reclamaciones
que no se tomaron en serio; porque, si bien Ribaud y Lau
donniére procedieron en las expediciones con autorización y
orden del Rey, Catalina tuvo la cobardía de negar toda par
ticipación en la empresa de la Florida al mostrarse el Sobe
rano de España quejoso contra la usurpación de sus imagina
rios derechos en aquel país '. Desde luego se supuso (¿por los

1 Mr. Henry Martín, antes citado, t. ix, pág. 285. Tuvo a la vista una relación
escrita por Laudonniére, que se publicó en los .Archives curieuses. En 1586, después
de su muerte, salió d luz otra, titulada Historia notable de la Florida, conteniendo los
tres viajes hechos á la misma por capitanes y pilotos franceses.
* Asi fue en efecto: véanse los Papeles del Cardenal Granvela, doc. lxxiv,
año 1565-
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piraterías. ar3

hugonotes?) que los Guisas y sus amigos informarían á Fe


lipe II de los preparativos de Ribaud, y que Menéndez
combinaría su ataque con los avisos recibidos de Francia.
»Un caballero gascón, Domingo de Gourgues, equipó tres
navios pequeños á su costa, burlando la vigilancia de Mont-
luc, que tenía órdenes de oponerse á estas correrías; salió de
Royan, con un puñado de valientes, en 22 de Agosto de 1567;
desembarcó en la Florida; llamó á sí á los salvajes, que que
rían á los franceses tanto como detestaban á los españoles;
sorprendió á su vez á la Carolina y á los dos fuertes construí-
dos por Menéndez, y trató á los españoles como ellos á los
compañeros de Ribaud. Los vencidos fueron ahorcados en
los árboles, poniendo á los cuerpos leyenda: «No por espa
ñoles, sino por asesinos.» De Gourgues se vino a Francia,
después de arrasar los fuertes (Junio de 1568); fue recibido
casi como reo de Estado, y en poco estuvo que no lo entre
garan á Felipe II en recompensa de su acción generosa.»
Hasta aquí el relato sucinto de Mr. Martín, en el que es
bueno anotar, ante todo, que entre franceses, aun siendo
hugonotes y corsarios (digámoslo así), se hacían sentir la dis
cordia y la indisciplina. En segundo lugar, hay que advertir
la contradicción en que incurre, no sólo con otros escritores
franceses, mas consigo mismo. Declara que el almirante
Coligny, de tiempo atrás, tenía en las Antillas escuadra de
corsarios en preparación del ataque del archipiélago, y que
la ocupación de la Florida era un paso dado para la realiza
ción del objetivo. ¿Cómo, pues, dice que, contra la voluntad
de los jefes, provocaron á los españoles algunos marineros
amotinados, dedicándose al corso en plena paz?
Hay cartas oficiales avisando la entrada en Puerto Caballos
de dos naos y dos pataches franceses (1558), que pusieron á
rescate la población después de haberla saqueado y muerto
á los vecinos que opusieron resistencia; de naves apresadas
en las aguas de Chagres, Campeche, Santo Domingo, Puerto
Rico, Cartagena, Nombre de Dios, Azores, Canarias y Cabo
de San Vicente; de combates en que los Generales de la
Guardia rindieron con pérdida á varios de estos navios, por-
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¿H ASMADA ESPAÑOLA.

que, conocedores de la pena, los hugonotes se defendían


como desesperados; de los nombres de los barcos, de los ca
pitanes, de los puertos en que se armaron ', se tiene noticia,
todo ello en los años de 1558 á 1568. ¿Qué órdenes ó qué
oposición eran las de Montluc entonces? Sin duda las que
han publicado MM. Charles et Paúl Bread ', por las que se
viene en conocimiento de que entre los armadores en corso
se contaba á Frangoys d'Epinay, sieur de Saint-Luc, barón
de Crévecceur, Teniente general, Chambelán del Rey, reci
biendo del arsenal de la marina artillería y municiones; «por
que, si bien estas empresas no tenían aprobación ostensible,
estaban estimuladas».
No era la vez primera, ni fue la última, en que Catalina de
Médicis autorizara expediciones piráticas y entregara luego
i los autores á la justicia del ofendido; no por cobardía, por
sagaz política lo hacía, alejando del reino subditos turbulen
tos y enojosos !, desembarazándose de ellos si se dejaban
prender, y causando en tanto daño á la nación rival con pro
vecho de la suya por el procedimiento proverbial de tirar la
piedra y esconder la mano. A las observaciones ó demandas
de los Embajadores españoles respondió siempre la corte de
Francia en iguales términos, por lo cual, en las instrucciones
reales á los generales de Armada, se incluía ésta:
«Porque somos informados que en la carrera de las Indias
y en la costa desde Málaga al Cabo de San Vicente andan
algunos navios de corsarios, así franceses como ingleses y
escoceses, procurando de robar lo que á aquellas partes va y

1 En la Colección de documentos de Navarrett, tomos xxi, xxn y xxv, y en la de


Satis de Barutell, art. 6.° La Biblioteca marítima del primero, t. III, pág. 36, contiene:
Información hecha en Veracruz á 21 de Julio de 1571 de la defensa de la nao *Nuestra
Señora de Ayuda*, procedente de la isla Española para España,y barloada hasta tercera
vez por tres navios corsarios franceses sobre-el puerto de Yaguama, que alfin la apresa
ron por haber muerto su maestre Asensio Hernández y ocho hombres más, y estar heri
dos otros ocho.
* Documents rclatifs a la marine normande et a ses armements aux xvi" et xvil* sii-
des. Rouen, 1889.
3 Los que llevó Ribaud, según el embajador veneciano Donato, eran *veníurieri,
per non dír vagamondi». Cárdenas distingue más: «Era la gente (dice) condenada
á muerte, á galeras ó á presidio.»
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PIRATERÍAS. **5

viene, y también lo que va de Levante á Poniente, lo cual es


en deservicio de Dios nuestro Señor y nuestro, y contra las
paces que están asentadas entre nos y los Príncipes de aque
llos reinos, y porque los tales corsarios de derecho deben ser
ahorcados como robadores y contravenidores de los concier
tos hechos «y contra la voluntad de sus Reyes y señores
naturales», mando que si pudiese haber algunos de los di
chos corsarios y le constare que lo son, proceda contra ellos
y los castigue conforme á justicia, ejecutando luego en la
mar con todo rigor, que para lo hacer se le da poder cum
plido» \
Salvajes afectos á los franceses había realmente, como los
habia que buscaban á los hugonotes escondidos en la .selva
para entregarlos á los españoles. Tiempo es de referirlo.
Los Guisas, que (dicho sea de paso) motivos tenían para
estar á devoción de D. Felipe, no se molestaron en ponerle
al corriente de lo proyectado para ocupación de la Florida;
informábale desde París D. Francés de Álava, y de lo que
se hacía en los puertos D. Juan de Acuña, gobernador de
Guipúzcoa, que al efecto tenía sus agentes '. Conoció, pues,
los propósitos del almirante Coligny á tiempo en que tenía
capitulada con Pero Menéndez de Aviles 3 la población de
la Florida en términos generales; y variando por consecuen
cia los presupuestos, acrecentó la armada y modificóJas ins
trucciones, mandándole salir á la mar prontamente, impedir
el acceso de la Florida á los franceses, y echarlos de allí en
caso de que se hubieran anticipado.
Pedro Menéndez de Aviles, caballero de Santiago, per
sona de arraigo y reputación, navegaba desde muchacho;
fue como Consejero á Inglaterra en la armada que condujo
á D. Felipe para su casamiento; le trajo desde Flandes á Es
paña; mandó una armada del Canal de la Mancha, dando es
colta á las naves de Cantabria y á las inglesas; llevó muchas
veces á Zelanda soldados y dinero; tuvo afortunados en-

1 Colección Navarrele, t. xxxix, año 1561.


1 Colección Navarrete, t. xiv.
3 En 20 de Marzo de 1565.
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»lC ARMADA ESPAÑOLA.

cuentros con corsarios, y mandaba últimamente flotas de


Indias alumbrado de buena estrella. La población de la
Florida había tomado por su cuenta, empeñando en prepa
rativos y alistamientos el caudal.
De Cádiz salió el 29 de Junio de 1565 con el grueso de la
armada, ó sea un galeón y 18 naves, dejando órdenes para
que lo hicieran de Aviles, Gijón y Santander las embarcacio
nes menores y las de transporte \
A pocos días de dejar las Canarias se dispersó la escuadra,
quedando un patache en conserva del galeón capitana, y
próximo á Puerto Rico sufrió de huracán mucho daño, des
arbolado, sin conservar más que el palo macho. Tuvo que
arrojar al agua parte de la artillería y efectos. De las otras
naves, una volvió á Canarias haciendo agua; cinco navegaron
juntas con el almirante Esteban de las Alas hasta cruzar el
rumbo del huracán, con el que creyeron perderse; libráronse
cada una de por sí, muy trabajadas, y con pérdida de la carga
en parte, y cuatro se reunieron en Puerto Rico con su Gene
ral, teniendo el sentimiento de no hallar en la isla ni en la de
Santo Domingo, adonde fueron, jarcia ni palos con que reem
plazar los de la avería del huracán; mas como allí tuvieran
nueva de haber llegado á la Florida la expedición francesa
de Ribaud, por no darle tiempo á fortificarse no quiso Me-
néndez perderlo en esperar á las otras naves extraviadas ó en
proveerse de materiales, pensando que con los hombres de

1 Las de Cádiz eran: galeón San Pclayo, de 1.000 toneladas, capitana; dos chalu
pas de 100; cuatro carabelas de 50 á 100; una galeota de 18 bancos; un bergantín
de 11; las demás pequeñas. Las de Aviles, Gijón y Santander, también de poco
porte, destinadas á llevar provisiones, sumaban 16 y embarcaron 2.646 personas,
contados los labradores é industriales, mujeres é hijos. Iban á su bordo ganados,
semillas, instrumentos de labranza. Narraron los sucesos de la expedición D. Ga
briel de Cárdenas (Rodríguez Barcia), Ensayo cronológico para la historia general de
la Florida; D. Jacobo de la Pezuela, Historia de la isla de Cuba; D. E. Ruidiaz y
Caravia, La Florida y su conquista y colonización. Hay relaciones sueltas, una publi
cada en la Colección de documentos de Indias, t. XI, pág. 441. Sigo con preferencia á
los documentos oficiales de la Colección Navarrelc, t. xiv. Entre ellos hay declara
ción de un prisionero francés de la escuadra de Laudonniére. De las historias se
deja recomendar la de Mr. John Gilmary Shea, Spanish Exploration and settlemens
in Américafrom thefifteenth to the seventeenth century.
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PIRATERÍAS. »17

armas tomar, que á la sazón tenía, bastaba para ocurrir á lo


más preciso. Navegó, por tanto, en demanda del cabo Caña
veral, y siguió reconociendo la costa hasta los 29o de latitud,
donde halló puerto, y en él surtas cuatro naves, las dos con
insignias de capitana y almiranta.
Contábanse cuatro días de Septiembre: al avistar los fran
ceses á los recién llegados dieron velas, cambiando algunos
cañonazos y tomando el largo, sin que el galeón pudiera se
guirles por su escaso andar con los palos provisionales. El
adelantado Menéndez, habiéndolos perdido de vista al ama
necer, continuó navegando al Norte hasta un puerto que
nombró de San Agustín, y le pareció á propósito para el
desembarco de la gente. Los indios le recibieron de buen
semblante, manifestándose dispuestos á auxiliarle contra los
franceses, sus enemigos, empezando por informar de los lu
gares y posiciones que ocupaban, de sus fuerzas de mar y
tierra, y entidad de algunas tribus con las que tenían hecha
alianza.
Pocos días bastaron al desembarco de efectos y construc
ción de un fuerte, que se artilló y puso en estado de defensa
por fundamento de la colonia nueva de San Agustín. Ue allí
despachó Menéndez las dos chalupas de á 100 toneladas para
pedir caballos en Santo Domingo, quedándose con el galeón
y los dos navios pequeños, aunque supiera que los enemigos
disponían de nueve. Aun más: como todos ellos llegaron á
batirle por mar, juzgando que se habrían reforzado y dejarían
poca gente en el fuerte, formó el plan atrevido de salirse del
suyo confiándolo á la gente menos útil, y sorprender al lute
rano caminando por tierra.
Poniéndolo por obra, escogió 500 hombres, los 300 arca
buceros, el resto piqueros y rodeleros, haciendo cargar á
cada uno seis libras de bizcocho y marchando por ciénagas,
guiados de los indios, con temporal de aguas, atravesando
ríos y esteros, ó excusándolos con largo rodeo, caminaron
más de 15 leguas, dejando rezagados ico hombres menos
sufridos que los demás.
En la alborada del 20 de Septiembre llegaron á las inme-
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SIg ARMADA ESPAÑOLA.

diaciones del fuerte sin ser sentidos; sorprendieron al centi


nela y se entraron de rondón por la puerta, señoreando la
plaza sin tener más que un herido leve. Murieron en la re
friega 102 franceses y otros 10 más de los que escaparon en
camisa al monte, tirándose desde los parapetos; pero aun se
salvaron unos 6o á nado, embarcando en tres navios que es
taban al ancla en el rio. Mujeres y niños se prendieron más
de 70, y el Adelantado ofreció á los de las naves entregárse
los y darles salvoconducto para que con una de éstas se fue
ran á Francia, rindiendo las otras dos.
No admitieron el partido, por lo que se les hizo fuego con
sus propios cañones, echando á fondo el mejor de los navios:
los otros dos se dejaron ir río abajo, cortadas las amarras,
llevándose á Laudonniére, gobernador del fuerte; á Jaques
Ribaud, hijo de su jefe, con algunos oficiales. En el fuerte, á
que dio el Adelantado nombre nuevo de San Mateo, se halló
gran depósito de armas, provisiones, ropas, mercancías de
rescate, granos, y en construcción adelantada una galeota
grande y un bergantín.
Quedó por gobernador el capitán Gonzalo de Villarroel
con 300 soldados, y el General se volvió con los 100 á San
Agustín, pareciéndoles mil veces más largo y penoso el ca
mino, haciéndolo sin el peligro que les estimulaba á la ida.
Durante su ausencia había tomado el almirante Diego Flores
de Valdés una fragata muy buena, abandonada por los lute
ranos, á quienes el temporal obligó á separarse del puerto.
Unos días después avisaron los indios á Pero Menéndez
que por efecto de la borrasca habían naufragado los navios,
y muchos de los franceses estaban en la playa, seis leguas
distantes. Se dirigió el General con los bateles en su busca,
y enviáronle un parlamentario, proponiendo condiciones para
rendirse. Según refirió, habían salido de su puerto cuatro ga
leones y ocho pinazas de 24 remos con 600 hombres al mando
de Juan Ribaud, acompañándole Mr. La Grange y otros ca
balleros, con propósito de dar batalla y deshacer á los espa
ñoles. Batidos por el temporal, se habían estrellado en los
bajos tres de los galeones, salvándose á nado los que allí és-
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piraterías. J19

taban, que eran 140, porque los salvajes habían cautivado ó


muerto una mitad.
«Respondíle, escribió Menéndez ', que las armas me podían
rendir y ponerse debajo de mi gracia, para que yo hiciese de
ellos aquello que Nuestro Señor me ordenase; y de aquí no
me sacó ni sacara si Dios Nuestro Señor no esperara en mí
otra cosa; y ansí se fue con esta respuesta, y se vinieron y
me entregaron las armas, y híceles amarrar las manos atrás y
pasarlos á cuchillo; sólo quedaron 10 (por ser católicos).»
Tras la tremenda ejecución siguió las huellas del jefe an
dante por las playas con otros 200 hombres, sin recursos.
«Salvé la vida á dos mozos caballeros de hasta diez y ocho
años, y á otros'tres que eran pífano, atambor y trompeta; á
Juan Ribao con todos los demás hice pasar á cuchillo enten
diendo que ansí convenía al servicio de Dios Nuestro Señor
y de V. M. Y tengo por muy principal suerte que éste sea
muerto, porque era el más platico marinero y cosario que se
sabía, y muy diestro en esta navegación de Indias y costa de
la Florida, y tan amigo de Inglaterra que fue nombrado por
Capitán general de la armada inglesa contra los católicos de
Francia en la guerra pasada» \
Unos cuantos que no quisieron entregarse sin seguro de la
vida, más los escapados del fuerte y de algunas galeotas,
componiendo entre todos una centena, quedaron entre los
salvajes, como resto de expediciones calvinistas, y á éstos, los
indios fueron entregando poco á poco por congraciarse con
los vencedores. Por trofeos ganó el Adelantado dos pinazas
muy buenas, bateles y embarcaciones menores, la artillería
de bronce de las que naufragaron en la costa, y dos navios es
pañoles que tenían rendidos, habiendo echado la gente al
mar, razón que extremó la severidad, de Pero Menéndez.
Del fuerte de San Mateo disfrutó poco tiempo por haberse
incendiado con descuido del presidio.
La falta de vitualla le obligó á embarcarse para la Habana,

1 Carta al Rey, fecha en el fuerte de San Agustín á 15 de Octubre de 1565.


1 La misma carta.
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jjo ARMADA ESPAÑOLA.

haciendo la navegación por dentro de los arrecifes, donde


descubrió, como pensaba, haber revesa de corriente de la
del canal, favorable, por consiguiente, á su camino. En la
Habana temían por él; Pero Menéndez Márquez, su sobrino,
y Esteban de las Alas, llegaron con los navios de Canta
bria, gente y municiones, con que se aliviaron las necesida
des. Otro refuerzo de 1.500 hombres con 15 naves llevó el
general Sancho de Achiniega en 1567; pero habiendo de cu
brir con él bajas en los presidios de Cuba, Puerto Rico y
Santo Domingo, alcanzó poco á la Florida, donde ya el Ade
lantado había construido un tercer fuerte en Santa Elena,
nombrado San Felipe, reconocido y descrito 300 leguas de
costa, y explorado el país hacia el interior con expediciones
que además llevaban por objeto el acallar el descontento de
los soldados y tener á- raya á las tribus de los indios ene
migos.
Pasado un año llegó á la costa Domingo Gourgues, gascón,
que había remado en galeras españolas, con tres navios y 280
hugonotes, componiéndose con los referidos indios para sor
prender, como lo hicieron, al fuerte de San Mateo, matando
á casi todos los de la guarnición, ahorcando de los árboles á
los prisioneros, no sin pérdida suya, y de una de las naves.
Embarcó en las otras dos la artillería, y dio vuelta á Fran
cia (1568) antes que acudiera gente de los otros fuertes '.
Lo mismo que de Gourgues, estaban poseídos del espíritu
de venganza otros corsarios hugonotes: Laudonniére, Bour-
going, Cacheuf, Parent, Beautemp, algunos de los cuales
pagaron con la vida las fechorías, aunque por lo regular

1 En esta parte es exacta la narración de Mr. Martín; las cartas del Adelantado
al Rey lo corroboran, diciendo: «A los indios, mis amigos, que son los que han
dado á V. M. la obediencia, les hacen gran guerra los amigos de los franceses por
la amistad que conmigo tienen , porque aquellos indios, en lo general, son mas
amigos de los franceses, que los dejan vivir con libertad, que no míos ni de los tea-
tinos, que les estrechamos la vida; y más harán los franceses por esta causa en un
día que yo en un año, aunque con la ayuda de Nuestro Señor espero será lo con
trario.» Quéjase en ésta, como en las otras cartas, de estar los soldados desatendi
dos, desnudos y hambrientos. Véase Colección de documentos de Indias, t. xm, pági
nas 301 á 307.
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PIRATERÍAS. MI

no se cumplían las instrucciones del Consejo de Indias. El


mismo Pero Menéndez de Aviles, tachado de cruel, trató
con consideración á los prisioneros que se le rindieron en un
fuerte del cabo Cañaveral, llevándolos en persona á la Ha
bana '.
Llegando á una fecha en que las multiplicadas atenciones
de la política llevaban á las naves de guerra á Grecia, Italia,
Argel y Países Bajos, dejando en relativo abandono lo de más
lejos, conviene volver hacia atrás en las referencias á fin de
que aparezcan en el escenario otros actores.
Divulgadas por Europa las noticias de lo que lucraban las
empresas piráticas de Indias, con el ejemplo de los corsarios
hugonotes, pensaron ensayarlo por sí solos sus vecinos y au
xiliares los ingleses, adiestrándose en el aprendizaje; esto es,
empezando por alargarse hasta las costas de Galicia (1564),
y robar las naves españolas, portuguesas y flamencas. Pre
sentó en Londres el Embajador de España reclamaciones de
agravio, con pruebas de haber sido actores del delito
dos caballeros nombrados Tomás Stucle y Tomás Co-
ban, que sirvieron para hacer descubrimientos muy cu
riosos; á saber: que lord Coban, hermano de Tomás, su
mujer, camarera mayor de la Reina, y otros personajes de la
Corte, tenían participación ó interés en las jornadas, á que la
Reina misma no era ajena J. Desautorizó, sin embargo, en
público á los culpables, haciéndolos condenar por el Tribu
nal, á reserva de que no tuviera ejecución la sentencia, antes
bien, armando poco después (1565) un marinero de crédito,
Jhon Hawkins 5, nave de 800 toneladas con 24 piezas de ar
tillería y 140 hombres, tres navios más de mediano porte y
dos bergantines, corrió la voz de haber salido de las arcas
reales los fondos requeridos, por tan considerable equipo, y

1 Á la Habana enviaba igualmente á los que exceptuó del degüello, embarcán


dolos en su galeón San Pelayo, y una vez en la mar se alzaron, en inteligencia con
algunos marineros levantiscos, mataron al maestre y gente fiel, y navegando hacia
Europa, fueron á parar á la costa de Dinamarca. Cárdenas. Ensayo cronológico.
' Cabrera de Córdoba, t. i, pág. ')io.
Nombrado Aquines por los españoles.
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121 ARMAPA ESPAÑOLA.

lo cierto es que, habiendo exigido á Hawkins, siempre por


ingerencia del Embajador de España, fianza de no ir á Indias,
á Indias fue, haciendo excursión beneficiosa á la manera
mixta en los sistemas portugués-francés '.
Navegó desde Plimouth á Guinea, donde por fuerza de
armas tomó 400 negros: tocó en las islas Dominica y Desea
da, para proveerse de agua y leña; se llegó á la Burburata,
donde el Gobernador, sin medios que oponerle, trató de cu
brir las apariencias conviniendo en que hiciera demostración
de fuerza y negociación siempre que no hiciera daño al país.
Desembarcó, en efecto, 200 hombres y unas piezas de cam
paña con que rompió el fuego, y contentóse con que le com
praran 140 de los esclavos á buen precio. De allí corrió la
costa al río del Hacha, Cartagena y otros puntos, donde ven
dió el resto de los negros por los mismos procedimientos;
cargó de cueros al pelo; se entretuvo unos quince días espe
rando á la flota de Nueva España por ver si al paso podía
tomar algún navio, desembocó por el canal de Bahama,
tocando en la Florida, donde vendió á los franceses una ca
rabela y barriles de harina, y redondeado su negocio, ha
ciendo cuentas exactas en Inglaterra, halló haber ganado la
compañía 60 por 100 del capital, y eso poniendo partidas
de pesos pagados á gobernadores españoles por su condes
cendencia.
En segunda expedición (1566) obtuvo utilidad superior
por la práctica que en los oficios de negrero y pirata iba ad
quiriendo, y el acuerdo de los asociados de reducir los gas
tos al apresto de las naves y de suplir cualquier otro con el

1 Hago caso omiso de piraterías menudas en el G&nal de la Mancha, donde, se


gún consta por los documentos oficiales ingleses publicados en el Calendar of State
papers, empezaron á escandalizar en Europa el año 1559, por haberse comprobado
que ejercitaban la piratería las naves de la Reina encargadas de reprimirla. Hicié-
ronse informaciones en Amberes, Ostende, Fécamp, Dunquerque y I ;sboa, decla
rando los maestres despojados, y de resultas hubo muchas reclamaciones al Go
bierno inglés, de 1561 á 1571, sin obtener más que buenas palabras, antes bien,
habiendo apresado la escuadra española, sobre las islas Azores, á cinco navios
ingleses infraganti, intercedió el Embajador cerca del Rey para"que tuviera consi
deración con aquellas pobres gentes.
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PIRATERÍAS.

empleo de los'cañones y los arcabuces. Sin embargo, Havv-


kins y Stucle, con la mira de granjeria menos trabajosa, pro
pusieron sus servicios al rey D. Felipe mediante olvido de
lo pasado y ciertas indemnizaciones que consideraban razo
nables, entre ellas el pago de ciento y tantos negros deteni
dos en el viaje último á Santo Domingo '.
Solía el hijo del emperador Carlos V admitir, y aun
proponer por mediación de agentes, tratos semejantes que
ponían ásu devoción ministros, consejeros, miembros de Par
lamento, capitanes y personas insignes, y teníalas á sueldo,
con gran reserva, en Inglaterra, en Francia, en Roma, en
Alemania y hasta en Constantinopla y en Argel, con la
particularidad de que, no alcanzando los fondos para la
paga de los soldados y marineros en campaña (no digamos
nada de obras públicas), por rareza dejábase de satisfacer
'con relativa exactitud las nóminas secretas, con que se aqui
lata el nivel moral de aquellos buenos tiempos pasados; mas
porque las exigencias de Hawkins fueran exorbitantes, ó
por otra razón desconocida, por entonces (más adelante sí),
no desistió el consocio de Isabel del negocio de negros, pre
parando,, por lo contrario,, expedicrón de mayor cuantía: nue
ve navios *, los cuatro de propiedad de la Reina, contado el
que había de hacer de Capitana, buque nombrado Jesús, de
800 toneladas, con buena artillería de bronce, y entre todos
800 hombres. En esta jornada empezó á figurar Francisco
ürake, que ha de verse nombrado con frecuencia en lo su
cesivo.
El 14 de Septiembre de 1568 apareció la escuadra á vista
de los vecinos de Villa-Rica y Veracruz, que creyeron fuera
la flota de España, esperada por momentos; acudieron por
tanto, los Oficiales reales con un batel para recoger los des
pachos y las primeras noticias, y Hawkins aprovechó el

1 La narración está formada'con vista de la Correspondencia de Felipe II con sus


Embajadores en la corte de Inglaterra, 1558-1584.— Colección de documentos inéditos
para la Hiüoria de España, tomos l.xxxix y xc.
! En algunas relaciones se anotan diez; mas por las inglesas no eran más que
seis.
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»14 ARMADA ESPAÑOLA.

error deteniéndolos en su navio. Díjoles que habiendo salido


de Inglaterra para la Mina de Guinea, forzado por los tem
porales había tenido que arribar hasta allí con propósito de
carenar las naves y reponer bastimentos, pagándolos al pre
cio corriente. Que no causaría mal á la población facilitán
doselos, pero que en garantía de la buena fe y formalidad
de los tratos era necesario que se le entregara la isla de San
Juan de Ulua con sus baterías por el espacio que permane
ciera en el puerto. Las autoridades aceptaron las condicio
nes, no pudiendo hacer otra cosa, con lo que él surgió en el
puerto, se apoderó de las naves que había al ancla, empe
zando por la del capitán Francisco Maldonado, cargada de
vino de España, montó artillería en la isla protegiendo las
suyas, y empezó á negociar la venta de sus negros, espe
rando licencias pedidas al Virrey en Méjico.
Así las cosas, al tercer día, ó sea el 17 de Septiembre por
la mañana, se avistaron trece navios de la flota que mandaba
el general D. Francisco Lujan y conducían al nuevo Virrey
D. Martín Enríquez. Hawkins creyó habérselas con la ar
mada real que cruzaba por la Habana á las órdenes de Pe
dro Menéndez de Aviles, y encargó al Capitán de puerto
hiciera salir un batel en que iría delegado suyo para noticiar
al General lo ocurrido. Repitió la historia de arribada for
zosa desde Guinea, dando valor de estipulación á las condi
ciones que había impuesto á los Oficiales prisioneros, y pidió
confirmación y nuevas condiciones de garantías, consistentes
en la forma de entrada y situación en el puerto de las naves
de la flota con separación de las suyas, y en que no bajara
gente á tierra mientras él estuviera allí, en la inteligencia de
que, dándole los víveres, se iría luego.
Esta embajada llevó el capitán Delgadillo, dejando perple
jos al Virrey y á Lujan, en primer lugar, porque entre los
trece navios de la flota sólo la Capitana era galeón de gue
rra; por almiranta iba en aquel viaje nao de comercio muy
cargada, y aunque tenía cañones como las demás, compo
nían fuerza inferior á la de los ingleses, máxime habiendo
éstos preparado las baterías de la isla con su gente. En se-
Instituto de Historia y Cultura Naval

PIRATERÍAS. 325

gundo lugar, de negarse á parlamento, temían por la suerte


de los oficiales retenidos en rehén. Hubieron de entrar, por
tanto, en tratos y conferencias, y convinieron sin duda en
condiciones satisfactorias á los intrusos, toda vez que la flota
entró pacíficamente en el puerto el día 20 y fondeó con se
paración. Durante la noche tuvo el Virrey informes exactos
y medios de reforzar la flota con 120 vecinos de Veracruz.
De acuerdo con Lujan, pensó no había razón para guardar
palabra dada sobre aserciones falsas, decidiendo atacar á la
vez á las naves y á los defensores de la isla, y lo verificó sin
tomarlos de improviso; antes fueron ellos los primeros en
romper el fuego, con la fortuna de incendiar á la Almiranta,
que se voló, pereciendo unas veinte personas; vnas no por
ello se desanimaron los nuestros; en San Juan de Ulúa des
embarcó el capitán Delgadillo con gente de Veracruz, que
tomó por la espalda á los ingleses, acuchillándolos, y, vol
viendo los cañones hacia el fondeadero, secundaron á los
de la flota con mortífero efecto. La defensa fue enérgica,
pero no obstinada: Hawkins y Drake escaparon del puerto
en dos barcos de los menores, dejando rendida la Capitana
con tres naves más y otra á fondo. En la primera se encon
tró la vajilla de plata del Almirante, mucha ropa y 50 negros
que no habían vendido todavía.
Las noticias del suceso que hasta ahora- se conocen son
muy confusas y deficientes; consisten en relación anónima
que nada enseña respecto á los tratos entre el virrey don
Martín Enríquez y Juan Hawkins '. Cabrera de Córdoba, con
ciso y obscuro también, como de ordinario, consigna «que

1 Hállase en la Colección Navurrete, t. xxi, pág. 83, con título de Relación del su
ceso de la armada y flota de Nueva España en el puerto de San Juan de Ulúa con el
cosario Juan de Aquines, año 1568. Un romance compuesto por Alvaro de Flores,
dado á luz en Burgos en 1570, reproduje al tratar del asunto en La Armada In
vencible, Madrid, 1885, t. 11, pág. 490. El autor escribió entre otras cosas:

«Don Juan de Acle, el enemigo


De Dios y nuestros christianos,
Se quiso dar por amigo
Del General, como digo.
Con todos sus luteranos.»
TO7V! 11. 1*
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226 ARMADA ESPAÑOLA.

el peligro de los nortes que contrastaba la flota hizo al nuevo


Virrey capitular sobre seguro con Juan Aquines con recí
procos rehenes, y entró en el puerto; que el general Fran
cisco de Lujan, pareciendo que no se debía guardar palabra
á corsarios, sobre el puesto de los navios tomó ocasión de
romper con ellos. Determinó de combatirlos, y mandó que
buen número de soldados con dagas solamente entrasen á
visitar á los ingleses y los convidasen, y en el convite los
matasen.»

Parece por las indicaciones que fue este negocio de zorros


y no de leones, y el hecho es que tanto Hawkins como Drake
guardaron rencor eterno á los españoles, cargando á la na
ción la responsabilidad que tocara á las autoridades en Ve-
racruz, por lo que propalaban los resentidos como perfidia
inaudita. Véase lo que el más interesado escribió en las me*
morías á que han dado completa fe los historiadores in
gleses:
«Llegada la flota española, cambió saludo con la nuestra,
según costumbre, y empleamos dos días en ponerla de un
lado y la nuestra de otro, con tan buena fe de parte de los
ingleses como mala de los españoles, pues tomaron de tierra
un refuerzo de mil hombres, y formaron plan de caer sobre
nosotros á media noche. No sospechamos la traición hasta
observar el movimiento de la gente; y preguntando enton
ces al Virrey lo que aquello significaba, juró bajo su palabra
que nada teníamos que temer. No nos satisfizo, sin embargo,
la respuesta, recelosos de que hubiera gente oculta en un
navio de 900 toneladas que había fondeado cerca de la Mi-
gnon: despachamos nuevo emisario al Virrey, y no pudiendo
disimular más tiempo, lo detuvo é hizo sonar una trompeta,
á cuya señal cayeron los españoles sobre nosotros, y bajaron
á tierra en tanto número que la mayor parte de los nuestros
fue degollada sin cuartel; el resto pudo ganar el Jesús. El
navio que nos alarmó tenía á bordo 300 hombres, que ataca
ron á la Mignon; mas estando sobre aviso, pudo evitar el
abordaje y salir del puerto. Atacó entonces aquel navio, jun
tamente con otros dos, al Jesús, que también consiguió des-
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PIRATERÍAS. J*7

embarazarse y salir, aunque con mucha pérdida de su equi


paje-
»E1 combate fue entonces terrible; en menos de una hora
fue echada á fondo la Capitana española (!), la Almiranta
incendiada y otro navio sumergido, pérdidas que dismi
nuían mucho el daño que podrían hacer.
»Como los españoles se habían apoderado de los cañones de
la isla, nos abrasaban con ellos; los palos, vergas y jarcias del
Jesús estaban acribilladas, de modo que desesperamos de
salvarlo. Además, echaron á fondo nuestros navios menores.
Llegada la noche, mientras discurríamos cómo abrigarnos de
su artillería, dieron fuego á dos bajeles grandes, lanzándolos
sobre los nuestros, con lo que el temor se apoderó de la tri
pulación del Jesús, que lo abandonó en la mayor confusión,
desoyendo órdenes del Capitán. En fin, sólo la Mignon con
una barca de 50 toneladas, y la jfudit, se libraron, y todavía
esta última ' nos abandonó durante la obscuridad. Vímonos
solos con el buque tan mal parado que apenas se sostenía so
bre el agua, con pocas provisiones y muchas bocas, y, lo que
es peor, con división de opiniones; pues mientras unos que
rían rendirse á los españoles, preferían otros caer en manos
de los salvajes *
Omito la narración de las atrocidades que dice cometieron
los habitantes de Panuco con 114 de estos pacíficos y honra
dos comerciantes, obligados á desembarcar después de haber
consumido todo lo comestible; á fe á fe que él omitió las de
sazones que le causaba su compañero Drake alzándose con
el oro embarcado en la jfudit, el descontento de los asocia
dos por la pérdida del capital de la expedición y el rencor de
la Reina porque se hubiera dejado derrotar y la obligara á
atender reclamaciones diplomáticas disculpándose.
La lección sirvió por entonces para importunar al Embaja
dor de España interesándose por la libertad de los prisione
ros hechos en Veracruz, y responder al disgusto de su so
berana ofreciendo otra vez servicios á D. Felipe, él que

1 La que mandaba Drake.


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5?s ARMADA ESPAÑOLA.

blasonaba de honrado, con tan buen propósito de cumplir


los compromisos como ella lo tenía de hacer efectivas las
pragmáticas que dictó condenando la piratería, siendo la
mejor prueba que al publicarlas se aderezaban en los puertos
de Inglaterra hasta 50 naves destinadas á las Indias, sabién
dolo quien lo quería saber \
Negreros, contrabandistas y piratas ingleses frecuentaron
en lo sucesivo, con los franceses y portugueses, el mar de las
Indias Occidentales; se apostaron como ellos en las Azores
y Canarias, y, sobre todo, en el cabo de San Vicente, donde
hormiguearon con los otros y con las galeotas argelinas, con
currentes á la parte. Por resto de pudor, sin duda, daban
nombre de operaciones de corso á las suyas, porque no habían
de ignorar que sin declaración de guerra no tienen aplicación
exacta ni la palabra ni el concepto.
Húbolos de ingenio agudo metidos en el dificilísimo em
peño de buscar apariencias de justificación á los actos de ra
piña y sangre, por modo curioso. El R. P. Fr. Bartolomé de
las Casas, llamado apóstol, aunque más bien mereciera califi-

1 Hawkins porfió con el Embajador, Conde de Feria, para que el Rey de España
le admitiese á su servicio, y envió á la Corte proposiciones directas por medio de
su apoderado George Fitzwilliams, firmando al fin capitulación el n de Agosto
de 1571, por la que se comprometía á servir con objeto expreso de restablecer en
Inglaterra la religión católica, destruir la tiranía de Isabel, y favorecer la libertad
y derechos de la Reina de Escocia. Publicó los documentos, copiados del Archivo
de Simancas, D. Tomás González, archivero del mismo, en los Apuntamientos para
la historia del rey D. Felipe II, por lo tocante á sus relaciones con la reina Isabel de
Inglaterra. Memorias de la Real Academia de la Historia, t. vn. Madrid, 1832. Haw
kins había de presentar 16 naves, cuyos nombres y condiciones se especifican en
el documento, de porte, en junto, de 3.270 toneladas, con 420 cañones y 1.585
hombres. El Rey, por su parte, se obligaba á indulto y amnistía de las ofensas he
chas en Indias, y al pago de 16.987 ducados mensuales. De los preliminares, por
menores de piraterías, armamento de naves, declaraciones, ofrecimientos y procla
mas de la reina Isabel tratan las cartas del Embajador en el tomo xc citado de la
Colección de documentos inéditos para la Historia de España. Los historiadores ingle
ses son parcos en la materia; sin embargo, el Dr. Campbell (Lives 0/ the British
Admiráis, containing a new aecurate navalhistory. London, 1781) reconoce que «el
espíritu de piratería se desarrolló de tal modo, que la Reina, por la propia segu-
1 idad y el honor de la nación, se vio obligada á restringirlo». Camden agrega que
tuvo que enviar embajada extraordinaria á D. Felipe para excusar las piraterías,
v publicó pragmáticas contra ellas. Hállanse comprobaciones en la indicada colec
ción ó Calendar of State papen.
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PIRATERÍAS. 229

cación de abogado de los indios, hombre vehemente y utó


pico, si con celo laudable y el mejor deseo, con mal consejo
y extravío de la imaginación, escribió el libro que tituló
Destrnición de las Indias, pintura horrorosa del proceder de
los españoles como conquistadores, que muy pronto, vertida á
todas las lenguas de Europa, corrió de mano en mano en nú
mero prodigioso de ejemplares. No se fijaban los lectores en
lo que un comentador moderno ' sagazmente evidencia, á sa
ber: «que la humanidad del ardentísimo religioso no llegaba al
negro ni alcanzaba al blanco». Guardadas en la memoria las
escenas que presentaba con exageración casi siempre, con
falsedad muchas, sin pensarlo acaso, de las deducciones re
cargadas intencionalmente por los traductores, se hacían
armas contra una nación preponderante y envidiada por ende.
La crueldad, la ignorancia, la sed de oro de los españoles,
proclamadas por el buen Padre de almas, vinieron á ser fra
ses de proverbio tan extendidas y arraigadas, que al través
de los siglos tienen todavía adeptos entre el vulgo crédulo *.
Aquellas atrocidades referidas debían de sublevar los ánimos
generosos^ la sensibilidad y ternura de los hombres del si
glo xvi, en que eran excepción los castellanos.
Nada de ironía; por raro que al presente parezca, algunos
de los piratas sin bandera la cortaron por los patrones del
P. Las Casas, declarando ser lícito y meritorio destruir y des
pojar á los tiranos del Nuevo Mundo, al cual iban como au
xiliares ó aliados de los indios; por seguir la causa del débil
contra el fuerte, á vengar á los pobres caribes, á los sacerdo
tes de los ensangrentados dioses mejicanos, en buen hora,
con nobilísimo arranque, de todos modos, arrastrados por
amor del prójimo contra la perversa sed de oro estigma
tizada.
Si los castellanos resistían la merecida corrección, ¿qué re
medio? La represalia en nombre de la humanidad atribulada.

' Don Marcos Jiménez de la Espada. Apologética historia de las antiguas gentes del
Perú. Colección de libros españoles raros y curiosos, t. XXI. Madrid, .892.
1 Así Mr. Auguste Moireau, en la reciente Histoire de États. Unis de tAmirique
du Nord, enseña que los conquistadores españoles eran verdaderos bandidos.
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Í30 ARMADA ESPAÑOLA.

¡Desgraciado el que cayera en manos de los corsarios venga


dores! Ser arrojado vivo al mar sería lo menos doloroso de
su fin. Desgraciados, sobre todo, los que vestían hábito reli
gioso. Era conveniente que los españoles aprendieran lo que
es crueldad \
Entró desde entonces lo que llamaban corso en .la tercera
de sus fases. Sabido que á España condujo la flota en 1562,
cinco millones de pesos de oro *, y que progresivamente
había crecido la suma, llegando á las arcas de Felipe II por la
entidad y fuerza de las escuadras de custodia, se ideó el arma
mento de escuadras superiores, echándolas á la mar el con
curso de capitalistas ó de compañías favorecidas y estimu
ladas por los soberanos: escuadras de corsarios sin bandera,
con generales, almirantes y capitanes, conformes en cobrar
sueldo de la parte de presa que hicieran, en el concepto ex
presado por Alonso de Chaves, cosmógrafo del Emperador,
repetido á su tiempo por D. Dionisio de Alcedo, de que
España, en el descubrimiento, conquista y posesión de las
Indias, como en el uso y comercio de los tesoros de ellas, era
depositaría de la Providencia para recogerlos y tesorera de
todas las naciones para repartirlos.

1 Dando cuenta del viaje primero de Hawkins, escribía el Embajador de Lon


dres: «Trae preso á un caballero de Álava, que se llama D. Juan de Mendoza, que
en una de las islas de Indias en que estaba, por tener amistad con los ingleses, les
hizo dar agua y vitualla, y entró en su navio. Se hicieron á la vela con él, y asi, en
pago de su simplicidad, le guardan prisionero. Traíanlos muy mal, á muchos tie
nen en cadenas D. Lope de Ugarte ha muerto de mal tratamiento.» Colección
de documentos inéditos para la Historia de España, t. xc, págs. 218 á 232. De corsa
rios franceses, dice otra carta: «Traen unos tornillos como de llave para dar tormen
to: meten los pulgares hasta hacerlos pedazos.» Dirección de Hidrografía. Colección
de. Sans de Barutell, Simancas, art. 6.", núm. 76. Pero éstas son pequeneces de
principiantes; los corsarios avezados echaban vivos al agua á los prisioneros. La
misma Colección, art. 6, núm. 43.
* Memorial de servicios del general Bartolomé Carreño. Colección NavarreU,
tomo xxi.
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XIV.

ISLAS FILIPINAS '.

1564-1572.

Expedición de descubierta.—Proyecto de Urdaneta.— Instrucciones. —Salida de la


Armada al mando de Lcgazpi.—Grupos de islas nuevas.—Asiento en la de Cebú.
—Fundación.—Regreso de la Capitana.—Triunfo de Urdaneta.—El patache San
Lucas.—Navegación audaz.—Consigúese el descubrimiento.—Otra expedición.—
Crimen castigado. —Abandono de gente en las islas despobladas.—Hostilidad de
los portugueses y de los moros.—Combates.— Se regulariza la comunicación con
Acapulco.

Ás de veinte años habían transcurrido después de


la expedición desgraciada que hizo Ruy Lope de
^§ Villalobos desde la costa de Nueva España á las
islas de Poniente, sin que nave alguna surcara en
aquella dirección el mar llamado del Sur ó Pacífico,
porque, trayendo á la memoria desastres de las que guia
ron Magallanes, Loaysa, Alvaro de Saavedra y Bernardo de
la Torre, tenían los mareantes á la postrera por prueba defi
nitiva de la dificultad, cuando no imposibilidad absoluta, de
retroceder por aquel camino larguísimo, habiendo de luchar
sin intermisión con atemporalados vientos contrarios.
Don Luis de Velasco, al encargarse del virreinato de Mé
jico, trató de desarraigar esta opinión contraria al desarrollo
del comercio, reuniendo una Junta de peritos que discutiera

• ' Colección de documentos de Indias, segunda serie, tomos n y m.—Bartolomé


Leonardo de Argensola, Conquista de las Malucas.—Antonio de Morga, Sucesos de
las islas Filipinas.—Fr. Gaspar de San Agustín, Conquista de las islas Filipinas.
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231 ARMADA ESPAÑOLA.

el punto y le informara, é hiciéronlo personas de mucha au


toridad, entre ellas el General de las flotas de Indias Pero
Menéndez de Aviles, el capitán Juan Pablo Carrión y algu
nos otros pilotos ancianos que, como éste, habían visitado á
las Molucas.
Entre los pareceres había uno que se distinguía de los de
más por la convicción, por la seguridad con que afirmaba ser,
no sólo posible, sino fácil, la navegación por el Océano Pací
fico de Occidente á Oriente, razonándolo con teorías noví
simas, pero tan claras, tan lógicas, tan demostrativas por sí
solas de un profundo estudio de los movimientos atmosféri
cos, que no dudó el Virrey en acogerle y en proponer al
soberano D. Felipe que una vez más se aparejaran navios
por cuenta de la Hacienda Real, y se les encomendara la in
vestigación práctica según el plan y derrotero trazado.
Era autor del dictamen y proyecto de verificación Andrés
de Urdaneta, guipuzcoano, que sirvió en los ejércitos del
emperador Carlos V en Alemania y en Italia, alcanzando el
empleo de capitán. Había estudiado con aprovechamiento
filosofía, matemáticas y astrología, aficionándose á la mar.
Acompañó al comendador Loaysa en la jornada por el estre
cho de Magallanes en 1525; prestó excelentes servicios en
las Molucas hasta caer prisionero de los portugueses, que le
despojaron de los papeles y cartas, frutos de sus observacio
nes; estuvo designado para regir la armada dispuesta por
Pedro de Alvarado para los descubrimientos en Poniente,
pero no aceptó el cargo ni la honia que con él se le dispen
saba, deseando retirarse del mundo, como lo hizo, vistiendo
el hábito de San Agustín en el convento de Méjico, el
ano 1553. Que no olvidó en el claustro los estudios de oceano
grafía, antes bien que con ellos había profundizado la marcha
de las corrientes aér"eas, prueba al discurso que tanto des
pertó la atención de D. Luis de Velasco '.

1 Cuéntase que, habiendo hecho objeciones á su derrotero recordando el fracaso


de cuantas naves intentaron volver á Nueva España desde el Maluco, mantuvo sus
opiniones afirmando creer por ellas tan segura la navegación, que era capaz de
hacerla, no ya con un bajel, en una carreta.
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ISLAS FILIPINAS. 333

En la corte, mejor dicho, en el Consejo de indias, pareció


,io menos bien, determinándose por consecuencia el apresto
de embarcaciones en alguno de los puertos de Nueva España,
en la inteligencia de que no habían de entretenerse en hacer
contrataciones ni rescates, «porque lo principal que en esta
jornada se pretendía era saber la vuelta de las islas de
Poniente, pues la ida sabido era que se hacía en breve
tiempo» '. Habían de elegirse, por tanto, para las pruebas
personas de competencia, empezando por Andrés de LJrda-
neta, principal motor, sin que fuera óbice su profesión de
religioso, perfectamente compatible con el cargo científico
de cosmógrafo de la expedición, y se tendría asimismo presen
tes á Juan Pablo Carrión y á cualquiera otro de los prácticos
que vivieran, oyéndoles al menos ante^ de ultimar el plan.
Tratábase, pues, según el mandr.to oberano, de un viaje
en interés general de la navegación siendo todo lo demás
secundario, por lo que Urdaneta acto con reconocimiento
la designación real, aunque pudiera excusarla con sesenta y
dos años cumplidos de vida trabajosa, procediendo desde
luego á la redacción de dos Memorias: una de aplicación in
mediata, trazando la derrota que, á su juicio., había de hacer
la armada, dirigiéndose á las islas de los Ladrones, que im
portaba reconocer; de allí á Nueva Guinea, y, una vez explo
rada, remontar hacia el Norte, hacer rumbo á las tierras vis
tas por Juan Rodríguez Cabrillo en la alta California, y ver
si por allí existía algún paso hacia el Atlántico, como se sos
pechaba. El segundo parecer, de conveniencia para el caso de
salir bien con la empresa y generalizar la travesía, aconsejaba
la traslación del astillero y arsenal desde el puerto de Navi
dad, malsano y escaso de materiales, al de Acapulco, donde
se encontraba lo más necesario á las construcciones navales,
y se podría fundir artillería, forjar anclas y clavazón, obtener
los pertrechos que iban de España con gran costo por el
trasporte desde Veracruz al otro mar.
Juan Pablo de Carrión, nombrado desde luego Almirante

1 Real cédula, fecha en Valladolid á 24 de Septiembre de 1559. Archivo de Indias.


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234 ARMADA ESPAÑOLA.

de la armada, disentía en la parte referente á Nueva Guinea;


parecíale, por lo que había visto, que era tierra de poca sus
tancia por sí misma y por los negros que la habitaban, y pre
ferible dirigirse á las islas Filipinas, que prometían y estaban
á la mano de China y del Maluco.
Ambas opiniones se discutieron presidiendo el Virrey, y
volvieron á examinarse por el Consejo de Indias antes de
aprobar las bases de instrucción, la primera de las cuales era,
en respeto á lo tratado, que en modo alguno llegaran las naves
á las islas Molucas ni contravinieran al asiento existente con
Portugal. Acordaron las demás el Presidente y Oidores de la
Audiencia real de Nueva España, por fallecimiento del Vi
rrey, componiendo reglas meditadas, precisas, minuciosas, en
que se fijaban hasta los rumbos que en ida y vuelta habían de
seguirse '. Los navios irían dispuestos de modo que, no habien
do de ofender á nadie, pudieran defenderse con ventaja de
cualquiera; procurarían adquirir relaciones y noticias de los
chinos y japones; de comprarles cartas náuticas; de corregir
los errores de las nuestras; adelantar los conocimientos geo
gráficos y etnográficos; estudiar el régimen de los vientos y
corrientes; escribir derroteros y descripciones; hacer infor^
mación en que constara si los portugueses habían poblado ó
no en las Filipinas.
La armada dicha se componía de cuatro naves: capitana
San Pedro, de 500 toneladas; almiranta San Pablo, de 300;
galeoncete San fruan, de 80; patache San Lucas, de 40. Iría
además una fragata de remos á remolque de la primera. Por
general, Miguel López de Legazpi, hidalgo de la casa de
Lezcano, conterráneo y amigo de Urdaneta, director de la
derrota; maese de campo, Mateo del Saz, habiendo renun
ciado Juan Pablo de Carrión; capitán del San fritan, Juan
de la Isla; del San Lucas, D. Alonso de Arellano, y entre los
oficiales reales, tesorero Guido de Labezares \ La gente de
mar y guerra ascendía á 380 hombres.

1 Se publicaron en la Colección de documentos de Indias, año 1886, segunda serie,


t. ii, págs. 145 á 200.
5 Nombre escrito con mucha variedad en los documentos.
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ISLAS FILIPINAS. »35

Con la solemnidad de costumbre se bendijeron el estan


darte y banderas; prestaron pleito homenaje el General y
Capitanes en el puerto de Navidad, y estando todo á punto,
dieron velas, después de media noche, el 20 de Noviembre
de 1564 con tiempo sereno. Abierto en la mar el pliego de
órdenes secretas, se halló señalado el camino que llevó Vi
llalobos, con vista ó reconocimiento de las islas de los Reyes,
Corales, Matalotes, Arrecifes, Ladrones y Filipinas, indicación
que disgustó á Fr. Andrés de Urdaneta, viendo desechada su
propuesta de exploración en Nueva Guinea. Dirigió no obs
tante con lealtad el itinerario que se le ordenaba, buscando
los paralelos de 9 y 10 grados de latitud Norte que debían
correr.

El primer acaecimiento notable ocurrió el 29 de Noviem


bre con la desaparición del patache San Lucas, sin tormenta
ni otra causa de fuerza que la justificase. Era el bajel menor,
más ligero y de menos calado de la armada; el destinado á
los reconocimientos y descubiertas, que, faltando, tendrían
que hacerse con mayor resguardo. A Legazpi causó mucha
desazón la ocurrencia, por estimar la separación intencional
y urdida por el piloto Lope Martín, sujeto de cuenta.
A 9 de Enero de 1565 avistaron una isla habitada, que
nombraron de los Barbudos; después otras más pequeñas
entre bajos y arrecifes, que hacían como un corral grande,
las llamaron de ¿os Placeres; luego otras semejantes, con
arboleda espesa y arrecifes; pusiéronles nombres de Pája
ros y Hermanas. Supusieron que algunas de estas islas debían
de ser las que Villalobos había descrito y anunciado con
nombre de Jardines, y acordando enmendar el rumbo para
seguirlo por 13o de latitud, el día 23 reconocieron la de
Goam (Guahan), una del grupo de los Ladrones, cuyos habi
tantes justificaron la exactitud del nombre, acercándose con
sus embarcaciones de vela latina, y cometiendo hurtos y mal
dades en las naos. El General tomó posesión de la tierra con
las solemnidades de fórmula y se detuvo algunos días, dedi
cándolos á renovar aguada y adquirir por cambio víveres.
Continuó la navegación el 3 de" Febrero hasta el 13, en que la
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2j6 ARMADA ESPAÑOLA.

concluyeron, surgiendo en bahía de una isla grande, al reparo


de isletas.
Hallábanse en las Felipinas ó Filipinas, habiendo caminado,
según su cuenta, 2.060 leguas en 74 días, á razón de algo más
de 27 al día, ó sea tres millas y cuatro décimos por hora, de
ducidos los 10 de parada en Guahan. Creyeron entender de
los naturales ser Zibabao el nombre de aquella isla grande,
y Tandaya, Abuyo, Cabalian y Camiguinin las inmediatas,
en que fueron haciendo escalas, hoy designadas Samar, Leite,
Bohol, Negros, Masbate, Camiguin, Panay.
Un parao, embarcación grande de moros de Borneo, que
hallaron por aquellas aguas, les proporcionó intérprete y ex
plicación de la actitud hostil con que por todos lados respon
dían á sus insinuaciones amistosas. Habían estado por las
islas los portugueses del Maluco ejerciendo toda especie de
violencia, robos, incendios, cautiverios, con título de caste
llanos, á fin de hacerles odioso el nombre y preparar el reci
bimiento que ahora á los castellanos hacían los indios.
Costó, pues, mucho á Legazpi tranquilizarlos y conseguir
la provisión de mantenimientos por trueque en cada isla, so
bre todo en Cebú, cuyo reyezuelo Tupas andaba retraído y
cauteloso, armando celadas, provocando escaramuzas, reba
tos y ataques serios, en que salieron mal librados. Avínose al
fin á tratar de paz, y se sometió á la soberanía de España con
ciertas cláusulas escritas, fundamento de la colonización, rei
nando desde entonces la mejor armonía entre los indígenas
y los forasteros.
La primera población, nombrada villa de San Miguel, con
recinto'fortificado, iglesia, reducto, almacenes y casas de
vivienda, se fundó sobre pueblo de indios quemado en los
primeros encuentros, donde se encontró una efigie del niño
Jesús, de escultura flamenca, un verso de bronce y otro de
hierro, indicios de haber estado allí ó por las inmediaciones
los compañeros de Magallanes. El General se aseguró ante
todo de estar las islas dentro de la demarcación del Rey de
España por observaciones astronómicas que separadamente
hicieron los pilotos de la armada y los PP. Urdaneta y
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ISLAS FILIPINAS. JJ7

Fr. Martín de Rada, natural de Pamplona, cosmógrafo é in


ventor de un instrumento especial'. Construyó fragatas; esto
es, embarcaciones pequeñas de vela y remo, para ir ensan
chando el reconocimiento y comunicación del Archipiélago,
y acometió á las dificultades de la colonización suscitada, en
no escasa parte, por el descontento de algunos revoltosos en
tre su gente.

Con estos principios, se carenó cuidadosamente la nave


capitana San Pedro, disponiéndola para el viaje de vuelta,
el importante, el que constituía el objetivo de la expedición,
confiando el mando á Felipe de Salcedo, nieto de Legazpi,
poniendo á sus órdenes á los pilotos Esteban Rodríguez y
Rodrigo de la Isla Espinosa, y embarcándose Fr. Andrés de
Urdaneta, que había de comprobar la bondad de la derrota
teórica propuesta cinco años antes, por mandato expreso de
la instrucción \ Sin ello traían él y sus compañeros, como

1 Carta de Legazpi al Rey, fecha en Cebú á 28 de Mayo de 1565.—Parecer del


P. Fr. Andrés de Urdaneta sobre la demarcación del Maluco é islas Filipinas. Publi
cado en la Revista Agustiniana, año 1881, vol. I, núm. m, pág. 185.—Juan Martí
nez, soldado, que escribió relación curiosa, decía: «Somos sabidores (del día y de
la hora) como hombres que tenemos acá la flor y fenis de nuestra España en las
matemáticas artes, que es un Fray Martín de herrada (Rada), el cual ha verificado
munchas cosas que á los españoles eran ocultas, como andando el tiempo se sabrá,
el cual satisfará á todas las dudas que se les pueden á los Reyes ofrecer en lo to
cante á la demarcación de Portugal y de Castilla, porque es, cierto, más docto que
yo lo podría encarecer, y ansi para verificación desto y de otras muchas cosas ha
hecho muchos instrumentos y diversos con que dará á entender aunque sea á los
rústicos. También el eclipse lunar que en Sevilla aconteció, según Chaves, por Oc
tubre de 66 le vimos aquí » Paréceme oportuno agregar, á titulo curioso, que el
día fijado por Urdaneta con los pilotos de la expedición atrasaba la cuenta en re
lación con la de los europeos por haber navegado siguiendo la marcha aparente
del sol, razón por la que halló Juan Sebastián del Cano que había vivido veinti
cuatro horas menos que sus paisanos al dar vuelta al globo terrestre. Siguió en el
Archipiélago esa cuenta de Legazpi hasta el año de 1844, en que la autoridad su
perior ordenó la corrección en estos términos: « Vengo en disponer, con
acuerdo del Excmo. é limo. Sr. Arzobispo, que por este año solamente se suprima
el martes 31 de Diciembre como si realmente hubiese pasado, y que al siguiente
día al lunes 30 del mismo se cuente miércoles i.° de Enero de 1845.. .. Narciso
Clavería.>
* Decia ésta: «Y porque, como sabéis, el P. Fr. Andrés de Urdaneta va en esa
jornada por mandado de S. M., proveeréis que agora sea volviéndors vos á esta
Nueva España con algún navio ó navios, dejando allá algún capitán con gente, ó im-
biando á otra persona acj, quedándoos vos en la tierra, que el dicho Fr. Andrés de
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ARMADA ESPAÑOLA.
238

fruto maduro, derroteros de la ida, descripción de las islas


vistas, curiosas relaciones de usos y costumbres de los habi
tantes, vocabularios de sus lenguas y apuntes de la fauna y
de la flora.
Comenzaron la navegación el i.° de Junio, saliendo entre
las islas de Cebú y Matan, y otras que nombraron Ascensión,
Felipina, Los Volcanes, hacia el Norte, desembocaron bar
loventeando con proa al ENE. El día 21 vieron un farallón
alto en 20o de latitud, y el i.° de Julio, en los 24o, empezaron
á soplar los vientos variables, consintiendo hacer rumbos
del NE. al NNE. Remontaron avanzando al Este entre los
paralelos de 37o á 39o: vieron el 18 de Septiembre una isla
pequeña, que llamaron La Descada, en 33o; continuaron
bajando de latitud, y el día 22 descubrieron la costa de Cali
fornia por los 28o, reconociendo á poco la punta de Santa
Catalina. De aquí la barajaron hasta el puerto de Acapulco,
donde apearon las anclas el 8 de Octubre, á las 129 singladu
ras, habiendo caminado, desde Cebú hasta el punto en que
vieron tierra de Nueva España, según su cuenta, 1.650 leguas.
Dos diarios y derroteros distintos se escribieron: uno por
el piloto mayor Esteban Rodríguez, interrumpido el 27 de
Septiembre, día en que falleció en la mar; otro por Rodrigo
de la Isla Espinosa, completo, minucioso, con descripción de
las tierras, demoras, rumbos, vientos, observación de las va
riaciones de la aguja y de la latitud por alturas del sol y de
la estrella polar '. Murieron durante el viaje 15 hombres á
más del piloto mayor, y padecieron mucho de enfermedad

Urdaneta vuelva en uno de los navios que despacháredes para el descubrimiento


de la vuelta, porque después de Dios se tiene confianza que, por las-experiencias y
plática que tiene de los tiempos de aquellas partes y otras calidades que hay en él,
será causa principal para que se acierte con la navegación de la vuelta para Nueva
España, por lo cual conviene que en cualquiera de los navios que para acá imbiá-
redes venga el dicho Fr. Andrés de Urdaneta, y será en el navio y con el capitán
que él os señalare y pidiere, y en ello no haya otra cosa, porque dello se entiende
que nuestro Señor Dios y Su Magestad serán servidos, v vos muy presto soco
rrido con gente y todo lo demás necesario.»
1 Publicado en el tomo dicho de la Colección de documentos de Indias, páginas 427
i 460.
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ISLAS FILIPINAS. 239

casi todos; pero hubo compensación de las pérdidas y las pe


nalidades logrado el objeto de la expedición, beneficiosa
como pocas; resuelto el problema de la travesía del mar Pa
cífico; abierta su navegación con gloria de Urdaneta, com
parable en cierto modo á la de Cristóbal Colón, ya que á jui
cio de peritos náuticos, no ofuscados por los oropeles ni por
las galas retóricas, no tanto se funda la del ilustre genovés en
haber ido á las islas Antillas, como en haber vuelto desde sus
aguas.

El agustino mareante, honrado en la corte por el rey don


Felipe después que de viva voz hizo relación de la jornada,
pedía por recompensa volver á Filipinas para catequizar á los
naturales, aspiración piadosa á que razonadamente se opu
sieron los Superiores de su Orden, teniendo en cuenta la
avanzada edad y el mal estado de su salud. Debía todavía
prestar servicios en España presentando y sosteniendo con
testimonio las requisitorias del general Legazpi contra Alonso
de Arellano, autor de la superchería con que trataba de bur
lar á los Señores del Consejo.
Referido se ha la manera con que el patache San Lucas
se separó de la armada el 29 de Noviembre de 1564, sin
otra razón ni causa que la mala voluntad del Capitán, suge
rida—según llegó á saberse—por el piloto Lope Martín,
mulato, natural de Ayamonte, hombre ambicioso y travieso.
Como habían recibido instrucción para el camino de ida y
vuelta, y órdenes precisas en previsión del caso de apartarse
los bajeles, navegaron hacia el Oeste, descubriendo el 6 de
Enero de 1565 un grupo de islas, en que contaron 36, ro
deadas de arrecifes, con mucha arboleda, situadas en poco
más de 10o de latitud. Vieron en los días siguientes otros
grupos, de que salían al encuentro del patache embarcacio
nes muy ligeras y, lo mismo que en las anteriores, cocales,
casas pajizas, hombres pintados y codiciosos de cuanto es
taba á su alcance. Pusieron nombres caprichosos á estos
grupos, que, al parecer, debían de serlos de Marshall, Caro
linas y Palaos, y continuaron hasta la costa de Mindanao,
fondeando en un puerto bien recibidos de los indios, en es-
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240 ARMADA ESPAÑOLA.

pera de la armada. Costeando después hacia el Norte dieron


vuelta á la extremidad para ir en demanda de Cebú, punto
de reunión señalado y, según su relación, pasaron con buen
tiempo, entrando por el canal «donde mataron á Magallanes»,
y encallaron, al salir con gran trabajo del bajío. Fatigados de
andar de isla en isla con riesgo, sin topar con las otras naves,
determinaron capitán y piloto dar vuelta á Nueva España,
aunque algunos marineros lo contradecían, y lo pusieron por
obra el 22 de Abril, empezando á remontar, después de
haberse cerciorado de tener á bordo ocho pipas de agua, 20
quintales de mazamorra, ó sea galleta desmenuzada, habas y
garbanzos.
Asombra la resolución de aquellos hombres que, con un
barquichuelo de cuarenta toneladas, con tan exigua provi
sión, sin velas de respeto, de toda especie de pertrechos es
casos, por ir el almacén en las naves grandes, con pocos y
descontentos tripulantes, se lanzaron impávidos á uno de los
viajes más atrevidos que registra la historia de la navegación.
La causa era mala: desertores é inobedientes, incurrieron
en delito grave y en censura que nada excusa; pero el ánimo
ha de reconocerse audaz, extraordinario, digno de empleo
en legítima empresa.
Desembocando por el mar de China subieron á los 43"
de latitud, manteniéndose de ordinario por los 40o, con
vientos fuertes, cerrazón, frío y malestar que produjo enfer
medad fácil de reconocer por el relato. «Aunque hubieran
qué comer—dice,—no podían, porque á todos se les andaban
los dientes, y les creció mucha carne en la boca, tanto que
les tapaba las encías, y en tocando en cualquier cosa, se les
caían los dientes.» Era, pues, el escorbuto, dolencia de los
navegantes, lo que les afligía.
Recalaron sobre la costa de California, con rara exactitud,
el 17 de Julio, y bajaron corriéndola hasta el 9 de Agosto,
día 109 de los de mar y término de la travesía, en el puerto
de Navidad, de donde salieron.
No hay que decir si era exacta la relación jurada que
Arellano y Martín prestaron ante la Audiencia de Méjico:
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islas Filipinas. 241

fantasearon á su gusto los acontecimientos, escribiendo car


tas al Consejo de Indias en que daban por perdida á la
armada de Legazpi, adjudicándose el mérito de haber des
cubierto el viaje de la China, por lo que solicitaban merce
des, viniendo personalmente á pedirlas á la corte '. Llegado
Urdaneta cuando menos pensaban, cayó por tierra el castillo
de la falsedad, agravada con las declaraciones de algunos ma
rineros del patache, cuando se vieron libres de la presión del
que había sido su capitán. Todo se aclaró suficientemente en
las informaciones *. Presos, por consecuencia, los falsarios,

1 Arellano se había procurado mañosamente carta que presentó en el Consejo


de Indias, del tenor siguiente:
«S. C. R. M.—La gracia de N. S. sea siempre en el ánimo de V. M. Como la
Sabiduría divina, según dice Salomón, disponga todas las cosas con suavidad, y
rija y gobierne los corazones de los reyes y grandes señores, ha sido servido que
en el tiempo que V. M. reina en la tierra se haya descubiertp una cosa tan deseada
como es el descubrimiento de las islas de la Especería y China por esta parte del
Poniente de la Nueva España; lo cual tenemos entendido haber caído en la dichosa
suerte y felicísima xpiandad de V. M. para honra y gloria de Dios N. S., dilatación
de la fe católica y aumento de vra. corona real, lo cual fue nuestro Dios servido
de encaminar, mediante la buena industria y diligencia deste caballero que la pre
sente lleva, siervo y vasallo de V. M., que se dice D. Alonso de Arellano, el cual
fue en el armada que V. M. mandó despachar el año pasado, por Capitán de un
patax, y por el tiempo que tuvo contrario, sin culpa suya, según somos informa
dos, fue competido á se apartar de la armada, ó N. S. que lo quiso encaminar, que
fue á aportar á ciertas islas, donde le recibieron muy bien, halló tierra muy poblada
de indios infieles y muy próspera de oro y de especiería, como él dará más larga
relación. Tuvo alguna contratación con los naturales, y dejólos pacíficos, y trujo
muestras de las cosas de la tierra, y dio en breve la vuelta á esta Nueva España,
con grandes trabajos y peligros de muerte que tuvo con los que iban en su com
pañía. Por lo cual es justo que V. M. le haga mercedes y que vuelva con algún
cargo honroso á aquella tierra, pues es razón que se predique en ella el Evangelio,
y que aquellas gentes vengan á conocimiento de su verdadero Dios, por lo cual,
siendo V. M. servido, proveeremos de esta provincia de ministros que vayan en la
demanda, religiosos de nuestra orden de Santo Domingo, aunque hay mucho en
que entender en esta Nueva España, etc. (Pide á continuación más religiosos para
sustituir á los que vayan á las nuevas tierras, y que se les dé un navio y vaya
gente honrada y cristiana con sus mujeres á poblarla, etc.) De esta casa de V. M. y
convento de Santo Domingo de Méjico, á 26 de Noviembre de 1565.—Siervos y
capellanes de V. M.—Fr. P.° de Feria, provincial.—Fr. Domingo de la Anuncia
ción, prior.—Fr. Andrés de Moguer, presentado.—Fr. Vicente de las Casas.—
Fr. Diego Osorio, presentado.»
Original en el Archivo de Indias, copiada por D. Marcos Jiménez de la Espada.
* De los documentos enviados al Consejo extractó el mismo Sr. Jiménez de la
Espada, mi buen amigo, otra carta de Fr. D. Rodríguez de Vestavillo, provincial
Touon. 16
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242 ARMADA ESPAÑOLA.

pasaron á Nueva España con orden de remitirlos á la juris


dicción del general Legazpi, á tiempo en que se le proveyera
de recursos con que proseguir la exploración en las islas le
janas.
Al efecto se alistó desde luego en Acapulco el galeón San
Jerónimo, al mando de Pero Sánchez Pericón, capitán de
una compañía organizada expresamente. Arellano encontró
medios de eludir el embarco, pretextando enfermedad; Lope
Martín se manifestó, por lo contrario, dispuesto á emprender
el viaje ejerciendo la profesión de piloto, en que era tan ex
perto, y á reclutar marinería, lo que se le consintió, juzgando
bastara para tenerlo á raya la recomendación hecha con re
serva al Capitán.
Despachado el buque el i." de Mayo de 1566 con 130 indi
viduos entre oficiales, marineros y soldados, á los pocos días
de mar empezaron á notarse síntomas de indisciplina; faltas
ligeras con que ir poniendo á prueba la energía de la cabeza,
promovidas y alentadas sucesivamente por' el astuto piloto,
superior á los demás en inteligencia y travesura. Así que
hubo tanteado el terreno, se espontaneó con el sargento ma
yor Ortiz de Mosquera, en el concepto de no ser tan loco
que fuese á ponerse en manos del general Legazpi después

de la Orden de San Agustín de Méjico, fecha á 28 de Noviembre de 1565, diciendo


habia pasado aviso de la vuelta de dos religiosos de su hábito, que fueron al des
cubrimiento de las islas de Poniente, y el P. Urdaneta, prior de allí, «que es el
que ha descubierto la vuelta de aquellas islas á Nueva España». Que del Consejo
de Indias se le pidió diese licencia para que fuera Urdaneta á Madrid á informar de
todo; que iba en la flota por él Fr. Andrés de Aguirre, compañero de todo el viaje*
Otra de Fr. Francisco de Tezcoco, de 6 de Enero de 1566, diciendo que ya S. M.
estará certificado cómo se ha descubierto la nueva navegación de China y otras
muchas isbs á ella comarcanas, y lo que es más, «la vuelta della para esta tierra,
la cual hasta agora, no solamente se tenia por dificultosa, pero aun cuasi por impo
sible».
Todavía es de citar una carta de Pero Menéndez de Aviles, que, como infor
mante que fue en el despacho de la expedición, se congratulaba por el éxito de
Urdaneta. El presbítero Fernán González de Eslava, autor de los Coloquios espiri
tuales y sacramentales \ canciones divinas, colección impresa en México en 1610, en
honra también de Urdaneta, dedicó el coloquio segundo á La jornada que hizo á la
China el general Miguel López, de Legazpi, cuando se volvió ¡a primera vez de allá agesta
Nueva España.
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ISLAS FILIPINAS. 243

de lo ocurrido; era su ánimo alzarse con el galeón, para lo


cual contaba con una buena parte de la marinería; y si él se
granjeaba á unos cuantos soldados y quería asociarse á la em
presa en calidad de capitán y jefe, le ofrecía conducir la nave
á los mares de China, hacer en poco tiempo, corseando, for
tuna con la que nunca pudiera soñar, y volviendo á Europa
por el estrecho de Magallanes, vivir en la opulencia.
Aquella perspectiva, desarrollada con cita de tantos corsa
rios como andaban por las Indias enriqueciéndose, tentó la
codicia del Sargento, venciendo los escrúpulos de la con
ciencia, en que las voces del honor y el deber lucharon al
principio. Hízose instrumento de la conspiración, ganando *
su vez á los soldados bullangueros, y acabó ¡desdichado! or-
prendiendo en la cama al capitán Pericón y á su hijo, Alft rez
de la compañía, y asesinándolos. Llamando seguidamente á
la cubierta á los cómplices armados, con aparato de voces y
golpes se hizo elegir y proclamar Capitán, atemorizando, á los
que no le ponían buena cara, con amenazas y duro trata
miento.
Poco duró su tiranía; una vez roto el lazo de la disciplina;
manchados con el crimen los cabos, acabó de desatar las pa
siones la diabólica intención del piloto con trama encami
nada á deshacerse del factor inútil á sus miras. Ortiz de
Mosquera, simple más que malo, fue ahorcado por sus
mismos camaradas á los postres de un festín con que el mu
lato Lope obsequiaba á los favoritos de la fortuna, ó sea a
los que, dóciles, seguían su mandato. Desde aquel día, 22 de
Junio, se impuso por la fuerza, como único jefe, poniendo
pena de la vida al que se permitiera hablar siquiera de lo
pasado ó de lo por venir. Mas no desconociendo que en el
galeón quedaba gente inclinada al orden y á la justicia, con
peligro constante de su vida en el caso de contarse y formar
bando, lo que con todo cuidado vigilaba, pensó hacer selec
ción y abandonar en cualquiera de las islas que habían de
ver á los'tibios y dudosos, dejando á bordo á los que por
mancomunidad en los desafueros no tenían otra vía ex
pedita.
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344 ARMADA ESPAÑOLA.

Una de los grupos y cadena de las Carolinas, que empe


zaron á pasar el 29 de Junio, deshabitada mas con buen
fondeadero, le pareció aparente al plan iniciado, con ma
nifestación de proponerse invernar y dar carena al galeón,
á cuyo efecto mandó desembarcar los hombres y ropas, las
cartas é instrumentos de navegación y algunas de las velas,
dejando á bordo, encerradas, las armas, con excepción de
las de sus hechuras, y una guardia de pocos marineros con
el Contramaestre.
Tranquilo con tal lujo de precauciones, estaba bien ajeno
de sufrir la suerte á que tenía condenados á los buenos. El
dicho contramaestre, Rodrigo del Angle, viéndose amo del
galeón y del batel, trabajado por las exhortaciones del ca
pellán Juan de Vivero, con algunos más, alejó la nave de la
playa, ofreciendo á voces pasaje á cuantos quisieron po
nerse bajo el amparo de la ley, y con grandes precauciones,
haciendo salir á nado de la isla á los que escucharon el lla
mamiento, los fue recogiendo y embarcando, haciéndose á
la mar, ganoso de la partida en que se había jugado la exis
tencia.
Veintisiete, con el piloto Lope Martín, la perdieron. Ja
más se ha sabido de ellos. Es probable que, viéndose aban
donados, intentaran alcanzar alguna de las islas próximas
habitadas, valiéndose de una embarcación de indios caro-
linos que habían encontrado en la playa; posible es tam
bién que aquellos indios, pescadores y navegantes audaces,
que andan de isla en isla, los auxiliaran; de cualquier modo,
dejaron de formar parte de la sociedad española, que nada
perdía con la segregación de miembros cancerados.
Se contaban 21 días de Julio al marchar el San Jerónimo
con rumbo á las islas de los Ladrones, dirigido al poco más
ó menos, por no ser sobresalientes los conocimientos de Ro
drigo del Angle en pilotaje. La semilla de la insubordina
ción producía, además, á bordo frutos que agregar á los de
la escasez de alimentos y á los de la falta de autoridad reco
nocida. Andando á tientas de isla en isla, con temporales y
contrastes peligrosos, reyertas entre sí, excesos en los pue-
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ISLAS FILIPINAS. 24í

blos de naturales, dieron por casualidad con un batel de es


pañoles que los llevó á Cebú al cabo de cinco meses y me
dio de la salida de Acapulco, en hora oportuna, estando el
galeón de todo punto acabado é inútil para sostenerse sobre
el agua.
Mandó hacer el General información de ocurrencias en el
viaje, y justicia del escribano Juan de Zaldivar, actor de los
principales en la tragedia horrenda representada: con los
demás excusó la severidad, á reserva de hacerla sentir siendo
necesaria.
Bien fueron menester la energía, la prudencia, las dotes
relevantes de Legazpi, ante el cúmulo de embarazos opuesto
á su gestión por encima de la hostilidad de los naturales. En
primer término se los pusieron los portugueses, enviándole
desde las Molucas requerimientos de comparecencia con
fieros y amenazas, seguidos de la aparición del capitán ma
yor, Gonzalo Pereira, con tres galeones, tres galeotas, cuatro
fustas y 20 caracoas; armada considerable, reforzada con
600 europeos y multitud de indios de guerra. Con una de las
embarcaciones pequeñas avisó anticipadamente el arribo á
Cebú, donde le recibió con muestras de cortesía y agasajo el
ocupante. Empezó la conferencia Pereira afirmando ser las
islas de propiedad y soberanía de su Rey, y deber suyo tras
ladar á los expedicionarios españoles á Goa, poniéndolos á
disposición del Gobernador general de la India, á fin de que
éste los encaminara á Europa, lo que haría en los mejores
términos; y como hallara en Legazpi la actitud que es de su
poner, pretendió altanero imponerse. Conocía la estrechez
de provisiones en que los españoles se hallaban, y creía no
habían de hacerle seria oposición teniendo dispuestas sus
embarcaciones de manera que impidieran la entrada en el
puerto de víveres de fuera. Á este primer acto de hostilidad,
agravado con apresamiento de una fragata cargada de arroz,
que traían soldados españoles, siguió la de acercar al pueblo
los galeones por la parte opuesta al fuerte; pero allí se había
formado rápidamente con cestones una batería que rompió
el fuego, obligándoles á retirarse hacia la mar. La batería se
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246 ARMADA ESPAÑOLA.

cambió a una punta, desde donde continuó haciéndoles daño,


hasta que, pidiendo parlamento, se reanudaron las conferen
cias, expresando el Capitán portugués, como si nada hubiera
pasado, su disposición á dejar á los respectivos soberanos
solventar la cuestión de derecho siempre que Legazpi se
allanara á levantar en Cebú un padrón con las armas de
Portugal y á poner á sus órdenes, en señal de paz y buena
armonía, cien soldados españoles, que embarcarían para ha
cer guerra á los infieles. Nuestro General supo responder á
tan absurdas pretensiones de forma que Pereira se resolvió
á marchar cual había ido, cambiando á la desnedida saludos
y obsequiosidades.
Aprovechó el conquistador, por lección, el peligro en que
había estado para elegir lugar fuerte que ayudara á su ta
lento á resistir insidias ó ataques sucesivos, y lo halló á pro
pósito en la isla de Panay, donde hizo buena fortaleza sin
abandonar la de Cebú, relegada al objeto secundario de tener
en respeto á los subditos de Tupas y á los vecinos de,
Matan.
Surgieron luego dificultades por parte de los mahometanos,
que, habituados á un dominio lentamente adquirido en el
archipiélago, no de buen talante veían la instalación de riva
les cuyo ascendiente crecía asombrosamente á beneficio de
la doctrina enseñada á los indios y de la rectitud con que
eran considerados. Tenían los tales moros puestos fortifica
dos con artillería en Luzón, enMindoro y en Joló, principal
mente. De aquí partió la señal de una guerra prolongada por
años y siglos, duradera aún en nuestros días, no por disputa
del suelo, extenso más de lo que unos y otros necesitaran;
no por disputa del mar, allá poco surcado; por el estímulo
que á los moros verdaderos africanos ponía frente á frente
de los españoles: por la esclavitud, en Oceanía, objeto lucra
tivo, como en las otras partes del mundo.
Los de Joló iniciaron las hostilidades, llegando á las inme
diaciones de Panay, á fines del año 1569, con 20 de sus em
barcaciones colmadas de guerreros. Legazpi había hecho
construir excelentes galeotas, con que riñeron sus soldados
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ISLAS FILIPINAS. 247

el combate naval, dando severa lección á los agresores. La


inmediata aplicó á los de Luzón, en Mayo de 1570, una ex
pedición de 120 hombres, suficiente para asaltar a la forta
leza que defendían con 12 cañones.
Llegaron por entonces naves de Nueva España con des
pachos reales significando á Legazpi la aprobación de sus
actos y ordenando la ocupación definitiva de las islas Filipi
nas, que había de seguir rigiendo con títulos de Capitán
general de ellas y de Adelantado de las de los Ladrones —
hoy Marianas,—primeras de que tomó posesión. Con esto
fundó en Luzón la capital, aceptado el nombre de Manila
que los naturales tenían puesto ', acometiendo con brío y
desalojando á los moros en toda la isla, como en la de Min-
doro. Hubo necesidad de tener con ellos otro encuentro en
la mar, donde se estimaban fuertes, llevando los españoles
nueve galeotas con 80 soldados, amén de los bogas indios, y
el triunfo obtenido fue decisivo, apresadas 10 caracoas con
muerte de 300 moros.
Por qué razones transcurrieron cerca de cuatro años sin
que-en la corte se sancionara la ocupación y asiento hecho
por Legazpi en las islas Visayas ó de los Pintados, á que Cebú
pertenece, insinúa un historiador oficial, bien informado *,
recogiendo noticia de haberse discutido el asunto en el Con
sejo de Estado, considerando la situación del archipiélago
tan distante de la Península y apartada de las colonias del
Nuevo Mundo: la pobreza relativa del suelo, donde se bus
caron vanamente las especias codiciadas que se daban en las
islas portuguesas; la necesidad de distraer los recursos de
Méjico para sostener, sin beneficio, presidios costosos; el
cuidado y la complicación que introducirían en el rodaje ad
ministrativo.
Como es de suponer, D. Felipe, tan mirado y escrupuloso
en ciertas resoluciones, hizo examinar por separado si real
mente caían las islas dentro de la demarcación que á España

1 El 19 de Mayo de 1571, dia de Santa Potenciana, según Morga. No todos los


historiadores locales conforman en la fecha.
1 Bartolomé Leonardo de Argensola, Conquista de las Molucas.
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24& ARMADA ESPAÑOLA.

correspondía, teniendo á la vista las reclamaciones de la


corte portuguesa '; las demás objeciones acreditadas por la
repugnancia de la gente avecindada en Indias á embarcar
voluntariamente para dirigirse á las Filipinas como soldados
ó como colonos, sólo servirían para decidir al Monarca, por
lo que indica su respuesta á la consulta de los Consejeros *.
«¿Qué dirían los enemigos de España si, por no rendir meta
les ni riquezas, se privara á esas islas de la luz y de ministros
que la prediquen?»
¡Qué fáciles parecen todas las cosas después que se saben!
A poco del triunfo de Urdaneta, iban y volvían de Acapulco
á las islas Filipinas los tres pataches San Juan, Sancti Spi-
ritus y San Lucas, de porte de 8o á 40 toneladas, condu
ciéndolos el nieto de Legazpi, Felipe de Salcedo, Juan de la
Isla y Juan López de Aguirre, con una regularidad, con una
seguridad relativa que habían desterrado las preocupaciones
de los marineros, como si toda la vida hubieran trillado el
camino. El menor, San Lucas, hizo cuatro viajes redondos
afortunados, quedando después prestando servicio en el ar
chipiélago; los otros dos verificaron los mismos viajes de
1567 á 1571, confirmando la derrota de regreso con remon
tar hasta la cabeza del Japón y hacer camino al Este por los
paralelos de 37° á 43o de latitud Norte, según las esta
ciones y las circunstancias. Felipe de Salcedo en expedición
distinta, que tenía por objeto la exploración del grupo de
Los Ladrones, experimentó en 1568 las tormentas giratorias
conocidas en el país con el nombre de vaguios, naufragando
con su nave en Guaham, con la suerte de librar á los tripu
lantes. Sirviéronse de los materiales del buque perdido para
construir otro menor, con que volvieron á Cebú. Menos feliz
el capitán Andrés de Ibarra, se perdió entre las islas con una

1 Par orden del Rey emitieron parecer separadamente y en junta, el cosmó


grafo mayor, Alonso de Santa Cruz, Fr. Andrés de Urdaneta, el maestro Pedro de
Medina, los cosmógrafos Sancho Gutiérrez, Francisco Falero y Jerónimo de Cha
ves. Hállanse los documentos en la Dirección de Hidrografía, Colección Navarrele,
tomo xvii, núm. 25.
* Argensola.
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ISLAS FILIPINAS. 249

fragata, en 1570, ahogándose 23 personas. La embarcación


era de las fabricadas en las islas para la escuadrilla que for
mó López de Legazpi.
Lo que en la fundación del dominio de España en las islas
hizo, y se debe á tan ilustre General, no cabe en esta obra;
guárdalo la memoria con el alto aprecio que merecían sus
prendas. Guarda asimismo la del sabio modesto, afable y
desinteresado que acabó la vida en su convento de Méjico '.

1 Fray Andrés de Urdaneta falleció el 3 de Junio de 1568, á los setenta años de


edad. Pasados tres siglos suénala hora del ensalzamiento justo: en Julio de 1894
se celebró en Villarrea!, su patria, una fiesta civico-religiosa, descubriéndose el
retrato que se ha colocado en el salón de actos de! Ayuntamiento.
Legazpi murió repentinamente en Manila el 20 de Agosto de 1572, según ios
más de los historiadores del Archipiélago. La ciudad capital de Filipinas erige en
estos días artístico monumento, obra del escultor Sr. Querol, en que las estatuas
de Legazpi y de Urdaneta aparecen agrupadas. Otro se proyecta en Zumárraga,
para el que se ha abierto concurso.
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XV

ISLAS DE SALOMÓN.

1565-1574.

Tradiciones indianas de la existencia de islas al Oeste del Perú.—Hallazgo de las


nombradas Galápagos.—Solicitudes de licencia para descubrir.—Concesión á
Mendaña. —Preparativos.—Salida del Callao.— Descubrimiento. — Divergencia
de opiniones al tratar del regreso.—Verificanlo por el Norte.—Viaje penoso.—
Ayuno y enfermedades.—Llegan á Nueva España —¿Vieron los españoles el
mundo austral?—Indicios afirmativos.—Asiento de Mendaña para poblar en las
islas descubiertas.

ontar quiero agora», como el insigne cronista del


Perú, Cieza de León, solía decir, que así que los
-■\ españoles avecindados en aquella tierra aprendie
ron la lengua de los naturales y fueron imponién
dose de sus tradiciones, oyéronles decir por cosa cierta
había en la mar austral muy grandes islas pobladas, y
abastadas de oro y plata, y bien provistas de arboledas y de
mantenimientos, y aun afirmaban que en grandes piraguas ó
canoas venían, ó habían venido en otros tiempos á la tierra
firme, sus gentes á contrataciones, trayendo gran cantidad de
oro. Más decían: que Tupac-Ynga-Yupangui, deseando au
mentar la gloria de su nombre, mandó juntar gran número
de balsas, que eran las embarcaciones usadas en aquella
costa; escogió los piiotos más expertos; se embarcó con los
mejores soldados, y habiendo descubierto unas islas, llama
das Hahuachumbi y Ninachumbi, volvió, pasado más de un
año, trayendo mucha riqueza, prisioneros de cara negra y
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252 ASMADA ESPAÑOLA.

pieles de animales semejantes á los caballos, entre otras


cosas '.
Aunque por exageradas se tuvieran las consejas, sabiendo
á qué atenerse en punto á la navegación en jangadas, siquiera
fueran tan sólidas cual la vista por vez primera cerca de
Tumbez, cuando el piloto de Pizarro Bartolomé Ruiz de Es
trada tanteaba la costa, por aquello de que en toda tradición
suele haber fundamento, la existencia de islas más ó menos
grandes y más ó menos ricas se admitía, probado que mu
chas, muchas se habían descubierto en las expediciones des
pachadas desde Nueva España, y en las que de vuelta inten
taron Hernando de Saavedra, Fernando de Alvarado, Ber
nardo de la Torre, Gaspar Rico é Iñigo Ortiz de Retes, con
la particularidad de haber en las que por ello se llamaron de
Nueva Guinea, papuas ó crespos como los que el inca Tupac
Yupangui sometió, al decir. La tradición quichua, avivada
por indicios y aun por islas realmente halladas en la navega
ción costera, se transmitió, pues, á los españoles, y corría vá
lida entre ellos de manera que, refiriendo pormenores el pre
sidente La Gasea al Consejo de Indias en 2 de Mayo de 1549»
decía:
«Y siendo estas relaciones verdaderas, parece que esta
mar del Sur está sembrada de islas muchas y grandes, pues
en tan diversos parajes se hallan estas señales; y podría ser
que en las que están abajo de la Equinocial, ó cerca della,
hubiese especería, pues están en el mismo clima que las de
los Malucos....» 2.
Islas realmente halladas he dicho, porque con las de los
Galápagos dio impensadamente Diego de Rivadeneyra años
después de haberlas situado el obispo Fr. Tomás de Ber-
langa, y hacia la misma época notició el capitán Juan de
Illanes que, remontando con un navio desde Chile con

1 Noticias recogidas popD. Marcos Jiménez de la Espada, publicadas y comen


tadas en su estudio Las islas de los Galápagos y otras más á Poniente {Boletín de la
Sociedad Geográfica de Madrid, año 1891), que cité en el t. 1, cap. xxu, y que me
ilustra y guía en éste.
- Jiménez de la Espada, obra dicha.
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ISLAS DE SALOMÓN". 253

tiempo tempestuoso, fue á parar á una muy grande, por la


cual anduvo bojando cincuenta días sin hallar el cabo, y que,
habiendo echado un marinero (Juan Montañés) en tierra,
anduvo nueve leguas, vio tres pueblos muy grandes é indios
barbados de gran estatura, que le hicieron buena acogida,
lllanes, lo mismo que Rivadeneyra, pidió la concesión de
esta jornada, y habiéndosela concedido el Rey, murió á la
vuelta del viaje á España.
Designaba el vulgo á las islas incógnitas, no ya con los
nombres de Hahuachiimbi y Ninachiimbi, aprendidos de
los indios, sino con el de Salomón, deduciendo de las leyen
das que por allí debió de estar la famosa Ofir bíblica '", y que
no faltaban en el Perú vecinos acomodados que quisieran
arrojarse á la empresa del descubrimiento, dice una carta del
Gobernador accidental, Presidente de la Audiencia, Lope
García de Castro, fecha en la ciudad de los Reyes á 23 de
Septiembre de 1565, manifestando al Rey que Pedro de
Ahedo, mercader, y Diego Maldonado, el rico, pretendían
hacer á su costa la jornada. Casi al mismo tiempo la solicitó
Pedro Sarmiento de Gamboa, acreditado marinero y cartó
grafo, ofreciéndose á servir á S. M. con su persona, indus
tria, hacienda y amigos, dando la triple oferta que pensar al
lugarteniente del Rey'.

1 Herrera. Décadas de Indias.


* Pedro Sarmiento de Gamboa, gran marinero, cosmógrafo, cartógrafo, huma-
nista, historiador, anticuario, merece estudio biográfico más amplio que el primi
tivo de D. Martín Fernández de Navarrete, publicado en su Colección de Opúsculos,
tomo i, y en la Biblioteca Marítima, t. II. Lo primero que era preciso dilucidar era
la naturaleza, descubierta casualmente por D. José Toribio Medina al examinar los
procesos del Tribunal de la Inquisición incoados en tierras americanas.
Hallábase en Lima Sarmiento á fines de 1654 gozando reputación de astrólogo)
cuando el Arzobispo, como Inquisidor ordinario, le inició causa de fe, poniéndolo
á buen recaudo en la cárcel- (J. T. Medina, Historia del Tribunal del Santo Oficio
de la Inquisición en Chile, Santiago, 1890, t. 1, pág. 310.) Estaba delatado por ni
gromántico, apareciendo en los testimonios que habia hecho ó sabía hacer cierta
tinta simpática y anillos de oro con letras y signos cabalísticos, cuyo objeto no era
precisamente el descubrimiento de la piedra filosofal, sino el de ser bien quisto de
las damas. Halláronle libros y cuadernos manuscritos en pergamino en que se
explicaban las propiedades de las piedras, amén del códice especial consagrado á la
fábrica de las tumbagas. Al declarar dijo ser nacido en Alcalá de Henares (hacia
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254 ARMADA ESPAÑOLA.

Por sí ó por no eliminó á los pretendientes, adjudicando


la empresa á su sobrino Alvaro de Mendaña, joven de vein
tidós años, por sencillo modo, que consistía en sufragar los
gastos de las cajas reales, contentar á Sarmiento con los tí
tulos de capitán de la nao Capitana, descubridor y cosmó
grafo de la expedición, conservándole el trabajo sin más re
servas que la gloria y la utilidad, dado que las hubiera, para
su deudo, encumbrado con la categoría de General, y razo
nar la resolución informando á S. M. que con ella echaba del
reino parte de la gente ociosa perjudicial á la paz.
Hiciéronse los preparativos en el puerto del Callao de Lima,
armando dos navios de mediano porte, que parece se llama
ban Los Reyes y Todos Santos, si bien las relaciones los distin-

1532), hijo de Bartolomé Sarmiento, natural de Pontevedra, y de María de Gam


boa, natural de Bilbao, y que hacia unos siete años que llegó al Perú «á buscar
cómo ser aprovechado».
La venida á este mundo en Alcalá debió de ser eventual, toda vez que pasó la
niñez viendo la pintoresca ria de Galicia en la residencia paternal hasta cumplir
diez y ocho años, edad en que se inició en el servicio militar para guerrear en
Europa de 1550 á 1555, imitando á los deudos que siempre (dice en uno de sus
escritos) habian empleado la existencia en el real servicio. «A buscar cómo ser
aprovechado» fue primeramente á Méjico y á Guatemala, donde hubo de pasar dos
años antes de trasladarse al Perú, que por su declaración seria en 1557.
Debió navegar bastante por el mar del Sur hasta la llegada y posesión en 1561
del virrey Conde de Nieva, al que se hizo grato, y es probable sirviera oficios
de su casa hasta ocurrir el misterioso asesinato perpetrado en una de las calles
de Lima (20 de Febrero 1564). El proceso de la Inquisición comenzó á poco
de llegar el nuevo gobernador Lope García de Castro, y á 8 de Mayo de 1565
recayó sentencia condenándole á oir una misa en la iglesia mayor «en cuerpo
y con su candela en forma de penitente»; destierro de todas las Indias de
S. M. perpetuamente, para los reinos de España, el cual saliese á cumplir luego
que le fuese mandado, y que hasta tanto estuviese recluso en un convento y
ayunase los miércoles y viernes de cada semana, y que no tuviese libros ni cua
dernos de mano ni de molde que contuviesen las cosas sobredichas, y que abju-
fase de levi.
Pocos días pasados tras la abjuración, conmutó el Arzobispo las penas de des
tierro y de reclusión, dándole la ciudad por cárcel y licencia para ausentarse al
Cuzco por todo el año 1567, y entonces, deseando sin duda quitarse de en medio,
escribía: «Como supe de muchas tierras incógnitas hasta mí no descubiertas, en
el mar del Sur, por donde muchos habían procurado arrojarse y nunca se habían
atrevido, y lastimándome de que tan gruesa cosa como allí hay se perdiese por
falta de determinación, di dello noticia al licenciado Castro, gobernador que ha
la sazón era deste reino del Perú, ofreciéndome á descubrir muchas islas en el mar
del Sur si favorescia para ello.» (Carta al Rey de 4 de Mayo de 1572.)
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ISLAS DE SALOMÓN. 255

guen solamente con los dictados de Capitana y Almiranta x,


embarcando con el título de general Alvaro de Mendaña;
de maese de campo, Pedro Ortega Valencia, alguacil mayor
de Panamá; de alférez general, D. Fernando Enríquez; de
piloto mayor, Hernán Gallego ; tres pilotos más, cuatro frai
les de la Orden de San Francisco, 157 hombres de mar y
tierra, muy galanes de trajes bordados y plumas, bastimen
tos para un año, armas y munición bastantes a. Dieron la
vela el 19 de Noviembre de 1567, navegando al Oesudoeste
hasta ponerse en 15o á 16o de latitud Sur, con vientos largos
y mar bonancible; y no habiendo visto tierra en veinte días,
determinó Hernán Gallego bajar de latitud á 70, contra la
opinión de Pedro Sarmiento, que sostenía la conveniencia de
remontar hasta 23 y seguir por este paralelo.
A las 56 singladuras, el 15 de Enero de 1568, apareció en
el horizonte una isla, que nombraron de jfesús^ poblada de
gente de color obscuro, á juzgar por la que salió en canoas
al encuentro de las naos. La situaron en la carta por latitud
6s/4 grados, y distancia á Lima 1450 leguas. Experimentaron
desde aquel paraje turbonadas, aguaceros y contrastes de
viento, y gobernaron algo al Sur hasta el 7 de Febrero, en
que surgieron en puerto de otra isla alta, grande, poblada de
indios antropófagos, que la nombraban Samba; los descu1
bridores la denominaron Santa Isabel, y á orillas de un ria
chuelo empezaron á labrar un bergantín grande, mientras por

' Don Justo Zaragoza, en la Historia del descubrimiento de las regiones atistriales,
hecho por el general Pedro Fernández de Ouiro's, Madrid, 1876, tres tomos, 4.0, pu
blicó dos relaciones del primer viaje de Mendaña é insertó noticia de algunas im
presas ó manuscritas. Dos existen en el Archivo de Indias, notable la una, aunque
incompleta, por haberla escrito Pedro Sarmiento de Gamboa, y en la Biblioteca
Nacional de París (ms. Esp. 325, fol. 174 á 183) se conserva otra más, escrita por
un amigo del piloto Gallego, de la que poseo copia, siendo de notar el titulo, Re
lación breve de lo sucedido en el viaje que hizo. Alvaro de Mendaña en la demanda de
la Nueva Guinea, la cual ya estaba descubierta por Iñigo Ortiz de Retes, que fue con
Villalobos de la tierra de Nueva España el año de 1544. La he dado á luz en el Bole
tín de la Sociedad Geográfica de Madrid, t. xxxvii.
5 «Se sacaron sesenta arrobas de pólvora y los arcabuces y municiones que
¡íatmten la caja-real, con los tiros gruesos.» Carta de los Oficiales reales.—Jimé
nez de la Espada, obra dicha.
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J56 ARMADA ESPAÑOLA.

el interior iban reconociendo destacamentos de soldados,


que sostuvieron escaramuzas contra los indios hostiles. El
bergantín, bautizado con el nombre de Santiago, sirvió á la
exploración de la costa, yendo el Maese de Campo y el Pi
loto mayor á hacerla con treinta hombres durante un mes,
tiempo en que vieron otras islas apellidadas Ramos, Galera,
Bucnavista, San Dimas, Flores, Guadalcanal (por la pa
tria del Maese de Campo), San Jorge, San Marcos, San Je
rónimo, Recifes. Parecióles que la de San Jorge tenía de
bojeo 30 leguas, y la de Guadalcanal más de 300.
Acabó este reconocimiento primero el 4 de Mayo, y no
dilataron más la estancia en el puerto que habían llamado de
la Estrella por ser insalubre: pasaron á otro de la isla de'
Guadalcanal, repitiendo el examen por tierra y agua, con
pérdida de 10 hombres muertos por los indios en embos
cada; hallaron río grande, puertos, nuevas islas: Malayta,
Urabá ó Atreguada, Tres Marías, Santiago, San Juan.
A 13 de Junio volvieron á la mar con las naos, deseando
encontrar un puerto seguro en que carenarlas, y les pareció
á propósito el hallado en isla nueva, San Cristóbal, que ten
dría 100 leguas de bojeo. En las faenas de descargar, dar
lado, ó sea descubrir los fondos por ambas bandas, calafatear
y reparar los aparejos, emplearon hasta el 11 de Agosto,.en
cuyo tiempo anduvo el bergantín en descubierta, recono
ciendo islas más pequeñas, Santa Ana y Santa Catalina,
con las que, al parecer, se completaba el archipiélago.
Hubo consejo de capitanes y pilotos, convocado por el
General, con objeto de deliberar si habían de poblar donde
se hallaban, continuar la exploración ó darla por suficiente
y regresar al Perú, fuera con rumbos al Norte ó al Sur. Con
tra el primer punto se manifestaron todos conformes, opi
nando no tener elementos suficientes para fundar pueblo ni
merecerlo lo que de la tierra se había visto. Discutieron en
lo relativo á descubrir, sin que por las relaciones discordes,
y amañadas quizá, resulte claridad en lo que se pensó ni en
lo que se hizo. Dedúcese de las diferencias que Pedro Sar
miento y Pedro Ortega deseaban se continuara navegando,
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ISLAS DE SALOMÓN. 157

en la creencia de hallarse próximos á la Nueva Guinea, y que


se inclinaran los rumbos hacia el Sur. Que el piloto mayor
Hernán Gallego quería dar la vuelta remontando por el
Norte,-sin que le convencieran las razones en contrario ex
puestas, dada la estación, la existencia de víveres y la dis
tancia que tendrían que recorrer. ¿Cuál fue el acuerdo? No
es difícil*afirmar, sin temor de equivocarse, que se siguió el
plan de Hernán Gallego por el ascendiente que sobre el
General ejercía; y habiendo demostrado la experiencia que
erró, bien es.de presumir que en las relaciones oficiales se
omitieron los pareceres de Sarmiento, por los cuales la ex
pedición hubiera alcanzado la costa de Australia, y más so
nado fuera el nombre de Mendaña l.
Habiendo salido del puerto de la Carena, en la isla de San
Cristóbal, el n de Agosto, y visto con bastante detención el
grupo que conserva el nombre de Islas de Salomón, y entre
ellas las de Santa Isabel, Malayta, Guadalcanal, con pocos
más de los que pusieron, navegaron algunos días al Sueste
con mal tiempo y gruesa mar, que arrastraba palmas, palos

1 Dice la relación de Gallego: «Hubo en la junta diversos pareceres en razón


del viaje que se había de hacer para el Perú, si había de ser por la parte Sur: acor
dóse que fuese por la parte del Norte y que no se perdiese más tiempo, porque
no se acabasen los bastimentos ni desaparejasen los navios, y esto se ejecutó.»
(Zaragoza, obra citada, t. i, pág. 17.)
Dice la de Mendaña : «Determinado por ellos que fuésemos en demanda de la
Nueva España, dije muchas veces que mirasen bien la derrota que tomaban , que
la navegación que hacíamos era al revés, porque nos metíamos al Norte en tiempo
de invierno ; finalmente, con ninguna razón les pude mover á mudar el parecer
primero.» (Zaragoza, obra citada, t. 11, pág. 39.)
La relación anónima de París: «Se determinó que pasasen adelante en demanda
de la Nueva Guinea, que había descubierto íñigo Ortiz de Retes.»
Relación incompleta de Pedro Sarmiento: «Pedro Sarmiento rogó y requirió al
General que fuesen allá y la tomasen y reconociesen (la tierra); no lo quiso hacer
él ni el Piloto mayor, y pasaron adelante, descayendo del altura » (Jiménez de
la Espada, obra dicha.)
Memorial de Pedro de Ortega : «Yendo navegando, las veces que se juntaron
los navios para poderse hablar, dijo y persuadió muchas veces á grandes voces á
Fernán Gallego, piloto mayor que iba en la nao Capitana, que no mudase de de
rrota, sino que subiese hasta los 25o que decía Pedro Sarmiento, cosmógrafo, que
estaban las islas y tierra que iban á buscar , el cual no quiso subir los dichos
grados ni hacer más que su parecer » (Jiménez de la Espada, obra dicha.)
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ARMADA ESPAÑOLA.

quemados, atadijos, procedentes de tierras al Oeste; de Nueva


Guinea, ajuicio del piloto Gallego. La gente insistió en el re
greso, haciendo petición al General en debida forma, y éste
accedió, empezándose desde el momento á ganar distancia al
Norte. Cortaron la equinoccial á primeros de Septiembre;
en 8o á 90 avistaron grupo de islas pequeñas con arrecifes,
15 ó 16, en las que buscaron agua, desembarcando en la ma
yor. Hallaron casas, lumbre, un escoplo hecho de un clavo,
con otros objetos que indicaban el paso de españoles y la es
tancia de indios que habían huido en canoas al ver acercarse
las naves. Nombraron los pilotos Bajos de San Mateo á los
islotes ', coya situación conviene con la del grupo de Namo-
nuito, en las Carolinas, donde probablemente quedaron el
piloto Lope Martín y compañeros, abandonados por el galeón
San Jerónimo \
Más adelante, en 21o de latitud toparon otra isla baja, de
arena y matorral, deshabitada y de peligroso acceso por los
arrecifes: llamáronla San Francisco por el día en el santoral.
Continuaban granjeando hacia el Nordeste, sintiendo los
cambios naturales á la estación y á las latitudes boreales. Se
paradas las naves, en la Capitana estuvieron á punto de pe
recer zozobrados por un ventarrón que durmió al barco, me
tiendo en el agua la cubierta hasta la escotilla. Lanzaron fuera
el batel, cortaron el palo mayor, deshicieron la parte alta de
la popa consiguiendo adrizarse y correr con trabajos agrava
dos por el frío, por la escasez de mantenimientos y las enfer
medades desarrolladas por consecuencia *. No pasaron de

1 Según la relación de Mendaña; Bajos de San Bartolomé, por la de París.


s Don Francisco Coello, Conflicto hispano-nlcmán. Boletín de la Sociedad Geo
gráfica, t. XIX, páginas 244 y 294.
s «Tasamos las raciones, dice Mendaña, a ocho onzas de biscocho, y estaba
tan dañado que aun no nos aprovechábamos enteramente de las seis, y el agua ta
samos a medio cuartillo por persona; y con esta ración pasamos tres meses Hin
chábanse a muchos las encías y crecíales la carne de ellas sobre los dientes; a otros
se les quitó la vista , echábamos cada dia a la mar un hombre »
«Faltaba el agua, refiere otro, y la que había estaba tan podrida y hedionda
de las cucarachas que se habian metido dentro, que no había persona que la pu
diera beber, y el bizcocho tan frisado de la suciedad de las cucarachas, y tan car
comido y podrido que no habia quien lo comiese , y así enfermaron de una en-
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ISLAS DE SALOMÓN. J59

32o al Norte: por esta altura avistaron la costa de California,


y descendieron al puerto de Santiago ó Salagua, cerca de Co
lima, el 23 de Enero de 1569. La Almiranta llegó uno ú dos
días después, rara casualidad, sin palo, sin batel, lo mismo que
la Capitana, teniendo á bordo al fondear una botija de agua
Murieron en la jornada 40 hombres, y en puerto algunos más
de los dolientes.
Los sanos confiaron por lo visto \ á los curiosos, que las

fermedad muy usada en esta mar, que es un crecer las encías de tal manera
que se cubren los dientes, y cuando acuden con dolor de ríñones, mueren, y
cuando no, todavía escapan. Y vino otro mal á muchos, lo cual fue irse quitando
la vista.»
' Juan de Orozco, oidor de Nueva Galicia, dio cuenta al Rey de la entrada en
Santiago de los dos barcos maltratados y sin mástiles, el 8 de Febrero, diciendo
eran los que salieron de Lima en demanda de las islas de Salomón y de, Nueva
Guinea. Que habian descubierto muchas islas pobladas en 7 á 12o, al parecer de
poca importancia. Hállase la carta en Colección de documentos de Indias, t. XI, pá
gina 561. Parece que Sarmiento pensaba informar por su parte al Rey, pero Men-
daña le prendió, le tomó violentamente las relaciones y las cartas, y las rompió; y
después, como sin desalentarse por esto, renovara la tentativa de hacer nueva in
formación en el puerto de Realejo, en Nicaragua «yendo yo á dar dello razón á
vuestro Gobernador, 11 leguas de alli (decia al Rey), se hizo á la vela huyendo y
me dejó, y me trajo mi hacienda y se vino al Perú, é yo quise ir á dar razón á
V. M. á España desde Nicaragua, más déjelo de hacer porque á la sazón vino don
Francisco de Toledo por Visorrey, al cual ful á ver al Perú y á dalle cuenta en
vuestro real nombre, de todo lo sucedido en la jornada».
Esto ocurría en Noviembre de 1596. Sarmiento y Mendaña comparecieron ante
la Audiencia real, quedando completamente justificado el primero, y en tan buen
concepto de la nueva autoridad, que, según los datos del Sr. Medina en la His
toria citada (t. 1, pág. 330), y los de D. Marcos Jiménez déla Espada {Tres re
laciones de antigüedades peruanas, Madrid, 1879, pág. xxn), se hizo acompañar
del cosmógrafo en la visita general que emprendió por el reino, y llegando al
Cuzco, asiento antiguo de los Incas, considerándole «el hombre más hábil en esta
materia, le encargó escribiera su crónica, lo cual hizo con titulo de Historia
general llamada indica, la qual,por mandado del Excmo. Sr. D. Francisco de Toledo,
Virrey, Gobernador y Capitán general de los reynosdcl Perú, y Mayordomo de la Casa
Real de Castilla, compuso el capitán Pedro Sarmiento de Gamboa. El manuscrito
fue remitido al Rey, y se creia perdido; pero recientemente se ha encontrado en
la biblioteca de Gottingen, según noticia publicada por el profesor Wilhelm Me-
yer (Boletín de la Academia de la Historia, 1893, t. XXII, pág. 527), y posterior
mente por el profesor Pretschmann, averiguado que el escrito perteneció á la libre
ría de Abraham Gronow, vendida en 1785. El códice original tiene ocho hojas de
introducción y 138 de texto. En las primeras, dedicatoria al Rey firmada en el
Cuzco por Sarmiento, á 4 de Marzo de 1572.
Decidida por el Virrey la persecución del inca Tupac Amaru, retraído en los
montes, organizó expedición encomendada á Hernando de Arbieto, y en la que
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ARMADA ESPAÑOLA.

islas de Salomón, reconocidas por ellos, nada tenían de co


mún con las del inca Tupac Yupangui, ni menos con las de
Ofir, de donde se dice sacaban los fenicios el metal amarillo á
carretadas, é hicieron públicas las impresiones en Lima,
después que, reparados los navios, llegaron en ellos al Callao
en el mes de Septiembre á los veintidós meses de expedición.
Sin embargo, como las penalidades se olvidan presto, borrán
dose con igual facilidad de la memoria los peligros, la suerte
de los perdidos compañeros y aun la sentencia que el piloto
Hernán Gallego, solía enseñar por consuelo á los atribula
dos ', sin dejar más que el tinte agradable de lo pasado por
pasado, y el tema de conversación susceptible de adornos á
capricho, los mismos que reinando el temporal echaban ro
meros ó hacían votos de peregrinación y penitencia con pro
pósito firmísimo de no pisar más una tabla, eran propagandis-'
tas y tentadores de aventuras nuevas.
Existen indicios vagos de que tras la jornada primera de
Mendaña se hicieron otras de que no se conoce relación,
porque no se escribiera, ó porque se ha extraviado, oculta
entre tantas aventuras acometidas privadamente en la época
sin licencia ni auxilio de las autoridades. Los biógrafos del
piloto Juan Fernández indican obscuramente que, después

Sarmiento llevó cargo de Alférez general, consiguiendo capturar y conducir en


triunfo al Cuzco al jefe de los' indios, que fue ejecutado.
Segunda vez fue el cosmógrafo perseguido por la Inquisición de Lima, apare
ciendo información falsa de haber sido azotado públicamente en la Puebla de los
Ángeles, de Nueva España, por asuntos relacionados con el Santo Oficio. Volvie
ron á salir á cuento los anillos astrológicos y los libros sobre propiedad de piedras
y plantas: fue también condenado á destierro y á salir á la vergüenza; pero apeló
y quedó en suspenso la sentencia, sin duda por influencia del Virrey, que le tenía
empleado en campaña contra los indios chiriguanaes, al otro lado de los Andes.
Relativamente al viaje, hay Información que por orden del Virrey y Capitán gene
ral del Perú D. Francisco de Toledo, y áfin de cumplir orden de S. M. hizo el Dr. Ba
rros, Oidor de esta Real Audiencia, asistido del capitán Martín Garay de Loyola, caba
llero de Calatrava, acerca del descubrimiento de las islas de Salomón, que el licenciado
Castro encomendó á Alvaro de Mendaña, y de la calidad de aquellas tierras é islas,
fecha á 4 de Junio de 1573. (Academia de la Historia. Colección Muñoz, t. x,
A. 37, fol. 197.) Manuscrito importante en que aparece que antes de la expedi
ción de Mendaña se tenía noticia de las islas por Pedro Sarmiento de Gamboa.
1 «La mar es buena para los peces.» Relación del viaje; Zaragoza, t. 1, pág. 2Z.
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ISLAS DE SALOMÓN. 261

de haber descubierto las islas de su nombre en las cercanías


de la costa de Chile, avanzó al Oeste y por los 40o de latitud
Sur vio una costa muy prolongada '.

1 Bartolomé Leonardo de Argensola (Conquista de las Molucas) consigna haber


descubierto Juan Fernández en 1574 islas que se llamaron Las Desventuradas, agora
(dice) San Félix y San Ambón, error corregido por D. Francisco Vidal Gormaz en
el Anuario hidrográfico de la marina de Chile, Santiago, 1879, en el artículo titulado:
Los descubridores de las costas occidentales de Chile y sus primeros exploradores.
El Sr. Jiménez de la Espada se ha servido comunicarme apuntes curiosos sobre
el particular, de los que parecen oportunos éstos:
«1574. Este mismo año descubrió Juan Fernández las islas de su nombre, yendo
casualmente al Pirú, y tocó en ellas por fuerza de viento yendo de Chile, de donde
era vecino. Dejó allí una cabra, y se marchó. (Ldo. D. Fernando de Montesinos,
Anales del Perú. Ms.)
»Las islas de Juan Fernández descubrió un piloto de este nombre el año de 1597,
60 leguas de tierra y distantes una de otra 20 leguas de 34° á 36o, D. Alonso [¿de
Montemayor?] se las dio á Martín Sanz de Olavarría por sus servicios, con que lle
vase confirmación, y pidiéndola, le dio informe á 6 de Octubre de 1598. (Acade
mia de la Historia. Apuntes de León Pinelo, fol. 235.)
»Estando el virrey D. Francisco de Toledo en la entrada de los Chiriguanaes
sobre Pilaya, tuvo noticia de que un navio de Juan Pérez de las Quemas, vecino
de la ciudad de los Reyes, bajando desde Chile al Perú, descubrió en el paraje de
Coquimbo (sic), 80 leguas á la mar, unas islas pobladas de gente, á quien llamaron
las de Juan Fernández, del nombre del piloto del navio, y para las poblar y ense
ñar la ley evangélica á los indios le pidió al virrey Juan Pérez de las Quentas,
persona rica, para ello le diese la conquista, la cual le concedió por dos vidas, para
que con un navio y 25 hombres que levantase sin tocar caxa ni arbolar bandera,
hiciese á su costa el descubrimiento. Pero no hubo efecto. Sábese que tienen estas
islas algún ganado de cabras monteses, y én sus puertos pescado como el bacallao
que se gasta en España. (Noticias del Perú, etc., por Francisco López de Caravan-
tes. Ms. 1630,1.1, disc. 2°, núm. 192.)»
Por fin, en las Memorias para recomendar al Rey la conversión de los naturales de
las islas nuevamente descubiertas, por D. JuanLuis Arias, Valladolid, 1609, se dice
que Juan Fernández, piloto, nació en Cartagena en 1535, hizo muchos descubri
mientos, de los cuales algunos no tienen su nombre, como las islas que visitó en
1571. Tres años después halló ai Norte de éstas las de San Félix y San Ambrosio,
y en 1576 una costa prolongada por los 40o de latitud, en que los habitantes, blan
cos y bien formados, le recibieron amistosamente. Guardó secreto acerca de esta
visita, pensando volver desde Chile, pero la muerte se lo impidió.
Don Claudio Gay, en su Historia de Chile, t. II, pág. 66, cuenta que por el descu
brimiento de las islas fue acusado Juan Fernández ante la Inquisición de Lima por
brujería, y quiso la fortuna que los inquisidores le absolvieran al oirle decir que
todos los marineros, aunque fueran santos, se harían brujos, tanto como él si se
guían el mismo rumbo, poniéndose á 400 leguas de la costa. Don B. Vicuña Ma-
quena y D. Diego Barros Arana, en los estudios históricos de Chile, estiman el
hecho probable, pero D. J. T. Medina, en su Historia de la Inquisición de Chile, de
clara (t. 1, pág. 337) que en las investigaciones que ha hecho lo mismo en Chile
que en el Archivo de Simancas, no ha visto nada que justifique á la conseja, y tiene
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26í ARMADA ESPAÑOLA.

Algo parecido, aunque sin referencia directa á persona, se


insinúa en informe que al Virrey de Nueva España dio el li
cenciado de la Madrid el año 1573, tratando de la navega
ción desde Acapulco á Filipinas '; pero aun mejor lo dan á
entender ciertas cartas geográficas ó mapas de la primera mi
tad del siglo xvi, en que las tierras de Australia, Tasmania y
Nueva Zelanda aparecen con nombres españoles '.
Si pareciera poco todavía, en documentos sacados á luz
recientemente * se trasparenta la de los viajes clandestinos,
que no sin ellos se conciben las indicaciones y pedimentos
de Alonso de Fuentes, vecino de Lima.
Decía éste en memorial al Rey que, deseando se estampara
en la corona tercer mundo con el descubrimiento de una gran
tierra que está debajo del Polo Antartico, circunvecina á las
islas del Moluco en el meridiano de la China y clima del
olimpo potosí, que por aquella parte lleva 1.000 leguas de
costa debajo de zona templada, verdaderos antípodas de Es
paña, Francia, Italia y Alentania, tierra fructífera, por ser
la empresa de mayor estima que de este reino emprenderse
puede, escribió tres libros presentándolos al Virrey, el cuál,
satisfecho de la verdad que en ellos se trata, le dio licencia
para ir á descubrir tales tierras de 5.000 leguas de circuito, á
su costa.

Agregaba en el memorial haber hecho proposición del


descubrimiento de las islas (nombradas Fontacías por su ape
llido) á Juan Roldan Dávila, que la aceptó el año 1578, mas
se fue demorando por diversas causas, y continuaron las pró
rrogas después de firmado en 15 de Julio de 1592 por el
Marqués de Cañete el despacho y nombramiento de General
para la conquista y población á favor del referido Roldan

por probable que se haya confundido al navegante con otro cualquiera de su mismo
nombre.
1 Dirección de Hidrografía. Colección NavarreU, t. xvm.
1 Cítalas D. Ricardo Beltrán y Rózpide en la conferencia Descubrimiento de ¡a
Octania por los españoles, asi como la monografía escrita por Mr. Jorge Collingridge,
Descripción de antiguos mapas de Australia.
1 Por D. M. Jiménez déla Espada en el estudio, repetidamente citado, Las islas
de los Galápagos y otros más a Poniente.
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ISLAS DE SALOMÓN. 263

Dávila, nieto del Alcalde mayor de la isla Española Fran


cisco Roldan, que tanto dio que hacer á Cristóbal Colón.
De todo esto se deduce no carecer de fundamento la opi
nión de varios geógrafos ', de haber visto españoles la costa
de Australia en los comienzos del reinado de Felipe II, ó
acaso antes.
Sea como se quiera, Alvaro de Mendaña anduvo por su
parte negociando la conquista, pacificación y población del
archipiélago que había visitado, haciendo para ello asiento
y capitulación, firmada en Madrid á 29 de Abril de 1574, por
secuela del cual obtuvo merced del título de Adelantado de
las islas de Salomón, con otras, en cédula de 20 de Agosto
siguiente; mas también dilató el cumplimiento del compro
miso, como se verá á su tiempo.

1 Coello, Beltrán, Zaragoza.


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XVI.

GUERRA EN LOS PAÍSES BAJOS1.

1571-1578.

El campo de la herejía.—Armada del Duque de Medinaceli.—Gheusios.—Ocupa


ción de Ramua.—Combates en el Escalda y el Ems.—Pérdida de la flota co
mercial.—Socorro de Goes.—Victoria de Harlem.—Otros combates desgracia
dos.—En Berg op-Zoom.—En Zuyderzee.—Gobierno de D. Luis de Requesens.
—Expedición maravillosa.—Infantería acuática.—Sitio de Leyde. — La mar
tierra y la tierra mar.—Llegada de D. Juan de Austria.—Marina turca y marina
holandesa.

;ntre las causas diversas que alteráronla tranquili


dad en las provincias de Flandes ó de los Países
Bajos, unidas á la corona de España por herencia
del emperador Carlos V, cuéntase como principal
la perturbación producida en las ideas por las doctri
nas religiosas y políticas de Lutero y de Calvino. Ele
gidas por sus sectarios aquellas provincias como campo de la
herejía, á la vez que promovían guerra de rebelión de sub
ditos contra su príncipe, guerra civil, así considerada en un
principio, minando las creencias, encendieron contienda más
grave, más trascendente también de lo que fuera la lucha
entre flamencos y españoles, á rechazar los primeros la de-

1 Don Bernardino de Mendoza.—Antonio Trillo.—Famiano Estrada.—Carde


nal Bentivollo.—Antonio Carnero.—Francisco Lanario, duque de Carpiñano.—
Jerónimo Manuel Dávila.—Le Clerc—Gerardo Van Loon.—John Lothrop Mot-
tley.—Cartas y relaciones, Colección de documentos inéditos para la Historia de Es
paña, tomos xxxi, xxxt, xxxvi y lxxv.
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,56 ARMADA ESPAÑOLA.

pendencia externa. Llegóse á declarar abierta guerra entre el


protestantismo y el catolicismo; guerra europea, de un lado
sostenida por flamencos, ingleses, franceses, escoceses, alema
nes y escandinavos, no tanto contra Felipe II, rey de España,
del otro, como contra Felipe, campeón de la Iglesia romana.
El Duque de Alba, gobernador de aquellos Estados desde
1567, sofocó los comienzos del incendio venciendo al Prín
cipe de Orange, jefe de los disidentes y mantenedor de la ban
dera de rebelión. Tanto parecía renacer la calma, expulsados
del territorio los que habían hecho armas contra la autoridad
real, que solicitó licencia para volver á España y descargo
de las obligaciones que penosamente desempeñaba, doliente
de gota. El Rey nombró en su reemplazo á D. Juan de la
Cerda, duque de Medinaceli \ mandando al mismo tiempo
aprestar en Laredo una armada que lo condujera decorosa
mente y diera escolta á la flota comercial de Cantabria.
Hízose á la vela el 6 de Diciembre de 1571 con malísimo
tiempo contrario: una y otra vez tuvo que arribar á Santofia
y á Laredo mismo, forzado de las borrascas, con pérdida de
dos de las naves, que naufragaron en la costa, y al fin se de
cidió á desembarcar la tropa y efectos que llevaba y á inver
nar en el puerto.
Los reembarcó en el mes de Abril siguiente de 1572, y
aunque contrariado, volvió á salir á la mar en Mayo con 45
naves, las 10 á sueldo del Rey, bien artilladas; el resto de
mercaderes, que las enviaban cargadas de lana. Iban entre
todas 1.263 soldados de infantería del tercio de Julián Ro
mero y cantidad de plata en lingotes para amonedar *.

1 El título tiene fecha 25 de de Septiembre de 1571.

1 Relación de las naves que van en la armada que pasa á Plan-


des el Duque de Medinaceli, así al sueldo de S. M. como cargadas
de lanas.

AL SUELDO DE S. M.
Toneladas.

Capitana de Juan de Montellano


Almiranta de Ochoa de la Sierra
Nave de Ochoa de Capitulo • °3°
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Guerra en los países bajos. 167

Hubo de hacer dos arribadas forzosas más esta flota en la


costa de Bretaña, y en una de ellas chocó en las piedras la

Toneladas.

Nave de Juan de Espila 45O


» de Domingo Urdaide .'..'...'..'.'...' 450
> de Jacobo de Jáuregui ,20
> de Juan de la Sierra ...'.!.!.'.'! 215
Zabra de Martín Ruiz de Villota \ c0
» de Castro ' 2,
Pinaza para el servicio de la armada.

CARGADAS DE LANAS.

Nave de Juan de Regoitia 65O


» de Martín de Capitulo '. 630
> de Pedro de Arbieto 55O
> de Juan de Navejas +5O
» de Juan Debora ■ 250
» de Martín de Ochoa ". I50
> de Juan de Jimeno II0
> de Juan de Basori t j0
> de Sancho de Vallecilla !3o
> de Martín de Jáuregui I2o
» de Sancho de San Martín 120
Urca de Baon, flamenco ^o
Navio de Juan de Goicuria 80
» de Aparicio de Benreo 80
» de Martín de Capitulo 50
» de Pedro de Bérriz 60
» de Domingo de Villota 90
> de Francisco de Uro 80
» de Arnau de Hoyo 80
» de Juan de Riv'as 70
» de Hernando de Somado 60
> de Juan de Somado 60
» de Pedro de Bayona 60
> del capitán Verastegui 70
> de Bernardino Campuzano 50
» de Pedro Collado 35
» de Juan de Vallecilla 50
Zabra de Domingo de Villota 40
» de Antón de Samano 70
> de Pedro de Uro 50

SOLDADOS EMBARCADOS.

De la compañía del maestre de campo Julián Romero 179


De la de Antonio de Mújica 146
De la de D. Marcos de Toledo 237
De la de Alonso de Zayas 202
De la de D. Fernando de Saavedra .' , 149
De la de Antonio de Guzmán 350

1.263

ARTILLERÍA QUE LLEVAN LAS NAVES.

Capitana, cinco culebrinas largas, tres medias culebrinas, dos sacres, cuatro pie-
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ARMADA ESPAÑOLA.

nao de Ochoa de Capitulo, perdiéndose, si bien se salvó casi


toda la gente. Con las demás llegó á Flandes en veintinueve
días de viaje, á tiempo que habían ocurrido importantes no
vedades.
Guillermo de Lumay ó Lumey, que se titulaba Conde de
la Marca ', uno de los más comprometidos en la insurrec
ción y ¡proscrito por ende, hallando protección en el Go
bierno de Inglaterra, juntó hasta 26 naves de corsarios y
malhechores y más de 1.200 hombres, parte emigrados por
herejes, parte extranjeros de aventura, y saliendo de Dóver
dióse á navegar por la costa de Flandes, robando á título de
gheustos ó mendigos de mar. A principios de Abril de 1572
atacó por sorpresa á la Brille, ciudad y puerto importante de
Holanda en la isla de Woorn, 13 kilómetros distante de Rot
terdam, en las bocas del Mosa. Apenas lo supo el Conde de
Bossu, gobernador de Holanda, acudió con fuerza suficiente,
pasando en barcas desde la tierra firme; y como las dejara á

zas de campo (las tres se han de quedar en Flandes, que no son de S. M.), 10 pa-
samuros de hierro, 12 versos dobles.
Almiranta, tres culebrinas, las dos cortas, una media culebrina corta, dos trave-
ses, cuatro piezas de campaña, ocho pasamuros, 16 versos.
Nave de Domingo de Urdaide, una culebrina corta, dos traveses, cuatro piezas
de campo de hierro, 12 pasamuros, 12 versos.
En la de Juan de la Sierra, un través, cuatro piezas de campo de hierro, 11 versos.
En la de Jacobo de Jáuregui, una culebrina corta, tres piezas de campo de hie
rro, seis pasamuros, 12 versos.
En la de Pedro de Capitulo, dos culebrinas cortas, dos de la villa de Santander
largas, tres piezas de campo, 13 versos.
En la de Martín Ruiz de Villota, un través corto, dos piezas de campo de hie
rro, seis versos.
En la de Sancho de Ugarte, dos piezas de campo, cinco versos de hierro.
En la de Villanueva, dos versos de hierro.
Todas bien aderezadas con pelotas, pólvora y todas cosas necesarias.
Colección de documentos inéditos para la Historia de España, t. xxxv, pág. 481,
y t. xxxvi, pág. 5.
1 Nuestros historiadores de la época escriben cpn mucha variedad, adulterán
dolos, los nombres de personas y lugares de Flandes. Conviene tener presente la
advertencia hecha en otros capítulos. El historiador inglés John Lothrop Mottley
nombra á este aventurero Guillermo de la Marck , y píntalo feroz corsario, san
guinario, licencioso, de aspecto salvaje, con la barba y cabellos crecidos é incultos,
al uso antiguo de los bátavos. Digno descendiente del Jabalí de las Ardennas,epr-
ció crueldades horribles, preferentemente contra religiosos católicos.
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GUERRA EN LOS PAÍSES BAJOS. 269.

la espalda, en seco, sin guarda, se ingeniaron los rebeldes


para incendiarlas, y tuvo que retirarse.
Con este primer suceso cobraron atrevimiento mayor los
invasores, no perezosos en fortificar el puerto de que se
habían apoderado ni en propagar la noticia con exagera
ción, bien que no la necesitara el terreno preparado á la
sementera hereje '. Como reguero de pólvora corrió en
seguida el alzamiento por el litoral, proclamándolo Fie-
singa, el embarcadero de los príncipes, y á su ejemplo ciu
dades y puertos, con los que en pocos días toda Zelanda, á
excepción de Middelburg, capital de la isla de Walcheren,
y Holanda, separado Amsterdam, estaban en armas contra
España.
Pusieron en seguida los rebeldes cerco á Middelburg con
el fin doble de señorear por completo á la isla y á las bocas
del Escalda, amenazando á Amberes; designio á que opuso
el Duque de Alba urgente valladar, encomendando al capi
tán de su confianza, Sancho Dávila, el socorro de la plaza.
Para ello se dispusieron en Berg-op-Zoom, puerto del Es
calda, oriental, 30 charrúas, embarcaciones de cabotaje del
país, anchas, planudas, propias para arar el fondo de los ca
nales, de lo que se deriva el nombre. En seis de ellas se
montaron piezas de artillería ligera; en todas cupieron 1.000
soldados viejos y algunos aventureros y oficiales reformados
de los que no desperdiciaban ocasión de sacar la espada de
la vaina con causa justa. La flotilla navegó á favor de la ma
rea vaciante, á mediados de Mayo, no por el rumbo directo,
al punto donde el enemigo estaba bien atrincherado; dio
vuelta á la isla é hizo el desembarco en la parte opuesta,

1 Celebraron los luteranos la ocupación de la Brille con grandes demostraciones,


grabando medallas y estampas, componiendo cantares y epigramas, entre los que
uno, que recuerda la fecha, decía:

Den eersten dag van April .


Verloor Duc d'Alva zynen Bril.

En traducción libre:

El primer día de Abril


El de Alba perdió su Bril (anteojos).
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ARMADA ESPAÑOLA.

entre dunas, con lo cual, dicho se está, tuvo que atravesarla


la infantería por malos pasos, pero tomó, en cambio, por la
espalda, y descuidados, á los sitiadores, ingleses en gran
parte, y persiguiéndolos hasta el agua, no sólo levantó el
sitio, se apoderó del puerto de Ramua, en que estaban re
cogidas muchas embarcaciones. Mejoró, por tanto, la situa
ción de los españoles en la isla Walcheren, dueños de Mid-
delburg, Ramua y Ramekens, aunque de todos modos la
hacía precaria la vecindad de Flesinga \
Habiendo embarcado Sancho Dávila los trofeos de la vic
toria, artillería, banderas, ropas, en 10 de las referidas na
ves, saliéronle al encuentro 30 de los enemigos, trabándose
en el canal la primera escaramuza, más bien que combate,
ya que los rebeldes, faltos de experiencia, no supieron ó no
pudieron, con fuerzas tres veces mayores, cerrarle el camino
de Amberes.
De estos encuentros ocurrieron varios por aquellos dias,
con parecido resultado. Uno cerca de Berg, en que presen
taron los rebeldes 25 charrúas con artillería, les fue funesto,
por abordarles el alférez D. Juan del Águila con 400 españo
les, que, cuerpo á cuerpo, eran de superior empuje. Matá
ronles 170 ingleses, echaron á fondo una charrúa y volaron
otra, con ser uno contra tres.
Algo más serio, por las consecuencias, se verificó hacia
Frisa, donde pirateaban naves en grupo. Habíanse unido 16
bien artilladas, y al llevar las presas que habían hecho á
Emden, envió el Conde de Bossu contra ellas al vicealmi
rante Boscusem con 11 de S. M. Avistáronse ambas escua
dras en la boca del río Ems y aceptó la rebelde el combate
confiada en el mayor número de las naves; mas á los prime
ros disparos huyeron las suyas en desorden, sin escapar más
de cuatro: nueve se apresaron; tres se sumergieron, acredi
tando otra vez los herejes la falta de la fuerza moral, tenién
dola material de sobra, puesto que una de las presas estaba

1 Relación del suceso. Colección de documentos inéditos para la Historia de Es


paña, t. ixxv, pág. 50.
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GUERRA EN LOS PAÍSES BAJOS.

artillada con 14 piezas de bronce, armamento fuerte de nave


de guerra entonces \
Llegando en esta coyuntura el Duque de Medi.naceli con
su armada, fue avisado de no haber puerto en que pudiera
dejar caer las anclas tranquilo, y hubo de surgir en mar
abierto, frente á Blankenberge, con peligro de encallar en
los bancos; otro no corría, careciendo los rebeldes aun, como
se ha visto, de fuerza naval que oponer á la suya. El Duque
desembarcó en la Esclusa (S/uys) con las zabras, llevando
consigo parte de la infantería; y por haber quitado las valizas
la gente del país embarrancaron ocho de aquéllas, lo que
no fue inconveniente para poner en tierra á los soldados y á
la plata en lingotes traída por la flota; mas cuando se hizo de
noche acudieron los barcos enemigos, confiando en la distan
cia á que se hallaban los grandes españoles; tomaron dos de
las zabras varadas, con parte del equipaje del Duque, é incen
diaron las otras, no pudiéndolas llevar '. La suerte les deparó
mejor presa en una flota de 27 urcas que llegaba de Portugal
con mercancías de la India, y se entró en Flesinga sin saber
la novedad de su rebeldía. Tuvieron, pues, desde entonces
los herejes escuadra de consideración y hartos recursos con
que equiparla, habiéndoles producido el cargamento de espe
cias y artículos indianos más de dos millones de ducados.
Una vez desembarcado el Duque y los soldados del ter
cio de Julián Romero, fueron las naves de Cantabria desde
las aguas de Blankenberge al puerto de Ramekens, cam
biando algunos cañonazos con las baterías y naves de Fle
singa: las gobernaba Juan Martínez de Recalde, y por falta
de prácticos del país, al acercarse al surgidero encalló y se
perdió la Almiranta, salvándose los efectos. La urca fla
menca de Baón, agregada al convoy en Laredo, se desapa
reció en esta corta travesía, yéndose al enemigo.

1 Relación de la victoria que tuvo la armada de S. M—Colección de documentos iné


ditos para la Historia de España, í. lxxv, pág. 29. Dice fue la víspera de San Juan
de 1571.
1 Relación sumaria de lo sucedido. Colección de documentas inéditos para la His
toria de España, t. lxxv, págs. 53 y 59.
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ARMADA ESPAÑOLA
sys

Favoreció á éstos la entrada de hugonotes de Francia, que


sé apoderaron de la plaza de Mons, en la frontera, llamando
hacia sí al ejército, pues quedó desatendida la costa, á
merced de los gheusios. Los indecisos fueron con ello en
grosando su partido; los consecuentes sufrieron violencias
irresistibles. Las 11 naves del Rey, mandadas por el viceal
mirante Boscusem, iniciaron la serie de las defecciones que
día tras día habían de menguar los elementos de represión.
Pronto se vio el límite á que quedaban reducidos, por salir
de Flesinga 8.000 infantes alemanes, ingleses y franceses,
provistos de artillería contra Goes ó Tergoes, lugar de poco
circuito en la isla de Zuytbevelant ó Bevelandia, uno de los
pocos que se conservaban con guarnición de 400 españoles.
Los enemigos lo cercaron estrechamente; abrieron brecha,
y como asaltaran con escarmiento, se dispusieron á esperar
que la falta de vitualla redujera á los que resistían á la
fuerza.
De la posesión de Goes pendía la de Middelburg; mientras
ambas plazas estuvieron por los españoles, tenían el pie en
Zelanda, la puerta del mar abierta á las expediciones que se
enviaran desde la Península, y la perspectiva de recupera
ción de lo perdido llana, por poco que ayudaran las cir
cunstancias ; así era tanto el empeño de los rebeldes por
deshacer el baluarte, como el del Duque de Alba en mante
nerlo, socorriendo á los defensores. Tratando de hacerlo
Sancho Dávila, castellano de Amberes, y Cristóbal de Mon-
dragón, maese de campo, con 3.000 hombres, viéronse dete
nidos por la insuficiencia de medios de transporte, consisten
tes en pocas naos y en las charrúas y otras embarcaciones
menores tripuladas por marineros y prácticos zelandeses,
que no eran de fiar. Los enemigos contaban ya al ancla en
el canal con 60 naves gruesas, entre ellas cinco urcas de las
más grandes, con mucha artillería y más de cien charrúas.
Salieron, no obstante, los españoles con 28 naves, habiendo
colocado sobre el dique baterías de campaña que las ampa
raran, y trabaron combate, sosteniéndolo cinco horas gallar
damente. Al cabo se retiraron con pérdida de gente y de
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GUERRA EN LOS PAÍSES BAJOS. 273

dos naos embarrancadas en la costa de Brabante, una del


capitán Fabio, napolitano, otra del español Zabaleta; ambos
las incendiaron para que no cayeran en manos enemigas, sa
cando á tierra la gente '. Tanto habían cambiado en breve
espacio las condiciones marítimas de los beligerantes.
Goes se dio por perdida desde aquel instante de la derrota
naval, y lo fuera sin la determinación maravillosa del Maese
de Campo, de intentar como infante lo que no había podido
conseguir como marino. Fue el caso que consultando con
prácticos fieles, sondeando y reconociendo el canal, se cer
cioró de que por ciertos sitios podía vadearse en bajamar,
siempre que se salvaran tres canalizos ó pasos rnás profun
dos que cortaban el trayecto, y sin más pensarlo, provis
tos los moldados de saquillos en que meter la pólvora y ra
ción, colgándolos en las picas y arcabuces, á la hora del
reflujo se metieron en el agua en hilera, agarrados de la
mano para mutua seguridad, 2.560 soldados. Caminaron en
esta forma más de seis millas con fango á la rodilla y agua á
la cintura, heridos los pies con las conchuelas ó cascajos, fa
tigados del esfuerzo á que les obligaba lo pegadizo y adhe-
rente del fondo; y habiendo perdido pie en los canalizos
profundos, se les mojó la pólvora sin poderlo remediar; pero
llegaron ala isla antes que la marea les alcanzase, sin haberse
ahogados más de nueve.
Asombrados los enemigos viéndolos en tierra, abandona
ron precipitadamente las trincheras sin esperarlos, corriendo
á embarcarse en su armada. Los nuestros los acuchillaron
por la espalda, espoleando la fuga, en que murieron sobre
dos mil, ahogados los más. La acción brillante libró el 21 de
Octubre ' á Goes, sitiada desde Agosto, cediendo el campo
8.000 hombres á 2.700, con abandono de la artillería y ba
gaje.
Trasladó el Duque de Alba por entonces á Holanda el
campo de operaciones en sostenimiento de Amsterdam, cuya

1 Antonio Trillo, Rebelión y guerra de Flandes. Madrid, 1592.


1 Fecha de D. Bernardino de Mendoza, Comentarios de ¡o sucedido en los Países
Bajos. Madrid, 1592. Trillo pone la de 4 de Octubre.
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274 ARMADA ESPAÑOLA.

fidelidad á la soberanía de España querían castigar los insu


rrectos hostigándola por todos lados, después de haber que
mado en su puerto y canales ciento y tantos navios de
comercio, de ellos 8o urcas grandes. El rigor del invierno
paralizó á las escuadras, ofreciendo, entre tantos incidentes
de la porfiada guerra, un espectáculo nuevo: el de los arca
buceros españoles atacando sobre el hielo, á pie, á los ba
jeles.
La empresa de más importancia fue el sitio de Harlem, ciu
dad de las principales de Holanda, en comunicación con otras
por el lago llamado también mar de Harlem. Duró el cerco
más de siete meses, tan vario en sucesos como largo, y para
nuestro objeto interesante por el concurso de los navios en
la defensa y la ofensa.
Tan luego como la primavera de 1573 deshizo los hielos,
presentaron los rebeldes en el lago embarcaciones de remo
construidas á modo de galeotas ligeras, de poco calado, con
once á diez y ocho bancos, y artillería gruesa en la proa. El
Conde de Bossu hizo construir otras semejantes en Amster-
dam que dieron aspecto nuevo al sitio, combatiendo en el agua
por dar é impedir socorros á la plaza: escaramuzas en el co
mienzo, vinieron á ser batallas, crecido por ambos lados el nú
mero de los bajeles, quedando ordinariamente las ventajas
por nuestra gente, mas ágil y habituada á parecidos encuen
tros en las guerras con turcos y moros. Una de las galeotas, la
mayor, que se apresó á los herejes, tenía pieza de 44 libras de
bala y otra de 13 libras ', y esto fue en el principal encuentro
en que la armada de Harlem juntó 150 bajeles, no llegando la
de los católicos á 100, si bien en calidad suplían á la diferencia
del número. Dudosa la victoria algún tiempo, favoreció, por
fin, al Conde de Bossu, que deshizo por completo á los con
trarios, capturando 21 vasos grandes y haciéndoles muchos
muertos. Decidió el combate la suerte de la ciudad, que tuvo
que entregarse á discreción á principios de Junio \

1 Don Bernardino de Mendoza, obra citada.


• Se riñó la batalla el 28 de Mayo. En las fuerzas discrepan, como de ordinario,
las noticias: según Antonio Carnero {Historia de las guerras civiles de Flandes,
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GUÍRRA EN LOS PAÍSES BAJOS. 175

Volviendo á Zelanda, á 5 de Noviembre partió de la Es


clusa armadilla de 22 naves á cargo de Lope de Lusarra, con
propósito de llevar vitualla á los de Middelburg. Al paso de
Flesinga salieron al encuentro 18 de los enemigos con siete
urcas grandes, y combatiendo con la artillería desaparejaron
y rindieron á tres pequeñas que eran de Lequeitio, Portuga-
lete y Santoña, tripuladas en total por 130 hombres. Con
esta pérdida entraron en Ramua las vituallas y pasaron á Ra-
mekens. Aquí los atacason de noche 50 navios con el éxito de
apresar otros tres de los nuestros y quemar algunos más, de
éstos cinco de los que habían venido de España con lanas, y
uno de armada, el de Juan de Epila '.
En la acción aquellos soldados de los tercios de Italia que
blasonaban de anfibios, realizaron otra proeza con que mere
cer el dictado, destruyendo un navio rebelde que embarrancó
cerca del castillo de Ramua. No teniendo embarcaciones, se
entraron por el agua á bajamar, sufriendo el fuego de arca
bucería hasta ponerse á cubierto debajo del pantoque, donde
aplicaron artificios incendiarios, abrasando el bajel con 150
hombres que á bordo tenía ?.
Eran los ataques de Ramua y Ramekens preludios sólo del
que con grandes fuerzas de tierra y mar preparaban los lute
ranos contra Middelburg, esperando salir en la empresa más
lucidos que la vez anterior. Al socorro de la plaza acudió
también Sancho Dávila con intento de forzar el paso guar
dado por los enemigos en Lillo con armada superior. Allí
mismo empezó la refriega, continuándola desde las diez de la

Bruselas, 1625), tenia el Conde de Bossu 68 bajeles, que dividió en cuatro escuadras,
y los enemigos 180, de los que 29 fueron capturados, huyendo los otros. El inglés,
protestante, afecto á los orangistas y recopilador de sus narraciones, Lothrop Mot-
tley, anota que llevaba el Conde de Bossu 100 embarcaciones, y Martin Braud, Al
mirante de los patriotas, 150, de las que perdieron en el combate 22. En carta del
Duque de Alba dirigida á D. Juan de Zúñiga el i.° de Junio, informa ocurrió el
combate el 29, teniendo el Conde de Bossu 65 naves, y los rebeldes doblado nú
mero. (Colección de documentos inéditos para la Historia de España, t. cu, pa'g. 144.)
1 Relación que hizo Diego de Rebouza, alguacil mayor de la armada del Duque de
Medinaceli, del suceso della. Dirección de Hidrografía, Colección Navarrete, t. xxvm,
núm. 23.
* Trillo, obra citada.
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J76 ARMADA ESPAÑOLA.

mañana hasta las tres de la tarde, hora en que estaban á la


altura de Flesinga; y como de este punto salieran diez naves
más en refuerzo de los orangistas, Sancho Dávila retrocedió
á Amberes, combatiendo siempre con pérdida de gente, y aun
de dos naves del país, que se pasaron á la escuadra rebelde.
En el Escalda reorganizó la armada, componiéndola con 22
naves de gavia y 12 de las mayores de la tierra. Esta vez llevó
la vanguardia Juan Martínez de Recalde, y fue el combate
sangriento, perdiendo siete navios, dos de los cargados de ví
veres, con 400 hombres muertos. Entre los heridos entró el
mismo Dávila y 40 chamuscados por un barril de pólvora. Así
y todo entró el socorro en Ramua, no sin dafio.de los oposito
res, que perdieron uno de los navios grandes sumergido '.
Una vez asegurado bajo la artillería del castillo intentaron
todavía los adversarios su destrucción, lanzando de noche,
á favor de la marea, seis naves incendiarias, amarradas de dos
en dos con cadenas. La vigilancia venció al peligro saliendo á
tiempo bateles á desviar aquellas máquinas.
Se agregaron á la armada en el puerto tres naos que perte
necían á la del Duque de Medinaceli: la de Montellano, de
750 toneladas; la de Martín de Capitulo, de 630, y La In
diana, de Jacobo Jáuregui, de 330; más dos urcas y seis ^ro-
mestales, calculando afrontar batalla, como así fue, por dos
días consecutivos. Recalde se abrió camino con trabajo y
pérdida; á la nao de Capitulo desarbolaron, llevándosela la
fuerza de la marea sin poderla contrarrestar; la de Juan Sie
rra tomaron los contrarios, no teniendo más que un hombre
vivo, y por cierto, moro; La Indiana encalló, siendo necesa
rio incendiarla; la de Montellano se vio en apuro no obstante
sus 40 cañones.
Eran, por supuesto, más los bajeles enemigos, y se batieron
con serenidad y con orden, haciendo patente la unidad de
acción y de mando á que obedecían. Se observó además, por
vez primera, que por sistema, desde entonces adoptado,

1 Es difícil formar idea exacta de la acción: tanto es confuso y contradictorio el


texto de los historiadores. Sigo preferentemente el de la Relación mencionada de
Diego de Rebouza, testigo de vista.
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GUERRA EN LOS PAÍSES BAJOS. 277

rehuían con habilidad el abordaje, esquivaban la pelea cuerpo


á cuerpo ó mano á mano, preferida por los españoles por ser
en ella tan duchos y superiores, y fiaban el éxito de la acción
en el rápido y acertado disparo de la artillería.
Tras esta acción naval del Escalda se riñó varios días otra
en el golfo de Zuyderzée, donde los rebeldes habían enviado
sus mejores bajeles frisones en daño de Amsterdam, y el
Conde de Bossu los afrontaba con los del Rey, arbolando la
insignia en uno de mucha fuerza, designado por los luteranos
con el nombre de La Inquisición: tanto les era antipático.
Siendo los suyos muchos y de menos porte y calado, se arrima
ban á los bajos del golfo, evitando, como antes se ha dicho, el
abordar. A ellos atendía, por lo contrario, el Conde, acercán
dose con descuido de la sonda, tanto que encalló con la Capi
tana y la Almiranta. Al punto lo rodearon, menudeando los
disparos; y mientras sus naves le desamparaban retirándose,
como castillo resistió hasta el día siguiente, rindiéndose
cuando le quedaban no más de 40 hombres en pie, todos he
ridos '.

1 Igual ¡ncertidumbre en las relaciones del tiempo. Por la de D. Bernardino de


Mendoza tenia el Conde de Bossu 12 navios gruesos y los frisones 19, de remo seis
y menores muchos. Abordó á la Almiranta enemiga; le aferraron á él otras tres,
y hechos pifia encallaron, continuando la pelea hasta la rendición. Trillo compone
la escuadra real de 14 navios, la Capitana, muy grande, dos barcos artillados, 1.500
hombres. La de los frisones era de 20 naves al principio; pero acudiendo al ruido
de los cañonazos, llegaron a juntarse sobre 100. Bossu hubo de capitular hallán
dose solo y rodeado, dando ;¡ los rebeldes triunfo que les costó al pie de 2.000
hombres muertos y heridos. Famiano Estrada expresa que el Conde, con la Capi
tana sola, peleó veintiocho horas contra 20 navios contrarios, y sucumbió quedán
dole de 300 hombres 80, heridos todos menos 15. El cardenal Bentivollo poetiza
en términos vagos, sin anotar cifras ni otro dato, que las naves contrarias eran muy
superiores en número á las reales, y que Bossu, con varonil corazón, encendió á
los suyos. Por último, el Duque de Alba, dando cuenta al Rey de la batalla {Colec
ción de documentos inéditos para la Historia de España, t. lxxv), consigna que, ha
biendo cercado á la nave del Conde de Bossu cuatro contrarias, peleó desde las
cuatro de la tarde á la misma hora de la madrugada. Que fue el combate muy re
ñido, por tener fuerzas dobladas los frisones. Ellos perdieron la Almiranta y 3.000
hombres, y de nuestra parte, el vicealmirante Basesseur recogió y salvó algunas
naos. Del otro lado, Gerard van Loon (Ilisloire mctallique des Pays-Eas. La
Haye, 1732) consignó, con cita de otros historiadores, que el 3 de Octubre salió á
la mar el Conde de Bossu con 30 naves; obtuvo algunas ventajas en la costa y en
tró en la Zuyderzée, disputando la dominación del mar á los holandeses del Norte.
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I78 ARMADA ESPAÑOLA.

Desde aquel día causó la armada rebelde gran desasosiego


por todos lados: no acertaron ya los nuestros á salir con em
presa de cuantas por la mar acometieron, señoreada como
estaba, lo cual no se disimuló, escribiendo al Rey los Duques
de Alba y de Medinaceli, y cuantos por su servicio se intere
saban, que no había de cambiar la situación si no enviaba
marineros y navios suficientes con que recuperar siquiera á
Enkhuyzen, la Brille, Flesinga y Canfer '.
Ambos Duques, el de Alba por la vía de Genova, que ha
bía llevado; el de Medinaceli por mar, como fue, sin haberse
hecho cargo del espinoso gobierno para el que se le nombró,
vinieron á España con licencia real, elegido en su lugar para
continuar la Capitanía general D. Luis de Requesens, Co
mendador mayor de Castilla.
Tomada la posesión, se aplicó á inaugurar el mando el año
de 1574 enviando socorro al maese de campo Mondragón,
que lo demandaba con instancia, estrechado cada vez más
en Middelburg y falto de le preciso á la subsistencia. Dos
armadas ordenó en Amberes, compuesta la una de cromens-
tevens y dromeda/es, que son las embarcaciones más fuertes
entre las que navegan por los canales; de charrúas, de uso
general, y de pleitas, barcas prolongadas que admiten mucha
carga y suben los ríos á la sirga ó á remolque, en total 54 *.

Los buques de éstos eran menos fuertes, pero más en número, é iban mandados
por Cornelio de Thierry. La Capitana de Bossu, denominada La Inquisición, afe
rró con la enemiga, y otro; tres navios la atacaron á la vez: se defendió con tesón
toda la noche, y no quedándole más de 15 hombres en disposición de pelear, se rin
dió. Hicieron otro tanto una nave grande y tres menores con 300 hombres; las de
más huyeron. De este combate pendia la suerte de Holanda, y asi por la victoria
hubo fiestas y alegría. El estandarte de Bossu se colgó en la catedral de Horn, y
el Colegio del Almirantazgo hizo grabar medalla representando en el anverso dos an
clas cruzadas, con las armas de dicho Almirantazgo en el centro entre dos PP. (pro
patria) y leyenda sacra anchora christus. En el reverso el combate de las arma
das con la inscripción: inquisitio inquirendo nimis sedulo se ipsam perdit-
Otra con el mismo anverso llevaba en el lado opuesto un verso en holandés cuya
sustancia era: Monumento de la protección divina, por la que muchos héroes del pueblo
de Frisia derrotaron alalmirante Bossu, 11 de Octubre, de 1573. Por el citado Lothrop
Mottley, tuvo por teatro la batalla la inmediación de Horn y de Enkhuyzen, diri
giendo 25 naves el Almirante frisón Dirkzoon.
f Colección de documentos inéditos para la Historia de España, t. xxxvi.
1 Según nuestros historiadores, eran 45; los holandeses dicen 75. Don Luis de
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GUERRA EN LOS PAÍSES BAJOS. 279

Protegida por las charrúas, armadas con artillería y lle


vando distribuidos tres mil arcabuceros, estaba destinada á
embarcar las municiones de boca y guerra, y á llevarlas por
el Escalda oriental, ó brazo derecho del río, á su destino,
dirigiéndola el vicealmirante real de Zelanda, señor de Gly
mes, y teniendo cargo de la gente de guerra el maese de
campo Romero. Del aguante de tales embarcaciones, toma
das á falta de otras, se ha de juzgar por el hecho de haberse
abierto y sumergido la que llevaba el capitán D. Francisco
de Bobadilla al hacer salva con el cañón que le habían em
barcado.
La segunda armadilla, de 40 embarcaciones iguales, con
1.500 soldados, más ligera y expedita, había de descender
por el Escalda occidental, ó de la izquierda, al mando de
Sancho Dávila, para distraer hacia aquella parte al enemigo,
mientras la primera trataba de introducir el socorro. Empero
el cálculo falló. A la de Glymes, despachada de Berg-op-Zoom
el 29 de Enero, fue á la que afrontó el almirante contrario
Boisot, bien informado por su espionaje, con fuerza incom
parable, trayendo filipotes de gavia '; Glymes vacilaba al
avistar aquellas naves, inclinado á volverse al muelle; Ro
mero ardía en deseos de acometer, adelantándose hasta rom
per el fuego, como lo hizo, creyendo llegar á las manos, en
lo que mucho se engañó. Generalizado el combate, por ma
licia de los patrones zelandeses, más amigos de los rebeldes
que de los españoles, encallaron varias embarcaciones, y do
minándolas las orangistas, al disparo de cañones y arcabuces,
juntaron el de alcancías y artificios incendiarios desde las ga
vias, con efecto desastroso. Ardió la vicealmiranta, cayendo
Glymes en la pelea bravamente; se perdieron nueve de las
mejores; murieron muchos oficiales con 700 soldados, y quedó
deshecho y perdido el socorro. Luis de Boisot, el almirante
de Holanda, salió tuerto, comprando la victoria con san-

Requesens, en carta de 2 de Febrero, especifica 54 navios de armada y 25 de vi


tualla. Nueva colección de documentos inéditos p.ira la Historia de España y de sus In
dias, 1.1, pág. 122.
* Ochenta naves con 4.000 mil hombres por la cuenta de Trillo, obra citada.
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28o ARMADA ESPAÑOLA.

gre, aunque no fuera tanta como quisieron decir escritores '.


En cambio llegó Dávila sin oposición á vista de Flesinga
con su flotilla, y fondeó, en espera de la otra, hasta recibir
aviso del desastre y orden de retirada, que efectuó hasta
Amberes, no sin quemar alguna pólvora respondiendo á los
que le seguían *.
Consecuencia forzosa de estas desgracias que imposibilita
ban el socorro, tuvo que ser la pérdida de Middelburg, Ra-
mua y Ramekens, capitulando Mondragón con muy honro
sas condiciones. El vehemente deseo que los luteranos tenían
de entrar en posesión completa de la isla Walcheren las fa
cilitaba.
Venida á España la desagradable nueva, convencido ya el.
Rey de que así como la rebelión había nacido y desarrollá-
dose por vía del mar, no por otra podría domarse, ordenó la
preparación en Santander de escuadra poderosa; y avisándolo
á D. Luis de Requesens, le previno se esforzara en afirmar el
pie en Zelanda con puerto en que se abrigaran aquellos na
vios. ¿Cómo hacerlo sin medios de combatir á los de los re
beldes?
Uno le ocurrió, por lo atrevido y original señalado en las
historias para eterna fama de los que supieron realizarlo. Con
sistía en repetir la marcha por el mar que hizo el maese de
campo Mondragón con suerte, al socorrer á Goes, sólo que
ahora, en vez de un canal, para llegar al puerto deseado de
Zierikzée era menester pasar desde el continente á la isla
de Tholen; de ésta, sucesivamente, á las de Filipsland y
Duiveland, y por último, ala de Schouwen, corriendo por
agua y tierra la cadena con que encauzan al Escalda oriental

1 Trillo, que hace subir á 800 los muertos españoles, cuenta 3.000 á los enemi.
gos triunfantes.
1 El referido Trillo indica que en la vuelta se perdió la nao San Juan, muy
buena, por haber encallado. Ningún otro historiador de los españoles concede im
portancia al episodio, pero Lothrop Mottley asegura que, deseando Boisot romper
aquella armada, entró de nuevo en el Escalda, y encontrando 22 naves entre Lillo
y Calloo las deshizo en combate, haciendo prisionero al vicealmirante real Haems-
tede, que las mandaba. Merece crédito la noticia por las autoridades locales en
que la apoya.
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GUERRA EN I.OS PAÍSES BAJOS. 28l

en Zelanda. A modo de ensayo ó ejercicio, caminó el refe


rido Mondragón con 1.300 hombres desde la orilla de Bra
bante á la isla de Finaert, que los enemigos habían fortificado
como estación de bajeles. El canal no tiene más de una milla
de anchura; se atravesó con mucho secreto y con el mismo
resultado que la vez primera, pues aturdidos los orangistas
corrieron á las naves, desamparando el puesto sin hacer ape
nas resistencia; mas con ello se despertó la vigilancia, amon
tonando dificultades sobre las que por si tenía la empresa
grande.
Siguió, trasladándose á la isla Tholen unos 2.000 hombres,
dirigidos como antes por Mondragón, en lo que ninguna di
ficultad se ofreció, haciendo la travesía embarcados. Consti
tuía esta gente la vanguardia de la expedición; la que había
de vadear, ganando acceso al segundo cuerpo que á las órde
nes de Sancho Dávila, capitán general de la armada, iba en ésta,
componiéndola 30 galeotas de á 16 y 18 bancos, con algunas
barcas menores, también de remo, grupo insuficiente por sí
sólo para resistir y menos para retar á los de los enemigos. De
Tholen á Filipsland no ocurrió tampoco entorpecimiento; se
vadeó bien el paso en bajamar; se atravesó la isla de cabo á
cabo, tomando resuello, ya que no estaba defendida, en pre
paración del paso del segundo canal, más ancho y más pro
fundo. Era la víspera de San Miguel, 28 de Septiembre de
*575i Y cuadraba el reflujo hacia la media noche. Juan Oso-
rio de Ulloa, valeroso cabo, entró el primero en el agua, ha
ciendo cabeza en compañía del marinero práctico, por línea
tortuosa, precisa para sortear pozas y regueros del fondo. Se
guían el movimiento los soldados en hileras muy juntas de á
dos y tres, contándose 1.500 arcabuceros ó piqueros y 200
gastadores con útiles á retaguardia.
Los enemigos, penetrado el intento, tenían varados en el
centro del paso varios bajeles con arcabuceros; los grandes
artillados, donde el agua les permitía flotar, y á la mano mu
chos bateles y barcas planudas con esquifazón alerta. Desde
el instante en que sintieron chapeletear el agua, rompieron
fuego nutrido de cañón y de mosquete, á bulto, sin causar
Instituto de Historia y Cultura Naval

ít.2 ARMADA ESPAÑOLA.

grave daño gracias á la obscuridad; mas creciendo el flujo,


cuando llegaba al pecho y al cuello de los caminantes, pudie
ron aproximarse aquellas barcas y herirlos desde ellas con
picas, hoces, harpones y manguales, haciendo indispensable
la defensa en situación en que hasta el viento les era contra
rio, dándoles en la cara la marejada. Para que en trance tal
no se apocaran, sólida tenía que ser la disciplina de aquellos
soldados admirables, soldados de los tercios viejos á quienes
el Comendador mayor, su Capitán general, escribía con el
dictado de muy magníficos señores '. Los golpes contunden
tes, la lluvia de balas, la metralla acompañada de groseros
insultos, no les desvió un paso de la formación que, á ser de
día, asemejara á hormiguero. Todo ello avivaba más la gana
del desquite, encendía el furor con que, llegando á pisar
firme en Duiveland, saltaron como fieras á los parapetos, tras
los que los orangistas aguardaban, y no valió á éstos el reparo
ni el ser diez las compañías de ingleses y franceses que los
reforzaban; arrollados huyeron, cayendo entre los muertos
Carlos Boisot, hermano del Almirante.
Esto aconteció arribando con la pólvora mojada, y no to
dos; la compañía de retaguardia, alcanzada por la creciente,
había tenido que retroceder á Filipsland, y por no hacerlo á
tiempo sorprendió á los gastadores, sin que de los doscientos
dejaran de ahogarse más que diez.
Quedábales la última etapa, el canal de acceso á la isla
Schouwen, si de menor peligro por no admitir la aproxima
ción de bateles, de más trabajo por las algas ó fucus acumu
lados en el fondo. La vencieron también, penetrando en la.isla
anhelada, adonde llegó en pos la armadilla de Sancho Dá-
vila. A favor del refuerzo fueron ganando los pueblos fortifi
cados, no parando hasta los fosos de la capital Zierikzée,
conquistada al fin, aunque tras sitio formal, prolongado por
los auxilios exteriores del Príncipe de Orange en persona, y
del almirante Boisot.

1 Cuando se amotinaron por llegar á treinta y siete las pagas atrasadas, mon
tando su deuda á seis y medio millones.
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GUERRA EN LOS PAÍSES BAJOS. 283

El último acabó allí la carrera, con que se hizo acreedor á


la.estimación de sus conciudadanos y al respeto de sus ad
versarios.
Creyendo que la estacada con que cerró Mondragón la
entrada del puerto no resistiría al choque de la proa de su
Capitana, embistió á toda vela y embarrancó bajo el fuego
de los sitiadores. Dio orden de echarse al agua, tratando de
escapar á nado hacia los otros navios de la escuadra; la vio
lencia de la corriente se lo impidió, pereciendo con 300
hombres.
Insigne jornada fue aquélla; de las memorables que produ
jera la guerra de los Países Bajos, tan fecunda en incidentes,
en inventos, en acciones maravillosas; de las que arrancaron
la admiración general \ En originalidad no hay otra com
parable, á no ser la del cerco de Leyde, plaza librada de ma
nos de los católicos por haber roto los diques de Rotterdam
los auxiliares, inundando los campos y enviando 200 embar
caciones de remo, que, al navegar entre arboleda y caseríos,
llevaron el socorro. Cuéntase que dijo entonces el Príncipe
de Orange: «Pues que los españoles hacen de la mar tierra,
hagamos nosotros de la tierra mar *.»
Fue, además, por entonces la última acción de lasque co
rresponden á nuestro relato, cambiada la faz en las de la po
lítica por fallecimiento impensado de D. Luis de Requesens,

1 Lothrop Mottley la juzgó en términos merecedores de trascripción:


«Ayant de I'eau jusqu'á la poitrine, et plongés par intervalles dans une obscurité
complete, ils n'en parvenaient pas moins á lancer de temps en temps dans les
rangs ennemis quelques volees bien dirigées de mousqueterie. Mais les Zélandais
ne se bornaient pas a les attaquer au moyen d'armes á feu. Harpons de pécheurs,
gaffes de marin, fléauxde laboureur, s'abattaient sur les Espagnols, les enlevaient
ou les poussaient hors du gué, leur brisaient la tete ou les membres. Quede duels
i mort engagés ainsi dans les ténebres, et, pour ainsi diré, au fond de la mer! Que
d'actes d'audace dont n'eurent connaissance que ceux-lá méme qui en étaient les
auteurs! Pourtant, malgré tous les obstacles et toutes leurs pertes, les Espagnols
avancaient toujours
»L'expédition était en sorarae le fait d'armes le plus brillant de la guerre, et sa
réussite a jeté un lustre éclatant sur la bravoure et la discipline des soldats Espa
gnols, Allemands et Wallons. Comme acte d'audace individuelle dans une mauvaise
cause, cette expédition a peu d égales.»
1 Trillo, obra citada.
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2 $4 ARMADA ESPAÑOLA".

en Bruselas, el 5 de Marzo de 1576, y nombramiento del


príncipe D. Juan de Austria para gobernar aquellos Estados,
donde vino al mundo.
Tarde, por la ocasión, llegó áregirlos: al tiempo mismo que
su aliento generoso empujaba en Levante la marina turca por
la pendiente de la consunción y ruina; mientras encaminaba
á las empresas de Navarino y Túnez la armada imponente
católica, surgía en el Norte, enemiga, otra marina nueva,
desarrollándose lozana desde el momento en que el acuerdo
de las provincias rebeladas constituyó la república protes
tante de Holanda. Aquélla, si poderosa en gran manera ar
tificial, formóse por la voluntad y con los recursos inmensos
de los sultanes otomanos, como elemento necesario á sus
aspiraciones de dominio. Esta nació, naturalmente, aunán
dose las iniciativas de un pueblo criado en isias y pantanos,
constreñido por la necesidad á disputar al Océano el asiento
de la vivienda; enseñado por la observación á buscar, cual la
gaviota, el nido en la tierra y el sustento en el agua. La pesca
y la navegación, industrias en que los pueblos ribereños de
ben tener fijos siempre los ojos, por lo que ilimitadamente
ensanchan su horizonte, ejercicios en que basó laproperidad
de Tiro, y de Cartago, y de Venecia, procuraron á los ho
landeses (comprendiendo desde ahora con esta denominación
á los habitantes de las provincias unidas, desde el Ems al
Hont) atrevimiento, resistencia, destreza, y al cabo, prospe
ridad también y poderío.
Con la anulación de la marina turca aseguraba España la
integridad de su territorio y el tráfico comercial en el Medi
terráneo: con el crecimiento de la marina holandesa había de
perder uno de los mercados principales de sus productos y
el concurso en los mares del Norte, en que por siglos preva
lecieron las naves cantábricas, manteniendo en actividad a
los astilleros y en crédito y bienestar á los mareantes.
Don Juan de Austria no pudo influir en el curso ya encau
zado de los sucesos: su gobierno azaroso y difícil fue corto,
acabando con su preciosa existencia el 1.° de Octubre de 1578.
La vida breve, pero bien aprovechada, le conquistó el apre-
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GUERRA EN LOS PAÍSES BAJOS. 28j

ció de sus iguales, el amor de sus inferiores, el concepto de


gran capitán, la simpatía, el elogio de todos, por las señaladas
dotes que tuvo en cuerpo y alma. «Cubramos de lirios la
tumba, dijo un marino entusiasta '; no guarda sólo á don
Juan: con él se enterró á la caballería.»

1 Mr. Jurien de la Greviere, La bataille de Lepante, t. n, pág. 258: «Le Ier Oc-
tobre 1578, a une heure de l'apres-midi, ce héros charmantc passa entre les mains
de son confesseur córame un oiseau qui s'envole. II venait d'accomplir ses trente
et un ans. Une plus longue existence—les sombres circonstances au milieu des que-
lles don Juan se débatait étant données,—n'auniit pu que faner la fleur de poésie
qui parfume encoré sa mémoire. Jetez a pleines mains les lys sur cette tombe;
ce n'est pas don Juan, c'est la chevalerie meme dont nous venons de recueillir le
dernier soupir».
La tumba tiene en el panteón de Infantes del Escorial, mandado construir por el
rey D. Alfonso XII. Mesina le erigió arco de triunfo y estatua colosal de bronce',
obra del escultor Andrea Calamech, con inscripciones honoríficas. (Véanse en el
apéndice núm. 3.) Otro monumento moderno constituye la obra citada de sir Wi-
Uiam Stirling Maxwell.
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XVII.

INCORPORACIÓN DEL BEBO DE PORTOII,

1574-1581.

Armada contra Holanda é Inglaterra.—La deshace la peste.—Muere Pero Menén-


dez de Aviles.—Temporales.—Turcos y moros.—Jornada de los Querquenes.—
Don García de Toledo.—Tregua con Turquía.—Don Sebastián de Portugal en
África.—Desastre de Alcazarquevir.—Pretendientes á la corona.—Derechos del
Rey de España.—Hácelos valer.—Toma de Setúbal, de Lisboa, de Oporto.—
Sumisión completa.—Entrada del Rey en Lisboa.—Viaje de la Emperatriz viuda
de Maximiliano.—Uluch-Alí.

abían movido el ánimo del Rey las instancias del


comendador mayor D. Luis de Requesens, ya que
repetía las anteriores de los Duques de Alba y de
Medinaceli, para que enviara á los Países Bajos em
barcaciones sutiles propias á la navegación de los ca
nales. En el mes de Febrero de 1574 mandó detener á
Pero Menéndez de Aviles, adelantado de la Florida, que es
taba ?. punto de partir para las Indias; y como quiera que en
tre las condiciones de su mucho crédito tuviera la de práctico
en las costas de Flandes, consultado el asunto, le encomendó
la organización, en los puertos de Cantabria, de una armada,
suficiente, no sólo para atender á las necesidades de mo
mento, sino también para sobreponerse á las fuerzas reunidas
por los orangistas, reconquistar la isla de Walcheren, y suce
sivamente todas las de Zelanda y Holanda. Dióle al efecto
título de Capitán general, poderes amplios, asistencia de los
corregidores y cooperación de D. Juan Martínez de Recalde,
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288 ARMADA ESPAÑOLA.

con encargo de absoluta reserva acerca del destino que ten


drían las naves convocadas. Por de pronto serían 40 zabras,
de Castro, Laredo y Santoña; 40 chalupas, de San Vicente
de la Barquera; 20 pinazas, vizcaínas y guipuzcoanas; en todo
100 embarcaciones ligeras, con artillería, que iban escoltadas
por 20 naos gruesas, como amparo y almacén de municiones
de toda especie.
Mientras se preparaban llegó aviso de la apurada situación
de la plaza de Middelburg, y se pensó en socorrerla directa
mente, yendo los capitanes Bertendona y Diego Ortiz de
Urízar con 10 de las pinazas y 500 hombres; mas como se tu
viera nueva de la rendición, no se trató más que de aumentar
la fuerza primeramente calculada, no contando ya con los
puertos de Ramua y Ramekens, que habían de servir de base
de operaciones.
Lasvelas, las armas, las municiones,tuvieron aumento hasta
las cifras de 176 naves menores, siendo la escolta de 24 de 500
toneladas arriba y 12 pataches de menos de 100, con 12.000
hombres de mar y guerra; adición determinada porque tanto
había despertado recelo por todas partes un armamento de
tal consideración, sobre todo en Inglaterra, no muy tranqui
las las conciencias de la reina Isabel y de sus ministros, que
se preparaban á las contingencias manteniendo en la costa de
España cruceros de espionaje. Los holandeses habían esta
cionado su armada en el canal de la Mancha, y los ingleses
y franceses hugonotes puesto sobre la Rochela unas 40 velas
de corsarios.
A ser ciertos los avisos llegados simultáneamente á la corte
y á Flandes, preparaban en Londres y puertos vecinos de 60
á 70 naves, las 27 de la Reina y el resto de particulares, para
estorbar el paso de nuestra armada, buscando pretexto al rom
pimiento en el saludo ó amainar de las velas, juntas con las
del Príncipe de Orange. Éste había reunido navios grandes,
en número superior al de los que esperaba, y, á su juicio, con
mejores artilleros y marineros que los españoles, si bien re
conocía la inferioridad de sus soldados; mas como el tiempo
corría y no acababa de salir de Santander la flota, cambiaban
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Don Luis de Requesens.


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INCORPORACIÓN DEL REINO DE PORTUGAL. 289

cada día las impresiones, mudando los planes de defensa ó de


ataque.

Estuvo en pláticas el de venir á las costas de España á des


truir dentro del puerto la armada, espantándoles la idea de
ver en la mar 350 velas y 30 galeras que la iban á componer,
según se decía, si bien no se determinaron á tanto, y en plá
ticas quedó; pero no intimidaba su aparato en modo alguno
á Pero Menéndez, confiado en el éxito, pues, según escribía
al Rey, tenía en su flota los mejores navios que jamás se hu
bieran juntado en Poniente, gente muy lucida, bien armada
y de provecho, capaz para todo lo proyectado y ánimo para
salir con ello.
Los proyectos también habían variado por acá desde que
se pensó sencillamente en satisfacer la demanda de algunas
naves de remo para maniobrar -en los canales de Flandes.
Hechos los acopios, tanto como el de Aviles, consideraba
D. Felipe cosa hecha la represión de los Países Bajos así que
la armada hubiera destruido la de los rebeldes y se posesio
nase de nuevo de los puertos de Zelanda, y acariciaba, por
tanto, otra idea tiempo antes nacida ál calor de los agravios
repetidos de la reina Isabel de Inglaterra y de las excitacio
nes del Papa Pío V.
De atrás había ordenado al Duque de Alba se dispusiera á
meter ejército en las islas, para lo que envió á reconocer las
marinas con gran secreto '. Ahora, Pero Menéndez, que por
orden expresa, asimismo, había formulado un plan de inva
sión, empezando por fortificar la isla Sorlinga y por la toma
del puerto de Falmouth s, despachó una zabra con la que fue

1 Cabrera de Córdoba, t. n, pág. 6o. Un breve de Su Santidad y cartas del Du


que de Alba sobre el particular se hallan en la Colección de documentos inéditos para
la Historia de España, t. IV, pág. 514 y siguientes.
* Discurso de Pero Menéndez para lo de Inglaterra y Francia. Nuera colección de do
cumentos inéditos para la Historia de España y de sus Indias, por D. Francisco Zabal-
buru y D. José Sancho Rayón, Madrid, t. 11, pág. 145. Este volumen, el anterior y
siguientes hasta el 5.0 publicado, comprenden la correspondencia de D. Luis de
Requesens, y en ella amplias noticias de la preparación y objeto de la armada de
Santander. La de Pero Menéndez, de no menor interés, está inserta en la obra de
D. E. Ruidiaz y Carabia, La Florida, su conquista y colonización, etc., Madrid, 1893,
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2 9o ARMADA ESPAÑOLA.

á reconocer á Irlanda el capitán Diego Ortiz de Urízar, po


niéndose en relaciones con los nobles alzados contra la Rei
na, y al dar cuenta de la comisión decía ':
«Toda la gente está á la mira de lo que hace la armada que
agora se hace por V. M., lo cual tienen entendido que se
hace para su remedio y sacalles de la subjeción en que están
puestos.»

Sólo faltaban para levar anclas y acometer la empresa las


vituallas de almacén y dinero que habían de ir á Santander
desde Sevilla, cuando vino impensadamente á entorpecer la
salida la aparición de Uluch-Alí en el Mediterráneo con la
armada turca, sin saberse adonde dirigiría la agresión, ni si
la armada haría falta para repelerla. Visto que el objetivo
era la Goleta, y en la suposición de que el sitio le entretendría
todo el verano, reiteró D. Felipe la orden de marcha á Pero
Menéndez á 2 de Septiembre, esto es, once días antes de que
el fuerte de Túnez se rindiera á los otomanos, pensando que
el ambiente saludable de la mar contendría la epidemia de
que se había picado la gente embarcada. El General recibió
contento la prevención esperanzado del éxito '; mas no dando
lugar al remedio la intensidad creciente del mal, el propio
Pero Menéndez fue atacado y falleció el 17, acabando con
él, como si parte de su existencia fuera, la armada que
había formado, por desbandarse la gente aterrorizada del
contagio J.

tomo o. Estaba el General provisto de cartas, sondas, noticia de la colocación de


las boyas y valizas, y tenia prácticos de confianza.
' Relación que hace el capitán Diego Ortiz de Unzar de lo que vio en Manda. Dióla
i S. M. en Madrid el año 1574. Ruidiaz, obra citada.
5 A 15 de Septiembre, dos días antes de morir, escribía al Rey:
«Muchos cosarios ingleses que la Reina envia á Irlanda dicen que se han de
juntar en Gelanda con la armada del Principe de Orange para procurar desbara
tarme, ó salirme ;i buscar entre Dobla y Calés, si allí anduviese, y esto sé por cosa
cierta. Dios los confundirá y dará mal suceso, y a mi victoria contra ellos y en
servicio de Nuestro Señor y de V. M.» Colección publicada por el Sr. Ruidiaz, obra
citada.
3 «Yo me acuerdo que cuando el adelantado Pedro Menéndez de Aviles juntó
en el puerto de Santander una gruesa armada, y en ella más de 10.000 hombres,
de la apretura ó de otros accidentes se congeló una enfermedad que se tuvo por
peste; pero lo cierto es que fue tabardillo coruto, con que murieron más de 3.00c
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INCORPORACIÓN DEL REINO DE PORTUGAL. 29I

«Nunca debe temerse el mal suceso


Mas que cuando fortuna nos halaga» '.

Sobre la armada de Santander, puesta á cargo de D. Pedro


Valdés, cayeron, además de la peste* calamidades que la aca
baron. Tratando de sacarla á la mar, se amotinaron los sol
dados de la Capitana, en el momento de levar, al grito de
«¡paga,paga!», sin que el General hiciera gran cosa para domi-

hombres, la mayor paite por falta de hospital, que se hizo en la mar en dos galeo
nes; y como el puerto era incómodo contra nuestra naturaleza, eran raros los que
escapaban de los que alli iban. Llegó a tal extremo, que habiendo muerto la gente
que digo, entre ellos el buen adelantado Pedro Menénc'.ez, pérdida la más consi
derable que entonces se pudo ofrecer, por ser la persona más capaz y de más ser
vicio que tenia nuestra España, se deshizo la armada, yéndose cada uno por donde
quería, unos con licencia y otros sin ella.» {Diálogo en/re un vizcaíno y un montañés.
Disquisiciones náuticas, t. vi, págs. 213 y 445.)
Causó profunda pena la muerte, pues era realmente tenido en grandísima esti
ma el Adelantado por sus dotes y servicios de gran marino y bizarro soldado. En
todo sobresalía: sus campañas contra corsarios eran celebradas; su energía y acti
vidad citadas por modelo; los conocimientos técnicos por encima de lo general en
la teoría y en la práctica. Adelantó la construcción naval sacándola del camino ru
tinario con tipos de su invención adaptados á las necesidades varias; uno que
llamó galconcctc, con mucha eslora con relación á la manga, para persecución de
corsarios, que resultó de aventajada marcha; otro de fragatas construidas en Ba-
yamo de Cuba con destino á los canalizos de la Florida; otro de galeotas de 14
bancos y dos hombres por remo, con dos piezas de á 30 quintales en la proa, más
seguras que galeras en la mar, para la guerra de Zelanda. Obtuvo privilegio de
invención de un instrumento por medio del cual creía poder determinar la longi
tud y aprobación de memorias y proyectos profesionales, mejores en la esencia que
en la forma. Murió pobre, habiendo gastado en servicio del Rey su caudal cuan
tioso y el de sus deudos, pero les dejó buena memoria. Uno de los biógrafos opina
que España le debe un monumento, la Historia un libro y las musas un poema.
Libro le ha dedicado recientemente D. E. Ruidíaz y Carabia, como antes queda
dicho, con titulo de La Florida, su conquista y colonización por Pedro Mcnéndez de
Aviles, que, al mérito de las apreciaciones, une el de colegir en el tomo segundo los
documentos personales en 700 páginas. La Real Academia de la Historia lo ha
premiado. El Adelantado tiene sepulcro en la iglesia parroquial de la villa de Avi
les, su patria, con epitafio por el que se advierte no haber sido tan secretas las ór
denes del armamento que no llegara á traslucirse el objeto. Es así:

AQVT IAZE SEPULTADO EL MVI YLVSTRE CAVALI.ERO PEDRO MeNEZ.


de Aviles, natural desta villa, Adelantado de las provincias de la Florida co
mendador de Santa Cruz de la Carca de la orden de Santiago y C.n Gen.al
DEL MAR OCCEANO Y DE LA ARMADA CATÓLICA QUE EL SESOR FELIPE S .c JVN-
to en Santander contra Ynglaterra en el aso 1574, donde falleció
Á los 17 de Setiembre dkl dicho aso, siendo de edad de 55 Aflos.

1 Gabriel Lasso de la Vega,' Mexicana.


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3^2 ARMADA ESPAÑOLA.

narlos. Siguieron en el puerto, donde descargó furioso tem


poral que hizo pedazos á la nao de Rafael Boquín, de 1.000
toneladas, y maltrató á la Capitana, mandada por Sancho de
Acheniega ó Arciniega.
En Zarauz naufragaron otras dos naves, una en San Sebas
tián y tres dentro de Pasajes: tal fue la tormenta en aquella
costa '.
Entrado el año 1576 fue por visitador D. Fernando de
Sandoval, y dio fe de quedar 219 hombres de mar y 519 de
guerra, ascendiendo la cuenta de débitos á más de cinco
cuentos de maravedís \ Todo se redujo á quedar dos naos,
dos zabras y dos pinazas en guarda de la costa, á cargo de Ro
drigo Adam de Zubieta 3.
Con temporal extremado zozobraron, dentro del puerto de
Villafranca de Niza, las cuatro galeras del mando de Do
mingo de Larrauri, que llevaba á Italia 300.000 ducados para
atenciones de la,guerra del turco, amenazante en cada pri
mavera con expediciones \
Anunciándose formidable la del año corriente, llevó don
Alvaro de Bazán 3.000 hombres de infantería á Malta5, y en
vío á tomar lengua con sus cuatro galeras á D. Francisco de
Benavides, afortunado en el crucero, pues apresó sobre la
isla de Rodas y golfo de Satalias 15 caramuzales y un ga
león de otomanos con 200 esclavos, á pesar de la mala vo
luntad de las autoridades venecianas 6. Reducida la apara
tosa empresa de Uluch-Alí á un paseo con 60 galeras hasta
la costa de Calabria, dio empleo á las suyas el Marqués de
Santa Cruz en el golfo de Túnez haciendo daño en Biserta,
Susa y puertos contiguos, y mucho más en la isla de los

1 Diciembre de 1575. Dirección de Hidrografía. Colección Vargas Ponce, leg. 1,


núm. 22.
1 ídem, Colección Sans de Barutelt, art. 4.°, núm. 467 y siguientes.
5 ídem, id.
1 ídem, id. Ocurrió el siniestro el 15 de Abril de 1576; perecieron casi todos los
forzados; el dinero se extrajo con buzos. Cabrera de Córdoba dice que eran seis
las galeras perdidas.
5 Instrucción de D. Juan de Austria al Marqués ae Santa Cruz para la jornada.
6 Relación citada, Boletín de la Academia de la Historia, t. XII, pá?. 220.
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Incorporación del reino de portügal. 293

Querquenes, donde desembarcó 2.000 hombres con objeto


de buscar prisioneros con que cubrir los bancos de las gale
ras, y lo realizó, tomando 1.200 cautivos y sobre 1.000 ca
bezas de ganado '.
• Con estos sucesos, conocido el cambio de la política oto
mana al dirigirla Amurates III, sucesor de. Selím, reorganizó
D. Felipe sus escuadras, reduciendo á 100 las galeras, refor
mando el sistema de los asientos de modo que produjeran
economía, encomendando las de España al Marqués de
Santa Cruz *, las de Ñapóles á D. Juan de Cardona, y las
de Sicilia á D. Alonso de Leyva, en duelo sumidas todas á
poco, al ocurrir el fallecimiento del maestro, del que levantó
su disciplina y las familiarizó con la victoria, de D. García
de Toledo, una de las figuras más nobles, grandes y resplan
decientes de la Marina española 3.

1 La misma relación, y cartas del Rey, Colección Sans de Barutell, art. 3, nú


mero 383.
1 Por nombramiento para el virreinato de Navarra de D. Sancho Martínez de
Leyva, que las regía, y acabó entonces los servicios de mar. Allí, en su país natal,
murió sin haber conseguido solventar las deudas que contrajo para pagar en Cons-
tantinopla su rescate después de la jornada de los Gelves. Muy amigo de la pluma,
escribió varias memorias y pareceres sobre organización de escuadras y guerra
contra turcos y moros, que inéditas se guardan en la biblioteca de S. M. el Rey, en
la Nacional, en la de la Academia de la Historia y en las colecciones de Marina.
El juicio que mereció á sus coetáneos no era tan aventajado como el que de sí
mismo tenía, á juzgar por la relación enviada á la Señoría de Venecia por su em
bajador Leonardo Donato en 1573, diciendo: «Capitano di queste galee, cioé di
quella parte che suol rimanere in Spagna per la custodia delle sue marine, e don
Sancio de Leyva, uomo vecchio e tenuto per assai prudente marinaro, sebben di
lui io non ho sentito contar azione alcuna di molto rilievo; e l'essersi in questa
sua senile eta maritato per amore con una dama di diciotto anni, da lui servita
con mille carezze, fa giudicare ch'egli non abbia posto tutto il suo spiritu nel mes-
tier della guerra e del navigare.»
5 Murió en Ñapóles el 31 de Mayo de 1578 á los sesenta y cuatro años de edad,
paralizados los miembros, sjn perjuicio de la lozanía y fecundidad de la inteligen
cia. Hasta última hora se ocupó en los informes y consultas que el Rey le pedía, y
mantuvo correspondencia con los ministros y personas de viso, singularmente con
D. Juan de Austria y el Duque de Alba, dejando en los escritos, dicho está, materia
de grandes enseñanzas políticas y militares. Por herencia obtuvo los títulos de
marqués de Villafranca, conde de Peñarramiro, señor de Cabrera y Rivera, valle
de Losada, coto de Balboa y Matilla de Arzón; y por méritos personales, los de
duque de Fernandina, principe de Montalbán y comendador de Azuaga, en la
Orden de Santiago.
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ARMADA ESPAÑOLA.

En este tiempo, en que Assara Bajá con 22 galeras y galeo


tas saqueaba la villa de Andraix por el Coll de la Grúa, co
menzó a tratar de suspensión de armas Amurates, valiéndose
de la oficiosidad de los embajadores venecianos con buen
resultado, llegándose á un convenio de tregua por tres años,
que consintió á D. Felipe emplear sus bajeles de remo con
tra los corsarios argelinos, osados más que nunca en razón
al plazo que tuvieron de expansión sin correctivo. Morato
Arráez se había'atrevido á llegar á la vista de Ñapóles con
ocho galeotas, en la oportunidad de apresar dos galeras en que
pasaba desde Sicilia el Duque de Terranova, y él mismo ca
yera en su poder á no embestir en tierra. Otras cinco galeo
tas corrieron la costa deAlgarbe, donde tomaron dos urcas
de Flandes, y á cada expedición salían al paso de las flotas
de Indias . El remedio enérgico, tantas veces pensado, se
pospuso todavía por atenciones preferentes.
Reinaba en Portugal, con pocos años de edad, D. Sebas
tián, príncipe animoso, encariñado, más que D. Felipe, con
la idea de ensanchar sus dominios en Marruecos, emulando
las proezas de los antecesores. Ni las reflexiones de sus con
sejeros, ni el estado poco satisfactorio de la Hacienda na
cional, ni la fría acogida que sus proyectos merecieron al
soberano de España, razonador de la inconveniencia, con
trarrestaron á las ilusiones juveniles, doradas con la aspira
ción de gloria. Don Sebastián persistió en el proyecto de
pasar al África y expugnar á Larache, contando con el apoyo
de la plaza de Tánger y la cooperación de Muley Hamet, rey
destronado por su tío Abdel Moluc, y tizón, por lo tanto, de la
guerra intestina. Empleó la monta de sus recursos en formar
ejército, que compusieron, en números redondos, 3.000 ale
manes, 2.000 españoles, 600 italianos, y el resto hasta 17.000
hombres portugueses, gente bisoña y de corto empuje, con
excepción de los caballeros de la nobleza, que formaban

1 En cambio noticia un suceso contrario á la Media Luna la Relación verdadera


que trata cómo doscientos cristianos y turcos t/ue andaban al remo se levantaron con
una galera capitana del Turco, la cual está ahora en Sevilla y la recibió Marco Colona.
Impresa con licencia este año 1580. Romance en cuatro hojas, en 4.0
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INCORPORACIÓN DEL REINO DE PORTUGAL. 295

cuerpo muy lucido. Embarcaron en armada de aparente


grandeza por el número, acercándose á 600 las embarca
ciones; en realidad al nivel del ejército, por ser casi todos
navichuelos, sin provisión ni repuesto, y solas cinco galeras
mal aderezadas '.
Día de solemne aparato el 25 de Junio de 1578, salió por
la boca del Tajo la expedición, haciendo escala en Cádiz el
27 para ultimar las prevenciones. Todavía se procuró allí, en
nombre del rey D. Felipe, al hacer al de Portugal el agasajo
y cortesías correspondientes, si no desistía de la empresa
que no la mandara en persona. Diligencia vana; D. Sebas
tián, obtenida seguridad de tener cubierta la espalda por las
galeras de España en el Estrecho, se dirigió á desembarcar
entre Tánger y Arcila, á la vuelta de cabo Espartel, para
marchar por tierra hacia Larache. Una sola batalla en Alca-
zarquevir, tristemente célebre, acabó la jornada, deshecho
por entero el ejército; muertos los tres Reyes que lidiaban,
confundido el cuerpo de D. Sebastián en el montón de ca
dáveres de sus servidores.

«Tú, infanda Libia, en cuya seca arena


Murió el vencido reino lusitano,
No estés alegre y de ufanía llena » 5.

Así que la noticia llegó á D. Felipe, temiendo las conse


cuencias en las plazas portuguesas de Marruecos, escribió
apenado á D. Alvaro de Bazán, ordenándole ofreciese á los
Gobernadores cuanto necesitasen, y procurara dar algún
golpe á Larache que bajara los humos de los moros. Lo pri
mero había hecho desde luego el Marqués de Santa Cruz
sin esperar la prevención, dejando en Tánger 300 hombres
de su escuadra y 200 en Arcila; lo segundo quedó aplazado,

1 Correspondencia del embajador D. Juan de Silva. Colección de documentos iné


ditos para la Historia de España, t. XX. Jerónimo Franchi Conestagio, Historia déla
unión del reino de Portugal á la Corona de Castilla, compone la armada de D. Sebas
tián con pocas menos de mil velas; mas sacadas cinco galeras y 50 navios, dice,
todo el resto era de barcos desarmados. De los sucesos trató especialmente Juan
de Baena Parada, Epitome de la vida y hechos de D. Sebastián. Madrid, 1692
8 Apostrofe de Herrera.
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296 ARMADA ESPAÑOLA.

no inspirándole temores lo que pudieran intentar por allí,


teniendo á sus órdenes 61 galeras y á mano otras 30 en Ita
lia •. Más bien le parecía emprender la jornada de Argel,
tantas veces pospuesta, para lo que formó en Noviembre
de 1579 plan completo con presupuesto de armada y ejérci
to, municiones y vituallas !.
¿Estaba de Dios que no pasara del papel? Dan á enten
derlo los sucesos de Portugal, reino entregado á las disputas
é intrigas de la sucesión de la corona, no segura en la cabeza
del cardenal D. Enrique, tío del Rey difunto. La pretendía
D. Antonio, prior de Crato ú Ocrato, hijo bastardo del in
fante ü. Luis, y varios príncipes extranjeros, á todos los que
primaba en derecho D. Felipe, rey de España, como trató de
demostrar en manifiesto legal 3, y se dispuso á sostener con
las armas, llegada la hora de D. Enrique en Enero de 1580.
El Duque de Alba, capitán general dé un ejército de 26.000
hombres reunido en Badajoz, y el Marqués de Santa Cruz, que
lo era de la armada de 87 galeras y 30 naos, preparada en el
Puerto de Santa María, recibieron poderes para hacer valer
los referidos derechos según plan de campaña acordado ';
el primero tenía á las órdenes, como maese de campo gene
ral, al antiguo castellano de Amberes, ahora capitán general
de la costa de Granada, Sancho Dávila, y como general de
artillería á D. Francés de Álava; al segundo secundaban don
Juan de Cardona, D. Alonso de Leyva, Marcelo Doria, don
Alonso de Bazán, D. Pedro Valdés y Juan Martínez de
Recalde.
Se movieron las tropas á principios de Julio, tiempo en
que D. Antonio, proclamado Rey por sus partidarios, se for-

1 Correspondencia del Rey con el Marqués de Santa Cruz. Dirección de Hidro


grafía. Colección Navarrctc, t. xl, y Colección Sans de Barutcll, art. 3.0
* ídem, Colección Navarretc, t. xl, y Colación Sans de Barutcll, art. 4.0, núme
ros 106 y 107.
0 Publicado en 14 de Marzo de 1579. Colección de documentos inéditos para la
Historia de España, t. xl, pág. 230.
4 Correspondencia del Marques de Santa Cruz, inédita, en las referidas colec
ciones. La del Duque de Alba se ha publicado en la de la Historia de España,
tomo \xxii.
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INCORPORACIÓN DEL REINO DE PORTUGAL. 297

tincaba en Lisboa y en Setúbal, como señor de vidas y


haciendas, sin dejar de atropellar también las honras '. El
Duque de Alba llegó sin oposición á la segunda de las ciuda
des, y á su puerto D. Alvaro de Bazán, después de haber
puestoádevoción de D.Felipe los de la costa de Algarbe sin
más que presentarse en ellas. Setúbal, por excepción, hizo
resistencia en el castillo, sostenido por los dos galeones San
Mateo y San Antonio, situados en lugar dominante á las ba
terías emplazadas. Rendidos por el Marqués de Santa Cruz,
tuvo que hacerlo la fortaleza.
Propuso este General en seguida embarcar en las galeras
una parte de la infantería y echarla en tierra en Cascaes, á
las puertas de Lisboa, como quien dice s; plan que pareció
atrevido y que se criticó por los consejeros 3, aunque tuvo
felicísimo remate. La armada salió de Setúbal con sigilo el
28 de Julio, presentándose en la playa en la amanecida si
guiente; y mientras una parte amagaba al puerto, atrayendo
á los defensores, otra desembarcó fuera de él 1.500 hombres
ordenados por Sancho Dávila, D. Rodrigo Zapata y el inge
niero mayor Juan Antoneli, fuerza suficiente para prote
ger la bajada del resto. Cuando el gobernador de Cascaes,
D. Diego Meneses, acudió con 3.000 infantes, 400 caballos y
una pieza de artillería, vio de lejos en tan buena ordenanza
á los invasores , que no se atrevió á disputarles el terreno;
antes bien se encerró en el castillo, dejándoles acampar
tranquilamente. Al punto volvió el Marqués de Santa Cruz
á Setúbal á embarcar el resto de la infantería, artillería y
y bagaje. Con ésta y la de las galeras se procedió á batir el
castillo de Cascaes, operación que duró muy poco, pues los
cercados apenas hicieron resistencia.
El ejército avanzó hacia la forcaleza de San Gian, situada
en la orilla derecha del Tajo, algo más afuera de su barra y
hacia la torre de Belén, entre San Gian y Lisboa, á cuyo
abrigo estaba fondeada la escuadra de D. Antonio. La cora-

1 Oliveira Martins, Historia de Portugal. Lisboa, 1877.


5 C:irta del Rey á D. Alvaro. Colección Namrrete, t. xi.i.
' Cabrera de Córdoba, t. 11, pág. 608.
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298 ARMADA ESPAÑOLA.

binación de estas fuerzas de tierra y mar hacía imponente y


arriesgado el acceso; sin embargo, el 8 de Agosto tomaron
posición nuestras tropas; el 10 comenzaron á jugar las bate
rías españolas, y respondiendo por fórmula las del castillo,
abrió las puertas, entregándose sin ninguna pérdida. Siguió
á la rendición de San Gian la de otro fuerte pequeño llamado
Cabeza Seca y la de la Torre de Belén, que los portugueses
abandonaron á la aproximación del Duque de Alba, hallándose
éste, por consiguiente, tocando á los arrabales de Lisboa.
Reinaba en tanto en esta capital la confusión y el desorden,
divididaslas opiniones entre los que pedían el reconocimiento
del Rey de España como expediente que librara á la pobla
ción de las consecuencias de un retardo inútil, y los que á
toda costa se obstinaban en hacer resistencia, que eran los
del populacho soez, halagado con las dádivas y libertades
de ü. Antonio.
Ascenderían los armados á 10.000, contada la gente sa
lida de las cárceles, la levadura de las playas y mercados,
lo ínfimo de la sociedad, que era lo dominante, capitaneado
por frailes patriotas. Resuelto el de Crato á probar fortuna
con tales elementos, los sacó del recinto de Lisboa en acti
tud de batalla en campo abierto, que aceptó, como es de
suponer, el Duque de Alba, muy contento de librar de este
modo á Lisboa del saco, lo que le fuera difícil impedir, no
obstante las órdenes precisas del rey D. Felipe, en caso de
haber entrado por asalto.
Comenzó la artillería de ambas partes á funcionar al ama
necer el 24 de Agosto, y avanzó el campo español, cubriendo
el flanco derecho las galeras del Marqués de Santa Cruz, en
ala. Hubo en el puente de Alcántara serio encuentro, que
desordenó poj un instante al cuerpo dirigido por Próspero
Colonna; mas pronto se declararon en fuga los portugueses,
dando ejemplo el Pretendiente, herido de cuchillada en la
cabeza. D. Alvaro de Bazán cañoneó las naos, apoderándose
de 44 con poco trabajo ', y acabó la función saliendo los re-
1 A saber: nueve galeones, una carabela, dos galeras reales de á 24 bancos, una
galera bastarda y 31 urcas. Éstas habían sido tomadas por fuerza á sus dueños, y
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INCORPORACIÓN DEL REINO DE PORTUGAL. 299

presentantes de la ciudad á ofrecer el reconocimiento so


lemne de la autoridad del Rey de España.
Basta la enunciación concisa de las operaciones para ad
vertir que la entrada en el reino de Portugal, dividido en las
opiniones y experimentado en los desaciertos y arbitrarieda
des del Prior de Crato, masque campaña militar de invasión
fue, con pocas excepciones, simulacro aparatoso '.
Por complemento afortunado, sabiendo estaba para llegar
la flota de la India, y que D. Antonio había despachado emi
sarios á las islas Terceras á fin de apoderarse del tesoro que
le proporcionaría recursos bastantes para sostener la guerra,
fue D. Alonso de Bazán con 10 naos á cruzar su derrota, y
habiéndola encontrado, la escoltó en seguridad á Lisboa,
donde el Duque de Alba hizo entregar religiosamente los
caudales á los propietarios, separando la parte perteneciente
al Rey.
Algo quedaba que hacer hacia el Norte, adonde se había
retirado D. Antonio, apoyado en las ciudades de Coimbra
y Oporto y en unos 6.000 hombres de su tropa. Sancho Dá-
vila, que marchó desde Lisboa con 4.000 de infantería y 400
caballos en el mes de Septiembre, se vio detenido por la
caudalosa corriente del Duero sin medios para atravesarla.
Parece que recordó entonces las aventuras acuáticas de Ze
landa para proporcionarse alguna embarcación de las que los
partidariob del de Crato tenían recogidas en la orilla opuesta.

hecha la correspondiente información, se restituyeron y dieron por libres por el


Auditor de la Armada, con consulta de S. M. Las demás se declararon de buena
presa, y quitado un galeón que se quemó en el combate, se apreciaron en más
de 120.000 ducados para la distribución de partes de presa, conforme á las leyes
de mar. Así consta en la Información ad perpetuam rei mcmoriam del limo. Señor
Marqués de Santa Cruz, Capitán general de las galeras de España y armada de S. M.
del grueso herbaje que viene á su lima, y á la gente de mar de la armada, que en 25 de
Agosto del año pasado de 1580 ganó á D. Antonio, rey que se decía ser de Portugal.
Colección citada.
' En la opinión conforman los historiadores. El ilustre Oliveira Martins dice
del desenlace: «Nao houve propriamente urna batalha: foi o encontró de urna
onda fatal com um viveiro de formigas tontas. A artilheria castelhana varreu breve
os batalhoes de frades, de escravos e de regateiras; e a caballaria tornou a derrota
n'uma desbandada.»
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300 ARMADA ESPAÑOLA.

Haciendo que un soldado se desnudase y pidiera socorro


como despojado, al venir una barca á recogerle, se apodera
ron de ella, y con ésta de otras.
Oporto se dio á partido como las demás plazas, viéndose
D. Antonio en la necesidad de abandonar el país y embar
carse para Francia, temiendo ser entregado por sus mismos
secuaces. Acabó, pues, la oposición, sometiéndose á la auto
ridad de D. Felipe, uno en pos de otro, los presidios de la
costa de África, la isla de la Madera, las colonias del Brasil
y de la India oriental; en una palabra, los dominios de la Co
rona de Portugal, sin más excepción que algunas de las islas
Azores, donde los partidarios de D. Antonio mantuvieron su
bandera.
Para el acto de la proclamación solemne en el nuevo reino,
entró ü. Felipe por la rota frontera de Badajoz hasta el pue
blo de Tomar, donde se celebraron Cortes, y acabadas éstas,
al de Villafranca del Tajo, en que le esperaban 11 galeras
del Marqués de Santa Cruz, la Capitana dispuesta como real,
vistosa y galana, luciendo preciosas obras de escultura y pin
tura, con gente de guerra y mar correspondiente á la ocasión
por la gentileza '. S. M. embarcó el 12 de Junio de 1581, y
descendió por el río hasta Aliñada, deteniéndose á ruego de
las autoridades de Lisboa, con objeto de proporcionar plazo
en que concluyeran los preparativos del recibimiento público
suntuoso, entusiasta cual pudiera imaginarse, entre salvas y
aclamaciones en que tomaran parte los castillos, los galeones,
las naos de la India y las urcas de Flandes. Y, en verdad,
para los buenos españoles, el júbilo de ver aunada y en natu
ral conformidad á la Península ibérica, superaba al de los

' Se llamaban las galeras Capitana, Princesa, Duquesa, Diana, Lupiana, Luna,
Leona, Ladrona, Brava, Granada, Leyva: la primera, pintado el casco, palos y re
mos de rojo, el calces y gata dorados; las vergas y bordas de barniz negro; en el
tajamar una loba dorada, insignia del Marqués; en la popa esculturas y vidrieras
figurando monstruos y follaje, y repartidos escudos y tarjetas con las armas de
Castilla y demás reinos. Banderas, flámulas y tendales, de damasco guarnecidos
con cordones y borlas carmesí y oro. La entrada que en el reino de Portugal hizo
la S. C. R. M. de D. Philipe , por Isidro Velázquez. Lisboa (aunque no lo
dice), 1583. Disquisiciones náuticas, t. I, pág. 186.
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INCORPORACIÓN DEL REINO DE PORTUGAL. 30I

triunfos alcanzados por las armas ó por la virilidad de los na


vegantes descubridores de luengas tierras, y á la satisfacción
de confundir la mente con la cuenta del inmenso dominio de
la monarquía. El perímetro completo de la costa constituía
á España en la primera nación marítima del mundo, con ca
pital apropiada en la hermosa ciudad donde parte en dos mi
tades la tierra el caudaloso Tajo, abre puerto seguro frontero
al Nuevo Mundo, y fácilmente accesible á las producciones
del Antiguo. Felipe II, gran político, erró no estableciéndola
de firme para que, con la constante influencia de la Corte, fun
diera indisolublemente las voluntades. Tal opinión se ha emi
tido y prevalece desde que la obra de unificación se deshizo,
pero no es el tal problema de este sitio. Lo que importa es
recordar dos sucesos náuticos que llenan la materia del ca
pítulo.
En el mes de Agosto de 1581 partió de Viena la empera
triz viuda María, que, con su marido Maximiliano, había re
gentado los reinos de España durante la permanencia de Fe
lipe II en Flandes; emperatriz luego de Alemania, reina de
Hungría y de Bohemia, madre de los emperadores Rodolfo II
y Matías, de D.a Ana, reina de España, cuarta mujer de don
Felipe; de Isabel, reina de Francia; de Matilde, archidu
quesa de Austria, y de los archiduques Ernesto, Maximi
liano y Alberto, quiso acabar.la vida en un convento de Es
paña, acompañando á otra hija monja, D.a Margarita. Em
barcó en Genova en la capitana de Juan Andrea Doria, que
la condujo á Barcelona sin accidente i, y se llegó á Lisboa á
vistas con su hermano.
Antes, por el mes de Mayo, se apareció en el Mediterrá
neo Uluch-Alí con 60 galeras reforzadas, que se supuso
traían 12.000 infantes, cuando menos, con órdenes del Sultán
de tomar pie en Argel y procurar la sumisión de los reinos
de Fez y Marruecos. Aunque subsistía la tregua de tres años,
siendo poco de fiar firma de turco, despertó recelo la proxi
midad de aquella fuerza y se hicieron prudentes prevencio-

' Viajes regios.


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302 ARMADA ESPAÑOLA.

nes. Con este motivo evacuó D. Alvaro de Bazán consulta,


que es de interés permanente por el juicio comparativo que
hacía de las plazas de África ', mas no hubo necesidad de
utilizarlo por entonces, porque el antiguo Virrey trató de sol
ventar ciertas cuestiones personales que le enajenaron las
voluntades de los genízaros, y llamado por Amurates, se vol
vió á Morea, siendo espectáculo nuevo ver pasar galeras tur
cas sin que hicieran daño.

1 Discurso del Marqués de Santa Cruz sobre la reñida de Ochali á Fez y Marrue
cos. Ms. en la Biblioteca Nacional, E. 180. Publicado por D. Ángel de Altolaguirre
en la biografía citada.
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XVIII.

ISLAS AZORES Ó TERCERAS.

1581-1582.

Ingerencia solapada délas Reinas de Francia é Inglaterra.—Una y otra codician las


islas.—Va sobre ellas la armada de D. Pedro de Valdés.—Desembarca y es de
rrotado.—Grandes aprestos navales en España.—Quejas del comercio perjudi
cado.—Sale á la mar el Marqués de Santa Cruz.—Encuentra escuadra francesa
tres veces mayor.—Batalla empeñada.—Vence la pericia á la fuerza.—Circuns
tancias notables.—Naves destruidas.

Jodas las posesiones de África y de Asia, recono


cieron la soberanía de D. Felipe como Rey ter
cero del nombre en Portugal, menos el grupo
de las Azores ó Terceras, prevenidas por Cipriano
de Figueredo, su Gobernador, partidario ardiente de
D. Antonio, prior de Crato '. Confiaba, lo mismo que su
amo, en el poder de las reinas de Francia é Inglaterra, que,
por conducto de agentes secretos, ofrecían acudir con sufi
cientes elementos á la defensa del archipiélago.
Catalina de Médicis había tomado la iniciativa, celosa del
engrandecimiento de la Casa de Austria, que iba á juntar las
Indias Orientales con las Occidentales, encargando al Emba-

1 He tratado extensamente el asunto de este capitulo en libro especial titulado:


La Conquista de las Azores en 1583, Madrid, 1886, insertando colección de docu
mentos justificativos, apuntes bibliográficos y biográficos, y examen de las aprecia
ciones de historiadores contemporáneos, nacionales y extranjeros; no haré aqui,
pues, más que sintetizar la materia, sin referencia de fuentes, que podrán exami
narse en dicho libro.
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ARMADA ESPAÑOLA.

jador francés en Londres insinuara el peligro que á Europa


traería el gran poder de D. Felipe.
Isabel de Inglaterra conocía bien los móviles que impulsa
ban á la italiana, pero le convenía aprovecharse de su dispo
sición perjudicando á los progresos del caudillo del catoli
cismo, su perpetuo antagonista. Se entendieron, por tanto, en
el particular, y recibido el pretendiente I). Antonio en ambas
Cortes con tratamiento de rey de Portugal, recibió dinero
y facultad de hacer alistamientos, en que entraron desde
luego Hawkins, Drake, Frobisher, los condes de Leicester,
de Oxford, Pembroke, Warvich, etc.
Una y otra Reina tenían la vista puesta en las flotas de la
plata, objeto de codicia universal, porque tanto las de Oriente
como las de Tierra Firme y Nueva España recalaban necesa
riamente en las islas al regresar ó Europa, y allí se proveían
de agua y refrescos para concluir ia travesía. En poder de don
Felipe aquellos puertos, excusaban el gasto crecido de la ar
mada que anualmente se despachaba en escolta de las flotas;
en manos de sus enemigos embozados servirían de guarida á
los corsarios, que, ya sin ellos, salían á tentar la fortuna, y se
ría problemática la seguridad de que llegaran á las arcas rea
les las barras del Perú y de Tenutistlán. De aquí la importan
cia que en la contienda se acordaba á un archipiélago llamado
por Tassis llave del Nuevo Mundo, aunque estuviera en mar
tormentosa, que ni por los productos de su suelo de riscos, ni
por las condiciones de las costas escarpadas, entonces tenía.
A las reclamaciones de los Embajadores de España se dio
cumplida satisfacción en Londres, como en París, afirmando
la continuación de las relaciones amistosas y desconociendo
la ingerencia de cualquier aventurero, que el Rey podría cas
tigar con perfecto derecho, lo que no impedía los armamentos
que los mismos Embajadores noticiaban, preocupando á Don
Felipe, afanado en otras atenciones graves.
En su alivio llegaron á Lisboa, comenzando el año 1581,
comisarios de la isla de San Miguel que, por antagonismo con
Ips otras, venían á ofrecer la sumisión. Fue gran fortuna, aca
riciada desde luego, enviando á D. Pedro de Valdes, gene-
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S O C ORRO DE CEUTA Y TAN&ER m -


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Pintura en el palacio del Viso.


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ISLAS AZORES Ó TERCERAS. 3°5

ral de la escuadra de Galicia, que había cruzado en las bocas


del Miño y Duero durante la campaña. Llevaba cuatro naos
grandes y dos pequeñas, que sobre la ordinaria tripulación
marinera embarcaron 8o artilleros y 600 infantes, con pre
vención de limpiar lámar de corsarios, situarse entre las islas
más occidentales y esperar las flotas, así por evitar que toca
ran en el archipiélago ignorando su rebeldía, como para con
voyarlas hasta su destino, siendo de advertir que gobernada
la de la India Oriental por Manuel de Meló, amigo y parti
dario del de Crato, había que impedir á toda costa que comu
nicara con los agentes de éste, apostados allí con el fin de in
ducirle á que se dirigiera á un puerto de Francia, donde
cargamento y naves se venderían en su pro.
Independientemente dispuso el Rey que otra armada de 12
naos se aprestase en Lisboa para ir en pos de la de Valdés,
regida por Galcerán Fenollet y transportando al maestre de
campo D. Lope de Figueroa con 2.200 soldados de su tercio
y de alemanes, por asegurar más las flotas, tentar el acomo
damiento pacífico de los isleños, y ver, en último extremo, si
con golpe de mano que no comprometiera la reputación de
las armas, ni menos la marcha de los sucesos, se podría poner
el pie en la Tercera, cabeza de las Azores.
Llegó D. Pedro de Valdés á la de San Miguel el 30 de Ju
nio: fue allí informado del gobernador, Ambrosio de Aguiar,
de haber recibido los de la Tercera armas y municiones, y de
estar en su puerto corsarios con dos ó tres barcos apresados
de los de Santo Domingo; pero dio más crédito á la gente de
una carabela que interceptó, porque le decían que si bien en
la Tercera tenía D. Antonio muchos partidarios, estaban mal
armados, y sin organización militar ni disciplina, por lo que
no sería difícil hacer desembarco que alentaría á los devotos
de D. Felipe á proclamarle.
La idea de alcanzar por sí la gloria de someter el archipié
lago, prestando tan buen servicio, le hizo desatender las ins
trucciones, y en vez de irse al Oeste de las islas Cuervo y
Flores, como le estaba mandado, se aproximó al puerto de
Angra, enviando parlamentarios que fueron rechazados con
20
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306 ARMADA ESPAÑOLA.

desprecio; y más empeñado con la descortesía, el 25 en la


amanecida, por festejar el día del patrón de España, echó en
tierra osadamente 350 hombres, eligiendo una playuela cer
cana á la villa. Por cabeza de la tropa puso á su hijo, el ca
pitán Diego Valdés, junto con D. Luis de Bazán, sobrino del
Marqués de Santa Cruz, recomendándoles subieran á la ca
rrera una altura dominante de la villa, y no se movieran hasta
nueva orden; mas habiendo ganado con facilidad una batería
de tres piezas, y deshecho á cuantos trataron de defenderla,
t&niendo en poco al enemigo y en no más á las prevenciones
del General, se internaron camino de la villa, llevando por
delante á los isleños fugitivos hasta un barranco adonde es^
peraban otros y cargaron con fuerza de más de 2.000 hom
bres á pie y á caballo; y como á todos hicieran frente, soste
niéndose sin pérdida, entrada la tarde imaginó un fraile de
los enemigos ardid excelente, reuniendo sobre 500 bueyes
de los muchos que pastaban en el campo, y espantándolos
la tropa con voces y pedradas hacia el barranco en que
estaban los españoles, fueron arrollados por aquella masa
que no podían evitar, y acuchillados en seguida. Los pocos
que volvieron á la playa dieron frente mientras volvían las
embarcaciones, vendiendo caras las vidas, salvándolas los
menos. Murieron más de 200, entre ellos los dos capitanes
Valdés y Bazán, habiendo entre los que escaparon 30 mala
mente heridos.
A tan triste resultado condujo en un momento la doble in
obediencia del General y de sus subalternos, cegados de la
pasión de la fama, causando después mayor miseria y derra
mamiento de sangre, pues envalentonados los de la Tercera,
teniéndose por invencibles, y desesperados de clemencia tras
el suceso, se aparejaron á resistir hasta el extremo, que aun
sin la matanza hubiera medios de conciliar.
Tarde lo advertía D. Pedro de Valdés, castigado con la
pérdida de su hijo y de la reputación, y temeroso de la res
ponsabilidad contraída. De haber contado en la armada otros
tantos hombres como los sacrificados á su presunción, de
cierto hubiera tentado otra vez personalmente á la fortuna
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ISLAS AZORES Ó TERCERAS. 307

antes que llegara el momento de dar cuentas, y aun sin este


recurso pensaba en la manera de vengar el descalabro, en
vez dé acudir al encuentro de las naves de la India, que tanto
le habían sido recomendadas.
Consistía su segundo proyecto en esperar allí á las flotas
de Tierra Firme y Nueva España, y unidas á su armada, im
poniendo á los isleños con tan gran número de velas, repetir
el desembarco y hacerse dueño de la capital, llevando á Es
paña la nueva del triunfo juntamente con la del fracaso ante
rior, de que no se haría aprecio. Las flotas llegaron efectiva
mente, sumando 43 naves; pero los respectivos generales
D. Francisco de Lujan y D. Antonio Manrique, esclavos de
las órdenes, se negaron en absoluto á cooperar, por más que
Valdés les pintara la empresa facilísima y altamente honrosa,
con sólo dos ó tres días de demora en la navegación. -Negá
ronse asimismo á darle los soldados que pedía, continuando el
viaje á despecho de D. Pedro, que sólo los escoltó una noche,
volviendo obstinado á la Tercera á tiempo de librar á una
embarcación mercante que batía, y casi tenía rendida, uno
de los corsarios franceses.
Suerte fue que la armada de refuerzo en que iba D. Lope
de Figueroa encontrara en su camino á las naves de la India
Oriental, pues las proveyó de agua y refrescos y encaminó á
Lisboa, venciendo la inclinación de Meló, que por el descuido
de Valdés había recibido cartas y avisos, al pasar, mandán
dole se encaminara á Francia. La operación retrasó en cambio
la junta de las dos escuadras, estando por entonces muy ade
lantada la estación; y aunque así no fuera, D. Lope, con su
prudencia, vio desde luego que lo que sin el accidente de
Valdés ofreciera probabilidad con todas las fuerzas, ahora
sería irrealizable sin acrecentarlas, por haber fortificado más
los pocos puntos accesibles de la costa aquellos isleños, tro
cados de temerosos en arrogantes. Les requirió, sin embar
go, por fórmula que se redujesen á la obediencia, y dio la
vuelta á Lisboa.
Don Pedro de Valdés sufrió, por orden del Rey, encierro
en un castillo, siendo sometido á proceso; pero alcanzó in-
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ARMADA ESPAÑOLA.

dulgencia pof la intrepidez, que raza vez deja de influir en el


fallo de jueces militares.
Por entonces afligía la peste á las provincias de Andalucía,
impidiendo dar mayor desarrollo á los aprestos que en todo
el litoral se hacían; aprestos extraordinarios, pues indepen
dientemente de las tres flotas de la India Oriental, Nueva
España y Tierra Firme, se aderezaba escuadrilla que, al
mando de Rui Díaz de Mendoza, fuera á estacionarse en la
isla de Santo Domingo y vigilara el mar de las Antillas,
plagado de piratas; armada fuerte para cubrir el estrecho de
Magallanes y costa del Brasil, á cargo de Diego Flores de
Valdés; otra que socorriera á las guarniciones de las plazas
berberiscas, acosadas de los moros, y otra, todavía encomen
dada á Martín de Bertendona, que guardara las costas de
Galicia y Portugal, sin hacer cuenta de las escuadras de ga
leras distraídas con las operaciones contra turcos y argeli
nos. Para tan considerable ostentación hubo que recurrir á
la orden general de embargo de cuantas naves de naturales
hubiera y fueran llegando á los puertos de la Península,
desde Fuenterrabía á Rosas, á los de las islas Baleares y á
los de los reinos de Ñapóles y Sicilia, tomando por encima,
á sueldo, en virtud de contratos voluntarios, urcas de Flan-
des y naos de Ragusa, Venecia, Genova y otras levantiscas.
De las españolas no se libraron las de pesca de Terranova,
Irlanda y cabo de Aguer, en África, ni siquiera las besu-
gueras de Castro y Laredo, siendo general la leva de mari
neros, que se aumentó con voluntarios genoveses, con la
particularidad de haber puesto condiciones insolentes, pero
justificadas, coji mención del mal tratamiento, falta de pa
gas y detestable ración en campañas anteriores. Las indus
trias y comercio de mar sufrieron entonces uno de los más
rudos golpes que con la continuidad habían de aniquilarlos,
elevando por ello sentidas exposiciones las provincias de
Vizcaya y Guipúzcoa, privadas de brazos; las de Castilla, de
naos en que exportar los frutos, especialmente las lanas,
ramo principal de los cambios, y por la generalidad, el reino
junto en Cortes.
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ISLAS AZORES O TERCERAS. 3O9

Quedó por todo esto decidido el aplazamiento de expug


nación de la Tercera hasta el verano, enviando únicamente
á la isla de San Miguel, por precaución, cuatro naos guipuz-
coanas con dos compañías de soldados. Las llevó Rui-Díaz
de Mendoza en el mes de Marzo de 1582, haciendo una tra
vesía tormentosa, y quedaron á cargo de Pedro Peijoto de
Silva, almirante portugués que, con dos galeones y tres ca
rabelas, condujo al capitán Lorenzo Noguera con otra com
pañía, por complemento de guarnición.
Tan oportuna resultó la llegada de estas fuerzas, que sin
ellas hubiera seguido la isla la suerte de las otras. En Mayo
arribó armada de nueve naos francesas, intimando la sumi
sión á D. Antonio: las guipuzcoanas se arrimaron al castillo
de Punta Delgada y respondieron al ataque impetuoso con
defensa serena. Tuvieron 20 muertos; los franceses debieron
sufrir más, pues que se retiraron.
Los preparativos de jornada empezaron con la primavera
este mismo año, encomendándose al cuidado de D. Alvaro
de Bazán, marqués de Santa Cruz, capitán general de las
galeras de España, y haciéndose á la vez en Sevilla y en Lis
boa, adonde se reconcentraban los mantenimientos acopia
dos en Castilla y en Italia y los soldados de diversas proce
dencias, queriendo el Rey que tuvieran representación los
de todos sus Estados, y preferentemente los de Portugal, por
favorecerlos, atrayéndolos más y más á su servicio. Mandá
ronse construir 80 barcas chatas con cierto mecanismo de
puente para el desembarco, y disponer 12 galeras con repa
ros y aparejo de cruz, para el viaje. La armada había de com
ponerse de 60 naos gruesas, con pataches y embarcaciones
ligeras en proporción, las galeras y barcas chatas, condu
ciendo 10.000 infantes y la gente correspondiente de mar,
provisiones para seis meses, artillería de batir, carros, muni
ciones, con las muías y caballos de arrastre.
Circulada con apresuramiento la orden de salida para me
diados de Julio, por noticia de hallarse en la mar armada
francesa, la verificó D. Alvaro de Bazán de Lisboa, siguiendo
á la Capitana otras 27 naos grandes y medianas y cinco pa-
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310 AKMADA ESPAÑOLA.

taches, todos mal dispuestos por escasez y priesa. Reinaban


ponientes duros que dispersaron por la costa de Algarbe el
segundo cuerpo, armado en Cádiz, compuesto de otras 20
naos gruesas y regido por Juan Martínez de Recalde; las
galeras, mandadas por D. Francisco de Benavides, menos
pudieron resistir un temporal en que creían perecer, deci
diendo la arribada después de haber ganado 80 leguas al
Oeste del cabo San Vicente. También de los navios del
Marqués sufrió mucho uno de Ragusa, en que iban embarca
das tres compañías de los soldados viejos de Italia, á más
de los médicos y cirujanos con el material de hospital y re
puesto de medicina, y sin orden ni aviso se volvió á Lisboa,
quedando reducida tan potente armada á 27 naos, con menos
de la mitad de la tropa, sin que por ello dejara de seguir la
travesía pasado el temporal contrario.
Avistó D. Alvaro de Bazán la isla de San Miguel el 21 de
Julio, y despachó desde luego dos de los cinco pataches que
tenía á fin de que, adelantándose el capitán Aguirre, diera
al Gobernador noticia de su inmediata llegada, con porme
nor de la fuerza que conducía, pidiéndolo de los enemigos
si habían aparecido, y adelantando al almirante Peijoto la
orden de aprestarse á seguir á la armada, que no se detendría
más que el tiempo preciso para reponer la aguada.
El día siguiente, 22, llegó el Marqués á fondear en Villa-
franca, sorprendiéndole la actitud de los habitantes, que por
unos lados recibieron con tiros de arcabuz á los esquifes que
se acercaban á tierra, y por. otros contestaban con insolen
cias á las preguntas. Un clérigo aseguró que nada se sabía
por allí de la armada de Francia y que la isla se mantenía fiel
al rey D. Felipe, mostrando empeño, él como los otros, en
aconsejar que fueran las naos al puerto de Punta Delgada,
donde hallarían cuanto pudieran desear. En esto llegó una
carabela que había salido de Lisboa, con tres naos y otras dos
de su clase, en seguimiento de D. Alvaro, dando cuenta de
que, habiendo llegado el día antes sobre la isla, les atacaron
ciertos franceses y apresaron dos de las carabelas conducto
ras de caballos; las naos huyeron en vuelta de la mar, y lo
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ISLAS AZORES Ó TERCERAS. 311

mismo hizo la que ahora se incorporaba. Volvió también


uno de los pataches destacados con aviso de haber sido
preso el capitán Aguirre con el otro al acercarse á Punt?
Delgada, no quedando ya duda de la proximidad del enemi
go; así quiso el Marqués acelerar la operación de la aguada,
y se estaba reconociendo sitio á propósito en que hacerla,
cuando los vigías de la Capitana dieron cuenta de irse des
cubriendo, una tras otras, varias velas por la menc ■■nada
punta; suceso que le hizo variar de intención, dando la vt ' ;
inmediatamente con la de reconocer al enemigo.
A medida que se apartaba de la tierra iba apareciendo la
armada francesa oculta tras ella, hasta contarse más de 6o
naves grandes y pequeñas; número que no podía presumir
D. Alvaro de los avisos recibidos antes de salir de la Penín
sula. Reuniendo el Consejo de Generales, y siendo unánime
el parecer de combatir con tan superior fuerza, arboló el es
tandarte y disparó una pieza, contestando á la de reto que
primero había soltado la Capitana francesa. Todas las naos
ocuparon sus puestos formando línea compacta, que tuvie
ron cargo especial de mantener, y con estruendo de pífanos
y atambores, las banderas tendidas en los árboles y los casti
llos, avanzaron en dirección opuesta á embestir las armadas,
quedando inmóviles, por calmar el viento, antes de ponerse
á tiro de cañón; y anocheciendo en esta forma, la española
tomó la vuelta de la mar, mientras la enemiga volvió hacia
Punta Delgada, en el tiempo que pudo seguirla la vista.
Media noche sería cuando abordó á nuestra Capitana una
pinaza despachada del castillo de la ciudad con carta del
Gobernador contando lo ocurrido, que fue así:
Llegó de improviso á la isla la armada francesa el 15 de
Julio, y desembarcando prestamente sobre la villa de la La
guna, la saquearon, avanzando un cuerpo de 3.000 hombres
hacia la ciudad de Punta Delgada. Los habitantes la desam
pararon, retirándose á los montes, aunque la mayor parte
alzó la voz por D. Antonio con alegría. Pudo y debió el al
mirante Peijoto dar la vela salvando á tiempo las naves de
su cargo: no lo hizo; las arrimó al castillo por aturdimiento
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312 ARMADA ESPAÑOLA.

ó-porque entendiera que quedaban protegidas con sus fue


gos, resultando ser apresadas las cuatro guipuzcoanas y per
derse en los escollos dos galeones y tres carabelas portu
guesas. La gente de todas se acogió á la fortaleza, uniéndose
á la guarnición, que con este refuerzo llegó á ser de 5°°
hombres.
El capitán Lorenzo Noriega, su jefe, estimuló á los natu
rales de la isla á marchar con él al encuentro de los invaso
res; y aunque no fiaba gran cosa de ellos, tales protestas
hicieron que avanzó formando escuadrón con unos 3.000
hombres; mas no bien descubrieron la vanguardia francesa
huyeron, dejando comprometido al valeroso Capitán con los
500 castellanos y vascongados.
Fácil es calcular lo que podría contra el crecido número
de los enemigos: escaramuzó resistiendo hasta que, herido
mortalmente, se retiró al castillo, donde se recogieron asimis
mo el Obispo, el Corregidor y algunos caballeros con el ca
pitán Juan del Castillo, á quien correspondió la sucesión de
mando. Peijoto se fue á la ciudad desalentando á los que
querían aguantar, y escapó cobardemente por la noche.
Ocupadas las casas por los franceses, desde el convento de
San Roque, donde alojó D. Antonio, escribió al Gobernador
del castillo dándole término hasta la puesta del sol para ren
dirlo. La contestación fue digna; y como los franceses se
reembarcaron apresuradamente en vez de atacar, compren
dieron los españoles que la armada de Castilla debía de estar
á la vista, como así era; y aguardando la noche despacharon
la pinaza, avisando la situación en que estaban, el número de
las naves que habían contado y el de soldados que calcula
ban, porque con estos datos no se aventurara encuentro.
Holgó mucho el Marqués de Santa Cruz de saber que aún
estaba por España la llave de la isla de San Miguel, escri
biéndolo al punto á los valerosos defensores. Si al cabo de
tanto tiempo transcurrido, y con los datos conocidos, se qui
siera penetrar el pensamiento del egregio marino en aquellos
momentos supremos, no sería aventurado admitir que la se
guridad de su propia experiencia en las cosas de la guerra no
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ISLAS AZORES Ó TERCERAS.

dominaría la vaga inquietud del ánimo, considerada la des


proporción de las fuerzas enemigas y la responsabilidad en
que incurría, arriesgando en aquel lance, no ya la vida de los
marineros, la seguridad de los bajeles y la honra de la bande
ra, sino la suerte decisiva de la corona de Portugal y el pre
dominio de la mar por encima; que no otra cosa pretendían
las soberanas de Francia é Inglaterra al aprontar armada de
aquella luerza, declarándolo sin rebozo el Almirante que eli
gieron, en despacho dirigido al Senado de la Tercera.
No bien amanecía, cuando con su ordinario cuidado des
pachó el Marqués los pataches con órdenes de estrechar las
distancias. Lo mismo hacían los enemigos, que habiéndose
fijado el viento al Sudoeste, tenían la ventaja del barlovento,
estando en su mano iniciar el combate. Por tres veces lo in
tentaron, mostrando intención de doblar con una división la
retaguardia española y tomarla entre dos fuegos; mas como
D. Alvaro mandara virar con oportunidad, nunca pudieron
conseguirlo, pasándose todo el día 23 en bordadas paralelas
á regular distancia unos de otros. Por la tarde calmó el
viento como el día anterior.
La situación respectiva era la misma en la amanecida
del,24, dando ambas escuadras bordos cortos entre las islas
de San Miguel y Santa María, con viento Mojo del Sudoeste.
Varios pataches franceses se acercaron á reconocer nuestras
naos, volviendo á incorporarse á su armada, indecisa, á juz
gar por las maniobras que hizo hasta las cuatro de la tarde,
en que, hallándose la de España próxima á San Miguel, dada
la orden de virar, aprovechó el momento la enemiga para
arribar en tres columnas sobre ella, y prolongando la reta
guardia en que estaba Miguel de Oquendo con cinco naves
guipuzcoanas, rompieron sucesivamente sobre ellas el fuego,
generalizándose en toda la línea por la presteza con que la
cerró la vanguardia viniendo en auxilio de las atacadas. El
cañoneo fue vivísimo y certero de nuestra parte, según se
pudo observar, sin recibir daño de consideración; así los fran
ceses se apartaron un poco, conservándose á barlovento y
llevando al anochecer la vuelta de la isla de Santa María.
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314 ARMADA ESPAÑOLA.

En esta escaramuza quedó demostrado que la armada fran


cesa tenía, sobre la superioridad numérica, la de la igualdad
y movimiento de las naos a la vela, maniobrando en cuerpo
y fracciones con una rapidez que las nuestras no alcanzaban
por las diferencias de construcción y porte. Trató D. Alvaro
de remediar un tanto la inferioridad aprovechando el viento
fresco que hubo en la noche, y á este fin corrió la palabra de
continuar aquella bordada hasta el momento de ponerse la
luna, á cuya hora, sin hacer farol ni otra señal, habían de vi
rar todos, con lo cual esperaba amanecer á barlovento del
enemigo, dado que éste no se atreviera á ir con riesgo sobre
tierra, como los nuestros iban á hacerlo.
Tuvo la maniobra éxito felicísimo, alumbrando el sol el
día 25 á la armada francesa sotaventeada y en desorden por
remediar las averías que sufrió en el combate: dos de sus
naos remolcaban á otra de las mayores, desarbolada del trin
quete, y á poco de amanecer se fue á fondo á la vista.
La nuestra tuvo que sentir contingencia de otra naturale
za: durante la noche, que fue muy obscura, desaparecieron
dos urcas que transportaban 400 soldados alemanes, redu
ciendo lamentablemente la fuerza: con todo, la ventaja dicha
en día tan señalado para los españoles, como fiesta de su pa
trón Santiago, causó general alegría, así como iban rápida
mente cayendo sobre el enemigo.
En esto, entre ocho y nueve horas de la mañana, amainó
repentinamente las velas y disparó un cañonazo la nao de Don
Cristóbal de Eraso, general de la armada de Indias, segundo
cabo en la presente, destinado sustituir en el mando al Mar
qués de Santa Cruz en caso de accidente: había partido el árbol
mayor, quedando naturalmente rezagado. Don Alvaro acudió
á darle remolque con el propio galeón Capitana, ofreciendo no
table ejemplo del dominio de sí en tan crítico entorpecimien
to : antes que abandonar la nao, que hubiera caído sin remedio
en las manos contrarias, ó dividir, amparándola, la armada,
sacrificó el plan que las circunstancias le habían ofrecido, y
mantuvo la unión á costa del barlovento, recobrado por los
franceses hacia el mediodía, si bien no lo utilizaron más que
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ISLAS AZORES Ó TERCERAS.

para disparar á tiro largo algunos cañonazos que se le devol


vieron con creces, consumiendo la tarde la activa reparación
de la averia, de forma que la referida nao de Erasopudo dar
vela á medio palo.
Al fin vinieron á las manos con tremendo empuje france
ses y españoles, trabando el 26 de Julio una de las batallas
navales más dignas de consideración y estudio entre las que
registran los anales del siglo xvi, no escasos, por cierto, en
encuentros de este género, y como ninguno difícil de inves
tigar por las condiciones especialísimas de la parte que osten
taba la defensa de un Rey sin reino ni vasallos.
Es cosa averiguada que el mando superior se encomendó á
Felipe Strozzi, hijo del mariscal de Francia, Pedro, deudo de
Catalina de Médicis. En segundo lugar iba el conde Charles
de Brissac, hijo también de mariscal de Francia; detrás mu
chos señores y caballeros de distinción, desempeñando papel
de los primeros I). Francisco de Portugal, conde de Vimioso,
el más allegado agente del Prior de Crato. Las naos arbola
ban el estandarte de Francia, blanco ñordelisado de oro; los
navios eran 60 con 6 á 7.000 infantes, independientemente de
los marineros.
La escuadra de Bazán, cuya composición consta en los es
tados oficiales ', era de dos galeones del Rey; 10 naos gui-
puzcoanas de á 300 toneladas por término medio; ocho
portuguesas y castellanas menores; 10 urcas flamencas de 200
á 400; una levantisca de 600, y cinco pataches: total, 36
bajeles grandes y pequeños. Según va referido, tres de las na
ves se demoraron en Lisboa y no llegaron á incorporarse; la
levantisca arribó al puerto de salida; dos urcas desaparecie
ron la noche del 24 de Julio, y uno de los pataches fue apre
sado; de modo que, haciendo abstracción de los ligeros,
aunque eran muchos los franceses, al aprestarse al combate
decisivo tenía el Marqués de Santa Cruz 25 bajeles de guerra
contra 60, y 2 ó 3.000 menos en el total de los hombres *.

1 Insertos en el libro citado: La Conquista de las Azores.


1 Sesenta son las francesas,
Veinticinco las de España,
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316 ARMADA ESPAÑOLA.

El Prior de Crato conocía con exactitud, por sus confiden


tes en Lisboa y por los despachos tomados al capitán Agui-
rre, la fuerza y recursos que llevaba D. Alvaro de Bazán;
sabía que detrás había de aparecer Juan Martínez de Recalde
con otros tantos navios y soldados, y tenía por seguro el
triunfo, pudiendo batirlos con tan enorme desproporción
uno tras otro y aniquilarlos, lo que también daban por cosa
hecha los franceses.
El Marqués de Santa Cruz no sabía en cambio otra cosa
que lo por sus ojos visto de los enemigos; entorpecía su ac
ción el accidentevDcurrido á D. Cristóbal de Eraso, priván
dole del expedito concurso de jefe tan marinero, y no podía
engañarse ni en la apreciación de los elementos respectivos,
ni en la de las consecuencias de una derrota.
Poníase en aventura de perder más que ganar, pues el ma
yor mal que aconteciera al enemigo, el desbarate de su ar
mada y pérdida de la isla de San Miguel, ni había de ser tan
completo teniendo á la Tercera por refugio, ni el mayor ex
tremo fuera de mucho momento para Francia, al paso que,
aceptando el combate con armada inferior, escasa de mari
neros, sin artificios de fuego, botica ni médicos, si fuese ven
cido, demás que las naves se perdieran con San Miguel y la
esperanza de someter las otras islas, el descalabro sería com
pleto, no teniendo puerto á que acudir; las flotas de las
Indias con sus tesoros caerían indefectiblemente en manos
de los franceses, y arrimándose éstos á Portugal, con des
embarcar la gente y armas que asaz llevaban, quedaría,
cuando menos, en duda la seguridad del reino, no consoli
dada todavía. No esquivando, como podía, el lance hasta dar
lugar á la llegada de Recalde, no vacilando con lo dicho, en
el ataque, mostró la sangre fría, la confianza, la grandeza que
le dieron puesto entre los héroes preclaros de la marina es
pañola.
Interpolando las urcas con las naos guipuzcoanas al formar

Mas el valoi- de las pocas


Despreciaba la ventaja.
(Romance de Ercilla.)
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ISLAS AZORES Ó TERCERAS! 317

la línea, á la cabeza de ellas colocó su Capitana, acompañada


en ambas bandas de seis de los más ligeros y mejores bajeles.
En la retaguardia dispuso otro grupo semejante, indepen
diente de la línea; y sin más orden ni recomendación que la
de acudir prontamente adonde tuviera calor el combate, es
peró la acometida, ya que no estaba en su mano-iniciarla.
El 26 de Julio amanecieron las armadas á distancia de tres
millas una de otra, y 18 de la isla de San Miguel; el viento
entabló por el ONO. á las ocho de la mañana, y ambas si
guieron la vuelta del N., mura á babor, la francesa á barlo
vento. Como llegara el mediodía sin hacer cambio, se creyó
que tampoco se combatiría. Acaso en esta creencia, pues no
consta la razón, navegando nuestra escuadra en orden, y re
molcando todavía la Capitana á la nao de D. Cristóbal de
Eraso, salió á barlovento el gaLeón San Mateo, que era li
gero de vela, donde iban el maestre de campo general don
Lope de Figueroa y el veedor D. Pedro de Tassis, apartán
dose mucho de la línea, si bien estaba en su mano incorpo
rarse arribando. El enemigo creyó poder cortarlo, y repenti
namente fueron sobre él la Capitana, Almiranta y tres galeo
nes; esto es, cinco naves, las más fuertes que tenía, ayudando
á su plan el mismo D. Lope, porque juzgó tal vez poco digno
volverles la popa para tomar su puesto en la línea. Aguardó
aislado sin disparar un tiro hasta tener á tocapenoles los con
trarios, que entonces ala vez les envió descarga general ó
ruciada, según su expresión, repitiéndola con rapidez. La
Capitana francesa le abordó por la mura de babor; la almi
ranta por la banda opuesta, y los galeones le batieron por la
popa y aleta, aunque sin aferrar como las otras.
Era el San Mateo buquerde 600 toneladas con dos baterías,
alta y baja, y llevaría (que no consta), 26 á 30 cañones de
bronce; á bordo iban, entre marineros y soldados, 250 hom
bres, que se repartieron por ambas bandas, poniendo tirado
res escogidos en las gavias, de donde no sólo disparaban
mosquetes y arcabuces, sino que arrojaban piedras y dardos.'
Cada uno de los cinco asaltantes tenía tanto ó más porte y
artillería que el San Mateo, y mucha más gente, que les
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ARMADA ESPAÑOLA.
3X8

iban renovando de refresco otros,bajeles. Dos horas se sos


tuvo en esta disposición, menudeando los disparos y ba
tiendo el arma blanca con verdadera carnicería de parte y
parte, como no podía menos de suceder estando mano á
mano. De los bajeles franceses le arrojaron alcancías, que
prendieron fuego en diversos lugares hasta veinte veces,
inutilizando mucha gente; recibió en el casco más de qui
nientas balas de cañón, y no hubo hombre que diera mues
tras de desaliento ó cansancio; antes tuvo D. Lope que
decir á voces á sus capitanes que matasen al que intentase
entrar en la capitana enemiga, que se rendía, por que
darle tan poca gente que, distraída, la hubieran entrado los
otros navios.
Generalizado en tanto el combate, fueron los franceses so
bre la línea, que se mantuvo en buen orden, y dejándola el
Marqués de Santa Cruz, largó el reiruolque que llevaba, vi
rando en socorro del galeón. Lo mismo hizo el grupo de re
serva de la retaguardia, llegando á las dos horas de comen
zado el cañoneo, antes que el Marqués. El capitán Garagarza
abordó entonces bizarramente á la Capitana francesa con su
nao Juana; Villaviciosa lo hizo con la Almiranta; y como
acudieran otras francesas, que se amarraron á las últimas, se
formó un grupo, ó más bien un volcán, en que el humo no
permitía distinguir amigos de enemigos. Entonces Miguel de
Oquendo metió la proa á toda vela entre el galeón San Mateo
y la Almiranta francesa, á la que hundió el costado con el
choque y la descarga á boca de jarro. Rompió al mismo
tiempo las amarras, deshaciendo el nudo, y se aferró con la
Almiranta separada, que por la proa continuaba batiendo
Villaviciosa.
Cuando llegó D. Alvaro de Bazán estaban tan bien em
pleadas sus naos dominando á la Capitana y Almiranta france
sas, que no quiso quitarles la gloria del vencimiento, virando
de la otra vuelta hacia los más apurados, destrozarlo de paso
con certeras descargas á cuantas naves se le oponían. Con
admirable serenidad observaba la situación particular de' cada
bajel sin perder movimiento; así vio que la Capitana de Strozzi
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ISLAS AZORES Ó TERCERAS. 3I9

se desembarazaba del San Mateo, y en el momento la abordó


por una banda, haciéndolo al mismo tiempo por la otra el
capitán Labastida con la nave Catalina, con tanto ímpetu
ambas, que antes de una hora la rindieron, aunque había re
novado su'gente con otra fresca.
El suceso sirvió de señal para que se pusieran en fuga y
dispersión todos los navios franceses que no estaban abor
dados; de modo que, al anochecer, la mar, cubierta de des
pojos, quedó por los nuestros, que se reconcentraron sin per
seguir á los contrarios, habiendo durado la función general
poco más de cinco horas.
En la Capitana de Francia pelearon valientemente, lle
gando á 800 los hombres que sucesivamente defendieron la
cubierta, que parecía laguna de sangre: como que pasaron
de 400 los muertos y se hicieron todavía unos 380 prisione
ros. El galeón San Martín tuvo 15 muertos, 70 heridos y
destrozo en el casco, aunque no de consideración.
La Almiranta, en que arbolaba su insignia el Conde de
Brissac, era bajel artillado con 30 piezas y guarnecido con
300 hombres, que fueron reforzados durante el combare; pe
leó con igual bizarría, y cuando se apartaba del galeón San
Mateo se vio sola bordo á bordo con la nave de Oquendo.
Sin la descarga con que éste acertó á matarle 50 hombres,
hubiera sido dudoso el resultado; siguió, no obstante, san
grienta lucha. Una y otra tenían balazos bajo la lumbre de
agua, y se iban anegando lentamente; pero Oquendo calculó
que había de llegar la noche antes que la cantidad de agua
que entraba le pusiera en peligro, y no quiso que se picara
la bomba por que no desmayase la gente: antes la lanzó sobre
el alcázar de la contraria y se apoderó de las banderas é
insignias francesas, saqueó las cámaras y tomó algunos
prisioneros. Por tender entonces á su seguridad no com
pletó el triunfo, apoderándose del Almirante; se apartó de
aquel bajel, que por momentos se iba á fondo, dando lugar á
que Brissac lo abandonara tambi^ rasbordando á otro de
los suyos.
Quedó el San Mateo, origen del combate y blanco de tan-
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32O ARMADA ESPAÑOLA.

tos enemigos, como una boya; el casco acribillado, sin jarcias


ni velas, y con las dos anclas colgando por los cables hasta el
fin. Tuvo 40 muertos y 74 heridos: de los primeros, el ca
pitán José de Talavera y siete oficiales; entre los otros, 19
jefes y soldados. El heroico proceder de la tripulación en
las dos horas en que peleó aislado, sirvió de admiración y
ejemplo.
En las demás naos quedaron eclipsados con la aureola del
San Mateo hechos que en otra ocasión se hubieran cele
brado más. La urca San Pedro, en que estaba D. Francisco
de Bobadilla, se vio acometida de cuatro francesas que iban
al abordaje, y á la primera maltrató de forma que hubo de
retirarse, haciéndolo sucesivamente las otras.
Juan de Villaviciosa abordó una tras otra á dos enemigas,
teniendo en la suya 45 muertos y 52 heridos, y él mismo ha
lló en la última fin glorioso, con lo cual se exasperaron los
tripulantes de manera que, entrando en la francesa, pasaron
á cuchillo á la gente sin perdonar persona.
La pérdida general fue de 224 muertos y 550 heridos, sin
tener la de ningún navio, si bien quedaron todos malpara
dos. Los enemigos perdieron 10 naos grandes, comprendida
su Capitana; dos se incendiaron; cuatro se echaron á fondo,
y otras cuatro, incluso la Almiranta, se abandonaron des
pués de despojadas, llevándolas la corriente á embarrancar
en la isla de San Miguel. Las bajas en estas naos y las
que huyeron se calculó en 2.000 hombres. Quedó herido
de gravedad de un arcabuzazo, y murió en la Capitana espa
ñola á las pocas horas, el general Felipe Strozzi; algo más
vivió el conde de Vimioso, aunque había recibido dos balas
de arcabuz y una estocada.
La desproporción de las fuerzas en batalla tan porfiada
enalteció el crédito de D. Alvaro de Bazán como uno de los
grandes capitanes de su época. Él mostró que las reglas son
buenas hasta cierto punto, fijando principios originales se
guidos modernamente con el mismo éxito feliz, á nuestra
costa varias veces. Con inferioridad de recursos supo hacerse
superior y batir parcialmente al contrario, aprovechando con
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Don Alvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz.


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ISLAS AZORES Ó TERCERAS. 321

certero golpe de vista las circunstancias de momento, y dis


poniéndolas de antemano con la organización y el espíritu de
unidad y asimilación en los que habían de secundarle. El em
pleo de las masas á tiempo lanzadas le sirvió aquí, como en
Lepanto, de agente inmediato del triunfo.
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XIX.

DESPUÉS DE LA VICTORIA.

1582-1583.

Tremendo castigo.—Señores franceses degollados por sentencia, considerándolos


piratas.—Huida del Prior de Grato.—Llegan las flotas en salvamento.—Segunda
jornada.—Desembarco y batalla en la Tercera.—Nuevos triunfos.— Sumisión
completa de las islas.—Naves y artillería apresadas. —Entrada triunfal de la ar
mada en Cádiz.—Muerte de Sancho Dávila.

l amanecer el 27 de Julio, como no quedaran den


tro del círculo del horizonte más naves que las
españolas, habiendo conseguido «una de aquellas
victorias maravillosas que señalan rara vez los siglos
para perpetuar la memoria de los insignes capitanes y
glorificar á sus naciones con el recuerdo de sus nom
bres» ', hicieron por la isla de San Miguel, bordeando con
viento flojo y mar gruesa que molestaba grandemente á los
heridos, en obsequio de los cuales, por no dilatar el alivio, no
habiendo, por las contingencias referidas, médicos ni medici
nas en la armada, fondearon el 30 en Villafranca. El siguiente
día se hizo el desembarco con trabajo por las malas condicio
nes de la playa batida del oleaje, empezando, sin pérdida de
minuto, á rellenar la aguada y recorrer los aparejos averiados
en el combate. A la vez se ocupaba el Consejo de guerra en
el juicio de los prisioneros, cuya excepcional condición de-

1 Don M. Fernández de Navarrete, Vida de Cervantes.


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324 ARMADA ESPAÑOLA.

seaba el Marqués quedara bien dilucidada, acusándolos de


enemigos del reposo y bien común, perturbadores del co
mercio, fautores de los rebeldes de S. M. y, como tales, re
beldes á más de piratas y robadores, con abuso de la bandera
de una nación con la que España mantenía relaciones de paz
y amistad.
En las defensas dijeron que no eran piratas, sino de buena
guerra, y que con despachos del Rey cristianísimo armaron
los navios; mas el Marqués, dando por falsos los documentos
que presentaban y ateniéndose á las instrucciones de ambos
Monarcas, cristianísimo y católico, en cuanto al modo de
tratar á los piratas, firmó sentencia con consulta de auditor
letrado y oportunos considerandos, por castigo de tan gran
delito «y ejemplo de los que lo supieren, vieren y oyeren»,
de ser públicamente degollados los 28 señores y 52 caballeros
presos, y ahorcados los marineros y soldados, siendo de más
de diez y ocho años de edad; sentencia que se cumplió in
exorablemente el día i.° de Agosto en la plaza de Villafranca,
desembarcando un Maestre de campo con cuatro compañías
y banderas para hacerlo con aparato, añadiendo el espantoso
espectáculo de colgar á los marineros en las vergas de los
navios.

Mientras los sucesos de San Miguel é inmediaciones, el


Prior de Crato, por no presenciarla batalla de que pendía su
fortuna, se había hecho llevar á la Tercera, entrando en la
capital con aires de rey. La derrota de la armada francesa le
sorprendió entre fiestas que, naturalmente, se aguaron. Em
barcó en las naves fugitivas, llegando á Francia con 18, que
también desengañaron al público, entre el que había circu
lado la falsa noticia del vencimiento de los españoles; y tal
indignación se produjo, que á gritos pedían venganza y decla
ración de guerra.
Volviendo á San Miguel, contrariaron mucho al Marqués
de Santa Cruz los temporales, inquietándole además la tar
danza que causaban á Juan Martínez de Recalde con la ar
mada de Andalucía. Este llegó el 9 de Agosto con 1; 15 naos
de su mando, las dos urcas flamencas que se habían separado
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DESPUÉS DE LA VICTORtA. 3^5

de D. Alvaro la víspera del combate y dos más de las reza


gadas; y sumando á la fecha los días que necesitaba para re
ponerse, y á las circunstancias la de no contar con las galeras
ni las barcas chatas necesarias para el desembarco, pensó don
Alvaro no ser prudente la expugnación de la Tercera aquel
año. Lo que hizo fue separar los navios pesados é ir con 40 á
cruzar sobre la isla del Cuervo, la más occidental del grupo,
con la fortuna de encontrar á las tres flotas esperadas de las
Indias y de escoltarlas sin ningún accidente hasta las costas
de la Península.
El 15 de Septiembre subió por el Tajo al puerto de Lisboa,
presenciando el Rey y su corte la entrada de los bajeles en
galanados con flámulas, que le rendían homenaje á compás
del estampido de los cañones y la salva de las voces. Aquella
felice y victoriosa armada, con el trofeo de la Capitana ene
miga, trata por fruto de la campaña júbilo á los leales, lección
á los indecisos, reputación á las armas y gloria á la nación,
que la celebró con fiestas cívicas y religiosas.
Quedó determinada desvie el momento mismo la repetición
de la jornada para la primavera siguiente, y hasta se fijó el 10
de Febrero con aquella seguridad con que se hacen por lo
común los presupuestos, pues trabajando mucho fue difícil
acabar los preparativos para igual día del mes de Junio. Ver
dad es que teníala armada ahora más requisitos, componién
dola dos galeazas, 12 galeras, cinco galeones, 31 naves, 41
pataches, zabras y carabelas, y las barcas chatas que habían
de ser llevadas á remolque, midiendo galeones y naves solos
20.217 toneladas, y conduciendo todas 6.531 hombres de mar
y remo. La infantería ascendía á otros 8.841; y contando 2.600
de los que quedaron en la isla de San Miguel, se elevaba el
total á 15.372 hombres, con destino á los cuales se habían
embarcado víveres para seis meses. Además iban muchos
caballeros particulares con sus criados.
La plana mayor general del Marqués de Santa Cruz forma
ban, como la vez anterior, los generales de mar Eraso y Mar
tínez de "'ecalde; losde tierra Figueroa v Bobadilla. y á más
I). Pedro de Toledo, marqués de Villafranca, D. Pedro de
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326 ARMADA ESPAÑOLA.

Padilla y D. Juan de Sandoval; por jefe de los alemanes, el


conde Jerónimo de Lodron; de los italianos, Luis de Pigna-
teli; de los portugueses, D. Félix de Aragón '.
Las instrucciones reales, extensas y prudentes, compren
dían los casos que pudieran ocurrir; recomendaban preferen
temente el combate de armadas enemigas si las encontrara,
acabando con esta frase: «Porque de acá no se puede dar
regla cierta ; sólo os acuerdo lo que importa á estos reinos,
y á la reputación mía y vuestra, acabar esto de una vez, y que
de lo que va y de quien lo lleva á su cargo lo espero yo así.»
El 23 de Junio, habiendo visitado la Capitana el Archidu
que Alberto, gobernador del reino de Portugal, empezaron
á desembocar el Tajo los expedicionarios, asistiendo inmenso
concurso al espectáculo de movimiento de más de cien ba
jeles empavesados. Fijaba sobre todo la atención de los inte
ligentes el enorme porte de dos galeazas recientemente cons
truidas en Ñapóles, procurando reunir en la nueva forma del
vaso las condiciones de resistencia de la nao con las de lige
reza de la galera, y us?r de la doble impulsión de vela y remo,
según las circunstancias. Las bellas artes habían contribuido
al adorno de tan hermosos bajeles, sin distraer la vista de las
50 piezas de bronce dispuestas en los costados y la proa para
la destrucción.
Destacadas las galeras con orden de navegar independien
temente bajo el mando de D. Diego de Medrano, llegaron
con felicidad á la isla de San Miguel el 3 de Julio, once días
antes que el resto de la armada, sirviendo para embarcar el
tercio de Agustín Iñiguez, la artillería de batir, carros y muías.
Los vecinos de la Tercera habían fortificado los puntos
accesibles de la isla, que no son muchos; tenían armados y en
disciplina unos 9.000 hombres, sosteniéndolos el cuerpo de
3.100 franceses mandados por Mr. de Chaste1, gentilhombre

' Incluye relaciones completas el libro citado La conquista de ¡as Azores. Entre
los caballeros asistieron Baltasar de Alcázar, poeta, músico y pintor, de todos co
nocido por su famosa composición La Cena, y Rodrigo de Cervantes, hermano del
autor del Quijote, que se distinguió, siendo el tercero que puso el pie en tierra.
* Chatres y Chiatre en nuestras relaciones.
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DESPUÉS DE LA VICTORIA. 3J7

de cámara del Rey de Francia, comendador en la Orden de


San Juan, gobernador de la ciudad y castillos de Dieppe y
Arques, hermano del Duque de Joyeuse ', favorito de En
rique III; cuerpo distribuido en la dicha isla Tercera y la del
Fayal. Catorce navios armados y ioo piezas de artillería
gruesa constituían con la infantería el socorro aprontado por
Catalina de Médicis: el de la reina de Inglaterra no se ex
tendía tanto, reducido á una compañía de 200 soldados y á la
autorización á D. Antonio para entenderse privadamente con
sus subditos en el armamento de corsarios.
Empleó la armada cuatro días en trasladarse desde la isla
de San Miguel la Tercera por vientos contrarios, llegando
unida el 23 de Julio á vista de la ciudad de Angra. La Capi
tana se acercó al castillo de San Sebastián, fondeando en 60
brazas á tiro corto de cañón; así las baterías rompieron el
fuego, sin contestarlo más que las galeras. Inmediatamente
salieron á reconocer Miguel de Oquendo y Marolín de Juan,
capitanes á los que el Marqués confiaba siempre las comisio
nes delicadas.
La víspera de Santiago hicieron al anochecer gran salva
los galeones, pasando parte de la noche en disparar cohetes
y en otros entretenimientos que no acertaban á comprender
los de la isla, teniendo atrasada en diez días la cuenta de su
tiempo por no haberle aplicado todavía la corrección gre
goriana adoptada en los dominios de España el año anterior
por pragmática que suprimió los días comprendidos entre el
6 y el 15 de Octubre. La diversión de la gente se prolongó,
simulando ataque por varios puntos, con alarma y división
de los defensores.
Lejos de elegir D. Alvaro para el desembarco el lugar de
mejor y más extendida playa, por que con comodidad y de
una vez acometieran las embarcaciones menores á dar paso
á los soldados, se fijó en una caleta pequeña y mala, llamada
das Molas, juzgando que por más difícil estaría menos guar
dada, como generalmente sucede, y que habia de ser por

1 La Joyosa, en nuestras relaciones.


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328 ARMADA ESPAÑOLA.

tanto menos peligroso vencer la dificultad de los escollos que


los reparos de fortificación. Veíase en este punto un fuerte y
no escasas trincheras; pero encontrándose aproximadamente
á la mitad de la distancia entre las poblaciones de Angra y
Praya, que por principales tenían concentrada la mayor parte
de la fuerza de infantería y caballería, el socorro tenia que
ser por necesidad lento, dando tiempo á una vigorosa acome
tida y á que estuviera en tierra parte considerable del ejército.
Con este propósito ordenó los preparativos del desem
barco, mandando hacer pavesadas y parapetos en la proa de
las galeras, distribuir ordenadamente la gente en las barcas
chatas, lanchas y botes, prevenir repuesto de municiones y
de agua en barriles portátiles; ración para tres días, que lle
vara el soldado en el saco; dispuso sección de gastadores
con herramientas y sacos á tierra, no satisfaciéndose hasta
ver por sí mismo que todo se había ejecutado y sabía cada
cual su cometido.
A prima noche empezó la colocación de la tropa en las
embarcaciones, con prevención de guardar profundo silen
cio, y serían las dos de la madrugada cuando arrancaron las
galeras, remolcando cada una un rosario de lanchones, pina
zas y pataches atestados; como que llevaban de primera in
tención 4.000 hombres.
Tan bien calculado estuvo el tiempo, que cuando por el
horizonte se notaba la claridad precursora del día, día 26 de
Julio, doblemente solemne por aniversario de la victoria
naval ganada á los franceses, saltó la primera gente con ím
petu y de improviso, aunque la resaca y las lajas en que
chocaban las embarcaciones hacía sobremanera difícil y
arriesgada la operación.
No se descuidaban los de tierra; desde el momento en que
distinguieron los bultos rompieron el fuego de artillería y
mosquetes, ocasionando algunas bajas, pocas relativamente
á las que pudieran hacer, no siendo sorprendidos en aquella
hora en que se arrimaron los botes debajo de los cañones,
mientras las galeras los cubrían con los suyos. Con esto se
abrevió el desembarco, saltando de piedra en piedra sor-
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DESPUÉS DE LA VICTORIA. 329

teando las olas, ó echándose al agua así que podía hacer


pie, ayudados unos de otros.
No se sabe cómo, siendo las trincheras derechas, senta
das sobre piedra y de más altura de media pica, subieron
algunos soldados sin escalas; pasmosa agilidad en hombres
cargados con el peso de las armas, los morrales y la ropa
mojada.
Desembarcó en esto el Marqués de Santa Cruz, animando-
con su voz conocida á los asaltantes. Dos compañías de por
tugueses y otra de franceses huyeron, viendo muerto su jefe
tras gallarda pelea: en menos de una hora se habían hecho
dueños los españoles de todas las trincheras; cierto no se
ganaron sin sangre.
Ocupado aquel fuerte, esperando de un momento á otro
las tropas de Angra y Praya, avisadas con humazos en las
alturas y el toque de rebato de las campanas, se deshizo la
confusa agrupación de soldados formada de momento, to
mando cada cual su puesto por naciones y cuerpos con tan
buen orden, que al asomar las avanzadas enemigas se halla
ban en tierra escuadronados los 4.000 hombres de la primera
barcada, con grandes guardias en los caminos. Los franceses
no se determinaron á atacarles en aquella formación; eligie
ron en defensiva una colina cercana á San Sebastián, prepa
rando lugar á la batalla, con lo que dieron más tiempo al
Marqués para hacer el segundo desembarco á cambio de las
ventajas de la altura y de un campo cortado por cercas y
zanjas.
Empezaron la acción las mangas de arcabuceros, siguién
dose por todo el día con varia fortuna y sin resultado decisivo.
La infantería resistió diez y seis horas sin descanso, trepando
cerros, salvando vallas ó cruzando cañadas. Con el fresco de
la madrugada ganó ocho piezas de campaña al enemigo, co
rriéndose hasta la villa de San Sebastián, distante seis millas
de Angra; desde aquel momento se inició la retirada de los
franceses y la huida en desorden de los naturales, que no
eran por obligación soldados, con otra diferencia: los prime
ros se encaminaron hacia la montaña de Guadalupe, donde
Instituto de Historia y Cultura Naval

33° ARMADA ESPAÑOLA.

había posiciones fortísimas; los otros corrían á la desban


dada en demanda de sus casas y haciendas por librar algo
de ellas. El Marqués no consintió por esto que la formación
se alterase; siguió á buen paso camino de la capital, orde
nando que simultáneamente con el ejército por tierra ata
caran por mar las naves, haciéndolo principalmente las ga
leras.
No hubo la resistencia que se esperaba, ni por una ni por
otra parte; nuestra vanguardia entró poco después de medio
día en la ciudad, mientras en el puerto hacía otro tanto la
gente de la armada, con gritos de júbilo y vivas de unos á
otros. Tres días de saco resarcieron sus trabajos, dando te
rrible castigo á la obstinación de los rebeldes en la hacien
da, no en la vida.
Hecho inventario de lo ganado, resultaron 44 fuertes con
300 piezas de artillería, algunas con la particularidad de te
ner esculpidas juntamente las armas del Rey cristianísimo
y las del Gran Turco. De la armada de Francia á las órdenes
de Mr. de Chaste se ocuparon 14 naves, cuatro francesas y
dos inglesas, corsarias; todas las de una escuadrilla de cara
belas que el Prior de Crato había mandado á saquear las islas
de Cabo Verde, represando algunas vizcaínas y castellanas,
con más de 90 cañones en todas.
Desde Angra despachó D. Alvaro de Bazán seguida
mente á D. Pedro de Toledo, con las 12 galeras, 20 pinazas
y 2.500 infantes, á la isla de Fayal, segunda en el cuidado
por tener también guarnición extranjera y fuertes bien ar
tillados.
Don Pedro tocó primeramente en las de San Jorge y del
Pico, que se sometieron sin resistencia. La del Fayal la hizo
con bárbaro desprecio de las leyes de la guerra, dando
muerte al parlamentario que llevó la intimación. Defendió
bizarramente las alturas la tropa francesa antes de que los
nuestros llegaran á la fortaleza, mas tuvo que capitular á
condición de respeto á las vidas, entregando seis banderas y
16 piezas de artillería.
Después aviniéronse asimismo los de la Tercera á capitu-
Instituto de Historia y Cultura Naval

DESPUÉS DE LA VICTORIA. 331

lar, sabiendo que no serían tratados como los de la armada ',


que en tal caso resistieran hasta morir, y rindieron las armas
con banderas, cajas, pífanos y almacenes militares, quedando
en prisión 2.200 franceses y 1.800 portugueses *, debiendo
ser transportados á su país los primeros en naves españolas,
desembarcándolos en Fuenterrabía, 'con excepción de los
que se tomaron con las armas en la mano en la batalla, sen
tenciados á galeras, y de un Pedro de la Cruz, montañés, mal
español, pirata, que en Veragua y río de Chagres había co
metido atroces crímenes asociado de ingleses y franceses.
Aunque sentenciado á horca, se embarcó en la armada para
sufrir el castigo en Sevilla, á vista de las flotas de Indias s.
Antes que cambiara la estación despachó D. Alvaro de Ba-
zán para España las galeras, enviando al Rey cartas, relación
y recaudos de la nueva victoria. Su secretario llevaba los do
cumentos reservados, inclusa la correspondencia de los reyes
de Francia. Para Gobernador general de las islas designó á
Juan de Urbina, sobrino del famoso capitán de su nombre:
organizó la administración, nombrando corregidor, jueces y
alcaides portugueses honrados, determinándolo todo tan
brevemente que el 17 de Agosto navegaba con toda la ar
mada hacia España, dejando despachado aviso á las Indias
de poder en lo sucesivo venir las flotas á la escala y refresco
ordinario.
El glorioso galeón San Martín, adornado con trofeos

1 Las instrucciones reales lo consentían en esta cláusula: «Si hubiere en la isla


Tercera y ciudad de Angla gente extranjera que se haya metido en ella para su
socorro, haréis ahorcar á todos, como son franceses ó ingleses; y si los naturales
de la dicha isla ó ciudad se reducieren ó rindieren, y pidieren ó sacaran por par
tido que los dichos franceses ó ingleses salgan libres, haréis en esto, según el
estado de las cosas, loque viéredes más conveniente á mi servicio y el bien de la
empresa, que yo os lo remito.» Los que se interesaron por los extranjeros fueron
D. Pedro de Padilla, D. Lope de Figueroa, el Conde de Lodrón y otros caballeros
españoles.
8 En las relaciones no se hace mención expresa de las dos compañías de in
gleses.
5 Se cumplió la sentencia en la galera Leona, dándole garrote y colgándole
por un pie de la entena después de muerto. En la popa se puso cartel, en que
se referían sus delitos.—Mosquera de Figueroa, Comentarios de disciplina militar,
folio 124.
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333 1RMADA ESPAÑOLA.

de los enemigos, arrastrando por el agua 46 banderas con


quistadas l, entró en la bahía de Cádiz el 13 de Septiembre
seguido de las naves, que sufrieron temporal en el viaje. El
Rey llamó á la corte al insigne Marqués de Santa Cruz, le
recibió con agrado, mandándole cubrir en su presencia como
grande de España; instituyó para su persona el cargo de Ca
pitán general del mar Océano, y otorgó proporcionadas mer
cedes á los que á sus órdenes hicieron la conquista de las
islas Terceras.
Vino á mezclarse con la alegría del pueblo por el suceso
que acababa de unificar la Monarquía peninsular el senti
miento de una pérdida personal de dificilísimo reemplazo:
murió de accidente en Lisboa, el 8 de Junio, el capitán he
chura del Duque de Alba, á quien apellidaban los soldados
Rayo de la guerra, el héroe anfibio de Zelanda, Sancho Dá-
vila'.
Amargaron asimismo las buenas nuevas importantes alga
radas de los berberiscos en Cadaqués-, Palamós, San Fe-
liú (1582), en las Peñas de Elvir é isla Cabrera (1583).

1 En escritura de acrecentamiento de mayorazgo, hecha por D. Alvaro de Ba-


zán en 15 de Noviembre de 1584 {Boletín de la Academia de la Historia, t. xxvi,
jfolio 389), incorpora los trofeos ganados en las islas Azores á los de otras batallas,
y enumera el estandarte real de damasco carmesí con las armas reales y la figura
del apóstol Santiago que llevaba en la popa del galeón San Martín el día de la ba
talla naval sobre la isla San Miguel; las armas y rodela fuerte de Felipe Strozzi; el
estandarte real de seda y tafetán blanco que le dio el rey Enrique Illde Francia; las
armas de Mr. de Chaste; 60 banderas de infantería francesa y portuguesa; dos bi-
nables de Mr. de Chaste y Mr.de Garamba; el bastón de Capitán general del Conde
de Torres Vedras; cuatro fanales, de la Capitana del rey de Francia, de la Capitana
de Portugal, de la de Hassán Bajá y de la de Hassán Chiribi; las cajas, atambores
y pífanos; 200 mosquetes, 200 arcabuces y 200 picas que separó de entre las armas
entregadas, y otros muchos objetos, arneses y espadas de su persona, tapices, mue
bles ricos, etc.
s No hicieron mella en su cuerpo los proyectiles enemigos, y le mató en Portu
gal la coz de un potro que estaban herrando, no cumplidos sesenta años de edad.
El cuerpo fue trasladado á Ávila, su patria, dándole sepultura en la capilla mayor
de la iglesia de San Juan Bautista, y adornándola con trofeos de banderas ganadas
por él y con escudo de armas en que mandó poner ancla y bastón, como general
de mar y tierra. Jerónimo Manuel Dávila, su deudo, compuso un libro titulado
El rayo de la guerra. Hechos de Sancho Dávila. Valladolid, 1713, y el Marqués de
Miraflores, descendiente asimismo, otro: Vida del general español Sancho Ddvilay
Daza, conocido en el siglo xvi con el nombre de <El rayo de la guerra*. Madrid, 1857.
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XX.

ESPIGADORES DE MAR.

1572-1585.

En el Mediterráneo.—Cautiverio de Cervantes.—Traida de los restos de D. Se


bastián de Portugal.—Viaje de la infanta D." Catalina.—Juan Andrea Doria.—
Las costas de Galicia. —Estragos de los hugonotes en Canarias.—Holandeses en
el mar de las Antillas.—Hervidero de piratas.—Se envían galeras á la isla Espa
ñola.—Asesinato de su General.—El Drake. - Proeza en Nombre de Dios.—
Cómo la cuentan las historias y cómo fue realmente.—Otra acción de su coci
nero.—Drake en el Pacífico, entrando por el estrecho de Magallanes.—No
encuentra oposición.—Carga su nave de oro.—Da la vuelta al mundo, llevando
el botín á Inglaterra.—Ármale caballero la Reina. — Su divisa usurpada y la
original de Hawkins.—Disposiciones tardías en el mar del Sur.

, marinos, con ligereza entre los dedos las ho


jas de las historias generales, visto cómo Amurates
suscribió la tregua con Felipe II. Desde que Uiuch
desarmó en el Bosforo las galeras que derrocaron el
fuerte de la Goleta, no hacen mención las páginas de
empresa ó correría de aquellas que aterrorizaban á la
Cristiandad. ¿No ocurrió nada extraño en el Mediterráneo
que sus aguas reflejaran fieles? ¡Qué más quisieran los habi
tantes ribereños! La Historiano desciende á sucesos menudos,
cuya narración la hadan interminable; n'ada ocurrió, cierta
mente, que debiera anotar entre las vicisitudes que alteran ó
modifican el modo de ser de los pueblos, ni entre aquellas
que se derivan de rotura en sus relaciones ordinarias; mas si
la pregunta de arriba se hiciera á los torreones de atalaya
subsistentes en cada punta y cada cabo de la costa, mochos
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ARMADA ESPAÑOLA.
334

algunos, ennegrecidos por violenta llama otros, enhiestos to


davía los más, resistiendo al abandono y á la intemperie, rele
gados á la condición de accidentes pintorescos del paisaje,
puntos de mira de los pilotos caboteros y albergue de mur
ciélagos; si ellos pudieran contar las escenas de que han sido
testigos, ¡qué terribles dramas se supieran! La galeota de
Argel, la fusta tunecina ó tripolitana burlaban de continuo la
vigilancia de los centinelas, valiéndose en la obscuridad, cual
los dichos mamíferos alados, sin que las prevenciones de
guardias y ahumadas, la división y subdivisión de las escua
dras de galeras, el celo y el interés de cuatralbos y dosalvos,
pudieran evitar, por lo ordinario, el golpe cierto de los fora-
gidos.
Para la comunidad en la nación carecía de importancia el
asalto de un caserío, el cautiverio de una familia, la presa de
una nave comercial; para los anales no daban asunto seme
jantes ocurrencias consuetudinarias; mas de la intranquilidad
de la población marina eran causa permanente, y en la indus
tria, en las transacciones, en la economía, ejercían influencia
de que no se forma idea aproximada sin registrar escritos de
los que, como el P. Haedo ó Mármol Carvajal, investigaron
lo que valía y aprovechaba á los berberiscos el corso, á favor
del que subsistían y prosperaban, y sin examinar además con
atención las Memorias de las Ordenes religiosas dedicadas á
la redención de cautivos, donde constan las considerables
sumas empleadas para sacarlos de los baños ó mazmorras,
sumas que, en concepto de algunos pensadores, eran el es
tímulo mejor para que los corsarios se procuraran más cau
tivos.
Sea como se quiera, después de la cesación de hostilidades
con los turcos, el corso de los berberiscos prosiguió como
antes, molestando al litoral de España é Italia y al de las
islas Baleares, Cerdeña y Sicilia, con embarcaciones sutiles de
remo, aisladas por lo general, aunque á veces se juntaran para
determinado golpe de mano. Vióse en ocasión que 17 fustas
reunidas llegaran á la barra de Sanlúcar á tiempo de capturar
un aviso de las flotas de Indias que, á más de los despachos,
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ESPUMADORES DE MAR. 335

conducía 200.000 ducados. Se vio frecuentemente á las ga


leotas cruzando sobre el cabo de San Vicente en espera de
las flotas mismas ó de alguna de sus naos retrasadas, y atentas
al descuido siempre cuidadosas se las vio, siendo notable
ejemplo la captura de la galera Sol, que en viaje de Ñapóles
á España conducía á Miguel de Cervantes Saavedra, en com
pañía de su hermano Rodrigo, de Pero Diez Carrillo de
Quesada, gobernador que fue de la Goleta, y de otros caba
lleros y soldados distinguidos.
Dio esta galera en la mar, por mal de muchos, con la
escuadra de galeotas de Arnaute Mamí, capitán de Argel,
y fue combatida por tres especialmente, haciendo cabeza la
de Alí Mamí, renegado griego, que era de 22 bancos. Hubo
obstinado combate y bizarra defensa, como es de presumir,
por el nombre y calidad de los caballeros españoles, sin más
resultado que retrasar la hora del cautiverio. La galera Sol
entró á remolque en la guarida de los argelinos y en el baño
los prisioneros de rescate '.
Si á esta suerte iban expuestos los bajeles de guerra, juz
gúese del temor que detenía en los puertos á los de comercio,
aun estando artillados, hasta juntarse en flota ó contar con la
protección de las escuadras de galeras, preferentemente
empleadas en «limpiar los cabos», como por entonces se
decía, sin perjuicio de las atenciones de instituto.
Una de éstas, la de cortejo fúnebre, desempeñada por don
Pedro de Gamboa y Leyva, con siete galeras de Sicilia,
ocurrió, conduciendo á Faro el cuerpo de D. Sebastián de
Portugal, acompañado por el Duque de Medina Sidonia y el
Obispo de Ceuta *, y por distinto motivo, festejando epitala-
1 Ocurrió el combate el 26 de Septiembre de 1575; consígnalo D. M. Fernández
de Navarrete, Vida de Cervantes, pág. 33. Se cree sea exacta descripción del en
cuentro la que Cervantes mismo hizo en La Galatea, lib. v, y que á él aludió tam
bién en el Persiles y en alguna otra de sus novelas. Expresamente lo citó en la
carta en tercetos dirigida desde la prisión al Secretario del Rey, Mateo Vázquez,
doliéndose:
En la galera Sol, que obscurecía
Mi ventura, su luz, á pesar mío,
Fue la pérdida de otros y la mía.

* Carta de D. Pedro de Gamboa al Rey, fecha en Faro á 5 de Agosto de 1582.


Colección Sans de Barutell, art. 4.0, núm. 649.
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336 ARMADA ESPAÑOLA.

mió, la travesía de Juan Andrea Doria, conduciendo al duque


de Saboya Carlos Emanuel á Barcelona '.
Le recibió á bordo de la galera real en Albenga, puerto de
la señoría de Genova, el i.° de Febrero de 1585; se detuvo
unos días en Niza, esperando tiempo seguro para pasar el
golfo de León, y con feliz viaje llegó á Barcelona el 8, mucho
antes de lo que se esperaba y convenía á los planes formados
de antemano, porque la Corte, que salió de Madrid el 19 de
Enero, no llegó á Zaragoza hasta fines del mes siguiente.
Los desposorios del Duque con la infanta D.a Catalina de
Austria y las fiestas de celebración consumieron alegre
mente el tiempo hasta mediados de Junio, fecha del embar
que de los novios en Barcelona, estando preparadas al efecto
46 galeras; 24 de España á las órdenes del Adelantado de
Castilla; 18 de Genova; cuatro propias del Duque de Saboya,
descollando la Real, que dirigía Juan Andrea. Por guarnición
iban 22 banderas del tercio de D. Francisco de Bobadilla,
cuatro de Lombardía y dos de Ñapóles, vencedoras en las
Terceras, destinadas á militar de nuevo en Flandes. Tan
suaves soplaron las brisas, que navegaron los cónyuges como
por un lago hasta poner el pie en las playas de Niza, dejando
entonces las galeras á disposición de la infantería, que des
embarcó en Genova \
El Príncipe de Melfi inauguró ostensiblemente en esta
agradable jornada el cargo de Capitán general del mar Medi
terráneo que el Rey le confirió en 1583 por gratificar los
servicios de la casa Doria, según se susurraba *, aunque es de
presumir que influyeran en la decisión de D. Felipe motivos
que se reservó. Ese empleo importante pretendía Juan An
drea por herencia desde que ocurrió la muerte de su tío
ilustrísimo, haciéndose pasar por necesario merced á los
asientos antiguos por los que regía la escuadra crecida de

1 Orden del Rey al Príncipe de Melfi para aderezar la galera real y conducir
con 20 de escolta al Duque de Saboya, fecha el año 1584; Colección Sans de Ba-
rutell, art. 3.0, núm. 467.
* Viajes regios, otras veces citados, pág. 223.
3 Cabrera de Córdoba, t. m, pág. 59.
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Monumento erigido en Manila á la memoria de Miguel López de Legazpi

y de Fr. Andrés de Urdaneta.


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ESPUMADÓRES DE MAR.

galeras de Genova; confirióse, no obstante, á D. García de


Toledo, atendiendo á las observaciones de los generales es
pañoles, y aun á la prevención y antipatía con que casi todos
miraban al principal causante del desastre de los Gelves; se
acordó más tarde á D. Juan de Austria, que llenaba las glo
riosas tradiciones del cargo, y desde su muerte vacó siete
años. En el de 1583, tras la conquista de las Terceras, te
niendo en cuenta sin duda la importancia que aquellas islas'
y el litoral atlántico de la corona lusitana procuraban á las
aguas, se dio á D. Alvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz,
distinción nueva de Capitán general del mar Océano; enton
ces fue restablecida la Capitanía del Mediterráneo, muy cer
cenada en el prestigio por su paralela.
Seguramente querría D. Felipe honrar la memoria y los
servicios del gran almirante del Emperador, su padre, ha
ciendo merced de paso por los que reconocía en el sucesor
y él sabía hacer valer industriosamente. Si hemos de admitir
el juicio del P. Guglielmotti, Juan Andrea Doria, príncipe
de Melfi, alto, enjuto, moreno, mal formado, con cabeza
puntiaguda, cabellos crespos, ojos hundidos, labios gruesos y
caídos, más en el aspecto parecía corsario que caballero;
pero bajo esta apariencia disforme se ocultaba una gran inte
ligencia, ánimo valeroso, gran experiencia de la mar, pro
fundo conocimiento del hombre, disimulo impenetrable y arte
para dirigir hábilmente su nave por el Meridiano de Madrid.
Su proceder en los Gelves, en la primera jornada de la
Liga y en la batalla de Lepanto, sobre todo, pudieron poner
en duda su valor; no se dudó, sin embargo, más que de su
rectitud y de su lealtad. Entre los contemporáneos más de
una vez mereció elogios á D. García de Toledo, buen juez,
que lo recomendó al Rey por el comportamiento en la ex
pugnación de Vélez de la Gomera, y más por la decidida
exploración en el socorro de Malta; Brantóme le citaba
denodado '. Entre los modernos, atenidos tan sólo á los actos
externos, la opinión es varia \
1 Jcan-André a loujours ¿té couragtux IIest tris brave, tres vaillant ■ et brusque.
• Mr. Jurien de la Graviére no pudo disimular sus m^as impresiones; el teniente
TMÍrt TI. "
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33^ ARMADA KSPAÑOLA.

Debió influir algo para la concesión del título de Capitán


general del Mediterráneo la necesidad reconocida de activar
la persecución del corso, pues acerca del particular, como de
reformas en la armada y servicio de las galeras, se le pidieron
informes, que evacuó delatando irregularidades '.
Por fuera del estrecho de Gibraltar acometían á los pue
blos de Galicia las naves descendentes del Norte, convidadas
por la comodidad de las rías á proveerse de agua y ganado
contra la voluntad de los propietarios, cometiendo, una vez
en tierra la gente corsaria, violencias y robos, que reno
vaban la época de correrías de los normandos. Tal acontecía
también en las islas Canarias, consideradas como etapa, en la
navegación de las Indias y estación última para refrescar las
provisiones antes de entrar en el golfo. Cada día las visitaban
los espumadores de la mar, exigiendo lo que apetecían por
la fuerza, y gracias si no la empleaban con daño más que en
las haciendas. El feroz rócheles Sore rindió, á vista de la isla
de Gomera, al galeón portugués Santiago, é hizo allí el de
güello horrible de los PP. Jesuítas ', y poco después 5, pre
sentándose Juan Capdeville con cuatro naves francesas y
una de ingleses, desembarcaron en la villa de San Sebastián,
la saquearon y destruyeron, ensañándose con los sacerdotes,
á los que, por distinción con los otros vecinos, arrojaron á la
mar con piedras al cuello.
Pero el teatro en que se desarrollaban y unían estas esce
nas sueltas era el mar de las Antillas, paradero de corsarios
y contrabandistas portugueses, franceses é ingleses, reforza
dos desde el año 1572 con actores nuevos que mostraban los
colores del príncipe de Orange, y se presentaron por primera
vez en las aguas de Nombre de Dios con tres urcas de 400 á
500 toneladas y dos pataches, anunciando que iban á buscar

general Benedetto Veroggio le ha defendido en el opúsculo Giarinandrea Doria


alia, bataglia di Lepanto. Genova, 1886.
1 Cartas al Rey. Colección de documentos inéditos para la Historia de España, t. 11.
2 Viera y Clavijo, Historia general de Canarias, pone el suceso en 1570. Véase
en esta nuestra historia, t. 1, cap. xv.
" El 24 de Agosto de 1571 según el mismo Viera. Hay relación inédita del
suceso en la Colección A'avarreíe, t. xxv.
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ESPUMADORKS DE MAR. 339

recursos para hacer la guerra en Flandes á costa de Su Ma


jestad Católica \
Claro es que el oficio tenía contras, y que algunos corsa
rios pagaban las costas por todos. En la isla de Cozumel ca
yeron en manos del capitán Gómez Carrillo ciertos franceses
que habían saqueado el pueblo de Sisal, y, juzgados por la
Audiencia de Méjico, sirvieron de lastimoso ejemplar *;
los pescadores vascos apresaron en Terranova 24 navios de
malhechores 3; el general Pedro de Valdés capturó cua
tro; Sancho Pardo, dos; Esteban de las Alas, otros dos que
habían hecho estragos en Cartagena y Cubagua, siendo de
notar que á su bordo se encontraron Biblias de Ginebra y
barajas con figuras ridiculizando las ceremonias del culto ca
tólico-; dos más rindió Pero Menéndez Márquez, de 15 que
andaban por la Florida, con pérdida de 18 muertos y 14 he
ridos en el combate, vengados con degüello general de los
vencidos; tres Alonso de Eraso, tras pelea nocturna en el
puerto de Guanaiva \
Como ensayo, se destinaron á la isla Española dos galeras,
que condujo desde España el general Ruy Díaz de Mendoza,
haciendo feliz navegación con velas cuadras; y en un princi
pio no le faltó que hacer, pues entraban los franceses en los
puertos como en los de su casa. Batió y apresó cuatro na
vios 5, dándole mal pago los rendidos que ponía al remo en
vez de extremar el castigo, según le estaba ordenado. Como
encallara en los arrecifes de Puerto Plata una de las galeras,
nombrada Santiago, y desherraran á los remeros, alzándose
juntamente con los de la capitana Leona, asesinaron al Ge
neral y á los oficiales, echándose á robar por la isla hasta que
consiguieron tomar dos barcos de cabotaje, y armándolos con
1 Colección Navarrctc, t. xxv.
* Fray Diego López Cogolludo, Historia de Yucatán, año 1570.
' Colección Navarrete, t. xxv.
4 De todas estas ocurrencias y muchas más hay documentos en la referida Co
lección Navarrcte, tomos xiv, xxi, xxn y xxv.
6 Hállanse los partes en la Colección Navamte, t. xxv, y en la de Sans de Ba-
ruiell, art. 3.0, números 461 y 462, y art. 4.* En uno del año 1583 escribió al Rey:
«Ahorqué y quemé á un piloto por hereje, y á otro ahorqué por no poder vivir,
que tenia tres arcabuzazos; los demás puse al remo.»
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340 ARMADA ESPAÑOLA.

artillería de las mismas galeras, fuéronse á aumentar el nú


mero de los piratas '.
Hacíase por ellos muy difícil y peligrosa la comunicación
de unas islas con otras ó con el continente, apostados como
estaban, con navios pequeños, en los cabos y canales, y pre
caria.la vida en los puertos de corta importancia, que aun á
los que tenían alguna se atrevían, fiados en el estado inde
fenso de casi todos; dígalo Coro, saqueado y puesto á rescate
por ingleses *.
Entre las acometidas de este género dio bastante que ha
blar la realizada por Francis Drake al comienzo de la carrera,
que le granjeó, lo mismo que al archipirata Cullan ó Coulon
en tiempo de los Reyes Católicos, el privilegio de que sir
viera su nombre como bu para asustar á ios pequeños, ya
que asustados traía de continuo á los grandes. Habiendo lle
gado á ser realmente terror de los mares, y á figurar en pri
mera línea en la historia de Inglaterra, tuvo, como todos los
hombres de-notoriedad, biógrafos y encomiadores en mucho
número % adornando algunos sus hechos con accidentes
legendarios. Quién dice que nació en la mar y se crió en la
bodega de un barco viejo que por herencia le dejó el pirata
propietario; quién le adjudica hazañas en que no tuvo parte,
por el entusiasmo que en los patriotas produjo verle alzar á
la marina inglesa.
Lo que parece de todo punto cierto es que, siendo de ori
gen muy humilde, púsose á servir muchacho, y como paje dé
la Condesa de Feria, mujer del Embajador de España en
Londres, vino á la Península y aprendió muy bien nuestra
lengua *. Navegó después de marinero con John Hawkins

1 Año 1584. Colección Navarrete, t. xxil.


a Oviedo y Baños, Historia de Venezuela.
r> Son de citar Thomas Greep, Truc and perfect ncws ofthe worthy knight sir
F. Drake, London, 1587. Charles Fitzgefry, Sir F. Drake, his honorable Ufe and his
tragical death, Oxford, 1596. Samuel Clarke, Life and death of sir F. Drake, Lon
don, 1671. Richard Burton, The inglish hero or sir F. Drake, London, 1687. Sa
muel Johnson, Life of sir F. Drake, London, 1767. De estas fuentes se han ser
vido los biógrafos sucesivos, entre ellos John Barrow, jun., 1843.
* El P. Alonso de Zamora, Historia de la provincia de S. Antonino del Nuevo
reino de Granada, 1701, lib. lv, cap. 111, pág. 280,
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ESPUMADORES DE MAR. 3+t

en las expediciones de negrero y contrabandista; se halló en


el combate de Veracruz, escapando á la derrota .con el navio
Judit, y se apropió la carga sin querer dar cuenta á su jefe
de lo que salvó.
No empezó, pues, su vida ahogando serpientes en la cuna,
cual Hércules, ni la acabó de modo que cupiera estimar he
roico; sin embargo de ello y del considerable daño de que
fue causante, los marinos españoles hicieron justicia á sus
condiciones de excelencia, reputándole enemigo franco y va
leroso, de condición agradable, altivo, muy pronto en nego
cios militares y muy grande marinero.
De cuerpo era pequeño, barbirrubio, amigo de comodidad,
de boato, y, más que todo, de que le tuvieran respeto.
Con los primeros reales españoles armó un barquichuelo,
lanzándose al comercio de negros por su cuenta con mala
suerte, pues carga y embarcación le decomisaron en Río del
Hacha, y gracias á la tolerancia de las autoridades no salió
peor librado. Procuróse entonces otros dos barcos; se apostó
con ellos en las cercanias.de Nombre de Dios con objeto de
asaltar á las embarcaciones de cabotaje que navegaban sin
defensa.
Cuentan los biógrafos entusiastas que con semejantes ele
mentos, esto es, teniendo dos navios de 20 y de 25 toneladas
y 23 hombres en los dos, atacó y tomó por asalto á la ciudad
de Nombre de Dios, hizo lo propio con Veracruz, se apoderó
de un convoy de plata aliado con un jefe indio, y riquísimo
se volvió á Inglaterra en Agosto de 1573, no sin haber visto
desde la copa de un árbol las aguas del mar del Sur; pero
justo es consignar que no ha faltado entre los escritofes in
gleses quien pusiera correctivo á la especie, declarándola ab
surda '. Lo que en Nombre de Dios ocurrió está referido
con pormenores muy curiosos por persona que intervino en
el negocio *. En esencia fue así:

1 Lives of the British Admiráis, containing a new accurate naval history, by doc
tor J. Campbell, London, 1781.
1 Discursos medicinales del Ldo. Juan Méndez Nieto. Manuscrito curiosísimo
de que posee copia D. Marcos Jiménez de la Espada, y que bien pudiera titularse
Instituto de Historia y Cultura Naval

34» ARMADA ESPAÑOLA.

Después de las turbulencias del Perú, se alzaron ciertos


negros, arrochelándose, como por entonces.se decía, en las
asperezas de Vallano y Puerto Cabello. Eran los cimarrones
unos 200; habían elegido rey, y armándose á su manera, asal
taban las haciendas de campo y los caminos. Entraron er
tratos con Drake, solicitando su auxilio para algún golpe de
mano á las arrias ó recuas que conducían el tesoro del Perú,
por el istmo, desde Panamá á Nombre de Dios; y sabiendo
por los espías el día que había de pasar una de las mayores,
se emboscaron juntos ingleses, franceses ' y negros en un
recodo del camino, cerca de Venta Cruz, tocando al río Cha-
gres, provistos los primeros de arcabuces, espadas y dagas, y
los africanos de arcos y flechas, desnudos, untados los cuer
pos de aceite de coco á fin de escurrirse. Así que la recua se
acercó, enviaron rociada de balas y flechas sobre los arrieros
y soldados de escolta, que, sorprendidos, volvieron la espalda
corriendo á ocultarse en el bosque. Venían 80 muías cargadas,
y los salteadores, después de quemar la Venta, hallaron en la
carga donde henchir las manos; tanto que, despreciando la
plata, tiraron al río las cajas por si buenamente se les presen
taba ocasión de volver á recogerlas, echándose á cuestas del
metal amarillo más de lo que podían llevar, lo cual fue causa
para que, agobiados algunos, se rezagaran, sacrificando la vida
á la .codicia. Hubo bastante para contentar á blancos y ne
gros, quedando sobras con que se aviaron los vecinos de
Nombre de Dios más diligentes. Drake y los suyos embarca
ron la parte que en el reparto les cupo, tomando la del león,
y no esperaron, para enderezar la proa hacia Inglaterra, á
que cundiera la alarma por el país.
Se concibe que los escritores de la Gran Bretaña hayan
procurado desfigurar un tanto la verdad histórica, convir
tiendo en empresa heroica la sorpresa de encrucijada, que
de todo podrá tener menos de honrosa. Suena mejor el asalto

«Memorias de un médico de Armada en el siclo xvi». Hallábase en la ciudad de


Nombre de Dios, y un negro, esclavo suyo, hizo prisionero á uno de los compa
ñeros de Drake con el oro que pensaba llevarse.
1 A la empresa se asoció un corsario de esta nación.
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ESPUMADORES DE MAR. 34J

de dos ciudades con 23 hombres y la alianza con un jefe indio


para castigar la tiranía de los conquistadores, cual se cuenta,
que la liga con negros cimarrones para batallar con arrieros
en el camino real. El resultado efectivo fue que Drake salió
de la empresa rico, suficientemente rico para comprar espon
jas que borraran la mancha original, y para encontrar consi
deración entre sus compatriotas, empezando por la reina Isa
bel, en lo sucesivo su consocia en negocios parecidos.
Tuvo el drama de Nombre de Dios acto segundo de no
menor interés escénico, que no ha de juzgarse tampoco por
las historias inglesas. John Oxenh'am ', cocinero del navio
de Drake, digno caballero según ellas, «pensando que sa
quear á los españoles era acción meritoria *,» con la parte
que le tocó de la recua armó en 1575 un navio de 140 tone
ladas, con intención de interceptar alguna otra ó de inquirir,
cuando menos, sien el fondo del Chagres estaban las cajas
de plata despreciadas en la anterior hazaña. En cuando se vio
en la Tierra Firme armó dos-lanchas que en piezas llevaba, é
hizo presas en barcos oaboteros de poca sustancia, mientras
que se ponía al habia-con el rey de los negros cimarrones de
Vallano, nombrado Juan Vaquero. Exigió éste contrato for
mal, como si dijéramos, tratado, sentando por capítulo pri
mero que había de darse muerte á los blancos que juntos
aprehendieran, y se le entregarían vivos los negros-para re
forzar su hueste. Con esta condición, y la de partir por igual
los valores, el rey Vaquero se comprometía á ocultar la nave
inglesa en un punto de la mar del Norte donde estuviera se
gura, y llevar á los tripulantes á la mar del Sur, donde pudie
ran hallar cosa que les satisfaciera. El trato hecho y asegu
rado con cambio de rehenes, se desarboló el navio metiéndolo
entre manglares de la ensenada de Acia, donde no lo descu
briera, y menos á las lanchas, el ojo más experto. Subieron
después por el río Peremperen una de las embarcaciones me-

' Nombre muy desfigurado en nuestras relaciones, donde se ve escrito Oex-


nam, Ojemkam, Ohcmkam, Oxnam.
* Mtmoirs of the naval wofthies of Queen Elizabeth's retgn, by John Barrow,
Esq. London, 1845.
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344 ARMADA ESPAÑOLA.

ñores, conduciéndola hasta el Pacífico, sin que hasta hoy se


sepa de qué modo; ello es cierto que la pasaron en compañía
50 ingleses y 200 negros, y que con ella se pusieron en acecho
en las islas de las Perlas, esperando barcos del Sur. Cayó en
su poder uno, desarmado, como todos los que navegaban por
aquel mar sin sospecha de enemigos, resultando ser el que
traía el oro de Quito. Decidieron volverse á su nave sin tar
danza con la carga, entrando en el río Pinas, que iban re
montando, cuando el capitán Pedro de Ortega Valencia, el
mismo que fue por Maese de campo con Mendaña al descu
brimiento de las islas.de Salomón, ahora designado por la
Audiencia de Panamá para perseguir á los cimarrones con
cuatro barcos y una compañía de 80 hombres, dio con los
expedicionarios en una ranchería y trabó escaramuza en que
murieron 12 ingleses, quedando prisioneros los demás, salvo
alguno que otro escapado á través de la maleza con los prác
ticos negros. Oxenham fue llevado á Panamá, donde prestó
declaraciones muy distantes de la verdad, procurando ate
nuar ó dilatar siquiera la sentencia con cuentos, en que fingía
haber enterrado el tesoro en sitio de él sólo conocido ';
tuvo, sin embargo, muerte infamante *, y como al paso que
esto ocurría en el mar del Sur por el opuesto mandaba el
general D. Cristóbal de Eraso registrar con cuidado las cos
tas en Acia, parecieron las embarcaciones escondidas, que
dando deshecha por completo la pirática compañía *.
1 El tesoro escondido dio campo á la imaginación para forjar cuentos, de que
se hicieron eco D. Dionisio de Alsedo, en el Aviso Histórico, publicado por D. Justo
Zaragoza (Madrid, 1883, pág. 81), y D. José March y Labores en la Historia de la
Marina Real española (Madrid, 1854, t. 11, pág. 311). En la última se admite que
Oxnam, subido con Drake en un árbol grande de los de Nombre de Dios, vio el
Océano Pacifico con todo su embeleso. ¡Buena vista necesitaban los corsarios para
ver tal cosa!
! Figuró en auto de fe en Lima con sus compañeros Tomás Xeruel y Enrique
Juan Butler, siendo reconciliados con hábito y cárcel perpetua irremisible, confis
cación de bienes y diez años de galeras al remo y sin sueldo. Entregados al brazo
secular, los dos primeros fueron ahorcados y Butler sentenciado á galeras perpe
tuas. (D. J. T. Medina, Historia de la Inquisición en Chile, t. I, pág. 359.)
3 Año 1577. Cartas de la Audiencia de Panamá y de D. Cristóbal de Eraso,
Coleción Navarrete, tomos xxn y xxv. El historiador inglés antes citado, escribe:
fNo teniendo documentos que presentar, fueron todos ejecutados como piratas.
Oxenham, valiente como infortunado, era digno de mejor suerte.» Thomas Le-
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ESPUMADOEES DE MAR. 345

En el ejercicio continuado de los espumadores aprendie


ron á estimar la ventaja de tener en las islas de Barlovento
algún escondrijo donde descansar de la fatiga diaria, carenar
los navios y dejarlos ocultos, mientras la gente, dividida, an
daba en lanchas y pinazas. De esta manera, empezando por
la construcción de barracas-almacenes, con alguna que otra
india, negra ó mulata acaparada en las presas, sin preocupar
les mucho los derechos del señor rey D.Felipe ni la memoria
de la cuerda que en cada hora podían encontrarse en la gar
ganta, iban fundando poblados y recogiendo efectos adquiri
dos á bon marché, como dirían de seguro los hugonotes. El
mar Caribe hervía de barquichuelos empleados en el robo
menudo de ganados y fincas de campo, á falta de ocasión de
hacerlo en grande '.
Esta monotonía rompió el inglés Drake, concibiendo la
idea osada, verdaderamente grande, de penetrar en el Mar
Pacífico por el Estrecho de Magallanes que los españoles
mismos, sus descubridores, tenían en abandono por lo aza
roso de la navegación tan caramente experimentada.
Habiendo constituido en Londres sociedad de armadores,
en que la Reina tomó parte ', se dispusieron cinco naves de
mediano porte, con que se hizo á la mar en Diciembre
de 1577, costeando el África hasta las islas de Cabo Verde *.

diard cuenta erróneamente en su Historia naval de Inglaterra que el capitán Or


tega hizo la captura en las islas de las Perlas.
1 A pesar de todo habla aflojado mucho la severidad con los prisioneros; el co
misario de Panamá delató á la Inquisición de Lima al general de la armada de
Indias, D. Cristóbal de Eraso, por tener á su servicio dos trompetas y un artillero
ingleses, luteranos, que se le habían entregado para conducirlos ante el Tribunal
de la Inquisición de Sevilla.—D. J. T. Medina, obra citada.
2 Por cantidad del mil coronas.
1 Los historiadores ingleses no conforman tampoco en las fechas, naves, gentes,
ni otras particularidades. Jhon Stow, Thc Ármales or General Chronicle of England,
página 687 de la edición de 1615, corrigiendo á otros, pone la salida de Plymouth
el 13 de Diciembre de 1577, con los buques Pelican, capitana, Parigold', Elizabeth,
Benedia y una pinaza, que otros dicen se nombraba Christopher. De lo que hizo en
las islas de Cabo Verde y en Brasil tenemos pormenores por las declaraciones de
un prisionero, insertas en la Colección Sans de Barutcll, art. 6.°, núm. 75, y de los
pasos sucesivos muchos datos de toda especie que citaré oportunamente, empe
zando por la relación inglesa The English Hero or sir Frontis Drake revived, by
R. B., 1716, y por la Historia General de Chile, de Barros Arana.
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346 ARMADA ESPAÑOLA.

En éstas apresó un navio portugués, y en él á Ñuño de Silva,


piloto práctico deMkasil, que es lo que principalmente bus
caba el corsario, y atravesó el Atlántico, siguiendo indicacio
nes del guía que se había proporcionado, para renovar aguada
y provisiones en la costa, hasta el Río de la Plata, donde
permaneció algunos días '.
Embocando valientemente el Estrecho de Magallanes, en
Abril de 1578, gracias al conocimiento del mismo piloto, in
vernó en el puerto de San Julián, donde lo había hecho Ma
gallanes. Aun permanecían en la playa las horcas erigidas
por éste en mantenimiento de su autoridad, y Drake se sir
vió de ellas para colgar al capitán John Daugthy, que se hacía
cabeza de motín contra la empresa *.
La ocasión es oportuna si se ha de notar de una vez para
todas que el espíritu de contradicción y rebeldía no era pri
vativo de los españoles, como quieren dar á entender ciertos
historiadores propensos á juzgar con ligereza, sino que, ori
ginándose de la educación y costumbres de la época, lo mis
mo se hacían patentes entre los franceses, según queda sen
tado en los sucesos de la Florida; entre los ingleses, como
ahora aparece; entre los holandeses, como repetidamente lo
dan á entender episodios de nuestras guerras, y no se diga de
otros pueblos.
Drake llamó isla de la Justicia al lugar de la ejecución, que
no surtió todo el efecto que calculaba, pues el capitán Win-
ter desertó con uno de los mejores navios, volviendo á In
glaterra '. Otras dos de sus naves naufragaron con tormenta
de cuarenta días, que puso á mucho riesgo la suya, sacándola
al Pacífico y empujándola hacia el Sur; y al serenar el tiempo

1 F. A. de Varnhagen, Historia geral do Brasil.—Eduardo Madero, Historia


del puerto de Buenos Aires.
1 Relación del último viaje al estrecho de Magallanes de la fragata Santa Alaria de
la Cabeza, Madrid, 1788, pág. 222.
» Argensola refiere en la Historia de las Molucas, repetidamente citada, li
bro ni, pág. 106, que la reina Isabel le mandó ahorcar por haber desamparado á
su General, reservando el castigo para cuando éste volviese, con lo cual, dicho se
está, no tuvo efecto. Algo insinúa también John Harris, Collection of Voyages and
Travels, afeando la justicia de Daugthy «como acción la más censurable y temera
ria que el Almirante cometió en su vida>.
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Pintura en la sala de batallas del Escorial.


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ESPUMADORKS DE MAR. 347

hallóse solo en la Pelican, que era de 240 toneladas, con 14


piezas de artillería y 90 hombres de tripulación, por lo que
puede deducirse de muchas noticias contradictorias. No era
mucha la fuerza del bajel, y acaso se exagera el número de
hombres '; bastó, sin embargo, para hacer á Drake dueño y
señor del mar del Sur, porque vivían por sus costas los espa
ñoles tan ajenos á la visita, tan confiados y desprevenidos
como si estuvieran en los tiempos de Octavio, sin barco al
guno armado, sin reparo en los pueblos y aun sin armas en
los campos. El inglés atracó la costa de Chile, empezando
su agosto en Valparaíso con la captura de un barco cargado
de vino en que iban de extraordinario 25.000 pesos de oro;
siguió hacia el Norte saqueando las iglesias y quemándolas,
haciendo daño por el placer de hacerlo donde no había cosa
que robar. En Arica se apoderó de tres barcos que condu
cían lingotes de plata; en el Callao tomó otro que valía, y
cortólas amarras de 12 surtos en el puerto para que dieran
al través. Supo entonces que la nao del tesoro había salido
días antes en dirección de Panamá, y á toda vela siguió tras
ella hasta alcanzarla sobre el cabo San Francisco y hacerse
su dueño sin dificultad ni resistencia, pues no llevaba armas.
Conducía registrados 360.000 pesos y efectos, de que se apo
deró, sin hacer daño á los españoles; antes á los seis días de
retenerlos prisioneros les dejó la lancha á fin de que en ella
se fueran á tierra *.

1 Los prisioneros que tuvo á bordo declararon montar el buque 12 piezas de


hierro colado y dos de bronce y 86 hombres; de ellos dos negros y tres mu
chachos.
s Relación de San Juan de Antón, maestre de la nao Concepción apresada por
Drake. Colección Navarrctc, t. xxvi, núm. 3.—Carta del Dr. Alonso Criado de Cas
tilla al Rey dando cuenta del robo de la nao Concepción, en que dice iban 400.000
pesos. Según Lope de Vega, La Dmgontca, canto i, oct. 59 y 61, Drake, burlán
dose de los saqueados, les dejó el libro de registro de la nao con recibo firmado de

Las márgenes del cual por recibidas,


Satisfaciendo con extrañas veras,
Firmaste de tu nombre las partidas,
Como si dueño de la plata fueras;
Hasta las letras hoy están corridas
De que esta burla á su registro hicieras.
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348 ARMADA ESPAÑOLA.

Seguidamente apresó en la misma forma otra nave que con


mercancías navegaba desde Costa Rica á Panamá; y si bien
no llevaba oro, encontró cosa que lo valía, por ir entre los
pasajeros los pilotos de la navegación de la carrera de China,
Alonso Sánchez Colchero y Martín de Aguirre, despachados
para Filipinas con la correspondencia oficial. Se hizo amo
con ellos de las cartas de marear, derroteros é instruccio
nes; á los demás dejó libres con la lancha del navio y lo
puesto'.
Todavía le deparó la suerte otro bajel en que bajaba desde
Acapulco D. Francisco de Zarate, sorprendiéndolo de noche
y soltando á la gente sin hacerla mal; antes bien tan de buen
humor y satisfecho estaba, que repartió puñados de tostones
á los marinos al despedirse \
Continuando la derrota hacia el Norte, Drake entró á'me-

1 Cartas del capitán Juan Solano al Presidente de la Audiencia de Guatemala,


y de éste al Rey con pormenores de la captura del navio. Colección Navarrete,
tomo xxvi.
1 Carta de D. Francisco de Zarate á D. Martín Enriquez, virrey de Nueva Es
paña. Cuéntale lo que le pasó en la entrevista forzosa con Drake, elogiando su
proceder por haberle devuelto parte de lo que llevaba en los baúles. Dice que pre
guntó ante todo si en el buque había algún pariente ó allegado del Virrey, expli
cando que más holgara de topar con él que con todo el oro de las Indias, para
enseñarle cómo han de cumplir su palabra los caballeros (aludia al combate de Ve-
racruz). «Trae consigo, escribe, nueve ó diez caballeros, hijos segundos de perso
nas principales; á éstos sienta á su mesa, y á un piloto portugués (Ñuño de Silva).
Sírvese con mucha plata, los bordos y coronas doradas, y en ella sus armas; trae
todos los regalos y aguas de olores posibles; muchos de ellos decía que se los ha
bía dado la Reina. Ninguno destos caballeros se sentaba ni cubría delante del sin
mandárselo primero una y muchas veces. Su comer y cenar es con música de
vigolones. Tiene el navio, fuera de ser nuevo, costado y contracostado (es decir,
aforro interior). A la gente hacia mucha merced y castigábales la menor culpa.
También traía pintores que le pintaban toda la costa con los mismos colores
della » Hablando del viaje, dijo que, sufriendo grandísimos temporales, un caba
llero de los que traía consigo le dijo: «Mucho há ya que estamos en este Estre
cho, y á todos los que lo seguimos y servimos nos habéis puesto en el de la muerte;
acertarlo iades en mandar que nos volviésemos á la mar del Norte, donde tenemos la
presa cierta, y no busquemos descubrimientos nuevos, pues veis cuan dificultosos
son.> Lo que respondió fue mandar que le llevasen debajo de cubierta y le echa
sen unos grillos, y otro día aquellas mismas horas mandó que le sacasen y en pre
sencia de todos le cortasen la cabeza. El tiempo que le tuvo preso, debió de ser el
que era menester para sustanciarle su proceso. Esto me contó él á mí, diciéndome
muchos bienes del muerto.>
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ISPUMADORES DE MAR. 345

diados de Abril de 1579 en el puerto de Guatulco, en Nueva


España; saqueó é incendió la población; dio libertad al pi
loto Ñuño de Silva (que declaró ante el Virrey las ocurren
cias del viaje); carenó su nave, lastrándola con la plata y oro
del botín, y decidido á volver á Inglaterra, suponiendo que
habría fuerza esperándole en el Magallanes, remontó en
busca del otro estrecho que se creía existir en el Noroeste,
y diera paso á los Bacallaos. Subió, pues, á 43o; vio una isla,
que nombró Nueva Albión, creyéndose descubridor'. El frío
intenso le hizo desistir de la ruta, y entonces emprendióla
de las Molucas, sirviéndose de los pilotos prisioneros.
Nada importa á nuestra historia la continuación de su cam
paña; sólo para los curiosos es de anotar que, tocando en Te-
rrenate, Célebes y Java, dobló el cabo de Buena Esperanza
y entró de vuelta en Plymouth en Noviembre de 1580.
Cuéntase que Drake, en los momentos de la impresión fa
vorable producida en Inglaterra al conocer su campaña, hizo
á la Reina, ministros y personajes de influencia agasajo por
valor de 800.000 escudos *, y que, procediendo en seguida á
la liquidación de cuentas, resultó corresponder 47 libras de
beneficio á cada libra empleada después de cubiertos los gas
tos de los cinco navios armados en Inglaterra 3.
Hizo D. Bernardino de Mendoza, embajador de España
en Londres, reclamación de agravios y de restitución de lo
robado *, con instancias que por un momento tuvieron á la
reina Isabel irresoluta, pesando las consecuencias que pu
diera tener su negativa. Al fin, decidida á retener el despojo,
arrostrando las consecuencias, hizo acto público celebrando
como un triunfo la llegada de la nave; asistió á un banquete

1 Habíala reconocido en 1542 Juan Rodríguez Cabrillo en comisión, del virrey


D. Antonio de Mendoza, en cuyo honor llamó Mendocino al cabo que tiene este
nombre.
■ Relación del último viaje al Magallanes, pág. 223, con cita de MM. de Vauche-
lles y de Bougainville.
5 John Barrow, con referencia á un libro titulado The mcrchant's mappe ofcom-
merce, by Sewes Roberts, 1638.
* Correspondencia de D. Bernardino de Mendoza, Colección de documentos inédi
tos para la Historia de España, t. xcu.
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350 ASMADA ESPAÑOLA.

celebrado á su bordo en el dique de Depford, y á la termina


ción armó caballero al pirata, transformándolo en almirante.
Francis Drake adoptó entonces por armas un globo terres
tre con la divisa Tu pritnus circumdedisti me—Divino auxi
lio; declaración tan exacta como la de haber visto el primero
la tierra de California si hubiera expresado ser el primero de
los ingleses \ Quien no escrupulizaba tomar lingotes de oro
contra la voluntad de los dueños, no era mucho quisiera la
pertenencia meramente honorífica de Sebastián del Cano,
usurpación con la que mostraba, después de todo, más altos
pensamientos que su allegado John Hawkins, que al ingresar
también, por sus méritos, en la orden de caballería, discurrió
por blasón un negro encadenado, dejando á sus descendien
tes memoria de la obscuridad de las empresas con que la
ganó.
Dejémosles disfrutar de una satisfacción que ningún inglés
de nuestros tiempos ambicionará, dado el cambio de las ideas
filantrópicas en la Gran Bretaña, retrocediendo á los días en
que el marinero barajaba las costas americanas del Pacífico,
apareciéndose en los puertos sin ser en ninguno anunciado.
Aunque los primeros golpes en Chile dolieron, ni por mar
ni por tierra había medios para comunicar la noticia con ra
pidez bastante para precederle y evitar el asombro que pro
ducía la interrupción de una tranquilidad histórica en aque
llas aguas; sorpresa que no dejaba discurrir razonablemente,
por lo que se ve, á los encargados de mantenerla.
El Gobernador de Chile, sabido el robo de Valparaíso y
mal informado de indios que anunciaban la presencia de otros
dos navios de luteranos, ordenó á los vecinos de los puertos
alzar los mantenimientos tierra adentro y fortificarse como
mejor pudieran. Embargó un navio que se hallaba en el de

1 Mr. C. Raimond Beazleyiacaba de declararlo en estudio titulado Exploration


under Elizabcth.—Transactions of the Royal Historical Society. London, 1895, reco
nociendo fue Drake.
«The first English, the third European who had,

»Circled Ocean's plain profound


And girdled earth in on continous round.>
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ESPUMADORES DE MAR. 35I

Santiago, y lo despachó con ioo hombres bien aderezados,


aunque sin artillería, al mando de Gaspar de la Barrera, en
persecución de Drake, con orden de que si hallasen al inglés
embistiesen con él, hallándole en algún puerto de los de aquel
reino '.
En el Perú, después que salió del Callao el atrevido corsa
rio, habiendo hecho lo que bien le pareció, saqueando el
puerto, y echadas al través las naves, mandó el Virrey abrir
la sala de armas, distribuyó arcabuces y picas, y «entretanto
que se acababa de entender que eran ingleses los que habían
llegado al puerto, porque hubo varias sospechas sin saberse
cosa cierta», despachó á D. Diego de Frías Trejo para que
fuese á defender el puerto del Callao (¡á buen tiempo!) y guar
dar la moneda del Rey que estaba para se embarcar, que eran
más de 200.000 pesos de barras de plata; y pareciendo que
convenía ir tras el corsario para quitarle la presa que llevaba,
señaló dos navios en que se embarcaron casi 300 hombres,
yendo por general el dicho Diego de Frías; por almirante,
en el otro navio, Pedro de Arana; Pedro Sarmiento de Gam
boa por sargento mayor con otros caballeros y soldados vo
luntarios, y dieron la vela sin llevar artillería, ni municiones,
ni raciones, que al pronto no hicieron falta, porque los más
de los tales caballeros cayeron en cubierta mareados, y no
estaban para tenerse en pie, cuanto más para pelear.
La Audiencia de Panamá armó otro navio, que se juntó
con los del Perú, y en conserva navegaron, llevándoles de
lantera de quince días el Drague; y no quedando en falta de
actividad la Audiencia de Guatemala, dispuso también armar
dos navios que había en el puerto del Realejo, empezando
por fundir para ellos cinco cañones de bronce y buscar com
prados ocho versos, 24 esmeriles y tres mosquetes; todo lo que
se pudo encontrar á mano. Reclutaron 200 hombres; nom
braron general á Diego de Herrera y almirante á D. Juan de

1 Colección de documentos inéditos para la Historia de España, t. xciv, pág. 39-41.


«Asimismo dio orden (dice e! documento) que se vistiesen los soldados que anda
ban haciendo la guerra desnudos y estaban sustentando las fronteras.» Estos sol
dados algo ganaron con la aparición del inglés.
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ARMADA ESPAÑOLA.
35»

Guzmán, saliendo á la mar cuando los ingleses estaban can


sados de su reconocimiento en California1.
De algo sirvieron estos armamentos; los capitanes de las
naos hallaron por rastro de los ingleses á los lastimados que
iban dejando libres, y recogieron noticias curiosas del viaje y
estragos que habían hecho *.

1 Colección Novártele, t. xxvi y xxvn.


J Pedro Sarmiento de Gamboa escribió relación, publicada en la Colección de do
cumentos inéditos para la Historia de España, t. xeiv, de la que son interesantes los
datos que extracto: «La nao de Draque era fuerte; tenia cebadera y juanetes, «que
>son sobregavias»; con el temporal del Estrecho de Magallanes corrió hasta 66° de
latitud Sur. Pasada la tormenta fueron a la isla de la Mocha, donde saltaron para
tomar agua, y los indios les mataron á un piloto y al cirujano, hiriendo á otros
nueve ó diez. En Valparaíso tomaron a la nao que fue capitana de Mendaña en el
viaje á las islas de Salomón, hallando en ella vino, harina y 24.000 pesos en oro.
En el puerto de la Herradura les mataron un hombre de los bajados á tierra. Iba
Drake armado con cota y casco. Después que despojó la nao de San Juan de An
tón, antes de despedirse, dio algunas cosas á los que había robado, y en moneda
dio á 30 y 40 pesos á cada uno, y á otros piezas de lienzo, y á un soldado llamado
Vitoria dio unas armas blancas; y á San Juan de Antón dio una escopeta, dicién-
dole que se la habían enviado de Alemania, y por esto la estimaba mucho; y al es
cribano dio una rodela de acero y una espada, diciéndoles que se las daba porque
parescían hombres de armas y á un mercader llamado Cuevas dio unos abanicos
con espejos, diciendo que eran para su dama; y á San Juan de Antón dio un tazón
de plata dorado con su nombre escrito en medio, que decía: Franciscus Draques
Mostró el inglés á San Juan de Antón una carta de marear de más de dos varas de
largo, que decía que se la habían hecho en Lisboa, y le habia costado 800 duca
dos ó cruzados Suma lo que tomó este cosario inglés en la mar del Sur, en plata
y oro, desde el puerto de Valparaíso hasta el cabo de San Francisco, donde robó á
San Juan de Antón, 447.000 pesos ensayados, sin muchas vajillas y joyas de oro y
plata, y piedras, y algunas perlas, y sin mucha ropa y comida, y el daño de los na
vios que dejó perdidos en el golfo, y sin lo que tomó en el barco de Chilca, que
valía más de 2 000 pesos; que estimado por todos abulto valía más de otros 100.000
pesos. No se hace aqííí cuenta de muchas menudencias que robó en diferentes par
tes Dende á pocos días se tuvo nueva de que robó á un navio de D. Francisco
de Zarate, cargado de ropa de Méjico y de las Filipinas, y él siguió viaje á Aca-
pulco, al cual también robó Esto que toca á lo que yo vi y averigüé, es asi
verdad como aquí está escripto, sin faltar en cosa.—Pedro Sarmiento.»
Otros informaron que Drake, á fuer de apóstol, leía capítulos de la Biblia, en in
glés, á los indios de California.
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XXI.

ESTRECHO DE MAGALLANES.

1579-1586.

Reconocimiento del Estrecho.—Primer navio que viene por él á España.—Com


bate con corsarios.—Decisión "cfé fortificarlo.—Consultas y preparativos.—Ar
mada al mando de Diego Flórez de Valdés.—Discordias, desórdenes y desdi
chas.—Tribulaciones de Pedro Sarmiento de Gamboa.—Sus grandes méritos.--
Combate con ingleses en el puerto de San Vicente.—Abandonan la costa.—
Derrota de franceses en Parayva.—Fundación de pueblos en el Magallanes.—
Suerte desastrosa que tuvieron.—Cautiverio de Sarmiento.

Ídwirida por el virrey del Perú, D. Francisco de


Toledo, la certeza de haber hecho rumbo haeia
_ Occidente el pirata Drake, de acuerdo con la Au
diencia territorial determinó que se hiciera recono
cimiento prolijo del Estrecho de Magallanes, exami
nando si podría fortificarse de manera que cerrara la
entrada á otros aventureros. Esta comisión delicada y peli
grosa confirió á Pedro Sarmiento de Gamboa con título de
Capitán superior de la jornada y mando de dos navios, los
mejores que se hallaron en el Puerto del Callao, nombrados
Nuestra Señora de Esperanza, capitana, y San Francisco,
almiranta. A cada uno se montaron dos piezas de artillería
mediana, tripulándolos con 112 hombres de mar y guerra, no
sin dificultad por las penalidades que todos presumían ofre
cía el viaje. Recibió nombramiento de almirante Juan de
Villalobos; de piloto mayor Hernando Lamero, siendo pilo
tos ordinarios Hernán Alonso y Antón Pablos, natural de
Córcega.
Tofo n.
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354 ARMADA ESPAÑOLA.

Cumplidas las formalidades de juramento y pleito home


naje al recibir las banderas, salieron á la mar los dos navios
el ii de Octubre de 1579 con instrucción precisa, si toparen
con Drake ú otro corsario, de pelear hasta matarle ó pren
derle y cobrar las presas que hubiere hecho; de registrar las
bocas del Estrecho, sus puertos y ensenadas; describir las
condiciones de cada uno, sondearlo, formar derrotero; trazar
carta geográfica, tomar posesión de las tierras, escribir en
diario los acontecimientos y observaciones, leyéndolas á la
tripulación á fin de que manifestara la conformidad con tes
timonio del escribano, y acabado el reconocimiento, mientras
uno de los navios volvía al Perú, continuar el otro la nave
gación á España para dar cuenta al Rey con entrega de las
memorias y relaciones.
Sarmiento puso el mayor interés en cumplir á satisfacción
lo que se le ordenaba; no así el almirante Villalobos, más
atento á su comodidad que al servicio. Desde que emboca
ron el Magallanes mereció reprensiones, quedándose con
frecuencia apartado de la capitanía y dando á sospechar la
intención que al fin realizó, de sustraerse á la obediencia y
volver á Lima.
El notable diario del Capitán, digno de su reputación ',
muestra que desde el principio procuró corregir las prácti
cas rutinarias de la navegación por el «punto de fantasía», ha
ciendo atinadas observaciones sobre la variación de la aguja
y la costumbre, que también condenaba, de corregirla como

1 Viaje al Estreclw de Magallanes por el capitán Pedro Sarmiento de Gamboa en los


años de 1579 y 1580, y noticia de la expedición que después hizo para poblarle. Ma
drid, 1768. Dado á luz por D. Bernardo Iriarte. Acaba de traducirse al inglés, junta
mente con otras relaciones del mismo cosmógrafo, por el Sr. Clements R. Mark-
ham, presidente de la Sociedad Hakluyt y de la Real Geográfica de Londres, con
titulo de Narratives of voyages ofPedro Sarmiento de Gamboa lo thc Straits ofMage
lian. London. Printed for the Hakluyt Society 1895. Precede á la traducción epítome
de la vida de Sarmiento, considerado como uno de los navegantes españoles del
siglo xvi más eminentes en la ciencia náutica. Parte de los viajes de Sarmiento se
publicó también en el Anuario hidrográfico de la Marina de Chile. 1879, '1880 y
1881, en compilación con los de Magallanes, Jofre de Loaysa, Caboto, Alcazaba,
Camargo, Ladrillero y algunos más. Di cuenta de estas obras en el Boletín de ¡a
Academia de la Historia, año 1896, t. xxvm, pag. 273.
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ESTRBCHO DE MAGALLANES. 355

si fuera constante, fijando la rosa sobre el acero imantado.


En el Estrecho, surgiendo en los puertos, extendía la explo
ración con los bateles, dominando el campo de observación
desde las alturas de la costa, bojeando luego las isks con el
astrolabio y la sonda en la mano; Haciendo, en una palabra,
el primer trabajo hidrográfico de importancia en aquellos te
midos lugares'.
El i.° de Febrero de 1580 se desapareció el navio San
Francisco, cansado el almirante de aquella trabajosa con
tienda con las corrientes y los vientos: Sarmiento continuó
solo sosteniéndola; avanzando de puerto en puerto, situándo
los en su carta, poniéndolos nombre, lo mismo que á los mon
tes, arrecifes y objetos notables, é incluyó en su Memoria re
lación de las incursiones, notando cuanto vio de los natura
les, y extendiendo la observación á la fauna y la flora.
Desembocó en el Atlántico el 24 de Febrero, dando por
terminada la primera y más difícil parte de su comisión, ya
que no tanto se lo parecía el viaje á Europa, con no estar
trillado y emprenderlo con malísimo tiempo.
Aquí mostró la superioridad de sus conocimientos sobre

1 Don Pedro de Peralta elogió estos méritos en el canto vn de su poema he


roico Lima fundada, escribiendo:

Aquel que allí se ofrece es el Sarmiento,


Nuevo Teseo del austral undoso,
Laberinto del líquido elemento,
Minotauro de espumas-proceloso:
Al Drake irá i impedir el fiero intento,
Y demarcado el Bosforo sinuoso,
Domando el golfo con triunfante entena
Su Capitolio hará la Hesperia arena.

Fue tanto más de alabar el interés y buen deseo puestos á prueba en la jornada,
cuanto eran hondas las impresiones que respecto á la navegación del Magallanes
habián dejado las desdichas de la expedición de Loaysa y sucesivas. Ercilla las re
cogió en La Araucana, parte i.", ranto i, diciendo:

Por falta de piloto, ó encubierta


Causa, quizá importante y no sabida,
Esta secreta senda descubierta
Quedó para nosotros escondida;
Ora sea yerro de la altura cierta.
Ora que alguna isleta removida
Del tempestuoso mar y viento airado.
Encallando en la tierra la ha cerrado.
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35* ARMADA ESPAÑOLA.

los de los dos pilotos Hernán Alonso y Antón Pablos, que


llevaba á bordo, por estimar éstos que debía la nao estar en
tierra cuando la tierra no se veía; en esta perplejidad, dice
el diario, hizo Sarmiento una especie de báculo ó ballestilla,
«y con este instrumento, con la ayuda de Dios, tomó los
grados de longitud por la llena de la luna y nacimiento del
sol », y entendió que las corrientes habían sacado á la nao
más de 220 leguas hacia el Este, lo cual no creían los pilotos,
diciendc ser imposible, hasta que, recalando á la isla de la
Ascensión, se comprobó la exactitud del cálculo '.
Muchas otras indicaciones del diario acreditan el conoci
miento náutico poco común de Sarmiento, alcanzado con
estudio de toda clase de precedentes; una es la de observa
ción del iris blanco de la luna, que le sugirió el siguiente
párrafo:
«Cosa tan rara, que ni la he visto otra vez, ni oído ni leído
que otra persona la haya visto tal como éste, sino en la rela
ción de Américo Vespucio, que dice haber visto otro como
éste en el año 1501.»
De la misma se valió, quizá, para buscar por tanteo una
estrella que le sirviera para calcular la latitud por la altura del
polo, y no reservó para sí el fruto de las experiencias; antes
bien, descubierta la incógnita, escribía el procedimiento se
paradamente, advirtiendo que «de estas reglas se podrán uti
lizar los navegantes, de que hallarán gran provecho y recrea
ción '».

1 Entiende el Sr. Markham, antes citado, que Sarmiento fue el primero que se
sirvió en la mar de la distancia angular de luna á sol, habiendo tenido que cons
truir instrumento con que medirla. Sus palabras son:
«This cross-staff must have been constructed to enable Sarmiento to observe an
unusually large angle; so as to take the sun's lunar distance. The method of fin-
ding the longitude by lunar distance was first suggested by Werner in 1552. But
this is the first time that it is recorded that a lunar observation for finding the
longitude was taken at sea.» Narrativa of the voyages of Sarmiento, nota de la pa
gina 164.
1 La frase da á entender que de las reglas hizo compilación formando tratado, y
lo confirma Argensola en la Historia de las Malucas, comentando, en el extracto
que hizo de los diarios de Sarmiento, las apreciaciones acerca de las corrientes,
al decir: «Con increíble curiosidad hizo lo mismo, usando de la atención y des-
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ESTRECHO DK MAGALLANES. 357

En la isla fijó Sarmiento una tabla con leyenda explicatoria


de ser su nave la primera que desde la costa del Perú había
desembocado por el Estrecho de Magallanes desde lámar del
Sur á la del Norte «en servicio de su patria y de su Rey».
Desde aquel punto fue á recalar sobre Sierra Leona, y corrió
la costa de Guinea, padeciendo mucho su gente de escorbuto,
lo que no fue obstáculo para hacer cara á una nao corsaria
francesa de mayor fuerza que atacó á la peruana cerca de las
islas de Cabo Verde, obligándola á retirarse cambiados los
tiros de artillería.
Anota Sarmiento, y es dato curioso, que eran por entonces
dichas islas el principal mercado de negros, por lo que valía
la Aduana 100.000 ducados anuales al rey de Portugal, y
había constantemente corsarios en crucero para robar á las
naves cargadoras de esclavos. Habiendo descansado en la de
Santiago algunos días, remontando á las Terceras, llegó al
Cabo de San Vicente el 15 de Agosto, cumplidos diez meses
de campaña.
Dieron mucho que pensar al rey D. Felipe los informes
que de palabra y por escrito le hizo en Badajoz Sarmiento,
sosteniendo, en resumen, la posibilidad de asegurar el domi
nio del Estrecho de Magallanes construyendo en la parte más
angosta dos fuertes en opuestas orillas, y fundando en la
inmediación dos poblaciones que podrían muy bien susten
tarse y prosperar por sí solas, según las noticias de riqueza y
fertilidad de las regiones inmediatas, suministradas por Fran
cisco César ' en el reconocimiento verificado por el interior,

treza de sus pilotos y de la suya, que no era inferior, en ningún ministerio militar,
como lo dirán (si salen á luz) sus Tratados de las navegaciones, Fundiciones de arti
llería y balas, Fortificaciones y Noticia de estrellas para seguir en todos los mares.*
A luz no han salido estas obras, ni existe más noticia de ellas. Tampoco de los
trabajos hechos en el Estrecho se conservan los particulares, que debieron de ser
muchos juzgando por la expresión del mismo Argensola: «Jamás dejaron de mano
la sonda ni los astrolabios y cartas, en los fondos, puertos, senos, montes y restin
gas; ni los escribanos las plumas, escribiendo y pintando, de que resultó una larga
relación que él envió al Rey, la cual nos dio esta suma. Allí cuenta la corresponden
cia del cielo con las tierras, los peligros, las islas, promontorios y golfos, geográ
fica y corográficamente >
1 Uno de los individuos de la expedición de Sebastián Caboto, que atravesó la
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358 ARMADA ESPAROLA.

pudiendo afirmarse desde luego la existencia de ganado se


mejante al del Perú, volatería, maderas de construcción y
materiales ordinarios.
Encargó el estudio al Consejo de Indias, sin perjuicio de
oir pareceres de personas de alta capacidad como Juan Bau
tista Gesio y D. García de Mendoza. Entre éstas opinaba el
Duque de Alba, que ni el Magallanes, ni los estrechos en
general, se cierran fácilmente con fortalezas, juicio exacto de
que participaba el general de la armada D. Cristóbal de
Eraso, emitiendo el suyo de ser de más efecto y menos costo
el entretenimiento de una buena escuadra de guerra en las
costas de Chile y el Perú; no dejaban, sin embargo, de ale
garse ideas contrarias, esto es, de las que apoyaban la pro
puesta de Sarmiento, á que D. Felipe se inclinó, ordenando
trataran en junta de la realización del proyecto el referido
Duque de Alba, el Marqués de Santa Cruz, 1). Francés de
Álava, Pedro Sarmiento, el autor, y los ingenieros Juan
Bautista Antonelli y el Fratin. Calcularon los últimos las
proporciones de las fortalezas; D. Francés el artillado; el
Duque y el Marqués el complemento de seis barcones chatos
con cañones gruesos que se mantuvieran al abrigo de los
fuertes, quedando por determinar el envío de operarios y
pobladores \
Lo último hizo el Rey por sí, disponiendo se alistara en
Sevilla armada suficiente, que llevaría como capitán general
Diego Flores de Valdés s; elección poco acertada, contra la

cordillera y refirió á la vuelta fábulas maravillosas de un gran señor indio, en cu


yos estados fue bien recibido. De esta novela, como de la que forjó el capitán
Hernando de Rivera acerca del gran Moxó, residente en una ciudad en medio de
gr.an laguna con palacio guardado por leones, estatuas de oro y frioleras al tenor,
tratan las historias de Chile y del Plata, entre ellas los manuscritos de la Academia
de la Historia, La Argentina y conquista del Rio de la Plata, y la Historia del
Paraguay. Colección Mala Linares, tomos xxvn y xxvnt.
1 Hállanse los informes, memorias y cédulas reales en la Colección Sans de Ba-
rutell citada, artículos 3.° y 4.0; en la Colección Navarrete, t. xx, y en la Corresponden
cia del Duque de Alba con Felipe II. Colección de documentos inéditos, t. xxxiv.
2 Asturiano, caballero de Santiago, general de flotas de Indias desde 1566.
Entendió en la fábrica de navios en Vizcaya y en materias de organización, pro
duciendo informes varios, apuntados en la Biblioteca marítima de Navarrete, t. 1, pá
gina 331. Pasaba por hombre soberbio, díscolo y envidioso.
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ESTRECHO DE MAGALLANES. 359

que representó, en interés del servicio, el general D. Cristó


bal de Eraso, exponiendo respetuosamente que, si bien tenía
ciertas condiciones, «se creía obligado á informar que carecía
de la experiencia necesaria en semejante jornada» '.
Más hizo Sarmiento: al saber la designación renunció
desde el instante á sus proyectos, pidiendo al Rey licencia
para volverse al Perú, alegando motivos de interés perso
nal *; pero se le aquietó con la seguridad del nombramiento
de Gobernador y Capitán general de las poblaciones del Es
trecho desde el momento de la llegada, con independencia
de Flores de Valdés.
Este dio muestra de su carácter desde que comenzó el ar
mamento, poniendo dificultades para todo y enemistándose
con cuantos fiscalizaban sus acciones; de suerte que no estuvo
presta la armada hasta principios del año 1582, y eso con
defectos públicamente señalados y con disidencias que á
nadie se ocultaban \
En las instrucciones se ordenaba al caudillo conducir á la
costa del Brasil la armada en que irían, Sarmiento con los
pobladores del Estrecho, y D. Alonso de Sotomayor, gober
nador de Chile, con gente destinada á la pacificación del te
rritorio. Después de invernar en Río Janeiro, en estación
oportuna debía embocar el Magallanes y dar auxilio á la
construcción de los fuertes á una y otra parte, artillándolos
con cuatro cañones, cuatro culebrinas y la correspondiente
artillería menuda, y guarneciéndolos con 200 hombres cada
uno. En el caso de que los ingleses se hubieran anticipado
construyendo fortaleza, empezaría por tomarla á viva fuerza,
y habiendo corsarios, perseguirlos y castigarlos con, rigor *.

1 Colección NavarreU, t. XX. núm. 17.


* ídem Id., núm. 16. Expone entre las razones que disfrutaba en el Perú «una
lanza» que le producía 1.000 pesos ensayados al año; dato útil para su biografía.
1 Pretendió Valdés designar por si almirante, capitanes y pilotos, insinuando
mala voluntad á Sarmiento y á Antón Pablos, corso, nombrado piloto mayor con
pensión vitalicia de 500 ducados. Colección Novártele, t. XX, núm. 22, y Colección de
documentos inéditos para la Historia de España, t. xciv.
* El Rey escribía al Duque de Alba: «Lleva entendido el Visorrey, como se
pondrá en su instrucción, que si topa á Draques le haga el hospedaje que me-
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36O ARMADA ESPAÑOLA.

Acompañábanse otras instrucciones especiales: una para la


construcción de los fuertes '; otra para el complemento de
torres de atalaya y barcones cañoneros *; otras para fabricar
ocho galeones por el modelo y trazas de Pero Menéndez de
Aviles !.
Componían la armada una galeaza capitana, la nao Nuestra
Señora de Esperanza, que trajo del Perú Sarmiento y tres
fragatas, en total cinco naves pertenecientes á S. M. Además
18 naves embargadas que arqueaban en junto 8.400 tonela
das, dispuestas igualmente á costa de la Corona; total gene
ral, 23 *. Por almirante iba Diego de la Ribera; piloto ma
yor, el referido Antón Pablos, contándose en el estado ma
yor los oficiales reales, auditor, frailes y el ingeniero Bautista
Antonelli. Gente de mar, 672; de guerra, 1.332; destinados á
Chile, 670; los 70 casados, con mujeres é hijos; pobladores
del Estrecho, 206, parte de ellos con familia; artilleros, alba-
ñiles, herreros, carpinteros, etc., casi 3.000 hombres 5. Sar-

rece.» Documentos inéditos, t. xxxiv. La instrucción de Valdés, Colección Satis de Ba


rutell, art. 3.0, núm. 422.
1 Los planos originales, firmados por el ingeniero Tiburcio Spanoqui, se guar
dan en la Colección Novártele, t. xx, núm. 15.
2 ídem id., núm. 19.
1 Colección Sans Je Barutell, art. 3.0, núm. 422. Sarmiento escribió memorial
dando dimensiones para las naves que fueran al Estrecho, y recomendando no
pasaran de 200 toneladas, con costado y contracostado, emplomadas, con respe
tos, etc.

4 Eran: Galeaza capitana San Cristóbal, capitán Juan de Garay; almiranta San
Juan Bautista, capitán Alonso de las Alas; Concepción, capitán Gregorio de las
Alas; San Esteban de Arrióla, capitán Juan Gutiérrez de Palomar: San Miguel, ca
pitan Héctor Abarca; Sancli Spiritus, capitán Villaviciosa Unzueta; María de Je'S/'ts,
capitán Gutierre de Solis; Nuestra Señora Je Esperanza, capitán Pero Estévanez
de las Alas; Gallega, capitán Martín de Quirós; Santa María del Pasaje, capitán
Jodar; María de San Vicente, capitán Hernando Morejón; María, capitán Francisco
de Nevares; Francesa, capitán Juan de Aguirre; Santa María Je Bcgoña, capitán
Pedro de Aguino; Trinidad, capitán Martín de Zubieta; Santa Marta, capitán Gon
zalo Meléndez; San Esteban, capitán Esteban de las Alas; Corza, capitán Diego de
Alavarri; San Nicolás, capitán Vargas; fragata María Magdalena, capitán Diego de
Ovalle; fragata Santa Isabel, capitán Suero Queipo; fragata Santa Catalina, capitán
Francisco de Cuéllar; fragata Guadalupe, capitán Alvaro del Busto. Colección Na-
varrete, t. xx, y Colección Sans Je Barutell, art. 4.0, núm. 566.
5 Colección Navarrete, t. xx. Colección Sans de Barutell, art. 4.", núm. 572. Colec
ción Muñoz, t. xxxvii. Colección de documentos de Indias, t. V.
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ESTRECHO DE MAGALLANES. 361

miento tuvo cargo de la construcción de instrumentos náuti


cos y de las cartas del Magallanes '.
El Duque de Medina Sidonia, capitán general del mar de
Andalucía, instado por las órdenes del Rey para activar la
salida de las naos, la determinó, sin atender las observacio
nes de los pilotos, el 26 de Septiembre de 1581; esto es, en
los días inmediatos al equinoccio, que se dejó sentir con tem
poral del SO. La armada arribó á Cádiz bajo la presión del
viento, con la desgracia de que no pudieran tomar el fon
deadero cuatro de las naos, que se perdieron sobre Rota y
Arenas Gordas, ahogándose algunos de los pobladores del
Magallanes y escapando pocos de los marineros y soldados.
Mientras reparaban los desperfectos en la bahía, los causó
mayores otra borrasca de Levante, disminuyendo los vasos
á 16 antes de empezarla jornada á que estaban destinados.
Volvieron á la mar en este número el 9 de Diciembre; de
tuviéronse un mes en las islas de Cabo Verde y anclaron en
Río Janeiro el 25 de Marzo de 1582 sin ocurrencias notables
de mar, pero con sensibles bajas causadas en el personal por
la mala calidad de los víveres, y más aún por escasez de agua
potable. Murieron 153 hombres en la travesía y 200 más de
los enfermos desembarcados en el Brasil. La falta de orden,
la mala administración, la negligencia del General, que se di
jera no tenía otra misión que vejar á los que estaban á sus
órdenes, se extremaron durante la invernada, siendo escan
dalosa la dilapidación de víveres y pertrechos, vendidos á
bajo precio ó cambiados por palo brasil, con que se iban aba-

1 Lo hace constar en la Relación abreviada escrita en R!o Janeiro el l.° de Junio


de 1583, inserta en la Colección Muñoz y en la extensa del viaje que envió al Rey,
expresando que le ayudaron los cosmógrafos de la Casa de la Contratación Sancho
Gutiérrez, Diego Gutiérrez y Rodrigo Zamorano, y que tuvieron á la vista todos
los trabajos hidrográficos existentes á más de los :uyos. Expresa también que,
cumpliendo la orden circular de 1578, observó en Lima el eclipse de luna, y com
parada la hora con la de la observación de Zamorano en Sevilla, dedujeron la lon
gitud; «y hecha esta averiguación, que fue bien rara, dice, cual hasta entonces
ninguno especuló, fue admiración á los que lo vieron y satisfacción á todos los que
lo entendieron». Juntamente con los dibujos de Espanoqui hay una carta del Ma
gallanes pintada al lavado en colores, de las que dirigió Sarmiento.
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,'.■ J ARMADA ESPAÑOLA.

rrotando las bodegas de los barcos, mientras la broma los


consumía ó inutilizaba por falta de cuidado.
Sin recatarse de nadie, enemistado con Sarmiento por ha
ber sugerido la expedición al Estrecho, hablaba el General
públicamente contra ella, alentando el espíritu de la indisci
plina que los capitanes y (lo que es más de censurar) los frai
les predicaban con intención de volver á España sin intentar
siquiera la entrada en el Magallanes *.
Podía, pues, sin pretender el don de profecía, anticiparse
lo que había de ocurrir desde que la armada salió de Río Ja
neiro el 2 de Noviembre de 1582, reducida á 15 de las naos,
picadas de broma y un bergantín construido durante la in
vernada con piezas llevadas de España. La María se había
echado al través por inútil. Las demás, adelantadas á la esta
ción, encontraron tiempos duros en la travesía, que hacían
muy penosa la vida y acrecentaban el descontento.
El día 29, hallándose en 38o de latitud, pidió socorro la nao
Arrióla, una de las más nuevas y mejores de la armada, avi
sando que se anegaba. Ninguna providencia adoptó Valdés,
y fue general el sentimiento no viéndola al día siguiente,
pensando que durante la noche se sumergió con más de 350
personas que conducía.
Hizo rumbo la armada hacia la isla de Santa Catalina,
donde experimentó nuevas desgracias; naufragó sobre la
costa la nao Santa Marta, sin hacer las demás diligencias
para socorrerla; embarrancó y se hizo pedazos la Provee
dora, nave almacén de provisiones, y por colmo se amotinó
la gente, poniéndose el General de su parte.
En aquellos parajes avistaron un barquichuelo en que na
vegaban hacia el Río de la Plata D. Francisco de Vera y
Fr. Juan de Rivadeneyra, portadores de noticias graves. Ha
bían llevado al Rey la de la fundación de la ciudad de Buenos

1 Refiere Sarmiento, entre las inconveniencias de Flores Valdés, cómo se per


mitia expresar «que no sabia con qué titulo ni derecho podía llamarse á Su Ma
jestad Rey de las Indias», y que él le replicaba recordando los argumentos em
pleados por Fr. Francisco de Victoria en pro de los derechos divinos y humanos
que asistían al Rey.
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ESTRECHO DE MAGALLANES. 363

Aires ', y al regreso, entrando en el puerto de Don Rodrigo


de la isla de Santa Catalina, encontraron dos naos inglesas
de 500 y 300 toneladas acompañadas de un patache, que les
abordó é hizo amainar las velas, obligando á los comisarios á
pasar á bordo de la Capitana. El jefe de los corsarios les tomó
los despachos, registró su barco y les interrogó menuda
mente acerca de la composición, fuerza y objeto de la ar
mada de Flores Valdés, diciéndoles que la suya había salido
de Inglaterra para Guinea, había tomado algunos negros y se
dirigía al Maluco con propósitos comerciales. Sin embargo,
les pidió igualmente noticias de la fortificación y fuerzas exis
tentes en las costas de Chile y el Perú, expresando que del
Estrecho de Magallanes no las necesitaba ni le importaba
cosa el proyecto de fortificarlo, que era irrealizable.
Fuera natural que, oyendo las nuevas, partiera inmediata
mente Flores de Valdés en busca de los enemigos tan cerca
nos; las instrucciones se lo ordenaban terminantemente; mas
él se había propuesto hacerlas letra muerta, aferrado más y
más á la idea de no proseguir la jornada, empezando por de
clarar que tres de las naos San Juan Bautista, Concepción
y Begoña estaban inútiles para navegar, y previniendo, por
tanto, que se volverían á Río Janeiro á cargo del veedor
Andrés de Equino. Que otras tres condujeran al Río de la
Plata á D. Alvaro de Sotomayor, á fin de que con su gente
se encaminara por tierra á Chile, y otra más se varara en la
costa trasbordando la carga. Quedábase con cinco, y volvié-
rase desde el instante con ellas á no mediar las protestas

1 Salieron del Rio de la Plata, en 1580, en la carabela San Cristóbal di Buena


Ventura, barco histórico por primero de los construidos en el Paraguay que cruzó
el Atlántico después de prestar buenos servicios en la colonia y en la costa del
Bn.sil. La trajo á España el piloto Juan Pinto con ocho marineros; y como llega
ron en los momentos de la campaña de Portugal, habiendo visto al Rey en Bada
joz, se volvieron los comisionados desde Sanlúcar en Mayo de 1582, llevando 18
frailes de San Francisco, campanas, ornamentos, telas, útiles y semillas. En Julio
del mismo año entraron en la bahía del Espíritu Santo del Brasil, y por falta de
práctico embarrancó la carabela. Los comisarios compraron una fragata para pro
seguir su navegación. De estas ocurrencias y las sucesivas escribieron relaciones
Pinto, Vera y el P. Rivadeneyra, que ha condensado D. Eduardo Madero en la
Historia de!puerto de Buenos Aires.
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364 ARMADA ESPAÑOLA.

enérgicas y requerimientos por escrito que Sarmiento le


hizo *, vistas las cuales, dejando la insignia en la galeaza San
Cristóbal y trasbordando á una fragata, hizo rumbo hacia el
Magallanes, abocándolo el 17 de Febrero de 1583-. Al poco
tiempo, sin fondear, como pudiera, y sin causa de fuerza ma
yor, arribó de nuevo, no sin que Sarmiento, de barco á barco,
de modo que todos lo oyeron, gritara «que era ignominia y
afrenta de España el abandono de la empresa».
El 27 del mismo mes entraron en el puerto de San Vi
cente de los Santos, donde Andrés de Equino se hallaba con
dos de las naos puestas á su cuidado; la tercera, la Begoña,
había sido afondada en combate con los corsarios ingleses,
según contaremos, acompañando por ahora á Flores de Val-
dés en su desatentada marcha á Río Janeiro, donde surgió el
9 de Mayo.
Esperábale en el puerto lo que menos quisiera: el general
D. Diego de Alcega con cuatro naos cargadas de provisiones
que el rey D. Felipe enviaba, acompañando despachos ex
presivos reencargando la concordia y buena armonía entre
los jefes para llevar á cabo la empresa recomendada.
Con esta aparición no había pretexto; víveres, pertrechos,
naves de refresco, instrucciones apremiantes, y con todo ello
nuevos requerimientos escritos de Sarmiento, el único acaso
que con buena fe y celo insuperable obedecía las órdenes del
soberano. Mas en el torcido empeño del caudillo no pesaron
más las cédulas reales frescas que las olvidadas, ni en la idea
de la responsabilidad y cuenta que había de dar á la llegada
influyó la nao Trinidad llevándole desde el Río de la Plata
noticia de haberse perdido allá las otras dos en que iba don
Alonso de Sotomayor con la gente de Chile, que por menor
mal pudo desembarcar en Buenos Aires *- Habíase decidido
á venir á España de todos modos, contentándose con dejar
en su lugar á Diego de Rivera con título de general de cinco

1 Según la relación de éste, decían los marineros contrariados: «N¡ el Rey da


vidas, ni sana heridas.>
• Carta de D. Alonso de Sotomayor, fecha en Santa Fe á 28 de Febrero
de 1583.
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ESTRECHO DE MAGALLANES. 365

naves y 500 hombres, y por almirante á Gregorio de las


Alas, con autoridad delegada, poniéndolo por obra el 2 de
Junio, dia en que dio la vela con seis naos, las cuatro suyas y
dos de Alcega, en dirección de la bahía de Todos Santos.
Ahora es tiempo de contar que los ingleses vistos prime
ramente en el puerto de Don Rodrigo, y después en el de
San Vicente, componían escuadra de dos naves, JLetcesíer,
de 400 toneladas; Bonaveniure, de 300, y dos pataches, Eli-
zabeth, de 50, y Francis, de 40, con 500 hombres, al mando
de Edvvard Fenton ', y almirante William Hawkins. Uno
de los pataches se perdió ó desapareció, llegando el otro
mandado por John Drake, sobrino de Francisco, con las dos
naves á la isla de Santa Catalina. Allí, por los naturales, así
como por las declaraciones de los que detuvieron en la fra
gata de D. Francisco de Vera y Fr. Juan de Rivadeneyra,
tuvieron conocimiento exacto de la fuerza y objetivo que
llevaba la armada de Flores Valdés, y consideraron compro
metida su situación. Sin causar daño á los religiosos y pasa
jeros de la fragata dejáronles continuar su viaje, reteniendo
á los pilotos Juan Pinto y Juan Pérez, que eran prácticos de
la costa del Brasil, con intención de retroceder hacia Ingla
terra. En el puerto de San Vicente carenaban con este ob
jeto cuando inopinadamente entraron las tres naves del
cargo de Andrés de Equino. Habiéndoles atacado en el
acto, no tuvieran defensa; pero la indecisión de las españo
las les dio tiempo para apercibirse, y empezado el combate,
tres á tres, la artillería de los ingleses echó á fondo á la nao
Begoña con muerte de 32 hombres, amén de los heridos, y
sin' esperar otra cosa se largó Fenton, temiendo la llegada de
más fuerza 2. En la mar se dispersaron, volviendo el jefe á
su país 3; Juan Drake entró con el patache en el Río de la

1 En nuestras relaciones Ervan Finton, Eduardo Fontano, con otras vanantes.


4 En la relación de Sarmiento dice éste que los españoles anduvieron en pleito
sobre quién lo hizo peor. En la del piloto Juan Pérez se confirma que hicieron
poco daño á los ingleses (ocho muertos y 20 heridos); con iodo , éstos juzgaron
prudente marcharse. Colección Navarrete, t. XX, núm. 29, y t. xxv.
! John Barrow, Memoirs of the naval -worthies, refiere candidamente haberse
vuelto por estarle prohibido ir al Estrecho de. Magallanes. En la Colección de HakluyJ,
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366 ARMADA ESPAÑOLA.

Plata, y habiendo chocado en un escollo y héchose pedazos


el buque, salió á tierra con 18 personas, vagando por los
bosques hasta que ciertos indios las cautivaron, despojándo
les de cuanto tenían. Drake pudo escapar una noche y pasar
el río, llegando á Buenos Aires, donde las autoridades espa
ñolas le dispensaron buena acogida, remitiéndole en calidad
de preso á la Audiencia de Lima.
Flores de Valdés salió de Río Janeiro el 2 de Junio dé
1583, según queda dicho, con la galeaza San Cristóbal, las
naos San jfuan Bautista, Concepción, Santa María y Santa
Cruz, y la fragata Santa Isabel, llegando sin ocurrencia no
table á la bahía de Todos Santos el 13 de Julio. Desde allí se
vino á España el general Alcega con la Santa Cruz, ha
ciendo él invernada con las otras cinco. Díjole el Goberna
dor portugués que en el puerto de la Parayva había frecuen
temente corsarios franceses bien avenidos con los indios,
que comerciaban con ellos. Indicaba la conveniencia de
arrojarlos de aquellos lugares, donde trataban de sentar el
pie; y como Valdés, según su costumbre y mala voluntad,
opusiera toda especie de dificultades, empezando por la de
claración pedida á los prácticos de no poder entrar las naves
en el puerto por mucho calado, ofreció el referido Gober
nador poner á sus órdenes dos embarcaciones portuguesas á
propósito, y mientras se presentaba por la mar, que enviaría
por tierra un cuerpo de 100 caballos, 300 infantes y 3.000 in
dios auxiliares para el ataque simultáneo.
El i." de Marzo de 1584 se trasladó el General á Pernam-
buco, dando tiempo á que caminara la tropa terrestre, según
decía, y más bien á que surgiera cualquier incidente contra
rio á la expedición que repugnaba. No encontrando excusa
hizo al fin rumbo hacia el puerto denunciado, dejando en la
boca las naos mayores con tal descuido ó tibieza, que una
de los franceses se les fue á la vista, haciéndose á la mar.
Dentro había otras cuatro desarboladas, en carena, la mayor

tomo ni, pág. 754, pueden verse las instrucciones de los Lores del Consejo junta
mente con el diario de la expedición escrito por Ward. Fue armador el Conde de
Leicester, que eligió por jefe á Edward Fenton, cuñado de John Hawkins.
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ESTRECHO DE MAGALLANES. 367

de 200 toneladas, habiendo construido su gente en tierra


barracones y trincheras donde tenían montada la artillería,
y con elh y los arcabuces rompieron el fuego, resistiendo
principalmente desde la nave mayor, muy bien situada, hasta
que con bateles la abordaron los capitanes Rodrigo de Rada
y Juan de Salas. Abandonáronla entonces, poniendo fuego
ellos mismos á las otras tres y á las casas, retirándose con las
lanchas rio arriba, al interior, acompañados de los indios pi-
tigüares que les amparaban. Tomáronse los víveres, pertre
chos, jarcia, artillería y palo Brasil que tenían dispuesto para
embarcar; y como á este tiempo, algo tarde, llegara la tropa
portuguesa que hubiera debido cortarles la retirada, se pro
cedió á la construcción de un fuerte y fundamentos de po
blación llamada Filipea, que guardara en lo sucesivo el
puerto, á cargo del gobernador portugués Fructuoso Bar
bosa, con la compafiia española del capitán Castrejón '.
Parayva vino á ser pararrayo de que Flores de Valdés se

1 Relación de la jornada que ¡a Armada de S. M., de arribada del Estrecho de Ma


gallanes, á cargo del general D. Diego Flores de Valdés, hizo al puerto de Santo Do
mingo de la Parayva, en la costa del Brasil, contra cinco navios defranceses que estaban
en él cargando de palo brasil, de porte el mayor de ellos de 200 toneladas, con cada 30 y
40 hombres, escrita por Andrés de Esquino, veedor y contador déla dicha Armada, con
el suceso y victoria que consiguieron. Colección Navarretc, t. xx, núm. 24. Existe otra
en quintillas, que publiqué en las Disquisiciones náuticas, t. vi, pág. 465, titulada:
Relación cierta y verdadera que trata de la victoria y toma de la Parayva, que el ilustre
señor Diego Flores de Valdés tomó con ¡a armada de S. M. real, de que iba por Capitán
general en la jornada de Magallanes y guarda de las Indias. Cuenta cómo corriendo la
costa del Brasil halló un puerto que los franceses tenían tomado y allí estaban hechos
fuertes, y de cómo se lo ganó v quemó las naos y casas que teman. Por jfuan Peraza,
soldado de la Armada. Con licencia. Sevilla, año 1584. Empieza:

«Estaba un puerto tomado


En la costa del Brasil,
De franceses usurpado,
Y desta gente guardado
Con ánimo varonil.»

Fernáo Cardirn, Do principio e origcm dos indios do Brasil', da versión á su modo


escribiendo. «Foi a Parahiva tomada per Diego Flores, General de Sua Mages-
tade, botando os Francezes fora, e deixou um forte com soldados, afora os Portu-
guezes, que tamben tem seu Capitáo e Gobernador Fructuozo Barbosa, que com a
principal gente de Pernambuco Ievou exercito por térra con que venceu os inimi-
gos, porque do mar os da armada nao pelejaráo.» Los que no pelearon, dicho está,
por llegar tarde, fueron sus compatriotas.
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■^68 ARMADA ESPAÑOLA.

sirvió, volviendo á España á los tres años justos de haber


partido, para disimular ó dejar en suspenso la cuenta que de
bía dar del destrozo de la armada, con las apariencias de
una victoria exagerada en que poca parte le cupo, mientras
que por entero le correspondía la responsabilidad de los des
aciertos y malos sucesos '.
Epílogo de la primera parte. Don Diego de Zúñiga, asis
tente de Sevilla, participaba al Rey, á fin de que determinara
lo más conveniente, que los marineros y soldados del Maga
llanes andaban por la ciudad en cuadrillas numerosas pi
diendo su paga £.
La parte segunda empezó por la reorganización en Río
Janeiro de los elementos dejados por Flores de Valdés, que
eran cinco navios de los peores y 500hombres de mar y gue
rra. Los víveres, pertrechos, ropas, habían tenido reducción
proporcional, conservándose únicamente enteras la voluntad
y la energía de Sarmiento. Diego de la Rivera procedía con
él de acuerdo y en buena armonía, aunque no participara de
sus ilusiones relativamente al éxito de población en el Es
trecho. Hacia él navegaron el i.° de Diciembre de 1583 con

1 Aunque se rebajen en las acusaciones y censuras que Pedro Sarmiento de


Gamboa envió al Rey las más graves inculpaciones, suponiendo que no dejaran de
impulsarlas la pasión y el despecho, quedan las de las personas más allegadas al
General, que aún con mayor acritud cargaron sobre su incapacidad y abandono
todas las desdichas de la jornada. El piloto Ramos, que era su confidente -¡factó
tum; el almirante Rivera, su paisano y deudo; los capitanes y oficiales que se apro
vechaban del desorden, todos le declaraban hombre calamitoso, haciéndole verda
dero proceso el alguacil real ó auditor en la carta que dirigió a Su Majestad al
terminar la jornada, demostrativa del poco Animo del caudillo. Guárdanse las cartas
y relaciones en el Archivo de Indias, y de las más irr portantes hay copia en la Co
lección Navarretc, t. xx. Los franceses sirvieron á la causa Flores sin pensarlo, con
el alboroto y reclamaciones á su soberano, abultando las pérdidas que tuvieron en
Parayva, y tratando de excitar la opinión pública á fin de conseguir indemnización
ó represalias, para lo cual dijeron que los españoles les habian incendiado dos flo
tas en-la costa del Brasil: una de 18 naves, el año 1582, y otra de 17, el de 1583.
(MM. Charles et Paúl Breard, Documents relatifs a la marine normande, Rouen.
1889.) Es significativo que el soldado Juan Peraza, autor de la narración poética
de la victoria, no escribiera una palabra en elogio de su General y las aplicara á
los capitanes, especialmente al de la artillería.
* Carta fecha á 24 de Septiembre de 1584. Coltcctfn Sans de Barutell. Simancas,
articulo s ° '
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Sancho Dávila.
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ESTRECHO DB MAGALLANES. }6<)

los cinco navios, embocándolo á los dos meses justos; el i.°


de Febrero de 1584, y luchando con temporales y corrientes
que una y otra vez los arrojaba al Atlántico, con la gente
acobardada del trabajo durísimo, no logrando avanzar hasta
el sitio elegido, decidió Sarmiento desembarcar en la en
trada, al abrigo del cabo de las Vírgenes, abrigo relativo
tan menguado que fue menester varar y perder la nao Tri
nidad para poner en tierra los efectos juntamente con 330
personas, contadas mujeres y niños, que iban á constituir la
colonia.
Nombróse el asiento provisional La Purificación de
Nuestra Señora, lugar transitorio mientras se halló otro en
el valle de las Fuentes con condiciones aceptables, y con so
lemnidad y ceremonia quedó fundada la ciudad del Nombre
de Jesús, con señalamiento desolares, emplazamiento de
iglesia y casa municipal, marcándolo el asta del estandarte
real'.
Durante la faena rompieron los cables los navios y fueron
arrastrados hasta cuatro veces fuera del Estrecho, acabando
con la paciencia de los marineros; de modo que en la última
se alejaron Rivera y el piloto Antón Pablos, dando por ter
minada su misión con la orden comunicada á la nao María
de aguantarse y quedar á las órdenes de Sarmiento.
Éste, cuando hubo distribuido la gente en los trabajos de
albergue y defensa, separó 94 hombres de los más vigorosos
para caminar por tierra, siguiendo las sinuosidades de la ori
lla hasta la primera angostura del Estrecho, trayecto de más
de 70 leguas, en el que marchó á la cabeza dando ejemplo
de resistencia á las fatigas, trabajos, hambre, á que se juntó
por remate la hostilidad de los salvajes patagones, causando
á los viajeros un muerto y diez heridos graves.
Llegó momento en que, rendidos del cansancio, se negaron
á caminar más, prefiriendo la muerte donde estaban, y donde
ciertamente acabara con ellos á no aparecerse el batel de la

1 Confirmando otros datos de la época, lo describe Sarmiento en su relación,


expresando era de damasco carmesí, teniendo en una cara un crucifijo y en la
otra las armas reales.
J4
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370 ARMADA ESPAÑOLA.

nao María buscándolos. Con su vista renacieron los ánimos;


y sabiendo que no lejos la nao estaba al ancla, embarcados
en el batel los heridos y estropeados, continuaron los demás
la marcha hasta el puerto que pareció á propósito para ocu
parse, por tener buen terreno, agua corriente, caza, pesca, y
estar hacia la mitad del Estrecho. Sarmiento trazó, con la
misma solemnidad que en Nombre dejfesús, otra ciudad titu
lada del Rey don Felipe, procediendo sin descanso á la cons
trucción de casas de madera, cerca de empalizada, erección
de fuerte con ocho piezas de artillería, iglesia y casa comunal.
Acabadas las tareas del día, empezaba el servicio militar
de noche como en plaza sitiada, expuesta al ataque de los
salvajes, y esto con alimentación insuficiente, con frío exce
sivo, sin distracción, agrado ni perspectiva que mitigaran la
tristeza de la situación. ¿Cómo extrañar que no en todos do
minara el imperio del deber á la tentación de acabar el des
tierro insoportable? Un cabo de escuadra descubrió en tonda
nocturna complot, á que no era ajeno el clérigo Alonso
Sánchez, enderezado á la muerte cíe Sarmiento, asalto de la
nave y abandono de la colonia. Cuatro soldados pagaron con
la vida la pena debida á la disciplina.
La entrada del invierno, pasando días y días de nieve sin
parar, con v'entos y torbellinos inaguantables, faltos como
estaban los hombres de ropa y calzado, hizo aún más angus
tiosa su vida. Sarmiento la entretenía y alentaba con la ocu
pación y la palabra, no esquivando nunca fatiga que sirviera
de ejemplo, consiguiendo que todos los vecinos de la ciudad
tuvieran instalación acomodada en lo posible y seguridad
contra los ataqi.es de los naturales. Quiso entonces visitar á
la primera ciudad, embarcándose en la nave con 30 hombres
el 25 de Mayo; y llegando al fondeadero, uno de los tempo
rales ordinarios partió la única amarra que tenía, arrastrán
dola á la mar, donde ca¡ eó veinte días sin provisiones. Pocas
veces ocurrirá mayor trabajo á los hombres de mai; dos ma
rineros cegaron del frío; varios perdieron los dedos de los
pies, helados, y al cabo se hizo pedazos la nave en la costa
del Brasil, no pudiendo regirla.
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ESTRECHO DK MAGALLANES. 371

Tanto en la bahía de Todos Santos, adonde llegó primero,


como en Río Janeiro y Pernambuco, hizo Sarmiento uso de
su crédito y relaciones á fin de despachar para los nuevos
pueblos un barco de 40 toneladas con ropas y harina, porque
Diego de Rivera había marchado á España '. Otro mayor,
cargado con iguales procedimientos, trató de conducir por si
mismo, dando la vela el 13 de Enero de 1885 con fortuna
declarada contra sus fundaciones: sufrió tremendasborrascas,
de las que á duras penas se libró, volviendo á Río Janeiro al
cabo de cincuenta días con la desazón de hallar en el puerto,
también de arribada, el barco de las harinas. Habiendo ago
tado los recursos, sin encontrar siquiera gente que se pres
tara á nuevos intentos, tomó pasaje en una carabela portu
guesa, con idea de gestionar personalmente en la Corte .el
envío de socorros solicitado en sus cartas *, muy lejos de
pensar en la desventura mayor que le esperaba. La carabela
fue apresada en la altura de las islas Terceras por tres corsa
rios ingleses, que la detuvieron y robaron después de poner
á cuestión de tormento á los hombres, á fin de que declara
ran lo que tenían de valor. Sarmiento hubiera quedado en
libertad, tomándolo por mercader, si no le delatara el piloto
portugués, exagerando la categoría é importancia de su per
sona; con ello, y la averiguación de haber arrojado al mar los
manuscritos que llevaba, le guardaron prisionero con mal
tratamiento hasta llegar á Plymouth en el mes de Septiem-

1 Entró en Sanlúcar el 21 de Septiembre de 1584 con la nao Capitana y la fra


gata Santa Catalina, y dio cuenta de su campaña, expresando que en la equinoccial
se habia separado el otro buque, la fragata Magdalena. Colección Navarrete, t. xx,
números 38, 39 y 41. Por este tiempo, en que habían fracasado los esfuerzos de
Pedro Sarmiento, deliberaba el Consejo de Estado en Londres sobre los peligros
que para Inglaterra traería el vencimiento por D. Felipe de los rebeldes de Flan-
des después de haberse posesionado de Portugal. En el plan discutido para evitar
lo que pudiera temerse entraba en primer término la destrucción de la marina es
pañola, y como medios la ocupación del Estrecho de Magallanes, para interceptar
el comercio del mar del Sur, la captura de los pescadores de Terranova y la res
tauración de D. Antonio de Crato en Portugal. Véase Calendar of State papers of
the reing of Elizabeth, año 1584.
2 Cinco de ellas pidiendo con insistencia auxilios, constan en la Colección Na
varrete,
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37* ARMADA ESPAÑOLA.

bre de 1686, y sucesivamente á Windsor, donde sir Walter


Raleigh, armador de los navios aprehensores, le dispensó
acogida cortés y le presentó á la reina Isabel, con la que tuvo
audiencia de dos horas y media, entendiéndose en lengua la
tina. Fue asimismo recibido por el Presidente del Consejo,
lord Burgleigh, por el almirante de Inglaterra, lord Howard,
con los cuales trató de cuestiones encaminadas á encomen
darle mensaje verbal para el rey D. Felipe que sirviera de
base á negociación conciliadora, proporcionándole al efecto
pasaporte y crédito de 300 escudos (si bien con su cuenta y
razón) para venir á España l.

1 Rigor de las desdichas Sarmiento, habiendo pasado de Londres por la via de


Flandes á Paris, donde conferenció con el embajador de España, D. Bernardino de
Mendoza, y viniendo á través de Francia, cerca de Burdeos cayó en manos de un
capitán hugonote, mezcla de soldado y foragido, que le condujo á Mont de Mar-
san, exigiendo por la libertad grueso rescate. En vano expuso el prisionero que,
estando España en paz con Francia, no estaba justificada su detención; respondie
ron «que los hugonotes con ningún católico tenían paz, máxime con españoles, y
que ellos hacian guerra contra todos los que algo tenían». En vano también hizo
el Embajador reclamaciones ante el Rey de Francia: mezclados en el asunto el
Principe dé Bearne, la Reina de Inglaterra y personajes de ambas cortes, prolonga
ron la prisión con atroz tratamiento y amenazas continuas de muerte, hasta que
el rey D. Felipe mandó pagar el rescate pasados tres años de cautiverio. Desde la
prisión no dejó de clamar por los pobladores abandonados del Magallanes, y resti
tuido á España en 15 de Septiembre de 1590, fijando su habitación en el Escorial,
cerca del Monarca, escribió relación prolija de sus sufrimientos. Son tan curiosas
las circunstancias comunicadas al Rey por D. Bernardino de Mendoza, de cómo se
insinuó Sarmiento en Londres al favorito de la reina Isabel, y tanto me parece
importan al conocimiento de los personajes de la época los documentos hasta
ahora desconocidos, que los inserto en el apéndice núm. 5, y podrán servir por
otro lado á la vida de nuestro navegante, merecedora, como he dicho anterior
mente, de especial estudio y vulgarización, investigando vicisitudes posteriores al
año 1592, en que, según Navarrete, fue por Almirante de los galeonesque salieron
de Sanlúcar para Nueva España, con el general Juan de Uribe Apallua. El Sr. Mar-
kham, como testimonio de las consideraciones que mereció durante la estancia en
Londres, transcribe anécdota referida por sir Walter en su History of the World,
de este modo:
«Recuerdo una breve frase de D. Pedro Sarmiento, digno caballero comisionado
por el Rey de España para poblar en el Estrecho de Magallanes, siendo prisionero
mío. Haciéndole preguntas acerca de una isla que apareciaen el mapa del referido
Estrecho, me contestó riendo que el nombre verdadero debía ser «Isla de la mu-
»jer del pintor», porque en el momento en que el delineante iluminaba la carta
veíale su esposa, y le rogó pusiera su nombre en cualquiera de tantas islas como el
mapa tenia, á fin de hacerla propietaria de imaginación, lo cual el pintor hizo.»
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ESTRECHO DE MAGALLANES. 37J

Varias consultas evacuó el Consejo de Indias durante el


año 1585, ya para enviar armada de socorro, ya para despa
char buques sueltos con provisiones destinadas á los pueblos
del Magallanes *, sin que nada se decidiera en favor de los
desgraciados que en aquella espantosa mansión habían de pe
recer, sin que más de uno se librara para contar las agonías
de los otros 2.
Al ausentarse Sarmiento, quedó por Gobernador de la ciu
dad de Don Felipe Andrés de Viedma, pronto preocupado
con el consumo de provisiones almacenadas en la colonia. De
terminó enviar 200 hombres á la otra ciudad para disminuir
bocas, encargándoles se procuraran sustento por el camino
mariscando. Los restantes pasaron el invierno y verano si
guiente con penas, mitigadas por la esperanza de ver llegar de
un momento á otro algún navio; ya perdida aquélla, aqueja
dos del hambre, del frío y de graves enfermedades desarrolla
das con carácter pestilencial por consecuencia, determinaron
construir dos barcas y embarcar 54 hombres y cinco mujeres
que quedaban vivos, contados el Gobernador y un fraile. Na
vegadas 36 millas, chocó una de las barcas en los arrecifes de
la punta de Santa Brígida, abriéndose, pero sin desgracia
personal. En la misma punta tomaron tierra 31 hombres y las
cinco mujeres, que se dividieron en grupos por común
acuerdo, á fin de encontrar más fácilmente mariscos y raices.
Viedma, con 20 soldados, volvió á la ciudad que habían
abandonado, y todo el invierno que entraba (1586) anduvieron
unos y otros á orillas del agua sustentándose con mejillones.
Al apuntar el verano, en que los huevos de aves y la caza de
alguno que otro animal contribuían con el temple de la esta
ción á mejorar la triste suerte, envió Viezma á buscar á los
de la Punta, mas ya sólo existían 15 hombres y tres mujeres,
que habían marchado en dirección del Nombre de Jesús, cre
yendo menor la distancia que la que había á Don Felipe. En

1 Colección Navarrete, t. XXVI.


s «Declaración que hizo ante escribano Tomé Hernández de lo sucedido en
las dos poblaciones fundadas en el Estrecho de Magallanes por Pedro Sarmiento de
Gamboa.» Está publicada por apéndice al viaje del mismo.
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ARMADA ESPAÑOLA.

el camino descubrieron tres navios, que con tiempo borras


coso navegaban sin hacer caso de los fuegos, gritos y señales
con que daban á entender su situación. Uno solo, el soldado
Tomé Hernández, que ha transmitido la noticia, consiguió por
sorpresa que le admitieran en el batel que se acercó á tierra;
de los demás nada se sabe. El frío y el hambre acabaron, sin
duda, con ellos.
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xxn.

IRLANDA í FLANDES.

1579-1587.

Expedición pontificia.—Naufraga en la costa de España.—Se rehace.— Desem


barca en Kerry.—Se fortifica.—La desbaratan los ingleses.—Crueldad de Walter
Raleigh.—Sitio de Amberes.—El puente de Farnesio.—Empeño para destruirlo.
—Ingenios y máquinas.—Explosión espantosa.—Efectos.—Navio colosal.—No
responde al propósito.—Batalla en un dique.—Vencen los españoles.—Capitula
Amberes.—Peligroso trance en la isla de Bomel.—Salvamento.— Expugnación
de la Esclusa.—Se rinde.—Opinión de la marina española.

i in razón se ha atribuido al rey D. Felipe la idea de


invadir á Irlanda como diversión que entretuviera
f'TvHvTÍ3 á Isabel Tudor en los momentos en que iba á em-
tSsS* prender la campaña de Portugal. El desastroso in
tento, por lo que puede vislumbrarse á través déla ne
bulosidad de los historiadores de la época, fue iniciado
por James Fitzmauri, católico irlandés, que alcanzó de Su San
tidad bula desposeyendo á Isabel de la corona de la isla, y
auxilio material de hombres, armas y dinero *. Don Felipe

. ' Lingard, History of England.—Histoire des descentes qui ont eu lieu en Anglt-
terre, Écosse et Irlande, París, 1798.—Mhnoires de la Ligue, Amsterdam, 1758.—
Cabrera de Córdoba, Felipe II.—St. John, Life of sir Walter Raleigh, London, if.68.
—Fraser Tytler, Life of sir Walter Raleigh, Edimburg, 1844.—Dargaud, Histoire
d'Élisabeth.—Antonio de Herrera, Segunda parte de la Historia general del mundo,
Madrid, 1601. Este último entiende que los promotores de la jornada fueron Ja-
come Geraldino y Tomás Estruleo, inglés. Babia en la Historia pontifical le nombra
Tomas Sternvile, y dice que el rey D. Felipe le dio titulo de Marqués. En la corres
pondencia del Duque de Alba ( Colección de documentos inéditos, t. xxxm, pág. 15),
se da por avisado de «que los italianos que van á lo de Irlanda entrarán en la Co-
ruña». La carta es del año 1580: Cabrera de Córdoba pone el suceso entre los
de 1586.
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376 ARMADA ESPAÑOLA.

no hizo otra cosa que acceder á las instancias del Papa para
que consintiera levantar gente voluntaria en sus Estados.
El hecho es que en el verano de 1579 salió de Civita Ve-
chia la expedición, navegando con tan mala fortuna que las
naves naufragaron en la costa de Galicia; y solicitando Su
Santidad amparo para los que marchaban por su cuenta, con
la venia del Soberano comisionó el Nuncio apostólico al
deán de Palencia para entender en el asunto, proveyendo á
los expedicionarios de otros navios, vituallas y pertrechos.
Reorganizada la tropa y crecida con voluntarios castella
nos, embarcó en ocho naos y cuatro pataches mandados por
Juan Martínez de Recalde. Componían los soldados un total
de 1.500 hombres, italianos y emigrados irlandeses en su ma
yoría; llevaban banderas con las armas de la Iglesia; por jefe
principal, con título de Comisario de Su Santidad, iba Sebas
tián de San Giuseppe ó Juseppe; por capitán de los italianos,
Hércules de Pisa, conduciendo además los bajeles buena
provisión de víveres, municiones y armas para 4.000 hombres.
La escuadra entró sin accidente en Smerwick, puerto de
Kerry, al Oeste de la isla: desembarcó la gente, uniéndose á
los alzados irlandeses que capitaneaban James Fitz-Maris, ó
Fitzmauri y el Conde.de Desmond; y viendo que los elemen
tos con que contaban no correspondían á las voces públicas,
volvióse Martínez de Recalde, trayendo más de trescientos
de los españoles enganchados. Quedaron únicamente unos
ochenta f, componiendo con los demás expedicionarios
cuerpo de 600 á 700, y á la entrada del puerto de Lymbrik,
sobre una roca bañada por el mar, hicieron atrincheramiento,
denominado Castillo del Oro.
Acudió el gobernador inglés Lord Grey con fuerzas que
establecieron el sitio por tierra, mientras batía al fuerte por
mar el almirante Winter: los expedicionarios se defendieron
bizarramente esperando socorro de los irlandeses, hasta que
desesperanzado el jefe San Giuseppe, contra la opinión y vo
luntad de los oficiales pidió capitular. Preguntado en qué

1 Lingard, History of England.


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IRLANDA Y FLANDES. 377

nombre hacía las proposiciones, respondió que en el de Su


Santidad el Papa, al oir lo cual se desataron en improperios
los ingleses. Insistió, sin embargo, en el parlamento, obligán
dose á entregar el fuerte, poner el dinero y armas en manos
del Gobernador, sin otra condición que la vida salva; y como
le fuera acordada, se rindió el 9 de Noviembre de 1580. Vol
vieron á declarar los italianos haber ido por mandato del
Papa, en defensa de la fe cristiana, manifestando los caste
llanos que se embarcaron sin orden del Rey, acudiendo al lla
mamiento de Juan Martínez de Recalde, que gobernaba la
mar en Bilbao y reclutaba gente sin decir para dónde '. Wal-
ter Raleigh, que se hizo cargo de los prisioneros, separó 20 de
los principales, esperando obligarles al rescate, y á pretexto
de ser dificultosa la custodia de los otros mandó ahorcar
á 17 y pasar á cuchillo al resto, á sangre fría, vanagloriándose
de tal atrocidad *. Las víctimas fueron 400 al decir de algu
nos escritores 3; otros las elevan á 600 4.
De este modo se daba á conocer, joven, un personaje con
que hemos de tropezar frecuentemente en los sucesivo, por
la ingerencia que tuvo en asuntos de Flandes, y más aún en
los de las Indias.
Nada hemos vuelto á contar de la región primera; del
campo de la herejía, desde que por muerte de D. Juan de
Austria quedó encomendado el mando del ejército español
á Alejandro Farnesio. La situación en que se vio era compli
cada y gravísima, llegado caso en que de las 17 provincias de
los Países Bajos, tres tan sólo reconocieran al Rey de España
por soberano, y éstas del interior, sin costa ni puertos, y sin
que la marina tuviera, por tanto, que hacer papel.
Dos acontecimientos de importancia suma, la expulsión de
los franceses, con desprestigio del Duque de Alenzón, y la
muerte del Príncipe de Orange, determinaron al de Parma á
proceder con energía, tomando las plazas de Iprésy de Bru-

1 St. John, Life of W. Raleigh; Mémoires de la Ligue.


s St. John.
3 ídem.
4 Lingard, Histoire de la Ligue.
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378 ARMADA ESPAÑOLA.

jas y poniendo en jaque á la de Gante, mientras maduraba el


plan gigantesco de expugnar á Amberes, centro de la insu
rrección, residencia de su Gobierno, plaza la más importante
del país por la población y la riqueza.
Situada en la orilla derecha del Escalda, ancho y caudaloso
en aquel sitio, lo suficiente para formar puerto de mar adonde
llegaban las mayores naves de todas naciones, la guerra había
aumentado la importancia de sus transacciones comerciales
y fabriles con la de carácter político y militar. Contaba, á
más de las condiciones de situación y de las fortificaciones
de plaza de primer orden, con el concurso de las flotas de
Holanda y Zelanda, y el abierto auxilio de Inglaterra, mien
tras que para atacarla no disponía Farnesio de más de 10.000
infantes y 1.500 jinetes españoles, italianos, walones y ale
manes. La empresa parecía, por tanto, quimérica á muchos de
sus capitanes, juzgando casi imposible cortar la comunica
ción marítima, por donde tendría toda especie de recursos,
y peligroso, aun sin esto, emprender el sitio con tan poca
gente, dejando á la espalda las plazas de Gante y Terra-
munda; mas á todo respondía el Príncipe que cuanto mayo
res fueran las dificultades más les importaba acometerlas,
buscando ocasión de un acto arrojado y de realización tan
poco esperada que impusiera al enemigo.
Resolvió, pues, en el año 1584, por propia iniciativa, uno
de los hechos de armas de más admiración y fama con que
acabó el siglo, cercadas casi á un tiempo y tomadas en un
año cinco ciudades; emprendidas para la principal obras é in
genios nunca vistos ', siempre en la idea de que mucho im
porta á un general, cuando tiene entre manos empresa donde

• Del sitio trata con más amplitud y conocimiento militar que los autores antes
citados, el capitán Alonso Vázquez, Los sucesos de Flandes y Francia del tiempo de
Alejandro Farnese. Colección de documentos inéditos para la Historia de España, to
mos lxxii, lxxiii y lxxiv, y en nuestros días D. Francisco Barado, historiador mi
litar, concienzudo y diligente. Su obra especial, que empezó á imprimirse en la
Revista técnica de Infantería y Caballería el año 1891, y terminó en 1895, después
de escrito este capítulo, se titula: Sitio de Amberes. Antecedentes y relación criticaron
elprincipio y fin que tuvo la dominación española en los Estados Bajos. 8.°
Instituto de Historia y Cultura Naval

IRLANDA Y FLANDES. 379

espera sacar fruto y aumentar nombre y reputación, hacer


posibles algunas cosas que parecen no serlo.
Felipe Marnix, señor de Santa Aldegundis ó Aldegunda \
burgomaestre de la ciudad, tan luego como advirtió prepara
tivos que mortificaban á su incredulidad en el ataque, puso
cuidado en fortificar las orillas del Escalda más de lo que es
taban, construyendo tres leguas más abajo de la ciudad el
fuerte de Liefkenshoek y ensanchando por frente el de Li-
lloo. En el intermedio levantó reductos en protección de los
diques, disponiendo en estos cortaduras por donde se inun
dara el país siendo menester.
Con igual interés procuró Farnesio embarazar ó destruir
estos trabajos, persuadido de que sin dominar el río nada lo
graría en la plaza; expugnó, por tanto, el fuerte de Liefken
shoek, tomándolo y montando en él artillería que molestaba
á las embarcaciones, principalmente á las de gran porte, mas
no estorbando del todo el paso á las menores.
Concibió la idea de construir una barrera de orilla á orilla,
poniéndola por obra con mofa de los habitantes de Amberes:
tanto la estimaban impracticable. Elegidos dos puntos á pro
pósito, en lo más estrecho y donde hace recodo, se empezó
á la vez por ambos estacada doble, enlazando y asegurando
las piezas entre sí, formando sobre ellas camino practicable
para ocho hombres de frente, con parapetos á prueba de bala
de mosquete. En el arranque de las dos orillas se hicieron
fortines de madera, nombrando San Felipe al de la parte de
Brabante, y Santa María al de la de Flandes, montando en
éste 14 piezas de artillería gruesa y nueve en el otro. Los ra
males avanzaron 1.200 pies por un lado, y 200 por el otro,
hasta llegar á sitios en que la profundidad y la rapidez de la
corriente no consentían fundación, y en esto se empleó in
mensidad de material de vigas, tablones, clavazón y herra
mientas.
Quedaba espacio libre de más de 1.200 pies, que había de
cerrarse con barcas cuando las hubiera, y las hubo ganadas

1 Sante Aldegonde.
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380 ARMADA ESPAÑOLA.

que fueron las ciudades de Terramunda y de Gante, trayéndo-


las de ellas por un canal de más de cinco leguas abierto ex
presamente para este fin, que se llamón Parma. Treinta se
emplearon en llenar el hueco de la estacada, amarrándolas
con anclas tendidas en dirección de las quillas, y entre sí con
dos gruesas cadenas independientemente de los calabrotes.
Por popa y proa se formaron dos líneas de barcas enlazadas
del mismo modo, como defensa de la principal contra cual
quier objeto abandonado á la corriente, y en ellas se montó
también artillería, preveyendo el caso de ataque.
En esta obra admirable, asombro de Europa, trabajaron los
españoles como castores, dentro del agua, con rapidez que
ahogó la risa de los de Amberes al ver escasos y encarecidos
los mantenimientos, que no pasaba ya embarcación grande
ni pequeña á remediar sus necesidades. El efecto se sintió
primeramente en Bruselas; después en Nimega, rindiéndose
ambas; la cabeza confiaba todavía en que la flota que se
reunía en Middelburgo rompería la traza pasando por encima
de las barcas como las naos de Bonifaz pasaron en el Guadal
quivir, dando la ciudad al santo rey Fernando.
Entró á su tiempo la armada atacando á Liefkenshoek, y
á los intermedios con fuerza que no pudieron resistir las
guarniciones, y con estos fuertes y el de Lilloo enfrente, vol
vieron á mandar el Escalda desde la embocadura: arriba lo
dominaban las baterías de Amberes, pero en medio persis
tía la estacada de Alejandro, porque el almirante holandés
Treslong no trató de imitar á Bonifaz, arriesgando los na
vios.
Desde la plaza intentaron de mil modos deshacer el es
torbo, ya enviando de noche buzos á cortar las amarras, ya
despidiendo arietes con la fuerza de la marea; la diligencia
de los asaltantes se estrelló siempre contra la vigilancia de
los guardianes, é invención contra invención se neutralizaron
los ingenios. Al postre, un italiano nombrado Giambelli ó
Jambello discurrió una máquina infernal, lanzándola en com
pañía de otras 16, al parecer embarcaciones sencillas de
fuego, de las que muchas veces se habían visto, y las más de
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IRLANDA Y FLANDES. 381

las cuales apartaron del camino los vigilantes, desviándolas


hacia las orillas, donde se consumieron. La principal, la
grande, llegó á su destino, sin que se consiguiera impedirlo, y
produjo horroroso estrago. La explosión fue espantosa, sin
tiéndose en radio de muchas leguas. El capitán Alonso Váz
quez, testigo de vista, describió la máquina de este modo ':
«Era un navio muy grande, de alto bordo, de más de 800
toneladas, y los demás que sirvieron de minas como éste,
eran de menos porte, y en ellas las hicieron como la de este
grande, y dentro del, desde la quilla hasta la primer cubierta,
se hizo una muralla de cal y canto por todos los costados del,
que subía hasta la plaza de armas, y de grueso tenía siete
pies, y entre esta muralla y el costado del navio había un
hueco ó vacío no muy grande; pero el que bastó para ata
carlo muy bien de ñnísima y refinada pólvora, y se puso gran
cantidad della en el lastre, pero mucha más en los costados;
y sobre la primera cubierta estaba fundado un parapeto de
un palmo de alto y cinco de ancho, quedando llano y liso
todo el fondo, y alrededor había otro de palmo y medio de
grueso, y en medio quedaba un hueco ó vacío de dos pies de
ancho y tan largo como lo era el navio; todo el edificio alto
y bajo estaba embutido y lleno de muchas losas de sepultu
ras de iglesia, muradas unas sobre otras, que hacían siete
pies de grueso y con ángulo relevado y diversos agujeros
para atacar y embutir pólvora, como lo hicieron, irAiy fuer
temente, para que la mina tuviera más fuerza é hiciera más
efecto, y después de cerrada pusieron encima y en todo lo
que sobraba de vacío muchas piedras grandes, fagina em
breada y gruesos troncos de árbol, de la misma manera, mez
clados con medias columnas de piedra, dejando un respira
dero, y en él un pequeño fogón para dar fuego, y por los
lados y alrededor había muchos tablones que estaban con
gran artificio apuntalados, y por encima de la cubierta ni más
ni menos, y dentro muchos trozos de cadenas, clavos, yun
ques de herrero, balas de artillería gruesa, de hierro colado,

' Obra citada, t. lxxiii, pág. 31.


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38* ARMADA ESPAÑOLA.

y muchos dados de lo mismo, alquitrán y caluña, con otros


instrumentos para que, en reventando la mina, hiciese el
daño y efecto; y para que se pegase fuego pusieron á la boca
del fogón una cuerda de arcabuz buena y refinada y encen
dida, y que por la otra parte se fuese quemando poco á poco
todo el tiempo que les pareció duraría desde Amberes á la
estacada, habiendo hecho experiencia con los que habían na
vegado lo que podían tardar, y teniéndolo tanteado iba la
cuerda medida hasta que llegaba el fuego al cabo adonde
estaba el fogón, y por si acaso faltase y no emprendiese, hi
cieron unos artificios como relojes, armados con sus ruedas,
de tal manera que, habiendo medido el tiempo de Amberes
á la estacada en que la mina podía tardar, diesen en unos
pedernales, y en prendiéndose el fuego reventase la mina,
que fuese con la cuerda ó con el pedernal. Los demás navios
que iban acompañando á este infernal no fueron de efecto,
porque sólo para divertir á la gente que estaba en la esta
cada y descuidarla usaron deste engaño, que en los navios
pequeños que iban delante sobre las cubiertas ardían leños y
faginas embreadas, dando á entender que sólo con aquel
fuego habían de quemar la estacada y abrir la navegación;
pero la fuerza y artificio de la mina y fuego pusieron en el
navio grande de la manera que se ha escrito.
»Reventó con tan grande estrépito que pareció hundirse
el mundo; alborotóse y tembló la tierra ; el agua del pode
roso Esquelda se levantó tanto que anegó la mayor parte de
la tierra y salió de su asiento, y todos los que se hallaron en
la estacada vieron el profundo del río desocupado todo el
tiempo que duró la diabólica é infernal máquina en hacer su
efecto, que fue el más extraordinario que se pudo imaginar.
Rompió toda la parte de la estacada que estaba arrimada á
la de Flandes y toda la cabeza de ella, que es donde comenzó
á fundarse, y voló todo un rebellín del fuerte de Santa María,
y una compañía de alemanes que estaban de guardia en él, y
toda el artillería, que era mucha, sin que jamás pareciese;
voló las tres barcas del puente donde estaban los tres capi
tanes españoles con sus compañías, y jamas parecieron ellos
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IRLANDA Y FLANDKS. 38?

ni ninguno de sus soldados, porque los grandes leños ar


diendo, piedras y otras cosas que vomitó el navio, hicieron
tanta riza y daño que no quedó reliquia de los que se pusie
ron á mirar el efecto que había de hacer el navio infernal; en
las barcas que estaban en la estacada y puente murieron más
de 800 soldados españoles y muchos oficiales y caballeros,
gentiles hombres entretenidos cerca de la persona de Ale
jandro, y otra gente de mucha cuenta *, y con haberse Ale
jandro apartado tanto, le arrebató el sombrero de la cabeza
y le derribó en el suelo y estuvo dos horas sin sentido »
Si en los momentos de terror y confusión arrancaran los
holandeses con la armada, en la que tenían más de 120 na
vios de guerra, sin contar las charrúas, acabando de destruir
el puente y desordenando el campo, hubieran salvado á la
plaza; pero el estruendo de la explosión impresionó á los
rebeldes no menos que á los españoles, paralizando su acción
aquella noche, y al día siguiente, cerrada otra vez la brecha
de un modo provisional, cubría los trabajos con que en poco
tiempo quedó restablecido el puente; mejor aun, pues con
ciertas culebrinas obligó Farnesio á la armada á desalojar el
fondeadero de Lilloo, causándole unos 400 muertos.
Los de Amberes repitieron el intento de sus minas é idea
ron otros artificios, entre los que sobresalió el de cinco na
vios grandes y rasos amarrados entre sí, formando un solo
cuerpo que se mantenía entre dos aguas. Lanzado con la va
ciante de la marea, llevaba un empuje que nada pudo detener
ni desviar; y aunque se abrió el puente para dejarle paso
libre, embistió con una de las barcas de la estacada y la
echóá fondo, quedando segunda vez expedito el acceso á la
escuadra holandesa, y lo mismo que la primera no aprove
chado por temor.
Corría el tiempo mientras tanto, disminuyendo más y más
las provisiones y recursos de toda especie en la plaza sitiada,
aguzando la necesidad el ingenio sin rendir á la presunción
todavía. Por nuevo ensayo trataron de emplear el recurso,

1 Pone los nombres.


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384 ARMADA ESPAÑOLA.

feliz en el sitio de Leyde, rompiendo los diques, por manera


que, inundado el país, pudieran llegar barcas hasta los muros
de la ciudad: no contaban con la diligencia de los españoles
en hacer contradiques y en cerrar los portillos abiertos con
topes, faginas y materiales amontonados en un momento so
bre los cadáveres, de que también se sirvieron, habiendo cos
tado la empresa á los rebeldes más de mil muertos.
Sin desmayar con el experimento, el último en que pusie
ron la esperanza de destruir la barrera fatal consistió en la
construcción de un navio de enormes proporciones, maravi
lla del arte naval por el espesor de las maderas, la solidez de
su trabazón y el ingenio con que tenía combinadas las con
diciones de ofensa y defensa. Como ariete, puesto que fuera
en movimiento actuando la velocidad con la masa, debía de
ser irresistible; como máquina de guerra, presentaba en los
costados, popa y proa, dos andanadas de artillería con las pie
zas de mayor efecto que se conocían. Por las obras muertas
corrían parapetos á prueba de bala, y en los palos, la coloca
ción de gavias ó cofas dobles, más y menos altas, consentía
llevar arcabuceros que dominaban al enemigo á cubierto de
sus tiros. Para la obra no se habían economizado el tiempo
ni el dinero; bien empleados estarían alcanzando lo que el
pomposo nombre dado á la máquina significaba: el Fin déla
guerra.

Cuando la oportunidad de aplicarse se creyó llegada, em


barcaron en el colosal navio 1.500 tiradores, y, dejando el
puerto de Amberes escoltado por la escuadrilla de barcos
menores, fue encaminado al contradique de Couwenstein
que tenían los españoles en defensa, con propósito de des
truirlo, conseguido lo cual, roto el dique del Escalda por en
cima del puente de Farnesio, y por debajo en sitio de Lilloo,
se inundarían los campos, como antes habían pensado, y
Amberes tendría comunicación con la mar. El ataque del
contradique se combinó entre los de la ciudad y la escuadra,
arrimando al fuerte español por un lado el referido Fin de
la guerra, que empezó á batir furiosamente y lanzó la gente
al asalto con no tanto brío; rechazados con pérdida de 400
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Juan Andrea Doria.


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IRLANDA Y FLANDES. 385

hombres, queriendo retirarse, varó aquella mole cerca de


Ordam. Los de Lilloo, dirigidos por el Conde de Holack,
atacaron al contradique con la armada y pelearon gallarda
mente, llegando á juntarse con los del gobernador Santa
Aldegunda. Pasábanlo muy mal los nuestros, batidos por la
artillería de los barcos y por la mosquetería, que desde las
gavias los dominaba. Desembarcados por varios puntos á la
vez, atrincherándose en el acto con sacos de lana y otros
ingenios que llevaban, señorearon el contradique, que era lo
que pretendían, cortándolo por catorce partes en el espacio
de unas siete horas que duró la refriega, con tan espesas cargas
que faltaba ya á los nuestros la resistencia. El Conde de Ho
lack y Santa Aldegunda dieron por concluida su victoria,
faltándoles tiempo para ir á la ciudad en el primer bajel que
pasó por la brecha á gozar de las felicitaciones, prematuras,
porque en el mayor apuro llegó al contradique Farnesio con
refuerzo de ioo piqueros y empezaron á cambiarse las tornas
y á recobrar palmo á palmo lo perdido.
En resumen: viéndose los holandeses acometidos por todas
partes, y que en vez de estar cansados y rendidos los espa
ñoles habían cobrado mayor esfuerzo, fueron perdiendo el
ánimo y se arrojaban unos al agua pensando llegar á sus na
vios, y otros á espaldas vueltas se escapaban por donde po
dían; pero los españoles les atajaban el paso matando á muchos
«y hubo algunos soldados que con las espadas en la boca se
arrojaron á nado tras los rebeldes y llegaron á los navios, y
subiendo por las jarcias y como podían, rindieron á los que
los gobernaban, y entraron dentro y se apoderaron dellos.
Sólo la nación española podía hacer esta fiereza. Puedo ase
gurar que es cosa jamás vista que soldados nadando aborden
con los navios y los rindan y saqueen» '.
En esta batalla tan reñida como sangrienta murieron de
los rebeldes cerca de 8.ooo, sin 800 que se ahogaron, conta
dos el Gobernador de Zelanda, 75 capitanes y 13 coroneles,
y perdieron 55 navios grandes y pequeños, más de 80 piezas

1 El capitán Alonso Vázquez, obra citada.


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386 ARMADA ESPAÑOLA.

de artillería y 20 banderas, esto aparte del gran embeleco,


del famoso Fin de la guerra, á que los españoles pusieron
por irrisión el Carantamaula, habiéndole apresado en el
sitio donde quedó sin perder un hombre. Del ejército cató
lico hubo heridos más de 500 soldados, y muertos otros tan
tos de todas naciones, pasando de 400 los españoles: más con
este esfuerzo supremo coronaron su obra: se rindió la plaza
de Malinas dejando completamente aislada la de Amberes;
y contando ya Farnesio con las naves tomadas á los holan
deses, se desvaneció la ilusión de romper la cintura con que
había oprimido á la ciudad, y temerosos los habitantes de los
horrores del saco si entraban, como habían de entrar los es
pañoles, abatieron su arrogancia, obligando al Gobernador á
solicitar la capitulación, que le fue acordada, abriendo las
puertas el 20 de Agosto de 1585. Quedó memoria de esta
gloriosa victoria, según escribía Cabrera de Córdoba, en
aquellos tiempos, para enseñar á la posteridad lo más selecto
de las acciones militares. El capitán general D. Evaristo San
Miguel la ha juzgado en los nuestros * como el tercero de los
hechos de armas de su especie dignos de celebridad y fama
en aquel siglo, viniendo por el orden de fechas el sitio de
Amberes, después de los de Rodas y de Malta, pero sin que
ninguno le dispute la significación ni la enseñanza.
Con la ocupación de la ciudad y dominio del Escalda cam
bió radicalmente el estado de los Países Bajos, reducida la
insurrección á las provincias del Norte y á las islas donde
Farnesio pensaba acabarla. Las operaciones sucesivas son
ajenas á nuestro propósito, pues aunque los anfibios realiza
ran hechos maravillosos peleando en los diques, esguazando
canales y reparándose según discurrían de las naves holan
desas, como ellos no las tenían, la mar continuaba señoreada
por los enemigos, y en poco estuvo qae su dominio causara
la pérdida del ejército católico con la destrucción de su
núcleo.
Invernaban en la isla Bomel los tercios españoles de Mon-

1 Historia de Felipe II, t. ni, pág. 186.


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IRLANDA Y FLAN DES.

dragón, de Iñíguez y de Bobadilla, en junto 61 compañías,


sin conocer las peligrosas condiciones del terreno, inferior
al nivel de las aguas. Los holandeses los bloquearon con es
cuadra de 200 velas, creyendo asegurada la presa después
de romper los diques. Ante la inundación se fueron retirando
los soldados sobre la parte del dique conservado, llevando
por delante las vacas y caballos que pudieron recoger; pero
allí acudieron las charrúas enemigas, cerrando el paso al
continente y batiéndolos al descubierto con artillería y ar
cabucería. Tal llegó á ser la posición, que acordaron los ca
pitanes, consumidas las provisiones, hundir los cañones, que
mar las banderas y arrojarse de noche á la perdición asal
tando con nueve lanchas que tenían á la flota del conde de
Holack. Formado el propósito, empezó a helarse la mar,
obligando á las charrúas á irse afuera por no quedar aprisio
nadas, y el hielo se consolidó lo suficiente para soportar á los
carros y artillería, quedando burlados los marineros.
Con éstos, y la poderosa flota que constituíala fuerza prin
cipal de los confederados, no les quedaban en la primavera
de 1587 más que las plazas marítimas de Ostende y la Es
clusa en la provincia de Flandes. con el castillo intermedio
de Blackemberg. Farnesio determinó reducirlas, empezando
por la Esclusa, que era fortísima, rodeada por terreno fan
goso poco á propósito para levantar trincheras, y á la inme
diación de la isla de Walkeren y de los puertos en que se abri
gaba la flota holandesa. Por esto adoptó un sistema parecido
al del sitio de Amberes, procurando ante todo cortar las co
municaciones con la mar con la ocupación de la isleta de
Cadsan y la construcción de dos ramales de estacadas y
puentes de barcas desde ella á la tierra firme. Con las obras
y la expugnación del castillo de Blackemberg estrechó á la
villa, arrimando las trincheras y aislando a la guarnición,
compuesta de unos 2.000 hombres, los más ingleses.
Las repetidas acciones del Conde de Holack para soco
rrerla, los ataques á las estacadas, desembarcos de fuerza
que llegó á 5.000 hombres, diversiones y asaltos por otros
pueblos, no condujeron más que á hacerle perder barcos y
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388 ARMADA ESPAÑOLA.

hombres. Hubo, como en Amberes, empleo de minas, em


barcaciones incendiarias y otros ingenios explosivos; sin em
bargo, los sitiados se rindieron sin esperar el asalto, y fue
ésta la última de las funciones relacionadas con la marina
por aquel lado.
Las reflexiones que en conjunto sugirieron al soldado his
toriador citado varias veces, eco probablemente de la opi
nión de sus compañeros, acaso de la que hiciera conocer
Alejandro Farnesio, como mucho antes lo había hecho don
García de Toledo, merecen consignarse y tenerlas presentes
al abarcar las empresas de la edad '.
«No sé que puedan ser mejores marineros ni más venturo
sos los de otras naciones que los españoles, sino que el no
inclinarse á la navegación como los demás es causa de sus
infelices sucesos, y no hay que maravillarse, pues los pre
mios de los soldados que sirven en la mar no son iguales á
los que lo hacen en campaña, y no sé si es acertado, pues son
mayores los peligros y trabajos de las embarcaciones que las
que se pasan marchando en tierra; y si se hiciese, ya que no
fuese más, sino tanta estimación de las batallas navales como
de las murales, y otras donde se espera mayor premio, habría
más marineros y soldados de mar; y como ven al contrario
de lo que esperan, pocos se inclinan á la navegación, y es de
tanta importancia el hacerlo, como tantas veces por expe
riencia lo habernos visto, y se sabe que el príncipe que fuere
señor de la mar lo será de la tierra, y con sólo ella, y sin
marineros ni armadas, no la podrá conservar.»

• Alonso Vázquez, obra indicada, t. lxxiii, pág. 253. El autor sirvió en mar y
tierra, como los más de su tiempo.
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XXIII.

PIRATERÍA EN GRAN ESCALA.

1578-1587.

Walter Raleigh.—Primeros quebrantos que tuvo.—Funda la colonia de Virginia.—


Hace daños en Terranova.—Jornada de Drake a las Indias.—Saquea á Santo
Domingo y Cartagena.—Destruye á San Agustín de la Florida.—Regresa con
rico botín.—Ataque de franceses á Cuba.—Argelinos en Canarias.—Circunna
vegación de Cavendish.—Apresa la nao Sania Ana, de Filipinas.—Peripecias,—
Hónrale la Reina.

l éxito que alcanzaron las empresas aventureras


de Hawkins y de Drake, enaltecidas, honradas v
puestas como ejemplares dignos de imitación
por la Reina de Inglaterra, tuvieron grandísima in
fluencia en el país, despertando iniciativas hasta en
tonces inertes. Pareció cosa tan fácil enriquecerse á
costa de los españoles, depositarios de los tesoros de las In
dias, sin más que salir á la mar en espera de los bajeles car
gados de lingotes de oro, que los segundones de familias no
bles, los negociantes adeudados y los propietarios cuya renta
daba apenas para el pan de cada día, vendieron las fincas ó
los créditos para adquirir un barco, fomentando la construc
ción y los armamentos. No les era difícil alcanzar del Go
bierno carta de marca, es decir, patente ó autorización para
hostilizar, como en estado de guerra, aunque la paz subsis
tiese, y salir con esta garantía al Canal de la Mancha, al cabo
de San Vicente, á las islas Azores, ó á las Indias Occidenta
les, por etapas.
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39° ARMADA ESPAÑOLA.

Promovedor activísimo de la piratería vino á ser un per


sonaje elevado repentinamente á las esferas altas de la pri
vanza por sus modales y figura grata. Walter Raleigh (que
así se llamaba) ', soldado de fortuna entre los hugonotes de
Francia y de Flandes, significado por la crueldad innecesa
ria con los prisioneros de la expedición pontificia á Irlanda,
alcanzó los favores íntimos de la Reina, con los que se dio á
la intriga utilitaria.
Escribe uno de sus más cuidadosos biógrafos s que, mar
cando su carácter una mezcla rara de vicios y virtudes, re
presentó su papel en este mundo con nobleza unas veces, sin
ella otras, ya magnánimo y generoso, ya rastrero, altivo
siempre, valeroso sin superior, osado hasta la locura, y en
punto á moralidad poco escrupuloso.
Cínico, añadiré de mi cosecha, y avaricioso como el que
más, inclinó á su Soberana á la política ambigua anticatólica
que contrariara en lo posible á la del Rey de España, y ha
ciéndose armador empezó por alistar en 1578 siete navios en
compañía de su medio hermano Humphrey Gilbert, coronel
que había sido de una banda de ingleses en Flandes y autor
de un libro apoyando la existencia del paso ó canal hacia la
India por el NO. de América. Alistó su gente, al decir del
biógrafo citado, «entre los que andaban escapados del ver
dugo, blasfemos, rufianes, asesinos, á quienes la piratería
ofrecía digna tarea» % sólo que por encuentro en su camino
con la escuadra española de la guarda de Indias recibió dura
lección, derrotado, con pérdida de una de las mejores naos
y muerte del capitán Miles Morgan, costándole no poco tra
bajo disimular la ocurrencia en Inglaterra y resarcirse de las
pérdidas de la jornada *.

1 Más que ningún otro desfiguraron este nombre los españoles que lo transcri
bían, sin exceptuarlos embajadores, altos funcionarios é historiadores. Escrito se
ve Rale, Reale, Ralei, Rouley, Gualtero, Raelig, etc.
1 Life of sir Walter Raleigh, by James Augustus St. John, London, 1868. El
autor manifiesta no haberse contentado con examinar las muchas biografías ante
riores, acudiendo por si a los archivos, sin olvidar el de Simancas.
3 St. John, obra citada.
4 Conforma con St. John, Patrick Fraser Titler, Life of sir Walier Raleigh,
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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. 391

La segunda expedición, armada con el beneplácito de su


señora, no tuvo mejor suerte : componíanla cinco navios,
Deligth, Raleigh, Golden Hind, Swallow y Squirrel,e\
mayor de 200 toneladas, con 260 hombres entre todos. Esta
vez llevó el mando Gilbert, quedando el instigador en la
corte, y á poco de estar en marcha arribó el Raleigh con
epidemia á bordo; los otros continuaron hacia Terranova,
desembarcando en el Continente. La pobreza de la tierra
produjo descontento y motines; decidieron los jefes el re
greso, sufriendo temporal, durante el que zozobró la capitana,
pereciendo Gilbert con toda la tripulación. Únicamente el
Golden Hind, barco de 40 toneladas, volvió á las islas Bri
tánicas á dar cuenta de tantas desgracias (1583).
Raleigh no se desanimó, sin embargo; consiguió se exami
nara en el Consejo real Memoria suya proponiendo medios
que minaran y destruyeran la preponderancia de España,
empezando por arruinar su marina y comercio; y conside
rando que las pesquerías de Terranova eran para la nación
plantel de marineros y heredad de mantenimientos, indicaba
se comenzara por entorpecer esta industria, sin perjuicio de
llevar el mayor esfuerzo contra las flotas de Indias, para lo
que importaba tomar posición en el canal de Bahama '.
Siendo el plan muy del gusto de Isabel, se designó á Ber
nardo Drake, tío de Francisco, para lo de Terranova; al ca
pitán Carleill, para inquietar la costa de Galicia, distribu
yendo setenta cartas de marca ó autorizaciones de corso á
particulares. Raleigh la obtuvo especial á fin de colonizar en
la Florida; despachó dos navios mandados por Philip Ama-
dis y Arthur Barlow; y como éste publicara á la vuelta una
relación peregrina del viaje, se hizo popular el favorito, hon
rado por la Reina con la orden de Caballería.
En realidad no hicieron otra cosa los expedicionarios que

Edinburgh, 1844, Fourth cdition, y el estudio más moderno de Mr. William


Wirt Henry, Sir Waltcr Raleigh; the Setlemcnts at Roanohe and voyages ¿o Guiana,
inserto en la Narra/tve and critical history of América. Edited by Juslin Winsur.
London, 1886, vol. m, cap. iv.
1 Calendar of Statc papers, 1584.
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392 ARMADA ESPAÑOLA.

desembarcar en la isla Wokokon, verificando acto posesorio


con ceremonia y dar un vistazo al continente inmediato, no
vedad de todos modos para ingleses, con la que, y el nombre
de Virginia puesto á la región, aludiendo á la Reina, presta
ron nuevo impulso á las corrientes ultramarinas *, y no tardó,
en alistarse segundo armamento de siete navios, Tiger y
Roebuck, de 140 toneladas; Lion, de 100; Elisabeth, de 50,
y tres menores, bajo la dirección de Ricardo Grenvill *, deudo
del armador concesionario.
La jornada emprendió éste en Abril de 1585, conduciendo
800 soldados, una centena de pobladores, ganados, semillas,
instrumentos, por el golfo de las Damas, señalando á sus na
ves, como punto de reunión, la isla de Puerto Rico, y en ella
dio carena, adquirió ganado y frutas á cambio de mercancías
ó por la fuerza, para lo que desembarcó 400 hombres-, co
rriendo las cercanías de San Germán. Sus embarcaciones
menores capturaron á dos españolas de cabotaje que saquea
ron, sin hacer daño á la gente, siguiendo viaje al cabo de
doce días 3.
1 Los biógrafos citados ponen la salida de la primera expedición en Abril de 1584,
y en este año se anota la posesión de la colonia en el Calendar of Statcpapers. Don
Gabriel de Cárdenas Cano (R. Barcia), Ensayo cronológico para la historia general de
la Florida, anticipa la fecha al año 1583, suponiendo fue Grenvill el que llegó,
erigió fuerte, dejó 100 hombres y dio vuelta. En 1584 refiere que fue Raleigh en
persona, y éste dio nombre de Virginia á la región por un pueblo de indios que allí
habia, nombrado Viguinia. Es de creer que los autores ingleses están mejor infor
mados, por cuanto coinciden sus datos con otros nuestros, oficiales, del segundo
viaje. En cuanto al nombre, cuadra bien con el carácter de Raleigh el colmo de
adulación que significa.
2 En los papeles ingleses de la época se le designa por Richard Greyvile; en los
nuestros, queriendo tal vez traducir el significado, se le llama Campoverde, Verde-
campo, ó simplemente Richartc.
3 Carta del alcaide de la Habana dando cuenta de ocurrencias, Colección Nava-
rrete,t. xxv, núm. 48.—Carta de Hernando de Altamirano, preso en Mayo de 1585,
por la armada de Vcrdccampo. La misma colección, t. xxv, núm. 49. Altamirano
refiere que estos navios enviaba un gran señor de Inglaterra con propósito de po
blar en la Trinidad, Dominica ú otra parte no ocupada por españoles. Que Verde-
campo llevaba menestriles y órgano, diriendo que la música gustaba á los indios;
les despojó de cuanto llevaban, pero en cambio les regaló una Biblia en castellano,
á fin de que se persuadieran los españoles de la falsedad de su doctrina. Consigna
que tenía consigo piloto portugués, lo cual no es novedad; portugueses herejes ó
partidarios de D. Antonio, y por ende enemigos de los españoles, iban en todas las
expediciones inglesas, siendo autores ó inspiradores de los mayores daños.
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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. JQ3

Al regreso desde la Florida, como los nuestros decían,


apresó en las proximidades de la Bermuda una nao separada
de la flota de D. Antonio Osorio, con considerable botín,
pues cargaba cueros, jengibre, azúcar, amén de 120.000 du
cados en plata y oro. La gente echó en tierra en las Azores,
llevándose el barco á Inglaterra '.
Próximamente por el mismo tiempo salió Francisco Drake
á correr la costa de Galicia y Portugal f, y Raleigh hizo en
Terranova la sorpresa propuesta, cautivando 600 pescadores
españoles, que habían de pagar culpas de que eran inocentes.
Destinados á trabajar en las fortificaciones de Portsmouth,
se ordenó no se les facilitara por alimento más de tres dine
ros diarios en correspondencia del mal tratamiento hecho en
España á los corsarios ingleses, aplicando á esta atención el
importe del bacalao que pescaron *, y no fueron estos prisio
neros los mas infelices, que otros vendían por esclavos á los
argelinos *.
Decididamente, desde que la piratería comenzó á em
prenderse con escuadras, entrando en la tercera de las fases
señaladas, eclipsaron los ingleses á sus predecesores, maestros
y vecinos del continente, atenidos á las operaciones de con
trabando y pillaje menudo. Únicamente Mr. de Chaste, Go
bernador de Dieppe, apoyado por la reina Catalina de Médi-
cis, procuró empresas de aliento; pero no alcanzando los
medios á la medida de sus aspiraciones, hubo de contentarse
con alguna que otra expedición al Brasil, y cruceros de bu
ques sueltos en las Azores.
Los ingleses, mejor dicho, sir Walter Raleigh, insistía en

1 Declaración de Enrique López, mercader pasajero en la nao. Colección Nava-


rretc, t. xxv, núm. 53. Fue la aprehensión el 4 de Septiembre de 1585; la nao de
Campoverde, dice, era á manera de galeaza con dos andanas de artillería, muy ligera
de vela. Venía de la Florida, donde había dejado 300 hombres, y estuvieron para
perderse. Campoverde se servia con vajilla de plata, tocaban música cuando comía,
y el aspecto era de hombre principal.
5 Representando el papel de Dragón, según los documentos publicados en el
Calendar.
" Calendar, Octubre, 1585. Cartas de D. Bernardino de Mendoza, Embajador en
Francia, al Rey. París, Archivo Nacional, K. 1564.
4 Carta del mismo Embajador, ídem id.
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394 ARMADA ESPAÑOLA.

la colonización de Virginia, sufriendo las contrariedades con


que han luchado en principio todos los establecimientos
americanos. Ralph Lañe, Gobernador instalado en la isla de
Roanoake, no sólo tuvo que luchar con los indios, amigos de
la independencia, sino con el descontento y la insubordina
ción de su propia gente. Allá volvió Grenvill con tres naves;
fueron Thomas Cavendish, Ricardo Butler, Arthur Barlow,
con nuevos medios procurados en los cruceros del cabo de
San Vicente y de las islas Terceras, donde el mismo Raleigh,
que vivia con la magnificencia y esplendor de los señores de
la primera nobleza de Europa, igualando los honores á la ri
queza de sus tierras, castillos y palacios, despachaba incesan
temente naves en busca de botín, gobernándolas servidores
celosos suyos, entre ellos Whiddon y Evesham, que fueron
los aprehensores de Pedro Sarmiento de Gamboa cuando vol
vía del Magallanes.
No hay que decir que de vez en cuando experimentaran los
ingleses las quiebras que el oficio del corso tiene, más que
otro alguno; Cavendish sufrió descalabro atacando á los pes
cadores de Terranova, que se habían prevenido; D. Miguel
de Oquendo, general de la escuadra de Guipúzcoa, el Ade
lantado de Castilla, Capitán general de las galeras de España,
y D. Francisco de Eraso, que lo era de la guarda de Indias,
restaron de la lista de barcos y hombres perjudiciales cifras
considerables; y como los temporales soplaban para ellos con
la violencia que para otros cualesquier navegantes, solían
recibir las sacudidas. Tal ocurrió á un navio sumergido con
300 hombres que iban á Flandes ', y á la armada grande
que entre Hawkins, Jorge Clifford, conde de Cumberland y
Raleigh dispusieron para interceptar las flotas de Indias,
armada deshecha en las Azores con pérdida de siete ú ocho
naves y el resto mal parado *.

1 Carta de D. Bernardino de Mendoza al Rey. París, Archivo Nacional, K. 1564


- «Juan Aquines es vuelto con el armada nial parada del temporal, habiendo
perdido siete ú ocho navios, los mejores que el Almirante y Guate Rales tenían
para robar, y con ellos dos que hablan tomado con azúcar. Esto les ha dado muchu
pena, porque tenían esperanza, como en esto de apañar tienen ventura, de que
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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. 395

Con todo perjudicaban mucho al comercio y tenían en


perpetua alarma á los pueblecillos de la costa, escarmentados
con las violencias de los merodeadores \ La suerte reservaba
las caricias para nuestro conocido el Draque al volver al
mar de las Antillas, no con miserables barquichuelos, como
los que tenía al atacar á las recuas de Panamá en compañía
de negros cimarrones, sino á la cabeza de potente escuadra
de 23 naves con 2.500 hombres de guerra.
Francis Drake salió del puerto de Plymoutli el 15 de Sep
tiembre de 1585, haciendo vela para el de Bayona en Galicia,
con la mira de proveerse allí de víveres. Lo mismo que la
reina Isabel, sus capitanes eran extremados en la economía,
y por mejor que comprar vitualla tenían tomarla á los subdi
tos de D. Felipe, sacando de Galicia ganado, aves y lo más
que podían. Con este propósito se detuvo el Almirante un
mes merodeando sin resistencia; los ribereños abandonaron
los pueblos, retirándose hacia el interior y dejándole dueño
de las casas y de las embarcaciones de pesca 2. Faltábale la
provisión de vino, que pensó hacer en las islas Canarias, em
pezando por la de Palma; mas los naturales defendieron el
desembarco, echando á fondo una lancha y matando seis
hombres, y los de la Gomera se presentaron en la misma
actitud; por lo que, sin insistir, continuó navegando á las islas
de Cabo Verde, menos belicosas. Allí, en la de Santiago,
saqueó á su placer, incendió las casas, embarcó la artillería,

hiciera algún gran efecto.» ídem id., K. 1564.—Jolin Barrow, Afemoirt 0/thc naval
woitl/ies, consigna que por resultas de esta expedición quedó arruinado el conde
de Cumberland. Fraser Tytler, IJfe ,¡f sir Walter Raleigh, se ciñe á expresar que la
empresa resultó desgraciada.
1 Relación de los dañas que se entiende han hecho las armadas de Inglaterra en la
costa de Portugaly Galicia este año 1585. Colección Navarrcte, t. X.xv, núm. 50. Rela
ción de las fiaos que fueron tomadas por ingleses desde I.° de Agosto ¡i 12 de Noviembre.
La misma colección y tomo, núms. 51 y 52. Anotan estos documentos presa de 27
naves españolas, francesas, flamencas y venecianas, valoradas en 294.500 ducados.
Relación de lo que los corsarios ingleses hicieron en el reino de Galicia, año 1587. Biblio
teca Nacional ,'ms. ce. 4 2,fol. 141.
* Cuenta Cabrera de Córdoba, t. ni, pág. 176, que Pedro Bermúdez, que tenía
el gobierno de la gente de guerra, reunió hasta 5.000 hombres, y hostilizó á los
ingleses en Bayona y Vigo; pero el hecho es que ellos lograron lo que se proponían.
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396 ARMADA ESPAÑOLA.

llevóse algunos negros y portugueses voluntarios, y refresco


con que combatir enfermedades de que se le habían muerto
en la travesía 400 hombres.
La inmediata escala hizo en Santo Domingo, donde estaba
la gente tan tranquila y confiada, que no tuvo que hacer
esfuerzo de hombre de guerra. Treinta jinetes y 50 arcabu
ceros se mostraron por junto en las afueras de la ciudad,
haciendo ademán de cerrar el camino á los ingleses des
embarcados.
Gobernaba el licenciado Cristóbal de Ovalle, presidente
de la Audiencia, hombre de letras, que no dio crédito á las
noticias de aproximación del enemigo, y que escapó en un
navio al avistarlo, dejando que los gobernados salieran del
paso como pudieran. Entraron, pues, los ingleses en la ciu
dad, la saquearon y pusieron fuego á unas ochenta Casas,
amenazando no dejar ninguna en pie si los propietarios no las
rescataban, regateando desde un millón pedido en un princi
pio, hasta 25.000 pesos, con que se conformaron, indepen
dientemente de la plata y joyas de las iglesias y monasterios,
que profanaron, incendiando, á pesar de todo, los de San
Francisco, Santa Clara y Regina Celi, y matando en el
primero á dos religiosos. En el puerto tomaron un navio
cargado de cueros, quemaron la galera real y diez ó doce
barcos de cabotaje; embarcaron la artillería de la fortaleza y
el botín con mucha tranquilidad, y se hicieron á la vela con
rumbo á Cartagena.
Allí tenían aviso del peligro cuarenta días antes que ame
nazara; de manera que pudieron prevenirse llamando á la
gente de las poblaciones del interior, levantando trincheras
y cavando fosos. Hízose alarde, pareciendo 54 jinetes, 450
arcabuceros, 100 piqueros, 20 negros armados con mosquetes
y 400 indios flecheros. Estaban además en el puerto dos ga
leras que habían ido de España, muy en orden, con 150 ar
cabuceros, buenos soldados; era, pues, de esperar que Drake
no penetrara con la facilidad que en las plazas inapercibidas;
sin embargo, desembarcados los ingleses en la noche del 16
de Abril de 1586, bastó la aparición de una avanzada de 20
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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. 397

hombres para que huyeran á todo correr los de las trinche


ras, abandonando la ciudad sin procurar siquiera la aparien
cia de una escaramuza defensiva. Lo mismo ocurrió en el
puerto, adonde el pánico se había comunicado: los de las
galeras las incendiaron, escapando con la demás gente al
monte, y de allá vino en persona el Gobernador con el
Obispo á fin de negociar el rescate de los edificios, proce
diendo por el sistema inglés, como en Santo Domingo. El
negocio se hizo por 107.000 ducados; mas luego advirtió
Drake no entrar en la cuenta la iglesia y el monasterio, por
los que exigió 1.000 ducados más, y por complemento rega
los, víveres y cuanto pidió, que si más quisiera más le facili
tara el complaciente gobernador Pedro Fernández de Bustos.
¿En qué se parecían aquellos españoles á los que militaban
en Flandes? ¿Cómo se explica su vergonzoso apocamiento?
En parte lo declara la condición de las cabezas que debían
regirlos," pero ni aun siendo de todo punto incapaces, como
resultaron, ¿se concibe que no hubiera entre tantos hombres
quien supliera la deplorable actitud de los gobernantes, ó
quien por acción singular atenuara la mala impresión produ
cida por el conjunto * ?
Drake embarcó, lo mismo que en las escalas anteriores, la
artillería de la plaza y la de las galeras; estuvo cincuenta y tres
días en el puerto descansando, y habiendo salido á la mar,
volvió de arribada por otros diez, sin causar mavores extor
siones.
El 29 de Mayo apareció en la boca del puerto de la Haba
na, presentando en línea 16 naves grandes y 14 menores; mas

1 Cabrera de Córdoba procuró sincerar al general de las galeras D. Pedro Vique


Manrique, caballero valenciano, que había servido con buena nota en Perpiñán,
Lombardia y Flandes, socorro de Oran, expugnación del Peñón y guerra de Gra
nada. El año 1578 fue nombrado General de. la costa de Tierra Firme, para cuya
defensa habia de llevar desde España dos galeras y una saetía auxiliar; y habién
dole dejado á discreción el viaje, d remolque de las flotas si lo prefería, lo hizo
directamente con la molestia y peligro que se presumen. Escribió en Cartagena
relación de descargo, culpando al Gobernador y declarando que dejó las galeras
con propósito de defender la plaza porque los vecinos se lo suplicaron, deposi
tando en él la confianza; mas ni en la plaza hizo cosa de provecho, ni en las gale
ras que abandonó, faltando al deber, se dio á conocer su condición de general.
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ARMADA ESPAÑOLA.

allí se descubrían en escuadrones hasta 700 arcabuceros y 300


piqueros, porque los avisos corridos desde que entró en el
mar Caribe la escuadra habían dado tiempo á reconcentrar
la gente de armas tomar en la isla; y no pareciendo que pu
diera hacerse otro rescate de edificios con la facilidad de los
anteriores, no lo intentó Urake, y se entró en la bahía inha
bitada de Matanzas á rellenar la aguada. Los destacamentos
que allí le siguieron; la vigilancia y hostilidad en la playa,
donde le tomaron una lancha y mataron algunos marineros,
confirmó su opinión de no convenirle arriesgar lo que ya
tenía ganado, instándole la consideración á desembocar por
el canal de Bahama.
Al paso por la costa de la Florida tomó sin resistencia el
fuerte de San Juan de Pinos, que le abandonaron con 14 pie
zas de artillería los de la guarnición. Lo propio hicieron los
de la ciudad de San Agustín, que redujo á cenizas; y que
riendo, por último, visitar la colonia de Virginia, la halló en
estado tan miserable, que tuvo por bueno embarcar á los
pocos vivientes y llevarlos á Inglaterr?.
El 28 de Julio de 1586 saludaban con júbilo el regreso del
hombre afortunado, del marinero audaz, cuyo nombre en
todo el mundo se pronunciaba con admiración. No había
desplegado en esta campaña, más que en las anteriores, dotes
de guerrero; no tuvo que combatir en parte alguna; por
doquiera halló paso franco y gente sumisa; mas lo que saltaba
á la vista era el trofeo militar de 240 piezas de artillería de
bronce, bastantes para armar otra escuadra. Ellos quisieran
mejor verle desembarcar más dinero; abierto el apetito con
la expedición de vuelta al mundo, confiaban en que lo traería
otra vez '.

1 Dan noticias amplias de esta ¡niñada: Dedo ¡ación de un inglés llamado Fran
cisco, de la armada de Dralic, preso en la ciénega de Santa María. Colección Nava-
rrete, t. xxv, núm. 56.—Carta de Diego Daza al Gobernador de la Habana con aviso
de la toma de Santo Domingo por Dralic. La misma Colección, t. xxv, núm. 57.—
Relación que envió Diego Hidalgo de Montcmayor, Juez de la Audiencia del Nuevo
reino de Granada, de la toma de Cartagena por el inglés,y de las cosas sucedidas en
ella. La misma Colección, t. xxv, núm. 58.— Relación de lo ocurrido en la pérdida de
Cartagena, escrita por D. Pedro Vique, general de las galeras que estaban en el puerto.
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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. 399

Los vecinos de la isla de Cuba, que, como se ha visto, libra


ron su propiedad disponiéndose animosos á defenderla, die
ron en este año nueva prueba de entereza apresando en Man
zanillo á una fragata de corsarios franceses que molestaba á
las estancias de la costa, y escarmentando en Santiago á los
que quisieron vengar á sus compatriotas, ahorcados por la
justicia en Bayamo, aunque entraron en el puerto con seis
navios y desembarcaron cohombres; pues si bien consiguie
ron poner fuego á la iglesia y á parte de las casas, costóles la
pérdida de 56 muertos, contado su jefe, y hubieron de alejarse
precipitadamente, sin llevar cosa de provecho '.
No tan venturosos los de la isla de Lanzarote 2, sufrieron
casi al mismo tiempo (Julio) el ataque de siete galeras y 1.200
argelinos y turcos mandados por Morat ó Amurat, que cau
tivó 200 personas, entre ellas la mujer é hija del primer mar
qués D. Agustín Herrera y Rojas.
Volviendo á los ingleses, apenas llegado de las Indias
Drake, volvió á la mar Hawkins con 17 naves gruesas, ilu
sionado con la antigua esperanza de interceptar alguna flota
de Indias, que en esperanza quedó todavía, brillando sobre su
nombre el de otro capitán hasta entonces descalabrado en la
Florida y en Terranova.
Tomás Cavendish 7l era del número de los caballeros que,

La misma Colección, t. xxv, núrn. 59.—En las cartas de D. Bernardino de Mendoza


al Rey, conservadas en el Archivo nacional de París, signatura K., 1564, avisa haber
llegado Drakc de vuelta con 18 navios bastante averiados, con pérdida de unos mil
hombres de los que sacó para la expedición. Traíalos cardados de azúcar y cueros,
no pasando de 200.000 ducados el dinero; es decir, el importe de los rescates de
Santo Domingo y Cartagena. Los demás objetos de valor procedían del despojo de
las iglesias, siendo el principal un crucifijo de Santo Domingo con las imágenes
de la Virgen María y San Juan Evangelista, que tenían piedras preciosas. Habían
sacado dei botín dos buenas partes para la Reina y para Drake; á los caballeros
repartieron 100 libras esterlinas, y á los soldados y marineros á 80 reales; porción
que les pareció corta y se amotinaron, siendo necesario doblarles la adjudicación
para contentarlos.
1 Relación que envió el capitán Gómez de Roja* Manrique, Teniente gobernador de
Santiago, al gobernado r Gabriel de Lujan, de lo sucedido con corsarios franceses desde 11
de Abril hasta 29 de Mayo de 1586. Colección Navarrete, t. xxv, núm. 60.
- Relación del saco de la isla de Lanzarote, Biblioteca Nacional, ce. 42, fol. 149.
' Es uno de los apelativos ingleses que más han tergiversado nuestros escritores;
tengo anotadas estas variantes: Candis, Celari Escandí, Celaries Candi, Serarv
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400 ARMADA ESPAÑOLA.

habiendo disipado la fortuna, quisieron reponerla en la mar:


salió de Plymouth el 21 de Julio de 1586 con tres naves y 123
personas; tocó en las islas de Cabo Verde y en Sierra Leona,
reconoció la costa del Brasil y contigua hasta el estrecho de
Magallanes; fondeó en un puerto, que nombró Deseado; per
dió las amarras, y embocando á principios de Enero de 1587
tomó á su bordo al español Tomé Hernández, negándose á
recoger á los pocos que aún vivían de los pobladores llevados
por Pedro Sarmiento de Gamboa; se aprovechó para leña de
la madera de las casas de la ciudad de Don Felipe, yerma y
abandonada; desenterró siete piezas de artillería de bronce
para llevárselas, y pasando lo que faltaba del estrecho, salió
al mar del Sur, sufriendo duros temporales con cerrazón que
no consentía divisar la costa. La isla de Santa María, primer
punto que reconoció, le suministró provisiones frescas;'y no
habiendo podido tocar en Valparaíso, adonde se dirigía,
fondeó en Puerto Quintero, queriendo engañar á las autori
dades valiéndose de la lengua de Hernández; mas éste, disi
muladamente, descubrió el intento y huyó hacia los españo
les, que atacaron álos advenedizos, matándoles siete hombres
y tomando otros nueve prisioneros l. Al punto despachó el
corregidor de Santiago de Chile avisos por mar y tierra, po
niendo en alarma á la costa, donde se repitieron las escenas
cómicas representadas cuando se apareció Drake en el Pací
fico. Lo mismo que entonces, no había un solo navio armado

Escandy, Escandech, Escander, Cande, Candit, Candercs Tembleque, Candieres de


Tembley, Candali.
1 En una información extractada por D. J. T. Medina, en su Historia de la In
quisición en Chile, t. 1, pág. 372, se dice que siendo provisor del obispado Fran
cisco Pastene, con noticia de la aparición de los ingleses en el puerto de Quintero,
por haber falta de gente en la ciudad llamó y juntó los clérigos, y con hasta 30 fue
en persona, llevando por alférez al canónigo D. Pedro Gutiérrez, todos con sus
armas y caballos, á la defensa, y se hallaron en el rebato y reencuentro que con ellos
se tuvo Los prisioneros fueron conducidos á Santiago, donde, reservando tres
para obtener noticias, ahorcaron á los demás, «no con poca dicha suya (escribe un
piadoso cronista de la época), porque, dejándose persuadir de la verdad de nuestra
fe, se reconciliaron con la Iglesia católica romana, dejando prendas de su predes
tinación». Los tres reservados figuraron en el auto de Lima de 1592; y habiéndose
reconciliado también, sufrieron reclusión en monasterios para instruirse en las
cosas de la fe católica.
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Alejandro Farnesio, Duque de Parma.


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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. 401

que pudiera oponerse al enemigo, y toda la actividad de las


autoridades se empleó en formar compañías, nombrar gene
rales, almirantes y capitanes, levantar parapetos y buscar
cañones y arcabuces, que otra vez estaban almacenados y
mohosos. En el Perú se dispusieron dos de las naves coste
ras para llevar aviso á Panamá de hacer armada. En Méjico
se acordó aprestar las naos de Acapulco, poniéndolas á las
órdenes del oidor Diego García de Palacio, improvisado
general de mar, y en tanto avanzaba hacia el Norte el cor
sario tocando de puerto en puerto y garbeando lo que le de
jaban. En Anca, en Pisco, en los fondeaderos contiguos que
maba los buques en construcción y las iglesias; en Paita lo
hizo con la población entera por negarse los vecinos á resca
tarla, y así en los caseríos ó pueblos sin importancia.
Pareciéndole la isla de la Puna á propósito para reconocer
y calafatear los fondos, seguro de no haber nave que pudiera
inquietarle, tumbó de lado las suyas, fortificándose en tierra
por lo que pudiera suceder, aunque no con mucho cuidado
por lo que se advirtió; y así, pasando de noche en balsas de
indios, desde el continente, Juan de Galarza con algunos ve
cinos, atacó al amanecer con ímpetu bastante para matarles
25 hombres, tomar cuatro prisioneros y obligar á reembarcarse
y escapar los otros, abandonando la fragua con toda la herra
mienta, 30 pipas y 20 mosquetes con efectos varios. Los pre
sos declararon que en la mar no habían sido dichosos, ha
biendo tomado tan sólo barquichuelos cargados de madera ó
cosas de comer; con plata, ninguno.
Después del contratiempo no se determinó Cavendish á
presentarse ante ninguna de las poblaciones de importancia;
quedábale poca gente para arriesgar desembarcos. Única
mente, con objeto de renovar aguada ó víveres, se arrimaba
á la tierra, pasando de largo hasta la de Nueva España, donde
quemó el pueblo de Guatulco con algún otro de los desampa
rados. Cifraba el deseo en el encuentro de alguna embarca
ción rica, que al fin logró, cruzando á la espera sobre el cabo
de San Lucas, en California '.
1 La correspondencia de los virreyes del Perú y de Méjico dando cuenta de las
TOMO II. 2li
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40» ARMADA ESPAÑOLA.

La nao Santa Ana había salido de Cavite, en la isla de


Luzón, en Julio de 1587, trayendo para Nueva España car
gamento de objetos de China y muchos pasajeros, mercade
res en la mayor parte; mandábala el capitán Tomás de Alzóla,
y no tenía artillería ni armas, no pareciendo necesarias en la
navegación, hecha hasta entonces sin sospecha de enemigos.
Al recalar sobre el cabo de San Lucas el 14 de Noviembre,
avistaron dos velas, á las que se aproximaron sin desconfian
za; empero poniéndose la mayor por barlovento, tocando cla
rines y arbolando banderas hizo descarga de artillería y mos
quetería en actitud de abordar. Á instigación del capitán
Alzóla sacaron en el acto las armas de los pasajeros, re
uniendo como docena y media de espadas y rodelas, dos
arcabuces y un frasco de pólvora que tenía el Capitán. Los
marineros subieron piedras del lastre, y con hierros del per
trecho se aparejaron á la posible defensa, rechazando briosa
mente el abordaje, en el que saltaron á bordo unos cuarenta
ingleses. Cinco de éstos murieron, otros seis quedaron heri
dos, y el resto se arrojó al agua, á excepción de un oficial que
subió por la jarcia, cortando con rabia los cabos de la manio
bra, hasta que el capitán Alzóla le disparó el arcabuz, tum
bándolo. La nave inglesa se -Tolvió á arrimar repitiendo las
descargas con muerte de 11 españoles y mucho daño en el
casco, y abordó segunda vez por la proa, echando gente, que
fue rechazada. No volvió á acercarse: sostuvo el fuego de
artillería con 29 piezas y dos bombardas pedreras que tenía.
Consultó el Capitán á los pasajeros qué hacer, siendo
opinión general que se dieran á partido con la seguridad de
las vidas, pues no había otro remedio. Cavendish lo acordó,
marinando desde luego la nao y dirigiéndose eri su compañía
al fondeadero del cabo. Allí transbordó el cargamento á sus
barcos, echó á los españoles en tierra, registrándolos escru
pulosamente, y cuando hubo concluido la operación incendió
á la Santa Ana, que se consumió hasta la lumbre del agua.

ocurrencias referidas y de las prevenciones,tomadas, se halla en la Colección Na-


varrete, t. xxvi, números 24 a 30.
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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. 403

Con los pasajeros se mostró inhumano, maltratándolos de


palabra y de obra, y á D. Juan de Armendáriz, canónigo de
Manila, ahorcó, acusándole de descomedido; sólo trató con
alguna consideración á cuatro mujeres pasajeras, regalándo
las por despedida un tejo de oro que valdría 500 pesos.
Retuvo á uno de los pilotos para conocer la derrota de Occi
dente, é hizo vela llevándose sobre 700.000 pesos en metal, y
valor de millón y medio en brocados y otras sedas ricas.
Los desdichados tripulantes del Santa Ana se atrinchera
ron en defensa de los salvajes del país; y como la necesidad
aguza al entendimiento, con el trabajo que es de considerar
lograron, á favor de las mareas, sacar á la playa lo que que
daba de la nao, que era la quilla con el arranque de las cua
dernas; aderezaron falca, timón y velas, y con aquella especie
de chata se hicieron á la mar, huyendo de los indios, con la
buena suerte de llegar en doce días al puerto de Santiago, en
la provincia de Colima, y de allí al de Acapulco, donde en
traron el 7 de Diciembre del mismo año '.
Cavendish continuó el viaje á las islas de los Ladrones y
Filipinas, que alcanzó con su nave sola; la que le acompañaba
desapareció en la mar con parte de lo robado, sin que nada
haya vuelto á saberse de ella. Aquél, habiendo reconocido el
cabo del Espíritu Santo, ahorcó al piloto español de que se
había servido, pretextando que pensaba hacerle traición. En
la isla de Panay trató de incendiar un galeón que se cons
truía en el astillero, impidiéndoselo el capitán Manuel Lo
renzo de Lemos con escaramuza, en que le mató siete hom
bres; apartóse entonces con rumbo á Borneo y las Molucas, y
por el cabo de Buena Esperanza regresó al puerto de Ingla-

1 Consta por declaraciones conformes prestadas ante las autoridades de Nueva


España por el capitán Alzóla y por el pasajero Antonio de Sierra. Colección Nava-
rreíe, t. xxvi, números 31 y 32. Fr. Gaspar de San Agustín retrasa el viaje de la
nao Santa Ana al año 1588 en su Historia de la conquista de las islas Filipinas, y
consigna que el capitán Alzóla murió en el combate. La declaración de Tomé Her-
nánaez, el español que Cavendish recogió en el estrecho de Magallanes, publicada
por apéndice de los viajes de Pedro Sarmiento de Gamboa, da mucha luz relativa
mente á la primera parte del viaje.
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ARMADA F.Sl'ANOI.A.
4O4

térra al cabo de dos años y menos de dos meses, entrando


con las velas forradas de seda, los marineros vestidos de da
masco, los palos y vergas empavesados.
Cavendish escribió relaciones de la jornada, destinadas al
Almirante de Inglaterra y al público, contando en las prime
ras «haber rodeado el globo del mundo, trayendo inteligencia
cierta de todos los lugares que fuesen sabidos por algún cris
tiano»; diciendo en alguna de las otras que había reñido com
bate sangriento con el Almirante de la mar del Sur, y to
mado la nave más rica que jamás pasó aquel mar, como que
valía el cargamento tres millones y medio, por mercaderías
que no cabían en su bajel y que tuvo que destruir en mayor
parte. De una de aquellas relaciones, la que puede conside
rarse oficial, se proporcionó copia el Duque de Pariría y la
remitió al Rey desde Bruselas con fecha 29 de Noviembre
de 1588 '; otras se imprimieron 2, y con el rumor del vulgo
envió suplementos el embajador D. Bernardino de Mendoza,
escribiendo á D. Felipe *: «A los 5 de Diciembre, el capitán
Candis, nuevamente venido del Perú, dio á comer á la Reina
en su navio, donde hizo bravadas más de lo que podría decir;
la cámara donde comió la Reina era tapizada de tela de oro
y plata Sin duda debe de haber traído grande riqueza; los
marineros traían cada uno una cadena de oro al cuello; las
velas eran de damasco azul, y los estandartes de tela de oro
y seda turquina, maravillosamente ricos. ParescíaqueCleopa-
tra estaba resuscitada; no faltaba sino que el cordaje fuese de
seda Entre otros propósitos que tuvo la Reina, dijo: «El
»Rey de España bravea mucho, pero no muerde. No se nos
»da nada , aquí vienen navios de las Indias cargados de oro
»y plata.»
No he logrado averiguar cuántos hombres trajo consigo el

1 Guárdase en el Archivo de Simancas, con signatura, Estado Flandes, Leg. 594,


folio 151.
" Tlie prosperous Voyage ofM. Candish, Esq. etc. First volume of Navigantium at
llinerantium Bibliotheca, lib. 7, cap. V.
3 Carta de 7 de Diciembre de 1588. París, Archivo Nacional, K. 1569, B. 62.
pieza 6.
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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. 4Ó5

circunnavegante de los 123 que salieron de Inglaterra, mas


no debían de ser muchos, restados los tripulantes de la nave
que desapareció, los que por enfermedades fallecieran en los
dos años largos de campaña, y los que perdió en encuentros,
que ascendían por nuestras listas á 58-
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APÉNDICES.
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APÉNDICES.

NÚMERO i.

Discurso de D. García de Toledo sobre los inconvenientes que tienen cargos de


generales de galeras.

Si Vm. se acordara de la negociación para dejar el cargo que tenía en


la mar y la diligencia que hice para deshacerme de mis propias galeras,
entendiera muy bien lo que yo le debiera aconsejar en lo que ahora me
pregunta, y así me quitara la ocasión de darle pesar con apartarme con
mi parecer de todo aquello en que conozco que está inclinado; pero mejor
es que Vm. le reciba ahora en este principio, que no sentirle al fin en la
persona, en la hacienda, en la vida, en la honra, y quizá en el alma;
aunque debajo de esta generalidad se podría dar de mí por aconsejado, to
davía por su satisfacción he querido entrar en las particularidades que diré,
certificándole que no se pueden acabar de decir los tropiezos que hay en
este oficio.
La navegación tiene por contrarios los cuatro elementos, el agua sobre
que se anda, que es el primer enemigo; andando en ella tenéis el fuego,
que es el segundo; el aire, que es el que siempre andáis deseando y lla
mando, es el que os trabuca yendo á buscar el puerto ó por voluntad ó
por fuerza. Embestís en las peñas y al fin dais al través en la tierra, que
es la que os habría de recoger, sin otros infinitos peligros y males que hay
en este ejercicio.
Estando en tierra tiénese por muy inquieto el que se ha de guardar de
solo un enemigo: en la mar os habéis de guardar de muchos, los cuales
os están de día y de noche mirando en el rostro para tomarla primera
ocasión que se les ofrezca, y como interesados de trabajo en toda la vida,
saben la bien ejecutar.
Fuera de la mar buscáis un amigo y dos de quien fiaros, y aunque se
tenga bien en qué escoger en casta y en bondad , se halla con trabajo. En
la mar habréislo de hacer de muchos que ni tienen el uno ni el otro; antts
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ARMADA ESPAÑOLA

en lugar de casta y virtud tienen vileza, interés y maldad ; y de éstos,


forzoso depende una gran parte del servicio del Rey , y de la propia honra
del que los manda.
Lo de la mar está mucho más sujeto á la fortuna que otro ninguno caso
de cuantos se tratan debajo del cielo; porque muchas veces un capitán go
bierna con gran cordura un designio ó una navegación, y por haberlo
bien gobernado lo viene á gastar todo. Esto lo saben mejor los que lo han
tratado que los que lo oyeron; así que en muchas cosas no os vale eljuklo
ni la experiencia aunque la tengáis, y en infinitas os destruye el no te
nerla; de manera que se puede decir que se toma el lobo por las orejas,
que si le tenéis es peligroso, y si le soltáis ni más ni menos. En esta mate
ria se pudieran decir muchos casos bien gobernados con ruines sucesos;
pero quien quisiere considerar el continuo mal del navio en que anda, la
inquietud del agua que le sostiene y la variedad de las cosas que se ofrecen,
verá que no puede haber firmeza en nada, y podrá bien juzgar la poca se
guridad que hay en este oficio, y cuan en manos de la fortuna trae el ser
vicio del Rey y su honra: y si, como debe, ha de poner por principal lo del
alma, no se puede nesar que hay muchas ocasiones para ponerla en pe
ligro.
Quien quisiera adivinar lo por venir halo de medir por lo pasado, y si
lo hiciere así, podrá considerar cuan gran número de capitanes de mar ha
habido, y verá el poco fruto que han sacado de sus trabajos, y de infinitos
que podría nombrar de los que han continuado el oficio no podría señalar
dos á quienes haber envidia; y podría nombrar á muchos á quienes tener
lástima por muchos caminos, unos por haberlos bebido la mar, otros por
haberse hecho pedazos en tierra con sus navios, otros por haber muerto á
manos de enemigos, otros por haber q-iedado al fin de sus trabajos por
esclavos de turcos, otros por haberles quemado sus bajeles, otros por ha
berles llevado sus propias chusmas á Berbería, y otros por sostener sus le
ños han destruido la poca hacienda que tenían en la tierra.
No quiero hablar de armadas de romanos ni de cartagineses, ni tratar
de la facilidad con que se perdían las unas y las otras, ni traer á la me
moria antiguallas, aunque no serían fuera de propósito, ni trataré de la
navegación de catalanes, ni genoveses, ni pisanos, ni de otros infinitos que
han tenido galeras, ni diré la destrucción que vino f jr los unos y por los
otros, porque quien viere que anda en casa sin cimientos, ó en árbol sin
raíces, podrá ver bien el fin que podrá tener. Pero diré sólo, por no alegar
tiempos que están fuera de la memoria, que de la empresa de Túnez acá
no ha quedado capitán de mar de cuantos S. M. ha tenido en sus reinos á
su sueldo, que no se haya perdido; y esto no sólo una vez, pero ha habido
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APÉNDICES. 411

algunos que se han perdido dos, y otras ellos y sus galeras; y por no tor
narlo de nuevo á la memoria, no diré particularmente ni nombraré los
capitanes por las mayores pérdidas, así por manos de enemigos como por
manos de fortuna; há tan poco que sucedieron, que los niños de cuatro
años se pueden acordar de ellas.
De todos estos males ha sido Dios servido de librarme á mí solo, ó de
sacarme con menos daños que á oíros, y cuanto más he tenido en esto
próspera la fortuna, tanto más razón tengo de temella; y si como hombre
debo considerar la causa por que me he librado de estos males, bien veo
que no he de pensar que ha sido por prudencia ni experiencia, que otros
más prudentes y experimentados he visto perderse en mi tiempo. Pero
dejando aparte la voluntad de Dios, de cuya mano depende todo, creo que
lo que me ha aprovechado es haber dejado la mar; así que no sé yo cómo
aconsejaría á nadie que entrase en ella; antes confesaré que con veinticua
tro años de navegación nunca hice cosa de marinero sino el día que dejé
de serlo, y este día me pareció y me parece haber aprendido algo.
De los trabajos é inquietudes, zozobras y desasosiegos que pasa un capi
tán de mar cada hora y cada momento; de las descomodidades que de su
cargo y de su gente recibe, no quiero hablar, porque un hombre de bien
por todo ha de pasar para llegar á la honra que pretende; pero bien os
quiero acorda'r que el día que os falta la paga falta luego la manera de poder
sustentar un navio y ciérranse las puertas á las ocasiones que os han de
honrar, y ábrense las que os han de destruir; porque el poco amor que os
tiene la gente, el cual es fundado en el interés del sueldo, se torna luego
en odio; pierden os la obediencia y el respeto, y los que traéis para hon
raros os deshonran. Atrévense á notables bellaquerías y licencias que to
man , y no pagándolos parece que no los podéis castigar; por todas las
partes adonde llegáis van haciendo desórdenes, y de los que hace vuestra
gente cobráis, no sólo mala fama, pero tantos enemigos, y los que menos
mal hacen son los que os dejan en el tiempo en que más los habéis me
nester; y de esto sucede muchas veces vuestra pérdida y de vuestro bajel:
de las ruines pagas venís á comprarlo, todo más caro, porque lo hacéis
fuera de tiempo, y de aquí viene á no bastaros el sueldo, y traer el navio
mal en orden y de tal manera que dais con la carga en tierra. Las pagas
no las podéis tener en vuestra mano no teniendo consignación de ellas, y
aun teniéndolas es peligroso que, después que os vean en el juego, no os las
suspendan, porque las necesidades de los reyes fuerzan muchas veces en
esto; ¡pues mirad cuántos más trabajos pasaréis no teniendo vuestro sueldo
consignado! Pues poner un hombre su honra y el servicio de su rey en
peligro de pender de la voluntad y mano ajena, vos podéis considerar lo
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412 ARMADA I.Sl'ANOI.A.

que esto importa; y pues tenéis juicio para todo, ved qué dos cosas os
mueven á desear esto: la una pareceres que ganaréis honra, y la otra que
acrecentaréis vuestra hacienda ; estas dos cosas justo es procurallas, pero
ha de ser de manera y cosa tan firme que no aventuréis á perder lo que
tenéis ganado , ni ponerla á manifiestos y evidentes peligros; porque siendo
cosa que aun en las propias manos se ha de mirar mucho cómo se pone,
mirad que será dejalla en poder de tantos casos, y tan inciertos y de tales
gentes como las que os tengo dicho. Quiero también advertiros que los
males que digo han sucedido de Túnez acá, una gran parte ha sido en
tiempo muy próspero; pues si en estos tiempos ocasionan cosas adversas,
mirad si en las que ahora corren es cordura ponerse nadie en ello pudién
dolo excusar. Demás de lo que toca á la fortuna mala ó buena, que ésta se
puede mudar, habéis de mirar la falta que hay de marineros, que, como
primero se servían las galeras de oficiales, son forzadas ahora á servirse de
remendones; y si decís que les daréis buenas pagas, que los trataréis bien,
lo mismo piensan hacer los otros, y esto sería si los hubiese; pero unos
por desgracia, otros por muerte y otros por cautiverios, se han perdido
tantos que viene á haber de ellos la falta que digo, y por esta causa está
la navegación más peligrosa que lo que solía.
Mirad también que por lo pasado andaban las galeras y las armadas con
mucha mayor seguridad de lo que andan ahora, porque, como eran todas
las chusmas viejas y prácticas de mucho tiempo, entraban las pocas y las
muchas á hacer lo que querían, sin temer que las de turcos y moros las
pudieran alcanzar; iban tan seguras que todo lo que descubrían era suyo,
porque no se les podía escapar, y de esto sacaban honra y provecho, y lo que
sacarán ahora de estos tiempos será deshonor y daño; porque con las ga
nancias que los turcos han hecho han recrecido el número y la bondad
de los navios, y de nuestras pérdidas ha sucedido perder los nuestros el
número y la bondad; porque el capitán que ha perdido de cuatro galeras
las dos, por armar una más ha quitado la bondad á las que le quedan; de
manera que ni están para huir ni para alcanzar, y muy aparejadas para
recibir deshonras y daño, como os tengo dicho al principio. Si me dijé-
redes que no siempre encuentran enemigos, de esto os podría yo respon
der que si no se encuentran que no hay honra ni ganancia, que son las
dos cosas que pretendéis; pero dado que fuese honroso y provechoso no
encontrallos, ¿no os parece que para sólo esto es menester la chusma
buena? Porque no sólo vos con las galeras que queréis comprar, pero cual
quiera general de la mar ha de considerar que la buena chusma, no sólo
le hace hacer grandes efectos, mas le asegura de grandes peligros á él y
á la armada; porque si no las tienen cuales conviene, ¿como él, con chusma
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APÉNDICES. 413

nueva y con nueva armada, podrá librarse de una mar por proa, ó de pro-
hejar un viento fresco, ó de hacer dos ó tres horas más presto una llegada
á tomar un puerto, que muchas veces por tomarle una hora más tarde ó
más presto se viene á ganar ó á perder? Pues mirad si es bien poneros vos
á navegar en tiempos que se tienen pocas dichas con galeras nuevas y
marineros mal prácticos, y casi del todo perdido el ánimo que solían tener;
y esto del ánimo no lo estiméis en poco, porque es uno délos mayores in
convenientes que he dicho ni podría decir. Con una galera y una galeota
casi tan grande como ella, fue Zigala á pelear, con mucha gente dentro de
ellas, con una galeota y dos fustas, y si fueran los ánimos iguales, ven
taja tenía la galera; pero era de los nuestros perdido, y el de los turcos
doblado por los sucesos apuntados; perdió brevísimamente la que llevaba;
no penséis que le hizo ningún útil lo dicho, de manera que os ponéis en
peligro de deshonra si huís con iguales fuerzas, y si esperáis con ellas de
deshonra y daño; porque muy pocos consideran los tiempos, y muchos os
darán culpa del suceso; y si alguno que lo entendiere os disculpare, la
multitud, que puede hablar en lo que quisiere sin haber ley que la ponga
pena porque habla en lo que no sabe, pornaos en lo que merece estar el
que no cree el buen consejo de su amigo.
Si fuéredes tan cuerdo que queráis ir considerando los tiempos y el
ánimo de los vuestros, y moderar 'la ejecución ó ocasiones, fácil es de
salir con ellas apartándoos de las difíciles y peligrosas; luego dirán que
sois cobarde y que nunca creyeron tal de vos. Si como prudente os acor-
dáredes que, siendo las chusmas nuevas, no conviene navegar con recios
tiempos, añadiendo á esto también la falta de marineros que os tengo di
cho, y que poco á poco queráis, en los meses menos peligrosos, ir ha
ciendo la chusma y el marinero para, si fuese menester, sacarla después á
volar en los meses no tan seguros, deciros han también que sois amigo
del puerto y de comer el sueldo en él, y que para esto vale más que el
Rey no tenga galeras. Así que ni la lengua es tal que pueda responder á
todo, ni la espada tan larga que pueda castigar á tantos.
Si con estas dificultades se junta meterse el general en las particulari
dades que como á capitán os puedan tocar, ó quisiere poner patrones!
cómitres ó oficiales en vuestras galeras, ó el que los vuestros tuviéredes,
queriéndoles castigar os le mandare soltar, ó diese oído á los. que de vos
quisieren murmurar, os hallaríades en un gran piélago de confusión, por
que, no podiendo contestar á todos, es forzoso tener enemigos, en especial
queriéndolos poner en nueva manera de vida; así que podéis pensar qué
descanso sería éste para juntarle con los otros trabajos; pero esto aun se
podía sufrir estando en presencia de dicho general, porque pcdríades siem-
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4I4 ARMADA ESPAÑOLA.

pre dar razón de vos; pero sucederá muchas veces estar ausente para no
saber la acusación ni para poderla justificar.
Si me dijéredes que Andrea Doria, siendo soldado de tierra, nunca se
acrecentó, y que, siendo marinero vino brevemente á ser capitán general
de un tan gran Príncipe, digo que aunque es uno de los dos que quizá os
podría nombrar para tener en este caso envidia del, os podéis acordar, lo
primero de que aquéllos eran otros tiempos, y la variación dellos hace al
gunas veces ver estos milagros, con los cuales engaña la fortuna á otros
muchos. También podréis considerar que el mismo Andrea Doria que me,
señaláis, quince galeras que tenía, si se las contáis, perdió más de sesenta;
y si éstas pérdidas le sucedieran antes de llegar al punto de la reputación
en que estaba, fuera imposible alzar más cabeza, y si le acaecieran en el
tiempo que servía al Rey de Francia, como le sucedieron con el tiempo
del Rey de España, él quedara donde han quedado los que os digo; así
que no habéis de poner á cuenta de la mar estas sus grandezas, sino á
cuenta del amo que la sostuvo á pesar de la mar y de la fortuna.
-Si por ser uno capitán general de grandes armadas se escapara de los
inconvenientes que os tengo dicho, aun teníades algún color de contrade
cirme en algo; pero cuanto es mayor la armada tanto es menor el puerto,
y cuanto es menor el puerto tanto es mayor el peligro de los bajeles que
en él están ; y cuantas más galeras, más inconvenientes, así por el peligro
del navegar, como el de no hallar tan fácilmente las partes adonde meterse.
Cuántas veces pensáis vos que un capitán de veinte galeras halló abrigo
para diez y no para veinte, y por esta causa se ha de salir del puerto y
meterse con todas en la mar para salvarse, y por ser honrado y no querer
perder nada sin poder hacer otra cosa, lo aventura á perder todo; otras
veces, por no caer en este inconveniente, se hace fuerte en el puerto ó
reparo pequeño y viene allí á dar al través, como le acaeció á D. Juan de
Mendoza en la Herradura; ¿pues negarme héis que no le fuera á él mejor
ser capitán de diez galeras que no de veinte? Pues creed que ser capitán
de grande armada á las veces aprovecha, pero muchas daña; y creed tam
bién que otras infinitas holgaréis ser más presto capitán de pocas que de
muchas, por estas y otras causas que por no hacer larga la escritura dejo
de decir; pero porque estáis más cerca de ser capitán de poco número, os
diré una cosa á vuestro gusto en pago de cuantas os he dicho á vuestro
disgusto, y ésta es que, siendo capitán de pocas galeras, os podéis atrever
á probar con obra lo que aquí digo con palabras, y si no os halláredes bien
dejarlo, porque ni habrá nadie que lo estorbe, ni mirará el Rey en ello; y
si fuéredes capitán de ciento no lo podéis probar para dejarlo, porque el
entrar está más en vuestra mano que el salir de ello; porque siendo de
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APÉNDICES. 415

cargo tan honrado y tan principal, y nunca dado en nuestros tiempos á


nadie, y al parecer de las gentes que miran sólo banderas y estandartes y
entradas de puertos, el mayor que el Rey puede dar, luego van investi
gando por qué lo dejan, y si lo dejáis por los casos que aquí tengo dicho,
ó por malas pagas, ó por no daros la autoridad que conviene para servirle
bien en ello, ó porque se den oídos á quien mormurase de vuestras accio
nes , encaminándolas vos conforme á su servicio, ó por otras causas porque
un general puede dejar de serlo por no perder su honra, luego dais causa
á que se diga, y con razón, que habéis tenido más cuenta con vuestro par
ticular que no con el servicio de vuestro Rey, y el disculparos vos no puede
ser sino culpando á quien servís, y de esto se viene á desdeñar y tener por
deservido, como lo ha hecho con otros que le han servido con tan gran
cargo. Pues mirad si estaría en buen estado el que se hallase en desgracia
del Rey, que por este camino está muy fácil de suceder: y si continuáre-
des en el oficio que decís que tuvo Andrea Doria, estáis muy á punto á
servirle mal, aunque lo supiéredes servir bien; porque habéis de creer que
el vasallo ha de mirar á muchas más consideraciones de las que mira el
que no lo es, y también podéis creer que hay diferencia de nacer en Genova
ó nacer en Vallatlolid, y si aquí naciera Andrea Doria, no sé si le fuera de
la manera que le fue, estando os en vuestra casa,' pues tenéis honra y se
tiene opinión de vos, podéisla más fácilmente sustentar y mantener sin
andarle aventurando á los peligros dichos, y no tengáis en poco sustentarla
porque es casi tanto como ganarla, y la hacienda es la segunda causa que
os mueva; bien sabéis que con estaros quedo la acrecentaréis á libras, y que
por este otro camino la podéis disminuir á quintales, y el provecho más
seguro y lo que más acrecienta la casa es lo que se saca cada año de la
propia hacienda, y ésta es remuneración que no puede faltar, y alargando
la vida tenéis cada año esta ganancia, demás de los peligros que os he di
cho, la descomodidad del andar en la mar abrevia fácilmente la vida, por
que el sol del día y el sereno de la noche, con otras muchas desórdenes que
se hacen, acaban la salud, y desto sucede la muerte, y con ella se acaba el
acrecentar la casa y la hacienda, y tras esto viene la destrucción de vuestros
hijos y entrar luego en manos de tutores y curadores, y que vos sabéis bien
en el término en que está el que está en sus manos; y si estas cosas con
viene á otros considerarlas, á vos conviene mucho más, porque gran
parte de vuestra hacienda la tenéis de por vida que á otros que pierden
sólo el padre, pues los vuestros perderían padre y hacienda. El ejemplo de
esto tenéis delante si os acordáis de lo que ha perdido D. Francisco de
Mendoza con su muerte y el daño que con ella ha hecho á sus casas.
{Academia de la Historia. Colección Salazar, K. 27, fol. 69.)
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4 I *> ARMADA ESPAÑOLA.

NÚMERO 2.

Socorro de Malta.

1565.— Mayo 31.—Mesina.—Carta de D. García de Toledo al Rey exponiendo la necesidad de


socorrer á Malta.

S. C. R. M.—Dende á tres horas que partió el correo que despaché á


V. M. á los 28 del presente, llegó el qu¿ me trajo el despacho de V. M. de
los tres de Mayo, y por ser respuesta de cartas mías hay poco que respon
der á él, habiéndolo hecho estos días tan largo y con tantos correos. Lo que
importa agora es decir, como tengo escrito por las pasadas, que si Malta
no se socorre, según lo que veo que de allí escriben, la tengo por perdida,
pues los que están dentro dan tanta claridad delloá quien en estos casos se
debe dar crédito.
El dar la infantería de los reinos no se puede siempre hacer sin aventu
rar algo; pero cuando no se pueda remediar á todo, siempre me parescería
que se debe acudir á los inconvenientes mayores, y no por lo que está por
venir dejar de remediar lo presente, en especial siendo de tan gran im
portancia. Yo he escrito á V. M. lo que entiendo convenir á su servicio;
á V. M. toca el ser juez de lo que más importa, y á mí me queda sólo que
decir que si se me da esta gente y la demás que he demandado, que pro
curaré cuanto sea posible que no sucedan desgracias en Malta ni en otra
parte, y que con el ayuda de Dios, á lo que entiendo, espero en Él que
me la dará, no solamente para evitar males, pero para bienes; y si no me
moviese el celo y servicio de V. M. y de su reputación, y defensa y guardia
de todos sus reinos y estados y bien de la cristiandad, no haría la instancia
que sobre esto he hecho y hago, porque arcabuzazos no es cosa tan sabrosa,
ni aventurar hombre tan á la clara su vida, que por antojos se vayan á
buscar , ni soy tan temerario que no tema como quien quiera estos peligros,
y quizá más. Pero yo digo á V. M. que querría más estar en el hondo de
la mar que creyendo que quizá se podría remediar lo que digo , dejar pasar
ocasión que tanto mal y daño traería, y plegué á Dios que no llegue presto
tiempo en que V. M. se acuerde de lo que sobre esta materia escribo y
tengo escrito si no se procura el remedio con brevedad.
He dicho también á V. M. que no es materia que sufre medios, y que
los españoles, que son el principal nervio de este negocio y mi principal
esperanza después de la de Dios, que no se han de disminuir, dándome
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APÉNDICES. 417

unos y quedando otros, porque en tal caso no me pasará por imaginación


emprender cosa contra los enemigos, porque este no es juego de jugarle
sino con cartas viejas conoscidas y señaladas, y no con soldados levantados
de dos días; en compañía destos primeros es bien que entren estotros; pero
nuestra nación ha de ser el fundamento y la piedra sobre que se ha de
fundar esta máquina.
Y si á V. M. le paresce, como tengo dicho, de más importancia sacar
esta gente de los reinos y presidios y partes donde está, que estaban á lo
que podría suceder, mándeme luego avisar dello, porque despediré el gasto
destas naves, que es grande, y excusaré otros que forzosamente se hacen,
porque sentiría mucho no hacer nada y gastar el dinero. Y la provisión
que V. M. ha hecho de dineros por cédulas ha sido muy conveniente.
De hablar hombre en lo que no tiene á cargo, aunque no dejo de tener
alguna plática dello, no puede ser sino ignorancia; pero á mi parescer yo
conozco los hombres de Ñapóles, y no alterando las respuestas ó órdenes
que de ahí se enviaren, no podría imaginar que haya de haber movi
miento. Lo que se podría considerar y lo que creo que debe de mover á
V. M. á ir detenido en lo del dar de la gente, es parescelle que si perdié
ramos la batalla de mar, que poniendo en ella toda su infantería y aven
turando toda su armada, que quedarían sus reinos desnudos de dos reme
dios tan grandes para su defensa, como son soldados y galeras. Por este
peligro yo tengo por cierto que un día ó otro se ha de venir á pasar, por
que pretendiendo V. M. el señorío de la mar, y pretendiéndolo el Turco,
no es posible excusar que no se venga á conoscer esta superioridad por
batalla de mar, de manera que por rehuir agora lo que digo, no se ataja
este inconveniente, y si á él habernos de venir, más vale que vengamos
sin haber perdido á Malta, que después de perdida.
Si esto se teme, como se ha de temer con las cosas de estado, podríanse
desde luego alistar alguna cantidad de tudescos, tener nombrados y alis
tados otro número de españoles, mandar desde agora asentar nuevas ga
leras en las tarazanas, apercibir con las consideraciones que á V. M. le pa
reciese cuantidad de naves y urcas en Poniente: con estas provisiones, con
no estar muy poderosos los príncipes que podrían enojar á V. M., creo que
bastaría esto para que no se moviese nadie.
Y si á V. M. le pareciese que no habiendo galeras todo esto importa
poco, podriánseme dar los españoles que pido y procuraré con ellos el se
gundo remedio, que es ver si habrá forma de ponellos en tierra, remediando
por algunas formas lo de la vitualla, y saltar yo con ellos á romper los
enemigos que están en la tierra, y para esto he menester gente aún más
escogida, porque para que las galeras vayan bien reforzadas y se puedan
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418 ' ARMADA ESPAÑOLA.

bien retirar, es menester tomar las mejores, y no siendo de tan gran nú


mero no podran llevar tanta gente como convernía para combatir con
treinta mil hombres que habrá en tierra: así que es menester que supla
la bondad, y con ella ternia muy gran esperanza, porque gente des
armada y sin orden no puede competir con la ordinaria de V. M., tenien
do entrambas cosas, y con ellas más valor.
Desta manera quedarle ha á V. M. el armada de mar, con la cual se
podrá remediar á los inconvenientes que pudiesen suceder; aunque podrían
estar las cosas en términos que fuese más seguro combatir por mar que
por tierra, y el quitarme poder escoger en lo uno y en lo otro es de muy
grande importancia. Ni de la batalla de tierra quedará V. M. tan poderoso
si la vence como de la de mar, si por acá parescicse ponello por obra.
Yo he dicho por las pasadas y por esta lo que entiendo; lo que agora
conozco que me queda por hacer es no importunar más á V. M. sino tener
por bueno cualquier cosa que mandare.
No habiéndose de combatir por tierra ni por mar, lo cual no haré, ni
por la una parte ni por la otra no trayendo la gente que escribo, en tal
caso comparesceré delante de la isla de Malta, como el maestre escribe,
por ver si la confusión del ser la armada de V. M. diese alguna ocasión á
los de Malta para hacer algún buen efecto; pero estas son cosas flacas, y
aunque podría salir dellas algún fruto, todavía lo tengo por de poco mo
mento.

Hecho esto, irme he en Levante con las galeras que me paresciere á des
truir y quemar lo que pudiere; dejaré lo de aquí como conviene para no
rescibir daño, pues no es bien quepor ayudar á lo de Malta se me pase el'
verano en el puerto. Esta es mi determinación hasta agora, si V. M. no
me manda otra cosa. Si paresciese otro, puédemelo mandar con la res
puesta désta, y digo que para no haber de hacer más de las dos cosas, que
la gente que V. M. me cuenta es bastante para traer en orden este verano
sus galeras.
Si me paresciere levantar algunos pocos de italianos para meterlos en
esta armada, por dejar más en orden lo de aquí, hacello hé; y con cual
quiera ocasión que haya en Malta de que dar aviso á V. M., lo haré con
correo propio.
V. M. tiene razón en pensar que yo habría recogido la gente de Córcega
para lo de aquí, no habiéndolo podido hacer con las galeras que aquí tengo
por la ida de Malta, de la Goleta, y por la enviada de las ocho galeras á
España con chusmas de diez y seis. Escrebí á las galeras que estaban en
Genova dende los lo y 15 de marzo que estuviesen en orden para traér
mela, y hasta hoy que estamos en junio no las he podido sacar del puerto;
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ATÉNDICES. 419

y á las del Duque de Florencia, dende que partí de Ñapóles, les escribí que
viniesen luego á la guarda de aquel reino, y tampoco lo hicieron al tiempo
que debían; hubiera desde entonces á las unas y á las otras quitado el
sueldo hasta el día que aquí llegasen, como lo meresce el que no sale á
servir cuando se lo mandan; pero esta suspensión de salario me costara á
mí más cara que no á ellos.
Y V. M. tenga por fee que si á los que le sirven da causa para que anden
mirando en lo que á ellos les cumple, que V. M. será mal servido y pa
garlo ha su hacienda, porque hay al fin pocos que se quieran destruir por
el servicio de sus amos, y si hay algunos, no se si le conviene á V. M. re
tirarlos de su buen.celo. Y algún día espero que V. M. me hará merced
de darme licencia para irle á besar los pies y hablar sobre estas materias
y otras que cumplan á su servicio, pues por mis cosas pocas veces me han
llevado hasta agora á la corte de V. M., llevarme han las de V. M. á su
tiempo, pues las tengo por más propias.
Guarde Nuestro Señor la vida de V. M. por tan largos años como sus
criados y vasallos deseamos y la Cristiandad ha menester. De Mesina á
último de mayo de 1565.—Criado y vasallo de V. M. que sus reales pies y
manos besa.—Don García de Toledo.
Colección Navarretc, t. 33. Publicada en la de Documentos inéditospara la Historia de Es
paña, t. XXIX, pág. 165.

NÚM. 3.

Inscripciones grabadas en el pedestal de la estatua de D. Juan de Austria


en Mesina.

Philippus Hispaniarum et Sicilúe Rex ¡nvictus juxta ac catholicus, Pió V, Pont. Max.
S. Q. Venet. in Selimum Turcarum Trine, orientis tyrannum Christiani nominis hostem
immanissimum ferdus componit.

[oannes Augustus Caroli V. imp. filius, Philippi regís frater totius classis ¡mperator summa
omniuti consensione declaratur, is in hoc portu Mamertino ducentarum septem longarum
navium, sexque majorum totius fa'deris classe coacta ad XVI. Cal. Üctobr. e freto solvit
ad Echinadas Ínsulas, hoEtium Turcarum naves longas CCXC. animo invisto non. Octobr.
aggreditur inaudita celeritate, incredibili virtute triremes ccxxx. capit. viginti partim
flammis assumit, partim mergit, reliqux vix evadere potuerunt, hostium ad XV. millia coo-
dit, totidem capit, Christianorum captivor. ad XV millia in libertatem asserit, et metu quem
hostibus immisit Christo semper auspice remp. Christ. liberavit ann. MDLXXI.

Messanam 1111. nun. Xovemb. victor revertitur ingentique omnium kctitia triuinphans
excipitur, ad gloriam ergo et tetera! nomin. Philippi regís, tantaeque victoria: memoriam
sempiternam Joanni Austrio fratri B. M, fort. felicissimoque princ.

S. H. Al.
S. P. y. Messanensis P.
Patribus Conscriptis.
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430 ARMADA ESPAÑOLA.

Chrislophoro Pisci, Jo. Francisco Balsamo, D. Gaspare Lucanio, Antoniu Acciarello


D. Thoma Marchetto, Francisco Regitano, mdlxxii.

Gesta fidem superant, Zande, ne longa vetustas


Deleat, hic vultus finxit in are íuof.

Hotem horis binis superas, datur ;ere colossus,


Nunc eat, et factis obstrepet invidia.

Jam satis ostensum est quo sis genitore creatus,


África regna parens, ip^e Asiana donn^.

Non satis unus erat, victo tanto hoste, triumphus.


H^se triumphator semper in yre potes.

NÚM. 4.

Conflicto anseático-español en el siglo XV.

En el Boletín de la Academia de la Historia, año 1896, t. XXVI, pá


gina 30, se han publicado curiosas noticias del Sr. D. Antonio María Fa-
bié relativamente á los Apuntes par-a la historia sajona sacados de los
archivos de las ciudades anseáticas y dados a luz en Dresde por el señor
Konrad Hábler. De ellos interesa á la marina nacional el capítulo que
tiene por título El conflicto anseático-espafwl de 1419 y los tratados con
España, ocurrencia de que yo no he encontrado rastro en nuestros anales,
y de que, por tanto, en el libro de La Marina de Castilla, sólo hice-vaga
indicación \
«Parece ahora que el rey D. Enrique III había publicado en 130S una
ordenanza prohibiendo que embarcaciones extranjeras tomaran carga en
puertos de Castilla, á menos que no hubiera en ellos ningún navio nacio
nal en disposición de flete. Parece también que por cuestiones y diferencias
había sufrido perturbación el comercio, bastante activo, existente entre
España y las ciudades anseáticas, llegando á los extremos de saquear los
barcos de Rampon, corsarios castellanos en 1342, y de detener mercancías
españolas embarcadas en naves de aquella asociación político-mercantil,
en 1398.
»En 1413 confirmó D. Juan II la prohibición de que los navios del Ansa
vinieran directamente á cargar mercancías en su reino; pretendía que las
tomaran en el mercado de Brujas de las que conducían embarcaciones es-

1 Cap. XIII, pág. 185.


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APÉNDICES. 421

pañolas, como hasta entonces era costumbre. No obstante la notificación


oficial, el Ansa despachó para Galicia gran flota en busca de artículos de
considerable valor; la armada del Rey salió al encuentro y la destruyó
completamente.
»Agravaba por entonces la tirantez de relaciones la guerra existente en
tre Francia é Inglaterra, porque al paso que Castilla estaba al lado de la
primera, auxiliaba á la segunda el Ansa, y de aquí frecuentes choques
en la mar, presas y represalias. A mediados de Noviembre de 1419 salió
del puerto de la Esclusa otra flota que, encontrada sobre la Rochela por la
castellana que regía Juan de Camporredondo, peleó, quedando en poder de
los españoles cuarenta navios ricamente cargados. A su vez los anseáti
cos apresaron en Flandes mercancías del armador Lope Vázquez, quien
obtuvo del Rey de Castilla autorización y poderes para reclamar indemni
zación de 20.000 coronas.
»Los mercaderes aspiraban á normalizar las antiguas relaciones amisto
sas, y fueron los del Ansa los primeros que dieron pasos en este sentido, en
viando á Castilla, á fines de verano de 1420, una embajada compuesta de los
comisarios Robrech van Bouchonte y Bondine Andríes, poco afortunados
en el principio de la negociación, si bien consiguieron que las reclamacio
nes de todos los perjudicados hasta entonces se sometieran á examen. En
virtud de esta declaración expidió el Duque de Borgoña decreto en 12 de
Agosto de 1421, ordenando que las mercaderías llegadas á la Esclusa en
embarcaciones castellanas ó de cualquiera otra nación, fueran intervenidas
por comisión mixta, compuesta por dos representantes de los mercaderes
de Castilla y dos empleados suyos, procediendo á gravarlas con un dere
cho de 1 pbr 100 de su valor como indemnización de los daños sufridos
por los borgoñones desde los sucesos de 1419.
»Los del Ansa no se satisfacieron con esta determinación, que á ellos no
beneficiaba derechamente, y continuaron en la mar los atropellos y apren
siones de bajeles, sin mediar declaración de guerra. De aquí se originó
que unos y otros navegaran en flotas bien armadas, y que á la sombra de
la hostilidad aparecieran corsarios ingleses que aprovechaban las circuns
tancias en las inmediaciones de sus puertos.
¡►Transcurridos seis años, durante los que pagaron las mercancías caste
llanas el derecho mencionado en la Esclusa, envió el rey D. Juan á Flan-
des á su escudero Sancho de Ezpeleta en comisión cerca del Duque de
Borgoña, que dio por resultado transacción, pactándose, primero, la supre
sión del impuesto; segundo, la concesión de Lonja en Brujas, y tercero,
la institución de un cónsul en la misma ciudad con objeto de asegurar en
ella y las limítrofes la libertad de comercio de los castellanos. El convenio
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<2J ARMADA ESPAÑOLA.

se firmó el 11 de Octubre 1428 , con cláusula adicional por la que los fla
mencos no harían reclamación relacionada con presas que los de Castilla
hicieran de navios anseáticos.
«Mortificados los directores de esta asociación, amenazaron con prohibir
la importación del principal artículo de comercio procedente de Castilla,
que era la lana, y empezaron á gestionar para que el Duque de Borgoña
enviara otra embajada al rey D. Juan, encaminada á poner término al con
flicto que tanto se iba prolongando. Trajo esta misión Henrich Schumar
en 1433, compareciendo por el mes de Julio en Ocaña, donde se hallaba el
Rey. Sus gestiones tuvieron éxito; recibió carta de D. Juan II manifestando
estar dispuesto á tratar con el Ansa; sin embargo, habiendo llegado á
Flandes flota castellana con gran cargamento, creyendo sería admitido
por los anseáticos, no fue así, y tanto hicieron pagar los armadores la
contrariedad, despachando corsarios, que no había nave alemana segura,
perseguidas en todo el mar.
»Esta actitud puso término al conflicto, pues vino nueva embajada en
representación de la orden de Mariemberg y del Consejo de Danzig, como
mediadora, y por sus gestiones, una armada que fondeó en puerto inme
diato á Brujas en el verano de 1443, llevó poderes para acordar suspensión
de hostilidades entre alemanes y castellanos. Pactada el 15 de Agosto, se
convino en que no hubiera indemnización para ninguna de las partes, por
que si bien el Ansa no había hecho presas de importancia en navios de
Castilla, se tenía en cuenta la necesidad que obligó al rey D. Juan á enviar
escuadras á los mares del Norte para proteger la navegación de sus subdi
tos. El convenio se firmó ante el notario flamenco Hoofsche y el padre
agustino Alfonso de Barrios, que desempeñó papel importante en la ne
gociación, figurando como partes, el Prior y universidad de mercaderes de
Burgos, capitanes y maestres de navios de los reinos de Castilla, y los de
Alemania y sus naciones.
»Don Juan II ratificó á 15 de Enero de 1444, en Turdesalas, el tratado,
qué es documento muy curioso, porque contiene la historia de las ocurren
cias. Luego fue ratificado sucesivamente por las ciudades de Lubeck,
Hamburgo, Danzig, Wismar, Luneberg, Rostok, Stralsund, etc., y
desde entonces castellanos y anseáticos reanudaron la transacción de co
mercio importante.»

La ratificación del tratado, escrita en latín, está inserta en el mencionado Boletín, t. xxvin,
P*R- 35-
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APÉNDICES. . 423

NÚMERO 5.

Documentos relativos á la prisión y rescate de Pedro Sarmiento de Gamboa.

1586.—Avisos de Inglaterra enviados al Rey por D. Bernardino de Mendoza.

Noviembre 19.—Rale (Raleigh), favorito de la Reina, tiene preso á Pe


dro Sarmiento que V. M. había enviado al estrecho de Magallanes, al cual
tomaron navios ingleses que había armado Rale, en uno pequeño de por
tugueses, en que venía el Pedro Sarmiento, á quien no dejan hablar con
ningún extranjero, trayéndole siempre con guarda, aunque anda suelto.
Nov. 28.—Á Pedro Sarmiento ha dado libertad Guate Rale, y ha venido
á París pobre y desacomodado, como era fuerza que lo estuviese un robado
de ingleses y captivo, y por ser de importancia su persona, le ha acogido
y regalado, .haciéndole crédito de 300 escudos para el viaje. Que refiere
las cosas de Inglaterra como hombre de entendimiento, y lo que le comu
nicó la Reina, el Tesorero y Guate Rale, á quien no será inconveniente
que V. M. haga la merced que desea, agradeciéndole la buena voluntad
que ofrece, por poseer enteramente el corazón de la Reina, y con tanto
podrá divertir lo que toca á armazones de piratas y máquinas de D. An
tonio (de Crato) que son cosas que siempre obligan á hacer costas á V. M.
París.—Archivo Nacional (Papeles de Simancas), K. 1564.

1587.—Enero 8.—Pedro Sarmiento tuvo diversas pláticas con Guate


Rale, y en ellas le significó lo bien que le estaría ofrecer su servicio á
V. M., pues el favor de la Reina no le podía durar mucho, y cuando él
tratase con veras lo que tocaba al servicio de V. M. en aquel reino, fuera
de la recompensa que tendría en cualquiera ocasión que ocurriera, teniendo
el amparo de V. M. se entreternía para no decaer. A Rale le pareció bien
el consejo y le dio orden ofreciese á V. M. su voluntad, y cuando fuese
servido de aceptalla, se opondría á cuanto intentase D. Antonio, y asi
mismo á no dejar salir armazones de Inglaterra, y que enviaría una nao
grande suya muy buena, artillada, á Lisboa, la cual vendería, siendo
buena para el servicio de V. M., en cinco mil escudos, y para entender
si V. M. era servido de aceptar su servicio ó no, dio al Pedro Sarmiento
un contraseño y escribió á un sobrino que tiene aquí deprendiendo la len
gua, que viniese á mí, y que como yo le diese cartas de Pedro Sarmiento,
partiese al momento con ellas á Inglaterra. Hele dicho estar preso el dicho
Sarmiento, de Uguenotes; respondióme que él partiría al momento á In
glaterra para significallo á la Reina y á Rale, que estaba cierto que escri-
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424 ARMADA ESPANOI-A.

birlan al Príncipe de Bearne le hiciese dar libertad, oficio que le aprobé


mucho, por ser el medio más fácil y barato para sacalle de prisión, y el
Pedro Sarmiento es persona que puede hacer á V. M. mucho servicio en
las Indias, como platico de aquella tierra.
París.—Archivo Nacional, K. 1566.

1587.—Enero 24.—He tenido audiencia con este Rey (de Francia).


Con la ocasión le signifiqué la prisión de Pedro Sarmiento, suplicándole
que mandase escribir para que se le diese libertad. Díjome que él escribiría
á su madre lo significase al Príncipe de Bearne, y instándole yo fuese con
el calor que á su autoridad convenía, me respondió: «pluguiese á Dios
que yo pudiese forzar á los de la Religión á que le diesen libertad»; pala
bras que me movieron á compasión, por ver en el estado que confesaba
el Rey hallarse, con el decillas. Publican ya los Uguenotes que el Prín
cipe de Bearne ha tomado á Pedro Sarmiento por prisionero suyo, que no
le dará sino en trueque de Mos de Te/itit, hijo de la Rúa, y habelle ha
llado gran cantidad de papeles y descripciones de puertos en pergamino,
de Inglaterra, y son las cartas de marear que llevaba del estrecho de Ma
gallanes y plantas de las ciudades que por orden de V. M. había poblado
en él, ylos papeles, las instrucciones que llevaba para el efecto, los cuales
me mostró á mí aquí, por habérselos tomado al prendelle los piratas in
gleses , y vuelto maestre Rale.

Febrero 7.—Sobre el particular de Pedro Sarmiento y otros que hablé


al Rey, me remitió los comunicase con el secretario Villaroy; díjome que
á Pedro Sarmiento habían tomado los que traían armas contra el Rey;
repliqué que debajo desto no aprobaba su prisión, declarándolos por sus
enemigos, por lo cual, cuando no le obedeciesen en dalle libertad,
V. M. podría proceder contra ellos como más fuese servido, y en particu
lar contra el Príncipe de Bearne, pues se hacía dueño del prisionero, y el
Rey confesaba traer las armas contra él, que era declarar ser su enemigo
y no estar debajo de su protección y amparo, y lo que podría detener
á V. M. para no castigalle de sus insolencias. Replicóme que era punto de
consideración, y que lo comunicaría con el Rey, asegurándome se escri
biría caídamente á la Reina madre y al de Bearne para que le diesen li
bertad, reputándole el daño que del no hacello le podría causar, cosa que
yo les he querido apuntar para que no se imagine este Rey que con la
sombra de Uguenotes, cuya cabeza es el de Bearne, poder inquietar los
estados de V. M., y asimismo que si el Pedro Sarmiento conviene sacalle
por dinero, no aprobando el Rey el arranzonalle, pueda con justicia satis-
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APÉNDICES. 4*5

facerse este daño de las rentas que el de Bearne tiene en Flandes, y quedar
derecho á V. M. para proceder contra estos bienes y los demás del de
Bearne, jurídicamente por el declararse enemigo de V. M. en cuyos esta
dos no hay lo que en los del Duque de Alanzan, que estaban en mitad de
Francia, y él los tiene á la frontera de Francia y muy buenas villas en
Flandes, por lo cual no será inconveniente al servicio de V. M. entrete
niendo al dicho Pedro Sarmiento, se le signifique en nombre de V. M. por
escrito al de Bearne, le dé libertad, ya que el Rey no aprueba la prisión,
para que no haciéndolo quede justificada la queja.

Febrero 18.—Habiendo entendido Gualtero Rale, favorito de la Reina


de Inglaterra, la prisión de Pedro Sarmiento de Gamboa, ha tomado tan
á punto su libertad, que ha enviado dos gentiles hombres suyos aquí, con
cartas de la Reina al de Bearne para que le dé libertad, y tan encarecidas,
que le dice, que aunque parezca que sólo Gualtero Rale es interesado en
este negocio, que ella lo es asimismo en que pase á España Pedro Sar
miento al momento, y por cuyo respeto le pide que si está en manos de
su gente, mande se le dé luego libertad. A estos dos gentiles hombres les
ordenó luego el Rale me viniesen á decir con las veras que él procuraba
la libertad de Pedro Sarmiento, y por haber venido en tiempo de esta
alteración de los ingleses, los ha entretenido aquí el embajador de Ingla
terra algunos días, y en tanto se hallaban con necesidad de dineros, y
viniendo á mí con una carta de un mercader portugués que reside en
Londres, en que me dice haber dicho él á Gualtero Rale que cuando les
faltase dinero yo se lo daría, les diese un crédito de cien escudos para
proseguir su viaje, no queriéndose valer en esta parte del embajador de
Inglaterra por no ser amigo del Gualtero Rale, respondíles que el merca
der había sido muy necio de decir aquello y yo no lo sería menos en dalles
dinero por su orden, ni á persona que llevase cartas de la Reina de Ingla
terra, teniendo guerra con V. M., pero que cuando Rale ó cosa suya me
pidiese alguno de mi hacienda, se lo daría, por la cortesía que había usado
con Pedro Sarmiento. Respondiéronme que lo que me pedían era que les
prestase cien escudos con que seguir su viaje, en nombre de Rale, que al
momento que llegasen cartas suyas de Inglaterra enviarían orden aquí
para pagármelos, y de esto me harían un conocimiento. Yo le tomé y se
los di, pareciéndome que por todo buen respeto era bien corresponder al
Rale en esta parte con agradecimiento de la -cortesía que había usado con
Pedro Sarmiento, cuya libertad se facilitaba más por este medio.

París.—Archivo Nacional, K. 1565 y 1566.


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426 ARMADA ESPAÑOLA.

Marzo 26.—Rale no quiso que fuese su sobrino á la libertad de Pedro


Sarmiento por no dar más sospecha de la que le han puesto sus enemigos
con la Reina, por habelle dejado salir de Inglaterra: yo le informé lo me
jor que pude de lo que era bien que echase en las orejas de su tío. Temo
que no pueda volver tan presto.
De mano del Rey. Menester será procurar por acá lo de P. Sarmiento,
que por allá mal encaminado lo veo.

París.—Archivo Nacional, K. 1565 y 1566.

1589.—Septiempre 27.—Carta de Pedro Sarmiento de Gamboa al secretario del Rey


D. Juan de Idiáquez.

Suplico á V. S. no le espante la larga historia ni la mala letra y me haga


merced de la leer toda, que no deje letra.—La gloria del Espíritu Santo
sea con V. S.~De 23 de Enero del pasado de 1588 es, ó son las últimas
que e rescibido de V. S. en que totalmente me desafucia (?) de poder espe
rar el tiempo entre mí y Telini, y con tal desconfianza respondí á
V. S. despidiéndome de aquella demanda como de cosa imposible, pero no
me despedí del favor y merced que V. S. me puede hacer y yo esperar;
tras esto V. S. me mandó que yo corriese por la expediente y orden del
canónigo Esporrín, y que no hiciese sino lo que su buena maña me orde
nase , y con esta lectura e ydo hasta hoy 27 de Septiembre 1589 , que son
20 meses, hasta que a dado conmigo y con él en el lado, de tal manera,
que ni él sabe de sí ni yo de mí, y viéndome totalmente perdido, por no
desesperar quise acudir al consolador, que después de Dios lo es y a de
ser V. S. mío, aunque más negocios cuelguen de V. S, y aunque más en
fadoso yo le parezca , porque mi importunación , si se escucha y expide
resultará dependencia tal que les ubieran resultado si en lo pasado yo
uviera sido oydo, y aunque no le sobre tiempo á V. S. me detendré algo
más que yo quisiera, si la necesidad tan urgente no me constriñera á lo
hacer por dar mi razón y pedir remedio á mi aflicción, y el no haber es
crito en todo este tiempo a sido por su orden , pensando quél haría lo que
había prometido y asegurado como si lo tuviera en la manga. Después
que el dicho Domingo Esporrín vino de Madrid con la limosna de dineros
y cavallos que V. S. entre amigos y parientes recogió , vino á estos confi
nes gastando á discreción de lo que traya para mi rescate, paseándose de
Jaca á Bearne muy á su plazer, y de cuatro en cuatro meses me hacía en
tender por dos renglones, que de un momento á otro me libran, sin saber
más lo que decía ni hacía, que una piedra, y yo en este medio tiempo,
sepultado en la miserable prisión, confiado de lo que él me decía, pade
ciendo mil ultrajes y tribulaciones que no son de escribir; finalmente,
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APÉNDICES. 427

persiguiéndome á manera de decir toda la Francia con amenazas y blasfe


mias si no se les acordase lo que pretendían del trueque, á todos los cuales
yo hacía rostro con las diligencias hechas por V. S. y con su respuesta y
resolución, y con todo no bastava ni vasta hasta oy; final, como me vieron
ya desconfiado y que no escrivía á V. S., y mi resolución era sólo esperar
la muerte, pues otro remedio no tenía, acordó el coronel deste partido,
llamado Mos de Castelnao, y una madama de Agramante, de pedir al
Rey de Bearne que les adjudicase mi rescate, lo cual, aunque con increíble
dificultad les concedió después que la inglesa les consinó á D. Pedro de
Baldés, preso en Inglaterra, y á D. Diego Pimentel, preso en Olanda, por
la deliberación de la fe de Canna y de la soltura de Telini; y tiniendo esta
partida asegurada, como digo, les otorgó que me pudiesen meter á rescate,
y según públicamente se a entendido, con tal condición que los caballos
que me pusiesen de condición, que fuesen para el dicho Príncipe, y la mo
neda para partir entre los dos personajes dichos, y mientras la tierra aden
tro ándavan y andamos en estas resoluciones, Esporrín paseava largo, es-
criviéndome de tiempo en tiempo «sin falta luego saldréis; yo lo tengo
concertado; un tal os sacará; el Matiñón os sacará; el Fanaes os sacará;»
y otros mil, y todos por sacar del le prometían el sí y á la ora avisaban á
la parte contraria, e yo siendo advertido de todo y que se reyan del y de
mí, le advertía á él de todo para que no fuese tan ligero, si mal él sembró
el negocio por todas estas comarcas de manera que, como hizo hablar á
muchos y se entendió, vinieron á pensar el error que se les ha encajado
que yo soy un príncipe de donde ellos quieren juntar , y al cavo, viniendo
el Coronel á tratar con Esporrín de mi rescate, el Coronel le pidió quince
mil escudos y cuatro buenos cavallos de España, y el Esporrín le respon
dió con le ofrecer dos mil y tres caballos en dos veces, y el Coronel se
enojó contra él terriblemente, diciéndole que hacía virria del, y que él no
andaba ally sino por su interés y provecho y no por el. del prisionero, que
era y soy yo, y pidiéndole el Coronel un caballo rucio viejo, y dándole
por él lo que valía, no se lo quiso dar á él y después lo dio á otro vendido,
cuyos dineros él guardó para sí, como asy mesmo a hecho parte, y no
poca de lo que v. md. le entregó é hizo entregar, de suerte que enojados
desto los naturales, dice que le quisieron tomar los cavallos dos que le
quedaban, y él se escapó con ellos, con el favor de un gentil hombre que
le asistía, que llaman el capitán Arue, que á la ora que ésta escribo, está
aquí; esto fue causa que él se soltó de la lengua más que no debía contra
el dicho Coronel, según dicen, y uno que de aquí yo envié á Jaca, dice
que le mostró ciertas letras mías que dice que con él avisava de que se tu
viese, todo lo qual fue causa que el Coronel se indignó de suerte contra él
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428 ASMADA ESPAÑOLA.

y Morales y contra mí, que á ellos los matara si los pudiera aver, y á mí
me escribió una letra en que me decía , que pues no acepta va la condición
de los quince mil escudos, ó de diez mil y quatro cavallos, que yo escojía
muerte ó cárcel perpetua; la cual letra original embío á V. S. para que la
vea, aunque de letra de hombre de guerra , pero á V. S. nada le es oscuro;
suplico á V. S. la lea y la note, en que verá lo que digo, y como dice que
es expresamente hordenado por su amo de no disminuir nada, y hacerlo
por las mismas diligencias de Esporrín, y por dexar hurtar una carta mía
que yo le avía escrito, que él mostró al mensajero que de aquí fue, me
tapiaron entre quatro murallas y quedé en el castillo metido en un infierno
increíble, sin luz, ni día, ni claridad; final, tinieblas infernales donde yo
me vy muchos días esperando cada hora la última, y guarda, que si uviese
de contar las cosas que ally' pasé pondría horror; mas comparado con lo
que mis pecados merecen , todo aquello y millones de veces más es nada,
y ay me consolava y sustentava el Señor por su santa misericordia, y al
cavo de muchos días tornaron á tratar del interés, diciendo que no que
rían tratar ni contratar con el Esporrín, porque si le beían le avían de
matar, y viniendo aquí el dicho capitán Arzac, no pudo obtener licencia
de que le dexasen hablar conmigo; en fin, me tornaron á trasegar, que si
no hacía la ranzón, que sin falta me acabarían la vida, y viendo yo que
cada día lo hacen con los que no condescienden con su voluntad en el res
cate, como hicieron después que yo estoy aquí con un gentil hombre fla
menco y con otros tres de su tierra, por no desesperar les ofrecí cuatro mil
escudos, aunque yo no tenía de donde los poder pagar, y faltó muy poco
que no me picaron la gorja (?). Luego llegó el dicho capitán Arzac, y vién
dome en este conflicto, y conociéndolos, les ofreció cinco mil, y se burlaron
del, el qual, viendo esto, y considerando que me habían de matar, y quél
no podía más, se despidió de mí llorando, y me tornaron á tapiar en el ordi
nario infierno, y ese mesmo día, queriéndose el Coronel partir á Francia,
llamado de su amo, me hizo llamar á una galería donde me dixo, que si
yo no le respondía á la ranzón , que él entonces me ponía que él se iba á
Francia y yo quedaría donde moriría miserablemente, y esto en toda re
solución ultimada; donde podrá V. S. sentir qué podría yo sentir.de mi
remedio, viendo su resolución y mi posibilidad ninguna; pero acordán
dome de Dios, que es poderoso, y de sus siervos, torné en mí y le pre
gunté qué era la razón ó ranzón que decía ultimada, y él me respondió,
seis mil.escudos y cuatro caballos escojidos, ó la vida, en lo qual yo me
vi tan atajado y en peligro que escojí el menor peligro del dinero, por
evitar el mayor de la muerte, puesto que yo me vía imposibilitado de po
derlo cumplir, pero hícelo confiado en Dios primeramente, y lo que Es-
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APÉNDICES. 429

porrín me avía prometido; y así le dixe que yo lo acepta va con tal condi
ción que se le daría de contado los tres mil escudos y que por los otros y
los cavallos buscarían fianzas en Bearne que respondiesen por un tiempo,
y con mil dificultades, y esto de las fianzas lo promety confiado que el
obrero de la Seo de Jaca, tío de Esporrín, es hombre de crédito, y es rico,
y tiene crédito en Bearne, y que me las buscaría por cierto tiempo para
que yo pudiese salir de prisión á buscar la resta, porque con la presencia
se hace lo que con el ausencia es imposible, y luego, echo este acuerdo y
firmado, envié á Jaca á lo solicitar al dicho Arzac, el qual á la vuelta me
dixo quel dicho obrero prometía las fianzas, y que en lo delantado él to
maba á su cargo con cierta quantidá quel obrero ofreció, que era como
setecientos escudos ; el Arzac me prestava dos cavallos suyos, ó el dinero
dellos, que son 800 escudos, y por la resta daría fianza á mosiur Castelnao
por quince días, en lo qual se litigó con Castelnao de manera que se salió
mil veces afuera y final, buelto al resume (?) lo concedió, y tornado el
capitán Arzac á verme, entró á llamar al Esporrín, obrero y Cristóval de
Morales que trajesen los dos caballos y el dinero y viniese á presentar las
fianzas que avía prometido; final, vinieron con los caballos, y al concluir
las fianzas salióse á fuera, y el día de diez me escribió que no las hallava
y que le avían faltadp la palabra los que le avían prometido fiarme, con
lo qual yo e quedado del todo arruynado y burlado de quien V. md. tanto
flava, por lo cual me es forzoso por la vida acudir á la fuente, que es Dios
y V. md., que me socorra de una vez, sobre lo que me a socorrido que
aver sido tanto, que al padre que me engendró no debj tanto como á
V. md., por lo qual veso á V. md. infinitas veces las manos y ruego á Dios
pague á V. md. tanto bien en esta vida con larga vida y salud y prospe
ridad, y en la otra con la gloria eternal y á mí me dé fuerzas y livertad
para que como captivo de justa guerra de V. S. le pueda servir con persona,
vida y honra y lo demás que Dios me diese, y por poder llegar á hacer
esto, no lo pienso adquirir sino por Dios y después por V. S., á quien su
plico que, pues lo de Telini ya cesó, y en este acuerdo no va menos que
cumplo, ó dexar la vida con una impía crueldad muy mucho más que se
puede imaginar, de donde se seguirían algunos inconvenientes irrepara
bles, más de los seguidos, que son y se van urdiendo no pocos, y esto se
puede reparar con poco travajo, el cual yo no escuso ni puedo dexar de
dar á V. S. para que lo remedie quien puede, pues todo es para bien de
muchos suyos, y si mis trabajos no balen esta suma, cierto yo soy poco
necesario vivir sobre la faz de la tierra, que mucho más e gastado yo en
un día y perdido en un momento por su servicio, y destos momentos con
la vida en el anzuelo han sido millones, y final toda la vida, y por testi-
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130
ARMADA ESPAÑOLA.

monio estoy en ellos y aqui al ojo de quien puede, por tanto suplico
á V. S. por las llagas de Dios aya piedad de quien la a de todos los que
podría decir, y no oso, y me socorra, siendo servido de hacer que yo sea
proveído y socorrido con esta suma de los seis mil escudos y cuatro cava-
llos, que es el acuerdo y violencia que me a impuesto, y si pareciera dura ■
cosa hacerme esta merced , declaro que no quiero ni es mi intención que
se me den graciosos, sino prestados, y que se pague de su mano inconti
nente, y no solo esto, pero por los seis mil y los cavallos daré más quan-
tidad en la forma siguiente:
Su Magestad me hizo merced , entre otras, cuando fuimos al estrecho,
de cien ducados ayuda de costa ó sueldo cada mes por todo el tiempo que
durase la jornada: la cédula es fecha á diez de Julio 1581, corre desde 25
de Septiembre próximo del mesmo año, que es cuando nos hicimos.á la
vela de Sanlúcar: tardamos en la jornada hasta que me prendieron los in
gleses, que fue á 11 de Agosto de 1586, que son cinco años menos mes y
medio, y quatro años y diez meses y medio, que suman cinco mil y ocho
cientos ducados , de los cuales recibí por mandado de S. M., en tres veces
setecientos; en Sevilla 300, en Cádiz 300, en el Brasil ciento, como pares-
cerá por mis firmas en poder de los pagadores de aquella armada, de ma
nera que se me restan deviendo cinco mil y cien ducados, los quales
S. M., siendo tan buen pagador, tengo por muy cierto me hará merced de
mandarme pagar: y la cédula original embío á V. md. para que se certifi
que de ello.
ítem: S. M. me hizo merced de dos mil ducados de ayuda de costa, por
una vez, los mil en Sevilla, que yo cobré, y los mil en el Pirú, los cuales
no e cobrado, de lo qual recibí dos cédulas, una para los oficiales de los
Charcas, y porque era lejos, supliqué me la conmutasen en Lima, para lo
qual se me dio otra cédula, que las dos no es más un mil ducados porque
pagada la una, la otra no, se debe: ambas las cédulas embío á V. md. para
que se satisfaga, la qual también suplico humildemente que aunque la
paga haya de ser en el Pirú, se me conmute en Madrid ó en parte de Es
paña, que para esta ocasión yo me pueda aprovechar della.
ítem: Yo tengo en el Pirú una plaza de gentil hombre de lanza de mil
pesos de renta cada año, desde el año de setenta y uno, que son diez y
ocho años, y suma diez y ocho mil ducados, digo pesos de á trece reales y
medio el peso, que cada mil pesos montan mil y doscientos ducados, y
destos diez y ocho mil pesos e recibido en el Pirú, para en cuenta, tres
mil y doscientos pesos, los quales restando de diez y ocho mil, restan que
se me deben catorce mil y ochocientos pesos que son ducados diez y seis
mil y novecientos ducados, todos los quales an entrado en la real caxa
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APÉNDICES. 43I

de S. M.,. y los a abido y gastado de la renta que nos está situada particu
larmente en indios del Pirú. y esta resta que se me debe, S. M. me hizo
merced de mandar se me pagase haciendo luego quenta conmigo luego
sin dilación, como V. md. verá por la cédula original que dello embío, y
final, se me deben y se me an de pagar como S. M. lo tiene mandado.
Final, suman estas tres partidas veinte y tres mil y novecientos ducados
ciertos, antes más que menos, en cédulas reales, que es oro molido, lo
qual sé yo muy cierto que S. M. quiere y se sirve se me pague, pues es
renta por méritos y servicios personales.
Digo más, de cuatro mil ducados que presté y gasté por S. M. en sus
naos y soldados y municiones, y una naveta que compré en Cavo Verde
quando la primera vez que vine del Pirú, para embiar aviso al Pirú y á
todas las Indias, de los cosarios que tuve noticia, lo qual también
S. M. avía mandado, y mandó que los de la contratación de Sevilla se
sentasen á quentas conmigo para luego dada noticia al Consejo de Indias
se pagase el alcance, y esto no uvo tiempo por venir la cédula tarde y
estar nos de partida, y en el Pirú ni en parte del mundo no e recibido
otra ayuda de costa ni préstamo que lo deba á S. M., ni hago quenta de
muchos y muchos millares de pesos de oro que e gastado por su servicio
juntamente con la vida, y quisiera aver gastado mucho más, y de gastos
hechos aun en su servicio en sola esta jornada última , digo, en gastos, no
de mi persona, criados, ni casa, ni dádivas que yo e dado á soldados y
oficiales, sino solo de gastos de municiones, pólvora, plomo, arcabuces,
espadas, ropa, cables, estopa, brea, cueros de suelas, vestidos á soldados,
socorros á marineros y pilotos, y aderezos de navios y otras mil cosas,
todas municiones para S. M. y su servicio, que sin cada una dellas no
se podía concluir ni navegar, ni vivir, por haberlo distraído todo les
generales Diego Flores y sus oficiales, y dexarme desamparado donde uve
de vender todos los adrezos de mi persona, hasta las camisas, para sus
tentar los soldados, marineros, pobladores y aun para le hacer muchos
amigos y servidores en el Brasil, que esto es pozo sin suelo, de todo lo
qual ay razón y quenta, más de presente yo no he dello sino de aquella
suma que consta por cédulas de S. M. y manda se me cargue, que son los
dichos veynte y tres mil ducados. De todo esto no quiero más sino la
quantía que bastara para yo salir de captividad, y de la resta yo hago ser
vicio espontáneamente á S. M., haciéndome merced de mandarme pagar
esta suma de seis mil.escudos y los cuatro caballos, y como digo, de la
resta, que serán quince mil ducados, poco más ó menos , yo le hago ser
vicio libremente y de mi voluntad, y luego daré carta de pago en la parte
que se me mandare; esto es cosa justa y que en conciencia se me a de pa-
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ARMADA ESPAÑOLA.

gar, y S. M. lo quiere y es servido se me pague, por lo qual yo tengo


gran confianza en Dios, que, dándoselo á entender á S. M., sea servido
mandarme hacer la merced liveralmente, como quien tanto ama su áni
ma y su conciencia y á sus criados que sirven con la lealtad y constancia
que yo y otros tales y mejores le sirven y e servido.
Y si esto no bastare, yo tengo en el Pirú otra renta quel virey D. Fran
cisco de Toledo me hizo en nombre de S. M. después que yo salí de allí,
que es de ochocientos pesos ensayados en yndios , por dos vidas, y que los
gozase en ausencia, los quales habían de ser mil por particular promesa
y cédula suya en nombre de S. M., y no la enchió del todo, cien pesos
más á menos. El Sr. Dr. Pedro Gutiérrez del Consejo de Indias, que era
su capellán que allá era á la sazón, lo sabe quanto es, porque la cédula
está allá en poder de mis procuradores, que lo cobran: la merced fue fecha
por el año de ochenta y uno, al principio, que hasta agora abrá caídos
nueve años, los quales estarán en la caxa real depositados por mí, ó en
poder de quien tiene mi poder que á nada servía más de ocho mil y tan
tos ducados, los quales también quiero que se cobren y yo hago servicio
dellos á S. M. de todo lo corrido, sea más ó menos, y todo lo ofrezco al
real servicio con que me pague y haga merced de me prestar los dichos
seis mil escudos y cuatro caballos para pagar mi rescate, pues no tengo
otro remedio, y si esto no vastase, yo aré dexación de la dicha renta que
tengo dicho en el Pirú por dos vidas para que S. M. haga merced della
á quien quisiere, y si esto no vastase, yo tengo otra cédula de S. M. de
tres mil ducados de renta en situación de indios vacos en el Pirú, la qual
no está situada, mas como digo, yo aré dexación della para que S. M. haga
la merced á otro, la qual cédula envío ay con las demás, y esta mesma
cédula de los tres mil de renta está incierta la suma de la plaza de lanza
que manda se me pague.
No ablo de los tres mil ducados de salario que tengo con el oficio de
gobernador y general del estrecho, porque éstos no balen más quel sonido,
porque son en los fructos de la tierra, digo de aquella donde no ay agora
ningunos, sino muchos trabajos.
Tornando, pues, á la suma dicha que se me ha de pagar y se me debe
dar de contado, toda la dexo y doy graciosamente por los dichos seis mil
ducados y los quatro caballos que me obligan por mi rescate, por lo qual
suplico á V. md. por amor de Dios nuestro Señor me haga esta tan nota
ble merced á mí, y servicio á Dios, que será grande y muy grande de to
marlo á cargo y dar dello parte á S. M;, que yo confío en Dios que con la
buena diligencia de V. S. y con la cristianísima voluntad de S. M., yo
alcanzaré esta merced y con ella la liveftad para poder servir á mi Dios y
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APÉNDICES. 433

mi Rey y á V. md. con ella; y con licencia de V. md. digo, que si á V. md. le
parece que al que lo negociare se le sirva con la mitad de la resta, será
brevemente concluso siendo yo presente, que yo no quiero vienes en este
mundo sino para salir de aquí, que si tuviera todo el mundo, lo diera
por mi livertad; por tanto, confiado que V. md. me hará esta merced, no
le quiero cansar más sino suplicar á V. md. la brevedad que importa , y
acá y de otras cosas el portador con carta mía, mire V. md. que esto que
le suplico conviene á todo que me saque de aquí por amor de Dios
padre y señor mío que tome esto como cosa suya propia, pues yo lo soy; y
aya yo respuesta breve: las cartas de los Esporrines lleva Morales para que
V. md. las vea, assí de lo que ofrecían como de la falta que me a hecho
de las fianzas, y así mesmo lleva el acuerdo de la carga que me ponen,
firmado del Coronel y my y de dos capitanes por testigos, y lleva la letra
del dicho Coronel en que me presentaba la muerte ó cárcel perpetua, que
es más que muerte, si no aceptava el partido. V. md. me haga merced de las
ver y remitir (?) la instancia al para que en todo rea informado y se
compadezca de mí al cavo de dos años y once meses que e estado preso
aquí y tres meses en Inglaterra.
Y para que á V. md. no se le aga tanto travajo la suma, el Esporrín, el
obrero, me parece tiene mil ducados; y los dos cavallos que acá estaban,
los toman en cuenta de quinientos escudos; la resta será para el cumpli
miento de los seis mil, quatro mil y quinientos escudos.
ítem más, lo que va á decir para hacer los mil ducados y escudos, que
son mil reales, de manera que lo que V. md. me pondrá, siendo servido
hacer merced de negociar de nuevo, son quatro mil y quinientos y no
venta escudos , poca cosa, más ó menos, y los quatro cavallos, que an de
ser buenos, por la qual suma yo hago servicio de todo lo ya referido, y
quedo consolado viendo que negocio enderezado por mano de V. md. con
el ayuda de Dios saldrá á luz. Así embió un memorial al mayor, si á
V. md. le pareciese que se lo dé Morales á otra persona. Suplico á V. S. le
ordene lo que hará, como padre y señor mío, al qual y á mí encomiendo
á Dios.
Deste castillo ynfernal 27 de Septiembre 1589.
El capitán Arzac creo yrá por mí en compañía de Morales; es el que me
a asistido: suplico á V. md. le haga merced de comunicalle. Humilde ser
vidor de V. md.—Pedro Sarmiento de Gamboa.
En todo lo demás Christóbal de Morales informará á V. S. lo que pasa.

Archivo de Indias, I, 1-2-23. Copia de D, Marcos Jiménez de la Espada,

J8
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434 ARMADA ESPAÑOLA.

1589.—Octubre, 2.—Mont de Marsan. Carta de Pedro Sarmiento de Gamboa al Rey


tratando de su rescate.

S. R. C. M.—Dios sea con V. M., amén. Resistido e hasta la sangre por


no importunar más á quien debo y deseo dar gusto, por quien morir es mi
vida, lo qual me a causado la presente que, cierto, no es de codicia, mas
dame coraje á pasarla, Dios, y contento á padecerla; derívase de tal causa
y causas que aunque algunas sean públicas, otras conviene á mi profesión
saberse de otros primero , y con este supuesto e tragado muchas muertes
esperando cada hora la corporal para rescate mío, pues favor de la tierra
tan poco me serviría en el trueco y cargas que éstos me constreñían tra
tar con tantas persecuciones y violencias contra mi vida, que parece mi
lagro tenerla yo al presente, al cabo de tres años de captividad, y con las
mudanzas de las facciones pasadas se mudó también mi triste estado en
otra de más estorsión, ca desistieron de la petición del trueco porque ha
llaron otros más preciosos rehenes que la inglesa les dio para el efecto, con
la qual me adjudicaron á mí para la bolsa y pusieron en almoneda, cons-
triñéñdome á que yo me comprase ó me condenase á muerte, y poniéndome
un precio tan desvanecido como si yo fuera ó gran príncipe ó alchimista que
supiera criar plata. El primer golpe fue treinta mil escudos, y esta voz
corrió por toda la Francia: la respuesta fue callar, visto que no creían mi
pobreza ni miraban su sinrazón, disputando con ellos no ser yo prisionero
de guerra ni de buena presa, pues mi señor y Rey tenía y tiene paz gene
ral con estas provincias, Rey y príncipes dellas, respondiéndome avierta-
mente que con ningún católico tienen ni quieren paz, máxime contra es
pañoles, y que ellos hacen guerra contra todos los que algo tienen, y este
es su thema sin más razón ni ley; y al cabo de otros seis meses de tormen
tos y á poder de disputas, representándome gran cortesía, vajaron á
quince y á catorce mil escudos y quatro caballos, á lo qual yo nunca ofrecí
cosa alguna, remitiéndome siempre á no tener cosa sino lo que de limosna
buenos christianos me quisieren dar, y á cada baxa me proponían la
muerte; ya me echan en el río; ya en la baxa fosa ; ya me tapian en tinie
blas infernales, y la espada en todo el degolladero, y nada con el favor de
Dios que corrompióla constancia, y viendo el Coronel de aquí que mi
solicitador de Jaca le ofrecía dos ó tres mil escudos y tres caballos y otro
que yo se le avía prometido,que eran cuatro, se resolvió matarme si no le
diese lo que él pedía , y para esto me escrivió una letra como definitiva,
en que me precisaba la muerte ó cárcel perpetua si no le diese diez mil
escudos , afirmando que su amo le había proivido baxa ni remisión alguna,
dando claro á entender de palabra que la suma era para su cabeza, mas
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APÉNDICES. 435

yo e sabido que lo an dividido así; los caballos para su amo y la moneda


para él y una mujer, mas yo nunca innové cosa alguna, esperando lo
que mi solicitador hacía, el qual trató los negocios tan juvenilmente, que
el Coronel, en execución de su letra me hizo sepultar entre quatro mura
llas, donde quedé en un avismo más que infernal, jurando y renegando
el verdugo que de allí no saldría vivo sin cumplir su voluntad, entreme
tiéndome á bueltas exorvitancias de cierto viviente por quien no pude di
simular la respuesta libre, y fiel, y pública, que hizo cargarme nuevamente
de impiedades y abusos , contra todos los cuales Dios me sostuvo y fueron
rebatidos llanamente. Desta manera estuve padeciendo lo que parescerá
increíble, mas Dios, que á los afligidos asiste, me libró dellos de la muerte
y desesperación, gracias á el , y al cabo de algunos tiempos deste buen
tratamiento me amonestaron ó molestaron resolutamente que escogiese de
dos uno, ó la vida por seis mil escudos y quatro caballos buenos ó la
muerte no dándolos, e yo vista la notificación tan determinada, y que mis
negociantes havían prometido hasta cinco mil y los caballos, y que los
havían despreciado, y sabiendo que cada día matan los inocentes, no dán
doles lo que piden, como hicieron á un flamenco Añoyma y á otros cada
día, pareciéndome tentar á Dios, sin más esperanzas en milagros, siendo
yo tan indino dellos, y sintiendo la enferma carne lo suyo, aunque el es
píritu se atena y sintiendo yo primero lo general que lo propio, me forzó
aceptar la condición de los seis mil escudos y cuatro caballos, eligiendo
de dos peligros eí menos, confiado en Dios y en sus siervos, lo que hice
más por dependencias que por mi particular, pensando que mi agente de
Jaca tenía lo que havía prometido y por la resta condición me esperase
tres meses sobre fianzas, enviándome para yo poder salir á buscar la suma
para pagar, y haviéndomelas asegurado el solicitador mío, ala conclusión
faltó, teniendo yo ya junta la otra mitad de préstamos y cambios, mas
faltando las fianzas, quedó todo desierto e yo desamparado en mayor y
nuebo trabajo, que referido daría lástima á las piedras; solo diré que esto
y la urgentísima fuerza de la vida mía y de otros me a echo acudir á dar
pena bien contra mi voluntad, no pudiendo escusar lo que tanto e reusado,
que es acudir al puerto de saliM cierto, que es V. M., á quien umilde-
mente suplico se acuerde de su natural benignidad y después deste su
criado, aunque sea gusano y zeniza, y me socorra, pues por dineros no
combiene á mi señor que un hombre suyo se pierda; pues el dinero se alia
en las minas y no los hombres, y la ocasión es en la mano. Suplico á
V. M. gracia por gracia y desta merced por merced, que es á saber, muy
claro hablando, que suplico humildemente á V. M. que á cuenta de las
mercedes que V. M. me hizo los años pasados, de aquello que se me debe
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436 ARMADA ESPAÑOLA.

me haga lo presente, mandando se me haga merced de la dicha suma del


rescate, y así mesmo á quenta de lo corrido de lanza que tengo en el Pirú
y V. M. a mandado se me pague lo que se debe, como cosa que a entrado
en la caxa de V. M. en Lima, que sumando todo son más de veinte y tan
tos mil ducados, lo qual haviéndoseme de pagar como V. M. lo tiene
mandado, es más de quatro veces más de lo que suplico se me haga mer
ced de mandar me paguen ó presten á la mesma quenta, y de todo lo de
más espontáneamente haré servicio á V. M. haciéndome esta merced de
mandarme socorrer con estos seis mil escudos y los quatro caballos, y li
cencia para los pasar, y todo lo demás que en esta vida huviere y de pre
sente tengo, lo exibiré en manos de quien V. M. fuere servido para la
dicha razón, y si tuviera mil millones, todos los diera por salir deste in
fierno, que no quiero sino salir con solo el fuste, modo único para lo aca
bar de consumir en lo que tanto creo combiene á mi ley y á mi Rey la
presencia, la qual tanto como venios, el enemigo del género umano tanto
persigue y travaja impedir porque el servicio de Dios no se aga ni se im
pidan tantos males como se an seguido y están urdidos y entablados, los
quales causa la ceguera de nuestros pecados, que nos hace no querer cog-
noscer las coiunturas, de donde se vienen á seguir tantos inconvenientes
que no basta entendimiento umano á disolvello ni entenderlo sino cuanto
no tiene remedio; la afectión y obligación me obligan á decir esto, que si
no lo ficiese con razón podría ser notado de no fiel, y juzgándose mi vo
luntad se me admitirá en servicio, no solo como de vasallo, mas de criado
apasionado sobre todo lo que se puede imaginar de V. M., que tiene por
gloria y honrra acudir por sus obejas, y pues aun las agenas tanto favorece
las propias no combiene quedar despreciadas al rincón, mayormente las
fecundas y fructuosas, y confiado por esta y muchas más causas, que
V. M. por su grandeza y benignidad me hará merced de conceder esta in
dulgencia, siendo tan singular siervo de Dios y amador de sus domésticos
no seré al presente más largo, porque D. Juan de Idiáquez, que de todo
tiene razón mía, podrá dar más particular quenta siendo V. M. servido
oírsela, con algo que es de otra materia, que no dañará saberlo á V. M., cuya
católica Real persona, nuestro señor Dios tenga de su santísima mano y
le asista hasta darle la glorii, después de muchos años de vida, en la
eterna, amén. Desta cárcel de Mont de Marsan,.2 de Octubre de 1589.
Sacra Cesárea Real Magestad. Besa las reales manos y pies de V. M. su
más leal basallo y criado de V. M.—Pedro Sarmiento de Gamboa.

Archivo de Indias, 1, 1-2-30. Copia en poder de D, Marcos Jiménez de la Espada.


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APÉNDICES. 437

Quenta del rescate de Pedro Sarmiento de Gamboa y de los dineros que


Agustín Gentil ha desembolsado por el dicho rescate, por orden que para
ello le dio el Sr. D. Juan de Idiáquez.
El rescate montó i 911.900 maravedís.
1.687.500 maravedís, se le habían abonado ya al Gentil por libranza co
brada en el banco de Pedro Villamor y Francisco de Ibarra.
En los abonos parciales suena Domingo Sporrín, Canónigo y obrero de
la Seu de Jaca y D. García Sarmiento.
En 21 de Enero de 1591 suplica Sarmiento se le ajusten las cuentas de
sus haberes después d*l rescate, y ruega por los pobladores abandonados
del Estrecho.

Archivo de Indias. Notas de D. Marcos Jiménez de la Espada.

En carta al Rey de 15 de Abril de 1581 expresa:


«Sepa V. M. que cuando fuimos á la guerra de Vilcabamba contra Titu
Cusí Yupangui, donde yo serví de alférez general y comencé la guerra y la
acabé, y por mi persona prendí al inga (con grandísimos trabajos, gastos
y riesgos de mi persona y vida) Topa Amaro, prendimos otros muchos
hijos y hijas de Tito Cusi Yupangui, etc.»
«Por Enero pasado arribó en Inglaterra al puerto de Frístol un navi
chuelo pequeño que dijo venir de las Indias, y trajo nueve criollos de aque
llas partes, mulatos, mestizos y de otros, y que éstos daban priesa al cor
sario Francisco Drac, diciéndole, como se tardaba tanto en no ir allá, que
le estaban esperando.»

Notas de D. Marcos Jiménez de la Espada, tomadas de los papeles del Sr. Conde de Va
lencia de Don Juan.

NUM. 6.

Discurso del capitán Sancho de Achiniega, de lo que S. M. debe de mandar en


la costa de Vizcaya para que haya número de naos y avíos en aquellas costas.
Año 1578.

Sancho de Achiniega, capitán ordinario de mar por V. M., dice que


besa sus reales pies y manos por la merced que le ha hecho de doscientos
ducados de renta subida durante en su casa, la cual ha sido como de mano
de tan católico y agradecido Príncipe y señor como V. M. es, y como de tal
lo tiene y estima, porque con ellos y su hacienda pasará cómodamente lo
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438 ARMADA ESPAÑOLA.

que le queda de vida, durante la cual está muy aparejado á sus reales
mandamientos á todas las ocasiones que se ofrezcan, como hasta aquí lo
ha hecho; y porque es cosa justa que los criados de V. M. se ocupen y
trabajen en inquirir y pensar las cosas que más al servicio de V. M. con
vengan, y al propósito sean de aquellas en que se han criado y tienen
práctica y experiencia, y él teniendo consideración á esto, ha pensado en
algunas tocantes á la navegación y cosas pertenecientes y anejas á ella,
que le ocurren, en las cuales, con el deseo y celo que tiene al servicio de
V. M. y conforme á la larga experiencia que de las dichas cosas tiene, por
haberse criado desde su niñez en las naos de sus padres y suyas en las ma
res de Poniente y Levante, sirviendo á la Magestad Cesárea del Empera
dor nuestro señor, y á V. M. en diversas jornadas, dirá lo que se ofrece;
suplica á V. M. lo mande ver y recibir con el ánimo con que se lo da, pues
su deseo es de acertar en lo que al servicio de V. M. toca sin otro fin ni
interés alguno.
Primeramente, que atento que en las costas de mar destos reinos, espe
cial en las de Vizcaya y Guipúzcoa y las Cuatro villas y reinos del princi
pado de Asturias y Galicia no hay el número de marineros útiles, ni el
de naos ni navios que serían menester y convenía que hubiere, para ser
vir en las ocasiones que á V. M. se le ofrecieren, así para la defensa de
sus reinos, como para la ofensa y castigo de los rebeldes cosarios y ene
migos, y que la causa de esta falta principalmente procede de estarla
gente de las dichas costas muy pobre y gastada, por lo cual no pueden
fabricar el número de naos que convernían para el dicho efecto, y asimismo
porque los que las fabrican en estos tiempos se pierden con ellas por no
hallar fletes y cargazones con que las poder entretener y sustentar, y á
esta causa las venden á menos precio, y que lo uno y lo otro es de notable
daño é inconveniente, como se debe considerar, y que aunque ha comu
nicado con algunas personas que sobre estas materias han platicado con
celo de servir á V. M., lo que á él le parece que para el remedio de ello
conviene, dejadas todas las opiniones aparte, V. M. puede proveer y
mandar, y con más felicidad y menos costa se pueda hacer, es lo si
guiente:
Que desde luego en ninguna manera ni por ningún caso no carguen
en estos reinos naos ni navios de extranjeros ningunas mercancías que en
ellos se hobiesen de cargar para ninguna parte, sino que todas se hayan
de cargar y carguen en navios de naturales, con lo que en las dichas cos
tas todos se esforzarán á hacer naos y navios, pues tendrán seguridad de
hallar fletes y cargazones con que los entretener y sustentar, y aun los
mismos mercaderes y otras personas les favorecerán á los que quisieren
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APÉNDICES. 439

fabricar las dichas naos, prestándoles dineros y otras cosas para ellos, así
para el aviamento de sus mercaderías, como porque tengan seguridad de
cobrar lo que así prestaren de lo procedido de los fletes, y por el consi
guiente, habiendo en las dichas costas naos y navios que tengan aviamento
y ocupación, de necesidad se han de criar y habilitar en ellas muchos ma
rineros, los cuales en el uso de la navegación se harán pláticos y experi
mentados y útiles para el uso de la mar y guerra de ella; porque aunque
al presente hay en las dichas costas número de gente, la mayor parte della
no son marineros ni tienen noticia de las navegaciones de las dichas mares
ni délas cosas de la guerra; porque se crían en pesquerías y otros usos con
que se sustentan, y de lo dicho también se sigue que habiendo naos y na
vios se ocuparán en la fábrica y navegación muchos hombres principales
y de autoridad, que es de mucha importancia que los tales se habiliten y
aumenten en las cosas de la mar, para poderse V. M. servir dellos en las
ocasiones que se le ofrecieren, con lo cual concurre, que vedando las di
chas cargazones á los extranjeros y haciéndose en navios naturales, la
gente de las dichas costas se enriquecerán y aumentarán, como se han
enriquecido y aumentado con ellas los extranjeros.
Y para que esto haya cumplido efecto le parece que V. M. debe mandar
que se cumpla y ejecute con mucho cuidado lo que V. M. tiene proveído
y mandado acerca del plantar y conservar los montes en las dichas costas,
porque están ya muy gastados de madera y tablazón, y si en esto no hay
remedio, será de gran inconveniente.
Asimismo debe V. M. mandar que todas las veces que se juntare ar
mada á su sueldo, á los vasos de las naos les corran sus sueldos entera
mente desde el día que por los proveedores ó otros ministros de V. M. fue
ren embargadas para su servicio, pues desde el día que los embargan
quedan los dueños de ella obligados á servir con ellas y con la gente dellas,
y privados de no podellas fletar para otros viajes, ni usar de otros aprove
chamientos que se les podrían ofrecer, y lo que va á decir en esto de pa
garse el sueldo como está dicho, á lo que disponen las ordenanzas de
V. M. es de muy poco interés á su real hacienda, respecto de lo mucho
que importa á su real servicio que se sustente número de naos y navios
en las dichas costas para servir en las armadas , y que los dueños lo vengan
á hacer de buena gana, y por ser éste uno de los puntos que más dificul
tad ponen los dueños dellas cuando son embargadas por mandado de
V. M., diciendo que los embargan y no les dejan usar de sus fletes y apro
vechamiento, ni les dan sueldo, conviene que así se provea, porque será
de mucha importancia para que todos se esfuercen á fabricar naos y servir
con mayor voluntad en las armadas de V. M., que por este caso y otros
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ARMADA ESPAÑOLA.
44°

que iré diciendo están muy turbias (tibias) las gentes de aquellas costas
de servir en ellas, como la experiencia nos lo ha mostrado.
Otrosí: que !a gente mareante que les corra su sueldo enteramente desde
el día que les alistaren ante la justicia para servir en las armadas de
V. M., porque dende aquel día quedan privadas de no poder ir á otras
partes, ni en viajes ni en otras ocasiones que se les ofrecen para ganar de
comer, lo cual es justo que V. M. debe mandar, por lo que referí en el
capítulo próximo antes déste, porque este es uno de los puntos principales
en que la gente de mar repara para no se querer alistar ni servir en las
armadas de V. M., diciendo que les cuentan el sueldo dende el día que los
alistan, sino mucho después, cuando los oficiales de la armada les toman
las muestras, los cuales dilatan en tomarlas porque no les corra el sueldo
enteramente, entendiendo que en ello sirven á V. M. y aprovechan su
real hacienda, en lo cual certísimamente puede creer V. M. que se engaña,
porque causa de no sé~juntar el número de la gente que es necesario en
las dichas armadas á tiempo, se dilatan sus partidas y se están en los puer
tos muchos días, en los cuales importa mucho el medio sueldo que ganan
conforme á las ordenanzas los que se hallan presentes á los cascos de las
naos, y las vituallas que consumen los dichos puertos que no lo que mon
taría en darles desde luego el dicho sueldo enteramente, y lo que peor es
y más en deservicio de V. M., que á causa de no se ejecutar el número de
gente que es necesaria á tiempo de sus armadas, cesan los efectos, de lo
cual hay muy clara experiencia de lo que ha acontecido en las dichas cos
tas los años pasados, y tiene por caso sin duda que mandando V. M. que
el sueldo de la dicha gente y naos les corra y se les cuente de la manera
que de suso está dicho, será V. M. bien servido en las ocasiones que se
ofrecieren y á menos costa de su real hacienda de lo que lo ha sido en las
armadas pasadas, y que los dueños de las naos y gente de la mar servirán
de buena gana en ellas.
Otrosí: debe V. M. mandar que despidiéndose las armadas, luego se
provean contadores que fenezcan las cuentas del sueldo que las naos y
gente dellas hobieren ganado, y que lo que se les debiere se les pague allí
luego en mano propia, á cada uno lo que hubiere de. haber, porque todos
los de las dichas costas están muy quejosos y damnificados de que no se
haya hecho así los tiempos pasados, porque á cabo de muchos años nunca
se acaban de fenecer sus cuentas, y cuando se les libra y pagan los alcan
ces, es á tiempo que la mayor parte de la gente es muerta y todo se les con
sume en costas y salarios de los que solicitan , y pues al cabo V. M. lo debe
pagar todo enteramente y la dilación no es beneficio de su real hacienda,
no es justo la haya, por resultar de ello mayores deservicios suyos, que
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APÉNDICES.
441

resultaría de daños si el dinero para pagar estas cosas se tomase á cambio,


y que los dichos contadores no traten mal á los dueños de las dichas naos
de palabra, pues es gente honrada y principal, que asimismo por esta causa
están muy quejosos por toda la dicha costa, y así vienen á la contaduría
mayor de V. M. á pedir sean traídas sus cuentas á ellos por estas causas,
y por las molestias que les hacen, las cuales causan á desanimarlos y á
que pierdan sus paciencias y haciendas y dejen de tener naos, de que viene
muy notable deservicio á V. M., y porque al presente sería menester es
forzar y ayudar á los que hubieren de fabricar y sustentar naos, convernía
que el emprestado que por mandado de V. M. se les hace, fuese lo más
que fuese posible, prestándoles alguna más cantidad y fiándosela por algún
tiempo más, atento la necesidad y pobreza de las dichas costas.
Otrosí: que como V. M. hace merced á los que fabrican naos de trescien
tos toneles y dende arriba , de mil maravedís cada año de acostamiento por
cada cien toneles, todo el tiempo que las tuvieren y mantuvieren las di
chas naos con sus armas y municiones necesarias, y esta merced se en
tienda de aquí adelante á los que tuvieran las naos de doscientos toneles,
y dende arriba, porque es cosa muy necesaria que haya naves del dicho
porte, y que atento que este acostamiento les es librado tarde y en partes
á donde se gasta más en solicitudes y librarlo y cobrar lo que ello monta,
que V. AI. mande situar en una renta cierta tres cuentos de maravedís
cada año para que se paguen dellos estos acostamientos de tres mil tone
ladas de naos gruesas, que es número bastante para cualquier armada y
jornada de mar que V. M. quiera hacer, pues al cabo, como está dicho,
V. M. lo paga todo enteramente, y no viene daño á su real hacienda de
que esta situación se haga, antes es muy en servicio, porque sin duda con
tener certinidad en la buena paga deste acostamiento, se esforzarán muchos
en las dichas costas á fabricar y sustentar naos.
Otrosí: dice que ha mirado y considerado en la elección de algunos ca
pitanes que en estos años pasados se han nombrado, en lo cual le parece
no se ha guardado la orden que se debiera, ni conseguido el fin con que
V. M. y los reyes de gloriosa memoria, sus predecesores en ellos, preferían
á los hombres de más suficiencia, práctica y experiencia en las cosas de
la mar y guerra della y más beneméritos por servicios que se fuese posi
ble, para que los tales pudiesen en las jornadas de mar que se ofreciesen
servir de capitanes, almirantes, consejeros y pilotos mayores, y así en los
tiempos del católico rey D. Fernando y del Emperador nuestro señor, no
se daban los dichos cargos sino á hombres de conocida suficiencia, y así
en las dichas costas había muy pocos que gozaban este honor y acosta
miento, porque en Vizcaya solamente había los capitanes Lagiano (¿Lez-
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ARMADA ESPAÑOLA.
44*

cano?), Pedriza. Portuondo, los dos hermanos Artietas, y en Guipúzcoa


Aldamar, Nobleciá y Machín déla Rentería, todos los cuales eran hom
bres de probada suficiencia y servicios en las cosas de la mar y guerra
della, y los más principales y ricos de las dichas costas, y de algunos años
á esta parte, le parece que en la elección de los dichos capitanes no se ha
guardado la dicha orden, antes se han elegido algunos capitanes, que no
embargante que son hombres honrados y principales, son totalmente
ignorantes en las cosas de la mar y navegación y guerra della, y muy
mozos para servir á V. M. en lo que de suso está referido, y ansí le parece
que á los tales V. M. les debría hacer merced en otra cosa, y que estas
plazas las ocupen hombres de las calidades que tiene dicho, porque de
hacerse así se asegura que muchos hombres principales de las dichas
costas, que tienen mucha experiencia de la mar y están retirados en sus
casas, se esforzarían á fabricar naos y servir con sus personas en las oca
siones que se ofreciesen, por ser proveídos de las dichas capitanías, y los
que no tuvieren en sus partes (¿parientes?) procurarían adquirillas para
subir á tales cargos.
Otrosí: dice que asimismo V. M. mande advertir mucho en la elección
que se hace de Capitanes generales y Almirantes de la flota que anda en
la carrera de Indias, las en la cual le parece hay desorden, porque le parece
se eligen para tales cargos algunos hombres totalmente ignorantes de las
cosas de la mar, y tales que no solo son marineros, pero aun no han visto
el mar, los cuales, por no ofender en particular á nadie, y porque á
V. M. le son notorios, no hay para qué los nombrar, y esto principal
mente procede de algunas causas que los deben de mover á los del Consejo
de Indias de V. M. á hacer las tales elecciones, por las que las cosas de la
mar son diferentes que las de la tierra, y así sería necesario buscar para
los dichos cargos hombres de experiencia, y de no hacerlo esto así se po
drían seguir notables inconvenientes en las navegaciones de las Indias y
de la guerra, porque de más de no ser los generales y almirantes marine
ros ni prácticos de lo susodicho, muchas veces, por encubrir y no dar á
entender su ignorancia, no quieren tomar consejo con personas de prác
tica ni de experiencia que se le podrían dar acertado, pareciéndoles que
pierden su autoridad en hacello, y no porqué las tales flotas ó armadas
van por cuenta de V. M. siempre se mira más en ello, y es porque inter
vienen en ello los del Consejo de Guerra, á los cuales propiamente perte
nece esta elección por tener ellos más noticia de las personas de servicio
de mar y tierra que son capaces y beneméritos de los dichos cargos, y por
esta causa se la debría V. M. someter á ellos, porque no es de menos im
portancia á V. M. y universalmente á estos dichos sus reinos cualquiera
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APÉNDICE?. 443

de las dichas flotas que van por cuenta de mercaderes que las que van por
cuenta de V. M., por lo que se debe de mirar mucho lo que toca á la elec
ción de semejantes ministros, y también se sigue de lo dicho que muchos
hombres principales de las dichas costas y de grande experiencia de las
cosas de la mar y guerra della, que podían servir muy bien los dichos
cargos, visto que los susodichos les prefieren, se retiran y no quieren na
vegar; aunque algunos lo han pretendido, no han sido oídos ni admitidos
de los del Consejo de Indias, y pues los de las dichas costas forzosamente
han de permanecer en el servicio de la navegación, ni á la fábrica de las
naos parecen, sino es tomándolo de los marineros de experiencia primero,
que aun el Adelantado Pero Meléndez de Aviles, con ser marinero, por no
querer tomar parecer de otros que se lo dijeron , advirtieron y lo entendían
como él en el oficio de las galeras y lanchas que hizo en el año de 74,
gastó más de cien mil ducados mal gastados, qué no h.cieron servicio á
V. M. ni le pudieran hacer en Flandes, para donde él las pretendió hacer,
y fue causa la dilación de ella no haber partido la armada dos meses antes
que muriese, y se dejó de hacer la jornada, que importaba tanto al servicio*
de V. M. y bien de sus estados.
Todo lo cual, dice, con el celo grande que al servicio de V. M. tiene, y
porque le parece que formaría conciencia si dejase de advertir á V. M. de
cosas tan importantes, las cuales podrían poner algunas personas inconve
nientes por sus fines particulares, pero lo que á él absolutamente le parece,
habiendo mirado y pensado todos los que se pueden ofrecer, y considerado
los dichos casos con los que por experiencia se le han ofrecido y ha visto,
es lo que de suso está dicho. Humildemente suplica á V. M. lo mande ver
y considerar, porque el interés que desto pretende, es el deseo que tiene
de que las cosas que tocan al servicio de V. M. se hagan cumplida y acer
tadamente.

Biblioteca Nacional de París.—Ms. Copia. Esp. 421., núm. 54. fol. 243/

NUM. 7.

Memorial al rey don Felipe II pidiendo revisión de las leyes que favorecían la
construcción de naos gruesas, por ser contrarias á la navegación en general.

Señor, no ha ochenta años que entre Bilbao y Portogalete, que son dos
leguas, auía dozientas velas de gauia. Solía auer de ocho á diez mil mari
neros, las seis y ocho leguas adentro, hasta Durango, Orduña y Valma-
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444 ARMADA ESPAÑOLA.

seda. La villa de Bermeo solía ser de seis mil vecinos y en él se susten-


tauan ciento y veinte Beneficiados. Castro de Vrdiales, cabeza de los
antiguos pueblos Caristios, muestra en sus ruinas lo que solía ser. En sola
la ante-iglesia de Baracaldo, una legua de Bilbao, auía los 300 y 400 ma
rineros.
Toda esta potencia naual está agotada y aniquilada (entre otras razones
de las que agora vienen apropósito) por sola la ley de mayoría: lo qual
aquí pretendemos mostrar con euidencia.
Vna nao gruesa ha menester mucho flete, y para lo granjear tarda los
ocho y diez meses, y en todo este interim, estorua la navegazión á los na
vios menores, y al mercader le hace muy mala obra en 1» dilación. Los
marinerps desta nao grande, en todo este tiempo no hazen más de vn
viaje, y se quedan después en Lisboa ó Seuilla, y no bueluen por mar. Y
si no vuiese esta mayoría, se juntarían entre dos ó tres y harían naos de
menor porte, y con su caudal, y crédito suyo y de sus amigos, lleuarían
las cargazones á menudo, y destos tales auría muchos en cada puerto y
auría muchos más grumetes, de los quales salen los marineros.
Cada navio destos leuantaría sus marineros, de los quales auría muchos
mediante la frecuencia de los viajes. Los propios dueños y sus deudos y
conocidos holgarían hazerse mareantes, y irían con su caudal y traerían
sus retornos y encomiendas, y desta suerte cada qual armaría conforme á
su posibilidad, y como naturales y emparentados, leuantarían toda la
gente que uviesen menester y les seguirían muchos, que con otros no lo
han gana.
Cosa clara es que diez navios (pongo por caso de 70 á 80 toneladas) en
tretienen y dan de ganar á más marineros, y les darán más viajes y tor
naviajes que no vna -> solo del grandor de todas éstas. Porque la nao
grande estase como vna fantasma muchos meses en el puerto, y sus ma
rineros prendados con eila. Arruyna y encoge al mercader solo por la di
lación, y mientras espera ole viene toda la carga, se pudren las lanas. De.
lo qual se le da poco al dueño de la nao, porque se está en su casa, y con
quatro grumetes entretiene la nao, y el pobre mercader allá está bramando
y desesperándose.
Quien no percibe que dos mil sacas ó tres ó quatro mil quintales de
yerro herrage, ó clavaron que lia menester vna nao grande, sino vuiese
mayoría, luego y á qualquier viento serían navegados, y participarían todos
estos maestres, contramaestres, marineros y pasajeros, destos otros siete
ó ocho navios menores, ganaría el mercader en el tiempo, el trato sería
menudo y caliente, y muchos que dexan de armar armarían por aprove
charse así y al pariente, amigo y criado, muchos que no han gana de na-
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APÉNDICES. 445

uegar se dispornían al oficio, solo por ir con quien los conoce, ama y fía.
Todo lo qual cessa con el priuilegio de vna carraca grande.
En Roscó, Inglaterra, Olanda, Hamburgo, Dantzique, nunca han sa
bido ni saben qué cosa sea la mayoría, y han florecido y florecen como es
notorio, solo con la libertad de cada vno á su modo.
Agora cuarenta años no auía en Inglaterra diez naos de 150 toneladas,
saco y excepto los galeones de aquel Reyno. En Hamburgo agora venti-
cinco años, no auía 30 naos de gauia, y agora ay más de 300; y más que
lo ha de pagar muy bien el que allí pretendiere ser vecino, cosa que en
otros cabos suelen combidar al extranjero.
No sabían en Sámalo, Roscó y essa costa qué cosa era ir á Flandes por
las cargazones para estos Reynos, ni tenían navio de 70 toneladas. Pero
agora naos mayores, gente, xarcia y aparejo, todo les sobra.
ToJa esta potencia naual de las partes septentrionales ha tenido su
principio de la nuestra ruyna, y particularmente dende que á las naos de
Olanda y Gelanda, se les dio priuilegio de naturaleza, y dende que este
mismo priuilegio se extendió á los ingleses, año 1523.
A lo qual no empece dezir que si no vuiese las de mayoría, auría menos
naos gruesas, y que éstas no se excusan para la nauegación del Océano,
porque á esto se satisface por lo siguiente. Y lo primero, según se ha
visto, con que de las naos medianas y de la mucha frecuencia del comer
cio, resultan otras mayores. Lo segundo, esta fábrica de las naos gruesas
puede ser combinada y entretenida menos perjudicialmente, así como en
el acrecentamiento del acostamiento, ó en que los cuatro ducados por to
nelada del emprestido, sean seys ó siete, ó que se les dé á un censo mo
derado debaxo de buena hypotheca lo que vuieren menester, ó que se les
dará la sal fiada para que se aprouechen con ella, dando fianzas para el
torna-viaje; con el qual cómodo ó otros se conseruaría lo vno y lo otro,
especialmente quando se allanase la mar se hiziese un asiento de sal en
alguna Estapla, conforme á lo que alguna vez se ha propuesto, y por esta
vía y algunas otras tracas de que luego se tratará; podrían adelante despal
marse á los extrangeros y quedarse estos Reynos muy señores de la mar

SEGUNDA ADVERTENCIA PARA SU TIEMPO.

Bien puede V. M. ordenar que excepto sus subditos ninguna otra nación
del mar septentrional pueda venir á sus reinos, ni á vista della, con arti
llería de bronze, aunque sea por vía de laste, sopeña de ser castigados por
cosarios, pero se les permite que vengan con basta 10 ó 12 piezas de yerro
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446 ARMADA ESPAÑOLA. '

colado y otros tantos versos. En esta ley vsaría V. M. de su potestad ordi


naria, sin que ningún príncipe en términos de derecho común pudiesse
agrauiarse. Porque puesto caso que la mar alta sea de nadie, y el vso de
todos, todavía la jurisdicción se extiende hasta la vista del puerto y la
propiedad es de la costa más cercana, como no sea muy allá en el Golfo.
(Bar. Ángel. Lucas de Poena. Platea.) Quanto más que qualquier justo ó
aparente motiuo me da licencia á preuenirme con quitar las armas de
quien yo recelo.
Más que esto hace el Duque de Zudermanía en el Jeno Codano ó el
Zonte que dicen, por do van y vienen de Ostelanda. Porque no ha de
pasar nao delante de Elfburg (que así se dize el puerto del estrecho) que
no aya deamaynar, y de pagarle, si el navio es Inglés, vn Noble de la
Rosa, en especie.
Con menos color y más rigor executa la Reyna á ks naos que pasan por
la Canal, si ddlas concibe alguna sospecha, así como el año pasado de
1589, porque metió en sus puertos á ciertas naos de Hamburgo y Alemana,
que pasauan por la Canal al Reino de Portugal, hízoles cargo que pro-
ueyan á V. M. de xarcia, trigo y munición y que ya no se podía disimular
más el negocio, que así fue respondido á la súplica. Añadióse de palabra
que Inglaterra y Denemarca tenían liga ofensiua y defensiua, y que tam
poco por esta vía era lícito el socorro, y las naos se vieron en tanto
aprieto, que les conuino negociar por otra vía, con dar un presente de
mil escudos al Gouernador de Torcamua porque hiciese buen oficio con la
Reyna, el qual lo hizo con la prueua que se requería. Aunque sea fuera
de propósito refiriré, que los de Hamburgo procedieron á represaría de
Ingleses y bienes que allí se hallaron, y sinificaron entre otras razones,
que ni la Reyna tenía guerra con Portugal, ni se entendía liga dende
que en ese Reyno ay nouedad en la Religión.
Por esta vía y razones de la Talión, y del otro ejemplo de Eliburgo,
podrían ser competidos los que pasan por el estrecho á amaynar primero
en vn puerto señalado, sopeña de ser afondados en caso de resistencia, ó
confiscados sin ella. Por que esa tranca y pasadizo de ambos mares es de
V. M. y lo alcanza de vista de parte á parte; y, porque los más que pasan
es con armas, munición y industrias que no saben ni tienen los africanos.

TERCERA ADVERTENCIA.

Conuiniente cosa sería que no se dexase entrar en estos reinos mercade


ría alguna de aquellas que se labran en los lugares de la no deuoción de
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APÉNDICES. 447

V. M., y que de essa especie solo pudiesen entrar las mercaderías que
realmente son labradas, compradas y cargadas en essos estados, de lo
qual auía de constar por testimonios que hiciessen fe verdadera.
Desta ley resultarían algunos saludables y sustanciales efetos. El pri
mero, de reducirse les oficios y oficiales ausentados. El segundo beneficio
sería quitar vn gran pie de altar á las ciudades y prouincias que florecen
con la manifatura, y no podrá imaginarse mayor torcedor para Olanda y
Zelanda; porque como acá no se repara en esta diferencia, ellos se sus
tentan á casta destos Reynos, y se vienen á Bayona ó San Juan de Luz,
donde tienen sus tiendas formadas y de acá se les lleua la moneda sin otro,
examen de la justicia.

El tercer efeto sería animar y consolar á los leales subditos de V. M. por


que se quexan y lamentan mucho en ver la costa y riesgo que tienen en
sus mercaderías, de pasarlas por la Francia, ó con mucho seguro, y que
los otros rebeldes y enemigos de V. M. se vienen baratos y seguros á Ba
yona y San Juan de Luz, y les quitan la ganancia con el barato que pue
den hacer. Y si se mandase y executase esto otro, mal de su grado los
tales no podrían salir de sus mercaderías y dexarían la carrera, y roedor y
con la comodidad della, á nuestra costa no nos robarían á la ida y vuelta.
Otros efetos resultarían que por escusar prolixidad no se expresan, solo
se dirá aquí, que á su tiempo se podría mandar que la cera, cobre y estaña
no pueda venir aquí en derechura, sino que primero se descargue en los
estados de Flandes, como se hazía agora treinta y más años, con lo qual
allá se acrecentauan los derechos, sustentáuase la nauegación de casa, sería
quitar á los otros ocasión de conocer tanto nuestras costas, y la disimula
ción del desmastalón (así) á aquellos sería buena.

QUARTA ADVERTENCIA..

Mucho importa hurtar el ayre y la derrota á los cosarios quando ay


nueua ó recelo dellos, porque con esto de no hazer presas es cansarlos en
el oficio y consumirles su caudal.
El punto está en si nuestras naos y flotas pueden quando les convenga,
no tocar en ninguna de las islas del mar Océano, y parece que sí podrían,
presupuesto que se puede nauegar con sola la observación celeste de la di
ferencia del tiempo; porque si el cielo me puede enseñar, muy pocas le
guas más ó menos lo que estoy alargado de la costa y puerto que busco;
cosa clara será que no terne necesidad de reconocer puntas ni cabos para
saber donde estoy, ni terne necesidad del punto de fantasía ó esquadria,
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ARMADA ESPAÑOLA.

que es muy engañoso, sino que me verné hecho muy señor por la mar y la
graduación que quisiere, y dexaré burlado al cosario que me aguarda en
las islas Acores, ó en otros cabos donde piensa toparme.
Desto se hallará la traca en vna Hidrografía que imprimí en Bilbao á
fojas 34, y puede V. M. mandarlo platicar, y si dello es seruido, aunque
no es mi profesión, yo lo daré á entender en una carta de marear, para
que sobrevisto el pro y contra se vea si es cosa de fundamento.
Los Olandeses y Zelandeses se obligaran de buena gana á tener siempre
limpia la mar, conque se les dé priuilegio quede los extrangeros, solo
ellos puedan sacar la sal destos Reynos.
Estos mismos se obligarían á seruir con cantidad, de toneladas armadas
de gente, munición y vitualla, á razón de 15 ó 16 reales por tonelada, y
.de vn camino se fundaría enemiga hereditaria entre ellos y los ingleses.
Por alguna de las quales vías podrían facilitarse los Ohndeses en la futura
junta que se ha señalado con Colonia, asomándoseles este asiento para la
presente y otras ocupaciones; y no se puede dudar de su potencia naual,
porque en quanto á cascos tiénenlos en más número que los ingleses, y
en quanto la artillería, solo de la que tomaron en tiempo del Duque de
Alva y don Luys de Requesens en cinco años, han de tener más de dos
mil piezas de bronce , comprendidas las piezas de 28 naos de guerra con
que se leuantaron en la Brila, año 1572, y las que tomaron víspera de la
Ascensión, año 1573 en Lillo en otras 18 naos de guerra, y las que se
perdieron quando el Conde de Bossu ese mismo año.
Bien escucharán á esta plática y aura disposición en ellos, porque para
denotar que no del todo se han despedido de V. M. suelen acotar que
hasta agora ni han borrado al León rojo, ni han perdido el respeto á las
costas destos Reynos. Y V. M. ya aura entendido la instancia que algunos
hazen para que les dexen robar á s-us auenturas así como lo hazen los In
gleses, y de presente se lo deuedan los mandadores, á ver si en esta junta
de Colonia se concluye en algún medio.
Impreso en tres fojas, folios.a n. 1. Parece ser de los últimos años del reinado de Felipe II.
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APÉNDICES. 449

NÚMERO 8 '.
Noticias extractadas de documentos que atañen á la Armada española en Europa.

1557.—Enero 22.—Aviso de cómo el Rey de Francia había quebran


tado las treguas y dado licencia para que saliesen navios á robar.

A caá. de la Hist. Reg. del C. de /., fol. 66.

Febrero 2, Bruselas.—Instrucciones del rey D. Felipe II á Ruy Gómez


de lo que había de hacer para juntar armada de 50 navios, al mando de
D. Alvaro de Bazán y D. Luis de Carvajal.
Fernández Duro, Viajes regios, pág. 132.

Marzo 25, Londres.—Nuevo título de Capitán general de las galeras de


Ñapóles, expedido á D. Sancho Martínez de Leyva.
Direc. de Hidrog. Colee. Satis de Barutell, Simancas, art. 2.", núm. 23.

Marzo 25, Londres.—Instrucción á D. Sancho de Leyva para el régimen


de las galeras del reino de Ñapóles.

Colee. Sans de Barutell, art. 3.0, núm. 162.

Junio 11, Laredo.—Carta de D. Alvaro de Bazán á la Reina Goberna


dora. Cuenta del viaje hecho desde Cádiz. Peleó con franceses y tomó
cuatro naos; la capitana de ellas de 40 piezas.

Colee. Sans de Barutell, art. 4.0, núm. 223.

Agosto 19, Campo sobre San Quintín.—Instrucción á D. Juan de Men


doza, Capitán general de las galeras de España para su ejercicio.
Colee. Nav.arrete, t. ni, núm. 6.

La armada de D. Alvaro de Bazán había de pasar á Flandes, y por no


dejar sin guarda los navios de Indias, se mandó q. en Vizcaya se armasen
10 pequeños á cuenta de averías, y que saliese por General dellos Pero
Menéndez de Aviles. Después parece q. se dejó la ida de Flandes y se
mandó á D. Alvaro que fuese á las Azores á aguardar las flotas y las
acompañase hasta S. Lúcar, y q. saliese de Laredo, donde entonces
estaba.

Reg. del C. de [., fol. 66.

1 Por conveniencias para la composición de este tomo, avanzan los documentos extracta
dos hasta el final de la vida de D. Felipe II.
TOMO II. 29
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-150 ARMADA ESPAÑOLA.

Documentos relativos á la pesca y á las cofradías de mareantes.


Fernández Duro, Disquisiciones náuticas, t. VI,

1558-—Abril 30, Valladolid.—Nueva pragmática de los derechos que


se han de pagar de las lanas que se sacaren de estos reinos por Vizcaya,
Guipúzcoa y cuatro villas.

Don lomas González, Colee, de cédulas concernientes á las Provincias Vascongadas, t. 11,
páginas rio, 117 y 122.

Mayo 6.—Asiento tomado con Bendineli Sauli, genovés, para servir con
dos galeras á sueldo.
Colee, Sans-de Barule.h, arl. 5.", nú'ti. 33.

1559-—Relación de los asientos que han tenido las galeras de S. M. en


el reino de Ñapóles desde el tiempo del Rey Católico hasta este año
de 1559.
Colee. Sans de Baruleh. art. 5.0, núra. 34.

Los turcos cogieron sobre el cabo de Santa María una galeaza y una
zabra de la armada de D. Alvaro y una urca flamenca.
Acad. de la Hist. Reg. del C. de I,

Noviembre 15, Madrid.—Reales cédulas sobre recaudo de los diezmos


de la mar.

Don Tomás González, Colee, de cédulas concernientes A las Provincias Vascongadas, t. II,
páginas 132 á 156, T69, 191 y 197.

1560.—Junio 8.—Título de lugarteniente del príncipe Andrea Doria al


ilustre Marco Antonio Doria y del Carrete por haber quedado en los
Gelves Juan Andrea.
Colee. Sans de Barutell, art. 2.°, núm. 20.

Septiembre 12, Toledo.—Título de Capitán general de las galeras de Si


cilia á favor del Comendador de la orden de San Juan D, Bernardo de
Guimerán, mientras dura el cautiverio de D. Berenguer de Requesens.
Colee. Sans de Barutell, art. 2.°, núm. 21.

1561-—Marzo 5.—Real provisión prohibiendo fletar buques extranjeros


y cargar mercancías en ellos.

Colee. Vargas Ponce, leg. 6, núm. 33.

1562.—Mayo 8, Alcalá.—Título de Capitán general de ocho galeras


Instituto de Historia y Cultura Naval

APÉNDICES. 451

para la guarda del Estrecho de Gibraltar á favor de D. Alvaro de Bazán


é instrucciones.
Colee. Navarrete, t. XXXIX.

Representación que con motivo de los grandes daños que causan á la


navegación y comercio las galeras y fustas de Argel, y particularmente
las galeotas del alcaide del Peñón, hicieron al Rey el Prior y Cónsules de
Sevilla.
Colic. Sans de Barutell, art. 6.°, núm. 44.

1563.—Memoriales para el cumplimiento de la Bula y concesión de


subsidio de Su Santidad por cinco años, según la cual ha de haber arma
das 60 galeras por cuenta de la Iglesia.

Colee. Sans de Barutell, art. 4.0, níims. 27o >' *7'«

Mayo 6, Madrid.—Cédula mandando á los Corregidores de Vizcaya,


Guipúzcoa y cuatro villas cuiden de la repoblación de montes de roble,
con arreglo á instrucciones, pues por no hacerlo ha venido en disminución
la fábrica de navios y trato de ellos.
Colee. Sans de Barutell, art. 3.0, núms. 174 y 184.

1564.—Febrero 10, Barcelona.—Título de Capitán general de la mar á


favor de D. García de Toledo, por fallecimiento del príncipe Andrea
Doria.

Colee. Navarrete, t. III, núm. 7.

Febrero 10, Barcelona.—Instrucciones que se dieron á D. García de


Toledo para su cargo de Capitán general de la mar.

Colee, Navarrete, t. III, núm. 8.

Orden mandada observar por D. García de Toledo para gobierno y po


licía del servicio de mar.
Colee. Navarrete, t. XII, núms. 80 y 81.

Abril 15.—Relación de los navios y marineros que están tomados por


orden de S. M., y de los que hay en las cuatro villas de la costa del mar,
Vizcaya y Guipúzcoa.
Colee. Navarrete, t. XII, núm. 76.

Mayo 17.—Galapagar.—Presupuesto de dos pagas de 15 chalupas para


la expedición del Peñón de Vélez.
Colee, de doe. ine'd. para la Hist. de Esp., t. XXVII, pág. 411.
Instituto de Historia y Cultura Naval

4 $2 ARMADA ESPAÑOLA.

Septiembre 4, Madrid.—Instrucción á Guerrero de Anaya, contador


general de las galeras para el ejercicio de este cargo.
Colee. Sans de Barutell, art 3.0, núm. 181.

Septiembre 22.—Lo que refieren los captivos cristianos que se alzaron


con una galera de los turcos.

Colee, Navarrete, t. IV, núm. 16.

Relación del gasto que una galera hace en un año, así de sueldo como
de raciones.

Colee. Navarrete, t. XII, núm. 84.

Relación que ha hecho D. Alvaro de Bazán de la orden que se había de


observar con los fabricadores de galeotas para su fomento.

Colee. Navarrete, t. XII, núm. 82.

Relación de las 50 chalupas y dos pataches que quedan embargadas en


el Puerto de Santa María, y 8 en el río de Sevilla, y el porte que tendrán
y lo que será menester para ponerlas en estado de navegar y pelear.

Colee. Navarrete, t. XII, núm. 77.

Sumario de las preeminencias y obligaciones del Capitán general de la


mar y las del General de la Escuadra de galeras de España.
Colee. Navarrete. t. XII, núms. 102 y 103.

1565.—Marzo 10, Madrid.—Título de Capitán general de las galeras de


Sicilia á favor de D. Juan de Cardona, por fallecimiento de D. Fadrique
de Carvajal que lo tenía.
Colee. Sans de Barutell, art. 2.°, núm. 25.

Agosto 26, Cabo Passaro.—Carta de D. García de Toledo dando cuenta


al Rey de haber apresado una nave ragusea que llevaba á los turcos de
Malta 5.000quintales de bizcocho y 60 soldados.
Colee. Navarrete, t. xxxv.

La cantidad de maravedís que gastaron algunas armadas que se des


pacharon los años de 1563 á 1565, conforme á la orden de S. M.
Colee. Navarrete, t. XXI, núm. 76.

1566.—Marzo 4, Madrid.—Capitulación con el Duque de Florencia para


servir con 10 galeras suyas por tiempo de cinco años.

Colee. Navarrete, t. XXXIV.


Instituto de Historia y Cultura Naval

APÉNDICES. 453

Marzo 9, Escorial.—Asiento hecho con Juan Andrea Doria sobre el


sueldo y mantenimiento de 11 galeras sutiles y una bastarda que ha de
traer á su cargo;.

CoIíc. Sans de Barutell, art. 5.°, núm. 35.

Junio 14, Mesina.—Instrucción que dio D. García de Toledo á Juan


Andrea Doria, marqués de Tursí, para llevar á Malta infantería española
y alemana.
Confiando en su experiencia, le nombra para llevar á cargo las galeras
como si él mismo las condujera. «Desembarque con brevedad la gente y
munición. Mucho recato. No duerma con la armada dentro de puerto,
si no fuera.»
Colee. Navarrett, t. XTI, núm. 60.

Carta de D. García de Toledo al Rey, noticiando que el Conde de Al-


tamira apresó á los turcos ocho navios con 300 hombres.

Colee, de doc. inéd. para la Hist. de Esp., t. XXX.

Octubre.—Salieron de Argel 12 fustas de moros y anduvieron desde el


Estrecho á Cádiz haciendo muchas presas, y las que hacían se las llevaban
al capitán de Ceuta, con quien tenían la correspondencia, y éste con cier
tos cristianos nuevos de Gibraltar y con ginoveses de Sevilla q. les daban
los avisos y así hicieron muchos daños y presas y se sometió á la Casa la
averiguación.

Reg. del C. de I., fol. 35.

Diciembre 2, Aranjuez.—Asiento con Juan Mateo de Florio, ragucés,


para armar y andar en corso con dos galeotas.
Colee. Sans de Barutell, art. 5.0, núm. 36.

1567.—Junio, 3.—Cartas de D. Alvaro de Bazán dando cuenta al Rey


de haber hecho varias presas á los corsarios.
Colee. Navarrete, t. XL. Las presas fueron una galeota, una fusta, una fragata y tres navios.

1568.—Enero i.°—Asiento que se tomó con Jorge Grimaldo para el


mantenimiento de dos galeras armadas por tres años.

Colee, de Jesuítas, t. 109; folios 479, 483, 485 y 489.

Enero 15, Madrid.—Título de general de la mar en persona de D. Juan


de Austria.
Colee, de doc. inid. para la Hist. de Esp., t. III, pág. 304.
Instituto de Historia y Cultura Naval

454 ARMADA ESPAÑOLA.

Enero 15, Madrid—Instrucciones á D. Juan de Austria para su cargo


de Capitán general de la mar.
Colee, de doc. iníd.para la Hist. de Esp., t. III. pág. JII.

Febrero 26.—Instrucción real para el cargo de veedor de las galeras de


España.

C»lec. Vargas Ponce, leg. 10.

Febrero 29, Madrid. -Título de Capitán general de las galeras del reino'
de Ñapóles á favor de D. Alvaro de Bazán, é instrucciones para su cargo.
Colee. Satis de Barulell, art. 2.°. nrtm. 28, y art. }.», núm. 202.

Febrero 29, Madrid —Instrucción real para el oficio de contador de las


galeras de España.
Colee. Vargas Ponce, leg. 20.

Febro 29, Madrid.—Instrucción á D. Juan de Cardona para el régimen


de las galeras de Sicilia.
Colee. Sans de Barutell, arí. 3.", núm. 20?.

Marzo 8, Madrid.—Asiento con Juan Andrea Doria, renovando el que


se tenía hecho con el principe Doria.
Colee. Sans de BaruleII, art. 5.0, núm. 39.

Marzo 22, Madrid.- Título de Lugarteniente de general de la mar en


persona de D. Luis de Requesens.
Colee, de doe. iuéd. par.i la ijht. de Esp., t. III, pág. 309.

Marzo 22.—Instrucción á D. Luis de Requesens, nombrado Lugarte


niente de la mar.
Colee. Sans dr Baruteh, art. 3.», núm. 204.

Abril 9, Madrid.—Asiento con Pedro Bautista Lomelín, en nombre de


Nicolás y Agustín Lomelín, residentes en Genova, para servir con cuatro
galeras suyas por tres años.

Colee. Sans de Barutell, art. 5.°, núm. 38.

Abril 9.—Asiento con Luciano Centurión, de Genova, para servir con


cuatro galeras suyas por tres años.

Colee. Sans de Barutell, art. 5.*, núm. 39-


Instituto de Historia y Cultura Naval

AP¿NDICES. 455

Abril 17, Escorial.—Asientos con los capitanes Tomás Lupián, D. Be-


renguer Doms y D. Joaquín Centellas para servir con sus tres galeras.
Colee. Sans de Barutell, art. 3.*, núm. 208.

Mayo 27.—Asiento con Jorge Grimaldo para servir con dos galeras
suyas.

. Colee, Sans de Barutell, art. 5.», núms. 40 y 42.

1569.—Diciembre 15.—Título de Escribano mayor de la mar de la ca


rrera de las Indias, expedido á favor de D. Enrique de Guzmán, conde de
Olivares.

Colee, h'avarrete, t. XXT, núm. 86.

1572.—Febrero 1."—Relación de lo que se quedaba debiendo á la gente


de guerra y navios que habían servido el año anterior en la armada
de S. M.

Colee, Sans de Barutell, art. 4.0, núm. 334.

Junio 21.—Instrucción reservada de D. Juan de Austria á D. Alvaro de


Bazán para ir á Corfú con las galeras de su mando.
Colee. Sans de Banitell, art, 3.°, núm. 256.

Junio 26.—Relación de las chalupas existentes en San Vicente de la


Barquera. (Había 39 de á 80 toneladas.)
Colee. Xtivarrete, t. XXII, núm. 9.
1

Julio 5.—Instrucciones dadas por D. Juan de Austria al comendador Gil


de Andrada para que fuese á Levante con la armada de la Liga, llevando
22 galeras.

Ce/fC, Sans de Barutell, art. 3.0, núms. 261 y 262.

Julio 7.—Juan de Puy ofreció hacer agua dulce de la mar, y se sometió


la experiencia al Gobernador de Málaga.
Keg. del C. de /., Col. 392 vto.

Julio 31.—Relación de lo que monta el sueldo mensual de la gente de


guerra y naves de la armada.

Colee. Sans de Barutell, art. 4.", núm. 353.

Agosto 13.—Instrucción de D. Juan de Austria á Juan Andrea Doria de


lo que debía hacer quedando en Sicilia con 49 galeras.
Colee. Sans de Barutell, art. 3.", núm. 274.
Instituto de Historia y Cultura Naval

4<;6 ARMADA ESPAÑOLA.

Alzamiento de una galera de la armada de D. Juan de Austria en Ná-


poles, y recuperación de la misma por el Príncipe en persona.
Aftm. fiist. esp., t. XI, pág. 360.

Relación de los navios y naos particulares que había en los puertos de


la costa de España este año, con expresión de sus portes y dueños, según
la visita que se hizo. En resumen 276 navios, sumando 6.942 toneladas los
menores de 100, y 28.361 los mayores.

Colee. S'avarrtlt, t. xxn, núm. 9.

Relación de lo que será necesario para la armada que se manda juntar


en Santander á cargo del adelantado Pero Menéndez de Aviles.
Voltc. Saín de Barulell, art. 4.". núm. 3115..

1573.—Febrero 20.—Nombramiento de Capitán de cuatro galeras de las


que arma Juan Andrea Doria, á favor de Marcelo Doria.
Colrc. Sans de Barulell, art. 2.0, núm. 47.

Mayo 22.—Instrucción de D. Juan de Austria al comendador Juan Váz


quez de Coronado para ir con sus galeras al socorro de Malta.
Colee. Sans de Barutell, art, 3.", núm. 310.

Diciembre 13.—Juan de Herrera, instrumentos para hallar la longitud


en cualquier tiempo y hora del día y lugar donde se hallaren, y para ave
riguar lo que nordestea y noroestea la aguja, así en mar como en tierra, y
en cualquier hora hallar la línea meridional, también en mar y en tierra,
y otros usos. Se le dio privilegio por diez años.
Reg. del C. de /., fol. 393 vto.

Instrucción de los veedores de las armadas de Nueva España y Tierra


Firme.

Colee. Navarrete, t. XXII, núm. 18,

1574.—Febrero 10, Aranjuez.—Título de Capitán general de la armada


que se disponía en Santander para el Canal de Flandes á favor de Pero
Menéndez de Aviles.
Publicado por D. E. Ruidíaz y Caravia. la Florida, su conquista, etc., t. II, pág. 394.

Relación de las naos que hay en la provincia de Guipúzcoa, Señorío de


Vizcaya y Cuatro Villas, de la costa de la mar, y de los hombres de mar
y guerra.

Colee. A'avarrele, núms. 30, 31, 32. 33, 34 y 35.


Instituto de Historia y Cultura Naval

APÉNDICES. 457

Relación de los asientos con que han servido y sirven las galeras de Su
Majestad, é instrucciones para las mismas.
Nueva Colee, de doc. ine'd. para la Hist. de Esp.y de sus fnd., t. III, pág. 38, y 1. Y.

I57S-—Febrero i.°—Asiento tomado con D. Alvaro de Bazán, marqués


de Santa Cruz, sobre las 40 galeras de Ñapóles que tuvo á su cargo por
cuatro años.

Acnd. de la Hist. Colee, de Jesn'tas, t. CIX, folios 438, 451, 453, 461 y 40,}. ■ UOin.iiuü por
D. Ángel Altolaguirre, Biografía de Basan, pág. 236,

Diciembre i.°, Ñapóles.—Relación de las galeras é infantería que S. M.


podrá mandar juntar el año 1576, y de las vituallas que serán menester
para toda ella en siete meses: desde I." de Abril á fin de Octubre. Son 150
galeras (sin las de España), 20 naves gruesas y 40.000 infantes.
Colee, de doc. inéd. para h¡ Hist, de Esp., t. XXVIII, pág. 269.

1576.—Marzo 26.—Título é instrucción de Capitán general de las gale


ras de España á D. Alvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz.
Dirtc. de Hidrog. Colee. Zalvide, art. 5.", núm. j.

Memoria de los servicios hechos en la mar por la provincia de Guipúz


coa desde el año 1321.

Colee. Vargas Ponce, legajo J, núm. 23.

t 57H.—Abril 29.—Título de Capitán general de las galeras de Sicilia é


instrucciones á Gil de Andrada.

Colee. Satis de Bartttfll, art. 4.0, núm. 485.

1580.—Enero 10.—Relación de las naves que han venido del reino át


Sicilia y ciudad de Cartagena a esta costa de Andalucía para servicio de la
armada de S. M., y las que en ella se han embargado.
Colee. Sans de Barutell, art. 4.0, ni'im. 520.

Título de Capitán general de la armada de Galicia, expedido á favor


de D. Pedro de Valdés.

Colee. Sans de Barutell, art. 2°, núm. ;6.

1881.—Marzo. — Relación de las naves que se han hallado en este río


de Lisboa en la visita que ha hecho el capitán Marolín de Juan.
Colee, de doc. inéd.para la Hist, de Esp., t. XXXIV, pig. 80.
Instituto de Historia y Cultura Naval

4<g ARMADA ESPAÑOLA.

Instrucciones para la navegación del río Tajo.


Colee. Sans de Barutell, art. 3.°, núm. 430.

i§82.— Enero 18. —Real cédula ordenando que los buques adquiridos
en el extranjero se tripulen precisamente con marinería natural.
Colee. Vargas Ponce, leg. 2.

Julio 26. Pragmática concediendo exención de alcabalas por otros diez


años á los vendedores de naos de más de 200 toneladas, y á los de cáña
mos, tiros, anclas, clavazón y otros materiales de navios, con tal que sea
á naturahes del reino.
Colee. Vargas Ponce, leg. 6, núm. 45.

Septiembre 11. — Asiento con Agapito Grillo para tener cuatro galeras
á su cargo por tiempo de tres años.
Colee. Sans de Barutell, art. 5.". núm. 46.

Septiembre 21. —Asiento formado por D. Lope de Avellaneda con los


armadores de la costa de Cantabria, en nombre de S. M., para tomar á
sueldo hasta 15.000 toneladas de navios.
Colee. Sans de Barutell, art. 5.0, núm. 47.

Condiciones con que se recibieron á sueldo las naos arragucesas, vene


cianas y levantiscas para la jornada de las Terceras.
Colee. Sans. de Barutell, art. 4.0, núm. 601.

Asiento que S. M. mandó tomar para fábrica de navios en el señorío de


Vizcaya, provincia de Guipúzcoa, y Cuatro Villas de la costa de la mar.
(Ascendían á 15.000 toneladas.)
Colee. Navarrete, t. XXII, núm. 80.

1584.—Agosto 23.—Relación de las presas que hicieron las galeras de


España á cargo de D. Francisco de Benavides.
Colee. Vargas Ponce, leg. 9, núm. 6.

Diciembre 31.—Título de Capitán general de la escuadra de galeras de


Sicilia, vacante por dimisión de D. Alonso Martínez de Ley va, á favor
de D. Pedro de Gamboa y Leyva.
Colee. Sans de Barutell, art. 2.°, núm. 70.

Diciembre 31.—Título de Capitán general de la escuadra de galeras de


Instituto de Historia y Cultura Naval

APÉNDICES. 459

Ñapóles, vacante por dimisión de D. Juan de Cardona, á favor de don


Pedro de Toledo, marqués de Villafranca.
Colee. Sans de Barutell, art. 2.°, núm. 69.

1585.—Relación y tanteo de lo que podrá costar en cada un año el sus


tento y sueldo de la galera Real en que navega el limo, y Excmo. Señor
Piíncipe Juan Andrea Doria, capitán general de la mar, el sueldo de su
persona, gentiles hombres y guardia, y oñciales de la armada con las
raciones que tienen.

Biblioteca Nacional, Ms. G. 139. fol. 8fi.

1586 (?).—Asiento que D. Carlos de Valguarnera, por sí, y ánombre del


Abad de Lupián, 3' de D. Joaquín Centellas, y de D. Ramón Doms, hacen
con S. M. sobre las cuatro galeras con que han de servir en las costas de
las Indias por cuatro años.
Colee. Navarrete, t. XXVII, núm. 53.

1587.—Mayo 23.— Título de Capitán general de la armada de Guipúz


coa á favor de D. Miguel de Oquendo.

Colee. Vargas Punce, leg. 1;.

1588.—-Enero 8, Madrid.—Título de Capitán general de la costa de


Andalucía para el Duque de Medinasidonia.
Colee, de doc. inéd. para la Hist. tle Esp., t. XXVIII. pág. 376.

Relación del gasto que podrá tener una armada de doce galeones y cuatro
pataxes con su general y almirante, y 3.000 personas de mar y guerra,
por un año. Firmada por el general Antonio Navarro.

Colee. Naval relé, 1. XXII, núm. 109.

Cédula prorrogando por cinco años la exención de alcabalas en favor


de los vendedores de naos de más de 200 toneladas y sus adherentes, como
cables, anclas, etc.

Colee. Vargas Punce, leg. 6, ni'im. 50.

Colección de ordenanzas, cédulas y otros documentos relativos á los


saludos y etiquetas en la mar.

Fernández Duro, Disquisiciones náuticas, t, III.

1589.—Asiento hecho con Julián de Isasti para construir 12 galeones.


Colee. Su/u de Barulell, art. 5.", núms. 47 y 48.
Instituto de Historia y Cultura Naval

460 ARMADA ESPAÑOLA.

1590.—Marzo 6.—Asiento ajustadown los capitanes de Ragusa, Pedro


de Ibella y Esteban Dolisti, para servir á S. M. por doce años con 12
galeones de su país.
Colee. Satis de Barutell, art. 5.°, núm. 50.

Abril. 3.— Asiento hecho con el contador Alonso Gutiérrez para armar
y poner á punto 8.000 toneladas de navios en 42 bajeles marinados con
800 hombres de mar y 800 de guerra, que naveguen de ordinario desde
estos reinos á los de Flandes.

Colee, de Jesuítas, t. CY, fol. 404.

1502.—Febrero 1 5. — Relación de los galeones y demás navios de S. M.


que servían en su armada y se hallaban surtos en los puertos de Lisboa y
Ferrol, de la gente de mar que había en ellos y de lo que importaba un
mes de paga.

Colee. Satis de Barutell, art. 4.", m'im. 1.135.

Octubre 23.—Cartas del Consulado de Bilbao á la villa de San Sebastián


recomendando informara favorablemente, como lo habían hecho Vizcaya
y Cuatro Villas, que se permita fletar navios de Holanda y Zelanda, y
soliciten los poderosos oficios de D. Juan de Idiáquez.
Colee. Vargas Ponee, leg. 7, núm. 158.

1 ^93.— Noviembre 20.—Relación de los galeones de la escuadra ¡lírica


de Pedro de Ivella y Estéfano Dolliste de Ivella, que han de servir
áS. M.
Colee. Satis de Barutell, art. 5.0, níim. $3.

1594. — Mayo 27, Madrid. — Asiento nuevo tomado con Juan Antonio
de Marín, D. Cosme Centurión y herederos de Agapito Grillo para que
sirvan con las galeras de S. M.

Bibliot. Nacional, Ms. G. 139, fol. 125.

j 596.—Junio.—Título de Veedor general de las galeras expedido á favor


de Alonso de Velasco para residir cerca del príncipe Juan Andrea Doria.
Colee. Vargas Ponce, leg. 23.

Memoria de lo que se pide por parte del Excmo. Duque de Medinasido-


nia acerca del asiento que se ha de tomar en las galeras de España.
Colee, de Jesuítas, t. CV, fols. 495 y 501.
Instituto de Historia y Cultura Naval

APÉNDICES. 461

Relación de lo que costará el sueldo y mantenimiento de una galera


sotil.

Coltc. de Jesuítas, t. CV. núm. 506.

'597-—Junio 16, San Lorenzo. —Real cédula prescribiendo la gente,


artillería y armas que han de llevar los navios de particulares para poderse
defender y ofender á los enemigos.
Colee. Sans de Barutell, art. 3.", núm. 734.

Julio 29, San Lorenzo. -Reglamento para la distribución de presas.


Colee. Sans de Barutell, art. 3.°, núm. 736.

Septiembre 6.—Patente de corso contra ingleses y otros enemigos con


cedida al bailío Luis Alvarez de Tavora para armar hasta 10 navios y
nombrar persona para gobernarlos.
Colee. Sans de Barutell, art. 2.0, núm. 87.

1598.—Agosto 30, San Lorenzo.—Instrucción para el régimen y buen


gobierno de las galeras.
Colee. Navarrete, t. XXXI.

Relación de lo que se les permitía á los hermanos de San Juan de Dios


para el hospital de las galeras y cofradías de ellas, y de las obligaciones
que se les imponían, fundado el hospital y capilla á costa de S. M.
Colee. Navarrete, t. XII, núm. 99.

NUM. 9.

Noticias extractadas de documentos que atañen á la Armada española en Indias.

15S6-—Ju'i° 16, Valladolid. — Ordenanzas para el Prior y Cónsules de


a Universidad de mercaderes de Sevilla.
Colee. Navarrete, t. III, núm. 4.

1557-— Silió D. Juan Tello de Guzmán, con su armada de seis navios,


para Santo Domingo, y con ella flota de otros 14 salió 130 de Julio. Déla
nao de Cosme Rodríguez Farfán, que se perdió en Zahara, se sacó todo lo
registrado y mucho más. Para ir con otra flota se aprestaron dos naos de
armada con que, pasadas las islas, una fuese con las naos de Tierra firme
Instituto de Historia y Cultura Naval

4'?3 ARMADA ESPAÑOLA.

y otra con. las de Nueva España, y se nombró por general á Pedro de las
Roelas, del hábito de Santiago, á 10 de Septiembre, y por almirante á
Antonio de Aguayo.

Reg.dilC.de I., foL66.

Marzo 22, Valladolid. — Título de Capitán general de la armada de la


guarda de flotas de Indias, contra corsarios, á favor de Pero Menéndez de
Aviles.

Publicado por D. E. Ruidíaz, La Florida^ su conquista, etc.. t. II, pág. 380.

Diciembre 31. — Por haber mandado Enrique II que los prisioneros es


pañoles sirvieran al remo en sus galeras, se ordenó á D. Alvaro de Bazán
que hiciese lo mismo con los franceses, excepto «los capitanes, maestres
y oficiales que fueren tomados en la navegación de las Indias, los cuales
habían de ser ahorcados ó echados á la mar».

Colee. Navarrete, t. XXXIX.

1558.—El Gobernador de Cuba, Mazariegos, resistió á ciertos navios


franceses y dio aviso á Pedro de las Roelas, el cual los prendió. Los fran
ceses robaron la ciudad de Santiago con gran estrago que en ella hicieron,
y el rescate de los templos costó á los vecinos cuanto les había quedado.

Reg. del C. de /., fol. 232 vto.

Junio 6.—Por aviso de q. en los Azores andaba una Armada francesa


de ocho galeones gruesos aguardando las flotas, se mandó q. saliese don
Alvaro con sus cinco navios, y por ser pocos se le añadieron dos naos
gruesas y un patache. Á las naos de D. Alvaro se añadieron seis más. Sa
lió D. Alvaro y volvió con cinco navios de N. España, y luego tornó
á salir á los Azores.

Reg. del C.de/.,{ol.66vto.

La flota de las Indias llegó sola á principios de Noviembre con 19 velas,


Seneral P.° de las Roelas, el cual en las Indias tomó dos navios de france
ses, el uno echó á fondo y el otro trujo con 130 franceses q. se mandaron
ir á galeras. Recobró también un navio que el francés había tomado: dió-
sele el quinto de la presa y lo demás á los soldados, y del navio recobrado
se les dio á él y á los soldados la mitad, y la mitad á su dueño.

Reg. del C. de I.

Salió este año D. Alvaro de Bazán con su Armada á aguardar los na-
Instituto de Historia y Cultura Naval

APÉNDICES. 463

víos de Indias. Salió la Armada y flota de P.n de las Roelas á principios


de Marzo.
Reg. del C. de I., fol. 66.

P.° Menéndez de Aviles estuvo proveído por General de la flota que


llevó P.° de las Roelas, y no fue por haber ido á servir á los estados de
Flandes, ni pudo ir este año por haber ido acompañando á la reina María
á Flandes, y fue nombrado por general de la Armada y flota en q. había
de ir el virrey D. Diego de Acevedo, á 3 de Oct.
Reg. del C. de /., fol. 66 vto.

Volvió D. Alvaro con sus 11 navios sin haber traído la flota ni otra cosa
alguna, y se le mandó que despedidos los seis volviese á salir con los cinco
á los cabos.
Reg. del C. de I.

Jaime Rasquín fue enviado al Río de la Plata para echar á los franceses
q. allí estaban fortificados, y debían ser los del Río de Genero.
Reg. del C. de /., fol. 67.

1559-—Salió flota y por General P.° de las Roelas á 7 de Febrero. Nom


bróse por General de otra á P.° Sánchez de Benesa, si no viniese P.° Me
néndez, de Flandes. Llegó otra flota de diferentes navios, que acompañó
á D. Alvaro por Junio. Por Almirante de la Armada y flota q. había de
ir este año se nombró á D. P.° de Orellana. Llegó á tiempo P.° Menéndez
de Aviles, y fue á servir de general de la Armada y flota.
Reg. del C. de /., íol 67.

1560.—Los franceses saquearon y asolaron el puerto de Caballos. La


ciudad de Trujillo también padeció algún daño, y en la isla de Guanajos
fue cogido uno de los navios con treinta y tantos hombres q. se llevaron
á Guatimala, salvo tres q. confesaron ser luteranos. Destos se mandó ha
cer justicia y q. los demás sirviesen en navios.
Reg. del C. de /., fol. 308 vto.

Llegó la flota de P.° de las Roelas con tres naos menos; la una de las
cuales dio en los Azores y parece que se perdió allí y se salvó la gente y
el oro: las otras dos naos era una la capitana de P.° de las Roelas, q. se
entendió había arribado á Puerto Rico. Llegó á S. Lúcar Nicolás de Car
dona, que era el Almirante. Llegó después P.° de las Roelas con su nao
Instituto de Historia y Cultura Naval

464 ARMADA ESPAÑOLA.

y la que faltaba y otras cinco q. sacó de Puerto Rico, donde había arri
bado.

Reg. del C. de /., fol. 67 vto.

1561.—Aunque había paces con Francia andaban corsarios franceses y


tomaron cuatro navios de Santo Domingo, y se mandó á D. Alvaro de
Bazán q. con dos galeazas q. tenía saliese á los cabos y pasase á los Azores
á recibir la flota de P.° Menéndez.
Reg. de! C. de /., íol. 67 vto.

Á 16 de Julio se dio nueva forma en las flotas y se mandó que saliesen


dos cada año, una por Enero y otra por Agosto, y q. ningún navio fuese
ni viniese fuera de flota; q. en cada una fuese un General y Almirante
con cada 30 soldados. Y q. sobre la Dominica se dividiese cada flota en
dos, una para Tierra firme y otra para Nueva España, llevando la una el
General y la otra el Almirante como General; q. la capitana y almiranta
cargasen 100 toneladas menos de su porte, y q. éstas y los sueldos y armas
se pagasen de averias. Que los navios en q. fuesen General y Almirante
no fuesen suyos, y que salgan de Sanlúcar y los navios de Cádiz á tiempo
q. vayan con ellas. Y así se guardó muchos años.
Reg. del C. de /., fol. 71 vto.

Este año dieron los moros en salir al Océano á robar navios de Indias,
como lo habían intentado el pasado, y parecieron sobre Cádiz 19 navios
dellos. General de los navios para N. España Ortuño de Ibarra, á 23 de
Mayo: iba por factor y veedor de la N. España. Llegó P.° Menéndez con
nueve navios de flota, á 7 de Julio, y con cinco de ingleses q. tomó en los
Azores. Trujo por Almirante á su hijo Joan Menéndez. Llegó flota de na
vios de Tierra firme por Septiembre. Por la nueva que se tuvo de Lope
de Aguirre y su rebelión, se mandó que P.° Menéndez llevase demás de
los dos navios de Armada q. había de llevar con la flota, con 60 soldados,
otro navio con 60 soldados más, que con esto y lo escrito á la Española
y otras partes se juntaría bastante fuerza para desbaratarle. Por Almi
rante, su hermano Bartolomé Menéndez. Salió de San Lúcar con 35 naos
y 14 de Cádiz: arribó y salió por Junio.
Reg. del C. de /., fol. 68.

1 ^62.—General de otra flota que había de salir, P." de las Roelas, á 15


de Abril. A 20 de Mayo dieron en la costa de Zahara nueve galeotas de
moros y echaron 400 en tierra con que llevaron 100 cautivos de las alma-
Instituto de Historia y Cultura Naval

APÉNDICES. 46S

drabas, y por entenderse que trataban de esperar los navios de Indias, se


envió aviso á los Azores q. aguardasen allí los que viniesen, y se mandaron
armar tres q. fuesen por ellos, por habérsele quemado en Cádiz sus dos
galeones á D. Alvaro. General destos tres navios, P.° de las Roelas; Al
mirante, Antonio de Aguayo, y después Nicolás de Cardona. Llegó flota
de N. España por Septiembre acompañada de P.° de las Roelas, y vino
por general Esteban de las Alas. P.° Menéndez pasó á N. España y su'
hermano á Tierra firme, y por entenderse que invernarían allá se envió
orden q. Bartolomé Menéndez viniese con la flota sin aguardar á su her
mano.

Reg. del C. de /., fol. 68.

1563.—Salió la flota con 28 navios á 29 Marzo y arribó á Cádiz. Armá


ronse ocho galeras á costa de avería, q. se dieron á D. Alvaro de Bazán
para que guardase las costas. Por haber nuevas de cósanos luteranos,
moros y turcos se mandó salir á los Cabos á D. Alonso de Bazán con tres
galeras y cinco fustas á aguardar las flotas. Llegó la flota de P.° Menéndez
de Aviles por Junio, y de la Habana envió á su hijo á N. España por otra
flota. Embióse á P.° Sánchez de Benesa á los Azores por capitán de dos
carabelas á aguardar esta flota de Joan Méndez. De la flota que llevó á
N. España P.° de las Roelas se perdieron cinco naos: la que traía D. Joan
Menéndez salió con 13 de la Habana, y sobre la Berniuda se le desaparecie
ron y se creyó haber arribado á Puerto Rico. Con las siete llegó á los Azo
res, y una vino luego á San Lúcar.

Rtg. del C. de /., fol. 68 vto.

Cinco navios del cargo de P." de las Roelas q. iban á N. España se per
dieron y el gob. de Cuba, Mazariegos, embió gente por mar y tierra en
q. se salvó la gente.

Rtg. delC.de I., fol. 333.

1564.—Abril 27, Madrid.—Capitulaciones con Alvaro de Mendaña para


descubrir las islas que están en el mar del Sur.

Colee, de doc. de Indias, t. XXIII, pág. 189.

Á 18 de Octubre se dio nueva forma en las flotas ordenando q. cada


año fueran dos, una para Nueva España á principio de Abril con las naos
de Honduras, y que saliese de San Juan de Ulua por Febrero, y las naos
de Honduras estuviesen en la Habana por Marzo y saliesen de allí con
ella. Otra flota para Tierra Firme por Agosto, y q. salga de allá por
TOMO II. 5CI
Instituto de Historia y Cultura Naval

\(>f> ARMADA ESPAÑOLA.

Enero. Y q. cada una salga de la Habana lo más presto q. pudiere, con q.


no sea antes de los 10 de Marzo.

Reg. del C. de I., fol. 71 vto.

Por Julio llegaron tres navios de franceses á la punta de Sta. Elena en


la Florida, y echaron gente é hicieron un fuerte de fagina, madera y tie
rra, y el capitán embió les navios á Francia á pedir eco hombres, y se
tomó asiento con P.° Menéndez de Aviles para que saliese con seis chalu
pas de á 50 toneles, y cuatro zabras y un galeón de 600 toneles, y se or
denó al Gral. de la Habana q. escogiese 50 soldados con algunos caballos
y los tuviese prestos en un navio artillado para juntarse con P.° Me
néndez.

Reg. del C. de /., fol. 333.

Diciembre 12, Madrid.—Asiento y capitulación con Juan de Viloria


para descubrir y pacificar las provincias del río Darien.
Colee, de doc. de Indias, t. xxiii, pág. 224.

^S-—Marzo 20, Madrid.—Capitulación y asiento con Pero Menéndez


de Aviles para la conquista y población de la Florida, títulos é instruc
ciones.

Publicados por D. E. Ruidiaz y Caravia, La Florida, su conquista, etc., t. II, pág. 415.

Julio 29, Turuégano.—Capitulación con Jorge de Quintanilla para des


cubrir el paso de la mar del Norte á la del Sur.
Colee, de doc. de Indias, t. XXITT, pág. 259.

Solían ir con cada flota dos navios de armada con cada 30 soldados, y
como iban tan cargados como los demás no eran de provecho en la oca
sión ni podían socorrer ni pelear, y así se mandó por cédula de 19 Enero
q. con cada flota de N. España y Tierra firme fuese un galeón de 300 to
neladas con ocho piezas de bronce, cuatro de hierro, 24 versos de bronce y
de hierro y el General, con 120 hombres de mar y guerra, sin llevar mer
caduría ninguna, y que habiendo necesidad en la mar pudiese recibir las
mercaderías, oro, plata y gente de otra nao, si peligrase.
Reg. del C. de I., fol. 69.

Dióse orden nueva en la salida de las flotas, una por Abril para N. Es
paña, otra por Agosto para Tierra firme, cada una con su General. Gene
ral de la flota de Abril para la N. España con su navio de Armada, P.° de
las Roelas, á 13 Feb.° Almirante D. Bernardino de Córdova. P.° Menén-
Instituto de Historia y Cultura Naval

APÉNDICES. 467

dez de Aviles con 200 hombres se mandó q. fuese á la Florida á echar los
franceses que allí habían poblado, y que P.° de las Roelas desde el Cabo
San Antón le enviase su nao capitana con la gente y armas á la Habana
para que estuviese á su orden. General de la flota de Tierra firme, D. Cris
tóbal de Eraso. Llegó la flota de Nueva España. Gral., D. Joan Tello de
Guzmán, á princip:o de Julio. Almirante, D. Cristóbal P.° de Gamboa.
Salió la flota de Eraso á 20 de Octubre y arribó á Cádiz. General de
N. España, de su flota, para Abril, Joan de Velasco de Berrio, á 30 de Di
ciembre. Almirante, Alonso Hernández de Ayala.

Reg. del C. de /., fol. 69 vto.

1566.—Estaban aprestados 1.500 hombres para embiar á la Florida en


socorro de P." Menéndez, cuando se supo como había desbaratado los
franceses della, y se mandaron despedir los 500 soldados y que saliesen los
1.000. En la flota del Gral. Joan de Velasco fue el Marqués de Falces,
por Virrey de N. España y con título de General. Almirante de la flota
de Tierra firme, Andrés de Mora, á 4 de Julio. Por nuevas de cosarios
franceses se mandaron salir tres naos q. había en Málaga aprestadas, hasta
los Azores á recibir las flotas, y por capitán dellas, P.° de Guevara. Gral.
de la flota de Tierra firme, Diego Flores de Valdés1, á 19 de Julio. Por los
moros que andaban se ordenó á las flotas que viniesen á la Coruña ó á
otro puerto de Galicia. D. Cristóbal de Eraso venía á Vigo con su flota y
después quiso pasar á S. Lúcar, y dióle un temporal q. apartó nueve
naos q. llegaron á S. Lúcar y él aportó á Lisboa, donde se le mandó que
desembarcase el oro y q. se llevase por tierra á Sevilla; sin embargo, el
Grdl. había salido ya, y llegó salvo á S. Lúcar.

Reg. delC. de I., fol. 70.

Ordenóse este año que las almirantas de las flotas fuesen de armada y
sin carga, como las capitanas, á 19 de Octubre.
Reg. delC. de /., fol. 70.

1567.—Gral. de la flota de N. España, D. Cristóbal de Eraso, del


hábito de Santiago. Almirante, fñigo de Lecoya. No se enviaron á la Flo
rida los 1.000 soldados, sino algunos y otras cosas necesarias que llevó el
capitán Sancho de Achiniega. P.° de las Roelas parece q. yendo por Gene
ral la última vez murió en N. España, y vino con la flota el Almirante
D. B.n0 de Córdova. Llegó la flota de N. España, Gral., Joan de Velasco
de Berrio, á principio de Agosto. Los navios de Honduras se mandó q.
saliesen con la flota de Tierra firme, á 14 de Septiembre. Los franceses
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468 ARMADA ESPAÑOLA.

quemaron un pueblo de Indias en la isla de la Mona, y en Burdeos armó


12 galeones Mr. de Montfort, y tres Mr. de la Trimulla para In jias,
Seg. del C. de /., fol. 70.

Se perdió una flota que traía á su cargo un hijo del adelantado P.° Me-
néndez, ó algunas naos de ella en que venían más de tres millones en oro,
plata y perlas, y los caribes de la Dominica, muerta y comida la gente, se
fueron en sus piraguas á las naos para sacar el hierro y clavos, q. es lo q.
ellos estiman, y de camino llevaron el tesoro q. hallaron y lo metieron en
una cueva cerca de la playa, donde dijeron algunos cautivos q. se huyeron
de ellos, q. estaba aún, y se mandó informar en 4 Abril 1587.

Reg. del C. di- /., fol. 341 vto.

Noviembre 3, Escorial.—Titulo de Capitán general tle la Armada de 12


galeones, dispuesta en Vizcaya para seguridad de las Indias, á favor de
Pero Menéndez de Aviles.

Publicado por D. E. Ruidiaz y Caravi:i, La Florida, su conquista, etc., t."II, pág. 390.

1568.—Mayo 1 e, Aranjuez.—Capitulación con Diego Fernández de


Serpa para la conquista de las provincias de Guayana y Caura.

Don José de Oviedo y Baños, Conquista de Venezuela, t. II, pág. 299.

1568.—Relación de los Capitanes generales de las flotas que han ido á


Nueva España desde el año 1548 hasta el de 1565, y sucesos de algunos
viajes.

Colee. Navarrete, t. X, núm. 39.

Gral. de la flota de N. España, Francisco de Lujan: Almiran'e, oan de


Ubilla. Llegó la flota de Tierra firme á fin de Mayo. Gral. de la flota para
Tierra firme, Diego Flores de Valdés; Almirante, Nicolás de Cardona.
Llegó la flota de N. España á fin de Agosto.

Reg. del C. de /., fol. 70.

1569.—Gral. de la flota q. ha de ir á N. España, D. Cristóbal de Eraso;


Almirante, Iñigo de Lecoya. Llegó la flota de N. España, Gral., Fran.co
de Lujan; en su compañía y guarda el adelantado Pero Menéndez de
Aviles, q. dejó la Florida para esto, como se le había ordenado: llegó á
principio de Agosto y se le mandó q. luego volviese á salir á buscar la
flota de Tierra firme q. se esperaba, por los muchos cosarios q. había,
pero no pudo salir. En esta flota setrujeron 29 ingleses de los de Joan de
Aquines y dos franceses, y así parece que Lujan fue el que le desbarató en
Instituto de Historia y Cultura Naval

APÉNDICES. 469

áan Joan de Ulua. Llegó la flota de Tierra firme, Gral., Diego Flores
Valdés, con ocho navios y una carabela, á fin de Septiembre. Por este
tiempo á cada Gral., en llegando, se daban 500 duc. de ayuda de costa.
Diego Flores de Valdés no trujo toda la flota: dejó parte en Cartagena á
cargo del almirante Cardona, y ordenóse que fuese por ella P.° Menéndez
y el dicho Almirante q. le obedeciese, y lo mismo á D. Cristóbal de Eraso,
Gral. de la de N. España, y q. el dho. Adelantado viniese por Gral. de to
das, y en falta suya, Eraso.

Reg. del C. de /.. fol. 70 vto.

Julio io, Madrid.—Asiento y capitulación con Juan Ortiz de Zarate


para conquista y población en el Rio de la Plata.

Colee, de doc. de Indias, t. XXIII, pág. 148.

1570 — Por orden del Adelantado Aviles, P.u Menéndez Márquez aprestó
en Vizcaya una fragata con 200 hombres de mar y guerra, y fue á las In
dias en busca de cosarios.
Reg. del C. de /., fol. 89 vto.

Gral. de la flota de Tierra firme, Diego Flores de Valdés; Almirante,


D. Gerónimo Narváez y Padilla. Gral. de la flota de N. España, Joan
de Velasco de Berrio; Almirante, Joan de Ubilla. Llegaron las flotas de
N. España y Tierra firme juntas, á principio de Agosto, y con ellas la
Armada de P." Menéndez, y parece fue la vez primera q. fue escolta de
galeones. Era Almirante de la Armada de P." Menéndez, P.° de Valdés.
Diego Flores de Valdés se puso este año el hábito de Santiago. Ordénase
q. las dos flotas viniesen juntas este año por los cosarios, y q. Diego Flo
res aguardase en la Habana á Joan de Velasco. Gral. de la'flota de
N. España, D. Cristóbal de Eraso; Almirante, Iñigo de Lecoya.
Reg. delC.de I., fol. 71.

Agosto 5, Lisboa.—Carta de D. Juan de Borja, embajador en Portu


gal, con noticias de ocurrencias en las Indias y la Especiería; contra
bando de la isla Española, falsificación de cartas de marear.

Acad. de la Hist, Colee. Vargas Ponce, t. I.IV, pág. 1.269.

Agosto 31, Lisboa.—Carta del embajador D. Juan de Borja, dando


cuenta de hostilidades entre portugeses y castellanos en el Maluco: manda
hacer cartas de marear.

Acad. de la Hist. Colee. Vargas Ponce, t, LIV, pág. 1.277.


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47o AbMADA española.

1571.—Relación de las flotas y armadas que se han despachado á las


provincias de Tierra firme y Nueva España desde el año de 1566; de las
personas que han ido por Generales, y lo que cada uno de ellos ha gastado
en las Indias.

Colee. Navarrete, t. XXII, núm. 15.

Á Pero Menéndez se ordenó q. viniese con las flotas. Gral. de Tierra


Firme, Diego Flores Valdés, q. no salió por Agosto y había de salir por
Enero siguiente. Con seis galeones de P.° Menéndez y dos más q. eran de
su cargo y habían ido por capitana y almiranta de la flota de Tierra
firme, se encargaron á Esteban de las Alas con título de General, hasta
juntarse con Pero Menéndez, y por Almirante, Nicolás de Cardona. Vino
el adelantado Aviles acompañando las flotas desde la punta de Sta. Elena,
en la Florida, hasta España.

Reg. del C. de /., folios 71 y 89.

1572.—Gral. de la flota de N. Espafia, Joan de Alcega, de la orden de


Santiago, á 10 de Enero: Almirante, D. Antonio Manrique. Gral. de
Tierra firme, Diego Flores de Valdés: Almirante, D. Gerónimo Narváez
y Padilla, á 16 de Junio. Diego Flores este año pidió un patache para su
flota y se le dio, y fue el primero q. lo llevó.

Reg. delC. de /., fol. 71.

Flota para N. España, General, Juan de Alcega; Almirante, D. Antonio


Manrique, con 11 navios, salió á mediac'o de Junio. Mandóse que en lle
gando el adelantado Pero Menéndez de Aviles con los galeones de la
guarda de Indias, q. venía acompañando la flota de N. España, sin des
embarcar, diese la vuelta á las Indias. Salió flota para Tierra firme por el
mes de Septiembre. De la flota del general D. Cristóbal de Eraso, que
llegó á la N. España el año de 71, se perdieron en la costa della algunos
navios q. no siguieron á la capitana.

Reg. del C. de /., fol. 72.

Pur no haberse podido despachar á tiempo el año de 71 la flota de


Tierra firme, se mandó que tres galeones del cargo de P. Menéndez fuesen
por la plata, á costa de averías, para traerla, y q. la llevasen á la Habana
y entregasen al general de la flota de N. España, y q. allí se repartiese
la costa de dos por ciento por avería gruesa, y de la Habana á España
la de los q. viniesen acompañando la dicha flota, y así se hizo á 4 de
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APÉNDICES. 47 r

Noviembre. Llegó la flota de N. España á 20 de Noviembre, y della apor


taron cuatro naos á Portugal.

Reg del C. de I., fol. 72.

Parece que tocaron ciertos navios de franceses en el puerto de Trujillo


de Honduras, y por estar entonces sin defensa se rescató el lugar por
cierta cantidad.
Reg. de! C. de I., fol. 318 vto.

1573.-El adelantado P.<> Menéndez de Aviles, gobernador y capitán


general de.la Florida y de la isla de Cuba, y de la Real armada q. anda
contra cosarios, presentó un instrumento diciendo q. mediante su in
dustria y trabajo, y larga experiencia q. tenía de las cosas de la mar y
las continuas y distantes navegaciones q. había hecho, tenía descubierta
precisamente la longitud de E. á O. y hecho instrumento dello, con
que claramente se ve y entiende q la causa dello era q. la aguja de
marear tiene línea recta, q. dando la vuelta al mundo de N. á S., pre
cisamente mira al polo, y esto se sabe-claramente por donde pasa, y
apartándose della la vuelta del poniente, noroeste, y á la parte de
levante, nordeste, y todo lo q. pueda noroestear ó nordestear, apar-
tándose de esta línea recta, son 1.175 leguas, q. es la cuarta parte del
mundo, y entonces nordestea la aguja una cuarta, y no puede noroestear
más, y el mesmo efeto hace á la parte de levante, no embargante q.
los astrólogos y cosmógrafos, y pilotos y otras personas, escriben y tie
nen por cierto q. la aguja noroestea y nordestea tres cuartas, en q. han
andado errados sin saber lo cierto. La línea recta donde la aguja precisa
mente mira al norte hasta ahora, q. lo habrá descubierto y q. de sa
berse se entiende la causa cierta y verdadera del flujo y reflujo. Pidió y
se le dio privilegio por diez años para vender el instrumento, á 18 de
Febrero.
Reg. del C. de /. fol. 193.

General de la flota de Nueva España Francisco Lujan. Instrucción á 8


de Abril. Se mandó que saliese acompañando á la flota el adelantado
Aviles, y q. luego pasase á las Terceras á aguardar las dos que se espe
raban, por los cosarios. Se mandó que saliese la flota de Tierra firme sin
capitana ni almiranta y q. le hiciesen escolta los galeones de Aviles, á 24
de Julio. D. Cristóbal de Eraso vino de N. España este año. General para
Tierra firme D. Alvaro Manrique.
Reg. del C. de /., folios 72 y 89.
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472 ARMADA ESPAÑOLA.

Julio 13, Balsaín. — Ordenanzas para los nuevos descubrimientos de


mar y tierra.

Colee, Navarrete, t. XIX, núm. 3.

Diciembre i."— Asiento y capitulación con Diego de Artieda para des


cubrir en Costa-Rica.

Colee, de dcc. de /., t. XXIII, pig. 171.

Al general Alvaro de Mendaña se le dio cédula de recomendación por


sus servicios, y refiere: Que atravesó el gran golfo, q. le puso por nombre
de la Concepción, q. hasta entonces, aunque algunos habían probado, no
se habían atrevido á le atravesar, y pasando muchos trabajos y peligros
descubrió mucho número de islas y tomó la posesión de ellas en nuestro
nombre, y trajo á nuestra sujeción y obediencia al Taurique Beli-Ban-
hana, uno de los más principales señores de la isla de Sta. Isabel, y q.
después pasó muchos trabajos, necesidades y peligros, volviendo á dar
cuenta de lo sucedido, per grandes tormentas en q. tornó á padecer mu
cho, viéndose en grande aprieto por estar los navios trastornados y meti
dos debajo del agua; mediante la industria se salvó la nao, habiendo
alijado lo q. en ella se traía y cortado el mástil, y desta manera vino con
su gente en tiempo de tres meses, padeciendo mucha hambre, al puerto
de Colima de la N. España, y allí se proveyó á costa de su hacienda para
él y toda su gente, de todo lo necesario, y en la costa de Nicaragua ade-
íezó así mesmo á su costa los navios, 2 de Septiembre.
Reg.delC. de I., fol. 181.

1574 —Abril 27, Madrid.—Asiento y capitulación con Alvaro de Men


daña para poblar y pacificar las islas que había descubierto y tierras á
ellas comarcanas.

Colee, de doc. de I., t. XXIII, pág. 189.

Tratóse que las flotas de N. España mudasen derrota q. la q. hacían


por los bajos de la Española, S. Juan y Cuba y los demás que hay entre
Ocoa y el puerto de San Antón, y los huracanes q. por allá corren la
hacían peligrar, y q. era mejor ir derechas á la Dominica y allí hacer
agua y pasar á reconocer las sierras nevadas de Sta. Marta, adonde te
niendo necesidad de bastimento, podrían entrar á tomarlo, y donde no
atravesar al cabo de San Antón y de allí á S. Juan de Ulúa, sobre q. se
pidió informe á 13 de Febrero. A los generales de las flotas de t:erra firme,
D. Alvaro Manrique y de N. España D. Antonio Manrique, se ordenó q.
se juntasen en la Habana y viniesen juntos, y no acompañándolos el
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APÉNDICES. 47J

general Diego Flores de Valdés, echasen suertes sobre cuál había de venir
por general hasta San Lúcar, á 6 de Marzo.
Reg. del C. de I., fol. 73.

Salió el adelantado Aviles con sus cuatro galeones y algunas naos de


merchante, de las cuales se perdió una y se salvó la gente y algunas mer
caderías, y el almirante Francisco Carreño las recogió en su galeón, con
que arribó á Cádiz, y dejando allí la gente volvió en seguimiento de los
demás, y parece q. salieron de Sanlúcar á principios de Enero. General de
la flota de N. España D. Antonio Manrique. Por las nuevas de cosarios
se mandaron despachar cuatro carabelones á los Azores para q. avisasen á
la flota de N. España y viniesen con ella, y q. fuesen por diferente derrota
cada una para q. avisasen de los cosarios q. fuesen encontrando. Salió la
flota para N. España á principio de Julio. Llegaron las flotas de N. España
y Tierra firme á principio de Septiembre. Vinieron con ellas tres galeones
de Aviles. Flota para tierra firme de este año, general D. Alvaro Manri
que. Salió por Octubre y arribó á Cádiz.
Reg. del C. de I., fol. 73.

Noviembre 7, Madrid.—Asiento y capitulación con Pedro Mará ver de


Silva para descubrir y poblar en Nueva Extremadura, desde donde fene
cen las provincias de Guayana y Caura.
Colee, de doc. de /., t. XXÍII, pág. 207.

1575.—Reconocido q. la armada de navios de alto bordo q. trujo en las


Indias el adelantado Aviles, y después Diego Flores de Valdés, no hacía
efeto, y q., sin embargo, los cosarios hacían muchos daños, se propuso q.
era mejor seis galeras y tres fragatas, dos para guardar las islas de Cana
rias, las dos en la costa de Tierra firme, desde puerto de Caballos hasta
Santa Marta y la Margarita y hasta la Dominica, y las otras dos corran las
islas de S. Juan de Puerto Rico, Sto. Domingo, Jamaica y Cuba, costeán
dolas por la banda del Norte y la del Sur, y que atraviesen del C. de San
Antón al de Catoche, corriendo la costa hasta S. Juan de Ulúa y atravie
sen desde la isla de Pinos, en la isla de Cuba, al cabo de Camarón en la
costa de N. España, y vayan la costa en la mano hasta puerto de Caballos
y corran la costa de la Florida desde el C. de los Mártires al de Santa
Elena, y sobre esto se consultó en 14 de Agosto.
Reg. del C. de 1., fol. 74.

General de la flota de N. España D. Diego Maldonado, y salió por


Junio. Despacháronse caravelones de aviso á las flotas de batir cosarios, á
Instituto de Historia y Cultura Naval

474 ARMADA ESPAÑOLA.

2 de Julio. Al comendador Gil de Andrada se ordenó q. con las galeras de


su cargo fuese al cabo de S. Vicente á recibir la flota. Y al factor Fran
cisco Duarte q. dos naos q. tenía aprestadas para embiar á Laredo por
orden del Rey, las hiciese salir luego con las dichas galeras y q. aguarda
sen en el cabo la flota, la cual se entendía venía con los cuatro galeones y
dos fragatas de Diego Flores de Valdés y las dos naos de armada, capitana
y almiranta suyas. Y aun se mandó que la capitana y almiranta de la
flota de tierra firme q. se aprestaba en S. Lúcar saliesen , y se dejó por no
ser posible. Y se ordenó q. si le pareciese al General arribase á Vigo ó á
la Coruña, tal era el cuidado q. entonces había en la mar, como parece
por cédula de 2 de Agosto.

Reg. del C. de /., fol. 73 vto.

Llegó la flota y se mandó despedir la gente de la armada de Diego


Flores, excepto el mismo General, 14 de Agosto. Después llegó la flota de
Tierra firme, y los galeones eran cuatro con cinco fragatas y un patache.
General de la flota q. salió este año para tierra firme, Francisco Lujan.
Por nuevas q. hubo de haber pasado cosarios á las Indias se mandaron
aprestar otra vez los cuatro galeones, fragatas y patax para q. se fuesen á
juntar con los demás q. parece andaban en las Indias de armada, 23 de
Noviembre.
Reg. del C. de I., fol. 74.

Junio 11. — Anduvieron cosarios por la costa de la Española donde


hicieron algunos daños á q. no acudió como debía el capitán Alvaro Flo
res, que entonces estaba en las Indias con la armada Almirante de Nueva
España Juan Gómez de Medina.

Reg. del C. de 1., fol. 13 vto.

1576.—Marzo. —Tocaron en las islas Canarias siete galeones de franceses


robando.

Reg. del C. de /., fol. 13 vto.

La flota de tierra firme, general Francisco de Lujan, no salió el año


pasado, sino éste, por falta de tiempo y apresto. Y así se ordenó q. en
llegando á tierra firme descargase seis navios, los mejores, y en ellos y
en los de la armada de D. Francisco de Eraso, q. iba por General de la de
la guarda de las Indias, se cargase el oro y plata q. hubiese junto y saliese
con ello, dejando parte de su armada con los navios; q. allá quedasen don
Franciseo de Eraso, su almirante, y con las seis naos de la flota almirante
della P.° de Vargas, haciendo su oficio, y q. el general Francisco de Lujan
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APÉNDICES. 47 i

se quedase allá acabando su descarga y juntando la demás plata con que


viniese cuando le fuese posible. La armada que llevó Eraso fue la q. trujo
Diego Flores, 29 de Febrero. Parece que fue por almirante desta armada
el capitán Pedro Menéndez Márquez, hijo del adelantado Aviles. Orde
nóse á D. Maldonado, general déla flota q. estaba en N. España, q.
aguardase en la Habana á D. Fran. de Eraso y á su armada y naos hasta
24 de Junio, y se viniesen juntos, y q. si hasta entonces no llegase, se
viniese, 13 de Marzo.
Reg. delC.de í., fol. 74vto.

General de la flot: q. se aprestaba para N. España, D. Antonio Man


rique. Propúsose q. para guardar las costas de las Indias eran apropó-
sito unas saetías q. á lo más tengan 1.500 salmas, q. son 300 toneladas y
dos cubiertas, de suerte q. pudiesen navegar con 50 ma-ineros y 20 remos
por banda, q. los podían remar los propios marineros. Que pueden acom
pañar galeras porque navegan con velas latinas mucho más q. ellas y pes
can io palmos de agua y pueden tomar puerto donde lo tomaren las
galeras. Pueden caminar á remo, en falta de viento, á tres millas por hora
y son de menos costo y peligro q. las galeras. Puede llevar cada sastía cuatro
cañones agalerados en proa y dos en popa; ocho cañones pedreros de 25
quintales por banda y 30 esmeriles, y cuando éstos fuesen de un cabo ser
virían en lugar de 150 arcabuces, metiendo la munición de pólvora y sol
dados necesarios para ellos. Teniendo viento caminan á la vela más q.
galeras, aunque el viento sea contrario, porque las galeras con viento en
proa no puedtn andar á orza como ellos, sino á remo. De armada han de
llevar 150 hombres cada uno, con los 50 marineros, y puede uno comba
tir cen tres galeras. Costará cada uno á la vela, sin la artillería, 3.000 duc.
Entretiénense con poca costa mientras no sirven, p-rque se pueden guar
dar con cuatro hombres. Navegan en invierno y verano y sufren cualquier
tormenta mejor q. otros navios, y en caso necesario embisten á una playa
sin peligro ni daño. Esta Memoria se envió á Sevilla.
Reg.delC.de /., fol. 75.

Marzo 5. —Título de General de la armada de la guarda de la carrera


de las Indias y sus costas á D. Cristóbal de Eraso, de la orden de San
tiago, por muerte del adelantado P. Menéndez de Aviles. Almirante de
esta armada era Francisco Carreño, y por haber dejado el oficio se dio al
capitán P." Menéndez Márquez. Para el sustento de esta armada se situa
ron 60 cuentos, los 30 ea Nueva España y los 30 en Tierra firme, y des
pués se moderaron i 45 por mitad en ambas partes. Se mandó al General
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475 AfcMADA ESPAÑOLA.

que fuese á las Indias por la plata, á 27 de Marzo. Se concedieron á don


Cristóbal seis entretenidos de provisión suya con seis duc. de ventaja.
Reg. del C. de I., fol. 13 vto.

!57y._A 8 de Enero de este año llegó la almiranta de la armada, y


después otros dos galeones della y un patache. Parece que entonces eran
las galeras seis y un patache y saetía y algunas fragatas.
Reg. del C. de I., fol. 13 vto.

General de la flota de Tierra firme era este año Francisco Lujan, que
fue por el de 1575.
Reg. del C. de /., fol. 13 vto.

Llegó el almirante P. Menéndez Márquez con el galeón capitana y '


otras tres naos de diez con q. salió de Cartagena, y se mandó q. con su
galeón saliese hasta los cabos á buscar sus naos, 8 de Enero. Ordenóse á
D. Cristóbal de Eraso q. con la parte de su armada q. le había quedado y
la de la flota de Tierra firme se viniese á la Habana, y á D. Antonio
Manrique, general de la de N. España, q. se juntase allí con él y viniesen
juntos, 8 de Enero. Las seis naos del cargo de P. Menéndez se tuvo por
cierto haber arribado á Puerto Rico ó Sto. Domingo, y se les embió una
cara vela con lonas y jarcias, I." de Febrero. Mandóse q. Pero Menéndez
volviese á las Indias con su galeón y ioo hombres para la fortaleza de la
Habana. General de la flota para N. España D. Diego Maldonado. Dióse
aviso á D. Cristóbal de Eraso de cosarios moros é ingleses para q. viniese
con cuidado, y al comendador Gil de Andrada q. con 18 galeras saliese á
aguardarle al cabo de S. Vicente. Llegó D. Cristóbal de Eraso con las dos
o

flotas.
Reg. del C. de 1., fol. 76.

1578. —Al general Juan de Velasco de Berrio, de la flota de Tierra


firme, se ordenó, y á Diego Maldonado de la de N. España, q. viniesen
juntos desde la Habana. Eran ya ambos de la orden de Santiago, 5 de
Febrero. Don Alvaro Manrique de Lara, general de la flota para N. Es
paña. Había entonces cosmógrafo de la armada. Don Bme. de Villavicen-
cio, de la orden de Alcántara, general de la flota para Tierra firme. Llegó
la flota de N. España, 3 de Julio. General D. Diego Maldonado, almi
rante D. Diego de Alcega. Mandóse que los dos generales y almirante
saliesen con sus dos naos á las Azores á guardar la flota de Tierra firme,
16 de Julio.

Reg. del C, de I., ful. 7°.


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APÉNDICES. 477

Febrero 3.—Enviáronse á Tierra firme dos galeras y una saetía á cargo


de P. Vique Manrique. El general Juan de Velasco Berrio, viniendo con la
flota de N. España, falleció en la Habana.
Reg. del C. de /., folios 13 vto. y 90.

En la Habana estuvieron siete navios de cosarios con una galeaza de


30 remos.

Reg, del C, de /., fol. 13 vto.

Título de Almirante á D. Alonso de Eraso cor haber ido P. Menéndez


Márquez á gobernar la Florida. La armada de D. Cristóbal de Eraso era
de cuatro navios, dos galeazas y otros bajeles,
Reg. del C. de /., fol. 13 vto.

Viniendo dos naos, una de la isla Española, maestre Alonso López Es-
camilla, otra de Puerto Rico, maestre Diego del Villar, las rindieron
franceses cosarios cerca del cabo de S. Vicente y las llevaron al puerto de
Broage, donde era gobernador Mr. de Lanzague, q. dio licencia á les
cosarios para descargar y vender las mercadurías con q. le diesen la ter
cera parte de su valor. Avisóse al Rey de Francia q. luego mandó embar
gar las mercadurías y el dicho gobernador las hizo vender en 18.000
ducados, valiendo más de 40.000, y tomó para sí los 6.000 como estaba
tratado, sobre que se escribió á Juan de Vargas Mexía, q. asistía en
Francia.

Reg. del C. de I., fol. 395 vto.

1579. —Por lo q. tardó en salir la flota de Tierra firme se ordenó á don


Diego Maldonado que no tomase puerto en Canaria y q. en la Dominica
podía hacer agua y leña, y su almirante entrase en Cartagena con los navios
para aquel puerto, y descargados pasase al Nombre de Dios, adonde fuese
derecho el General y aprestase luego seis navios, los mejores, y en ellos,
con el oro y plata, dejando allí á su almirante para q. con los demás se
venga después y esté en España por Abril, se venga á la Habana, adonde
hallará á D. Cristóbal de Eraso con la armada y aguarde todo Julio la
flota de N. España, y con ambas y la mitad de la dha armada, y con ella
el dho. Eraso ó su almirante, se vengan juntos, 13 Marzo.
Reg. del C. de /., fol. 76. vto.

Por indisposición de D. B.me de Villavicencio se norabió por general


para Tierra firme D. Diego Maldonado de Mendoza, del hábito de San
tiago, y q. D. B.me quedase para la flota de N. España, 6 Febrero. Al salir
Instituto de Historia y Cultura Naval

47S ARMADA ESPAÑOLA.

esta flota de San Lúcar se perdió la capitana y otra nao, de modo q. no


pudieron hacer viaje. Con esto se dio nueva orden á D. Cristóbal de
Eraso q. si no fuese posible cumplir la de arriba, él, con toda su armada,
recibiese y trajese la plata á la Habana, y de allí se viniese con la flota
de N. España.

Reg. del C. de I., fol. 76 \ to.


I

General de la flota para N. España D. Antonio Manrique, almirante


Melchor de Anaya. Llegó la armada y flota de Tierra firme por Noviem
bre. El Consulado pidió que no se sacasen las naos de Cádiz remolcándose
con galeras porque todas las veces q. esto se intentase sin tiempo hecho
será de mucho riesgo y peligro, como se vio con la flota de Tierra Firme,
general Diego Maldonado, que por sacarles de remolque con galeras se
perdió la galeaza capitana y dos ó tres navios.
Reg. del C. de /., fol. 90 vto.

General de la flota de Tierra firme D. Diego Maldonado, de la orden


de Santiago.

Reg. delC.de I., fol. 13 vto.

1580.-La flota de Tierra firme q. fue el año 579 invernó allá porque
la plata la trujo Eraso con su armada y con ella la galeaza q. fue por capi
tana de la flota y otro navio della, y se ordenó q. esta galeaza, con tres
fragatas de la armada, volviesen á las Indias para venir con la flota, y se
envió aviso al almirante Antonio Navarro, á cuyo cargo quedó la flota, y
á D. B.me de Villavicencio, general de la de N. España, q. se juntasen en
la Habana, donde iba este trozo de armada, para que viniesen juntas, á 4
de Enero.

Reg. delC.de /.,fol. 77.

Enero 2, Lima. —Provisión expedida por el virrey del Perú D. Fran


cisco de Toledo, estimulando la construcción de navios de gran porte en
el mar del Sur.

Colee. Navarrete, t. XXVI, núm. íj.

Con la armada salió Diego Flores de Valdés por general en fin de


Ftbrero ó principio de Marzo. General para Tierra firme, D. Antonio
Manrique. General para N. España, Francisco de Lujan. Ordenóse á éste
que desde Ocoa enviase el patache á N. Esp.ña, avisando su ida, 14 de
Marzo. Salió la flota de N. España y con un temporal se perdió una nao
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APÉNDICES. .-O

y las demás arribaron á Cádiz Volvieron á salir. General para Tierra


firme D. Antonio Manrique,
Ktg.deiC.de/., fol. 77.

Marzo 29.—Proyecto de enviar galeras para defensa de la Florida.


Colee. Sans de Barutell, art. 4.°, núms. 533, 534 y 535.

Sabido lo q. Francisco Draque robó en la mar del Sur y haber llegado


con elloá Inglaterra, se escribió á D. B.*> de Mendoza, q. estaba por
embajador, q. solicitase el cobrarlo, ayudándose de P.° de Zubiaur q.
estaba allá, y el comercio de Sevilla envió poder para ello al dicho Zu.
biaur, q. dio fianzas.
Reg. del C. de /., fol 77 vto.

Al cap. P.° Sarmiento de Gamboa, q. vino por el Estrecho, se dieron


260 duc. para socorrer la gente que trujo, q. fueron Francisco TéUez
Francisco Garcés, P.° de Azarda, Jerónimo del Arroyo, Cristóbal de Solís'
P." de Baamonde, Antonio del Castillo, P.« de la Rosa, Alvaro de Torre?'
un mulato llamado Cervantes y tres indios del Estrecho: Felipe Fran
cisco y Juan.

Reg. del C. de 1., fol. 396 no.

1581.-General de la flota para Tierra Firme, D. Diego Maldonado;


almirante, D. Francisco Maldonado, su hermano. Llegaron las flotas de
Tierra Firme y N. España á mediado Setiembre. Una nao de las flotas se
derrotó y fue á la isla de la Madera, y después á la Gomera, adonde se
mandó q. fuesen dos naos por la plata.
Reg.delC.de/., fol. 78.

Febrero 24.—Presupuesto de gastos de la armada que ha de ir al estre


cho de Magallanes.
Colee. Sans de Barutell, art. 4.0, núm 546.

El libro del derrotero de P.° Sarmiennto de Gamboa, q. vino por el Es


trecho desde Lima á España en el navio nombrado N.» S« de la Espe
ranza, escrito en 8: hojas, firmado y signado de Juan de Esquivel,
Escnb. R.' encuadernado tn terciopelo verde, con un mapa q. hizo del
referido Estrecho, se envió á la Casa de Sevilla para q. se guaríase en ella
por carta del Sr. Juan de Ledesma, de 23 de Mzo.
Reg. del C. de /., fol. 50 vto.
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,g0 ARMADA ESPAÑOLA.

Abril 8, Lisboa—Relación de las naos que salieron de este puerto para


la India, en conserva de la armada de S. M.
Colee, de doc. inéd.para la Hist. de Esfi., t. XXXIV, pág. 218.

Septiembre 30.—Relación de las naos de la armada que se despachó en


el puerto de Sanlúcar para el Estrecho de Magallanes y costas de Chile y
el Perú, General Diego Flores de Valdés.
Colee. Sans de Barutell, art. 4.°, núms. 572, 582 y 587.

Noviembre" 13.-Mandáronse fabricar en Vizcaya nueve galeones para


la armada de Indias.
Reg. del C de /., fol. 13 vto.

La cédula para q. se confesasen los soldados de la armada y flotas se


originó de una carta q. el Rey escribió sobre ello al Consejo, cuya copia se
embió al Dr. Santillán para q. informase el modo q. se podía tener, á 24
de Noviembre.

Reg. del C. de /., fol. 78.

Memoria de las flotas y azogues que han ido á Veracruz desde este año,
con expresión de sus jefes.
Publicada por D. Miguel Lobo, Historia de las antiguas colonias hispano americanas, t. H,
pág. 230.

i582.-Enviáronse dos galeras para guarda de la isla Española, á cargo


de Rui Díaz de Mendoza.
Reg. de! C. de /., fol. 13 vto.

Ordenóse á D. Diego Maldonado q., con su Capitana y algunas naos,


vuelva con el oro, y q. su hermano, con la Almiranta y las demás, invierne
en Tierra firme, y en la Habana se juntase con la de N. España. Salió la
flota de N. España á 26 de Julio. Quejóse el Consulado q. en las naos de
las flotas, Capitana y Almiranta, se gastaban cada año de 7 á 8-°°o duca
dos: eran estas naos tan grandes, q. se propuso á la Casa q. avisase si con
vendría no lo fuesen tanto. General para Tierra firme, Francisco de No-
voa Feyjó.
Reg del C de /., fol. 78.

1583.—Enero 29--Real cédula renovando la prohibición de urcas es


terlinas y holandesas para la navegación de Indias.
Colee. Sans de Barutell, art. 3.°, núm. 455.
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APÉNDICES. 481

La flota de Tierra firme, por haberse ocupado en las armadas de la


Tercera y Magallanes y en las flotas tanta nao, no tenía más de siete con
q. salir, y se encargó la superintendencia della al duque de Medina Sido-
nia para q. la hiciese aprestar, á 28 de Agosto. Llegaron las flotas de Tierra
firme y N. España por Septiembre. Este año se introdujo q. en cada flota
fuesen dos entretenidos: uno cerca de la persona del General y otro de la
del Almirante con 30 duc. de sueldo al mes.

Reg. del C. de 1'., fol. 91.

Diciembre 19.—Relación de lo que monta la hacienda que se ha traído


para S. M. en las flotas de que vinieron por Capitanes generales D. Diego
Maldonado y Alvaro Flores.

Colee. Sans de Barutell, art. 4.0, núm. 719.

1584. — General para Tierra firme, D. Antonio Osorio; Almirante,


Alonso de Chaves. Por Septiembre llegó la flota de Tierra firme. General
Francisco de Novoa; Almirante, D. Francisco de Valverde; habiendo lle
gado mucho antes la de N. España. General de la flota q. este año fue á
N. España, D. Diego de Alcega, del hábito de Santiago.
Reg. del C. de /., fol. 78 vto.

Mayo i.°—General de seis galeones q. fueron á las Azores á recibir las


flotas y traerlas, Juan Martínez de Recalde, de la orden de Santiago. -Al
mirante, P. de Vargas Machuca; después Martín Pérez de Olazábal, y
después á D. Francisco de Eraso, y se mandó q. fuesen nueve galeones y
tres fragatas, á 3 de Junio este año, q. parece fue el siguiente con la misma
orden. La costa desta armada se mandó repartir por avería en el oró y
plata de las flotas.

Reg. del C. de /., fol. 14.

Ordenanzas para el despacho de flotas en el puerto de Santo Domingo


de la isla Española, y visita de los navios que allí entran de España y
Portugal, por el Ldo. Cristóbal de O valle.
Colee. Navarrete, t. XXII, núm. 90.

J 5^5-—Relación del número de navios de que se componía la armada y


flota que se aprestaba en Saulúcar de Barrameda para Nueva España, á
cargo del general D. Juan de Guzmán, con expresión de sus nombres y
los de los maestres que los mandaban.
Colee. Navarrete, t. xxrr, núm. 93.
TOMO II. 51
Instituto de Historia y Cultura Naval

483 ARMADA ESPAÑOLA.

General de la flota de N. España, D. Juan de Guzmán, del hábito de


San Juan. Almirante para N. España, Martín Pérez de Olazábal á 16 de
Abril. General para Tierra firme, Alvaro Flores de Valdés. Almirante
D. B.mé de Villavicencio. Parece q. era hijo del otro que tuvo hábito de
Calatrava, y éste no tenía hábito.
Reg. del C. de /., folios 78 vto. y gi vto.

1586.—Enero 10.—General de la armada que fue á las Indias, Alvaro


Flores de Quiñones, q. lo era de la flota de Tierra firme. Almirante don
Francisco de Ley va. General de la flota de Nueva España, D. Juan de
Guzmán, de la orden de San Juan. Al General de la armada, que lleve
20 entretenidos, como solía llevar 12.

Reg, del C. de /., fol. 14.

Febrero 28.—Enviáronse dos galeras á la Habana para su guarda á cargo


del Capitán P.° de la Cueva.

Reg, del C. de /., fol. 14.

Enviáronse dos galeras á Santo Domingo, por haberse perdido las que
había.

Reg. del C. de /., fol. 14.

Enviáronse dos galeras á Tierra firme, por haberse perdido las otras
dos, á cargo de Sancho de Arce.
Reg. del C. de I., fol. 14.;

Por la nueva de haber pasado á las Indias Francisco Draque, se despa


charon cuatro avisos á ellas. Aprestóse armada de galeones para ir á las
Indias, y por general Alvaro Flores de Quiñones. General para la N. Es
paña, Francisco de Novoa Feijó. Almirante, Rodrigo de Rada. Salióla
armada á 16 de Abril, y arribó á Cádiz. General para Tierra firme, don
Miguel de Eraso y Aguilar. Llegó la flota de N. España, general D. Juan
de Guzmán, por Octubre. Salió de Tierra firme á principio de No
viembre.

Reg. del C. de I., fol. 78 vto.

Apuntaciones para la historia del descubrimiento de la isla de Santo


Domingo y su conquista, desde el año 1520.*
Colee, de doc. de Indias, t. XIV, pág. 561.

1587.—Mandóse q. este año no fuese flota á N. España, por no haberse


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APÉNDICES. 483

podido aprestar á tiempo. La Capitana de la flota de N. España aportó á


Lisboa, y mandóse q. se quedase allí á la orden del Marqués de Santa
Cruz, y q. las mercaderías se pasasen á ciertos navios de Santo Domingo,
que habían allí arribado, y á Setúbal. Ordenóse al Marqués de Santa Cruz
q. con la plata en pasta embiase escolta de soldados hasta la raya de Cas
tilla. Llegó de Tierra firme la armada de Alvaro Flores. General para
N. España, D. Diego de Alcega. Almirante, Martín Pérez de Olazábal.
General para Tierra firme, Diego de la Ribera. Almirante Alonso de Cha
ves Galindo.
Reg. del C. de /., fol. 92.

Marzo i.°—Capitulación con el capitán Lope de Palacio para tener por


su cuenta dos navios en la navegación de Nueva España á Filipinas y
China.

Colee. Navarrete, t. XVIII, núm. 39.

1588.—Revocóse la orden de salir juntas las flotas: la razón que la una


hallaría tiempos malos, y la otra muy enferma la tierra. 14 Marzo. Gene
ral para Nueva España, D. Diego de Alcega. General para Tierra firme,
Diego de la Rivera. Á D. Diego de Noguera, á cuyo cargo estaban las ga
leras de Santo Domingo, se ordenó q. pasase con ellas al cabo de San
Antón, y asistiese allí hasta que los navios de Tierra firme y N. España
hubiesen pasado, y en saliendo de la Habana Alvaro Flores, se volviese.
Reg. del C. de /., folios 79 y 281.

Febrero 17.—General de los galeones, Diego Flores de Valdés, y se


aprestaron este año en Ferrol, q. parece fue principio de fundar allí la ar
mada del Océano. General para Nueva España, Martín Pérez Olazábal,
por muerte de D. Diego de Alcega. Almirante, Diego de Sotomayor. En
lugar de los galeones que quedaron en Lisboa, se aprestaron algunos na
vios de remo y vela ligeros, á cargo de Alvaro Flores de Quiñones y al
mirante Gonzalo Monte para q. fueran por la plata.
Reg, del C. de /., folios 14, 92 y 280 vto.

Memorial del gasto y gente de las galeras del Callao de Lima, general
D. Hernán Carrillo.
Colee. Navarrete, t. X, núm. 9.

1589.—General para N. España, Antonio Navarro de Prado. Salió el


virrey D. Luis de Velasco en navios particulares. Llegó la flota de N. Es
paña. Este año, por el recelo q. había de cosarios se ordenó q. la Capitana
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484 ARMADA ESPAÑOLA.

y Almiranta de Tierra firme y otras 10 ó 12 naos della, las mejores, se


descargasen de las mercaderías, y se les echase artillería y municiones.
Reg. del C. de /,, folios 79 vCf>. y 281.

Por haber fabricado el adelantado P." Menéndez en la Habana algunas


fragatas que salieron muy buenas-, se mandó que se fabricasen otras hasta
18 como ellas, y algunas mayores, y se mandaron fundidores de artillería
para hacerla. Llevó la flota de Tierra firme Diego de la Ribera, y se le or
denó armase en la Habana algunas naos, y mandóse á las de N. España
diesen la vuelta. Llegó el general Gonzalo Monte Bernardo con algunos
pataches. General de la flota para Tierra firme, Juan de Uribe Apallúa. Fue
con dos pataches llevando cuerda y pólvora. Llevó encargo de armar allí
seis naos de la flota y cargar la plata, viniendo con ella. Lo mismo se or
denó á Martín Pérez de Olazábal, General de la de N. España. En Castro
Urdíales se fabricaron dos galeazas, y, con título de General, fue con ellas
á las Indias Alvaro Flores, volviendo con la plata sin reconocer las Ter
ceras ni el cabo de San Vicente, y trajese por almirante á Juan de Uribe.
Rtg. del C. de I., folios 281 y 282.

Salió Alvaro Flores de Santander á 15 de Mayo, y Juan Uribe de Sad-


lúcar el mismo día, habiendo llegado poco después á la costa de España
la armada inglesa, se dio aviso á las Indias. Parece que Alvaro Flores
llegó á las Terceras con la plata, y se mandaron aprestar seis navios lige
ros, con q. fue Marcos de Aramburu á acompañarle; 16 de Diciembre. Para
la flota de Tierra firme, q. había quedado en las indias, se mandaron
aprestar luego dos pataches q. llevasen jarcia y brea, con el capitán Gon
zalo Monte Bernardo. Por la plata de la Tercera se mandó q. fuesen seis
pataches á cargo del capitán Diego Hurtado de la Puente para que viniese
subordinado á Alvaro Flores. De Lisboa salió Marcos de Aramburu con
otros seis' pataches para las Terceras. Del Andalucía se mandó salir con
ocho filibotes á Martín Duarte Bernardo á lo mismo.

Rtg. del C. de I., fol. 2S2 vto.

1590.—De los dos navios que se enviaron á Tierra firme para venir
con la flota, fue por cabo Luis Alfonso Flores. A Juan Uribe título de
General, q. vaya con armada á Tierra firme y venga con la flota que allá
está á cargo de Diego de Ribera, y á Luis Alfonso Flores por Almirante.
Sancho de Vallecilla estaba preso en Sevilla por 800 duc. en q. fue conde
nado por la visita de los galeones del año 1587, y tenía pena de que en
diez años no pasase á las Indias, y por ser gran soldado y marinero se
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APÉNDICES. 485

mandó soltar y q. fuese con Juan de Uribe, y q. del sueldo pagase los 800
ducados.
Reg. del C. de I., fol. 2S2 vto.

En la flota en que fue el Conde del Villar murió mucha gente de sed.
En la del año pasado hubo también tanta falta de agua, q. estuvieron á
riesgo de perecer, y arribaron á la Dominica á tomar agua. Siempre las
flotas reconocían las Canarias, y este año se trató q. la de N. España no
las reconociese, por los cosarios. General para N. España, Antonio Na
varro de Prado. General para Tierra firme, Diego de la Ribera; y por su
muerte en la Habana parece que vino Rodrigo de Rada haciendo oficio de
General.

Reg. del C. de I., folios 80 y 92 vto.

A principio de Agosto llegó con las galizabras de las Indias P. Menéndez


Márquez, y trujo la plata deste año, y aportó á Viana, de donde la del Rey
se mandó traer á diferentes casas de moneda. Trujo la plata del Rey á Se-
govia el almirante Gabriel de Vera. Fue con los galeones á las Indias Juan
de Oribe Apallúa. Este año parece q. Rodrigo de Rada fue por cabo de
seis pataches á N. España, en q. trujo la plata á la Habana, adonde la re
cibió en sus fragatas el general Juan de Oribe.
Reg. del C. de /., folios 21 vto. y 92 vto.

1591.—Enero 17, Madrid.—Ordenanzas para evitar los daños é incon


venientes que se siguen de las arribadas.
Colee. Navarrete, t. XXIII, núm. 61.

Llegó la plata en unas zabras, á principio de Abril, á cargo de P. Me


néndez Márquez. Salió la flota de N. España á principio de Julio. General
de la de Tierra firme, D. Francisco Martínez de Leyva, q. fue de 26
naos.

Reg. del C. de /., fol. 8o.

Por Marzo llegaron á Lisboa tres fragatas de las Indias con el oro y plata
que se mandó desembarcar allí y llevar por tierra'á Sevilla, y las merca
derías por la mar. Parece venían á cargo del almirante Alonso de Chaves
Galindo.
Reg. del C. de /., fol. 22.

Mandáronse fabricar otras seis fragatas en la Habana. Del castillo de


Lisboa y otras partes se sacó cierto número de gente para embiar á Puerto
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^Jjh ARMADA ESPAÑOLA.

Rico en tres fiübotes, de que se nombró por cabo á Juan de Salas. Parece
fueron 350 soldados: 220 para Puerto Rico, y los demás para pasar con los
filibotes á la Habana, á juntarse con Diego de Ribera. Juan de Uribe pa
rece que llegó á Sanlúcar con tres fragatas, y las otras tres fueron á Lisboa,
y éstas se mandó pasasen á Sevilla, y todas se aprestasen luego para
partir.
Reg. del C. de I., fol. 283.

Este año se tomó el primer asiento con Prior y Cónsules para fundar la
armada de avería, y la ciudad de Sevilla ofreció para ella 80.000 duc. Ge
neral de la armada de 10 galeones, y cuatro pataches, y dos lanchas, don
Francisco Coloma, de la orden de San Juan. Almirante, Diego de Soto-
mayor. Este año sólo fue á las Terceras á recibir las flotas. General de la
flota de Nueva España Marcos de Aramburu. General de la flota de Tierra
firme, Luis Alfonso Flores.
Reg. del C. de /., fol. 14.

Septiembre 4.—Cosmógrafo mayor P.° Ambrosio de Ondériz, con 400


ducados, en lugar del Dr. Arias, sin obligación de leer la cátedra, en 16
de Septiembre. Parece q. á P." Méndez se ordenó q. saliese con cuatro de
las seis fragatas y otros navios de armada, y á Diego Ribera q. le aguar
dase hasta 15 de Julio, y á Juan de Salas lo mismo.
Reg. del C. de /., fol. 233.

Al general Juan de Uribe que apreste 15 galeones de fuerza para ir á


Indias por las flotas, yendo á Lisboa, Ferrol, la Coruña y Vizcaya á esco
gerlos. Almirante, P." Sarmiento de Gamboa. Al general Marcos de Aram
buru , que con una escuadra de la armada real fuese al cabo de San Vi
cente, y le limpiase de cosarios. Llegaron las fragatas de P. Menéndez,
viniendo Juan de Salas y Luis Alfonso Flores.
Reg. del C. de /., fol. 284.

1S92.—Juan de Orive, con su armada, se mandó fuese á las Indias. De


la flota de Tierra firme, q. salió, se perdieron en Cádiz algunas naos. Luis
Alfonso Flores salió con seis fragatas para traer la plata.—General para
N. España, Marcos de Aramburu. Almirante, Rodrigo de Rada.
Rrg. del C, de /., fol. 80.

En Ferrol se hizo la armada de avería, y el general Coloma pasó con


ella á Andalucía por Diciembre. Se despachó una armada á las Azores, y
eleando con la del enemigo, q. allí estaba, y desbaratándola, aseguró las
Instituto de Historia y Cultura Naval

APÉNDICES. 487

flotas y fragatas. Al general Uribe, que pueda nombrar seis gentiles-hom


bres. Luis Alfonso Flores, con título de Cabo de las seis fragatas, salió
para las Indias. Almirante Juan de Salas. General de la flota de Tierra
firme, D. Francisco Martínez de Leyva. Al General de Nueva España,
Martín Pérez de Olazábal, se ordenó estar en la Habana hasta 15 de Julio.
Al general Uribe, que saliese con su armada al cabo de San Vicente á lim
piarle de cosarios, q. se decía andaba allí una armada dellos. Luis Alfonso
Flores invernó en Indias.

Reg. del C. de /., folios 21, 234 vto. y 284.

Parece que fueron ingleses á las Indias y saltaron en la costa de Carta


gena, de donde saliendo gente á su defensa, fueron presos algunos y traí
dos en la armada de Luis Alfonso Flores.

Reg. del C. de /., fol. 285 vto.

1593-—Se reformó la armada de Colorna, y quedó de ocho galeones y


seis fragatas.

Reg. delC.de /., fol. 21.

Enero 11, Madrid.—Real cédula ordenando no vayan navios desde el


Perú y Tierra firme á la China é islas Filipinas, ni se traigan de ellas ni
de Nueva España á estos reinos mercaderías algunas de la China.
Colee. Navarrete, t. XVIII, núra. 55.

Noviembre 16.—Asiento que tomó el virrey de Nueva España, D. Luis


de Velasco, con Sebastián Vizcaíno para el descubrimiento de la Cali
fornia.

Colee. Navarrete, t. XIX, núra. 4.

Marzo 19.—Ordenóse á Coloma que saliese al cabo de San Vicente: sa


lió con ocho galeones y con la Capitana y Almiranta, q. estaban apresta
das para Nueva España, y fue por veedor D. Luis Fajardo, y que, faltando
el General gobernase la armada. En los galeones se mandó q. hubiese
hospital, y se nombró por administrador del á D. Alonso Coloma, Canó
nigo de Sevilla, hermano del General. Cesó el hospital en 17 de noviem
bre, y la armada se reformó á ocho galeones, y seis fragatas, y seis pata
ches. Por haberse sabido q. algunas escuadras de enemigos habían ido á
aguardar las flotas se despacharon varios avisos á Luis Alfonso Flores
para que viniese con cuidado, dándosele de que se aprestaban dos armadas,
una en Lisboa y otra en la Andalucía para salir á hacerle escolta.
Reg. del C. de /., folios 24 vto. y 235.
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4í8 ARMADA ESPAfcOtA.

A D. Francisco de Valverde se ordenó q. fuese á San Sebastián ó al Pa


saje, adonde hubiesen llegado los filibotes y armada de P.° de Zubiaurre,
que volvía de Bretaña, y sien3o apropósito, y estando para ello, la hiciese
salir luego á las Terceras pira venir con las flotas y fragatas, y que reco
nociese las zabras del cargo de Joanes de Villaviciosa, si eran apropósito
para ir por la plata á las Indias; 16 de Marzo.

Reg. del C. de /., fol. 285.

El general D. Francisco Coloma cogió sobre el C.° San Vicente 10 fili


botes holandeses cargados de trigo y mercaderías, y con un galeón los en
vió á Cádiz. Por la hacienda q. Luis Alfonso dejó en la Tercera fue Co
loma, y la trujo y llegó á Cádiz á 24 de Julio. Y era la armada de 10
galeones y seis pataches.
Reg. del C. de /., folios 14 vto. y 285 vto.

Abril 29.—Luis Antonio Flores desembarcó en la Tercera el oro y plata,


conforme á la orden que allí había. Perdiéronsele algunas naos de su flota.
La armada de Uribe parece que fue á Ferrol y se entregó allí á D. Alonso
Bazán.

Reg. del C. de /., folios 14 vto. y 285 vto.

Se perdió en la isla de San Miguel la Capitana de Tierra firme, del


cargo de D. Francisco Martínez de Leyva, de vuelta de viaje, y se anegó
junto á la ciudad de Punta Delgada. Después se sacaron 17 piezas de bronce
y otras de hierro.
Reg. dtl C. dt !., fol. 81.

Dióse nueva derrota á las flotas, por causa de los cosarios. Salió don
Francisco Coloma con su armada. Luis Alfonso Flores dejó la plata en las
Terceras, y sólo trujo 60 barras para pagar la gente, y entró con las fraga
tas en Lisboa á principio de Junio.
Reg. del C. de /., fol. 8o.

1594.—Por Febrero se dio orden á Coloma q. saliese con su armada,


por haberse entendido que una de enemigos de 20 navios había saqueado
la Margarita, Caracas y dimana. Parece que invernó Coloma con armada
y flotas en Indias.
Reg. del C. de /., folios 21 y 286.

General de la flota de Tierra firme, Sancho Pardo Osorio.


Reg. del C. del., fol. 14 vto.
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AP¿NDICES. 489

Diciembre 3.—Se dio principio á la fundación de la armada real del


Océano por el Consejo de Indias; nombróse proveedor general á Bernabé
de Pedroso; contador, P.° de Igueldo; contador de la artillería, Felipe de
Porras; pagador, Juan Ortiz de Artaza; tenedor de bastimentos R.° de
Cieza. A todos se dio título q. empiezan ser motivada la armada, porque
de algunos años á esta parte andan los enemigos y cosarios en el mar
Océano robando y haciendo otros daños. Para ello se mandaron traer de
Ñapóles 11 galeones-con los que vino el general Pedro de Ivella. Salió
la armada por primera vez al cabo de San Vicente á aguardar las flotas
de Indias, á cargo del general Antonio de Urquiola, desde Lisboa á 22
de Abril de este año.
Reg. del C. de /., fol. 2o.

1595-—Se dio título de Capitán general del mar Océano al Duque de Me


dina Sidonia, y lo usó muchos años. En los galeones de Italia se embarcó
el tercio de infantería de la carrera de Indias. Pedro de Ibella llegó á Cá
diz con dichos galeones por Julio. Los 12 galeones no contentaron ni pa
recieron apropósito para el Océano, y se mandaron despedir y que se que
dase el general Ibella á servir con tres ó cuatro.
Reg. del C. de /., fol. 20 vto.

Agosto 23.—D. P. Tello, cabo de cinco fragatas que se mandaron


aprestar en Sevilla, y por almirante G. Méndez de Canco, fue á Puerto
Rico, donde estaba el general Sancho Pardo Osorio con la nao Capitana,
que allí arribó, para embarcar el añil y grana.
Reg. del C. de /., fol. 15.

Llegó D. Luis Fajardo con la armada de Indias por Septiembre. Parece


traía por su almirante á Sebastián de Arancibia, que sobre el cabo de San
Antón peleó con algunos navios de ingleses y los venció.

Reg. del C. de /., fol. 21 vto.

Octubre.—Se dio orden al general Antonio de Urquiola para ir á las


Terceras á aguardar á D. Luis Fajardo, que traía la armada y flotas. Al
mirante de la armada del Océano, el primero que se halla fue D. Diego
Brochero de Anaya en este año.

Reg. del C. de /., fol. 20 vto.

Invernaron en la Habana la armada y flotas, de que trujo el aviso don


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ARMADA ESPAÑOLA.

Francisco del Corral, á 4 de noviembre, y volvió con socorro de gente y


bastimentos.

Reg. del C. de /., fol. 14 vto.

Viniendo de Cuba el navio nombrado N." S.a de la Concepción, q. era


de R.° Díaz, vecino de Sevilla, le tomó Tomás Giner, inglés, sóbrela
costa de España, y llevándole á Inglaterra, le dio un temporal con q. se
apartó de los cosarios, y Nicolás de la Cueva, marinero, acometió á cua
tro ingleses q. habían entrado en él, y los rindió y trajo el navio al puerto
de Setúbal y le entregó al Conde de Portalegre, que hizo vender lo que
en él venía y depositar lo prendido.

R. del C. de /., fot. 39^ vto.

Invióse socorro á la Habana con D. Francisco de Corral y Toledo de


400 ó 500 hombres. La armada y flotas del año pasado invernaron en la
Habana. Salió D. Francisco del Corral, á 12 de Febrero, en tres filibotes,
con el socorro, que fueron 620 hombres. Llegó la armada y flotas á prin
cipio de Mayo en salvamento. Juan de Escalante de Mendoza, general
para Tierra firme, Almirante, D. Francisco de Eraso. D. Bernardino de
Avellaneda, q. fue este año á las Indias, llevó 20 navios de armada, 1.600
hombres de guerra y 1.200 de mar. La armada que llegó este año de las
Indias vino á cargo de D. Luis Fajardo, y las flotas de Marcos de Aram-
buru y Luis Alfonso Flores, y con ellos las naos que habían arribado á
Puerto Rico con el general Sancho Pardo.

Reg. del C. de /., fol. 82 vto.

Noviembre 13.—Se sacaron del Pasaje 15 galeones, y con cuatro de Ur-


quiola y los cuatro de Italia se aprestó armada para Indias. Nombróse por
general á D. Bernardino de Avellaneda, de la orden de Calatrava, señor
de las villas de Castrillo y Valverde; y por almirante á Joan Gutiérrez de
Garibay. La orden que se dio á D. Bernardino fue que por saberse que el
Septiembre pasado había salido de Inglaterra una armada (la de Drake), y
se entendía q. había pasado á las Indias y que daría en Puerto Rico y pa
saría á Tierra Firme á hacer daño, siguiese la misma derrota y fuese á
Cartagena y Nombre de Dios, adonde el enemigo iría por saquear á Panamá,
y le siguiese los pasos y aguardase allá la flota de Tierra firme para traer
la plata del año de 1596 y venir con todo. Y que, si siguiendo al enemigo
para hacerle desembocar, llegase á la Habana cierto de que no le dejaba
atrás, avisase á la Audiencia de Panamá, para que en la flota embarcase
la plata y él la aguardase sobre el cabo de San Antón.
Reg. del C. de I.
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Apéndices.
49*

General de la flota de Tierra firme fue este año Joan Escalante de Men
doza. General de la de Nueva España, P.° Menéndez Márquez. A P.° de
Ivella se dio el hábito de Santiago y murió poco después en Lisboa. Ge
neral de la armada del Océano fue el primero, á lo que parece, el Conde
de Santa Gadea, Adelantado de Castilla.
R. del C. de /., fol. 2r.

Preeminencias concedidas á los artilleros y á los pilotos de armadas y


flotas de la carrera de Indias.
Disquisiciones náuticas, t. II, pág. 330.

J596.—Que los navios de Filipinas salgan de Acapulco por Febrero.


Reg del C. de /., fol. 294 vto.

Al general Juan Escalante de Mendoza se ordenó q. estuviese en Es


paña para Septiembre con toda la flota ó diez naos, las mejores, y q. en
ellas trújese el oro y plata. A 23 de Enero parece q. salió la flota, habiendo
encallado una nao y perdídose otra en la barra. Llegaron las fragatas de
armada de las Indias con la plata, á que cupo de avería á 80 por 100. Ge
neral para N.España, Luis Alfonso Flores. Almirante, Sebastián deAran-
cibia. La flota q. estaba para N. España fue quemada en Cádiz por el in
glés cuando tomó la ciudad.
Reg. del C. de I., fol. 82 vto.

General de una armada que se aprestó para ir por la plata, Joan Gutié
rrez de Garibay; su Almirante, D. .Francisco de Corral. General para
N. España, P. Menéndez Márquez. Almirante, Juan de Salas. Cabo de
dos naos de Honduras, P.° de Meras, por haberse acordado fuesen estos
dos navios de 400 á-foo toneladas, artillados y con 80 soldados.
Reg. del C. de /., fol. 93 vto.

Mayo 15.—Cosmógrafo mayor, Andrés García de Céspedes, por muerte


de P. Ambrosio Ondériz.
Reg. del C. de /., fol. 4J.

Cronista mayor, Antonio de Herrera, por muerte de P.° Ambrosio On


dériz. En 17 de Octubre 50 ducs. para un escribiente que ha de sacar lo
necesario para la historia.

Reg. del C. de L, fol. 42.

J597-—Llegó D. Bernardino de Avellaneda con la armada, y P.* Me-


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^(jj ARMADA ESPAÑOLA.

néndez Márquez con la plata, y se aprestó otra flota para N. España de


24 naos. De la flota q. se quemó en Cádiz se salvaron dos naos q. estaban
para Honduras, y con otra más fueron este año con la flota de N. España.
General, Pero Menéndez. Almirante, Juan de Salas de Valdés. Salió á 22
de Junio. Cuando el inglés entró en Cádiz se echaron á fondo tantas naos,'
que aun por Agosto de este año había más de 50 por sacar. General para
Tierra firme, Marcos de Aramb'uru. Consultóse si convendría q. las naos
de flotas fuesen de menor porte y no pasasen de 11 codos de puntal, que,
aunque éstas no serían buenas de bolina, podrían serlo si abriesen del me
dio y tuviesen delgados á proa y popa, q. es la fábrica de las naos ingle
sas, q. con tener poco puntal, son algunas muy grandes, con lo cual po
drían cargar en Sanlúcar y salir por la barra naos de 600 toneladas; y con
ser largas navegarían mejor, sin ser peligrosas, paraent"ar en los puertos.

Rtg.delC.de /., fol. 83.

General para Tierra firme, D. Pedro Tello. Almirante, D. Sebastián


de Arancibia. Artillero mayor, Andrés Muñoz el Bueno.

Reg. del C. de /., fol. 93 vto.

Junio 7.—Ordenanzas é instrucción general de S. M. para los Generales


y Almirantes de armadas y flotas.

Colee. Navarrete, t. XXIII, núm. 3.

Sin fecha —Instrucción real al Presidente de la Casa de la Contratación


sobre el apresto de las flotas de Indias y su regreso á estos dominios.
Colee. Navarrete, t. XXIII, núm. 8.

1598.—Enero 24.—Asiento de la Avería por cuatro años, por haberse


acabado el anterior.

Reg. del C. de I., fol. 13.

General de la armada, D. Luis Fajardo, de la orden de Calatrava, co


mendador de Almuradiel. Lo fueron antes D. Bernardino de Avellaneda
y Juan Gutiérrez de Garibay. Éste desembarcó la plata en las Terceras.
Almirante de N. España Juan de Salas. Almirante de Tierra firme, Juan
Gómez de Medina, en lugar de Sebastián de Arancibia, q.. pasó á serlo
de la armada. La armada llegó este año á cargo del general Garibay.
General para N. España, Sancho Pardo Osorio. Para ir D. Alonso de So-
tomayor, se aprestaron cinco navios, en que fueron 200 soldados para
Puertovelo y 150 para Cartagena; y fue por cabo el capitán Juan de Es-
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APÉNDICES. 493

quivel, q. en Puerto Rico entregó los navios al general Garibay. Esto fue
en 1597. General para Tierra firme, Sancho Pardo Osorio.
Reg. del C. de /., fol. 94.

Llegó con la plata el general Juan Gutiérrez Garibay por Marzo ó Abril.
Salió de Inglaterra armada al mando del Conde de Comerían, de que se
dio aviso á las Indias. Salió la flota de Tierra firme á 27 de Noviembre.
General para N. España, Juan Gutiérrez Garibay.
Reg. del C. de /., fol. 83 vto.

Diciembre 26.—El año 1597 la armada inglesa se apoderó de Puerto


Rico y le tuvo algunos días. Y porque en Plemua se aprestaba otra ar
mada se ordenó q. fuese á las Indias otra de fuerza, y se nombró por ge
neral á D. Francisco Coloma, gentilhombre de la boca, y por almirante
á Joanes de Urdaire, y se declaró que este título de General era por este
viaje, sin perjuicio del q. tenía D. Luis Fajardo. Y se ordenó q. parte desta
armada fuese á Nueva España por la plata, y á D. Francisco del Corral y
Toledo, del hábito de San Juan, q. allá estaba con dos navios, q. aguar
dase en San Juan de Ulúa para venir con los q. fuesen por la plata.
Reg. del C. de /., fol. 45.

1599.—Julio 12.—Hernando del Castillo dijo que viniendo navegando


á la Habana le robó un cosario inglés y le pasó á su navio, el cual poco
después, con una tormenta, arribó á la isla de Inagua, y allí se perdió, y
que, salvándose él y otros españoles en un banco, viniendo por una parte,
dieron en un cayo grande q. está en la mar, donde descubrieron un tesoro
de cantidad de barras de plata y tejos de oro y piezas de artillería que de
bían de ser de algunas naos que allí se perdieron y q. por entonces no hizo
más de reconocer los cayos y islas q. había por allí cerca para ir después
por ello, y se capituló con el dicho y con Andrés de Samaniego q. fuese
con dos pataches y q. lo q. hallase lo llevase á Cuba ó á la Española y
que tomasen para sí la cuarta parte, sacadas las costas.
Rtg. del C. de /., fol. 15.

Febrero 14.—Cabo de las naos de Honduras, Alonso de Cuenca. Llegó


la armada de D. Luis Fajardo á mediado de Marzo. General para Nueva
España Pedro de Escobar Melgarejo.
Reg. del C. de /., fol. 83 vto.
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494 ARMADA ESPAROLA

NÚM. 10.
Noticia extractada de naufragios.
i

1556.—En la costa de Portugal naufragaron dos naos de la armada de


D. Gonzalo de Carvajal.

1558.—Cuatro naos de la armada de D. Diego de Mendoza, en la costa


de Inglaterra. Murieron 400 hombres.
La nao San Sebastián, mandada por Cortés Ogea, en la expedición de
Ladrillero al Magallanes.
La nao que conducía á Menorca artillería y municiones se perdió en
Ibiza.

15^9.—Cinco navios de gavia y un galeón de la armada de D. Tristán


de Luna se perdieron con huracán en la bahía filipina de la Florida.
Únicamente se libró una carabela.
Una galera de Juan Andrea Doria, en Cabo Passaro (Sicilia).

i¡6o.—Una nao de la armada de Pedro de las Roelas, en las islas Ter


ceras.

Dos naos de la armada del Duque de Me'dinaceli, sobre la isla de los


Querquenes.

1561.—Una carabela en que iba al Perú el Conde de Nieva naufragó


en la costa de Venezuela, pereciendo la gente.
Un galeón, en el puerto de Málaga, con 500 soldados de infantería. Se
libraron unos 60.

1562.—Veinticinco galeras, en la Herradura, pereciendo su capitán ge


neral, D. Juan de Mendoza, con más de 3.000 personas.
La galera capitana de D. Iñigo de Mendoza zozobró en la ribera de Ge
nova con toda su gente.

1563.—En el puerto de Nombre de Dios se perdieron con temporal


siete naos de la flota del general Antonio de Aguayo. Murieron cinco
hombres de la capitana.
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apóndices. 495

Perdiéronse en los arrecifes de los Jardines cinco naos de la flota del


general Pedro de las Roelas, el 18 de Julio.
En el canal de Bahama la urca de Tristán de Salvatierra, con muerte
de 35 personas.
En el mar de las Antillas la nao de Honduras.
Estando lista para salir de Cádiz la flota de Indias, 15 naos rompieron
los cables, con un levante violento, y se perdieron en la costa. Hubo mu
chos ahogados.
Sobre la isla Bermuda desapareció la nao capitana de la flota de Nueva
España, con el general D. Juan Menéndez y cuantos le acompañaban.
Cinco naves de la flota de Pedro de las Roelas zozobraron en viaje de
Cuba á Veracruz. Se salvó la gente.
Perdióse sobre la isla de Cuba la nave en que iba á la Española el ar
zobispo Salcedo, con cuanto llevaba.

1564.—Naufragó con temporal, en Córcega, la galera capitana de Ben-


dinelli Sauli y otras dos, muriendo 60 soldados españoles.
En viaje de la flota de Tierra Firme, mandada por Esteban de las Alas,
con huracán se perdió el galeón Santa Clara, salvándose la gente y la
plata, y la nao Santa María de Begoña, en que sé ahogaron 13 personas

1565-—A poco de salir de Sanlúcar desapareció la nao San José de la


flota de D. Cristóbal de Eraso. Iba á bordo Juan Vázquez de Coronado,
adelantado de Costa Rica.
Tres naves, al mando de Esteban de las Alas, se perdieron en la isla de
Cuba, librándose la gente.

7-—Disponiéndose para conducir pertrechos á Italia se perdieron en


Málaga, con fuerte levante, 29 naves cargadas. Perecieron 80 hombres.
En la Florida naufragó una de las naos de Pero Menéndez de Aviles.
Dio en escollo, sobre Cayo Romano, una urca de Gonzalo de Peñalosa.
Algunas naos de la flota de Indias, en la isla Dominica, pereciendo la
gente que se salvó á manos de los caribes.

1568.—Una nao, mandada por Felipe de Salcedo, se estrelló con váguio


en la isla de Guahan (Marianas), salvándose la tripulación.

IS69-—Ocho galeras de la armada de D. Luis de Requesens zozobraron


en el golfo de Narbona, con pérdida de 1.800 hombres,
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.ofi ARMADA ESPAÑOLA.

,57o._En viaje á Flandes naufragó la nao San Miguel, ahogándose


algunos soldados.
En Filipinas se fue al fondo la fragata del capitán Andrés de Ibarra,
con pérdida de 23 hombres.
En Terranova la nao de Juanes de Leño; se salvó la tripulación sobre.
una banca de hielo.

1571 -Una nao de 250 toneladas, de Bertendona, y otra de 80, de Juan


de Escalante, pertenecientes á la armada del Duque de Medinaceli, se
perdieron en Laredo, con muerte de 6 hombres.
Cuatro naves de la flota de Nueva España en la costa de Tabasco.

1 ¡72.—Camino de Flandes se deshizo en la costa de Bretaña la nao de


Ochoa de Capitulo, perteneciente á la armada del Duque de Medinaceli.
En la costa de Tabasco naufragaron cinco naos de la flota del general
Cristóbal de Eraso.
Se abrasó en el golfo de las Yeguas el galeón San Felipe, de la flota de
Tierra Firme, con 120 personas. Era general Esteban de las Alas.
Perdiéronse en la Florida dos pataches en que iba el adelantado Pero
Menéndez de Aviles. Salvóse éste con treinta y tantos hombres, yendo
por tierra hasta el fuerte de San Agustín.

1574.-A la boca del puerto de Santander se perdió una nao de 1.000


toneladas, de la armada de Pero Menéndez de Aviles.
Pérdida de varias naos de la flota de Tierra Firme (no se dice cuánta*)
al salir de la bahía de Cádiz con temporal.

] 576.—Con huracán, que dispersó á la flota de Pero Menéndez Mar-


quez, zozobró una de las naos.
Cuatro galeras, mandadas por Domingo de Larrauri, zozobraron dentro
del puerto de Villafranca de Niza, y se ahogaron casi todos los de la
chusma.
La nao San Juanillo, mandada por Juan de Ribera, se despachó en
Manila para Nueva España y no ha vuelto á saberse de ella.

1579 _-At salir de Sanlúcar se perdieron la capitana y otra nao de la


flota de Nueva España.
En el mismo sitio una nao de D. Gonzalo Ronquillo, gobernador de
Filipinas, ahogándose mucha gente.
De otro naufragio ocurrido el 7 de Enero de este año trata una reía-
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APÉNDICES. 497

cfón ms. en la Academia de la Historia, est. 12, gr. 6, núm. 349, titulada:
Infclicis naitfragii descriptio i/nod séptimo Idus Jannarias apud Balea
res Motores tnisrra qnedam Genucnsium praetaria nauis Picohna dicta
o cea so so/e perpesa est.

1 ;8o.—Una nao de la flota de Nueva España al salir de Sanlúcar.

j;8i.—La nao de López Rodríguez Vanegas, perteneciente á la flota


de D. Antonio Manrique, se abandone') en el mar de las Antillas, haciendo
viaje á Nombre de Dios, por anegarse. Se sacó la gente y parte de la mer
cancía.
Dos naos de la misma flota se perdieron en el golfo en el viaje de
vuelta.
Cuatro naos de la armada de Diego Flores Valdés, al volver de arribada
á Cádiz, naufragaron en Rota y Arenas Gordas. Se ahogó el almirante
Esteban de las Alas y la mayor parte de la gente.
La nao Gallega, en la isla de la Madera, viniendo de Indias. Se salvó
la plata que traía.

1582.—Tres naos, capitana, almiranta y Santiago, del gobernador Juan


Ortiz de Zarate, se perdieron en el Río de la Plata.
La nao Arrióla de la armada destinada al estrecho de Magallanes, al
mando de Diego Flores de Valdés, se fue á fondo en 38o de latitud, pere
ciendo 300 personas.

La nao Santa Marta, de la misma armada, sobre la isla de Santa Cata


lina, salvándose la gente.
Un patache que conducía á Yx. Juan Rivadeneyra desde la misma isla
al Río de la Plata.

1583.—Un navio en que regresaba de China á Filipinas el P. Alonso


Sánchez, sobre la isla Formosa.
La nao Proveedora, de la armada de Flores Valdés, al salir del puerto
de Santa Catalina, en el Brasil.
Dos naos de la misma armada, en el Río de la Plata, salvándose la
gente.

1584.—Naufragó la galera Santiago en los arrecifes de Puerto-Plata,


isla de Santo Domingo.
La nao Santa María, de Pedro Sarmiento de Gamboa, en la costa del
Brasil.
TOMO II. 82
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4f>* ARMADA ESPAÑOLA.

! ;g-_—La nao Santa Elena, capitana de la expedición al Maluco, con


todo el material de sitio.

1587.—El patache San Martín, capitán D. Lope de Palacios, en la costa


de China.
Seis naos de la flota de Tierra Firme al entrar por la barra de Sinlú-
car. S; salvó la gente y el tesoio.

ií88.—Desastre de la armada que se llamó Invencible en las costas de


Escocia é Irlanda. Faltaron 63 naves y de 8 á 9.000 hombres.

1589.—Dus naos dispuestas para hacer viaje á Nueva España, se per


dieron C3ii temporal en el puerto de Cavite, el día de San Pedro.
La nao Rosario, viniendo de Indias, sobre cabo Espichel, en Portugal.
Perecieron 242 hombres.

1:90.—Perdiéronse con temporal del Norte, en la rada de Veracruz, 75


naos de la flota de Antonio Navarro. Se ahogaron 200 hombres.
Se perdió también en viaje la flota del general Alonso de Grado, sin que
se salvara más que un bajel cdii 11 personas.
La nao almiranta San Felipe, que iba de Nueva España á Manila, sobre
la isla de Marinduque. Se salvó toda li gente.
Una nao de armada en la isla Tercera, salvándose la tripulación.

1591.—La galera Centuriona, en l.is costas de Cataluña.


La capitana de Diego de la Rivera se sumergió en el golfo, viniendo
de Nueva España. Pereció el general con toda la gente.
Diez y seis naos de la misma flota dieron al través, con temporal, en la
isla Tercera. Salvóse el personal y los efectos.

1593 — Voló la galera capitana de D. Diego Brochero en la cesta de


Bretaña, pereciendo 200 hombres.
La nao almiranta, de Peiro de Zubiaurre, naufragó sobre la boca del
río Gironda.
Una nao de Rentería zozobró, ahogándose 90 personas de 103 que
llevaba.
La capitana de la flota de Tierra Firme, mandada por D. Francisco
Martínez de Ley va, en la isla de San Miguel. Se salvó la gente.y carga.

1594.—Una urca d- la escuadra de Garibay y un patache, en la entrada


del puerto de Pasajes, ahogándose 40 personas.
Instituto de Historia y Cultura Naval

APÉNDICES. -4QQ

Tres navios de la escuadra de Villaviciosa sobre Guetaria.


Un galeón, en la barra de Lisboa, pereciendo casi toda la gente.

1595.—En viaje de Cádiz á Nueva España se incendió la nao Santa


Bárbara, de la flota del general Pedro Menéndez Márquez. Perecieron
cinco religiosos carmelitas, con otras 8c personas del equipaje.
La nao Santa Isabel, de la armada de Alvaro de Mendaña, zozobró en
tre las Nuevas Hébridas, con el almirante Lope de Vega y 1^2 persona^
más.

Otra nao, en la bahía de Cádiz.

1:96.—T.a capitana de D. Francisco Martínez de Leyva, en la isla de


San Miguel (Azores).
Veinticinco naos de la armada del general Pedro de Ivella, en la costa
"de Galicia, pereciendo los soldados de 21 compañías.
La nao San Agustín, en que iba descubriendo por California Sebastián
Rodríguez Cermeño.
La fragata Santa Catalina, de la expedición de Mendaña. desapareció
en el viaje á Filipinas.
La galera capitana de Cosme de Centurión, en la costa de Cataluña.
Una nao de la flota de Indias, en Chipiona.
Treinta y dos navios de la armada del adelantado de Castilla, sin contar
carabelas ni embarcaciones menores, dieron en la costa, con temporal en
tre Corcubión y el cabo Finisterre, el 28 de Octubre, pereciendo cerca de
2.000 hombres.

1597.—Un filibote de la armada del Adelantado de Castilla, al salir de


la Coruña.
LTna carabela de la misma armada, en Brest.

1598.—Los navios capitana y almiranta, de D. Lui ■ Pérez Da? Marinas,


en la costa de China.

NÚM. 11.
Noticias relativas al corsario inglés Francis Drake

Impresos anónimos.

Vida de D. Antonio de Quiroga y Memoria de lo sucedido en Chile.


Colee, de dcc. inéd. para la Hist. de £s/>., t. XC1V, pág 39.
Instituto de Historia y Cultura Naval

ÍOO ARMADA ESPAÑOLA.

Refiere lo ocurrido al llegar Drake á Valparaíso, la Serena y Bahía


Salada, providencias que se tomaron por el Gobernador y armamento de
un navio para ir en su seguimiento.
Relación histórica del sitio puesto por los ingleses á la ciudad de la
Coruña en 4 de Mayo de 1589 y del glorioso triunfo alcanzado por los
coruñeses, etc. Impreso en Coruña, 1850.
Relación de lo que sucedió en la ciudad de la Coruña desde 4 de Mayo
de 1589, que llegó al puerto de ella la armada de Inglaterra.

Publicada por C. Fernández Duro, Memorias de la Acad. de la Hist., t. X, pág. 501.

Relación de lo que sucedió en el reino de Portugal á la armada inglesa,


de que es general Francisco Draque, en 1589.

Publicada por C. Fernández Duro, Memorias de la Acad. de la Hist., t. X, pág. 513.

Romance del viaje y muerte de Francisco Draque, año 1596. Impreso


en 4.0 Empieza:

«De cólera y rabia ardiendo


de la Gran Canaria parte,
su ejército todo roto,
este tal Francisco Drake.
Blasfemando de los cielos,
del fuego, el agua y los aires,
no pide favor á Dios
porque en su pecho no cabe.»

Abad y Lasierra (Fr. Iñigo).

Historia de la isla de San Juan de Puerto Rico. Nueva edición ano


tada por José Julián de Acosta y Calbo. Puerto Rico, 1866.
En la pág. 160 transcribe: «Relación de lo sucedido en San Juan de
Puerto Rico de las Indias con la armada inglesa de Francisco Draque y
Juan Aquines, á los 24 de noviembre de 1595 años.» Copiada de un
códice de «Varios» de la Academia de la Historia, núm. 2, fol. 203 á 209.

Acosta (El P. José de).

Historia natural de las Indias. Madrid, 1792.


Trata del viaje de Draque y de su entrada por el estrecho de Maga
llanes.

Barco Centenera (Martín de el).

Argentina y Conquista del rio de la Plata. Poema. Lisboa, 1602. La


mitad del canto xxii está dedicada al viaje de Draque al mar del Sur.
Instituto de Historia y Cultura Naval

APÉNDICES. ?|0I

Cairasco de Figukroa (Bartolomé).

Historia de la vana empresa de la jornada del Draque contra Cana


nas. En verso.

Navarrete, Bibliot. marit,, t. I, pág. 208.

Cappa (El P. Ricardo, de la Compañía de Jesús).

Estudios críticos acerca de la dominación española en América. Tomo x.


Industria naval. Madrid, 1894.
Resume la vida y viajes de Drake.

Caro de Torres (El Ldo. Francisco).

Relación de los servicios que hizo á S. M. del rey Felipe segundo y ter
cero D. Alonso de Sotomayor, etc. Madrid, 1620.
Trae extensa relación de la última jornada de Drake, derrota y muerte.

Dei.gadillo de Avellaneda (Bernardino).


Copia de una carta que envió al doctor Pedro Flores, presidente de la
Casa de Contratación de las ludias, en que trata del suceso de la armada
de Inglaterra después que partió de Panamá, de que fue por general
Francisco Draque, y de su muerte. Año de 1596. Impresa en Sevilla por
Rodrigo Cabrera, con licencia.

Falcón de Resende (Andre's).

Soneto al Drake. Publicado en el Archivo dos Acores, 1885, con tirada


aparte. Empieza:

«Famoso, infame Drake , te dirán


Con razón, malo é ingrato, ya en efecto,
Contra la santa Iglesia y su precepto,
üue eres cosario más que capitán.»

Fernández Duro (Cesáreo).

Don Pedro Enriquez de Acevedo, conde de Fuentes. Bosquejo enco


miástico leído ante la Real Academia de la Historia en la junta pública
celebrada el dia 15 de Junio de 1884. Madrid, Tello, 1884, 4.0
Jornada de Drake á la Coruña y Lisboa en 1589.

Herrera (Antonio de).

Segunda parte de la historia general del mundo. Madrid, 1601, fol.


Reseña la vida y viajes de Drake.
Instituto de Historia y Cultura Naval

5O2 ARMADA ESPAÑOLA.

Herrera (Antonio de).

Tercera parte de la historia general del mundo. Madrid, 1612.


Refiere la jornada de Drake á la Coruña y Lisboa en 1589, y la de las
Indias en 1595 con bastante extensión.

Leonardo de Argensola (Bartolomé).

Conquista de las Malucas. Madrid, 1609.


Trae extracto del viaje de Drake por el Pacífico á estas islas en el-
libro in.

Madero (Eduardo).

Historia del puerto de Buenos Aires. Buenos Aires, 1892.


En el capítulo titulado Corsarios ingleses en el Plata, pág. 250, dilu
cida la fecha de llegada de Francis Drake.

March v Labores (José).

Historia de la Marina Real española. Madrid, 1854, t. II.


Compendia los hechos de Crakt.-.

Medix v (J. T.).

Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Chile. San


tiago de Chile, 1890.
En el t. I, cap. xni, titulado «Pedro Sarmiento de Gamboa en la Inqui
sición », trata del viaje de Drake y de sus correrías en el mar del Sur.

Mira Montes y Suasola (Juan de).

Armas antarticas. Poema.


Trata de las hazañas de Drake calificándole

«De ánimo y pensamiento levantado,


gran marinero y singular sóida lo. »

Oviedo (Luis Antonio de).

Vida de Santa Rosa de Santa María, natural de Lima y patraña del


Perú. Poema heroyco por D Caballero del orden de Santiago, Conde
de la Granja. Madrid, por Juan García Infanzón. Año de 1711, 4."
Los cantos x, xr y xu están dedicados á la narración de la empresa
acometida por Francisco Draque y Juan de Aquines para entrar por
Nombre.de Dios en Panamá, mientras por el estrecho de Magallanes iba
Ricardo de Aquines con otra armada. Combate y recibimiento de éste por
Instituto de Historia y Cultura Naval

503

D. Beltrán de Castro. Reta de Draque en Puerto Rico con muerte de


Aquines. Combate de Jorge Espilberghcn con D. Rodrigo de Mendoza.
Haciendo alarde de conocimientos técnicos, describe el autor el arma
mento de la escuadra inglesa diciendo:

«En nuevos vasos, nueva arboladura


montan cabrias de miembros corpulentos,
calada con les baos asegura
estáis, ustagas, drizas, racamentos:
pende en ¡os calio>, en la obencadura,
y en los que sirven de alas á los vientos
bolinas, amantillos, palanquines,
brioles, brazas, escotas y escofines.->

De la muerte de Drake en Fuertovelo, piensa:

«Allí de sus desgracias oprimido,


de sus muchos achaques aquejado,
murió aquel monstruo de la mar temida,
en sus soberbias olas Fepultadn:
murió con él su nombre, su apellido,
su valor, de sus hechos infamado,
murió la tama del mayor pirata,
y murió su ambición , que es (¡uicii le mata.*

P/\r.r i.a (Antonio de), Presidente del Consejo de Indias.

Siete cartas dirigidas al Rey y anotadas al margen sobre los robos de


Francisco Draque, y las reclamaciones de restitución que debían hacerse
á la Reina de Inglaterra.

Publicadas en la Colrc. dt •icr. int'il. puru la Hist. il/ /•'</>., t. XCVI, pág. 458.

Pkrai.ta (Manuel M. de).

Costa Rica, Nicaragua 1 Panamá en el siglo xvi Madrid, [883.


En la pág. 569 empieza el capítulo titulado Francisco Drakc en el mar
del Sur con inserción de documentos, á saber:
Carta del capitán Juan Solano, teniente gobernador de la provincia de
Costa Rica, al Ldo. Valvcrde, presidente de la Audiencia de Guatemala,
sobre las piraterías de Drake. Esparza 29 de Marzo de 1579.
Carta del Ldo. Diego García de Palacio, oidor de la Audiencia de
Guatemala, al Ldo. Valverde, sobre el mismo asunto. Reak jo 7 de Abril
de 1579.
Carta del Ldo. Valverde al Rey. Guatemala 14 Abril de 1579.
Carta de D. Francisco Zarate á D. Martín Enriquez, virrey iíp Nueva
España, dando aviso de lo que le había ocurrido con Drake. Pyp alejo 16
de Abril de 1579.
Instituto de Historia y Cultura Naval

^04 ARMADA ESPAÑOLA.

Información hecha con declaración de pasajes de la nao de Rodrigo


Tello, apresada por Drake. Panamá de 8 Mayo de 1579-

Perai.ta y Barnuevo.

Lima fundada. Poema.


Tratando de Drake y de su expedición en el mar del Sur, escribe:

«Rayo, pues, de la pérfida Isabela,


fiero, de leños dos, el Draque armado,
al puerto que el insulto no cautela
vendrá , donde aun así no habrá faltado;
hecha una presa ya, se hará á la vela,
y después que otro robo haya logrado,
verá cuanto confín Thetys dilata
por órbita de honor Phebo pirata.»

Pezuela (Jacobo de la).

Historia de la isla de Cuba. Madrid, 1868.


Refiere las dos expediciones de Drake á las Antillas y el combate naval
sobre la isla de Pinos.

Sarmiento de Gamboa (Pedro).


Relación de lo que el cosario Francisco hizo y robó en la costa de Chile
y Perú, y las diligencias que el virrey D. Francisco de Toledo hizo con
tra él.
Publicada en la Colee, dt doc. inéd. para la Hist. de Esf., t. XCtV, páginas 432-458.—
Contiene pormenores importantes.

Sarmiento dh Gamboa (El capitán Pedro).

Viaje al estrecho de Magallanes en los años de 1579 y 1580, y noticia


de la expedición que después hizo para poblarle. Madrid, 1768.
Originó este viaje el de Drake, al que hace referencia.

Suárez de Figueroa (El Dr. Cristóbal;.

Hechos de Don García Hurtado de Mendoza, Quarto marqués de Ca


ñete. Madrid, 1613.
Reseña el viaje alrededor del mundo hecho por Drake y la derrota que
sufrió en Capirilla, á nueve leguas de Nombre de Dios, camino de Pana
má, el año 1596.

Vargas Ponce (José de).

Relación del último viaje al estrecho de Magallanes de la fragata


de S. M., Sta María de la Cabeza, etc. Madrid, 1788.
Instituto de Historia y Cultura Naval

APÉNDICES. jÓ5

Reseña el viaje de Drake desde la pág. 221.


La obra no lleva el nombre de su autor.

Vedia y Goossens (Enrique de).

Historia y descripción de la ciudad de la Coruña. Coruña, 1845, 4.0


Trata del sitio puesto por Drake en 1589.

Vega Carpió (Lope de).

La Dragontea. Poema del último viaje que hizo el Draque á las Indias.
Madrid, 1598 y 1602, 4.0; Barcelona, 1604, 8."

Viera y Clavijo (José).

Noticias de la historia general de las islas de Canaria.


Da cuenta del ataque de Drake á la ciudad y puerto de las Palmas en
Gran Canaria.

Zamora (El P. Alonso de).

Historia de la provincia de San Antonino del Nttevo reino de Gra


nada, etc., etc., 1701.
Cuenta los principios de la vida de F. Drake y los daños que hizo en el
dicho Nuevo Reino.

Zaragoza (Justo).

Piraterías y agresiones de los ingleses y de otros pueblos de Europa en


la América española. Madrid, 1883.
Trata concisamente del Drake en la introducción y traslada en el Aviso
histórico de D. Dionisio de Alcedo las noticias relativas á la entrada del
pirata en el mar del Sur.

Manuscritos.— León (Andrés).

Historia del huérfano. Dirigido d Juan López de Hernani, tesorero


de S. M. en la ciudad de los Reyes.
Ms. Acad. de la Hist., Colee. Muñoz , t. XLIII.

Describe el ataque á Puerto Rico por Drake.

Méndez Nieto (El Ldo. Juan).

Discursos medicinales.—-Ms. que pose en copia D. Marcos Jiménez de


la Espada, y que pudiera titularse «Memorias de un médico de Armada en
el siglo xvi».
Instituto de Historia y Cultura Naval

-q§ ARMADA ESTAÑÓLA.

Refiere con curiosos pormenores el asalto que Francisco Drake, junto


con los negros cimarrones de Vallano, dio á la recua de la plata del Perú
en el camino, cerca de Nombre de Dios.
Relación de lo que se ha entendido que han hecho los ingleses después
que entraron por el estrecho de Magallanes.
Simancas. Inquisición, lib. nCCXX, 2.°, fol. 2.°

Poema sobre algunos capitanes españoles que pelearon en América con


tra el inglés Francisco Drake.
Ms. incluido en los índices de la Biblioteca Nacional con la signatura M., 161. (Ha des
aparéenlo.).

Relación que hizo el piloto Ñuño de Silva, ante el Virrey de Niuva


España, del viaje que hizo con Drake desde las islas de Cabo Verde hasta
la costa de California, en el año 1579.
Cclec. Sms tft Ba-uteü, art. 6.°, núm. 7; duplicado.

Real cédula expedida al virrey del Perú, D. Francisco de Toledo, tn


Badajoz á 26 de Agosto de 1580, aprobando las determinaciones adopta
das, con motivo de haber entrado en el mar del Sur el corsario Drake, y
mandando se construyan en el Callao dos galeras y dos bergantines para
la guarda de la costa.

Colee. Xararrete, t. XX, níim. to.

Instrucción real al capitán general, Diego Flores de Valdés, para que con
la armada de su mando vaya al estrecho de Magallanes en persecución de
corsarios, para castigarlos con rigor. Tamar i." de Mayo de 1581.
CoUc. Xavarr'te, t. XX, núm. 14.

Relación de lo sucedido á la Armada real de S. M. en el viaje al estre


cho de Magallanes, desde su salida de la. barra de Sanlúcar, el año 1581,
hasta el mes de Junio de 1583, firmada por Pedro Sarmiento de Gamboa.
En el principio resume el viaje de Drake por el mar del Sur.
Colee. Xavarrete, t. XX, níim. 29.

I579._Acuerdo que se hizo por el Virrey del Perú, y Oidores y Alcal


des de la real Audiencia, etc., acerca de que se gastase lo que fuese nece
sario para ir en seguimiento del navio de corsarios que entró en la mar
del Sur.

Colee. Navarrete, t. XXVI, núm. I.


Instituto de Historia y Cultura Naval

APKNDICES.

Discurso dirigido al Rey por Juan Lozano Machuca desde el Potosí,


sobre la entrada de los corsarios en el mar del Sur y la importancia de
que se fortificasen los puertos.

Colee. Navarrete, t. XXVI, núm. 2.

Prevenciones que se hicieron en Panamá para oponerse al corsario


inglés Francisco Drake.
Colee. Navarrete, t. XXVI, núm. 4.

Dos cartas del teniente de Costa Rica, Juan Solano, al Presidente de la


Audiencia de Guatemala, con la noticia de hab-rse a, oderado el corsario
Francisco Drake de un barco que iba de Nicaragua á Panamá.
Colte. Navarrete, t. XXVI, núm. 5.

Carta del Dr. Alonso Criado de Castilla á S. M., dando cuenta de los
robos de Francisco Drake.
Colee. Navarrete, t. XXVI, núm. f>.

Relación que hizo San Juan de Antón, maestre de su navio Nuestra


Señora de la Concepción, sobre el robo que le hizo el capitán Francisco
Drake, inglés, en el cabo de San Francisco, del tesoro de S. M. y particu
lar que conducía desde Lima.

Colee. Navarrste, t xxvi, núm 3.

Relación que dieron del corsario que entró en el puerto de Guatulco


las personas á quienes prendió en él, y lo que hizo durante su permanen
cia en dicho puerto.
Colee. Xavarrete, t. XXVI, mim. 8.

Carta del general D. Cristóbal de Eraso al Virrey del Perú, sobre la


entrada de Drake en el mar del Sur y de los robos que había hecho.
Colee. Navarrete, 1. XXVI, núm. 9.

Carta del Virrey de Nueva España al del Perú, con aviso del robo que
hizo en el puerto de Guatulco el corsario Drake.
Colee. Nnvarre.'e, t. XXVI. núm. 10.

Relación de la declaración que hizo ante el Virrey de Méjico el piloto


Ñuño de Silva, del viaje y navegación que hizo con el corsario Drake
desde Cabo Verde al puerto de Guatulco.
Colee. Navarrete. t. XXVI, núm. II.
Instituto de Historia y Cultura Naval

50$ ARMADA ESPAÑOLA.

Instrucción dada al General de la armada de la provincia de Guate


mala, despachada en persecución de Drake, dada por el Licdo. Val verde.
Colee. Navarrete, t. XXVI, núm. 12.

Carta del mismo Licenciado al Rey, dando cuenta del despacho de la


armada.
Colee. NavarreU. t. XXVI, núms. 13 y 14.

Relación del viaje que hizo Francisco Drake al mar del Sur, hecha en
la ciudad de Santa Fe por Juan Drake, sobrino de dicho capitán.
Colee. Navarrete, t. XXVI, núm. 18.

Ijgj,—Mayo 1."—Carta que escribió el Virrey del Perú á la Audiencia


de Panamá, con aviso de haber pasado el corsario inglt;s para el estrecho
de Magallanes con su armada.

Colee. Navarrete, t. XXVI, núm. 17.

¡584.—Discurso sobre los cuatro galeones que se entendió enviaba


Francisco Drake al estrecho de Magallanes, y la armada con que salió él
mismo para coger la flota de Tndias, y el remedio que se ofrecía para su
oposición.

Colee. Navarrete, t. XXII, núm. 91.

Marzo 24.—Relación del viaje que hizo Francisco Drake al mar del
Sur por el estrecho de Magallanes, con todo lo ocurrido durante su dila
tada navegación, desde 1577, que salió del puerto de Plymouth, hasta su
regreso, hecha por Juan Drake, su sobrino.
Colee. Navarrete, t. XXVI, núm. 18.

Acuerdo de guerra de la Audiencia de Panamá para aprestar navios de


armada que vayan en seguimiento de los corsarios vistos en las costas de
Chile.
Colee. Navtlrrete, i. XXVI, núm. te).

1585.—Abril 6.—Representación al Rey del Presidente y Oficiales de


la Casa de Contratación sobre noticias de armamento que hacía Francisco
Drake, y lo que habían proveído para seguridad de las flotas.
Colee. Navarrete, t. XXV, núm. 47.

Septiembre i.°— Real cédula al Adelantado de Castilla, avilando haber


Instituto de Historia y Cultura Naval

APÉNDICES. •■ 509

salido de Inglaterra Francisco Drake con más de 15 navios, á fin de.que


ande con.recato.

Colee. Sans de fíarutell, art. 3.0, núm. 486.

Septiembre i.°— Real cédula al Marqués de Santa Cruz avisando que,


según noticias de Inglaterra, Francisco Drake salió el 23 de Julio con
más de 15 navios, á fin de que esté apercibido.
Colee. Sans de Barutell, art. 3.0, núm. 487.

1586.—Carta anónima, escrita en latín y enviada al Rey por D. Ber-


nardino de Mendoza, dando noticia del viaje de Drake á las Indias.
París, Arch. Nac,, K, 1564.

Marzo 24.— Relación de lo que declaró un inglés llamado Francisco,


que se perdió en una pinaza del armada del capitán Francisco Drac, y fue
preso en la Ciénaga de Santa Marta, sobre las escalas y robos que hizo
desde su salida de Inglaterra hasta aquel día.
Dirección de Hidrog. Colee. Novarretí, t. xxv, núm. 56.

Abril 2.—Real cédula al Marqués de Santa Cruz noticiando el daño que


Drake hizo en la isla Española, y recomendándole acepte la comisión de
ir en busca de este enemigo y poner en orden lo que hubiere damnificado
en Indias.

Colee. Navarrete, t. XLI, núm. 25.

Abril 8. —Carta de Diego Daza al Gobernador de la Habana desde


Punta de Canoas, con aviso de la toma de Sto. Domingo por Francisco
Drak.

Colee. Navarrete, t. xxv, núm. 57.

Relación que envió Diego Hidalgo de Montemayor, juez de Comisión


de la Audiencia del Nuevo Reino de Granada, á la misma Audiencia, de
la toma de Cartagena por el inglés, y de las cosas sucedidas en ella el mes
de Abril.

Colee. Navarrete, t. XX V, núm. 5.S.

Relación de lo ocurrido en la pérdida de Cartagena en una armada in


glesa compuesta de 30 navios, que después de robado á Santo Domingo
fue sobre aquella plaza; general Francisco Drak. Escrita por el General
de las galeras que estaban en el mismo puerto.
Colee. Navarrete, t. XXV, núm. 59.
Instituto de Historia y Cultura Naval

5jp ARMADA. ESPAÑOLA.

Agosto 8.—Carta de D. Bernardino de Mendoza al Rey avisando llegó


Drake de las Indias y repartió el botín, dando ala Reina su parte y á cada
caballero cien libras. La mejor joya que trae es un crucifijo.
París, Arch.Nac, K, 15 4.

Agosto.—Relación que hicieron Tomás Vandisum y Juan Igson de las


noticias que les dio Francisco Draque de su jornada en las Indias.
Colee. Satis de Barutell, art 6.°, núm. S8.

Setiembre 6.—Carta de D. Bernardino de Mendoza al Rey con porme


nores del viaje de Drake á las Indias.
París, Arch. .Yac, K, 1564.

Septiembre 26.-Carta de D. Bernardino de Mendoza al Rey noticiando


haberse escrito en latín relación del viaje de Drake con su retrato; que lo
traído de Indias no pasa de 200000 escudos y perdió 1.000 hombres.
París,Arch.nac, K, 1564.

1587.—Noviembre 10—Carta de D. Bernardino de Mendoza al Rey con


pormenores de artillería'y efectos que tomó Drake en las Indias.
París, Arch. Ato., A', 1564.

Carta de D. Bernardino de Mendoza al Rey avisando ha ido Drake á


Flandes para procurar que los rebeldes armen navios.
París, Arch. Nac, K, 1564.

Relación que dio Juan Drake, hallándose preso en Lima, del viaje que
hizo su primo Francisco y de otro que él emprendió después hasta el
Brasil con el general Eduart Fenton.
Colee, h'avarrete, t. XXVI, núm. 22.

Marzo 11.—Carta escrita desde Londres á un caballero residente en


París, remitida por accidente á Roma y enviada desde allí al Rey con
noticias de la expedición que preparaba Drake contra Cádiz. En italiano.
Arch. de Simancas. Estado. Roma, leg. 949.

Marzo 26.—Carta de D. Bernardino de Mendoza al Rey con noticia de


preparativos que hace Drake.
París, Arch. Nac, K, 1565.
Instituto de Historia y Cultura Naval

APÉNDICES. ?T[.

Abril 21.—Carta de D. Bernardino Mendoza al Rey con aviso de la


salida de Drake de Plymouth y fuerza que lleva.
París, Arch. Xac, K, 1565.

Relación de los navios que Fiancisco Draque quemó y echó á fondo


en la bahía de Cádiz en 29 y 30 de Abril de 1587, y las naos y bastimen
tos que llevo y en lo que todo se estima.
Publicada en La Armada Invencible, t. I, pág. 334-

Mayo 2.—Relación enviada por Bernardino de Escalante de la entrada


y efectos de Francisco Draque.
Catee, Sans de Barnttll, art. 6.", m'im. <)2.

Junio 20.— Carta de D. Bernardino de Mendoza con noticia de la en


trada de Drake en Cádiz y daños que hizo.

París, Arch. .Yai., K , 156;.

Junio 6. — Carta de D. Bernardino de Mendoza al Rey con avisos de la


jornada de Drake.

París, Arch. .Yac, K,

Junio 30.— Carta de D. Bernardino de Mendoza tratando del crucero


que hacía Drake en las Azores.

París, Aich. .Yac , K, 1565 \ 1565.

Julio 16.— Carta de D. Bernardino de Mendoza al Rey avisando la en


trada de Drake en Plymouth con naves de la India apresadas.

Parí?, Arch. .Yac, K. 15^5 y 1566.

Agosto 5.— Carta de D. Bernardino de Mendoza al Rey dando aviso de


haber apresado Drake á la nao San Felipe.
París, Arch. .Yac, K, 1566.

Noviembre 18.—Carta de D. Bernardino de Mendoza al Rey con noticia


de lo que produjo la venta de mercancías de la nao San Frlifie apresada
por Drake.

París, Arch. .Yac, K, 1566.

1588.— Julio 24.—Carta de D. Bernardino de Mendoza al Rey con avi


sos de la armada de Drake.

París, Arch. Nal., K, 1588, B. 6r, piera 83.


Instituto de Historia y Cultura Naval

512 ARMADA ESPAÑOLA.

1Í89.—Enero 11.— Noticias dadas por Guillermo Can del armamento


que hacía Draque y de naufragios en la costa de Irlanda.
Colee. Sans de Barutell, art. 6.°, núms. III y 112.

Marzo 2.—Carta de D. Bernardino de Mendoza al Rey, avisando los


aprestos de Drake y de Noris para ir á las costas de España y Portugal.
París, Arch. Nac., K, 1.570, B. 63, pieza 93.

Relación del sitio de la Coruña, escrita por el .capitán Juan de Várela,


natural de la ciudad.

Ms. inédito, citado por D. Enrique de Vedia.

Diario del cerco y bombardeo de la Coruña.


Ms. anónimo, citado por D. Enrique de Vedia.

Relación de lo sucedido en la entrada que hizo Francisco Drake en la


ciudad de la Coruña á 4 días del mes de Mayo. '
' Acad. de la Hist. Colee. Salazar. F. 19, fol. 34.

Relación de lo sucedido á la armada de Inglaterra en el cerco de Lisboa.


Acad. de la Hist. Colee, de Jesuítas, t. CIX, núm. 293.

Relación de lo que declaró Tomás Cuper, cabo prisionero que se tomó


en la Coruña, acerca de la armada inglesa.
Colee. Sans de Barutell, art. 6.°, núm. 116.

Relación de lo que ha sucedido á las galeras de España, que están á


cargo del Adelantado mayor de Castilla con la armada de Draque.

Colee. Navarrete, t. v, núm. 7.

Relación de lo que sucedió en el reino de Portugal á la armada inglesa,


de que es general Francisco Draques.

Colee. Navarrete, t. V. núm. 8.

Junio 20.—Carta del Adelantado de Castilla á S. M., dando cuenta de


la buena fortuna que ha tenido con la armada de Draque.
Colee. Sans de Barutell, art. 4.0, núms. 988 y 989.

Relación de lo sucedido á la armada inglesa de Francisco Drake.


Colee. Navarrete, t. V, núm- 8.
Instituto de Historia y Cultura Naval

M'l N'DICES. 51?

Relación de la venida de D. Antonio de Portugal con la armada de la


reina de Inglaterra.

BU. Xac, G. 51, fol. u¡.

Julio 20.—Avisos de Nantes del estado de la armada inglesa; poco


efecto que hizo en España, enfermedades y 20 navios iban á las Azores.

Colee. Saris de BaritUtl, art. 6.". min. 158.

Julio 21. -Carta de D. Bernardino de Mendoza al Rey, acompañando


otra del confidente David, en portugués, refiriendo sucesos de la jornada
de Drake en Lisboa.

París, Arík. :V«f,, K, 1.569. li. 6:. pieza 95.

Mayo 19. —Relación de la venida de D. Antonio de Portugal con la ar


mada de la Reina de Inglaterra.

Sih.Xir. Ms, G., 31. fol. 2:;.

Relación de lo sucedido á la armada inglesa en el cerco de Lisboa.

Aúid. de la Hht. Colee, de Jtsuilas. \. i"lX, núm. :9J.

Relación de lo que sucedió en el reino de Portugal á la armada inglesa,


de que era general Francisco Drake.

Colee. Nana rete, t. v. núm. 8.

1595.—Octubre 8.—Carta que de la isla de Canaria escribió á S. M. Prós


pero Casóla, dando cuenta de los intentos de la armada inglesa, que se
había presentado con 28 naos, siendo sus generales Francisco Draques y
Juan Aq'.lints.

Colee. Sausi/f Rarutil!, ;rt. "V1. núm. if>?.

Relación de lo sucedido en la venida de la armada inglesa, General, el


capitán Francisco, al reino de Tierra Firme y puerto de Nombre de Dios.
Acad. de Al Hht. Vetee. Sa!a-ar. N. 9. ful. i?4-

Rclación de lo sucedido á D. Alonso de Sot(,mayor luego que llegó á


Tierra Firme, por orden del .Marqués de Cañete, y victoria que tuvo de
la armada inglesa, su capitán general Francisco Draque.
Acad. déla ///'».'. Ms. C.'lec. Sa/asar, V. ¡ ). fol. 7.

1 íqó —Relación de las prevenciones de guerra que se han hecho en este


TOMO II. "
Instituto de Historia y Cultura Naval

514 AKMADA ESPAÑOLA.

reino de Tierra Firme, por nueva de la armada de Inglaterra, Capitán


Francisco Drake, y el suceso que se ha tenido.
Colee. Navarrete, t. XXV, núm. 62.

Declaración de Rodrigo Díaz, maestre del navio de aviso, sobre aperci


bimientos que hicieron en Cartagena y en la Habana para resistir á la ar
mada inglesa.

Colee. Navarrett, t. XXV, núm. 67.

Relación de la vuelta que hizo el armada inglesa, general Francisco


Drak, al puerto de Portovelo, después de veinticuatro días que había par
tido de Nombre de Dios, desbaratado, y lo que para su ofensa y defensa
se ejecutó, y muerte del dicho Francisco, con una relación de la pérdida
de navios, etc.

Colee. Navarrete, t. XXV, núm. 66.

Cartas del Ldo. Pérez de Arteaga, oidor del Nuevo reino de Granada,
dando cuenta al Rey del suceso que tuvo en Nombre de Dios y río del
Hacha el corsario Francisco Drak, y que por su muerte la armada se hizo
á la vela para Inglaterra.
Navarrete, Bibliot. mar¡1., t. II. pág 341.

Relación de lo sucedido á la armad;i inglesa en el puerto de Nombre de


Dios.

Colee. Navarrete, t. XXV, núm. 65.

FIN DEL TOMO H


Instituto de Historia y Cultura Naval

ÍNDICE

DE PERSONAS NOMBRADAS EN ESTE TOMO.

Abdel Moluc. 194. Alsedo, Dionisio de. 344.


Acevedo, Diego de. 463. Altamira, Conde de. 90, 107, 453.
Achiniega ó ARCINIEGA, Sancho de. 106, ALTAMTRANO, Hernando de. 392.
220, 292, 437, 467. Altolaguirre, Ángel de. 150, 302.
Acuña, Juan de. 315. ALVARADO, Fernando de. 252.
Adam de Zubieta, Rodrigo. 292. Álvarez de Tavora, Luis. 461.
Aguayo, Antonio de. 206, 465, 494. Álzate, El capitán. 136.
AGUIAR, Ambrosio de. 305. Alzóla, Tomás de. 402, 403.
Águila, Juan del. 172, 270. Amadís, Philip. 391.
AGUILAR, Pedro de. 175, 185, 193, 194. Amurat. 399.
AGUIRRE, El capitán. 310, 311, 316. Amurates III. 293, 294, 302.
Aguirre, Lope de. 200, 203. Ana María de Austria. 129.

AGUIRRE, Martín de. 348. Andrada ó Andrade, Gil de. 88, 110,
Ahedo, Pedro de. 253. 138, 146, 150, 151, 158, 173, 174. 175.
ALAS, Esteban de las. 216, 220, 339, 465, 193, 455, 457, 474. 476.
Andrés y Soviñas, Agustín de. 78.
470, 495, 496, 497-
Alas, Gregorio de las. 365. Angle, Rodrigo del. 244.
Álava, Francés de. 215, 296, 358. Anguillara, Conde de. (V. Orsini.)
Aliía, Duque de. (V. Toledo.) AntiÑÓN, Carlos de. 114.

Alberto, El archiduque. 326. Antón, Juan de. 347, 353.


Alcaudete, Conde de. (V. Córdoba.) ANTONELI, Juan Bautista. 297, 358, 360.
ALCÁZAR, Baltasar de. 326. AriANO, Jacome de. 67.

Alcedo, Dionisio. 230. ARAGÓN, Alfonso de. 113.


Alcega, Diego de. 364, 365, 366, 476, 481, Aragón, Félix de. 326.
Aragón, Juan de. 96.
483.
Alcega, Juan de. 470. Aramburu, Marcos de. 484, 486, 490,
ALCOY, Juan. 12. 492.

ALDAMAR, El capitán. 442. Arana, Pedro de. 351.


ALDANA, Bernardo de. 20, 33. ARANCIBIA, Sebastián de. 489, 491, 492.
AlessandrINO, El cardenal. 133. Arbieto, Hernando de. 259.

ALi, Bajá. 133, 153, IS5- ARCE, Sancho de. 482.


Alí Mamí. 335. Arcurt, Paulo de. 184.
ARELLANO, Alonso de. 234, 239, 240, 241,
Ali Portuc. 77.
Alonso, Hernán. 353, 356. 242.
Instituto de Historia y Cultura Naval

516 ARMADA ESPAÑOLA.

Akenaprimo de Monteciiiaro. Giusep- Bermúdez, Pedro. 395.


pe. 166. Bertendona, Martín de. 2.3R, 303, 496.
Arge.vsola, Bartolomé Leonardo de. 261, Bic.CARl, El Conde de. 162.
M<>i 356- Bosadilla. Francisco de. 279, ¡2~>, 32J,
Arguello, Gutierre de. 138. 336, 387.
Arias, El dc.-tor. 486. Boisot, Carlos. 282,
Armendáriz, Juan de. 403. Boisot, Luis de, El almirante. 279, :So,
Arnaute, Marat 335. 283.
ARQuiMnAt', Bartolomé. io, 12, Büouín, Rafael. 292.
Arroyo, Marco Antonio. 113, 14Í. BoRjA, Juan de. 469.
Artieda, Diego de. 472. Borromeo, Cardenal. 5.;.
Artieta, El capitán. 442. BOSCI-fEM, El almirante. 270, 272.
AKZAC, El capitán. 428, 429, 45;. BOSIO, .lacobo. 7S. 121.
Aesam, Bajá. 294. Bosíu, ConJe de. 2(A, 2;v, 274 277, 278
Al'ETRTA, Juan de. ICj, I:;, 109, 111, i¡;. 448.
'32, m. -'35,137, 138, 145. UO, 150', if¿ Bovl, Juan. 19S.
155, IS6l lGo> I6l, lr,2, 164, 166, 170, l¿2 Bracadino, Marco Amonio'. lj|.
182. 184, i8G, 139,193:284,285,337,419, Brantomc. 33, 5;;.
, 453, 454. 455i ■¡5'J. ÜREAKD, C!:arles. 214, 36S.
Avai.os, C¿sar. 13S. Bkissac, El Conde de. 315, 319.
Avellaneda, Bernardúu de. 490, 491 I5KOCHERO. Uiejo. 121, 489, 49S.
492. Bi;r, Rafael. 12.
Avellaneda, Lope Jo. 455. Buf.gleigii, Lord. 372.
Baena Parada, Juan Je. 295. BüTLEK, Riendo. 594.
Balaguek, Víctor, ic, 12. Cabrera de Córdoba, Luis. ió, 35,105,
Balbi Cokreggio, Francisco. ?S. 12S, 190,193, 225, 3S6, 39:.
Barado, Francisco. ¿yS. Cachidiaulo, Arráez. 10.
Barahona, Mig-uel de._-', 3- 34, ;.,. Calameci:, Andrea. 2S5.
Bakijarigo, Agustín. i;ti. 155.1Í7, 172. Calderón i>:; la Iíakca, JtjsO. 7.1.
Barbarroja. 10. CalerGI, Andrea. 14S.
Barbosa, Fructuoso. 367. Calli, Miguel, isa
Barco Centenera, Martín del. 205 Camitell. Doctor. 22S.
BaRLOW, Arthur. 391, 3.^,4. Can: POR redondo, Juan de. 421
Barreka, Gaspar de la. 351. Canale, Antonio. 123, 133, 157, 175.
Barreto, Franciico. 67. Cánovas del Castillo, Antonio. 17.
Barrios, Alfonso de. 4:2. Cañete, Juan. 14, 15.
Barros, El doctor. 2G0. Cañete, Marques de. (V. Hurtado de
BAKROW, John. ,:lj:. Mendoza.)
Basesseur, El almirante. 277. CAPDEVILLE, Juan. 338.
BASSOUK, Tomás. 311. Caimtillo, Martín de. 2/6.
Bazán, Alonso de. 65, C7.74. 106, [gfj, kji, Catitillo, üchoa de. :.Cü, 49O.
2c6, 2>j5, 390. 465,48S. Cara, Musiafá, 30, f>f\ 70.
Bazán, Alvaro de, rnan|U& de Santa CÁKDtXAS, Juan Je. 114.
Cruz. 51, 52, 57, ¡S, 59, Oo, 61,66.07, Ce,. Cara Uosia, 152.
73, 74, SS, So, 9I,cj3, 95, ,06, U2, ii-, Cárdenas, Bernardina de. 160,
118, 124. 125,12S. 137,13... 141, 149. 154, C'ARDÍM, Fernando. 3Ó7.
156, 158,159,160. 161,173 17C, 181, 18.;, Cardona, Fadriquc de. 33.
185, 1S7, i-ji, 193,206, 79.?. ?.j3, 295, _>./,. Cardona, Juan de. 33, 67, 76, 84, 90, 93.
297, 298. 300, 502, 300, 3 t \ 312, 31 j. 316, 106,107,108,118,124,126,128,137,139.
3iS, 320, 324, 327, 332, 337. 35X, 449, 451, 149,156,158,159,160,161,175,176,1S5,
454. 455, 457, 4^2, 463: 4<Wi 4^5, 4«3- 192, 293, 296, 452, 454.
Bazán, Luis de. 306. Cardona, Nicolás. 206,463, 465,468.470.
Bearne, El Trincipe de. 42 1. Carleill, El capitán. s<jr.
BELTRÁN V RÓSI'IPF, R:..:".io. 2(i2. Caki.os V, emperador. S, 46. 194.
Benaviües, Francisco de. 29J, 310, 458. Carlos, El principe. 108.
Berlanga, Ir. Tomas de. 252. Carlos IX de Francia: 38, 103.
Instituto de Historia y Cultura Naval

ÍNDICE HE PERSONAS.

CARREÑO, Bartolomé. 206, 230. CÓRDOBA, Berrardino de. 206, 466, 467.
Carreño, Francisco. 473, 475. CÓRDOBA, Francisco de. 14, 117.
CARRETO, Marco Antonio del. 41. CÓRDOBA, Martín, conde de Akaudete. 8,
CARRETO, Zenobia. 41, 162. 9, 13, H. 5°> 53-
Carrillo, Hernán. 483. Cornia, Ascanio de la. 90, 91, 97.
CARRIÓN, Juan Pablo. 233, 234. Corral, Francisco del. 490, 491, 493.
CARUAN, Rey de. 18, 24, 27. Cortés, Juan Bautista. 159.
Carvajal, Diego de. 7. Cortés Ogea. 494.

Carvajal, Fadrique de. 67, 76, 452. CORTUCULI, Arráez. 77.

Carvajal, Gonzalo de. 494. Cosali. ni.


Carvajal, Luis de. 7, 449. Crato, Antonio, prior de. 296, 298, 299,
Casas, Fr. Bartolomé de las. 228, 229. 300, 302, 304, 305, 312, 316, 324, 330.

Castañola, Vicente. 22. CREMONA, Brocardo de. 90.


Castello, Juan Bautista. 136. Criado de Castilla, Alonso. 347.
CASTEJÓN, F.1 capitán. 367. Cruz, Pedro de la. 331.
Castillo, Hernando del. 493. Cuenca, Alonso de. 493.
Catalina de Médtcis. 122, 212, 214,303, Cueva, Nicolás de la. 490.
Cueva, Pedro de la. 482.
327, 393.
Catalina, Infanta, 336. Cumberland, Conde de. (V. Clifforu.)
Cavendish, Thomas. 394, 399, 401, 404 CtlALLONER, 60.
Celsí, Jacobo. 123. Chaste, M. de. 326, 393.
Centellas, Joaquín. 455, 459. Chaves, Alonso de. 230, 237, 481, 483,
Centurión, Cosme, 460, 499. 485.
Centurión, Luciano. 454. Chaves, Jerónimo Je. 248.
Centurión Marco, marqués de Estepa. Dauothy, John. 346.
61, 67, 68, 89, 90, 112. DAVII.A, Sancho. 269, 270, 272, 275, 276,
Cerda, Gastón de la. 33, 35. 279, 280, 181, 282, 296, 297, 299, .-3:.
Cerda, Juan de la, duque de Mediuaceli. Daza, Diego. 398.
19, 20,23, 26,30, 33, 34, 35, 266, 271, 278. Delgadillo, El capitán. 224.
Cervantes, Miguel de. 9f, 124, 166,194, Delgado, Pedro. 137.
D'EPINAV, I'Vancois. 214.
335-
Cervantes, Rodrigo de. 326, 335. Desmond, Conde de, 370.
CervellóN, Gabrio. 189, 192, 193. Díaz, R. 490.
César, Francisco. 357. Díaz de Mendoza, Rui. 308, 309, 339,
ClCALA, Fernando. 22. 480.

Cica la, Vizconte. 21. 39, 413. Diedo, Gerolamo. 162.


Cieza, R. de. 489. Díez Carrillo, Pedro. 335.

Cintera, Gaspar de la. 174. Dirkzoon, El almirante. 278.


Cl.AVERÍA, Narciso. 237. Doms, Berenguer. 455.
CLIFFORD, Jorje, conde de Cumbeilainl. Doms, Ramón. 459.
Donato, Leonardo. 108, 214. 293.
394-
Coban, Tomás. 221. Doria, Andrea. 19, 41, 43, 414,

Coello, Francisco. 258. Doria, Antonio. 6, 22, 33, 4S, 93.


Colicny, Gaspar de. 210, 211, 2i_'. DOKI.4, Joanetin. 41.
Collazos, Baltasar de. 66. Doui.a, Juan Andrea. 6, 12, 19, 20, 21, 22,

COLOMA, Antonio. 487. 23, 25, 28, 29, 30, 3t, 32, 33, 37, 41, 52.

COI.OMA, Francisco. 486, 487, 4S8, 493. 59, 61, 67, 69, 71, 73, 88, 89, 93, 94, 9;,
Coloma, Marco. 294. 102, 104, 107, ic8, 112, 118, 124,125, 127,
COLONNA, Marco Antonio. 67, 12?, 127- 128,129,137, 139,147,149,155-159, 161,
128,134, 150, 156,172,173. 174,175 17G. 162, 171,172,176,184,185, 1S8, 301, 3:6,

181. 337, 453, 454,455,459-


COLONNA, Pompeo. 90, 92. DORIA, Juan Bautista. 39.
Doria, Marcelo. 296, 456.
Conforti, Lnrgr. 162.
CONTARINI, 157. Doria, Marco Amonio. 450.

Córdoba, Alonso de, conde de Alcaudete. Doria, Nicolás. 126.


Doria, Pagano. 44, 53,
13, -+G, jo.
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ARMADA ESPAÑOLA.

Doria, Pedro Francisco. 149, 158. Fernández, Juan. 260, 261.


Doria, Scipión. 22, 29, 31. Fernandez de Bustos, Pedro. 397.
Doria y del Carreto, Marco Antonio. Fernández de Córdoba, Gonzalo, du
45- que de Sesa. 173, 184.
Dragut, 10,18, 20, 23, 24, 36, 37, 44, 49, Fernández de Navarrete, Martín.
60, 75, 77, 78. 253, 335-
Drake, Bernardo. 391. Fernández de Serpa, Diego, 203,204,
Dkake, Francís. 223, 225, 226, 227, 304, 468.
34°, 342, 347, 350, 351, 353, 354, 355, 359, Fernando, emperador de Alemania. 38.
395, 397, 398, 499- FlGUEREDO, Cipriano. 302.
Drake, John. 365, 366. Figueroa, Lope de. 22, 305,307, 317, 318,
DUARTE, Francisco. 474. 325, 331-
Duarte, Martín. 484. FlTZMAURI, James. 375, 376.
Egmont, Conde de. 7. Fizwilliams, George. 228.
Enrique, El cardenal. 296. Florencia, Duque de. 67, 176, 419, 452.
Enrique II, rey de Francia. 6, 9, 462. Flores, Alvaro de. 225, 474, 481, 482.
Enrique III, rey de Castilla, 420. Flores, Bartolomé de. 166.
Enríquez, Fernando. 255. Flores, Luis Alfonso. 484, 486, 487, 488,
EnrIquez, Luis, 183. 49°, 49i-
Enríquez, Martín. 224, 225, 348. Flores de Quiñones, Alvaro. 482, 483,
Epila, Juan de. 275. 484.
Equino, Andrés de. 363, 364, 365, 367. Flores de ValdÍ-S, Diego. 2c6, 218, 308
Eraso, Alonso de. 339, 477, 358, 359, 361, 362, 366, 367, 368, 431,
Eraso Cristóbal de. 2c6, 314, 315, 317, 467, 468, 469, 470, 473, 474, 478, 480,
325, ¿44,345, 353, 359,4°7,468,471, 475, 483, 497.
476, 477, 496- Florio, Juan Mateo. 453.
Eraso, Francisco de, 64, 81, 394, 474, 475, F'OCES, Jerónimo de. 119, 121.
481, 490. Foscarini, Jacobo. 172, 173, 174, 175,
Eraso, Miguel de. 482. 176, 182, 186.
Ercilla, Alonso de. 355. Franchi Conestagio, Jerónimo. 295.
Ernesto, Archique. 61, 134. Frattino, H. (V. Paleazzo.)
Escalante, Juan de. 495. Frías Trejo, Diego de. 351.
Escalante de Menzoza, Juan. 490,491, Fuentes, Alonso de. 262.
Escobar, Francisco de. 66. Gaetano, Honorato. 159.
Escobar Melgarejo, Pedro de. 493. Gaitán, Luis. 114.
Esporkín, Domingo. 426, 427, 433. GALARZA, Juan de. 401.
Esquivel, Juan de. 479, 492. Galindo y de Vera, Juan. 170, 190.
ESTE, Hércules de, duque de Ferrara. 6. Gallego, Hernán. 255, "257, 258, 260.
Estepa, Marquís de. V. Centurión. Gamboa, Cristóbal Pedro de. 467.
Evesham. 394. Gamboa, Pedro de. 206, 335, 458.
EZPELETA, Sancho de. 421. Garagarza, Pedro de. 318.
Fabié, Antonio María. 42c. Garay, Blasco de. 36.
Fabio, El capitán. 273. Garay de Loyola, Martín. 260.
Fajardo, Luis. 487, 489, 490, 492, 493. García de Castro, Lope. 253.
Falces, Marqués de. 467. García de Céspedes, Andrés. 491.
Falero, Francisco. 248. García Icazbalceta, Joaquín. 203.
Karnesio. Alejandro. 157, 182, 377, 378, García de Palacio, Diego. 401.
384, 386, 404. Gayangos, Pascual de. 193, 194.
Felipe II, rey de España. 5, 8, 38,46,49, Gentile, Nicolo. 21.
61, 80, 81,98,101,103,105,124, 129,137, GESIO, Juan Bautista. 358.
170, 172, 184, 187,190, 213, 223, 247, 289, Giambelli. 380.
300, 337, 357, 375- GlLBERT-HtlMPHREY. 390, 39I.
Fenollet, Galcerán. 305. Gilmary Shea, John. 216.
FENTÓN, Edward. 365. Giner, Tomás. 490.
Feria, El Conde de. 228, 340. Gión ó Exio. 67.
Feria, Fr. Pedro de. 241. Giralta, Juan. 137.
Instituto de Historia y Cultura Naval

ÍNDICE DE PERSONAS. 519

GIUSTINIANI, Pedro. 159, 160, 176. Herrera, Antonio de. 491.


Glymes, El almirante. 279. Herrera, Diego de. 351.
Gómez de Arteche, José. 10, 11. Herrera, Fernando de. 137.
Gómez Carrillo, El capitán. 339. Herrera, Juan de. 456.
Gómez de Figueroa, Alonso. 45. Herrera y Rojas, Agustín. 399.

Gómez de Medina, Juan. 474, 492. Hidalgo de Montemayor, Diego. 398.


Gómez de Santoya, Alonso. 199. Holack, Conde de. 385, 387.
Gómez de Villandrando, Juan. 19^. HOSCEYN, US-

GONZAGA, Andrea. 22, 26. HOWARD, El almirante. 129, 372.

González, Tomás. 228. Hurtado, Sebastián. 33.

González de Eslava, Fernán. 242. Hurtado de Mendoza, Andrés, mar


GOURGUES, Domingo de. 213, 220. qués de Cañete. 199,
Grado, Alonso de. 498. Hurtado de Mendoza, Diego. 84, 109,

Grange, Mr. de la. 218. Hurtado de la Puente, Diego. 484.

Gkanvela, El cardenal, 135, 191, 212. Ibarra, Andrés de. 248, 496.
Gregorio XIII, papa. 172. IBARRA, ürtuño de. 464.
Grenvill, Ricardo. 392, 393, 394. IdiáQUEZ, Juan de. 426, 460.

Grey, Lord. 376. Igueldo, Pedro de. 489.


Grillo, Agapito. 458, 460. ILLANES, Juan de. 252.

Grimaldi, Jorge de. 67, 112, 12;, 137, Imperial, David. 126.
Iñiguez Agustín. 326, 387.
453, 455-
Guerrero de Anaya, 452. IRIARTE, Bernardo. 354.

Guevara, Pedro de. 467. IsaREL, reina de Inglaterra, 103, 122, 221,

GuiLLISASTEGUI, Esteban de. 74. 223, 228, 289, 304, 327, 349, 371, 375-
GUGLIELMONTI, El P. 162, 337. Isasti, Julián de. 459.

Guimaran, Comendador. 18, 33. Isla, Juan de la. 234, ^8.


Isla Espinosa, Rodrigo de la. 237. :j.s.
Guimerán, Bernardo de, 450.
Gutiérrez, Alonso. 460.
IVELLA, Pedro de. 460, 489, 491, 499.
JÁUREGUI, Jacobo, 276.
Gutiérrez, Diego. 361.
Jiménez de la Espada, Marcos. 239,
Gutiérrez, Pedro. 400.
241, 252, 257, 259, 261, :62, 341, 433, 437,
Gutiérrez, Sancho. 248, 361.
Jordán, Francisco, 192.
GUTIÉRREZ DE GARIGAY, Juan. 490, 491,
Juan lí, rey de Castilla. 420, 421, 4J2.
492, 493, 49S.
JURIEN DÉ LA ÜRAV1HRB . 42, 79, 121,
Guzmán, Antonio de. 267.
129, I44,' I48, 162, Ib:., 170, 283, 337.
GuZMÁN, Diego de. 90.
KAKA YUSUF. I£í>.
Guzmán, Enrique de, conde de Olivares.
Labastida, El capitán. 319.
455-
Guzmán, Fernando de. 200. Lala Mustafá. 123, 127. 134.
LaMERO, Hernando. 353.
Guzmán, Juan de, 352, 481, 482.
Habler, Konrad. 420. Lanzagui:, Mr. de. 477-
Haedo, El P. 38, 334. Lañe, Ralph. 394.

Hamida, 117. LarraURIj Domingo de. :fj¿, 4<j6.


Hassan Bariíakroja. 13, 44, 49, ;o, 51, Laudonieke, Rene de. 211, 212, 2lá.
Lavezakes, Guido de. 199, 234.
53,6o, 75, 77,97, i¡}.
Hassan Corzo. 8, 9, 13, 14. Lecoya, Ií.igo de. 467, 468, 4I.9.
IlAWKINS, John. 221, 222, 223, 224, 225i LEDESMA, Juan de. 479.
226, 304, 340, 350, 394, Leño, Juanes de. 496.
Hawkins, William. ¿65. LEYVA, Alonso de. 293, 296, 458.
He.nín, Envique de, conde de Bon.-£u. LEYVA, Francisco de. 482, 4S5, 487, 4 :S,
129. 49S.

Heiíedia, Bernardino de. 160. I.EYVA, Juan de. 33.


Hernández, Asensio. 214. LEYVA, Sancho de. 21, 23, 29, 32, 33, $8,
Hernández, Tomé. 373, 374, 400. 55, 56, 53, 59,67, 7i, 88, 89, 90, 92, 93,
Hernández de Ayala, Alonso. 467, 106, 107, 113, 115, 134, 165,172,176, 293(
Hernández Gikón, Francisco. 200. 449-
Heukera, Alonso de. 199. Lizcano, El capitán Juan de, 441.
Instituto de Historia y Cultura Naval

520 ARMADA ESPAÑOLA.

LlGNY, Señor de. (V. Provana.) Martínez, Juan. 237.


Lodron, Jerónimo de. 326, 331. Martínez de Luvenia, Juan. 84.
I.OMELÍN, Antonio Pascual. 52, 67, 158. Martínez de P.ecalde, Juan. 271, 276,
LOMELÍN, Pedro Bautista. 454. 287, 296, 310, 316,324, 325, 376,377,481.
LoNDOÑo, Sancl o de. 90. MARTORELL, Juan. 12.
Lope de Vega, Félix. 347. Maximiliano. Emperador. 301.
LórEZ, Enrique. 393. Mazariegos, Diego de. 462, 465.
López de Aguirre, Juan. 248. Mazaud, Jeque. 25, 26.
López Cogolludo, Fr. Diego. 339. MÉDICIS, Tomás de. 160.
^ÓPEZ Escamilla, Alonso. 477. Medina, José Toribio. ^53. 259, 261, 344,
López de Legazti, Miguel. 234, jj;, 4C0.

236, 237> 242, 245, S46. Medina, Pedro de. 24S.


LOREDANO, Giovanni. 160. MEDINACELI, Duque de. (V. Cerda.)
Lorenzo de Lemos. Manuel, 403. Medina Sidonfa, El Duque de. 172. 362,
LUJAN, Francisco. 224, 225, 226, 307, 46S, 459. 460, 481, 489.
471, 474, 476, 478. Meprano, Diego de. 326.
Lujan, Gabriel de. 399. MELÓ, Manuel de. 30;. 307.
Lunav, Guillermo de. 26S. MendaÑa, Alvaro de. 254, 255, 257. 259,
Luna, Tristán de. 494. 260, 263, 465, 472, 499.
Luptán, Abad de. 51, 52, 67, 459. Méndez, Juan. 465.
Lui'IÁN, Tomás. 455. Méndez de Canco, G. 489.
Luna y Arellano, Tristán de. 199, 210. Méndez Nieto, Juan. 341.
Lusarua, Lope de. 273. Mendoza, Antonio de. 59, 349.
LuzóN, Alonso de. 114. Mendoza, Bernardino de. 46, 277, 349,
Machiavelli, Pedro. 25.
372, 393. 399, 4^4. 423- 479-
Madero, Eduardo. 363. Mendoza, Diego de. 194, 494.
Maiiomet Bey. 184. Mendoza, Francisco de. 47, 52, 55. 5y.
Mahamet Siroco. 152, 155.
415-
Maldonado, Antonio. 31. Mendoza, García de. 358.
Maldonado, Diego. 253, 473, 475, 476, Mendoza, Iñigo de. 11, 48, 494.
477, 47S, 479, 4-o, 481. Mendoza, Juan de. 12, 19, 20, 37, 46, 47,
Maldonapo, Francisco. 224, 479. 48, 414, 449, 494-
MALIHERO, Caterino. 160. Mendoza, Juan de. 230.
Mallara, Juan de. 136. Mendoza, Marcos de. 84.
Mamí, Arráez. 8. Menéndez, Bartolomé. 206, 464, 465.
Manfkoni, Camilo. 18, 42, 162, 172, 173, Mení.ndez, Juan. 464, 465, 468, 495.
182, 186, 187. Menéndez de Aviles, Pero. 206, 212,
Manrique, Alvaro. 471, 472, 473. 215, 216, 218, 219, 221, 232,242, 2S7,289,
Manrique, Antonio. 307, 470, 472 47^ 290,291, 3G0,443,449,456,462,463,464,
475,476,478, 497- 465,466, 467,468,469,470,471, 473,475,
Manrique, Jerónimo. 143. 484, 495, 496.
Maraver de Silva, Pedro. 203, 204, Menéndez Márquez, Pero. 220, 339,
473- 475, 47<5, 477, 485, 4S6, 491, 49?, 499-
March v Labores, José. 344. Meneses, Diego. 297.
Mari, Stefano de. 21, 48, 67, 112, 125, Meras, Pedro de. 491.
137. Mercadal, Gabriel. 12.
María, Emperatriz, 301. Moireau, Auguste. 229.
Aíakín, Juan Antonio. 460. Monago, señor de. 21, 33.
Markham, Clements R. 354, 356, 372. Moncada, Hugo de. 188.
Mármol Carvajal. Luis de!. 109,334. Moscada, Miguel de. 150.
Marnix, Felipe, señor de Santa Aldegun- MONDÉJAK, El Marqués de. 109.
da. 379, 385- MONDRAGÓX Cristóbal de. 129, 272, 278,
Makolín de Juan. 327, 457. 280. 281, 283, 387.
Martín, Henry. 210, 212. Montañés, Juan. 253.
Martín, Lope. 235, 239, 240, 242, 243, Montauban Voguedemar, Pierre de.
244, 858. 119, 120.
Instituto de Historia y Cultura Naval

ÍNDICE DE PERSONAS. 521

MONTE, Gonzalo. 483, 484. Osorio, Luis¿ 20, 22, 26, 67.
Montellano, Juan de. 276. Osorio DE Ulloa, Juan. 281.
Montluc, M. de. 213, 214. Ovalle, Cristóbal de. 396, 481.
MoNTORSOLÍ, Giovanni Angelo. 44. Oviedo y Baños, José de. 200, 205.
Mora, Andrés de. 467. Oxenham, John. 343, 344.
Morales, Cristóbal de. 453. Pablos, Antón. 353, 356, 359, 360, 369.
Morato Arráez, 294. Padilla, Martín de, adelantado de Cas
MOREL, Bartulóme de. 137. tilla. 106, 114, 394, 491, 499.
Morcan, Miles. 390. Padilla, Pedro de. 183, 326, 331.
Mosquera de Figueroa, 331. Palacio, Lope de. 483, 498.
Moyano, Fernando. 4S. Pai.eazzo, Jacome (11 Frattino). 1S9, 358.
Mujica, Antonio de. 267, Pardo Osorio, Sancho. 338, 4S8,489, 490.

Muley Hamet, 294. 492, 493-


muley mahomet, 189. Parma, El Duque de. (V Farnesio.)
Muñoz el Bueno, Andrés. 492. Pastene, Francisco. 400.

Murat Dragut, 152. Paulo IV, papa. 6.


Mustafá, 75, 77, 87, 96, 97. Pedriza, El capitán. 442.

muzio de cortona, i48. PEDROSO, Bernabé de. 489.


Narváez y Padilla, Jerónimo, 469, 470. Peijoto de Silva, Pedro. 309, 311.

Nassau, Guillermo de, príncipe de Oran- I'EÑALOSA, Gonzalo de. 495.

Be, 104.
Peralta, Manuel M. de. 203.

Navarro, Antonio. 459, 478, 483, 48S> Peralta, Pedro de. 355.

498. Peraza, Juan. 3G7.


Necrete, Miguel. 10, 11, 12. PEREIRA, Gonzalo. 245. 246.

NEGRÓN, Ambrosio. 125, 137. PÉREZ, Juan. 365.


Nieva, Conde de. 494. Pérez DE Hita, Cines. IC9.
Noblecía, El capitán. 442. Pérez das Marinas, Luis. 499.
Noguera, Diego de. 483. Pérez de Oi.azaiiai., Martín, 481, 4X2,
Noguera, Lorenzo. 309, 312. 483, 384. 4S7-
NOVOA Feijó, Francisco de. 480, 4S1, 482 Pérez de las Quentas, luán. 261.

NÚ.ÑEZ VELA, Blasco. 203. Pertev. 152, 154, 158, 160.

Odescai.chi, Mons. 138. PESCARA, El Marqués de. 118.

Oler y Cuadrado, Rafael. 12. Pezuela, Jacobo de la. 216.


Piali. 10, 12, 19, 28, 30, 36, 37, 49, 75, 77,
Olí, Gil de. 33.
Oliste. F.steban de. 460. 78,56, 97, 102, 122, 123, 135.

Olivera, Antonio de. 39. Pignone, Próspero, no.

Olveira Martins, J. P. 297, 299. Pimentel, Alonso. n8.

ONDERIZ, Pedro Ambrosio. 486, 491. PlMENTEL, Diego. 427.

OQUENDO, Miguel de. 313. 31», 310, 327, Pinto, Juan. 363, 365.
Pío Y, papa. 123, 129, 131, 134, 135, 162,
394, 459-
Okdax, Diego de. 199. 165, 169, 170, 289.

Okeli.ana, Pedro de. 463. PISA, Hércules de. 376.

Orozco, Juan de. 259. PISCINA, Antonio. 43.


ORSINT, Flaminio, conde de Anguilla™, PlZARRO, Gonzalo. 200.
POLLER, Sebastián. 36.
21, 32, 33-
Orsino, Giordauo. 1C0. Porras, Felipe de. 489.
OrTA, Juan de. 191, 193. Portalegre, Conde de. 490.
Ortega Valencia, Pedro. 25;, 256,257, PORTOCARRERO, Pedro. 189, 193.
PORTUC, Arráez, 8.
344-
ORTIZ DE ARTAZA, Juan. 489. PORTUGAL, Francisco, conde de Vi-
Ortiz de Mosquera, 242, 243. mioso, 315, 320-
Ortiz de Retes, Iñigo. 252, 255, 257. PORTUONDO, El capitán, 442.
Oktiz de Urizar, Diego. 2S8, 290. Priego, El Conde de. 150.
Ortiz de Zarate, Juan. 205, 469, 497. PROVANA, Andrea, conde de Soírasco,
OsMA, El cardenal, 44. señor de Ligny, 67, 90, 93, 160.
OSORIO, Antonio. 393, 481. Pe Y. Juan de. 455.
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ARMADA ESPAÑOLA.

Quintana, Pedro, ií, 103. Salazar, Andrés de. 90.


Quintanilla, Jorge de. 466. Salazar, Eugenio de. 208.
QuiRINI, Marcos. 133, 157, 181. Salazar, Pedro de. 66, 78, 99.
Rada, Fr, Martín de. 237. Salcedo, Felipe de. 237, 248, 495.
Rada, Rodrigo de. 367. 482, 4^5, 4&6. Salinas, Diego de. 96.
Raimond Beazley, C. 350. Salvago, El Comendador. 79.
Raleigh, Walter. 372, 377, 390, 391. 392, Salvatierra, Trisián de. 495.
Salviati, Francisco, 38.
393,423-
Ramírez, Jerónimo. 160. Samaniego, Andrés de. 493.
Ramos, El piloto. 368. Sánchez, Alonso. 370, 497.
RASQUÍN, Jaime. 197, 198, 463 SAnchez dé Bfnesa. Pedro. 463, 405.
Rebouza, Diego de 275, 276. SÁNCHEZ Colchero. Alonso. 348.
Rentería, Machín de. 442. Sánchez Pericón, Pedro, 242, 243.
RENZI, Juan María. 103. San Clemente, Francisco de. 118, 119,

REQUESENS, Berenguer de. 31, 33, 38, 120, 121.

Sande, Alvaro de. 20, 24, 28, 30, 33, 34.


45°-
Requesens, Luis de. 106, 107, III, 112, 36, 37, 38, 89, 92, 96, 97.
114, 147, M9> l52. !73, I9°> 278,280, Sandoval, Fernando de. 296.
282, 283,448,454, 495.
Sandoval. Juan de. 326.

RlBAUD, Jaques. 218. San Giuseite, Sebastián. 376.


Ribaud, Juan. 211, 212, 218, 219. San Miguel, Evaristo, 79, 115, 189, 386.
Sanogueka, Juan. 85. 102, 106, 117, 189,
RICO, Gaspar. 252.
192.
RÍOS, José Amador de los. 137.
RlVADENEYRA, Diego de. 252. San Pietko, 73.

Rivadeneyka, Fr. Juan de. 362, 497. Sans, Hipólito. 78.

Rivera, Diego de la. 360, 364, 368, 369, Sans de Barutell, 10.
Santa Ai.degunda. (V. Marnix.)
371, 483, 484, 4«J, 48G, 49^
Rivera, Hernando de. 358. Santa Cruz, Alonso rie. 24R.
Santa Fiore, Conde de. 160.
Rivera, Juan de. 496.
Santiu.án, El doctor. 480.
Robles, Melchor de. 84, 95.
Santisteean Osorio, Diego de. 78.
ROCAFÜLL, Guillen de. 67, 69, 90.
Rodolfo, Archiduque. 61, 134. Sanz de Olavarría, Martín. 261.

Rodríguez, Esteban. 237, 238. Sarmiento de Gamboa, Pedro. 253,


«5, 256, 257, 259, 260, 351, 352, 353,
Rodríguez, Juan. 199.
Rodríguez Barcia, 392. 354, 355, 356, 357, 358, 359, 364, 368,
Rodríguez Cabrillo, Juan. 233, 349. 369, 37', 372, 394, 423, 434, 479, 486,
Rodríguez Cermeño, Sebastián, 499. 497-

Rodríguez Farfán, Cosme. 461. Sauli, l'endinelo. 22, 33, 48, 67, 68, i]2,

Rodríguez Vanegas, Lope. 497. 125, 137, 45°, 495-


Rodríguez de Vestavillo, Fr. D. 241. SavoYA, Duque de. 52, 67, 33o.
Roelas, Pedro de las. 206, 462, 463, 464, Savoya, Francisco de. 160.
Saxatelo, Gentil. 135.
465, 466, 467, 494, 495-
Rojas Manrique, Gcmez de. 339. Saz, Mateo del. 234.
Schumak, Henrich. 422.
Roldám Dávila. Juan. 262.
Romero, Julián. 267, 271, 279.
Sebastián, rey de Portugal. 294, 295,

Ronquillo, Gonzalo. 496. 335-


ROSELL, Cayetano. 118, 128, 144, 148, 162. Selah, virrey de Argel, 8.
Selim II. no, 118, 122, 133, 172.
183.
RUIDÍAZ Y CARAVIA, E. 2l6, 29I. Septala, Juan George. 67.
Ruiz de Estrada, Bartolomé) 252. Sereno, Bartolomeo. 1Ó2.
Servia, Miguel. 165, 175, 184, 189.
Rustan, Bajá. 8.
Saavedra, Fernando de. 267. Sesa, El Duque de. 115.
Saavedra, Fernando de. 252. Sesa, Duque de. (V. Fernández de Cor.
Saboya, Manuel Filiberto de. 6 doba.)

Sáenz de Venesa, Pedro. 206. Sierra, Antonia de. 403.


Salas, Juan de. 367, 486, 7gf, 491, 492. Sierra, Juan. 276.
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índice de pbrsonas. 523

Silva, Juan de. 395. Uluch Alí, 24, 30, 31, 77, 109, 11c, 117,
Silva, Ñuño de. 346, 348, 349. 118, 124,133.152, 154- 155,159.160, '6i,
Simón, Fr. Pedro. 200, 202. 174, 175, 181, 183, 184, 186,188, 191, 19;,
Sinam, Bajá. 191. 290, 301, 333.

Solano, Juan. 348. Urbina, Juan de. 331.


Solimán, Gran Turco. 9, 38, 75, 97, 103. Urbino, F.1 Duque de, 157, 160.
Soranzo, Jacobo. 172, 173, 175. 183. Urdaneta, Andrés de. 232, 233,235, 236,
SORE, El corsario. 338. 237, 238, 239, 241, 242, 248, 249.
Soto, Juan de. 170. URDAIRE, Juanes de. 493.
Sotomayor, Alonso de. 359, 364, 492. Uriiíe Apallúa, Juan de. 371, 484, 48;,
SOTOMAYOR, Diego de. 483, 486. 486, 487, 488.
Spanoqui, Tiburcio. 360. Urquiola, Antonio d». 489, 490.
Spínola, Quirco. 2;. Ursúa, Pedro de. 200.
Statí, Federico. 22, 33. Valdés, Diego de. 30(1.
Stirling Maxwell, W. 124, 128, 166, Valdés, Pedro de. 291, 296. 305, 306, 307,
172, 182,186, 285. 338, 427, 457, 469.
Strozzi, Felipe, 315, 318, 320. Valette Cornusson, Enrique de la,'84
STUART, María. 228. Valette Parisot, Juan de la. 76, 77, 79
Stuci.e, Tomás, 221, 223. Valguarnera, Carlos de. 459.
Talavera, José de. 320. Vallecilla, Sancho de. 484.
Tassis, Pedro de. 317. Valverde, Francisco de. 481, 488.
Tello, Pedro. 489, 492. Vaquero, Juan. 342, 343.

Tello de Guzmán, Juan. 206, 461, 467. Vargas Machuca. Pedro de. 474, 481.
Terranova, Marques de. 21, 33. Vargas Mejia, Juan. 477.
TEZCOCO, Fr. Francisco de. 242. Varillas, Lope de las. 205.
THERMES, Mariscal de. 7. Varnhagen, A. de. 34C.
Thierry, Cornelio de. 278. Vázquez, Alonso. 37S, ¡üi. jfis.

TlÉPOLO, Antonio. 65. Vázquez, Juan Bautista. 137.

TlXERES, Carlos. 21. Vázquez, Lope. 421.

Toledo, Fadrique, marques de Villa- Vázquez, Mateo. 335.

franca. 61. Vázquez Coronado, Juan. 150,158.203,


Toledo, Fernando Álvarez de, duque de 456

Alba. 6, 104, 105, 187, 266, 269, 272, Vecchi, Augusto Vitlorio, 44.
273, 278, 289, 296, 297, 298, 358, 359, Vega, I.ope de. 499.
Velasco, Bernardino de. 106, 126, 191,
448.
192.
Toledo, Francisco de. 259. 260, 261, 353,
Velasco, Luis de. 199, ^31, 483, 487.
432,478.
TOLEDO, García de, marques de Vilia- Velasco de Berrio, Juan de. 206, 467,
franca, 43, 61,65, 66,67,70,73. 75, 76, 4f-9, 4;c, 477.
79, 80, 88, 93, 94, 97, 93, 101, 102, 105, Velázqüez. Isidro. 300.

138, 145, 181, 187, 190, 293, 337, 409, Vélez de Guevara, Luis. 70.

416, 451,452, 453. YENEGAS, l'edrc!, 55, 58.


Toledo, Marcos de. 267. Veniero, Sebastián, 133, 134, 138, 147

TOLEDO, Pedro de, marquis de Yilla- 153, 154, r56, l6°. '7*1 l86
franca. 62, 325, 330, 458. Vera, Diego de. 188.
TORRE, Bernardo de la. 252. Vera, Francisco de. 362.
T011RE, Fr. Pedro de la. ¡97. Vera, Gabriel de. 485.

Torres y Aguilera. Jerónimo, 14^. VER0GG10, Antonio. 128.

Tortei.lo, Bcnvenuto. 137 Veroggio, Benedicto. 162, 338.


VESPUCIO, Américo. 356.
Traver, Martín, 12.
Treslong, Almirante. 3^0. VlEDMA. Andrés de. 373.
Trono, Santos. 133. VlEF.A Y CLAVIJO. 338.

Tupac Amaro. 259.


VlLLAFAÑE. Ángel de, 211.
TupaC, Inga, Yupangui. 251, 260. VlLLAFRANCA, Marqués de. (V. Toledo.)
Ubilla, Juan de. 468, 469. Villalobos, Juan de. 353, 354.

UGARTE, Lope de. 230. Villandrando, Juan de. 201,


Instituto de Historia y Cultura Naval

524 ASMADA ESPAÑOLA.

Villar, Conde del. 485. ZabaLETA, El capitán. 273.


Villar, Diego del. 477. Zaldívar, Juan de. 245.
Villarroel, García de. III. Zamora, Fr. Alonso de. 340.
Villarroel, Gonzalo, 218. Zamorano, Rodrigo. 361.
Villavicencio, Bartolomé. 476, 477, 478, Zanne, Jerónimo. 123, 127, 133.
482. Zanoguera. (V. Sanoguera.)
Villa viciosa, Juan de. 318, 320,488,499. Zapata, Luis. 38, 44, 48, 53.
Vitoria, Juan de. 466. Zapata, Rodrigo, 297.
Vimioso, Conde de. (V. Portugal.) Zaragoza, Justo. 255, 260, 344.
Vique Manrique, Pedro. 397, 398, 477. Zarate, Francisco de 348, 352,
Vivero, Juan de. 244. Zayas, Alonso de. 267.
Vizcaíno, Sebastián. 487. Zubiaur. Pedro de. 479.
Werner. 356. Zudiaurre, Pedro de. 488, 498.
Whiddon. 394. Zúñiga, Diego de. 368.
VVlNTER, El capitán. 346, 376. ZÚÑIGA, Juan de. 186.
Instituto de Historia y Cultura Naval

ÍNDICE GENERAL.

i.

PRINCIPIOS DEL REINADO DE FELIPE II.

i5S6-'559-

Páginas.

Guerras en Italia y en Flandes.—D. Luis de Carvajal en la batalla de Gra-


velinga.—Sitio de Oran.—Venida de armada turca.—Estragos que hizo en
el golfo de Ñapóles.—Toma y destrucción de Ciudadela.—Jornada del
Conde de Alcaudete en Berbería.—Su muerte.—Hazaña de un corsario.. 5

II.

LOS GELVES.

Opinión autorizada acerca del estudio de los descalabros.—Proyecto de re


cuperar á Trípoli.—Lo dirige el Duque de Medinaceli.—Preparativos en
Sicilia. —Composición del ejército y la armada. —Desórdenes.—Des
embarco en los Gelves.—Construcción de un fuerte.—Llega la armada
turca.—Rendición de la nuestra.—Juan Andrea Doria.—Sitio del fuerte.—
Defiéndelo D. Alvaro de Sandc—Sucumbe.—Lo que costó la jornada.—
Suerte de los cautivos. J7

III.

NAUFRAGIO EN LA HERRADURA.

1560-1563.

Muerte de Andrea Doria.—Desquiciamiento de la armada real en el Medi


terráneo.—Perece D. Juan de Mendoza con su escuadra.—Sitio de Ma-
zalquivir.—Valentía de los defensores.—Llega el socorro.—Turcos y ar
gelinos huyen 41
Instituto de Historia y Cultura Naval

526 ARMADA ESPAÑOLA.

IV.

EL PEÑÓN DE VÉLEZ DE LA GOMERA.

Piginaí.

Expedición de D. Sancho de Ley va.—Desembarque.—Fracaso.—Presa de


naves inglesas en Gibraltar.—D. Garcia de Toledo, general de la mar.—
Propósito de reorganizar la armada.—Ordenanzas.—Gran armamento.—
Concurso de ¡as naciones cristianas.—Escuadras en Málaga.—Vuelta al
Peñón.—Inteligencia en el ataque.—Sucumbe la plaza.—Su importancia. 55

V.

SITIO DE MALTA.

Guerra de Córcega.—Obstrucción de la ría de Tetuán.—Castigo á los cor


sarios.—Gran armamento en Turquía.—Va sobre Malta.—Ataca al fuerte
de San Telmo.—Propone D. García de Toledo el socorro.—Pro y contra
-Vacilación del Re)'.—Burladores del bloqueo . «-■ 73

VI.

SOCORRO Á MALTA.

1565.

Rendición del fuerte de San Tolmo.—Asalto al Burgo.—Situación apurada.


—Concéntrase la armada de España.— La conduce a Mesina D. Alvaro de
Razan.—Consejo de guerra.—Opinión contra el socorro.—Determínalo
el Rey.—Lo prepara O. 'jarcia (le ToKdo con suma habilidad.—Contra
nedades del tiempo.—Desembarco en Malta.—Derrota de los turcos.—
Evacúan la isla.—Sígnelos D. (iarela hasta (¡recia S7

VIL

GUERRA DE LOS MORISCOS DE f,RANADA.

1566-1570.

Construcción de paleras.—Venida de la armada turca á Italia.—Se retira.—


Rebelión en los Países Rijos.—Tratos de Argel.—Viaje del Duque de Alba
á Genova.—Naulragio en Málaga.—Nombramiento de D. Juan de Aus
tria general de la mar.—Organización de las escuadras.—Crucero.—Alza
miento de los moriscos.—Guarda déla costa.—Otro naufragio.—Los ma
rineros asaltando las plazas.—D. Juan de Austria concluye la guerra 101
Instituto de Historia y Cultura Naval

ÍNDICB GENERAL. 5*7

VIII.
PRELIMINARES DE LA LIGA.

1570.

Páginas.

rihich-Alí se apodera de Túnez.—Ataca á la Goleta sin éxito.—La socorre


el Virrey de Sicilia.—Combate y apresa tres galeras de la religión de
M.;!ía.—Juic.io de los vencidos.—Guerra de Chipre. —Pide auxilio la Re
pública de Venecia.—Interviene el papa Pió V en su ¡av. r.—Acuerda el
Rey de España el envío <!e cincuenta galeras.—Van a! mando de Juan
Andrea Doria.—Úñense con las de la Santa Sede y Venecia.—Desave
nencia entre los generales.—Gastan el tiempo inútilmente.—Se separan
dando por acabada la campaña.—Venida de la reina D.a Ana de Austria.. 117

IX.
REUNIÓN DE BAJELES EN MESINA.

1571.

Se concluye el tratado de la Santo Liga.—General en jefe D. Juan de Aus


tria.—Los de Roma, Venecia y Turquía.—Capitulación de Famagusta.—
Suplicio de Bragadino.—Lentitud en el armamento de los coligados.—
Acuden con las naves á Mesina.—Entrega del estandarte especial de la
Liga.—La galera real en que se arbola..—Composición y fuerza de la Ar
mada.—Eiácexe a l.i mar.—Alarde en Gomenizza.—Irascibilidad del ge
neral Veniero.—Consejo de guerra.—Adelante 13'

X.
BATALLA DE LEPANTO.

1571.

Concentración de la armada turca.—Su fuerza y distribución.—Vacilaciones


de los jefes.—La de la Liga sale del puerto.—Navegación trabajosa.—
Descubre u la enemiga.—-Linea de combale.—Encuentro. — En la iz
quierda.—En el centro.—-En !a derecha.—Bizarría de D. Juan de Aus
tria.—Oportunidad de la escuadra ile socorro.—Victoria por los cristianos.
—Pérdidas enormes.—Presas.—-La Ilota turca aniquilada.—Distribución
del botín.—Regreso de los cristianos.—Separación.—Temporal.—Rego
cijo.—Juicio de la jornada 151

XI.
FIN DE LA SANTA LIGA.

I572-I374-

Segunda jornada.—Sálela Armada de Mesina.—Va á su encuentro Uluch-


Alí. — Escaramuza en el Canal de Cérigo.—Llega el Generalísimo.—Re-
Instituto de Historia y Cultura Naval

ARMADA ESPAÑOLA.

Paginas.

organización de las escuadras en Gomenizza.—Su composición y fuerza.—


Propone D. Juan de Austria forzar el puerto de Modón.—No viene en
ello el Consejo.—Desembarco en Navarino.—Combate singular de don
Alvaro de Bazán.—Retiranse los coligados á invernar.—Los venecianos
rompen las estipulaciones.—Conquista de Túnez.—Construcción de un
fuerte.—Lo sitian y rinden los turcos juntamente con el de la Goleta.—
Destruyen uno y otro I(>9

XII.

INDIAS OCCIDENTALES.

1559-1574-

Navegación afanosa.—La sed en el agua.—Huracán en la Florida.—El Do


rado.—Bajada por el Marañón.—Un monstruo.—Población indefensa de
las Indias.—Jornadas á Nueva Extremadura y Nueva Andalucía.—Al Río
de la Plata.—Instrucciones del Consejo de Indias.—Ordenanzas para los
descubrimientos.—Para el Cosmógrafo.—Para las flotas y armada 19"

XIII.
PIRATERÍAS.

1560-1571.

Contrabando.—Hugonotes.—Se establecen en la Florida.—Los ataca y de


güella Pero Menéndcz. — Construye fortalezas.—Funda poblaciones.—
Persigue el corso.—Mala fe de Catalina de Médicis.—Ordenanza severa
de Felipe II.—Veleidad de los indios.—Empresas de corsarios y negreros
ingleses.—Los favorece la reina Isabel, cobrando parte de las utilidades.—
Los condena en público.—Viajes de Hawkins.—Combate de Veracruz.—
Se vende.—Intentos de justificación.—El P. Las Casas y su libro.—Com
pañías ó Asociaciones piráticas.—Arman escuadras contra las de la guarda
de flotas 2°9

XIV.

ISLAS FILIPINAS.

1564-157».

Expedición de descubierta.—Proyecto de Urdaneta.—Instrucciones.—Sa


lida de la Armada al mando de Legazpi.—Grupos de islas nuevas.—
Asiento en la de Cebú.—Fundación.—Regreso de la Capitana.—Triunfo
de Urdaneta.—El patache 5'.;;/ Lucas.—Navegación audaz.—Consigúese
el descubrimiento.—Otra expedición.—Crimen castigado.—Abandono de
gente en las islas despobladas.—Hostilidad de los portugueses y de los
moros.—Combates.—Se regulariza la comunicación con Acapulco 231
Instituto de Historia y Cultura Naval

ÍNDICE GENERAL.

XV.

ISLAS DE SALOMÓN.

15651574-

Tradiciones indianas de la existencia de islas al Oeste del Perú.—Hallazgo


de las nombradas Galápagos.—Solicitudes de licencia para descubrir.—
Concesión á Mendaña.—Preparativos.—Salida del Callao. —Descubri
miento.—Divergencia de opiniones al tratar del regreso.—Verificanlo por
el Norte.—Viaje penoso.—Ayuno y enfermedades.—Llegan á Nueva Es
paña.—¿Vieron los españoles el mundo austral?—Indicios afirmativos.—
Asiento de Mendaña para poblar en las islas descubiertas ,

xv r.

GUERRA EN LOS PAÍSES BAJOS.

1571-1578.

El campo de la herejía. —Armada del Duque de Medinacel;.— Gheusios.—


Ocupación de Ramua. — Combates en el Escalda y el En». — Pérdida do
ilota comercial.—Socorro de Goes.—Victoria de Harlem.—Otros comba
tes desgraciados.—En Rerg-op-Zoom. — En Zuyderzee. —Gobierno de
D. Luis de Requcsens. — Expedición maravillosa.— Infantería acuática.—
Sitio de Leydc.— La mar tierra y la tierra mar. — 1 .lepada de D. Juan de
Austria.—Marina turca y marina holandesa 205

XVII.

INCORPORACIÓN DEL REINO DE PORTUGAL.

1574 1581.

Armada contra Holanda é Inglaterra. — La deshace la peste. — Muere Pero


Menéndez de Aviles. — Temporales.—Turcos y Moros.—Jornada de los
Qucrquenes. — D. García de Toledo. — Tregua con Turquía.— D. Sebas
tián de Portugal cu África. — Desastre de Alcazarquevir.— Pretendientes
á la corona.— Derechos del Rey de España. — Mácelos valer.— Toma de
Sctúbal, de Lisboa, de Üporto. — Sumisión completa.— Entrada del Rev
en Lisboa.—Viaje de la Emperatriz viuda do Maximiliano.—Ulucli-AIí... 2^7

XVIII.

ISLAS AZORES (') TERCERAS.


1581-158».

Ingerencia solapad? de las Reinas de Francia é Inglaterra.— Una y otra


codician las islas. — Va sobre ellas la armada de D. Pedro de Valdés.—
TOMO U. 34
Instituto de Historia y Cultura Naval

530 ARMADA ESPAÑOLA.

Páginas.

Desembarca y es derrotado. — Grandes aprestos navales en España.—


Quejas del comercio perjudicado. — Sale á la mar el Marqués de Santa
Cruz.— Encuentra escuadra francesa tres veces mayor. — Batalla empe
ñada.— Vence la pericia á la fuerza. — Circunstancias notables. — Naves
destruidas 3°3

XIX.

DESPUÉS DE LA VICTORIA.

1581-1583.

Tremendo castigo. — Señores franceses degollados por sentencia, conside


rándolos piratas.— Huida del Prior de Crato.—Llegan las flotas en salva
mento.—Segunda jornada.—Desembarco y batalla en la Tercera.—Nuevos
triunfos.—Sumisión completa de las islas.—Naves y artillería apresadas.—
Entrada triunfal de la armada en Cádiz.—Muerte de Sancho Dávila 323

XX.

ESPUMADORES DE MAR.

1571-1585-

En el Mediterráneo. — Cautiverio de Cervantes. — Traída de los restos de


D. Sebastián de Portugal.—Viaje de la infanta D.a Catalina.—Juan Andrea
Doria.—Las costas de Galicia.—Estragos de los hugonotes en Canarias.—
Holandeses en el mar de las Antillas.—Hervidero de piratas.— Se envían
galeras á la isla Española.—Asesinato de su general.—El Drake.—Proeza
en Nombre de Dios.— Cómo la cuentan las historias y cómo fue real
mente.—Otra acción de su cocinero.—Drake en el Pacífico, entrando por
el estrecho de Magallanes. — No encuentra oposición.— Carga su nave de
oro.—Da la vuelta al mundo llevando el botin á Inglaterra. — Ármale ca
ballero la Reina.— Su divisa usurpada y la original de Hawkins.—Dispo
siciones tardías en el mar del Sur 333

XXI.

ESTRECHO DE MAGALLANES.

'579-1586.

Reconocimiento del estrecho. —Primer navio que viene por él a España.—


Combate con corsarios.—Decisión de fortificarlo.—Consultas y preparati
vos.—Armada al mando de Diego Flórez de Valdés.— Discordias, desór
denes y desdichas. — Tribulaciones de Pedro Sarmiento de Gamboa.—
Sus grandes méritos. — Combate con ingleses en el puerto de San Vi
cente.—Abandonan la costa.—Derrota de franceses en Parayva.—Funda
ción de pueblos en el Magallanes. — Suerte desastrosa que tuvieron.—
Cautiverio de Sarmiento 353
Instituto de Historia y Cultura Naval

índice general. 531

XXII.

IRLANDA Y FLANDES.

1579-1587-

Páginas.

Expedición pontificia. — Naufraga en la costa de España. — Se rehace.—


Desembarca en Kerry.—Se fortifica.—La desbaratan los ingleses.—Cruel
dad de Walter Raleigh.— Sitio de Amberes. — El puente de Farnesio.—
Empeño para destruirlo.—Ingenios y máquinas.—Explosión espantosa.—
Efectos. — Navio colosal. — No responde al propósito. — Batalla en un
dique.—Vencen los españoles.—Capitula Amberes.— Peligroso trance en
la isla de Bomel.—Salvamento.—Expugnación de la Esclusa.—Se rinde.—
Opinión de la marina española 37;

XXIII.
PIRATERÍA EN GRAN ESCALA.

1578-1587.

Wultcr Raleigh. — Primeros quebrantos que tuvo. — Funda la coloniaje


Virginia.— Hace daños en Terranova.— Jornada de Drakc á las Indias.
Saquea á Santo Domingo y Cartagena.— Destruye á San Agustín de la
Florida.-—Regresa con rico botín.— Ataque de franceses á Cuba.—Arge
linos en Canarias.—•Circunnavegación de Cavendish.—Apresa la nao
Sania A/hi, de Filipinas.— Peripecias. — Hónrale la Reina ¡Sb

APÉNDICES.

NUMERO 1.

Discurso de D. García de Toledo sobre los inconvenientes que tien^.i ¿iu-


gos de generales de galeras

NÚMERO 2.

SOCORRO DE MALTA.

Carta de D. Garcia de Toledo al Rey exponiendo la necesidad de socorrer


i Malta

NÚMERO 3.

Inscripciones grabadas en el pedestal de la estatua de D. Juan de Austria


en Mesina
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5J2 ARMADA ESPAÑOLA.

NÚMERO 4-
Páginas.

Conflicto anseátiro-español en el siglo xv 420

NÚMERO 5.
Documentos relativos á la prisión y rescate de Pedro Sarmiento de Gamboa. 423

NÚMERO 6.
Discurso del capitán Sancho de Achiniega, de lo que S. M. debe de mandar
en la costa de Vizcaya para que haya número de naos y avíos en aquellas
costas. Año 1578 437

NÚMERO 7-
Memoria al rey D. Felipe II pidiendo revisión de las leyes que favorecían
la construcción de naos gruesas, por ser contrarias á la navegación en
general 443

NÚMERO 8.
Noticias extractadas de documentos que atañen á la Armada española en
Europa 449

NÚMERO 9.
Noticias extractadas de documentos que atañen á la Armada española en
Indias 4^1

NÚMERO 10.

Noticia extractada de naufragios 494

NÚMERO 11.
Noticias :í>',;.tivas al corsario inglés Francis Drake 499
índice de personas nombradas en este tomo 5r5
Índice general .... 525

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