Enseñanzas de Un Iniciado
Enseñanzas de Un Iniciado
Enseñanzas de Un Iniciado
ENSEÑANZAS DE UN INICIADO
Teachings of an
Iniciate (1927)
BIBLIOTECA UPASIKA
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ÍNDICE DE MATERIAS
Prefacio, página 4.
Capítulo I
Los Días de Noé y de Cristo, página 5.
Capítulo II
El Signo del Maestro, página 10.
Capítulo III
¿Qué Cosa es un Trabajo Espiritual?, página 14.
Capítulo IV
El Camino de la Sabiduría, página 18.
Capítulo V
El Secreto del Éxito, página 21.
Capítulo VI
La Muerte del Alma, página 25.
Capítulo VII
El Nuevo Sentido de la Edad Futura, página 28.
Capítulo VIII
El Pueblo Escogido de Dios, página 32.
Capítulo IX
Luz Mística Sobre la Guerra Mundial
Primera Parte: Resortes Secretos, página 35.
Capítulo X
Luz Mística Sobre la Guerra Mundial
Segunda Parte: Su Producción de Vista Espiritual, página 38.
Capítulo XI
Luz Mística Sobre la Guerra Mundial
Tercera Parte: Paz en la Tierra, página 42.
Capítulo XII
Luz Mística Sobre la Guerra Mundial
Cuarta Parte: El Evangelio de la Alegría, página 46.
Capítulo XIII
La Significación Esotérica de la Pascua de Resurrección, página 50.
Capítulo XIV
La Lección de la Pascua de Resurrección, página 54.
Capítulo XV
El Método Científico del Desarrollo Espiritual
Primera Parte: Analogías Materiales, página 57.
Capítulo XVI
El Método Científico del Desarrollo Espiritual
Segunda Parte: Retrospección. Un medio de evitar el Purgatorio, página 61.
Capítulo XVII
Los Cielos Proclaman la Gloria de Dios, página 64.
Capítulo XVIII
La Religión y la Curación, página 66.
Capítulo XIX
Discurso pronunciado con ocasión de iniciar los trabajos de edificación en
Mount Ecclesia, página 70.
Capítulo XX
Nuestro Trabajo en el Mundo. Primera Parte, página 74.
Capítulo XXI
Nuestro Trabajo en el Mundo. Segunda Parte, página 77.
Capítulo XXII
Nuestro Trabajo en el Mundo. Tercera Parte, página 81.
Capítulo XXIII
Condenación y Salvación Eternas, página 84.
Capítulo XXIV
El Arco en las Nubes, página 88.
Capítulo XXV
La Responsabilidad del Conocimiento, página 92.
Capítulo XXVI
La Peregrinación a Través del Desierto, página 96.
PREFACIO
Este volumen de los escritos por Max Heindel, el místico occidental, es el que
abarca y encarna los últimos mensajes que envió en cartas mensuales a sus estudiantes.
Estas lecciones, reimpresas después de que aquella gran alma fue llamada a un trabajo
mayor en los mundos superiores el día 6 de enero de 1919, pueden hallarse en los libros
siguientes, además del actual: “Masonería y Catolicismo”, “El Velo del Destino”, “La
Interpretación Mística de Navidad”, “Los Misterios de las Grandes Operas”,
“Recolecciones de un místico” y “Cartas a los Estudiantes”. Estos trabajos comprenden las
últimas investigaciones de este vidente iluminado.
Los mensajes provechosos y el estímulo espiritual que los lectores han recibido de
las palabras inspiradas de los volúmenes anteriores, sabemos que han tenido unos efectos
trascendentales. Asimismo, presumirnos que con el correr de los años los estudiantes
avanzados e investigadores respecto de líneas de orden místico y oculto, comprenderán más
y más el verdadero valor de las obras de Max Heindel. Sus palabras llegan a lo más
profundo del corazón de los lectores. Muchos de los que han leído su primer trabajo
“Concepto Rosacruz del Cosmos”, han quedado cautivados por él.
Max Heindel, que fue el mensajero elegido y autorizado de la verdadera Fraternidad
u Orden Rosacruz, vivió las enseñanzas que enseñaba. Solamente uno que haya sufrido
físicamente, como él sufrió durante toda su vida, es capaz de hacer vibrar las fibras del
corazón de la humanidad. Únicamente uno que como él haya sentido los dolores de un
nacimiento espiritual que le admitió en los planos del alma, puede escribir con el poder de
cautivar a sus lectores. Como resultado de su nacimiento espiritual los escritos de Max
Heindel que él legó a la humanidad pueden fructificar y dar fruto. Ojalá los lectores de este
libro puedan sentir los latidos del corazón de este gran espíritu amante de la humanidad,
quien sacrificó su propia existencia física en su deseo de impartir al hombre las verdades
maravillosas que él recogió por medio de su contacto con los Hermanos Mayores de la
Orden Rosa-cruz.
Este; sin embargo, no era el Salvador doliente, sino el Cristo dando de comer a los
hambrientos y curando a los enfermos.
“En actitud implorante y con las manos cruzadas sobre el pecho, maravillado,
admirado y en adoración, estaba el monje arrodillado y en profundo éxtasis”.
“Y durante esta exaltación oyó de repente la llamada de la campana del convento,
que sonaba con tal vehemencia y estridencia del patio al corredor, como nunca lo había
oído antes”.
La campana sonaba llamándole para cumplir con su deber de dar de comer a los
pobres, como Cristo lo había hecho, porque él era el limosnero de la comunidad.
“Aunque tus rodillas no se doblen nunca, al cielo van a parar tus oraciones diarias, y
ya sean dictadas para bien o para mal, son tenidas en cuenta y contestadas.”
No son las palabras que pronunciamos en momentos de oración las que cuentan,
sino la vida que nos lleva a la oración.
¿De qué sirve rogar por la paz en la tierra el domingo si durante toda la semana nos
dedicamos a fabricar balas?.
¿Cómo podemos pedir a Dios que nos perdone nuestras faltas como nosotros
perdonamos las cometidas contra nosotros, si llevamos odio en el corazón?.
No hay más que un camino para demostrar nuestra fe, y éste es el de
nuestras obras. No importa en qué departamento de la vida estemos colocados, ya estemos
arriba o abajo, o ya seamos ricos o pobres; es lo mismo que estemos ocupados en la
colocación de lámparas eléctricas para preservar a los demás de una caída, o que tengamos
el privilegio de ser oradores y podamos sembrar la luz espiritual e indicar a otros el camino
del alma.
Es absolutamente indistinto que nuestras manos estén callosas y ásperas por una
labor ruda, quizá la de cavar un canal para mantener la limpieza en una población, o que
estén tan suaves y tan blancas como se requiere para atender a un enfermo.
El factor determinante que decide si una clase de trabajo es espiritual o material es
nuestra actitud en él asunto.
El hombre que coloca bombillas eléctricas puede, ser muchísimo más espiritual que
el que está pronunciando un discurso, porque, desgraciadamente, hay muchos que se
dedican a este sagrado deber con el deseo de halagar los oídos de sus oyentes con hermosas
palabras en vez de darles amor y simpatía.
Es un trabajo mucho más noble el de limpiar una cloaca, como lo hacía el hermano
desdeñado en la obra de Kennedy “El sirviente en la Casa”, que el vivir falsamente con la
dignidad de un profesor, que implica una espiritualidad que realmente no existe.
Todos los que tratan de cultivar esta rara cualidad que se llama espiritualidad,
tienen que empezar siempre por hacer todo por la gloria del Señor; porque cuando
hacemos todas las cosas como para el Señor, no importa qué clase de trabajo hagamos;
cavar la tierra, hacer una invención, predicar el evangelio o cualquier otra cosa, es
trabajo espiritual desde el momento que lo hacemos por el amor de Dios y de los hombres.
CAPÍTULO IV
EL CAMINO DE LA SABIDURÍA
Hace ya varios años que la enseñanza de los Hermanos Mayores fue publicada por
primera vez en el Concepto Rosacruz del Cosmos, y desde entonces nuestra literatura ha
ido aumentando. Ahora parece llegado el momento de examinar nuestra obra para ver lo
que hemos hecho con el tesoro que nos fue confiado.
En primer lugar conviene que nos demos cuenta de que la razón por la cual estamos
en la Fraternidad Rosacruz, es porque en un momento dado estuvimos descontentos de las
explicaciones que se nos habían dado en otros sitios sobre el problema de la vida. Todos
hemos buscado luz para descifrar el gran enigma, y algunos entre nosotros, como el hombre
del que habla la Biblia, vimos una perla de gran valor, y nos fuimos a vender todo lo que
teníamos y comprarnos la perla, la que simboliza el conocimiento del Reino del Cielo. En
otras palabras, algunos de nosotros hemos estado tan ansiosos buscando la luz y tan
sumamente satisfechos cuando la hallamos por fin, que hemos dedicado toda nuestra vida,
pensamiento y energía a este trabajo. La mayoría no puede disfrutar de este privilegio por
las obligaciones contraídas previamente, pero todos los que hemos recibido ayuda,
debemos, por la ley de compensación, devolver algo de lo recibido, porque el intercambio
es la vida, y el estancamiento es la muerte.
Sabemos que no podemos continuar hartándonos de alimentos y retener lo que
hemos comido y que a menos que la eliminación mantenga el equilibrio, la muerte se
presentará muy pronto. Tampoco podemos impunemente hartarnos de alimentación mental;
tenemos que partir nuestro tesoro con otros y emplear nuestros conocimientos en alguna
obra útil para los demás, o de otro modo correremos el riesgo del estancamiento en el
pantano cenagoso de la especulación metafísica.
Durante los años que han pasado después de la publicación del Concepto Rosacruz
del Cosmos, los estudiantes han tenido el tiempo suficiente para familiarizarse con sus
enseñanzas. Ya no podemos excusarnos diciendo que no conocemos la filosofía rosacruz,
porque no hemos tenido tiempo para estudiarla y que por esta razón no podemos explicarla
a otras personas. Aun aquellos que han tenido poquísimo tiempo por los deberes inherentes
a sus cargos en este mundo, deben estar ahora bastante bien preparados para “dar una
prueba de su fe”, como San Pablo nos exhortó a todos a hacer. Aunque no podarnos
enseñar la luz a todos los que nos la pidan es un deber para con nosotros, para con los
Hermanos Mayores y para con la humanidad, el de hacer una tentativa.
El desarrollo de nuestra propia alma depende de la parte que tomemos en el fomento
del movimiento al cual nos hemos unido, y por este motivo es conveniente que nos demos
perfecta cuenta de cuál es la misión de La Fraternidad Rosacruz.
Esto está perfecta y claramente explicado en la introducción del “Concepto
Rosacruz del Cosmos”. En pocas palabras, esta misión consiste en dar una explicación del
problema de la vida que pueda satisfacer tanto a la mente como al corazón, y de este modo
resolver las perplejidades de las dos clases de personas que ahora se mueven en las tinieblas
por falta de esta ciencia unificadora, y que en líneas generales se pueden denominar para la
discusión de nuestro punto de vista, como personas creyentes y personas científicas. Entre
las primeras podemos incluir todas aquellas personas que se dejan guiar por una sincera
devoción o por una bondad natural, pertenezcan o no a alguna Iglesia. En la segunda clase
se deben incluir todas las que miran a la vida desde un punto de vista puramente intelectual
o mental, sin pararnos a distinguir si están clasificadas como científicas o no.
Es fin y propósito del “Concepto Rosacruz del Cosmos” de ampliar el horizonte
espiritual de un número rápidamente creciente de estas dos clases de personas, que se dan
más o menos perfecta cuenta de que hay algo de importancia vital, que les falta en su modo
actual de mirar la vida.
Sabemos que cuando David deseaba construir un templo para el Señor, se le negó
este privilegio porque había sido un guerrero. Hoy en día existen organizaciones que están
constantemente combatiendo las unas contra las otras, siempre viendo las faltas de los
demás, hallándose, por lo tanto, en guerra perpetua, lo mismo como David antiguamente.
Con semejante disposición mental no es posible permitir a nadie edificar aquel templo que
se construye con piedras vivientes de hombres y mujeres; aquel templo que Mansón, en “El
sirviente de la Casa” describe en términos tan bellísimos. Por esta razón, cuando tratemos
de difundir las verdades de las enseñanzas Rosacruz, debemos siempre tener presente que
no podemos desacreditar impunemente la religión de nadie ni llevarle la contraria, y que no
es nuestra misión combatir el error de los demás, porque quedará manifiesto a su debido
tiempo.
El lector recordará que cuando David había muerto y Salomón reinaba en su lugar,
este vio al Señor durante el sueño y le pidió la sabiduría. Se le dejó en libertad de escoger lo
que más le gustase y él pidió sabiduría para guiar a su pueblo. Y he aquí la contestación que
recibió: “Puesto que tu corazón te impulsó a pedir sabiduría, y que no has pedido larga vida
ni victoria sobre tus enemigos ni nada semejante, sino tan sólo sabiduría, la vas a tener, y
mucho más todavía”. Por esta razón nosotros también deberíamos en nuestras oraciones
pedir sabiduría, y para que podamos reconocerla vamos a examinar ahora en qué consiste la
verdadera sabiduría.
Se dice, y con mucha razón, que el conocimiento es un poder. El saber, aunque de
por sí no es bueno ni malo, puede ser empleado para el bien o para el mal. El genio no es
más que la disposición para la sabiduría, y puede también ser bueno o malo. Se habla de un
genio militar, de uno que conoce a la perfección la táctica de la guerra, pero un hombre
semejante no puede ser ciertamente bueno, porque forzosamente ha de ser duro de corazón
y destructor en la expresión de su genio.
Un guerrero, ya sea un Napoleón o un simple soldado, no podrá nunca ser sabio,
porque tiene que destrozar deliberadamente todos los sentimientos más delicados, de los
cuales tomamos como símbolo al corazón. Por otro lado, un gobernante sabio es de buen
corazón y de profunda inteligencia y así que lo uno equilibra lo otro para promover los
intereses de su pueblo. Aun el más profundo saber en cuestiones de religión o de ocultismo
no es sabiduría, como nos lo enseña San Pablo en aquel hermosísimo CAPÍTULO trece de
la primera epístola a los corintios donde dice: “Aunque yo tuviese todo el saber para poder
penetrar todos los misterios, y no tuviera amor, yo no sería nada. Sólo cuando el saber se
une al amor, los dos producen la sabiduría verdadera, es decir, la expresión del principio
de Cristo, la segunda fase de la Divinidad. Respecto a este punto conviene emplear gran
prudencia y discreción. Nosotros podremos saber distinguir entre lo que es oportuno para el
logro de cierta finalidad y lo que lo impide, y podemos optar a favor de males presentes
para lograr ventajas venideras, pero aún en esto no obramos necesariamente como sabios y
juiciosos. Conocimientos, prudencia, discreción y sentido común son todos hijos de la
mente; de por sí no son mas que lazos tendidos por el mal del cual Cristo en el
Padrenuestro nos enseñó a rogar para que se nos librara de ellos. Solamente cuando estas
facultades nacidas de la mente están templadas por la facultad del amor, nacida del
corazón, el producto mezclado de ambas se transforma en sabiduría. Si leemos el
CAPÍTULO trece de la primera epístola a los corintios y substituimos la palabra sabiduría
por las de caridad o amor, entonces comprenderemos lo que es esta gran facultad que
deberíamos todos desear con tanto ardor.
La misión de la Fraternidad Rosacruz es en efecto, la de promulgar una doctrina
combinada de la cabeza y del corazón, la que constituye la única y verdadera sabiduría,
porque ninguna enseñanza en la cual falte uno de estos dos extremos puede ser realmente
llamada sabía, del mismo modo como no podemos tampoco hacer sonar un acorde en una
sola cuerda. En vista de que la naturaleza del hombre es compleja, la enseñanza que ha de
ayudarle para purificar y elevar esta naturaleza debe ser también múltiple en su aspecto.
Cristo siguió este mismo principio cuando nos dio aquella hermosa oración dominical, la
cual, en sus siete estrofas toca la nota-clave de los siete vehículos humanos y los une todos
en este acorde sublime de perfección que llamamos el Padrenuestro.
Pero ¿cómo podremos enseñar al mundo esta maravillosa doctrina recibida de los
Hermanos Mayores? La contestación a esta pregunta es ahora y será siempre ésta:
“viviendo la vida”. Se ha dicho en elogio eterno de Mahoma que su esposa se convirtió en
su primer discípulo, y es cierto que no fue sólo su enseñanza, sino la vida que llevaba en su
casa, día tras día, año tras año, por lo cual se ganó la confianza de su compañera hasta tal
extremo que se dispuso a deponer en manos de su esposo su destino espiritual. Es
relativamente fácil hallarse en presencia de personas extrañas que no conocen nuestra vida
e ignoran nuestros defectos y predicarlas durante una hora o dos cada semana, pero es
totalmente distinto predicar las veinticuatro horas del día en su propia casa como Mahoma
debió hacerlo viviendo la buena vida. Si queremos tener con nuestra propaganda el éxito
que él obtuvo, debemos, cada uno de nosotros, empezar en nuestra propia casa, comenzar
por demostrar a aquellos con los cuales vivimos juntos, que las enseñanzas que nos sirven
de guía son verdaderamente enseñanzas de sabiduría. Se dice que “la caridad empieza por
uno mismo”. Esta palabra hubiera debido traducirse por “amor” en el capítulo trece de la
primera epístola a los corintios. Cambiemos ahora esta palabra por la de sabiduría y
digamos por consecuencia: la propaganda de la sabiduría empieza por casa. Así, pues,
hagamos que nuestro lema para siempre sea: “Viviendo la vida en nuestra casa haremos
mucho más por nuestra causa que de cualquier otro modo”. Muchas familias escépticas han
sido convertidas a las doctrinas nuestras por esposos o esposas. Esperamos que otras sigan
el buen ejemplo.
CAPÍTULO V
“El leproso, empero, no alzó el oro del polvo y dijo: “Mejor para mi es la corteza
del pan del pobre, mejor la bendición de éste, aunque tenga que retirarme de su puerta con
las manos vacías. No son verdaderas limosnas las que sólo pueden tomarse con las manos.
Es inútil el oro de aquel que da sólo porque le parece un deber hacerlo. Pero aquel que parte
su pobreza y da para quien no está al alcance de su vista (ese hilo de belleza, sostenedor
universal, que todo lo penetra y lo une), la mano no puede abarcar toda su limosna; el
corazón ansioso extiende sus brazos, porque un dios acompaña y provee al alma que antes
estaba pereciendo en la oscuridad.”
¿Y qué nos dice el acto del caballero Launfal? ¿Podría esperar con tal estado de
ánimo obtener éxito y encontrar el Grial? Ciertamente, no. Y así sucedió, pues sólo hallaba
desengaño tras desengaño, y finalmente volvió a su castillo, desalentado y humillado su
corazón. Allí encontró otra vez al leproso y al verle:
“El corazón sólo era ceniza y polvo; partió en dos su única corteza de pan, rompió el
hielo de la orilla del arroyuelo y dio de comer y de beber al leproso.”
“El pobre leproso no estaba ya acurrucado a su lado, sino que estaba ante él
convertido en un ser glorioso.” Y su voz aun más dulce que el silencio dijo: “¡Mira, yo soy,
no temas! En muchos países has pasado los años de tu vida en vano buscando al Santo
Grial. ¡Mira, aquí le tienes! - Esta copa que has llenado para mí en el arroyo. Este pan es mi
cuerpo partido para ti, y esta agua es mi sangre vertida en la cruz. La Santa Cena se efectúa
ciertamente en cualquier cosa que partimos con un desgraciado. No es lo que damos de lo
que nos sobra, sino lo que partimos es lo que importa - porque la dádiva sin el dador no
tiene valor. El que se da a sí mismo con su limosna alimenta a tres, a si mismo, a su
hermano hambriento y a mi.”
En estas palabras está todo el secreto del éxito que consiste en hacer las cosas
insignificantes; las cosas que acaso parecen desagradables y que están constantemente a
nuestro alcance, en vez de ir lejos y buscar fantasmas y quimeras que nunca se convierten
en cosas definidas ni tangibles.
¿Pero qué obtendremos si obramos de este modo?, puede ser la pregunta que
pertinentemente se nos haga. Y otro poeta nos contestará, hablándonos del pequeño caracol
nautilus, hermoso caracol de mar, de concha multivalva. Este animalito construye al
principio un alvéolo diminuto, justamente suficiente para contenerlo. Luego, al crecer,
añade otro departamento mayor en el cual se introduce para vivir allí durante el próximo
periodo de crecimiento, y sigue de este modo hasta haber construido una concha en espiral
tan grande como puede, y que entonces abandona. Esta idea el poeta la expresa en las líneas
siguientes:
1a. Las condiciones de existencia en el país de los muertos que viven, no están
envueltas en el misterio, y existe amplia información sobre ellas, lo mismo
como puede existir sobre cualquier país extranjero, obtenida por los relatos
de los viajeros y exploradores.
2a. Estamos ahora muy cerca del umbral donde todos conoceremos estas
verdades.
3a. Y, la más importante de todas, aceleraremos la llegada del día en nuestro
propio caso, adquiriendo conocimiento de los hechos que se refieren a la
existencia después de la muerte y de las cosas que habremos de ver, porque
entonces sabremos lo que nos conviene lograr y no estaremos asustados,
asombrados ni incrédulos cuando empecemos a tener vislumbres de estas
cosas.
1a. En todas las partes los judíos se han proclamado como el pueblo escogido de
Dios, destinados por gracia divina a hacerse los dueños del mundo, a los
cuales todas las naciones deberán, quizá, algún día rendir homenaje y
tributo.
2a. Sus procedimientos con los gentiles han tenido casi invariablemente un
carácter tan astuto como el que para el público toma el Shylock de
Shakespeare, exigiendo su “libra de carne”, lo cual está de acuerdo con la
idea que en general se tiene formada de su naturaleza.
Primera Parte
RESORTES SECRETOS
Es cosa sabida de los estudiantes de las enseñanzas Rosacruces que como espíritus
somos inmortales, sin principio ni fin; que hemos ido a la gran escuela de la experiencia
durante muchos días de vida en el pasado, vestidos cada vez con el cuerpo de otro niño de
textura más y más fina, en el cual hemos vivido durante una temporada, algunas veces de
pocas horas, y otras de una vida entera, y cuando un día de esta escuela de la vida se hubo
terminado, nos desprendíamos de esta envoltura mortal ya desgastada y decrépita, para
volver a nuestro celeste hogar para descansar y asimilar durante la noche de la muerte las
lecciones aprendidas, para volver luego a renacer y reanudar nuestras lecciones en el punto
donde las habíamos interrumpido la última vez.
Durante cada uno de aquellos días pasados en la escuela de la vida encontramos a
otros espíritus y formamos lazos de amor y de odio y después de vidas posteriores nos
encontramos otra vez con ellos para que las deudas del destino así contraídas pudiesen ser
liquidadas, y de aquí que nuestros amigos de hoy son los de las vidas pasadas y nuestros
enemigos lo mismo.
De este modo estamos continuamente tejiendo la tela del destino en el telar del
tiempo, y creando para nosotros mismos un vestido de gloria o de pesadumbre según
nuestro modo de obrar bueno o malo.
Pero nosotros no creamos solamente nuestro destino individual, porque, como dice
el proverbio, “nadie vive para sí mismo”. Estamos agrupados en familias, tribus, razas y
naciones, y además de nuestro destino individual estamos ligados por los destinos de la
familia y de nación, porque estamos bajo la guarda de los ángeles y arcángeles que actúan
como espíritus de familia y de raza respectivamente. Son estos grandes espíritus los que
imprimen en nuestros átomos-simiente las formas y expresiones raciales del cuerpo físico.
También plantan los cariños y odios nacionales en los átomos-simiente de nuestros
vehículos más finos, porque el espíritu de raza está flotando como una nube por encima del
país habitado por sus pupilos, y éstos extraen toda la materia para sus cuerpos superiores de
esta atmósfera. En este espíritu de raza, ellos propiamente dicho, viven y se mueven y
tienen su ser, y de él están formados sus vehículos. Y más aún, con cada respiración inhalan
a este espíritu de raza, siendo una verdad indudable que él esta más cerca de ellos todavía
que sus pies y manos.
Es este espíritu de raza el que les inculca el amor u odio hacia otras naciones,
determinando así las relaciones de desconfianza y adversidad entre algunas naciones y la
simpatía y buena fe entre otras.
Según las enseñanzas Rosacruces cada espíritu renace dos veces en el tiempo que
tarda el Sol, por presesión, de pasar por un signo del Zodiaco, una vez como hombre y otra
cómo mujer. Esto sucede así para que el espíritu obtenga toda la experiencia posible de
aquel signo bajo el punto de vista de los dos sexos. Existen muchas modificaciones de esta
regla según las necesidades individuales de los espíritus porque no es una ley ciega, sino
que está administrada por grandes seres llamados Ángeles del Destino en la terminología
cristiana. Es su deber observar el reloj del destino y notar cuándo ha llegado el momento de
recoger la cosecha del pasado, y esto se aplica tanto a los individuos como a las naciones.
Por consiguiente, si estudiamos las características de las naciones envueltas ahora en una
lucha gigantesca, y al mismo tiempo los fines por los cuales luchan, y si miramos hacia
atrás en la historia, no se necesita videncia de ninguna clase, ni intuición apenas, para darse
cuenta de cómo las causas de la gran guerra fueron engendradas en el remoto pasado.
Algunos historiadores han sugerido en efecto la idea de que los hijos de Albión son
la reencarnación de los antiguos romanos. Según las investigaciones ocultas esto no es
rigurosamente exacto, porque existe cierto número de linajes extraños. Pero estos últimos
han quedado de tal modo fusionados con la raza dominante, que lo anteriormente dicho
puede ser considerado como prácticamente un hecho.
Recordando la historia, de Roma veremos que el espíritu democrático, después del
reinado de los primeros siete reyes, se manifestó en la formación de una república, la cual
inició luego una guerra de agresión para obtener el dominio del mundo, y en el curso de
esta campaña Roma fue envuelta en una lucha con Cartago para decidir el dominio sobre el
Mediterráneo. Para poder extenderse hacia el Oeste los romanos trataron de expulsar a los
cartagineses de Sicilia. En aquella época Cartago era un gran poder marítimo, pero fue
vencido por los romanos en el año 260 antes de la era cristiana. Después de esta victoria
Roma llevó la guerra a África y fue al principio victoriosa, pero Régulo, el cónsul que se
quedó allí, fue derrotado finalmente y hecho prisionero. A esto siguió una serie de desastres
romanos en el mar, y Cartago estuvo a punto de reconquistar más de lo que había perdido
en Sicilia, cuándo Tetulus, otro cónsul romano, obtuvo otra victoria sobre los cartagineses
en el año 241, los cuales tuvieron que evacuar Sicilia y las islas adyacentes. Así terminó la
primera guerra púnica, que había durado veintidós años.
Pero no era tan fácil dominar por completo a Cartago. Viendo que Roma era su
adversaria en el mar, los cartagineses reanudaron las hostilidades tomando posición en
España, y su gran general Aníbal, que odiaba a Roma profundamente, tentó su conquista en
la segunda guerra púnica, que fue declarada en 218 antes de Cristo. Sus planes fraguados en
secreto fueron llevados a cabo con suma rapidez: Atravesó los Pirineos por España y
Francia, así como los Alpes, dominando todos los obstáculos y llegó a la Galia Cisalpina
con sólo veintiséis mil sobrevivientes de un ejército compuesto de cincuenta y nueve mil
hombres. Después de varias derrotas de los romanos se llegó a la gran batalla de Cannes en
el año 216 A. J., donde Aníbal obtuvo una victoria completa. Macedonia y Sicilia se
declararon a favor de los conquistadores y Aníbal marchó sobre Roma.
Pero hallando esta ciudad demasiado fuerte para él, se retiró hacia el Sur de Italia
donde finalmente fue derrotado y Cartago se vio en la necesidad de pedir la paz. Así Roma
se hizo dueña del Mediterráneo.
Pero el odio de Aníbal quedó vivo, y cuando él y sus compatriotas renacieron en
Prusia, mientras los antiguos romanos aparecieron otra vez en las Islas Británicas como
amos del mar, era inevitable que con el tiempo estallase un gran conflicto. Igual que las
antiguas guerras púnicas han engendrado el reciente conflicto mundial, así esta gran guerra
traerá en su tiempo una renovación de la lucha, a menos que demostremos un espíritu de
bondad con el adversario vencido, en vez de tratarle como lo hizo Roma antiguamente, sin
piedad ni consideración. Es preciso que se ponga a los imperios centrales en la
imposibilidad de hacer daño a los demás. Es absolutamente necesario que el mundo quede
asegurado contra una repetición de esta catástrofe, pero las medidas adoptadas para
garantizar esta finalidad deben ser tales que no solamente aseguren la paz para esta vida,
sino también para aquellos futuros días de vida, en los que nos encontraremos en otra
apariencia exterior con aquellos con los cuales estuvimos hace poco luchando.
Se debe hacer justicia, pero siempre templada con la misericordia, con el fin de
evitar la continuación perpetua del odio y por esta razón las medidas tan duras como por
ejemplo el boicot industrial, son injustas. Debería ser suficiente procurar que los imperios
centrales no obtuviesen del comercio mundial más que una parte equitativa.
La nación americana recién formada que no está todavía bajo la dominación de
ningún espíritu de raza, ve más imparcialmente, y por ende más claramente, que ninguna
otra, lo que es justo.
Por esta razón es de desear que las ideas americanas de justicia prevalezcan.
Debemos recordar que con una injusticia no será nunca posible corregir otra, y que
debemos vivir y dejar vivir.
CAPÍTULO X
Segunda Parte
SU PRODUCCIÓN DE VISTA ESPIRITUAL
Por extraño que parezca, es un hecho positivo que la gran mayoría de la humanidad
está parcialmente dormida la mayor parte del tiempo, a pesar de que sus cuerpos físicos
parezcan que están trabajando activamente. Bajo condiciones normales el cuerpo de deseos
es generalmente la parte más despierta del complejo hombre que vive casi enteramente en
el circulo de sus sensaciones y emociones, y no piensa nunca en el problema de la
existencia casi más allá de lo que es necesario para tener el cuerpo unido al alma. La
mayoría de esta clase de personas nunca, probablemente, han considerado seriamente las
grandes cuestiones de la vida, a saber. ¿de dónde hemos venido?, ¿por qué estamos aquí? Y
¿adónde iremos?. Sus cuerpos vitales están en constante actividad para reparar los
destrozos que produce el cuerpo de deseos en el vehículo físico, y para acumular la
vitalidad, que después es despilfarrada por la satisfacción que damos a nuestros deseos y
emociones.
Es esta durísima lucha entre el cuerpo vital y el de deseos la que engendra el estado
de conciencia en el mundo físico y despierta en hombres y mujeres tan intensa actividad
que, mirado desde el punto de vista del mundo físico, parece dar un rotundo mentís a
nuestra afirmación de que esta gente está parcialmente dormida. Sin embargo, examinando
de cerca los hechos se verá que es así, y conviene declarar también que este estado de cosas
se ha producido por el designio de las grandes Jerarquías que están dirigiendo nuestra
evolución.
Sabemos que hubo un tiempo en el cual el hombre estaba mucho más despierto en
los mundos espirituales que en el físico. Hubo, en efecto, una época cuando el hombre, aun
teniendo un cuerpo físico, no se daba cuenta de él por sus sentidos. Con el fin de que
pudiese aprender a usar este instrumento físico como era debido, conquistar el mundo físico
y aprender a pensar correctamente, era necesario que durante cierto tiempo olvidase todo lo
que sabia de los mundos espirituales, y aplicase todas sus energías a los asuntos físicos. El
modo de lograr esto fue por la introducción del alcohol en nuestra dieta, así como por otros
medios, todo lo cual ha sido explicado detalladamente en el Concepto Rosacruz del Cosmos
y no necesita repetirse aquí. Pero ahora nos encontramos frente al hecho de que la
humanidad está tan completamente sumergida en la materialidad, que en la mayor parte de
los hombres los vehículos invisibles están totalmente enfocados sobre las actividades
físicas y adormecidos respecto a las verdades espirituales, que son tomadas en broma y
como imaginación de cerebros enfermos. Así sucede que los que están empezando a
despertarse del sueño del materialismo son estimados por los demás como locos y
chiflados, adaptados perfectamente para ser recluidos en un manicomio.
Si esta actitud mental persistiera mucho tiempo, el espíritu quedaría en ciertos casos
hasta cristalizado en el cuerpo. La vida celeste durante la cual construimos nuestros
vehículos futuros se haría poco a poco estéril, porque, pensando constantemente que no
existe nada más que aquello que percibimos por medio de los cinco sentidos, es decir, la
vista, oído, tacto, olfato, gusto y análisis, es forzoso que semejante actitud mental, cultivada
durante la vida terrestre, persistirá en el Segundo Cielo, con el resultado de que allí
olvidaremos la preparación que necesitamos para conseguir un campo de trabajo y los
instrumentos que se necesitan para actuar en él, y como consecuencia de todo esto la
evolución cesaría muy pronto.
Según la enseñanza Rosacruz, el alma es el extracto de los distintos cuerpos y es
formada poco a poco por la experiencia, la cual, por su lado, tiene como consecuencia la
destrucción de los cuerpos particulares de los cuales es extraído este pan viviente que ha de
servir como de pabilo para el espíritu. En el curso normal de la evolución el
perfeccionamiento de los distintos vehículos es gradual, y la sustancia del alma es
almacenada y asimilada por el espíritu entre una vida terrestre y otra. Pero en cierto período
de la vida cósmica, cuando estamos entrando en una nueva espiral, una nueva fase de
evolución, es generalmente necesario emplear medidas drásticas para sacar al espíritu de la
senda común y hacerle entrar en nuevas e ignoradas direcciones. Antiguamente, cuándo
teníamos menos individualidad y éramos incapaces de tomar iniciativas personales, estos
cambios se llevaban a cabo por medio de los grandes cataclismos de la naturaleza, que
fueron sin embargo planeados por las Jerarquías divinas que dirigen la evolución, con la
finalidad de destruir a multitudes de cuerpos que habían servido ya a los propósitos del
desarrollo humano en una dirección determinada, cambiando el lugar de existencia de
aquellos que habían aprendido las posibilidades de una ruta nueva, y poniendo en camino a
estas vanguardias humanas para una nueva carrera. Semejantes destrucciones en masa eran
naturalmente mucho más frecuente en las épocas lejanas que en las más cercanas a la
nuestra. La Lemuria disponía de todas las condiciones necesarias para numerosas tentativas
de lanzar nuevos grupos al camino de la evolución cuando otros habían sido destrozados
después de haber fracasado. Hubo, en efecto, no uno, sino tres diluvios en la época
Atlántica, y entre el primero y el último medió un espacio de tiempo de unos 750.000 años.
No debemos imaginarnos que este método de destrucción en masa y de
inauguración de un nuevo rumbo pueda sufrir aplazamientos, para permitir qué todos
tengan tiempo para llegar a la convicción de la necesidad de tomar un nuevo rumbo una vez
llegado al final del anterior, sino que los Directores Invisibles de la evolución escogen los
métodos y los aplican cuándo y cómo lo juzgan necesario. Actualmente no se sirve de
cataclismos de la naturaleza para modificar el estado de cosas y crear algo mejor, sino que
emplean las energías mal dirigidas de la humanidad misma para lograr los fines que se
han propuesto.
Esto ha sido la génesis de la gran guerra, que acaba de desolar al mundo. Su
finalidad era de hacernos abandonar la costumbre de buscar afanosamente el pan por el cual
mueren los hombres, y de despertar en nosotros el hambre del alma que ha de desviarnos de
las cosas materiales y conducimos a las espirituales. Estamos realmente empezando ahora a
trabajar por nuestra propia salvación, a hacerlo nosotros mismos, por nuestros propios
medios, y aunque sin darnos cuenta de ello, estamos aprendiendo a transformar el mal en
bien.
Algunos pensarán que esta guerra afectó solamente a aquellos pocos millones de
hombres que estaban precisamente luchando en los campos de batalla, pero reflexionando
un poco nos convenceremos pronto de que el bienestar del mundo entero ha estado en juego
en mayor o menor grado, por lo menos en lo que respecta a las condiciones económicas. No
hay raza ni país que haya quedado a salvo por completo, y no hay tampoco nadie que pueda
ahora caminar del mismo modo tranquilo como antes de la guerra. Los parentescos y
amistades eran lazos que alcanzaban desde las trincheras en Europa hasta todas las partes
del mundo. Muchos de nosotros estábamos relacionados con individuos en uno o quizás en
los dos grupos de combatientes, y seguíamos su suerte con un interés tan vivo como la
simpatía que nos unía a ellos. Pero durante la noche cuando nuestros cuerpos físicos
estaban durmiendo, y entrábamos en el Mundo del Deseo, no podíamos abstenernos de
vivir y sentir toda esta tragedia en la más viva intensidad, porque las corrientes de deseos
inundaban al mundo entero. En este Mundo del Deseo no existe ni tiempo ni distancia. Las
trincheras de Europa se trasladaban a nuestra puerta, no importa en qué parte del mundo
viviésemos, y no podíamos substraemos al efecto subconsciente del espectáculo que
presenciábamos allí. Además, esta lucha titánica produjo efectos que no es posible
comparar con un cataclismo natural, el cual es mucho más rápido en su acción y tanto más
corto en su duración, además de estar localizado e incapaz de producir los mismos
sentimientos de amor y odio que fueron tan importantes factores en la Guerra Mundial.
Durante la guerra anterior del hombre, el objeto de las Jerarquías divinas había sido
el de enseñarle a obtener resultados físicos por medios físicos. El ha olvidado el modo de
utilizar las fuerzas más sutiles de la naturaleza, Como, por ejemplo, la energía que es
libertada cuando un grano germina, energía que fue usada con propósitos de propulsión y
elevación en las aeronaves de los atlantes. Desconoce también la santidad del fuego y su
uso para fines espirituales, y por esta razón solamente un quince por ciento de su poder es
utilizado hoy en las mejores máquinas de vapor. Conviene naturalmente que el hombre esté
limitado de este modo, porque si fuera capaz de usar el poder del cual dispone aquel cuyas
facultades espirituales están despiertas, podría aniquilar al mundo entero y todo lo que
contiene. Pero mientras el hombre está empleando las facultades de las que dispone hoy en
día para lo mejor o lo peor, está aprendiendo la lección de cómo dominar sus sentimientos
para prepararse así para el uso de las fuerzas más sutiles que son necesarias a su desarrollo
en la Edad Acuaria, y está quitándose el velo de los ojos para que pueda empezar a
descubrir el mundo nuevo el cual está llamado a conquistar.
Para obtener este resultado se emplean dos distintos y separados procedimientos. El
uno es la visita de la muerte a millones de hogares, separando de la familia al marido, padre
o hermano, y dejando a los supervivientes en una existencia económica angustiosa. El Sol
existía antes que el ojo y construyó luego a este órgano para su percepción. El deseo de ver
era naturalmente inconsciente por parte del individuo que ignoraba y no tenía ningún
concepto de la significación ni del uso de la vista, pero en el alma del mundo, el cual creó
al Sol, reposaba la conciencia y el deseo necesario para hacer el milagro. Algo semejante
pasa con la muerte: cuando nuestra conciencia fue primitivamente enfocada sobre los
vehículos físicos y vimos el espectáculo de la muerte cara a cara, se acababa la esperanza
en nuestros corazones, pero con el tiempo la religión nos facilitó el conocimiento de un
mundo invisible, de donde el espíritu había venido para nacer en la materia, y a donde
vuelve después de la muerte. La esperanza de la inmortalidad desarrolló gradualmente en la
humanidad la sensación de que la muerte no es más que una transición, pero la ciencia
moderna ha hecho todo lo que ha podido para privar al hombre de este consuelo.
Sin embargo, las lágrimas vertidas en cada caso de muerte sirven para disolver el
velo que oculta al mundo invisible de nuestra anhelante mirada. La profunda tristeza
sentida por la desaparición de los seres queridos, en ambos lados del velo, hace que éste se
aparte y cualquier día no muy distante, el efecto acumulado de estos dos esfuerzos, nos
revelará el hecho de que la muerte no existe, y que los que han pasado por su umbral están
tan vivos como nosotros. El poder de estas lágrimas y esta tristeza no es, sin embargo, igual
en todos los casos, y los efectos difieren mucho según el estado del cuerpo vital, es decir, si
en una persona determinada éste ha sido despertado o no por actos de desinterés y servicio,
según la máxima oculta de que todo desarrollo en sentido espiritual empieza con el cuerpo
vital. Esto es la base, y ninguna superestructura puede ser edificada si no existe
previamente este cimiento.
Respecto al segundo proceso de desarrollo del alma que se lleva a cabo entre
aquellos que están actualmente luchando en la guerra, habrá probablemente pocos que
hayan tenido una oportunidad tan singular para estudiar las condiciones actuales en los
campos de batalla como el autor. A pesar de toda la brutalidad y la atmósfera infernal de
esta guerra está seguro de que esto ha sido la más grande escuela para la evolución del alma
humana que ha existido jamás, porque en ninguna parte ha habido tan numerosas
oportunidades para servicios altruistas como en los campos de batalla de Francia, y en
ninguna parte los hombres han estado tan dispuestos para prestar servicio como en ellos. De
este modo el cuerpo vital de muchísimas personas han tenido un desarrollo tan rápido,
como de otro modo no lo hubiera logrado probablemente durante muchas vidas enteras, y
estas personas se han hecho proporcionalmente sensitivas para las vibraciones espirituales,
y susceptibles en el más alto grado al beneficio que se podrá sacar del primer
procedimiento mencionado previamente.
Como resultado de esta circunstancia veremos a su tiempo todo un ejército de
sensitivos entre nosotros, que estarán en tan íntimo contacto con el mundo invisible, que su
testimonio concertado no podrá ser aplastado por la escuela materialista. Ellos serán una
valiosa ayuda para prepararnos para las condiciones más elevadas de la Edad Acuaria.
“Pero”, preguntarán algunos, “¿no olvidarán todo esto cuando la tensión de la guerra haya
terminado?” “¿No volverá un gran numero de estos individuos a los mismos hábitos
arraigados que tenían antes? A esto podemos contestar que estamos seguros de que esto es
imposible, porque, mientras los vehículos invisibles, especialmente el cuerpo vital, están
adormecidos, el hombre puede perseguir una carrera materialista; pero una vez que haya
sido despertado este vehículo y haya probado el pan de la vida, está igual que el cuerpo
físico sujeto al hombre - “hambre del alma” - y sus exigencias no podrán ser negadas si no
después de una lucha excesivamente dura. En este ultimo caso, naturalmente, se podrán
aplicar las palabras de San Pedro: “El ultimo estado del hombre es peor que el primero.”
Sin embargo, es un consuelo el sentir que de la indescriptible tristeza de la guerra se ha
extraído un bien que será duradero. Debemos reunirnos todos y unir nuestras fuerzas y
ayudar a extraer este bien, para que seamos ejemplos luminosos que sirvan de guías a los
hombres hacia la Edad Futura.
CAPÍTULO XI
Tercera Parte
PAZ EN LA TIERRA
“Yo soy la voz de los que no hablan y por mi hablarán los que son mudos, y mi voz
resonará en los oídos del mundo hasta el cansancio, hasta que escuche y sepa los errores
que comete con los débiles que carecen de palabra”.
“La misma fuerza formó al gorrión y al hombre, el rey. El Dios del Todo, dio una
chispa anímica a todos los seres de pelo o pluma de la tierra. Yo soy el guardián de mis
hermanos; yo lucharé por él sus batallas, y haré la defensa del animal y del ave, hasta que el
mundo haga las cosas como se debe.”
CAPÍTULO XII
Cuarta Parte
EL EVANGELIO DE LA ALEGRIA
La reciente lucha titánica entre las naciones europeas ha alterado el equilibrio del
mundo entero hasta tal punto que las emociones de las personas que viven en las más
remotas regiones de la tierra han sido exaltadas como nunca lo habían sido antes,
expresando los distintos pueblos cólera, odio, histerismo o abatimiento, según su naturaleza
y temperamento. Es evidente, para todos aquellos que han estudiado los misterios más
profundos de la vida y que comprenden el funcionamiento de la ley natural en los mundos
espirituales, que los habitantes de las regiones invisibles han sido afectados de un modo
quizá aún mayor que los que vivían en cuerpos físicos, los cuales, por su misma densidad,
nos impiden el sentir toda la fuerza de las emociones.
Después del estallido de la guerra la marea de emociones fue violenta porque no
hubo medios adecuados para encauzarla; pero gracias a los grandes esfuerzos y a una
organización apropiada, los Hermanos Mayores de la humanidad lograron después del
primer año crear un ejército de Auxiliares Invisibles, que, habiendo pasado por el portal de
la muerte y sentido el sufrimiento inherente a una transición no debidamente preparada,
estaban llenos de compasión para con los demás y constantemente pasaban por el portal
sombrío, y fueron capacitados para calmar y ayudar a los recién llegados hasta que ellos
mismos pudieran equilibrarse de nuevo. Más tarde, sin embargo, las emociones de odio y
malicia engendradas por los habitantes del mundo físico se hicieron tan poderosas que hubo
peligro de que se impusieran del todo, por esta razón fue preciso adoptar nuevas medidas
para contrarrestar estos sentimientos, y en todas partes las fuerzas buenas fueron puestas en
movimiento para rehacer el equilibrio y dominar a las emociones más bajas.
Uno de los modos por el cual muchas personas contribuían a dificultar las cosas y a
prolongar la guerra, era su manera de acentuar constantemente su lado horrible y de olvidar
el mirar a su lado luminoso y brillante.
“¿El lado luminoso y brillante de aquella guerra cruel?”, será probablemente la
pregunta que se formulará el lector. “¿Qué quiere usted decir con esto?” Para algunos
puede parecer hasta un sacrilegio hablar de un lado luminoso de semejante calamidad como
ellos la llaman. Pero veamos si no hay un rayo de luz plateada hasta en las nubes más
negras, y si no hay un método por el cual este rayo de luz plateada pueda ser ensanchado
más y más, hasta que toda la nube se haya hecho luminosa.
Hace algún tiempo nos llamó la atención un libro titulado: “Pollyanna”. Pollyanna
era la hijita de un misionero, cuyo sueldo era tan ínfimo que apenas podía satisfacer las
estrictas necesidades de la vida. De vez en cuando llegaban a la misión cajas con ropa vieja
y otros objetos usados para ser distribuidos. Pollyanna esperaba que algún día llegase un
caja conteniendo también una muñeca. Su padre hasta había escrito para preguntar si no era
posible mandarle con la próxima caja una muñeca desechada para su hija. Llegó la caja,
pero en vez de la muñeca contenía un par de muletas pequeñas. Viendo el desencanto de la
niña, su padre le dijo: “Hay algo de lo cual podemos alegrarnos: de que no necesitemos las
muletas.” Entonces ellos empezaron a “hacer el juego”, según su modo de decir, buscando
y encontrando siempre algo por lo cual pudiesen estar agradecidos y contentos, sin importar
lo que fuese, y siempre encontraron cosas de éstas. Por ejemplo, cuando se veían forzados a
comer una comida muy deficiente en un restaurante, por no poder permitirse platos más
delicados, ellos decían: “Estamos contentos de que nos gusten las judías”, aunque se fijasen
al mismo tiempo en un pavo trufado, inaccesible para sus medios económicos. Después
empezaron a “enseñar el juego” a otros, llevando algo de felicidad a muchos hogares, entre
ellos muchos que no creyeron nunca que podrían ser felices otra vez.
Pero finalmente quedaron faltos de toda clase de recursos y la madre de Pollyanna
falleció por las privaciones. Su padre no tardó en seguir a la madre, dejando a Pollyanna
abandonada al cuidado de un tía rica, soltera, pero avara e inhospitalaria., en Vermont. A
pesar de la poco cordial acogida que la niña encontró y las habitaciones que al principio la
señalaron, ella estaba siempre contenta y de buen humor e irradiando alegría sobre todas las
personas que había alrededor de ella, hasta su misma tía, la cual por insensible que fuese
acabó por dejarse influir. La mente rosada de la niña pronto encontró medios de adornar las
paredes y piso de su cuarto con todos los medios de belleza a su alcance. Faltándola
cuadros, ella veía con alegría que desde su pequeña ventana se descubría a su vista una
escena de paisaje más hermoso que los más preciosos cuadros que un artista pudiera pintar
y una alfombra de verde y oro como ningún artesano hubiese jamás podido tejerla tan
hermosa. Si en su pobre lavabo no había ningún espejo, ella estaba contenta, porque así no
podía ver sus pecas. Y si tenía pecas, ¿no tenía razón para estar satisfecha de que no fuesen
verrugas? Si su maleta era pequeña y sus trajes muy pocos, ¿no era suficiente para
celebrarlo, toda vez que de este modo se terminaba bien pronto el trabajo de hacerla? Si sus
padres no podían estar con ella, ¿rió era motivo para alegrarse porque estaban con Dios en
el cielo? Y puesto que ellos no pudieran hablarla, ¿no podía regocijarse de que ella pudiera
hablarles a ellos?.
Jugando en los campos como un pájaro más, se le pasó más de una vez la hora de
cenar, y cuando al llegar a casa su tía la enviaba a la cocina para cenar allí, con leche y pan
nada más, ella le decía su tía que esperaba lágrimas y pucheros: “Oh, me alegra mucho que
haya usted hecho esto, tía, porque me gustan mucho las sopas de leche.” En los primeros
tiempos la tía solía tratarla con brusquedad, pero la niña supo siempre encontrar una excusa
cariñosa para estos malos tratos, y pagándolos en cambios con pensamientos de
agradecimiento.
La primera persona convertida por ella fue la doncella, que solía tener muy mal
humor los días que tenia que lavar la ropa sucia y aguardando los lunes con disgusto. Bajo
la influencia de la alegría de la pequeña niña, Nancy, la doncella, pronto se sintió los lunes
más contenta que ningún otro día, porque no habría ningún otro día de levado en toda la
semana, y pronto la tuvo contenta porque su nombre no era Hepsibah, sino Nancy, a cuyo
nombre siempre había mostrado aversión. Una vez Nancy dijo a la pequeña, con mucha
convicción: “En un entierro, por cierto, no hay nada de lo que uno pueda alegrarse”, a lo
cual muy pronto contestó Pollyanna: “Pues mira, podemos estar contentas de que no sea el
nuestro.” En cuanto al jardinero, que se quejaba a ella de que estaba medio encorvado por
el reumatismo, ella le decía que debería estar agradecido por ello, porque no tenia
necesidad de erguirse totalmente cuando se agachaba para limpiar las malas hierbas del
jardín.
Cerca de su casa vivía en una mansión soberbia un señor soltero de cierta edad,
retirado del mundo y taciturno. Cuando más él repudiaba a la niña con maneras bruscas
tanto más contenta estaba y tanto más pronto la niña volvía a verle, aunque nadie más que
ella lo hiciese. En su inocencia y piedad ella atribuía aquella falta de cortesía a alguna pena
secreta, y por esta razón anhelaba poder enseñarle la manera de vivir alegremente, el “juego
alegre” aprendido de sus padres. Y se lo enseñó, y él lo aprendió, aun siendo trabajo duro al
principio. Cuando tuvo la desgracia de romperse una pierna, no era fácil convencerle que
debía alegrarse de no haberse rota las dos y de haberlo logrado hubiera sido mucho peor
que tuviera cien piernas y que todas ellas se le hubieran fracturado. La alegre disposición de
ánimo de la niña logró, por fin, que al hombre tan triste le gustase la luz del sol, que abriese
las persianas, levantase las cortinas y abriese también su corazón al mundo. El quiso
adoptarla, pero no logrando su deseo, adoptó a un pequeño huérfano que ella hubo
encontrado perdido en el campo.
Ella logró que una señora se vistiera de colores alegres, después de haberse vestido
siempre de negro. Otra señora, rica y desgraciada porque su atención estaba concentrada
sobre desdichas pasadas, fue influenciada por Pollyanna en el sentido de ocuparse ahora
intensivamente de las miserias de otros. Habiendo aprendido cómo se puede dar alegría a
los demás, esta señora llegó a convertir su vida en una alegría continua. A un matrimonio
que estaba para divorciarse Pollyanna le hizo reunirse nuevamente y formar un hogar feliz,
aun siendo totalmente desconocidos para ella, encendiendo en sus corazones que se habían
helado, y un fuerte amor por sus hijitos. Poco a poco, este juego de alegría se difundió por
toda la ciudad, los unos enseñándolo a los otros. Bajo su influencia hombres y mujeres se
convertían en seres distintos de antes: los desdichados se hacían felices, los enfermos
sanaban, los malhechores encontraban el camino de la virtud y los desesperados hallaban
consuelo y bríos nuevos.
El médico de más fama de la ciudad se convenció pronto de que Pollyanna era la
mejor receta para todos los males. “Esta chica, dijo, vale más que un gran frasco de tónico.
Si alguien puede aliviar a un enfermo, es ella; una dosis de Pollyanna cura más que una
botica entera.”
Pero el gran milagro del “juego alegre” fue la transformación operada en el carácter
de su malhumorada y puritana tía. Ella que había admitido a Pollyanna en su casa como un
deber estrictamente familiar, desarrolló bajo el trato cariñoso de su pequeña sobrina un
corazón que literalmente se desbordaba de afecto. Muy pronto Pollyanna fue sacada de su
guardilla fea y desnuda e instalada en un gabinete lujoso en el piso donde vivía su tía, y de
este modo el bien que hacia reaccionaba sobre ella misma.
Esto no es más que un cuento, pero está basado en hechos que tienen su raíz en las
leyes cósmicas. Lo que esta niña hacía respecto a las personas alrededor de ella, nosotros,
como estudiantes de las enseñanzas Rosacruces, podemos y debemos hacerlo en nuestra
esfera individual, tanto respecto al trato con nuestros parientes y amigos como respecto al
mundo en general.
En cuanto a su aplicación a la guerra en general, en vez de entristecernos por las
derrotas o catástrofes y en vez de añadir nuestra tristeza, odio y malicia a los sentimientos
semejantes engendrados por otros, deberíamos tratar de encontrar algún aspecto agradable y
luminoso hasta en tales horribles calamidades. Seguramente es razonable alegrarse
extraordinariamente, pensando en el sacrificio personal hecho por tantas almas nobles, que
han abandonado su actividad en el mundo, sus grandes ingresos de dinero y sus casas
confortables, para defender lo que para ellos es el ideal de mejorar las condiciones del
mundo, para aquellos que vengan detrás de ellos, porque ellos mismos ya habían
abandonado toda esperanza de volver jamás para coger los frutos de su sacrificio.
Igualmente podemos alegrarnos de que muchas mujeres nobles dominadas por el lujo y una
vida fácil, hayan abandonado sus hogares y relaciones para dedicarse a la ardua tarea de
cuidar a los heridos. Hubo en todo esto un espíritu de altruismo, demostrado también por
aquellas que, aunque obligadas por las circunstancias a quedarse en sus casas, dedicaban
sus horas libres a trabajos manuales, cosiendo y trabajando a punto de aguja para los
soldados en los campos de batalla.
Es un parto muy doloroso el nacimiento del altruismo en millones de corazones
humanos, pero por el sufrimiento inaudito de la última guerra la humanidad se hará más
noble y misericordiosa que hasta ahora. Si solamente podemos sacar esta impresión de los
sufrimientos y torturas recientes, si solamente podemos enseñar a los demás a mirar hacia
las prosperidades futuras que tienen que acumularse como consecuencia de tantos
sufrimientos, entonces estaremos mejor preparados para restablecernos de la terrible
pesadilla sufrida, y para ayudar a los demás a que logren el mismo resultado.
De esta manera podemos imitar a la niña Pollyanna, y a condición de ser
suficientemente sinceros, nuestra manera de mirar las cosas contagiará a los demás y
quedará arraigada en sus corazones; y entonces, como los pensamientos son cosas, y los
buenos pensamientos son mas poderosos que los malos por estar en armonía con la marcha
de la evolución, pronto vendrá el día en que podremos imponernos y ganar ascendencia
para establecer una paz permanente.
Esperamos que esta sugestión será tomada muy en serio y puesta en práctica por
todos nuestros estudiantes, porque los tiempos lo reclaman con urgencia, mucho más que
antes aun.
CAPÍTULO XIII
Primera Parte
ANALOGIAS MATERIALES
Segunda Parte
RETROSPECCIÓN UN MEDIO DE EVITAR EL PURGATORIO
En el último capítulo hemos visto que un registro semejante a una película, de toda
nuestra vida desde la cuna hasta la tumba, está inscrito en un pequeño átomo en el corazón
por la acción del éter que inhalamos con cada respiración, y que lleva consigo una imagen
del mundo exterior en el cual vivimos y nos movemos actualmente. Esto forma la base de
nuestra existencia después de la muerte, y el recuerdo de las malas acciones se borran de
allí en una experiencia penosa purgatorial, causada por el fuego del remordimiento, y que
cauteriza al alma a medida que las imágenes de sus malas acciones pasan ante su vista, con
el efecto de que esta alma estará menos dispuesta a obrar mal en las vidas futuras. La
reacción de las imágenes representando acciones buenas es una alegría celestial, cuyo
recuerdo subconsciente inducirá en vidas posteriores al alma a hacer más bien todavía. Pero
este proceso es necesariamente lento y puede ser comparado a la manera de funcionar de la
rueda del antiguo molino. Sin embargo, este es el camino designado por la naturaleza como
enseñanza para la humanidad, para que aprenda a andar con cuidado y a cumplir sus leyes.
Por medio de este proceso lento la mayor parte de la humanidad está evolucionando
gradualmente del egoísmo al altruismo, y aunque este método sea excesivamente lento,
parece ser el único a propósito para que ésta pueda aprenderlo.
Hay otra clase de personas que han apercibido el destello de una visión y han visto
en el lejano porvenir una humanidad gloriosa, expresando todos los atributos divinos y
viviendo una vida de amor y paz. Esta clase de individuos dirige el arco de su aspiración a
las estrellas y está tratando de lograr en una o unas cuantas vidas lo que sus hermanos
obtendrán después de centenares de encarnaciones. Igual que hicieron los ingenieros para el
encauzamiento de las aguas y la transmisión de la electricidad, estas personas buscan
métodos científicos que les eviten la pérdida de tiempo y energía que supone el lento
proceso de la evolución, y que las capaciten para efectuar la gran labor del desarrollo
propio de un modo científico y sin pérdida de energía. Este era el problema que los
antiguos Rosacruces se habían propuesto resolver, y habiendo descubierto este método,
ahora lo enseñan a sus fieles discípulos, para el eterno bien de todos los que aspiren y
perseveren. Así como los ingenieros que se proponían mejorar la antigua rueda de molino y
efectuar la transmisión de la electricidad a gran distancia, lograron su objeto estudiando en
primer lugar los efectos y defectos del proyecto primitivo, así también los Hermanos
Mayores de los Rosacruces han estudiado primeramente, por medio de su vista espiritual,
todas las fases de la evolución humana corriente en el estado después de la muerte, y
también en el mundo físico, para que pudiesen determinar cómo a través de muchas vidas
se logra poco a poco el progreso. También han estudiado todos los signos y símbolos que
durante todas las edades han sido dados a la humanidad como ayuda para el crecimiento del
alma, y especialmente el Tabernáculo en el Desierto, el cual, como dice San Pablo, era una
sombra de cosas mejores que habían de venir, y ellos encontraron el secreto del crecimiento
del alma en las distintas aplicaciones y ritos usados en aquel antiguo lugar de adoración.
Como las escenas del panorama de la vida que pasan ante la vista del alma después de la
muerte causan un sufrimiento en el purgatorio que limpia al alma del deseo de repetir las
ofensas que habían producido estas imágenes, así la sal con la cual las ofrendas en el altar
de los sacrificios quemados en el Tabernáculo en el Desierto fueron frotadas antes de ser
colocadas en el altar y el fuego por el cual fueron consumidas, simbolizaban un doble
sufrimiento de quemadura, semejante a aquel que el alma nota en el purgatorio. Confiando
en el axioma hermético: “Como es arriba, así es abajo”, ellos establecieron y determinaron
que el método de la Retrospección está en armonía con las leyes cósmicas del crecimiento
del alma, y puede efectuarse día tras día lo que la experiencia purgatorial hace sólo una vez
en una vida entera, es decir, limpiar al alma del pecado por medio del fuego del
remordimiento.
Pero cuando decimos “retrospección”, sucede a menudo que la gente dice: “Esto
precisamente lo enseñan otras asociaciones religiosas y yo lo he practicado toda la vida; yo
examino mis actos del día todas las noches antes de acostarme”.
Hasta aquí está bien. Pero esto no basta. A fin de hacer este ejercicio científicamente
es preciso seguir el proceso de la naturaleza, como lo hizo el electricista cuando deseaba
aislar a la corriente eléctrica del suelo y encontró que el vidrio, la porcelana y la fibra
vegetal obraban como obstáculos a su paso. En cada caso particular debemos conformarnos
al proceso de la naturaleza en sus métodos para lograr el crecimiento del alma. Cuando
estudiamos la expiación en el purgatorio, encontramos que el panorama de la vida se
despliega al revés, desde la tumba hasta la cuna, y que las escenas pasadas en el final de la
vida son las primeras sometidas a la expiación, y que las de la juventud son las últimas.
Esto es así para demostrar al alma cómo ciertos efectos en la vida fueron producidos por
causas engendradas en épocas anteriores. De igual modo, el método científico del
desarrollo del alma requiere que el aspirante examine su vida cada noche antes de dormirse,
empezamos con las escenas vividas en las últimas horas de la noche antes de acostarse, y
procediendo gradualmente en orden inverso hacia las cosas acontecidas por la tarde, luego
las que ocurrieron en la mañana y así hasta el momento de despertar. Pero además, y esto es
muy importante, no es suficiente examinar solamente estas escenas de un modo superficial
y admitir que uno lo siente mucho cuando llega a una escena. Donde ha sido poco
bondadoso o injusto con otra persona. En este caso el símbolo contenido en el altar de
ofrendas de sacrificios nos ofrece una instrucción especial; lo mismo como las ofrendas
para el sacrificio fueron frotadas con sal, la cual, como es sabido, quema y duele
excesivamente cuando se frota con ella una herida, y lo mismo como el fuego tal como era
aplicado en el altar de las ofrendas para el sacrificio, consumía a las mismas ofrendas, así
también el aspirante al crecimiento del alma debe darse cuenta de que él es a la vez
sacerdote y sacrificio, el altar y el fuego que arde en él; él debe dejar que la sal y el fuego
del remordimiento produzcan en su corazón una profunda contrición, pensando en todo el
daño que haya causado, porque únicamente semejante manera radical de tratar el asunto
podrá borrar el recuerdo del átomo simiente en el corazón y dejarlo limpio. Y si no se
procede así, nada se habrá logrado. Pero si el aspirante al desarrollo científico del alma
logra intensificar suficientemente este fuego del remordimiento y de la contrición, entonces
el átomo-simiente quedará limpio de los pecados cometidas día tras día durante la vida, y
hasta las cosas que han acontecido antes de iniciarse en semejantes ejercicios desaparecerán
gradualmente ante este fuego purificador, de modo que al final de la vida cuando el cordón
plateado haya quedado roto, el aspirante se encontrará con que no hay ningún panorama de
la vida que pueda llamarle la atención, tal como todas las personas en general lo tienen que
presenciar, por no haber tenido la suerte de conocer este método científico. El resultado es
entonces que en vez de tener que pasar en la expiación purgatorial un periodo de tiempo
aproximadamente equivalente a la tercera parte de la vida en el cuerpo denso, el que
constante e inquebrantablemente practica este método se encuentra completamente en
libertad en el mundo invisible, no ligado por las limitaciones que encierran a los demás, y
por esta razón libre para emplear todo su tiempo en el servicio de la humanidad que sufre.
Pero hay una gran diferencia entre las oportunidades de allí y las de aquí; en este
mundo físico una tercera parte de nuestra vida es absorbida por el descanso y la
restauración, otro tercio es empleado en el trabajo para las necesidades físicas, y solamente
el último tercio está a nuestra disposición para la recreación o el crecimiento del alma. En
el Mundo del Deseo esto es distinto; los cuerpos en los cuales funcionamos después de la
muerte no necesitan ni alimento ni vestiduras, ni aposentos; no están tampoco sujetos al
cansancio, de modo que en vez de emplear las dos terceras partes del tiempo como aquí en
cuidados del cuerpo físico, allí el espíritu es libre de emplear sus instrumentos durante las
veinticuatro horas del día. Por esta razón el tiempo economizado en el mundo invisible por
haber vivido nuestro purgatorio día tras día es el equivalente de aquella porción de una vida
terrestre entera que uno emplea en el trabajo. Así durante todo el tiempo economizado de
esta manera no es preciso pensar u ocuparse en nada más que en la manera de hacer
avanzar la evolución y de ayudar a nuestros hermanos más jóvenes y menos afortunados.
De este modo cosechamos una gran cosecha y obtenemos un mayor crecimiento del alma
en aquella existencia después de la muerte, que lo que sería posible en varias vidas
ordinarias. Cuando renacemos entonces nos encontramos con todos los poderes del alma así
adquiridos, y mucho más adelantados en el sendero de la evolución que hubiera sido
posible si nos hubiésemos encontrado en circunstancias ordinarias.
Es también conveniente hacer constar que mientras otros métodos de desarrollo del
alma descritos y enseñados por otras escuelas llevan consigo peligros que algunas veces
pueden volver locos a los que los practican, el método científico de desarrollo del alma
recomendado por los Hermanos Mayores de la Orden Rosacruz no puede sino beneficiar a
los que lo practican y es imposible que nunca pueda causar el menor daño a nadie. También
podemos decir que hay otros recursos y ayudas que no han sido mencionados aquí y que
son comunicados a aquellos que han probado su valor por su persistencia, y aunque éstos
no estimulan directamente la evolución de la vista espiritual, ésta será cultivada en todos
aquellos que lo practiquen con la necesaria y leal persistencia.
CAPÍTULO XVII
LA RELIGIÓN Y LA CURACIÓN
En distintas épocas y de diversos modos se han dado las religiones a la humanidad,
todas aptas para impulsarla hacia adelante en el camino de la evolución. En cada una de
estas religiones el ideal a alcanzar estaba siempre precisamente a una altura suficiente para
poder excitar las aspiraciones de la clase de gente a la cual iba destinado, pero nunca tan
alto que hubiera podido resultar más allá de su facultad de comprensión, porque en este
caso no les habría servido de ninguna utilidad. El salvaje, por ejemplo, necesita adorar a un
Dios fuerte, uno que maneje una chispeante espada de relámpagos con mano poderosa. A
un Dios semejante él puede mirar con miedo, mientras que despreciaría a un Dios de amor
y misericordia.
Por esta razón las religiones se han ido modificando a medida que el hombre ha
evolucionado, el ideal ha sido elevado paulatinamente hasta haber alcanzado su punto
culminante en nuestra enseñanza cristiana. La flor de las religiones se da siempre a la flor
de la humanidad. En una edad ulterior se dará una religión más elevada a una raza más
adelantada. La evolución no puede tener límites, pero nosotros afirmamos que los
directores invisibles de la humanidad dan siempre a cada nación la enseñanza mejor
adaptada a sus condiciones. El hinduismo conforta a nuestros hermanos más jóvenes del
Oriente, pero el Cristianismo es la enseñanza occidental, particularmente adaptada para los
pueblos del Oeste.
De este modo vemos que a la gran masa de la humanidad se le facilita la religión
enseñada públicamente en el país donde nacen pero siempre hay precursores cuya
precocidad pide una enseñanza superior, y éstos reciben una doctrina más profunda por
mediación de la Escuela de Misterios perteneciente a su país. Cuando solamente unos
cuantos están preparados para esa enseñanza preparatoria, se les da la instrucción en
privado, pero a medida que aumentan en número, la enseñanza se hace de un modo más
público.
Este es el caso actualmente en el mundo de Occidente. Por esta razón los Hermanos
de la Rosacruz han dado al autor de esta obra una enseñanza filosófica tal como está
publicada en nuestras distintas obras, y han sancionado la fundación de la Fraternidad
Rosacruz para promulgar esta enseñanza, cuyo fin es el de poner a las almas de altas
aspiraciones en contacto con el Maestro cuando, mediante servicio en el mundo físico, han
demostrado su sinceridad y probado con la suficiente seguridad de que emplearán sus
poderes espirituales para prestar servicios en el otro mundo en cuanto hayan sido iniciados
para funcionar allí.
Las enseñanzas superiores no se dan nunca mediante pagos monetarios. San Pedro
rechazó ya a Simón el brujo, que, quiso comprarle el poder espiritual para prostituirlo con
ganancias materiales. Los Hermanos Mayores se niegan igualmente a abrir la puerta a
aquellos que prostituyen las ciencias espirituales haciendo horóscopos, que leen las líneas
de las manos, o que dan sesiones de clarividencia a cambio de dinero. La Fraternidad
Rosacruz recomienda el estudio de la astrología y quiromancia a todos sus miembros, y
facilita enseñanzas sencillas sobre astrología en libros de texto a precio de costo, a fin de
que todos puedan adquirir habilidad en esta ciencia, en vez de dejarse engañar por los
profesionales, que muchas veces carecen de todo conocimiento del asunto.
Durante los últimos años las enseñanzas rosacruces, apenas promulgadas, se han
diseminado como un torrente de fuego por todo el mundo civilizado; actualmente se
estudian desde el Cabo de Buena Esperanza hasta las regiones del Circulo Ártico y más allá
aún. Han encontrado un eco en los corazones de toda clase de gentes, en las chozas
cubiertas de nieve de los mineros de Alaska, en las colonias inglesas tropicales y en las
ciudades de Turquía, lo mismo que en la democrática república norteamericana. Nuestros
adictos se encuentran en los palacios gubernamentales así como en las esferas más
humildes, y están todos en correspondencia y contacto activo con nuestro movimiento y
trabajando por la promulgación de las profundas verdades acerca de la vida y del ser que de
tanto servicio les han sido.
Es ya viejo el dicho de que: “la vida del hombre es de pocos días y llena de
zozobras”; pero de todas las vicisitudes ninguna nos afecta más poderosamente que la
pérdida de la salud. Nosotros podemos perder mucha fortuna o los amigos con relativa
ecuanimidad; pero cuando la salud se quebranta y la muerte nos amenaza, hasta los más
fuertes vacilan y dándonos cuenta entonces de la impotencia humana estamos más
dispuestos a implorar el socorro divino que en otros momentos. Por esta razón el oficio del
consejero espiritual ha estado siempre íntimamente asociado con la Curación.
Entre los salvajes el sacerdote era también “hombre de medicina”. En la Grecia
antigua, Esculapio era muy buscado por aquellos que necesitaban ser curados. La Iglesia les
siguió en sus pasos. Ciertas órdenes religiosas católicas han continuado sus esfuerzos de
aliviar el sufrimiento desde su origen hasta los tiempos actuales. En las enfermedades, el
“buen padre” solía venir como un representante de nuestro Padre en el Cielo, y lo que le
faltaba en habilidad le sobraba en caridad y simpatía, - si de veras era un bueno y santo
sacerdote - y lo demás se lograba por la fe del enfermo en el sacerdocio divino. Los
cuidados del sacerdote aplicados al paciente no empezaban, sin embargo, cuando el
enfermo estaba en la cama ni terminaban cuando había recobrado la salud. La gratitud del
paciente hacia el curador se añadía a la veneración que sentía por el consejero espiritual, y
por consiguiente el poder del sacerdote de ayudar y aliviar a sus feligreses enfermos
aumentaba enormemente, y el lazo entre ellos era más sólido que es posible que sean
cuando los oficios del consejero médico y del espiritual están divorciados.
No se puede negar que el doble oficio diera a los beneficiados un poder muy
peligroso sobre el pueblo y que se haya abusado de él en ocasiones. También resulta
evidente que el arte de la medicina ha logrado un estado de eficacia que no hubiera podido
obtenerse sin una gran devoción aplicada a esta finalidad. Las defensas que ofrecen las
leyes sanitarias, la extinción de insectos propagadores de enfermedades y la consiguiente
inmunidad, son testimonios elocuentes del valor de los métodos científicos modernos. Así
podría parecer que todo iba bien y que ya no harían falta nuevos esfuerzos. Pero en
realidad, hasta que la humanidad en su conjunto goce de perfecta salud, no hay ninguna
cuestión más importante que la de saber cómo lograr y mantener una buena salud.
Además de la escuela corriente de cirugía y medicina, que depende exclusivamente
de medios físicos para el tratamiento de las enfermedades, existen hoy otros sistemas en los
cuales se emplea solamente la curación mental. Todas las organizaciones que se dedican a
la “curación mental” y “curación natural” tienen la costumbre de celebrar reuniones
públicas de experimentación y de publicar periódicos con testimonios de partidarios
reconocidos que han sido tratados con éxito, y si los médicos de la escuela oficial hicieran
lo mismo, habría también gran número de testimonios a su favor.
La opinión de miles de personas es de gran valor, pero no prueba nada, porque otras
mil pueden opinar todo lo contrario. Alguna vez un solo hombre puede tener razón y todos
los demás del mundo entero no tenerla, como por ejemplo Galileo cuando mantuvo que la
Tierra se movía alrededor del sol. Actualmente el mundo entero cree a pies juntillas
precisamente aquello por lo cual él fue perseguido como hereje. Nosotros afirmamos que el
hombre es un ser compuesto y que por consiguiente los tratamientos son eficaces en la
medida que curen defectos en los distintos planos, físico, moral y mental. También
mantenemos que es más fácil obtener resultados en ciertos momentos, cuando los rayos de
las estrellas son propicios para la curación de una enfermedad determinada, o para el
tratamiento con remedios previamente preparados bajo condiciones favorables.
Es un hecho perfectamente conocido del medico moderno que la condición de la
sangre, y por consiguiente la del cuerpo entero, cambia en simpatía con el estado de ánimo
del paciente, y cuanto más emplee el médico la sugestión como complemento de la
medicina, tanto mas éxito obtendrá. Pero probablemente pocos admitirán el hecho de que
tanto nuestra condición mental como la física está dominada por la influencia de los rayos
planetarios, que cambian según el movimiento de los planetas. Desde que conocemos el
principio de la radioactividad, sabemos que todo el mundo proyecta al espacio
innumerables partículas pequeñísimas. La telegrafía sin hilos nos ha enseñado que las
ondas etéreas viajan rápidamente y con gran precisión a través del espacio, siendo
accionadas por una llave conforme a nuestra voluntad También sabemos que los rayos
solares nos afectan de modo distinto por la mañana, cuando nos llegan horizontalmente,
que al mediodía cuando son perpendiculares. Si los rayos luminosos del Sol que está
moviéndose rápidamente producen cambios físicos y mentales, no es posible que el rayo
persistente de planetas de menos movimiento tengan también un efecto? En el caso
afirmativo, son pues factores de salud que no deben ser despreciados por parte de aquellos
que quieren curar por métodos verdaderamente científicos.
La enfermedad es una manifestación de la ignorancia, el único pecado, y la curación
es una demostración del conocimiento aplicado, que es la única salvación. El Cristo es una
encarnación del Principio de Sabiduría y en la misma proporción que el Cristo se forme
dentro de nosotros, la salud se restablecerá también. Por esta razón el que quiere curar
debería ser espiritual y tratar de infundir altos ideales en la mente del enfermo, de modo
que aprenda eventualmente a conformarse con las leyes de Dios que rigen el universo, y así
lograr una salud permanente en vidas futuras como en la actual.
Sin embargo la fe sin obras es letra muerta. Si persistimos en vivir bajo condiciones
anti-sanitarias la fe no nos protegerá contra la fiebre tifoidea. Si aplicamos preventivos
apropiados, o remedios en caso de enfermedad, estaremos realmente demostrando nuestra
fe por las obras.
Igual que otras órdenes de Misterios, la Orden Rosacruz también se esfuerza en
ayudar a la humanidad para el logro de la salud del cuerpo. Se ha dicho en algunos libros
que los miembros de la Orden hacían el voto de curar a los demás gratuitamente.
Esta afirmación está alterada en cierto modo. Los hermanos legos hacen el voto de
socorrer a todos y lo mejor que puedan, sin recibir pago alguno. Este voto incluye la
curación, naturalmente, en casos de hombres tales como Paracelso, quien tenía una
habilidad especial para ello; por el método combinado de los remedios físicos aplicados
bajo una estrella favorable, y consejos espirituales lograba grandes éxitos. Otros no eran
aptos para curar, pero trabajaban en otras direcciones, sin embargo, todos eran iguales en
un detalle: nunca se hacían pagar por sus servicios y obraban en secreto, sin ruido de
tambores ni sonar de clarines.
CAPÍTULO XIX
Primera Parte
Recientemente nos hemos dado cuenta de que la obra de la Fraternidad Rosacruz no
es nuestra obra particular; es la obra de los Hermanos Mayores y de cada uno de los
miembros de la Fraternidad. El cumplimiento de esta labor ofrece una magnifica
oportunidad para el crecimiento del alma, y no tenemos derecho a sacar nosotros solos
todo el fruto de ella, como no lo tendríamos para privar a los miembros del alimento
material; debemos por el contrario ofrecer la oportunidad a todos, para que puedan cooperar
a la obra ya física, mental o financieramente, según el tiempo, el talento y la aptitud de cada
uno. También hemos comprendido, y seriamos servidores inútiles de los Hermanos
Mayores, porque la carga es más pesada que lo que podemos soportar, y para prosperar la
Gran Tarea requiere muchos operarios. Por este motivo haré en esta lección un relato de la
historia de la obra realizada hasta la fecha, de modo que los estudiantes puedan apercibir la
tarea futura, a hablar a menudo de mi propia persona y espero que los estudiantes me lo
perdonarán, porque, a pesar de molestarme mucho a mi mismo, la introducción del
elemento personal, en el caso presente, resulta inevitable.
En nuestra literatura hemos sentado como enseñanza axiomática que cada objeto en
el Universo visible es la materialización en forma definida de un pensamiento invisible y
preexistente. Fultón construyó un buque de vapor y Bell un teléfono en pensamiento antes
de que estas dos cosas se manufacturasen en madera y metal. Igualmente un autor proyecta
un libro en su mente antes de escribirlo. Una Orden de Misterios también tiene que idear su
filosofía espiritual para que se adapte a las necesidades de los pueblos a los cuales puede
requerir siglos. Los trabajos de los investigadores científicos se llevan a cabo en la
reclusión de sus laboratorios, y las conclusiones de sus tentativas que han de fomentar el
progreso intelectual de la raza, se substraen a las masas hasta que su definitiva
comprobación se haya hecho por los hombres científicos. Del mismo modo se produce con
las enseñanzas espirituales, las cuales, destinadas al fomento del desarrollo del alma entre
cierta clase de gente, son substraídas al gran público hasta que su eficacia haya sido
demostrada en el caso de algunos cuantos. Como las invenciones, teorías o proyectos salen
en cierto momento del estado experimental y son rechazados si no sirven para las
aplicaciones generales, así una enseñanza espiritual tiene también que llegar a cierto punto
de perfección para que pueda ser entregada al servicio general de la humanidad, o de lo
contrario se esfumaría.
Esto es lo que ha pasado con las enseñanzas de la Sabiduría Occidental formulada
por la Orden Rosacruz para que se mezclen y se confundan con la mentalidad ultra-
intelectual de Europa y América. Nuestro venerado Fundador y los doce Hermanos
Mayores que él seleccionó para ayudarle en la obra hace varios siglos, hicieron al principio
probablemente un estudio retrospectivo del rumbo del pensamiento humano durante nuestra
era, y quizá durante miles de años anteriores, y de este modo fueron capaces de formar un
concepto bastante exacto de la dirección que tomarían probablemente las mentes de las
generaciones futuras, y de determinar por consecuencia sus necesidades espirituales. Sin
querer profundizar su método, tenemos que declarar que sus conclusiones fueron exactas
cuando afirmaron que el “orgullo intelectual, la intolerancia y la impaciencia contra las
restricciones”, serian los principales pecados de nuestra época; y ellos formularon su
filosofía de tal manera que satisficiera al corazón, y al mismo tiempo apelase al intelecto y
enseñase al hombre el modo de escapar a la sujeción por el dominio sobre sí mismo. Los
millares de cartas de aprobación que hemos recibido de gentes del mundo entero, y de todas
las esferas sociales, atestiguan cuán grande es el hambre del alma y la satisfacción que estas
enseñanzas procuran a todo el mundo. Pero dentro de cincuenta o cien o doscientos años,
cuando los descubrimientos científicos del porvenir hayan confirmado muchos detalles
mencionados en el “Concepto Rosacruz del Cosmos”, y cuando las inteligencias se hayan
ensanchado, las enseñanzas Rosacruces darán satisfacción aún al alma de millones de
espíritus iluminados.
Por consiguiente el lector comprenderá que los Hermanos Mayores tienen que tomar
grandes precauciones para confiar a alguien tan importante mensaje, y especialmente por la
razón de que semejante enseñanza puede ser dada a la publicidad solamente en
determinadas épocas. Al igual que la simiente de las plantas es echada en la tierra al
principio del ciclo anual, así también una simiente filosófica como la enseñanza de los
Rosacruces debe ser plantada y el libro publicado en la primera década del siglo, la cual
inicia un nuevo ciclo, porque sino se perdería la oportunidad hasta el ciclo próximo. Un
mensaje que había sido seleccionado resultó ser fiel a las enseñanzas en el año 1905:
Entonces los Hermanos se dirigieron a mí y me confiaron las enseñanzas después de
hacerme pasar por cierta prueba en 1908. El “Concepto Rosacruz del Cosmos” fue
publicado en noviembre de 1909, algo más de un año antes del final de la primera década.
Unos amigos editaron el manuscrito original, pero yo tuve forzosamente que revisarlo antes
de entregarlo al impresor. Después de la prueba de la imprenta, la corregí y la devolví; la leí
otra vez después de la rectificación de las erratas, debiendo releer de nuevo el texto una vez
distribuido en páginas, dar instrucciones a los grabadores respecto a la ejecución de las
planchas y al impresor sobre el modo de colocarlas en el libro, etc. Me levantaba a las seis
y trabaja hasta la una, las dos o las tres de la madrugada, durante semanas enteras, con el
ruido ensordecedor de Chicago alrededor de mi, y llegando algunas veces hasta el limite de
mi resistencia nerviosa. Pero no desfallecía y añadí muchos detalles nuevos al libro. Si los
Hermanos no me hubiesen ayudado, yo habría sucumbido. Era, no obstante, la labor de
ellos y ellos me llevaron hasta el final. Todo lo que se me pedía a mi era el trabajar hasta el
limite de mi resistencia y aptitud y dejar todo lo demás en manos de ellos; pero quedé casi
agotado cuando el esfuerzo hubo terminado.
Ahora el lector comprenderá quizá mi situación respecto al “Concepto Rosacruz del
Cosmos”. Yo admiro sus hermosas enseñanzas más que nadie, y lo puedo hacer sin violar
mi propia modestia porque el libro no es mío, sino que pertenece a la humanidad. Hasta me
parece que yo no lo he escrito, tan completamente impersonal es mi manera de sentir en
este punto. Mi misión es únicamente la de cuidar que su publicación sea adecuada, y el
derecho de propiedad es simplemente para protegerlo contra posibles mutilaciones o
falsificaciones. Pero en cuanto sea posible encontrar una Junta de toda confianza, la
Fraternidad Rosacruz será incorporada en forma de sociedad, y todos mis derechos de autor
serán conferidos a la misma con todo lo demás que me pertenece, porque fue una parte del
pacto con los Hermanos la que todo el beneficio liquido de la obra debía ser puesto para
una mayor difusión de la filosofía, condición a la cual yo asentí con gusto, porque no
anhelo dinero con excepción de aquel que se necesita para fomentar la empresa, y mi
esposa piensa lo mismo. La obra bendita es la mayor recompensa para nosotros, más
apreciada que cualquier premio material.
Entre todas las cosas absurdas que se han publicado sobre la Orden Rosacruz hay
una gran verdad - la de que trata de curar a los enfermos -. Otras órdenes religiosas de
tiempos pasados han tratado de avanzar espiritualmente castigando el cuerpo y abusando de
él, pero los Rosacruces solicitan los cuidados más delicados para este instrumento. Para sus
actividades curativas hay dos razones. Al igual que todos los sinceros imitadores de Cristo
ellos están anhelando por “el día del Señor”. Saben que los abusos sexuales impulsados por
los espíritus de Lucifer han causado y son responsables de las enfermedades y las
debilidades, y que un cuerpo sano es indispensable para la libre expresión de una mente
sana. Por este motivo han tratado siempre de curar los males del cuerpo, para que este
pueda dar expresión a una mente sana, y a un amor puro en vez de pervertirlo, porque la
concepción efectuada bajo tales condiciones acelera la venida del Reino de Cristo, al
producir cuerpos de una textura cada vez más fina, para reemplazar a “la carne y a la sangre
(las cuales) no pueden heredar el reino”, porque son impropias bajo el punto de vista
fisiológico.
Cristo dio dos mandamientos a sus mensajeros: “Predicar el evangelio” (de la edad
venidera) y “Curar a los enfermos”. El uno es tan obligatorio como el otro y, por las
razones indicadas antes, igualmente necesarios. Con el fin de cumplir el segundo
mandamiento los Hermanos Mayores han concebido un sistema de curar que combina los
mejores factores de varias escuelas actuales con un método de diagnóstico y tratamiento tan
seguro como sencillo, y de este modo se ha dado un gran paso para elevar el arte de curar
del terreno experimental en que se encuentra a un punto de ciencia exacta.
En la noche del 9 de abril de 1910, en ocasión en que la Luna se hallaba en Aries,
mi Maestro apareció en mi habitación y me dijo que una nueva década (ciclo) había
empezado aquella noche. La noche anterior había terminado mi trabajo en el Centro de la
Fraternidad que se acababa de formar en Los Ángeles. Yo había venido viajando y dando
conferencias durante seis noches de la semana, y además durante algunas tardes. Desde mi
trabajo de publicación del libro en Chicago había estado enfermo y me retiré de los trabajos
en público para recuperar la salud. Yo sabia que era muy peligroso abandonar el cuerpo
conscientemente estando enfermo, porque el éter es entonces excesivamente tenue y el
cordón plateado se rompe fácilmente. Bajo estas condiciones la muerte provocaría el
mismo sufrimiento que el del suicidio, y por esta razón se advierte al Auxiliar Invisible que
debe quedarse siempre en su cuerpo cuando sufre algún mal. Pero ante la solicitud de mi
Maestro me dispuse para dar el vuelo del alma hasta el Templo, y un guarda se quedó para
cuidar de mi cuerpo enfermo.
CAPÍTULO XXI
NUESTRO TRABAJO EN EL
MUNDO
Segunda Parte
Conforme indicamos previamente en nuestra literatura, hay nueve grados en los
Misterios Menores de cualquier escuela, y la Orden Rosacruz no es ninguna excepción de
esta regla. El primero corresponde al Periodo de Saturno, y los ejercicios correspondientes
se hacen el día de Saturno o sábado a medianoche. El segundo grado corresponde al
Periodo Solar y su rito particular se celebra todos los domingos. El tercer grado
corresponde al Periodo Lunar y se celebra el lunes a medianoche y así sucesivamente con el
resto de los primeros siete grados: cada uno corresponde a un periodo y su rito se celebra el
día apropiado. El octavo grado se celebra en el momento de la Luna nueva y llena, y el
noveno en los solsticios de verano e invierno.
Cuando un discípulo asciende a hermano lego o hermana lega, es introducido en el
rito celebrado la noche del sábado. La próxima iniciación le autoriza a asistir a los servicios
de medianoche del domingo, y así sucesivamente. Es de notar, sin embargo, que mientras
todos los hermanos legos y hermanas legas tienen libre acceso, en sus cuerpos espirituales,
al templo durante todos los días, están excluidos de los servicios de medianoche de aquellos
grados a los cuales aún no pertenecen. No es tampoco un guarda visible que está colocado a
la entrada pidiendo la palabra de consigna a los que desean entrar, sino que hay una muralla
alrededor del Templo, invisible, pero impenetrable a todos aquellos que no han recibido el
“ábrete sésamo”. Cada noche esta muralla es de distinta constitución, de modo que si un
alumno, por error o por descuido, tratara de entrar en el Templo cuando los ejercicios que
se celebran sean superiores a su grado, muy pronto se dará cuenta de que es muy posible
dar con la cabeza contra una muralla espiritual, y que semejante sensación no es de ningún
modo agradable.
Como queda dicho, el octavó grado celebra sus reuniones en el momento de la Luna
nueva de la llena, y todos los que no han llegado a él, quedan excluidos de aquel servicio de
medianoche; el que esto escribe entre ellos, porque estos grados no son cosas banales que
se pueden obtener mediante pago de algunas monedas menudas, sino que requieren un
desarrollo espiritual mucho mayor que el de mi estado actual, y al cual no llegaré hasta
después de varias otras existencias, aunque no carezca ni de la voluntad ni de la aspiración
de llegar hasta allí ahora. Por consiguiente, el lector comprenderá que en la noche de la
Luna nueva en Aries de 1910, cuando el Maestro vino a buscarme, no era para llevarme a
aquella sublime asamblea del octavo grado, sino a otra reunión de distinta naturaleza.
Además, como quiera que esta reunión se celebró durante la noche y que nos
hallábamos en California, por ser la hora distinta en Europa, los ejercicios de la Luna nueva
habían sido celebrados en Alemania varias horas antes, de manera que cuando llegamos al
Templo mi Maestro y yo, el Sol estaba ya muy alto en los cielos.
Cuando entramos en el Templo, algún tiempo fue empleado en una entrevista solo
con mi Instructor, y en ella él esbozó la tarea de la Fraternidad, tal como los Hermanos
querían que se llevase a cabo. La característica principal de la acción era la de rehuir hasta
donde fuera posible de toda organización o al menos hacerla lo más abierta que se pudiera,
porque, según afirmó mi interlocutor, por buenas que sean las intenciones al principio, en
cuanto se crea posición y poder que puedan halagar la vanidad del hombre, la tentación se
hace muy atractiva para la mayoría, y a medida que se atenta a la libre voluntad de los
miembros, el objeto de la Orden Rosacruz de fomentar la individualidad y la confianza de
cada uno en sí mismo, quedará anulado. Las leyes y reglamentos implican limitaciones y
por esta razón debería haber los menos posibles. El Maestro aun pensaba que seria posible
el quedar por completo libre de toda reglamentación.
En consideración a este principio es por lo que yo he hecho imprimir como
membrete en nuestro papel de cartas “Una Asociación Internacional de Místicos
Cristianos”; porque hay una gran diferencia entre una asociación que es enteramente
voluntaria y una organización que liga a sus miembros con juramentos y alianzas, etc.
Aquellos que han tomado sobre sí la Obligación de probacionistas en la Fraternidad
Rosacruz saben que esta Obligación es una promesa hecha a ellos mismos y no a la Orden
Rosacruz. El mismo escrupuloso cuidado por el mantenimiento de la más completa libertad
individual se evidencia en todas partes de la Escuela de Misterios Occidental. Nosotros no
tenemos “Amos”; nuestros guías son nuestros amigos y nuestros Maestros, y nunca bajo
ningún concepto, exigen la obediencia a ninguno de sus mandatos, ni nunca exigen de
nosotros que hagamos esto o lo otro. A lo sumo nos dan consejos, dejándonos luego en
libertad para seguirlos o rechazarlos.
Esta táctica de rehuir toda organización ha sido ya adoptada por los centros de
estudios en Columbus, Seattle y Los Ángeles, pero desde entonces he ampliado esta línea
de conducta, tratando de extender las enseñanzas entre los simpatizantes individualmente,
desde un Centro Mundial, más bien que de establecer otros centros en distintas ciudades.
En algunos puntos, grupos de estudiantes han deseado unirse para los estudios y para una
mayor elevación espiritual. A este fin se les ha ayudado lo mejor posible, pero como dejo
dicho no he, tratado nunca de formar centros de estudios, sino que he dejado siempre a los
estudios en plena libertad para hacer lo que más les conviniese.
La nueva actividad de curar, de la cual hablaré ahora, exigía una residencia general
permanente. Como vivimos en un mundo concreto bajo condiciones materiales, parece
necesario que la Residencia General esté incorporada bajo las leyes del país en el cual
vivimos, de modo que aquello que pertenece a la Empresa, pueda estar dispuesto para el
uso de la humanidad cuando los directores actuales hayan desaparecido de este plano. En
este aspecto no podemos evitar condiciones severas y fijas de organización en la Residencia
General, pero la Asociación en general debe quedar libre, para poder obtener el mayor
crecimiento espiritual y la más larga vida. Es triste, sin embargo, darse cuenta de que a
pesar de nuestras buenas intenciones ha de venir el día en que la Fraternidad Rosacruz
tendrá que seguir el camino de todos los demás movimientos semejantes; instituirá leyes, y
la usurpación del poder causará su cristalización y desintegración. Pero tenemos el
consuelo de que entonces nacerá de sus ruinas algo más grande y mejor, como ha nacido
igualmente de otras estructuras que habían servido ya a sus fines y que están actualmente
en camino de disolución.
Después de la discusión mencionada anteriormente entramos en el Templo, donde
los doce Hermanos estaban presentes. Estaba arreglado de modo distinto de lo que yo había
visto previamente; pero por falta de espacio no puedo dar más detalles. Mencionaré tan solo
tres esferas, suspendidas unas encima de las otras en el centro del Templo; estando la esfera
del medio a media distancia entre el suelo y el techo, y también era mucho más grande que
las otras dos que estaban suspendidas una encima y la otra debajo.
Los distintos modos de visión superiores al plano físico: la visión etérea, o de Rayos
X, visión de color, que nos abre el Mundo del Deseo, y la visión de tonos, que nos descubre
la Región del Pensamiento Concreto, como está explicado muy detalladamente en “Los
Misterios Rosacruces”.
Mi desarrollo de esta última fase de visión espiritual había sido muy indiferente
hasta el momento mencionado, porque es un hecho que, cuanto más robusta es nuestra
salud, tanto más estamos compenetrados con el mundo físico, y tanto menos capacitados
somos para ponernos en contacto con las esferas espirituales. Aquellas personas que pueden
decir: “No he estado enfermo ni un solo día de mi vida”, al mismo tiempo revelan el hecho
de que están perfectamente a tono con el mundo físico y totalmente incapaces de entrar en
contacto con las regiones espirituales.
Esto había sido casi mí caso hasta el año 1905, a pesar de haber yo sufrido horribles
dolores toda mi vida, como consecuencia de una operación quirúrgica en la pierna izquierda
durante mi niñez. La herida no quería curarse nunca, y sólo se cerró cuando dejé de comer
carne, y entonces desapareció también el dolor. Pero mi resistencia durante todos aquellos
años era tal, que nunca se me conocía la menor expresión de dolor en la cara, y fuera de
esto, gozaba yo de perfecta salud. Era, sin embargo, extraño que cada vez que perdía algo
de sangre como consecuencia de haberme cortado, la sangre no se coagulaba y perdía
siempre una gran cantidad. Pero después de dos años de una dieta limpia, la pérdida casual
de una uña entera una mañana, no me hizo perder más que unas cuantas gotas de sangre Y
pude escribir en mi máquina la misma tarde, no habiéndose formado ni un átomo de pus
durante el crecimiento de la uña nueva.
Sin embargo, la construcción de la parte espiritual de la naturaleza trajo desarmonía
para el cuerpo físico, el cual se hizo más sensitivo a las condiciones externas y el resultado
fue mi agotamiento. Este era tanto más completo cuanto que la resistencia al mal antes
mencionada, que me sostenía en pie durante meses, después ya no la tenía, lo cual produjo
el resultado final de que llegué hasta dos pasos de la puerta de la muerte.
Como quiera que la muerte es la disolución del lazo que une al cuerpo físico con los
espirituales, aquellos que están cercanos a aquélla se aproximan al estado existente cuando
la ruptura está manifestándose. Goethe, el gran poeta alemán, recibió la primera iniciación
en ocasión de hallarse postrado en cama y casi muriéndose. Yo no había progresado tanto,
pero mis estudios, aspiraciones y un ejercicio practicado durante mucho tiempo que yo
pensé había ideado pero que ahora conozco que venia conmigo desde otra vida anterior,
todo esto combinado me permitió durante mi primera enfermedad salir de mi cuerpo por un
rato para volver después. Yo no sabía cómo lo hacía, pues no era capaz de hacerlo a
voluntad aún. Un año después lo volví a hacer otra vez como consecuencia de un accidente.
Todo esto, por supuesto, no viene al caso. El punto que yo deseo hacer patente es el de que
es necesario la alteración de nuestra salud física antes de que nos sea posible el mantener el
equilibrio en el mundo espiritual, y cuanto más fuerte y vigoroso el instrumento, tanto más
enérgico debe ser el método para vencer su resistencia. Después vienen años de una
condición flotante e irregular de salud, hasta que, finalmente, estamos en condiciones de
poder arreglarnos para mantener la salud en el mundo físico, mientras que podemos al
mismo tiempo funcionar en las regiones superiores.
Así me ha sucedido a mí; un trabajo abrumador, físico y mental, hasta el día
presente, ha puesto a mí cuerpo físico en una condición poco agradable. Los amigos me han
prevenido y yo he tratado de hacerles caso; pero era preciso hacer el trabajo y hasta la
llegada de alguna ayuda, me veo obligado a continuar en mí puesto sin consideraciones
para mi salud, y mi esposa esta de acuerdo conmigo en esto como en todo lo demás.
De esta condición precaria se ha desprendido, sin embargo, una creciente habilidad
para funcionar en el mundo espiritual. Mientras que, como queda dicho, en el momento de
la experiencia relatada, la visión de tonos y la capacidad de funcionar en la Región del
Pensamiento Concreto eran indiferentes y limitadas a su más baja subdivisión, una pequeña
ayuda de los Hermanos aquella noche me puso en condiciones de ponerme en contacto con
la cuarta división, dónde se hallan los arquetipos, y de recibir allí la enseñanza y
comprensión de aquello que es considerado como el más elevado ideal y la más alta misión
de la Fraternidad Rosacruz.
Vi nuestra Sede principal y una larga cola de personas viniendo de todas las partes
del mundo para recibir la enseñanza. De allí las vi salir luego para llevar el bálsamo a los
afligidos de cerca y de lejos.
Mientras que aquí en este mundo es necesario investigar con el fin de descubrir lo
que sea, allí la voz de cada arquetipo nos trae consigo, cuanto toca nuestra conciencia
espiritual,. Un conocimiento de lo que aquel arquetipo representa. Así llegó a mi aquella
noche una comprensión que está muy por encima del poder de mis palabras, porque el
mundo en el cual vivimos está basado en el principio del tiempo, pero en la alta región de
los arquetipos no nos dicen sus pensamientos como yo los cuento ahora, sino que allí nace
en nosotros en un instante el concepto de toda la idea, de un modo mucho más luminoso
que lo permite la expresión de las palabras. Desde entonces nunca me había atrevido a
detallarlo, pero ahora trataré de hacer de aquella experiencia una descripción en el capítulo
siguiente.
CAPÍTULO XXII
NUESTRO TRABAJO EN EL
MUNDO
Tercera Parte
La región del Pensamiento Concreto, como está especificado en otras obras
nuestras, es el reino del sonido, donde la armonía de las esferas, la música celestial, ínter
penetra todo, como la atmósfera de la Tierra envuelve todo lo terrestre. Todo lo que hay en
aquella Región puede decirse que está envuelto en música y penetrado por ella; todo allí
vive y se desarrolla por la música. La palabra de Dios suena allí continuamente y forma
todos los distintos tipos que después se cristalizan y forman las cosas que vemos en nuestro
mundo terrestre.
En el piano hay cinco teclas negras y siete blancas, que juntas constituyen la octava.
Además de los siete globos en los cuales nosotros evolucionamos durante un Día de
Manifestación, hay cinco globos obscuros que atravesamos durante las Noches Cósmicas.
En cada ciclo de vida el Ego se retira durante una temporada al más espeso de los cinco
globos, que es el Caos, el mundo sin forma donde no permanece nada con excepción de los
centros de fuerza conocidos por átomos-simiente. Al principio de un nuevo ciclo de vida el
Ego baja otra vez a la Región del Pensamiento Concreto, donde la “música de las esferas”
pone en seguida en vibración a los átomos-simiente.
Hay siete esferas, los planetas de nuestro sistema solar. Cada una tiene su nota-clave
y emite un sonido distinto del de cada uno de los demás planetas. Pero uno u otro de estos
planetas vibra sincrónicamente con el átomo-simiente del Ego que está preparando su
renacimiento o incorporación. Este planeta corresponde entonces a la “nota dominante” en
la escala musical; y aunque los tonos de todos los planetas sean necesarios para construir un
organismo completo, cada uno se modifica y se adapta al impacto básico dado por el
planeta de más armonía, el cual por consiguiente será el regente de aquella vida, su
Estrella-Paterna. En la música celestial lo mismo que en la terrestre hay armonías y
discordancias y todas ellas chocan contra el átomo-simiente y ayudan a la construcción del
arquetipo. Así se forman líneas de fuerza vibratorias, las cuales atraen después y colocan
partículas físicas, del mismo modo los esporos o granitos de arena son reunidos en figuras
geométricas, tocando un platillo de cobre con un arco de violín.
Sobre estas primordiales líneas de vibración se construye más tarde el cuerpo físico,
y de este modo expresa exactamente la armonía de las esferas tal como vibraba durante el
periodo de construcción. Este periodo, sin embargo, es mucho más largo que el periodo
actual de gestación, y varia según la complexión de la estructura requerida por la
manifestación física que busca la manifestación física. El proceso de la construcción del
arquetipo no es tampoco continua, porque bajo aspectos de planetas que producen notas a
las cuales las fuerzas vibratorias del átomo simiente no pueden responder, el arquetipo
simplemente permanece susurrando sobre lo que ya ha aprendido, y espera entre tanto un
nuevo sonido que le pueda servir para seguir construyendo el organismo que desea para
poder expresarse.
Viendo de este modo que el organismo terrestre que todos habitamos, es moldeado
conforme a líneas vibratorias producidas por el canto de las esferas, nos podemos dar
cuenta de que las discordancias que se expresan en forma de enfermedades son producidas
en primer término por una desarmonía interior. Es, además, evidente, que si podemos
obtener un conocimiento exacto respecto a la causa directa de la discordia y remediarla, la
manifestación física de la enfermedad desaparecerá muy pronto. Esta información se nos
facilita por el horóscopo del nacimiento, porque en él cada planeta en su casa y signo
expresa armonía o discordancia, salud o enfermedad. Por esta razón todos los métodos de
curación son adecuados solamente en la proporción que toman en consideración las
armonías y discordancias estelares expresadas en la rueda de la vida que es el horóscopo.
Mientras que las leyes de la naturaleza que rigen en las regiones inferiores son
todopoderosas bajo circunstancias ordinarias, hay leyes superiores que pertenecen a las
regiones espirituales y que en ciertas circunstancias son empleadas para invalidar las
primeras... Por ejemplo, el perdón de los pecados después de su reconocimiento y
verdadero arrepentimiento, se emplea para invalidar la ley que pide ojo por ojo y diente por
diente.
Cuando Cristo andaba por la Tierra y curaba a los enfermos, El, siendo el Señor del
Sol, encarnaba dentro de Sí la síntesis de las vibraciones estelares, como la octava contiene
dentro de si todos los tonos de la escala, y, por consiguiente, El podía emitir de Sí mismo la
verdadera influencia planetaria correctiva tal como la requería cada caso. El sentía la
discordancia y sabía en seguida lo que hacia falta para remediarla gracias a Su condición
exaltada. El obtenía resultados instantáneos substituyendo la armonía a la discordia
planetaria que había causado la enfermedad que El estaba tratando. Solamente en un caso
El se sirvió de la ley superior cuando dijo:
“Levántate, tus pecados están perdonados”.
Los métodos corrientes empleados en el Sistema de Curación Rosacruz dependen
igualmente de un conocimiento de las discordancias planetarias que provocan las
enfermedades, y de la influencia correctiva que es el remedio del mal. Esto ha sido
suficiente en todos los casos que se nos han presentado hasta ahora. Sin embargo, hay un
método más poderoso, utilizable bajo una ley superior, y que puede acelerar el
restablecimiento de la salud en casos muy antiguos; si además exigen ciertas circunstancias
y sobre todo el sincero reconocimiento del mal, es posible que los efectos de la enfermedad
queden borrados antes de que el implacable destino lo hubiera permitido de otro modo.
Cuando observamos a un enfermo con la vista espiritual, sin tener en cuenta que su
cuerpo esté demacrado o no, el vidente nota de un modo innegable que los vehículos
superiores están mucho más tenues que durante el estado de salud. De esta manera no
trasmiten al cuerpo físico la cantidad adecuada de vitalidad y por consiguiente este
instrumento queda más o menos exhausto. Pero en cualquier estado de demacración que se
halle el resto del cuerpo físico, ciertos centros que son tenues durante el estado de salud en
un grado que varía según el desarrollo espiritual del hombre, se apiñan cada vez más en
proporción con la seriedad de la enfermedad. Esto es cierto especialmente en el caso del
centro principal entre las cejas. Allí el espíritu está emparedado, a veces hasta tal punto que
pierde contacto con el mundo exterior sobre su propia condición que solamente la completa
ruptura del cuerpo físico lo puede libertar. Esto puede ser un proceso de largos años y entre
tanto la discordancia planetaria que causó la enfermedad inicial puede haber pasado ya,
pero el enfermo es incapaz de sacar provecho de su estado mejorado. En tales casos se
necesita una irradiación espiritual de una clase especial para comunicar su mensaje al alma:
“Tus pecados están perdonados”. Habiendo oído esto, aquella calma podrá responder al
mandamiento “Coge tu cama y márchate”.
Nadie entre nuestra actual humanidad puede llegar ni remotamente a la estatura de
Cristo, y por consiguiente nadie puede tampoco ejercer Su poder en semejantes casos
extremos; pero la necesidad de aquel poder en manifestación activa existe hoy tanto como
hace dos mil años. El espíritu penetra todo en y sobre nuestro planeta, pero en medida
variable y con algunas substancias tiene más afinidad que con otras. Siendo una emanación
del principio de Cristo, es el Espíritu Universal que compone el Mundo del Espíritu de
Vida y es el que restablece la armonía sintética del cuerpo.
En aquella noche memorable mencionada antes, se le enseñó en el Templo de los
Rosacruces al autor de este libro una sustancia con la cual el Espíritu Universal se podía
combinar tan fácilmente como grandes cantidades de amoniaco se combinan con agua.
Dentro de la gran esfera central mencionada en otro capítulo anterior había un recipiente
más pequeño que contenía cierto número de paquetes llenos de aquella sustancia. Cuando
los Hermanos se hubieron colocado en ciertas posiciones, y cuando la armonía de una
determinada música hubo allanado el camino, de repente los tres globos empezaron a
resplandecer con los tres colores primarios: azul, amarillo y encarnado. El autor tuvo
entonces la clara visión de que durante la encantación de la fórmula el recipiente que
contenía los paquetes se encendió con una esencia espiritual que antes no existía allí.
Algunos de estos paquetes fueron usados más tarde por los Hermanos con éxito
instantáneo. Delante de ellos, las partículas cristalizantes que envolvían los centros
espirituales del enfermo se disiparon como por fuerza mágica, y el paciente despertó a un
estado nuevo de salud y bienestar físico.
FIN