Brutalización y Alemania
Brutalización y Alemania
Brutalización y Alemania
nº 15, 2016
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WAR-TIME MENTALITIES.
20th CENTURY
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Composición:
Patricia Barbero
Impresión y encuadernación:
XXXXXXXXXXXXXXX
Ángel Alcalde
La tesis de la brutalización (George L. Mosse) y sus críticos:
un debate historiográfico ............................................................................ 17
The ‘Brutalization’ Thesis (George L. Mosse) and its Critics:
A Historiographical Debate)
Mark Jones
Alemania 1918-1919: la revolución de la violencia .................................... 43
Germany 1918-1819: A Revolution in Violence
Eros Francescangeli
De “caballeros de la muerte” a la “lucha por la vida”. Los
arditi italianos, de la guerra a la militancia antifascista .............................. 73
From ‘Death Knights’ to the ‘Struggle for Life’. Italian Arditi, from
War to Anti-fascism
Celia Valiente
Luchar por participar: la protesta feminista en la Iglesia
Católica durante el franquismo ................................................................ 203
Fighting for joining in: The Feminist Protest within the Catholic
Church in Franco’s Spain
F. Miquel de Toro
Denkmal für die ermordeten Juden Europas y el paisaje de la
memoria en la Alemania reunificada ........................................................ 281
Denkmal für die ermordeten Juden Europas and the Memory’s
Landscape in Reunified Germany
Un día del frío mes de enero de 1919, aún resonando por Europa los ecos de
los disparos de la insurrección espartaquista en Berlín, no olvidado tampoco
el estruendo de los bombardeos de la Gran Guerra, un político socialista italia-
no llamado Giovanni Zibordi hacía un llamamiento sobre las páginas del diario
Avanti! a realizar la “urgente tarea” de “desmovilizar los cerebros”1. Antes inclu-
so que llevar a cabo la desmovilización militar que millones de soldados aún
en armas ansiaban sobremanera, era necesario abandonar, también en el mundo
civil, la “psicología de guerra”; hacía falta “convencerse de que la paz [había]
llegado”. El artículo de Zibordi, uno entre los pocos políticos izquierdistas ita-
lianos expresamente interesado por los asuntos de excombatientes al acabar
la Primera Guerra Mundial, centraba su atención en los mecanismos de desmo-
vilización económica acuciantes en ese momento en el país transalpino (el
retorno al trabajo, la reconversión de industrias bélicas…), pero ante todo ad-
vertía sin ambages la urgencia de una desmovilización de los cerebros, la
necesidad de eliminar la idea de que la guerra todavía estaba en marcha.
Mucho antes de que los historiadores hablaran de “brutalización” o de
“desmovilización cultural”, por mencionar sólo dos nociones muy empleadas
internacionalmente en los últimos años, ya los contemporáneos eran conscien-
tes del impacto de la guerra en la psicología humana, y de los efectos de las
experiencias bélicas en lo que podemos seguir denominando “mentalidades”
(mentalités), por desempolvar la vieja categoría de la escuela de Annales en el
amplio marco de historia cultural.
En la historiografía española, los últimos diez años han presenciado un
vivo interés por las perspectivas culturales sobre la historia de la guerra y las
1. ZIBORDI, G., “Problemi urgenti. La smobilitazione dei cervelli”, Avanti! (Turín), 22-I-1919.
12 Ángel Alcalde y Claudio Hernández Burgos
2. Muy selectivamente, cabe señalar aquí como pioneros a Xosé Manoel NÚÑEZ SEIXAS, ¡Fuera
el invasor! Nacionalismos y movilización bélica durante la guerra civil española (1936-1939),
Madrid, Marcial Pons, 2006, y a Eduardo GONZÁLEZ CALLEJA, “La cultura de guerra como
propuesta historiográfica: una reflexión general desde el contemporaneísmo español”,
Historia Social, 61 (2008), pp. 69-87. Para una más amplia reflexión historiográfica nos
remitimos al artículo de Ángel Alcalde en este mismo dossier.
3. Sobre el carácter contingente de las políticas de la violencia en el siglo XX insiste Javier
RODRIGO (ed.), Políticas de la violencia. Europa, siglo XX, Zaragoza, Prensas de la Univer-
sidad de Zaragoza, 2014.
Presentación 13
Ángel Alcalde
Instituto Universitario Europeo, Florencia
angel.alcalde@eui.eu
Recibido: 31-I-2016
Aceptado: 5-IX-2016
Resumen
Este artículo explora el amplio debate internacional mantenido por historiadores con-
temporaneístas en torno a la tesis de la “brutalización”, popularizada por George L. Mo-
sse a partir de su libro Soldados caídos (1990), y según la cual la experiencia de gue-
rra de los soldados del frente en la Primera Guerra Mundial habría sido la causa de
los altos niveles de violencia política de la República de Weimar y, por ende, el origen
del nacionalsocialismo y el genocidio. El artículo clarifica las raíces de la interpretación
mosseana, analiza las críticas, reformulaciones y usos de la “brutalización” y conclu-
ye que el fuerte debate mantenido, a pesar de no alcanzar consenso, terminó por con-
sagrar una noción sugerente, aunque obscura y de cuestionable capacidad analítica, en
el lenguaje profesional de los historiadores.
Palabras clave: Brutalización, Historiografía, George L. Mosse, Violencia política, Entre-
guerras, Primera Guerra Mundial.
Abstract
This article explores the widespread international debate in modern historiography
maintained around the “brutalization” thesis, which was popularized in George L.
Mosse’s book Fallen Soldiers (1990). According to Mosse, the war experience of the
front soldiers during World War I was the cause of the heightened levels of political
violence during the Weimar Republic. Such brutalization allegedly provided the basis
for Nazism and the Genocide. In an attempt to clarify the origins of Mosse’s interpre-
tation this work analyses criticism, reformulations and uses of “brutalization”. In
spite of the fact that the heated debate reached no consensus, it eventually managed to
establish a revealing –though vague and scarcely open to analytical potential notion
in the professional language of historians.
Keywords: Brutalization, Historiography, George L. Mosse, Political Violence, Interwar
Period, World War I.
El autor y su obra
En la inmensa obra historiográfica de George L. Mosse (1918-1999),8 la tesis
de la brutalización representa solamente una pequeña, aunque influyente parte.
Mosse, que desarrolló su larga carrera en los Estados Unidos, como profesor en
la Universidad de Wisconsin desde 1955, se destacó primero como modernista,
escribiendo obras de éxito sobre esa época durante los años 50. Fue a partir de
los años 60 cuando, tras publicar una obra muy sugerente y de profunda mira-
da sobre los siglos XIX y XX como fue The Culture of Western Europe (1961),
su labor dio un giro que le llevaría a convertirse en un estudioso de las raíces
culturales del nazismo. Durante varias décadas, The Crisis of German Ideology
(1964) fue su libro más importante, pues con su examen de las raíces ideoló-
gicas del nacional-socialismo alemán y la evolución del nacionalismo völkisch,
presentada a la manera de un Sonderweg germano, Mosse se alejaba de la enton-
ces dominante interpretación del nazismo como totalitarismo. A este volumen
siguieron otros, como la selección de textos sobre la ideología nazi bajo el
entonces atrevido título Nazi Culture (1966), traducido a varios idiomas, y una
serie de artículos y obras colectivas e individuales en la misma línea investiga-
dora. La obra de Mosse pasó de enmarcarse en el campo de la historia de las
ideas, a abrazar el estudio de la ideología como elemento cultural para la cons-
trucción del consenso político, y de ahí al análisis de los mitos, símbolos y este-
reotipos visuales en la sociedad moderna.
Como adelantado a su tiempo, su manera de interesarse por la cultura nazi
resultó sumamente provocadora, y exitosa, ya que no tardarían en aparecer ému-
los en otras historiografías, en particular en la italiana, especialmente durante
los años 80. Se sabe que The Crisis of German Ideology, traducida al italiano ya en
1968, fue una lectura que causó impacto en Renzo De Felice, inmerso entonces
en la escritura de su conocida biografía de Mussolini, y que asimismo influyó
muy notablemente a un discípulo de aquel, Emilio Gentile, que por su parte
preparaba su conocida tesis sobre la ideología fascista.9 No en vano, Gentile y
otros historiadores de renombre como Roger Griffin no han cesado de ensalzar
al historiador de origen judeo-alemán, por haber desbrozado el camino a las
renovadoras perspectivas culturalistas sobre el fascismo que tanto se han culti-
vado en las últimas décadas.10
Aunque Mosse ha pasado a la historia de la historiografía, sobre todo, como
un especialista en el nazismo, sus perspectivas siempre llegaron muchísimo
más lejos en el pasado, abordando temáticas que trascendían ampliamente la
cultura política alemana de los años 30. Los años de mayor actividad profesio-
nal y producción intelectual de Mosse se sitúan entre mediados de los años
60, cuando fundó junto a Walter Lacqueur el Journal of Contemporary History
(1966), y finales de los años 80. En este tiempo, otra obra de enorme relevancia
fue The Nationalization of the Masses (1975), un estudio de los símbolos, mitos
y liturgias del culto a la nación en Alemania, con el que Mosse también se con-
9. ARAMINI, Donatello, George L. Mosse, L’Italia e gli storici, Franco Angeli, Milano, 2010.
10. GENTILE, Emilio, Il fascino del persecutore. George L. Mosse e la catastrofe dell’uomo mo-
derno, Roma, Carocci, 2007; GRIFFIN, Roger, “Fascism and Culture: A Mosse-Centric
Meta-Narrative (or how Fascist Studies Reinvented the Wheel)”, en António COSTA-
PINTO, ed., Rethinking the Nature of Fascism. Comparative Perspectives, Basingstoke,
Palgrave Macmillan, 2011, pp. 85-116.
sagró como historiador del nacionalismo.11 Al igual que con sus trabajos sobre
la historia del racismo, que en 1978 dieron como fruto la obra Toward the Final
Solution, lo que Mosse pretendía explicar era, ante todo, las fuentes ideológi-
cas y culturales del nazismo, de cuya persecución él mismo había tenido que
escapar por su condición de judío. Además, su homosexualidad inconfesa
durante mucho tiempo, que le había convertido en un “doble outsider”, también
le empujó a innovar en el estudio de la masculinidad y la sexualidad, en unos
años en los que la historia de género estaba todavía en ciernes.
11. Hay traducción en español: MOSSE, George L., La nacionalización de las masas.
Simbolismo político y movimientos de masas en Alemania desde las guerras napoleónicas
al Tercer Reich, Madrid, Marcial Pons, 2005; sobre el tardío impacto de esta obra en
España véase CASPISTEGUI, Francisco Javier, “La nacionalización de las masas y la
historia del nacionalismo español”, Ayer, nº 94 (2014), pp. 257-270. La traducción al
italiano no se hizo esperar tanto (1975, Il Mulino).
12. MOSSE, George L., Fallen Soldiers. Reshaping the Memory of the World Wars, New York,
Oxford University Press, 1990. Traducido al español por Ángel Alcalde: MOSSE,
George L., Soldados caídos. La transformación de la memoria de las guerras mundiales,
Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2016.
13. MOSSE, George L., “National Cemeteries and National Revival: The Cult of the Fallen
Soldiers in Germany”, Journal of Contemporary History, vol. 14, nº 1 (Jan. 1979), pp. 1-20.
14. MOSSE, George L. “Two World Wars and the Myth of the War Experience”, Journal of
Contemporary History, vol. 21, nº 4 (1986), pp. 491-513.
15. (“brutalizing effect of needless warfare”, “brutalization of men and women”), The Indiana
Sentinel (Indianapolis), 21-II-1892.
16. (“La ‘brutalisation’ des masses, après chaque guerre, à toujours été constatée”), Le Mutilé
de l’Algerie. Journal des mutilés, reformés et blessés de guerre de l’Afrique du Nord (Argel),
nº 258, 18-VIII-1922.
17. (“diventa brutalizzazione e imbestiamento”), La Stampa (Turín), 11-V-1929.
18. La Velocidad. Órgano de la sociedad de chauffeurs y aspirantes (Madrid), 1 de febrero de
1923.
19. Véase LAWRENCE, Jon, “Forging a Peaceable Kingdom: War, Violence, and Fear of
Brutalization in Post–First World War Britain”, The Journal of Modern History, vol. 75,
nº 3 (2003), pp. 557-589.
20. KING, David R., “The Brutalization Effect: Execution Publicity and the Incidence of
Homicide in South Carolina”, Social Forces, vol. 57, nº 2 (1978), pp. 683-687; BAILEY,
William C., “Deterrence, Brutalization, and the Death Penalty: Another Examination
of Oklahoma’s Return to Capital Punishment”, Criminology, vol. 36, nº 4 (1998), pp.
711-734.
21. FUSSELL, Paul, The Great War and Modern Memory, Oxford, Oxford University Press,
1975. Hay traducción al español: Id., La Gran guerra y la memoria moderna, Madrid,
Turner, 2006.
22. WARD, Stephen R., ed., The War Generation. Veterans of the First World War, London
y Port Washington (NY), Kennikat Press, 1975.
23. KEEGAN, John, The Face of Battle, London, Jonathan Cape, 1976.
24. Citamos según la traducción española, KEEGAN, John, El rostro de la batalla, Madrid,
Ediciones Ejército, 1990, p. 58.
25. LEED, Eric J., No Man’s Land. Combat and Identity in World War I, Cambridge, Cambridge
University Press, 1979.
26. (“bearers of a revelation that might revolutionize civilian life”) WOHL, Robert, The
Generation of 1914, Cambridge, Ma., Harvard University Press, 1979, p. 52.
27. MOSSE, George L., “La sinistra europea e l’esperienza della guerra (Germania e
Francia)”, en Rivoluzione e Reazione in Europa 1917/1924. Convegno storico internazionale
– Perugia 1978, Roma, Mondo Operaio - Edizioni Avanti!, 1978, vol. II, pp. 151-167.
En esta publicación, Mosse ya cita las principales obras existentes sobre movimientos
excombatientes del periodo de entreguerras.
28. Traducción mía de MOSSE, George L. y Michael A. LEDEEN, eds., Intervista sul nazis-
mo, Roma-Bari, Laterza, 1977, pp. 44-45. La versión inglesa se publicó más tarde: MOSSE,
George L., Nazism. A Historical and Comparative Analysis of National Socialism, Oxford,
Basil Blackwell, 1978.
29. ELIAS, Norbert, “Civilización y violencia”, Reis, nº 65 (1994), pp. 141-151, cita en p.
149; traducción al español de un texto alemán publicado en 1981 a partir de una con-
ferencia de Elias pronunciada en 1980.
30. Esta interpretación sobre el Freikorps fue popularizada por JONES, Nigel H., Hitler’s
Heralds. The Story of the Freikorps, 1918-1923, London, Murray, 1987.
31. EKSTEINS, Modris, Rites of Spring. The Great War and the Birth of the Modern Age,
Boston, Houghton Mifflin Company, 1989. Recientemente traducido al español: Id., La
consagración de la primavera. La Gran Guerra y el nacimiento de los tiempos modernos,
Valencia, Pre-Textos, 2014.
32. ARAMINI, Donatello, George L. Mosse…, pp. 141-145; véase LEONI, Diego y Camillo
ZADRA (eds.), La Grande Guerra: Esperienza, memoria, immagini, Bologna, Il Mulino,
1986.
33. (“die Billigung des brutalen Tons der Nachkriegspolitik oder später für die Hinnahme der
Nazi-Politik”), MOSSE, George L., “Der Erste Weltkrieg und die Brutalisierung der
Politik. Betrachtungen über die politische Rechte, den Rassismus und den deutschen
Sonderweg”, en Manfred FUNKE, Hans-Adolf JACOBSEN, Hans-Helmuth KNÜTTER,
Hans-Peter SCHWARZ (Hrgs.): Demokratie und Diktatur. Geist und Gestalt politischer
Herrschaft in Deutschland und Europa, Bonn, Schriftenreihe der Bundeszentrale für
politische Bildung, 1987, pp. 127-139, cita en p. 128.
34. Reseña de Fallen Soldiers por Robert Weldon Whalen en The Journal of Modern History,
vol. 64, nº 2 (1992), pp. 381-382.
35. Le guerre mondiali. Dalla tragedia al mito dei caduti, Roma-Bari, Laterza, 1990.
36. Gefallen für das Vaterland: nationales Heldentum und namenloses Sterben, Stuttgart,
Klett/Kota, 1993.
37. Edición en ebreo: Tel Aviv, Am Oved, 1994; después fue publicado en japonés, con
título Eirei: tsukurareta sekai taisen no kioku, Tokio, Kashiwa Shobo, 2001.
38. Otras reseñas positivas, por Jay W. Baird en American Historical Review, vol. 46, nº 4
(1991), pp. 1160-1161; David R. Applebaum en The Journal of Military History, vol. 55,
nº 1 (1991), pp. 119-120; Arden Buchold en Central European History, vol. 24, nº 2-3
(1991), pp. 187-194; Dennis E. Showalter en German Studies Review, vol. 13, nº 3 (1990),
pp. 555-556; Peter Buitenhuis en Canadian Historical Review, vol. 72, nº 3 (1991), p. 432;
Annette Becker en Guerres mondiales et conflits contemporains, nº 167 (1992), p. 167; véase
también la colección de recortes de prensa en Leo Baeck Institute (Nueva York), George
L. Mosse Collection [LBIGMC], Series II: Writings and Research; Subseries 2: Reviews and
reactions, Books, Fallen Soldiers, y Fallen Soldiers-German Version.
39. George L. Mosse a su editor en Jerusalén, 14 de enero de 1993, en LBIGMC, Subseries 2:
Reviews and reactions, Series II: Writings and Research, Subseries 1: Writings, A) Books,
d) Fallen Soldiers, Foreword to Israeli edition.
48. Véanse BECKER, Jean-Jacques, Jay M. WINTER, Gerd KRUMEICH, Annette BECKER,
Stéphane AUDOIN-ROUZEAU (eds.), Guerre et Cultures 1914-1918, Paris, Armand-
Colin, 1994; WINTER, Jay, Sites of Memory, Sites of Mourning. The Great War in European
cultural history, Cambridge, Cambridge University Press, 1995 (que subraya las con-
tinuidades, más que las novedades culturales traídas por la Gran Guerra); BECKER,
Jean-Jacques (dir.), Histoire culturelle de la Grande Guerre, Paris, Armand Colin, 2005.
49. AUDOIN-ROUZEAU, Stéphane, La Guerre des enfants 1914-1918. Essai d’histoire cul-
turelle, Paris, Colin, 1993, p. 11.
61. SCHUMANN, Dirk, “Europa, der Erste Weltkrieg und die Nachkriegszeit: eine
Kontinuität der Gewalt?”, Journal of Modern European History, Vol. 1, Num. 1 (2003),
pp. 24-43. El dossier contiene artículos de Adrian Gregory, Benjamin Ziemann, Andreas
Wirsching, y Piotr Wróbel.
62. SCHUMANN, Dirk, Politische Gewalt in der Weimarer Republik: Kampf um die Straße
und Furcht vor dem Bürgerkrieg, Essen, Klartext, 2001. En su traducción inglesa Id.,
Political Violence in the Weimar Republic: Fight for the Streets and Fear of Civil War, New
York, Berghahn Books, 2009, especialmente pp. viii, xvi, 306.
63. GENTILE, Emilio, Storia del partito fascista. 1919-1922. Movimento e milizia, Roma-
Bari,Laterza, 1989.
64. ARAMINI, Donatello, George L. Mosse…, pp. 229-232; ALBANESE, Giulia, “La bruta-
lizzazione della politica tra guerra e dopoguerra”, Contemporanea, a. IX, num. 3 (2006),
pp. 551-557; MONDINI, Marco, La politica delle armi. Il ruolo dell’esercito nell’avvento
del fascismo, Roma-Bari, Laterza, 2006, p. 54; ALBANESE, Giulia, La marcia su Roma,
Roma-Bari, Laterza, 2006, pp. 204-206.
65. MONDINI, Marco y Guri SCHWARZ, Dalla guerra alla pace. Retoriche e pratiche della
smobilitazione nell’Italia del Novecento, Verona, Cierre edizioni / Istrevi, 2007, p. 12.
72. GERWARTH, Robert, Fighting the Red Beast: Counter-Revolutionary Violence in the
Defeated States of Central Europe, en Robert GERWARTH y John HORNE (eds.), War
in Peace. Paramilitary Violence in Europe after the Great War, Oxford, Oxford University
Press, 2012, pp. 52-71 (el volumen contiene también aportaciones de Tomas Balkelis,
Anne Dolan, Julia Eichenberg, Emilio Gentile, Pertty Haapala, John Horne, John Paul
Newman, William Rosenberg, Marko Tikka, Ugur Ümit Üngör, Serhy Yekelchyk); véase
también GERWARTH, Robert y John HORNE, “Vectors of Violence: Paramilitarism in
Europe after the Great War, 1917-1923”, The Journal of Modern History, vol. 83, nº 3
(2011), pp. 489-512.
73. EDELE, Mark y Robert GERWARTH (eds.), dossier “The Limits of Demobilization”,
Journal of Contemporary History, vol. 50, nº 1 (2015), con artículos de Dietrich
BEYRAU, Tomas Balkelis, Jochen Böhler, Jennifer Keene, Richard S. Fogarty y David
Killingray, y Stephen Garton; véase también EICHENBERG, Julia, “The Dark Side of
Independence: Paramilitary Violence in Ireland and Poland after the First World War”,
Contemporary European History, vol. 19, nº 3 (2010), pp. 231-248.
74. BEYRAU, Dietrich, “Brutalization revisited: the case of Russia”, Journal of Con-
temporary History, vol. 50, nº 1 (2015), pp. 15-37, cita en p. 16.
75. SCHIVELBUSCH, Wolfgang, Die Kultur der Niederlage. Die amerikanische Suden 1986.
Frankreich 1871. Deutschland 1918, Berlin, Alexander Fest, 2001.
76. EICHENBERG, Julia y John Paul NEWMAN (eds.), The Great War and Veterans’
Internationalism, New York, Palgrave, 2013.
En realidad, como viene siendo cada vez más notorio, las perspectivas sobre
el periodo de entreguerras europeo que sencillamente yuxtaponen una serie de
casos nacionales estancos, atribuyendo a unos la etiqueta de “brutalizados” y
a otros la de “pacifistas”, sólo conducen a contradicciones y a nuevos interro-
gantes, sobre todo si se introducen casos sustancialmente ignorados, como el
español,77 o se profundizan y reexaminan otros.78 De hecho, una reciente revi-
sión de la historia del movimiento excombatiente francés ha puesto en duda
la interpretación dominante sobre su pacifismo mayoritario y su efectiva “des-
movilización cultural”,79 y Benjamin Ziemann, al valorizar las actividades de
los excombatientes alemanes pro-republicanos, ha seguido insistiendo en su
rechazo de la tesis de la “misteriosa brutalización bélica” en la Alemania de
Weimar.80
En este panorama en el que la tesis de la “brutalización” parece haber ago-
tado su potencial, se han explorado nuevas maneras de entender los vínculos
entre la experiencia de guerra, la violencia política de posguerra, los excomba-
tientes, el paramilitarismo y los fascismos. Yo he propuesto la aplicación de
conceptos provenientes de la ciencia política, en particular los procesos de DDR
(desmovilización, desarme, reintegración), como microscopio con el que ree-
xaminar el periodo de entreguerras, y he sugerido que los altos niveles de san-
grienta violencia política en lugares como Italia o Alemania en el periodo 1919-
1923 se debieron, entre otros factores, a una inusitada disponibilidad de armas
de fuego, causada por un fracaso en el proceso posbélico de “desarme”.81 Sobre
todo, he argumentado que la relación entre los excombatientes y el fascismo
en el periodo de entreguerras europeo no puede comprenderse a partir de la
tesis de la “brutalización”, la cual además de ser inverificable deja muchas
Conclusión
Con todo, parece claro que todavía la noción mosseana de “brutalización”
seguirá siendo profusamente utilizada en diversas historiografías, aunque sola-
mente sea como manera de adjetivar la persistente violencia política del perio-
do de entreguerras europeo. El fenómeno histórico de la “brutalización”, si
por un lado se manifiesta como una verdad aparentemente evidente vista
desde lejos, ha resultado imposible o extremadamente difícil de demostrar de
manera sistemática a partir de fuentes documentales. Este artículo ha demos-
trado que el recurso a explicar los elevados niveles de violencia y conflictivi-
dad posbélica a través del efecto “brutalizador” atribuido a la experiencia de
guerra no fue una invención de George L. Mosse, ni siquiera por la utilización
de ese falso neologismo: la tesis de la “brutalización” ya existía, a su manera,
antes de la Primera Guerra Mundial, y no es difícil encontrarla expresada inclu-
so con esa palabra en fuentes documentales tras 1918, para referirse a las con-
secuencias negativas de la participación en la guerra, sobre todo entre los
excombatientes. Mosse la rescató, considerándola una manera convincente y
muy sugerente de explicar el por qué del genocidio y del ascenso del nazismo
en Alemania. La “brutalización”, en efecto, es un atajo, muy retórico y figura-
tivo, para transmitir cómo se pudo repetir, multiplicada, la tragedia de 1914-
1918. Comparaciones, análisis pormenorizados y otras metodologías a menu-
do han puesto en duda mucho de lo que Mosse afirmó, pero el más impor-
tante resultado del debate ha sido la consolidación del uso del concepto, junto
a propuestas más matizadas de su tesis. No obstante, más de veinticinco años
después de la publicación de Fallen Soldiers, tras poner de relieve la gran con-
tribución de este clásico a nuestra manera de pensar la Primera Guerra Mundial
y sus consecuencias, los historiadores del periodo de entreguerras deberían
82. ALCALDE, Ángel, War Veterans and Transnational Fascism. From Fascist Italy and Nazi
Germany to Francoist Spain and Vichy France (1917-1940), PhD dissertation, European
University Institute, 2015.
recurrir a otras herramientas heurísticas para explicar los procesos por los que
se llegó, realmente, al ascenso de los fascismos en diferentes países europeos,
al genocidio y a la Segunda Guerra Mundial.
BIBLIOGRAFÍA
ALBANESE, Giulia, La marcia su Roma, Roma-Bari, Laterza, 2006.
ALBANESE, Giulia, “La brutalizzazione della politica tra guerra e dopoguerra”, Con-
temporanea, a. IX, nº 3 (2006).
ALCALDE FERNÁNDEZ, Ángel, “Experiencias de guerra y fascismos: los excomba-
tientes en Europa y España (1914-1945). Una introducción comparativa”, en
Carmen FRÍAS, José Luis LEDESMA, Javier RODRIGO (eds.): Reevaluaciones.
Historias locales, miradas globales (VII Congreso de Historia Local de Aragón), Zara-
goza, Institución “Fernando el Católico”, 2011, pp. 365-376.
ALCALDE, Ángel, “Excombatientes, ¿germen de guerras civiles?”, Amnis (2015).
ALCALDE, Ángel, War Veterans and Transnational Fascism. From Fascist Italy and Nazi
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Mark Jones
University College Dublin & Freie Universität Berlin
mark.jones@ucd.ie
Recibido: 31-I-2016
Aceptado: 5-IX-2016
Resumen
Este artículo examina el papel de la violencia en la revolución alemana de 1918-1919,
que siguió a la derrota del país en la Primera Guerra Mundial. Se demuestra que el
brutal uso de la violencia por parte del nuevo gobierno socialdemócrata para aplacar
a la izquierda supuso un punto de inflexión en la historia de la violencia del estado
alemán, y se argumenta que el periodo entre noviembre de 1918 y mediados de enero
de 1919 se caracterizó por las persistencia de mentalidades bélicas sobre las que se basó
el extendido recurso a la violencia. No obstante, La violencia gubernamental, más que
entenderse como simple producto de continuidades en las prácticas violentas proce-
dentes de la guerra, tuvo la importante función: demostrar e imponer la autoridad del
nuevo estado emergente.
Palabras clave: Revolución Alemana 1918-1919, Violencia política, Espartaquismo,
Friedrich Ebert, Gustav Noske.
Abstract
This article examines the role of violence in the German revolution of 1918-1919,
after the defeat of Germany in the First World War. It demonstrates that the brutal
violence employed by the new social democratic government against the revolutionary
left was a turning point in the history of the German state. The period between
November 1918 and mid-January 1919 was marked by the persistence of war men-
talities that allowed for the use of violence in politics. However, government violence
was not only a simple product of the war experience. It had a performative role: demons-
trating and reinforcing the authority of the new state.
Keywords: German Revolution 1918-1919, Political violence, Spartacus League, Frie-
drich Ebert, Gustav Noske.
1. Hay una enorme literatura sobre la República de Weimar. Entre los títulos más impor-
tantes: GAY, Peter, Weimar Culture: the outsider as insider, New York, Norton, 2001;
PEUKERT, Detlev, Die Weimarer Republik. Krisenjahre der Klassischen Moderne, Frank-
furt, Suhrkamp, 1987; FRITZSCHE, Peter, Rehearsals for fascism: populism and political
mobilization in Weimar Germany, Oxford, Oxford University Press, 1990; WINKLER,
Heinrich August, Weimar 1918-1933. Die Geschichte der Ersten Deutschen Demokratie,
Munich, C.H. Beck, 1998; EVANS, Richard, The Coming of the Third Reich London, Allen
Lane, 2003; WEITZ, Eric D., Weimar Germany: Promise and Tragedy, Princeton,
Princeton University Press, 2013; KOLB, Eberhard y SCHUMANN, Dirk, Die Weimarer
Republik Munich, Oldenbourg, 2013; MCELLIGOTT, Anthony, Rethinking the Weimar
Republic. Authority and Authoritarianism 1916-1936, London, Bloomsbury, 2014. Para
un reciente repaso de la bibliografía sobre la revolución véase: NIESS, Wolfgang, Die
Revolution von 1918/19 in der deutschen Geschichtsschreibung. Deutungen von der Weimarer
Republik bis ins 21. Jahrhundert, Berlin, De Gruyter, 2013.
2. ‘Der Erfolg der Revolution’, TW, Berliner Tageblatt Nr. 576, 10 Nov. 1918, en WOLFF,
Theodor Tagebücher 1914-1919: der Erste Weltkrieg und die Entstehung der Weimarer
Republik in Tagebüchern, Leitartikeln und Briefen des Chefredakteurs am “Berliner Ta-
geblatt” und Mitbegründers der “Deutschen Demokratischen Partei,” introducción y edi-
ción de SÖSEMANN, Bernd, 2 Vols., Boppard am Rhein, H. Boldt Verlag, 1984, pp. 814-
816. TROELTSCH, Ernst, ‘Der Ausbruch der Revolution. [30 Nov. 1918],’ in Spektator-
Briefe, Aufsätze über die deutsche Revolution und die Weltpolitik 1918/1922, Tübingen, 1924,
pp. 23-24.
3. GALLUS, Alexander (ed.), Die vergessene Revolution von 1918/19, Göttingen, Vanden-
hoeck & Ruprecht, 2010. Véanse por ejemplo los ensayos contenidos en BAKER, Keith
y EDELSTEIN, Scott, Scripting Revolution, A Historical Approach to the Comparative
Study of Revolutions, Stanford, Stanford University Press, 2015. Para una perspectiva
sobre el lugar entre las revoluciones del siglo XX: CONWAY, Martin y GERWARTH,
Robert, ‘Revolution and counter-revolution,’ en GERWARTH, Robert y BLOXHAM,
Donald (eds.), Political Violence in Twentieth Century Europe, Cambridge, Cambridge Uni-
versity Press, 2011, pp. 140-75. Además, PORTER, Roy y TEICH, Mikulas (eds.), Revo-
lution in History, Cambridge, Cambridge University Press, 1986.
4. PEUKERT, Detlev, Die Weimarer Republik…, p. 34.
5. WINKLER, Heinrich August, Von der Revolution…
6. KOLB, Eberhard Kolb, Die Arbeiterräte in der deutschen Innenpolitik 1918-19, Düsseldorf,
Ullstein, 1962; OERTZEN, Peter von, Betriebsräte in der Novemberrevolution, Düsseldorf,
Dietz, 1963; KLUGE, Ulrich, Soldatenräte und Revolution: Studien zur Militärpolitik in
Deutschland 1918/19 Göttingen, Vandenhoeck & Ruprecht, 1975; véase también MATER-
NA, Igno, Der Vollzugsrat der Berliner Arbeiter- und Soldatenräte 1918/19, Berlin, Dietz,
1978.
7. Allgemeiner Kongreß der Arbeiter- und Soldatenräte Deutschlands. Stenographische Berichte,
Berlin, 1919. Algunos importantes análisis históricos son: KOLB, Eberhard, Arbeiterräte …,
pp. 197-216; KLUGE, Ulrich, Soldatenräte …, esp. pp. 197-204; MILLER, Susanne Die
Bürde der Macht, Die deutsche Sozialdemokratie 1918-1920, Düsseldorf, Droste, 1978, pp.
121-129; WINKLER, Heinrich August, Von der Revolution …, pp.100-109.
8. Sobre la oposición a Liebknecht véase: NETTL, Peter, Rosa Luxemburg, Oxford, Oxford
University Press, 1969, pp.466-67.
9. Para mayor análisis de la votación véase WINKLER, Heinrich August, Von der Revo-
lution…, pp. 135-150, esp. pp. 139-42; MILLER, Susanne, Die Bürde der Macht…., pp.
452-57.
12. Sobre la violencia performativa o como “actuación” véase: WEISBROD, Bernd, “Terrorism
as Performance: The Assassinations of Walther Rathenau and Hanns-Martin Schleyer,”
in HEITMEYER, Willhelm Heitmeyer, HAUPT, H.-G., KIRSCHNER, A. y MALTHANER,
S., Control of Violence: Historical Perspectives on Violence in Modern Societies, New York,
Springer, 2010, pp. 365-394.
13. MERKL, Peter H., Political Violence under the Swastika, Princeton, Princeton University
Press, 1975; BESSEL, Richard, ‘The Potempa Murder’, Central European History, 10 (1977),
parte esta omisión: por mucho tiempo, el mero hecho de hacer preguntas acer-
ca del uso socialdemócrata de la violencia en 1919 implicaba acercarse dema-
siado a sostener los mitos fundacionales de la Alemania oriental.14 Y el fin de la
guerra fría y el amanecer de una nueva historia militar tampoco trajeron un
nuevo interés por los orígenes de la república. En vez de ello, en los últimos
veinticinco años, la actual reinterpretación histórica de la Primera Guerra
Mundial y la República de Weimar ha procedido generalmente sin examinar el
papel crucial de la violencia en la fundación de esta última.15 En el marco de
este vacío se debe observar otra tendencia: el pequeño número de historiado-
res, como Benjamin Ziemann y Dirk Schumann, que han escrito sobre la vio-
lencia en Alemania tras la Primera Guerra Mundial lo han hecho con el objeti-
vo expreso de rechazar la vieja tesis de la “brutalización” de George L. Mosse,
la cual, aunque tuviera poco que decir sobre la especificidad de la violencia a
finales de 1918 y comienzos de 1919, sugirió que los orígenes del nacionalso-
cialismo podían encontrarse en la Primera Guerra Mundial.16 Los argumentos
de estos críticos han complejizado aquella idea simplista de que los excomba-
tientes de la Primera Guerra Mundial proveyeron los fundamentos para la futu-
ra violencia, pero a su vez no han llegado a explicar la aceleración de la violen-
cia que sí que tuvo lugar durante la primera mitad de 1919.17
20. Para Berlin véase: Die Wirren in der Hauptstadt und im nördlichen Deutschland 1918-
1920, [Darstellungen aus den Nachkriegskämpfen deutscher Truppen und Freikorps /
bearb. u. hrsg. von der Kriegsgeschichtlichen Forschungsanstalt des Heeres Vol. 6]
(Berlin, 1940), p. 103.
21. La cifra de 58 soldados gubernamentales (8 oficiales y 50 hombres) en: Bundesarchiv-
MA Ph26/31: ‘Bericht über die Operation zur Befreiung Münchens. 13. Mai 19. KHQ’.
22. ‘Die Opfer’, Freiheit Nr.1 23, 14-03-1919 (edición vespertina).
23. Bundesarchiv-MA Ph26/31: ‘Bericht über die Operation zur Befreiung Münchens. 13.
Mai 19. KHQ’
24. Aproximadamente 150 personas perdieron sus vidas durante el levantamiento espar-
taquista en enero de 1919. WETTE, Wolfram, Gustav Noske: eine politische Biographie,
Düsseldorf, 1988, p. 418.
25. SCHMIDT, Ernst-Heinrich, Heimatheer und Revolution 1918: die militärischen Gewalten
im Heimatgebiet zwischen Oktoberreform und Novemberrevolution, Stuttgart, 1981.
26. Véanse los documentos contenidos en Geheimes Staatsarchiv Preußischer Kulturbesitz,
Berlin-Dahlem (GStA PK), 2245 Rechte und Pflichten der Militärwachen usw. bei
Verhaftungen und dergleichen (Gebrauch der Waffen usw.) Bd.iii 1845-1918. Sobre
violencia política prebélica: EVANS, Richard, ‘“Red Wednesday” in Hamburg: Social
Democrats, Police and Lumpenproletariat in the Suffrage Disturbances of 17 January
1906,’ Social History 4 (1979) pp. 1-31; LINDENBERGER, Thomas, Straßenpolitik. Zur
Sozialgeschichte der öffentlichen Ordnung in Berlin, 1900-1914, Bonn, 1995, pp. 173-
400; LINDENBERGER, Thomas, ‘Die “verdiente Tracht Prügel”: Ein Kurzes Kapitel
über das Lynchen im wilhelminischen Berlin,’ in Lindenberger/Lüdkte (eds.), Physische
Gewalt: Studien zur Geschichte der Neuzeit, Frankfurt, 1995, pp. 190-212; GRUN-
WALD, Henning, Courtroom to Revolutionary Stage, Oxford, 2012, pp. 17-44; WEIN-
HAUER, Klaus, ‘Protest, kollektive Gewalt und Polizei in Hamburg zwischen Veramm-
lungsdemokratie und staatlicher Sicherheit c.1890-1933’ en LENGER, Friedrich (ed.),
Gewalt in europäischen Großstädten im ersten Drittel des 20. Jahrhunderts, Munich,
2013, pp. 69-103.
27. Ebert citado en MITCHELL, Alan, Revolution in Bavaria 1918-1919. The Eisner Regime and
the Soviet Republic, Princeton, 1965, p. 315. ‘Reichspräsident Ebert an Legation-
ssekretär Jordan’, 11 Apr. 1919. Ursachen und Folgen vom deutschen Zusammenbruch
1918 und 1945 bis zur staatlichen Neuordnung Deutschlands in der Gegenwart, 8 vols.:
Berlin, 1958-1963, Vol. 3, p. 126. HStAS M357/2: ‘Generalkommando Oven. Ia. Ic Nr. 57.
dudar de que las tácticas militares fuesen apropiadas para operar en ciudades
urbanas con numerosa población civil. En efecto, los momentos de duda fue-
ron raros y limitados: en Berlín durante marzo, el periódico socialdemócrata
Vorwärts afirmó que para reducir las bajas civiles en las zonas de Berlín orien-
tal que estaban siendo bombardeadas por los soldados del gobierno, lo que
haría sería disparar proyectiles del 7’5 en vez del 12.28 En otro momento de
reflexión, el Berliner Lokal Anzeiger, un periódico tradicionalmente conserva-
dor de la capital, arguyó que sería necesario compensar el sufrimiento de la
población de Berlín oriental.29
Prominente entre los cambios revolucionarios que afectaron la capacidad
del estado para ejercer la violencia contra sus propios ciudadanos fue una
declaración publicada por el socialdemócrata Gustav Noske el 9 de marzo de
1919. En ella, Noske afirmó que “los excesos y la bestialidad de los esparta-
quistas que luchan contra nosotros me obliga a emitir la siguiente orden: toda
persona que sea encontrada con un arma en la mano luchando contra las tro-
pas del gobierno será inmediatamente fusilada”.30 Según la prensa de enton-
ces, al menos 177 y quizá más de 200 del total de víctimas fueron ejecutadas
por los soldados gubernamentales sobre la base de la orden de Noske.31 Esta
fue la primera vez en el siglo XX que el estado alemán permitió a sus soldados
llevar a cabo ejecuciones en el acto contra civiles alemanes sin ningún tipo de
consejo de guerra o juicio civil, lo cual marcó un importante punto de infle-
xión en la historia del SPD, cuya política prebélica había incluido peticiones
para abolir en los juzgados alemanes la pena de muerte como castigo sobre los
declarados culpables de cometer delitos capitales.32 Las condiciones políticas
que hicieron aquella orden posible en marzo de 1919 suponen un momento
Abschrift. M.St. Qu. Den. 27.4.19. Erfahrungen aus den Strassenkaempfen der Garde
Kav.-Schuetzen Division.’
28. ‘Beschwerden’, Vorwärts Nr. 130, 12-03-1919 (edición matutina).
29. ‘Der Bürgermord’, Berliner Lokal Anzeiger Nr.102, 10-03-1919 (edición vespertina).
30. ‘Sofortige standrechtliche Erschießung’, [Berlin. 9 März] Deutsche Zeitung Nr. 105, 10-
03-1919 (edición matutina). El principal titular era: ‘Verhängung des Standrechts über
Berlin’. Véase también WETTE, Noske, p. 421.
31. Según información en ‘Die standrechtlichen Erschießungen’, Freiheit Nr.117, 11-03-
1919 (edición vespertina). Véase también: ‘Standrechtliche Erschießungen’, Berliner
Tageblatt Nr.102, 10-03-1919 (edición vespertina); ‘Keine widerrechtliche Erschießung
von Gefangenen [Berlin. 11 März]’, Berliner Börsen Courier Nr.119, 12-03-1919 (edi-
ción matutina); ‘Der amtliche Abendbericht über die Lage in Berlin, Berlin 10 März
(WTB)’, Berliner Tageblatt Nr.103, 11-03-1919 (edición matutina). La cifra de 177 pro-
viene de ‘Der Schrecken des Standrechts’, Freiheit Nr.123, 14-03-1919 (edición vesper-
tina).
32. EVANS, Richard, Rituals of Retribution. Capital Punishment in Germany, Oxford, Oxford
University Press, 1987.
33. MASON, Tim ‘The legacy of 1918 for National Socialism’, en NICHOLLS, Anthony y
MATTHIAS, Erich (eds.), German Democracy and the Triumph of Hitler, Oxford, 1971,
pp. 215-240.
34. WETTE, Wolfram…, Noske.
35. WETTE, Wolfram…, Noske, pp. 420-423.
36. Incluso antes de la noticia, el Vorwärts afirmaba que “donde comienza la bestialidad,
acaba la solidaridad”, ‘Nach der Katastrophe/Was war es,’ Vorwärts Nr. 124, 8-03-1919
(edición vespertina).
37. ‘Der Kampf gegen die Bestie,’ Berliner Tageblatt Nr.102, 10-03-1919 (edición vesperti-
na); ‘Mordgesellen,’ Berliner Zeitung am Mittag Nr. 52, 10-03-1919.
38. Según lo citado en WETTE, Wolfram Noske, p. 420.
43. Sobre Karl Liebknecht véase LASCHITZA, Annelies, Die Liebknechts. Karl und Sophie,
Politik und Familie, Berlin, Aufbau, 2009; TROTNOW, Helmut, Karl Liebknecht. Eine
politische Biographie Frankfurt/M., Kiepenheuer, 1980; WOHLGEMUTH, Heinz, Karl
Liebknecht. Eine Biographie, Berlin, Dietz, 1975.
44. Sus seis miembros incluían tres socialdemócratas, y tres rivales miembros del Partido
Socialista Independiente de Alemania – la escisión que se había separado del SPD en abril
de 1917 a causa del apoyo de este último a la política de “unión sagrada” (Burgfrieden)
(la idea de que la izqueirda socialista no cuestionaría la autoridad del Imperio durante la
guerra). Karl Liebknecth fue excluido del gobierno formado por seis miembros.
horrores de las “condiciones rusas” –manera abreviada con la que los alema-
nes se referían al desastre económico y a la creciente violencia de la guerra civil
rusa.45 Su única esperanza frente a tal desesperación era hacer un llamamiento
a los alemanes para redimir el futuro de la nación mediante el trabajo duro y la
generosidad.46 Poco después se emitieron cautas proclamas que llamaban a los
funcionarios a permanecer en sus puestos y apelaban a su sentido del deber.47
El llamamiento de Ebert a las multitudes para que abandonaran las calles
se sobrepuso a la visión de Liebknecht de continua movilización revolucio-
naria. A la altura de mediados de noviembre de 1918, aunque todavía se die-
ron pequeñas manifestaciones, la ausencia de grandes multitudes políticas en
la línea de lo que había ocurrido al comienzo de la revolución en la capital
entre el 9 y 10 de noviembre de 1918 dio la impresión de que Ebert había ven-
cido en este escenario crucial de la política revolucionaria.48 No obstante, la
amenaza de Liebknect y del grupo espartaquista creció significativamente
durante el transcurso del mes de diciembre, llegando a provocar el colapso
del gobierno revolucionario unitario a finales del año.
Los actos violentos de política callejera tuvieron un papel fundamental en
el proceso. El 6 de diciembre de 1918, cuando una patrulla militar de soldados
regulares reaccionó con sus armas frente a un desfile espartaquista de protes-
ta, el subsiguiente intercambio de disparos de ametralladora en el centro de
Berlín tuvo repercusiones por toda Alemania.49 Aquello fue un punto crítico:
por primera vez, una de las armas más importantes de la guerra, la ametralla-
dora, demostraba su poder destructivo en las calles de la capital alemana.50 Así
45. Deutsche Tageszeitung, 9-11-1918 (edición vespertina); Reichsbote, 9 Nov. 1918 (edi-
ción vespertina). See further: LÖSCHE, Peter, Der Bolschewismus im Urteil der deutschen
Sozialdemokratie 1903-1920, Berlin, Colloquium, 1967.
46. Los llamamientos de Ebert se circularon ampliamente. He utilizado el texto de Deutsche
Zeitung 10-11-1918 (edición matutina).
47. Véase MÜHLHAUSEN, Friedrich Ebert 1871-1925; KRUMPHOLZ, Ralf ,Wahrnehmung
und Politik: die Bedeutung des Ordnungsdenkens für das politische Handlen am Beispiel der
deutschen Revolution von 1918-1920, Münster, LIT, 1998, pp. 171-207.
48. Descripciones contemporáneas de la ausencia de multitudes revolucionarias en: Berliner
Morgenpost, 11-11-1918; Frankfurter Zeitung, 13-11-1918 (segunda edición matutina);
Berliner Morgenpost, 12-11-1918; KESSLER, Harry, The Diaries of a Cosmopolitan 1918
– 1937, Count Harry Kessler traducido y editado por Charles Kessler, London,
Weidenfeld & Nicolson, 1999, 17-11-1918, p. 13; BLÜCHER, Eveline, An English Wife
in Berlin. A Private Memoir of Events, Politics and Daily Life in Germany throughout the
War and the Social Revolution, New York, E.P. Dutton, 1920, 13-11-1918 & 14-11-1918,
pp. 294-300.
49. JONES, Mark, Founding Weimar. Violence and the German Revolution of 1918-19,
Cambridge, Cambridge University Press, 2016.
50. Vossische Zeitung, 7-12-1918 (edición matutina); Deutsche Zeitung, 7-12-1918 (edición
matutina); Frankfurter Zeitung, 7-12-1918 (edición matutina); Die Post, 7-12-1918 (edi-
ción matutina).
51. KLUGE, Ulrich, Soldatenräte und Revolution, pp. 222-233; LUTHER, Karl-Heinz, “Die
nachrevolutionären Machtkämpfe in Berlin, November 1918 bis März 1919,” Jahrbuch
für Geschichte Mittel- und Ostdeutschlands (1959), pp. 187-222, here p. 199; Vossische
Zeitung, 7-12-1918 (edición matutina); Rote Fahne, 7-12-1918.
52. KNOX, MacGregor, To the Threshold of Power, 1922/33. Origins and Dynamics of the
Fascist and National Socialist Dictatorships, Vol. 1, Cambridge, Cambridge University
Press, 2007, p. 186; BESSEL, Richard, Germany After the First World War, Oxford,
Clarendon Press, pp. 5-6.
53. JONES, Mark, Founding Weimar….
bre, las relaciones entre los socialdemócratas y dicha unidad se habían roto,
pues los socialdemócratas exigían que los marineros abandonaran el palacio
y los establos, misión que habían encargado a Wels. Además ser acusados de
apoyar a los espartaquistas, los marineros fueron denunciados por robos en
el tesoro del palacio real. Se intentó sin éxito sobornarles para que abandona-
ran los edificios. Cuando los marineros revolucionarios recibieron disparos
en Unter den Linden (resultando muerto uno de ellos), su respuesta fue el
intento de apresar al gobierno y tomar a Wels como rehén.54
Aunque su exacto papel en la noche del 23 al 24 de diciembre fue extre-
madamente controvertido y muy debatido, este fue el instante en que, sin infor-
mar a sus colegas socialistas independientes en el gabinete, los socialdemó-
cratas del gobierno unitario pidieron al mando militar alemán que expulsase
a la fuerza a los marineros del palacio y los establos. Esto fue otro punto de
inflexión crucial para el líder socialdemócrata Friedrich Ebert, cuya retórica
entre el 9 de noviembre y el 24 de diciembre de 1918 había avisado repetida-
mente de los peligros de la violencia, y había suplicado a los alemanes que evi-
tasen el “derramamiento de sangre”. A resultas de los eventos del 23 y 24 de
diciembre de 1918, cuando Ebert se convenció de que su propia seguridad y la
de su familia estaban amenazadas, su retórica dio un giro hacia una posición
mucho más beligerante que eludía todo compromiso.55
El 24 de diciembre de 1918, las prestigiosas divisiones de la guardia mon-
tada, que habían sido seleccionadas para encabezar el desfile de excombatien-
tes del frente por la puerta de Brandenburgo el 10 de diciembre, recibieron ins-
trucciones de expulsar a los marineros del palacio y los establos. Asaltaron
ambos edificios al amanecer del día 24. Su intención era utilizar la táctica de
asalto para combatir la ansiedad, cada vez mayor, ante la amenaza espartaquis-
ta, además de reestablecer el poder y prestigio del ejército.56
Pero aquellos soldados del frente perdieron el combate. Después de haber
transformado la avenida de Unter den Linden en un auténtico campo de bata-
54. JONES, Mark, Founding Weimar…; STEPHENSON, Scott, The Final Battle: Soldiers of the
Western Front and the German revolution of 1918, Cambridge, Cambridge University Press,
2009, pp. 288-91; WINKLER, Heinrich August, Von der Revolution…; LUTHER, Karl-
Heinz, “Die nachrevolutionären Machtkämpfe in Berlin, November 1918 bis März 1919,”…
55. MÜLHAUSEN, Walter, Friedrich Ebert 1871-1925: Reichspräsident der Weimarer Republik
(Bonn, 2006), pp. 120 y 150-64; KRUMPHOLZ, Ralf, Wahrnehmung und Politik: Die
Bedeutung des Ordnungsdenkens für das politische Handeln am Beispiel der deutschen
Revolution von 1918-1920 (Münster, 1998), pp. 171-208.
56. LUTHER, Karl Heinz, “Die nachrevolutionären Machtkämpfe in Berlin, November 1918
bis März 1919,”…; WEISBROD, Bernd, “Gewalt in der Politik. Zur politischen Kultur
in Deutschland zwischen den beiden Weltkriegen,” Geschichte in Wissenschaft und
Unterricht, 43 (1992), pp. 391–404.
entre 250.000 y 400.000.63 Aquello también produjo una dinámica entre ofi-
ciales nacionalistas e individuos horrorizados porque su universo militar se
había hundido de manera tan espectacular. Aunque el asalto había fracasado,
aquello no obstante proporcionó a los oponentes a la revolución su acto vio-
lento fundacional. En lugar de comprender su fracaso del 24 de diciembre como
resultado de haber utilizado tácticas militares inapropiadas, los mandos mili-
tares lo entendieron como algo causado por no haber emprendido la táctica de
asalto con suficiente vigor.64
El fiasco del asalto del 24 de diciembre de 1918 provocó una oleada mucho
más amplia de pánico y miedo. Los rumores proliferaron, sugiriendo que Alema-
nia estaba al borde de una guerra civil extremadamente violenta que reprodu-
ciría los acontecimientos de Rusia, sobre los cuales la prensa germana había
dado continuas noticias desde comienzos de 1918. Karl Liebknecht era el pro-
tagonistas de otras habladurías, incluyendo algunas que decían que los bol-
cheviques rusos le habían proporcionado los fondos para financiar un ejérci-
to secreto de hasta 100.000 hombres en Berlín. Según este oscuro presagio,
Liebknecht estaba simplemente esperando que surgiera el momento más opor-
tuno para golpear. Y semejantes miedos no sólo eran rumores: condujeron a
trazar planes concretos para huir de Berlín. Los líderes de la facción socialde-
mócrata del gobierno tenían incluso planes de emergencia para escapar de la
Cancillería imperial (la sede del gobierno alemán), y algunos de ellos después
afirmarían haber dormido en una cama diferente cada noche para evitar ser
secuestrados.65
63. WETTE Wolfram, Noske; MORGAN, David W., The Socialist Left, pp. 218-19; GER-
WARTH, Robert ‘The Central European Counter-Revolution: Paramilitary Violence in
Germany, Austria and Hungary after the Great War’, Past and Present, 200 (2008), pp.
175–209.
64. JONES, Mark, Founding Weimar…
65. JONES, Mark, Founding Weimar…
66. Rote Fahne, 6-01-1919; Die Post, 6-01-1919 (edición vespertina). Véase también: Freiheit,
6-01-1919 (edición matutina).
67. Frankfurter Zeitung, 6-01-1919 (primera edición matutina); BERNSTEIN, Eduard Die
deutsche Revolution. Ihr Ursprung, Ihr Verlauf und ihr Werk, Berlin, Verlag Gesellschaft
und Erziehung, 1921, p. 132.
68. LUXEMBURG, Rosa, “Was machen die Führer?” Rote Fahne, 7-01-1919.
69. LUBAN, Ottokar, “Demokratische Sozialistin oder “blutige Rosa”? Rosa Luxemburg
und die KPD-Führung im Berliner Januaraufstand 1919,” Internationale wissenschaftliche
Korrespondenz zur Geschichte der deutschen Arbeiterbewegung (IWK), 35:2 (1999), pp.
176-207.
bución era vital si querían llevar a cabo su programa ideológico. Pero después
de haber estado al frente de las multitudes antigubernamentales en la Alexan-
derplatz, en el extremo este de la avenida Unter den Linden – principal arte-
ria central de Berlín – abandonaron toda cautela y anunciaron públicamente
que había llegado la hora de la toma del poder por el proletariado. Pensaron
que este era el momento de repetir las exitosas protestas de noviembre. Incluso
tiempo después de que todo acabara saliendo mal, uno de aquellos que parti-
ciparon en esas manifestaciones todavía se maravillaba recordando las decenas
de miles de individuos protestando contra el gobierno, acercándose peligrosa-
mente a la central de policía de Berlín – lugar clave de la manifestación.70
Esa noche los revolucionarios ocuparon las sedes de periódicos, y el
siguiente día hubo nuevas manifestaciones. Quienes apoyaban al gobierno se
congregaron frente a la cancillería imperial, donde formaron un cordón huma-
no para proteger al gobierno frente a cualquier intento de golpe de estado.
Aunque miles de personas a favor y en contra de la autoridad establecida
salieron a las calles del centro de Berlín esa mañana, y salvo curiosas escenas
en las que multitudes rivales se cruzaron en sus desfiles, la situación inicial-
mente pareció pasar sin disparos. Más bien, durante la mayor parte del día los
diversos grupos escucharon discursos políticos radicalizados en ambos ban-
dos. En la cancillería, se dijo a los seguidores del gobierno que se estaban
haciendo planes para terminar con los espartaquistas de una vez por todas;
los representantes del gobierno dijeron a la multitud que era el momento de
que mujeres y niños se marchasen a casa, pues la derrota de los espartaquistas
estaba a punto de llegar.71 En la Siegesallee, cuando Karl Liebknecht se diri-
gió a los participantes de las protestas antigubernamentales, les lanzó un lla-
mamiento a tomar el poder y acabar con el gobierno socialdemócrata. En la
única parte de su discurso que abordó el problema de la violencia afirmó que
“nuestro trabajo… significa” que tenemos que “mantener la escopeta a los pies,
pero que esta tiene que estar cargada”.72
La radicalización de la política callejera y de los discursos políticos pre-
cedió los primeros disparos de arma de fuego en el centro de Berlín el 6 de
70. Der Ledebour Proceß, introducción de George Ledebour, Berlin, Freiheit, 1919, 21-05-
1919, p. 88. Uno de sus más ardientes críticos, Emil Barth, después llegaría a caracteri-
zar el grupo responsable de la proclamación como hombres desesperados “por man-
tener su aura revolcionaria”: BARTH, Emil, Aus der Werkstatt der deutschen Revolution,
Berlin, Hoffmann, 1919, p. 129. See further: WINKLER, Heinrich August, Von der
Revolution, p. 119; MILLER, Susanne, Die Bürde der Macht…, p. 222-23.
71. JONES, Mark, Founding Weimar…
72. Inst. für Marxismus-Leninismus beim ZK d. SED, Karl Liebknecht, Gesammelte Reden
und Schriften, Vol. 9., 1982 (4 Aufl.) Mai 1916 bis 15 Januar 1919: 7-01-1919, p. 708.
73. Frankfurter Zeitung, 9-01-1919 (segunda edición matutina); Freiheit, 9-01-1919 (edi-
ción matutina).
74. GStA PK, Rep.84a. (Justizministerium) Nr. 11759 Bl. 61-83: ‘Der Erste Staatsanwalt bei
dem Landgericht I. Berlin 14.2.1919. Bericht über die Beteiligung an den Spartakusun-
ruhen und Beweggründe hierfür. Berichtverfasser: Staatsanwalt Schönner.’
75. WINKLER, Heinrich August, Von der Revolution…, p. 125.
76. BERNSTEIN, Eduard, Die deutsche Revolution, p. 151; ULLRICH, Die Revolution von
1918/19, p. 72.
77. Para un importante comentario de los paralelos semánticos entre los líderes espar-
taquistas y el gobierno véase WIRSCHING, Andreas, Vom Weltkrieg zum Bürgerkrieg?
Politischer Extremismus in Deutschland und Frankreich 1918-1933/39; Berlin und Paris
im Vergleich, Munich, Oldenbourg, 1998, pp. 124-135, especialmente pp. 127-128.
78. GStA PK Rep.84a (Justizministerium) Nr.11759 Bl.52-52RS: ‘Anzeige gegen die bei der
Erstürmung der “Vorwärts” gefangen genommenen Personen gegen Mordes und
Mordversuchs (vom 16.I.1919). Aus der Erinnerung am 6 März 1919 niederges-
chrieben. Major von Stephani & und Ltn. Graf Westarp’.
79. Berliner Morgenpost, 13-01-1919; Vorwärts, 13-01-1919; Frankfurter Zeitung, 13-01-
1919 (edición matutina); Reichsbote, 13-01-1919 (edición matutina).
80. ‘Die Ordnung herrscht in Berlin’, Rosa Luxemburg, Rote Fahne, 14-01-1919. Sobre
Luxemburgo véase NETTL, Peter, Rosa Luxemburg…
Mientras los partidarios del gobierno defendieron a los soldados del asalto
frente a toda acusación de conducta atroz, sus críticos utilizaron aquella bruta-
lidad para reinventar su propio rol en los acontecimientos. Después de haber
ocupado los edificios de los periódicos y lanzado un inútil levantamiento en el
centro de Berlín, ahora pretendían ser las víctimas de una brutal cultura de vio-
lencia sin freno contra la clase trabajadora.81 En otras palabras, cuestionar el sig-
nificado de la brutalidad y la legitimidad del uso estatal de la violencia fueron
estrategias centrales para intensificar el enfrentamiento político a comienzos de
1919, en un proceso sin retorno. Sólo unos días después, Rosa Luxemburgo y
Karl Liebknecht fueron capturados y asesinados por soldados que nominalmen-
te respondían a la autoridad del gobierno socialdemócrata. La acusación de que
el gobierno aprobó sus muertes sigue envuelta en controversias.82
El despliegue de poder estatal que puso fin a la rebelión tuvo lugar al mismo
tiempo que el periodo que Peukert llamó de “decisiones” llegaba a su térmi-
no. Frente a la idea de que la revolución se “refrenó” durante este tiempo, si la
medimos en términos de la capacidad estatal para cometer violencia, obser-
vando la política callejera y la radicalización de los lenguajes políticos, sólo
podemos argumentar que aquél fue un momento en que la política de la revo-
lución se aceleró. Mientras que las primeras semanas de la revolución vieron
un nuevo liderazgo político que no estaba dispuesto a emplear la violencia para
restaurar el orden – a pesar de repetidas peticiones por parte de los conserva-
dores para hacerlo – al final había cristalizado una cultura de violencia perfor-
mativa y sancionada por el estado. Esto tendría un profundo impacto sobre la
política de la revolución durante su segunda etapa, en las semanas que Peukert
llamó “periodo de desilusiones”.83 En este nuevo lapso, las actitudes de los tra-
bajadores hacia el nuevo gobierno se endurecerían debido al grado de violen-
cia utilizado por los militares en nombre de la autoridad.
Conclusión
Weimar no fue el único estado que justificó su autoridad mediante demostra-
ciones de su superior capacidad para cometer actos de violencia. En su trabajo
sobre la Francia del siglo XIX, el historiador Robert Tombs recurrió al uso del
término “masacre fundacional”, para retratar la excesiva violencia de abril de
1832, junio de 1848, diciembre de 1851 y mayo de 1871.84 Del mismo modo,
81. Rosa Luxemburgo, Die Ordnung herrscht in Berlin’, Rote Fahne, 14-01-1919.
82. GIETINGER, Klaus, Eine Leiche im Landwehrkanal. Die Ermordnung Rosa Luxemburgs,
Hamburg, Nautilus, 2008.
83. PEUKERT, Detlev, Die Weimarer Republic…, p. 32.
84. TOMBS, Robert, The Paris Commune (London, 1999), pp. 173-174.
85. YLIKANGAS, Heikki, Der Weg nach Tampere: die Niederlage der Roten im finnischen
Bürgerkrieg, 1918 (Berlin, 2002); GERWARTH, Robert y HORNE John (eds.), War in
Peace: Paramilitary Violence in Europe after the Great War, Oxford, Oxford University
Press, 2012; BODO, Béla, ‘Militia Violence and State Power in Hungary, 1919–1922’,
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in the East European Borderlands, 1870-1992, Oxford, Oxford University Press, 2010,
pp. 72-98; GINGERAS, Ryan, Sorrowful Shores. Violence, Ethnicity, and the End of the
Ottoman Empire, 1912-1923, Oxford, Oxford UniversityPress, 2009. Sobre el Estado
Libre de Irlanda y su orden de ejecución véase FOSTER, Roy, Modern Ireland, 1600-1972,
London, Allen Lane, 1988, pp. 512-513.
86. Una excelente colección de ensayos sobre Italia tras la Primera Guerra Mundial es la
de ISNENGHI, Mario y ALBANESE, Giulia (eds.), Gli italiani in guerra. Conflitti, iden-
tità, memorie dal Risorgimento ai nostril giorni Vol. 4 part I: Dall’impresa di Fiume alla
seconda guerra mondiale (1919-1940), Turin, UTET, 2008.
87. Sobre la nueva historiografía sobre la República de Weimar véase FRITZSCHE, Peter
‘Did Weimar Fail?’ The Journal of Modern History, 68:3 (1996), pp. 629-656; ZIEMANN,
Benjamin, ‘Weimar was Weimar: Politics, Culture and the Emplotment of the German
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88. GERWARTH, Robert (ed.), Twisted Paths. Europe 1914-1945, Oxford, Oxford University
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Eros Francescangeli
Università di Perugia
eros.francescangeli@tiscali.it
Recibido: 31-I-2016
Aceptado: 5-IX-2016
Resumen
El artículo aborda la historia de los arditi en la Italia posterior a la Primera Guerra
Mundial: tropas de elite desarrolladas en el ejército italiano desde 1917. Los arditi en la
posguerra se convirtieron en un violento grupo político que suele relacionarse en la
historiografía de manera unidireccional con el fascismo. El artículo demuestra una
realidad mucho más compleja, centrándose en la trayectoria de grupos antifascistas
llamados Arditi del popolo, creados en reacción a la amenaza fascista. Se examinan las
características de las mentalidades de los arditi durante la posguerra italiana en el marco
de las asociaciones de excombatientes, señalando concomitancias y puntos de ruptura
entre aquellos ex-arditi que decidieron apoyar el fascismo, y aquellos que se convirtie-
ron al antifascismo.
Palabras clave: Arditi, Paramilitarismo, Fascismo, Antifascismo, Primera Guerra Mun-
dial, Italia.
Abstract
This article deals with the history of the Italian Arditi –elite troops in the Italian Army
since 1917– after World War I. Postwar Arditi became a violent political group in the
Italian Army often related directly to Fascism. This articles explores a much more com-
plex reality by focusing on the trajectory of antifascist groups (Arditi del popolo), crea-
ted as a response to Fascism threat. It examines the Arditi’s mentalities during Italian
postwar focusing on veteran societies. It also highlights both the connections and the
disconnections between those former Arditi who supported Fascism and those conver-
ted to antifascism.
Keywords: Arditi, Paramilitarism, Fascism, Antifascism, World War I, Italy.
Como bien se sabe, los arditi2 eran los combatientes de los batallones de asal-
to del ejército italiano en la Primera Guerra Mundial. En este artículo preten-
do analizar la mentalidad y los factores que llevaron a muchos de ellos a pasar
del fascismo al antifascismo. Más que un adjetivo (sinónimo de “valeroso” o
“intrépido”), este término inmediatamente se transformó en un apelativo: duran-
te la Gran Guerra y la posguerra, con “ardito” se denominaba al soldado de
las tropas de choque, mientras que “arditi” se convirtió en sinónimo de uni-
dad de asalto. Con todo ello, en 1921, este nombre fue usado por los ex-ardi-
ti y militantes del movimiento obrero para constituir los Arditi del popolo3: for-
maciones de asalto organizadas paramilitarmente para enfrentarse contra el
squadrismo fascista4. No se puede entender el fenómeno de los Arditi del popo-
2. Nota del traductor (N.T.): Arditi podría traducirse literalmente como “audaces”, aun-
que, debido a la naturaleza italiana de este grupo de combatientes, respetaremos en este
artículo su nominación original sin traducirlo.
3. N.T.: El término “arditi del popolo” se traduciría en español como “asaltos del pueblo”,
pero se mantendrá tal nominación en italiano a lo largo de este artículo.
4. Para la historia del arditismo es fundamental CORDOVA, Ferdinando, Arditi e legionari dan-
nunziani, Padua, Marsilio, 1969, recientemente reeditado en manifestolibri (Roma, 2007).
Véase también ROCHAT, Giorgio, Gli Arditi della grande guerra. Origini, battaglie e miti,
Milán, Feltrinelli, 1981 e Id., “Gli Arditi nella grande guerra”, en ISNENGHI, Mario Operai
e contadini nella grande guerra, Bolonia, Cappelli, 1982. Sobre el arditismo popular: PALA-
ZZOLO, Guglielmo, “L’ apparato illegale del Partito comunista d’Italia nel 1921-22 e la lotta
contro il fascismo”, en Rivista storica del socialismo, septiembre 1966, pp. 95-142; SPRIANO,
Paolo, Storia del partito comunista italiano. I. Da Bordiga a Gramsci, Einaudi, Turín 1967,
pp. 139-151; GRISPIGNI, Marco, “Gli Arditi del popolo a Roma. Due aspetti particolari della
loro storia”, en Storia contemporanea, n. 5, 1986, pp. 853-874; FUSCHINI, Ivan, Gli Arditi
del popolo, con Prefacio de Arrigo Boldrini, Ravenna, Longo, 1994; ROSSI, Marco, Arditi,
non gendarmi! Dalle trincee alle barricate:arditismo di guerra e arditi del popolo (1917-1922),
con Prefacio de Eros Francescangeli, Pisa, Bfs, 2011 [Primera ed. Arditi, non gendarmi!
Dall’arditismo di guerra agli Arditi del popolo (1917-1922), 1997]; FRANCESCANGELI, Eros,
Arditi del popolo. Argo Secondari e la prima organizzazione antifascista (1917-1922), Roma,
Odradek, 2000; BALSAMINI, Luigi, Gli Arditi del popolo. Dalla guerra alla difesa del popolo
contro le violenze fasciste, Casalvelino Scalo, Galzerano, 2002; Behan, Tom, The resistible
rise of Benito Mussolini, Bookmarks, Londres 2002 y STAID, Andrea, Gli Arditi del popolo.
La prima lotta armata contro il fascismo 1921-1922, Ragusa, La Fiaccola, 2007. Para una
reconstrucción sintética del arditismo bélico y post-bélico, se hace referencia a FRANCES-
CANGELI, Eros, “Arditi, non gendarmi!”, en ISNENGHI, Mario y ALBANESE, Giulia, Gli italiani
in guerra. Conflitti, identità, memorie dal Risorgimento ai nostri giorni, vol. IV, Il Ventennio
fascista, t. 1, Dall’impresa di Fiume alla Seconda guerra mondiale (1919-1940), Turín, Utet,
2008, pp. 87-93. A nivel histórico-narrativo, véase: Cacucci, Pino, Ribelli!, Milán, Feltri-
nelli, 2001 (que incluye el relato Argo l’ardito) e Id., Oltretorrente, Milán, Feltrinelli, 2001;
MONARDO FACCINI, Luigi, Un poliziotto perbene, Lerici, I libri dell’Ippogrifo, 2002 (escrito
a partir del argumento del film dirigido por el mismo autor Nella città perduta di Sarzana,
Rai, dos partes de 62’ y 61’, 1980); BALESTRINI, Nanni, Parma 1922.Una resistenza antifas-
cista (editado por Margherita Becchetti, Giovanni Ronchini e Andrea Zini), Roma,
DeriveApprodi, 2002 y la reciente novela de PONTI, Anton Carlo, Argo. Una storia italiana,
Perugia, Murena, 2013.
5. Sobra las formaciones paramilitares de izquierdas en Europa, en las décadas de 1920 y
1930, cfr. el reciente volumen de GENTILI, Valerio, Bastardi senza storia. Dagli Arditi del
Popolo ai Combattenti Rossi di Prima Linea: la storia rimossa dell’antifascismo europeo,
prefacio de Cristiano Armati, Roma, Castelvecchi, 2011. Sobre el “combattentismo rosso”
en Italia entre las dos guerras mundiales véase PIERMARINI, Claudia, I soldati del popolo.
Arditi, partigiani e ribelli: dalle occupazioni del biennio 1919-20 alle gesta della Volante
Rossa, storia eretica delle rivluzioni mancate in Italia, con prefacio de Pasquale Iuso, Roma,
Red Star Press, 2013.
6. N.T.: Provincia de Trento.
7. N.T.: Ambas localizaciones se encuentran en la región de Lombardía.
8. N.T.: Provincia de Trento.
14. Véase MOSSE, George L., Le guerre mondiali dalla tragedia al mito dei caduti, Roma-Bari,
Laterza, 1990. Como observa Roberta Suzzi Valle, a partir de 1919, el uso del reperto-
rio violento en las batallas políticas “de un simple instrumento de acción se convierte
en un proyecto político: la continuación de la guerra sobre el frente interno”. La auto-
ra, correctamente, subraya “cómo los arditi se movieron sobre este terreno que fue tam-
bién el de los fascistas”. (SUZZI VALLI, Roberta, Le origini del fascismo, Roma, Carocci,
2003, p. 87)
15. Queda constatado que al final de cada conflicto bélico la expectativa de los combatien-
tes es aquella que dentro de la colectividad a la que pertenece tenga lugar prácticas de
reconocimiento, a razón de los inconvenientes soportados y los daños sufridos. Referente
a esto véase: BARROIS, Claude, Psichanalyse du guerrier, París, Hachette, 1993, pp. 259-
261 y BOURKE, Joanna, Le seduzioni della guerra. Miti e storie di soldati in battaglia, Roma,
Carocci, 2003 [Primera ed. italiana 2001; ed. original An Intimate History of Killing.
Face-to-Face Killing in Twentieth-Century Warfare, Basic Books, New York 1999], pp.
301-319.
16. BARAVELLI, Andrea, La vittoria smarrita. Legittimità e rappresentazioni della Grande
Guerra nella crisi del sistema liberale (1919-1924), Roma, Carocci, 2006, p. 31.
20. GIUDICI, Paolo, Fiamme nere. Note di gloria e di passione, Florencia, Cecconi, 1920, p. 21.
21. Ibid, p. 65.
22. Ibid, p. 24. Sobre la exaltación de la muerta, véase también el texto de la canción titu-
lada Inno della Morte en GIULIANI, Reginaldo, Gli Arditi..., p. 242. Texto original: “Noi
volevamo gli assalti furiosi, sferrati sotto il rombo delle artiglierie, al canto di inni
superbi, senza attese e senza soste; [...] le stragi orribili che seminano di cadaveri i
campi e spengono col sangue la sete del guerriero. […] belli come arcangeli, audaci come
leoni, forti come giganti [...], le tasche avevan ricolme di bombe e alla cintola il pugna-
le. [...] Andavano all’assalto fra urli dei canti e seguivano una bandiera nera nel cui
drappo era ricamato un teschio d’argento. [...] Portarono ovunque la morte e la strage.
[...] Erano i cavalieri della morte. […] . Le fummo [alla morte] amanti fedeli e costan-
ti; la mettemmo sull’altare ove si mettono le divinita del cielo e della terra e cosi facem-
mo di lei la nostra dea meravigliosa e del nostro amore [verso la morte] una religione,
di cui fummo i sacerdoti e le vittime”.
23. Al respecto véase GENTILE, Emilio, Il culto del littorio. La sacralizzazione della politica
nell’Italia fascista, Roma-Bari, Laterza, 1993, particularmente las páginas 39-60.
(sin distinguirse del resto del batallón) así como contra el enemigo interno
(‘emboscados’, pescecani24, y ‘neutralistas’) en la inmediata posguerra. Una
posguerra que, para los arditi, no fue precisamente alegre. Para ellos, a diferen-
cia de otros soldados o en un mayor nivel respecto a éstos, la reciente paz y
su consecuente desmovilización significaron un auténtico trauma: acostum-
brados entonces a las emociones fuertes de la guerra, así como sus ritos y sus
prácticas, no consiguieron adaptarse al retorno a la vida civil y a la tan detes-
tada normalidad25. Su ‘peligrosidad social’ ligada a la condición de veterano,
demostrada hace años por Leed26, había incrementado de esa forma respecto
a aquella de la generalidad de los excombatientes del ejército italiano que,
mientras tanto, se estaban organizando parasindicalmente. De hecho, al ‘esta-
llido’ de la paz, alrededor de cuatro millones de italianos involucrados en los
combates de la guerra –la mayoría de extracción social campesina (la solda-
desca) o la pequeña burguesía (los oficiales)– comenzaron a considerarse y a
ser considerados como un sujeto social y político autónomo o, en cualquier
caso, dotado de especificidad. En torno a su condición de soldados desmovi-
lizados empezaron así a consolidarse algunos procesos identitarios ya presen-
tes durante la guerra: aunque desde diferentes puntos de vista, los excomba-
tientes eran representados y/o se representaban como un contexto imprescin-
dible al que hacer frente. Tales recorridos tomaron forma mediante una serie
de asociaciones e iniciativas (reivindicaciones, propuestas legislativas, perió-
dicos, ritos colectivos, etc.) que pueden ser atribuibles al concepto de movi-
mento27. Entre los principales factores de consolidación del movimento com-
24. N.T.: Los pescecani era el apelativo a los nuevos ricos y hombres de negocios que, en un
contexto de crisis bélica o económica, se enriquecieron rápidamente por medios más o
menos lícitos. Tal nombre se debe a la comedia I pescecani, de Dario Niccodemi (1913).
25. Los mismos arditti no se representaban como los otros combatientes ‘comunes’, “por
un lado los más jovenes, los despreocupados, los desaliñados, los inescrupulosos, los
inquietos, los violentos, los descontentos, los superadores, los pasionales, los frenéticos
y los desenfrenados, los gimnastas y los deportistas, los místicos y los burlones, los
vanguardistas de cada aspecto de la vida, los futuristas de mente o de corazón o de
músculos. Por el otro lado los ancianos, los padres de familia, los lentos, los pesados, los
pasivos, los desalentados, los perezosos, quizás la gran parte de buenos soldados, pero
más adaptos al obediencia que a la iniciativa” (CARLI, Mario, Noi Arditi..., p. 15).
26. Véase LEED, Eric J., Terra di nessuno. Esperienza bellica e identità personale nella prima
guerra mondiale, Bolonia, il Mulino,1985, pp. 260-262.
27. Sobre el movimiento de los ex-combatientes cfr. SABBATUCCI, Giovanni, I combattenti
nel primo dopoguerra, Roma-Bari Laterza, 1974 y FRANCESCANGELI, Eros, “Una storia
comune, un soggetto diviso: gli ex combattenti”, en Gli italiani in guerra..., pp. 81-86.
Ante la vastísima literatura, para una reflexión sobre la proveniencia social de los com-
batientes, sobre sus representación y autorepresentación cfr. MELOGRANI, Piero, Storia
politica della Grande guerra 1915-1918, Bari, Laterza,1969; ISNENGHI, Mario (edit.),
Operai e contadini nella grande guerra, Bolonia, Cappelli,1982; ISNENGHI, Mario, Il mito
della grande guerra, Bolonia, il Mulino,1989; GIBELLI, Antonio, La Grande Guerra degli
italiani 1915-1918, Milán, Sansoni, 1998; ROCHAT, Giorgio, Ufficiali e soldati. L’esercito
italiano dalla prima alla seconda guerra mondiale, Udine, Gaspari, 2000; VENTRONE,
Angelo, La seduzione totalitaria. Guerra, modernità, violenza politica (1914-1918),
Roma, Donzelli, 2003 y BARAVELLI, Andrea, La vittoria smarrita... Sobre los oficiales en
la primera posguerra, véase MONDINI, Marco, La politica delle armi. Il ruolo dell’esercito
nell’avvento del fascismo, Roma-Bari, Laterza, 2006.
28. N.T.: Partidarios del político y presidente del Consejo de Ministros Giovanni Giolitti.
29. Cfr. D’ORSI, Angelo, La rivoluzione antibolscevica. Fascismo, classi, ideologie (1917-1922),
Milán, Franco Angeli, 1985, p. 53.
30. Cfr. los documentos conservados en Roma, Archivio centrale dello Stato (Acs), Ministero
dell’Interno (Mi), Direzione generale della Pubblica sicurezza (Dgps), Divisione Affari
generali e riservati (Dagr), 1922, b. 96, f. 10 y CORDOVA, Ferdinando, Arditi e legionari
dannunziani..., pp. 12-37 y pp. 39-82.
31. En mi opinión, sería incorrecto nominar fascismo (en sentido propio) al movimiento
sansepolcrista; es decir, en el significado que, tanto historiográficamente como común-
mente, damos hoy al dicho término.
34. Cfr. SANTARELLI, Enzo, Le Marche dall’Unità al fascismo. Democrazia repubblicana e movi-
mento socialista, Ancona, Istituto regionale per la storia del movimento di liberazione nelle
Marche, 1983, pp. 258-264; BORGHI, Armando, Mezzo secolo di anarchia (1898-1945),
Napoli, Esi, 1954, pp. 213-222 y BIANCHI, Roberto, Pace, Pane, Terra..., pp. 198-200.
35. N.T.: Policía (Polizia) dicho en manera despectiva.
36. Cfr. el artículo de la edición piamontesa de “Avanti!”, “Gli arditi e il Partito Socialista”,
del 16 agosto 1919, cit. en FABBRI, Fabio, Le origini della guerra civile..., p. 101.
37. Sobre las relaciones entre el fiumanesimo y el arditismo, cfr. PERFETTI, Francesco, Fiuma-
nesimo, sindacalismo e fascismo, Roma, Bonacci, 1988. Para una lectura sobre la proeza
del Fiume como experimento libertario, cfr. SALARIS, Claudia, Alla festa della rivoluzione.
Artisti e libertari con D’Annunzio a Fiume, Bolonia, il Mulino, 2002. Es significativo tam-
bién el testimonio de CARLI, Mario Con D’Annunzio a Fiume, Milán, Facchi, 1920.
38. Fundados en 1920 por Vittorio Ambrosini, los Arditti rossi se afirmaron, como fenómeno
relevante, tan solo en Trieste. Sobre el arditismo rosso se remite a FRANCESCANGELI, Eros,
Arditi del popolo..., pp. 92-96. Sobre Ambrosini, cfr. POMPEJANO, Daniele, “Autobiografia di
un capitano degli Arditi 1927-28”, en Rivista di storia contemporanea, n. 2, 1983, pp. 194-
218.
39. Cfr. Acs, Mi, Dgps, Dagr, 1922, b. 96, f. 10, “informativa della questura di Roma del 20
aprile 1921” y Coletti, Gino, Due anni di passione ardita. Cronistoria dell’Associazione
Nazionale fra gli Arditi d’Italia 1919-1921, con Prefacio de Piero Bolzon, Milán, Libreria
editrice de L’Ardito, 1921 (che es la relación del secretario al I Congreso del Anai, Milán,
13-14 marzo 1921). Cfr., además, ROCHAT, Giorgio, Gli Arditi della grande guerra..., pp.
137-139; CORDOVA, Ferdinando, Arditi e legionari dannunziani..., pp. 64-66; y LUPARINI,
Alessandro, “Gli anarchici interventisti e il fascismo. Il caso di Gino Coletti in una let-
tera a Mussolini”, en Nuova storia contemporanea, n. 3, 1998, pp. 95-104.
40. La Liga proletaria de mutilados, invalidos, veteranos, huérfanos y viudas de guerra
(dicha brevemente Lega proletaria) se constituyó en noviembre de 1918 por iniciativa
de algunos exponentes del Partido Socialista. Ésta acogía, a partir de posiciones clasis-
paramilitares preexistentes (como los ya citados Arditi rossi del Trieste), en toda
Italia comenzaron a organizarse secciones de los Arditi del popolo. El 6 de julio
en el Jardín Botánico de Roma, en las cercanías del Coliseo, tuvo lugar una gran
manifestación contra la violencia fascista: tomaron parte miles de trabajadores
y, después de las intervenciones previstas, desfilaron los arditi del popolo. Des-
pués de tal valerosa convocatoria –que justificadamente puede ser considerada
la primera manifestación del antifascismo organizado y cuyo eco llegó a toda
Italia, superando incluso sus fronteras41– la estructura paramilitar acogió, en el
curso de pocos días, miles de adhesiones, difundiéndose sobre casi todo el terri-
torio nacional. De Lazio a Toscana, de Piamonte a Venecia Julia, de Apulia a
Sicilia: la organización antifascista se estructuró en 150 secciones reagrupando
alrededor de veinte mil afiliados42. Además de la “sección madre” de Roma, se
formaron reagrupaciones estables, entre otras localidades, en Civitavecchia,
44.Véase el texto del llamamiento en Acs, Mi, Dgps, Dagr, 1922, b. 98, f. 44. Texto origi-
nal: “Lavoratori! [...] La sacra unione delle forze lavoratrici, largamente rappresentata
dagli ex combattenti è ormai un fatto compiuto. [...] Il movimento dei lavoratori esce
dalla prova del fuoco ed esce superbo, assolutamente inattaccabile dalle minoranze
faziose e guerrafondaie. [...] Mentre il Paese viene mantenuto a bella posta nel caos, la
diplomazia, benché sconfessata crea nuovi irredentismi e vi prepara nuove guerre
obbligatorie. [...] Contro chi ha tentato [di] monopolizzare i nostri sacrifici di 4 anni
di guerra e del dopoguerra, si erge in questi giorni tutta la maggioranza del popolo ita-
liano. Contro chi travisò il movimento dei combattenti e profanò per le piazze i canti
e i nomi nostri più cari [...] si leva tutta la gioventù combattente e incontaminata
d’Italia. Lavoratori! Contro la borghesia mandataria e fautrice di movimenti reaziona-
ri e conservatori e che vanamente appoggiandosi ad una plutocrazia nazionale e inter-
nazionale, nella sua stoltezza si aliena persino le simpatie delle forze armate a sua dife-
sa, contro tale borghesia capitalistica, sfruttatrice si levino ancora oggi tutti i lavorato-
ri del braccio e del pensiero. Combattenti, arditi del popolo! [...] Riprendete la marcia
in avanti verso il destino immutabile, intraprendete la lotta per la vita […]”.
uno se cantaba sobre la melodía de Fiamme nere (que era el himno de los ardi-
ti di guerra), y el otro sobre la melodía de Giovinezza (antiguo himno de los estu-
diantes turineses y luego de los interventistas)45.
Queriendo diseñar un perfil político de asociación antifascista, sus organi-
zadores fueron los militantes (y dirigentes) de las organizaciones populares y, en
particular, de la clase trabajadora: en primer lugar los comunistas, los anarquis-
tas y los socialistas; pero también –en menor medida– los republicanos, los
sindicalistas, los revolucionarios y los católicos. De los datos elaborados median-
te el vaciado y examen de numerosos expedientes personales del Registro Políti-
co Central (Casellario Politico Centrale), en relación a la adscripción política
se obtienen, aproximadamente, las siguientes proporciones: los Arditi del popo-
lo clasificados como comunistas son el 62%, como anarquistas el 22%, como
socialistas el 11%, como republicanos el 2%, como populares y “antifascistas”
en general el 2%, como dannunziani y sindicalistas revolucionarios el 1%. No
obstante, es necesario tener presente que el número de los arditi del popolo cla-
sificados como comunistas está sobredimensionado: muchos de ellos –al tiem-
po de los hechos, socialistas o anarquistas, pero también republicanos o sindi-
calistas revolucionarios– se convirtieron en comunistas solo después de 1922.
Desde el punto de vista social, los Arditi del popolo tenían un perfil prevalen-
temente proletario: eran numerosos los ferroviarios y los obreros; igualmente
consistente era la presencia de braceros agrícolas, trabajadores de los astilleros
navales, portuarios y marítimos; diversos eran los trabajadores de la construc-
ción, los fundidores, los telegrafistas y los trabajadores del tranvía; pero estaban
también, en menor medida, artesanos, empleados, publicistas y algún profesio-
nal liberal (principalmente abogados)46.
En el verano de 1921, junto a numerosas adscripciones, llegaron los prime-
ros éxitos militares: las defensas de las ciudades de Viterbo y Sarzana47 –orga-
nizadas por los arditi del popolo de las dos localidades– resquebrajaron la com-
pacidad del movimiento fascista. Los dos componentes del fascismo identifi-
45. Ver el material (circulares con folios titulados, tarjetas, reproducciones fotográficas de
distintivos, textos de himnos) contenido en Acs, Mi, Dgps, Dagr, 1922, bb. 97 e 98.
46. Al respecto, se remite a FRANCESCANGELI, Eros, Arditi del popolo..., pp. 65-66 y 271-308.
47. Sobre los sucesos de Viterbo, además de GRISPIGNI, Marco, Gli Arditi del popolo a Roma...,
pp. 867-868 y a la más reciente monografía de ANTONINI, Carla , Faremo a fassela..., véase
BUSICH, Renato, “Una croce sulla Cassia. Accadde a Viterbo il 12 luglio 1921”, en Biblio-
teca e società, n. 4, 1981, pp. 9-14. Sobre los conflictos de Sarzana, además del reciente
libro de VENTURA, Andrea, I primi antifascisti..., véase, entre otros textos, COSTANTINI,
Claudio, “I fatti di Sarzana nelle relazioni della Polizia”, en Movimento operaio e socialis-
ta, n. 1, 1962, pp. 61-100; MENEGHINI, Giuseppe, La Caporetto del fascismo. Sarzana, 21
luglio 1921, Prefacio de Arrigo Petacco, Milán, Mursia, 2011.
48. N.T.: En el squadrismo italiano, ras es el título que se le dan a los jefes locales del movi-
miento.
49. Sobre la postura de la magistratura en los enfrentamientos entre fascistas y antifascis-
tas, cfr. NEPPI Modona, Guido, Sciopero, potere politico e magistratura (1870-1922), Bari,
Laterza, 1969.
50. Véase la documentación conservada en Acs, Mi, Gabinetto Bonomi, Ordine pubblico,
1921-22, b. 1, f. 4. Tal como ha observado De Felice, “quienes pagaron por el disposi-
tivo aplicado el día 21 [de diciembre] fueron los comunistas y los arditi del popolo”; DE
FELICE, Renzo, Mussolini il fascista, vol. I, La conquista del potere (1921-1925), Turín,
Einaudi, 1966, p. 207.
cista en los días de la huelga general ‘legalista’ de agosto 1922. Mientras que
Bari y Civitavecchia, gracias a los Arditi del popolo, no cayeron en las manos de
las camisas negras, en Parma –con sus memorables “barricadas”– las tropas de
Italo Balbo fueron derrotadas en combate51. Perseguidos por el régimen duran-
te todo el ventennio fascista (Argo Secondari fue agredido en los días de la mar-
cha sobre Roma e internado en un manicomio hasta su muerte, en 1942), los
arditi del popolo pasaron el testigo a los milicianos de las Brigadas Internacio-
nales en España y, sucesivamente, a las formaciones partisanas en la Resistencia,
cuyas componentes clasistas fueron asumidas como referencias para comenzar.
Si, en efecto, en septiembre de 1943 circularon algunos llamamientos –como
aquel lanzado por Lelio Basso– por la constitución de bandas de “arditi del popo-
lo”, en el curso de la guerra de Liberación algunas formaciones partisanas fue-
51. Del 2 al 6 de agosto, en Parma, confluyeron cerca de diez mil squadristi con el objetivo
de tomar Oltretorrente y Naviglio, los barrios proletarios y “subversivos” de la ciudad
emiliana. Para la defensa de los burgos populares, se desplegaron los Arditi del popolo
organizados por Picelli. A la llegada de los fascistas, el comando organizó la contraofen-
siva: treinta y dos patrullas de 8 a 10 hombres se enfrentaron manu militari a los fascis-
tas encabezados por Italo Balbo, quienes, tras cinco días, tuvieron que retirarse. Sobre
las “barricadas de Parma” (o la “defensa de Parma”, “cinco jornadas de Parma”, o tam-
bién la “batalla de Oltretorrente”) véanse los testimonios ‘cruzados’ de los protagonis-
tas: BALBO, Italo, Diario 1922, Milán, Mondadori,1932, pp. 113-136 y PICELLI, Guido,
“La rivolta di Parma”, en Lo Stato operaio, octubre 1934. Referente a las reconstruccio-
nes de los eventos y los análisis, véase: DE MICHELI, Mario, Barricate a Parma, Roma,
Editori Riuniti, 1960; Dietro le barricate, Parma 1922, Parma, Comune di Par-
ma –Provincia di Parma– Istituto storico della Resistenza della provincia di Parma,
1983; MINARDI, Marco (edit.), Pro Memoria. La città, le barricate, il monumento. Scritti in
occasione della posa del Monumento alle barricate di Parma dell’agosto 1922, Parma,
Comune di Parma, 1997; PALAZZINO, Mario, “Da Prefetto Parma a gabinetto Ministro
Interno”. Le barricate antifasciste del 1922 viste attraverso i dispacci dei tutori dell’ordine pub-
blico, Introducción de Marzio Dall’Acqua y Prefacio de Eros Francescangeli, Parma,
Silva, 2002; y, por último, el número especial de la revista del Istituto storico della
Resistenza e dell’età contemporanea de Parma Storia e documenti, n. 7, 2002 [impreso en
2003], dedicado enteramente a la historia (y la memoria) de las barricadas. Sobre el
recuerdo y la memoria de las barricadas, ver GAMBETTA, William y GIUFFREDI, Massimo
(edits.), Memorie d’agosto. Letture delle Barricate antifasciste di Parma del 1922, Milán,
Punto rosso, 2007. Para una síntesis, véase FRANCESCANGELI, Eros, “Le barricate antifas-
ciste di Parma”, en Gli italiani in guerra..., pp. 339-343. Sobre Picelli me limito a seña-
lar las obras de SICURI, Fiorenzo, Il guerriero della rivoluzione. Contributo alla biografia
di Guido Picelli (1889-1937), con un ensayo de W. Gambetta, Parma, Uni. Nova, 2010 y
BOCCHI, Giancarlo, Il ribelle. Guido Picelli una vita da rivoluzionario, International media
productions, [Parma] 2013 (adjunto el Dvd con documental homónimo dirigido por G.
Bocchi). Por último, en lo referente a la literatura juvenil, véase CESTE, Armando y
TORRI, Gianfranco, La storia degli Arditi del popolo. Storia di una vittoriosa battaglia
dell’antifascismo militante (le 5 giornate di Parma del 1922) raccontate a fumetti per tutti
i ragazzi, Roma, Savelli, 1976 y MINARDI, Marco (texto) y RICCARDI, Carlo (ilustración),
Racconto d’agosto. Le barricate a Parma del 1922, Parma, Club Agorà, 1996.
52. Para más detalles, se remite a FRANCESCANGELI, Eros, Arditi del popolo..., p. 156. La
influencia del mito de los batallones de asalto entre los partisanos se encuentra también
en la elocución oficial de las unidades comunistas, las “Brigadas de asalto Garibaldi”.
53. Sobre la utilización del mito de los arditi por parte de la República de Salò, cfr. la entra-
da, redactada por Gianfranco Porta, Arditismo en de GRAZIA, Victoria y LUZZATTO, Sergio
(edits.), Dizionario del fascismo, vol. I, Turín, Einaudi, 2002.
54. Ver SPRIANO, Paolo, Storia del partito comunista italiano..., p. 139 y CORDOVA, Ferdinando,
Arditi e legionari dannunziani..., p. 101. Sobre la misma directriz interpretativa de Spriano
y Cordova, véase GIOVANNINI, Claudio, L’Italia da Vittorio Veneto all’Aventino. Storia poli-
tica delle origini del fascismo, Bolonia, Pàtron, 1972, pp. 269-270.
55. Véase el breve párrafo dedicado a la asociación antifascista, significativamente titula-
da Una parentesi: gli arditi del popolo, en ROCHAT, Giorgio, Gli Arditi della grande guerra...,
pp. 140-141. Para Rochat no había “mucho sentido intentar entender hasta qué punto
los arditi y los primeros fascistas y, luego, los dannunziani eran de derechas o de izquier-
das analizando sus declaraciones y cada uno de sus gestos: más allá de las buenas inten-
ciones de los individuos y de sus programas ocasionalmente ‘revolucionarias’, todos
estos grupos eran ‘objetivamente’ de derechas” (Ibid., p. 119).
56. Ver SABBATUCCI, Giovanni, Los combatientes en la primera posguerra, Roma-Bari, Later-
za, 1974, p. 377.
57. Véase GAMBETTA, William, “L’esercito proletario di Guido Picelli (1921-1922)”, en Storia
e documenti, n. 7, numero speciale 2002 [2003], pp. 23-46, quien, reproduciendo la fór-
mula del Juramiento de los Arditi del popolo de Parma, nota cómo, junto a “ una cultu-
ral política caracterizada por el internacionalismo obrero”, convivía claramente “la rei-
vindicación de la experiencia combantentística de la Gran Guerra” (Ibid., p. 27).
58. N.T.: A partir de mediados del siglo XIX, en Italia se usaba este término para denomi-
nar al conjunto de personas que se dedican a la violencia y actos vandálicos, particular-
mente a los jóvenes.
Ardita combate sola contra todos vosotros, en batalla desigual, a rostro descu-
bierto; vela contenta porque sabe que realiza una obra santa.”59
Además, es incluso demostrable cómo los Arditi del popolo fueron producidos
por iniciativa de algunos excombatientes de unidades de asalto y que los prin-
cipales dirigentes de la asociación habían sido efectivamente militares (en varios
casos oficiales de reserva), algunos de ellos emplazados precisamente en las
tropas de choque. No obstante, la matriz combatentista de la asociación anti-
fascista y el trabajo preparatorio para su organización a nivel nacional no
pudieron ser atribuibles tan sólo a la Asociación Nacional Arditi de Italia: bas-
tante sólida fue, como ya se ha señalado, la contribución de la Lega proletaria.
Como ya observó Gianni Isola, la aportación ofrecida por la asociación excom-
batiente proletaria a la constitución de la estructura defensiva antifascista fue
sin duda considerable: en algunas zonas la Lega proletaria y los Arditi del popo-
lo llegaron incluso a identificarse en el plano organizativo60.
En conclusión, por lo que respecta a la cuestión de la connotación ideo-
lógica del arditismo (y, con ello, del futurismo y del dannunzianismo), resulta
difícil comprender su automático posicionamiento a la ‘derecha’ de la agrupa-
ción política. La realidad, como siempre, es mucho más compleja. Es innega-
ble que desde la trinchera del interventismo bélico y de la subversión futurista-
dannunziana del 1918-1919 surgieron Mussolini y el fascismo, pero también
es verdad que el mismo milieu político-cultural produjo figuras ciertamente
59. GIULIEN, “Gioventù Ardita, ricorda!”, en L’Ardito del popolo [Parma], 1 octubre de 1922.
Texto original: “Ti spogliarono della divisa del soldato e ti lanciarono sulle piazze dell’ita-
lo suolo, più affannato, più miserabile di prima! Chi si ricordò più di te? Ed oggi? Oggi,
Gioventù Ardita, non sei più, per la borghesia che te lo gridò, l’eroe nobile che difese la
patria. No! Oggi sei la teppa, sei la canaglia! Oggi sei la teppa perché ti ergi a difesa delle
istituzioni proletarie. Oggi sei la canaglia perché ti opponi ai sicari che vorrebbero entra-
re nelle case operaie e fare opera di distruzione sulle cose e sulle persone! Signori bor-
ghesi, chi seppe combattere ieri, per voi, sa combattere ancora oggi, perché la causa è ben
più giusta, e ben più nobile! La Gioventù Ardita combatte da sola contro tutti voi, ad
armi impari, a viso aperto, veglia contenta perché sa di compiere opera santa.”
60. Véase ISOLA, Gianni, Socialismo e combattentismo..., p. 19. Si, en su conjunto, la Lega pro-
letaria fue capaz de reacción ante los asaltos fascistas (que destruyeron la tipografía de
“Spartacus” y los archivos), ofreciendo, efectivamente, el mismo tejido organizativo a la
breve experiencia de los Arditi del popolo, las fracturas del congreso socialista de Livorno
volvieron a su interno. Después del III congreso nacional (18-21 de septiembre de 1921)
sobrevivieron, por breve tiempo y sin capacidad de incidencia, dos Ligas proletarias, una
socialista y la otra comunista. La primera se apagó en su consumación, la segunda en el
verano de 1924 por decisión de los órganos directos del Partido Comunista de Italia,
quienes propusieron la confluencia en orden disperso a la Asociación nacional de com-
batientes. Véase Ibid., pp. 28-29 y el Rapporto al Segretariato del Comintern el 26 agosto
1924 en Fondazione Istituto Gramsci, Archivio del Partito comunista, Internazionale
comunista, PCd’I (fondo 513), Inventario I, 241/53, fotograma 20.
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Resumen
La mentalidad militar española del siglo XX no puede entenderse sin el componente
del “africanismo”. Los intereses económicos, estratégicos y de otra índole en el norte
de África propiciaron desde el siglo XIX un interés cada vez mayor por la coloniza-
ción de Marruecos que se materializó en 1912 con el establecimiento del Protectorado
español. Este territorio se iba a convertir en la práctica casi en un “feudo” de los milita-
res, un territorio en el que podían ejercer su poder sin apenas intromisión de los políti-
cos. Este entorno fue muy favorable para que se generasen mentalidades diferenciadas
en buena parte de los hombres que allí servían. Así, el término africanismo, que se
había usado para referirse a los individuos que defendían los intereses españoles en el
norte de África, pasó a emplearse sobre todo para lo relacionado con esta mentalidad
militar. Habitualmente se ha asimilado el concepto “africanismo” a una ideología ultra-
conservadora y a ideas políticas antidemocráticas, compartidas por oficiales que ansia-
ban hacer una rápida carrera militar basada en “méritos de guerra”, y que compartían
prácticas y discursos violentos enraizados en la experiencia bélica. Tras clarificar con-
ceptualmente el concepto de “africanismo”, este artículo explora el impacto a largo
plazo de esa mentalidad militar en la historia de España
Palabras clave: Africanismo, Ejército español, Siglo XX.
Abstract
The Spanish military mentality in the twentieth century cannot be understood without
the component of “Africanism”. Since the nineteenth century, economic, strategic
and other interests in Northern Africa led to a growing interest in the colonization of
Morocco, which materialized in 1912 with the establishment of the Spanish Protecto-
rate. This territory became in fact a “stronghold” of the military, a territory where they
could exercise their power with little interference from politicians. It favored the
emergence of a distinctive mentality among a good number of men serving in this
environment. Thus, the term “Africanism”, which had been so far used to refer to
individuals who defended Spanish interests in North Africa, turned out to be used
mainly to refer to this military mentality. Usually, the term “Africanism” has been tra-
ditionally used to refer to ultraconservative ideology and antidemocratic political
ideas, then shared by officers eager to achieve military promotion on the basis of war
merit. They also shared violent practices and ideals rooted in their war experience. After
clarifying the concept of “Africanism”, this article explores the long-term impact of
this military mentality in Spanish history.
Keywords: Africanism, Spanish Army, 20th Century.
tro de ellos a los “civilistas”, con Marina y Jordana a la cabeza, que creían más
en la labor pacífica y que entre 1913 y 1918 controlaron la Alta Comisaría, el
máximo órgano de la administración española en el Protectorado3. El término
“africanista” en este sentido más amplio se ha contrapuesto al de “juntero”, que
hacía referencia a los miembros y militares afines a las Juntas de Defensa. Desde
estas asociaciones se consideraba injusto el trato de favor a los que ascendían
rápidamente en Marruecos, abogando porque se pusiera fin a las recompensas
por méritos de guerra y se volviese a los ascensos por antigüedad4. La dualidad
se estableció sobre todo por los enfrentamientos de 1921 y 1922, pero los lími-
tes entre ambos grupos eran difusos, y hubo militares, como José Riquelme, que
se podrían incluir en ambos.
El africanismo se convirtió en una tendencia con cierta influencia en la
política española desde la Guerra de África de 1859-18605, pero su relevancia
en el Ejército fue marginal, y apenas aparecen militares entre los africanistas
más destacados del siglo XIX (Francisco Coello, José Gómez de Arteche, Julio
Cervera, Felipe Ovilo o Emilio Bonelli serían los principales)6. Sin embargo,
tras la guerra de Melilla de 1893 y la derrota en Cuba en 1898, con la repa-
triación de una numerosa oficialidad colonial, Marruecos se convertía en una
interesante opción para quienes querían seguir realizando una rápida carrera
militar y obtener ascensos por méritos de guerra. En este contexto, el debilita-
miento del Imperio marroquí tras la muerte del sultán Muley Hassán en 1894
abriría la puerta a un mayor intervencionismo de las potencias europeas en
Marruecos, especialmente de España y Francia.
3. BALFOUR, Sebastian y LA PORTE, Pablo, “Spanish Military Cultures and the Moroccan
Wars, 1909-36”, en European History Quarterly, vol. 30 (2000).
4. ALONSO IBÁÑEZ, Ana Isabel, Las Juntas Militares de Defensa (1917-1922), Madrid,
Ministerio de Defensa, 2004.
5. También en el plano cultural y mental, como una manifestación de lo que Edward Said
definió como orientalismo: SAID, E.: Orientalismo, Madrid, Debate, 2002 (original de
1978). Sobre este término y sus implicaciones también hay un intenso debate que des-
borda las intenciones de este artículo.
6. Para la contextualización del africanismo Vid. PEDRAZ MARCOS, Azucena, Quimeras
de África. La Sociedad Española de Africanistas y Colonialistas: el colonialismo español a
finales del siglo XIX, Polífemo, Madrid, 2004.
10. Vid. por ejemplo FRANCO, Francisco, Diario de una bandera, Doncel, Madrid, 1976,
p. 71.
11. CARDONA, Gabriel, El problema militar en España, Madrid, Albor, 2005 p. 129.
12. CRIADO, Ramón, Sáhara, pasión y muerte de un sueño colonial, París, Ruedo Ibérico,
1977, p. 29.
13. BALFOUR, Sebastian y LA PORTE, Pablo, “Spanish Military Cultures.., p. 312.
14. MOLA, Emilio, Dar Akobba: páginas de sangre, de dolor y de gloria, Madrid, Doncel, 1977
(original de 1924), p. 9.
15. Vid. por ejemplo MADARIAGA, María Rosa, Los moros que trajo Franco, p. 44. Madariaga
ha sido criticada en obras de autores más conservadores por esta afirmación.
16. LÓPEZ BARRANCO, Juan José, El Rif en armas. La narrativa española sobre la guerra
de Marruecos (1859-2005), Madrid, Mare Nostrum, 2006, p. 349.
da que en cualquier otro hubiera sido leve y por condescendencia del médico
llega a ser grave y le cuesta al Estado 9.135,00 pts. El Comte. Sánchez Recio
puede hablar de esto, pues fue testigo presencial de escenas verdaderamente
cómicas17.
En una línea de desmitificación similar, Antonio Cordón recordaba en sus me-
morias que había visto a Millán Astray en la camilla después de ser herido Na-
dor “pálido y callado, y no dando gritos de “¡Viva la Legión!” como inventaron
luego sus numerosos amigos y jaleadores, los periodistas que llevaba siempre
como cortejo“18. Pero también reconocía la gran habilidad de Millán Astray para
la propaganda, que favoreció la popularidad de su unidad militar, y que se com-
plementaba con unos símbolos, liturgia y actos teatrales pensados al detalle19.
Como afirmaba Ernesto Giménez Caballero: “les han envuelto en tal aura
romántica, que sin querer inspiran atracción estos hombres, aunque muchos
de ellos no son más que pobres diablos”20. Éstos y otros testimonios nos hacen
dudar de la mentalidad real de los legionarios y huir de estereotipos. Algunos
serían más temerarios, y el Tercio se caracterizó por sus numerosas bajas y por
combatir en vanguardia, pero que esa exaltación de la muerte estuviese interio-
rizada por la mayoría de sus miembros resulta algo poco creíble. Lo que está
claro es que formar parte de la Legión era una experiencia que difícilmente no
condicionaba las formas de pensar y actuar. El propio Antonio Cordón refleja-
ba en sus memorias algunos de estos cambios:
A algunos oficiales que yo había conocido antes de que se alistaran en la Legión
los vi después convertidos en otros hombres moralmente distintos, jactancio-
sos, chulos, bebedores la mayoría, siempre alardeando de valientes (a ellos,
según su expresión, “no se les ladeaba el gorro al oír silbar las balas”) de cruel-
dad con el enemigo y con sus propios soldados, pletóricos de una desenfre-
nada ambición de ascensos y recompensas21.
Las malas relaciones de la Legión con otras unidades derivaron en buena medi-
da de estas actitudes, a las que se añadía una clara sensación de superioridad y
un fanatismo difícil de encontrar en el resto del Ejército.
17. RAGUER, H., El General Batet, Barcelona, Publicacions de l’abadia de Monserrat, 1994,
p. 65.
18. CORDÓN, Antonio, Trayectoria..., p. 88.
19. MADARIAGA, María Rosa, Los moros que trajo Franco, p. 46.
20. GIMÉNEZ CABALLERO, Ernesto, Notas marruecas de un soldado, Planeta, Barcelona,
1983 (original de 1923), p. 48.
21. CORDÓN, Antonio, Trayectoria..., p. 87.
Desde nuestro punto de vista operan dos mecanismos que son los que lle-
van a que exista un punto de inflexión tras el desastre: por un lado el deseo de
venganza supuso un acicate a la mentalidad del africanismo más militarista,
cuyas ideas seguían siendo las mismas antes y después de Annual (la Legión
es un buen ejemplo), pero iban a ser asumidas por una parte mayor de la ofi-
cialidad y de los soldados, lo que favoreció extender ese uso de la violencia
extrema. El otro mecanismo fue el de la transmisión: que no se hable de la bru-
talidad de una guerra no quiere decir que no sea brutal. La venganza por el
desastre hizo que se generalizasen prácticas salvajes contra el moro, como deca-
pitaciones, mutilaciones o diversas torturas24, pero está probado que ya eran
comunes antes del desastre y, aunque menos numerosas, la verdadera diferen-
cia es que resultaba muy difícil hablar de ellas, siendo tachadas de indignas y
salvajes por los políticos y la opinión pública, y ocultadas por el Ejército. En
este sentido resulta reveladora una conversación telegráfica de 1912 entre el
Alto Comisario Felipe Alfau y el general Luque, Ministro de la guerra, en la
que el primero señalaba que “es de gran conveniencia el decapitar a los moros
por el efecto moral que produce en las masas, pero no conviene que se diga que
nosotros lo consentimos”, a lo que Agustín de Luque respondió: “a mí me
parece todo el rigor poco, así que podéis decapitar todos los moros que
podáis, pero nuestra civilización no nos permite hacerlo público, así que pue-
des decírmelo a mí, que en este punto disfrazaré la verdad” 25.
La situación era otra después de la debacle de 1921 y del descubrimiento
de los miles de cadáveres de la posición de Monte Arruit, cuyas imágenes
removieron las conciencias de la sociedad española. Fue habitual ver a polí-
ticos pidiendo públicamente que se usasen armas químicas contra los rifeños,
y la prensa pedía aplicar la ley del talión, aplaudiendo las “hazañas” más esca-
brosas de los legionarios. Esto sucedía incluso en la prensa presuntamente
más liberal, como demuestra este editorial de Heraldo de Madrid en diciembre
de 1921, sobre no limitar el uso de ningún tipo de arma en Marruecos:
Aeroplanos y gases asfixiantes y tubos lanzaminas y cuantos medios ofensivos
ha inventado la ciencia para destruir al enemigo y atemorizarlo. Y no se hable
24. Muchos testimonios avalan esto. Por ejemplo el veterano Miguel Léivar contaba que
su unidad iba tras la Legión y encontraron a varios enemigos decapitados. LEGUINE-
CHE, Manuel, Annual 1921, Madrid, Alfaguara, 1996, p. 310. Prous i Vila recordaba unas
compañías del Tercio con una hilera de al menos dos docenas de cabezas de moros cla-
vadas en las puntas de las bayonetas. PROUS I VILA, Josep María, Cuatro gotas de san-
gre, Barcelona, Barril Barral, 2012, pp. 122-123.
25. Citado en BALFOUR, Sebastian, “El otro moro en la guerra colonial y la Guerra Civil”, en
GONZÁLEZ ALCANTUD, José Antonio (ed.), Marroquíes en la guerra civil española.
Campos equívocos, Barcelona, Anthropos, 2003, p. 98.
partida por buena parte de los militares africanistas, de una ley del mínimo
esfuerzo y el máximo beneficio que explica muchos de los problemas que
España tuvo para controlar el Protectorado a pesar del enorme gasto realizado.
Otros aspectos del pensamiento africanista cambiaron tras el desastre. Por
ejemplo se reforzó la concepción negativa de los políticos españoles, a los que
consideraban responsables de la derrota por su corrupción e ineficacia, pero
que habían abierto procesos judiciales casi exclusivamente contra militares.
Además, la imagen del “enemigo moro” se fusionó con la del “enemigo rojo”.
Aunque no hay constancia de que Abd-el-Krim hubiese actuado en conniven-
cia con elementos comunistas, la obsesión ante la amenaza soviética era tan
grande que se veía en cualquier enemigo. Incluso las estrategias generales de
campaña se cambiaron, y del control territorial mediante blocaos se pasó a
potenciar las unidades móviles sostenidas a través de pillaje32.
También es conveniente que nos preguntemos sobre la presencia de africa-
nistas en los diferentes escalafones del Ejército, pues los estudios se han cen-
trado sobre todo en la oficialidad, y resulta más complicado rastrear estas men-
talidades en militares de menor graduación. Obviamente, los que estaban en
Marruecos en contra de su voluntad –la mayoría– no formarían parte de este
grupo, y algunos con unas ideas favorables al pensamiento africanista podían
perderlas ante las dificultades de una campaña de una dureza inhumana, como
recordaba el anciano veterano Eulogio de Vega:
Quién era capaz de resistir noches interminables en un blocao de madera de
reducidas dimensiones, seis por cuatro metros para quince o veinte soldados,
defendido por unos cuantos sacos terreros, sin provisiones de agua, armado
de fusiles descalibrados, pendiente del menor ruido, tiritando de frío y miedo
con los ojos borrosos por el esfuerzo, siempre pendiente de los convoyes de
aprovisionamiento, con la sola ayuda de un heliógrafo, de un escapulario, del
rosario que al partir te dio tu madre? 33.
Así que, preguntarse cómo se mantenía un pensamiento que podríamos cali-
ficar de africanista en esas condiciones resulta conveniente, aunque muy difí-
cil de responder. Parece natural que los africanistas estarían precisamente
entre los más adaptados a este entorno y condiciones, pero muchos eran oficia-
les que vivían confortablemente, no sirviendo como ejemplo.
Finalmente, también podríamos referirnos a un pensamiento africanista
fuera de Marruecos, pues muchos civiles compartían diversos aspectos de su
32. GAJATE BAJO, María, Las campañas de Marruecos y la opinión pública. El ejemplo de
Salamanca y su prensa (1906-1927), Madrid, Instituto Universitario General Gutiérrez
Mellado-UNED, 2012, p. 42.
33. LEGUINECHE, Manuel, Annual 1921, p. 61
34. MAEZTU, Ramiro de, “Con el Ejército”, en Revista de tropas coloniales, 1 (enero de 1924),
pp. 4-5.
35. QUEIPO DE LLANO, Gonzalo, “El problema de Marruecos”, en Revista de tropas colonia-
les, 2 (febrero de 1924).
36. FRANCO, Francisco, “Pasividad e inacción”, en Revista de tropas coloniales, nº 4 (abril
de 1924).
37. El periodista Hernández Mir fue uno de los principales difusores del menú, y fuente de
autores como PAYNE, Stanley, Los militares y la política en la España contemporánea,
París, Ruedo Ibérico, 1968, p. 181. Sin embargo, el propio Franco negó su veracidad en
varias ocasiones, especialmente en 1972: Vid. ABC, 1-IV-1973, pp. 145-147.
38. FRANCO SALGADO-ARAUJO, Francisco, Mis conversaciones privadas con Franco, Pla-
neta, Barcelona, 2005 (original de 1976), p. 171.
39. La operación fue tan costosa que nos parece oportuno el calificativo de “desastre”, aun-
que su lugar en la memoria colectiva ha sido muy inferior al que por su magnitud le
correspondería. Vid. IGLESIAS AMORÍN, Alfonso, La memoria de las guerras de Ma-
rruecos en España (tesis doctoral inédita), 2014, p. 371.
40. Salvo excepciones como los republicanos de izquierdas Fermín Galán o Hidalgo de
Cisneros, o el conservador Miguel Cabanellas.
41. Vid. ALPERT, Michael, La reforma militar de Azaña (1931-1933),Madrid, Siglo XXI,
1998.
42. HIDALGO, Diego, ¿Por qué fui lanzado del Ministerio de la Guerra?, tomado de MADA-
RIAGA, María Rosa, Los moros que trajo Franco, p. 125.
43. Vid. NÚÑEZ SEIXAS, Xosé Manoel, ¡Fuera el invasor!: Nacionalismos y movilización
bélica durante la Guerra Civil española (1936-39), Madrid, Marcial Pons Historia, 2006.
por una actuación que también afectó a la población civil. Las discrepancias
del resto del Ejército con los métodos africanistas se reflejaron en los enfrenta-
mientos de Yagüe con el general López Ochoa, al que acusó de dar un “trato
humanitario” a los rebeldes y al que amenazó por haber aceptado pactar con
éstos que la Legión y los Regulares fuesen en retaguardia44, así como por orde-
nar fusilar algunos legionarios y al menos seis moros de Regulares por desma-
nes cometidos, que incluyeron la decapitación y diversas mutilaciones a pre-
sos, así como violaciones, asesinatos y saqueos45.
El embrutecimiento del Ejército en las guerras coloniales comenzaba a
notarse fuera de éstas, en lo que iba a ser un claro precedente de la Guerra Civil,
como también lo fue el papel de Franco, que consolidó su imagen de líder
entre los africanistas y la derecha española, que vio además al Ejército como un
posible salvador de la patria contra el “desorden” de la República46.
44. Según varios autores llegó a encañonarlo con su pistola, por lo que estuvo a punto de
ser procesado. ARCE, Carlos de: Historia de la Legión Española, Barcelona, Mitre, 1984,
pp. 199-201;
45. Para uno de los mejores testimonios sobre las atrocidades véase la investigación del
diputado Félix Gordón Ordás, en GARCÍA GÓMEZ, Emilio, Asturias 1934. Historia de
una tragedia, Zaragoza, Pórtico, 2009, p. 347 y ss.
46. La derecha no tuvo en cuenta los diversos militares republicanos que lucharon tam-
bién para sofocar la revuelta: CARDONA ESCANERO, Gabriel, El problema militar...,
p. 164.
47. Según Balfour llegaron a movilizarse 78.504 marroquíes en el Ejército sublevado, casi
la décima parte de la población del Protectorado: BALFOUR, Sebastian, Abrazo mortal:
De la guerra colonial a la Guerra Civil en España y Marruecos (1909-1939), Barcelona,
Península, 2002, p. 570.
48. Vid. por ejemplo SOLÉ I SABATÉ, Josep María; VILLARROYA, Joan, “Mayo de 1937 -
abril de 1939” en JULIÁ, Santos (coord.), Víctimas de la Guerra Civil, Madrid, Temas de
Hoy, 1999, pp. 193 y 234. Se da cuenta de soldados de Regulares ejecutados por come-
ter asesinatos y violaciones.
49. REIG TAPIA, Alberto, Memoria de la Guerra Civil. Los mitos de la tribu, Alianza, Madrid,
1994 p. 114.
50. MARTÍN MÁRQUEZ, Susan, Desorientaciones. El colonialismo español en África y la
performance de identidad, Bellaterra, Barcelona, 2011, p. 234.
51. MORENO, Francisco, “La represión de la posguerra” en JULIÁ, Santos (coord.): Víctimas
de la Guerra..., p. 343.
rio diferente. Por otro lado, esta campaña rompió la distinción entre el hogar
y el frente, y toda la población comprobó los horrores de la guerra.
Naturalmente, por muy favorables al uso de la violencia que fuesen algunos
militares del bando sublevado, la propaganda no podía permitirse ensalzar los
actos atroces como hacía Queipo de Llano, y se culpaba al enemigo, al “terror
rojo”, de lo peor de la guerra, en buena medida gracias a la manipulación y
la censura. Por otra parte, había que vencer los recelos a la utilización de tro-
pas marroquíes en territorio peninsular, aunque para los africanistas el moro
había dejado de ser un enemigo para convertirse en un importante aliado, inclu-
so un “hermano”. Algunos oficiales africanistas lucían orgullosos símbolos
marroquíes, como el coronel José Enrique Varela, que durante toda la guerra
continuó llevando la chilaba de los Beni Urriaguel; o los arengaban con gritos
de “¡Viva Marruecos!” o “¡Viva el sultán!”, como el comandante Tomás García
Figueras52. Para el resto de la población, se hicieron carteles en los que apa-
recían positivamente retratados, en la prensa se ensalzaba su disciplina y sus
valerosas acciones o se publicaron ensayos en los que se defendía su nuevo papel
recurriendo incluso a justificaciones históricas53. Después de siglos siendo el
enemigo, esta imagen del “moro amigo” más positiva que nunca se mantendría
tras la victoria sublevada54.
52. MADARIAGA, María Rosa, Los moros que trajo Franco, pp. 84 y 348.
53. Entre estos últimos destacó ASÍN PALACIOS, Miguel, “Por qué lucharon a nuestro lado
los musulmanes marroquíes”, Madrid, 1940.
54. Vid. MARTÍN CORRALES, Eloy, La imagen del magrebí en España, Barcelona, Bellaterra,
2002.
55. Actualmente sus fondos están depositados en la Biblioteca Nacional, en la que compo-
nen la sección África, con más de 6.000 volúmenes, 30.000 fotografías y muchos otros
materiales.
56. Expresión de GIL BENUMEYA, Rodolfo, Andalucismo africano, Madrid, Instituto de
Estudios Africanos, 1953, p. 124. Para un análisis de este discurso Vid. GONZÁLEZ
ALCANTUD, José Antonio, Lo moro. Las lógicas de la derrota y la formación del estereo-
tipo islámico, Barcelona, Anthropos, 2002, p. 188 y ss.
57. Vid. CASTILLEJO CAMBRA, Emilio, Mito, legitimación y violencia simbólica en los manua-
les escolares de Historia del franquismo, Madrid, UNED, 2008.
58. Vid. por ejemplo CORDERO TORRES, José María, Aspectos de la misión universal de
España, Madrid, Ediciones de la Vicesecretaría de Educación Popular, 1942, p. 17.
59. LOSADA MÁLVAREZ, Juan Carlos, Ideología del Ejército Franquista (1939-1959), Madrid,
Istmo, 1990, p. 166.
60. Por ejemplo GARCÍA FIGUERAS, Tomás, Marruecos. La acción de España en el norte de
África, Barcelona, Ediciones FE, 1939, p. 290.
61. Franco reconoció en privado en enero de 1956 que a Marruecos le quedarían unos 25
años para estar preparado para la independencia. FRANCO SALGADO-ARAÚJO, Fran-
cisco, Mis conversaciones..., pp. 188 y 201.
62. TOGORES, Luis Eugenio, Muñoz Grandes: Héroe de Marruecos, general de la División
Azul, Madrid, La esfera de los libros, 2007, p. 401.
63. MANRIQUE GARCÍA y José María; MOLINA FRANCO, Lucas: Ifni-Sáhara 1958. San-
griento combate en Edchera, Valladolid, Galland Books, 2008, p. 27.
64. Así lo afirmaba por ejemplo García Figueras respecto al Sahara: GARCÍA FIGUERAS,
T.: La acción africana de España en torno al 98 (1860-1912). Tomo II, Madrid, CSIC, 1966,
p. 427.
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FRANCO SALGADO-ARAÚJO, Francisco, Mis conversaciones privadas con Franco, Pla-
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Resumen
El presente artículo examina el papel de la experiencia de guerra en la conformación
de la dictadura franquista a través del análisis de las actitudes y comportamientos de
los vencedores y apoyos sociales del régimen durante la propia Guerra Civil y la pos-
guerra. En concreto, se trata de examinar el modo en que la contienda –ya fuera en el
frente o en la retaguardia– influyó a un amplio conjunto de individuos que acabaron
por convertirse en los mayores defensores de una cultura cimentada sobre la victoria
armada. Para ello, partiendo desde una perspectiva centrada en el plano local, se explo-
ran las diferentes vías (sistema de recompensas, participación en las instituciones del
régimen, colaboración en la persecución del enemigo o perpetuación de la memoria de
los vencedores) a través de las cuales contribuyeron a la consolidación de la dictadura,
al tiempo que propiciaron la exclusión social de los perdedores de la guerra.
Palabras clave: Cultura de guerra, Cultura de la victoria, Represión, Guerra Civil espa-
ñola, Franquismo, Actitudes sociales.
Abstract
This article explores the role of war experience in the construction of Franco’s dicta-
torship by analyzing the attitudes and behavior of the victors and the regime’s grassroots
during the Spanish Civil War and the postwar period. It aims in particular at examining
the way in which the war –both on the frontline and at the rearguard– affected many
Casi la mitad de la historia del siglo XX español estuvo marcada por la dicta-
dura franquista. Si tomamos en consideración la memoria y los legados del
régimen entre la sociedad, su sombra se extiende incluso hasta la actual cen-
turia. Esa pervivencia –y la incomodidad que provoca su sola mención– no
sería explicable sin la guerra que posibilitó su nacimiento, que constituyó su
principal fuente de legitimidad durante décadas. Entre 1936 y 1939 el todavía
bando rebelde demolió por completo el edificio de la España republicana y
puso los primeros cimientos del emergente estado franquista. Durante la con-
tienda comenzó la labor de limpieza política contra los dirigentes y elementos
más señalados de las organizaciones y partidos republicanos y de izquierdas;
se crearon lazos de sangre y hermandad entre los integrantes del Ejército rebel-
de, que transformarían la experiencia bélica en un hito decisivo para sus tra-
yectorias vitales; y se inició la construcción de la dictadura en las ciudades y
pueblos de la retaguardia, donde nuevos símbolos, discursos, políticas y mo-
dos de vida sustituyeron a los establecidos durante el periodo republicano.
Pero la contienda, además de constituir la piedra angular del régimen, tam-
bién imprimió una profunda marca en la sociedad española, hasta el punto de
forjar una serie de representaciones y prácticas significativas y diferenciadas
entre quienes la experimentaron, conformando lo que para otros contextos
posbélicos ha sido definido como “cultura de guerra”.1 Como había ocurrido
en Italia o Alemania, la experiencia bélica trasladó a los tiempos de paz una serie
de mentalidades caracterizadas por el recuerdo del conflicto, la demonización
del enemigo y la exaltación de los sacrificios realizados, que fueron alimenta-
das por las políticas de memoria y olvido elaboradas por los nuevos sistemas
2. La “victoria” como “hecho diferencial” del caso español frente a otras naciones en:
CANALES SERRANO, Antonio F. “Las lógicas de la victoria. Modelos de funcionamien-
to político bajo el primer franquismo”, Historia Social, nº 56 (2006), pp. 112-113; Sobre
el concepto de “cultura de la victoria” véanse, DEL ARCO BLANCO, Miguel Ángel, “El
secreto del consenso en el régimen franquista: cultura de la victoria, represión y ham-
bre”. Ayer, nº 76 (2008), pp. 245-268; y HERNÁNDEZ BURGOS, Claudio, Granada azul.
La construcción de la “Cultura de la Victoria” durante el primer franquismo, Granada,
Comares, 2011.
3. WILLIAMS, Raymond, Culture and Society, Nueva York, Columbia University Press,
1958, pp. XIV-XV; y ELEY, Geoff, “What is Cultural History?”, New German Critique, nº
65 (1995), pp. 19-36.
rado por el ministro secretario del Movimiento, José Luis Arrese, para anti-
guos combatientes de extracción social más humilde.13 Las adjudicaciones de
estas viviendas, unidas a otras medidas que permitían la edificación de casas
para funcionarios y militares de calidad y tamaño considerable y en unas con-
diciones ventajosas para sus beneficiarios, muestran el interés de la dictadura
por indemnizar a sus apoyos sociales y apuntalar con ello su fidelidad.14
Pese a todo, quizás el ejemplo más paradigmático de la preocupación esta-
tal por crear lealtades y redes de dependencia, lo constituyeron las políticas
destinadas a emplear laboralmente a estos colectivos. La creación del Servicio
de Reincorporación de combatientes al trabajo sirvió para premiar tanto a aque-
llos que “combatieron con las armas en la mano” como a los que, “con sus sufri-
mientos en el cautiverio, crearon en la zona enemiga un clima propicio al triun-
fo de las armas nacionales”.15 Desde la terminación de la guerra, el régimen
franquista adoptó diversas medidas para garantizar que quienes le habían apo-
yado durante la contienda no sufrieran los efectos más perniciosos de la pos-
guerra. Entre ellas, se dispuso que el 50% de las vacantes de funcionarios de
la Administración pública fueran cubiertas por quienes “acrediten haber pres-
tado servicios a la Patria en cualquiera de los frentes de combate durante un
periodo de tiempo no inferior a tres meses”.16 Asimismo, les fueron asignadas
expendedurías de tabaco, administraciones de lotería y otros negocios bajo con-
trol estatal. Por último, un porcentaje importante de puestos en entidades públi-
cas y de plazas en concursos y oposiciones a correos, policía o secretarios de
Ayuntamiento quedaron reservados para excombatientes, familiares de “caí-
dos” o mutilados de guerra. Según datos oficiales, a la altura de 1943, 20.000
miembros de este último colectivo habían conseguido trabajo gracias a la pro-
tección oficial.17
13. Archivo del Ministerio de Vivienda, Proyecto 217, “Construcción de 60 casas para
Caballeros Mutilados en el Camino de Ronda”, diciembre de 1941; AGA, Presidencia,
Caja 51/20569, “Parte de asuntos provinciales”, Granada, julio de 1941; Patria, 7-2-1943.
14. GAJA DÍAZ, Fernando, La promoción pública de la vivienda en Valencia (1936-
1976). Valencia, Consejería de Obras Públicas, Urbanismo y Transporte de la Generalitat
Valenciana, 1989.
15. AGA, Presidencia, Caja 52/2289; BOE, número 116, “Decreto reorganizando el servicio
de reincorporación de los combatientes”, 24-10-1938.
16. ABC, 21-3-1938.
17. BOE, número 259, “Decreto sobre colocación de ex combatientes en empresas priva-
das”, 15-9-1939; ALCALDE FERNÁNDEZ, Ángel, Los excombatientes franquistas…, p.
119; RAMÍREZ, Manuel, “El empleo público como recompensa en la posguerra españo-
la”, Boletín Millares Carló, 12 (1993), p. 126. SEVILLANO CALERO, Francisco, Extermi-
nio. El terror con Franco, Madrid, Crítica, 2004, p. 159.
No obstante, el interés del régimen por emplear a sus apoyos quedó espe-
cialmente evidenciado por las labores desarrolladas por la Delegación Nacional
de Excombatientes (DNE). Creada con el objetivo de ideologizar y controlar
a los antiguos integrantes del bando rebelde, la DNE acabó convertida en una
agencia de colocación laboral. Tanto desde el poder central, como a través de
las diversas delegaciones provinciales y locales, la DNE proveyó a los excom-
batientes de puestos en la Administración pública, tramitó permisos para la
puesta en marcha de sus negocios y actuó como intermediaria para que éstos
obtuvieran empleos en empresas privadas.18 Este hecho, sin duda, situó a los
excombatientes en una posición privilegiada a la hora de acceder a un pues-
to de trabajo, al tiempo que transformó la política oficial de empleo en una
forma más de castigar a los vencidos. Así lo demuestra, por ejemplo, el recha-
zo del gobernador civil de Salamanca, Gabriel Arias Salgado, a la solicitud de
empleo enviada por el vecino Feliciano Pérez. En su negativa el gobernador
sostenía que no podía conseguir que empleasen a “otros obreros que los que
reúnan las condiciones de excombatientes”, medida claramente perjudicial
para aquéllos que no formaban parte de este grupo.19
A comienzos de 1939, 300.000 excombatientes habían sido colocados, pero
casi 90.000 permanecían desempleados.20 A consecuencia de ello la labor de
la DNE quedó en entredicho. Desde inicios de la década de los cuarenta las
quejas se multiplicaron en todas las Jefaturas provinciales. Las empresas pri-
vadas, las jerarquías estatales y los gobernadores civiles eran, a ojos de los
falangistas granadinos, los responsables de la “desatención” hacia los proble-
mas de los excombatientes. Unas críticas que se repetían en otras jefaturas
provinciales y que, si bien no pueden ocultar la incapacidad de la DNE para
satisfacer a este colectivo en su conjunto, también eran el resultado de luchas
de poder y proyectos nacionales en pugna. Solo así puede explicarse que estas
críticas internas desapareciesen prácticamente una vez los cargos de jefe pro-
vincial y gobernador civil quedaron unificados.21 Nada podía ocultar, sin embar-
go, las dificultades que la DNE encontraba a la hora de encuadrar a los anti-
guos soldados de Franco. La indiferencia o las reticencias de los excombatien-
tes a encuadrarse en una institución controlada por el partido único eran
25. CAZORLA, Antonio, Las políticas de la victoria. La consolidación del Nuevo Estado fran-
quista (1938-1953), Madrid, Marcial Pons, 2000, pp. 86-87. HERNÁNDEZ BURGOS,
Claudio, Franquismo a ras de suelo. Zonas grises, apoyos sociales y actitudes durante la dic-
tadura, 1936-1976, Granada, Editorial de la Universidad de Granada, 2013, pp. 133-134.
26. AGA, Presidencia, caja 51/18996, “Solicitando pensión de viudedad”, 23-2-1949 y 25-
4-1949.
27. Ideal, 14-4-1937 y Patria, 18-7-1947.
28. RODRIGO, Javier, “Fascism and Violence in Spain: a Comparative Update”, International
Journal of Iberian Studies, nº 25-3 (2012), pp. 183-199, especialmente pp. 187-190; y
MÍGUEZ MACHO, Antonio, La genealogía genocida del franquista. Violencia, memoria
e imputabilidad, Madrid, Abada, 2014, pp. 60-64.
29. ANDERSON, Peter y DEL ARCO BLANCO, Miguel Ángel, “Construyendo la dictadu-
ra y castigando a sus enemigos. Represión y apoyos sociales al franquismo (1936-1951)”,
Historia Social, nº 71 (2011), pp. 125-141.
30. GERLACH, Christopher, “Extremely violent societies: an alternative to the concept of
genocide”, Journal of Genocide Research, 8-4 (2006), pp. 455-471.
31. Balances generales en RODRIGO, Javier, Hasta la raíz: violencia durante la guerra civil
y la dictadura franquista, Madrid, Alianza, 2008; y PRADA RODRÍGUEZ, Julio, La
España masacrada. La represión franquista de guerra y posguerra, Madrid, Alianza, 2010.
32. ANDERSON, Peter, The Francoist Military Trials: terror and complicity, 1939-1945,
Londres, Routledge y Cañada Blanch Centre for Contemporary History, 2009 pp. 71-76;
GÓMEZ BRAVO, Gutmaro y MARCO, Jorge, La obra del miedo. Violencia y sociedad en
la España franquista (1936-1950), Madrid, Península, 2011, p. 76.
bido como una retribución merecida por sus sufrimientos pretéritos y consi-
derado como un acto de “justicia” que atenuaría su dolor.33 Aprovechándose de
tales sentimientos, el régimen propició su colaboración en la represión, de
manera que la violencia se convirtió no solo en un aglutinante entre los diferen-
tes elementos de las “comunidades de castigo”, sino entre éstas y la dictadura,
convertida en gran valedora de sus demandas.34
En buena medida, la participación de estas comunidades en la persecu-
ción y castigo de sus enemigos se produjo a través de los canales abiertos por el
Estado. Diversos estudios han mostrado, por ejemplo, el importante rol que
jugaron estos colectivos en consejos de guerra o los tribunales de Responsa-
bilidades Políticas.35 Sus testimonios en estos procesos resultaron cruciales para
el asesinato, el encarcelamiento o la confiscación de los bienes de algunos de sus
enemigos. “No quiero venganza, sino justicia”, sostenía una vecina de la loca-
lidad malagueña de Cuevas Bajas, cuyo tío había sido asesinado en los prime-
ros meses de guerra. Unas ansias de “justicia” compartidas por una vecina de
Fuendetodos (Zaragoza) que pedía que los causantes de su dolor pagasen “con
la misma moneda” sus crímenes36. De esta forma, viudas de “caídos” o víctimas
del “terror rojo” acudieron en bloque a testificar contras sus vecinos. Muchas
veces en demanda de reparación por “las vejaciones, atropellos, daños y perjui-
cios causados” durante la dominación “roja”, pero, también, con el objetivo de
obtener compensaciones a costa de sus enemigos.37 En este aspecto, las Co-
misiones de Incautación de Bienes no tuvieron reparo en que las propiedades
y enseres de los vencidos pasaran a manos de sus bases sociales. En Albolote
(Granada) las jerarquías locales autorizaron “el arriendo provisional de las
33. ANDERSON, Peter y DEL ARCO BLANCO, Miguel Ángel, “Construyendo la dictadu-
ra…”, pp. 131 y ss.
34. MIR CURCÓ, Conxita, Vivir es sobrevivir. Justicia, orden y marginación en la Cataluña
rural de posguerra, Lleida, Milenio, 2000, pp. 254.
35. Un trabajo colectivo reciente en: GÓMEZ OLIVER, Miguel, MARTÍNEZ LÓPEZ,
Fernando y BARRAGÁN MORIANA, Antonio (coords.), El botín de guerra en Andalucía.
Cultura represiva y víctimas de la Ley de Responsabilidades Políticas, 1936-1945, Madrid,
Biblioteca Nueva, 2015.
36. MELERO VARGAS, Miguel Ángel, “Terror frío y violencia al rojo vivo. Actores y alcan-
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2016, Cd-rom (en prensa); LANGARITA, Estefanía, “Si no hay castigo, la España Nueva
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CASANOVA, Julián y CENARRO, Ángela (coords),Pagar las culpas. La represión econó-
mica en Aragón (1936-1945), Barcelona, Crítica, 2014, pp. 145-173;
37. MIR CURCÓ, Conxita, Vivir es sobrevivir…, p. 252 y ss.; ANDERSON, Peter, “In the
name of the martyrs: memory and retribution in Francoist Southern Spain, 1936-
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38. Archivo de la Real Chancillería de Granada, caja 25821, Expediente 34, 26-4-1938 y
caja 23804, Expediente 83, 23-8-1937.
39. Archivo Histórico Provincial de Ávila (AHPA), Gobierno Civil, caja 95, “Escrito de la
Comisión de Incautación de Bienes a la Junta de Gobierno”, 16-7-1938.
40. AHPA, Gobierno Civil, caja 95, “Informe de la Delegación de Seguridad y Orden Público”,
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41. GARCÍA PIÑEIRO, Ramón, Luchadores del ocaso, Represión. Guerrilla y violencia polí-
tica en la Asturias de posguerra (1937-1952), Oviedo, KRK, 2015, pp. 978-979.
42. AHPS, Gobierno Civil, caja 162/2, “Denuncia contra el maestro de la localidad por sus
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ción de El Matías”, 13-11-1940; Otros casos en GÓMEZ RODA, J. Alberto, “Percepciones
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43. SANZ HOYA, Julián. “El partido fascista y la conformación del personal político local
al servicio de las dictaduras de Mussolini y Franco”, Historia Social, nº 71 (2011), pp.
107-123. GONZÁLEZ MADRID, Damián A. “Coaliciones de sangre en el poder políti-
co local. Castilla-La Mancha, 1936-1945”, Ayer, nº 73 (2009), pp. 215-244; CENA-
RRO, Ángela, “Fascismo, franquismo y poder local (1936-1949): un ejercicio compa-
rativo”, International Journal of Iberian Studies, nº 10-3 (2006), pp. 221-246; y
RODRÍGUEZ BARREIRA, Óscar, Miserias del poder. Los poderes locales y el nuevo Estado
franquista, 1936-1951. Valencia, PUV, 2013, especialmente 291-336.
44. DEL ARCO BLANCO, Miguel Ángel y GÓMEZ OLIVER, Miguel, “Los franquistas del
campo. Los apoyos sociales rurales del régimen de Franco (1936-1951)” en ORTEGA
LÓPEZ, Teresa Mª y COBO ROMERO, Francisco (coords.), La España rural, siglos XIX
y XX. Aspectos políticos, sociales y culturales. Granada, Comares, 2011, pp. 257-287;
SEVILLANO CALERO, Francisco, “La política del ‘combatismo’ en el ‘Nuevo Estado’:
discurso, protección y encuadramiento del excombatiente en la posguerra española
(1931-1941)”, Historia Social, 74 (2012), pp. 43-63.
11%
22% Combatientes
52% No combatientes
Cautivos
Evadidos o perseguidos
15%
Elaboración propia
En otros puntos del país –especialmente en las capitales de provincia– las elites
tradicionales conservaron un peso considerable en las corporaciones locales y
provinciales. Además, las jerarquías sociales siguieron funcionando y los pues-
tos más relevantes acabaron regentados por individuos de perfil social más ele-
vado. Sin embargo, incluso aquellas ciudades que aparentemente continuaban
siendo feudos en manos de notables locales, albergaban espacios para la colo-
cación de excombatientes y excautivos. El Ayuntamiento de Granada, copado
en su gran mayoría por individuos que representaban o estaban cercanos a los
tradicionales detentadores del poder y a las clases más acomodadas de la capi-
tal, contaba con una importante presencia de excombatientes, mutilados y
excautivos en puestos subalternos tales como auxiliares, porteros, trabajadores
de arbitrios, miembros de la policía urbana, responsables de aguas y alcantari-
llado, jardineros, encargados del matadero municipal o personal de incendios,
entre otros.47 Mediante cargos de mayor o menor peso, el régimen creaba lazos
de dependencia y afianzaba sus apoyos sociales, pero, además, se dotaba, a esca-
la local, de agentes imprescindibles para la construcción diaria de la dictadura,
para el cumplimiento y la eficacia de sus políticas de exclusión social y para el
mantenimiento de la fractura entre vencedores y vencidos. Una situación que,
unida a la posición de privilegio y prestigio con la que contaban especialmente
en las localidades más pequeñas, les convertía en auténticos “guardianes de la
victoria”, esenciales –pese a sus enfrentamientos con otros sectores del régi-
men– en la configuración del marco cotidiano deseado por la dictadura.
50. CRUZ, Rafael, En el nombre del pueblo. República, rebelión y guerra en la España de 1936,
Madrid, Siglo XXI, 2006, pp. 123 y ss; RICHARDS, Michael, After the Civil War. Making
Memory and Re-Making Spain since 1936, Londres, Cambridge University Press, 2013,
pp. 97 y ss.
51. Los entrecomillados en: GOLLONET MEGÍAS, Ángel y MORALES LÓPEZ, José, Rojo
y azul en Granada. , pp. 56-57; y CASARES, Francisco, 25 comentarios, Tolosa, Unión Grá-
fica, 1940, p. 12. Véase también: EALHAM, Chris, “The myth of the maddened crowd:
class, culture and space in the revolutionary urbanist project in Barcelona, 1936-1937”
en ÍD. y RICHARDS, Michael (eds.), The Splintering of Spain. Cultural History and the
Spanish Civil War, 1936-1939, Nueva York, Cambridge University Press, 2005, pp. 111-
132.
52. DELGADO RUIZ, Manuel, Luces iconoclastas. Anticlericalismo, espacio y ritual en la
España contemporánea, Barcelona, Ariel, 2001; DRONDA MARTÍNEZ, Javier, Con
Cristo o contra Cristo. Religión y movilización antirrepublicana en Navarra (1931-1936),
pp. 275-377. THOMAS, Maria, The Faith and the Fury. Popular anticlerical violence and
iconoclasm in Spain, 1931-1936, Brighton, Sussex Academic Press, 2013.
resulta lógico que la calle constituyera el lienzo idóneo para la dibujar los
nuevos perfiles de la que sería la “España de la victoria”.
Numerosos elementos demuestran la difusión de la cultura de los vence-
dores en el espacio público y la predominancia de mentalidades marcadas por
la contienda. Desde los primeros meses de la contienda, las corporaciones loca-
les procedieron a renombrar las calles de sus localidades con títulos más “acor-
des” con la nueva realidad nacional. En octubre de 1936, por ejemplo, el
alcalde de Vaguillas (Salamanca) incorporó al callejero local las plazas de los
generales Franco, Queipo y Mola, así como la calle de Calvo Sotelo. Aunque
planificados y ordenados desde el Estado, en otras ocasiones estos cambios
eran fruto de la iniciativa popular, hasta el extremo de que algunas autorida-
des provinciales se vieron obligadas a recordar a la población que debía abs-
tenerse de realizar estas alteraciones por su cuenta.53 Del mismo modo, la ela-
boración de un nuevo calendario festivo y el establecimiento de nuevos ritos
y ceremonias también afectaron al espacio público, propiciando la participa-
ción ciudadana en la construcción del Estado franquista. La calle se convirtió
en el escenario principal de la sobreexcitación nacionalista en la que todo
español, como miembro de la “comunidad nacional”, debía participar. La
inhibición en este tipo de actos no tardaba en ser descubierta, como le suce-
dió al vecino de la localidad salmantina de Malpartida, Mariano Hernández,
multado tras ser denunciado por no haber asistido a las manifestaciones por la
liberación de Tarragona y Gerona en marzo de 1939.54
Pese a todo, fue probablemente el elemento religioso el más beneficioso
para el despliegue de la cultura de los vencedores. En su empeño por recristia-
nizar la vida nacional en todas sus dimensiones, el espacio público se convir-
tió en un escenario predilecto. Ya durante la guerra las ceremonias religiosas
habían desempeñado un papel protagonista no solo en la vida cotidiana de los
soldados, sino en la política de “regeneración nacional” impulsada por los
rebeldes. La atmósfera de exaltación religiosa envolvió las poblaciones situadas
en la retaguardia rebelde.55 Al tomar la localidad de Aracena (Huelva) en agos-
53. GARDINER, Michael, Critiques on Everyday Life: An Introduction (Nueva York, Routled-
ge, 2000), p. 7. Véase también: PAYÁ LÓPEZ, Pedro, “Violencia, legitimidad y poder
local. La construcción simbólica de la dictadura franquista en una comarca alicantina. El
Vinalopó Medio, 1938-1948”, nº 1 (2002), p. 14; CALVO VICENTE, Cándida, “Socia-
lización y espacio urbano: el callejero de San Sebastián durante el franquismo”, Vasconia.
Cuadernos de Historia y Geografía, nº 21, (1993), pp. 345-356; y LÓPEZ DE MATURA-
NA, Virginia, La reinvención de una ciudad. Poder y política simbólica en Vitoria durante el
franquismo (1936-1975). Bilbao, Universidad del País Vasco, 2014, pp. 71-75.
54. AHPS, Gobierno Civil, Multas, 197/2. “Multa a Mariano Hernández Redondo”, 9-3-1939.
55. SANTIDRIÁN, Pedro, El Padre Sarabia escribe su historia. Medio siglo de misiones en
España, Madrid, Editorial Perpetuo Socorro, 1963, pp. 261-263.
56. COPADO, Bernabé, Con la columna Redondo. Combates y conquistas. Sevilla, Imprenta
de la Gavidia, 1937, pp. 47-48; MARTÍN RETORDILLO, Cirilo, Huesca vencedora. Algu-
nos episodios de su heroica defensa, Huesca, V. Campo, 1938, p. 17.
57. Ya, 2-3-1940.
58. Para Málaga ALFONSÍ, Adela, “La recatolización de los obreros en Málaga, 1937-1966,
El nacionalcatolicismo de los obispos Santos Olivera y Herrera Oria”, Historia Social,
nº 36 (1999), pp. 119-134; para Granada Ideal, 11-3-1937.
59. Véase CALLAHAN, William, “The evangelization of Franco’s New Spain”, Church History,
nº 56-4 (1987), pp. 498-499.
60. Boletín Oficial del Obispado de Málaga, mayo de 1939, citado en ALFONSÍ, Adela, The
Recatholisation of Málaga, 1937-1966, Church and State in Spanish Postwar, tesis doctor-
al inédita, University of Adelaide, 1998, p. 247.
fue posible gracias a una familia “católica y de modesta condición social que
en su día recogió los pedazos del monumento”. Su reconstrucción –clara evi-
dencia del modo en que la dictadura concebía la victoria– había sido llevada
a cabo por presos republicanos que de este modo restañarían “el daño causado
a España”.61 Estos actos, unidos a otras demostraciones públicas de arrepen-
timiento y reparación evidenciaban hasta qué punto la concepción de la gue-
rra como castigo enviado por Dios para “curar” a España de los “pecados” come-
tidos estaba extendida entre determinados capas de la sociedad que conside-
raban que la nación necesitaba una profunda regeneración.62
Por esta razón, la confección del nuevo espacio nacional implicaba, para-
lelamente, una intensa purificación moral. A juicio del régimen, las costum-
bres y modos de vida de los españoles habían sido pervertidos y requerían
una alteración radical, especialmente en aquellos lugares más visibles para el
conjunto de la sociedad. Se trataba de acabar con vicios e inmoralidades y de
desarraigar comportamientos presuntamente adquiridos durante el periodo
republicano. De ahí, por ejemplo, la ocultación de la prostitución y su control
mediante el Patronato de Protección de la Mujer, a fin de “impedir su explo-
tación, apartarlas del vicio y educarlas con arreglo a las enseñanzas de la Reli-
gión Católica”.63 Sin llegar a su prohibición hasta 1956, las autoridades fran-
quistas se esforzaron en limitar la visibilidad de la prostitución en los centros
urbanos de numerosas ciudades, deteniendo, como en el caso del casco histó-
rico de La Coruña, a aquéllas mujeres que “hacían la carrera” y “escandalizaban”
al vecindario con su actuación.64 Lo mismo que ocurría con otros individuos
“indeseables” que pululaban por las urbes como mendigos, vagabundos o borra-
chos cuyos comportamientos no podían ser tolerados. Así se deduce, por
ejemplo, de lo ocurrido en la también demarcación coruñesa de Mugardos en
junio de 1951, donde Enrique Castro y José Martínez fueron detenidos por
estar “blasfemando contra el Santo Nombre de Dios y la Virgen a grandes vo-
Conclusiones
El franquismo no fue una cáscara vacía en la que el conjunto de la población
española se vio atrapada involuntariamente. Por el contrario, sus discursos,
65. AHRG, Gobierno Civil, caja 2676, Detenidos y arrestados, “Comandancia del Puesto
de Mugardos”, 20-6-1951.
66. Para Logroño: FANDIÑO, Roberto, El baluarte de la buena conciencia. Prensa, propagan-
da y sociedad de la Rioja en el primer franquismo, La Rioja, Universidad de la Rioja e
Instituto de Estudios Riojanos, 2009, pp. 167-169. Para Granada: CLEMINSON, Richard
y HERNÁNDEZ, Claudio, “The Purification of vice: early Francoism, moral crusade
and the barrios of Granada, 1936-1951”, Journal of Spanish Cultural Studies, nº 16-1
(2015), pp. 95-114.
67. LEDESMA, José Luis y RODRIGO, Javier, “‘Caídos por España. Mártires de la libertad’.
Víctimas y conmemoración de la Guerra Civil en la España posbélica”, Ayer nº 63 (2006),
pp. 233-255; PAYÁ LÓPEZ, Pedro, “Violencia y legitimidad…”, pp. 18-19.
68. La finalidad excluyente en DEL ARCO BLANCO, Miguel Ángel, “Las cruces de los caí-
dos: instrumento nacionalizador en la “cultura de la victoria”, en ÍD. et al. (eds.), No
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Granada, Comares, 2013, pp. 65-82.
69. Patria, 2-4-1942.
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Resumen
En 2013 se conmemoró el segundo centenario de la constitución de las primeras
diputaciones provinciales, paralelamente, los debates sobre la reforma constitucional
y la mayor federalización del Estado y la crisis económica han puesto en cuestión la
existencia de las provincias. Una revisión de su nacimiento como entidades político-
administrativas quizá resulte conveniente. El término “provincia” se utilizaba desde
la época medieval tanto para denominar a los viejos reinos o grandes unidades terri-
toriales que integraban la monarquía como a las circunscripciones en que algunas de
estas se dividían en la corona de Castilla. Las Cortes de Cádiz procederán a una labor
de uniformización y racionalización, que se traducirá en la creación de órganos de
gobierno electivos en los niveles municipal y provincial, aunque fuertemente depen-
dientes de la administración central. Era un sistema centralista, pero que incluía, por
primera vez en la historia de España, instituciones representativas locales y provincia-
les para toda la monarquía y, paradójicamente, supuso una descentralización del Estado.
En 1822 se completó el mandato constitucional con una división provincial que res-
petaba las fronteras de los viejos reinos y será casi íntegramente copiada por Javier de
Burgos en 1833. Con las diputaciones las provincias alcanzaron una clara personali-
dad política.
Palabras clave: Provincias, Diputaciones, Constitución de 1812, Descentralización
administrativa, Democratización.
Abstract
2013 celebrated the bicentennial of the constitution of the first provincial govern-
ments in Spain. Conversely, constitutional reform issues, including an increasing state
federalization, and economic crisis put to question the very existence of the provinces
themselves. It may be convenient to revise the emergence of those provincial govern-
ments as political and administrative bodies. The term ‘province’ has been used since
medieval times to refer both to the old kingdoms, or large territorial units belonging
to the Crown, and to territorial subdivisions on the latter. The Cadiz Cortes undertook
the task of making territorial divisions more uniform and rational, which brought
about the creation of elective government bodies at both the municipal and the
provincial level, although strongly dependent on the central administration. It was a
centralised system which nonetheless envisaged, for the first time in the history of
Spain, local and provincial representative bodies all over the country and, paradoxi-
cally, it involved a decentralisation of the State. In 1822 the constitutional mandate
was completed with provincial divisions which maintained the old kingdoms’ bounda-
ries and which would be almost fully maintained in 1833 by Javier de Burgos. With
those provincial governments the provinces became distinctive political entities.
Keywords: Provinces, Provincial Governments, 1812 Constitution, Administrative
Decentralisation, Democratization.
2. En el siglo XVIII había 11 capitanías generales: Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Galicia,
Extremadura, Sevilla, Granada, Navarra –conservaba el virrey–, Aragón, Cataluña, Mallorca
y Valencia. Las comandancias generales eran Menorca, Asturias, Vizcaya, Guipúzcoa, Campo
de Gibraltar, Canarias y Ceuta. SALAS LARRAZÁBAL, Ramón, “Ejército y marina”, en ARTOLA,
Miguel (dir.), Enciclopedia de Historia de España, vol. 2, Instituciones políticas. Imperio,
Madrid, Alianza Editorial, 1988, p. 290. Una síntesis reciente sobre la administración terri-
torial a finales del antiguo régimen en MOLAS, Pere, “La organización territorial del poder en
la monarquía española en vísperas de la Guerra de la Independencia”, en BERAMENDI, Justo
y VEIGA, Xosé Ramón (eds.), Poder y territorio en la España del siglo XIX. De las Cortes de
Cádiz a la Restauración, Santiago, Universidad de Santiago de Compostela, 2014.
3. Las audiencias y chancillerías eran 12: chancillerías de Valladolid y Granada, consejo real
de Navarra y audiencias de Sevilla, Galicia, Extremadura, Asturias, Canarias, Aragón,
Cataluña, Valencia y Mallorca.
4. BORREGUERO BELTRÁN, Cristina, El reclutamiento militar por quintas en el siglo XVIII,
Valladolid, Universidad de Valladolid, 1989, pp. 167 y 363. Los regimientos de milicias
eran 42 desde 1767. Ibíd., p. 51.
FORCADELL, Carlos y ROMEO, María Cruz, Provincia… pp. 11-47. Burgueño señala como
el vocabulario geográfico elaborado por la Academia de la Historia a finales del siglo
XVIII diferencia las que “se distinguen por la forma de su gobernación, como las que
dependen de un virrey, de una chancillería o audiencia” de “las que, en cuanto a las
contribuciones, están baxo la autoridad de un intendente o subdelegado de rentas”.
BURGUEÑO, Jesús, La invención…, p. 12.
10. En la Junta Central estaban representadas 18 “provincias”, aunque León y Castilla tenían
una sola junta y Madrid carecía en aquel momento de ella; por eso las juntas que la cons-
tituyeron fueron 16. Jaén y Murcia, consideradas “reinos”, estaban representadas, aunque
no tenían audiencias o chancillerías y, como Asturias, tampoco capitanía general.
11. MERCADER RIBA, Juan, José Bonaparte Rey de España, 1808-1813. Estructura del Estado
Español Bonapartista, Madrid, CSIC, 1983, pp. 230-231, y José Bonaparte Rey de
España, 1808-1813. Historia externa del reinado, Madrid, CSIC, 1971, pp. 155 y ss. Este
autor incide en que esta división territorial no respetaba los límites de los viejos reinos
y en que “el fluvialismo no es de extrañar que sea la nota predominante, hasta el punto
de que un río, el Ebro, sirve para separar las prefecturas de Santander, Vitoria, Pamplona
y Huesca, por una parte, de las de Burgos y Zaragoza, por la otra”. En cualquier caso,
nunca estuvieron claros los límites de las nuevas prefecturas, ni siquiera para las pro-
pias autoridades josefinas. Estructura…, pp. 233-234.
12. LA PARRA, Emilio, Manuel Godoy. La aventura del poder, Barcelona, Tusquets, 2002, pp.
376-378.
13. MERCADER RIBA, Juan, Estructura..., p. 232.
14. Ibíd., pp. 266-269.
15. La discusión del decreto que establecía el nuevo reglamento de juntas provinciales
había estado precedida por un debate “sobre el arreglo de las provincias” en el que se
planteó la supresión de los intendentes y apareció por primera vez la cuestión de la
representatividad de las diputaciones. FERNÁNDEZ SARASOLA, Ignacio, La Constitución de
Cádiz. Origen, contenido y proyección internacional, Madrid, CEPC, 2011, pp. 214-216.
16. GARCÍA FERNÁNDEZ, Javier, “El municipio y la provincia en la Constitución de 1812”,
Revista de Derecho Político, nº 83 (2012), pp. 444-446. También Santana Molina consi-
dera que el decreto del 18 de marzo de 1811 es “una pieza clara de enlace entre la tra-
dición juntera y las Diputaciones de la Constitución de Cádiz”, aunque ve en él una
clara influencia del sistema administrativo revolucionario francés. SANTANA MOLINA,
Manuel, “La diputación provincial en la legislación gaditana”, en VV. AA.: Materiales
para el estudio de la Constitución de 1812, Madrid, Tecnos, 1989, pp. 712-715.
20. BLANCO VALDÉS, Roberto, Rey, Cortes y fuerza armada en los orígenes de la España libe-
ral, 1808-1823, Madrid, Siglo XXI, 1988, p. 270.
21. Gallego Anabitarte ha criticado duramente la definición tradicional del Estado liberal
español como centralista desde sus orígenes, para él, “el Estado constitucional español
que surge en Cádiz en 1812 debe ser calificado tras este análisis como un Estado uni-
tario, descentralizado en las Provincias y con fuerte desconcentración en los Ayunta-
mientos”. GALLEGO ANABITARTE, Alfredo, “España 1812: Cádiz, Estado unitario, en pers-
pectiva histórica”, Ayer, nº 1. (1991), pp. 162-63.
24. ARGÜELLES, Agustín, Discurso preliminar..., p. 118. La posible suspensión de los voca-
les quedó consagrada en el artículo 336 de la Constitución, pero en él se señala tam-
bién que pasarían inmediatamente a ocupar sus funciones los suplentes mientras las
Cortes resolvían. La posterior legislación moderada no solo hurtará al parlamento la
decisión sobre la suspensión de uno o todos los vocales, sino que permitirá al gobierno
la posibilidad de disolver discrecionalmente las corporaciones provinciales.
25. JOVELLANOS, Gaspar de, Informe de la Sociedad Económica de Madrid al Real y Supremo
Consejo de Castilla en el expediente de la ley agraria, Palma, imprenta de Miguel Domingo,
1814, pp. 184-185. Fernández Sarasola ha señalado que existían desde finales del siglo
XVIII otras propuestas para dotar de órganos de gobierno representativos a las provin-
cias, como las de Manuel de Aguirre en 1787, León de Arroyal en 1794-1795, José
Pérez en la consulta al país de 1809 o Álvaro Flórez Estrada en la Constitución para la
nación española que elevó a la Junta Central en 1809 y publicó en Inglaterra el año
siguiente. En la obra de Flórez Estrada se nota claramente la influencia de su experien-
cia entre 1808 y 1809, cuando fue procurador general del principado de Asturias y par-
ticipó decisivamente en la actividad de las juntas. FERNÁNDEZ SARASOLA, Ignacio, La Cons-
titución..., pp. 211-213.
territorio coincide con los viejos reinos, con las excepciones de León y las dos
Castillas, divididos en varias provincias, y Andalucía, que era considerada una
región con cuatro reinos. Euskadi mantuvo la división en las tres tradiciona-
les, pero Galicia fue considerada una sola. De todas formas, el decreto de 23
de mayo de 1812, que ordenaba el establecimiento de las diputaciones, ya acla-
raba que la división territorial era provisional, a la espera de poder realizar una
“más conveniente del territorio español por una ley constitucional, luego que
las circunstancias políticas de la Nación lo permitan”, según disponía el artí-
culo 11 de la Constitución, mandato que no se haría efectivo hasta 182229.
A pesar de lo que decía Argüelles, las diputaciones dotaban de entidad
política a unas provincias que durante el siglo XVIII habían sido meras cir-
cunscripciones de carácter fiscal, subdivididas en partidos y, a la vez, super-
puestas a audiencias, capitanías generales, comandancias militares y corregi-
mientos, que eran los que tenían funciones políticas y administrativas rele-
vantes. No se puede olvidar que solo Asturias, Galicia, las tres provincias vas-
cas y Navarra contaban con instituciones particulares de gobierno en el siglo
XVIII, por lo que la creación de las diputaciones supone a la vez una descen-
tralización administrativa y el establecimiento de un órgano representativo para
el gobierno provincial30.
34. Concepción de Castro, que hace notar como ya en el Trienio los exaltados son más par-
tidarios de la democracia local y la descentralización que los moderados, la define
como descentralizadora porque la diputación, concebida como “el ayuntamiento gene-
ral de la provincia”, se comunicará directamente con los ayuntamientos, se encargará
de los recursos electorales y tendrá más capacidad para aprobar impuestos locales.
CASTRO, Concepción, La revolución liberal y los municipios españoles, Madrid, Alianza,
1979, pp. 98 y ss. De todas formas, parece excesivo afirmar, como hace Pérez Núñez,
que, con la instrucción de 1823, “reduciendo su anterior condición de órgano puramen-
te consultivo, la diputación conseguía una importante participación en la administra-
ción de la provincia y también en su representación ante el Estado”. Con el sistema de
Cádiz, la diputación nunca fue un “órgano meramente consultivo”. PÉREZ NÚÑEZ, Javier,
“Democracia y poder local...”, p. 90.
35. MUÑOZ DE BUSTILLO, Carmen, “Los otros celadores del orden constitucional doceañista:
diputaciones provinciales y ayuntamientos constitucionales”, en IÑURRITEGUI, José María
y PORTILLO, José María, Constituciones en España: orígenes y destinos, Madrid, CEPYC,
1998, pp. 179-214. Sobre los informes para el nombramiento de jueces véase GÓMEZ
RIVERO, Ricardo, Los jueces del Trienio Liberal, Madrid, Ministerio de Justicia, 2006.
Recientemente, Giacomo Demarchi ha insistido en el fuerte calado político de las com-
petencias de las diputaciones doceañistas, DEMARCHI, Giacomo, Provincia y Territorio
en la Constituyente española de 1931. Las raíces europeas del Estado integral, Madrid,
Dykinson, 2016, pp. 32-33.
40. Eran Vargas de Ponce, Castanedo, García González, marqués de Palma, Canga Argüelles,
Ocaña Crespo y Díaz Labandero. DSC, 8/3/1814, p. 81
41. DSC, 5-6/5/1814, pp. 333 y 339.
42. CARANTOÑA ÁLVAREZ, Francisco, Revolución liberal y crisis de las instituciones tradiciona-
les asturianas, Gijón, Silverio Cañada, 1989, p. 188.
43. CARANTOÑA ÁLVAREZ, Francisco, “Las primeras diputaciones leonesas (1813-1823)”, en
CARANTOÑA ÁLVAREZ, Francisco y PUENTE, Gustavo (dir.), Historia de la Diputación de León,
vol. I, León, Instituto Leonés de Cultura, 1995, p. 17.
sola diputación era insuficiente, CALERO AMOR, Antonio, La división provincial de 1833,
bases y antecedentes, Madrid, IEAL, 1987, p. 91, la representación íntegra en pp. 183-186.
53. DSC, Cortes Extraordinarias, 14/1/1822, el texto completo en pp. 1780-1799.
54. Burgueño ha estudiado algunas de las disputas que se produjeron con relación a
Castilla y León, como el intento desde Valladolid de que no se crease la provincia de
Palencia o el conflicto sobre Toro y Zamora, también la polémica sobre la capitalidad de
Soria, que le disputaba el Burgo de Osma. BURGUEÑO, Jesús, “La reforma de la división
provincial castellano-leonesa en la revolución liberal”, Estudios Geográficos, nº 220
(1995), pp. 497-519.
55. MORAL RUIZ, Joaquín, “Las funciones del Estado y la articulación del territorio nacio-
nal: símbolos, administración pública y servicios”, en MORAL RUIZ, Joaquín, PRO RUIZ,
Juan y SUÁREZ BILBAO, Fernando, Estado y territorio en España, 1820-1930, Madrid, Ca-
tarata, 2007, pp. 29-30.
56. Algunos ejemplos en CARANTOÑA ÁLVAREZ, Francisco, “Liberalismo y administración
territorial. Los poderes local y provincial en el sistema constitucional de Cádiz”, en GIL
NOVALES, Alberto (ed.), La revolución liberal, Madrid, Ediciones del Orto, 2001, pp.
135-157.
57. Orduña destaca el papel de la comisión creada en diciembre de 1825, a iniciativa de
Calomarde, para reformar la administración territorial, de ella formó parte Agustín de
Larramendi y, en cierto modo, sirve de enlace entre la división en provincias del Trienio
y la definitiva de Javier de Burgos. ORDUÑA REBOLLO, Enrique, Historia del Estado espa-
ñol, Madrid, Marcial Pons, 2015, pp.456-460.
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58. Núñez Seixas ha señalado que “otra cosa es que las provincias […] no hayan creado
identidades de nueva planta, hoy en día casi imposibles de erradicar, como ya notó en
su momento Francesc Pi i Margall”. NÚÑEZ SEIXAS, Xosé Manoel, “Provincia, región y
nación en la España contemporánea. Una reinterpretación global en perspectiva com-
parativa”, en FORCADELL, Carlos y ROMEO, María Cruz, Provincia…, pp. 310-311.
59. AZCÁRATE, Gumersindo, Municipalismo y regionalismo, Madrid, Instituto de Estudios de
Administración Local, 1979, p. 371. Es cierto que el ejemplo que pone se corresponde hoy
con una comunidad autónoma, pero lo mismo podría haber dicho de León o Segovia.
60. Burgueño destaca que las “económicas” de las dos Castillas tenían también cierto carác-
ter político en la Edad Moderna, las 9 capitales de las de León y Castilla la Vieja eran
ciudades con voto en Cortes y también varias de Castilla la Mancha, Andalucía y Murcia.
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Resumen:
Durante la Guerra Civil española, el País Valenciano fue una de las zonas más casti-
gadas por los ataques aéreos llevados a cabo por el ejército rebelde en colaboración
con sus aliados internacionales, Italia y Alemania. Especialmente destacadas fueron las
incursiones perpetradas por la Regia Aeronautica, el ejército aéreo italiano. Desde un
punto de vista documental, la importancia de estos ataques por parte de los italianos
se encuentra en la disponibilidad de una serie de fotografías tomadas desde los avio-
nes en el momento de las incursiones. Gracias a estas fotografías podemos profundi-
zar en el conocimiento de los bombardeos a través de su contribución a aspectos y
datos no incluidos en la documentación escrita. Esta documentación fotográfica hace
que sea posible investigar ciertas características de las incursiones como la secuencia del
ataque o los proyectiles lanzados, lo que permite una evaluación e interpretación de las
razones de estos bombardeos.
Palabras clave: Guerra Civil española, País Valenciano, Bombardeo, Fotografía aérea,
Aviación italiana.
Abstract:
During the Spanish Civil War, Valencia was one of the hardest hit areas by the air raids
of the rebel army supported by their international allies, Italy and Germany. The attacks
carried out by the Regia Aeronautica -the Italian military air faction, were outstanding.
From a documentary perspective, the importance of these attacks by the Italians lies
in the production of a series of photographs taken from the airplanes during the raids.
These images add to our understanding of the bombings as they contribute aspects
and data ignored in the written reports. This photographic documentation makes it
possible to investigate certain characteristics of the bombings, such as the attack
intervals, or the nature of the dropped projectiles, allowing for the assessment and
interpretation of the reasons for those bombings.
Keywords: Spanish Civil War, Valencian Country, Bombing, Aerial Photography, Italian
Aviation.
Introducción1
Durante el período de entreguerras la industria aeronáutica se perfeccionó y
cambió de manera vertiginosa. Las implicaciones bélicas de esta escalada adop-
taron un papel relevante, culminando en la cruenta batalla aérea que se libró
durante la Segunda Guerra Mundial.2 La Guerra Civil española no quedó al
margen, escribiendo uno de los prólogos de esta tragedia: toda una serie de
monografías, publicadas en los más diversos años,3 resaltan el protagonismo de
las agresiones aéreas sobre el bando enemigo, destacándose como uno de los
episodios a tener en cuenta a la hora de calibrar el desarrollo de la Guerra Civil.
4. ARACIL, Rafael y Joan VILLARROYA, El País Valencià sota les bombes (1936-1939), Valencia,
Universidad de Valencia, 2010, p. 17
5. Ibid., p. 107-108.
6. Ibid., p. 177-183 (en esta suma total también se incluyen los bombardeos navales).
7. ROVIGHI, Alberto y Filippo STEFANI, La partecipazione italiana alla guerra civile spagnola
(19361939), 2 vol., Roma, Stato Maggiore dell’Esercito 1992.
18. HOWSON, Gerald, Aircraft of the Spanish…, p. 270-273; y PEDRIALI, Ferdinando, Guerra di
Spagna…, p. 391.
19. En el Archivo Histórico Municipal de Valencia se puede consultar también un conjun-
to de este tipo de fotografías, donadas en su momento por el investigador Angelo
Emiliani.
20. El fondo no solamente es el más relevante en lo concerniente a estas instantáneas aéreas,
igualmente alberga toda clase de documentación vinculada con la actividad que llevó a
cabo la Regia Aeronautica en la Guerra Civil española, siendo el archivo de referencia a
la hora de investigar este episodio.
21. Sobre la organización de esta facción: EMILIANI, Angelo, Giuseppe F. GHERGO y Achille
VIGNA, Spagna 1936-39…, p. 6.
22. Las siguientes características son igualmente trasladables al resto de fotografías depo-
sitadas en el USAM, más allá del ejemplo concreto del País Valenciano, como sería el
caso de los bombardeos sobre Cataluña.
23. Existen también un reducido número de fotografías en placas de cristal; todas están
reveladas a positivo (USAM.OMS, Serie 2, Carpeta 36, “Bombardamenti effettuati dall’Avia-
zione legionaria Baleari”).
24. Rara vez se fotografían los aviones en vuelo debido a que las tomas de las instantáneas
se realizaban sobre la perpendicular del objetivo.
25. Sin más especificaciones al respecto, la cámara fotográfica utilizada respondía a las
siglas A.P.R.3.
Figura 1. Primeras seis fotografías de la serie de doce que muestran la secuencia del
bombardeo que la Aviazione Legionaria delle Baleari llevó a cabo sobre la ciudad de
Valencia el 31 de octubre de 1938 (USAM.OMS, Serie 2, Carpeta 21, “Valencia”)
se recogían todos los datos, siendo la hora, la cuota, las condiciones climáti-
cas o el personal al mando los más frecuentemente señalados. Comúnmente,
esta plantilla suele encontrarse en la primera fotografía de toda la serie.
Estas instantáneas fueron clasificadas en diversos archivadores o carpetas
atendiendo a aspectos geográficos o cronológicos. Por ejemplo, una de las cla-
sificaciones más características era la diferenciación por ciudades, de tal mane-
ra que en una carpeta se pueden encontrar todos los bombardeos fotografiados
sobre un municipio en concreto, o bien, si el número final de instantáneas
resultaba muy numeroso para una única carpeta, como por ejemplo es el caso
Figura 2. Seis últimas fotografías de la serie de doce que muestran la secuencia del
bombardeo que la Aviazione Legionaria delle Baleari llevó a cabo sobre la ciudad de
Valencia el 31 de octubre de 1938 (USAM.OMS, Serie 2, Carpeta 21, “Valencia”).
26. USAM.OMS, Serie 5, Carpeta 60, “XXVII Gruppo bombardamento veloce. Diario sto-
rico II volume”.
27. USAM.OMS, Serie 2, Carpeta 36, “Informazioni e note”.
28. Fuera de este grupo se debe considerar un reducido número de instantáneas. Por un
lado, un grupo menor de fotografías sueltas, no incluidas ni en los archivadores ni en
los informes anteriores, correspondientes a incursiones realizadas a finales de 1937
(USAM.OMS, Serie 2, Carpeta 43, “Località diverse”). Por otro lado, bombardeos sobre
poblaciones como Liria, Onda o Segorbe perpetrados por la Aviación Legionaria con-
tinental a mediados de 1938 (USAM.OMS, Serie 1, Carpetas 8, 9 y 10).
29. En lo sucesivo se señalará entre paréntesis el número de días fotografiados por cada
uno de los municipios citados.
“La fotografía aérea (…) nos permitirá hacer una evaluación de la densidad
y forma de distribución de la población y de la riqueza potencial de la zona,
así como de los rasgos de la explotación del territorio que han quedado fosi-
lizados, y nos da la oportunidad (…) de remontar el tiempo a partir del pre-
sente, descubriendo las huellas dejadas por la explotación y ocupación del
suelo en el pasado”.32
Esta consideración encuentra su principal razón de ser en la denominada fotoin-
terpretación, que como señala, por otro lado, el profesor Felipe Fernández Gar-
cía, debe considerarse como:
“Un proceso a través del cual se trata de extraer la información contenida en
las imágenes aéreas. Consiste, en definitiva, en examinar las fotografías con el
fin de identificar objetos, determinar su importancia, observar los componen-
tes del paisaje y evaluarlos con el propósito de obtener información de utili-
dad para la disciplina que utiliza esta técnica”.33
Desde esta perspectiva, las fotografías de los bombardeos realizados por la
Regia Aeronautica durante la Guerra Civil española permiten la posibilidad de
rastrear, a través de una rigurosa fotointerpretación, los lugares de los impac-
tos de los proyectiles sobre el territorio valenciano. Este procedimiento debe
tomar como referencia el conjunto de fotografías hechas en cada uno de los
bombardeos, de tal manera que, en un primer momento, se proceda a la loca-
lización de los principales puntos de referencia de las fotografías tomadas duran-
te las incursiones, para posteriormente comparar estas instantáneas con imá-
genes actuales del mismo espacio.34
Esta funcionalidad permite trazar mapas sobre los lugares que fueron
bombardeados, ampliando el estudio y las posibilidades de este suceso en
particular. Pero también, dentro de las políticas de la denominada “memoria
histórica”, posibilita la localización de lugares de historia, de tal manera que
estos espacios puedan ofrecer la posibilidad de crear una memoria a partir de
un hecho histórico concreto.35 Este último aspecto abre, sin duda, todo un
32. OREJAS SACO DEL VALLE, Almudena, Del “marco geográfico” a la arqueología del paisaje. La
aportación de la fotografía aérea, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
1995, p. 121.
33. FERNÁNDEZ GARCÍA, Felipe, Introducción a la fotointerpretación, Barcelona, Ariel, 2000, p. 98.
34. En el caso del País Valenciano resulta muy útil para esta labor la Fototeca histórica del
Instituto Valenciano Cartográfico. A través de esta herramienta online se pueden consul-
tar fotografías aéreas de diferentes municipios valencianos a lo largo del siglo XX:
<http://fototeca.icv.gva.es/> [consultado: 11-IV-2016].
35. SANTACREU SOLER, José Miguel, “Els llocs arquitectònics d’història i memòria”, en Una
presó amb vistes al mar. El drama del port d’Alacant, març de 1939, José Miguel Santacreu
(ed.), Valencia, Tres i Quatre, 2008, pp. 689-696.
amplio abanico con claras repercusiones en los más variados ámbitos: econó-
mico por el potencial turístico que supone la localización de rutas sobre los
bombardeos; pedagógico por el recurso educativo que ofrece la posibilidad de
conocer y profundizar sobre un hecho de enorme relevancia para la Guerra
Civil en tierras valencianas; memorístico, en conclusión, porque se defiende
la articulación de una memoria colectiva sobre un hecho a partir de la histo-
ria, evitando distorsiones ideológicas. Aquello que logran estas fotografías, en
último término, es la restitución de un hecho concreto en un lugar donde no
existen o quedan escasos vestigios materiales de los bombardeos pero que, sin
embargo, por la capacidad visual de las fotografías, permite una inmediata iden-
tificación. Desde esta perspectiva, las fotografías aéreas, por lo tanto, se con-
vierten en documentos indispensables para poder profundizar sobre el espa-
cio en el cual tuvieron lugar estas incursiones.
Continuando con la funcionalidad que este tipo de documentación ofre-
ce al historiador, igualmente deben destacarse las posibilidades que las foto-
grafías aéreas abren a la hora de profundizar en el estudio y en el análisis
tanto de un bombardeo en concreto como en la investigación de los rasgos
comunes de las incursiones italianas sobre el litoral valenciano. Profundizando
más detenidamente en esta idea, uno de los aspectos clave es observar el papel
que cumplen estas imágenes a la hora de compensar y contrastar los denomi-
nados Diari storici, los diarios de vuelo, la que se puede considerar la princi-
pal documentación italiana empleada a la hora de profundizar en un ataque
concreto. La información que se extrae de esta documentación escrita resulta,
en último término, valiosa e imprescindible en el estudio de los ataques aéreos
sobre el suelo valenciano. Pero de la misma forma, no debe olvidarse que es una
documentación con limitaciones y problemas que las fotografías aéreas ayuda
a compensar.
Dos deben ser los aspectos, en este sentido, a tener en cuenta. Por un lado,
siguiendo el ejemplo de la Aviación Legionaria de las Baleares, cada una de las
unidades en la que estaba estructurada, recordando lo expuesto en el punto
anterior, realizaba su propio diario. Esta característica, antes que ser un pro-
blema, ayuda a ampliar los datos específicos de un ataque en concreto. No
obstante, de la lectura de toda esta serie de diarios queda manifiesto que se
redactaban de manera independiente y raramente contrastados entre ellos, no
en vano, los mandos italianos, conocedores de este aspecto, mandaron una cir-
cular a principios de 1939 con toda una serie de reglas a seguir con la intención
de unificar los criterios de redacción y los contenidos a mostrar.36 Por otro
36. USAM.OMS, Serie 7, Carpeta 76, “Registri di volo e diari storici. Compilazione e trans-
missione”.
lado, otro de los aspectos que caracteriza, y a la vez limita el papel que juega
esta documentación escrita en la labor del historiador, son los datos refleja-
dos en la misma. En términos generales, los diarios de vuelo resultan parti-
cularmente interesantes desde un punto de vista cuantitativo, ofreciendo toda
una serie de datos concretos en relación al número de bombas lanzadas, los
aviones empleados, el personal al mando, el alcance o no del objetivo inicial o
las horas de despegue, aterrizaje e impacto de las bombas. Sin embargo, co-
múnmente no recogen aspectos de carácter más cualitativo de cara a analizar
el procedimiento seguido durante la incursión.
Teniendo presente las características y el momento concreto en que fue-
ron realizadas las fotografías aéreas, un riguroso análisis de esta documenta-
ción permite profundizar en determinados detalles de un bombardeo que no
siempre han quedado recogidos en los diarios de vuelo. Partiendo de la visua-
lización del impacto de los proyectiles, uno de los datos que ofrecen estas imá-
genes es la posibilidad de observar el procedimiento empleado en el lanza-
miento de los mismos, sobre todo en el punto referido al modo en que se com-
binaban las bombas de mayor y de menor peso.
Continuando con el análisis de los impactos observables, otro de los aspec-
tos que permiten conocer estas fotografías es el alcance real de una determi-
nada incursión. Precisamente comparando las imágenes tomadas en el momen-
to del ataque con otras más actuales, siguiendo el modelo de análisis citado
anteriormente, se puede observar las zonas afectadas en un bombardeo con-
creto y completar los datos ofrecidos en los diarios de vuelo, en dónde gene-
ralmente se señalaba el alcance total o parcial del objetivo inicial y no del
resto de zonas afectadas ese día en particular. Igualmente, los impactos obser-
vables permiten conocer el número de bombas lanzadas en el conjunto de las
fotografías. Este último punto, partiendo del total de proyectiles empleados que
se citan en los diarios de vuelo, ayuda a conocer el número de pasadas que se
llevó a cabo sobre un objetivo concreto. Por otro lado, recordando la secuen-
cialidad y el orden seguido en el conjunto de fotografías de un ataque determi-
nado, estos dos aspectos ayudan a conocer la ruta utilizada por los aviones, las
maniobras que llevaron a cabo, así como la dirección de tiro seguida durante
el ataque. Todos estos datos permiten profundizar en el que sin duda es uno
de los capítulos más controvertidos y trágicos de los bombardeos sobre el lito-
ral valenciano y mediterráneo en general, como es el alcance de objetivos civi-
les durante las incursiones, analizable en la visibilidad de los impactos o en la
ruta y la dirección seguida por los aviones durante el vuelo.
No obstante, esta documentación visual, al igual que los diarios de vuelo,
también presenta una serie de limitaciones que es necesario tener en cuenta.
Conclusión
Este artículo ha puesto el foco en el que sin duda fue uno de los episodios
más trágicos sufridos en el País Valenciano durante la Guerra Civil española:
los bombarderos aéreos realizados por la denominada Aviazione Legionaria, el
cuerpo expedicionario que la Regia Aeronautica envió a España para colabo-
rar con el bando sublevado. El fondo documental Operazione Militare Spagna,
depositado en el Ufficio Storico dell’Aeronautica Militare, es sin duda el refe-
rente a la hora de investigar este episodio desde la perspectiva de los autores
de los bombardeos. De entre la innumerable y variada documentación custo-
diada en este fondo, particularmente se ha incidido en toda una serie de foto-
grafías aéreas tomadas desde los aviones que participaron en las incursiones
y en el preciso momento del lanzamiento de los proyectiles. Las característi-
cas definitorias de estas imágenes, su organización documental, así como los
municipios y las fechas de las que se dispone fotografías de los bombardeos
han sido los principales aspectos abordados.
Precisamente las peculiares características de estas instantáneas son las
que permiten al historiador utilizarlas más allá de un fin meramente ilustra-
tivo. Por un lado, hacen posible rastrear en el presente las huellas de estos ata-
ques, encaminando los resultados hacia la construcción de políticas de memo-
ria con una sólida base histórica. Por otro lado, la secuenciación de las imá-
genes, el impacto de los proyectiles, junto con otros aspectos recogidos en las
fotografías, ayudan a ahondar tanto en un bombardeo en concreto como en
los rasgos comunes de las diferentes incursiones italianas. Ello se debe funda-
mentalmente porque posibilitan trabajar con aspectos como la dirección de tiro,
la ruta seguida por los aviones o el alcance de los proyectiles sobre el munici-
pio bombardeado, características que no siempre quedan recogidas, en lo
37. Una notable excepción: NAVARRO BONILLA Diego y Guillermo VICENTE CANO, “Photogra-
phic Air Reconnaissance during the Spanish Civil War, 1936–1939: Doctrine and
Operations”, War in History, vol. 20, nº 3 (2013), pp. 345–380.
Anexo 1
Principales bombardeos fotografiados por la Aviazione Legionaria en el
País Valenciano durante la Guerra Civil española
Elaboración propia a partir del fondo USAM.OMS
Nota:
- Los días marcados con un asterisco fueron bombardeados por la Aviación
Legionaria continental.
- El 22 de enero de 1939 la ciudad de Valencia fue bombardeada, tanto por la
Aviación Legionaria de las Baleares como por la continental.
ALICANTE
Alcoy Alicante Denia Jávea San Vicente Torrevieja Villajoyosa
1937
Octubre
Noviembre
Diciembre
1938
Enero
Febrero 5
Marzo
Abril
Mayo 17, 25
Junio 6, 7, 10, 13, 15, 21, 25, 26, 27 18 9, 17, 28 8
Julio 14, 17, 20, 25, 29 22, 23 23 4
Agosto 6, 8, 10, 13, 20, 30 25 15
Septiembre 20, 22, 23 6, 18, 30 5
Octubre 16 31
Noviembre
Diciembre 7
1939
Enero 29 25, 26 21
Febrero 9, 11 6, 10, 12, 13, 18, 19, 21
Marzo 3, 6, 25 2* 1
Total días: 7 40 5 1 5 2 2
Total días provincia de Alicante: 62
CASTELLÓN
Almazora Benicarló Benicasim Burriana Castellón de la Plana Villareal Vinaroz
1937
Octubre 18, 20 15
Noviembre
Diciembre 12 13,22 21, 22 5, 13, 20
1938
Enero 16 11, 21 18
Febrero 18, 21, 22
Marzo 15, 20 16 15, 16, 28, 30 8 19
Abril 3 1, 2, 3 7, 9
Mayo
Junio
Julio
Agosto
Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
1939
Enero
Febrero
Marzo
Total días: 1 5 1 3 12 8 3
Total días provincia de Castellón: 33
VALENCIA (cuadro I)
Gandía Játiva Manises Manuel Sagunto
1937
Octubre
Noviembre
Diciembre 3, 12, 19, 22, 24, 26
1938
Enero 7, 8, 13, 15, 18, 19, 21, 27
Febrero 4, 5, 8, 18, 22, 25
Marzo 12, 16, 20, 31
Abril 3
Mayo
Junio 18, 27
Julio 22
Agosto 16, 19 23, 24
Septiembre 21
Octubre 17
Noviembre 20 8
Diciembre 3
1939
Enero 21
Febrero 12, 19, 20, 28 12 11 7*, 8*, 9*
Marzo 1, 28 6*, 7*
Total días: 13 1 2 1 34
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Celia Valiente
Universidad Carlos III de Madrid
celia.valiente@uc3m.es
Recibido: 7-III-2016
Aceptado: 4-VII-2016
Resumen
En un contexto político de ausencia de ciudadanía en el que las autoridades franquis-
tas negaron el reconocimiento de numerosos derechos individuales, ciertas mujeres, en
asociaciones de la Iglesia o próximas a ella, lucharon por que mejorara el estatus de
la población femenina. Trataron de que las mujeres ampliaran su grado de participa-
ción en la Iglesia y la sociedad, y no tanto que la élite política les confiriera derechos
civiles, políticos y sociales.
Palabras clave: Género, Feminismo, Iglesia Católica, España, Franco, Siglo XX.
Abstract
In Franco’s Spain, political authorities refused to acknowledge numberless individual
rights. In this political context, some women actively involved in the Catholic Church
organizations (or other movements close to the Church) did their best to improve
women’s status. The main aim of these activists was to increase women’s role in soci-
ety and within the Church, rather than to persuade political authorities to acknowledge
their civil, political and social rights
Keywords: Gender, Feminism, Catholic Church, Spain, Franco, 20th Century.
1. Este artículo se deriva del proyecto de investigación HA2012-32539 del Plan Nacional
de I+D+i. Está dedicado a la memoria de Juan J. Linz, mi director de tesis y referente
intelectual.
Introducción
La ciudadanía suele entenderse, según concepciones clásicas, por ejemplo, la
formulada por T. H. Marshall, como un conjunto de derechos civiles, políticos
y sociales. En este artículo argumento que otra lectura de este autor permite
concebir la ciudadanía de manera diferente, como un estatus que posibilita a las
personas participar en una comunidad en calidad de miembros plenos, las cua-
les albergan un sentimiento de pertenencia a dicha colectividad. Con ayuda de
esta segunda definición de la ciudadanía, basada, más que en los derechos indi-
viduales, en la participación en la comunidad y en la identidad colectiva, con-
sidero que durante el franquismo ciertas mujeres dentro de la Iglesia Católica
(“Iglesia” en lo que sigue) reivindicaron este estatus al demandar, principal
pero no exclusivamente, el acceso a la educación, en general, y a la formación
religiosa, en particular, así como un papel más activo en la Iglesia y la sociedad,
y no tanto la obtención de derechos individuales (civiles, políticos y sociales).
Desde esta perspectiva analizo la protesta feminista dentro de la Iglesia, en
concreto, dos grupos que proporcionaron dirigentes y activistas a dicha movi-
lización: el Seminario de Estudios Sociológicos sobre la Mujer y el liderazgo
nacional de Mujeres de Acción Católica.
Este artículo está organizado en tres secciones. La primera comprende el
marco analítico, mientras que en la segunda presento el caso de estudio, justi-
fico su elección y describo las fuentes. En la tercera examino la mencionada
protesta en sus esfuerzos por que las mujeres ampliaran sus ámbitos de parti-
cipación en la Iglesia y la sociedad. Este escrito no es una breve historia de los
dos grupos citados, sino una investigación de sus demandas por conseguir el
estatus de miembros plenos de la congregación de los fieles y de la sociedad.
Marco analítico
Las investigaciones en humanidades y ciencias sociales utilizan múltiples defi-
niciones del concepto de ciudadanía. Suelen concebirla como un conjunto de
derechos conferidos por el Estado. Por ejemplo, según la ya clásica propuesta
en 1950 por T. H. Marshall en el ensayo “Ciudadanía y clase social”, constitu-
ye un compendio de derechos civiles, políticos y sociales. Los derechos civi-
les son, en sus propias palabras, “los necesarios para la libertad individual” y
engloban los de “la libertad de la persona, la libertad de expresión, pensamien-
to y religión, el derecho de poseer propiedades y firmar contratos, así como
el derecho a la justicia”. De otro lado, los derechos políticos de un individuo
consisten en “la participación en el ejercicio del poder político como miem-
bro de un cuerpo investido de autoridad política o como elector de los miem-
bros de dicho cuerpo”. Por último, los derechos sociales engloban desde “el
derecho a un grado mínimo de bienestar económico y seguridad, hasta los de
compartir plenamente la herencia cultural de la sociedad y vivir una existen-
cia de ser civilizado de acuerdo con los estándares imperantes en la sociedad”.2
Analizando su sociedad de procedencia, Inglaterra, Marshall propuso que
el período formativo de los derechos civiles fue principalmente el siglo XVIII,
el de los políticos sobre todo el XIX, y el de los sociales fundamentalmente el
XX.3 Las instituciones más directamente asociadas a los derechos civiles eran
los tribunales de justicia, a los derechos políticos el Parlamento y los ayunta-
mientos, y a los sociales el sistema educativo y los servicios sociales.4
Según la concepción de ciudadanía de Marshall expuesta en los párrafos
anteriores cabría concluir, como ya han hecho otros autores, que el Estado
franquista negó la condición ciudadana a los españoles, pues el régimen no
reconoció ni sus derechos políticos ni muchos civiles. Las principales dispo-
siciones legislativas, de hecho, evitaron los vocablos “ciudadanos” o “ciudada-
nía”.5 Las mujeres, además, especialmente las casadas (pero no los hombres),
se vieron privadas de ciertos derechos, tales como el de suscribir ciertos con-
tratos. Por ejemplo, hasta mayo de 1975 les fue requerida la autorización de sus
maridos para firmar contratos de trabajo y ejercer el comercio.6 Centrando
nuestra atención en las mujeres, dicha conceptualización de la ciudadanía nos
llevaría a analizar los esfuerzos individuales y colectivos de algunas de ellas por
que el Estado reconociera sus derechos civiles y políticos (o al menos algunos
de ellos).
No obstante lo anterior, en este artículo argumento que la mencionada obra
de Marshall contiene dos dimensiones útiles para investigar los intentos de
ciertas mujeres, a título individual y colectivo, por mejorar la situación del
conjunto de las mujeres. Estos intentos no consistieron principalmente en
reivindicar que el Estado otorgara derechos individuales (civiles y políticos)
a la población femenina (aunque pudieran en algún momento demandarlos).
Como explico a continuación, me refiero a la visión de Marshall (i) de los ciu-
2. MARSHALL, Thomas H., Citizenship and social class and other essays, Cambridge, Cam-
bridge University Press, 1950, pp. 10-11. En este artículo, la traducción del inglés al cas-
tellano ha sido realizada por la autora.
3. Ibid, p. 14.
4. Ibid, p. 11.
5. CAPRARELLA, Marcello, “La ciudadanía secuestrada: La etapa franquista”, en PÉREZ
LEDESMA, Manuel (ed.): De súbditos a ciudadanos: Una historia de la ciudadanía en España,
Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2007, p. 311.
6. RUIZ, Rosario, ¿Eternas menores? Las mujeres en el franquismo, Madrid, Biblioteca Nueva,
2007; MORCILLO GÓMEZ, Aurora, En cuerpo y alma: Ser mujer en tiempos de Franco,
Madrid, Siglo XXI, 2015.
7. Como él mismo afirmó, el principal interés de Marshall en este escrito residía en ana-
lizar el impacto de la ciudadanía en la desigualdad social (MARSHALL, Thomas H.,
Citizenship and social class..., pp. 28, 85).
8. Ibid, p. 28.
9. Ibid, p. 12.
10. Ibid, pp. 40-41.
ciertas personas luchan por que se les reconozcan los derechos. También afir-
ma que la conciencia colectiva de raigambre en la comunidad aparece y/o se
consolida no sólo cuando los ciudadanos ejercen sus derechos, sino cuando
luchan por que se les confieran.11
En síntesis, según los argumentos centrales en la obra de Marshall, la ciu-
dadanía comprende sobre todo un conjunto de derechos concedidos por el
Estado a los miembros de un país (o a parte de ellos) en el transcurso de déca-
das o siglos; ciertos deberes van asociados a estos derechos. Esta parte de la
obra de Marshall nos llevaría a examinar los (pocos) derechos conferidos por
el Estado franquista a los gobernados, y a analizar los esfuerzos individuales
y colectivos de ciertas mujeres por que las autoridades políticas reconocieran
sus derechos civiles y políticos (o por suplantarlas por otras que los recono-
cieran). Por contraste, dos aspectos (secundarios) de la obra de Marshall nos
sugieren que (i) el estatus de ciudadano permite, a quienes lo disfrutan, par-
ticipar como miembros plenos en la comunidad, y la clave entonces reside en
esta participación. Además, las colectividades importantes para las personas
no son sólo las políticas (los países) sino también otras, por ejemplo, la pro-
pia sociedad o, en el caso de las personas religiosas, la comunidad de creyentes.
(ii) De otro lado, ser ciudadano implica albergar un sentimiento de raigam-
bre en un grupo más amplio que el familiar, y este sentimiento surge cuando
se disfruta del ejercicio de los derechos pero también cuando se lucha por la
consecución de la ciudadanía. Estas dos dimensiones de la obra de Marshall
nos animarían a indagar si durante el franquismo algunas mujeres, con inde-
pendencia de los poquísimos derechos reconocidos por las autoridades políti-
cas, intentaron que las mujeres pudieran participar (y participaran) como miem-
bros plenos de una comunidad, entendiendo que ésta no consistía solo en el
país sino también en la propia sociedad o la misma Iglesia, y animadas, en esta
lucha, por la convicción de pertenecer a estas otras colectividades. El resto del
artículo trata de dilucidar la cuestión con ayuda de un caso empírico, el cual
presento a continuación, así como las fuentes utilizadas para su análisis.
17. FERREE, Myra M. y Carol M. MUELLER, “Feminism and the women’s movement: A glo-
bal perspective”, David A. SNOW, David A., Sarah A. SOULE y Hanspeter KRIESI (eds.),
The Blackwell Companion to Social Movements, Mablen (MA), Blackwell, 2004, p. 577.
18. Por ejemplo, RAY, R. y A. C. KORTEWEG: “Women’s movements in the Third World:
Identity, mobilization, and autonomy”, Annual Review of Sociology, 25 (1999), pp. 47-71.
19. ÁLVAREZ, Lilí, El seglarismo y su integridad, Madrid, Taurus, 1959, p. 13; BELLOSI-
LLO, Pilar, “Los movimientos de liberación de la mujer” Incunable, 9, 310 (1975), pp.
8-9; CAMPO ALANGE, María, Mi atardecer entre dos mundos: Recuerdos y cavilaciones,
Barcelona, Planeta, 1983, p. 226; MORENO, Mónica, “De la caridad al compromiso:
Las mujeres de Acción Católica (1958-1968)”, Historia Contemporánea, 26 (2003), pp.
239-265. 2003, p. 249.
20. KATZENSTEIN, Mary F., Faithful and fearless, pp. 20-21, 86-97. El feminismo católi-
co ha sido estudiado en un período anterior al examinado aquí, entre otros lugares, en:
BLASCO HERRANZ, Inmaculada, Paradojas de la ortodoxia: Política de masas y militan-
cia católica femenina en España (1919-1939), Zaragoza, Prensas Universitarias de Zara-
goza, 2003; LLONA GONZÁLEZ, Miren, “El feminismo católico en los años veinte y
sus antecedentes ideológicos”, Vasconia, nº25 (1998), pp. 283-99.
21. NASH, Mary, “Experiencia y aprendizaje: La formación histórica de los feminismos en
España”, Historia Social, 20 (1994), pp. 151-172; OFFEN, Karen, “Defining feminism:
A comparative historical approach”, Signs, vol.14, nº1 (1988), pp. 119-57
tos feministas dado que, en todas las sociedades, las mujeres forman un grupo
internamente heterogéneo.
En este artículo analizo dos grupos formados mayoritariamente por muje-
res de clase alta o media-alta: el Seminario Sociológico de Estudios sobre la
Mujer (SESM o “Seminario” en lo que sigue) y el liderazgo nacional de Mujeres
de Acción Católica. Son dos tipos de organizaciones muy distintas. El SESM
fue un grupo pequeño (nueve mujeres) radicado en Madrid dedicado a la
reflexión y al estudio de la situación de las mujeres. Fue fundado en 1960 por
María Laffitte, por matrimonio condesa de Campo Alange, más conocida como
María Campo Alange. Con ayuda de su amiga Lilí Álvarez,22 reclutó al resto
del grupo entre mujeres con carrera universitaria y que trabajaran fuera de casa.
Permaneció activo hasta 1986, año en que falleció su fundadora. Por contras-
te, Mujeres de Acción Católica fue una de las organizaciones femeninas de
masas de implantación nacional de la Iglesia.23
La bibliografía sobre el tema y las obras publicadas de ciertas activistas y
líderes constituyen fuentes principales de este estudio. Además, consulté todos
los números entre 1955 y 1966 de Circular para Dirigentes, una publicación
mensual de Mujeres de Acción Católica para sus líderes, y todos los números
entre 1952 y 1966 de Senda, una publicación de la organización dirigida a un
público femenino más amplio.
Son también fuentes centrales para mi análisis quince entrevistas; permí-
taseme presentarlas con cierto detalle. En cuanto al SESM, en 2009-2010 entre-
visté a las cuatro activistas vivas cuyas condiciones físicas y mentales les per-
mitían participar en esta técnica de investigación: Concepción Borreguero, Ma-
ría Jiménez, Carmen Pérez-Seoane y Purificación Salas. Respecto a los miem-
bros del SESM que ya habían fallecido o vivían pero no podían ser entrevista-
das, entrevisté a familiares directos suyos.24
Acerca del liderazgo nacional de Acción Católica de la Mujer, los trabajos
académicos sobre la organización sostienen que en el franquismo la batalla
22. Lilí Álvarez, autora de obras sobre religión, deporte y la condición de las mujeres, fue
más conocida por haber cosechado importantes éxitos nacionales e internacionales en
varios deportes, entre otros, haber logrado tres veces clasificarse como finalista en el
campeonato de tenis de Wimbledon en los años veinte.
23. Por ejemplo, en 1953 contaba con 172.056 miembros, BLASCO, Inmaculada, “Las muje-
res de Acción Católica durante el primer franquismo”, en IV ENCUENTRO DE INVES-
TIGADORES DEL FRANQUISMO (ed.), Tiempos de silencio: Actas del IV Encuentro de
Investigadores del Franquismo, Valencia, 17-19 noviembre de 1999, Alzira, 7 i Mig, 1999,
p. 160. En 1966-67 había 65 comisiones diocesanas de la organización en las 66 dióce-
sis existentes, MORENO, Mónica, “De la caridad...”, p. 245.
24. Entrevistas a: C. Álvarez de Miranda; P. Álvarez de Miranda; del Amor; Rodríguez-Ponga;
Salamanca; Vindel.
25. MORENO, Mónica, “De la caridad...”; SALAS, María y María T. RODRÍGUEZ, Pilar
Bellosillo: Nueva imagen de la mujer en la Iglesia, Madrid, Federación de Movimientos
de la Acción Católica Española, 2004, pp. 40-61.
parte de la Iglesia, entendida ésta como pueblo de Dios donde el laicado debía
desempeñar un papel central. Por último, aclaro que, en ocasiones, reivindica-
ron a las autoridades políticas el reconocimiento de derechos individuales para
las españolas, si bien esta batalla no constituyó su lucha principal. Las deman-
das planteadas por las feministas católicas iban, desde luego, más allá del
ideal femenino propugnado por las autoridades franquistas y la propia jerar-
quía eclesiástica,26 y generaron oposición entre los prelados, la élite política y
la población en general. Como sintetizó en la entrevista Concepción Borregue-
ro, miembro del SESM, al referirse a los hombres: “pensábamos que los hom-
bres no nos valoraban (...); sí, eran muy finos, eran muy agradables, pero en
el fondo [pensaban que lo que hacíamos en el Seminario] era una tontería de
las mujeres españolas”.27
26. MORCILLO, Aurora G., True Catholic womanhood: Gender ideology in Franco’s Spain,
Dekalb, Northern Illinois University Press, 2000.
27. Concepción BORREGUERO: Entrevista.
28. CAMPO ALANGE, María, La secreta guerra de los sexos, Madrid, Revista de Occidente,
1948.
29. ÁLVAREZ, Lilí et al.: Mujer y aceleración histórica, Madrid, Cuadernos para el Diálogo,
1970; CAMPO ALANGE, María (ed.), Habla la mujer: Resultado de un sondeo sobre la
juventud actual, Madrid, Cuadernos para el Diálogo, 1967; DE LA GÁNDARA, Consuelo,
“Promoción cultural”, Cuadernos para el Diálogo número extraordinario sobre la mujer
([1965] 1970), p. 12.
tirse en una plataforma para el activismo feminista católico (de sus líderes),
pero así sucedió. Las dirigentes de Mujeres de Acción Católica, de modo incan-
sable, plantearon para las mujeres la necesidad de contar con una formación
religiosa, la cual habrían, además, de mejorar y profundizar continuamente.
Ya en los años cincuenta la Presidenta Nacional, Pilar Bellosillo, y su equipo
modificaron los programas de formación ofrecida (e impuesta) a otras líderes,
cuadros y bases de la organización, los cuales incluyeron una pedagogía acti-
va (que daba la palabra y la iniciativa a las mujeres). En los cursillos tradicio-
nales un sacerdote disertaba sobre aspectos doctrinales y morales, mientras
las cursillistas escuchaban. En los nuevos, impartidos ya no sólo por un ecle-
siástico, sino por éste y una dirigente de Mujeres de Acción Católica, se ins-
taba a las asistentes a observar la realidad, pensar críticamente sobre ella
(desde una perspectiva católica) y obrar para mejorarla en consonancia con
los mandatos de esta religión (según la triple máxima de “ver, juzgar y actuar”).
Continuamente se exhortaba a las mujeres a que fueran católicas activas en
vez de comportarse como almas pasivas y sumisas. Estos programas formati-
vos pretendían que las participantes adoptaran por sí mismas compromisos tras
la reflexión, en lugar de obedecer mandatos procedentes de otros, por ejem-
plo, de los ordenados.40
La insistencia del liderazgo de Mujeres de Acción Católica en la formación
religiosa continua de los miembros de la organización encontró no pocas resis-
tencias en el interior de la misma. Los mencionados programas formativos fue-
ron contestados por numerosas militantes, quienes en materia religiosa prefe-
rían ser tuteladas por los sacerdotes, en vez de tratar de pensar y tomar deci-
siones por su cuenta, según indicaba la máxima de “ver, juzgar y actuar”.41
(ii) Por lo que se refiere al ideal de vida de una mujer joven y adulta, las
feministas católicas, una y otra vez, manifestaron que el matrimonio y la ma-
ternidad no constituían las actividades a las que las mujeres debían dedicar la
totalidad de las energías. Lilí Álvarez, miembro del SESM, entendía que la mayo-
ría de las mujeres se encargasen de la gestión de su hogar y de cuidar de sus
familiares, y valoraba positivamente que lo hicieran porque, en su opinión, desa-
rrollaban sus inclinaciones y dotes naturales y proporcionaban bienestar a sus
allegados, pero entendía que quienes reducían su existencia a ser amas de casa
no permitían “el consciente despertar al plano de las culturales y humanas
empresas de la civilización, en las cuales se desarrolla la personalidad”, “se
40. Antonio ARADILLAS: Entrevista; María QUEREIZAETA: Entrevista; SALAS, María, Las
siete palabras de Mary Salas, Madrid, Promoción Popular Católica, 1996; Carmen VIC-
TORY: Entrevista.
41. MORENO, Mónica, “De la caridad...”, pp. 257-258.
contentaban [con] poco” y “se engañaban a sí mismas”. Concluyó que “la mujer
no puede dejar de ser lo que ha sido siempre: el hada tutelar, la cálida ‘cons-
tructora del nido’, pero no se la puede reducir a eso tampoco”.42 Existía un vasto
campo de actuación en la sociedad y la Iglesia que las activistas católicas re-
clamaron para sí: el voluntariado. Según recordaba María Salas, miembro del
SESM y dirigente de Mujeres de Acción Católica, en esta organización se exhor-
taba a cada militante como sigue: “No preguntes lo que la Iglesia, la sociedad,
puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer por ellas. En este caso, además,
de forma totalmente gratuita.”43
La demanda de participación femenina en la sociedad, por ejemplo, en
actividades de voluntariado, esto es, más allá del ámbito familiar, sintonizaba
con ciertos cambios en la doctrina pontificia sobre las mujeres. Por ejemplo,
ya en los años cuarenta Pío XII declaró que, si bien históricamente las católi-
cas habían servido a Dios confinadas en sus casas o en los conventos, en los
tiempos actuales debían difundir la palabra de Dios más allá del hogar y del
claustro. Las menciones a Pío XII y a estas declaraciones (y a otras en este
sentido) aparecen con frecuencia en las publicaciones feministas católicas y
en alguna de las entrevistas realizadas para esta investigación, y formaron
parte de los materiales utilizados en los cursos de formación de Mujeres de
Acción Católica.44 Pese a esta y otras recomendaciones pontificias, en su esfuer-
zo por ampliar el campo de actuación de las mujeres en la Iglesia en España,
las dirigentes de Mujeres de Acción Católica se enfrentaron continuamente a
la oposición de numerosos prelados. Incluso en los años sesenta, la mayor
parte de la jerarquía española propugnaba que las mujeres ejercitaran su pie-
dad en la reclusión de su casa, el convento o, como mucho, la parroquia, de-
sempeñando allí las tareas más humildes de ayuda en la sacristía o arrodilla-
das con fervor en los bancos de la iglesia.45
Dada su elevada extracción social, las feministas católicas que ahora estu-
dio disponían de un recurso clave para el voluntariado, el tiempo, al poder dele-
gar los quehaceres domésticos y de cuidados en personal remunerado que tra-
bajaba en sus hogares, en un país, España, caracterizado por una larga tradición
42. ÁLVAREZ, Lilí, “La valoración del ama de casa, clave para el destino femenino”,
Cuadernos para el Diálogo, número extraordinario sobre la mujer ([1965] 1970), pp.
28-30.
43. SALAS, María, Las siete palabras..., p. 22.
44. PÍO XII, “La mujer en el momento actual”, Circular para Dirigentes, 133 (1956), pp.
14-16; Carmen SALAS: Entrevista; SALAS, María, Las siete palabras..., pp. 51-52; SALAS,
María y María T. RODRÍGUEZ, Pilar Bellosillo..., 42-43; SENDA, “Pío XII y la mujer”,
Senda, 153 (1956), pp. 6-7.
45. Carmen VICTORY: Entrevista.
46. MUJERES DE ACCIÓN CATÓLICA, Para ti, mujer, Madrid, Mujeres de Acción
Católica, 1957; SENDA, “La Acción Católica: Centros de formación familiar”, Senda, 229,
agosto (1962), p. 15.
47. MARTÍN, María J., y María L. BOUVARD, “Cursillo de racionalización del trabajo
doméstico: Hablan las organizadoras y las alumnas”, Senda, 250, junio (1964), pp. 4-6.
48. Por ejemplo, ÁLVAREZ, Lilí, “La valoración...”, p. 29.
49. SALAS, María, Las siete palabras..., p. 23.
67. SALAS, María, “Un fiscal que resulta ser defensor: José Mª Castán Vázquez defiende los
derechos de la mujer”, Senda, 164, marzo (1957), p. 10.
68. RUIZ, Rosario, ¿Eternas menores?..., p. 150.
69. El documento, con algunas de las firmas, puede consultarse en DI FEBO, Giuliana, Re-
sistencia y movimiento..., pp. 219-224.
70. ÁLVAREZ, Lilí et al.: “El trabajo del ama de casa”, ABC, 24 febrero (1968), p. 40.
71. ÁLVAREZ, Lilí et al.: Mujer y aceleración, p. 18; Ángela R. DE SILVA: Entrevista.
Conclusión
Si bien en la obra de T. H. Marshall la ciudadanía suele entenderse como un
conjunto de derechos individuales (civiles, políticos y sociales) conferidos por
el Estado a los miembros de una comunidad política, otra lectura de esta mis-
ma obra nos lleva a concebirla como el estatus de quienes participan como
miembros plenos en una comunidad (sea ésta política o de otro tipo), anima-
dos por un sentimiento de pertenencia a la misma. Utilizando esta definición
alternativa de ciudadanía, en este artículo he analizado los esfuerzos indivi-
duales y colectivos de ciertas mujeres encuadradas en organizaciones de la
Iglesia o próximas a ella (las aquí llamadas “feministas católicas”) por que las
mujeres ampliaran su participación en la sociedad y en la propia Iglesia. Para
ello, les animaron a que adquirieran educación general y formación religiosa
en particular, les instaron a que no redujeran su existencia a ser madres y espo-
sas, defendieron, en la práctica y en la teoría, otras opciones vitales distintas
del matrimonio y la maternidad (por ejemplo, la soltería) y exhortaron a las
de todo estado civil y condición social a interesarse por todo lo que acontecie-
ra más allá de su hogar y a participar en el voluntariado. Defendieron sin des-
canso esta visión de la ciudadanía animadas por un sentimiento de la propia
valía y de pertenencia a la Iglesia, entendida ésta como pueblo de Dios y como
72. SALAS, María, “Acto en memoria de María Campo Alange”, en ASOCIACIÓN ESPA-
ÑOLA DE MUJERES UNIVERSITARIAS (ed.), María Campo Alange: In memoriam, Ma-
drid, Asociación Española de Mujeres Universitarias, 1986.
73. VALIENTE, Celia, “Age and feminist activism: The feminist protest within the Catholic
Church in Franco’s Spain”, Social Movement Studies, vol. 14, nº 4 (2015), pp. 473-92.
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Resumen
Durante la década de los sesenta se abre en España un nuevo ciclo en las relaciones
laborales basado en la negociación colectiva que dio lugar a la configuración de una
cultura obrera de la negociación ejercida desde el marco normativo e institucional
vigente, de tipo corporativo y autoritario, lo que significó un cambio en la estrategia
de acción obrera en el ámbito de las relaciones laborales y de la oposición al régimen
político desde dentro del mismo. Los trabajadores siderúrgicos de Sagunto fueron pro-
tagonistas e iniciadores de la nueva estrategia de lucha legal que dispuso a la negocia-
ción como la vía principal por la que encauzar las relaciones laborales, adquiriendo
la organización, la fuerza y la experiencia necesaria para su ejercicio en el futuro en
condiciones ya de democracia y libertad sindical.
Palabras clave: Negociación, Lucha legal, Jurado de Empresa, Convenio colectivo.
Abstract
In the sixties a new era in terms of work relations based on collective bargaining began
in Spain. This led to setting up a working-class culture of negotiation, implemented
from the regime-established regulatory and institutional framework. This brought
about changes in the strategy of working-class action in the field of work relations. It
also led to growing opposition against the political regime from the inside. Sagunto
steelworkers pioneered and led a new strategy of legal struggle that introduced nego-
tiation as the main procedure to channel work relations. They eventually acquired the
necessary strength, organization skills and experience that would enable future action
once under democratic and freedom of association conditions.
Keywords: Negotiation, Legal Struggle, Jury Company, Collective Agreement.
Introducción
Este artículo forma parte de un trabajo de investigación más amplio sobre las
relaciones laborales en la fábrica siderúrgica de Puerto de Sagunto (Valencia)
durante los años del denominado tardo-franquismo español, y más concreta-
mente en torno a la gestión negociadora desarrollada en el seno del jurado de
empresa. Se pretende aquí destacar la importancia que tuvo en las relaciones
laborales el cambio de estrategia obrera ligada a la negociación colectiva de
acuerdo al entorno legal establecido, en tanto que el nuevo movimiento obre-
ro contribuyó a sentar las bases del modelo actual de relaciones laborales. El tra-
bajo se aborda desde un planteamiento preferentemente institucional de los
cambios en las relaciones laborales1 debido a la relevancia que adquiere la lucha
legal ligada al sindicato vertical, el jurado de empresa y los convenios colecti-
vos. Por otro lado, el carácter interdisciplinar en que se desarrollan las relacio-
nes laborales permite insertar vínculos de conexión entre la historia social y
los estudios jurídico-institucionales y sociológicos para perfilar una concepción
global y más completa de las mismas.
El acceso y uso de fuentes primarias procedentes del archivo de la misma
empresa permiten obtener una gran cantidad de información2 a partir de la
cual es posible extraer un perfil lo suficientemente fiel y objetivo de las rela-
ciones laborales en esa fábrica. De la documentación consultada en este archi-
vo destacan algunos documentos como las actas de las sesiones del Pleno del
jurado de empresa y las memorias correspondientes a los comités que lo inte-
gran como el de Seguridad e Higiene, el de Calificación y el de Promoción y Pro-
gresión, donde tanto la empresa como los representantes obreros posicionan
a sus representantes más activos y combativos. Su estudio permite hacer el
seguimiento del potencial y trayectoria negociadora desarrollada por ambas par-
tes durante las dos últimas décadas del franquismo. Las dos revistas de empre-
sa: Portu primero y Acero Valencia3 después, también aportan información de
7. Altos Hornos de Vizcaya eligió el denominado “sistema Bedaux” tanto para las fábricas
de Vizcaya como para la de Sagunto.
8. SOTO CARMONA, Álvaro, ¿Atado y bien atado? Institucionalización y crisis del franquis-
mo: 1957-1975, Madrid, Ed. Bilioteca Nueva, 2005; BERNAL GARCÍA, Francisco, “El
autoritarismo laboral en la Europa de entreguerras. Corporativismo y Estado en los pro-
cesos autoritarios de institucionalización de las relaciones laborales”, I Congreso ibero-
americano de relaciones laborales y recursos humanos, Sevilla, 28-29 de enero de 2016.
del cambio adaptándose a los mismos, al tiempo que fueron minando las bases
del sistema legal vigente y construyendo una organización sindical alternati-
va9, de amplia base y de carácter democrático, que les sirvió de herramienta
sindical tras la muerte de Franco. Sin embargo, uno de los rasgos más impor-
tantes de todo el proceso lo constituye el hecho de que progresivamente madu-
ra entre los trabajadores una auténtica cultura de la negociación, asumida de
forma generalizada como la fórmula natural, punto de partida y requisito
necesario para abordar la relación laboral. Los trabajadores de la fábrica side-
rúrgica de Sagunto fueron pioneros en esta nueva estrategia obrera, convir-
tiendo lo que en un principio era una oportunidad en un requisito indispen-
sable de toda relación laboral. Su experiencia, salvando algunos aspectos genui-
nos y diferenciales, sirve de guía o ejemplo práctico de la puesta en marcha y
deriva de las relaciones laborales establecidas a partir de la acción negociada de
las partes, a la que se irían incorporando con el tiempo el resto de los trabaja-
dores de otras empresas.
11. El ritmo de trabajo considerado normal y exigido como el mínimo que debía alcanzar
el productor era de 60 puntos/hora.
15. Dado que los trabajadores de la fábrica constituyen la mayoría de la población y que el
resto de la misma tiene algún vínculo o dependencia respecto al transcurrir de la misma,
no sólo se desarrolla la solidaridad de clase sino también un espíritu de solidaridad pobla-
cional por la que cualquier conflicto con la empresa podía suponer para ésta una fuerte
presión, a pesar de contar con el régimen autoritario y represivo vigente.
16. REIG ARMERO, Ramir, “Recuérdalo tú y cuéntaselo a otros. Las relaciones laborales en
Altos Hornos de Sagunto”, Reconversión y Revolución. Industrialización y Patrimonio en el
Puerto de Sagunto, Valencia, Universitat de València, 1999, pp. 47-58, p. 47.
17. SOTO CARMONA, Alvaro, ¿Atado y bien atado? Institucionalización y crisis del franquis-
mo: 1957-1975, Madrid, Ed. Bilioteca Nueva, 2005.
18. MARTÍN ACEÑA, Pablo y MARTÍNEZ RUIZ, Enrique., “La edad de oro del capitalis-
mo español. Crecimiento económico sin libertades políticas”, en TOWNSON, N. (ed.),
España en cambio. El segundo franquismo, 1959-1975, Madrid, Siglo XXI, 2009, pp. 1-22
19. Diversos autores referenciados: Rosario Sánchez, Encarna Nicolás, Abdón Mateos,
Ángel Herrerín, Álvaro Soto o Francisco Bernal, recuerdan el mantenimiento de ins-
trumentos jurídicos e institucionales de control de las relaciones laborales por parte
del Gobierno.
20. El Jurado de Empresa se crea por Decreto de 18-VIII-1947 pero no entra en vigor hasta
que aparece la Reglamentación que lo regula el 11-IX-1953. La Ley de Convenios Colecti-
vos data de 24-IV-1958.
21. LUDEVID ANGLADA, Manuel, Cuarenta años de verticalismo sindical, Barcelona, Laia,
1997.
22. SÁNCHEZ LÓPEZ, Rosario y NICOLÁS MARIN, Mª Encarna, “Sindicalismo vertical
franquista: la institucionalización de una antinomia (1939-1977)”, en RUIZ, D.,
Historia de Comisiones Obreras (1958-1988), Madrid, Siglo XXI, pp. 1-46.
23. SOTO CARMONA, Álvaro, “No todo fue igual. Cambios en las relaciones laborales,
trabajo y nivel de vida de los españoles: 1958-1975”, Pasado y Memoria. Revista de la
Historia Contemporánea nº 5 (2006), pp. 15-43.
24. Santos Juliá añade que con la negociación colectiva se produce un cambio en la cultu-
ra política de los trabajadores de la industria que pasa de una postura subordinada y
pasiva a otra de reivindicaciones económicas y de confrontación social para conseguir-
las, JULIÁ, Santos.,“La Sociedad”en GARCÍA-DELGADO, José Luis, Franquismo. El
juicio de la historia, Madrid, Temas de Hoy, 2000, p. 105.
25. El sindicato Comisiones Obreras se formó y constituyó como sindicato de clase alter-
nativo a la OSE desde los instrumentos creados por ella misma, y su organización y
crecimiento fueron impulsados a partir de la Ley de Convenios Colectivos y del uso
que hicieron sus militantes del Jurado de Empresa.
26. HEBENSTREIT, Maria, La oposición al franquismo en Puerto de Sagunto (1958-1977),
Valencia, PUV, 2014, pp.326.
27. DÍEZ ABAD, Mª Rosario, “La negociación colectiva y su incidencia en el nacimiento
de una cultura sindical democrática entre los trabajadores de Valladolid”, Historia del
Presente: CIHDE, Madrid, 2008, p. 3.
ejercido por el Estado, si bien este último todavía mantendrá parte de su con-
trol e intervencionismo al reservarse algunas competencias de actuación28 a lo
largo del proceso de la negociación colectiva. Son numerosos los autores que
han destacado la importancia de la negociación colectiva en la formación del
movimiento sindical partiendo de un marco político e institucional autoritario29.
En esta misma línea, los trabajadores del Puerto de Sagunto aprovecharon
pronto las posibilidades que les ofrecía la acción negociadora para hacer valer
toda su capacidad reivindicativa a la hora de conseguir el máximo de mejoras
laborales y elevar sus salarios a cambio de participar en el objetivo empresa-
rial pretendido. También como forma de compensar los efectos negativos deri-
vados de la puesta en marcha de los nuevos métodos de trabajo y de organi-
zación de la producción que ya habían iniciado su implementación y permi-
tían vislumbrar sus efectos adversos sobre los trabajadores. La acción reivin-
dicativa emprendida obtuvo resultados positivos en un primer momento, justo
hasta que se produzca la firma del primer convenio colectivo y la empresa se
asegure del compromiso por parte de los obreros de alcanzar el nivel de produc-
tividad pretendido. Por este hecho estuvo dispuesta a aceptar subidas salaria-
les muy por encima de lo que marcaba la racionalidad económica, así como a
establecer por escrito los beneficios sociales, ya adquiridos, como derechos
sociales consolidados. Sin embargo, tras la firma del primer convenio colec-
tivo la empresa mantendrá una postura muy reticente a cualquier subida sala-
rial o concesión social posterior, lo cual impedirá el acuerdo para la firma de
un nuevo convenio colectivo y los trabajadores deberán someterse al dictamen
de la norma de obligado cumplimiento dictada por el Ministerio de Trabajo.
De hecho, tal como señala Nicolás Sartorius30, aunque la propaganda de los
convenios colectivos expresa la instrumentalización de éstos en el aumento
del nivel de vida de los trabajadores, en la práctica, y en la primera fase de su
implantación, servirán para aumentar la productividad de los trabajadores, es
decir para el interés empresarial. Pero, por otra parte, aunque la Ley referida
28. La negociación y el acuerdo final debe hacerse bajo la supervisión de la OSE y la auto-
rización del Ministerio de Trabajo, además del dictamen de las Normas de Obligado
Cumplimiento por parte del Ministerio de Trabajo en caso de no producirse acuerdo.
29. Pedro Lago en Galicia: (LAGO PEÑAS, Pedro, La construcción del movimiento sindical en
sistemas políticos autoritarios: las comisiones obreras de Galicia (1966-1975), Madrid,
Los Libros de la Catarata, 2011); Mª Rosario Díez en Valladolid; María Hebenstreit en
Sagunto; José Antonio Pérez en Bilbao (PÉREZ PÉREZ, José Antonio, Los años del acero.
La transformación del mundo laboral en el área industrial del Gran Bilbao (1958-1977),
Trabajadores, convenios y conflictos, Madrid, Biblioteca Nueva, 2001), son algunos de los
que han realizado estudios localizados sobre la cuestión.
30. SARTORIUS, Nicolás, El resurgir del movimiento obrero, Barcelona, Laia, 1975.
31. Ibid.
32. MATEOS, Abdón y SOTO, Álvaro, El final del franquismo, 1959-1975. La transformación
de la sociedad española, Madrid, Historia 16-Temas de Hoy, 1997.
El ejercicio de la negociación
Las medidas estabilizadoras de la economía que abrían nuevas posibilidades
de mercado a productos férricos, los nuevos sistemas de productividad y la ley
de convenios colectivos, que se ponen en marcha a finales de los cincuenta,
afectaron en primera instancia a las grandes empresas de sectores como la me-
talurgia y la siderurgia. Los trabajadores siderúrgicos de Sagunto debieron afron-
tar, pues, de manera temprana las consecuencias de las medidas económicas,
pero de manera particular la modalidad de taylorismo que Altos Hornos de
Vizcaya implementa en sus fábricas de Vizcaya y Puerto de Sagunto (el siste-
ma Bedaux). La ley de convenios colectivos ofrecía a los trabajadores la posi-
bilidad de tener un papel activo en las relaciones laborales mediante la nego-
ciación con la empresa de manera que podrían obtener mejoras laborales, es-
critas y comprometidas por ambas partes, que podrían paliar las consecuen-
cias adversas de los cambios económicos potenciados por el gobierno y la em-
presa. Sin embargo, este papel activo tenía como rémora la necesidad de inte-
grarse activamente en la organización sindical corporativa del franquismo y
presentar a sus propios candidatos a las elecciones para el jurado de empresa
al ser el único órgano legal desde el que se podía realizar la negociación colecti-
va. Se introdujeron cambios en la OSE por los que desaparecían algunos requi-
sitos como el de confianza política y el de fidelidad al Movimiento Nacional,
exigibles a los candidatos a las elecciones y que hasta entonces generaban pro-
blemas de representatividad real de los elegidos. A partir de entonces, la estra-
33. Ibid.
34. SARTORIUS, Nicolás, El resurgir del movimiento obrero…; VEGA, Rubén., “Los contex-
tos de la acción sindical: franquismo, transición y democracia.”, Sociología del Trabajo,
nº 36 (1999); MATEOS, Abdón., “Vieja y nueva oposición obrera contra Franco”,
Historia contemporánea, nº 26 (2003), pp. 77-89.
tegia de acción obrera comienza a virar hacia la lucha legal35, de manera que
en las elecciones sindicales de 1960 se presentan y salen elegidos como vocales
del jurado de empresa dos candidatos de ascendencia comunista36. Este cam-
bio de estrategia se fue generalizando a lo largo de los años sucesivos37 como la
fórmula preferente de lucha obrera mediante la cual los trabajadores adquie-
ren un protagonismo que deben saber gestionar a su favor y con todos los
medios a su alcance. Por esta razón, el uso de la lucha legal y el ejercicio de la
negociación con la empresa no les eximió del uso de otros recursos, de tal mane-
ra que se producirá una oscilación planificada para cada situación: de diálo-
go o consenso con la de conflicto y huelgas; de usar de forma paralela la legis-
lación vigente y el sindicato vertical, al tiempo que la organización sindical
clandestina y el ámbito asambleario para la presentación, discusión y resolu-
ción de propuestas o acciones concretas. Las diferentes fórmulas aplicadas para
hacer valer la postura obrera ante la negociación colectiva marcan tres perio-
dos diferenciados de la actuación organizada de los obreros siderúrgicos de
Sagunto hasta 1975, al tiempo que en el transcurrir de estos años se consolida
la organización obrera como movimiento sindical y se asienta la conciencia de
la negociación como elemento ineludible de las relaciones laborales.
35. Álvaro Soto señala a las elecciones sindicales como momento clave de la estrategia de
lucha obrera al aportar verdadera representatividad y garantizar el protagonismo de los
trabajadores en el objetivo de obtener ventajas laborales, SOTO CARMONA, Álvaro,
¿Atado y bien atado?...
36. Se trata de Miguel Lluch en representación del grupo de no cualificados, y de Ginés
Zaplana como trabajador cualificado.
37. En las elecciones de 1966 y 1975 se alcanza el pleno en el jurado de empresa.
40. Actas del Jurado de Empresa, mayo-junio de 1961, Archivo de Altos Hornos del Medite-
rráneo.
41. Esta asignación ideológica se extrae de los datos que proporcionan las Actas del Jurado
de Empresa y también de la información que proporcionan los mismos protagonistas a
través de entrevistas personales recogidas en varios fondos privados y en VV.AA., Miguel
Lluch. (1925-2002) In Memoriam, Fundación FUNCASOCIAL, PCPV.CC.OO.PV,
Valencia, Martínez Impresores, 2004.
48. El nivel de coordinación alcanzado, junto al amplio seguimiento de las huelgas, llevó
a la prensa comunista (Mundo Obrero) a comparar el movimiento obrero de Sagunto
con el de Asturias, apuntándole expectativas de liderazgo para el futuro del movimien-
to obrero en Levante, unas expectativas no cumplidas porque la actividad del movi-
miento obrero en Sagunto se adaptó a la situación concreta de la fábrica siderúrgica y
asumió sus propias decisiones y actuaciones de forma autónoma y de acuerdo al perfil
cerrado que viene marcado por la factory town.
MACOSA. Sin embargo parece más acertado atribuir este cambio de compor-
tamiento al carácter de auto-organización obrera49 que adopta el movimiento
obrero del Puerto de Sagunto en función de circunstancias que le son propias
y distintivas del resto de la comunidad como es formar parte del fenómeno
ciudad-fábrica. Lo importante, pues, es delimitar cuáles fueron los detonan-
tes que llevaron al este movimiento obrero o modificar la negociación con la
empresa por la vía del diálogo y el consenso por considerarla más adecuada
para los intereses específicos de los trabajadores siderúrgicos de Sagunto en ese
momento. A saber:
a.- El expediente de crisis planteado por la empresa en 1967 llevó consi-
go un proceso de regulación de empleo en tres fases: 1967, 1969 y 1971, un
hecho que, dadas las características del Puerto de Sagunto configurado en
torno a la fábrica siderúrgica (ciudad-fábrica) donde el resto de las empresas
del Puerto de Sagunto eran pequeñas y dependientes o subsidiarias de la side-
rúrgica, no ofrecía apenas expectativas de conseguir un puesto de trabajo
alternativo tras la pérdida del mismo en la fábrica. Tampoco se podían espe-
rar apoyos in situ, de manera que el recurso de las huelgas no era el más con-
veniente porque podían provocar despidos innecesarios, mientras que podía
resultar mucho más positivo negociar con la empresa las condiciones de la
reestructuración del personal planificado y aprobado por el Ministerio de
Trabajo. Además, en estos momentos Altos Hornos de Vizcaya está pujando
por potenciar el proyecto de una IV planta siderúrgica integral para conseguir
después su adjudicación por parte del gobierno. En este proyecto trata de
involucrar a los trabajadores a través del jurado de empresa a base de conven-
cerles de lo ventajoso que sería para su futuro laboral y el de sus hijos contar
con una fábrica de tal envergadura. La defensa común del proyecto de la nueva
siderúrgica aportaba a los trabajadores un elemento a su favor en la negocia-
ción con la empresa. Sin embargo, la renuncia al movimiento huelguístico en
el momento que éste adquiría mayor relevancia en otras importantes empresas
de la provincia, se entiende mejor al introducir otro factor que condicionó este
cambio de rumbo:
b.- La persecución y represión del movimiento obrero vinculado a CCOO
y PCE a partir de 1968 que afectó de forma importante a la fábrica de Sagunto
donde había numerosos trabajadores que pertenecen a CCOO y donde además
funcionaba una célula comunista: Organización 67. De los detenidos y proce-
sados se encuentran personas muy relevantes del movimiento obrero porteño,
49. GÓMEZ RODA, Alberto, Comisiones obreras y represión franquista. Valencia, 1958-1972,
Valencia, PUV, 2004.
50. Aunque su salida de la fábrica y por tanto del Jurado de Empresa se produce “oficial-
mente” por jubilación anticipada a causa de enfermedad profesional, de hecho fue un
despido encubierto de un puesto de trabajo que ya no era necesario y sobre todo por-
que suponía privar al movimiento obrero saguntino de su líder más carismático capaz
de hacer confluir a trabajadores con posiciones diferentes.
51. Ambos documentos se encuentran en el Archivo de Altos Hornos del Mediterráneo.
52. Las mejoras salariales se producen al conseguir la subida del salario mínimo base por
efecto de elevar el grado de calificación y también aumentando las primas.
53. Actas del Jurado de Empresa: 1971, 1972, 1973. Archivo de Altos Hornos del Mediterrá-
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Asociación de Historia Social, 1996, pp. 533-541.
Resumen
En este artículo, se analizan las características del Ejército español en 1975. Para ello,
se parte de la idea de que el franquismo convirtió a las Fuerzas Armadas, y más concre-
tamente al Ejército de Tierra, en su principal bastión defensivo; dotándole de una cultu-
ra militar homologable con la del mundo occidental, de una fuerte cohesión y sobre
todo de una posición autónoma y superior dentro del organigrama administrativo. Era
precisamente esta posición, unida a su organización territorial y a la ideología de sus
componentes, la que permitía a la institución militar vigilar y mediatizar cualquier cam-
bio institucional del Estado, actuando así como garantes legales del franquismo.
Palabras clave: Cultura militar, Ejército de Tierra, Franquismo, Fuerzas Armadas, Poder
militar.
Abstract
This article is aimed at analysing the characteristics of the Spanish Army in 1975. For
this purpose, it starts from the idea that Franco’s regime turned the armed forces and,
more precisely the Army, into its main defensive stronghold. This was achieved by
providing the Army with a Western-like military culture, a strongly cohesive system
and, above all, an independent, higher status within the administration. It was precise-
ly this position, together with a particular territorial organization, and the ideology of
its members, that allowed the military to watch and to act upon any institutional change
in the State, thus legally granting Franco’s regime.
Keywords: Military Culture, Army, Franco’s Regime, Armed Forces, Military Power.
Introducción
En su magnífica obra sobre el papel de los militares en política, el politólogo bri-
tánico Samuel E. Finer, tras explicar las ventajas de las Fuerzas Armadas (FAS)
sobre las organizaciones civiles, afirmaba: “La duda, por tanto, no está en el
motivo por el cual se rebelan contra sus amos civiles, sino en la razón por la cual
los obedecen alguna vez”1. Esta situación nunca se produjo en el franquismo, ya
que si bien se trató de un régimen autoritario dual –apoyado sobre las FAS, pero
también sobre instituciones civiles, concretamente dos: el Movimiento Nacional
y la Iglesia Católica–, los Ejércitos, y particularmente el de Tierra, fueron su
poder constituyente2, y también su principal bastión defensivo.
No obstante, las FAS no pudieron evitar que, el 20 de noviembre de 1975,
esta estructura política se desmoronase, a la vez que se apagaba la vida de su fun-
dador. Aunque en apariencia, el franquismo parecía un sistema político fuerte
y consolidado, el desgaste producido por el paso del tiempo, el vaciamiento ideo-
lógico, los cambios operados en las estructuras socio-económicas españolas
desde comienzos de los años sesenta3, y la propia situación del país dentro del
1. FINER, Samuel E., Los militares en la política mundial, Buenos Ares, Editorial Sudame-
ricana, 1969, p. 17.
2. El nombramiento del entonces general de División Francisco Franco Bahamonde, el 1
de octubre de 1936, como Generalísimo de los Ejércitos y Jefe del Estado Español, fue
una decisión tomada por los generales sublevados contra la II República, tras dos reu-
niones celebradas los días 21 y 27 de septiembre de 1936, en Salamanca. En dichas
reuniones, los distintos dirigentes políticos de los partidos que apoyaron la rebelión,
no tuvieron participación ninguna, a pesar de que Franco no sólo asumió el mando
militar de la llamada zona nacional, sino también el político. La decisión correspondió
única y exclusivamente al Ejército de Tierra, y, en mucha menor medida, a la Armada.
Sobre esta reunión, véase CABANELLAS, Guillermo, Cuatro generales, Barcelona, Planeta,
1977, vol. I, pp. 650-655; KINDELAN DUANY, Alfredo, Mis cuadernos de guerra,
Barcelona, Planeta, 1982, pp. 101-111.
3. Véase SÁNCHEZ-CUENCA, Ignacio, Atado y mal atado, Madrid, Alianza Editorial, 2014,
pp. 17-19.
7. El autor de este artículo conserva en su archivo el sumario, la vista oral y las sentencias
de la Causa 2/81, incoada por el fracasado golpe de Estado del 23-F, que le fueron cedi-
das por el letrado Ángel López-Montero y Juárez, abogado del ex teniente coronel
Antonio Tejero Molina en esa causa. Archivo personal del auto (en notas sucesivas APA).
8. El Archivo de Pedro Sainz Rodríguez (en notas sucesivas APSR), depositado en la Fun-
dación Universitaria Española (en notas sucesivas FUE) contiene un conjunto de
informes de enorme importancia para conocer las características de los mandos mili-
tares españoles en 1975; ya que proceden de un conjunto de entrevistas y encuentros
con miembros de todos los empleos del escalafón. Estos informes se entregaban direc-
tamente a don Juan de Borbón, padre del futuro rey.
9. El Archivo del general de división Ángel de Losada y de Aymerich (en notas sucesivas
ALA), pudo ser consultado gracias a la gentileza del coronel de Infantería e historia-
dor militar Fernando Puell de la Villa.
10. El testimonio de los principales protagonistas militares del final del franquismo y la
transición se encuentran en la Fundación Ortega-Marañón (Madrid) (en citas sucesi-
vas FOM).
11. HARRIES-JENKINS, Gwyn y MOSKOS, Charles, Las fuerzas armadas y la sociedad, Ma-
drid, Alianza, 1984.
12. JANOWITZ, Morris, The Professional Soldier: A Social and Political Portrait, New York,
The Free Press, 1960.
13. HUNTINGTON, Samuel P., Soldier and the State: The Theory and Politics of Civil-Military
Relations, Cambridge, Harvard University Press, 1957.
14. Esta tesis aparece reflejada en obras ya clásicas: BOYD, Carolyn, La política pretoriana
en el reinado de Alfonso XIII, Madrid, Alianza Editorial, 1990; CARDONA, Gabriel, El
poder militar en España hasta la guerra civil, Madrid, Siglo XXI, 1988; PAYNE, Stanley
G., Ejército y sociedad en la España liberal, 1808-1936, Madrid, Akal, 1976, o SECO
SERRANO, Carlos, Militarismo y civilismo en la España contemporánea, Madrid, IEE,
1984, o la ya citada de Lleixá.
15. Sobre la cultura militar occidental, véase FREVERT, Ute (ed.), Militär und Gesellschaft
im 19. und 20. Jahrehuntert, Stuttgart, Klett Cotta Verlag, 1997; HULL, Isabel V., Absolute
destruction. Military culture and the practices of war in Imperial Germany, Ithaka, Cornell
University Press, 2005, pp. 93-103, y sobre todo FIELD, Maury D. (ed.), The structure
of violence: Armed Forces as social systems, Beverly Hills, Sage Publications, 1977.
16. FINER, Samuel E., Los militares…, pp. 38-40.
17. Sobre el intervencionismo del Ejército prusiano-alemán en el proceso de decisiones
políticas y sobre su cultura profundamente conservadora, existe una numerosa biblio-
grafía, de la que citamos algunas obras de fácil acceso: CLARK, Christopher M., Iron
Kingdom: The Rise and Downfall of Prussia, 1600–1947, Cambridge, Harvard University
Press, 2006, pp. 653-723; DELBRÜCK, Hans, The Dawn of Modern Warfare. History of
the Art of War IV, Lincoln, Nebraska University Press, 1990, pp. 148-160; DORN
BROSE, Eric, The Kaiser’s Army: The Politics of Military Technology in Germany during
the Machine Age 1870-1918, Oxford, Oxford University Press, 2001; FREVERT, Ute, A
Nation in Barracks: Modern Germany, Military Conscription and Civil Society, Oxford, Berg,
2004; LEE, John, The warlords. Hindenburg and Ludendorff, London, Weidenfeld &
Nicolson, 2005; MULLER, Klaus J., The Army, Politics and Society in Germany, 1933-
1945. Studies in the Army’s relations to Nazism, Manchester, Manchester University
Press, 1987, y WILLEMS, Emilio, Der preussisch-deutsche Militarismus: Ein Kulturkomplex
im sozialen Wandel, Cologne, Verlag Wissenschaft und Politik, 1984.
18. Para conocer la evolución del Ejército francés y su mentalidad existe una amplia biblio-
grafía, de la que citamos algunos títulos: ALEXANDER, Martin S., EVANS, Martin, KEI-
GER, John F. V., The Algerian War and the French Army, 1954-62. Experiences, Images,
Testimonies, London, Palgrave Macmillan, 2002; BAUFLARB, Rafe, The French Army,
1750-1820: Careers, Talent, Merit, Manchester, Manchester University Press, 2002; FOR-
CADE, Olivier, DUHAMEL, Éric, VIAL, Phillippe, Militaires en République. Les officiers,
le pouvoir et la vie publique en France, Paris, Publications de La Sorbonne, 1998;
KIER, Elizabeth L., “Culture and French Military Doctrine before World War” en KAT-
ZENSTEIN, Peter J., The culture of National Security. Norms and Identity in World Politics,
New York, Columbia University Press, 1996.
19. Sobre el Ejército británico, la bibliografía existente es muy amplia también, destacando:
BECKETT, Ian F. W., The army and the Curragh Incident 1914, London, Army Records
Society, 1986; DIXON, Paul (ed.), The British Approach to Counterinsurgency: From
Malaya and Northern Ireland to Iraq and Afghanistan, Houndmills, Palgrave McMillan,
2012; JOYCE, Eric, Arms and the Man: Renewing the Armed Services, London, Fabian
Pamphlets, 1998; LEDWIDGE, Frank, Losing Small War: British Militar Failures in Irak
and Afghanistan, New Haven, Yale University Press, 2011.
20. Para el conocimiento del Ejército en época de Isabel II, sigue siendo muy válida la obra
de Fernández Bastarreche. FERNÁNDEZ BASTARRECHE, Fernando, El Ejército espa-
ñol en el siglo XIX, Madrid, Siglo XXI, 1978.
21. Sobre el cambio de mentalidad del Ejército y la asunción de la ideología liberal por una
parte importante de la élite militar, la mejor obra es la de BLANCO VALDÉS, Roberto
L., Rey, Cortes y Fuerzas Armadas en los orígenes de la España liberal (1808-1823), Madrid,
Siglo XXI, 1988.
22. Para este periodo el mejor estudio es el de PUELL DE LA VILLA, Fernando, “El pre-
militarismo canovista” en TUSELL, Javier y PORTERO, Florentino, Antonio Canovas y
el sistema político de la Restauración, Madrid, Biblioteca Nueva, 1998, pp. 289-312.
26. Véase IZQUIERDO, José; ORTIZ DE ZÁRATE, José Ramón y APARICIO, Ángel. La
Academia General Militar. Crisol de la oficialidad española, Zaragoza: Institución Fernando
El Católico, 2002.
27. La Ley 12/1961, de 19 de abril, sobre declaración de aptitud para el ascenso y ascen-
sos en régimen ordinario de los Oficiales Generales y particulares en el Grupo de
Mando de Armas y sus asimilados de la escala activa del Ejército de Tierra. Boletín
Oficial del Estado (BOE), 22 de abril de 1961). Puntualmente modificada por la Ley
15/1973, de 19 de diciembre (BOE, 20 de diciembre de 1973), y vigente en ese momen-
to, establecía, en su art. 3: “Serán condiciones indispensables para obtener la declara-
ción de aptitud para el ascenso en los distintos empleos las siguientes: Primera. Estar
bien conceptuado en la hoja de servicios. Segunda. Haber cumplido el tiempo mínimo
de efectividad, de destino y de mando que para cada empleo se determina en el artícu-
lo quinto de la presente Ley. Tercera. Haber superado las pruebas de aptitud que con-
venga exigir para garantizar una adecuada utilización de los medios y procedimientos
propios de cada empleo, surgidos como consecuencia de la evolución de la técnica mili-
tar”. Esta Ley quedará definitivamente derogada por la Ley 48/1981, de 24 de diciem-
bre, de clasificación de mandos y regulación de ascensos en régimen ordinario para los
militares de carrera del Ejército de Tierra. BOE, 11 de enero de 1982.
28. El País, 11 de mayo de 1976.
tres ministerios militares, que estaría vigente hasta 1977, dotaba a las FAS de
una poderosa presencia en el Gobierno. Pues, los tres militares, con valores simi-
lares, constituían un frente unido que participaba en el proceso de toma de
decisiones políticas a más alto nivel. Además, podían transmitir a los ministros
civiles, los deseos de las FAS en cualquier momento, ejerciendo un proceso de
influence continua e institucionalizada34.
La presencia de los Ejércitos también se manifestaba en otros dos órganos
de capital importancia: el Consejo del Reino y el de Regencia.
Estos cuatro pilares del poder militar convertían a las FAS en la columna
vertebral del régimen y en el garante de sus esencias.
37. Colección Legislativa del Ejército. Año 1944, Madrid, Servicio de Publicaciones del Ejército,
1944, nº 35 p. 64.
38. Los empleos de teniente general y de almirante, se habían restablecido por una Ley del
11 de abril de 1939. Legislación del Nuevo Estado. Leyes, decretos, órdenes y disposiciones
publicados en el mes de abril de 1939, Zaragoza, Editorial Legislación del Nuevo Estado,
1939, vol. XVIII, p. 29.
39. Diario Oficial del Ministerio del Ejército, 17 de julio de 1965.
40. BOE, 21 de julio de 1965.
41. RUEDA CABALLERO, Antonio, Cuando fui soldado: Memorias, Madrid, Cultiva Libros,
2014, p. 37.
42. PUELL DE LA VILLA, Fernando: “El devenir del Ejército de Tierra”, en PUELL DE LA
VILLA, Fernando y ALDA MEJIAS, Sonia (eds.): Los ejércitos…, pp. 93-95.
43. ALTO ESTADO MAYOR, Anuario Estadístico Militar, 31-XII-1975, Madrid, Alto Estado
Mayor, 1976.
44. FUE, APSR, caja 41, carp. 2, “Fuerzas Armadas. Ejército de Tierra. Nota informativa-
Agosto 1975”, p. 2.
45. Ibid., p. 3.
46. Ibid., p. 4.
47. Sobre el periodo de mando del general Franco en la AGM, véase BLANCO ESCOLA,
Carlos, La Academia General Militar de Zaragoza (1928-31), Barcelona, Labor. 1989.
48. FUE, APSR, caja 41, carp. 2, “Fuerzas Armadas. Ejército de Tierra. Nota informativa-Agos-
to 1975”, p. 4.
49. Escalillas del Arma de Artillería. Año 1975, Instituto de Historia y Cultura Militar (IHCM),
Madrid. PUELL DE LA VILLA, Fernando, Gutiérrez Mellado…, pp. 169-176.
50. Carlos Fernández Vallespín, el 25 de julio de 1972. Escalillas del Arma de Infantería.
Año 1973. IHCM. Madrid. José Miguel Vega Rodríguez, el 21 de marzo de 1973.
Escalillas del Arma de Infantería. Año 1974. IHCM. Pedro Ferry Gordon, también el 21
de marzo de 1973. Escalillas del Arma de Infantería. Año 1974, IHCM, Madrid.
51. FUE, APSR, caja 41, carp. 2, “Fuerzas Armadas. Ejército de Tierra. Nota informativa-
Agosto 1975”, pp. 5-6.
52. Ibid., p. 5. APA. Causa 2/81, sumario, f. 2504.
53. BUSQUETS, Julio, AGUILAR, Miguel Ángel y PUCHE, Ignacio, El Golpe. Anatomía y
claves del asalto al Congreso, Barcelona, Ariel, 1981, p. 9.
54. Véase CRESPO, Eduardo, Alféreces Provisionales, Madrid, Editora Nacional, 1964.
55. FUE, APSR, caja 41, carp. 2, “Fuerzas Armadas. Ejército de Tierra. Nota informativa-
Agosto 1975”, p. 6.
56. Ibid., p. 2.
57. FUE, APSR, caja 15, carp. 18, “Fuerzas Armadas. Ejército de Tierra. Nota informativa-
Septiembre 1975”, pp. 4-5.
61. Iniesta Cano fue director de la AGM entre los años 1964 y 1967. Además de su preocu-
pación por la formación ideológica de los cadetes, destacó por su intento de acercar la
sociedad civil al Ejército. Así creó el Premio Academia General, entregado por el Rector
de la Universidad de Zaragoza a un alumno de la misma, y, en contraprestación, el Premio
Universidad de Zaragoza, para el alférez alumno de la Academia, nº 1 de su promoción.
INIESTA CANO, Carlos, Memorias y recuerdos, Barcelona, Planeta, 1984, p. 182.
62. BUSQUETS, Julio y LOSADA, Juan Carlos, Ruido de sables. Las conspiraciones militares
en la España del siglo XX, Barcelona, Crítica, 2003, p. 103. FUE, APSR, caja 41, carp. 2,
“Fuerzas Armadas. Ejército de Tierra. Nota informativa-Agosto 1975”, p. 8.
63. FUE, APSR, caja 41, carp. 2, “Fuerzas Armadas. Ejército de Tierra. Nota informativa-
Agosto 1975”, pp. 8-9.
64. ALA, carp. UMD, “Carta de la U.M.D. al Excmo. Sr. Don Manuel Gutiérrez Mellado.
Madrid, 6 de octubre de 1976”, p. 2.
65. GÓMEZ ROSA, Fidel, La Unión Militar Demócrata en la transición política, Madrid,
Universidad Complutense, 2007, pp. 186-193.
66. ALA, carp. UMD, “Carta de la U.M.D. al Excmo. Sr. Don Manuel Gutiérrez Mellado.
Madrid, 6 de octubre de 1976”, p. 3.
67. El País, 5 de enero de 2007.
Conclusión
El franquismo creo una FAS unidas y cohesionadas en torno a unos valores
comunes, superando así la división que había caracterizado a los Ejércitos
españoles desde los tiempos de Fernando VII (1814-1833). Pero hizo más.
Las dotó de un poder institucional, basado en cuatro pilares, que les permi-
tía actuar como garantes del orden constitucional vigente y también mediati-
zar el proceso de toma de decisiones políticas. De hecho, más que las institu-
ciones creadas por la Ley Orgánica del Estado72, eran los Ejércitos, y particu-
larmente el de Tierra, el que podía asegurar la continuidad del Régimen;
haciendo realidad la frase del general Franco: “Todo atado y bien atado”.
Eso explica porque en 1975, constituían el principal pilar de defensa del
franquismo, y también el muro que habría de derribarse si se quería democra-
tizar el país. Por eso, durante los seis años que siguieron a la muerte del gene-
ral Franco, los sectores involucionistas civiles trataron de atraerse a las FAS
para detener o al menos limitar el proceso de cambio político. Esta dinámica
culminaría con el fracasado golpe de Estado del 23-F.
Por el contrario, Adolfo Suárez, tras convertirse en presidente del Gobierno,
entendió que su principal objetivo era eliminar ese poder militar, única posi-
bilidad de hacer viable e irreversible el proceso de transición a la democracia.
Este poder desaparecía entre 1976 y 1986, tras un conjunto de reformas insti-
tucionales y decisiones políticas, entre las que destacaron el fin a la unidad cor-
porativa de la élite del Ejército, la legalización del Partido Comunista de España
(PCE) –en las que no se tuvo en cuenta la opinión de los miembros de las FAS–,
o la creación de un Ministerio de Defensa civil73. Sólo cuando se consiguió este
objetivo, el sistema democrático quedó definitivamente asentado en España.
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F. Miquel de Toro
Universitat Autònoma de Barcelona
info@memoriales.net
Recibido: 1-II-2016
Aceptado: 12-V-2016
Resumen
El Memorial por los Judíos Muertos de Europa de Berlín se ha convertido en uno de los
memoriales de recuerdo y conmemoración del Holocausto más controvertidos, no sólo
de Berlín, sino de la Alemania reunificada. El proceso que llevó a su construcción y
dedicación se ha convertido en un ejemplo de los debates que deben mantener viva la
memoria, en algunos casos más importantes que el memorial mismo. Su forma y con-
tenido, sin el trabajo de contextualización necesaria, se puede confundir fácilmente
con una obra de arte abstracto urbano, y sólo esa contextualización permitirá compren-
der plenamente su función a las denominadas “generaciones de la post-memoria”. De
ahí la necesidad de introducir el centro informativo, con sus diferentes salas y expo-
siciones, para proporcionar el contexto histórico necesario para comprender mejor la
función del memorial.
Palabras clave: Holocausto, Memorial, Nazismo, Berlín, Identidad nacional, Alemania.
Abstract
The Memorial to the Murdered Jews of Europe in Berlin has become one of the most
controversial Holocaust memorials of remembrance and commemoration, not only in
Berlin, but in reunited Germany. The process that led to its construction and dedica-
tion has become an example of the debate that should keep that memory alive, more
important than the memorial itself in some cases. Its form and content, without the
necessary work of contextualization, may be easily confused with an urban abstract art-
work. It is just this contextualization which will hopefully allow the so-called “post-
memory generations” to fully understand its function. Hence the need for the informa-
tion center, with its various rooms and exhibitions, in order to provide the necessary
historical context for a better understanding of the role of that memorial.
Keywords: Holocaust Memorial, Nazism, Berlin, National Identity, Germany.
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Alemania occidental memoriales locales para las víctimas judías, aunque sin
que existiese un memorial de carácter nacional11.
Todos estos debates se desarrollaron dentro de la centralidad del Holo-
causto en la memoria nacional alemana, acompañada por la aceptación de su
responsabilidad histórica, que debe constituir una “narrativa maestra”, y for-
marse en el marco formal en el que todas las otras memorias deben integrarse.
La forma en la que el legado material del pasado influye en la memoria
colectiva de las generaciones contemporáneas también está marcada por la dis-
tancia que esas generaciones sienten del pasado traumático: cuanto mayor es,
más esencial es el papel de los rastros materiales y la representación del pasado,
ante la desaparición de las generaciones de supervivientes y testigos.
Tras la reunificación, Alemania creó un memorial central para las vícti-
mas de la guerra y del dominio de la violencia (la Neue Wache), una Casa de
la Historia que marginaba el Holocausto, y la Topografía del Terror, que se
estaba convirtiendo en un elemento central para reflejar los crímenes nazis.
También tenía numerosos memoriales locales a las víctimas judías. Pero lo
que no existía era un memorial nacional en recuerdo del Holocausto, y esto
planteaba cuestiones incómodas: ¿qué función debía tener un memorial cen-
tral? ¿Deberían incluirse en el mismo otras víctimas del Nacionalsocialismo?
13. YOUNG, James E., The texture of memory, New Haven, Yale University Press, 1993, p. 30.
14. DE TORO, F. Miquel, “La memoria del Holocausto en Alemania. La memoria dividida”,
en Historia Social, núm. 65, 2009, pp. 87-106.
con sus víctimas, una sobre-identificación que sería inapropiada porque con-
llevaría una pérdida de cualquier sentido de que habían sido ellos los perpe-
tradores.
Otro de los grandes debates planteados por el memorial fue el financiero,
porque su construcción provocaría que esos fondos no fuesen destinados a
otros proyectos, principalmente museos y campos de concentración, facilitan-
do así un proceso de olvido, al caer los sitios “auténticos” de memoria en el des-
cuido. Los directores de esos memoriales (como el de Buchenwald, Dachau,
Sachsenhausen, etc.) temían que el monumento de Berlín hiciese peligrar la
correcta confrontación con el pasado en los sitios en los que éste tuvo lugar, y
defendían un mayor compromiso en las arduas tareas de preservación de estos
sitios, para dar testimonio a las generaciones futuras. En abril de 1997 un grupo
de conservadores de memoriales de los campos de concentración publicaron un
documento que advertía que una “centralización de la conmemoración” en un
sitio simbólico conllevaría una reducción del interés por los sitios auténticos,
de modo que la conmemoración se convertiría en algo difuso y vago15: un sitio
centralizado desvirtuaría los sitios de memoria auténtica.
El Memorial del Holocausto estaba destinado explícitamente a las gene-
raciones de la postmemoria, destinado a aquellos sin sus propias memorias
sobre el Holocausto, las generaciones que debían ser capaces de conmemorar
el pasado “sin un complejo de culpa”. Con la ausencia de un significado fijo,
el memorial facilita este tipo de recuerdo. Además, debido a la progresiva desa-
parición de la generación de testigos y perpetradores, el recuerdo va cambiando,
se va transformando, desde una “experiencia vivida” a una “construcción ima-
ginada” para las generaciones de la postmemoria. Por tanto, la conmemoración
también ha cambiado, desde un “tema de motivación”, es decir, de voluntad de
recordar, a un “tema de representación”, que es evidente en la construcción de
muchos memoriales en Berlín16.
Otra controversia fue causada por las declaraciones de Lea Rosh de que
el memorial debía ser un asunto alemán, no judío, y que debía ser construi-
do por los descendientes de los perpetradores, sin la necesidad de la aproba-
ción judía. Esto provocó una multifacética respuesta judía, con reacciones de
la primera, segunda y tercera generación de los supervivientes. Algunos seña-
15. HEIMROD, Ute, et al. (edits.), Der Denkmalstreit – das Denkmal? Die Debatten um das
„Denkmal für die ermordeten Juden Europas“. Eine Dokumentation, Berlín, Philo Verlag,
1999, p. 706. STIFTUNG DENKMAL FÜR DIE ERMORDETEN JUDEN EUROPAS (edit.), Denkmal für
die Ermordeten Juden Europas. Ort der Information, Berlín, Deutscher Kunstverlag, 2010.
16. HIRSCH, Marianne, “The generation of postmemory”, Poetics Today, núm. 29, 2008, pp.
103-128, p. 122.
laban que el memorial estaba destinado a los alemanes, no a los judíos, que
no necesitaban un recuerdo por el asesinato de sus familiares; otros sugerían que
el memorial buscaba ser un símbolo de rehabilitación a los ojos del mundo.
También se criticaba el mal uso del trauma del Holocausto para una nueva
conciencia nacional alemana, reflejando la visión del genocidio como un “hecho
fundacional de formación de la identidad” para la memoria colectiva alema-
na17. La construcción del memorial en el centro de la nueva capital alemana
se había convertido en una necesidad política, y debía transmitir la memoria
política adecuada.
Finalmente, otro temor muy extendido era que un memorial impulsado
por el estado únicamente para las víctimas judías llevase a una “jerarquiza-
ción”, como ya había sucedido con la Neue Wache, repitiendo el mismo pro-
ceso de selección racial de los nazis18. Esto provocó que otros grupos de vícti-
mas y perseguidos, como gitanos y homosexuales, iniciasen campañas para
promover la creación de memoriales nacionales por los colectivos que repre-
sentaban19. En 1999 el Bundestag decretó que debían construirse memoriales
nacionales adicionales en las proximidades del Memorial del Holocausto por
los homosexuales perseguidos bajo el Nazismo (inaugurado en 2008), y otro
por las víctimas gitanas del Porrajmos (2012). Sin embargo, otros grupos de
víctimas no obtuvieron ese mismo grado de reconocimiento.
Las controversias sobre la planificación del Memorial del Holocausto deben
analizarse en el contexto de unos debates más amplios y la búsqueda de una
nueva identidad política en la Alemania unificada. En primer lugar, el debate
sobre si era necesario “otro” memorial nacional, dado que ya había muchos
memoriales y museos sobre el Holocausto, y también si el asesinato de los judíos
no debía recordarse, más bien, en “lugares auténticos” como los antiguos cam-
pos de concentración. En este contexto aparecieron otros debates historiográfi-
cos más amplios, como el suscitado por la Wehrmachtsausstellung y la culpa de
los alemanes corrientes.
La situación del memorial, en el mismo corazón de Berlín, adquirió aún
mayor significado simbólico tras la decisión de transformar la ciudad en la capi-
tal de la Alemania reunificada, ya que iba a simbolizar un cambio paradigmá-
17. DINER, Dan, Beyond the conceivable, Berkeley, 2000, University of California Press, p. 218.
18. KOSELLECK, Robert, “Die falsche Ungeduld”, CULLEN, Michael S. (edit.), Das Holocaust-
Mahnmal: Dokumentation einer Debatte, Zúrich, Pendo, 1999, pp. 221-229. STAVGINSKI,
Hans-Georg, Das Holocaust-Denkmal: Der Streit um das ‘Denkmal für die ermordeten Juden
Europas’ in Berlin (1988-1999), Paderborn, Schöningh, 2002, p. 59. KIRSCH, Jan-Holger,
Nationaler Mythos oder historische Trauer? Der Streit um ein zentrales, Holocaust-
Mahnmal‘ für die Berliner Republik, Colonia, Böhlau, 2003.
19. WISE, Michael, Capital dilemma..., pp. 146-148.
20. ROSSI, Aldo, La arquitectura de la ciudad, Barcelona, Gustavo Gili, 2004, p. 139.
REBHAHN, Karen, Das Denkmal für die ermordeten Juden Europas in Berlin, Saarbrücken,
VDM, 2010.
21. YOUNG, James E., “The arts of Jewish memory in a postmodern age”, RÜSEN, Jörn (edit.),
Meaning and representation in History, Nueva York, Berghahn, 2006, pp. 239-254, pp.
245-246.
22. YOUNG, James E., The texture of memory…, p. 7.
23. YOUNG, James E., At memory’s edge..., pp. 62-75.
24. TILL, Karen E., The New Berlin: memory, politics, place, Minneapolis, University of
Minnesota Press, 2005, p. 205. UHL, Heidemarie, „Going underground. Der ‚Ort des
Information‘ der Berlines Holocaust-Denkmals“, en Zeithistorische Forschungen, núm.
5, 2008, pp. 452-462.
25. Esto se pudo ver visualmente por primera vez gracias al proyecto de la artista Sigrid
Sigurdsson, que en 1996 desarrolló el primer mapa que mostraba todos los sitios de crí-
menes nazis dentro de las fronteras alemanas de 1937. SIGURDSSON, Sigrid, “Germany –a
memorial– a research task”, Historical Social Research, núm. 27, 2002, pp. 190-193, p.
191; <http://www.deutschland-ein-denkmal.de/> [consultado: 16-I-2016].
La estética de la memoria
Ya hemos señalado la gran importancia que los debates sobre los memoriales
tienen para la formación de la memoria colectiva. Pero no vamos a analizar
aquí todo el proceso de debates o todas las propuestas presentadas para el Me-
morial del Holocausto que ya ha hecho correr ríos de tinta, aunque será inevita-
ble dar algunas pinceladas, ya que en un buen número de casos hubo sugeren-
cias que reflejaban la tendencia hacia los contra-memoriales, incluso a los “no-
memoriales”. Por ejemplo, uno de esos diseños que destacó por su postura de
protesta ante la percibida necesidad de un simbolismo monumental fue la de
Horst Hoheisel, que proponía dinamitar la Puerta de Brandemburgo y espar-
cir sus ruinas alrededor, en un gesto por el que Alemania sacrificaba uno de
sus grandes monumentos, en arrepentimiento por el asesinato del judaísmo
europeo. Además, el espacio vacío en el paisaje urbano debía recordar la ausen-
cia de la población judía de la ciudad, de Alemania y de Europa28.
A la hora de presentar las propuestas para el memorial, una de las princi-
pales objeciones planteada se basaba en su monumentalidad: si el Holocausto
había sido un crimen enorme, entonces la culpa (y la expiación) alemana debía
ser igual de enorme. Esto planteaba un problema “semántico” ya que durante
generaciones se han usado monumentos enormes para expresar orgullo nacio-
nal, de forma que la monumentalidad está asociada socialmente al éxito y la
auto-complacencia, una asociación totalmente indeseada para el Holocausto.
26. JÄCKEL, Eberhard, “Die Einzigartigkeit des Mordes an den europäischen Juden”, ROSH,
Lea (edit.), ‘Die Juden, das sind doch die anderen’: Der Streit um ein deutsches Denkmal,
Berlín, Philo, 1999, pp. 153-170, p. 160.
27. DE TORO, F.Miquel, “Políticas de memorialización...”, p. 211.
28. WISE, Michael, Capital dilemma..., p. 150.
32. ASSMANN, Aleida, Der lange Schatten der Vergangenheit: Erinnerungskultur und Geschichts-
politik, Múnich, Beck, 2006, p. 247.
33. HARJES, Kirsten, “Stumbling Stones: Holocaust Memorials, national identity, and demo-
cratic inclusion in Berlin”, German Politics and Society, núm. 23, 2005, pp. 138-151, p.
142.
34. <http://www.stiftung-denkmal.de/ausstellungen/ort-der-information-unter-dem-stelen-
feld.html> [consultado 18-I-2016].
35. HIRSCH, Marianne, “The generation of postmemory...”, p. 103.
36. <http://www.stiftung-denkmal.de/ausstellungen/ort-der-information-unter-dem-stelen-
feld.html> [consultado 18-I-2016].
37. SIGURDSSON, Sigrid, “Germany – a memorial...”, p. 190.
38. NIVEN Bill, “From countermonument to combimemorial: developments in German
memorialization”, Journal of war and culture studies, núm. 6, 2013, pp. 75-91., p. 84.
sición, por otro lado, abarca lo “memorable”, los elementos concretos. El cen-
tro de información cumple el potencial de encarnar la memoria del Holocausto
más que el campo de estelas porque es, tal vez, la parte del memorial que está
más inequívocamente presente, en el que los visitantes responden emocional-
mente a las experiencias corpóreas, y pierden su inocencia sobre la realidad del
Holocausto. El campo de estelas y el centro informativo se complementan, en
lugar de enfrentarse, de forma que el centro de información es un sitio de recuer-
do, mientras que el campo de estelas expresa la naturaleza efímera y frágil de
la memoria39. Sin la presencia del centro de información, este monumento no
cumpliría su función como memorial del Holocausto.
El Denkmal für die ermordeten Juden Europas ha sido extensamente anali-
zado, desde sus primeros impulsores a los debates sobre su diseño o construc-
ción, pero con relativamente poca atención a la vida del memorial tras su fina-
lización. Brigitte Sion ha señalado que el memorial fracasa a la hora de recor-
dar, pero tiene éxito como obra de arte público40. Inesperadamente, el modesto
y didáctico centro de información genera una respuesta más emocional por
parte de los visitantes, convirtiéndose involuntariamente en un sitio de recuer-
do más poderoso que el campo de estelas. El diseño de Eisenman no rehúye el
hecho de ser un memorial monumental, pero no intenta individualizar a cada
víctima. Aunque el primer diseño escogido para el memorial, coordinado por
Christine Jackob-Marks, era una gigantesca losa con los nombres conocidos de
todas las víctimas grabados en él, el diseño final del campo de estelas no con-
tiene ningún nombre o referencia alguna al Holocausto, sino que se trata sólo
de elementos abstractos.
El hecho de que el campo de estelas no sea un sitio específico, sino que
está integrado en el paisaje de su entorno, sin separación física del mismo, y
que carezca de un punto focal determinado, refleja el hecho de que los perpe-
tradores y las víctimas están por todas partes en la ciudad. Pero esto provoca
también que no puede existir un uso ceremonial del memorial: es un memorial
“anticonmemorativo”, tanto para propósitos individuales como colectivos41.
El campo de estelas parece señalar tanto a los perpetradores como a las víctimas:
sus cuadrículas reflejan el plan sistemático de asesinato del régimen nazi, y las
39. SION, Brigitte, “Effective Memory, Ineffective Functionality: Experiencing Berlin’s Memo-
rial to the Murdered Jews of Europe”, NIVEN, Bill, PAVER, Chloe (edits.), Memorialization
in Germany since 1945, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2010, pp. 243-252.
40. SION, Brigitte, “Effective Memory…”, p. 245.
41. EISENMAN, Peter, “Memorial for the Muredered Jews of Europe”, FOUNDATION FOR THE
MEMORIAL TO THE MURDERED JEWS OF EUROPE (edit.), Materials on the Memorial for the
Muredered Jews of Europe, Berlín, Nicolai, 2005, pp. 10-13.
promiso personal y colectivo con la memoria del presente. Es por eso que
Young señala que la discusión sobre el memorial era, de hecho, el memorial
mismo43.
Reflexiones finales
Los nuevos escenarios de la memoria en Berlín crean una interacción del pasa-
do en el presente, y en este sentido el Memorial del Holocausto actúa como
un imán, atrayendo la memoria, dándole una forma unificada y descartando
cualquier otra forma de recuerdo. Igualmente, la ausencia de una conmemo-
ración central animaría a los alemanes a entender el antisemitismo y el Holo-
causto sólo en términos locales y regionales, y no en términos de un proyec-
to centralmente organizado y con una clara responsabilidad nacional.
Las formas en las que Alemania ha asumido su reciente pasado han cam-
biado a través del tiempo. Primero se manifestó en las conmemoraciones ofi-
ciales del gobierno. Se hizo más intensa a finales de los 1960, cuando la prime-
ra generación de posguerra insistió en buscar respuestas sobre el papel de sus
mayores en los crímenes. Con la desaparición de la generación de las víctimas,
testigos y perpetradores, y el creciente interés en la historia de la vida cotidia-
na, las memorias privadas y el discurso familiar sobre la guerra fueron ganan-
do importancia dentro de una cultura de la memoria emergente en la RFA
hacia finales de los 1980. Pero, finalmente, la reunificación cambió nuevamen-
te el foco, desde la reconstitución moral a la forja de una nueva identidad nacio-
nal, que debía asumir el problemático bagaje del pasado nazi.
Inevitablemente, la proliferación de más memoriales ha llevado al temor
de que Berlín se transforme en una especie de “parque temático” memorial, y
algunos historiadores han llegado a sugerir que añadir monumentos individuales
no supone un conjunto conmemorativo sobre el Nazismo, porque particula-
rizan las destructivas políticas nazis, oscureciendo sus elementos comunes. Sin
embargo, los memoriales a las víctimas no judías son necesarios en un país
que, aunque había iniciado la conmemoración del sufrimiento judío en los
1970, se ha mostrado mucho más dilatorio con otros grupos de víctimas: en
1992 se dedicó el primer monumento significativo a los gitanos en Wiesba-
den; en 1994 se dedicó en Frankfurt el primer memorial erigido a la memo-
ria de los perseguidos homosexuales44; el sufrimiento de los desertores fue
recordado en Potsdam en 1990 y en Erfurt en 1995.
48. ROTHBERG, Michael, “From Gaza to Warsaw: mapping multidirectional memory”, Criti-
cism, núm. 53, 2011, pp. 523-548, p. 523.
49. CARRIER, Peter, Holocaust monuments and national memory cultures in France and Germany
since 1989, Nueva York, Berghahn, 2005, p. 156. Para una extensa discusión sobre la
construcción del memorial de los gitanos en Berlín y el papel de la memoria multidi-
reccional en su formación, BLUMER, Nadinne, From victim hierarchies to memorial net-
works, Toronto, University of Toronto, 2011.
Young ha señalado que tanto si les gusta como si no, además de por los
grandes logros de su nación durante siglos, los alemanes también serán identi-
ficados como la nación que llevó a cabo el peor genocidio de la historia de la
humanidad, que inició una guerra mundial que costó cincuenta millones de
muertos, y que usó esa guerra para impulsar el genocidio deliberado de seis
millones de judíos europeos. “No es una memoria orgullosa. Pero nunca ha
intentado ninguna otra nación convertir tal crimen perpetrado en su nombre
en parte de su identidad nacional”50.
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FRANÇOIS, Etienne, SCHULZE, Hagen (edits.), Deutsche Erinnergunsorte, Múnich, CH Beck,
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50. YOUNG, James E., “Reflections on the dedication of Berlin’s ‘Memorial for the Murdered Jews
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Abstract
Transcription of five interviews to five renowned Hispanists: Hugh Thomas, Carlos
M. Rama, Herbert R. Southworth, Max Gallo and Jacques Georgel. It was carried out on
‘Radio Paris’, between 1961 and 1970.
Keywords: Francoism, Hispanism, Exile, Broadcasting, Historical Sources.
1. Estas cinco emisiones transcritas forman parte del portal online «http://devuelveme
lavoz.ua.es», un proyecto de la Universidad de Alicante para la reconstrucción históri-
ca por medio de material sonoro principalmente radiofónico. Fondo “Radio París”
Ramírez/del Campo (1958-1977). Este trabajo es complementario a su vez del artícu-
lo “Radio París, el nuevo hispanismo y la desmitificación del franquismo (1961-1975)”,
Historia Actual Online [enviado en septiembre de 2015; en fase de Evaluación], del autor
de estas páginas.
Introducción
La radio fue el gran medio de comunicación de masas durante los años del fran-
quismo y la transición. Sin embargo, las fuentes sonoras y sobre todo las radio-
fónicas han estado tradicionalmente marginadas en el ámbito académico. Son
pocas las que se han conservado, suelen estar dispersas, a menudo olvidadas,
y los soportes adolecen serios problemas de obsolescencia. De ahí la necesi-
dad de digitalizarlas y transcribirlas, fundamental para la doble tarea de con-
servarlas y divulgar sus contenidos. Como afirma Armand Balsebre:
“(…) de la mateixa manera que el llibre i els documents impresos ens per-
meten estudiar i recuperar el llegat històric de la “modernitat” del segle XIX,
en el futur ningú no podrà estudiar la dimensió històrica del segle XX sense
treballar els arxius sonors de la nostra memòria, el principal dipositari de la
qual ha estat el conjunt de paraules, músiques i sorolls que fabrica diària-
ment el mitjà sonor per excellència, la ràdio” 2.
“Radio París” fue durante el franquismo una de las emisoras más importan-
tes del exterior. Ejercía al mismo tiempo de portavoz de la “Grandeza de
Francia” y de voz de los vencidos de la guerra civil española. Una emisora
estatal francesa dirigida por hispanistas e integrada mayoritariamente por exi-
liados españoles republicanos3. De ahí que sus responsables contribuyeran a
la difusión de un nuevo fenómeno editorial. Desde 1961 comenzaron a publi-
carse en Francia –tanto por editoriales francesas como por editoriales del exi-
lio español, como Éditions Ruedo Ibérico, Ebro y la Librería Española– los estu-
dios de una serie de hispanistas de diferentes nacionalidades que desafiaban
la versión falseada de nuestra historia impuesta por los vencedores franquis-
tas. Un nuevo hispanismo centrado en la historia contemporánea española
que vino a llenar el vacío forzado por la situación política4 y a satisfacer las
demandas del mercado editorial internacional5. Británicos y norteamericanos
2. BALSEBRE, Armand, “Per una defensa dels arxius sonors de la nostra memòria”, en
Item: Revista de biblioteconomia i documentació nº 32, 2002, pp. 45-50.
3. Para una panorámica de la historia de “Radio París” véanse sobre todo CHAO, Ramón,
“Radio París: una ventana a la democracia”, en Triunfo, Madrid, 08-IV-1978; MALGAT,
Gérard, Voix de la France, voix de l’exile. Les emissions en langue espagnole de la Ra-
diodiffusion Francaise entre 1945 et 1968, Mémoire de DEA, Université de Paris X-
Nanterre, 1997 y RAMÍREZ, Julián Antonio, Ici París, Memorias de una voz en libertad,
Madrid, Alianza Editorial, 2003.
4. ÁLVAREZ JUNCO, José y DE LA FUENTE, Gregorio, “El nuevo hispanismo”, en
ÁLVAREZ JUNCO, José, Las historias de España. Visiones del pasado y construcción de
la identidad, Barcelona-Madrid, Crítica-Marcial Pons, 2013, pp. 429-433.
5. Como apuntó Hugh Thomas en 1976. Documentado en SÁNCHEZ LEÓN, Pablo, “La
objetividad como ortodoxia: los historiadores y el conocimiento de la guerra civil espa-
ñola”, en ARÓSTEGUI, Julio y GODICHEAU, François (eds.), Guerra civil. Mito y Memo-
ria, Madrid, Marcial Pons, 2006, pp. 95-137.
6. Véanse los monográficos SANZ, Ismael (ed.), España: la mirada de otro, Ayer nº 31,
Madrid, 1998; y MIRALLES, Ricardo, El hispanismo y la historia contemporánea de España,
Historia Contemporánea nº 20, 2000.
7. REICH TAPIA, Alberto, Ideología e historia: sobre la represión franquista y la Guerra civil,
Barcelona, Akal, pp. 74 y ss.
8. La obra original The Spanish Civil War fue publicada en Londres por Eyre and Spottis-
wode, y en Nueva Yorl por Harper and Row en 1961. En París, La Guerre d’Espagne, por
Robert Laffont-Bouquins en 1961. Y en castellano, La guerra civil española, por Éditions
Ruedo Ibérico en 1962. En España estuvo prohibida hasta 1976.
9. Carlos M. Rama constituyó un nexo importante entre las historiografías francesa, espa-
ñola y latinoamericana. CEAMANOS LLORENS, Roberto, “Los estudios en el extran-
jero como período formativo. La experiencia del historiador y sociólogo Carlos M. Rama
en Francia y España”, en Humanidades revista de la Universidad de Montevideo, nº 1,
diciembre 2007, pp. 125-140.
10. Primera edición en castellano, La crisis española del siglo XX, Fondo de Cultura Econó-
mica, México, 1960; en francés, La Crise espagnole au XXe siècle, Librairie Fischbacher,
1962. Obra prohibida en España hasta 1976.
publicado en Francia por la editorial Robert Laffont y parece que los caminos
del éxito se le abren tan anchos en Francia como en los otros países14.
CAMP: Eso prueba el interés que despierta ahora en el mundo entero la
guerra de España y la historia de la guerra de España.
RAMÍREZ: Todavía o ya. Es decir, no ha dejado de despertar interés pero
parece que hay un renuevo de interés.
CAMP: Sí, y despierta un interés mayor, en el sentido que hasta ahora no se
habían publicado muchos libros sobre la guerra de España.
RAMÍREZ: Relatos.
CAMP: Eran relatos, novelas, testimonios… pero no historias completas,
científicas, la visión de un conjunto de problemas…
RAMÍREZ: Objetivas en lo que cabe…
CAMP: Y hechas por autores extranjeros, es una cosa nueva. Y hemos com-
probado que desde hace unos meses se han publicado –en Inglaterra con el
libro del señor Thomas, en Francia con otros libros, y hasta en América del Sur,
en Uruguay por ejemplo– libros dedicados a la historia de la guerra de España.
RAMÍREZ: O a la historia de la España contemporánea. Si tuviéramos
televisión, si esto fuese una emisión de televisión no sería menester pregun-
tarle al señor Thomas si él estuvo en la guerra de España, porque es demasia-
do joven. ¿Qué edad tenía usted cuando estalló la guerra de España?
HUGH THOMAS: Cuatro años.
RAMÍREZ: Cuatro años. De modo que no estuvo usted como combatiente
en la guerra de España ¿Cómo se enteró usted de que hubo una guerra en Es-
paña y qué fue lo que despertó en usted el interés por este tema?
HUGH THOMAS: Yo estoy muy interesado en el tema de la guerra de Espa-
ña. He leído en general muchos libros sobre la guerra y he visto que no había
ninguno lo bastante bueno sobre el asunto…
CAMP: Usted notó la ausencia de libros de historia completos, solamente
científicos…
HUGH THOMAS: Ésa fue mi intención.
CAMP: En fin, sin tener ningún sentido político o prejuicio… es decir, una
historia imparcial.
HUGH THOMAS: Sí, aunque naturalmente tengo algunas opiniones.
CAMP: Opiniones personales.
HUGH THOMAS: Naturalmente.
RAMÍREZ: ¿Ha tenido usted que luchar con sus opiniones personales para
escribir este libro?
14. El locutor dedicó en sus memorias un apartado bastante crítico sobre esta entrevista.
RAMÍREZ, Julián Antonio, Ici París… pp. 351-353.
15. Sobre la intervención de los requetés en la guerra civil española uno de los estudios más
completos y rigurosos corresponde al recientemente desaparecido Julio Aróstegui (1939-
2013): Combatientes requetés en la guerra civil española (1936-1939), Madrid, La Esfera
de los Libros, 2013.
16. Galeazzo Ciano, yerno de Mussolini y figura destacada de los gobiernos italianos hasta
febrero de 1943, ejecutado en enero de 1944 acusado de alta traición. La primera edición
de sus escritos fue CIANO, Galeazzo, The Ciano Diaries 1939 -1943 Complete Unabridged
Diaries of Count Galeazzo Ciano, Italian Minister for Foreign Affairs, 1936-1943, Garden
City, Doubleday & Company, 1946. Estos diarios tienen un importante interés para el
público español, dado que recogen la mayor parte de los años de la guerra civil españo-
la, donde la intervención italiana fue decisiva. La primera versión íntegra publicada en
España lleva por título Conde Ciano: Diarios 1937-1943, Barcelona, Crítica, 2004.
cas que resultan obviamente del tema, sino por las que derivan del clima inte-
lectual y de la colaboración múltiple y siempre valiosa de sus trabajadores inte-
lectuales.
RAMÍREZ: Muy halagador y muy justo para París. Totalmente de acuerdo
con ello. Entonces preparó usted esa tesis y la presentó en la Sorbona.
CARLOS M. RAMA: Exacto. El título original de la versión francesa era
La concepción del Estado en la crisis española del siglo XX17. Pero a los efectos de
la edición definitiva –como usted sabe– se ha reducido el título a La crisis espa-
ñola del siglo XX.
RAMÍREZ: Del siglo XX. Que es mucho más comercial, claro.
CARLOS M. RAMA: Exacto.
RAMÍREZ: Entonces, la presentó usted en la Sorbona. ¿Tuvo usted éxito,
fue bien recibido?
CARLOS M. RAMA: Claro. La tesis pasó frente a un jurado que integraban,
junto con el profesor Renouvin, los profesores Ernest Labrousse y Georges
Gurvitch.
RAMÍREZ: Personalidades eminentes todas ellas, sí.
CARLOS M. RAMA: Esta tesis, una vez aprobada con la mención más alta
que da la Universidad de París, fue preparada a efectos de la edición y publica-
da en México por la editorial más importante que existe en lengua española, que
es Fondo de Cultura Económica.
RAMÍREZ: En efecto, sí. ¿Puedo preguntarle a usted cómo se le ocurrió, de
dónde nace su interés por este tema?
CARLOS M. RAMA: Pues verá, en primer lugar yo soy hijo de españoles,
así que el tema español nunca me ha sido extraño ni lejano. En segundo lugar,
como mucha gente de mi edad y de mi promoción, los sucesos de la guerra
civil me fueron una suerte de definición en la más temprana juventud...
RAMÍREZ: ¿Causaron en usted mucho impacto? Y creo que usted no es el
único, porque creo que uno de los fenómenos históricos que más repercusio-
nes han tenido en el exterior, en un momento dado de la historia de la humani-
dad, fue la guerra de España.
CARLOS M. RAMA: Y muy especialmente en América Latina.
RAMÍREZ: Es verdad.
CARLOS M. RAMA: En América Latina y en países como el mío, el Uruguay,
donde la colonia española y la tradición hispánica cuentan de una manera
decisiva.
17. Originalmente La conception de l’État dans la crise espagnole du XXe siècle. Mémoire ou
thèse, 2 vol. (690-41 f.), Université de Paris. Faculté des lettres, 1954.
RAMÍREZ: A este respecto recuerdo que Hugh Thomas –de quién hablá-
bamos el otro día a propósito de su libro La guerra civil española– dice también
que la guerra de España causó en Inglaterra aproximadamente la misma reper-
cusión que la gran revolución francesa. En fin, todo esto le llevó a usted a pre-
sentar esta tesis en la Sorbona, fue recibida con la mención muy honorable y
decidió usted publicarla en el Fondo de Cultura Económica. Creo entonces que
ya es el momento de entrar a analizar el contenido del libro. ¿Cuál es su con-
tenido?
CARLOS M. RAMA: Pues verá, es una obra de carácter histórico, que se
inscribe en el mundo de la historia de las ideas, aunque se manejan también
en ella esquemas que son ya probados en la sociología, en la teoría del Estado,
en la ciencia política e incluso en el derecho. La idea era un poco examinar
ciertos grandes temas, como por ejemplo la unidad del Estado, los fines del
Estado y la atribución del poder en la estructura política española. Y para eso
hemos escrito estas cuatrocientas páginas en las que, apoyándonos en una
bibliografía bastante extensa, hemos examinado en primer lugar –y ya le estoy
leyendo a usted el índice– los antecedentes del problema del Estado en la
España del siglo XX, es decir, el Estado español como aparece en el siglo XX.
Y, en un segundo capítulo, los precursores de lo que yo llamo la “revolución
española”. Testimonios intelectuales de la crisis. A saber: Francisco Giner de
los Ríos y el krausismo; Francisco Pi i Margall y el federalismo; Joaquín Costa,
Ángel Ganivet y la época del Desastre [del 98]; y José Ortega y Gasset y la cri-
sis del liberalismo. Un tercer capítulo aborda el Estado liberal, con el adveni-
miento de la revolución española el 14 de abril de 1931.
RAMÍREZ: Sí, la proclamación de la república.
CARLOS M. RAMA: Exacto. La noción del Estado en la obra de las cor-
tes constituyentes de la Segunda República, la radicalización inmediata del
movimiento obrero, y la simultánea elaboración del pensamiento neoautorita-
rio en lo que será más tarde la llamada Falange Española. Un cuarto capítulo
ya entra a lo que titulo “el movimiento militar”, donde se considera cuando
la Falange intenta la contrarrevolución, de junio de 1935 a junio de 1936; en
segundo lugar, el pronunciamiento militar de julio de 1936, la era militar en
el dominio que corresponde al ejército nacionalista, la normatividad jurídica y
el derecho a la revolución dentro del mismo campo. El quinto capítulo se titu-
la “la revolución social española”, y se refiere a la situación que se plantea en
el llamado bando republicano entre los años 1936 y 1939. Aquí se trata el ascen-
so popular, que culmina con el triunfo del Frente Popular en las elecciones de
febrero de 1936, la relación entre el poder y la revolución, y la reconstrucción
del Estado en el interior de la zona republicana. Y de ahí pasamos en el sexto
19. Publicado bajo el título La crise espagnole au XXe siècle, Paris, Librairie Fischbacher,
1962.
20. Se refiere a la obra BROUÉ Pierre et TÉMINE Emile, La révolution et la guerre d’Espagne,
Paris, Les Éditions de Minuit, 1961.
21. Publicado bajo el título BROUÉ, Pierre y TÉMINE, Emile, La revolución y la guerra de
España, México, Fondo de Cultura Económica, 1962.
22. Una descripción pormenorizada de todo ello puede consultarse en FORMENT, Albert,
José Martínez: La Epopeya de Ruedo Ibérico, Barcelona, Anagrama, 2000, pp. 257-258,
263-265, 272-273, 305-306 y 311-312. Véase también THOMÀS, Joan María, El gran
golpe. El caso hedilla o cómo Franco se quedó con Falange, Barcelona, Debate, pp. 351-
354 y ROJAS CLAROS, Francisco, Dirigismo cultural y disidencia editorial en España
(1962-1973), Alicante, Publicaciones de la Universidad de Alicante, 2013, pp. 123-125.
23. Decreto de 19 de abril de 1937 dictado por Franco por el que Falange Española y Requetés
se integrarían en una nueva organización política denominada Falange Española
Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS).
THOMÀS, José María, El gran golpe... pp. 250 y ss.
24. Cita del libro: HAARTMAN, Carl Magnus Gunnar Emil von, En Nordisk Caballero i
Francos armé, Helsingfors [Helsinki], Söderström, 1939.
25. La transcripción del francés en esta entrevista y la siguiente ha sido posible gracias a Ana
Kallmeyer, documentalista en Créteil, Ministerio de Educación y Ciencia de Francia.
RAMÍREZ: Pero cree que de todos modos es una carta muy difícil de jugar
porque incluso los atractivos de la economía no pueden hacer olvidar los
atractivos de la libertad, dice el señor Jacques Georgel. De todos modos, hay
una cosa que también me ha llamado personalmente la atención en la publi-
cidad que se ha hecho en torno a su libro –por lo menos en esos placards, en esos
anuncios de Le Monde se pone en exergo– es que “España es un país ingober-
nable” entre interrogantes. ¿Está usted de acuerdo con esta publicidad?
JACQUES GEORGEL: Non, non, je ne crois pas que l’Espagne soit ingouverna-
ble. On a dit aussi que la France était ingouvernable. Tout pays est gouvernable.
Mais je crois qu’on n’a jamais cherché en Espagne à résoudre les problèmes quand
ils se posaient. On cherche toujours à les résoudre après, quand il est trop tard.
RAMÍREZ: Dice el señor Jacques Georgel que a pesar de lo que se afirma
en estos textos publicitarios de su libro, él no cree que España sea ingoberna-
ble. También se ha dicho de Francia que es un país ingobernable y no es ver-
dad. No hay ningún país de que no sea gobernable. Lo que ocurre –a juicio del
señor Jacques Georgel en España– es que siempre se trata de buscar la solu-
ción de los problemas después de que se han planteado. Y a veces se plantean
con violencia, lo que hace difícil resolverlos ¿verdad? en España. Sin duda.
Dice usted también en su introducción que España es una víctima preparada
por sus elementos naturales y su evolución histórica al desgarro que la azota
hoy, que la hace sufrir hoy. ¿Qué quiere decir con eso? ¿Que España está mal
colocada por su posición geográfica o por su contexto?
JACQUES GEORGEL: Si, son contexte géographique, politique, et entre, je
pense à la lutte entre les centralisateurs et les partisans de l’autonomie, d’une cer-
taine liberté sont... Même ses fleuves, son réseau hydrographique, ses montagnes,
ses, son absence du moins, d’absence d’attrait des Espagnols pour la politique. Je
crois que c’est Madariaga qui a dit que l’Espagnol était un spectateur. Et par con-
séquent, l’Espagne a tendance à se séparer au lieu de s’unir.
RAMÍREZ: Dice que, efectivamente, cree que España es una víctima, sobre
todo por su contexto geográfico y político. En lo geográfico y político, al mismo
tiempo, hay fuerzas disgregadoras en España. Ha evocado una cita de don Sal-
vador de Madariaga diciendo que por toda una serie de circunstancias, esa fuer-
za centrífuga que existe en España hace tender a ciertas regiones de la perife-
ria a apartarse. El curso de sus ríos también en lo geográfico y otra serie de
cosas, han hecho decir a don Salvador de Madariaga que el español se ha ido
convirtiendo poco a poco, no en un actor ni en un protagonista de la política,
sino en un espectador, y eso es malo para un pueblo. De todos modos, señor
Jacques Georgel, hay que decir que su libro aparece en un momento en que no
es el único análisis que se hace de este período de la historia de España. Recien-
temente, recibíamos aquí también al señor Max Gallo, que acaba de hacer una
historia… en fin, por lo menos de contenido parecido al de usted. ¿Cree usted
que es una hora de balances en España este año 1970? Si c’est une heure de bilan,
parce que, il est apparu plusieurs ouvrages qui sont des analyses de cette période
de l’histoire d’Espagne.
JACQUES GEORGEL: Je crois que c’est peut être une heure de bilan dans ce
sens que, le général Franco, pour la première fois, quand même, s’est désigné un
successeur. Et aussi peut être parce que on est déjà passés au stade de l’après fran-
quisme. On n’a plus l’impression que ce soit vraiment le père Olivio? qui dirige
l’Espagne beaucoup plus le tandem de l’amiral Carrero Blanco et de Monsieur
Lopez Rodo.
RAMÍREZ: Dice que, en efecto –ya lo han oído ustedes– coincide la apa-
rición de este libro con la de otros de sentido y contenido igual, como por el
ejemplo la del señor Max Gallo que comentábamos recientemente, y le hemos
preguntado sobre esa base si considera que ésta es una hora de balance para
España. Dice que, efectivamente, es una hora de balance, sobre todo porque el
propio general Franco, Jefe del Estado, ha designado ya su sucesor en la per-
sona del príncipe Juan Carlos, y porque parece que se ha entrado ya efectiva-
mente, en la práctica, en la era, en el período del postfranquismo en la histo-
ria española. Él cree –el señor Jacques Georgel– que hoy tienen un lugar pre-
dominante en la dirección de la vida política española, más que el propio jefe
del Estado –el general Franco–, el tándem formado por el almirante Carrero
Blanco y el señor López Rodó. ¿Sigue usted con interés las cosas de España?
JACQUES GEORGEL: Si, si, j’ai déjà un autre dossier.
RAMÍREZ: Ya tiene otro expediente muy voluminoso sobre las cosas de
España. ¿La sigue usted con interés científico? ¿De profesor, de historiador?
JACQUES GEORGEL: Científico. Y tengo muchos amigos en España. Sí,
tengo un interés de amistad y científico.
RAMÍREZ: Sí, de amistad con el pueblo español, sin duda. Eso se deduce de
la lectura de su libro. Muchísimas gracias, señor Jacques Georgel.
era hasta finales del siglo XVIII, un que se basa el liderazgo napoleónico
fenómeno limitado en el tiempo y que da título a la publicación. Es
compartimentado en el espacio, devie- decir, se dirige hacia la raíz, hacia el
ne, como bien señala Lafon, “una rea- núcleo del dominio de Bonaparte que
lidad latente y familiar”. Todo un aún sigue intrigante y mitificado.
presagio de las terribles tragedias que En la breve introducción los
empezarían en 1914. autores han creado un armazón teó-
rico al respecto, formado por ejes en
RAFAEL ZURITA ALDEGUER torno a los cuales el corso consolidó
Universidad de Alicante y asentó su dominación, además de
contextualizar su figura y tratar de
entender cuáles eran sus motivacio-
JONES, Stephanie y GOSLING, Jonathan, nes. La meta confesa del libro es
Napoleonic leadership. A study in detallar dichos ejes, por lo que el
Power. Londres, SAGE, 2015, 142 ejercicio del poder y la construcción
pp. del mismo por parte del general son
el objeto central de los autores, tra-
Casi doscientos años después de su tando al mismo tiempo de buscar
muerte, la figura de Napoleón Bo- cierto grado de aplicabilidad actual
naparte sigue recibiendo una notable para los estudios de liderazgo. La
atención dentro y fuera de la histo- obra cuenta así con una doble ver-
riografía. Prácticamente cada año se tiente de contenidos y de interés, his-
publica un “libro definitivo” acerca tóricos y del presente.
de la trayectoria del primer Empe- Los ocho “modos de poder”,
rador de los franceses. De forma como denominan los autores a los
habitual su acción directa de gobier- componentes del liderazgo de Napo-
no o su faceta estratégica en lo mili- león antes del Imperio y durante el
tar son los aspectos más estudiados mismo son los siguientes: clientelis-
de este personaje que tanta fascina- mo, mérito, carisma, coup d’etat,
ción continúa generando hoy en día. manipulación, miedo, elección y
Por este motivo, el libro “Napo- herencia. Cada uno de ellos cuenta
leonic Leadership. A study in Power”, con un capítulo propio que Jones y
obra de Jonathan Gosling, profesor Gosling organizan de la siguiente
en la Universidad de Exeter, y manera: comienzan incluyendo citas
Stephanie Jones, doctora por el Uni- atribuidas a Bonaparte y relacionadas
versity College de Londres, represen- con el tema de que se trate. A conti-
ta una interesante excepción a otras nuación, se expone un episodio de la
tendencias más trabajadas, pues esta vida y carrera de Napoleón centrado
obra estudia los puntos clave en los en un modo de poder concreto,
decir, por vez primera, el pueblo espa- mente iletrada. Y a su vez la autora
ñol manifestaría abiertamente su transmite nítidamente cómo esta élite
manera de pensar, haciéndose públi- intelectual es capaz de introducir y
ca una realidad hasta entonces encu- difundir, y lo que es más importante,
bierta, la escisión de España en dos construir una cultura común que
bloques enfrentados: el tradicional y fuese asumible como nacional por
el ilustrado. Escisión esa ya bosque- todos sus miembros, dejándose a un
jada en los primeros siglos de la mo- lado cualquier diferencia de estatus o
dernidad, afianzada en el siglo XVIII, de clase.
y que hallaría pronto un escenario Y finalmente el tercer capítulo,
adecuado en las Cortes de Cádiz, eta- La tradición, no sólo analiza los ras-
pa donde los ilustrados se escindirían gos de esa incipiente España decimo-
a su vez en dos corrientes: reformistas nónica (a saber, la cruenta y sombría
y liberales. Y, en este sentido, es una huella de la guerra antinapoleónica,
grata sorpresa comprobar que la auto- la consiguiente ruina y atraso de este
ra ahonda en aspectos, en los cuales país, o la pervivencia de modelos
quizás hasta el momento no se había medievales tales como la permanen-
profundizado lo suficiente o que ha- cia de los gremios en las grandes ur-
bían quedado en un segundo plano. bes), sino que además analiza cómo
El libro está estructurado en tres España es percibida por los viajeros
grandes capítulos. El primero de ellos, extranjeros, partiendo de que en paí-
Visualizando el imaginario español, ses como Inglaterra, Francia o Ale-
entre otras cuestiones aborda el papel mania se estaba produciendo una
del género femenino, su evolución, o profunda transformación hacia la
quizás sea mejor referirnos a su invo- modernidad, fruto de la Revolución
lución, si se compara con otro tiem- industrial, y cómo la élite intelectual
po pasado. Asimismo trata la cons- española luchaba por cambiar esa
trucción del imaginario colectivo, imagen y lograr equipararse al resto
donde la autora analiza los factores de los países europeos más avanza-
que intervienen y en donde se asien- dos. De otro lado, no hay que olvidar
ta la identidad de España y la Nación. el análisis muy interesante que realiza
En el segundo capítulo, El pasa- la autora sobre el imaginario román-
do, se tratan cuestiones tan interesan- tico español, indicando los aspectos
tes como la relación entre política, que se reforzaron, evolucionaron,
Estado, élite y las artes plásticas (véase resurgieron o se omitieron. Y como
pintura, escultura, arquitectura), esta punto especialmente novedoso es el
última como medio para transmitir estudio de la figura del bandolero y la
una memoria colectiva del pasado construcción del mito que le es pro-
nacional en una España mayoritaria- pio, así como su transformación en
cuito cerrado: los investigadores rea- sidad del País Vasco, De Pablo es un
lizaban sesudos trabajos, muy poco reconocido especialista de la materia.
atractivos tanto para los medios de co- Baste recordar que es autor, entre otras
municación como para sus potencia- obras, de El nacionalismo vasco en
les lectores, trabajos que quedaban Álava (1907-1936) (1988), El nacio-
sepultados en las estanterías de las nalismo vasco en la posguerra. Álava,
bibliotecas universitarias para solo 1939-1955 (1991), Tierra sin paz.
ser consultados, ocasionalmente, por Guerra Civil, cine y propaganda en el
otros investigadores que los utilizaban País Vasco (2006), The Basque Nation
como material para producir nuevos On-Screen. Cinema, Nationalism, and
e igualmente sesudos trabajos. Political Violence (2012) y coautor de
Sin embargo, en los últimos años otros libros como El péndulo patrióti-
se percibe un cambio de tendencia. co. Historia del Partido Nacionalista
Están apareciendo cada vez más tra- Vasco (1999 y 2001), Diccionario
bajos, escritos por historiadores pro- ilustrado de símbolos del nacionalismo
fesionales que desean salir del ámbi- vasco (2012) y La política como pasión.
to académico para llegar a la ciudada- El lehendakari José Antonio Aguirre
nía y, por tanto, cumplir su función (1904-1960) (2014).
social, aunque no siempre lo tienen Al igual que estos últimos, La pa-
fácil. Ejemplos recientes son El na- tria soñada tiene una clara vocación
cionalismo vasco. Claves de su historia divulgativa, está escrita con un estilo
(2009), de José Luis de la Granja, y la literario ágil y es de fácil lectura, lo que
trilogía sobre las culturas políticas ha precisado el sacrificio de las notas
alavesas que han elaborado Antonio a pie de página o las citas nominales
Rivera y Santiago de Pablo con el a otros autores, todo lo cual no está
patrocinio de la Escuela de Formación reñido, en absoluto, con la seriedad,
Tomás y Valiente (Vitoria): La utopía el rigor y el método propios del his-
futura. Las izquierdas en Álava (2008), toriador profesional. Al contrario,
En tierra de nadie. Los nacionalistas Santiago de Pablo ha sabido conjugar
vascos en Álava (2008) y Profetas del con mucha habilidad su probado ofi-
pasado. Las derechas en Álava (2014). cio con la amenidad y el espíritu
No es casualidad, por tanto, que pedagógico, las explicaciones de fenó-
Santiago de Pablo sea el autor de La menos complejos con las anécdotas,
patria soñada. Historia del nacionalis- la transmisión de conocimientos con
mo vasco desde su origen a la actuali- el puro placer de la lectura, por lo
dad, libro que viene a cubrir la ausen- que cabe definir La patria soñada
cia de una introducción general al como una obra de alta divulgación. Se
nacionalismo vasco. Catedrático de trata de un repaso pormenorizado,
Historia Contemporánea en la Univer- pero ágil, de toda la historia del
nacionalismo vasco, desde sus oríge- tos, aunque más bien parecen haber
nes en el caserío de Larrazabal a su sido escritos para la ocasión. Sin em-
actual hegemonía política y simbóli- bargo, después de tan larga espera, es
ca, dando las claves explicativas esen- pertinente preguntarse por las razo-
ciales para comprender su evolución. nes que han empujado al autor a este
El libro permite a cualquier tipo de cambio de su proyecto inicial.
lector acercarse a esta cultura políti- El título, en efecto, podría enca-
ca, dándole una valiosa visión de con- bezar dicha biografía porque el dile-
junto. Además, le facilita una selecta ma que expresa con las tres primeras
bibliografía y una filmografía básica palabras reflejaría muy bien la repre-
para que pueda seguir profundizan- sentación desde la que el profesor De
do, si así lo desea. En definitiva, La la Granja habría elaborado la biogra-
patria soñada es una obra excelente fía del patriarca del nacionalismo vasco.
que supone un nuevo paso en el ca- Pero es probable que ante la opción
mino hacia una historiografía que de escribir una biografía desde dicha
prime no solo la investigación, sino perspectiva o desarrollar su plantea-
también la difusión. Y que lo haga miento crítico sobre la figura y la obra
bien. de Sabino Arana, se haya decidido por
la segunda. Para llevarla a cabo ha de
GAIZKA FERNÁNDEZ SOLDEVILLA hacer reiteradas referencias a las eta-
IES Ataulfo Argenta, Castro-Urdiales pas sucesivas de su vida y a los traba-
jos desarrollados por sus seguidores
y correligionarios, destinados a con-
DE LA GRANJA SAINZ, José Luis, Ángel o vertirlo en el mito fundacional del
demonio: Sabino Arana. El patriar- nacionalismo vasco; por lo que este
ca del nacionalismo vasco, Madrid, libro de José Luis de la Granja persi-
Tecnos, 2015, 421 pp. gue también una destacada función
desmitificadora.
Desde hace tiempo esperábamos que El autor es un reconocido histo-
el profesor José Luis de la Granja riador, cuyo campo de investigación
publicara su biografía de Sabino más trabajado es el referente a la his-
Arana y el título de esta obra, a pri- toria del nacionalismo vasco, tanto
mera vista, puede inducir a exclamar en el ámbito de Euskadi como en el
¡vaya, por fin ha salido!. Pero no, el de la política española a lo largo del
mismo autor en el prólogo (p. 15) siglo XX, temas sobre los que ha
aclara que no se trata de tal biografía escrito libros que han alcanzado gran
sino de una «compilación» de sus artí- difusión; y como puede verse en esta
culos sobre Sabino Arana, la mayor obra, los estudios sobre la figura y la
parte publicados y los menos inédi- obra de Sabino Arana se hallan tam-
del texto, es tan sólo una primera públicos. Ese tipo de publicaciones
toma de contacto con la historia de la parecen haber olvidado al menos dos
industria de conservas vegetales de cosas importantes. En primer lugar,
Calahorra, cuna indiscutible de su na- que el anarquismo es un movimiento
cimiento y desarrollo, y también de de masas que reniega de la noción
su contribución a la historia general misma de “liderazgo” por ir en con-
de España”. tra de las ideas de autogestión, de
El texto incluye gran cantidad de militancia de base y de organización
documentación de todo tipo, la ma- autogestionaria de los sindicatos y de
yoría inédita y de valor histórico fun- la sociedad en general. En segundo
damental (destacan por ejemplo las lugar, que aun cuando un historiador
colecciones de etiquetas de diferentes sienta fascinación por su tema de
empresas, en las que se aprecia la evo- investigación debe trabajar desple-
lución de los diseños a lo largo del gando su aparato crítico lo máximo
tiempo). Va acompañado así mismo posible, o de lo contrario pierde rigor,
de un índice onomástico que facilita credibilidad y profesionalidad.
mucho su consulta. En resumidas De ninguna de estas dos dolen-
cuentas, una obra muy completa, se- cias adolece el libro del historiador e
ria, rigurosa y recomendable, nacida hispanista británico Chris Ealham. El
para convertirse en punto de referen- presente libro es una muestra del fas-
cia. cinante diálogo que se puede lograr
entre lo individual (José Peirats)
FRANCISCO ROJAS CLAROS insertado en lo colectivo (la historia
Universidad de Alicante anónima del anarcosindicalismo espa-
ñol) y viceversa. Lo cierto es que José
Peirats no sería prácticamente nadie
EALHAM, Chris, Vivir la anarquía, sin el anarcosindicalismo español y el
vivir la utopía. José Peirats y la anarcosindicalismo español sería mu-
historia del anarcosindicalismo cho menos de lo que es si no hubiera
español, Madrid, Alianza Edito- contado entre sus filas con José Pei-
rial, 2016, 338 pp. rats. De igual modo, pese a la hones-
ta confesión del Ealham sobre su
Si hay algo que hasta ahora ha carac- simpatía hacia los movimientos obre-
terizado las numerosas publicaciones ros en general y hacia el anarcosindi-
sobre biografías y autobiografías de calismo en particular (17), es obvio
“líderes” anarquistas ha sido la ten- que en sus investigaciones el histo-
dencia a seguir un modelo basado en riador es altamente crítico tanto con
la hagiografía (o en los excesos elo- el anarcosindicalismo como con los
giosos) de sus vidas y de sus logros numerosos desatinos personales e
libelo sedicioso y la que ofreció Gran menti per la difesa dello Stato y que
Bretaña en los años veinte. A pesar del suponía integrar modelos de emer-
abismo entre dichos regímenes polí- gencia en la “normalidad” de la vida
ticos, en ambos casos se hizo un uso bajo el fascismo.
extensivo del Derecho penal para La historia general de este órgano
reprimir presuntas amenazas contra es objeto de un enjundioso estudio a
el Estado, dando así una prioridad a cargo del profesor Leonardo Pompeo
lo público incluso restringiendo el uso D’Alessandro, quien detalla el signifi-
de libertades individuales. Por ello, cado de este órgano como símbolo de
Skinner concluye que existió una cier- ruptura con el sistema penal liberal,
ta continuidad jurídica entre las y su evolución a partir de los tribuna-
medidas represivas empleadas por el les de guerra. Basado en el principio
liberalismo democrático y las emplea- de excepción que caracterizó el régi-
das por el fascismo. En este sentido, men fascista, el Tribunale speciale su-
el libro aborda incluso algunos pre- frió no obstante diversas transforma-
cedentes jurisdiccionales previos a la ciones que lo alejaron de su originaria
implantación del fascismo, como la naturaleza militar, abriendo su sede a
jurisprudencia de la Corte di Cassa- la magistratura ordinaria y adminis-
zione en materia de huelga entre 1900 trativa.
y 1922, que limitó el ejercicio de ese A la jurisprudencia del Tribunale
derecho social a través de una inter- Speciale per la difesa de lo Stato se de-
pretación extensiva del concepto de dican varios trabajos en el volumen.
violencia moral. Una cuestión a la que Las profesoras Alessandra Bassani y
dedica su estudio la profesora Claudia Ambra Cantoni abordan el tratamien-
Storti, y en el que quizás se echa en to del secreto político a través de
falta una conexión entre esta jurispru- diversos procesos (como los casos Lo
dencia prefascista y la que se forjará Balbo, Tertulliano Borri, o Fasani-Me-
durante el gobierno de Mussolini. dori) uno de los aspectos donde más
En todo caso, el falseamiento y la clara resulta la politización del Tribu-
politización de la justicia no se llevó nal y su sumisión a los intereses del
a cabo solamente a través de una nor- Estado fascista. Por su parte, Matteo
mativa procesal y penal huérfana de Petracci estudia la instrumentaliza-
garantías individuales, sino también ción judicial de la locura del reo para
incidiendo en la planta judicial mer- objetivos políticos. Empleando técni-
ced a la creación de nuevos tribunales cas periciales de discutible (cuando
especiales. De entre ellos, el más rele- no nula) validez científica, como la
vante fue, sin duda, el Tribunale spe- pericia grafológica, el Tribunal utili-
ciale per la difesa dello Stato, creado zaba la declaración de locura como
por la ley 2008 de 1926, de Provvedi- instrumento de depuración política,
a los enemigos del régimen fascista men, y para publicitar los valores
que había propiciado su caída en el (por llamarlos de algún modo) del
resto de Italia, el nombramiento de fascismo.
los magistrados correspondía al Go-
bierno, evidenciando la total subor- IGNACIO FERNÁNDEZ SARASOLA
dinación del Poder Judicial al Poder Universidad de Oviedo
Ejecutivo que pretendía lograrse para
“limpiar” la denominada “Repubblica
di Saló” de todos sus enemigos. Del LA DEFENSA DE LA REPÚBLICA:
mismo modo, en diciembre de 1943 ¿FRACASO O DILEMA?
se intentó reconstruir el Tribunale GONZÁLEZ CALLEJA, Eduardo, En
speciale per la difesa dello Stato, que nombre de la autoridad. La defensa
tanto juego había dado al fascismo del orden público durante la Segun-
durante sus momentos de mayor da República española (1931-
auge, y que ahora debía compartir sus 1936), Granada, Comares, 2014,
funciones de perseguir la disidencia 364 pp.
política con los Tribunales militares GONZÁLEZ CALLEJA, Eduardo,
regionales y los Tribunales militares Cifras cruentas. Las víctimas mor-
extraordinarios, creados para mayor tales de la violencia sociopolítica
complejidad si cabe de la planta judi- en la Segunda República española
cial de un régimen ya prácticamente (1931-1936), Granada, Comares,
extinto. 2015, 488 pp.
Aunque el carácter técnico de
muchos de los capítulos del libro edi- Los libros reseñados, cuyo prolífico
tado por Luigi Lacché posiblemente autor es Eduardo González Calleja,
ahuyente a lectores poco familiariza- profesor de la Universidad Carlos III,
dos con la terminología jurídica, no establecen el cuadro más completo
cabe duda de que el libro constituye existente actualmente en la historio-
una aportación fundamental para grafía sobre la Segunda República
conocer mejor la Italia fascista. Por- española acerca de la política de orden
que, como pretende demostrar el público y la violencia colectiva en ese
libro, la planta judicial y la jurispru- período clave de la historia de España
dencia emanada por los tribunales en el siglo XX. El conjunto analítico
durante el régimen de Mussolini, for- que ambas obras establecen a lo largo
maron parte de la misma ideología de algo más de 800 páginas se com-
fascista, y constituyeron un instru- plementa con otra monografía del
mento fundamental para su consoli- mismo autor, Contrarrevolucionarios.
dación, sirviendo al mismo tiempo Radicalización violenta de las derechas
para eliminar los enemigos del régi- en la Segunda República (1931-1936),
da. Según los datos de esta investiga- ponsables de las ejecuciones perpe-
ción, frente al 58% de condenados en tradas en los buques prisión España 3
la guardia civil, los de Asalto apenas y Sil en Cartagena, una suerte de
llegan al 43%. Coinciden, sin embar- “Paracuellos del mar”. Destacable es
go, en la dureza del castigo a la tropa también su aproximación a la depu-
y la laxitud con los jefes que, como se ración de la base naval de Cartagena,
señala, procedían del Ejército. Los donde el franquismo abrió en menos
carabineros, con un 55% de condena- de un año 1.297 causas para dirimir
dos, casi igualan a la Guardia Civil, la “deslealtad” y el republicanismo
pero con penas algo más leves y me- de los marineros.
nos relacionadas con la posición en La tercera parte de la monografía
el escalafón. El autor apunta a que el queda integrada por las investigacio-
franquismo asimiló mejor la previsi- nes de Ignacio Tébar Rubio-Manza-
ble “deslealtad” de la Guardia de nares, Mirta Núñez Díaz-Balart y
Asalto y de los Carabineros, resultan- Roque Moreno Fonseret, para com-
do menos soportable la de la conser- pletar el bloque titulado “Más allá de
vadora Guardia Civil. la lealtad”. El trabajo de Tébar Rubio
Cierra esta segunda parte sobre el lleva por título “No sólo justicia al
“castigo a la lealtad” otro estudio muy revés. El juicio al enemigo en la pos-
original de Gloria Bayona Fernández guerra alicantina”, y parte de una con-
sobre la represión de oficiales y sub- textualización teórica que enlaza con
oficiales de la Armada republicana. los trabajos de Francisco Sevillano y
La autora parte de la profunda divi- Pedro Payá. El autor intenta ir más
sión existente en el seno de la Marina allá del castigo a la lealtad encarnado
como consecuencia de los privilegios por la conocida y gráfica expresión
del Cuerpo General y las posteriores de Serrano Suñer de una justicia al
reformas implementadas por la Re- revés para abordar, como se señala en
pública, circunstancias que termina- la introducción, un breve estudio so-
ron por dividir políticamente a esa bre la naturaleza de la represión fran-
parte del Ejército. A partir de una base quista. Una de sus herramientas con-
documental extensa y novedosa, la ceptuales para el estudio de la “lógi-
autora analiza las “guerras civiles a ca represiva franquista” es la aplica-
bordo” con especial atención a los bu- ción por la dictadura de un “derecho
ques leales a la República y las pos- penal de autor, que enjuiciaba a la
treras consecuencias de esa decisión persona por el hecho de ser de un
delante de los consejos de guerra fran- modo determinado” relativizando el
quistas. “Objetivos represivos priori- “hecho delictivo” en sí. Igualmente,
tarios” de la justicia vindicativa de la su análisis de la cultura punitiva fran-
dictadura fueron los supuestos res- quista utiliza el concepto de “enemi-
des, según los autores, con el cargo los mandatos fue superior a la de los
en todo el Estado durante la dictadu- períodos anteriores, la ocupación
ra, destacándose dos novedades. En militar del cargo no fue el resultado
primer lugar, su procedencia, pues de la subordinación a la autoridad
predominó la diversidad de origen militar, y ni la permanente aplicación
dentro de FET y de las JONS: dos de la jurisdicción militar ni de los
falangistas de preguerra (Correa Ve- estados de excepción sirvieron para
glison y Baeza Alegría), dos «ultras» amparar la intervención del Ejército
unificados en 1937 (González Olive- en la conflictividad social, sino que
ros y Barba Hernández), cuatro falan- permitieron reforzar la actuación de
gistas de guerra (Acedo Colunga, Vega la autoridad gubernativa, gozando
Guerra, Ibáñez Freire y Garicano los gobernadores civiles de Barcelona
Goñi) y dos antiguos miembros del de un poder extraordinario.
Frente de Juventudes (Palayo Ros y La obra se divide en seis capítu-
Martín Villa), con la excepción de los los, correspondientes a los años de la
dos gobernadores civiles tras la implantación de la dictadura en Bar-
muerte del dictador (Sánchez Terán y celona (1939-1945), a cargo de Javier
Ortiz Sánchez). Asimismo se destaca Tébar Hurtado (pp. 1-61); el Gobier-
que tradicionalmente el orden públi- no Civil de Barcelona en la postgue-
co fue una competencia que había rra mundial, de 1945 a 1951, cuyo
sido objeto de pugna entre la autori- autor es Manel Risques Corbella (pp.
dad militar y la civil, afectado direc- 63-116); el decenio bisagra entre
tamente al propio cargo gubernativo, 1951 y 1960, de Martí Marín Corbera
como ocurrió con la interferencia del (pp. 117-184); la década de estabili-
capitán general en nombramientos y dad relativa entre 1960 y 1969, tam-
ceses, la ocupación militar del cargo, bién de Martí Marín (pp. 185-262);
el recurso permanente a la excepcio- la crisis en los años 1969 a 1975, de
nalidad política y el uso reiterado del Pau Casanellas (pp. 262-305); y los
Ejército en los conflictos sociales sin años de 1975 a 1977, del mismo autor
el control de la autoridad gubernati- (pp. 307-329). En la inmediata post-
va. No obstante, esta situación cam- guerra, Wenceslao González Oliveros,
bió con la implantación de la dicta- adscrito como nacionalista católico y
dura franquista, ya que el gobernador reaccionario, entendió que Barcelona
civil adquirió plena capacidad para era la cabeza de puente para la rees-
actuar en el mantenimiento del orden pañolización de Cataluña, al tiempo
público, disponiendo de las fuerzas que los enfrentamientos políticos
de seguridad. El cese de los goberna- hicieron necesaria la unificación de los
dores no dependió de la intervención cargos de gobernador civil y de jefe
del capitán general, la duración de provincial de FET y de las JONS. Para
versidad Libre de Berlín. Autor del libro Founding Weimar. Violence and the
German Revolution of 1918-1919 (Cambridge University Press, en prensa). Su
investigación se centra actualmente en las relaciones entre revolución, políti-
ca y violencia en Alemania durante la época de la Primera Guerra Mundial.
pasadoymemoria@ua.es
Ej.: HOBSBAWM, Eric J., Historia del siglo XX, Barcelona, Crítica, 1995, pp.
29-30.
Si una obra ha de ser citada varias veces, se pondrá el nombre del autor/
autora, el comienzo del título de la obra, seguido de puntos suspensivos y
el número de p./pp. referidos.
Ej.: HOBSBAWM, Eric J., Historia del siglo XX…, pp. 42-53.
Ej.: REDERO SAN ROMÁN, Manuel y GARCÍA GONZÁLEZ, Gloria M., “Prensa
y opinión en la transición política”, Anales de la Universidad de Alicante.
Historia Contemporánea, nº 8-9 (1991-1992), pp. 85-119.
Presentació. Els articles d'investigació hauran de ser inèdits, amb una extensió
màxima de 9.000 paraules. S'hi afegirà un resum del contingut del treball
en espanyol i en anglès (que incloga el títol en les dues llengües), amb una
extensió màxima de 150 paraules, i s’hi especificaran unes paraules clau
en espanyol i en anglès, a més d'una breu nota curricular, d'una extensió
aproximada d'unes 10 línies, sobre la formació acadèmica, situació pro-
fessional i tasca investigadora de l'autor o autora. Llengües acceptades:
castellà, català, francès, anglès, italià i portuguès. Qualsevol contacte, com
també l'enviament d'originals, es farà a través de l'adreça de correu electrònic:
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tàmens de dos especialistes en la matèria externs al Consell de Redacció i
al Departament d'Humanitats Contemporànies de la Universitat d'Alacant.
Ex.: HOBSBAWM, Eric J., Historia del siglo XX, Barcelona, Crítica, 1995, pp.
29-30.
Ex.: HOBSBAWM, Eric J., Historia del siglo XX,…, pp. 42-53.
Ex.: REDERO SAN ROMÁN, Manuel y GARCÍA GONZÁLEZ, Gloria M., «Prensa y
opinión en la transición política», Anales de la Universidad de Alicante.
Historia Contemporanea, nº 8-9 (1991-1992), pp. 85-119.
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E.g.: REDERO SAN ROMÁN, Manuel and GARCÍA GONZÁLEZ, Gloria M., “Pren-
sa y opinión en la transición política”, Anales de la Universidad de Alicante.
Historia Contemporánea, no. 8-9 (1991-1992), pp. 85-119.
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ARTÍCULOS DE INVESTIGACIÓN
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INVESTIGATION ARTICLES
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Received articles
Artículos rechazados
37 34,25%
Rejected articles
34%
Artículos rechazados
66% Artículos aceptados
y publicados
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En preparación:
Nº 16, 2017: La imagen de la Dictadura de Primo de Rivera en las
cancillerías europeas