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INDICE

QUE SON LOS GRUPOS DE 4º Y 5 º PASO

En este tipo de grupos de 4° y 5° paso se trabaja bajo el programa de


recuperación de 12 pasos de Alcohólicos Anónimos, con la particularidad de
que antes que la persona pueda acudir a sus pláticas de recuperación en su
agrupación, primero debe realizar su 4° y 5° paso del programa:

 4° paso- Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de


nosotros mismos.
 5° paso- Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser
humano, la naturaleza exacta de nuestros defectos.

Para esto, se deben de tomar previamente 7PLATICAS DE PREPARACION a fin


de que el "escribiente" tenga plena conciencia del trabajo que va a realizar,
posteriormente se va a un retiro en donde se realiza el 4° y 5° paso, esta actividad
se lleva a cabo por lo regular en un lugar apartado de la civilización en donde
asegurando el anonimato de la persona, se le brinda la seguridad y confianza
para que con calma, con disposición, sin prejuicios y con toda honestidad haga su
inventario moral.

Dada la importancia de realizar este inventario personal de nuestras vidas con


toda sinceridad, es necesario crear las condiciones ideales, para esto, el trabajo
en estos retiros se lleva a cabo por medio de la experiencia personal de
compañeros que ya han vivido esta experiencia con la intención de brindarle a la
persona que está escribiendo el apoyo y la ayuda necesaria para que se
sensibilice y pueda recordar y escribir todo aquello que durante su vida lo ha
atormentado; todas aquellas frustraciones, miedos, resentimientos,
depresiones, etc., y que lo han orillado a beber, a drogarse, a comer
compulsivamente, a ser neurótico, a tener una vida sexual descoyuntada, etc. Es
decir a fugarse en algo que momentáneamente lo tranquiliza del sentimiento de
culpa que lo aqueja.

Hay que recordar que antes de ser un alcohólico o drogadicto o comedor


compulsivo, etc. Se es un enfermo emocional, es decir, se es alguien incapaz de
vivir en paz consigo mismo por lo que se busca algo que alivie esa ansiedad y ese
tormento mental, este aliciente puede ser el alcohol, la droga, el sexo, la comida,
la neurosis, y que al paso del tiempo va destruyendo a la persona física y
mentalmente destruyendo así hogares, empleos, amistades, etc. llegando en
muchos de los casos a la muerte si no se busca ayuda a tiempo.

En esta experiencia, básicamente se trata de encontrar el origen de nuestros


defectos de carácter que se han descoyuntado, para esto se ha adoptado una
relación universalmente reconocida de los principales defectos humanos
conocidos como los 7 pecados capitales (soberbia, ira, lujuria, pereza,
avaricia, envidia y gula), y que han desembocado en frustraciones, ansiedades,
miedos, prejuicios, resentimientos, etc., es descubrir donde, cuando y donde se
descoyuntaron nuestros defectos de carácter en todos los aspectos de nuestra
vida (sexual, material, emocional y social), para que una vez detectados se esté
en posibilidades de afrontarlos y controlarlos y por consiguiente poder vivir en paz
con nosotros mismos y con las personas a nuestro alrededor (amigos, cónyuges,
hijos, padres, compañeros de trabajo, etc.)

Es tener un encuentro consigo mismo y verse sin mascaras ante todo aquello que
nos ha dañado o a quienes hemos dañado con nuestra forma de vivir.

En la gran mayoría de los casos, esta experiencia resulta ser la respuesta a


muchas de las preguntas que la persona tiene consigo mismo ya que es un
encuentro personal y de frente con todas aquellas cosas, hechos y personas con
las que no se ha podido vivir en paz.

Una vez realizado este inventario moral honestamente y de habérselo leído a otra
persona, llega por lo general un alivio indescriptible que sienta las bases para una
nueva forma de vida en donde se está en condiciones de afrontar situaciones que
en el pasado eran imposibles de resolver, de volver a convivir con personas a las
que se les ha guardado resentimiento, odio o rencor durante mucho tiempo. Es
decir, la persona se libera de todas aquellas losas emocionales que lo hacían
víctima del alcohol, la droga, el sexo, la neurosis, la comida o cualquier otra
dependencia enfermiza.

La experiencia es fuerte, se requiere de mucho valor y honestidad ya que nos


enfrentamos a nuestro peor enemigo: nosotros mismos, pero vale la pena si se
tiene un deseo sincero de dejar de sufrir, de cambiar nuestra forma de vivir, y
sobre todo un deseo de dejar de dañar a las personas que decimos querer.

Cabe destacar que dicho inventario moral debe de hacerse con toda sinceridad,
sin ocultar ningún hecho o emoción por muy vergonzoso que pueda ser o parecer,
de esto depende que la persona se libere de sus cargas emocionales, si no se es
lo suficientemente honesto consigo mismo es muy probable que se tenga una
recaída y no se deje de sufrir ya que esos sentimientos de culpa y resentimientos
va a seguir ahí.

A este tipo de grupos puede acudir cualquier persona que crea ser víctima de sus
emociones y que quiera recibir ayuda para controlar y manejar su manera de vivir,
que tenga el deseo sincero de dejar de sufrir física y mentalmente, esto incluye a
personas con problemas de alcoholismo, de neurosis, de drogadicción, de
sexualidad o con la comida, etc.

Una vez vivida esta experiencia espiritual se estará en mejores condiciones de


adoptar el resto del programa de recuperación de A.A.

 
BREVE HISTORIA DE A.A.

A.A. tuvo su comienzo en 1935, en Akron, Ohio, como resultado del encuentro de
Bill W., un agente de Bolsa de Nueva York, y el Dr. Bob S., un cirujano de Akron.
Ambos habían sido alcohólicos desahuciados.

Antes de conocerse, Bill y el Dr. Bob habían tenido contacto con el Grupo Oxford, una
sociedad compuesta en su mayor parte de gente no-alcohólica, que recalcaba la aplicación
de valores espirituales universales a la vida diaria. En aquella época, los Grupos Oxford de
América estaban dirigidos por el renombrado clérigo episcopal ano el Dr. Samuel
Shoemaker. Bajo esta influencia espiritual, y con la ayuda de su viejo amigo, Ebby T., Bill
había logrado su sobriedad y había mantenido su recuperación trabajando con otros
alcohólicos, a pesar del hecho de que ninguno de sus candidatos se había recuperado.
Mientras tanto, el ser miembro del Grupo Oxford de Akron no le había dado al Dr. Bob la
suficiente ayuda como para lograr su sobriedad.

Cuando por fin el Dr. Bob y Bill se conocieron, el encuentro produjo en el Dr. Bob
un efecto inmediato. Esa vez, se encontraba cara a cara con un compañero
alcohólico que había logrado dejar de beber. Bill recalcaba que el alcoholismo era
una enfermedad de la mente, de las emociones y del cuerpo. Este importantísimo
hecho se lo había comunicado el Dr. William D. Silkworth, del Hospital Towns de
Nueva York, institución en la que Bill había ingresado varias veces como paciente.
Aunque era médico, el Dr. Bob no sabía que el alcoholismo era una enfermedad.
Las ideas contundentes de Bill acabaron convenciendo a Bob y pronto logró su
sobriedad y nunca volvió a beber.

Ambos se pusieron a trabajar inmediatamente con los alcohólicos confinados en el


Hospital Municipal de Akron. Como consecuencia de sus esfuerzos, un paciente
pronto logró su sobriedad. Aunque no se había inventado todavía el nombre
Alcohólicos Anónimos, estos tres hombres constituyeron el núcleo del primer
grupo de A.A. En el otoño de 1935, el segundo grupo fue tomando forma
gradualmente en Nueva York. El tercer grupo se inició en Cleveland en 1939. Se
había tardado más de cuatro años en producir 100 alcohólicos sobrios en los tres
grupos fundadores.

A principios de 1939, la Comunidad publicó su libro de texto básico, Alcohólicos


Anónimos. En este libro, escrito por Bill, se exponían la filosofía y los métodos de
A.A., la esencia de los cuales se encontraba en los ahora bien conocidos Doce
Pasos de recuperación. El libro también llevaba los historiales de 30 miembros
recuperados. De este punto en adelante, A.A. se fue desarrollando rápidamente.

También en 1939, el Cleveland Plain Dealer publicó una serie de artículos acerca
de A.A., suplementada por algunos editoriales muy favorecedores. El grupo de
Cleveland, compuesto solamente de unos 20 miembros, se vio inundado con
incontables súplicas de ayuda. A los alcohólicos que llevaban solamente unas
cuantas semanas sobrios se les encargó de trabajar con los nuevos casos. Con
esto se dio al movimiento una nueva orientación, y los resultados fueron
fantásticos. Pasados unos pocos meses, el número de miembros de Cleveland
había ascendido a 500. Por primera vez, había evidencia de que la sobriedad
podría producirse en masa.

Entretanto, el Dr. Bob y Bill habían establecido en Nueva York en 1939 una junta
de custodios para ocuparse de la administración general de la Comunidad recién
nacida. Algunos amigos de John D. Rockefeller, Jr. servían como miembros de
este consejo, junto con algunos miembros de A.A. Se dio a la junta el nombre de
la Fundación Alcohólica. Sin embargo, todos los intentos de recoger grandes
cantidades de dinero fracasaron, porque el Sr. Rockefeller había llegado a la
conclusión prudente de que grandes sumas de dinero podrían estropear la
naciente sociedad.

No obstante, la fundación logró abrir una pequeña oficina en Nueva York para
responder a las solicitudes de ayuda e información y para distribuir el libro de A.A.
—una empresa, dicho sea de paso, que había sido financiada principalmente por
los miembros de A.A.

El libro y la nueva oficina pronto resultaron ser de gran utilidad. En el otoño de


1939, la revista Liberty publicó un artículo acerca de A.A. y, como reacción,
llegaron a la oficina unas 800 urgentes solicitudes de ayuda. En 1940, el Sr.
Rockefeller celebró una cena para dar publicidad a A.A., a la cual invitó a muchos
de sus eminentes amigos neoyorquinos. Este acontecimiento suscitó otra oleada
de súplicas. A cada solicitud, se le respondía con una carta personal y un pequeño
folleto. Además, se hacía mención del libro Alcohólicos Anónimos, y pronto se
empezaron a distribuir numerosos ejemplares del libro. Con la ayuda de cartas
enviadas de Nueva York y de miembros de A.A. viajeros provenientes de centros
ya establecidos, nacieron muchos grupos. A finales del año, había 2,000
miembros de A.A.

 
Entonces, en marzo de 1941, apareció en el Saturday Evening Post un excelente
artículo acerca de A.A., y la reacción fue tremenda. Para finales de ese año, el
número de miembros había ascendido a 6,000 y el número de grupos se había
multiplicado proporcionalmente. La Comunidad fue extendiéndose a pasos
gigantescos por todas partes de los Estados Unidos y Canadá.

En 1950, había en todas partes del mundo unos 100,000 alcohólicos recuperados.
Por muy impresionante que fuera ese desarrollo, la década de 1940 al 1950 fue
una época de gran incertidumbre. La cuestión crucial era si todos aquellos
alcohólicos volubles podrían vivir y trabajar juntos en sus grupos. ¿Podrían
mantenerse unidos y funcionar con eficacia? Esa pregunta quedaba todavía sin
respuesta. El mantener correspondencia con miles de grupos referente a sus
problemas particulares llegó a ser uno de los principales trabajos de la sede de
Nueva York.

No obstante, para el año 1946, ya era posible sacar algunas conclusiones bien
razonadas en lo concerniente a las actitudes, costumbres y funciones que se
ajustarían mejor a los objetivos de A.A. Estos principios, que habían surgido de las
arduas experiencias de los grupos, fueron codificados por Bill en lo que hoy día se
conoce por el nombre de las Doce Tradiciones de Alcohólicos Anónimos. Para
1950, el caos de los tiempos anteriores casi había desaparecido. Se había logrado
enunciar y poner en práctica con éxito una fórmula segura para la unidad y el
funcionamiento de A.A.

Durante esa frenética década, el Dr. Bob dedicaba sus esfuerzos al asunto de la
hospitalización de los alcohólicos y a la tarea de inculcarles los principios de A.A.
Los alcohólicos llegaban en tropel a Akron para obtener cuidados médicos en el
hospital Santo Tomás, una institución administrada por la iglesia católica. El Dr.
Bob se integró en el cuerpo médico de este hospital, y él y la extraordinaria Hna.
M. Ignacia, también del personal del hospital, facilitaban atención médica e
inculcaban el programa de A.A. a unos 5,000 alcohólicos enfermos. Después de la
muerte del Dr. Bob en 1950, la Hna. Ignacia siguió trabajando en el Hospital de la
Caridad de Cleveland, donde contaba con la ayuda de los grupos locales y donde
otros 10,000 alcohólicos enfermos encontraron A.A. por primera vez. Este trabajo
era un preclaro ejemplo de disposiciones hospitalarias que permitían que A.A.
cooperara venturosamente con la medicina y la religión.

En ese mismo año de 1950, A.A. celebró en Cleveland su primera Convención


Internacional. En esa convención el Dr. Bob hizo su último acto de presencia ante
la Comunidad y, en su charla de despedida, se enfocó en la necesidad de
mantener simple el programa de Alcohólicos Anónimos. Junto con los asistentes,
él vio a los delegados adoptar con entusiasmo las Doce Tradiciones de A.A. para
el uso permanente de la Comunidad en todas partes del mundo. (Murió el 16 de
noviembre de 1950.)

Al año siguiente ocurrió otro acontecimiento muy significativo. Las actividades de


la oficina de Nueva York habían sido grandemente ampliadas y en esas fechas
incluían las relaciones públicas, consejo a los nuevos grupos, servicios a los
hospitales, a las prisiones, a los Solitarios e Internacionalistas, y cooperación con
otras agencias en el campo del alcoholismo. La sede también publicó libros y
folletos “uniformes” de A.A. y supervisaba la traducción de esta literatura a otros
idiomas. Nuestra revista internacional, el A.A. Grapevine, ya tenía una elevada
circulación. Estas actividades y otras más habían llegado a ser indispensables
para A.A. en su totalidad.

No obstante, estos servicios vitales estaban todavía en manos de una aislada


junta de custodios, cuyo único vínculo con la Comunidad había sido Bill y el Dr.
Bob. Como los cofundadores habían previsto años atrás, llegó a ser imperativo
vincular a los custodios de los servicios mundiales de A.A. (ahora la Junta de
Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos) con la Comunidad a la cual
servían. Por lo tanto se convocó una reunión de delegados de todos los estados y
provincias de los EE.UU. y Canadá. Así constituido, este organismo de servicio
mundial se reunió por primera vez en 1951. A pesar de cierta aprensión suscitada
por la propuesta, la asamblea tuvo un gran éxito. Por primera vez, los custodios,
anteriormente aislados, eran directamente responsables ante A.A. en su totalidad.
Se había creado la Conferencia de Servicios Generales de A.A. y, por este medio,
se había asegurado el funcionamiento global de A.A. para el futuro.

La segunda Convención Internacional tuvo lugar en St. Louis en 1955 con motivo
de la conmemoración del 20º aniversario de la Comunidad. Para aquel entonces,
la Conferencia de Servicios Generales ya había demostrado su indudable valor.
En esa ocasión, en nombre de todos los pioneros de A.A., Bill transfirió a la
Conferencia y a sus custodios la futura vigilancia y protección de A.A. En ese
momento, la Comunidad tomó posesión de lo suyo; A.A. llegó a su mayoría de
edad.

Si no hubiera sido por la ayuda de los amigos de A.A. en sus primeros días, es
probable que Alcohólicos Anónimos nunca hubiera existido. Y de no haber
contado con la multitud de amigos que, desde entonces, han contribuido con su
tiempo y su energía—especialmente nuestros amigos de la medicina, la religión y
los medios de comunicación—A.A. nunca podría haber crecido y prosperado. La
Comunidad expresa su perenne gratitud por esta amistosa ayuda.

El 24 de enero de 1971, Bill murió de pulmonía en Miami Beach, Florida, donde—


hacía siete meses—había pronunciado ante la Convención Internacional del 35º
Aniversario lo que resultaron ser sus últimas palabras a sus compañeros de A.A.:
“Dios les bendiga a ustedes y a Alcohólicos Anónimos para siempre.”

HISTORIA DE LOS GRUPOS OXFORD

Buchman, pastor luterano americano de ascendencia suiza, fue el


propulsor de Iniciativas de Cambio. Buchman experimenta una
liberación espiritual de su amargura en las relaciones humanas más
trascendentes que altera el curso de su vida.
Gr upo Ox for d

En 1908, la experiencia de Buchman le convence de que la transigencia moral


destruye la personalidad y las relaciones humanas, y de que la transparencia
moral es un requisito esencial para la construcción de una sociedad justa. Sus
ideas tienen calado en Oxford y en algunas universidades de EE.UU.,
conociéndose desde entonces como el "Grupo Oxford".

Mientras las naciones europeas se rearman para la guerra, Buchman hace un


llamamiento a favor de un “rearme moral y espiritual” como medio para construir
un mundo “sin odios”, “sin miedos” y “sin egoísmos”. Tras la Segunda Guerra
Mundial, Rearme Moral (RMA), lanza un programa de reconstrucción moral y
espiritual con el objetivo de fomentar el cambio en la vida pública y privada; un
cambio cimentado a su vez en el cambio de las motivaciones y la personalidad.

Dadas las circunstancias en las que vivía en esa época los grupos Oxford se mantuvieron en
secreto y la única forma de entrar a estos grupos era por medio de recomendación de un socio
que perteneciera al mismo, el candidato tendría que pasar por una entrevista en la cual se valuaba
su condición y se le avala para pertenecer al grupo durante un año siendo refrendada por dos de
los grandes socios de la agrupación y tenía que jurar los 5 puntos absolutos de la agrupación.

Que eran sumisión, arrepentimiento, creencia en dios, abstinencia alcohólica y derrota definitiva
Bill Wilson, cofundador de Alcohólicos Anónimos, habla y escribe con elocuencia el alcoholismo y
la necesidad de una dimensión espiritual en la recuperación. La transformación de Wilson se inició
en la habitación de un hospital en la que recibía tratamiento después de una de sus muchas
recaídas. Según cuenta, se debatía entre la muerte o la locura y en su terrible desesperación gritó:
"¡Haré lo que sea, lo que sea! ¡Si hay un Dios dejad que lo vea!" Estas son sus palabras:
"De repente, mi habitación se llenó de una indescriptible luz blanca. Me vi embargado por un
éxtasis más allá de toda descripción... Estaba arriba de la cima de una montaña, en la que soplaba
un gran vendaval, un viento no de aire sino de espíritu, que con gran fuerza sopló a través de mí.
Entonces se produjo el resplandeciente pensamiento: ¡Eres un hombre libre'... Me embargó una
profunda paz... y me volví muy consciente de una Presencia que semejaba un verdadero océano
de espíritu viviente. Yacía en las orillas de un nuevo mundo... Por primera vez sentí que realmente
existía. Supe que era amado y que podía amar."
Desde ese día Bill Wilson ya no volvió a beber y poco después confundo Alcohólicos Anónimos.
Sin embargo, Wilson tuvo sus dudas sobre la validez de la experiencia y cuando su mente
comenzó a cuestionar lo que le había ocurrido, se lo explicó a su médico preguntándole: "¿Doctor,
eso fue real? ¿Estoy cuerdo?" Su doctor, William Duncan Silkworth había leído acerca de las
experiencias cercanas a la muerte y fue capaz de tranquilizar a Wilson con respecto a su cordura,
alentándole a consolidar su nueva conciencia y sobriedad.
El programa de recuperación de Alcohólicos Anónimos estimula a la gente a ser honesta consigo
misma y con los demás, haciendo lo posible por corregir el "naufragio del pasado", pero
centrándose también en las oportunidades y bendiciones del momento presente, consagrándose a
no crear personalmente más dificultades. También motivan a la gente para que practique la oración
y la meditación, ofreciendo la posibilidad de ver su problema como un "despertar espiritual" en el
que su íntima exposición al dolor y las secuelas de la adicción puedan convertirse en un servicio
para los demás.

Los Grupos Washingtonianos

(The Washington temperance Society)

El 5 de abril de 1840 fue un día de muchos acontecimientos. Los fundadores del movimiento

washingtoniano: William K. Mitchell, John F. Hoss, David Anderson, George Stears, Archibal

Cambpel y James Mc Curley. Fueron los “seis originales” que colocaron la causa de la sobriedad

hasta donde les fue posible, en la posición de una Unidad: es decir, que la sociedad como tal, no

iba a reconocer ningún credo religioso, ni partido en política. La abstinencia total en todas las

bebidas embriagantes, iba a ser la base y el único requisito para ser miembro.

La sociedad estaba basada en hechos (experiencias)y no en una abstracción, y el principio de la

honestidad común los iba a dirigir en todos su movimientos. Generalmente, se abocaban a una
persona hasta que la convencían de abandonar la botella para siempre, o cuando menos, lograr

que los acompañara a la siguiente Reunión de la Agrupación; nunca abandonaban a un prospecto,

hasta conseguir la promesa solemne de parte de él. Cada uno de los washingtonianos no era sólo

un ser humano con experiencia, sino que era realmente un misionero. Así podemos decir que el

ser temperante significa que la persona no bebe vino ni otros licores. Por eso, los

washingtonianos se preocupaban porque todos sus miembros fueran temperantes.

ENUNCIADO DE A.A.

El enunciado de alcohólicos anónimos es carta de presentación de alcohólicos de cualquier


agrupación en el mundo y dice así:

Alcohólicos Anónimos A.A. es una comunidad de hombres y mujeres que comparten su mutua
experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su problema común y ayudar a otros a
recuperarse del alcoholismo.

El único requisito para ser miembro de A.A. es el deseo de dejar la bebida. Para ser miembro de
A.A. no se pagan honorarios ni cuotas; nos mantenemos con nuestras propias contribuciones.
A.A. no está afiliada a ninguna secta, religión, partido político, organización o institución alguna;
no desea intervenir en controversias, no respalda ni se opone a ninguna causa. Nuestro objetivo
primordial es mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el estado de
sobriedad».

Origen de La oración a la serenidad

Tanta sustancia de A.A. en tan pocas palabras"


Para los A.A. de todas partes, la querida Oración de la serenidad es un mantra para toda
ocasión imaginable; una brisa refrescante en una cara enrojecida por la ira, una corta
canción de gratitud por buenas noticias, una guía consoladora ante las malas noticias, la
seguridad reconfortante de que el mundo se va desenvolviendo como debe ser.

Bill W. co-fundador de Alcohólicos Anónimos, dijo: "Nunca habíamos visto tanta


sustancia de A.A. en tan pocas palabras." En el libro Alcohólicos Anónimos llega a su
mayoría de edad Bill cuenta que a principios de 1942, Ruth Hock, no-alcohólica, la
primera secretaría nacional de A.A., enseñó a él y a otros que se encontraban en la
abarrotada pequeña oficina de Nueva York un obituario que apareció en el Herald
Tribune de Nueva York que terminaba con estas palabras:
Dios concédeme la serenidad para aceptar
las cosas que no podemos cambiar
el valor para cambiar las cosas que podemos
y la sabiduría para reconocer la diferencia.
Alguien sugirió que se imprimieran las cuatro líneas en una tarjeta pequeña tamaño
billetera, para incluir en la correspondencia que se enviara de la oficina, y así la Oración
de la Serenidad empezó a hacerse una parte integrante de la vida de A.A. Desde aquel
entonces, ha sido traducida a los muchos idiomas que hablan los A.A. de todo el mundo y
se reza en voz alta en las reuniones y silenciosamente en sus corazones. Por más de
medio siglo la oración ha venido entretejiéndose tan íntimamente en la filosofía de A.A.
que les resulta difícil a los miembros recordar que no se originó en la experiencia de
A.A.
No obstante, a pesar de años de investigaciones por parte de historiadores y numerosas
conjeturas por parte de aficionados, el origen exacto de la Oración de la Serenidad sigue
siendo un misterio. Lo que parece indiscutible es la reclamación de ser el autor hecha
por el teólogo Dr. Reinhold Niebuhr, que en una entrevista dijo que había escrito la
oración como nota final de un sermón acerca de cristianismo práctico. Pero incluso el
Dr. Niebuhr admitió cierta duda al agregar "por supuesto puede que haya estado muchos
años, incluso siglos, apareciendo aquí y allá, pero no lo creo. Creo sinceramente que yo
mismo la escribí." Con su permiso, durante la Segunda Guerra Mundial la oración se
imprimió en tarjetas para ser distribuidas por la USO a los soldados. Para aquel entonces
ya había sido reimpreso por el Consejo Nacional de Iglesias así como por Alcohólicos
Anónimos.
Al sugerir que la oración podría haber estado apareciendo aquí y allá durante siglos,
parece que el Dr. Niebuhr estaba en lo cierto. "Nadie puede decir con seguridad quien
fue el primero en escribir la Oración de la Serenidad", dijo Bill W.: "Algunos dicen que
vino de los antiguos griegos, algunos creen que salió de la pluma de algún poeta inglés
anónimo, y otros afirman que fue escrita por un oficial de marina americano..." Otros
han atribuido su origen a antiguos textos sánscritos y a los distinguidos filósofos
Aristóteles, San Agustín, Santo Tomás de Aquino y Espinosa. Un compañero de A.A.
encontró entre "Los seis errores del ser humano" escrito por el escritor romano Cicerón,
lo siguiente: "la tendencia a preocuparse por cosas que no pueden ser cambiadas o
corregidas."
De hecho, nadie ha encontrado el texto de la oración entre los escritos de estas
supuestas fuentes originales. Lo que probablemente son muy antiguos, como la cita
anterior de Cicerón, son los temas de aceptación, valor para cambiar lo que puede
cambiarse y la disposición para desprenderse de lo que está fuera de nuestra capacidad
para cambiar. Con toda certeza, la búsqueda del origen de la oración ha sido como pelar
una cebolla, y a veces es necesario volver a empezar desde el principio. Por ejemplo, en
julio de 1964, el Grapevine recibió un recorte de un artículo publicado en el Herald
Tribune de París en el que el corresponsal informó haber visto en Koblenz, Alemania,
una placa grabada con las siguientes palabras: "Dios concédeme el desprendimiento para
aceptar las cosas que no puedo alterar; el valor para alterar las cosas que puedo alterar;
y la sabiduría para distinguir una cosa de la otra."
Por fin aquí parecía haber una prueba concreta, con cita, autor, fecha, del origen de la
Oración de la Serenidad. Pero, no. Quince años más tarde, en 1979, Peter T., de Berlín,
dijo a Beth K., miembro del personal de OSG en aquel entonces, que en su primera
forma la oración tuvo su origen en el filósofo romano Boecio (480-e524), autor de Los
consuelos de la filosofía.
Hay, aun otras reclamaciones y sin e duda continuarán los descubrimientos en años
venideros. Mientras tanto, una idea compartida por muchos es que la Oración de la
Serenidad, sea cual sea su origen, antiguo o moderno, parece haber surgido de una
percepción humana fundamental y de una sabiduría nacida del sufrimiento. Aparte del
Padrenuestro y la Oración de San Francisco de Asís, no hay otras palabras o conceptos, a
la vez prácticos y espirituales, que tantos miembros de Alcohólicos Anónimos han llevado
grabados en sus mentes y sus corazones en su viaje de sobriedad hacia una nueva forma
de vivir.
Bill W. se refirió a este fenómeno hace años. Al agradecer a un amigo A.A. por la placa
en la que estaba escrita la oración, dijo: "En la creación de A.A., la Oración de la
Serenidad ha sido un bloque de construcción muy valioso, realmente una piedra
angular."
Y hablando de piedras angulares, misterios y coincidencias, un tramo de la calle 120 de
Manhattan, que bordea el edificio donde se aloja la OSG, entre las calles Riverside y
Broadway, se conoce por el nombre de Reinhold Niebuhr Place.

DIOS CONCEDEME SERENIDAD PARA ACEPTAR LAS


COSAS QUE PUEDO NO PUEDOCAMBIAR, VALOR PARA
Cambiar la que si puedo y sabiduría para distinguir la diferencia
hágase tu volutad y no la mia.
Esta oración se hace en los grupos al principio de cada junta o al final de la misma

La declaración de la responsabilidad

La declaración de la responsabilidad nace en año de 1955 cuando fue entregado a los A.A. el
legado de servicio
"Yo soy responsable.
Cuando cualquiera,
Donde quiera,
extienda su mano pidiendo ayuda,
quiero que la mano de A.A.
siempre esté allí.
Y por esto:
yo soy responsable."

COMO PERTENCER AL GRUPO PLENTIDUD

1. Los miembros de un Grupo son alcohólicos y todos los alcohólicos tienen derecho a ser miembros:

a) El único requisito para ser miembro de AA es el deseo de dejar la bebida y haber vivido la
experiencia.
b) La duración de las juntas será 2 horas.
c) La asistencia y permanencia es voluntaria.

2. Como Grupo se mantienen completamente así mismos.

a) No se cobran honorarios ni cuotas; los servicios prestados por un Grupo son gratuitos.
b) Las aportaciones son voluntarias.
c) Las aportaciones de hacienda será de acuerdo al criterio de la mesa de servidores
d) No se aceptan aportaciones de gente ajena a Alcohólicos Anónimos.

3. El objetivo primordial de un Grupo es ayudar a los alcohólicos a recuperarse por medio de los Doce
Pasos.

a) Realizando diferentes tipos de reuniones: juntas de debilidades humanas, juntas de


preparación, juntas de apoyos, juntas de padrinos juntas de estudio junta de preguntas y
respuestas.
b) Terapia Grupal, no dirigida que se maneja hablando del caso personal no de los demás,
compartiendo las experiencias de la actividad alcohólica y en la práctica de los Doce Pasos.
c) Apadrinamiento, que es el asesoramiento personalizado que da un miembro de mayor
tiempo en AA, en base a su experiencia, al recién llegado (este se realizara dentro del
grupo).
d) Servicio, dentro del Grupo es necesario contar con Compañeros que realicen algunas
actividades que permiten el funcionamiento del mismo.

4. Como Grupo no tiene afiliación ajena.

a) Nos se afilia a ninguna secta, religión, partido político organización o institución alguna.
b) Sin embargo está a dispuesto a cooperar con cualquiera de ellos.

5. Como Grupo no tiene opinión acerca de asuntos ajenos.

a) No entra en controversias.
b) No respalda ni se opone a ninguna causa.

6. Como Grupo su política de relaciones públicas se basa en la atracción y no en la promoción, y los


miembros mantienen su anonimato personal ante la prensa, la radio, la televisión y el cine.

a) La atracción a través del cambio de personalidad y la información sobre nuestros Principios


es más efectiva.
b) Ningún miembro debe buscar beneficios materiales o de prestigio a costa de AA.
Se anteponen los principios a las personalidades

RECUPERACION
Alcohólicos Anónimos se basa para la rehabilitación de los enfermos de alcoholismo en
los “Doce Pasos” pues son el corazón del programa de recuperación de Alcohólicos
Anónimos.
Estos doce pasos no se basan en la teoría, los primeros miembros analizaron juntos lo
que habían hecho para lograr y mantener la sobriedad. Los pasos son el resumen de
su experiencia y una guía hacia la recuperación espiritual.
Cuando un alcohólico aplica los “Doce Pasos” del programa de recuperación a su
vida personal, su desintegración se detiene y su unificación empieza.

Para su mayor compresión los doce pasos se sintetizan en 5 puntos básicos

1. Admisión del alcoholismo

En términos generales, al ser humano no le gusta perder o aceptar que está


equivocado. En el caso del alcohólico, por lo regular, siempre trata de justificar su
forma anormal de ver y argumenta que no tiene problemas al respecto. Sin embargo,
puede darse cuenta de su situación real si analiza cuidadosamente y con honestidad su
manera excesiva de beber y los daños que esto le ocasionó tanto a él como a los
demás.
En virtud de que la ciencia médica dictaminó que el alcoholismo es una enfermedad, la
persona deberá tomar en cuenta que nadie puede rehabilitar, o tratarse, si no se
acepta la enfermedad. Entonces la persona, que con sinceridad quiere dejar de beber,
debe aceptar su incapacidad por controlar la bebida; de lo contrario le podrá causar la
locura o la muerte prematura.

2. Análisis de la personalidad
A través de un análisis de la personalidad, o un examen de conciencia, el enfermo
podrá descubrir las causas que lo llevaron a beber en forma destructiva; un síntoma de
problemas más profundos como son: carencia de control de las emociones, falta de
aceptación de la realidad. Esto es, un individuo inadaptado, desorientado, que casi
siempre estuvo en desacuerdo con todo y con todos, lo llevó a crearse hondos
resentimientos, que siempre tuvo infinidad de pretextos para beber; ahora se da
cuenta de las fallas en su personalidad: pudo ser demasiado orgulloso, envidioso,
vanidoso, iracundo, etc. se conocerá, se aceptará a sí mismo y sabrá cuáles son sus
alcances, cuáles sus limitaciones, disponiéndose a cambiar de juicios y actitudes.
Después de lo anterior, deberá darse la oportunidad de hacer una catarsis o
saneamiento mental, expulsando todo aquello que mantuvo en secreto y que le
ocasionaba intranquilidad, es conveniente que esto lo lleve a cabo o con un psiquiatra,
un consejero espiritual o un miembro experimentado de Alcohólicos Anónimos que
haya practicado este concepto.

3. Reajuste de las relaciones interpersonales

El enfermo, dada su incontrolable forma de beber y conducta equivocada, deterioró sus


relaciones personales y, para reintegrarse a la sociedad, deberá hacer un reajuste de
sus relaciones. Para lograr lo anterior tendrá que descubrir los daños que ocasionó a
los demás, física y moralmente. Después, en la medida que le sea posible, habrá de
reparar esos daños; así logrará la tranquilidad que necesita para poder mantenerse sin
beber

4. Dependencia de un Poder Superior

Para obtener un cambio de juicios y actitudes positivas, aspirando a una nueva vida, el
enfermo necesita depender de un Poder Superior o de algo más fuerte que él; debido a
que el enfermo siempre trató de hacerlo todo por sus propios impulsos, lo que originó
que constantemente fracasara, se frustrara y luego se resintiera con los demás.
Necesita reducir su ego para aceptar la ayuda de algo o de alguien. No es conveniente
depender de las personas o cosas, pues en algún momento nos pueden fallar.
Inicialmente se puede depender del Grupo de Alcohólicos Anónimos y después si así lo
prefiere, puede depender de un Dios, tal como él lo entienda, ya que en Alcohólicos
Anónimos se respeta la libertad de creencias.

5. Trabajando con otros

Al dejar de beber, el alcohólico necesitará de algo en que canalizar la energía que lleva
dentro de sí, necesita dedicar el tiempo que ocupaba en emborracharse en algo que le
ayude en su recuperación, esto lo encuentra a través de ayudar a otros alcohólicos de
la misma manera que lo hicieron con él. El objetivo es reforzar su sobriedad,
manifestar su gratitud hacia Alcohólicos Anónimos.
La práctica de estos conceptos es sugerida, de modo que no son obligatorios para
nadie, ni representan un requisito para integrarse a Alcohólicos Anónimos.

Dentro de nuestra recuperación ocupamos el libro de Alcohólicos Anónimos, que fue el


primer libro escrito por los A.A., en este libro se divide en 12 capítulos que son.

1 la historia de Bill W.

2 hay una solución

3 más acerca del alcoholismo

4 nosotros los agnósticos

5 como trabaja el programa

6 en acción

7 trabajando con los demás

8 a las esposas

9 y la familia después

10 a los patrones

11 una visión para ti

12 la pesadilla del Dr. Bob.

Este libro fue la base para la recuperación de los primeros alcohólicos, posteriormente
saldrían a la luz el libro de los 12 pasos

Que son:

Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol y que nuestras vidas se


1
habían vuelto ingobernables.
Llegamos al convencimiento de que un Poder Superior podría devolvernos el
2
sano juicio.
Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios,
3
como nosotros lo concebimos.
4 Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos.
Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano, la
5
naturaleza exacta de nuestros defectos.
6 Estuvimos enteramente dispuestos a dejar que Dios nos liberase de todos estos
defectos de carácter.
7 Humildemente le pedimos que nos liberase de nuestros defectos.
Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y
8
estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos.
Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño causado, excepto
9
cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros.
Continuamos haciendo nuestro inventario personal y cuando nos
10
equivocábamos lo admitíamos inmediatamente.
Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto
consciente con Dios, como nosotros lo concebimos, pidiéndole solamente que
11
nos dejase conocer su voluntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para
cumplirla.
Habiendo obtenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos,
12 tratamos de llevar este mensaje a los alcohólicos y de practicar estos
principios en todos nuestros asuntos.

DECLARACON DE UNIDAD

"Nuestro bienestar común debe tener la preferencia; la recuperación


personal depende de la unidad de A.A."

La unidad de Alcohólicos Anónimos es la cualidad más preciada que tiene nuestra


Sociedad. Nuestras vidas, y las vidas de todos los que vendrán, dependen
directamente de ella. O nos mantenemos unidos, o A.A. muera. Sin la unidad,
cesaría de latir el corazón de A.A.; nuestras arterias mundiales dejarían de llevar
la gracia vivificadora de Dios; se desperdiciaría la dádiva que El nos concedió.
Los alcohólicos, obligados a volver a sus cavernas, nos lo echarían en cada,
diciéndonos "¡Qué cosa tan magnífica hubiera podido ser A.A.!".

Algunos preguntarán con inquietud "¿Quiere esto decir que en A.A. el individuo
no tiene mucha importancia? ¿Ha de ser dominado por su grupo y absorbido por
él?".

Podemos responder con toda seguridad a esta pregunta con un rotundo "¡No!"
Creemos que no existe en el mundo otra comunidad que tenga más ferviente
interés por cada uno de sus miembros; sin duda, no hay ninguna que defienda
más celosamente el derecho del individuo a pensar, hablar u orar según desee.
Ningún A.A. puede obligar a otro a hacer nada; nadie puede ser castigado o
expulsado. Nuestros Doce Pasos de recuperación son sugerencias; en las Doce
Tradiciones, que garantizan la unidad de A.A. no aparece ni una sola prohibición.
Una y otra vez veremos la palabra "debemos", pero nunca "¡tienes que"!

A muchos les parecen que tanta libertad para el individuo equivale a una
anarquía total. Todo recién llegado, todo amigo, al conocer a A.A. por primera
vez, se quedan sumamente perplejos. Ven una libertad que raya en el
libertinaje; no obstante, se dan cuenta inmediatamente de la irresistible
determinación y dedicación que tiene A.A. Preguntan, "¿Cómo puede tan siquiera
funcionar tal pandilla de anarquistas? ¿Cómo es posible que den preferencia a su
bienestar común? ¿Qué puede ser lo que les mantiene unidos?".

Aquellos que miran más detenidamente, no tardan en descubrir la clave de esta


extraña paradoja. El miembro de A.A. tiene que amoldarse a los principios de
recuperación. En realidad su vida depende de la obediencia a principios
espirituales. Si se desvía demasiado, el castigo es rápido y seguro; se enferma y
muera. Al comienzo, obedece porque no le queda más remedio; más tarde,
descubre una manera de vivir que realmente le agrada. Además, se da cuenta de
que no puede conservar esta preciosa dádiva a menos que la comparta con
nosotros. Ni él ni ningún otro pueden sobrevivir a menos que lleve el mensaje de
A.A. En el momento en que este trabajo de Paso Doce resulta en la formación de
un grupo, se descubre otra cosa - que la mayoría de los individuos no pueden
recuperarse a menos que exista un grupo. Se da cuenta de que el individuo no es
sino una pequeña parte de una gran totalidad; que para la preservación de la
Comunidad, no hay ningún sacrificio personal que sea demasiado grande. Va
descubriendo que tiene que silenciar el clamor de sus deseos y ambiciones
personales, cuando éstos pudieran perjudicar al grupo. Resulta evidente que si
no sobrevive el grupo, tampoco sobrevivirá el individuo.

Así que, desde el mismo comienzo, la cuestión de cómo vivir y trabajar juntos
como grupos ha tenido para nosotros una importancia primordial. En el mundo a
nuestro alrededor, vimos personalidades destrozar pueblos enteros. LA lucha por
la riqueza, el poder y el prestigio estaba desgarrando como nunca a la
humanidad. Si en su búsqueda de paz y armonía los pueblos fuertes se
encontraban estancados, ¿qué iba a ser de nuestra errática pandilla de
alcohólicos? Así como una vez habíamos luchado y rezado ardientemente por la
recuperación personal, con el mismo ardor comenzamos la búsqueda de los
principios por medio de los cuales A.A. podría sobrevivir. En el yunque de la
experiencia, se martilló la estructura de nuestra Sociedad.

Incontables veces, en multitud de pueblos y ciudades, volvimos a representar el


drama de Eddie Rickenbacker y su valiente compañía cuando su avión se estrelló
en el Pacífico. Al igual que nosotros, ellos se vieron repentinamente salvados de
la muerta, pero aún flotando a la deriva sobre un mar peligroso. ¡Qué clara
cuenta se dieron ellos de que su bienestar común tenía la preferencia!. Ninguno
podía ser egoísta en cuanto al agua o el pan. Cada uno tenía que pensar en los
demás y todos sabían que encontrarían la verdadera fortaleza en una fe
constante. Y encontraron esa fortaleza, en grado suficiente para superar todos
los defectos de su frágil embarcación, toda prueba de incertidumbre,
sufrimiento, temor y desesperación e incluso la muerte de uno de ellos.

Así ha sido con A.A. Mediante la fe y las obras hemos podido seguir adelante
aprovechando las lecciones de una increíble experiencia. Estas lecciones están
vivas hoy en las Doce Tradiciones de Alcohólicos Anónimos, las cuales - Dios
mediante - nos sostendrán y mantendrán unidos mientras El nos necesite.

El único requisito para ser miembro de A.A. es querer dejar de beber".


Esta Tradición está repleta de significado. Porque en realidad A.A. dice a todo verdadero
bebedor, "Tú eres miembro de A.A., si tú lo dices. Puedes declararte a ti mismo
miembro de la Sociedad; nadie puede prohibirte la entrada. No importa quién seas; no
importa lo bajo que hayas caído. no importa lo graves que sean tus complicaciones
emocionales - ni incluso tus crímenes - no podemos impedirte que seas miembro de A.A.
No queremos prohibirte la entrada. No tenemos ningún miedo de que nos vayas a hacer
daño, por muy retorcido o violento que seas. Sólo queremos estar seguros de que tengas
la misma gran oportunidad de lograr la sobriedad que tuvimos nosotros. Así que eres
miembro de A.A. desde el momento en que lo digas".

Para establecer este principio, tuvimos que pasar por años de experiencias
desgarradoras. En nuestros primeros años, nada nos parecía tan frágil, tan fácil de
romper como un grupo de A.A. Casi ningún alcohólico a quien nos dirigíamos nos hacía
caso; la mayoría de los que se unían a nosotros eran como velas vacilantes en medio de
un vendaval. Una y otra vez, se apagaban sus inciertas llamas para no volverse a
encender. Nuestra constante y callada inquietud era "¿A cuál de nosotros le tocará ser el
próximo?".

Un miembro nos ofrece una viva imagen de estos días. "En aquella época", dice, "cada
grupo de A.A. tenía muchos reglamentos para hacerse miembro. Todos estaban
aterrados de que algo o alguien hiciera zozobrar la embarcación y arrojarnos a todos
nuevamente a un mar de alcohol. La oficina de nuestra Fundación * (* En 1954, se
cambió el nombre de la Alcoholic Foundation, Inc., por el de la General Service Board of
Alcoholics Anonymous, Inc., y la oficina de la Fundación es ahora la Oficina de Servicios
Generales.) pidió a cada grupo que enviara su lista de reglamentos 'protectores'. La lista
completa medía más de una milla. Si todos los reglamentos hubieran estado en vigor en
todas partes, a nadie le habría sido posible hacerse miembro de A.A. - a tal extremo
llegaban nuestras inquietudes y nuestro temor.

"Habíamos decidido no aceptar como miembro a nadie que no formase parte de esa
hipotética clase de gente que nosotros denominábamos 'alcohólicos puros'. Aparte de su
afición a la bebida y sus desastrosos resultados, no podían tener otras complicaciones.
Así que no queríamos saber nada de los pordioseros, los vagabundos, los confinados en
manicomios, los presos, los homosexuales, los chiflados y las mujeres perdidas. ¡Sí
señor!, sólo nos dedicaríamos a los alcohólicos puros y respetables. Los de cualquier otra
clase sin duda nos destruirían. Además, si aceptáramos a esa gente rara, ¿qué dirían de
nosotros la buena gente? Construimos una cerca de malla muy fina alrededor de A.A.

"Puede que todo eso ahora parezca gracioso. Tal vez les cause la impresión de que
nosotros los pioneros éramos bastante intolerantes. Pero les puedo asegurar que en ese
entonces la situación no era nada cómica. Éramos severos e incluso rígidos porque
creíamos que nuestras vidas y nuestros hogares estaban amenazados, y eso no era cosa
de risa. ¿Intolerantes, dicen ustedes? Más bien, teníamos miedo. Naturalmente,
empezamos a comportarnos como se comportan casi todos cuando tienen miedo. Al fin y
al cabo, ¿no es el miedo la verdadera base de la intolerancia? Sí, éramos intolerantes".

¿Cómo hubiéramos podido adivinar en aquel entonces que todos esos temores resultarían
ser infundados? ¿Cómo hubiéramos podido saber que miles de esas personas que a veces
nos asustaban tanto iban a recuperarse de forma tan asombrosa y convertirse en
nuestros más incansables trabajadores e íntimos amigos? ¿Quién hubiera creído que A.A.
tendría un índice de divorcio muy inferior al promedio? ¿Cómo hubiéramos podido prever
en aquel entonces que esas personas tan molestas llegarían a ser nuestros mejores
maestros de paciencia y tolerancia? ¿Quién hubiera podido imaginar en aquella época
una sociedad que incluyera todo tipo de personalidad concebible, y que atravesara todas
las barreras de raza, religión, afiliación política e idioma sin ninguna dificultad?.

¿Por qué A.A. acabó por abandonar todos sus reglamentos para hacerse miembro? ¿Por
qué dejamos que cada recién llegado decidiera si era o no era alcohólico, y si debería o
no debería unirse a nosotros? ¿Por qué nos atrevimos a decir, contrariamente a lo
indicado por la experiencia de las sociedades y los gobiernos de todas partes del mundo,
que no castigaríamos a nadie ni privaríamos a nadie de la posibilidad de hacerse
miembro de A.A., que nunca deberíamos obligar a nadie a pagar nada, a creer en nada,
ni a ajustarse a ninguna regla?

La respuesta, que ahora se ve en la Tercera Tradición, era la simplicidad misma. La


experiencia por fin nos enseñó que quitarle en cualquier grado su oportunidad a
cualquier alcohólico a veces equivalía a pronunciar su sentencia de muerte, y muy a
menudo a condenarle a una vida de sufrimientos sin fin. ¿Quién se atrevería a ser juez,
jurado y verdugo de su propio hermano enfermo?.

A medida que los grupos se iban dando cuenta de esas posibilidades, iban abandonando
todos los reglamentos para hacerse miembro. Las experiencias dramáticas que se fueron
sucediendo una tras otra reforzaron esa determinación, hasta que se convirtió en
nuestra tradición universal. He aquí dos ejemplos:

Corría el Año Dos del calendario de A.A. En aquella época no existían sino dos grupos de
alcohólicos, sin nombre, que luchaban por subsistir, intentando seguir la luz que les
alumbraba el camino.

Un principiante llegó a uno de estos grupos, llamó a la puerta y pidió que le dejaran
entrar. Habló francamente con el miembro más antiguo del grupo. Pronto demostró que
el suyo era un caso desesperado y que, sobre todo, quería recuperarse. "Pero", preguntó,
"¿me permitirán unirme a su grupo? Ya que soy víctima de otro tipo de adición aun más
estigmatiza que el alcoholismo, puede que no me quieran entre ustedes".

Aspe se presentó el dilema. ¿Qué debería hacer el grupo? El miembro más antiguo llamó
a otros dos y en privado les expuso los hechos de este caso explosivo. Dijo: "¿Qué vamos
a hacer? Si le cerramos la puerta a este hombre, no tardará en morir. Si le dejamos
entrar, solo Dios sabe los problemas que nos pueda traer. ¿Cuál debe ser nuestra
respuesta - sí o no?.

Al principio, los ancianos sólo podían considerar los inconvenientes. Dijeron: "Sólo nos
ocupamos de los alcohólicos. ¿No sería mejor sacrificar a un por el bien de todos los
demás?". Así siguió la discusión mientras la suerte del recién llegado estaba pendiente de
un hilo. Entonces, uno de los tres habló en tono muy diferente. "Lo que realmente
tememos", dijo, "es el daño que esto pueda causar a nuestra reputación. Tenemos
mucho más a lo que la gente diga de nosotros que a los problemas que este alcohólico
extraño nos pueda ocasionar. Mientras estábamos hablando, cuatro palabras cortas se
me iban cruzando por la mente. Algo me sigue repitiendo: '¿Qué haría el Maestro?'". No
se dijo ni una palabra más. ¿Qué más se podría haber dicho?.

Rebosante de alegría, el recién llegado se lanzó al trabajo de Paso Doce.


Incansablemente expuso el mensaje de A.A. a veintenas de personas y, ya que este era
uno de los grupos primitivos, esas veintenas se han convertido en millares. Nunca
molestó a nadie con su otro problema. A.A. había dado su primer paso hacia la
formación de la Tercera Tradición. Poco tiempo después de que se presentara este
compañero con doble estigma, un vendedor a quien llamaremos Eduardo se unió al otro
grupo de A.A. Era un promotor agresivo y tenía todo el descaro típico de un vendedor. A
cada minuto se le ocurría por lo menos una idea para mejorar A.A. Vendía a sus
compañeros de A.A. esas ideas con el mismo ardor con el que distribuía cera para
automóviles. Pero tenía una idea que no era fácil de vender. Ed era ateo. Su mayor
obsesión era que A.A. podría funcionar mejor sin "tantas necedades sobre Dios". Trataba
de imponer sus ideas a todos, y todos suponían que pronto se emborracharía - porque en
aquel entonces los A.A. tendían a ser bastante piadosos. Se creía que tal blasfemia
merecería un fuerte castigo. Para su gran desconcierto, Ed seguía manteniéndose sobrio.

Con el tiempo le llegó el turno de hablar en una reunión. Nos pusimos a temblar, porque
ya sabíamos lo que iba a venir. Empezó elogiando a la Comunidad; explicó cómo su
familia se había vuelto a unir; ensalzó la virtud de la honradez; habló de las
satisfacciones de hacer el trabajo de Paso Doce; y luego soltó la andanada. Ed gritó: "No
puedo aguantar tantas tontería sobre Dios. Sólo son simplezas para la gente débil. Este
grupo no lo necesita, y yo no me las tragaré. ¡Al diablo con ellas!"

Una gran ola de indignación inundó al grupo, llevando a todos a una resolución unánime:
"¡Afuera con él!"

Los ancianos le llamaron aparte y le dijeron con firmeza: "Aquí no puedes hablar así. O
lo dejas o te largas". Con gran sarcasmo, Ed les replico: "No me digan. ¿Tengo que
marcharme?" Estiró el brazo y sacó de la estantería un manojo de papeles. Encima de
ellos estaba el prólogo del libro "Alcohólicos Anónimos", que se estaba preparando en
ese entonces. Leyó un voz alta: "El único requisito para ser miembro de A.A. es querer
dejar de beber". Implacablemente, siguió hablando: "Cuando escribieron esta frase, ¿lo
decían en serio, o no?
Con gran consternación, los ancianos se miraron, unos a otros, porque sabían que Ed les
tenía atrapados. Así que Ed se quedó.

No solamente se quedó, sino que permaneció sobrio - mes tras mes. Cuando más tiempo
pasaba sin beber, más fuerte hablaba - en contra de Dios. Tan profunda era la angustia
del grupo que toda claridad fraternal desapareció. "¿Cuándo", se decían
quejumbrosamente, unos a otros, "cuándo volverá a emborracharse este hombre?".

Bastante tiempo después, Ed consiguió un trabajo de vendedor que le obligaba a viajar


fuera de la ciudad. Pasados unos cuantos días, llegaron las noticias. Había enviado un
telegrama pidiendo dinero, y todos sabían lo que eso significaba. Luego llamó por
teléfono. En aquella época, estábamos dispuestos a ir a cualquier parte para hacer un
trabajo de Paso Doce, por poco prometedor que fuera el caso. Pero en esta ocasión,
nadie se movió. "¡Que se quede solo! ¡Que lo pruebe él solo esta vez! Tal vez aprenda su
lección".

Unas dos semanas más tarde, Ed entró a hurtadillas en la casa de un miembro de A.A. y,
sin que la familia lo supiera, se acostó. A la mañana siguiente, mientras el dueño de la
casa y un amigo estaban tomando café, se oyó un ruido en la escalera. Para su
consternación, allí apareció Ed. Con una sonrisa extraña, les preguntó, "¿Ya han hecho
ustedes su meditación matutina?" Pronto se dieron cuenta de que lo preguntaba muy en
serio. Poco a poco les fue contando lo que le había ocurrido.

En un estado vecino, Ed se había instalado en un hotel barato. Después de ver


rechazadas todas sus súplicas de ayuda, oró repetirse en su mente febril las siguientes
palabras: "Me han abandonado. He sido abandonado por los míos. Este es el final - no me
queda nada". Mientras daba vueltas y más vueltas en la cama, su mano tropezó con la
mesita de noche y tocó un libro. Lo abrió y se puso a leer. Era la Biblia. Ed nunca dio
más detalles de lo que vio y sintió en aquella habitación del hotel. Era el año 1938.
Desde entonces no ha vuelto a tomarse un trago.
Hoy en día, cuando se reúnen los veteranos que conocen a Ed, exclaman: "¿Qué hubiera
pasado si hubiéramos logrado expulsar a Ed por blasfemo? ¿Qué hubiera sido de él y de
todos aquellos a quienes más tarde él ayudo?".
Así fue como, en los primeros tiempos, la mano de la Providencia no sindicó que
cualquier alcohólico es miembro de nuestra Sociedad cuando él lo diga.

 Nuestro Paso Doce, llevar el mensaje, es el servicio básico que presta


la Comunidad de AA; es nuestro principal objetivo y la razón primordial
de nuestra existencia. Por lo tanto, AA es algo más que un conjunto de
principios; es un sociedad de alcohólicos en acción. Debemos llevar el
mensaje, pues, de no hacerlo, nosotros mismos podemos marchitarnos
y aquellos a quienes no se les ha comunicado la verdad, pueden perecer.
De aquí que, un servicio de AA es todo aquello que nos ayuda a alcanzar
al alcohólico que todavía sufre, abarcando desde el Paso Doce en sí,
una llamada telefónica y una taza de café, hasta la Oficina de Servicios
Generales de AA para las actividades nacionales e internacionales. La
suma total de estos servicios es nuestro Tercer Legado de Servicio.
Los servicios incluyen lugares de reunión, cooperación con hospitales y
oficinas intergrupales; suponen el empleo de folletos, libros y buena publicidad
de casi toda clase. Requieren comités, delegados, custodios y
conferencias. Y no debemos olvidar que estos servicios necesitan contribuciones
voluntarias de dinero provenientes de los miembros de la
Comunidad.
1 Bill escribió estas palabras en 1951, por lo tanto reflejan esa época en sus
detalles.
Vital para el desarrollo de AA
Estos servicios ya sean facilitados por miembros individuales, grupos,
áreas, o AA en su totalidad, son sumamente vitales para nuestra existencia
y nuestro desarrollo. No podemos simplificar a AA, aboliendo tales
servicios. Sólo estaríamos buscando complicaciones y confusión.
Por lo tanto, al considerar cualquier servicio determinado, nos hacemos
una sola pregunta: “¿Es este servicio realmente necesario?” Si lo es,
tenemos que mantenerlo o fracasaremos en nuestra misión de ayudar a

quienes nos busquen y nos necesiten.

En alcohólicos anónimos muchos de nosotros hemos aprendido que el servicio en si no nos


devuelve la sobriedad pero si es un factor importante en nuestra recuperación, ya que es un
grado de humildad el servir a otro sin esperar nada a cambio, el servicio también es un
grado de agradecimiento por los que me sirvieron a mí cuando yo llegue a la agrupación,
el servicio también es un parte fundamental para mantener vivo al grupo ya que si no se
pasa este mensaje de vida se extinguiría la llama del alcohólicos anónimos

TABLA DE LA ALCOHOLOMANIA
FASES DEL ALCOHOLISMO
A.- Fase Pre-Alcohólica
B.- Fase Prodrómica Sintomática

1.-Palimpestos Alcohólicos
2.-Consumo Subreptico
3.-Preocupación por el Alcohol
4.-Consumo Avido
5.-Sensación de culpa por su comportamiento de bebedor
6.-Evita toda referencia al Alcohol
7.-Aumenta la frecuencia de los palimpestos Alcohólicos

C.-Fase crucial o Crítica

8.-Perdida de Control
9.-Racionalización de su manera de beber
10.-Neutraliza las presiones sociales
11.-Actitud grandiosa y fanfarrona
12.-Conducta marcadamente agresiva
13.-Remordimiento persistente
14.-Periodos de abstinencia completa
15.-Modifica sus hábitos de beber
16.-Abandono de amistades
17.-Perdida de empleos
18.-Subordinación completa al alcohol
19.-Apatia hacia otros intereses externos
20.-Nueva interpretación de sus relaciones interpersonales
21.-Marcada conmiseración de si mismo
22.-Proyectos o realizaciones de fuga geográfica
23.-Cambio en las costumbres familiares
24.-Resentimientos irracionales
25.-Protección de su abastecimiento de alcohol
26.-Descuido de la nutrición
27.-Primera hospitalización
28.-Disminución del impulso sexual
29.-Celos de los alcohólicos
30.- Beber en ayunas todos los días

D.-Fase Crónica

31.-Periodo de embriaguez prolongada


32.-Marcado deterioro moral
33.-Disminución de las capacidades mentales
34.-Psicosis alcohólicas
35.-Bebe con personas de inferior nivel
36.-Consumo de productos industriales
37.-Disminucion de la tolerancia al alcohol
38.-Temores indefinibles
39.-Temblores persistentes
40.-Inhibición Psicomotora
41.-El bebedor adquiere un carácter obsesivo
42.-Vagas aspiraciones religiosas
43.-Todo el sistema de racionalizaciones fracasa
44.-Hospitalizacion definitiva
45.-Perdida de la vida.

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