Abelardo y Eloisa

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ABELARD IDA de Ronald Millar ACTORES: PROFESORES Y ESTUDIANTES DEL PROGRAMA | TEATRO PABLO TOBON UAE [DE TEATRO, FACULTAD DE ARTES, : x JULIO 6, 7,8, 9, 10 11 DE 1987 UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA HORA 8PM PRESENTAN: ABELARDO Y ELOISA, DE RONALD MILLAR TTRADUCTOR DEL TEXTOY DIRECTOR: MARIO YEPES ‘Abelardo, el mas grande pensador cristiano dal siglo Xil, es tal figura de excepcién, y queda en la historia de ‘Occidente come el gran dialéctico que fue, por haber escogide ser en su época un signo de contradiccién a la ideologia dorninante, No fue el primero en plantear la cuestién central de la Razén, no sblo como mayor {que la Fe sino, mas alld, la Razdn coma necesaria para la Fé. Pero si antes que él, entre muchos. ya habian ‘predicado esa doctrina Origenes en el siglo Ill, 0 Berengario de Tours en el XI, Abelardo es ol primero que $e enfrenta de manera decidida, con el arma de la dioléctica, a dos grandes poderes: a quienes predicaban ia infalibiidad de la Rlewelacidn y de la exégesis abligada de los textos y de los dogmas por las Autoridades: Jos Santos Padres del pasado y los Maestros consagrados del presente; y su impawidez ante ol poder que representaban ot7os “Maestros, bastante més asociados con la “Autoridad” de las. armas y can la luerza del brazo secular. Si entre los primeros enfrenta a Anseimo de Laon, a Guillermo de Champeaux 6 al lejano San Jeronimo, entre los segundos se las veré con Alberico de Rheims, con (San |) Bemardo de Clainvaux 6 con los sucesivos Abades de Saint Denis: Adan y Suger, poderasos cazadores de herejes los pameros y Verdaderos principes de hierro de la Iglesia los Segundos. Pero no es todo: en el terreno de la moral eseribe une “Etica” que mereceria ser considerade por la Iglesia de nuestros dias como un cbdigo mas contemporéneo. Esta obra, en fin, relata uno de los momentos mas natables en la historia de | tiempos de intolerancia y de quema de herejes, de brujes y de libros. intolerancia, Vélida para nuevos FRANCOIS VILLON: (1431-1465 7) BALADA DE LAS DAMAS DE ANTANO: Decidme donde, en qué pais, ‘e5té Flora, la bella romana; ‘Archipiada y Thais, ‘que era prima hermana suya; Eco, que habla cuando se le lleva ido ‘sobre rios 0 estanques, ‘que tuvo una belleza mas que humana. Pero, dénde estén las nieves de antanio? Donde esta la muy disereta Eloisa, ‘por quien tue castrado, y; luaga, monje ‘en San Dionisio, Pedro Abelardo?.: por su amor tuvo esta pena. Del mismo modo, dénde esta la reina que ordend que Buridin fuera arrojado en un saco al Sena? Pero, dénde estan las nieves de antonio? La reing Blanca, como flor de lis, que cantaba con voz de sirena, Berta la del gran pie. Beatriz, Alys. Harenburgis, que tuvo el Maine, y Juang,la buena lorenesa, a quien los ingleses quemnaron en Rouen: donde estan, Virgen soberana? Pero, donde estén las nieves de antana? Principe, no pregunidis esta semana: ‘donde estan, ni este ano, sin que os lleve a este refrén pero, donde estan las nieves de antafio? (Traduccién de Carlos Alvar. Edrtorial Ovejs Negral. Sbbelardo y Eloisa Nota eserita por el autor de la obra, Ronald Millar, para él programa del estreno en Londres en 1970, En esa ocasion. la obra fue represantada mas de 700 veces. La historia de ABELARDO Y ELOISA tiene 800 afos, [Abslardo. el més célebre intelectual de su ép0ca en Europa, ha hecho votos de castidad y se ha mantenido libe durante toda su vida. Maestro de las Escuelas de Paris @ los 37 afios, con una reputacién comparable 2 la -de Swift, se encuentra con Eloisa, joven de 17 aos, educads en un convento, sobrina de un viejo candnigo de Natre Dame. Confiado en la castidad de Abslardo, el viejo Fulberto lo invita a convertisse en el tutor de su sobrina ¥y vivir bajo su techo. Las. ocasiones no faltan, ¥ en la tranquila casa de la Rue des Chantres, ambos han de beber de la copa que resultara mas fatal que el filtro amoroso de Tristan @ tsolds. ‘Asi comienza, enmarcada ana tapiceria de hechos violentos de la Francia del siglo XII, una de las mas grandes: historias de amor, cuyo tema s él eterno del conflicto entre carne y espititu. “Abelardo (1079-1 142) era el hijo del Seftor de Le Palais, en Bretana, Brillante, ambicioso, en una época en la ‘cual la iglesia era tan poderosa que un hombre no podia progresar por fuera de ella, se convirtié en clénge tensurado y, después de derrotar a Sus rivales, en la figura mas importante de la gran Escuela dependiente de Notre Dame. Su ingenio y buen humor, su personal magnetism, tanto como sus ideas revolucionarias sobre la ensefanza, le atrajeron la juventud de toda Europa; asi. se convierte en el fundador de la que fue virualmente la primera Universidad. Un hombre consagrade de manera entusiasta a la busqueda de la verdad. intelectualmente egocéntrico, impetuoso, intransigente, Abelardo estimuld a los jovenes, eclips6 8 Sus contemporaneus @ iritd @ sus mayores, patticularmente a Bemardo de Ciairvaux. no solo por lo que decia sino por lo que escribid, Ninguna otra obra del siglo XiI nos da, como la de Abeterdo, una imagen tan clara del interés por una vasta ‘gama de problemas filosdlicos y religiosos 0 dala acttud critica frente a los estudios del pasado y del presente Que caracterizaron el periodo. También es Abelarda, todavia. un simbolo viviente del nuevo y poderoso papel que jugaria en la Sociedad «! docente profesional ‘Su carrera es asumida como imperative moral que predica que el saber, a diferencia del rango o de los bienes de fortuna, no @s una propiedad privada o un privilegio. sino tesoro publico de inmediata y constante circulacién, ————————————————$$ $$ Pero desde el mamanto de su encuentro con Elofsa, ella $8 convierte en la pasion dominante de su vida esta obra trata principaimente de ese amor del uno por el otro, El cardcter de Eloisa no es menos notable que el de Abelardo. Si elta le iquala en e! saber, en cambio le supera por su naturaleza noble y generosa. Preocupada siempre por el futuro y por la reputacion de Abelardo, unca por la Suya propia, y en una épaca en la cual las mujeres eran algo asi como bienes muebles (es |a era de las Cruzadas y del cinturén de castidad), la franca posicion abierta de Eloisa sobre el amor y el matrimonio #5 simplemente desconcertante. Paraciera que ella pertenece més a nuestra época que a la Francia del medicevo, En la escena final de la obra, Eloisa dice de él: "Maestro. Fis6sofo, Hombre de Dios, cuando quiera que los hombres hablen de gigantes, recordaran a Abelardo”. Pero él responde: "Si soy recordado seré solamente. Porque fui amado por Eloisa”. Y es verdad. Siesta historia es intemporal, no es debido al intelecto de Abelardo sino al corazén de Eloisa, Abelardo murio el 21 de abril de 1142 y fue sepultado en la Abadia del Pardclito que #1 mismo habia fundado. Cuando Eloisa muere, 22 anos después, ¢s sepultada también all, pero no en la misma tumbs, Alli quedaron durante 650 afios. En 1814, por arden del gobiemo de entonces, us restos fueron llevados al cementerio de Pere Lachaise an Paris, donde descansan los mas nobles hijos-de Francia. Ali sus conizas fueron mezciadas enterradas bajo una lépida con las palabras: “Abelardo: Elofsa. Juntos para siempre’. Ali se encuentran hasta ol dia de hoy. RONALD MILLAR arta de Eloisa a [Pedro FEbelardo Traduccién: Carmen Riera Convento de Paraciat, Champagne. ‘A.su sefor, o mejor, su padre: 8 84 espos0, © mejor, Su hermano, su servidora, mejor Su hija; su esposa, 0 mejor su hermana, a Abelardo Heloisa a Mi bienamado, ‘lazer acaba de hacer pasar entre mis manos la earta de consuelo que escribyste un anne: toeserel ensequida, por la letra, que era tuya. Me laned sobre ella y la devore con todo ‘el ardor de mi erie: puesta que he perdido la presencia corporal de aquel que le habla escrito, si menos ae palabras reanimarian un poco su imagen, en mi. ¥ Jos recuerdos hen vuelto a mi: esta carta, en cada linea, me abruma de biel ¥ de amargan, ‘wazando la Fister lamentable de nuestra conversion y las tormentos a lo que sin cesar has sido sometida, tii mi nico, Has cumplido perfectamente ls promesa que al comienzo hiciste a tu amigo: sus pruebas, 0 ‘comparacion ton las tuyas, han de parecette poca cosa, Después de haber narrado las. persecucine® dirigidas contra ti por tus maestros, despuds del injusto atentado perpetrado contra tu cuerpo, has descnito los execrables celos Fel encarnizamiento d@ tus condiscipulos, Albérico de Reims y Lotulfo et Lombardo. Has expuesto vVeralledamente fos actos de violencia que las maquinaciones desencadeneron corms 1 gloriosa obra de: teologia y contra ti mismo, condenado a una especie de prision. Pasando luego & las artimanas de tu abad y de tea hermanos pérhidos, 6 Iss calumnias mas graves aun de dos falsos apostoles excitados contra ti par 1 ea has evecado el escindalo producido entre el gran publeo por el renombro inusitado te Paraclet. Gobide # tu oratona, En fin, para terminar ese deplorable releto, hes hablado de las, volocones incesantes @ que te he somelido ese perseguidor impio-y los monjes viciosos. que llamas tus "ios ¥ que todavia hoy te atormentan, eee Dudo de que alguien pueda leer y escuchar tu historia sin que las lagrimas afloren a sus ojos. Ella ha renovado dolores y la exactitud de cada uno de los detalles que aportas, ie devuelven toda su violencia pasads. Mi sufrimiento ha crecido al ver tus pruebas ir siempre en aumento. Henos aqui a todas, reducidas a desesperar de tu vida misma ya aguardar. con él corazén tembioros0 y wl pacho Sobresaltado, la noticia de tuasesinato, Par #80 te conjuramos, por el Cristo que en virtud de su propia gloria te protege aun de cierta mane nosotras, sus humildes servidoras y las tuyas, a que te dignes escribirnos frecuentemente para tenernos al cornente de las tormentas a las que te encuentras aun sommetido. Somos las Unicas que te restan; nosotras, al menos, participamos de tus Sufrimientos ¥y de tus alogrias. Las simpatias, pov lo Coman, proparcionan a quien sufre cierto consuelo; un fardo que pesa sobre muchos es mas ligero de llevar. Si ia tormenta actual Se calma un poco, apresirate a escribimos; la noticia nos causaré tanta alegrial Pero, sea cual sea el objeto de tus cartas, siempre: nos serén dulces, al menos para testimoniar que ta no nos olvidas. ‘Séneca, en un pasaje de las Cartas a Lucilius, analiza la alegria que se experiment al recibir una carta de un ‘amigo ausente. “Os agradezco -

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